E , . . re z - 3 j Dra ? a IAH : o ARE El 1 . AA pos $ +72 LES: : ; E REE . nie - + + 4 É E = 3 A, a 5 +3 Le NR ELIANA A MAA adn A A A y EDASAALA AO POT NN ATA d % RR AAA Us Ñ Ñ E "$ -* eN y pe - REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS y i UNIVERSIDAD DE LA HABANA REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS VOLUMEN XIV, 1912 DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN. REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITÉ DE REDACCION: LIBRARY Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL ; EW YORK DES RODRIGUEZ, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJANL* BOTANICAL RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS Y FRANCISCO HENARES. GARDEN. IMPRENTA “EL SiaLo XxXx>” DE AURELIO MIRANDA TENIENTE REY 27 HABANA FAA AAN oy » Ñ Y e eS E dl . a EJ. INDICE DE LAS MATERIAS DEL DECIMO CUARTO VOLUMEN NUMERO 1, ENERO Páginas Discurso leído en la apertura del curso a 0 SN LO y dencia Reparos etimológicos al Diccionario de la) Academia Española.—Voces derivadas + Dr. Juan M. Dihigo..... 20 AA O SS OO a | La tertulia literaria de Delmonte..... ....... Dr. Emilio Blanchet..... 49 Finalidades de una lección; planes; ejecu- ción y crítica de la misma (con tres gra- Dr. Ramiro Guerra...... 97 bados) fundamentales de Derecho Internacio- j Estudio comparativo sobre los principios | Dr. José Enrique Montoro. — 111 nal Privado del Código Civil Español. NeEcroroGía.—El Dr. Ramón Meza........... TORRE CACIÓN 127 MisceELANEA.—La Conferencia del Sr. Manuel Ugarte................... 128 NUMERO 2, MARZO Discurso pronunciado en la Universidad Na- cional el día 26 de Febrero de 1910 con ] A Dr. Evelio Rodríguez Len- motivo de la visita del Profesor de la ; 6 é a SAS 129 Universidad de Oviedo Dr. Rafael Alta- o A A LS VI INDICE Páginas Organización de los estudios históricos. ...... Dr. Rafael Altamira.... 140 Estadio comparativo sobre los principiosy Ale de ada oa | Dr. José Enrique Montoro. 160 nal Privado del Código Civil Español. | A e A AN Análisis de las aguas de Isla de Pinos........ DAS EN AAO ETULO 0% 224 BISMIOGRADÍA e ote Dita dear e lala esla loa el 252 1. Bulletin of the American Museum of Na- ) tural History, Vol. xxx, 1911, New York. | 2. Notes on the Eastern Cree and Northern Saulteaux; by Alanson Skinner. An- | thropological Papers of the American Museum of Natural History, Vol. IX, Eat iO MANOLS muro e ooo 3. Ceremorial Bundles of the Blackfood Indians; by Clark Wissler. Anthropolo- gical Papers of the American Museum of Natural History, Vol. VII, Part. 2, 1912, New York 4. Jicarilla Apache Texts; by Pliny Earle ¡xx >_ ÁA>> > -—AHHHAAAA<á4/] Dra Al MESE e 252 Goddard. Anthropological Papers of the | American Museum of Natural History, WO VILLE Ne MO. siendo 5. String-figures from the Patomana In- dians of British Guiana; by Frank E. Luiz. Anthropological Papers of the American Museum os Natural History, Vol. XII, Part. 1, 1912, New York. 6. Proceedings of the Seventh International - ' Zoblogical Congress a O August, 1907). Cambridge, U UA Al DESEA SAM ES NENAS 254 O A ORSAI RATO NUMERO 3, MAYO Suecia. —Estudios sobre emigración.......... Dr. Gonzalo de (Quesada. 257 La Extensión Universitaria............... .. Dr. Rafael Altamira. ... 268 El naturalista Cuvier y sus paradojas EE D U Ñ , Aristides Mestre..... 292 tíficas. —Homenaje al Dr. La Torre... á INDICE VII Páginas Cactáceas de la flora cubana (con seis gra- os) ( ] Dr. Juan T. Roig y Mesa. 301 o A e a E, A Sr. José Comallonga..... 351 Los problemas de Biología aplicada, exami- ( nados en la Cuarta Conferencia interna- ¿ Profesor L. Blaringhem.. 354 e no: AP A ) TT AA ARA VS E OT A A ÓN 365 I. TheEncyclopeedia Britannica—a Dictio- ] nary of Arts, Sciences, Literature and ge- neral information. Eleventh Edition. vey W. Wiley, Químico Jefe del Depar- y y Q e Dr BITEEnOrES. o 367 | ) II. Foods and their Adulteration; by Har-> tamento de Agricultura de los Estados | ) WEI OS A ES E e e E Y a “II A UL ' uE ñ DN bd FAR A ANA 7) Ñ Am p 5154 VoL. XIV. UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Núm. 1. REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN. REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITÉ DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VALDES RODRIGUEZ, RAMON MEZA, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJAN- DRO RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS Y FRANCISCO HENARES. ENERO: DE: A9AZ, SUMARIO: DISCURSO LEÍDO EN LA APERTURA DEL CURSO ACADÉMICO RNA EA AA EAS PRA Dr. Pedro Calvo —REPAROS ETIMOLÓGICOS AL DICCIONARIO DE LA ACADEMIA OA 7 ena de a a ee e o a den Dr. Juan M. Dihigo. —LA TERTULIA LITERARIA DE DELMONTE ...0.oooooccrnmmmmm... Dr. Emilio Blanchet. —FINALIDADES DE UNA LECCIÓN (con tres grabados).......... Dr. Ramiro Guerra. —ESTUDIO COMPARATIVO SOBRE LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTA- LES DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO DEL CÓDIGO CiviL ESPAÑOL, (COMÍINUAVÁ) ..ooomoooocrrr rr Dr. José Enrique Montoro. —NucrornoGía.—Ern DR. RAMÓN MEZA. EI SS AE La Redacción. —MISCELÁNEA.—La conferencia del Sr. More? Ugarte; IMPRENTA “EL SiGLo XX” DE AURELIO MIRANDA TENIENTE REY 27 HABANA ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. Dr. Evelio Rodríguez Lendián. l, ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos)........ Profesor Dr. Lengua y Literatura Griegas (3 cursos)... .... y Dr. TAG AMS ECO ACUSE ñ Filología (1 curso) ) E Dr. Adolfo Aragón. Juan F. de Albear. Juan Miguel Dihigo, Historia de la Literatura Española (A curso)... : Dr. Guillermo Domínguez y Historia de las literaturas modernas extranjeras ad Roldá á ie ; oldán. ACES O A A ral ia Historia.de: América (L Curso). ..Lumm. is e 1 > Dr. Evelio Rodríguez” Len- Historia moderna del resto del mundo (2 cursos) f dián. Psicolobrar El CUASOD). a AO Ae lion E 1] Filosofía MoralMELCUESO a eres cla el pe Dr. Enrique José Varona. Soctolgria UCA oa re j CONFERENCIAS Estonia de-la*Bilosola. de Na e A E Dr. Sergio Cuevas Zequeira (Axix.) IS e a SE Dr. Ezequiel García Enseñat (Aux. ) DS Suas ACTASICaS > maróa pat AO Neri Dr. Sixto López Miranda (Aux.) 2. ESCUELA DE CIENCIAS. (a) Sección de Ciencias Físico-Matemáticas. Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso. ] Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- Srl) CULSO e o a o A Teo j Geometría superior y analítica (1 curso)....... Geometría descriptivaÍ Curso). 2 e Dr Trigonometría Curs) A toa ade FÍSICAS Perrone Curso io de iaa 1 D E : r Eisica Superior (47 ACUESO) ai qt Es Elsa dle j Er Química Seneral El Curso) cs totes o Sr Biología (LCUESO) Os CL e do 1 D z > r PODIO SIA NL CUE A A ) q Dibujo aneadÍ CisO) o ss da ñÚ Sr Dibujo Natural (d -crurso dh PA A: | $e % Castrologla (GLiCurso) - (LIN Gili ie ao Mecárica Raetomal- (El curso): ia ; Ñ Dr. 'AStronoima CES E Geodesia MPcuESso) A ade a A Na e. : Dr. Mineralogía y Cristalografía (1 curso)..... ... E Dr. Botánica:general (curso e de E ía] Profesor Sr. José R. Villalón. . Claudio Mimó. . Plácido Biosca. . Carlos Theye. . Carlos de la Torre. . Pedro Córdova. Victorino Trelles. Alejandro Ruiz Cadalso. Santiago de la Huerta. Manuel Gómez de la Maza. (b) Sección de Ciencias Físico-Químicas. Análisis matemático (Algebra Superior)....... Profesor Sr. Geometría Superior (sin la Analítica)......... » D Trigonometría (plana y esférica)....co........ ps có Fisica Superior (Ler. curso) Sa a dei có 1 Dr EiSTca SUPE (2 CUE) A a J 39 , Química Inorgánica y Analítica (1 curso)...... 1 Sr Ofímica Oreánica: (curso it dt E ta / 15) Dibujo Lineal Mich) Rs raecato de Rvd ) Sr Dibuja Natural (1 corso). RR a » Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... SS Dr TER O A e E A 1 E Dr ARO LO TA MECO A a da AA S e Botánica generál (Licurso) mc ds ss Dr. CGoOsmoloria (ÍCUESO Do Tao er eo a e 5 Dr. (c) Sección de Ciencias Naturales. Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso Profesor Sr. . Claudio Mimó. . Carlos Theye. Geometría Superior (sin la Analítica)......... ) Dr Trigonometría (plana y esférica)... ........... e Ouíntica general (Lct ee Sr Dibujo Lancal(ERursN a y Sr Dibujo Natural (1 curso)..... A a e ds Je Fisica, Rensral (CUESO JE o a an Dr Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... » Dr A Ne 22 Botánica peñeráal (1 curso). ua a y Fitografía y Herborización (1 curso).......... 4 Dr. José R. Villalón. Claudio Mimó. Plácido Biosca. . Carlos Theye. . Pedro Córdova. . Santiago de la Huerta. . Carlos de la Torre. Manuel Gómez de la Maza. Victorino Trelles. José R. Villalón. . Pedro Córdova. . Plácido Biosca. . Santiago de la Huerta. Manuel Gómez de la Maza. Vol. XIV. ENERO" DE. 1912. Núm. 1. REVISTA DE 'EA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DISCURSO LEIDO EN LA APERTURA DEL CURSO ACADEMICO DE 1911 A 1912 POR EL DR. PEDRO CALVO Y CASTELLANOS Catedrático titular de la Escuela de Cirugía Dental. Alia tentanda vía est. Honorable Sr. Presidente de la República, Sr. Rector de la Univer- sidad, Distinguidos Compañeros, Estimables alumnos de este Centro, Señoras y Señores: A riesgo de levantar en vuestros espíritus algo así como un ve- redicto de censura con mis primeras palabras; pero confiado en que se desvanecerá la mala impresión que con ellas produzca luego que, con la benevolencia que os impetro, escuchéis lo que sigue, afirmo que no he sentido escrúpulos al aceptar la encomienda, cuyo honor excede á mis méritos, de ser esta vez el vocero reglamentario de un acto oficial, el más notable, caracterizado é importante de la Repú- blica: la oración inaugural de un curso; el como pregonero de aque- llos príncipes medioevales, que anunciaban á golpe de caja la lle- gada del magnate; porque una oración inaugural de curso no es más que el grito, afiligranado ó no por la belleza de la frase, y sus- tanciado ó no por la fuerza del concepto, con que un profesor, que designa un rectorado, anuncia á los cuatro ángulos del país el ad- venimiento de ese poderoso señor que se llama el ¿ntelectualismo ; que ha dormido el sueño estival de tres meses para congregar de Ñ ) / t Y Y IRK 'OTANICAL, CA A, PEDRO CALVO Y CASTELLANOS ty nuevo á los jóvenes dispersos por el lejano solar paterno, animosos de emprender, felizmente para esta patria resurgente que se vigo riza, la no suave, pero sí fructífera tarea de sus triunfos aca démicos. No me he detenido á pensar ni un instante—admiraos de la osadía—en el papel desairado que me tocará hacer cuando, por comparación con tantos profesores eminentes que me han precedido en esta gaya empresa, se aquilate mi labor y se contrapese mi obra. No me ha atemorizado la consideración previa, remembranza de la parábola bíblica, de que mis palabras iban á ser simientes—si- mientes no por su germen intrínseco, sino por los jugos de la tie- rra que va á recibirlas—iban á ser simientes caídas, no en las ro- cas, sino en blando y sustancioso mantillo, en el humus de vuestras inteligencias cultivadas, nutridas, abonadas y dispuestas para todas las disquisiciones científicas, tanto más para estos humildes escar- ceos de mi verba, como terrón hinchado y jugoso que espera, que asimila, que modifica la gota de agua que cae, la semilla que le en- tierran, el producto químico que le adosan. No me ha arredrado considerar la presencia de estos prestigio- sos jóvenes discípulos nuestros, que, á semejanza de esas gigantes- cas Chimeneas de las grandes fábricas, su juicio, su raciocinio, tie nen un tiro poderoso que atrae, que arrastra las ideas del profesor, con fuerza invencible é inevitable, para pasarlas por el cañón estre- cho de sus frescas, nuevas, atinadas y vigorosas apreciaciones. Nada me ha detenido: ni la magnitud de la empresa, ni la pe- queñez del empresario. ¿Es que la vanidad ha hinchado mi espíritu como diz la fábula que se hinchara el viscoso batracio de la charca ? No. ¿Es que se me ha oscurecido la noción de las cosas, y he aneste- siado la reflexión acerca de la dificultad y exposición de la obra, para destacar y fortalecer sólo la figura simbólica de su significa- ción, y apresar, ávido de distinciones, el honor que esto confiere? Tampoco. Ya en el cateto descendente de ese ángulo que se llama la vida, saludando sin rencores ni despechos á los que ahora ocupan el vér- tice que ya yo pasé, me siento atraído por la gran niveladora; pero si creo firmemente que la tradición ya puede ir preparando las col- DISCURSO EN LA APERTURA DEL CURSO DE 1911-12 3 gaduras negras que el rito y la costumbre me deparen, puedo ase- gurar muy alto que aún no han invadido la sala amplia de mi cere- bro esas colgaduras,—atavío previo con que la naturaleza realiza antes que los hombres las exequias de viejo—y que, en toda la lu- cidez de mi pensamiento, sé analizar y resolver, y que no es, pues, ni vanidad ni ceguera lo que me ha hecho aceptar con júbilo esta encomienda difícil; lo que me ha hecho dar con exaltación casi pue- ril las gracias al señor Rector por este regalo, que tanto menos hu- biera jamás mendigado cuanto más lo deseara; como podría un niño dar saltos y voces á la adquisición del juguete apetecido. Mi persona íntima, señores, mi yo interno, ese yo de que habla- ra el escritor eclesiástico, no ha participado de la fiesta: está des- cartado de élla. Mi regocijo, mi orgullo y mi atrevimiento no son por mí intrín- secamente: aquí me asigno, como á las monedas, un valor relativo, y por él es mi complacencia. Creo que al ocupar esta cátedra, traigo por vez primera, de un modo categórico, la representación formal de la Escuela de Ciru- gía Dental. Por vez primera ha tocado turno á esa Escuela, creación del Dr. Enrique José Varona; de modo que esta oración á cargo de un dentista es algo así como la ceremonia de ““armar caballero”” á una Escuela que ““ha velado sus armas demasiadas largas noches””. Mi satisfacción es ésta: el diploma, no el diplomado. Vengo aquí como los emisarios heráldicos, cuya pintura nadie tan magistralmente ha hecho como el genial Walter Seott en su Quijote escocés, ó su Artaenan de aquellas tribus, su “Quintín Durward””, valiendo por los colores representativos de la dalmática que visto. Creo significar, y por ello me regocijo, en el festival de hoy, algo así como una ofrenda de perfume, algo como un jarrón tosco en el que mis compañeros de cátedra y mis colegas de profesión han puesto las humildes violetas de su aparición—permitidme de- cirlo así—en la esfera magna universitaria, con un acto de revali- dación de su existencia y justificación de su carácter científico y docente; violetas que tienen el color de los cuarteles de nuestro es- cudo, modestas; cuyo perfume se insinúa hoy tenue, pero no menos efectivo, entre el magnífico efluvio de las rosas imperiales, de los lirios gallardos y de los claveles lucidos. 4 PEDRO CALVO Y CASTELLANOS Mi voz aquí es un toque de clarín que canta diana; no pide com- bate que es fuerza, ni prodiga la retreta que es triunfo; es sólo aviso que pregona el despertar; que anuncia al mundo universita- rio y al mundo profano, que allá detrás, con tiendas de tela aún, sin cuarteles de hierro y cemento armado, casi á la intemperie to- davía, hay un pequeño cuerpo de ejército, —mínimo por su fuerza, máximo por sus propósitos—que ansía ir á la vanguardia, en pri- mera fila, como bisoños, en esta marcha hacia el triunfo de la gene- ación presente, que ayer supo del sacrificio por la patria y hoy sabe de su restauración. Permitidme, pues, ya que con este carácter vengo, y que sólo invocando el antiguo accedas ad curiam he podido llegar hasta aquí, permitidme que, de pie en este lugar, ante vosotros comparezca y diga: Señores Primer Magistrado de la Nación, Secretario de Instrue- ción Pública y Bellas Artes, Rector de la Universidad, Comprofeso- res y Alumnos y asistentes todos, en nombre de la Escuela de Ciru- cía Dental de la Habana yo os saludo; en nombre de la Escuela de Cirugía Dental de la Habana, yo depongo ante vosotros mis mayo- res respetos y la más alta prenda de gratitud; á los unos por la de- signación honorífica que se nos ha hecho, á los otros por esa condes- cendencia cortés, tan valiosa como la designación misma, para su- frir pacientes la aspereza de estas sacudidas con que pretendo salir del grave empeño. Aceptad mis palabras por lo que quieren valer y no por lo que valen. Recordad que á veces vale más una flor prendida en el ojal que un diamante sobrepuesto al dedo. Nuestro saludo es flor. *k XX * Tres problemas que afectan nuestra Escuela traigo aquí. El primero es dependencia de úno común á la Universidad Nacional toda; el segundo es exclusivo de nuestro arte científico, y el tercero emana de nosotros como de un poderoso foco centrífugo, para irradiar por la sociedad toda, por el mundo infantil de nuestra patria. Va á combatir los gérmenes de un posible tremendo fermen- to, en esa levadura del porvenir, los niños, pan de trigo de mañana, para quienes la sociedad moderna y la ciencia actual ha sustituído Qi DISCURSO EN LA APERTURA DEL CURSO DE 1911-12 el monte depurativo, pero cruel, con el sanatorio, la droga, la cu- chilla, el aparato que modifica, el plan que precave y que adapta por suma de elementos y no por resta de vidas, como el cercenamien- to de existencias del sabio legislador lacedemonio, de pensamientos más fríos que las nieves mismas del Taigeto. La Universidad Nacional fué creada por fuerza, no “cabe dudar- lo, de una costumbre ó por ejecutoria de precepto. Podría decirse, sin hipérbole, á poco de dedicar un estudio siquiera detenido á su creación, marcha, organización y destino, que tal vez fué creada más con miras administrativas y políticas que científicas, máxime cuando la ciencia, en los tiempos de su creación, arrancada hacía muchos años del monopolio de los conventos y las castas, saltaba en manos de los iniciados del pueblo, de la clase no privilegiada, á la manera de una bola demasiado voluminosa para unas manos no diestras todavía é incapaces, por ende, de agarrarla. Quizás por darle categoría á la ciudad; quizás por aumentar su representación política ante la metrópoli, más que por atender á las necesidades de la cultura y al reclamo de los hombres de buena voluntad, la Universidad fué estatuída. Esto debió traer, necesaria- mente, el hueco abierto para las exigencias del nepotismo, y, lo que es tan cierto y más deplorable, trajo una organización deficiente, anti-higiénica, apedagógica—fijaos que no digo anti—pagada del escolasticismo, ceñida á cánones religiosos y á fórmulas de misal, con la agravante de un lápiz rojo suspendido sempiternamente so- bre los libros extranjeros que, traducidos, no pasaban por la ofici- na de la censura eclesiástica; sobre los profesores extranjeros y hasta sobre el mobiliario extranjero. Puede afirmarse, sin exagerar, que este carácter lo conservó nuestro primer centro docente hasta el momento mismo en que re- sonara por última, definitiva y triunfante ocasión el grito de gue- rra emancipador en nuestras sabanas apoyado calurosa y principal- mente, por providencial antítesis, por un grupo notable de aquel in- vernadero de la inteligencia, á tal extremo que pudo llamarse nues- tra revolución la **revolución de los médicos””. Al sucederse la intervención de los Estados Unidos en nuestra cosa pública, las reformas del general Wood pudieron remozar un 6 PEDRO CALVO Y CASTELLANOS tanto, como una especie de afeite, que era á la vez baño, jabonadu- ra y toalla, la vieja y apergaminada fisonomía universitaria. Festiva como enferma que va de temporada á lugares altos y restaurantes, fué á ocupar, una parte de ella, una pequeña meseta que domina el mar y la urbe; la otra... cayó en un antiguo cuartel donde ni siquiera se habían disipado aún los tufos de los calderos. Esto por lo que respecta á la higiene. En cuanto á los métodos, á la organización de estudios, acaso el interventor, tan exclusivista como el dominador, acaso porque no podía más, sometió el plan al sistema de sus universidades norte- americanas, adaptadas á necesidades locales de cada Estado, si bien mucho más amplio que el del establecimiento colonial; buenos, superiores en cada aplicación respectiva, pero adoleciendo, como el plan general de educación é instrucción impuesto aquí, de la falta de esa acomodación que corriera pareada con las urgencias y los dictados etnográficos y etnológicos de los nuestros. Durante la intervención americana misma, siendo Secretario de Instrucción Pública el Dr. Enrique José Varona, y después de ella, nuestros comprofesores, el Sr. Rector, cada decano, las autorida- des, no han desmayado en la procuración del auge y el mejoramiento de la gran Casa de Instrucción : Se reformaron planes de estudios y procedimientos de examen; Se creó la Escuela de Ingenieros; Se creó la Escuela de Pedagogía; Se creó la Escuela de Veterinaria; Se creó la Escuela de Cirugía Dental; Se crearon y proveyeron los laboratorios de Histología, Bacte- riología, etc., fundados por el General Leonardo Wood, y que lle- van su nombre. En cuanto á la Escuela de Cirugía Dental, vino á llenar, amén de las anteriores, una verdadera necesidad, en honor de la ciencia, en prestigio de la clase y en bien de la humanidad. No se rayaría en el énfasis diciendo que acaso ninguna profe- sión tuvo más herederos y dignos representantes de aquel Felipe Aureola Teofrasto Bombast de Hohenheim, en lo que la historia le atribuye, quizás con notoria injusticia, de empírico charlatán y bombástico. Se desconocían, ó se negaban á sabiendas y por menosprecio, las relaciones, las dependencias ineludibles del arte dental con las cien- cias médicas. DISCURSO EN LA APERTURA DEL CURSO DE _ 1911-12 7 Sin academias de origen, flebotomianos de afición ó barberos de oficio, sentaban plaza de dentista. Cuando en los Estados Unidos un dentista, Horace Wells, de la villa de Hartfort, en el estado de Vermont, confirmaba, en conferen- cia pública, su descubrimiento de los efectos anestésicos del pro- tóxido de ázoe (gas hilarante), en Cuba la profesión dental era ob- jeto hasta de cierta infamación. La prodigalidad de certificados revalidables por medios fáciles y ridículos, la poca asimilación de lo poco que el lápiz rojo metro- politano dejaba introducir de los Estados Unidos en nuestras re- vistas profesionales, apenas había permitido rehabilitar un tanto á los que, en el montón, no eran del montón. Cupo al Dr. Varona, para quien la mención repetida de su nom- bre es ínfima expresión de cuánto le debemos, dar carácter de estu- dio y carrera al dentista. En la extensión en que pudo, creó la Es- cuela de Cirugía Dental; que ha marchado segura aunque pobre, porque aquí, como en Francia—de lo que se queja hasta el Ministro de Instrucción de aquel país—no se concede, tal vez no pueda con- cederse desde el punto de vista económico, toda la importancia que se debe al dentista. Como consecuencia precisa de esas instituciones de nuevos estu- dios, hubo aumento de cátedras, que no se limitaron á las nuevas ramas: se nutrieron y ampliaron las antiguas. Pero en todo esto, lo hecho por nosotros, hay, como hubo en la obra de Wood matiz norte-americano, cierto carácter ó tinte fran- cés. Algo de la Sorbona, en París, que no es la Habana; pero muy poco de Alemania, porque creedme, y si meditáis con imparcialidad me daréis la razón, nosotros, los cubanos, más aún los que nos de- dicamos á la ciencia, tenemos cierta aversión, cierto eserúpulo con- tra lo alemán, por una cosa muy curiosa... porque el francés no lo acepta... Cosa que mueve á reir pero que es cierta, en un asunto tan lejano de nosotros, por la distancia material y la desconexión po- lítica. Y nada de otros centros universitarios; nada de esa escogl- tación urgente aquí y allá, que, remedando al Maestro Cubano, Don Pepe, sea “todos los sistemas y ningún sistema””, adaptado, aclima- tado y que corresponda á las necesidades lógicas y á las condiciones psicológicas de nuestro mundo intelectual y nuestros estudiantes del trópico. Naturalmente, de todas estas concausas ha resultado un conglo- merado informe, que nos da un carácter de abigarramiento, confun- 8 PEDRO CALVO Y CASTELLANOS dido á veces con el cosmopolitismo de nuestros días, que ha hecho de cada país, de cada hogar y de cada ciudadano un prisma de raros cambiantes, girando á impulsos del torbellino de las cosas modernas y reflejando el fuego extraño y devorador de las necesidades ae- tuales; pero que tienen otras el aspecto de un traje de arlequín danzante de la Edad Media, representando en un carro-teatro-auto- móvil moderno. El problema, pues, se desprende de este brochazo crítico de nues- tra Universidad : la urgencia de terminar esto, de darle los retoques de luz, que dan vida al cuadro; retoques en que el pincel tiene que venir de una gran paleta á un gran cuadro, de la realidad de nues- tra psiquis, de nuestra personalidad étnica, á la realidad de nues- tros medios de vida y nuestro campo de acción. Cosa muy hacedera de querer hacerla. Producto inmediato de una comisión capacitada en todo sentido, sin ansias, sin necesidades de prebendas, que ponga fe y alma en la obra, para que de sus manos salga, como perlas engarzadas en un hilo de oro, ese collar reformatorio, moderno toisón, el más valioso de la República, que se llama *““la Instrucción Pública””. Entre sus más límpidas y mejor perforadas cuentas han de des- tacarse: la higienización completa en todas las escuelas de la Uni- versidad, de sus galerías, patios, aulas y mobiliario; la institución oficial de gimnasios y deportes, conforme á lo que sabiamente pe- día, en su oración inaugural de 1908 á 1909, el Dr. Gabriel Casuso; el equipo completo de los laboratorios, de los museos, clínicas y ga- binetes; la construcción, en síntesis, de un palacio ad hoc, no ex- tranjerizado, sino adaptado. Como yo no he venido aquí á fungir de Catón, y ni siquiera de su émulo Miguel de Hopital, no puedo ni debo siquiera señalar los defectos ocasionales á la necesidad de esas reformas; creo más efec- tivo y menos imprudente, recetar el remedio que describir la enfer- medad. E Y conste que, sin poner aquí la primera piedra de un edificio para lo que vulgarmente se llama “Sociedad de elogios mutuos””, los inconvenientes se han atenuado por el celo patriótico y la capa- cidad científica de los llamados á impartir la enseñanza: mis com- profesores; y en eran parte por el celo sacerdotal, casi apostólico, de nuestro respetado y estimable Rector, el Dr. Leopoldo Berriel, cuya consagración á la Universidad está manifiesta en el tesón con que defiende y mantiene sus fueros, y mucho más elocuentemente DISCURSO EN LA APERTURA DEL CURSO DE 1911-12 9 todavía, en la sucesiva reelección que le otorga unánimemente el Claustro para el alto puesto que tan sabia y dignamente ocupa. El segundo problema, en conexión absoluta con la Escuela de Cirugía Dental, de segundo orden relativamente á lo que compren- de el problema general universitario que he esbozado, imprecisa y rápidamente como cuadra á la índole de este discurso, que no pue- de ser abuso de tiempo ni de paciencia, está en la organización mis- ma de esa Escuela. El plan de enseñanza que nosotros tenemos lo conocéis vosotros, autoridades, comprofesores y alumnos, y consiste, mis demás be- névolos oyentes, en tres años de estudios universitarios, con el an- tecedente de un título de bachiller, ó procedencia de otra escuela del mismo centro, apta para capacitar el ingreso en la primera. En esos tres años se estudian algunas asignaturas comunes á esta Escuela y á la de Medicina, con programas limitados de Anato- mía, Fisiología, Histología, Anatomía é Histología patológicas, Pa- tología General, Terapéutica y Bacteriología y además las asigna- turas esenciales de la carrera: Prótesis Dental, Operatoria Dental, Patología Especial é Histología Anormal de la Boca. Durante los tres cursos hay clínica en los departamentos oficia- les anexos. De modo que el plan es casi bueno; pero no completo, acaso in- suficiente. Véase ahora lo que, en una parte, dice el decreto de 11 de Ene- ro de 1909, del Presidente de la República Francesa, y que del Jour- nal Officiel, del 12 del mismo mes, á la letra traduzco : ** Artículo I.—Los estudios en opción al título de Cirujano Den- tista durarán cinco años á saber: Dos años de preparación; Tres años de Escuela Universitaria. Los doctores en Medicina y los cirujanos dentistas graduados de una facultad de Medicina francesa, que dirijan un laboratorio de prótesis dental, sito en el lugar en que radique el establecimiento académico en que se hagan los estudios dentales, podrán, á su peti- ción y previo informe de la facultad ó escuela, ser autorizados por el rector para la admisión de preparandos. 10 PEDRO CALVO Y CASTELLANOS En ningún caso serán autorizados para admitir más de tres pre- parandos en su oficina cada uno. Más adelante el decreto mismo contiene estos detalles del plan: ““Los tres años de Escuela universitaria comprenden las mate- rias siguientes: PRIMER AÑO Elementos de Anatomía, de Fisiología y de Bacteriología. Asepsia y antisepsia. Anatomía completa de los dientes, de su desarollo y de sus co- nexiones con los maxilares. Trabajos prácticos operatorios y protésicos. SEGUNDO AÑO Elementos de semiología médica y auscultación del corazón. Odontología, Higiene de la Boca. Clínica dental y trabajos de laboratorios. TERCER AÑO Clínica dental, Operatoria, Prótesis. ?” A todo esto se agregan las asignaturas de física y química, me- cánica y metalurgia aplicadas, las cuales tienen un programa espe- cial, por disposición del Sr. Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, subsecuente al decreto presidencial. Como se ve por esta brevísima exposición, cuán distintos, sin ser más complejos ó difíciles, son aquellos estudios en comparación con los nuestros. Si la Cirugía Dental en Cuba es una rama especial de la Medi- cina, para la que se necesita título especial, es preciso que, de una vez, adquiera todo su carácter particular, toda su categoría cientí- fica y todo su prestigio escolar. En el plan francés decretado y vigente hoy día, cuya integridad me he abstenido muy bien de parafrasear, en obsequio de la breve- dad; y hecho aceptable por nosotros, dentro de esa selección de que antes he hablado, en armonía con nuestra naturaleza, siquiera se ve el buen tino en las precedencias y preferencias: desde el primer año estudios de la asepsia y de la antisepsia; Anatomía completa de los dientes, de su desarrollo, ete. DISCURSO EN LA APERTURA DEL CURSO DE 1911-12 11 Es nota, sobre todo, de gran importancia, la institución de esos dos años preparatorios oficiales. Entre nosotros no sería ello si bien se considera, un inconveniente, porque apenas hay uno de nuestros alumnos que no proceda de una oficina dental: acaso su padre es un veterano profesional; acaso su hermano es un graduado. Sólo que han pasado los dos años, ó algunos más, sin precisión ni guía, empíricamente, aprendiendo por repetición mecánica, lo que con método aprenderían de una sola vez. Esta preparación, lejos de invertir el proceso de aprendizaje y de estudios, está conforme con la pedagogía racional de nuestros tiempos: reglas inducidas por los hechos ó fenómenos y formuladas luego en una generalización que se remite á la memoria, para iden- tificación de efectos y reconocimiento de similares; y no la defini- ción escolástica y abstracta remitida á la memoria para encasilla- miento, después, casi siempre erróneo, de las experiencias á la regla, esto es, por deducción. A mí me parece que muchos serían los beneficios que habría de producir una reforma tal, dirigida por el buen sentido y la mejor voluntad. La salud pública lamentaría con menos frecuencia esos resulta- dos nefastos de operaciones bucales, ó anexas al domini> oral, fru- to de una paracelsiana intervención terapéutica ó quirúrgica de los inexpertos de la profesión. La ciencia no tendría escrúpulos en consagrarnos sacerdotes de su religión; no nos mirarían como selenitas, en su culto al sol, y no habría amor propio en quitar esa barrera que nos han puesto entre ambos campos, para querer significar que nuestra característica es hasta allí: hasta donde llega un relleno de oro en una cavidad den- tal; hasta donde se vulcaniza el exudado lechoso del ficus elasticus, con cuatro dientes de artificio incrustados; y sin querer reconocer todo ese mundo de aferencias y eferencias médico-dentales, que preconizan más elocuentemente que toda otra manifestación, los reflejos nerviosos de toda índole, vinculados por la complejidad maravillosa del quinto par, tan cercano, tan conectado á los otros pares craneales, motores de la vida sensorial y de la vida vege- tativa. Es urgente, no sin pensar con detención en crear cátedras de Ortodoncia, de Cirugía Estomatológica, de Semiología, etc., el ad- venimiento de esa como restauración ó reparación, en cierto modo, de antiguos menosprecios, más ó memos fundados entonces, no racio- 12 PEDRO CALVO Y CASTELLANOS nales hoy, tanto más en cuanto se ha demostrado evidentemente el carácter científico de nuestro ejercicio profesional, y en cuanto todo anatema sería á manera de esos boomerangs australianos, que, arrojados por ellos, después de describir una órbita de planos en- trecruzados, retrogradan con violencia para caer á sus pies ó herir- les en la frente. Con respecto á lo dicho, confío en dos circustancias: que se me perdonará el aprovechamiento de la ocasión para exponer estas cosas, y en que las autoridades aquí presentes consentirán conmigo en las necesidades expuestas, sin dejarlas de la mano. No sería poca satisfección para nosotros que alguna vez se di- jera de nuestra Escuela de Medicina lo que en el número 2 del año de la **Odontologia””, que en Madrid dirige don Florestán Aguilar, dice éste de la de Buenos Aires: ““El hermoso edificio, que ocupa una manzana, donde ahora está instalada la Escuela, fué inaugurado en 1890. Contiene ade- más del gran salón que da acceso á galerías que desembocan en los patios y un jardín, un amplio anfiteatro central, el Laboratorio de Física Médica, una hermosa biblioteca con 27,200 volúmenes y sa- lón de lectura «con revistas médicas de todo el mundo, laboratorios de Histología, Fisiología, (Química Biológica, salón de actos, con hermosas pinturas alegóricas, amplios corredores adornados con estatuas de mármol y retratos de profesores fallecidos de la fa- cultad. y Los museos y dependencias dotados, como los laboratarios, de abundante y modernísimo material científico, y las aulas, cada una de las cuales está provista de un aparato eléctrico de proyecciones para dioscopia y episcopia, muestran el gran lujo en la instalación ; porque el Estado Argentino es espléndido en esos gastos, como en los del profesorado. ?” Risueña y halagadora información, por cierto, la que podríamos llegar á obtener con un poco de buena voluntad. Este cerebro cu- bano, este temperamento vivaz cuando no tocado de la menlancolía pasajera del nirvana, que señalara el poeta sud-amerirano, esta imaginación de vuelos atrevidos, esta transparente inteligencia del antillano, no necesitan, como algunas combinaciones químicas, más que el reactivo, acaso el cuerpo catalítico que con su acto de presen- cia precipite y afiance ciertas compenetraciones. Con elementos, que podrían ser adquiridos con sólo quererlo, tendríamos un imán poderoso y no poco hierro que atraer, para DISCURSO EN LA APERTURA DEL CURSO DE 1911-12 13 nuestra conveniencia. Cerca, muy cerca, á distancia tal que basta extender la mano para tomarlo, tenemos ese poderoso avance del arte dental en los Estados Unidos, colocados hoy á la cabeza del mundo, en ese respecto como en otros. Y no olvidemos, amigos míos, que cuanto introduce aquí el es- píritu extranjero, en artes, ciencia, deportes, industrias... el cubano lo acapara, lo modifica... y lo mejora. * * * Frente al último de los tres problemas que me he propuesto presentaros, de los cuales los que no son de la Escuela de Cirugía Dental misma, tienen con ella lazos de unión, vínculos inquebran- tables, siento algo así como el aliento de los que ascienden por una ladera escarpada: reconocen lo difícil del ascenso, pero con- fían en llegar á la cima, porque tienen para ello confianza, empeño, propósitos, y fe en los que han de dirigir la marcha. Comprendo que es difícil; pero de ningún modo imposible. Y tengo fe porque yo soy de esos hombres no desesperados todavía de nosotros mismos y de muestras cosas, en este país, pueblo de inten- sos entusiasmos, y aniquiladoras desesperaciones; con esa patoló- gica versatilidad anímica de los trópicos. Yo pido escueta y llanamente la asistencia médico-quirúrgica- dental para los niños en Cuba. Pido la institución de un servicio que atienda á las enfermeda- des dentales del niño durante su edad escolar; y esto por él y por los que con él concurren al aula, cuando una caries en su dentadu- ra es una regadera de microbios patógenos bucales, que deja en el vaso de uso común, que deja en el pedazo de golosina que dedica al pequeño camarada, que deposita en los labios de la madre amante, cuando lo despide ó lo recibe—traición acostumbrada de la natura- leza, que deia aquí una ponzoña semoviente en el cáliz de un beso maternal—que después de hacerlo á él va á hacer un ejército de dispépticos, de desmirriados, y de debilitados combustibles para la tuberculosis. Invocando aquí aquella estrofa de los libros de texto primarios ingleses, cuando de deducción en deducción llegan á la consecuen- cia de que: «Por falta de un clavo en una herradura se perdió un Imperio», podría pensarse, con espanto, en los males que llegaría á causar un solo diente cariado! 14 PEDRO CALVO Y CASTELLANOS No sólo la propagación de las caries en sí; no sólo el consideran- do del receptáculo de bacterias que constituye, como una cueva en el corazón de la serranía, en que se ocultan los bandidos del cami- no para infestar el organismo con sus toxinas; sino la multiplica- ción de sus efectos traducidos en dolores físicos, alteración digesti- va, depauperación de la economía, accidentes nerviosos y hasta de- formidades del organismo, en último extremo, terrible efecto que hemos podido observar en más de una ocasión. Se preven las consecuencias de la tracoma, por contagiosa, y se le opone un ejército de precauciones y de restricciones, y no se pre- ocupa nadie de la posibilidad de una estomatitis más Ó menos gra- ve; de una secreción salival viciada; de un aliento envenenado, por un foco de disgregación dental. Se ataca la tuberculosis por sus portones de entrada, y se deja abierto un portillo, por donde el espectro se introduce, de concausa en concausa, con tanta frecuencia! Yo no puedo citar aquí estadísticas de caries dentales en Cuba, que no se han hecho; pero sí puedo afirmar que es desconsolador el promedio existente en la niñez: la que concurre á las escuelas más que la que vaga, con una vida semi-nómada, por ciudades y cam- pos: acaso un 90 %. No pretendo la primacía en esta idea: me coloco perfectamente en mi puesto de segundón; pero de segundón que no se conforma con las cosas malas del primogénito. No puede pretextarse el alcance de la suma que habría de em- plearse en ello. Cuidar al niño es como preservar y cuidar una se- milla; sin la semilla huelgan las labranzas, los aperos, las máquinas y los riegos. Si no defendemos á los que mañana han de continuar nuestra obra de hoy, serían en vano todas las otras obras: sería dorar la jaula dejando morir el pájaro. El Estado que es á la vez representación, y voz, y substancia- ción del país, está obligado para con el niño. El Dr. Rodríguez Otoleneui ha dicho en una conferencia: “que el Estado está obligado para con el niño, particularmente en cuan- to á su salud, y á apreciar el valor económico de sus dientes ínte- gros y sanos””. Y al tratar del costo posible de la instalación de un dispensa- rio, agrega: ** Aunque costara la instalación de cada silla MIL PESOS, muy pronto estarían pagado con exceso, por el aumento de la salud mental y corporal del niño.”” DISCURSO EN LA APERTURA DEL CURSO DE 1911-12 15 Toda la prensa, profesional ó no, norte-americana, ha dedicado sus mejores columnas á este capital problema. Apremia al Gobierno de los Estados Unidos para el inmediato comienzo de la obra. Yo asumo este mismo empeño aquí, y para darle fuerza, invoco las palabras de un elocuente trabajo publicado en el Dental Digest. Dice el Dr. Spencer: ““La obra de acostumbrar al pueblo al auto- cuidado de sus dientes no puede realizarse en un día, en un mes ni en un año: nos conformamos con lograrlo á través de una genera- ción; pero el tiempo de empezar es AHORA MISMO.”” Ya desde 1894 el Congreso Dental Internacional de Copenha- gue, llegaba al acuerdo de que: ““Las afecciones de los dientes se han extendido mucho en el pueblo, y esto exige atención urgente, sobre todo en los niños; es necesario nombrar comisiones en todos los países, que tomen á su cargo la redacción de estadísticas para informar á los jefes de sanidad respectivos acerca del tanto por ciento de enfermos de los dientes, y recomendar los mejores medios para conjurar el mal. Las mejores medidas preventivas son la ins- trucción del pueblo acerca del cuidado de los dientes y el tratamien- to de los niños pobres. ”” En Alemania ya tiene un carácter oficial, bien organizado, la inspección dental escolar, á la que se sigue la atención de los ca- sos que lo ameriten. En 1894, el Dr. Ritter pidió para cada escuela alemana una clí- nica dental y un dentista. En 1902 se establecieron dos de carácter escolar: una en Strasburgo y la otra en Darmstadt. A éstas siguieron otras en el movimiento, al extremo de estar hoy muy diseminadas esas clínicas, y, no obstante, la prensa alema- na clama por más. El sistema, descrito á grandes rasgos, obedece á tres divisiones fundamentales, á saber: Primero. Hay dentistas privados que, mediante un contrato con el gobierno, y buenos honorarios, atienden á los escolares. Segundo. Hay establecida una clínica dental escolar que diri- ge honorariamente un dentista privado, y el tratamiento se hace por dentistas pagados, á los que no se permite ejercer privada- mente. Tercero. Hay una clínica cuyo director no ejerce privadamen- te. Si el número de escolares es muy grande, tiene uno ó más asis- tentes. 16 PEDRO CALVO Y CASTELLANOS Cada uno de estos sistemas, de los que el tercero es el mejor, se- gún los mismos alemanes, tiene medios comunes de procedimientos, como el dar á los niños tarjetas indicadoras del tratamiento para los padres; asistir ó no á los niños, etc. La obra que en ellas se realiza tiene estas tres fases: prepara- toria, profiláctica y restaurativa. A la manera de las instituciones alemanas, podíamos establecer una asistencia efectiva á las afecciones dentales del niño, creando oficinas de reconocimiento y operaciones fáciles inmediatas. La capital podría contar con tres ó cuatro establecimientos de esta índole, repartidos prudencialmente según los núcleos de po- blación infantil. En el interior, las capitales de provincia podrían ser reglamen- tadas análogamente. En las otras poblaciones pudiera confiarse se- mejante misión á los jefes de sanidad, con determinación de hora. días, continuidad ó periodicidad del servicio, según apremios, prefi- jando ó limitando circunstancias, condiciones, ete. En los Estados Unidos se ha hecho una gran intentona de ser- vicio, á juzgar por los últimos datos estadísticos que traen los nú- meros de la Oral Higiene. En esos datos estadísticos aparece un 76 % de niños padecien- do de caries en una sola ciudad, y en una sola escuela, en que se exa- minaron 850. Comentando el escritor los medios de llevar á cabo la inspección de los dientes en los niños y los resultados de las providencias to- madas en consecuencia de esas inspecciones, dice: “Evitar, el mal significa para los escolares de Princeton, menos odontalgias, mejor masticación, mejor digestión, mejores estómagos, menos tendencia á la tuberculosis, á los accidentes nerviosos y á las epidemias fata- les, mejor asistencia escolar, aire respirable más puro en el interior del aula, mejor condición higiénica corporal total, la ocasión de un saludable desarrollo y la preparación de mejores ciudadanos. ?”” A poco que os fijéis en el tanto por ciento subido en una sola ciudad y á poco que comparéis la atención que allá se dedica á la boca con el descuido que aquí impera, calcularéis, espantados, cuánta es mi razón, y cuál será el montante por ciento de malos dientes en nuestros niños. Ya lo habéis oído, **se hacen mejores ciudadanos”” con la higicne de la boca. Así como la caries puede ocasionar la tuberculosis, la tuberculosis produce la caries; son dos enemigos que no se oponen; DISCURSO EN LA APERTURA DEL CURSO DE 1911-12 17 sino que se ligan, para combatir al hombre. Si la naturaleza ha dado armas al sér humano no le ha limpiado el campo de sediciones: en el más ínfimo laboratorio de la gran alquimia natural, todas las combinaciones se fraguan adversas al hombre, él las vence, las des- vía, Ó las toma por el lado en que puede utilizarlas, como si se tra- tara de un crustáceo que, cogido por las patas remeras, en vano pretenderá apresar con sus tenazas los dedos. La organización de esa obra inspeccional, que defiende á la Nación de un medio posible de ruína fisiológica, será una obra de equidad patriótica. No despreciéis la caries dentaria por impotente. Con tanto des- precio hubieran reído los hombres de hace un siglo al hablarles de un miero-organismo reptante—una millonada en un milímetro cú- bico—con cuánto horror se estremece hoy la humanidad al cono- cerlo. Pensad que los Harvey, los Pareos y los Galenos no temían lo que no conocían, y no por no temidos de esos grandes hombres, era menos funestamente actuante la acción patogénica de la bacteria. Después de pensado y escrito lo que antecede—y que he dejado tal cual lo hice, precisamente por esa anterioridad de redacción— hemos podido ver, con eran placer por nuestra parte, un principio de organización, un inicio de la obra, que no puede quedar en cier- nes, de aquel servicio en nuestra capital. El señor Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, au- mentando el número de ayudantes en nuestra clínica dental, dedi- ca uno de ellos á la exclusiva asistencia de los niños de la escuela pública. La medida es aleo, mejor dicho, es mucho en cuanto significa un paso hacia la amplia organización, imprescindible, que antes he esbozado. Gracias por ello al Dr. Mario García Kohly, cuyas providencias tienden á la eficacia de su cargo administrativo, redundando en el beneficio colectivo de los administrados. 18 PEDRO CALVO Y CASTELLANOS Si me decís, muy amables oyentes, que han sido áridas mis ex- posiciones, tengo que daros la razón; pero apelo á la importancia de los asuntos tratados para que me disculpéis. En efecto, acaso sólo he hecho lo que esos malabaristas que tiran puñales para circunseribir un cuerpo, dejando sobre la tabla un contorno informe y haciendo temer á cada tiro que vaya á herir el cuerpo. Pero necesariamente ha tenido que ser así. No podía pre- sentar planes como una relación ó una factura de mercancías ad- quiribles á menor precio. Bastante he puesto á prueba vuestra pa- ciencia, á pesar de la bondad de la causa, para que premeditada- mente me hubiera dispuesto á hacer más enojosa la audición de mis frases. Así, rápidamente, para llenar los dos deberes que aquí me traje- ron : el precepto reglamentario por designación superior, y la repre- sentación que no podía menos que asumir de mis compañeros, asimis- mo exaltados por la merced otorgada á uno de los suyos, así tenía que ser mi oración: jaculatoria y preces para los otorgantes, y tra- ducción sincera de los deseos y aspiraciones de mis representados, que quieren contribuir al mejoramiento de la sociedad en que vi- vimos, y de la patria á que nos debemos; como una herramienta preparada puede mejor corresponder á la dirección de una mano hábil que los antiguos útiles, imperfectos y llenos de orín. Pero no se reduce á esto mi misión. Es que he venido aquí á enaltecer el acto que se realiza, el más augusto y caracterizado de esa liturgia oficial que viste de alba y capa, ó de toga y coturno, ó de loriga y laurel, á los ciudadanos de todos los países en sus actos públicos. He venido á entonar una loa para esta investidura de ri- tual, de brillante oro y rojo manto, á una cosa impersonal y abs- tracta: un curso académico. Hecho no por repetido menos pompo- so y no por periódico menos bello, como no es menos espléndido, des- lumbrante y fructífero el brote primaveral porque se repita cada año, como no es menos aterradora y majestuosa la erupción volcá- nica por la intermitencia continua de sus estallidos, y como no es menos sagrado el beso materno porque se reciba en la frente cien veces al día. Cábeme saludar de nuevo al ilustre y consecuente auditorio di- ciendo que si he propuesto cosas nuevas, es en correspondencia á algo que de nuevo empieza. Aprovechando la ocasión para estimu- lar con mi consejo afectuoso á estos jóvenes, que hoy reciben pre- DISCURSO DE LA APERTURA DEL CURSO DE 1911-12 19 mios, que hacen el curso y son su materia prima y su alma. Que llevo impreso en mi modo de pensar y en mis propósitos el aplauso á todo lo que sea romper moldes estrechos, y anhelo gritar en un cur- so que empieza á la par que en una patria que nace, la sentencia * que ha servido de exergo á mi oración: ““ ALTA TENTANDA VIA EST”? (Hay que tomar nuevas direcciones). He dicho. REPAROS ETIMOLOGICOS AL DICCIONARIO DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA. —VOCES DERIVADAS DEL GRIEGO POR EL DR. JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingiística y de Filología La connaissance des mots conduit á la connaissance des choses. PLATON. H Halieto.—Continúa la Corporación suprimiendo la traducción de las voces griegas; ábaleros halieto que es una forma poética de ádáeros, como se puede comprobar revisando á Chassang. Esta voz está formada de ás, en sentido poético la mar, derivada de la raíz 'AÁA en su cuarta acepción, ¿dea de sal, de cosa salada, de áerós, alerós, águila de ámps soplar, de la raíz *AF en su primer acepción idea de so- plo. Roque Barcia da el mismo origen acabado de exponer, pero Echegaray y el Hispano-Americano están con la Academia. El Die- cionario de Autoridades sólo se refiere á la voz latina. Harbar.—¿Por qué afirma categóricamente que se ha formado del griego ápráto, arrebatar definiéndola que es hacer algo de prisa, cuando no hay relación alguna entre el signo y la idea y esta pala- bra está sub judice pues Diez ni le señala origen, Larramendi la des- compone en las voces vascongadas ar hilo y batu recoger, Covarrubias la trae del hebreo harbagh, que se interpreta cuatro y Cejador en el Diccionario de El Quijote al señalar su etimología dice que “en Euskera arba es la nárria que va rayendo el suelo, del coger por lo bajo, como arb-atz, nárria, colgajo, braza del lino, cábrio, armazón del tejado: ar-tu coger, -ba bajo? Hegemonía.—No se dice que hyepovía, es dirección, ni que hyepovía procede de hyepóv, guía, jefe, de hytopar dirigir derivado este verbo de áye conducir de la raíz *AT ¿dea de conducir. Helénico.—¿Por qué no se dice que ¿Anqvixós--óv significa perte- neciente á los helenos derivado de “Eáxnves los griegos? Helenismo.—Lo mismo pasa con ¿Mnviepós que es helenismo, imi- REPAROS ETIMOLOGICOS 21 tación de la lengua ó costumbre de los griegos formada de ¿AAnvito hablar griego. Heliotropo.—¿Por qué no refiere la Academia la voz castellana á la griega pArorpómiov, heliotropo, y no que estudia el término en sus ele- mentos como si hubiera vocablo del que derivase el castellano? He- cho esto es cuando toca consignar que hMtorpómiov se compone de *Aos, sol, de la raíz EEA, idea de brillo y vpo y nO Tporéws como dice la Corporación, vuelta, de tpéro, girar, de la raíz TPEH ¿dea de girar. Helminto.—Está bien indicado el origen pero hubiera sido me- jor decir también que ¿Auwvs deriva de la raíz “EA en su primera acep- ción que expresa idea de rodar, girar en ronda. Hemiciclo.—Falta la traducción de huiíxvkkAov, semicírculo. Hemicrania.—Lo mismo de hpkpavía, hemicrania, dolor en un lado de la cabeza. Hemina.—¿Por qué no se dice que hpiva es una medida siciliana, la mitad, como dice el Century, del éxreús derivada la voz de hu mitad de fprovs, mitad? Hemisferio.—Falta la traducción de hqurogalpov, hemisferio. Hemistiquio.—También se silencia la traducción de hprerixiov, media línea, hemistiquio, traducción necesaria para comprender bien la relación entre el signo y la idea. Hemoptisis.—Aquí también hubiera convenido el significado de aipórruais, hemoptisis, expectoración de sangre. Herpes.—No basta con lo dicho para tener uno idea exacta de la significación de la voz, la Academia ha debido decir lo que es tpmns, herpes, explicando que é¿prns en su sentido literal significa arras- tramiento, por la tendencia de la erupción ú extenderse de una parte de la piel á la otra. Esta voz viene de tpre arrastrar de la raíz 'EPII ¿dea de arrastrar. Heteróclito.—El adjetivo érepóxArros-ov significa deelinado irregu- larmente. Lo demás está bien. Heterodoxia.—El sustantivo érepodotía significa diferencia de opi- nión, heterodoria; como érepódotos, ov el que es de una opinión diferen- te; COMO érepoyevís, és, que es de otro género, heterogéneo. Hialino.—¿Qué significa bádivos-n-ov y válios-a-ov? Significa hecho de vidrio. El adjetivo deriva de úados, vidrio de la raíz 'Y en su pri- mera acepción idea de humedad. Hidrocéfalo.—La Academia prefiere la forma masculina úSpoké- paños á la neutra vspoxépalov, hidrocéfalo, sin embargo la más correcta es ésta como puede advertirse en Chassang al extremo de analizar 22 JUAN M. DIHIGO los elementos constituyentes de la forma neutra y no los de la masculina. Es de consignarse que la Corporación no traduce á iópoxépados y que de haber aceptado la forma vspoxépados ha debido expresar cómo se ha derivado del adjetivo de dos terminaciones vópoxépados-ov, afectado de hidropesía de la cabeza. Véamse los diccio- narios griegos de Bailly, Chassang en la pequeña edición y en la grande, Leopold y se advertirán los dos términos; Liddell « Scott no registra el vocablo. Hidrofobia.—Si la Academia dice que deriva de v8pópoBos nO ma- nifiesta que es el que tiene horror al agua. También silencia que vópópoBos está formado del adjetivo de dos terminaciones v5pópoBos-ov el que tiene miedo al agua, hidrófobo, compuesto el nombre de vSwp, agua, de la raíz "Y que expresa idea de humedad y de pó$os, terror, de péBopa, huir, en su forma intransitiva tener miedo de la raíz $EB ¿dea de miedo. Hidromancia.—¿Por qué la Academia pone como una forma comprobada $8popavreía que no traduce cuando es algo sólo supuesto? Hidrómetro.—¿Cómo silencia que vipopérpiov es un vaso para me- dir kidrostáticamente? Hidrópata.—¿Por qué no indica que hidrópata es una forma derivada de hidropatía cuyos elementos constituyentes son viSep (v8p) agua y wádos enfermedad? Hidrostático-ca.—En vez de pasar por alto el brigen de este adjetivo hubiera convenido se dijese que en griego moderno hay la voz tóporrarixós, hidrostático y que en griego antiguo hay la diccion vóporrárn, instrumento para tomar el nivel de las aguas, compuesto de vSop ($8p) agua más erarós estacionario, de donde deriva erarixós lo que produce el estacionarse. Hierofantes.—El término tepopávras significa hierofantes. Hieroscopia.—¿Cómo no manifiesta que el castellano hieroscopía viene del griego ieporkoría, examen de las entrañas de las víctimas, adi- vinación, derivada de ieporkóros, .el que inspecciona víctimas, adivinador, de iepá, sacrificios, víctimas, forma neutra de tepós sagrado, santo más oxoréw ver, derivada iepós-á4-óv de la raíz T en su cuarta acepción idea de santidad, de la raíz y akoréo de la raíz EKEIM ¿dea de examinar? Hipérbaton.—El análisis etimológico de esta voz es deficiente: la Academia se conforma con decir que procede de $repBarév que no traduce estando compuesta esta palabra de trép más allá y Balvo, ir, pues bien hipérbaton tiene dos aspectos en griego prosódicamente con- siderada brepBárov y úrepBaróv, hipérbaton ó inversión. La forma griega procede del adjetivo verbal trepBarós-4-óv transpuesto derivado de REPAROS ETIMOLOGICOS 18) Du irepBalvo atravesar de vrép sobre y Balvo ¿r, la preposición formada de la raíz YI indicando ¿dea de encima y Balvo marchar de la raíz BA idea de caminar. Hiperbóreo.—El vocablo griego tiene dos formas y la Academia se conforma con indicar sólo una trepBóperos; la otra es úrepBópeos-ov, hi- perbóreo, que tampoco se traduce y de ahi surge la forma sustanti- vada Oi “YrrepBópeor, los Hiperbóreos. Lo demás está bien. Hipnótico-ca.—ls curioso advertir como nada se dice en el Die- cionario de la Lengua Castellana de la Academia Española sobre el término que produce el adjetivo hipnótico. Proviene de úrvorikós- 4-óv inclinado á dormir de vrvów dormir de úrvos sueño y todo de la raiz “YI en su primera acepción señalando ¿dea de sueño. Hipocausto.-—Lo mismo resulta con este vocablo; nada se dice de la voz de que deriva no obstante existir en griego bróxaverov cuarto abovedado y calentado por debajo mediante una fornalla; también signi- fica estufa, calorífero, derivada de broxale quemar ó calentar desde abajo de vró debajo y «ate quemar de donde deriva kaverós adjetivo ver” bal. La preposición vró de YI en su tercera acepción denotando idea de abajo y kate de KAF ¿dea de quemar. Hipocondrio.—Las indicaciones que hace la Academia éstán bien hechas pero faltan algunos detalles interesantes, como que broxóvSpiov hipocondrio es forma sustantivada del adjetivo troxóvSpros-ov lo que está bajo los cartílagos formado de vré debajo y xóv8pos, gran cartílago. Hipódromo.—Parece natural se dijera que trróSpopos es hipódro- mo compuesto detrros, caballo, y 8póuos, carrera, aquella derivada de la raíz “IM en su segunda acepción expresando idea de ¿r, como la raíz IK2. y Spópos carrera de la raíz APA en su segunda acepción indicando idea de correr. Hipogeo.—¿Por qué no se dice que róyaios significa debajo de tierra, subterráneo? El análisis de los elementos componentes es bueno. Hipoteca.—De óro8%xy que no se dice lo que significa y es sopor- te, base, regla de conducta, consejo, depósito, hipoteca, derivada de vrorideardar, empeñar, de vro, debajo, y riderdar poner, como explican Littré y los otros lexicógratfos. Histérico.—Sólo se expresa que se forma de torepixós que signi- fica relativo á la matriz, á las enfermedades de la matriz, histérico del adjetivo borepixós-4-óv, de verépa, útero, forma sustantivada del com- —parativo anómalo vcrepos-a-ov que viene después ó más tarde, com- puesto de bró ya estudiado y del sufijo repo. Roque Barcia no hace análisis minucioso, Echegaray hace mención del adjetivo borepuxós y 24 JUAN M. DIHIGO de torépa como el Hispano-Americano, Larousse cita en primer tér- mino á torépa y después á verepos-a-ov mientras Littré sólo se refiere á vorrépa, matriz. Holugrafo.—¿Por qué no se expresa que ódóypagos significa escrito completamente por la mano del autor de ¿xos-n-0v entero, completo, y de ypágo escribir, aquel adjetivo derivado de la raíz *'OAF en su segunda acepción que indica ¿dea de algo ó de alguna cosa que está sana y salva y este verbo de la raízT PAS ¿dea de escribir? Precisamente en esta palabra es en extremo interesante el conocer su verdadero signifi- cado así como el de los elementos que la integran porque es término jurídico empleado en relación con los testamentos. Homilía.—No basta con decir que se origina de ópikta y ésta de óuudos reunión; parece mejor como hace el Century consignar que ópukia es comunicación, instrucción, lectura, eclesiásticamente considerada ho- milía, sermón, derivada de ópikos, asamblea de óuós, mismo, como, ópo%, junto más “n,eAg una compañía formada deero, amontonar junto. Aun puede hacerse mayor análisis diciendo que óuós-A-óv, semejante, igual, viene de la raíz *AM en su primera acepción ¿dea de reunión, de unión y de tAm»as tropa, multitud, de la raíz FEA en su primera acepción idea de rodar. Homófono.—¿Por qué no se traduce óuópovos mismo sonido? Homogéneo.-——¿Y lo mismo con óuoyevis, de la misma raza, familia ó especie? Homonimia.—Ha debido expresarse que ópovupla tener el mismo nombre se ha formado de óuó4vvpos, homónimo. Horóscopo.—Al estudiar esta palabra se nota falta de amplitud en la explicación, pues no es suficiente consignar que viene del griego óporxóros, le ópa, hora, y eroréo, examinar; ha debido manifestarse que úporxóxos astrólogo, el que hace ó tira horóscopos, es una forma sustanti- vada del adjetivo óporkómos-ov que calcula ó sirve para calcular los horós- copos, de. Iconografía.—No se traduce á elxovoypadía, imagen, descripción; además este sustantivo viene de etkovoypágos, pintor, derivado de etkóv, imagen, y de ypágo, escribir, la primera de la raízIK en su primera acepción, idea de imagen, de semejanza, y la segunda de la raíz TPA9, idea de escribir; así resulta el estudio más completo que como lo ha hecho la Academia. La generalidad de los autores siguen á la Aca- REPAROS ETIMOLOGICOS 25 demia, pero el orden de derivación no resulta exacto; en el Hispano- Americano se advierte la ausencia de los accidentes ortográficos. Iconómaco.—Al lado del adjetivo elkovopáxos-ov ha debido po- nerse su traducción, el que hace la guerra á las imágenes para indicar después que elkovopáxos está compuesta de elxóv, ¿magen, y de páxn, combate, batalla, lucha, querella, formado de la raíz MAX, idea de com- bate. Iconostasio.——Bien hubiera podido indicarse la forma del griego moderno elkovórracis, iconostasio, derivada como dice la Academia de elxóv, imagen, y de erácis, acción de poner, del verbo teracda:, poner, de la raíz ETA, tener derecho, establecer. Icor.—Falta la traducción de txáp, humor, serosidad, pus. Garnier y Delamare en su Dictionnaire des termes techniques de Médecine no dan el significado de txáp, pero lo definen diciendo pus de mauvaise nature, sanguinolent et fétide. Realmente txóp es el jugo de la sangre de los dioses; el estudio hecho de esta voz, por la Academia, resulta deficiente pues silencia hasta el origen probable del término. Skeat en su Diccionario considera, como así lo estima también el Century que txóp es un término relacionado con tkpás, jugosidad, humedad, derivado de la raíz'IK en su tercera acepción que expresa ¿dea de humedad, de cuya forma en sentir de Bailly proviene tkpaívo, tkuáto, humedecer; pero como la raíz 'IK está por EIK, ser húmedo, de aquí el que Skeat se incline á esta última, humedecer, rociar, y llegue hasta referirla al sánscrito sich, rociar, humedecer, alemán sehen, inglés to strain, to filter; Curtius también se ocupa de ella. Littré, Larousse, Echegaray, Monlau y el Hispano-Americano sólo se- ñalan la voz sin consignar ninguna apreciación acerca de ella. Icosaedro.—No se dice que el adjetivo elkoráeSpos-ov significa de veinte caras. Idea. —Tampoco se señala la traducción de la forma griega tóta, apariencia, forma, idea, especie, derivada de téetv, ver, y ésta de la raíz "IA en su primera acepción, idea de ver, de saber, muy relacionada con la raíz sánscrita VID, conocer, percibir. Cejador en su Diccionario del (Quijote indica la raíz 58, vid-eo. Idilio. —¿Basta únicamente con decir que procede de et8vAMov, sin traducir la voz y que es un corto y bien trabajado poema descriptivo principalmente sobre asuntos pastoriles? No, porque la Academia ha debido indicar que elgvAMov deriva de el8os, forma, figura, imagen, como dicen el Oentury, Chassang y Bailly indicando éste que es una forma de diminutivo de el8os más el sufijo de diminutivo de vMuov, que es un 26 JUAN M. DIHIGO sufijo nominal que forma diminutivos; sufijo que procede de los nominales vos, vdAos. Monlau en su Diccionario hace referencia al diminutivo, pero Echegaray y el Hispano-Americano siguen á la Corporación. Idioma. —fs todo lo menos que se puede decir al estudiar esta voz, ni se indica lo que es iSiopa, una peculiaridad, propiedad, idioma. Esta voz deriva de tóióopas, apropiarse, de tóos-a-ov, propio, de téa, idea, especie, de la raíz'IA en su primera acepción, ¿dea de saber, de ver. En iSíwpa, se advierte el sufijo nominal pa que forma sustantivos neutros expresando en general un efecto, un estado. Idólatra.—Confórmase la Academia con referir la voz castellana á la griega elwkokdárens, adorador de idolos, que traducimos; sin em- bargo la formación del término es curioso y satisface al investigador, pues el8whokárpns está compuesto de siówkov, ¿dolo, y Mirpis, Mercenario, esclavo, de harpeúo, ser esclavo, servidor, mercenario, rendir culto, adorar, derivado de Aarpeía, servicio, adoración, de Mérpov, salario, de la raíz AAF en su segunda acepción expresando ¿dea de gozar como advierte Bailly. y Iglesia.—También la voz iglesia es interesante en su origen; de ixxAnoía, como dice la Academia asamblea, asamblea del pueblo, iglesia, pero como nada más indica preciso es añadir que éxkAncía está forma- da de ¿xxAnros-ov, llamado, de éxxaMéo, llamar, evocar, excitar, de la raíz KAA, idea de llamar. Irenarca.—La voz elpnvápxas, significa oficial de paz. Lo demás está bien. Isagoge.—El término eloayoyí significa introducción, admisión. En vez de estudiar inmediatamente los elementos componentes ha debido consignarse que elrayoyj viene de eleáyo, introducir, de els en y 3yo, conducir. Isagógico.—¿Por qué al registrar el adjetivo elrayoyikós-q-óv NO se ha puesto relativo á la introducción, á la admisión? En el idioma eclesiástico vale por novicio. Isómero.—No se advierte la razón en virtud de la cual no se re- gistra el término toopepñs, é compuesto de iguales partes para hacer después el análisis de los elementos que integran el adjetivo griego. Istmo.—No ha debido silenciarse la significación de lo8uós, pasaje, estrecho, derivada de elpu, 27, de la raíz 1 ¿r, expuesta en el cuadro de raíces de Bailly relacionada con la sánscrita 2, ¿r, latina 1re, ir co- mo afirma Skeat; pero parece que la verdadera raíz que da origen á esta voz es FIA indicando ¿dea de separar. REPAROS ETIMOLOGICOS 27 Jerarca—La voz griega tepápxns significa pontífice, y es conve- niente la traducción para ver si la idea que expresa guarda relación con la de cada uno de sus elementos componentes. Jerarquía.—Lo mismo con tepapxta, pontificado, jerarquía; pero en el análisis de esta voz se echa de menos el estudio de los elemen- tos que integran el término griego antedicho; iepapxía se ha formado de iepapxtw ser, pontífice, derivada de iepapxñs constituída por tepós-á-óv, santo, sagrado, divino, augusto, procedente de la raíz'I en su cuarta acepción idea de santidad, de ápxo, marchar á la cabeza de, dar la señal de, comenzar, de la raíz *APX, idea de comenzar, de mandar. Jerárquico.—Hubiese sido conveniente consignar el adjetivo con todas sus terminaciones iepapxixós y traducirlo pontifical. L Laberinto.—El origen de esta palabra ha dado lugar á que en los diccionarios etimológicos se hayan consignado apreciaciones dis- tintas. La Academia, como de costumbre, sólo hace mención de la forma AaBúpivdos sin traducir y que es una estructura con muchos pa- sajes intrincados, laberinto. Lo mismo se advierte en el Diccionario de la Lengua Castellana en el Quijote de Cejador y junto con estos pu- diérase también incluir 4 Chassang, Bailly, Monlau, el Hispano- Americano y Echegaray que siguen á la docta Corporación al pie de la letra. Campos Leyza sospecha que la palabra está por Mapupós, hue- co, profundo, vasto, abismo sin fin; también supone sea un compuesto de haós y ópúsco, excavación, cava de piedras: Maovpuvdos, Ó por Aagúpivdos de Aágupov, botín, despojo, presa. Liddell y Scott afirman que su ori- gen es incierto, pero en cambio el Century consigna que deriva de Aavpa, también escrito AáBpa, callejuela, pasillo, pasadillo, criterio que á su vez sustenta Skeat al indicar que AaBúpivdos está por AaFúpivdos de MaFpa generalmente Aaúpa, un pasillo, senda, callejuela. Larousse y Littré entienden que se ha hecho venir la palabra de ra Mare, puerta del rey Mare con la terminación griega wéos; añade Larousse que no le parece muy evidente la manifestación. Roque Barcia coincide con lo dicho sobre la derivación egipcia. El Diccionario de Autoridades se limita á consignar que su procedencia es latina de labyrinthus. Carré no lo registra en su Vocabulaire Francais y Rodríguez Navas en su Raíces, Afijos y Desinencias cree que laberinto, laberíntico, laberintifor- 28 JUAN M. DIHIGO me vienen del griego AaBúpivdos transcripción del egipcio Lope-ro-h'unt, templo de Ro-h'un ciudad próxima al Laberinto de Egipto. Viada y Vilaseca y Rodríguez Navas en sus Diccionarios de la Lengua Cas- tellana se refieren á las formas latina y griega. Lepra.—No señala la Academia ni la significación de la voz Mémpa ni el origen de ésta hasta llegar á la raíz. Aérpa viene de hempós- á-óv, costroso, escamoso, de Méros, escama, de Mero, escamar, de la raíz AEB, ¿dea de piel, de película; según Chassang; Bailly entiende que el monosílabo es AEI, ¿dea de pelar. Parece más conforme á la ver- dad esta última raíz, pues hasta en el ruso lupite escamar, se ven las mismas consonantes y en el lituanio lupticon igual significado. Skeat eree que todo viene de la base europea, LAP, expresando idea de es- camar. Más curioso es el estudio de esta voz al través de las formas indoeuropeas. Letárgico.—Sólo se refiere al adjetivo Andapyixós-4-óv, adormecido, sin indicar su origen que se verá en Letargo.—Muy deficiente es lo que se consigna en el Diccionario de la Academia pues Mifapyos que aparece como si fuese un sustantivo, es un adjetivo Affapyos-ow, olvidadizo, que sustantivado ha producido el ó Añdapyos, letargo, formado de Min, olvido, de la raíz AAO, idea de cosa oculta, olvidada, de úxyos, pena, convertida éxy en ápy para evitar la concurrencia de A de la raíz *AAT ¿dea de apretar, contraer. Skeat indica la raíz RADH, dejar. Lexiarca.—No se expresa lo que significa Anflapxos, lexiarca. Lexicógrafo.—Sólo en el griego moderno hay la forma Aeroypápos que no se traduce lexicógrafo. Licantropía.—En cuanto á esta voz se dirá que se silencia la traducción de Avkavéporria como también lo hace Monlau con la agra- vante de que ni siquiera indica la forma griega; Avkavéporia, es Una manía en que uno se imagina ser lobo, licantropía; derivada primero de Auxávdporros, licántropo y ésta de Múxos, lobo, y GávBxpuros, hombre. Casi todos los diccionarios se expresan en el mismo sentido que la Aca- demia; puede verse Viada y Vilaseca, Rodríguez Navas, Hispano-Ame- ricano, Echegaray y Roque Barcia. Skeat no registra la voz, el Stan- dard está de acuerdo con el Century como Littré y Larousse; pero siempre se advierte la ausencia de la raíz que es el fundamento de los elementos que integran el vocablo Avkávépwrros, pues Aúxos, lobo, se se forma de la raíz AYK en su segunda acepción idea de lobo, de ana- mal feroz, y GvBpurros que según Curtius debe dividirse, como señala Skeat ¿v8p-orros» estando ávdp, por, ávSp, forma reforzada del tema ávep REPAROS ETIMOLOGICOS 29 cuyo nominativo es áváp, hombre, de la raíz TEN, ¿idea de engendrar, y óp, cara, de la raíz*OI, ¿dea de ver, por donde ávépwrros claramente significa el que tiene cara humana, ser humano. Licnobio.—Falta traducir AvxvóBios-ov, el que vive 4 la luz de las lámparas, de Mxvos, lámpara, y Bios, vida. Lienteria.—Falta traducir Aeevrepía, el pase del alimento sin dige- rirlo. Lo demás está bien. Lipotimia.—Falta traducir AevroBvpía, desmayo. Liso.—¿Por qué no traduce ¿4 Meadcós-4-ó6-v, liso, unido, y se in- dica que procede de la raíz AI en su segunda acepción idea de cosa unida, de cosa que resbala. Litargirio.—¿Por qué no se traduce 4 Mdápyvpos que significa es- puma de plata, litargirio.—Lo demás bien. Litiasis.—Arbdlaois es litiasis. Litólogo.—No se consigna la forma griega correspondiente á la castellana: M0ókoyos-ov que reune ó escoge piedras; de este adjetivo se ha formado el sustantivo 6 MBókoyos, el arquitecto; voz compuesta de XíBos, piedra, roca, de la raíz AAF en su cuarta acepción ¿dea de piedra y Móyos ya estudiado. Litote.—Del griego Avrórns, nos, litote, derivado Mrós-9-óv, pequeño de la raíz AI en su segunda acepción ¿dea de cosa unida, resbalosa. Logomaquia.—De royopaxía, discusión, disputa de palabras. Loquios.—sSólo se dice que deriva de Aoxía sin traducir. Real- mente la explicación es pobre y además confusa; pobre, porque hu- biera podido ser más completa, y confusa porque Aoxía no es la forma por lo general registrada en los diccionarios como puede compro- barse analizando á Chassang, Bailly, Century, Garnier y Delamare, «. Aoxeía, flujo sanguinolento que sucede al parto; es la forma femenina empleada de Aóxios, también Aoxetos-a-ov, perteneciente al parto, derivada de Aóxos, parto, de la raíz AEX, ¿dea de lecho, de alguna cosa horizontal . M Macrocéfalo.—De pakpoxépados es todo lo que dice la Academia. La explicación resulta deficiente, pues cualquiera que no esté versa- do en gramática griega puede suponer que es un sustantivo la voz grie- ga cuando es un adjetivo: paxpoxépados-ov; que tiene una cabeza grande. Malacia.—Falta la traducción de pañaxía, blandura, debilidad, y además consignar que viene de pañaxós-4-6v, blando, de pañárcoo, ablan- dar, de la raíz MAA en su primera acepción ¿idea de blandura. 30 JUAN M. DIHIGO Mandrágora.—Está bien que se consigne que deriva de pavspa- yópas pero está mal que no se diga lo que es mandrágora. Manía.—Así como la voz castellana se ha formado de pavía, lo- cura, furor, entusiasmo, manía, también ésta viene de la raíz MAN, idea de pensar y de sentir. Martir.—Hubiera sido conveniente que la Academia tradujese la vOZz páptus Ó páprup como lo escriben otros lexicógrafos, pues si ter- minan en s Chassang, Bailly, Liddell «€ Scott, Aléxandre, en cam- bio el Century, Littré, Skeat € le ponen por última letra la p. Máprus significa testigo, mártir, y surge de la raíz MAP en su cuarta acepción idea de recuerdo, que se relaciona con la sánscrita SMAR, recordar, como manifiesta Bailly en su Manuel des racines grecques et latines. Melancolía.—¿Por qué no traduce pedayxokía, bilis, melancolía, para indicar después que se ha formado de pedáyxokos-ov, bilis NEgra, de péras, negro, de la raíz MEA, idea de algo negro y xoM, bilis, de la raiz XOA, ¿dea de bilis? Melancólico.—Lo mismo pasa con pedayxodxós-%-óv, atrabiliario, melancólico. Melapia.—En la misma falta incurre la Corporación silencian- do lo que significa pmAériov, pero difícil habrá sido para ella dar tra- ducción á una voz griega que si Monlau la registra y con él los que siguen al pie de la letra á la Academia como Echegaray, Viada y Vi- laseca, Rodríguez Navas, el Hispano-Americano, Echegaray, en cam- bio los diccionarios griegos de Chassang, Bailly, Leopold, Liddell « Scott, Alexandre, ni siquiera la mencionan lo que vale tanto como suponer que dicha voz no existe pero ha sido formada para darle una derivación al vocablo melapia. Estudiando el caso se ha advertido que Koórting en su Lateinisch-Romanisches Worterbuch trae la forma latina melapium indicando correctamente que es un término com- puesto de pñow, manzana, y drow, pera, que es el apfelbirne de Korting correspondiente al italiano melappio. Campos Leyza en su análisis de las raíces griegas al estudiar á pñxov no la indica. Mesenterio.—No hay traducción de perevrépiov, mesenterio. Metacarpo.—De peraxápriov que es metacarpo, de perá, después, xaprrós, carpo, juntura del brazo y de la mano; la preposición perá de la raíz MET en su primera acepción expresando idea de con y kaprós de la raíz KAPI, idea de brutalidad, de violencia. Metafórico.—Meragopuxós-ñ-ov es metafórico, de perapopá, traslación, metáfora, de peragépo, transportar. Metagoge.—No se traduce perayoyñ, traslación. REPAROS ETIMOLOGICOS 31 Metalepsis.—Tampoco peráAqyos, cambio. Metalurgia.—Ni peraMdovpyía, metalurgia, trabajo de metales. Metamorfosis.—En el mismo caso está perauóppoois, transfor- mación. Lo demás bien. Metátesis.—La voz perádeois es transposición, metátesis, lo que no dice la Academia; deriva de perari8nus, transponer, y se compone de los elementos dichos por la Corporación. Método.—Tampoco indica lo que es péBo8os, seguir, ir tras de, in- vestigación, método, sistema. Lo demás está bien. Metonimia.—¿Por qué no se indica que perovupía es cambio de nombre? Metopa.—El análisis hubiera quedado completo si la Academia hubiera dicho que la voz metopa corresponde á la griega perórn, meto- pa, de la que proviene y que ésta se compone de perá, entre, y omh, agu- jero, formándose ór+ de la raíz*0HT en su primera acepción indicando idea de ver. Metrópolis.—De pnrpórods que es metrópol:. Miasma.—La palabra píacpa significa mancha, soplo impuro, mias- ma, y deriva de pracrpós, mancha; ésta como dice la Academia de pralve, manchar, ensuciar, de la raíz MIF expresando idea, de mancha. Microcéfalo.—Deriva de pikpoxépados-ov que tiene una pequeña ca- beza. Microcosmo.—Tampoco traduce pukpóxocros, el mundo en pequeño. Mímesis.—Falta la traducción de plpnoss, ¿mitación, de prpéopas, imitar, de la raíz ME en su segunda acepción ¿dea de medida. Mímica.—Al indicar el origen de esta voz dice la Academia de mámico; ha debido decir de puperós-4-óv, relativo á los mimos, mímica, para consignar inmediatamente que pupexós-q-óv se ha formado de pipos, mimo, de prpéopas, imitar, de la raíz ME en su segunda acepción ex- presando ¿dea de medida. Skeat incurre en equivocación al decir que la raíz es MA. Mina.—La voz pvá de donde deriva mina significa mina. Miope.—Aquí se advierte que no se traduce púey que es un ad- jetivo y significa miope, formada de púe, cerrar, de la raíz MY en su primera acepción idea de cerrar la boca y de ówy, ojo, de la raíz *OH, idza de ver. Miosotis.—En cuanto á este término hay que consignar que tiene dos formas el griego de donde deriva pvororís y puérorov, MIOSOLÍS, y SU traducción literal es oreja de ratón, de pús, ratón, de la raíz MY en su 32 JUAN M. DIHIGO segunda acepción idea de rata y oús, oreja, de la raíz AF en su tercera acepción idea de sensación. Misántropo.—No traduce la Academia el prorávdporos que es un adjetivo puoávdporros-ov, el que odía á los hombres, misántropo. Lo de- más bien. Mofa.—La Academia acepta como un hecho cierto que la pala- bra mofa deriva del porxáo, ridiculizar, en cambio Covarrubias cree que es de muso, vocablo italiano, el Brocense que viene de Momo; pero según puede advertirse 4 poco que se analice este término su origen parece ser germánico, así lo afirma Korting al señalar que procede del alemán medio alto mupfen, den Mundversiehen, spotteln, davon vermutlich cat, span, ptg. mofar, vermohnen, wozu das Sbst mofa, Vel. Dz 469 mofa. Cejador en su Diccionario de la Lengua Castellana del Quijote la refiere al antiguo francés maufé, nombre del diablo, de malus fatus latín vulgar en Petronio y en inseripciones por malum fatum= mal-hadado, como féc=hada de fata (bona divinidades cólticas). Monogamia.—La voz povoyapía, es el estado de un hombre que no se ha casado más que una vez, deriva de povóyapos-ov, el que no se ha ca- sado más que una vez, de póvos-f-ov, sólo, de la raíz MON ¿dea de soledad y yapos, matrimonio, boda, esposo, esposa, de la raízT AM, ¿dea de ma- trimonto. Monógramo.—Véase la explicación anterior. Monograma.—¿Por qué ha de concretarse la Academia á decir que la voz castellana está compuesta de las dos griegas póvos, uno y ypáppa, letra, siendo así que en el Diccionario griego hay la dicción povoypáparov Y NO povoypápa, siendo aquél un adjetivo povoypápparos-ov varias letras en una de póvos uno, y ypóppa letra? Monomaquia.—El término griego está bien indicado pero no lo traduce: povopaxía, combate solo, único, debiendo decir que procede de povopéxos, pelea en un solo combate, para añadir después, como lo hace, los elementos componentes. Monopolio.—Lo mismo aquí, ha debido indicarse que povorólkiov es monopolio, el derecho de venta exclusiva, porque conocida la signifi- :ación se comprenderá mejor la razón de los dos elementos que for- man la palabra povoráldov Ó povorwkAía como parece más usado á juzgar por Chassang, povós, solo, y tokéw, traficar, vender. ' REPAROS ETIMOLOGICOS 33 N Narcótico.—Falta la traducción de vapkoriós-4-óv, que adormece, narcótico; derivado de vapxów, adormecer, de vápxn, entumecimiento del radical váprn, idea de entorpecimiento, de adormecimiento. Naumaquia.—De vavpaxía, sin traducir, combate naval, derivado de vavyáxos-ov, combate en el mar, de vaís, barco y páxopos, pelear, ha- biéndose formado vaús de la raíz NA en su primera acepción idea de líquido y páxopar de la raíz MAX, ¿dea de combate. Necrópolis.—El término griego verpórodlis significa cementerio. Necrosis.—La Academia traduce véxpuoiws por mortificación, de- biendo haber expresado que significa á su vez muerte, parálisis, de vexpów que tampoco indica hacer morir, privar de vida, de vexpós, á-óv, muerto, de donde se forma el sustantivo véxpov, cadáver, de la raíz NEK, idea de muerte. Y tan conveniente resulta conocer ambos significa- dos que Garnier y Delamare en su Diccionario manifiestan que no es sólo la mortificación de los huesos y de los cartílagos sino que la voz se extiende á la destrucción de otros tejidos. Nefrítico.—Ha debido traducirse y señalarse el vocablo en su forma de adjetivo vegpurixós-%-óv sujeto á los ataques de cólera nefrítico, derivada de vegpimus, enfermedad de los riñones que es el femenino de vebpirns del cual se ha formado el sustantivo veppiris (sobrentendién- dose vévos enfermedad ) derivado de vegpós, riñón, del radical végpo, idea, de iñón. Neumático.—¿Por qué no indica que es adjetivo rtvevuarikós-A-ov y lo traduce propio á la respiración, formado de rveópa, soplo, de la 'aíz TINY, idea de respiración, de soplo, y no que se conforma la Aca- demia con poner el término rtvevuariós? Neumonía.—¿Acaso rvevpovía no tiene su significación, enferme- dad del pulmón, neumonía? Neurosis.—La forma griega está equivocada, no es peópov sino veUpov. Nictalope.—Aquí se advierte deficiencia porque al ponerse vukrá- hoy ha debido agregarse (6, $) para que se comprenda que es un ad- jetivo de una terminación que tampoco se traduce el que ve más claro de noche que de día, á fin de indicar á continuación que de él se ha formado el sustantivo ó vuxrádoy, nictalope. Lo demás está bien. Ninfa.—Sólo refiere la voz á vóúsen sin traducir cuando significa recién casada, joven, ninfa; literalmente indica Skeat es cubierta, con velo, forma nasalizada de la misma raíz que végos, nube, envoltura de la 34 JUAN M. DIHIGO raíz NES, idea de nube. Como el origen exacto de vóngn aún no se ha determinado es conveniente referir la dicción al radical vóúnon que ex- presa ¿dea de juventud, de virginidad. Nitro.—Aquí hubiera convenido que se dijera que vírpov es nitro, de la raíz NIH que indica ¿dea de limpiar. 0) Obelisco.—La dicción ófexMokos no traducida significa pirámide de piedra, pilar puntiagudo, obelisco, derivada de óBeñós, utensilio pun- teagudo de cocina á modo de asador, punta de hierro, de Béxos, dardo, flecha, lamza, espada, de la raíz BAA, idea de lanzar. *Ofekokos es un diminutivo de óferós. Roque Barcia da la explicación del griego y en igual sentido se advierte la de Echegaray aunque no llegan al primer elemento del vocablo como no lo hacen aún cuando dan idea clara de su formación Littré y Larousse. Ocena.—Está bien indicada la palabra primitiva ótawa pero en vez de darle por traducción hedor hubiera sido mejor la tradujese por pólipo fétido en la nariz ocena como lo hacen Bailly, Chassang, Alé- xandre y Leopold al decir naríium polypus. (Garnier y Delamare en su Dictionnaire des termes techniques de médecine no indican el sustan- tivo sino se contraen al verbo éto, heder. El orden que ha debido seguirse es de $fawa, ocena, á óte, heder, y de éfo á la raíz*0A, idea de olor. Odontalgia.—Osovradyía no está traducida, dolor de diente. Oligarca.—No se ha dado traducción á ómyápxms, oligarca, ni á ¿dyapxía, oligarquía, ni á óMyapxixós-%-óv, OlIgárquico. Olimpiada.—El significado de *'Orwvuriás en su carácter de sustan- tivo es celebración de los juegos olímpicos, olimpiada, formado de "OMúpeia, 'Ohúprmos-ov del Olimpo de “Oñwprros el monte Olimpo de la raíz AAMIL brillar. Onagra.—No está en lo firme la Academia consignando como hecho cierto la existencia de la forma ó¿váypa puesto que como indica Alexandre es una voz del todo dudosa al extremo de que Bailly no la registra ni Leopold; Monlau la refiere al latín onagra y el Century al concretarse á óváypa llama la atención sobre la forma olváypa, una planta, compuesta de olvos, 11NO0 Y áypa, cazd. Littré al estudiar el ori- gen de esta voz dice que viene de óváypa y otváypa poniendo la segunda como que es la dicción esencial y así lo reconoce Chassang. Onomástico.—No basta decir que viene de óvopacrikós, porque REPAROS ETIMOLOGICOS 3 así parece como si el término fuese un sustantivo; hay que consignar que la voz castellana viene del adjetivo óvoparrikós-h-óv que sirve para nombrar, nominativo, del cual se ha formado el sustantivo óvopacrikh el nominativo. Onosma.—La dicción gvorpa es onosma. Opalo.—De óráMuos, que no se traduce, ópalo. Opobálsamo.—¿Por qué se silencia que órofádoapov es jugo del bálsamo de ówós, gota, jugo, de la raíz”OTI en su segunda acepción idea de jugo, de abundancia, y Bároapov el bálsamo? Oreoselino.—Opeorétivov significa perejil de montaña. Orgasmo.—Viene de ópyacruós, hinchazón, excitación, de ópyáo, hin- char, estar excitado, de ópy%, pasión, impulso, de óptyo, extender, desear, de la raíz “PET en su primera acepción idea de extender en línea recta. Ornitólogo.—¿Por qué no se ha registrado el adjetivo ópvidókoyos- ov, el que trata de las aves, compuesto de ópvis, ave, de la raíz*OP en su primera acepción idea de elevarse, y de Xóyos ya explicado? Ortega.—La palabra óprug de la que deriva ortega es codorniz, for- mada la voz de la misma raíz/OP en su primera acepción explicada en el caso anterior. Ortodoxia.—Viene de ópdosotía, opinión sana, ortodoxia, de dp0o8otéw pensar sanamente, de ¿p0ódotos-ov, el que piensa sanamente, de ortodoxo, de ¿p0ós-%-óv, recto, de la misma raíz'OP en su primera acepción y de Sóta, opinión, doctrina, de la raíz AOK expresando idea de parecer. Ostracismo.-—Es curioso el origen del ostracismo castellano del doerpaxioós, ostracismo, destierro por los caracoles, formada de dorpakito, condenar á ostracismo de dorpaxow, caracol, de derpeov, ostra, concha, ca- racol, de la raíz *'O0ET, idea de sustancia dura como hueso ó escama. P Palanca.—Ni Chassang, Monlau, Skeat, Alexandre, Liddell € Scott registran la voz griega dáñdayyns que aparece mal acentuada. Roque Barcia deriva la voz de dgádaye, bastón. Palimpsesto.—La voz griega es rtakMuinoros-ov, raspar por se- gunda vez. La Academia sólo indica raAímpnoros, mejor hubiera sido que hubiese puesto la terminación neutra raAímynorov de la que se ha originado la castellana. Los elementos componentes están bien in- dicados pero ha debido decirse que enerós es un adjetivo verbal de yáo, raspar, de la raíz YA, idea de tocar, como rádmp que está por rákiv viene de la raíz HIAA, ¿dea de mano, de lanzar con la mano. El His- 36 JUAN M. DIHIGO pano-Americano equivoca la escritura de la palabra griega poniendo TaAipiymnoros. Panacea.—Haváxeva, que no traduce la Academia es panacea, remedio universal. Esta palabra procede de raváxns-es y travaxñs-és que cura todos los males, tundándose el sustantivo távaxes-eos-ovs (Tó) panacea de rás (mav-) todo, de la raíz HA, ¿dea de todo, y de áxos, cura, de la. raíz AK en su segunda acepción expresando ¿dea de dulzura. Pánico.—Nada dice la Corporación sobre el significado del adje- tivo rrawxós-4-óv, de Pan, que viene de Pan. Con esto nadie puede tener un concepto de la relación entre el signo y la idea que repre- senta; para ello hubjera sido necesario que se indicara que ró Ilavikóv se usó con ó sin Seipa, temor, es decir, el temor supuesto inspirado por el dios Pan. Panoplia.—Aquí falta decir que ravorkía es armadura completa, que viene de rávorkos-ow, armado de toda clase de piezas y después de wás, todo ya analizado y de érmhov, objeto de equipo, instrumento, de la raíz EII en su cuarta acepción señalando ¿dea de acompañar, de seguir. Pantera. —Ilávéne no significa muy fiera como dice la Academia, sino simplemente pantera. Paracéntesis.—¿Por qué no se ha traducido á rapaxévrnois que es punción? Paráclito.—IEl conocimiento de lo que significa la voz rrapáxAnros- ov que se llama en ayuda propia es importante para la idea exacta que representa el término y para conocer que la forma ó rapáxinros, ¿nter- cesor, defensor, el paráclito (el Espíritu Santo) se ha originado de aqué- lla. IlapáxAnros viene de rrapaxadéo, llamar, hacer venir, de rapá, al lado, de y kakéo, llamar. Paradigma.—También al tratar esta palabra se olvida la Cor- poración de decir lo que es rapádeuypa, ejemplo, paradigma, procedente de rapadexvóp, mostrar al lado, de wapa, al lado y Seixvvpa, mostrar, de la raíz AIK, mostrar, indicar. Paralaje.—Es de rapálMagss, cambio, alternativa, diferencia, para- laje, de rapalMácoo, hacer que las cosas alternen, de *apa, al lado, y éMácooo, cambiar, de áMos, otro, de la raiz? AA en su segunda acepción ' expresando ¿dea de diferencia. Paralelismo.—IlapalMdmAopós significa disposición paralela, para- lelismo. Paralipómenos.—Lo mismo resulta con esta voz tan conocida y que por ignorarse su significación etimológica no se da uno de pri- mera intención exacta cuenta de lo que quiere decir. La Academia REPAROS ETIMOLOGICOS 37 se conforma con indicar la forma rapaderrópeva cuando ha debido de- cir que expresa las cosas omitidas, omisiones, y después referirse á vo Bi- BAtov róv trapaderropévov, los libros Ó cosas omitidas, participio de presente pasivo de rapadelrro, pasar por alto, omitir. El Hispano-Americano, Viada y Vilaseca y Echegaray siguen á la Academia; Roque Barcia lo analiza en la misma forma que Littré y el Century llamando la atención respecto de que debe sobrentenderse con rapadeurópeva la dic- ción BifAla. Rodríguez Navas analiza lo mismo que Roque Barcia. Parasceve.—De raparkevi que significa preparación y no se tra- duce. Parásito.—Lo mismo pasa con esta voz empleada con tanta fre- cuencia y que conocido su origen y significado forma uno un con- cepto de la idea que representa. La Academia no traduce á trapácuros que en la forma presentada puede aparecer como un sustantivo siendo así que éste se deriva del adjetivo rapád+ros-ov, que come con alguno, originándose el sustantivo ó rapácuros, convidado, parásito, ciu- dadano sostenido á empresa del Estado. El estudio de los elementos componentes está bien; ciros, alimento, proviene de la raíz EIT, ¿dea de alimento. Parodia.—Nada se dice sobre la significación de rapwñía, imitación de un canto hecho por escarnio; ni que rapwsía viene de rapwsós-ov, que mo está en el aíre, que está invertido el sentido, de rapá, al lado y de ¿5%, canto, oda, de ¿5w, cantar, de la raíz FIAÓ IA en su tercera acepción idea de canto. Paroxismo.—¿Por qué no se dice que rapofvepós, acción de agriar, de irritar, de excitar, exasperación, paroxismo, da una idea clara de lo que la voz expresa; de rapotúvo, afilar, de wapá, al lado, y de ótúvo, afilar, de ótús, eía, %, agudo, afilado, de la raíz*AK en su primera acep- ción expresando ¿dea de cosa aguda. Pelícano.—Está mal indicada la forma griega no es rekexávos COMO pone la Academia sino rekexáv, ávos pelícano. En los diccionarios de Chassang, Leopold, Bailly, Skeat y Monlau no aparece la voz en la forma que ha puesto la Corporación; el Century también indica como corresponde su derivación y la amplía con las formas del griego mo- derno que es donde está la de la Academia rekéxavos y que no parece deba ser la base que se tome en cuenta en la exposición etimológica de las voces castellanas porque se parte del griego antiguo y no del moderno; además Alexandre considera á rekexávos como un neologis- mo con la misma significación y éstos no deben aceptarse sino cuan- do sean absolutamente necesarios, lo que no resulta en el caso actual. 38 JUAN M. DIHIGO Se advierte mucha relación entre medexáv, rehexás y redéxas, el carpin- tero, de redexáv, trabajar con el hacha, cortar, tallar, de réhexvs, el hacha. del radical rredexv, ¿dea de hacha. Si se compara el rékexvs con el sáns- crita paracu, hacha, se advierte bien las estrechas relaciones que existen entre ambas voces. Perineo.—Aun cuando la forma griega repíivasos está bien puesta, como la palabra presenta diversos aspectos en su escritura hubiera convenido indicarlos pues así se hubiese visto la que tiene más seme- janza con la castellana. Hay tepivavov y hay repiveos que significa pe- rineo. Peripecia.—La dicción repurérea es suceso imprevisto, peripecia, no de repurrirro, ocurrir, sino de rmepurerás-és que cae en ó sobre, que cae en alguna desgracia súbita, imprevista, de wept, al rededor, y wrlwro, caer. aquélla de la raíz EP, al rededor, encima, y ésta de la raíz MET, ¿dea de movimiento, precipitado, caída, vuelo, de. Peristáltico.—De reporadrixós-q-óv, propio para contraerse, de repiorédAo, envolver, cubrir, ajustar, comprimir, de rept, al rededor, como dice la Academia y coréxto, colocar, comprimir, de la raíz ETEA, ¿dea de enviar. Peritoneo.—Más bien que haber indicado solamente la voz rrepuróvaros, se ha debido señalar la forma repuróvios que es la más usual cuando puede advertirse en Chassang para señalar el adjetivo repuróvios- ov, extendido al rededor, del cual se ha formado el sustantivo repuróviov (ro), peritoneo, derivado aquel adjetivo de repírovos-ov, extendido alrede- dor, de repureivo, estirar, al rededor, de wepí, al rededor, y teivo, estirar, de la raíz TA, ¿dea de extender. Petalismo.—Sin indicar lo que es reraducpós, destierro por un voto escrito sobre hojas de olivo, petalismo, no se puede comprender lo de rérakov, hoja que indica después la Academia. El mismo Leopold traduce reradiopós por patria expello, como de igual modo lo hacen Bailly. Alexandre y Littré, Roque Barcia, Echegaray, Viada y Vilaseca, Ro- dríguez Navas y el Hispano-Americano siguen á la Academia. El voca- blo reradopós deriva como indica Chassang de rerakfo, desterrar, inseri- biendo su voto en las hojas del olivo, de wérakov, hoja, de la raíz TIET, idea de movimiento precipitado, caída, vuelo. Igmoro el motivo que haya podido tener el gran lingilista Whitney para consignar el rerrakífo como forma teórica toda vez que lo es de la lengua alejandrina ó greco-romana. Alexandre la considera como del xo yAúcca. Pigargo.—La palabra rúyapyos-ov que no traduce la Academia ex- presa bien la idea, blanco por detrás y de ahí se ha formado el sus- REPAROS ETIMOLOGICOS 39 tantivo ó róyapyos, gacela de cola blanca, águila de cola blanca, de wvy%, trasera, y ápyós-h-óv, blanco, este adjetivo de la raíz *APT, idea de alguna cosa blanca, clara, aquel sustantivo de la raíz UIYK en su primera acepción idea de alguna cosa densa. Placa.—Del griego "mág es todo lo que consigna la Academia; pues bien má es placa, tableta, plancha, de la raíz IAAK Ó IAAT, idea de superficie plana. Plecto.—IMixrpov, instrumento para golpear, plectro, especie de arco. Después ha debido indicarse que TAixtpov viene de la raíz TAAT, ¿dea de golpear, de chocar, de rechazar. Plétora.—La voz rinfáúpa no traducida significa gran cantidad, gran número, plenitud, superabundancia, plétora, de wMbos, grande, abundante, numeroso, de la raíz HLAA, ¿idea de abundancia, de plenitud. Así hubiese quedado bien explicada la voz. Pleurítico.—Lo mismo con rAecvpurixós-4-óv que indica el atacado de una pleuresía; bueno contra la pleuresía, derivado de mheupimus, plewre- sía, de whevpá, lado, de la raíz UNY, ¿dea de respiración, de soplo. Polemista.—La voz griega modeuoris, combatiente, y que no tra- duce la Corporación deriva de rokenito, pelear, de ródepos, guerra, de rrokéow, girar, dar vueltas, de ródos, eje, de la raíz MAA, ¿dea de mano, de lanzar con la mano. —Tlokeuworis es un adjetivo significando de gue- rra, guerrero, propio de la guerra, del cual ha salido el sustantivo rrokdeorás, combatiente. Poligamia.—IloAvyapta es poligamia, estado de un hombre que tiene muchas mujeres, de wokóyapos-ov, el que ha hecho muchos matrimonios, que tiene muchas mujeres, de wrokús, roAMf roXú, mucho, de la raíz TLAA expresando ¿dea de abundancia, de plenitud y yápos, matrimonio, esposo, esposa, de la raíz TAM, idea de matrimonio. Pólipo.—¿Por qué no se ha dicho que rokxúrows significa muchos pies? Lo demás está bien. Poliptoton.