e ST PENSE : UA USAR proa Me 4s yl 0 A E PA y *REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS > UNIVERSIDAD DE LA HABANA REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS * VOGMEN: XI, 1911 DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITE DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VALDES RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- DRO RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS y FRANCISCO HENARES. rei IMPRENTA AVISADOR COMERCIAL 30 AMARGURA 30 1911 INDICE DE LAS MATERIAS DEL DUODECIMO VOLUMEN NUMERO: 1: "ENERO Páginas El Congreso de Panamá y la Independencia ñ CCQUDA- 1 rerisicos ita ii iii ) ue edi: ] La Psicología Pedagógica: su tendencia actual........ ....... Dr. Ramón Meza. 2 La traducción de la Ilíada por Segalá.. . .0oomocoooom... Dr. Juan F. de Albear. 39 La Fonética Experimental en la Ciencia del Ao: DT ME ADO. 52 je (con veintiocho grabados) ......ocomooocoosocroconos. El Huracán de Octubre de 1910 (con dos grabados)........... Dr. Carlos Theye. 70 ¿Qué principios deben servir de base á E preamización Ena! A Dr. Ricardo Rodríguez y Martinez. 89 nistrativo para que responda al in- : EErESIPUDIICO LS ccoavonocio ie cedia jeeces 00 VA RO Oo ONO CO EOCO ATA ao oe 133 1. Mi viaje á América, por Rafael Altamira .......... 2. Studi Glottologici Italiani, por Giacomo de Gre- ZORO -a05500 drena Saro ndo COL baOgO EOUÓdGOdO OJO ODO LOSECDONDEOO Dr. J. M. Dihigo. 133 3. Cartografía Cubana del British Muséum, por D. Eisarola Cancino INOBIGRASIO HICTADES nooo faster sein o oleo delas olor caos 136 Euyracnae ala IED pon hodo oa de Soo o aronSSO! DO OEAADO OO odos OORREoadcO O USO BoDOS 136 CANE nosocancadrgoos bddO NOOO Ao aETOsbGOOoO scoogobooOOcocon dasandadO! Crono dd too bes 136 REXAUNCIA de A Ud acc tenaiicotoses meseseccoso acoso esoo i casos OO Nombramiento de Au econo osaccco cotos see oononcooso coc onace ios 136 NUMERO 2. MARZO Estado actual de vuestro problema educativo....... Dr. Manuel V. Rodríguez. 137 Estudio del poema de «Rerum Natura». .ocomccoocoomm..o Dr. Arturo Echemendía. 151 Memoria sobre unos fósiles vegetales ..... o.ooononconcorocncono cronosos Sr. Pío Galtés. 189 INDICE Cirilo Villaverde (con un grabado)..........ocoomocoococoosnonenes: Dr. Ramón Meza. El Mandamiento de Habeas COrpuS ..ocococcccononeno o0n.o Sr. Chifford S. Walton. BIBLIOGRARVA oc coco ooo rociar a do Doradedeiia - 1. Eléments de linguistique romane, por E. Bour- w Précis de linguistique sémitique, por C. Brock- AE PAPA A A ( 3. La Educación Nacional. Hechos é Ideas, por ¡AMICOHO Ll o o An NOTICFAS ¡OFICIADES.: nacos manolo escocia 30 TOSCO aro TO Enocenos y Renuncia de Beca. ctisici ts tico incio? o AS A Nombramiento de/Auxiliar” cn toolicncoccsnaccene econ sosacoso cosacos cantos naaa Ayudante Bacultablvo...-. os cccnaccnoncanecosocaleensnoons iemsarcos asno coa RNE Licencia ...... OO MO Ro NSviaton ss Exención de los estudios de Química y de Física...... SSA on omobdicar Comisiones cientificas. -....oomm.... ..... TE METE DO cocccooco osas: inspectores de MISCO .acececcoso sonencterios o pes led asco iodo eno sa MISCELÁN RAS no o roto cananea cecio clean A O O boo cecons pcsco 'ACIATACIÓON di ti a ta AS Dr. J. M. Dihigo. NUMERO 3. MARZO Enrique Piñeyro (con un grabado). ....cocccccnoo.. 000. ..oo Sr. Manuel Sanguily. La Batalla de Fredericksbnrg..... .....o.ooooo..ooo.. e Dr. Emilio Blanchet. Prejuicio acerca de las razas......... adaO peo orRo odio Sd andan Dr. Franz Boas. Michel Bréal (con un grabado) .......occococo.... E Dr. Juan M. Dihigo. Los Arácnidos de la Isla de Cuba (continuará)........... Sr. M. Sánchez Roig. EA A A oi Beca de vie ces snconcann censo cies ao aa ca Las Conferencias de la Facultad -.cocomoooncocssascecanos osonesccoconcosoos sos olocccapló 228 A Par ÓN A a > 0d ] a « — . y == Fl +. » . a : s E ds a o ai , Sn 5 ' y Ú ] . a » e + e. * na - We mi " ñ a + . % . e , Y SI Vo. XII. UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Num. 1. REVISTA DE LA PACUETAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN REDACTORES JERES: Dr ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITE DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VALDES RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DELA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- DRO RUIZCADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS y FRANCISCO HENARES. ENE RO bl Ed] SUMARIO: —EL CONGRESO DE PANAMÁ Y LA INDEPENDENCIA DECUBA. . . 7. E. Rodríguez Lendián. =ILA PSICOLOGÍA PEDAGÓGICA: SU TENDENCIA ACTUAL, ... .. . Dr. Ramón Meza. ILLA TRADUCCIÓN DE¿LA ILIADA POR SEGALÁ. «+. 0... .). Dr. Juan E. de Albear. —LA FONÉTICA EXPERIMENTAL EN LA CIENCIA DEL LENGUAJE .. Dr, Juan M, Dihigo, SHE LURACAN- DE OCTUBRE DE IGÍO 22025. 2.20. 7 Dr Carlos Theyé, —¿QUÉ PRINCIPIOS DEBEN SERVIR DE BASE Á LA ORGANIZACIÓN DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO PARA QUE RESPONDA AL IN- Y 1)r, Ricardo Rodríguez y CORP UREICOS: e aa e ga os a ade, IMAYÍMEE, — B:BLIOGRAFÍA.—Mi viaje á América, por Rafael Altamira; Studi los Glottologici Italiani, por Giacomo de Gregorio; Cartografía Cu Dr, J. M, Dihizo, % -bana del British Museum, por D. Fizarola-Caneda . Cs — El —— RITO . IMPRENTA ”AVISADOR COMERCIAL?” 30, AMARGURA 30 tr 1911 ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Dr. Evelio Rodríguez Lendián. Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. J. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA, Lengua y Literatura Latinas (3 cursos). . . . Profesor Dr. Adolfo Aragón. Lengua y Literatura Griegas (3 CULSOSI Tn A e Dr. Juan F. de Albear. or rs E lis e . A a a e a ? y ) A Dr. Juan Miguel Dihigo. Historia de la Literatura Española G Curso) . Historia de las literaturas modernas extranjeras ; » Dr. Guillermo Domínguez y Roldán. (2 cursos) . - .-- o A Historia de América E curso) ) 57 Dr. Evelio Rodríguez Len- Historia moderna del resto del mundo(2: cur 1508) ] dián. Psicología (1 Curso). - TER SO a e Filosofía Moral (1 curso). o E am Dr. Enrique José Varona Sociología (1 curso). CONFERENCIAS Enstona deta “EHdOSsoÑa dona caso Dr. Sergio.Cuevas Zequeira (Aus Literaturas 0 ss jo de e A A Ezequiel García Enseñat (Aux.) Lenguas clásicas +... . Ls Dr. Sixto López Miranda (Aux.) Ze ESCUELA DE CIENCIAS. (a) Sección de Ciencias Físico-Matemáticas Análisis matemático (Aleebra Superior) 1 curso Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- Profesor Sr. José R. Villalón. oral)-1 EUESO +... > A A Geometría superior y analítica. ( 2 Geometría descriptiva (1 curso) . Trigonorzetría (1 Curso). + :'». Física Superior (ter. curso). .-. Física Superior (2? curso). . a Duimica Seferal (1 curso) do. e Biología (1 curso) : 1 NI AS A a O j Dibujo Lineal (1 curso) z ) Dibujo Natural (1 curso) . . . Cosmología (1 curso) . . a AI AE e Mecánica Racional (1 curso) E AS ES Astronomía (1 curso). ... S Geodesia (1 curso) . . . dE pe Mineralogía y Crist: ¡lografía G curso) e Ss Botánica general (ECHES O) a do e 53 MU Dr. Claudio Mimó. Dr. Plácido Biosca. Sr. Carlos Theye. Dr. Carlos de la Torre. Sr. Pedro:Córdova: Sr. Juan Orús. j Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Manuel Gómezdela Maza. (5) Sección de Ciencias Físico-Químicas Análisis niatemático (Algebra Superior)... - Profesor Sr. José R. Villalón. Geometría Superior (sin la Analítica)... Trigonometría (plana y esférica) - Física Superior (1er. curso) Física Superior (2? curso) ARS PR Química Inorgánica y Analítica (a curso)... Química Orgánica (1 Curso). Dibujo Lineal (1 curso) DIBIJO Natural (CULO). ao Mineralogía y Cristalografía (tcurso) . . ... 5 3io0logía (1 curso). ) a is a A AS — Zoología (1 curso). e do oO tánica Senerali (CURSO MA e A al A Cosmolorfa (LCUTSO) up mo to e iba E e Dr. Claudio Mimó. Dr. Plácido Biosca. Sr. Carlos Theye. Sr. Pedro Córdova. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Carlos de la Torre. Dr. Manuel Gómez de la Maza. Sr. Juan Orús (c) Sección de Ciencias Naturales Análisis matemático ( Algebra Superior) rcurso Profesor Sr. José R. Villalón. Geometría Superior (sin la Analítica)... . . .-1 Trigonometría (plaña y esférica)... ...<.fr ” Citmica.general (1 Cursoja 2 as ” DibijoHmeal (CULTO). ¿77 bl is O Dibujo Natural (1 curso) NS LL Fisica general (1 curso). e ¿ 53 Mineralozía y Cristalografía (1 curso) . ; ) Geología(1t curso) e IA VO Necro TR 2 Botánica general (1 curso). AAA AR | F itografía. y Herborización (r curso) Elie TE Dr. Claudio Mimó. Sr. Carlos Theye. Sr. Pedro Córdova. Dr. Plácido Biosca. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Manuel Gómez dela Maza. € MAr 4 += 150) Vo IT. ENERO" DE 19TÉ: Núm 8 REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS EL CONGRESO DE PANAMÁ Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA ! POR EL DR. EVELIO RODRÍGUEZ LENDIÁN Profesor de Historia _Sr. Presidente; Señoras y señores: Invitado por mis queridos amigos, los ilustres iniciadores de es- tas conferencias, para tomar parte en las mismas, no he titubeado en aceptar, á pesar de la escasez de mis conocimientos y de mis po- bres dotes oratorias, porque de una parte me atraía con atracción irresistible tan simpática obra, tocada de esa alada sugestión que imprime á cuanto realiza la entusiasta juventud, y de otra, llegaba esa solicitud tan honrosa, en momentos en que mi espíritu, lejos de rechazarla, la acogía con amor, necesitado de un ambiente sereno como el que aquí se respira, ya que no para olvidar por completo cosas tristes que la impura realidad pone á diario ante nosotros, al menos para descansar en este encantador oasis breves instantes y continuar después la lucha fatigosa de la vida. Estamos rodeados de tanta miseria, vuela tan bajo el ideal cu- bano en estos tristes tiempos que corremos, en que la ciencia, el ar- te, el amor al estudio, todo cuanto suponga, en fin, elevación del espíritu, cultivo de la inteligencia, desarrollo de la capacidad moral del individuo, es mirado con desdén y hasta con extrañeza, porque extraño parece que haya cubanos que á puros escarceos literarios se dediquen, sin que les lleve la mira interesada del negocio, que un 1 Disertación pronunciada en la Sociedad de Conferencias, 1910. LIBRARY NEW YORK BOTANICAL GARDEN. 19 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN movimiento tan espontáneo como este, hermosa flor que surge en un pantano, ha tenido que subyugar nuestra alma y arrastrarnos á cooperar á él con nuestras fuerzas, por débiles que sean, sin meditar las consecuencias, dispuestos á trabajar en una obra que nos eleva y nos dignifica como cubanos y que, por lo mismo que es pura y des- interesada, tiene el carácter de una obra patriótica de grandes, fe- cundos y positivos resultados. Pero es un deber, además, el que cumplimos al ocupar esta tri- buna, sin autoridad, desde luego, pues como decía el ilustre inicia- dor de estas couferencias en su discurso brillantísimo que no habréis olvidado, si intelectuales nos llamamos algunos, aunque tan sólo á medias lo seamos, tenemos una alta misión social que cumplir: la de enseñar y aun de padecer en la enseñanza. Y porque soy un apóstol ferviente de esas ideas, es por lo que, reaccionando contra esa especie de muralla de la China de nuestro medio material y po- sitivista, caracterizado por la despreocupación, por la rutina, por el egoísmo y más que todo por la indiferencia hacia los trabajos pura- mente científicos Ó literarios, que constituyen goees del espíritu, pero que no satisfacen, ni pueden satisfacer, á los que sólo van tras las riquezas como medio de saciar sus groseros apetitos, cooperé, allá en nuestra Acrópolis, con mis compañeros de Facultad, á le- vantar la tribuna nniversitaria, desde la cual hace más de siete años venimos trabajando desinteresadamente, hablándole á todos los que nos quieren oir, de ciencia, de literatura, de arte; y fundamos un periódico, la Revisra DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, QUO ha dado la vuelta al mundo, y merecido el eiogio de nuestros más distinguidos compatriotas, y de las más consagradas glorias extran- jeras; y he aceptado, agradecido, el honor que me ha hecho recien- temente el admirado Secretario de Instrucción Pública, que presta á estos actos el brillo de su personalidad simpática, al solicitar mi modesto concurso para colaborar en esa obra, tan generosa como útil, de vulgarizar entre la clase obrera los conocimientos científicos, y por cuya iniciativa feliz, el país le ha prodigado tan espontáneos, ruidosos y merecidos aplausos. Y perdonadme, señoras y señores, si he hecho referencia á mi persona, ya que sólo he querido justificar mi presencia en este sitio, careciendo, como carezco, del fecundo entendimiento y sólida lec- tura de Jesús Castellanos, de la hermosa palabra de Ferrara, de la dicción flúida y rica de belleza de Barros, y de la pasmosa erudición y brillante paleta de ese pintor de frases que se llama Valdivia. EL CONGRESO DE PANAMA Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA 3 Al contemplar el magnífico espectáculo que presenta esta sala, donde en admirable armonía se muestran confundidos los más va- liosos elementos de nuestra sociedad culta y refinada, sin resquemo- res ni odios á que son ajenos los purísimos goces del espíritu, en ese campo neutral del humano saber, en que la verdad hallada, el arte realizado, constituyen el supremo deleite de la vida, no puedo me- nos de unir mi aplauso á los de mis predecesores, y felicitar cordial- mente á los que, más afortunados que otros, han logrado realizar este milagro, que de tal puede calificarse la feliz conjunción de tanta belleza, tanta cultura y tanta distinción, en época como en la que vivimos de grosero materialismo y pesimismo desalentador. Para- fraseando lo que el gran dramaturgo inglés pone en boca de uno de sus más conocidos personajes, bien podríamos decir, para consuelo nuestro, por lo menos: «No todo está podrido en Cuba». He de hablaros, señores, de algo nuestro, de algo de nuestra historia, porque ya que carezco del dón de la elocuencia, al menos que logre interesaros en mi asunto. El Congreso de Panamá, ideado por Bolívar, su origen, sus fines, su fracaso, y estudiado principalmente en cuanto se relaciona con el estado político de Cuba: tal será el objeto de esta conferencia, para la cual reclamo y espero obtener anticipadamente vuestra atención benévola é ilus- trada. Hace muy pocos días, señores, que uno de lo más importantes periódicos de esta capital publicó, tomándola de un colega de Co- lombia, la noticia de haber sido derribada la estatua del Liberta- dor, que había sido erigida últimamente en uno de los parques de la plaza Bolívar, de Santa Marta, el pueblo donde exhaló su último suspiro aquel grande hombre. Y aunque dudando de la veracidad de la noticia, porque mi mente se resistía á aceptar ta- maño ultraje á su memoria, que debiera ser bendita para todo co- razón americano, samióme en profundas reflexiones sobre la ruin- dad de las pasiones humanas y la ingratitud de los pueblos para con sus libertadores excelsos, en este caso como en ninguno otro mani- festado de modo tan expresivo como injusto, ya que no son sus contemporáneos, por ruin envidia movidos tal vez, sino la posteri- dad casi siempre justa, serena é imparcial, pero en este caso, por excepción cruel é injusta también, la que se ha ensañado en el héroe de Junín, queriendo arrojar sobre su nombre puro é inmaculado el lodo de la injuria, y salpicar con el cieno nauseabundo de la ca- lumnia la limpia historia del guerrero inmortal. + EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN Triste, tristísimo hecho, si se ha realizado, porque si algún es- píritu fué noble y elevado en sus propósitos; si algún hombre con- sagró todas las energías de su alma, en alas de su entusiasmo, á la realización de un ideal de libertad para tantos pueblos que gemían en la más ignominiosa de todas las esclavitudes; si alguien sacrificó los mejores años de su vida, siempre alentado por su esperanza de fundar una patria libre, y sufrió amarguras sin cuento y torturas indecibles, sin que su ilusión se desvaneciera, ni su fe se debilitara, ni su voluntad flaqueara, ni su patriotismo decayera, fué Simón Bolívar, libertador de Venezuela, de Nueva Granada, del Perú, de aquella América tiranizada durante tantos siglos por España y que él soñó en trocar por una América libre, morada de un pueblo fuer- te, con una sola lengua, una sola constitución y una bandera. Tutto ei provó como el héroe á quien cantó Manzoni, dice nuestro Piñeyro, el triunfo y la derrota, el aplauso y la calumnia, bendicio- nes entusiastas y furiosas maldiciones, varias veces elevado á la cúspide más alta de los honores, otras caído en el más hondo límite de la humillación y del insulto. Y no es, señores, lo que más llena de admiración y asombro en esta gran figura de la Historia, su alma de titán, su esfuerzo de gi- gante, ante el cual se empequeñecen los trabajos del Hércules y las hazañas famosas de Teseo en los tiempos heroicos de la Grecia, sino su grande, estupenda concepción de una patria libre, extendida casi” desde el confín austral hasta las bocas del famoso Orinoco, borrando su brillante fantasía los ríos, las montañas, los bosques seculares é impenetrables selvas, los inmensos desiertos que la Naturaleza había creado como linderos insalvables entre comarcas habitadas por pueblos diferentes; su pensamiento de una solidaridad nacional que contrapesara en el Continente la fuerza arrolladora de la gran potencia americana del Norte, que su clarividencia genial presintió, como presiente el marino avezado á los peligros del mar la tempes- tad lejana que puede alcanzarle y sepultar su nave en el abismo; y su propósito firme y decidido de salvar para el porvenir el tesoro de libertad é independencia al duro precio de tanta sangre conquis- tado, poniéndolo á cubierto de los audaces representantes de la reacción en Europa, entonces enamorados en la Santa Alianza de un ideal quimérico de reconquista, incompatible con el patriotismo, la dignidad y el amor á la libertad de los pueblos redimidos por su espada. Sí, señores, no son los triunfos militares de Bolívar, formado por EL CONGRESO DE PANA MA, Y LA INDEPENDENCIA¡DE CUBA 5 sí solo en la dura escuela de la experiencia, los que despiertan nuestra admiración y provocan nuestro aplauso. Su actividad, su constancia, su serenidad ante el peligro, su resignación ante la ad- versidad, sus grandes dotes militares, su pensamiento de libertar 4 Venezuela por medio de la Nueva Granada, sometiéndose á todas las condiciones, por onerosas que ellas fueran, que le impuso el Con- greso neogranadino para aceptar su espada; su gloriosa campaña que Gervinus en su historia del siglo xrx califica de germen de su grandeza y el más bello florón de su triunfal corona; su marcha inve- rosímil, cruzando á nado ríos caudalosos y á través de torrentes que descendían de los altivos Andes; el paso de esta gigantesca cordi- llera en cuyas heladas cumbres pereció de frío gran parte de su ejér- cito, que al descender de ellas no era más que una sombra, una siniestra procesión de espectros, sin caballos de guerra ni de carga, pero que agitaban, sin embargo, entre sus descarnadas manos, sus lanzas victoriosas; su victoria, cayendo como un rayo sobre las huestes de Barreiro que cerraban su paso, en la jornada del Pan- tano de Vargas, y en la de Boyacá, que le abrió las puertas de la aterrada Bogotá; su triunfo en Carabobo, que decidió en favor de Venezuela la suerte de las armas; su marcha al Sur á fin de incor- porar á Colombia, á Quito y Guayaquil; y su campaña en favor del Perú, pasando una vez más con audacia inereíble los empinados pi- cos de los Andes para desbaratar á sus contrarios en la famosa Pampa de Junín, todo esto, que hace de Bolívar un héroe legenda- rio, una figura ante la cual parecen pequeños Bermúdez y Aris- mendi, Mariño y Ricaurte, y Páez, y Sucre, y el propio San Mar- tín, y que hasta hace palidecer el brillo de lagloria del gran Wash- ington, es nada comparado con su magno pensamiento de libertar la America española, para hacer de colonias esclavas, pueblos li- bres, levantando sobre el bloque de granito de los Andes, la idea] confederación por él soñada, y arrojando de todas partes, así del Continente como de las Antillas, como de las distantes posesiones del Africa y de la Oceanía, los restos putrefactos del gran imperio colonial de España. Si alguna demostración necesitara ese hecho, tan repetido ya en la Historia, de que más fácil es á los pueblos conquistar la libertad por medio de las armas, combatiendo en los campos de batalla, que hacer buen uso de ella y conservarla, en las horas tranquilas de la paz, la encontraríamos en la historia de esas repúblicas hispano- americanas, y entre ellas de algunas de la América del Sur, desan- 6 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN gradas en constantes y prolongadas guerras civiles. ¡Las guerras civiles, señores, más funestas que todas las guerras de carácter na- cional! Más daño hizo 4 la Grecia, dice Tucídides, la guerra del Peloponeso, guerra civil en que Esparta y Atenas se disputaban la supremacía, que la guerra contra el persa, contra el extranjero in- vasor, y la lucha entre la rosa blanca y la encarnada, guerra civil entre las casas de York y de Lancaster, dejó 4 Inglaterra aniqui- lada y exangúe, cuando acababa de sostener con tesón admirable una guerra de cien años contra Francia. Y aquí mismo, señores, los norteamericanos que habían luchado heroicamente por obtener su independencia de Inglaterra, necesitaron del esfuerzo, del valor, del patriotismo de todos sus hijos, para salvarse de aquella espanto- sa conflagración que en la historia se llama la guerra de secesión, y que llegó á amenazar hasta la propia existencia de la nacionalidad. Contra esa verdadera calamidad nacional 4 que tendían repú- blicas recién creadas por su espada, agotó el Libertador, pasada la embriaguez de la victoria, todas sus energías, viendo con tristeza infinita que era impotente para evitar lo que era resultado de la ruina moral de aquellos pueblos, producida por más de tres centu- rias de cruel dominación y despotismo; impotente él, señores, que había luchado contra todo y contra todos, que había desde los valles ascendido á regiones donde sólo los cóndores habitan, y recibido, lo mismo el beso de la luz ecuatorial, que la helada caricia de las andinas cumbres coronadas de nieve, como blancos sudarios sus- pendidos bajo la bóveda azul del firmamento. Y sin embargo, era preciso, si su obra no había de ser estéril, trabajar por la unión de aquellos pueblos, libres, sí, pero débiles pa- ra resistir la influencia de los más fuertes; era preciso extinguir todo germen de discordia civil; aplastar el espíritu de revuelta, aniquilar el maléfico genio de la ambición bastarda; concluir con las disputas entre hermanos, y hacer surgir, por el más patriótico y estupendo de los esfuerzos, pujante, poderosa, la ideal nación que gu mente concibiera entre el fragor de los combates y á la luz re- lampagueante de las batallas. Y apareció Colombia, con sus puertos que bañan los dos Océanos, con los privilegiados dones de su suelo, gus aromas, sus bálsamos, sus resinas, frutos los más apreciados, tintes los más brillantes, con sus metales y sus piedras preciosas, sus topacios y rubíes, sus ná- cares y perlas, aves multicoloras y variadas, desde el cóndor, que tiene por vivienda la cumbre del imponente Chimborazo, hasta el EL CONGRESO DE PANAMA Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA 7 colibrí brillante de oro y esmeralda; la gran Colombia, señores, pletórica de vida, saludada por todas las naciones como la obra del genio de Bolívar y símbolo de su grandeza y de su gloria. Pero también surgió entonces de aquel grande hombre, de aquel tirano, como han dado en llamarle los que no han querido .compul- sar serenamente los varios documentos que dan testimonio de su desinterés y su lealtad á la causa de la libertad americana, surgió, digo, la creación de una gran Asamblea, Senado de un gran mun- do, que habría de realizar, pero en mayor escala, lo que en Grecia la Gran Anfictionia délfica, la cual, bajo la forma de una alianza es- pecial constituída por doce razas griegas, entre ellas la de los jonios y la de los dorios, consignó, por lo que hace al aspecto político, que ninguna ciudad anfictiónica pudiera encender una guerra civil; y 4 la manera de las ligas etolia y aquea, que representaron la po- lítica helénica independiente en los tristes días que precedieron á la destrucción de Corinto y á la completa sumisión de Grecia, ga- rantizar la estrecha unión de Sud América por una confederación de sus repúblicas, para los altos fines de la conservación de la paz y la común defensa de las mismas contra el extranjero invasor. Aquel fogoso héroe de la libertad quería, pues, señores, unir 6o- das estas naciones libres á la sombra de la bandera demócrática, y penetrado de que las luchas intestinas podían comprometer rápida- mente la existencia de las pequeñas repúblicas libertadas por su brazo, quiso hacer surgir la fuerza de la unión de todas ellas; que la América española hiciera algo semejante á lo que hicieron las co- lonias inglesas en el Norte, y que ha sido el secreto de su gran cre- cimiento y poderío, y soñó con una inmensa federación de todos los Estados libres del Nuevo Mundo, que, previniendo las desave- nencias y evitando la guerra entre pueblos hermanos, Jibrase á la América del azote de las revoluciones, y opusiera á las miras am- hiciosas de las naciones fuertes, el muro impenetrable de la joven América, unida por el honor y el patriotismo para la común defen- sa de su suelo, su libertad y su derecho. Si hemos de dar crédito á lo que dice el general O' Leary, servi- dor espontáneo de la independencia desde 1811 y edecán del Li- bertador desde 1817 hasta su muerte, el pensamiento de esta gran Asamblea surgió en Bolívar desde 1818, en que presentó oficial- mente el proyecto 4 Buenos Aires, y hasta afirma que escribió res- pecto de él 4 un amigo suyo en Jamaica, en 1815; pero sea de ello lo que fuere, es lo cierto que ya en 1822 invitó 4 México, el Perú, Chi- 8 EVELIO RODRÍGUEZ LENDÍAN le y la Argentina á la celebración de un Congreso pan-americano, sin que su voz fuese escuchada. Mas entonces, otra voz resonó allá en el Norte, la del Presidente Monroe, en el Mensaje de Diciembre de 1823. ¿A qué respondió este Mensaje ? Desde 1815 los Emperadores de Austria y Rusia y el Rey de Prusia habían concluído el célebre tratado conocido en la historia con el nombre de Santa Alianza, en el cual se prometieron mutua ayuda y protección inspirados en los cristianos principios de paz, fraternidad y amor, tratado al cual se adhirió Fernando VII en 1817. Más tarde, en el Congreso de Aquisgrán, reunido en 1818, se trató de comprometer á la Santa Alianza en una acción efectiva contra los americanos del Sur, que fracasó, parece que por la inten- ción que creyeron ver en los Estados Unidos de reconocer á Buenos Aires; y hasta se llegó á acordar, mediar colectivamente entre Es- paña y sus colonias para someterlas de nuevo á la autoridad de ella, acuerdo que no se realizó por la negativa de Inglaterra. A esto si- guió la declaración de los aliados en el Congreso de Troppau en 1820, de que la situación de España, Portugal y Nápoles les impo- nía el deber de velar por la seguridad de Europa, estableciendo en su consecuencia el derecho de intervenir en los asuntos interiores de cualquier país; y el de Laybach, según el cual la soberanía re- sidía esencialmente en el Príncipe, culminando todo este movimien- to en un tratado secreto, adicional al de la Santa Alianza, firmado en 1823, en el Congreso de Verona, por Austria, Francia, Prusia y Rusia, en el que convinieron emplear todos sus esfuerzos para des- truir el sistema de gobierno representativo en todos los países de Europa en que pudiese existir, é impedir su establecimiento en los Estados en que aún fuese desconocido. Por consecuencia de estos acuerdos, tropas austriacas penetra- ron en Nápoles, y los cien mil hijos de San Luis, mandados por el Duque de Angulema, entraron en España y restablecieron el abso- lutismo en la persona de Fernando VII. Este hecho tuvo su repercusión en América. Era indudable que los planes de la Santa Alianza se extendían hasta este Continente y que si no se realizaron fué por la actitud de Inglaterra, que había sido opuesta á esa intervención, que había protestado de ella permaneciendo neutral, y por la oposición de los Estados Unidos, porque entonces fué cuando el Presidente Monroe, aprovechando la oportunidad proporcionada por Rusia que había EL CONGRESO DE PAÑAMA Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA Y suscitado una seria cuestión de límites á los Estados Unidos, dió á conocer á sus conciudadanos y al mundo, en su famoso Mensaje, la doctrina que lleva su nombre, sostenida contra Rusia, cuando es- ta nación amenazaba con apoderarse de lo que es actualmente el Oregon, y frente á España, cuando ésta soñaba con la quimérica empresa de reconquistar algunos Estados hispano-americanos, apo- yada por algunas potencias de la Europa continental. Decía ese Mensaje: «el Gobierno americano considera los gobier- nos de facto como legítimos y se ha propuesto en todas ocasiones mantener relaciones amistosas con los Estados de Europa, y con- servarlas por medio de una política franca, firme y leal, recono- ciendo sus justas reclamaciones y no tolerando por ningún motivo ni insultos, ni violencias de su parte. Sólo cuando son hollados ó seriamente comprometidos nuestros derechos, Ó cuando nos senti- mos heridos en nuestra dignidad, nos preparamos para defendernos. Sin embargo, nuestro interés por todo lo que ocurra en esta parte de nuestro hemisferio es grande, y la causa no puede ser más racio- nal y justa. El sistema político de las potencias europeas aliadas es esencialmente distinto al qne hemos adoptado y esta diferencia proviene de la que existe en los respectivos gobiernos. Pues bien, teniendo en cuenta los lazos de amistad que nos unen con dichas potencias aliadas, debemos declarar que consideraremos como peli- grosa 4 nuestra tranquilidad y seguridad cualquiera tentativa de querer extender su sistema político sobre nuestro hemisferio. El go- bierno de los Estados Unidos no intervendrá jamás en las colonias americanas de las potencias de Europa, pero estimará como acto de hostilidad cualquiera intervención extranjera que tenga por objeto la opresión de los Estados que han declarado su independencia y la han conservado. Ni está el Gobierno de los Estados Unidos en las mismas circunstancias respecto de los países de América. «Es imposible que Europa extienda su sistema sobre cualquiera de los países de este Continente, sin que amenace nuestro bienestar, y es cosa fundada presumir que nuestros hermanos del Sur entrega- dos á sí mismos, rechazarían tal sistema político. No podemos, por tanto, mirar con indiferencia que tal política, bajo cualquiera forma que sea, domine en los territorios americanos. Comparando la fuerza y los recursos de España con los de los nuevos Estados, y teniendo en cuenta la distancia que los separa, es evidente que Es- paña no volverá jamás á reducirlas á su autoridad. Pero sea de ello lo que quiera, la política de los Estados Unidos consiste en la 10 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN inteligencia de que las demás potencias obrarán del mismo modo, dejando que las partes mismas resuelvan la cuestión.» ¿Por estas declaraciones podía entenderse que los Estados Uni- dos se declaraban como protectores supremos de los demás Estados americanos, cuyos territorios no tenían inconveniente en garantizar? Eso es lo que entre otras cosas da al Congreso de Panamá gran im- portancia, porque él nos da á conocer el alcance práctico de aque- llas declaraciones y el pensamiento cardinal que las había deter- minado por parte del Gobierno de los Estados Unidos. Ante tales declaraciones, señores, que hicieron exclamar á Mr. Broughan, que por fin se había resuelto la cuestión de las colonias españolas, Bolívar, que vió en ellas un rayo de esperanza, el apoyo moral que buscaba, el fundamento inquebrantable sobre el cual le- vantar al abrigo de los siglos el majestuoso edificio de la patria li- bre, por él soñada, lanzó un nuevo y caluroso manifiesto, invitando 4 todas las democracias de América 4 concurrir á un Congreso so- lemne, en el cual se adoptase y aprobase la doctrina de Monroe. A su invitación respondieron tan sólo, además de Colombia, México, Guatemala y el Perú. Por suspicacias infundadas y deplo- rables rivalidades, no la aceptaron las otras repúblicas sudamerica- nas. Buenos Aires miraba con desconfianza el poder arrogante y absorbente de Bolívar y discutía entonces con éste la posesión del Alto Perú, que habiendo pertenecido al antiguo Virreinato de la Plata, fué arrancado de él para formar la República de Bolivia, por lo que, según O' Leary, un Ministro se declaró contrario al plan, aun después que el cuerpo legislativo autorizó el envío de sus re- presentantes á la Asamblea; Chile, recelosa también, se escudó en el hecho de no permitir el envío de Plenipotenciarios, la falta de un Cuerpo legislativo, aplazándolo para cuando se renniese el Congre- so Nacional; Bolivia, á la sazón gobernada por el magnánimo Sucre, aunque aceptó, sus delegados no llegaron á tiempo para tomar par- te en las deliberaciones; y los Estados Unidos, que debieron haber sido los primeros en aceptar, se mantuvieron al principio en una prudente reserva, en una actitud espectante, y después de muchas vacilaciones y tras ruidosas sesiones de sus Cámaras, declararon que concurrirían, pero sus delegados, como los de Bolivia, no llega- garon á tiempo, y el Congreso se reunió sin ellos el 22 de Junio de 1826. tepresentaron al Perú don José María Pando y don Manuel Vi- daurre, y por no haber podido ir el primero, fué sustituído por don EL CONGRESO DE PANAMA Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA 11 Manuel Pérez Tudela; á Guatemala, don Antonio Larrazábal y don Pedro Molina; á México, el general don José Mariano Michelena y don José Domínguez; y á Colombia, los señores Dr. Pedro Gual y General don Pedro Briceño Méndez; Bolivia había nombrado al Dr. Mendizábal y á don Mariano Serrano; y los Estados Unidos, á Mr. John Sergeant, de Pennsylvania, y 4 Mr. Richard C. Anderson, de Kentucky, quien estaba en Colombia como Ministro Plenipoten- ciario de los Estados Unidos y que al dirigirse 4 Panamá, enfermó y murió en Cartagena, siendo sustituído por Mr. Joel R. Poinsett, de la Carolina del Sur, Ministro americano en México desde 1825, donde esperó con su colega Sergeant la reunión del Congreso en Tacubaya, según lo acordado. Además, correspondiendo á la in- vitación del Gobierno de Colombia, el de la Gran Bretaña envió á Mr. Dawkins á Panamá, para que oyese los informes que tuvieran á bien comunicarle, y aunque sin tomar parte en las deliberaciones del Congreso, para que le auxiliara con sus consejos, si le fueren pedidos; y con igual carácter concurrió al Congreso, por parte de Holanda, el Coronel Van-Veer. Como hecho curioso señala el doc- “tor José Ignacio Rodríguez, en su trabajo sobre la anexión de Cuba á los Estados Unidos, el de que los dos Secretarios de esta memo- rable Asamblea fueron cubanos, uno de ellos don Francisco ó Frue- tuoso del Castillo, Ayudante de Campo del Plenipotenciario colom- biano, General Pedro Briceño Méndez; el otro don José Agustín Arango, Secretario de la Delegación Peruana. El 22 de Junio de 1826 quedó instalado solemnemente el Congreso en Panamá y ce- lebró su sesión inaugural bajo la presidencia de Vidaurre. Los fines de este Congreso, expuestos estaban por el propio Li- bertador en el Manifiesto de 7 de Diciembre de 1824, por el que invitó á las demás repúblicas á enviar sus representantes al Istmo. «Después de quince años de sacrificios—decía—consagrados á la libertad de América, por obtener el sistema de garantías que en paz y en guerra sea el escudo de nuestro nuevo destino, es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí las repúbli- cas americanas, antes colonias españolas, tengan una base funda- mental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos. Entablar aquel sistema y consolidar el poder de este gran cuerpo político, pertenece al ejercicio de una autoridad sublime, que dirija la política de nuestros Gobiernos, cuyo influjo mantenga la unifor- midad de sus principios y cuyo nombre solo calme nuestras tem- pestades. 12 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN «Tan respetable autoridad no puede existir sino en una Asam- blea de Plenipotenciarios nombrados por cada una de nuestras re- públicas y reunidos bajo los auspicios de la victoria obtenida por nuestras armas contra el poder español...» Entre los artículos propuestos por Colombia al Perú y demás aliados, figuraban los siguientes: Primero: la renovación solemne entre los confederados de los pactos de unión y de alianza ofensiva y defensiva contra España y cualquiera otra nación que intentara subyugarlos; segundo: publicar un manifiesto en que se exhibieran las mezquinas miras de España, los grandes males que su Gobierno ha acarreado á la América, y la política que ésta se proponía seguir respecto á las naciones extranjeras, es decir, amistad y estricta neutralidad para con ellas; tercero: adoptar medidas respecto á las islas de Cuba y Puerto Rico, y en caso que se resolviese emanci- parlas, resolver sobre su destino futuro; cuarto: resolver si las mis- mas medidas deberían adoptarse respecto de las otras colonias espa- ñolas, las Islas Canarias y las Filipinas; quinto, celebrar tratados de comercio y navegación entre los aliados ». Además existían para ser tratados entre los aliados y los neu- trales, artículos tan importantes como la adopción de medidas para hacer eficaz la declaración del Presidente de los Estados Unidos del Norte al Congreso de aquella República, para frustrar en lo porve- nir toda tentativa de España de colonizar el continente americano; el abolir el tráfico de esclavos de Africa; adoptar un plan de hosti- lidad contra España con el fin de obligarla á reconocer la indepen- dencia de los confederados; determinar los subsidios y contingentes con que los confederados debían contribuir en caso de guerra para que no pesaran sobre uno de ellos tan solo; procurar la fijación de los límites territoriales de los nuevos Estados; determinar qué por- ción de los nuevos Estados debería considerarse representante de la soberanía y de la voluntad nacional, y decidido este punto, declarar que los Estados americanos, lejos de fomentar y de auxiliar lag mi- ras de los descontentos y ambiciosos que intenten turbar la tran- quilidad y el orden público, deberán, por el contrario, cooperar con el fin de sostener los gobiernos legítimamente constituídos, por todos los medios que estén á su alcance; y que al ratificarse por los diferentes gobiernos los tratados celebrados por el Congreso, deberá declararse que esos tratados son el Código del derecho público ame- ricano y que es obligatorio para los Estados que formen el Con- greso. EL CONGRESO DE PANAMA Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA 13 Por último, Colombia añadió artículos tan interesantes como éstos: que ninguno de los confederados pueda contraer alianza con una potencia extraña; no pueden contraerla tampoco dos ó más de ellos entre sí, con independencia del resto; que la Confederación sea mediador necesario en las desavenencias que por desgracia ocurran entre uno de los confederados y un extraño; que la Asamblea, bien por sí Ó por medio de las personas á quienes delegare la competen- te autoridad, puede estipular y concluir á nombre de la Confedera- ción, uno ó más tratados de alianza puramente defensiva, dirigida á la conservación de la paz; que dicha asamblea haya de renovar sus sesiones en períodos fijos y determinados; y en fin, que fuera la exclusión, la pena del que no se conforme con las decisiones de la Confederación, cuando ésta haya de obrar como árbitro entre dos de sus miembros. El Congreso terminó sus sesiones el 15 de Julio, día en que se firmaron cuatro tratados. El primero, de unión, liga y confede- ración entre las Repúblicas de Colombia, Centro América, Perú y Estados Unidos Mexicanos; el segundo un convenio para la trasla- ción de la Asamblea á Tacubaya, en México; el tercerc, una con- vención que detallaba los contingentes que había de prestar cada una de las Repúblicas confederadas; y el cuarto, un concierto re- servado que arreglaba el orden en que debían enviarse y marchar los contingentes de la Confederación. Parece que no satisfizo por completo al Libertador la obra de la Asamblea, pero así y todo, la ratificó, previa la aprobación del Congreso de Colombia. No sucedió así en Perú, Guatemala y Mé- xico, por lo cual aquella labor no dió el resultado que se esperaba y las relaciones de las partes contratantes quedaron como estaban. Por lo que dejamos dicho, se deja ver claramente por qué fraca- só el Congreso. Sólo cuatro Repúblicas concurrieron por medio de sus Plenipotenciarios; las demás faltaron, unas, por adversas á la idea de Bolívar, á quien iraputaban que trataba de formar un go- bierno único en toda la América, otras, por encontrarse envueltas en lamentables disidencias domésticas; los representantes de Boli- via no llegaron á tiempo, y otro tanto pasó á los de los Estados Unidos. Y aunque es cierto que el pensamiento de Bolívar, que conoce- dor del carácter americano, sabía que el peligro de que resultaran inútiles tantos sacrificios y esfuerzos, no tanto podía venir de Es- paña, vencida ya, sino de las desavenencias que iban á suscitarse 14 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN entre los diferentes Estados, por cuestiones de constitución, de le- yes, de partidos, de mando, lo que podía exponer á América, debi- litada por sus discordias intestinas, á caer otra vez bajo el poder de España ó ser juguete de las demás potencias, aunque es cierto, digo, que su gran pensamiento fué una empresa estupenda, tan es- tupenda, que él mismo la equiparó después á aquel loco griego que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegaban impeli- dos por el viento; no es menos cierto, que mucho contribuyó á su fracaso la actitud de los Estados Unidos, francamente hostil por razones de alta política y de conveniencia nacional que se sobre- pusieron en este caso á toda consideración de otro orden, ya que las naciones no obran casi nunca movidas por el sentimiento, ni á impulsos del corazón, sino anteponiendo á todo los supremos inte- reses nacionales, yendo á su fin por todos los caminos, por tortuo- sos y obscuros qne éstos sean. Y aquí se relaciona, señoras y señores, este asunto con el hecho de nuestra independencia, ya que fué Cuba el motivo casi único de la oposición á la obra del Congreso, por parte de los Estados Unidos. Cuba, al comenzar el siglo xrx, vivía en medio de un relativo bienestar, pues de una parte, el bienhechor olvido en que nos tenía la Metrópoli, á quien atraían más las riquezas fabulosas de Plata, Nueva España y el Perú, á cuyos países se dirigía la corriente po- derosa de inmigrantes de la Península, y de otra, el paternal gobier- no del inolvidable don Luis de las Casas, continuado por Santa Clara y el Marqués de Someruelos, en cuya época y por iniciativa de los ilustres patricios que entonces florecieron, y principalmente por la de don Francisco Arango y Parreño, se protegió la agricul- tura y la industria y se fomentó el comercio, abriéndose nuestros puertos al de todas las naciones, poniéndose en relación y contacto nuestra patria con la cultura y civilización de Europa, produjeron el adelanto intelectual y económico de Cuba, cuya administración se hallaba casi toda en manos de sus hijos más notables. Pero al grito de rebelión de toda la América española, "al levantarse toda ella contra España, era imposible que las chispas del incendio no cayesen sobre Cuba 4 través del Mar Caribe, y que muchos de sus hijos más excelsos, Varela, Escobedo, Caballero, el divino Heredia y tantos otros cuyos nombres están en la memoria de todos, no pensaran en sacudir en tan propicia ocasión el yugo de la Metrópo- li. Y comenzó la era de las conspiraciones en Cuba, desde la que EL CONGRESO DE PANAMA Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA — 15 se llamó de la Cadena Eléctrica, que tenía su asiento en Puerto Príncipe, hasta la de los Soles y Rayos de Bolívar, que debía pro- clamar la República de Cubanacán, y que fracasó en los primeros tiempos del Gobierno del General Vives, y la de la Gran Legión del Aguila Negra, denunciada por Solís en las postrimerías de di- cho Gobierno, no pudiendo dejar de mencionar los trabajos de los cubanos emigrados en México, que con el nombre de Junta Promo- tora de los Libertad cubana, perseguía el propósito de que el águila de los aztecas remontase su vuelo majestuoso sobre la antigua Cu- banacán, y los de los que refugiados en los Estados Unidos se pro- ponían enviar una diputación á Simón Bolívar, excitándolo á ir á Cuba para libertarla del yugo de su Metrópoli. Nada diré, señores, de las primeras, todas ellas fracasadas, así como tampoco de los trabajos de las numerosas logias masónicas que en aquel entonces había en Cuba y fuera de ella; sólo me per- mitiré decir que aunque no tuvieron éxito, reflejan el descontento ya existente entre los cubanos contra el gobierno de España, que había iniciado su cambio de política implantando el régimen abso- luto al promulgar en contra del dictamen del Supremo Consejo de Indias la Real Orden de 28 de Mayo de 1825, que otorgaba á los Capitanes Generales todo el lleno de las atribuciones que por las Reales Ordenanzas se concedían á los Gobernadores de las plazas sitiadas.' Pero no puedo dejar de referirme, por la relación que tiene con los planes de Bolívar respecto de nuestra patria, á aquella peregri- nación patriótica 4 Colombia, de un grupo de cubanos que en un rapto de entusiasmo, al saber eun New York, donde se hallaban, las victorias obtenidas por Bolívar, acordaron llenos de fe y con el co- razón puesto en la patria, marchar hacia Colombia y solicitar del Libertador y de los suyos, que invadiesen y emancipasen á Cuba. De la relación hecha por José Aniceto Iznaga, uno de los expe- dicionarios, recogida cuidadosamente por José Gabriel del Castillo, quien la facilitó al malogrado Manuel de la Cruz, se viene en cono- cimiento de que el grupo lo formaban los Iznaga, el argentino Mi- ralla, Vicente Rocafuerte, de Guayaquil, y cuatro camagúeyanos: José Agustín Arango, Gaspar Betancourt Cisneros, José Ramón Betancourt y Fructuoso del Castillo. Acordadas las bases del plan de la misión, provistos de cartas y pasaportes seguros para Colom- bia, facilitados por José María Salazar y por Palacios, Ministro el primero, y Cónsul general el segundo, de Colombia, en los Estados 16 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN Unidos, después de determinar que José Ramón Betancourt fuera á Cuba y Antonio Abad Iznaga quedase en New York, embarcaron Miralla, Arango, Castillo, Betancourt Cisneros y José Aniceto Iz- naga en la goleta «Midas », con destino á la Guayra. Allí tuvieron la fortuna de encontrar al general Valero, natural de Puerto Rico, que había prestado sus servicios en el ejército de México, y que no dispuesto á secundar las miras ambiciosas de Itúrbide, vino á Co- lombia, á cuyo Gobierno ofreció también su espada, induciéndolo además á que atacase á los españoles en Cuba y en Puerto Rico. Colombia había aceptado sus servicios, y según informó á la comi- sión, el Vicepresidente Santander le había indicado no era oporbu- no el momento para la invasión de las islas Antillanas, porque la campaña del Perú absorbía por completo la atención y recursos del Gobierno. Salieron para Caracas en compañía de Valero, y allí hallaron á un eminente cubano, el Dr. Francisco Javier Yanes, camagúeyano, de gran prestigio en Caracas, uno de los patriarcas Ó padres de la patria, pues que su firma figura en el acta de independencia; y re- suelto que José Agustín Arango fuera á Cuba y después á los Esta- dos Unidos, para que hiciera saber á los amigos de uno y otro país que no se debía confiar en un auxilio inmediato, pero que sí se po- día contar con el apoyo de Colombia para libertar á Cuba, llegaron los demás comisionados tras muchas vicisitudes á Bogotá, donde al fin se entrevistaron con el General Santander y el coronel Pedro Gual. Aunque ambos les demostraron sus más fervientes simpa- tías por la misión que llevaban, les hicieron ver la imposibilidad de que el Gobierno atendiese á otra cosa que á la campaña en que el General Bolívar se hallaba empeñado para libertar al Perú, y descorazonados determinaron posponer la entrevista con Bolívar y embarcarse para los Estados Unidos, á reunirse con Arango y cam- biar impresiones con los demás compañeros de trabajos en favor de la libertad de Cuba. Dejando en Bogotá á Miralla y á Castillo, y después de un lar- go y penoso viaje, se reunieron en New York con José Agustín Arango, quien, no obstante ser de los más comprometidos con el Gobierno de Cuba, había pasado por ésta despreciando todo riesgo personal, yendo desde Santiago de Cuba hasta Trinidad, tocando antes en Puerto Príncipe, y embarcándose después para los Estados Unidos. Resuelto que Arango volviese solo al Perú 4 continuar su misión cerca del Libertador, á fin de que éste estuviese en tiempo EL CONGRESO DE PANAMA Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA 17 orientado sobre el estado de opinión é ideas de los cubanos, de los progresos que había hecho en nuestro país el espíritu revoluciona- rio, de las fuerzas de mar y tierra con que España contaba en la isla, y de la resolución adoptada por los emigrados en los Estados Unidos de embarcarse en cualquiera empresa para libertar 4 Cuba, si Colombia los ayudaba, volvió Arango á Venezuela, donde el ge- neral Valero, que marchaba con tropas para Bolívar en dirección al Perú, lo agregó á su comitiva con el carácter de Secretario Pri- vado. Así logró al fin Arango entrevistarse con Bolívar, quien le repitió lo que ya Santander le había manifestado, pero agregando, señores, que ya él tenía resuelto, desde mucho antes echar á los es- pañoles de Cuba y de Puerto Rico, porque así lo había ofrecido, empeñando su palabra á un cubano, el habanero José Rafael He- ras, que había prestado grandes servicios en las filas del ejército de Colombia, hasta obtener el grado de Coronel, y que por Colom- bia había muerto gloriosamente en el campo de batalla. No es necesario decir que el Libertador trató á Arango con las mayores muestras de aprecio, y que lo protegió, encargándolo in- terinamente de la auditoría de guerra, vacante entonces, y haciendo que se le nombrara después secretario de la legación peruana que representó al Perú en el Congreso que se reunió más tarde en Pana- má, como ayudó á casi todos los cubanos, y entre ellos á Arias, Ortega, y un hermano del heroico Heras, cuya memoria era para Bolívar tan sagrada, que bastó esa sola consideración para que lo recibiese con la mayor bondad y lo agregara como de familia á su comitiva llevándolo consigo en su expedición á Bolivia. Sería fatigar, señores, vuestra atención, seguir paso á paso á es- tos cubanos meritísimos que no cesaron un instante de laborar, ex- poniendo sus vidas y ofrendando sus fortunas por la libertad de Cu- ba, yendo de Cartagena á Jamaica, de ésta á México 04 los Estados Unidos, retornando á Colombia, volviendo á Kingston Ó á New York, siempre animosos y llenos de esperanza, nobles, desinteresa- dos, patriotas de los que hacían del amor á la patria un culto, y una religión del patriotismo. Sólo diré que todo pareció al fin cons- pirar en favor de los cubanos, cuando en Junio de 1826 se constitu- yó el Congreso en Panamá. Presidíalo Vidaurre, quien tenía inte- rés por Cuba, pues hasta había estado en ella, y desempeñado un cargo de oidor en Puerto Príncipe, siendo perseguido y debiendo su salvación á uno de los Izuagas, José Antonio, que lo ocultó en Trini- dad y lo embarcó después vara New York, recomendado á sus her- 18 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN manos Antonio Abad y José Aniceto; Fructuoso del Castillo y José Agustín Arango, eran el uno, ayudante del general Briceño Mén- dez, Plenipotenciario de Colombia, y el otro, secretario de la Lega- ción Peruana; y allí en Panamá estaban Iznaga y Arias y por últi- mo Valero, quien llegaba después de haber rendido los castillos del Callao con una división que por orden de Bolívar, ya desembarazado de la campaña tan gloriosa del Perú, se creía destinada á la em- presa, que como él mismo había dicho á Arango, debía ser acordada por el Congreso, de atacar á los españoles de las islas de Cuba y Puerto Rico. ¿Qué conjunto de circunstancias fueron las que hicieron malo- grar tan loable empresa, cuando todo parecía favorecer su felíz realización, de tal suerte, que á pesar de tantas voluntades dispues- tas, de tantos corazones generosos, del interés en ella del propio Libertador, no figurase, concretamente, entre los acuerdos tomados por el Congreso, el de atacar á Cuba y Puerto Rico? ¿Será, como afirma el general Páez en su autobiografía, el levantamiento de Bustamante en el Perú, que obligó á contramarchar á las tropas que bajaban de los Andes para la expedición mencionada, y por el propio Páez acaudilladas? Señoras y señores: desde 1823, fecha de la intervención francesa en España y del Mensaje de Monroe, por ella determinado, la polí- tica de los Estados Unidos respecto á Cuba quedó muy claramente definida. En una nota que pasó el gran Adams, Secretario de Es- tado del Presidente Monroe á Mr. Hugh Neison, de Virginia, En- viado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos en España, se decía poco más óÓ menos, lo siguiente: «de la guerra que ahora empieza entre Francia y España, resultarán probablemente comprometidos ciertos intereses que exclasiva y pe- culiarmente nos pertenecen. Cualquiera que sea el resultado de esa contienda para las dos naciones de Europa, pnede darse por cierto que España perderá irrevocablemente su dominación en la parte continental de América, pero le quedarán todavía las islas de Cuba y Puerto Rico, de que se encuentra en posesión efectiva, y le será fácil transferirlas á alguna otra Potencia. Esas islas, por su posición local, son apéndices naturales del Continente norteameri- cano, y una de ellas, la Isla de Cuba, casi á la vista de nuestras costas, ha venido á ser por una multitud de razones, de trascenden- tal importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión. La dominante posición que ocupa en el Golfo Mexicano y EL CONGRESO DE PANAMA Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA 19 en el mar de las Antillas, el carácter de su población, el lugar que ocupa en la mitad del camino entre nuestra costa meridional y la isla de Santo Domingo, su vasto y abrigado puerto de la Habana, que hace frente 4 una larga línea de nuestras costas privadas de las mismas ventajas, la naturaleza de sus producciones y las de sus ne- cesidades propias, que sirven de base á un comercio inmensamente provechoso para ambas partes; todo se combina para darle tal im- portancia en la suma de nuestros intereses nacionales, que no hay ningún territorio extranjero que pueda comparársele, y que nues- tras relaciones con ella sean casi idénticas á las que ligan unos con otros los diferentes Estados de la Unión. Tan fuertes son los vínculos que unen á Cuba con los Estados Unidos, vínculos geográfi- cos, comerciales y políticos, que cuando se echa una mirada hacia el curso que tomarán probablemente los acontecimientos en los próxi- mos cincuenta años, casi es imposible resistir á la convicción de que la auexión de Cuba á nuestra República Federal será indispensable para la continuación de la Unión y el mantenimiento de su inte- gridad.» Y luego continuaba con esa parte tan conocida de «que hay le- yes de gravitación política, como las hay de gravitación física, y que así como una manzana separada de su árbol por la fuerza del viento, no puede, aunque quiera, dejar de caer en el suelo, así Cu- ba, una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella, é incapaz de sostenerse por sí sola, tiene que gravitar necesariamente hacia la Unión Norte Americana y hacia ella exclu- sivamente, mientras que á la Unión misma en virtud de la propia ley le será imposible dejar de admitirla en su seno ». Y en su temor de que Cuba pudiera pasar de poder de España al de otra potencia que no fuera ésta, á quien por sus condiciones po- dría dominar fácilmente, como el tiempo se encargó de demostrar, y sobre todo al de Inglaterra, agregaba en esa nota que el resultado de la alianza entre esta nación y España podía llegar á ser la ocu- pación de Cuba por Inglaterra en el caso de un ataque á nuestra isla por parte de Francia Ó de una tentativa de revolución de los habitantes del país para conseguir su independencia, ocupación he- cha de acuerdo con España y con carácter temporal, pero que podía, por multitud de cosas susceptibles de ocurrir en cualquier momento, convertirse en posesión y dominio permanente. Y concluía: «El traspaso de Cuba 4 Gran Bretaña será un acontecimiento perjudi- cial á los intereses de esta Unión, y la opinión es tan unánime sobre 20 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN este punto, que la det=rminación de impedir dicho traspaso hasta por la fuerza, si fuere necesario, se nos impone imperiosamente. » Tan explícitas como estas declaraciones son las contenidas en las cartas de Jefferson 4 Monroe, de 23 de Junio y 24 de Octubre del propio año. «La verdad es, decía en la primera, que la agrega- ción de Cuba á nuestra Unión, es exactamente lo que se necesita para hacer que nuestro poder, como nación, alcance el mayor grado de interés.» Y en la segunda: «Confieso francamente que siempre miré á Cuba como la adición más interesante que pueda nunca ha- cerse á nuestro sistema de Estados. La dominación que esta isla, en unión de la punta de la Florida, podría darnos, sobre el Golfo de México y los países y el istmo bañados por sus aguas, llenaría la medida de nuestro bienestar político. » John Quincy Adams había sucedido á Monroe en la presidencia, y Everett á Nelson, como Ministro de los Estados Unidos en Ma- drid, cuando en 27 de Abril de 1825, Mr. Clay, Secretario de Esta- do, dirigió á Everett un despacho donde se le mandaba decir á Espa- ña, que los Estados Unidos estaban satisfechos con que continuaran las dos islas en manos de España, y que el gobierno de Washington no deseaba cambio alguno de aquella situación política, agregando, después de discurrir sobre la posibilidad de que pudieran caer en manos de México ó de Colombia, que no eran suficientes ni lo serían en mucho tiempo para proteger dichas islas, si llegaban 4 conquis- tarlas, Ó lo que era peor, de otra potencia que no fuera España, por manifestar que preferían que Cuba y Puerto Rico permanecieran bajo la soberanía española. Dada esta política, señores, se explica la hostilidad de los Esta- dos Unidos al Congreso panameño. En los artículos octavo y no- veno de las instrucciones dadas en Lima á los Plenipotenciarios del Perú, se decía que para quitar al Gobierno español el medio de mantener la discordia y fomentar turbulencias y aun amenazar la independencia y la puz en diferentes puntos de América, cosa que podría hacer mientras le pertenecieran las dos islas de Cuba y Puer- to Rico, procuraran que el Congreso resolviera sobre la suerte de dichas islas; y que en el caso de que creyera conveniente libertarlas, debían celebrar un tratado en el cual se señalaran las fuerzas de mar y tierra y las cantidades con que cada Estado de América de- bía contribuir para tan importante operación, y en el cual se deci- diera si dichas islas ó alguna de ellas separadamente, se agregaban á algunos de los Estados confederados, Ó se les dejaba en liber- EL CONGRESO DE PANAMA Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA 21 tad de darse el gobierno que tuvieren por conveniente, decidién- dose igualmente en el primer caso, si el Estado á que se agregaran quedaba Óó no en obligación de pagar los gastos que ocasionare la emancipación, y el modo y términos en que debía hacerse. Tales proyectos, que habían sido aceptados y apoyados por Co- lombia, debieron contrariar mucho los planes de los Estados Uni- dos, encaminados, como acabamos de ver, á impedir que Cuba pasara á poder de otra Potencia que no fuera España, y á mantener á ésta en sus derechos de soberanía sobre la misma; y buena prueba de ello fué la formidable oposición del Congreso americano á que se aceptara la invitación de Colombia, á pesar de los buenos deseos del Presidente Adams y de su Secretario de Estado, y que fué causa de que no llegaran oportunamente los Plenipotenciarics elegidos. Leed las actas de esas memorables y tormentosas sesiones, y ape- nas podréis comprender cómo una nación como los Estados Unidos, cuya historia no es más que un canto épico á la libertad de los pue- blos oprimidos, podía oponerse, como se oponía tenazmente, á la ge- nerosa idea de independizar á Cuba. El egoísmo oscurecía enton- ces la mente de los más grandes patriotas, que llegaron á decir, como Mv. John Holmes, Senador por Maine, que prestando la aten- ción debida á la seguridad de los Estados del Sur, no podía permi- tirse que las islas de Cuba y Puerto Rico pasaran á manos de hom- bres embriagados con la libertad que acababan de adquirir, y después de preguntar cuál tenía que ser la política de los Estados Unidos, respondía lo que sigue: «Cuba y Puerto Rico deben quedar como están. El Presidente ha dicho de modo muy distinto á toda la Euro- pa que nosotros no podemos permitir que se transfiera Cuba á nin- guna de sus potencias, y un lenguaje igualmente decisivo tiene que usarse con los Estados sudamericanos. Nosotros no podemos per- mitir que sus principios de emancipación universal se pongan en ejercicio en una localidad tan inmediata á nosotros, donde se nos pueda transmitir su contagio con peligro de nuestra tranquilidad.» Y otros añadieron que si el Congreso de Panamá aspiraba á la con- quista de Cuba Ó á quitársela á la corona de España, se hacía pre- ciso tomar las armas, antes para impedir que para acelerar tal suce- so, porque así lo exigían los vitales intereses del Sur. Y es, seño- res, que además del aspecto que pudiéramos llamar internacional del asunto, en el cual el interés de los Estados Unidos estaba en que no se adueñase de Cuba ninguna potencia fuerte que pudiera constituir una amenaza á su propia seguridad en un porvenir más O 0) EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN ó menos remoto, había además el interés de que no fuera un perjui- cio para los Estados del Sur la vecindad de una isla como la nues- tra, que al emanciparse de España produjese la emancipación tam- bién de los esclavos, y con ello la probable perturbación en los Estados esclavistas que vinculaban su vida, su bienestar y su pro- greso en el mantenimiento de esa institución nefanda. Ese pueblo tan grande, señores, no había sabido resolver, al constituirse, esa cuestión tan importante de la esclavitud, que había de costarle ríos de lágrimas y sangre, y ante la posibilidad de que corriesen peligro los intereses de los Estados americanos del Sur, resolvió oponerse al propósito de la Asamblea panameña, de realizar la emancipación de Cuba. A este efecto se entendió directamente el Gobierno de Wash- ington con el Gobierno de Colombia, y que la pretensión del pri- mero debió haber sido terminante, lo deja ver el tono de la nota que en 4 de Marzo de 1826 dirigió desde Bogotá el Ministro de Re- laciones Exteriores de Colombia, D. José R. Revenga, al Ministro de esta República en el Perú, don Cristóbal Armero, y que decía: «Quiere el Vicepresidente que usted instruya á ese Gobierno de la demanda que han hecho los Estados Unidos de América sobre que se retarde toda operación hostil contra Cuba y Puerto Rico», 4 lo que agregó que en su conversación con el representante americano, había creído descubrir «que los Estados Unidos desean evitar tan- to el que aquellas islas pertenezcan á los Estados continentales co- mo el influjo que pueda tener en su propio territorio la inquietud é insubordinación que eventualmente se introduzca entre los esclavos cubanos». Conformes con estas ideas, fueron las instrucciones generales dadas por Mr. Clay á los Plenipotenciarios, y en las que se trató extensamente de Cuba. Por dichas instrucciones se les confería la facultad de tratar so- bre comercio, navegación, códigos marítimos y derechos de neutra- leg y beligerantes con todos ó algunos de los concurrentes, y des- pués de rechazar el carácter legislativo ó anfictiónico del Congreso, no sólo como cosa impracticable en comarca tan extensa, sino tam- bién como contrario á las instituciones de aquel país, se decía: «mas entre los objetos que han de llamar la consideración del Congreso, escasamente puede presentarse otro tan poderoso y de tanto interés como la suerte de Cuba y Puerto Rico, y sobre todo, la de la prime- ra. Cuba, por su posición, por el número y carácter de su pobla- EL CONGRESO DE PANAMA Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA 23 ción, por la que puede mantener, por sus grandes, aunque todavía no explorados recursos, es el gran objeto de la, atención de España y América. Ninguna potencia, ni aun la misma España, en todos sentidos, tiene un interés de tanta entidad como los Estados Unidos en la suerte futura de esta isla. Nuestra política con respecto á ella está franca y enteramente descifrada en la nota á Mr. Mid- dleton. En ella manifestamos que por lo que respecta 4 nosotros, no deseamos ningún cambio en la posesión ni condición política de la isla de Cuba, y no veríamos con indiferencia el que del poder de España pasase al de otra potencia europea. Tampoco querríamos que se transfiriese Ó agregase á ninguno de los nuevos Estados de América.» Defiéndese en esas instrucciones, después, la incapacidad de Cuba para gobernarse á sí misma; se estudia la hipótesis de Cuba independiente bajo la garantía de otra potencia y se rechaza, des- de luego; se aprecia luego el caso de la anexión de Cuba á México ó á Colombia, y se la encuentra impracticable, porque mientras esas Repúblicas habían combatido por su propia independencia, habían tenido de su parte la buena voluntad y simpatía del mundo y en especial de los Estados Unidos, pero desde el momento en que se intentase una empresa militar contra Cuba, cambiaría el carác- ter de la guerra contra España, pues eso sería ya una guerra de conquista, y por otra parte, si lograban su propósito, no estando México ni Colombia destinadas para potencias navales de primer orden, es seguro que no podrían conservar esas conquistas; y des- pués de considerar la importancia que tendría Cuba cuando se abriera una ruta inter-oceánica á través del istmo americano, se concluye diciendo, como resumen de todo: «Si ustedes no pueden recabar de esas Repúblicas que renuncien á todo designio de inva- sión y conquista de Cuba y Puerto Rico, harán ustedes el mayor esfuerzo posible para inducirlas á suspender la ejecución de sus proyectos, hasta que se sepa el resultado de los pasos que estamos autorizados para creer que ha dado ya el Emperador de Rusia, en unión de sus aliados, y á instancias de los Estados Unidos, para poner fin á la guerra.» En armonía con estas recomendaciones, el Presidente Adams, en un mensaje que envió al Congreso, en respuesta á una resolu- ción adoptada por la Cámara de Representantes, decía entre otras cosas lo que sigue: «la invasión de ambas islas por fuerzas com- binadas de México y Colombia, es, según se confiesa, uno de los 24 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN objetos que habrán de tratarse en Panamá. Los resultados á que esto pueda conducir en vista de la composición peculiar de la po- blación de aquellas islas, y el peligro posible de que al fin y al cabo vengan á caer éstas en manos de una nación de Europa que no sea España, no permiten mirar con indiferencia lo que se delibere en Panamá, Ó las consecuencias que de ello podrán derivarse. Creo innecesario extenderme más sobre este asunto, bastándome decir que la totalidad de nuestros esfuerzos habrá de encaminarse en el sentido de conservar el estado actual] de cosas, la tranquilidad de las dos islas y la paz y seguridad de sus habitantes. » Los Estados Unidos, pues, hicieron fracasar, señores, el Con- greso de Panamá, por convenir así entonces á los intereses mate- riales y políticós de la nación, y si otra prueba necesitáramos, la encontraríamos en lo que Bolívar manifestó á José Aniceto Iznaga, cuando este gran patriota le vió para obtener de él que auxiliase la empresa de emancipar 4 Cuba, Ó sea la oposición declarada por parte de los Gobiernos de Inglaterra y los Estados Unidos, á que Colombia llevase sus armas á Cuba y á Puerto Rico, obstáculo que Bolívar consideraba poco menos que insuperable. «Si los cubanos, concluyó diciendo á Iznaga, proclamasen su independencia, pre- sentando siquiera un simulacro de gobierno, y pidiesen entonces auxilio al Gobierno de Colombia, entonces ni el Gobierno de Ingla- terra ni el de los Estados Unidos se opondrían, y aunque se opusie- ran, Colombia no se detendría. » De este modo se frustró, señoras y señores, esa gran empresa, tan grande como las glorias del héroe que la concibió, y que hubiera culminado en un gran éxito, dándose las manos, si era preciso, las fuerzas libertadoras de Colombia con las de México, en los campos hermosos de la patria, ya que apenas liegaban á cuatro ó cinco mil hombres las fuerzas de mar y tierra que España tenía en Cuba, obli- gada como estaba á combatir contra la América toda levantada con- tra ella. Momento propicio, señores, que de haberse aprovechado, hubiera anticipado cerca de setenta años nuestra vida independien- te, para el bien ó para el mal, no lo sé, ni importa saberlo; pero que hubiera evitado al menos á varias generaciones la lucha cruenta y prolongada, la ruina y el martirio, el sacrificio y la muerte en el ca- dalso, y á la actual, á la presente, llegar como ha llegado, después de tantos horrores, por un conjunto de circunstancias fatales, á vi- vir hondamente preocupada, sin saber, señores, la suerte que nos depara el mañana, ni el porvenir que le espera á nuestros hijos, EL CONGRESO DE PANAMA Y LA INDEPENDENCIA DE CUBA 25 De aquel ensueño, señores, del gran Libertador de América, no obtuvo otro resultado práctico, que el definir la trascendencia é im- portancia de la declaración de Monroe, en el sentido de que el pen- samiento fundamental de la misma no era otro que el de combatir el sistema europeo, inaplicable á la América después de su inde- pendencia. Las tempestades políticas que azotaron á las nacientes repúblicas, en los años posteriores á 1826, impidieron á Bolívar, decepcionado y enfermo, ocuparse de aquella obra que había sido su ideal, y poco después moría con la triste convicción de que su esfuerzo de tantos años había resultado inútil para afianzar en América la libertad alcanzada con su espada. Como la fiera herida ya de muerte, perseguida y acosada por la hambrienta jauría, va á refugiarse en escondida, oculta madriguera de virgen monte, para exhalar allí su último aliento, así, perseguido y acosado por sus encarnizados enemigos, á quienes, sin exceptuar al propio Páez, había sacado de la insignificancia y de la obscuridad en que vivían, y dado honores, y títulos y gloria, fué en busca de un asilo transitorio mientras llegaba un barco que lo llevase lejos de su patria, vencido ya, postrado el cuerpo, desgarrada el alma, el hombre cuya vida no tuvo otro ideal que la libertad, ni otra reli- gión que el patriotismo, ni otro código de moral que la justicia; y allí, en la casa de un fiel amigo, viendo pasar ante sus ojos ya en- pañados por la muerte próxima, como siniestra visión, su Gran Colombia, deshecha ya, en tres pedazos rota, mientras que la am- bición y la anarquía hacían su obra de ciega destrucción y eterna ruina; perdonando á sus encarnizados enemigos que lo habían con- ducido á las puertas del sepulcro, después de sus esfuerzos desinte- resados, abandonando su fortuna y su tranquilidad, para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía, como dijo en su última proclama, en la que expuso como postrer deseo la consolidación de su Colombia; pobre, cuando había nacido rico y gubernado á tres naciones poderosas; víctima en fin, de la más cruel é injusta de las ingratitudes humanas, murió al fin el gran Bolívar, trocando esta vida terrenal y miserable por la inmortalidad y por la gloria, y tal vez murmurando aquellas frases, más tristes y sombrías que las aterradoras del famoso festín de Baltasar, y que hoy mismo no po- demos repetir sin inquietud: «la América es un caos, el que la ha servido ha arado en el mar». Pobre loco, enamorado de una quimera, de un imposible, de una gran Confederación sudamericana, que fuera un valladar insupera- 26 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN ble, opuesto á la anarquía, á la ambición, á la dictadura en el Sur, y 4 la expansión irresistible y poderosa del coloso del Norte, que su mente soberana, y más que todo, el tesoro de amor á la libertad de América que encerraba su corazón, le hizo ver clara y distinta- mente, para un porvenir más ó menos lejano, y que se ha cumplido en nuestros días con la secesión de una parte de Colombia que hoy integra Panamá; pobre loco, no comprendido por los suyos, y cuyo sueño irrealizable, de haber cristalizado en una obra de cohesión y de fraternidad, hubiera hecho de la débil América latina una fuerza invencible, incontrastable. Ironías, señores, del destino. Ese istmo, que cual el de Co- rinto, quiso él que fuera asiento de la célebre Asamblea, será muy pronto formidable atalaya del coloso que domina en el mar de las Antillas, y aspira 4 dominar en el Pacífico; Cuba, que él quiso li- bertar, y que no pudo por haberse opuesto ese propio coloso ame- ricano, con el auxilio de éste, ha sido libre, y presa se halla en su radio de acción; y allá en el Sur, donde brilló su refulgente espada, sangre de hermanos corre empapando las hermosas campiñas de la América. A los que creen que nada útil ni bueno supo hacer, y preparó la ruina de esos pueblos, forzándolos á vivir en una unión contraria á su carácter y tendencias, que los llevó á la guerra fratricida, les diríamos que actualmente trabajan Restrepo, Presidente de Co- lombia, Alfaro, de Ecuador, y Gómez, de Venezuela, para recons- truir la Gran Colombia, teniendo por bandera la misma que empu- ñó Simón Bolívar. Si tal suceso llega á realizarse, al propio tiempo que se estreme- cerán en su sepulcro las cenizas del héroe y del patriota que suspi- ró en sus últimos momentos por la consolidación de su Colombia, habrá la posteridad hecho justicia y alzado el monumento más glorioso al que, con sus errores y sus faltas, ha sido, sin embargo, el astro más hermoso, que más intensamente ha fulgurado, en la radiosa constelación de los Libertadores de la América. LA PSICOLOGIA PEDAGOGICA: SU TENDENCIA ACTUAL POR EL DR. RAMÓN MEZA Y SUÁREZ INCLÁN Profesor de la Escuela de Pedagogía Sr. Presidente; Sres. Profesores; Sres. maestros: En la actualidad nos hallamos ante un activo y creciente movi- miento de ideas que parte de los centros de más justo y bien cimen- tado crédito, de núcleos de alta cultura, en materia de psicología en sus relaciones con la educación; movimiento tan eficaz como lleno de promesas hermosas, que va transformando, con rapidez que quie- re llegar al vértigo, los métodos aplicables á la enseñanza, y las re- comendaciones de una psicología anterior; pero muy próxima, acerca de problema tan vital como es el de conocer mejor y más exacta- mente la naturaleza del niño. Con lógica procede en sus nobles empeños é investigaciones la ciencia actual. Obsérvase que no son muy satisfactorios, á la verdad, los resultados y éxitos obtenidos en la mayoría de niños y de jóvenes con el sistema de enseñanza, que, casi en su totalidad, hemos venido copiando rutinariamente de cá- nones tradicionales. Y psicólogos y pedagogos piensan que no se ha estudiado, que no se domina ni se conoce bien la delicada natu- raleza de la materia plástica que ha de recibir la forma, inspiracio- nes y losimpulsos y direcciones de una instrucción y educación que por esta deficiencia no conviene exactamente con sus aptitudes y fuerzas dentro del grado de desarrollo que le imprimen, elementos de imprescindible observación, entre ellos el desarrollo físico, el medio ambiente y la edad. No clama con desanimación la ciencia actual al decir que no se conoce bien la naturaleza del niño. No hace esta declaración para infundir desaliento y falta de fe. Es, por el contrario, para avivar, para vigorizar los empeños de paciente y serena observación acerca de las características, de las típicas cualidades que presenta la na- turaleza del niño y aplicar, para conocerla, métodos, experiencias y prácticas que en el campo de otras ciencias, de índole psicológica también, han dado los más provechosos y fecundos resultados. 1 Conferencia inaugural de las del Curso Académico 1910-1911, dada en la Universidad en Noyiembre 26 de 1910, 28 RAMON MEZA No se conoce bien la naturaleza del niño, declara la ciencia ac- tual: conocemos cada vez más, con más profundidad y mayor exten- sión, porque la ciencia avanza velozmente en todas direcciones ha- ciendo brotar frescas, robustas y nuevas ramas, lo que se va á ense- ñar; pero al no obtener los éxitos y el resultado apetecidos, hay que detenerse, hacer acaso un conveniente y saludable alto, ante el otro término del problema, ó sea que la forma, procedimientos y métodos empleados para hacer fecunda y saludable esa riqueza de ciencia adquirida, ese tesoro de saber acumulado, no es la más adecuada y conforme con la noble materia plástica sobre la cual se ha de actuar, ó sea con la mentalidad y á la vez con el organismo del niño y sus materiales exigencias. La conciencia ilustrada de la actual pedagogía siente alarma y pesar: no obtienen práctica y positivamente nuestros jóvenes el bri- llante resultado que se les brinda y ofrece con una larga preparación y aprendizaje que, normalmente, ocupa la atención y los esfuerzos de una cuarta parte, de un tercio, de la mitad de la vidw' activa y laborable para algunos, acaso para los más. Estamos, pues, ante un problema: es tal la multiplicidad, complejidad y extensión de las actividades humanas, que los métodos y disciplinas elegidos para otros períodos de desarrollo de la vida social no convienen con su modo de ser presente. Los métodos, procedimientos y programas no pueden seguir de cerca esa veloz dispersión de fuerzas y de aten- ciones tratándose del niño. Este no es un hombre en miniatura. La teoría del homúnculo que da al niño todas las aptitudes del hombre, mas en grado redu- cido, está desechada. Todas son rosas en un jardín, pero el atento jardinero que las cultiva y hasta el más descuidado observador, dis- tingue en ellas alguna nota ó cualidad que marca su desemejanza, á ada rosa dedica el jardinero una atención y cuidado especial, ca- da una por la forma, condiciones de su tallo ó lugar del terreno en que está, le merece una operación distinta. Y á los niños, rosas del jardín humano, que crecen en tan variada clase de terreno, que como organismos superiores tienen más compleja manifestación, más matices, formas y colores en su presentación externa, revela- ción de su idiosincrasia interna, quiere sometérseles sin la necesaria y debida selección á operaciones, á procedimientos iguales, á una misma é invariable clase y regla de cultivo. Se nota al punto la falta de consecuencia, de lógica en una y otra conducta. LA PSICOLOGIA PEDAGOGICA: SU TENDENCIA ACTUAL 29 Por eso la psicología pedagógica en su actual tendencia lucha y se afana y se dirige á conocer en su más recóndita y oculta expre- sión la naturaleza del niño, para aplicar, en su desarrollo y perfec- cionamiento, el más eficaz y adecuado método de cultivo dada la varia aptitud que presenta en sus distintos tipos mentales y organis- mos, El trabajo es grande, paciente, dilatado; exige riqueza de datos y multitud abrumadora de observaciones; pero el valor del besoro, el más grande, hermoso y noble de la naturaleza así lo de- manda. Si se investigan cosas de valor material y de comercio, puesta la vista durante décadas enteras ante la Jente del microsco- pio buscando formas de combinación de moléculas y de átomos, y los microbios morbosos de las enfermedades que atacan el organis- mo, la nobleza plástica de la materia que constituye el tipo niño requiere que la mirada atenta de su director, educador é instructor no se aparte un instante ni deje de aprovecharse en todo momento, para obtener revelaciones acerca de los movimientos, del carácter, de la actividad, de la energía, ú bien de las debilidades y defectos con que se manifiesta y se presenta, ante la observación, una natu- raleza tan llena de complicaciones como de delicadezas. El método de la evolución que tanto fruto ha dado en el des- arrollo del estudio de las ciencias naturales con Heeckel, Lamark y Darwin, desde que fué trasladado y adaptado por Heriberto Spen- cer y los psicólogos positivistas ingleses á las ciencias de índole mo- ral, va dando iguales admirables frutos, seguras conquistas y ad- quisiciones en los estudios psicológicos, principalmente en aquellos que se refieren y aplican al conocimiento de las distintas activida- des psíquicas del niño. Sus observaciones, estadísticas y experi- mentos tienden á conocer completa y totalmente al niño en sus aspectos físico y mental. La psicología ha abandonado su ten- dencia meramente especulativa y teórica y con la observación y el experimento ha ido á fecundar victoriosamente el campo de las ciencias que con ella tienen estrecha é íntima relación. Por eso es hoy la psicología puerta y base de los estudios de aplicación moral. Pero más que en parte alguna, las aplicaciones de sus prin- cipios y de sus métodos ha dado ya revelaciones que sorprenden en el campo experimental de los estudios que se relacionan con el apre- cio y conocimiento de las cualidades orgánicas y anímicas del niño. Ha informado, ha dado sus principios á la antropología y á la fisio- logía haciendo nacer las ramas interesantes y prácticas de estas ciencias, la antropología pedagógica y la psicología fisiológica. 30 RAMON MEZA Este impulso y desarrollo se marca, de una manera aún más evidente, en la dirección que siguen las investigaciones y experi- mentos que tienden á conocer y revelar los secretos del niño en su aplicación Ó más práctica esfera, Ó sea durante su estancia, perma- nencia ó simple trasposición del dintel de la enseñanza, á su ingreso en la escuela. Las necesidades, á veces imperiosas y hasta tiráni- cas de la educación é instrucción del niño, deber y atención funda- mental y sagrada del Estado, determina en la vida y desarrollo de la existencia infantil, en su doble aspecto físico y mental, un aco- modamiento nuevo y expreso, determinado, reglamentado, limitado por el ambiente escolar. Los efectos Ó presión de este ambiente creado por las exigencias de artificiales necesidades de orden social detiene, rompe, estorba el libre desarrollo natural de las euergías y actividades infantiles. La ciencia distingue esas manifestaciones de un orden natural espontáneo las unas, de un orden impuesto y restrictivo las otras, y busca caminos y soluciones que armonicen ambas exigencias y necesidades. Concreta y determina, con ele- mentos propios y bien definidos, los estudios respecto del niño en sus relaciones con la obra de la educación y enseñanza. Y sus ex- perimentos y observaciones los recoge en pacientes estadísticas, para alcanzar exactas sumas de resultados, comprendiendo estos estudios con el nombre de paidología, Ó sea tratado del niño. No puede afirmarse ya con Binet, «que en el centenar de libros de educación que se publica anualmente, con frecuencia no se en- cuentra una sola página en que el autor se haya preocupado de las diferentes aptitudes de los niños». Por el contrario, es ciertamente abrumador para quienes están obligados por los deberes de su pro- fesión, además de su afición y amor á estos interesantes estudios, el número de periódicos, folletos, revistas y obras voluminosas, dedi- cadas especial y concretamente al estudio de las aptitudes del niño y á los distintos problemas que plantea el propósito de cultivarlas conforme á su naturaleza para su provecho y el de la generación y sociedad en que le haya tocado vivir. En italia los trabajos admirados y fecundos de Sergi, Mante- gazza y Morselli, y sobre todo los de Lombroso en antropología cri- minal, han dado un impulso bienhechor á las observaciones y ex- perimentos de psicología infantil. La psicofísica y la psicometría correspondiendo en la práctica á los vastos y cada vez más distri- buídos estudios de psicología experimental anexos á laboratorios de universidades, museos, escuelas normales y primarias han dado LA PSICOLOGIA PEDAGOGICA: SU TENDENCIA ACTUAL 31 muy notables frutos con Calucci en Nápoles, Patrizzi en Módena, Kiesow en Turín, Sanctis en Roma. Del estudio del hombre y de sus facultades perturbadas, maleadas, degeneradas, han surgido estudios más gratos y fortalecedores sobre los destinos humanos: Riccardi, Sergi, Melzi, Vitali y Marina, han dado capítulos y datos del más alto precio á la ciencia nueva: antropología pedagógica. La cefalometría, sobre todo, por el método de uno de esos autores ci- tados, Vitali, señalando los índices y diámetros cefálicos y otros datos morfológicos del cerebro, frente y cara; la antropometría apreciando las medidas de estatura, circunferencia torácica, an- chura de la espalda, peso, resistencia y fuerza muscular, estudio más dulce, grato y atractivo en el niño que en el perverso y criminal, ha puesto á la ciencia en el camino seguro de reglas de actual apli- cación y en promesa de leyes que alcanzarán la exactitud de cum- plimiento que las demás leyes observadas en las ciencias naturales y exactas que se ocupan de cosas puramente materiales cuya cuali- dad y ventaja dominante es que pueden ser medidas, contadas y pesadas. Ya logra medirse con bastante exactitud por medio de ingenio- sos procedimientos é instrumentos la memoria, la inteligencia, la perspicacia, la fatiga del niño, y se explica su falta de voluntad, su inclinación á la indolencia, indicándose sús remedios. Al citar en Italia estas investigaciones y trabajos sobre fenóme- nos psicológicos del niño, recuérdanse en preferente lugar los del Instituto de Pedagogía Científica dirigido en Boloña y Milán por Ugo Pizzoli, en su Laboratorio de Pedagogía Experimental; Marro, tratan- do de la crisis de desarrollo que presenta el momento de la pubertad; Mosso, observando el curso de la fatiga en las facultades incipien- tes y tiernas del niño; Ricci, recogiendo las expresiones de su arte rudimentario y Paola Lombrosso, tratando con su maestría y habi- tual dominio de estos problemas relativos al humano, han propor- cionado á la Psicología abundante y valiosa materia para que pueda actuar como en terreno más firme y preparado, al ser aplicados á la pedagogía. Precursores en este orden de estudio, á quienes corresponde la gloria de la primacía, con su perpicacia y anticipaciones geniales, son Ratich y Comenio; Rousseau, con sus brillantes teorías; Pesta- lozzi y Fraebel, con su labor directa y personal y con sus prácticas entrevieron la naturaleza de las aptitudes y actividades del niño y de acuerdo con ellas siguieron unos, métodos y teorías; otros, 32 RAMON MEZA prácticas Ó proféticos empirismos. Y como focos brillantes que han iluminado y clareado este fructífero campo, hay que poner dos ciencias que nacieron en el pasado siglo xtx: la de Weber y Fechner, psico física y de Helmothz y Wundi, psicología fisiológica. Desde la patria de los pedagogos insignes Rousseau y Pestalozzi, que tan hermoso impulso han dado á la educación universal, nos llega un bello libro de entusiasta propaganda de las doctrinas de la actual pedagogía y á la vez una reseña muy sintética del movi- miento de estos estudios en las naciones que más se preocupan de ellos y que los tienen mejor organizados. Nos referimos á la obra del Profesor de Psicología de la Universidad de Ginebra, del Dr. Eduardo Claparede, Psicología del niño y Pedagogía experimental; y si bien señala ó determina en un lustro el período de intensidad y ere- cimiento de estos estudios, hay que hacer justicia al meritísimo expositor enciclopédico de materia pedagógica, á D. Pedro de Al- cántara y García, honra de la ciencia en su nación, que en el tomo tercero de su extensa y valiosa obra, publicado en 1899, ya hacía notar la importancia de la antropología pedagógica y de las observa- ciones y experiencias paidológicas; es decir, hace más de dos lustros. Coincidiendo con este autor el primero de los citados, en muchos y muy importantes puntos de apreciaciones científicas y datos his- tóricos, conceden al filósofo del siglo xvi Thierry Tiedeman, la gloria de haber organizado este orden de estudios, en la obra en que estudia el desarrollo de las facultades de su propio hijo, no tan desconocida como suele afirmarse, pues fué traducida al francés por M. Michelant y publicada en el Journal de Y Instruction publique. Tiedeman no sólo inicia este orden de estudios en 1787, sino que con su trabajo Mes deux chats, original y curioso, es á la vez un pre- cursor del método biológico genético, vigorizado por Carlos Gross en sus estudios comparativos del desarrollo del período de la in- fancia y juventud en el niño y en los animales. Imposible citar en este momento, sin temor de omisiones imperdonables, el número y la valía de revistas, sociedades, laboratorios experimentales que en la tierra clásica de la pedagogía, como con justicia se la ha llamado, en Alemania se dedican única y exclusivamente al estudio del niño, Ú sea al cultivo de la ciencia paidológica; sigue en influencia con relación al impulso é interés dado á estos estudios, á la obra de Tiedeman, la de Preyer, ya traducida al castellano, El alma del niño. Lay y Meumann, abordan estos mismos problemas: el primero con su Didáctica experimental y el segundo con sus Estudios sobre Peda- LA PSICOLOGIA PEDAGOGICA: SU TENDENCIA ACTUAL 33 gogía experimental; Ziegler, Schiller y Zienen, coleccionan en la excelente revista que dirigen trabajos de psicología pedagógica; y Koch, Trúper y Ufer estudian primero las características de niños anormales para ofrecer dato, observaciones y experiencias de alto valor comparativo. Esta activa labor culmina con la celebración en Berlín en 1906, del Congreso de Paidología. La obra de Thierry Tiedeman despertó con su lectura en Carlos Darwin el recuerdo de una obra análoga, que hacía unos treinta años, por mero entretenimiento, y ejercicio de su espíritu de obser- vación, sin ulteriores propósitos de utilidad práctica ni menos de publicidad, había hecho respecto de un hijo suyo en los primeros años de edad. La obra de Stuart Mill, auto-relación de sus recuer- dos é impresiones de niño, aplicando el método de observación in- terna ó introspectivo, es valioso documento en este orden de estu- dios en que también alcanza puesto distinguido Mr. Pollock. Mas á todos supera con sus libros Psicología Pedagógica y el más notable Études sur Venfance, traducido al francés y que lleva un prólogo con muy valiosos encomios de Mr. Gabriel Compayré, James Sully. Este insigne psicólogo inglés, demuestra en la bibliografía que " acompaña é informa esta obra su atención, tanto al desarrollo y pro- greso de la paidología en su manifestación en Europa y América como en el propio é individual del niño en sus sentimientos, voli- ciones y entendimiento, sin descuidar el desenvolvimiento de sus cualidades y habilidades artísticas y evolución, en el lenguaje, de su retentiva Ó memoria y de su ideología, que conoce al niño por el relevante criterio de autoridades de nota como por su directa y pro- pia observación. Egger, presenta á la Academia de Ciencias de París su notable Memoria sobre el nino. Y Bernard Pérez compite en Francia con los más aventajados observadores de la infancia, declarando que no se fijó en más documentos anteriores que en las ya citadas obras de Darwin y Egger. La serie de sus obras, que en esta materia son amplio y completo estudio, la forman, Los tres primeros años del niño, El niño de tres á siete años, Educación del sentimiento estético en el niño, Desarrollo del sentido moral en el mio, Educación moral desde la cuna y Arle y poesía en el niño. M. H. Taine, publica su obra sobre Adquisición del lenguaje por los niños; Marion Hautiere y Rayot, con sus lecciones y cursos de psico- logía aplicadas á la educación; Malbet, con su tratado de educación psico-pedagógica aplicada al hombre y al niño; Gabriel Compayré, 34 RAMON MEZA tan conocido en el muudo pedagógico por sus varios y excelentes tratados de educación, especialmente en su libro Evolución intelectual y moral del niño, Bain, y sobre todo Alfredo Binet, al fundar y dirigir en la secular Sorbona su laboratorio de Psicología, y en una escuela primaria de Paris otro laboratorio de Pedagogía normal, entran de lleno en el camino que se ha trazado la ciencia, ensayando, compro- bando doctrinas sustentadas con su inseparable colaborador Mr. Victor Henri, en los Anales Psicológicos, pero ya con una preferente dedicación á los problemas paidológicos. Buisson, Ribot y Berodez, nombres bien conocidos de cuantos recorren libros de psicología, fundan y mantienen con entusiasmo la Sociedad libre para el estudio psicológico del niño. Schuyten, que ha alcanzado renombre por sus estudios y experi- mentos de psicología aplicada á la educación, comparte su fama en Bélgica con la Doctora Mlle. J. Joteyko. Presidente del Primer Congreso belga de Psicometría, autora entre otros trabajos de los referentes al Sentido del dolor y directora en la Escuela Normal de Bruselas y las de Mons y Charleroi, de cursos de pedagogía experi- mental. Las más excelentes publicaciones europeas están llenas de numerosos trabajos de estos insigues y laboriosos observadores de la naturaleza, aptitudes y actividades infantiles. En Rusia se otorga á Sikorsky la gloria de ser precursor de la pedagogía experimental, con su trabajo sobre psicometría de la fa- tiga de los alumnos en la escuela; colaborando en estos estudios, en la capital, San Petersburgo, Netschajeff, al frente de un instituto de psicología experimental aplicada á la infancia; de igual índole que el que en Austria se cita dirigido por Ranschburg. En América los estudios de psicología experimental con aplica- ciones pedagógicas tienen en los Estados Unidos un desarrollo ex- traordinario, casi abusivo en ocasiones, como hizo notar alarmado el ilustre profesor de la Universidad de Harvard, Mr. Múnsterberg, autor de La Psicología y el Muestro. Inicia y mantiene este movi- miento que se ha calificado de «entusiasmo febril», el insigne psicólogo americano Stanley Hall, director del Pedagogical Seminary, revista interesantísima, y de la notable obra The adolescence, secun- dáudole en esta labor Baldwin, autor del Desarrollo mental del niño y la raza; J. Dewey, Psicología del lenguaje en el niño; M. W. Shim, No- tes of development of a child; Earl Barmes, Study of Children's Drawings y tantos otros tan notables dedicados á estudiar el desarrollo de todas las actividades infantiles con aplicaciones y fines educadores, LA PSICOLOGIA PEDAGOGICA: SU TENDENCIA ACTUAL 35 En la República Argentina, que tan admirablemente va tenien- do organizada su enseñanza en todos los órdenes, dedicando á ella cuantiosísimos recursos, cítanse también trabajos que enriquecen el campo de experimentación de la ciencia. Colócase en lugar muy aventajado en esta serie de notables y nuevos estudios al Profesor Víctor Mercante, Director de la Sección Pedagógica de la Universi- dad Nacional de la Plata, autor entre varias obras de la curiosa é interesante La Verbocromía, director de la excelente revista Archivos de la Pedagogía y ciencias afines; y: 4 su lado Joaquín V. González, autor de Escritos y opiniones, Universidades y colegios; y Rodolfo Senet, de Apuntes de Pedagogía, como mantenedores de estas doctrinas que van llevando á todas partes emulaciones y fecundidad en la produe- ción científica en sus aplicaciones á la escuela. e Y del lejano Japón, que sabe enviar delegados y comisionados competentes á los más acreditados centros de cultura, para que lle- ven progreso y adelantos á su país, contribuyendo á la evolución rápida que ha presentado ante el mundo, tan sorprendido como admirado, llegan ecos de fama para dos profesores consagrados a] estudio de los niños japoneses: uno de ellos el Presidente de la So- ciedad de Estudios paidológicos, nutridísima de socios, director del periódico Jido Kenkyu, que celebra Congresos cada año, el profesor Motora, que con su colega Sakaki, han hecho trabajos que se citan con encomio sobre la disposición, extensión, orden y colocación de asignaturas en las escuelas japonesas. Muchos instrumentos, estudios, métodos, sistemas y aparatos se usan en los laboratorios experimentales de psicología pedagógica, para que sirvan de base firme y exacta al orden de observaciones emprendidas en la actualidad por la ciencia para reducir á número, cálculo, fuerza, peso y medida el desarrollo de las actividades del niño en su doble aspecto físico y mental. Sólo me referiré, por vía de información, á los más nsuales. Los carteles de Wecker, Mas- selon y sobre todo los de Snellen. serie de letras colocadas en líneas de mayor á menor, en correspondencia con una escala optométrica en que se va situando el niño, sirven para probar su energía visual, y acusan, fácilmente, sus defectos más frecuentes: miopía, astigma- tismo, hiperometría. El ergógrafo inventado por el profesor de fisio- logía, Mosso, que mide la energía nerviosa, es una cuerda atada á una polea, con pesos adecuados, de la cual se tira con un dedo; esta operación queda marcada y da el grado de energía y de fatiga del niño, El acutómetro Ó audiómetro se emplea en una habitación obs 36 RAMON MEZA cura y silenciosa: está formado por una clave con baterías eléctricas, de las que parte un tubo auricular, semejante á la de los primeros fonógrafos; al abrir la corriente eléctrica por golpecillos, se hace so- nar la clave, cuyos sonidos van de graves á agudos, de intensos á mitigados; al momento en que dejan de oirse, se señala la energía au- ditiva en un diafragma muy delicado que posee el receptor. El espi- rómetro es un tubo de goma que soplado por una boquilla de loza va á levantar una válvula ó fuelle de presión, unido al eje de una agu- ja que marca en un semicírculo graduado el punto adonde llega la fuerza y volumen del aire lanzado por el pulmón. Dinamómetro: el de mano, es una pequeña elipse de metal que se oprime con una sola mano; su eje en combinación con una aguja que gira con la presión, marca el grado de energía: el de brazo Ó muscular, es un tubo de metal, con una badana en su boca y un fuerte resorte de acero en espiral en su hueco, fijado en la pared, se hunde al esfuerzo de una óÓ de ambas manos sobre él y por una ranura marca una escala las libras que representa el esfuerzo. La talla y el peso del niño se ob- tienea por un aparato muy semejante al que se usa muy corriente y conocido en el comercio. Otros instrumentos y aparatos hay: el estesiómetro, puntas de compás para apreciar el grado de sensibilidad táctil; el algesímetro, que acusa la intensidad del dolor; el osmoscopio y el genoscopio que se emplean en el examen de la intensidad de energía en los sentidos del olfato y del gusto; el cardiógrafo, que describe y marca la fuerza del sistema circulatorio, y otros más, llegando la observación en sus inquisitivas pesquisas hasta tomar como datos de apreciación el co- Jor de la piel, del pelo y de los ojos. ¿Qué busca ?, ¿qué se propone?, ¿á qué tienden actualmente los esfuerzos de la ciencia con tanto trabajo, obras, experiencias y mul- tiplicidad de observaciones? A conocer al niño, que es el terreno que cultiva y donde siembra y ha de recoger buenas Ó malas cose- chas la pedagogía. Terreno, campo, delicadísimo, sagrado; cosecha ora llena de venturosas promesas y ora de funestos desengaños Ó desilusiones. Con esta exploración se ha obtenido el convencimiento de que el terreno no está muy firme bajo los pies. De la patria de Rousseau y Pestalozzi, como eco que sale de sus altivas montañas y repercute en sus lagos serenos, viene una voz de alarma. El Dr. Claparede, en su libro, que preferentemente seguimos en nuestra conferencia, anota esta grave afirmación: «Observemos, no á jóvenes que sigan LA PSICOLOGÍA PEDAGOGICA: SU TENDENCIA ACTUAL 37 sus estudios en las escuelas superiores, aun cuando hasta ellas lle- gue este mismo mal, sino á jóvenes que sólo hayan recibido leccio- nes en la escuela primaria, observadles á los diez y ocho ó veinte años, interrogadles y se Os revelarán inmediatamente el fracaso esco- lar. Influídos por una instrucción superficial y sin interés, á los catorce años podría asegurarse de ellos que su instrucción era sufi- ciente, eficaz; 4 los veinte años no queda de todo esto más que un recuerdo melancólico, algunos conocimientos muy vagos, y, sobre todo una absoluta indiferencia por los asuntos intelectuales, artísti- cos Ó científicos. > Eco de alarma que se va repitiendo en todas partes ¡quién lo dijera! cuando creíamos que eran problema y defectos locales. De la sesuda, de la serena Escocia nos llega este dato: Huxley, en su dis- curso de gracias por haber sido nombrado Rector de la Universidad de Abberdeen, dice: «Los estudiantes vienen mal preparados para los clásicos y para las matemáticas, y sin preparación alguna para lo demás, así es que la mitad de su tiempo lo pasan en aprender lo que debían saber cuando llegan. » Guyau en La educación y la herencia, Mauricio de Fleury en El - cuerpo y alma del niño, Pietro Romano en La pedagogía della seuola media, y Edmundo Demolins en su libro más conocido, interrogando en qué consiste la superioridad de los abglo-sajones, buscan, entre tan complejos problemas como la obra de la educación plantea, en todos los climas y sociedades, algo que en bien y provecho de la in- fancia y de la juventud resulte más efectivo, más práctico, más real. No hay conformidad con los planes generales de instrucción existentes, con la distribución de materias y tiempo que se les dedi- ca ni tampoco con la forma de trasmitir los corocimientos, ya en el orden individual, ya en el orden colectivo. Alguna vez se vuelve la vista hacia la antigua Grecia, al gimna- sio, á la palestra: se contemplan las figuras venerables de los gran- des maestros Platón, discurriendo por los jardines de Academus, Aristóteles, frente á los del templo del dios Liceios, no sometidos á limitado local ni estricto horario, armonizando las ventajas y belle- zas de la naturaleza con las exigencias, dificultades y asperezas de la instrucción y educación. Los estudios paidológicos han determinado tendencias nuevas también en el sentido material de la localización de las escuelas: se procura esa armonía de la naturaleza y de los estudios. Francia, Suiza, Polonia, Dinamarca, Rusia, Inglaterra, Estados Unidos, 38 RAMON MEZA siguen el ejemplo de Alemania situando sus escuelas en pleno bos- que. * Del estudio del niño hasta ahora se ha obtenido una opinión casi unánime: es preciso aligerar la carga enorme que hoy se exige en la instrucción; menos conocimientos y mejor aprendidos, menos extensión y más intensidad, empezando por lo más elemental. No sé si habré cumplido en esta conferencia de extensión uni- versitaria, dedicada especialmente á los maestros, con mi propósito de exponer el movimiento que al presente siguen los estudios psico- lógicos en su fecunda aplicación á la pedagogía, y de marcar, acaso con demasiada insistencia, ineludible para mí en este caso, las ten- dencias que en los momentos presentes los informan: me he pro- puesto que mi trabajo haya sido de reseña, exposición y propaganda de la moderna doctrina. Cuando hay tanta actividad, cuando tantos notables profesores y autores se ocupan de conocer íntimamente sus niños, con medios escasos y modestos los Profesores de la Escuela de Pedagogía de es- ta Universidad de la Habana, en el Museo Pedagógico, que tuve la satisfacción honrosa de fundar en 1909, cuando desempeñé el alto cargo de Secretario de Instrucción Pública y de Bellas Artes, hemos iniciado trabajos muy valiosos de Pedagogía Erperimental. El Dr. Alfredo M. Aguayo, distinguido Profesor de la Escuela y jefe del laboratorio del Museo, tiene recogidas muy valiosas observaciones acerca de importantes grupos escolares. Antes de obligar á nuestros niños á las tareas y estudios que les impone la enseñanza, debemos conocer su naturaleza para lograr lo que la pedagogía actualmente pretende: acomodar la instrucción y la educación en todos sus grados, esferas é instituciones á las ver- daderas aptitudes naturales, al tipo mental de cada alumno. 