—Si se hubiese analizado esta voz consignando que rroMúrrrotos-ov es lo que tiene muchos casos, donde hay un gran número de casos, y que de este adjetivo se ha formado el sustantivo roAúrrorov (ró) repetieión de una misma palabra en diversos casos, estudiando después sus elementos componentes tokús-roAAf-rrokú, mucho, y rráwws, caída, caso, de rirrro, caer, de la raíz HET, ¿dea de movimiento precipitado, caída, vuelo, el vocablo resultaría bien expuesto. Pornógrafo.—Esta palabra tan frecuentemente usada requería una clara exposición de su origen. No basta con decir que viene de rropvóypagos, ni mucho menos el no traducir el término diciendo que 40 JUAN M. DIHIGO es el autor que escribe sobre la prostitución, sino que ha debido expresar que ropvóypagos se compone de rópwn, prostituta, de répvnpa, transportar á lo lejos para vender, hacer el comercio en las islas lejanas, de la raíz, expresando idea de atravesar, de ir más allá, de viajar, y de ypápo, es- eribir. -Prester.—Nada se dice de renoráp, rayo, huracán, tromba, torbe- llino, derivado de reido, quemar, hacer estallar, quemando, de la raíz TIPA, ¿dea de quemar. p Proa.—También aquí hubiera sido mejor en vez de decir que viene de rpópa, para analizar los elementos que integran la voz griega y señalar que rpó es delante, enfrente. Campos Leyza en sus Racines de la langue grecque y al hacer el análisis etimológico dice refiriéndose á mpópa, proa de un barco, tal vez compuesta de mpó y de ópáv, ver. Profecía. —Se advierte que la Academia simplemente se confor- ma con expresar que profecía deriva de rpogpnreía, don de profesía, pre- dicción, de rpoprevo, predecir el porvenir, profetizar, de rpoprrus, profeta, adivino, compuesta de *wpó, ante y pipa decir, de la raíz PA, idea de voz, de palabra. Prosélito.—Mucho se usa esta voz para expresar los partidarios de fracciones políticas, religiosas, 4%, por eso es que notamos la defi- ciencia de la Academia en la exposición del sentido y del origen de la forma griega rpocrfkvros-ov extranjero domiciliado en un país, prosé- lito, muevo, convertido, de wrpós y “AvBov, primitivo de ñABov que es aoristo de ¿pxopar; rporépxopar, venir 4, formado de los elementos dichos. Q Quelonio.—No basta con manifestar que procede de xeñóvn, tor- tuga, es necesario hacer algo más, analizar á xeAóvn que deriva de xéws, tortuga, escama ó concha de la tortuga, de la raíz XEA, idea de escama. Química.—¿Cómo se dice que deriva de la voz xepela si ésta no existe en griego? Quimo.—¿Por qué no se traduce xvpós, jugo, que viene de la raíz XY, ¿dea de derramar? Quiste.-——La voz kúerss significa vejiga, vesícula, de la raíz KY en su primera acepción señalando ¿dea de hinchar. REPAROS ETIMOLOGICOS 41 R Rábano.—De fpágavos, rábano, nabo, procedente de fápus como párres, nabo, de la raíz PAII en su tercera acepción indicando ¿dea de rábano. Raquis.—La traducción de páxis es espina dorsal, formada de la raíz “PAT, idea de romperse. Reuma.—Lo mismo pasa con esta voz, si se conociese la signifi- cación de fevpa, flujo, reuma, de la raíz “PY en su primera acepción idea de manar, se daría uno cuenta exacta de la verdadera acepción de este término. Reumático. Reumatismo.—Del mismo mal adolece la ex- plicación etimológica de estas voces, pues no se dice lo que es pevpari- xós-4-ó6v, atacado de reuma, derivado de fevpa y de la raíz “PY como antes se ha dicho, ni que pevpariopós sea fuxión, reumatismo, de pevparifo, ma- nar, sufrir de derrame de humores, tener reuma ó reumatismo, de fedpa y de la raíz “PY ya explicada. Rítmico.—El griego puépixós-4-óv tiene su significado en caste- llano, conforme á la cadencia, al ritmo, musical, y deriva de fvbpós, movimiento regular, mesurado, ritmo, cadencia, armonía, de la raíz “PY en su primera acepción denotando ¿dea de manar, fluir. Ritmo.—La anterior explicación da idea de lo que es ritmo. Rizoma.—Falta la traducción de fítopa, es raiz; voz formada de futów, arraigar, echar raíces, de plía, raíz, de la raíz “PIZ, idea de raíz. S Salmo.—Resulta deficiente la explicación 19 por no decirse que yadpós es la acción de tocar la cuerda de un arco, de hacer vibrar la cuer- da de un instrumento, salmo, de yákio, tocar ligeramente, tocar las cuer- das de un arco, de, de dáo, raspar, raer, de la raíz YA, ¿dea de tocar. Sardónice.—La palabra capSówe, sardónice, se compone de rápSios, cornalina, y de dwe, uña. Selacio.—El pez con piel cartilaginosa no es cekáxiov, que es un diminutivo sino cétaxos. Rodríguez Navas lo pone bien, y mal Viada y Vilaseca. Roque Barcia bien, pero el Hispano-Americano y Eche- garay siguen á la Academia. Semiótico.—En la escritura de la voz griega que indica la Aca- demia hay error, pues no es erpreriej que no existe en los dieciona- rios griegos sino enueotikós-A-óv relativo úá los signos; y arperorixh (réxvn) 42 JUAN M. DIHIGO es la parte de la medicina que se ocupa de los síntomas de las enfermeda- des, de erqperóo, notar, marcar con un signo, observar, de ampetov, signo, señal, prueba, indicio, de rapa, signo, marca, de la raíz EMA en su pri- mera acepción idea de recordarse. Séptico.—¿Por qué no se ha puesto que onrrixós-4-óv significa que engendra la putrefacción de arme, podrir, de la raíz EAT, ¿dea de corromper? Serpol.—Lo mismo pasa con esta voz en que se indica el tér- mino ¿pruAov sin decirse que es serpol y viene de tpro, arrastrarse, tre- par, de la raíz “EPIL, ¿dea de arrastrar, deslizarse. Sicigia.—Para poder conocer bien el sentido de sicigia es nece- sario saber que cufuyía significa unión, sicigia; mo puede uno confor- marse con la mera indicación de la voz griega. Silepsis.—Confórmase la Academia con señalar la voz cúMmuas que es acción de coger junto, de reunir, silepsis, de ruMapRávo, coger junto, reunir, de caúv con y MapBávo, coger, recibir, obtener, de la raíz AAB, idea de coger, de recibir. Silogismo.—El término dvAroyirpós significa razonamiento, argu- mento, silogismo; viene de covAdoyitopas, razonar, argumentar, de aúv con y Moyitopas, razonar, reflexionar, calcular, derivada de AMóyos, palabra, discurso, de Myu, decir, de la raíz AET que expresa ¿dea de reunir, de hablar. Simpatía.—Xvprádeia vale por simpatía, comunidad de sentimientos de suprabs, afectado de la misma manera, que está de acuerdo, en armo- nía con, de aúv, con, y rábos, afección del cuerpo ó del alma, sufrimiento, pasión, movimiento patético, de la raíz TIAO que denota idea de sufrir. Sinartrosis.—Tampoco se dice lo que es vuvápdpwo:s, encaje, co- misura y juntura de una cosa que entra en otra. Ni una palabra más en el orden etimológico cuando ha podido indicar que cuvápdpwais viene de cuvapBpóo, articular, encajar, de aúv, y ápdpóo, articular, de ápópov, articulación, de la raíz*AP en su tercera acepción señalando idea de adaptar, de ajustar. Sincretismo.—Muy importante es conocer el significado de cuykpryricuós para comprender si el nombre cuadra al sistema filosó- fico. Evyxkpnticpós indica alianza hecha, de evyxpnrito, combinar contra un enemigo común, de cúv, junto, y xkenrito, ¿imitar á los Cretenses, de Kpús, de Creta. El Century cree que kpnrito es una forma técnica, pero Chassang, Bailly, Leopold, Liddell € Scott y Alexandre lo registran sin señalar duda alguna. Sinfonía.—No se traduce el vuugoía que es la armonía del sonido, REPAROS ETIMOLOGICOS 43 de la voz ó de los sentimientos. Esta palabra viene de euugovéo, armo- nizar los sonidos, estar de acuerdo de aúv, junto, y fuvf, v0z. Sínodo.—No es bastante con señalar meramente el vocablo cúvosos y los elementos que lo integran, es necesario señalar el significado de cúvosos, reunión, asamblea, sínodo, concilio, de aúv, junto, y ó86s, ca- mino, de la raíz “EA en su tercera acepción que expresa idea de ir. Sintáctico.—Véase la definición que da la Academia de cuvraxr- kós-4-óv para que se advierta que la significación primera no es lo perteneciente ó relativo á la sintaxis sino lo que pone en orden me- tódico. Sintaxis.—Lo mismo se nota al exponer esta voz; ha debido in- dicarse, antes que decir que es la parte de la gramática que enseña á coordinar y unir las palabras para formar las oraciones y expresar conceptos, que dúvratis vale por orden, arreglo, disposición, composición de una obra, construcción de una frase; que aúvratis viene de euvrácco, poner en orden, de daúv, junto, y tárcoe, arreglar, poner en orden, de la raíz TAT, ¿dea de ordenar. Síntesis.-—En esta voz se silencia lo que es cúvbeois, lo puesto junto, de euvvrí8qy, poner junto, combinar, de aúv, junto, tiémpa, poner, de la raíz OE, ¿dea de poner, de colocar. Síntoma.—Xiprropa, significa accidente, suceso, síntoma, de ouvpmiurro, caer con, de aúv, con y wire, caer, de la raíz HET, ¿dea de movimiento precipitado, caída, vuelo. Sirena.—La voz griega que da origen á la castellana es cepñry, sirena, que deriva de cepá, cuerda, cadena, de elpo, atar, encadenar, de la raíz'EP ó “EP en su quinta acepción idea de cadena, de suspensión. La palabra parece relacionada con el súpuyé, fñauta, pipa, pito, notán- dose que tanto cep coms ave vienen de la raíz sánscrita S VAR, idea de sonar. Sistole.—Ha debido traducirse averoAf que es contracción, enco- gimiento, de curréAio, contraer, de caúv, junto, y eréMio, poner, colocar, de la raíz ETEA ó ETAA, idea de enviar. E Talismán.—La Academia indica que esta voz procede de la griega rtémm, misterio, término no registrado en los diccionarios griegos de Chassang, Bailly, Leopold, Alexandre y Liddell € Scott. Con- súltense á Monlau y se advertirá la duda sobre el origen y á Korting y el Century para comprender que su derivación es arábiga; Rodríguez 44 JUAN M. DIHIGO Navas, Viada, Hispano- Americano, siguen á la Academia, pero Roque Barcia y Littré al indicar que el origen primitivo es griego de reredea- péva, cosas consagradas, de texto, terminar, completar, hacer perfecto, de réros, fin, de la raíz TEA, idea de fin, señalan la procedencia árabe como Larousse sin perjuicio de consignar el término tékeopo que es forma del griego medioeval. Teatro.—Es interesante la derivación de la dicción castellana de la griega dtarpov, teatro, lugar dispuesto en forma de teatro, asamblea de espectadores, proveniente de deáopas, mirar, contemplar, de da, vista, espectáculo, lugar de donde se ve, contemplación, observación, de la raíz OGAF, idea de contemplación, de admiración. Telamón.—Es el griego rerapóv el portador, el sostén, cariátide, de la raíz TAA, idea de sostener. Teocracia.—Simplemente se dice que surge de la griega deoxparía, el gobierno de Dios, de Oeós, Dios, y kparto, gobernar, de kpáros, fuerza, poder, imperio, de la raíz KPA, ¿dea de creación, de poder. Teogonía.—Falta la significación de Beoyovía, generación Ó gene- ralogía de deseos, de Oeós, dios, y yovía, de yóvos, generación, de la raíz TEN, ¿dea de generación, de nacimiento. Teorema.—De dcópnpa, vista, espectáculo, principio, teorema de dewpéo, ver, contemplar, de dewpós, espectador, de éa, vista, espectáculo, de la raíz OAF. idea de contemplación, de admiración, y ópa, cuidado, es- tima, consideración, de la raíz ”OP, en su segunda acepción idea de vi- gulancia. Teosofía.—Continúa la Corporación silenciando el significado de deoropía, ciencia de las cosas divinas. Lo demás está bien. Terapéutica.—Nada se dice de lo que es deparrevrikñ, terapéutica, ni mucho menos que derive de deparrevtixós-óv, cuidadoso, curativo, de depareurás, el que cuida, de deparevo, cuidar, de depárrov, servidor, del radical depar, ¿dea de servir. Teristro.—Esta voz lleva bien en sí la causa fundamental de la idea que representa pues dépuorpov es traje ó sombrero de verano, de depíto, intrans. pasar el verano, de dépos, verano, de la raíz OEP, idea, de calor. Tétanos.—De réravos, espasmo, tétano, estiramiento, de rtelvo, esti- rar, de la raíz TA, ¿dea de estirar. Tifoídeo.—La Academia se refiere á-tifo sin decir lo que en griego rúgos, humo, estupor, que proviene de la fiebre, tifus, de la raíz TY9, idea de humo y de et8os, aspecto, forma, de la raízIA en su primera acepción denotando ver, saber. REPAROS ETIMOLOGICOS 45 Tío.—Es curioso el origen de esta palabra de 0ctos, tío, de la raíz GA en su primera acepción idea de nutrir. Tiranía.—De rupawla, tiranía, de rtúpawvos, tirano. Aunque el Century dice que la raíz es desconocida Chassang manifiesta que es KYP en su segunda acepción que expresa ¿dea de poder, de autoridad. Skeat abunda en las mismas ideas que el Century pero Campos Leyza afirma que viene de relpe, oprimir, salvo que se acepte como quieren algunos etimologistas el que rúpavvos esté por kúpavvos le kúpos, autori- dad, poder, dominación. Tisana.—Esta voz deriva de la griega rricávn que es tisana for- mada de ríivo, beber, y ésta á su vez de la raíz TI, ¿dea de algo húmedo. Tísico.—Nada dice la Academia sobee el sentido de gtars, ago- tamiento de las fuerzas vitales, consunción, tists, que se necesita conocer para cerciorarse uno de que el signo representa la idea; de ddtvo, gas- tarse, corromperse, perecer, como dice la Corporación; de g0tw, corrom- per, consumir, destruir, de la raíz eel, idea de consumir lentamente. Tomo.—Esta voz ha debido analizarse con más amplitud no conformándose con decir que viene de rtópos, pedazo cortado, fragmento, sección, sino indicar que rópos deriva de la raíz TEM que expresa idea de cortar, y así el lector obtendrá un concepto claro de lo que es tomo en castellano. Tono.—Lo mismo ha debido hacerse con róvos que es tensión, 1n- tensidad, tono, fuerza tónica, acento tónico, ritmo, de. y viene de la raíz TA, idea de tender, de estirar con fuerza. Topar.—Parece muy aventurado consignar que túrre, golpear, es el origen de esta voz, pues Monlau ni siquiera la refiere á la griega; Roque Barcia hace lo mismo, Rodríguez Navas la refiere á la raíz celtogermánica top de la que hablan también los anteriores, mani- festando Echegaray que debe pensarse en tówos, lugar, como asímismo el Hispano-Americano. Ahora bien, Cejador en su Diccionario de la lengua de Cervantes cree que procede del eúskaro topa, (tu)=dar con, buscar, encontrarse con, es el golpe por lo bajo, bajando la cabeza, y Korting de la raíz germánica topp=cima, punta, alem. Zopf. tup-ir, tup-a, tup-ido, que trae Korting de la raíz anterior, es una variante de topar. La generalidad de los lexicógrafos se inclinan á ver en este verbo caste- llano una procedencia germánica y ninguno de los que seriamente hacen estudios etimológicos piensa que su génesis debe hallarse en la lengua griega. Torno.—Es deficiente asímismo lo que dice de esta voz, pues el lector desea conocer lo que significa rópvos, giro, vuelta, de la raíz TEP, 46 JUAN M. DIHIGO idea de gastar por el frote, de perforar, lo que conviene bien con el ins- trumento así llamado y que se dedica á trabajar la madera y los me- tales. Trazar.—No parece estar en lo justo la Academia señalando el origen de tragar en el rpóyo, comer. Korting de trahicare (trahere) y el mismo Monlau hace mención de dicho tipo y no como advierte Roque Barcia de rpóyo, yo trago. Cejador afirma que es del eúskaro traka ó tira-ka acción (-ka) de tira. Treno.—De 0páñvos, lamentación, de OBpéopas, lanzar grandes gritos, de la raíz OPE que expresa idea de gemido, de canto religioso, de ruido en general. Nada de esto dice la Academia y es sin disputa de mu- cha utilidad. Trocaico.—De Tpoxaixós sin traducir. Es de rtpoxaikós-%-óv, tro- caco, compuesto de troqueos de rtpoxatos-a-ow, propio para la carrera, rápido, de donde ha salido el sustantivo supuesto roús, troqueo, pie compuesto de una larga y una breve, de tpóxos, carrera en redondo, círculo, carrera, estadío, de rpéxo, correr, de la raíz TPEX, ¿dea de correr. Trono.—De Opóvos, sitio, trono, de Bpáv, sentarse, de la raíz OA, idea de sitio, magestuoso, de trono. Trópico.—También esta voz es muy usada en la clase de geo- grafía y para que los alumnos se den cuenta exacta de lo que repre- senta el término es necesario decir que viene de Tpomixós-%-óv, lo perte- neciente á un turno ó cambio, solsticial; de este adjetivo se ha formado el sustantivo ó rpomxós sobrentendido kúxkos, el solsticio, en plural oi Tporixol sobrentendiéndose kúxkos, los trópicos, de teo, giro, cambio, solsticio, de tpéro, girar, de la raíz TPEIIL, ¿dea de girar. Tumba.—Sólo de rúnfBos y sin decir lo que es, tumba, eminencia de tierra en una llanura, de la raíz TY, expresando idea de eminencia. Esta forma griega está relacionada con la latina tumulus como puede verse en Curtius. BIBLIOGRAFÍA 1. The Century Dictionary « Cyclopaedia. 2. Diccionario de la Lengua Castellana de la Real Academia Española. 3. Monlau.—Diccionario etimológico de la Lengua Castellana. 4. Rodríguez Navas.—Raíces, Afijos y Desinencias. 5. Cayás.—Nuevo Diccionario español-inglés é inglés-español. 6. Cejador.—Diccionario de la Lengua de Cervantes. 7. Liddell « Scott.—Greek-English Lexicon. 8. Campos Leyza.—Analyse étymologique des racines de la langue grecque. 9. 10. Yi: 12. 46. 52. Dd. 4, REPAROS ETIMOLOGICOS ñ 47 Curtius.—Principles of Greek Etymology. Viada y Vilaseca. —Diccionario de la Lengua Española. Rodríguez Navas. —Diccionario completo de la Lengua Española. Chassang.—Dictionnaire Grec-francais. Chassang. —Dictionnaire grec-frangais, edición pequeña. 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DIHIGO Vera y González. —Diccionario de la lengua castellana. Cuervo.—Diccionario de construcción y régimen de la Lengua Castellana. Amunátegui.—Al través del Diccionario y la Gramática. Mir.—Rebusco de voces castellanas. Ruíz León.—Inventario de la lengua castellana. Tobar.—Consultas al Diccionario de la lengua. Roque Barcia. —Sinónimos castellanos. Mir.—Prontuario de hispanismos. Dictionnaire de 1” Accadémie francaise. Murray.—A new English Dictionary. Donnegan.—A new Greek «€ English Lexicon. Worcester.—Dictionary of the English Language. Fleming et Tibins.—Grand Dictionnaire anglais et francais et francais et anglais. Sociedad de literatos. —Nuevo Diccionario de la Lengua Castellana. Donadíu.— Novísimo Diccionario Enciclopédico de la Lengua Castellana. Ramón.—Diccionario Popular Universal de la Lengua Española. Sociedad de personas especiales. —Diccionario Enciclopédico Español. Zerolo. —Diccionario Enciclopédico de la Lengua Española. Seguí. —Enciclopedia Ilustrada. Pott.—Etymologisches Forschungen etc. Benfey.—Griechisches Wurzellexikon. Fick.—Vergleichendes Worterbuch der indogermanischen Sprachen. Meyer. —Handbuch der griechishen Etymologie. Searles.—A Lexicographical Study of the Greek Inseription. Herwerden.—Lexicon Graecum suppletorium et dialecticum. Wharton.—Etyma Graeca. Larousse.—Jardin des Racines Grecques. Mémoires de la Société de Linguistique de Paris. Maunoury Grammaire de la langue grecque. Inama.—Grammatica Greca. Burnouf € Leupold.—Dictionnaire Sanskrit-francais. Toro Gómez. —Nuevo Diccionario de la Lengua Castellana. Cuervo.—Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano. Muss-Arnold.—On Semitic Words in Greek and Latin. LA TERTULIA LITERARIA DE DELMONTE POR EL DR. EMILIO BLANCHET, Catedrático del Instituto de Matanzas Aunque en la época de Domingo Delmonte había en la Habana hombres tan eminentes como el publicista Saco, posteriormente autor de la Historia de la esclavitud, el jurisconsulto y orador Escobedo, el naturalista Poey, La Luz y Caballero, predestinado á grande altura en filosofía y enseñanza y á rivalizar con Sócrates en elevación moral, solamente á Delmonte, impulsado por el más puro é intenso amor á Cuba, ocurrió constituirse en regulador, en guía y benéfico inspira- dor de la juventud literaria, depurando su gusto, fortaleciendo virtu- des y corazones, estimulando con la palabra y los actos, haciendo co- nocer importantes obras de ciencias ó literatura, entablando prove- chosas discusivnes. Le facilitaron empresa tan noble y fecunda su gran talento y sólido saber, sus dotes de crítico, su dominio del ha- bla castellana, su irresistible dón de gentes, su genuina é intachable cortesía y hasta su prestigio de abogado y hombre opulento. Para apreciar debidamente la tarea del ilustre venezolano, recuérdese la situación del país: en la cumbre, un sátrapa, con el título de capitán general, servilmente obedecido; un pueblo discrecionalmente explo- tado y de materialismo sumo; ignorancia general, muy tenebrosa en los campos; envilecido el trabajo manual; molicie y vicios en los más de los ricos ó simplemente acomodados; escasez de virtudes en la clase pobre; una multitud de esclavos ganosos de terrible venganza, porque con rigores, regateándoles alimentos y ropa y descanso, se les premiaban excesivos afanes, origen de la riqueza y holganza de sus amos. ¿Cómo un artista cubano, recordando la inmortal Escuela de Atenas, cuadro de Rafael, y sin la quimérica esperanza de igualarlo, no ha trasladado al lienzo aquel entresuelo frontero á la calle de la Habana, donde, en traje de casa y muy familiarmente, recibía Delmonte á sus 50 EMILIO BLANCHET amigos? Extenso mapa de la Isla cubría una pared; en otras, veíanse estampas curiosas; dos estantes, repletos de libros, generosa- mente accesibles á todos, incitaban á leer, no menos que los diarios y folletos esparcidos sobre un diván y un bufete. A veces mientras Delmonte depuraba con Echeverría un dato his- tórico, divertía á otros con sus espontáneos chistes el impetuoso José Victoriano Betancourt; comunicaba alguna fábula suya José María de Cárdenas; tímidamente se asomaban Plácido ó Manzano, * cohi- bidos por su lamentable condición social y, á repetidas instancias, entraban y apenas se sentaban; entreteníase Felipe Poey con un insecto, recién cogido por un niño del dueño. Más allá discutían sobre algún tema agronómico el conde de Pozos Dulces, Silverio Jorrín y Gaspar Betancourt Cisneros (El Lugareño); de su tristeza y desen- canto hablaba Ramón de Palma con Milanés y Anselmo Suárez; de algún pleito importante, Cintra con Escobedo, Santos Suárez ó Ana- cleto Bermúdez; trataban de filosofía el Pbro. Ruíz y José Zacarías González del Valle; refugiado en un rincón, imaginaba Villaverde un episodio de novela. Casualmente concurría algún extranjero distin- guido, de paso en la Habana: ¡cuán errónea opinión se formaría de la cultura cubana, alucinado por aquel cenáculo brillante! Hoy no poseemos su igual; de aquella gloriosa constelación, ni un astro queda! A ocasiones, en sesión plena, escuchábase á Delmonte leer, por manera excelente, con voz muy agradable, fragmentos de valioso li- bro nuevo ó discurrir sobre los vicios de la educación en esta isla; sobre reformas en favor de los esclavos; el idealismo y el realismo; con firmeza y decoro mantenía su opinión. Oído el trabajo de un compañero, era juzgado imparcial y cortésmente y, en concisas pala- bras, con grande acierto, según su costumbre, pronunciaba el fallo definitivo. Siempre apoyó tendencias morales; emitía ideas, que puestas en circulación por sus contertulios, en alguien encontrarían acogida y aprovechamiento. En aquella reunión se estudiaron las obras de Platón, Gaethe, La- martine y otras de análoga categoría. Incitóse á Milanés á compo- 1 Leyóse en la tertulia su conmovedor soneto Treinta años. Encabezó Delmonte una sus- cripción de 800 pesos para emanciparle. Cuando él y La Luz Caballero se presentaron con el rescate á la poseedora del esclavo, ella se enfureció, tachando de ingrato al perro ilota, por no rechazar el beneficio de la libertad. Según manifestó Delmonte en una carta 4 Mr. Madden, (octubre de 1839), le parecía Manzano más notable fenómeno intelectual que Burns; celebraba la originalidad de sus conceptos, valientes, en ocasiones; su expresión, delicadeza y ternura; advertía sus transgresiones sintácticas; recomendaba sus poesías El sueño, Una hora de tristeza, La esclava ausente y muchas octavas de La visión del poeta. Libre Manzano, estableció una dul- cería y apenas escribió. Le prendieron por la famosa conspiración de 1814. Vivió de 1797 á 1854. LA TERTULIA LITERARIA DE DELMONTE ol ner un drama y, al efecto, le regaló Echevarría un ejemplar de la Vida de D. Alvaro de Luna, escrita por Quintana; mas pidió el bardo matancero su argumento al romance El conde Alarcos * porque le pre- sentaba ocasión de pintar á la cubana verdadera, ?tan rica de mue- lles atractivos corporales, ternura de tórtola, bondad, constancia, adhesión capaz de grandes sacrificios. Dedicado á Delmonte el drama, aquél lo hizo imprimir á su costa. Se tradujo al alemán; salvo algún literato, nadie lo conoce en España. Hombre tan eminente como Hartzenbusch, glorioso autor de Los Amantes de Teruel y Doña Mencía, juzgó más que medianos los versos de El conde Alarcos; por su dulzura y corrección, calificó de notables algunos trozos y afirmó que podría colocarse dicha pieza entre las españolas mejor escritas. —Bello ensayo, más lírico que dramático, desempeñado con ta- lento y pasión, si bien con muchos ripios, lo consideró el literato D. Enrique Piñeyro. De los cuatro poetas que llevaron á la escena al conde Alarcos, prefiere Ticknor á Mira de Mesena. —Leída la expre- sada composición de Milanés, erróneamente opinó D. Jacinto de Sa- las y Quiroga, que el autor había nacido para el teatro y no la lira. Como leyenda lastimera ó patética elegía, gusta á Menéndez Pelayo la obra de Milanés; pero, dada su endeble y defectuosa trama, piensa que no resista la representación. A todos los dramas sobre el mismo asunto antepone el romance * quelos originó, porque encierra toques de Eurípides: no he tenido la suerte de encontrarlos. Aunque muy desgraciada la concepción del protagonista, cuya degradante su- misión es muy inverosímil en la época feudal francesa, brilla la men- tada producción de Milanés por los tipos de Leonor y Blanca, varias escenas de vivo interés y versificación á menudo exquisita. Podrá El poeta en la corte, otro drama del autor, muy alabado por Del- monte, poseer diálogo más animado, mayor movimiento escénico; pero considerablemente le cede en poesía. Notable sabor español y de la época supo infundir Milanés en el proverbio dramático A buena hambre no hay pan duro, en el cual figura Cervantes. 1 Sobre el mismo asunto escribieron Mira de Mesena, Guillén de Castro, Lope de Vega. 2 Contestando al poeta mejicano Rodríguez Galván, dijo: El bello corazón de la cubana Pinte no más, si reparar quisistes En aquella hermosura sevillana, Hija infeliz de mis ensueños tristes. 3 En él, por temor á que el Rey le quite la vida, sométese Alarcos inmediatamente al ase- sinato de su leal esposa. Imaginando antiguo juramento de incondicional obediencia á su soberano y, después, una tentativa para sobornar al verdugo y sus acompañantes, procuró Mi- lanés, aunque infructuosamente, disminuir la suma odiosidad de tal personaje. 52 EMILIO BLANCHET Nacido Milanés (1814) en Matanzas, ciudad de increíble inercia, en cuyas contadas escuelas se adquirían muy escasos conocimientos, solamente con inquebrantable voluntad y poderosa vocación y lu- chando con la pobreza dominó el latín, francés, italiano; se familia- rizó con los clásicos españoles; consiguió imitar lucidamente á Lope de Vega. Deleitábase leyendo á Delisle y Bernardino de Saint-Pierre. Intimo amigo de Delmonte, * quien con su característica perspicacia, comprendió perfectamente su valor intelectual y moral, le consultaba con frecuencia, ya personalmente, ya por escrito y, en ocasiones, le quitaron el sueño y le afligieron los reparos críticos de aquél, no obs” tante su modestia y dulzura invariables. En el Aguinaldo habanero le publicó aquel Mecenas su deliciosa Madrugada, revelación del poeta más genuinamente cubano por el pensamiento, el sentir y la expresión. Si ignorásemos la patria de Heredia y la Avellaneda, y nos dijesen que la Meditación en el teocalli de Cholula y el canto á La Cruz pertenecen á insignes poetas españo- les, fácilmente lo creeríamos; no así, tocante á las rimas de Milanés, que llevan indudable sello tropical: en ellas resuena la música sen- cilla, apasionada, melancólica, de Cuba; las imaginamos bañadas en la triste á inefable luz de la luna. Bien las simboliza la palma con su lozanía, hermosura, languidez, tristeza y la erguida hoja dirigida al cielo, cual aspiración á lo ideal. Después de contemplar célebres palacios y templos italianos y exaltarnos con sus maravillas, cuán agradablemente se nos dilata el corazón ante los valles y lagos de Suiza, contemplando sus cabañas, donde suponemos vida doméstica pura, venturosa,' patriarcal; así, después de sentir virilmente con las efusiones patrióticas de Heredia ó meditar con sus odas El océano, Á la tempestad, Al Niágara, dulce- mente fantaseamos con La madrugada; envidiamos á los candorosos amantes de El beso, que recuerdan á Pablo y Virginia; en La fuga de la tórtola, creemos oir las lamentaciones de inocente y tierna vir- gen, por haberse escapado su ave predilecta; nos cautiva el hogar bos- quejado bellamente en Vagos paseos. Cual el cóndor, pasma Heredia; á semejanza del ruiseñor, embelesa Milanés. ¡Cuánta sensibilidad atesoraba su pecho! La que solemos soñar en la mujer. Como Víctor Hugo, ? creían él y Delmonte que no es únicamente 1 Este le proporcionó la Secretaría del Ferrocarril de Sabanilla. Entonces ricos y graves individuos tacharon á Milanés, porque seguía cultivando la poesía. 2 Este afirmó en su libro Les rayons et les ombres que Le poéte en des jours impies vient préparer des jours meilleurs. LA TERTULIA LITERARIA DE DELMONTE 53 la poesía un conjunto de bien medidos y armoniosos versos, donde palpita el corazón ó resplandece la fantasía, sino ministerio moral, di- vino medio de conquistar prosélitos á la virtud, á todos los grandes fines humanos. + Conforme á teoría tan fundada, escribió Milanés sus poesías líricas, sus dramas, sus leyendas, ? los cuadros de su Mirón cubano, de muy local interés los últimos y que, no obstante su noble intención, yo suprimiría de sus obras, porque, en general, son defi- cientes; de intolerable medianía, según Piñeyro. Alignorante de la sociedad y época en las cuales se compusieron, parecerán pueriles y vulgares; los cuadros menos aceptables son: El tú y el su merced, Saber algo, Hijo y padre literatos, tan inverosímil, La mujer dictando. No tiene razón Menéndez y Pelayo al decir que, influído Milanes por Espronceda (sin duda se refiere á las poesías El verdugo, El men- digo, El reo de muerte), compuso kl hajo del rico, La ramera, etc.; en él no hallaba cabida la seudo-filosofía del que nos legó El diablo mundo. Indudablemente, hay incorrecciones, vulgaridad, ideas desechables, en las precitadas poesías del ilustre matancero y otras suyas, análo- gas, * mas, también, rasgos admirables, pensamientos sanos, eleya- dos. ¿Cómo, pues, aquel esclarecido literato, de bien ganado re- nombre europeo, cometió la grande injusticia de asegurar que, en las expresadas composiciones y, además, en La madre impura, El expósito; El bandolero, habíase despeñado Milanés en callejero é incorrecto ro- manticismo, con cándidas aspiraciones de reforma social, producien- do increíbles abortos de una demencia literaria que, desgraciadamente, era precursora de otro género de locura y donde lo vulgar y grosero del pensamiento compite con la forma desaliñada y, á veces, soez y chavacana. * ¡Ni al peor coplero se trata con dureza y vilipendio iguales! Y, sin embargo, labró Milanés joyas de poesía y, por sus prendas morales, por su terrible infortunio, merecía consideración 1 ¿Quién no conoce estos yersos de Milanés? : Buscando el puerto en noche procelosa Puedo morir en la difícil vía; Mas siempre voy contigo, oh Cuba hermosa, Y, apoyado al timón, espero el día. 2 Propiamente, no lo son, pues carecen del element sobrenatural. Una, El negro alzado, es enérgica, palpitante, descripción del odioso mayoral, implacable verdugo del esclayo, á quien brutalmente apellidaba hijo del cuero (látigo). 3 Porejemplo: Pues por huir que, airado, el pueblo ladre. Como hombre que acaba de hacer cosa mala, Cuando bramando en espantoso duo. Como su ingenio de bestia. 4 Véase el prólogo dela Antología hispano-americana, T. 29 En dicha obra, insertó Menén- dez y Pelayo, su director, las siguientes composiciones: El nido vacío, La fuga de la tórtola. El beso, De codos en el puente, La madrugada, Vagos paseos, Bajo el mango, La guajirita del Yumurt, 94 EMILIO BLANCHET profunda! Como tiene mucho peso la opinión de un escritor célebre y ciegamente la sigue crecido número de personas, debiera emitirse con mucho tiento, después de análisis eserupuloso, y apoyarla con pruebas terminantes. ¿En qué sentido es grosero el pensamiento de las composiciones reprobadas por Menéndez y Pelayo? En La madre impura, condena el autor á una dama que escudada por su riqueza, mancilla su reputa- ción; en La cárcel, expone oportunas y juiciosas ideas; manifiesta en El mendigo, que, si hay dinero para atavíos y saraos, no debiera fal- tar moneda ínfima para un anciano indigente; con amargura crití- case, en El bandolero, á la sociedad, que ejecuta á quien, por haber oído la voz santa del honor, mató al amante de su consorte. Hasta en La ramera, que empieza insultándola, sorprende este bello final, con- tradicción del comienzo: ¡Ved con qué razón el mundo escupe á la meretriz! menosprecio tan profundo á una mujer infeliz! Querer que en cada mejilla de virgen brille el pudor, tal como una gota brilla en cada seno de flor, y el mundo es, con labio osado, quien corre á la flor que brota, deja su carmín ajado, bebe su límpida gota! ¿Cuando en todos los países cultos, desde la antigiiedad, han pro- curado prosistas y poetas mejorar con sus escritos la Sociedad, por qué deprimir á Milanés, movido de igual deseo? ¿No merecía mira- miento afectuoso, á la par de admiración, el hombre que, no obstan- te la pobreza, tenaz compañera de su vida, supo adquirir conocimien- tos, brillante puesto en las letras cubanas y, á la edad de 29 años, hundióse para siempre en las tinieblas, en los horrores, de la de- mencia? En 1843, disponiéndose Delmonte á partir para Europa, porque tenía grave insurrección servil, quiso despedirse de Milanés, su dis- cípulo tan estimado, su gloriosa hechura. ¡Cuán patética entrevista! Con más desconsuelo que el de un astrónomo ante el apagamiento de predilecta estrella, vió Delmonte perdidos para Cuba aquel corazón hidalgo, purísimo, aquella preclara inteligencia. LA TERTULIA LITERARIA DE DELMONTE 55 Gracias á una suscripción de admiradores, confiados en los bene- ficios de un viaje, lo emprendió Milanés en 1848, acompañándole su hermano D. Federico. Fugazmente revivió su cerebro en el sublime Niágara, en el pintoresco río San Lorenzo, tachonado de islitas, en el Hudson, ante las maravillas de Londres y París. Por muerte de su buena madre, volvió 4 Matanzas en 1849. Bañado en lágrimas de sus adictas hermanas y hermano, que sin tregua, con intenso cariño, le cuidaban, falleció, el 14 de Noviembre de 1863. Magnífico fué su entierro. Actualmente se honra con su nombre una calle de su ciu- dad natal; pero cuán pocos leen sus obras, ni aun las mejores, aun- que tanto idealismo y sensibilidad femenil las poetizan y tan sesudos, nobles pensamientos las avaloran! Permítaseme terminar con algunos datos relativos á varios concu- rrentes á la tertulia reunida por Delmonte. Era versado en ciencias naturales D. Francisco de Frías, conde de Pozos Dulces, autor de va- liosos trabajos sobre ganadería, cultivos menores, economía política, inmigración, leyes arancelarias, institutos agronómicos; en 1849 ob- tuvo del Liceo Habanero un premio por su memoria sobre la indus- tria pecuaria en Cuba; dirigió con grande y merecida autoridad el periódico habanero El Siglo; alcanzó muchas alabanzas con su infor- me tocante al Instituto de investigaciones químicas; en París, dió á la estampa un folleto sobre La cuestión del trabajo agrícola y de la pobla- ción de la isla de Cuba; teórica y prácticamente examinada. Padeció persecuciones políticas. A la edad de sesenta y dos años, falleció, pobrísimo, en París, donde había vigorizado y ampliado los conoci. mientos adquiridos en Baltimore. D. Gaspar Betancourt Cisneros (El Lugareño), de aristocracia camagúeyana, íntegro, fervoroso y perseverante patriota, dedicó su fácil y simpática pluma á combatir preocupaciones, el juego, la hol- ganza, á recomendar, en beneficio de la agricultura, la división de los predios rústicos dilatados; indicó mejoras aplicables 4 la gana- dería, nuevos empleos del trabajo; fundó en su finca de Najasa colo- nias agrícolas; costeó la inmigración de braceros canarios y catalanes; cooperó con su influjo y dinero á la construcción del ferrocarril entre Nuevitas y Puerto Príncipe, sacando de su aislamiento y letargo la segunda ciudad. Era muy llano, bondadoso, caritativo. Junta- mente con el argentino Miralla, el trinitario José Aniceto Iznaga y otros cubanos, pidieron á Bolívar que libertase la isla de Cuba. Si hubiera vivido D. Ramón de Palma en la época feudal, con su laúd hubiera amenizado veladas en los castillos; lucido, con su lanza. 56 EMILIO BLANCHET en los torneos y batallas. Desencantado y triste le tenían su tiempo y la pobreza. Fué profesor, periodista, abogado, poeta estimable; entre sus composiciones en verso, descuellan: El quince de Agosto, La corrida de patos; escribió varias novelitas, por ejemplo, Una pas- cua en San Marcos, El cólera en la Habana. Su principal colección poética se intitula Aves de paso. + Como escritor, debió muchísimo á Delmonte. ¡Cuánto le honra el siguiente rasgo! Sabiendo que por penuria, no se graduaba de abogado su amigo Anselmo Suárez y Ro- mero, muy distinguido poeta lárico en prosa, le brindó sus ahorros, aunque hacíanle falta; pero no consiguió que se aceptasen. A causa de ocupaciones, con menos asiduidad de la que él de- seaba, ? concurría D. José Silverio Jorrín, tan señalado por sus virtudes, entre ellas, sólido patriotismo, cual por su vigorosa, bien equilibrada inteligencia, sus vastos conocimientos en ciencias, litera- tura, idiomas, sus dotes y pericia de jurisconsulto, su hábil elocuen- cia, ricamente nutrida, envuelta en galanas frases. Trabajó celosa, infatigablemente, por la difusión de la enseñanza primaria y la agri- cultura científica; invirtió bastante dinero en aumentar la biblioteca de la Sociedad Económica; en costear estudios agronómicos á jóve- nes pobres y entendidos; en que se grabase una parte del mapa de Cuba, trazado por D. Esteban Pichardo. Escribió mucho sobre asun- tos escolares; tradujo á Tácito; publicó un tratado de dibujo lineal, Cristóbal Colón y la crítica contemporánea, el opúsculo político Cuba y España, llamando también El folleto de Ginebra, Recuerdos de un viaje por Italia. Sobre si las bellas artes reflejan ó no el carácter de la civilización de los pueblos, pronunció en el Liceo de Guanabacoa soberbio discurso. En calidad de Senador, representó dignamente á Cuba en las Cortes españolas. Gigantesca figura científica es D. Felipe Poey: cuarenta años de trabajo condensó en su obra sobre ictiología cubana, con exactos di- bujos de su mano, todavía inédita; publicó la Centuria de lepidópteros cubanos. 1 Desu poesía El fuego fatuo, dice Menéndez y Pelayo: «Rara manera de lirismo romántico, que alguna yez cultivó Zorrilla y pudiera llamarse sonambulismo lírico.» 2 En apuntes autobiográficos leemos; «tenía para mí aquel centro otro atractivo mayor: el carácter, cual ninguno, simpático de Delmonte, sus genuinas cualidades de literato, el em- peño que siempre demostró por los progresos de esta tierra y, en particular, por los de la ju- ventud cubana.» FINALIDADES DE UNA LECCION; PLANES; EJECUCION Y CRITICA DE LA MISMA ! POR EL DR. RAMIRO GUERRA Y SÁNCHEZ Director de la Escuela Práctica de la Universidad I Importancia del asunto. —Qué es una lección. —Preparación de las lecciones. Condiciones generales de la lección. IMPORTANCIA DEL ASUNTO El Dr. Mosso refiere en uno de sus admirables libros la im- presión profunda que produjera en él su primera lección. Habíala preparado con cuidado exquisito, meditando sobre cada una de sus partes, ordenando las ideas con arreglo á un riguroso orden lógico, multiplicando los ejemplos más sugestivos y convincentes, escogiendo las ilustraciones más claras y expresivas, formando, en fin, un dis- curso sencillo, metódico, interesante, de una factura académica irreprochable. Todo estaba admirablemente dispuesto para cautivar el auditorio, fijar la atención y producir ese suave, delicado y profundo placer in- telectual que sobreexcita ligeramente y pone en tensión el espíritu, cuando en la pesquisa de la verdad la vemos surgir tan sugestiva y bella como el símbolo profundamente poético con que la representara el pueblo de Perícles. Con serena y firme confianza esperó el momento decisivo. Llegó éste, y, frente á sus discípulos una terrible tempestad interna trastor- nó todos sus planes: temblaban sus manos; su mirada giraba vaga, incierta, inexpresiva; su voz insegura, tenía tonos extraños, jamás oídos; susideas, habíanse como perdido y esfumado en las oquedades de su espíritu. 1 Tesis para el Doctorado en Pedagogía; se publica en la REVISTA por recomendación del tribunal examinador. 58 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ Sosteniendo entre sus dedos temblorosos la carilla de papel donde había escrito el plan de su lección, asido á ella como el náufrago in- feliz al pequeño madero que es su único punto de apoyo en medio del océano, fué lentamente recobrando la calma, se serenó su pensamien- - to, encontró el hilo de Ariadna milagroso y marchó seguro y firme, con el entusiasmo jubiloso del que se siente triunfante en las augus- tas luchas del saber. ¿Qué profesor no guarda en la historia de su vida parecido recuer- do? ¿Y de qué proviene, cuál es la causa de esa emoción profunda que en semejante ocasión nos embarga? Es bien conocida. Tiene la vida momentos decisivos, en los cuales se juega, digámoslo así, to- do el porvenir. En la del profesor ó del que aspira á serlo, uno de esos momentos es aquel en que da su primera lección, es decir, aquel en el cual se manifiesta su potencia de pensamiento, de acción y de dirección, sin la cual nadie merece el alto y noble calificativo de educador. El momento de la lección! He ahí el instante decisivo. Toda la preparación científica, pedagógica y moral que hasta entonces se ha recibido tiene un solo objeto, converge á un mismo punto funda- mental: á crear potencialidades que han de entrar en juego al dar la lección. Esto, que en ese momento se hace evidente, es lo que nos aterra. Si fracasamos, seremos sabios, artistas, todo lo que quera- mos, pero no seremos maestros; porque todo el tesoro del saher, len- ta y penosamente acumulado, todas las energías físicas y morales acrecentadas con firme perseverancia, no bastan para formar un edu- cador, si ese saber y esas energías, que son virtualidades, no se con- vierten en acción educativa en el momento en que entramos en con- tacto espiritual con nuestros discípulos. El maestro es un hombre de ciencia y un artista. Frente á sus alumnos el éxito depende, sobre todo, de su entusiasmo comunicativo que irradia y se difunde avivando y fecundando las inteligencias. Pero así como en una batalla el ardor bélico de los soivdados puede precipitarlos á una derrota desastrosa si no actúan concertadamente dentro de un plan científico, producto de la previsión y del cálculo, el entusiasmo del maestro puede arrastrarle á un desastre irremediable si no domina la técnica de la lección. Esta viene á ser el punto de convergencia de toda acción educado- ra, síntesis admirable de ideas, de actos y de sentimientos. La cien- cia traza el plan, la experiencia nos enseña á recorrerlo sin tropiezos, la inspiración salva las dificultades imprevistas, el deber nos sostie- ne si flaqueamos y el amor la poetiza y embellece. FINALIDADES DE UNA LECCION 59 “Las clases—ha dicho un notable educador citado por el Dr. Aguayo en su Curso de Pedagogía—son el corazón de la vida escolar. Directa é indirectamente, las lecciones constituyen la fuerza moral de la escuela.» Su importancia extraordinaria justifica que haya escogido este punto culminante, la lección, para asunto de este trabajo. QUÉ ES UNA LECCIÓN «La lección es—dice el profesor Mercante—* lo que Ziller llama la unidad metódica; queriendo significar con esto un conjunto de prácticas hábilmente combinadas para formar una aptitud, grabar en la mente del alumno una porción del programa y mantener vivos los conocimientos que ya fueron trasmitidos, pero de manera que el es- fuerzo no resulte penoso y el tiempo demasiado largo.» Consideran- do el asunto desde el punto de vista lógico, quizás pudiera admitirse que la unidad metódica y la lección son términos que tienen una sig- ficación idéntica; pero desde el punto de vista pedagógico es imposi- ble aceptar esa identidad que ocasiona frecuentes y lamentables erro- res. La ciencia es un sistema de hechos conexionados según un rigu- roso orden lógico. Cada uno de esos hechos considerado aisladamen- te, tiene su unidad específica y constituye un eslabón en la cadena de la ciencia de que forma parte. En el gran organismo de ésta, esos hechos representan algo así como los elementos celulares en el organismo del sér viviente. Ahora bien, lo que para el biólogo es una célula es una unidad metódica para el pedagogo. «De la misma manera—dice el Dr. Aguayo ? que el plan de estudios se divide en varias asignaturas, cada asignatura se descom- pone, á su vez, en partes menores, llamadas unidades metódicas. La división de la enseñanza en partes no ha de realizarse de un modo arbitrario. Porque, á más de la atención que debe merecer la capa- cidad intelectual del niño, hay que recordar que cada división es una parte del todo didáctico, y que por lo mismo, dentro de cada división el conocimiento ha de ser elaborado mediante el doble proceso de la apercepción y de la abstracción. Toda porción del estudio que no contenga una parte del material didáctico, no puede llamarse unidad 1 Metodología Especial de la Enseñanza Primaria, por Víctor Mercante, Buenos Aires, 1911. Página 41. 2 Doctrina de la apercepción con las principales interpretaciones y su aplicación á la doctrina del método, por el Dr. Alfredo M. Aguayo. Revista de la FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Vol. IV. Núm. l. 1907. 60 ; RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ metódica. Se sigue de lo expuesto que la unidades metódicas cons- tituyen verdaderos órganos de las asignaturas; que cada una ha de tener por fin el desarrollo de una idea; y que la elaboración comple- ta de esa idea exige un trabajo mental completo y acabado.» Reflexionando sobre el contenido de la unidad metódica, tal como acaba de exponerse, hay que convenir en que la división de una asig- natura en las unidades mencionadas no puede hacerse sino atendien- do al contenido ideológico de éstas, con abstracción de todo otro or- den de consideraciones. También hay que convenir en que el con- tenido de cada unidad puede ser, comparado con el de las demás, su- mamente variable: riquísimo en unas, muy pobre en otras. Si la unidad metódica está caracterizada únicamente por su con- tenido ideológico, con abstracción de todo otro elemento, no puede ser sinónima de lección, porque en ésta hay que tener en cuenta un factor esencial, del cual no puede en modo alguno prescindirse. Es- te factor es el niño. La lección, para el pedagogo, tiene que estar subordinada á la capacidad mental del educando, sobre todo á la ca- pacidad de atender sin fatigarse con exceso durante un tiempo dado. La elaboración de una unidad metódica puede exigir una serie de ob- servaciones, de comparaciones, y de generalizaciones tan extensa, que demande un tiempo y una cantidad de trabajo tan grandes que agoten la atención del niño y le produzcan un estado de fatiga inso- portable. Los herbartianos, sin embargo, han confundido en ocasiones, como el profesor Mercante, la unidad metódica, con la lección. Otras veces la distinción ha sido claramente establecida. «No es posible— dice el Dr. Aguayo en el trabajo citado—decidir, en términos gene- rales, la extensión que han de tener las unidades metódicas, ni de- terminar á priori si constarán de una ó varias lecciones. La solución de este problema depende, por una parte, de la naturaleza del estudio, y por otra del grado de desarrollo' mental del educando. En ciertas materias, como geografía, historia, lenguaje, etc., la unidad metódica exige casi siempre una serie de clases; al paso que en otros estudios, como geometría, aritmética, física, etc., puede comprender una sola lección .> La identidad entre la unidad metódica y la lección no puede ad- mitirse por otras razones, además de las indicadas. Hay lecciones que no constituyen unidades metódicas, ni son en rigor, parte de una de esas unidades. La elaboración de una unidad metódica com- FINALIDADES DE UNA LECCION 61 prende dos períodos: primero, el de adquisición de las intuiciones ó del material concreto de las representaciones; y segundo, el de gene- ralización, de construcción, cuando se forman las ideas mediante la elaboración del material concreto, se depuran las nociones y se des- cubren las leyes. En la enseñanza, estos dos períodos no se suceden siempre sin solución de continuidad. Hay períodos enteros de la vida escolar en los cuales el trabajo mental se limita en algunas asignaturas casi por completo á la adquisición de intuiciones, terminando el ciclo del es- tudio en una apercepción. «Cuando en un programa de la escuela común se dice Zoología—afirma el profesor Mercante * —no debe comprenderse una ciencia destinada á dar la noción precisa de las evoluciones, los parentescos y las existencias, sino una serie de ani- males tipos, cada uno con nuevos aspectos, para aguzar los sentidos y acostumbrarlos al método de conocer al sér viviente como un agre- gado de partes.» Esto es igualmente cierto en otras ciencias. Fre- cuentemente se estudian animales, plantas, accidentes geográficos, sucesos históricos, poemas, etc., no para llegar, de una manera in- mediata, á la formación de una idea general, á la formulación de un principio ó al descubrimiento de una ley; sino para conocer el hecho en sí, y conservarlo en la memoria, ora porque se destina á servir de base á comparaciones y generalizaciones que vendrán más tarde, ora porque el conocimiento de tales hechos sea especialmente valioso. Todavía hay una tercera clase de lecciones: las que el profesor Mer- cante llama de ejercicios, ? en las cuales (los niños se someten á un verdadero examen ó se les apremia para que la aptitud se agilice.” Tampoco estas lecciones pueden ser consideradas como unidades me- tódicas, ni como partes de esas unidades. Una vezque se ha demostrado que la unidad metódica y la lección son distintas, aunque pueda ocurrir en algunos casos que la unidad metódica constituya una lección, débese tratar de definir ésta. (Las palabras clase y lección—dice el Dr. Juan Patrascoiu * —se usan in- distintamente para designar el conjunto de conocimientos que, en cada vez, da el maestro á los alumnos.» Esta definición es muy in- correcta. El mismo Dr. Patrascoiu reconoce que no en todas las lecciones se suministran conocimientos nuevos y que en las que se suministran, el fin principal puede ser otro, no la enseñanza. 1 Op.cC. página 32. 2 Op. Cc. página 54. 3 Curso completo de Pedagogía, porel Dr. Juan Patrascoiu. Buenos Aires. 1911. Página 158. 62 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ Creo que, atendiendo á estas últimas razones, pudiera aceptarse como más correcta la siguiente: «Una clase ó lección es la serie de ejercicios que el profesor hace ejecutar al educando cada vez, con un fin educativo ó instructivo.» Conviene, además, distinguir tres tipos de lecciones: Primero.—Las lecciones que constituyen una unidad metódica y cuyo fin es establecer una generalización ó formular un principio ó ley. Segundo.—Las lecciones cuyo asunto es un hecho particular y que tienen como fin que el niño llegue á tener la apercepción de ese hecho. Tercero.—Las lecciones que se reducen á ejercicios «en las cuales los niños se someten á un verdadero examen ó se les apremia para que la aptitud se agilice». Con relación al método y á la manera de desarrollar las lecciones, esta clasificación es indispensable. PREPARACIÓN DE LAS LECCIONES Una lección es, como ya se ha indicado, una síntesis en la cual se integran los siguientes elementos: a). Una serie variadísima de actos y de procesos mentales de los sujetos que la reciben. b). La acción personal del maestro, con rasgos que la caracte- rizan y le dan un sello propio en toda ocasión, pero que puede variar infinitamente de una lección á otra. ec). Las ideas que se trata de trasmitir. Coordinar todos esos factores en el cuadro bien limitado y circuns- crito de una clase, para que se armonicen y tiendan á un fin educati- vo, es obra difícil que requiere una preparación cuidadosa y esmerada. La necesidad de esa preparación es tan evidente, que puede pare- cer superfluo insistir en afirmar lo que nadie niega ni discute. Ocu- rre, sin embargo, que muchos profesores, apremiados por el corto tiempo de que disponen y fiados en la experiencia atesorada en largos años de práctica, descuidan poco á poco lo que constituye uno de sus deberes primordiales; y, por otra parte, la falta de un criterio claro y preciso dificulta á los principiantes la preparación acertada y rá- pida de las clases. No omito referirme á esta cuestión porque á poco que se reflexione sobre la serie de problemas, sugeridos ya, que un profesor tiene que resolver cada vez que frente á sus discípulos, intenta á entrar en co- FINALIDADES DE UNA LECCION 63 munión intelectual con ellos, hay que convenir en que la mayor parte de los fracasos de aquél y de éstos se debe á deficiente prepa- ración de la lección. Los problemas referentes á esa preparación pueden agruparse, según se ha indicado, en tres divisiones: la pri- mera comprende los relativos al asunto de la lección; la segunda los relativos á los niños; y la tercera los que se refieren á los maestros. Este tiene comúnmente que enseñar varias asignaturas, cada una de las cuales comprende un número inmenso de nociones. Al redac- tar los programas ha determinado los asuntos que debía tratar, dis- poniéndolos en un orden conveniente; pero no quedan, por eso, re- sueltos todos los problemas relativos al asunto de cada lección. Cada asunto puede ser enfocado desde muy distintos puntos de vista y abarca junto á ideas fundamentales, ideas secundarias. El profesor tiene que determinar con exactitud cuál es, en cada caso, la idea básica ó idea madre que ha de constituir el eje de la lección, el cen- tro ó núcleo en torno del cual han de agruparse las ideas secundarias. Estas ideas secundarias, así como las de sostén, de apoyo y de fijación, tienen que ser seleccionadas con igual cuidado. No basta aún con lo expuesto. «Es necesario—como dice el profesor Alfredo Binet |! — efectuar aproximaciones entre lo que se aprende y lo que se sabe ya, á fin de que la adquisición forme cuerpo con el stock de los conoci- mientos. Esto obliga al educador á escoger entre las ideas que ya ha trasmitido, aquellas que pueden asociarse con las nuevas, para evocarlas en el momento oportuno de la lección. Trabajo de índole tan delicada, exige gran atención y discernimiento y no puede fiarse á la improvisación.» No son menos arduos y complejos los problemas que se presentan en toda lección con relación al educando. ¿Cómo despertar y fijar su atención fugacísima? ¿Cómo interesarle en la investigación del principio que se le quiere hacer descubrir? ¿Qué esquemas presen- tarle para que tenga la intuición de lo demasiado complejo, extenso ó pequeño? ¿Cómo ejemplificar lo abstracto para que lo asimile con facilidad? ¿Cómo mover su voluntad á la acción? Etc. Todos los conocimientos generales que el maestro posea sobre el método no bas- tan, si no ha meditado acerca de la manera de aplicarlos á la lección del día, para que pueda en el instante de darla, hacer un trabajo valioso. Con relación á sí propio, tiene el profesor una serie de cuestiones importantes que resolver: ¿Domina bien la metodología del tema? 1 Las ideas modernas sobre los niños, por Alfredo Binet. Madrid. 1910. Página 216. 64 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ La lección del día pide que se trace en el pizarrón un croquis ó bos- quejo de un animal, de una planta, etc., ¿es capaz de hacerlo? ¿Está seguro, por otra parte, de que recuerda bien la biografía que ha de referir á los educandos? ¿Está preparado para contestar las cuestio- nes que éstos puedan proponerle? Creo inútil multiplicar los ejem- plos. Lo expuesto es bastante para demostrar que la lección impro- visada tiene que ser vaga, inconexa, sin valor educativo, sin expresión y sin vida. Conecluyo de todo lo dicho que el maestro que no pre- para sus lecciones no merece serlo, porque ó es un ignorante que desconoce su deber, ó falta á sabiendas á una de sus más perentorias obligaciones morales. La preparación de la lección, según se infiere de lo anterior, com- prende dos partes: una científica y otra pedagógica. La prepara- ción científica se refiere al completo conocimiento del asunto de la lección. Poruna parte, el profesor repasa, ordena y amplía las ideas que tiene sobre el tema, y por otra, selecciona entre esas ideas las que son fundamentales y debe trasmitir al niño. Para esto debe tener, junto 4 su biblioteca pedagógica, una pequeña biblioteca científica, que comprenda, por lo menos, algunas obras de fondo relativas á las asignaturas que profese. Terminada la preparación científica debe comenzar la preparación pedagógica. Esta consiste en bosquejar el plan de la lección, escoger el método que ha de seguir, preparar el material docente y las ilus- traciones que ha de emplear, elegir los ejemplos ó los puntos más im- portantes, determinar la hora en que ha de explicarla y el tiempo que ha de invertir en ella. Cuando se trate de lecciones que exijan algún pequeño experimento, se ensayará éste, para evitar interrup- ciones en el momento de la clase, las cuales anularían todo el mérito de la demostración. En algunos países las leyes y reglamentos de instrucción pública exigen la preparación de las lecciones. En Cuba esta práctica fué es- tablecida en las escuelas primarias por la Circular No 13 de la Supe- rintendencia General de Escuelas. Los maestros están obligados á pre- parar sus lecciones con arreglo al siguiente bosquejo ó plan: Fecha, Asignatura, Asunto de la lección, Ejercicios y Finalidad. Todo los planes se transcriben en un libro llamado Diario de clases anotando también el resultado obtenido y las observaciones á que haya lugar. Esta práctica ha contribuído poderosamente á regularizar la enseñan- za, haciéndola más intensa y fecunda. Otro modo de preparar las lecciones es el que usa el Dr. José FINALIDADES DE UNA LECCION 65 Ingegnieros, uno de los más notables hombres de ciencia de la Repú- blica Argentina. He aquí cómo el Dr. Ingegnieros prepara las lec- ciones de Psicología que dicta en la Universidad de la Plata, según el Dr. Mercante: * «A cada lección destina una carpeta, que se- gún las exigencias del material didáctico, puede ser casilla ó caja. La carpeta guarda sinopsis, láminas, folletos, recortes, notas de libros y el plan que debe desarrollarse. El material se enriquece, modifi- ca y selecciona, toda vez que la observación ó la lectura ocasional lo permita; el profesor acumula así, un riquísimo capital del que puede disponer en cualquier momento sin penosa labor.» (El maestro—agre- ga el Dr. Mercante—una vez asumida la dirección de un grado, debe prepararse para el trabajo en la misma forma: una carpeta ó caja que contendrá un bosquejo prolijamente hecho; ejercicios y preguntas de fijación y recapitulación distribuídos en series; instrucciones acerca del material y su uso, cuando no el material mismo (mapas, láminas, esquemas, diagramas de geografía é historia, etc.); acerca de los tex- tos, libros de consulta y revistas con referencia á las páginas ó capí- tulos relacionados coí el contenido de la carpeta.” Nada mejor puede recomendarse para la preparación del trabajo del aula ó de la cátedra que el procedimiento realmente notable em- pleado por el Dr. Ingegnieros. CONDICIONES GENERALES DE LA LECCIÓN Las lecciones deben reunir ciertas condiciones generales que cir- cunscriben el campo en el cual tienen que desenvolverse, y constitu- yen la norma de acción á la cual debe ajustarse el profesor. Esas condiciones pueden reducirse á las siguientes: Primera.—Deben formar parte de una serie, ordenada con arre- glo á principios pedagógicos y ocupar en la serie el lugar que lógica- mente les corresponda. Segunda.—Deben adaptarse al desarrollo mental de los sujetos que han de recibirlas. Tercera.—Deben ser interesantes y promover la actividad del educando. Cuarta. —Deben educar é instruir. Quinta.—Deben tener un fin bien concreto y preciso. La ordenación sistemática de las lecciones se impone, entre otras, por las razones siguientes: “El hombre—dice el Dr. Varona—? es 1 Op.c. Página 45. 2 Conferencias Filosóficas, primera serie, Lógica, por Enrique José Varona, Habana, 1880, página 31. 66 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ un organismo sobre el cual actúa un medio, y que á su vez, reaccio- na sobre él. Este medio, eminentemente complejo, entra en comu- nicación con el hombre por muy diversos canales y en muy diversas formas, y esto constituye un número variadísimo de relaciones. A los estímulos externos responde el organismo humano con actos no menos variados; y cuanto más se ajusten estos actos á los estímu- los que los provocan, tanto más adecuados serán al fin solicitado, que es, en último término, la conservación del individuo. El hom- bre busca la verdad porque le es necesario ajustar á ella sus ac- ciones.» El hombre conoce ese número variadísimo de relaciones con el medio, y va anotándolas en su espíritu, en su memoria. Pero para que este registro sea útil y pueda consultarse con provecho, es indispensable que se haga con arreglo á un plan, á un orden natural, si es posible; por eso en el fondo de la inmensa labor intelectual que representa la ciencia, encontramos el mismo esfuerzo, el mismo colo- sal empeño, la misma universal tendencia de explicar el mundo, de reducirlo á un sistema de cosas conexionadas, para poder regularizar, encauzar en una dirección definida la serie variadísima de actos con que respondemos á los estímulos del medio circunstante. “Si ahon- damos en la más profunda expresión del conocimiento humano—dice el profesor Minsterberg—! vemos que se muestra á sí mismo por to- das partes, como el esfuerzo ilimitadamente complejo de la humani- dad para comprender el caos de la experiencia, de tal modo, que las experiencias individuales, puedan afirmarse á sí mismas. Estas no serán barridas por cada nueva pulsación de la vida; cada deseo se volverá á encontrar en nuevas expresiones; cada pequeña cosa se vol- verá á encontrar en nuevas experiencias; todo lo que surge en la co- rriente de la vida será mantenido. Se llama verdad á todo lo que es útil para este modo de considerar la experiencia del hombre. Lo que nosotros apreciamos en nuestro conocimiento, y es lo que únicamen- te nos satisface en él, es lo que nos permite vencer el carácter caótico de nuestra experiencia y ver en ella una realidad que se mantiene á sí misma. Todas las ciencias son sólo formas particulares de realizar este ideal de un sistema de la naturaleza, en el cual todas las sustan- cias y energías se mantienen y permanecen de ese modo las mismas al través de todos los cambios aparentes.» El educador no puede perder de vista este hecho fundamental, que responde á una exigencia de nuestra organización cerebral, porque 1 La Psicología y el Maestro, Hugo Múnsterberg, Madrid, 1911, página 67. FINALIDADES DE UNA LECCION 67 la educación no puede violar las leyes naturales. Si las nociones ó los hechos del conocimiento se trasmiten sin orden, conservarán esa misma disposición desordenada en el espíritu y cuando llegue el mo- mento de “aplicar las nociones á modificar lo externo, cuando llegue la piedra de toque de la práctica, la falta de correspondencia entre la idea y el objeto, conducirá á un inevitable fracaso». Se im- pondrá entonces la necesidad de rehacer todo el proceso educativo. Habrá que remover todo el contenido de la mente, destruir las aso- ciaciones arbitrarias y dar nueva posición y nuevo arreglo á las ideas. Esta reeducación es muy difícil y, cuando se logra, no es sin daño. El hombre no puede sufrir crisis semejante sin perder esa suerte de optimismo espiritual que caracteriza las inteligencias más vigorosas y fecundas. Para el carácter, esa instrucción fragmentaria, sin unidad y sin método, tiene todas las consecuencias de una quiebra moral, de la cual no salen indemnes sino algunos espíritus superiores, porque la desorganización intelectual que no puede dejar de producirse, se con- vierte, al fin y al cabo, en desorganización moral, más funesta aún. El educador ha de cuidar, por consiguiente, de que cada lección constituya un paso más, firme y seguro, en la vía de percibir ordena- damente el caos inexpresivo del mundo externo. Las lecciones sin conexión son la ruina del espíritu. La organización de las clases en series sistemáticas es cuestión de método, á la cual no debo referirme en este momento. Basta á mi propósito dejar establecida la necesidad de que la lección forme par- te de una serie y ocupe en ella el lugar que le corresponda, según su contenido ideológico. La segunda condición no es menos importante. La lección debe adaptarse al desarrollo mental de las personas que han de recibirla. En un sentido esto quiere decir que el asunto no debe ser tan supe- rior á la capacidad del educando que resulte incomprensible para él. Pretender enseñar á un niño pequeño á resolver ecuaciones de segun- do grado es perder el tiempo é introducir la confusión en su espíritu. La violación de este principio es frecuentísima. El Dr. Binet sostiene que la causa principal del fracaso de muchos maestros se debe á que abruman al educando con trabajos excesivos. “A cada instante com- probamos, dice, que un alumno está colocado en frente de un trabajo demasiado difícil para él; pero el maestro se consuela de ello con fa- cilidad, suponiendo gratuítamente «que esto lo animará á trabajar». Yo veía últimamente, una muchacha á quien para sus comienzos en el arte plástico se le daba á copiar un busto de un movimiento com- 68 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ plicado. («Le costará á usted infinitas fatigas, le dijo su profesor, pero aprenderá mucho». ¿Por qué no enviar á un ignorante á escu- char lecciones de cálculo diferencial? Resultaría el género de error. Un poco de dificultad es conveniente en clase, porque constituye un es- timulante para el alumno; pero demasiado dificultad desanima, des- agrada, hace perder un tiempo precioso, y especialmente induce á adquirir malos hábitos de trabajo; se ve el alumno obligado á rea- lizar ensayos inexactos de los cuales no se corrige porque no es capaz de juzgarlos, y trabaja á ciegas, es decir, muy deplorablemente. Re- sulta de ello una desorganización de la inteligencia, cuando el objeto preciso de toda educación es organizarla.» * En sentido opuesto, la adaptación de la lección á la capacidad del educando requiere que tenga, como dice Binet, un poco de difi- enltad. Por huir de un extremo, se cae frecuentemente en el extre- mo opuesto y el asunto de la lección suele ser tan fácil que resulta innecesario todo esfuerzo. La clase se desenvuelve lánguidamente, y los educandos acaban por incapacitarse para todo estudio que re- quiera un poco de reflexión, de perseverancia y de originalidad de pensamiento. En toda lección se debe hacer un esfuerzo, vencer una dificultad. El Dr. Valdés Rodríguez, en las clases de la Escuela Práctica, ha tenido que censurar frecuentemente lecciones modelos que adolecían de este defecto. Fl maestro consciente de sus deberes encontrará sugestiones interesantísimas á este respecto, en los estu- dios recientes sobre medición de la inteligencia. Binet, De Sanetis, Goddard, Whipple y otros investigadores han llegado á establecer una escala métrica de la inteligencia, la cual, aplicada con juicioso discernimiento, facilitará el cumplimiento del precepto fundamental de pedagogía, harto olvidado, por desgracia, que dice: (La enseñan- za debe adaptarse á la capacidad del educando y avanzar, constante y progresivamente, de lo fácil á lo difícil.» Las clases han de ajustarse á la capacidad mental de los educan- dos, no sólo con relación al poder de comprensión de éstos, sino te- niendo en cuenta, también, el tiempo que pueden atender sin fati- garse. La observación de los fenómenos relativos al trabajo intelectual ha demostrado que la productividad de éste está en relación con dos factores fundamentales: la fatiga y el entrenamiento. YEl primero tiende á disminuir la suma de trabajo realizable, y el segundo tiende á aumentarla. 1 Opera citata, pág. 140. FINALIDADES DE UNA LECCION 69 «Se puede distinguir en un trabajo de dos horas—dice la Srita. Toteiko—dos fases diferentes: en la primera la influencia del entre- namiento predomina sobre la influencia de la fatiga; durante la se- gunda fase es la fatiga la que predomina sobre el entrenamiento. Las diferencias individuales son muy considerables: en unos sujetos el máximunm se encuentra, en general, más cerca del comienzo del tra- bajo; en otros está situada más próximo al fin. En lo concerniente al lugar que ocupa el máximun para determinado trabajo intelec- tual, en los diferentes sujetos, se comprueba que hay diferencias muy notables; se alcanza el máximun más rápidamente para la memoriza- ción de sílabas; después viene la escritura, la adición, la lectura, el acto de contar letras y en último lugar la memorización de cifras. Memorización de silabaSi.o.. 2... theta 24 minutos IA A A O A A E, 26 SS Adiciones..... o MA AA A 98 só ia A A A e A TA 38 E Acto de contar letras, una á una......... A E) se Acto de contar letras, tres á treS............. 99 Xy ISEnorización. de CITAS. a ya paa DA 0 a La fatiga comienza á predominar sobre el entrenamiento al cabo de veinticuatro (24) minutos para la memorización de sílabas y al cabo de sesenta (60) minutos para la de cifras. Son los dos térmi- nos extremos.» ? La acción deprimente de la fatiga es un hecho evidente por sí mismo; no necesita demostración. El ejercicio, la práctica, el há- bito ó entrenamiento, facilita la atención y la rapidez del trabajo aumenta. Weygant, Kraepelin y otros investigadores lo han com- probado experimentalmente; pero en un trabajo continuo los efectos beneficiosos del entrenamiento acaban por ser anulados por la fatiga que aumenta progresivamente. Después de un descanso, dichos efec- tos beneficiosos pueden persirtir, pero no siempre ocurre esto. El descanso puede hacer que desaparezca la fatiga, pero puede hacer también que desaparezcan los buenos efectos de la práctica adquirida en el trabajo que se realiza. Este es uno de los aspectos más inte- resantes del problema. Conclúyese de aquí, que si las lecciones muy largas son defectuosas, también lo son las muy cortas. Se trata de un asunto delicado que merece ser considerado atentamente, porque la tendencia á reducir la duración de las lecciones, toma proporciones alarmantes. 1 Le Surmenage Scolaire, par Mlle. le Dr. 1. loteiko, Revue Psychologique. Vol. 11. Fascí- cule 3—1910.—Bruxelles. 70 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ Mosso * ha probado con el ergógrafo, que la fatiga no es propor- cional al trabajo realizado sino que aumenta mucho más rápidamente. Si después de efectuar cincuenta contracciones un músculo queda agotado por completo, necesitará un reposo de dos horas para repo- nerse y recuperar su fuerza primitiva. HEse mismo músculo, después de veinticinco contracciones, sólo necesita un descanso de media hora. Numerosos investigadores han demostrado que otro tanto ocurre en los dominios del trabajo intelectual. No debemos, pues, esperar á que la fatiga se acentúe para suspender el trabajo. Pero esas inte- rrupciones tienen ó pueden tener serios inconvenientes. Oerhn, Kraepelin, Amberg y otros investigadores han ¿comprobado que en la ejecución de un trabajo intelectual cualquiera se presentan las siguien- tes fases: Primera.—Un período de varios minutos, ocho ó diez, durante los cuales la actividad del pensamiento es algo débil, la atención está poco concentrada, se progresa con lentitud; Segunda.—Poco á poco la actividad del pensamiento aumenta hasta llegar al máximum, el espíritu, en tensión, pone en juego toda su energía, se avanza con rapidez; Tercera.—La actividad mental comienza á disminuir lentamente, la atención empieza á fluctuar, se presentan los primeros síntomas de la fatiga, que se agravan rápidamente si el trabajo se continúa. ¿Cuáles serán los efectos de interrumpir el trabajo al principio ó á la mitad del segundo período, en los momentos en que el espíritu pone en juego y hace que entren en acción todas sus energías? La calidad y la cantidad del trabajo realizable disminuirían considera- blemente. Uno de los defectos fundamentales de la educación mo- derna es la superficialidad, y si la educación no es más intensa y más profunda se debe á que no se enseña al niño á hacer esfuerzos men- tales vigorosos y sostenidos. Resulta, pues, que si es muy conveniente no esperar á estar fati- gados con exceso para descansar, puede ser muy perjudicial suspen- der el trabajo inoportunamente. La duración de las lecciones ha de determinarse teniendo en cuenta los dos factores mencionados. ¿Cuál ha de ser esa duración? Se ha tratado de determinarlo experimen- talmente. Falk opina que cada clase debe durar cuarenta minutos; Kuborn cree que tratándose de niños de ocho años las clases deben durar treinta minutos como máximum,; Carini opina que es peligroso tratar de forzar la atención de niños de nueve años más de veinte 1 La Fatigue, A. Mosso. París, 1894, FINALIDADES DE UNA LECCION 71 minutos, y el profesor Schuyten se decide por las clases de veinti- cinco minutos. El profesor americano Arnold sostiene que las clases pueden variar de quince á sesenta minutos. Los asuntos difíciles se tratarán en clases cortas. Tratándose de niños mayores de nueve años, las clases podrán ser de cuarenta minutos, pero deberán ser re- ducidas á quince minutos cuando se trate de niños muy pequeños. ? El Dr. Mercante opina que ningún asunto puede ser tratado con éxito en menos de veinticinco minutos, pudiendo el profesor en con- diciones favorables prolongar la clase hasta cincuenta minutos. Creo que, en general, puede fijarse á las lecciones una duración de veinte á cuarenta minutos. Tratándose de asuntos poco interesantes ó di- fíciles, y de niños pequeños, pueden durar de veinte á veinticinco minutos; con escolares mayores puede trabajarse hasta el límite máximo de cuarenta minutos. Los niños cubanos son más vivos que reflexivos. Las clases muy cortas contribuirían á acentuar esta condición defectuosa de su inte- ligencia, por lo cual en cada lección debe exigírseles el mayor tra- bajo posible, durante el mayor tiempo. El educador debe ajustar su labor á las condiciones del educando, pero con el propósito de modi- ficarlas en lo que tengan de defectuosas. La tercera condición que señalé á cada lección, expresa que debe ser interesante y promover la actividad del educando. “El ya- lor y la fecundidad del trabajo—dice el Dr. Claparede *—están en razón directa con su interés intrínseco.» Vivir es obrar á cada ins- tante siguiendo la línea del mayor interés. Cuando la lección es poco interesante, el organismo se defiende poniendo en juego los reflejos de defensa que desvían la atención, negándose así á ejecutar un trabajo que le perjudica. El educando tiene que esforzarse en- tonces, en vencer su propia tendencia á distraerse y en dominar el asunto. La instrucción resulta menos fecunda y se produce una fa- tiga mayor que exige largos recesos. | No debe confundirse, sin embargo, la lección interesante con la lección divertida. La forma superior de interés está caracterizada: a).—En su aspecto motor, por tendencias á la acción. b).—En su aspecto intelectual, porque el fin que se persigue está en lo futuro. En la lección interesante se trabaja activamente para llegar á un fin que es apetecido; el educando tiene el sentimiento del esfuerzo, 1 Attention and interest, by Felix Arnold. New York. 1910. Pág. 248. 1 Psychologie de l' Enfant et Pedagogie experimentale. Geneye. 199. Página 126. =y bo RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ la conciencia del trabajo que realiza. El placer está, para él, en lle- gar al fin propuesto venciendo los obstaculos. Cada paso que da ha- cia la meta, le estimula. Logrado el fin que perseguía siente la to- nificante satisfacción del vencedor. El placer ha sido producido du- rante el trabajo por el libre juego de las propias energías aplicadas al logro de ideales propios. El interés no estaba en el objeto sino en el sujeto. Dedúcese de lo expuesto que para dar á una lección esta clase de interés basta sugerir al niño el deseo de hacer algo—lo cual es fácil— y graduar bien la serie de esfuerzos que debe realizar. Si el trabajo es adecuado á la capacidad y á las aficiones del escolar, el interés se producirá naturalmente por el placer que el niño encuentra en la acción. En la lección divertida, el interés es más bien exterior; está en el objeto, en su novedad, en su brillantez, en lo llamativo de las ilus- traciones, etc. Estas lecciones deben ser, cuando más, un punto de partida. ¡Son propias para niños pequeños y para los mentalmente débiles; pero no responden á ideales elevados de educación. “El niño—dice Munsterberg—debe aprender aquel gran arte humano de aportar el interés obteniéndolo de sus propios recursos, hacia aquello que no apela á la atención involuntaria.» La lección en que el educando no toma una participación activa, limitándose á oir, carece de valor, porque la actividad es una ley de la niñez. Esta intuición genial de Comenius, de Pestalozzi y de Froe- bel, ha sido comprobada por la psicología moderna. El ilustre pro- fesor de Psicología de la Universidad de Harvard, resume en una pá- gina de su admirable obra La Psicología y el Maestro, las conclusiones á que ha llegado la ciencia en esta parte de sus dominios. «(La uni- dad del arco cerebral—dice—]leva desde la impresión á la expresión. Hemos visto que apercibimos solamente aquello hacia lo cual estamos respondiendo, y que toda acción nuestra reobra sobre nuestras ideas. Hemos visto que todo juicio, con su afirmación ó su negación, signi- fica la apertura ó clausura de los canales de descarga motora, y que la supresión mutua de nuestras acciones está en la raíz de la supre- sión mutua de nuestras ideas. No hay adquisición más segura de conocimiento que la adquisición mediante la propia actividad. Apren- demos las palabras hablándolas, y las relaciones numéricas usándolas. Deben ejercitarse nuestras actitudes y acciones con el fin de dar esta- bilidad á nuestros pensamientos. Nuestra atención activa debe des- envolvyerse con objeto de discernir nuestras impresiones. Debemos FINALIDADES DE UNA LECCION 13 aprender á imitar por la acción interna y la externa para abrir nues- tro espíritu al mundo que viene á nuestros sentidos. Debemos abrir las vías de descarga para hacer vivas las ideas.” * La lección que no se ajusta á estos principios, es una lección su- perficial. La instrucción intensa y fecunda es la instrucción por la acción. El niño aprende en cada lección lo que hace. La educación tiende á hacer el hombre más capaz. La capacidad, en su verdadero sentido, implica el conocimiento y la acción. Lo primero es cuestión de inteligencia; lo segundo de voluntad y de en- tusiasmo. Toda lección debe coadyuvar á aumentar el conocimiento, á tonificar la voluntad y á fomentar ideales, es decir, á instruir y á educar. La ineficacia de nuestro moderno sistema educativo radica, dice con su habitual profundidad el profesor Munsterberg, sobre todo, en el olvido del entrenamiento formal de la voluntad. Toda lección puede contribuir á este entrenamiento, porque el tra- bajo más pequeño, realizado con perfección, sin distracciones, vigo- rosamente, lo facilita; así como cualquier trabajo realizado descui- dada, floja é imperfectamente lo dificulta. La voluntad que ha aprendido á resistir á la distracción puede sostenerse en cualquier te” rreno. El ideal de perfección que nos impulsa puede ejercer en to- das direcciones su acción disciplinaria, como ha dicho excelentemen- te el Dr. Aguayo, en un trabajo reciente. ? Toda lección debe ser una lección de voluntad. El profesor, una vez que ha dado á conocer al niño el objeto de la lección, le estimu- lará á la obtención del fin perseguido, á mantenerlo fijamente ante su espíritu, á inhibir las ideas y las impresiones extrañas y á poner en juego todas sus energías para vencer las resistencias que ofrezca el dominio del asunto. La lección debe ser, igualmente, una lección de idealismo. El maestro tratará de que el niño ejecute su trabajo con amor y con entusiasmo, haciendo, en cada caso, la obra más perfecta que le sea dable en cualquier sentido que se la considere. Por último, la clase debe tener un fin claramente definido y circunscrito. La determinación del fin, con relación al maestro, es indispensable: a). Para preparar la lección. b). Para evitar digresiones en el momento de la ejecución. ec). Para proceder metódicamente en el desenvolvimiento de cada asignatura. 1 La Psicología y el maestro. Página 318. 2 La disciplina formal, por Alfredo M. Aguayo. Revista de Educación. Núm. 12. Vol. I Habana, 1911. 74 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ Con relación al alumno esa determinación tiene las siguientes ven- tajas, según el profesor Rein, citado por el Dr. Aguayo: 1. Determinado el fin, desaparecen de la conciencia las repre- sentaciones que la ocupan y se busca puesto para las que en ella han de formarse. 2. El conocimiento del fin eleva al niño al círculo mental donde ha de moverse, y acelera el libre curso de las representaciones más antiguas, que son necesarias para la elaboración de las nuevas 3. También excita la atención. Esta produce la mejor disposi- ción mental para la enseñanza. 4. Despierta en la mente del alumno grandes energías volitivas, y le brinda ocasión de cooperar al trabajo didáctico. Para determinar el fin creo que no basta, como dice el Dr. Mer- cante, que el maestro dé la lección mentalmente y se pregunte qué puede y qué debe aprender el niño de este asunto. Debe agregar, para qué debe aprenderlo. Tomando estas precauciones se suprimirían mu- chas lecciones inútiles, que sólo sirven para hacer perder el tiempo al maestro y al alumno. El Padre Varela refiere la siguiente anécdota, muy instructiva, ocurrida en 1812 cuando preparaba su primer elenco para los exámenes de fin de curso. (Mi discípulo D. Nicolás Manuel de Escobedo, que tenía entonces quince ó diez y seis años, me leía dia- riamente, y notando algunas cuestiones especulativas (que general- mente son el fundamento de los partidos) me preguntó con su natu- ral candor y viveza: Padre Varela ¿para qué sirve eso?. Confieso que me enseñó más con aquella pregunta, que lo que yo le había enseñado en muchas lecciones. Fué para mí como un sacudimiento que des- pierta á un hombre de un profundo letargo, ¡qué imperio tienen las circunstancias! Nada más dijo; y me hizo pensar muchos años. Poco después formé un Elenco en que aún tenía varias proposiciones semejantes á la que llamaron la atención de Escobedo, bien que yo no percibía su semejanza, y cuando se lo presenté al Sr. Espada, dijo éste á su Secretario: “Este joven catedrático va adelantando; pero aún tiene mucho que barrer», y le hizo notar como inútiles, precisa- mente aquellas proposiciones que yo creía más brillantes. Tomé, pues, la escoba, para valerme de su frase, y empecé á barrer, deter- minado á no dejar ni el más ligero polvo de escolasticismo, ni de inutilismo, como yo pudiese percibirlo.» * El célebre escritor ruso León Tolstoi, refiere en su libro La Escuela 1, Vida del Presbítero D. Félix Varela, por José Ignacio Rodríguez. Nueva York. 1878. Pá- gina 19. FINALIDADES DE UNA LECCION 15 de Yasnaya Poliana, una observación idéntica de uno de sus discípu- los. Al terminar Tolstoi una lección el niño le preguntó: León Ni- colaieviteh, ¿para qué sirve esto? La pregunta le hizo el mismo efecto y tuvo las mismas consecuencias que la que le hiciera Escobedo á Va- rela. Tolstoi se apercibió del ¿nutilismo de muchas de sus clases. Los maestros no deben esperar á que los niños les adviertan lo que ellos tienen el deber de advertir, y al preparar la lección, acordándose del Padre Varela y de Tolstoi, se preguntarán: ¿para qué sirve esto? Los niños habrán de agradecerlo y la instrucción ganará con ello. EF: PLANES DE LECCIÓN La organización científica de la enseñanza primaria es obra del si- glo xIx; pero la necesidad de sistematizar la trasmisión de las ideas se hizo sentir desde que el pensamiento fué considerado como una fuerza. Este hecho tiene su comprobación irrefutable en la historia del pueblo griego. En aquella democracia admirable junto al impe- rio de la fuerza se levantó bien pronto el imperio no menos potente de las ideas. El pueblo obraba con arreglo á4 los dictados de su in- teligencia. De aquí la necesidad de doctrinarle, de convencerle, de persuadirle. El aula fué la plaza pública, el maestro un orador y la lección un discurso. No es dudoso que los primeros oradores no tu- vieron más guía que las inspiraciones de su ruda inteligencia; pero á la perspicacia de aquel pueblo extraordinario que sondeó con mirada profunda todos los aspectos de la realidad, no pudo escaparse que el espíritu tiene sus leyes, y trató de establecerlas. Aristóteles es un ejemplo notable del desarrollo que llegó á alcanzar entre los griegos el conocimiento de la lógica y de la psicología. Tan pronto como las primeras leyes del funcionamiento mental fueron conocidas, se trató de ajustar á ellas la trasmisión de las ideas, y la oratoria, única forma de enseñanza entonces conocida, se ciñe á un plan perfectamente lógico. Aristóteles considera en el discurso dos partes esenciales, la proposición y la confirmación. La. propo- sición es la enunciación clara, sucinta, sencilla, precisa y completa del asunto que se va á tratar. La confirmación es la parte del dis- curso en que se demuestra la verdad de la proposición. A estas dos partes esenciales pueden añadirse otras dos menos importantes, el 76 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ exordio que prepara el ánimo de los oyentes y la peroración en la cual se recapitulan las principales razones y se mueven los afectos. * Este plan notabilísimo, aplicado á la forma de razonamiento de- ductivo, única que entonces se conocía, no ha sido sustancialmente modificado. Siglos después los jesuítas, organizadores de la segunda enseñanza, comprendieron la necesidad de preparar los profesores de una ma- nera especial y de impartir la instrucción con arreglo á un plan sis- temático. La forma oratoria no se adaptaba á esta enseñanza mar- cadamente docente, y fué necesario modificarla. Nose trataba y: de convencer ó de persuadir, sino de enseñar, de grabar en la mente del discípulo los principios inmutables del saber. El método esen- cialmente dogmático les obligaba á exponer el asunto á los educan- dos, á4 hacerlo comprender y á aplicarlo á casos apropiados. De aquí que todas sus lecciones se ajustaran á un plan uniforme, adap- tado al estudio de los textos, procedimiento único que empleaban. El plan constaba de los pasos formales siguientes: Primero.—Lectura del trozo escogido. Segundo.—Su exposición. Tercero.—Su explicación. Cuarto.—Su aplicación á casos apropiados. Augusto Herman Francke y otros educadores alemanes aceptaron con pequeñas variantes, esos pasos, aplicándolos siempre, como los jesuítas, á la enseñanza secundaria. Las lecciones de Francke cons- taban de tres pasos: expositio, explicatio, aplicatio. ? Juan Federico Herbart y sus discípulos pretendieron, como lo ha- bía intentado Pestalozzi, dar á la enseñanza un fundamento científico. Escudriñaron hasta lo más recóndito del alma humana y como resul- tado de sus investigaciones formularon la teoría didáctica más nota- ble del siglo. La doctrina de la apercepción esbozada de un modo imperfecto por Leibnitz fué sometida á una crítica severa y profunda, correspondiendo al Dr. Carlos Lange la gloria de haberla expuesto de la manera más clara y completa. * Los progresos de la lógica, desde la época en que los jesuítas re- dactaron ratio studiorum, no habían sido menos notables que los de la psicología, y el método inductivo, entrevisto por Bacon, había sido definitivamente establecido, así es que los neoherbartianos tuvieron bases solidísimas para el método. 1 Elementos de Literatura, por José Coll y Vehí. Madrid. 1904. 2 Pedagogía de las escuelas secundarias, por el Dr. Alfredo M. Aguayo. 3 Doctrina de la apercepción, por ídem ídem. =J =J FINALIDADES DE UNA LECCION Este fué adaptado á las nuevas teorías científicas. Los pasos for- males de los jesuítas fueron modificados y sustituídos con los cinco pasos formales universalmente conocidos: preparación, presentación, asociación, generalización, aplicación. Esos célebres pasos están basados en el doble proceso de la aper- cepción y de la abstracción. He aquí cómo resume el Dr. Aguayo los principios psicológicos que les sirven de fundamento: “La mar- cha de la instrucción comprende dos etapas ó grados. El primeracto, el de la formación de nuevas representaciones, se acomoda al siguien- te proceso: cuando en la enseñanza se presenta un nuevo asunto, re- cibe el alumno muchas impresiones que le mueven á observar aquél, Surgen en seguida en la conciencia representaciones diferentes de las que en ella existían. Pero al destacarse en el plano mental las imá- genes recientes, comienza una verdadera reacción, en virtud de la cual, las representaciones viejas que guardan relación con las recien- tes se destacan claramente en la conciencia, iluminan las nuevas re- presentaciones y las atraen con energía, llevándolas al círculo men- tal de donde surgen las antiguas.» (Ocurre alguna vez que las nuevas representaciones no tienen familiares en el alma, es decir, que al encuentro de lo nuevo no se adelanta un solo miembro del círculo mental. En este caso, lo nue- vo resulta obscuro é incomprensible. Por el contrario, cuando las nuevas representaciones evocan otros muchos estados de conciencia, se ponen en acción fuerzas mentales que dan claridad, energía y se- guridad al conocimiento. Para usar una imagen de Guillermo Rein, las viejas representaciones son como tentáculos que asen y sujetan á las nuevas. El proceso psíquico en virtud del cual lo nuevo se une con lo viejo y penetra con éste en el círculo mental, ha recibido el nombre de apercepción. Cuando se ejecuta bien, el niño se siente lleno de actividad, conmovido, dispuesto á traducir en hechos sus pensamientos y emociones. La instrucción, pues, crea intereses que contribuyen á la obra de la educación.» «La apercepción del conocimiento nuevo no produce de ordinario más que un saber empírico, un saber de hechos desligados, sobre los cuales la mente ha de elevarse para dar unidad, claridad y universa- lidad á las representaciones. Este segundo proceso se conoce con el nombre de abstracción. ¿Cómo se realiza el paso de las percepciones á las ideas ó conceptos? Esto necesita una corta explicación. Con la asimilación del saber empírico no cesa en modo alguno la apercep- ción. Cada momento del conocimiento empírico evoca en nuestra 78 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ mente representaciones según la ley de la asociación de las ideas, y esas representaciones se extienden en sentido diferente. Cuando se produce una serie de representaciones, todos los elementos se destacan en la mente, hasta llegar al último, que no tiene sucesión alguna. Entonces ocurren dos cosas: Primero. Lo que no es semejante en los elementos de la serie y constituye un obstáculo para la representación de todo el resto, se obscurece en la conciencia y se separa de la misma; y Segundo. Lo que es común ó igual se fortalece, se sobrepone á todo lo que es diverso y se destaca en el campo mental. Así se forma una representación de conjunto que abarca todos los elementos de la serie, los cuales quedan unidos en un solo círculo: el de la idea. Mediante la experiencia se fija cada vez más el conte- nido de la idea y su campo se amplía sin cesar, hasta abarcar toda una clase, todo un grupo de objetos parecidos.» De modo que en la formación de un concepto se puede distinguir los siguientes pasos: Primero.—Hay que despertar en la mente del alumno las repre- sentaciones viejas que están emparentadas con las nuevas y disponer- las convenientemente para la recepción de estas últimas: preparación. Segundo.—Avivadas las representaciones antiguas emparentadas con las nuevas se presentan éstas para que se fundan con aquéllas: presentación. Aquí termina la primera etapa ó sea el proceso de la apercepción. Tercero.—Al proceso sintético del paso anterior sigue un proceso analítico. Las representaciones fundidas en la apercepción son als- ladas y comparadas unas con otras para que lo común ó igual se fortalezca y se sobreponga á lo diverso: asociación ó comparación. Cuarto.—Hay que separar la idea abstracta del material concreto y expresarla verbalmente en forma de proposición: generalización ó abstracción. Aquí termina desde el punto de vista psicológico, el proceso de la formación del concepto; pero la enseñanza requiere un paso más. Quinto.—Hay que hacer que el niño se ejercite en utilizar y apli- car el conocimiento adquirido: aplicación. Los pasos formales de la instrucción no son una consecuencia de las opiniones de Herbart y sus discípulos sobre el doble proceso de la apercepción y de la abstracción solamente. Deben, también, su ra- zón de ser á la doctrina del interés, á la cual Herbart concede una extraordinaria importancia, al extremo de que el profesor De Garmo FINALIDADES DE UNA LECCION 79 afirma que exponer las ideas de Herbart sobre este particular, es hacer la exposición de la mayor parte de su teoría de la instrucción. * Según Herbart, hay dos fuentes de interés: el sentimiento de atención curiosa que provoca el estudio, la adquisición de los conoci- mientos, la contemplación de la belleza (interés intelectual), y el que resulta de la vida social, de la frecuentación y el trato de los seres humanos en general (interés simpático, social ó sentimental, como lo ha llamado Roehrich). ? El interés intelectual, que es el que importa considerar en este momento, toma tres formas: interés em- pírico, interés especulativo é interés estético. Las dos primeras formas de interés intelectual son las que se re- lacionan con la teoría del método, y por eso me referiré á ellas espe- cialmente. El interés empírico es el que nace de la percepción de las cosas sensibles, de la variedad de objetos concretos que la naturaleza ofrece á la mirada curiosa y penetrante del sér inteligente. Se vin- cula en el objeto que lo produce, en su novedad, en su utilidad. Es el interés del hombre práctico, que considera las cosas en sí mismas, y sin pretender averiguar cuál es su origen, qué son, ni á dónde van, las ve, las utiliza, y sigue adelante sin pensar más en ellas. El interés especulativo tiene su origen en el placer que encuentra el espíritu en conocer la razón de ser de las cosas, la relación causal de los fenómenos, las leyes de la naturaleza. Es el interés del pen- sador que no se limita á ver sino que quiere explicarse lo que ve. El interés empírico se refiere á las cosas mismas y el interés es- peculativo al porqué delas cosas. El primero es un interés de he- chos, el segundo de relaciones. El que contempla el cielo estrellado en una noche serena y goza con ello, dice un expositor de las ideas de Herbart, siente el interés empírico; el que trata, además, de comprender el maravilloso mecanismo de los cielos y las leyes que lo rigen, siente el interés especulativo. El niño que recibe un juguete y lo contempla gozoso y admirado, siente el intérés empírico; ese mis- mo niño cuando destruye el juguete para ver lo que tiene dentro y comprender por qué suena, por qué se mueve, etc., siente el interés especulativo. Herbart y sus discípulos conceden la más alta importancia á esta última forma de interés, gracias á la cual nuestras representaciones se convierten en conocimientos sistemáticos y puede formarse la 1 Herbart and the Herbartians, by Charles de Garmo. New York, 1896. 2 Teoría de la Educación según los principios de Herbart, por Eduardo Roehrich. París, 1904. 