1 Se ha recibido en la biblioteca de nuestro Museo Pedagógico, después de pronunciada esta conferencia, la obra Open air schools, by L. P. Ayres, New York, 1910, estudio de esta clase de escuelas en Alemania, Inglaterra y América, especialmente Estados Unidos. LA TRADUCCION DE «LA ILIADA» POR SEGALÁ 1 POR EL DR. JUAN FRANCISCO DE ALBEAR Profesor de Lengua y Literatura Griegas Nuestro erudito y querido compañero Dr. Dihigo, en anterior número de la RevisTA y tratando de la Biblioteca de autores griegos y latinos que se publica en Barcelona bajo la dirección de los merifísi- mos profesores de esa Universidad Dres. C. Parpal y Luis Segalá, dice de éste que ya nos es gratamente conocido por su traducción de La lliada que publicó á fines de 1908. Y en efecto, llegó opor- tunamente á nosotros el trabajo del Dr. Segalá mostrándonos su mucho valer y los merecimientos del autor que, en esta época de utilitarismo, vela por los fueros de las letras clásicas y difunde y vulgariza el conocimiento del inmortal poema del Ciego de Chios. Comienza su obra el notable profesor de Lengua y Literatura Griegas con un prólogo 41 lector en el que expone los fundamentos de su traducción, explica el motivo de haberla hecho en prosa y el que le asiste para ia interpretación castellana de determinadas vo- ces griegas. Sigue la versión del poema ajustada al mismo orden que éste tiene y termina el trabajo con un índice muy útil y muy bueno de nombres propios, personales y geográficos, «tal como se escriben en griego» y con ellos la anotación de los principales he- chos de cada personaje. Este índice hubiera llenado completamente nuestros deseos si comprendiese también la etimología de los referi- dos nombres, especialmente de los geográficos, cosa muy importante y para el Dr. Segalá materia fácil. Así como la traducción de Hermosilla «vino á remediar una grave falta en nuestra literatura, que carecía de una versión digna de aquel inmortal poema », como dijo Menéndez Pelayo, así también sucede con la de Segalá. Desde la aparición de aquélla, cuyo estudio quedó reducido á un estrecho círculo de lectores, no se ha vuelto á tratar debidamente en castellano asuntos horméricos hasta la pu- blicación de la obra de Segalá, labor de mucho mérito y utilidad, porque por su forma y carácter, respondiendo al espíritu de esta 1 HomMER0.—La Iliada.—Versión directa y literal del griego, por Luis Segalá y Estalella, == Barcelona=Montaner y Simón, editores, 1908. 40 JUAN FRANCISCO DE ALBEAR época y por facilitar la lectura y comprensión del poema, presenta- do al alcance de todas las inteligencias, difunde y vulgariza las be- llezas de la épica griega. Suele decirse que los poetas no deben ser traducidos en prosa, pero el Dr. Segalá no. es de esta opinión, al menos respecto á Ho- mero, y á fe que tiene mucha razón y ha procedido con acierto traduciendo en prosa La Iliada. Este es el principal mérito de su obra. La traducción en verso puede convenir para la poesía lírica, pe- ro nunca, según nuestro modesto entender, para la épica y sobre todo la homérica. Los ideales, los sentimientos y las costumbres no son los mismos después de treinta siglos y así es quelos traduc- tores, por fieles que quieran ser, no tienen, para mover los senti- mientos de sus lectores, las mismas fuentes de inspiración ni iguales medios de expresión que tuvo el aeda para conmover con sus cantos á sus oyentes. ¿Cómo traducir fielmente en verso los epítetos homéricos, las más de las veces dobles en su forma y significado? Esos epíte- tos, que califican y definen á dioses y héroes señalando sus nutas culminantes y que son esenciales dentro del poema y característicos del dialecto épico, no pueden ser traducidos más que en prosa para que conserven su valor, fuerza y exactitud. S. Butcher y Andrew Lange, en su bello trabajo No final translation of Homero possible, di- cen que «los dobles epítetos de Homero, traducidos en verso, estor- ban y confunden al lector », pero en prosa, «éste los tolera y cuida de estudiarlos como supervivientes de un estado de gusto que se mani- fiesta ya en los albores de los romances». Por la misma índole del verso la traducción, en esta forma, siempre está influída por los sentimientos y condiciones personales del traductor, faltando mu- chas veces los propios del autor. Matthew Arnold, en su estudio Principles of Homeric translation demuestra que así ha sucedido con las notables y excelentes versiones inglesas, en verso, de Pope, Cawper, Chapman y Newman. Por otra parte, los cantos homéricos, originados en las tradicio- nes anónimas que circulaban por toda Grecia, son monumentos his- tóricos que contienen y presentan el concepto y el sentimiento reli- giosos de aquella época, las instituciones y costumbres de aquel pueblo y nos refieren las aventuras de hombres que existieron. No puede ni debe alterárseles y «su lectura debe ser», como dice Butcher, «lo más exacta posible, sin los ornamentos modernos y sin quitarles LA TRADUCCION DE «LA ILIADA» POR SEGALÁ 41 ni ponerles nada». «La traducción en verso no presenta más que la mitad del original, el canto; pero falta la otra mitad, la verdad del asunto, y ésta sólo puede darla una traducción en prosa ». De aquí el mérito de la traducción de Segalá, de aquí su acierto por haberla hecho en prosa que, en tesis general, es buena y confor- me al original y de fácil lectura y comprensión. * Como hemos recomendado á nuestros alumnos la lectura y estu- dio de esta traducción, debiendo presentarles nuestra modesta opi- nión sobre ella, hemos hecho de la misma un análisis imparcial, que pasamos á exponer, teniendo presente que el Dr. Segalá mani- fiesta que su traducción es literal y directa del griego. Cuida el Dr. Segalá de conservar en ella la forma temática de los nombres propios griegos. En el lenguaje castellano encontra- mos nombres en vr que se conservan con esa forma como gigante, (de ywyavr) entre los comunes y Caronte, Belerofonte etc., etc., entre log propios. Pero algunos traductores del griego (y entre ellos Hermosilla) han introducido junto á aquéllos, otros del mismo tema transcribiéndolos por el nominativo, v. g. Adamas (de Añapyavr) An- fidamas y otros, sin razón alguna para esta disparidad. Segalá, consecuente con la etimología y el acento, unifica estas transcrip- ciones y dice Adamante, etc., etc. En los nombres vocalarios sí ha habido uniformidad, pero no en los patronímicos de esta clase en los cuales unas veces se conservó el acento y otras no y se alteró en algunos el tema. Así dice Hermosilla pélide y otros, y Segalá lo enmienda acertadamente diciendo pelída, en a y grave, porque el tema es medeída y paroxítono, lo mismo que lo son atrida y otros. Dice M. Dufour, siguiendo la enseñanza del eminente Riemann que el acento tónico griego se funda en la cantidad de la última sílaba y el latino en la de la penúltima y por otra parte también dice que los retóricos latinos invirtieron en el métrico el sentido de los términos arsis y tesis griegos y como los modernos han seguido unos el uso de los griegos y otros el de los latinos, se ha originado de aquí una serie de confusiones constantes. Esto se ve en muchos traductores, entre otros Didot, Leprevosí y Hermosilla, y ha in- fluído, sin duda en Segalá para hacerle ser á veces inconsecuente con su bien trazado plan. En efecto, altera el acento griego al de- cirnos clíteida, esdrújulo, de kAvrisns, paroxítono, Calcodontíada, con acento en la 2, debiendo llevarlo en la a, conforme á su original XalkudovrióSns, y así otros más. No se nos diga que esta acentua- ción conviene al castellano, porque el tono fundamental de nuestro 49 JUAN FRANCISCO DE ALBEAR idioma es el grave, la voz llana, y además porque es contraria á la ineludible ley del «menor esfuerzo» que con todo rigor se cumple en todas las lenguas y especialmente en las modernas. Hay que guardar la tradición, pues, como dice O. Miller, «en la épica griega es donde se encuentran las formas tradicionales que todos los poetas respetan y conservan », y ese cuidado y los proble- mas que presentan el léxico y la gramática del dialecto homérico originan muchas y grandes dificultades á los traductores y hacen decir al Profesor de la Universidad de Virginia, Wylie Humphries, que «los poemas homéricos contienen un vocabulario considerable de palabras inexplicables». Así es en realidad; pero el Dr. Segalá, cum- pliendo los preceptos que recibiera de su maestro el eminente Dr, Balarí y valiéndose de sus propios y notables conocimientos en la materia, ha resuelto ventajosamente muchos de los problemas que se presentan. Ejemplo de ello, entre otros muchos, la muy buena y acertada traducción deeipúora por longividente, y también puede acep- tarse la de ápirreia por principalia, análoga al principatus de Didot. Pero, sensible nos es decirlo, no siempre ha tenido el distin- guido profesor igual acierto en su trabajo, pues hay en él muchos ejemplos en los que el significado castellano no corresponde al del vocablo griego Ó á la época del poema, así como también algunas construcciones no muy correctas. Estos defectos, pequeños ante la magnitud de la obra y desde luego subsanables, se deben sin duda á ser ésta la primera labor de índole tan ardua emprendida por el Dr. Segalá y, por otros conceptos, tan brillantemente rea- lizada. En la transcripción de los nombres de los dioses y de los adjeti- vos derivados de ellos sigue el traductor el patrón latino que ha guiado las traducciones francesas, dando á aquéllos los nombres de esa lengua en vez de los propios griegos, que ya es tiempo y con- viene que se conozcan, vulgaricen y no den lugar á hibridismos como Pallas Minerva que usa mucho al igual que Leprevost y Her- mosilla y á patronímicos anfibológicos como, entre otros, saturnio y jovial. Saturnio tiene aspecto, por su terminación, de sustantivo, y mejor hubiera sido que los adjetivos Kpovívv y Kpovidns hubiesen sido tra- ducidos por Cronida Ó por hijo de Cronos. Avoyevis es un compuesto cuyo primer elemento es $u ó 5F, divino, correspondiente al divinus latino ó divino castellano que han conservado la aspiración labial intervocálica que el griego perdió. Como divino traduce Segalá ese LA TRADUCCION DE «LA ILIADA» POR SEGALÁ 43 primer elemento cuando está solo y en el canto xIx traduce tos "AxiAdeús por divino Aquiles y en el xx “Exropa Siov por el divino Hée- tor. Pero en el compuesto citado no sigue ya la anterior acep- ción y, después de traducirlo dos veces en los cantos 1Y y vir por descendiente de Júpiter, en todos los demás casos dice de jovial linaje, que es anfibológico y cambia la condición divina de los héroes por la de alegres, que esto significa hoy en el usual castellano. La acepción de alegre que expresa la palabra jovial (latin Jovialis ) no solamente está autorizada por el actual castellano, sino tam- bién por autoridades de antes y de ahora. El Diccionario de 1734 de la Real Academia Española dice: «|| Se toma también por alegre, festivo, apacible de genio», y después: «JovraLIpaD s. f. Ale- gría, apacibilidad y buen genio.» Roque Barcia: «Adjetivo que por su etimología significa lo perteneciente á Jove ó Júpiter. || Se toma generalmente en significación de alegre, festivo, agradable, apacible.» Litré dice lo mismo: «Qui aime á rire et á plaisanter. Des hommes joviaux », y Cejador da igual acepción como puede verse en su Diccionario del Quijote palabras JOVIAL y SATURNINO. Estos epítetos son característicos y esenciales del poema griego pues, como dicen M. y A. de Croiset, se aplicaban á los dioses y á los héroes con anterioridad al poema y quelques-unes des epithetes qui s$'attachent ordinairement a leur nom semblent le démontrer. Por eso la traducción debe ser lo más exacta posible y por eso no estamos con- formes con la del referido Svoyevgs ni con las que da á ykdavkómes, Boómis, Kuvómis peyádupos y algunos otros. Thovkóris es uno de los epítetos que ha dado más lugar á vaci- laciones en su interpretación, traduciéndosele por ojos azules, por ojos brillantes y por ojos de lechuza. Segalá emplea siempre la segun- da acepción, ojos brillantes; pero parece la más propia y exacta ojos azules que es la más frecuentemente usada. La raíz yldavk expresa idea de ese color y á él se refieren todos los derivados de dicha raíz como yhauxós azul, yhavxito colorearse de azul, ykavkópparos de ojos azules y otros y solo en sentido de brillar el verbo ydavsoo que tiene el sentido transitivo de ver. Esa interpretación conviene también al aspecto físico de Pallas Atenea como puede verse en el Himno á Afrodita, cuyo traductor latino traduce también ykavkóms” Adqvív dieiendo caest-oculis Minervam. Fijándose en la hermosura de los ojos de Hera traduce Segalá Boóris por la de los grandes ojos, pero el aeda, habiendo tenido presen- te, 4 más de esto, la expresión dulce y apacible de aquellos, su tier- 44 JUAN FRANCISCO DE ALBEAR no mirar al modo del apacible y tierno de la raza bovina, hizo un símil agrícola, propio de aquellos tiempos y costumbres y conveni- ble con Hera y la llamó Boóm:s, de ojos de buey. Y fijándose también en el modo de mirar hizo el aeda otro símil semejante al anterior para calificar la fiereza de Agamenon y el impudor de Helena, creando los epítetos kuvómns y kvvóms que significan de ojos Ó de mirada de perro y por extensión impudente y con una de estas dos formas debió traducir Segalá el primero, cuando lo hizo bien con el segundo, y no decir como dice cara de perro. De traducir (que no debe ser) el masculino kvvóxrns de esta manera, debió decir lo mismo del femenino y traducir Boúóms y yhavkómis por cara de buey y cara de lechuza. ' El adjetivo peyádvpos etimológicamente significa alma grande, equivale al latino magnanimus y, sin distinción de asunto, lo tradu- ce siempre Segalá por magnánimo siguiendo la anticuada definición del Diccionario de la Academia, 13? edición, que repite lo dicho en la de 1734. Pero el adjetivo magnánimo, cumpliendo con la ley de evolución del lenguaje, cambia su significado, como lo hacen muchas palabras adaptándose á las distintas necesidades de cada generación, como ha demostrado perfectamente Max Múller. En el actual castellano magnánimo ha restringido su uso al sentido de generoso y piadoso, únicas acepciones usuales hoy y no parece, por tanto, que sea aplicable á colectividades guerreras, como hace Se- galá refiriéndose á Teucros, á Mirmidones y otros. El segundo elemento del compuesto griego, Bvyós, significa también valor, pasión y vigor y así lo demuestran, no sólo este nombre, sino también otros derivados como el verbo dvyów, encolerizarse, Búpopa, cólera, ¿dupta, abatimiento y otros, todo lo que prueba que debe traducirse tam- bién por valeroso Ó de gran valor. Puede y debe decirse magná- nimo cuando con él se califica á Tideo, á Príamo, etc.,(v-235. peyadúpov Tuséos viés— el hijo del magnánimo Tideo); pero no para calificar guerreros ni actos de valor, lucha ó fuerza, porque entonces es vale- roso (11-631... Aúráp 'Oburaoevs iye Kepadhñvas peyadúpovs traduce Se- galá diciendo « Ulises mandaba á los magnánimos cefalenios » y debe decir «Ulises conducía á los valerosos cefalenios ». Para vencer dificultades que á veces ha encontrado en la co- rrespondencia entre voces castellanas y griegas, ha apelado el traductor á «una palabra anticuada cuando ella expresa bien la idea del vocablo original». Este es un excelente medio cuando la palabra anticuada sea Ó pueda ser conocida del lector, y en realidad LA TRADUCCION DE «LA ILIADA» POR SEGALÁ 45 sea necesaria, y con estas condiciones lo ha empleado varias veces con gran acierto el traductor. Por ejemplo, el verbo recordar en el sentido popularizado por Jorge Maurique, de volver en su acuerdo, para traducir el verbo ávópvvus, está muy bien empleado en las frases del canto Xx 05'éÉ vmvomo páda kpaumvós avópovaev y 0 8 ¿E Yrrvov ávopoúcas «recordó» y «recordando del sueño ». Pero no:ha estado siempre tan acertado en otros casos. El uso del participio ferviente por hirviente no es necesario y expresa cosa distinta. El verbo latino fervere, que indica el movimiento de ebu- llición de un líquido, expresa también en latín un movimiento de afección grande y dedicación á algún ideal ó alguna persona ó cosa. Al pasar al castellano ese doble sentido se separó en dos voces, la una con su valor primitivo, el verbo hervir, participio hirviente, y la otra con el figurado que solo tiene en castellano dos formas: fer- viente y fervoroso. La ley de decadencia fonética coadyuva á de- mostrar también que ferviente no es hirviente. Desde el siglo xv dejó en castellano de pronunciarse la f inicial que se sustituyó por h y ésta en el xvi dejó también de aspirarse, quedando dicha f re- legada á algunos romances. La pérdida de ese elemento produjo en compensación un sonido tenue palatal, una yod, que produjo el presente de indicativo hierve y la apofonia del participio hirviente junto al infinitivo hervir. 'Todo esto demuestra que ferviente no es necesario ni significa hirviente, pues son distintos conceptos como también lo demuestra en su «Gramática histórica española» Me- néndez Pidal. No debe, pues, usarse ferviente como lo usa Segalá en muchos pasajes, y mucho menos para traducir en el 1vy, verso 452... oupBálderov BBpipov úSop por «reúnen las fervientes aguas» cuando lo que dice es «reunen las agitadas (Ó violentas> aguas» Ó más literal «violentamente el agua ». Otras formas arcaicas innecesarias se encuentran también con mucha frecuencia, y entre ellas los siguientes ejemplos: vi—131— Alovóromo parvopévovo «del furente Baco» por furioso; xvIi—397— púkos áypios y 736 rródemos áypros « feral tumulto y combate», por feroz Ó salvaje, y Vv—665 y 666 —Bápuve Sé puv Sópu paxpóv ¿Axópevov «con la gran lanza que arrastrando le apesgaba» por pesaba ú molestaba, que es lo que significa Bapúvo. Entre los neologismos que emplea el Dr. Segalá hay algunos muy buenos, y otros que no convienen de ningún modo con la índo- le y sobre todo con el tiempo de la Tliada. Pudiera aceptarse la versión de «iMrows por tornátil, por más que 46 JUAN FRANCISCO DE ALBEAR puede implicar algo semejante á tornadizo, y como bastante buena la de áproreta por principalia, parecida al principatus de Didot. Pero la que desde luego admitimos como excelente y muy acertada es la palabra longividente compuesta por el Dr. Segalá para traducir el epíteto eipóorra, que ha dado lugar á distintas y no muy buenas tra- ducciones. Hermosilla, que señaló muy acertadamente que el se- gundo término es ¿y y no 3, emplea una larga perífrasis para bra- ducirlo en el 1--498... Eúpev S' evpúorra KpoviSnv diciendo « La deidad poderosa cuya vista-al último confín del cielo alcanza». Leprevost, que erróneamente cree que se compone con $», dice en su traducción literal «le fils de Saturne qui se fait entendre au loin» y en la libre «le fils tonnant de Saturne», Segalá presenta el completo y exacto significado con una sola palabra: longividente. Mas no es posible admitir otras formas que emplea el traductor tomadas del lenguaje vulgar y que no caben en el correcto literario, tanto más cuanto que en éste tienen ya su equivalente autorizado. Son, entre otras, las palabras banquetear, tumultuar, altercación y an- helación. Por la primera traduce el verbo S5awvs que significa dar un festín, y en la voz medio-pasiva comer, según se ve en la frase v 805 Saívvodal piuv ávoyov «cordené darle un festín » ó mejor «le ordené que comiera », diciendo « y le di orden de que banqueteara» y en la inci- dental de participio xx 55 tkaoro. Saívuvro «habiendo comido cada uno» por «banquetearon». Y sin necesidad emplea la inco- rrecta voz tumultuaba para traducir el participio del verbo kkovéw turbar, desordenar, en la frase v 96 "po ¿dev kkovéovra pádayyas dicien- do « y tumultuaba las falanges » donde debió traducir en buen caste- llano «desordenando las falanges». En castellano existen las palabras disputa y altercado para tradu- cir con exactitud y corrección la griega ¿pis, y para nada hace falta emplear el barbarismo altercación, con el que la traduce en los ver- sos 64 del canto x1x y 490 del xxtrr, así como tampoco hay necesi- dad del otro barbarismo anhelación para traducir do0pa xv 241 ha- biendo en castellano la palabra anhelo y también fatiga y angustia y ahogo. Tan anacrónicos son muchos términos que emplea Segalá para traducir asuntos guerreros, que de ellos pudiera deducirse que el ejército griego de los tiempos heroicos tenía una organización se- mejante á la de los ejércitos modernos. Si bien pudiera admitirse que traduzca fédos, dardo y flecha, por LA TRADUCCION DE «LA ILIADA» POR SEGALÁ 47 tiros (v-316 y x1 373 y 377), aunque en el lenguaje usual envuel- ve hoy la idea de disparo de arma de fuego, y que alguna vez pue- da aceptarse divisiones, porque son términos generales, es imposi- ble admitir palabras tan concretas y tan anacrónicas como batallón, escuadrón, ballesta, loriga, silla y otras que usa para traducir términos y frases homéricas con las que no se corresponden y no hacen falta. BATALLÓN, dice el Diccionario de la Academia, «m. Conjunto de cierto número de compañías de infantería que hoy es la unidad tác- tica usual en toda Europa.» Y esta unidad y organización moder- nas que no conocieron los danaos ni los aqueos, se las atribuye Segalá al traducir los versos 78, 87 y 93 del canto xit diciendo, respectivamente: «en batallón cerrado », «formaron cinco batallo- nes» y «de otro batallón eran caudillos». Por el canto 11 del poe- ma se ve claro que las unidades guerreras, no tácticas, del ejército griego, eran, como en todos los pueblos primitivos, conjunto de los guerreros de cada pueblo ó nación, Aaós, mandado por el rey ó jefe del pueblo ó tribu, áva¿ y que Homero hizo la enumeración de esos grupos por pueblos y por naves ( 494—'Apxovs aú vnúv ¿péw vñas re "mporávas). Así es que no debió usar batallón y más cuando el texto griego no usa voz análoga. El citado verso 78 dice...trávres adAMtes— reunidos todos; el 87 korpndévres révraxa ordenándose de cinco mane- ras (ú órdenes); el 93: róv érépuv, de los otros. Con notables inexactitud y frecuencia usa del anacronismo escua- drón. "Traduce en el x-180 el escuadrón de los guardias, el texto pudáxeooiv ev dypopévovoiv— por los guardias ó centinelas reunidos y en el xvi—196—llama escuadrón por escuadra á un conjunto de naves. En efecto: Homero en el verso 168 dice que Aquiles llevó á Troya cin- cuenta naves, revríxovra foav vies, que nombró cinco jefes, y después hace.una enumeración que comienza en el 173 diciendo «Tas iv tás orixós Apxe Mevécbios », «Una línea mandaba Menetio», sigue, y dice en el 196 «Tás Se rerápres ipxe yépov immndára Poimé», «Y la cuarta (lí- nea, Ó división ú orden de naves) mandaba el viejo conductor de ca- ballos Fenix », por lo que se vé que tampoco aquí se debió tradu- cir escuadra por escuadrón, que en castellano significa una unidad táctica de caballería. Traduce xx111—376—8íppos, que es el asiento para dos personas en el carro de guerra, por silla, que en términos hípicos ó militares significa montura, y los griegos de aquellos tiempos no las usaban: debe, pues, traducirse por asiento. Igualmente traduce varias veces (y entre ellas x1—375 y x11i—583) rógov, arco, y rixvv rótov, codo del 48 JUAN FRANCISCO DE ALBEAR arco, por ballesta, arma ya de la Edad Media y atribuye á los griegos la loriga romana al traducir repetidas veces por tal palabra las grie- gas téxro, ómkov y á veces áerís que no son lorigas, aunque las dos primeras pudieran parecérsele. Es afecto el traductor á emplear palabras, frases y aun modis- mos muy vulgares y poco convenientes á la seriedad, elevación y sencillez del poema y, 4 veces, poco exactas. Presenta, entre otros mnchos, los siguientes ejemplos: A la vera (1—358 y sigts.) para traducir mapá; «Lo mandó enhoramala» y «vete enhoramala» para (1-25) áqier kaxós, y (XxII—4098) ¿ppe ovros—« le despide de mal mo- do» y «marcha» respectivamente; pero muy notable y usado va- rias veces es el modismo con que traduce el verso 95 del canto vIrr Dice este phris ros peúyovri perappévo ¿ev 5ópu riin—«que alguno, mien- tras huyes, no te clave la lanza en la espalda », y dice Segalá «Que alguien no te clave la pica en el dorso mientras pones los pies en pol- vorosa »: frase muy poco clásica é impropia, pues ya há tiempo quedó explicado que polvorosa es la calle. Y de lo vulgar se pasa á veces á palabras poco cultas é impro- pias. Como ejemplo de las primeras están las que emplea (xx1I1— 7176 y 781) para traducir ó$vdos, íinica que usa Homero y que debió y pudo traducir siempre en su sentido amplio y no apurar el asquero- so significado. Y muy impropia de Homero y especialmente de una madre que, aunque diosa pagana, aconseja á su hijo, es la desho- nesta traducción que da en el xx1v-129-130. Homero no habla tan ecrudamente: en el lugar citado dice: « pepvnpévos oúre Ti oírov, oUT” edvAs;» «(no) acordando(te) ni de la comida ni del lecho?» Pasando del léxico á la gramática, conviene hacer constar al- gunos puntos de esta índole con los que no estamos conformes. El Dr. Segalá, por lo general, presenta bien la correspondencia entre las formas verbales griegas y castellanas; pero, no obstante, en muchas oraciones y períodos traduce unos tiempos por otros, con la circunstancia agravante de que muchos de ellos no son los correctos en castellano y presentan, á veces, señalado aspecto de galicismos. Desde luego que una igualdad absoluta y constante entre los verbos de una y otra lengua no es posible ni ha de dar un buen resultado; pero casi siempre los accidentes verbales son los mismos Ó muy análogos en todas las lenguas del mismo grupo y puede establecerse una correspondencia bastante exacta entre origi- nal y traducción. Todas las formas del modo optativo y todas las del aoristo en todos sus modos, con ser propias da la lengua griega, LA TRADUCCION DE «LA ILIADA» POR SEGALA 49 tienen su equivalente exacto en castellano, ya simple ya perifrástico, y al traducirlos no hay necesidad de alterar su sentido. Como en el cuerpo de la traducción que analizamos se encuentran frecuentes ejemplos de lo dicho, vamos á presentar uno de cada tiempo griego de los que no tienen su verdadera correspondencia castellana. Con frecuencia emplea el Dr. Segalá el futuro imperfecto de in- dicativo por presente de subjuntivo griego, como en las traduccio- nes francesas. Así en el vir verso 475 que dice: par: ra drá ol pev ¿ml rpúp. vo: páxovras traduce: «el día aquel en que combatirán cerca de los bajeles», en futuro, cuando páxovra. está en presente de subjun- tivo, con 4v expresando algo que es contingente y no categórico y de- biendo pues, traducirse también por dicho presente al castellano. Empleo de subjuntivo por futuro de indicativo se ve al traducir Segalá el 1x—167: «El S'áye tods dv ¿yov ¿móyopas ol Se mbéndov. » di- ciendo «y si quieres yo mismo los designaré y ellos obedezcan» por obedecerán. El aoristo de indicativo expresa la acción incipiente del tiempo pasado y corresponde al pretérito perfecto simple en latín y en cas- tellano, en oraciones independientes, y al pluscuamperfecto y á ve- ces al gerundio en las secundarias é incidentales. Pero también se usa en griego para expresar hechos de experiencia ó que pueden repetirse en el presente, así como máximas y aforismos de todo tiempo (aoristo gnómico), y entonces tiene un valor permanente que se traduce por presente de indicativo; pero no debe traducirse por el pretérito imperfecto de indicativo, que es la forma de la acción durativa en el pasado, ni siempre por perfecto simple, cosas habi- tuales para Segalá. Así el hermoso pasaje del x1—versos 472 y sigts. tiene los verbos de la proposición comparativa en aoristo gnómico, porque el símil no es un hecho concreto y realizado, sino común y susceptible de repetirse y se debe traducir por presente y no por perfecto ni im- perfecto, como hace el Dr. Segalá. Dice éste: «...como rojizos cha- cales circundan en el monte á un cornígero ciervo herido por una flecha que un hombre le tirara, —salvóse el ciervo... y huyó en tanto la sangre estuvo caliente... postrólo luego la veloz saeta y, cuando carniceros chacales le despedazaban en la espesura, trajo el azar un voraz león que, dispersando á los chacales devoró á aquél; —así mu- chos y robustos teucros etc., etc. —Todos esos verbos deben tra- ducirse por presente y decir: ...«Como rojizos chacales están en las montañas alrededor de un cornígero cieryo herido por una flecha 50 JUAN FRANCISCO DE ALBEAR que, de su arco le arroja un hombre (y) él la evita huyendo por sus pies mientras la sangre (está) caliente y anima sus rodillas; pero la veloz saeta le postra y, cuando carnívoros chacales le dezpedazan en un bosque sombrío de las montañas, el azar trae un voraz león, los chacales huyen amedrentados y aquél devora al ciervo; así entonces muchos y robustos teucros etc., etc. » Ejemplo del uso indebido del pretérito imperfecto de indicativo por auristo se ve en el v-162 que dice: «róptios ñi Boos, Eúdoxov kára Borkouevávv» que traduce Segalá por «de un buey óÓ de una becerra que pacía en el soto », cuando la verdadera traducción del participio de aoristo Borkopeváwv es «que pace» (pascens). Es sensible que el Dr. Segalá, que ha demostrado conocer la ín- dole y significado de las proposiciones subordinadas, presentándo- las en castellano con bastante acierto, haya hecho una excepción de las relativas temporales de óre, especialmente cuando esta partícula va precedida de ús formando un símil. Este fué empleado por Ho- mero con mucha frecuencia y brillantez, adornando los recitados, dándoles más vida y constituyendo uno de los caracteres típicos de sus poemas. Se distingue, dice Croiset, «porel gusto de la expre- sión, por el giro de la frase y, sobre todo, por la claridad y fuerza de la imagen », y por eso, cuando el símil es de un estado no habitual ó permanente de lo comparado, sino accidental, debe expresarse esto, y cuando ese estado accidental se refiere á una relación de tiempo, hay que expresar necesariamente esa relación, y, de aquí el empleo de óre que nunca olvida Homero. Por eso se encuentra, por ejemplo, en el símil del canto xvI verso 297 y sigts. "Qs $' 6r ¿p' bymAñs kopupñs Ípeos peyádoo,—kLVAOy TUKLVNV vepédnv orepomnyepéra Zevs,-Ex T' ¿pavev ráca, okorial.... vs Aavarol.... TuTdÓV ávérvevoav... etc. etc.» una enumeración temporal expresada en el primer término por $re y debe traducirse «Como, cuando de la eleva- da cumbre de una gran montaña quita una espesa nube Zeus fulmi- nador y aparecen todas las cimas... así los Danaos respiraron un poco» y no como traduce Segalá diciendo: «Como Júpiter fulmina- dor quita una densa nube» etc., ebc.; porque el símil no se refiere á la acción de Zeus ni al modo de ejecutarla, sino al efecto producido en aquel momento. Como se ve por lo expuesto, el léxico y las formas gramaticales castellanas empleadas por el traductor adolecen de defectos sobre los que no podemos menos de llamar la atención, por no ser compa- tibles con obra tan importante como la del Dr. Segalá, LA TRADUCCION DE «LA ILIADA» POR SEGALÁ 51 La hemos recomendado á nuestros alumnos y precisa, por tanto, que éstos vean, y que también se vea fuera de las escuelas, la bon- dad, la belleza y la verdad del gran poema, á través de su traduc- ción y para ello es necesaria una exquisita fidelidad de fondo y de forma. Esta, en su doble aspecto de lenguaje y de estilo, envuelve multitud de problemas lingúísticos, literarios y psicológicos y el medio de conocerlos está en que el estilo y el lenguaje de la tradue- ción vayan ajustados con la mayor exactitud á los del original. En nuestra rica y grandiosa lengua castellana hay elementos sobrados para hacerlo así; y, tan buenos, que con toda verdad hacen excla- mar á Hermosilla: «¡Qué poesía ! ¡ qué lengua castellana! pues ma- nejada por tan débiles manos como las mías, compite con la griega». Pero la cansada lista de objecciones que aparecen en este tra- bajo no daña la bondad y el mérito del escrito por el Dr. Segalá. La obra llevada á cabo por él es buena y grande, siendo natural que en ella pueda haber y haya errores subsanables que con frecuencia aparecen en empresas de tal magnitud como la realizada por el dis- tinguido profesor de la Universidad de Barcelona. Repetimos lo dicho al principio: el Dr. Segalá ha emprendido y realizado una buena y plausible labor reviviendo los sentimientos y el gusto clásicos con su traducción en prosa de La liada que, por su conjunto y por muchos de sus detalles, es digna de admiración y aplauso. LA FONÉTICA EXPERIMENTAL EN LA CIENCIA DEL LENGUAJE! POR EL DR. J. M. DIHIGO Profesor de Lingúística y de Filología Director del Laboratorio de Fonética Experimental 2 Sr. Rector: Señor Decano: Señores Catedráticos: Señoras y Se- ñores: La Facultad de Letras y Ciencias, por mediación de su Decano y á iniciativa del que tiene el honor de dirigiros la palabra, solici- tó del Gobierno en 31 de Diciembre de 1907, un crédito para ad- quirir los instrumentos indispensables á fin de fundar en nuestra Universidad un Laboratorio de Fonética Experimental que, inspi- 1 Conferencia pronunciada en la Universidad de la Habana el 10 de Diciembre de 1910. 2 Habana 3 de Julio de 1908. Sr. Rector de la Universidad. Señor: La Facultad de Letras y Ciencias de esta Universidad, en sesión del día 1o del actual, acor dó por unanimidad, que en lo sucesivo el Laboratorio de Fonética Experimental se denominase «Laboratorio Dihigo », en honor del Dr. Juan Miguel Dihigo, enyos merecimientos y prendas personales son en realidad superiores á todo elogis y á quien se debe la creación y organización de dicho Laboratorio, así como el iniciar entre nosotros esa importante enseñanza experimental. Y el Decano que suscribe tiene el gusto de someter á la superior aprobación de Vd. tan justo como espontáneo acuerdo. De Vd. respetuosamente, El Decano, Evelio Rodríguez Lendián. Universidad de la Habana. Habana 6 de Julio de 1908. Sr, Decano de la Facultad de Letras y Ciencias. Señor: En vista de la atenta comunicación de Vd. de fecha 4 del actual, en que da cuenta del acuerdo unánime tomado por la Facultad del digno cargo de Vd. en sesión celebrada el día 19 del actual, referente á que en lo sucesivo el Laboratorio de Fonética Experimental se denomine « Laboratorio Dihigo », en honor del Dr. Juan M. Dihigo, cuyos merecimientos y prendas perso- nales son en realidad superiores á todo elogio y á quien se debe la creación y organización de dicho Laboratorio, así como el iniciar entre nosotros esa importante enseñanza experimental, el Sr, Rector, por decreto de esta fecha, se ha servido disponer se conteste á Vd., como tengo el honor de efectuarlo, que el Rectorado aprueba, con satisfacción justificada, el acuerdo trasmi- tido; por cuanto entiende que se realiza un acto bueno y justo al dar al Laboratorio de Fonética Experimental el nombre de su iniciador, atendido todo cuanto se merece en relación con dicho departamento. espetuosamente de Vd., , El Secretario General, Dr. J. Gómez de la Maza. LA FONÉTICA EXPERIMENTAL 53 rándose en la organización del que existe en el Colegio de Francia, ! permitiera abrir un nuevo horizonte, dentro de nuestro país, á las investigaciones de la ciencia del lenguaje. Acogida con calor por las autoridades del ramo tal gestión, solicitóse del actual Director del Laboratorio de Fonética Experimental de París una relación de los aparatos que fuesen imprescindibles, no sólo para el análisis físico y fisiológico de la voz, sino para emplear los métodos convenientes á la resolución de los diversos problemas de fonética, así como el experimental aplicado á la enseñanza de las lenguas vivas y á la corrección de los vicios de pronunciación. Elabate Rousselot, que Laboratorio de Fonética Experimental. (ler Departamento). es el nombre del sabio que dirige aquel Laboratorio, con la bondad que le es característica, tuvo á bien redactar la lista de los instru- mentos necesarios y con sus oportunas indicaciones que ha sabido apreciar nuestra Universidad, con el numerario que al efecto faci- 1 Existen Laboratorios de Fonética ev casi todas las Universidades francesas. Entre las extranjeras las que están surtidas de instrumentos son las siguientes: Habana, la mejor montada; Montpellier, Grenoble, Lille, Nancy, Louvain (Bélgica), Odessa (Rusia), Karkow (Rusia), Helsingfors (Finlandia), Bolonia (Italia), Galway (Irlanda), Harvard (E. Unidos), Columbia (E. Unidos), Kasán (Rusia). Hay algunas más que han empe- zado con pocos instrumentos; también existen laboratorios privados. 34 J. M. DIHIGO litara el Gobierno y con el interés que desde el primer momento demostrara por esto el señor Secretario interino de Instrucción Pú- blica, obtúvose cuanto fué necesario para instalar, modestamente, el Laboratorio de Fonética, cuyo valioso material aplicado á la en- señanza habría de significar un gran paso de avance en nuestros estudios, ya que su fundación demuestra un taller nuevo para la- borar, el único así montado en América, y una enseñanza del todo nueva dentro de nuestra Institución y dentro de nuestro país. Esos aparatos son los siguientes: aparato registrador con carro fijo sobre la armazón, tambor de placa rígida; tambores modelos de la- Laboratorio de Fonética Experimental. (ler. Departamento). boratorio; oreja para inscribir, cápsula exploradora de los movi- mientos de la laringe con corbata; series de olivas nasales de vidrio; pneumógrafo; tambor con cuadrante indicador, manómetro de vi- drio montado sobre'un pie, series de ampollas exploradoras, series de embocaduras de vidrio; embocaduras de aluminio, dos soportes, uno grande y otro pequeño; metros de tubos de caucho, cerillas es- peciales, hojas de papel glacé engomado para el cilindro, una cu- peta para barnizar las hojas, plumas de oro; tallos escogidos; una caja conteniendo una composición especial para tomar el molde LA FONETICA EXPERIMENTAL 55 de la boca, un frasco con uranina para la confección de paladares, una lente montada en armadura de espejuelos, un resonador uni- versal, un diapasón de doscientas vibraciones dobles, una serie de diapasones vocales, un aparato de llamas manométricas, un decí- metro dividido en diez décimas de milímetros; una lente de mano, aparato de Atkinson para determinar la posición de la lengua. Y justo es decir que las gestiones no terminaron aquí, porque fueron siempre nuestros deseos aprovechar cuantas coyunturas se presentasen para ir mejorando la nueva enseñanza, ampliando su instrumental á fin de que fuese ese departamento donde tantos se- Laboratorio de Fonética Experimental. (2* Departamento). cretos se pueden dar á conocer, un motivo de legítimo orgullo para la nación cubana. Y siguiendo la historia del Laboratorio, diremos que merced al buen espíritu del Dr. Lincoln de Zayas, obtúvose el crédito necesario para adquirir el aparato Sirena de Ondas construí- do por el inolvidable Kasnig, dedicado á reproducir los sonidos ele- mentales reconocido por el análisis de las curvas y á reconstituir por la síntesis el sonido compuesto y que, con el otro que existe en el Colegio de Francia, son los dos únicos que construyera su autor. La actividad del señor Secretario interino de Instrucción Pública y 56 J. M. DÍIHIGO nuestro decidido interés hicieron que tan buena oferta no s8 perdiera, y la estrecha amistad que nos ligara con Rousselot, el que éste anticipara el importe del aparato destinado á esta Uni- versidad, ya que sus poseedores apremiaban por el pago inmedia- to del mismo. Con posterioridad y por virtud de indicaciones recibi- das de Rousselot se han adquirido otros aparatos que á continuación se enumeran, obtenida la debida autorización del Gobierno y la con- cesión de la suma necesaria: un resonador universal grave monta- do en un soporte, una serie de diapasones intermedios graduados y con correderas, una serie de diapasones vocales graduados con co- rrederas, un arco para excitar los diapasones, un martillo para lo mismo, un microscopio con oculares para el examen de los trazados, * un micrómetro ? para medir las vibraciones de los trazados con el microscopio, una serie de láminas fonéticas para estudiar la po- sición de los labios, boca, dientes y lengua en la emisión de soni- dos, una linterna de arco especial para la proyección de los traza- dos, una serie de clisés de vidrio para ser proyectados, una serie de guía-lenguas para la corrección de los vicios de pronunciación, una serie de impresores para la boca. ¿ Pero á la sirena de Kcoenig hay que agregar otra que vimos en la visita hecha al Instituto Católico de París, en compañía de Rousselot, con objeto de mostrarnos la cátedra donde viene dando sus conferencias de Fonética y cuyo aparato se compone de dos discos que contienen el período de las vocales A y U, (fig.1), y que en comunicación con el fuelle de la gran sirena produce, como ha podido comprobarse, el sonido de las dos vocales, como tam- bién puede reproducírsele por mediación de un fotófono bajo la acción directa del sol. A estos aparatos, que significan un marcado progreso para nuestro Laboratorio, debemos agregar el gran aparato de llamas manométricas con treinta y dos resonadores, recientemente llegado, y con el cual se puede hacer el análisis completo de todos los soni- dos del lenguaje, así como un pequeño registrador que aún no se ha recibido y con el que esperamos hacer interesantes estudios so- 1 El ocular mayor aumenta 20 veces, el siguienle 40 y el más pequeño 60, que es cuanto se necesita en fonética para el análisis de los trazados más finos. 2 El micrómetro está colocado en el ocular mayor. 3 También posee el Laboratorio un aparato para la ampliación de los trazados; para obte- ner esto setoma una fotografía del trazado que se quiera emplear, obtenido el elisé según los pro- cedimientos usuales, se le coloca en el pequeño marco puesto en la extremidad del aparato con el lado de la gelatina hacia el interior, se pasa al cuarto oscuro para poner en el fondo del apara. to una hoja de papel sensible 6 una placa de vidrio. Todo bien cerrado, se coloca el aumentador á la luz del día y se abre el obturador del objetivo. Hecho esto vuélyase al cuarto oscuro, des- cárguese el aparato y desenvyuélvase el clisé, LA FONETICA EXPERIMENTAL 57 bre los diversos matices que caracterizan el habla de nuestras pro- vincias. Y dicho esto, pasamos á indicar cómo surgió el Laborato- rio de Fonética Experimental del Colegio de Francia, base de este que se ha fundado en nuestra Universidad. Los métodos de investigación empleados en el análisis del soni- do pueden reducirse á tres: el método acústico, relacionado direc- tamente con el oído, el óptico que se concreta especialmente á la vista y el gráfico que nos da, como dice Rousselot, una imagen material, visible y palpable de los fenómenos. De todos ellos el más impor- tante es el gráfico, habiéndose hecho las primeras investigaciones hace muy cerca de doscientos años. Fué inaugurado este método por los meteorologistas, aplicado á la mecánica, astronomía, cosmo- Fig. 1. Sirena de ondas con dos dis- cos; el superior reproduce el pe- ríodo de una u y el inferior el de una a. grafía, fisiología y, por último, á la fonética que tantos beneficios ha proporcionado. Este método, aceptado por los alemanes y con grandes éxitos fué recibido con aplauso singular en Francia, siendo Marey el primero que tomó la nueva orientación de los fisiólogos alemanes, llegando por causa de los triunfos conquistados á ser el verdadero apóstol de dicho sistema; pero así como la fisiología, al decir de Rousselot, salió totalmente armada del Laboratorio de Ma- rey, puede asimismo afirmarse que en ese taller dió sus primeros pasos la fonética experimental, se formularon las bases de un método 58. J. M. DIHIGO general que podía extenderse á toda la fonética, cosa no alcanzada todavía, no obstante los esfuerzos de Valentin, Cagnard-Latour en el aspecto fisiológico y de Donders, K«aenig y Helmholtz en la es- fera de la acústica. Cábele á la Sociedad Lingúística de París la satisfacción de que partiera de su seno la iniciativa, ya que en 3 de Noviembre de 1874, Gaidoz llamó la atención de la Sociedad sobre muchos instrumentos de fonética descriptiva. El relato de la se- sión nada indica sobre cuáles fueran esos aparatos; pero lo que sí es cierto es que la Sociedad Lingúística nombró en 21 de Noviem- bre una comisión de la que hubo de formar parte Havet que se pu- so en comunicación con Marey. Los resultados de esta reunión de hombres inteligentes han sido publicados por Rosapelly en los «Trabajos del Laboratorio de Marey». Al analizar mediante apa- ratos que inscribían el movimiento de los labios, las vibraciones de la laringe, la presión del aire de la nariz, estudiaron grupos forma- dos por consonantes labiales con la vocal a, advirtiendo igual pre- sión de los labios para la p, b, m, f y v; vibraciones de laringe para la b, m y v, y salida de aire por la nariz para la m y para la explo- sión de la p y la b en el grupo pm, bm. A pesar de todo esto, aún no resultaba fundada la fonética experimental, que bien puede de- cirse no logró su establecimiento definitivo hasta que el genio crea- dor de Rousselot, unido á sus profundos conocimientos lingúísticos, no proporcionó la serie de instrumentos con los que se ha enrique- cido esta enseñanza, que tanto se desenvuelve en otros países de modo maravilloso. El aparato de mayor importancia en la inscripción directa para realizar estudios fonéticos es el paladar artificial (fig. 2). Varios han Fig. 2. Paladar artificial. sido los que han manifestado los beneficios que proporciona para de- LA PONÉTICA EXPERIMENTAL 59 terminar el trazado de los movimientos de la lengua; la lectura del libro de Lenz sobre los paladares orientó á Rousselot en este senti- do; múltiples han sido los procedimientos empleados para obtener la finalidad, pues mientras unos, como Oakley-Coles, emplearon para la confección del paladar una mezcla de harina con agua, otros, como Lenz, utilizaron la tinta de China; Rousselot habla con encomio del godiva, pero Montalbetti usa la uranina con re- sultados excelentes que hemos podido apreciar de visu. No en- traremos en el detalle minucioso de su fabricación, que ello es bueno para enseñado y aprendido en el Laboratorio; pero sí diremos que el paladar es arma poderosa de la que puede sacar provecho notable el fonetista, ya que, como muy bien indica Scripture, los trazados que se advierten en los paladares de ameri- canos, irlandeses, húngaros, alemanes, franceses é italianos, pre- sentan características peculiares á cada uno de los idiomas de esos pueblos en razón directa á la organización propia de los mismos; así tenemos que la t americana muestra un contacto alveolar com- pleto con la lengua, mientras la t alemana es alveolar y dental en el momento del cierre con un espacio interior más ancho y menos lar- go que el de la americana; en cambio en italiano es exclusivamente dental. La /h de los americanos es del todo postvelar, como asi- mismo la y, aun cuando con alguna ligera inclinación hacia adelan- te, en francés la k y la y expresan muchas variedades de una forma típica que depende de los sonidos adyacentes, como en italiano muestra el paladar también formas diversas que dependen de la vo- cal siguiente; en todas estas formas la punta de la lengua se halla contra los dientes inferiores. Es curioso ver lo diverso que resulta el.trazado de la l en estos idiomas; el inglés de un americano in- dica un contacto fronto-alveolar, en el alemán aparece contra el paladar sobre los dientes del frente y los de los lados, viéndose una pequeña abertura opuesta á los molares de cada lado. De este mo- do podríamos ir haciendo el análisis de los diversos signos gráficos en cuanto á sas trazados, ya que las diversidades de los mismos son las evidentes señales de las transmutaciones que vemos en los soni- dos. Y al objeto de dejar bien determinado en cada caso las inves- tigaciones que esta ciencia experimental ha hecho en la del lengua- je, diremos que Rousselot ha publicado dos trabajos de éxito indis- cutible, uno sobre las articulaciones irlandesas mediante un pala- dar artificial y otro sobre pronunciaciones de París, empleando para su análisis el mismo medio de inscripción. En el estudio de 60 J. M. DIHIGO las articulaciones irlandesas obtuvo como conclusión la influencia recíproca de las vocales sobre las consonantes, de consonantes so- bre vocales, de vocales y de consonantes entre sí; pudo advertir la influencia de los grupos sintácticos Ó de la morfología sobre las ar- ticulaciones, la diferencia de fuerza entre consonantes iniciales y finales, entre estas mismas consonantes finales cuando están des- pués de una vocal ó de otra consonante, y la realidad de las conso- nantes paladiales. En el análisis de la pronunciación parisiense, estudiando las vocales, consonantes y las articulaciones subpatala- les en diferentes personas de los barrios de París, obtiene sus con- clusiones de la pronunciación parisiense, señalando la dependencia mutua del timbre y de la cantidad de la vocal, la debilitación de las articulaciones en razón de su lugar, así como la acomodación de las articulaciones entre sí. En un trabajo publicado por Laclotte so- bre la armonía vocálica, sobre ese fenómeno lingúístico por el cual el colorido de la vocal fundamental de la raíz determina el que ha de tener el sufijo, y de ahí los múltiples ejemplos que se ven en el turco pues A/sev, ama con el sufijo de infinitivo melk, forma sevmek, amar, A ba, mira, con el sufijo de infinitivo mak da bamak, mirar; N/ at, caballo, con el sufijo de plural lar se obtiene utlar, caballos, y A/ ev, casa, con el sufijo de plural, ler se compone el vocablo evler, casas, también empleó el paladar, pero para su labor usó distintos aparatos, entre otros dos tambores, el cilindro y la embocadura. El tambor unido á la embocadura para precisar la intensidad y las vibraciones de la columna de aire que se escapa por la boca en el momento de la explosión y el otro tambor en comunicación con una ampolla ex- ploradora para señalar el grado de contracción de la lengua, las vi- braciones y la presión de este órgano contra el paladar. Siguiendo Dauzat las indicaciones de Rousselot hace un estudio de sus articu- laciones consonánticas mediante el auxilio de un paladar artificial, observándose al examinarse el esquema de las sordas y el de las so- noras que tienen un trazado del todo diferente y que la impresión lingual es más acentuada en la articulación de las primeras; Josselyn en su nota sobre ¿ y u consonantes, c (e) y y (e) enitaliano, prueba que existen en el habla por él estudiada dos consonantes escritas frecuentemente por la ¿ y por la u, que cada una de ellas po- see dos variedades, una sorda y una sonora, y que en c (e), y g (e) hay alguna parte de una fricativa palatal. También Meillet discu- rre sobre la pronunciación de las aspiradas griegas, diciendo que se distinguen siempre de las fuertes por una oclusión menos enérgica LA HONÉTICA EXPERIMENTAL 61 y empleando el paladar artificial que brinda resultados positivos dentro de su sencillez y Rousselot le saca todo el partido necesario al tratar de corregir la pronunciación francesa de la ch y de la j de una americana. Popovici en sus investigaciones experimentales so- bre una pronunciación rumana estudia las vocales en palabras de una ó dos sílabas, aprovechando los inmensos servicios del paladar. La inscripción indirecta se efectúa empleando una serie de apa- ratos que dan un resultado en extremo satisfactorio; entre los más importantes deben citarse el registrador (fig. 3), los diapasones ! Fig. 3. Cilindro registrador. (fig. 4), y los cronógrafos (fig. 5). En cuanto al primero, empleado para inscribir el movimiento transmitido á una palanca que inscribe, 0 á una punta, ha permitido el análisis de los trazados hechos por plumas sobre un papel ahumado puesto en un cilindro sostenidos los tambores por soportes adecuados y realizándose la inscripción den- tro de una velocidad que depende de los movimientos que se regis- tren; acompaña al aparato un freno para hacer andar ÚÓ parar el aparato y un regulador. Es preciso, para que la inscripción dé el resultado apetecido, elegir el lugar del cilindro en que deba hacerse ésta, y para tener la seguridad de estar todo bien dispuesto después 1 El Laboratorio de Fonética Experimental de la Universidad de la Habana posee un tonómetro vocálico completo compuesto de trece diapasones que representan las vocales siguien - tes; Úú, u, Ó, O, 0 á, a, á, e e, Es i, í, nu) J. M. DIHIGO 4 eS ds A ARE PA A o DA A + ao ARAS A O Saa O 0,20 z iapasones ú . Tonómetro vocálico compuesto de trece d Fig. 4. LA FONÉTICA EXPERIMENTAL 63 de ahumado el papel, muévase el carro del cual penden las plumas 4 lo largo de la generatriz del cilindro, y como coincidan unas líneas con otras, la regulación de las plumas es perfecta. Entre los órganos Fig. 5. Diapasón cronógrafo. que inscriben se cuentan los tambores (fig. 6), que tienen diferentes formas y tamaños y con aplicación determinada como pasa con el tambor indicador y con el manómetro para apreciar la construcción progresiva de las vocales a-e-3, a-o-u; las diferencias entre las oclu- sivas y las constrictivas, p y f,b yw. Es ciertamente de impor- tancia superior á lo que pueda suponerse en su condición de órgano explorador el aparato llamado ampolla exploradora (fig. 7), que es una simple cápsula de caucho, con formas diversas y cuyo nombre exploradora le ha sido dado por estar destinadas á buscar los lugares de las articulaciones, transmitiendo las impresiones, bien á un tam- bor, si se hacen inscripciones, Ó 4 un aparato indicador, cuando, 64 J. M. DIHIGO Fig 6. Tambores con cubetas pequeña, media y grande. Tambor con membrana rígida, Fig. 7. Serie de ampollas exploradoras. como dice Rousselot, el ojo ha de ver los movimientos orgánicos- De las diversas clases de ampollas exploradoras, sólo tres son las ge- neralmente empleadas, la pequeña para precisar el punto de la arti- culación de un sonido, la media, que indica la presión de los labios, y la gruesa ó redonda, usada exclusivamente para el estudio de las vocales; tres de estas ampollas utilízanse con objeto de apreciar la presión de la lengua y de los labios y frecuentemente se combina la LA FONÉTICA EXPERIMENTAL 65 redonda con la boquilla con el fin de juzgar mejor el avance de los labios. La cápsula exploradora de la laringe empleada con el regis- trador (fig. 8), para su correspondiente funcionamiento permiten Fig. 8. Registrador con la cápsula exploradora de la laringe, boquilla y oliva nasal. sean inscriptos los movimientos vibratorios y no sólo se obtienen las vibraciones, sino los movimientos de proyección hacia delante de la laringe y otras varias articulaciones. Como ilustración previa al estudio de las vocales y de las consonantes, presentamos el siguien- be esquema que nos ha de dar una idea clara de la tensión, conser- vación y descenso en la explosión de los sonidos (fig. 9). En la se- Fig. 9. Esquemas de los movimientos articulatorios. rie anterior y en la posterior se distingue la elevación de la lengua en la articulación de las vocales, juega papel muy importante la am- polla exploradora colocada entre la lengua y el paladar, como tam- bién se emplea la embocadura que registra las vibraciones de la voz y el paso del soplo; se nota en el trazado de la voz las vibraciones 66 J. M. DIHIGO de las vocales y se ha llegado á determinar las alturas medias que ha alcanzado la columna líquida del manómetro cuando se ha usa- do con la ampolla gruesa (fig. 10), para determinar esa altura en un parisién, Ó con la media para una mujer del mismo punto. Fig. 10. Manómetro. La presión de los labios para las consonantes labiales (fig. 11), Labios Voz pa dba Fig. 11. Presión de los labios para las labiales (ampolla exploradora) LA FONÉTICA EXPERIMENTAL 07 se obtiene con el auxilio de la ampolla; esta presión es proporcional á la elevación de la línea de los labios y se advierte en el trazado el inicio de las vibraciones de la vocal sobre la línea de la voz; tam- bién se alcanza la presión de la punta de la lengua contra el pa- ladar, detrás de los dientes cuando se trata de las dentales (fig. 12), Lengua Voz ta da Fig. 12. Presión de la punta de la lengua contra el paladar detrás de los dientes para las dentales (ampolla exploradora). como la presión de la superficie de la lengua contra el paladar para las guturales (fig. 13). Es en extremo interesante el estudio compa- Lengua Voz ka ga Fig. 13. Presión de la superficie de la lengua contra el paladar para las guturales (ampolla exploradora). rado de las explosivas sonoras en francés y en alemán, las palabras báton, doux, garde, baden, du, garten que han sido escogidas y que se advierten en el trazado, indican que las iniciales francesas son sono- ras antes de la explosión, así como las iniciales alemanas lo son en el mismo momento. Lo mismo podría decirse del trazado que presentan las sonoras y las sordas (fig.14), como el muy interesante Flg. 14. 1 Trazado de las sonoras. 2 Td. de las sonoras, 68 J. M. DIHIGO esquema gráfico, para darse uno cuenta exacta de la intensidad. La cápsula exploradora de la laringe, empleada con el registrador para su propio funcionamiento, permiten sean inscriptos los movi- mientos hacia adelante de la laringe y de otras articulaciones. Como estudios que demuestran el empleo hecho de los anteriores aparatos pueden citarse: Los estudios experimentales de fonética italiuna, de Josselvyn; Los estudios de fonética española del mismo autor; el trabajo de Rigal sobre la e final postónica nasalizada, en el que empleando el registrador y observando detenidamente los diversos trazados, se ha podido comprobar que el sonido nasal de e postónica final era un sonido normal en la fonética francesa del siglo xvr; la interesante monografía de Rousselot sobre «la enseñanza de la pronunciación - por la vista », señalando la acción de la laringe en las explosivas de un americano utilizando el registrador, la cápsula exploradora de la laringe para recoger las vibraciones de ésta y el tambor con el fin de deducir que si esa acción resulta poco sentida y se hace difícil fijar su relación con el momento de la explosión mucho más el determinar su enseñanza, pueden verse y enseñarse por me- dio de los trazados. Los resultados satisfactorios que se han alcanzado han permitido apreciar las interesantes experiencias hechas en el campo de la foné- tica con las llamas manométricas de Koenig (fig. 15), advirtiéndose la Fig. 15. Aparato de llamas manométricas. forma del período de las vocales, su longitud la amplitud de la vibra- LA FONÉTICA EXPERIMENTAL 89 ción que demuestra la intensidad. Este aparato permite ver el funcio- namiento de la laringe en las vocales y en las consonantes; advertir la explosión de las consonantes marcadas por el salto de la llama y dis- tinguir las sonoras de las sordas. Además del aparato común para estas clases de experiencias acaba de recibirse el modelo novísimo compuesto de treinta y dos resonadores (fig. 16), que permite hacer el Fig. 16. Aparato de llamas manométricas (último modelo) análisis completo de todos los sonidos, es decir el análisis de vocales dichas y cantadas de todos los países del mundo y también el reali- zar la síntesis con ambas sirenas. Lasolivas nasales (fig. 17), de dis- Fig. 17, Serie de olivas nasales. tintas formas que se ponen en comunicación con un tambor para ha- cerinscripción de la corriente de aire que sale de la nariz, empléanse 70 J. M. DIHIGO también combinadas con el cuadrante indicador (fig. 15), para adver- Fig. 18. Cuadrante indicador z0n oliva nasal. tir la desviación de la palanca según que se pronuncie una voz con elemento nasal, como pan, ú sin él, como paz; en el primer caso, el velo del paladar baja y el aire sale á la vez por la boca y por la na- riz, y en el segundo se ha levantado y obstruye el pasaje nasal, es- capándose el aire por la boca. Analizando Josselyn la nasalidad en italiano empleó una oliva nasal de conveniente grosor. Sobre los aparatos de análisis dentro del método acústico podemos decir que los resonadores (figs. 19 y 20), en sus múltiples clases permiten hacer experiencias en extremo interesantes, experiencias que hubimos de presenciar cuando estando en París, en casa de Rousselot, asistimos á una de sus consultas para niños sordomudos; el sonido originado en un diapasón y trasmitido al resonador daba á conocer los mo- mentos en que aquellas infelices criaturas notaban, con más ó me- nos fuerza, algún ruido. La sirena de ondas (fig. 21), á que ya nos hemos referido en el curso de la conferencia, es el mejor medio para hacer hablar la curva de las vocales, pudiendo efectuarse muy varia- das experiencias, oyendo sucesivamente la serie completa de las LA FONÉTICA EXPERIMENTAL 71 diez y seis armónicas con la mayor intensidad, á la vez las diez y seis armónicas sin toda su intensidad; solamente algunas armónicas con toda la intensidad; las armónicas con intensidades variadas, ya 1l grave. e ador universe Reson Fig. 19, oyendo una vocal ú obteniendo armónicas ó intensidades decrecien- tes. La adquisición de este gran aparato es motivo de satisfacción para la Universidad, ya que sólo el Laboratorio del Colegio de 72 J. M. DIHIGO Francia y el de nuestro primer centro docente son los finicos qué podrán proporcionar á los fonetistas la satisfacción de hacerles sa- ber cue su larga y penosa labor ha dado un buen resultado. Y para que puedan fácilmente juzgarse las aplicaciones prácticas de la fonética experimental, debemos decir que allá en un rincón de la Fig. 20. Resonador universal. Francia en los sombríos pasillos de la casa de Carmes vió Rousselot por vez primera el uso práctico de esta ciencia al ser interrogado sobre la verdadera pronunciación de la l, pues al usar el paladar artificial para mostrarla á sus amigos, porque difícil le era hacerla oir y á ellos de reproducirla, la señal de la lengua en el paladar ar- tificial hizo más: la enseñó; bastó, pues, esto para que ellos pudie- seu articularla y 0irla de inmediato. En 1893 al dar unas lecciones de fonética experimental en la Universidad de Greifwald hizo ex- periencias con los estudiantes sobre la pronunciación francesa de los alemanes, comprobándose el exceso de soplo de éstos en las ar- ticulaciones de las explosivas ( p, b, t, d, k, y ) y el efecto de la so- noridad de las dulces (b, d, y ) en sílaba inicial y frecuentemente en los grupos, la fuerza excesiva de las sílabas heridas por el acen- to, así como la insuficiencia de la nasalidad en las vocales nasales; para comprobar la experiencia comparó los trazados que proporcio- Lis naron los órganos de los franceses frente á los de los alemanes. * En LA FONÉTICA EXPERIMENTA L 73 ¿A 1 UT A ul 74 ' J. M. DIHIGO 1895 advirtió que un niño de once años pronunciaba la l, s, ch co- mo si fuesen t; la y era reemplazada por la d, la ¿ por la l; el em- pleo de las ampollas de caucho para explorar en la boca los movi- mientos variados de la lengua demostró que todo procedía de una mala aplicación de dicho órgano y en vez de repetir al niño La, sa, ga, cha, ja, púsose Rousselot una ampolla en el lugar mismo de la articulación de la t, ampolla que en comunicación con un tambor que tenía una larga palanca, permitía ver cuando se pronunciaba ta, la gran desviación de la palanca, mientras quedaba sin moverse al decirse ka; tan pronto como el niño advirtió la diferencia tomó el aparato y pudo distinguir las dos articulaciones. Más difícil fué articular sa, cha, ja, pero después de dos sesiones logróse un resul- tado satisfactorio. Otro caso no menos curioso fué el de una niña que pudiendo pronunciar la £ y la h las confundía constantemente; en las experiencias efectuadas se han visto quienes confundían tam- bién la l con la n, la p con la m. Cuéntase también entre los vicios de pronunciación el ceceo que es mal corriente en los niños, y si bien es cierto que se cura con la edad, puede evitarse tal molestia apartando la lengua, elevando la punta de la misma y auxiliándose con un guía-lengua;! (fig. 22) este vicio no es propio de Cuba, pero sí muy corriente en la parte meri- dional de España, advirtiéndose asimismo en Francia. Ocupan, á su vez, lugar entre estos defectos el silbido que es el cambio de s, 2 en ch y en 7; la substitución de una oclusiva por una constrictiva y viceversa; los cambios entre l, n, y, r y la supresión de conso- nantes. Hállanse en las lenguas vivas, como en todas las otras, sonidos que originan grandes dificultades para que puedan repro- ducirlos quienes los desconocen desde la infancia; concretándonos á la lengua francesa puede señalarse la n paladial de agneau para los pueblos de lengua germánica; la tendencia de los rusos á dar una pronunciación paladial á las consonantes seguidas de las vo- cales tenues 1, u; en las oclusivas sordas comparando la explosión 1 Siryen los guía-lenguas: 1? Para bajar la lengua en la parte central de modo que forme una canal para la pronun_ ciación de una s. Se emplea con aquellos que usan la ch dulce alemana ó la 1 en vez de s. 209 Sirve para indicar el punto del paladar en que debe colocarse la lengua para pronun ciart, d, k, g, etc. 39 Sirve para mantener la punta de la lengua de los niños y para hacerla recular de modo que toque contra el paladar para pronunciar k, g. 49 Sirve para hacer el mismo uso en las personas mayores. 59 Sirve para hacer bajar la lengua cuando se pronuncie la s como ch. 60 Sirve para hacer recular la lengua cuando la s resulta. 7o Sirve para hacer el mismo uso en las personas mayores, Q) LA FONÉTICA EXPERIMENTAL vb de esas consonantes en francés y en las lenguas germánicas, en aquél son casi sonoras y más tiempo sordas mientras en éstas la explosión es un gran soplo y sordas. ¡ a AAA AA ARPA AAAT AA ANTE AEAEAA Fig. 22. Serle de guía-lenguas. Por último, señores, para terminar, que ya se ha extendido bas- tante esta conferencia y no es bueno ni correcto abusar de la bené- vola atención de tan distinguido auditorio, y por ello nada se dice sobre la duración é intensidad de la articulación ni tampoco sobrelos trazados de vocales á diversas alturas (figs. 23, 24 y 25), permítasenos que al proyectar la imagen del anciano venerable,! del hombre bueno Fig, 23. Duración del sonido, 1 La última proyección fué la del Abate Rousselot, 78 J. M. DIHIGO que dirige con tanto acierto el Laboratorio del Colegio de Francia de quien respetado y enaltecido por su propio pueblo que lo saluda reverente como á entidad superior que sabe colocar la ciencia 4 gran- Fig. 24. La fuerza expiratoria en la intensidad. 1 y 2 papá pronunciado por un alemán 3 papá pronunciado por un francés de altura con sus conquistas maravillosas, digamos de él, siquiera sea como testimonio de nuestra admiración, simpatía y buen afecto, que si fué grande por la inteligencia y por el saber, como decía Ven- Fig. 25. Vocales dichas á diferentes alturas. dryes al referirse al gran celtista Henri d'Arbois de Jubainville, también lo fué, como él, porla práctica constante de dos virtudes que son la más bella gloria de un sabio: el desinterés y la bondad. ? 1 Las figuras 2, 8, 11, 12, 13 14, 23, 24 y 25 han sido tomadas del libro Rousselot-Laclotte Précis de Prononciation Francaise; la figura 9 de la obra de Rousselot Principes de Phonétique Expérimentale, EL RURACAN DE OCTUBRE DE 1910 POR EL DR. CARLOS THEYE Profesor de Química Nos proponemos hacer una descripción lo más exacta que se pueda de la marcha de esa típica tormenta tropical que formada en la parte occidental del mar Caribe ei día 12 de dicho mes, se dirigió hacia la Vuelta Abajo, cruzando su vórtice por Pinar del Río en dirección SSE. á NN W. y recurvando en las inmediaciones del tró- pico, obedeciendo así en todo á la dosificación establecida por el R. P. Viñes en su obra Investigaciones relativas á la circulación y trasla- ción ciclónica en los huracanes de las Antillas «Los ciclones de esta se- gunda década de Octubre, dice dicho autor, son muy desastrosos, sobre todo muy pesados para la mitad occidental de Cuba, pues cogen la Isla en la recurva ó en las inmediaciones de ella, y se demoran mucho; de modo que algunos se están sintiendo por espacio de cua- bro, cinco ó seis días consecutivos, causando grandes estragos y terri- bles inundaciones». De esta copia literal que hacemos de estos renglones tomados de la página 61 de la citada obra, se desprende que el ciclón que nos ocupa ha obedecido en un todo á las reglas precisas que ya le tenía señaladas el eminente meteorólogo que du- rante más de veinte años dirigió con tanto acierto el Observatorio de Belén, y asímismo se evidencia que las sorpresas y discusiones originadas con motivo de dicha tormenta han obedecido, no sólo á un lamentable descuido en la observación, siuo también al descono- cimiento ú olvido de las citadas reglas. Por eso decimos con toda la autoridad que á tan insigne observador debemos conceder que aquel fenómeno atmosférico, tan sin razón discutido ha sido senci- llamente un huracán típico tropical sin más anomalías que las pro- pias del momento en que se formara. Los datos que nos han servido para este estudio son las obser- vaciones de las Estaciones terrestres y las de los barcos que en aquellos días se encontraron en la esfera de intluencia de la tor- menta y las cuales se hallan reseñadas en la Meteorological Chart. publicada en Diciembre 1910 para Febrero 1911. Octubre 12.—Los vapores Abangarez y Glanton que navegaban un CARLOS THEYE por el mar Caribe observaron los primeros indicios de la formación ciclónica y también fueron éstos observados en la Habana y Mérida. El primero se hallaba en 15% latitud N. y 82% longitud W. á unas 70 millas al E. del Cabo Gracias á Dios. El barómetro estuvo bajando hasta las 4 a. m., marcando entonces 29.30 pulg. (744.22) con viento W. á SW. de fuerza 11, es decir, huracanado: al mismo tiempo que para el vapor Glunton que se hallaba en el punto G?. de nuestro croquis N? 1, la dirección del viento era SE. con fuerza 9. En la Habana con barómetro 760.44, y bajando, el viento era ENE. con seis metros por segundo en aumento sobre el día anterior, y en E WR = Cy] se Gs 9L EL HURACAN DE OCTUBRE DE 1910 vi) Mérida el viento era del E. flojo, pero el barómetro había iniciado un decidido descenso. Todo ello nos permite situar el centro de la tormenta ese día en latitud 17? 30' N. por 81? 30” longitud W., á unas 200 millas al NNE. del Abangarez y á unas 100 al SW. del Glanton; á cerca de 406 millas al SSE, de la Habana y á unas 500 de Mérida, en cuyo punto, si bien el barómetro había comen- zado á bajar lentamente, el viento era insignificante, mientras que en la Habana tenía una velocidad de un poco más de seis metros por segundo. En Nueva Gerona (Isla de Pinos) el barómetro había bajado 2 milímetros en las 24 horas y soplaba viento algo fuerte del E. al ESE. Octubre 13.—Este día quedó plenamente confirmada en la Ha- bana la existencia de la perturbación ciclónica, cuyo centro demo- raba al SSW. de Isla de Pinos. La baja del barómetro en Nueva Gerona en las 24 horas había sido de 15 milímetros y el viento del E. soplaba con fuerza de huracán. La presión barométrica en la Habana era de 757.98 en descenso de 2.46 sobre el día anterior, y el viento soplaba del SE. con velocidad de 10 metros 7 por se- gundo. La presión en Mérida era de 758.58 y soplaba viento N. fuerte. El vapor Wandsworth que se hallaba á 60 millas al SW. de Isla de Pinos experimentaba á 6 horas a. m. vientos del NE. con fuerza 11, es decir de temporal á razón de 75 millas por hora. El centro de la tormenta se hallaba entonces al SE. de dicho barco á unas 75 millas de la costa de Isla de Pinos. Poco después se in- ternaba dicho barco en el círculo de calma vortical relativa, pues cayó el viento á la fnerza 2 para volver luego á arreciar hasta 6, 7, 3 y 9. En esas 24 horas el temporal había recorrido unas 250 millas con velocidad de 10 á 11 millas por hora. En ese momento se hallaba el centro á unas 175 millas al SSW. de la Habana; y como la altura barométrica en este punto era de 757 milímetros 98, y la mívina absoluta en el vórtice puede apreciarse sin gran error en 722 milímetros, tenemos como pendiente barométrica 3+=12 milí- metros por grado de 60 millas naúticas, la cual resulta ser una fuerte pendiente para la distancia de 175 millas del vórtice. En ese momento el gradiante ó pendiente barométrica en Mérida era próximamente de 6 milímetros lo que explicaba que siendo la fuerza del viento en la Habana de cerca de 11 metros por segundo, en Mérida fuese sólo de 7 metros. s0 CARLOS THEYE Ese mismo día 13, á las 12, pasaba el vapor Crown Prince al S de la isla del Caimán Chico dirigiéndose lentamente al W con vientos fuertes del S al SW, encontrándose entonces á unas 200 millas al SE del centro de la tormenta, en el punto señalado en nuestro cro- quis con las letras C. P. (latitud 19? 30', longitud 80* 20'). Hallándose el vapor inglés Inventor ese día 13 en latitud 25 39' N, y longitud 85? 40' W en el punto marcado con la letra 1,3 en nuestro croquis N? 1, en latitud un poco superior á la de los ca- yos de la Florida, experimentaba viento moderado del E por la mañana con barómetro en 30 pulgadas, hallándose por tanto en el borde exterior de la tormenta y á unas 375 millas de su vórtice; observación que concuerda perfectamente con las anteriores que nos han permitido asignarle á esta tormenta un diámetro aproxi- mado de 800 millas. | Octubre 14. A las dos de la mañana llegaba el vórtice á la ca- pital de Vuelta Abajo por donde en media hora hubo cruzado. ¿Qué velocidad llevaba en ese momento el meteoro? La distancia recorrida desde las seis a. m. del 13 había sido de unas 150 millas en 20 horas, lo que representa 73 millas por hora. Como la veloci- dad del 12 al 13 había sido de unas 11 millas por hora, se ve de modo evidente que ésta se había moderado en una proporción muy notable, lo que demuestra que la tormenta iba aproximándose al vórtice de la parábola para su recurva. Puede asimismo calcular- se la longitud de la cuerda del círculo vertical que pasó por Pinar del Río; en efecto, á razón de 7) millas por hora, media hora repre- senta 3 á 4 millas; y el diámetro de la calma vortical sería de 15 á 20 millas, si no más. La tormenta tenía considerable intensidad y desusada extensión como hemos visto, alcanzando en la costa de la Florida, hasta Jú- piter, de cuyo punto distaba el vórtice unas 330 millas; en la Isla de Cuba hasta más allá de los confines de la Provincia de Camagúey con la de Oriente, y en la península de Yucatán hasta Campeche. El Wandsworth que seguía de cerca el centro de la tormenta, hizo las observaciones siguientes: 8 a.m. 29.5 pulgadas. El viento NE del 13 fué retrocediendo al N con extrema violencia. 12 día. 29.35 pulgadas. Después de las 12 roló al W. El centro estaba ya fuera de las costas de Pinar del Río. 4 p.m. 29.30 pulgadas. 8 p. m. Subiendo. Viento SW. Se encontraba el vórtice al NNW del barco. EL HURACAN DE OCTUBRE DE 1910 81 El vapor italiano Ganara se hallaba ese día 14 después de la puesta del sol 4 150 millas náuticas al S de Pensacola, Fla., con fuerte oleaje del SE aumentando en fuerza, junto con viento E y descenso barométrico, á unas 400 millas del vórtice, en el punto se- ñalado en nuestro croquis No. 1, con la letra (. Dedujo el capitán, de las observaciones hechas, que se aproximaba un huracán por el SE, y resolvió mantenerse en el semicírculo izquierdo. El descenso del barómetro en Pinar del Río desde las 9 p. m. del 134 2 a. m. del 14, es decir en esas cinco horas que precedieron á la llegada del vórtice, fué de 3 milímetros por hora. El ascenso después de pasado el vórtice en las 12 horas siguientes, es decir, de 2.30a. m. 42 p. m., se efectuó á razón de 1 mm. 3 por hora, de suerte que si al aproximarse llevaba una velocidad de 77 millas por hora, al alejarse sólo tenía una de 33 á 4; admitamos el número mayor 4. Fácilmente se ve entonces que á las 2 p. m. del día 14 había el vórtice recorrido 12 X 4 48 millas; pongamos 50. Después de las 2 p. m. siguió subiendo, pero muy lentamente, el barómetro hasta las 7 p. m. del mismo día, con un ascenso total en esas cinco horas de sólo 2 milímetros, Ó sea menos de 3 milímetro por hora, por lo que se puede apreciar en no más de 2 millas por hora la velocidad del meteoro entre las 2 p. m. y las 7 p. m. del 14, con un recorrido consiguiente de 2 <5=10 millas. Por tanto, la distancia total re- corrida por el vórtice después de su paso por Pinar del Río hasta que se estacionó fué de 50 + 10 =60 millas, en el punto señalado en nuestro croquis con el número 14 (7 p. m.), y en el cual estuvo toda la noche del 14 al 15. Ese día 14, encontrándose á las 12 del día el vapor inglés Inven- tor en latitud N 24? 40' y longitud W 83? 21', es decir, habiendo avanzado sólo 120 millas hacia el ESE, (1,, del croquis) le so- plaba viento huracanado del E con mar muy gruesa y barómetro 29.58 (751.33). A las4 p. m. se pararon las máquinas y el baró- metro descendió á 29.07 (738.38). En ese momento teníamos en la Habana el barómetro en 747.17 y viento huracanado del S con velocidad de 24 metros por segundo. La pendiente barométrica para el Inventor era de 6 milímetros y en la Habana de 15 milíme- tros por grado de 60 millas náuticas. En el semicírculo derecho, la tormenta era, como debía ser, más desastrosa que en el izquierdo. Octubre 15.—El vapor francés Texas, capitán Boisson, fué al- canzado por el vórtice en latitud 23% 37' N. y longitud 83" 58' W. en la madrugada del 15, en el punto señalado en nuestro croquis 82 CARLOS THEYE con la letra T, el cual dista sólo 40 millas de la situación del vórtice á las 7 p. m. del día anterior; y teniendo en cuenta que el círculo de calma vortical podía tener en ese momento un diámetro de 20 4 25 millas, si no más, se llega á la conclusión de que desde las 7 p. m. del 14 á la madrugada del 15 el vórtice no tuvo movimiento apreciable de avance, permaneciendo estacionario, como nos lo co- municó Mr. Moore en aquella fecha, y como se desprendía de la marcha del barómetro en Matanzas, la Habana y Pinar del Río. También es evidente que á las 12 del día 15 el ciclón conservaba toda su intensidad, Ó con más exactitud, la aumentaba, como se deduce de la velocidad de 20 metros por segundo que tenía el viento en la Habana, á unas 120 millas del vórtice. Por lo tanto ni se internó la tormenta en el golfo, ni perdió nada de su intensidad. Eso mismo decía el observador del Wandsworth, euando 44 ho- ras a. m. del día 15 anotaba que el viento seguía soplando con fuer- za de huracán, y la mar sumamente gruesa, con bruscos saltos del barómetro que á las 3 p. m. alcanzaba su mínima de 29.28 (743.71); en ese momento la altura barométrica en la Habana era de 747.85, la misma que el día 14 á esa hora, lo qne confirmaba el estado es- tacionario de la tormenta, que hemos puesto en evidencia por las observaciones del Texas y del Wandsworth. El capitán Ansoldi del vapor italiano Ganara dice que de las 6 p. m. del 14 á la misma hora del 15 el viento permaneció cons- tante en dirección anmentando en fuerza y con barómetro en des- censo. De suerte que para dicho observador la tormenta permane- ció fija, aumentando en intensidad en el mismo p unto 7. de nuestro eroquis á unas 70 millas de Pinar del Río. Es exactamente lo mismo que observaba Captain Johnston del Crown Prince cuando ese día 15 4 las 12 del día, y encontrándose en latitud 20% 58' N, y 832 55' longitud W., es decir, á 80 millas al S. de Remate, anotaba que el viento continuaba soplando del SW. con mayor fuerza. Ese mismo viento fuerte del SW. experimentaban ese día 15 los vapo- res Glanton y Wandsworth que se hallaban á unas 70 millas al S. de Pinar del Río, aumentando dicho viento durante todo ese día, lo que prueba evidentemente que la intensidad del meteoro aumentaba. Al vapor Inventor que se hallaba á unas 75 millas al NN W. del centro de la tormenta (1,, del eroquis N? 1), lo azotaban furio- sos vientos huracanados del ENE y mar terrible, con continuas lluvias y barómetro en 28,60 (727.44) habiendo hecho el barco EL HURACAN DE OCTUBRE DE 1910 83 rumbo al SW. con objeto de no internarse más en el cuerpo de la tormenta, pero en realidad aproximándose al vórtice por haber permanecido éste casi estacionario, y aumentando su intensidad. Como resultado de este cambio de derrota hacia el SW., el viento huracanado que el día anterior le soplaba del ENE. roló al NE., y á las 8 p. m. de ese día 15 el barómetro marcaba 29.07 (738.37)- Esos tres días 13, 14, 15, estuvo por tanto el Inventor precisa- mente en el camino que debía seguir la tormenta de haberse esta internado en el Golfo; la constancia del viento NE. prueba que ese día 15 permaneció fija la tormenta, lo mismo que revelan las obser- vaciones que anteriormente hemos reseñado de los vapores Ganara, Wandsworth, Glanton, Crown Prince, así como la constancia del baró- metro y de la dirección del viento en Matanzas, la Habana, y Pinar del Río. Octubre 16.—Ese día la tormenta adquirió considerable intensi- dad echando los vientos del SW. al Crown Prince contra la costa en la Ensenada de Corrientes y causando su pérdida total, habiendo bajado el barómetro á las 8.45 p. m. 4 28.45 (722.63). El Texas que se dirigía al SW. siguió ese día envuelto en el área de la tormenta, pero á las 12 empezó á mejorar el tiempo con vientos del NN W, fuerza 8 y barómetro 29.35 (745.49). Para el Inventor que se hallaba un grado de longitud más al Oeste que el Texas y á unas 60 millas más al N. (croquis N* 2), el viento que seguía soplando con fuerza de huracán era del NNE. con barómetro 28.98 (736.00) á la 1 a. m. A las 12 del día comenzó el huracán á moderarse, tanto para el Texas como para el Inventor, porque en ese momento llegó el meteoro al término de su estado de inmo- vilidad, arrancando ya en la segunda rama de la parábola dirigien- dose al ENE. y por lo tanto aproximándose á Pinar del Río. El aumento de intensidad de la tormenta está demostrado por el ma- yor descenso barométrico, tanto en las estaciones todas de la isla de Cuba como en Mérida, y ese hecho no tiene nada de anormal por ser corriente en el momento de la recurva, cuando esta se efectúa en el Golfo de Méjico. El retroceso de los vientos ese día de unos 50% de arco, tanto en Pinar del Río, como la Habana, Matanzas y Mérida (Yucatán) es consecuencia de una fuerte inclinación hacia el SSW. del eje de la tormenta, inclinación que da por resultado la mayor extensión de la calma vortical relativa en dicha dirección, formando, como dice el R. P. B. Viñes en su obra maestra sobre los huracanes de las Antillas, el espacio de calma relativa una es- s4 CARLOS THEYE pecie de elipse, cuyo eje mayor coincide sensiblemente con la pro- yección del eje del ciclón sobre el horizonte. La recurva se realizó, como vemos, en los 23? latitud N., es decir, obedeciendo á la ley de las recurvas que para los ciclones de la 2% década asigna á éstas las latitudes 20-239. Si este ciclón hubiese pasado dicho paralelo internándose en el Golfo sin recurvar, hubiera sido contrario á la ley de las recurvas. Y ya que estamos relatando los hechos ocurridos el día 16, ¿pudo ese mismo día presentarse al Oeste de Remates algún otro ciclón de gran intensidad que se dirigiese al NE. ó NNE.? Para evidenciar lo absurdo de tal hipótesis sólo basta situar la calma vortical de di- cha supuesta tormenta en el punto que el autor de la misma le asig- na, para ver que ese círculo de calma vortical se encontraría tan- gente % cortándolo ó á una distancia sumamente corta, del ciclón anterior, que no podemos dar gratuitamente por disuelto, puesto que las observaciones de los vapores Inventor, Texas, y Crown Prince, y el estado del barómetro en las estaciones terrestres, así como la dirección y velocidad de las nubes bajas no nos lo permi- ten en grado alguno. En un trabajo presentado últimamente á la Academia de Cien- cias por el doctor J. Jover sobre este temporal, leemos una demos- tración muy interesante de esta forma elipsoidal alargada del centro de calma vortical así como de las isobaras, debido á la falta de ré- gimen completamente ciclónico en las corrientes inferiores, com- probada por la disparidad entre las corrientes superficiales y las de las nubes bajas. Admitida la forma elipsoidal de ese centro, y aun sin admitirla, ¿pueden dos centros de perturbación ciclónica de grande ó pequeña intensidad coexistir 4506 60 millas de distancia el uno del otro? Eso no es posible en modo alguno, porque para ello sería necesario ad- mitir la posibilidad de que los vientos corran de la menor presión á la mayor, ó de que alrededor de uno de los dos centros los vientos girasen á la inversa, es decir, de N á S, pasando por el E; ambas cosas son igualmente imposibles, luego es completamente absurda la hipótesis del segundo ciclón. Esa fuerte inclinación Ó nutación del eje en el momento de la recurva es un hecho constante perfectamente estudiado por el P. B. Viñes, y que produce en la trayectoria irregularidades ó curvas secundarias que modifican en grado á veces notable los fenómenos observados, variando la dirección del viento en un arco de 45% 4509, EL HURACAN DE OCTUBRE DE 1910 85 y su intensidad de tal modo que el lado de la trayectoria llamado manejable, óÓ sea el semicírculo izquierdo suele á veces presentar la anomalía de ser la parte recorrida por el temporal que más desas- brosos efectos ofrece á la observación. Y ya que hacemos referencia á los efectos producidos en la tra- yectoria por la nutación del eje, séanos permitido, aunque de modo muy somero, llamar la atención sobre el concepto equivocado verti - do en un artículo que vió la luz en La Discusión del 11 de Diciem- bre atribuyendo á la nutación del eje las oscilaciones acompasadas como de un milímetro de presión en la curva del barómetro, cuan- do, según la autorizada opinión del eminente meteorólogo R. P. Viñes, tantas veces citado por habernos dejado herencia tan rica de observaciones en el campo de nuestra meteorología tropical, ellas son debidas á las rachas de viento que producen continuas alterna - tivas en la violencia de las corrientes aéreas, al mismo tiempo que las compresiones y dilataciones producidas por la onda de expan- sión del chubasco se traducén en el barómetro en la forma in- dicada. En efecto, en la página 181 de su obra, leemos: «Bajo la influen- «cia de las rachas, la columna barométrica toma una oscilación tal «y tan irregular, que dificulta mucho sn lectura; pues apenas es «posible el tomar un exacto promedio. La amplitud de las oscila- «ciones suele ser de cuatro á ocho décimos de milímetro, y algunas «veces mayor ». Reanudemos ahora nuestra tarea de seguir la marcha diaria de la tormenta. Octubre 17. Yin la madrugada de este día entre 2 y 3, se halla- ba el vórtice en segunda rama á la menor distancia de Pinar del Río por el NN W. (croquis número 2), rolando rápidamente el vien- to del SSW. al SW. y W. á las 8 a. m. cuando en la Habana sopla- ba del SSW., demorándonos el vórtice al NW. para pasar á las 3 p. m. al oeste de Sand Key, habiendo producido en la Habana una mínima de 733.33, y en Sand Key la de 28.40 pulg. (721.36), por lo que se ve que pasó mucho más cerca de este último punto que de la Habana. De todo lo expuesto se deduce como muy lógica la tra- yectoria que en el croquis número 2 hemos trazado. El Monthly Weather Review del mes de Octubre, cuyos mate- riales fueron preparados en el de Noviembre y que vió la luz en el de Diciembre, trae la trayectoria que indicamos en el croquis núme- s6 CARLOS THEYE ro 3, por la cual se quiere señalar la causa de la baja iniciada el 16 entre 11 y 12 del día, aproximación que no es absolutamente indis- pensable desde el momento en que puede explicarse dicho descenso por un aumento de intensidad en la fuerza del huracán, conjunta” mente con la inclinación del eje; y es en ese supuesto que el Direc- tor del Observatorio Nacional, Sr. Luis G. Carbonell ha trazado en el Boletín Oficial de la Secretaría de Agricultura, correspondiente al mes de Diciembre la trayectoria de nuestro croquis número 4, que resulta ser prácticamente la misma que la posteriormente indicada en el Meteorologica: Chart correspondiente á Febrero 1911, é indica- da en nuestro croquis número 5. | En el escrito á que aludimos más arriba, el Dr. J. Jover opina que las fuertes presiones existentes en la América del Norte produ- jeron, como causa perturbatriz, una inflexión de la trayectoria hacia el SE., de ahí que el barómetro volviera á empezar á bajar en Pinar del Río desde las 11.45 a. m. del día 15 continuando á la vez el re- troceso del viento al SSW., $S., hasta el SSE. en la mañana del 36, en EL HURACAN DE OCTUBRE DE 1910 87 que el centro de la calma emprendió la segunda ruta, continuando su aproximación de nuevo á la capital pinareña hasta las 2.40 a. m. del día 17, en que alejándose de aquel punto se aproximaba con ra- pidez á la Habana, en cuyas cercanías volvió á recurvar, haciéndo- lo entonces al N. con rumbo á la Florida el mismo día 17. Esta opinión del ilustrado doctor Jover se ve reflejada en e] brazo que aparece en el Monthly Weather Review, de Octubre; paro ignoramos si concuerda por completo con el mismo. Nosotros no hemos alejado el centro de la tormenta el día 15, tanto como lo indica dicho trazo del Monthly Weather Review, casi en los 259 de latitud; porque la marcha del barómetro en Pinar del Río, después del paso del vórtice por dicho punto, no permite ale- jar tanto dicho centro, como lo hemos demostrado, y porque á ello también se oponen las observaciones llevadas á cabo á bordo de los vapores Inventor y Texas, cuyas situaciones el día 17 eran las seña- ladas en nuestro croquis número 2, con las letras / y T. SS CARLOS THEYE Por lo demás, el centro de la tormenta tuvo en realidad un mo- vimiento de aproximación á Pinar del Río desde su posición NN W hasta que pasó por el Norte de dicha ciudad, siguiendo entonces su movimiento de aproximación á la Habana á la menor distancia por NW á las 9 de la mañana del 17 para pasar luego en dirección Norte por el Oeste y muy cerca de Sand Key. Difícil es, desde luego, señalar á una tormenta que ha recorrido grandes extensiones de mar, una trayectceria que sea la exacta ex- presión de la verdad; pero creemos haber contribuído con este tra- bajo á aproximarnos á ella lo más que fuera posible con los elemen- tos de información de que hemos podido disponer y que son, como ya hemos dicho, las observaciones terrestres y marítimas reseñadaS en el Meteorological Chart, las recibidas del Observatorio de Mérida (Yucatán), y las de Pinar del Río, Habana y Matanzas, declarán- donos desde luego dispuestos á aceptar las modificaciones que fue- ren necesarias, si nuevos datos aportados á la investigación así lo exigiesen. Y ya que tantas veces, con motivo de esta tormenta, hase citado al R. P. Benito Viñes, ensalzando sus méritos y echándolo tanto de menos en estas circunstancias, séanos permitido terminar este tra- bajo con las atinadas palabras que en la sesión pública del 13 de Agosto de 1893, celebrada por nuestra Academia de Ciencias, pro- nunciara el distinguido catedrático de nuestra Universidad, doctor Arístides Mestre, en memoria de tan esclarecido miembro de la docta Corporación. «El sacerdote humilde, el férvido creyente que guardaba en su alma aspiraciones y pensamientos santos, el venerable teólogo que en un solo vocablo comprendía lo infinito y lo absoluto, aquel para quien, como él mismo decía, «era grandiosa, y en su misma . ordenada complicación, admirable, como todas las obras de Dios, la máquina de la atmósfera en cuyo seno vivimos, cuyo vaivén y agitado oleaje sentimos, de cuya benéfica influencia tan innume- rables bienes reportamos, y sin cuya vivífica intervención la vida misma desaparecería bien pronto»,—es el mismo que va en busca de leyes físicas y naturales al observar con paso firme los fenómenos atmosféricos, escogiendo rigurosamente los datos aprove- chables, con lógica inflexible en consonancia con las legítimas exi- gencias de la verdad científica, y prestando con tan asidua y frue- tífera labor servicios extraordinarios á la ciencia y al país.» ¿QUÉ PRINCIPIOS DEBEN SERVIR DE BASE A LA ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO PARA QUE RESPONDA AL INTERÉS PUBLICO? 1! POR EL SR. RICARDO RODRÍGUEZ Y MARTÍNEZ I «Disponer de los empleos públicos para medro de incapaces, es lo mismo que mal- versar los fondos públicos. EATON.» La organización del personal administrativo es una materia de gran interés, que merece ser estudiada profunda y extensamente, debido á que los funcionarios forman una verdadera clase social, y una parte muy principal de la población de un país, porque des- empeñan un papel importantísimo dentro de la nación organizada políticamente, dado que de ellos depende la ejecución de la voluntad del Estado, el desempeño de los servicios públicos, etc., etc. Y es tanto mayor esa importancia del personal administrativo, cuanto que su número aumenta de día en día en una progresión que no puede asegurarse hasta dónde llegará. Nuestra aseveración está comprobada por la Historia en su evo- lución al través del tiempo. En otras épocas, el Estado tenía muchas menos atribuciones de las que ahora tiene, y es de todos sabido que el número de em- pleados era fijado dentro de ciertos límites, dado que las funciones y los servicios públicos eran también pocos en número. Puede afirmarse con el notable publicista Kammerer, que la función á que más se atendía en los antiguos tiempos era la militar, en tanto que las otras funciones se encontraban en manos de los ciudadanos, empleos y servicios públicos que eran generalmente debidos á la iniciativa particular. Sin embargo, los atenienses formaron una excepción de esta re- gla; habían creado tantos empleos, que parte de los ciudadanos esta- ban consagrados á desempeñarlos. El ciudadano de Atenas era 1 Tesis para el Doctorado en Derecho Público, leída y sostenida en la Universidad el 12 de Diciembre de 1910. Se publica debidamente recomendada por el Tribunal. 9U RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ absorbido por los negocios públicos, como el funcionario ó el solda- do de nuestra época. Su vida se reducía á guerrear y gobernar: así lo afirma el notable historiador Ch. Seignobos en su notable obra Historia de la civilización antigua. Pero realmente la más importante de las funciones públicas fué siempre en Atenas la militar, como en los demás países. En Roma eran también numerosos los funcionarios, cosa que tenía que suceder dada la extensión de la gran ciudad, que muy pronto llegó á ser Dueña del Mundo y Señora de Occidente. Los inmensos latifundios romanos eran cultivados por hombres que debían contribuir á llenar las arcas del Erario, y esta función económica se encomendaba á empleados nombrados al efecto. La aplicación de las notables leyes del llamado Derecho Roma- no era realizada por magistrados, y no nos son desconocidas las funciones de los pretores y de tantos otros que constituían la ma- quinaria judicial de aquella gran nación. Pero en gran parte los servicios públicos eran debidos á la iniciativa particular. Los ciudadanos acaudalados de las distintas cindades 6 munici- pios romanos hacían á su costa la construcción de puentes, acue- ductos, circos y edificios públicos, como lo prueban infinidad de inscripciones encontradas en los mismos, repartidos por todo el Imperio. Mas, en tiempos de Diocleciano, los empleados fueron más numerosos, debido á la mayor organización que alcanzaran las fun- ciones públicas, y así vemos aumentar el número de los gobernado- res. El Emperador conserva á su lado un pequeño ejército para guarnecer su palacio, guardias de corps, intendentes, criados, ujie- res, emisarios y numerosos secretarios divididos en cuatro despa- chos; estos empleados recibían órdenes directas de los jefes de los servicios. Los gobernadores recibían órdenes y obedecían á dos prefectos del pretorio; los empleados de obras públicas, á los prefec- tos urbanos, los recaudadores de rentas al Conde de munificencias sagradas; los empleados de palacio al Maestre de Ceremonias, y los criados de la Corte al Jefe de la Cámara sagrada. Pero sigue prevaleciendo, conforme hemos dicho, la función mi- litar, á tal punto que los legionarios romanos, aquellos valerosos y temidos guerreros, eran incontables; y su ejército permanente tenía una organización maravillosa, que sorprende. Los tiempos medioevales, esos tiempos oscuros en que la huma- ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 91 nidad parece que duerme en una noche de horribles tinieblas, para despertar con la brillante aurora del Renacimiento, no nos suminis- tran otros datos que el hallarse las funciones públicas en manos de los señores feudales, pequeños soberanos que obligaban á los súbdi- tos y siervos de la gleba á cumplir los servicios públicos. Carlo Magno, el célebre Emperador de los francos y partidario de la tan fracasada obra del Imperio Universal, «tenía funcionarios que podemos dividir en dos clases, ó que pueden ser colocados en dos grupos: en uno el Canciller y los Grandes Oficiales que consti- tuían con el Emperador el Consejo de Gobierno y la Administra- ción Central; en el otro los encargados de la vigilancia y la inspee- ción de una circunscripción local.» * La idea del Estado se oscureció completamente con los fraccio- namientos de la unidad política al surgir el feudalismo, hasta el punto de que las funciones públicas se volvieron patrimoniales y se otorgaron á duques y á condes como beneficios, llegando á ser posteriormente hereditarias, y lo que es peor aún, que fueran obje- to de especulación por parte de la Corona y de los Principados, pues se vendían las tales funciones! Todos los servicios públicos se volvieron privados del Príncipe, dando esto lugar á que reinara la anarquía más completa y que ya conocemos por los estudios históricos. Esta situación duró hasta fines del siglo xty. Mas, cuando la unidad política y la concentración del poder ab- soluto en manos del soberano tiene lugar, después de constantes y terribles luchas con esos pequeños soberanos feudales, las cosas cambian de aspecto y el mecanismo de la vida pública es más com- plicado; por esto, y con el fin de asegurar mejor el funcionamiento de ciertas instituciones de carácter general, se encarga el Estado por sí mismo de organizarlas y administrarlas. Sustituye á la ini- ciativa privada, y de ahí que veamos hoy en día cómo emprende grandes obras públicas, establece ferrocarriles, monopoliza el co- rreo, los telégrafos y teléfonos, construye arsenales, polvorines, etc. Y á esto es á lo que hoy llamamos servicios públicos, los cuales tienden á aumentar de día en día paralelamente con las necesida- des del Estado. Es un hecho cierto que no necesita que nos extendamos en de- mostrarlo. Pues bien, cada nuevo servicio, cada institución que aparece, va 1. KAMMERER, La Fonction Publique en Allemagne. París, 1899, 92 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ acompañada de un conjunto de funcionarios y empleados que au- mentan la inmensa masa burocrática que forma, como antes de- cíamos, una verdadera clase social. Y este fenómeno que observamos del aumento progresivo del personal administrativo es como el reflejo, el clisé de la potencia económica del Estado, pues los presupuestos de cada nación han de estar en armonía con la fuerza productora de su riqueza, de ahí que á mayor desarrollo de riqueza agrícola Ó industrial correspon- de un aumento proporcional de los negocios y por ello mayor suma de gastos públicos indispensables para el mantenimiento y desarro- llo de los nuevos servicios. Porque, como muy bien expone el notable hacendista Flora en su obra Ciencia de la Hacienda: «el aumento de los gastos públicos no es más que la forma numérica, el reflejo, la consecuencia de una ley histórica: el aumento intensivo y extensivo de las funciones del Estado, debido á una mayor ponderación de las necesidades colec- tivas, lo mismo que de las individuales más adelantadas, de narte de la sociedad que ha llegado á un estado más elevado de riqueza y de civilización ». De suerte que al desenvolvimiento intensivo de las funciones absolutas negativas del Estado y al extensivo de las contingentes positivas del mismo, corresponde un aumento en los gastos públicos. Y así es en efecto: el aumento de las funciones trae conjunta- mente consigo un aumento en los sueldos, en los emolumentos y en las pensiones pagadas á los funcionarios, las cuales alcanzan sumas enormes. La Estadística nos demuestra que en Francia el número de los funcionarios ha aumentado en más del doble en los últimos cin- cuenta años, en tanto que la población, por causas que estudia la sociología y que todos conocemos, ha quedado estaciunada. A la enorme cifra de 400,000 funcionarios del Estado francés que nos proporciona una de las últimas estadísticas, hay que agregar unos 130,000 funcionarios departamentales y comunales, ú sea una población de 530,000 funcionarios, con un total de más de seiscien- tos diez y seis millones de francos como importe de los sueldos. En los Estados Unidos de Norte América el crecimiento es aún más rápido, pues de 12,000 funcionarios que había en 1802 alcan- zaba en 1895 la respetable suma de 200,000, habiendo aumentado en más de un veinticuatro por ciento la población, en tanto que la pro- porción del personal ha ascendido á un cuarenta y siete por ciento, ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 93 Fenómeno semejante se observa en el Brasil, en la República Argentina y hasta en Suiza, donde «el pueblo es opuesto á la burocracia». En vuestra bien querida República, los gastos públicos, com- prendiendo el capítulo del personal, ascendían en 1899, época de la primera intervención, ó mejor dicho, de la ocupación ameri- cana, á $15.691,453, en tanto que en el año que ha transcurrido, debido al aumento de servicios públicos que demandan las necesi- dades de nuestra rica nacionalidad, el presupuesto arroja un total de más de treinta y cuatro millones de pesos. De lo expuesto se deduce que la Historia, «la madre de la vida», como dijo Cicerón, nos demuestra el desarrollo cada vez más cre- ciente de las funciones públicas á medida que evoluciona el Estado y cómo, por tanto, aumenta paralelamente el número de los funcio- narios, siendo mayores también los gastos públicos que se originan de tales causas. Por tanto, el Estado, que tantas cargas pesadas se impone para ser servido, tiene el deber de tomar precauciones al escoger á los funcionarios para que realicen bien su función; debe procurarse funcionarios íntegros y obedientes, debe regular los derechos y obligaciones de éstos, protegiendo y garantizando al público de las demasías que en uso de los poderes de que están revestidos puedan realizar los tales funcionarios; de aquí, pues, que se haga necesario legislar, para establecer un equilibrio armónico entre el Estado y los funcionarios, y éstos y los particulares, cosa no siempre fácil, en verdad, como nes lo prueban las muchas lagunas que se en- cuentran al estudiar la legislación comparada. Tal debe ser, pues, la tendencia ó el fin que se persiga al orga- nizar el personal administrativo. No hacerlo así y utilizar los empleos públicos en provecho de facciones políticas, Óó para premiar servicios de esa índole, dejando la delicada maquinaria de la Administración en manos inexpertas, es un grave mal que proporciona muy serias consecuencias y que redanda en desprestigio de la Administración y en perjuicio del país. Es preciso, utilizando una fórmula harto conocida, «buscar los hombres para los puestos »; el mérito debe prevalecer: porque dispo- ner de los empleos públicos para medro de incapaces es lo mismo que malversar los fondos públicos, como dice Eaton, el notable pu- blicista americano, 94 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ TI «Omnia definitio periculosa est.» Refiriéndose nuestro trabajo á la organización del personal ad- ministrativo, no debemos pasar adelante sin explicar lo que enten- demos por tal, y dado que en el capítulo anterior hablamos indis- tintamente de funcionarios y empleados públicos, debemos aclarar la significación administrativa de esos dos términos que á primera vista pudiera creerse que se refieren al mismo concepto, no sien- do así. Es dificil dar definiciones, porque muchas veces no se com- prende dentro de lo definido todo lo que se ha deseado explicar, siendo á veces inexactas é incompletas las que se dan. Ya lo decían los romanos, que tanto se distinguieron en el estudio del Derecho: omnia definitio periculosa est; sin embargo, se hace ne- cesario por lo menos explicar lo que entendemos por los anteriores conceptos y examinar las distintas opiniones de numerosos autores que discuten respecto á la materia, rechazando unas y aceptando las que según el criterio de la ciencia administrativa sean más con- secuentes. : Por personal administrativo debe entenderse aquel conjunto de individuos á cuyo cargo se encuentra el desempeño de las fun- ciones públicas, á los que se ha confiado el delicado mecanismo de la Administración, como decíamos anteriormente. Estos individuos se pueden dividir y se dividen en dos grandes categorías que es preciso distinguir perfectamenté por razones que más adelante apuntaremos. Uno de estos dos grupos lo constituyen los funcionarios y el otro los empleados públicos, que por ser mucho más numerosos que los primeros, constituyen real y positivamente «la base del orga- nismo administrativo », como afirma Posada. ! Hasta hace poco se confundían el concepto del empleado y del funcionario hasta el punto de que legislaciones había y aún hoy existen, que no establecen distinción entre uno y otro, y llegando algunas, como la española, en lo que al orden penal se refiere, á confundir arobos conceptos, provocando esto un estado de cosas á 1 A, Posaba, Tratado de Derecho Administrativo. T. 1, p. 309, ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 95 todas luces injusto; pues se daba el caso de no poderse aplicar la hermosa prerrogativa del indulto perteneciente al Ejecutivo Na- cional, al empleado público que delinquiera en el ejercicio de sus funciones, agravando de este modo la responsabilidad del empleado que por tal causa resultaba irredimible, equiparándosele al funcio- nario público en orden á la responsabilidad. De modo que se hace necesario fijar, de manera perfecta, el con- cepto del funcionario. Concepto que algunos han querido hallar en el hecho de realizar ó desempeñar una función pública, ó bien en la naturaleza de la prestación, afirmando unos que el hecho, de recibir un sueldo del Estado basta para fijar el criterio del funcio- narjo; algunos haciéndolo recaer en el nombramiento y muchos ven al funcionario en el hecho de ejercer el poder público. Pero estas teorías no son aceptabies, ora porque hay funciones públicas que no son desempeñadas por funcionarios, y funcionarios sin función, como el jurado, y los funcionarios excedentes, no siendo por tanto correlativos los términos función, funcionario, como afirma Govín; ya porque el criterio de la prestación puede no ser jurídico y no se puede separar perfectamente el trabajo manual del intelectual, Ó porque hay funcionarios sin sueldo; ya porque el nombramiento no hace al funcionario, pues los hay de carácter electivo, ó ya también porque excluye de la clase que estudiamos á todos los que prestan al Estado servicios técnicos y á los encarga- dos de los actos de gestión sin ejercicio de autoridad. De modo que vemos cuantas opiniones se han expuesto para determinar el carácter del funcionario y ninguna ha logrado tijarlo de manera definitiva. Hay que buscar el concepto áel funcionario en el ejercicio de los actos de autoridad y los de gestión referente á los servicios públicos. Nézard entiende por funcionario «todo ciudadano que bajo una denominación cualquiera recibe libremente de la ley el poder que ejerce de una manera permanente para realizar actos de utilidad pública, Ó para concurrir, en una esfera más Ó menos elevada, con servicios manuales é intelectuales, á la gestión de los intereses co- lectivos de una persona administrativa ». Chante-Grellet y Pichat dicen que son los ciudadanos que depo- sitarios Ó auxiliares del poder concurren á la administración del país y á la gestión de la cosa pública. Por lo que podemos decir que es funcionario, todo aquel que en 96 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ el desempeño de su cargo ejecuta un acto con autoridad ó propen- de á la gestión de las necesidades de los servicios públicos de la comunidad en general. Por empleado entiende Orlando «todo aquel que tiene como obli- gación el servicio del Estado mediante una retribución cou cargo al presupuesto y además hace de la prestación del servicio una profe- sión, dedicando á ella de un modo permanente su actividad física ú intelectual, á fin de proporcionarse los medios de subsistencia eco- nómica. Podemos establecer ya la diferencia entre los dos conceptos que estudiamos. «Funcionario y empleado no son la misma cosa, dice Meucci. El empléado es retribuído y el funcionario puede no serlo. Todo empleado es funcionario lato sensu, pero no vice-versa.» El funcionario, afirman algunos, es el jefe ó agente público y el empleado es el agente privado. El funcionario tiene un papel importante en la administración; el del empleado es secundario. El empleado propone las resoluciones, pero no las adopta; es un auxiliar de la administración, «dedicando á ella de un modo per- manente su actividad física é intelectual...», como dice Orlando en su admirable definición. Nuestra Ley del Servicio Civil, redactada por la Comisión Con- sultiva de acuerdo con la obligación que le imponía el apartado 1% del artículo 1% del Decreto No. 284 del 24 de Diciembre de 1906, tomando como base la legislación americana sobre la materia, dedica sus artículos 11 y 12 respectivamente á definir en preceptos positivos los conceptos de funcionario y empleado, llenando de ese modo una necesidad sentida. Dice: «Artículo 11.