80 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ ciencia Usando una expresión bella y enérgica, un neoherbatiano llama á los que tratan de acallar los clamores de la inteligencia exi- giendo el porqué de las cosas, los (Macbeths del pensamiento”. Los pasos formales responden al concepto que de los valores del interés tienen Herbart y los neoherbatianos. El hecho es el punto de partida, pero el concepto, la ley, es la meta. Cada paso es un pel- daño de una escala que conduce de la percepción á la idea abstracta. Siendo Herbart, como decía él mismo, un hombre de conceptos, do- tado de un extraordinario poder de generalizar y abstraer, no es ex- traño que creyese que la forma superior del saber es la que conduce á las cumbres de la abstracción, donde se cernía, como águila pode- rosa, su pensamiento. La solidez de la doctrina de los pasos formales es evidente, y des- de el punto de vista lógico es inatacable. Dichos pasos se ajustan al ciclo que recorre el espíritu en la pesquisa de la verdad, en el cual se integran, como dice el Dr. Varona, tres operaciones correlativas é in- dispensables. (“Es la primera la del acopio, colección y selección; es el período que podemos llamar de observación. Es la segunda aquella en que se eliminan las diferencias para llegar á las semejanzas, en que sede- puran las nociones y se descubren las leyes; es el período de genera- lización, de construcción. Las tercera es aquella en que las leyes obtenidas se aplican á la explicación ó producción de los fenómenos; es el período de verificación. En una palabra, el espíritu empieza en la naturaleza y vuelve á la naturaleza.» ! Pero con relación á la enseñanza, ¿tienen esos pasos formales el carácter de universalidad que le atribuyen los herbartianos? ¿Son aplicables á todas las lecciones, especialmente en la enseñanza prima- ria? Cuestiones son éstas que requieren ser examinadas atentamente. Los hechos del conocimiento pueden dividirse en dos grupos: hechos particulares y hechos generales. Los hechos particulares son únicos, se presentan una sola vez en el tiempo. Su conocimiento, para el lógico, no tiene valor sino en cuanto puede servir para la forma- ción de nociones ó de conceptos ó para descubrir sus relaciones con otros hechos, estableciendo leyes. El lógico aprecia en el hecho úni- camente su valor formal, el interés especulativo de Herbart. No toma en consideración su valor práctico ó empírico. De aquí que considere absurdo detenerse en el conocimiento del hecho particular. Concibe un sistema del mundo, y cuando estudia un hecho no tiene 1 Conferencias Filosóficas. Lógica. Página 228. FINALIDADES DE UNA LECCION 81 más propósito que colocarlo dentro de ese sistema en la casilla co- rrespondiente, ó descubrir algo nuevo que le permita añadir una casilla más al sistema que ya tiene formado. El saber que produce esta forma de conocimiento es lo que llama “el saber racional, el ver- dadero saber” para distinguirlo del saber empírico, del saber de he- chos particulares. Es evidente que desde el punto de vista del saber racional ó del interés especulativo—como dicen los herbartianos—los hechos no pue- den estudiarse sino con arreglo á los pasos formales. En este sentido son universales y aplicables al estudio de todos los hechos. Pero en- tiéndase bien, sólo son universales en cuanto estudien el hecho con el propósito de descubrir en él algo de general. Si la enseñanza no tuviera otro fin que especular, el único saber valioso sería el saber racional y las clases no tendrían otro objeto que llegar á la formación de conceptos ó de leyes. La lección que no fuera un paso en ese sentido, carecería de razón de ser. ¿Pero están en lo cierto los que afirman que la enseñanza, y sobre todo la enseñanza primaria, no tiene otro fin que el saber racional? Creo que no. Al lado del valor formal de los hechos tenemos el va- lor práctico ó empírico, que si no es útil para satisfacer las necesida- des intelectuales del hombre en el orden de la especulación, pueden serlo para la satisfacción de otras necesidades no menos importantes. El hombre no es sólo un ser que razona. La razón es uno de sus atributos, no el único. Herbart y sus discípulos han contribuído al error, exagerando el valor del interés especulativo y rebajando el del interés empírico. La psicología del pueblo alemán, una de cuyas características es—como di- ce Bunge! —el endiosamiento del sistema, explica esta tendencia. Sin embargo, importa no olvidar que los pasos formales fueron, en prin- cipio, aplicados á la enseñanza secundaria, donde son, en rigor, más necesarjos. El error, más que en los herbartianos está en los que, co- nociendo mal la teoría de los pasos formales de la instrucción, aplican éstos sin discernimiento á todas las. lecciones. Queda dicho que todos los hechos pueden considerarse desde el punto de vista del interés empírico ó del especulativo y conviene ilustrar el punto con algunos ejemplos, demostrando queen el primer caso no pueden estudiarse con arreglo á los pasos formales. El poema A la muerte de Heredia por la Avellaneda, puede estudiarse, por ejemplo, desde cualquiera de esos dos extremos. Desde el punto 1 Evolución de la Educación, por Carlos Octavio Bunge. Madrid, 1903, Página 156, 82 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ de vista formal, ó del saber racional, podríamos estudiar la poesía para clasificarla como perteneciente al género lírico, á la clase de poemas llamados elegías; podríamos también determinar que sus versos son aconsonantados, de tal ó cual medida, combinados en estrofas de tal ó cual clase, etc. En cualquiera de esos casos podría desarrollarse la lección con arreglo á los pasos formales de la instrue- ción. Pero supóngase que se trate de dar á conocer el poema en sí mismo, «para inflamar la fantasía y sacudir el corazón de los alum- nos, para hacerles sentir las bellezas de cada trozo» y elevar su espí- ritu á las serenas regiones del arte. Emplear en este caso los pasos formales de la instrucción, analizando, comparando, abstrayendo, es destruir el encanto y el perfume de la poesía, es destruir la poesía misma. El maestro que tal hiciere cometería un crimen artístico y pedagógico. Los ejemplos pudieran multiplicarse. En la escuela primaria se estudian multitud de hechos particulares, como tales hechos particu- lares, sin tener en cuenta su valor formal. El objeto inmediato del conocimiento es el valor práctico del hecho. Conocido éste, podrá ser sometido más tarde 4 un proceso de elaboración que extraiga su valor formal; pero esto queda muchas veces fuera de la acción direc- ta del maestro. Citaré un caso. El estudio de las biografías. La vida del biografiado es una serie de hechos que se suceden. El saber empírico se reduce á conocer esos hechos en el mismo orden. Aquí no hay que comparar ni que abstraer. No se trata, en rigor, de la formación de un concepto ni del descubrimiento de una ley. No cabe ajustar el estudio á los pasos formales. Pero supóngase que se trate de conocer los hechos en cuestión, para encontrar su relación causal, Ó para llegar á una conclusión de orden moral. Los hechos no serían entonces el fin de la enseñanza sino un medio de llegar á descubrir un principio ó ley que los explique. En este último caso sí se podrían emplear los pasos formales. Concluyo de lo expuesto que dichos pasos no tienen, aplicados á la enseñanza primaria, el carácter de universalidad que les atribuyen los herbartianos ni pueden ajustarse á ellos todas las lecciones. Esta conclusión no debe sorprender, porque los pasos formales de la ins- trucción son un procedimiento lógico, y la intuición, cuya importan- cia es extraordinaria en la enseñanza elemental, «como caso de sim- ple presentación y aun en su forma de representación no ha entrado directamente en el dominio de la lógica». ? 1 Varona. Op. c. Página 48. FINALIDADES DE UNA LECCION [ee] de) Los pasos formales son, pues, aplicables á todas las asignaturas, pero todas las lecciones no pueden ajustarse á ellos. De aquí las ventajas de dividir éstas en los tres grupos que he propuesto anterior- mente. Las correspondientes al grupo primero pueden prepararse según el plan propuesto por Herbart y sus discípulos. Las del grupo segundo, que tienen por objeto el estudio de un hecho particular y terminan en la apercepción, pueden constar de tres pasos: prepara- ción, presentación y aplicación. En los dos primeros años de la en- señanza elemental casi todas las lecciones son de ese tipo. A las lecciones del grupo tercero no son aplicables, generalmente, ninguno de los pasos formales. Son ejercicios de fijación para esclarecer y precisar las ideas por la acción. El Dr. Mercante expone en su Metodología especial de la ense- ñanza primaria otro plan de lección preconizado en la Argentina por José M. Torres. Según dicho plan toda lección consta de tres partes: principio, medio y fin. «El principio, cuya duración varía entre cuatro y ocho minutos, tiene dos fines: a). Recordar rápida y sentenciosamente cuanto hasta ese día fué enseñado sobre la materia mediante interrogaciones simultáneas que con la respuesta no exijan más de diez segundos; y b). Recordar al alumno los conocimientos preparatorios de los que van á trasmitirse en el medio, una relación íntima de lo desco- nocido con lo conocido para trasmitir sin esfuerzo casi, lo que pre- tendemos que se adquiera. El éxito de esta parte estriba en la ra- pidez de las preguntas y las respuestas.» «El medio, que dura mayor tiempo, 12 ó 15 minutos, es el desa- rrollo ó el bosquejo del procedimiento para comunicar el punto nuevo de la enseñanza y del que el niño no tiene absoluta noción; mediante los pasos del objeto á la figura, de la figura al esquema ó al símbolo, de lo particular á lo general y de la observación á la aplica- ción, el maestro expone las ideas ó las hace descubrir, uno ú otro procedimiento, según el tiempo que economice, para aprovechar los cuatro ó cinco minutos de atención intensa que provoca toda novedad bien presentada.» «El fin, que dura de 5 á 8 minutos, tiene por objeto, mediante ejercicios que el bosquejo precisará, repetir, aplicar y generalizar las ideas adquiridas en el medio. No es repaso, sino fijación, con los múltiples artificios del maestro ingenioso, de lo trasmitido durante el año.» 84 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ Este plan es, sin duda alguna, bastante defectuoso. Las pala- bras prineipio, medio, fin, son poco expresivas y no sugieren nada sobre su contenido. La primera parte del principio es imposible de ejecutar cuando se ha avanzado en el estudio de la asignatura. La repetición de todo lo aprendido, por breve que sea, es monótona y desprovista de interés. Comenzar la clase por ejercicio tan enojoso es un grave defecto pedagógico del plan. La gran rapidez en las preguntas y respuestas excita á los niños y les impide pensar reposa- damente. La preparación de los herbartianos me parece muy supe- rior. Los ejercicios están mal distribuídos en el medio y el fin, puesto que en el medio hay que llegar hasta la aplicación, y en el fin, además de precisar, repetir y aplicar, hay que generalizar, tam- bién, las ideas adquiridas en el medio. En el fondo se sigue la marcha que indican los pasos formales, pero con algunas adiciones que disminuyen el interés, y con los ejercicios distribuídos algo des- ordenadamente. El Dr. Juan Patrastoiu, en su Curso completo de Pedagogía, se deci- de por un plan que es el más usado en Cuba, y que consta de tres pasos: introducción, desarrollo de la lección y recapitulación. La introducción equivale á la preparación de los herbartianos. Puede comenzarse exponiendo ó determinando el fin concreto de la lección. El desarrollo ó explanación no puede ajustarse á un mode- lo único. Algunas veces comprenderá la presentación solamente, terminando con la apercepción del hecho ó asunto de la lección; otras veces abarcará toda la serie de ejercicios de la presentación, la aso- ciación y la generalización; y en no pocas ocasiones se limitará á ejer- cicios de aplicación en varias formas. La recapitulación puede com- prender, la repetición sintética de las ideas fundamentales, ejercicios de fijación y ejercicios de aplicación. * Este plan, dentro del cual tie- nen cabida, si el asunto se presta para ello, los pasos formales de la instrucción, es bastante amplio y flexible para tomarlo como base en la preparación del bosquejo de cualquiera lección. El profesor alemán Seyfert ha ideado una clasificación de los es- tudios, y en relación con ella, unos pasos formales distintos de los de Herbart. Seyfert divide los estudios en 2dealidades, realidades y for- malidades. Al grupo de las idealidades corresponden: Religión, Es- tudios de la Naturaleza y Educación Artística; al de las realidades: Trabajo Manual, Geografía é Historia; y al de las formalidades: Di- bujo y Geometría, Lenguaje y Canto, Dibujo y Modelado. El plan de lección propuesto por Seyfert consta de cuatro pasos: FINALIDADES DE UNA LECCION 86 Primero.—Acuerdo (Einstimmuung). Segundo.—Elaboración de lo nuevo (Erarbeitung des Neunen). Tereero.—Unión de lo adquirido con el contenido de la concien- cia (Einarbeitung in den vorhandenen Bewusstseinszusammenhang). Cuarto. —Trabajo formal (die formale Verarbeitung). El paso primero equivale á la preparación; el segundo á la pre- sentación; el tercero á la asociación y la generalización, y el cuarto á la aplicación. De modo que en el plan de Seyfert no se encuentra nada nuevo. Se ha limitado á cambiar unos nombres por otros y á unir la asociación con la generalización. Lo mismo puede decirse, en rigor, de los otros planes citados. El empeño de un plan único, aplicable á todas las lecciones, es, sin duda, inútil. Se necesita, por consiguiente, al redactar el bosquejo de la lección, detallar los pasos del plan y los ejercicios que hayan de practicarse. Con la redacción del bosquejo queda terminada la preparación pedagógica. Dicho bosquejo puede constar de las siguientes partes: Primera.—Grado, profesor y fecha. Segunda.— Asignatura. Tercera.—Tema ó asunto. Cuarta. —Finalidad ó proposición. Quinta.—Plan de la lección, detallando siempre los ejercicios que han de ejecutarse. Sexto.—Ilustraciones y medios auxiliares. Todo bosquejo debe ser bastante detallado y preciso. Es bien explícito cuando varios maestros, desarrollándolo separadamente, siguen una marcha uniforme. Los que se reducen á vagas generali- dades carecen de valor. LED Desarrollo de la introducción á preparación.—Desarrollo de la presentación.— Desarrollo de la asociación y de la generalización. —Desarrollo de la apli- cación. DESARROLLO DE LA INTRODUCCIÓN Cuando se trata de exponer las diversas maneras de desarrollar las lecciones, la primera y más grave dificultad consiste en la com- plejidad y amplitud del asunto, casi imposible de sintetizar. Las materias de estudio son muy numerosas, aun cuando sólo se haga referencia á las que comprende la enseñanza primaria, y en cada 86 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ materia ó asignatura las lecciones son tan variadas que es imposible exponer una forma de ejecución que pueda aplicarse á todas. Sin embargo, la conveniencia de agrupar las lecciones en series que tengan una forma de ejecución semejante es evidente, porque no hay otro modo de dominar asunto tan vasto. La base para esa agrupación no puede ser la materia de estudio por asignaturas, ya que en cada una de éstas se estudian asuntos que requieren ser ense- ñados de muy distinta manera. Por esa razón he preferido estable- cer la clasificación de las lecciones en los tres grupos á que ya se ha hecho referencia, tomando como base, en parte, la naturaleza de las operaciones mentales que se ejecuten para llegar al fin de la lección. Las clases del grupo primero, ó sean las que tienen como fin llegar á una generalización ó abstracción, y las del grupo segundo, que ter- minan en una apercepción, tienen partes comunes: la preparación ó introducción y la presentación. Las del grupo tercero, que he llamado de ejercicios, no tienen, en rigor, ningún paso semejante á las anteriores, porque la preparación ó introducción que requieren es distinta. Tenemos pues, que las formas de preparación pueden reducirse á dos: una para las lecciones de los grupos primero y segundo, y Otra para las del grupo tercero. Ambas formas tienen de común que co- mienzan con la determinación del fin de la lección. El maestro iniciará ésta, conversando con los niños amigablemente y cuando haya logrado que todos, pendientes de sus palabras, le es- cuchen, expresará con voz clara y firme el fin de la clase. El Dr. Aguayo indica tres modos de expresar el fin: Primero.—Con una oración ó proposición completa, por ejemplo: Vamos á estudiar la vida del hombre que descubrió la Isla de Cuba. Segundo.—Por medio de una pregunta que sirve para orientar, pregunta que no exige respuesta alguna, pero que fija la dirección del pensamiento hacia el extremo principal de la lección. Ejemplo: ¿Cómo podrá saber un navegante en qué lugar se encuentra, y qué direc- ción ha de seguir para llegar al punto de destino? Tercero.—En forma de problema; v. gr.: Tenemos que averiguar cuántos metros cuadrados ocupa un jardín de figura rectangular. Estos tres modos creo que pueden reducirse á dos, porque el pro- blema siempre podrá formularse mediante una cláusula corta ó una pregunta. El profesor Guillermo Rein aconseja que en la determinación del fin se tengan en cuenta las siguientes advertencias: FINALIDADES DE UNA LECCION 87 Primero.—La exposición ha de ser fácil y sencilla: no debe con- tener ninguna expresión, ninguna idea que sea desconocida del alumno. Cuando no se cumple esta condición, la mente del alumno se pierde en un laberinto de representaciones, ó no puede evocar las fuerzas necesarias para la consecución del fin. Si éste no es com- prendido, ó bien si es comprendido á medias, será completamente inútil la lección. También es conveniente no exponer el fin en oraciones demasiado largas ó por medio de rodeos periódigos. Es preferible dividir la cláusula en oraciones muy sencillas, que facili- ten su inteligencia. Segundo.—El fin será muy concreto y definido. No ha de ser vacío de sentido, pues de otro modo resultaría inútil. No se dirá, v. gr.: Hoy continuaremos explicando lo que empezamos á explicar ayer; ó bien: Hoy leeremos la lección novena que sigue á la anterior. En ninguno de estos casos se excita el interés de los alumnos, ni se pro- duce expectación de ninguna clase. Tercero.—La presentación del fin no ha de ser ni demasiado sobria ni demasiado rica en contenido. En el primer caso el niño permanece frío é indiferente; en el segundo se confunde con facilidad y no se destacan bien en el sensorio las ideas principales. Cuarto.—El objeto ha de excitar el interés y producir expectación en el alumno. No es, pues, lo mismo decir: vamos á contar la histo- ria de Cristóbal Colón, que decir: vamos á contar la historia del hombre que descubrió la América: ¿cómo se llamaba ese hombre? Quinto.—El fin debe formularse de tal modo, que facilite la pre- paración del asunto (primer paso formal), por medio de una conver- sación preliminar. Sexto.—No es el maestro quien ha de establecer el fin, sino el maestro en cooperación con sus alumnos. Es, pues, necesario que mediante algunas preguntas auxiliares, los alumnos descubran por sí mismos el objeto de la lección. Aunque el fin principal que encierra la unidad metódica ha de ser, en general, formulado por el maestro mismo, los fines parciales serán fijados más bien por los alumnos. Cuando esto se ejecuta bien, la marcha de la instrucción resulta aligerada. El niño pone entonces mayores energías que cuando el impulso le viene de afuera. A estas indicaciones del ilustre profesor de la Universidad de Jena, sólo hay que agregar una advertencia referente á la última. Hay maestros que se empeñan en que el fin de la clase sea formulado por los mismos niños, según aconseja el Dr. Rein, y, ora porque sea muy 88 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ difícil de sugerir, ora porque carezcan de habilidad para hacerlo, pierden un tiempo precioso y torturan á los niños tratando de que lo adivinen. Estos se lanzan á las más extrañas suposiciones, las cua- les llevan ó pueden llevar su pensamiento muy lejos del asunto de la lección. El empeño del profesor resulta en este caso contraprodu- cente y antipedagógico. Preferible es, siempre que el maestro no esté seguro de poder sugerir el fin con facilidad y rapidez, que lo formule él mismo. Determinado el fin de la lección, comienza el paso primero, la preparación. Este paso, como queda indicado, es común á todas las lecciones, pero conviene distinguir dos formas de preparación, á saber: Primera. La preparación de las lecciones en que se enseña un asunto nuevo. Segunda. La preparación de las lecciones de ejercicios, en las cuales se trata de fijar, precisar ó aplicar ideas adquiridas. La primera forma de preparación es la más importante y requiere mayor habilidad. Por una parte, hay que analizar el contenido mental del niño en orden al asunto de la lección, para escoger entre las ideas que ya posee, las que han de servir de centro de asociación alrededor del cual se agrupen las nuevas; y por otra, es necesario que esas ideas antiguas se destaquen ordenada y vigorosamente en el espíritu para que actúen sobre las nuevas como centros de atracción. En otros términos, es necesario que el niño recuerde, ordene y dé vida á lo que ya sabe, antes de presentarle lo nuevo. ¿El Dr. Mer- cante indica que esto puede realizarse mediante un interrogatorio breve y rápido. «El éxito estriba, dice, en la rapidez de las pre- guntas y respuestas.» No creo que esté en lo justo. Debe procederse con vivacidad, pero no en la forma indicada por Mercante. ¿ El trabajo de la preparación debe ser, en su mayor parte, reali- zado por el niño; no ya contestando premiosamente una serie de preguntas formuladas con rapidez, sino exponiendo sus ideas sobre los puntos que el profesor sugiera. Las pocas preguntas que éste haga se referirán á los extremos más importantes de la lección, no serán dirigidas á ningún alumno en particular y se tratará de que todos piensen sobre ellas y expresen lo que sepan. Supóngase que se trata de una lección de Historia de Cuba y que el asunto sea la bio- grafía de Varela, de Luz y Caballero, de Martí ó de cualquiera otro patriota célebre. Puede comenzarse la preparación preguntando á los niños cuál es su patria, si la aman y por qué la aman, á quiénes se llama patriotas; cómo puede servirse á la patria en la guerra y en FINALIDADES DE UNA LECCION 89 la paz; si saben algo relativo á la época en que vivió el patriota cuya biografía se estudia; si conocen algo acerca de la vida de éste. Ter- minada la exposición de las ideas que los alumnos tengan sobre los extremos indicados, se pedirá á uno de los más capaces que resuma brevemente todo lo dicho. El maestro cerrará la preparación ha- ciendo resaltar las ideas más importantes y procurando mover dis- cretamente los afectos. No es necesario que dicha preparación sea muy amplia; basta con que ofrezca oportunidades para que en el espí- ritu de los niños vaya entrando poco á poco en actividad hasta crear un estado de conciencia favorable, lo mismo en el orden intelectual que en el emocional, para abordar el asunto nuevo. El maestro no debe detenerse, de ningún modo, en explicaciones que tendrán su oportunidad después; y evitará, con más cuidado que en ningún otro caso, las digresiones. Los ejercicios de la preparación son ejercicios de entrenamiento. Deben ser conducidos con vigor. Al terminar- los se debe haber rebasado ese período inicial en que el pensamiento es lento, la atención difusa y la onda emocional casi nula. El espí- ritu del niño, unánimemente vibrante, debe estar en erección, como dijera con admirable propiedad D. José de la Luz y Caballero. Bre- vedad, claridad, entusiasmo, he ahí las condiciones esenciales de toda preparación bien dirigida. La segunda forma de preparación, la que procede á la ejecución de ejercicios para fijar, esclarecer y aplicar las ideas adquiridas, es muy distinta. Puede iniciarse con una serie de preguntas rápidas sobre el fondo del asunto. Los errores deben ser cuidadosamente corregidos y las omisiones salvadas, por los mismos niños en primer término ó por el maestro si fuese necesario. Concluído el interroga- torio, varios alumnos resumirán de un modo sucinto, pero completo, el asunto. ¿El maestro terminará la preparación alentando á los ni- ños á la mejor ejecución de los ejercicios que van á seguir. Esta pre- paración tiene la forma de un repaso. No es necesario que sea tan vigorosamente conducida como la anterior y puede prolongarse algo más si fuere necesario. Su condición esencial es que sea completa, es decir, que evoque y traiga al plano de la conciencia todas las ideas necesarias para la ejecución de los ejercicios que constituyen el fin principal de la lección. DESARROLLO DE LA PRESENTACIÓN. La preparación requiere, por parte del maestro, tacto, vivacidad, compenetración con el niño, para que se establezca entre educador y 90 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ educando intensa corriente de simpatía que vincule sus inteligencias y salve el abismo que las separa. Pero en la presentación, el saber profesional y la experiencia desempeñan, junto á aquellas condicio- nes, el principal papel. El gesto del que siembra es reposado. El entusiasmo late en el fondo, pero con apariencias menos visibles. Es brasa que esparce suave calor, no quemante y alumbradora llama. Hay cierta austeridad en el acto de arrojar la simiente en el surco abonado para recibirla. La presentación de lo nuevo reviste múltiples formas. Nadie puede llegar á conocerlas sin una larga y variada práctica. La expe- riencia resulta en este caso, como en muchos otros, la gran maestra, la maestra por excelencia. Para saber enseñar con fruto, es indis" pensable un largo período de aprendizaje en el aula. No hay que renunciar, sin embargo, al empeño de reducir á va- rias formas fundamentales, suceptibles de múltiples variaciones de detalle, el número inmenso de maneras de desarrollar el paso formal que conduce á la apercepción, uno de los polos de la vida mental, como la ha llamado el Dr. Varona. ? Los herbartianos distinguen dos formas de presentación, la pura- mente expositiva y la evolutiva ó por desarrollo. En la primera el maestro expone el asunto, mientras el alumno permanece en relativa pasividad; en la segunda el niño investiga, trabaja activamente, guiado por el maestro, en el descubrimiento de la verdad. Esta di- visión es demasiado general y subjetiva. Se refiere, más que á la naturaleza del asunto que se estudia, á la actitud en que se colocan respecto á el, educador y educando. Debe admitirse sin vacilación que éste ha de realizar en el estudio una labor tan intensa y extensa como sea posible; y debe buscarse en lo objetivo una base para clasi- ficar las diversas formas de presentación, único modo de conseguir que dicha clasificación resulte útil para allanar el camino á los que intenten dominar la metodología de muchas lecciones. Hay en casi todas las asignaturas muchos hechos concretos que pueden liegar á conocerse por intuición directa, y otros muchos, con- cretos también, que por ser demasiado extensos, complejos ó peque- ños, no pueden caer bajo el dominio directo de la observación del escolar. En los primeros, la base de la presentación es el objeto ó la cosa misma; en los segundos, debe ser un esquema del objeto. Hay otros hechos que no pueden ser presentados al niño de ninguna de 1 Conferencias Filosóficas. Segunda Serie Psicología, por Enrique José Varona. Habana, 1888. Página 238. FINALIDADES DE UNA LECCION 91 las dos maneras indicadas. El maestro los da á conocer de viva voz ó guía al alumno en el estudio de los textos para que los conozca por sí mismo. Todo conocimiento puede ser presentado, por consiguien- te, en cualquiera de esas cuatro maneras, de donde resultan cuatro formas de presentación : Primera. —Presentación de lo nuevo por intuición directa. Segunda.—Presentación de lo nuevo mediante un esquema. Tercera.—Presentación de lo nuevo mediante una explicación ó narración. Cuarta. —Presentación de lo nuevo mediante el estudio de un texto. En la primera forma el papel del maestro se limita á provocar y dirigir la observación del niño, que puede interpretar por sí lo que ve; en la segunda el alumno no puede interpretar por sí solo el es- quema que se le presenta y el maestro tiene que explicar primero y dirigir la observación después; en la tercera el profesor expone el asunto apoyándose constantemente en ilustraciones que lo hagan sen- sible á los sentidos del niño; y en la cuarta el alumno estudia el texto y el profesor le ayuda á comprenderlo. La primera forma de presentación requiere, como condición in- dispensable, el objeto; pero no el objeto único, colocado á distancia, que el profesor muestra á los alumnos para que éstos expongan lo que acerca de él saben ya—que es lo que generalmente ocurre—sino el objeto múltiple, en manos del niño que lo ve, lo palpa y lo mani- pula. Esto es fundamental. El estudio de los hechos realizado di- rectamente tiene un doble fin: que el niño adquiera un rico material de intuiciones, y que aprenda á observar, ya que el talento de observa- ción es, como ha dicho Luz y Caballero, el germen de la superioridad. «El análisis—dice el profesor Mercante * —no debe concretarse á una sencilla descripción de caracteres exteriores, sino que debe ir más allá, á los detalles, 4 las circunstancias que escapan á los ojos de un observador poco experto, de manera que, con la pieza delante, el alumno sea capaz de descubrir todo aquello que generalmente pasa inadvertido.» La observación no sólo ha de ser profunda, sino sistemática. La falta de orden en el análisis es un defecto muy corriente y muy grave. El profesor dividirá el objeto mentalmente, si es algo complejo, en varias partes y hará que el alumno las vaya observando sucesiva- mente según el orden natural de su importancia relativa. El estu- dio de cada parte debe ser completo. 1 Op.cCc. Página 238. 92 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ Hay dos maneras de dirigir la observación: el maestro interroga minuciosamente ó pide á los niños que observen bien y expongan lo observado. El primer procedimiento convierte al niño en un autó- mata y reduce al mínimum el trabajo mental; el segundo, usado en toda su pureza, da lugar á observaciones superficiales y desordenadas. El maestro debe dejar al niño en la mayor libertad posible y pedirá la observación personal; pero le hará profundizar en el asunto por medio de la interrogación socrática. El interrogatorio, muy sobrio, no ha de ser inquisitivo sino sugerente. Los rasgos más importantes del objeto se reproducirán, aislados, por el dibujo. Esta ilustración analítica ha de ser sencilla, escueta, limitada á lo fundamental, para precisar la impresión por la expresión. Terminado el estudio de una parte se resumirá oralmente por algunos niños, lo esencial se anotará en el pizarrón ó en los cuadernos, como parte del resumen general, teniendo por título ó epígrafe una expresión que pueda constituir una parte de un cuadro sinóptico que abarque todo el objeto estudiado. El maestro procurará explicar lo menos posible: dirige, advierte, y estimula, mientras el niño observa, discurre y aprende. Estudiado el hecho en sus diversas fases ó partes, se relacionan éstas, elaborándose una representación sintética del conjunto, de con- tenido tanto más rico cuanto más exacta y profunda haya sido la ob- servación analítica. Los niños más capaces resumirán verbalmente, con los epígrafes se construirá un cuadro sinóptico y los resúmenes parciales del pizarrón ó del cuaderno se unirán formando una des- eripción sucinta con lo cual quedará terminada la presentación. La segunda forma de presentar lo nuevo debe emplearse cuando se trate de cosas tan extensas, complejas ó pequeñas que no puedan visualizarse. Por ejemplo: el relieve de la América del Norte, el aparato circulatorio, la estructura de la piel. En este caso el maes- tro expone el asunto apoyándose en ilustraciones que los niños inter- pretan y que sirven de centros de asociación para las ideas que elaboran en su pensamiento. Esas ilustraciones deben tener el ca- rácter de representaciones esquemáticas. (Se entiende por represen- tación esquemática la que no es idéntica á la efectiva de un objeto, pero que mantiene con ella más ó menos semejanza. Las figuras de esta naturaleza ayudan poderosamente y se usan con suma frecuen- cia para poner ante la vista lo que es esencial en las cosas, dejando aparte lo accesorio, que puede perjudicar á la claridad de lo que con especialidad se quiere que se considere y retenga.» ! 1 La Ciencia de la Educación, por Roberto Ardigó. Tomo I. Página 72. Barcelona. 1905. FINALIDADES DE UNA LECCION 93 Las representaciones esquemáticas se usan mucho en la geografía, en las ciencias naturales, en la física, en las matemáticas, etc. El profesor inglés Parker, en su tratado de Biología; Mr. E. Caustier, en sus excelentes manuales de Anatomía y Fisiología; el pedagogo ameri- 'ano Parker, en sus obras sobre la enseñanza de la geografía; Mr. Frye, en su conocida (Geografía Elemental, etc., usan profusa y atinadamente del esquema. Cuando la presentación ha de hacerse mediante un esquema pue- de procederse en la forma siguiente: se comenzará la clase con una breve explicación; se presentará el esquema, ayudando á los escolares á interpretarlo y, finalmente, se estudiará el hecho en toda su com- plejidad. Supóngase que se trate de estudiar el aparato circulatorio para conocer cómo se relacionan las dife- rentes partes, en su conjunto, des- pués de haberlas estudiado separa- damente. El asunto es tan comple- jo, que por intuición directa no po- demos conocerlo. Hay que apelar á un esquema como el de la Figura número 1. El profesor iniciará la clase con una ligera explicación sobre la disposición de los diversos órganos que componen el aparato, é inme- diatamente, como ilustración, pre- sentará el esquema. Los educandos lo observarán en debida forma, apre- ciarán las partes de que consta y lo que representan, la posición respec- tiva de cada una, ete. — Dibujarán el esquema y lo explicarán. Enton- ces se presentará una ilustración mucho más completa, por ejemplo: una lámina de fisiología donde esté representado el aparato circulatorio. Los escolares, con el auxilio del es- quema, tratarán de interpretar lo que ven para llegar á formarse una FIGURA NÚMERO 1 representación completa y detallada Esquema del aparato circulatorio del aparato en cuestión. 94 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ El esquema, en este caso, no es la síntesis final. Equivale á la percepción sintética ó global que precede al estudio analítico de los objetos. Es un medio de comprensión. Después del último ejercicio, se resumirá verbalmente lo obser- vado y se copiará en los cuadernos lo que se considere esencial. Los esquemas que se empleen tienen que ser sencillos. En ningún mo- mento debe perderse de vista que no son ilustraciones amenas para cautivar la atención, y que si sustituyen á la observación directa es imperfectamente, por lo cual debe apelarse á ésta cada vez que sea posible. Los escolares deben saber que los esquemas son andadores que se abandonan cuando se tienen las piernas firmes. No son una meta sino un punto de partida. En esta forma de presentación hay, sin duda, algo de dogma- tismo. Cuando se da á conocer el esquema al principio de la clase se hace lo que llama Roberto Ardigó una anticipación dogmática. Pero si los partidarios de que la trasmisión de los conocimientos se ajuste al proceso seguido en la formación de la ciencia, censuran este modo de proceder, es porque olvidan dos hechos importantes: 19% Que la anticipación dogmática es indispensable en los asuntos muy comple- jos para obtener el efecto del trabajo abreviado, sin el cual no hay progreso posible; y 22 El importantísimo papel de la hipótesis en la formación de la ciencia. El esquema ilustrativo, punto de partida para llegar á una representación muy rica en elementos, no debe confundirse con esa misma representación; como la simple percep- ción sintética de un hecho no debe confundirse con la apercepción posterior de ese mismo hecho. Esta forma de presentación tiene aplicaciones muy extensas en el estudio de los aparatos y de las funciones orgánicas de los seres vi- vientes, en el de los mapas, en la geografía astronómica y matemá- tica, en la geología, en la física, etc. Sólo pueden emplearla maes- tros muy capaces é instruídos. La tercera forma de presentación es la puramente expositiva. Suele emplearse indebidamente en lugar de las dos primeras con grave daño para la enseñanza, que degenera en un verbalismo, bri- llante á veces, pero insustancial casi siempre. Se la prefiere por va- rias razones: es la más cómoda para el maestro; facilita la conserva- ción de esa disciplina artificial que consiste en que los niños escuchen, inmóviles, al profesor; las lecciones pueden pasar aun cuando el maes- tro no se haya tomado el trabajo de prepararlas cuidadosamente; permite la ejecución de clases brillantes que deslumbran á los que FINALIDADEsS DE UNA LECCION 95 carecen de un recto criterio pedagógico. No obstante, bien aplicada á los asuntos que le son propios, esta forma de presentación es de gran valor en la enseñanza; pero el primer cuidado del maestro debe ser limitarla á los asuntos que no puedan presentarse, en lo absoluto, de otro modo. Elideal ha de ser suprimir las explicaciones del maestro y ampliar el campo de la investigación del discípulo. Generalmente la exposición es extensa y en ese caso es necesario dividirla en varias partes. Supóngase que se trate de la biografía del Padre Varela, por ejemplo. La división podría hacerse así: des- de su nacimiento hasta que fué nombrado profesor; desde esa fecha hasta el viaje á España; su permanencia en este país; el primer período de su estancia en los Estados Unidos, etc. O desde otro punto de vista: Varela como profesor; como patriota; como sacer- dote; etc. Se comenzará la exposición del primer asunto y, al ter- minarla, se mandará á un niño que resuma con palabras propias, ayudado por sus compañeros, si lo ha menester. El profesor inter- vendrá, si fuere preciso, mediante algunas preguntas que sirvan para orientar á los niños. Terminada la exposición del primer asunto con ese resumen Oral, se expresará por escrito en cláusulas cortas. Después se tratarán los demás en igual forma. La exposición del maestro y los resúmenes de los escolares deben apoyarse en ilustraciones adecuadas, v. g,: el cuadro sinóptico que indica los tópicos principales y los agrupa ordenadamente permi- tiendo abarcar la totalidad del tema; el dibujo, el esquema y la in- dicación gráfica que aclaran é intensifican las impresiones haciendo que el complejo psíquico que se forme esté integrado por elementos auditivos, visuales y motores; el símbolo y la alegoría que facilitan la comprensión y la objetivación de lo abstracto; la demostración ma- temática por medios gráficos (líneas, figuras de diversas formas) que hace “sentir las cosas de una manera clara, para que esto equivalga desde el punto de vista de su satisfacción de conciencia, á una de- mostración absolutamente rigurosa para el niño”. ! Estas ilustraciones no deben desnaturalizarse usándolas para amenizar la lección. Se emplearán única y exclusivamente para fa- cilitar la comprensión y repetir las impresiones por vías diversas. Han de tender á disminuir el esfuerzo del educando, á hacer menos abstruso y difícil el camino del estudio. Las que no sirvan para estos fines deben desecharse, así como aquellas que evoquen ideas extrañas al asunto, aun cuando sean útiles desde otros puntos de 1 La Educación fundada en la Ciencia, por C. A. Laisant. Barcelona. Página 74. 96 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ vista. En el Museo Pedagógico de esta Universidad hay lecciones de aritmética sobre tercios y cuartos, ilustradas con tajadas de melón pintadas á la acuarela. Esa ilustración es doblemente defectuosa: primero porque es más difícil dibujar tajadas de melón á la acuarela que comprender el asunto de la lección; y segundo porque suscita asociaciones de ideas que desvían la atención del tema que se estudia. La ilustración que persigue fines estéticos no debe confundirse con la de fines pedagógicos. La eficacia de las ilustraciones depende, además, de la seguridad, la rapidez y la perfección con que el maestro las ejecute. Pero no basta que la exposición se haga por partes, ilustrando los extremos que lo ameriten. Es importante que la elocución del maes- tro sea clara, precisa y viva. La claridad en el lenguaje es necesa- ria siempre, pero tratándose de explicaciones á niños se convierte en requisito indispensable sin el cual no hay enseñanza posible. Otro tanto ocurre con la precisión. En el aula se presentan constantemente motivos para digresiones, y se necesita un recto criterio pedagógico y una gran disciplina mental para evitarlas. El maestro debe vigilarse constantemente para no ceder á la tentación, en la seguridad de que presta un gran servicio á los alumnos, evitando que lleguen á arrai- garse en ellos hábitos mentales funestos. La explicación debe mar- char recta y firme á su objeto. La viveza es otra condición funda- mental. La exposición desmayada, floja, monótona, es incapaz de fijar ni por un instante la atención del niño; pero la exageración debe evitarse, no sólo en el lenguaje, sino en la actitud y en el gesto. El maestro en ningún instante olvidará que no es un actor que de- clama sino un profesor que explica. La cuarta forma de presentación tiene como base el libro de texto. Su desarrollo es muy semejante, por una parte, á la forma primera, y por otra, á la tercera de las que he descrito. Es necesario enseñar al niño á interpretar lo que lee, como se le enseña á observar lo que impresiona su vista, pues de lo contrario su pensamiento se desliza superficialmente sobre la lectura, sin asimilar las ideas; y es necesa- rio también que la lectura se apoye constantemente en ilustraciones adecuadas para hacer sensibles las ideas. Terminado el paso previo de la preparación y entrando ya de lleno en la presentación del asun- to, el primer ejercicio consistirá en la lectura mental del texto por los niños. Es muy conveniente también que éstos lean en voz baja, con objeto de que vean, pronuncien y oigan las palabras del libro. La lectura es, como dice Mercante, un problema de asociación y de me- FINALIDADES DE UNA LECCION 97 moria: fijar y conservar en el aprender; evocar y reproducir en el leer. Los centros que se asocian y reaccionan en la lectura, son:.el auditivo, el visivo y el motor (gráfico y fónico); y si al aprender una palabra es necesario verla, oirla, pronunciarla y escribirla, al leer, es decir al traerla al plano de la conciencia para identificarla, es tam- bién necesario ejecutar esas mismas operaciones á fin de que la evyo- cación sea completa y, en lo posible, perfecta. Los niños sienten la necesidad de proceder así y de aquí su tendencia á leer en alta voz. El maestro que suprime esta lectura al estudiar deja inactivos dos cen- tros de asociación importantísimos, el auditivo y el motor. Para comprender lo que se lee no basta que se vean, se oigan y se pronuncien las palabras del texto. Es indispensable traducirlas en imágenes. «Comprendemos—dice Mercante * —cuando percibi- mos; las dudas se disipan cuando los sentidos identifican. La com- prensibilidad está en las cosas ó en sus representaciones. La ense- ñanza párte de las cosas ó llega á ellas. Una idea es el producto sintético de una elaboración; para conocer ese producto, gota con- centrada de conocimientos, fuerza es descomponerlo en prácticas que nos lo vuelvan en toda su objetividad primitiva. Es necesario pensar, analizar, descomponer, llegar á los umbrales del conocimiento, al mundo de las cosas, aclarador del mundo de las ideas. .Pero ...no es posible llegar siempre á las cosas porque están ausentes ó es cami- no penoso llegar á ellas. Entonces nuestras actividades conocitivas se ejercitan en el mundo de las representaciones; la ¿maginación re- productiva es la encargada de develar los misterios del pensamiento. Sin ella, dice con mucha propiedad Tyndall, el conocimiento de la naturaleza se reduciría á un índice é ignoraríamos las leyes del feno- menismo universal. El pasado sería inexplicable, la enseñanza un dogma, y la idea, imagen virtual de la palabra, de valores difíciles de precisar. El recurso de la lámina, el afán del hombre de cons- truir y perfeccionar aparatos que permitan proyectarla y recurrir á ella en la explicación, obedecen áesa ley, desde Aristóteles presen- tida, de que no hay comprensión sin percepción. De la facilidad de evocar fielmente cierta categoría de imágenes depende el éxito de un estudio, el éxito intelectual á que aspiramos. La imagen es nece- saria en matemática, en ciencias naturales, en historia, en cualquier conocimiento, como intermediaria entre la explicación y la compren- sión. Puede afirmarse que en el campo científico la palabra es subs- tituída totalmente por uno de sus valores más concretos, la repre- 1 Op.c. Páginas 175 y siguientes. 98 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ sentación, y que ella suena á vacío toda vez que no deriva hacia los almacenes provistos por nuestros sentidos ó donde la abstracción deja ver fácilmente su objetividad de origen. (Comprender, es, pues, ver y sentir. Taine dice de nuestro cerebro que es un polípero de imá- genes. No siempre es posible tener á mano las cosas. La forma menos violenta de comprenderlas, sin verlas, sería traducirlas á figu- ras. Comprender es una asociación íntima, robustecida á cada mo- mento, entre el objeto y la palabra. Es ver el objeto ó su representación, visión externa ó interna. La inteligibilidad de una página depende de la exactitud con que nuestra imaginación pueda reproducirla.» De aquí la necesidad de que la lectura se apoye constantemente en las ilustraciones, como he indicado. La interpretación del texto requiere una objetivación tan amplia como la exposición oral, á que ya he hecho referencia. Por consiguiente, después que los niños han leído el texto una ó dos veces, comenzará el proceso de la objetiva- ción, dirigido por el maestro. La lámina, el dibujo, el esquema, la indicación gráfica, las figuras geométricas se utilizarán para hacer sensibles las ideas; pero estas ilustraciones se limitarán á lo que no pueda representarse el niño con facilidad, pues de lo contrario se emplearía demasiado tiempo en el estudio. La visualización interna debe ser más ampliamente usada, sobre todo cuando se trata de niños mayores, que han registrado ya en su memoria un riquísi- mo caudal de intuiciones. El Dr. Mercante recomienda que se proceda á visualizar cada párrafo de un modo sintético: Primero.—Las palabras aisladas que representan las ideas funda- mentales. Segundo.—El párrafo completo. Es decir, primero el detalle y después el conjunto. Supóngase que se trata de estudiar el siguiente asunto: LA TIERRA Y EL MAR. «Por lo general, cerca de la tierra, el mar es de poco fondo, pero muchas veces lejos de ella tiene una profundidad de dos millas, y en algunos sitios de cuatro ó cinco millas.» «La tierra y la superficie del mar están alumbradas de día y oscu- ras de noche, y tienen estaciones calurosas y frías. La luz del sol no penetra hasta el fondo del mar, por lo cual está siempre frío y oscuro.» En la tierra hay valles y montes, pero gran parte del fondo del mar es una inmensa llanura.» ! 1 Manual del Maestro, por Alexis Everett Frye. Habana. 1900. FINALIDADES DE UNA LECCION 99 Los niños han leído mentalmente y en voz baja la lección. Estan preparados para comenzar la interpretación del asunto dirigidos por el profesor. Pueden ilustrarse en el pizarrón dos extremos: la incli- nación del fondo del mar respecto á la costa y lo llano de dicho fondo. Una línea recta, horizontal, representará la costa; otra línea recta, inclinada, representará el fondo del mar. Esta línea párte del mismo nivel de la costa y desciende á medida que se aleja, tendien- do, cuando se ha alejado bastante, á hacerse horizontal; algunas líneas horizontales á la altura de la costa señalan el nivel de las aguas (figura número 2). La ilustración es sencilla y expresiva. Los niños, imitando al maestro, pueden ejecutarla con rapidez en sus cuadernos. FIGURA NÚMERO 2 Se harán sobre ella las observaciones necesarias y entonces se co- menzará la visualización interna de la lección, es decir, la traducción de las palabras del texto en imágenes. Visión absoluta ó por pala- bras sueltas. Maestro: Busquen la palabra superficie y léanla, piensen durante un breve momento en ella, ¿qué ven en el pensamiento? Hagan lo mismo con fondo, luz, frío, oscuro, valle, montaña, llanura. No se trata, nótese bien, de que los niños expliquen las palabras, sino de que evoquen imágenes, cuidando el maestro de fijar y comple- tar las que sean especialmente útiles. Visión modificada ó de conjunto.—Maestro: “La tierra y la superficie del mar están alumbradas de día y oscuras de noche”, piensen en esto: ¿qué ven en el pensamiento? “La luz del sol no penetra hasta el fondo del mar, por lo cual está siempre frío y oscuro», piensen y digan qué ven ahora. (En la tierra hay valles y montes; pero gran parte del fondo del mar es una inmensa llanura», ¿qué ven en este caso? Lean toda la lección y piensen en ella, ¿qué les parece ver? 160 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ Terminado este ejercicio los niños leerán mentalmente la lección y estarán en condiciones de comprenderla. Para terminar esta forma de presentación, faltan aún otros ejer- cicios que podrán variarse según se trate, con la lectura del texto, de hacer una consulta, de revisar su contenido, ó de aprenderlo para incorporarlo á nuestros conocimientos. En el primer caso el ejercicio final puede consistir en que el alumno estudie lo que el libro dice sobre los temas que el maestro escriba en el pizarrón, por ejemplo: la profundidad del mar; la luz del sol en el mar; la superficie de la tierra y el fondo del mar, etc. En el segundo, cuando se trate de revisar su contenido, se reco- mendará al alumno que escriba todas las preguntas que pueden hacerse sobre el texto. Por ejemplo: ¿Qué dice el libro sobre la profundidad del mar cerca de la tierra? ¿y lejos? ¿Qué profundi- dad dice que alcanza el fondo del mar?, etc. En el tercer caso es preferible que el niño reproduzca con pala- bras propias, verbalmente ó por escrito, todo el contenido del texto, párrafo por párrafo. Estas tres clases de ejercicios pueden usarse indistintamente, pero es preferible aplicar cada uno al fin que he indicado. La presentación de los asuntos nuevos por el texto, hecha en esta forma, es de un valor inmenso, ya que acaba por hacer que arraiguen en el niño hábitos de estudio provechosísimos. El texto adquiere un atractivo inusitado y se convierte en una fuente inagotable de impre- siones nuevas. Este resultado es muy importante, porque no hay que olvidar que el libro es el único maestro que podemos consultar constantemente. DESARROLLO DE LA ASOCIACIÓN Y DE LA GENERALIZACIÓN Hay lecciones, las del grupo primero en la clasificación que he propuesto, cuyo fin es llegar á establecer una regla ó principio gene- ral. En las clases de este tipo, después de la presentación hay que hacer ejercicios de comparación y de generalización. La compara- ción tiene por objeto la eliminación de lo diverso para que lo común ó general se destaque. La generalización comprende dos fases prin- cipales: primera, la separación de la idea abstracta contenida en el material concreto; y segunda, la expresión de lo general en lenguaje correcto. En estos ejercicios el profesor guiará el razonamiento del alumno por medio del interrogatorio socrático, limitando las preguntas á lo FINALIDADES DE UNA LECCION 101 estrictamente necesario para orientar el pensamiento. Cuando la presentación ha sido bien hecha, tenemos á mano todos los datos agrupados ordenadamente y el proceso de generalización es fácil. Supóngase que se trata de enseñar «que la suma de los ángulos de un triángulo cualquiera equivale á dos rectos». La preparación ha evocado las ideas que tiene el alumno. En la presentación se recor- tarán en cartón triángulos de diversas formas, se dibujarán en el pizarrón y en los cuadernos, y finalmente se medirán los ángulos escribiendo en cada uno los grados que tiene. (Figura número 3). Cc FIGURA NÚMERO 3. Puede comenzarse entonces el proceso de comparación y generali- zación que será dirigido en esta forma: Maestro: Sumen los grados de los ángulos del triángulo A, y escriban la suma al lado. Hagan lo mismo con los ángulos de lostriangulos 4? y 4”?. Lean las tres sumas y comparen. ¿Qué observan? Enuncien lo observado. Ge- 102 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ neralicen. Escriban el resultado de la generalización en los cuader- nos. En algunas lecciones el proceso de comparación y de gene- ralización será más extenso, pero en eso consistirá únicamente la diferencia. De modo que la manera de dirigir el ejercicio ha de ser aproximadamente la misma. DESARROLLO DE LA APLICACIÓN El último paso en el desarrollo de un asunto, la aplicación, puede ser el ejercicio final de una lección ó constituir, por sí, una lección completa. En ambos casos los ejercicios pueden agruparse en cuatro divisiones: Primera.—Ejercicios de aplicación de los conocimientos adquiri- dos (después de haber enseñado, p. ej., cómo los nombres forman el plural se presenta al niño una lista de nombres en singular para que exprese sus plurales). Segunda.—Ejercicios de fijación (enseñado un asunto se ejecutan trabajos que por estar relacionados con él, sirven para fijar las ideas adquiridas: v. gr.: dibujar una hoja después de haber observado su forma y haberla modelado). Tercera. —Ejercicios de invención (los conocimientos adquiridos se aplican á la ejecución de trabajos personales: dibujo de imagina- ción, composición oral y escrita). Cuarta.—Ejercicios de recapitulación ó de resumen (terminado el estudio se hace un cuadro sinóptico, un esquema ó un resumen oral ó escrito). Cuando los ejercicios son extensos y constituyen una lección de- ben ser precedidos de la segunda forma de preparación á que ya se ha hecho referencia. Los de dibujo de imaginación y de composición son tan importantes que constituyen estudios especiales, por lo cual no he de referirme á ellos en este trabajo que trata de la lección en general, no del estudio de determinadas disciplinas. Como los ejercicios de aplicación pueden variar hasta lo infinito y dependen, en cada caso, de la naturaleza del asunto y de la forma en que éste ha sido desarrollado, es inútil entrar en explicaciones acerca de los mismos, porque éstas habrían de ser tan generales que carecerían de valor. Sí conviene advertir que el maestro ha de de- terminar con precisión el fin del ejercicio y procurará que éstos sean adecuados á dicho fin. Deben ser variados y dejar libre campo á la iniciativa del niño, permitiendo enfocar el asunto desde un punto FINALIDAD DE UNA LECCION 103 de vista personal. Los meramente mecánicos deben desterrarse de la enseñanza. El maestro debe ser exigente en todos estos ejercicios. Los tra- bajos desordenados, incorrectos, sucios, descuidados, incompletos, deben desecharse. Cada niño debe hacer en cada caso lo mejor que él sea capaz de hacer, en todos los órdenes. Esto impone la necesidad de la revisión y se han ideado muchos procedimientos para efectuarla; pero la experiencia enseña que lo importante es que el alumno sepa que sus trabajos son revisados, por lo cual el mejor procedimiento de revisión es el que el maestro puede aplicar con regularidad, sin que disminuya el tiempo dedicado al es- tudio en la escuela. Los trabajos de aplicación deben conservarse en libretas ó cuadernos especiales, los cuales bien limpios y ordenados son un estímulo constante para el niño. IV CRÍTICA DE LAS LECCIONES. La preparación y la ejecución de las lecciones admiten, dentro de las líneas generales que he indicado, modificaciones tan variadas y numerosas que siempre queda abierto un ancho campo á la iniciati- va del maestro para que su carácter personal se manifieste y dé un sello propio á las lecciones que desarrolle. En cada clase se ofrecen, por lo tanto, oportunidades para apren- der algo nuevo y útil y para rectificar ideas y malos hábitos. De aquí que para el maestro observador y estudioso el ejercicio de la profesión sea causa de un progreso constante é indefinido. La prácti- ca puede, sin embargo, degenerar en rutinaria, cuando el maestro no se vigila 4 sí mismo cuidadosamente Hay que estar siempre en guar- dia contra ese enemigo formidable, la rutina, que nos acecha apro- vechándose de los disgustos y de las fatigas de la profesión, del nivel un tanto bajo en que el trato con los niños nos obliga á mantener el pensamiento, para hacer presa en nosotros, convirtiéndonos de edu- cadores en dómines, de espíritus generosos y abiertos á las sanas in- fluencias de lo grande y de lo bello, en entendimientos angulosos, secos, áridos, pesimistas. Para hacer frente á ese enemigo temible tiene el maestro dos ar- mas poderosas: la lectura y la observación crítica, de su propio trabajo. 104 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ Esta última puede ser ejercida por él mismo, que se observa con la aspiración de corregirse; y porotras personas, ora con la intención de hacerle notar los defectos en que incurra para que los remedie (como hacen los inspectores pedagógicos con los maestros de su dis- trito), ora con el propósito de aprender ellas observando el trabajo de profesores hábiles y capaces (como hacen los que presencian clases modelos). Cuando la crítica no la ejerce el maestro que da la clase, puede to- mar dos formas: se juzga la lección desde el punto de vista de la di- dáctica, ó con arreglo á principios filosóficos relativos á la educación. De modo que hay tres maneras de criticar las lecciones: Primera.—Autocrítica. Segunda.—Crítica didáctica. Tercera .—Crítica filosófica. El maestro que no se observa y se critica constantemente no tarda en sufrir grave quebranto en sus condiciones profesionales. La auto- crítica se impone al que desee conservar la plenitud de sus facultades y cumplir á conciencia sus deberes. Es evidente, sin embargo, que un profesor no pueda criticar todo lo que él hace, sino aquella parte de su trabajo que tiene cierto carácter objetivo. Será casi siempre incapaz de hacer una crítica atinada y justa de su elocución y de su actitud durante la lección; pero podrá juzgar si las ilustraciones que empleó dieron el buen resultado que esperaba, si los niños trabaja- ron con gusto, etc. Esto hace ver que la autocrítica debe referirse á determinados aspectos de la lección nada más. He aquí un plan que juzgo sencillo y provechoso: AUTOCRÍTICA DE LAS LECCIONES (Cuestionario-guía) El asunto 1.—¿Resultó adecuado á la capacidad de los alumnos y correspon- dió al tiempo señalado para la lección? La ejecución 2.—¿Pudo desarrollarse la lección en la forma en que había sido bosquejada? 3.—¿Las ilustraciones dieron el resultado apetecido? 4.—¿Hubo digresiones ó interrupciones? 5.—¿Quedó el maestro satisfecho de sí mismo? FINALIDAD DE UNA LECCION 105 Los niños 6.—¿Permanecieron atentos? 7.—¿Trabajaron gustosa y activamente? 8.—¿Quedaron satisfechos al terminar? Los resultados 9.—¿Aprendieron los escolares algo nuevo y útil? El fin de este plan es, como fácilmente se comprende, hacer refle- xionar al maestro sobre los extremos principales de la lección que pueden caer dentro del campo de su observación personal. Las cues- tiones uno, dos, tres y cuatro, se refieren á asuntos bien concretos y tienden á que el maestro juzgue su labor desde el punto de vista téc- nico. La número cinco tiene por objeto que ejerza una suerte de vi- gilancia moral sobre sí mismo que le impida caer en la dejadez y el abandono y le mueva á perfeccionarse y á cumplir sus deberes. Las tres relativas al niño tienden: lo á evitar que dominado por el entu- siasmo y embebido en el desarrollo del asunto pierda de vista que no trabaja para sí, sino en provecho del niño; y 2o á obligarle á analizar más profundamente la lección en los casos necesarios. Finalmente la última pregunta es un llamamiento á las necesidades materiales de la vida para evitar que las clases se conviertan, tanto para el maestro como para el alumno, en motivo de disquisiciones intelectuales, mo- rales Ó estéticas únicamente, descuidando la adquisición de conoci- mientos útiles. Cuando la crítica se ejerce para adquirir por la observación un ri- co caudal de experiencia profesional, como ocurre en los casos en que los alumnos de instituciones pedagógicas asisten como oyentes á cla- ses de una escuela común ó especial, toma, como queda dicho, dos formas: la primera es una crítica concreta, de detalle, que emite jui- cios y discurre sobre la forma en que han sido aplicados los preceptos pedagógicos en relación al método, al asunto de la lección, á las aptitudes de los niños, á las condiciones personales del maestro, etc.; la segunda es una crítica de fondo, de carácter filosófico que examina la lección en su relación con los problemas fundamentales de la edu- cación, para determinar la orientación pedagógica del maestro y cómo ésta influye sobre su labor. , La primera forma de crítica debe ser circunscrita y bien ceñida á la lección. En el Seminario de Halle, en Alemania, y en las Escue- 106 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ las Normales de la República Argentina se emplea el siguiente cues- tionario: CRÍTICA DE LECCIONES (Cuestionario-guía) I.—¿Tuvo la lección un propósito definido? T.—¿Un plan para realizarlo? A.—Selección y ordenación del material. 1.—¿La cantidad de material preparado correspondió al tiempo señalado para la lección? 2.—¿Fué bien distribuído y articulado? 3.—¿Fué clara la disposición? B.—Ejecución. 4.—¿Preparó el maestro lo nuevo enlazándolo con lo anterior- mente aprendido? 5.—¿Siguió un orden natural, lógico, en el desarrollo? 6.—¿Fundó bien las nociones nuevas? 7.—¿Hizo resúmenes parciales? 8.—¿Hizo el resumen general? 9.—¿Hizo ejercicios de aplicación suficientes? 10.—¿Las preguntas estuvieron bien hechas? 11.—¿Aceptó cualesquiera respuestas? 12.—¿Las ilustraciones fueron oportunas, bien elegidas, bien em- pleadas, suficientes? 13.—¿Hizo por que retuvieran lo necesario en la memoria? C.—El maestro. 14.—¿Reveló dominar el asunto y el modo de tratarlo? 15.—Se expresó con claridad y sencillez, pero con animación co- municativa? 16.-—¿Fué sugestivo? ¿Provocó el esfuerzo del alumno? 17.—¿Articuló bien? 18.—¿Dominó la clase con la vista, con la fuerza y el calor de su tono? 19.—¿Sus modales y actitudes fueron cultos, simpáticos? 20.—¿Toda su actitud fué digna? D.—La disciplina. 21.—¿Estuvo toda la clase siempre ocupada? 22.—¿Hubo actividad natural, espontánea, sin desorden? 23.—¿La atención fué sostenida? ¿Supo el maestro mantenerla por distintos y convenientes medios? FINALIDAD DE UNA LECCION 107 24.—¿Demostró tener vista y oído ejercitados en percibir rápida- mente los excesos y las faltas de los alumnos? 25.—¿Dejó sin corregir alguno? E.—_Los resultados. : 26.—¿Los alumnos aprovecharon la lección visiblemente? 27.—¿El maestro reveló adelanto y haber entendido y aplicado con inteligencia y empeño las indicaciones anteriormente recibidas? General. ¿Se revela penetrado del fin de la escuela y hace que converja á él todo el trabajo? ¿Atiende constantemente al fin moral? ? En este cuestionario se omiten dos extremos importantes, los cua- les, en clases aisladas pueden no ser tomados en consideración; pero que los inspectores pedagógicos deben tener muy presentes al juzgar las lecciones. El primero se refiere á la clase en su totalidad. ¿Ocupa la lección en el programa el lugar que le corresponde? El segundo, á la materia en relación con el desarrollo mental de los educandos y puede formularse así: ¿El asunto resultó adecuado al desarrollo mental de los niños? Con estas dos adiciones creo que el plan queda completo. La segunda manera de criticar las lecciones, prescindiendo de la autocrítica, es dirigida siempre por un profesor que señala á los estu- diantes de pedagogía los puntos á discutir. Los estudiantes emiten sus opiniones, razonándolas; se comparan las que son contrarias y el profesor que dirige cierra la discusión resumiendo las ideas expuestas y emitiendo su parecer sobre ellas. Mi estimado profesor de Metodología Pedagógica Dr. Manuel Valdés Rodríguez, emplea frecuentemente este procedimiento en la crítica de las clases que se dan en la Escuela Práctica, anexa á la Es- cuela de Pedagogía de esta Universidad. Citaré un ejemplo. Con motivo de una lección dada por un alumno propuso la crítica de la misma comenzando por recordar que León Tolstoi preconiza en sus escritos pedagógicos un régimen disciplinario basado en la abso- luta libertad del niño, pidiéndoles á los alumnos que expusieran su opinión sobre la aplicación que habían tenido las ideas de Tolstoi en la clase que acababan de presenciar, y sobre las ideas mismas. Va- rios de los alumnos hicieron la crítica de la lección y de las opiniones de Tolstoi en sentido favorable, otros en sentido adverso y no pocos 1 La Escuela Primaria, por Pablo A. Pizzurno. Buenos Aires. 1906. Página 158. 108 RAMIRO GUERRA Y SANCHEZ trataron de conciliar las ideas extremas. El Dr. Valdés Rodríguez terminó la discusión resumiendo las opiniones emitidas y exponiendo sus ideas sobre el asunto. Es imposible hacer indicaciones concretas respecto á los extremos á que debe referirse la crítica de las lecciones hecha en esta forma; pero teniendo en cuenta que su mérito principal consiste en que pone de manifiesto el sentido profundo de ciertas prácticas escolares y cómo las ideas filosóficas influyen en la acción del maestro, desde luego que sólo han de ser cuestiones referentes á la educación considerada desde un punto de vista elevado y filosófico. Esta forma de crítica no puede emplearse, como es consiguiente, en todas las lecciones, sino en aquellas en que el maestro haya demostrado, consciente ó in- conscientemente, que obra bajo la influencia de determinadas teorías. Las tres formas de crítica indicadas son utilísimas y de ninguna debe prescindirse. La primera, convierte al maestro en factor de su propio mejoramiento profesional y moral y salvaguarda la enseñanza de los graves peligros que trata de corregir; la segunda, concurre con la primera al logro de los fines que aquélla persigue, brindándole al maestro con la cooperación y la advertencia de personas peritas; y la tercera eleva su pensamiento á regiones desde las cuales puede apre- ciar toda la grandeza y el alcance de la magna obra que realiza. Esta le dará la conciencia de su alta misión social y comunicará á su es- píritu el temple necesario para pertenecer siempre, á despecho de todas las injusticias y desengaños de la suerte, á la gran división de los verdaderos maestros: los que viven, y trabajan, y luchan, y triun- fan con la fervorosa creencia de que educar no es dar carrera para vivir sino templar el alma para la vida. Habana, Enero 4 de 1912. BIBLIOGRAFÍA V. Mercante.—Metodología Especial de la Enseñanza Primaria.—Buenos Aires. —1911. A. M. Aguayo.—Doctrina de la Apercepción con las principales interpretacio- nes y su aplicación á la doctrina del Método.—Revista de la Facultad de Letras y Ciencias.—Vol. IV, núm. 1.—1907.—Habana. A. M. Aguayo.—La Disciplina Formal.—Revista de Educación, N* 12.—Vol. 1.—Habana.—1911. A. M. Aguayo. —Pedagogía de las Escuelas Secundarias. —Revista de la Facul- tad de Letras y Ciencias. —Habana. J. Patrascoiu.—Curso completo de Pedagogía. —Buenos Aires. —1911. A. Binet.—Las Ideas Modernas sobre los niños. —Madrid .—1910. E E H y dp Rama masa FINALIDAD DE UNA LECCION 109 . J. Varona. —Lógica.—Habana.—1880. . J. Varona.—Psicología.—1888.—Habana. . Munsterberg.—La Psicología y el Maestro. —Madrid .—1911. Toteiko.—Le Surmenage scolaire.—Revue Psychologique.—Vol. 1I.—Bru- -xelles.— 1910. . Mosso.—La Fatigue.—París.—1894. . Arnold .—Attention and Interest.—New York.—1910. . Claparede.—Psychologie de 1'enfant et Pedagogie experimentale .—Geneve. —1909. I. Rodríguez.—Vida del Pbro. Félix Varela.—New York.—1873. . Coll y Vehi.—Elementos de Literatura. —Madrid .—1904. . de Garmo.—Herbart and the Herbartians.—New York.—1896. . Roehrich.—Teoría de la Educación según los principios de Herbart.—Pa- rís.—1904. . O. Bunge.—Evolución de la Educación .—Madrid .—1903. . Ardigó.—La Ciencia de la Educación .—Barcelona .—1905. . A. Laisant.—La Educación fundada en la Ciencia.—Barcelona. . E. Frye.—Manual del Maestro.—Habana.—1900. A. Pizzurno.—La Escuela Primaria.—Buenos Aires. —1906. ESTUDIO COMPARATIVO SOBRE LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO DEL CODIGO CIVIL ESPAÑOL ! POR JOSÉ ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS Doctor en Derecho INTRODUCCIÓN.—UN ERROR IMPORTANTE Nos proponemos en este trabajo exponer y analizar algunas de las complejas é interesantísimas cuestiones y problemas, y explicar los principios fundamentales de Derecho Internacional Privado que suscitan y consagran los artículos 9, 10 y 11 del Código Civil. Para nosotros, la materia objeto de los citados artículos, es una de las que nuestro Código desarrolla con más acierto y perfección. Es más; nuestro Código expone y desenvuelve sus principios fundamenta- les de Derecho Internacional Privado con tan raro y notable acier- to, que es casi la única materia ó una de las pocas materias y cues- tiones satisfactoriamente resuelta por aquél, y la única tratada con verdadera ciencia y profundidad entre todas las que se contienen en el mismo. En efecto, si en el orden general de la ciencia del Derecho Civil y de las fundamentales instituciones del Derecho Privado, imponen las definitivas orientaciones de la nueva ciencia jurídico-civil gran- des y trascendentales reformas, en nuestro Código Civil * no sucede lo mismo en lo que concierne á las reglas ó principios de Derecho Internacional Privado, que constituyen una parte capitalísima del sistema de Derecho Privado General, á la que, al igual que todos los Códigos Civiles vigentes, dedica el nuestro varios artículos. Nos proponemos demostrar que el Código Civil Español tan retrasado ó deficiente en algunas, en casi todas las materias que in- tegran el llamado Derecho Privado General, ha sabido reconocer y proclamar en su sistema de Derecho Internacional Privado (artícu- 1 Tesis para el grado de Doctor en Derecho Civil, que se publica por recomendación del Tribunal. : 2 Véanse entre otras obras las siguientes; Reforma Integral del Derecho Civil por D'Aguanno La Nueva Fase del Derecho Civil por Cimbali, Melanges D'Economie, Histoire et de Philosophie, pu- bli, par Sesfils, París 1857 (tomo 30) por Rossi, etc. ESTUDIO COMPARATIVO 111 los 8, 9, 10, 11) los luminosos principios de Mancini y su escuela, admitidos generalmente ya por los más autorizados tratadistas de Derecho Internacional Privado como los fundamentales cánones de esta importantísima ciencia. Es realmente notable, que nuestro Código, el cual en tantas y tan capitales cuestiones se encuentra á la retaguardia de los gran- des progresos de la ciencia del Derecho Civil, haya admitido y con- sagrado en sus reglas fundamentales de Derecho Internacional Pri- vado los grandes y definitivos adelantos, y los últimos desenvolvi- mientos de la ciencia jurídico-internacional; que nuestro Código, que en casi todos sus desarrollos y en casi todas las materias de Derecho Privado reproduce casi literalmente el Código Francés, se separe de éste rn lo concerniente al Derecho Internacional Privado, superándolo y aventajándolo y superando también á todos ó casi todos los Códigos Civiles Hispano Americanos, que copian y repro- ducen el Código Francés en sus principios de Derecho Internacio- nal Privado; y que se equipare, en fin, al Código Civil Italiano, que es el más progresista, científico y completo de todos los Códigos Ci- viles en lo concerniente á la materia. En efecto: nuestro Código Civil consagra plenamente con todas sus reglas y desenvolvimien- tos, la luminosa doctrina característica de la moderna escuela ita- liana de la nacionalidad y personalidad de las leyes, de esa escuela italiana tan absoluta y radicalmente contraria á la famosa teoría de los estatutos y que no reconoce como norma y única regla sino la ge- nerosa y fecunda de la nacionalidad y extrarritorialidad que en la falsa y desacreditada doctrina estatutaria alcanzaba sólo al llamado estatuto personal; y si admite lo que esta última escuela denomina- ba estatutos reales y formales es, no en concepto de verdaderas le- yes ó estatutos en la rigurosa acepción de estas palabras y con ver- dadera sustantividad jurídica, sino como meras excepciones ó ate- nuaciones (véase á Weis, Traité Elementaire de Droit Internatio- nal Privé. París. 2.? edición, 1890) del superior principio de la personalidad de las leyes, que, por otra parte, Mancini y sus discí- pulos, defienden con argumentos y razones muy otros y diversos de los que servían á los estatutarios para fundamentar su tan comba- tida doctrina. Terminantemente demuestra lo que decimos la Base segunda de nuestro Código, que, explícitamente, determinaba que los efectos de las leyes y de los estatutos se ajustarían al principio y doctrina de la personalidad. (Ley de 11 de Mayo de 1888.) Y es notable cómo 112 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS ninguno de los tratadistas y comentadores españoles de nuestro Có- digo Civil ha comprendido el verdadero alcance y exacto sentido de las reglas adoptadas por aquél en materia de Derecho Internacional Privado y hasta lleguen á equivocarlas y tergiversarlas. D. José Ma- ría Manresa, notable comentarista de nuestro Código Civil, después de decir **que la teoría del célebre jurisconsulto italiano Mancini es- taba más en armonía con las modernas corrientes del Derecho Inter- nacional Privado”” * cree “todavía lejana la época en que sea general mente adoptada dicha doctrina””, que sólo encuentra aplicada en el Código Civil Italiano, uno de los más ““amplios y progresivos en lo que se refiere al Derecho Internacional Privado””. Y, sin embargo, de que cuando acude para resolver los problemas de Derecho Inter- nacional Privado en materia de obligaciones *“á los principios ge- nerales del Derecho Internacional””, éstos se condensan para él nada menos que en las afirmaciones de Fiore, ilustre discípulo de Manci- ni, cuyos capitales principios acepta y proclama (aunque fué con anterioridad á la tercera edición de su reputadísimo libro de Dere- cho Internacional Privado discípulo y continuador del gran Sa- vigny), declara Manresa, que “la doctrina más generalmente acep- tada hoy es la de los estatutos que ha debido desarrollar nuestro Código en cumplimiento de lo preceptuado en la Base segunda de la Ley del 11 de Mayo de 1888, no alterando en este punto el dere- cho establecido principalmente por la Jurisprudencia del Tribunal Supremo””. 2 El no menos distinguido jurisconsulto y publicista español don Manuel de Bufacull, en su obra El Código Civil Español, según la novísima edición oficial, anotado y concordado (3. edición, Ma- drid 1889), dice que “los artículos 9 al 11, inclusive, del Código, están inspirados en la antigua teoría de los estatutos, la cual, si ofrece dificultades, no habrán parecido de tal monta al legislador para reemplazarla por uno de los sistemas que sobresalen en la mo- derna ciencia, sin decisiva superioridad””. Y después, “la teoría de los glosadores, aunque diversamente interpretada, compite con los modernos sistemas, en opinión de los expositores y mantiene su pre- dominio en los cuerpos legales y en la jurisprudencia para determi- nar las aplicaciones del Derecho. Para las legislaciones de América 1 Comentarios al Código Civil Español. Madrid, 1907, tomo 1, página 90. 2 Vése claramente la notoria contradicción en que incurre Manresa y cómo el prestigio de la tradición lo lleva hasta á equivocar sustancialmente el verdadero concepto de la base en cuestión y lo desorientade tal modo que cree ver una reminiscencia delatoria estatutaria en las disposiciones en que como vamos á demostrar en este trabajo el legislador español quiere dero- garla y abolirla, - ESTUDIO COMPARATIVO 113 tienen, sin embargo, preferente interés los sistemas de Story y Whar- ton, así como para Italia la teoría de las nacionalidades sostenida principalmente por Mancini””. Y un jurisconsulto tan distinguido y reputado como Mario Navarro Amandi, dice también en su Cuestionario del Código Civil Reformado (pág. 20), que “la doc- trina contenida en los artículos 9, 10 y 11, se acomoda á la teo- ría de los estatutos, teoría anticuada combatida por Bacquet, Roc- co, Foelix, Schaffner, Saviegny, Fiore, y otros””. Y á continuación cita Navarro Amandi un elocuente párrafo de Fiore, en que este ilustre tratadista combate la escuela estatutaria, al cual se adhiere completamente el referido jurisconsulto español. * Si no temiéra- mos extender demasiado este trabajo, podríamos multiplicar las ci- tas de distinguidos tratadistas españoles (Scevola, Bonet, Guijarro, Martínez, etc.), todos los cuales convienen unánimemente en estos dos extremos; primero, en declarar que el Código Civil Español re- conoce como sistema de Derecho Internacional Privado las reglas y principios de la escuela estatutaria; segundo, en sostener como fir- me y seguro criterio, la para ellos superioridad y excelencia de la teoría estatutaria. Nosotros trataremos de demostrar sucintamente, que ni el Código Civil Español admite la doctrina estatutaria en cuanto tiene ésta de característico y propio (que se niega y contra- dice en los principios fundamentales que aquél adopta), ni la teo- ría estatutaria combatida hoy unánimemente, por todos los gran- des tratadistas de Derecho Internacional Privado, puede competir con las que son hoy las dos más acreditadas y prestigiosas escuelas de Derecho Internacional Privado: las de Savieny y Mancini, res- pectivamente. Las más amplias y progresitas legislaciones y los juicios y opiniones de los más autorizados autores, resuelven hoy los problemas de Derecho Internacional Privado á la luz de crite- rios y principios completa y radicalmente diversos de los de la es- cuela estatutaria. Demostraremos así nuestra anterior afirmación de que el loable acierto y avanzado eriterio que inspiraron á nuestro Código en lo que se refiere al Derecho Internacional Privado, seña- lan una brillante excepción en el evidente atraso que revela nuestro Código en casi todas las otras materias, que constituyen el conteni- do general del Derecho Privado, progreso ese de nuestro Código que merece el caluroso aplauso que le tributamos. Y este notable progreso de nuestro Código sobre su inmediato modelo el de Napo- 1 Navarro Amandi repite pues el mismo error de Manresa. Es característico de los co- mentaristas españoles del Código el manifiesto error y notoria inseguridad con que juzgan é interpretan el concepto fundamental de las reglas de Derecho Internacional Privado del Có- digo Civil. 114 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS león, es tanto más de alabarse y aplaudirse cuanto que él sienifica casi una valiente y laudable iniciativa (en la que sólo le precedió y acompaña el Código Civil Italiano, al menos en los términos abso- lutos y categóricos que distineuen á nuestro Código), pues si bien es verdad que sostienen los mismos principios que nuestro Código desenvuelve, casi todos los grandes tratadistas de Derecho Interna- cional Privado, hay todavía autores eminentes y reputadísimos tam- bién, que difieren ó prescinden de la escuela italiana (que es, como vamos á demostrar, la que acepta y consagra nuestro Código) al buscar un legítimo y sólido fundamento al Derecho Internacional Privado y establecer sus reglas cardinales. Sin contar á los que niegan, como lo hace Acollas (“Introduction au Etude de Droit?”?), las condiciones de verdadero y positivo Derecho al Internacional Privado y que al no reconocer más fundamento y sanción al derecho, que la fuerza, mal pueden aceptar una doctrina como la de Mancini, que funda y legitima los deberes y obligaciones de los estados en altos y nobles principios de solidaridad internacional, de ética y filosofía jurídica; figuran entre los tratadistas opuestos á la escue- la italiana, aleunos tan insignes como €. Calvo, * el cual, si bien reproduce y acepta las severas y profundas críticas dirigidas por tratadistas tan ilustres como Laurent, Fiore y Savigny contra la Doctrina estatutaria, acepta á renelón seguido, como base y funda- mento del Derecho Internacional Privado, la desacreditadísima teo- ría de la ““Comitas?” ó cortesía Internacional, que es, como veremos, inherente y consustancial á la escuela estatutaria; y el no menos eminente y reputado Pradier Foderé, que en su notabilísimo Trar- té de Droit Internationale Public et American, tomo TTI, pág. 60, escrito varios años después de haber expuesto Mancini su doctrina, dice lo siguiente: *“Je ne parle pas de la doctrine de la communauté de Droit et de la doctrine des Nationalités, parce que la premiére n'appartient encore qu'a la théorie abstraite et metaphysique et que la seconde attend pour trouver son aplication que le principe de nationalité ait définitivement triomphé parmi les peuples: que le mot Etat soit devenu le synonyme de Nation. Mais je les consi- dere 1"une et lP'autre comme étant les doctrines de l'avenir.?”? Y des- pués, pág. 604: “Je ne puis partager encore 1”opinion qu'il serait parmis de concevoir desormais l'ancien devoir de cour toisie (comi- tas) comme transformé definitivement en une obligalion juridique. ll ny a d'obligatoire pour les Estats que ce qui est consacré par les traltés.?” 1 Le Droit International Theorique et Pratique, París 1887-1888, Tomo 20 ESTUDIO COMPARATIVO 115 LA DOCTRINA ESTATUTARIA Y EL CÓDIGO NAPOLEÓN La doctrina de los estatutos, que tuvo sn nacimiento en Italia, en la Escuela de Derecho de la Lombardía y surgió como consecuencia del renacimiento de los estudios jurídicos y del ascendiente que los jurisconsultos alcanzaron en aquella sociedad * y del entusiasmo y preferencia de los escritores por el Derecho Internacional Privado, se apoyó fundamentalmente en el principio de la territorialidad es- tricta de la ley, basado éste á su vez en el de la plena y absoluta so- beranía é independencia de los Estados. Exigía éste que las costum- bres ó estatuto terrac, fueran esencialmente territoriales, que rigie- sen exclusivamente todas las personas y bienes dentro del territorio, y que las leyes de un país no tuviesen fuerza, propio vigore, más allá de los límites territoriales y de la jurisdicción del que las dic- taba, que, lo mismo que á los súbditos, debían imponerse á los ex- tranjeros mientras no saliesen de ellos (Baldo, Saliceto, Dumou- lin, D'Argentré Voet, Huber). Y como medio para resolver prácti- camente los problemas y conflictos de Derecho Internacional Pri- vado, sin quebrantar aquellos principios que fundamentalmente ins- piraron siempre á todos los escritores estatutarios, á saber, la te- rritorialidad de las leyes y la absoluta soberanía é independencia de los Estados; dividió la escuela estatutaria las leyes ó estatutos en los tres siguientes grupos (porque el estatuto mixto no fué gene- ral y completamente aceptado por todos los estatutarios) : 1. El es- tatuto formal relativo á los actos de los nacionales y extranjeros, regulados por la clásica y universal reela ó principio locus regit ac- tum; 2. El estatuto real fundado en el principio de la estricta te- rritorialidad y soberanía política y en el dominio eminente del Es- tado sobre el territorio de la nación, que comprendía todas las leyes que versan principalmente sobre los bienes disponibles, con sujeción al principio lex loci rei sitae; y 3. El estatuto personal que regulaba el Estado y capacidad de la persona y cuya eficacia extraterritorial se derivaba únicamente del consentimiento expreso ó tácito de los Estados, los cuales, según los estatutarios, pueden rehusar toda apli- cación en su territorio de las leyes extranjeras, Ó autorizarla á unas y negarla á otras, revelándose el consentimiento expreso en las leyes y en los tratados y el tácito en las decisiones de los tribunales ó en las obras de los jurisconsultos. Y tal consentimiento, única ra- zón por la cual podía concederse, según los estatutarios, efecto y 1 En que un régimen en cierto modo democrático «* hacía de los profesores y de los juris” consultos hombres de acción versados en los problemas de la vida diaria y hechos á las difi- cultades de todo género que el comercio producía», como dice un distinguido tratadista. 116 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS aplicación á las leyes extranjeras, no era para ellos ni un deber de necesidad ni una obligación exigible, sino una mera convención su- bordinada á consideraciones de utilidad y conveniencia mutua de los Estados (comitas) Ó á prácticas razones de cortesía y reciproci- dad. “Si la doctrine de la courtoisie est le correctif de la doctrine de la souveranité absolue et exclusive—dice el ilustre Pradier Fo- deré,—la doctrine des estatuts est la consequence logique de la doe- trine de la courtoisie. Du moment, en effect oú 1%on a consideré que l'intérét particulier des peuples et que la bienveillance mutuelle quí doit regner entre nations, leur conseillent de faire quelques ex- ceptions aux principes absolus d'independance et de souveraineté et d'étendre 1”autorité de certaines lois au-delá des limites de cha- que Etat, 1l es devenu opportun de classifier les estatuts (ou loi qui pourraient avoir une valeur extraterritoriales, et ceux qui ne devraient valoir que dans le territoire seulement.?”? Y precisamente el haber reconocido como única y suprema razón de la extraterrito- rialidad del estatuto personal, único que en la doctrina que expo- nemos tenía efectos extraterritoriales, reducido por ella á estrechí- simos límites (y por ninguno tan total y sienificativamente como por D”Argentré, que al definir el estatuto personal, como refirién- dose principalmente al estado de la persona y temiendo por objeto, regular ese estado de un modo universal y sin relación ninguna con, los bienes, convierte en débil excepción del amplísimo y comprensi- vo estatuto real, á la ley ó estatuto personal) ; cabalmente, el haber reconocido como única razón del estatuto personal la *“comitas”? ó séase la utilidad y conveniencia de las naciones, es el error capital de la teoría estatutaria. No obstante corresponderle el alto honor de ha- ber iniciado una dirección erítica y doctrinal para el Derecho Inter- nacional Privado, y de haber dado el primer paso decisivo en el pro- ereso de esta importantísima rama del Derecho, no pudo construir una verdadera y racional doctrina, y al crear, como creó, una pode- rosa tradición en la historia del Derecho Internacional Privado, impidió funestamente por aleún tiempo la formación de un verda- dero sistema científico. ““Comment—dice elocuentemente Pradier Foderé—ia courtoisie, la bienveillance, la convenance et ¡'utilité re- ciproque pourraient-elles servir á décider des questions de droit? Un droit existe ou n'existe pas; il ne peut pas dependre de conside- rations de convenance reciproque ou de bonne amitié.?”? (Pág. 594, obra citada.) Ya volveremos más adelante sobre este grave error de la escuela estatutaria, que repite la escuela anglo-americana, esa ESTUDIO COMPARATIVO 117 vigorosa expresión de las últimas consecuencias y desarrollos de la teoría estatutaria, pues, como ésta, se funda en el mismo principio de la ““comitas gentium?”?. Pero no es ese el único error ó defecto de la teoría estatutaria. Se le acusa y combate también por su falta de base jurídica (Jitta, Laghi, Weiss), su falso concepto de la soberanía territorial y la deficiencia doctrinal de sus juicios y opiniones (Surville, et Ar- thuys), su falta de seguridad y fijeza en los criterios generales (Gestoso) y “la falta de ideas generales, la contradicción de opi- niones en casi todos los escritores de la escuela, el culto rutinario de las leyes antiguas y que se interpretaban mal y se invocaban peor, la carencia de métodos científicos en la generalidad de los ca- sos, el desconocimiento de los verdaderos términos del problema planteado y la sumisión demasiado marcada á ciertas afirmaciones que estaban en puena evidente con las necesidades de la vida inter- nacional”? (Antonio Sánchez de Bustamente, Tratado de Derecho Internacional Privado, tomo 1. Habana 1898. Pág. 401). El ilus- tre Laurent, que tanta luz ha arrojado en su notable Droit Civil International (volumen 1) sobre el estudio y análisis de la escue- la estatutaria, al discurrir elocuentemente sobre la incertitude ab- solute de la doctrine estatutaire, afirma la incapacidad de los estatu- tarios para formular de principes certains por virtud de la que “*ils sont parfois obligés de derrogues eux-mémes aux principes qu'ils établissent”” (pág. 522, vol. 1). Otro ilustre tratadista de Derecho Internacional, F. de Martens, en su reputadísimo Tratado de De- recho Internacional, * dice: “La teoría de los estatutos era insufi- ciente á la vez que demasiado arbitraria y era preciso encontrar una base distinta y más sólida?” (que para el ilustre tratadista ruso, se encuentra en la teoría de Mancini). No podemos detenernos, pues extenderíamos demasiado este tra- bajo, cuando aún nos faltan muchas páginas por escribir, en el exa- men y crítica de los poderosos argumentos con que todos los gran- des tratadistas de Derecho Internacional Privado han combatido en estos últimos tiempos á la escuela estatutaria; al comentar las dis- posiciones de nuestro Código, la impugnaremos en lo que tienen sus doctrinas de más esencial y característico. Además, ya lo hemos di- cho, y con esto empezamos á refutar las aseveraciones de los comen- taristas españoles que ya hemos citado; la doctrina estatutaria no tiene gran importancia en lo que concierne á nuestro sistema de 1 Traducción española de Fernández Prida, Tomo?2o Página 271. 118 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS derecho Internacional Privado, que en muy otros principios y en muy otras y diversas orientaciones se inspira. No sucede lo mismo, como ya hemos dicho, respecto del Código francés, cuyos principios y reglas de Derecho Internacional Privado son fundamental y casi totalmente los de la escuela estatutaria. En esto, como hemos dicho, consiste la gran superioridad de nuestro Código Civil, que en tan importante y trascendental materia obedeció á más altas y profun- das direcciones. C'est cette doctrine (la estatutaria) —afirma el ilustre Armand Lainé en su admirable Introduction au Droit International, París 1888, tomo I—celle qui forme aujourd*hui la base du Droit Inter- national en France. Le code civil francais, dans son article 340 et quelques autres textes, a recueilli et consacré plusieurs des régles les plus importantes dont se compossait la théorie des estatutes.”?” No hay duda, pues, sobre el origen esencialmente estatutario del sis- tema de Derecho Internacional Privado del código francés. *“S1 la doctrine des estatutes—continúa Lainé (pág. 115, obra citada )—est pleine d'enseignements pour tous les peuples qui ont a résoudre le conflict de lois, elle présente ceci de particulier pour nous; que plu- sieurs de ses régles ont passé dans notre code.....”? Es verdad que los escritores franceses del siglo xv (en que tuvo lugar la última y decisiva etapa de la doctrina estatutaria) pugnaban por despren- derse un tanto del principio de la territorialidad estricta, y recla- maban para el estatuto personal una amplia extensión, cada vez más incompatible con la supremacía absoluta de las “costumbres (coutumes), desenvolviendo una nueva y fecunda tendencia en el derecho estatutario francés, brillantemente representada por Bou- hier y Froland, sobre todo por Bouhier, fecundo escritor y agudo jurisconsulto que atacó valientemente la estricta territorialidad de las costumbres?” y rechazó las definiciones de D*Argentre, que ten- dían á restringir considerablemente el estatuto personal; proclamó el principio de que las leyes son para las personas y no para las eo- sas, y, en consecuencia, declaró que, en caso de duda, por no poder- se determinar la naturaleza del estatuto, debía aquélla resolverse en favor de la personalidad del estatuto. (Véase sus observaciones so- bre las costumbres del Ducado de Borgoña, y las notables diserta- ciones de Laurent y Lainé sobre el referido jurisconsulto francés.) Y si es también verdad, como acertadamente dice nuestro ilustre doctor Antonio Sánchez de Bustamante, que los legisladores inte- rrumpieron en Francia el desarrollo y definitiva consagración de ESTUDIO COMPARATIVO 119 esa luminosa tendencia representada por Bouhier, es de todos mo- dos indudable, como lo demuestra Lainé (op. cit. Tomo I, págs. 413 á 425), que entre los caracteres generales de la doctrina estatutaria en que unánimemente convienen todos los estatutarios franceses, se encuentra la división de todas las leyes en dos clases, los estatutos reales y los personales. + Punto esencial es para todos la superiori- dad y preeminencia del estatuto real, al que se concedía los efectos de regla general, dejando el personal reducido á una mera excep- ción. Además, como dice Lainé, cuyo luminoso estudio de la escue- la estatutaria y, sobre todo, de la interesante evolución de la misma que exteriorizó la doctrina francesa, es considerado como el más profundo y autorizado que se conoce, más completo y profundo aún que el de Laurent; dice ? que el sistema de D*Argentré (el más realista de todos los estatutarios franceses) “est la base de toutes leurs doctrines”” (las de los referidos estatutarios franceses «el si- glo xvi). La literatura estatutaria francesa del siglo xvII responde á las ideas desenvueltas por D'Argentré y sus continuadores. Como es bien sabido, éstas se basan en el más completo realismo, llegando á tal punto su devoción por el principio de la territorialidad de las costumbres, que afirmaron de un modo terminante, que si como para ellos era evidente, las costumbres son soberanas respecto de las cosas, dejaría de serlo si dieran el paso á la ley personal y que, por tanto, es la persona la que debe ceder á los bienes y al estatuto real. No obstante, la tradición en parte y en parte la fuerza misma de las cosas, le llevaron á admitir el estatuto personal para los bie- nes muebles y para la capacidad general de las personas; únicas ex- cepciones que admitían contra el estatuto real, ya que el mixto se confundía con éste en todos sus resultados y consecuencias. Y pasemos al otro carácter esencial de la escuela estatutaria francesa que cabalmente se refleja y reproduce en el sistema de Derecho Internacional Privado del código de Napoleón. **Si la doe- trine hollandaise—dice Lainé—était peu connue en Franc 1'une des idées qu'elle préconise inmediatement frappé les esprits c'est l'idée de la courtoisie internationale et quelque soit le principe d'ou l'on part en droit international, cette idée y tient une grande place, et l'influence en est sensible dans les ouvrages de Bouhier et de Boullenois.”? El principio, pues, de la cortesía y benevolencia, ó 1 D'Argentre y Boullenois reconocían también los estatutos mixtos que eran los que se referían á las personas y á las cosas á un tiempo, en oposición á Bouhbier y Rodenbourg que no reconocían su existencia, asimilándolo al estatuto real. 2 Tomo lÍ, op. cit. pág. 422, 120 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS más específicamente, de la conveniencia y reciprocidad internacio- nal como único fundamento de la extraterritorialidad del estatuto personal y de los derechos y libertades de los extranjeros, en orden á su capacidad civil, es la nota general y característica de los esta- tutarios franceses (como también de los estatutarios holandeses que fueron los creadores y propagadores del principio de la comitas gentium, desarrollado principalmente por Voet y Huber). LA ESCUELA ITALIANA Y EL CÓDIGO CIVIL ESPAÑOL ¿Cuál es, por el contrario, el principio fundamental que inspira á nuestro código en materias de Derecho Internacional Privado? ¿Cuáles son los efectos y consecuencias que este principio produce, tan distintos de los que determina el código francés, en lo cual he- mos dicho que consiste el trascendental progreso de nuestro código sobre el de Napoleón, su progenitor y modelo, y vor tanto, sobre la doctrina estatutaria ? Pues ese principio es el mismo que preconiza la escuela italiana, el luminoso principio tan brillantemente desenvuelto por Mancini y sus continuadores. ¡Depende la admisión del derecho extranjero—se preguntaba Mancini—de un acto libre de cortesía (comitas) y del consentimien- to expreso ó tácito (ab mutuam ultilitatem) ó responde á la existen- cia de un deber internacional impuesto por el derecho de gentes? La aplicación del derecho extranjero—responde el gran ¿juriscon sulto italiano—obedece á altas y generosas ideas y necesarios debe- res de interdependencia, solidaridad y comunidad juridica de las naciones. La condición de los extranjeros—decía elocuentemente el célebre ministro y jurista italiano en su memorable curso de Tu- rín de 1853—“*no puede subordinarse á la comitas, ni á la voluntad soberana y arbitraria de cada Estado. La ciencia debe considerar ese trato de los extranjeros como una obligación rigurosa de justi cia internacional, á la que no puede sustraerse ninguna nación sin violar el derecho de gentes, sin romper el vínculo que enlaza la es- pecie humana en una eran comunidad de derecho fundada en la sociabilidad de la naturaleza del hombre y sin convertirse en miem- bro rebelde y refractario de la sociedad universal, que Woltf llama- ba respublican maxima gentium. El problema fundamental del De- recho Internacional Privado (la determinación racional de los lími- tes en el espacio de la competencia legislativa y jurisdiccional de los ESTUDIO COMPARATIVO 121 Estados) se resuelve, pues, para el ilustre Mancini, reconociendo y declarando la aplicación y extraterritorialidad de las leyes extranje- ras como un deber perfecto y obligatorio de justicia internacional, y de mutua é inviolable libertad de los individuos de todos los Estados. Se ve, pues, cómo al proclamar Mancini la necesidad de ciertas re- elas obligatorias y generales para asegurar la decisión uniforme de conflictos entre las diferentes legisiaciones, * declara como funda- mento del Derecho Internacional Privado el alto principio «¿e que es un deber estricto reconocer y respetar los derechos y libertades del extranjero y someter á las leyes extranjeras las relaciones jurí- dicas que por su carácter y naturaleza deben subordinarse á ellas con preferencia á las nacionales””. Rechaza y condena, pues, el gran jurista y ministro italiano, todas aquellas ideas que inspiraron á las escuelas estatutarias en sus sucesivas evoluciones, ó séasc la de la soberanía absoluta y exclusiva, el culto egoísta de la soberanía legislativa de D'”Argentré, Voet y Huber, que fatalmente conducía al aislamiento y antagonismo de las naciones; la utilitaria doctrina de la reciprocidad y la empírica y mezquina de la cortesía ó bene- volencia (comitas), 2 ““oú 1'individu a droit—dice Pradier Foderé (op. cit., pág. 594) —á ce que sa capacité juridique soit reconnue en dehors des limites du territoire de son pays, comme elle ust dé- terminée par sa loi nationales, oú il n'a aucun droit a cela: dans le prémier cas, la loi de son pays aura une extension au-delá des limi- tes territoriales, en vertu d'un principe de droit et non par coutoi- sie; dans le second cas (e est-á-dire, si l'individu n'a aucun droit á ce que sa capacité juridique soit reconnue en dehors des limites du territoire de sa patrie la courtoisie peut, il est vrai, conseiller de recomnaítre cette capacité, mais cette courtoisie n'est qu'une dis- position relative, momentanée et sujette aux plus faciles variations, chaque Etat pouvant déterminer les limites dans lesquelles la cour- toisie sera valable: mais alors on tombe dans l'arbitraire et dans lP'indeterminé””. Aparte de las diferencias, más ó menos profundas, que separan la doctrina de Mancini de la de Savigny, ambos ilustres jurisconsultos convienen en lo relativo al fundamento jurídico y racional del De- recho Internacional Privado, pues ambos proclaman la comunidad de derecho como opuesto y contrario principio al exclusivo de la independencia absoluta de los Estados ya definitivamente rechazado 1 Journal Clunet, 1874, Tomo I, págs. 225, 228 y 231 2 Justo es reconocer que no obstante ei pernicioso influjo que en la historia de la ciencia 1mrídico-internacional ejerció la teoría de la comitas, significó sin embargo un correctivo fe- cundo contra la egoísta y funesta doctrina de la soberanía absoluta y exclusiva, 122 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS por la práctica y la doctrina de los modernos tiempos, y por cuya virtud nacen y se imponen poderosos y necesarios vínculos y altos deberes de solidaridad é igualdad entre todos los Estados. LA DOCTRINA DE LA COMUNIDAD JURÍDICA Y LA IGUALDAD CIVIL ENTRE NACIONALES Y EXTRANJEROS Por lo demás, la idea de la comunidad jurídica de las naciones sirvió por primera vez de base al Derecho Internacional Privado, en los luminosos trabajos de Savieny. En efecto, el eximio ¿juris- consulto alemán protestó contra la extrema aplicación del princi- pio de la soberanía é independencia del Estado por conducir Á estas dos insostenibles consecuencias: la negación de capacidad jurídica al extranjero y la aplicación exclusiva del derecho nacional. Y en oposición á tal principio formuló por primera vez la doctrina de la comunidad de derecho entre los pueblos, “*fortalecida progresiva- mente por las ideas cristianas y por la utilidad indudable que para todos supone””. Como natural consecuencia, la referida doctrina impone el reconocimiento y la aceptación por todas las naciones de los mismos principios (el del lugar ó asiento de la relación ¿urídi- ca), así para resolver el conflicto entre las legislaciones extrañas como para resolver dentro del estado el de las legislaciones locales. Tal fué ““l'inmense service qu'il a rendu á la science, mettant la communauté de droit á la place de la souverainité territoriale””— como dice elocuentemente Laurent,—revelando Savigny en su lu- minoso criterio de la comunidad internacional **el único terreno verdadero y positivo—al decir del ilustre publicista, discípulo de Savigny, F. de Martens (op. cit.) —sobre el cual puede el Derecho Internacional Privado desarrollarse y resolver las cuestiones com- plicadas y arduas relativas á la aplicación de las leyes de los di- versos países””. ““En ese hecho de la comunidad de todos los pueblos—dice con toda verdad nuestro notable profesor de Derecho Internacional el Dr. Bustamante,—que no se puede negar, descansa entera la cien- cia del Derecho Internacional Privado. Ahí está su verdadero fun- damento, el motivo de que arranca la piedra de toque de sus afir- maciones capitales, el secreto de sus éxitos??; pero sin pretender discutir ni negar la insigne gloria que corresponde á Savigny como ereador é inspirador del alto y profundo criterio de la comunidad jurídica internacional, que es hoy el fundamento capital del Dere- cho Internacional Privado, proclamado aquél por primera vez por el ESTUDIO COMPARATIVO 123 eran jurista alemán, hay que reconocer que por efecto quizás de las vacilaciones de su espíritu “entre el dogma tradicional de la sobera- nía absoluta y las exigencias de la vida internacional””, trata de conciliar Savigny “dicha sobreranía absoluta con la comunidad ¿u- rídica de las naciones, apoyándose á la vez en el derecho y en una especie de cortesía, y pierde en esa tentativa una parte de la cla- ridad luminosa que le era habitual””, como dice con razón el ilustre tratadista holandés Jitta. En efecto; Savieny no rechaza completa- mente el principio de la comitas ni el de la soberanía territorial, y si es verdad que crea, como hemos dicho, la doctrina de la comuni- dad de derecho entre las naciones, legitima ésta, tanto por razones de elevada justicia é igualdad, como por prácticos motivos de con- vemiencia y utilidad con estricta sujeción siempre, á la “pure vo- lonté de chaque souverain”? que puede “conceder ó rehusar la aplicación de las leyes extranjeras sin que á ello tenga que estar obligado”? en el verdadero sentido de la doctrina de Savigny. * Por eso, al desenvolver Mancini como fundamento esencial de su doe- trina, el principio de la comunidad de derecho, lo completó y pre- cisó con admirable profundidad, declarando resueltamente que la aplicación y eficacia extraterritorial de las leyes extranjeras, nace de una obligación rigurosa de justicia y de verdaderos deberes de política internacional, sin que pueda depender jamás de conside- raciones mezquinas de recíproca benevolencia ó cortesía. Mancini plantea y resuelve, pues, con precisión y acierto el pro- blema fundamental del Derecho Internacional Privado. Existen para él, principios supremos que rigen las relaciones de interés pri- vado lo mismo que las de interés público, en el campo del Derecho Internacional, y estos principios son obligatorios para todos los Es- tados, debiéndose resolver todas las cuestiones ó conflictos de De- recho Internacional Privado de acuerdo con los principios de la justicia y la equidad, y no según las conveniencias del interés ó de la cortesía. **Los Estados, en cuanto se consideran como personas que coexisten en la Magna Civitas, están sujetos á la suprema ley del derecho y de la justicia.?? 2 Consecuencia inmediata y fecunda de estos principios es que sea un deber obligatorio é inexcusable el reconocer y respetar en toda su plenitud los derechos civiles del ex- tranjero. Asser, en su Derecho Internacional Privado, * dice así: 1 Laurent, ob. cit. volumen I, pags. 623 y siguientes. 2 Fiore, Derecho Internacional Privado, traducción española de D. Alejo García Moreno segunda edición, tomo 19 3 Traducción española de Joaquín Fernández Prida, volumen único, pág. 60, ¿ 124 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS ““Parécennos conformes con el espíritu del Derecho Moderno las dos proposiciones siguientes: los derechos políticos que se resumen en la facultad de intervenir en el Gobierno y legislación de un país, sólo deben ser reconocidos á los ciudadanos; en cuanto á los dere- chos privados ó civiles, ninguna diferencia debe establecer entre na- cionales y extranjeros.”” “Los derechos de orden privado correspon- den á los hombres como tales, no como miembros de una sociedad política. Todos los individuos son iguales por derecho y por natu- raleza, sin distinción de países ni de límites territoriales, ni de for- mas de gobierno””—dice elocuentemente Mancini.—Y es que así como la comunidad jurídica internacional, sirve de límite de la so- beranía de los Estados, y es eficaz garantía de la misma, es conse- cuencia fundamental del principio de la comunidad de derecho, que “siendo iguales todos los Estados y gozando como deben gozar del libre, pacífico y armónico ejercicio de sus respectivas soberanías, hay que reconocer y admitir la igualdad civil y en cierto modo la igualdad política + de nacionales y extranjeros. Deben disfrutar unos y otros de los mismos derechos civiles y deben de tener igual protec- ción en cuanto se refiere á ciertos derechos políticos. Sin lo primero, el Internacional Privado dejaría de ser una ciencia, y de tener apli- cación práctica en su mayor parte. Sin lo segundo, el Estado habría de padecer en sus fundamentos esenciales?”. ? El artículo 3. del Código Civil Italiano consagra terminante- mente el principio de la igualdad entre nacionales y extranjeros, con respecto á los derechos privados. Verdaderamente, el referido artículo del Código Italiano significó una laudable iniciativa, al declarar, como declaró, que el extranjero, cualquiera que sea su na- cionalidad, goza de los mismos derechos civiles que el ciudadano, sin atenerse á ninguna consideración de cortesía ó reciprocidad. Exactamente, en estos mismos principios se inspiró nuestro Có- digo Civil, estableciendo como fundamento de su sistema de De- recho Internacional Privado, en el artículo 27, “que los extranje- ros gozan en España de los mismos derechos que las leyes civiles conceden á los españoles, salvo lo dispuesto en el artículo 2 de la Constitución del Estado ó en tratados internacionales?? (nuestra carta fundamental afirma y consagra el mismo principio que el Código Civil). “¿En virtud de qué principio verdaderamente ju- rídico podía nuestro Código negar á los extranjeros los derechos 1 Es decir, la seguridad política idéntica. 2 Antonio Sánchez de Bustamante. Ll orden público. Estudio de Derecho Internacio- nal Privado, leído en la apertura de la Academia de Derecho de la Universidad de la Habana. 1893. pág. 70. ESTUDIO COMPARATIVO 125 civiles que las leyes conceden á los españoles? Y ya que no n-garlo, podía siquiera el legislador español ampararse del sistema de reci- procidad, digno del calificativo de ¿rracionale con que lo critica Fio- re y que encierra una verdadera ofensa á los derechos del hombre, legitimando toda suerte de represalias jurídicas??? 1 Por el contrario, ¿cuáles son los principios que regulan la ma- teria en el Código Civil Francés? Otros fundamentalmente distin- tos de los de nuestro Código. En efecto; en vez de reconocer el am- plio y generoso principio de la absoluta igualdad entre nacionales y extranjeros, en cuanto al goce de los derechos civiles, el Código Napoleón sólo concede á los extranjeros los derechos civiles que al francés se conceden, en las respectivas legislaciones extranjeras. El artículo 11 del referido código, dice: ““L'étranger jouira en Prance des mémes droits civils que ceux qui sont ou seron accordés aux Francais par les traités de la nation a laquelle cet étranger a2ppar- tiendra”?, aunque el artículo 13 del mismo otorga sin limitación á los primeros el goce de los derechos civiles cuando obtienen autori- zación del gobierno para establecer en territorio francés su domici- lio, motivando la división entre los extranjeros ordinarios y los pri- vilegiados. ? Ya hemos visto cómo el sistema de reciprocidad fué uno de los fundamentos que reconocían los escritores estatutarios para, en algunos casos (y sólo respecto de los estatutos personales) conceder extraterritorialidad á las leyes extranjeras. En la escuela estatutaria, la reciprocidad, junto con la cortesía y el interés, era el motivo determinante de aquel absurdo sistema “que legitima toda injusticia y toda arbitrariedad, sustituyendo á la razón del dere- cho la de la utilidad”? (Fiore). “Non seulement—dice admirable- mente Pradier Foderé *—la doctrine de la réciprocité n'a qu'une apparence de justice, car la condition de traitement réciproque n'est en définitive qu'un calcul intéresée, mais encore elle est con- traire aux intéréts bien entendus des peuples.”” * No se ha llegado todavía, por tanto, en Francia, á la completa igualdad civil de los nacionales y de los extranjeros. Prácticamen- te, sin embargo, los principios de la equidad natural, y las incon- trastables exigencias de los tiempos, han modificado y enmendado Navarro Amandi, ob. cit. pág. 61, Tomo I. Pradier Foderé, ob. cit. tomo 3, pág. 635. Pradier Foderé ob. cit., tomo 3, pág. 597. 4 Que esel de promover y facilitar el ingreso y arraigo de los extranjeros. Los extranje- ros no acuden á establecerse sino allí donde gozan con amplitud y seguridad de todos los de- rechos civiles, sin lo cual no es posible la vida social. CA 126 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS un tanto el anacrónico principio del artículo 11. “La interpreta- ción que le han dado los jurisconsultos y la manera con que se ha aplicado, han hecho desaparecer los inconvenientes que envolvía su redacción.” “En efecto—dice Fiore,!—interpretando benignamen- te las palabras, se ha venido á demostrar que el derecho de propie- dad inmobiliaria y los secundarios, que son su consecuencia, el de- recho de comparecer en juicio, el de contraer matrimonio aunque sea con una francesa y los demás derechos civiles, pertenecen á los extranjeros independientemente de todo tratado; de suerte que la disposición del artículo 11, que sería indeterminada, no ateniéndo- se más que á la letra, ha sido solamente aplicada, por la manera con que se ha apreciado el espíritu de la legislación, á ciertos dere- chos expresamente negados por la ley francesa por razón de reci- procidad, como, por ejemplo, el derecho de presentarse en ¿juicio como demandante, sin prestar la fianza Judicatun Solvi, el de he- redar abintestato y de recibir por donación ó por testamento. la ex- clusión del beneficio de la sección judicial, la sumisión de pleno de- recho á la prisión por deuda (derogada por la ley de 22 de Julio de 1867). Debemos, finalmente, advertir que las disposiciones rela- tivas á los derechos de herencia, disposiciones consignadas por los artículos 726 y 912 del Código Napoleón, han sido modificadas por la ley del 14 de Julio de 1819. El artículo 726 aplica textualmente la incapacidad general del artículo 11 al derecho de recoger una herencia en Francia, y el artículo 912 establece que no se puede de ninguna manera disponer en favor de ningún extranjero sino en el caso de que éste pudiera disponer en favor de un francés. Estos dos artículos reproducen bajo otra forma el derecho de aubana, que se había querido proseribir, y, como observa Zacarías, por muy erande que sea la diferencia entre este derecho y el determinado por los susodichos artículos, no cabe duda, sin embargo, de que han sido la consecuencia de la doctrina de la Edad Media. La ley de 1819 corrigió esta anomalía, declarando que los extranjeros pue- den heredar, recibir ó disponer en toda Francia como los franceses, aun sin reciprocidad, excepto en el caso de que haya de compartir- se una misma herencia entre coherederos franceses y extranjeros, pues entonces los coherederos franceses pueden apartar de los bie- nes existentes en Francia, una porción igual al valor de los que existen en países extranjeros, de los cuales sean excluídos bajo cualquier forma, en virtud de las leyes ó de las costumbres locales. ?” (Continuará.) 1 Ob.cit., tomo lo, pág 67. NECROLOGIA EL DOCTOR RAMÓN MEZA Para esta Facultad de Letras y Ciencias y en especial para su Es- cuela de Pedagogía ha sido una pérdida considerable la muerte del doctor Ramón Meza, ocurrida el 5 de Diciembre de 1911. El desapa- recido era una de las figuras de mayor relieve de nuestro mundo li- terario y pedagógico. Profesor auxiliar de la Escuela de Letras en 1895 y de la de Pedagogía en 1900, desde Marzo de 1906 desempeña- ba como titular la cátedra de Psicología Pedagógica, Historia de la Pedagogía é Higiene Escolar. En ella se distinguió notablemente como profesor y tenaz propagandista de la escuela popular. —Incan- sable en el trabajo y el estudio, verdadero seholar en el sentido que los ingleses dan á esta expresión, Meza escribió mucho, y siempre sobre materias de interés público y mejoramiento colectivo. Sus es- critos sobre Las escuelas de San Luis y sobre El trabajo manual en las escuelas; sus Observaciones sobre la educación; su excelente trabajo acer- ca de El edificio escolar; un folleto sobre las Tendencias actuales de la psicología pedagógica; su estudio de Eusebio Guiteras y de la Historia de la educación en Cuba y otros muchos trabajos de su pluma son una prueba de su fecunda actividad en asuntos pedagógicos. Elevado en 1909 á la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, Meza proyectó la creación de nuestro Museo Pedagógico y se afanó por establecer en Cuba las escuelas normales de maestros; mas fuera de estas iniciativas, no tuvo tiempo ni libertad de acción para realizar en aquel departamento reformas importantes. Como literato, el doctor Meza deja entre nosotros un nombre bri- llante. Se distinguió notablemente en el género biográfico y, sobre todo, en la novela. Sus obras Mi tío el empleado, Don Aniceto el ten- dero, Flores y calabazas, Carmela, etc., han sido juzgadas del modo más favorable por la crítica nacional y extranjera. El doctor Meza deja en la memoria de sus conciudadanos el es- plendor de un gran renombre como patriota, escritor y pedagogo; pe- ro más que esto le debemos el ejemplo de una rectitud moral 4 toda prueba y de una vida noble y pura dedicada al bien de los demás y á la difusión de ideales muy altos y civilizadores. La REDACCIÓN. VERA EIA MISCELANEA La conferenciadel Sr, El día 18 de Noviembre próximo pasado se efectuó Manuel Ugarte. en la Universidad de la Habana la fiesta organizada para presentar al gran literato argentino Sr. Manuel Ugarte que en su peregrinación por los pueblos hispano-americanos, ha queri- do también visitar nuestro país. La Universidad, por medio de su Rector, se complació ofreciendo sa Aula Magna para que en ella diera una conferencia el Sr, Ugarte y nos regalara el espíritu con hermosas ideas y con su palabra pulida y elegante, y en efecto así aconteció y así pudo apreciar su mérito la nutrida concurrencia que acudió á oirle, entre la cual estaba lo más selecto de la intelectualidad cubana. El Dr. Berriel, como Rector de la Universidad, pre- sidió el acto y Dr. Lendián hizo la presentación del conferenciante. El título de la conferencia fué Las dos Américas y en ella el Sr. Ugarte trató el asunto desde un punto de vista estrictamente latino-americano á igual distancia de los hispanizantes y de los anexionistas, estableció la demarcación entre las dos razas que dominan en América, hizo la filosofía del imperialismo, apuntó nuestras infierioridades y nuestras superioridades y después de demostrar la im- posibilidad de una fusión entre elementos heterogéneos, trató de delimitar en qué forma pueden desarrollar una acción independiente los dos grupos que se mueven en órbitas distintas. La conferencia no fue un grito de polémica, sino un estudio razonado de la situación de la América latina en momentos en que el canal de Panamá va á cambiar las perspectivas del mundo. pl - Contratos, Presupuestos y Legislación especial $ Química Agrícola é Industrias Rurales (1 curso). ) RE e A O 1 TA y A AA EAS AA + Profesor Dr. Carlos de la Torre. Me ralía CL RUSO) acotar ia j Antropología general (1 curso).............. >> Dr. Luis Montané. ' CONFERENCIAS Anatomía y Fisiología comparadas del sistema ) A SAR O NS Dr. Arístides Mestre (Aux.) Medicina Mental á los alumnos de Derecho.... j Los profesores auxiliares de ésta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Jefe de los traba- : jos prácticos del Laboratorio de Biología, etc.);...... (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química); y Dr. Jorge Hortsmann (Director del Jardín Botánico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudantes.—El «Museo Antropológico Montané » y el Laboratorio de Antropología tienen por Jefe al Profesor titular de la asignatura. 3 ESCUELA DE -PEDAGOGIA Psicología Pedagógica (1 curso).......... Pol 1 Historia de la Pedagogía (1 curso)......,..... Eietene- Escolat(L CUERO) Dorh. i - Profesor Dr. Ramón Meza. a. Metología Pedagógica (2 cursos) .....-.... == $ Dr. Manuel Valdés Rodríguez Mara Arealo (EE CUrISO) Co 1 , SA A Dibno-natural (curso) cia 3 Sr. Pedro Córdova. CONFERENCIAS I. Crítica de la Educación Contemporánea...) La Pedagogía Experimental... cur co. Ml TI. Lectura é interpretación de las obras de los Dr, Alfredo'M. Aguayo (Aux.) grandes pedagogos contemporáneos .... Agrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. 4, ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS Dibujo topográfico, estructural y arquitectónico. , PESOS e CE O A A DS legos > Profesor Sr. Eugenio Rayneri. ESCErcototala El CUÉSO): At a desia y Topografía (1 curso)......... de : ENE enara A A Qe ) j LS Dr. Alejandro Ruiz Cadalso, Materiales de Construcción (Ícurso).......... ; Resistencia de Materiales. Estática Gráfica Sl Are Saadavar A A a Construcciones civiles y Sanitarias (1 curso)... ENdAromecánica. (LE crSO). Li nad / : Maquinaria (1 curso) í a Sr. Eduardo Giberga. Ingeniería de Caminos (3 cursos: puentes, fe- / De Edda Alusatena rrocarriles,: calles y carreteras)... .o.r... y E y : 7 ; Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos). ES Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura é Higiene de los Edificios (1 curso) Historia de la Arquitectura (1 curso)...-...... Dr. Antonio Espinal. á la Ingeniería y Arquitectura (1 curso)..... Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto; y som sus profesores Auxiliares: Dr. Andrés Castellá, Sr. A. Fernández de Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán (Jefe del Labo- ratorio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de JZaestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden á otras Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA PRE - Profesor Dr. nci : Fabricación de azúcar (1 Curso). ..o.om. coco... y or Dr. Erancisco Henares GA A CUESO Abi a: er ad p LA o E A pe Sr. José Cadenas. te tecitad TOUS a a o a a Economía Rural y Contabilidad Agrícola (1 cur- E AS AA ic E RA Sr sE Comalid Legislación Rural y formación de Proyectos / plas « Jose Comaliónga. e A A Ir IO EA AP E - El profesor auxiliar de esta Escuela es el Dr. Buenavent ra Rueda (Jefe de los Mu- seos y Laboratorios). Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingeniero agrónomo, se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. ñ En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 12 á 5 de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- - Posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. Y AVISO La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS es bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias ó científicas que reciban la REvISTA, el canje co- rrespondiente; y de los centros de instrucción Ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nuestra sección bibliográfica. Para todo lo concerniente á la ReEvISTA (administración, canje, remisión de obras, etc.) dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, Re- pública de Cuba. NO.TICOE The REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other month, We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc., to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. AVIS La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS parait tous les deux mois. On demande 1'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu - dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de 1'administration, échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. VoL. XIV. UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Núm. 2. REVISTA DE LA “FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN. REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITÉ DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VALDES RODRIGUEZ, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJANDRO RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS Y FRANCISCO HENARES. MARZO DE 1912. SUMARIO: —DISCURSO PRONUNCIADO EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL CON MOTIVO DE LA VISITA DEL PROFESOR DR. RAFAEL ALTAMIRA. /)r. Evelio Rodríguez Lendián. —ORGANIZACIÓN DE LOS ESTUDIOS HISTÓRICOS. ..0oo.oooooooo.o.. Dr. Rafael Altamira. —ESTUDIO COMPARATIVO SOBRE LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTA- LES DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO DEL CÓDIGO EEES ESPANOL, (CONETUNC) 233 de ad a e A ie Dr. José Enrique Montoro. —ANÁLISIS DE LAS AGUAS DE LA ISLA DE PINOS.......... . Dr. Emilio Trillo y Carballo. - —BIBLIOGRAFÍA.—I. Bulletin of the American Museum of Nat- ural History.—II. Notes on the Eastern Cree and Northern Saulteaux.—III. Ceremonial Bundles of the Blackfoot In- dians.—IV. Jicarilla Apache Texts.—V. String -— figures from the Patomana Indians of British Guiana.—VI. Pro- ceedings of the Seventh International Zoological Congress.. Dr. A. Mestre. IMPRENTA “EL SiGLo XX” DE AURELIO MIRANDA TENIENTE REY 27 HABANA ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. Dr. Evelio Rodríguez Lendián. l. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos)........ Profesor Dr. Adolfo Aragón. Lengua y Literatura Griegas (3 cursos)... .... FS Dr. Juan F. de Albear. Tmenistica (UN CUESO) o otto age Y : Ls Angúística (Ll CUTSO) .ooocorocortonnnrirr rs E Mio lolo (UÍCUESO) A der bare lie ritos ele tape J de Dr. Juan Miguel Dihigo Historia de la Literatura Española (1 curso)... ' . Historia de las literaturas modernas extranjeras y DE, Guillermo Domínguez y > e Roldán. (EA A SEE NS ) Historia ¡de América (1 curso). > Dr. Evelio Rodríguez Len- Historia moderna del resto del mundo (2 cursos) / dián. PSICOLOETA (E CUESON dis a Raras Rbd Ellosotía. Moral (E CUESOD A o a E Dr. Enrique José Varona. SOLO ACUSA e e o ie CONFERENCIAS ERstormade la ELlOSOtÍA 0. cs ds cto lolo e ha 1 EA E A E IA o ¡RS O MO A A RE 2. ESCUELA DE CIENCIAS. Dr. Sergio Cuevas Zequeira (Aux.) Dr. Ezequiel García Enseñat (Aux.) Dr. Sixto López Miranda (Aux. ) (a) Sección de Ciencias Físico-Matemáticas. Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso. Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- E O do O y Geometría superior y analítica (1 curso)....... Geometría descriptiva (1 curso) ; Trigonometría (1 curso) Física Superior (ler. curso) Profesor Sr. So Dr. José R. Villalón. Claudio Mimó. . Plácido Biosca. . Carlos Theye, . Carlos de la Torre. . Pedro Córdova. Victorino Trelles. Alejandro Ruiz Cadalso, Santiago de la Huerta. Manuel Gómez de la Maza. José R. Villalón. Claudio Mimó. Plácido Biosca. Eisica OMPerior (ARECUrSo ea ia dao ba EE EA LE Química eenéralMl CUA PA Pi a 5 Sr BLOlOS1A (ECU e o ade TO 1 D Zoologia (UL CUESO yes ais A SU ele e Mos a Dibujo Lamela le E Are Ñ Sr Dibujo Natural i-curso ai. plas e e ia ' A ó Cosmología (CUE) A A ae Mecánica “Racional. (1.CUfSO) Hai a e e 10 E Dr. Astronomia (Ml CUEsal Se Gendesia (dd. QUESO) Ps et sera iodo ca >e Dr: Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... E Dr. Botánica general. (1 CULSO) 0 a oo eta ciojaaia És Dr. (b) Sección de Ciencias Físico-Químicas. Análisis matemático (Algebra Superior)....... Profesor Sr. Geometría Superior (sin la Analítica)......... 1 Dr Trigonometría (plana y esférica)....v......... ) Je ; EMsicalSuperior (Mer: GUESO Dice riada poa e ao » Dr BASICA, SUPeriot 027 UCUISO) dele lo fot al En $ : Química Inorgánica y Analítica (1 curso) Química Oreáuica (l eursoliiaia dias. ño dl h 2 SE Dibujo Lineal y (MiCuESO LEA quid os je lero Obra » Sr Dibujo Natural (MICA a o ON E Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... AS Dr BrolegrasiiCcHESO) e don pele atea Ter 1 Dr Zoolosiías (Ll COSO ia pr os paa e loo HSA Botánica. general il Curso). uno jet eo S DE Cosmología (1 Cuts) illo id el a in 7 Dr. (c) Sección de Ciencias Naturales. Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso Profesor Sr. | . Claudio Mimó. . Carlos Theye. . Pedro Córdova. . Plácido Biosca. . Santiago de la Huerta. Geometría Superior (sin la Analítica) Trigonometría (plana y esférica)... ....oo...... ) ox a Química. general (8 Curso) rd a Sr Dibijo Aiapal RTHOESO) da: tia a ejer So y Sr Dibuja Natural (ICurso it sa eater ent y? Eísica, general (COUTO ada. ato 5 Dr Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... , Dr Geblapla MIDIÓ). +09. Arranz id A Botánica general (1 curso), ......o.ocoocosus.... 1 Dr Fitografía y Herborización (1 curso).........-. TASA Carlos Theye. . Pedro Córdova. . Santiago de la Huerta. . Carlos de la Torre. Manuel Gómez de la Maza. Victorino Trelles. José R. Villalón. . Manuel Gómez de la Maza. Vol. XIV. MARZO DE 1912. Núm. 2. REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DISCURSO PRONUNCIADO EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL EL DÍA 26 DE FEBRERO DE 1910 CON MOTIVO DE LA VISITA DEL PROFESOR DE LA UNIVER- SIDAD DE OVIEDO DR. RAFAEL ALTAMIRA POR EL DR. EVELIO RODRÍGUEZ LENDIÁN Decano de la Facultad de Letras y Ciencias Honorable Sr. Secretario de Instrucción Pública; Señor Rector y compañeros de Claustro; Señoras y señores: Es verdaderamente lamentable que la Comisión encargada de la organización de estas solemnidades académicas en honor del ilustre Dr. D. Rafael Altamira, haya creído indispensable mi participación en la presente, en consideración á las enseñanzas que profeso en esta Universidad, afines con las que constituyen el estudio de su especial predilección; y digo lamentable, porque solicitada vuestra atención por el deseo de escuchar una vez más su palabra inspirada y elo- cuente, sólo impaciencia y ansiedad justificadas puede proporcionar mi presencia en esta tribuna, que él ha de enaltecer de nuevo, muy en breve, con el prestigio de su personalidad y los resplandores de su poderosa y sugestiva elocuencia. Pero han sido inútiles todos mis esfuerzos para declinar el altísimo honor que se me hacía, y sólo me alienta en estos solemnes instantes, prescindiendo de vuestra bene- volencia, que esa, desde luego creo que me la habréis de dispensar, el que sea ésta la única oportunidad que se me ofrece para hacer pú- TIRAR Ni BOTA GAKI 130 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN blica manifestación de simpatía hacia el profesor eminente de la Universidad de Oviedo, hacia el esclarecido español que rompiendo viejos, estrechos y desacreditados moldes, é inspirándose en grandes ideales de confraternidad, de amor y de justicia, ha atravesado por vez primera el Océano para ponerse al habla, en comunicación, en contacto con estos pueblos vírgenes de América, trayéndoles algo de la vieja sabia española, pero confortada y rejuvenecida por el espíritu - moderno; que no otra cosa entiendo significa la misión que le con- fiara realizar la, por tantos títulos, preclara Universidad de Oviedo, y que él nos explicaba aquí en días pasados, en los países que en un tiempo constituyeron, del Río Bravo ó del Norte á Magallanes, el eran imperio colonial de España. Acababa, señores, de descubrir España el Nuevo Mundo, y la imaginación ardiente de su pueblo lo vió surgir del fondo de los ma- res recamado de oro y pedrería, cual lo soñara en sus momentos de alucinación la mente del oscuro genovés. Y acá vinieron, mientras éste moría pobre y casi olvidado, tropel de gentes en busca de rique- zas, ávidas de aventuras. Exploraron las selvas; descuajaron los bosques; recorrieron lo mismo los valles feracísimos de las cuencas del Orinoco y Amazonas, que las inmensas pampas argentinas; na- vegaron, remontaron sus rápidas corrientes, los ríos más caudalosos de la América; pasearon su bandera, del uno al otro mar, bajo un sol de fuego, entre rocas, precipicios y torrentes; escalaron, con auda- cia increíble y desprecio soberano de la vida, los picos más empinados de los Andes; penetraron, temerarios y osados, más allá del Vio Vio y pusieron su planta con arrojo y orgullo en la tierra indomable de Arauco. Fiera lucha del hombre de aquel tiempo con la salvaje naturaleza americana y los pueblos nativos de la América, en nombre de la Ci- vilización, y tras de la cual, y después de largos años de combate, surgió la América Española, producto de la colonización, á sangre y fuego realizada, como se han realizado todas en la Historia, dejando allá atrás, perdidas en la penumbra del pasado, los restos de aquellas otras civilizaciones que un tiempo fiorecieron, entre otros puntos, en Cuzco y Anahuac, y con ellos los de las razas vencidas por la indo- mable energía de los Cortés y los Pizarro, Jiménez de Quesada y Alvarado, Rodrigo de Bastidas y Pedrarias, Ampués y Vasco Núñez de Balboa, personificaciones vivientes de todas las grandezas, de todos los heroísmos, pero también de todos los defectos y todos los errores de la España del siglo xvI, DISCURSO 151 ¿Quién que conozca la dura y recia labor de aquellos hombres y medite sobre ella, despojándose de la pasión que ciega el entendi- miento é impide el frío juicio de la razón serena, no llegará 4 admi- rarse del tesón, de la energía, de la audacia, de la temeridad que desplegaron para dar cima á tan gigante empresa? Transcurrieron los años y los siglos, y llegó un día en que, unas tras otras, se fueron separando del tronco añoso de la Madre Patria, todas aquellas ramas importantes, las naciones del Centro y Sud- América; pero aunque España perdió tan grandes é importantes po- sesiones, aún quedaba flotando su bandera aquí en América, y con su bandera, su espíritu y su influencia; material ésta en las colonias que aún le quedaban, moral, en aquellas otras que separadas de ella políticamente, sin odios ni rencores, ya borrados por la segura mano del tiempo, sentíanse más que antes atraídas hacia ella, por los inte- reses comunes, por los estrechos vínculos creados por el espíritu de raza, por la religión, por las costumbres, y sobre todo por la lengua, que constituye, más que ninguno otro, el carácter distintivo de un pueblo, de una nacionalidad y de una raza. Pero llegó, señores, el momento en que desapareciera ó sufriera gran quebranto, por lo menos, ese espíritu y esa influencia, al arri- bar Cuba á su mayoría de edad, siguiendo el mismo derrotero que las otras colonias españolas, y arriarse la bandera de España para siempre, siendo sustituída por la de otra nación que representaba el espíritu de otra raza; y entonces, cual si nuestra amada patria hu- biera sido el dique que contenía la fuerza expansiva de esa poderosa raza que comparte con la nuestra el imperio de la civilización en América, como nos decía elocuentemente anoche el Dr. Giberga en su magnífico discurso del Nacional, se vieron seriamente amenazados los grandes intereses, no ya los de España, sino los de todos los pue- blos latinos, en América, y amenazados no ya sólo por Jos Estados Unidos, sino también por Alemania que desde hacía algunos años había venido lentamente y sin ruído infiltrándose en esos pueblos sud-americanos, tratando de disputarle á otras nacionalidades no la supremacía comercial tan sólo, sino la supremacía intelectual tam- bién, con la labor reflexiva y constante de sus educadores y maestros. Y así como después de disipado el humo del combate los ejércitos contendientes se dan cuenta de sus respectivas posiciones, así España, perdido su vastísimo imperio colonial, se dió perfecta cuenta de que le era necesario estrechar más que nunca los lazos que debían unirla á sus antiguas colonias, para salvar de ese modo no ya los intereses 132 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN materiales tan sólo, sino los más altos y permanentes de su civiliza- ción, seriamente comprometidos en este Continente, por los éxitos obtenidos por los Estados Unidos, por Alemania, por la misma Fran- cia, que aunque nación latina también, trabajaba en este sentido; naciones todas éstas, cuyos esfuerzos en el orden intelectual se habían traducido al cabo de algunos años en una influencia efectiva sobre los pueblos hispano-americanos, á pesar de la diferencia de idioma, de sentimientos y costumbres, cosas todas que tanto significan, cuando, como en este caso, se trata de elementos esenciales y característicos, de una nacionalidad ó de una raza. Cuando la Universidad de Columbia, señores, enviaba á uno de sus profesores más distinguidos, Mr. Williams R. Shepherd, y no en misión de carácter privado, sino oficial, de acuerdo y bajo los auspi- cios del Departamento de Estado y del Bureau de las repúblicas americanas de Washington, con el objeto de que diese á conocer en los países sud-americanos los sistemas educativos de los Estados Uni- dos y de cultivar las relaciones personales con los hombres más emi- nentes de esos países, y el fin de encausar hacia el Norte la corriente de la juventud estudiosa que deseaba ensanchar el horizonte de sus conocimientos científicos, corriente que hasta entonces se había diri- gido hacia Europa; cuando esa acción oficial de las Estados Unidos no decayó un solo instante, como lo demuestra el tema «Posibilidad de cooperación intelectual entre los Estados Unidos y la América Latina», discutido en la 9% Conferencia anual de la Asociación de Universidades Americanas, celebrada en Enero de 1908, y cuya po- nencia, encomendada al sabio Dr. Rowe de Pennsylvania, después de discutida dió como resultado autorizar al Comité Ejecutivo para es- tablecer estrechas relaciones entre las Universidades de la América Latina y las representadas en la Asociación, y entre los investigadores del Continente Americano, así como examinar las condiciones con- forme á las cuales podían los estudiantes de la América Latina ser ventajosamente admitidos en las Universidades de los Estados Uni- dos; cuando Francia, temerosa del ascendiente norteamericano, y ante el hecho de ir perdiendo, día por día, su preponderancia inte- lectual en esos países, á pesar de su tradicional simpatía por la civi- lización francesa, convocaba á los profesores universitarios, por medio del Colegio de Francia, á una reunión que se celebró en 30 de No- viembre de 1907, y cuyo resultado fué dejar creado un Comité Uni- versitario de la América Latina que fuera el centro de reunión de los representantes de las Universidades y de las grandes Escuelas DISCURSO 133 de Francia que desearan cooperar al establecimiento de relaciones intelectuales permanentes con las instituciones de enseñanza de los países americanos, “Groupement des Universités », habiendo tenido Cuba el honor de estar representada en esa reunión por uno de sus hijos más competentes y entusiastas, el Dr. Luis A. Baralt, aquí presente; cuando, como resultado de estas iniciativas, Dumás, Profesor de la Sorbona, salía para Brasil y la Argentina á dar conferencias, y el Pro- fesor Richet, de la Facultad de Medicina de París, hacía lo propio en Río Janeiro, ¿cómo era posible, señores, que España, la nación colo- nizadora de esas vastas regiones que hablan su hermosa lengua, per- maneciera cruzada de brazos, completamente indiferente á su propia suerte y á la suerte de todos esos países, carne de su carne y sangre de su sangre, resignada á verse postergada por todas esas naciones que no tenían, realmente, más derecho que ella, á mantener su su- premacía moral sobre los mismos, ni el altísimo deber de defender el predominio de su influencia intelectual en los pueblos de ella oriun- dos, y con ella ligados, una vez rota la dependencia política, por los vínculos indestructibles de la sangre, del idioma, de las creencias y de las costumbres? Tan no era esto posible, señores, que España también se aprestó á reclamar para sí un papel importante en esa obra de reivindicación, en el terreno de la inteligencia, con ese derecho que nadie, realmente, podía disputarle. Y Asturias, la región española que había iniciado la reconquista del patrio suelo contra el agareno invasor, la tierra de Campomanes y el inmortal Jovellanos, la tierra en donde radica esa Universidad de Oviedo que nos ha enviado tan ilustre Delegado, fué la que echó sobre sus hombros tan portentosa obra. Pero esa gran obra necesitaba, señores, para su realización un gran obrero. Y ese obrero, bien lo sabéis, fué un espíritu superior, un hombre perfecta- mente equilibrado, de gran mentalidad, de gran corazón, de extraor- dinaria energía de voluntad, uno de los más ilustres y quizás el pri- mero de los americanistas españoles, el iniciador de la idea, el sabio profesor de la Universidad Ovetense, el Dr. Altamira, que hoy nos dispensa el honor de su visita. Y acá se vino, sin más bagaje que su inteligencia, sin otras ar- mas que su palabra cálida y hermosa; no trae ni espada al cinto, ni Cristo entre las manos; y los pueblos le aclaman y le siguen, pero ¡ah! porque él no les ha hablado, como Cortés le hablara á Mocte- suma, ó Pizarro al desdichado Atahualpa, en nombre de un monarca poderoso á cuyo imperio habrían de someterse, sino en nombre de 154 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN una modesta Universidad provincial, que aceptando los hechos con- sumados y enamorada de los grandes ideales, aspira á realizar la confraternidad de todos los pueblos de un común origen, siendo, por tanto, no un conquistador falaz en busca de oro, sino un heraldo de paz, de amor, de unión y de concordia de una Universidad tres veces secular, el excelso vocero de un gran pueblo y de una raza inmortal. Aquí se ha dicho, señores, ya lo sabéis todos, que el Dr. Altamira no es solamente un profesor ilustre de la Escuela de Derecho de la Universidad de Oviedo, sino un pedagogo eminente y un literato exquisito; mas para mí es, ante todo y sobre todo, quizás el más erande de los historiógrafos españoles contemporáneos. Para conocer su obra en tal sentido, sería necesario un tiempo de que no dispongo. Yo necesito ser breve, porque estaréis ansiosos, como yo, de escuchar de nuevo su elocuentísima voz, pero sí diré que la Historia es una de aquellas ciencias, y así la llamo, aunque alguien quiera negarle tal carácter, que desde principios del siglo décimo nono ha sufrido una transformación grande, transformación en la cual ha intervenido por mucho el progreso de las ciencias naturales. La Historia se apoderó del hombre para estudiarlo, no como hasta entonces se había estudiado, sino por consecuencia de ese progreso de las ciencias físicas y naturales, como un animal entre otros, el más perfecto, desde luego, el que se encuentra allá en la cúspide del árbol de la creación, pero después de todo, y al fin y al cabo, un ani- mal, y estudiarlo así de esa manera, en todas sus manifestaciones, siguiéndolo á través de su vida, no desde la fecha en que hasta en- tonces se creyó había aparecido sobre la faz de la tierra, sino desde aquella en que su origen se halla relacionado también con el origen del mundo y el desenvolvimiento de nuestro planeta. Y así creció, señores, la Historia, pero creciendo á la inversa, hacia atrás, am- pliando sus horizontes hacia el origen humano y los orígenes del mundo, retrocediendo en su exploración del hombre hasta el período terciario, en el que algunos han creído encontrar ya pruebas de su existencia en la tierra, y siguiéndolo después, paso á paso, á través de los tiempos cuaternarios, cuando conoce ya el fuego y ha traba- jado la piedra, cuando ha pasado de un estado de civilización rudi- mentario á otro más adelantado representado por el uso de los me- tales, cuando se aproximan Jos tiempos propiamente dichos históricos y aparecen las grandes agrupaciones de pueblos y comienzan las grandes emigraciones de la humanidad. Los notables descubrimientos realizados por infatigables y esfor- DISCURSO rd. de) Or zados obreros, los llamados orientalistas, chinólogos, indianistas, egiptólogos, etc., que arrancaron á la civilización antigua, descono- cida hasta hace poco tiempo, sus secretos y sus misterios; los traba- jos de los Champollion, Grotefend, Rosellini, Biot, Remusat, Willson, Burnouf, Frank Lassen y los Schlegel, entre otros, explorando las ruínas de Ayodhia ó de Elefantina, de Ninive ó de Troya, de Sibaris ó Chipre, para pedir 4 sus templos, sus obeliscos, sus rotas columnas, sus estatuas, la revelación sorprendente de una brillante civilización, haciendo que el Oriente dejara de ser la impenetrable esfinge de otros tiempos; la penetración, por el descifre de los geroglíficos faraónicos y las inscripciones cuneiformes de Caldea, hasta lo más íntimo de la vida de aquellas viejas sociedades, todo esto contribuyó á la rectifica- ción de muchos falsos conceptos, haciendo caer unas tras otras para no levantarse más, como ha dicho un moderno escritor, esas grandes figuras históricas, monarcas, reveladores, maestros, que la fantasía popular había engrandecido y encumbrado en el curso de los siglos, atribuyéndoles todos los hechos que flotaban en su recuerdo medio desvanecido del pasado, é hizo que la Historia progresara y que al mismo tiempo que se ensanchaba el conocimiento que del Planeta tenía el hombre, se ensanchara y extendiese el concepto de la His- toria, llegándose 4 comprender que lo realmente importante en la vida de los pueblos no era el aspecto político, sino su religión, su ciencia, su arte, sus costumbres, abriéndose paso al fin y al cabo, el moderno concepto de la Historia, tal como lo concibe Spencer, como lo expresa Macaulay, como el movimiento de la libre actividad hu- mana, realizándose en la religión, en la moral, en el derecho, en el arte y en la ciencia, es decir en las fuentes superiores de la vida, que constituyen en definitiva el progreso humano en todas sus manifes- taciones. Esto que ligeramente he esbozado, porque no debo ni quiero abu- sar del tiempo que se me ha concedido, es simplemente para deciros que estas y otras cuestiones, todas ellas de sama importancia, han sido tratadas con lucidez extraordinaria porel Dr. Altamira. La evolución del concepto de la Historia, su contenido, la unidad del sujeto en la Historia, el problema relativo al genio y á la colectividad en la Historia, lo inconsciente en la Historia, y la parte pedagógica de la misma ó sea la manera de enseñarse y explicarse moderna- mente la Historia, todo ha sido materia tratada magistralmente por el sabio profesor, quien dotado de una cultura profunda y seria en estas arduas cuestiones, las ha estudiado como hay que estudiarlas, 136 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN visitando los grandes centros intelectuales de Europa y América, Francia, Inglaterra, Alemania y los Estados Unidos; en Alemania, penetrando en sus museos y en sus gabinetes para después relatar y des- cribir desde el punto de vista pedagógico los grandes adelantos de la historiografía alemana, lo que son y significan en esa culta nación lo que llaman Seminarios históricos, debidos al ilustre Ranke, y que representan, según él, la consagración delos principios de la metodo- logía moderna; en Inglaterra, estudiando la organización de los estu- dios históricos en sus dos grandes centros de enseñanza, las Univer- sidades de Cambridge y de Oxford; en Francia, examinando todo el desarrollo de la enseñanza de la Historia, así en la Facultad de Le- tras de París, como en la Escuela Normal Superior, el Colegio de Francia, la Escuela Práctica de Estudios Superiores, y la de Diplo- mática ó de Cartas; visitando las cátedras de Maspero, Oppert, D'Arbois, Renán, Bréal, Monod, Giry, Thévenin, Longnon, Duches- ne, Monel—Fatio, Luse, Roy y Lasteyrie, y entrando en relaciones con profesores tan eminentes, como Lavisse y Seignobos; y en los Estados Unidos, observando que los dos sistemas, el inglés y el ale- mán, tienen su representación en las principales Universidades, Cole- gios y Escuelas de la Gran República Americana, Cornell, Harvard, Colombia, California, Nebraska, Wisconsin y Brown, y estudiando los métodos de sus profesores más distinguidos, Tyler, Adams, Allen y Burgess. De esta manera, señores, es como el Dr. Altamira ha podido des- pués expresar, con claro concepto, todo lo que ha visto, todo lo que sabe, todo lo que supone adelanto y progreso en esta nueva ciencia, en un libro maravilloso que él ha titulado La enseñanza de la Historia. Y en España, donde se ha cultivado siempre la Historia, donde ha habido y hay historiadores competentes y distinguidos, pero don- de se notaba la falta de un historiador que diese 4 conocer verdade- ramente al pueblo español, desde el punto de vista más interesante, el de su civilización, apartándose del aspecto exclusivamente político, el Dr. Altamira ha realizado este ideal en una obra que ha titulado Historia de la Civilización Española, en la que prescindiendo de los hechos, que ya se suponen, que se dan por conocidos, entra á estudiar todos los aspectos que presenta la vida de dicha nación desde los tiempos primitivos hasta nuestros días para explicar lo que repre- senta España en el desenvolvimiento de los pueblos europeos. Sus obras sobre la historia de la Propiedad comunal, sobre his- toria y arte, y sobre la enseñanza de la Historia é Historia de la Civi- nd DISCURSO 137 lización española que acabo de mencionar, son verdaderos monu- mentos en este sentido, que hacen del Dr. Altamira, en mi entender, la personalidad más saliente, más elevada, en el orden de estos estudios, actualmente en España. Y si se necesitara una confirmación de esto que digo, y que es muy pálido para lo que merece el eminente profesor de la Univer- sidad de Oviedo, bastaría tener presente, la consideración, el presti- gio y la reputación de que goza como historiador el Dr. Altamira, en América y Europa. Al Congreso de Ciencias Históricas que se convocó y celebró en Roma el año de 1903, el Dr. Altamira concurrió, no sólo como Dele- gado de la Universidad de Oviedo, sino también como Delegado del Ministerio de Instrucción Pública, que con este doble carácter repre- sentó 4 España en esa gran Asamblea á la que concurrieron los hom- bres más eminentes en esta ciencia, de todas las naciones del mundo, presentando un magnífico trabajo sobre la organización de los estu- dios históricos en España, y otro sobre la organización práctica de una cátedra de la historia del Derecho. Otra comunicación presentó, que no llegó á ser leída por encontrarse presidiendo una de las sec- ciones que correspondía á la historia propiamente dicha, y que se refería al valor de la costumbre de nuestra historia jurídica. Como una prueba de la gran consideración en que aquellos sabios tenían al Dr. Altamira, bastará que digamos que presidió las dos secciones en que se dió lectura ¿esas comunicaciones importantísimas, y además la de Metodología, siendo designado para formar parte de la comisión que se nombró con el objeto de hacer una bibliografía histórica pre- paratoria para el futuro Congreso. En el año de 1908, asistió al Congreso de Ciencias Históricas de Berlín, presentando también un acabado trabajo sobre el estado ac- tual de los estudios jurídicos en España, presidiendo la sesión en que se le dió lectura; y por último, señores, acaba de concurrir al Con- greso de la Asociación Histórica Americana, celebrado en 1909 en la ciudad de New York, de donde viene precisamente, y en donde ha presentado igualmente dos trabajos muy hermosos, sobre la obra de las sociedades históricas en España el uno, sobre la acción de España en América, el otro. Tal es, señores, á grandes rasgos, porque tengo necesidad de ser breve, tal es, como historiador el hombre eminente que hoy tenemos entre nosotros como representante de la Universidad de Oviedo y yo creo que algo más, como representante de esa España nueva, de 138 EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN esa España intelectual, á que él se refería aquí en la primera de sus conferencias; de esa España que no sueña con quiméricas empresas de reconquistas utópicas, que lucha, que trabaja, que fía tan sólo el porvenir de la patria á la elevación intelectual y moral del pueblo español; que compenetrada del espíritu moderno, huye de todo lo que pueda paralizar la actividad mental del pueblo, y estanque y corrompa sus iniciativas felices y sus energías salvadoras; la España que constituye la médula de la nacionalidad, y es su orgullo y su eloria, porque lo que da timbre á una colectividad, á un grupo humano cualquiera no son sus grandes capitanes, ni sus grandes po- líticos, sino sus grandes maestros, sus sabios, sus oradores, sus poetas, sus artistas; la España que palpita en la pasmosa erudición de Me- néndez Pelayo; en la sabiduría de Unamuno; en las investigaciones histológicas de Cajal; en la intensa y variada labor de Joaquín Costa; en los trabajos pedagógicos de Cossío; en las enseñanzas de Hinojosa y Posada, Simarro y Calderón; en los inspirados versos de Rueda y Villaespesa; en los arranques tribunicios de Melquiades Alvarez; en el genio de Echegaray; en las afiligranadas comedias de Benavente; en el talento organizador y actividad mental de Canella; y en el po- deroso intelecto, en las obras múltiples y el batallar constante de Altamira. Y voy á terminar, señores. Si Cuba, esa tierra de nuestros amores, que decía el Dr. Dihigo en su brillante discurso del otro día; si Cuba, esa tierra privilegiada que ante mi vista surge como deslumbradora esmeralda de limpias y mil variadas facetas en que se quiebran los rayos de un sol de fuego, bajo un cielo de turquesa, no se sintiera atraída, impulsada por los sentimientos, por los afectos, por las costumbres, por el idioma, á estrechar cada día más sus relaciones en el orden intelectual, con la que fué hasta ayer su Metrópoli, salvándola y salvándose á sí misma de esa pavorosa y tremenda crisis que pudiera amenazarla, y á que se refería aquí en la primera de sus conferencias el profesor Altami- ra, el instinto de conservación, que existe en los pueblos, lo mismo que en los individuos, la haría ver en esa aproximación, en ese inter- cambio intelectual, el medio más fuerte, quizás el único, para con- trarrestar todo lo que pudiera tender á borrar su personalidad como nación soberana. Mantener su carácter propio de pueblo latino, tratar de identificar- se con los ideales y los propósitos de todos los pueblos que tienen su mismo origen, es algo que entiendo no está en contradicción, antes DISCURSO 139 bien de acuerdo, con el pensar, el sentir y el querer, aun de los hom- bres que han creado nuestra patria soberana é independiente y que con todo transigirán, menos con la pérdida de la nacionalidad. Que los cubanos, señoras y señores, apostatarían de sus más caros ideales, harían traición á sus más naturales sentimientos, violentarían las le- yes de la naturaleza, renegarían de su estirpe y de su raza, si no as- piraran á ser, aunque modestamente, en el concierto de los pueblos libres de América, un exponente de esa gran familia latina, tronco de grandes nacionalidades: la que simboliza el genio de la antigua Grecia; el aliento gigante de la Roma de los Césares y de los Pontífi- ces; el espíritu cristiano de los tiempos medioevales; el arte exqui- sito del Renacimiento, y la poesía de la pobre y dolorida humanidad en su ascensión fatigosa, pero constante, hacia la cumbre gloriosa del ideal. ORGANIZACION DE LOS ESTUDIOS HISTORICOS 1 POR EL DR. RAFAEL ALTAMIRA Catedrático de la Universidad de Oviedo Honorable Sr. Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes; Sr. Rector; Señoras, Señores: Debo á la vocación por los estudios históricos muchos ratos de inten- so placer en la vida, muchos ratos, sobre todo, de olvido de las amargu- ras que aun á los hombres de mejor intención les trae el trato con los hombres; pero, quizás, no ha habido ninguno de los servicios que yo deba á esa dedicación de mi espíritu, más grande que este que he recibi- do en la tarde de hoy, porque me ha procurado la ocasión de oir 4 uno de vuestros más ilustres profesores, de escuchar la palabra elocuente del Decano de la Facultad de Letras, y aprender en ella cosas que iluminan mi espíritu y que lo fortalecen en la vía emprendida y que, de todas maneras, fundan, en firme, la comunicación de aspiraciones y de ideales en el sentido general de la obra que emprendimos y en especial de los estudios históricos de la Universidad de Oviedo. (Aplausos.) Y por este placer grande que yo he sentido le diré al Dr. Lendián que le perdono todas las alabanzas que de mí ha hecho, y ese perdón llegará al extremo de no ocuparme de ellas, porque yo sé todo lo que su cariño, todo lo que su benevolencia, todo lo que su espíritu generoso de cubano ha puesto en mí, y, por lo tanto, el dis- cutirlo, sería discutir cosas que tocan en el fondo de su corazón y que por lo inefables y por lo hermosas no deben tocarse, ni siquiera con la protesta que levanta en un alma modesta al oir elogios que no me- rece. (Aplausos. ) El deseo manifestado por el Sr. Rector de que comenzara el curso de conferencias, propiamente dichas, en esta Universidad, con una 1 Segunda conferencia pronunciada en la Universidad Nacional el día 25 de Febrero de 1910. El autor desea hacer constar que no ha podido repasar ni corregir la transcripción ta- quigráfica, y que por ello es posible se deslicen errores en la expresión de algunas ideas ó en la aportación de algunos datos. ORGANIZACION DE LOS ESTUDIOS HISTORICOS 141 relativa á materia de la Facultad de Letras, ha traído, inevitable- mente, el que yo pensara, como tema de ella, el tema que está anun- ciado para esta tarde: «La Organización de los Estudios Históricos», porque así yo podía ofrecer á esta Universidad y al público que se asocia á la obra de cultura de ella, yo podía ofrecerle, de una parte, la modesta ofrenda de una síntesis del trabajo de muchos años de mi vida, y, de otra, la indicación de algunos de los elementos que la en- señanza española puede ofrecer como tales para ser recibida en cali- dad de colaboradores, no en total, en la obra de la educación cubana. A todos los pueblos, señores, á todos, aun á aquellos que se creen más jóvenes, les interesa la historia, la cual no es, como cree el vul- go, y empleo ahora la palabra en el sentido de gente profana en un orden particular de estudios, cosas viejas y pasadas que pertenecen á tiempos que no tienen ya enlace y relación con los actuales, y que por lo tanto no puede prestarle el interés de una obra de nuestros días sino sólo la melancólica atención de aquellos que ven, siempre, en el pasado, mayor gloria y mayor felicidad, aquellos que añoran cosas y formas de la vida humana que pasaron para no volver, y que sería inútil querer resucitar. Por el contrario, la Historia está hacién- dose continuamente, está pasando ante nuestros ojos á cada instante y fluye como la misma raíz de la vida, ante nuestrós ojos, á tal pun- to, que como ocurrió 4 Mr. Jourdan, que estuvo hablando en prosa toda su vida sin notarlo hasta que se lo dijo alguien; nosotros esta- mos haciendo historia constantemente y somos actores que pasamos al campo del pasado, de lo que fué, y entramos, plenamente, en el campo de la Historia; y en ese suceder continuo de los hechos, al cual colaboramos todos, desde los más modestos hasta los más eleva- dos en situaciones en la vida, en esta obra hay algo de inefable y de alado y un fondo constante y perpetuo de cosas deleznables y que desaparecen, y que por eso mismo requiere, particularmente, nuestra obra para fijarla y detenerla, para que no se destruya y para que esté siempre presente, en lo posible, ante nuestros ojos, por la enseñanza que pueda ofrecer. Es en la Historia, que al fin y al cabo no es más que la serie de los hechos que los hombres realizan, en donde ellos y los grupos de hombres, las colectividades nacionales y las grandes asociaciones de naciones, van dejando los restos y las pruebas de su espíritu, donde van colocando el archivo de su pasado, de su modo de entender la vida, y de su manera de realizarla, y donde encuentran, cuando vuel- van la vista, en momentos de necesidad, aquellos títulos que pueden 142 RAFAEL ALTAMIRA hacerle ostentar en la Historia, en la vida de los pueblos, un sentido particular, un espíritu, una posición particular en la vida. Y sabido es que así como el individuo necesita para la formación de su obra en todo instante, para la percepción clara de aquello que debe hacer y de aquello que puede hacer, reconocer su propia psicología y su propia alma, los pueblos también, en los momentos de crisis, que son más frecuentes de los que ordinariamente se cree, necesitan vol- ver la vista hacia el interior suyo para encontrar su espíritu, para ver cuál es la idiosincrasia y la orientación natural de la obra suya. Tal es el servicio y tal es la razón de interés que para nosotros tiene la Historia, y por eso no se trata, cuando se la enaltece, de enal- tecer un puro estudio de erudición, un puro capricho de ratón de biblioteca, sino la de incorporar toda la vida que pasó á la vida pre- sente y hacer que la fecunde con sus enseñanzas, hacer que la ilumi- ne con sus ejemplos. Ahora, señores, esta lucha, este trabajo en el cual se va á buscar en la sucesión de hechos el espíritu que en ellos palpita interés, sin- gularmente, á cada pueblo en la proyección de su vida propia, y por eso mismo, por interesar principalmente está más en obligación de continuar sus estudios, de penetrarla y de ofrecer en la colaboración de la obra humana al trabajo de los demás, el trabajo, el producto del conocimiento de su historia patria, para la cual nadie estará ja- más capacitado como aquel que haya nacido en la tierra cuyos hechos quiere conocer; porque hay, bajo la cáscara de los hechos que mu- chas veces vienen á nosotros, de una manera fragmentaria, hay un sentido y un espíritu que no podrá penetrar jamás aquel que no ten- ga ese instinto fundamental del que ha nacido en un país y siente lo inconsciente del alma de su pueblo vibrar en lo hondo de sí mismo y le da el tacto y la penetración para entender á media palabra las cosas y para ver, por debajo de pinturas que están borradas por el tiempo, toda la significación de una idea ó de un movimiento que ha arrastrado á colectividades enteras. (Aplausos.) Por eso yo entien- do que una de las primeras labores de un patriota es estudiar su his- toria, es buscar el archivo de sus antepasados que es el archivo suyo propio; es ver y estudiar la razón de sus hechos presentes, en la ma- nera como se han proyectado los hechos pasados y hacerlo con el amor, con la intensidad y con la preparación psicológica que no podrá tener jamás un extranjero, por mucha erudición que atesore y por mucho que trabaje sobre los documentos y sobre los libros. Pero esta labor no es una labor fácil, es, por el contrario, una labor com- ORGANIZACION DE LOS ESTUDIOS HISTORICOS 143 pleja, una labor que requiere una porción de trabajos preparatorios y un esfuerzo colosal, después, para aprovechar el fruto de ella y lle- gar al corazón mismo de la historia., Se necesita, en primer término, un trabajo de investigación y determinación de hechos concretos, de lo que diremos el material bruto de la historia, y ese trabajo requiere una serie de actuaciones, y una serie de instituciones, también, fun- dadas en el organismo de la enseñanza ó fuera de él, por iniciativa particular que permite que aquellos hombres que sientan dentro de sí la afición hacia los estudios históricos, encuentren medios en que desenvolverlos y puedan hacer que su especialidad fructifique, ver- daderamente, en beneficio de la colectividad. En primer lugar hay las fuentes, hay que hacer nuestro archivo de material, nuestro museo, y esa reunión de fuentes es preciso rea- lizarla, no á la manera en que están hoy día. Durante muchos si- glos se ha solido entender el trabajo de la Historia, exclusivamente, reduciéndolo á los archivos y á las bibliotecas y fundando el conoci- miento de los pueblos, exclusivamente, en la fuente documental, gé- nero de posición errónea y exagerada, que llevó, incluso 4 los arqueó- logos, á aquellos que tenían que hacer la historia del arte, á hacerla con arreglo á los documentos que se tenían, cuando lo indicado era ver si sería posible resucitar el espíritu del arte de los pueblos plas- mado en las obras de arte que se habían trazado en el transcurso de los siglos. Es preciso buscar la fuente documental —qué duda cabe en ella está la relación habitual entre los hombres, es la más general y la más continua y muchas veces no tiene esta otra forma de expre- sión más que las palabras; hay que ir á buscar, efectivamente, nues- tra fuente, nuestro material de trabajo en los archivos y en las biblio- tecas, en donde está el documento inédito y donde está el libro y el documento impreso; para ir formando poco á poco nuestro acerbo é ir reuniendo para nuestro trabajo especial de investigación, propia- mente dicho, todas las cosas que nos sean necesarias, desglosándolas de todas aquellas que puedan ser útil y clasificándolas de manera que la podamos encontrar en momentos oportunos, y como es preciso que demos un paso para que tengamos 4 mano los útiles, los mate- riales, para realizar el paso ese es por lo que yo entiendo que una de las misiones fundamentales que toda nación debe encomendar á su enseñanza, si quiere que ella colabore en la formación de los estudios históricos con ese sentido patriótico á que yo aludía antes, es la orga- nización de los viajes, de las expediciones, de las misiones á todos aquellos sitios á donde+sse guarde testimonio de la historia patria pa- 144 RAFAEL ALTAMIRA sada para reunirlos y traerlos á la patria común cuya historia quiere hacerse y tenerla en condiciones de que su utilización sea lo más fácil y lo más útil y lo más propia para el resultado que se quiere sacar de ella. Y por eso yo, constantemente, cuando en conversaciones pú- blicas ó privadas he hablado á los pueblos americanos de esta necesi- dad, les he dicho: vosotros tenéis el archivo principal de vuestra his- toria, por lo menos el archivo en el cual se contienen datos funda- mentales de ella, en tierra española; ese archivo nosotros hemos co- menzado á estudiarlo, pero no lo hemos penetrado todavía, ni siquiera en algunas de las capas superficiales suyas. Ll trabajo de conoci- miento de ese archivo requiere el esfuerzo de generaciones y genera- ciones, y como el tiempo produce su obra destructora, por encima de la voluntad de los hombres, es muy de temer que cuando llegue el tiempo en el cual tengamos personal bastante para que sea estudiado rápidamente, la mayor parte de esos documentos hayan desaparecido por la acción de todas las cireunstancias que destruye el papel. Y no es decir ninguna cosa exagerada, deciros que el archivo de Indias, en el cual está la raíz documental de la historia documentada de todas las naciones de América, guarda millones de documentos que no ha visto nadie, cuyo contenido se desconoce en absoluto y que no sabe- mos qué sorpresas reservará para los conocedores de la historia de nuestro pueblo y de la historia americana y para la reforma de nues- tro concepto de cómo procedieron los hombres y cómo procedieron los pueblos de entonces. Y es cosa que Os interesa d vosotros, más que á los españoles mismos, sacar del olvido y librar de la destrue- ción esos millones de ejemplares, y traer aquí, á vuestra casa parti- cular, copia auténtica de todo lo que interesa particularmente, reali- zar allí una labor intensa de investigación como la están realizando todas las naciones civilizadas en los archivos que fueron secretos del Vaticano y que debido á la sabia política de León XIII, ha llegado á conocimiento del mundo civilizado. Ellos representan para la His- toria europea lo que el archivo de Indias para España. Y así como todas las naciones del mundo han creado sus institutos históricos en Roma para hacer trabajos en provecho de su historia patria ó en pro- vecho de la historia general de la humanidad, sobre todos aquellos documentos que durante siglos no había visto nadie, así, vosotros, los americanos, necesitáis ir á los archivos de Indias, que se abrirán, como están abiertas todas las instituciones españolas, con amor y con profundo interés de serviros, para estudiar vuestra historia patria y para ayudar á salvar de la destrucción esos documentos que son los ORGANIZACION DE LOS ESTUDIOS HISTORICOS 145 títulos de vuestro pasado y de nuestro pasado también. (Aplausos. ) Pero no basta ver los documentos, decía yo antes. La humani- dad ha dejado constancia de sus hechos y su espíritu en algunas otras cosas que no es el pensamiento expresado por medio de la palabra, lo ha dejado en los monumentos también, lo ha dejado en todas par- tes; en materias sobre la cual ha trabajado la actividad humana y le ha impreso formas en relación con las necesidades suyas, formas que vienen á traducir pensamientos, ideas de alto sentido, ideas ó senti- mientos. Y esos monumentos hay que preservarlos también, hay que conocerlos, hay que catalogarlos, hay que reunirlos, hay que tratarlos con el sabio respeto que piden las cosas de la Historia ya que por virtud del progreso de los estudios históricos se han rectifica- do aquellos antiguos procedimientos en virtud de los cuales cuando un arqueólogo se encontraba en presencia de un monumento no se contentaba con evitar que la ruína siguiese, sino que ponía su mano profana sobre ellos creyendo que, los espíritus de los pueblos pueden renacer con el tiempo y que un hombre de nuestros días puede re- construir las cosas que hicieron los hombres de otros tiempos que sentían y pensaban la vida de otra manera. Ya que hemos rectifica- do ese sentido falso de la restauración de lo antiguo, pongamos nues- tra santa mano amorosa en la obra que se desmorona y detengamos la destrucción de esos monumentos que nos están hablando de los afanes, del arte y de la debilidad de nuestros antepasados. Y á la vez que esto, todavía necesitamos una tercera acción para que sea completo el allegamiento de los materiales que expresan hechos de la vida pasada, necesitamos que aquel que va á estudiar la Historia, que aquel que quiera ser verdaderamente investigador de ella, tenga la impresión personal de las cosas mismas y, sobre todo, la impresión del escenario en que las cosas se han realizado. Desde comienzos del siglo x1Ix, desde aquella época en que Krause por un lado, y Ritter por otro, esparcieron por el mundo científico la doctrina de la importancia que el relieve geográfico tiene en la his- toria humana, no hay historiador que no considere que para poder penetrar el sentido de la Historia de su país ó de cualquier país ó de cualquier hecho ó grupo de hechos, necesita ponerse frente al esce- nario en que los hechos se han realizado. Pero ésta, como otras tantas cosas, que es doctrina recibida y aceptada por todo el mundo, no es cosa que se practica ordinariamente, y la mayor parte de los historiadores hacen alarde de la idea y no la realizan y no fecundan el espíritu suyo después del conocimiento de la fuente documental 146 RAFAEL ALTAMIRA por la visión del sitio, del lugar geográfico en el cual los hombres realizaron los hechos y que muchas veces tienen la clave y el secreto del porqué esos hechos fueron realizados de esa manera y no de otra. Y es preciso tener la visión de los grandes sitios en que se ejecutaron grandes cosas de la historia de los hombres; es preciso ver, comparar escenario y escenario para verel inmenso poder fecundador que tiene la visión del lugar, para ver cómo ilumina de pronto, cómo ilumina con una luz que no puede, de ninguna manera, exceder ninguna otra fuente histórica al conocimienio de aquello que hay de más profundo en la historia de un pueblo. Yo recuerdo, señores, la impresión inmensa que me hizo mi pri- mera visita á Roma. Yo, atraído por el esplendor de aquel pueblo inmenso, por la huella gigantesca que ha dejado en la historia de la civilización, yo había estudiado la historia de Roma y yo creía que sabía la Historia de Roma, porque me había dejado guiar, en ella, por los grandes historiadores de su+vida y había creído que era posi- ble sustituir con el criterio, con la visión ajena á la falta de visión propia, y cuando fuí 4 Roma y cuando me asomé desde el Capitolio, á aquellas inmensas ruinas del campo romano, cuando ví, delante de mí, todos aquellos restos gigantescos de la gran potencialidad del pueblo, dije: ahora comprendo que hasta este momento no había entendido lo que el pueblo romano significaba; ahora me explico, frente á estas ruinas que muestran, cada una de ellas, el vigor y la acción, un sentido profundo de la vida, una conciencia de la propia fortaleza y una fe grande en los destinos futuros; ahora comprendo por qué el pueblo romano se extendía por toda la faz de la tierra y fundió y reunió en el cuño de su civilización, 4 todos los pueblos que no habían sido civilizados hasta entonces. (Aplausos. ) Y así como yo me convencí de que no había entendido la historia de Roma, hasta que vi los restos de la Roma antigua, en el propio terreno en que yacen, así yo no me he podido explicar la formación de aquel núcleo de la-España histórica, de aquel núcleo castellano del cual salieron las grandes energías, que nos fundieron en un molde, hasta que no he recorrido los campos de Burgos y no he podido ver cómo los pliegues de aquella tierra ingrata y dura, pero capaz para templar caracteres y para formar hombres, que pueden llevar á todas partes un espíritu de expansión férrea, que si traía males consigo, fundó civilizaciones y sentido de vida, cómo aquel relieve geográfico, digo, explica la historia entera de Castilla, y se comprende que de ORGANIZACION DE LOS ESTUDIOS HISTORICOS 147 un sitio pequeño, haya salido un alma grande y haya fundado la Historia de España. (Aplausos. ) Pero claro es que muchas veces los monumentos en los cuales ne- cesitamos estudiar la historia de un país, no estamos en condiciones que puedan conservarse en el mismo sitio donde ellos fueron cons- truídos, y entonces, para preservarlo de la desaparición es preciso concentrarlos en algún sitio donde ellos puedan estar fácilmente á la vista de los hombres estudiosos, donde puedan producir la impresión personal; de aquí la necesidad de la formación de los museos de ca- rácter histórico, de los sitios donde se vienen á reunir todos aquellos monumentos que pueden orientarnos y que es conveniente arran- carlos del sitio de donde se encontraron, y descansar reunidos en un lugar donde estén más pronto para su utilización para la enseñanza; y de aquí que la formación de museos históricos sea como la forma- ción de esas expediciones y de esas pensiones de estudios y de esos institutos históricos para explorar archivos y bibliotecas y explorar sitios donde existan documentos y lugares históricos; de aquí que sea necesario, en todos los países, la constitución de museos de ca- rácter histórico, en los cuales el material no esté apilado sino vivo, de tal manera que presente, mediante su organización, hasta donde esto es posible, en un material muerto, la visión de una vida que renace, la visión de algo que viene á traer ante nuestros ojos, la re- petición del suceder de las cosas mismas en la serie cronológica con que ellas se han producido, y por eso los museos requieren como una condición fundamental, para que sean elementos verdaderamente útiles en la enseñanza y en las investigaciones, que procedan á la or- ganización suya, una idea sistemática, que su director sea un verda- dero historiador, capaz de comprender lo que cada una de aquellas cosas, á veces pequeñas en tamaño, significan, y ordenarlas de tal modo que esclarezcan la visión de los visitantes, y no sea necesario correr en un caos de cosas aglomeradas, como hasta en nuestros días han sido la mayor parte de nuestros museos, buscando, con orienta- ción, las cosas que nos puedan servir para completar el conocimiento de un hecho. Pero no queda todavía en esto, no queda en esto la necesidad que tenemos de dirección para acumular el material bruto de la Historia, porque algo más que monumentos y documentos, hay algo más que sitios en que se han realizado las acciones de los hombres, algo más queda de la historia de ellos, porque quedan vivas cosas que el tiempo no ha podido destruir, porque quedan supervivencias de actos que 148 RAFAEL ALTAMIRA están repitiéndose ante nuestros ojos en la misma forma en que las conocieron nuestros padres, porque quedan ideas y quedan senti- mientos que hacen que los tiempos pasados continúen siendo tiempo presente, y se dispongan á ser todavía tiempos futuros. Y todo esto necesitamos estudiarlo, no sólo porque es un complemento de nues- tra alma actual, sino porque es la trabazón que nos une con el pa- sado, y que pueden explicar muchas anomalías y muchas cosas inex- plicables á primera vista en el presente, y de aquí que constituya una necesidad en la organización de los estudios históricos la constitu- ción de esos centros de trabajo en los cuales se disponen las visitas á los sitios donde hay costumbres de carácter jurídico ó social vivos todavía, donde se perpetúan formas de lenguaje que han desapare- cido en el uso común y corriente, donde todavía se estudian los trajes de nuestros antepasados con toda la pureza de los tiempos antiguos, como si sobre ellas no hubieran pasado los siglos, y como si conti- nuaran, todavía, aquellos individuos que les dieron nacimiento, y en los cuales hay la característica propia de los tiempos en que nacieron aquellas cosas; y que al propio tiempo que se hacen esas expedicio- nes en las cuales se va á recoger palpitante el alma de los tiempos pasados, que perduran en los tiempos presentes, se completen con la formación de los interrogatorios esparcidos por todo el ámbito del país y se llame el concurso y la colaboración de los hombres que di- rigen la enseñanza, á todos los modestos trabajadores que en cual- quier rincón de la patria se interesen por estas cosas, y puedan aportar un conocimiento especial del sitio donde viven, á veces más profundo y por esto mismo más útil, que las intuiciones rápidas que pudiera tener un hombre, aun el más preparado con los conocimien- tos previos, sin conocimiento del sitio. Y de aquí que esas bibliotecas, esas expediciones para conocer todo lo que perdura de los tiempos anteriores y esa información cons- tituya ya un factor, un útil, un instrumento de trabajo en todos aquellos países en donde el estudio histórico se organiza á la moder- na; y así nosotros, en la esfera modesta en que podemos movernos, la Universidad de Oviedo ha tratado, puesto que ella no tiene Facul- tad de Letras, sino de Derecho, ha procurado dirigir 4sus alumnos á que estudien en vivo todas las supervivencias jurídicas que perdu- ran todavía, en número considerable, en la tierra asturiana, para que de ese modo ellos penetren en lo que es el verdadero sentido jurídico de su pueblo, y el día de mañana, cuando tengan que ser legisladores, no lo hagan por mera fórmula de nombre, sino que ten- ORGANIZACION DE LOS ESTUDIOS HISTORICOS 149 gan la conciencia clara de las necesidades y el modo de atenderlas para bien del pueblo para el cual van á dar una regla. (Aplausos. ) Que si no se conforman con ellas, quedarán como una disposición baldía en las páginas de la Gaceta, pero no llegará á entroncar en la vida, en la conciencia del pueblo, y no se traducirán en verdadero derecho positivo. (Aplausos. ) | Y ya tenemos, mediante todo esto, recogido nuestro material, ya tenemos organizadas nuestras Instituciones, en las cuales ya se ha ido juntando amorosamente todo aquello que queda como los restos que ha dejado la obra de nuestro pueblo en la Historia; ya lo pode- mos ver en las manifestaciones de carácter material ó de carácter in- telectual que él ha dejado 4 su paso; ya lo podemos ver desde los tiempos primitivos de su civilización hasta aquellos que entrocan con los tiempos presentes; ya tenemos desarrollados nuestros museos, en la misma forma y con el mismo plan admirable con que está organi- zado vuestro museo antropológico de la Universidad de la Habana, en el cual se pueden leer las páginas primeras de la historia del hom- bre en esta tierra; ya tenemos utilizadas todas las fuentes y todos los elementos que nos puedan proporcionar esta rebusca que hemos he- cho; pero no pára aquí la obra del historiador: tiene que hacer un segundo trabajo, la crítica de esos materiales; la crítica que ha de versar sobre estas dos condiciones fundamentales: de una parte la autenticidad del material mismo, adquirir la seguridad completa de que aquello que tenemos ante nuestros ojos, de que aquello que he- mos recogido en nuestra escavación, es, efectivamente, la obra del tiempo que le atribuímos, es, la obra de los hombres que creemos. Y en seguida es preciso hacer la crítica de su valor para la investiga- ción histórica que nos corresponde hacer. Ahora sería completa- mente inútil que nosotros nos empeñáramos en hacer el trabajo de autenticidad de una fuente ó el trabajo de analización de ella para nuestro estudio histórico, si no tuviéramos el poder de leer en ella, porque sabido es, que así como las manifestaciones espirituales, por medio de la palabra, han tenido y tienen constantemente en la His- toria formas distintas de expresarse por los diferentes idiomas y por las diferentes escrituras, y se necesita una preparación técnica espe- cial para poder entender cada uno de estos idiomas, y leer cada una de estas escrituras, de la misma manera, los monumentos tienen su lenguaje que no hablan de la misma manera á todo el mundo, pero que para el preparado de una manera especial tienen una elocuencia que á veces excede á la elocuencia misma de la palabra; y para que 150 RAFAEL ALTAMIRA nuestra obra de formación de crítica y autenticidad pueda ser frue- tífera, es preciso que anteceda la preparación técnica especial para que el historiador lea é interprete esas cosas y pueda decirnos lo que verdaderamente significa para nuestro trabajo, y de aquí la necesidad de que todo país que quiera hacer su historia, tenga ó una escuela diplomática, una escuela de Cartes como la de París, ó según el sen- tido moderno que comienza á prevalecer y á mí me parece excelente en su Facultad de Letras, todas aquellas materias que permitieran que sus futuros historiadores sean investigadores también y puedan hacer sus trabajos por sí mismos, y no tengan que fiarse para la lec- tura de los documentos, de gentes ajenas, que no le ofrecerían más que la interpretación de una inteligencia ajena que pueda traer una por- ción de errores que necesitan muchas correcciones y rectificaciones. Conseguido esto, teniendo nuestro grupo de lo que se han llamado ciencias auxiliares para que en ellas aprendan y se formen como in- vestigadores los historiadores para manejar por ellos mismos todo este material, necesitamos luego hacer la crítica del hecho mismo una vez que tengamos la seguridad de la autenticidad suya y del valor suyo para nuestros trabajos, porque aun siendo auténticos y aun siendo importantes y teniendo significación para la investigación particular que nos proponemos, el hecho pueda tener una porción de cualidades que lo hagan repudiar como hecho utilizable, sobre todo cuando viene relatado, cuando no es la historia misma que se presenta á nuestros ojos, sino una relación ó interpretación de hom- bres que la han visto ó que la han recogido de segunda mano sin posibilidad de comprobarla por nuestra propia experiencia, porque la expresión material del hecho ha desaparecido ya y no puede repe- tirse ante nosotros, es posible, digo, que ese hecho tenga tal condi- ción en la forma de ser relatado que por la aplicación de las leyes de la lógica de los hechos humanos tengamos que rechazarlos y es por eso la Metodología de la Historia la que tiene la función de sujetar á la crítica lógica, el hecho que procede de un testimonio ajeno, apli- cándole, de una parte, el criterio de la verosimilitud y por otra parte, el criterio de la comparación con la forma, como los hechos se pro- ducen en los tiempos actuales. El criterio de verosimilitud no ne- cesita explicación porque es criterio lógico que se aplica á una serie de fenómenos; en cuanto al criterio de la significación de los hechos presentes para poder concebir y poder interpretar los hechos pasados, se basa en aquella igualdad de fondo, que tiene el espíritu humano á través de todas las diferencias y de todas las edades, que hace que en ORGANIZACION DE LOS ESTUDIOS HISTORICOS 151 lo fundamental de la vida nuestra nos produzcamos siempre según principios que perduran, y que son constantes en todos los tiempos y en todos los pueblos. Aquel hecho, aquel principio que formulaba de una manera elegante con aquella pureza castiza del siglo xvr el cronista de Felipe II, el genial Cabrera, cuando decía: «Una misma manera de mundo es todo». ¿Y tenemos con este hecho ya todo lo necesario para que veamos la historia general? En manera alguna; no hemos hecho con estas dos operaciones sino limpiar nuestro campo de material que no sirve, de material falso que pudiera estorbar; pero ahora necesitamos disponer la obra, necesitamos construir, ne- cesitamos hacer la labor propia del historiador, y para esto, puesto que el historiador lo que necesita es reconstruir la vida pasada y ello es lo que va buscando al través de los hechos que la representan, necesita, en primer término, una visión de los hechos que tiene que relatar, porque aun comparada con las condiciones que decía antes, no todas ellas la va á aprovechar; habrá algunas insignificantes, é inútiles otras que por presentarse 4 nosotros en serie numerosa igual, Ó sea preciso conservar con toda la individualidad absoluta que las representan, ó escoger algunas, y después que tengamos solucionados los hechos para aprovechar de ellos aquello que pueda más vivamente pintar el pasado, necesitamos coordinarlos entre sí para ver cómo se iniciaron á la vida real aquellos hombres, que desaparecieron ya, y cómo unos y otros se incluyen y unos de otros se han desprendido por el proceso de la historia pasada. Y después de esto necesitamos elevarnos sobre los grupos de hechos, sobre la serie de hechos en pro- ceso de generaciones para sacar esa que se llama la Ley de Sucesión, una serie de acciones humanas para tomar de ella y extraer de ella lo que tiene significación, y lo que recogieron, al fin y al cabo, los historiadores sobre la base y sobre el andamiaje de los hechos con- cretos que le han servido para ese mismo proceso. Y en ese camino de la generación, de la abstracción, precedida por la combinación de los diferentes hechos que van á hacer revivir ante nosotros, en lo que esto es posible, la realidad de los hechos pasados. Ahí está la gran obra del historiador; el que tiene poder de intuición bastante, ima- ginación poderosa y cálida para hacer que todas aquellas cosas muer- tas ante sus ojos y ante su conciencia, empiecen á agitarse con aliento de vida y empiecen á rememorar ante él la complejidad de los hechos humanos y le presenten el cuadro de las acciones de los hombres que pasaron ya, como si estuvieren, efectivamente, reproduciéndose ante un escenario por obra de hombres presentes, para aquel que tenga 152 RAFAEL ALTAMIRA sentido poético y artístico para ver el fondo de realidad que se escon- de debajo de aquellos hechos que hacen llegar á la médula de la His- toria y hacen un verdadero traslado histórico; el que no sea ni es un mero recogedor de hechos y averiguador de cosas pequeñas, á quien se le escapa el fluido misterioso que representa la vida de los pueblos en la Historia. (Aplausos.) Cuando se entra en ella, cuando á esa visión poética se la examina, cuando hace el historia- dor hablar en virtud de cualidades artísticas que lo equiparan al poeta mismo, cuando hace hablar á nosotros aquellas cosas muertas, es cuando él ve y puede decirnos á nosotros, qué encantos dramáticos y bellos tiene la historia de los hombres; cómo todas aquellas cosas que vistas, aisladamente, no significan, al fin y al cabo, más que pequeñeces de la historia humana, todas ellas tienen un profundo sentido y todas ellas están polarizadas en alguna dirección funda- y entonces es cuando el his- ny mental que sigue la humanidad entera; toriador puede hacernos ver que todas las cosas que los hombres han hecho en la vida misma, significan estas dos grandes acciones en que se resume la obra entera de la humanidad: la acción de trabajo con- tra la naturaleza, para convertirla en esclava de las necesidades hu- manas y la lucha para la organización, la justicia y la fraternidad entre los hombres, para que aquellos que se consideraban primitiva- mente como lobos entre lobos, se consideren como hermanos entre hermanos. (Aplausos.) Y cuando así aprendemos á ver la historia de los hombres, y cuando le damos ese sentido y esa significación, es cuando se nos aclara vivamente la conciencia de que el momento actual no es más que uno en el proceso de la historia propia; pendiente de lo que pasó preñado del porvenir, como ha dicho un historiador; pero que no tendrá explicación de ninguna manera si no fuéramos á buscarla en todas aquellas cosas que la superficialidad general tuviera como cosa ya pasada y sin engranaje ninguno en el momento presente. Esto es, señores, lo que importa que nosotros enseñemos á nues- tros discípulos: no el dato seco, no la noticia escueta, no la fecha y el nombre para los cuales al fin y al cabo están los libros; porque es preciso no olvidar que la imprenta se descubrió hace algunos siglos y que ella sirve para algunas cosas, para no cargar nuestra memoria con datos inútiles que se pueden encontrar en cualquier momento, en un manual; no el dato pequeño en el cual queda á veces presa la inteligencia de los muchachos sin saber remontarse á las cosas que ORGANIZACION DE LOS ESTUDIOS HISTORICOS 153 están por encima de ellas, sino la percepción á través de todas esas noticias y de todos esos hechos individuales de la gran corriente hu- mana en la doble dirección que yo decía antes. Y cuando de esa manera, hayamos hecho penetrar en la forma- ción del espíritu del hombre que se prepara para la lucha del mañana, la utilidad del conocimiento histórico y la conciencia de cómo á él está enlazada toda la acción del momento presente, entonces habre- mos dado á nuestros alumnos una doble dirección política en todo el y de sentido en la " sentido que la palabra tiene, es decir, de dirección vida; porque le habremos hecho entender, de una parte, cómo el correr de las cosas humanas y la forma en que el espíritu de los hom- bres va traduciendo su idea y dando satisfacción á sus necesidades, es un correr irrestañable de cosas que no hay fuerza humana que pueda detener, y cómo las formas históricas son obra de las circuns- tancias y las necesidades de cada momento y en cuanto esa cir- eunstancia y esa necesidad ha pasado queda como cáscara vacía. (Aplausos.) Pero al propio tiempo que les enseñaremos á ser respetuosos con la vida nueva que se avecina, con la aurora que viene á sustituir el día que pasó ya, le daremos á conocer que los cambios en la historia humana, si son irreprimibles, no se hacen, como decía Hegel, de un pistoletazo; se preparan constantemente por la labor de muchos tra- bajadores, la mayor parte de los cuales quedan obseuros y descono- cidos para la historia que no se ha fundado y no han fructificado obras ningunas en el mundo á las cuales no haya precedido una pro- paganda honda para transformar el espíritu que es, al fin y al cabo, el que puede transformar la superficie de las cosas, y que sólo aquello que ha estado precedido por este movimiento espirituas, por esta pre- paración lenta y seguida en la cual colaboran tantos elementos, y á veces aquel mismo que se pretende destruir, sólo entonces es cuando hay derecho á conmover á los pueblos y ¿4 lanzarlos 4 la ventura de la sustitución de un pasado que ya no tiene raíces, por un porvenir que tiene todas las raíces de la historia; pero mientras esto no ocurra, mientras esto no pase y el terreno no esté preparado suficientemente para esa labor que á veces es secular, es una locura y es un crimen de lesa humanidad, precipitar á los pueblos en reformas días tras días, que no tienen base ni asiento, y que no podrán prevalecer por eso mismo. Ahora bien, para lograr todo esto, hay necesidad de crear, ade- más de todas aquellas instituciones á que yo me refería antes, que 154 RAFAEL ALTAMIRA existen ya en todos los pueblos que han podido organizar sus estu- dios históricos, en todos aquellos pueblos que tienen una larga tra- dición, de esos que han podido, constantemente, por la propia expe- riencia, rectificar las cosas é ir sustituyendo é ir componiéndolas mejor; hace falta que en cada Facultad de Letras que pretenda for- mar historiadores para el día de mañana, haya una cátedra de Me- todología y de Ciencias Históricas, en la cual el futuro historiador se forme en todas aquellas disciplinas, y sobre todo en aquel sentido histórico que le harán posible penetrar al fondo de los hechos, y le harán posible ver con vivacidad la reconstrucción de la Historia pa- sada; una cátedra en donde se estudien todos esos problemas funda- mentales que preocupan á los historiógrafos de hoy y que constituye una serie de los problemas que forman la moderna ciencia histórica dentro de la cual está la Metodología. Y conjuntamente con esto, es necesario que tengamos esas cátedras de ciencias auxiliares á que yo aludía antes para la formación de los técnicos en el manejo del material de la historia misma; y así hace falta que cada nación cree las cátedras de su especialidad histórica, no con el mero fin de tras- mitir á las generaciones que pasan por nuestras aulas las ciencias creadas por el Profesor, sino en formar á esa generación para que ella á sí propia se constituya en elemento de formación de la ciencia de la historia, que pueda investigar por cuenta propia, que crecerá, cada día más, el acerbo común de los conocimientos referentes á la His- toria; por eso es una necesidad y ya empezaba yo á advertirlo ahora al principio de mi conferencia cuando asentaba uno de mis funda- mentos que anota