—A los efectos de esta Ley se reputan funciona- «rios públicos: «(1) Las personas que por razón de sus deberes como deposi- «tarios ú Órganos del poder, concurren con autoridad y jurisdic- «ción propia ú delegada, al servicio de la administración pública; «(2) Los que por razón de la índole profesional ó de gestión ó «técnica de sus deberes, ejerzan el cargo para que son nombrados «sin la inmediata dirección del Jefe Ó superior del Departamento á «que pertenezcan.» «Artículo 12.—Se reputan empleados las personas destinadas «al servicio del Estado, Provincia Ó Municipio, que auxilíen sin ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 97 «autoridad ni jurisdicción, á la Administración pública, ejecutando «las órdenes y cumpliendo los deberes que, por ministerio de la Ley «Ó mandato de sus superiores, se les asignen.» Pero, como decimos, estas definiciones son positivas, es decir, ellas no son doctrinarias, científicas. Estas se dejan á los juris- tas, á los que estudien científicamente el Derecho Administrativo: aquellos son preceptos legales que han de estar en armonía con la práctica. Esto no significa que dejen de estar basados en los principios que la doctrina enseña. Por eso las apuntamos. Veamos ahora, aunque sea ligeramente, cómo se clasifican los funcionarios como elementos del organismo administrativo. El notable publicista español Adolfo Posada establece una cla- sificación completa que nos parece muy acertada y que expondre- mos aquí, porque en el curso de esta tesis, habremos de hacer refe- rencia á la tal clasificación en lo que se refiere 4 algunos de sus términos. | Clasifica á los funcionarios en representativos y profesionales ó burocráticos. Los primeros suponen la intervención del elemento social en la vida del Estado. Distingue entre autoridades y agentes, refiriéndose á las facul- tades político-administrativas, exponiendo la distinción que hace Meucci respecto á los agentes, en técnicos Ó facultativos y meros auxiliares. Los funcionarios pueden ser de la administración cen- tral, provincial ó municipal, según que presten sus servicios en ca- da una de dichas esferas. Considerándolos además como individuales Ó colegiados, acti- vos y consultivos, generales Ó especiales, electivos Ó de nombra- miento, inamovibles, temporales Ó permanentes, según que se atienda á la constitución numérica del empleo, ó al carácter y valor de sus decisiones, Ó á la naturaleza política de sus funciones, ya al origen de la relación de la función, ó á la condición jurídica de los funcionarios, ó, por último, al tiempo de la duración del seryicio. Agregando á éstas otra clasificación referente á la situación del funcionario que puede estar en servicio activo Ó pasivo, y éstos co- mo aspirantes ó excedentes, en cuerpos organizados, Ó como cesan- tes, retirados ó jubilados por edad ó inutilidad. Con esto damos por terminado lo relativo al concepto del fun- cionario para pasar á estudiar la naturaleza jurídica de la función 1 ADOLFO POSADA, Op. Cif., T. I, pg. 309 y sgts, 98 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ pública, examinando el lazo, la relación que une al funcionario con el Estado. Materia que no podemos pasar por alto, por ser de gran interés en el estudio de la forma en que debe organizarse el personal admi- nistrativo para que responda al interés público. La mayor parte de los autores y tratadistas del Derecho admi- nistrativo han dedicado muchas páginas de sus obras al estudio de las diversas teorías que sobre la materia se han expuesto. Claro que á priori existe entre el funcionario y el Estado una relación de representación; puesto que en interés y en nombre de éste es que obra el funcionario, por lo que debe ser capaz para des” empeñar su función, debiendo responder de su conducta represen- tativa. * Porque la relación existe entre el Estado y el funcionario, y no entre éste y el empleo, como erróneamente opina Giriodi, porque ella no tiene personalidad jurídica. ¿Cuál es, pues, la naturaleza jurídica de la relación entre el fun- cionario y el Estado? He aquí la pregunta que ha motivado tantas opiniones, las cua- les pueden ser colocadas en dos grupos, como lo hacen Kammerer y Govín. ? Teorías de derecho privado y de derecho pííblico. Los que sostienen las teorías de derecho privado general, afir- man que el lazo que une al funcionario con el Estado es un contra- to; no siendo el nombramiento otra cosa que el acto que demuestra la existencia del tal contrato. Pero no todos están conformes respecto á la determinación del derecho que nace del contrato, y discuten sobre si es real ó per- sonal. Hariou opina «que el derecho de la función pública se ha orien- tado siempre hacia el lado del derecho real. Del Estado se hace un objeto público, que pertenece al que lo administra, fraccionán- dose por tanto el poder público. » Esta teoría tiene su origen en la Edad Media; en ésta, como de- jamos apuntado anteriormente, la soberanía fué patrimonial y fraccionada, características éstas de la institución medio-eval á que hemos hecho referencia. Más adelante se instituyó el sistema de los oficios enagenados de la Corona, que tenían el carácter de bienes inmuebles. 1 POosADA. Op. cit. 2 KAMMERER, Op. cit. Govyín, Elementos de Derecho Administrativo. 'T. 1, ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 99 Ahora bien, ¿qué derecho real se constituye, la posesión ó la propiedad ? Hariou afirma que la posesión, pues el funcionario posee la fun- ción por tiempo indeterminado. Y se explica la posesión por una concesión de precario, por una donación, y por un arrendamiento de cosa. Si aceptamos lo primero, nos explicaremos la facultad de remo- ver al funcionario, mas no la retribución, como tampoco algo que es esencial en la materia: que el Estado escoja personas idóneas pa- ra el desempeño de los cargos públicos. Si lo segundo, podría estimarse que de ese modo se limita, se priva al Estado de separar libremente al funcionario; ello no es así, pues sabemos que hay causas de revocación de las donaciones por ingratitud, por falta de cumplimiento de las condiciones impuestas, y entre éstas podría encontrarse la de no renunciar el cargo, que es una libertad que concede la ley. La tal teoría de la donación tuvo su origen, como la anterior, en la Edad Media. En ella, como dice Govín, se ve la influencia de la institución feudal, en lo que al be- neficium se refiere. Y lo tercero, ó sea la teoría de la locatio con- ductio rerum no puede aceptarse, porque la función pública no es una cosa, por tanto, no es posible arrendarla. Los que entienden que el derecho real es la propiedad, están influídos como los anteriores, por el derecho feudal. La soberanía se hallaba concentrada en el Príncipe, el cual disponía de la función pública, pasando de éste al funcionario. Hoy en día no es admisi- ble esta teoría. En tal concepto, no cabe admitir que la función pública es una cosa, y que, por tanto, no puede ser objeto de apropiación. Frente á los que admiten la existencia del derecho real se en- cuentran los que afirman que el tal derecho es personal y entienden que nace de un cuasi contrato, (la gestión de negocios) del manda- to, y del arrendamiento de servicios. La teoría de la gestión de negocios se aplica á la función públi- ca en las sociedades primitivas. Asídice Balicki: « La función del Jefe Supremo fué en su origen una gestión de negocios. la represen- tación de un grupo organizado con relación á sus intereses concor- dantes ó divergentes ». Pero, realmente, no es posible aceptar esto, debido á que, «conforme al derecho de las sociedades primitivas, no están obligados los conquistadores ó usurpadores hacia aquellos á quienes se imponen por la fuerza, obran por cuenta propia ». Ade- 100 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ más la función no se altera aunque el funcionario haya desapareci- do, pues aquélla no depende de éste, sino de la ley que la creó. Los que afirman la teoría del mandato, dicen que la función pú- blica es una delegación de la soberanía, siendo el origen de la tal delegación la elección, la cual constituye el mandato. Por tanto, resulta que la función se ejerce por un mandato: el electivo. Mas esta teoría hay que rechazarla, porque el elector no puede realizar por sí lo que el funcionario realiza, y como preci- samente en el contrato de mandato no hay más que una sola per- sonalidad jurídica, la del mandante, resulta que no es posible acep- tar la teoría del mandato electivo. Además, en muchas legislaciones como en la alemana. por ejem- plo, no puede ser revocado arbitrariamente el funcionario, sino me- diante procedimientos especiales, y claro es, que si esto es así, te- nemos que se falta ó que no se cumple una cualidad del contrato que faculta al mandante para revocar el poder. La otra teoría es la del arrendamiento de obras Ó de servicios, que tuvo su origen en las monarquías de carácter patrimonial. «El Estado—dice Prinker, —se presenta como fisco cuando rea- liza actos jurídicos con la mediación de sus funcionarios. Esta doctrina se aplica á los funcionarios. El funcionario realiza con el Estado el contrato de arrendamiento de servicios. Mas esta teoría cede por su base desde el momento que no puede ser aplicada á los funcionarios de autoridad y además resultaría perjudicial para el interés público, porque se observarían las normas que rigen los in- tereses particulares, y habría entonces que reconocer al funcio- nario el derecho de levantarse en huelga, derecho que, dicho sea de paso, parece que hubo de concederse aquí cuando la desastrosa huelga de empleados nocturnos de la Secretaría de Obras Públicas pertenecientes al ramo de limpieza de calles. Estas son, en líneas generales, las teorías del Derecho Privado General, que se aplican para determinar la relación entre el fun- cionario y el Estado; frente á ellas se colocan las teorías que deri- van del Derecho Público, las cuales, en opinión del notable trata- dista Kammerer, conducen al mismo resultado práctico. Entre éstas tenemos en primer lugar la llamada de la «coac- ción legal, 6 constreñimiento al servicio del Estado, ó sea, la que entiende que éste no puede subsistir sin la utilización de sus miem- bros, y en tal virtud el ciudadano tiene la obligación de prestar su concurso de grado ó por fuerza cuando sus servicios fueren recla- ORGANIZACIÓN DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 101 mados por aquél». Esta teoría, expuesta por autores antiguos, fué sostenida en 1788 por Malacord, que admitió en principio la obli- gación de prestar servicios, pero debiendo aplicarse en casos excep- cionales. Otro autor, Seuffter, hace consideraciones sobre la misma acep- tando el principio de prestar servicios, en absoluto, cuando sea re- querido para ello. Y decía: «Cualquiera que haya nacido dentro del Estado y ten- ga la intención de pertenecer á él, adbpta tácitamente, en cambio de las ventajas que obtiene por su participación en la sociedad, la obligación de servir al Estado, es decir, á concurrir con todas sus fuerzas particulares, al fin último del Estado. Mas, fué en 1808 cuando Gónner fijó definitivamente la teoría de la coacción legal. Adquirió numerosos partidarios; mas en la actualidad ha sido totalmente abandonada. Parte del principio ya expuesto y prescinde de toda idea con- tractual; hacerse funcionario es obedecer una orden. Tiene gran superioridad sobre la teoría de Seuffter, que admite el consentimiento, cosa absurda, pues no se explica, qué clase de consentimiento es el que presta el funcionario. Si lo aceptamos, sería lo mismo que admitir que «una persona á quien un ladrón le pide la bolsa ó la vida, al dar su bolsa, consienta y realice un acto contractual con el asaltante ». Esta teoría no puede admitirse; hija de la Revolución Francesa y basada en las doctrinas de Rousseau, tenía algo de ideal y de fic- bicio, dado que fué creada en aquellos tiempos en que los grandes autores franceses de 1789, partían de las doctrinas del filósofo gi- nebrino. Al caer éstas, cayó la teoría de la coacción legal. Pasemos al examen y exposición de las demás teorías. La relación legal de la función se crea, como toda relación pú- blica en un Estado, por uu acto unilateral del poder público, en opi- nión de Zacchariae. Tal es el nombramiento, que no necesita acep- tación, la cual, en sentir de algunos, sirve para asegurar la ejecu. ción del empleo, pues si no se acepta, quedaría sin efecto el tal nombramiento. Ahora bien, el consentimiento de dos personas no basta para constituir contratos: el matrimonio, la naturalización, etc., son pruebas de ello. «La función pública no se explica sino en interés del Estado ». Opinan algunos que el régimen creado por el nombramiento es le- gal unilateral, y que el nombramiento es una concesión que hace el 102 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ poder público de una parte de su poder. Mas, esta teoría conside- ra la función pública como una cosa incorporal, siendo éste su gran defecto. En primer lugar, porque el dominio público no compren- de cosas incorporales, y porque el Estado no puede tener derechos de dominio más que como persona jurídica, y la función pública no es un bien patrimonial. Laband opina que la relación entre el funcionario y el Estado se basa en el deber de fidelidad, siendo el juramento la fuente de la autoridad del Estado respeeto del funcionario, encontrándose la función regulada por la ley. Berthelemy distingue entre la función de autoridad y la de ges- tión. En la de autoridad no entra ningún elemento contractual y en la segunda rige el arrendamiento de servicios, agregando Ne- zard, además, el mandato. De modo que de aquí se desprende que los funcionarios de auto- ridad pueden ser separados por un acto unilateral del poder pú- blico, no así los de gestión, porque media un contrato. Los fun- cionarios de autoridad quedan obligados á seguir las tendencias gubernamentales, mientras que los de gestión cumplen con respetar la Ley y desenvolver sus aptitudes en beneficio del servicio, dado que su fanción es administrativa. Duguit encuentra esta teoría aceptable. Ella expresa la ten- dencia merced á la cual se desenvuelve la institución de los agentes por un acto unilateral. Laband admite «el carácter complejo del nombramiento, con- trato para la función pública y acto unilateral del poder público para el empleo.» El problema del carácter unilateral Ó contractual del nombra- miento de los agentes no puede resolverse teóricamente. «Por haber evolucionado bajo el imperio de los mismos factores el carácter del nombramiento, la situación subjetiva ú objetiva del agente y la naturaleza de sus atribuciones, han considerado la ma- yor parte de los autores que hay estrecha relación entre dichos elementos de la función pública. Hay correspondencia entre ellos, no porque el uno sea causa del otro, sino porque todos tienen la misma causa. «Siempre que un servicio pasa á figurar entre los obligatorios de un Estado, se observan tres fenómenos concomitantes en diver- so grado: llega á ser unilateral el nombramiento del agente encar- gado del servicio; su situación es objetiva, esto es, regulada exclu- ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 103 sivamente por la ley; y por regla general, adquiere competencia para realizar actos unilaterales ó de poder público. » ! Tal es la conclusión á que podemos llegar. Realmente, si nos preguntamos cuál es la importancia de la con- btroversia entre autores y tratadistas que ligeramente hemos ex- puesto, tendremos que confesar, cierba y positivamente que ella no tiene importancia práctica; pero no deja de ser por esto inte- resaute. Si admitimos que las teorías de Derecho Privado General con- vienen, habrían de aceptarse con todas sus consecuencias, muchas de ellas funestas. Las teorías de Derecho Público nos llevan al mismo punto y de ellas debemos desechar la de la coacción legal, porque verdadera- mente conduce á un absurdo. Es opuesta á la libertad, convierte al ciudadano en esclavo, lo que se opone á las ideas modernas y precisamente también, á las ideas existentes cuando fué creada. Libertad, igualdad y fraternidad, son las palabras que justifican la Revolución Francesa, de la cual, como hemos apuntado ya, la tal teoría es hija legítima. ¡00 la idea de que la educación, la instrucción, las aptitudes, la ex- periencia, deben constituir títulos para alcauzar en la sociedad y en las esferas de los gobiernos el puesto que es razón que co- rresponda á esos superiores, con tanto más motivo cuanto que, de no establecerse un criterio de aptitud intelectual para las al- tas colectividades sociales, nos encontraríamos con que todos, en una sociedad se habrían de creer con derecho á todo, y cuan- do en un pueblo todos se creen con derecho á todo, acaban por pensar que deben forzosamente obtener aquello á que se creen con derecho y entonces damos en la imposibilidad y la catástrofe, porque es claro que por muy ancha y pródiga que quiera ser la mano que dé, no es posible dar todo á todos.» Mo... con...... o... nooo 2. enoonnoopsoronsrrprrsrsrsarrraronarnnsars. sono poossson. (DR. PABLO DESVERNINE Y GALDÓS. Discurso leído en el acto solemne de la Apertura del Curso Académico de 1910 á 1911. Universidad Nacional. Habana.) Una de las más terribles plagas que pueden azotar al Estado, es la burocracia inepta, la más perjudicial de todas, porque, como ya dejamos dicho, conduce á la ruina de la nación y al desprestigio 1 Govín. Op. cit. 104 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ de la función administrativa. Y ello es evidente: los funcionarios son los ejecutores de los principios del Derecho Administrativo; de nada sirve, que las leyes estén bien inspiradas, que fueran dictadas con móviles virtuosos y desinteresados en beneficio del procomún, si los que han de aplicarlas tergiversan su sentido y su espíritu, si van contra él, por malicia Ó por lo que es aún más triste, por ignorancia. La burocracia es necesaria, es conveniente, cuando ella está bien organizada: entonces es muy posible que los males de la Adminis- tración disminuyan ó desaparezcan por completo. Sabemos que respecto á la implantación del sistema Ge la buro- cracia hay quien afirma que tiene grandes inconvenientes, porque priva á los ciudadanos de intervenir en la cosa pública, porque el Gobierno debe cultivar entre los individuos que forman la naciona- lidad, entre el pueblo, una lealtad patriótica, un interés por la cosa pública que es imposible lograr por medio de la burocracia. El ciudadano le toma horror 4 la administración, no siente por ella absolutamente sentimiento alguno que le obligue á tomar parte en la misma; la burocracia tiende 4 fomentar el espíritu de clase entre los ciudadanos, lo que es perjndicial en extremo. Los que tal opinan, se deciden por el sistema de self-government, de autoad- ministración, el cual hace cesar esos inconvenientes, dando al ciudadano un papel activo en la administración; pero también tiene grandes inconvenientes, pues por lo general se hace imposible este sistema, dado que hay puestos que requieren una gran competencia técnica Ó consagración constante de funcionarios hábiles. Y he aquí la causa por lo cual se hace necesaria la burocracia. Ahora bien, entendemos nosotros que los males de la burocracia, esos á que antes hacíamos referencia, no son debidos á otra cosa sino á la pésima organización que á la misma suele darse. Es evi- dente que un personal administrativo bien organizado responde á las necesidades de la colectividad, al interés público. Y así dice Goodnow !*: «La cuestión es saber, no si tendremos una burocracia —porque debemos tenerla por la fuerza de las cosas—sino cómo ha de organizarse para darle las mejores proporciones que quepan y cortar los males que generalmente la acompañan. Sobre todo, hay que gnardarse de no organizar la burocracia con arreglo á los prin- cipios aplicables al sistema del self-government. Si han de pagarse sueldos, ha de exigirse también aptitud profesional y la consagra- 1 GOODNOW. Derecho Administrativo Comparado. ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 105 ción de todo el tiempo á los deberes del cargo, puesto que la única razón para dar el sueldo es que el funcionario no se gane la vida de otro modo. Los cargos deben desempeñarse durante largos perío- dos y no por cortos plazos como en el sistema del self-yovernment. No debe permitirse que degenere en tarea mecánica lo que ha de ser una profesión. Por último; el sistema debe organizarse de modo que el pueblo de quien procede el poder gubernamental y en cuyo beneficio ha de ejercerse ese poder intervenga en la obra de la bu- rocracia, para que las aspiraciones reflexivas de la comunidad ten- gan su expresión en la acción administrativa. Hay, pues, que organizar la burocracia adecuadamente, por medio de leyes al efecto que sean favorables á la administración, que tiendan franca y positivamente á poner obstáculos á la entrada de los osados, de los funcionarios ineptos en la administración. Y esto se ha pretendido desde mucho tiempo por la mayor parte de los gobiernos del mundo civilizado. En todas partes existen esos aventureros, que, parásitos del Estado, pretendea vivir á sus expensas acarreando tantos y tantos males que por desgracia hemos palpado y seguiremos palpando. La obra de los gobiernos de los distintos países para impedir la invasión de los ineptos ha existido, pero nunca se han cumplido las disposicionez á ello tendentes. El título XXII del Libro III de la Novísima Recopilación trata de los pretendientes de oficios y empleos públicos, hallándose en él algunas leyes que prueban que en la nación española, es vicio anti- guo la empleomanía, vicio que parece haberse trasmitido fatal- mente por ley de herencia á los países hispano-americanos. La Ley 11, dada en 1588 por Felipe II, ordenaba á la Cámara que pusiera cuidado en la provisión de oficios «porque hay muchos que con pocas letras y menos entendimiento y sin las partes que se requieren, pretenden con mucha importunidad negociación y favor.» Y Carlos III en 1785 decía: «Ha llegado á hacerse insoportable la desordenada concurrencia á mi Corte de pretendientes de rentas, pues además de la confusión que causan con sus importunidades en los Ministerios y oficinas, turban los servicios para buscar empleos que hagan infelices á sus familias», y siendo importante poner re- medio á estos males, se mandó á atender á los que más se distin- guieran é hicieran las solicitudes desde el lugar de su destino. En 19 de Agosto de 1825 dió Fernando VII una Real Orden 106 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ previniendo que no fuesen admitidos en los destinos sino los indi- viduos que reunieran ciertas circunstancias, á fin de que no fueran agraciados los que carecieran de conocimiento é idoneidad necesa- rias, y, haciendo cesar el error en que muchas se hallan, de que en obteniendo el nombramiento para cualquier destino, ya se tiene toda la aptitud necesaria para servirlo, ó que basta contar muchos años de servicio para ser un buen empleado. Veamos cómo los monarcas españoles se interesaban por tan vital cuestión dictando disposiciones como las citadas. Pero des- graciadamente con éstas pasó lo que con las célebres y ponderadas Leyes de Indias, que ciertamente no podían ser mejores para las colonias y á pesar de ello, se tergiversaron y se faltó á su espíritu hasta el punto que conocemos; vicio éste, que, como el anterior, parecen haberlo heredado los propios pueblos antes citados y muy particularmente los cubanos, que por cierto sentimos las consecuen- cias de una burocracia inmensa é inepta en su mayor parte. Es preciso organizar la burocracia con asignaciones especiales á la labor que desempeñen los funcionarios y al prestigio del cargo. Señalarles pingies emolumentos á los funcionarios, es, además de inconveniente para la administración y para el país, un mal grande, porque el hombre, tiende á ganar lo más con la menor dedicación y trabajo. Es la ley del menor esfuerzo. Y es evidente que la industria, el comercio y la agricultura sufren por la falta de ele- mentos que por ellas se preocupen. Y cuidado que estas tres ramas del trabajo humano rinden grandes cantidades á los que las cultivan. ¡Ah!, pero ese rendi- miento es un futuro incierto, es muy costoso, requiere dedicación constante, mucho trabajo, muchas fatigas, y es más fácil escalar un destino público mediante poderosas recomendaciones para no hacer nada, que arar la tierra, dedicarse al cultivo, á la industria, al co- mercio, etc., etc. Problema que ciertamente se complica y aumenta, con la ten- dencia que há tiempo observan los sociólogos; esto es, la afluencia de personas á las ciudades, en lo cual muchos ven algo muy grave, y ciertamente no les falta razón. Es preciso, pues, ya que el Estado se ve embarazado por la afluencia de candidatos á los destinos públicos, exigir ciertas con- diciones que hagan muy difícil el acceso á las funciones públicas. Porque el Estado no necesita obligar 4 los ciudadanos para ejercer la función pública, como afirmaba Gónner, por el contrario son la ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 107 industria, el comercio, la agricultura, etc., etc., las que necesitarían de esa exigencia. Y esas condiciones deben ser las siguientes: 1? Una conducta excelente. Ello es natural; es preciso que los funcionarios sean dignos de la confianza del Estado, y esta con- fianza no se puede depositar en hombres perversos, de conducta desarreglada; no podría nombrarse para manejar alguna parte de la Hacienda Pública á un hombre declarado pródigo, pues segura- mente no podría exigirse responsabilidad al que de tal modo pro- cede con sus propios bienes. ¿Cómo podrá nombrarse á un al- cohólico, ó á un degenerado por los vicios para desempeñar cargos públicos? Mientras más prestigio tenga el funcionario, más pres- tigiosa será la administración, y á la inversa, la administración carecerá de prestigio si sus funcionarios son hombres de conducta desarreglada. Es, pues, evidente y se hace necesario por todos conceptos, que los empleados sean hombres dignos, pundonorosos, honrados y prestigiosos. Lo contrario es atentar contra la admi- nistración, y á la postre, contra la patria. 2% La ausencia de antecedentes penales es claro que debe ser otra de las condiciones que deben exigirse. No debe un indultado de la pena que se le impusiera por un delito, entrar á formar parte de la clase de los funcionarios. Es necesario exigir ausencia de antecedentes penales. Pero en esto debemos hacer una distinción. Hay delitos que la ciencia penal no califica de criminosos, que no llevan intención de delinquir: á éstos claro está que no debe aplicarse tal requisito. El derecho penal acepta además ciertos delitos cuyos ejecutores no son considerados criminales; tales son los delitos políticos que no debieran ser considerados como antecedentes al efecto de tener acceso en la función pública. Ahora bien, los antecedentes de los demás delitos, tanto los de daño inmediato universal, como los de daño inmediato particular, deben ser considerados como un impedimento para entrar á prestar servicios públicos. 37 Debe exigirse á los funcionarios una capacidad profesional suficiente. La prestación de servicios en la función pública requiere una especial preparación. Consecuente con lo que venimos diciendo, es preciso exigir mucho á los funcionarios públicos en lo que á ele- vación de la cultura intelectual se refiere. 108 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ Ya lo dice Kammerer: «El atractivo de las funciones públicas es en el día tan grande, que resulta un peligro para la sociedad y muy particularmente para ciertas clases de la misma. Si es indispensa- ble tener buenos funcionarios, es desagradable ver multitud de já- yenes que se dirigen á determinados destinos, porque exige poco trabajo y escasa responsabilidad, con perjuicio del comercio y de la industria, teniendo el gran inconveniente de que se aumenta el nú- mero de empleos inútiles para satisfacer á los amigos. Un solo medio hay para impedir esto: hacer dificilísimo el acceso á la función pública por medio de exámenes y de oposiciones.» Todos los tratadistas están conformes en que el único medio de cerrar el paso á la ignorancia atrevida es exigir una prueba de la capacidad del individuo que desea entrar á formar parte de la Ad- ministración pública. Para ello existen tres sistemas. El primero consiste en establecer un escalafón muy bajo, acce- sible á todos, á partir del cual se elevan poco á poco en la jerarquía administrativa, hasta llegar á los puestos superiores. Conviene más con los principios de la democracia, dicen los man- tenedores del mismo, sosteniendo é invocando las máximas de la igualdad, y estiman que los funcionarios adquieren en esos puestos inferiores conocimientos profundos. Esto no es tanto así, por cuanto que salvo contadas excepcio- nes, resulta imposible suplir en la edad madura la falta de instrue- ción general de la juventud. Los funcionarios deben no solamente conocer la práctica admi- nistrativa, sino unir á ésta sólidos conocimientos de ciencia económi- ca, política, de buen gobierno; pues de lo contrario la carrera admi- nistrativa degenera en rutinaria y mecánica. Por tanto debemos rechazar este primer sistema que hemos expuesto, y en cuanto á ser más democrático y conforme con la igualdad, no lo creemos nos- otros así. La democracia verdadera consiste en el gobierno de los más capacitados, de los mejores. Cosa esta que pueden llegar á ser todos los ciudadanos que forman la nación. A nadie se priva de que se instruya y eduque para que pueda conseguir ese fin. Por otra parte, por encima del interés particular está el interés general, y éste pide la dirección de los más capacitados, porque de ese modo se logra una administración inteligente, redundando ello en interés de todos. El segundo y el tercer sistemas son de selección. ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 109 El primero es el de exámenes y Oposiciones entre los candidatos que deseen ingresar en el servicio del Estado. El tercero exige una preparacion previa, universitaria, ó en otro centro docente donde se proporcione á los individuos una sólida cultura y donde se estudien diversas materias cuyo conocimiento es conveniente para la buena marcha de la administración. Después de adquirido el título se verifican, caso de ser necesa- rio, exámenes y Oposiciones entre los titulares. Hagamos un ligero estudio de estos dos sistemas para decidirnos por el más conveniente á la organización del personal administra- bivo. El sistema de exámenes y de oposiciones tiene la ventaja de ce- rrar el paso á los ineptos, á la ignorancia, pero da entrada á la me- diocridad. Alexamen, tras el señalamiento de las asignaturas que han de ser objeto del mismo, se presentan los candidatos á título de suficiencia. La oposición de la misma manera se realiza entre los que deseen aspirar á los cargos para los cuales hay pretendientes en demasía. A nosotros nos parece inconveniente por muchas razones. Sabemos lo que son esos exámenes á título de suficiencia. Es muy fácil en ellos sorprender al Tribunal examinador y por eso no es posible que se llegue á conocimiento de que el examinado domi- na las materias que se exigen. La mayor parte de estos examinados se preparan en corto tiem- po para sufrir examen y llegan á él pudiendo contestar las pregun- tas y temas con los conocimientos adquiridos durante la prepara- ción. Se ha definido ingeniosamente la preparación á examen como un cáleulo de probabilidades basado en la psicología, en el estado aní- mico de los examinadores. Hay mucha verdad en esta afirmación, porque ese estado puede ser favorable ó desfavorable según el indi- viduo, quien por obra parte no conoce á los examinandos y va á juzgar á los que se presentan conforme á las circunstancias. En todo examinador influye mucho el estado de su espíritu, siendo po- cos los que pueden mantener su ecuanimidad. Si ello es así, claro está que es perjudicial este sistema. Por otra parte, hemos dicho que por muy bien inspiradas que es- ten las instituciones, si se cumplen contrariando su espíritu y la finalidad que se perseguía, la obra del legislador resulta estéril y perjudicial, 110 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ En muchas ocasiones los examinadores nombrados por el Go- bierno serán personas muy honorables. Pero en otras, acaso las más, esos examinadores oirán seguramente recomendaciones exter- nas, sentirán al dictar su fallo el peso de las influencias de los po- derosos y acaso sean muy pocos los que á ellas resistan. Es eviden- te que entonces la obra cae por tierra, la ignorancia invade la administración, y lo que es peor y más triste aún, la invade á tí- tulo de suficiencia ! Nosotros tenemos buena prueba de lo que dejamos dicho, con el desastroso resultado de los célebres Exámenes de Maestros Publi- cos. Hemos visto los inconvenientes de los mismos, vimos como se prestaba al favor político y como un ramo tan importante cual la instrucción primaria hubo de quebrantarse hasta el punto que se ha hecho necesario pensar en la organización de las Escuelas Norma- les para que cese el estado de cosas existente. Pensamiento que se ha traducido en un proyecto de Ley que espera únicamente el es- tndio y la sanción de nuestro Congreso Legislativo. Debe desecharse, pues, por estas razones, cl sistema de exá- menes á título de suficiencia. La preparación en un centro docente parece mucho mejor. Estos centros están sometidos á un plan de enseñanzas que ha sido objeto de cuidadoso estudio por sabios pedagogos, y el alumno que concurra al mismo adquiere con el desarrollo de sus poderes men- tales una instrucción sólida y verdadera. Se nos dirá que el título no da ciencia, pero la supone. In esos Centros el que no sabe no pasa. No hay el peligro del examen, pues aunque realmente en ellos existen, en la actualidad no son más que pura fórmula. Las calificaciones vienen hechas del curso. El profesor durante el año de estudios se da cuenta de la capaci- dad del alumno, tiene tiempo de estudiarlo, lo conoce, sabe si es laborioso, etc. Los trabajos de clases, los temas, las conferencias, las controversias y discusiones sobre puntos determinados, todo ello propende al cultivo de la inteligencia y de la ciencia que se es- tudia, y cuando llega el examen el Tribunal califica según el curso, aunque dicho acto sea desgraciado, por causa del temperamento nervioso del individuo. Además las explicaciones del profesor exponiendo las últimas ídeas sobre la materia, aconsejando obras de consulta, etc., ebc., propenden á la mayor ilustración y cultura. Los estudios están divididos en cursos, guardándose el orden de ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 111 prelación necesario; se estudia con orden y no aglomerando cono- cimientos «prendidos con alfileres », permítasenos la frase vulgar porque es muy gráfica. De ese modo se obtiene que el individuo euando sale de la Universidad, del Instituto ó de Centro análogo tenga una sólida preparación. Después de esto deben venir los exámenes, las oposiciones y el concurso para que sean los mejores los que obtengan los destinos públicos. En Alemania se exige una buena educación secundaria y tres años de Derecho en alguna Universidad. El resultado de tales estudios se prueba ante una comisión examinadora, siendo el exa- men oral y escrito, versando sobre materia de Derecho Privado y Público, Historia Jurídica y Principios de Ciencia Política. El alumno debe escribir una disertación sobre un tema general dándosele para ello seis semanas, acreditando que la obra es suya. Si el resultado del examen no es satisfactorio, es admitido á él] después de seis meses. Si sale airoso, la aprobación del examen es el comienzo del aprendizaje práctico. Tal es el sistema alemán. Se es en Alemania muy exigente en cuanto á la instrucción profesional. El estudio universitario de Alemania se critica mucho, porque los alumnos pasan la mayor parte del tiempo en el servicio militar y porque se exigen asigna- turas innecesarias como el Derecho Romano, por ejemplo, conve- niente para estudiar el Derecho Privado General, por basarse éste en aquél, pero inútil para el estudio de referencia. Apesar de ello, en Alemania existe el mejor cuerpo de funcio- narios de Europa, dando el sistema ventajosos resultados. Esta preparación universitaria se exige para los funcionarios del servicio superior, exigiéndosele á los subalternos una prepara- ción inferior. Debemos, pues, dado lo expuesto, decidirnos por este último sis- tema, por ser muy conveniente al fin que se persigue. Pero no á todos los funcionarios puede exigírsele lo mismo, por- que todos los cargos no son iguales. Dado el gran número de funcionarios, es necesario establecer entre ellos distinciones, para exigir una preparación adecuada á la función que se desempeñe. Los funcionarios político-administrativos no necesitan de pre- paración universitaria. Basta con el favor del Gobierno. Ellos son los funcionarios que han de cumplir el programa gubernamental. 112 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ Esos altos destinos recaen en personas que ya han sido experimen- tadas, que tienen vida pública y en ella han demostrado sus dotes intelectuales. Deben, pues, ser nombrados y separados según las orientaciones de la política. A los altos funcionarios administrativos debe exigirse una pre- paración universitaria, tres años de Derecho en la Universidad, y la práctica necesaria que deberá ser por lo menos de dos años, para sufrir después, en caso necesario, la oposición consiguiente á obte- ner el cargo á que aspiran. Ellos son altos funcionarios de la nación y debe, por tanto, exi- gírsele una cultura en relación con la importancia del cargo, y por- que han de resolver cuestiones de gran interés para la vida del Estado. A los funcionarios subalternos y auxiliares debe exigirse, no la preparación universitaria, sino el bachillerato con el estudio de otras asignaturas, como Economía Política, Hacienda Pública y rudimentos de Derecho Político, Administrativo, ebc., etc., y algu- nas otras materias, necesarias para completar la cultura en un fun- cionario de esa clase. Los funcionarios que pudiéramos llamar inferiores, los que tie- nen que desempeñar tareas mecánicas, desde el escribiente, ama- nuense ó copista, hasta los ordenanzas y mensajeros, deben única- mente saber leer y escribir, sobre todo los primeros é quienes debería exigirse además un Certificado de haber recibido instrucción en una Escuela Pública ó Privada, realizando entre ellos el examen y la oposición consiguiente para cubrir las plazas vacantes. En cuanto á los ascensos, debieran hacerse dentro de las cate- gorías establecidas y dentro del Departamento en que presten sus servicios, pues de ese modo el funcionario se hace experto en el ramo á que se dedique. Hay cargos que por su naturaleza requieren conocimientos téc- nicos que deben cubrirse entre los titulares y por oposición, como por ejemplo, los médicos, los veterinarios, los abogados, los inge- nieros, etc., etc. Tal es, en nuestro sentir, la forma de organización en que de- biera basarse la instrucción profesional y capacidad de los funcio- narios, siempre con la práctica consiguiente, que deberá variar, según la naturaleza del cargo. 4% Debe exigirse para desempeñar cargos públicos, ser na- ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 113 cional. Este sentirá hacia su país lazos de afecto y de cariño naturales en todo ciudadano. Ahora bien, respecto á algunas funciones técnicas sólo debe exi- girse la capacidad entonces debe darse ingreso á la concurrencia extranjera. 5% La edad que deben tener los funcionarios depende de la clase de los servicios y de las exigencias naturales de cada fun- ción. Porlo general deben ser jóvenes, si tienen la práctica y ex- periencia consiguientes. Ya lo dijo Cervantes, el inmortal autor del Quijote: «el talento no está en las canas »; por lo tanto pueden ser jóvenes los que sigan la carrera administrativa, los cuales harán, por esta circunstancia, que invadan á la administración nuevas ideas, que como el aire que vivifica la sangre en los pulmones, dé salud y energía al organismo administrativo. De ese modo se priva á la administración de la influencia del hábito mental, de la cual tenemos ejemplo en la famosa discusión de sabios, cuando hubo de exponer aquel gran galeno inglés Harvey sus teorías sobre la circulación de la sangre. 62% ¿Deberá exigirse el sexo masculino para el desempeño de las funciones administrativas? Depende igualmente de las condi- ciones del servicio público. Nosotros nos iuclinamos á que ciertas funciones se llenen por personas del sexo femenino. El feminismo alcanza cada día más partidarios, es evidente que no debe privar- se á la mujer de formar parte del personal administrativo; pero claro es que los destinos que desempeñen han de estar en armonía con las condiciones peculiares de su sér. La mujer es débil, y no puede sufrir rudo trabajo, que por esta razón, no desempeñaría co- mo es debido. 7% Las condiciones físicas que han de exigirse varían igual- mente según el empleo á que se dediquen los funcionarios. Deben ser sanos y fuertes, conforme con el principio latino «mers sana in corpore sano»; pero esta condición no debe ser óbice para que se prive á la administración del caudal de conocimientos que puede poseer un individuo que no sea todo lo saludable que es dedesear. Hay ciertas funciones, como las de Policía, Telégrafo, Correos, servicios que exigen necesarimente, buena vista, buen oído y órga- nos respiratorios sanos. 8% Otro de los requisitos necesarios para tener acceso á la función pública, es el nombramiento que debe otorgarse después de llenados los requisitos antes expuestos, 114 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ Claro está que conforme con lo que venimos exponiendo, no de- be ser por elección como se hacía en los Estados Unidos; da funes” tas consecuencias, según ya conocemos. 9% El depósito de una fianza para ciertas y determinadas fun- ciones se hace necesario, digan lo que quieran los modernos tra- tadistas. Es evidente que al Estado se causan perjuicios por el abono de los intereses de las mismas y además porque es un capital sin mo- vimiento, por ello debe reducirse á ciertas funciones donde sea im- prescindible la existencia de tal requisito para responder de la labor de los funcionarios. Kammerer hace un estudio detenido de esta cuestión y es parti” dario de que no se exija fianza de ninguna clase á los funcionarios públicos. Todos los males que él indica, si existen, deben remediarse, pues el Estado tiene medios para ello, y por eso creemos que no ha de privarse á éste del resguardo consiguiente, pues cuando depo- sita en una persona ciertas cantidades, es necesario que ésta le responda, le garantice el cumplimiento de su deber honrado y digno. Afirma Kammerer, que cuando estén organizadas conveniente- mente las funciones públicas, no hará falta fianza, porque al fun- cionario le importa mucho conservar su carrera, donde tiene su porvenir y por tanto, cumplirá sus deberes con celo y diligencia. Pero entendemos, que si además de esto, al funcionario se le exige una fianza, le interesará más no perder entrambas cosas que una sola. También sería valladar para el acceso á la función pública, y todo lo que tienda á impedir ese acceso Ó á hacerlo más dificultoso será conveniente, pues el ciudadano tendrá que realizar un esfuerzo aún mayor y de ese modo irá á servir otros ramos del trabajo, lo que en definitiva será muy favorable á él mismo y á su propia na- cionalidad. 10% Hay autores que sostienen que los funcionarios deben pres- tar juramento de que desempeñarán fielmente el cargo que se les encomienda. El juramento es un acto religioso por el cual se asegura la creencia en un Dios vengador como garantía de su palabra y de su compromiso; no es más que una obligación moral. No es adap- table 4 la persona irreligiosa, y en cuanto á la persona religiosa es ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 115 inútil, porque ésta se compromete con el Estado, no con Dios, y si esto es así, no será el juramento el que lo detenga en el camino del deshonor. En los países latinos el juramento está completamente despres- bigiado, y aún más entre los que profesan la religión católica que puede levantar á cualquiera el juramento por obra y gracia del Espíritu Santo. Los sajones son un tanto más severos en esta ritualidad, que debe suprimirse y que á nada conduce. Si el acceso á la función pública se fundamentara en los princi- pios anteriormente estudiados, creemos que se adelantaría mucho para conseguir un buen personal administrativo que respondia al interés público, protegiendo al país mediante esa profilaxis saluda- ble, de la terrible plaga á que aludimos en los comienzos de este capítulo. Y ya con esa norma para el acceso á las citadas funcio- nes. «todos no se creerán con derecho á todo», pudiendo todos lle- gar á ser mediante la demostración de su capacidad y entonces no «daremos en la imposibilidad y la catástrofe ». IV «Sólo los hombres que cumplen con sus deberes pueden constituir un pueblo.» No se debe limitar la aceión del Estado á señalar los requisitos ya expuestos para el acceso á la función pública únicamente; por el eontrario, una vez que ha sido admitido el funcionario para des- empeñar su misión, es necesario que aquel que deposita en éste cierta confianza, y hasta una parte del Poder público, le señale de- beres estrictos que cumplir, para que la marcha administrativa sea ordenada y conveniente al interés general; pero no debe parar aquí, no basta señalar esos deberes, es necesario que el Estado ejerza una acción directa sobre el funcionario, imponiendo sanciones, pe- nas y correcciones por la falta de cumplimiento de los mismos. Y una vez hecho esto, debe otorgarle ciertos derechos ó facul- tades, para defenderse de las demasías de los superiores, asegurán- dole su vida material y la estabilidad Ó permanencia en sus des- tinos, en su carrera, en tanto cumpla con sus deberes. Estos derechos no son ciertamente facultades que da el Estado al funcionario para beneficio de éste, sino en pro del interés gene- ral, como yeremos en su oportunidad, | 116 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ El funcionario debe desempeñar la función que se le encomien- da, con celo y actividad. Debe administrar á conciencia el cargo; por tanto, no sólo debe abstenerse de todo acto que le colocaría bajo la ley penal, sino que ha de procurar realizar sus tareas con desinterés, prestando particular atención á los intereses del Estado. Debe, para cumplir su función, residir en el Ingar donde radique ésta. Es el deber de residencia que se hace imprescindible para el mejor desempeño de la misma; respetando además las horas regla- mentarias, deber importante, para el ordenado funcionamiento de las oficinas públicas. No debe tampoco ausentarse durante las horas laborables sin autorización de los superiores, no pudiendo dejar de asistir sin la licencia correspondiente la cual, según la legislación alemana, es revocable en cualquier tiempo, no debiendo exceder de seis meses, descontándose los gastos de representación. Las licencias por enfermedad deben ser con haber entero, siem- pre que sea debidamente comprobada, y las de asuntos particulares con la mitad del sueldo. Un deber esencialísimo es el de obediencia á las leyes y á los superiores. Ahora bien; respecto á la obediencia á estos últimos, ella no debe ser ciega; el funcionario es responsable de sus actos y en tal concepto, si un superior le mandara realizar algo que la ley prohibe no debe cumplir lo ordenado, aunque el superior reitere la orden, pues por encima de éste está la Ley, dado que, como dice un escritor, la reiteración de una orden no cambia el acto ilegal en legal. Para que la obediencia sea exigible es preciso que concurran las circunstancias siguientes. Primero: que se trate de un asunto del servicio, pues de no ser así estará el fancionario en la situación de un mero particular; segundo: que la orden se haya dictado por autoridad superior dentro de los límites de su respectiva compe- tencia; tercero: que se encuentre revestida de las formalidades le- gales; cuarto: que no contenga infracción alguna manifiesta, clara y terminante de un precepto constitucional, ni de una ley. Otbro de los deberes del funcionario es el llamado de secreto profesional, que debe extenderse aun después de haber dejado el servicio. Es evi- dente que la discreción debe exigirse para el desempeño de las fun- ciones administrativas, en correspondencia al menos con la con- fianza que el Estado deposita en el agente administrativo, ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 117 Ahora bien, sostienen algunos que si el funcionario se entera de Obra manera que no sea la oficial de lo que se desea reservar, no es- tá obligado á callar y no incurre en responsabilidad. Creemos nos- obros, que todos esos secretos son de la Administración y que si el funcionario se entera por otro conducto, no debe propalarlo; por el contrario, deba reservarse para con los demás, dado que son secre- tos que no deben divulgarse, máxime cuando sus afirmaciones serán más atendibles por el carácter de que está revestido. Al hablar en el anterior capítulo de los requisitos para el acceso á la función pública dijimos que era necesario una conducta irre- prochable. Tal condición debe exigirse, no sólo al ingreso, sino du- rante toda la carrera, y así dice Goodnow: «El deber de observar buena conducta, ó sea de conducirse atentamente con el público, y correctamente en general, es deber de un carácter moral casi exclu- sivo y difícil de definir legalmente. Además, el garantizar su cum- plimiento depende casi eu absoluto de la existencia y el ejercicio de la potestad disciplinaria. No obstante, algunos Estados lo recono- cen explícitamente en sus legislaciones. Así, la Ley del Servicio Civil del Gobierno Nacional de los Estados Unidos, prohibe consen- bir en la administración á una persona que abuse habitualmente de bebidas embriagadoras, y la mayoría de los países de Alemania exige en sus loyes que los funcionarios públicos observen una con- ducta digna, una conducta que inspire respeto y confianza al ciuda- dano. Este precepto, aunque formulado algo vagamente en la Ley, como tiene que ocurrir por necesidad, posee un valor positivo, á consecuencia del poderoso espíritu de cuerpo que existe entre los funcionarios civiles de Alemania. » Para que la Administración marche al unísono, para que la obra que realicen los funcionarios sea útil para el país, en pro del general interés, éstos no deben intervenir en la política local, deben única- mente limitarse á depositar su voto en las urnas llegado el momen- to de la elección. Debe prohibirse al funcionario hacer política activa, ni como tal funcionario, ni como particular, porque ello traería una gran confusión en el despacho de los asuntos admi- nistrativos. No es posible limitar al funcionario á que no haga política úni- cameute en el desempeño de sus funciones. Ello es ilusorio. El funcionario que fuera de la administración se dedica á librar rudas campañas por un partido, por su programa é ideales, no es posible que al desempeñar sus funciones pase una esponja por todas sus 118 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ ideas, por su cerebro, para despachar los asuntos con vista única- mente del interés general. E La diversidad de criterios sería infinita, convirtiéndose la Admi- nistración en una torre de Babel, siendo todo ello un gran mal para la misma. La finalidad que debe perseguirse al organizar el personal admi. nistrativo, no debe ser otra que la conveniencia pública; siendo esto así, es evidente que no pudiendo el funcionario sustraerse á la in- fluencia que sobre él ejerce la política activa, no debe limitarse so- lamente la prohibición dentro del ejercicio de su cargo, sino que debe extenderse fuera del mismo. Aparte de las consecuencias fu- nestas que el ejercicio de la política trae consigo y que no necesita- mos enumerar aquí. El funcionario está al servicio del Estado; mientras más inde- pendiente sea el personal administrativo, más se preocupará por el interés de todos, que es lo necesario. Tales son los deberes del funcionario que ha de cumplir para bien de la administración, pues sólo los funcionarios que cumplen con sus deberes pueden constituir un buen personal adminis- trativo. Uno de los problemas que se presentan al organizar el personal administrativo, es sin duda alguna el alcance de la acción del Es- tado sobre el funcionario, Ó en otros términos, hasta qué grado de- be concederse al funcionario una independencia suficiente en el ejercicio de sus deberes. Problema difícil, en verdad, por cuanto que si el Estado proce- de con demasiado rigor, tiende á suprimir del funcionario toda ini- ciativa; éste huirá de las responsabilidades, quedando reducido á una máquina inteligente. Si, por el contrario, deja al funcionario una completa indepen- dencia, ello sería aúu más desastroso que lo anterior, siendo su causa inmediata la desorganización más completa en los servicios públicos. De modo que al resolver esta cuestión hay que tener presente estos objetivos: dar al funcionario en el desempeño de su función la estabilidad necesaria que sólo puede asegurar una independencia suficiente y mantener una autoridad legítima, indispensable del Estado sobre su personal. El gran principio alemán es la amovilidad de los funcionarios y así vemos que la Ley entiende que es peligroso dar demasiado poder ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 119 sobre los funcionarios, y que numerosas disposiciones aseguran á éste de la cesantía y de la pensión á que tiene derecho. Es preciso que el Estado señale una sanción al funcionario que ha faltado, para que no repita la falta y para escarmiento de los que puedan faltar. Los deberes de los funcionarios están señalados en la Ley; pues bien, toda infracción de esos deberes debe llevar aparejada una sanción que puede ser de dos clases: penal, y simplemente discipli- naria. Respecto de la primera clase trata de ella la Legislación Penal, y no es, por tanto, materia que debemos tratar aquí. En cuanto á la segunda clase, debemos exponerla sucintamente. ¿Cuál es la naturaleza del derecho disciplinario? Ello ha motivado controversias. Se ha considerado como una parte del Derecho Penal. No podemos aceptarla, pues sabemos que el mismo acto por el cnal el funcionario ha delinquido puede ser absuelto en lo penal y por vía disciplinaria puede ser castigado; si se considera el Derecho disciplinario incluído en el Derecho Penal, la absolución, dictada sería para entrambos y no habría lugar á pe- nar por la vía administrativa. Hay además otras teorías que hacen provenir ese Derecho de la relación entre el Estado y el funcionario. Pero realmente ese derecho descansa en la obligación de cumplir, que aceptó con el cargo el funcionario; porque, si éste, tiene derecho á demandar al Estado para el pago de su haber, éste á su vez tiene derecho á hacer cumplir los deberes que impone á aquél. Para la aplicación de las correcciones existen varios sistemas, A nosotros nos seduce el sistema alemán, porque promueve el senti- miento del deber entre los funcionarios, al mismo tiempo que repri- me la falta cometida, aunque somos partidarios que para las correc- ciones que lleven aparejadas destitución, se señalen éstas en la Ley para propender á la mayor seguridad y cumplimiento del principio que debe ser norte en esta materia: la amevilidad del agente. La legislación alemana admite dos vías disciplinarias, la simple y la de relegación de función. La primera comprende el apercibimiento, la reprensión y la multa; la segunda, la traslación, la privación del derecho de pen- sión y la destitución. Las comprendidas en la primera categoría se aplican por el jefe respectivo con apelación ante el superior. Las correcciones correspondientes á la segunda categoría, corres- 120 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ ponden en primera instancia á las Cámaras disciplinarias y en la segunda al Tribunal Disciplinario de Leipzig. La Cámara disciplinaria se compone de siete miembros elegidos por el Bunderasth y nombrados por el Emperador entre los funcio- narios del Imperio y de los Estados. El Presidente y tres vocales deben ser funcionarios del orden judicial. El Tribunal disciplinario, que como hemos dicho se encuentra en Leipzig, junto al Tribunal Superior, resulta de apelación. Está compuesto de once miembros: cinco por lo menos, deben ser funcio- narios judiciales y cuatro designados entre los delegados que for- man el Consejo Federal, ó Bundesrath. El procedimiento es riguroso en extremo y consta de dos perío. dos: la autoridad por cuya iniciativa comienza el procedimiento designa un funcionario para que realice la instrucción y á otro para que haga las veces de Ministerio Fiscal. Después se abre la Cáma- ra á juicio oral y público, dándose lectura á lo actuado; se oye al acusado, á los testigos, se da cuenta con las pruebas y hacen uso de la palabra primero, el Ministerio Fiscal y luego el defensor. El tribunal dicta sentencia según su apreciación, independiente del resultado de la prueba. Con esta medida admirable el funcionario resulta penado equi- tativamente, no por el superior, sino por sus mismos compañeros y por personas de honorabilidad reconocida. He ahí una ingeniosa manera de impedir los abusos de los supe- riores del Gobierno, asegurando al funcionario que cumpla con sus deberes la estabilidad, tan necesaria para la buena marcha de la Administración, como dejamos demostrado. Decíamos al principio que el Estado debe señalar al funcionario ciertos derechos, pero que realmente ellos no eran tales, pues como dice Govín, no son en realidad ventajas de alcance puramente per- sonal. «Son condiciones que dependen de la naturaleza y fines de la función; medios para asegurar el buen desempeño de la misma. No se trata, pues, del interés del funcionario, sino del interés pú- blico. Y tanto es así, que la Ley puede rebajar el sueldo ó supri- mir el empleo ». El funcionario tiene derecho á que el Estado le preste su apoyo y protección por los actos legales que realice en el cumplimiento de su deber. Y esto es claro, puesto que no de otro modo puede un ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 121 funcionario cumplir convenientemente la misión que se le ha enco- mendado. El sueldo es otro derecho, el cual no puede ser considerado ni como salario, ni como renta alimenticia profesional, sino como al - go que va unido á la función para que el funcionario se preocupe finicamente por ella. El sueldo debe abonarse regularmente y no debe ser objeto de embargo ni de cesión, porque ello propende á la mayor moralidad de los funcionarios. Otro importante derecho que debe otorgarse á éstos es el llamado derecho de pensión; que reporta gran utilidad á la administración, á la sociedad y al funcionario, por cuanto que éste verá asegurada, con su porvenir en su carrera, la vejez y la vida de su familia que de ese modo no quedarán en la miseria. Entonces podrá el funciona- rio poner todo su celo y experiencia al servicio del Estado; toda su vida consagrarla al estudio de las materias á su cargo de ese modo velará por los intereses colectivos en pro del interés general. El tal derecho debe concederse á los funcionarios superiores profesionales y á aquellos cuyo nombramiento sea vitalicio, que, por un impedimento físico Ó incapacidad mental no pudieran des- empeñar sus funciones, siempre que lleven más de doce años de ser- vicios y sin estas causas, llegado que sea el funcionario á los seten- ta años de edad ó antes de los doce de su servicio, si se hubiere inu- tilizado por causa ocurrida en el mismo sin culpa propia. La cuantía de la pensión es, en la Ley alemana, de un cuarto del último sueldo, después de cumplido el décimo año del servi- cio y antes de vencerse el undécimo, subiendo después un sesenta por ciento por cada año de servicio hasta el máximo de cuarenta y cinco sesenta avos Ó sean las tres cuartas partes del sueldo. Y la pensión por incapacidad en el servicio es la correspondiente al fun- cionario con diez años en el mismo. Debe concederse á la viuda una pensión que consistirá eu una parte proporcional de la que le correspondería al funcionario, ce- sando ésta si contrae nuevo matrimonio, ó si tiene hijos, hasta que lleguen á la edad de 18 años; y en este caso, si fueren menores de esa edad, debiera aumentarse una cantidad por cada hijo. Igual pensión debe otorgarse á los hijos legítimos ó legitimados por subsiguiente matrimonio en caso de quedar huérfano á la muerte del funcionario. Otro derecho, llamado término de gracia, es el que consiste en 122 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ pagar á los familiares del funcionario fallecido dos Ó más mensua. lidades íntegras. La estabilidad en el empleo es otro de los derechos del funcio- nario. Solamente los funcionarios político-administrativos podrán ser removidos libremente, dado que ellos son nombrados por la po- lítica y según sus orientaciones. Pero esos cargos deben estar se- ñalados en la Ley. El empleado no debe quedar cesante sino por los casos que se pre- vean, aplicando el estricto procedimiento alemán; además se asegura la estabilidad, sean cuales fueren sus opiniones políticas Ó religio- sas, sean cuales fueren sus actos; siempre que no quebranten la Ley, no correrá peligro alguno en cuanto á la estabilidad en su empleo. No basta, como ya dijimos, otorgar esos derechos al funcionario; es preciso darle medios fáciles para hacerlos valer de acuerdo con lo que hemos expuesto, dado que esos derechos son más bien venta- jas para la administración que para el funcionario. Y vamos á tratar de una cuestión importantísima, que está so- bre el tapete en algunas naciones y que es un problema que viene discutiéndose desde hace algún tiempo: nos referimos á si debe otorgarse al funcionario el derecho á agruparse en sindicatos, y el derecho á la huelga contra las arbitrariedades del gobierno. Muchas han sido las discusiones sobre la materia, llegándose á lograr que algunas legislaciones reconocieran el derecho á los sindi- catos á grar parte de funcionarios. El profesor Maxim Leroy, autor de una obra titulada Les Trans- formations de la Puissance Publique, Les Sindicats de Fonctionnatres, abo- ga en definitiva por que se otorgue á los funcionarios, no solamente el derecho á agruparse en sindicatos, sino también el derecho á que nos hemos referido. Porque entiende que los funcionarios y em- pleados tienen un derecho, lo mismo que los funcionarios pri- vados. Nosotros nos permitimos disentir de la opinión del autor en cuestión, no ya porque dejamos demostrado que la función pública no es un contrato como el de arrendamiento, sino porque el tal de- recho conduciría á las más desastrosas consecuencias. Va contra el interés público, porque la paralización de los servicios como cau- sa de ese derecho, sería de fatales consecuencias para la vida del Estado; sería un arma que se pondría en manos del funcio- ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 123 nario para amenazar constantemente á aquél. La huelga en las relaciones privadas se explica. Mas, conforme con la organización que damos al personal administrativo, dadas las ventajas que le proporciona, no podemos admitir, no debe admitirse tal derecho, porque es desastroso á los intereses colectivos. La huelga es más bien una situación de hecho de difícil resolu- ción una vez que ella ocurre: por esto debe imponerse una fuerte sanción á los funcionarios públicos que la promuevan, dado que el tal derecho, explicable en lo privado, redunda en perjuicio del país cuando se trata de los servicios públicos del Estado. En cuanto á las asociaciones con fines lícitos, ellas son toleradas. Existe en la República una Asociación General de Empleados del Estado con fines de beneficencia, etc. Este derecho lo tienen los funcionarios por el carácter de ciu- dadanos. ¿Cómo debe cesar la relación del servicio público ? Por muerte, dado que por ella se extingue la personalidad física del individuo. A veces nacen relaciones entre la función y la viu- da ó los hijos, y en este caso se conservan ciertos derechos por los sucesores del funcionario. Por destitución, declarada en la forma que hemos expuesto y se- gún los casos, perdiendo el funcionario todos los derechos que le correspondían. Por condena criminal que le haga indigno de continuar al servi- cio del Estado. Si voluntariamente renuncia á su destino, renuncia también todos los derechos que le correspondían y que de aquél se derivaran. Por concesión de retiro, cuando llegue á la edad conveniente. Ella es una necesidad, porque el funcionario, no tiene aptitud para el servicio y conviene que sea separado proporcionándole la pensión correspondiente para su subsistencia. Por supresión del empleo cesa el funcionario, pero debe quedar con el carácter de excedente, en disponibilidad de ingresar en la primera vacante á un cargo de igual categoría, conservando los de- rechos de pensión dado el tiempo que transcurra que por el otro cargo le corresponderían. - Tal debe ser la forma y tales los principios en que, en nuestro sentir, debe organizarse el personal administrativo para que res- ponda al interés público. 124 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ V Dans les États qui ont un long passé his- torique, la situation des fonctionnaires a été réglée peu A peu d'une facon empiri- que, chaque époque apportant sa pierre á Pedifice: il en estrésulté lincohérence dans les principes et par suite le manque de coordination dans les actes legislatifs. Les États jeunes, au contraire, oú tout est A créer, n'ont pas á lutter contre des traditions péniblement acquises. Trouvant devant eux table rase ils peuvent, quand ils veulent se donner des lois, faire abs- traction de tout préjugé, étudier avec suin les legislations voisines pour en comparer les avantages eb les inconvenients, et en fin adopter ce qui leur parait le meilleur, ou bien méme inaugurer des principes entiére- ment nouveaux. (A. KAMMERER, La Fonction Publique en Allemagne, París, 1899.) Dado el estudio realizado, podemos afirmar que para que exista un buen personal administrativo ha de estar organizado partiendo de estos tres principios fundamentales. La selección de los funcionarios, realizada con el mayor es- mero, el aseguramiento de la vida material de los mismos y la de su familia y la estabilidad é independencia contra las arbitrarie- dades de los superiores. Veamos, pues, si se cumplen en la legislación del mundo ci- vilizado. En la República de Norte América y en Suiza los funcionarios son elegidos por el pueblo. Este procedimiento no da buenos re- sultados prácticos, aunque en doctrina se explique, por la interven- ción de todos los ciudadanos en la cosa pública. Para lograr su reelección, el funcionario descuida su empleo, lo que es muy per- judicial. Desde el año 1883 existen en los Estados Unidos exámenes y opo- siciones para la selección del personal, pero limitada sólo á los fun- cionarios federales, mas no tienen la eficacia de los de Austria y so- bre todo de Alemania, donde se estudia una carrera universitaria y se celebran exámenes rigurosos en extremo. ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 125 En Inglaterra los exámenes son deficientes. Hasta hace algún tiempo se nombraban los funcionarios por el desastroso sistema de las influencias y recomendaciones, como pasaba entre nosotros, práctica que aún, á pesar de haberse instaurado la Ley del Servicio Civil desde bace algunos meses, sigue prevaleciendo. En la mayor parte de los países se pagan á los funcionarios suel- dos en relación con el cargo que desempeñan y el trabajo que han de realizar, procurándose abonar con regularidad el haber á los fun- cionarios, condición sine qua non para la moralidad de los mismos. Respecto de las pensiones, en algunos países no existen Ú es se- cundaria, como en Suiza y los Estados Unidos, donde sólo se otor- gan á los militares. Los dos pueblos en que las pensiones están bien organizadas son Francia y Alemania, donde la ley es muy favorable á los funcio- narios. La francesa tiene el inconveniente de hacerse por el siste- ma de las retenciones de partes del sueldo á fin de constituir un fon- do común que se otorga en forma de pensión entre aquéllos. En Alemania la pensión á la viuda está mejor organizada que en Francia, pues en este país se da á cualquier viuda la misma cantidad, sin tener en cuenta el número de hijos, mientras que la Ley alemana supone un aumento de un quinto del total de la pen- sión para cada niño menor de diez y ocho años. He aquí una ma- nera indirecta de favorecer la población de un país. Siguiendo el sistema francés se perjudica la familia numerosa, favoreciéndose á la viuda que tenga un solo hijo ó que no tenga ninguno. La estabilidad de las funciones es la más importante para el in- terés público, porque si en un empleo se verifican frecuentes cam- bios no puede exigirse responsabilidad, dado que ésta caerá sobre el empleado saliente, al cual ya no es posible castigar. Cada empleo exige un aprendizaje práctico, el conocimiento perfecto del mismo, y si esto es así, no convienen los cambios y cesantías continuas, por- que siendo imposible improvisar funcionarios aptos de la noche á la mañana, la Administración sufre considerablemente. Lo mejor es tener funcionarios de carrera, dándole á éstos ga- vantías contra las arbitrariedades de los funcionarios superiores. Esta tendencia no se observa más que en Alemania. En los estados parlamentarios y sobre todo en las repúblicas democráticas, los partidos políticos consideran los empleos públicos como favores destinados á ser distribuídos entre sus miembros y repartidos por * el gobierno á sus amigos, 126 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ En los Estados Unidos, esto que decimos se ha llevado á un lí- mite máximo, dando lugar á abusos formidables, conocidos con el nombre del spoil system, que producían tristes ocurrencias, pues eran echados á la calle cada cuatro años, cuando vencía el partido que se disputaba el poder, todos los funcionarios, llegan- do hasta á exigirse un impuesto, á veces el dos Ó tres por ciento, con fines electorales, asegurándole la estabilidad al que contri- buyera. Nosotros hemos tenido esto también, desgraciadamente, y co- nocemos la desmoralización que produjo en todos los ramos de la Administración. En 1829 empezó en los Estados Unidos el sistema del spoil system, hasta 1833 en que, á consecuencia de una ruda campaña electoral, surgieron protestas, creándose la Ley del Servicio Civil de 16 de Enero de 1833, que concedió algunas garantías, prohibién- dose la destitución del funcionario por no realizar un servicio polí- tico, pero no está garantizada la estabilidad de los mismos, donde si no puede aplicarse la fórmula española: «por convenir al mejor servicio se declara á usted cesante», puede formarse expediente per cualquier causa. La diferencia consiste en la pérdida de tiempo y de papel; los resultados son idénticos. La ley puede fácilmente burlarse, no se aplica más que á los funcionarios clasificados, esto es, á 45,000 de los 200,000 que com- prende el servicio federal de la Unión. Así resulta que en los Estados Unidos, donde cada cambio trae por consecuencia una variación completa en las funciones y donde l)s altos empleos se distribuyen arbitrariamente, el nivel de los funcionarios americanos es muy poco elevado, no ya desde el punto de vista de la instrucción profesional, sino también desde el punto de vista de la moralidad y honradez, comparada con los fun- cionarios europeos, casi en general. En los Estados Unidos, es muy popular la idea de que cualquie- ra puede ejercer las funciones públicas sin atender á los mérites de cada cual, llegándose á presentar en cierta ocasión al Congreso un proyecto de ley que no fué aprobado, pero que demuestra lo que afirmamos, y cuyas bases eran: 1* La temporalidad de los empleos es uno de los fundamentos de la forma republicana de gobierno. 2% Un empleo no puede permanecer más de ocho años entre las mis- mas manos. 3% La renovación de las funciones debe hacerse de un cuarto del total cada dos años, ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 127 En Suiza pasa algo parecido á los Estados Unidos del Norte América. En menor grado se procede en Inglaterra y en Francia, don- de los funcionarios no tienen garantías contra los abusos del Go- bierno. En Alemania se ha llegado á una gran altura en esta materia. Es el único país en que los destinados á los empleos de mayor res- ponsabilidad deben dar otras pruebas de aptitud que las que su- ministre la vida ordinaria, siendo el servicio público una profesión intelectual; no pasando así en Inglaterra donde no se atiende para nada á la enseñanza teórica cuando se trata de los puestos supe- riores. En los Estados Unidos hay pocas exigencias respecto á la apti- tud de los funcionarios, se confía en la discreción de las autorida- des facultadas para nombrar. A diferencia de los otros sistemas, «el americano no ha llegado aún á organizar un cuerpo de funcionarios estables, sobre todo en lo que afecta á los cargos superiores. » ! Respecto á los empleos inferiores dice Goodnow, «mientras en Inglaterra y en los Estados Unidos no se exige realmente más que el examen y un corto tiempo de práctica para la mayoría de los empleos, con la circunstancia de que el examen no guarda muy estrecha relación con las tareas del cargo á que se aspira, en Fran- cia y en Alemania se concede gran valor al trabajo práctico en los Departamentos. Los exámenes se relacionan más estrechamente con las funciones de los diversos puestos, y amen del examén y de un largo período de prueba, hace falta acreditar generalmente una buena educación general ». Los americanos dicen que no es necesario tanto examen por las facilidades que hay en la Unión para instruirse, y apesar de sus defectos no les va mal con su sistema. La legislación alemana se ha reputado de poco satisfactoria, porque concede mucha importancia á los conocimientos teóricos; pero es lo cierto que el Cuerpo de funcionarios alemanes es el mejor organizado del mundo. Cuando los cubanos comenzaron á guiar por sí mismos gu nacio- nalidad, durante el primer período constituído, grandes lagunas se encontraron en la legislación existente y se sentía la necesidad de 1 GOODNOW. Op. cit, 128 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ leyes que en armonía con la Carta Fundamental del Estado respon- dieran á los fines del mismo, conforme á la organización republica- na de su gobierno. Durante ese período, poca fué en verdad la obra legislativa del Congreso, que no hubo de ocuparse lo necesario en la creación de Leyes trascendentales para la vida de la República. Por causas que no nos corresponde analizar aquí, sobrevinc-la guerra civil del mes de Agosto de 1906 y tras ella el Gobierno Pro- visional Americano. Entre las pocas buenas obras de éste se encuentra la creación de una Comisión Consultiva que dotara al país de las leyes á que he- mos hecho referencia. Ese organismo, en corto tiempo, realizó una meritoria labor que ha sido en gran parte atinada. Se crearon Leyes Orgánicas de los Poderes Públicos, Leyes Or- gávicas de las Provincias y Municipios, y Contabilidad Municipal, Ley Electoral, Ley de Caza y la Ley del Servicio Civil, que va á ser objeto de una sucinta exposición y análisis. Para la confección de la misma se tomó como base la legislación americana sobre la materia, creándose una Comisión del Servicio Civil como organismo central superior, con el carácter de Centro examinador y clasificador del personal administrativo, como asimis- mo de Tribunal de apelación contra las resoluciones que á dicho personal afecten. Se sigue el sistema de exámenes, de oposiciones; y divide el per- sonal en clasificado y no clasificado, y sólo á aquél son aplicables los principios de la Ley. Después del examen comienza el período de prueba y práctica que dura únicamente seis meses. En cuanto á la selección, vemos que sigue el sistema que en nuestro sentir no es el más conveniente. Nuestra Ley del Servicio Civil está calcada, como dejamos di- cho, en los preceptos de la legislación americana. Perniciosa costumbre que se nos ha introducido; la de copiar todo lo de los Estados Unidos, como si sus instituciones fueran aplicables á las nuestras y como si cuadraran con nuestras costum- bres y carácter. De las muchas enseñanzas qne nos ha proporcionado el estudio de las asignaturas de la carrera de Derecho Público hemos obteni- do la siguiente; que para que una ley se cumpla y encuentre fácil ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINISTRATIVO 129 aceptación, han de armonizarse los principios de la doctrina con las costumbres, con el carácter, etc., del pueblo donde se pretenden implantar. Ciertamente, nuestras costumbres distan mucho de ser semejan- tes á las americanas. Somos razas distintas, con tendencias des- iguales y además somos una nacionalidad que surge. Debió tenerse en cuenta, al formar una ley para Cuba y para los cubanos, su modo de ser peculiar. La instrucción y la educación no están en Cuba á la altura que en los Estados Unidos; de ahí que el sistema de exámenes y oposi- ciones que allí hasta cierto punto da buenos resultados, aquí puede dar pésimas consecuencias, dado lo que dejamos expuesto. En cuanto á la estabilidad de los funcionarios, ella no está garan- tizada en nuestra ley: con el actual sistema puede dejarse cesante á cuanto funcionario se le antoje al Gobierno. Dice el inciso 4% del artículo 57: «Todo funcionario cesará en su destino por expediente administrativo en el que después de oído le resulten cargos por faltas cometidas en el desempeño de su cargo, y que culminen en una resolución de destitución.» El artículo 51, que trata de los Derechos de los Funcionarios, en su inciso 1? dice: «Son derechos de los funcionarios y emplea- dos, los siguientes: 1% No ser separados del servicio clasificado sino por causa justa, ó por supresión de plaza, y en ningún caso ser trasladados, suspendidos, rebajados de categoría por motivos. reli- glosos Ó políticos.» De suerte que previo el requisito del expedien- te, si resultan cargos contra el funcionario, puede dejársele cesante en su empleo, quedando la apreciación de esos cargos al criterio más Ó menos estrecho de los funcionarios superiores ó al que se de- signe para ser juez instructor del expediente. Las causas justas no se enumeran en la Ley; la justicia ó injus- ticia de la causa queda igualmente sometida al criterio antes ex- puesto. Y dice el artículo 58: «Los Jefes de Departamentos ó las auto- ridades que hagan los nombramientos están facultadas para desti- buir, suspender sin sueldo, ó rebajar el sueldo ó categoría á cualquier funcionario Ó subalterno suyo, siempre por causa que se hará cons- tar é informando á la Comisión de la resolución tomada con expre- sión de las causas que la motivaron.» De modo que veamos con cuánta facilidad se da margen á los abusos y arbitrariedades de los superiores. 130 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ Se dirá: es que el funcionario no puede ser dejado cesante por motivos religiosos ó políticos. ¿Pero es que no se puede amañar un expediente para que cese el funcionario que estorba á los fines políticos del partido tál ó cuál ? ¿Es que no se puede alegar una causa cualquiera, una simple falta acaso, y estimarla suficiente para destituir 4 un funcionario, sin ha- cer mención de cuestión política alguna, cuando en realidad la causa verdadera es ésta ? Se dirá igualmente: al funcionario se le da recurso ante la Co- misión del Servicio Civil, que si estima injusta la causa puede or- denar su reposición. Pero á la tal Comisión la nombra el Presidente de la República, y dos de sus miembros pueden pertepecer á un partido político de- terminado. Es claro que aquél nombrará á los dos comisionados de su par- tido, que será el partido del gobierno y éstos encontrarán buena la obra de los gobernantes y autoridades por ser de ideas afines en po- lítica, Ó por otras causas, máxime cuando los Comisionados pueden ser declarados cesantes por el Sr. Presidente, previa audiencia dei interesado y sin ulterior recurso. Podrá afirmarse: es que contra la resolución de la Comisión, cabe el Recurso Contencioso-administrativo. Sabemos lo que es este recurso hoy en día, la dificultad del mis- mo, lo amañado de la Ley Contenciosa actual, que es ley ancha para la Administración y estrecha para el administrado. Por otra parte, cuántas molestias y gastos tendrá que sufrir el funcionario para que tal vez hasta la resolución judicial le sea des- favorable. En cuanto á las pensiones, ellas no existen en Cuba, el artículo 57 dice: «Todo funcionario cesará en su destino por una de las causas siguientes: «Por haber cumplido 70 años de edad. «Por incapacidad física Ó mental declarada.» De suerte que, cumplidos los 70 años, el hombre que ha logrado llegar 4 esa edad en la Administración pública cubana, cuando tal vez haya dado toda su energía é inteligencia á esa Administración, se le echa á la calle, se le expulsa, sin otorgarle una pensión que sea sufi- ciente para poder conllevar su vida hasta el momento de su muerte: ORGANIZACION DEL PERSONAL ADMINÍSTRATIVO 131 Se deshace la Administración de una rémora que va al arroyo, solo, sin poderse valer por sí, ó contemplando á su familia en la miseria, teniendo como único recurso morir ó ser una carga y ver- gúenza para la sociedad que premia sus servicios enviándolo á un asilo de ancianos miserables, ó á implorar la caridad pública. El empleado óÓ funcionatio que se dé cuenta de esto procurará buscar un refugio para su vejez y éste puede encontrarlo en la Adminis- tración cometiendo fraudes, prevaricando, dejándose sobornar, etc., etc. Aunque haya mil disposiciones en la ley tendentes á evitar es- to, ello sucederá, puesto que no hay estímulos de ninguna clase para que así no sea. Los funcionarios no están desligados de la política activa, pue- den hacerla «absteniéndose únicamente en el desempeño de su car- go, de toda intervención directa ó indirecta á favor ó en contra de ningán partido ó candidato». Esta cuestión fué objeto de gran debate en el seno de la Comi- sión Consultiva, debate que examinamos en el Diario de Sesiones de la misma, abogando algunos por desligar completamente la Admi- nistración de la política y dejando al funcionario el derecho de su- fragio. Aprobándose la disposición citada por alegarse, entre otras, razones de índole sociológica que no es este el momento de tratar y discutir. Como decíamos al principio, la Ley del Servicio Civil, como la de los Estados Unidos, sólo es aplicable á los funcionarios clasifica- dos, comprendiendo los no clasificados una infinidad de funciona- rios que ni siquiera tienen la protección que les brinda la ley. Lástima grande que la cbra de la Consultiva en esta materia no hubiera sido completa, no logrando las finalidades que se expresan en la exposición al Gobernador Provisional. Acaso la existencia de legisladores extranjeros en el seno de la Consultiva pura legislar 4 un pueblo de costumbres contrarias, hizo inclinar el ánimo de los demás señores de la Comisión hacia la le- gislación americana, hasta el punto de haber vaciado los principios de aquélla en nuestra titulada Ley del Servicio Civil. No ha movido al modesto autor de esta tesis, al elegir el tema propuesto, otra idea que la de, á más de cumplir el precepto regla- mentario que le impone este ejercicio, realizar una obra que en su sentir, resulte práctica. 132 RICARDO RODRIGUEZ Y MARTINEZ Anhela como cubano de corazón y como amante de su na- cionalidad, todas las prosperidades para su hermosa y desdichada patria, merecedora de que sus hijos se preocupen por ella, para que resurja esplendente en el seno de la comunidad de los pueblos li- bres, de Jos Estados Soberanos, y en ese sentido ha creído conve- niente hacer este estudio, para propender en lo que cabe dentro de sus limitadas fuerzas, á que la plaga de la burocracia, enorme é inepta en su mayor parte, que mantiene Cuba, se extermine por completo, por ser el más importante de los azotes que castigan á nuestra República y la impiden mostrarse en todo el esplendor de su riqueza y progreso. Réstame únicamente, señores catedráticos, daros las más expre- sivas gracias por la atención con que me habéis escuchado y pedi- ros que me otorguéis para este humilde trabajo la benevolencia que en el curso de mi carrera me habéis dispensado. OBRAS CONSULTADAS Kammerer.—La Fonction Publique en Allemagne. Goodnow.—Derecho Administrativo Comparado. Waymann.— Administrative Lav. A. Posada. —Derecho Administrativo. Meyer.—Derecho Administrativo. Govín.—Derecho Administrativo. M. Leroy.—Les Transformations de la Puissance Publique. The Civil Service Reform, U. S. A. Twenty fourth Annual report of the United States Civil Service Commission. Flora. —Ciencia de la Hacienda. Seignobos.— Historia de la Civilización Antigua y de la Edad Media. Diario de Sesiones y Actas de la Comisión Consultiva. BIBLIOGRAFIA I. Mí víaje á América, por RAFAEL ALTAMIRA. Madrid, 1910. A la bondad del Sr. Rector de la Universidad de Oviedo debe- mos el ejemplar del interesante libro que ha escrito el Dr. Rafael Altamira relatando su viaje por América en cumplimiento de la misión especial que le confiara aquella Institución. Expónese en dicha obra cuanto atañe á la índole que motivó su visita, ya dán- donus á conocer cómo se desenvolvió al través de los distintos países que le tuvieran por huesped, en qué consistieron las confe- rencias que hubo de pronunciar y cuáles fueron las indicaciones que por espontánea petición de algunos Gobiernos hiciera en orden á la mejor orientación de sus enseñanzas. Altamente satisfecho tiene que haber quedado el Dr. Altamira de la fraternal acogida que se le dispensó en todas las naciones donde estuviera, y en ellas, y según las circunstancias, hubo de hacer gala de su cultura variada é intensa que le permitió dar mayor amenidad á los actos en que interviniera; actos en que pudo demostrar sus condiciones de profesor experto, poner de manifiesto sus sólidos estudios en el campo de la metodología, así como la honradez de sus Juicios al analizar los hechos históricos relacionados con su nación. Tam- bién la Universidad de la Habana tuvo el gusto de oir sus hermosas conferencias en las que la profundidad del concepto iba siempre acompañada de un decir elegante, correcto y en extremo castizo, y corresponder, al igual que lo hiciera nuestro gobierno á las atencio- nes que con motivo del tercer Centenario de la Universidad de Oviedo fueron dispensadas al Delegado de ésta. Los intercam- bios intelectuales de Universidad 4 Universidad, inspirados ex- clusivamente en un elevado interés científico, producen beneficios sin cuento, como que al aproximarse los centros de superior cutul- ra irradia uno sobre otro las luces de su saber. 134 BIBLIOGRAFIA TL. Studí Giottolcgíci Italiani díretta da Gíacomo de Gregorío. Torino. 1910. La casa editora Ermanns Loescher ha publicado el quinto vo- lumen de los muy interesantes estudios que viene recopilando el distinguido Profesor de la Universidad de Palermo, Sr. Giacomo de Gregorio. En este libro se insertan trabajos muy varios que acusan el deseo que tienen sus autores por dar á conocer las investigacio- nes que han efectuado, advirtiéndose desde el primer momento cuán fija es la atención de los lingúistas, sobre todo la de los italianos, en profundizar las lenguas del Africa. El Profesor de Gregorio, paciente obrero en el campo de la ciencia del lenguaje á quien se debe un número considerable de trabajos que manifiestan su pericia y ála vez revelan sus grandes conocimientos en este ramo del saber, y que ha hecho estudios de mérito indiscutible como los de fonología siciliana, indo-iránica, que han permitido profundizar el libro «dei Vizii e delle Virtú», uno de los textos sicilianos más antiguos, que por su perfecto conocimiento de esos dialectos llega á com- pletar artículos de Kórting, dando explicaciones fonéticas intere- santes como dice Vendryes, también se ha consagrado al análisis de la estructura de las lenguas Bantu, haciendo un trabajo serio como el que escribiera respecto de la lengua evé y que presentara en el Congreso Internacional de Orientalistas. En el libro que expone. mos á la consideración de nuestros lectores se contienen los siguien- tes escritos: B. Guyon, «L'elemento slavo nell'albanese della Cala- bria citeriore». —G. de Gregorio, «Observations sur les langues de P Afrique Centrale Banda, Baya, Sara et particuliérement sur leur structure morphologique».—P. Verrua, «La data di stampa del piú antico documento basco».—R. Sabbadini, «Sulllaccento parossitono di fecerimus, feceritis».—G. de Gregorio, «Il dialetto sanfratellano ha elementi speciali accanto a gli elementi piemontesi e lombardi chi ha in commune col nicosiano e col piazzese».—G. B. Grassi, «Il dettato del siciliano antico, la sur trascrizione e gli studi glottologi- co e fonologici».—G. B. Grassi, »Ancora di dagala e di attassari». — G. de Gregorio, Il «Libro dei Vizii e delle Virtú».—E. Campanilla, «Risonanza caratteristica delle vocali nel dialetto di Palazzolo- Acreide».—P. Rolla. «Nota di flora popolare calabrese». Tal es la obra que nos ha remitido el Profesor de Gregorio, por cuya aten- ción le damos las gracias más expresivas. BIBLIOGRAFIA A 135 TIT. Cartografía Cubana del British Museum.— Catálogo cronoló- gico de cartas, planos y mapas de los siglos XVI al XIX; por DomiNGO FIGAROLA-CANEDA. Este interesante folleto que pone una vez más de relieve la labor paciente de su autor el distinguido Director de la Biblioteca Nacio- nal, es nueva contribución que aporta al pensamiento capital que siempre preside sus actos de trabajar sin descanso en todo cuanto pueda ser de beneficio para su patria Los que couocemos al señor Figarola-Caneda desde hace tiempo, hemos podido observarla siem- pre consagrado á empeños de verdadero mérito que salen de su plu- ma en horasque debieran serle de descanso para no distraer ni por un instante su atención del cargo que con tanto celo como competen- cia desempeña. La simple lectura del folleto permite aquilatar bien el mérito de su labor, que no sólo lo tiene por lo que ella en sí sig- nifica sino porque en-cada página de sus escritos se revela el hombre culto consagrado al estudio, por lo que el estudio significa en la vida del espíritu. La Revista de la Biblioteca Nacional es el mejor exponente de cuanto acabamos de decir; ella demuestra el afán constante por dar á conocer preciosos documentos que la Biblioteca atesora y que salidos de inteligencias superiores de cubanos ponen de manifiesto, bien algún aspecto de la vida de los mismos, ya apreciaciones poli- ticas de mérito para la historia de nuestro pueblo ó diversas concep- ciones de la mente en el variado campo de la actividad humana. La «Cartografía Cubana del Museo Británico» es nueva orientación que sele brinda á los investigadores en el extenso campo de la historia, son materiales de inapreciable estimación que tienen en la forma en que los presenta el señor Figarola, el mérito de haber sido examina- dos por él mismo cuando visitara aquel Museo, llegando su escrupu- losa labor hasta medirlos por centímetros, que es la fijada por los Congresos. Esperamos que el señor Figarola, infatigable siempre en sus faenas, no habrá de retardar el otro trabajo sobre los im- presos de Cuba ó sobre Cuba, que también existen en aquella fa- mosa Biblioteca, pues acostumbrados estamos á que sea siempre un hecho su ofrecimiento. Dr. J. M. Dinrco, Profesor de Lingúística y de Filología. NOTICIAS OFICIALES HOMENAJE AL Dk. LATORR£.—La Facultad de Letras y Ciencias acordó, por unanimidad, en una de sus sesiones pasadas colocar en la Sala de Conferencias de esta Universidad el retrato del Dr. Carlos de la Torre y Huerta, Catedrático de Biología, Zoología y Zoografía en la Escuela de Ciencias, como homenaje que le rin- den sus compañeros por sus triunfos científicos. El día señalado para la colocación del óleo fué el 21 del presente mes y á las cuatro de su tarde, que era la hora y fe- cha designadas para dar el Dr. Arístides Mestre su conferencia sobre «El naturalista Cuvier y sus paradojas científicas»; con tal motivo y en virtud de ser el Dr. Mestre discípulo muy querido del Dr. Latorre, se le confió el encargo de dar á conocer al público sus grandes méritos y en qué ha consistido la labor intensa que ha realizado en el campo de las ciencias naturales. LICENCIA.—La Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes ha concedido al Catedrático de la Escuela de Ciencias, Sr. Juan Orús y Presno, cinco meses de licencia por enfermo. RENUNCIA DE AYUDANTÍa.—El Sr. Rafael Barca y Duany ha renunciado su cargo de Ayudante del Laboratorio y Taller Eléctricos de la Escuela de Ingenieros. NOMBRAMIENTO DE AUXILIAR.—Previa propuesta de la Facultad de Letras y Ciencias fué nombrado por el Consejo Universitario, el Sr. Ciro de Ja Vega, Auxi- liar interino de la Escuela de Agronomía para desempeñar la cátelra C. Biotariva (1 GUS O). cr ts ds ajo aa e a Zoología (Y Curso) 0 a > Profesor Dr. Carlos de la Torre. Zoverafía- (61 CUESO) 0 pi a a hee: Antropología general (1 Curso)... +... +. 23 Dr. Luis Montané. CONFERENCIAS Histología, Embriología y Organogenia. . + + Anatomía Comparada... 1. o bee Dr. Aristides Mestre. (Aux.). Paleontologial> um ts o e e Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Conservador -del Museo de Zoología); Dr. Victorino Trelles (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química); y Dr. Jorge Hortsmann (Director del Jardin Botá- nico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudantes. —El “Museo Antro- pológico Montané” y el Laboratorio de Antropología tienen por Jefe al Profesor titular de la asignatura. 3. ESCUELA DE PEDAGOGIA. Psicología Pedagógica (1 CUNSO) +. 0... - + Historia de la Pedagogía (1 curso). . . . +. + ¿Profesor Dr. Ramón Meza. Hisiene Escolar (TI CUTSO) ++... . +... . Metología Pedagógica (2 CUTSOS) +. +... 55 Dr. Manuel Valdés Rodri- guez. Dibujo Lineal (1 curso) la o o NS] a e PE e ES Dibujo Natural (1 CUNSO) +2... «0... : CONFERENCIAS TL. Crítica de la Educación Contemporánea. ] L, 3 -i | € a 1 ] 19 . . . . . . oo e periiental + Dr. Alfredo M. Aguayo... (Aux.). II. Lectura é interpretación de las obras de ' los grandes pedagogos contemporáneos. . . ) Aerupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facuitad. 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS. Dibujo topográfico, estructural y arquitectónico MEMES) e A Profesor Sr. Eugenio Rayneri. Esteáreotontda. (1. Curso). leia Geodesia y Topografía (I CUFSO) +0... .. . + ; N E daa E Curso) a ' e Dr. Alejandro Ruiz Cadalso erims a 0 e Materiales de Construcción (1 Curso)... +. +) is ia de Materiales. Estática Gráfica | . aa ea S . E E Sr. Aurelio Sandoval. Construcciones civiles y Sanitarias (1 curso) . ) Pndrdniecánica (Curso) as A , Sl da ES ) AS Sr. Eduardo Giberga. MA quin aria (ECUESO) 2 e Ingeniería de Caminos (3 cursos: puentes, fe-)] É Se : S y ' DE S zarena. rrocarriles, calles y carreteras). “0. 00.2. SD 0” Dr. Luis de Arozarena Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) y Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura é Higiene de los Edificios(1 curso) | Historia de la Arquitectura (1 Curso). . . + 1 : z Sa a >) - Dr. Antoi spinal. Contratos, Presupuestos y Legislación especial f >” Antonio Espinal á la Ingenieria y Arquitectura (1 curso) . . ) Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto; y son-sus profesores Auxiliares: Dr. Andrés Castellá, Sr. A. Fernández de Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán (Jefe del La- boratorio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. In dicha Escuela se estudia la carrera de Maestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden á otras Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA.,. Química Agrícola é Industrias Rurales (1 curso Fabricación de azúcar (1 CUrsO).-. 2. e . ... SONO ICUISO) ¿ee e ] ) + Profesor Dr. Francisco Henares. . Zootecnia (1 A O ISE j 54 Sr. José Cadenás. IO re cala niL ¡CUESO) lo a e Economía Rural y Contabilidad Agrícola (1 ) O AS E O O SA. E ñ Lezislación Rural y formación de Proyectos Í 13 Sr. José Comallonga. A O RM A a Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingeniero Agrónomo, se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los dias hábiles de 12 4 5 de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. AMISO : La RevisTa DE LA FACULTAD DE LETRAS y CIENCIAS será bimestra!. Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la RevisTA, el canje co- respondiente; y de los centros de instrucción ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, etc., que puoliquen: de ellos daremos cuent sección bibliográfica. a en nuestra Para todo lo concerniente á la Revista (administración, canje, remisión de obras, etc., dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Haba pública de Cuba. ITOETELSGHA The RevisrTa DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other month. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc. to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad del a Habana, República de Cuba. AV IS La REvIsTAa DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS paraitra tous les deux mois. On demande lP'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de Vadministration, échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias Un: sersidad de la Habana, República de Cuba. na, Re- | Vot. XII. UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Nun. 2. REVISTA DELAS: EACULTAD DE-LEFRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN REDACTORES JEFES: Dr: ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITE DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VALDES RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- DRO RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL,JOSE CADENAS y FRANCISCO HENARES. MARZO: DE: OE, SUMARIO: —ESTADO ACTUAL DE NUESTRO PROBLEMA EDUCATIVO . . . . . Dr. Mamuel V. Rodríguez. — ESTUDIO DEL POEMA (DE RERUM NATURA». . +... +... . Dr. Arturo Echemendia. —MEMORIA SOBRE UNOS FÓSILES VEGETALES . .... . +. . +. Sr. Pío Galtés. —CIRILO VILLAVERDE (con un grabado). . .. .. . ... . ... Dr, Ramón Meza. —EL MANDAMIENTO DE HABEAS CORPUS. . . . Sr. Clifford S. Walton. —B:BLIOGRAFÍA.—Éléments de linguistique romane, por E. Bour- ciez; Précis de linguistique sémitique, por C. Brockelmann; La J Dr, J. M. Dihigo, Educación Nacional. Hechos é Ideas, por Aniceto Sela —NOTICIAS OFICIALES. —Renuncia de Beca.—Nombramiento de Auxiliar. —Ayudante Facultativo.—Lice 1cia.—Exención de los estudios de Química y de Física. —Comisiones Científicas. —[ns- pectores de Distrito. - MISCELÁNEA.—Aclaración. E —— Y — A IMPRENTA ”AVISADOR COMERCIAL” 30, AMARGURA 30 1911 ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Dr. Evelio Rodríguez Lendián. Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. J. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos). Lengua y Literatura Griegas (3 cursos). Lingúística PECULSO Pe A Filología (ELERISOS He apo ea oa a » Historia de la Literatura Española (1 curso) . Historia de las literaturas modernas extranjeras da » (2 cursos) . - E Historia de América (1 curso) . Historia moderna del resto del mundo(2 Cursos) Psicología (1 CUrso) -. -. .. “;s A a Entosotr Moral (E cursodo ias Ba ) ES , Sociología (1 curso). . . . CONFERENCIAS EHistona de la Eilosofía +=. y 27 ia e mes Re ETECEAUTAS EE O A Lenguas clásicas . . Profesor Dr. Adolfo Aragón. Dr. Juan F. de Albear. Dr. Juan Miguel Dihigo. Dr. Guillermo Domínguez y Roldán. Dr. Evelio Rodríguez Len- dián. Dr. Enrique José Varona Dr. Sergio Cuevas Zequeira (Aux.) Dr. Ezequiel García Enseñat (Aux.) Dr. Sixto López Miranda (Aux.) Zo ESCUELA DE CIENCIAS. (a) Sección de Ciencías Físico-Matemáticas Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- Profesor Sr. José R. Villalón. Sra) CUESOS: cos ESE Geometría superior y analítica (a curso). : Geometría descriptiva (1 Curso) . . - + - : eN Trigonometría (1-CcuUrso)...-=. 552... Física Superior (1€F. CUSOL+ LL ) Física Superior (2? curso). .. . Química general (1 CUÉSO) + . 2.02. y Biología (1 curso) . .-. Zoulosia (1 “CUTSO LA ¿1 o a ol o Dirbuja Lineal (1-enrsO) 290 a a de io de Dibujo Natural (1 curso) . E A Cosmología (1 curso) . Mecánica Racional (1 curso) - Astronomía (1 curso) - Geodesia (1 curso) . . NA A Mineralogía y Cristalografía ( curso) . E e Botánica “general (1 curso) E AS ES 5 Dr. Claudio Mimó. Dr. Plácido Biosca. Sr. Carlos Theye. Dr. Carlos de la Torre. Sr. Pedro Córdova. Sr. Juan Orús. Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Manuel Gómez dela Maza. (b) Sección de Ciencias Físico-Químicas Análisis matemático (Algebra Superior). . Geometría Superior (sin la Analítica)... . . . Trigonometría (plana y esférica) - - .. . . - 1 Física Superior: (1Er-: CULSO) 0 ae a 1 Física Superior (2? curso) . . | Química Inorgánica y Analítica (1 curso). . - Eo Química Orgánica (1. CUNSO) 02 iaa re Dibujo Lineal (1 curso) . . . ) Dibujo Natural (1 curso)... . Mineralogía y Cristalografía (1 curso) Biología (1 curso). . + Cea! de ) Zoología: (E, CUESO) UA A Botánica general (1 curso) EIA Pd Cosmología (1 curso) . . E ORT IA Profesor Sr. José R. Villalón. Dr. Claudio Mimó. Dr. Plácido Biosca. Sr. Carlos Theye. Sr. Pedro Córdova. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Carlos de la Torre. Dr. Manuel Gómez de la Maza. Sr. Juan Orús (c) Sección de Ciencias Naturales Análisis matemático ( Algebra Superior) 1 curso Geometría Superior (sin la Analítica). Trigonometría (plana y esférica). . . -. + Química general (1 curso)... . Dibujo Lineal (1 curso) . . Dibujo Natural (1 curso) Física general (1 curso). Mineralogía y Cristalografía (1 curso) . Geología(1 curso). Botánica general (1 curso) . A A , Fitografía y Herborización (r curso) e der ) de Profesor Sr. José R. Villalón. Dr. Claudio Mimó. Sr. Carlos Theye. Sr. Pedro Córdova. Dr. Plácido Biosca. Dr. Santiago de la Huerta. Dr. Manuel Gómez dela Maza. Vol. XII. MARZO" DE+191L. Núm 2. REVISTA DE JEA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS ESTADO ACTUAL DE NUESTRO PROBLEMA EDUCATIVO ! POR EL DR. MANUEL VALDÉS RODRÍGUEZ Profesor de Metodología 22 La Pedagogía es como una tela, más Ó menos acabada y com- pleta, en donde hay que buscar la puntada que corresponde al fran- cés, al alemán, al español, al inglés, etc. La distinción que se ad- vierte en la lengua, en el genio nacional, en el clima, etc., se deja ver también, sin esfuerzo, en la ciencia de la educación. Un escri- tor francés no es un inglés. Aquél, muy á propósito para producir el sentimiento de la obra, da las grandes direcciones del pensamien- to; el inglés—y más en particular el americano—aparta los ojos del cielo para fijarlos en la ruta, en los accidentes del terreno, en las sinuosidades del camino; el primero medita, piensa, teoriza; el otro, buen operario y agricultor, siembra y realiza una tarea. Uno con- sulta los soles y grandes luminares que hay en el cielo de su patria ó de la humanidad; los demás caminan por senderos accidentados, y aprovechan los rayos que de su luz, desde lo alto, caen sobre las piedras, y, escondidos en las quiebras del camino, denuncian el pol- vo de la realidad. Robert (Quick, —escritor que si no ha producido un sistema ocupa los primeros puestos por la potencia de su crítica amplia, vi- gorosa y esencialmente docente, —divide los pedagogos en escritores y maestros; los primeros, dice, han establecido los grandes princi- pios, evocado el poder de la filosofía, de la historia, de la ciencia y 1 Conferencia pronunciada en la Universidad el 11 de Febrero de 1911, LIBRARY NEW YORK BOTAMICAL GARDEN. 138 MANUEL VALDES RODRIGUEZ de la psicología; los segundos, en presencia del educando, realizan co- mo obreros la ingrata obra de zada día, expuestos á no dejar la cons- tancia de ella, á no ser en el alma que forman de sus discípulos. Compayré—escritor francés—tal vez sin darse cuenta, pero por iguales senderos, en el prólogo de su obra Las doctrinas de la educación en Francia, alude á la acción de la filosofía y á su capacidad para organizar la ciencia de la educación, estableciéndola bajo leyes racionales. El Emilio de Rousseau, dice, (pág. 7*) no pasa de ser una novela admirable, donde la quimera y el ensueño se disputan el campo para las sugestiones más felices del espíritu filosófico; es, como decía D'Alembert, un libro rico en humo y en luz, en calor y en puerilidad, en enseñanzas y contradicciones, en lógica y sofismas. Los pensa- mientos de Locke—continúa Compayré-—en forma simple y sencilla no son más que un ensayo incompleto, obra de un buen sentido, acaso un tanto estrecho, influenciado de prejuicios utilitarios y sensualistas. El notable escrito de Kant sobre la pedagogía ¿qué otra cosa puede ser sino un haz incoherente de observaciones, de detalles y una puñada de notas más ó menos profundas? Y para citar un ejemplo más reciente, el ensayo ingenioso de Herbert Spencer, su educación física, intelectual y moral, «no pasa de ser el análisis ligero de algunos principios que pecan de absolutos, pero de ningún modo el pensamiento detenido y completo que parecía prometer el talento de su autor». Y en verdad que este último juicio, en choque evidente con las alabanzas inmerecidas de la ge- neralidad de los críticos, salvo alguna que otra observación de ver- dadero realce, cotiza á bajo precio el citado opúsculo de Spencer. El escritor francés de que hablamos, proclama con claridad y firmeza que la práctica de la educación, en su tiempo, quedaba muy atrás de las teorías filosóficas, obedeciendo frecuentemente á una rutina ajena á toda reflexión y, lo que es más, presa de la duda, entre afirmaciones contrarias que la ponen á mal traer. Esto ex- plica, dice, por qué los métodos, si contienen partes excelentes, distan mucho de obedecer á un plan sistemático, viniendo á demos- trar, al fin y á la postre, que son el producto de dilatados tanteos, cuando debieran serlo de la reflexión. Y cierra este cuadro tan lleno de realidad con las palabras de Juan Paul Richter, cuando dice, probablemente con extrañeza de muchos: «Paréceme que la educación de mis tiempos es el arlequín de la comedia italiana que se presenta en la escena con un montón ESTADO ACTUAL DE NUESTRO PROBLEMA EDUCATIVO 139 de papeles bajo el brazo. ¿Y qué trae usted—le preguntan,—en ese cartapacio de la derecha?—Ordenes, —contesta. —¿Y en el de la iz- quierda?—Contra órdenes.» ¿Y dónde hallar el remedio de tal esta- do de cosas? Yo no conozco mal tan deplorable como la contra- dicción, verdadero veneno para el espíritu. Compayré se pregunta por el remedio, trabajado por corrientes contrarias y entendía con razón sobrada, que era preciso volver los ojos á la psicología. Bien sabéis quien haya rendido este servicio y que á la simple indi- cación de esta especie, la noble figura de Herbart se levanta en el fuerte y justamente erigido pedestal de su fama y de su nombre. Cuando Leibnitz dijo: «dadme la palanca de la educación y mo- veré el mundo» cuando, según afirmación atribuída á Bismarck, el triunfo de la Prusia es al maestro de escuela á quien debía atribuir- se, incurrió á mi ver, junto con el primero, en una verdadera exa- geración. El origen de ésta debe buscarse en el afán de estudiar aislada- mente un fenómeno en el que, por necesidad, están en juego muy distintos factores. Es de advertir que con este proceso de exclusión se empequeñece el educador que pasa á ser un simple maestro de escuela, en tanto que, con el opuesto criterio, es factor social de un fenómeno social. Desde la herencia—que según un escritor cuyo nombre no re- cuerdo en este momento, con un solo adarme hace más que una tonelada de educación, —hasta las circunstancias más ligeras del organismo social, cuántos componentes, cuántos átomos, más menos dispersos, cuántas corrientes más ó menos ocultas, cuántas direcciones y cuántas influencias, conscientes unas y no conscientes otras, no influyen en el fenómeno de la educación? El escritor Legouvé, que como todo francés, lleva entre los pliegues de su constitución mental un color á propósito para cada caso y hasta un equívoco para resolver un problema, presenta en su libro Los padres y los hijos el cuadro, muy sugestivo de un pobre niño, atareado en sus lecciones, y en lucha con la distracción y la divagación de su vida interior, mientras la madre, preocupada en sus atavíos, probablemente poseída de su vanidad de mujer, sacri- fica su título de madre y se prepara ufana para salir al baile, di- ciendo al pobre pequeñuelo: «No dejes, hijo, de estudiar bien las lecciones que te ha marcado el maestro.» ' En una serie de pequeños cuentos al fin de la novela Adoración, del señor Alvaro de la Iglesia, joven español que ha adoptado á, 140 MANUEL VALDÉS RODRIGUEZ Cuba por su patria y dotado de un raro conjunto de condiciones para aquel género, finaliza sus estudios con un cuadro á que da el membrete de Juan el Simple, hijo de ux noble conde, cuyo castillo parecía un nido de aguiluchos en lo más empinado y abrupto de la sierra. Regresaba el conde á los noventa años á su desmantelada forta- leza, poco medrado de recursos, si bien reventando honor por los resquicios todos de su armadura. Y sintiendo cercano su fin, quiso dejar el único cuidado que podría turbar la paz de su eterno sueño, al padre capellán, hombre sabio por los cuatro costados; cuidado que no era otro, sino enco- mendarle la educación de su hijo Juan el Simple. Fué éste el más dócil de los discípulos, con tanta satisfacción de su maestro, que, al cumplir aquél los veinte años, salió camino de la corte, despedido por el sabio capellán, que al tenerle el estribo, ex- clamó con lágrimas de ternura: —Adiós, señor, seréis feliz porque sois un ángel. Y como al cabo de veinte años, regresara el discípulo, el padre capelián, con el instinto profético de los que se van de este mundo, comprendió que Juan el Simple no había hecho fortuna en la corte y que regresaba tan desposeído como años antes su padre. —Pero, señor, —preguutó el maestro con acento dolorido,— ¿cómo no habéis triunfado, si llevábais tan seguras armas para vencer? —Padre, —exclamó el joven: —no me he apartado de vuestros consejos ni el canto de un libro. —¿Pero habéis sido bueno? —Con todo el mundo, señor. —¿Fiel al monarca?... — Con exposición de mi vida. —¿Sincero y leal?... —Hasta partir mi pan, con apetito para comerme dos. —¿Celoso en el cumplimiento del deber?... —Fuí siempre el primero en levantarme y el último en acostarme. —¿Y cómo no habéis hecho fortuna, siendo un dechado de vir- tudes? —Padre, —respondió sonriendo tristemente Juan el Simple;— porque para hacer fortuna en el mundo debisteis haberme enseñado todo lo contrario de lo que me decíais. Y es, señores profesores, que constituye una verdadera quimera ESTADO ACTUAL DE NUESTRO PROBLEMA EDUCATIVO 141 el propósito por muy noble, de formar un carácter y un hombre, divorciado de los factores sociales del medio ambiente en que ha de vivir y girar. A esto responde, señores profesores, la doctrina de la adapta- ción, que con tanto brío sostiene entre otros, el profesor William Harris, uno de los hombres de labor más tenaz y profunda en el campo de la educación. Mr. W. Harris expone su doctrina en esta forma: La educación es la preparación de un individuo para su unión recíproca con la sociedad; preparación tal, que le permita ayudar á sus conciudadanos y, á su vez, recibir de ellos análogo auxilio. Esta definición, agrega, es concreta, enfrente de la abstracción que envuelve la tesis de la educación harmónica. Parece inverosímil que pueda haberse dirigido en este respecto al escritor americano un cargo tan infundado, como suponer que esta definición no excluye el hecho de una sociedad mal conforma- da y de viciosa organización, en cuyo caso la unión de un hombre con ella misma es una repercusión del mal que encierra tal orga- nismo. La educación, en verdad, admite una doble hipótesis; por- que el hombre educado no es sustancialmente distinto por su vbatu- raleza del que no lo fué. Todo hombre viene á la vida con gérmenes que se desenvuelven en uno ú otro sentido, ya conforme con la ley moral y su naturale. za, Ó en oposición á su precepto. En un caso, resulta educado; en el segundo, educado también, pero en sentido muy distinto del primero. Es cuestión de orientación y problema de finalidad. El hombre civilizado recuerda por necesidad al salvaje. A poco que se ahon- de en la epidermis del primero, del civilizado, no tarda en descu- brirse la piel del salvaje. Es la naturaleza animal de los demás animales inferiores: la ra- pacidad, la violencia, la grosería, el predominio de la fuerza y la astucia. Todo niño abaudonado al simple estímulo de su naturaleza ani- mal, cae fácilmente en la hipocresía, en la rapiña y en la sen- sualidad. De este naufragio de la razón sólo salvan al hombre las institu- ciones, es decir, la cultura, que viene á ser una verdadera superfe- tación de más ó menos costra y consistencia, 142 MANUEL VALDÉS RODRIGUEZ Viene el hombre á la vida resguardado por instintos, pero víe- tima posible también de los mismos. Los movimientos espontáneos le preparan para la defensa; su vida moral cae dentro de una noche profundamente oscura, sin el menor resquicio de luz. La conciencia en él es una cantidad redu- cida á cero. La naturaleza se encarga de despertarle de su profundo sueño: el hambre, la luz, los colores, el aire, la temperatura, el individuo: á poco, empieza á darse cuenta de la oposición entre él y la natura- leza que le rodea y con esta sensación de algo exterior, despunta débilmente la idea del yo. Su vida moral se inicia á virtud de influencias dentro de la vida social. Sin ésta, seguiría siendo un animal más ó menos peligroso y la moral lenguaje absolutamente rudimentario y obscuro. Toda sociedad debe estar preparada para recibir en su seno al nuevo ser. Si no lo está, si esta preparación, lejos de positiva, es de una fuerza negativa, la obra de la educación está comprometida. La educación es una serie de influencias ordenadas. De estas influencias las más enérgicas y saludables caen dentro de la in- consciencia; es decir, producen su resultado sin darse cuenta el hombre de su influjo. Cuáles son estas influencias? La que se deriva de la familia, de la expansión de las demás unidades sociales, de la organización de la propiedad, del gobierno y administración de justicia, de la prensa, de las costumbres, de la opinión pública que se decide por las acciones honestas, las tolera ú se rebela contra ellas, etc., de la religión como forma con- creta del sentimiento religioso. Del influjo de todos estos centros de cultura, de todo este tra- bajo que suaviza la piel rugosa y áspera del elemento animal, surge el concepto de educación. La educación es un concierto social. En sociedades mal organizadas, la fuerza de la escuela es muy débil, por lo que el edificio está expuesto á saltar roto en frag- mentos y polvo deleznable. Si las sociedades están bien organizadas, el concierto social des- arrolla un complicado movimiento de vida, en que entra la educa- ción, es decir la escuela, como una simple colaboradora de las in- - ESTADO ACTUAL DE NUESTRO PROBLEMA EDUCATIVO 143 numerables influencias que cercan al hombre y le dan atmósfera para respirar y vivir. En este supuesto, la vida mental y moral del hombre, es mera participación de la vida colectiva mental, moral y sensible de una nación. Desde el punto de vista teórico dividimos la educación del indi- vidno en tres grandes departamentos: intelectual, moral y física. Estos son los estatutos que bajo sus brazos, y en su. carpeta co- rrespondiente, lleva el arlequín de la comedia italiana. La consideración de lo que ocurre en gran parte del mundo en lo que se refiere á educación física debemos buscarla en la contra- orden. La educación física en las escuelas, en la mayor parte de los casos, tiene un resultado negativo, por cuanto se reduce á evitar é impedir aquellas circunstancias que por necesidad conspiran contra la integridad de las funciones del niño y las leyes de su salud. Dar á la naturaleza del educando ocasión constante y amplia para la expansión y ejercicio de sus fuerzas; movimiento, oxigena- ción, aereación, libertad, y un orden concertado que invite á los goces tranquilos del juego, la expansión, la destreza, etc., son co- sas que no es posible llenar en la medida necesaria sin un local fuera de la acción dañina de los grandes centros de población. Mucho se va adelantando entre nosotros y concluirá por impo- nerse la consecuencia total de este aspecto del problema, Los pedagogos claman, celebran sus congresos, establecen y sancionan sus conclusiones; pero en realidad, no tarda en imponer- se la exigencia y el afán de la vida moderna, caracterizada de una parte, en las sugestiones de la ambición por los grandes elementos que son necesarios para vivir; en una lucha desmedida y loca, y por el ensanche del horizonte sensual y el vértigo del movimiento; ganar dinero, como requisito indispensable para gozar y correr, Andar aprisa aun en aquellos casos en que fuera posible cami- nar despacio. Entonces, la desmembración de las ciencias, la especialización y la complicada urdimbre de los conocimientos humanos, no se avienen á simplificar los cursos ni aligerar el lastre científico. Abarcar mucho y en el menos tiempo posible: tal es la divisa; cosa que no puede hacerse sin que la tarea diaria de las clases y de los deberes escolares, imponga despiadadamente esfuerzos que se amontonan, para producir una plétora de conocimientos fuerte- mente nociva para el cerebro y el sistema nervioso, 144 MANUEL VALDÉS RODRIGUEZ Aparejada con esta situación que pudiera compararse á un asalto de las ciencias, van de brazo la exigencia de la vida moderna y sus necesidades difícilmente satisfechas. No recuerdo si es Emilio Zola el escritor que ha puesto de re- lieve la contradicción evidente y monstruosa que ofrecen nuestras costumbres y el género de vida á que generalmente se entrega la juventud. Y mientras médicos é higienistas ponderan las excelencias del movimiento, de la gimnasia, de los sports, de los juegos, no sabe- mos cómo andará la juventud en la reserva de sus fuerzas físicas, afanosa por adquirir, pero no menos dadivosa en gastar proba- blemente más de lo adquirido. Llegar á ser un atleta para morir joven, de tisis Ó gangrena, no es un triunfo muy apetecible de la educación física. A la luz de estos principios debe apreciarse el valor de la educa- ción en el extranjero. Una estancia en sociedades extrañas bien regidas, después de haber concluído los estudios, para comparar, para despojarse de prejuicios á que es tan inclinado por su inercia el espíritu humano, es el mejor regalo con que un buen padre pudiera completar la edu- cación de su joven hijo. Pero en el período de la niñez y de la adolescencia es detestable remedio llevar á los educandos al extranjero. ¿Para qué? ¿Para enseñarles la exactitud, la moderación, el cumplimiento de la palabra empeñada, el respeto, la tolerancia ? Muy bien pensado, con seguridad, con la condición precisa de que al volver al país de su origen se encuentren con un medio am- biente arreglado de una manera análoga. De lo contrario; ¿de qué os servirá ser exactos en un lugar donde la exactitud es un mito; de qué respetar el compromiso, si habéis de vivir con hombres que no tienen empacho en tomar la posición que mejor cuadre á sus intereses ? Puede suceder que dentro de un país no dispuesto para el fenó- meno de la adaptación, con instituciones mal creadas, mal inter- pretadas Ó erróneamente dirigidas, en que la mentalidad corra por un sendero, desentendida de la ley moral y de la acción solidaria, un hombre realice en los niños y con los niños un fenómeno de educa- ción más Ó menos aceptable para los intereses del espíritu indivi- dual; pero pensad lo que ha de suceder, cuando salido el educando de aquellos trillos y de aquellos senderos, vuelva al seno de su go- ESTADO ACTUAL DE NUESTRO PROBLEMA EDUCATIVO 145 ciedad para vivir con ella, de ella y por ella: porque al fin y al ca- bo, señores profesores, ningún hombre puede vivir una vida que sea propia y toda ella suya, reduciéndose á participar, por necesi- dad precisa, de la atmósfera de vitalidad colectiva que influye é in- vade la unidad mental y moral que representa cada hombre. Forzoso será que el hombre se sienta constreñido á volver sus pasos atrás, á vivir de los recuerdos de su colegio, para acomodar- se, bajo pena severa de aislamiento por necesidad improductivo ú infecundo al medio de su sociedad ó de su tiempo. Todo hombre está en verdadero peligro de contagio mental y moral en medio de una sociedad con quien vive en contradicción. Afirma Kant que, de esta obra de educación, sólo se conocerá su fuerza, el día aquel en que el niño sea educado por un ser de naturaleza superior. Páreceme que esta afirmación de Kant está algún tanto tocada de los conceptos comunes de su época. Si estas palabras del eminente filósofo nos llevaran á afirmar que esa naturaleza superior forma al hombre, como pudiera decir- se, á imagen y semejanza suya, dándole sus puntos de vista, ha- ciéndole partícipe de sus impresiones, de la acción de su voluntad, de su vida interna, de su carácter y personalidad, sería entonces necesario rechazarlas en nombre de la libertad y condenarlas como un intento, por lo menos, de secuestro de la persona humana. Más acertado anduvo en el concepto el Obispo de Orleans, Mr. Dupanloup, escritor difícil de igualar en el perfume de su idea- lidad risueña, amable y enaltecedora, cuando dijo de la educación: «es una Obra de libertad y de respeto». Un hombre, un puñado de hombres, una legión de maestros puede resolver con sus educandos un problema de carácter acciden- tal, en el tiempo y para la apreciación futura de la historia: revolu- cionar las ideas, cambiar la mentalidad, crear una fuerza social, derrocar una institución, restablecer el status político de una nación. Pero la tarea genuina y substancial de la educación es producir la condicionalidad, absolutamente necesaria, para que se realice el fin de la naturaleza misma del hombre, en todos sus aspectos. Muchos años hace que sostengo igual punto de vista, y con tal motivo, no os extrañará que sienta alguna satisfacción personal al observar que son los mismos los que ha establecido el Primer Congreso Internacional de Educación Moral, en Londres, del 25 al 29 de Septiembre de 1908. 146 MANUEL VALDÉS RODRIGUEZ Hay, dice el profesor Muirhead, un verdadero consensus en que el fin de toda educación é instrucción se dirige á la formación del carácter. Tal es la tesis herbartiana. No está el problema en lo que se enseña, ni en conocimientos y aptitudes revelados, sino en el uso que los educandos van á hacer en el porvenir. En términos todavía más expresivos quedó formulada la con- clusión de que, como modo de educación moral, la escuela repre- senta una parte, por añadidura muy pequeña, siendo evidentemente necesario que, al abandonarla, todas las influencias sociales han de robustecer y asegurar la obra del maestro. Consuela, en realidad, á los espíritus preocupados de este vital asunto, observar el movimiento general de simpatía que se despier- ta en todos los pueblos de la tierra á este propósito. El Código de Educación en Hungría, y el de Austria; el Marual de Educación en Portugal, las novedades introducidas en el organismo de la escuela de los Estados Unidos, Alemania, Suiza, Bélgica, Francia, Japón, Rusia é Inglaterra, han atraído la atención y el espíritu de re- flexión y de crítica. No obstante, el problema no estaba aún abordado, porque al fin y á la postre, quedaba absolutamente incompleto y como eslabón roto en el espacio del pensamiento, el asunto vital de la cuestión religiosa, ya en sí propia, ya por su relación evidentemente sensi- ble y manifiesta con el aspecto de la educación y de la moral indi- vidual. ¿Tiene la moral relación alguna con la religión? Tal era la pregunta que exigía una respuesta decisiva. Pues, si no la tiene, la afirmación simple y única de la edu- cación moral basta por sí sola, porque en ella queda cerrado el cir- cuito de la educación del hombre. Pero, si resultare que la afirmación moral y la afirmación religiosa no son independientes, sino que ambas se afirman recípro- camente y loque es más, que una de ellas envuelve la filiación de la otra, la lógica impone no hacer un punto final en el proceso educativo. Tal es el caso en toda su desnudez; tal la conclusión de un análisis que fuerza los límites de una mera apariencia. La religión es susceptible de considerarse bajo tres aspectos bien distinguidos: 12 Como un hecho. ESTADO ACTUAL DE NUESTRO PROBLEMA EDUCATIVO 147 22 Como un sentimiento, un instinto, una necesidad. 32 Como ley, necesidad ó fórmula del pensamiento. Desde el punto de vista primero, no tenemos noticias de ningu- na sociedad, sea cual fuere su grado de cultura, que no determine el hecho religioso, como uno de los rasgos esenciales y caracterís- ticos de su modalidad. El sentimiento religioso y la idea de la religión, de tal manera penetran en el espíritu del hombre, que el ateísmo significa un es- tado enfermizo de la conciencia. Y si penetramos en el organismo moral que invade la conducta . y los actos del hombre como unidad individual y social, es forzoso entender y afirmar que las acciones humanas tienen una substanti- vidad, imposible de explicarse, ni por el interés privado, ni por el estímulo de la vida, ni por la fuerza de una convicción, ni de pacto alguno cuyas huellas están lejos de advertirse en la historia del hombre. 3 Pero ¿cómo se harmoniza esta necesidad de la educación reli- giosa, dentro del actual orden de las sociedades? Mucho me miraría en sostener una tesis perturbadora, sobre todo para mi país, sediento de tranquilidad. Mi afirmativa de que la educación no corresponde á la escuela, exclusivamente, me permite un plano mental de franca libertad, y mi criterio está encerrado en estas tres proposiciones: 1% La educación religiosa corresponde á esa entidad colectiva que llamamos sociedad, pueblo ó nación, cuya primera caracterís- tica es el instinto de conservación, para vivir en conformidad con una ley que le es substancial y, sin la que, se sentiría herida de di- solución y de muerte. La nación está en el deber de amparar al niño en orden al derecho que está llamado á ejercitar en su día. 2% Compete también la tesis religiosa á la familia, porque la debilidad del niño ha de tener un amparo en el cumplimiento del deber del padre, que, si tiene la perfecta obligación de atender á las necesidades físicas de su vida, no la tiene menor con relación á los intereses de su espíritu. 3% Y, por cuanto toda iglesia es, al fin y á la postre, una deri- vación de cierto número de afirmaciones morales como son la exis- tencia de un primer principio: la libertad humana, un orden, por ne- cesidad y naturaleza, moral: la responsabilidad de nuestros actos, el deber como necesidad originaria de la conciencia, etc., la escuela está en el deber de contribuir en la proporción que le sea dable, 148 MANUEL VALDÉS RODRIGUEZ para proveer al niño de elementos sanos y vigorosos que fortifiquen su mente y robustezcan su voluntad, á fin de que pueda moverse en una atmósfera de intensa vida moral. La raza, la historia, la situación geográfica de los pueblos in- fluyen directamente en toda afirmación filosófica y, por este hecho, la cuestión religiosa se presenta con distintos caracteres en el con- cierto del mundo. Para unos pueblos, aquellos que limitan sus ideales, el ejercicio de la razón como si ésta fuera una entidad abstracta, llamada á desentenderse de la voluntad, que regula la acción humana, la re- ligión es particularmente una tesis tilosófica, que tanto puede estar expuesta á un sistema netamente ideal, sin influjo para la vida de los hombres ó al imperio de la superstición. Para otros, que viven dentro de una atmósfera harmónica, la religión antes que todo, es acción, es decir, vida práctica, sosteni- da, regida y orientada por una ley profundamente moral. En estos últimos, como hace observar con verdadera agudeza un escritor francés en el libro de La Energía Americana, si mal no recuerdo, la religión es un interés nacional. Acaba de decirse la última palabra en esta materia con las con- clusiones del Congreso de Educación Moral áque acabo de aludir. La educación moral del niño, del hombre, no se realiza por efecto de un movimiento doble, uno de los cuales tenga su centro en la escuela y otro en el ambiente social. En modo alguno; la educación moral del hombre obedece á un solo movimiento de vida que envuelve, satura y tonifica al contingente social y á la escuela. Mejor dicho: el que afecta á la escuela, la afecta por razón de su carácter social. Es absurdo y contradictorio—y lo contradictorio es el veneno de la conciencia—que el niño deje una moral en su escuela, para darse de bruces con otra, en el concierto de su sociedad, porque, a] fin y á la postre, la sociedad se impone al individuo y realiza un hecho de vida mental y moral del que participa cada unidad social. Los gobiernos y los ministros pueden fomentar la instrucción; pero no sustituir al espíritu público. La educación integral y harmónica impone la necesidad de la educación moral y esta no puede realizarse dentro del medio social que rodea al niño. Acaso se invoque como respuesta al cargo formulado que en el curso de estudios esté atendida la educación cívica; pero, en reali- ESTADO ACTUAL DE NUESTRO PROBLEMA EDUCATIVO 149 dad de verdad, nada más débil ni más inconsistente que este factor, porque después de todo, la educación cívica es simple secuela y pos- tulado del factor moral. Si éste no existe, no haya cuidado que aquel factor pueda derivarse. La atmósfera moral de una escuela de cualquier punto del globo es producto del factor social que penetra en ella; del reglamento y estructura en el movimiento de la misma; del maestro que da la orientación, y del propio niño. De todos los departamentos que pueden considerarse en educa- ción, el intelectual y el de la instrucción es el mejor representado: pero, sostengo que este resultado aislado y sin concurso de factores afines, es muy pobre y dista mucho de resolver el problema del hombre. ] A este respecto mismo, hay que distinguir entre la educación de los niños y de las niñas. Parece aceptarse que éstas realizan su obra en relación de supe- rioridad á los niños. ¿Quiere esto decir que las mujeres sean entre nOsotros mejores maestros que los hombres? No hay razón bastan- be para pronunciarse el fallo. El hecho es complejo y sus concau- sas muy varias. La maestra es algo como la prolongación de la madre: pero de- masiado suave y blanda, ha de concluir en cierta época de la vida del niño. La educación de la voluntad no tiene esfera en nuestra escuela y en este caso, corremos el evidente peligro de que el saber no ten- ga aplicación para la práctica y la ética de la vida. Imposible que pueda haber vida moral sin el movimiento de la voluntad y el juego de los instintos, de los sentimientos y de los móviles. La voluntad debe educarse con actos de voluntad y ésta no se educa sin hábitos y sin actos repetidos constantemente para que invadan, penetren y se claven en el organismo moral del niño. ¿Y el sentido moral, íntimamente unido al sentido de la acción? La fórmula del respeto al ajeno derecho no es bastante; es una concepción que peca de estrecha y utilitaria. Es la fórmula que establecía el profesor Buisson en el Congreso de Educación Moral en Londres. Hubo un momento en que pareció triunfante, pero el buen sen- tido del Congreso se resistió á aceptarla como definitiva. Aquel conjunto de hombres tan diversos y apartados por pensa- 150 MANUEL VALDÉS RODRIGUEZ mientos, por influencias y por creencias, no quiso aceptar como íl- tima aquella cimentación, y ahondó en el problema. Y entonces bien claro se dibujó en el horizonte de mentalidad de aquellos hombres, que era una quimera hablar de educación mo- ral sin aceptar que ésta descanse en la conciencia y que la contien- cia descanse en Dios. IMPORTANCIA QUE TIENE EL ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» DESDE EL PUNTO DE VISTA LINGÚISTICO, LITERARIO Y FILOSOFICO ! POR EL DR. ARTURO ECHEMENDÍA TITO LUCRECIO CARO El poema De rerum natura, concebido y compuesto en condi- ciones que recuerdan la infancia de Júpiter, arrullada por la danza frenética de los coribantes, el chocar de los escudos y el coro es- truendoso de los cantos bélicos, es una obra de reflexión y de paz, himno ferviente á la verdad amada con ardor de visionario, exhor- tación al goce inteligente y sereno de la vida, muy distinto del que perseguían, con trágica obstinación, los más connotados hombres de la época. Su autor, Tito Lucrecio Caro, nació en Roma (1) el año 95 antes de la era cristiana y murió hacia el 51, dos fechas en- tre las cuales presenta la historia de la República una serie de acon- tecimientos escandalosos ó sangrientos, que dejaron dolorida huella en el ánimo del poeta. La vida de Lucrecio es, como la Sulamita, huerto cerrado, fuen- te sellada, al menos para la certidumbre. Sus contemporáneos se contentaron con admirar ó imitar al cantor de la Naturaleza, y ol- vidaron al hombre recluído en sus «templa serena». El único que lo nombra es Cicerón, en carta escrita á su hermano Quinto (2). Y como tampoco Lucrecio ha dejado ningún dato importante para su historia personal (3), los investigadores de todos los tiempos han suplido con deducciones y conjeturas, más Ó menos consistentes, la carencia de informes inconcusos. Entre las noticias de fecha más remota destácanse principalmen- te dos (4), que han sido objeto de interminables discusiones: la lo- cura y el suicidio de Lucrecio. San Jerónimo las ha consignado en su continuación d+ la crónica de Eusebio, diciendo que Lucrecio perdió la razón por efecto de un filtro amoroso y, después de escri- bir el poema en los períodos de lucidez, se infligió la muerte (5). Este relato, cuya exactitud está respaldada únicamente por la 1 Tesis para el grado de Doctor en Filosofía y Letras, leída y sostenida en la Universidad el lo de Abril de 1911; se publica en la REVISTA por recomendación especial del Tribunal. 152 ARTURO ECHEMENDIA autoridad del cronista, tiene sin duda una fase conmovedora que realza el interés de la vida de Lucrecio. ¿Quién no gustaría de re- presentarse al poeta enfermo, bregando con la invasora tiniebla de la demencia, para iluminar las conciencias turbadas por la ignoran” cia y la superstición? Su obra nos parecería entonces inflamada por trágico fulgor, salpicada con la sangre del noble epicúreo, que sólo en la muerte halló la paz vanamente buscada para sí y para sus se- mejantes en el seno augusto de la filosofía. Intentó desatarse de los brazos enervantes del amor, y el amor, en traidora emboscada, le envenenó la fuente de la razón. Quiso sacar 4 la verdad del mis- terio en que yacía, en pos de ella recorrió dominios inexplorados, «loca nullius ante trita solo»; y al cabo cayó vencido en un abismo para él más negro que el de la muerte. Buscó afanosam ente el ideal de la vida serena y dichosa, y para poseerlo en la cúspide del sa- ber, renunció á los deleites mundanos, á las fáciles victorias de la vanidad. Fueron estériles tanta entereza y abnegación: el sendero se tornó abrupto, claudicaron sus fuerzas y, desolado, tuvo que pedir al filo de una espada el reposo eterno. Pudiéramos aquí resguardarnos con el dicho de que «la leyenda es siempre más hermosa que la historia» y reconstruir la existencia de Lucrecio tal como acabamos de diseñarla. Haríamos un juicio calcado en el de Paris. Mas, aunque sólo sea por el riesgo de que un nuevo Nereo se apreste á acibararnos el goce de la recompensa, preferimos examinar de cerca la leyenda, si cabe así llamar al bre- ve relato de San Jerónimo, aunque nos deje en los dedos el polvo lrisado de sus alas. Si es cierto que la verdad cede en belleza á la fábula, es, por lo menos, más sólida y no está tan expuesta á des- hacerse por el contacto de manos irreverentes. No escasean los que consideren lo referido por San Jerónimo como conseja urdida por los cristianos para inspirar horror hacia las opiniones y la persona de Lucrecio. De esta manera el infeliz amigo de Memio sería un réprobo anticipadamente anonadado por Ya ira celeste. Pero si la noticia es de época anterior y San Jeróni- mo la copió de Suetonio, tal interpretación es errónea á la par que injusta (6). Sorprende, sin embargo, el silencio de los eruditos ro- manos y, sobre todo, que Lactancio, al hablar del suicidio de De- mócrito, no aludiera al de Lucrecio, cuando, precisamente, autori- zaba con un texto suyo la autenticidad del hecho. Desde luego no son suficientes aquel silencio ni esta omisión para desmentir á San Jerónimo. La obra misma de Lucrecio se ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA » 153 opondría á ello. Nadie, en efecto, ha tributado á la muerte home- naje más elocuente que el suyo. Quien así la exaltó bien pudo ade- lantarse á recibirla para librarse de un padecimiento físico Ó moral. Además, su muerte prematura y la melancolía difundida en muchas partes del poema, acentúan la verosimilitud de la catástrofe. A pe- sar de esto, como no es dado confirmarla con testimonios irrefraga- bles, la duda es tan juiciosa como natural, desde el momento en que los escritores más familiarizados con la historia literaria de Roma ignoraron, pasaron por alto, un suceso que debió de tener gran resonancia, Cuanto á la demencia, juzgamos que no es tan admisible como el fin luctuoso de Lucrecio (7). Lo inaudito del caso provoca nues- tra incredulidad. Muy raro es que obra tan compleja como De rerum natura, ideada con vasto plan y manifiesta unidad de pen- samiento, y donde el raciocinio alterna con lo imaginativo, fuera engendrada no ya «en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación», sino en un cerebro lacerado, necesariamente debilitado por la enfermedad. Lucrecio tan pronto se exalta como gime abatido por el desconsuelo. El horizonte diáfano y cristalino se oscurece repentinamente entre nubes de tormenta. Los sueños que describe se confunden con las visiones de un alucinado. La tonalidad del sentimiento confina con lo anormal. Mas todo esto, producto de un temperamento vibran- te, en apariencia mórbido, no completa lo necesario para la hoja clínica. La potencia anímica que despliega el genio no cabe fácil- mente dentro de los breves límites de la sensatez vulgar (8). Recientemente Stampini lo ha clasificado entre los neurópatas, incluyéndolo en el grupo de los epilépticos (9). Y, aunque desco- nocemos sus argumentos, la sola enunciación de la tesis nos ha traído á la memoria un pasaje notable del libro I1I, donde se des- cribe uno de los accesos propios de la epilepsia, ó muy análogo á ellos. Y la actitud del poeta es, á nuestro entender, más bien la de espectador que la de enfermo. Enumera los síntomas externos de una manera gráfica y precisa: EE subito vi morbi saepe coacbus ante oculos aliquis nostros, ut fulminis ictu, concidit et spumas agit, ingemit eb tremit artus, desipit, extentat nervos, torquetur, anhelat inconstanter........ E y nada dice sobre la angustia íntima y la tortura del paciente, ex- 154 ARTURO ECHEMENDIA periencias que hubiera podido aportar como ilustración valiosa del problema que resuelve en esa parte del poema (11). Lucrecio nos ha ocultado su vida. Habla de sí mismo cuando enuncia el propósito que lo mueve, cuando encomia la dulzura de su labor en las horas silenciosas de meditación y estudio ó cuando la emoción lo hace trocar el punto de vista general por el indivi- dual. Siempre está presente en todos los ángulos de la obra, pero como entidad razonadora. Desus propias vicisitudes, ni un solo verso explícito. En cambio, nos ha trasmitido el legado imperece- dero de su alma, lo que més nos interesa. En sus páginas palpita aún el corazón del hombre, bajo la urdimbre de la palabra. Ponga- mos el oído atento á sus latidos, y tal vez podamos rastrear algo de lo que la historia calla. La confraternidad de Lucrecio y Memio, y ciertas frases suyas, «impia pectora volgi», por ejemplo, indican que entre ambos no ha- bía valladar alguno por diferencia de alcurnia (12). Así lo atesti- gua también su primer apellido, perteneciente á una familia romana antiquísima é ilustre (13). Este dato, relacionado con el poema, suscita una cuestión interesante. En aquel período de acción febril, en el que era todavía el pa- triotismo poderoso, y los hijos de las familias distinguidas de Roma recibían una educación dirigida expresamente á templarlos y pre- pararlos para la vida pública, debía ser extraño proceder el caso de un caballero que desdeñara la carrera política, hacia la cual le impulsaban de consuno el prestigio de su nombre, el deber cívico y la ambición, para consagrarse enteramente á la ciencia. La cultura helénica había ya penetrado en la República; se hallaba en período de florescencia. Pero los descendientes de Rómulo hacían de ella el uso que más en concordancia estaba con la índole activa y prác- tica heredada de sus mayores; la endurecieron, despojándola de los talares de Hermes, para revestirla con los arreos del legionario. ¿Cómo, pues, fué insensible Lucrecio á tantos incentivos, y no so- lamente nos ofrece un espectáculo propio de siglos posteriores, sino que, rompiendo con sus conciudadanos, predica con la palabra y el ejemplo ideas tan opuestas á las esparcidas en el ambiente? Este contraste dimanó, probablemente, tanto de la influencia intelectual de los dogmas de Epicuro, como de un conflicto emocional. Años aciagos fueron los de su infancia, los más agitados de una era borrascosa. En el atrio mismo de su casa rugía el eco de cruen- tos sacrificios; la saña del antagonismo de Mario y Sila, la san- ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA » 155 grienta irrupción de Mario y Cinna en la ciudad consternada, el fragor de la batalla dentro y fuera de las murallas. Fué testigo de las proscripciones de Sila, de aquellos edictos inspirados por las furias implacables y que hicieron del asesinato una función de go- bierno. Muchos años después, cuando estigmatizaba los insensatos terrores y concupiscencias humanas, bosqueja sombríamente aque- llas escenas, cuyo recuerdo aun le lastima: Turpis enim ferme contemptus et acris egestas semota ab dulci vita stabilique videtur et quasi iam leti portas cunctarier ante; unde hemines dum se falso terrore coacti effugisse volunt longe longeque remosse, sanguine civile rem conflant divitiasque conduplicant avidi, caedem caede acumulantes; crudeles gaudent in tristi funere fratris eb consanguineum mensas oderent timentque (14). Tan rudas impresiones, fortificadas por otras no menos inten- sas en su mocedad, lo predispusieron á recibir con los brazos abier- tos las enseñanzas del dulce maestro. En la confusión de su mente desorientada, quizás se le mostrara el mundo bajo tétrico aspecto: la superstición estremeciendo á la muchedumbre, la religión aso- ciada á los crímenes públicos, la sevicia de las facciones persi- guiéndose como lobos famélicos y, por último, las desatentadas ambiciones individuales suplantando la noble ambición patriótica de los viejos paladines que llevaron las legiones, de triunfo en triunfo, desde las faldas de los Apeninos hasta los muros de Carta- go. Y en la filosofía de Epicuro, con la explicación mecánica del universo libertado de la tiranía de los dioses, con sus preceptos de renunciación y halagúeñas promesas, halló la tabla salvadora en el naufragio de su razón. Precisamente Roma era el reverso de la doctrina, antípoda del huerto risueño de la paz epicúrea. En ella veía él la demostración palpable de los extremos á que conducía el mal entendido empleo de la voluntad. Epicuro había desgarrado el áureo ropaje de los mitos para convertir á los dioses en seres perfectos y anodinos, ha- bitantes de una región empírea (15); preconizaba la modestia, la templanza, el desdén de la vida pública y condenaba todas las pa- siones. Y Roma se sumía en el vicio, mancillaba su decoro por acumular riquezas, se vendía á los embajadores bárbaros (16) y, como hastiada de la religión nacional, importaba en sus galeras 156 ARTURO. ECHEMENDIA con el botín del vencedor, los cultos orgiásticos de Oriente y las supersticiones de todos los pueblos. Mas ni el desconcierto social y político de Roma, ni la eferves” cencia de los rencores en pugna fratricida, bastaban para determi- nar su conversión en militante prosélito de Epicuro. Muchos con- temporáneos suyos, eminentes por su talento, presenciaron también la tragedia, y lejos de apartarse de la contienda, empuñaron las armas enardecidos por el sectarismo, ganosos de medrar, ó puesta la mira en fin más loable. Cayo Crispo Salustio, por ejemplo, se arrojó á la pelea, vivió desordenadamente, se enriqueció con la expo- liación de las provincias de Africa y Numidia; y sólo cuando hubo hacinado montones de oro, resolvió escribir, en el muelle retiro de su mansión, austeras apologías de la virtud, engarzadas en la tela peregrina de sus narraciones históricas. Lucrecio no dió en las pla- yas de la filosofía como navegante fatigado de los azares del mar, ó bien artillado contra los asaltos de la necesidad tras una barrera dorada. En él la emoción fué más aguda, porque obró sobre un tempe” ramento movedizo y excitable. La lectura del poema nos permite observar una serie de estados de conciencia variadísimos y de im- presiones contradictorias, suficientes para conocer el carácter del autor, inquieto, vibrante como una cuerda tensa, alternativamente optimista y pesimista. Quien así recorre sin detenerse toda la gama del sentimiento, quien, como él, cae desde la altura de la fe á lo más hondo del desaliento, para ascender en seguida y despeñarse otra vez, tenía que ser afectado penosamente por los sucesos extraordinarios de aquella época singular (17). El efecto fué depre- sivo y paralizador. Imagínese cómo respondería 4 tan fuertes solicitaciones un es- píritu que aun en la simple labor intelectual vislumbra algo de gran- dioso y terrible: His ibi me rebus quaedam divina voluptas percipit atque horror .... (III, 29). Hay, además, en él una tristeza propicia al eco doloroso que halló en su ánimo el extravío romano. A veces la melancolía cede á4 la explosión de regocijo que siente cuando ve surgir de las som- bras horadadas por la razón el universo transparente. para la mira- da sagaz del pensador. Entonces se enardece, exprime voluptuosa- mente el fruto de la ciencia, arrobido en el pasmo de lo infinito, ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 157 Pero muy pronto la áspera sensación de la miseria humana y el rezumo de sus propias lacerias envenenan sus nervios, y reaparece la nota fúnebre. Ora es el labriego que mueve desalentado la cabeza, de pie sobre la tierra estéril, ingrata á sus desvelos; ora los vagidos del recién nacido mezclándose con el llanto de las exequias; ora es la mono- tonía de los placeres, 6 el hombre huyendo de sí mismo en infructuo- sa carrera; ó ya, por último, el tedio, secuela del deseo satisfecho, y la hiel escondida, como un áspid en la flor del deleite: o medio de fonte leporum surgit amari aliquid quad in ipsis floribus angat (IV, 1,133). No sorprende, pues, que Lucrecio, provisto de una capacidad sensitiva poco común, pletórico de visiones, enfermo (18), se refu- giara en la filosofía, apartado de las disensiones que hundían el pu- ñal en el seno de la antigua sociedad romana. También él estaba necesitado de reposo y de confortación, y al defender á los demás abogaba por sí mismo. El culto ardiente que rendía á Epicuro des- cubre claramente la acción regeneradora de la doctrina sobre su es- píritu anhelante de sosiego. La cual, en efecto, no fué para él e] ideal construído pieza por pieza, con sujeción á un plan lógico, sino la antorcha salvadora en un antro tenebroso. Y Epicuro, el artífi- ce de la ciencia y de la moral redentoras, se agiganta á los ojos del discípulo agradecido, adquiriendo proporciones desmesuradas; y es el héroe que, sobrepujando á Hércules, debela al endriago de la su- perstición, más pavoroso que la hidra de Lerna y el león de Nemea; es el dios destructor de terrores, por quien la humanidad se remonta á4 la bienaventuranza de la sabiduría, rotas las cadenas del miedo, - Estos ditirambos, que no se reducen á frívolos ejercicios retóricos, son las jaculatorias del alma ahita de entusiasmo por la propia li- beración. Si alguna vez el torbellino de la ambición política lo arrastró en sus giros, y las decepciones helaron su ardimiento, es cosa que no puede demostrarse (19). En cambio. las tentaciones del amor no le hallaron tan invulnerable. Sensual y apasionado, cayó ciega. mente en la red de sus halagos. Su avidez fué insaciable, sus tor- mentos inefables. Las angustias del enamorado, los estragos de li pasión carnal, la desesperación de los celos, cebáronse en aquel hombre demasiado vehemente para mantenerse en equilibrio. Afro- dita tuvo para él un hechizo brutal y mortífero; la siguió quemán- 158 ARTURO ECHEMENDIA dose en el fuego de los deseos nunca colmados; y cuando descubre el abismo hacia donde rueda, quiere rehacerse huyendo del peligro. Ignoró el aspecto más noble del amor, y éste no pudo ofrecerle la suave paz, el lazo de concordia que al fin columbró el poeta erótico más notable de su época, Marco Valerio Cátulo: ut liceat nobis tota perducere vita aeternum hoc sanctae foedus amititiae (20). También los temores religiosos que intenta desarraigar 4 menu- do se mueven en los limbos de su conciencia. No era solamente el pueblo el que temblaba ante los dioses iracundos y caprichosos. Lucrecio persigue al fantasma dentro de sí mismo. Aquellas deida- des que desconocían los principios justicieros proclamados medio siglo después en Judea, hacían al hombre frágil juguete de sus ve- leidades y espesaban las sombras del mundo moral. En medio de esas brumas padeció congojas y ansias mortales, de las que nunca “se libró por completo (21). Su dialéctica despliega un vigor inusi- tado pulverizando el error; pero el edificio erguido por el entendi- miento se estremece constantemente azotado por el oleaje de la emoción. Con frecuencia se echa de ver en ei poema la súbita crisis, vencida después por la palabra sedante del numen inspirador. Lucrecio anatematiza la religión con encono, la detesta, la odia como si él hubiera sido la primera víctima de ella, como si aun la temiese. No solamente la concibe con los más abominables colores, sino que prorrumpe en desconsolados lamentos al recordar el acia- go día en que la humanidad, presa del miedo y de la ignorancia, asignó á los dioses el gobierno del universo. «Cuántas causas de gemidos— dice—para ellos mismos!, ¡cuántas aflicciones para nos- otros!, ¡cuántas lágrimas para nuestros descendientes!» ¡Quantos tum gemitus ipsi sibi, quantaque nobis volnera, quas lacrimas peperere mivboribu” nostris! (V, 1,196). En estas exclamaciones se adivina la inseguridad, el desfalleci- miento, la tortura. La misma férvida convicción que luego se ex- playa arrogantemente, los loores al sabio que conjuró el maléfico hechizo, no revelan la ecuanimidad del pensador confiado en la po- sesión de la verdad, sino la exultación del triunfo logrado en duelo singular. Vemos al poeta, tembloroso aíin, ponerse á salvo de las asechanzas del enemigo. Y todavía después de aniquilarlo, colum- ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 159 bra en el misterio un poder ignoto que se complace en asestarnos golpes formidables: Usque adeo res humanas vis abdita quaedam obterit, et pnlcros fasces sevasque secures proculcare, ac ludibrio sibi habere videtur (V, 1,217). Por último, las tintas funerarias que esparce en muchos pasajes culminantes, su concepción del mundo perennemente desgastado y restaurado hasta la hora postrera del desplome total, la lucha in- terminable entre la vida y la muerte, sus propios juicios sobre la inanidad de nuestros empeños, la desproporción entre el deseo y el placer, y el progresivo decaimiento de la sociedad (22), son muestras de acentuada tendencia pesimista, incompatibles con el concierto normal de las sensaciones y las ideas. De aquí á la deses- peración no hay más que un paso. Así Lucrecio, doblemente dispuesto por las impresiones exterio” res y las más íntimas de su ser, se acogió á la doctrina epicúrea y la proclamó panacea de todos los males. El átomo cayendo en e] vacío le daba la clave del origen del mundo, no regido ya por amos opresores. Con seguir el movimiento perpetuo, los choques ince- santes de los corpúsculos materiales, veía formarse cuanto existe en el espacio y brotar los seres animados del seno de la tierra. Aquí estaba la vena fecundante de la vida universal; y al descorrer la ciencia el velo de la creación, los dioses cesaban de amedrentar á las gentes, hasta entonces colgadas de su ceño colérico é impasi- ble, para detener con ofrendas y oraciones el brazo amenazador. La muerte, lejos de ser causa de espanto para el hombre aguijonea- do por las leyendas infernales, no era sino la extinción absoluta de la persona, el retorno á la insensibilidad de la materia. La felici- dad, hasta aquel día ausente del mundo, comenzaba su fausto rei- nado, se adelantaba para derramar la copia de sus dones en las almas que, obedientes á la voz de la naturaleza y á los dictados de la razón, se despojaran también del fardo abrumador de las pasio- nes. El cuerpo exento de dolor y la mente libre de cuidados para disfrutar de su rico patrimonio en la satisfacción actual, en el re- cuerdo de los bienes pretéritos y en la anticipación de lo porvenir: ««»»» NONNe videre nil aliud sibi naturam latrare, nisi utqui corpore seiunctus dolor absit mensque fruatur incundo sensu cura semota metuque” (1, 16), 160 ARTURO ECHEMENDIA Mas Lucrecio, fascinado por la doctrina portentosa, no la es. condió, como el avaro, para deleitarse en la contemplación del teso- ro. Quiso salvar 4 su patria, mostrándole el astro nuevo que fulgía en su conciencia. Quiso que su palabra fuera escuchada y que sus dogmas se difundieran. Fué un predicador, un reformador. Sus colegas de Grecia habían limitado sus enseñanzas al círculo de dis- cípulos agrupados en derredor de ellos. Lucrecio, más modesto en apariencia, se dirigió á un amigo; pero, en realidad, el auditorio con que soñaba era nada menos que Roma entera. El poema está dedicado á Cayo Memio Gemelo, el amigo por quien, si seguimos al pie de la letra sus declaraciones, exorna con las galas de la poesía, la física y la moral de Epicuro. El galardón á que aspira es la conversión de Memio. Pero nosotros hallamos indicios bien claros de que no eran tan sencillos sus deseos. Cier- tamente no son meras ficciones la cariñosa dedicatoria ni la amis- tad que le une al prócer. Piensa en él, y al mismo tiempo piensa en la sociedad romana. Desde las alturas del saber lanza sobre la ciudad el tropel de sus exámetros. Va á redimirla y á cubrirse de gloria, á ceñir sus sienes con inmortal corona. Tuvo también su ambición; pero una ambición excelsa, opuesta á las demasías de los que luchaban atentos sólo al lucro, á la satisfacción de los apetitos carnales, «pecoris ritu», según la enérgica expresión de Salustio. Demostración de lo que acabamos de decir es, entre obras cosas, la invocación preliminar á Venus. Lucrecio pone el poema bajo los auspicios de la deidad protectora de la familia de Memio y, á la vez progenitora dela raza de Eneas, inconsecuencia del filósofo (23) y tributo simpático del poeta y del romano. En la misión que to- ma sobre sí impetra el apoyo de la diosa á quien más grata había de ser la grandeza de la ciudad fundada por los descendientes de su hijo. Además, ¿cómo explicarnos que un caballero insigne como Menio, orador distinguido, amante de las letras, necesitara de los atavíos del verso, para apreciar las excelencias de la doctrina? Me- mio no podía ser comparado á los niños á quienes se engaña un- tando de miel el borde del vaso en que beben el amargo absintio. Con él no rezaba la noble superchería, sino con la masa de los lectores, mal preparados para la asimilación de tan complejo man- jar (24). El manso egoísmo epicúreo no lo hizo indiferente al desbara. juste de la época. Patriota fervoroso, se impuso un sagrado minis- terio, para contribuir, en la esfera de su acción y con el remedio ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 161 más eficaz, á mitigar el infortunio de sus conciudadanos. El gue- rrero vela por la salud pública con las armas en la mano; el sabio se desvela por avanzar en la conquista de la verdad, para conducir luego á los demás, con la predicación, por la senda de la virtud. Por eso pide la paz. En la incertidumbre de aquel momento no debe Memio negar su concurso á la patria, ni puede él dar cima á la empresa con ánimo tranquilo: Nam neque nos agere hoc patrai tompore iniquo possumus aequo animo nec Memmio ciara propago talibus in rebus communi desse saluti (I, 41). Basta la enumeración de las cuestiones que hemos expuesto y tratado de resolver, en relación con la persona de Lucrecio, para que se comprenda la importancia del estudio de su obra desde el punto de vista filosófico. Comúnmente la indagación de la génesis y desarrollo de los sistemas hace pasar á un plano secundario al hom- bre que los elabora, y el factor personal queda descartado de la ex- posición. Por otra parte, en el vuelo de la dialéctica, en la sutilidad de las abstracciones, es difícil percibir siempre el nexo que une al autor con sus ideas. En cambio las disciplinas que, como la moral ó la sociología, afectan á los problemas esenciales que todo ser hu- mano se plantea, con las limitaciones inherentes á su complexión mental, permiten descubrir bajo la contextura lógica, los senti- mientos individuales. Esta relación no puede ser más visible en Lucrecio, poeta extraviado en el campo de la filosofía, y cuya sen- sibilidad jamás se amortigua. La emoción le sigue á todas partes, lo mismo cuando observa la materia inanimada, que ante las pal- pitaciones de la vida humana. Sobre la importancia filosófica de la obra insistiremos más ade- lante. Pasemos ahora á exponer la trascendencia del estudio del poema desde el punto de vista lingúístico y bajo el aspecto literario. EL POEMA («DE RERUM NATURA » Exposición de una doctrina filosófica con un fin docente, el poe- ma De rerum natura amalgama dos elementos opuestos, el didác- tico y el poético, 4 menudo en menoscabo de este último. Consta de seis libros enlazados por la unidad del sistema, más bien que por la sucesión lógica de los problemas que aborda. En cambio, cada libro es un todo armónico, donde los antecedentes físicos sirven de 162 ARTURO ECHEMENDIA punto de partida ó de pretexto á la explanación de los principios capitales de la moral. No hay un solo postulado de orden científi- co que no concurra á la extinción de alguna de las falsas creencias que, en sentir de los epicúreos, fomentan inquietudes y temores contrarios á la paz de la vida. El primer libro contiene la teoría del átomo y el vacío, y la re- futación de los principios de Heráclito, Empédocles y Anaxágoras. Se inicia con la ya citada invocación á Venus y finaliza con la te- sis de que el espacio es infinito y los cuerpos no convergen hacia un centro común. El universo es producto del concierto de los áto. mos, sin ingerencia de agentes personales. Así, nada más absurdo que atribuir semejante poder á los dioses, los cuales disfrutan de inmortal existencia, poderosos en sí mismos é indiferentes á nues. tras penas y alegrías. Concebidos los dioses como seres perfectos é inmuntables, la religión deja de ser simiente de males y de crímenes. En el segundo discute las cualidades y los movimientos del átomo y sus combinaciones para formar los cuerpos inorgánicos y los seres organizados. Estas explicaciones confirman las consecuen- cias que se derivan del libre primero, robustecidas por el discurso preliminar, condenación de los afanes del hombre por conquistar riquezas y honores que no le ponen al abrigo de las angustias de las enfermedades y las supersticiones, y lo incapacitan para los go- ces de la verdadera sabiduría. Aquí mismo, sin embargo, hay un bosquejo sombrío de la destrucción de las actuales agrupaciones de la materia para la producción indefinida de nuevos seres y nuevos mundos. Corresponde al libro tercero la demostración de la mortalidad del alma. Algunos de los razonamientos de Lucrecio son notables por la exactitud de la observación, y convergen, como arietes irre- sistibles, hacia el reducto donde se guarnece el más deleznable y funesto de los fantasmas que nos asedian perennemente: el temor de la muerte y los suplicios del Aqueronte. Preparado el lector por *] homenaje inicial á Epicuro y la serie de pruebas alineadas en orden de batalla, al fin resuena gravemente el canto solemne al sueño de la nada, eterno asilo de paz y ley fatal cuyo cumplimien- to no debemos lamentar ni podemos evadir. El libro cuarto, com- plemento del anterior, es un estudio acerca de las sensaciones é imágenes, y da ocasión á la pintura de los peligros del amor, tal como lo entiende el poeta, y á disertaciones sobre la función sexual, las cuales, en verdad, serían más oportunas en un tratado de ga- ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA » 163 nadería. La única sonrisa de Lucrecio aparece en este lugar, al ri- diculizar la ceguera de los enamorados para las deformidades físicas y morales de sus amantes. La cosmología y la sociología constituyen el objeto del quinto libro, el más interesante de los seis. Acerca de la formación de] mundo, sostiene una teoría semejante á la de Laplace; pero, junto á ella, pululan las hipótesis más infantiles y contradictorias res- pecto al origen, tamaño y movimiento de los astros. El valor de dicho libro estriba en la originalidad con que reconstruye la histo- ria de la humanidad desde la hora en que brotaron nuestros ante- pasados del seno prolífico de la tierra. El poeta presenta «l hombre primitivo, robusto como una encina, en lucha con la naturaleza, perseguido por las fieras, hasta crear la familia, el lenguaje, la so- ciedad política, las artes y la industria. También aquí se desborda el pesimismo del investigador ante las nuevas vetas de perdición abiertas por el progreso. Después de avanzar hasta este punto, retrocede para terminar su obra emancipadora en el sexto libro. Principia alabando á Ate- nas, que nos ha dado á conocer el trigo, que ha instituído las leyes y, sobre todo, porque en ella nació Epicuro, varón semejante á los dioses. Siguiendo sus enseñanzas, dilucida las causas que producen las nubes, la lluvia, el rayo, los terremotos, á fin de convertir en simples fenómenos naturales lo que, atribuído á los dioses, fué siempre motivo de zozobra para los pueblos. Y, por último, termi- na con la descripción de la peste que azotó á Atenas en el año 430, asunto que, por cierto, no parece el más adecuado para cerrar el poema. Al escribir Lucrecio esta obra acometió una empresa dificilísima. La poesía latina, vástago de la poesía griega trasplantado en el suelo del Lacio, aun no había echado raíces profundas aunque al- gunas flores prematuras se abrieran en el tenue.follaje. Su aclima- tación perfecta demandaba más prolongado cultivo. La rástica lengua nativa no se adaptaba á las sinuosidades del molde heléni- co. Y, sobre todo, aún no había sonado la hora en que el espíritu romano, suficientemente depurado por la cultura, hiciera posible la fusión de las dos civilizaciones y creara un arte propio con los ele- mentos tomados de sus mentores. Ni siquiera pudo elevar á la ma- jestad definitiva el género literario vernáculo: la sátira, rehecha por Lucilio, pero huérfana en aquella sazón de la vivacidad y ele- gancia horacianas. 164 ARTURO ECHEMENDIA Livio Amdrónico, Nevio y Ennio, por no citar á los que prefi- rieron otros ramos, habían roturado la senda (1). Ennio princi- palmente, “00 qui primus amoeno detulit ex Helicone perenni fronde coronam, con su variada producción y su destreza superior á la de los viejos artífices, le dejó más de un patrón estimable, si bien tales manifes- taciones de un arte incipiente, todavía exótico, no eran sino ensa- yos preparatorios, los primeros frutos de la lengua literaria. Des- pués el gusto se fué por otros rumbos y, entre tanto, la prosa adquirió flexibilidad y riqueza; pero el caudal épico, acrecentado por Ennio, permaneció casi intacto. Producto artificial la literatura latina, no se desenvolvió por la espontánea virtud de sus propios gérmenes, sino por la incorporación erudita de formas perfecciona. das, hecho que explica la ausencia de paralelismo entre la evolución de sus géneros y los de su matriz inspiradora. Lucrecio, por consiguiente, halló el idioma fecundado ya, un léxico abundante, apto para ensancharse en la amplitud del perío- do ciceroniano, para condensarse en la frase lapidaria de Salustio y para moverse desembarazadamente con la rápida energía de Cé- sar. Mas el dialecto poético conservaba el cariz primitivo: el exá- metro aherrojado por trabas estrechísimas, el vocabulario oscilante entre la poesía y la prosa y, como recursos artísticos, la aliteración y la asonancia. Y con estos materiales insuficientes Ó mal labrados» dió cima á su hazaña literaria: aligeró el exámetro, renovó la dic- ción, plegándola después á los contornos variadísimos de sus ideas é imágenes; transformó, en resumen, el verso viril, pero rudo, de sus predecesores, en instrumento adecuado para producir, con nue- vos retoques, obras tan acabadas como la Eneida y las Geórgicas. Él mismo, en sus momentos felices, le infundió un poder plasman- te y pictórico no siempre superado por Virgilio. Un contemporáneo suyo, el autor de las Bodas de Tetis y Peleo, no tan genial como él, pero dotado de agudeza y buen gusto, al mismo tiempo afinaba la lengua en la diversidad de los metros líricos, sutilizándola para la “expresión de los múltiples matices del sentimiento, las delicadezas - de la emoción y los ágiles movimientos de la ironía y el ingenio. El latín de Lucrecio, por consiguiente, no se diferencia, en lo substancial, del que sirvió de vehículo á los más eminentes escrito. res que precedieron á Virgilio, Horacio y Tito Livio; y los monu- ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 165 mentos del período de madurez de una lengua no son siempre los más valiosos para la lingúística. La ciencia del lenguaje abarca to” dos los aspectos de la palabra, desde su génesis en un simple movi” miento vibratorio del aire, hasta los más sutiles matices ideológi- cos; pero, descartado el interés general que para ella tiene toda obra literaria, los datos que sustentan sus vastas generalizaciones se conservan, por regla general, en los documentos primitivos ó en las variantes dialectales. Son éstos los que permiten establecer las leyes peculiares de un idioma ó grupo de idiomas y su grado de pa- rentesco con los similares. No obstante, Lucrecio acogió numero- sos arcaísmos que, si bien no son exclusivos del poema y pueden observarse en otras fuentes, hacen útil su estudio para la fonética y la morfología latinas. Hallamos en él pocas de las venerables formas características del Epitafio de Escipión ó del Senado Consulto contra las Bacana- les, tan importantes para el conocimiento de la flexión. Los ablati- vos en od y ad, los imverativos en mino, la mayor parte de las reli- quias de la declinación pronominal, por ejemplo, carecen de representantes, á excepción del tema so, sa, preservado en el pro- nombre sis (2). Usa también el diptongo «e por u; dativos en u, á la manera de César; acusativos en om, por um y el genitivo de singular ai, en lugar de ae (3). Cuanto al verbo, podemos citar el infinitivo pasivo en ier, las formas cimus por ciemus, scibat por sciebat, poenibat por puniebat, tuimur por tuemur y las contracciones en el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo (4), aceptadas estas últimas por el mismo Virgilio. Pero Lucrecio utiliza estos arcaísmos, ya por se- guir á Ennio, ya como recursos métricos; y así se vale de ellos en determinadas ocasiones, alternándolos con las desinencias usuales. Véase, para comprobación, el ejemplo siguiente: Nec nimis irai fax unquam subdita percit fumida, suffundens caecae caliginis umbram (111, 303). No obstante, estas singularidades de su estilo no son parte á distinguirlo radtcalmente de los poetas de la Edad de Oro. La dife- rencia dimana también de la estructura de la cláusula», unas veces excesivamente larga, hasta la difusión, y otras demasiado corta, para concurrir á la armonía del conjunto, y á menudo el abuso del relativo como medio de enlace. Contribuye, además, á la inferiori- dad de su forma el exceso de prosaísmo y la menor variación del ritmo. En cambio, la pureza de la lengua es notable (5) y, en al- 166 ARTURO ECHEMENDIA gunos lugares, sobre todo en el libro V, el arte no desmerece com- parado con el de los grandes maestros de la poesía romana. Aunque el símil no sea del todo exacto, podemos decir que, entre Lucrecio y Virgilio, la distancia es aún menor que la que separa por razón del idioma, á Juan de Mena y Garcilaso en nuestra literatura. Pasemos ahora del hablista al poeta, de la gramática á la estéti- ca, para sintetizar las impresiones que nos ha sugerido la lectura del poema y exponer, al mismo tiempo, sus más relevantes méritos literarios. Por de pronto Lucrecio, á pesar de su individualismo tan poco homérico y de su carácter de hombre de ciencia, es el úni- co gran vate latino de cuyo espíritu no huyeron totalmente la inge- nuidad y la sinceridad épicas. No se interna en el dédalo de los mi- tos exhumados por sus colegas para remozarlos y romanizarlos. El mundo que recorre su musa es el de la naturaleza, espectáculo que lo deleita y que canta, no á la manera de los poetas palaciegos dis - frazados de pastores, sino como Homero cantó las proezas de Aqui- les y las aventuras de Ulises. La misma ciencia es para él algo di- vino, una revelación maravillosa, fuente de sorpresas y e mociones que de fijo rara vez sintieron los evocadores de dioses y héroes, arrancados de las páginas de las viejas epopeyas Ó del caldeado ambiente de la tragedia, para ser convertidos en sombras vaporo” sas. Y, á falta de seres sobrenaturales, pequeños, como el hombre, por sus pasiones, y colosales por su incontrastable pujanza, se cier” ne, sobre el polvo de la batalla que libran los átomos en el espacio la imagen de Epicuro, deificado con unción devota, con amor de cre- yente. Por su vivo sentimiento de la belleza de las cosas, figura Lucre” cio entre los precursores de los poetas naturalistas del siglo XIX. Suya fué la primera mirada enternecida hacia el mar doloso con la pérfida risa de las olas, «in fraudem ridentibus undis», hacia la selva plena de gorjeos, «novis avibus canere silvas»; hacia la pradera sal pi- cada de flores. La naturaleza, que escudriñó con ojos de observa- dor, se le muestra á la par en toda su hermosura. La tierra, en cuyos flancos bulle la humanidad, anímase con estremecimientos maternales y le hace sentir una emoción filial. Tal encanto experi- menta al contemplar los cielos radiantes de estrellas, que herido por la indiferencia de los demás, lo apostrofa amargamente diciendo: ¡Quam tibi iam nemo, fessus satiate videndi, guspicere in coeli d'guatur lucida templa! ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 167 Sus comparaciones no son adornos artificiosos sacados de la mi- tología ú de los libros; se las sugiere la realidad circunstante. La legión desplegada en la llanura, el plumaje vistoso del pavo real, los bosques incendiados, hasta las partículas danzantes en el rayo de sol que penetra en las habitaciones, le ofrecen motivos poéticos ó símiles para esclarecer ó engalanar la exposición. Jamás se ago” tan los temas, su visión jamás se embota. Y ya que de las explica- ciones de Lucrecio hablamos, permitidme apuntar una curiosa, presentimiento del cinematógrafo, si es que tales anticipaciones pueden tomarse en serio. Nos referimos á la del movimiento de los simulacros que vemos durante el sueño, atribuído á la rapidísima sucesión de imágenes semejantes en diversas actitudes: Quod superest, non est mirum simulacra moverj bracchiaque in numerum jactare et cetera membra; nam fit ut in somnis facere hoc videatur imago; quippe, ubi prima perit alioque est altera nota inde statu, prior hic gestum mutare videtur. Scilicet ¡1 fieri celeri ratione putamdust: tanta est mobilitas et rerum copia tanta tantaque sensibili quovis est tempere in uno copia particularum, ut possit suppeditare (6). Lo característico de su fantasía- no es solamente la plasticidad y el colorido, sino una potente facultad de vivificación. Todo lo concibe con intensidad extraordinaria, animado con el color de la vida, como si percibiera siempre la energía activa que corre á tra- vés de los seres. Hasta les infunde á menudo una chispa de senti- miento. El fuego que devasta la selva brota cual flor candente, «fammai fulserant flore coorto»; el éter tiene para nuestro planeta un abrazo voluptuoso, «avido complexu»; las flores son gayas pinceladas de la primavera sobre la verdura de la vegetación; y cuando des- cribe el rebaño paciendo en la pradera, añade toques sensuales y vivientes: Hinc fessae pecudes pingui per pabula laeta corpora deponunt et candens lacteus umor uberibus manat distentis; hinc nova proles artubus infirmis teneras lascivas per herbas ludit lacte mero mentes perculsa novellas (7). Muchos son los fragmentos en que resaltan estas cualidades, como, por ejemplo, el cuadro de las cuatro estaciones, inspirador de Botticelli; la descripción de la vaca gimiendo dolorosamente por 168 ARTURO ECHEMENDIA la ausencia del becerrillo inmolado en las aras de nn dios, la invo- cación á Venus, que, según hemos dicho, es la sinfonía preliminar del poema. Los himnos homéricos, graciosos y exquisitos, no tienen la grandeza de esta invocación, sin precedentes en la literatura clá- sica. La Venus rendida al amor de Anquises, la que huye ante la lanza insolente de Diomedes, la madre tierna de Eneas, casamen- tera al modo de Celestina, pierde la forma humana deslumbradora, y se disuelve en las entrañas del mundo como actividad genésica. Es el amor universal, el misterio de las especies renovándose y perpetuándose. A su presencia, el viento se apacigua, las nubes se deshacen, sonríe el mar y el espacio resplandece bañado en luz. En su seguimiento van las aves batiendo sus alas, los rebaños y las manadas á través del campo, Ó atravesando la corriente de los ríos, la infinita variedad de las especies, cortejo formado, no ya como el de Baco, de monstruos y beodos, sino de todos los seres vivos tocados de las flechas eróticas: Te, dea, te fugiunt venti, te nubila coeli adventumque tuum, tibi suavis daedala tellus summitit flores, tibi rident aequora ponti placatumque nitet diffuso lumine coelum. Nam simul ac species patefactast verna diei et reserata viget genitabilis aura favoni, aeriae primum volucres te, diva, tuumque significant initum perculsae corda tua vi. Inde ferae pecudes persultant pabula laeta et rapidos tranant amnis: ita capta lepore te sequitur per maria ac montis fluviosque rapaces frondiferasque domos avium campos virentis omnibus incutiens blandum per pectora amorem efficis ut cupide generatim saecla propagent (8). Los versos que anteceden son ya testimonio cumplido de la mag- nitud de gu concepción. A veces es tan vasto el marco de algunos de sus cuadros, que traen á la memoria las alterosas oraciones de Esquilo. Este se mueve en un escenario titánico poblado de criatu- ras estupendas; Lucrecio abarca el universo entero; y como la cien- cia no lo ha emancipado por completo, como quedan en su mente resi- duos del animismo primitivo, de la savia que nutrió las viejas cosmogonías, une al espíritu analista de los físicos jónicos la ima- ginación mítica de las primeras edades. Estas dos tendencias pug- nan constantemente, y aunque la segunda es vencida por el racio- nalismo, después de abandonar la conciencia, prosigue actuando ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 169 como si estuviera presente, refugiada en las fibras del sentimiento. Y de aquí esa tendencia á dramatizar el fenómeno natural, esa es- pecie de temblor que lo sobrecoge ante lo infinito, y las fuerzas misteriosas que, privadas de la envoltura humana, parecen erguirse todavía con el gesto de Júpiter tonante. No podemos cerrar el capítulo de las alabanzas, sin recordar dos de sus más célebres pasajes: el discurso sobre la muerte y el de la negación de la existencia del Aqueronte. El primero, invectiva contra los temores de ultratumba y el apego á la vida, descuella por su elocuencia y el pesimismo en que al fin se anega. Los versículos del Elesiastés no vibran siempre con armonía más lúgubre que la de este poeta pagano. La muerte reclama el pago de una deuda im- prorrogable y brinda, en cambio, la insensibilidad absoluta de la materia. Los componentes del cuerpo, el alma atomizada en el es- pacio, son reintegrados al acervo de la naturaleza. ¿Qué nos im- porta desprendernos de los brazos de la dulce esposa y de los tier- nos hijos, extinto el sentimiento que nos hace amarlos y gustar de su compañía? La tumba es el lecho donde se duerme el sueño de los sueños, sin deseos ni dolores. Mas admitido esto, queda en pie el natural afán de prolongar la vida. Por lo mismo que todo perece con la muerte, es claro que el hombre no ha de ver serenamente el término forzoso de su existencia y quiera hurtar un día más al pla- zo solemne, apartándose del abismo que avanza para engullirlo. Lucrecio no consigna tal objeción, mas la combate en seguida con argumentos sombríos, en los cuales la vida queda malparada: Nam grata anteacta fuit tibi vita priorque es non omnia pertusum congesta quasi in vas conmoda perfluxere atque ingrata interiere; cur non ut plenus vitae conviva recedis aequo animo capis securum stulte quietem? Sin ea, quae fructus cumque es, periere profusa vitaque in offensust, cur amplius addere quaeris, rursum quod pereat male et ingratum occidat omne, non potius vitae finem facis atque laboris? Nam praeterea quo machiner inveniamque quod placeat, nil est: eadem sunt cmnia semper. Si tibi non annis corpus iam marcet et artus confecti languent, eadem tamen omnia restant, cunia si pergas vivendo vincere saecla, atque etiam potius, si numquam sis moriturus. 170 ARTURO ECHEMENDIA Sed quia semper aves qued abest, praesentia temnis, imperfecta tibis elapsast ingrataque vita et nec opinanti mors ad caput adstitit ante quam satur ac plenun possis discedere rerum (9). No menos admirables son los versos en que transfiere al mundo de los vivos los castigos infernales. Con evidente sentido moral, vincula en la falta misma ó en el error la acción condenatoria. No sitúa en el báratro imaginario, que visitó el astuto itecense, á Ticio, Tántalo, Sísifo y las hijas de Danao. Ticio gime en nuestra pre- sencia: es el infeliz cuyo pecho desgarran las angustias lancinantes de un amor vergonzoso. El tormento de Tántalo no es sino el de las gentes consternadas por la tremenda congoja de la superstición. Sísifo revive en el insensato que se obstina en alcanzar los honores del poder. Someterse á los apetitos nunca saciados, colmar de bie- nes al alma siempre descontenta, es llenar el tonel sin fondo donde vierte el agua la triste procesión de las Danaides. Cerbero, las Fu- rias, el Tártaro aterran dondequiera al criminal acosado por los remordimientos y la amenaza de las leyes (10). Mas no es oro sin escorias todo lo que hay en Lucrecio. Los aciertos no velan las caídas, las torpezas, las ampliaciones que di- luyen excesivamente las ideas, como si no acudiera á tiempo el término exacto y preciso. Bien es verdad que el poema no es una obra acabada. Le faltó la última lima, el pulimento minucioso que avalora el librejo de Cátulo, «arido modo pumice expolitum.» Com. parando la introducción de los seis cantos (11) Ó la segunda parte del libro quinto, por ejemplo, con otros pasajes inferiores, casi nos parece imposible que sean de un mismo autor. No debemos, sin em- bargo, referir todas estas máculas 4 descuidos ó precipitación. Al asunto tratado corresponden en no pequeña escala las deficiencias que demeritan la labor. La ciencia popular y primitiva es susceptible de adquirir forma poética en los períodos remotos del arte. Pero la ciencia coordinada por el sabio en cuerpo de doctrinas, rechaza el aliño del verso, demasiado pintoresco para la severidad del razona- miento. Debe marchar como el operario austero que va del hogar al obrador; y la poesía es un adolescente que olvidando el aula, corre sin freno, Ó se ¡detiene al azar delante de un vistoso escaparate. Y aunque Lucrecio atinó con frecuencia á poner en armonía ambos elementos, éstos se separan en otras ocasiones, mal acoplados, y el artificio del enlace queda descubierto. Las bruscas transiciones ha- cen más notable la diversidad de los componentes. Sin embargo, ES1UDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 71 aun en la aridez del discurso hallamos un trasunto de belleza inte- lectual emanada del raciocinio mismo, ágil y fuerte como un legionario. Sobre todo nos mueve á simpatía el autor—presto á emocionarse, nunca indiferente, —el héroe de esta epopeya sin- gular. Su influencia en la literatura latina fué decisiva. Ya hemos di- cho como contribuyó á depurar la lengua de la poesía, lo cual es, por sí solo, un título de gloria. En este sentido son deudores suyos todos los artistas del verso que vinieron después. Especialmente influyó sobre Virgilio y Horacio. Del primero dice Aulo Gelio: «non verba autem sola, sed versus prope totos at locos quoque Lucreti plurimos sectatum esse Vergilium videmus» (12). Y, en efecto, sin contar las huellas impresas en la Eneida y las Bucólicas, las Geórgicas no hubieran sido una obra maestra de no escribirse antes De rerum natura. Aun donde más personal es el arte de Virgilio no se borran por completo los vestigios del cantor de la Naturaleza. En Horacio la deuda es de poca cuantía en las odas y las epístolas, pero en sus sátiras abundan los préstamos y reminis- cencias del moralista epicúreo. Antes de terminar esta parte de nuestro trabajo, vamos á com- parar un trozo de Lucrecio con otro de Virgilio, á fin de contras- tarlos para precisar las cualidades que los diferencian. En ellos veremos la superioridad técnica del segundo y el vigor del primero, así como el carácter distintivo de casi todas las descripciones de la obra que examinamos, subordinadas á una demostración científica. De Lucrecio tomamos un fragmento del libro primero (13) y de Virgilio unos versos de la primera GFeórgica (14). Lucrecio se propone demostrar que la invisibilidad de los áto- mos nada arguye contra su existencia, puesto que muchos cuerpos invisibles son tan reales que pueden ocasionar efectos asombrosos. Como ejemplo toma el viento. Lo muestra primero en el mar sacu- diendo las naves con su rudo azote y deshaciendo los nublados; luego en tierra, por donde se precipita el rápido torbellino que desarraiga los árboles más corpulentos, y cuyo soplo destructor de selvas gol- pea los montes. Ya entonces el viento es un monstruo desenfrena- do; su furia se desata en rugidos formidables. Insiste, á renglón seguido, resumiendo el ejemplo, y dice que esta acción, con ser obra de un agente imperceptible, es idéntica á la de las aguas cuando la suave corriente de un río, engrosada por el tributo de las lluvias, se transforma en raudal impetuoso. Los puentes caen con estrépito; 172 ARTURO ECHEMENDIA el torrente todo lo arrolla; voltea enormes piedras; derriba cuanto se opone á su invasión incontrastable. Virgilio describe una tempestad de verano. Es la época de la siega, y el campo tiene un tono dorado. Los vientos arremolinados arrancan la mies madura, la leve paja y las estípulas revolotean en el aire antes de que las arrastre el negro turbión. Por el cielo avan- zan las nubes plomizas, precursoras de la tormenta. Al fin cae la lluvia y vela el paisaje; las zanjas rebosan; el río se hincha rumo” roso; el agua hierve en los arroyuelos. En la obscuridad del espacio Júpiter fulmina el rayo sobre la tierra temblorosa, y las bestiaS huyen despavoridas, y las gentes sencillas se acongojan. Como to- que final, el gemido del bosque agitado por el viento. Lucrecio, como se ve, sostiene la misma entonación desde e] verso primero hasta el último. La pinceiada inicial es tan enérgica como la postrera. Repite los conceptos para grabarlos en la mente. Los adjetivos, las palabras resonantes, las imágenes bravías, todo contribuye á la uniformidad del cuadro, interrumpida solamente por la ingerencia del físico atento á su demostración. La grandeza del fenómeno descrito resalta desde el comienzo: los estragos del viento no son sobrepujados por las aguas arrolladoras. Lo que pre- domina sobre todo es la idea de la fuerza colosal desplegada por entrambos elementos, á tal punto que creemos presenciar un cata- clismo geológico. Virgilio, por el contrario, escoge los detalles y los va colocando en perfecta gradación, para que cada uno concurra al efecto previsto de antemano. Domina el cuadro; no es dominado por él. Comienza de una manera sencilla, con metáforas y epítetos graciosos, disponien” do artísticamente el claroscuro y las medias tintas. Primero, la tierra labrada, el segador entre las mieses, los giros de la paja en las espiras del viento. Antes de llegar la tempestad. se ve el cielo nublado, y cuando aquélla descarga, todo queda sumido en la red de la lluvia. Y así sucesivamente, hasta culminar en el último ras- go melancólico y tierno, característico de la poesía virgiliana. La importancia filosófica del poema no es menor que su valor literario. Tampoco bajo este aspecto estaba muy trillado el camino. Ennio, que invadió con su prodigiosa actividad tantos géneros, también se ensayó en el que Lucrecio cultivó. Pero el Epicarmo figu=- ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 175 ra, precisamente, entre lo más enteco de la producción enniana. Por otra parte, los prosistas Amafirio, Rabirio y Casio, vulgariza- dores de la moral epicúrea, no pasaron del nivel de la medianía. Lo más estimable era la traducción del poema de Arato por Cice- rón (15). Y aunque los eleáticos y Empédocles de Agrigento, sobre todo este último, habían escrito poemas filosóficos muy celebrados, que Lucrecio estudió é imitó, el hecho de pertenecer éste á otro pueblo y otra literatura justifica su orgullo de novador, el goce de beber en las fuentes puras y tejerse con nuevas flores una corona como jamás ciñó la frente de mortal alguno. No es posible fijar en qué medida influyó sobre Lucrecio el filó- sofo agrigentino (16). De la reverencia con que lo estimaba sí hay una demostración calurosa en el libro primero (17). Pero sobre to- dos sus inspiradores sobresale Epicuro, á quien pudo llamar, con más motivos que Dante á Virgilio, su guía, su señor y su maestro. Lucrecio, en efecto, es el depositario de la doctrina. Los resúmenes y las cartas preservadas en las Vidas de Diógenes Laercio, así co- mo las opiniones desperdigadas en las obras de los discípulos y an- tagonistas de Epicuro, son insuficieutes para dar cohesión al sistema y, cuando menos, á esclarecer todos sus puntos capitales. Es el poeta romano quien, transfigurándolo en la fragua de su fan- tasía, lo recogió amorosamente, para exponerlo con método y uni- dad, inferiores desde luego á los que hubieron de tener los libros originales, pero bastante precisos para presentarlo como un todo armónico; de donde resulta que, aparte de su valor para la filosofía latina, es el más completo documento que poseemos para el estudio de la filosofía epicúrea. Nótase, sin embargo, en el poema la ausencia de una sección dedicada á la sistematización de la moral, que es á la vez que e] punto de partida la meta de las enseñanzas de la escuela. Según Epicuro, la filosofía tiene precio solamente corio medio de acallar los recelos que en el hombre engendran las causas de los meteoros y el temor de la muerte. A no ser por esto no debiera interesarnos. El sabio, por consiguiente, aplica su mente á la investigación de las leyes naturales para sustraerse á la inquietud de la ignorancia. La ciencia es instrumento de paz. Lucrecio procede de idéntica guisa; cada una de sus conclusiones en el dominio de la física con- duce, más ó menos directamente, á la extinción de un misterio per- turbador del alma. Pero el edificio científico lo seduce y, sorpren- dido por su sencillez y su grandeza, lo transporta al poema, donde 174 ÁRTURO ECHEMENDIA no queda sino reducido espacio á la moral. Esta, difundida en la física, la sigue como la sombra al cuerpo; es su motor y á la vez, su resultante. Por todas partes brota á modo de contraste entre la verdad fecunda y los extravíos del error, Ó rompe eu acción de gracias al magnánimo Epicuro, redentor del género humano. Para Lucrecio, como para todos los epicúreos, la religión en bo- ga es la venda cegadora que impide descubrir el recinto amurallado del sosiego. Epicuro los recluye benévolamente en sus alcázares distantes y los despoja del cetro de la naturaleza. «Así, —dice—no es impío el que niega los dioses de la plebe, sino quien acerca de los dioses tiene las opiniones vulgares.» Lucrecio es más violento, más acre. Admite las conclusiones de su maestro, pero abruma la religión vulgar bajo la maza de sus dicterios. Contra este vestigio que tortura al hombre y, á menudo lo impele al crimen, se dirige la filosofía, para desasirnos de sus garras. Todo el sistema tiende al mismo fin. Arrebatado á los dioses el dominio del mundo y con_ vertidos en cosas naturales los fenómenos en que aparecían embos. cados seres vengadores, la ciencia establece el orden y la regulari- dad en el universo. Aquí nos hallamos frente á una noción de la filosofía epicúrea digna de nota. La ciencia de Platón es quimérica; lo sensible sirve sólo de punto de partida para elevarse hasta la única realidad, lo absoluto, las ideas. Platón, sin saberlo, fué un sofista, el más asom_ broso de Grecia y de la humanidad entera. La ciencia aristotélica, cuya armonía es admirable, oculta bajo su aparente empirismo vi- cios análogos. Sustituye lo concreto con lo abstracto, lo real con lo ideal; y actuando sobre los conceptos despojados de todo conte- nido, se aproxima al verbalismo de los escolásticos. La ciencia de los epicúreos, más modesta y enemiga de la metafísica, excluye to- da indagación de las esencias y la substancia. Pretende estudiar la realidad, partiendo de la sensación, que es infalible fuente y piedra de toque de todo conocimiento. La razón ordena é interpreta los hechos, unas veces por vía inductiva, casi siempre pur un proceder analógico fundado en la identidad de las leyes que rigen los fenó- menos más sencillos, asequibles á la experiencia, y las que gobier- nan los fenómenos más complicados Ó invisibles. Las ideas gene- rales, síntesis necesaria para el raciocinio, están condicionadas por la exactitud de las percepciones que las integran. Esto no quiere decir que el fenomenalismo de los epicúreos no alimentara ilusiones tan insustanciales como el idealismo platónico. No obstante, su ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 175 errores é insuficiencias, la pobreza de sus frutos comparados con los de la Enciclopedia de Aristóteles, no pueden impedir que sea considerado como una anticipación de la metodología moderna y del verdadero concepto de la ciencia. Volvamos á Lucrecio. La premisa fundamental de su filosofía es que nada proviene de la nada por la voluntad de un dios omni- potente. (18). A esto se agrega que la materia no puede ser aniqui- lada (19). Los cambios que observamos en las cosas y su aparente destrucción, la muerte del animal y de la planta, la disgregan, pero no la hacen desaparecer. «Nada se pierde ni perece por completo, puesto que la naturaleza crea nuevos seres con los componentes disociados y no consiente que la vida se produzca sin ayuda de la muerte» (20). Ahora bien, como sería imposible el movimiento sin el vacío, debemos admitir que la materia no llena todo el uni- verso. De no ser así, constituiría una mole inerte y un obstáculo á la actividad (21). La continuidad no es propia de ningún cuerpo ni aun de los más densos. Todos se componen de pequeñísimas partículas llamadas átomos. La materia, es decir, el átomo, y el vacío: he aquí lo único que existe por sí mismo; lo demás es acci- dente ó modalidad del uno y del otro (22). Hasta este punto la física epicúrea coincide con la de Demócri- to. La conformidad subsiste al estabtuir que los átomos, infinitos por su número, caen á través del espacio, y que chocando unos con obros, constituyen el núcleo de una formación cósmica. La diver- gencia surge al explicar la causa del choque. Demócrito salva la dificultad admitiendo que la rapidez de la caída está en relación con el peso de los diferentes átomos. Lucrecio, de acuerdo con Epicuro, rechaza la hipótesis y, adelantándose á Newton, sostiene que todos los cuerpos descienden en el vacío con la misma velocidad. La pe- santez no basta por tanto para dilucidar el problema, puesto que la moción uniforme, en línea recta, excluye la posibilidad de todo contacto. ¿Cómo, pues, conciliar los hechos con la ley enunciada? Epicuro apela á la analogía y aporta un nuevo factor: la esponta- neidad. Los átomos, en determinado momento, se desvían de la línea recta por virtud de una fuerza propia de la materia, análoga á la que obra en los movimientos del espírilu. La experiencia ín- tima explica el clinamen y, á su vez, es explicada por él (23). Posi- ción original cuya lógica, dentro de la armonía del sistema, es evi- dente. Desechadas las creaciones ex nihilo, la libertad del alma tiene que provenir de una propiedad inherente á los átomos que la com- 176 ARTURO ECHEMENDIA ponen, ó sea, el poder de substraerse al mecanismo rígido de los impulsos exteriores (24). Los corpúsculos unidos por esta fuerza contingente, se asocian, pero sus movimientos, imperceptibles para nosotros, continúan después de la conjunción. Cuando su forma ramosa facilita el en- lace, engendran los cuerpos duros como el diamante; si son redon- dos y lisos, los líquidos, los gases, constan de elementos agudos impropios para unirse estrechamente y para rodar unos sobre otros. Ya hemos dicho que la cantidad de átomos es infinita, según Lu- crecio y Demócrito; no así la forma, que tratándose de partículas tan pequeñas, no puede ser muy variada. En cambio, no tiene lí- mite el número de los átomos semejantes, porque no existiendo una inteligencia ordenadora, no se comprendería cómo hayan de concu- rrir á un mismo punto los adecuados para la producción de cada ser. El exceso de cada especie hace posible sus encuentros en el torbe- llino de la materia. La diversidad de cada compuesto depende de la naturaleza de sus elementos y, sobre todo, de la proporción en que éstos se combinan (25). Con los principios expuestos, explica Lucrecio el mecanismo de la vida y del espíritu. Los átomos son insensibles, pero la variedad de agrupaciones, relaciones y movimientos crean lo animado, sín- tesis en la cual cada partícula carece de las propiedades del todo. De la misma manera, las funciones del alma no provienen de otras causas. El alma (anima) y la mente (animus) son de naturaleza material, pero la movilidad y sutileza de sus átomos es extraordi- naria. La primera está esparcida por todo el cuerpo, la segunda reside en el pecho, y ambas se componen de aire, aliento y calor (aura, aer, calor), unida á las cuales hay otra substancia etérea, tenuísima, que carece de nombre y es el alma del alma (26). El alma imprime movimiento al cuerpo y, á su vez, obedece las órde- nes de la mente. El dolor nace de la agitación de los átomos del espíritu á impulsos de un choque exterior ó una conmoción interior; la sensación, de un contacto con las imágenes materiales que cons- tantemente emiten los cuerpos. Hasta las operaciores de la fanta- sía, los sueños, las visiones, la idea de los dioses, provienen de es- tas emanaciones esparcidas en el espacio. Si no las vemos siempre, es porque no aguzamos bastante la atención (27). Todo lo supersensible, todo lo ideal, queda descartado de la gé- nesis y explicación del mundo y del hombre. En la materia re- vuelta en tumultuosa confusión, en el caos primitivo sobrevino al fin ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 17 -j el concierto: la masa de nuestro planeta, concentrándose, se separó de los cielos, de las aguas y de los fuegos purísimos del éter (28). La tierra, en la expansión potente de su vigor, bullía plena de acti- vidad, y por su corteza viviente se extendió la vegetación, como brotan las plumas, las crines y la lana sobre la piel de un animal. La lluvia y el calor facilitaron el concurso de los átomos integran- tes de las especies animales. Período de gestación inusitada para la tierra, que, después de fecundar el embrión humano, emitía ju- gos lácteos para alimentar al infante, de quien era, á un tiempo, madre y nodriza. Como vestidos ofrecía los templados vapo- res de su superficie, y como lecho, el sedoso edredón de la hier- ba (29). Mas los productos de la tierra en celo, hoy casi senil, no se distinguían siempre por la perfección. Nacieron muchos seres di- formes, de Órganos rudimentarios, incapaces de acomodarse á las exigencias de la vida. Las especies mejor dotadas para preservarse fueron las únicas que, por la astucia, la fuerza Ó la agilidad sobre- vivieron á la lucha por la existencia, mientras las demás iban des- apareciendo por su propia ineptitud vital Ó vencidas por sus ene- migos. El hombre intervino acogiendo bajo su protección las que mayores servicios podían prestarle. De aquí á la doctrina de la selección natural hay bastante distancia, pero las ideas de Lucre- cio contienen un boceto informe del darwinismo, tanto más sor- prendente cuanto más asociado está á su teoría antropogénica, tan poética como caprichosa. No sólo por estas explicaciones, sino por otras muchas que sobre múltiples problemas van apareciendo en el curso de la obra, tiene ésta, además de su importancia general para la filosofía, otra especial para la historia de las ciencias. Sería imposible darse cuenta de la evolución de las ideas científicas sin acudir á este venero heterogéneo de hipótesis y observaciones, unas veces absurdas ó fantásticas, otras, notabilísimas por la precisión y la certeza. Aquellos hijos predilectos de la tierra, amamantados por sin- gular manera, no hallaron en ella madre muy solícita cuando tuvieron que subsistir mediante su esfuerzo personal. Fuertes como un roble, de osamenta y musculatura férreas, se agruparon en errantes rebaños, ignorando todos los medios de hacer menos penosa su condición. Las encinas les brindaban frutos silvestres, ¡os arroyuelos límpida corriente donde aplacar la sed; pero las pieles que cubrían á medias sus cuerpos, no los ponían al abrigo 178 ARTURO ECHEMENDIA de las inclemencias de la lluvia y el frío. A menudo los acometían las fieras en medio del sueño. Los que escapaban de sus fauces, «sepulcros animados», huían despavoridos oprimiéndose con las manos las heridas, que no sabían curar, y pidiendo la muerte con gritos inarticulados. Suerte lamentable, menos desdichada, sin embargo, que la de los infelices muertos á millares, en un solo día, por obra de la ambición que más tarde comenzó á agruparlos bajo estandartes de guerra, Ó los amontonó en bajeles confiados á la perfidia de las olas (30). Poco á poco vinieron en su ayuda la asociación y la experien- cia. Dela pareja unida al azar salió la familia; las castas delicias del hogar ablandaron los espíritus, y los pactos cordiales refrenaron la antigua violencia. Los vecinos se encomendaban mutuamente, por medio de gestos y gritos, la guarda de sus hijos y mujeres, criaturas más débiles á quienes un delicado sentimiento de justicia y de piedad debía amparar contra las depredaciones usuales. La necesidad y la imitación, obrando sobre los grupos humanos ya asociados, los pusieron en la senda del progreso: el lenguaje se des- arrolló, y las artes útiles fueron organizándose lentamente. Hasta las que son recreo y encanto de la vida dieron sus primeros deste- llos. Los pájaros enseñaron al hombre á cantar, y los suspiros del viento en las cañas le revelaron los dulces sones del caramillo. En días primaverales, bajo la sombra fresca de los árboles, en medio del corro regocijado de pastores, despertó la musa rústica. Locos de alegría, coronados de flores, poníanse en pie, y sin ritmo ni cadencia, comenzaban á bailar con torpes movimientos, golpean- do pesadamente la tierra, la madre común (31). Pronto los reyes erigieron ciudades y fortalezas para resguardo de los suyos. Distribuyeron tierras y rebaños entre los más fuertes y los más bellos, que después fueron dominados por los ricos. La envidia, el odio, la avaricia, la ambición y la soberbia, plagas de- sastrosas, revolvieron el légamo de las pasadas violencias. Los pueblos, ahitos de discordias, levantaron el valladar de las leyes para contener al osado y al criminal, mientras por otra parte, sobre las conciencias desorientadas, asomaba su cabeza tremebun- da el espectro de la religión. Al principio había sido la plácida imagen de los dioses inmortales, resplandecientes de belleza; pero luego la nesciencia los asoció á tordos los fenómenos extraordinarios cuyas causas no podía Cescubrir, y las sombras venerables se trans- formaron en enemigos del hombre, desventurado autor de sus ma- ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 179 yores aflicciones. Desde entonces las desazones, el ansia de aplacar las iras divinas, multiplicaron los altares y las ofrendas para amparo de una vida ya envenenada. Estéril tentativa; porque la verdadera piedad no consiste en inclinar la frente sobre una piedra regando las aras con la sangre de los animales y recitando oracio- nes lacrimosas, sino en contemplar serenamente todas las cosas del mundo. Dentro de esta cosmología materialista, la moral no puede asentarse sobre bases ideales, ni tiene que buscar un fundamento más allá de la sensación. El organismo, reobrando sobre su medio, nos dirá como hemos de conducirnos para no dar en el error, que es también el mal. Así como los sentidos son los receptores de todo conocimiento, el espejo en que se refleja, sin sombras ni de- formaciones, la realidad exterior, muchas veces desfigurada por la mente, la sensación interna del dolor y del placer es el árbitro en las cuestiones morales. Las opiniones torpes, los espejismos de la pasión, destruyen la pristina regularidad del cánon infalible. En- tonces la razón concurre á restablecer el equílibrio, con sus deci- siones previsoras. No todos los placeres son necesarios ni natura- les, y, además, el goce actual contiene á menudo gérmenes nocivos cuyo desarrollo debemos contrariar. La ética epicúrea, que nace en tan humilde cuna, va á concordar después con la socrática en una esfera superior, por su identificación de la verdad y el bien. Solamente que ambas conciben la verdad de una manera diame- tralmente opuesta, Como hemos dicho, Lucrecio no expuso la moral metódicamen- te. Para perseguir su cohesión hay que reunir fragmentos disper- sos del poema y cotejarlos con los extractos y cartas de Epicuro conservados por Diógenes Laercio. Estudiados de esta manera, re- cobran su armonía y son un comentario elocuente de las doctrinas del maestro. Su conce ción pesimista de. la sociedad, su inquietud y su hipocondría presentan la moral de la escuela bajo nuevo as- pecto. Le dan carácter hasta cierto punto original. Las reglas de conducta elaboradas fríamente para guiar al hombre entre los peli- gros de la vida, se convierten en homilias fulgurantes, en gritos de triunfo por el rescate del alma libertada de la pasión y de las ase. chanzas del mundo. El epicureísmo, remanso cristalino en el reco- do de una corriente alborotada, es aquí el ara salvadora donde se refugia el suplicante perseguido por la multitud frenética. En cier- tos lugares toma un tinte ascético bastante marcado, producto de la 180 ARTURO ECHEMENDIA melancolía de un desconsolado hastío de intensa sensación de la vanidad de las cosas. A esta fase de la moral de Lucrecio nos hemos referido anterior- mente. Ahora nos toca apreciarla bajo su aspecto genérico, como simple eco de la filosofía de Epicuro. En lo que hemos dicho ya se echa de ver la transformación que se había operado en el nedonis- mo de Aristipo de Cireno. Este restringía el disfrute del bien al momento actual, aligerándolo de la carga de toda preocupación acerca del porvenir. En el goce de la sensación presente, templado por el poder moderador del juicio, se encontraba íntegra la idea de la felicidad. Un hombre fuerte, enemigo de calentarse en el rescol- do de los recuerdos, despreocupado del mañana incierto y dispuesto á alargar la mano para coger la rosa de la dicha, sabiendo que para él sería poco enconosa la punzada de las espinas. He aquí el tipo perfecto del cirenaico. Epicuro desecha el placer móvil, limitado al presente, y de la satisfacción de las necesidades materiales as- ciende al goce espiritual, más amplio y fecundo para la dulzura de la vida, puesto que no estando circunscrito por el tiempo, se extien- de á lo pasado y lo venidero. No sólo podemos con este criterio sobreponernos á la desgracia, escudándonos con la razón, sino que también nos es dado ensanchar el dominio de nuestra voluntad, disponiendo la conducta con arreglo á un plan clarividente que nos haga vivir conforme á la naturaleza y nos fortalezca para sufrir los vaivenes de la fortuna. «Así que, cuando decimos que el deleite es el fin, no queremos entender los deleites de los sensuales y vo- luptuosos, sino que unimos el no padecer dolor en el cuerpo con el estar tranquilos en el ánimo» (32). La búsqueda de la felicidad exige que desechemos determinados placeres para no viciar el entendimiento y que no esquivemos siem- pre el dolor, porque el padecerlo sazona las alegrías ulteriores y nos familiariza con un huésped que á menudo ha de visitarnos. Debe- mos distinguir de los placeres vanos los naturales, y entre éstos los que son solamente naturales y los necesarios. La razón es la lla- mada á decidir cuáles hemos de escoger y cuáles evitar para la salud del cuerpo y la tranquilidad del alma. La prudencia es la vir- tud esencial; «nadie puede vivir dulcemente sin ser prudente, honesto y justo, pues las virtudes son congénitas con la suavidad de la vida, y la suavidad de la vida es inseparable de la virtud» (33). Provisto de estos recursos, aspira el sabio á la serenidad in- telectual y moral (ataraxia). Recogido en sí mismo, bondadoso para ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 181 todos, afable para sus amigos, exento de la ignorancia que inquieta al vulgo se interesa por lo que le rodea, como observador inalterable Ó resignado. La ilusión no lo engaña, no lo perturba ningún vicio, ninguna vana opinión lo despista, la muerte le es indiferente, porque no ha de traerle dolor ni gusto. Conociendo el valor de cada cosa, gozando de lo más puro de la vida, se pone fuera de la vida misma. Salvo este matiz de mansedumbre y placidez, ausente de la pro- pia persona de Lucrecio, la que hemos resumido es la ética inspira- dora del poema, por lo menos, á ellas se ajustan todas las diserta- ciones esparcidas en los seis libros sobre el objeto de la vida, el disfrute de los placeres convenientes, el temor de la muerte, la am- bición, el amor y la ciencia, Una de las más brillantes es la que da principio al libro segundo, los de los bienes de la medianía y de- mostración de que, no bastando las riquezas ni el poder para ha- cernos dichosos, sólo la inteligencia puede sacarnos de las cavernas en que se arrastra penosamente la vida. Ya hemos hablado de la refutación de las creencias en penas posteriores á la muerte y del largo y conmovedor discurso que sigue á las pruebas de la materia- lidad y mortalidad del alma. Son notables también sus observa- ciones sobre la no existencia de los dioses, apoyado en la imperfec- ción del mundo, en el triunfo de los malos y el vencimiento de los buenos, cosas que alarman á veces á los mismos creyentes y á las cuales Kempis se refirió también, poniéndolas más allá de la pe- netración de nuestro entendimiento. Al deleite del estudio y de la ciencia se refiere constantemente. Contra la vida política hay, en el libro quinto, una hermosa consideración, tan bella y característica que no podemos resistir al deseo de traducirla: «Para el que rige su vida de conformidad con la verdadera sabiduría, no hay mayor riqueza que la de vivir contento con poca cosa, puesto que lo poco que necesitamos nunca puede faltarnos. Los hombres, sin embar- go, han aspirado al poder, creyendo así afianzar su fortuna y morir en la opulencia. Vana pretensión, porque sus antagonismos han acrecentado los peligros de la vida... ¡Cuanto mejor sería obede- cer que esforzarse por gobernar á los demás! Dejémoslos bregar afanosamente, rendidos por la lucha, sudando sangre en el estrecho sendero de la ambición. A las alturas que ellos escalan es adonde convergen los dardos de la envidia, semejantes al rayo. Son hom- bres que no tienen opiniones propias, que no obedecen á su razón, sino al juicio ajeno, errores que, sin embargo, jamás desaparecerán del mundo» (34). 182 ARI1URO ECHEMENDIA Con lo dicho tenemos lo suficiente para aquilatar los errores y aciertos de la moral epicúrea. Nacida en época de disgregación de las fuerzas que dieron unidad al espíritu ático, responde, por una parte, á la fatiga de la pura especulación y. por otra, al marasmo de las conciencias aletargadas después de la reñida lucha contra la absorción macedónica. La ciencia en que descansa es una nueva tentativa para acomodar la vasta complejidad de los fenómenos á una teoría que abrazara todos los aspectos de la realidad. No cree- mos que el decaímiento político y social de Atenas deba contarse entre los factores que dieron rumbo á la investigación, pues hasta el presente, no hemos visto coexistir en ninguna parte las grandes concepciones idealistas con los períodos de expansión de los pueblos, ni el empirismo con los de abatimiento y decadencia. El materia- lismo de Epicuro fué sencillamente la vuelta al antiguo punto de vista de la escuela atomística de Abdera, realzada por la insuficien- cia de los sistemas de Platón y Aristóteles. En nuestros días hemos presenciado el rejuvenecimiento de algunas doctrinas por causas análogas. Pero en ningún tiempo su retorno, salvo conta- dos casos, ha sido una instauración, sino un esfuerzo para adap- tarlas á la ciencia de la época, ó la interpretación de esta misma ciencia con el criterio de escuelas que transitoriamente habían perdido su preponderancia. Entre la ética de Epicur, y la confusión de las conciencias sí observamos una relación bastante sensible. El comunismo de Pla- tón con su anonadamiento de la personalidad del ciudadano dentro del Estado, representa una aspiración patriótica á la par que filosó- fica. El individualismo epicúreo está en consonancia con la laxi- tud del vínculo nacional y la extinción del entusiasmo que mantenía unida á la ciudad para todas las empresas colectivas. Muerto el ideal que aunaba las voluntades, desaparecían los elementos de cohesión en el cuerpo social, minado por la diferencia de clases y la disolución de los lazos religiosos y políticos, únicos en que se fun- daba la aparente armonía del grupo. Y era nataral que no sin- tiendo el individuo fuertemente su dependencia de la comunidad, buscara en sí mismo la orientación de su conducta. No sorprende que esto sucediera en semejantes circunstancias si se recuerda que, ni aun en la época de su apogeo, la filosofía griega jamás acertó á señalar con precisión los rasgos distintivos del acto propiamente moral, De un error psicológico, que seccionaba la conciencia, es- tibleciendo una distinción esencial entre sus actividades, unas in” ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 183 feriores y otras superiores, se llegaba á poner la suma del perfec- cionamiento ético en el ejercicio de la razón pura. La convivencia social, la vida práctica, las acciones habituales, todo lo que consti- tuye la médula de la moralidad, se empequeñecía comparado con la excelsitud de la contemplación, de la fecunda soledad del alma, mirándose á sí misma como Narciso en el espejo de las aguas, ce- rrada al mundo exterior y abiertas las alas para tender el vuelo por la región infinita de las ideas. El epicureismo no divorció las funciones superiores y las infe- riores del espíritu. La reflexión, subordinada á la sensación, se proscribía las divagaciones metafisicas; el fin de la moral no era sino la depuración de una ley de vida orgánica, el instinto modifi- cado, que dejaba de ser una fuerza ciega para obrar de consuno con la experiencia y la razón. Bajo este aspecto su perspicacia excede á la de otras escuelas más renombradas. Cualesquiera que sean los factores que se aporten al estudio del problema moral, sobre base científica, no es posible prescindir del egoísmo, sentimiento prima- rio sin el cual no existirían las manifestaciones más elevadas de la sensibilidad. Pero los epicúreos, cultivando el egoísmo con exclu- sión de toda tendencia socializadora, no pensaron en harmonizar, como sus continuadores modernos, los intereses individuales con los de la colectividad, y permanecieron aislados en su torre de marfil, indiferentes al movimiento exterior. Y, por otra parte, temiendo la efusión de la propia personalidad, la mutilaban, la encerraban dentro de un anillo de hierro, y, por un contraste que no es para- dójico, aspiraban al deleite proscribiéndose casi todos los deleites. Porque esta moral del interés, que no rebasó los límites del precep- to fundamental neminem laedere, es, al mismo tiempo, la moral de la timidez y del excesivo refinamiento intelectual. Lucrecio no descubrió un nuevo derrotero á la moral. Las en- señanzas de Epicuro eran para él dogmas sagrados y no vió el mundo sino por los ojos del maestro espiritual, visión un tanto des- figurada por la sombra de su propio pesimismo. De esta manera no atinó á comprender la trascendencia moral de los sentimientos en que vinculó el progreso humano, al trazar las líneas generales del desarrollo de la sociedad. No pudo romper, sin embargo, las fibras que lo unían á su pueblo. Sus templos serenos resonaron con el ala- rido de las luchas intestinas, con el ajetreo de la brega por el po- der y la riqueza; y el eco repercutió sonoramente en su alma. No corrió á embrazar el escudo ni arengó á la muchedumbre en medio 184 ARTURO ECHEMENDIA del tumulto del foro; pero tal vez ninguno de sus coetáneos mos- trara más vivo amor á la patria romana. Si otros quisieron para ella la hegemonía universal, la grandeza política, él la soñaba igualmente encumbrada, no tanto por la pujanza material, como por sus virtudes y su ciencia. Aspiró á convertir un pueblo de agricultores, traficantes y guerreros en cenáculo de filósofos con- templativos. Esta simpatía intensa por los demás, este inmenso ideal, depura su egoísmo doctrinal, identificando su interés perso- nal con el de la nación. Su filosofía le aconsejaba la abstención en el fujo y reflujo de las conmociones exteriores, la quietud estéril para la sociedad, fértil para sí mismo; é inmóvil permaneció, mas con inmovilidad fecunda, semejante á la del faro erguido, como cíclope bondadoso, para irradiar destellos salvadores en la obscu- ridad de la noche. OBRAS CONSULTADA” W. A. Merril.—Edición del poema. (Texto latino, comentario y prólogo.) M. Patin.—De la Nature. P. Albert. —Histoire de la littérature romaine. Tomo I. M. Patin.—Études sur la poésie latine. Tomo 1. C. Martha. —Le Poéme de Lucréce. F. D. Allen.—Remnants of Early Latin. Chiefly Ioscriptions. G. Ferrero. —Grandeza y decadencia de Roma. Tomo 1. M. Guyau.—La moral de Epicuro. A. Lange. —Historia del materialismo. Tomo I. D. Laercio.—Vidas de los filósofos más ilustres. NOTAS DE LA PRIMERA PARTE 1 Hablando de la ciudad de Roma dice «patrai tempore íniquo», y refiriéndose á su obra «patrii sermonis egestas», «patriis chartis», y según advierte Sallar, Ennio y Virgilio emplean el vocablo patria aplicado á sus ciudades nativas. 2. «Lucretii poemata ut seribis ita sunt multiis luminibus ingenii, multae tamen artis» En esto se funda, seguramente, la versión, acogida por San Jerónimo, de que Cicerón corrigió el poema. 3. Masson, de una frase de Lucrecio, «coniugibus nostris», ha querido inferir que era casa- do, conjetura bastante incierta, pues muy bien podía referirse simplemente al matrimonio romano, 1. Hay otras noticias secundarias, como, por ejemplo, la acogida por Lachmann respecto 4 su matrimonio con Lucilia, Merril, pág. 17. ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 185 5. «Postea amatorio poculo in furore versus cum aliquot libros por intervalla insaniae conscribisset, quos postea Cicero emendayit, propia se manu interfecit ». 6. Es general la opinión de que San Jerónimo copió casi todas sus anécdotas de Suetonio. Jessen indica la posibilidad de que la historia fuese de origen pagano, basándose en la creencia común á griegos y romanos, de que Venus castigaba á los que huían del amor, como Hipólito. Merril cita, á este respecto, los siguientes versos de Tennysson sobre Lucrecio: , «Is this vengeance. holy Venus, thine, Because I would not one of thine own doyes, Not e'en a rose were offered unto thee?» 7. Se menciona, entre otros, el caso de Torcuato Tasso, pero sabido es que la locura de éste fué posterior á la terminación de su obra. 8. Tememos en este punto asociarnos á Ja opinión de los que ven un alienado en cada hombre de genio. De admitir tales exelusivismos, pocos serían los artistas que, antes ó después de muertos, no corriesen el riesgo de ser recluídos moral ó materialmente en la celda de un asilo de dementes, 9, Ferrero explica la obra de Lucrecio desde este punto de vista: « Víctima—dice—de una enfermedad que los alienistas lleman locura circular ó alternante, y que consiste en una suce- sión de exaltaciones violentas y abrumadores decaímientos, este genial enfermo tuvo que abandonar la política para consagrarse al estudio.» Grandeza y decadenera de Roma, tomo 1%, pá- gina 364. 10. «A menudo atacado un hombre súbitamente por la enfermedad, cae ante nuestra vis- ta como herido del rayo, espumajea, gime y se estremece, desvaría, estira el cuerpo, se retuerce jadeante...» De Rerum natura, libro 111, verso 487 y siguientes. 11. Lucrecio comprueba que el cuerpo y el alma obran recíprocamente uno sobre otro. 12, Ferrero dice que Lucrecio era, probablemente, un modesto rentista, Obra citada, Marx, mencionado por Merril, lo considera como un liberto 6 hijo de un simple ciudadano. Patin cree que perteneció al orden ecuestre. 13. Lambino cree que era hermano de Lucrecio Vaspilio, mencionado por César en sus Comentarios de las guerras. El sobrenombre de Caro se le aplicó por las simpatías que des- pertaba. 14. «El torpe desprecio y la dura necesidad parecen haberse trasladado, desde la vida dulce y estable, á las puertas de la muerte. Los hombres, dominados por un falso error, quie. ren alejarse de ellas más y más; y para lograrlo encienden la tea de la discordia civil, reúnen riquezas ávidamente, amontonando crímenes sobre crímenes; con terrible crueldad regocíjanse en los tristes funerales de sus hermanos, y el odio y el miedo los alejan de la compañía de sus parientes.» Libro 111, 65 y siguientes. 15. «...los dioses son inmortales y bienayventurados, según subscribe la común naturale- za, sin que les dés atributo alguno ajeno de la inmortalidad é impropio de la bienaventuranza... Existen, pues, dioses y hay dioses, y su conocimiento es evidente; pero no son cuales los juzgan muchos..., pues las enunciaciones del vulgo, en orden á los dioses, no son anticipaciones, sino juicios falsos». Véase la carta de Epicuro á Meneceo. 16. «Postquam divitiae honori esse coepere et eas gloria, imperium, potentia sequebatur, hebescere vírtus, paupertas probro haberi, innocentia pro malivovolencia duci coepit. Igitur ex divitiis iuventutem luxuria atquem avaricia cum superbia invasere; rapere, consumere sua parvi pendere, aliena cupere; pudorem, pudicitiam divini atque humana promiscua, pensi atque moderati habere». Cayo Crispo Salustio, Conspiración de Catilina, 12, I. 17. Esto se enlaza directamente con la concepción pesimista de la sociedad. Lucrecio juzgó por lo que veía y sentía, Tomando como ejemplo á Roma, llegó á la conclusión de que el quietismo había de ser la única defensa contra el medio fatalmente corrompido. 18, Indicamos una mera posibilidad sin adscribirnos á la opinión de los que ven en esto la única causa de su conducta, 19. Martha dice, sobre el retraímiento de Lucrecio: «A veces nos inclinamos á creer que Lucrecio ge mezcló al terrible conflicto de las rivalidades romanas y que su alma fué herida y magullada en el choque de la pelea. Su lenguaje, irritado y desdeñoso, expresa la amargura de las esperanzas frustradas». Le Poéme de Lucrtce, pág. 28. 186 ARTURO ECHEMENDIA 20. —Incundum, mea vita, mihi proponis amorem Hunc nostrum inter nos perpetuumque fore. Di magni, facite ut uere promittere possit Atque id sincere dicat et ex animo, Ut liceat nobis tota perducere vita FAternum hoc sanctae foedus amicitiae. (109.) En cambio Lucrecio dice: Sed fugitare decet simulacra et pabula amoris absterrere sibi atque alio convertere mentem et incere umorem conlectum in corpore quaeque nec retinere, semel conversum unius amorem, et servare sibi curam certumque dolorem. (Iv, 1,063.) 21. Lucrecio al hablar de la ambición lo hace siempre en tercera persona, y siempre que st refiere á los temores religiosos emplea el pronombre nos. 22. Como ejemplo podemos citar los siguientes: Praeterea versamur ibidem atque insumus usque nec noya vivendo procuditur ulla yoluptas; sed dum abest quod avemus, id exsuperare videtur cetera; post aliut, cum contingit illud, avemus et sitis aequa tenet vitai semper hiantis. (111, 1,080.) 1 23. Martha, pág. 58. 24 ta quoque enim non ab ulla ratione videtur; sed veluti pueris absinthia taetra medentes cum dare conantur, prius oras pocula circum contingunt mellis dulci fiavoque liquore, ut puerorum aetas improvida ludificetur... (1, 935.) NOTAS DE LA SEGUNDA PARTE 1. Al escribir Lucrecio su poema, el único género poético en que habían compuesto los romanos obras no superadas más tarde, era la comedia. Anteriores á la época de Lucrecio fue- ron el regocijado Plauto, el ya citado Terencio, el más notable de los imitadores de la comedia de Menandro, y los trágicos Pacuvio y Accio, sin contar á Livio Andrónico, Neyvio, Ennio y Cecilio. 2. Lumina sis oculis etiam bonus Anecv'reliquit. (111, 1,025.) 3. También presenta hablativos en ¿ por e y en o por ¿, muchos nombres cn 1a, us, ds, ura y adverbios en iter, tim y sim. 4. Uno de los estudios más interesantes que pueden hacerse del léxico de Lucrecio es el de la significación de las palabras, principalmente de las compuestas, aun no diferenciadas por la metáfora y la polisemia en tanto grado como en la época posterior. Se recogerían muchos da- tos de valor para la Semántica. También son característicos sus enérgicos compuestos, como ailvifragus, anguimanus, tripectorus, tergemina, etc. : 5. Lambino, autoridad irrecusable, dice: «nullum in tota lingua latina seriptorem Lucre- tio Latino mellius esse locutum: non M. Tulli non C. Caesaris orationem esse puriorem », 6. «Cuanto á lo demás, vo sorprende que los simulacros muevan los brazos y piernas con- certadamente. Las imágenes producen esta ilusión durante el sueño, porque apareciendo una en diferente actitud tan pronto como la otra desaparece, creemos que la primera ha cambiado de posición. Indudablemente debe hacerse esta substitución con suma rapidez, etc.» (IV, 768.) 7. «De aquí esas vacas cansadas que se tienden por los risueños pastos, mientras sus ubres repletas destilan el cándido humor, y los becerrillos, que, débiles todavía, juegan sobre la hier- ba como embriagados por la leche maternal.» (1, 257.) 8. «Ante ti se calman los yientos, diosa, y desaparecen las nubes del cielo; bajo tus pies la tierra extiende un tapiz de suayes flores, y te sonríen las aguas del mar y resplandece luminoso el cielo. Tan pronto como llegan los días primaverales y se alza el blando soplo del fayonio, las ESTUDIO DEL POEMA «DE RERUM NATURA» 187 ayes dan señales de haber sido tocadas por tu poder, los rebaños saltan en los risueños prados y atraviesan los rápidos ríos; y así, por el deleite que les das, á tu albedrío los mueves. A través de los mares, de los montes y los ríos, infundiendo el amor en todos los pechos, haces que las especies se propaguen.» (1, 6.> 9. «Pues si te ha sido fayorable la vida y todos sus bienes no se te han escapado, como vertidos en un yaso roto, ¿por qué, insensato, no te ausentas como un convidado satisfecho, y buscas, con ánimo sereno, la segura quietud? Si las cosas de que has gozado desaparecieron para tormentos de tu vida, ¿por qué en vez de aumentar tu duelo persiguiendo otros bienes igualmente efímeros, no das término á tu vida y pesares? Pues para tu ventura nada nuevo tengo que ofrecerte: las cosas serán siempre iguales. Aun cuando no hayas envejecido ni tus miembros tiemblen fatigados, encontrarás siempre lo mismo, no ya si vivieses siglos enteros, aunque nunca murieses.» (111, 935.) 4 «Porque como siempre deseas lo que no tienes y desprecias lo presente, tu vida transcurre sin que sepas aprovecharte de ella y la muerte sobreviene inesperadamente antes de que puedas apartarte satisfecho de las cosas. » (111, 957.) 10. Libro III, 978 á 1,023. 11. Aun en estas porciones repite con frecuencia giros y versos enteros. El libro 1v pare- ce el más imperfecto de todos. 12. Citado por Merril, Introducción, pág. 51. 13. Principio venti vis verberat incita pontum ingentis ruit navis et nubila differt, interdum rapido percurrens turbine campos arboribus magnis sternit montisque supremos silvifragis yexat flabris: ita perfurit acri cum fremitu saeyitque minaci murmure ventus. Sunt igitur nimirum corpora caeca quae mare, quae terras, quae denique nubila caeli verrunt ac subito vexantia turbine raptant nec ratione fluunt alia stragemque propagent et cum mollis aeque fertur natura repente fiumine abundanti, quom largis imbribus urget montibus ex altis magnus decursus aquai fragmina coinciens silyarum arbustaque tota nec validi possunt pontes venientes aquai. vim subitam tolerare: ita magno turbidus imbri molibus incurrit yalidis cum viribus amnis: dat sonitu magno stragem vyolitque sub undis grandia saxa: ruit qua quidquid fiuctibus obstat. (1, 271.) 14. Saepe ego, cum flavis messorem induceret arvis agricola et fragili iam strigeret hordea culmo, omnia ventorum concurrere proelia yidi, quae gravidam late segetem ab radicibus imis sublímem expulsam eruerent, ita turbine nigro ferret hiemps culmumque leyem stipulasque yolantis. Saepe etiam immensum caelo yenit agmen aquarum, et foedam glomerant tempestatem imbribus atris collectae ex alto nubes; ruit arduus aether, et plnvia ingenti sata laeta boumque labores diluit; implentur fossae et cava flumina crescunt cum sonitu fervetque fretis spirantibus aequor., Ipse pater media nimborum in nocte corusca fulmina molitur dextra: quo maxuma motu terra tremit: fugere ferae et mortalia corda per gentes humilis strayit pavor: ille flagranti aut Athon aut Rhodopen aut alta Ceraunia telo deicit; ingeminant austri et densissimus imber: hune nemora ingenti vento, nunc litora plangunt, (Geórgicas, 1, 316,) 188 ARTURO ECHEMENDIA 15. También deben ser incluídos entre los predecesores de Lucrecio y Lucilio y Accio. 16. Muchos de sus puntos de vista sobre historia natural deben haber sido tomados de Empédocles. 17. Libro 1, versos 716 y siguientes. Es indudable también que estudió 4 Heráclito» Anaxágoras, Platón y Tucidides. Munro ha indicado algunas imitaciones de Eurípides é Hipó crates, 18. Nullam rem e nilo gign1 divimitus unquam. (1, 150.) 19. Huc accedit uti quicque in sua corpora rursum dissoluat natura, neque ad nilum interemat res. (1, 215.) 20. Libro 1, 262. 21. Libro 1, 329. 22. Libro, 449. 23. Libro 11, 251. 24. Libro 11, 284. 25. Libro 1, 686. 26. Libro 111, 245. 27. Libro Iv, 717. 28. Libro v, 432. 29. Libro yv, 805. 30. Libro y, 999. 31. Tum caput atque humeros plexis redimire coronis floribus et foliis lascivia laeta monebat, atque extra numerum procedere membra moventes duriter et duro terram pede pellere matren. (Libro y, 1,399.) 32. Diégenes Laercio, Epicuro, 97. 33. Diógenes Laercio, Epicuro, 98. 31, Libro y. 1,118. MEMORIA SOBRE UNOS FOSILES VEGETALES ENCONTRADOS EN EL CHORRILLO (PUERTO PRINCIPE) ! POR EL PADRE PIO GALTÉS Profesor de las Escuelas Pías ESTADO EN QUE SE HALLA LA PALEOFITOLOGIA CUBANA La importancia de la paleontología, con ser tan reconocidamen- te inmensa para los que á las ciencias naturales se han dedicado, es todavía problemática, si en absoluto no carece de ella, para los que viven alejados de los no menos provechosos que amenos estu- dios relativos á esos seres que han dejado de existir y que en estado incorrupto se hallan sepultados en nuestro globo. Y es lo más digno de notarse, que no son tan sólo las personas privadas de instrucción las que tan desfavorablemente juzgan el estudio de los fósiles; hay por desgracia hasta individuos que han cultivado su inteligencia en distintos ramos del saber, y no obstante, sin duda por no haber reflexionado detenidamente acerca de la grande utilidad que á varias ciencias reporta el conocimiento de los seres que nos han precedido en la existencia y que por lo mismo son testigos, muchas veces elocuentísimos, de acontecimientos que no le fué dado contemplar á la especie humana, se manifiestan indiferentes ante el hallazgo de esos importantísimos tesoros que de una incal- culable antigúedad nos ha conservado el tiempo, y aun á veces lo califican de inútil é impertinente, y miran como monomaniáticos á los que consagran á tan ventajoso estudio sus fuerzas todas. Esa lamentable preocupación de la mayor parte de la humani- dad, es altamente perjudicial á una ciencia que vecesita de la co- operación de todos de un modo más perentorio que otra alguna. Para aprovechar en los conocimientos metafísicos no son necesa- rios, á más de la propia inteligencia, sino las reflexiones de los demás pensadores, reflexiones que impresas las hallará fácilmente el nuevo pensador en los estantes de muchas bibliotecas. Para ad- quirir y hasta para hacer progresar las ciencias físicas, no se nece- sitan, aparte de la inteligencia y asidua experimentación del que 1 Este trabajo ha sido remitido por el señor Rector de las Escuelas Pías de Camagúey á la Redacción de la REVISTA para su publicación; la que después de haber oído la opinión fayora- ble del Dr. Latorre acordó reproducirlo, 190 PIO GALTES pretenda tan loabie objeto, sino las observaciones de los demás qué halla en los libros ó revistas que difusamente se publican en diver- sos idiomas, y un conveniente laboratorio que, si no puede propor- cionarse por sí mismo, es fácil obtener por un amigo ó en un cen- tro científico ó de enseñauza. Mas para los estudios naturales y en particular para los relativos á la paleontología, no pudiendo pres- cindirse de la reflexión, de la lectura y de la continua experimen- tación, se hace preciso una personal investigación de los objetos en el mismo lugar en que se hallan; conviene afanarse para desci- frar los misteriosos secretos de la Naturaleza, abrir sus entrañas para reconocer lo que encierran y hasta sorprenderla, si 4 tanto llega su fortuna, en las maravillosas funciones que de continuo está realizando su fecundo y mágico poder. Pero ¿cómo llevará cabo una empresa al parecer muy superior á las fuerzas humanas? Imagínese al naturalista y especialmente al paleontólogo como el hombre de mayor resistencia para los trabajos y de más profunda abnegación de sí mismo; supongamos que es un ser privilegiado, pronto siempre á emprender un viaje y sujetarse 4 todos los sacrificios que la dificultad de los caminos y de los ali- mentos imponen en muchos de esos casos; ¿podrá por ventura, á pesar de su heroica abnegación, dar honrosa cima á su propósito y enriquecer con importantes hallazgos y observaciones los datos que acerca de tan curiosa ciencia poseemos, si las personas rústicas ó de instrucción de una localidad no le proporcionan á nuestro viajero algún indicio, ni le presentan algún extraño objeto que les haya llamado la atención, ni siquiera le refieren alguna tradición, aunque esté engalanada por la siempre viva y chispeante imagina- ción del pueblo ? A la apatía, bastante general, que tienen los hombres para re- coger y conservar curiosidades que pueden ser útiles á las ciencias naturales, se añade en la Isla de Cuba el estado de sus campos, incultos en su mayor parte. Su tierra vegetal es moderna y el subsuelo conserva sin duda algunos restos del reino orgánico que existió vivo durante su formación ó que ha existido inmediatamen? después. En los países donde el arado ha removido la tierra vege- tal y el subsuelo, siquiera para separar de log campos de cultivo los objetos inútiles ó perjudiciales, se amontonan las piedras que levanta la labor, y el ojo avizor del naturalista halla entre ellas un tesoro de preciosos ejemplares que á muy subido precio codiciarán muy luego los centros principales del saber humano. FOSILES VEGETALES 191 A pesar de tantas dificultades, no han faltado aquí, aunque no en gran número, individuos que se han dedicado al estudio de los fósiles, y entre los que han consagrado algunas horas de su vida á tan importante investigación se hallan hombres de gran saber, no pudiendo pasar en silencio al ilustre operario de la ciencia geo- lógica, al eminente Sr. D. Manuel Fernández de Castro, quien en el Discurso que pronunció en el Cuarto Congreso Internacional de Americanistas, celebrado en Madrid en septiembre de 1881, da noticias valiosísimas acerca de los fósiles que se han encontrado en la Isla de Cuba, y manifiesta haberse determinado hasta aquella fecha setenta géneros con más de doscientas especies, que caracte- rizan principalmente el terreno terciario de la Gran Antilla, y se detiene en particular en los dientes de caballo y de hipopótamo y una quijada de cierto edentado que no sin razón aduce como prue- bas valederas de haber estado la Isla de Cuba unida al continente americano. Pero en medio de todos esos laudables trabajos relativos á los fósiles animales, no he visto ni uno solo dedicado á la investigación de los fósiles vegetales. Sin duda que son mucho mayores las difi- cultades que el estudio de esos fósiles presenta sobre el de aquéllos; mas esto no es razón suficiente para que se deje en el olvido la paleofitología, debiéndose por el contrario multiplicar los esfuerzos que ella reclama, para desvanecer, cuanto posible sea, las nebulo- sidades que hoy día oscurecen una rama tan importante de la pa- leontología cubana. Si se han encontrado fósiles animales en los distintos terrenos de sedimentación que constituyen esa Isla; ¿por qué no se han de hallar igualmente fósiles vegetales? Si los primeros han sido ob- jeto de concienzudo examen y de ellos se han podido deducir útiles consecuencias, ¿habrá razón verdaderamente atendible para que no se estudien los segundos ? Hallándome en nuestro Colegio de Escuelas Pías de Guanaba- coa tuve ocasión de ver y examinar un pedazo de palma fosilizada que el P. Francisco Clerch trajo de Puerto-Príncipe. Ese ejemplar me hizo concebir la idea de promover algunos trabajos encamina- dos á la investigación de tan importantes seres, si las circunstan- cias me ofrecían oportunidad. Destinado en 1885 á este Colegio de Puerto-Príncipe, creí llegado el momento de realizar mi antigua idea, y empecé á buscar indicios y recordar hechos que había po- dido recoger, á fin de poder encontrar el hilo de mis anhelados de- 192 PIO GALTES seos. El tan modesto cuanto inteligente P. Pablo Trías, Escolapio, que hace ya treinta años se halla en este Colegio, fué quien me proporcionó las primeras noticias, indicándome que probablemente podrían hallarse esos fósiles en el Chorrillo, de donde pensaba él había procedido el referido de Guanabacoa. No mefué posible ad- quirir otros datos, y con sólo ellos partí acompañado del laborioso P. José Soler, Escolapio, del Dr. D. Federico Biosca, del Sr. D. José Planas y de los jóvenes D. Justo de Varona y D. José Mé- néndez, el día 20 del mes de febrero del presente año de 1887. Estando ya en el Ecuador, que era hasta donde podíamos llegar sin guía, procuramos quien nos acompañase al Chorrillo, y halla- mos un joven de Monte Glorioso que se ofreció 4 acompañarnos. Mas como durante el camino le preguntásemos si por el campo ha- bía visto alguna vez huesos Ó palos convertidos en piedras, nos contestó que en su casa, por donde pasa un río, hubo una cabeza de toro dura como la piedra, que una avenida se la había llevado» y que todo lo que caía en aquel río se volvía piedra. Algo nos se- paraba del proyectado camino pasar por Monte Glorioso; pero ase- gurándonos dicho joven que su casa no distaba sino una legua del Chorrillo, aunque vimos luego eran cerca de dos, determinamos empezar las investigaciones por el río de Monte Glorioso, que reco- nocido vimos no era río, sino una reunión de aguas que nacen en el mismo monte y van á parar ó á engrosar al río Carrasco. El agua estaba cargada de carbcnato de cal, de manera que, desde su origen, todas las hojas, raíces y troncos sobre los cuales corría el agua, estaban cubiertos por una gruesa y brillante incrus- tación; bastando al parecer, sólo algunos días Ó acaso unas cuantas horas para adquirir esa hermosa cubierta. En confirmación de este parecer, noté, fijándome en las hojas, que no había ni una sola sin incrustación á pesar de hallarse el agua en el monte 1 y ser las hojas de los mismos árboles que allí había; por lo que debe admi- tirse que algunas de aquellas hojas no habrían permanecido en las aguas sino días ó tal vez sólo unas cuantas horas. Respecto á fósiles, no pudimos encontrar ni uno, ni en el agua ni en las orillas: sobre un tronco de ocuje, calophillum ealaba, de la familia de las Gutiferas, hallamos varias capas de caliza que si- mulaban las corticales de un tronco, pero que no pueden ser consi- deradas sino como incrustaciones Ó depósitos de caliza que habían 1 Tomo la palabra monte en el sentido que comúnmente tiene en la Isla de Cuba, esto es, una tierra inculta 6 que no es labrada de continuo, y que se halla cubierta de árboles y arbustos. FOSILES VEGETALES 193 dejado las aguas en distintas avenidas. En el monte hallamos fó. siles vegetales pequeños; mas siendo silícea su materia, juzgo no ser propios de aquel lugar y que se deben al acarreo Ó al trasporte por el hombre. Cuando nos dirigíamos al Chorrillo, atravesamos los montes de Belén, donde encontramos varios fósiles que casi todos pertenecen al género cocos. Como era tan poca la importancia de ese segundo hallazgo, nos detuvimos sólo un breve rato y después de haber re- cogido algunos ejemplares, seguimos hacia el Chorrillo, donde espe- rábamos conseguir el tan anhelado objeto de nuestra empresa. El noble camagúeyano Sr. D. Rafael Parrado nos recibió en su casa con toda la hidalguía que es proverbial en ese país; pero nuevo en aquel territorio, nada sabía de lo que nosotros con tanto afán buscábamos. Sin embargo, nos acompañó á hablar con un mo- reno, viejo en el país, y que sabía donde se hallan unas piedras que servían para sacar candela. No quedé yo muy satisfecho de su conversación, y temí que nuestro largo viaje tendría un resultado poco halagúueño. Mas ese temor duró poco. Amaneció y á pie nos trasladamos al potrero La Caridad, donde al poco rato vimos rea- lizarse nuestras esperanzas, hallando muchos y variados ejemplares que han servido para formar una colección compuesta de 25 fami- lias, con 49 géneros y 59 especies. De vuelta 4 Puerto-Príncipe, algunas personas que han visto los fósiles me han asegurado que en varios puntos de esa misma provincia se hallan piedras como ésas y hasta huesos y objetos de arte convertidos en piedra. No siéndome posible á mí, al menos por ahora, ocuparme en recorrer esos distintos lugares, quisiera que hubiese algún aficionado que procurase prestar ese beneficio á la ciencia; y si existe lo queme han anunciado, puede servir ese hallazgo para enriquecer la paleontología y acaso hasta la arqueo- logía cubana. CLASIFICACIÓN Y DESCRIPCIÓN DE LOS FÓSILES Grandes son las dificultades que se presentan cuando se intenta distribuir en sus respectivos grupos á esos seres que carecen de los principales caracteres que constituyen el fundamento de la clasifi- cación fitológica. Troncos y ramas, y en algunos casos alguna raíz, es lo único que he podido encontrar entre los numerosos ejempla- res que se hallaron en el Chorrillo. Las hojas, flores y frutos, tan 194 PIO GALTES necesarios para verificar la deseada clasificación, Ó no existen en aquel lugar, ó en el día que pasamos en él no tuvimos la suerte de dar con ellos. En mi deseo de conocer y ordenar los fósiles que había encon- trado, me proporcioné muchos ejemplares de los troncos más ó me- nos viejos de varios vegetales, y me fijé en los distintos colores que presentan los troncos y los fósiles, en la textura evidentemente com- pacta en unas especies y fibrosa en otras; en la corteza, cuando existe, y en algunas otras particulares circunstancias; no olvidando que si esos caracteres han pasado alguna vez sin alteración del ejem- plar vegetal al fósil, deben existir también casos en que esos carac- teres han sido más ó menos modificados, dificultándose entonces el conocimiento del ejemplar, que en algún caso he podido discernir á pesar de las alteraciones experimentadas. : Perplejo un día acerca de la especie de algunos ejemplares, me ocurrió la idea de buscar el peso específico como carácter que podía guiarme en la investigación. Mi raciocinio fué el siguiente: aun- que formados de la sílice todos los fósiles hallados en el Chorrillo, al sustituir la molécula silícea á la orgánica, debían guardar entre sí la misma ó parecida relación que tenían en cada una de las res- pectivas especies, siendo esto causa de que los distintos ejemplares presentasen distinta densidad y por consiguiente diferente peso es- pecífico, peso específico que en general sería menor que el de la misma sílice. Busqué, pues, el peso específico de ejemplares á mi modo de ver perfectamente determinados, como son el arabo! el ébano y el dagamé? hallando en primer lugar pesos específicos di- ferentes para cada especie, y en segundo, que son mayores ó meno- res según la mayor Ó menor densidad de las maderas respectivas, aunque no guardan completa proporcionalidad. Los números que hallé para las especies antes expresadas son: 2611 para el arabo, 2562 para el ébano y 2500 para el dagame; números que son in- feriores al de la sílice, que, como es bien sabido, es de 2265. Tengo en mi mano la tabla del peso específico de algunas maderas de la Isla de Cuba por D. Eugenio de Coloma, y hallo que los pesos es- pecíficos de las especies anteriores, son respectivamente, 152, 120 y 0'90, números que no son proporcionales á los que hallé para los ejemplares fósiles, pero que guardan cierta relación. He seguido luego mi trabajo hasta determinar el peso específico de todos los ejemplares que presento en la colección; y al reflexio- nar gobre el resultado que, como se verá, noes tan satisfactorio y ga 9) ( BARES OP UELS JO Hire ter? FOSILES VEGETALES 195 como yo esperaba, me he persuadido de que la relación no puede ser perfecta, pues que al verificarse la epigenia, podía hallarse el ejemplar vegetal bajo muy diversas circunstancias, que modifica- rían la disposición de las moléculas minerales y producirían por consiguiente una alteración más ó menos notable eu su peso es- pecífico. Si me hubiese sido posible un examen del fósil por el mierosco- pio, acaso los datos que ese análisis me habría proporcionado, en combinación con los estudios microscópicos que acerca de los teji- dos vegetales se están practicando en la actualidad, me habría fa- cilitado un conocimiento más íntimo y perfecto del verdadero lugar que á cada uno de esos fósiles le corresponde en la clasificación paleofitológica que presento. Pero hoy carezco de medios para po- derlo verificar. Esas observaciones darán á conocer 4 los hombres de ciencia que al emprender el presente trabajo no he desconocido ni un momento las dificultades con que he tenido que luchar, y que estoy muy lejos de tener la presunción de creer que he acertado en todo. Mi trabajo es sólo una piedra, tal vez la menos importante, del vasto y glorioso edificio de la paleofitología cubana. El único valor de mi piedra es ser la primera. ¡Quiera el Ser Supremo, Señor de toda ciencia, que no quede ella sola en el hermoso campo de Cuba! He seguido la clasificación de De Vandolle. En su consecuencia he empezado por dividir todos los fósiles en Dicotiledones y Monocotiledones, ya que no he podido hallar ni un solo acotiledón. Los dicotiledones están repartidos á su vez en cuatro clases: Talamífloras, Calicífloras, Corolífloras y Monoclamídeas. TALAMÍFLORAS Las familias de las Talamífloras que tienen representante ó representantes en los fósiles que hallé, son: Dileniácenas, Capa- rídeas, Bixíneas, Líneas, Malváceas, Bombáceas, Bitueriáceas, Meliáceas, Ampelídeas y Rutáceas. De la primera familia hallé dos ejemplares que, á mi parecer, corresponden al Vacabuey, señalados con el número 1 y los dos cons- tituyen dos especies diferentes. En el país se conoce una sola es- pecie de vacabuey, cuyos principales caracteres son el ser filtrosa Su madera y tener un hermoso color jaspeado, comúnmente amari- 196 PIO GALTES llo, como el ejemplar que señalo con la letra a. De ahí mi sospecha que el ejemplar b pertenezca á otra especie, ya que el color rosado que presenta no lo puede tener sino del vegetal primitivo, y, al menos por aquí, no se halla ningún ejemplar de vacabuey con ese color. Esto me ha hecho pensar si el ejemplar b sería el careicillo, que es muy parecido al vacabuey y, según el Sr. Fernández y Jimé- nez, es algo rojizo y jaspeado; pero ese mismo señor coloca el earei- cillo en el mismo género y especie que el vacabuey. También me ha llamado la atención el distinto peso específico de ambos ejempla- res, siendo el de a igual á 2506 y el de b sólo 2366, cuando en la tabla de pesos específicos que se halla al final del mismo autor, se le señala al vacabuey 0'82 y al careicillo 095. Sólo un ejemplar he hallado perteneciente á la segunda familia, y me parece ser el Carbonero (número 2). La madera del carbo- nero tiene fibras no finas y su color es blanco parduzco; el ejemplar que he colocado en la citada especie presenta evidentemente esos caracteres. El peso específico coopera á señalarle el mismo lugar, pues que en la citada tabla tiene la madera del carbonero el peso específico algo mayor que la de la vacabuey, ya que siendo el de ésta 0'82, le da al carbonero 086, y yo he hallado para el carbone- ro 2519 cuando el vacabuey sólo tiene 2506. A la tercera familia pertenece un solo género, la Gía, con tres especies: la amarilla, la blanca y la prieta. Esas tres maderas tie- nen algún parecido; son duras y algo compactas. Pero se diferen- cia la primera de las otras dos por caracteres muy visibles, cuales son: ser más compacta y tener un subido color amarillo canario, que es lo que presenta el ejemplar (número 3). Los números 4 y 5 pertenecen á las especies blanca y prieta, que aun cuando se distin- guen del ejemplar amarillo, se parecen á las maderas de las dos gías 4 que las he colocado, siendo blanca amarillenta la primera y parduzca la segunda. De este género he hallado también raíz que he señalado con el número 4, como la gía blanca, por ser ésta la que me ha dado menor peso específico. De las Líneas no pude hallar sino una corteza de arabo, pero tan parecido á la corteza de ese vegetal, principalmente cuando viejo, que no he dudado en calificarlo como petrificación de arabo. Ya he indicado el subido peso específico que le he hallado á ese ejemplar, de conformidad con el peso específico de la madera, que es una de las más pesadas. A la quinta familia, Ó sea 4 las Malváceas, corresponden dos FOSILES VEGETALES 197 especies: la Majagua y la Majagúilla. La madera de la primera es de un color ceniciento rodeado del blanco de su albura; y el ejem- plar que lleva el número 7, presenta con toda evidencia este color algo oscurecido; por lo que inmediatamente lo he clasificado como tal, 4 pesar de no estar conforme el peso específico, que, siendo en el catálogo vegetal inferior al vacabuey, es en los que yo he hallado para los fósiles, superior al del ébano y poco menor que el del arabo. La majagúilla de costa tiene una madera de color oscuro rojizo veteado y de estructura compacta; por lo que creo yo que pertenece á esta especie el número 8 que se halla con esos caracteres. Res- pecto al peso específico, hay alguna divergencia; el de la madera es algo superior al de la madera del carbonero, y los fósiles de ambas especies los tienen iguales. El Cuyá es el representante de las Bombáceas que he encontra- do y lleva el número 9. Los caracteres que presenta la madera del cuyá son el ser dura y resistente y tener un color de ácana claro. Ambos se hallan en el ejemplar referido; pues su color es claro de ácana y se distingue por su densidad, que es bastante, ya que tiene 2544 por peso específico. No obstante, este ejemplar también po- dría ser cuajaní, cuyos caracteres son muy parecidos. A las Bitneriáceas hay que colocar el ejemplar número 10 con el nombre de guásima común. La madera de esta especie es de color blanquecino, ligeramente matizado de rosa ó de color de car- ne, con vetas desiguales; y esos son los caracteres con que se pre- senta el referido ejemplar. El peso específico de la especie vegetal no es muy considerable, y el del fósil está expresado por 2'440. El ejemplar número 11 tiene los caracteres del jaboncillo; tiene una madera fibrosa, fuerte y resistente como aparece en el ejemplar citado, y la blancura de la corteza algo obscura revela la del ja- boncillo, aunque no se puede ensayar la propiedad que tiene de poder servir como jabón. El peso específico de vegetal es 1.00 y el del fósil 2.537. Pertenece á la misma familia el ejemplar número 12, que por su color blanco y el interior rojizo con zonas irregulares, manifiesta ser una petrificación del macurige. El peso específico de este vegetal es algo considerable, pues que tiene 0.90, y el del fósil corresponde á ese valor, ya que es igual á 2.584. Corresponden á la octava familia los ejemplares 13 y 14. El primero, de color amarillo rojizo y textura fibrosa, me parece ser la Yamagua que tiene esos caracteres y uu exterior muy parecido, 198 PIO GALTES El segundo, de color oscuro algo teñido de amarillo y no mucha densidad, pues que su peso específico es 2.489, lo creo un ejemplar de Jubaban ó cabo de hacha, que tiene color obscuro, rojizo, pálido 6 castaño, dependiendo del terreno y de la edad la mayor Ó menor obscuridad que presezta, y adquiriendo á veces vetas amarillas; el peso específico de este vegetal no es subido, pues está expresado por 0.87. Perteneciente á las Ampelídeas he hallado la caoba. Nadie ig- nora cl color de carne más ó menos oscurecido, según la edad, que presenta la caoba, su textura compacta y su regular peso; y basta fijarse en el ejemplar 15 para distinguir inmediatamente esos carac- teres. El 15, señalado con la letra a, es sólo una variedad del an- terior y creo ser la caoba de caracolillo, con el que se parece por sus colores y por su finura. Dos ejemplares hallé para las Rutáceas, el 16 y el 17, juzgando ser dos. especies de Ayúa. El 16 es sin duda la ayíúa blanca, tan igual á la madera por su color y tejido como por su corteza. El 17 es la aya amarilla, á la cual se parece por su color blanco amari- llento y por su textura fibrosa. CALICÍFLORAS Esta clase no es menos abundante su especie que la anterior, aunque corresponden á menor número de familias; estas son cuatro: Terebintáceas, Leguminosas, Combretáceas y Rubiáceas. Corresponden á la primera dos especies que pertenecen á dos gé- neros diferentes: el Jobo y el Guao de costa. El primero es muy abundante y he hallado varios ejemplares de corteza y de madera. El número 18 es un bonito ejemplar con su color amarillento parduz- co, como se presenta la madera, y el 18, con la letra a, es un ejemplar de corteza de un tronco muy considerable. El 19 es un ejemplar del guao de costa que ha conservado muy bien el color, amarillo rojizo claro veteado, que es el que distingue ese vegetal. La familia de las leguminosas es la que tiene más representan- tes, pues contiene seis géneros diferentes. El 20, que tiene un co- lor algo parecido al de la caobilla, que es mucho más claro que el de caoba, y vetas poco pronunciadas, es un ejemplar fósil del Ya- maquey que tiene un color igual al descrito. El peso específico de ese ejemplar es 2540, algo mayor del que le correspondiera por el peso específico del vegetal, que tan sólo es 078, FOSILES VEGETALES 199 Los números 21 y 22 pertenecen respectivamente á la quiebra- hacha y al sabicú. Esas dos maderas tienen muchos puntos de semejanza, y en algunas localidades á la quiebra-hacha, la llaman sabicú moruno; ambas son duras, de bastante peso, aunque es ma- yor el de la quiebra-hacha, muy resistentes y fibrosas, pero la quie- bra-hacha tiene un color menos oscuro que el sabicú, y éste se halla algo teñido de amarillento. Esos caracteres pueden observarse en los citados ejemplares, que visiblemente presentan las diferencias señaladas. Por el aspecto exterior y por su textura, no menos que por su peso específico no muy subido, creo ser tengue el ejemplar 23. El color del tengue, que es rojoso claro en la corteza y albura, y alma- gro oscuro, hermosamente veteado en la madera propiamente dicha, no es por cierto el que presenta el citado ejemplar, no obstante, yo estoy persuadido que en este caso, al verificarse la epigenia, el co- lor de la sílice ha triunfado sobre los colores propios del vegetal, y á eso se debe el color distinto que presenta. El Guamá de costa es un vegetal cuya madera es de color canela claro con vetas más ó menos oscuras; pero uno de sus caracteres distintivos consiste en la multitud de surquitos que presenta y que, cuando el vegetal se halla en buen estado, están llenos de una sus- tancia gomosa. Los surquitos que se hallan en el ejemplar 24 son un testimonio de haber sido ese fósil una verdadera petrificación del guamá de costa. Otros ejemplares tienen más visible el color y menos los surquitos. Uno de los ejemplares ciertamente clasificados es el señalado con el número 25, letra a, que es un fósil de yaba. La yaba es un árbol cuya madera unas vecas es rojiza, otras parduzca y alguna vez prieta, ofreciendo en algunas ocasiones caprichosa combinación de colores que le dan un agradable aspecto. Hse ejemplar no fué hallado en el Chorrillo, sino en el camino y opino que no pertene- ció jamás á aquel lugar, ya que todos los fósiles del Chorrillo son silíceos y ése es calizo. Jl color que presenta ese fósil no es el del vegetal que, á mi parecer, era parduzco, sino que está modificado por el de la sustancia fosilizante; su exterior y su textura son por el contrario evidentemente de la yaba. El ejemplar 25 con la letra b es yaba igualmente; fué encontrado en el Chorrillo y conserva el hermoso y variado color que tenía el vegetal. Pertenecientes á la combretáceas hallé dos géneros: el Júcaro y el Chicharrón. Del júcaro presento dos especies diferentes; la 200 PIO GALTES prieta y la amarilla, y las distingo con los números 26 y 27. Am- bas especies se caracterizan por la dureza de su madera y ser árbo- les que crecen en lugares cenagosos Ó próximos á la costa, pero se diferencian en el color, que es blanco oscuro el del prieto y algo amarillento el del amarillo. Estos ejemplares son notables por su forma y magnitud; conservan además todo el aspecto de sus res- pectivas maderas. El 28 es una corteza de chicharrón perfectamente caracterizada. Aunque haya dos especies de chicharrón, esa corteza corresponde sin duda al amarillo. Las Rubiáceas tienen entre esos fósiles representantes que co- rresponden á dos géneros. Los ejemplares del número 29 con la lebra a y b son dagame, y el 30 es de Jagua: todos son muy deter- minados y preciosos ejemplares. El 29, letra a, es una rama de da. game que conserva perfectamente el color =zamuzado claro del ve- getal, algo desvanecido, como le sucede al tronco cuando es viejo. El que tiene la letra b es la base de un viejo y grandioso tronco de dagame, lleno de nudos. Y el 30 un buen ejemplar de Jagua, que entre la blanca albura guarda la madera blanco-parduzca muy uni- forme, que le da un bonito aspecto. COROLÍFLORAS Siete son las familias que, pertenecientes á esa clase, he hallado en los fósiles que estoy examinando: Sapotáceas, Ebenáceas, Apoci- náceas, Bignoniáceas, Cordiáceas, Borragíneas y Euforbiáceas. Respecto á la primera familia puedo presentar tres géneros con cinco especies: los géneros son: Ácana, Jocuma y Jiqní. El ejemplar 31, con su color de almagro bastante uniforme, ma- nifiesta pertenecer al primer género; pues bien sabido es el subido color de almagro que presenta el ácana; y si bien se hallan con fre- cuencia en esa madera zonas algo más oscuras, ésas dependen de la edad del vegetal y de la naturaleza de la tierra donde se ha des- arrollado. De ahíque entre los dos únicos ejemplares que he hallado de esa especie, haya alguna diferencia que depende principalmente de la edad en que ambas experimentaron la epigenia que los ha transformado en fósiles. Del género Jocuma hallé tres especies: la amarilla, la blanca y la prieta. De todos pude encontrar hermosos ejemplares. La Jo- cuma es una madera algo dura y compacta, y de mucha resistencia, POSILES VEGETALES 201 Se diferencian las tres especies por el color. El número 32, que es la amarilla, tiene un color amarillo claro; el 33, que esla blanca, presenta un,color blanco sucio, y el 34, quese distingue por su ceo- lor oscuro, corresponde á la prieta. El pequeño ejemplar 31, letra a, es un pedazo de raíz amarilla. Tiene el jiquí una madera fuerte y algo compacta, de color ama- rillo oscuro con vetas Ó zonas más oscuras. Por esto el ejemplar 35 opino que pertenece á esa especie, ya por su textura y forma exte- rior, ya por el color con sus zonas bien distintas. Debo notar que aun cuando el peso específico del jiquí es muy considerable, pues llega á4 120, el del fósil no me ha dado sino 2'529, Representante de las ebináceas es sin duda el 36, bonito ejem- plar de ébano con su blanca albura y negra madera; habiendo un ejemplar que posee hasta las líneas cenicientas que tan visibles se hallan en el ébano real. Respecto á la dureza y estructura com- pacta con que se presenta esa madera, han sido perfectamente con- servadas, al igual que los demás caracteres. A las Apocináceas pertenece el ejemplar 37, ya que, según mi parecer, pertenece á la maboa. La madera de la malbo de sabana es algo parecida á la del ébano; pero no es tan negra, teniendo un color pardo oscuro en el interior y gris algo teñido de rojo en su exterior. El referido ejemplar tiene claramente esos caracteres, aunque con respecto al peso específico, quees muy subido el de ese vegetal, pues es 130, no haya conformidad con el del fósil que sólo tiene 2525. | Los representantes de las Bignoniáceas corresponden á dos gé- neros: Abey y guayo blanco. El ejemplar 38, cuyo color blanco amarilloso me inclina á considerarlo como una petrificación del abey, tiene un peso específico muy poco considerable, y en esto está de conformidad con el del vegetal. Por esas razones y el exte- rior ó corteza de ese ejemplar, opino que no es otra cosa que un fósil de abey macho. El 39 sospecho sea guayo blanco: su forma y estructura así como su color me inclinan á ello. No obstante, el peso específico de ese ejemplar, que es 2450, es algo inferior al que le correspondería por razón del vegetal, cuyo peso específico es 0'83. Fuera de eso, su exterior tiene las apariencias de guayo blanco que algunos lla- man roble. A las cordiáceas pertenecen dos especies: el ateje y la baria. El ateje amarillo tiene una madera dura y algo compacta, de color 202 PIO GALTES amarillo claro con vetas lineales y una densidad regular. Por esto» según mi parecer, el ejemplar 40, que tiene esos mismos caracteres, debe ser considerado como un fósil de este vegetal. La baria es un vegetal cuya madera es fuerte y flexible, albura amarillenta é interior algo castaño con tintas pálidas. Siendo ésas las propiedades con que se presenta la madera de la baria, el ejem- plar 41 tiene derecho á ser considerado como baria petrificada, ya que además de tener varias de esas cualidades, presenta su forma y apariencia. Las borragíneas comprenden dos géneros: el guayo prieto y guayo amarillo. Ambos árboles tienen la madera dura y pesada, con textura algo compacta; no obstante, se distinguen por el color, que siendo oscuro en el primero, aparece amarillo pajizo en el segundo. Los ejemplares 42 y 43 tienen los caracteres señalados en esos vegetales, que constituyen dos especies diferentes. Pertenecen á las euforbiáceas tres géneros notables y al parecer perfectamente clasificados: el Hueso, Yaite y Caobilla. El hueso presenta una madera de color blanco uniforme, bastante compacta y de un peso específico algo mayor que el agua; el ejemplar 43 posee esas propiedades y presenta un peso específico muy conside- rable, pues que encontré para él 2742, El ejemplar 45, que es Yaite, es uno de los que han conservado mejor todos los caracteres del vegetal. Fíjese la atención en la cor- teza, que es idéntica á la que presenta el vegetal cuando está muy seco, y en el color, que es blanco amarillento en la corteza y pardo amarillento en la madera, siendo muy visibles las vetas más oscu- ras que presenta de conformidad con el vegetal, y que si unas veces determinan líneas regulares, otras presentan formas más diversas y caprichosas. 'Todo esto se nota en los diversos ejemplares que de esa especie hallé. El peso específico no corresponde, pues que sólo hallé para este fósil 2414, cuando el de la madera es 136. De esa especie pude encontrar también raíz que lleva el 45 con la letra a. Tiene la caobilla una madera de color más claro que la caoba y su veteado no es tan hermoso. El ejemplar 46, que tiene los co- lores menos pronunciados que la caoba, opino, como más probable, que pertenece á la caobilla; sin embargo, podría ser también lo que aquí se llama carne de doncella, de color rosado con vetas lineales muy pálidas, que con el tiempoo oscurecen más. El peso específico no me ha desvanecido tampoco la duda; el que tiene el fósil es 22522; a madera de la caobilla 0'80 y el de la carne de doncella 090, FOSILES VEGETALES 203 MONOCLAMÍDEAS Esa clase es la que tiene menos representantes en la presente colección de fósiles; y sólo corresponden á dos familias: Timeleá- ceas y Urticáceas. La primera no figura sino con una especie, aunque bastante importante: esla guacacoa. Ese vegetal tiene una madera muy blanca, blanda y fibrosa, y el ejemplar 47 posee esas propiedades: El peso específico de ese fósil no guarda relación con el de la ma- dera, pues que siendo tan pequeño el de la madera que no llega á 050, es, no abstante, el ejemplar citado igual á 2437. Las urticáceas están más favorecidas que la familia anterior, y tiene cuatro géneros: Yagruma, Ramón de costa, Ramón común y Fustete. El ejemplar 48 que casi no tiene otra apariencia que el de una piedra, si se fija bien la atención, se distingue un objeto de bastan- te importancia. Yo opino que es un fósil bien determinado de la yagruma hembra. Es cierto que no tiene algunas de sus propieda- des, que no aparecen ni señales del color blanco de la madera ni de su porosidad y ligereza; pero si se examina bien el ejemplar propuesto, se observará en el lado opuesto al que corresponde á la corteza, un canal ó hueco que representa el hueco que caracteriza la yagruma, y en uno de esos ejemplares hasta se distingue clara- mente en el hueco un nudo que es lo que me ha convencido de ser ese fósil un verdadero representante de la yagruma hembra, El Ramón de costa tiene una madera bastante parecida á la ma- jagúilla de costa, de mucha consistencia y color rojizo algo oscuro. En el ejemplar 49, que he calificado de Ramón de costa, no se nota el rojizo oscuro de ese palo, pero su consistencia y corteza, y hasta, el color rojo que descubre en la fractura reciente, me hacen opinar que no es otra cosa que una petrificación del Ramón de costa, de- biendo su color á la materia fosilizante y acaso influyó no poco la edad del vegetal al verificarse la epigenia. Algo parecido al anterior es el Ramón común; la madera no es tan buena y su color es algo más subido. Por esto opino que el ejemplar 50 corresponde á esa especie que es muy común en terre- nos húmedos. Es el futeste, ó fresno de América, un árbol cuya madera es muy estimada por su precioso color amarillo naranjado y jaspeado, aun- 204 PIO GALTES que expuesta algún tiempo al aire se transforma en un color ama- rillo sucio. El ejemplar 51 tiene bastantes probabilidades de perte- necer á esa especie, ya por su color, ya también por el aspecto exterior y textura que presenta. El peso específico manifiesta igualmente la indicada probabilidad, pues que tiene ese fósil 2463 y el de la madera es 084, MONOCOTILEDÓNEAS Esos vegetales tan abundantes en los países intertropicales, presentan en la colección presente muy poca variedad é importan- cia. Todos los ejemplares que he podido encontrar corresponden á una sola familia, las Palmas, aunque halié de ellas muchos gé- neros. El ejemplar 52 con la letra a es una base de palma real que conserva perfectamente la corteza y tejido que tenía el vegetal. El peso específico de este fósil es bastante considerable, y esto es tan- to más digno de llamar la atención cuando todo el mundo sabe la ligereza del interior de la palma, aunque la madera ó corteza es bastante densa. El 52 con la letra b es un pedazo de tronco de palma real que presenta la igualdad y regularidad de diámetro característico de esa palma. Muy al contrario, el ejemplar 53 corresponde á la palma barri- gona, pues que á simple vista se nota el distinto diámetro que pre- senta en sus dos extremos. El 54, que no fué hallado en el Chorrillo, sino en los montes de Belén y es calizo, pertenece al coco, aunque sospecho que al verifi- carse la epigenia se habría perdido ya una parte del tejido interior y se aplastó la corteza, tomando la forma que hoy tiene, algo dife rente de la que tiene en el vegetal. Pertenece al mismo género la palma corojo ó palma amarilla que se distingue por su color amarillo y espinas que tiene en el exterior: el ejemplar 55 del color amarillo revela ser una petrificación de esa especie. Es un ejemplar muy bien determinado el 56, que por su forma y corteza, así como por el color interior de su tejido da á conocer que es el guano de cana ó palma de cana. Nose confunda el color rojizo interior de que aquí se trata con el exterior que presentan varios ejemplares de las otras especies de palmas, pues que aquél FOSILES VEGETALES 205 es característico de la cana, y éste depende de que al verificarse la petrificación, estaba el vegetal en un principio de putrefacción. El ejemplar 57 que es calizo, y fué encontrado en el camino de Puerto-Príncipe al Jagúey, es, sin duda, guano espinoso: así lo ates- tiguan su forma y corteza. Los grandes poros del 58, que por su tejido es evidentemente de la familia de las palmas, manifiestan que pertenece al guano he- diondo, que es el único que se halla en esas circunstancias. El peso específico de este fósil, que es muy pequeño, pues está repre- sentado por 2,331, acaba de demostrar mi aserto. Por último, el ejemplar 59 corresponde á la palma ó guano prie- to, como lo acredita el color de su tripa ó tejido interior. Como la palma común, cuando es de alguna edad, se presenta con el mismo color que la palma prieta, podría ser igualmente una modificación de este ejemplar. Tales son las observaciones que he hecho acerca de esos fósiles, observaciones que nadie puede considerar como un estudio comple- to de ellos, sino sólo como un ensayo Ó acaso como un trabajo pre- liminar, ó informe bosquejo que debe ir seguido de un verdadero estudio que hará sin duda algún naturalista que reúna á sus cono- cimientos paleontológicos un íntimo conocimiento del reino vegetal. NATURALEZA Y ORIGEN DE ESOS FÓSILES Los fósiles que acabo de describir constituyen, sin duda, un con- junto de objetos capaz de llamar la atención de las personas ilus- tradas y estudiosas. Bastante importantes por su número, son todavía más importantes por la forma y colores que han conserva- do; caracteres que principalmente me han servido para formar la, clasificación que sólo como ensayo me permito presentar. Fueron hallados en un potrero denominado La Caridad del Cho- rrillo, á diez y seis leguas de la ciudad de Puerto-Príncipe, excepto unos cuantos que estaban en los montes de Belén, á una legua del Chorrillo. La materia fosilizante es la sílice en el Chorrillo y la cal ó carbo- nato de cal en los montes de Belén; la yaba que se encontró en el camino es también carbonato de cal con óxido de hierro. El terreno donde se hallaron los fósiles en el Chorrillo es bas- tante bajo, cubierto de una muy buena capa vegetal de unos trein- ta Ó cuarenta centímetros de espesor, con un subsuelo arcilloso, que 206 PIO GALTES por la poca efervescencia que produjo al ser tratado por los ácidos, podría llamarse greda. Su profundidad no me fué posible deter- minarla. Examinados los alrededores del citado potrero, vi dos corrientes de agua, pero tan distantes actualmente del lugar donde se encon- traron los fósiles, que la más próxima dista al menos una legua. Pude analizar la que corre por el norte del potrero y que nace en un punto llamado Caja de agua en una de las lomas del Chorrillo, lu- gar muy ameno y pintoresco; mas esa agua, que está bastante car- gada de cal, no tiene indicio alguno de sílice ni de silicato. Teniendo presente esos puntos que siempre son necesarios para la cuestiones paleontológicas, se puede principiar la resolución del problema principal: ¿cómo puede haberse verificado su fosilización ? Ella existe y como no se puede admitir un efecto sin cansa, se hace preciso preguntar: ¿cuál será probablemente la que ha formado esos numerosos fósiles ? La naturaleza del subsuelo puede darnos alguna luz, pues que cargado de sílice, acaso deba su existencia á la misma causa que produjo la fosilización. Pero en ese caso, ¿cuándo y cómo tuvieron lugar esos fenómenos ? Para intentar la resolución, bueno será fijar la atención en las siguientes observaciones: 1% Todos los fósiles pertenecen, al parecer, á especies que exis- ten en la actualidad en la Isla de Cuba. Esa observación tal vez no sea necesaria, recordando que la flora cubana actual es la misma que existió en la época cuaternaria y probablemente la que existía en la mayor parte del tiempo que comprende la terciaria. 22 Varias especies vegetales á que pertenecen los fósiles son propias de terrenos próximos á las aguas. 32% Los fósiles ocupan en el terreno una extensión que tiene poco ancho y bastante largo, no estando regados al acaso, sino como localizados en esa disposición. 4% Los fósiles hallados, sin negar que puedan encontrarse en el subsuelo, pues que esto no lo pude examinar, estaban en la su- perficie del terreno y algunos como enterrados en la tierra vegetal. Y 5 El subsuelo arcilloso, ó mejor, gredoso, que tiene el po- trero, no es antiguo; cuando más será cuaternario, y no estaría fuera de razón si lo admitiéramos como moderno. Teniendo presentes esas circunstancias, puede formarse sobre el origen de esos fósiles la siguiente suposición: FOSILES VEGETALES 207 El terreno en que ellos se hallaron, pudo haber sido el lecho de algún río, que por haber experimentado posteriormente el terreno una elevación ú oscilación ascendente, buscaría nuevo cauce por otro lado; 6 tal vez por una de las muchas causas que pueden su- ponerse, se extinguió el agua llena de sílice que daba nacimiento ó acrecentaba el río que en remota época por allí pasaba. Mas como en las aguas de aquellos lugares que pude analizar no se halla in- dicio alguno de sílice, y el terreno, como dejo dicho, es bastante bajo con relación al que rodea el potrero, opino ser más probable entre esas dos hipótesis, el haber desaparecido el río por haberse extin- guido el depósito que en otro tiempo dió lugar á aquellas aguas sa- turadas de sílice ó de silicatos. En ese caso, admitido que el actual potrero fué un tiempo el lecho de un río, podría afirmarse que en aquella época, probable- mente dentro del período moderno, los troncos de los árboles que crecían en las orillas Ó en los montes cercanos fueron á parar al cauce, esto es, al mismo lugar en que hoy se hallan los fósiles, y después de haber permanecido un tiempo mayor ó menor bajo la acción de aquellas aguas cargadas de sílice, experimentaron una completa epigenia perdiendo toda su substancia orgánica que que- dó sustituída por la del cuarzo. De ese modo, ese efecto que habría producido el agua saturada de sílice, hubiera sido doble, pues que á la vez que habría verificado la fosilización de los vegetales que por una ú otra causa se hallaron en sus corrientes, se habría for- mado el subsuelo que allí existe, y que luego de retirarse las aguas quedó cubierto de vegetación y de la capa vegetal que hoy la en- riguece. | Sin embargo, eso no sería más que una explicación de los fenó- menos según la idea que de la fosilización generalmente se tiene, Mas como la sustitución de la materia orgánica por la inorgánica ha sido tan completa en los fósiles que aquí presento, que en mu- chas ocasiones han conservado, no sólo su forma, sino hasta sus co- lores con las variantes y modificaciones de su respectiva especie, es necesario extenderme algo más en el estudio de esos importantes fenómenos, aunque sean ellos del número de aquellas cosas que la Naturaleza guarda todavía envueltas con el manto del misterio. Reflexionando, pues, sobre las incrustaciones que observé en Monte Glorioso, donde se veían en abundancia ejemplares de todas edades y condiciones sin hallar ni un solo fósil por sustitución; fijan - do igualmente la atención en las circunstancias en que se hallan 208 PIO GALTES los fósiles del Chorrillo, fuera actualmente de la acción de las aguas, sin corrientes con sílice en sus alrededores, ni otras lomas cercanas sino las calizas que las del Chorrillo y Belén; nace la convicción de que difícilmente las aguas han producido directamente esas petrifi- caciones; ni siquiera aparece como probable que se haya verificado por el intermedio de la incrustación. En efecto, si se considera que los fósiles de que se trata no sólo exigen una verdadera epigenia, sino que se hallaban enterrados en la capa vegetal, 6 mejor, en el subsuelo arcilloso-gredoso de consis- tencia térrea, conservando sus superficies corticales sin otra adi- ción, cuando la hay, que algún resto de la arcilla en que se halla, así como sin otra adherencia que la que tiene la arcilla en las pie- dras; si todo eso se considera, se experimentará que nace la per- suasión de que la fosilización se verifica más bien en el interior de la tierra que en el seno de las aguas. No niego que se pueda veri- ficar en ésas; pero en las circunstancias en que se hallan esos fósiles así como en algunos otros casos, creo más probable que haya tenido lugar en el interior de la tierra con cierta humedad y bajo la acción de determinadas corrientes eléctricas. Esta es mi humilde opinión acerca la naturaleza y origen de los fósiles que se hallaron en el Chorrillo. FOSILES VEGETALES 209 CLASIFICACIÓN de algunos fósiles encontrados en el Cho- rrillo (Puerto-Príncipe). TIPOS CLASES FAMILIA GENERO ESPECIE NOMBRE VULGAR Dileniáceas...... Curatella ......... americana........... Vacabuey, Caparídeas ...... CappariS.......... jamaicensis........ Carbonero. Casearia........... Tamiflora.. ...co..... Gía amarilla. BiXÍNEAS::.co..... » alDa .....o.... ...... Gía blanca. » spinescens .......... Gía prieta. TÍMECAS ooteneacncoso Eritrophilum ... a Arabo. 2" - y TDÍISCUS: cocino: taliascens.......:.... Majagua. Malváceas ....... ( PavoNia........... Split Majagúilla de . costa, ad! Bombáceas ...... Carolinea......... PrINCOPEA cocncocis Cuyá. Bitneriáceas ... da eS tomenNtosa....cm... Guásima común, : Sapindus saponaria...... ..... Jaboncillo. Sapindáceas. .. tome :é apétala ete Macurige. a Guaria...... .. trichiloides. -. Tamagua Meliáceas ........ l Drichila..ovooo POOL 8. Jubaban Swietonia......... mahogonNi............ Caoba. Ampelídeas...... ( E > Caoba de caracas illo. Xantoxillum ...juglandifolium... Ayúa blanca. RUtáceas mmm... l » CaribelM............ Ayúa amarilla a : SPONdlA..cesonacoo: graveolens. ......... Jobo. Terebintáceas .. ] Rusia metopiuM ........... Guao de costa, Belaria i...ooo.o: mucronata.......... Jamaguey. OS AOS himenefolia.. Diasiad Quiebrahacha. : Lisiloma. ......... -- Sabicú. AS La as Po) .. Tengue. onchocarpus.. Guamá de costa. Calicífloras | Andira Ae DE PAS io laba. BÚCI A cocooseoos angustifolia ........ Júcaro prieto. Dicotiledó- Combretáceas.. » capitata .......mmooo.. Júcaro amarillo. ENE (Chicharrona..... intermedia ......... da ET Rubiá Calophillum..... candidisimum..... Dagame. y o EAS A AMETriCaDa........... Jagua. Mimusops......... DAJAtA ................. Ácana. Sideroxilon...... salicifolia............ Jocuma amarilla, Sapotáceas. ...... 4 » palidum... == JOCUMA blanca. » masticodendron.. Jocuma prieta. Brumelia......... nigra.. DS Ian Ebenáceas........ Diospiros . .. tetrasperma... . Ebano. Y Apocináceas...... na a OS AE Maboa. , : =6 Jacaranda. ...... COn osnesccas es Abey macho. Corolífioras ( Bignoniáceas... VEecona IESO Penio AE Guayo blanco. | (COLCIA: csucacaocozas rotundifolia ........ Ateje amarillo. Cordiáceas....... E gerancastus. A rías , ErhetiA....ooo..... CO coccocernns Guayo prieto. Borragíneas ..... [Bores A eds Guayo amarillo. Dripetes.. tevoacoos Bl UC cocnoscaneass Hueso. Euforbiáceas ... < Excecaria ........ lucida Yaite. (OS UCI US aarcrcncanoos Caobilla. Timeleáceas..... Dafnosis........... UACACOA ...0..ooo... Guacacoa. Menoclar ((Cecropiasi ties: ODLU SA. 0ocopocienlona as Yagruma hem - Fustete. (Oreodoxa......... O o onenpnc sueno cono Palma real. Colpotrinax .... wrigthii.. ............ Palma barrigona. uocus Or MUCHCLA sesasooonnoss Palma de coco. . ce ha ==» Palma de corojo. A , Saba: CAS um raculifera..... Palma de cana. Mpnocotiledóneas............ Palmas... ..omor: 4 Copernicia........ Wei coso cda són Palma guano es- pinoso. Palma guano he- r diondo. L Palma negra. CIRILO VILLAVERDE POR RAMON MEZA Profesor de la Escuela de Pedagogía Hace ya bastantes años, al terminar el voluminoso manuscrito de la más celebrada de sus obras, concluyó de redactar su autor la dedicatoria con estas breves y casi lúgubres palabras: «lejos de Cuba y sin esperanza de volver á ver su sol, sus flores ni sus pal- mas ¿á quién sino á vosotras, caras paisanas, reflejo del lado más bello de la patria, pudiera consagrar con más justicia estas bristes páginas? » Lejos de Cuba, ausente de ella desde el año 1848, desterrado y fugitivo porque sobre él pesaba la honrosa condenación á muerte que pesó sobre tantos insignes redentores y patriotas, refundió, ampliándola considerablemeute, por los años de 1877 á 1579, su excelente novela Cecilia Valdés. Nadie, al recorrer muchas de las mejores páginas de esta obra magistral, pudiera sospechar que se escribieran en lugar apartado, en medio distintc y extraño, después de dilatados años de ausencia. Hay tanta frescura en el trazado de los paisajes de la naturaleza cubana que en el libro abundan, hay tanta verdad, tanta realidad, hasta en los más nimios detalles de esta obra vasta y complicada, que no podría creerse que fuera escrita al calor de los recuerdos sino con observación inmediata, directa, de un original que está á la mano y que por tanto se ve, se toca. Análogo efecto que en el ánimo producía la obra, producíalo la presencia del autor. Nadie al verle y disfrutar de su trato afa- bilísimo, de su palabra llena de modestia y de bondad, en su resi- dencia de New York, rodeado de las frialdades y de la bruma de otro clima, pudiera creerse que se hallaba ante un proscripto de más de cuarenta años. Su alma de artista, henchida de nobles senti- mientos, donde estaba grabado profundamente el amor hacia esta hermosa tierra, cuyas desgracias le hicieron padecer y cuyas belle- zas supo por tan hábil modo reproducir, hiciéronle llevar, como si á su existencia fuera imprescindible, un pedazo de aquella atmós- fera donde primero respiraron sus pulmones, y con ella sus cos- CIRILO VILLAVERDE CIRILO VILLAVERDE 911 tumbres, su religión, sus libros, sus periódicos y hasta sus alimen- tos. Cerca de cuarenta años de vida en medio completamente distinto, en poco ó en nada hubieron de alterar los sentimientos nilos hábitos de aquel anciano de rostro venerabie y de manerag cultísimas. Su hogar, como el de otros tantos desterrados en quienes no se eclipsaron, por un instante, el amor ni el sentimiento de la patria oprimida y lejana, era un hogar genuinamente cubano, transportado 4 Nueva York. Villaverde y sus familiares parecían haberse instalado en su elegante mansión, situada en una de las calles centrales y de más movimiento de la gran metrópoli comercial, con uno ó dos días de anterioridad. Los que no han viajado tristes y solos no conocen la mortal angustia que en el alma imprimen las nostalgias de la patria. ¡Y cuán grato es entonces hallar algo que logre mitigar la amar- gura de la ausencia; un hogar, un amigo, un paisano, un canto, una voz! Acaso cuantos recorrieron apenados, más de una vez, las largas avenidas de anchas aceras, de casas interminables, cortadas por un mismo patrón, altas, severas, mudas, soberbias y tan frías de Nueva York, al pisar el umbral de la casa de Villa- verde, una entre tantas de la interminable hilera, sintieron por modo muy perceptible, llegar á su ánimo impresión fortalecedora de cariño y de confianza. Allí había algo del grato y no olvidado perfume, del calor de la patria querida y lejana. Ante la estufa de la sala, sentado en ancho sofá de rojo terciopelo y cojines abul- tados, con la mirada fija en la vidriera de la estrecha ventana, á la hora en que la hería débilmente la rojiza claridad del triste sol que se hundía con lentitud penosa, sin los atavíos espléndidos de nuestros crepúsculos tropicales, marcando en el cielo de fondo gris la brusca y prolongada línea de los techos agudos y metálicos de la enorme ciudad, Villaverde, como si recitara cotidiana oración, coreada por su esposa Emilia Casanova y sus hijos, hablaba de su tierra, de Cuba... de sus brisas, de sus nubes, de sus mujeres, de sus niños, de sus pájaros, de sus palmeras, de sus flores... Después de haber dado á la estampa, en las prensas del perió- dico que dirigía, El Espejo, donde trabajaba con constancia inal- terable, su novela Cecilia Valdés, vino á pasar un invierno en Cuba por el año 1886. No pudo resistir el deseo de volver á verla antes de morir. Luego, pasaron pocos inviernos sin que volviera: á los ochenta años se sentía rejuvenecer aspirando, corrompido y todo 212 RAMON MEZA como se hallaba, el grato ambiente de la patria. En el invierno de 1894, cuando acaso se disponía á emprender su viaje casi habi- tual, no perseverando ya, afortunadamente, en su propósito triste, tras un período de mejoría en su salud qguebrantada por los años y la continua labor mental, le sorprendió la muerte. Su digna es- posa y sus familiares, á cuyos cuidados y cariño debió Villaverde, en medio de las vicisitudes de su vida, relativa tranquilidad y afectos inextinguibles, correspondiendo á los postreros deseos del insigne novelista, determinaron dar sepultura á su cadáver en tierra cubana. Uno de los vapores de la línea de Ward, que salió de Nueva York el 8 de Diciembre de 1894, condujo los restos de Villaverde á la Habana. Tres 6 cuatro días después, una tarde neblinosa y triste, un bote colocó sobre el muelle de la Machina el sarcófago que encerra- ba el cadáver embalsamado del insigne escritor. Le colocaron, para reconocerle, en el muelle de piedra. El mar agitado, como si qui- siera rendir también tributo de amor al digno hijo, lanzó algunas espumas que cayeron alrededor de un ramillete de exóticas flores blancas. Al correr el vidrio ante el rostro del cadáver, que tal pa- recía dormir tranquilamente, la claridad roja del sol crepuscular le iluminó breve instante. Eramos allí pocos, muy pocos, faltaban también Aurelio Mitjans y Julián del Casal: allí estábamos, Ma- nuel de la Cruz, Enrique Hernández Miyares, Juan M. Ferrer, Juan Gualberto Gómez, acaso uno Ó dos parientes; no recuerdo haber visto más... xy Cuando apareció reimpresa y refundida, en 1882, Cecilia Valdés, la generación contemporánea de este suceso literario, conocía muy poco Ó nada á Cirilo Villaverde. La publicación del libro causó en muchos igual ó parecida sorpresa que la expresada con franqueza indiscreta por el fecundo novelista español Perez Galdós. La lec- tura del nutrido volumen de la novela causó honda impresión: era el cuadro gráfico de la sociedad cubana en el período abarcado por los años que corrieron desde 1812 á 1831 trazado en todos sus vivos detalles con mano maestra; para unos era el cuadro real de cos- tumbres conocidas y presenciadas con rubor; para otros era, la narración de sucesos históricos acaecidos en pasados tiempos de CIRILO VILLAVERDE 213 los cuales, sólo entre nieblas, mucho desagradable y repugnante había logrado entrever. Uno de los primeros y más importantes trabajos que sobre la novela se publicó, por los días de su nueva aparición, fué un bri- llante artículo de Manuel de la Cruz que insertó El Triunfo, ar- tículo en que á la vez que se juzgaba el libro analizando sus exce- lencias, se revelaron las dotes críticas de su joven autor, cuya labor perseverante luego en el examen de las obras de escritores hispano-americanos le conquistaron puesto principal entre los que en Cuba han logrado conseguir acierto en los difíciles empeños de la crítica. Más tarde, lo mismo que Enrique José Varona, Diego Vicente Tejera, Aurelio Mitjans, Calcagno y otros, en su compen. dioso y bien distribuido trabajo Reseña histórica del movimiento litera- rio de la Isla de Cuba, publicada como prólogo de la sección Cuba en la Antología de poetas sud-americanos editada en Buenos Aires por el erudito y entusiasta D. Francisco Lagomaggiore, volvió á ocuparse Manuel de la Cruz de Cecilia Valdés, dándola á conocer y popularizándola en la América del Sur, confirmándose así la independiente y espontánea impresión que en aquel joven, sensi- ble á todas las manifestaciones bellas y nobles de la patria, causa- ron las excelencias de una obra que dió, con justicia, á Villaverde, conforme la opinión de los más reputados de nuestros críticos, el primer puesto entre los escasos cultivadores de la novela en Cuba. La primera parte de Cecilia Valdés, publicóla Villaverde en el año 1838, mereciendo también los aplausos de la crítica ejercida á la sazón, por Domingo Delmonte, José Z. González del Valle y Anselmo Suárez y Romero, sobresaliendo asimismo, desde enton- ces, entre los cultivadores del género que lo eran Ramón de Palma, José R. Betancourt, González del Valle y José A. Echeverría. Cirilo Villaverde conoció la sociedad cubana cuando tenía tra- zada con relieves ásperos, duros y vigorosos, rasgos fisionómicos originales y propios, engendro semi-diabólico de los más corrupto- res régimen y gobierno coloniales. En Cecilia Valdés, con la vista puesta en modelos de tan alto mérito como Walter Scott y Manzo- ni, trazó un cuadro acabado de uno de los más interesantes perío- dos de nuestra historia. Notable fué el acierto del escritor cubano al elegir el género histórico-realista en una época en que privaban los devaneos del romanticismo y los embustes de Dumas y Fernán- dez y González que tanto hubieron de dañar unos el corazón, otros la inteligencia de innumerables lectores mal preparados, 214 RAMON MEZA Leyendo algunos capítulos de las magistrales novelas de Walter Scott y de Manzoni, donde tan difícil se hace determinar donde concluye la verdad y comienza la ficción, involuntariamente vienen á la memoria aquellos cuadros de realidad tan viva y detallada que á menudo se encuentran en los estudios históricos de Lord Macaulay. Villaverde copió los detalles de la época en que quiso desarrollar la acción dramática de su novela con toda la rigurosa verdad del historiador y con el arte de los notables novelistas que eligió por modelos. Es la resurrección de los sucesos, de las perso- nas, de los tipos y las cosas de una época de nuestra historia, pre- sentada como vasto cuadro de colorido, de exactitud notable donde apenas se pierde un solo detalle. Quien por tan hábil manera concibió y supo trazar una obra de arte sin apelar á los engendros fantásticos de la imaginación extraviada por sentimentalismo falso, ni al embuste en los sucesos históricos explotando la ignorante y ávida curiosidad del vulgo, defectos que plagaban las obras más en boga de su tiempo, sino que, por el contrario, entrevió los pre- ceptos de la moderna escuela realista, aún no iniciada, que no aceptaba de buen grado el sacrificio de la verdad por la belleza, bien merece, á parte del mérito intrínseco de su obra, primer puesto entre los cultivadores del género. Fué Villaverde ante todo escritor amante de la fidelidad al tra- ducir en sus obras sus emociones. Si Cecilia Valdés contiene una firme y atinada observación, un estudio social de elevado mérito, La Excursión á Vuelta Abajo encierra la más exacta y bella descrip- ción de una gran parte de nuestro territorio, por aquella época casi ¡nexplorado. Fué esta obra reseña fiel de un viaje que hizo el autor en 1839 en compañía del pintor Moreau: los dos artistas recogieron sus impresiones; Villaverde para dotar nuestra literatura de una obra excelente; Moreau, para remitir los croquis de su lápiz á publicaciones ilustradas de Europa. Son los cuadros de La Ercursión á Vuelta Abajo reproducción amenísima de lo que pudo admirar el viajero que de la Habana partía á San Diego en época en que la mayor parte de la locomo- ción sólo podía confiarse á la incómoda silla de un jamelgo ó á las torturadoras de carretas y quitrines por caminos intransitables. Hay en esas sencillas y exactísimas impresiones de viaje mucha originalidad, observaciones personales muy curiosas y paisajes descriptos con el colorido, brillantez y habilidad que las hacen dignas del justo encomio que la crítica les ha tributado, Vénse en CIRILO VILLAVERDE 215 ellas reproducidos como en espejo fiel, nuestros bosques intrinca- dos y exuberantes con su ramaje vigoroso y enorme agobiado, ren- dido en su lucha con las lianas, poblados de insectos y de pájaros, llenos de misterio y poesía en su majestuoso silencio y perenne soledad; nuestras áridas llanuras esterilizadas por el torpe y de- sordenado cultivo de antiguas fincas azucareras que agotaron el jugo del suelo y solo permitieron luego el crecimiento de ruines palmeras de hojas caprichosas, de arbustos raquíticos erizados de espinas y del pajizo espartillo que se extiende por el suelo como compacta lana vegetal que la brisa ondula y dora el sol; nuestros montes pedregosos, cuyas inhabitadas cimas y oscuras cavernas, rara vez holladas por la plauta del hombre libre, fueron refugio seguro del triste esclavo fugitivo. La choza del campesino, su carácter, sus costumbres, su nunca desmentida hospitalidad, sus juegos y sus riñas, sus vicios y sus virtudes; la agrupación desordenada de algunas casas asomadas en la encrucijada óen la orilla de los caminos y que malamente se llaman pueblos á causa de la poca previsión que se tuvo al no tra- zarles un plano para obtener calles regulares; la brisa fresca de las montañas humedecidas por el rocío copioso, cargadas de aromas y de sol; las bellas comarcas sembradas de ingenios que alzan acá y acullá las chimeneas enormes, empenachadas por el humo que satura el ambiente con olores del dulce jugo de la caña, que hierve y se evapora al fuego de carbones obtenidos con leña de ma- deras preciosísimas; los cafetales con sus linderos de palmas, sus cuadros de naranjos cargados de azahares, sus jardines, sus ele- gantes viviendas y rectas calles trazadas por curioso y esmerado cultivo; los potreros, con su clásica choza del viejo guardiero, sus corrales cercados de muros de piedra blanca sin argamasa que las una y sus feroces jaurías; todo, todo cuanto es típico y caracterís- tico del campo de Vuelta Abajo, fertilísima y bella comarca donde como alfombras rojas moteadas de hermoso verde se extienden las lindas vegas de tabaco, base vacilante de nuestra riqueza que hoy se desmorona por falta de defensa y protección, entonces en todo su apogeo, está descripto, trazado, copiado con pincel fresco y ha- bilísimo por mano de Villaverde. El Penitente es otra de las más justamente celebradas novelas del autor. Cuadro de las costumbres de una época más interesante acaso, por la falta de documentos que de ella poseemos que la que comprende Cecilia Valdés, es obra de menor extensión y empeño 216 RAMON MEZA que ésta, pero con capítulos trazados con la misma destreza y maestría. Al recorrer las páginas de El Penitente experiméntase impresión semejante que la que en nuestro ánimo produce la re- ciente memoria de un raro ensueño. Embebidos con la lectura de otras obras europeas del género, por excepción tal vez, se nos ocu- rrió pensar que también hubieron de recorrer nuestras calles, hombres cubiertos de tricornio, embozados en sus capas, de calzón corto, espada al cinto, guiados de noche por la luz de faroles y candilejas, rodeados de lacayos que cargaban la litera, detenidos á cada momento por el santo y seña de las rondas; grupos abigarra- dos que lo mismo se santiguaban ante la imagen ilnminada por lámparas de aceite cuyos pestañeos dibujaban con intermitencias rígidas sobre el muro las siluetas de los objetos, que huían despa- voridos al anuncio de fantasmas y de ánimas en pena que vagaban por las plazas y las calles Ó chocaban hierros y cadenas en las man- siones deshabitadas y los patios de las iglesias y monasterios. Traer en época posterior, un personaje de aquella indumentaria á recorrer nuestras calles, sobre anacrónico sería ridículo; pero el cuadro de El Penitente tiene su marco adecuado. El primer capítulo bosqueja el aspecto de la Habana á mediados del siglo xvr1r. Luego el autor va presentando sus personajes vestidos á usanza de la época para que tomen parte en el ya modificado y vasto es- cenario, donde con interés, altamente dramático, se desarrolla la acción. El desenlace es brusco, imprevisto, trágico; tal vez preci- pitado é inverosímil, pero hay breves pasajes históricos no des- provistos de mérito por su oportunidad, y diseños de costumbres que, aunque delineados con rapidez, dejan en el ánimo, por lo magistral de sus retoques, impresiones imborrables. Entre ellas resaltan por su realismo la de los Sermones de la Soledad en el demolido convento de San Juan de Dios y la Procesión del Silencio ó de los Penitentes, ceremonia original y de la que sólo se encon- trarán desperdigados detalles en escritores tan diligentes como Bachiller y Morales. Otras dos novelas se han reimpreso hace pocos años: Dos Amo- res y El Guajiro. Estas dos obras son documentos valiosísimos para el estudio cabal de nuestras costumbres y de los tipos y caracteres que figuraron en nuestro medio social en la época á que se refieren. Es la primera, cuadro de antiguas y curiosas costumbres de la ciudad, y la segunda de las costumbres del campo. En escenarios opuestos donde se desarrollan acciones tan antitébicas brilla la CIRILO VILLAVERDE 21 misma sagaz observación, la misma maestría. El novelista con admirable destreza logra colocar al lector de tal suerte, que no pierde un solo detalle topográfico del lugar donde andan y se agi- tan los personajes cuyos rasgos fisionómicos llegan como á herir vivamente la retina por su marcado relieve. Otras novelas que acreditan la labor rica y continuada del autor se hallan sólo en las incompletas y harto escasas colecciones de El Faro Industrial en cuyos folletines se insertaron desde 1842 í 1848; El ciego y su perro, La tejedora de sombreros de yarey, El misione- ro del Caroní, Generosidad fraternal. En la Cartera Cubana publicóse La joven de la flecha de oro, La eruz negra y en otras publicaciones El espetón de oro novela que se tradujo al alemán y La peineta calada. Del estudio en conjunto de esas obras no debe prescindir el que quiera conoeer, con detalles más ricos que los que la historia en su severidad científica se abstiene de aprovechar, los tipos, carac- beres y costumbres existentes en determinados períodos de nuestra vida social, EL MANDAMIENTO DE HABEAS CORPUS! POR EL SR. CLIFFORD S. WALTON El mandamiento de Habeas Corpus se define como un manda- miento dirigido á la persona que detiene 4 otra, ordenándole que presente el cuerpo del detenido en determinado tiempo y lugar, es- pecificando el día y la causa de su apresamiento y detención, para hacer, someterse y recibir lo que la corte ó el juez que le otorga determine á ese respecto. Este es el más famoso mandamiento que conoce la ley, habiéndosele empleado durante muchos siglos para impedir toda detención ilegal contra la libertad personal, cualquie- ra que fuese la autoridad que la impusiese. Aun más, ha sido de- nominado el gran mandamiento de las libertades, y deriva su nom- bre de las características palabras que contenían los trámites y anales de los tribunales ingleses, que se escribían en latín. Varios otros mandamientos contenían las palabras Habeas Corpus; pero se distinguían de éste, y entre sí, por los términos específicos con que se declaraba el objeto del mismo, cuyos términos aún se conservan en la nomenclatura de ellos, v. g.: Habeas Corpus ad respondendum, ad testificandum, ad satisfaciendum, ad prosequendum, y ad fasciendum et recipiendum, ad deliberandum et recipiendum. La fe- cha exacta del origen del mandamiento de Habeas Corpus no puede precisarse. Parece que hasta que el rey Juan de Inglaterra aceptó y firmó en Runnymede, el 15 de Junio de 1215, la Magna Carta y durante algún tiempo después, se usaron varios otros con el propó- sito de dar fuerza al derecho de libertad personal, tales fueron los de odio et atia, de homine replegindo, y de manu captione capienda. Después de la fecha de la promulgación de la Magna Carta, estos mandamientos antiguos fueron poco á poco reemplazados por el de Habeas Corpus, el más sucinto y eficiente y que se considera ahora como el más grande é importante «auxiliar que conoce la ley. Se encuentran trazos de su existencia en el reinado de Eduardo 1 Este trabajo ha sido remitido por su autor, residente en Washington, para su publica- ción en la RevIsTA. El Sr. Walton, abogado americano, se graduó en nuestra Universidad de Licenciado en Derecho Civil y Canónico. Se publica con la aprobación del Decano de la fu cultad de Derecho. EL MANDAMIENTO DE HABEAS CORPUS 219 TIT (1326-1337), y en la época de Enrique VI (1422-1461) parece haber sido bien conocido y de uso común; en esa época y hasta el reinado de Enrique VII (1485-1509) era empleado solamente en los casos en que un súbdito era privado de su libertad por otro súb- dito, es decir, que era un remedio únicamente para las detenciones privadas Ó particulares. Fué durante este último reinado cuando se presentó el primer caso en que se recurrió á él en una cuestión entre el súbdito y el menarca Ó gobierno, y en que se le reconoció plenamente como remedio constitucional (3 Black, Com. 129 et seq.; 2 Kent's Com. 26 et seq.) Con el trascurso del tiempo la efi- cacia del remedio sufrió mucho debido á ciertas sentencias pronun- ciadas por el tribunal de King's Bench, respecto á los casos en que el mandamiento podía aplicarse. Así, en el reinado de Carlos I se estableció que el tribunal no podía con un mandamiento de Habeas Corpus dejar en libertad bajo fianza Ó entregar el preso, aun cuan- do éste hubiese sido encarcelado sin determinación de causa, siem- pre que hubiese sido encarcelado por orden expresa del rey ó por los Lores del Consejo Privado. El hecho de que todas las doctrinas importantes de Habeas Cor- pus se hallen en las Pandectas, es de gran interés y sugiere la idea de que el procedimiento vino á Inglaterra lo mismo que á España, de la ley romana. No existe ninguna evidencia que pruebe, al me- nos que yo haya podido descubrir, que el procedimiento sea le ori- gen británico ó teutónico. Élse halla plenamente descrito en el libro 43 de las Pandectas. En el primer texto, en la línea de los Edictos Perpetuos, ait praetor quem liberum dolo malo retínes, exhibeas, el Praetor declara: «Exhibid el hombre libre que ilegalmente deteneis.» El mandamiento era llamado interdieto, sumario ó mandamien- to de homine libero exhibendo. Después de citar este artículo del Edicto, los recopiladores de las Pandectas insertan el comentario de Ulpiano, que abraza una extensión como de dos páginas de una obra de derecho moderno, y las principales reglas que él deriva del texto constituyen hoy en día la ley en Inglaterra y en América. En efecto, dice así: «El mandamiento ha sido idead: para la preservación de la libertad con el fin de que nadie haya de detener una persona libre,» «La palabra hombre libre com- prende todo hombre libre, infante ó adulto, varón ó hembra, uno ó varios, ya sea sui juris Ó bajo la potestad de otro. Porque sólo debemos considerar lo siguiente: 220 CLIFFORD S. WALTON ¿es libre la persona?» «Aquel que no sabe que un hombre libre se halla detenido en su casa no obra de mala fé: pero, tan pronto como es informado del hecho, ya está de mala fé.» El Praetor dice: « Exhibeas (producir, exhibir) exhibir una persona es presen'arla públicamen- te, de modo que pueda ser vista y tocada. El mandamiento puede solicitarse por cualquiera persona, pues á nadie está prohibido obrar en favor de la libertad.» Y á este comentario de Ulpiano, los recopiladores añaden tam- bién algunos extractos de Venuleius, quien, entre otras cosas, dice: «Una persona no debería ser detenida de mala fé por ningún tiempo; y por consiguiente no se podrá conceder demora alguna á la persona que así le detiene. » En otras palabras, un mandamiento de Habeas Corpus debiera ser cumplido y devuelto instantaneamente. «Parece seguro que este mandamiento fué empleado en Inglaterra durante los cuatro siglos de la ocupación romana, al menos que no se le suspendiera bajo el régimen de la ley marcial; y después de la restauración de la Iglesia Cristiana en el siglo VII, y con la investidura de poder judicial por parte de los Obispos y de— más eclesiásticos letrados, familiarizados con tal procedimiento, no es aventurado presumir que fué revivido y que viniera á ocupar su puesto en la legislación in- glesa.» Howe. Estudios de Derecho Civil, 54. En la temprana historia de Aragón se habla de un mandamien- to que corresponde al de Habeas Corpus, conocido con el nombre de manifestación, cuyo origen se ignora, pero que se presume deriva del derecho romano. Este mandamiento se hallaba en práctica en Aragón antes del descubrimiento de América. HISTORIA DEL HABEAS CORPUS SEGUN LOS ESTATUTOS DE INGLATERRA Una investigación parlamentaria siguió á la decisión referente á que el tribunal no podía poner en libertad ó pedir fianza á una persona que hubiese sido encarcelada por orden especial del rey ó del Consejo Privado, y de resultas de ella se introdujo la Petición de Derechos (3. Car. 1), que historiaba el juicio ilegal en el caso arri- ba mencionado, y establecía que de entonces en adelante ningún hombre libre debería ser de tal manera apresado ódetenido. El rey dió su asentimiento á este importante Estatuto el 7 de Junio de 1628. Sin embargo de esto, en el año signiente, Mr. Selden y otras perso- nas fueron encarceladas por los lores del Consejo Privado, en con- formidad con la orden especial del rey, y acusados de un modo EL MANDAMIENTO DE HABEAS CORPUS 221 general «de contumacia notable y de sedición contra el rey y el go- bierno.» Dos años demoraron los jueces para decidir hasta que punto semejante acusación podía ser admitida bajo fianza, y cuando por último estuvieron acordes de que se podía admitir la fianza, agregaron como condición, que se debería presentar fiadores de buena conducta, lo que alargó el encarcelamiento, declarando al mismo tiempo Sir Nicholas Hyde, el presidente da la Corte de Jus- bicia, que «si se les volvía á encarcelar por la misma causa, quizás el tribunal no habría de conceder después un mandamiento de Ha- beas Corpus. por hallarse ya en conocimiento de la causa del encar- celamiento. » Otros muchos abusos fueron de frecuente práctica, con los que se destruía los beneficios del remedio. Así, sucedía que la persona causante de la encarcelación tenía libertad para no aca- tar el primer mandamiento, y esperar á que se decretase un se- gundo y tercero, llamados alias y pluries, antes de presentar al preso, Estas evasivas dieron lugar al Estatuto que se promulgó en el año 1640, por el que se disponía que á toda persona encarcelada por el rey mismo en persona, Ó por su Consejo Privado, Ó por cualquier miembro de él, se le concedería, sin demora alguna, sin ningún pretexto, un mandamiento de Habeas Corpus, á solicitud Ó pro- puesta, del Tribunal de Xing's Bench, Ó de Tribunal de causas civiles, Common Pleas. quien en vista de ello, dentro del plazo de tres días después de haberse hecho la vista, examinaría y determiunaría la legalidad de tal encarcelación, y practicaría lo que fuese de justicia para liberar, admitir fianza Ó encarcelar al preso. Después de haberse promulgado este Estatuto, en el año 1676, un tal Jenks fué encarcelado por orden del rey en consejo, acusándosele de haber pronunciado un discurso sedicioso en Guild- hall, y se recurrió á nuevas estratagemas con el fin de impedir su excarcelación en virtud del Habeas corpus. Tanto el Canciller como el Presidente de la Corte de Justicia se negaron á otorgar manda- miento durante la vacante. Poco después de este caso se promulgó la famosa Acta de Habeas Corpus de 31 Car. II, c. 2 (1680), estableciendo y asegurando el derecho del súbdito á dicho re- curso prescribiéndose en forma sucinta la manera de obtenerlo. Este Estatuto, dice el erudito autor de los Comentarios de Blackstone, fué el resultado de la causa Jenks; sin embargo, Mr. Hallam en su Derecho Constitucional de Inglaterra, opina de diferente manera y de- muestra que la verdadera causa del acta Ó ley se debe á los proce- 999 CLIFFORDR S. WALTON dimientos arbitrarios de Lord Clarendon, teniendo el asunto Jenks en realidad solamente una trivial influencia. A fines del reinado de Jorge II, se llamó la atención del Par- lamento hacia la insuficiencia de la Ley 31, Car. II, en cuanto que solamente era aplicable á los casos de encarcelación por acu- sación criminal, y se propuso un proyecto de ley para hacer exten- siva la ley 4 todos los casos de encarcelación ilegal. Esta Ley no fué aprobada por la Cámara de los Lores. En seguida, los Lores encargaron á los Jueces que preparasen un proyecto en lugar del que acababan de desechar. En consecuencia se presentó un nuevo proyecto, pero no fué tomado en consideración. Esto pasaba en el año 1758. Cincuenta y ocho años más tarde, se volvió á tratar el asunto, cuando un proyecto que en sustancia era el mismo que ha- bían preparado los jueces en 1758, fué finalmente «probado y pro- mulgado como ley. + Los colonos ingleses en América consideraban el privilegio del mandamiento como una de las «más caras prerrogativas de naci- miento de los británicos »; y existen bastantes pruebas de haberse apelado 4 él con frecuencia. El hecho de haberlo denegado en Massachusetts el juez Dudley al Reverendo John Wise, reducido á prisión en 1689 por haberse resistido al pago de una contribución ilegal y opresiva, dió lugar á que se iniciara juicio civil contra el citado juez, y además á que se denunciara en un folleto publicado en 1689 bajo autorización de los «caballeros, comerciantes y habi- tantes de Boston y del país adyacente », como una de las quejas que tenía el pueblo. En 1707 se acudió á él en Nueva York para conseguir la excar- celación de los ministros presbiterianos Makemie y Hampton, apri- sionados ilegalmente en virtud de un mandamiento de arresto expe- dido por el gobernador Cornbury, por haber predicado el Evangelio sin previo permiso. En Nueva Jersey, el año de 1710, la Asamblea denunció á uno de los jueces por negarle el mandamiento á un tal 1 Enmienda a 31. Car. 11, Cc. 2.