el estado de la historia, en todas partes; por eso es una necesidad que cada pueblo constituya investigadores de su his- toria patria, y tener una cátedra en la cual se formen esos investiga- dores y descubridores, 4 medida que las necesidades los vayan pi- diendo y á medida que sea posible, desdoblar esa cátedra en las diferentes direcciones de la vida nacional, y poder estudiar, por lo tanto, independientemente, la historia del derecho de su país, la his- toria del arte, la historia del comercio, la historia en suma, de todas las manifestaciones que constituyen la acción del pueblo aquel en la vida, y sin cuyo concurso y reunión sería absolutamente imposible que nosotros llegáramos á comprender lo que un pueblo ha llegado á significar en la Historia. El resultado de todo lo que traiga consigo esta organización en la enseñanza de la Historia en la cual se promueve la creación, el nom- bramiento de especialistas, poniendo todas las condiciones para que — y ORGANIZACION DE LOS ESTUDIOS HISTORICOS 155 el espíritu encuentre el camino propio de su vocación y se forme en ella, y pueda trabajar de una manera más profunda y de una manera más útil para la colectividad, el resultado de todo esto es preciso luego llevarlo al conocimiento de la gran masa del público que no puede ser especialista en la Historia, pero que necesita del conoci- miento histórico; y esto obliga 4 que nos preocupemos, no solamente de la organización de los estudios superiores, sino de la organización de los estudios históricos en aquel período de cultura general que va á formar el espíritu de todo el mundo, del que no va á ser historiador pero que va á ser ciudadano y que necesita, por lo tanto, el concurso de los conocimientos históricos. ¿Y qué es lo que hoy se cree que debe constituir la base de una cultura general en la Historia? Ha solido haber en muchos pueblos el error de creer que así como el esfuerzo principal de ellos en el tra- bajo propiamente de investigación debe estar dirigido al conocimiento de la historia patria, y mientras esto no lo tenga bien estudiado, no tiene derecho á distraer su tiempo al conocimiento de la historia de otros países, de igual manera, la cultura general, en materia histó- rica, debe orientarse, exclusivamente, en el conocimiento de la his- toria patria. El error ese procede de un sentimiento muy generoso y de una idea que tiene su razón de ser. Yo he oído discutir, en la República Argentina, y he visto que allí era un motivo de honda preocupación, porque ellos dicen: la inmensa mayoría de nuestros alumnos no pasan de la escuela pri- maria, ¿tenemos derecho, nosotros, á quitarle su tiempo y á ense- ñarle cómo vivían los romanos, cómo vivieron los griegos, cómo vi- vieron los caldeos, cuando se nos va á marchar sin saber cómo ha vivido y cómo es el pueblo suyo? Y esa preocupación y ese temor de que el muchacho saliese antes de terminar su formación en la cultura general sin el conocimiento de la historia de su pueblo, que es lo que les puede importar más, les ha llevado á reducir el estudio de la Historia en las escuelas primarias, al estudio puro de la parte nacional. Ahora bien, yo creo, efectivamente, que el programa de la cul- tura general debe estar organizado de tal manera, que permita el que un muchacho en cada período que deje de asistir á la Cátedra, que deje de cultivar esos estudios á no ser en un caso especial, excepcio- nal, que de una manera extraordinaria lo aparte de ella, está for- mado completamente, aun cuando sea en una proporción muy chica, pero en la amplitud de la orientación general detodas las actividades 156 RAFAEL ALTAMIRA de los conocimientos humanos, y que por lo tanto es absolutamente preciso que lleve en el terreno histórico un fundamento de lo que su pueblo ha representado; pero esto no excluye—todos los metodólogos modernos lo reconocen—que en la enseñanza primaria, y en el pe- ríodo que comprende la segunda enseñanza de estudio, al propio tiempo, la historia general de la humanidad, porque no se llegará á comprender bien lo que es cada uno de los pueblos, qué sitio le co- rresponde en el mundo, cuál ha sido su actuación en la historia de la civilización, y de dónde le han venido los elementos fundamentales para que su espíritu fructifique en tal ó cual obra, si no se saben las relaciones en que ha estado con los demás pueblos del mundo. Es completamente imposible que nos hagamos cargo de lo que nuestra obra individual representa en el mundo, si no la conocemos más que á través de nosotros mismos, sino la vemos en las relaciones que tienen en el resto de los demás hombres y en la parte de elemento que ellos han podido recibir de los demás. El problema se resuelve dentro de la metodología moderna mediante una forma cíclica de estudios de la Historia, en que comenzando en la historia general en la proyección de la humanidad toda considerada como un conjunto, se va rápidamente especializando, y viniendo á concentrar todos los esfuerzos, en los estudios particulares del pueblo especial, de la patria en que se vive, y de esta manera queda perfectamente encajado y colocado dentro del conjunto de las naciones, y por lo tanto, carac- terizado en cuanto á elementos que han contribuído á la obra general según os decía—es lo que importa, de la humanidad; y como eso que nosotros formemos concepto de lo que representa la obra general humana, y de lo que cada uno de nosotros pueda aportar á ella, ese sistema que resuelve el conflicto y la dificultad, no priva al alumno del conocimiento de la historia general humana en aquello que le pueda ser fundamental y no le priva, tampoco, ello de especializar en la historia particular de la nación. Así es como están organizados los programas más modernos de historia en el período de cultura general. Todo el problema consiste, pues, en lo que puede decirse consti- tuye la dificultad y el secreto de una enseñanza primaria ó secundaria que abraza todas las direcciones del espíritu, y no constituye un ex- ceso de trabajo para el alumno, reduciéndose á lo fundamental, dando las cosas en loque tienen de esencial, y librándose de todo pormenor, de todo dato que no tiene una importancia capital y que no sirve más que para aumentar el trabajo del alumno sin darle cosa sustancial, ORGANIZACION DE LOS ESTUDIOS HISTORICOS 157 una cosa de verdadera importancia, y solamente se ha penetrado así el sentido de la enseñanza, y solamente el profesor es bastante pro- fesor para poder reducir á lo propiamente sustancial y quintaesencial las cosas que puedan aprovechar la condición espiritual del alumno, el disfrute entre las diferentes cosas que debe comprender la cultura general desaparece, por completo, porque todas ellas caben perfecta- mente cuando se les reduce á la justa medida que deben tener en cada uno de los elementos de la educación. Voy á terminar, porque esta conferencia se está haciendo suma- mente larga, indicando, rápidamente, lo que se necesitaría para com- pletar la enseñanza. El profesor necesita un material de enseñanza; ese material de enseñanza consistente en láminas, planos, mapas, en restos históricos que puedan formar el museo escolar y que ya se forma en la mayor parte de las escuelas, en los institutos y en las mismas cátedras uni- versitarias. Este material tiene, sin duda ninguna, una importancia grande y la tiene y se le ha dado, sobre todo, en aquellas manifestaciones de carácter industrial que sirven para la obra de la enseñanza; pero es preciso no perder de vista que el verdadero material histórico debe ser un material real que se encuentra en los museos, y que cuando una Universidad ó Instituto no pueda poseer un museo especial, de carácter histórico, debe ir á donde se encuentra por medio de excut- siones y por medio de visitas. Y de tal manera esto es así, que puede servir un museo para constituir una enseñanza histórica en lo fundamental, que yo puedo ofreceros el ejemplo de una escuela espa- ñola, de la Institución libre de enseñanza, que explica toda la his- toria de la civilización en los museos de Madrid, que tiene su cátedra en ellos y en presencia de los objetos históricos allí reunidos es como va comunicando á sus alumnos la intuición de las cosas pasadas. Por otra parte, hay un elemento considerable del material que auxi- lia la intuición de los conocimientos, que los profesores no pueden, de ninguna manera, tener preparado de antemano, que es preciso se prepare en cada momento con el que le ocupa la atención particular y la exigencia de preguntas que el alumno hace, en aquel instante, comunicándole la flexibilidad que necesita la obra de la educación para que sea fructífera. Y luego, señores, hace falta, también, crear los seminarios á que aludía el Dr. Lendián antes, los lugares en los cuales el alumno que se ha diferenciado ya y que ha señalado su especialidad, su vocación, 158 RAFAEL ALTAMIRA pueda trabajar, de una manera personal, bajo la dirección de su pro- fesor y pueda comenzar á adiestrarse en la obra para la investigación histórica propiamente dicha. Y queesto no esuna exigencia desme- surada y una cosa que sólo pueda tener realidad en algunos pueblos y se acomoda á las condiciones psicológicas de algunas razas, lo prue- ba que los seminarios traídos de Alemania á Francia, han fructifica- do, admirablemente, en un tipo original y propio que en gran parte podrá representar un ideal, sobre el mismo ideal alemán, en la es- cuela práctica de estudios históricos, y que esos mismos seminarios los hemos traído, modestamente, á España, los hemos creado en la Universidad de Oviedo, y aun siendo aquélla una Universidad modes- ta, con un número reducido de alumnos, hemos podido encontrar, to- dos los años un grupo de ellos que han venido á trabajar en horas extraordinarias para ejercitarse en las investigaciones históricas aque- llas y con ellos hemos podido hacer trabajos que no significan nada en cuanto á sus conclusiones; pero que significan mucho en cuanto al aprendizaje, que presentan trabajos de la importancia de éste: del estudio de la condición de nuestra clase trabajadora desde el siglo vii hasta el siglo xvi estudiando, perfectamente, por los mismos alumnos en las leyes y en todos los documentos de carácter literario, de los libros de viaje que ellos han podido estudiar y de los cuales han entresacado los datos importantes para su investigación. Y han estudiado, en otros períodos, juntamente con sus profesores, todos los datos importantes de carácter sociológico que se contienen en una admirable obra de un historiador árabe-español Aben Saldun, pu- hlicado en el siglo xrv y que constituye una sorpresa extraordinaria, porque los hombres que acuden á ella, después de haber estudiado y conocido los hombres de nuestros sociólogos del siglo xIx, se sienten sorprendidos al ver que aquel hombre del siglo xtv había aprovecha- do todo el programa de la sociología moderna de Herbert Spencer; y nuestros alumnos, á la vez que han ido desglosando el material de ideas aprovechables de Aben Saldun, iban comparando todo eso con la posición moderna que tiene cada uno de esos problemas y cuestio- nes en los tiempos actuales y estableciendo, por lo tanto, la diferen- cia entre las posiciones científicas de los problemas esos del siglo XIV y la perfección de ellos en el siglo xx. Y conforme hemos estu- diado esto, hemos estudiado la organización de carácter fundamental en el territorio español, no viendo lo que opina un autor ú otro, sino dirigiéndonos á aquellos documentos de los cuales se puede sacar una impresión personal y que después, con esos documentos podrían des- ORGANIZACION DE LOS ESTUDIOS HISTORICOS 159 pejar la incógnita de la historia jurídica del pueblo español, en la cual no se sabe con completa seguridad nada, sino cosas sin funda- mento, cosas que no tienen arraigo alguno en la verdadera documen- tación de los hechos históricos. Estos seminarios que sirven para adiestrar y para ir formando la habilidad de los muchachos en las investigaciones históricas, constitu- yen la mejor manera de que se formen lo que importa, sobre todo, en la enseñanza de la Historia, cuando en ella se persigue la forma- ción de especialistas que se constituyen en la personalidad del propio alumno, puesto que como se le confía una obra y se le entrega á su iniciativa, él tiene que desplegar todas esas fuerzas fundamentales del alma de que necesitamos valernos en las grandes crisis de nues- tra historia individual, y las únicas que nos asisten y van poco á poco abriendo su alma á la conciencia de las facultades que en ella hay, conociendo sus vicios y errores, y va formando y laborando su espí- ritu para hacer, en el día de mañana, de esa dedicación particular un elemento útil en la obra de la investigación histórica. Tales son, señores, las exigencias, los deseos, las aspiraciones de la Ciencia y de la Metodología moderna de la Historia con respecto á la organización de la enseñanza de ella en los diferentes grados. Cla- ro es que muchas de estas cosas constituyen todavía, aun en aquellos países más adelantados, una pura aspiración ó una ilusión, que está clara en la doctrina pero que no está tan clara en los he- chos. Pero no debemos olvidar que por muchas dificultades que la vida real nos presente y por mucho que ella rebaje nuestra aspiración para ser perfecta, nunca se hará bien en la vida si no tenemos puesta la mira, de una manera altísima, y no le exigimos á nuestra flaca voluntad que se suele contentar, demasiadas veces, con lo poco y mucho, y lo más grande, porque está mirando ella, y porque estamos seguros de que su arranque será vigoroso, por mucho que le batan las alas de la realidad, todavía alcanzará un lugar bas- tante alto para que pueda ser un elemento activo en la obra general, en la formación del espíritu. (Grandes aplausos.) ESTUDIO COMPARATIVO SOBRE LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO DEL CODIGO CIVIL ESPAÑOL * POR JOSÉ ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS Doctor en Derecho Civil Distinta es, pues, como vemos, la situación legal del extranjero en España (y en Cuba) de la que tiene en Francia, pues mientras el Código Francés, conforme con la escuela estatutaria, no admite teóricamente otros derechos civiles en el extranjero que los recono- cidos y concedidos por la estricta reciprocidad (siquiera práctica- mente se haya corregido un tanto las deficiencias y rigor de su doe- trina), el Código Español, más de acuerdo con las modernas direc- ciones del Derecho Internacional Privado, afirma y consagra la ple- na igualdad civil entre nacionales y extranjeros, “salvo lo dispuesto en el artículo 22 de la constitución del Estado ó en tratados Inter- nacionales”? que, por otra parte, no se refieren más que á aquellos derechos que tienen fundamentalmente carácter público, como el convenio que cita, por ejemplo, Manresa, que reserva el derecho de pesca en el Bidasoa á los habitantes de determinados pueblos ribe- reños, celebrado entre España y Francia. ? EL LLAMADO ESTATUTO PERSONAL A Pero sigamos comparando nuestro Código con el Código Civil Francés, que encontraremos todavía otras importantísimas diferen- cias. Hemos dicho que nuestro sistema de Derecho Internacional Privado se inspira fundamentalmente en las ideas de Mancini y su escuela, así como se inspiró y modeló el Código Francés en la teoría de los estatutos. Sigamos, pues, demostrándolo. Inspirado Mancini en los altos ideales de patria y nacionalidad que, exterio- rizándose en grandes y profundos movimientos populares, produ- jeron aquellas poderosas revoluciones que sacudieron á toda Euro- * Véase el Vol. XIV, núm. 1, pág. 110. 1 Manresa. Comentarios al Código Civil, tomo I, pág. 182. ESTUDIO COMPARATIVO 161 pa en 1848, declaró que del mismo modo que en el interior de cada nación, para las relaciones de mero derecho privado, el principio de libertad que protege la autonomía legítima é inviolable del indi- viduo, traza un límite al poder legislativo y político del Gobierno, también el principio de nacionalidad fija un límite análogo entre las personas extranjeras y el Estado. Y como *“el derecho de na- cionalidad que corresponde al pueblo entero no difiere sustancial- mente del derecho de libertad que corresponde á los individuos, ha de entenderse que cada persona puede reclamar de los diversos Es- tados á virtud del principio de nacionalidad extranjera el mismo respeto para su patrimonio de derecho privado que solicita de su propio Estado y de sus conciudadanos”?. Consecuentemente con estas ideas (y prescindiendo, para no dar demasiada extensión á este trabajo, de las profundas consideraciones que consagra el gran jurista italiano al concepto de la nacionalidad, que consiste, para Mancini, en la unidad é identidad de los caracteres esenciales que pueden diferenciarlas entre sí, tales como la raza, la lengua, el te- rritorio, las tradiciones y costumbres, y el espíritu general de que hablaba Renan), declara Mancini como principio fundamental de su sistema, que el derecho privado nacional debe considerarse como ley personal del hombre; que el derecho civil ó privado es personal y nacional y debe acompañar al individuo fuera de su patria, y que, por tanto, las leyes que regulen intereses meramente priva- dos, deben conceptuarse como leyes personales y seguir al hombre aunque se traslade fuera del territorio, con eficacia y aplicación en todas partes. “Le droit privé—dice elocuentemente Laurent, que precedió á Mancini en la exposición y desarrollo de las luminosas y fecundas ideas que caracterizaron después á la escuela italiana— _est attaché tout entier a la personne, et la personne, étant reconnue partout comme un étre juridique, 1'égalité qu'on admet entre les - étrangers et les nationaux doit avoir pour consequence que chaque personne soit régie par sa loi nationale.?” Vol. I, op. cit., pág. 525). “Le droit d'intérét privé—dice Pradier Foderé en una brillante exposición de la doctrina de las nacionalidades 1—“est attaché tout entier á la personne, et de plus il dépend de la nationalité,, le sys- teme des rapports de droit étant déterminé chez chaque peuple, avec une prépondérance presque entiére par le climat, la situation géographique, la nature et la fertilité du soil. Les lois dont se cons- titue ce droit d'intérét privé étant attachées á la personne régis- 1 Ob. cit. Vol. 3, pág. 588, 162 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS sent en général tous les faits juridiques oú la personne intervient, et c'est dans ce sens qu'on peut dire qu'elles sont personnelles. Elles sont de plus nationales, puisqu'elles dépendent de la nationa- lité. Personnelles et nationales, elles doiven conséquemment suivre la personne partout...?? ¿Quiere esto decir que para Mancini la aplicación extraterrito- rial de las leyes no está sujeta á límite ni condición alguna? Cier- tamente que no. “Si el individuo fuera de su patria—dice Manci- ni—puede reclamar de las soberanías extranjeras, en su calidad de hombre y á título del principio de nacionalidad, el reconocimiento y respeto de su derecho privado nacional, está facultado también el derecho soberano de cada nación extranjera, á nombre del princi- pio de la independencia política del Estado, para prohibir en los límites de su territorio toda infracción del derecho público y del orden público del país, tal como los haya regulado la voluntad na- cional.”? Ese orden público es y debe ser territorial é impone al extranjero las leyes positivas de naturaleza rigurosamente obliga- torias tales como las basadas en principios de moralidad política, y así como no permite la aplicación de aquellas instituciones ex- tranjeras desconocidas para el derecho nacional, rechaza también aquellas otras instituciones incompatibles con el orden político y económico del Estado. LOS ARTÍCULOS 8.” Y 9.2? DE NUESTRO CÓDIGO ¿Son estas ideas y estos luminosos criterios de la escuela italia- na los que adopta muestro Código Civil? Sí, nuestro Código Civil aplica esas ideas en los mismos términos que el Código Civil Ita- liano. Nuestro Código declara en su artículo 8, que “las leyes pe- nales, las de policía, y las de seguridad pública obligan á todos los que habiten en territorio español””. Esta disposición, que tiene sus precedentes en el artículo tercero del Código Francés y en el once- no del Italiano, tiene, como dejamos dicho, su fundamento, en los principios de orden público internacional, según los cuales, el Es- tado tiene el derecho y el deber de velar por su propia conserva- ción (Portalis) y de atender á la protección y eficacia de las leyes de derecho público “constitutivas del estado social”? (Laurent), sometiendo indistintamente al extranjero y al ciudadano á las le- yes penales y de orden público de la nación, é imponiendo á todos el más esecrupuloso respeto á su derecho político y social. Y en se- ESTUDIO COMPARATIVO 163 guida en el artículo 9, afirma nuestro Código en armonía también con los altos principios de la escuela italiana, que “las leyes relati- vas á los derechos y deberes de familia, ó al estado, condición y ca- pacidad legal de las personas obligan á los españoles aunque resi- dan en país extranjero.?” ¿Cuál es á los efectos del artículo 9 de nuestro Código Civil, el concepto y alcance que tienen los derechos y deberes de familia y el estado, condición y capacidad legal de la persona? Es decir, ¿cuál es el concepto doctrinal de los llamados derechos privados ó civiles, que son los que constituyen la materia del referido artículo 9 y que forman lo que los nuevos escritores de Derecho Internacional Pri- vado denominan leyes de orden público interno, obligatorias y ex- clusivas para los nacionales, “porque establecen entre ellos cierta uniformidad de obligaciones y derechos indispensables para la co- existencia social, é inspirada en cireunstancias especiales de que no debe prescindirse”? y que por descansar en exigencias ineludibles “del vínculo de nacionalidad extrañas en cierto modo al territorio, han de ser obligatorias para el individuo dentro y fuera de su pa- tria””. (Bustamante, El Orden Público.) Como es sabido, los modernos escritores de Derecho Interna- cional Privado, para desechar definitivamente la tecnología de los estatutarios, clasifican las leyes desde el punto de vista del Dere- cho Internacional Privado, * en leyes de “orden privado””, que son de carácter supletorio y obligatorias sólo en los límites consentidos por la voluntad, por comprender lo que Mancini llamaba la volun- tad inofensiva del extranjero y Weiss denomina la autonomía de la voluntad, razón por la cual se permite elegir al extranjero la legis- lación y las reglas jurídicas á que desee someter aquellos sus actos que caen dentro del concepto de las referidas leyes (señaladamen- te los contratos) ; leyes de orden público interno que, por referirse al estado personal, al orden y á las relaciones de familia, constitu- yen lo que llamaba Mancini *“la parte necesaria del derecho priva- do del extranjero??, y por último, las leyes de *“orden público inter- nacional””, que comprenden todas las reglas fundamentales de la acción política, las preseripeiones y prohibiciones que se estiman necesarias para la vida social, que constituyen en sentir de Mancini, ““*lo que se llama derecho público de un Estado, sistema organizado de medios necesarios para proteger al Estado contra sus enemigos 1 Bustamante, ob. cit., pág. 76 y siguientes; D. Luis Gestoso, Elementos de Derecho Interna- cional Privado, ete. 164 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS interiores y exteriores y para garantizar á todos los habitantes el goce pacífico de sus derechos??”, y que en atención á que en ellas prohibe el Estado toda lesión de sus derechos fundamentales, cas- tiza todo ataque á su existencia, impone el respeto absoluto de las bases en que descansa su organización política y salva la integridad de su poder soberano que nadie debe ni puede menoscabar, se apli- can por igual á todos los hombres y alcanzan igualmente á los na- cionales y á los extranjeros, constituyendo en tal concepto legíti- mas excepciones y atenuaciones (Weiss) del principio de la per- sonalidad del derecho. Vese, pues, cuán profundamente se diferen- cian de los de los antiguos estatutarios los criterios y soluciones de los modernos escritores de Derecho Internacional Privado. Por lo menos es indudable, que por los modernos tratadistas de Derecho Internacional Privado se dan á los conceptos fundamentales del mismo, una amplitud y desarrollo, verdaderamente notables, y una precisión y profundidad científica completamente nuevas. Pero volvemos á preguntar: ¿Cuál es el alcance y contenido de las leyes de ““orden público interno?””, expresivas, como hemos di- cho, del estado y capacidad civil de las personas, y cuál, por consi- guiente, la exacta interpretación del artículo 9 de nuestro Código? Las múltiples relaciones jurídicas que nacen de la posición de la persona en la sociedad y en la familia, son los efectos jurídicos del estado civil y capacidad de la persona. Por tanto, la calidad de hijo legítimo ó ilegítimo, la mayor ó menor edad, la soltería ó el matri- monio ó el divorcio, la patria potestad, la tutela y la autoridad ma- rital; todas estas situaciones comprenden lo que se llama el estado civil de la persona. *“L*état et capacité—dice el ilustre Laine l—est constitué par un certain nombre de faits dont les principaux sont: la naissance, 1'áge, 1'émancipation, l1'interdiction, le mariage, et engendre rapports de familie, filiation, parenté, alliance, puissan- ce paternelle, puissance maritale c'est enfin a 1'état des personnes qui se rattachent les institutions destinées a la protection des inca- pables telles que la tutelle et la curatelle.?” ?2 EL DOMICILIO Y LA NACIONALIDAD ¿Cuál es la ley única (ya que unánimemente se reconoce por 1 Ob. cit. volumen 1, pág. 115. 2 Véase también al ilustre T. M. C. Asser, Derecho Internacional Privado, obra completada por Alfonso Rivier, trad. Esp. por Joaquín Fernández Prida, vol. único, pág. 68; y á Fiore Ob. cit. vol. 1, pág. 117. ESTUDIO COMPARATIVO 165 todos los autores y por todas las legislaciones la necesidad de que se rija el estado y capacidad de la persona por una sola y única ley) que debe regir el estado y la capacidad ? ¿Cuál debe ser el criterio que fije y regule la ley personal? La ley nacional, según nuestro Código Civil. La ley del domicilio, se- eún la legislación de la Gran Bretaña, la de la América del Norte y las del Código Prusiano y el Código Argentino brillantemente sostenida después por Savigny * fué siempre la ley del domicilio la reconocida y adoptada por los escritores estatutarios, no sólo por razón de principios y de doctrinas (era en D*Angentré y Boulle- nois, por ejemplo, la única ley aplicable á los llamados estatutos personales), sino porque, como demuestra Lainé, *“les lois nationa- les alors n'étaient pas formées””. (Sólo existían leyes municipales ó séase derecho local, con el nombre de ““estatutos””, de donde tomó su nombre la doctrina). La escuela italiana, en la cual se inspiró nuestro Código Civil, acepta y proclama, según hemos dicho, la ley de la nacionalidad, lo mismo que aquél. Y las reglas dictadas en la sesión de Oxford (1880) por el Instituto de Derecho Internacional, que parecen ser las que definitivamente adopta el Derecho Internacional Privado, consagran el mismo principio de la nacionalidad. *““El estado y ca- pacidad de una persona—decían las resoluciones adoptadas en la referida sesión por aquel sabio Instituto—se rigen por las leyes del Estado á que aquella pertenezca por su nacionalidad. Cuando una persona no tiene nacionalidad conocida, su estado y capacidad se regirán por las leyes de su domicilio. En el caso de que diversas leyes civiles coexistan dentro de un mismo Estado, las cuestiones relativas al estado y capacidad de un extranjero se decidirán con arreglo al derecho interior del Estado á que pertenezca.”” Esta úl- tima solución del Instituto del Derecho Internacional, en el caso de leyes coexistentes en el mismo Estado, si bien es satisfactoria, fué sustituída por el proyecto de M. M. Arntz y Westlake, según el cual debía prevalecer para dicho caso la ley del domicilio. De suerte que la solución que definitivamente adoptó el Instituto de Derecho Internacional y que aceptan casi unánimemente los au- 57 tores, ? es la siguiente: que el estado y capacidad de una persona 1 Sistema del Derecho Romano actual, traducción española por los Sres. Mesia y Polei. Bar- celona 1878-1879, vol. 4. 2 Véase especialmente la obra de C. Calvo, Le Droit International Theorique et Pratíque, Pa- rís 1887-1888, que en el segundo vol., capítulo 1, expone con notable lucidez las doctrinas relati- vas á la nacionalidad y expresa el criterio que afirmamos. 166 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS deben regirse por las leyes del Estado á que pertenezca, por su na- cionalidad, ó por las leyes del lugar de su domicilio, cuando no ten- ga nacionalidad conocida, ó en el caso de coexistir diversas legisla- ciones civiles en el mismo Estado. * (Como en Austria, Hungría y los Estados Unidos, por ejemplo.) Distinto criterio es el que domina en las legislaciones civiles Hispano-Americanas, pues en éstas, lo mismo que en el Proyecto de Código Civil Español, de 1851, se proclama por regla general el principio del domicilio, inspirándose como es notorio en las ideas y doctrinas del gran Saviegny. De acuerdo con éstas, se declara, por ejemplo, en los artículos 6 y 7 del Código Civil Argentino que el domicilio y no la nacionalidad, es el que determina el “asiento ¿u- rídico”” de las personas para saber qué leyes civiles deben regir su capacidad de derecho. No vamos á entrar, porque sería inoportuno, en el estudio y comparación de las opuestas doctrinas del “domicilio?” y de la *“na- cionalidad”” como determinantes y calificativas de la extraterrito- rialidad de las leyes personales. Hemos querido, sin embargo, alu- dir á la ley del domicilio porque es la que está en pugna dentro del Derecho Internacional Privado, tanto en el terreno de la doctrina como en el de las legislaciones positivas, con el principio ó ley de la nacionalidad. Además, por lo que respecta á los países Hispano- Americanos, queremos consignar el especial criterio ó punto de vista desde el cual se combate en ellos el sistema de la nacionalidad. UN PUNTO DE VISTA AMERICANO El ilustre Dr. Quintana ? expresa elocuentemente el punto de vista americano de la cuestión. Entiende el distinguido publicista que el sistema de la nacionalidad “levanta un obstáculo para la homogeneidad en el presente, y envuelve un peligro para la unidad en lo futuro de todos los pueblos del continente americano. Data de ayer la inmigración individual, que busca hospitalidad sometién- dose sin reserva á la ley del país que fraternalmente le recibe en su seno. Las naciones americanas, recibiendo continuamente millares de inmigrantes de todas las nacionalidades existentes, perderían rápidamente su propia cohesión si la capacidad de los inmigrantes, su estado y familia, hubieran de continuar regidos para siempre 1 Ya desde 1874, en la sesión de Ginebra del mismo instituto, había declarado los mismos principios el ilustre Mancini. 2 Actas del Congreso de Montevideo, páginas 395 y 396. ESTUDIO COMPARATIVO 167 por leyes de la patria abandonada. Su unidad política, expresión elevada de la soberanía, no tardaría tampoco en resentirse de su falta de unidad legislativa, y el fraccionamiento sería, con el tiem- po, la amenaza constante de su integridad ”?. El no menos ilustre D. Manuel Torres Campos, insigne profe- sor de Derecho Internacional, de la Universidad de Granada, co- rrobora la misma opinión. “La mayor parte de los Estados ameri- canos—dice,—y sobre todo aquellos en que es más numerosa la in- migración, las Repúblicas Argentina y del Uruguay, adoptan, por estar más en armonía con sus condiciones sociales, dado el gran nú- mero de los extranjeros de diferentes naciones establecidos en ellas, el mismo principio de Savieny y de los jurisconsultos ingleses.” 1! Inspirado en este pensamiento, el Congreso Internacional Sud- Americano de Montevideo (1889) declaró que “la ley del domici- lio es la que rige la capacidad de las personas””. ?2 No vemos la razón por la cual debamos rechazar el principio de la nacionalidad, cuyo alto fundamento, científico y racional han de- mostrado admirablemente los jurisconsultos de la escuela italiana. Por tanto, diferimos del criterio de los publicistas citados, inspira- dos, seguramente, en nobles y levantadas ideas, pero incontestable- mente débil en el terreno de los principios. Además, aleuna legis- lación Sud-Americana ha podido inspirarse en los principios de la escuela italiana sin experimentar ninguno de los males que se han profetizado como consecuencia de ese sistema. Es indudable que la razón en que se fundan los señores Quintana y Torres Campos para atacar el principio de la nacionalidad de las leyes, es erróneo é in- sostenible. La cohesión política de los pueblos no puede perturbar- se jamás por el derecho civil, pues cuando éste pretende vulnerar la soberanía política se impone á nombre del ““orden público”” la territorialidad de las leyes. Precisamente el “orden público inter- nacional”” constituído por los atributos esenciales de la soberanía y por los principios fundamentales de la organización política y del derecho público, forma, junto con la regla locus regis actum y la autonomía ó autarquía de la voluntad, las necesarias excepciones ¿Ú atenuaciones del principio de la nacionalidad de la ley recono- cidas unánimemente por todos los jurisconsultos de la escuela ita liana. Esas leyes de orden público cuya observancia se impone siem- 1 «España en los tratados de Montevideo», artículo publicado en la Revista del Foro, de la Habana, tomo 2, segunda época, pág. 413. 2 Artículo 1, Actas y Tratados del Congreso Internacional Sud Americano de 15889, páginas 540 y YA. 168 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS pre en el territorio que las dicta, aregnícolas y extranjeras, soh superiores á la voluntad individual y preferentes y superiores á toda ley extranjera. *“El Estado tiene la facultad de conservarse y defenderse, y de rechazar, por lo tanto, las leyes que contradigan las bases fundamentales en que su organización descansa*”, dice Weiss, ilustre escritor y tratadista de la escuela italiana. No cabe, pues, pensar en el peligro que indican los distineuidos publicistas, antes citados, pues siempre que con la ley extranjera que se invo- que se ponga en peligro ó riesgo la soberanía del Estado, ó la *“uni- dad política””, de que habla el Dr. Quintana, el Estado podrá legí- timamente rechazar aquélla é imponer en su lugar la estricta apli- cación del derecho nacional, es decir, de la ley territorial. No negamos, sin embargo, aquellas necesidades que indispensa- blemente imponen eficaces y necesarias soluciones, en los países hispano-americanos y á que aluden los citados publicistas. Pero estimamos que el remedio eficacísimo para aquellas necesidades na- cidas de la constante inmigración extranjera y el medio fecundo para evitar los peligros que indican los referidos publicistas, está en la franca aplicación del jus soli como criterio exclusivo (domi- nante ya en casi todos los pueblos hispano-americanos), ó del ¿jus soli, en combinación con el jus sanguinis, según se preceptúa en nuestra constitución. * No tenemos, por otra parte, que defender la superioridad y ven- taja, tanto práctica como doctrinal, de la ley Nacional sobre la del domicilio. Reconócenlo así casi todos los tratadistas (Mancini, Bar, Esperson, Fiore, Asser, Laurent, Weis). Pero aparte de que exten- deríamos demasiado este trabajo y de que ya hemos dicho lo sufi- ciente sobre el particular, al comentar y reproducir los elocuentes párrafos de Mancini y Laurent, que oportunamente citamos, no es necesario que insistamos sobre ello: nuestro Código Civil en su artículo 9, consagra explícitamente el principio de la nacionalidad. EL ARTÍCULO 9. DE NUESTRO CÓDIGO Y EL 3. DEL CÓDIGO DE NAPOLEÓN Y en el particular hay que anotar otra notable superioridad de nuestro Código Civil sobre el de Napoleón. Este último, ora por- que comprendiera é interpretara erróneamente, y contraviniera equivocadamente el sentido de la doctrina estatutaria ? que nunca 1 Véase sobre el particular el luminoso estudio de Alexandre Alvarez en su notable libro Le Droit International Americain, páginas 2841 y siguientes. A 2 Freitas. Proyecto de Código Civil para el Brasil. ESTUDIO COMPARATIVO 169 fué partidaria de la ley de la nacionalidad, sino de la del domicilio (al que acaso quiso referirse el legislador francés al hablar de la ley nacional, equivocando los términos); * ora porque obedeciera inconscientemente al poderoso movimiento científico y admirable desarrollo de nuestra ciencia, iniciados desde principios del si- glo xIx; admitió el Código Napoleón como ley personal el principio de la nacionalidad, pero sólo para los franceses que residen en el extranjero, no en cuanto á los extranjeros que residen en Francia. En efecto, el Código Francés, en su artículo 3, dispone: que ““les lois concernant l'état et la capacité des personnes révissent les Francais, méme residant en pays étranger””. ¡Pueden aplicarse también estas disposiciones á los extranjeros residentes en Francia? ¿Estarán éstos sometidos en lo relativo á su estado y capacidad, á su ley personal, ó á la ley Francesa? **Los compiladores del Códi- go Napoleón—dice Fiore ?—se han abstenido de resolver esta cues- tión importante, no han prescrito formalmente la aplicación de las leyes extranjeras, en sus controversias relativas al estado y á la ca- pacidad política, tal vez por el temor de establecer una regla que hubiera podido comprometer intereses franceses digno de protee- ción. Merlin dice, que del principio de que las leyes francesas rela- tivas al estado y á la capacidad de las personas rigen á los france- ses aunque residan en territorio extranjero, se deduce naturalmen- te que por reciprocidad las leyes que rijan al estado y la capacidad de los extranjeros, seguirán á éstos en Francia, y que los magistra- dos deben juzgar en virtud de esas leyes. Los autores franceses y la jurisprudencia aceptan como regla general este principio, pero también es cierto que la legislación no pone en claro los casos dudo- sos que se han dejado en gran parte al buen juicio de los magistra- dos, que ilustres jurisconsultos han hecho varias excepciones al principio, y que por último si los tribunales sin motivo suficiente, se negasen á aplicar la ley nacional de los extranjeros no podrían por ese sólo motivo ser declarados transgresores de la ley francesa é incurrir por consiguiente en la censura del tribunal de casación, puesto que de hecho la ley no tiene una prescripción formal.?” El Código Civil Español, más científico y doctrinal que el fran- cés en lo relativo al Derecho Internacional Privado, incurre, sin embargo, en la misma falta que le señalamos al Código Napoleón. En efecto, nuestro Código, en su artículo 9, dice: ““Las leyes relati- 1 Lainé, ob. cit. vol. I. 2 Ob. cit., vol. I, pág. 125. 170 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS vas á los derechos y deberes de familia, ó al estado, condición, ó ca- pacidad legal de la persona, obligan á los españoles aunque residan en país extranjero.” En este precepto, nuestro Código no supo ex- y claridad debidas el principio de que la ley nacional relativa al estado y á la capacidad, siguen á la perso- na adondequiera que se traslade, y acaso porque el Código Francés presar con la precisión le presentaba una fórmula con que expresar ese pensamiento, re- pitió casi literalmente el artículo 3 de aquel, aunque hay que reco- nocer en favor del Código Civil Español que al copiar el Código Napoleón le agregó algo importante; pues mientras aquél no habla más que “del estado y capacidad de la perscna””, el nuestro, com- pletando más el concepto, se refiere también á los derechos y debe- res de familia, concordando en este punto con el artículo 6 del Có- digo Civil Italiano. “El silencio del Código respecto de qué ley ha de regir los derechos y deberes de familia, el estado, condición y ca- pacidad legal de los extranjeros que residan en España, ¿significa- rá acaso que nuestro tribunales están en absoluta libertad por lo que hace ya la ley aplicable en cada caso sin que nada deba obli-. garles á respetar el estatuto personal de los extranjeros ?”*—se pre- gunta el ilustre civilista D. Mario Navarro Amandi. 1—**Si bien el artículo 9 del Código—dice á su vez D. Augusto Comas ? llaman- do también la atención sobre esta omisión del Código—se ocupa de lo que obliga á los españoles aunque residan en país extranjero, nada dice sobre lo que obliga al extranjero cuando esté domiciliado ó tenga su residencia en España, ó haya de ejercitar algún derecho ante las autoridades españolas. ?” ¿Cuál será, pues, la situación jurídica del extranjero según el artículo 9 del Código Civil? ¿Será su ley nacional ó bien la legis- lación española la que deberá regir sus derechos y deberes de fa- milia, su estado, condición y capacidad legal? Navarro Amandi, fundándose en las consideraciones de comentaristas tan ilustres como Merlin, Laurent y Verdugo, referentes al artículo 3 del Có- digo francés idéntico al nuestro, afirma con incontestable razón, que desde el momento que el legislador español quiere que el ciu- dadano español lleve su ley personal á todas partes, no puede opo- nerse á que los extranjeros residentes en España tengan idéntica pretensión. En efecto, así hay que admitirlo, no sólo porque tal es el 1 Ob. cit. tomo 1, pág. 32. 2 La Revisión del Código Civil Español, Madrid 1895, vol. 1, pág. 288, ESTUDIO COMPARATIVO 171 espíritu del artículo 14 del Código * y lo impone la jurisprudencia francesa que ha interpretado en ese sentido el artículo 3 del Có- digo Napoleón, sino porque, según la doctrina legal fijada por el Pribunal Supremo Español, es ley personal del individuo la del país á que pertenece, la cual le sigue adondequiera que se traslade (sentencia del 29 de Enero de 1875); el estatuto personal, no me- diando un tratado especial, debe regir todos los actos que se refie- ran en lo civil á la persona del extranjero, subordinándose á las le- yes vigentes en el país de que es súbdito, ? y es “doctrina de Dere- cho Internacional Privado que al extranjero le acompaña su esta- do y su capacidad, y deben aplicársele las leyes personales de su país””. * Vese, pues, cómo aplica el Tribunal Supremo Español, como esenciales fundamentos de nuestro sistema de nuestro Dere- cho Internacional Privado, los principios sostenidos por la escuela italiana. Pero como dice con perfecta razón el ilustre Comas, * “aunque la lógica aconseja que continúe regido por la legislación de la nacionalidad á que pertenezca el extranjero, siquiera por ra- zón de analogía á cuanto dicho artículo 9 dispone para los españo-- les, la verdad es que el silencio del Código, no sólo autoriza la in- certidumbre en este punto, sino que la acentúa mucho más la im- posibilidad de salirse de sus límites para acudir á las doctrinas del Derecho Internacional Privado en lo referente al estatuto perso- nal, desde el momento en que, según el párrafo 1” del artículo 12, el Código determina ya los efectos de los estatutos, y únicamente á las disposiciones de su título 1.?”, hay que atenerse por lo tanto, para su aplicación””. No es posible dudar, sin embargo, que, según el espíritu y la doctrina del Código Civil, la capacidad civil del ex- tranjero se rige por su ley nacional. Interpretando acertadamente nuestro Código hay que admitir para el extranjero la acción de las leyes de su país en cuanto se refiere á los extremos mencionados en el artículo 9, ó sea su estado y capacidad jurídica contentivas, según hemos dicho, de las llamadas leyes de orden público interno, que *“por descansar en exigencias ineludibles del vínculo de nacio- nalidades extrañas en cierto modo al territorio han de ser obliga- 1 Que dice que conforme “tá lo dispuesto en el artículo 12, lo establecido en los artículos 9, 10 y 11 respecto á las personas, los actos y los bienes de los españoles en el extranjero y de los extranjeros en España....etc.» 2 Sentencia de 6 de Novier.bre de 1867. 3 Sentencia de 13 de Enero de 1885. (Como se habrá observado, es notable que las dos primeras sentencias sean anteriores á la fecha de la promulgación del actual Código Civil, se- guramente porque el proyecto de Código de 1851 contenía ya el mismo principio del artículo 9.) 4 Ob. cit., vol. I, pág 288. 172 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS torias para los individuos dentro y fuera de su patria??, y que se distinguen en la legislación de cada país y en el rigor de la cien- cia por estos dos caracteres fundamentales: el aplicarse exclusiva- mente á los nacionales dentro y fuera de su patria (la extraterri- torialidad es su efecto característico) é imponerse á la voluntad in- dividual hasta el extremo de quedarle prohibido á los nacionales su renuncia, mientras no cambien la nacionalidad, pues vigente ésta no es lícito á nadie sustraerse al cumplimiento de sus bases esencia- les, ni sustituir su voluntad á la voluntad de la ley. (Bustamante, Weiss, Mancini.) Además, interpretando en todo su alcance y ex- tensión el artículo 27 del Código, que dice que “los extranjeros go- zam en España de los derechos que las leyes civiles conceden á los españoles salvo lo dispuesto en el artículo 2 de la Constitución del Estado ó en tratados Internacionales?”, y explicándolo en el sentido amplio y expansivo que corresponde, ha declarado el Tribunal Su- premo Español, en sentencia del 1. de Julio de 1897, que “todas las medidas de seguridad, de amparo ó protección establecidas por la ley en favor de los nacionales, son extensivas á los extranjeros que residan accidental ó habitualmente en el país, ora se refieran á la libertad é integridad de su persona, 6 ú las garantías de su de- recho??; de donde se deriva la consecuencia reconocida y sancionada por el Derecho Internacional Privado de que los efectos de la de- elaración (contenida en el artículo 27) de la completa igualdad ci- vil entre nacionales y extranjeros se extienden también á los debe- res y derechos de familia, y el estado, condición y capacidad legal del extranjero, á fin de someterlos á su ley nacional. De todos mo- dos nos adherimos á la opinión de Comas: “así como el artículo 9 señala lo que obliga al español aunque resida en el extranjero hay que consignar en el Código aquello que ha de ser obligatorio al extranjero con residencia en España, ya sea determinando estas obligaciones, ya preceptuando que por analogía ó por reciprocidad se aplique al extranjero su ley propia en los extremos ó particula- res en que se reconoce aplicable al español su ley nacional cuando reside fuera de España?””; y por tanto se impone la reforma del re- ferido artículo 9 en el sentido del artículo 6 del Código Italiano, ó sea que “*el estado, la capacidad de las personas y las relaciones de familia se regulan por las leyes de la nación á que pertenezea””, lo que hará desaparecer toda clase de dudas y vacilaciones. ¿STUDIO COMPARATIVO 173 DEL LLAMADO ESTATUTO REAL Y viniendo ya á otro extremo importantísimo: ¿á qué principio jurídico somete nuestro Código los derechos del extranjero en Es- paña, respecto de los bienes? En esta materia, consecuentemente también con los principios de Mancini, que son casi generalmente de los tratadistas contemporáneos de Derecho Internacional Priva- do, afirma nuestro Código la personalidad como regla, y la realidad como excepción. “Cuando admitimos en un principio la extraterri- torialidad de la ley—declara Weiss,—el insigne profesor francés y brillante sostenedor de la escuela italianma—comprendemos en una misma fórmula las disposiciones relativas al estado y capacidad de las personas y las que tienen por objeto los bienes. Distinguir como los estatutarios, entre las leyes personales y las leyes reales, pare- ce arbitrario é inútil. Todas las leyes son personales en el sentido de que todas proceden más ó menos de las personas. Aun las que de un modo particular y directo se ocupan de su patrimonio sirven en efecto para el bienestar y la utilidad del hombre que es el fin esen- cial de sus preceptos. Por lo tanto las leyes personales y las que pretenden llamarse reales no se aplican en tesis general sino á las personas para las cuales se han hecho, y las siguen de continuo, sea cual fuere el lugar á que se trasladan.?? Es tan estrecha é indisolu- ble la solidaridad que existe entre las personas y los bienes, que, como enseña Mancini, no es posible someterlos á distintas leyes, puesto que la ley, lo mismo cuando se trata de las personas que de los bienes, regula un interés privado y se propone siempre la 2til1- dad de las personas, y no puede regir más que los individuos para quienes se hace, y los debe seguir á todas partes, para todas sus relaciones jurídicas. Uno mismo es el criterio que debe regir el es- tado y capacidad de las personas y los derechos sobre los bienes; y es el principio ó ley de la nacionalidad, que borra definitivamente la división ficticia de los estatutos personales y reales. Pero aunque un autor tan reputado como Laurent declara la anterior regla en términos absolutos sin excepción de ninguna clase, ¿el principio de la nacionalidad ó personalidad de las leyes, cuando se aplica á los bienes, no debe sufrir excepción alguna, según se trate de bienes muebles é inmuebles? Sí: los principios de la soberanía territorial y del derecho público, las supremas exigencias del “orden público internacional”? imponen una excepción al principio de la naciona- 174 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS lidad de las leyes en lo relativo á los bienes inmuebles que indis- pensablemente deben someterse á la ley territorial, á la lex loci. Sostiene Laurent, como hemos dicho, que los bienes inmuebles de- ben someterse á la ley personal, pero ““necesítanse sin duda sus ex- cepcionales condiciones de polemista para afirmar y discutir seme- jante tesis. Lio débil de su teoría no se disimula ni se oculta á pesar de sus esfuerzos extraordinarios””. En efecto; si la soberanía es indivisible y completa, debe exten- der su autoridad exclusiva á todo su territorio sobre el que ejerce el dominio eminente y supremo, y es lógico é indispensable admitir que el imperio y la autoridad de la ley territorial debe ser exclusi- va, considerada en relación con los bienes inmuebles. Por formar, pues, parte del territorio, ó estar á él íntimamente unido, se some- ten aquéllos en todas las legislaciones á la ley territorial, pues de otra suerte, como ha dicho elocuentemente el Tribunal Supremo Español en Sentencia del 23 de Octubre de 1873, “fácil sería á una nación lastimar á otra en un derecho tan alto y sagrado como es el del dominio que todo soberano ejerce de un modo absoluto so- bre su territorio?”. ““Parece desde luego—dice el ilustre Asser l—que la aplicación de la ley territorial bajo ningún aspecto merece estar más asegura- da que en lo relativo á los inmuebles, los cuales son fracciones del territorio ó están unidos á él por manera definitiva... De aquí la unanimidad con que autores y legislaciones proclaman la soberanía de la ley de la situación en punto á inmuebles. ?” El concepto político del Estado y las exigencias de orden eco- nómico á que indispensablemente tienen que obedecer todas las re- laciones jurídicas, imponen la autoridad de la lex loci respecto de los bienes inmuebles, no sólo porque lo contrario sería mermar y desconocer los más esenciales atributos de la soberanía, que provee mediante el derecho público á la constitución y existencia del Es- tado, á la organización y ejercicio de los poderes públicos y al man- tenimiento de las bases fundamentales en que descansa, sino por- que ello interesa en alto grado á la prosperidad y constitución eco- nómica de la nación. Así lo reconoce el propio Laurent, que cuan- do desciende á los detalles y aplica la vida real en materias de bie- nes inmuebles, lo que él llama **derechos sociales”? aplica y acepta la territorialidad de la ley que regula los inmuebles. El argumento es, pues, incontestable. “Los inmuebles constitu- 1 Ob. cit. pág, 112. ESTUDIO COMPARATIVO 175 yen—dice á su vez el gran civilista italiano Francisco Ricci 1—el territorio del Estado en que se encuentran. No someter tales bienes á la ley local equivaldría á negar la soberanía; ahora bien, siendo, como es, cada legislación soberana dentro de los límites de su pro- pio Estado, es lógicamente necesario que los bienes inmuebles que al fin constituyen el territorio estén regulados por sus leyes, no se- gún las leyes extranjeras. ?” EXAMEN DEL PRIMER PÁRRAFO DEL ARTÍCULO 10. DE NUESTRO CÓDIGO Por eso dice bien nuestro Código en su artículo 10: *“Los bie- nes inmuebles están sujetos á las leyes del país en que están sitos.”” El estatuto real es, pues, el que debe regir los bienes inmuebles; lo cual no constituye propiamente una derogación del principio de la personalidad del derecho, sino una excepción ó atenuación del mis- mo (Weiss) impuesta por las necesidades y exigencias del derecho público y del orden público internacional, que es esencialmente te- rritorial y rige para todos los que habiten en el estado sin distin- guir entre regnícolas y extranjeros. Por fundarse, pues, en el concepto del Estado y la soberanía es por lo que se aplica á los bienes inmuebles la ley de su situación, cual se establecía también en la doctrina estatutaria, por más que cuando nunca mencionaban los escritores estatutarios los bienes in- muebles, ó cuando lo hacían era incidentalmente y sin concederles importancia aleuna. (Lainé.) Por lo demás, los altos motivos políticos (derivados del concep- to verdadero del Estado y de la Soberanía) y las legítimas exigen- cias de orden económico y jurídico en que se hace fundar hoy la naturaleza real de la ley que regula los bienes inmuebles, no tienen. nada que ver con los razonamientos en cuya virtud explicaba la escuela estatutaria el carácter territorial de las referidas leyes. Pero este principio que, según todas las legislaciones y todos los autores, consagra, como hemos dicho, la superior autoridad de la lex loci respecto de los bienes inmuebles, se refiere ó debe referirse á éstos vistos en sí mismo, con entera abstracción de las personas á quienes pertenezcan y de las relaciones que afecten. Porque, en efecto, la escuela italiana, de acuerdo con las máximas fundamen- tales sobre que funda todo el Derecho Internacional Privado, con- sagra la aplicación de la ley nacional respecto al ejercicio de los 1 Derecho Civil Teórico y Práctico, traducción española, página 279, 176 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS derechos sobre los inmuebles, declarando que respecto de los refe- ridos derechos no es posible imponer al extranjero las leyes terrl- toriales, sino reconocer y aplicar su ley nacional, “aun en lo con- cerniente á los derechos que se deriven del estado personal de las relaciones de familia, de la sucesión, de la donación relativa á los inmuebles, con tal que este reconocimiento de la ley extranjera en el territorio del Estado no derogue las leyes de orden público ni el derecho público vigente””. 1 En efecto, cuando, aun tratándose de los bienes inmuebles regula la ley un interés privado, y reconoce un derecho civil, es que se propone la utilidad de la persona, ““sir- ve al bienestar y á la utilidad del hombre como fin esencial de sus preceptos”? (Weiss), y por tanto, es una ley tan rigurosamente per- sonal como lo es la que se refiere al estado y capacidad de las per- sonas y á los derechos y deberes de familia; tanto una como otra, son leyes personales en el sentido de que ambas proceden más ó me- nos de la persona y se refieren á ella (Laurent), y como todas las leyes que regulan intereses meramente privados han de considerar- se como leyes ó estatutos personales y tienen eficacia y aplicación en todas partes. Desde el momento en que se acepta que las leyes re- ferentes á los derechos sobre los inmuebles, tienen el carácter de personales, como necesariamente hay que admitir, es menester ad- mitir también que dichas leyes no se aplican ni pueden aplicarse sino á las personas para las cuales se han hecho, y como todo de- recho “civil y privado”” (es el tecnicismo de Mancini) acompaña el individuo fuera de su patria y le sigue de continuo, sea cual fuere el lugar á que se traslade, y para todos sus bienes, cualquiera que sea el lugar en que se encuentre. Así dispone el artículo 6 del Có- digo Civil Italiano—inspirado en esta materia, en las ideas de Mancini—que la “capacidad para adquirir, enajenar ó transmitir los derechos sobre los inmuebles se rigen por la ley nacional del extranjero?”; y el artículo 9 del mismo Código dispone que los de- rechos que se deriven de un contrato se rigen **por la ley que en un principio ha dado forma al mismo (que puede ser la nacional ó cualquiera ley extranjera, según la libre voluntad de los contra- tantes. ; ” Pues iguales principios que los del artículo 9 del Código Italia- no rigen en nuestro derecho positivo; y esto es así, en primer lugar, porque es principio fundamental de Derecho Internacional Priva- do, que en materia de contratos entre nacionales y extranjeros es 1 Fiore, ob. cit. volumen 1, pág, 157, ¿STUDIO COMPARATIVO 177 preciso atender ante todo á la voluntad de las partes, y sólo en caso de resultar aquélla dudosa ó incierta debe aplicarse la ley del lu- gar donde se perfeccione la obligación ó el contrato, * principio que con notable profundidad había establecido ya un ilustre estatuta- rio, Carlos Dumuolin, 2 y que consagran definitivamente los mo- dernos escritores de Derecho Internacional Privado. Se reconoce hoy, pues, por todos los autores, que en las “leyes de orden privado””, que son las que se refieren, como sabemos, á la llamada autonomía ó autarquía personal, cada individuo sustituye su voluntad al precepto de la ley y “acepta y determina expresa- mente el derecho liamado á interpretar y suplir dicha voluntad ””. * Pero, además, terminantemente exige la aplicación de estos prin- cipios, el artículo 1091 de nuestro Código, que explícitamente y sin distinción entre nacionales y extranjeros, declara: “que las obli- gaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las partes contratantes y deben cumplirse al tenor de los mismos?”. Y si, por virtud del artículo 9 del Código Civil Htaliano (idénti- co al 1091 de nuestro Código), se ha interpretado el artículo 7 de aquél (según el cual los bienes inmuebles están sujetos á la ley del lugar en que se encuentran), en el sentido de que éste sólo se refie- re al goce y disfrute de la propiedad, no á la adquisición, enajena- ción ó transmisión de los bienes inmuebles, por actos inter vivos que deben regirse así como la capacidad personal del extranjero, por la ley personal de los interesados ó por la elegida libremente por ellos; igual interpretación debe darse al artículo 10 de nuestro Có- digo en lo relativo á los muebles inmuebles. * El artículo 10 de nuestro Código, en su párrafo 2, dice (demos- trando así una vez más que los derechos puramente privados y per- sonales sobre los bienes inmuebles, se rigen por la ley personal del extranjero, concretándose este segundo párrafo del artículo 10 á las transmisiones mortis causa), que: “las sucesiones legítimas y las 1 Véase sobre el particular 4 Manresa, ob. cit., vol. I, pág. 110, y Fiore, ob. cit., vol. I,, pág. 201, en el que el ilustre profesor de Turín declara que «en materia de obligaciones no ejer- ce la ley autoridad absoluta como sucede en las relaciones que se derivan del estado de la per- sona, de las relaciones de familia y de la situación de las cosas, puesto que dejando aquéllas al arbitrio de las partes que se obligan, el regular libremente los efectos de la obligación contraí- da, sólo interviene para'completar lo que no se ha establecido expresamente por las primeras.» 2 Que en contra de los que sujetaban siempre los contratos á la ley del lugar de la cele- bración, declaraba explícitamente, «que por la naturaleza misma de la convención, la inten- ción de los contratantes debe ser la principal ley que debe tenerse en cuenta». Es la parte ori- ginal y verdaderamente notable de la obra de Dumoulin. 3 Bustamante, El Orden Público, pág. 76. 4 Véase el Curso Elemental de Derecho Internacional Privado, de D, Luis Gestoso, vol. único, pág, 341. 178 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS testamentarias, así respecto al orden de suceder como á la cuantía de los derechos sucesorios y á la validez intrínseca de sus disposi- ciones se regularan por ley nacional de la persona de cuya sucesión se trate, cualesquiera que sean la naturaleza de los bienes y el país en que se encuentren””, precepto que se consigna textualmente en el artículo 8 del Código Civil Italiano. ““Respecto á la transmisión de los bienes inmuebles, si el actor es inter vivos—dice bien Manresa '—debe aplicársele e] estatuto personal en lo referente á la capacidad y el real en todo aquello cuyo objeto predominante y esencial son los bienes...”” ¿Pero qué es aquello cuyo objeto predominante y esencial, son los bienes á los efectos de aplicar la lex loci? He aquí cómo resuelve la pregunta el ilustre Ricci, euya opli- nión resume admirablemente cuanto llevamos dicho, y es perfecta- mente aplicable á las disposiciones de nuestro Código, que en lo que al Derecho Internacional Privado se refiere, es un mera repro- ducción, con ligeras variantes del Código Civil Italiano: “las dis- posiciones relativas á la no enajenabilidad de la dote, á la autori- zación marital, al usufructo legal, ete. ete., se refieren también á los muebles inmuebles; y sin embargo, en su lugar hemos demos- trado que forman parte del estatuto personal y no del real. Es en verdad necesario para que deba considerarse como perteneciente al estatuto real, que la disposición legal (que se refiera á los inmue- bles) tenga por objeto los inmuebles por sí mismos, independiente- mente de la persona á quien pertenezcan; esto es, se pide y exige que la ley disponga respecto de los bienes y no respecto de aquel que los posee. Si la disposición se refiere á la persona ó al acto aunque á a vez se refiera á los bienes inmuebles, no puede formar parte del estatuto real?”. NUEVO CONCEPTO DEL ESTATUTO REAL En este concepto, formarán parte del llamado estatuto real, las leyes que atribuyan á los bienes la calidad de inmuebles, porque son leyes que disponen acerca de sí mismos, sin tener en cuenta la persona de sus poseedores, y que, por tanto, se aplican á todos los bienes situados en el territorio, porque forman, por su carácter esencialmente económico, el contenido del ““orden público interna- cional””, Formarán también parte del estatuto real, ó séase de la 1 Ob, cit., vol. I, pág, 100, ESTUDIO COMPARATIVO 179 ley territorial, los derechos de usufructo, de uso y de habitación, las servidumbres, y todo cuanto se refiera al ejercicio y goce del derecho de propiedad inmueble, lo que lógicamente debe regularse por la ley del lugar en que los inmuebles estén sitos. Los bienes in- muebles—dice Ricci I—están sujetos á la ley del lugar en lo refe- rente al modo de ejercitar respecto de los mismos, el derecho de propiedad. Así las servidumbres que hubiesen la capacidad con res- pecto á inscripciones hipotecarias, las expropiaciones por causa de utilidad pública, la sujeción al pago de los tributos, etc., etc., están indudablemente reguladas por las leyes locales, pero el determinar si dichos bienes pertenecen á Ticio Ó Cayo, si pertenecen á uno ó al otro ó en una ú en otra cuota dada, ó bien en otra distinta, no se refiere al modo según el cual se ejercita el derecho de pro- piedad.?” En cuanto á la sucesión, ya hemos visto que, según el artículo 10 de nuestro Código, al igual que el 8 del Códizo Civil Italiano, ha de regularse aquélla según la ley de la nación del causante, ó séase, atendiendo á la ley personal del extranjero, sin distinguir entre muebles é inmuebles, y cualquiera que sea el lugar en que se encuentren situados, ya que dividir la unidad de la herencia y con- siderar tantas herencias cuantos sean los territorios en que se en- cuentren los bienes hereditarios, es un concepto que repuegna *““tan- to á la lógica como á la justicia??, pues es una la herencia, como es una la persona que ha de ser representada por el heredero, que su- cede en el universum jus del difunto y continúa su personalidad jurídica. Con este breve análisis que hemos hecho, de los límites y exten- sión del llamado estatuto real, tal como lo entiende y desarrolla nuestro Código Civil, tenemos otra elocuente demostración de la profunda diferencia que separa nuestro sistema de Derecho Inter- nacional Privado, del de la teoría estatutaria. En efecto; la teoría estatutaria llegó á expresar en términos tan absolutos y compren- sivos el estatuto real, á diferencia de lo que hemos visto que sucede en nuestro Código Civil, que uno de los más famosos maestros de la escuela estatutaria, D'”Argentré, refirió al estatuto real no sólo los preceptos sobre los inmuebles vistos en sí mismo, sino también los que afectan á los inmuebles aunque no prescindan de tener en cuenta las personas, tales como los que se dirigen á estas últimas en razón de sus inmuebles, y hasta los que regulan la capacidad de las 1 Ob. cit,, vol, I, pág, 290. 180 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS personas para la enajenación de los mismos y llega el rigorismo de la doctrina hasta aplicar por último el estatuto real, 4 institucio- nes jurídicas tan diversas “como el orden de suceder y los impues- tos la incapacidad de los menores para la sucesión y la legitimidad de los hijos??. DISPOSICIÓN DEL ARTÍCULO 10. SOBRE LOS BIENES MUEBLES ¿Y qué dispone nuestro Código sobre los bienes muebles? ¿A qué reglas jurídicas los somete? También á la ley nacional, á la ley personal del extranjero. El artículo 10 de nuestro Código dice en efecto: “los bienes muebles están sujetos á la ley de la nación del propietario??, pre- cepto que también textualmente reproduce el idéntico del artículo 7 del Código Civil Italiano. ““Sujetar en España los bienes mue- bles de los extranjeros á las leyes distintas de las de nuestro país— dice el insigne Comas | protestando desde su exagerado punto de vista contra la plausible disposición de nuestro Código, —reconocer en su consecuencia, la observancia obligatoria en nuestra patria de leyes que aquí no han sido promulgadas, y que por lo mismo no tienen los españoles medio legal de conocerlas; es perturbar nues- tro orden jurídico colocando á los españoles en una situación des- igual y desfavorable respecto del extranjero. ?” Creemos, sin embargo, que nuestro Código acepta atinadamente el principio de la nacionalidad para el régimen de los muebles, tan- to en cuanto á la capacidad para adquirirlos y transmitirlos (ar- tículos 9 y 10) como en cuanto á dichos muebles vistos en sí mismo. Respecto de los bienes inmuebles, la regla que aplica nuestro Códi- go es la de la ley de la situación, en lo relativo á dichos inmuebles vistos en sí mismo y admite. la ¡ey personal en cuanto á la capaci- dad para adquirirlos y transmitirlos. ¿Cuál es, pues, el fundamento jurídico de la disposición de nuestro Código que establece la ley personal como reguladora de los bienes muebles? En otros términos: ¡ Tiene aleún fundamento la doctrina sancionada por nuestro Có- digo y por el Italiano, que somete el régimen de los bienes muebles á distinta regla que el de los inmuebles ? Sabido es que Savieny sostuvo en su luminoso “Sistema de De- recho Romano actual?””, la doctrina según la cual, debía aplicarse la ley de la situación (Loci rei sitae) lo mismo á los muebles que á los 1 Ob, cit., vol, I, pág. 291. ESTUDIO COMPARATIVO 181 ¿ inmuebles. Decía el gran jurisconsulto alemán *“que toda persona que quiera adquirir, tener, ejercitar un derecho real sobre una cosa cualquiera, se somete voluntariamente para esta relación jurídica á las leyes del país en que la cosa se halla??. Algunos autores ilus- tres (Bar, Schmid, Windscheid y, en general, todos los autores ale- manes) se han adherido á la doctrina de Savigny. Sostiénela, tam- bien, Fiore, que, aunque á partir de la tercera edición de su notabi- lísimo libro, * se demuestra en sus conclusiones sobre los fundamen- tos del Derecho Internacional Privado, un genuino discípulo de Mancini; declaróse en la primera edición fervoroso partidario de Savigny y siguió después profesando alguno de los capitales prin- cipios del insigne ¿jurista alemán. Dice, en efecto, Fiore: **En lo que se refiere á la ley que debe regir las cosas inmuebles y los de- rechos relativos á los mismos, no puede sostenerse, según nuestro sistema, la distinción admitida por los escritores, que quisieran es- tablecer, bajo ese aspecto, una diferencia, entre los muebles y los inmuebles. No puede en efecto admitirse, en principio, que las co- sas muebles puedan sustraerse por completo al imperio de la ley territorial puesto que respecto de aquellas relaciones en las cuales se trata del derecho social, no puede permitirse al propietario invo- car la aplicación de su ley personal y derogar la ley territorial vi- gente en toda la cosa mueble que se halle á la razón.”” Admite, sin embargo, el ilustre profesor de Turín aquellos casos consignados por Savigny en los cuales la relación entre la cosa mue- ble y la ley territorial debe reputarse accidental y contingente, y excluir la preferencia de la lex loci, como, por ejemplo, respecto de los efectos de su uso que un viajero lleva consigo al atravesar di- versos países, ó el cargamento de un navío, que por no estar desti- nados á permanecer por mucho tiempo en un lugar determinado, no pueden considerarse en el territorio de ningún estado para su- jetarlos á la rex rei sitae. ? Las referidas cosas se distinguen funda- mentalmente, según Savieny y sus discípulos, de los muebles desti nados á permanecer en un lugar de un modo duradero y efectivo y que actualmente se hallan allí (como sucede, por ejemplo, con el mobiliario de una casa), respecto de los cuales no puede admitirse que la ley territorial deje de tener autoridad sobre los mismos, para ceder á la ley personal del extranjero. 1 Derecho Internacional Privado,ó Principios para resolver los conflictos entre las leyes civiles, comerciales, judiciales y penales de los diversos Estados. 2 Para dichos muebles rige, según la escuela de Sayigny, la ley del domicilio del propie- tario, aunque siempre con carácter excepcional. 182 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS En definitiva; la doctrina que estamos exponiendo respecto de la ley que debe regir á los muebles é inmuebles (Savigny, Wachter, Wharton y Westlake), puede resumirse en estos términos: el le- gislador no debe tener en cuenta sino las cosas que están en el terri- torio y todas ellas, lo mismo las muebles que las inmuebles, deben regirse por la lex rei sitae, sin más excepción que la de las cosas des- tinadas á cambiar de sitio incesantemente respecto de las cuales, por no poderse determinar dónde estaba la cosa en el momento del acto Ó cuando aquella estuviese en movimiento, en tal instante, no es posible aplicar la ley de la situación, debiendo aceptarse para ellas la ley del domicilio del propietario ó la ley del punto de desti- no cuando se trate de cosas que estén en viaje. Hemos visto que, respecto de la capacidad y á los derechos pri- vados de los ciudadanos en relación con su propiedad inmueble, no rige la lex rei sitae, sino la ley personal del extranjero. “Ninguna soberanía puede consentir que las servidumbres prediales estable- cidas en beneficio de las heredades ó por razón de su situación, ó en interés de la propiedad inmueble sean regidas por una ley extranje- ra. Tampoco podrá concederse que la hipoteca sobre los bienes exis- tentes en el territorio sea eficaz sin observar las disposiciones del derecho territorial relativas á la publicidad y á la inscripción. * En cambio, esa soberanía no tendrá interés alguno en someter á los ex- tranjeros á sus leyes para que puedan disfrutar y ejercitar sus de- rechos sobre los inmuebles que fuesen la consecuencia de las rela- ciones de familia; no tendría interés en regular la administración de los inmuebles en caso de tutela ó curatela de los extranjeros, ni lo tendría tampoco en que se decidiese con arreglo á la ley territo- rial si el padre extranjero debía ó no tener el usufructo legal ó si el menor había ó no de tener hipoteca legal sobre los bienes del au- tor, ete. ete. 2 De lo dicho se sigue que para decidir si una ley dada puede ó no tener autoridad territorial ó extraterritorial para regu- lar los derechos sobre las cosas, no basta indagar si el objeto princi- pal ó inmediato de la disposición es la persona ó la cosa, á fin de de- ducir de aquí si ha de prevalecer la ley personal ó la territorial, 1 Porque esas disposiciones son, eminentemente, leyes de «orden público internacional», no sólo por motivos jurídicos claramente discernibles, sino por altas consideraciones económi- cas y políticas. El interés social reclama en efecto la publicidad y la inscripción para conce- der validez y eficacia respecto de terceros, á las hipotecas sobre inmuebles. 2 Vése pues corroborada, por el gran tratadista italiano, la doctrina á que antes nos refe- rimos, según la cual siempre que la ley relativa á los inmuebles tenga que ver con la capacidad legal Óó con los derechos y relaciones de familia, rige respecto á aquéllos la ley personal del ex- tranjero. ESTUDIO COMPARATIVO 183 como enseñaron los jurisconsultos de la Edad Media, sino que debe estudiarse la naturaleza de la ley investigando si al regular ésta la propiedad se propone defender un interés público ó el derecho so- cial, ó un interés y un derecho privado.?*? * (Fiore, ob. cit. Tomo 1, pág. 164) Corrobora la opinión de este insigne jurisconsulto el no menos ilustre Laurent en su Derecho Civil Internacional (Tomo 1, pág. 307). Véase además la notable obra del propio Fiore, Nuevo Derecho Internacional Público, Milán, 1865, en que el distinguido publicis- ta resumía admirablemente su criterio, diciendo que **el derecho de cada Estado á regular la vida privada de sus súbditos podrá ejer- citarse en el exterior mientras su uso sea inofensivo—según la palabra empleada por Mancini,—esto es, mientras no se oponga á los principios de derecho público de aquel Estado””. Y volviendo á los muebles, es sabido que, según la escuela de Sa- vigny, para decidir en cada caso de colisión si se debía preferir la ley personal ó la territorial, era necesario estudiar la naturaleza de cada relación jurídica, y así pensaban Wharton * y Asser. * De modo que, aun los partidarios de la lex rei sitae, en lo relativo á los bienes muebles, admiten, sin embargo para éstos la ley personal (del domicilio) en cuanto á la capacidad para adquirirlos y trans- mitirlos, ó sea en lo que se refiere á aquellos derechos **que fuesen la consecuencia de las relaciones de familia?”. ¿Se puede aducir un sólido fundamento en pro de la doctrina de nuestro Código Civil Italiano, que en contra de los principios de Savigny y sus discípulos, consagra siempre y sin excepción el prin- cipio de la nacionalidad ó personalidad de la ley en lo relativo á los bienes muebles, aun vistos en sí mismos, con entera abstracción de las personas á quienes pertenezcan ? ¿Tiene justificación la doctrina sancionada por nuestro Código, según la cual es indiferente desde el punto de vista de la ley apli- cable la situación real de los bienes muebles, que somete siempre 1 Lo cual es una aplicación de aquel luminoso principio de Savigny según el cual debía atenderse siempre de modo preferente á la naturaleza de la relación jurídica. 2 Que declaraba que en lo relativo á los derechos privados de los ciudadanos «si los mue- bles están reunidos para los fines de una trasmisión con motivo de una sucesión ó matrimonio, se rigen por la ley personal». 3 Que si en general puede reputarse como continuador de las ideas de Mancini, opinaba con Savigny en lo relativo al régimen de los muebles, y declaró de acuerdo con el jurisconsulto alemán que «deben ser respetados en todos los casos los derechos adquiridos sobre el mueble después de trasladarlo á otro país conforme á la ley de éste», fundando sin embargo, «testa ex- cepción á los principios generales» según los cuales todos los derechos adquiridos antes y des- pués de la traslación del mueble están incluídos en la ley personal, «en la fuerza de las cosas y en las necesidades del comercio». Ob. cit., vol. I, pág, 121. 184 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS el estatuto personal del propietario * según las máximas mobilia sequuntur personam y personal property has not locality, que dicen los jurisconsultos ingleses? ¿ Merece, en fin, encomio nuestro Código Civil por reproducir, como lo hace también el Italiano, aunque por otras causas y por otros razonamientos, según veremos en seguida, la elásica distinción, establecida por los estatutarios entre los bie- nes muebles é inmuebles, á los efectos de aplicar á los primeros la ley personal, y la ley real á los segundos? La escuela de Savigny y sus secuaces, rechaza dicha distinción por oponerse á su fundamen- tal principio, según el cual, las leyes que fijan la condición jurídi- ca de los bienes y organizan la propiedad, deben aplicarse á todos los habitantes del territorio, sin distinción de bienes y de nacionali- dades, porque, según ellos, la ley que regula el dominio y posesión de los bienes muebles es tan territorial como la que regula el domi- nio y posesión de los bienes inmuebles. Pero creemos que merecen elogios nuestro Código y el Italiano, por establecer su atinada distinción entre los bienes muebles é in- muebles, á los efectos de la ley aplicable. Razones incontestables im- ponen la necesidad de aplicar á los bienes muebles, tanto considera- dos en sí mismo, como con respecto á los derechos y acciones refe- rentes á los mismos, la ley nacional del extranjero. *“Para los mue- bles—dice comentando el artículo 7 del Código Civil Italiano (idén- tico al primer párrafo del artículo 10 del nuestro) la Comisión or- denadora de aquél, 2—tres sistemas se podían seguir, ó declarar que los muebles están regidos por las leyes del domicilio, de su pro- pietario, ó establecer, como se ha hecho en el proyecto, que están su- jetos á la ley nacional del mismo, ó bien declarar que, como los in- muebles, están sometidos á las leyes del lugar en que se encuen- tran.”” Ahora bien: el primero de los sistemas á que se refería la Comisión ordenadora del Código Civil Italiano, estaba implícita- mente eliminado, no sólo por el artículo 34 del proyecto correspon- diente al artículo 6 del actual Código (y al 9 de nuestro), que de- claraba que el estado y la capacidad de la persona deben ser regidos por las leyes nacionales de la misma, ya que al aceptar la fórmula mobilia seguuntur personam y someter los bienes muebles á la ley de la persona, no era posible fijar la ley del domicilio para el régi- men de los muebles, pues el referido artículo 6 no concedía eficacia ni trascendencia jurídica al domicilio de la persona, otorgándosela 1 Es decir, á su ley nacional. 2 Acta número 553, ESTUDIO COMPARATIVO 185 únicamente á la ley de la nación á que ésta pertenece en todo lo re- lativo á sus derechos y relaciones jurídicas, sino porque la communis opinio de los grandes tratadistas contemporáneos, ó por lo menos la opinión dominante entre los mismos, sostiene en oposición al eri- terio de Savigny, * al de la escuela anglo-americana ? y al de la doc- trina estatutaria; * afirma que la ley del Estado de que es ciudada- no el individuo, es la que debe regir su condición civil y sus relacio- nes personales, por la mayor precisión y fijeza de la nacionalidad, que es un hecho cierto, inmutable, y no mudable y accidental como el domicilio, el cual es muchas veces imposible determinar y cono- cer. La superioridad é incomparable eficacia y fundamento de la nacionalidad para regir el estado y capacidad y las relaciones de la persona, estriba en que la mayor parte, ó por mejor decir, todas las leyes concernientes al estado civil, á la capacidad y relaciones per- sonales, están en íntima y necesaria relación con el clima, el suelo, la raza, la religión, las tradiciones é historia de los pueblos y son principios espontáneamente nacidos del espíritu nacional. * La Comisión ordenadora tenía, pues, que elegir entre el sistema llevado definitivamente al Código Civil, Ó séase el de la nacionali- dad, ó el de la ley de la situación de los muebles. ““Pero este último sistema aunque propuenado por alguno de los modernos escritores, los cuales al eliminar la ficción sobre la cual se funda el primero ? querrían que siguiendo la realidad de las cosas se sometiesen los muebles del lugar en que se encuentran, pa- rece peligroso y de difícil aplicación, mucho más en los tiempos ac- tuales, en los cuales, por la cantidad y facilidad de los medios de comunicación y por la multitud y la importancia de los objetos muebles, podría en un caso, y en poco espacio de tiempo, resultar á menudo, aunque fuera accidentalmente por causa de viaje ú otr: semejante, que los muebles de una misma persona, estaban en diver 1 Sistema del Dereeho Romano, trad. esp., tomo 6. 2 Story, Wharton, Weatlake, Phillimore. 3 La cual declara como ley reguladora de todas las relaciones personales, no dependien- tes de la ley territorial, el principio ó ley del domicilio. (D'Argentre, Boullenois, Bouhier, Fro- land, Huber.) 4 Bar, Esperson, Fiore, Laurent, Mancini y Weiss. Ya antes hemos dieho, que el principio de la nacionalidad puede perfectamente con: iliarse con la existencia de legislaciones forales, pues en el Estado donde coexisten varias legislaciones civiles, se reputará como ley nacional la del tribunal en cuya jurisdicción esté domiciliada la persona. (Calvo. ob. cit., tomo 2, pág. 34.) Véase también sobre el particular á Martens (ob. cit., tomo 2, páginas 288, 289), en que el gran tratadista ruso, no obstante ser un fervoroso discípulo de Savigny,se decide por la ley de la nacionalidad y afirma que la aplicación de la ley del domicilio «sólo podría conducir á que reinase la confusión en el Derecho Internacional Privado» y sostiene, al igual que Mancini, la relación necesaria y consustancial de la ley personal con la nacionalidad de origen. 5 Osea el sistema del domicilio. 186 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS sos lugares sometidos á leyes distintas; esto, aparte de que no sería siempre fácil comprobar si en aquel momento preciso á que tuviere que referirse la aplicación de la ley, los muebles se encontraban en este ó aquel lugar: todo lo cual demuestra que este sistema, casi im- practicable, sería fuente perenne de innumerables graves dificulta- des é incoherencias.” Sólo la doctrina de la soberanía absoluta y exclusiva, 1 á la que atribuyeron ilegítimamente los estatutarios un derecho absoluto é ilimitado sobre todos los bienes muebles é inmue- bles que se encontraran en su territorio, podría pretender que se so- metiesen los bienes muebles á la ley de la situación, porque es claro que, afirmando aquella doctrina la independencia de los estados, es lógico y natural que sostenga la estricta territorialidad de todas las leyes de carácter real, y aun de las de carácter personal cuando, respecto de éstas, no intervenía la comitas gentium. Pero, por fortuna, son otros los principios y otras y más altas las inspiraciones que dominan hoy en nuestra ciencia. La moderna ciencia del Derecho Internacional Privado, fúndase en la comuni- dad universal del género humano (Jitta), y tal comunidad jurídi- ea crea y consolida con más fuerza y eficacia, á medida que la civi- lización se perfecciona y crece, poderosos vínculos entre todos los pueblos, merced á los cuales se reconocen unos á otros competencia legislativa y jurisdiccional para ciertos órdenes de relaciones, y así no sólo corrige y atenúa considerablemente el funesto concepto de la soberanía absoluta y exclusiva, que sustituye por el luminoso principio de la interdependencia necesaria y fecunda de todos los estados, 2 dando así al fundamento del Derecho Internacional Pri- vado el rigor científico y la precisión y sólida base de que carecía la escuela estatutaria, sino que, al declarar (Mancini, Laurent, Weis) que todas las leyes son personales cuando afectan directa ó indiree- tamente á la persona y se proponen la utilidad de la misma aunque directa Ó secundariamente se refieran á los bienes, impone como necesaria consecuencia la aplicación de la ley personal en todo aquello que no atañe principal y predominantemente á los “bienes inmuebles””, en cuyo caso aplícase de derecho la ley territorial en virtud de altas exigencias de derecho público y de orden económi- co. (Fiore, Ricci.) 1 «Aplication exageree et ininteligente du droit d'independance et de souveraineté des Etats», como dice Pradier Foderé. 2 «El desenvolvimiento de la vida social y jurídica habría de reducirse de un modo extra- ordinario, si le fuera preciso encerrarse en los límites del Estado y no encontrara protección más allá de su frontera», tal es el profundo pensamiento que desarrolla otro gran tratadista de la comunidad de derecho, Carlos Brocher, ESTUDIO COMPARATIVO 187 Por una parte, pues, la necesaria ficción jurídica alegada por primera vez por los estatutarios, según la cual se supone que los muebles están como adheridos á la persona del propietario y deben seguir á la persona (mobilia sequuntum personam), y por otra, por las poderosas consideraciones económicas y políticas, admirable- mente expuestas por la Comisión ordenadora del actual Código Ci- vil Italiano en los párrafos de la misma que citamos antes, debe re- gir para los muebles la ley nacional del extranjero. Nuestro Código, en su artículo 10, dice que los muebles están so- metidos 'á la ley nacional del propietario, sin agregar, como el ar- tículo 7 del Código Italiano, “salvo las disposiciones contrarias de la ley del país en que se halla”? Por tanto, nuestro Código no ad- mite en este punto la interpretación restrictiva y limitada, como, según Fiore, es menester admitirla para el artículo 7 del Código Italiano, y no es posible tampoco admitir, como pretenden Gestoso (ob. cit) y Théophile Hue, * que, porque el artículo 8 del Código Italiano (correspondiente al segundo párrafo del artículo 10 del nuestro), al hablar de la sucesión dice que ella se regirá por la ley nacional del difunto, cualesquiera que sean los bienes, hay que en- tender el artículo Y del referido Código Italiano y también, según opina Gestoso, * el artículo 10 del nuestro en el sentido de que *“*los muebles individualmente considerados se regirán por la ley del país donde se encuentren, pero su transmisión, por sucesión ó por tes- tamento, se regirá por la ley del país de su propietario”? * pues ca- tegórica y terminantemente dice nuestro Código, sin el aditamento que ha permitido respecto del Código Italiano la anterior interpre- tación, que siempre, sin excepción de ninguna especie, se regirán los bienes muebles tanto considerados individualmente como colectiva- mente, en el caso de sucesión, por la ley nacional del propietario. En el artículo 10, primer párrafo, se consideran los muebles no como constitutivos de la universalidad del patrimonio total de la persona á quien pertenecen, sino como entidades particulares y de- terminadas, y en el propio artículo 10, en su segundo párrafo (eo- rrespondiente al artículo 8 del Código Italiano), al dictarse las nor- mas reguladoras de las sucesiones, se consideran los muebles aten- diendo á la universalidad de los mismos, esto es, considerados como un todo indivisible y colectivo. Tal es también la interpretación que da Ricci á los artículos 7 y 8 del Código Civil Italiano ,reprodu- 1 Le Code Civil Italien et le Code Napoléon, Vol. I, págs. 24 y 25. 2 0b, cit., vol. único, pág. 342. 3 Theophile Hue, ob. cit., vol, I, pág. 25, 188 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS cidos en el artículo 10 del nuestro. No hay, pues, duda en la inter- pretación que corresponden al artículo 10 de nuestro Código Civil. No tenemos que decir, por otra parte, que la aplicación de la ley nacional del extranjero, en lo que se refiere á los bienes mue- bles, no la permite el Código Civil sino en cuanto no se oponga á los principios y reglas de la soberanía territorial, ni contradigan los preceptos y sanciones del orden público internacional. El artículo 11 dice, en efecto, con admirable claridad: “Las leyes prohibitivas concernientes á las personas, sus actos ó sus bienes y las que tienen por objeto el orden público y las buenas costumbres no quedarán sin efecto por leyes ó sentencias dictadas ni por disposiciones ó con- venciones acordadas en país extranjero.?? | CUESTIÓN SOBRE LA CUALIDAD MUEBLE INMUEBLE DE UNA COSA Ahora bien: ¿según qué ley deberá decidirse la cuestión relati- va á la cualidad mueble ó inmueble de una cosa? Indudablemente que según la ley de la situación, la lex res sitae. Es claro que con la simple lectura del artículo 10 de nuestro Código no es muy fácil contestar la pregunta que formulamos; porque, en efecto: ¿qué ra- zón habría para preferir la ley nacional del propietario, que es la de los muebles, á la que rige los inmuebles, que es la de la situación ? ¿Ni cómo sería posible, sin dar por probado lo que se discute y ha- cerlo supuesto de la cuestión, elegir una de ellas y sacrificar la otra? Pero la cuestión obtiene pronta y fácil solución poniendo la mira en los altos principios de nuestra ciencia, según los cuales, pertene- ciendo la calificación de la naturaleza mueble ó inmueble de las eo- sas al orden de los principios económicos y á las bases fundamenta- les sobre que descansa la organización jurídica de los pueblos, co- rresponde aquélla á los atributos y supremas sanciones de la sobera- nía. Y considerada la cuestión desde ese punto de vista, tendremos que admitir (sin que ello implique una derogación substancial del principio de la personalidad de las leyes, sino una necesaria limita- ción de la misma, y sin que la dificultad del problema tenga que re- solverse aplicando á los muebles, como pretende Asser, ? la ley de la situación ó lex loci) que ““á título del derecho que tiene el Esta- do á reseuardar y garantizar los principios económicos en que su a organización descansa, hay que dar á esa distinción entre las cosas 1 Yaexplicaremos al comentar el artículo II la interpretación que deba darse á este se- gundo párrafo del mismo. 2 Ob, cit., vol. único, pág. 124. ESTUDIO COMPARATIVO 189 muebles ó inmuebles, el carácter, el alcance y los efectos de una ley de orden público internacional””. * El mismo criterio nos servirá también para resolver otras dos importantísimas cuestiones, sin que tengamos tampoco que acudir para resolverlas al principio de la lex locs. ¿QUÉ LEY DEBE FIJAR EL CONCEPTO DE PROPIETARIO? ““¡ Por qué legislación ha de fijarse el concepto de propietario? se pregunta D. Augusto Comas, ?—¿será la legislación de la na cionalidad á que pertenezca el extranjero, en cuyo caso holgaría la cualidad de propietario para fijar la legislación reguladora de los bienes? ¿Será, por el contrario, la del lugar en que los bienes se ha- llen, ó la de aquel en donde primitivamente se originó la propiedad sobre los mismos, en cuyo caso caería por su base la doctrina esta- blecida por Código ?”” “Una dificultad casi insuperable ha de encontrarse en la práce- tica con motivo de la redacción de este artículo 10, por lo que hace á los bienes muebles—dicen á su vez D. Enrique Díaz Guijarro y D. Antonio Martínez Ruiz. *—Dice el artículo 10 que están sujetos á la ley de la nación del propietario. Perfectamente claro y senci- llo cuando esa propiedad no se discuta. ¿Pero y cuándo esa misma propiedad sea la que dé origen á la contienda ¡jurídica entre espa- ñoles y extranjeros? ¿Ha de estarse á la del poseedor?... Cuando este caso fácil y sencillo de reproducirse se presenta ante los Tribu- nales, las dudas y vacilaciones serán extraordinarias y el pleito se comenzará sin probabilidades de éxito y á ciegas, por jenorarse lo más esencial, cuáles son las leyes aplicables. ?” Este problema, que, según los comentaristas citados, no tiene solución, al igual que el anterior, puede perfectamente resolverse atendiendo los principios generales del Derecho Internacional Pri- vado. Lo intentaremos. Hay que reconocer que la determinación de,la cualidad de pro- pietario, como la del carácter mueble ó inmueble de las cosas, por corresponder al orden público internacional, debe ser objeto de la ley territorial. Se trata, en efecto, de un problema de calificación jurídica. En caso de conflicto entre una lex fori y una ley extranje- ra sobre la naturaleza de cualquiera relación jurídica, corresponde 1 Bustamante, El Orden Público, pág. 256. 2 Ob. cit., vol. I, pág. 293. Código Civil Español interpretado por el Tribunal Supremo, vol. I, comentario al artículo 10 os 190 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS á aquél la calificación jurídica de la misma. (Etienne Bartin, ar- tículo titulado “de l'impossibilité d*arriver á la suppression defini- tive des conflits des lois?” en el Journal Clunet, 1897, tomo 24, pá- ginas 225, 466.) Así, por ejemplo, si se discute la validez de un testamento ológrafo otorgado por un holandés en Fran- cia, alegándose que se trata de una cuestión de capacidad y que el Código Civil Holandés prohibe los testamentos ológra- fos y que, por tanto, en tal concepto debe regir para el caso la ley personal del extranjero ó séase el Código Holandés; habrá, sin embargo, que declararse por la lex fori (en este caso la ley francesa), dado que si se declara, como lo preceptúa el Código Civil Francés, que se trata de una “cuestión de forma?” (es decir, como materia relativa tan sólo á la forma de los actos jurídi- cos), á la ley Francesa habrá que atenerse para decidir este punto previo, ó sea la calificación jurídica de si se trata de una cuestión de capacidad ó de una mera formalidad, á los efectos de aplicar la ley Holandesa ó la ley Francesa, y por tanto á ésta corresponde la decisión del caso, para una vez resuelto el problema, aplicar los preceptos del Código Civil Francés. (Es el ejemplo propuesto por Bartin, al resolver este problema de la calificación jurídica en la forma transcrita.) El problema es el mismo que vamos á discutir: se discute como antecedente necesario para aplicar una lex fort ó una ley extranjera, cada una de las cuales pretende conocer del caso planteado, con preferencia á la otra, cuál es la naturaleza ju- rídica de éste, y se inquiere cuál de las dos leyes en cuestión (la lex forió la ley extranjera) es la que debe hacer la calificación ju- rídica, sin perjuicio de aplicar después la ley que corresponda, y el problema se resuelve por la ciencia del Derecho Internacional Privado en el sentido de conceder á la lex fori el derecho de hacer la calificación jurídica sin perjuicio de aplicar después la ley que co- rresponda. ¿Cuál es el fundamento de semejante solución? Las su- premas exigencias de la soberanía y las indispensables consecuen- cias de la independencia política, que no permiten que puedan las legislaciones extranjeras determinar el concepto y hacer la califica- ción jurídica de relaciones que nacen y se desenvuelven dentro del Estado. Apliquemos ahora estos principios á nuestro problema. El artí- culo 348 de nuestro Código Civil dice: *“La propiedad es el derecho de gozar y disponer de una cosa sin más limitaciones que las esta- blecidas por las leyes. El Código Civil y las leyes especiales son las ESTUDIO COMPARATIVO 191 que de derecho deben determinar el concepto y trascendencia, los límites y condiciones de la propiedad, lo mismo respecto de naciona- les que de extranjeros, y es únicamente el Código Civil á quien co- rresponde decidir cuándo uno merece ó no la calificación de propie- tario, cuándo reúne las condiciones ó requisitos para calificarlo de tal, en atención siempre á sus propias disposiciones. Al Estado es á quien corresponde reconocer el derecho de propiedad y regular y proteger su ejercicio, coordinando el goce y disfrute de la misma con los intereses generales de la sociedad, y con las condiciones fun- damentales de la organización política y económica. Las leyes rela- tivas al dominio y á los derechos reales son de carácter eminente- mente territorial, porque todas ellas responden á altas necesidades políticas ó á exigencias de naturaleza jurídica, y sirven para garan- tizar y reseuardar los principios económicos fundamentales y las no menos importantes condiciones en que descansa la organización y la vida del Estado. (Fiore, Asser, Gestoso, Bustamante, etc.) Tie- nen ese carácter económico y esa naturaleza política, todas las dis- posiciones que numeran los bienes de dominio público y los de pro- piedad privada, la que dispone que nadie podrá ser privado de su propiedad sino por autoridad competente y por una causa justifi- cada de utilidad pública y previa siempre la correspondiente in- demnización, las referentes al derecho de accesión respecto á los muebles é inmuebles, y en general todas las que se refieren al goce y disfrute del derecho de propiedad, y que desarrollan en nuestro Código los artículos 384, 388, 400, 414, 417, 463, 489, y otros. Todas estas disposiciones que regulan y definen el derecho de propiedad y lo organizan, son, como todas las leyes fundadas en razones de in- terés social y dictadas por motivos económicos, * verdaderas leyes de orden público internacional con carácter imperativo, y estricta- mente territoriales por sus efectos. Dichas leyes se imponen á todos los individuos dentro del territorio *“y alcanzan dentro del país que las dictan, á todas las personas, y á todas las cosas y á todas las re- laciones jurídicas””, por cuanto interesan al orden social y á la con- servación de la soberanía. Por consiguiente, el problema que tratamos de resolver, hay que discutirlo á la luz de estos principios. Para resolverlo hay que salirse de los preceptos del Código, que nada dicen sobre él, para acudir á los principios generales del Derecho Internacional Priva- 1 Al igual que las desvinculadoras y casi todas las disposiciones referentes á la seryidum- bres y demás tura in re alie na. S 192 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS do, según lo exige el artículo 6 del Código Civil. Y es forzoso reco- nocer, de acuerdo con la ciencia del Derecho Internacional Privado, que á la ley territorial corresponde fijar el concepto de propietario, ó sea determinar con arreglo á sus disposiciones á quién corresponde la cualidad de propietario, en caso de contienda entre nacionales y extranjeros. La ley dice: “los bienes muebles se regirán por la ley de la nación del propietario??. Ahora bien: se contiende entre na- cionales y extranjeros, sobre el hecho mismo de la propiedad; se discute sobre á quién corresponde el título legal de propietario para determinar la ley aplicable. Pues en ese caso, hay que admitir que corresponde fijar el concepto de propietario á la ley del lugar en que los muebles se hallen actualmente, * por exigirlo así, según aca- bamos de demostrar, los principios generales del Derecho Interna- cional Privado y no haber disposición de nuestro Código que dis- ponga lo contrario. Por otra parte, estamos en uno de los casos de excepción ó atenuación del principio de la nacionalidad de las leyes, que define el orden público Internacional y que reconocen unánime- mente todos los tratadistas de la escuela italiana. ¿La cuestión que ha de resolverse, no será precisamente muchas veces la de saber quién es el propietario?