—Estatuto 56, Geo. 111, B. 100, Los siguientes fueron los antecedentes de la discusión que trajo la enmienda de la ley 31 Car. 11, c.2: «Un caballero había sido llevado ante los comisarios en virtud de una ley de re- elutamiento pasada en la sesión anterior. Sus amigos presentaron una solicitud de manda- miento de Habeas corpus, lo que dió lugar á alguna vacilación y dificultad, pues, según el esta- tuto, los privilegios del Habeas corpus sólo se extendían á las personas encarceladas por asuntos criminales 6 por asuntos que se suponía fuesen criminales, y el caballero en cuestión no se ha llaba en tal predicamento. Antes de que pudiese decidirse el punto, fué soltado en virtud de un recurso presentado al Secretario de la Guerra». Bac. Abr,, tít. Habeas Corpus, B. 13, Este Estatuto no se halla vigente en el Canadá. En la causa Hawkins, 9 U. C. L. J. 298, En la causa Bigger, 10 U. C. L. J. 329. EL MANDAMIENTO DE HABEAS CORPUS 223 Thomas Gordon, declarando que él constituía «el incuestionable derecho y gran privilegio del súbdito». En la Carolina del Sur, la Asamblea adoptó en 1692 el acta 31 Car. II. Y temprano en el reinado de la reina Ana, se le hizo extensiva á la Virginia, mien- bras que en 1725 la Asamblea de Maryland reclamaba los beneficios de sus efectos y atributos, independientemente del favor real, como una «prerrogativa de nacimiento de los habitantes». La denegación que en 1774 hizo el Parlamento de extender la ley de Habeas corpus al Canadá, fué denunciada por el Congreso Con- tinental en Septiembre de dicho año, como medida de opresión, y posteriormente fué enunciada en la Declaración de Independencia como una de las manifestaciones de tiranía del gobierno Británico sobre sus colonias, Hurd, Hab. Corp. 109-120. Al hacerse la distinción entre la aplicación del derecho militar y civil en los Estados Unidos y los países en donde rige el derecho civil, debe tenerse presente que les colonos americanos huían del militarismo y de la opresión en Europa, y que cuando establecieron su constitución, tuvieron especial cuidado de limitar la aplica- ción del derecho militar y subordinarlo al derecho municipal, por lo cual muy rara vez las leyes militares de cualquiera na- turaleza hállanse vigentes en los Estados Unidos, excepto en el caso de flagrante guerra Ó cuando una insurrección Ó tumulto ha asumido un aspecto grave, en cuyos casos la ley marcial se ha promulgado para reemplazar á la ley local. En el artículo 1, sec- ción 9, párrafo 2, de la Constitución de los Estados Unidos se esta- blece que «El privilegio al mandamiento de Habeas corpus no podrá suspenderse, sino cuando, en los casos de rebelión ó de invasión, la seguridad pública lo requiriese. » En 1861, C. J. Taney decidió en la Corte de circuito de $. E. Un. de Maryland, que solamente el Congreso poseía poder dentro la Constitución para suspender el mandamiento; 9 Am. L. Reg. 524; Taney 246; otras Cortes Opinaron de la misma manera; 16 Wis. 360; 44 Bart. 98; 21 Ind. 370; Contra 5; Blatehf 63. Al iniciarse la guerra de rebelión, el Presidente Lincoln suspendió el privilegio al mandamiento de Habeas corpus por su propia autoridad, y sin la sanción de una ley del Congreso. Fué apoyado su criterio de te- ner derecho á dictar dicha suspensión por algunos de los escritores jurídicos de la época, notablemente por Horace Binney, de Filadel- fia; pero la opinión más autorizada siempre fué que esta suspensión sin la sanción del Congreso fué anti-constitucional. Para la histo- 294 OLIFFORD S. WALTON ria de esta controversia debe consultarse 3 Political Science Quar- terly 454; 5 Am. Lawyer 169. Con todo, el privilegio al mandamiento se encuentra necesaria- mente suspendido siempre que se declara en vigencia la ley marcial; porque la ley marcial suspende todo procedimiento civil. Por lo tanto, un prisionero de guerra, ó el individuo bajo arresto militar en virtud de la ley marcial, no puede apelar al mandamiento de Habeas corpus; 1 Bish. Cr. L. par. 63; como tampoco puede hacerlo un prisionero en servicio militar Ó naval cuyo delito puede jurídi- camente examinarse ante un consejo de guerra, 158 U. S. 109. El Congreso, por una ley de Marzo 3, 1863, 12 Stat. L. 755, autorizó al presidente para suspender el privilegio al mandamiento en toda la extensión Ó en cualquiera parte de los Estados Unidos, siempre que á su juicio la seguridad pública así lo requiriese du- rante la rebelión. En virtud de las disposiciones de esta ley hubo una suspensión parcial, pero se resolvió que la suspensión del pri- vilegio al mandamiento no suspende el mandamiento mismo. El mandamiento se expide como de ordinario; y al darse el informe el tribunal decide si al recurrente se le ha de negar el derecho de pro- seguir con él; 4 Wall. 115. Tampoco legaliza la suspensión del mandamiento un arresto Ó apresamiento ilegales; priva á la persona así arrestada de los medios de procurar su libertad, pero no exime á la persona que hace la aprehensión ilegal de responsabilidad por daños y perjuicios, ni de sufrir un proceso criminal; 21 Ind. 472; contra, 1 pacific L. Mag. 360; 1 Bishop, New Crim. L. par. 64. El poder jamás ha sido ejercido por las Legislaturas de cual- quiera de los Estados, con excepción de la de Massachusetts, que con motivo de la «Rebelión de Shay » suspendió el privilegio al manda- miento desde Noviembre de 1786 hasta Julio de 1787. En los Es- tados Confederados, el privilegio fué suspendido durante la guerra de rebelión; 2 Winston 143; 27 Tex. 705. El Congreso ha declarado la jurisdicción de las Cortes federales en cuanto al mandamiento; pero, no habiendo particularmente pres- erito el procedimiento que debe seguirse, han adoptado en sustan- cia en tal respecto las costumbres que tienen fuerza ue ley. En la mayor parte de los Estados se han dado leyes, que no sólo establecen los tribunales Ó autoridades que pueden expedir manda- mientos, sino, que en gran parte, reglamentan la manera de proce- derse en virtud de tales mandamientos; con todo, en todos ellos el procedimiento conserva su antigua característica y valor, de una EL MANDAMIENTO DE HABEAS CORPUS 225 apelación sumaria de inmediata libertad contra una encarcelación ilegal. LA CUSTODIA EN LOS PROCEDIMIENTOS DE EXTRADICIÓN A menudo háse suscitado la cuestión de si las Cortes federales tienen poder para soltar un preso mediante mandamiento de Habeas corpus cuando un Estado ha obtenido la custodia del preso en virtud de un proceso de extradición entre Estados, basándose en que se le de- tiene en violación de la Constitución y de las leyes de los Estados Unidos, en el caso de ser ilegal el proceso de extradición, Ó en el caso de que el Estado pretenda juzgar al preso por un delito dis- tinto del que se especifica en la demanda. Ha habido conflicto de opiniones sobre este punto, pero ahora parece ser la regla aceptada que en tales casos las Cortes federales no tienen jurisdicción, y que el recurso abierto al preso, de tener alguno, consiste en una apela- ción Ó en un recurso por causa de error. EXTRADICIÓN INTERNACIONAL En tratándose de una Extradición Internacional, la práctica se conforma á las estipulaciones de los tratados de extradición. (119 U. S. 407; 174 U. $. 64.) El poder de las Cortes de los Estados Unidos, mediante un man- damiento de Habeas corpus, para soltar una persona detenida en vir- tud de un proceso entablado ante una Corte de Estado, descansa solamente en fundamentos especiales; y esos fundamentos especia- les no existen meramente porque el caso envuelve cuestiones que se desprenden de la Coustitución y leyes de los Estados Unidos, salvo si la Corte del Estado tiene jurisdicción sobre la persona del preso y del delito de que se le acusa, porque las Cortes de los Estados están bajo la misma alta obligación de sostener, interpretar y dar efecto á la Constitución le los Estados Unidos que tienen las Cortes Federales, y una decisión errónea en tales cuestiones en nada afecta la jurisdicción de la Corte, como tampoco le afectaría cualquiera otra decisión errónea que sobre cualquier punto legal pudiese suscitarse durante el proceso. La diferencia entre los casos que esta regla comprende, y los casos en que el preso se halla sometido á juicio ante una Corte del Estado en virtud de una ley del Estado que está en conflicto con la Constitución de los Estados Unidos, es que en CLIFFORD S. WALTON (8) 0 O un caso la denegación por la Corte del Estado de cualquier derecho que el preso pueda tener en virtud de la Constitución de leyes de los Estados Unidos encierra solamente un error de ley que pue- de corregirse mediante un recurso en apelación Ó por causa de error que se eleve á la Corte más alta del Estado, y finalmente á la Corte Suprema de los Estados Unidos; mientras que en el otro caso la Corte del Estado carece de jurisdicción para detenerle, porque una ley anti-constitucional es absolutamente nula y sin valor y una sentencia en virtud de ella es no solamente errónea, sino ile- gal y nula. PARA COMPELER OBEDIENCIA AL MANDAMIENTO Puede obligarse que se acate el mandamiento de Habeas cor- pus mediante el embargo por cortumacia. Según el derecho co- mún de Inglaterra este era el único recurso coercitivo que podía aplicarse. En un principio el embargo era ordenado inmediata- mente que ocurría la desobediencia, pero andando el tiempo se hizo costumbre el demorar el cumplimiento hasta que se expidiese el mandamiento pluries, continuándose con este sistema hasta que se promulgó la famosa ley de Habeas corpus 31 Car. II. Este Estatuto estipuló que se prestara obediencia al mandamiento en un tiempo determinado, y desde entonces quedó establecido que si se desobe- decía al primer mandamiento, se debería proceder inmediatamente al embargo. Los estatutos ingleses también prescriben el pago de una multa 4 favor de la persona perjudicada, y esta provisión se halla generalmente incorporada en los estatutos americanos que rigen en la materia. RECURSO EN EL CASO DE DENEGACIÓN DEL MANDAMIENTO Si el Juez ante quien se halle pendiente un proceso de Habeas cor- pus se negare á hacerse cargo de él y á resolverlo, se le puede obligar con un mandamiento de Mandamus, expedido por un tribunal supe- rior, y ha llegado á sostenerse que un Mandamus puede servir para obligar á librar mandamiento de Habeas corpus, sin duda basándose en la teoría de que el librar un mandamiento es simplemente acto ministerial. Este aspecto parece, sin embargo, estar en desacuerdo con numerosos casos en cuanto á que el mandamiento no es otorga- ble por de contado, sino solamente en vista de probable causa pro- ÉL MANDAMIENTO DE HABEAS CORPUS 997 bada, y se ha sostenido de una manera expresa que el Mandamus no puede servir para pbligar á un Juez á expedir un mandamiento de Habeas corpus. PENALIDAD CUANDO SE REHUSA LIBRAR MANDAMIENTO En Inglaterra y en muchos de los Estados de los Estados Unidos está estipulado por la ley quesi el Juez rehusa librar mandamiento cenando debió haberlo librado, ósi ha incurrido en demora, sufrirá la pérdida de determinada suma en favor de la persona perjudicada. En algunas jurisdicciones se ha establecido que la pena no reza cuando se hace la solicitud durante la época en que están abiertas las Cor- tes, mientras que en otras se establece que una negativa, ya sea es- tando abiertas las Cortes Óen vacación, expone al Juez á sufrirla, y en algunos de los Estatutos se estipula esto de una manera expresa. BIBLIOGRAFIA IL. E. Bourciez.—£Éléments de linguistique romane. Paris 1910. Desde que Zauner publicó su interesante librito Romanische Sprachawissenschaft permitiendo con ello que los jóvenes pudieran fá- cilmente aprender los elementos de una gramática comparada de las lenguas romanas, se ha venido sintiendo la necesidad de una obra intermedia que sin ser tan profunda como las fundamentales de Diez y de Meyer-Lúbke permitiera alcanzar un mayor conoci- miento en esta rama de, tanto interés para el lingúista mucho más para los que somos de origen latino. Parecía que todo quedaba re- suelto con el estudio hecho por Bourciez cuando á poco de escudri- ñar en su propic campo se advierte que la exposición comparada de las diversas lenguas no la realiza á usanza de los antiguos y renom- brados maestros, sino que las va analizando por separado lo que ocasiona un grave mal toda vez que no permite que el alumno se dé inmediata cuenta de las semejanzas y diferencias en el fonetismo y estructura de las dicciones neo-latinas. La 0bra de Zauner lla- mada á ser sustituída por ésta mantiénese no obstante firme, ha de seguir proporcionando bienes pues si la de Bourciez es de más valer en el sentido de la exposición histórica en cambio la de aquél den- tro de un riguroso método comparativo llena un vacío que se nota en la de éste. Tras una exposición en que da á conocer su manera de aplicar al latín los procedimientos del análisis lingúístico, ma- nifiesta en la primera parte lo que con relación al uso clásico ha sido el latín vulgar que formado en Roma extendióse con posterio- ridad al través de las provincias durante la época del imperio, para tratar en la segunda, titulada Fase romana primitiva, la diferencia notada en las diversas regiones de la antigua Romania descansando la pesquisa en el método comparativo y señalar en la tercera la evolución de las lenguas romanas, prestando á cada una la aten- ción necesaria, manteniendo la comparación tan sólo en aquellos casos en que fuera conveniente. La obra de Bourciez cuyo estudio como afirma Meillet debe re- comendarse con todo calor, no está exenta de ciertos lunares pues facil es advertirlos bien al tratar de la disimilación, al hablar de ly callando cuanto respecta á la 1 velar y en la aplicación del ad du- rante toda la latinidad. BIBLIOGRAFIA 229 Más metódica nos parece la exposición de las obras de Diez, de Meyer-Libke y de Zauner, sin embargo Bourciez realiza un bien con su libro y así es menester reconocerlo. II. C. Brockelmann. —Précis de linguistique sémitique. Paris 1910. La dificultad de un texto manuable para el aprendizaje de las lenguas semíticas ha contribuído no poco á que estos estudios no se hayan desenvuelto como debieran. Pareció que Renan salvaría tamaño escollo al escribir su interesante volumen Histoire Générale et systeme comparé des langues sémitiques mas todo quedó reducido á una mera narración general de dichos idiomas sin que acometiera la magna obra de presentarnos, con su superior talento, cuanto atañe á la morfología de unas lenguas llenas de tanto atractivo en su estudio, de gran filosofía, y de estrechísimas relaciones unas con otras conservando, como dice Hovelacque, su individualidad, su sello característico que las mantiene con vida propia indepen- diente sin que se advierta comunidad de origen con las lenguas in- do-europeas porque como afirma Renan la gramática es lo que cons- tituye la individualidad de una lengua y en este sentido hay dife- rencia profanda, radical entre las gramáticas de ambas notables agrupaciones. La obra de William Wright Lectures on the Compara- tive Grammar of the semitic Languages es la publicación ordenada que de los manuscritos de Wright ha hecho Robertson Smith sin que fuese nunca pensamiento de aquel eminente lingúista el producir un sistema completo de gramática comparada de las lenguas semí- ticas sino el de publicar las conferencias orales que dió á sus discí- pulos de Cambridge; claro está que la obra no ha podido resultar completa pero debe confesarse cuán poderoso auxiliar resultan esos admirables capítulos para prepararse uno en campo tan interesante para ulteriores investigaciones. Y como no obstante el estrecho vínculo que se nota entre las lenguas semíticas no se había llegado á exponer el interesante aspecto de la gramática comparada de ese grupo cábele, sin duda, á Brockelmann el ser el primero que ha ob- tenido éxito manifiesto escribiendo mediante metódica exposición una obra en este sentido. La historia interna de las lenguas semíticas, la evolución de su sistema fonético, de su morfología con la formación de temas nomi- nales, declinación y verbo en su interesante exposición de para- digmas todo se encuentra en este pequeño y sustancioso manual con los progresos alcanzados en esta esfera de la lingúística hasta el 230 BIBLIOGRAFIA día porque si son obras de mérito, como hemos dicho, la gramática de Wright y la de Zimmern también es cierto que brindan sólo un resumen de los conocimientos obtenidos hace diez y seis ó diez y ocho años. No seríamos imparciales en nuestro juicio si no señaláramos al lado del mérito de la obra las deficiencias que fácilmente se ad- vierten en la misma entre otras la ausencia de toda indicación sobre el empleo de las formas, de la estructura de las frases, el que no se ha- haga resaltar bien el carácter propio de las lenguas semíticas así co- mo la ausencia de ejemplos tan indispensables siempre para dar idea más clara de las reglas gramaticales. No obstante lo dicho, el libro es interesante y llena sin duda una necesidad bien sentida. Con esa obra los alumnos de lingiúística podrán hacer mucho, penetrarán mejor en la estructura de estas lenguas que expone Van Drival sintéticamente, y al comprender mejor cuanto corresponde á su sis- tema fonético advertirán más su diferencia con las indo-europeas. III. La Educación Nacional. Hechos é Ideas, POR ANICETO SELA. Madrid 1910. Para los que tenemos el honor de contarnos en el número de los amigos del Dr. Sela, habiendo podido aquilatar de cerca sus méri- tos personales, la cultura intensa que le distingue y hemos podido á su vez también apreciar la independencia de su carácter que lo lleva frecuertemente á decir cosas de su patria y contra su patria por ser servidor honrado de la verdad, no nos puede extrañar todo lo que consigna en su libro «La Educación Nacional» porque nadie más autorizado que él, devoto como ninguno de la causa de la ense- ñanza, para exteriorizar los males de este orden. Aniceto Sela es hombre que vale mucho, sólo que á él le pasa lo que suele aconte- cerle á los que cubren sus méritos personales con el simpático man- to de la modestia: que muchos pasarán por superiores á él, por te- ner participación más directa en el movimiento de regeneración de la enseñanza en aquella región de España Ó en cualquier otro rincón de la misma, pero á poco que se le trate, á poco que se pregunte por sus gestiones llegaráse al conocimiento de aquellas cualidades que le constituyen en personalidad tan distinguida. Por ello es que no nos asombra sus frecuentes y caústicas Opiniones y que ad- miremos en él la independencia de su carácter sin vana ostentación. El libro 4 que hemos de referirnos aparece dividido en cuatro partes principales tratando al lado de las cuestiones de orden ge- neral, lo que conviene á la educación primaria, á la enseñanza uni- BIBLIOGRAFIA 231 versitaria, 4 la educación de la mujer sin olvidar la importancia grande que tiene la educación post-escolar ya que ella como en el libro puede advertirse convierte á los superiores centros de cul- tura en elementos útiles en el orden social con la interesante fina- lidad de elevar el nivel del medio en que se hace sentir su influen- cia siempre beneficiosa. Todas las cuestiones por él tratadas son de importancia excepcional; mucho podría decirse en lo que á la enseñanza primaria respecta, máxime nosotros que hemos podido apreciar los efectos saludables desde el cese de la dominación es- pañola abriendo un nuevo horizonte á factor tan importante, para demostrar cuanto se puede obtener en este orden si el Gobierno despojáudose de sentimientos mal sanos quiere realizar obra util y de mérito en su país. Los ayes arrancados al alma del Dr. Sela ante la contemplación del desastre pasado, la causa determinante del mismo tan rudamente expuesta y las energías de su carácter in- fligiendo con su látigo de patriota el castigo á los culpables, nos demuestran hasta la evidencia que mientras se vinculen en unos cuantos el manejo de la cosa pública y no sea cada elemento inte- grante de la nación el que intervenga con firmeza en la causa de la enseñanza para fomentar la cultura, para educar el corazón en senti- mientos que arraiguen más y más el patriotismo colocaráse á la patria en la pendiente que habrá de conducirla á la ruina si sucesos impre- vistos no lo impiden. Al lado de estas consideraciones podríamos colocar otras sobre esta parte de la obra, pero tratándose también en la misma de asuntos universitarios á ellos hemos de consagrar nuestra atención de modo preferente. Y porque mucho ha de hacerse aúm para que la enseñanza uni- versitaria en España alcance el auge que han conquistado las de Europa y América es que clama valientemente contra el sentido abstracto de su enseñanza, ceñida de modo principal á ilustrar en determinada manera. pero desligada de toda educación como si las Universidades no tuviesen una acción inmediata y saludable en la educación de sus alumnos. Y como lo abstracto, lo meramente teórico es en alto grado perjudicial ya que el alumno no habrá de derivar beneficios de la enseñanza en este sentido sino que por el contrario cooperará al fracaso del fin que se persiga y á que la des- confianza y el tedio se apoderen del educando, de ahí el que se re- vuelva contra tales principios y por entender que la formación del carácter puede deberse en gran parte á la influencia del centro su- perior, es que expone los clamores surgidos contra el abandono en 232 BIBLIOGRAFIA que la Universidad ha dejado el sentido educativo de la enseñanza ciñéndose simplemente los profesores á la mera exposición técnica sin elevarse al concepto de la educación. Para obtener los benefi- cios apetecidos preciso se hace mantener firme el engranaje que debe existir desde la enseñanza primaria hasta la superior, como engra- naje debe haber en la esfera de la educación, ya que con aquella tan sólo se formarán, si acaso, como él dice, sabios, pero nunca hombres. Entre los males que apunta el Dr, Sela queremos fijarnos en el que se produce por la funesta influencia de los programas que deben simplificarse y modificarse como indica y que nosotros entendemos que deben suprimirse por completo ya que ellos no constituyen á la postre más que un conocimiento del todo relativo. Ya dió hace tiempo la voz de alerta en este sentido el Dr. Posada, exteriorizan- do su contraria opinión á la existencia de los mismos y señalando los notables perjuicios que irrogan, pues si la ilimitada extensión de ellos recargados de pormenores que exigen cursos—todo debi- do á la existencia de los exámenes que es tortura de la memoria, — eg mal que precisa remediar, también debe decirse que la misión del profesor no ha de descansar en la extensa exposición de la ma- teria, pues el tiempo de que se dispone es un soplo, sino en dar al alumno los elementos fundamentales de la asignatura, hacerle co- nocer las columnas en que descansa el edificio todo, despertando en el corazón, en el espíritu de la juventud, el gusto por la indagación científica para que per se descienda al detalle y lo aprecie, pues co- mo dice el Dr. Sela no importa adquirir muchos conocimientos, convertirse, como diríamos en meros fonógrafos, sino en la aptitud para asimilarse por un trabajo libre cuanto requiera la actividad intelectual. Y para robustecer su doctrina nos manifiesta cómo Fichte juzgó á la Universidad como importante factor que debe hacer del estudiante un artista del arte de aprender; cómo en Alemania no se ha perdido esto de vista, consiguiéndose en los laboratorios el con- tacto del alumno con el maestro, iniciando Francia el mismo camino en la reforma de su enseñanza, sin que en España, en sus Universida- des, se advierta aún nada análogo, pues están lejos de corresponder á las exigencias de los métodos pedagógicos reconocidos como mejores- Para ello sería preciso la consiguiente modificación en el doctorado, el cual para que sus estudios rindieran el provecho conveniente ha- brían de transformarse en escuelas de altos estudios para los que sien- tan inclinación hacia el profesorado, ofreciéndoles buen campo de ex- perimentación; la creación de cátedras temporales y libres, desempe- BIBLIOGRAFIA 233 ñadas por personas peritas, secundaría la obra de los actuales profesores, cómo centuplicaríase el éxito de la labor en las Facul- tades de Ciencias si sus enseñanzas se efectuasen en los laboratorios. Con razón ha dicho Posada que el profesor debe proponerse educar á la juventud en la ciencia y para la vida social sin que se ciña á explicar Ó á tomar lecciones únicamente, sino á mantener viva y bien viva las relaciones con sus alumnos, á vivir en intimidad con ellos, 4 interesarse, agregamos nosotros, en todo cuanto á ellos concierna, confundiéndose como prueba de identificación real y po- sitiva los latidos de ambos corazones en las desgracias y dichas de la gran familia constituída y no la exteriorización de frialdad en el sentir limitada su gestión universitaria á cumplir el mero contrato celebrado con el Gobierno sin que despierte en su espíritu interés manifiesto la suerte de sus alumnos ó la de los estudiantes en general. Asimismo y continuando la exposición de su juicio estudia tam- bién el fin de las Universidades ya que á ellas está muy principal- mente encomendado el nivel moral é intelectual del país por medio de la educación completa de sus alumnos. Y al discurrir así no era posible olvidase la importancia de la extensión universitaria que con tanto calor ha réalizado y realiza la Universidad de Oviedo —y en cuya labor, si es cierto que ha tenido como dice Posada gran parte entre otros el inteligente Buylla, debemos añadir que le cabe también una parte muy importante de esta gloria al Dr. Sela, si es que no le corresponde toda—bien en conferencias realizadas en la Universidad, ya por medio de clases populares, de excursiones, - de lecturas en común, yendo la Universidad á todas partes buscan- do, como dice el Dr. Sela, á los que no puedan llegar á ella, lleván- doles su ciencia para mejorar su condición social, resultando para todos la Universidad como un alma mater, querida por todos como nos decía en una de sus conferencias en nuestra Universidad el Dr. Altamira, como una familia, una personalidad, un organismo de educación y de ciencia, con vida interior propia y relaciones de mutua solidaridad entre sus miembros como entiende el Dr. Sela en vez de un todo inarmónico en que el sentimiento del interés por la causa del uno en modo alguno afecte al del otro, algo así como el entronizamiento evidente del veráadero egoismo. Reciba el Dr. Sela junto con nuestra felicitación sincera nuestro ardiente aplauso. Dx. J. M. DiniGo, Profesor de Lingúística y de Filología. NOTICIAS OFICIALES RENUNCIA DE BEca.—El Rectorado de la Universidad ha aceptado la renun- cia de la Beca de Viaje formulada por el Dr. Gustavo A. de Aragón por no serle posible cumplir cou los requisitos que exige el mencionado premio. NOMBRAMIENTO DE AUXILIAR.—El Consejo Universitario en su sesión del 8 de Febrero próximo pasado aprobó el nombramiento hecho por la Facultad de Le- tras y Ciencias en favor del Dr. Buenaventura Rueda, para que sirva interinamen- te y hasta tanto no sea provista por oposición, la plaza de Catedrático Auxiliar Jefe de los Museos y Laboratorios, de la Escuela de Agronomía. AYUDANTE FAcuLTaTIVO.—El Rectorado de la Universidad, en vista de la propuesta formulada por la Facultad de Letras y Ciencias, ha nombrado Ayudante Facultativo, con destino al Laboratorio y Taller Eléctricos, al Sr. Gabriel Maris- tany y Orduña. LICENCIa.—La Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, atendiendo al informe favorable emitido por el Rectorado de la Universidad en apoyo del da. do por el Sr. Decano de la Facultad de Letras y Ciencias, ha concedido al Catedrá- tico Sr. Juan Orús cinco meses de licencia con sueldo en virtud de hallarse en- fermo. EXENCION DE LOS ESTUDIOS DE QUÍMICA Y DE FísiCA.—El Sr. Presidente de la República, por decreto de 3 de Marzo de 1911, ha eximido de la aprobación de los estudios de Física General y de Química General para obtener el grado de Doc- tor en Medicina á los aspirantes á dicho grado hasta 1912, á quienes les fué permi- tida la aprobación de otras asignaturas que no debieron preceder á aquéllas. COMISIONES CIENTÍFICAS.—El Sr. Presidente de la República por decreto de. Marzo 6 de 1911, ha designado á los Dres. Luis Montané y Dardé y Sebastián Cuervo y Serrano para que trasladándose á la jurisdicción de Sancti Spíritus, rea- licen los trabajos necesarios á completar los estudios hechos sobre Antropología y Arqueología; y por decreto de Marzo 23 de 1911 ha designado al Dr. Carlos de la Torre y Huerta, Profesor titular de la Escuela de Ciencias de la Universidad de la Habana, para que se traslade á la localidad que estime más apropiada para conti- nuar los estudios paleontológicos que tiene comenzados. INSPECTORES DE DisTRITO.—La Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes ha resuelto que los Inspectores de Distrito sólo tienen que aprobar las asig- naturas de Metodología, Psicología Pedagógica, Higiene Escolar é Historia de la Pedagogía á que se refiere el artículo 24 de la Ley Escolar de 18 de Julio de 1909, pero que para ello deberán someterse previamente al examen de ingreso señalado en el artículo 104, apartado 3%, letra € de los Estatutos de la Universidad de la Habana. MISCELÁNEA * La Redacción de la REVISTA de la Facultad tiene el mayor NCUARACION gusto en insertar íntegra la siguiente carta que oportunamente le fué dirigida por el Catedrático del Instituto de Matanzas, Dr. Emilio Blanchet. Al darle publicidad manifiesta que la equivocación se ha debido tan sólo al hecho de haberse publicado la Oración Inaugural tomándola di- rectamente del ejemplar que existe en la Biblioteca de la Universidad. Sr. Dr. Evelio Rodríguez Lendián. Matanzas, Y de Marzo, 1911. Distinguido amigo: en el último número de la REVISTA universitaria que V. tan dignamente dirige, se ha reproducido un discurso del ilustre D. Felipe Poey, tocante á composición y elocución y en el cual se elogia la poesía Sueño en el desierto, atribuyéndola al Sr. Deu, cuando en realidad es producción mía. Primeramente en el periódico El Siglo y, después, en el tomo de sus Obras lite- rarias, pág. 37, edición hecha por la Propaganda Literaria en 1888, rectificó su equi- vocación el Sr. Poey. Siendo muy valiosa la aprobación de tan esclarecido cubano, yo agradecería mucho, y espero conseguirlo de su bondad, que también la REVISTA hiciese constar el error. Siempre á sus órdenes, E. Blanchet. S./c., Maceo 46. DS Y d . . ' DO TO AL 4 0 ES a COSA 10 7 ae Sy Ñ M0 ISLE ! j ANY E AO ] h e y ' 7 cd y £ » Ñ ) yz ' . ” PES UN = e . . $ ' xo 4 . á . - K h Ml Í y e BrolO sia TACUESO)S e a de as LAOOlO SIA IIGUISO) is PA EE | Profesor Dr. Carlos de la Torre. LOREM (a CIS) Saa o, a a a Antropología general (curso) ita a a Dr. Luis Montané. CONFERENCIAS Histología, Embriología y Organogenia. . . - 'Anatomia COMparadat e j Dr. Aristides Mestre. (Aux.). Baleontolosia e a NS Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Conservador del Museo de Zoología); Dr. Victorino Trelles (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química); y Dr. Jorge Hortsmann (Director del Jardin Botá- nico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudanfes.—El “Museo Antro- pológico Montané”” y el Laboratorio de Antropología tienen por Jefe al Profesor titular de la asignatura. 3. ESCUELA DE PEDAGOGIA. Esteología Pedagógica (Curso) eo. ie Historia de la Pedagogía (1 curso). . . . +. . | Protesor Dr. Ramón Meza. Higiene Escolar (1 curso)... ..... O Metología Pedagógica (2 CUrs0sS) . .... ... 5 Dr. Manuel Valdés Rodrí- guez. Dibiyo Emneal (1 "CUrSO) 20 E AO : Dime Natural (E curso) A ) »” Sr. Pedro Córdova. CONFERENCIAS Il. Crítica de la Educación Contemporánea. ] tarbedagosía” Experimental. 2. 2. ea II. Lectura é interpretación de las obras de / los grandes pedagogos contemporáneos... . Agrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS. Dibujo topográfico, estructural y arquitectónico (ED O e A | Proteor Sr. Eugenio Rayneri. Estereotomía (1 Curso) . ...... EEE la Geodesia y Topografía (1 Curso)... ... +. ) Agrimensura (1 curso) SO E Materiales de Construcción (1 curso). . . ... Resistencia de Materiales. Estática Gráfica E E ENS Construcciones civiles y Sanitarias (1 curso) . Hidrometánica (Curso). ox. + Es : Maquinaria (1 Ae) ye O A » Sr. Eduardo Giberga. Ingeniería de Caminos (3 cursos: puentes, fe- rrocarriles, calles y carreteras)... o... ” Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) 7 Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura é Higiene de los Edificios(1 curso) ] Historia de la Arquitectura (1 curso). . . . . | Contratos, Presupuestos y Legislación especial y á la Ingenieria y Arquitectura (1 curso) ) Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto; y son sus profesores Auxiliares: Dr. Andrés Castellá, Sr. A. Fernández de Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán (Jefe del La- boratorio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de Maestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden Á otras Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA, Química Agrícola é Industrias Rurales (1 curso) ? Dr. Alfredo M. Aguayo. (Aux.). 5 Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. ds Sr. Aurelio Sandoval. Dr. Luis de Arozarena. Dr. Antonio Espinal. Profesor Dr. Francisco Henares. Fabricación de azúcar (1 curso) . . . Agronomía (1 curso) A Ameca (1. CUISO)S Az o caia ir 5 Sr. José Cadenas. Fitotecnia (1 curso). . Economía Rural y Contabilidad Agrícola (1 ) CISNE A rr A ta, 0 Legislación Rural y formación de Proyectos ' 29 (ECO) io o e J Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingeniero Agrónomo, se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. Sr. José Comallonga. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 12 4 5 de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, gauus, uss- posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. CAES, La REvISTA DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS será bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la REvIsTA, el canje co- rrespondiente; y de los centros de instrucción ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nuestra sección bibliográfica. Para todo lo concerniente á la Revista (administración, canje, remisión de obras, etc., dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, Re- pública de Cuba. DINOTTEC E The REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other month. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and. Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc. to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. LEONES La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS paraitra tous les deux mois. On demande l'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de l'administration, échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias Universidad de la Habana, República de Cuba. Vo. XII. UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Num. 3. REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. EVELEÉIO RODRIGUEZ LENDIAN REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITE DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VALDES RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- DRO RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS y FRANCISCO HENARES. MIES DES ASE SUMARIO: —ENRIQUE PIÑEYRO (con un grabado). o AA RAE S OE MAPA TALBAEDE FREDERICKSBURG + 00400 e A Dr. Emilio Blanchet. — PREJUICIO ACERCA DE LAS RAZAS. . . NS e a ln a LO TROVA O AS: MICA BABREAD (con Ut grabado). ro a o e DD LJ MD TRIO. —Los ARÁCNIDOS DE LA ISLA DE CUBA +. +. + Sr. M. Sánchez Rolf. —MISCELÁNEA.—Beca de Viaje.—Las Daicretos ds A Fa- cultad. —INDICE DE LAS MATERIAS DEL DUODÉCIMO YOLUMEN. IMPRENTA '”AVISADOR COMERCIAL?” 30, AMARGURA 30 1911 ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Dr, Evelio Rodríguez Lendián. Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. J-ESCUELA”*DE LETRAS Y "FILOSOFIA, Lengua y Literatura Latinas (3 cursos). . Profesor Dr. Adolfo Aragón. Lengua y Literatura Griegas (3 cursos). E Dr. Juan F. de Albear. Lineúística (1 curso E SA a Es Filología Ñ 1 curso) PA - il $ Dr. Juan Miguel Dihigo. Historia de la Literatura Esp: añola (a curso) GA Da 3 Historia de las literaturas modernas extranjeras »” A io o ominguez y Roldán. (2 cursos) ..- E Ae J : Historia de O: (a a ) pa Dr.- Evelio Rodríguez Len Historia moderna del resto del mundo( 2 cursos) / CUAD. Psicologia (TERFSO) A AS A á Filosofía Moral (1 curso). . > Dr. Enrique José Varona Sociología (1 50] : CONFERENCIAS Historia de la Eilosoña o to 350 ón Dr. Sergio Cuevas Zequeira (Aux) DIraOTaS A a A ci ae QUES Ezequiel García Enseñat (Aux.) Lenguas clásicas : +... 2. Dr. Sixto López Miranda (Aux:) 2/3 ER DE CIENCIAS. (a) Sección de Ciencias Físico-Matemáticas Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso z Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- ¿ Profesor Sr. José R. Villalón. eral) TPebrso +7 .*- z E: Geometría superior y analítica (1 curso) | Geometría descriptiva (L Curso)... ... . + A Dr. Claudio Mimó. Trigonoretría (1 Curso)... = 4... «leo. > ) z Física Superior (ter. curso). ; 1 y Dr Pricido- Bios Física Superior (2? Curso).. E | y > Química general (T.CUESO) +... «>... o. 3 Sr. Carlos Theye. Biología (1ácUESO) E o ple o de Dr. Carlos de la Torre. ZoBids ia (ACUSA rr aa a DibujoAmealÉrcursoJla. ae 4 > ! Y mn Dibujo N. tal (REL CS AA ) » Sr. Pedro Córdova. > y Cosmología (1 curso) .-. O ES ; y 25 Mecánica Racional (1 curso) > | % Sr. Juan Orús.> Astronomía (r curso) - A AA IZ E Geodesia (1 curso) . - E dE de Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Mineralogía y Cristalografía G CULO E 1 Dr. Santiago dela Huertas 3otánica “general (SN A AS a Dr. Manuel Gómezdela Maza. (b) Sacción de Ciencias Físico-Químicas Análisis matemático (Algebra Superior). +. . . - Profesor Sr. José R. Villalón. Geometría Superior (sin la Analítica). . É , ro nom alía (plana y esférica) - sr: Dr. Claudio Mimáó. Fisica Superior (1€f. Curso) . .% Física Superior (27 curso) Química Inorgánica y Analítica ( curso). . Química Orgánica (1 curso) . . - Dibujo Lineal (1 curso)". +. 2. Dibujo Natural (I curso)... . ... Mineralogía y Cristalografía (1 curso) Y Dr. Plácido Biosca. 0 Sr:. Carlos Theye. a A AA OY pa + Sr. Pedro Córdova. Dr. Plácido Biosca. Mineralogía y Cristalografía (1 curso : Geolozía(1 o ; ea ds ! a) Dr. Santiago de la Huerta, Botánica general (1 curso) : , E A Fitografía. y Herborización (r curso) . : SED Dr. Manuel Gómez dela Maza ENRIQUE PIÑEYRO rs, a ae e mn Vol. ele MANO" DE 19T1. Núme3: REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS ENRIQUE PIÑEYRO POR EL SR. MANUEL SANGUILY Secretario de Estado. Temprano esta mañana salí de casa pensando en los varios que- haceres del oficio, y muy lejos de soñar en que la vena pura de profundos afectos, saltaría muy pronto herida por lamentable fata- Mdad...... Y momentos después tropezaba con un amigo que vaci- lante al principio se decidió al cabo á comunicarme la amarga é inesperada noticia: —fué para mí más que un golpe en mitad del pecho, —-fué como si hubiera recibido un golpe violento en mitad de la cabeza, pues que me sentí confundido, anonadado, inmovili- zado; sin antecedente alguno que me hiciera ni aun presentirla, lle- gaba á mí esa nueva fatal que había muerto pocas horas antes un hombre que en tierra extranjera representaba todavía brillante y gloriosamente un gran pasado que se esfuma y extingue ya con to- das sus excelencias y todo su prestigio; era, además, para mí, ami- go entrañablemente querido y había sido en mi niñez durante al- gunos años el maestro á quien me ligaban la devoción y el respeto con que en esa edad de la vida se venera á los que fueron con nos- otros cariñosos y benéficos; unos grados menos de la temperatura habitual, un poco más de frío, en unas cuantas horas lo arrastraron al sepulcro, acaso dispensándole, apiadada la muerte, de angustiosa y larga agonía. En aquellos climas que sólo pudo resistir su endeble naturaleza física gracias á los cuidados de su familia y á su carácter firme y metódico, había pasado, entre dolamas é incertidumbre contigua, AUG 8 = 1911 238 MANUEL SANGUILY los últimos treinta años; viéndose obligado muchos inviernos á per- manecer en incomunicación casi completa con el mundo, que atis- baba sólo tras los cristales de su vivienda de recluso en que su úni- ca distracción tenía que ser y fué el asiduo cultivo de la Literatura y de la Kistoria. Por esas condiciones de su frágil aunque resistente constitución y por el natural escepticismo que habían infiltrado en su espíritu nuestras luchas intestinas, se mantuvo ajeno á las agitaciones po- líticas que fuera y dentro de nuestra tierra han conmovido ó apa- sionado á los cubanos durante las tres últimas décadas y de que le apartaban las condiciones de su caracter refractario á ellas en su elevación y aristocrática mesura. Su propia educación primera y la influencia del medio escolar en que se desenvolvió su inteligencia y se fijaron sus hábitos é inclinaciones, tenían que haber acentuado en su ánimo la propensión contemplativa y pacífica acrecentando su repugnancia por las batallas de la vida práctica. Hijo de un ilustre profesor reputado como excelente latinista y que se consa- egró hasta su muerte á la enseñanza en colegios que el mismo diri- gía, fué desde temprano discípulo del número muy reducido de los predilectos de José de la Luz y Caballero, 4 extremo de haber alzado la voz la primera vez que lo hizo en público, para exponer las ideas de su esclarecido mentor que-—como puede inferirse—le reconocía poderoso vigor de entendimiento. Aunque colaborador y entusiasta adherente de aquellos nobles propósitos que bajo la dirección del Conde de Pozos Dulces y otros cubanos eminentes ocasionaron con un nuevo espíritu la fundación del famoso partido Reformista, —cuando una parte del pais se pro- nunció contra la dominación española fué él de los que prefirieron el destierro antes que desautorizar, siquiera viviendo en la Colonia en tan críticas circunstancias, la empresa atrevida iniciada en el extremo oriental de la Isla; y apenas llegado como fugitivo á los Estados Unidos se afilió entre los más resueltos mantenedores del programa revolucionario, que propagó é ilustró, lo mismo en la tribuna que en la prensa, distinguiéndose como uno de los más con- vencidos y resueltos auxiliares de los que combatían á la sazón en los campos de Cuba por la independencia nacional. Hasta ellos á menudo llegaba para sostenerlos y animarlos el eco de las aclamaciones con que los emigrados cubanos acogían á cada rato en las grandes reuniones que tenían por objeto acumular elementos de guerra y mover á favor de Cuba la opinión americana, ENRIQUE PIÑEYRO 239 en ambos continentes, los elegantes y patrióbicos discursos ó las arengas inflamadas del gran orador que durante varios años segui- dos fué el verbo inspirado de tantos anhelos generosos de emanci- pación y libertad. Al propio tiempo dirigió con éxito el periódico La Revolución, y luego, asociado á José Manuel Mestre, el prestigioso juriconsulto y elocuente tribuno que tanta parte había tomado también en todos los empeños del separatismo militante, fundó y sostuvo algún tiem- po la gran revista ilustrada El Mundo Nuevo, combatiendo de este modo por la cultura á la vez que por la redención de sus compatrio- tas... Morales Lemus, nombrado Plenipotenciario de la Revolución en tierras extranjeras, le llevó consigo á Washington como Secre- tario y asesor leal y juicioso: —el propio Piñeyro ha narrado los es- fuerzos, al cabo inútiles, las amarguras y los desengaños que abre- viaron la noble existencia de aquel ínclito varón, en un precioso libro que puede estimarse coma obra maestra de narración histórica, por su composición y su estilo. Poco más adelante, por desgracia, se encontraron las ásperas querellas, se agriaron los rencores y se ahondaron las mortales di- visiones entre los emigrados; por lo que él, desencantado tal vez, desde luego dolorido, creyendo estéril todo esfuerzo en pro de la conciliación y la concordia, temiendo seguramente que los odios personales precipitarían el desenlace definitivo y funesto, abandonó el campo en que bullían tantas rivalidades escandalosas, sangrando de las heridas que en su corazón abrieron las pasiones envenenadas para buscar un retiro temporal en Europa desde donde, inquieto y apesadumbrado, pudo contemplar cómo en el cielo de la patria se amontonaban las nubes que á modo de pavoroso sudario envolve- rían por largo espacio de tiempo generosas y al fin malogradas es- peranzas. Terminada muy pocos años después la sañuda guerra volvió él á la patria alentado por la legítima creencia de que se abrirían á sus aspiraciones, que eran las mismas de su pueblo, así en el orden político como en el orden económico, más amplios horizontes; más nuevamente desengañado, buscó otra vez en la tierra de Francia y en medio de sus libros un refugio en los desencantos de la política y un descanso á las agitaciones de su lozana y fecunda juventud que ya comenzaba á declinar; pero había dejado en su breve paso por su ciudad natal una estela luminosa, un recuerdo de triunfales empeños de su artística palabra, pues que los que tuvieron la for- 240 MANUEL SANGUILY tuna de o0irla con fruición indecible, hablan todavía con elogio y entusiasmo de sus famosas conferencias sobre Madame Roland y la Divina Comedia. Formó, lejos de Cuba, un hogar que fué siempre su oasis sereno y tranquilo y á tiempo de cuidar de la educación de los hijos que trajeron consigo nuevas inquietudes y renovadas alegrías para sua- vizar las penas del patriota desencantado, rodeábase de los mejores libros que siempre cuidó cariñosamente compoviendo con ellos una biblioteca completa y lujosa donde su curiosidad de erudito llegó á reunir á obras artísticamente encuadernadas, ejemplares antiguos y raros y hasta valiosos incunados. Pero—tal vez por causa de su debilidad corporal, tal vez por los estragos que en su espíritu hicie- ran las anormales circunstancias y la política—tomó la literatura más bien que como una profesión, como el entretenimiento deleitoso de su vida, á semejanza del oriental que quiere olvidar la realidad dolorosa en los encantos y ficciones engendrados por maravilloso elíxir; aunque de cuando en cuando producía su fina y delicada pluma algún artículo siempre destinado á revistas Ó periódicos de Cuba, Óó algún libro en que generalmente coleccionaba aquellos ú otros trabajos anteriores de igual índole, refundidos ó retocados, y que devoraban con avidez, principalmente sus muchos lectores de Sud-América donde ha sido y es muy grande, á caso mayor que en Cuba, su reputación como escritor y como crítico. No es este el momento más oportuno ni para trazar su biografía ni mucho menos para juzgarle examinando los varios aspectos de su conspícua personalidad cubana: basta anticipar que como escritor tuvo siempre, y cada vez más definido, su propio estilo particular que difícilmente se confunde con el de ningún otro autor contem- poráneo en lengua castellana, y en que sobresalen, 4 modo de dis- tintivos eminentes, la serenidad y la elegancia. Como crítico lite- rario fué en realidad superiorísimo, si no eminente. Cuando salió en 1869 de la Habana ya había alcanzado en aquel concepto verda- dera autoridad, bien que se le consideraba demasiado exigente y descontentadizo, á lo que contribuyó un juicio, aunque no muy fa- vorable, por lo demás, fundado, sobre uno de los dramas de Luaces y que se publicaba precisamente al morir el grande y nobilísimo poeta, por lo que el severo autor no tuvo sino el tiempo á penas su- ficiente para añadir al artículo ya impreso un párrafo de sincera condolencia aute una desgracia inesperada y por él más que por nadie sentida. Sele encontraba por entonces alguna semejanza ENRIQUE PIÑEYRO 241 con Saint-Beuve que brillaba en el mundo de las letras en la pleni- tud de su genio; pero seguramente con él menos que con ninguno puede compararse al crítico cubano en su manera tan distinguida aunque absolutamente personal de ejercer su ministerio de crítico... Si bien desde hace algunos años propendía á delectarse en las cu- riosidades recónditas de la erudición mostrando á ocasiones un como prurito de exactitud hasta nímia, de que empezó á dar muestras en un trabajo relativo á los romances antiguos de España con ocasión de otro del egregio Menéndez y Pelayo, me ha parecido siempre que al escribir, sobre todo de asuntos de Historia, tenía continuamente fijo, como tipo de composición, un libro famoso del gran Schiller sobre la guerra de los treinta años, en que á penas se tropieza con una cita. Había podido leer sin tasa y leyó prodigiosamente: su cultura así, era tam sólida como profunda, corrientemente adquirida en las fuentes mismas, lo que le facilitara su conocimiento del latín, el inglés, el francés, el italiano, y, en los últimos años, aún el alemán, que se propuso aprender aunque tarde, recordando sin duda las constantes recomendaciones de su gran Maestro, para quien ningu- na instrucción era firme y segura si no se nutría en las obras ori- ginales de la fecunda y pensadora Alemania. No hace mucho que, según mis noticias, se entretenía en la lectura directa de los autores latinos de la decadencia, y aún sien- do muy joven tradujo con cuidado y empeño el Macbeth de Shakes- peare. Los grandes poetas le fueron familiares desde temprano, y á menudo leía, hasta saber muchas de sus composiciones de memo- ria, al que tengo para mí que era su poeta favorito, aquel doloroso é inmortal Leopardi. De Moreto, de Lope, de Calderón y Tirso, de Bretón, del Duque de Rivas, de muchos más, recitaba de coro esce- nas enteras cuando no dramas completos, y era estupendo el flori- legio de líricos españoles Ó extranjeros que retenía con fidelidad su asombrosa memoria. Los que le trataron íntimamente en su ju- ventud me han contado que había aprendido el italiano oyendo lec- ciones que brotaban ardientes de los labios de la aclamada Gazzani- ga, en el bando de la cual, en época famosa y ya casi olvidada en que los cubanos se apasionaban por las grandes intérpretes de la música, se le contaba á él como uno de los más vehementes en el entusiasmo y la devoción. Su cualidad dominante como erítico, en correspondencia cabal con su elegancia como escritor, era el gusto, el buen gusto, —eso 242 MANUEL SANGUILY que, como otras cualidades sintéticas del espíritu, en vano se ha tratado de definir, porque nadie puede determinarla, aunque la buena cultura acondicione para encontrarla y distinguirla. Y es que en ella se refunden y armonizan muchas otras que suelen andar separadas en quienes han sido menos agraciados por la fortuna ó el esfuerzo, como, 4 más de la buena crianza, la sólida instrucción, el respeto á la verdad, el amor á lo bello, el sentimiento, la delica- deza, y por remate un juicio seguro, constituyendo todas juntas en suprema unidad un como glorioso equilibrio de superiores faculta- des. Poreso su opinión, como todas siempre discutible, era para mí, casi siempre, indiscutible cuando se refería á las obras del es. píritu humano en verso ó prosa, en letras ó en historia. Recuerdo ahora que siendo sustituto en el colegio del Salvador, de la clase de filosofía, se adelantaba en sus Opiniones á las que por entonces se adoptaban en la Universidad y en las escuelas privadas. Y si más de una vez fuí testigo del empeño con que estudiaba las obras de autores que son los antípodas en la esfera del pensamiento, como el divino Platón y el santo Spinoza, —al acaecer una ocasión opor- tuna, en ruidosa polémica sobre las bellas artes con el enciclopédico Dr. Ramón Zambrana, proclamó la superioridad y la excelencia de las Críticas de Kant y de la doctrina Hegeliana, sobre las raquíticas lucubraciones estéticas ó filosóficas de los que seguían á Gioberti, del que decía «que es un pobre filóscfo »; mientras él «seguía á He- gel, que es un profeta »;... hasta que un día tropezó con los prime- ros libros de Hipólito Taine. El efecto que este escritor tan com- plicado como eminente le produjo, puede medirse todavía buscando un artículo suyo que ha permanecido sepulto y olvidado en la co- lección del famoso diario del Conde de Pozos Dulces, y del que es- toy seguro que no lo hubiera prohijado él ahora sino con numero- sas rectificaciones Óó muy graves reservas. Inclinado al pesimismo por la filosofía y por la vida, nada aven- turo asegurando que poco á poco había ido dejando tras sí todos los sistemas que adoptara siquiera parcialmentc, para caer, próximo al ocaso de su existencia y entre las tristezas del largo y crudo in- vierno extranjero, en la contínua y melancólica contemplación de nuestro pasado, dando inequívocas muestras, en esta su postrer jornada, de preocupación incesante y tormentosa por la patria, en algunos libros tan recientes que puede decirse que apenas si hemos acabado de leerlos los cubanos, donde se cruzan, en el contraste de los resplandores de la gloria y de las sombras del abatimiento, hé- ENRIQUE PIÑEYRO 213 roes americanos, grandes poetas del Continente y de Cuba, hazañas y desastres... El último á que puso un nombre extraño, es una vi- sión sombría, acaso el propósito de condenar, bien que lo haya he- cho con pluma reservada y blanda, la causa principal durante tres cuartos de siglo, de angustias y de tormento para el pueblo cubano y que había sido también la causa ocasional y á la postre perma- nente de su propio prolongado destierro. Ultimamente escribió para El Figaro, del que había sido y con- tinuó siendo asíduo colaborador, un interesante y curioso artículo en que hacía un paralelo entre Safo y la Avellaneda; y me anuncian que en esta semana habría de publicarse en el propio semanario otro, casi seguramente su producción postrera, sobre el ruidoso libro en que un hijo apasionado ha publicado en relato minucioso de la vida ejemplar de un padre ilustre. Como se vé, tenía la mente y el corazón puesto siempre en las cosas de Cuba. Estaba lejos en- cerrado en estrecho aislamiento, y sin embargo por el amor, por el sostenido interés patriótico, estaba en Cuba, viviendo por ella y para ella. Recientemente el Congreso aprobó su nombramiento de Abo- gado Consultor agregado á nuestra Legación de París, puesto que estaba ocupando, por la índole misma del cargo y por su despren- dimiento, sin estipendio alguno; mostrando poco común ambición al aceptar una situación subalterna y oscura en nuestra diplomacia quien había sido el precursor, el aplaudido Plenipotenciario de la Revolución por tierras sudamericanas, en los ásperos y gloriosos tiempos de fundación y de prueba. Ha sido pues, un espectáculo por extremo conmovedor el de un hombre que avecindado fuera de su país se liga á él tan íntima é indisolublemente á pesar y á través del tiempo y la distancia. Dentro de la moderación de su carácter absolutamente equilibrado en su serenidad y su templaza inalterables, era un cubano y, por sus servicios y sus cualidades insignes, un gran cubano... Lo acabamos de perder cuando parecía que nos reservaba aún nuevos y sazonados frutos de su sabiduría y su talento. Con él se apaga el último resplandor de una gran generación... Su nombre esclarecido vívirá en la memoria agradecida de su gente identificado con excelsas glorias del país cubano, con acontecimientos que han constituído nuestra vida nacional, con nuestros ensueños, nuestras esperanzas y nuestros dolores comunes. Acaso sea esta que acaba de desaparecer, la personalidad más luminosa y de prestigio más vivo que quedaba en el mundo, del grupo de próceres gloriosos y 244 MANUEL SANGUILY venerables cuyo recuerdo mismo comienza á palidecer... Su tumba, abierta todavía, la última tumba, en que se encerrará dentro de pocos momentos un pasado ilustre y fecundo, me ha parecido qui- zás por eso más grande y más negra que las otras... En ella he arro- jado, como ofrenda de respeto y de amor, un pedazo de mi corazón que sangra; y al resignarme acongojado ante la idea de que es verdad que ha muerto, ni siquiera puedo cavilar en la lección tremenda de la vida que va entregando sus mejores frutos á los profundos senos de la tierra y del olvido, cual prendas de resurrección é inmortali- dad—si no que me veo como el peregrino del desierto ilimitado que cuenta la desaparición de sus compañeros y sus guías, uno en pos de otro, sintiéndose cada vez más desamparado y solo; y al recor- dar, sobre todo, cuánto me había él distinguido con afecto sincero, al comprender cuán tierno ha sido el cariño que le profesé siempre y cuán amarga es para mí su muerte,—me vuelvo hacia él para darle desde aquí el último adiós inclinándome ante el desastre en la última reverencia del dolor y proclamándole, «duca e maestro»; mientras enjugo la primera lágrima de este duelo de la patria que es también un duelo de mi alma. LA BATALLA DE FREDERICKSBURG POR EL DR. EMILIO BLANCHET Profesor de Historia del Instituto de Matanzas. Por pura obediencia, á instancias de Mac Clellan y otros amigos, aceptó Ambrosio Everett Burnside el puesto que, en dos ocasiones anteriores, había rehusado, alegando su deficiente aptitud, y á fe que no le engañaba la modestia. Nacido en el Estado de Indiana, treinta y ocho años contaba entonces. En Méjico y Nuevo Méjico, sirvió con el grado de teniente de artillería; se retiró en 1852 para fundar una fábrica de fusiles, inventados por él; mas fallidas sus esperanzas de lucro, al año siguiente entró de cajero en el Ferroca- rril Central del TMlinois, donde conoció á Mac Clellan, que allí des- empeñaba un cargo. No bien comenzada la guerra fratricida, nombráronle coronel del primer regimiento de voluntarios de Rhode Island; á los pocos meses, general de brigada; posteriormente, con motivo de su victoria en la islita de Roanoke, mariscal de campo ?, y obsequióle Rhode Island con un sable de honor. Hombre de ins- trucción, bizarría probada y honradez, bienquisto de todos sus com- pañeros, mas de harto mediana capacidad, confiáronle 127,574 combatientes, forzándole á medirse con entidades militares tan su- periores á él como Lee y Jackson, por lo cual tanto él como su pa- tria tuvieron que llorar con lágrimas de sangre. Quería Burnside encaminarse á la capital de los suristas, pasan- do por Fredericksburg, lo cual, entre otros inconvenientes, ofrecía el de fatigar al ejército con largo é infructuoso rodeo. A 105 kiló- metros de Richmond, en la margen meridional del Rappahannock, río de súbitas crecidas, en un llano, ceñido, al S., por la corriente Hazel, está Fredericksburg, población virginiana de 5,022 habitan- tes, en aquel tiempo. La dominan por el SO. las Alturas de Marye con sus mesetas superpuestas, una de las cuales, parecida á una fortificación, presenta un frente de 2,500 metros. que se adelanta hacia el pueblo y se divide en tres colinas. Por el rumbo de la pri- mera, intercepta el paso un canal hondo y ancho, que penetra en Fredericksburg; su foso de desagúe estorba muchísimo á quien desee alcanzar las otras dos eminencias. Aprovechando tales ven- 1 Major general. 246 EMILIO BLANCHET tajas topográficas y otras más, y reforzándolas con reductos y es- paldones, distribuyó Roberto Lee, en tres separados y formidables macizos, su valiente y aguerrido ejército, el cual, según Esten Cooke, constaba de unos 50,000 hombres, guarismo que eleva á 65,000 el ge- neral Longstreet; á 80,000 ó 90,000 el conde de París. Protegida por un bosque, ocupaba uno de los macizos el ala derecha, mandada por Longstreet; regía Stonewall Jackson la izquierda. Con fuerzas más numerosas, instalóse Burnside en las colinas de Stafford, con- trapuestas á las Alturas de Marye, en la orilla septentrional del Rappahannock. Pasando más arriba de la confluencia de éste y el Rapidan, hubiera podido con halagúeñas probabilidades atacar por el flanco á los separatistas; pero no quiso parecer imitador de Mac Clellan y, en su ansia de originalidad, cometió la más desas- trosa locura. Sin novedad trascurrieron los días desde el 20 de noviembre hasta el 11 de diciembre, en que, antes de amanecer, comenzaron los federales á construir cinco puentes de barcas: dos, delante de Fredericksburg, para que pasasen las fuerzas del anciano y valiente Sumner; otros tantos, más abajo de la embocadura del Deep Run, y uno, enfrente de Smithfield, para la gran división de Franklin. Atravesando Hooker el Rappahannock y coadyuvando desde las cumbres de Staftord la artillería de reserva, debía apoyar el avance de uno ú otro general precitado. Desde las casas de Fredericksburg acribillaba con certeros dis- paros la brigada de Barksdale á los pontoneros, que, no obstante el amparo de varios regimientos, más de una vez tuvieron que suspen- der su tarea, que iba costando mucha sangre. Para que se retira- sen del pueblo los suristas, á las once de la mañana empezó Burn- side 4 cañonearlo con 150 piezas. Tupida niebla envolvía como sudario á la inocente Fredericksburg, que recibió 7,350 proyectiles; á menudo 100 por minuto: casita hubo donde cayeron 50. No tardó el incendio en acrecentar los horrores de aquel cuadro: entre el asfixiante humo y las llamas, despavoridos corrían hombres, mu- jeres y niños hacia la carretera, encostrada de hielo, á llorar su desabrigo, la destrucción de sus hogares. Sin duda porque no le permitían las circunstancias obra cosa, limitóse Lee á presenciar, indignado, el desastre, que resultó estéril, pues siguieron molestan- do los tiradores de Barksdale. Por la tarde, haciéndoles 60 prisio- neros y unos 130 muertos y heridos, los desalojaron mil unionistas, que, en barcas, atravesaron el río, por consejo del general Hunt á LA BATALLA DE FREDERICKSBURG 947 Burnside y que pronto fueron reforzados. De verificarse aquella operación desde el principio, hubijéranse ahorrado las 300 bajas que los pontones costaron, el destrozo de Fredericksburg é importantí- sima demora en el paso del ejército federal, demora bien utilizada por el enemigo. En la noche del 12, quedó traspuesto el Rap- pahannock por los cuerpos unionistas designados al efecto. Examinando Burnside sus posiciones en aquel día, sobre las 5 de la tarde, pidióle Franklin permiso para atacar en la mañana del 13, con sus 55 Ó 60,000 hombres la derecha confederada, único pa- raje que prometía victoria. Contestó Burnside que antes de media noche decidiría; pero no dijo nada en tal plazo. Como á las ocho de la mañana siguiente, supo Franklin que su jefe ordenaba, cual operación preliminar á la conquista de las posiciones deseadas, dos simultáneos ataques á sus claves de la derecha y la izquierda, em- pleando en cada cual una Ó dos divisiones. Era delirio suponer que dicha fuerza bastase para tomar á pecho descubierto cumbres erizadas de excelentes cañones y defendidas por militares como Jackson y Longstreet, con numerosos veteranos. Amaneció el 13 de diciembre de 1862 envueltas en tupida niebla las orillas del Rappahannock. Sin armas ni casi distintivo algu- no, con su uuiforme gris, sombrero de fieltro, capa corta y botas de montar, recorrió Lee, á caballo, su línea, entre aclamaciones de su- mo entusiasmo, dirigiéndose al ala derecha, donde esperaba la prin- cipal acometida. Le acompañaban Stuart y Jackson: el primero, semejante á Murat en arrojo, ímpetu heroico y afición á la pompa, no contento con vestirse lujosamente, había conseguido que su com- pañero estrenara una levita de relucientes botones, regalo suyo, y un kepis flamante. Parecían presentir ambos jefes una victoria, un gran regocijo; pero ¡cuán á propósito para despertar incurable remordimiento! Colocóse Lee en el cerro bautizado en lo sucesi- vo, con sa nombre y desde el cual había contemplado el bombardeo de Fredericksburg. A la división de Meade, compuesta de unos cinco mil hombres, y que reforzó la de Gibbon, algo más numerosa, correspondió em- pezar la memorable batalla de aquel día, embistiendo las posiciones de Jackson. Forzadas dichas tropas á caminar muy despacio, á ciegas, por la densidad de la niebla, á menudo tropezaban con an- chas y hondas zanjas, desordenándose las filas y dificultándose mu- cho el acarreo de la artillería. Sin ver 4 sus contrarios, oían los del Sur la voz de sus oficiales. Como á las diez, aclaróse la atmós- 248 EMILIO BLANCHET fera é inmediatamente los cañones de Stuart, dirigidos por el intré- pido comandante Juan Pelham, casi adolescente, maltrataron tan fieramente por el flanco á los federales, que les hicieron interrumpir su marcha durante buen rato, hasta que la división de Doubleday se ocupó en apagar con sus piezas el dañino fuego. Continuando Meade y Gibbon su avance, arrojan una llu- via de granadas á los bosques en que aguárdalos Jackson, el cual, aunque padeciendo bastante quebranto, no contesta ni con un tiro; mas así que llegan á la distancia de unos 800 metros y hállanse en espacio abierto, sin resguardo alguno, los abrasa con los disparos cruzados de dos grandes baterías. Tras pasajero desorden, trepan los unionistas la eminencia por entre una tempestad de metralla y balas de fusil; peleando bravamente, rompen la primera línea de Jackson, encomendada al general A. P. Hill; aniquilan casi al re- gimiento llamado Orr's Rifles; hieren mortalmente al exabogado y general separatista Gregg; siembran terrible confusión; mas, para consolidar el triunfo, se necesitarían considerables refuerzos, que no acuden, gracias á los errores de Burnside. Pronto se rehacen los vencidos; sobrevienen las otras líneas de Jackson y, al fin, comple- tamente arrollados los federales por fuerzas triples ó más, en tropel descienden las cuestas, dejando gran número de muertos y heridos. Dos balas traspasaron, cerca de la coronilla, el sombrero de Meade, del que venciendo en Gettysburg á Lee, comenzó la ruina de la causa esclavista. Impasible y solemne como el destino, contem- plando Lee, desde su colina, la pugna referida, murmuró: «Por fortuna, es tan terrible la guerra; de lo contrario, le cobraríamos afición excesiva». A tiempo que se frustraba la tentativa de Meade, otra más di- fícil emprendieron los federales, intentando conquistar la eminencia de Marye, que Longstreet había erizado de cañones, detrás de los cuales se alineaban muchos millares de confederados. Confióse la operación al general French, á quien debía seguir y apoyar, con otra columna, su colega Hancock. ¡Suerte muy lasti- mosa la de Fredericksburg! Apenas empezaron á moverse allí los unionistas, preparándose á marchar, la fulminaron con sus proyec- tiles los insurgentes. Tenían los federales que atravesar un llano, respecto al cual había dicho un ingeniero á Longstreet: «Tan bien dominamos ahora con nuestras piezas ese terreno, que lo limpiare- mos como con un peine fino; ni un pollo podría, en él, librarse de nuestros tiros». LA BATALLA DE FREDERICKSBURG 249 Precedida por numerosas guerrillas, desembocó de la población la columna de French, compuesta de tres brigadas y seguida por la de Hancock, en que había otras tantas. Al punto, por el frente, por la derecha y la izquierda, hicieron las baterías de Longstreet el fuego más espantosa, abriendo en los enemigos brechas visibles á la distancia de una milla. Con heroica firmeza continúan avanzando los federales; pero, al pie de la colina que desean escalar tropiezan con una pared de piedra, casi tan alta como un hombre y á la cual es harto difícil llegar, á causa de la tierra amontonada en su base. Aprovechando el inesperado parapeto, 2,500 suristas, á las órdenes de los generales Cobb y Cooke, los fusilan inexorablemente, secun- dando la artillería de las alturas. No pudiendo acercarse al mor- tífero muro más de cincuenta pasos, no obstante su decisión, tienen que retroceder con enormes pérdidas las brigadas de French y aun entonces aumentan su destrozo los cañones de Longstreet. A su turno prueba fortuna la división del valeroso Hancock, digna de tal jefe. Con imponderable brío, seguida de cerca por sus compa- ñeros, carga una y otra vez la brigada irlandesa de Meagher; pero estréllanse todos sus esfuerzos en aquella fatal pared, terrible altar del ídolo de la guerra. En menos de quince minutos caen dos mil hombres, ó sea la tercera parte de la división; en el número de las víctimas se cuentan 156 oficiales; pero no impunemente producen tal estrago los defensores del muro, pues además de bastantes sol- dados, pierden simultáneamente al general Tomás Cobb, quien tras- pasado un muslo desángrase en algunos instantes, y su compañero Cooke herido gravemente. De refuerzo acuden al parapeto las bri- gadas Ransom y Kershaw y colocándose detrás de los socorridos forman con ellos cuatro filas de fondo, cuyo sostenido fuego acarrea la definitiva retirada de Hancock. Montones de cadáveres obstru- yen el paso; multitud de heridos yacen sobre la helada tierra, sin auxilio ninguno, en tortura inexplicable: cuántos no sobrevivirán! Burnside que durante los ataques narrados había permanecido á la otra parte del Rappahannock, á la distancia de una milla ó más é ignoraba las dificultades arrostradas y la sangre vertida, or- denó al general Hooker, de incuestionable denuedo y energía, que asaltara con dos divisiones las alturas de Marye. Así que hubo examinado éstas dicho jefe y conferenciado con French y Hancock, por medio de un ayudante rogó á su superior que revocase una dis" posición destinada á originar estéril sacrificio. No consiguiendo nada, en persona fué á reiterar su petición; mas halló inflexible ne- 250 EMILIO BLANCHET gativa. Con tenacidad de monomaníaco, mirando la colina de Marye, cuyas baterías continuaban tronando, repitió Burnside: «Es preciso que poseamos esta noche aquella cumbre». Mientras ocurrían estas cosas, intentó la brigada separatista de Law un mo- vimiento contra la siniestra de la división Howe; mas tuvo que ce- jar con muchas bajas; 224 en solo un regimiento. Preparando el cumplimiento de la tarea prescrita, cañonea Hooker con varias baterías á la distancia de 400 metros la famosa pared, que sin duda por la tierra acumulada en su base, resiste per- fectamente. A las cuatro de la tarde, la división Humphrey, sin mochilas, vacíos los fusiles, porque no había tiempo para tirar y cargar de nuevo, sino para usar la bayoneta, precipítase como un alud hacia el desastroso parapeto, cuyos defensores se han aumen- tado con una división. Acribillados por los cañones de la colina y la fusilería del muro, ni consiguen su objeto los asaltantes ni se re- signan á retroceder, aunque de 4,000 combatientes hayan perdido 1,7501 Tanoche, temprana en Diciembre, pone término á la pe- lea é impide que lleve Jackson á cabo un ataque á la bayoneta con- tra Franklin, ataque cuyos preliminares había principiado y en el cual pensaba llevar por delante su artillería. En unas tres horas habían perecido 1,284 federales; ascendieron á 9,600 los heridos y á 1,769 los prisioneros ó extraviados; entre los separatistas hubo 595 de los primeros, 4,074 de los segundos y 653 de los restantes: fué Stonewall Jackson quien padeció más numerosas bajas. Los confederados mismos admiraron el silencioso y reflexi- vo denuedo, la firmeza, el estoicismo con que, por sumisión al de- ber, se inmolaron sus adversarios. Si reinaba indecible tristeza en el ejército vencido, ya sin confianza en sí propio y mucho menos en su general, á éste atormentaba desesperación violenta, contem- plando las consecuencias de sus errores. Ante el general Farrar Smith, exclamó Burnside refiriéndose á las víctimas del ataque á la eminencia de Marye: «Oh ¡aquellos hombres! aquellos hombres! ni un instante se me apartan de la mente!»—Sin embargo, no ad- mitiendo la necesidad de repasar el Rappahannock quiso el día 14, al frente de su noveno cuerpo, formado en columna de regimientos, renovar la tentativa que tanta sangre había costado; pero lograron disuadirle sus generales, ansiosos de evitar nuevas desdichas. In 1 Dice el conde de París: “Hooker pour employer ses propres expressions, qui rendent d' une maniére saisissante le pénible devoir qui lui a 6té imposé, Hooker, jugeant qw'il a perdu autant d'hommes qu'il avait regu U' ordre Y en perdre donne alors le signal de la retraite.” LA BATALLA DE FREDERICKSBURG 251 realidad, debióse la catástrofe de Fredericksburg á que Burnside, trastornado, agobiado por una empresa harto superior á su capaci- dad, no atinó á concebir un plan concreto. En su parte oficial atribuyóse toda la responsabilidad; pero en cartas confidenciales, culpó á Hooker y otros jefes: al Gobierno que le había nombrado, debió hacer responsable la consternada y afligida nación. En Richmond creyeron concluída virtualmente la guerra, ilusión de la cual no participaba Lee; corresponsal de periódico europeo hubo que vió irremediable la ruina de la república anglo-americana. ¿Qué diría hoy, ante su maravillosa grandeza? En sus respectivas posiciones permanecieron los dos ejércitos hasta la noche del 15, en que los unionistas repasaron felizmente el Rappahannock. Al siguiente día, con permiso de Lee fueron se- pultados al pie de la colina de Marye los federales que aún yacían ante la insuperable pared y que, á semejanza de compañeros en in- fortunio, habían sido desnudados por sus harapientos enemigos, para aprovechar sus ropas. Con asombro, con indignación, enteróse el Sur de que no había hecho Lee prisioneras ó exterminado á las tropas de Burnside; aun se dijo más de una vez, en el Tímes de Londres, que por tal motivo desmerecía como general. Cuerdamente obró, sin embargo, el insig- ne caudillo, pues si sabía que pasaban de cien mil los federales con artillería copiosa y buena, ignoraba lo importante de sus pérdidas y la extraordinaria desmoralización que ellas habían engendrado: por consiguiente, esperando nuevos ataques, pasó el día 14. Por otra parte combatiendo en la llanura, se aventuraría mucho, pues ya se ha visto el sólido valor de los unionistas; si emprendía una opera- ción contra las alturas de Stafford, era fácil salir mal librado; escasa de soldados la Confederación, debía él evitarle, hasta donde pu- diera, un desastre, máxime siendo su ejército el mejor de los que entonces contendían en los Estados Unidos. En Enero de 1863 intentó Burnside atravesar el Rappahannock por Bank's Ford, á diez kilómetros más arriba de Fredericksburg; pero lluvias tan abundantes como persistentes inutilizaron los co- menzados preparativos, produciendo abismos de lodo en los cuales se perdieron no pocas piezas de artillería y furgones. Se desistió, pues de la que por burla le llamaron Marcha en el fango y vió Burn- side disiparse ura probabilidad de rehabilitación. Irritado por su desgracia, no pudo aguantar ciertas críticas de sus tenientes, secre- tas Ó no, desdeñadas antes por él, ni la desaprobación tácita expre- 252 EMILIO BLANCHET sada en muchos semblantes de oficiales y soldados, y presentóse á Lincoln pidiendo que expulsara del servicio militar á Hooker, Brooks, Newton y Cochrane y despojase de sus respectivos mandos á los generales Franklin, Smith, Sturgis, Ferrero y el coronel Tay- lor; pero como gozasen de buen concepto por su valor y pericia, negóse el Presidente y en consecuencia, dimitió Burnside el 25 de Enero de 1863. Tal vez no desagrade al lector una curiosa anécdota relativa á Lee ante Fredericksburg. A cierta distancia de este pueblo, poseía Mr- J. Horacio Lacy, comandante en el ejército separatista, una here- dad. El día 11, enfurecido al ver con su anteojo que en el portal de su casa, á los acordes de una banda militar, habían improvisado un pasatiempo oficiales enemigos y señoras, suplicó á Lee, antiguo amigo suyo y de su familia, que le permitiera castigar con unos dis- paros de artillería gruesa aquella intrusión, aquel ultraje. Res- pondió el general que jamás consentiría en superflua efusión de sangre, pues no debía un cristiano acrecentar los horrores inhe- rentes á la guerra, ya considerables por extremo. Añadió que salvo su hacienda de Arlington, preciaba la de Lacy más que ningún otro sitio del mundo, porque allí había conquistado el corazón de su noble esposa. Después, recordando que en las tierras de entram- bos había derribado el enemigo seculares y queridos árboles, enla- zados con tantas memorias del hogar, memorias sacras, exclamó Lee con suma vehemencia, insólita en él: «Los federales se han cogido nuestros árboles; pero jamás poseerán nuestro terreno !» Cuán rudamente desmintió la realidad su vaticinio ! Algún tiempo después de la guerra, tuvo Lacy ocasión de con- tar á la consorte del general, valetudinaria entonces, lo que acaba de referirse. Al saber ella cuanto había influído en la negativa de su marido el casto y dulcísimo recuerdo de sus amores, fulguraron de ufanía los ojos y arrasáronse de llanto. Sinseradvertido había entrado Lee, quien comovióse tanto con la emoción de su mujer y el recuerdo de venturas desvanecidas, que se le inundó en lágrimas el rostro. ¡ Y sin embargo, el mismo hombre había permanecido inalterable en la batalla de Frederiksburg y otras, cuando legiones de compatriotas, de hermanos suyos, peleando heroicamente en favor de sublime causa, caían heridos por las balas 6 despedazados por la metralla! PREJUICIOS ACERCA DE LAS RAZAS 1 POR EL SR. FRANZ BOAS ' Profesor de la Universidad de Columbia (New York). La Antropología es ciencia nueva. Haráapenas cincuenta años que se han hecho esfuerzos serios para estudiar y comprender los juicios y actos del hombre en todas las civilizaciones y que las cos- tumbres del hombre primitivo ó del bárbaro no se consideran me- ras curiosidades sino manifestaciones de la mente humana, dignas de estudio. Como la Antropología es ciencia nueva, no debe sor- prender que sus resultados no se puedan presentar aún como siste- ma completo, y que los sistemas que se han formado tengan valor dudoso. Por lo tanto, no me propongo presentar 4 ustedes un es- tudio extenso sobre toda la Antropología, ni tratar un gran número de diversos problemas, cuyas relaciones no están bien establecidas hasta hoy. Prefiero tratar de un solo problema de gran importan- cia, el cual requiere la aplicación de todos los métodos antropoló- gicos y esclarece las relaciones que hay entre la antropología y las ciencias biológicas y psicológicas, así como la relación que existe entre la antropología y las ciencias históricas; este problema es el del estudio razonado de las diferencias anatómicas, fisiológicas y psicológicas que hay entre el hombre civilizado y el primitivo. Como se verá, necesitamos tener el conocimiento de los rasgos ca- racterísticos anatómicos, no sólo del hombre civilizado, sino también de todas las razas y de todos los pueblos primitivos; necesitamos también datos sobre la vída mental del hombre como se ve en los países de Europa y Asia, y como aparece en las tribus cuya orga- uización y cuya industria están poco desarrolladas. Antes de emprender el estudio de este problema, reflexionemos sobre la opinión que, sin entrar en el análisis, tenemos á propósito del estado de las tribus primitivas comparado al de los pueblos ci- vilizados. Ufano de sus hazañas, el hombre civilizado menosprecia á los seres menos adelantados del género humano. Haconquistado á la Naturaleza y la ha hecho servirle en todo. Ha transformado en 1 Curso de Antropología General,—Escuela de Altos Estudios de la Universidad Nacional de México, 254 FRANZ BOAS campos fecundos los bosques inhospitalarios. Los montes agrestes le ceden sus tesoros. Fxtermina á las fieras que impiden el pro- greso, y á las bestias que le son útiles las multiplica por millares. Las olas del mar le llevan de un continente al otro, y las sierras más altas no le detienen ni aterrorizan. Su genio ha hecho de la materia inerte máquinas poderosas, que sólo aguardan el impulso de la mano para servirle en muchas y variadas formas. Mira con compasión á los demás miembros del género humano que no han podido vencer á la Naturaleza; que con grandes dificul- tades viven de los productos de la tierra; que tiemblan al oir el ru- gido de las fieras, y que dejan á las bestias destruir los productos de sus trabajos; que están sujetos á las restricciones del mar, del río Ó de la montaña; y que, para obtener lo necesario para vivir, ha- cen uso de muy pocos y muy sencillos instrumentos. Tal es el contraste que se presenta al observador. ¿Cómo se puede extrañar, pues, que el hombre civilizado se crea un ser su- perior al hombre primitivo, y que diga que la raza blanca repre- senta un tipo más elevado que las otras razas? Antes de aceptar como cierta esta conclusión que tacha de in- feriores á razas enteras de hombres, debemos de pesar y analizar minuciosamente la base de la opinión que nos hemos formado res- pecto á la aptitud de los diferentes pueblos y de las diferentes razas. La afirmación de la superioridad de las naciones europeas y de sus descendientes, se ha basado sobre sus hechos y hazañas maravillo- sas. Por eso decimos que, como la civilización es mayor, también es mayor la aptitud para la civilización; y como la aptitud para la civilización depende, según todas las apariencias, de la perfección del mecanismo de la mente y el cuerpo, se ha llegado á.la conclu- sión de que la raza blanca representa el tipo más adelantado de la mayor perfección. Tácitamente se ha supuesto en esta conclusión, á la cual se llega por medio de la comparación entre el estado social del hombre ci- vilizado y el del hombre primitivo, que las hazañas y los hechos de- penden únicamente, ó, á lo menos en gran parte, de la aptitud que para ello se tiene. La primera suposición, de la mayor aptitud de las naciones europeas, conduce luego á la segunda, que se refiere á la importan ” cia de las diferencias que existen entre las razas europeas y las de los otros continentes, y hasta á las diferencias que hay entre varios tipos de la misma Europa. Elrazonamiento que inconscientemente PREJUICIOS ACERCA DE LAS RAZAS 255 heraos formado, es, más Ó menos, el que sigue: puesto que la aptitud del europeo es mayor, su tipo físico y mental tiene que ser el más elevado, y cualquiera desviación con respecto al tipo blanco tiene necesariamente que representar el rasgo característico de un tipo menos elevado. Esta conclusión á la cual se llega sin tener pruebas de si es justa ó no, influye sobre las opiniones que nos formamos de las razas; juzgamos de la aptitud que para adelantar tienen otros pueblos comparándolos con la raza blanca, y, en igualdad de condiciones, llamamos á un pueblo tanto menos elevado cuanto más diferencias fandamentales haya entre su raza y la blanca. Los efectos de estas opiniones se pueden ver en primer lugar, en las discusiones sin fin que hay con respecto á las peculiaridades anatómicas del hombre primitivo que parecen ponerlo en un lugar más bajo de la serie zoológica, y en segundo lugar, con respecto á la significación que debe atribuirse á la ausencia de estos rasgos en el hombre primitivo y á su presencia en la raza europea. El tema y la forma de estas discusiones nos demuestran que los investigadores creen ver el tipo más elevado del hombre, en la raza blanca. Desde el mismo punto de vista nacen opiniones acerca de las categorías sociales. Uno se supone que por tener mayor desarrollo mental la raza blanca por eso tiene mayor aptitud en ese sentido, y que, por consiguiente, tiene la mente más fina. Los procesos mentales no son tan claros como los característicos anatómicos, y por eso el juicio que nos formamos del estado mental de un pueblo se funda solamente en la diferencia que hay entre su estado social y el nuestro; y cuanto mayores sean las diferencias entre sus pro- cesos intelectuales, emocionales y morales, y los de nuestra civili- zación, tanto menos favorable será el juicio que nos formemos de ese pueblo. Solamente cuando un Tácito encuentra entre tribus extranjeras las virtudes de la vida pasada de su misma gente, las pone como ejemplo á sus conciudadanos, los cuales, probablemente, ven con lástima al soñador de tiempos que ya han pasado. Para comprender con claridad las relaciones entre la raza y la civilización, debemos analizar cuidadosamente las dos conclusiones que he mencionado, y que aun no se han podido probar. Debemos ver hasta qué punto tenemos razón al decir que el adelanto de la civilización depende en gran parte de la aptitud mental; y hasta qué grado tenemos razón en asegurar que el bipo europeo representa 256 FRANZ BOAS el desarrollo más elevado de todo el género humano. Antes de estudiar detalladamente nuestro problema, aclaremos esto. Con respecto al primer punto, se puede decir que aunque el gra- do de la civilización no se determine forzosamente y del todo, por el ingenio, sin embargo se puede juzgar muy bien del uno por el otro. ¿No han tenido todas las razas las mismas oportunidades para desarrollarse? Entonces ¿por qué ha sido la raza blanca la única en crear una civilización que se está extendiendo por todo el mundo, y junto á la cual todas las otras civilizaciones parecen dé- biles esfuerzos que han muerto luego, ó que se han detenido en un grado bajo de desarrollo? ¿No es probable, cuando menos, que la raza que alcanzó mayor grado de civilización sea la más privile- viada, y que las razas que se quedaron al pie de la escala hayan sido incapaces de llegar á grados más elevados? Para contestar estas preguntas, debemos hojear, aunque sea rá- pidamente la historia de la civilización. Volvamos atrás algunos miles de años, hasta llegar al tiempo en que las civilizaciones del Asia Occidental y Oriental estaban en su infancia. Con el tiempo estas civilizaciones pasaban de un pueblo á otro, y los que habían alcanzado el tipo más adelantado de cultura iban cediendo su lugar á otros, y volvían á caer en la oscuridad. En el principio de la historia vemos que la civilización se fija en ciertos distritos, que á veces un pueblo la desarrolla, á veces otro. En las luchas de esos tiempos era vencido con frecuencia el pueblo más civilizado; pero el vencedor aprendía las artes del vencido y proseguía el trabajo de la civilización. Por consiguiente, ésta cambiaba á menudo de centro en una región limitada, progresaba muy lentamente y con muchas interrupciones. En ese tiempo, los antepasados de las ra- zas que ahora son civilizadas no eran superiores en modo alguno al hombre primitivo, tal como lo encontramos hoy día en regiones que no han estado en contacto con la civilización moderna. ¿Era tal la civilización que esos pueblos alcanzaron, que nos permita juzgarlos de genio superior al de cualquiera otra raza? En primer Jugar, debemos recordar que ninguna de estas civili- zaciones fué producto del genio de sólo un pueblo. Las ideas é invenciones pasaban de uno á otro, y aunque los medios de comu- nicación eran pocos, cada pueblo que colaboró para el desarrollo antiguo pagó su contribución al progreso general. Sobran pruebas que testifiquen que las ideas se han diseminado desde que un pue- blo ha tenido contacto con otro, y que ni la raza, ni la lengua, ni PREJUICIOS ACERCA DE LAS RAZAS 257 las distancias han influído para impedir su difusión. Como todos esos pueblos han contribuído juntos al desarrollo de las civilizacio- nes antiguas, debemos honrar igualmente el genio de todos, cual- quiera que sea el grupo del género humano á que pertenezcan. Ahora podemos preguntar: ¿no hubo otras razas que desarrolla- ron civilización de igual mérito? Parece que las civilizaciones del antiguo Perú y de la América Central se pueden comparar sin des- doro con las del mundo antiguo. En ambas se encuentran la divi- sión del trabajo y la organización política y eclesiástica. Tenían grandes obras de arquitectura que necesitaron la cooperación de muchos individuos. Tenían plantas y animales domésticos, y ha- bían inventado el arte de escribir. Los pueblos del Viejo Mundo tenían mayor número de invenciones, y su saber parece haber sido mayor que el de los del Nuevo Mundo, pero no cabe duda que el estado general de ambas civilizaciones estaba igualmente avanzado. Esto basta para nuestro problema, y no tomaré en cuenta que tal vez la naturaleza favoreció con más abundancia de animales y de plantas á los pueblos del Viejo Mundo que á los del Mundo Nuevo. ¿Cuál es, pues, la diferencia que hay entre la civilización del Viejo y la del Nuevo Mundo? En el fondo sólo de tiempo. Una alcanzó cierto grado tres ó cuatro mil años antes que la otra. Aunque se le ha dado mucha importancia á la rapidez del des- arrollo del Viejo Mundo, creo que eso no prueba la mayor aptitud de la raza, sino que es debida enteramente á la suerte. Cuando dos cuerpos corren por el espacio y llevan el mismo camino con ye- locidad variable, mientras más largo sea el viaje mayores serán las diferencias accidentales entre sus posiciones relativas. Por ejem- plo: hay poca diferencia en el desarrollo psicológico y fisiológico de dos criaturas de unos cuantos meses; la diferencia es mayor entre dos jóvenes de la misma edad; y de dos viejos del mismo número de años, puede ser que el uno goce de todas sus facultades y el otro haya perdido alguna ó algunas á causa de la aceleración ó del re- traso accidental en el desarrollo de cada cual. La diferencia del período del desarrollo no significa que la estructura hereditaria del uno sea inferior á la del otro. Cuando se aplica este mismo modo de razonar á la historia de la humanidad, se puede decir que una diferencia de unos cuantos años, Ó de miles de años, poco signiflca cuando se comparan á la edad del género humano. No se sabe el tiempo que han necesitado para desarrollarse las razas que existen actualmente, pero puede 258 FRANZ BOAS uno estar seguro de que ha trascurrido mucho tiempo para ello. También sabemos que el hombre vivió en los continentes nuevo y viejo en época tan temprana, que sólo se puede apreciar por perío- dos geológicos. Las recientes investigaciones de Penck, con res- pecto á la edad glacial en los Alpes, lo han hecho llegar á la con- clusión de que la edad del hombre se debe calcular en más de cien mil años; y que la civilizaeión tan especializada de Madeleine, no tiene menos de 20,000 años. No hay razón para suponer que el mundo entero haya alcanzado tal grado de civilización al mismo tiempo; pero tenemos que tomar como punto de partida, los tiempos más remotos en que se encuentran huellas del hombre. ¿Qué pue- de significar entonces, que un grupo del género humano haya al- canzado á la edad de cien mil años el mismo grado que otro grupo alcanzó á los ciento cuatro mil? ¿No sería suficiente explicarse tal atraso por medio de la histo- ria de la vida de esta gente y de sus vicisitudes, sin que fuera ne- cesario dar por hecho que haya diferencia en la aptitud para el desarrollo social? Este retraso sería de importancia siempre que se pudiera probar que ocurre con frecuencia é independientemente de la misma raza, mientras que en otras razas se presenta mayor rapidez de desarrollo en casos también independientes. Sin embargo, merece atención el fenómeno de que todos los miembros de la raza blanca, participen más ó menos en el progreso de la civilización, mientras que en-las otras razas no se ha dado el caso de que la civilización, que se ha alcanzado, ya en una época, ya en otra, se haya extendido á todas las tribus y todo los pueblos de la misma raza. Pero esto no significa que todos los miembros de la raza blanca hayan tenido igual poder para crear y desarrollar con la misma rapidez la civilización, pues no hay pruebas para demostrar que las tribus consanguíneas que se han desarrollado bajo la influenzia de la civilización nacida entre unos cuantos miembros de la raza, no hubieran necesitado, si les hubiera faltado esta ayuda, un período de tiempo más largo para alcanzar el grado tan alto que ahora ocupan. Pero esto sí manifiesta un poder sor- prendente de asimilación que no se ha mostrado en grado igual en ninguna otra raza. - Por consiguiente, el problema que se presenta, es el de encon- ¿rar la razón por que las tribus de la Europa antigua asimilaban tan pronto la civilización que se les ofrecía, mientras que ahora vemos muchos pueblos primitivos disminuir y degenerar bajo la PREJUICIOS ACERCA DE LAS RAZAS 259 civilización. ¿No es esto una prueba de la mejor organización mental de los habitantes de Europa? Me parece que las causas de este hecho no son difíciles de en- contrar y que no se deben necesariamente á la mayor aptitud de las razas de Europa y Asia. En primer lugar, esa gente primitiva se parecía al hombre civilizado de su tiempo. Por consiguiente, no había la dificultad fundamental que hay ahora para el adelanto de un pueblo primitivo; es decir, se considera como miembro de raza inferior á un individuoá pesar de que se haya elevado al nivel de una civilización más avanzada. Así pues, en las colonias de los tiempos antiguos la sociedad crecía, aumentándose con gente más primitiva. Además, la influencia devastadora de las epidemias que hoy día atacan á los habitantes de nuevos territorios, luego que se abren á los blancos, no era entonces tan funesta, porque los pueblos del Viejo Mundo siempre estaban en contacto unos con otros, y como eran contiguos, estaban bajo las mismas influencias. El descu- brimiento y la colonización de América y de Polinesia, por lo contrario, fueron la causa de la introducción de enfermedades des- ccnocidas hasta entonces por los indígenas de esos países. El sufrimiento y la devastación producidos por las epidemias que so- brevinieron á causa de ese descubrimiento, son bien conocidos y no es necesario referirlos aquí. Siempre que en una comarca poco poblada hay gran pérdida de individuos, se destruye no solamente la estructura social sino también la vida económica. Además, se puede decir que el contraste entre la cultura moder- na del europeo y la del hombre primitivo es mucho más funda- mental que el contraste entre la cultura de los pueblos antiguos y las de aquellos con quienes tenían contacto. Los métodos de fa- bricación principalmente, se han desarrollado de tal manera, que las industrias de los pueblos primitivos de nuestros días han sido completamente destruídas á causa de la multitud y baratura de los productos que importa el factor blanco; porque el hombre primitivo no puede competir con el poder de producción de nuestras máqui- nas, mientras que en tiempos pasados el trabajo á mano tenía de rival únicamente al trabajo de otra clase, también hecho á mano. Se debe tomar en cuenta, además, que en varias partes, particular- mente en América y en Siberia, el número de inmigrantes es tan grande, y tan rápidamente están reemplazando á la raza indígena, que no hay tiempo para que se verifique la asimilación gradual. Es 260 FRANZ BOAS seguro que la desigualdad númerica que se ve hoy día en muchas regiones no existió en tiempos pasados. Por consiguiente, nuestro juicio es que las condiciones para la asimilación eran más favorables en la Europa antigua que en los pueblos que hoy día tienen contacto con la civilización; y no por eso debemos suponer que las razas de la antigua Europa eran más privilegiadas que las demás razas que en los tiempos recientes ape- nas han estado bajo la influencia de la civilización. Esto también se puede probar por otros hechos. En la Edad Media los árabes habían alcanzado un grado de civilización indu- dablemente superior al de muchas de las naciones europeas de la misma época. Ambas civilizaciones habían tenido el mismo origen y deben considerarse como ramas del mismo árbol. Los árabes, que eran mensajeros de la civilización, no eran miembros de la raza europea, y sin embargo, nadie puede poner en duda sus grandes méritos. Es interesante ver qué influencia han tenido los árabes sobre las razas negras del Sudán. Desde la segunda mitad del si- glo VIII hasta el siglo XI de nuestra era, las tribus camíticas in- vadieron el Sudán, y el Islamismo se extendió rápidamente por el Sahara y la parte occidental del Sudán. Desde este tiempo gran- des imperios han aparecido y desaparecido en combates con los es- tados vecinos y que han alcanzado un grado de cultura relativa- mente elevado. Los invasores se casaron con las indígenas, y las razas mestizas, algunas de las cuales son hoy día casi negras puras, han logrado una civilización mucho más elevada que la de los demás negros africanos. El mejor ejemplo de imperios de esta clase es 3ornu. Barth y Nachtigal nos han dado la historia de este Estado que ha tenido parte tan importante en la historia del Africa del Norte. ¿Por qué, pues, han podido los mahometanos civilizar estas tribus y elevarlas casi al mismo grado que ellos mismos ocupan, mientras que los blancos han tenido poca influencia sobre e] negro africano? Sin duda, 4 causa del modo diferente de introducir la cultura. Mientras que los mahometanos usan su influeneia sobre la gente del mismo modo con que los antiguos civilizaron las tribus de Europa, los blancos sólo mandan los productos de sus fábricas y algunos de sus representantes al país de los negros. Nunca ha habido fusión .verdadera entre los blancos más educados y los negros. La mezcla de los negros y los mahometanos se ha facilitado particularmente por la institución de la poligamia, por cuya causa PREJUICIOS ACERCA DR LAS RAZAS 261 los conquistadores se han casado con las mujeres indígenas y han educado á los hijos como miembros de su propia familia. La ex- tensión de la civilización china en el Asia Oriental se debe á los mismos métodos de la antigua civilización de Europa. El sistema de formar colonias y la mezcla de tribus de la misma casta, y en algunos casos la exterminación de rebeldes, con colonización pro- pia, ha contribuído á que la cultura se extienda con uniformidad sorprendente sobre una gran área territorial. Más tarde, cuando la civilización empezó á extenderse por otros continentes, las razas con las cuales tuvo contacto, no estaban bajo condiciones igualmente favorables. La asimilación fué mucho más difícil á causa: primero, de las diferencias notables que había entre las razas; segundo, de la destrucción de la estructura social, cau- sada por epidemias funestas en los países recién descubiertos; y por último, del grado tan elevado de la civilización invasora. La dise- minación rápida de los europeos, por todo el mundo, acabó con los adelantos que había en varias regivnes. Por consiguiente, con ex- cepción del Asia Oriental, ninguna raza tuvo oportunidad de des- arrollar una civilización independiente. Por otra parte, hemos visto que no tiene gran peso el desarrollo más temprano de la civi- lización del Viejo Mundo, el cual se debe á la suerte. , Por fin, cuando consideramos la categoría que la raza negra ocupa en los Estados Unidos de América, donde está en contacto con la civilización moderna, no debemos olvidar que el sentimiento de superioridad de la raza blanca tiene tan gran influencia ahora como en tiempos pasados y es un obstáculo formidable contra el progreso de la raza negra, á pesar de que escuelas y universidades los reciben como alumnos. Nos debía sorprender lo que se ha lo- grado en tan corto tiempo con tantas desventajas. No es posible prever lo que sería el negro si viviese en condiciones de absoluta igualdad con los blancos. Por todas las razones que hemos expuesto, nuestro juicio es el que sigue: Varias razas han criado civilizaciones semejantes á la que fué el origen de la nuestra. Esta civilización se extendió rápi- damente por Europa á causa de ciertas condiciones favorables, entre las cuales se pueden señalar como más poderosas: la semejanza en la apariencia física, la contigúidad de moradas y la poca diferencia en los modos de fabricar. En una palabra, los acontecimientos históricos parecen haber tenido mucha más in fluencia sobre la civi- lización que las aptitudes, y por consiguiente, lo que una raza haya 962 FRANZ BOAS logrado, no prueba necesariamente que tal raza sea más privile- giada que otras. Ya que hemos resuelto el primer problema, consideraremos el segundo: ¿Hasta qué punto tenemos razón en creer que los ras- gos de las razas extraujeras que son diferentes de los de la raza blanca, son señales de inferioridad?. En cierto modo, esta pre- gunta es más fácil de contestar que la primera. Hemos visto que, á no tener más pruebas, no podemos con razón atribuir mayor ap- titud mental á la raza blanca, por sus hechos. Por consiguiente, las diferencias entre la raza blanca y las demás, no indican que sea superior la blanca é inferiores las demás, á no ser que esta relación entre las razas se pueda probar por razones anatómicas y fisiológicas. Tal vez no esté fuera de lugar poner un ejemplo del error lógico que se comete con frecuencia y facilided, en las averiguaciones de este problema. Hace algunos años el Sr. R. Bean, en una inves- tigación minuciosa, demostró la existencia de ciertas diferencias características entre la forma del cerebro del negro y la del blanco de la ciudad de Baltimore, diferencias que consisten en la forma y el tamaño relativo de los lóbulos anteriores y los occipitales, y en el tamaño del cuerpo calloso. La interpretación que se da á la di- ferencia, es que el tamaño más pequeño de ios lóbulos anteriores y del cuerpo calloso, indica menor desarrollo mental. Esto lo refuta Franklin P. Mall. Basta decir aquí á propósito de la falacia lógica, que en una comparación entre los individuos de la misma raza, unos de cabeza larga, y otros de cabeza corta, —por ejemplo, que entre el francés del norte de cabeza larga, y el francés central de cabeza corta, —resultarían diferencias semejantes; sólo que en tal caso no se expresaría tan francamente el juicio de la mayor ó menor aptitud. No cabe duda que existen diferencias entre los caracteres físicos de las razas del hombre. Por el color del cutis, la forma del pelo, la configuración de lus labios y de la nariz, se distingue claramente al africano del europeo. La cuestión es llegar á saber qué relación hay entre tales caracteres y la aptitud mental de la raza. Hay dos puntos de vista desde los cuales se puede estudiar esta cuestión: en primer lugar, podemos decir que una raza que tiene particulari- dades que son características de un grado más bajo de la serie ani- mal, tiene que ser tipo inferior; en segundo lugar, puede ser que la estructura anatómica del sistema nervioso central de una raza sea superior á la de otra raza. PREJUICIOS ACERCA DE LAS RAZAS 263 Como ejemplo mencionaré algunas de las conformaciones que se presentan en el hombre, y que se han considerado como rasgos ca- racterísticos de las razas bajas, porque se encuentran como caracte- res típicos de los animales. Una de estas conformaciones es la variación en la forma del hueso temporal, que en el hombre gene- ralmente está separado del hueso frontal por el hueso esfenoides y el parietal. Se'ha encontrado que en algunos individuos el hueso temporal se sobrepone al esfenoides y parietal y toca el frontal. Esta conformación es la común entre los monos. Se ha probado que se presenta en todas las razas pero con desigual frecuencia. La conformación particular de la tibia que se llama platicne- mismo, --lisura lateral, se ha observado en el esqueleto de los res- tos más antiguos del hombre de Europa, y también en los esqueletos de varias razas. Otros de los característicos que nos recuerdan formas más bajas, son ciertas peculiaridades de la forma de la su- perficie articular de la tibia y del fémur, que se han encontrado en varios tipos humanos, el os ¿incae Ó hueso interparietal, que ocurre en todas las razas, pero con más frecuencia entre los perua- nos y los habitantes de Arizona; lo pequeño de los huesos nasales y su synostosis; las fosas prenasales, y ciertas variaciones en la distribución de las arterias y de los músculos. Todos estos rasgos variables se encuentran en todas las razas, pero el grado á que va- rían no es el mismo en todas. Tal vez estas variaciones sean ras- gos del género humano que todavía no han tenido tiempo para fijar- se y por lo tanto se pueden considerar como mejor organizadas las razas en que son más fijos les rasgos característicos humanos. También se pueden clasificar las razas según los rasgos típicos, de modo que una se encuentre muy distante del tipo de animal más elevado; y las demás, cerca. En todas estas clasificaciones, la distancia entre el hombre y el animal es muy grande, en cambio las variaciones entre las razas comparadas son pequeñas. Por ejemplo: comparando los cráneos, vemos que la cara del negro es más grande que la del americano, y ésta á su vez, más grande que la del blanco; la parte inferior de la cara es más grande; el arco alveolar es largo y de una apariencia un poco semejante á la de los monos más elevados. No se puede negar que este característico es rasgo constante de la raza negra y representa un tipo un poco más cercano al animal que el del tipo europeo. Lo mismo se puede de- cir de la nariz ancha y chata del negro y del mongol. Si estamos de acuerdo con la teoría de Klaatsch, que considera 264 FRANZ BOAS al australiano como el tipo más antiguo y general del hombre, po- dremos notar lo delicado de la vértebra, el poco desarrollo de la curvatura de la columna vertebral, particularidad que Cunningham notó primero; y también los rasgos del pie, que se parecen á los de los animales que viven en los árboles, y que usan de los pies para trepar de rama en rama. Interpretando todas estas observaciones, debemos comprender claramente que las razas que comúnmente llamamos «razas eleva- das» no presentan todos los rasgos que pertenecen al fin de la se- rie y difieren más del animal. Eleuropeo y el mongol tienen el cerebro más grande; el europeo tiene cara pequeña y nariz alta, rasgos que alejan más al hombre de su probable antepasado ani- mal que los rasgos correspondientes de otras razas. Por otra par- te, el europeo tiene algunos de los característicos bajos del austra- liano: ambos tienen el cuerpo muy peludo, mientras que en la raza negra se ha desarrollado más que en cualquiera otra, el labio rojo, rasgo particularmente humano. Hay también diferencia más no- table entre el tamaño de los miembros del negro y de los monos elevados, que entre los de éstos y los de los europeos. Cuando interpretamos estos datos por los conceptos de la bio- logía podemos decir que los rasgos propiamente humanos se en- cuentran más desarrollados, los unos en una raza, los otros en otra, y que el desarrollo de los tipos actuales se ha mostrado en diferentes direcciones. Cuando consideramos todas estas diferencias entre las razas, se presenta el caso de averiguar si tendrán algún significado con res- pecto á la aptitud mental. Primero voy á estudiar sólo el signifi- cado de los rasgos físicos, sin tomar en cuenta las diferencias en el tamaño y la estructura del sistema nervioso. La analogía general del desarrollo mental de los animales y del hombre, nos induce á asociar á rasgos físicos bajos—ó teromorfos—característicos men- tales bajos; es decir, asociamos la brutalidad á las facciones bruta- les Ó bajas. Pero aquí debemos distinguir entre los rasgos anató- micos de que hemos hablado, y el desarrollo muscular, debido al uso activo de la cara, el tronco y los miembros. La mano que nunca se emplea en los trabajos que requieren movimientos delica- dos, que son el rasgo distintivo de las acciones complicadas psico- lógicas, no tendrá igual conformación á la que tiene la mano cuya fuerza muscular se ha desarrollado. La cara cuyos músculos no han estado bajo la influencia del estímulo del pensamiento profun- PREJUICIOS ACERCA DE LAS RAZAS 265 do, no tendrá individualidad ni refinamiento, El cuello que ha llevado mucho peso y no ha tenido el estímulo de varios cambios de posición de la cabeza y del cuerpo, será grueso y tosco. Estas diferencias fisonómicas no deben engañarnos. Pero hasta sin ellas juzgamos de la capacidad mental de personas que tienen la frente inclinada, la quijada tosca, los dientes grandes y gruesos, los bra- zos extremadamente largos, y hasta abundancia extraordinaria de pelo. Desde un punto de vista estrictamente científico, estas diferen- cias tienen poco ú ningún valor. Sólo unas cuantas investigaciones se han hecho acerca de este problema; pero no han llegado á resul- tados definitivos. Entre las más importantes de estas investiga- ciones se encuentra la de Karl Pearson, que trató de establecer la relación entre la inteligencia y el tamaño y la forma de la cabeza. Su conclusión, que es de gran importancia, la mencionaré aquí: «Dejaré á los que á priori creen que existe bal asociación, que re- suelvan el problema que, con otras medidas y observaciones psico- lógicas, que den resultados más exactos. El resultado de mis in- vestigaciones me ha convencido á mí personalmente de que hay poca relación entre el carácter físico externo y el psicológico del hombre. » Creo que todas las investigaciones que se han hecho hasta aho- ra, demuestran que hay muy poca relación entre la capacidad men- tal del hombre y los característicos de su sistema físico. El único rasgo anatómico que parece tener importancia en esta cuestión, es el tamaño del cerebro. Parece cierto que mientras más grande es el sistema nervioso central, mayor será la capacidad de la raza y mayor su aptitud mental. Repasemos los datos cono- cidos. Hay dos métodos para determinar el tamaño del sistema nervioso cerebral, la determinación del peso del cerebro, y la de- terminación de la capacidad del cráneo. El primero de estos mé- todos parece dar resultados más exactos. El número de europeos cuyos cerebros se han pesado, es naturalmente más grande que el de individuos de otras razas. Sin embargo, tenemos bastantes da- tos para decir fundadamente que el cerebro de los blancos es más grande que el de casi todas las otras razas, y particularmente que el de los negros. El del blanco pesa como 1,370 gramos. Las in- vestigaciones sobre la capacidad del cráneo están de acuerdo con esto. á Según Topinard, la capacidad del cráneo del blanco, en la edad 266 FRANZ BOAS neolítica, era de 1,560 centímetros cúbicos: la del europeo del tiempo presente es la misma; la de la raza mongola, 1,510 centí- metros cúbicos; la de los negros africanos, 1,405 centímetros cúbi- cos, y la de los negros del Pacífico, 1,460 centímetros cúbicos. Se ve, pues, que hay una diferencia notable á favor de la raza blanca. Al interpretar estos datos debemos preguntar: ¿Hay mayor ca- pacidad cuando el cerebro es más grande? Esto parece probable, y se pueden dar datos á favor de tal cuestión. Entre éstos se en- cuentra el tamaño relativamente mayor del cerebro de los anima- les más elevados y el del cerebro del hombre, más grande aún. Además, Manouvrier midió la capacidad de los cráneos de treinta y dus hombres eminentes, y descubrió que el término medio de és- tos es de 1,663 centímetros cúbicos, mientras que el término medio general es de 1,560 centímetros cúbicos. Pero también descubrió que el término medio de la capacidad, en los cráneos de cuarenta y Un asesinos, fué de 1,593 centímetros cúbicos; también mayor que el término medio. El mismo resultado se ha obtenido pesando el cerebro de hombres eminentes. Treinta y cuatro mostraron un aumento medio de 163 gramos sobre el peso medio de 1,360 gramos. Pero no debemos dar demasiada importancia á estas observa- ciones. En primer lugar, no todos los hombres eminentes tienen el cerebro extraordinariamente grande; al contrario, se han encon- trado en la serie algunos muy pequeños. Además, la mayor parte de los cerebros que se han pesado para la serie, se hau pesado en Institutos Anatómicos, y los individuos que se encuentran en esos establecimientos, á causa de la mala nutrición y de vivir bajo condi- ciones poco favorables al desarrollo, no están en buen estado físico, mientras que los hombres eminentes representan una clase de gen- te mejor nutrida. La mala nutrición tiene la misma influencia so- bre el tamaño y el peso del cuerpo, por consiguiente, no se puede decir con seguridad que las diferencias que se han observado se deban enteramente á la mayor capacidad de los hombres eminen- tes. Otros datos que se pueden dar á favor de la teoría de que ce- rebros más grandes resulten de mayor aptitud, son: que los habi- tantes de las ciudades tienen mayor capacidad que los del campo, y que las cabezas de los mejores estudiantes ingleses son más gran- des que las de los estudiantes de aptitud mediana. Debemos, sin embargo, dar datos que limiten la importancia de estos aumentos. El más importante de todos es la diferencia en- tre el peso del cerebro del hombre y el de la mujer. Cuando se PREJUICIOS ACERCA DE LAS RAZAS 267 comparan hombres y mujeres de la misma estatura, se ve que el cerebro de la mujer pesa menos que el del hombre. Sin embargo, no se puede asegurar por esto que la capacidad de la mujer, aun- que tal vez de diferente calidad que la del hombre, sea de clase in- ferior. Este, pues, es uno de los casos en que hay igual aptitud, á pesar de la diferencia de peso del cerebro. Por consiguiente, no es imposible que cerebros más pequeños de hombres de otras razas, tengan la misma capacidad que cerebros más grandes de hombres de la raza blanca. Como hay diferencias importantes entre la es- tructura del hombre y la de la mujer, que producen la desigual- dad en el tamaño de los cerebros, no es tan justa la capacidad en- tre el hombre y la mujer, como entre los hombres. Sin embargo, el aumento en el tamaño del cerebro de los ani- males más elevados y la falta de desarrollo en los individuos mi- crocéfalos son hechos que demuestran que el aumento en el tama- ño del cerebro produce aumento en la aptitud mental, aunque la relación no sea tan íntima como se cree á veces. No es difícil comprender la falta de relación recíproca entre el peso del cerebro y la capacidad mental. La potencia del cerebro depende de las células nerviosas y las fibras que por cierto no for- man la masa entera del cerebro. Un cerebro con muchas células y con conexiones complejas, puede tener menos tejido que otras de estructura nerviosa más sencilla, En una palabra, si hay rela- ción entre la forma y la aptitud, ésta consistirá más en los rasgos morfológicos del cerebro que en su tamaño. . Hay relación recípro- ca entre el tamaño y el número de células y fibras, pero es muy pequeña. A pesar de los numerosos esfuerzos que se han hecho para en- contrar diferencias que se puedan interpretar en términos psicoló- gicos en la estructura del cerebro de las diferentes razas del hom- bre, no se han obtenido datos definitivos. Franklin P. Mall, á quien ya me he referido, explica muy bien el estado de nuestro co- nocimiento, cuando dice que á causa de la gran variedad de los individuos que componen cada raza, no se pueden descubrir con facilidad las diferencias entre las razas y que hasta ahora no se ha encontrado ninguna diferencia que resista el examen cuidadoso. Los resultados de este estudio preliminar, son los siguientes: Hemos visto que la suposición de que existan relaciones entre los hechos y hazañas y la capacidad mental se ha fundado en un error; que sin recurrir á la teoría de las diferencias mentales de la capa- 268 FRANZ BOAS cidad mental de las diferentes razas, podemos explicar las varia- ciones en el desarrollo cultural tomando en consideración el curso general de los acontecimientos históricos. "También hemos encon- trado error semejante en la proposición de que la raza blanca re- presenta el tipo físico más elevado del hombre, puesto que no hay suficientes datos anatómicos y fisiológicos para probar tales propo- siciones. MICHEL BRÉAL 1 POR EL DR. JUAN M, DIHIGO Profesor de Lingúística y de Filología En el número 87 del Boulevard St Michel, en París, habita en morada que corresponde á su ilustre personalidad, un anciano venerable, de rostro halagueño, de cabellera cana que da realce á su interesante fisonomía y de mirada viva reveladora de una mente superior; hombre que es honor de Francia, elevado prestigio de las Corporaciones á que pertenece, ídolo de cuantos han podido aqui- latar bien las excelsas cualidades que le adornan y orgullo en todas las naciones de los que comulgan con sus ideas Ó sin ésto aprecian su mérito excepcional. Nos referimos á Michel Bréal. Parécenos estarlo viendo en aquella tarde del mes de Noviembre de 1908, cuando acompañado de nuestro querido discípulo el Dr. Homero Serís penetramos en aquella mansión para estrechar la mano bendita que á impulso de una inteligencia centelleante traza- ra tantas lecciones útiles en el hermoso campo de la ciencia del lenguaje. Aún resuena en nuestro oído, como armonioso canto, la dulzura de su frase expresión genuina de los sentimientos exquisi- tos que le adornan; queda grabada en nuestra mente la acogida cor- dial que nos diera, el vivo interés que demostrara por realizar algo en nuestro obsequio que hiciera más agradable nuestra estancia en la culta capital de la nación de mi padre, ya ofreciéndonos, si fuese de nuestro agrado, alguna sesión musical, ya queriendo que la So- ciedad Lingúística de París, de la que somos miembro desde 1894, celebrara en nuestro honor una sesión para que en su seno dié- ramos á conocer aquellos matices peculiares del habla de Cuba. Nuestra permanencia en compañía de Bréal nos ha dejado en el al- ma un recuerdo imborrable; suponíamos mucho acerca del valer de 1 Nació Miguel Julio Alfredo Bréal el 26 de Marzo de 1832 de padres franceses, en Landau (Baviera); hizo sus estudios en Wissemburgo, en Metz y después en París: en 1852 entró en la Es- cuela Normal Superíor; fué nombrado en 1855 profesor en el Liceo de Estrasburgo y en 1856 en el Liceo de Luis el Grande en París. En 3 de Diciembre de 1875 ingresó como miembro de la Academia de Inscripciones y Bellas Letras en sustitución de Brunet de Presles. Es miembro de la Academia de Ciencias, Comendador de la Legión de Honor desde 1890 y du Sauyeur de Gréce, 270 JUAN M. DIHIGO ese gran hombre, más pálidas fueron las impresiones de lejos reci- bidas ante lo que la realidad hubo de mostrarnos. La vida tal co- mo la ha realizado y realiza el maestro querido es la vida del hom- bre bueno; consagrado á una ciencia que tanto lustre le diera ha ilaminado con la luz potente de su saber el derrotero que habían de seguir los que fuesen sus discípulos ó los que aprovechasen sus lec- ciones; y esa senda por él recorrida ha dejado señal evidente de sus conquistas, conqnistas que pueden parangonarse con las de sabios de otros países y ha servido también para demostrar, en más de un caso, su superioridad respecto de aquéllos. La naturalidad de su decir, su frase correcta, su exposición cla- ra, su juicio elevado y su extensa cultura que le permite intervenir en múltiples y difíciles problemas con el más lisongero éxito en sus resultados, hacen de sus escritos materia atrayente por su lectura, de interés vivo por la ilustración que en los mismos se contiene y de absoluta confianza por la honradez de su sentir y por lo preparado que resulta para la resolución de múltiples y complejos problemas en el campo de sus famosas investigaciones. Por ello es que su palabra autorizada dejóse escuchar cuando tras las labores de Chavée en su Lexiología indoeuropea, de Pictet, de Pott y de Schleicher, de Fick en su Diccionario comparado de la lengua indogermánica y de otros más se quiso afirmar como un hecho la reconstrucción del ario primi- tivo, Bréal con austero criterio, alejado de teorías arriesgadas y con la conciencia de años de rudo batallar, en hermosa comunicación que dirigiera al Instituto no discute la existencia de una lengua madre indoeuropea, sino admite la restitución de formas simples que per- miten apreciar todas las alteraciones de un mismo tipo siendo para él ganas el primitivo del latín genus, del griego genos, del sánscrito djanas; bháranti es lo orgánico del latín ferunt, del eolio féronti y del gótico bairand, sin olvidar que los términos reconstruídos por la comparación y la generalización están respecto de las palabras grie- gas, latinas Ó sánscritas poco más Ó menos en la misma relación que las ideas platónicas con los objetos del mundo real, pero sin desdeñar lo que en sí significa la obra del esfuerzo manifiesta que las valientes afirmaciones de los primeros trabajadores han prepa- rado la vía para la prudente observación, han escombrado el domi- nio desconocido quedando á una precisión más circunspecta el mos- trar su extensión y sus límites. Y al discutirse la doctrina de Ascoli sobre la evolución de las guturales cuyo centro de estudio está constituído por la k protoa- MICHEL BRÉAL 271 riana, supo Bréal al colocarse del lado de los que la impugnaron como Windish en los Beitráge zur vergleich. Sprachforschung, como Collitz en los Bertráge de Bezzemberger, como Jolly en el Zeitschrift fúr Volkerpsychologie, expresar en la Revue critique d'histoire la falta de un primer ejemplo que demuestre que una letra alterada haya vuelto á su pureza primitiva. Es nota distintiva de su carácter, y así lo ha expresado en más de una ocasión, el reconocimiento del beneficio recibido sin aprovecharse de él como cosa propia, lo que exterioriza bien la nobleza de sus sentimientos; así lo comprueba en ei interesante artículo necrológico que escribiera sobre el insigne lin- gúista James Darmesteter confesando paladinamente que le debía más de una observación útil que le fueron hechas en el curso en que siendo su discípulo explicaba las tablas eugubinas. Más de una vez obtuvo, por su delicadeza de sentir, que los éxitos en el campo de la ciencia del lenguaje le fuesen reconocidos á los que los habían conquistado y gracias á este su modo de pensar no quedó sepultado en el olvido el autor de la «Memoria» sobre la cuestión propuesta al Abate Barthélemy y á los demás miembros de la Academia de Be- llas Letras é Inscripciones, relativa á qué se debía que en la lengua sanscrutana existiese un gran número de voces que eran comunes con el latín y el griego y sobre todo con el latín; salvando así el nombre del Padre Coeurdoux que desde Pondichery hubo deindicar las semejanzas ad vertidas que revelaban estrechas relaciones entre deva y deus, dios; mrityu, mors y muerte; janitam y genitum, producido; jána y genu, rodilla; vidhava, de vi sin y dhava, hombre con vidua, viuda, na y non, no y que aun cuando algunas aparezcan infunda- das, como afirma Max Muller, no merecía dicha nota la poca aten- ción que hubo de dispensarle la Academia. Fué, pues, Bréal en las Memorias de la Academia de Inscripciones quien desenterró ese ensayo y quien con la alteza de miras que distingue sus actos re- clamó para ese modesto misionero el honor que le pertenecía de haberse anticipado en cincuenta años, por lo menos, como dice Max Muller, á algunas de las conclusiones más importantes de la filolo- gía comparada. Fecunda en extremo su labor no se ha circunscrito á un domi- nio de la ciencia en particular, sino que extendiéndose por el ancho campo que su cultura le permitiera ha ilustrado más de un punto en extremo interesante; de ahí el que resulte casi imposible seguir- le paso á paso en cada una de las cuestiones por él tratadas para llamar la atención sobre el mérito sobresaliente de las mismas y la vw —I 40 JUAN M. DIHIGO imperiosa necesidad de concretarse uno, dentro de lo mucho que ha publicado, á aquello que forma el nácleo de sus obras principa- les. La Sociedad Lingúística de París que le cuenta entre sus miembros donadores desde 1865 y como su Secretario desde 1868 ! ha podido aquilatar el mérito extraordinario de tan gran lingúista, pues en todas seus sesiones ha intervenido ya disertando sobre in- dicaciones etimológicas en las mismas presentadas, ya sometiendo sus casos á la consideración de sus compañeros, bien discurriendo sobre una aplicación singular en griego del sufijo del comparativo, bien señalando como un hecho el que ciertos verbos del latín han sido antiguamente deponentes, ora tratando de etimologías arbitra- rias de diversos temas que expresan ideas morales y presentadas por Nietzsche en apoyo de sus teorías ó haciendo observaciones sobre el carácter sistemático de las restituciones indoeuropeas. La Sociedad Linguística y el Colegio de Francia fueron sus Insti- tuciones preailectas; en ellas su paso, ya que lo avanzado de la edad no le permite su diaria visita, ha dejado honda huella traducida siem- pre en beneficio de la enseñanza, pero ha dejado también muchos eo- razones conquistados por su ternura así como por la admiración des- pertada. Refiriéndose á Bréal, por lo que él significa dentro de la Sociedad Lingúística, dijo el que fué su Presidente M. Boutroue que sus lecciones eran admirables por el método y por la claridad para explicar los puntos difíciles, que era el alma de la Sociedad, la piedra en que descansa todo el edificio de la misma; y prueba ine- quívoca de cómo se han estimado sus dotes sobresalientes ha sido el gran banquete que se le ofreciera al cumplirse el vigésimo quinto aniversario de su ingreso en el Instituto; allí pudo apreciar bien la mucha simpatía que disfrutaba, como al conjuro de los hombres de valer tras una idea feliz se congregaban en derredor de una mesa no solo los lingiistas de profesión, como decía el Dr. Rosapelly, sino junto con los hombres de valer también en otra rama de la ciencia los que sentían por él gran devoción, cosa en extremo natu- ral tratándose de quien reune á los bellos sentimientos de la amis- tad sincera la sabiduría y de quien goza del mejor predicamento como profesor eminente de la enseñanza superior, como maestro indiscutible de gramática comparada en Francia, dando realce á la Sociedad Lingúística con esas comunicaciones en que la limpieza del pensamiento y la precisión de los términos dan particular en- 1 En la sesión de 8 de Diciembre de 1906 se leyó su dimisión como Secretario que no le fué aceptada, MICHEL BRÉAL 973 canto á su palabra. Y así discurriendo, decía el Dr. Rosapelly que su orden admirable en las ideas, la claridad de su expresión son frutos de un método seguro y de profunda erudición que hacen in- teresantes y luminosas las cuestiones más abstractas y más árduas de la lingúística, de la gramática ó de la etimología. Pero así como fué fecunda en alto grado su labor en esta Insti- tución, así como sus preciadas conquistas le hicieron merecedor á que lo recibiesen en su seno los Liceos de Roma, la Academia de Turín y la de Bruselas; el que las Universidades de Zurich y de Bolonia le otorgasen el grado de doctor Honoris causa, la villa de Gubbio lo declarase su ciudadano honorario como muestra de gra- titud por la admirable cuanto docta publicación de las tablas eu- gubinas; también su acción benéfica irradió en el medio ambiente en que siempre se ha desenvuelto para culminar con la creación de la Escuela de Altos Estudios que él inspirara y en cuyo centro dió, por muchos años, una enseñanza fecunda, como grandes fueron sus empeños, que no apreciará bastante su patria en el magno problema de su sistema de instrucción, demostrando su elevado criterio así co- mo los móviles dignos que presidieran sus actos. Nadie duda de las infinitas dificultades que la ciencia lingúística encierra, esos escollos pueden que sean causa determinante de! terror que para muchos ofre- ce; y, sin embargo Bréal, como se nota en sus escritos, con una fina- lidad determinada en toda obra por él emprendida se ha esforzado bien en hacer ver la utilidad de la ciencia á la que ha consagrado su vida revelándose en todos sus escritos el hombre que no se en- cierra en el estrecho círculo de sus estudios, sino que anhela, prin- cipalmente, trabajar en bien de su país. La Asociación de Estudios Griegos de París saludólo en dicha ocasión como al gran filólogo, al mitólogo erudito, al valiente refor- mador de la enseñanza, al defensor infatigable de los estudios grie- gos ofreciendo á la Asociación delicadas lecturas exponentes de su intensa simpatía por Grecia y por su lengua y de quien puede de- cirse, como resultado del superior juicio que mereciera y merece de sus conciudadanos por sus cualidades excepcionales, que supo apro- vechar al calor de los buenos sentimientos de sus maestros las exce- lentes doctrinas de Eugenio Burnouf al cursar las lenguas zenda y sánscrita, de Weber en Berlín al dedicarle su atención al habla del Ramayana y del Mahabharata, de Bopp, su maestro querido, al in- ternarse en el dominio de la gramática comparada, fecundo campo que ha brindado elementos para serios estudios que han proporcio- 274 JUAN M. DIHIGO nado el modo de fijar el concepto de la morfologia que no había de- terminado bien Valkenaer en sus Origines Graecae, Lennep en su Analogía y ni la escuela holandesa explicando las raíces griegas por las raíces semíticas. Su sólida preparación y las buenas lecciones recibidas de los sabios con quienes aprendiera le procuraron el ca- mino que más tarde había de recorrer, le abrieron las puertas del templo donde habría de oirse su palabra admirable llena de elevados conceptos y de ahí el que vuelto á París, se le vea agregado á la Biblioteca Imperial en la sección de manuscritos orientales, hasta que por la muerte de Hase, "profesor de. gramática comparada de la Sorbona, al trasladarse su cátedra al Colegio de Francia, se le encargó de dicho curso para confirmársele más tarde como ti- tular. Para proceder con orden porque la variada cultura de Bréal no permite estudiarle en conjunto sin que se sactifiquen aspectos in- teresantes de su vida mental, creemos oportuno que cada uno de ellos tenga su apartado correspondiente ya que será más viable el apreciarle mejor y realizar la obra emprendida de hacer un estudio tan completo como sea posible. Para ello nos fijaremos en las ra- mas de la ciencia que ha cultivado, ya para exponerlo por el grande amor que ha sentido por los estudios glotológicos como lingúista, ya como profundo filólogo que escudriña con ahinco las varias dis- ciplinas de esta ciencia para revelarse tan esclarecido en el terreno de la epigrafia, como en el de la mitologia y en los dominios de la etimología, guiado siempre por un elevado espíritu de crítica que exterioriza lo fino de su saber; Ó como pedagogo experto que con- signa en páginas memorables ideas nobles, indicaciones que le se- fialan como hombre entendido que lleno de amor y de entusiasmo por su patria pone al servicio de ésta toda su buena voluntad y las condiciones de su talento. Y como si no fueran bastantes las an- teriores disciplinas para absorber por completo la vida de un hom- bre también ha discurrido en la esfera literaria con éxito maravi- lloso, aprovechando los grandes elementos que su dominio de la lingúistica le ha brindado para acometer y tratar de resolver pro- blemas tan árduos como el de la confección de los poemas de Ho- mero, consignando en las admirables páginas de su obra Para conocer mejor á Homero, ideas arrancadas á las pesquisas que efec- tuara y que han levantado protestas en algunos casos y serenas manifestaciones opuestas en otros, como lo revelan los escritos del American Journal of Philology que edita la Universidad de Johns MICHEL -BRÉAL 275 Hopkins en Baltimore ó las ideas expuestas por Mauricio Croiseb en la Revue de Deux Mondes al analizar la cuestión homérica en el siglo veinte. Labor fecunda, en extremo fecunda, ha sido la de Bréal en el campo de los estudios lingúísticos; su natural inclinación á esta cla- se de especulaciones unido á la influencia que sobre su espíritu ejerciera la orientación recibida de personalidades tan conspícuas como Bopp y como Weber, contribuyeron á que iniciado en estos conocimientos, apoderado de sus maravillosos secretos, dominadas las doctrinas, diera rienda suelta á sus naturales impulsos, que se han traducido en obras de tanto mérito que han elevado justifica- damente su personalidad al más alto rango para ser tenido no sólo en su nación sino en el mundo culto como hombre de excepcionales méritos, realzados éstos por su gran saber en el dominio de la cien- cia del lenguaje. Y como si comprendiese bien el beneficio inmen- so que habría de proporcionar á los estudiosos haciéndoles conocer el valor de las conquistas alcanzadas por Bopp, empeñóse en la gran tarea de verter al idioma francés la obra colosal del maestro titu- lada Gramática comparada de las lenguas indo-europeas; señalando de modo maravilloso en bien pensadas Introducciones, cómo se ad- vierte er Bopp al guía sabio é ingenioso que al apuntar las co- nexiones íntimas que se aprecian en los diversos grupos de esta familia, manifiesta con competencia extraordinaria y delicadeza que le son propias, los orígenes de las mismas, prestando ese libro, cualesquiera sean los propósitos del escudriñador, auxilio podero- so ya al extender su campo de análisis como al restringirlo, por- que siempre lo habrá de poner en el sendero de los descubri- mientos presentando al lector, de modo en extremo comprensible, los procedimientos al aplicar el método histórico comparado y con- sintiendo seguir los progresos de sus observaciones y asistir á sus grandes conquistas. Esa gestión beneficiosa de Bréal permitiendo conocer á los que ignoran la lengua alemana las doctrinas de su maestro, que han he- cho posible estudios realizados con posterioridad, orientaciones nue- vas que han surgido pero cuyo punto de partida debe siempre verse en las doctrinas de este gran lingúísta, han proporcionado, á su vez, el medio de colocar en el correspondiente lugar dentro de la histo- 276 JUAN M, DIHIGO ria, rodeado de los dialectos y de las lenguas congéneres que los explican, aquellos idiomas que permanecían totalmente aislados. pu- diendo estudiárseles no solo en su desenvolvimiento sino en las transformaciones que hubiesen sufrido. Y no era éste el único as- pecto interesante de la obra de Bopp que inclinase á Bréal á em- prender la ruda y fatigosa tarea del traductor, es que tras señalar las alteraciones que el sánscrito y las lenguas europeas hubieron de experimentar en su origen, así como las semejanzas que hubo borra- do el tiempo, quiso, como dice su discípulo, explicar por primera vez lo que constituía una novedad en una obra de gramática, las flexio- nes, que los precedentes investigadores nada habían conseguido en este sentido, pues no comprendían la significación de los sufijos, ni lo que aisladamente ó unidos al tema pudieran expresar para decir- nos cuándo representasen los casos, las personas, los tiempos, ya que para Schlegel no tenían valor propio careciendo de toda existencia independiente. Y discurriendo más adelante Bréal en estas Intro- ducciones que evidencian su gran saber, la serenidad de su juicio, la exposición clara y atinada que hace de las doctrinas de Bopp para realzar bien el mérito de las mismas, indica que hay en dicha obra un aspecto de novedad que no puede pasar inadvertido, que consiste en reivindicar Bopp para la filología comparada, frente á los gramáticos particulares que consignan en sus páginas las reglas correspondientes á cada lengua, la más absoluta independencia, un modo de desenvolverse libre por completo de toda traba, caracte- rística que señala detalladamente su personalidad, ya que si Cole- brooke resume á Pánini, en cambio Carey y Wilkins estampan en sus producciones los procedimientos usados en la escuela de los brahmanes, pues no se concebía otro método, mientras Bopp se afana por expresar en su libro, que es sin disputa un nuevo é in- teresante aspecto en el campo del lenguaje, cómo por primera vez aparecen separados los elementos constitutivos de las palabras, reconocidos en los verbos Sí5wpu, tornp las raíces $0 y era, indicada la descomposizión de formas como pryvvpev, Ssixvvpev correspondiente á determinada clase de verbos sánscritos y explicado el carácter for- mativo de la v en kpivo, kAlvw etc. También conviene no olvidarse, por los nuevos rumbos que se abrían á la ciencia del lenguaje, la más exacta determinación de infinitivos sánscritos en tum como acusativos de sustantivos abs- tractos formados por el auxilio del sufijo tu; en los gerundios tam- bién sánscritos las huellas del instrumental de un nombre verbal MICHEL BRÉAL 277 formado de idéntico modo; puntos de vista de sin igual interés para las investigaciones, magnífico descubrimiento que despejando el sombrío horizonte del pasado ha puesto al investigador paciente en seguro y firme sendero para ulteriores y trascendentales con- quistas y que permitiendo dar cumplida satisfacción al espíritu ha alejado completamente los temores de toda duda para admirar una vez más la obra maravillosa del lenguaje en su complicada é inte- resante estructura. Por ello es que merece plácemes Bréal al dar á conocer la labor tan fecunda como intensa del gran maestro en quien se vincula la fundación de la antigua filología comparada, porque tan feliz idea ha permitido aquilatar el talento sintético de su afortunado traductor, admirar la corrección y sencillez de su estilo, estimar lo delicado de sus observaciones, el dominio que re- vela en campo tan extenso, conocer su criterio al exponer la ley de la gravedad de las vocales, colocar en su justo medio cuanto hay de verdad en la debatida cuestión sobre la preferencia que se dice hace Bopp del sánscrito y señalar la necesidad de una buena pre- paración para comprender al eminente filólogo por su natural ten- dencia á pasar rápidamente de los principios generales para insistir sobre los de orden particular. Con cuanta razón manifiesta la ad- miración que le produce la obra del maestro porque ella en cada página, en cada renglón, en cada palabra demuestra la perseveran- cia y la unidad de esfuerzos; perseverancia que le hizo pasar la vi- da desarrollando y confirmando sus principios sin premura alguna, como á veces acontece entre los elementos de la raza latina, con la tranquilidad y el admirable saber esperar que tanto distingue á la raza germánica, llevándola al éxito más completo en sus profundas investigaciones. Scbre muchas otras cuestiones diserta Bréal en las Introducciones puestas al principio de cada volumen de la obra de Bopp, pero las apuntadas bastan para apreciar al maestro y pa- ra juzgar debidamente al discípulo. Y como natural consecuencia de la orientación dada por Bopp en el estudio de las lenguas, demostrando las infinitas ventajas que el método comparado reporta, es que Bréal discurre acerca del mismo, al objeto de divulgar bien los saludables efectos que él proporciona en un artículo Del método comparado aplicado al estudio de los idiomas, expresando que así como Hase hubo de trazar la historia de una voz griega desde Homero hasta los escritores bi- zantinos Ó hasta los cantos populares de la Grecia moderna, descu- briendo las variantes que la dicción hubo de experimentar; de igual 278 JUAN M. DIBIGO modo en una superior importancia, en círculo más amplio que exi- ge la mayor extensión de la labor lo ha hecho la gramática compa- rada de la familia indoeuropea, analizando en detalles los elemen- tos característicos de cada idioma dentro de su familia respectiva, haciendo resaltar las bien precisas y claras relaciones que entre to- dos los idiomas integrantes se advierten para apuntar las razones que indican las conexiones de los grupos, características que distin- guen y dan peculiar individualidad á la familia que Brugmann y con él los alemanes todos denominan indogermánicas. En ese ar- tículo que tiene por fundamento una cuestión trascendental en el campo del lenguaje, se consigna la importancia del método acepta- do para concretar las aproximaciones entre los idiomas, y se señala la dirección general de las pesquisas que con ese fin se realicen. Esta ocasión es la mejor que puede presentársele, siquiera sea, ya que la aparición del sánscrito trazó una nueva ruta sobre base se- gura á los estudios de filología comparada, para hablar con gran encomio del sánscrito, para indicar las ventajas de su conocimien- to porque aporta orden en el estudio de las lenguas europeas, lle- gando los fundadores de la Sociedad Asiática á advertir con sorpre- sa la semejanza, no sólo en el vocabulario sino en la gramática, exteriorizándose la misma derivación en griego y en latín, los mis- mos sufijos de los comparativos y superlativos así como idénticas desinencias en los casos, números, tiempos y voces. Todo cuanto se afirme en este sentido es poco ante la realidad de los beneficios que el sánscrito ha proporcionado, con solo pensar el estado de los estudios lingúísticos entre los griegos y los romanos, con solo ob- servar que si algo se hizo con Hervás, con Adelung y con las inicia- tivas de Catalina 2% de Rusia, nunca fué como lo que proporcionó el dominio de la lengua sagrada de los indos que ha permitido pesquisas admirables que posteriormente se realizaron, se compren- derá lo injusto de la crítica dirigida á Bovp por darle al sánscrito más importancia de la que mereciera cuando sólo lo utilizó dentro de sus justos límites, y nunca tuvo para dicho idioma otra consi- deración que no fuese la de su carácter excepcional colocado en el mismo plano que el de la lengua griega y la latina ya que el sánscrito, como muy bien dice Bréal, no es el tronco que ha dado las lenguas de Europa, sino una rama salida del mismo tallo; y si no hubiera sido por su mérito especial, por los elementos que brin- dara para la mejor explicación de los fenómenos lingúísticos, nada se hubiera alcanzado en orden al estudio comparado de las lenguas MICHEL BRÉAL 979 de esta familia, porque como también indica Bréal el latín y el griego resultaban impotentes para resolver las comparaciones que el sánscrito facilitaba al estudiarse los supinos latinos, las desinen- cias del imperfecto amabam y futuro amabo, las de los genitivos, la identidad del ablativo latino con el sánscrito, etc., y al aproximar palabras latinas y griegas á aquel idioma, notóse que el sentido eti- mológico aparecía más claro. Muy interesante resulta el estudio que ha hecho sobre la forma y función de las palabras afirmando la necesidad de que el examen de la parte externa de la voz esté aclarada por el examen de la sig- nificación. Este trabajo de Bréal es la demostración más evidente de que no obstante ser ferviente admirador de la escuela boppiana, cuyo empirismo tanto ha combatido Regnaud, ha sabido apreciar cual corresponde la directa y principal influencia que tiene el hom- bre en el campo del lenguaje, es decir, que no sólo son las partes acústica y fisiológica fundamentales para explicar los fenómenos del lenguaje sino que la psicológica tiene una acción muy viva y muy eficaz. Y aun cuando para algunos Bréal es partidario deci- dido de la escuela que fundara su maestro, nosotros, al estudiar sus producciones, al aquilatar el método de su Semántica hemos pensado que no podía coincidir con Bopp en estudiar exclusiva- mente la parte externa sino que lo subjetivo del lenguaje lo adver- tía también como así lo hicieron los devotos defensores de la escue- la de los neogramáticos defendida por Brugmann y también por Henry en Francia. Es cierto que se deduce de la lectura de este artículo que Breál cual Bopp entiende que la gramática comparada demues- tra que las desinencias eran en su origen raíces con existencia individual, y que al penetrar en la significación primitiva de las desinencias se comprueba que la declinación se compone de de una serie de pronombres ó preposiciones indicando ideas de lo- calidad que se unen á una raiz nominal, que la conjugación des- cansa en la adición de pronombres personales á una raiz verbal, cuestión no aceptada por los neogramáticos como resultado de las pesquisas efectuadas; y ello viene á ser á la postre una cuestión de detalle, un punto de mera apreciación, pero no lo bastante para desconocer, dada su clara inteligencia, el elemento tan esencial que resulta el hombre para la más exacta determinación de los cambios en la significación de las voces; de ahí el que afirme la necesidad de estudiar ambos aspectos para que los resultados de la 280 JUAN M. DIHIGO Ciencia del Lenguaje sean completos, porque al concretarse la ob- servación al lado externo de las dicciones la historia del lenguaje tendrá que resultar deficiente porque no aparecerá presentada en sus aspectos todos al ignorarse la causa de las mutaciones de los idiomas. Para hacer resaltar el mérito de la tesis sustentada, ma- nifiesta lo que fué la gramática entre los indos y los griegos, señala cómo surgió entre éstos de la filosofía circunscribiéndose su examen más á la función que á la forma, que las flexiones grama- ticales se analizaron más con tendencia á la operación del espíritu que pudiera corresponder, que al objeto de saber su origen; que la gramática así considerada era una ciencia auxiliar de la lógica en tanto que los indos con el espíritu analítico que los caracteriza crearon una química del lenguaje, lo descompusieron, analizaron cada elemento, lugar de su empleo y significación que tuvo para que un esfuerzo posterior, reuniendo ambos métodos, el de los indos y el de los griegos, se constibuyese en debida forma la gramá- tica histórica. Y al objeto de dejar bien expuesto todos aquellos puntos que corroboren la tesis capital por él sustentada, analiza cómo se prácticó la gramática comparada en Europa que se ha mantenido siempre más próxima al método de los indos ya que la filología comparada se constituyó observando las leyes del lenguaje; pero sólo consultando el lenguaje, produciendo las obras de Bopp y Schleicher la impresión de hallarse vno ante un cuarto reino de la naturaleza en el cual la materia del lenguaje no está en perenne renovación como algunos suponen sino en constante combinación, ya que las partes muertas de un idioma son reemplazadas por otras sacadas del mismo fondo. Esas alteraciones advertidas, esos cam- bios á que hace referencia son el resultado de una obra no realizada por salto, sino en forma gradual. El aspecto psicológico del len- guaje que ha motivado estudios tan serios como los de Wundt y los de Hermann Paul, entre otros, en Alemania, lleva á Bréal á con- signar su opinión de que no basta la observación exterior de las formas del lenguaje, pues no debe olvidarse al hombre sin el cual las nociones que se adquieran serán inexactas, explicando su inter- vención esas devastaciones que se advierten en las lenguas sin que sean indicio de decadencia porque al alterarse el lenguaje se beneficia en precisión y riqueza ayudando la alteración fónica las operaciones del pensamiento, resultando los cambios favorables á la expresión de las ideas, ganando, como dice Bréal, el pensamiento al despren- derse de la materia para librarse de la significación etimológica. MICHEL BRÉAL 981 En las ¿deas latentes del lenguaje, que es otro interesante artículo de Bréal examina los casos en que el sentido y la forma no resultan en perfecta correspondencia porque se ve en la naturaleza del len- guaje el expresar las ideas de modo incompleto, no pudiendo exte- riorizar la idea más simple si la inteligencia no viniese en auxilio de la palabra. Esta cuestión que gira también en el círculo de la psicología, como la anterior, es una demostración que debemos agre- gar á lo dicho sobre el interés que para Bréal tiene este aspecto del lenguaje. Tal vez de entre los muchos artículos debidos á su plu- ma puede que ninguno resulte tan especial y tan particular como éste; lo sutil de la investigación, lo delicado de cada uno de sus puntos, la manera de presentar la tesis, todo ha contribuído á que leyésemos más de una vez su contenido para admirar más el ta- lento de exposición del autor. Discurriendo acerca de las ideas latentes del lenguaje que á la postre es lo que se denomina elipsis interior mos dice Bréal que es la omisión de una palabra nece- saria para el perfecto sentido de la frase y que el sitio de esta elip- sis está exclusivamente en el cuerpo de la palabra. Al referirse á la derivación manifiesta cómo con un sufijo dado puede obtenerse una palabra de otra que tenga relación con la primera, cómo el su- fijo ¡er que es el latín aris, are, arius, aríum ha dado de pomme pom- mier y aun cuando á primera vista parece que la significación del sufijo ¿er es el de indicar que la palabra derivada produce el objeto expresado por la palabra primitiva; por otro lado tenemos las vo- ces encrier, herbier, colombier en las que dicho sufijo no expresa la producción sino el receptáculo para advertir después al lado de esas dos categorías la palabra prisonnier, en que dicha sílaba ¿er señala no el agente que produce, ni el lugar que contiene, sino el objeto contenido. En casos mo éstos, añade Bréal, el espíritu tiene por fuerza que suplir, adivinar ó saber por tradición, aspectos que no resultan expresados por las palabras. La lengua griega evita los equívocos al emplear el acento en distinta sílaba, de ahí ¿opós, el que lleva, dópos lo que es llevado, el tributo; ¿yóv la lucha y áyov, con- duciendo, elkwv, cediendo y «lkóv la imagen; el cambio del acento es causa suficiente para determinar el cambio en la significación. También corresponde á estas construcciones aquellos casos en que una palabra Ó una raíz se una á un sufijo, el espíritu debe adivinar la relación que marca la yuxtaposición, porque las lenguas con su- fijos se dirigen al buen entendedor, omitiendo lo que se sobren- tiende; otros idiomas, como el alemán, en vez de hacer pasar una 232 JUAN M. DIHIGO idea ante nuestro espíritu hacen pasar dos cuando la noción que de- be expresarse es simple, y los poetas han sacado inmejorable parti- do de la composición para encerrar en una sola palabra dos ideas en contraste. En pro de la tesis que desenvuelve de modo tan singu- lar, ocúpase después de cómo efectúase la elipsis interior en Jos verbos, diciéndonos que la distinción que existe entre el verbo y el nombre, fué en su origen totalmente intelectual, basándose en el hecho anteriormente expuesto. La Revue de Deux Mondes, depositaria de las grandes produecio- nes que en todos los órdenes se han publicado en Francia, conserva también entre sus páginas, como primorosa labor, un artículo que escribiera Bréal titulado El lenguaje y las nacionalidades. En él se cousignan opiniones interesantes en la historia de las apreciaciones que de la ciencia del lenguaje se han hecho, y en ese trabajo, de modo categórico y frente á pareceres del todo opuestos como el de Schleicher, Max Miller, Hovelacque, Vinson, De la Calle, consigna su criterio, coincidiendo con Whitney, de que la lin- gúística no debe comprenderse entre las ciencias naturales porque le falta la materia principal que es el lenguaje; y éste es tan sólo un acto del hombre, careciendo de realidad fuera de la naturaleza humana, suponiendo que la regularidad en modificarse las lenguas ha contribuído á que se las compare como productos de la natura- leza. Desenvolviendo su capital pensamiento añade que al no pro- ceder por saltos sino gradualmente, es por el mero hecho de cum- plirse en debida forma las leyes de nuestro espíritu. En otros artículos del mismo periódico en que analiza con todo cuidado, y bajo el título de La historia de las palabras, el libro interesante del gran lingúísta Darmesteter, también consigna opiniones del to- do definidas que tienden á contrarrestar ideas corrientes al objeto de iniciar la más saludable orientación; y si manifiesta sobre el ]i- bro de Darmesteter que es en extremo agradable, también se esfuer- za por demostrar que la afirmación de que las lenguas nacen, viven y mueren es pura metáfora ya que fuera de nuestro espíritu el len- guaje no tiene ni vida ni realidad. La lectura de la obra de Paul, Principios de lingúística, le ha he- cho pensar que si bien ésta y la otra se completan no es posible, tras la lectura de ambas, formular leyes, según las cuales se transforma el sentido de las palabras; que la razón de esas modificaciones se deben á causas múltiples fuera del resorte del lingúísta, que nadie hubiera pensado que faeton, nombre del dios del sol se hiciera el de MICHEL BRÉAL 283 un carruaje, ni que plataforma entrase en el vocabulario corriente de la política porque para ello es imprescindible la realización de gran- des Ó pequeños sucesos que modifican la sociedad humana. Inter- nándose con toda su competencia en estas cuestiones analiza la acción que las palabras de una lengua ejercen sobre otras, cómo una palabra restringe su significación porque hay otra que extiende la suya, de ahí que se emplease traire en antiguo francés con todos los empleos del trahere latino, diciéndose tratre l'épée, traire l'aiguille, traire les cheveux hasta reducirse á traire le lait porque su rival de origen germánico tirer en el curso de los siglos invadió y ocupó su dominio. También entre los muchos casos apuntados nos señala aquel en virtud del cual una palabra puede sucumbir sin que sus compuestos y derivados caigan, esa lucha que en lenguaje darwiniano se llamó de concurrencia vi- tal, es sorprendente en alto grado cuando los dos concurrentes pro- ceden de un mismo origen. En la imposibilidad, por no hacer más extensa de lo que conviene la síntesis de las opiniones de Bréal, pasamos por alto muchos otros puntos que consigna en su instruc- tivo artículo que no es sólo el mero juicio de la obra de Darmeste- ter, sino magnífica coyuntura para exponer con excepcional com- petencia las opiniones que sustenta en este orden de cosas; y entre esos puntos por el señalados, consignaremos que á su juicio la di- versidad del medio social no determina la causa del crecimiento y renovación del vocabulario, sino la necesidad de representarnos y pintarnos lo que pensamos y sentimos; que así como los caracoles, nos dice, son restos de animales que han vivido ayer ú hace siglos, las lenguas están llenas de despojos de ideas modernas ó antiguas unas vivas, las otras olvidadas; que el acortamiento de una palabra no obedece á sinecdoque, extensión ó restricción del sentido, sino al hecho de que simplificado el signo y habituado uno á esa modifi- cación, bastó expresar la mitad para la exposición total de una idea toda vez que cada cual posee un conjunto de locuciones abreviadas é inteligibles, sólo para los íntimos, como puede fácilmente adver- tirse en el habla de Cuba y entre gente vulgar cou ciertas formas que toman las palabras al simplificarse, pero que su simple expre- sión basta para que se entienda la idea capital que habría de ex- presarse con determinado número de voces. No menos interesantes que los anteriores artículos son los ti- tulados La tradición del latín en Francia haciendo la historia de su desenvolvimiento. ¿Qué lugar debe ocupar la GFramática Com” parada en la enseñanza clásica? en que muestra los recursos que 281 JUAN M. DIHIGO ofrece á los profesores de los liceos esta parte de la' filología é indica los límites que hay que dar á la innovación; La enseñanza de la lengua francesa, Las raíces indo-europeas. Al exponer la notable significación de Bréal en la esfera de los estudios lingúísticos, no podemos silenciar el mérito singular de su magnífica obra Semántica sobre la cual hemos publicado, hace unos cuantos años, un artículo, y cuyo libro al decir de una magistral revista publicada en los Es- tados Unidos su objeto capital se funda en proporcionar elementos para la reflexión y reglas para el idioma propio ya que cada uno es colaborador en la evolución del lenguaje humano y la semántica tanto se apoya en la prática como en la teoría. Este libro de Bréal es una joya científica, es una exposición rica de datos sobre la evo- lución semasiológica del lenguaje y si la teoría resulta bien ex- puesta, no ha sido menos afortunado en la elección de los ejemplos presentados para corroborar aquella. La obra de Bréal tiene para el lingúísta el mérito especial de su amplio campo de acción, toda vez que no concretándose solamente al principio de la analogía que estudia dentro de las leyes intelectuales del lenguaje discurre acerca de cómo se ha fijado el sentido de las palabras y cómo se ha formado la sintaxis dando una idea general del conjunto y de sus partes con la claridad que no brinda Hermann Paul en su exposi- ción y que han tenido que aclarar al verterla al inglés Strong, Longman y Wheeler. No fué materia indiferente para Bréal la debatida cuestión sobre la ortografía francesa y sobre las modificaciones que en la misma debían introducirse. No obstante aparecer á la cabeza del movi- miento iniciado personalidad tan conspícua como el ilustre profe- sor Luis Havet apoyado por dos sociedades, estimó que la cuestión de la ortografía resultaba para él como esos viejos edificios que em- piezan á componer los ingenieros sin saber á punto fijo cuando ha- brán de terminar; que no andan en razón los que achacan al -mo- vimiento una tendencia en pos de la etimología como si ésta, salvada, pudiera realmente resolver el problema cuando es sabido de cuantos han conocido estos asuntos lingúísticos que la orto- grafía mientras menos etimológica aparezca resulta mucho mejor porque corps escrito cors, vingt, vint como se acostumbraba en el siglo XII corresponden á una época en que Francia tenía la orto” grafía más exacta y la más racional. Para analizar este punto dentro del orden más completo estudia primero Bréal la opinión sustentada por los reclamantes moderados, medita inmediatamente , MICHEL BREAL 285 sobre la de los radicales para discurrir después acerca de la de los revolucionarios. Pertenecen al primer grupo aquellos que sin interés especial entienden que hay casos en la ortografía que deben desaparecer, marcando las inconsecuencias en la escritura y las contradicciones. Refiriéndose á la lucha mantenida respecto á las letras etimológicas nos dice que la causa depende de que al lado de palabras que han venido directamente del latín hay otras que los clérigos han sacado de los libros y nos han sido transmitidas con todas las letras que tenían en latín; que la filología ha demos- trado cómo muchas de las letras consideradas etimológicas condu- cían fácilmente al error señalando un origen que no era el verda- dero y que deben rechazarse aquellas cuya presencia obedezca á un error de estado civil; que los reproches hechos á la ortografía han sido fundados y que los que persiguen tales cambios no aspiran á una remoción de fondo sino que se lleven á efecto ciertas altera- ciones que habrían de producir excelentes resultados. Los radi- cales, manifiesta Bréal, quieren reformar tanto el alfabeto como el sistema de escritura y en cuanto á este extremo claramente nos indica la gran necesidad de mejorarlo pues fácil es advertir letras que tienen dos y tres empleos como la silbante fuerte que se expre- sa de cinco maneras distintas santé, nation, race, scene y Bruxelles; la silbante dulce de tres y las articulaciones simples representada por,dos letras ch y qu. Tal estado de cosas no puede á su juicio producir nada claro siendo sensible de consignar que los remedios propuestos originan disentimientos, pues unos proponen la creación de letras nuevas; otros que se haga nueva repartición de los carac- teres existentes y vtros la introducción de la s donde quiera que se oiga la silbante fuerte produciendo todo el caso grave de no propo- nerse un sólo cambio que habituaría fácilmente el ojo y resolvería de lleno la cuestión. Todos estos proyectos, en sentir de Bréal, llegan completamente tarde; lo que hubiera sido sencillo en la época de Voltaire, pues los autores clásicos no estaban esparcidos, no lo ha podido ser después porque al aumentar el número de personas que leen, el esfuerzo tie- ne que resultar mayor, siendo cada diccionario nuevo de un peso superior y que cuando un pueblo ha producido una literatura, cuan- do ha dado obras clásicas, hállase en un todo ligado al pasado im- poniéndose la solidaridad á las generaciones nuevas. Tras estos innovadores pasa á juzgar el pensamiento que caracteriza á los revo- lucionarios, es decir, á aquellos que quieren que se escriba como se 286 JUAN M. DIHIGO oye y que tienen sus partidarios entre los poetas de la Pléyade. Al estudiar los principios de la escuela fonetista señala las grandes di- ficultades que presenta la lengua francesa por lo poco adecuada que resulta para experimentar tales cambios haciéndose imposible la des- aparición de ciertas letras finales que si parecen adormecidas, des- piertan como la t en Saint Frangots, y Saint Hugene, la y en sang y genereuz. La lengua francesa es á su juicio la más discreta de las romanas, porque reduce las palabras á lo necesario y al examinar las distintas dificultades que se presentaban en los cambios ataca duro y cou razón á los fonetistas diciendo que si se les permitiera actuar libremente harían del francés un conglomerado fósil en que sólo los lingúístas podrían descubrir las huellas de una antigua gramática. Antes de entrar de lleno en las modificaciones que podrían in- troducirse discurre sobre la utilidad alegada para tal reforma y se- ñala como causas principales la economía de dinero, la mayor faci- lidad para los extranjeros, el allanar á los niños los comienzos del aprendizaje de la lengua materna y la mayor difusión de la lengua francesa. Respecto de la primera entiende Bréal que una sola obs- curidad en el texto puede costar más caro que muchas letras econo- mizadas; que si es de aprobarse la reforma para el bien de Jos ex- tranjeros debe tenerse mucha prudencia pues ello podría originar el desconcierto en aquellos que saben el francés; que adolece de alguna exageración la causal alegada de allanar dificultades á á los niños en las escuelas, sin que deje de comprender que la orto- grafía debe llenar condiciones diversas: sencillez, claridad, elegan- cia y fidelidad en el uso. Más que hacer la guerra á las palabras, dice Bréal, debe encaminarse el esfuerzo hacia ciertas reglas gra- maticales como la formación del plural cuyas excepciones constitu- yen, en su sentir, profunda pesadilla para los alumnos; el soldar los nombres compuestos para no abusar tanto del guión, el simpli- ficar la ortografía en la construcción del participio, el buscar á ve- ces la supresión de una de las letras dobles. Refiriéndose al infor- me emitido por Greard manifiesta su inconformidad con éste sobre el uso de la letra mayúscula, ya que su empleo no es tal como lo indica sino que frecuentemente depende del tacto y de la aprecia- ción. En cuanto á las palabras de origen extranjero y concreta- mente refiriéndose al inglés, cree Bréal que deben conservar su or- tografía ya que no pudiendo hacerse otra cosa se crearían voces que no pertenecerían á ninguna lengua. De todo esto se deduce la cautela de Bréal al emitir opinión sobre un asunto que parece aun MICHEL BRÉAL [X) (7.9) -] mantenerse con vida y su juicio sereno analizando con frialdad ca- da caso, es el que corresponde á quien la autoridad de su saber le permite abordar cada problema señalando lo que puede realmente hacerse. Como fácil es advertir resulta Bréal partidario de cier- tos cambios, pero sin dejar de combatir la exageración de los refor- madores. Su gran afición por las cuestiones pedagógicas le ha llevado á estudiar el árduo problema de la enseñanza de las lenguas clásicas desde su más inferior grado hasta su más perfecto desenvolvimien- to; de ahí esos tres libros interesantes titulados Las palabras latinas agrupadas según la significación y la etimología, labor también exten- dida aunque con menos amplitud á la lengua griega. El curso ele- mental está redactado para emplearlo una vez que el niño sepa las declinaciones, pudiendo seguir sirviéndose del mismo hasta el se- gundo año de latín. Para realizar su obra hizo la elección de las palabras más usadas reuniéndolas según la analogía del significado. Este método tiende á evitar las dificultades naturales que habrían de producir al niño encontrar palabras del todo desconocidas en sus versiones y por su medio se le facilitan los términos más im- portantes haciendo viable sin esfuerzo el trabajo de traducción y la lectura de los textos. Para dominar una lengua es necesario co- nocer su vocabulario y el estudio de la gramática no podría pro- porcionar beneficio alguno si no se proveyese al niño de cierto co- nocimiento de su léxico, pues de lo contrario equivaldría á reducir la lengua á su osamenta, á su esqueleto, presentar el lado más árido y más abstracto. Indica Bréal cómo ha de hacerse el estudio de las voces leyéndolas y explicándolas en clase antes de que se aprendan de memoria. Este método que tantos beneficios ha de reportar, bien pudiera implantarse en el Instituto y desde los pri- meros años, ya que el latín va adquiriendo más arraigo que el grie- go; y de ese modo al ingresar los alumnos en la carrera de letras, braerían una preparación conveniente que hoy no tienen, harían que se desenvolviese mejor la obra del maestro universitario, per- mitiría ampliar su campo de acción y no estar circunscrito, como hoy, á una enseñanza que debe ser secundaria, y en vez de tratar de las leyes fonéticas, de la morfología y de la sintaxis, estudiaría el profesor los autores clásicos en la forma en que los fuese eligien- do para realizar con ellos un trabajo analítico, de pura crítica en que la investigación gramatical fuese acompañada del aspecto y mérito literarios de la obra, 288 JUAN M. DIHIGO Las razones alegadas por un compañero de Facultad, 4 quien admiramos y respetamos, al defender las reformas en la enseñanza superior no nos han convencido porque si el latín se consideró en la segunda enseñanza como un peso muerto, una carga inátil, ha sido por la clase de profesores encargados de hacer dicha enseñanza, por la mala orientación que tenían, por los peores textos que emplea- ban basados frecuentemente en una mera explotación, atrasados en las doctrinas, inspirados en los moldes antiguos; pero que en vez de todo ello se hubiese enseñado el latín como se enseña el castellano, porque para los cubanos su aprendizaje habría de resultar más fá- cil que el inglés y que el francés y entonces con búsnos guías del todo competentes los resultados satisfactorios no hubieran tardado en palparse. ¿Son acaso bastantes dos afios de latín y de griego para dominar su gramática, para distinguir formas dialectales, para entender los clásicos de ambos países? Creemos que no. Elalum- no universitario tiene que conocer medianamente el asunto por buenos que sean sus profesores, porque el tiempo no permite más y eso que podemos asegurar que mucho se hace. La enseñanza de los idiomas es obra de perseverancia y de paciencia; las len- guas clásicas en este sentido pueden saberse como se llega á sa- ber una lengua viva; díganlo si no los alemanes, los franceses, los italianos, los ingleses y los americanos. Hubiérase establecido en todos lus años del bachillerato el alumno hubiera podido llegar á saborear la belleza de su literatura, no que por la falta de prepara- ción las asignaturas de lenguas constituyen el caballo de batalla del estudiante y salvo honrosas excepciones, para honor de los que las enseñan, muchos no llegan ni á lo que Le Bon dice al combatir estas enseñanzas por boca de Sarrut, que apenas un alumno de los Liceos sobre diez se halla en condiciones de traducir un texto de derecho romano ni á fuerza del diccionario. Continuando el estudio de la obra de Bréal diremos que la agrupación de las palabras aparece según el orden en que se presentan las categorías gramaticales, reuniendo en cada caso cuanto corresponda al mismo sin tratar de que los sustantivos ú los adjetivos pertenezcan á determinada declinación ya que el alumno al iniciarse en estos estudios parte de un conocimiento adquirido, el de la flexión. Las palabras que expresan cuali- dades físicas, ideas morales, condición de estado, se reunen como los verbos y las partículas y tal método enriquece la mente del niño con un buen caudal de palabras que se retienen para siem- MICHEL BRÉAL 289 pre ya por el uso continuado de las mismas ya por la facili- dad con que se aprenden en edad temprana; y con esos elementos disponibles bien pueden darse los primeros pasos en el orden sintáctico, pues no hay posibilidad de construcción, de expre- presión de ideas cuando se carece del signo para representarla, Jo- grándose así, paulatinamente, el familiarizar al niño con un idio- ma tan importante, tan rico como bello, idioma, como hemos dicho, de fácil adquisicién, pues su estructura es similar á la del nuestro, pero que produce quebraderos de cabeza cuando su ense- fianza, como generalmente se hace, está desprovista de método. El segundo libro de estas lecciones de palabras estudia las voces no conforme á su significación sino reunidas bajo una base etimo- lógica. El autor, partiendo de un determinado vocablo va presen- tando las múltiples modificaciones que pueden verificarse en el mismo merced á la mutación de los sufijos, á las transformaciones producidas por las formas compuestas y á las derivaciones que sur- jan. Este sistema, que despierta interés en el que aprende, va proporcionando un caudal de voces que podrá utilizar en su opor- tunidad el alumno. Al exponer Bréal ciertas preposiciones expre- sa los cambios que experimentan algunos de sus signos gráficos así como la razón de ello. Las lecciones de palabras tienen espe- cial importancia en el estudio de las lenguas muertas; el análisis de una forma primitiva, la extensión de su significado, el empleo que se le dió por un pueblo permite llegar á comprender el sentido de la forma deseada y esta labor que parece sin éxito en sus prin- cipios, llena de satisfacción al que estudia cuando sin necesidad del diccionario que interprete despierta interés la comprensión de la lectura de los escritores. Este método que para Bréal es infe- rior al orden alfabético y al de rima de Port-Royal, es más propio para los espíritus formados; su libro permite ejercicios diversos y así como al tratarse un término deben señalarse los congéneres, también debe expresarse que el sentido primitivo se revela en los compuestos. También merece los honores de ser citado el Dicezonario etz- mológico latíno que en compañía de Bailly hubo de publicar, que forma la tercera serie de las Lecezones de palabras y que con orientación distinta escribió uno, posteriormente, el Profe- sor Regnaud. Este libro de Bréal es en extremo iuteresante y atractivo, distinto de cuantos diccionarios hemos examinado; se aparta también del sistema adoptado por Vanicek; y en esta obra 290 JUAN M. DIHIGO compuestos y derivados se agrupan bajo sus correspondientes pri- mitivos y á medida que se analiza el libro se revela más y más el gran tacto en no haber admitido algunas etimologías que aun per- tenecen á la categoría de las dudosas. No podemos decir que sea un sencillo sumario de etimologías ya que su simple lectura nos revela que no se da á conocer únicamente la forma primitiva de la palabra sino la exposición histórica del desenvolvimiento del signi- ficado. Auxiliar en extremo útil para los investigadores en el campo de los estudios latinos, su empleo habrá de proporcionar notable provecho por lo mucho y bueno que contiene. Por las mismas razones alegadas al tratar de la obra precedente en que tanto se destaca como en ésta la personalidad del lingúista es que tratamos aquí y no dejamos para cuando examinemos á Bréal como pedagogo, sus opiniones sobre la enseñanza de las len- guas antíguas que dió á conocer en las famosas conferencias á los estudiantes de letras de la Soborna. En ellas desenvuelve todas sus ideas y consigna de modo magistral por qué se aprende la lengua latina señalando su importancia para el conocimiento de la lengua francesa ya que los fundamentos de ésta hállanse en aquella incu- rriendo en marcado error los que quieren explicar el francés olvi- dando su orígen. Y noes esta la única razón que pudiera alegarse que para la creación de nuevas palabras forzoso es acudir al latín obedeciendo la claridad de la sintáxis francesa á la gran influencia de la lengua de la que ha salido. No es poco, añade, desconocer los estrechos vínculos que unen la literatura francesa con la antigúedad y sial que no conoce á Sófocles ni á Eurípides han de escapárseles ciertas cualidades de Racine; también al que ignore los estudios la- tinos no ha de serle fácil advertir el espíritu que inspira las leyes de la nación. Para dar una idea del desenvolvimiento de los estudios latinos expone su cultivo en la Edad Media que era modo de comuni- cación entre las naciones de Europa, el idioma más adecuado para las cosas elevadas de la vida; de su enseñanza en dicha edad pasa al Renacimiento, manifiesta cómo el estudio de las lenguas anti- guas procura un género de provecho particular que es la formación del espíritu, puesto que trasladar un pensamiento de una lengua á otra es obligar á la inteligencia á darse cuenta del valor de las pa- labras, del encadenamiento de las ideas. La cuarta conferencia está dedicada al estudio de lo que los alemanes llaman la cultura formal del espíritu, es decir no dar á los alumnos nociones hechas sino obligarlos á efectuar un trabajo MICHEL BRÉAL 991 personal poniendo en juego el juicio, la imaginación; porque para que la adquisición de una lengua sea sólida y durable de- be haber, como diee Bréal, actividad al menos igual á la par- te de la memoria; que los giros y las palabras de un idioma se retienen reproduciéndolos, que se debe invitar al alumno á componer frases y que la traducción ha de proporcionarle un gran beneficio toda vez que obligará al estudiante á mirar á través de las palabras para penetrar en la idea. Tras esas manifestacio- nes entra Bréal de lleno en la significación del tema en el aprendi- zaje de las lenguas clásicas y señala con oportunidad, la causa del triste recuerdo del tema que descausa en el hecho de poner á los alumnos, cuando apenas conocen los elementos de la lengua latina, ejercicios superiores á sus fuerzas porque el único modo de apren- der una lengua conforme al buen sentido es aprenderla en sí. Otro punto de no menor importancia es el relativo á la selección del li- bro de lectura; olvidar el estado mental del niño es arriesgar la obra emprendida, de aquí la conveniencia de que el primer libro de traducción trate de materia familiar y las palabras habrán de re- tenerse mejor vsuanto más facilmente despierten en el espíritu el recuerdo de ideas ó de hechos conocidos. Tampoco cree Bréal que debe enseñarse el latín al niño cuando domine la lengua francesa ya que el latín aclara y hace más fácil el francés. Los mismos ma- les apuntados respecto del latín pudieran hacerse extensivos á la enseñanza de la lengua griega, buena culpa han tenido del fracaso en su aprendizaje los textos inadecuadamente formados, superiores por lo común al estado de saber de la clase cuando no se han consti- tuído con escritores modernos que tratan de ideas desconocidas de la antigúedad; de este modo y dentro del mayor orden y más ati- nado método expone el sabio profesor del Colegio de Francia su cri- terio sobre la enseñanza de las lenguas clásicas. Y ¿qué no diremos de ese bellísimo libro que encierra las confe- rencias que dió en ia Sorbona á los estudiantes en letras sobre la enseñanza de las lenguas vivas, que no sea el eco fiel de las gratas impresiones que nos ha proporcionado, impresiones más intensas que las experimentadas al leer el de las lenguas clásicas sin que ello aminore en un ápice su importancia, ya que por tratarse de un asunto de gran actualidad, de interés general para la cultura indi- vidual cual es la más fácil adquisición de un idioma, tiene que des- pertar siempre en el aficionado á estos estudios la más viva curiosi- dad? Bendita hora en que Bréal con sin igual civismo y resistiendo (No) Je] (Ne) JUAN M. DIHIGO á la crítica de los inconformes con sus doctrinas ó adoloridos de que hubiese puesto, sin piedad y cual merecía, el dedo sobre la llaga, no escuchase los consejos de aquel su amigo que movido por el generoso sentimiento de evitarle sinsabores quiso disuadirlo de la publicación de sus conferencias. La enseñanza de los idiomas constituye, en múltiples casos, la más cómpleta farsa, la más des- carada explotación haciendo caer á los incautos en la seducción del aprendizaje de un idioma, en veinte lecciones, como si dijéramos, cuando su enseñanza constituye una labor seria que exige en el que enseña determinadas cualidades. Todo cuanto se consigna en esas páginas merece meditarse bien, es la obra del saber profundo y de la experiencia que ha proporcionado una detenida observación y por eso no es de sorprender, exclama Bréal, que la enseñanza de las lenguas vivas no debe hacerse como la de las muertas; que esa tendencia á preferir como un elemento de aprendizaje la lengua es- crita á la de la conversación demuestra cuán inexpertos son los que ello hacen, porque hombres que han criticado á Milton hanse visto perplejos para solicitar lo más sencillo aún empleando la forma de expresión más simple; que la marcha natural es de la lengua ha- blada á la escrita y que es de resultado positivo el hablar el idioma á los alumnos desde el principio obligándoles también á emplearlos á su vez. Dedica una de sus conferencias al interesante asunto de la pronunciación haciendo verdadero hincapié sobre las ventajas de que el maestro no la abandone y señala los fracasos advertidos por su descuido, pues es una ilusión suponer que una simple estancia en el extranjero bastaría para remediar los defectos de pronuncia- ción adquiridos que habían de acompañar al alumno al través de la clase y de la vida. Perito en las bases fundamentales del lenguaje no pierde ocasión que se le presenta para significar la conveniencia de conocer la fonética fisiológica ya que para corregir la pronuncia- ción es indispensable tener idea de los órganos que intervienen, pues no basta repetir ni pronunciar muy alto las palabras porque estando en gran relación los órganos de la palabra y los del oído cuando no se sabe emitir el sonido se hace difícil el poderlos per- cibir. De todas las conferencias dadas ninguna de tanto interés como la correspondiente á la frase-tipo; ella por sí sola evidencia el saber y las aptitudes de Bréal para la enseñanza, pone de relieve el méri- to del único método ya que error grande fué dar comienzo por la gramática, pues sólo contribuía á que se aprendiesen las reglas y MICHEL BRÉAL 293 en cambio faltasen las palabras; pero las palabras aisladas no bas- tan para la mera enunciación de una idea, es preciso, como defien- den Bréal y Rosenthal empezar por la frase ya que ella es el mejor vehículo para el pensamiento y que con simple variación de la misma pueden formarse otros muchos. Las mayores dificultades, como hemos dicho en otra ocasión, en la enseñanza de un idioma estriban en no hacer aprender al alumno el lenguaje de la vida diaria y sí frecuentemeute el de la literatura, como si antes que sa- ber construir ana frase imprescindible para las necesidades indivi- duales conviniese más el apreciar y comprender las bellezas de las obras de Dickens ó de Góthe, de Thackeray ó de Milton. Esas pri- meras frases que se escojan han de ser muy pensadas, ya que por lo mismo que van á constituir el molde deben ser el más perfecto modelo; y como quiera que en alemán hay dos frases, una en que la preposición se separa del verbo para ponerse al fin y obra en que ella precede al verbo, es necesario que ambas se empleen con consh tancia hasta que se sepan y pronuncien bien. Y así sucesivamente va desenvolviendo Bréal su programa, y cuando agota la materia en cuanto á la frase-tipo, entra á discurrir sobre la lista de palabras, el interés que reviste ya que ella coopera á variar y á enriquecer el vocabulario y entonces emite su opinión en un todo contraria al or- den alfabético por estimarlo muy superficial, pone de relieve los males del etimológico que conviene principalmente para los que saben pero en cambio destaca más las ventajas de la agrupación por materias que resulta más adecuado para la niñez, más conforme á la asociación de las ideas y en consonancia con el criterio susten- tado al exponer su método para enseñar el latín y el griego; y como quiera que una voz es susceptible de múltiples acepciones, lo que en el lenguaje se conoce con el nombre de polisemia, insiste en que se le preste todo el cuidado que exige porque de ello ha de depender el resultado satisfactorio que se obtenga. Inmediatamente discurre sobre la importancia de la gramática así como de la significación que tiene en la enseñanza de los idiomas la lectura, la versión y el tema. Por lo dicho fácil es colegir la bondad de la obra y mientras no haya una verdadera orientación en este sentido hemos de palpar las deficiencias en un estudio de vital interés para todas las nacio- nes, pero muy principalmente para la nuestra, por lo que debiera el Gobierno exigir que los profesores de idiomas la conociesen para que aplicasen sus principios. 294 JUAN M. DIHIGO II Los estudios epigráficos han llamado no poco la atención del ilustre maestro á quien venimos refiriéndonos, ofreciéndole oportu- nidad para demostrar lo variado de su cultura, la intensidad de su saber. Y como prueba indiscutible que puede alegarse en pro de lo dicho tenemos el admirable análisis que hiciera de las tablas eu- gubinas consignando en cada uno de sus exámenes atinadas obser- vaciones, esclarecimientos de puntos dudosos que no supieron Ó no pudieron dilucidar sus antecesores; interpretaciones correctas de muy diversos pasajes así como una brillante exposición en forma metódica de la gramática del umbrio que, á más de significar un gran paso de avance en este orden de investigación, ha servido para corregir deficiencias señaladas en anteriores esfuerzos que io han revelado como notable lingúista, sobresaliente filólogo y experto epigrafista. Y porque tal labor no era posible que la. realizara quien se sintiese desprovisto de una preparación adecuada es que la ciudad de Gubbio llena de júbilo ante el triunfo de la inteligencia que descubría al mundo verdades encerradas en difícil idioma no interpretado hasta entonces de modo satisfactorio, quiso premiar la conquista adjudicando al triunfador satisfecho el título, como ya hemos expuesto, de ciudadano honorario de la misma. Cuántas no fueron las gestiones realizadas para conocer el con- tenido de esas siete tablas conservadas en el palacio municipal de Gubbio lo confirman, en la historia de las mismas, los nombres de Ber- nardino Baldo, Adrien van Srieck, Bonaruoti, Maffei, Passeri, etc.; pero esos esfuerzos hijos de una aspiración natural tuvieron resul- tado positivo ya que el primero que contribuyó á una interpreta- ción metódica fué Lanzi tocando con el dedo, al decir de Bréal, la verdad, mas resintiéndose un lado de la investigación, el de la gra- mática, material de principal interés para Bréal, y en cuyo terreno ha podido demostrar toda su extraordinaria grandeza mental. También Otfrido Múller señaló que la inscripción estaba en umbrio, Lepsius exponiendo el asunto en su tesis doctoral disertó sobre las tablas sin olvidar el magno problema de la interpretación del texto como Lassen al dar á conocer sus ideas sobre el presente caso puso al servicio del mejor desciframiento los nuevos métodos de la mo- derna ciencia lingúística. Con posterioridad aparecen Aufrecht y Kirchhoff interviniendo á su vez sin aceptar la etimología como va- O MICHEL BRÉAL 99 i lioso recurso para el más exacto conocimiento del texto pero apli- cando el mismo método que Burnouf á los libros zendos, aproxi- mando los pasajes semejantes, distinguiendo las varias preposiciones por los verbos, preocupándole mucho más la gramática que el voca- bulario y aunque el esfuerzo se advierte el mérito de la obra des- cansa en el hecho de haber separado las conjeturas y haber omitido cuanto no apareciese como cierto. Tras estos investigadores sur- gió Huschke con su obra de ruidoso fracaso y con sus extrava- gantes etimologias como al aparecer la gramática comparada, que abrió ancho campo á la más segura lucubración, los nombres de Corssen, Ebel, Ascoli, Zeyss, Panzerbieter, Savelsberg demuestran el interés que el asunto hubo de despertar ocupándose con fortuna Sophus Bugge del dialecto umbrio, Falsetti con la publicación del Corpus inseriptionum italicarum antiquioris cevi et glossarium italicum y Bicheler dando en su Conjectanea una traducción y comentario de la tabla V. Al profundizar Bréal el estudio de estas tablas afirma que el idioma es próximo pariente del latín, que las palabras se acortan perdiendo parte de sus sílabas, que se sacrifican las que preceden y siguen á la sílaba acentuada y que la declinación se empobrece. Celoso de que su obra diera un excelente resultado no da un paso de avance que no signifique el completo esclarecimiento de lo exa- minado; estudia las terminaciones para ver lo que puede reconocer- se como igual 6 semejante en la lengua latina; señala en los sustan- tivos los sufijos así como su propio empleo indicando la equivalencia que pudieran presentar con los del latín; trata de la reducción del tema latino por supresión ó asimilación de r seguida de s, mani- fiesta cuál es el signo del acusativo de plural, hace hincapié sobre ruinosas concordancias, discute las traducciones hechas de determi- nadas palabras como analiza las frases é indica la correspondencia que advierte entre el verbo latino y el de la lengua umbria. Sus sólidos conocimientos en el campo de la fonética le llevan á hacer manifestaciones categóricas y las explicaciones que da sobre los puntos distintos permiten apreciar la cultura literaria que posee, su dominio de la sintaxis latina así como aquilatar la diferencia que existe entre su traducción con la hecha por los que también han estudiado las tablas como Kirchhoff. Y es tal la seguridad que demuestra en este estudio que cuando Kirchhoff vacila en la de- terminación de la categoría de una palabra indícala Bréal, acla- ra la duda que nota en exploraciones anteriormente realizadas y 296 JUAN M. DIHIGO alega las razones que posee para señalar la antigúedad de las tablas. En 30 de Enero de 1880 y como prueba de su afición por esta disciplina filológica presentó en una sesión del Instituto una diser- tación sobre el Canto de los hermanos Arvales, conservándose el texto en una inscripción del tiempo del emperador Heliogábalo y que forma parte de las actas de la fraternidad de los doce Arvales. Dícese que el texto fué cantado en una ceremonia en Mayo del año 213; que leyeron el texto de libritos, l:belle, preparados y que de uno de estos libelli se copió el texto en una losa de mármo!. En este estudio señala Bréal la mezcla de formas arcaicas y modernas, lases por la clásica lares; compónese el canto de cinco versos y en el texto llegado hasta nosotros cada verso se repite tres veces y la palabra triumpe puesta al fin del último se repite cinco veces. Consigna Bréal que el cuarto verso, en su origen, no formaba parte del canto, pero que por error de los copistas del año 218 lo repitie- ron tres veces y los Arvales lo cantaron como el final. El canto es una letanía en el que se invoca la prosperidad de la agricultura. He aquí la lectura y traducción del texto que da Bréal: ENOS (cor. ENOM) LASES IVVATE. NEVE LVE RVE (cor. ARVE) MARMAR SINS (Var. SERS, C07. SEIRIS) INCVRRERE. INPLORES (lacuna?). SATVR FVFERE (C0r, SATA TyTERE) MARS. LIMEN SALI (C07. CLEMENS SATIS) STA BERBER. SEMVUNIS ALTERNEI ADVOCAPIT CONCTOS. ENOS MARMOR IVVATO TRIVMPE. En latín clásico es: «Eia! Lares, juvate. Neve luem arvis, Marmar, siveris incurrere. Implores..... Sata tutere, Mars Clemens satis sta, Berber, Semones alterne invocabit cunctos. Eia! Marmar, juvato. Triumphe». Lástima que las dificultades infinitas que se presentan para la realización de una obra de esta índole no permitan hacerla, co- mo se debiera, de un todo completa; mas justo es que digamos que lo hecho débese tan sólo á esfuerzo nuestro ya que al tocar en la puerta de aquellos que hubieran podido ayudarnos prestándonos valioso auxilio para el mayor esplendor de la idea concebida se ha obtenido por única respuesta ó el silencio más absoluto Ó la mani- festación más evidente de una indiferencia glacial. Así y todo no E] MICHEL BRÉAL 29 hemos desmayado en el propósito porque pensamos únicamente en el bien que nuestra finalidad haya de proporcionar, como tampoco supimos desmayar al hacer la biografía del meritísimo cubano doctor José Ignacio Rodríguez á pesar de no haber habido libera- lidad alguna para con nosotros por aquellos de sus amigos que tantos datos importantes conservaban y nos negaron con perjuicio, siempre censurable, de la historia. Con lo dicho basta para com- prender el mérito de Bréal en el campo de los estudios epigráficos, para advertir el poderoso auxilio que le han prestado sus conoci- mientos lingúísticos, aplicados como dice Max Bonnet como el gran medio de conocer mejor el modo de pensar de ciertos escritores cu- yas obras son para nosotros la mejor fuente de una cultura superior. Son, pues, las lenguas de esos escritores las que principalmente in- teresan en cuanto al estado de las mismas en determinados perío- dos así como su especial modo de hablar. Por esto es, continúa diciendo Bonnet, que la gramática individual despierta al filólogo especial interés porque ella es instrumento magnífico para la inteli- gencia de los escritos, para la crítica de los textos, para la deter- minación de la época. NET También en los asnntos de mitología dió á conocer Bréal sus es- tudios sobre la materia con sus magistrales escritos, —Hércules y Caco y el Mito de Edipo— pudiendo decirse que el primero, su tesis doctoral, en unión del Die Herabkunft des feuer de Kuhn y los Oxford”s Essays de Max Múller forman la piedra miliar que señala el brillante inicio de los nuevos estudios de mitología comparada. En esa tesis tiende de modo muy principal á indagar las leyes en virtud de las cuales se ha desenvuelto la fábula de Hércules y Caco, trata de conocer su origen, se propone seguir la historia del mito en los diversos pueblos que lo han recibido exponiendo las modificaciones que ha experimentado según el espíritu de las religiones que lo aceptaron señalando con interés creciente las ventajas del método filológico aplicado á las investigaciones mitológicas para hacer ver que el estudio comparado de las lenguas no provee sólo el medio de hallar el sentido primitivo de las fábulas sino que hasta permite explicar su formación. De ahí el que deseoso de analizar detalla- damente la cuestión, discurra sobre la escuela simbólica, considere 298 JUAN M, DIHIGO pausadamente la mitología latina y en ella nos hable de la leyenda latina con Sancus et Cacus, vea la fábula griega con Hércules y Gerión; trate de la mitología védica comparándola con la griega, estudie el mito indo con Indra y Vritra para ocuparse más tarde de la formación de la fábula y del dogma iránico con Ormuzd y Abhriman y la le de la Biblia, viendo como aparece la fábu- la de Hércules y¿Caco en la Eneida á fin de deducir como conse- cuencia lógica de todo lo analizado que el mito de Hércules y Caco se ha conservado con gran fidelidad en Italia, en Grecia, en la India, en la Persia y en la Germania. Aproxímase más Bréal á Max Múller en muchos conceptos en tanto que reacciona contra las ten- dencias de Kuhn que considera los mitos como una materia de la que disponen libremente los que la han formado. Al método de Bréal se ha llamado método gramatical formándose los mitos según él en virtud del mecanismo mismo del cerebro humano sin que la razón y la conciencia intervengan. La obra de Bréal en esta rama es de importancia suma pues si muestra á los poetas védicos modificando, arreglando, petrificando en todos sentidos la materia aun maleable de su mitología, reconoce el genio de Grecia en la ordenación y elec- ción de sus riquezas míticas, habiendo sabido unir la preci- sión á la fantasía. Bréal ha dicho que hasta hace poco la mito- logía era mirada como mera ciencia de interpretación, que parecía imposible explicar el por qué de que una concepción se hu- biese revestido de vestimenta maravillosa; que ha sido posible sorprender los mitos en el momento de surgir dandose uno cuenta de la forma adoptada; que la interpretación es un sistema engañoso y que es posible y así lo hace el llevar la cuestión de los orígenes de la mitología á la de los orígenes del lenguaje, afirmando, por último, que si se conociese el idivma hablado por el primer grupo de hombres de cada raza nos revelaría la naturaleza de los dioses que adoraban por medio de los nombres que les hubiesen dado. Si hubiera alguna duda respecto á la importancia de la lingúística y á su gran utilidad, con lo dicho habría de quedar aquella desva- necida, porque á la gran preparación que tenía en sánscrito y en zendo, ha debido el éxito alcanzado al señalar entre los primeros la afinidad de la linguúística con la mitología comparada. MICHEL BRÉAL 299 ¡NA ¿Y qué expresaremos de la labor que ha realizado y continúa rea- lizando en el vasto campo de los estudios etimológicos que no sea, cuanto se diga, en alabanza de Bréal? Abramos las páginas del Bo- letín de la Sociedad Lingúística de París y á penas si hallaremos una sesión de la misma en la que no aparezca la intervención de nuestro gran lingúista no sólo terciando en debates promovidos merced á puntos etimológicos presentados por otros compañeros, sino tam- bién dando cuenta á tan alto Cuerpo de sus apreciaciones en el or- den de la etimología como resultado del análisis hecho de ciertos- vocablos. “Y allí en esa reunión de hombres de saber profundo ha aportado con constancia ejemplar su hermoso contingente, ha ex- puesto con sencillez y sin pretensión alguna sus ideas para que sean discutidas, para que del choque con las opuestas que han originado debates de gran utilidad pudiera obtenerse como finalidad un bene- ficio para la causa que ha abrazado con ardor sin igual desde los primeros años de su vida, orientando á vecas con su palabra llena de brillo en los casos de diferencias surgidas y dando siempre bue- na prueba d2 su saber intenso, de la extensión del mismo, permitién- dole explicar de igual modo que las voces alemanas sobre cuya eti- mología se debatiera, la razón de ciertas formas en que prevalece determinada letra en inscripción descubierta en el forum. Discurrir sobre la verdadera etimología del verbo francés aller enumerando los orígenes propuestos criticándolos y decidiéndose por aquellos que aproximan dicho verbo al latino ambulare, como explica, con conocimiento” de causa, el perfecto osco en tl, analiza los deri- vados griegos de la raíz MEN señalando el cambio de v en y, ad- vierte en tristis un derivado de la raíz TRES, temblar y manifiesta que ciertos verbos alemán verstehen inglés understand, griego émirrapas han llegado á expresar la idea de saber y de comprender. El mismo afán notado en el esclarecimiento de los casos anteriores se aprecia en otras obras de igual índole por él realizadas; y así como afirma que la etimología de orparós la forma orharos que se halla en el stlata de Festus le interesa también se conozca el verdadero sentido de ciertas voces—y en este terreno nadie con más autoridad que él para tal esclarecimiento—como se observa con el verbo rokpáv en Homero, como la identidad de doble sentido del griego Suapéperv y del latín interest, diferir é interesar. Y así mediante estudios bien pen 300 JUAN M. DIHIGO sados va cooperando con éxito satisfactorio en este aspecto de la investigación glotológica para evitar torcidas interpretaciones, para que quede aclarado cualquier punto dudoso que pueda existir. Sólo á un propósito tan elevado, realizable únicamente por causa de su gran bagaje lingúístico se debe el que ya no se desconozca cómo amare y amicus deben aproximarse en la explicación de su origen á un antiguo adverbio significando cerca que es en sánscrito ama ni fuera probable, á no ser por ello, el que se hubiesen examinado las etimologías propuestas para parricida, ni se hubieran hecho mani- festaciones tendentes á que la etimología de ¿AfBos recuerde que en español la palabra oblido se ha hecho olvido. Las Memorias de la Sociedad Lingúística de París también contie- nen artículos interesantes debidos á la pluma de Bréal y en ellos como hemos indicado respecto de los anteriores casos sometidos á la docta Corporación, también se encierran puntos de vista de im- portancia grande para el lingitista. El volumen x11r de las Memo- rias contiene las etimologías siguientes: 1 doce etimologías del ver- bo aller 2 Morbus sonticus, causa sontica. 3 IVOXMENTA 4 Téxvn 5 Aútévrns 6 "Avews, "avew» 7 'ABpórn S Alemán die Pritsche 9 Croulebarbe 10 Tádavrov «voluntad » 11 TexcourAgros 12 Aínv, Mav «demasiado» 13 El latín interest. 14 Parricida 15 Módepos 16 Erparós 17 Pútos 18 Juturna, 19 Porta Ratumena, 20 Francés rente, 21 Tót 22 Latín popular, 23 Alemán Mund «tutela» 24 Italiano andare, 25 úcdhov 26 'Apiduós 27 Aéjas 28 Apltmhdos 29 Márnv «vanamente », 30 "Ay 31 Kará 32 'Eyyús. 33 Comminus, eminus. 34 Cum maxime. 35 'Avrixpós 36 Vicissim, 37 Sacer, 38 'Aocronyráfp «que socorre» 39 Etxooiwipira 40 francés remugle 41 La Gironde 42 "Ogeího 43 'Htuxin 44 'Hpiov. El volumen xn contiene las siguientes: 1 "Operos y su familia, 2 "OAfos «riqueza» 3 'Erépodi 4 'Ayeñein 5 Aágupov 6 Pítoms «batalla campal». 7 Mépores 8 Aiófolos Y AlhorpóráAdos 10 Tóvos empleado en el sentido de «todo», 11 Alyúdos 12 Griego moderno Bpáxos 13 ”Avews, "Avovs. 'Eveós, 14 Etrusco VINVM y la lengua ligur, 15 Ilás, ráva, ráv. 16 Aohixórkiov éyxos. 17 Acífo, elfw 18 "Ehcos, «la piedad », 19 Ménndewv 20 'Ogbadpós 21 Plros como pronombre posesivo, "Agvos, ¿Ealpvns. En el xv se analiza la voz spes y se consigna tras manifestaciones eruditas el origen del verbo latino amare, en tanto que en el xvx, consagra especial atención á finitimus y los adjetivos en timus como el verbo latino herio, al adjetivo gratus á Heries Junonis, Incolumas, Respondeo. Armentum. Palpebra. JTocularis. y sus derivados germá- MICHEL BREAL 301 nicos. Francés advenir, aveindre y el alemán seele inglés the soul. Estos son los volúmenes que hemos podido examinar de esta Cor- poración, puede que en otros anteriores también se contengan tra- bajos de esta índole que resulta en alto grado provechosos. Otras revistas como la Revue Bleue han engalanado también sus páginas con los artículos etimológicos de Bréal y justo es confesar que aparte cuanto ellos puedan significar en el campo de la ciencia del lenguaje, despiertan un marcado interés general; buena prueba de ello la tenemos con el nombre griego diábolos que motiva una amplia discusión, como igualmente expone cuanto concierne al sig” nificado de las voces latinas dives y pauperes y con el pretendido epí- teto homérico Sodxóckiov ¿yxos, lanza de amplia sombra. De igual modo discurre sobre la génesis de chante-pleure como trata de la lin- gúnstica real Ó realista Ó nos da á conocer en bien pensado y extenso artículo acerca de la procedencia del término griego tpére convieñe afirmando que en la mayoría de las lenguas en lo tocante á las ideas abstractas de conveniencia es el traje el que ha proporcionado la expresión que ha tomado carta de naturaleza; y así como en bienséance nos dice que necesario se hace volver la vista á la forma latina sedere, el inglés posee el verbo to fit expresando el concepto de adaptar, conve- nir, como se advierte en las expresiones that does not fit you, eso no le conviene; it fits well, conviene eso Ó el verbo suit que también siguifica adaptar y convenir. En cuanto á la forma tpére entiende que puede hallarse entre los antiguos una asociación semejante de ideas ya que la gran familia de palabras como rpérov conveniente; evrpemás, de- cente, bello y peyahorperís magnífico, generoso, se refieren en un último análisis á una idea de traje concluyendo que rpéro llevado á su va- Jor primitivo hubo de significar no sólo ajustar, arreglar, sino vestir: Ocompóros, el que viste al dios. Así podriamos continuar exponiendo sus juicios acerca del significado de las voces sobre las que ha dis- currido, pero la extensión de este trabajo y la necesidad de tocar los últimos puntos nos obliga á dar por terminado el presente. y Ha sido motivo de discusiones no poco acaloradas el debatido punto sobre la existencia de Homero y el relativo al verdadero au- tor de esos grandes poemas que constituyen preciosa joya de la li- teratura griega y que tantos encantos brinda en todos los órdenes 302 JUAN M. DIHIGO para el mundo culto; mientras los antiguos, por lo general, creye- ron como hecho positivo la existencia de esa personalidad cuya cuna se disputaron Esmirna, Rodas, Colofón, Salamina, Quio, Ar- gos y Atenas, considerando tanto á la llíada como á la Odisea co- mo obra de un mismo poeta, tradición que aceptó Aristóteles sin discutirla, que tuvo también como buena Aristarco protestando contra los detractores de Homero, otros como Casaubon inician la era del escepticismo que se aceutúa hacia fines del s glo XVITL en las Conjeturas académicas del Abate d'Aubignac, en tanto que Vico mantiene ser la obra múltiple de numerosas generaciones de poe- tas y Wolf niega la existencia de Homero, así como la antentici- dad de sus poemas, basando sus argumentos en la ignorancia de la escritura, en la imposible transmisión de los mismos mediante la memoria y en la diferencia radical advertida en la comparación de ambos poemas. Sea de ello lo que fuere y téngase Ó no en cuenta la respuesta dada á los argumentos de Wolf fundados, á su vez, en la vitalidad de la memoria entre los pueblos primitivos y en que otros poemas también fueron transmitidos de este modo, en la uni- dad de la Ilíada, en la de la Odisea y en la fácil explicación de la diferencia de los dos poemas, teniendo en cuenta la materia que encierran y los caracteres que son del todo distintos, el caso es que ha vevido pasando sin obstáculo de generación en generación am- bas obras monumentales, produciendo efecto admirable su estilo, su lengua y su versificación, á la vez que se ha venido laborando en pos de una solución de los puntos antes citados. Bréal, conoce- dor de los poemas como pocos ó como el que más, diestro en el ma- nejo de la lengua, dominador de los giros lingúísticos y literarios, apreciador del sentido de las voces ha querido solucionar el magno conflicto siempre latente y nunca resuelto acerca del origen de la Tlíada y acerca de la edad verdadera de la misma que no estima tan antigua, teniendo en cuenta la regularidad de la forma, la madurez relativa del pensamiento, así como el aspecto de elevada civiliza- ción esparcida en las grandes escenas de la Ilíada, que lograron in- quietarlo no poco. Consigna en sus páginas el resultado de sus observaciones, y para llevar á efecto pensamiento tan hermoso hubo de escribir como consecuencia de continuados años de minucioso estudio, una serie de artículos titulados Un problema de historia literaria. ¿Qué es la Ilíada? El tiempo y el lugar. La lengua de Homero. La composición de la Ilía- da y Los poemas homéricos y la crítica moderna para la primera parte MICHEL BRÉAL 303 y un Lexílogo para la segunda de ese volumen que ha titulado Para conocer mejor á Homero. * Claro es que su criterio desde el primer momento resulta del todo definido, ya que para él la líada es una obra colectiva poco más Ó menos en el mismo grado y en el mismo sentido que las catedrales de la Edad Media, siendo los poe- mas homéricos como derivados de la obra de una especie de acade- mia Ó asociación de sacerdotes que conservaron, ordenaron y com- pusieron el patrimonio épico. Este modo de pensar nos lleva de la mano á las teorías de Wolf y de Lachmann, proponiendo este último el dividir la Ilíada en dieciseis cantos, pretextando haber reconocido dieciseis fragmentos de la composición primitiva; mas no hemos de olvidar que un gran literato francés de afición intensa por los estudios clásicos, considerado también como autoridad res- petable en la materia debatida, el ilustre profesor de la Sorbona, señor Mauricio Croiset, en bien pensado artículo que titula la Cuestión homérica en el siglo XX, da á conocer su criterio sobre el caso que presenta Bréal como resuelto para él y que origina una revolución formidable ante las doctrinas opuestas. En ese artícu- lo nos dice cómo Bréal siguiendo 4 Otfrido Múller afirma que la Tíada no puede ser un poema primitivo, pues que hay una tradición de poesía anterior presentando pruebas sacadas de la lengua, de las costumbres, del estilo, del gusto literario y que si parece como que la conclusión que deba sacarse es la de que la cultura griega es más antigua, resulta que Bréal en vez de envejecer dicha cultu - ra rejuvenece la Ilíada colocándola en los primeros años del siglo VII, poniendo á Homero y á sus obras en los tiempos de Tales y de Solón, es decir, formada la llíada y la Odisea después de los yambos de Arquíloco, después de los nomos de Terpandro, de las elegías de Calino y de Tirteo, de las odas de Alceo y de Safo. Después ocúpase de si se ha aceptado el método que enlaza la his- toria de la poesía homérica á la de la más vieja poesía griega y de la civilización jonia, y dice que toda la literatura del siglo VII aunque fragmentaria, está llena de Homero; indica que Terpandro pasaba por haber puesto en música trozos de Homero, Arquíloco insertaba en sus composiciones reminiscencias Ó imitaciones de la Hlíada y de la Odisea, Calino nombraba á Homero; Aleman ponía en escena el encuentro de Ulises y de Nausicaa, Alceo imitó un verso del cauto XX de la Ilíada, lo que explica que la Odisea vaya 1 Véaseel juicio publicado por A. Meillet en el Bulletin de la Soeiété de linguistique de París. No. 55. Novembre 1907; La Revue Bleue, 1907 y la Rivista di Filologia e d' Istruzione classica, 1908, 304 JUAN M. DIHIGO más allá del año 700, y la llíada sea más antigua, teniendo el pe- ríodo homérico, es decir el tiempo en que fueron constituídas suce- sivamente la Ilíada y la Odisea, por límite inferior el año 750 ex- tendiéndose en el pasado poco más Ó menos hasta el año 900 si no más, lo que se confirma en la Ilíada, habida cuenta de la idea que da del ejército griego y troyano, resultando de un conjunto de lo- chas positivas la fecha lejana de la HMíada y de la Odisea. Continuando Croiset la exposición de su criterio, manifiesta que Bréal entiende que la Tllíada se hizo en forma simple para presentarla en los juegos Ó concursos públicos, y que sucesiva- mente ha sido aumentada; que los aumentos han salido del mis- mo centro que vió nacer el tema primitivo pareciendo admitir en su origen un gran poeta y de seguida un grupo de hombres, una corporación con el mismo espíritu y tradiciones trabajando por un mismo objeto. Croiset consigna que no advierte la diferencia entre la concepción de un tema primitivo y la Mlíada primitiva, que si Bréal admite la existencia de un poema primero desarrollado por aumentos sucesivos surge la dificultad de determinar la exten- sión de un poema de tal índoie, siendo para ello necesario el distin- guir en que consiste dentro de lo justo la unidad actual del poema, sin que nada, añade Croiseb, apoye ni en la MHíada ni en la Odisea la hipótesis de que los poemas primitivos Ó su agrandamiento ha- yan sido compuestos por amplias recitaciones y en grandes solem- nidades por una corporación de aedas ya que 0 existen los aedas épicos en la Míada. Y no era posible, debemos añadir, que los que por su posición social están en el deber de conocer las opiniones en pro y en contra que se hayan presentado en tan debatida cuestión, pudieran callar ante las afirmaciones consignadas en las páginas de ese libro tan interesante; de ahí el que levantase su voz literato tan culto como distinguido, sosteniendo la tesis opuesta, consig- nando con claridad la razón de la discrepancia y robusteciendo por ende la doctrina que sobre el presente caso fueron sustentadas por Fenelon y por Boileau, y el que de este lado del Continente se ha- yan defendido también opiniones contrarias á las de Bréal. El American Journal of Philology, por boca del insigne helenista Basilio Gildersleeve, apasionado de Homero al extremo de haber llevado un ejemplar de bolsillo que perdiera en la campaña de la guerra civil en el año de 1864, dió á conocer su criterio respecto á la cuestión plan- teada por el profesor del Colegio de Francia, declarando firmemen- te como hubo de hacerlo al ocuparse del Homero de Terret que caía MICHEL BBÉAL 305 del lado de los unitarios. Y posteriormente nuestro siempre admi- rado señor Manuel Sanguily, en un artículo que publicara en uno de los números de El Figaro de Febrero de 1908 con motivo,del tra- bajo de nuestro compañero el Dr. Ramón Meza, sobre Homero, después de afirmar y con toda razón que si se pueden leer los poe- mas en traducciones no podrá comprenderlos y menos juzgarlos el que no esté dotado de espíritu crítico, no se haya dedicado al es- tudio de su lengua y no esté preparado con el conocimiento de otras disciplinas que le permitan interpretar bien la obra, manifiesta que si el libro de Bréal implica una revolución en la cronología y la crítica literaria y parecía estar en posesión de la clave de todas esas cosas enmarañadas, el artículo de Croiset lo ha enfriado y desenga- ñado. En nuestra humilde opinión la duda no ha sido aún des- pejada. VI Y como si no fueran suficientes las anteriores manifestaciones que ponen bien de relieve la cultura intensa de Bréal, el dominio extraordinario de la ciencia que ha abrazado con amor presénta- senos también como conocedor profundo de la pedagogía, * como poseedor de los métodos que en la enseñanza deben ser aplicados y en este terreno se rianifiesta á su vezgrande como lo es en la rama á que se ha hecho referencia; y es que Bréal entiende, como así le pasa á los que aman entrañablemente la patria y quieren para ella días de gloria y de paz, que la base de su felicidad estriba en formar la conciencia del pueblo al calor de los más sanos consejos y nutrir la mente con ideas elevadas y dignas que sepan siempre mantener en constante equilibrio la nación alejándola de cuanto pueda pro- porcionarle el más estrepitoso fracaso; por ello es que poniendo de relieve los defectos de la misma, levantando su voz de patriota y de hombre bueno á raiz de espantoso suceso que conmoviera profunda- mente su país y que atribuye, en gran parte, á la falta de prepara- ción mental de sus hijos, 4 las múltiples ilusiones de que fueron víctimas, receloso del temible vecino que la atisba sin cesar, in- conforme con que se arrancase un pedazo del territorio que produjo 1 En 1579 fué Inspector General de Instrucción Pública para la enseñanza superior; cola- boró en la renovación de la misma y conseryó sus funciones hasta 1368 en que fué suprimida la plaza en el presupuesto. Desde 1894 ha formado parte del Consejo Superior de Instrucción Pública. 