—dice Asser. 2—; Y en- tonces, qué ley se seguirá?”” El ilustre tratadista holandés da al caso la misma solución que hemos propuesto. “Se trata aqui—dice Asser—de regular el estado jurídico de las cosas, no en sus relacio- nes con una persona determinada, sino objetivamente, tal como debe ser reconocido y respetado con relación á todos. Esa es la naturale- za de los llamados derechos reales, y precisamente porque es así, bay que reconocer á las leyes concernientes á esos derechos un cea- rácter territorial. Fijan tales leyes en un país dado, los derechos de una persona, propietario ó poseedor, usufructuario, ete., no respee- to á otra determinada, sino con relación á todos y contra todos, de manera general y absoluta.?? La ley territorial, pues, fijará en todo caso el concepto de propietario, ya se trate de bienes inmuebles, ya de muebles; y en cuanto á los bienes muebles, en toda contienda que se suscite en España (6 en Cuba) se hará la calificación jurí- dica, se fijará el concepto ó cualidad de propietario, sean naciona- les ó extranjeros los interesados en el litigio, de acuerdo con las dis- posiciones de nuestro Código, y especialmente de acuerdo con la dis- posición de su artículo 464, que es el que concretamente define el 1 Respecto á los bienes inmuebles el caso no tiene según nuestro Código duda alguna: él se esolverá aplicando también, de derecho, la ley territorial. 2 Ob.cit., vol. único, pág. 117, A A A A ESTUDIO COMPARATIVO 193 concepto de propietario, en relación con los bienes muebles. Vese así, cómo no se equivocan Guijarro y Martínez Ruiz cuando plan- tean la duda de si en el problema que discutimos, habrá que atener- se á la ley del poseedor; ahora, que ello será así, no porque se con- funda, como ellos parecen indicar, los distintos conceptos de posee- dor y propietario, sino porque así se deduce concluyentemente del texto del propio artículo 464, según el cual, para los muebles, la po- sesión equivale al título. Además, si hemos dicho que el problema que discutimos cae den- tro de las cuestiones de orden público internacional, adquiere pode- rosa fuerza nuestro razonamiento, y tiene una validez incontestable la solución que apuntamos, porque, al disponer el artículo 11 de nuestro Código que *““las leyes que tienen por objeto el orden públi- co no quedarán sin efecto por leyes ó sentencias dictadas, ni por dis- posiciones ó convenciones acordadas en país extranjero””, dice cla- ramente que en las materias que forman el contenido del orden pú- blico internacional, * rige, aun en contra de las disposiciones con- trarias de las leyes extranjeras, la ley territorial. “Según nuestra ley—dice Ricci—la posesión de buena fe equi- vale al título ? con respecto á los muebles; ahora bien: supóngase que la ley personal del propietario de los muebles no reconozca este principio, ¿se dirá que el tercer poseedor de buena fe de bienes co- rrespondientes á extranjeros y existentes en el Estado no puede in- vocar en su favor la máxima antes dicha? No; porque en el caso presente no hay diversidad, sino que las dos leyes son contrarias, y el legislador no consiente que la ley personal del extranjero, propie- tario de los muebles (ó que pretenda serlo), derogue una ley local contraria?”, sobre materia que interesa fundamentalmente al orden público internacional. COSAS MUEBLES POSEÍDAS POR NACIONALES DE DIVERSOS PAÍSES ¿Por qué ley se regirán las cosas muebles que se encuentren en España (ó6 en Cuba) poseídas por varias personas que tengan na- cionalidad diferentes? Nuestro Código no resuelve esta duda, que, no tendría lugar á haber aceptado nuestro Código el principio de Savigny, según el cual las cosas muebles lo mismo que las inmue- bles, debieran estar regidas por la ley de la situación. Navarro Amandi cree que la cuestión debe resolverse por la costumbre ó 1 Por algunos llamados solamente, según veremos luego, «torden público», 2 Lo mismo que dispone el artículo 464 de nuestro Código. 194 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS por los principios generales del derecho. * En efecto; á los princi- pios generales del Derecho Internacional Privado deberemos acu- dir, otra vez, en este nuevo problema; y ellos preceptúan, como es lógico, que si la propiedad individual de los muebles corresponden á varios extranjeros pertenecientes á diversas naciones, se aplicará la ley de la situación de los bienes, es decir, la ley territorial. ““El artículo 7 del Código Civil Italiano (correspondiente, como sabemos, al 10 del nuestro), al derogar la Ley Local en favor de la Ley personal del extranjero—dice Ricci 2?—presupone que ésta sea cierta, que no quepa discusión acerca de cuál, entre varias Leyes extranjeras, es la Ley personal. En cuanto surge el conflicto ó dis- cusión acerca de esto, no habiendo razón alguna para preferir la Ley nacional de uno de los propietarios de los muebles y prescindir de las otras, la razón quiere que en la incertidumbre respecto de la Ley personal que haya que aplicarse, debe prevalecer la Ley local.?” Podríamos extendernos más sobre la doctrina que encierra el artículo 10 de nuestro Código, pero los límites de este trabajo no consienten dar mayor desarrollo á la cuestión. Con lo dicho hemos tratado de resolver aleunos de los más importantes problemas que dicho artículo suscita, y al mismo tiempo hemos contestado y re- suelto algunas ó todas las objecciones que han opuesto los autores á la doctrina de la nacionalidad. DISPOSICIÓN DEL CÓDIGO DE NAPOLEÓN EN LO RELATIVO Á LOS BIENES ¿Qué disposiciones contiene el Código Civil Francés en lo rela- tivo al régimen de los bienes, para compararlas ya con la del nues- tro? El párrafo segundo del artículo tercero de aquél, dice tan sólo que *“Les immeubles méme ceux possédés par des étrangers, sont régis par la loi francaise.”* El precepto es, pues, terminante, res- pecto de los bienes inmuebles, justificado por las mismas razones que expusimos al comentar la disposición idéntica de nuestro Código. * Pero sobre los bienes muebles nada dispone el Código Civil Francés, lo cual constituyen una positiva deficiencia del mismo, comparado con nuestro Código, y una omisión tanto más importan- te y trascendental cuanto que no es posible dar una solución defi. nitiva y categórica sobre el sistema que, según el referido Código, 1 Ob. cit., vol. I, pág. 36. 2 Op. cit., vol. I, pág. 287. Portalis, Segunda Exposición de motivos del Título Preliminar, números 14 y 15. [a] ESTUDIO COMPARATIVO 195 RRA deba regir los bienes muebles. ¿Será éste el mismo de nuestro Códi- go Civil? Es decir: ¿Según el Código Civil Francés, se rigen los bienes muebles del extranjero según la ley personal del mismo ó según la ley territorial ? Asser * demuestra la incertidumbre y contradicción que sobre este punto prevalece entre los autores franceses. El artículo 3 del Código Civil francés hay que interpretarlo, para encontrar la regla aplicable, á los bienes muebles, según los principios fundamentales de la escuela estatutaria. En cambio, aunque hubiera prescindido el artículo 10 de nuestro Código Civil de los bienes muebles, fácil nos hubiera sido llezar á las conclusio- nes que hemos consignado, con sólo aplicar, autorizados por la base segunda que fija la orientación general de nuestro sistema de De- recho Internacional Privado, los luminosos principios de la escue- la italiana, que consagra la personalidad de las leyes. Pero respecto del Código Civil Francés, tenemos que apartarnos de los criterios de la escuela italiana para fijarnos en otras orientaciones y otras ten- dencias completamente opuestas: las de la escuela estatutaria, que, como hemos demostrado ya, fija y determina el sentido general y dominante del sistema francés de Derecho Internacional Privado. En este terreno son muchas é incontestables las dudas que sur- sen. Si es verdad que, como dice Lainé, ? respectu á los muebles, *1*opinion le plus générale que s'en est faite est la mobilia sequun- tur personam”” (D”Argentre, Boullenois, Foelix, Huber, Hert), no es menos cierto que esta regla recibía “dans la pratique des excep- tions si nombreuses qu'elle était vraiment á peu pres nominale?”” (Lainé). D”Argentré declaró que los muebles **devaient suivre la per- sonne, c'est á dire, la loi du domicile””. (Lainé, ob. cit., pág. 233.) Pero esta opinión no la compartían todos los estatutarios; Doumou- lin decía, por ejemplo, al combatirla, que la regla ““mobilia sequun- tur personam?”” es ficticia y arbitraria, pues sólo servía para *““rem- placer la situation véritable des meubles par une situation fietice?”. Fundándose en la opinión de Dumolin y en otras incontestables de- mostraciones basadas en los textos de otros escritores estatutarios, afirma categóricamente Lainé, que, según la escuela estatutaria, rige y domina para los muebles la misma ley que para los inmue- bles: la lex rei sitae. ? Op. cit., vol. único, nota de la pág. 115. Op. cit., tomo I, pág. 27. Ob..cit., vol. I, páginas 233 y siguientes. wn 196 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS Parece, en efecto, el criterio dominante entre los escritores es- tatutarios. Confirma la opinión de Lainé, que ha dado en su libro la más completa y notable exposición de la doctrina estatutaria y cuyos juicios sobre la magia se estiman como los más autorizados, otro notable escritor y tratadista, Téophile Hue en su importante libro Le Code Civil Italien et Le Code Napoléon, Etudes de Legis2 lation Comparée, * el cual afirma de acuerdo con Lainé que “la ré- gle mobilia sequuntur personam ne peut avoir application raiso- nable qu'en matiére de succession””. M. Demolombe 2 dice que: ““considerados individualmente (los bienes muebles) sólo serán re- gidos por la ley de su situación actual””. “El estatuto real francés se aplica igualmente á los muebles corporales y á los créditos que un extranjero posee en Francia, á lo menos en cuanto se conside- ran estos objetos en sí mismos y no como en parte intesrante de una herencia?” (Zacharie, Aubry y Rau). Asser cita en apoyo de esta opinión, que es la unánime entre los tratadistas de Derecho Ci- vil Francés, tres sentencias: París, 15 de Noviembre de 1833, Ca- sación Francesa de 19 de Marzo de 1872; Rouen, 22 de Julio de 1873; á las cuales agregaremos otras dos citadas por Navarro Amandi, la de 25 de Mayo de 1813, de la Cour de Rouen, que de- claró, “que los bienes muebles sitos en Rusia eran válidamente ad- quiridos por persona enviada para posesionarse de ellos en virtud de las leyes rusas?”, y la del Tribunal de Riom de 7 de Abril 1835, que declaró terminantemente, que “la sucesión mueble de un ex- tranjero debía ser regida por la ley francesa para los muebles que se encontraban en Francia?””. Un eminente comentarista del Código Civil Francés, Baudry Lacantinerie, en su famoso Traité Théorique et Pratique de droit civil, * dice, explicando el artículo 3 del Código Napoleón, en lo re- lativo á los bienes muebles, que los bienes muebles se rigen por la ley teritorial, debiéndose extender á ellos la disposición del artícu- lo 3 del referido Código. Opina este insigne tratadista que puesto que “la condition juridique des biens est, en rapport direct et in- médiat avec 1”organisation politique social et économique, * los bie- nes muebles como los inmuebles deben regirse por la ley de la situa- ción. Baudry Lacantinerie dice también que la regla mobilia se- 1 París 1866, vol. I, páginas 23, 24. Título Preliminar, capítulo 3, número 96. Tomo 1, pág. 100. 4 Tomol, pág. 109. A do) ESTUDIO COMPARATIVO 197 quuntur personam, sólo tenía aplicación en la doctrina estatutaria para la sucesión de los bienes muebles. ““Por lo menos—dice Fiore, 1—el proverbio mobilia ossibus per- sonae imhaerent; mobilia non habent sequelam, no puede admitirse de un modo absoluto, no sólo en caso de que el lugar ocupado por una cosa mueble sea accidental, ó que no pueda ser determinado, en cuyo caso no puede considerarse dicha cosa en el territorio de ningún Estado, sino en el domicilio del propietario, y por tanto, sujeto á la ley personal de éste.”” En resumen: la doctrina que desarrolla el Código Civil Fran- cés, de acuerdo en un todo con el criterio dominante, sobre la mate- ria, en la escuela estatutaria, es la siguiente: la regla aplicable á los bienes muebles es la misma que rige para los inmuebles, ó sea la ley de la situación, con la única excepción para algunas de aque- llas cosas muebles, que ocupen un lugar accidental, ó que no pueda ser determinado (Fiore), ó cuando se consideran dichos muebles como parte integrante de una herencia 2 (Zacharia, Aubry y Rau): aplicándose en esos casos la ley del domicilio, no la de la nacionali- dad. Tal es también la doctrina que consagra el artículo 11 del Có- digo Civil Argentino. El proyecto de Código Civil Español de 1851, admitía para los bienes muebles la ley del domicilio, sin establecer entre éstos distinción alguna; el Código Civil de Venezuela decla- ra en el artículo 8, que los bienes muebles ó inmuebles situados en Venezuela, aunque estén poseídos por extranjeros. se regirán por las leyes de Venezuela; el Código Civil de Uruguay reproduce la misma doctrina que el artículo 11 del Código Argentino; los Códi- gos Civiles de México y Perú, en sus artículos 13 y 5, respectiva- mente, reconocen la misma doctrina que el artículo 3 del Código Napoleón, sin hacer referencia á los bienes muebles. Vese, pues, cómo los Codigos Civiles hispano-americanos, se inspiran, en lo que concierne á las reglas de Derecho Internacional Privado, en la mis- ma doctrina que desarrolla el artículo 3 del Código Civil Francés. La diferencia que separa á éste de nuestro Código, es, pues, clara, mientras el Código Francés consagra para los muebles la misma ley que aplica á los inmuebles, esto es, la ley de la situación y sólo por excepción, según algunos autores, la ley del domicilio para el caso de muebles que tengan una situación accidental ó indeterminada ó que formen parte integrante de una herencia, el Código Civil Es- 1 Ob. cit., vol. I, pág.167. 2 Ya veremos luego, cómo respecto á la sucesión mueble, es criterio dominante, sin em- bargo, entre los autores franceses, que para ella rige el estatuto real y no el personal. 198 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS pañol acepta sin distingos ni excepciones, de manera general y ab- soluta, que los muebles se rigen, cualquiera que sea su situación y ya se le considere aislada ó colectivamente, por la ley nacional del propietario. Y si tan substancial es la diferencia que separa la doctrina de nuestro Código de la del Código Civil Francés y de la de la doctri- na estatutaria en lo que atañe al régimen de los bienes, no es me- nos fundamental la diferencia de los mismos por lo que hace al ré- cimen de las sucesiones, en lo que respecta al Derecho Internacional Privado. LA LEY SUCESORIA EN EL CÓDIGO NAPOLEÓN ““Les juristes francais furent des 1'origine unanime a concevoir les lois succesorales comme des lois réelles: c'est un fait certanm— dice Lainé. 1—C”était un principe constant—continúa el mismo autor—dans la jurisprudence, principe afirmé par toutes auteurs que la suecession appartenaient á la classe des estatuts réelles; la doute á cet regard n'était pas possible.*” ? Y agrega el mismo tratadista: *“es un hecho cierto que con ex- cepción de Cujas, los autores franceses, desde Jaques á Pothier, han reconocido el carácter eminentemente territorial de las leyes sucesorias””, declarándolas “le premier parmi les estatuts réelles?”. Sabido es que Francia fué la tierra clásica del albonagio ó au- bana, por cuya virtud la sucesión del extranjero no naturalizado ó del que siéndole no hubiese hecho testamento, pertenecía al sobe- rano del Estado en cuyo dominio moría. (“Si aleún extranjero lle- gase á los dominios de algún barón—disponía una ordenanza fran- cesa del siglo xtHi—y no prestase homenaje, dentro del término de un año y un día, se convertirá en vasallo, y si muriese por acel- dente, sin dejar en su testamento cuatro dineros al barón este úl- timo se adueña de los bienes de aquél.?”) La aubana fué uno de los elementos característicos de la condi- ción de los extranjeros en el período medioeval (comprensivo de otros gravámenes y de varias prestaciones personales, entre las que se cuentan el chevage y el formarriage). En Francia se aplicaba rigurosamente el derecho de aubana, hasta llegar á declarar al ex- tranjero incapaz de suceder y de transmitir, sea abintestato ó por 1 Op.cit., vol. I, pág. 285, 2 Idem, op. cit., vol. I, pág. 296. ESTUDIO COMPARATIVO 199 testamento, los bienes situados en Francia, á cualquiera person«. Ya hemos visto cómo el Código Napoleón, dando un paso hacia atrás, volvió á poner en vigor, aunque indirectamente, y con algu- na atenuación, el derecho de aubana, en los artículos 726 y 912, que, como hemos dicho, fueron derogados posteriormente por la ley de 14 de Julio de 1819. *“Pero tampoco esta ley consagró los verdaderos principios ni podía consagrarlos—dice Fiore *'—porque fué dictada por el interés y no por sentimientos de justicia y de humanidad.*” 2 Quedó, por otra parte, establecido que la sucesión de los extranjeros debía someterse en absoluto al derecho francés: “los extranjeros tendrán el derecho de suceder y de disponer de sus bienes de la misma manera que los franceses?”. Si en algunas de- cisiones ? se ha reconocido que la sucesión mueble del extranjero debe regirse por la ley nacional, en ellas se quiere aludir, no á la nacionalidad, sino al domicilio, y aunque inician una importante reforma en sentido liberal y progresivo, no pueden admitirse como regla reconocida en la materia y capaz de derogar el criterio gene- ral y dominante, que acepta la lex rei sitae, como muy bien hace no- tar Fiore. * Los escritores y la jurisprudencia francesa mantienen, pues, como regla, que la sucesión y división de los bienes existentes en Francesa pertenecientes á un extranjero, ya venga á morir allí ó en otra parte, deberá ser regida por la ley francesa, aunque los he- rederos sean extranjeros, aplicando siempre la ley francesa respec- to de toda sucesión que deba abrirse en Francia. “Toda ley de sucesión—escribe Demangeat (citado por Fio- re)—es una ley política, una ley que interesa al orden público. El derecho privado en materia de sucesión se ajusta siempre á los prin- cipios del sistema de Gobierno, y según que éste sea un gobierno de privilegios ó un gobierno nacional, así predominará en la ley de su- cesión la idea del privilegio ó de la igualdad... Hay, por consiguien- te, un interés público en que nuestra ley francesa rija toda sucesión que deje en Francia cualquiera persona, sin distinción de naciona- lidad.”? Y Laurent * afirma, como los autores citados, que el Cód:- go Francés consagra la territorialidad del estatuto sucesorio y que la jurisprudencia ha sostenido constantemente el mismo principio. 1 Op. cit., vol. I, pág. 178. 2 Véanse las declaraciones del Ministro de Justicia en la exposición de motivos de la refe- rida ley. * 3 Fiore, op, Cit., vol. I, pág.181. 4 Op. cit., vol. I, pág. 181. 5 Droit Civil International, tomo 6, páginas 128 y siguientes. 200 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS Parece, pues, indudable que, según el sistema francés, la sucée- sión forma parte del estatuto real, y que sobre todo, en materia de sucesión inmobiliaria rige soberana la territorialidad de la ley. Y es que, como demuestra Lainé, para los escritores estatutarios en quienes se inspiró el legislador francés, la ley de sucesión era una ley esencialmente territorial. ““La ley de sucesión se decide por la ley del domicilio del difun- to, si muere en él, y en el caso contrario, por la ley del lugar en que fallece, y cada una respecto de los bienes situados en su territorio?”?; enseñaba Saliceto * y con él todos los demás discípulos y continue- dores de Bártolo. Dumoulin, el más importante de los discípulos franceses de Bártolo, citaba también como territoriales las leyes su- cesorias, y D'Argentré, el ilustre fundador del sistema estatutario francés, también conceptuaba como territoriales las leyes suceso- rias conforme lo declara en su clásica definición del estatuto real que oportunamente citamos. No obstante la vaguedad é incertidum- bre, la falta de seguridad y fijeza que caracterizaron la doctrina es- tatutaria, todos los escritores de esta escuela, los franceses sobre todo, convinieron unánimemente en reconocer el carácter eminente- mente territorial de las leyes de sucesión. ? Sobre todo, en lo que respecta á los bienes inmuebles no caben dudas de ninguna especie; el Código Civil Francés extiende á las sucesiones la disposición de su artículo 3. Se trata para el Código Napoleón, de una mera con- secuencia del principio por él reconocido, de la territorialidad Ae toda ley que regule los derechos sobre las cosas inmuebles. * ““El territorio forma en cierto modo la base material del Esta- do, cuya existencia se haya expresamente ligada con la suerte de los inmuebles que componen su territorio, y por eso es por lo que ningún legislador puede consentir en someter los inmuebles situa- dos en su país al imperio de una ley extranjera... Bajo el punto de vista en que se funda esta regla, no ha lugar á distinguir entre la transmisión á título particular, y la transmisión á título universal de una sucesión inmobiliaria.?? (Aubry y Rau.) LA LEY SUCESORIA EN LA ESCUELA ITALIANA Y EN EL CÓDIGO CIVIL ESPAÑOL Lo dicho es suficiente para demostrar la profunda diferencia 1 Lainé, ob. cit., tomo 1, páginas 166 á 188. 2 Lainé, ob. cit., vol. I, pág. 285. 3 Véase á Voet, que en apoyo de esta opinión presenta una extensa lista de estatutarios, en su obra Des Statutus, capítulo 1, pág 253, edición de 1715. ESTUDIO COMPARATIVO 201 que media entre las disposiciones y doctrinas de nuestro Código res- pecto del Derecho de sucesión y las disposiciones y doctrinas del Código Francés respecto de la misma materia Fúndase la doctrina francesa en el aspecto político y económico de las leyes sucesorias, por cuya virtud el legislador no debe conceder autoridad alguna á las leyes extranjeras, respecto de las mismas; y en tal concepto, aplica á aquéllas la lex rei sitae. En cambio, nuestro Código, par- tiendo del alto concepto jurídico de la escuela italiana, se basa en el carácter civil de las sucesiones y en su estrecha y esencialísima relación con el derecho de familia, para aplicar á las sucesiones la misma ley que protege y regula los derechos de familia y el estado y capacidad de las personas. La unidad é indivisibilidad del patrimo- nio familiar, la racional presunción de la voluntad del causante, y el concepto de la unidad é indivisibilidad de ésta, que no puede de- pender del lugar donde los bienes están situados, imponen la adop- ción de la ley personal en relación con las sucesiones, sin considera- ción al lugar donde estén situados los bienes, y sin distinguir entre la herencia mueble y la inmueble. Una misma es la voluntad del tes- tador para todas las cosas de su patrimonio, y para hacerla depen- der respecto de los inmuebles, de la ley territorial, sería preciso abrir tantas sucesiones como masas de bienes hubiera situadas en diversos países; en una palabra, considerar tantas herencias, cuan- tos sean los territorios en que se encuentran los bienes hereditarios, lo que equivaldría á algo que sería ilógico é injusto; '“á dividir la unidad de su patrimonio y además dividir la personalidad del di- funto, formando tantos patrimonios cuantos son los lugares en que existen sus bienes”? (Ricci), y lo que es más absurdo todavía, sería dividir la unidad del patrimonio para aplicar á los bienes muebles, la ley del lugar de su respectiva situación. ““; Hay por ventura una poderosa razón de orden público que haga necesario en este caso el apartarse de la regla ordinaria de ra- zón y de justicia común ?””—dice Rieci. * No; ya hemos demostrado en qué sentido los bienes inmuebles están sujetos á la lex loci; á saber, en lo que se refiere á los mismos vistos en sí mismos, con abstracción de las personas á quienes per- tenezca y sólo en lo referente al modo de ejercitar respecto de los mismos el derecho de propiedad. Pero no sucede así cuando la ley referente á los inmuebles regula un derecho ó un interés privado, y se ha hecho en consideración á la persona ó á su capacidad legal, en 1 Ob. cit., vol. I, pág. 290. 202 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS euyo caso rige, como hemos dicho, la ley personal. Respecto de esto, ningún interés puede tener el legislador local en imponer al extran- gero la lex res sitae, pues no se trata entonces de las leyes territo- riales determinadas por razones de Derecho Público y de orden pú- blico internacional, sino de leyes esencialmente personales, que re- gulan y consagran derechos é intereses de orden fundamentalmente privado. El carácter personal y nacional de las leyes sucesorias, es pues, incontestable. “Mientras el heredero—dice Ricci i—goce de sus bienes según disponen las leyes del lugar en que se encuentren, estas leyes no se pueden dar por ofendidas porque los mismos per- tenezcan antes á una persona que á otra.?” Tal fué también la resolución del Instituto de Derecho Interna- cional en la sesión de Oxford (1880), en la cual se refleja admira- blemente el criterio que sobre la materia sustenta la moderna es- cuela italiana, y que casi textualmente reproduce el artículo 10 de nuestro Código en su párrafo 2: “las sucesiones á la universalidad de un patrimonio están regidas, en cuanto á la determinación de los herederos, á la extensión de sus derechos, á la medida ó cuan- tía de la porción disponible ó de la reserva, y á la validez intrínse- ca de las disposiciones de última voluntad, por las leyes del Estado á que pertenece el difunto, ó subsidiariamente ? por las leyes de su domicilio, cualesquiera que sean la naturaleza de los bienes y el lugar de su situación. ”” CASO PRÁCTICO OCURRIDO EN CUBA Con motivo de un caso ocurrido en Cuba, respecto de la herencia de la esposa de un ciudadano americano fallecido en esta isla, opinó el Dr. D. Pablo Desvernine * que debía aplicarse la ley española, porque ““si dentro del criterio americano no tienen las leyes nacio- nales extraterritorialidad alguna sino que están adscritas á los lí- mites del territorio, no es posible pensar siquiera en aplicar aquí al ciudadano de aquel país, leyes que si le son nacionales tienen efectos puramente locales y deponen en las líneas fronterizas su fuerza obligatoria, pues sería absurdo entender é interpretar una legislación, atribuyéndole efectos y extensiones que expresamente le ha negado su propio legislador””. Sin embargo, derívase lógica- 1 Ob. cift., yol. 1, pág. 291. 2 Para el caso de no conocerse la nacionalidad ó de coexistir varias legislaciones civiles del mismo Estado y ser una de éstas la que conoce del caso. 3 Una consulta de Derecho Internacional Privado, páginas 17 y 18. ESTUDIO COMPARATIVO 205 mente de lo que venimos diciendo que, ni en ese ni en ningún caso, es posible dejar de aplicar en materia de sucesión, la ley nacional del extranjero. No importa que la legislación extranjera reconozca sólo la ley del domicilio; pues nuestro Código, al proclamar el prin- cipio de nacionalidad, excluye para todos los casos su idea antitéti- ca: la doctrina del domicilio, que es la que se pretende aplicar en el caso en cuestión. La opinión, siempre muy respetable, del ilustre Dr. Desvernine sobre la aludida cuestión, * cuya importancia prác- tica no es necesario encarecer y sobre la que dictaminaron también algunos de nuestros más distinguidos abogados, está en abierta opo- sición con las doctrinas sustentadas por la generalidad de los trata- distas contemporáneos, señaladamente por los autores de la escuela italiana, cuya doctrina y principios acepta y consagra nuestro Có- digo; en efecto; si éste, dice, expresa, y terminantemente, que la sucesión testamentaria ó abintestato del extranjero, se rige por su ley nacional, ¿cómo aplicar la ley del domicilio? Nuestro Código rechaza la doctrina del domicilio y quiere y preceptúa atinadamen- te, que en todos los casos y sin excepción alguna, se rija la herencia del extranjero por su ley nacional, cualquiera que sea su domicilio. ““El orden jurídico, según lo concibe el Código Español, se lesiona- ría profundamente si una ley extranjera extendiese su jurisdicción á relaciones jurídicas sometidas de un modo exclusivo á nuestro de- recho, ó si una ley nacional se extendiese á individuos ó relaciones jurídicas que ésta se estima incompetente para regir.?? 2 En el caso propuesto se aplicará, pues, la regla de Derecho Internacional Pri- vado que preceptúa nuestro Código. (Todas las reglas de Derecho Internacional Privado que las legislaciones respectivas adoptan, forman parte de las leyes de orden público internacional y son, por tanto, imperativas y se aplican rigurosamente dentro del territorio que las dicta.) En el caso en cuestión deberá, pues, aplicarse la ley de la Luisiana, porque nuestro Código así los preceptúa y porque según éste, al extranjero le sigue, dondequiera que se traslade, su ley nacional en materia de sucesión, así como en los otros particu- lares que sosigna el artículo 9. ¡Cómo es posible que los tribunales españoles (ó cubanos) apli- quen al extranjero la ley de su domicilio porque así lo disponga su 1 Que se refiere, como hemos dicho, á la esposa de un ciudadano americano que murió abintestato en la Isla de Cuba, donde siempre estuvo domiciliada, suscitándose el problema de si debía abrirse dicha sucesión de acuerdo con la ley española ó según los preceptos de la ley americana que para el caso es la de Luisiana. 2 Bustamante, El Orden Público, pág. 167. 204 ¿NRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS ley nacional, cuando el derecho español vigente entre nosotros ha consagrado y establecido precisamente en contra de los preceptos de la ley americana, que para el caso es la de Luisiana, ó sea del do- micilio, el alto y generoso principio de la nacionalidad ? Eso equival- dría á oponerse á la voluntad del legislador. La sucesión del extran- jero, aunque esté domiciliado en España (ó en Cuba), se rige por su ley nacional y no por el Código Civil Español. Lo contrario sería hacer afirmar al Código todo lo contrario de lo que él afirma, y confundir dos cosas completamente distintas: el derecho civil in- terno y el derecho civil internacional (véase á Laurent, Journal de Palais, 1881, tomo 84, parte 2, págs. 71 y 72, en que el ilustre trata- dista discurre brillantemente sobre un caso perfectamente análogo al que es objeto de estas líneas). Así resuelven también todos los tratadistas este problema, que se planteó en Cuba en el caso de que tratamos, y que se conoce en el Derecho Internacional Privado con el nombre de teoría del rimvio. En efecto; es doctrina generalmente admitida que si sobre una cuestión dada, un Estado acepta y pro- clama la ley nacional del extranjero y ésta á su vez la somete á la ley del domicilio, se aplicará la regla de derecho internacional pri- vado, que admita el Estado en que dicha cuestión ó problema haya surgido. No es posible, por otra parte, que nos extendamos más en este particular, sin dar á esta tesis las proporciones de un libro. LA REGLA LOCUS REGIT ACTUM Y EL ARTÍCULO 11 DE NUESTRO CÓDIGO Y para referirnos ya á lo que ha de constituir la última parte de nuestro estudio, si bien con la brevedad posible, ¿qué principio ó regla acepta nuestro Código en lo relativo á la forma de los actos? Habiendo visto ya las reglas que aplica nuestro Código á la capa- cidad de los extranjeros, á su estado y relaciones de familia, y las que aplica al régimen de los bienes, veamos ahora qué ley es la que rige nuestro Código Civil las formas y solemnidades de los actos jurídicos. Nustro Código Civil sanciona, en lo relativo á la forma de los ae- tos, la regla según la cual se rige aquélla por la ley del lugar en que se realizan, es decir, la clásica fórmula locus regit actum. Dice, en efecto el artículo 11 en su párrafo primero: ““Las formas y solem- nidades de los contratos, testamentos y demás documentos públicos, se rigen por las leyes del lugar en que se otorgan.?” El artículo once reconoce, pues, explícitamente el axioma tradicional locus regit ac- ESTUDIO COMPARATIVO 205 tum, según el cual se somete la validez extrínseca de los actos á las formas prescritas por las leyes vigentes allí donde tiene lugar la celebración del mismo, con entera abstracción é independencia de las leyes, donde tiene su asiento la relación jurídica, ó de aquel en que el acto debe surtir sus efectos legales. Sin entrar á discutir si el origen histórico de la máxima antes dicha se encuentra en el Derecho Romano, * ya que si bien en sus textos se contiene algo sobre la materia, es indudable que ninguna de sus disposiciones res- ponde al concepto moderno de la regla locus regit actum, fundada en razones de orden político y jurídico que desconocieron los juris- consultos romanos; + porque ello nos llevaría muy lejos y nos apar taría del objeto de nuestro estudio; afirmaremos que la regla que es- tudiamos fué primeramente aplicada por los post-elosadores y co- mentaristas, que, si bien con algunas oscuridades é incertidumbres, fueron los que primeramente expusieron en su concepto actual lo que ellos llamaban el estatuto formal, relativo á las formas y solem. nidades de los actos y elocuentemente expresado en la fórmula locus regit actum. Expúsola, acaso por primera vez, Bártolo, formulando con toda claridad dicho axioma, y Domonulin, al introducir en Fran- cia la doctrina estatutaria, aplicó también á la forma externa de los contratos la regla locus regit actum, así como á la esencia Ó subs- tancia de los mismos refirió el principio de la autonomía de la vo- luntad. ? Phoelix (que define el estatuto formal como la ley que rige los actos lícitos del hombre que se halla en país extranjero y que dis- tingue entre las solemnidades internas y las externas que sirven para probar legalmente la existencia de los actos para aplicar so lamente á éstas el estatuto formal) y Barth, Story y Wharton, con- signan una larga lista de escritores estatutarios que consagran el proverbio locus regít actum como una regla de Derecho Internacio- nal Privado. * Pero ¿cuál es el sentido y alcance y la verdadera definición de la regla locus regit actum? Bártolo, y con él la mayor parte de los glosadores, formulan por primera vez, como hemos dicho, la regla locus regit actum, pero no supieron separar lo relativo á la forma externa de lo relativo al 1 Ley 34, Título 17, del libro 50 del Digesto y Ley 9 De Testamenti del Código. 2 Gestoso, Op. cif., vol. único, pág. 405 y Asser, op. cit., vol. único, nota de la página 81. 3 El famoso estatutario francés distinguía como se sabe, la forma sustantialis de la ex- trínseca de los contratos. 4 Véase á Fiore, op. cit., vol. I, pág. 282, 206 ¿NRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS fondo del acto y confundieron las solemnidades externas con las in- trínsecas y las habilitantes. Los autores estatutarios dividían en varias clases las formalida- des de los actos jurídicos. * ““Especialmente se distinguen las habs- litantes, intrínsecas, extrínsecas y de ejecución—dice Asser.”” 2—LDlá- manse habilitantes aquellas que convierten en capaces para realizar determinados actos á personas que por razón de su estado eran inca- paces para ello: así sucede con las autorizaciones del consejo de fa- milia ó del juez, las cuales evidentemente no son formalidades pro- piamente dichas. Tampoco merecen este calificativo las formalida- des intrínsecas llamadas también viscerales, que son las que consti- tuyen la esencia misma del acto, por ejemplo, el consentimiento de las partes contratantes. Las formalidades de ejecución (referentes tan sólo al procedimiento) no tocan á la validez del acto, sino que son exigidas para que aquél pueda ejecutarse; tal es, verbigracia, la fórmula ejecutoria. Solamente la tercera clase, es decir, la de las formas extrínsecas, comprende formas del acto propiamente dichas, ó sean las que se necesitan observar al realizarlo, bien como manifes- tación de la voluntad real y verdadera de las partes, bien como me- dio para que éstas puedan proporcionar las pruebas; en otros tér- minos, formas de solemnidad y formas probatorias.?”? Fundamental- mente se distinguen, pues, estas dos clases de formalidades respee- to de los actos jurídicos: las formalidades extrínsecas (llamadas también probatorias ó instrumentales), que son las formas propia- mente dichas del acto, ó sean aquellas que deben observarse al cele- brarlo, y que son requeridas ad solemmitutem contractus (como ga- rantía y expresión de la voluntad de las partes) ó solamente ad pro- bationem; y las formas intrínsecas ó viscerales, que son aquellas que constituyen la esencia, la substancia del acto, sin las cuales éste no podría existir ó no tendría valor y eficacia legal; tales son, en los contratos, el consentimiento, la capacidad, el objeto lícito y la cau- sa, las cuales no constituyen verdaderas y propias formalidades, sino esenciales y necesarias condiciones de la validez del contrato. De igual modo que las llamadas formas intrínsecas tampoco son ta- les formalidades; las llamadas habilitantes (formalidades para atri- buir facultades), que son las que conceden capacidad á las perso- nas que son incapaces por su estado civil, como, por ejemplo, el con- sentimiento que debe prestar el marido para darle á la mujer la ca- 1 Véase á Laurent, op. cit., tomo II, pág. 250. 2 Op. cit., vol. único, página $3. ¿STUDIO COMPARATIVO 207 pacidad que no tiene por sí misma para obligarse válidamente la autorización del juez ó del consejo de familia, ete., que se refieren, por tanto, á los elementos esenciales del acto y no á sus elementos extrínsecos ó probatorios. Lo mismo cabe decir de las llamadas for- malidades de ejecución, que por interesar y referirse á los trámites indispensables del procedimiento, ni se refieren al derecho propia- mente dicho (derecho sustantivo) ni pueden afectar el carácter de propias y genuinas formalidades. Pues bien: la regla locus regit actum se limita á regular las for- mas extrínsecas, las solemnidades de los actos, preparadas y exigi- das para hacerlos constar y probar públicamente; es decir, la máxi- ma en cuestión se refiere á lo que Thering llama uisibilidad de los actos ó sea las formalidades externas ó probatorias. **Debe, pues, admitirse—dice Fiore l—que la antigua máxima locus regit actum ha de entenderse en el sentido de que las formali- dades extrínsecas de los actos jurídicos y las exigidas para la re- dacción legal de los instrumentos, de los contratos, de las declara- ciones de los documentos destinados á comprobarlos, deben regirse por la ley del lugar en que dichos actos hayan sido estipulados ó redactados. Por consiguiente, las formalidades descritas por la ley del lugar en que dichos actos hayan sido estipulados ó redactados. Por consiguiente, las formalidades descritas por la ley sólo habrán de observarse para la validez legal extrínseca de los mismos.”? 2 No son admisibles, por tanto, las restricciones, según las cuales, sólo se aplica á los actos auténticos ó á las formas probatorias (no á las de solemnidad) la regla locus regit actum; dicha regla se aplica á to- dos los actos jurídicos y se refiere á todas las formas ó solemnida- des que indispensablemente necesiten los mismos (además de los caracteres de autenticidad) para su validez y eficacia legal. Pueden citarse como ejemplos de tales requisitos extrínsecos y formales, los requisitos de detalles, constitutivos de determinadas formas solem nes, como el número de testigos, la firma y sieno del notario, el se: llo de la notaría * y la asistencia del juez ó de un notario, la redac- ción de un documento escrito para que sirva de comprobante de lo actuado, la asistencia de los testigos, ete. + Abundantes ejemplos de tales formalidades ó requisitos externos se encuentran en el capítu lo I libro III, título 111 de nuestro Código Civil. 1 Op. cit., vol. I, página 285. 2 Véase sobre el particular entre otros autores á Asser, op. Cit., pág. 85; á González Lanu- za, Estudio sobre la regla locus regit actum; á Gestoso, op. Cit., etc. 3 González Lanuza, op. Cit. 4 Véase á Gestoso. ob. cit., vol. I, pág. 406. 208 ¿NRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS Se refiere, pues, la regla locus regit actum á las formalidades externas exigidas por la ley para acreditar el acto jurídico. * “En este último sentido es en el que debe entenderse la palabra acto cuando se trate de considerarlo sometido á la ley del lugar en que se haya realizado.”” ?2 Es bien claro y manifiesto el concepto y alcance de la regla locus regit actum, y por tanto, queda fuera de su jurisdicción y es completamente ajeno á su sentido y á sus efetos cuanto se relaciona con los elementos esenciales ó intrínsecos de la validez y eficacia le- gal de los actos, con las formalidades substanciales ó indispensables para integrar la capacidad de las partes que sean por sí mismas in- capaces (formalidades habilitantes) y con las formalidades exigi- das para ejecutar el acto (formalidades de ejecución). Indudable es, pues, que las relaciones del estado personal ó las concernientes á la capacidad no pueden en ningún caso caer bajo la regla locus re- git actum y regirse por ella. Quedan pues, especificados de este modo sus necesarios límites y extensión. Deberá, por consiguiente, aplicarse la ley territorial (como ma- teria propia de la regla locus regit actum) en todo lo relativo á las referidas formalidades. En tal concepto deberán aplicarse siempre, por lo que á nuestro derecho se refiere, el artículo 600, inciso 3, de la ley de Enjuiciamiento Civil, y los artículos 1325 y 681, número 5, 728 y 732 y siguientes, y 688 del Código Civil; el título IV, libro lI, del mismo; los artículos de la ley hipotecaria relativos á los contra- tos sobre bienes inmuebles, y la sección TI, título VIII, libro II, de la ley de Enjuiciamiento Civil, que trata de las sentencias dictadas por tribunales extranjeros; disposiciones todas que, entre otras, constituyen entre nosotros la materia de la regla locus regit actum. FUNDAMENTO JURÍDICO DE LA REGLA LOCUS REGIT ACTUM ¿Cuál es el motivo ó fundamento jurídico del principio locus re- git actum? Pues no es otro que la conveniencia ó, por mejor decir, la necesidad de reconocer los efectos de los actos jurídicos otorga- dos en el extranjero, donde no es fácil ó es, por lo menos, inconve- nientísimo á veces revestirlo de las solemnidades que exija la ley nacional del otorgante. Es una razón de conveniencia y de utilidad, 1 Como ejemplos, pueden citarse el último párrafo del inciso 6 del artículo 1280 de nues- tro Código Civil y el artículo 1667 del mismo. 2 Fiore, ob. cit., vol. I, pág, 285, ESTUDIO COMPARATIVO 209 pues, la que sirve de fundamento á la regla locus regit actum. Ade- más de obviar los inconvenientes que resultan de la aplicación rigu- rosa del principio de que la ley nacional sigue al súbdito aun en país extranjero, lo cual traería consigo la nulidad de los actos, * fa- cilita y permite dicha regla, al aplicar á la forma externa de los ac- tos jurídicos la ley del lugar de su celebración, la frecuencia y des- envolvimiento de los mismos en el extranjero, pues, como dice Savi- eny, se hace “muchas veces difícil que uno conozca en el lugar en que se ha verificado un acto, las condiciones jurídicas exigidas en derecho en el lugar en que el acto ha de utilizarse, y es mucho más difícil llenarlas exactamente; mientras, por otra parte, interesa en el mismo grado no hacer absolutamente imposibles los actos jurídi- cos en el extranjero ó no exponerlos á la nulidad, por carecer de al- guna de las formalidades legales que no se han establecido de seguro para crear obstáculos á los negocios civiles ?”. ? Por eso es preferible aplicar á la forma externa de los actos la ley del lugar de su cele- bración (lex loci), aunque sea distinta de la que rige la relación Ju- rídica. “Tratándose del acto extrínseco que el funcionario público ha de intervenir con las formas establecidas por la ley á que está sujeto, ¿cómo es posible que el extranjero pueda llevar á cabo el acto según la forma establecida por la ley de la nación á que perte- nezca? Cuando se trata de materia relativa á un acto privado, pue- de éste muy bien hacerse por el extranjero en la forma establecida por su ley nacional; pero si se tiene en cuenta que quien debe rea- lizar ese acto suele dirigirse á los hombres versados en la disciplina legal para que le dirijan y aconsejen; si se tiene en cuenta, además, que éstos no pueden aconsejar ni dirigir sino según las normas de las leyes de su país que conocen, pronto resulta clara la convenien- cia de someter los actos privados al principio indicado locus regit actum.?? * Fúndase, pues la regla locus regit actum, en una razón de utilidad y de verdadera necesidad. *“Muchas veces es imposi- ble—dice Asser, i—al realizar un acto, observar otras formas que las prescritas por la ley del país; por ejemplo, mal podrá otorgarse un documento notarial en un país donde el Notariado no exista. Además, muchos actos se realizan, y sobre todo se realizaban en otro tiempo, con intervención del juez ó utilizando las formas del procedimiento (jurisdicción voluntaria), y en tales casos, sólo po- Gestoso, ob. cit., pág. 408, Sistema del Derecho Romano, traducción española, tomo 6, pág. 381, Rieci, ob. cit., vol. 1, pág. 308 Ob. cit,, pág. 82. CS E 210 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS drían aplicarse las leyes del lugar, porque las formas de procedi- miento y de ¿jurisdicción voluntaria se rigen por el derecho del país en que el juez ejerce sus funciones. La necesidad de una regla debió principalmente sentirse cuando las partes no tenían la misma nacionalidad y sus respectivas leyes prescribían formalidades dis- tintas??; porque es incontestable, en efecto, que si las partes son connacionales, la regla locus regit actum es de carácter facultati- vo y aquéllas pueden adoptar la forma de su ley nacional, como ati- nadamente se establece en el párrafo segundo del artículo 9 del Có- digo Civil Italiano, según el cual, los ““testadores y contrayentes podrán ajustarse á las formas de su ley nacional cuando ésta fuese común para todas las partes””. Pero además de los argumentos de orden práctico y utilitario que hemos aducido, ¿no concurren también en favor de la regla locus regit actum poderosas razones de orden teórico ó doctrinal ? Incuestionablemente que sí. “No es por un simple motivo de conve- niencia por lo que, respecto de la forma probatoria de los actos, se ha dado la preferencia, sobre todas las demás leyes, á la del lugar en que aquéllos se han estipulado—decía el célebre Merlin,—sino que hemos fundado ésta en principios verdaderos. En efecto, los ae- tos toman por decirlo así sustantividad en el lugar en que se reali- zan; la ley del lugar es la que les da fuerza y vida; ésta debe ser, por consiguiente, la que determine y rija la forma””. Tiene para Weiss el ilustre tratadista y discípulo francés del eran Mancini la regla locus regit actum dos razones fundamenta- les: una teórica y otra de utilidad práctica. En primer término, pa- rece natural que se declaren válidos los actos que tengan las condi- ciones de forma exigidas por la ley local, ya que el fin de esas con- diciones estriba en proteger los interesados contra todo fraude y contra toda presión, y han de variar necesariamente al influjo de la situación moral del país y del carácter de sus habitantes. Existe, pues, un fundamento, una razón doctrinal que, además de la nece- sidad práctica indudable, justifica é impone la regla locus regit ac- tum. Y es que verdaderamente la regla locus regit actum constitu- ye una genuina ley de orden público internacional. **Los preceptos que se inspiran en las necesidades de que el Estado exista; los que señalan las condiciones de su vida; los que regulan el ejercicio de sus facultades; los que prescriben el campo de acción de su derecho positivo; los que protegen su observancia, imponiendo sanciones penales á sus infractores; los que determinan las formas que han ¿STUDIO COMPARATIVO 211 de seguirse para el restablecimiento del orden perturbado en la es- fera privada y en la esfera pública; los que establecen principios morales, jurídicos, políticos, religiosos y económicos de tal trascen- dencia que el legislador no se cree facultado para disponer de su cumplimiento, entran todos en lo que venimos distinguiendo con el nombre de derecho del Estado y son todos de orden público Inter- nacional. ?? 1 CONCEPTO DEL ORDEN PÚBLICO INTERNACIONAL e Por tanto, no son únicamente leyes de orden público internacio- nal las leyes constitucionales, administrativas y penales, las que proveen á la seguridad pública y se denominan leyes de policía (ar- tículo 9 de nuestro Código Civil), y en general, las leyes que tienen por objeto las bases fundamentales en que descansa la organización política y económica del Estado, y los altos principios morales en que descansa el orden social (leyes civiles y mercantiles de carácter esencialmen moral, político y económico), que, infringirlas ó dejar de aplicarlas, equivale á lesionar la soberanía ó á disolver el Estado, según célebre frase de Portalis. No; son además leyes de orden pú- blico, como lo llaman algunos autores, y con ellos nuestro Código de Derecho Público, sinónimo de orden público para Laurent) to- das aquellas euyo fin directo y esencial es el interés de los terceros ? y la conservación y defensa de las instituciones. “Siempre que en una disposición legal no entre sólo el interés general, pero deba éste reputarse como el fin directo y principal de aquélla, deberá conside- rarse la misma en la categoría de las leyes de orden público?*”—dice Fiore. ? No vamos, como se comprende, á hacer ahora un estudio comple- to y detenido del concepto y trascendencia del llamado orden pú- bico internacional (% orden público solamente). Ha sido esta mate- ria de preferente estudio para los más eminentes tratadistas con- temporáneos que la han tratado con brillantez y profundidad ver- daderamente notables (como Brocher, Cours de Droit Inmternatio- nal Privé, tomo I, pág. 108, 109 y siguientes; Despagnet, ““L*ordre public en droit international privé””, Journal de Droit Internatio- nal Privé, 1889; Laurent, Le Droit Civil International, y Busta- 1 Bustamante, El Orden Público, pág. $0. 2 Que pueden considerarse también como leyes civiles de carácter fundamentalmente económico, pues un interés económico y social es el que lleva á dictarlas. 3 Op. cit., vol. I, pág. 311, 212 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS mante, El Orden Público, que es uno de los más notables y comple- tos trabajos sobre la materia y el único, quizás, que ha estudiado con verdadero detenimiento y prolijidad las relaciones del orden público con el Derecho Internacional Privado, en general), y, por consiguiente, no podemos más que resumir y compendiar en la for- ma que lo hemos hecho, tan importante y trascendental materia. Queremos sólo poner de relieve el carácter propio de la regla locus regit actum como ley de orden público internacional. No solamente porque “la forma de los actos jurídicos está relacionada y tiene ín- tima conexión con la organización judicial de un país y con las ins- tituciones que dependen de ésta, pues un gran número de actos tie- nen lugar con la intervención de los jueces Ó de los funcionarios que tienen fe pública, y éstos sólo pueden ejercer sus funciones en la forma prescrita por la ley nacional””, * sino por la alta trascen- dencia é importancia social y jurídica de las condiciones de forma exigidas por la ley local para la validez de los actos, “ya que el fin de esas condiciones estriba en proteger á los interesados contra todo fraude y contra toda presión”? (Weiss); hay que reconecr en el principio locus regit actum una verdadera regla de orden público internacional, cuya trascendencia en el orden civil es incontestable. Cuando la ley dicta y exige una determinada formalidad ó solem- nidad para otorgar validez y eficacia jurídica á ciertos actos, es por- que obedece á evidentes y sentidas necesidades sociales, y se inspi-- ra en las condiciones y exigencias del orden público ó civil. Y vio- lar Ó desconocer esas solemnidades ó formalidades, es inferir un daño, un perjuicio, una lesión, á las personas que constituyen la so- ciedad en que aquéllas rigen, ó un ataque, un peligro, ó un trastor- no nocivo á su coexistencia civil. En pocas cuestiones como es ésta ““es tan necesario buscar los principios fundamentales de las reglas de derecho internacional privado, en las profundidades íntimas del derecho civil que se trata de sustentar y proteger””, según la lumi- nosa expresión de Brocher. *“Pueden estudiarse las relaciones del orden público internacional con la regla locus regit actum ó con cada una de las formas que la ley establece para todos los documen- tos é instrumentos. Algunas de dichas formas pertenecerán á aquél, y otras no; pero la regla misma, que no prescribe ninguna de las mencionadas solemnidades, sino dice cuándo se ha de preferir la del derecho extranjero á la ley nacional y viceversa, es siempre de orden público internacional.” 2 1 Gestoso, op. cit., página 407. Véase también á Laurent, op. cit., tomo segundo, página 36. 2 Bustamante, Orden Público, página 174. ESTUDIO COMPARATIVO 213 **Cuando se celebre un contrato que no ha de ser solemne, és po- sible consignar su existencia en un documento privado, en una es- eritura pública ó de cualquier otro modo sin que en ello intervenga para nada la idea del orden público internacional. Pero hay conve- nios que es necesario revestir de ciertas solemnidades, como la ven- ta de inmuebles, por ejemplo, y ya en esa forma tiene influjo noto- rio el precitado orden público, y á más de influjo notorio, fuerza ex- pansiva, porque dentro y fuera de los límites de la nación se podrá exigir un acto auténtico y no reconoce eficacia á un simple contrato particular.?? * Cuando un acto cualquiera se otorga, según las formalidades prescritas por las leyes de cierto país, queda realizado eficazmente y disfruta desde entonces la vida legal, es decir, posee plena efica- cia jurídica. ““Habiéndola conseguido lícitamente, debe obtenerla en todas partes, sin dificultad alguna. Cuando en país extranjero produce sus naturales efectos, no es porque se admita en el territorio la aplicación de una ley contraria al orden público, sino porque se ha observado dicha ley en un lugar en que no lo contradecía, y las consecuencias de ello en nada se oponen á aquél.?? 2 La regla locus regit actum interesa, por tanto, al orden jurídico del Estado, que se perturba y se lastima si sus preceptos no alcan- zan la eficacia y extensión que les corresponde ó llegan más allá de lo requerido por su naturaleza particular. Dicha regla puede, pues, colocarse entre las leyes civiles de carácter esencialmente jurídico que interesan y corresponden al orden público internacional. LA REGLA LOCUS REGIT ACTUM, ¿ES PRECEPTIVA Ó FACULTATIVA ? Y podemos ya formularnos esta pregunta, tan interesante desde el punto de vista teórico como desde el práctico y positivo: ¿la regla locus regit actum, es facultativa ó imperativa? ¿Es preceptiva 6 facultativa? Es decir, ¿el extranjero tiene que realizar el acto en la forma prescrita en la ley territorial ó, por el contrario, puede váli- damente realizarlo en la forma prescrita por su ley nacional? ““La jurisprudencia antigua ofrece ejemplos de que se ha con- siderado imperativa, pero hoy están todos de acuerdo en que es fa- cultativa””—dice Gestoso. ?—Y el ilustre Weiss cree también que de las razones mismas que sirven de fundamento á la regla locus re- Bustamante, ob. cit., página 175. Idem, op. cit., pág. 174. Ob, cit,. pág. 409. 0 hn - 214 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS git actum, se desprende lógicamente el carácter facultativo de dicha regla. *“Contéstase ordinariamente—dice Asser, * proponiéndose también la pregunta que antecede—que la regla es facultativa, ale- gando que se estableció en beneficio de las partes interesadas y que los favores no se imponen.”” *“Puede admitirse esta doctrina en el estado actual del Derecho Internacional Privado en que la aplica- ción de la ley extranjera forma aún la excepción, pero si se mira la teoría del conflicto de leyes desde un punto de vista más general, apenas se halla motivo alguno para declarar facultativa la regla. Cualesquiera que sean las consideraciones que determinaron su ad- misión, creemos que una vez admitida debe ser obligatoria. Juzgá- mosla destinada á aumentar la certidumbre de los hechos jurídicos, certidumbre que debe existir a priori y ser independiente de todo cambio posterior. El acto realizado en un país por un ciudadano de otro, puede ser sometido al juez de un tercer Estado; ahora bien: ¿tendrá siempre ese juez un motivo para derogar la regla en favor de la persona que ha realizado el acto? ¿Y si en vez de un acto uni- lateral ó de un acto bilateral realizado entre compatriotas, se supo- ne una convención entre ciudadanos de dos países distintos? Para ser consecuente también hay que conceder en este caso la facultad de acomodarse al derecho nacional; pero ¿de cuál de las partes con- tratantes? ¿Será necesario, si la convención es sinalagmática, me- dir por distintas leyes las obligaciones de los contratantes, que son á la vez acreedores y deudores???” ““Las leyes del Estado—dice á su vez Fiore ¿—obligan siempre al ciudadano, y éste no podrá sustraerse de observar las que regu- lan las formas de los actos, á menos que el objeto de la convención sea una cosa existente en el extranjero, y que allí rigiese una ley que prescribiese necesariamente ciertas formalidades particulares para la validez del contrato relativo á aquella misma cosa.?? ““Por consiguiente, cuando los contratantes sean extranjeros y ciudadanos del mismo Estado, no deberá negárseles la facultad de regirse ó ajustarse á las formalidades prescritas por la ley del Esta- do de que sean ciudadanos. Pueden surgir dificultades cuando el convenio se haya estipulado en un país entre un ciudadano y un ex- tranjero, con las formalidades exigidas por la ley del lugar en que el contrato haya de ejecutarse. Si el acto es sinalagmático y obliga recíprocamente á las partes, no puede ser obligatorio respecto de 1 Ob. cit., pág. $6. 2 Ob. cit., volumen 1, pág. 293. ESTUDIO COMPARATIVO 21; O este punto para la una, sin serlo para la otra. Por consiguiente, si el extranjero se viese obligado válidamente, con arreglo á las leyes del país en que debiera ejercitarse la promesa, el nacional que quie- ra obligarlo á la ejecución no podrá aducir, para eludir el cumpli- miento de su propia obligación, que el acto no es válido por la for- ma, con arreglo á la ley de su patria. Si el acto fuese unilateral, el extranjero que hubiese asumido una obligación, con arreglo á las formalidades exigidas por su ley, no podrá eximirse de ejecutarla en su país; pero si el nacional hubiese contratado en su país á fa- vor de un extranjero una obligación que deba ejecutarse en el ex- tranjero, y no hubiese observado las formalidades exigidas por la ley á la que únicamente estaba sometido, cuando se hubiese contra- tado en país extraño, respecto de la ejecución de lo convenido, po- drá oponerse la nulidad como consecuencia de la falta de las forma- lidades exigidas por su ley patria. Supongamos, finalmente, que al- gunas partes de las que han intervenido en la estipulación de un contrato, sean ciudadanos y otros extranjeros, y que el contrato sea válido por la forma con arreglo á la ley extranjera, y nulo con arre- glo al lugar en que haya sido estipulado. Si se tratase de un contra- to sinalaemático, no podrá ser obligatoria para les unos, sin serlo para los otros, y, por consiguiente, los que sean ciudadanos del Es- tado cuya ley no haya sido observada en cuanto á la forma, no po- drán aducir en beneficio suyo la nulidad del contrato, sosteniendo al mismo tiempo que debe considerarse válido para las demás par- tes... Sólo en la hipótesis de que se tratase de una obligación unila- teral y que los coobligados fuesen unos ciudadanos del Estado cu- yas leyes no se hubiesen observado en cuanto á la forma, y otros extranjeros, y en el supuesto de que pudiera ser declarado nulo por defecto de forma, podrán los coobligados nacionales prevalerse de la ley local, y aducir que, según ésta, debe considerarse nulo el con- trato, deduciendo de ello la nulidad de la obligación contraída por ellos. Sin embargo, esto no entrañaría la necesidad de considerar también nulo el acto para los otros coobligados que hubiesen obser- vado la ley de su patria, si con arreglo á ésta pudiese considerarse válido el acto.?”? Vese, pues, cómo Fiore, al discurrir sobre los diver- sos casos del problema, afirma en definitiva, el carácter obligatorio y preceptivo de la regla locus regit actum, al igual que Asser. El ilustre tratadista italiano concreta claramente su opinión en el pri- mero de los párrafos citados; las leyes del Estado, dice, obligan siempre al ciudadano aun en país extranjero, á menos que la ley del 216 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS Estado en que exista la cosa objeto de la convención, ó en que se realice el acto, prescriba necesariamente ciertas formalidades para conceder eficacia legal al acto ó contrato. El análisis que hace Fiore de los diferentes casos que pueden ocurrir, según se trate de actos sinalagmáticos ó unilaterales entre nacionales y extranjeros, es tan completo como interesante. Consagran también el carácter preceptivo y obligatorio de la regla locus regit actum, Merlin y Laurent. La Comisión ordenadora del Código Civil Italiano se negó á otorgar á las partes la facultad de acomodarse á las formas prescritas por su ley nacional, estable- ciendo como única excepción al principio locus regit actum en fa- vor de la ley nacional, que “los testadores y contrayentes podrán ajustarse las formas de su ley nacional cuando ésta fuese común para todas las partes””. + M. Field, el célebre jurisconsulto y codi- ficador del Derecho Internacional Privado, proponía en su artículo 614, de acuerdo con estas ideas, que “las formalidades necesarias para celebrar un contrato son todas y exclusivamente las prescritas por la ley del lugar en que el contrato se celebró””. Parece, pues, opinión dominante de los autores que la regla locus regit actum es obligatoria y preceptiva, aunque, como hemos visto, opiniones respetables, partiendo del concepto puramente utilitario que le dan á la precitada regla, otorgan á la misma un carácter fa- cultativo y renunciable. ? Por nuestra parte, creemos firmemente, que la revla locus regit actum, es esencialmente preceptiva y obligatoria; en ella no se con- cede una facultad, se impone una obligación, como lo afirmó la sen- tencia del 9 de Marzo de 1853 de la Corte de Casación de París, que declaró que el testamento ológrafo hecho por un extranjero en Francia, es nulo, si no reúne todas las condiciones de forma previs- tas por el Código de Napoleón. Y verdaderamente no puede ser de otro modo. Hemos dicho que la regla locus regit actum corresponde al grupo de las leyes de or- den público internaciona!. En tal virtud no es posible negar á di- cha regla el carácter obligatorio y territorial que por esencia le corresponde. En efecto; hemos dicho que las leyes de orden público 1 La comisión ordenadora no acepta, pues, el criterio de Fiore, de que la regla docus re- git actum» es personal y acompaña al individuo fuera de su patria siempre que con ello no con- tradiga el estatuto formal del Estado extranjero, y en su lugar declara esencialmente territo- rial á la citada regla. Nos adherimos á la opinión de la comisión ordenadora, por creerla más científica y ajustada á la verdad jurídica. 2 Ahí está el error de los que tal piensan; pues la regla «locus regit actum» no es un fayor concedido á las partes sino una rigurosa obligación, - ERA ESTUDIO COMPARATIVO 217 internacional tienen por objeto defender y proteger el derecho so- cial, y, por tanto, deben tener una autoridad exclusiva en el terri- torio, siendo la guarda del derecho y de los intereses sociales la pri- mera misión de la soberanía, que no puede permitir que la ley ex- tranjera tenga autoridad para legitimar en el territorio sujeto á otra soberanía, la existencia ú otorgar el reconocimiento de un acto jurídico, derogando una ley territorial de orden público. “Las le- yes de orden público internacional son imperativas, ninguna perso- na las debe eludir, á título de su voluntad, porque se-imponen á to- dos los individuos que se encuentren en la hipótesis por ellas pre- vistas.?? * ““El orden público internacional es preceptivo, ó, en otros tér- minos, encierra en sí mandatos ó disposiciones que el legislador hace observar y guardar á todas las personas. Este efecto preceptivo es común á todas las leyes de orden público internacional, sin excep- ción alguna. La exclusión de la autonomía de la voluntad y la del de- recho extranjero, se completan sustituyendo una regla nueva á la regla suprimida ó proscrita.?? 2 El estatuto formal es un derecho para el derecho, de aquí su carácter obligatorio y territorial; y por eso es una ley de orden público internacional. COMENTARÍO DEL ARTÍCULO 11 DE NUESTRO CÓDIGO Según nuestro Código Civil, el cumplimiento de la regla locus regit actum, ¿es facultativo Ó preceptivo? El distinguido tratadista D. Luis Gestoso, * dice: “El cumpli miento de la regla locus regil actum, es facultativo, ya para los súb- ditos españoles, ya para los extranjeros, según la letra y espíritu de los artículos 688 y 734. Pueden elegir los interesados en estos casos entre la forma prescrita por la ley nacional y la del lugar de la celebración.”” Diferimos completamente de la opinión del Sr. Gestoso. Este mismo * enumera los artículos 733 (que prohibe el testamento man- comunado), el 1321 (que dispone se extiendan en escritura pública las capitulaciones matrimoniales), el 131 (que ordena se haga el re- conocimiento del hijo natural en acta, testamento ó documento pú- blico), y los artículos 34. de la ley hipotecaria, y el 6 al 9 del regla- Bustamante, ob, cit., pág. 100. Idem, pág. 134, ob. cit. Ob. cit., pág. 414. Ob. cit., pág. 414, pe 0 RN 218 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS mento para su ejecución (los cuales exigen que los documentos ins- eribibles estén extendidos en escritura pública, ó documento autén- tico expedido por autoridad judicial, por el Gobierno ó por sus agentes), á los cuales se pueden agregar otros como el 1280, el 1628 y 1667, que por exigir obligatoria é indispensablemente para nacio- nales y extranjeros el concurso de determinadas formas ó solemni- dades para conceder validez legal á los actos á que los mismos se re- fieren, demuestran el carácter preceptivo é imperativo que da en todos los casos nuestro Código á la regla locus regit actum, exclu- yendo en todos ellos la ley extranjera. ¿Expresan y significan los artículos 688 y 734 de nuestro Códi- go Civil, lo que según el señor Gestoso expresa y significa? Demos- traremos que no. El artículo 11 de nuestro Código dice terminantemente que “las formas y solemnidades de los contratos, testamentos y demás ins- trumentos públicos se rigen por las leyes del país en que se otor- guen””. Establece dicho artículo en su párrafo último como excep- ción á la regla locus regit actum, las que llama leyes prohibitivas, concernientes á las personas, á sus actos ó á sus bienes, además de las que tienen por objeto el orden público y las buenas costum- bres. * De este artículo se deduce, pues, el carácter estrictamente obligatorio de la regla locus regit actum, según la entiende el Códi- go Civil. Y lejos de significar los artículos 688 y 734 lo que según el Sr. Gestoso significan, dichos artículos consagran precisamente el carácter territorial y obligatorio de la regla locus regit actum. En 1 Notenemos que advertir que las citadas leyes prohibitivas de que habla nuestro Código correponden exactamente álo que Savigny llamaba leyes de naturaleza rigurosamente obli- gator:as, que tienen un carácter preceptivo y absoluto, á diferencia de las llamadas supletorias (6 de «orden privado») en las cuales el legislador se propone sólo aplicar, interpretar ó suplir la libertad individual. Esas leyes prohibitivas (que corresponden también á lo que Mancini llamaba la parte necesaria del derecho privado del individuo), eran las que constituían propia- mente, según Savigny, el contenido y concepto del orden público internacional. La fórmula es, sin embargo, inaceptable como explicación del orden público, pues como es fácil deducir de todo lo que hemos dicho sobre el partieular, en ella nose hace más que consagrar uno de los caracteres ó de los efectos del referido orden público internacional. El declarar, como lo hace Savigny, que corresponden al orden público internacional todas las leyes obligatorias in- distintamente para los nacionales y extranjeros, no es resolver ni dilucidar el problema, sino «variar la forma del mismo». Es más, la fórmula de Savigny no responde satisfactoriamente á los términos del problema; en efecto, ella sugeriría esta pregunta: ¿Cuáles son las leyes que obligan á todos los hombres sin tener en cuenta el país á que pertenezcan? Este es defecto ca- pital de la fórmula de Savigny. “«Mencion+r las leyes de naturaleza positiva rigurosamente obligatoria, es variar las palabras de la cuestión y dejarlas stn resolver. (Bustamante, Ob. cit., pág. 80.) Precisamente lo que se quiere saber es cuáles son esas leyes de naturaleza positiva, rigurosamente obligatoria. Y decir cuáles sun ellas, equivale á definir el concepto del orden público internacional. Eso es lo que no hace Savigny, y lo que ha necho la escuela italiana iundada por Mancini, que ha dado la verdadera fórmula del orden público internacional, tal como repetidamente la hemos expuesto en este trabajo. ESTUDIO COMPARATIVO 219 efecto; el artículo 688 se limita á establecer los requisitos indispen- sables que han de concurrir en el testamento ológrafo para su vali- dez legal, y á declarar, en su párrafo último, que los extranjeros podrán otorgar su testamento ológrafo en su propia lengu» con sujeción desde luego á las disposiciones del propio artículo 638 y siguientes de la sección dedicada á aquél. Y el artículo 734 no dice otra cosa sino que los españoles que se encuentren en país extranze- ro podrán otorgar testamento abierto ó cerrado ante el agente «1- plomático ó consular de España residente en el lugar del otorga- miento, observándose por éste todas las formalidades establecidas en las secciones 5 y 6 del capítulo 1 del título III del libro III del Código Civil. ¿En qué se fundan, pues, las conclusiones del Sr. Gestoso? Porque dichos artículos 688 y 734 del Código Civil de- muestran precisamente todo lo contrario de lo que el distinguido publicista pretende: ellos afirman, en consonancia con el segundo párrafo del artículo 11, el carácter territorial é imperativo de la regla locus actum. Dicho artículo 11 admite sin excepción ni limita- ción de ninguna clase la regla locus regit actum; y en su párrafo segundo dice: “Cuando los actos referidos sean autorizados por funcionarios diplomáticos ó consulares de España en el extranjero, se observarán en su otorgamiento las solemnidades establecidas por las leyes españolas.”” ¿Quiere esto decir que sea facu/tativo el cum- plimiento de la regla locus actum? No; lo que hace el artículo 11 en su párrafo segundo es establecer una excepción en favor de las le- yes españolas de carácter formal para concederles eficacia en el ex- tranjero, en todos los actos que se otorguen ante funcionario diplo- mático ó consular de España. Pero esta excepción, que pudiera pa- recer injusta y arbitraria, no lo es más que aparentemente, pues lo que el artículo 11 dice es, no que la regla locus regit actum sea fa- cultativa y que puede eludirse su cumplimiento, no; el propio ar- tículo 11 dice terminantemente que dicha regla es absoluta é impe- rativa y lo mismo se repite después en todos los artículos del Códi- go referentes á las formalidades ó solemnidades de los actos; sino que por una ficción legal internacional se reputan celebrados en España los actos celebrados ante funcionarios diplomáticos ó con- sulares de España en el extranjero. Y si los actos celebrados ante estos funcionarios, se reputan por doctrina legal del Derecho Inter- nacional Privado y Público, celebrados en España, ¿cómo 2xtrañar que á ellos aplique también nuestro Código las leyes Españolas ? Por tanto, el párrafo 2 del artículo 11 no deroga, sino confirma y 220 ¿NRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS consagra el principio locus regiít actum. No se encuentra, pues, pre- cepto que diga en nuestro Código que la regla locus regit actum sea facultativa; en cuanto á los artículos 688 y 734, no hacen más que repetir y confirmar lo que dicen los párrafos primero y segundo del artículo 11. Y sólo en este sentido que explicamos hay que entender el artículo 732 (que, por cierto, no cita el Sr. Gestoso) según el cual los Españoles podrán testar fuera del territorio nacional sujetándo- se á las formas establecidas por las leyes del país en que se hallen. Entender de otro modo las disposiciones del Código es proclamar una injusta y arbitraria excepción, que nunca lo sería de la regla locus regit actum en los términos generales y facultativos á que alu- de el Sr. Gestoso, sino una arbitraria é injustificada excepción de dicha regla en favor sólo de los Españoles. Y confirma explícitamen- te este criterio nuestro (es decir, de entender que si alguna excep- ción establece el Código Civil respecto de la regla locus regit actum, es sólo en favor de los españoles, cuando en el extranjero celebren ciertos actos jurídicos, pues nunca—hay que declararlo terminante- mente—para los actos celebrados en España por españoles ó extran- jeros, para los que rigen imperativamente, en cuanto á la forma, ias leyes españolas) el último párrafo del artículo 732, que dice que los españoles podrán hacer testamento ológrafo con arreglo al artículo 688, aun en los países cuyas leyes no admitan dicho tes- tamento. ¿Necesitamos decir que aplaudimos á nuestro Código por conce- der carácter preceptivo y obligatorio á la regla locus regit actum? No; ya expusimos antes nuestra opinión en la materia, y sólo la re- sumiremos ahora con estas frases del ilustre Rieci: “Hablando en el capítulo anterior de los efectos de la obligación—dice el insigne civilista, l—hemos visto que los contratantes pertenecientes á dis- tintas naciones, pueden hacer depender la convención de la ley na- cional de uno cualquiera de ellos, sustrayéndola por tal modo al imperio de la ley local. ¿Cómo no se concede esta facultad con rela- ción á las formas del acto? Porque los contratantes pueden regular á su manera los efectos de las convenciones y las relaciones entre los mismos, derivadas de ellos; pero no pueden regular á su placer las formas de los actos que corresponde á la ley establecerlas.”” Respecto de la regla locus regit actum, hay que consignar otra diferencia entre el Código Civil Francés y el Español, y otra supe- rioridad de éste sobre aquél. 1 Op. cit., yol. I, página 314, ESTUDIO COMPARATIVO 221 LA REGLA LOCUS REGIT ACTUM EN EL CÓDIGO NAPOLEÓN La regla locus regit actum está unánimemente reconocida por todos los códigos modernos, unos en el título preliminar con los prin- eipios generales del derecho, y otros consignándola respecto de de- terminados actos, aunque sin mencionarla en sus disposiciones ge- nerales y fundamentales. Entre estos segundos citaremos, además del Código Civil Italiano (artículo 9), el Código Civil de Chile (ar- tículos 17 y 18), el Código de Uruguay (artículo 6), el Código Pru- siano (parte l, título V, 115), el Código de Zurich (artículo 6), las disposiciones generales de la legislación del Reino de Holanda de 15 de Mayo de 1829 (artículo 10), con las excepciones que consigna Asser * y la Common Law de Inglaterra y los Estados Unidos, que distingue para los testamentos entre los bienes muebles é inmue- bles, para declarar válidos los testamentos de los extranjeros en cuanto á la herencia mueble (Lord Kinesdawnon's, acta del par- lamento inglés de 1861), si el testador ha empleado la forma pres- erita por la ley del lugar donde ha hecho el testamento ó la de aquel donde tuvo su último domicilio, y en cnanto á los inmuebles, se dis- pone que el testamento ha de acomodarse á la lex rei sitae, sin que se puede admitir en ninguno de esos países ningún testamento so- bre inmuebles que no reúna las formalidades prescritas por la Common Law. Y no obstante la alta importancia de la materia, y la necesidad y conveniencia de consienar como uno de los fundamentos de la le- gislación civil del Estado el principio locus regit actum, el Código Civil Francés no lo declara así de una manera directa y terminante. Al discutirse el proyecto de Código Civil Francés, se ha dicho que se preseindió de incluirla en él, por temor á que los súbditos que qui- sieran obrar en fraude de la ley nacional se trasladaran al extran- jero, y á pesar de la observación hecha por Portalis de que “se tra- taba solamente de la forma externa de los actos y no de las condicio- nes de fondo””, no hubo medio de incluirla en el Código de Napo- león. Sin embargo, un artículo del libro preliminar consagraba la re- regla locus regit actum en estos términos: “la forma de los actos se regula por las leyes del país en que se realiza”? y aunque dicho ar- tículo fué después desechado, se aplicó dicha regla á los actos del es- tado civil, matrimonios y testamentos (artículos 47, 170, 999 y 1317), 1 Op. cit., página 90. 222 ENRIQUE MONTORO Y SALADRIGAS reconociéndose así, aunque no de una manera general y doctrinal, la referida regla. Se dijo también que “el legislador francés no podía hacer leyes que tuviesen autoridad fuera del territorio, ni podía sancionar una máxima del derecho de gentes?” y que por otra parte “la regla pertenecía más bien á la doctrina que á la ley, y que concebida como estaba en términos generales, era vaga é inde- terminada”? (Brocher); pero sea por lo que fuera, lo cierto es que la regla locus regit actum no fué consagrada en concepto de prin- cipio general en el Código Francés, que, acaso considerándola establecida en la doctrina, se concretó á hacer de la misma especial aplicación en los ya citados artículos, despojando la precitada máxi- ma de su carácter verdaderamente fundamental y genérico. Por lo demás, la regla locus regit actum no constituye una violación del principio de la personalidad de las leyes; sino que como una de tantas leyes que garantizan intereses sociales y cuya observancia es de ¿mterés general dentro de cada Estado, esta regla calificada por Weiss de costumbre internacional y que se refiere tan sólo ““á los elementos extrínsecos del acto que son independien- tes del mismo y que tienen por objeto hacer constar su existencia y probarlo en caso necesario””, constituye una propia y legítima ex- cepción á la teoría de la personalidad del derecho, que justifican y reconocen todos los escritores de la escuela italiana. La regla locus regit actum, la autonomía ó autarquía de la voluntad (á la que se refieren, siempre supletoriamente, las “leyes de orden privado””) y el “Orden Público Internacional, son las tres excepciones ó ate- nuaciones admitidas, contra el principio de la personalidad de las leyes”? (Weiss). CONCLUSIÓN Pero no debemos extendernos más. Queríamos demostrar cómo nuestro sistema de Derecho Internacional Privado se ha inspirado en las nuevas y fecundas direcciones de esta ciencia y cómo en la enunciación y desarrollo de sus preceptos y de sus principios fun- damentales se ha apartado definitivamente de las viejas y olvidadas orientaciones de la doctrina estatutaria. La cuestión no tiene sólo un interés teórico y doctrinal. Empeza- mos por demostrar cómo por regla general los tratadistas españoles, por su preferente estudio del derecho francés, en el que siempre buscan inspiraciones y principios, sintiendo demasiado vivamente ESTUDIO COMPARATIVO 223 el influjo de la doctrina estatutaria, que adquiriera nuevamente cuando se redactaba el Código Español, merced al famoso tratado de Foelix, brillante y fugaz renombre, consideran reproducida en el Código Civil la doctrina estatutaria, interpretando erróneamente los principios de Derecho Internacional Privado de aquél, según las normas y orientaciones de dicha escuela. Pero en contra de tan res- petables autores creo haber demostrado que nuestro Código Civil se inspira en principios y reglas muy distintos de los de la escuela estatutaria, casi por disposición expresa y terminante de la ley de Bases, y que de acuerdo con las altas direcciones y tendencias de la moderna escuela italiana, reconoce y consagra íntegramente el fe- cundo principio de la personalidad de las leyes. En este trabajo intentamos, además, comentar y dilucidar los artículos 9, 10 y 11 de nuestro Código, á los que dedican los comen- taristas de nuestro Derecho Civil escasísima atención; y lo presen- tamos como *“Tesis”” á los respetables profesores que nos leerán, re- comendándonos á su inagotable benevolencia. ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS * POR EMILIO TRILLO Y CARBALLO Doctor en Ciencias Fisico-(hiámicas Para cumplir el precepto reglamentario, que ordena la presenta- ción de una memoria para optar al grado de Doctor en Ciencias Fí- sico-Químicas, me decidí por hacer este trabajo por encontrarme ejerciendo mi profesión en la Isla de Pinos, á la vez que por ser de actualidad el asunto á causa de la fama cada vez más creciente de las aguas de aquella localidad, al extremo de hallarse su uso ex- tendido por toda la isla. Hubiera sido mi deseo hacer un estudio más extenso y acabado, pero no me ha sido posible por la falta de medios á mi disposición, á la vez que por la inexperiencia propia de los que comenzamos el es- tudio del análisis químico. He analizado el agua de dos fuentes, una situada en Nueva Gero- na, lugar más poblado y cabecera del partido judicial de Isla de Pi- nos, denominada “Fuente de la Magnesia?”; y otra en Santa Fe, po- blado que sigue en importancia á la cabecera y cuyas aguas están con justicia más acreditadas que las de la primera. Escogí las aguas que cito por ser muy usadas como bebida por los vecinos de los respectivos lugares, y 4 más haberse puesto la segunda á la venta en todo el país. A las botellas en que se sirve al público esta última, acompaña un análisis que luego copio, sin indicar la per- sona que lo hizo y que puede muy bien datar del año 1863 (por haberse hecho en esa época por los padres Escolapios análisis de la mayoría de las aguas de Isla de Pinos y con uno de los cuales coinci- de el que cito, como pude ver en el Ayuntamiento de aquella isla) á lo que tal vez sea debido la diferencia que ofrece con el por mí hecho. De las aguas analizadas, hice en el manantial la determinación cualitativa de los elementos que en el laboratorio determiné cuanti- tativamente y que son: cloro, ácido sulfúrico, ácido carbónico, sílice, cal, magnesia, sodio y hierro. Este último elemento sólo lo deter- miné en el agua de la fuente de hierro por no existir en la otra. 1 Tesis para el grado de Doctor en Ciencias Físico-Químicas (Octubre 30 de 1911), modi- ficada en parte para su publicación. a AA AA as ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS 225 Tanto el cloro como el ácido carbónico total lo determiné por dos métodos. Como introducción al estudio de la caí, trato de varios modos de determinarla cuantitativamente y de las ventajas é inconvenientes que cada cual ofrece, así como de cuál me parece mejor, teniendo en cuenta la práctica del operador. En último lugar estudio el análisis hidrotimétrico de las aguas, más por el auge que alcanzó en otra época que por la importancia que tiene, como hago constar en el Ingar correspondiente. Y antes de exponer las cuestiones á que me refiero, diré que todas las deter- minaciones las he hecho el mayor número de veces que me ha sido posible, hasta lograr tener alguna seguridad en las manipulaciones, y que siguiendo el consejo dado por los tratadistas de análisis quími- co, antes de considerar bueno un resultado, tuve que obtener dos que fueran concordantes. DETERMINACIÓN DEL CLORO Determiné el cloro en el agua por dos métodos: el volumétrico y el gravimétrico. A) MÉTODO VOLUMÉTRICO Fundamento del método.—Si á una disolución neutra de cloru- ro se le agrega otra de nitrato de plata, se forma cloruro de plata (que es insoluble en el agua y ácidos), como expresa la ecuación química siguiente: CIM' + NO%Ag = NO3M/ + ClAg El final de la reacción no puede determinarse sin usar algún reactivo indicador, porque el líquido se enturbia y no se deposita el cloruro de plata hasta pasado algún tiempo. El indicador usado es el cromato de potasa. Si á una disolución del cloruro se agrega unas gotas de solu- ción al 10 % de cromato potásico y poco á poco otra de nitrato de plata de valor conocido, se forma cromato de plata de color rojo, que en seguida reacciona con el cloruro que en la solución existe, formando cromato de la base del cloruro y cloruro de plata. 226 EMILIO TRILLO Y CARBALLO Esos hechos se expresan en las ecuaciones escritas á continua- ción : CrO0*K? + 2NO%Ag = 2NO*K + CrO*%Ag? CrO0*Ag? + 2C1M” = 2C1Ag + CrO0*M? Es indudable que cuando no quede más cloruro en disolución, el cromato argéntico quedará en ese estado y el líquido tomará co- lor débilmente rosado que pasará á rojo por la adición de nitrato de plata. Práctica de la operación. —Empleé 250 e. ec. del agua, que eva- poré á pequeño volumen, como aconsejan algunos autores, lo que no es necesario en los casos por mí practicados, pues habiendo efec- tuado la operación evaporando y sin evaporar, los resultados fue- ron concordantes. El agua la coloqué en un frasco de Erlemmeyer, le agregué unos 2 e. e. de ecromato potásico y sobre la mezcla hice caer de una bure- ta de llave solución N|10 de nitrato de plata al principio á chorri- tos y después gota á gota, hasta que el líquido tomó un color débil- mente rosado. Por el número de ec. e. de la solución de nitrato de plata, que consumí, determiné la cantidad de cloro del agua. Resultado. — (Fuente ““La Magnesia””, Nueva Gerona.) Los 250 e. e. de agua necesitaron 7,35 de solución N/10 de nitra- to de plata. 1 e. e. de solución N/10 de nitrato de plata equivale á 0.003518 em. de cloro, por lo tanto 7.35 e. e. equivaldrán á 0.2585730, que multiplicado por 4, me dió 0.1034 gm. de cloro por litro de agua. (Fuente de “*Hierro””, Santa Fe.) Agua empleada, 250 e. e. Solución de NOAgN!|10, que necesité 1.132, Me dió un resultado de 0.0159 gm. de cloro por litro de agua. B) MÉTODO GRAVIMÉTRICO Fundamento del método.—Se funda en que el nitrato de plata actúa sobre los cloruros formando cloruro de plata, cuerpo insolu- ble en el agua y ácidos. Práctica de la operación.—Evaporé 500 e. e. del agua hasta re- ducirlo á 100 e. ec. aproximadamente. El líquido lo puse en un vaso ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS 227 de precipitados, le agregué un poco de NO*H y después NO*Ag en exceso. Al tratar el líquido por NO*Ag lo hice dejando caer gota á gota y agitando constantemente el líquido para que el precipitado se conglomerara. Envolví el vaso en un papel azul y lo dejé en un lugar oscuro durante 24 horas, pasadas las cuales recogí el precipi- tado en un papel de filtro de análisis cualitativo, lo lavé con agua caliente acidulada con NO*H primero y con agua pura después. Todas estas operaciones las efectué en una habitación completamen- te cerrada y á la luz de una bujía situada lo más lejos posible de la mesa donde operaba para evitar la acción por ella ejercida sobre las sales de plata. Depués sequé el precipitado en una estufa, lo separé del pa- pel de filtro, yen un vidrio de reloj lo guardé en un lugar oscuro. Con un alambre de platino sujeto á una varilla de vidrio enrollé el filtro y lo incineré, colocando debajo un crisol de porcelana, al que hice pasar el filtro con las partículas de CIAg que á él queda- ron adheridas, cuando estuvo bien incinerado. Como pudo haberse reducido algo de cloruro de plata, traté el contenido por unas gotas de NO*H, para transformar la plata en NO*Ag. Calenté ligeramente y le agregué ácido clorhídrico para cambiar en cloruro de plata el nitrato de plata y por último evapo- ré á sequedad. Después introduje el precipitado del vidrio de reloj en el crisol, calentándole, hasta que comenzó á fundirse el cloruro de plata. Enfrié en una desecadera y pesé. Resultado.—Aquí sólo trabajé con el agua de la fuente “La Magnesia””, de Nueva Gerona, porque el objeto que me propuse al hacer este trabajo no fué otro que averiguar cuál de los dos proce- dimientos indicados sería el mejor. Trabajé con 500 ce. e. del agua. Peso del erisol y precipitado. . . . 11.0504 gm. ErromdlelierSol.: a ea Sa | O: Peso del cloruro de plata. . . . . . . 0.2204 gm. Peso de las cenizas del papel de filtro. 0.00017 gm. Peso del cloruro de plata. . . . . . 0.22023 gm. De haber operado con un litro de agua hubiese encontrado 0,44046 gm. de ClAg, que da 0.1083 gm. de cloro por litro de agua Por lo escrito se ve que determinando el cloro por pesadas se obtie- a 228 EMILIO TRILLO Y CARBALLO ne un resultado algo mayor, que es de 5 miligramos aproximada- mente en el caso que vengo estudiando. He de advertir que todos los autores por mí consultados acon- sejan, para determinar el cloro gravimétricamente, el empleo del erisol de Gooch, que no me fué posible usar. La insistencia y una- nimidad de la recomendación dicha, me hace sospechar que de ha- ber trabajado con él hubiese obtenido un resultado más concordan- te con el hallado por volumetria. Los cuidados minuciosos que no pueden olvidarse para llevar á cabo con éxito la operación cuando por el segundo método se traba- ja y la facilidad con que se ejecuta el análisis por volumetría, hace que prefiera ésta á aquél. DETERMINACIÓN DE LOS SULFATOS (Por Gravimetría.) Fundamento.—Se basa la determinación de los sulfatos por pe- sadas, en que el cloruro básico reacciona sobre las soluciones de aquéllos como indica la ecuación : SO“M2 + Cl2Ba = 2CIM' + SO%Ba El sulfato básico formado, que es insoluble, nos permite deter- minar la cantidad de sulfatos que el agua tenga, expresándose los resultados en SO?. Práctica de la operación.—Un litro de agua lo reduje á pequeño volumen, acidulé con CIH y la hice hervir, operando en un vaso de precipitados. A la vez, calenté, hasta ebullición, una solución de cloruro bárico. Vertí la solución de cloruro sobre el agua sin sus- pender la ebullición, que continué durante unos minutos. La operación anterior la hice en caliente, porque de hacerla en frío el precipitado formado de sulfato de bario, sería muy fino y después entorpecería las filtraciones. Dejé en reposo durante 24 horas, después de haberme conven- cido que no se formaba más precipitado de sulfato de bario. Recogí el precipitado en un filtro de análisis cuantitativo, para lo que hice pasar primero el líquido que sobrenadaba, después puse agua en el vaso de precipitados, hervi, dejé reposar y volví á filtrar repitiendo la operación, hasta lograr que todo el precipitado ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS 229 pasara al filtro. Lavé el precipitado en el filtro, hasta que el agua pasó neutra. El líquido filtrado lo guardé para determinar el potasio y sodio. Sequé en una estufa el filtro y el precipitado, después lo separé y el filtro lo incineré, como indico al tratar de la determinación eravimétrica de los cloruros. Agregué al crisol, donde puse las ce- nizas del filtro, el precipitado bárico, y volví á incinerar, colocando el erisol oblicuamente y no tapándolo por completo, para evitar que se transforme en sulfuro el sulfato. Entrié y pesé el precipitado. Después lo volví á incinerar, hasta que obtuve peso constante. Resultado.—Trabajé con un litro de agua. El sulfato bárico pesó 0.0333 gm., lo que da 0.0114 gm. de SO? por litro de agua. (Fuente de ““Hierro””, Santa Fe.) Trabajé con 100 e. e. de agua. Peso del sulfato de bario, 0.103 gm., que da 0.03532 gm. de SO? por litro. DETERMINACIÓN DEL ÁCIDO SILICICO Para esto, trabajé con dos litros de agua, que acidulé con CIH, evaporé á sequedad en baño de maría, disolví el residuo en agua caliente acidulada con C1H, filtré en filtro cuantitativo, lavé el fil- tro primero con agua acidulada con CIH y después con agua pura. Las aguas filtradas y de loción las reservé para determinar en ellas la cal y la magnesia. El residuo que está en el filtro constituído por la sílice, lo sequé en la estufa, lo separé después del filtro, calciné y pesé. Resultado.—Trabajé con 2 litros de agua. Pesada de la sílice, 0.013 gm. Tiene, por lo tanto, 0.0065 gm. de sílice por litro. Nota.—Debo hacer constar que esta operación, por las dificulta- des que se me presentaron cuando la efectuaba y dada la escasa im- portancia que el conocimiento exacto de la sílice en el agua tiene, no la efectué en cápsula de platino como aconsejan los autores, por cuya causa es posible haya obtenido un resultado mayor. 