306 JUAN M. DIHIGO una herida más pronunciada que cualquiera otra que pueda el cuerpo recibir, como que lastimó en lo más íntimo ei honor de su nación, es que predica sin cesar la necesidad de prestar merecida atención á la enseñanza si se quiere encauzar por buen derrotero á la Francia y se la quiere tener preparada para cualquiera eventua- lidad que pudiera surgir. Y en ese sentido no se cansa de abogar por la difusión de las luces que debe igualarse con la difusión de los derechos políticos, porque no se concrete la enseñanza al mero saber leer y escribir para utilizarlo cuando así fuese necesario, ya que la escuela tiene á su vez una misión superior que es el des- arrollar la reflexión para que sea norma y guía de las acciones hu- manas. El estudio detenido de la escuela le ha brindado oportunidad para presentar observaciones del todo atinadas ya que ese hogar santo en el cual se habráu de albergar los niños de diversas familias, de muy variadas exigencias en el orden de la enseñanza que deban recibir, no debe mantener un curso de estudios extenso y consti- tuído por cuantas materias sea necesario aprender sino que debe ceñirse dentro de la realidad á lo que sea más conveniente, á lo que en el corto tiempo que asistan á la escuela pueda brindar más utilidad, lo que les resulte más práctico; que así como cada locali- dad tiene sus exigencias en el régimen de la vida, así también las tiene en cuanto á la enseñanza para que sus hijos de pobre condi- ción puedan prepararse debidamente para la lucha por la vida. Eso que apunta Bréal como resultado de su experiencia es lo que con muy buen juicio tiende á implantarse aquí ya que nuestro Curso de Estudios para las escuelas rurales y para aquellas que sin serlo no cuenten con los elementos que aporta una gran ciudad, es exce- sivamente lujoso y el lujo aparece ahogando necesidades constan- temente sentidas. Mucho se ha progresado dentro y fuera de Francia en lo relativo á métodos desde que Bréal hizo sus pri- meras indicaciones; por fortuna la orientación se ha mejorado con gran beneficio, pero aún en nuestros mismos días, á pesar de las grandes utilidades que presta la escuela pública adviértense todavía métodos inadecuados. rutinarios y antipedagógicos mantenidos en escuelas de carácter privado y en colegios que presumen de una excelente dirección. De ahí el que siempre resulten oportunas las manifestaciones que consigna sobre la enseñanza de la lengua materna tan extraviada en su dirección como en los medios em- pleados para su aprendizaje. Suponer que los Manuales de Gra- MICHEL BRÉAL 307 mática que se ponen en manos de los niños con un cúmulo de de- finiciones cuando la mente del escolar no se ha desenvuelto lo bas- tante para comprender bien lo que se le quiere enseñar pueden pro- ducir un resultado positivo es desconocer la realidad de los hechos; vale tanto, dice Bréal, como si se pensase que un poeta podría for- marse explicándole lo que es un verso, un hemistiquio, enseñándole las reglas de la rima y de la cesura. No hay más método para la enseñanza de la lengua materna que el natural ya que el idioma se aprende en el medio en que uno se desenvuelve, merced al interés de los que nos rodean, como indica Whitney, sin que las reglas gra- maticales tengan intervención directa en los primeros momentos; pensar que éstas llevan al dominio de la lengua es desconocer lo que la experiencia constantemente viene demostrando, porque de ellas no habrá de derivarse más que la teoría del lenguaje y no el lenguaje mismo que es lo que se aspira á poseer, como expresa Bréal; y las palabras disociadas, aisladas, nunca pueden constituirlo, pues éste comienza con la frase, como afirma Sayce, y no con la palabra que es base para la clasificación de los idiomas. —Discurriendo así, manifiesta más adelante Bréal los infinitos errores á que puede ex- ponerse la enseñanza de la lengua francesa si la mala orientación de los maestros descansa en el conocimiento de determinado nú- mero de reglas; el método en el aprendizaje de una lengua viva es muy otro que el adoptado para conocer una lengaa muerta, aquélla puede adquirirse por el sistema indicado, ésta tiene su pauta espe- cial ya que su propia condición exige procedimiento del todo dis- tinto. Ya dijo sabiamente Herder que la gramática debía apren- derse por la lengua y no ésta por medio de aquélla; la razón de ello es Obvia: fuera de los escollos que tales reglas proporcionan, adqui- rido el idioma de acuerdo con el método señalado, inconsciente- mente llega el niño á la posesión de aquello que advertirá en reglas que con posterioridad habrá de aprender y como el espi- ritu reflexivo se desarrolla al través de los distintos grados de la escuela publica y como no es en los primeros donde se consignan los principios de gramática, de ahí el que en su oportunidad, de manera rápida y fácil se ponga en posesión del contenido de ellas. Para enseñar un idioma como dice Bréal es preciso hacer hablar y hablar; para ello bueno es que se elija en cuanto á la lectura algo que sea interesante al niño á fin de que sienta inclinación á repetir lo leído y pueda el maestro, al practicar el niño el idioma que aprende, advertir los defectos, corregirlos de inmediato para que la 308 JUAN M. DIHIGO frase perfecta sea la que quede grabada, sea la última impresión que reciba, aprendiendo así cualquier niño, en el sentir de Bréal, más francés que con la gramática en la mano. Para la enseñanza de las reglas de gramática hace muy pruden- tes indicaciones; aboga por la lectura como un medio muy eficaz para su más rápido conocimiento, y en verdad que le asiste en ab- soluto la razón ya que la enseñanza abstracta de la gramática habrá de ser tortura para el que aprende en tanto que la lectura de un texto permite fácilmente llamar la atención en el estudio de los tiempos respecto al mejor empleo de los mismos así como el sentido de ellos; pues no es lo mismo enseñar la significación del perfecto simple para distinguirlo del compuesto cuando se recita la corres- pondiente regla que cuando frente á frente al uso del mismo, ad- vertido el sentido de la frase rápidamente puede comprenderse lo que significa y la necesidad de utilizarse ahí. Critica también Bréal el mal gusto advertido en las escuelas en la enseñanza de la ortografía, mal gusto que llega á veces á rayar en un perfecto mar- tirio de la inteligencia del niño con distinciones ortográficas que no está en condiciones de apreciar en esa edad, explicaciones más pro- pias de una institución superior, ya que la causa del empleo de de- terminados elementos gráficos, las modificaciones que los mismos puedan experimentar no están al alcance de esas mentes que co- mienzan á desenvolverse. Digno del mejor recuerdo, como muestra de atraso, es lo que se hacía en las escuelas privadas de nuestra patria en la época del coloniaje en que era obligatorio, so pena de someterse á dura penitencia, la recitación del Epítome de la Gra- mática de la Academia Española ad pedem littere. Por fortuna también aquí como en Francia han variado notablemente las cosas para su perfeccionamiento; esos mismos males que apunta Bréal pa- ra poner de relieve los grandes perjuicios que han causado, se han sentido aquí por muchos años; la enseñanza en la escuela pública, en esta materia, era un fracaso, pero mayor lo fué dentro de los propios Institutos de Segunda Enseñanza, por lo que justo es que bendigamos la hora en que sonó el clarín revolucionario para dete- ner tal estado caótico iniciándose una nueva era cuando el triunfo de los principios nos devolvió la paz anhelada con un sistema de enseñanza que dice mucho y bueno de los que lo implantaron. Es en extremo interesante el capítulo en que hace reflexiones, Bréal, sobre el gusto por la lectura; como antes decíamos manifiés- tase en extremo cívico expresándose no á tontas y á locas sino opor- MICHEL BRÉAL 309 tunamente, señalando los errores por dolorosos que resulten lo que al agigantar su figura moral preséntala magestuosa y digna cuando refiriéndose á su nación con motivo de la desastrosa guerra que mantuviera con Alemania, nos dice que mientras los prisioneros franceses se consagraban á jugar las damas y menospreciaban las obras de historia, de relatos de viajes, que constantemen- te se les ofrecían, el obrero alemán buscaba los libros como e] mejor medio de entretenimiento y la mejor manera de poblar la mente de ideas elevadas y útiles. Por fortuna para todos tal estado de cosas pasó para no volver más; la lección dura y sin piedad ha avivado el sentimiento dormido y el gpsto por la lectura, delica- do deleite del espíritu, se ha arraigadó' poderosamente en la indi- vidualidad francesa. Que existen aun grandes escollos, que los pobres sedientos de saber aun encuentran obstáculos que franquear para la consecución de esa finalidad, pruébalo el estudio minucioso que se ha hecho de la literatura que por lo general se mantenía en esfera superior, mo bajando al pueblo como debiera, vistiéndose el pensamiento de una forma no al alcance de aquellos cuya ilustra- tración no ha podido ser muy refinada y exigiendo la forma en que se envolviera la idea de explicaciones que permitiesen penetrar bien en la mente del autor ó de comentarios para que resulte aquella me- jor interpretada, pasando los espíritus más elevados como si positi- vamente no existiesen para el pueblo; y como se hace preciso acudir á un remedio que mejore la situación debe volverse la vista á la escuela pública, á la enseñanza primaria para que desde esas aulas y en sus diversos grados se despierte el gusto por la lectura para lo cual es necesario que el Instructor lea en las clases, elija con antici- pación los textos á fin de que su contenido despierte el interés en el niño ya que la lectura es gran fnente de placer en la primera edad; para ello señala Bréal la conveniencia de las bibliotecas en co- mún, la lectura también en común ó que las escuelas posean deter- minado número de obras que puedan los escolares llevar á sus casas mediante un turno que habrá de establecerse obligándose los niños al devolverlas á dar una prueba de que las han leído, de haber gus- tado de su contenido, refiriendo los cuentos ó las historietas que en las mismas se contengan. Más como no es prudente poner en ma- nos de los alumnos toda clase de obras de ahí el requisito de la pre- via selección y lo conveniente, como indica Bréal, que esas biblio- tecas escolares se formen en su mayor parte bien con obras de educación y de moral, como con las de geografía, relaciones de via- 310 JUAN M. DIHIGO jes, descripciones de países lejanos, de historia patria para que se conozcan sus triunfos como sus faltas, ya que todo ello habrá de despertar inmediato interés, nutrirá la mente de conocimientos provechosos y desarrollará más y más el poder de observación en el niño, poder de observación que como ha dicho el gran lingúista americano Whitney viene formándose en él antes de hablar, apren- diendo primero á observar y á distinguir los objetos. Más adelante dentro del programa que se trazara al publicar su obra Algunas palabras sobre la instrucción pública en Francia ex- tiéndese en consideraciones sobre la enseñanza de la geografía, para confesar honradamente la ignorancia que hubo en su país en esta materia, bastando la simple concurrencia á una lección de esta ciencia en una escuela primaria de una aldea para advertir desde el primer momento la falta de engranaje entre lo precedente y lo siguiente; pues en una semana se enseñaba la Bélgica, la Suiza, el Austria olvidándose los ríos y las montañas que, antipedagógica- mente, se enseñaron en determinado capítulo en que se reunieron todos los ríos y todas las montañas de Europa, lista de nombres fuera de su oportuno lugar y que nada dicen al espíritu cuando se aprenden aisladamente. La enormidad del método empleado, tan erróneo, no pudo perdurar y bien sea por los saludables consejos de Bréal Ó por lo monstruoso del caso es'un hecho que todo ha variado en sentido saludable, pues oportunidad hemos tenido al examinar la forma de enseñanza de esta materia en una escuela pública de Mauléon, Soule, de apreciar el buen método empleado por la profesora. Y discurriendo Bréal sobre tamaño error con- signa en su libro, como para hacer bueno el dicho de que no hay libro malo cuando resulta bien empleado, que aún con esos textos podrían darse buenas lecciones si los instructores hubiesen apren- dido la geografía con otro método y no se hiciese permanecer al hombre ausente en los libros de geografía, ya que es él el verdadero y principal objeto de este estudio. La geografía, como dice Bréal, debe enseñar los cambios que experimenta el hombre merced á la situación, clima, naturaleza del país que habita, como mostrarle las modificaciones que él mismo ha impreso al suelo. Que en vez de enseñar al principio que la tierra es redonda y se divide en cinco partes lo lógico es comenzar por el sitio en que el niño habita, la geografía de la casa, como se enseña en las escuelas americanas; lo que está más próximo y más puede interesarle para la mejor orientación que lo que está más MÍCHEL BRÉAL 31 > — apartado, la costa de su Departamento, á fin de que conocida bien la configuración física pueda estudiarse cuanto sea obra del hombre tal como canales, aldeas, ferrocarriles, caminos; mostrarle más adelante la carta de la comuna para que la tracen y se den mayor cuenta de la misma, conociendo á su vez tanto los recursos agrícolas y comerciales de la localidad; es decir, cuanto como resultado de un conocimiento pueda proporcionarle una utilidad y como no todas las escuelas han de estar enclavadas en localidades similares, sino que en cada una habrá algo peculiar, deberá muy especialmente co- nocerlo para que pueda derivar todo el beneficio posible. Pero la geografía brinda, además, obras utilidades al que la estudia, pues las relaciones que mantienen unas naciones con otras exige que el ciudadano sepa la situación, extensión y potencia de los grandes países como Inglaterra, Alemania, etc. Al analizar la forma cómo se desenvuelve en la escuela las lec- ciones de cosas, laméntase Bréal del mal que se padece en la escue- la primaria, del verbalismo, muchas palabras y muy pocas ideas. También se advierte en ésto un gran cambio desde que escribiera éstas sus opiniones; nosotros no hemos pasado, en cuanto á lec- ciones de cosas, por ese censurado verbalismo ya que en la época de la colonia nunca se implantó en nuestro país semejante estudio. La primera Intervención americana, que tan radicalmente cambió nuestro plan de enseñanza, estableció entre las materias de los cursos de estudios las lecciones de cosas, de gran provecho para nuestros niños por su condición de observador, excitando las impresiones del mundo externo su actividad mental, inclinándole á analizar cuanto ve. Para que la enseñanza se haga cual corresponde, indica que las escuelas deberán estar provistas de cuadros que representen plantas, animales, máquinas; que es conveniente que los maestros tracen por sí mismos los objetos de que hablen en la clase para que los niños vean construir la imagen, y señala otros métodos que pueden emplearse en esta enseñanza, como son la composición es- crita, la descripción de la casa paterna, de una tempestad, etc. Con todó el respeto que se merece personalidad tan distinguida, consig- namos el hecho de haber advertido la ausencia de toda indicación respecto 4 la forma cómo deben ser esas lecciones de cosas, puesto que al discarrir sobre ellas, al indicar las bases de las mismas, na- bural parece se muestre la pauta que deba seguir el maestro ya que esas impresiones se refieren á una época en que la enseñanza se revela del todo deficiente. Si ha de derivarse algún bien de las 312 JUAN M. DIHIGO lecciones de cosas, ellas deberán ser graduadas y distribuídas sis- temáticamente para que cada cosa corresponda al momento oportu- no; la lección habrá de tener un fin determinado; no podrán en los primeros momentos versar sino sobre asuntos conocidos del niño, pues de lo contrario habrían de resultar contraproducentes, deben ser sencillas en su forma de exposición, de modo que el lengnaje se halle al alcance del niño y no debe tener un carácter aislado cada lección sino perfectamente enlazada con otras lecciones semejantes, pues ello contribuirá no sólo á la adquisición de un nuevo conoci- miento sino á afianzar más aquel que se hubiese recibido con ante- rioridad. Para terminar Bréal esta primera parte de la obra que ana- lizamos, consigna sus ideas sobre la educación de la razón, expone los beneficios que de la misma podrían obtenerse, porque cada vez que la enseñanza pública se a constituído sólidamente ha marcado, con caracteres propios, las nuevas generaciones. Y así como discurre sobre la escuela, considerándola como un gran factor social, expresa categóricamente que ella es la que modifica el carácter de una nación, la que contribuye de modo efectivo á preparar el ciudadano de mañana, pues á la falta de formación del carácter, de tener nutrida la mente de sanas ideas, se ha debido el que la Europa entera advirtiese durante la guerra franco-prusiana lo poco firme que se mostraba la razón del pueblo francés. La du- ra lección recibida ha preducido, como se ha dicho, la saludable reacción que desde entonces se observa, reacción benéfica que con- tribuyendo al mayor esplendor de esa simpática nación, la ha co- locado en condiciones de mantener la dignidad de su hermosa en- seña. De la escuela pasa Bréal á estudiar con todo detenimiento, con cuidado exquisito, los Liceos en su propio funcionamiento; y justo es decir cómo se advierten á cada paso las atinadas observaciones que siembra en el camino de su paciente investigación. Bien hemos recordado la organización de nuestros Institutos en la época de la colonia y la que actualmente tienen; mucho se ha hecho en- tre nosotros por mejorar; á veces se habrá pensado que todo lo hecho merece el aplauso, pero la reflexión serena ha demostrado que la perfección está bien lejos pues se echan de menos enseñanzas que debieran existir y que enlazadas con la rama superior habrían de proporcionar más tarde sazonado fruto; como también se comprueba que la finalidad de esas Instituciones no ha sido debidamente com- MICHEL BRÉAL 313 prendida por muchos de sus maestros llevando al fracaso el buen propósito del legislador. Pero así como Bréal considera que el fun- cionamiento de los Liceos forma un todo acabado en Francia á di- ferencia de lo que ocurre en Inglaterra y en Alemania donde no se tiene por hombre letrado sino al que ha pasado por las Universi- dades cuyos colegios son la preparación; el niño que entra en el Li- ceo, éste lo devuelve á 1. sociedad con los estudios terminados. Ese y no otro fué también el pensamiento de nuestro ilustre compañero el Dr. Enrique J. Varona, cuando durante la primera Intervención Americana redactó por indicación del Gobernador Militar el Decre- to 267 en que se contiene la organización de la segunda enseñanza. Quiso nuestro Secretario de Instrucción Pública que los conoci- mientos dados en los Institutos preparasen debidamente para la vida á quienes no peusasen concurrir á las aulas universitarias; poner al alcance de los unos y de los otros, de los que siguiesen carreras y de los que no la emprendiesen la debida preparación, con- signando entre las máterias de estudios las disciplinas más impor- tantes; pero, rudamente hay que decirlo, no lo han secundado por lo general; se ha extraviado el campo de acción propio de la segun- da enseñanza, ha surgido el mal entendido pugilato Instituto- Universidad, nunca al revés, y se ha venido dando tal amplitud á los estudios de los Institutos olvidándose por completo el estado mental de los educandos. El resultado de ello hay que preguntarlo á la Universidad; en cambio ésta ha reducido su campo de acción en muchas asignaturas pues estima que es preferible la explicación sencilla, hacer que se sepa lo fundamental de una materia al lujo de erudición, á la oratoria florida que se lleva á escape los concep- tos sin que deriven los alumnos ventaja alguna de la enseñanza que se les dé. Manifiesta Bréal, y con razón, que las Facultades son para los que aspiren al profesorado; bien están en las Universidades las letras y las ciencias como campo de preparación para estos Es- tablecimientos Ó para los Liceos ó Institutos; pero la filosofía no debe estudiarse tan solo en las Facultades; bien colocada se balla en los Liceos pues no hay seguridad de que todo el que termine en ellos haya de continuar en la Facultad para estudiarla, razón por la cual aboga Bréal porque las enseñanzas sean más profundas sin invadir el campo ajeno y siempre dentro del método más riguroso. Al examinar la función de la clase y la del estudio en los Liceos señala cómo se ha invertido el papel, porque el alumno lo hace todo en el estudio viéndose al profesor frente 4 un trabajo hecho. La 314 JUAN M. DIHIGO labor de la clase resulta totalmente anulada con este sistema, los beneficios que pudieran derivarse de la acción directa del maestro no se recogen porque viene á ser á la postre la repetición de lo he- cho en el estudio. La crítica de tal sistema es absolutamente jus- tificada, pues una de las dos cosas huelgan. Achaca Bréal á la falta de tradición pedagógica la causa de tamaño mal; y es cierto, porque si la hubiera habido no hubiera faltado la más completa orientación, se hubiese concedido á cada cosa lo que le correspon- día, se hubiese ordenado que los deberes no se efectuasen lejos del profesor y desprovistos de su buena influencia y hasta puede que se le consagrasen mayor número de horas como se acostumbra en Ale- mania. La comunicación del maestro con el alumno es absoluta- mente necesaria en los múltiples grados de la enseñanza, y en los Liceos donde la superioridad de los estudios requiere un guía ex- perto que facilite la labor propia de los mismos no debe echarse de menos. Esta falta tan bien señalada por Bréal estorbando el nabu- ral cambio de ideas que deben haber entre maestros y alumnos y la costumbre de hacer en común el trabajo en la clase, provoca, como ha provocado, los manifiestos inconvenientes á que nos venimos contrayendo. Bien hace Bréal en decir—y su palabra no ha sido vox clamantis in deserto—que la función de la clase y del estudio ha sido invertida porque ella, como ha podido comprobarse, es alta- mente perjudicial, ya que el alumuo en el silencio del estudio no tendrá quien le provea de las expresiones necesarias y aun armado del mejor de los diccionarios y haciendo la elección del vocablo ne- cesario más apropiado hay la pérdida de un tiempo precioso que motiva la expresión de Cicerón ó de Tito Livio sin llegar á saber sino más tarde y no en el momento en que la advertencia fuera más oportuna, el concepto más exacto del caso al corregirse los deberes, perdiéndose totalmente el saludable efecto que habría de ocasionar el hallazgo alcanzado por un niño ante su maestro y con su más completa aprobación. Para que las cosas resulten como deben, necesario se hace la debida orientación en la forma de hacer los de- beres más que en la corrección de los mismos; correspóndele al maestro dictar la materia cuando la clase ha alcanzado la conve- niente preparación y los alumnos, sin gramática, ni diccionarios que pudieran servir de guía, deberán dar cuantas explicaciones sean oportunas; llevarán los alumnos á la resolución de una dificultad, se detendrán en el momento preciso para permitir que sean ellos los MICHEL BRÉAL 315 que alcancen el triunfo de la resolución haciendo que brote de labios de los alumnos la buena respuesta. Refiriéndose á la historia agrega que se enseña bien en los Li- ceos pero que deja pocas huellas en los alumnos por la manera de- fectuosa de explicarla; critica que no aprendan los alumnos la Edad Media y la Mode na; censura la enseñanza de fechas, pues es cosa que se pierde ya que los alumnos deben tener una idea no sólo de la sucesión de los hechos sino de su influencia. Concretándose al material científico de que debe disponer todo Liceo indica la conveniencia de que posea un gabinete de geografía con globos, plavisferios, mapas en relieve y murales, desterrándose los libros si no responden á las exigencias de la enseñanza. Niega Bréal la in- fluencia que pueda derivarse de las recompensas ya que á su juicio no despiertan en el niño el amor al estudio sino el deseo de distin- guirse, busca el niño la recompensa de sus actos; estamos absolu- tamente conforme con tal criterio, así lo hemos consignado en di- versas ocasiones cuando tuvimos el honor de presidir la Junta de Educación de la Habana; el amor al estudio y la inclinación al trabajo que producen intensa satisfacción al espíritu debe ser algo que esté en la naturaleza del estudiante habida cuenta del beneficio que les proporciona; más parécenos poco moral acentuar en el niño la propensión á elevar su mente, á formar su corazón al calor de sanas ideas, á realizar una labor merced á un objetivo determinado pues cuando ello falte habrá de faltar á su vez el móvil 4 efectuar el trabajo. Por último, apreciando la representación que tieneu las Faculta- des sobre los otros organismos señala la gran desviación que se nota en la enseñanza, no se mantiene como debiera en su propio nivel, á veces es inferior á la secundaria lo que forzosamente arras- tra al desastre; en los cursos de literatura antigua se saltan las pa- labras latinas Ó griegas; en los cursos de física no se permite la in- tervención de la parte experimental, con frecuencia hacen los profesores de la lección materia de predicación, unos se concretan al sentido literario, otros se ciñen á las preocunaciones del día; pero todo ello que revela un expreso estado de decadencia en el desen- volvimiento de los estudios supuso Bréal que habría de pasar por fortuna y así ha resultado en efecto siendo el mejoramiento de la enseñanza prueba patente de todo Jo que se ha hecho en el sen- tido de su más positivo progreso. Estas son, á grandes rasgos, las ideas que hemos querido exponer 316 JUAN M. DIHIGO acerca de la ilustre personalidad de Michel Bréal; no desconocemos que nuestra obra dista mucho de ser completa, que gran parte de los trabajos interesantes no han sido estudiados, pero ello ha depen- dido de la circunstancia de hallarse uno en un medio donde la es- casez de libros y de bibliotecas impide la realización de estudios con la seriedad que se debiera, mucho más si éstos son de lingúística que no es materia muy difundida en nuestra patria; no obstante, lo hecho habrá de bastar para que pueda conocerse quien es la persona- lidad saliente á que venimos refiriéndonos; para que los hombres de la América— y ¿por qué no decir los de la Europa también?—que no acostumbran saludar esta rama de la ciencia, aprecien la magnum opus que ha efectuado Bréal, causando la admiración y el asombro del mundo culto. Si estas líneas llegan á tener la acogida que es- peramos, quedaremos satisfechos y tranquilos tras la ruda labor de varios meses de incesante bregar; porque habremos conseguido ex- poner ante la América latina el mérito de tan ilustre personalidad, tan sólo revelada hasta hoy, en muchos casos, ya por las indi- caciones de Gubernatis Ó por los breves apuntes de Vapereau. LE VINGT-CINQUIEME ANNIVERSAIRE DE L'ENTREE DE M. MICHEL BRÉAL A L'INSTITUT Le 3 décembre 1875, M. Michel Bréal entrait a 1 Institut. La pensée vint á quelques-uns de ses éléves |! de féter le vingt- cinquiéme anniversaire de cet événement en réunissant autour de leur maítre ceux qui puiserent dans son enseignement ou dans ses livres la connaissance et le goút de la grammaire comparée. Le bureau de notre Société, dont M. Bréal est le secrétaire de- puis 1868, et qui lui doit la meilleure part de sa prospérité, prit initiative d'un banquet dont la date fut fixée au samedi 1*% dé- cembre 1900. «Tous ceux qui aiment a se dire les éleves de M. Bréal, disait Vappel lancé par le Comité, qu'ils aient suivi ses cours de 1'École des Hautes-Études et du College de France, ou qu'ils n'aient pu 1 La premiére circulaire était signée de MM. Dr. Rosapelly, président de la Société de Linguistique de Paris, H. d'Arbois de Jubainville, Paul Boyer, Th. Cart, H. de Charencey, Louis Duvau, Louis Havet, Victor Henry, Charles Joret, Louis Leger, Sylvain Léyi, A, Meillet, Gaston Paris, Gal Théodore Parmentier, P. Rousselot, Strehly, Antoine Thomas, MICHEL BRÉAL 317 que goúter le «charme de ses écrits, tiendront á cosur, nous n'en doutons pas, de venir témoigner á cette occasion leur gratitude a lenr maítre. » Cet appel fut entendu. Au banquet, quí eut lieu au Restaurant des Sociétés savantes, l'assistance fut nombreuse; la féte cordiale. La Société de Linguistique y était largement représentée: de nom- breux éléves eb amis du dehors avaient tenu á se joindre á nos con- fréres. Voici la liste des assistants: MM. Étienne Aymos1ER, directeur de 1'École coloniale;—Henri BARBOUx, avocat a la Conr d'appel, ancien bátonnier;—A. BARTH, de 1'Institut;—Philippe Bereer, de 1 Institut, professeur au Co- Jlége de France,—H. BERNEs, membre du Conseil supérieur de P' Instruction publique;—Léon BLux, auditeur au Conseil d'État;— G. BLocu, maítre de conférences á 1'École normale supérieure;— Charles-H. BoupHors, professeur au Lycée Henri IV;—Paul Boyer, professeur á P École des langues orientales; —Henry BRÉAL, avocat á la Cour d'appel;—R. Cacnar, de l'Institut, professeur au College de France;—baron CARRA DE VAUx;—A. CARRIERE, professeur a P École des Hautes-Études et A École des langues orientales; — Th. Carr, professeur au lycée Henri IV et á École des sciences politiques; —Émile CHATELAIN, professeur á l1'École des Hautes- Études; —Ed. OHAVANNES, professeur au Collége de France;—P.-N. Chuiruor, bibliothécaire de la Société de Linguistique;—Charles CoxtE, professeur au lycée Condorcet;—Alfred Crorser, de 1' Institut, do- yen de la Faculté des lettres de 1"Université de Paris;—Maurice CroIsET, professeur au Collége de France;—A.-M. DEsrROUSSEAUX, professeur á 1'École des Hautes-Études;—René DuraxD, maítre de conférences á 1 École normale supérieure;—Louis Duvav, professeur a V' École des Hautes-Études;—E. D'ErcuTHaL, président de 1' Asso- ciation pour l'encouragement des études grecques;—A. FoucHER, professeur á VÉcole des Hautes-Études; —FouquÉ, professeur au Collége de France;—Ch. FrIeEDEL;—P. GIRARD, maítre de confé- rences á 1 École normale supérieure;—A. GoDARD, ancien direc- teur de École Monge, ancien membre du conseil supérienr de 1'Ins- truction publique; —Henri GazLzer, maítre de conférences á 1 École normale supérieure;—M*" R. GRAFFIN, professenr á 1'Institut ca- tholique;—MM. Albert GuiYesse, docteur en médecine;—J. Ha- LÉVY, professeur á 1 École des Hautes-Études;—B. HAussouLLIER, professeur a École des Hautes-Études; — Victor HeNrY, professeur 318 JUAN M. DIHIGO a 1 Université de Paris;—Charles JorErT, professeur honoraire de Université d' Aix-Marseille; —Sylvain LEvrI, professeur au Collége de France; —Raphaél-Georges Lévy, professeur á 1'École des scien- ces politiqnes;—Lonis LEGER, professeur au Collége de France;— Joseph LotH, doyen de la Faculté des lettres de 1”Université de Rennes; —Marcel Mauss;—A. MeruLer, professeur A École des Hautes Études; —Paul MeLoN;—J. MoxG1xN, professeur au Collége Rollin;—Gabriel Mono, de Tustitat, président de la section d'his- toire et de philologie A 1 École des Hautes-Études, maítre de con- férences A École normale supérienre;—Alfred MoreL-FArio, pro- fesseur A l' École des Chartes et á École des Hautes-Études;— Munch, docteur en philosophie de 1'Université de Copenha;ue;-- E. Mtwrtz, de l'Institut; — Henry OmonNrt, de Institut, conserva- teur du département des manuscrits á la Bibliothéque nationale; -— Gaston Parts, de 1' Institut, administrateur du Collége de France, président honoraire de la section d' histoire et de philologie á École des Hautes-Études;—Général de division Théodore PARMENTIER, ancien président de la Société de Linguistique; —E. PHILIPON, an- cien député;—E. Porrier, de 1 Institut; —Salumon ReINacH, de l'Institut; —Théodore ReIxaAcH, directeur de la Revue des études grecques;—Romain RoLLaND, maitre de conférences A École nor- male supérieure;—D" RosAPELLY, président de la Société de Lin- guistique; —Abbé RousseLor, directeur du laboratoire de phonétique expérimentale au College de France;—Ch.-Ém. RueLLe, adminis- trateur de la Bibliothéque Sainte-Geneviéve;—E. SÉLIGMANN, avo- cat á la Cour d'appel; —Edmond SÉNÉCcHaL, inspecteur des finan- ces;—G. STREHLY, professeur au Lycée Montaigne; —Léopold SubrE, docteur és lettres, professeur au Collége Stanislas;-Antoine 'PHOMAS, professeur á École des Hautes-Études et á Université de París; —abhbé Urarn, docteur és lettres;—J. VeENDRrYÉs, agrégé de 1'Uni- versité,. Le nombre de ceux qui ont tenu á exprimer au comité d'orga- nisation leur regret d'étre émpechés, par 1'éloignement ou par 1 état de leur santé, de prendere part á cette féte de famille, est á peine moins grand. En voici la liste: MM. d” ArBoIs DE JUBAINVILLE, de l'Institut, professeur au Collége de France;—G.-I. AscoLI, sé- nateur du royaume 0 Italie, professeur á l'Institut royal de Milan; —René Basser, directeur de 1 École supérieure des lettres d' Alger; prince Alexandre Brrresco, ancien président de la Société de Lin- guistique;—général Brisac;—abbé J.-B. CHabor;—comte H. DE , MICHEL BRÉAL 319 CHARENCEY, ancien président de la Société de Linguistique;—Cou- BRONNE, professeur au lycée de Nantes;—Maurice COURANT, pro- fesseur á 1 Université de Lyon;—J.-M. DiuiG0, professeur a 1'Uni- versité de La Havane;—J.-B. DurILLeUL, professeur á 1 École Arago;—G. Épon, ancien membre du conseil supérieur de l'Ins- truction publique;—Léopol FavrE (de Genéve);—Edwain-W. Fay, professeur A 1'Université de Texas;—Émile Guimer, directeur du musée Guimet; —Amédée Hauverre, maítre de conférences a 1' École normale supérieure;—Louis Haver, de l'Institut, professeur au Collége de France;—Otto KEeLLER, professeur á 1' Université de Prague;—D' Alexandre LIÉTARD, correspondant de 1 Académie de médecine;—Jules MarTHAa, professeur á 1'Université de Paris; — Charles MicHEL, professeur a 1'Université de Liége;—G. MiLLeEr, professeur á École des Hautes-Études;—Léon PARMENTIER, pro- fesseur á 1 Université de Liége;—F. Prcaver, professeur á 1'École des Hautes-Études, directeur de la Revue internationale de l' enseigne- ment supérieur;—J.-B. RAMBAUD, Capitaine d'artillerie de la marine; -—John Ruys, professeur a 1”Université d'Oxford;—Ferdinand DE SAUSSURE, professeur á 1 Université de Genéve;—Émile Sexarr, de 1' Institut; —Albert SoreL, de 1 Académie frangaise; —STURM, pro- fesseur á 1'Athénée du Luxembourg;—M'* A, de TcHERNITZKY, membre de la Société de Linguistique;—et enfin M. WazLLon, qui lui-méme, quelques jours plus tó6, célébrait le cinquantiéme anni- versaire de son entrée á 1 Institut. Au dessert, M. le D" RosAPELLY, qui présidait, ayant á sa droite M. Bréal, ouvrit en ces termes la série des toasts: « MESSIEURS, «Au nom de la Société de Linguistique de Paris, qui a pris l'ini- tiative de ce banquet pour féter le 25% anniversaire de l'entrée a 1 Institut de M. Michel Bréal, je vous souhaite la bienvenue et je vous adresse nos chaleureux remerciements pour l'empressement avec lequel vous vous étes rendus á notre appel. « Les éléves dévoués qui ont eu les premiers la pensée de cette féte étaient certains d'avance d'obtenir l1'adhésion cordiale et em- pressée de leurs confiéres de la Société de Linguistique; aussi, lorsqu'ils nous ont fait part de leur projet, l'accord a été facile eb nous avions résolu tout d'abord de nous réunir entre éléves et auditeurs habituels de M. Bréal pour célébrer son anniversaire dans 320 JUAN M. DIHIGO lVintimité d'une véritable féte de famille. Mais les promoteurs de cette réunion n'ont pas tardé a reconnaítre que cette féte ne corres- pondait pas á la haute situation de M. Bréal et qu'il était de leur devoir de ne pas restreindre les adhésions aux senls linguistes de profession; le comité de la féte s'est empressé de se rallier tout en- tier á cette proposition dictée par le respect, l'estime eb 1'affection dus á notre éminent confrere eb voilá comment nous avons été heu- reux de pouvoir associer a cette féte de famille les amis du dehors. « Le caractére de la féte subsiste tout entier, mais le cadre s'en trouve singuligérement élargi; et votre réunion, par la valeur autant que par le nombre des adhérents qui sont venus se joindre á nous, est devenue digne du grand anniversaire que nous célébrons aujourd'hui. «Merci done á vous tous, Messieurs, qui étes venus acclamer en la personne de M. Bréal á la fois l'ami, le savant, le professeur éminent de notre enseignement supérieur et enfin le maítre incon- testé de la grammaire comparée en France. Merci d'avoir donné a notre réunion un tel éclat qu'elle est devenue une véritable et im- posante manifestation en lhonneur de notre illustre et vénéré Maítre. «Ce suecés auquel vous avez si largement contribué était trop conforme á nos pensées, á notre espoir etá nos désirs pour ne pas en étre profondément touchés; recevez, au nom de tous les ouvriers de la premiére heure, nos sentiments émus de gratitude et de recon- naissance. Mais ce succes nous impose un devoir, c'est de célébrer dignement les ceuvres du maítre et nous pouvons étre súrs d'avan- ce, que ce devoir sera bien rempli. Notre confiance á cet égard est bien légitime, lorsque nous voyons autour de cette table, réunis dans une pensés commune de sympatbhie, tant ád'éléves distingués, d'amis dévoués, d'hommes éminents, de savants ilustres, tous dé- sireux d'apporter a M. Michel Bréal léclatant témoignage de leur affection, de leur respect, de leur admiration et de lui offrir 1"hom- mage de leurs félicitations unanimes. «Mais il me tarde de laisser á ces voix autorisées et éloquentes le soin de glorifier les ceuvres du maítre et de me ranger parmi les auditeurs impatients de les entendre et heureux de les applaudir. «Permettez-moi cependant de vous ramener un instant dans la salle des séances de la Société de Tinguistique oú nous avons si souvent l'honneur de voir M. Bréil eb od nous avons apbris a le connaítre et 4 laimer. Secrétaire de la Société depuis lannée MICHEL BRÉAL 321 1868, M. Bréal ne laisse pour ainsi dire passer aucune de nos séances sans nous apporter quelqu'une de ces communications dans les- quelles la netteté de la pensée et la précision des termes qui.donnent un charme si particulier á sa parole, en font des modeles bien pré- cieux a entendre, mais malheureusement bien difficiles á imiter. «Cet ordre admirable dans les idées et cette clarté dans 1'expre- ssion, fruits d'une méthode súre et d'une profonde érudition, ren- dent si intéressantes et si lumineuses les questions méme les plus abstraites et les plus ardues de la linguistique, de la grammaire ou d'étymologie que les profanes eux-mémes, étonnés de comprendre, sentent s'éveiller en eux la curiosité d'apprendre et le désir de savoir. «Vous entendrez vanter tout á 1”"heure, dans le langage élevé qui leur convient ces grandes qualités de lesprit que j'ai si insuffi- samment résumées; mais á cóté de ces qualités que tous apprécient eb admirenb, il en est d'autres plus intimes, plus précieuses encore peut-étre; c'est cette simplicité, cette sollicitude, cette bienveillance qui pénétrent le cosur et imposent la sympathie. «Ce sont celles qui font aimer et qui expliquent le profond, sin- cére et respectueux attachement qu'éprouvent pour M. Bréal ses éléves, ses confréres et tous ceux qui ont le bonheur de l'approcher. «C'est pénétré de ces sentiments que je vous convie, Messieurs, á lever tout d*abord vos verres en 1'honneur du confrére excellent, du maítre affectionné que nous fétons aujourd'hui et á boire á la la santé de M. Michel Bréal, membre et secrétaire de la Sociévé de Linguistique de París. » Puis M. Gaston Paris dans une charmante allocution improvi- sée que nous regrettons de ne pouvoir reproduire, rappela Jes sou- venirs des temps héroiques de la Société de Linguistique et de la Revue critique, alors que ni M. Bréal, ni «son plus ancien éleye » n'étaient encore de 1'Iustitut. M. Gabriel Monob prit ensuite la parole en ces termes: « MESSIEURS, «Je ne croyais pas avoir á prendre la parole ce soir, a ce ban- quet offert par les linguistes au maítre de la linguistique. Je n'ai nulle compétence en ces matiéres eb ne suis ici que du droit de Pamitié. Je me réjouissais d'autant plus d'écouter et de me taire que je suis souvent accusé de trop parler et de trop écrire. Il est [ds ño) vo JUAN M. DIHÍIGO vrai qne je ne gagne riená me taire, car quand je ne dis rien on me préte des pensées qui ne sont ni daus mon esprit ni dans mon coeur. Hier encore, á la Chambre des députés, on citait comme de moi des paroles que je n'ai jamais ni écrites, ni dites, ni pensées. Mais ce qui est dans mon contr ce soir, je l'écrirais volontiers, je le dis avec joie, je l'ai toujours pensé; c'est que si je n'ai pas qualité pour saluer en M. Bréal le maítre des études de philologie comparée, je puis le saluer en trés modesta et affectueux collaborateur, comme un des fondateurs de 1' École des Hautes-Études que j'ai l'honneur de présider aujourd'hui, apres M. Gaston Paris et M. Léon Renier, et comme un des réformateurs de notre enseignement. Nous sommes ici, M. Bréal, M. Paris eb moi, les trois premiers ouvriers de 1'École des Hautes-Études, les trois anabaptistes! Et M. Bréal n'a pas été seulement un des fondateurs de 1' École, il a été un des inspirateurs de sa création; il lui a appartenu ou elle lui a appar- tenu avant méme qu'elle existát. Il ajoué non seulement le róle du Pére, mais aussi du Saint-Esprit. Pendant de longues années il y a donné un enseignement singuliérement fécond, comme en fait foi votre présence ici; depuis qu'il a cru devoir laisser la place a de plus jeunes, il est resté assidu á nos séances et á nos fétes, et n'a pas cessé de nous donner ses conseils eb son appui. J'ai eu aussi le trés grand honneur de lui apporter une petite part de collabora- tion quand il écrivait cet admirable livre sur la réforme de 1'en- seignement dont vous parlait tout a l'heure M. Gaston Paris. J'ai travaillé avec lui et á sa suite á cette réorganisation de notre en- seignement supérieur dont nous saluons aujourd'hui les heureux résultats. On ne saurait apprécier trop haut tout ce qua fait, dib, pensé et voulu M. Bréal dans cette grande question de la réforme des études, et je suis parfois un peu scandalisé quand je vois qu'on oublie la part qu'il a eue dans la renaissance de nos Universités eb que d'autre parton le rend responsable, dans l'enseignement secon- daire, d'erreurs qu'il n'a pas commises et qui auraient pu ébre évitées si on lavait mieux compris eb mieux écouté. C'est avec une profunde reconnaissance et avec une tendre amitié que je bois A la santé de M. Michel Bréal au nom de l École des Hautes-Études et au nom de tous les ouvriers de la réforme de l'enseignement. » M. BARBOUx, président de la Société des Humanistes francais, prononga ensuite l'allocution suivante: «La Société des Humanistes se rendrait coupable de la plus MICHEL BRÉAL 323 noire ingratitude si elle ne s'associait pas de tout son cosur á 1'hom- mage que les collégues eb les disciples de M. Michel Bréal lui ren- dent aujour'hui. A peine échappée du cerveau de M. Tonrnier, elle a:brouvé auprés de M. Bréal non seulement un patronage bien- veillant, mais un appui solide, un concours efficace qui ne lui ont jamais fait défaut. Il lui a fait l"honneur de présider souvent les séances de francais; il a su négliger pour elle des travaux plus in- téressants á coup súr et méme quelquefois les exigences de sa santé; eb aucun des membres de cette modeste société n'oubliera ces en- tretiens sans appréts, tout pleins d*observations fécondes, de re- marques inattendues et si simples pourtant qu'on aurait pu, on le croit du moins, les faire soi-méme, art charmant que M. Gaston Paris nous reudait, il y a un instant, avec une verve si heureuse et tant de bonne humeur e6 qui donne a ceux qui ne savent rien 1illu- sion de collaborer avec le maitre qui sait tout. «Et s'il est permis á un profane de juger les choses dont il a le goút sans en avoir la connaissance, si j'osais le faire devant de tels auditeurs, je dirais que lun des caractéres les plus marqués de 1” enseignement et des livres de M. Michel Bréal est précisément celui- ci: il poursuit avant tout Putilité de la science á laquelle il a con- sacré sa vie; il ne veut pas qu'elle ressemble á l'herbier d'un bota- niste; il étudie 1" homme en analysant son langage; a travers l'arti- fice grammatical des mots, il s'efforce de pénétrer jusqu'a la pensée; et comme cette pensée n'est pas seulement celle d'un homme, mais celle des générations successives dont les efforts obscurs out lente- ment transformé la langue écrite ou parlée, il arrive 4 recomnaítre certaines tendances et, pour parler comme lui, certaines lois de Pesprit d'un peuple entier. « Ajoutez á cela une curiositó insatiable dont il m'a donné un jour une amusante preuve. Jele rencontrai, il y a de cela fort longtemps, dans la salle des Pas-perdus, eb je lui demandai, non sans effroi, s'il y était ámené par quelque procés.—«Non pas, me «dit-il, je vais á la chasse des mots »— « Des mots! lui répondis-je, «vous ignorez done combien est médiocre la langue qu'on parle en ce lieu et qu'on pourrait croire, á nous entendre, que nous élevons «Vimpropriété des termes á la hauteur d'un principe»—E6 lui, avec ses yeux demi-clos e6 un sourire malicieux que me montraient la bienveillance cruelle avec laquelle il acquiesgait 4 mon jugement: «Je n'attends rien des plaidoiries, me di6-il, mais je fais mille trou- «vailles dans votre procédure qui parle encore, sans que vous le JUAN M. DIHIGO SJ wW pl «sachiez peut-étre, la langue de saint Louis. »--Et c'était vrai; si bien que depuis je trouve á la procédure une figure moins rébarba- tive et que, sans cesser de lui demander le secret des chicanes qu'elle organise ou qu'elle combat, je lui sais gré d'avoir conservé tant de trésors linguistiques et de préparer tant de découvertes á de grands savants comme vous. «Mas ce n'est pas tout. Il y a dans l'ceuvre de M. Bréal quelque chose qui appartient, non aux seuls savants, mais á nous tous. Partout, dans son enseignement et dans ses écrits, on sent 1'homme qui ne s'enferme pas dans le cercle étroit de ses études, de son in- térét ou de son ambition, mais l1'homme qui ne cesse d'en sortir pour travailler de son mieux au bien de son pays. Soit qu'il rap- porte d'Allemagne des observations sur les tendances et les mé- thodes de l'enseignement, soit qu'á propos d'une étude sur Gothe, il nous raconte la vie d'un officier de l'ancienne France, soit qu'hier encore, il nous exhorte á renouer avec les fils de la vieille Amérique les nosuds sacrés qui ont uni leurs péres et les nótres, partout eb toujours on sent 1' homme qui, pour savoir toutes les langues, n'a cependant qu'une seule patrie, et s'efforce de l'éclairer et de la sou- tenir, dans les sentiers nouveaux et incertains oú elle s'engage, par la lumiére des exemples et par la grandeur des souvenirs du passé. «C'est bien la, n'est-ce pas?..., c'est bien ce mélange si juste des mérites de l'esprit et des qualités du cosur que nous fétons ensemble ce soir, et l'admiration qu'il nous inspire sera l'excuse dont nous avons besoin pour nous étre attardés a rappeler á M. Bréal tant de travaux, quand nous ne devrions songer qu'a les lui faire oublier.» Aprés M. Barboux, M. Eugéne d'ErcHTHAL, au nom de 1'Asso- ciation pour l'encouragement des études grecques en France, prit la parole en ces termes: « MESSIEURS, « L'Association des Études grecques serait bien ingrate si elle ne s'empressait de joindre, á son tour, ses felicitations les plus vi- ves et ses témoignages d'affection profonde aux témoignages qu'ont apportés ce soir á M. Bréal tant d'autres admirateurs eb tant d? autres amis. Elle aime á saluer en lui le grand philologue, le my- thologue érudit. le hardi réformateur d'éducation: mais tout d' abord elle s'adresse ici au membre dévoué, puis au président de notre Société, Inscrit parmi nos fondateurs, au jour déja lointain MICHEL BRÉAL 325 (1867) od la crainte de voir sacrifier les ébtudes grecques dans no- tre enseignement secondaire rapprocha en une sorte de groupe de défense les amis de l'hellénisme, M. Bréal est toujours resté fiddle a la pensée qui l'avaib attiré vers notre Association. Dans son li- vre lumineux sur l instruction publique, il a défendu avec ardeur la cause des études grecques. Ilaémis l'idée ingénieuse que «c'est peut-étre par le grec qu'une réforme de notre systeme d'enseigne- ment pourrait étre commencée avec le plus de chances de succés; car, disait-il, l*'humanisme bátard du xv111? siécle n'est pas chez lui en grec comme il 1”est en latin ». M. Bréal a donné et donne á notre Société la primeur de lectu- res d'une pénétrante finesse, attachantes par leur lucidité et leur forme exquise, suggestives par les horizons philosophiques que le maítre excelle á faire surgir tout á coup d'un sujet au premier abord limité et spécial. Une communication de M. Bréal est un régal dont 1 Institut et la Société de linguistique n'ont pas seuls le privilége et qu'il veut bien faire savourer de temps en temps A ses collégues de 1 Association des Etudes grecques qui savent tout le prix de ce qu'il leur fait entendre. «M. Bréal a eu récemment, comme président de notre Société, l'occasion d'exprimer une fois de plus des gympathies pour la Gre- ce, pour la Gréce ancienne et pour la Gréce vivante et son admira- tion pour la langue qu'il appelait avec le poéte: Ce langage aux douceurs souveraines, Le plus beau qui soit né sur les lévres humaines. Jl Va fait en philologue qui sait et dit les causes de son adwiration, en artiste qui vibre a la beauté des belles choses antiques, en philo- sophe qui sent profondément les liens de notre civilisation avec celle de nos aieux classiques, et qui, en aceptant les nécessités du présent, ne veut pas voir des mains profanes briser ces liens sacrés, faute de les comprendre. Ila, dans ces quelques belles pages, ad- mirablement décrit notre foi, nos visées, nos craintes et nos espé- rances. J'ai tenu a le rappeler au nom de nos confréres francais comme au nom de nos confréres hellénes, dans cette réunion affee- tueuse oú les Études grecques sont heureuses d'exprimer leur gra- titude profonde a un de leurs amis les plus constants, le plus dé- voués et les plus ilustres. » 326 JUAN M. DIHIGO M. MeIlLLET donna ensuite lecture d'une lettre de M. Louis HAver, ainsi concue: 1% décembre 1900. « MON CHER AMI, «Par suite d'une erreur matérieile, dont vous savez l'origine, j'ai le vif regret de ne pouvoir assister au banquet offert á notre cher maítre, M. Michel Bréal. «Je ne me résigne pas á en étre toutbá fait absent et, puisque vous aurez la chance d' y étre, je vous demande de préter á mes fé- licitations jubilaires, á mes vieux souvenirs de trente ans, enfin A mes vosux pour le Bréal du xx? siécle, le concours de vos organes phonétiques. «Je ne suis plus un linguiste, hélas! Aujourd'hui, je barbote dans les eaux basses et troubles, á demi bues par les sables: c'est le latin que je veux dire. J'aime á me rappeler le temps oú (salle 4) je voyais les sources jaillir eb, comme l'observateur posté dans le Paradis terrestre, les fleuves se disperser vers tous les horizons. «Je me rends compte, quand je m'examine, combien l'enseigne- ment de M. Béal a fécondé ma pensée. Je savais qu'il est possible de peser un astre au fond des abimes; j'ai compris lá qu'il existe aussi un art, d'entendre au delá des siécles le son des voix éteintes et dV'évoquer, 4 travers deux cents générations, les nuances d'idées qui guidaient á leur insu des cerveaux inconscients. «Un petit fait spécial me revienta la mémoire. Je fus grande- ment scandalisé un jour, le professeur, examinant l'impératif du verbe étre, avait osé suggérer que la voyelle radicale pourrait bien avoir été des l'origine un e, comme c'est encore un e en latin, —et méme en francais, —et non pas un a; or, j'étais imbu d'alphacisme. Je protestaies en moi-méme avec une indignation sincére. Les plus jeunes de vos convives auront peine á comprendre que je me sois insurgé contre une théorie si simple, si élémentaire, si évidente. Je profite du banquet pour leur dire qu'en ce temps lá c'était une vue prophétique. «Et je souhaite, mon cher ami, que ce banquet oú je ne serai pas soit plein d'entrain, de cordialité et de joie, et qu'il reste un souvenir charmant pour vous, pour nos camarades d'études vieux ou jeunes et, avant tout, pour 1'homme qui a initié la France á une nouvelle discipline de Vesprit. « Louis HAVET ». MICHEL BRÉAL 397 Aprés que M. Louis Duvau eut rappelé les noms de ceux qui, absents de fait, étaient présents de cosur a la féte ofterte a leur maí- bre, eb prononcé quelques mots au nom des plus jeunes générations des éléves de M. Bréal, M. Émile CHATELAIN évoqua en vers phalé- ciens les souvenirs de la primitive École des Hautes-Études oú M. Bréal enseigna depuis l' origine: Dum sollemne salit merum lagena, Dum vultus simul omnium renident, Tli qui Studia Altiora coepit Insueta impiger arte promoyvere, Post quinquennia sena plena eb ultra, Nunc tempus meritas referre grates. Nam Victor petiit statim ut Minister 1, Accurrit Michael, severiores Purae grammaticae vias recludens, Ef mendacia vana tot librorum Injuste dominantium relegans. At cunabula quae novo magistro ? Haud luxu, haud spatio schola enitebat; Non conclavia vasta, sed cubile Unum (mehercule!) sedibus quaternis Ornatum ac modo mensulis duabus Quas circum socii docens studensque; Tali non cathedra ulla nota nido. Spisso pulvere parietes refertos Aegre dispositi libri tegebant; Et paucas Amedeus 2 dabat lucernas ! Verum discipulis, item magistro Nunquam cura loci: replet bonarum Omnes unus amor scientiarum Aetas aurea ! Devorant loquentem Quos Helvetia misit atque Belgae Haud nostris numero fere minores, Cum lectam Michael docet coronam Acri acumine comparare linguas, Et quid Graeca quid Inda quid Latina Formarint elementa, eb unde nata Cunctorum ratio vocabulorum. Frustra Boppius ipse disciplinae Ingens condiderat novae volumen, Ni nobis Michael catus dedisset Id pervolvere cloriore forma. 1 Víctor Duruy, ministre de l'Instruction publique, fondateur de 1'Ecole des Hautes Étu- tudes en 1868. 2 Amédée, premier appariteur de Ecole. 328 JUAN M. DIHIGO Nec non lexicon apparat Latinum Conquirens etyma ombium sonorum Romuli quibus usa sit propago. Nunc aenigmata caeciora solvit, Demonstrans tabulis quid Iguvinis Tente6 dicere priscus Umber, immo Si quas grammaticae vagas jacentis Novit Umbria regulas, repovit; Et vicesimus ille sextus inter Nostros fasciculus, Schola probante, Insertus reliquis refert nitorem. Rupit grande id opus sacri Instituti Ferratas cito januas, novoque Miraclo audierunt repente surdi. Scriptis non modo fulget. Ut feraces Vitis vivida surculos propagab Longo et tempore pollicetur uvas, Auditoram ita suscitavit amplos Conatus, celebres in orbe libros Es jugis monumenta honesta famae. Huic qui talia praestitit, decenter Convivarum alacris propinet ordo! Bacchi pocula ferte plena! Vivat Permultos Michael Brealus annos ! Le Président ayant donné lecture de quelques télégrammes de felicitations suvernus á ce moment, entre autres de M. F. de Saus- SURE et de MM. O. KELLER, GRUNNERT, Lubwia, au nom de la Société de Linguistique et de Folklore de Prague, M. Henri BERxÉs, membre du Conseil supérieur de l' Instruction publique, professeur de rhétorique au lycée Lakanal, prononca les paroles suivantes: « MON CHER MAITRE, «Il yavingt et un ans, avec quelques amis, vous fondiez la, Société pour l'étude des questions d'enseignement secondaire, tres vivante á cette heure eucore et trés agissante. Vous Pavez présidée a trois reprises. Vous avez plus d'une fois pris une part directe a ses dis- cussions, á la rédaction de sa Revue. «Vous avez fait mieux. Vous lui avez donné des exemples dont elle s'est efforcée de profiter, sans en fausser le sens, comme d'autres, on le rappelait tout a l'heure, 1'on6 fais. «Vous nous avez appris, en matiére d'éducation et d'enseigne- ment, á étudier létranger et á ne pas le plagier; á vouloir connaítre ce qui se fait au dehors, mais á rentrer de chaque excursion au MICHEL BRÉAL 329 dela de nos frontiéres décidés A adapter, á subordonner A notre tempérament propre les suggestions précieuses que nous avions re- cueillies; convaineus, par l'exemple méme de nos voisins, que res- ter soi est pour un peuple une nécessité primordiale. «Vous nous avez appris aussi á aimer, á chercher sans cesse le mieux, mais á ne pas confondre les bouleversements avec les réfor- mes; á accepter, á provoquer au besoin les changements utiles, mais a crier hola, á nous mettre, dans la mesure de nos forces, résolu- ment en travers, quand des réformateurs outrés, par de mesures irréfléchies, menagaient ces fortes études classiques, élément essen- tiel de nos traditions nationales. «Pour ces exemples, mon cher maítre, pour votre direction, pour votre collaboration, notre Société vons garde une reconnaissance affectueuse. Je suis heureux d'avoir eu ce soir á vous le dire en son nom.» Enfin M. BrÉaz prit la parole pour remercier ses éléves ef ses amis de la féte qu'ils venaient de lui donner et qui restera la gran- de joie de son existence. Et pour que cette réunion gardát jusqu'au bout son caractére d'affectueux et familial respect, le phonographe de MM. Tabbé RoussELoT eb A. GurYessk répéta les souhaibs de bonne féte que les enfants de M. Bréal lui envoyaient d' Angleterre. BIBLIOGRAFÍA 1562 1. —FRAGMENTS DE CRITIQUE ZENDE. Dela géographie de 1'A vesta. Le brahme T:hengrénghátehah.—Paris, Impr. impériale, 1862. In 82, 23 p. (Extrait du Journal astatique. 1862. N06.) 1863 2.—DeE PERSsICIS NOMINIBUS APUD SCRIPTORES GRAECOS FACULTATI LITTERARUM PARISIENSI THESIM PROPONEBAT.— Lutetiae Parisio- rum, A. Durand, 1863. In 8%, 52 p. 330 JUAN M. DIHIGO 1865 3.—HERCULE Er Cacus, étude de mythologie comparée, these présentée á la Faculté des Lettres de París. —Paris, A. 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(Extrait des Melanges Perrot. ) 111.—SOUVENIRS ROMAINS SUBSISTANT EN GREC MODERNE. Paris. 1 broch. en 829, 4 p. 112.—LaA GRAMMATRE AU XX? sIECLE. —( Revue Bleue. Paris.) 113.—Gaston Parts. —(La Revue de Paris. T. 11.) 114.—.NoTES SUR ERNEST RENAN.—( La Revue de Paris. T. v.) 1904 115.—OCTAVE GREARD. ( Bulletin de la Société de linguistique de Paris). 1905 116.—T'ILraDpe DE HomERE.—Ses origines.—(La Revue de Paris. DATES) 117.—NOTICE SUR LE Dr. LieTrarRD.—Communication. —( Bulletin de la Société de linguistique de Paris. ) 118.—LaA RÉFORME ORTOGRAPHIQUE. —( Revue Bleue. Paris). 119.—UN DERNIER MOT SUR L'ORTHOGRAPHE.—(Revue Bleue. Paris.) 1906 120.—POUR MIEUX CONNAÍTRE HomMERE. Paris, Hachtte et Cie. MICHEL BRÉAL 343 1907 121.—VARIÉTÉS PHILOLOGIQUES: TI D'0Ú vIENT LE MOT CHANTE PLEURE. II La LINGUISTIQUE RÉELLE OU RÉALISTE. —( Revue Bleue. Paris.) 122.—VARIÉTÉS PHILOLOGIQUES. De La ToLÉRANCE EN MATIERE D'ORTHOGRAPHE. —( Revue Bleue. Paris). 1908 123. —ETYMOLOGIES LATINES. —(Mémotres de la Société de ¡inguistique de agas. T. xv.) 124, —ETYMOLOGIES LATINES. —(Mémotres de la Société de linguistique de A) 125.—Hpére.. —«I convient».—( Revue des Études Grecques. Paris.) 1909 126.—NotEs D'ÉTYMOLOGIES. —(Mémoires de la Société de linguistique deykares.: “T. xvr,) 127.—UNE LACUNE DANS LES RÉCOMPENSES DE L'INsTITUT.— (Revue de Deux Mondes. Paris.) 1910 128.— Variérés ErymoLoGIques.—Diabolos.—Les Riches et les Pauvres á Rome.-—-Une prétendue épithete homérique. (Revue Bleue. Paris, Décembre 1910.) 129.—Var1érás ÉrYmoLoGIQUES. —(Revue de Deux Mondes. Paris.) ON 130.—NorTEsS D'ÉTYMOLOGIES. —( Mémotrres de la Société de linguistique do ISOmniE: M. Xx VL.) 344 JUAN M. DIHIGO 1868-1906 131.—Le THEME PRONOMINAL da. —(Mémoires de la Société de linguisti- que de Paris. 'T. 1.) 132.—NECcEssuM. 'Aváyxn. —( Mémoires de la Société de linguistique de Paris.» To 1.) 133.—L' ADVERBE ani EN SANSCRIT. Claudo. —( Mémotres de la Société de linguistique de Paris. 'T. 1.) 134.—UNE TENDANCE PHONIQUE DE LA LANGUE GRECQUE. —(Mémoires de la Société de linguistique de París. T. 11.) 1d 135.—ORIGINE DU SUFFIXE PARTICIPIAL ani. —( Mémotires de la Société de linguistique de Paris, T. 11.) 136.—L'ADVERBE ZEND CAIRI. Le rhotacisme dans le dialecte d'Erétrie.—( Mémoires de ta Société de linguistique de Paris. 'T. 11.) 137.—VINDEX. Note supplémentaire sur fagne, fange, hohe ven.— (Mémoires de la Société de linguistique de Paris. "Y. 11.) 138.—FRERES JUMEAUX DANS LE VOCABULAIRE LATIN Caro, carnis. Vilis- Masticare—Kados. —Latin sus, sur. Owmbrien sururont, surur indulgere. Sanserit sva pour su «bien ». —(Mémoires de la Société de linguistique de París. 'T. 11.) 139.—IwterPRES. Prerium. Luxus.—( Mémoires de la Société de lin. guistique de París. T. 111.) 140.—MoT8 LATINS EXPRIMANT DES DISPOSITIONS MORALES (clemens, tristis, ira). —(Mémoires de la Société de linguistique de Pa- ma Mi TL.) MICHEL BRÉAL Í 345 141.—SUR LE NOMBRE DE CAS DE LA DECLINAISON INDO-EUROPÉENNE. —(Mésmnotres de la Sociéte de linguistique de Paris. T. 111.) 142. —PATRUM, HAERERE, A pour AU en latin, CATERVA, AUDIO, VE- NENUM. Pavor PALLORQUE, POLLEO, PRAVUS, JEJUNUS.—( Mé- motres de la Société de linguistique de París. T. 111.) 143.-—-COoNTRIBUTIONS Á LA CONNAISSANCE DU DIALECTE OSQUE.— (Mémotres de la Société de linguistique de Paris. 'T. 1v.) 144.—ARANEA. (Mémoires de la Société de lnguistique de Paris. T. 11.) 145.—D T LATIN ET CELTIQUE. Aris. “Mo IV.) (Mémotree de la Société linguistique de 146.—LEs CHANT DE ÁRVALES. LA TABLE DE Bantia. UNE INS- CRIPTION FALISQUE. INSCRIPTION ARCHAIQUE DE SPOLETE. —( Mé- motires de la Société de linguistique de Paris. TU. 1v.) 147.—-DAMNAS SUNTO. —(Mémotres de la Société linguistique de Paris. M4 1V ss) 148. —TRACES DU DIGAMMA DANS LES MOTS LATIN D' ORIGINE GRECQUE. Un gen. lat. en as. —(Mémotres de la Société linguistique de Paris. E V:,) 149.—DE L'ACCENT GREC.—(Mémoires de la Société de linguistique de TETAS. 1) 150.—DE QUELQUES MOTS LATINS TIRÉS DU GREC.-—( Mémoires de la Société de linguistique de Paris. T vr.) 151.—UNE NOUVELLE INSCRIPTION OSQUE. —( Mémoires de la Société de linguistique de Paris. T. vi.) 346 JUAN M. DIHIGO 152.—DE 1” IMPORTANCE DU SENS EN ETYMOLOGIE ET EN GRAMMAIRE. --(Mémoires de la Société de lingwistique de Paris. T. vI.) , 153.—SUR LA VALEUR PRIMITIVE DE LA LETRE GRECQUE H; ÉTUDES D'ÉPIGRAPHIE ITALIQUE; L' INSCKRIPTION DU TEMPLE DE TURFO. UNE INSCRIPTION DE PALES*TINE. —( Mémoires de la Société de lin- quistique de Paris. T. vi.) 154.— DEUX NOUVELLES INSCRIPTIONS OSQUES. —( Mémoires de la Société de linguistique de Paris 'l. vr.) 155. —SUR LES RAPPORTS DE L'ALPHABET ÉTRUSQUE AVEC L'ALPHABET LATIN. —( Mémoires de la Société de linguistique de Paris. 'T. vir) 156.—DeE LA PRONONCIATION DU LATIN.—(Mémotres de la Société de linguistique de Paris. T. xt.) 157. —ETrYmoLoGIEs.-—( Mémorres de la Société de linguistique de Paris. —T. vi.) 158. —PHÓNETIQUE SYNTACTIQUE (LE VERBE vouloir EN GREC.) Póvos, Ovhoxo, Níxn. LE PRONOM coé Miv, Niv. De L'AUGMENT. LE PRE- FiÍx vn; LECTEUR EN GREMAULDE. —(Mémoires de la Société de lin- guistique de Paris. T. vr.) 159. —Varta.—( Mémotres de la Société de linguistique de Paris. 'T. v11.) 180.—SUR LA PRONONCIATION DE LA LETTRE F' DAN LES LANGUES ITA- LIQUES. A PROPOS DE L' INSCRIPTION DE LrÉmNOs. —( Mémoires de la Société de linguistique de Paris. TY. vi.) 161.—LEs MOTS ANGLAIS DANS LES JOURNAUX HINDOUSTANIS. — (Mé- moires de la Société de linguistique de Paris. 'T. vn.) MICHEL BRÉAL 347 162. — Varra. — (Mémotires de la Société de linguistique de Paris. AE PVELES) 163. — Varta. — (Mémotres de la Société de linguistique de Paris. ME) 164. —ÉrymoLoc1Es.——( Mémoires de la Société de linguistique de Paris. deL") 165. —Un CoMPOSÉ ÉTRUSQUE.— (Mémoires de la Société de linguistique denfaris:” T. x:) 166. —Sur L' ORIGINE ET LA DATE DE LA LOI OSQUE DE BANTIA— (Mémotres de la Société de linguistique de Paris.) 167. — Varta. —(Mémoires de la Société de linguistique de Paris. xr). 168. —Les COMMENCEMENTS DU VERBE.—(Mémoires de la Société de linguistique de Paris. T. x1.) 169.—ErYmoLoGIks. —( Mémoires de la Société de linguistique de Paris. A xT.>) 170.—ErymoLoc1ks. —(Mémoires de la Société de linguistique de Paris. iy LL) 171.—VarIftÉs.—(Mémoires de la Société de linguistique de Paris. E Hrrr. >) 172. —ETYMOLOGIES. — (Mémotres de la Société de linguistique de Paris. TE) 348 JUAN M. DIHIGO - 173.—LeEs PROGRÉS DE LA GRAMMATRE COMPARÉE.—( lMémotires de la Société de linguistique de Paris. T. 1.) ¡2 174. —LEs DOUBLETS LATINS. —(Mémoires de la Société de linguistique de “Paria DIS L>) 175. —ETYMOLOGIES LATINES. —(Mémoires de la Société de linguistique de Paris.) 176. —EtYmOLOGIEs.—( Zémoires de la Société de linguistique de Paris. dv) 177.-—DEUX ÉTYMOLOGIES LATINES. Splendeo. Squaleo.-—(Mémoires de la Société de linguistique de Paris. "TY. 1v.) 178.-—LE GROUPE lv ET SES CONTINUATEURS EN LATIN; ÉTYMOLOGIES. —(Mémoires de la Société de linguistique de Paris. "Y. vi.) 179.-—Tenebrae. Malus. Praevaricator. Dubenus. Letus POUR lec- tus. Kará. IZadhyaindina.—(Mémories de la Société de lingwisti- que de Paris.) 180.-—-ErymotLocIEs.—(MZémotires de la Société de linguistique de Paris. ¿VE 181.-—ETYMOLOGIES GRECQUES.—— (Mémoirez de la Société de linguistique de Bate. LL) 182. -— Varta. — (Mémoires de la Socióté de linguistique de Parts. DAIr) 183.-—AUCUNS MOTsS GERMANIQUES D' ORIGINE LATINE.-——(ómoires de la Société de linguistique de Paris. Y. x11L.) 184. -—- Varta. — (Mémoires de la Société de linguistique de Paris, IA) LOS ARACNIDOS DE LA ISLA DE CUBA POR MARIO SÁNCHEZ ROIG Ayudante honorario del Museo Poey Entre los pocos naturalistas que se han ocupado de los arácni- dos de la Isla de Cuba, figura en primer lugar, Mr. W. Sharp Me Leay, gran naturalista inglés que vivió en Guanabacoa por los años de 1833 á 1834, cuyos trabajos vieron la luz en los Annals of Natu- ral History en el 11 vol. correspondiente al año 1838 circunscri- biéndose á la descripción de cuatro géneros y especies, é indicando haber visto otras muchas, de las que nombra algunas. Dice haber observado Dolomedes en Cuba. Más tarde en 1856, el profesor Lucas del Museo de París, en la «Historia física, política y natural de la Isla de Cuba, de Don Ra- món de la Sagra, (Tomo vir Crustáceos, arácnidos é insectos) da la descripción de diez y ocho especies, siete de ellas nuevas para la ciencia. Desde esa época no se habían coleccionado arácnidos en Cuba, hasta que en 1906 los profesores Palmer y Riley, y en 1902 y 1903 Schwarz, todos del Museo Nacional de los Estados Unidos, coleec- cionaron algo, pues no siendo su objeto principal este ramo, no pu- dieron prestarle gran atención; todo este material lo mismo que el recogido por los Señores Horne y Houser y el profesor C. Baker, fué enviado á Washington á disposición del Dr. Nathan Banks, quien en el «Segundo informe anual de la Estación Central Agronó- mica, de Cuba de 1909» publicó unas listas de las mismas que con- tiene aproximadamente cien especies, de las cuales diez y seis son nuevas. Refiere también estar registradas las siguientes especies como de la Isla, pero sin asegurarlo por no haberlas visto como proce- dentes de la misma. Acrosoma forcipatum, Thorell. Othiwothops walckenaeri, Me. Leay. Drassus insularis, Lucas. Tegenaria insularis, Walckenaer, Licosa pugnatriz, Keyserling. Lycosa badia, Keyserling. 350 MARIO SANCHEZ ROIG Lycosa fusca, Keyserling. Phidippus sagraeus, Lucas. Crypsidronus innocuus, Áusserer. JIsehnocolus hirsutus, AÁnusserer. Después de la publicación de ese trabajo, enviamos á dicho se- ñor el resto de nuestra colección, cuya mayor parte anteriormente había ya él examinado, y en dicho resto se encontraron la Lycosa fusca- Keys y el Ischnocolus hirsutus Auss, especies que como hemos visto las tenía como dudosas para Cuba. Lo propio acontece con el Género Dolomedes, que siendo señalado vagamente por Mc-Leay, resulta indudable pues su especie D marginellus Koch, la hemos cap- turado en varias Ocasiones. Deseosos de contribuir á la adquisición de conocimientos sobre esta rama de la zoología, hemos venido coleccionando y estudiando estos seres y como preliminar á un trabajo más extenso que prepa- ramos, ofrecemos el siguiente catálogo sinónimico y anotado de las especies, hasta hoy conocidas. Es de advertir que en la distri- bución metódica, nos hemos ceñido á la clasificación que Mr. E. Simón, adopta en su monumental obra «Histoire Naturelle des Araijgnées». No terminaremos sin hacer constar nuestra gratitud para con los Sres. Howard y Bauks del Museo Nacional de los Estados Uni- dos, por su benevolencia, al determinar el material que le remiti- mos, é igualmente á nuestro querido profesor Dr. Carlos de la To- rre por los valiosos ejemplares que nos ha regalado, y sus sabios consejos en cuanto á la redacción de este trabajo. COMSPECTUS DE LAS FAMILIAS DE ARAÑAS SEGUN EUGENIO sIMON ORDEN ARANEAE 1.—SUB-ORDEN: ARANEAE THERAPHOSAE 1. Liphistidae.—2. Aviculariidae.—3. Atypidae. 2.—SUB-ORDEN: ARANEAE VERAE Primera Sección: Cribellatae 4. Hypochilidae.—5. Uloboridae.—6. Psechridae.—7. Zorop sidae.—8. Dictynidae.—9. Oecobidae.—10. Erisidae.—11. Filis tatidae. 1 His. Nat, des Araignées, 1903. LOS ARACNIDOS DE LA ISLA DE CUBA 351 Segunda Sección: Eecribellatae Primera Sub-sección- Haplogynae. 12. Sicariidae.—13. Leptonetidae.—14. Oonopidae.—15. Ha- drotarsidae.—16. Dysderidae.— 17. Caponiidae. Segunda Sub-sección. Entelegynae. 18. Prodidomidae. —19. Drassidae. — 20. Palpimanidae. — 21. Zodariidae.—22. Hersiilidae.—23. Urocteidae. —24. Ammoxe- nidae. — 25. Pholcidae. —26. Theridiidae. — 27. Argiopidae.— 28. Archeidae.—29. Mimetidae.— 30. Thomisidae.— 31. Platori- dae. —32. Clubionidae. — 33. Argelinidae. — 34. Pisauridae. — 35. Lycosidae.—36. Senoculidae.—37. Oxyopidae.—38. Salticidae (attidae). CLASE ARACHNIDA.—ORDEN ARANAE 1% SUuB-ORDEN. ÁRANEAE THERAPHOSAE Familia Aviculariidae 1817. Territeles. Latr-OCnvier-Regune anim 111, p. 79. 1823. Terrestres. Sundeval-Gen aran Suec, p. 10. 1825. Tetrapneumones. Latr. Fam Nats, p. 312. 1830. Theraphosae. Sund-Svensk, Spindl, desc. 1869. Theraphosoidae. Thorell-On Europ $. p. 161. Sis 59 Auss-Beitr, z. k. d. Territel. 1875. aj Auss, Zweiter, Beitr z, k. d. Sub- Familia Avicularinae 1869. Theraphosinae. Thorell. On Europ Sp., p. 164. 1871. Ae Auss Betr z. Kenn Terr, p. 136. GÉNERO EURYPELMA.—O€U, Koch 1851. Vebers, d. arachn. Sys V.—C. Koch. p. 73. 1852. Muygale Walch. MUSGO. Lasiodora. CU. Koch. Ibid, p.-72. 1869. Avicularia. Thorell On Europ Spd. 1971, Eurypelma, Auss Beitr z. d. k., p- 208, MARIO SANCHEZ ROIG [Y] DO (59) EURYPELMA | SPINICRUS.—Lastreille. (1) 1828. Mygale-spinicrus Latr-Dict d” hist nat (2ed.) xx11, p. 118 1839. Muyygale cubana. Walch Ins apteres 1, p. 213. Especie muy común en toda la isla, vive en cuevas en el campo, y en la casa construye su guarida, en las paredes ruinosas. Llá- masele vulgarmente araña peluda y muy conocida por su picada, que no es peligrosa como sucede con obras especies de este género que habitan en la América del Sur.—Es la mayor de todas las es- pecies, llamando la atención un ejemplar que se encuentra en el Museo Gundlach del Instituto, cuyo tamaño es doble de lo normal. La he recogido en varias partes de la isla, además en Cabañas, Marzo 23 de 1900 (Palmer y Riley) San Diego de los Baños; Abril 1900 (Palmer y Riley) El Guama (Palmer y Riley). Eurypelma, sp. (2) Un ejemplar joven de Cayamas (Schwarz), he recogido varios ejemplares también en Madruga ”? que difieren bastante de la Spi- nicrus-Latr, pero no se pueden clasificar por ser muy jóvenes. GÉNERO ISCHNOCOLUS. AUSSERER. 1871. Ausserer.—Verh z. b. Ges Wien, p. 184. Ischnocolus. hirsutus Auss. (3) ¿specie bastante frecuente en terrenos bajos, vive bajo piedras Ó basuras, y construyendo una cueva como la E. spinicrus de que anteriormente hablamos. La he encontrado en varias localidades de la isla y probablemente se encontrará en toda ella. Ischnocolus-sp. (4) Varios ejemplares aún muy jóvenes aunque parece ser una es- pecie nueva, vive en idéntica forma que la especie precedente y es muchísimo mayor, teniendo la apariencia á primera vista de una Eurypelma spinicrus joven. 2 ejemplares capturados en el Cerro, Habana, Julio 5, 1909, 1 en Madruga Septiembre 4, 1909. 1 Headoptado el nombre genérico de Eurypelma, en vez de Mygale, porque el nombre de Mygale se empleó en 1800 por Cuvier para un género de mamíferos, y fué en 1802 cuando Wal- ckenaer propuso el mismo nombre para un género de arañas, 2 Septiembre 4, 5, 8, 1909, LOS ARACNIDOS DE LA ISLA DE CUBA 35 [is] Sub- Familia- Barychelinae 1892. E. Simón Hist Nat des araignées. T. I. p. 116., GÉNERO sToTHIS.—E. Simón. 1889. E. Simón. Soc. Ent. de France, p. 198. 1903. Stothis. —E. Simón. Hist Nat des Araignées Vol. 1, p. 128. Stothis-cubana Banks (5) 1909. Stothis cubana. —Bks. 2do. Inf. anual Est. Cent. Agron, Cuba. Vive bajo piedras y no es muy corriente. El tipo de ésta espe- cie fué capturado por el profesor Baker en Santiago de las Vegas, (1905). Sub- Familia-Diplurinae 1892. E. Simón. Hist Nat des Arags T. I., p., 174. lA GÉNERO ISCHNOTHELE AUSSERER. 1875. Ischnothele.—Verh z. b. G. Wien, p. 163. Ischnothele macrura. —Koch. (6). 1842. Muygale macrura.—Koch, die arachn 1x, p. 38. 1909. Ischnothele macrura.—Banks 2 Inf. an, Est. C. Agr. En ciertas localidades especialmente montañosas, aparece en gran abundancia bajo las piedras, llama la atención por sus fúsulas (hileras) que son extremadamentes largas. Recogida en Pinar del Rio por Baker. Capburé gran número de ejemplares en las lomas de Madruga en Septiembre de 1909, durante mi estancia en ese pueblo en casa del Dr. La Torre que estaba allí de temporada, brindándome toda clase de comodidades. SEGUNDO SUB-ORDEN ARANEAE VERAE Primera Sección. — Cribellatae Familia-Uloboridae 1850. Mithraides-ad part. C. Koch Uebers d ara Sys V 15 1869. Uloborinae. —Thorell On Europe sp. 64. 1872. Uloboridae.— Cambridge, Sp of Palest and Syria-Proc London. Zool Soc., p. 302 354 MARIO SANCHEZ ROÍG 1874. Uloboridae.—E. Simón. Ar. d. France l, p. 164. 1888. Uloborinae.—Emerton.—N. Engl Cinifl-Trans Conn aca- demy vir, p. 454. Sub- Familia-Dinopinae. 1892. E. Simón Hist Nat des Arag. T. I. p. 208. GÉNERO pINOBIS.—Me. Leay. 1839. Dinopis Mc Leay-Ann Mag Nat Hist. 11, p. 9. Dinopis lamia.—Mec Leay (7) 1839. Dinopis lamia-Mc Leay Ann Nat Hist. 11, p. 9. Cogido sobre las yerbas en Santiago de las Vegas (Houser) en Cayamas (E. A. Schwarz). Es una especie sumamente esparcida, cuya área geográfica, abarca el Africa occidental y oriental; Mada- gascar, Nueva Guinea, América Septentrional, y Meridional y las Antillas. Sub- Familia Uloborinae 1892. E. Simón-Hist Nat des Araig-T. 1., p. 210.. GÉNERO ULOBORUS.—Latreille. 1806. Latr.—Gen Crst et Insec t. p. 109. 1850. Phillyra.—Hentz Bost Soc. Nat Hist, p. 25. 1858. Orinthyia.—Blanckw. Ann Mag Nat Hist, p. 331. 1859. Veleda. > Lot. Cit., p. 96. 1870. Uloborus.—Thorell On Europ spid, p. 65. 1874. Uloborus.—E. Simón-Ar. de France, 1 p. 165. 1887. Philoponus.—Thorell-Ann. Genr 2e. ser v., p. 127. Uloborus geniculatus. —Olivier (8) 1789. Araneus genicalatus. —Oliv. Enc. Meth 11 p. 214. 1842. Uloborus zosis.—Walck Ins ap. 11 p. 231. 1858. ,, Latreillei.—Thorell-Vet. Akad xv, p. 197. 1859. ,, domesticus.—Doleschal-Ac. Soc. Se. Ind. v., p. 46. 1873. ,, 2osi3.—Thorell-Rag Mal. 11, p. 130. 1889. ., yeniculatus.—Simón Soc. Ent. Fran. p. 131. 1889. ,, 208i8.—Marx Proc. acad. Sc. Phil, p. 99. Especie muy común en las casas, en donde se le encuentra en las habitaciones Ó lugares descuidados tejiendo unas telas sumamente LOS ARACNIDOS DE LA ISLA DE CUBA 355 extensas en los ángulos de las paredes, viviendo en sociedad un gran número de individuos; en una ocasión conté más de 500, en otra tela supongo pasaran de 1,000 los individuos que la habita- ban; es muy curioso también ver los capullos colgados de la tela que á veces pasan de doscientos, y después de salir las arañitas toman un color lila muy hermoso. La he capturado en muchas ocasiones en las cercanías de la Ha- bana y probablemente se encontrará en toda la isla, ha sido captu- rada también en Santiago de las Vegas, Junio 30 1905 (Horne y Houser). Uloborus plumipes. —Lucas (9) 1849. Uloberus plumipes. —Lucas. Expl. Alger Auim Art, 1, 252. 1850. Phillyra ríparia.—Htz. jour B. Soc. N. Hist. p. 26. 1869. Uloborus plumipes.—Canestrini Pavesi-Arch p. la Zool 1?Anat Phisiol-ser 11, Vol. 11. 1387. Uloborus villosus.—Keyserling. N. Spinn 278 xi p. 6. 1888. ,» plumipes.—Emerton N. E. p. Ac. Conn pl. 1x, 1. 1889. ») spinicrus. — Works, vols 1. 11. Capturada en Cayamas por E. A. Schwarz. —No la he visto aún en Cuba, y creo no sea de las más corrientes. Uloborus republicanus.— Simón. (10) 1891.—Uloborus sepublicanus.— E. Simón.—Ann, Soc. Ent. p. 12. Capturada por Schwarz en Cayamas, Marzo 1905, en el Procee- ding de la Sociedad Entomológica de Washington, vol. vi, p. 147 y 148, da algunos datos sobre la sociabilidad de esta araña. Cada una tiene su propia tela, pero todas se reúnen en una gran tela co- munal. Una de las telas tenía de 7 4 9 pies de ancho, 5á 7 de alto y 3 de espesor. Las arañas machos estaban en la parte infe- rior de ésta gran tela conteniendo más de 1,000 arañas y observó otras telas más pequeñas que tenían como 200. Sub-Familia Miagrammopinae 1892. E. Simón.—Hist Nat des Araig T. 1, p. 216. GÉNERO-MIAGRAMMOPES-CA MBRIDGE 1369. Miagrammopes Cambr Linn Soc. Jour Zool x p. 400. Miagrammopes cubana- Banks. (11) 1909. Banks. Inf. Anual Est Centr. Agron, Cuba. 356 MARIO SANCHEZ ROIG No he observado aún esta especie que ha sido capturada por Baker y Schwartz en Cayamas. Familia Filistatidae S67. Ausserer. —Die Arachn Tirols 1, p. 140. 869. Thorell.—On Europ Spiders, p. 158. GÉNERO FILISTATA-LATREILLE 1810. Latreille.—Cons gen sur Crust Arset Ins, p. 121. 1832. Hentz.—Am Jour of Sc. arts. xx1, p. 101. 1839. Teratodes.—C. Koch Die Arachn v, p. 6. 1842. Filistata.—Hentz jour B. Soc. N. Hist Iv. p. 226. 1869. Filistata.—Thorell On Europ Spiders, p. 160. 1875. ,, —Hentz Spds of U. S. ed by Burgess, p. 22. Filitata capitata Hentz. (12) 1842. Filistata capitata.—MHtz. jour B. S. N. Hist 1v, p. 228. Id. Sp. of U. $S. ed by Burgess, p. 24, pl. 2. 1842. Theratodes depressus.—C. Koch-Die Arach 1x, p. 103, fig. 755. 1879. —Keyserling.—N. Sp. a Am 1 Verh D.z Bot Wien. Vive en las casas, en donde se le encuentra tejiendo su tela en los ángulos de las paredes, donde exista alguna rotura para escon- derse durante el día, saliendo únicamente por la noche. No es una especie que se observa con frecuencia, siendo algo rara. Los naturalistas americanos que han visitado ésta isla no han informa- do sobre ella por no haberla capturado. Filistata hibernalis- Hentz (13) 1842, Filistata hibernalis.—MHentz, jour B. Soc. Nat. Hist. 1v, p. 227. Id. Sp. of U. $. ed. by Burgess, p. 23 pl. 2. 1859. Fil. cubaecola.—Lucas-Sagra Hist Nat, de Cuba. Ar. 74. 1879. Keyserling. —N. Sp. a. Am. 1, Verh d. z. b. Ges Wien. Tiene las mismas costumbres que la especie procedente, siendo frecuente encontrar casi unidas las telas de ambas especies. Es sumamente común. | He recogido un gran número de ejemplares; también en Isla de Pinos (Palmer y Riley) Santiago de las Vegas, (Horne y Hous- ser), Habana (Baker), Cayamas Schwarz). Y LOS ARACNIDOS DE LA ISLA DE CUBA 35 SEGUNDA SECCIÓN. ESCRIBELLATAE Primera Sub-Sección. —Haploginae Familia Sicariidae E. Simón. Hist Nat des Arag T. 1, p. 261, París 1892. 1864. Seytodiformis. —Simón Hist Nat des Arag p. 42. 1864. Seytodidae. —Blackw. Sp. of Gr. Brit 11, p. 379 - 1869. Seytodidae. —Thorell On Europ Sp., p. 163 ad. fort. 1877. Seytodoidae. — Keyserling-Verh d. z. b. Gess wien. 1884. Seytodoinae.—Emerton. N. Eng. Sp. Terid. Traus Conn Ac. vi, p. 31 ad port. Sub- Familia. —Seytodinae E. Simón. Hist Nat des Arag T. 1, p. 272, París 1892. GÉNERO SCYTODES—LATREILLE Latreille-Nouv Dictio d' Hist xx1v, p. 134, ad part. 1869. Thorell.—On Europ Sp. p. 103. 1873. Seytodes.—L. Koch, Ar. Austr., p. 292. 1887. Seytodes. —Dictis-Thorell. Seytodes, bajula. Simón (14) 1891. Seytodes bajula.—Simón. Proc. Zool Soc. London, p. 569, sta especie es común en las casas, hallándose también bajo las piedras en el camp, pero nunca se encuentra tan abundante como las especies siguientes. He dado con ella varias veces, y Baker remitió un ejemplar macho á Washington, cogido en la Ha- bana. Seytodes fusca— Walkenaer (15) 1837. Systodes fusca.—Walk Ins. Apt., 1, 272. 1873. Syctodes guyanensis. —Tackz. Hor. Soc. Ent. Ross. Vive como la anterior, peroen mucha mayor abundancia. —Ha sido capturada en Santiago de las Vegas (Horme «€ Houser), Ha- bana, (Baker); la ha encontrado en muchas localidades de la Ha- bana. Madruga (Septiembre 7, 1909). San José de la Lajas, Cerro (Habana). (Nov. 5, 1909). Y. Dv ) D] MARIO SANCHEZ ROIG Seytodes longipes Lucas. (16) - 1845. Lucas Sey longipes. Anus Soc. Ent. France p. 71. 1873. Seytodes marmorata.—Taczanouzky Hor Soc Ent Ross, p. 107. 18960. Seytodes taczanouky.—Thorell Ragni Malas 1v, p. 301. Esta especie es una de las más vulgares, vive en las casas en donde teje su tela sobre techos y paredes, prefiriendo siempre los lugares Oscuros. Seytodes-thoracica.— Latreille (17) Latreille (Aranea).—Gabl. Math. d. Ins in Nouv d' Hist Nat. xxIv, p. 134. 1869. Thorell On Europ Spiders, p. 103. 1875. Seytodes cameratus.—Htz. Sp. of. U. S. ed by Burgess, p. 141..pl: 15. fig. 17. Es una especie rara, he cogido un solo ejemplar, que conviene perfectamente con la descripción y la lámina, que dá Hentz en (Spiders of U. S. 1875), no había sido antes anotada como de Cuba, á pesar de tener una distribución muy extensa; tiene las mismas costumbres que la especie procedente. Familia Caponiidae r GENERO NOPS. MC. LEAY 1838. Nops.—Mac Leay.-—Anv. Mag. Nat. Hist. 11, 1838, p. 2. 1873. Diops.—Taczan. Hor. Soc. Ent. Ross x, p. 73. Nops guanabacoae. Mec. Leay (18) 1838. Nops guanabacoae.—Mc. Leay. Ann. Mag Nat. Hist, 11, 3. Dice Mc. Leay, que se encuentra debajo de las piedras en los bosques, y que es común. Simón la señala en su obra como tipo del género Nops del que se hallan especies únicamente en Cuba y en San Vicente. La he encontrado en dos ocasiones, (un ejemplar cada vez), por lo que no he podido comprobar aún su abundancia; ha sido también capturada en Santiago de las Vegas (Baker). Segunda Sub-Sección. —Entelegynae Familia Drassidae 1833. Sundeval. —Conspect Arachn, p. 17 ad part. 1864. 1866. 1869. 1878. 1890. 1892. 1909. LOS ARACNIDOS DE LA ISLA DE CUBA 359 Drassiformis.—Simón, Hist. Nat. des Aaaig, primera ed. Drassidae.—L. Koch. Die Ara Fam d. Drassiden. Drassidae.—Thorell On Europ sp. 1, 137. Drassidae. —Simón Ar. de France 1v p. 1. Drassidae. —Emerton Tranes Conn Acad. vitr, p. 1. Drassidae.— E. Simón Hist Nat des Ara T. 1., 1* edic. p. 339. GÉNERO EILICA Eilica cincta- Banks (19) Eilica cincta Banks.—22 Inf. anual. Est. Cent. Argronom de Cuba. 2% part. p. 167. Descrita como una especie nueva, por Nathan, Banks en el se- gundo Informe anual de la Estación Agronómica de Cuba. —El tipo fué enviado por el Profesor Baker, cogido en la Habana. 1304. 1832. 1866. 1866. 1869. 1878. GENERO GNAPHOSA. LATREILLE. Latreille.——Now Dict d' Hist Nat. xxIv, p. 134. iTerpyllus.—Hentz-Am. Jour. Sc. «€, Arto., p. 102. Menge Preus-—Spinn, p. 301. Pythonissa. —L. Koch-Drassiden, p. 6. Gnaphosa.——Thorell.-—-On Eur. Sp., p. 143. E —Simon—Arac. d'France, 1v. p. 163. Genaphosa sp. (20) No he podido aún determinar la especie por carecer de ejem- plares, pues sólo poseo uno cogido en Madruga en Septiembre de 1909, que aunque tiene algunas semejanzas con la Gnaphosa bruma- lis de Thorell, no parece ser la misma especie. Se encuentra bajo las piedras en las lomas de Madruga, huye mucho, pudiendo sola- mente coger de los varios individuos que habría uno solo, escapán- dose el resto por su extrema ligereza y su pequeño tamaño. 1850. 1864. 1869. 1874. 1884. Familia Pholcidae Pholcides.—C. Koch; Uebers d. Arachn; Syst. v. p. 31. Phalangoidiens.——-Simon, Hist Nat d' Araignees, p. 43. Pholcidae.-(sub fam). Thorell.-On Furop. Spiders, p. 101. Pholcidae.——Simon, Arac d'France, 1. p. 254. Seytodinae.—Emerton. N. Eugland. Therid. Trans. Conn. Ac. vi, (ad partem): 360 MARIO SANCHEZ ROIG Sub-familia. Pholcinae. GÉNERO PHOLCUS.-—— WALCKENAER 1805. Walckenaer.——Tabl. d'Aran, p. 80, ad part. 1832. Hentz.—Am. Jour Sc. €; Arts. xxt, p. 103. 1850. Hentz.——Journal Boston. Soc. Nat. Hist. vi, p. 284. 1875. Hentz.—Spid of U. S. ed by Burgess, p. 157. 1885. Emerton.—N. Engl. Therid; Conn Academy; vi, p. 30. Pholcus tipuloides.—Koch. (21) 1371.——Ptipulcides.-—Koch. Arachn. Austral, 1, p. 281. Es una de las especies más vulgares de Cuba, vive en las casas donde se le ve tejer sus telas en paredes, techos y en todos los lu- gares que encuentren descuidados, también se encuentra en el cam- po y vive á veces en las telas con las Epeiras. Es una especie consmopolita; su aspecto que es muy parecido á una Tipula, género de Dipteros, por tener un cuerpo muy pequeño y las patas finas y muy largas, es á lo que debe su nombre específico. GÉNERO PHYSOCYCLUS. SIMON 1892. Simon.——Hist nat des araignees. 'T. 1, p. 470. 1877. Pholcus.—Keyserling. Verh. z. b. Ges. Wien, p. 208, (ad. part. P. gibbosus.) * Physocyclus globosus.—Tacz (22) 1873. P. globosus.——Tacz.——Hor. Soc. Ent. Ross, x, 105. 1877. Pholcus gibbosus.—Keys. Ver. Zool. Bot, Ges. Wien, p. 208. Esta es la especie más conocida de todas, como la anterior vive en las casas y tiene las mismas costumbres, es también especie cos- mopolita y Simon señala su área geográfica así: Africa occidental, Asia, America septentrional, central, meridional y las Antillas. En Cuba habita toda la isla. Physocyclus sp. (23) Parece ser una especie rara, vive en las orillas de los ríos, sus telas son pequeñas, encontrándose tres Ó cuatro individuos en cada una, son de color negro y las patas anilladas de blanco. La he en- contrado en dos ocasiones en la Habana, (Cerro, Noviembre 25 de 1909 y Diciembre 8). No he podido aún comprobar su ab undan- LOS ARACNIDOS DE LA ISLA DE CUBA 361 cia en otras provincias y debido á no poseer nada más que tres ejemplares me ha sido imposible precisar la especie, si bien estoy seguro de ser una distinta á la precedente. r GÉNERO MODISIMUS.-——SIMON 1892. Hist. Nat. des Araignées. T. 1, p. 485. Modisimus glaucus.-—Simon (24) 1892. Hist. Nat. des Araignées. T: 1., p. 485. Es especie rara y se confunde fácilmente con los individuos jó- venes del Physocyclus globosus, por ser mucho más chico que éste y tener el mismo color. Simon señala el M. glaucus como tipo del género é indicando por habitación las Antillas. En Cuba no había sido anotada hasta ahora, y supongo se en- contrará en las demás provincias, la he colectado en el Cerro, Habana, y en Madruga (Septiembre 5, 1909). Modisimus sp. (25) Poseo un solo ejemplar que Banks considera distinto al M. glau- cus, pero por no tener á la vista más que uno solo, que es el que tengo en mi colección, no he creído oportuno determinar la especie. Lo encontré en el Vedado, Habana, en una cerca de alambre con una tela muy pequeña y tupida (Marzo 9, 1909). Familia Theridiidae 1837. Theridides.—C. Koch. Uebers-d. Arachn. Syst, v, p. 6. 1882. Therididae.—Emerton. Trans. Conn Ac. vi, p. 1. 1884. Theridiidae.-—Keyserling-Die Spinn. Am; Trevidiidae. GÉNERO. THERIDULA. EMERTON. 1882. Emerton.——N. Engl. Therid. Trans Conn Academy, 1v p. 20. 1886. Keyserling.——-Die Spinn. Am. Therid. 11, p. 29. Theridula triangularis. —Keys (26). 1896. Therid triangularis.—Keys.—Die Spinn. Amer. 11, p. 30. No es rara, recogí varios ejemplares en el Cerro, Habana, (Noviembre 25, 1909). Madruga, (Septiembre 5, 1909); también ha sido encontrada en Cayamas por Schwarz, Feb. 1908. Vive sobre 362 MARIO SANCHEZ ROIG plantas doblando las hojas para tejer su tela en el interior, en cada hoja doblada se encuentra siempre un solo individuo. GÉNERO THERIDIUM.-—WALCKENAER 1805. Walek.—Tabl. d'Arau, p. 72. 1832. Theridium.—Hentz. Am. Journal of. Se. € arts. XXI, p. 99. 1850. Theridion.—Hentz. Journ Boston Soc. of not., Hist. vi, Pp. 211: 1882. Theridium.—Emerton. N. Engl. Theridiidae. Trans. Conn. Acad. vi. p. $. ; 1884. Theridium.—Keyserling. Die Spinn., am.; Theridiidae, pag. 3. Theridium rufipes.--Lucas (27) No he podido encontrar la publicación en la cual Lucas descri- be esta especie, pues como es rara no se halla mencionada en nin- gún catálogo sobre arañas de América. Los tres ejemplares que poseo los capturé en las Lomas de Madruga (Septiembre 8, 1909). Hasta ahora no se había anotado como de Cuba. Theridium interruptum. Banks (28) . . . Lo mismo que en la especie precedente de la cual no poseo nada más que un ejemplar de Madruga, (Septiembre 8, 1909). Theridium sp. (29) Vive bajo piedras, muy «pequeños y de color moreno, tiene di- ferencias bien marcadas con las dos especies precedentes, pero como no he conseguido nada más que dos individuos en su completo des- arrollo, y del mismo sexo, no ha sido posible la determinación es- pecífica. Los dos ejemplares adultos y tres pequeños fueron capturados en la Quinta de la Sra. Rosalía Abreu, en Palatino, Cerro. GÉNERO LITHYPHANTEÉS.——-THORELL. 1869. Thorell.-——On Europ. Spid, p. 94. 1882. Steatoda.—Emerton. N. Engl. Therid. Trans-Conn aca- dsmy, vi, p. 21, ad. part, LOS ARACNIDOS DE LA ISLA DE CUBA 565 1584. Lithyphantes. —Keyserling. Die Spim., Am. Theri. 1 p. 128. Lathyphantes septenmaculatus.—Keys (30) 1884.—L. septenmaculatus.—Kevs. Die sqinn. Am. Therid. pai o SS: é Vive bajo piedras, no es rara, y tiene el aspecto de las Epeiras, algunas veces como ésta suele vivir sobre las flores; es pequeña y de vivos colores. GÉNERO ARGYRODES. —SIMON 3864. Simon. —Hist Nat des Araignées, p. 253. 1882. Emerton.—Die Spim. Am. Therid 1., p. 179. 1881. Conopistha.—Karsch. Diagn. Arachn. Japón. Berl, Ent. Treitr. xxv, p. 39. Argyrodes cancellatus-—Hentz (31) 1832. Hentz.—Am. Journ of Sc. € Arts. 1850. Hentz.—Journ Boston Soc. of Nat Hist vi p. 278 id.— Spiders of U. S ed. by Burgess, p. 149, pl. 16, figs. 17 y 18. Lasseola cancellata.—Emerton N. Engl. Therid. Trans Conn Acad. vi, p. 26, fig. 4 pl..5. Es una especie muy común en Cuba, vive en cuevas, ó en luga- res oscuros de las canteras donde hace una tela pequeña en el án- gulo que forman dos piedras, y la hembra permanece á veces muchas horas en una posición invertida, es decir, con las patas hacia arriba, los huevos son colocados en la parte inferior, y puede ser que con- siga con esta posición vigilarlos por mucho más tiempo. El macho suele estar escondido; y como es más pequeño pasa desapercibido muchas veces, por lo que hay que buscarlo en el fondo de la cueva Ó en cualquier rugosidad de la piedra. He recogido muchos ejem- plares en las cercanías de la Habana, Cerro, Puentes Grandes, Guanabacoa, también en Pinar del Río, y la he recibido de Santa Clara y Santiago de Cuba. ¡»e encuentra todo el año, y encontré una tela con 5 individuos que parecían tener pocos días de nacidos en Marzo de 1909 (Cerro). (Continuará. ) MISCELANEA La Facultad de Letras y Ciencias acaba de otorgar (sesión del Beca oe Viaye 19 de Mayo de 1911) el premio de Beca de Viaje, correspon- diente á las Escuelas de Letras y Filosofía y de Pedagogía, á la Srta, Isolina de Velasco y Fales. Incluso también el Grado de Doctor, Ja mencio- nada alumna ha obtenido la calificación de Sobresaliente en todas las asignaturas de la carrera de Letras y Filosofía; además, seis premios ordinarios alcanzados por oposición. Su labor universitaria representa una serie de brillantes triunfos; y su tesis doctoral sobre Los cambios en el lenguaje—que aparecerá en la REVISTA por es- pecial recomendación del Tribunal—es una prueba palma ia de la cultura é inte- lectualidad de su autor. La Beca de Viaje concedida en este caso por el voto uná- nime de la Facultad, es la primera vez que se adjudica á una alumna en nuestra Universidad; pero, bien puede proclamarse que ha sido un acto de verdadera justi- cia. La Srta. Velasco se halla actualmente matriculada en la Universidad de Chi- cago, cuyo centro docente dispone de incomparables recursos para efectuar la mejor difusión de la alta enseñanza. Duraute este año académico de 1910 á 1911, se han celebrado LAS CONFERENCIAS Jas siguientes Conferencias por los Profesores de la Facultad de DEJE letras y Ciencias: El hombre fósil ey Cuba, por el Dr. Luis Mon- tané; La Psicología Pedagógica: su actual tendencia, por el Dr. Ramón Meza; La creación electroquímica del Universo, por el Sr. Ingeniero Ovidio Giberga; La foné- tica experimental en la ciencia del lenguaje, por el Dr. Juan M. Dihigo; Enseñanza de la Agricullura en las Escuelas públicas, por el Dr. Francisco Henares; Cuvier y sus paradojas, por el Dr. Arístides Mestre; Estado actual de nuestro problema educativo, por el Dr. Manuel Valdés Rodríguez; Resultado de mis investigaciones paleontológicas ante los Congresos de Graz y Stokolhm, por el Dr. Carlos de la Torre; y El arte floren- tino del siglo XV, por el Dr. Antonio Espinal. Estas nueve conferencias públicas forman la octava serie de las llevadas á efecto anualmente por la Facultad. Brolooras (Pro CUISOi as a Zoolozía ( CUE). so o Rrofesor-Dr: Canos de la Porre; Zoografía CESTA ca : , Antropología general (1 curso) E REO % Dr. Luis Montané. CONFERENCIAS Histología, Embriología y Organogenia... . + Anatomia Comparada ..5 2. e. Dr. Aristides Mestre. (Aux.). AA e O e AS O Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Conservador del Museo de Zoología); Dr. Victorino Trelles (Jefe del Gabinete, de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química); y Dr. Jorge Hortsmann (Director del Jardin Botá- nico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudantes. —El “Museo Antro- polóvico Montané” y el Laboratorio de Antropología tienen por Jefe al Profesor titular de la asignatura. 3. ESCUELA DE PEDAGOGIA. Psicología Pedagógica: (.1.CUTSO). 2.60... +. Historia de la Pedagogía (1 curso). . .. . . pProfesor Dr. Ramón Meza. Aire escolar (1 CUESO): AS a e , ER DSTRE Y TA ES TL Metología Pedagógica (2 Cursos)... .. .. se Dr. Manuel Valcés Rodrí- 5 guez. ibuj 1 ( "SO SS rs Si Dibujo L ineal LEUESO) Ea E 1 E Pedro Córdora Dibujo Natural (1 curso) - A NO ts A) AS CONFERENCIAS LT. Crítica de la Educación O ) >, E f _La Pedagogía Experimental .-. bras de 1 Dr. Alfredo M. Aguayo. (Aux.). IL. Lectura é interpretación de las obras de | los vrandes pedagogos contemporáneos... ) Avrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facuitad. 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS. Dibujo topográfico, estructural y arquitectónico (MENESOS). 0. A ta ara ate PUE LOTESOD O US ENO RAyneni: Estereotonría (1 curso) O A e or: UL A : AS o a ) ;e Dr. Alejandro Ruiz Cadalso > = - C ¡] . . . . . . . . . . . Materiales de Construcción (1 curso)... - ] i 1 Materiales. ráfica | E O de Materiales. Estática G j za reo Construcciones civiles y Sanitarias ( curso) J n a (1 cur: A , Hidromecánica (1 curso) L 3 Sr. Eduardo Giberga. Maquinaria (1 curso)... ) Ingentería de Caminos (3 cursos: puentes, fe ? A RR a rrocarriles, calles y carreteras). .>. ” E do ss Enseñanza especial de la Electricidad (3 curso 5 Arquitectura é Hiviene de los Edificios(1 curso) ] Historia de la Arquitectura (1 Curso). . ! Contratos, Presupuestos y Lesislación especial | á la Ingenieria y Arquitectura EL-CUrSO)5 35) . Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto; y son sus profesores Auxiliares: Dr. Andrés Castellá, Sr. A. Fernández de Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán (Jefe del La- boratorio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la. carrera de Maestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden á otras Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA. Química Agrícola é Industrias Rurales (1 curso) FabEcación:de azúcars( 1 Curso)... 0.22... ISO O la ECUESOJ a MOSte chia (CTS O). ro o o POS da Sr. José Cadenas. Fitotecnia (1 curso). Economía Rural y contabilidad Agrícola ( y CcursO).. 2 AN ! Lezislación Rural y formación de Proyectos f Y (CLICS): mon e IA Soon Is Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingeniero Agrónomo, se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. $ Sr. Ovidio Giberga. a Dr. Antonio Espinal. ) Profesor Dr. Francisco Henares. Sr. José Comallonga. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 12'4 5 de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. TN SO La REvISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS será bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la Revista, el canje co- rrespondiente; y de los centros de instrucción Ó Corporaciones á quienes se la remitamos, «] envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nuestra sección bibliográfica. Para todo lo concerniente á la RevisTA (administración, canje, remisión de obras, etc.» dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, Re- pública de Cuba. ANOTE The RevisTa DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other month. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc. to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. LAA Y ES La REvISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS paraíitra tous les deux mois. On demande l'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de l'administration, échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias Un; versidad de la Habana, República de Cuba. E dl K , ÓN AN 7% NA / e 4 ' , d 4 . f 1] | fl J ' $ Al $ IIA A "y CA ANA A y NN A e A