230 EMILIO TRILLO Y CARBALLO DETERMINACIÓN DEL ÁCIDO CARBÓNICO TOTAL De dos modos he hecho esta determinación : A) Transformando el ácido carbónico en carbonato de cal. B) Haciéndolo pasar al estado de sulfato de bario. A.—Se funda este método en que si el agua se mezcla con agua de cal, todo el carbónico acciona sobre ella, formando CO*Ca, el que transformado en oxalato y después en óxido de cal, dice por medio de un sencillo cáleulo aritmético la cantidad de CO? que contiene el agua. Para efectuar la operación puse en un frasco Erlemmeyer 250 e. e. de agua, le agregué un poco de cloruro de calcio y 200 e. e. de agua de cal, dejándolo en reposo 24 horas. Pasado ese tiempo, filtré para separar el CO*Ca, formado, lavé el precipitado y disolví en ácido acético. De la solución acética precipité la cal al estado de oxalato, para lo que la calenté, agregándole amoniaco hasta reac- ción alcalina y después oxalato amónico en exceso y tuve cuidado de hervir después unos minutos hasta que logré expulsar el amonia- co excedente. Dejé en reposo 24 horas y recogí el oxalato cálcico formado en un filtro de análisis cuantitativo, lavé hasta que las aguas de loción no dieron indicios de oxálico por ClCa. El oxalato lo transformé después en CaO, como más adelante digo. Resultado.— (Fuente ““La Magnesia””, Nueva Gerona.) Trabajé con 250 e. e. de agua. Cusplmas Ca o el o a anta e a OZ 09 ee O E AA e AR AO LE SU e Diferencia. . . as 0.039 comas de CaO para 250 e. c. de agua, que da 0.18528 gm. de CO? por litro de agua. (Fuente de ““Hierro””, Santa Fe.) Agua que empleé, 250 ce. e. CASOIMAS Ca SY A ON O EL! A 10.219 ene A A A O e LESS a ra CaO0 y PAC D.069 pa x 4 da 0.2164 gm. de CO por litro. ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS 231 Este método, recomendado por Wilm y Hanriot, se funda en que si los ácidos sulfúrico y carbónico que el agua contenga, ya al estado de combinación ó ya libre, si se trata por el cloruro bárico, se formará sulfato y carbonato bárico, mezcla de la que puede se- pararse completamente el CO*Ba por el ácido clorhídrico, por ser el SO*Ba insoluble. Si la solución clorhídrica formada se trata por SO*+H?, se formará sulfato bárico, por el cual puede llegarse al co- nocimiento del CO” que el agua tuviese. Para llevar á cabo esta determinación, traté 250 e. e. de agua por amoniaco y cloruro bárico. Recogí el precipitado formado en un filtro, lavé bien y traté sobre el mismo filtro con CIH para disol- ver el CO*Ba. La solución clorhídrica la traté por SO*H? para for- mar SO*Ba, procediendo en todo como dije al tratar de la determi- nación del SO*HB?. Resultado. — (Fuente “La Magnesia””, Nueva Gerona.) Trabajé con 250 e. e. de agua. Peso del sulfato bárico, 0.247 gm, lo que da 0.1862 gm de CO? por litro de agua. (Fuente de ““Hierro””, Santa Fe.) Trabajé con 250 e. e. de agua. Obtuve 0.289 gm. de SOBa, lo que equivale á 0.2178 gm. de CO? por litro de agua. COMPARACIÓN DE LOS MÉTODOS De lo escrito se deduce: 1.2 Que los resultados obtenidos pue- den considerarse concordantes, siendo siempre un poco mayor cuan- do se trabaja por el segundo método, lo que se explica bien por ser el sulfato bárico completamente insoluble. 2. Que el tiempo em- pleado en efectuar las operaciones es sensiblemente igual en los dos Casos. Por lo tanto, resulta difícil en este caso decidirse resueltamente por cualquiera de los dos imétodos empleados, limitándome á decir que prefiero el segundo, por no tener necesidad de hacer uso del soplete, que para el primero se necesita; y por tener más práctica en la recogida y pesada del SO*Ba, como ereo ocurrirá á todos los que empiezan á trabajar en análisis químico. 239 EMILIO TRILLO Y CARBALLO DETERMINACIÓN DEL ÁCIDO CARBÓNICO COMBINADO Está fundado en que si el SO*H? ataca los carbonatos, se forman sulfatos con desprendimiento de CO?. Para efectuar la operación, á 100 e. e. del agua le agregué unos cuantos e. e. de solución N/10 de SO*H?; herví durante unos minu- tos y valoré el exceso de la solución sulfúrica con la de N|10 de sosa. El número de e. e. de la solución N|10 de sosa lo resté del nú- mero de c. e. de la solución N|10 de SO*H?, y el resultado me expre- só el número de e. e. consumidos de la última, número este último que multipliqué por 0.021835 gm. (1 ec. e. de solución N|10 de SO* HR? equivale á 0.0021835 em. de CO?), y el producto me dió la cantidad de carbónico combinado por litro del agua empleada. Resultado.— Fuente de ““Magnesia””, Nueva Gerona.) Agregué al agua 10.20 c. e. de solución de SO*H?2N/10. Consumí 6.1938 e. e. de solución N|10 de NaOH. La diferencia da 4.0062 e. e. de la solución N|10 de SO*H? que necesité. Por lo tanto hay 0.0874 de carbónico combinado por litro. (Fuente de *““Hierro””, Santa Fe.) Empleé 10.20 de solución N|10 de SO*H?. Consumí 7.3926 de solución N|10 de NaOH. La diferencia 2.9074 expresa el número de e. e. de solución N/10 de SO*HB” consumidos, lo que da 0.0635 gm. de carbónico combinado por litro. DETERMINACIÓN DEL ÁCIDO CARBÓNICO LIBRE Y SEMILIBRE Hice esta determinación siguiendo el método de Pettenkoffer, fundado en que si una solución de agua de cal valorada actúa sobre el agua, el CO? de ésta que se encuentra libre al estado de bicarbo- nato, forma carbonato cáleico insoluble, y por consiguiente, la alea- linidad del agua de cal habrá disminuído proporcionalmente á la cantidad de CO? existente en las condiciones dichas. Para llevar á cabo esta determinación, se necesita: 1.—Una so- lución de ácido oxálico, tal, que 1 e. e. de ella represente 0.001 de CO?. Esto se consigue disolviendo en un litro de agua 2.86 gramos ANALISIS*DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS ty de oxálico puro y eristalizado. 2.— Agua de cal valorada. Se usa el agua de cal ordinaria. Para valorarla, 4465 ec. e. del agua, se le agregan unas gotas de fenoltaleína y con una bureta se le agrega de la solución de oxálico hasta desaparición del color rosa. Se anota el número x de e. e. de la solución de oxálico consumido. Para llevar á cabo la determinación en el agua, tomé 100 e. e. del agua, le agregué 3 e. e. de solución concentrada de cloruro de cal y 2 c. e. de otra saturada de cloruro amónico. Dejé en reposo 24 horas, al cabo de las cuales extraje del frasco, por medio de una pipeta y teniendo cuidado de no agitar el líquido, 50 e. e. de la mez- ela, la que puse en un vaso y la colorié con unas gotas de fenolta- leína. Con la solución de oxálico colocada en una bureta, traté el lí- quido hasta decoloración. El número de e. e. de la solución de oxálico últimamente consu- mido, multiplicado por 3, se resta de x, y la diferencia son los mi- ligramos de CO? libre y semilibre existente en 100 e. e. del agua. Resultado.— (Fuente de “La Magnesia””, Nueva Gerona.) O: =— UE 39.8 — 9.9 X 3 =10.1, lo que equivale á 0.0101 gm. en 100 e. e. CO 0.101 em. por litro de agua. (Fuente de ““Hierro””, Santa Fe.) == 3910: 2 = 8.6. 39.8—8.6 X3=14.5 ó sea 0.145 gm. por litro. ESTUDIOS DE DIVERSOS PROCEDIMIENTOS PARA DETERMINAR CUANTITATIVAMENTE LA CAL Antes de exponer cómo determiné la cal en el agua, referiré los trabajos que he llevado á cabo para determinarla cuantitativamen- te por varios métodos. Realicé estos trabajos efectuándolos pri- mero con las substancias á suyo estado quería llevar el calcio, en estado de pureza, para de este modo adquirir la seguridad suficien- te en las determinaciones. 234 EMILIO TRILLO Y CARBALLO Después partí del agua tomando cantidades exactamente igua- les y repitiendo todas y cada una de las determinaciones tres veces por lo menos hasta obtener resultados concordantes (como digo al principio de esta Memoria). Todas las determinaciones las hice si- multáneamente en cuanto me fué posible, para de este modo poder formar un juicio exacto. He determinado la:cal al estado de sulfato, de oxalato, de carbo- nato y de óxido. Paso á exponer la marcha seguida en cada uno de los métodos. A) AL ESTADO DE SULFATO Una vez que tuve el oxalato cáleico, para lo que traté la solu- ción de la sal cáleica por oxulato amónico, teniendo los cuidados que dije al tratar de la determinación del ácido carbónico total por el primer método, procedí á transformarlo en sulfato del modo si- suiente. Desequé el oxalato en una estufa, lo separé del filtro é in- cineré éste, lo coloqué en un crisol en unión del oxalato. Al erisol agregué alcohol, ácido clorhídrico y sulfárico; dejé en reposo unos cinco minutos; pasados los cuales, inflamé el alcohol, y una vez apagado, sometí el crisol al calor, elevando paulatinamente la tem- peratura hasta el rojo. Enfrié en una desecadera y pesé el sulfato cálcico, deduciendo de ese peso la cantidad de cal al estado de óxido cálcico. Resultado : Peso del SOCa, 0.145 em, lo que da 0.05973 gm. de CaO. B) AL ESTADO DE OXALATO Una vez obtenido el oxalato, como ya he dicho, y habiendo pe- sado previamente el papel filtro en que lo recogí, lo sequé bien en la estufa y después pesé filtro y precipitado, disminuí la pesada en el peso del filtro y obtuve un resultado de 0.16 gm. de oxalato cálei- co que da 0.061 em. de CaO. Fresenius asigna al oxalato dos moléculas de agua de cristaliza- ción y la F. E. U. una sola. He hecho los cáleulos con arreglo á la F. E. U., pues de haber seguido á Fresenius hubiese obtenido como resultado 0.0546 gm. de CaO, lo que hubiese estado en contradie- ción con la cantidad pesada de CO*Ca por transformación de los 0.16 gm. de oxalato cálcico en aquella sal. ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS bo Or C) AL ESTADO DE CARBONATO CÁLCICO Una vez que tuve el oxalato cálcico procedí así. Separé el oxa- lato bien seco del filtro, al cue incineré arrollándolo en un alambre de platino sobre un crisol del mismo metal, después agregué el pre- cipitado, y el erisol destapado lo calenté hasta el rojo incipiente. Para efectuarlo así, sostuve, como aconseja Fresenius, el meche- ro con la mano y lo pasé por debajo del crisol, manteniéndolo al rojo débil unos diez minutos. Después dejé enfriar el desecador y pesé. Averigúé si había habido reducción del CO*Ca á CaO, para lo que humedecí el COPCA y vi si una tira de papel de cúreuma par- deaba al contacto del carbonato humedecido. Esto me ocurrió en aleunas determinaciones, habiendo logrado obtener el carbonato en una sola sin mezcla de CaO. Cuando hubo reducción lavé la tira de papel sobre el crisol para que fueran á éste las partículas adheridas á aquél, agregué al conte- nido del erisol un poco de carbonato amónico muy puro y llevé á sequedad en baño maría. Volví á calentar, como antes dije, y pesé, repitiendo la compro- bación y operaciones tantas veces como fué necesario. Esta operación la efectué partiendo del oxalato cálcico pesado que utilicé en el método A y directamente del agua, habiendo ob- tenido resultados concordantes. Resultado.—El carbonato cálcico pesó 0.1069 gm., que da 0.05968 em. de CaO. D) AL ESTADO DE CaO Una vez que tuve el oxalato cálcico lo separé del filtro, que incine- ré sujeto á un alambre de platino sobre un crisol del mismo metal, después puse el precipitado en el erisol y calenté con el mechero de Bunsen, durante diez minutos, pasado los cuales llevé al soplete de gas á una llama, que pone el erisol al rojo blanco, lo mantuve de 30 á 40 minutos. Enfrié, pesé y repetí la operación hasta obtener dos pesadas iguales. 236 EMILIO TRILLO Y CARBALLO Resultado : Peso del ergo más 0140... 0... 10.209 2 De A AA SO LU a rol IDILERENCIA. +... Lo A a e, ar A O OE de CaO. Resumiendo lo dicho se deduce que todos los medios comproba- dos para obtener la cal, el que la lleva al estado de oxalato es el más sencillo y el más rápido, pero también el más inexacto, por lo que creo sólo debe emplearse cuando se quiere determinar la can- tidad de cal en el agua de un modo aproximado; la determinación al estado de sulfato no me parece conveniente seguirla por ser algo engorrosa y necesitarse bastante práctica para efectuarla con lim- pieza, aunque proporcionan resultados bastante exactos; de los otros dos medios que he seguido, aquel en que lleva al estado de carbona- to, dice Fresenius que proporciona resultados de una exactitud casi absoluta; mas la transformación en CO*Ca es muy difícil llevarla á cabo sin que se forme CaO, lo que alarea mucho la determinación y sólo es, por lo tanto, para seguirla por químicos bastante exper- tos; en cambio, creo que la determinación al estado de CaO es la mejor, sobre todo para emplearla por los que, como el que esto es- eribe, no tienen bastante práctica, por ser de resultado casi exacto y no exigir mucha práctica en el operador. DETERMINACIÓN DE LA CAL Para determinar la cal en el agua empleé el líquido en que d»- terminé la sílice. Este líquido lo sometí á la siguiente operación. Primero. Concentré hasta que tuve unos 100 e. e. de volumen. Segundo. Agregué al líquido amoniaco hasta reacción alcalina y oxalato amónico hasta que no precipitó más. Tercero. Herví el líquido unos minutos hasta que logré expul- sar el exceso de amoniaco. Cuarto. Dejé en reposo 24 horas en un lugar de temperatura más elevada que el ambiente. Quinto.—Filtré en papel cuantitativo. Sexto.—Lavé con agua caliente hasta que el líquido filtrado no dió indicios de oxalato. (El líquido resultante de la filtración hecta en cinco y las aguas de loción de seis, se guardan para determinezr magnesia. ) ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS 237 Una vez que obtuve el oxalato cálcico procedí como he dicho en la determinación de la cal al estado de CaO. Resultado.— (Fuente de “La Magnesia””, Nueva Gerona.) Trabajé con 2 litros de agua. (Crmsol más Cal. . ... 10.0%... 01. 113262 gm. LIO A A A ADA Y RS Diferencia. . . A Draco de CaO para 2 litros, que 4 0. 0881 em. de CaO por litro de agua. (Fuente de “Hierro””, Santa Fe.) Agua empleada, 2 litros. A A A O A EA a 0 eE Ierencia va yen MN . 0.14 gm. de CaO por 2 litros, lo que dd para uno 0. 07 gm. DETERMINACIÓN DEL MAGNESIO El líquido que utilicé para la determinación del calcio después de seperado éste, me sirvió para el magnesio. Operé así: Primero. Concentré el líquido. Segundo. Agregué amoniaco diluído y cloruré amónico hasta transparencia del líquido. Tercero. Agregué fosfato sódico y agité, teniendo cuidado de, que el agitador (una varilla de vidrio en uno de cuyos extremos puse un poco de tubo de goma) no rozara las paredes del vaso. Cuarto. Dejé en reposo 24 horas. El precipitado formado es de fosfate amónico magnesiano. Quinto. El precipitado lo recogí en un filtro de análisis cuan- titativo. Sexto. Lavé con agua amoniacal continuando el lavado hasta que no pasó cloruro amónico (lo que reconocí con nitrato de plata). Séptimo. Sequé filtro y precipitado. Octavo. Separé el precipitado del filtro. [8] [4] gn EMILIO TRILLO Y CARBALLO Noveno. Incineré el filtro. Décimo. En el crisol donde había puesto el filtro incinerado coloqué el precipitado. Undécimo. Incineré todo calentando al principio suavemente y después hasta llegar al rojo vivo y terminé la incineración con el erisol destapado. Duodécimo. El pirofosfato magnésico formado lo enfrié en una desecadora y pesé. Resultado.— (Fuente “La Magnesia””, Nueva Gerona.) Agua empleada, 2 litros. Peso del pirofosfato, 0.16 gm., ó sea 0.08 gm. para un litro, lo que da 0.0291 gm. de M£0 por litro de agua. (Fuente de *““Hierro”” Santa Fe.) Agua empleada, 2 litros. Peso del pirofosfato, 0.030 gm. ó sea 0.015 gm. para 1 litro, lo que da 0.0054 m. de Mg0 por litro. DETERMINACIÓN DEL HIERRO Sólo determiné este elemento en las aguas de la Fuente de ““Hie- rro” Santa Fe por no tener la otra. Para hacerlo, la solución clorhídrica que me quedó después de haber separado la sílice, la herví con ácido nítrico y precipité en caliente por amoniaco en exceso; el precipitado lo disolví en ácido clorhídrico y volví á precipitar por amoniaco en caliente. Filtré y los líquidos los guardé para la determinación del cal- cio y magnesio. El precipitado lo disolví en ácido clorhídrico y le agregué un poco de bitartrato potásico y ácido cítrico; alecalinicé por amoniaco y traté por sulfuro amónico en un matraz lleno y tapado, dejándo- lo por 24 horas. El sulfuro lo recogí en un filtro, lo lavé con agua sulfhídrica, lo disolví en ácido clorhídrico con unas gotas de nítrico y la solución en caliente, la traté por amoniaco, recogí el precipitado formado de hidrato férrico, calciné y pesé. ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS 239 Resultado.— (Fuente de “Hierro””, Santa Fe.) Agua que empleé, 2 litros. Peso del Fe20?, 0.0032 gm., lo que da 00016 gm. por litro de agua. DETERMINACIÓN DEL POTASIO Y SODIO Para esto utilicé el líquido de que se habló al determinar los sul- fatos. Evaporé á sequedad, disolví el residuo en un poco de agua y después de tratado por lechada de cal, herví unos minutos Filtré y en el líquido filtrado precipité la cal por oxalato y carbonato amó- nico y separé el residuo por filtración. El líquido lo llevé á sequedad en cápsula de platino previamente tarada; después calenté hasta el rojo débil para expulsar sales amónicas y pesé. El residuo estará constituído por cloruros de potasio y sodio. Cualitativamente vi si había potasio, habiéndome costado bastante trabajo determinarlo, por lo que he supuesto todo el residuo como de cloruro de sodio. Resultado. — (Fuente ““La Magnesia””, Nueva Gerona.) Cápsula, más cloruro de sodio. . . . . 30.2724 gm. Dans Ja pias a ON E Diferencia is a e, 0: 1026 01: de CINa por litro de agua. Hay, pues de Na, 0.0641 gm. (Fuente de ““Hierro””, Nueva Gerona.) Agua empleada, 1 litro. Cápsula, más CiNas Y Loi 22 O0LLISS Er. ORPSUTAS o o as COLL AO Di A A A o de CINa por litro. Hay 0.0101 gm. de Na. 240 EMILIO TRILLO Y CARBALLO DETERMINACIÓN DEL RESIDUO FIJO Para determinarlo evaporé en cápsula de platino tarada, 500 e. e. del agua, primero en baño de arena y terminé en baño de ma- ría, donde llevé á sequedad. El residuo lo desequé á 115” en la es- tufa durante cuatro horas. Enfrié en desecador y pesé. La cápsula y contenido los volví á poner en la estufa durante una hora y vol- ví á pesar. Esta operación la repetí hasta tener dos pesadas con- secutivas iguales. Resultado. — (Fuente ““La Magenesia””, Nueva Gerona.) Trabajé con 500 e. e. del agua. Cápsula, ¿más residuo. 0. 0... 1... 90.299 2 CATA A A A ra. Ditereneia.. 2 2. e... ss ass OA an para 500 e. e. de agua, lo que da 0.358 em. de residuo total por li- tro de agua. (Agua de la fuente de *“*Hierro””, Santa Fe.) Trabajé con 500 e. e. de agua. Cápsula, más residuo: .'. .... 2.» . 1. 902019 21 A A IS E Diferencia. . . . AE ate OOOO ea para, 500 e. e. de agua, lo que da 0.1950 gm. de residuo fijo por litro. RESIDUO POR CALCINACIÓN Para determinarlo calenté el residuo fijo al rojo débil, hasta que estuvo blanco, después de haber pasado por el negro á causa de la materia orgánica. Dejé enfriar la cápsula y le agregué un poco de solución de carbonato amónico para reponer los carbonatos, evapo- ré en baño maría y volví á calentar al rojo débil. Enfrié en un dese- cador y pesé, obteniendo de este modo el residuo por calcinación. El exceso de residuo fijo sobre el de por calcinación nos da la materia orgánica y substancias que se hayan volatilizado, de un modo aproximado. ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS 941 Resultado.— (Fuente de “La Magnesia””, Nueva Gerona.) Cápsula, más residuo. . . . . . . . - 30.258 gm. A A A e Diferencia... ns > A PES a para 500 e. c. de agua, lo que da 0.296 em. de residuo por calci- nación. A A A A E io Residuo por calcinación. . . . . . . . 0.298 gm. Diferencia. . . . y a e DOGO Sar que representa odas la materia orgánica y substan- cias volátiles. (Fuente de “Hierro””, Santa Fe.) Capsula. Más Desiduo et. o o ALTO 2, A IS AN O 0 EA e IDereacia. 0d... A OU O STA. para 500 e. e. de agua, lo que da O. 1350 gm. de residuo por calcina- ción por litro. A A O O O a cs Residuo por calcinación. . . . . . . . 0.135 gm. ERA ibid e ADE MOON para materias orgánicas y ed ias volátiles. ANÁLISIS HIDROMÉTRICO La hidrometría, método de análisis rápido de las aguas, indica- do por Clark y perfeccionado por Boutron y Boudet, que en un tiempo tuvo gran importancia, está hoy en desuso por el conveci- miento que hay de que los resultados á que conducen son, cuando más, aleo aproximados y de ningún valor en muchos casos. Si he hecho este análisis ha sido como estudio previo y por el uso que aún algunos hacen de él. Fúndase el método en que la sal grasa de sodio que el jabón con- tiene, forma con las sales de calcio y magnesio del agua, sales in- 242 EMILIO TRILLO Y CARBALLO solubles y las correspondientes sales de sodio que son solubles, como expresa para el SO*Ca la ecuación siguiente: 2017H358C00Na + SO*Ca = (C18H3502)2Ca + SO*Na? Por lo tanto, un agua que no tenga sales de cal y magnesia (el agua pura) formará espuma con unas gotas de disolución jabonosa y la cantidad de disolución empleada será tanto mayor cuanto ma- yor sea la cantidad de sales que contenga el agua. Para llevar á cabo este ensayo tuve que hacer las soluciones si- guientes: Primero. Solución alcohólica de jabón. JTaboniamoadalno id a e) at 100 gm. Alcohobider90% tio rs a LODO IN e o a LU EOn Raspé el jabón y lo disolví en alcohol, calenté y agregué el agua. Sólo preparé la décima parte de la fórmula. Segundo. Solución de cloruro de bario. Cloruro acota eces oa qa 0.55 em A A LOS Dra Disolví el cloruro en el agua. Valoré la solución de jabón llenando la hureta hidrotimétrica (que es una bureta inglesa de tal modo graduada, que 23 divisio- nes de ella corresponden á 24 e. e. de volumen, teniendo presente que la división de encima del cero no se cuenta, pues el líquido ja- bonoso que contiene es el que se necesita para producir espuma per- manente en 40 e. e. de agua destilada; así es que los 24 e. e. son 22 erados hidrotimétricos), hasta la señal que está encima del cero. En el frasco hidrotimétrico (que es un frasco de tapón esmerl- lado de 100 e. e. aproximadamente de capacidad y con cuatro divi- siones, que corresponden á 10, 20, 30 y 40 e. e. aproximadamente) se ponen 40 e. e. de cloruro bárico. Se agrega poco á poco al frasco la solución jabonosa, agitando frecuentemente después de cada adición, hasta que se forme una espuma persistente de cinco minutos por lo menos. Si la disolución jabonosa está bien, se necesitarán 23 divisiones ó 22 grados hidrotimétricos para llegar al final de la reacción; si ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS 245 fuese más débil ó más concentrada (debe procurarse esto último) se concentra ó se diluye. Cuatro son los grados que determiné, que se designan con las letras A-B-C-D. Primer grado (A), llamado grado hidrométrico total del agua, representa el total de las sales de cal y magnesia y el ácido car- bónico. A = C0? + sales de cal + sales de magnesia. Lo determiné en 40 e. e. del agua procediendo como dije en la valoración del líquido jabonoso. Segundo grado (B). Grado hidrotimétrico del agua precipitada por el oxalato amónico. B = C0? + sales de cal + sales de magnesia — sales de cal = CO? + sales de magnesia. Para determinarlo, á 50 e. e. del agua le agregué un poco de oxa- lato amónico y después de filtrar en 40 e. e. del filtrado determiné el grado hidrométrico. Tercer grado (C), llamado “dureza permanente””. Se funda esta determinación en que el calcio y el magnesio que el agua tenga en forma de bicarbonato se deposita por ebullición por pasar los bi- carbonatos al estado de carbonatos, con desprendimiento de CO. C=C0? + CO*Ca + (CO3H )?Ca + otras sales de cal + (CO*H)?Mg + otras sales de Mg — (CO*H)?Ca — (CO*H)*Mg — CO? — CO*Ca = otras sales de cal + otras sales de Mg. Para determinarlo, mantuve á la ebullición tranquila 100 ce. ce. del agua durante media hora, filtré y completé á 100 e. e. con agua destilada. En 40 c. e. del agua así preparada se determina el gra- do C. Cuarto grado (D). “Grado hidrométrico del agua hervida y precipitada por el oxalato amónico.?” D = CO? + sales de cal + (CO%H)?Mg + otras sales de mag- nesia — CO? — sales de cal — (CO*H)?Mg —= otras sales de Mg. Determiné este grado tratando 50 e. e. del agua hervida como se dijo para el grado B. Por un simple cálculo y teniendo presente lo dicho en la deter- minación de los diversos grados, se pueden deducir los grados hi- drotimétricos correspondientes al CO y á las sales de cal, como á las de magnesia, lo que me da resultados bastante distantes de los que obtuve en las determinaciones directas de esos elementos, 244 EMILIO TRILLO Y CARBALLO Todos los tratadistas por mí consultados dicen que en la actua- lidad sólo se determina en los análisis de las aguas los grados A y €, y que las determinaciones ponderales de las sales hechas por este medio son inaceptables. Resultados. .— (Fuente de *““La Magnesia?””, Nueva Gerona.) A.—Grado hidrotimétrico total. . +... . . . 20,90 €; Dureza permanente... ros at fl a a AC. —Dureza transitoria; 3.0. eL jo O (o A A A IL A A A A NL (Fuente de “Hierro””, Santa Fe.) A Grado hidrotimétrico total. . .. .. +. 1000 €.—Dureza' permanente: 4 1.0 e vos e 1 ON O DM 6.00 A do IE CAN A O (0 IS lt e e OS METEO AMA A A 0 AGRUPACIÓN DE LOS ELEMENTOS La agrupación de los elementos la hacemos del modo siguiente: Fuente de “La Magnesia??. A. Transformo el Na en CINa, así: Natencontrado. ala e a ONO 64l a Clecorrespondiente. 2.1 000 009859 am. CECI E A AA El cáleulo que tuve que hacer lo expreso á continuación : po He ON 88.00 a an 0.0641 x 25:06 — 016265 de ClNa 22.88 B. Como en el agua hay 0.1034 gm. de Cl, quedan 0.00485 gm. que combinamos con la magnesia, pues el residuo era delicuescente, ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS 245 debido probablemente al cloruro de magnesio. Por lo tanto, expre samos el cloro restante en Cl*Mg del modo siguiente: Cl Mg = 94.54 | y a 0.0185 X 2 = 0.006516 de CP Mg. De Cl2Mg. 0.006516 De Cl. 0.00485 De Me. - 0.001666 que comprenden á 0. 0027601 om. -de Mg0. C. En el agua hay 0.0291 gm. de Mg0, quedando, por lo tanto, 0.0263399, y expresaremos en SO*Mg todo el MgO capaz de combi- narse con el SO? del agua. a SO OA 0" Mg = 119.587 yg0= 40.06 En el agua hay 0.0114 em. de SO?, 9.5: me O O ES 79.47 De SO'Mg. 0.01714 De SO?. 0.0114 DO A 0.00574 D. Quedan de MgO sin combinarse 0.0205999 gm. que pongo al estado de bicarbonato magnésico, así: (200? = 87.34 ( CO* )? H? Mg = 145.28 7 H?0= 17.88 Mg0 = 40.06 ; 145.28 A É á 0205999 X =— 5 = 0.0747067 gm. de bicarbon: agnésico. 0.0205999 X 40.06 0.0747067 gm. de bicarbonato magnésico De (CO0*)2H*Mg. 0.0747067 De H20... do 0.0091814 EMO E 0.0205999 0.0449254 De CO?, 246 EMILIO TRILLO Y CARBALLO E. Todo el Ca0 lo expreso al estado de bicarbonato de cal. ( CO? )? H? Ca = 160.90 4 H? O = 17.88 "CaO—=55:09 Hay en el agua 0.0881 gm. de CaO. y 60.90 0.0881 X a AN = 0.2545 gm. de bicarbonato de cal: 200.05 De(C6O?)2H2C4a: e 0.2545 DETER de A A A e 5 DECIDA 0.0881 AO A A bos ECO? empleado en DD. a o 0D OA ADE CU*templeado en E. ace OMT GOsrempleado total cua o e Dedo gg CO? total en el agua... . . 0.1862 Quedan, por lo tanto, 0.0018 gm. de Co: Sai en el agua. Fuente de “Hierro””, Santa Fe. A. Transformo el Na en CINa. En el agua hay 0.0101 gm. de Na, que equivalen á 0.0256 de CINa. DEMIAN Sd a is ODO DEN ato UE TA yo de o e aa SONOMOL DEA A IA DES B. Como en el agua hay 0.0159 gm. de Cl, quedan 0.0004 em., que equivalen á 0.00054 de Cl?Me. DEI AS a o DO A00054 DATA A a E A a MO 00DA Dec e 0) DOS ema: que equivalen á 0.000231 e Mg0. C. Hay en el agua 0.0054 gm. de MeO, quedando sin emplear, por lo tanto, 0.005169, que equivalen á 0.01543 gm. de SO*Mg. ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS 247 DEP VM o s i A A O OLSAS DEM a o USOS LOS DEA 1 e A OOOO D. Como en el agua hay 0.0353 gm. de SO?, quedan sin em- plear 0.025 gm., que combino con el CaO necesario para formar SOtCa, del modo siguiente: a USO OA SO* Ca = 13: - == 0" Ca 159-154 Ga0 = 55.68 os IBDETS e Ni 0025 TOAT 0.0425 gm. de SO! Ca. (9.4 DESEA AS O IR O As MS E O A A AS OOZO. ¡IEA A AA ASS E. Hay en el agua 0.07 gm. de CaO, quedando, por lo tanto, 0.0527 gm., que nos da 0.15228 gm. de bicarbonato cálcico. De (CO0*)2H?Ca. SA E 0.15228 De a aa OEI Desa: 4 ESE TES A SORDOS SACO A A O OUS SAS TS F. Todo el hierro lo expreso en forma de bicarbonato. En el agua encontré 0.0016 em. de Fe20*?, que equivalen á 0.00133 gm. de FeO. ¡ 200? = 87.34 (CO* )? H? Fe= 176.60 + H? O= 17.88 / FeO = 71.38 176.60 0.00133 X 71.38 = 0.00329 gm. de bicarbonato ferroso. 248 EMILIO TRILLO Y CARBALLO IO A O a) E O A A A LS: Den A A o ls e 8 LIADO DECO ds e IA A PONES G. CO? empleado en E. ..... . . . 0.08346878 (0% empleado em MW. 0. de y OOOO CO? empleado total. . . . . . . . . 0.08509878 CO? total en el agua. . . . . a POS PANTS Quedan, por lo tanto, 0.13270122 gm. de CO? disuelto en el agua. Como resumen de las determinaciones hechas en las dos aguas analizadas, presento en las páginas siguientes los cuadros de los re- sultados obtenidos en cada una de ellas, por medio de radicales y con expresión de las sales que creo contienen. FUENTE DE “LA MAGNESIA”?”, NUEVA GERONA Por litro de agua. CUA flats da 0.1034 gm. SI CEE: AO IOTBES DOMO o e ANA HE OTIS OO (libre y semilibre). . . . e QA SiO. A OOO6S: Caba Le 0.0881 ,, IES OS OIR DN o A UA 0.0641 ,, Residuo fijo... . 0.3580 ,, Residuo por calcinación. . . DEZLIS 1 ries ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS 249 FUENTE DE ““HIERRO””, SANTA FE Por litro de agua. A O A a OO 50 E A 0.0353 ,, CO? (total). UNAS: os CO? (combinado). 0.0635 ,, CO? (libre y semilibre). 0.140 05 UA MOTO Y MgoO. 0.0054 ,, MA. ODE E Fe?0?. 0.0016 ,, Residuo fijo. e 0.1950 Residuo por calcinación. ...... 0.1350 ,, FUENTE DE “LA MAGNESIA??, NUEVA GERONA Oloruro de sodio. . . . <=. . 2. ... 0..1626.2m. Cloruro de magnesia. . . . . . . . . 0.0065 .,, Sulfato de magnesia... . . E AAA Bicarbonato de magnesia. . ... . A A ETA Bicarbonato de cal. . ..... A A OA Anhídrido carbónico disuelto. . . . . 0.0018 FUENTE DE ““HIERRO??, SANTA FE Cloruro de sodio. . . . . . AENA AOS Cloruro” de MApnesia. oa AE Sulfato de magnesia. . . . . . 2 la ODIOS Sualisto:de.Cal.. a iio IA IA 005 Bicarbonato de, tal. js sad sl AS Biearbonato ferrosos ovni ra les 000329 Anhídrido carbónico disuelto. . . . . . . 0.1327 250 EMILIO TRILLO Y CARBALLO Copia del análisis que acompaña á las botellas que se expenden con el agua de hierro de Isla de Pinos. AGUA MINERAL NATURAL DE ISLA DE PINOS, SANTA FE Fuente de “Hierro??. Agua. Un litro. Acido carbónico libre. OAMI Carbonato. de.tcal. ut A TODOS Carbonato de magnesia. A e MO DNSS Sulfato de cal anhidro. 20. ... loe... 0.00%) Cloruroxde Sodio uti e e O OA Cloruro dencalcio.. lc sl e O OZ Peróxido. 6 MErrO. 0. o... 2. ao a 0.0020 CONCLUSIÓN He tenido ocasión, durante el tiempo que he estado en Isla de Pinos, de estudiar someramente la mayor parte de las aguas que los vecinos de Nueva Gerona y Santa Fe usan como bebida, unas solo y otras en unión del Dr. Santiago Codina, actual Jefe de Sanidad de aquella isla, y pudimos llegar á la conclusión de que si bien es cierto que hay muchos manantiales y pozos de agua muy buena y agradable, como la de la fuente de **Hierro””, de Santa Fe, y la de aleunos pozos de Nueva Gerona, en cambio otras son de pésimas condiciones, debido, sin duda alguna, á las filtraciones del agua de algunos arroyos que cerca de las fuentes pasan; ha- biendo encontrado en muchas de ellas nitritos, lo que indica que hay materias orgánicas en descomposición. En cuanto á los dos manantiales de agua á que he dedicado mi atención en este trabajo, por ser muy utilizados en los lugares en que están situados, el de Santa Fe lo considero de agua potable de muy buenas condiciones, con elementos mineralizadores, que tal vez las hagan buenas para usadas como medicinales en ciertos es- tados patológicos; no ocurre lo mismo con la de Nueva Gerona, pues aunque tiene más principios mineralizadores que la primera, el estar muy próximo á la desembocadura del río Casas en el mar, y á un arroyo de agua cargada de detritus, hace que tenga bastante cloruro de sodio y que en la época de la crecida de los ríos varíe ANALISIS DE LAS AGUAS DE ISLA DE PINOS 251 algo su composición, como he podido comprobar, y á lo que los mé- dicos que allí ejercen, achacan se padezca de enfermedades del es- tómago y otras infecciosas en aquella localidad, lo que está en con- tradicción con la bondad que presentan las aguas de otros muchos manantiales de la isla. Algo parecido ocurre con la fuente de “La Magnesia””, de San- ta Fe, por lo que creo debiera hacerse por la Sanidad de nuestro país, un estudio detenido de esta cuestión y probibir el consumo de aquellas aguas que puedan ser perjudiciales, en beneficio de los habitantes en los lugares donde no hian podido utilizar las aguas buenas por medio de acueductos. por la escasez de población. Y esto es todo lo que tengo el honor de exponer á la considera- ción del Tribunal, rogándole sea benévolo con quien no ha hecho más por falta de condiciones personales y en atención á la escasez de medios con que contó en la mayor parte de los trabajos rea- lizados. BIBLIOGRAFIA I. Bulletin of the American Museum of Natural History, Vol. xxx, 1911, New York. II. Notes on the Eastern Cree and Northern Saulteaux; by ALANSON SKIN- NER. Anthropological Papers of the American Museum of Natural History, Vol. 1x, Part. 1, 1911, New York. III. Ceremonial Bundles of the Blackfoot Indians; by CLAarRk WIssLER. Anthropological Papers of the American Museum of Natural His- tory, Vol. vir, Part. 2, 1912, New York. IV. Jicarilla Apache Texts; by PLiny EArLE GODDARD. Anthropolo- gical Papers of the American Museum of Natural History, Vol. vir, 1911, New York. V. String-figures from the Patomana Indians of British Guiana; by FRANK E. Lutz. Anthropological Papers of the American Museum of Natural History, Vol, x11, Part. 1, 1912, New York. El xxx volumen del Bulletin of the American Museum of Natural History, de New York, consta de cerca de cuatrocientas páginas y con- tiene quince artículos acompañados de numerosas ilustraciones, que se han publicado separadamente en fechas diversas del año de 1911. He aquí los artículos: 1. Polych:etous Annelids from the Dry Tortugas, Florida— Aaron L. Treadwell;—2. Notes on Lantern Fishes from Southern Seas— Charles H. Gilbert;—3. Additions to the Ant-fauna of Jamaica— William Morton Wheeler;--4. A New Porpoise from Japan—Roy C. Andrews;—5. Fossil Coleoptera from Florissant, with descrip- tion of a several new species—H. F. Wickham;—6. Fossil Insects from Florissant, Colorado—T. D. A. Cockerell;—7. HEocene and Oligocene of the Wind River and Bighorn Basins—W. J. Sinclair and Walter Granger;—S. Revealing and Concealing Coloration in Birds and Mammals—Theodore Roosevelt;—9. Description of an apparently new Porpoise of the Genus Tursiops, with remarks upon a Skull of Tursips gillii Dall—Roy C. Andrews;—10. Mammals from BIBLIOGRAFIA 253 Venezuela—J. A. Allen;—11. Notes on Teleostean Fishes from the Eastern United States—John Treadwell Nochols;—12. The Species of Brachyacantha of North and South America—Charles W. Leng; —13. Mammals collected in the Dutch East Indies—J. A. Allen; —14. The Generic name Cercopithecus—D. G. Elliot;—15. The North American Species of Driophanta and their Galls—William ¿Beutenmiiller. Mr. A. Skinne examina en las Notes on the Eastern Cree and Northern Saulteaux lo referente á sus viviendas, vestidos y toiletts, alimentos y su preparación, curtimiento, tejidos, pesca, diversiones, bailes, ins- trumentos de música, viajes, transportes, signos y señales, división del tiempo, artes, organización social, religión, doctores y médicos, hábitos de guerra y mortuorios; y al terminar el estudio se ocupa de las tradiciones y creencias de esos pueblos. El trabajo de Mr. Wissler sobre Ceremonial Bundles of the Blackfoot Indians es la segunda parte del estudio de la organización social y ceremonias ritualistas de dichos indios, tratando la primera exclusi- vamente de la vida social de aquéllos. Trae un Apéndice con varia- das informaciones que amplían ese interesante análisis etnográfico, el cual ya tiene su extensa bibliografía, desde lo escrito por W. P. Clark (Philadelphia, 1885) hasta las recientes informaciones de Wissler, Clark y Duval (Mythology of the Blackfoot Indians, 1908). El volumen viu de las publicaciones antropológicas del Museo neoyorkino mencionado contiene únicamente el artículo de Mr. P. E. Goddard titulado Jicarilla Apache Texts. Aparte de la (Introduc- ción» y «Bibliografía» trata el artículo sobre la clave de sonidos, mitos, narraciones, tradiciones, informes relativos á industrias y ceremo- nias; además, contiene algunas traducciones curiosas (la primera guerra, la matanza de los monstruos, el hombre-oso, etc.). El Ji- carilla Apache vivía dividido en dos grupos en la época de la ocu- pación americana de New Mexico y Arizona: el grupo (Llanero» que habitaba entre (Río Grande» y los «Plains», y el «Ollero», en «Chama River», al oeste de aquel río; y hoy se encuentran al norte de New Mexico en número de unos ochocientos individuos. El género de vida del Jicarilla parece ser muy similar al de los indios de los llanos.” Mr. F. E. Lutz ha escrito un folleto en que se ocupa de las String- figures from the Patomana Indians of British Guiana, acompañando al artículo múltiples dibujos; folleto que forma la primera parte del tomo x1I1 de las publicaciones antropológicas del Museo Americano yo 254 BIBLIOGRAFIA de Historia Natural de New York. El nombre de Patomana es sl- nónimo de Paramona, sub-tribu de el Ackawoi de la estirpe Caribe. Los estudios de Skinner, Wissler, Goddard y Lutz constituyen una importante contribución al mejor conocimiento de la antropolo- gía del nuevo mundo; y los colaboradores científicos del Museo de New York realizan sus investigaciones desde los mismos Estados de la Unión, cuyo ámbito es bien anchuroso, hasta los confines surame- ricanos. VI. Proceedings of the Seventh International Zoological Congress (Boston, 19-24 August, 1907).—Cambridge, U. $. A., 1912. Acaban de enviarme desde Cambridge, Massachusetts, este impor- tante libro que contiene las actas y trabajos presentados al 79 Con- greso Internacional de Zoología, celebrado en Boston en Agosto de 1907, y á cuyo número de miembros tuve el honor de pertenecer; la- mentando que por circunstancias ajenas á mi voluntad no pudiera concurrir, ni tampoco el Dr. La Torre. Ese Congreso fué presidido por Alejandro Agassiz, cuya muerte llora hoy la ciencia; y á él asis- tieron eminentes naturalistas europeos, teniendo oportunidad de vi- sitar numerosos establecimientos dedicados al cultivo de la Zoología, efectuándose una interesante excursión á las Islas Bermudas. En la Revista dí cuenta de dicho Congreso ásu debido tiempo (Revista, Vol. V, pág. 226, 1907); y hoy cumplo la promesa entonces hecha de referir los estudios que allí se dieron á conocer, tan luego se pu- blicaran los Proceedings mencionados. El Congreso se componía de estas diez secciones: 1.2? Animal Behavior; 2.2 Comparative Anatomy; 3.2 Comparative Phisiology ; 4.2 Cytology and Heredity; 5* Embryology and Experimental Zoology; 6.* Entomology and Applied Zoólogy; 7.* General Zoólo- gy; 8.2 Palexozoology; 9. Systematic Zoology; y 10. Zoógeogra- phy and Thalassography. En la 1% Sección son trabajos dignos de mencionarse, entre otros, el de L. T. Hobhouse sobre la importancia de la psicología compa- rada en el estudio de la evolución orgánica, y el de S. Smith, referen- te á los límites de educabilidad del Paramecium.—En Anatomía Com- parada, el de H. H. Donaldson títulado: The nervous system of the American leopard frogs, Rana pipiens, compared with that of the European frogs, Rana esculenta and Rana temporaria (fusca); el de Anderson, relativo á la mandíbula de los mamíferos, etc.—En BIBLIOGRAFIA 255 Fisiología Comparada: J. Loeb—On the chemical character of the process of fertilization and its bearing upon the theory of life feno- mena; A. C. Mayer—The cause of rhythmical pulsation in Sypho- meduse;—F. B. Summer—sobre las causas de la muerte de los pe- En materia de ces de agua salada en agua dulce y vice-versa; etc. Citología y Herencia, presentaron estudios: L. Rhumbler—Vererbung und chemische Grundlage der Zellmechanik; E. B. Wilson—Diffe- rences in the chromosome-groups of closely related species and 'arieties, and their possible bearing on the «physiological» species; G. Loisel—Influence du pére dans l'heredité des caracterés du pe- lage chez les lapin; etc.—En cuestiones de Embriología y Zoología experimental, tenemos: A. A W. Hubrecht—The feetal membranes of the vertebrates; C. W. Hargitt—The organization and early development of the eggs of Hydromeduse; T. H. Morgan—The róle of irritability and contractility as dinamic factors in development and regeneration; D. H. Tennent—Hybrid echinoderm larve; etc. En el capítulo de Entomología y Zoología aplicada referiremos: G. Horváth—Les relationes entre les faunes Hémiptérologiques de l' Europe et de 1"Amerique du Nord; L. O. Howard—The recent progress and present conditions of economic entomology; G. F. Kunz —The pearls fisheries of North America and how can the Unios be protected from extermination; etc.—Entre los estudios de Zoología general está el de A. E. Ortmann—Variation of environment; C. W. Beebe—Geographical variation in birds with special reference to humidity; y el de C. H. Eigenmann sobre los peces ciegos de Cuba.—En la Sección octava (Paleozografía) ocupa el primer lugar este trabajo de Depéret: Les échanges de faunes entre 1'Euro- pe et l1'Amerique du Nord aux temps geologiques; además y, entre otros: G. Steinmann—Die Bedentung der Palaontologie fiir die Abstammungslehere; H. F. Osborn—Zoo-geographical relations of North Africa in the Upper Eocene; etc.—El Prof. Th. Gill presentó un estudio sobre los progresos de la Zoología sistemática y sus pro- pósitos; Ch. Gravier—Sur une nouvelle famille de pennatulides (Seytaliopside); C. T. Regan—Notes on the classification of the teleostean fishes; etc.—Por último, en la decima sección, correspon- diente á Zoogeografía y Talasagrafía: R. F. Sharff—On the evolution of the continents as ilustrated by the geographical distribution of existing animals; S. Awerinzew— Die Marine biologische Station an der Murnan-Kúiste (Barents-See, Kola Fjord); E. L. Mark—The new Bermuda biological station for research; W. E. Ritter—Quantity 256 BIBLIOGRAFIA and adaptation of the deep-sea ascidian fauna; para no citar otros, por falta de espacio en estas páginas. Los Reports fueron tres, de indiscutible interés: dos del Profesor R. Blanchard, Vice Presidente del Congreso, y uno de Mr. C. W. Stiles. Los de Blanchard son referentes al concurso para el premio de S. M. el Emperador Nicolás II, y á una proposición de la Socie- dad Imperial de Naturalistas de San Petersburgo instituyendo el pre- mio A. O. Kovalewsky. Stiles presentó su Report of International Comission on Zoological Nomenclature, que contiene las reglas adoptadas en los distintos congresos internacionales desde el primero celebrado en París en 1889 hasta el de 1907, al que alude esta nota bibliográfica. Además de la oportuna alocución del Presidente Ale- jandro Agassiz, el Profesor Richard Hertwig leyó un discurso titulado Ueber neue probleme der Zellenlehre; y Mr. William Keith Brooks otro con este epígrafe: Are heredity and variation facts? Dos trabajos se presentaron optando al premio del Emperador Nicolás II, y relativos á la tesis Nouvelles recherches expérimentales sur la question des hybrides: el de L. Cuénot, de la Universidad de Nancy, y el de M. Standfuss, de Ziirich. Este último se recibió dos sema- nas después de cerrado el concurso. La Comisión acordó proponer al Congreso el premio para el Profesor Cuénot y una mención hono- rífica para Profesor Standfuss; resoluciones que aceptó el Congreso de Boston por unanimidad. Los Recherches sur l'hybridation de Cuénot tuvieron como base el Mus musculus L. y sus diversas razas. Después de fijar el valor del término “híbrido», relata Cuénot su ex- perimento fundamental: el cruzamiento entre el ratón gris salvaje de las casas y el ratón albino de ojos rojos; ocupándose, sucesivamente, de la noción del determinante, de la definición de un 29, 39, 49, 59 y 69 determinantes, para dar la fórmula hereditaria, expresando que pueden exitir en los ratones 128 fórmulas hereditarias diferentes, que :orresponden á otras tantas razas puras homozigóticas; y esos experi- mentos de hibridismo han permitido á Cuénot comprender y explicar la atávica. Titúlase el del Profesor Standfuss: Hybridations-experi- mente, im weitesten sinne des wortes, vom Jhare 1873 dis zur gegenwart in ihren ausblicken auf die scheidung der arten and den weg, welchen diese scheidung durchláuft. Este trabajo inédito sobre el hibridismo en las mariposas representa una dilatada y erudita labor propia de un ver- dadero hombre de ciencia. Dr. A. MESTRE, Profesor Auxiliar de Biología, Zoología y Antropología. Pp ' AR Me A IS A EL AN 1 O 0 E A MT AQUA Td >» Profesor Dr. Carlos de la Torre. OA ELECO) AN dd AR J Antropología general (1 curso)............... 4 Dr. Luis Montané. CONFERENCIAS Anatomía y Fisiología comparadas del sistema | A A y ER ANA AE -Dr. Arístides Mestre (Aux.) Medicina Mental á los alumnos de Derecho.... j Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Jefe de los traba- jos prácticos del Laboratorio de Biología, etc.); Dr. Pablo Miquel (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química); y Dr. Jorge Hortsmann (Director del Jardín Botánico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudantes.—El «Museo An- tropológico Montané » y el Laboratorio de Antropología tienen por Jefe al Profesor titular de la asignatura. 3 ESCUELA DE PEDAGOGIA Psicología Pedagógica (1 :CHLSO).. La as 1 Historia de la Pedagogía (1 curso)............ E A ER A da UN A Higiene Escolar (1 Curso)... 0... io Metología Pedagógica (2 Cursos) ............. Profesor Dr. Manuel Valdés Rodríguez, Moneda (LCUESO) o. de a ta 1 S A É ADO Mabaral(L Curso). TA S y Sr. Pedro Córdova. CONFERENCIAS I. Crítica de la Educación Contemporánea...) La Pedagogía Experimental............ EN TI. Lectura éinterpretación de las obras de los | Dr. Alfredo M. Aguayo (Aux.) erandes pedagogos contemporáneos ...... Agrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. 4, ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS Dibujo topográfico, estructural y arquitectónico. ) 0 E, AN AS e CAE OA - Profesor Sr. Eugenio Raynerl. A A A A y . A mm ro a . . pat PS (Lenrso).. sao... AS ; 33 Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Materiales de Construcción (1 curso).......... 1 h E N ; Há z ; eno) de Materiales. Estática Gráfica | S Aral Sandojak Construcciones civiles y Sanitarias (1 curso)... ) Mdromecióica (Ícurso)A ota Ta / : : Maquinaria (1 o). - E E RIA ELA E y á Sr. Eduardo Giberga. Ingeniería de Caminos (3 cursos: puentes, fe- / - rrocarriles, calles y carreteras)..<........... E Dr. Luis de Arozarena, Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos). SE Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura é Higiene de los Edificios (1 curso) | Historia de la Arquitectura (1 curso).......... Contratos, Presupuestos y Legislación especial á á la Ingeniería y Arquitectura (1 curso)..... Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto; y son sus profesores Auxiliares: Dr. Andrés Castellá, Sr. A. Fernández de Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán (Jefe del Labo- ratorio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de JZaestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden á otras Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA Química Agrícola é Industrias Rurales (1 curso). Fabricación de azúcar (1 curso).............. ono mia (UL CULO). 0 ¿ano e de ata le IO SECTA CUT Aids dd td Oteo ma (Ecurso)da 00. IA Ad as Economía Rural y Contabilidad Agrícola (1 cur- SO) rca arranca e | Sr. José Comallon Legislación Rural y formación de Proyectos y» : sa, - AN A a A e A MA El profesor auxiliar de esta Escuela es el Dr, Buenaventura Rueda (Jefe de los Mu- Dr. Antonio Espinal. Profesor Dr. Francisco Henares. er Sr. José Cadenas. —- - seos y Laboratorios). Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingeniero agrónomo, se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 1 á 5 - de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- - posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. AVISO LA REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS es bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias Ó científicas que reciban la REVISTA, el canje co- rrespondiente; y de los centros de instrucción Ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nuestra sección bibliográfica. Para todo lo concerniente á la Revista (administración, canje, remisión de obras, etc.) dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, Re- pública de Cuba. NOoOTIrGE The REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other month. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed matter, etc., to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. AVIS La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS parait tous les deux mois. On demande 1'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de administration, échanges, enyoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. | á E E £ ” ll e . A VoL. XIV. UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Núm. 3. REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. EVELIO RODRIGUEZ LENDIAN. REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE. Dr. JUAN MIGUEL DIHIGO. COMITÉ DE REDACCION: Dres. ENRIQUE J. VARONA, GUILLERMO DOMINGUEZ ROLDAN, MANUEL VAL- DES RODRIGUEZ, SANTIAGO DE LA HUERTA, LUIS MONTANE, ALEJANDRO RUIZ CADALSO, AURELIO SANDOVAL, JOSE CADENAS Y FRANCISCO HENARES. MAYO DE 19342: SUMARIO: SUECIA. ESTUDIO SOBRE EMIGRACIÓN... ....00oooooomomopo. Sr. Gonzalo de Quesada, TA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA ¿0.00 coo rodeo coo ni Dr. Rafael Altamira. —EL NATURALISTA CUVIER Y SUS PARADOJAS CIENTÍFICAS. DOMANAJE AL. DR: LA TIORRE: 05.00. Wei did cava dono Dr. Aristides Mestre. —CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA (con seis grabados)....... Dr. Juan T. Roig y Mesa. E A TERRA 00 o a ra A Sr. José Comallonga. —LoOS PROBLEMAS DE BIOLOGÍA APLICADA, EXAMINADOS EN LA CUARTA CONFERENCIA INTERNACIONAL DE GENÉTICA...... Profesor L. Blaringhem. —BIBLIOGRAFÍA.—I. The Encyclopedia Britannica—a Dictio- nary of Arts, Sciences, Literature and general information. Eleventh Edition. Cambridge, England: at the University AS A A IN A A A Dr. S. de la Huerta. II. Foods and their Adulteration; by Harvey W. Wiley, Químico Jefe del Departamento de Agricultura de los Es- Ear O e AS O E RIE IS Dr. F. Henares. IMPRENTA “EL SiGLo XX>” DE AURELIO MIRANDA TENIENTE ReY 27 HABANA ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Secretario: Dr. Juan Miguel Dihigo. Dr. Evelio Rodríguez Lendián. Il. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos)........ Lengua y Literatura Griegas (3 cursos) Linguística (1 curso) ¡aa o EDEN j 1» Profesor Dr, Adolfo Aragón. Dr. Juan F. de Albear. > Dr. Juan Miguel Dihigo. Historia de la Literatura Española (1 curso)... Dr. Guill DónN Historia de las literaturas modernas extranjeras | de AS 1d: cxmo” OEA (CA A AR DE RE mera: Enstoría de América (1 curso)... ae 0 5 Dr. Evelio Rodríguez Len- Historia moderna del resto del mundo (2 cursos) / dián. Psicologia CL GUESS). 2 cto edo O A TS Prosofía Morale(l curso). tina do Mes 5 Sociología (1 curso) CONFERENCIAS Historide la Hilos o e e ara IAS NT a o A I¡EMPUASACIASICAS PR bo E a 2. ESCUELA - DE CIENCIAS. DE, Enrique José Varona. Dr. Sergio Cuevas Zequeira (Aux.) Dr. Ezequiel García Enseñat (Aux. ) Dr. Sixto López Miranda (Aux.) (a) Sección de Ciencias Físico-Matemáticas. Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso. Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- ELAINE e A Da Geometría superior y analítica (1 curso)....... Geometría descriptiva (1 curso) Trigonometría (1 curso) sica SuperiorÚl er curso) nd A ) D ¡Bísica: SUperior-(22 ¿CUESO una Hee paran de ñ Quimica reneraldl Curso ir e a < Sr Biología” (ECHESOJ). Tan a lo Po AiO y Dr ZOOL AAC ir a e o q Dibujo: E imueala Curso Mi sia 1 Sr Dibujos Natural (curso / y 3 Cosmolona (cursor oa. et ARE Mecánica Racional (WHCUESO) 2 a E Dr ¿'AStEQNO Mal. CURSO a e a TN Geodesia Curso ordre le ES Dr Mineralogía y Cristalografía (1 curso)..... ... 59 Dr. Botánica general (1 curso) ss ” Profesor Sr. José R. Villalón. . Claudio Mimó. . Plácido Biosca. . Carlos Theye. . Carlos de la Torre. . Pedro Córdova. . Victorino Trelles. . Alejandro Ruiz Cadalso. Santiago de la Huerta. . Manuel Gómez de la Maza. (b) Sección de Ciencias Físico-Químicas. Análisis matemático (Algebra Superior) Geometría Superior (sin la Analítica) Trigonometría (plana y esférica)..:.......... ) 32 Ea Fisica Superior (Ler.CUrSO) dato da ias en de Dr Bisica" Superior (2. ¿QUESO los iras a oa e S J Química Inorgánica y Analítica (1 curso)...... 1 Sr ai Ada y »” Química Orgánica (1CULSO) Mos / Dibujo Lineal (ICUISO NA aa lee ae cue dl Sr Dibujo Naturaloll Curso). e e o o $ > Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... 3 Dr BIOJORÍA Ll USO) oa er RS e ati dE 1 Dr ZOO AL ICUEO dto ma rd A Botánica. general »(L «CHESO)..- 05 000. 0007 09 %e ene q DE Cosmología eutso) is o o dz dy e Dr. (c) Sección de Ciencias Naturales. Análisis matemático (Algebra Superior) 1 curso Profesor Sr. Geometría Superior (sin la Analítica)......... Dr Trigonometría (plana y esférica)... ....o.o..... A > Química general] ((P-CursO).% toas só Sr. Dibujo Lincal (ÍFCUESO).. it de e Eo e » Sr Dibujo “Natoaralu(l CULO) E a de Hisica” Reneralt (Curso) do tos e zS Dr Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... ) Dr Geologia CDC). RT e tl e 7 Botánica. general (LiCurso)y.: Lies... 0 ) Fitografía y Herborización (1 curso).......... yo Profesor Sr. . Claudio Mimó. José R. Villalón. . Plácido Biosca. . Carlos Theye. . Pedro Córdova. . Santiago de la Huerta. . Carlos de la Torre. Manuel Gómez de la Maza. Victorino Trelles. José R. Villalón. Claudio Mimó. Carlos Theye. . Pedro Córdova. . Plácido Biosca. . Santiago de la Huerta. . Manuel Gómez de la Maza. Vol. XIV MAYO DE 1912 Núm. 3 REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS SUECIA ESTUDIOS SOBRE EMIGRACION POR GONZALO DE QUESADA Ministro de Cuba en Berlín ÁREA Y POBLACIÓN El área de Suecia es de unos 448,000 kilómetros cuadrados. y cuenta hoy con una población de cinco millones y medio de habitan- tes. dividida, casi por igual, entre los dos sexos, aunque el elemento femenino es un tanto mayor. El tipo de aumento anual es un poco menos del 1 %, y la densi- dad de población, que hace ciento cincuenta años sélo llegaba á cuatro habitantes por kilómetro cuadrado, actualmente es de doce, muy pequeña, si se compara con la de ¡cs países de Europa, sobre todo con los occidentales, pero notable, si se considera la latitud Norte en que Suecia está situada, sus extensas y estériles montañas y sus improductivos arenales. Los suecos son de origen teutónico, germaros, sin mezcla extran- jera, y pertenecen á la raza denominada escandinava. Se calculan en 7,000,000, de los cuales, uno y un tercio viven en América, y cua- trocientos mil en Europa; de éstos, 350,000 residen en Finlandia y los demás se encuentran en Noruega y Dinamarca. El promedio de la emigración, por cada millón de habitantes, del año de 1751 al de 1900, ha sido el siguiente: 258 GONZALO DE QUESADA de 1876-900, 5,205. Como regla general, es gente sana, alta y robusta, de cabello claro, amplia y alta frente, y ojos azules ó grises. 1751-75, 290; 1776-800, 290; 1801-25, 210; 1851-75, 2,256, y , CARÁCTER DE LOS EMIGRANTES Descendientes de aquel heroico Gustavo Adolfo, que redimió á la Europa de la tiranía, aman la libertad; y avezados al combate por el largo guerrear de sus antepasados, se distinguen por su es- píritu generoso y humanitario. Sus relaciones con aquellos países que estuvieron bajo su dominio son prueba elocuente de ello: en Finlandia educaron á una raza más débil, y en la Pomerania y otros Ilngares no fueron amos que subyugaron, para fines egoístas, sino gobernantes que elevaron y mejoraron la condición de los na- turales. Como ejemplo hermoso de sus magnánimos sentimientos, se cita la única colonia que establecieron los suecos en el extranjero, que se llamó la “¿Nueva Suecia””, en lo que ahora es Delaware en los Estados Unidos de América, donde suecos é indígenas convivie- ron en completa paz y armonía, no pudiendo relatarse de otros eu- ropeos igual conducta, inspirando todos sus actos en la más estricta justicia y llegando á merecer que los indios les designasen con el nombre de “nuestros hermanos blancos?””. Profundamente religiosos, hasta místicos, influídos por las vi- siones de Swedenborg, son tranquilos y reflexivos, á veces melan- cólicos. Son hombres de paz y moralidad, que salen de su patria siempre con aleún oficio, sabiendo todos leer y eseribir, desconocido como lo es en Suecia el analfabetismo, por ser la educación obligato- ria y sus planteles de enseñanza de los mejores del mundo. En la plenitud de la vida, en busca de mejores condiciones para crear un nuevo hogar, eruzan el mar, se dirigen á tierras lejanas, y no olvi- dan á los que dejan tras de sí, sino que, solteros, vuelven á buscar á - sus padres ó prometida; casados, á la esposa y los hijos, para em- prender una nueva senda que los lleve al bienestar y á la felicidad de los suyos. LA EMIGRACIÓN En el siglo xv Suecia intentó establecerse, como el resto de las naciones europeas, en América; mas sus esfuerzos fueron de poco ESTUDIOS SOBRE EMIGRACION 259 empuje y el nombre de Nueva Suecia, que se dió á la colonia de Delaware, no perduró. En el siglo xIx empezó á adquirir importancia, del año de 1876 en adelante, sólo cediendo á Irlanda y Noruega la primacía. La siguiente tabla muestra el movimiento emigratorio desde 1876 hasta 1909, según las estadísticas oficiales del reino: ANOS NUMERO AÑOS NUMERO A Ub. 9,418 1899. 3 da 1400869 A GIO: CABO: le 19/858 TB o 2032 1895. .... . . 18955 o o 60 ABD ae 1880. ...... . 42109 1897... .. . . 14559 elo. 45999 1898... . ... 18,663 E e. DATO. 189% a o 16,876 1883. ...... . 31,605 1900... . . . 20,661 e 28560. 10 26 5 a o 28,498 100 a Bon 1886... . . . 32889 1903... ... . 39,52% O BOTE 1 2 a DBA 1888. 3 1905... . . . 24046 1889... . . . 33,363 1906... . . . 24704 O OT O, 1 2978 LAS TEA E Leo: E a ADO 1907... 2000 El aumento de 1876 á 1900 se debió 4 la transformación comple- ta, en todo el mundo, del sistema industrial; y Suecia, en condicio- nes desfavorables para competir con los otros países, pasó por gra- ves crisis económicas que causaron que la emigración fuese exce- siva, y—como consecuencia natural—la disminución en el erecimien- to de la población. Desde 1904 la corriente emigratoria comenzó á descender, con el cambio favorable en las condiciones económicas del país, y desde entonces Suecia no aporta mayor contingente. Esta misma situación favorable ha aumentado el promedio de sue- cos que regresaban á su patria, de un 6 % antes de 1894, á un 25 % en el quinquenio de 1894-99. El siguiente cuadro de 1899 á 1909 muestra una proporción aún mayor, y al mismo tiempo da una idea de la pérdida neta de la 260 GONZALO DE QUESADA población por millar de habitantes, habiendo alcanzado, en 1903, la cifra 6.13: POR MIL ANOS Emigrantes Inmigrantes Emigrantes Inmigrantes — Pérdida neta 1899 16,876 8,196 3.32 1.61 1748 1900 20,661 8.017 4.04 1.57 2.47 1901 24,616 7,621 47 1.48 3.29 1902 371,107 6,784 7.15 1:31 5.84 1903 39,525 7,623 7.59 1.46 6.13 1904 22.384 9,262 4.27 17 2.50 1905 24,046 8,609 4.56 1.63 2.93 1906 24,704 9,581 4.65 1.80 2.85 1907 22,978 8,913 4.29 1.66 2.63 1908 12,499 9,818 2.31 1.82 0.49 1909 21,992 8,071 4.03 1.48 2.59 De 1851 á 1900 el número total de emigrantes fué de 1,008,825, de los cuales 584.459 eran hombres y 424,566 mujeres; el de inmi- erantes, de 155,357, dando una pérdida neta de 843,468. Esta cifra puédese decir ha alcanzado á más de 1,000,000; lo que, en vista de la población total de Suecia, arroja una proporción extraordinaria; y si á esto se añade que los hombres, en gran cantidad, fueron de 20 á 25 años de edad, fácilmente se comprende cuánto se ha per- judicado Suecia en su desenvolvimiento, debido á la emieración. Sobre este asunto decía el publicista Sunbárg, en 1904: “Des- de el punto de vista económico, la emigración fué un alivio durante el período en que los grupos de edad más joven sobraban y cuando las oportunidades de encontrar trabajo eran pocas, como, por ejem- plo, en 1880. Pero en otros períodos, la pérdida de cantidad seme- jante de potencia obrera ha tenido que ser debilitante, pues el eriar y educar una juventud que inmediatamente se dirige á una tierra extraña, donde utiliza sus conocimientos, no es de lo mejor para la patria, ni tampoco es posible que los productos de un país aumenten en gran escala, á no ser que haya un simultáneo aumento en la población consumidora. Y si dejamos á un lado el aspecto económico y examinamos el de la cultura, nos encontramos que la e ¿STUDIOS SOBRE EMIGRACION 261 emieración ha causado una pérdida muy sensible al llevarse una gran proporción de la parte más inteligente de sus pobladores. ”” OCUPACIÓN Y PROCEDENCIA Los emigrantes suecos, más que los de ninguna otra nacionali- dad, son agricultores. La mayoría de ellos sale de los lans (provin- cias) del Sur, que son agrícolas, y no de las del Norte, que florecen con sus inmensos cortes de madera. He aquí los lugares de donde proviene el mayor número de emigrantes: Vármlands Lin. Kalmar Lán. Alfsborge Lin. Góteborge Lán (Gotemburgo). Kopparberge Lin.” Vastermorrlands Lán y la ciudad de Estokolmo. No es de extrañar que los suecos tengan tanto éxito en el cultivo de la tierra, dado que en el suelo poco propicio de su país logran resultados provechosos, debido á una constancia y habilidad poco comunes. Un buen número se dedica á la navegación y las industrias; pero no son aficionados al comercio. Las mujeres buscan empleo, por lo general, como sirvientes. Las ocupaciones de los emigrantes suecos, según las estadísticas más re- cientes, son como sigue: Un 33 % labriegos. Un 22 % obreros. Un 21 % artesanos. Un 15 % ocupaciones diversas. Un 99% sirvientes. CAUSAS DE LA EMIGRACIÓN Ni el pauperismo, que no es de gran monta en Suecia, ni el ser- vicio militar obligatorio, que es de corta duración, ni el exceso de habitantes, han sido causa de la emigración; sino que, como ya se ha dicho, las crisis económicas la han motivado, influyendo tam- 262 GONZALO DE QUESADA bién la inclinación á las aventuras que caracteriza á la raza ger- mana y el anhelo de los suecos de mejorar su situación. DESTINO DE LA EMIGRACIÓN Puede decirse que el 90 por 100 de la emigración sueca se ha di- rigido y se dirige á los Estados Unidos de América. Ultimamente el Canadá ha aumentado el contingente que recibe; en 1907-8 llegó á 2,132, y en 1908-9 bajó á 1,135; pero puede calcularse en un 2 %. Noruega, Dinamarca y Alemania reciben igual proporción. A Sud América y al Africa del Sur va menos de un 1 %. Un cierto núme- ro de suecos se encaminó al Brasil hace años; pero las noticias des- alentadoras, acerca de la salubridad del país, en aquel entonces, y el trato que se decía recibían en él, hicieron que se combatiese, como aun en la actualidad, el movimiento hacia esa república. $ ESTADOS UNIDOS Durante el período de 1851 á 1895, de 768,000 personas que sa- lieron de Suecia, sólo 148,000 se dirigieron á paises europeos; el resto, y desde entonces la inmensa mayoría, se dirigieron á los Hs- tados Unidos de América. El siguiente cuadro nos da las cifras, según la Oficina de Emi- eración Norteamericana, desde el año de 1890 á 1910: Emigrantes Emigrantes 7 llegados á los l llegados 4 los ANOS E. Unidos ANOS E. Unidos IM OZ O A o aL ISI o 80,990 LIA a UT IO A o LOS: it, ¡HO DUaS Ie 300, 1 10 IDAS era OS PE Ma LS OD AMA ona a es A e ee O ad. E AP Ao HS A Y Aa ns. PAU LS Tos in Lo 162 OS Al aa A AS Ii! 19093 des ey LEE 1899-01 Ena a OT 1 o O A 1900. e 47 0,6590 ESTUDIOS SOBRE EMIGRACION 263 La emigración total para 1911 se calcula, por las autoridades suecas, en 13,500, que ha ido casi toda, como siempre, á los Estados Unidos. Dos terceras partes de ella son de Gotemburgo, y se embar- có por dicho puerto, de donde salieron individuos de otras nacio- nalidades, llegando el total á 15,479. La proporción de mujeres ha aumentado, pues en 1910 fué de 37.3 %, y en 1911 de 42.7. Los emi- grantes no son todos personas que van por vez primera á los Esta- dos Unidos y el Canadá, sino que entre ellos hay un número consi- derable que ha vuelto á su patria y regresa de nuevo á los Esta- dos Unidos. La emigración no ha sido fomentada por la propaganda. Van á los Estados Unidos atraídos por los crecidos jornales y las oportu- nidades que se les presentan allí, como hoy en Manitoba y Winni- peg, en el Canadá, y por las noticias favorables que llegan de Amé- rica en las cartas de sus amigos y parientes. El elemento sueco en los Estados Unidos, y los descendientes de éste, llegan á cerca de un millón y cuarto, y es uno de los valiosos elementos teutónicos que sirvieron de base á la población norteame- ricana. Algunos de los emigrantes se quedan en las ciudades del Este, como sirvientes, jardineros, ete., ó se dedican á la lechería; pero una cantidad considerable se encuentra en Maine, Massachus- setts, New York é Illinois; el mayor número, sin embargo, radica más al Oeste, en lowa, Wisconsin, las Dakotas, y sobre todo en Minnesota—donde representan un 20 %,—que puede decirse fue- ron fundados por ellos junto con otros escandinavos, los noruegos y daneses. Los suecos, que son industriosos, inteligentes, educados, ínte- eros y se amoldan á las costumbres, leyes é instituciones americanas, se han mezclado bien con la masa del país. Llegaron en los moments en que se necesitaban brazos recios para tumbar los bosques secula- res, y agricultores hábiles para fomentar entonces las incultas, pero fértiles llanuras. No tenían mayores recursos, pero contaban con la enérgica voluntad y contribuyeron mucho á desenvolver la riqueza de los Estados Unidos. Sus hijos acuden—como ellos lo hicieron en Suecia—á las es- cuelas y á los planteles de enseñanza, y como ellos también se con- vierten en ciudadanos útiles, interesándose en la cosa pública y llegando en la política á ocupar los más altos puestos. En suma, puede decirse que han influído beneficiosamente en la 264 GONZALO DE QUESADA creación de la poderosa república del Norte, en cuyas horas de tremenda erisis, cuando la desunión parecía amenazar de muerte á la democracia americana, la ayudaron á salvar del desmembra- miento, Dahleren, con la invención de sus cañones, y Erickson con el famoso Monitor, destinado á revolucionar el arte de la guerra naval. CUBA La emigración sueca á Cuba, aunque pequeña, ha tenido éxito. Establecida en Bayate, Palmarito y La Gloria, han-demostrado ser agricultores de mérito. A las minas de Oriente pudieran traerse trabajadores de las de hierro de Suecia. Hace algunos meses el periódico habanero La Discusión, refiriéndose á la colonia sueca en Morón, decía: * ... está prosperando grandemente y aumentando en número. Según un censo hecho recientemente por las autoridades municipa- les, el número de los colonos suecos allí establecidos asciende á 286.”” Los colonos se dedican al cultivo de plátanos, ñames, frijoles y melones de agua, con excelentes resultados. Semanalmente venden, como promedio, de 100,000 á 120,000 plátanos á un precio que va- ría de $7 á 10. Casi todos son vendidos en la Habana. Extraño, en efecto, le parecerá á los que compran plátanos en nuestro mercado de Tacón, que hayan sido cosechados por escandinavos que, aban- donando las heladas regiones del Norte, han venido á nuestra tie- rra á laborar con empeño y constancia bajo los rayos abrasadores de un sol tropical. También han empezado á exportar melones, y durante el año se espera que la cantidad exportada llegue á 50,000. Los precios que se pagan por los compradores son de 80 centavos á $1.25, por la docena, adquiridos en el campo. Los éxitos alcanzados por la colonia han despertado mucho in- terés en los Estados Unidos, y más de 300 suecos han anunciado su propósito de venir á Cuba. El jefe de la colonia, Per Wildner, ha vaticinado que dentro de seis meses no podrá acomodar más colo- nos, pues para aquella fecha estarán ocupadas todas las tierras de que puede disponer. El General Mario Menocal, administrador del ingenio *““Cha- parra””, en 1909, concibió y puso en ejecución un proyecto para fa- ESTUDIOS SOBRE EMIGRACION 265 cilitar la inmigración de familias suecas. Con motivo de ello, El Cubano Libre de Santiago de Cuba, en su edición de 7 de Enero del corriente año, encomiando la idea, se expresaba así: ““Las familias suecas, cuya inmigración en Cuba favorece el Ge- neral Menocal, vienen con el formal propósito—eomo ya se ha di- cho—de sumarse definitivamente á la población nacional cubana, mediante la adopción de nuestra ciudadanía y la fundación de sus hogares aquí. No son tribus nómades, ansiosas de lograr algún pro- vecho para ir á disfrutarlo lejos de la tierra en que la obtuvieron, sino elementos de una raza pura, fuerte y sana, muy afecta al tra- bajo, á la economía y al estudio; elementos cuyo contacto y convi- vencia con la población terrígena, aquí como en los Estados Unidos, en la Argentina, etc., ha de producir beneficiosos resultados, pues la experiencia enseña que es de conveniencia positiva, en todo plan práctico de emigración, la competencia de razas distintas, para que cada una de ellas aporte al acerbo común del progreso las cualida- des características y especiales de su genio, de sus aptitudes y de sus labores, cuya resultante es la armonía fecunda en bienes, de la inteligencia y del esfuerzo de la humanidad, sin colores y sin ban- deras.”” ACTITUD DEL PUEBLO Y GOBIERNO SUECOS En la actualidad, tanto el pueblo como el Gobierno opinan que se debe desalentar la emigración, sobrz todo constituyendo hoy Suecia, desde su separación de Noruega, una sola patria con ambi- ciones industriales. Las autoridades son adversas á toda propaganda, y el Gobierno hace cuanto le es posible por evitar la emigración, porque—como es lógico—cree que la prosperidad de un país depende, en mucho, del aumento de su población. La prensa, por su parte, mo sólo hace difícil agitar públicamente cualquier movimiento emigra- torio, sino que, antes al contrario, contribuye á desalentarlo, estam- pando en sus columnas toda noticia mala sobre el estado de los emi- erantes suecos; y negando cabida en ellas á todo anuncio ó articu- los de compañías de vapores que se haga con el propósito de indicar la emigración ó á empresas que ensalcen las ventajas y riquezas de otros países. Existe una sociedad semioficial, que cuenta con el apoyo del Go- 266 GONZALO DE QUESADA bierno—y se titula la National foreningen mot Emigration.—que se dedica exclusivamente á combatirla y á convencer á los suecos en el extranjero de que deben regresar á su patria. Su campaña es activa y en los periódicos previene á los emigrantes de la suerte incierta que han de correr en ultramar, al mismo tiempo que les ofrece terrenos en el país á precios reducidos y cómodos préstamos para el fomento de pequeñas fincas rústicas. LEYES Y REGLAMENTOS La emigración está reglamentada segrn las leyes de Febrero de 1869, Marzo de 1877 y 4 de Julio de 1884—que se puso en vigor en 1885 y se completó por Real Decreto de 1893.—Por la de 1885 se estableció que ningún sueco puede adquirir billete de pasaje para América Ó Australia sin antes mostrar un certificado por el que acreditase no dejar mujer é hijos en la indigencia ó con deudas. En cuanto á la calidad de la emigración, es de hacerse constar que cada súbdito sueco tiene el derecho de solicitar y recibir un pasa- porte del Departamento de Policía de su Distrito. Este pasaporte se extiende en vista de un documento llamado Prasbetyg, que se toma de un registro que llevan los curas luteranos—que es el clero oficial, —donde se hace constar el número de nacimientos, matrimo- nios, defunciones, etc., de cada familia, y que en la práctica re- sulta una garantía para la identificación del individuo, sus antece- dentes, posición, estado civil, ete. El Reglamento de 28 de Noviembre de 1884 y sus modificaciones de 28 de Junio de 1888, 28 de Septiembre y 8 de Julio de 1904, re- egulan todo lo concerniente á las agencias de emigración y trans- porte de la misma. Es imposible que los agentes de emigración Ó navieros engañen ó exploten á los emigrantes; tanto los agentes como el emigrante tienen que firmar, juntos, un contrato en el que aparezcan las cláu- sulas prescritas por la ley. El agente de emigración ó el que, por su cuenta propia, ó en representación de otra persona, se ocupa del en- vío de individuos á países extranjeros, tiene que estar autorizado para ello por la Cámara de Comercio, prestar fianza, ser sábdito sueco, gozar de buena reputación y ser apto para desempeñar su cometido. Los empleados que se encargan de hacer la propaganda, tienen, á su vez, que ser mayores de edad, poseer autorización gu- ESTUDIOS SOBRE EMIGRACION 267 bernativa, prestar, igualmente, una fianza y presentar á las autori- dades un certificado de notoria buena conducta. Se cuida mucho de las condiciones higiénicas de los buques de transporte, de la co- modidad de los pasajeros, y se vigila, además, la labor de los agen- tes de emigración. LA EXTENSION UNIVERSITARIA 1 POR EL DR. RAFAEL ALTAMIRA Catedrático de la Universidad de Oviedo Señor Rector de la Universidad; Excelentísimo señor Ministro de España; señores Profesores; Señoras; Señores: Quiero hablaros, en la tarde de hoy, de una institución creada en la Universidad de Oviedo. De aquella que puede llamarse carac- terística de nuestra manera de entender y practicar la enseñanza; y me ha movido á ello, antes que el deseo de dar á conocer una obra española, una obra de la Universidad de donde yo procedo, que siempre sería un movimiento natural que vosotros habréis de dis- pensarme. La cireunstancia de haber comenzado, también, la Uni- versidad de la Habana una obra de Extensión Universitaria, hizo hacer que una vez más nos encontráramos en el mismo camino, por la misma dirección, y puede tener, por lo tanto, un interés particu- lar sobre el general que la institución misma puede tener, el que yo diga aquí cómo nosotros hemos sido llevados á aceptar, en un sentido distinto, de la Universidad de la Habana, la obra de la Ex- tensión Universitaria. Pero claro es que no habría posibilidad que yo expresase claramente lo que es la Extensión Universitaria de Oviedo, si no anticipase algunas ideas que para las personas no versadas en estas cuestiones son absolutamente necesarias con rela- ción á la inteligencia clara de los términos de que me he de servir después y que sin ser explicados previamente, requerirían, siempre, detención en el curso de la narración. Gramaticalmente, claro es que, Extensión Universitaria significa todo movimiento en virtud del cual la Universidad extiende su ae- ción á aleo más que al campo propio suyo, que es el que suminis- 1 Conferencia pronunciada en la Universidad Nacional el día 10 de Marzo de 1910. El autor desea hacer constar que no ha podido repasar ni corregir la transcripción taquigráfica, y que por ello es posible se deslicen errores en la expresión de algunas ideas ó en la aportación de algunos datos. LA EXTENSION UNIVERSITARIA 269 tra aquellos conocimientos que proveen á la juventud de ciertos títulos que se llaman de enseñanza superior ó que se llaman profe- sionales, por ejemplo, en los sitios en que se llaman grandes escue- las, Escuelas Técnicas en Francia, están incorporadas á la Univer- sidad, como ocurre aquí con la Escuela de Ingenieros. En este sen- tido gramatical, en virtud del cual, repito, Extensión Universitaria es todo movimiento en virtud del cual la Universidad sale de ella y extiende su acción á cualquier centro, á cualquier orden de tra- bajos que no sean estrictamente universitarios. En ese sentido, abraza infinidad de formas, y claro es que dentro de él, entra per- fectamente este movimiento del intercambio producido ya en todas las Universidades del mundo, y que es una manifestación el inter- cambio que, con las Universidades hispano-americanas, viene á so- licitar la Universidad de Oviedo. Se le puede encontrar, también— sin salir de esta acepción, extensa, remota de la palabra,—se le puede encontrar, digo, en antecedentes bastante remotos en la vida intelectual española, si consideramos de una parte que las Univer- sidades españolas, como las Universidades francesas, durante mu- chísimo tiempo, y en muchas de sus Cátedras han tenido abiertas sus aulas á todo el público que ha querido participar de la ense- nanza, no ha sido sólo, al alumno matrienlado, sino á todo el ciuda- dano que ha tenido interés por ella, que ha podido entrar en la cátedra y ha podido escucharla, y á tal punto llegó la confusión y la heterogeneidad en el público que se formaba, de este modo, que en España, como en Francia, hubo necesidad de crear cursos ce- rrados, por oposición á los cursos abiertos en el que podía entrar todo el mundo, para dejar eso solamente á los profesionales, á los muchachos que iban á adquirir la enseñanza oficial, de carácter uni- versitario, con fines titulares. Pero, aparte de esto, las Universida- des españolas, ya de tiempo inmemorial, diríamos, en el renacimien- to suyo, del siglo xtx, han dado conferencias públicas destinadas á las personas que no figuraban en el círculo ordinario de sus oyen- tes, y bastaría que citase aquella serie de conferencias dominicales dedicadas á la educación de la mujer que se crearon en la época de la Revolución española después de la revolución del año 68, inspi- radas por iniciativas del entonces Rector de la Universidad don Fernando de Castro ó las conferencias que ha dado la Universidad de Zaragoza para el gran público de la Universidad aquella, públi- co formado preferentemente, en esta ocasión, por la aristocracia y la alta burguesía, y todavía podemos encontrar una iniciación doe- 270 RAFAEL ALTAMIRA trinal, en ese mismo sentido, en aquello que Comte llamó la ense- ñanza popular y que no llegó á realizarse; pero la idea quedó flo- tando en el ambiente y sirvió para fecundar los propósitos que des- pués han venido á cuajar en la forma de la Extensión universita- ria. Pero si ésta es la acepción amplia, general, de la palabra, ella ha venido á tomar por la fuerza misma de los hechos una acepción especial del movimiento universitario del siglo xIx, á partir de la mitad de él, y que se ha llamado hoy, se llama hoy, propiamente, Extensión Universitaria, frase tomada del inglés donde por prime- ra vez vino á pronunciarse y donde por lo tanto ha sido bautizada la institución que se llama propiamente Extensión Universitaria, digo, de un movimiento de aparición del público y de la acción in- telectual de la Universidad que se. caracteriza por ciertas notas par- ticulares que la especializan y hacen de ella una forma par- ticular de la Extensión Universitaria tomada en sentido amplio. ¿ Cuáles son esas notas? Cuáles son los caracteres en virtud de los cuales la Extensión Universitaria ha pasado de una acepción gene- 'al á una específica, y cuando se pronuncia ya delante de un univer- sitario, ya delante de un pedagogo, tiene significación, perfectamente determinada, que la arranca de la definición general? Las notas son éstas: primera, tenemos una obra universitaria, eminentemente uni- versitaria, por lo tanto, difiere de cualquiera otra, aun cuando tu- viera la misma finalidad, aun cuando se dirija á la educación po- pular de todas las clases ó de una clase determinada que no acude ordinariamente á la Universidad y no puede seguir carrera univer- sitaria que no tenga origen en este centro. Así, lo que se ha llamado Universidad popular en Europa en el tipo francés ó en el tipo bel- ga Óó en el tipo italiano, cuando no han sido creadas por obra uni- versitaria, ó no han nacido de la obra de una universidad, no son obras universitarias aun cuando coincidan con el propósito en una de las especies singulares y más desarrolladas de la Extensión Uni- versitaria. Al decir universitaria, hay que entender que no sólo la obra para llamarse así requiere la condición que los profesores que la dirigen sean á su vez profesores de Universidad; al mismo tiem- po que profesores de la Extensión, profesores Universitarios. No hace falta esto, basta que sea un elemento salido de la Universidad en conexión con la obra de ella, más ó menos estrecha, más ó menos ín- tima para que la obra pueda calificarse de Extensión Universitaria. Y así, por ejemplo, en la Universidad de la Plata, en la República Argentina, la obra de Extensión Universitaria no la han hecho los LA EXTENSION UNIVERSITARIA 271 profesores sino los alumnos, y sin embargo, se acomoda á ella el nombre de Ixtensión Universitaria porque son factores de la vida de la Universidad quienes han creado la institución. Así, en Chile, cuyo movimiento es también un movimiento escolar de alguna com- plicación de profesores de la Universidad, ó en todo caso una escue- la maestra, así en el Perú, donde son los estudiantes los que acaban de fundar la Extensión Universitaria, después de mi paso por allí, y en cierta manera lo fué también la Extensión Universitaria en la primitiva forma que tuvo en la Universidad de Oxford, por lo me- nos en la especie en que luego hablaré y que se refería, principal- mente á producir una acción social de los universitarios dentro de la intelectualidad. La segunda nota es ésta: La Extensión Universitaria supone una obra de acercamiento de la Universidad á las clases que no pueden participar de su enseñanza. La razón de estar, singularmen- te en el país donde comenzó la Extensión Universitaria, fué la si- guiente: así como la primera enseñanza á veces en algunos sitios, ciertas formas de la segunda enseñanza son gratuitas, vienen sien- do desde hace muchos años, pueden participar, por lo tanto, de ella, todas las personas, cualquiera que sea la situación económica en que se encuentre. La enseñanza superior es una enseñanza pagada y cara, mucho más cara en Inglaterra, y por esa razón tradicional- mente, de un modo exclusivo, á los hijos de las altas clases sociales de Inglaterra, y la Universidad se encontró con esta dificultad, con este problema: de una parte la producción de la conciencia suya como institución social que vive dentro del pueblo de que ella no servía al pueblo entero, de que ella era nna institución de carácter aristocrático, de la cual no podían participar, precisamente, el ma- yor número de la gente, para quien la cultura de carácter universi- tario podía ser una necesidad, y por otra parte, un movimiento de- mocrático moderno que había ensanchado la obra de la educación, había traído á participar de los deseos y de las exigencias de una alta cultura á gentes que hasta entonces no habían pensado, pero que se habían encontrado cerradas las puertas de la Universidad, en primer lugar, porque no tenían dinero, y en segundo lugar, porque no disponían de tiempo que segregar al necesario para la obtención del pan de cada día para destinarlo á la obra de su cultura univer- sitaria. Y entonces las Universidades inglesas y detrás de ellas to- das las que siguieron su camino, vieron palpablemente, la necesidad de abrirse á los pueblos, de acercarse á aquellas clases que hasta en- 272 RAFAEL ALTAMIRA tonces no habían participado de la enseñanza, facilitándole, en este doble sentido, en el sentido económico, haciéndola gratuita ó suma- mente barata, y en el sentido del tiempo facilitando días en cada período del año para que esas clases pudiesen, sin embargo, recibir la enseñanza de los profesores. La tercera nota es la siguiente: La Extensión Universitaria es obra de alta cultura, es decir, obra propiamente universitaria ó de enseñanza superior, si queremos aceptar esa denominación corriente y que es así, efectivamente, lo encontraremos comprobado, si no tuviéramos otros datos, con esta declaración terminante, que en el año de 1908 ha hecho el Comité mixto de profesores de la Universi- dad de Oxford y de los representantes de los trabajadores mineros de Inglaterra, que dice así: (Lee la nota.) Con lo cual la entrada en Inglaterra, por primera vez, como lue- eo recalcaré, del elemento obrero en la obra de la Extensión Uni- versitaria, no ha hecho que se perdiese el carácter eminentemente universitario superior que tiene la cultura que aquellos elementos dieron. Por lo tanto, esta nota excluye estas dos formas de enseñan- za: la enseñanza primaria dada por la Universidad á un público distinto del suyo: los alumnos no la necesitan. claro es, puesto que han pasado la segunda enseñanza; pero ese público nuevo puede necesitar de la enseñanza primaria, la Universidad no se ocupa de la enseñanza primaria y de la téenica, no llama á ese público cuando está compuesto de profesionales de los que se llaman *“oficios””, para darle una preparación, una ampliación de los estudios téenicos su- yos, para hacer mejores obreros, mejores maquinistas, mejores contramaestres, porque eso lo deja por completo á ese serie de ins- tituciones que se llaman de educación técnica, de artes y oficios, á cuyas aulas acuden solamente las personas que quieren dedicarse á las distintas profesiones manuales, como aprendices, dependien- tes del comercio, ete. En rigor hay que decir que esta nota tercera, á saber, que la Extensión Universitaria no haga ni enseñanza primaria ni enseñan- za técnica, dejando la primera á las escuelas, y la segunda á las es- cuelas especiales técnicas, no se ha cumplido constantemente. La forma de Extensión Universitaria, en las cuales la Universidad ha tenido que hacer, al propio tiempo que obra superior, obra primaria, y que hasta ha procedido de una parte con la insuficiente prepara- ción de un elemento considerable del pueblo que na acudido á la Extensión Universitaria y que al encontrarse sin base para poder LA EXTENSION UNIVERSITARIA 273 entender el tono elevado y enseñanza propiamente universitaria, ha pedido que se le dé esa base y entonces ha habido que hacer una parte muy intensa para elevar el espíritu'de hombres que ordinaria- mente son hombres adultos, á aquella situación de cultura que le permita entender las conclusiones y el reflejo explicado con la ma- yor claridad posible de las enseñanzas propiamente universitarias; y por otra parte, porque la diferencia que hay entre la cultura ge- neral que representa la escuela primaria y la enseñanza secundaria, y la cultura universitaria, no están realmente en los asientos. Si os paráis á considerar un poco las cosas que ocupan en la Universidad, y en el período de cultura general, veréis que en lo que este punto representa, el problema de la vida ó problemas de la inteligencia, interrogatorio que al espíritu del hombre se hace res- pecto del mundo que le rodea, ó de las cosas innatas que están por encima de él, existe casi el mismo cuadro de horizonte de la cultura general que en la universitaria; el hecho está en especializar un or- den determinado; la diferencia está en profundizar más ó menos, en tecnicar un orden de cuestiones y preguntas; pero, en rigor, las cuestiones son las mismas siempre, son las fundamentales, que todo hombre se hace constantemente y que utiliza después, de una mane- ra particular, ya para la dirección profesional de su vida, ya en re- lación con la vocación y con el gusto singular que su aptitud ó el ambiente que se ha movido hacen que él determine, dentro del con- junto general de conocimientos. Hay todavía otras segundas notas que tampoco son generales y distintas en toda la Extensión Universitaria; pero que, por darse en algunas de ellas, hay que señalar, para que quede definida, la institución, que son éstas: la primera la nota social de la Extensión Universitaria junto con la intelectual, ó con preferencia á la intelec- tual, y á esa misma dirección pertenece ese movimiento inicial de que participaron los alumnos de la Universidad de Oxford á que me refe- ría antes y que se bautizó en inglés con el nombre de los settlements de los establecimientos y es esto pura y sencillamente la habilita- ción de una casa, ó de una parte de una casa en un barrio obrero de Londres, para que fuesen á vivir en él los estudiantes, ponién- dose, de este modo en contacto con aquella clase social miserable, terriblemente miserable de los barrios pobres de Londres, cuya mi- seria y cuya desgracia ya cantó Dickens en su famosa novela, y participando de la vida de aquéllos y viendo, prácticamente, cuá- les son las condiciones en que aquella pobre gente, más bien se di- 274 RAFAEL ALTAMIRA rían que mueren y no que viven, haciéndose cargo de las necesida- des que responden á las condiciones verdaderamente inexplicables para los que no hayan eruzado un barrio de pobres en Londres; ver de qué manera, con espíritu de piedad, con espíritu de alta consideración hacia el que sufre, hacia el que necesita el auxilio del hermano, de qué manera la Universidad podía elevar conjunta- mente la condición intelectual y el sentido de dignidad de aquellos pobres hombres y la situación social suva. La otra nota se refiere á la selección del público. En esto varía mucho la forma de Extensión Universitaria que hay en el mundo: hay Extensión Universitaria cuyo público pertenece, exclusivamen- te, á la clase media y á la clase que diríamos intelectual y preferen- temente, dentro de ese caso, en todas partes á la clase del magiste- rio primario, maestros y maestras. Es el tipo, por ejemplo, que han tenido, y ha caracterizado el movimiento de las Universidades in- glesas de Oxford, Cambridge, dentro de la obra propiamente inte- lectual. Y á partir de los establecimientos á que acabo de referirme, es la forma que en gran parte ha dominado la Extensión Univer- sitaria de Norte América, por ejemplo, la Extensión Universitaria de Columbia, la Extensión Universitaria de Yale, que ne visitado recientemente, y he tenido ocasión de enterarme, de una manera prsonal, de cuál era el público que acudía, preferentemente, á la Extensión Universitaria y es el tipo que ha tomado la Extensión Universitaria de la Universidad de la Habana á cuya preferencia se dirigen los maestros y maestras de las de la enseñanza primaria cubana. Sólo en 1908, como decía antes, se ha roto esta característica inicial de las Universidades inglesas, y el público de la clase media, y singularmente los maestros que acudían á ella, se han unido á la clase trabajadora minera, constituyéndose en esa fecha, la primera asamblea nacional en que han intervenido conjuntamente elementos universitarios y elementos obreros y se ha iniciado una corriente de cultura dirigida de la Universidad á la clase trabajadora. La otra forma es, por el contrario, aquella que se ha dirigido preferente- mente y exclusivamente, á la clase obrera ó bien que tiene un públi- co mezclado, en el cual, sin distinción, vienen representantes de to- das las clases sociales para recibir, conjuntamente, y sin recelos de ningún género, una cultura que á cada uno interesa por motivos diferentes, pero que tienen que ser común, puesto que proceden de un mismo centro y de una misma Extensión Universitaria. Ese es LA EXTENSION UNIVERSITARIA 275 el tipo de la Extensión Universitaria Continental europea á la cual no han solido acudir los maestros, la alta burguesía, pero que ha podido acudir el público, y ése es el tipo, por ejemplo, y ésa es la diferencia entre la Universidad de New York, que se diferencia de las que me refería antes, en que es un público preferentemente obrero. Dados estos antecedentes y pudiendo ya entender respecto de lo que significa la Extensión Universitaria en el sentido amplio y es- tricto, las varias especies en que se ha ido diferenciando y que se presenta constantemente en las varias naciones del mundo, venga- mos á ver lo que es la Extensión Universitaria de Oviedo; cómo allí, modestamente, sencillamente, con muy buen deseo, con muy buena intención, con muy escasos medios, hemos dirigido nosotros la obra de cultura popular de la Universidad. Nació la Extensión Universitaria Ovetense en Octubre de 1898, é importa, para que os deis cuenta clara de lo que ella es, que yo detalle, así como lo he hecho con Francia, la Extensión Universitaria en general, detalle el carácter de ella y la forma en que se produce, y en primer lugar, debo decir una cosa: nosotros hemos creado la Extensión Universi- taria en 1898 sin plan ninguno, cosa que á primera vista pudiera parecer paradógico, y extrañará, quizás, á aleuno de los que me oyen; cuando digo sin plan, quiero decir, que nosotros, aun cuando teníamos la idea de lo que queríamos hacer, no teníamos una per- cepción clara, determinada, exacta, de la forma en que cuajaría la idea y de los caminos que tomaría ella para producir un efecto útil. Vimos, confusamente, una dirección, una meta, una necesidad que cumplir, la necesidad de que la Universidad se abriese al mundo entero, á la sociedad entera asturiana, y pusiese ella de su parte, para la cultura, para la formación de espíritu nacional. ¿Pero cómo haríamos eso? Nos pasaba como á la inmensa mayoría de los hom- bres cuando comienzan una obra respecto de la cual se ha alumbra- do ya la idea inicial y el sentimiento de realizarla en la vida, y es que sabe hacia dónde va, pero no todavía por qué camino llegará al sitio aquel. Y aparte de esta condición fundamental que tiene toda obra y cuando más jugo lleva en el interior más se acentúa esta condición, nosotros, sistemáticamente, deliberadamente, no qui- simos, desde el primer momento, encerrar en un molde y cristali- zar, en forma determinada, la Extensión Universitaria, de tal ma- nera, que se dijese en Octubre de 1898, va á ser de tal ó cual modo ó de tal ó cual forma; por el contrario, nosotros quisimos que ella 276 RAFAEL ALTAMIRA fuese una obra viva, orgánica, que creciese de dentro á fuera y que fuese creciendo ella misma con la esperanza que el tiempo, pasando de su idea inicial, que se fuera dando la forma adecuada y rectificán- dose en una libertad grandísima para que siempre fuese apropiada al pensamiento que la hizo nacer; los caracteres de ella y la forma que por esta razón ha ido tomando, ha ido modificándose, ha ido ereciendo, son así: en cuanto á los caracteres, nuestra enseñanza no es puramente una enseñanza universitaria; nosotros tenemos cáte- dras en que se dan las clases, en que se explican las materias, como se explica á un alumno de la Universidad, exactamente igual, con los mismos procedimientos, con la,misma altura, sin más que limi- tarla á proceder en la explicación de las cosas que para un alumno universitario no requiere manifestación previa de concepto auxi- liar porque lo lleva en su cultura, que procede de manera que todos esos términos que se dirigen á la consecución de un estado de espí- ritu en el que se extiende la idea de la Extensión Universitaria fue- ra explicada á hombres que no tienen una cultura anterior que les permita proceder ya por términos conocidos. En cuanto al público, la Extensión Universitaria Ovetense tie- ne un público en las diferencias que llamamos generales, que luego definiré, un público completamente mezclado, tenemos la satisfac- ción de haber visto que desde el primer día, que desde la primera conferencia de Extensión Universitaria abrimos de par en par y en formas absolutamente gratuítas las puertas de la Universidad á todos los que quisieran en ella participar de su enseñanza. En los bancos de las aulas nuestras, en donde se dieran aquellas conferen- cias, se sentaron lado á lado, sin repuenancias ni recelos de ningún género y han continuado así, la alta dama aristocrática de Oviedo, vestida con todas las riquezas de su perfección, el profesional, mé- dico, abogado ó ingeniero, el obrero mannal, el soldado y el que pa- saba por la calle y viendo las luces encendidas, se sentía obligado á ir á escuchar lo que decían los señores de la Universidad. (Aplau- SOS. ) Pero otra de las formas que tiene la Extensión Universitaria en aquellas conferencias que dimos exclusivamente en centros obreros, el público, aun cuando siguió siendo mezclado, y es nota interesan- te el decir que nunca faltó á las conferencias que se dan en los cen- tros obreros, estudiantes de la Universidad y del Instituto que van á sentarse ¡juntamente con ellos, á departir, después de terminada la conferencia, acerca de los asuntos en ella tratados, con los obre- LA EXTENSION UNIVERSITARIA 277 hay lugares adonde vamos á dar conferencias, ya en Oviedo, ya en otros pueblos de la provincia y fuera de la provincia, en que el público es exclusivamente obrero, minero en los centros mineros, industriales en los centros industriales, labradores á veces en las aldeas adonde hemos ido y en las cuales prepondera esta clase de trabajo. Tercera nota, tercer carácter, al fin, ¿qué es lo que se ha pro- puesto la Extensión Universitaria de Oviedo? En Inglaterra esa forma tradicional que no ha sufrido modificación hasta 1908, se ha propuesto siempre y continúa proponiéndose en ese público que asiste, un fin profesional, y la obtención de un título. Esos maestros, esos representantes de la burguesía, dependientes de comercio, por ejemplo, personas que tienen un empleo público, que no han podido seguir una carrera universitaria, están aprovechando la enseñanza de la Extensión con la baratura y la facilidad de tiempo; ordina- riamente los cursos se dan en verano, en el período en que tienen vacaciones todos, absolutamente, hasta los criados de servicios, se han propuesto obtener un título universitario, como los muchachos que siguen una carrera normal y ordinaria y obtener el título para pasar de una profesión manual á una profesión intelectual. De modo que es un fin, diríamos, utilitario, aun cuando en un sentido de uti- lidad particular para el provecho en la vida. En Oviedo, por el contrario, el fin que desde el primer momento perseguimos nos- otros, es un fin completamente desinteresado: la Extensión Univer- sitaria de Oviedo no da á sus alumnos títulos de ninguna clase, no da nada, por lo tanto, que sustituya á la matrícula y el proceso de los estudios que hacen sus alumnos ordinarios: ella persigue la cul- tura general, la elevación del espíritu de la gente toda que no han podido seguir una carrera universitaria, con el fin de que ellos pue- dan conocer mejor la realidad en que viven, que puedan abrir su espíritu á las apreciaciones de infinitos placeres intelectuales nega- dos á la gente á quienes no se ha hablado jamás de esto. En suma, se cultiva su espíritu como hombre, sin atención á sacarles un prove- cho, como se persigue especialmente en Inglaterra, y lo interesante es que este sentido que desde el primer momento tuvo la Universi- dad de Oviedo y diciendo: los que vengan vendrán á aprender por- que les interesa aprender, á cultivar su espíritu porque les intere- sa, pero no les producirá ni un centavo más de jornal ni un título del cual podrán hacer tal ó cual dirección en la vida profesional, lo ros mineros; en esos sitios es la clase obrera la que prepondera, y 278 RAFAEL ALTAMIRA interesante es que esto ha sido entendido, inmediatamente, por las clases populares, y cuando nosotros hemos ido á cualquier centro en el cual se iniciaba la Extensión Universitaria y les hemos dicho: queremos serviros en la obra de elevación de vuestro espíritu, como hombres, no como trabajadores en este ú otro orden; el público nos ha respondido de esta manera: al hacer las notas de las enseñanzas pidiendo siempre cosas de cultura general y absteniéndose de las cosas que parecían naturales, de ellos, de las cosas técnicas que se referían á las profesiones técnicas suyas: reconociendo que á parte de lo que ellos deben disponer de interés por ser profesionalmente cada vez más perfecta, les importa, también, no olvidar á la vez que son obreros, son hombres y necesitan, por lo tanto, cultivar uni- lateralmente el espíritu suyo. Ahora, dentro de eso, la expresión clara de nuestro pensamiento puede estar bien representada por estas palabras de Sadler que se refieren á la Extensión Universita- ria en general, cuando dice: “La Extensión Universitaria no pre- tende hacer de cada obrero un profesor, un sabio, lo que se busca es que todo hombre ó mujer que lo deseen, tengan la ocasión de apro- vechar...”? (Sigue leyendo.) (Al terminar la lectura es aplaudido.) Y nos ha ofrecido este pensamiento Sadler, que precedió á la organización de la Extensión Universitama Ovetense en esta fórmu- la: ““El pensamiento íntimo de la Extensión Universitaria...?? (Si- gue leyendo.) ¿Cómo hemos organizado nuestra Extensión Universitaria? Nuestra organización chocó á los delegados extranjeros que en el año 1908 tuvieron la bondad de honrarnos con su presencia en las fiestas del tercer centenario—me refiero á los delegados de las nacio- nes europeas, que es adonde existe la Extensión Universitaria,— porque se encontraron con una institución que no tiene reglamen- to, sino que se gobierna de una manera familiar, patriarcal, en que hay un Presidente porque tiene que firmar, y un Secretario porque tiene que ocuparse en dirigir comunicaciones é invitaciones, pero que en rigor, cuando se procede á la acción, cuando se trata de or- ganizar aleuna de las obras que dependen de la Extensión Univer- sitaria todos son iguales, y no tenemos artículo 1. ni 2. ni 3.%, como ocurre en las sociedades que tienen reglamento para echar abajo las Juntas Directivas que está presidiendo y colocar á otra. No hay nada de eso, y habríais de ver los sábados por la tarde aquellos mo- destísimos salones rectorales de la Universidad de Oviedo, donde nos juntábamos familiarmente Rector, Decanos y Profesores, como LA EXTENSION UNIVERSITARIA 279 hermanos, para convivir en la obra universitaria por encima de to- das las diferencias que individualmente nos puedan interesar en el orden político ó en el orden filosófico ó religioso y pensando nada más que en la obra común, que vale demasiado para que la pospon- gamos á las cosas particulares, nuestro criterio, en que cada uno quiere tener razón, pero puede que no la tenga; habríais de ver cómo reunidos todos y sentados, sin Presidente de ningún género, hacemos nuestra lista del día siguiente: mañana es domingo, hay que salir de misión; ¿qué pueblos tenemos? Tales, tales y tales. ¿Quién va á ir? Pues yo iré á tal sitio ó á tal otro, ó estoy interesa- do de antemano, yo tendría gusto en ir á tal parte, ó me han dicho que les agradaría y les interesaría que fuese allí. Se envía á los pe- riódicos y al día siguiente cada uno sale de su casa á la hora del tren, toma su asiento, y se va, tranquilamente, á dar su conferen- cia. Todos los profesores de la Extensión Universitaria, cualquiera que sea su condición, forman la junta de ellos y todos nos unimos para arreglar las cosas y con objeto de tener una inteligencia direc- ta con los intelectuales, con las restantes localidades, para que nos ayuden en cada uno de los sitios; todos los profesores forman otras juntas, para lo cual nos entendemos con la venida de ellos, porque nosotros hemos establecido un intercambio de Extensión Universi- taria, por virtud del cual si los profesores de la Universidad de Avilés, Gijón, Jerez, Santander, Extremadura y Bilbao, los profe- sores intelectuales que participan de esta idea van á Oviedo, tam- bién, á dar conferencias. La otra nota singular de nuestra organi- zación, es ésta: que como 10 tenemos reglamento, no tenemos pre- supuesto. (Risas.) La Extensión Universitaria se empezó sin un céntimo y continúa sin un céntimo; y ustedes dirán: ¿Cómo se pue- den hacer las cosas sin dinero? Esa es una de las cosas que por for- tuna hay muchas en la vida, que pueden hacerse sin dinero, y des- eraciadamente, si no fuera así, de los que no lo tienen; nosotros lo hacemos sin una partida en el Presupuesto de la Universidad, ó del Estado, para hacer las cosas, entendiendo que en obras de este gé- nero, el capital principal es la buena voluntad y el amor, y cuan- do las gentes quieren hacer las cosas sin pedir un centavo por las conferencias ni que signifique nada de ello, los gastos materiales que pueden haber son insignificantes y se llenan, inmediatamente, con la buena voluntad de aquellos interesados en la obra. (Aplausos. ) Ha ocurrido esto: la Extensión Universitaria ha comenzado uti- lizando el material de la Universidad de las Facultades de Letras, 280 RAFAEL ALTAMIRA Ciencias y Derecho; el aparato de proyecciones de la Facultad de Ciencias, y cuando ha sido preciso adquirir ejemplares de proyec- ciones, nueva serie, necesaria para la Extensión, ó algún mapa ó fabricar aleún mapa especial, estos gastos, mientras la Universidad ha tenido aleún céntimo, pura poderlos hacer, muchas veces, hemos adelantado el dinero los mismos profesores de la Extensión Univer- sitaria, y á veces, aleunos se han olvidado de cobrarlo. Y cuando nos ha hecho falta aleo más, una cantidad exorbitante, de como de cuatrocientas pesetas al año (Risas.), hemos ido, sencillamente, á los hombres que tienen dinero, que es lo que no suelen tener los profesores de la Universidad (Risas.); hemos ido á ellos y les he- mos dicho: la Extensión Universitaria necesita para imprimir su Memoria ó para comprar algunas proyecciones de la casa de Radil- lé, 6 para cualquiera cosa de esa naturaleza, necesita ese dinero, y ni una sola vez nos lo han negado, siempre ha habido espíritus ge- nerosos que han remediado las necesidades de la Universidad, la cual no ha pedido sino cuando ha tenido que hacer el gasto, y en el resto del tiempo ha vivido y continúa viviendo. Por último, es una nota de este orden de cosas la gratitud abso- luta: la Extensión Universitaria inglesa es pagada por una canti- dad mínima; pero la nuestra es absolutamente eratuita: el único gasto que á veces hacemos y que tienen que pagar las sociedades que piden la Extensión Universitaria, es el gasto de traslación del pro- fesor, cuando la localidad está lejana y hay que tomar un tren, y el profesor tiene que almorzar en esas localidades, las sociedades pa- gan el billete en tercera clase, porque nosotros no queremos hacer gastos, y vamos, modestamente, en tercera clase, y no se nos ha roto ningún hueso todavía (Risas.); ése es el único gasto. Y cuando ocu- rre que las sociedades obreras nos dicen aleún año—ha pasado eso en este año último que estuve yo allí—que las sociedades obreras por una razón ó por otra, han agotado los fondos y nos dicen: no podemos tener la Extensión Universitaria, porque no hemos podido reunir los diez ó doce pesos necesarios para pagar el viaje del pro- fesor. Y le hemos dicho: el profesor irá de todas maneras, para que ustedes no pierdan los beneficios de la Extensión Universitaria. Otra nota característica de nuestra obra, es ésta: la interven- ción del público en ella. De ordinario, la Extensión Universitaria se confiere un programa, se redacta, y cuando la Universidad, con mucha antelación al tiempo en que se van á realizar las conferen- cias, se circulan, y todo el mundo puede ver estas materias; empieza LA EXTENSION UNIVERSITARIA 281 esta lista de materias, de asignaturas de la Universidad de Oxford y de Cambridge; pues nosotros lo hacemos de una manera distinta: nuestro programa de conferencias generales, aquellas que se dirigen en la Universidad, un día por semana, á todo el público, sin dis- tinción, quienquiera que entre, esas conferencias que se forman pre- viamente mediante acuerdo de los profesores, son materias de cul- tura general, en las cuales, por ejemplo, os daré una idea de este programa que está rigiendo en estos momentos y que acabo de re- cibir para el curso de 1909 á 1910. (Lo lee.) Pero cuando se trata de conferencias especiales para el público obrero, en las diferentes formas que constituirá después el progra- ma, no lo hacemos nosotros, el programa lo hace el público, al cual convocamos en primero de Octubre, antes de comenzar; convocamos á la Universidad, y allí, en presencia de ellos, acordamos lo que haya de ser el curso. ¿Qué quieren ustedes, qué materias les pueden interesar, qué podemos hacer por la cultura de ustedes, especial, distinta de la del año anterior? Y son los obreros mismos los que se- ñalan la materia y los que forman el programa, único caso que yo conozco de Extensión Universitaria en que el asunto esté dado por el público mismo. A nosotros nos ha parecido esto tan natural, que más no puede ser. Porque, ¿para quién es acuello?, ¿para los que acuden, para los obreros que solicitan una cultura? ¿Vamos á darles nosotros lo que á nosotros nos interesa? No, lo que les interesa á ellos, y únicamente lograríamos un verdadero interés por parte del alumno cuando él mismo haya escogido el asunto y vaya deseoso de escuchar aquellas cosas. Otras formas de intervención del público, son las formas de in- tervención en las excursiones de que hablaré después, y la forma ge- neral de intervención que él presenta, familiar, sencilla, que damos en nuestra enseñanza, permiten á los alumnos que pregunten cons- tantemente, y que intervienen en la explicación, pidiendo aclaracio- nes, haciendo que se repitan las cosas, comparando antecedentes, en suma, interviniendo, en lo posible, en diálogos con el profesor. Por último, en cuanto al profesorado, el nuestro es sumamente complejo, acabáis de verlo en la lista que he leído ahora; hay ele- mentos propiamente universitarios, actuales, activos y suplentes; hay profesores de enseñanza primaria, hay médicos, hay ingenieros, hay abogados; pero además, hay esto otro que interesa erandemen- te, que yo he señalado como una nota característica de la Exten- sión Universitaria del continente americano y que desde el primer 282 RAFAEL ALTAMIRA instante la Universidad de Oviedo ha tenido la gloria y la satisfac- ción de ver cumplido en ella, y es que nuestros estudiantes traba- jan con nosotros en la Extensión Universitaria, han sentido la im- paciencia de colaborar en la obra de cultura general y han ereído que ellos estaban ya en condición. y deberían, puesto que tienen condiciones, aportar aleún trabajo suyo á esa obra que había emprendido la Universidad. y al propio tiempo que comunicaba su saber á aquellos que desprovistos de condiciones de- bidas, no han podido adquirirlas, pero solicitan establecer en forma una solidaridad social, real, entre gentes que viven en clases socia- les distintas y que por eso suelen mirarse con recelos y no amarse como deben amarse todos los hombres. (Aplausos. ) Veamos ahora cuáles son las formas de nuestra Extensión Uni- versitaria. Algo de ella he adelantado; pero quiero detallarla más para que quede perfectamente diáfana en la imaginación. Nuestra Extensión Universitaria tiene en primer término eso que llamamos conferencias de vulgarización, que son, ó conferencias sueltas Ó se- ries de tres ó cuatro sobre un mismo asunto, y que son dadas en la Universidad una vez á la semana sobre diferentes asuntos, que esta misma lista ha podido poner en evidencia; otras veces en las so- ciedades obreras, y á veces los domingos, ordinariamente, en los centros obreros de las localidades diferentes, que son ya 14 en As- turias, más la de Santander, Bilbao y Extremadura, adonde hemos ido á llevar la Extensión Universitaria. Y en suma, en todos los si- tios en los cuales no se haya creado todavía esta otra cosa que voy á indicar inmediatamente. Los que llamamos cursos sistemáticos cerrados, que son grupos de materias organizadas conforme á la voluntad del público, en la manera que indiqué antes, exclusivamente destinadas á los obreros, por lo tanto, con sus matrículas completamente gratuitas y en la cual ante el grupo escogido que quiere estudiar, no á la manera de pura percepción, sino en la forma de colaboración activa de un alumno que sigue, efectivamente, una enseñanza de carácter siste- mático, interviniendo en ella la forma que dije antes. Tenemos lue- go esta otra forma, que fué sugerida, en parte, por el tipo de las con- ferencias de carácter literario y en parte por una necesidad funda- mental del pueblo obrero, que son la lectura de obras maestras de todo género. Esas lecturas las hacemos nosotros de dos maneras: ó bien en cualquiera de estas conferencias de cultura general esco- giendo, por ejemplo, la Odisea de Homero. Yo he dado un grupo de LA EXTENSION UNIVERSITARIA 283 seis conferencias sobre la Odisea que consistió, sin aparatos de eru- dición de ningún seénero, el público no lo consentía ni mi competen- cia tampoco, porque no soy helenista, yo leo á Homero traducido, una serie de conferencias en las cuales yo dí lo que me importaba acerca de lo que sienifica hoy la cuestión homérica, en el mundo. Tres ó cuatro toques de esos que se quedan perfectamente á todo el mundo; desarrollé el areumento de la Odisea, expliquélos con pro- yecciones y mapas, restaurando; por ejemplo, todas esas direcciones de los viajes de Odiseo, de Berart y de Mentor que han producido estas proyecciones y vistas de los sitios que se creen corresponden á la geografía actual por los cuales Homero hace pasar á Ulises, una explicación del argumento y lectura de los trozos fundamentales del poema en que puede producirse una sacudida estética en el público y deseo de repetirlo después en su casa; pero nos encontramos luego con este otro problema, el problema del lector obrero. Sabido es que no se forma hoy un centro, sea de obreros manuales ó de comercian- tes ó de industriales de cuaiquier otra clase que no funde en segui- da la biblioteca, comprando libros, pidiéndole libros á los gobiernos, á los autores también; pero ya está la biblioteca: ¿dónde están los lectores? Y resulta por la experiencia de la mayoría de esos círculos que los libros están colocados en los estantes, pero el número de per- sonas que los aprovechan es insignificante, y pudiera una biblioteca de ese género formarse perfectamente en la mayoría de los casos de la manera como formó su biblioteca un célebre torero, el cual pidió á un librero mil pesetas de libros, y preguntándole aquél qué libros quería, ¿qué libros quiere usted ?, ¿de qué clase los quiere? Eso me es indiferente, déme mil pesetas de libros. Excuso decirles que el librero le envió todos los diccionarios que tenía y no podía vender. (Aplausos.) Pues bien, nos encontramos con este problema, no se trata, en manera alguna, de formar bibliotecas, lo que se trata es de formar lectores. ¿ Y por qué no lee la vente? La gente no lee por estas dos cosas fundamentales: la primera es porque muchos que parece que saben leer, no saben leer, porque por deficiencias en la forma de enseñar la lectura en todos los países del mundo, la gente silabea las palabras que están impresas ó que están manuscritas, pero lo que está debajo, el sentido, se les escapa. Y de tal manera está arraigado en nosotros esa viciosa manera de leer, que cada uno de vosotros lo podéis comprobar cuando leéis un libro extranjero y á veces en el propio idioma, que cuando viene una palabra que ofre- ce ciertas dudas respecto de su significado, lo lógico sería esto: parar 284 RAFAEL ALTAMIRA la lectura é ir á buscar la palabra al diccionario, y no que dicen: ya lo entenderemos por el contexto; de donde resulta que el sentido fundamental de la frase se escapa completamente. Y eso, natural- mente, ocurre, mucho más frecuentemente, en aquellos que tienen una cultura escasa, porque no han concurrido á establecinrientos de enseñanza donde esos conocimientos puedan adquirirse. Pero hay, además, otra cosa: que como eso los lleva á no leer, porque no en- tienden la lectura, creen que los libros son cosas muy aburridas, que no pueden encontrar en ellos placeres de ningún género, pero eso está bien para aquellos que quieren prepararse para estar en condi- ciones de ocupar un puesto de Concejal ó Diputado, pero para un hombre que quiere cultivar su espíritu es una cosa muy aburrida eso que se llama novela de folletín ó los periódicos ilustrados que traen muchos monos. (Risas.) Y entonces los obreros mismos plan- tearon el problema y dijeron: nosotros queremos que nuestros hom- bres lean, y ¿cómo lo vamos á conseguir? Dije: no hay más que una manera, y esa manera consiste en enseñarles, primero, á leer bien; segundo, en enseñarles que puedan encontrar momentos de satisfae- ción espiritual en los cuales se diviertan, porque otra de las cosas que hay que enseñarles es á divertirse. (Risas.) Enseñarles que se pue- den divertir tanto en las cosas que divierten sin menoscabo de su soledad y de su espíritu en lectura de buenos libros. Y como eso no se puede hacer más que con el ejemplo, vamos á constituir grupos de lectores en los centros obreros, grupos de cinco, de diez obreros, que se reúnan con un profesor ó un alumno de la Universidad, el cual les va leyendo una obra maestra ó de ciencias naturales cuando son descriptivas, excitando su fantasía ó el sentido estético y hacien- do que las lecturas despierten en su espíritu un vivo interés; van leyéndoles, con la condición de que cuando llegue un pasaje Ó una palabra que no entiendan, hagan parar la lectura y pregunten: ¿eso qué es? Con lo cual, va desarrollándose en ellos un caudal de nuevas palabras que ha de facilitarles, después, mucho más la lee- tura; y además, con la condición de aue siendo el grupo pequeño y estando en una familiaridad grande de relaciones, no tienen la ver- eiienza que tendrían ante un gran público de preguntar aquellas cosas, porque allí están en familia, tratándose como hermanos y compañeros y no puede haber nineuna consideración de amor pro- pio que moleste á nadie. Con lo cual, conseguimos estas dos cosas : primera, ir haciendo que la gente lea mejor y, segunda, darles á conocer libros de los cuales mo tienen ni la más remota idea, que bel LA EXTENSION UNIVERSITARIA 285 creen que por no ser libros de uso común y corriente, no pueden ser divertidos, lo que se demuestra con la lectura de pasajes de ellos que son encantadores, con los cuales se pueden divertir tanto como en la comedia ó con el drama que van á escuchar sin ser literatos ni eríticos y, sin embargo, les gusta eso. Y nuestra experiencia ha sido ésta: en esos grupitos de lectores que hemos formado, primero, en los centros de obreros de Asturias y para los cuales yo he escrito un manualito de Lecturas para Obre- ros, que contiene una lista de libros que cuestan desde 10 céntimos hasta 2,50 de peseta, y que puedan constituir una biblioteca. He- mos conseguido con esto, que cuando se ha hecho lectura de una obra de esas que hacen vibrar á los que tienen sentido íntimo de la belleza, y para eso no hace falta cultura, cuando hemos leído un li- bro de este género y después de terminada la lectura, un descuido del profesor dejando olvidado el libro, ha habido diez manos que se han adelantado á cogerlo y el libro ha desaparecido en seguida. Y hemos conseguido más todavía, hemos conseguido que prepa- rados en esta forma los obreros manuales que muchas veces no han hecho más que pasar durante pocos años por la escuela primera y que muchas veces no saben leer ni eseribir, pero que son hombres de espíritu formado ya, que han ido recogiendo de la educación de los hombres un caudal de cultura que les eleva el deseo y les pone en condiciones de comprender las grandes cosas cuando se acercan á ella con claridad, con precisión de conceptos que ellos pueden enten- der y esos hombres hayan ido y se hayan deleitado con la lectura de los dramas de Shakespeare ó con las-obras filosóficas de Rousseau, y que hayan entendido, en suma, las grandes obras maestras que has- ta ahora se consideraban que no podían entender sino el que tenía una cultura especial literaria. Vengamos á otra forma: las excursiones. ¿Qué son estas excur- siones? Las excursiones de Extensión Universitaria, han nacido del siguiente modo: el primer año que creamos los cursos especiales, los cursos cerrados para obreros, pensamos que una vez terminado el trabajo, sería muy bonito, siguiendo lo que ya es método en la Uni- versidad de Oviedo con sus alumnos oficiales, de reunirse al final del curso, y pasar un día de campo profesores y alumnos, almor- zando juntos como compañeros, como amigos, que es como vivimos allí constantemente; reuníamos, también, á los alumnos de la Ex- tensión Universitaria y tomásemos, con ellos, un domingo, por la . tarde, una taza de café, y tomamos una taza de café juntos y de- 286 RAFAEL ALTAMIRA partimos como compañeros, hablando del resultado del curso, de las elecciones, de los ideales, de las perspectivas para el curso próximo, y los obreros, á fuer de hidalgos y de caballeros, salieron de allí con la idea ya de que les correspondía á ellos devolvernos aquella invi- tación y que era preciso que al café de los profesores correspondie- se alguna ocasión en que se volviesen á encontrar los profesores y los alumnos de las clases populares; y se hizo así- los obreros, ahorran- do céntimo á céntimo, reunieron la suma bastante para que realizá- semos un almuerzo en un lugar delicioso de las cercanías de Ovie- do, á las orillas del Nalón, á 12 kilómetros de allí, un almuerzo ex- elusivamente obrero en cuanto á la organización y en cuanto á los gastos, al cual fueron invitados todos los profesores de la Univer- sidad y un grupo considerable de alumnos, que algunos habían par- ticipado, también, como profesores de la Extensión, y otros habían sido alumnos constantes y comunicadores constantes, también, del espíritu de la Universidad. La excursión se hizo á pie, empezamos por ejercitar nuestras fuerzas físicas al aire libre en una hermosa mañana de primavera, corriendo esos doce kilómetros por las pra- derías y los bosques de castaños de Asturias y llegamos todos con- fortados con aquella comunicación franca y sencilla del camino, en que hablábamos de todas las cosas, confundidos, obreros, estudian- tes y profesores, en que cada accidente del terreno daba lugar para una pregunta y una contestación que añadía un nuevo conocimiento al que preguntaba. Llezamos nosotros en santa fraternidad á orillas del Nalón, en la que nos esperaba una mesa, al aire libre, alrededor de la cual mos sentamos con todos aquellos obreros, muchos de los cuales, repito, no habían estado, jamás, en la escuela primaria, per? que habían asistido á nuestras clases de Extensión Universitaria; almorzamos, y almorzamos con esta nota admirable que yo debo se- ñalar aquí para honor de la clase obrera y para honor del pueblo asturiano: que habiendo, como había vino en la mesa, y habiendo, lo que hay siempre, la comunicación de la alegría y la expansión de los que toman vino entre amigos, no se rompió ni un plato ni una copa y dieron el alto ejemplo de que aquel banquete terminase de la manera más y más respetuosa para todos los elementos que habían intervenido. El éxito de aquélla, animó á repetir estas excursiones, y no nos concretamos ya con ir por los alrededores de Oviedo; he- mos hecho la experiencia el año último con una excursión de 150 obreros en un tren especial que nos ha llevado á Santander y nos han tenido allí tres días alojados en los hoteles y en las casas de LA EXTENSION UNIVERSITARIA 287 huéspedes de Santander para ver todas las instituciones adminis- trativas, industriales, comerciales, que podían interesar á nuestro público y los monumentos artísticos, ete., y hacer las excursiones de recreo por los paisajes admirables de las cercanías de Santander, y esas excursiones, y al frente de cada uno de cuyos grupos de obre- ros iba un profesor de la Universidad, y hemos dejado en la ciudad de Santander la misma impresión que se dejó un día en la de Cal- gas: de que aquellos hombres son dignos de estar con todo el mun- do y en todas partes; dejaron la misma impresión de respeto y de sentimientos de la alta dienidad humana que llevan en sí y la alta cultura que han recibido mediante el trato con la Extensión Uni- versitaria. (Aplausos. ) Y como no tenía más remedio que suceder, estas exeursiones de fines de año, han traído las excursiones dominicales y éstas se hacen ya con asistencia de obreros, de profesores y estudiantes, en la for- ma que, por ejemplo, este programa del año de 1910 dice: (Lo lee.) Y efectivamente, todos los domingos, cuando no llueve, cuando el tiempo no lo impide, vamos tranquilamente á un sitio de donde se domina un paisaje admirable, mañana á otro sitio en donde hay una antigua ielesia del tiempo de la reconquista ó un puente de ori- gen romano, ó á un sitio donde hay que admirar una fábrica, en suma, un motivo cualquiera que á veces no es más que un motivo para estar en el campo y vivir juntos y romper con las preocupacio- nes de la vida diaria y con todos los eternos paseos por los mismos sitios de la Universidad para comulgar con la Naturaleza, con Dios y con nuestro propio corazón, que es lo que nos importa más á unos y á otros. (Aplausos. ) Y así, poco á poco, por la fuerza misma de las cosas, por las ne- cesidades que iban naciendo en el público de la Extensión Univer- s.taria, ella se ha ido ampliando y hemos comenzado con veladas es peciales para las mujeres obreras, porque ellas, como velan, ordi- nariamente, no pueden concurrir á las clases que se dan desde las seis de la tarde: ellas dejan el trabajo á las 9 de la noche y hay que buscar, por lo tanto, horas á propósito, y éstas no pueden ser después de las 9 porque salen rendidas de su trabajo y entonces ellas escogen los días de fiesta, los domingos, ensayando algunas piezas Ó con aleunas lecturas literarias, con aleunas de estas cosas que comparten también la obra de cultura que el obrero varón siente ya y de esa manera, incorporarlo á nuestra acción. Esto ha sido iniciativa de los mismos obreros, 288 RAFAEL ALTAMIRA Y, por último, señores, yo tengo que referirme á una cosa ver- daderamente admirable que ocurrió el año pasado en Oviedo, una de esas cosas que emocionan á aquel que no tiene el corazón dormi- do y seco por las asperezas y los egoísmos de la vida; y fué que una noche, y en la clase de fisiología ó de botánica, no recuerdo bien, en una clase que daba el profesor de ella, el Dr. Barras de Aragón, entró una niña como de 12 á 13 años: el profesor creyó que era la hija de uno de los obreros que asistía, porque á veces los obreros llevan á sus hijos á las clases para que empiece á despertarse en ellos el interés y se cree el público futuro que ha de sustituir á ellos; pero al día siguiente, la niña vino acompañada de tres compañeras suyas, y en la otra clase ya eran diez ó doce, y entonces los obreros se alarmaron y propusieron al profesor este problema: señor, estas niñas que han venido aquí no sabemos quiénes son, y en segundo lugar, usted comprenderá que como hombres barbudos ha de dar- nos vergiienza el confesar nuestra ignorancia y hacer estas pregun- tas que permiten que la enseñanza sea familiar, delante del niño; entre nosotros ya hemos perdido el recelo que podía inspirarnos el primer día y ya, como usted ve, hablamos perfectamente sin di- ficultad, pero delante de las niñas tiene que ser violento para nos- otros; de manera que una de dos: ó se marchan las niñas ó nos- otros estaremos aquí nada más que de oyentes y se perderá el éxi- to principal de las conferencias. Entonces el profesor llamó á la niña en quien se había fijado principalmente porque había acudido varias veces y le dijo: — Vamos, ven aquí, ¿quién te ha traído aquí? —Señor, nadie, he venido yo. —¿ Por qué has venido? —Mire, señor: yo he oído hablar de estas cosas de la Extensión Universi- taria, y la otra noche me mandó mi madre á hacer un recado; pasé por aquí, vi luz en la Cátedra de ustedes. entré, y si viera cómo me gustó. Me gustó tanto, que lo conté á mis compañeras del barrio y las he ido trayendo, todas éstas son mis amigas, todo esto nos in- teresa muchísimo. Y el profesor vino y me dijo: me encuentro con este conflicto: ó el obrero adulto sale de la clase ó salen las niñas, ¿qué hacemos? Le dije: todo menos apartar de la Universidad ese público es- pontáneo que ha venido porque le interesan realmente las cosas res- pecto de las cuales no puede haber interés de ninguna clase. Se está trabajando para el obrero del día de mañana; si se carece de perso- nal, no tenemos derecho, por ello, de lanzar á esas niñas de la Uni- versidad; el problema lo vamos á resolver así: la cátedra de Cien- LA EXTENSION UNIVERSITARIA 289 cias Naturales se va á desdoblar, desde ahora; usted continuará con los alumnos obreros adultos y usted indicará un alumno suyo aventajado ó al sustituto de la cátedra para que haga la cátedra especial á esas niñas que han querido venir á la Extensión Uni- versitaria. Y de esta manera ha nacido el público infantil obrero de la Extensión Universitaria, que ha venido él solo sin que lo llamase nadie y que esperamos que será un plantel especial en el cual se enseñarán procedimientos nuevos de la forma de Extensión Uni- versitaria que nos asegurará, para el día de mañana, un contingente importante en la obra nuestra. Y voy á terminar indicando, rápidamente, el resultado que nos- otros creemos haber obtenido en esta obra de Extensión Universi- taria, la cual tiene, no lo olvidéis, doce años ya bien pasados de realización, lo cual quiere decir esto: que una cosa hecha en Espa- ña, en el pueblo español, motejado ordinariamente de pueblo que tiene iniciativas, pero que se cansa y no las continúa, ha vivido du- rante tanto tiempo y ha continuado viviendo, pero es que no se ha limitado á seguir viviendo, es que nuestro público de cien ó dos- cientas personas es un público que representa hoy en todo el distri- to universitario de Oviedo más la provincia de Santander que se ha unido á la acción ésta por iniciativa del Ayuntamiento y de las so- ciedades obreras, cuenta con un público de doce á quince mil obre- ros que son alumnos de la Extensión Universitaria Ovetense. De modo que la cosa no ha vivido, sino que ha seguido creciendo. Y el resultado que nosotros hemos creído haber hallado es éste: en pri- mer lugar el de la mezcla de clases en nuestra cátedra, ese ejemplo constante de cultura, de tolerancia, de convivencia social en virtud del que continúan sentándose lado á lado todas esas representaciones de clases sociales que yo indicaba el primer día, consistente en la obra de las conferencias semanales de la Extensión Universitaria. En segundo lugar, que si de las explicaciones de la Extensión Uni- versitaria nuestro público no saca—salvo en la forma de los cur- sos cerrados—no saca, ni nosotros pretendemos saque, un conjunto grande de conocimientos concretos, porque verdaderamente lo que se oye y no se vuelve á oir se borra, ha tenido, por lo menos, esto que es tan importante ó más que la apreciación de conocimientos concretos al demostrar á la gente que se pueden pasar toda la sema- na oyendo á una persona que habla de altas cosas científicas, que pueden pasar agradablemente y producir en los espíritus aquellos la sensación de ese mejoramiento, de esa elevación que sigue inme- 290 RAFAEL ALTAMIRA diatamente al contacto Ó con un eran espíritu ó con una gran en- señanza de carácter científico y literario. En tercer lugar, tenemos ese sugerimiento de lectura á que me había referido que hemos logrado en los grupos obreros y que ha- cen que cada día, más que los libros de las bibliotecas obreras, se lean y se aprovechen por lo tanto. Luego esta obra interesante para todos, y es la elevación de ideales que se ha producido inmediata- mente en la juventud, la cual, de una parte, como alumnos de la Extensión Universitaria, viviendo y sentándose al lado de los obre- ros, y de otra parte, con el despertamiento en ellos del deber que les corresponde de ayudar á esta obra de solidaridad y de protec- ción de carácter intelectual que ella representa en la vida á sus hermanos que no pueden trabajar en ese orden de cosas, ha hallado ya un camino de acción social, fecundo y elevado, que hasta enton- ces no conocía y que puede encauzar mucha actividad, mucha vo- luntad para ser colaboradores activos de la gran obra de confra- ternidad en las Universidades españolas. Y luego, señores, de una parte, el juicio que hemos escuchado de labios de profesionales de Extensión Universitaria, como Khan, el francés, en su libro, en el que él entendía que la forma lograda por la Universidad de Ovie- do era la forma más apropiada para la especie particular de la Ex- tensión Universitaria que se dirige á las clases populares; y de otra parte el juicio que el Dr. Dihigo pudo escuchar de labios de un profesor de la Universidad de Oxford sobre la forma popular, de donde nació la Extensión Universitaria, la forma popular que en Oviedo había fructificado y no lo había podido conseguir ella hasta el año 1908. Y con todo esto ha resultado lo siguiente, y es una compenetración tan grande entre el pueblo asturiano, dand., ahora á la palabra la acepción más amplia, en la cual se compren- den todas las clases sociales y la Universidad, que ésta ya no es mirada como una institución de carácter administrativo, como una institución oficial, que importa á los que cobran la nómina y á los que van á obtener un título, sino á aleo que tiene sus raíces más hondas en el mundo social y respecto de la cual, por lo tanto, ha podido pronunciar una aldeana de Oviedo, en las fiestas de la Ex- tensión Universitaria, estas palabras, que bastarían para fortale- cernos en la acción que hemos emprendido, estas palabras con las cuales saludó á la Universidad de Oviedo, al decir estas palabras, llamándole “nuestra Universidad”; porque el viva que ella dió, aquella muchacha criada en los campos, aquella hija que llevaba á LA EXTENSION UNIVERSITARIA 291 pastar vacas, que ha acudido á las conferencias de Extensión Uni- versitaria, el viva que dió no fué el viva la Universidad de Oviedo, no fué el viva á D. Fermín Canellas, fué el viva á nuestra Univer- sidad, porque ella lo sentía en el fondo del alma como suya, tan suya como aquellos que iban á obtener un título y á formarse como verdaderos profesionales. (Grandes aplansos.) * EL NATURALISTA CUVIER Y SUS PARADOJAS CIENTIFICAS ? HOMENAJE AL DR. LA TORRE POR EL DR. ARÍSTIDES MESTRE Profesor Auxiliar de Biología, Zoología y Antropología M. Cuvyier était un de ces hommes qui n'ap- paraissent que de loin en loin, et qui font épo- que dans le siécle od ils vivent. M. le Baron Thénard. «La admiración general suscitada en el mundo culto por la serie de memorias que Jorge Cuvier publicó á partir de 1798 y que fueron coleccionadas en 1812 bajo el título de Recherches sur les ossements fos- sils, no ha disminuído en nuestros días á pesar de un transcurso de tiempo de más de un siglo.» Estas palabras escritas por Ch. Depéret en su pequeño libro sobre Les transformations du monde animal son de una realidad indiscutible: á cada momento encuentra el hombre que dedique sus vigilias á esa clase de investigaciones, motivos suficientes para no olvidar la superioridad extraordinaria que distinguió á aquel sabio. La historia del transformismo no resultaría completa sin el relato de la oposición que hiciera Cuvier, en fecha memorable, al desenvolvimiento de la doctrina del egregio Lamarck. Jorge Federico Cuvier nació en Montbéliard el 23 de Agosto de 1769, precisamente á los ocho días de haber venido al mundo Napo- león Bonaparte; y murió el 13 de Mayo de 1832. “Estimulado por un instinto irresistible hacia el estudio de la naturaleza, sin ser ex- traño á rama alguna importante de los conocimientos humanos, llegó 1 Extracto de la conferencia pronunciada en la Universidad el 21 de Enero de 1911 (RE- VISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, Vol. XII, págs. 136 y 364). EL NATURALISTA CUVIER Y SUS PARADOJAS CIENTIFICAS 293 á ser el legislador, el genio protector de la Historia Natural.» * Dedí- case primeramente á la teología, demostrandosu gran inteligencia en los estudios llamados clásicos; pero un juicio injusto de uno de sus maestros sobre una composición suya le hizo abandonar aquella carre- ra. Pasaála Academia de Stuttgart, donde se distingue en las lenguas de Homero y Cicerón, y efectúa el aprendizaje de la filosofía, de las ciencias naturales y de las matemáticas. La lectura de Buffon, las lecciones de Kerner y los consejos de su condiscípulo Kielmeyer, des- piertan su afición por la observación de la naturaleza. En 1788 con- cluye de estudiar el alemán y va al castillo de Firquainville (Basse Nor- mandie) de preceptor del hijo del Conde de Héricy. En la Normandía, ya en correspondencia con Lacépede, allí cerca del mar, realiza sus primeras disecciones de animales. Dibujaba con gran habilidad y retenía extraordinariamente los caracteres de las especies por él ob- servadas. En 1794 lo llamó á su lado E. Geoffroy St. Hilaire, di- ciéndole: «Venid á jugar entre nosotros el papel de un nuevo Lin- neo.» En 1795 abre Cuvier su primer curso de Anatomía Compara- da en el Jardín de Plantas de París, dando cuenta en un importante discurso—“que ya anunciaba el genio que creara la ciencia»—del es- tado en que se encontraban entonces aquellos conocimientos. Sus investigaciones sobre los huesos fósiles preceden á sus doctrinas de las revoluciones del planeta. Persiguiendo el (método natural», sirvióle la anatomía de base de clasificación (vertebrados, moluscos, articulados y zoófitos); y consi- dera al sistema nervioso, por su jerarquía orgánica, como el funda- mento de la animalidad. “El sistema nervioso, es, en el fondo, todo el animal; los otros sistemas le están subordinados.» Los planes de organización animal obedecen al sistema nervioso y á su disposición. El examen de las osamentas de la colina de Montmatre, por otra 1 Notice historique sur les ouvrages et la vie de M. le Baron Cuvier; par G. L. Duvernoy, Paris, 1833;—Histoire de la Zoologie. Les fundateurs de la Zoologie moderne, Georges Cuvier; par F. Hoe- fer, Paris, 1890.—Además, para el desarrollo de la conferencia se han consultado los siguientes estudios: La philosophie zo0ologique avant Darwin. (Georges Cuvier; par E. Perrier, Paris, 1884;— Histoire des Sciences et des savants, etc; par A. De Candolle, Genéye-Bale, 1885;—Histoire Naturelle générale, ete. Introduction historique; par I. Geoffroy St. Hilaire, Paris, 1854;—Discours sur les ré- volutions de la surface du globe et sur les changemens qu' elles ont produits dans le régne animal; par Georges Cuvier, Paris, 1940;—Traité de Zoologie, Georges Cuvier et les classifications anatomiques; par E. Perrier, Paris, 1897;—The orders of Mammals, The epoch of Cuvier and de Blainville; by W. K. Gregory, New York, 1910;—Les transformations du monde animal. Georges Cuvier et les révolu- tions du Globe; par Ch. Deperet, Parisr1907;—Elements d' Anatomie Comparée. Introduction. Es- quisse historique; par R. Perrier, Paris, 1893;—Traité d' Anatomie Comparée pratique. Introduction; par C. Vogt y E. Yung, Paris, 1888;—L'Anatomie Comparée des animauzx basée sur l' Embryologie. Introduction: par L. Roule, Paris, 1898;—L'Embryologie Comparée. Preface; par L, Roule, Paris, 1894;—Conferénces de Paleóntologie. La Paleóntologie depuis Cuvier, ete; par M, Boule, Paris, 1905, 294 ARISTIDES MESTRE parte, en otro orden de investigaciones, llevan á Cuvier á su concep- to sobre las especies fósiles en relación con los cambios geológicos; y el célebre Discours sur les révolutions de la surface du globe et sur les changemens qu' elles ont prodwit dans le régne animal, constituye una de las páginas más brillantes de su larga historia de notables produccio- nes científicas. ? Cuvier expuso, con una claridad y «precisión incomparables, las nociones fundamentales de estas dos ciencias hermanas, de las cuales puede considerarse como el verdadero creador: la Anatomía Compa- rada y la Paleontología. Reconstruyó esqueletos de animales extintos, estimando que las especies actuales eran diferentes á las fósiles, y que cada capa geológica contiene sus propios restos de organizaciones desaparecidas. En Anatomía Comparada sostuvo el principio de la subordinación de los caracteres (dominantes y subordinados; categorías taxonómicas) y el de la correlación de las formas. En Paleontología formula estos dos: el de las revoluciones del globo y el de las creaciones sucesivas. (La vida ha sido frecuentemente trastornada sobre la tie- .P. : ; d rra por advenimientos espantosos; innumerables seres vivos han sido víctimas de estas catástrofes; unos, habitantes de la tierra seca, se han visto desaparecer por los diluvios; otros, que poblaban el seno de las aguas, han sido colocados en seco por la súbita elevación del fondo de los mares; sus mismas razas han concluído para siempre.» Las capas geológicas representan para Cuvier «una flora y una fauna distintas, y sin relación genealógica con las que le precedieron y le han seguido”. Pensaba que cada animal había sido creado para vi- vir en condiciones determinadas, opinión que constituye su principio de las condiciones de existencia; siendo partidario de la fijeza de las es- pecies, dogma absoluto, indiscutible. El tipo específico se adapta pre- 1 La relación de las obras, memorias é informes de G. Cuvier ha sido hecha por Duyer- noy, atendiendo al orden de su publicación desde 1792 ( Memoire sur les cloportes) hasta 1832 (Llo- ge de Lamark, la, aprés le mort de M. Cuvier, dans la séance publique de l'Academie, Novembre 1832) y pasa su conjunto de doscientos. Mencionaremos las Lecons d' Anatomie Comparée, 1800, ete.; Le Régne animal distribué d'aprés son organization, 1817, etc.; Recherches surles ossemens fossiles, 1822, etc.; La Histoire Natwrelle des poissons, par Cuvier et Valenncienes, París y Strasburg, 1828, tomos I et 11, y siguientes; el tomo IX se terminó á la muerte de Cuvier y apareció en 1833. Nos fijamos en esta obra por la circunstancia de estar en ella citado el Profesor Felipe Poey, fun” dador de las cátedras de Zoología y Anatomía Comparada en la Universidad de la Habana en 1842. «En 1826, —escribía Poey dando idea de su Zetiología Cubana—cumplidos mis veintisiete años, hice mi viaje 4 París llevando conmigo 85 dibujos de Peces de esta Isla y 35 especies contenidas en un barril de aguardiente. Era el tiempo en que el ilustre Cuvier ordenaba sus primeros traba- jos para la publicación de su grande obra titulada Historia General de los Peces. Todo le fué en- tregado; y tuve el honor—agrega Poey—de ser citado por él y su colaborador Valenciennes. » En una conferencia dada en el Nuevo Liceo de la Habana (Enero 9 de 1885) Poey hizo referencia á una invitación de Cuvier, 4 propósito de las especies á él entregadas, y que decía: «El Barón Cuvier y la Baronesa le esperan á comer, ete.» (Obras Literarias, de Felipe Poey, Habana, 1888.) EL NATURALISTA CUVIER Y SUS PARADOJAS CIENTIFICAS 295 concebida y perfectamente al medio viviente, y es ante el pensamien- to cuveriano producto de una potencia sobrenatural. Tenemos así la doctrina de la inmutabilidad de las especies frente á la del transfor- mismo, que considera 4 las especies formadas gradualmente, sin dis- tinción absoluta entre las razas y las especies y derivándose la raza de la variedad y la especie de la raza. Existe evidente contradicción—y estas son precisamente las para- dojas que se observan al estudiar la vida científica de Cuvier—entre esos principios enunciados y las ideas que emitió al discutirlos en sus trabajos más importantes. En efecto, quien formuló ese grupo de trascendentales principios sostenía al mismo tiempo que no había más ciencia que la constituída por la acumulación de hechos «sin ninguna tentativa de teoría». Toda tentativa, dijo Cuvier, para hacer la historia natural filosófica será un retorno hacia un método que la verdadera ciencia ha dejado detrás»; y no admitía más que es- ta idea teórica: “toda teoría es imposible». Y, sin embargo, estable- ció teorías y formuló principios y leyes con carácter de absolutos: dí- galo si no el principio de la correlación de las formas que creyó apli- cable á todos los casos y que el descubrimento del primer ave fósil — el Archeeopteriz lithographica—demostró que no lo era para los tipos de transición. El transformismo de Lamarck sufrió un rudo golpe cuando la cé- lebre polémica que tuvo lugar en 1830 en el Instituto de Francia entre Cuvier y E. Geoftroy Saint Hilaire, representante de la doctrina de la mutabilidad de las especies zoológicas y de la evolución gradual del planeta; entonces fué, al decir de un historiador, cuando Cuvier, en su profunda interpretación de las leyes de la organización y de la vi- da, al dirigirse á su ilustre adversario le parecía oir al león aconsejándo- le al águila que no hiciera uso de sus alas formidables!.. Gcaethe ha descrito esa por más de un concepto apasionada discusión en sus obras de historia natural; lucha memorable en que Cuvier hizo pre- valecer su opinión (más bien por la autoridad y ascendencia de su nombre que por la fuerza de su lógica»; conflicto científico que juzgó nuestro Poey,—Poey * que mereció las atenciones y amistad de Cu- 1 Véase el final de la nota anterior, pág. 294.—«Dos grandes escuelas—escribía Poey en aquella época—se dividen las ciencias biológicas: una que tenía al frente el nombre de Cuvier y otra que se halla personificada en Geoffroy Saint Hilaire;.... La primera tiene fe en las crea- ciones directas que coinciden con las épocas geológicas; en la inmutabilidad de las especies, por tanto en la infecundidad de los híbridos y en las causas finales; no admite la unidad rigurosa del plan, ni la serie rigurosa; ni las fases del embrión en el sentido de que la Embriogenia venga á ser una Anatomía Comparada transitoria y la Anatomía Comparada una Embriogenia permanente. La segunda admite la variabilidad de las especies y con este solo hecho niega las 296 ARISTIDES MESTRE vier al comienzo de sus estudios ictiológicos —de esta manera: (Yo no soy, dijo, de ninguna escuela, sin embargo de que mis conviecio- nes más firmes son por las creencias de Cuvier; pero he encontrado tanta filosofía en las doctrinas de la escuela contraria, que me he de- jado arrebatar por ella de un movimiento simpático; y como busco ingenuamente la verdad he tomado el partido de quedarme con Cu- vier, siempre que la fuerza de los hechos bien observados no me obli- guen á apartarme de las lecciones de tan sabio maestro.» Y nosotros sabemos que Poey abrazó el transformismo, demostrando, como siempre, su adaptación al progreso de las ideas, «su capacidad para instruirse» en las nuevas adquisiciones de la ciencia. ...Pero, todo lo expresado en ese sentido respecto de Cuvier—de sus paradojas cien- tíficas y de su oposición al lamarckismo—no disminuye su verdadero ralor, su mérito indiscutible: así lo estima la crítica imparcial al juzgar su labor gigantesca planteando la fecunda hipótesis de la re- novación de las faunas por vía de emigraciones, emitiendo la idea de su perfeccionamento de unas á otras. ¿Cómo olvidar ni desconocer que al crear la Anatomía Comparada, y sobre todo, la Paleontolo- gía, —títulos incomparables de su legítima gloria—al resucitar los se- res que vivieron las pasadas edades, nos ha contado la historia intere- sante de nuestra tierra? De Cuvier á estos tiempos los progresos de esas dos ciencias han sido y son extraordinarios. El conocimiento de los tipos de organi- zación animal—la zootomía eficazmente practicada en el laboratorio— relacionado con la Embriología: la que prueba cómo las formas ani- males están ligadas entre sí, y el progreso de la naturaleza de lo sim- ple 4 lo compuesto por una diferenciación creciente y conexa á la división del trabajo fisiológico, á la gran ley definida por Milne- Edwards. Y, en cuanto á la Paleontología, los investigadores que continuaron la obra de Cuvier han tomado, según el Profesor M. Boule, tres direcciones distintas: unos han hecho labor puramente zoológica, aumentando el catálogo de los animales al estudiar los fó- siles para establecer las distinciones que los separan de los seres ae- tuales; otros se han colocado en el terreno de la antigiiedad relativa, cultivando la Paleontología estratigráfica, y prestan auxilio al geólogo en la clasificación de los estratos; y, por último, los que han asocia- , causas finales: admite la trasmutación de una especie en otra y proclama altamente la unidad del plan ó principio de conformación orgánica; así como consagra la idea de una evolución creciente admite también la decreciente por degeneración, según la influencia de los lugares y de los tiempos.» (Memorias de la Historia Natural de la Isla de Cuba, por Felipe Poey,.1851.) | EL NATURALISTA CUVIER Y SUS PARADOJAS CIENTIFICAS 297 do esos dos primeros puntos de vista, pidiéndole á la Anatomía Com- parada y á la Geología, es decir á la cronología, den claridad á los problemas y se completen recíprocamente: es la Paleontología históri- ca que aspira á describir la historia del mundo animado. Y en esas nuevas ramas del tronco fundado por Cuvier—así como en las otras también comprendidas en el vasto grupo de las «ciencias zoológicas»— encausan los sabios sus esfuerzos en pos de la ley general que preside el complejo y aun oscuro problema de la transformación de los orga- nismos. Dirijo la vista en torno nuestro y observo con viva satisfacción que el retrato al óleo del Dr. Carlos de la Torre, Profesor titular de Biología, Zoología y Zoografía, ha sido colocado en este Salón de Con- ferencias, aumentando la galería que existe de cubanos distinguidos. La Facultad de Letras y Ciencias * lo ha hecho como homenaje ren- dido por sus compañeros al ilustre naturalista. Anteriormente se pu- so el del Dr. Luis Montané, Profesor de Antropología, por su condi- ción de Decano que fué de nuestra Facultad; y bien se pudo, á esa circunstancia entonces invocada, agregársele la de sus méritos científicos. Bástenos decir 4 este propósito que la historia de la Antropología en Cuba ha sido dividida para su examen en dos épo- cas: antes y después de 1874; fecha esta última en que regresando el Dr. Montané de París, de practicar en el Laboratorio de Antropolo- gía al lado de Broca, Quatrefages y Hamy, se dedicó á las investiga- ciones locales; trabajos que han tenido por último extremo la comu- nicación al Congreso de Buenos Aires de que nos dió cuenta en su conferencia de Octubre de 1910. El Dr. La Torre y el Dr. Montané, digámoslo de una vez, representan entre nosotros, por sus estudios, las ciencias que creara el genio de Cuvier en otros tiempos; y hemos te- nido la buena suerte de aplaudir el resultado de sus respectivos des- 1 En la noche del 12 de Diciembre de 1910 los Profesores de la Facultad obsequiamos á los Dres, La Torre y Montané con una comida en el Hotel Miramar, asistiendo á ella el Secretario de Instrucción Pública y el Rector de la Universidad. En el brindis que hubimos de pronunciar entonces y en el cual nos identificábamos con sus respectivos triunfos en los Congresos de Graz, Stockholm y Buenos Aíres, hicimos estas tres solicitudes: al Rectorado para que estimulara al Gobierno á continuar prestando su concurso á esas investigaciones; á los que nos dedicamos á las ciencias naturales en Cuba para que nos agrupáramos constituyendo una sociedad á fin de hacer más eficaz nuestra labor científica personal; y á la Facultad de Letras y Ciencias para quese colocara el cuadro al óleo del Dr. La Torre en el Salón de Conferencias. Está moción fué acordada por la Facultad, unánimemente, en su sesión de 18 de Enero de 1911; costean- do el óleo sus con.pañeros de la Facultad, 298 ARISTIDES MESTRE cubrimientos desentrañándolos del suelo que pisamos al demandar- le su secreto. Y por eso la Facultad de Letras y Ciencias ha creído conveniente aprovechar la oportunidad que le brindara el asunto de mi conferen- cia para tributarle hoy al Dr. La Torre este justificadísimo homena- je, considerando que el que os habla interpretaría de la mejor mane- ra—con la mayor voluntad, debiera decirse, ya que no me encuentro, lo reconozco, á la altura de la misión confiada, ni dispongo del tiempo para la debida exposición de hechos que ella exige—los sentimientos de la mencionada Facultad. In su labor científica, desde que hace pró- ximamente ocho lustros comenzó sus estudios de historia natural al la- do de Jimeno, en Matanzas, * hasta la representación ante los Congre- sos de Graz y Stockholm, ¡cuántos hechos no se destacan propios para formar un bello libro! El pidió para mí en día inolvidable del año de 1887 el birrete de Doctor en Ciencias Naturales; fuí su discípulo prime- ro y luego su colaborador en la obra de la enseñanza; y ahora me ha cabido el gran placer de solicitar de la Facultad, en unión del Dr. Dihigo, se colocara su retrato al óleo en la galería de este salón, jun- to álos de Poey y Gundlach. Lo he seguido de cerca en sus investiga- ciones durante más de un cuarto de siglo, y lo he visto resolver sor- prendentemente los más difíciles problemas de Anatomía Compa- rada y de Paleontología. Sus oposiciones para una cátedra de Puer- to Rico, en 1882, y las realizadas en 1884 para la de Anatomía Comparada en la Habana, fueron verdaderamente notables. No hay tiempo, como ya hemos dicho, de bosquejar siquiera los numerosos trabajos que dan valor 4 su jornada de naturalista; pero, ¿cómo no citar, por lo menos, en estos momentos, su estudio sobre la fauna ma- lacológica cubana, el de la enfermedad de los cocoteros, y el acto de su ingreso en la Academia de Ciencias cuando Poey, al contestarle en nombre de la Corporación, le entregó la antorcha que iluminó su ca- mino? Ah! los que asistimos á aquel acto en 18589 no podremos ol- vidar estas palabras con que Poey terminó su breve y elocuente dis- curso: (Joven atleta, noble soldado de la ciencia, yo humilde vetera- no te saludo y de ti me despido. Sea tu vida larga, sean tus días 1 Los trabajos del Dr. La Torre se encuentran dispersos, en extracto Ó in extenso, en estas diversas publicaciones científicas y en la prensa habanera: Anales de la Academía de Ciencias, La Enciclopedia, Revista Enciclopédica, Revista de Cuba, Revista Cubana, El País, Diario de la Ma- rina, REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, etc. También para las especies nuevas de moluscos la Revue de Malacologie y The Nautilus. Al Dr. La Torre le han dedicado unas seis especies de moluscos, que pueden formar el núcleo, pudiéramos decir, de su «corona» de natura- lista; la primera de ellas por el macologista cubano Sr. Rafael Arango en 1876. (Contribución al estudio de la Malacología Cubana y Anales de la Academia de Ciencias.) PEE IIA EL NATURALISTA CUVIER Y SUS PARADOJAS CIENTIFICAS 299 prósperos, brilla como el astro que nos ilumina; calienta con tus ra- yos mi tumba fría...” Y en el campo de la Malacología, su ciencia favorita y en el que ha descrito unas cuarenta nuevas especies de moluscos, ¿4 dónde no ha llegado? ¡Quién había de decirle el influjo que tendría en esa su orientación zoográfica, aquella Helix picta que le regaló su maestro Jimeno! De su profunda competencia en esa rama de la zoología es prueba de primer orden la rectificación realizada por el Dr. La Torre en el Museo Británico de la clasificación de especies cubanas coleccio- nadas por Moneret y D'Orbigny. Admirado por ese hecho y por la ma- nera como diagnosticaba los moluscos viéndolos á distancia ó por el tacto, cual otro Lamareck dal, conmovido, le besó la frente! Por otra parte, sus producciones científicas lo han hecho acreedor al nombramiento de miembro de corporaciones extranjeras: de la Academia de Ciencias de Filadelfia, de la Sociedad Zoológica de Francia, de la Sociedad Española de His- toria Natural de Madrid, de la Sociedad Malacológica de Londres.... Y, últimamente, sus investigaciones sobre los Anmonites y el Megaloc- nus han llamado la atención de los naturalistas: los sabios Mathew, Ho- vey, Spencer, entre otros, ya emitieron bien favorable opinión | sobre 'a ciego, uno de los presentes, el ilustre Ben- u la importancia de esos descubrimientos. Digna por muchos motivos era la representación del Dr. La Torre ante los mencionados Congresos de 1910—el vrir Internacional de Zoología de Graz y el xt de Geología de Stockholm—y que fué segui- da del más lisonjero éxito; representación coronada por la comisión especial de procurar del gobierno de España se conceda autorización para publicar la letiología Cubana de Poey, ? guardada en el Museo de 1 He aquí las opiniones de los naturalistas Mathew y Hovey.—Mr. W. D. Mathew, Acting Curator, Dept. Vertebrate Paleontology American Museum of Natural History, New York City, ha escrito esto: «(I take pleasure in expressing my sense of the very great importance of the Pleistocene fauna discovered in Cuba by Dr. de La Torre. Itisan important wholly new ad- dition to our knowledge of the Edentata, and will enable us to solye the relations of Cuba to the American Continent duríng the Tertiary and Quaternary. Itis the most important addition to Vertebrate Paleontology since the discovery of the Fayum fauna in Africa. Dr. La Torre deserves the highest for the skilful and energetic work which has brought about the result.» (N. York, July 29, 1910.) —Y Mr. E. O. Hovey, Curator Geology and Invertebrate Paleontology, del mismo Museo, se expresa así: «I have examined with the greatest interest Dr. La Torre's collection of Ammonites and other forms giving the first definite proof of Jurassic horizont in western Cuba, a discovery of high yalue to stratigraphic geology.» (N. York, 29 July, 1910.) 2 Respecto de la publicación de la Zetiología Cubana desde hace muchos años nos interesa- mos en que se lleyara á efecto. He aquí lo que decíamos en el Elogio del Sr. Felipe Poey leído en la sesión pública celebrada por la entonces Real Sociedad Económica de Amigos del País de la Habana, el 27 de Junio de 1891: «Hoy la guarda el Museo de Madrid y no hay noticia de que pretenda publicarla. .» «Poreso, todavía, los compatriotas del sabio cubano, sus discípulos, sus admiradores, no han pagado ese sagrado compromiso, Y, como pienso que no nos hemos 300 ARISTIDES MESTRE Madrid desde hace muchos años; lo que constituye un deber para Cu- ba, la tierra de sus amores. Es el legado de más precio que nos dejara aquella existencia de brillante y continuado esfuerzo, aquel sabio de una energía mental extraordinaria, á quien podríamos repetirle las mismas palabras que el Decano de la Facultad de Ciencias de Estras- burgo dedicó á Cuvier: el «ere perennius de Horacio.... Y, á diario, cuando nos encontramos en el Museo de Zoología que lleva su nombre, en esta Universidad, el «Museo Poey», y en cuyo centro están deposi- tados en severo mausoleo sus restos, ese tesoro tan sagrado, nos pare- ce que la voz del Maestro sale de su tumba para decirnos con dulce imperio: despertad el entusiasmo por las ciencias naturales, ellas ele- van el espíritu y encantan siempre nuestra vida, dándonos días tran- quilos y felices! reunido esta noche sólo para responder á una pura fórmula ó para llorar estérilmente la eterna despedida de uno de nuestros sabios más ilustres. Si como entiendo no nos hemos congregado meramente para referir las virtudes del benemérito patricio, sino también para tomar como ejemplo su personalidad, aspirando á que este acto sea práctico en sus resultados, útil, prove- choso. Y al tener el grato antecedente de que nuestro respetable Jorrín influyó en Madrid por salvar aquella obra del más completo abandono, creyéndose «con el derecho y el deber de atender siempre á su conservación y defensa», es que con mayores esperanzas, bajo tan buenos auspicios, propongo, que: en vista de las circunstancias actuales en que se prepara el Gobierno á celebrar con magnificencia el cuarto centenario del descubrimiento de América, para lo cual se ha votado una fuerte suma en nuestro presupuesto, esta Real Sociedad Económica de Amigos del País solicite por todos los medios y recursos que estén á su alcance la publicación de esa obra inmortal, donde se descubr=n los más portentosos misterios que satisfecho guardaba el inmundo mundo de las aguas !» O 0 0 HE e a ct CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 1 POR JUAN T. ROIG Y MESA Doctor en Ciencias Naturales I INTRODUCCIÓN La extensa familia de las Cactáceas, representada en Cuba por un buen número de especies, ha sido, sin embargo, poco estudiada entre nosotros. Comprende esta familia plantas muy interesantes no sólo para la ornamentación, sino también por sus aplicaciones prácticas. En efecto, muchas de ellas producen frutos comesti- bles muy apreciados, algunas poseen propiedades medicinales y otras, por último, como las llamadas *cactos sin espinas?”, sumi- nistran un excelente pasto para el ganado, por lo cual son objeto en la actualidad de extenso cultivo en ciertas regiones de los Es- tados Unidos. En la Botánica Panerogámica de Richard, que forma parte de la Historia Física, Política y Natural de la Isla de Cuba de D. Ra- món de la Sagra, sólo se citan tres especies de Cactáceas; en el Catálogo de Grisebach aparecen ya quince especies; en la Flora Cubana de Sauvalle se cuentan diez y seis; y en el Catálogo de las Periantiadas Cubanas del Dr. Manuel Gómez de la Maza, el más completo y reciente que tenemos, se enumeran veintidós especies, incluyendo las cultivadas. Pues bien, como se verá en este trabajo, contamos en la actua- lidad con treinta y seis especies determinadas, entre indígenas y aclimatadas, no incluyendo las exóticas que no han pasado de los jardines. Con posterioridad á la publicación de las obras antes citadas y á la aparición de la Flora Habanera del Dr. Gómez de la Maza, 1 Tesis para el Grado de Doctor en Cíencias Naturales (Marzo 1912). Se publica por recomendación especial del Tribunal. 302 JUAN T. ROIG Y MESA se han publicado numerosos é importantes trabajos sobre la fami- lia de las Cactáceas y entre ellos una magnífica monografía por K. Sehumann, especialista en esta familia y colaborador de la obra de Engler y Prantl titulada Die Natiúrlichen Pflanzenfamilien y de la monumental Flora Brasiliensis de Martius. Pero los más in- teresantes para nosotros son un trabajo de A. Berger, publicado por el Jardín Botánico de Missouri con el título de A systematic revision of genus Cereus, Mill, y otro de los Sres. N. L. Britton y J. N. Rose, publicado por el Smithsonian Institution de Wash- ington. En ellos se crean nuevos géneros y se subdividen ó re'or- man aleunos de los antiguos. He pensado que sería un asunto apropiado para una tesis doc- toral el hacer el estudio de las Cactáceas cubanas de acuerdo con la clasificación más moderna, anotando y describiendo todas las especies hasta ahora determinadas, aceptando las modificaciones y los nuevos géneros creados por Britton y Rose, teniendo en cuenta la gran autoridad que se reconoce á dichos señores, Director del Jardín Botánico de New York el primero y Conservador Auxiliar del Museo Nacional de los Estados Unidos el segundo, por su cons- tante dedicación al estudio de esta familia, mereciendo por ello el dictado de especialistas. Su excelente trabajo titulado The (Genus Cereus and its Allies in North America, del cual he tomado algu- nas descripciones de géneros y especies y numerosos datos para mi tesis, fué publicado á raíz de una excursión hecha por dichos bo- tánicos á Cuba, de la cual describen varias especies nuevas y aun algunos de sus nuevos géneros están basados en plantas cubanas tomadas como especies típicas. Para la formación de la sinopsis de los géneros cubanos he par- tido de la expuesta por K. Schumann en la obra citada de Engler y Prantl, descartando de ella los géneros no cubanos y modificán- dola para introducir los ¡uevos géneros creados por Britton y Rose, teniendo también á la vista la revisión y subdivisión del gé- nero Cereus hecha por A. Berger. En la descripción de cada género he seguido principalmente á Schumann y para las especies á Labouret, en su Monographie des Cactees. Cuando el género descrito está representado en Cuba por varias especies procuro hacer una pequeña sinopsis para facilitar su estudio. Si la especie está representada en el Jardín Botánico agrego algunas observaciones propias referentes á la época de flo- ración ó acerca de aleún carácter no consienado en las obras que e Dd E : de dc cc CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 303 me sirven de fuentes, para este modesto trabajo, que someto al juicio ilustrado del Tribunal, contando con su benevolencia. CARACTERES GENERALES (K. Schumann en Martius Flora Brasiliensis, tomo IV, parte 2.2 págs. 186-188.) DESCRIPCIÓN BREVE Dicotiledóneas, dialipétalas epiginas, hermafroditas, con el pe- riantio no dividido manifiestamente en cáliz y corola; lacinias del periantio libres ó frecuentemente soldadas en tubo más ó menos alargado; prefloración imbricada; estambres siempre ó casi siem- pre numerosos, generalmente insertos en el receptáculo, raras ve- ces en forma de tubo; anteras biloculares, introrsas, dehiscentes por hendiduras laterales; ovario ínfero, placentas parietales 4- eestigmas; fruto abayado, carnoso, raras veces casi seco; semi- llas numerosas, rara vez pocas con albumen escaso ó nulo; embrión recto ó encorvado; cotiledones planos, foliáceos Ó casi nulos. Plan- tas suculentas, terrestres ó epifitas muchísimas veces articuladas, ramosas Ó simples; artículos á veces más ó menos foliáceos, arma- dos casi siempre de aguijones; hojas rara vez planas, en ocasiones casi invisibles; flores solitarias por lo común, rarísimas veces cons- tituyendo inflorescencia plurifloras. DESCRIPCIÓN EXTENSA Arbustos sub-carnosos 6 plantas suculentas de aspecto muy pe- culiar, exceptuando al género Pereskia; juego mucilasginoso, acuo- so Ó lácteo. Tallo unas veces alargado, ramoso ó simple, otras ve- ces corto, globoso, claviforme ó raras veces cónico; acostillado ó con las costillas reemplazadas por tubéreulos, rectas ó más ó menos torcidas en espiral; carnosas en el interior y. finalmente, no es raro que tengan la base leñosa; areolas de las costillas tomentosas, la- nudas ó lampiñas, espinosas, rara vez inermes, regularmente dis- puestas; aguijones rectos ó ganchosos, lisos Ó estriados transver- salmente, raras veces gloquideados. Hojas por lo general manifies- tas solamente al principio del desarrollo de la planta ó de los ar- tículos, al fin casi invisibles Ó escamosas; caducas por lo común, raras veces más grandes, cilíndricas ó con la sección transversal 304 JUAN T. ROIG Y MESA elíptica Ó totalmente planas. Flores hermafroditas, actinomorfas ó con la curvatura del tubo del periantio ó los estambres más ó me- nos zigomorfos; garganta horizontal ó rarísimas veces oblicua; so- litarias en las areolas ó no; á veces naciendo por encima de ellas ó formando inflorescencias terminales decusado-ramosas; con fre- cuencia preciosas, blancas, amarillas, rojas, rara vez purpúreas. Periantio pocas veces enrodado, casi siempre alargado, tubuloso; formado por lo regular de lacinias numerosísimas, adheridas al tubo del periantio, «e-seriales, imbricadas, escamiformes, calicói- deas ó petalóideas. Estambres generalmente numerosos, adheridos al tubo del periantio por lo común, revistiéndolo más ó menos den- samente; raras veces bi ó triseriales, y en este caso los superiores adheridos á la garganta, rara vez todos ó la mayor parte de ellos insertos en el receptáculo; casi siempre desiguales, los interiores más largos, rarísimas veces soldados en tubo por la base; filamen- tos filiformes; anteras oblongas, ovaladas, lineales ú orbiculares, con el ápice y la base más ó menos hendidos; basi ó dorsifijas; las de los estambres inferiores no pocas veces más largas, que las de los superiores. Granos polínicos amarilios, elobosos, lisos, Ó muy tenuemente muricados, casi siempre pequeños. Ovario inferior, unilocular, |? raras veces con mayor número de placentas, más ó menos tabicado; ya liso, ya con hojitas Ó escamas, á veces provis- tas de lana en las axilas; placentas casi siempre nerviformes, sub- prominentes; óvulos anátropos, con dos tesumentos, por lo co- mún el interior superando al exterior; encorvados de diversos mo- dos en frente del funículo casi siempre largo; estilo alargado, ter- minal, simple, filiforme, casi siempre fistuloso, continuo ó ensan- chado hacia la base, angostándose luego y terminando en 2-w es- tigmas radiados, carnosos, densamente papilosos, filiformes ó cóni- co-alargados. Baya pulposa, lisa, escamosa ó areolada; lampiña ó aguijonosa, con el ápice no raras veces umbilicado ó coronado por el periantio marchito, unilocular, casi siempre «esperma. Semillas por lo general anidadas en la pulpa formada á expensas del fu- nículo carnoso y blando; casi siempre aplanadas, rara vez cilíndri- cas Ó globosas; relativamente pequeñas, obovales, orbiculares ó re- niformes; testa negra, rara vez pálida, crustácea ú ósea, muchísi- mas veces escrobiculosas ó tuberculosas; embrión recto, encorvado ó cortamente ganchoso, á veces cíclico. cilíndrico ó claviforme ó elipsoideo; cotiledones foliáceos Ó plano-convexos, muy aproxima- 1 El ovario en Pereskia es unilocular ó más ó menos manifiestamente quinquelocular. Litráceas (Serie 6) 5) Pasifloráce as (Serie (Gamopétalas) Caprifoliáceas (Serie 14) SERIE / DICOTILEDÓNEAS DIALIPÉTALAS DE OVARIO ADHERENTE RELACIONES ENTRE LAS FAMILIAS DE LA SERIE 7 5) Rosáceas Parnasiáceas ( Sera Celastráceas (Serie 4) (Serie 6 ) mn m Al CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 305 dos ó enrollados. Radicula cilíndrica ó cónica; albumen poco car- noso ó nulo. AFINIDADES ENTRE LAS CACTÁCEAS Y OTRAS FAMILIAS DE PLANTAS Las Cactáceas están relacionadas con las Mirtáceas por sus fo- res de numerosos estambres, por sus óvulos anátropos y su estilo simple. Tienen, como las Mesembriantémeas, sus tallos carnosos, y los pétalos numerosos; por otra parte muchas Cactáceas (Opun- tia, ete.) tienen el embrión curvo como el de las Mesembrian- témeas. Las relaciones de parentesco ó afinidad entre las Cactáceas y las demás dialipétalas epiginas, están gráficamente demostradas en el adjunto dibujo, tomado del excelente Curso de Botánica de Bonnier y Du Sablon, del que también he tomado los datos aue preceden. La superficie de los círculos es proporeional al número recogido de especies de cada familia; los trazos continuos indican las rela- ciones importantes entre las familias; los trazos interrumpidos in- dican las relaciones menos acentuadas, y las líneas de puntos termi- nadas por una flecha indican las relaciones con los otros grupos de familias. DIVISIÓN DE LA FAMILIA 1.2 Sub-familia : Cereoideas, K. Schumann. Plantas suculentas, con flores cubiertas de pequeñas escamas, por lo menos al principio de su desarrollo; óvulo pendiente de un largo funículo, el cual queda tangente al mieropilo; aguijones no gloquideados. $. Flores embudadas ó asalvilladas, con el tubo del periantio bien manifiesto. IL. Flores situadas en las areolas Ó cerca de ellas. Tribu 1.2 Equinocácteas. Tallo anguloso, acostillado ó con las costillas reemplazadas por mamelones Ó tubérculos persistentes. 1. Tallo alargado, acostillado ó anguloso. 306 JUAN T. ROIG Y MESA $. Cefalio desarrollado; flores casi siempre pequeñas. Cephalocereus. $$. Cefalio nulo; flores solitarias en las areolas, grandes más ó menos embudadas; estambres generalmente muy numerosos. A. Estambres insertos á lo largo del tubo en dos series, los superiores adheridos á la base de los pétalos, radiados; los infe- riores libres, reclinados. O. Flores con unas cuantas escamitas caducas; fruto desnudo, coronado por el estilo persistente, recurvado. . . . . . Cereus. 00. Flores con escamas grandes ó con pelos y cerdas; periantio caduco ó persistente, fruto nunca desnudo. a. Escamas del ovario y del tubo foliáceas, aumentando en tamaño con el crecimiento del fruto; sin lana, pelos ni espinas en sus axilas; tallos triangulares, sarmentosos, con raíces adventi- A RR E IR B. Escamas del ovario y del tubo no foliáceas, siempre con lana, pelos ó cerdas. Tubo y ovario con pelos ó lana, pero siempre con un número mayor ó menor de cerdas, fruto espinoso. X. Flores cortas, tallos delgados muy alargados. Leptocereus. XX. Flores grandes, con tubo largo y delgado. a. Tallos más,ó menos derechos, cilíndricos; acostillados; flo- res MOCLUrnas. 2 2 ls. z E ida Lal e NYCTOCERCUS b. Tallos delgados, clreados sarmentosos, con raíces adven- ticias. Flores nocturnas, siempre muy grandes; ovario general- mente con largos pelos y cerdas. . . . . . . . . Selemcereus. ec. Tallos alargados, 3-6 angulares, sin raíces adventicias; flo- res blancas, nocturnas; tubo con unas cuantas escamas y cerdas PISTAS ER aa , Í:hes ae: Alcanthocereds B. Estambres a á le O de toda la superficie del cue- llo en muchas series; flores diurnas; ovario cubierto de tubércu- LOS: CABDOSOB:. 0 EN . . ... . Lemnreocereus; C. Estambres más cortos que os pétalos; flores nocturnas; fruto sin espinas, con escamas caducas; corola E Harrisia. 2. Tallo alargado, ramoso, articulado; con los artículos florí- feros por lo menos, planos, foliáceos. Estambres todos adheridos á la corola; flores regulares de gar- ganta horizontal, á veces con los estambres encorvados y sub- A A E O NI O CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 307 3. Tallo corto, globoso, claviforme ó cortamento cilíndrico Corola corta, asalvillada Ó embudada; tallo no articulado, casi siempre globoso ó claviforme; flores terminales, cefalio manifiesto. Melocactus. TI. Flores naciendo un poco hacia afuera de las axilas. Tribu 2.2 Mamiláricas, K. Sch. Tubérculos cónicos, mamelonados á angulosos. . Mammillaria. $$. Flores enrodadas. Tribu 3.2 Ripsalídeas, Salm Dyek. Ovario sin escamas ó con ellas muy pequeñas é inermes; flo- res laterales: artículos filiformes, angulosos ó foliáceos. Rhipsalis. 2.2 Sub-familia : Opuncioídeas, K. Sech. Plantas suculentas, con artículos redondeados ó planos, foliá- ceos; hojas manifiestas en los ramos jóvenes, de forma cilíndrica; generalmente más tarde caducas; aguijones eloquideados; flores enrodadas; funículo corto, cuyo ápice ensanchado aloja al óvulo. Tribu 4.2? Opúncieas, S. Dyek a. HEstambres más cortos que la corola. . . . . . Opuntia. b. Estambres más largos que la corola. . . . . . Nopalea. 3.2 Sub-familia : Pereskioideas, K. Sech. Plantas con el aspecto de las dicotilodóneas normales, con ho- Jas planas, persistentes; flores axilares; aguijones no gloquidea- Í e nvuelve al óvulo dos, funículo corto que no e ] 1 l Tribu 5.2 Peréskieas, S. Dyck. Pereskia. Nora.—En esta clave no se incluyen más que los géneros re- presentados en Cuba. 308 JUAN T. ROIG Y MESA DESCRIPCIÓN DE LOS GÉNEROS Y ESPECIES I. Cephalocercus, Pfeiff. (Briton € Rose, Contr. from the U. S. Nat Herb. Vol. XII, part. 10, pág. 415.) Plantas por lo general muy grandes, con el tronco sencille ó más ó menos ramificado; las areolas de la parte más alta por lo común produciendo lana, la cual en aleunas especies forma un cefalio bien manifiesto, situado en el ápice ó á un lado cerca del ápice; flores nocturnas, gruesas, carnosas, comparativamente pe- queñas; una sola en cada areola, con tubo corto de. forma embu- dada bien definida, con pocas brácteas; sépalos y pétalos algo car- nosos; ovario globoso, desnudo ó con unas cuantas brácteas, sin es- pinas; fruto en baya pequeña, elobosa ó deprimido-globosa; semi- llas numerosas, pequeñas, reticuladas; negras Ó parduzcas, bri- llantes, con el hilo basal, oblicuo ó deprimido. Especie típica: Cactus semilis, Haw. Especies cubanas 1 y cult. 2. Sinopsis de las especies cubanas y cultivadas. 1. Tallo simple, con 8-9 costillas obtusas baya roja. CU. royen. 2. Tallo ramoso, con 10-11 costillas, aguditas, flores de color PUEpura Su ido de E IS leia vdd ONU EIS 3. Tallo cilíndrico, con 20-25 costillas y un gran cefalio. 1. Cephalocereus royem (L.) Britton € Rose. Cactus royeni, L. Sp. Pl. 467. 17553. Cereus royens Haw. Syn. Pl. Suce. 182. 1812. Pilocereus floccosus, Lem. Ill Hortic. 13. 1866. Cereus armatus, Otto; Pfeiff. Enum. Cact. 81. 1837. Ilustración.—Journ. N. Y. Bot. Gard. 7, f. 4. (Labouret, Monographie des Cactees, pág. 343.) Tallo erguido, cerulescente, simple, de 5 á S em. de diámetro, con 8-9 costillas obtusas, de color verde pálido onduladas; areolas aproximadas, provistas de tomento pardo y de lana blanca per- sistente, ensortijada; aguijones tenues, de 9-22 mm. de largo, rec- , CACTACEAS DE LA FLORA CUBANA 309 tos, de color pardo vivo, apenas más largos que la lana; 10 exte- riores, 3-4 interiores un poco más fuertes. Baya roja. Patria: Antillas, Islas Caribes. Nora.—Los Sres. Britton y Rose creen que la planta cubana catalogada con el nombre de Cereus royeni, Haw, puede ser una especie distinta á la descrita. 2. Cephalocereus bakeri, Britton € Rose, Contr. from the U. $. National Herbarium. Vol. XII, part. 10, pág. 15, Julio 21, 1909. Planta de 3 á 4 metros de altura, ramose2, casi desde la base y por encima de ella; las ramas son de 7 á 10 cm. de grueso, de co- lor verde mate, ligeramente glaucas; costillas 10 ú 11, aguditas; areolas distanciadas unas de otras 1 á 1.5 em.: espinas 15 á 20, aci- culares, de 1 á 2.5 em. de largo, amarillas al principio, después grises; areolas floríferas muy aproximadas, produciendo sólo cor- tas espinas amarillas, las centrales apenas Jiferentes de las radia- les; flores de color púrpura subido, glaucas, de 5 em. de largo; ovario desnudo, con excepción de unas cuantas brácteas ovales. NoTra.—El ejemplar descrito fué colectado por Mr. C. T. Baker en Cojímar, el 14 de Marzo de 1905. Los Sres. Britton y Rose lo consideran una especie nueva, consienando además que también fué colectada por C. Wright (núm. 2621) y anotada por Grise- bach como Cereus royeni, Haw, var. armatus, Pfeiff. Existe un ejemplar en el Jardín Botánico traído de Cojímar. Estaba en flor en Mayo. 3. Cephalocereus semilis (Haw), Ptreifft Allg. Gartenz. 6: 142. 1838. Cactus semilis, Haw. Phil. Mag. 63: 41. 1824. Cereus semlis, D. C. Prod. 3: 464. 1828. Pilocereus senilis Lem. Cact. Gen € Sp. Nov. 6. 1839. Ilustración. —Engler € Prantl, Nat. Pflanzenf. 36.”, lám. 2 f. 60. | (Labouret, Monographir des Cactees, pás. 277.) Tallo cilíndrico, que llega á alcanzar hasta 8-10 metros de altu- ra, coronado por un cefalio de 45-50 em. de alto por 28-30 de diá- metro; 20-25 costillas verticales, tuberculosas; areolas muy den- sas, aguijones modulosos en la base, 15-20 radiados ceriniformes, erispados, exteriores; 1 central recto, rígido. El cefalio está formado de abundante y larga lana, coposa, amarilla, y de numerosos aguijones sedusos, muy largos, grises. Las flores son numerosas, de 27 á 37 mm. de largo, rojo violá- , 310 JUAN T. ROIG Y MESA ceas; el tubo está guarnecido de algunas escamas, cuyas axilas pre- sentan haces de pelos; las lacinias petalóideas están colocadas en dos y aun en tres series, son patentes, rectas, lanceoladas; los es- tambres son numerosos y van siendo gradualmente más largos; re- curvados, con filamento color violeta y anteras amarillas; el esti- lo es robusto, hueco, violeta y terminado por 12 divisiones estig- máticas radiadas; la baya es erande, ovoide, violeta, escamosa en su parte inferior, desnuda y como truncada hacia el vértice. Nombre vulear cubano: Cabeza de viejo. Patria: Méjico. Cultivado en Cuba. TI. Cereus, Mill. (Britton € Rose: Contr. from the U. S. Nat Herb. Vol. XII, par- te 10, pág. 414.) * Plantas de flores nocturnas, de porte columnar, ramosas, acos- tilladas, tallos y ramas acabalados ó anguloscs; las areolas con va- rias espinas; flores embudadas, alargadas; la corola se desprende de un anillo situado un poco por encima del ovario con unas cuan- tas escamas pequeñas, pero no espinas ni lana; tubo de la corola asi cilíndrico, algo ensanchado en la parte superior, con unas po- cas escamas iguales, ó desnudo; los segmentos exteriores del pe- riantio obtusos, los interiores agudos, los petaloides de color blan- co brillante; estambres numerosos, muy diferentes en longitud; estilo incluso, los estigmas lineales, numerosos; fruto carnoso, des- nudo, deprimido en el vértice, el estilo recurvado, persistente; se- millas numerosas, negras, con la testa punteada. Especie típica: Cereus peruvianus, Mill. Especies cubanas: 1 y cult. 2. Sinopsis de las especies cubanas y cultivadas. 2-6 alado, atenuado en el ápice. . . . . . C. pitajaya. Tallo. < Con 3-4 costillas, muy ramoso. . . . . C. nudiflorus. Con 6 costillas, vertical, robusto y elevado. €. lepidoltus. 1 En Coulter Contr. U.S. Nat Herb. 11, 381, se encuentra un trabajo sobre el género Cereus, comprendiendo en él especies de este género y de algunos de los géneros que Britton y Rose han hecho á expensas del Cereus, — CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 311 1. Cereus pitajaya, D. C. Prodr. III, pág. 466. Cereus variabilis, Pfeiff. enum. diagn. p. 103. (K. Schumann en Mart. Fl. Bras, vol. 1V, part. 2.*, páginas 205-206.) Tallo erecto, 3-6 alado, atenuado en el ápice; costillas rectas, aplanadas, paralelas, de 1.2 á 2.2 em. de altura, muy prominentes por debajo de las areolas, con los senos agudos ó algo redondeados; rectangulares, obtusas, subescotadas; areolas distantes, orbicula- res, de unos 4 mm. de diámetro, cubiertas de tomento negro, no la- nuginosas; armadas de aguijones, los periféricos algo más gran- des, radiados; uno central solitario, mayor, muy punzante, engro- sado en la base; flores de unos 25 em. de largo, embudadas, solita- rias en medio de las areolas, con la base rodeada de aguijones pe- queños y del tomento de las areolas; preciosas, patentes, con la base encorvada; tubo del periantio de 9 cm. de largo, con estrías papilosas en la parte interior; lacinias calicóideas lanceoladas; agudas, rubicundas en la parte interior y verdes exteriormente; las petaloideas de 6.5 á 8 em. de largo y 7-9 mm. de ancho, blan- cas, por la parte inferior algo verdosas. Androceo de 8 cm. de largo; los estambres más bajos, fijos, á 4-5 cm por encima de la base del tubo; filamentos filiformes, alargados; anteras entre linea- les y oblongas con la base apenas retusa y el ápice obtuso; estilo incidiendo oblicuamente en el ovario, cilíndrico, de 13.5 em. de lar- go, con el ápice dividido en 12 estigmas lineales, acuminados, den- samente papilosos, de 1 á 1.2 em. de longitud; ovario cilíndrico, de 1.3 em. de diámetro en la base, rodeados de escamas diminutas, triangulares, puntiagudas, provistas cerca de la cúspide de un dientecito por cada lado; con vellos y aguijones de 3-4 mm. de largo; celda de 5 mm. de largo por 4 mm. de diámetro, llena hasta el ápice de óvulos reunidos en manojos. Nombre vulgar cubano: Pitahaya, pitajaya. Patria: América cálida. Común en Cuba. Los ejemplares del Jardín Botánico han flore- cido en Mayo y en Septiembre. El fruto, cuya descripción omite Schumann, es de color rojo brillante, del tamaño y la forma de un huevo de gallina. Tiene la pulpa blanca y es, por su grato sabor, unos de los más apreciados. 312 JUAN T. ROIG Y MESA 2. Cereus nudiflorus, Engelm. (J. N. Rose; Contr. from the U. S. Nat. Herb. vol. XII, part. 9. 1869.) Ilustración.—En la obra citada, lám. XLIX, L, LI, y también en el Journ. N. Y. Bot. Gard. 10, lám. 18. Un gran árbol, á menudo de 7 metros de altura, muy ramoso; tronco cilíndrico alargado, con un sólido corazón leñoso: las ramas jóvenes débiles; con 3 ó 4 alas ó ángulos muy pronunciados; con un eje leñoso muy delegado y formadas de numerosos artículos cor- tos; costillas ó alas muy delgadas, de 4 á 5 em. de alto, con el mar- gen fuertemente ondulado, con las areolas distanciadas 5 á 6 em.; areolas grandes, con lana muy corta; al principio sin espinas, más tarde desarrollando una ó dos espinas (éstas aleunas veces de 4 cm. de largo, delgadas, pero rígidas) ó en las areolas muy viejas 10 ó más; ovario y tubo floral cilíndricos, como de 10 em. de largo por 2 cm. de diámetro; las paredes carnosas, elásticas y firmes, con pocas brácteas ó ninguna, lampiñas y sin espinas; pétalos pe- queños, quizás de menos de 4 em. de largo, blancos; estambres nu- merosos, insertos en la parte superior del tubo de la corola; estilo grueso y carnoso; fruto liso, verdoso, eloboso ó un poco más largo que ancho, de 8 á 10 cm. de largo, con pericarpio muy grueso, elástico (10 á 15 mm. de espesor); semillas de 3 mm. de largo, parduzcas, ásperas, truncadas en la base. Patria: Cuba. Los ejemplares del Jardín Botánico florecieron en Mayo. Al- gunas de sus espinas llegan á 7.5 em. de longitud y las areolas más viejas contienen 20 ó más; las costillas tienen 6.5 em. de altura. 3. Cereus lepidotus, Salm-Dick. (Labouret, Monographie des Cactees, pág. 363.) Tallo muy elevado, muy robusto, con la epidermis muy fina- mente granulosa, al principio de color verde gay, después verde pálido, al fín verde bronce ceniciento; surcos anchos; 6 costillas comprimidas obtusas, carnosas con el borde truncado y aserrado, cóncavas entre las areolas; areolas convexas, muy aproximadas, inmergidas, ovales, tomentosas, de color gris perla, sin aguijones ó á veces con aleunos rudimentarios, sólo sensibles al tacto. Patria: América del Sur. DA A A cd | CEREUS NUDIFLORUS, ENGELM CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 115 Abundante en Cuba. Es la especie que mayor altura alcanza en el país, de aspecto columnar. Los ejemp!ares del Jardín Botá- nico presentan en los artículos jóvenes 8-12 aguijones negros, rí- gidos, desiguales, de 4 mm. los más largos, ocupando sólo la mitad inferior de las areolas. Han florecido constantemente, con peque- ñas intermitencias, en Abril, Mayo, Junio, Julio, Octubre, No- viembre y Diciembre. Flores grandes, efímeras, globosas, embuda- das; tubo de S cm. lacinias exteriores verdosas, desiguales, las in- teriores blancas; estambres muy numerosos, con filamentos blan- cos y anteras blaneuzcas; estilo robusto, cilíndrico, verdoso, ter- minado por muchas ramas estigmáticas, blanquecinas, largas, ci- líndricas, con la punta cónica. Ovario anguloso, desnudo. Baya ovoide, de color rojo violáceo. He visto ejemplares muy hermosos en el Cerro y en el Campo de Marte. 111. Hylocereus, Britton € Rose. Contr. from the U. S. Nat. Herb. Vol. XII, parte 10. Pág. 428. 1909. Plantas trepadoras, con tallos y ramos alareados, 3 - angulares ó 3-alados, que emiten raíces aéreas, sus areolas con varias espi- nas cortas y un mechón de lana cortísima; flores muy grandes, nocturnas, embudadas, el limbo de la misma loneitud que el tubo ó más largo; ovario y tubo con grandes escamas foliáceas, pero sin espinas, lana ni pelos; los segmentos exteriores del periantio semejantes á las escamas del tubo, pero más largos; los seementos petaloideos del periantio estrechos, agudos Ó acuminados. casi siem- pre blancos; estambres numerosísimos, en dos series, iguales ó más cortos que el estilo; éste es cilíndrico, algo robusto; los estigmas lineales, numerosos; frutos con varias ó muchas escamas foliáceas, persistentes. ¿specie típica: Cereus triangularis (L.), Haw. Hylocereus triangularis (Lin.), Britton € Rose. Cactus triangularis, L. Sp. Pl. 468. 1753. Cereus compressus, Mill. Gard. Dict. ed. 8. núm. 10. 1768. Cereus triangularis, Haw. Syn. Pl. Succ. 180. 1812. (K. Schumann en Martius Fl. Bras. tomo 1V, parte 2.?, págs. 208-209.) Ilustración. —En la misma obra, lám. 42, 114 JUAN T. ROIG Y MESA Tallo trepador, capaz de elevarse á eran altura, apoyándose en los árboles ó fijándose en las rocas, por medio de sus raíces adven- ticias; artículos alargados, hasta de 0.3 m. á 0.4 m. de largo por 2.5 á 5 em. de diámetro; las ramas más viejas trígonas, acutángu- las, no aladas, al fin prismáticas, aleo leñosas y con la corteza de color oscuro; las más jóvenes á veces torcidas, trípteras; costillas de 2.3 cm. de altura y 3-4 mm. de diámetro; areolas espaciadas de 245 em. situadas en los senos de las escotaduras, casi siempre dis- puestas horizontalmente, orbiculares, de 2 4 3 mm. de diámetro; aguijones muy escasos de 2 á 4 mm. de largo, relativamente robus- tos, pero apenas punzantes, negros, saliendo de entre el tomento eris. Flores laterales, solitarias, preciosísimas, ascendentes, de 20 em. de largo y cerca de 20 em. de diámetro en el ápice; ovario en forma de cilindro corto y ancho, sub-oblicuo, provisto de esca- mas numerosas, triangulares, de 2 á 4 em. de largo y 1 em. de ancho en la parte alta, verdosas; tubo del periantio grueso, cu- bierto de escamas alargadas, carnosas, con el margen decurrente; lacimias calicoideas violáceas, de 5-11 em. de largo, lanceoladas, patentísimas, acuminadas; lacinias petaloideas de Y em. de largo, las mayores, y 2 cm. de ancho en la parte superior, blancas, lan- ceolado-ob!longas, ó lanceoladas, con el ápice acuminado, roído-den- tado y la base atenuada; androceo mucho más corto que el perian- tio, formando un cilindro que sobresale de la garganta unos dos centímetros; filamentos amarillentos, anteras cetrinas; estilo grue- so, encorvado, cilíndrico, dividido en muchos estigmas, al princi- pio soldados en un cono grueso, al fin radiados; anaranjados, de 1á1.5 em. de largo. Baya oviforme, muy grande, roja, con el ápi- ce profundamente umbilicado, sub-oblicua; transversalmente tu- berculosa en la base de las escamas; exocarpio aleo grueso; semi- llas obóvalo-oblongas, de 2.5 á 3 mm. de largo y 1 mm. de grueso, negras, algo aplanadas, lisas, brillantes. Patria: Jamaica. Muy común en Cuba. Nombre vulgar: Flor del cáliz. En aleunos lugares también le llaman Pitahaya. Existe en el Jardín Botánico. Florece en Mayo, Julio y Sep- tiembre. | CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 115 IV. Leptocereus, Britton € Rose. Contr. from the U. S. National Herbarium. Vol. XII, parte 10. 439. 1909. Tallos difusamente ramosos, ramas delgaúas, con 6 costillas pro- minentes y muy delgadas, sin raíces adventicias; espinas tenues, tubo calicinal corto; estambres y estilo inelusos; ovario y fruto muy espinosos. Especie típica: Cereus assurgens, Griseb. Leptocereus assurgens (Griseb.), Britton Q€ Rose. Cereus assurgens, Griseb. Cat. Pl. Cub. 116. 1866. Ilustración. —Schm. Gesamtb. Kakteen, f. 33. Tallo erguido, de 60 em. á 1.80 em. de altura, con el ápice ob- tuso; costillas 8-6, subagudas, separadas por surcos profundos; areolas diminutas, al fin !ampiñas, las más jóvenes cubiertas de tomento muy corto, con 14-12 espinas; espinas tenues, divarica- das, con la base nudoso-engrosada; de color blanco rojizo, 4 cen- trales un poco más largas (de 12 mm. á 16 mm. de longitud) ; flo- res amarillo-verdosas, de 3.75 cm. á 2.5 cm. de largo; tubo calici- nal espinoso; pétalos pequeños obovales. Patria: Cuba occidental. En el herbario de la Estación Agro- nómica, hay un ejemplar recogido cerca de Guanajay. | V. Nyctocereus, Britton € Rose. Contr. from the. U. S. Nat. Herb. Vol. XII, parte 10: 423. 1909. Plantas erguidas Ó postradas, delegadas, poco ramosas, con ta- llos y ramos cilíndricos, acanalados; las mumerosas areolas osten- tan un mechón de corta lana blanca y pequeñas cerdas aciculares radiadas ó débiles espinas; flores grandes, blancas, nocturnas; ova- rio con pequeñas escamas y haces de espinas débiles ó cerdas; co- rola embudada, el tubo casi cilíndrico y eradualmente ensanchado en la parte superior, con escamas y mechones de cerdas débiles por debajo de la línea media y por encima de ella presenta esca- 1 Lista para imprimir esta tesis, se ha recibido en la Habana el número 149 del Journal of the New York Botanical Garden, que trae un informe del Sr. N. L. Britton, acerca de su último viaje 4 Cuba, efectuado en Marzo de 1912. En él hace referencia á dos especies nuevas del gé- nero Leptocereus, el Lectocereus arboreus, que habita junto á la bahía de Cienfuegos, y el Leptocereus Leoni, dedicado al Hermano León, del Colegio de la Salle, en el Vedado, el cual lo descubrió en la Sierra del Anafe, cerca de Guayabal. 116 JUAN T. ROIG Y MESA mas distantes, estrechas y lanceoladas, las que eradualmente se modifican hasta llegar á formar los segmentos obtusos del perian- tio exterior; los segmentos del periantio interior muy extendidos, obtusos ó aguditos estambres numerosos, más cortos que el perian- tio; estilo poco más ó menos de la misma longitud que los estambres; fruto escamoso y espinoso ó cerdoso El género es, quizás, hete- rógamo. Especie típica: Cereus serpentinus, D. C. Nyctocercus serpentinus (Lae. € Rodr.), Britton € Rose. Cactus serpentinus, Lag. € Rodr. Anal. Cienc. Nat. 4: 261. 1801. Cactus ambiguus, Bomph. Pl. Jard. Novar. et. Malmais, pl. 38. 1803. Cereus serpentimus, D. C. Prod. 3: 467. 1828. Ilustración.—Bot. Mag. 64. (Labouret, Monographie de Cactees, pág. 379.) Tallo erguido, flexuoso, subrastrero, más tarde ramoso, de 5-6 metros de altura por 4-5 em. de diámetro; “on 11 costillas verdes; los surcos desaparecen prontamente; costillas comprimidas, ob- tusas, casi rectas; areolas pequeñas, con 11-13 mm. de separación, blancas, tomentosas; aguijones rectos, muy tenues, rísidos, de 11- 15 mm. de largo, 9-12 exteriores, 1 central, rosados al nacer, des- pués blancos, algunos pardos. Florece de Junio á Octubre; flores grandes, blancas, presen- tando un limbo de 15-18 em. de diámetro; ovario verde, con areo- las y aguijones; tubo de 13 em. de largo, verde, lampiño, guarne- cido de escamas estrechas, rojizas, peludas; lacinias sepaloideas color verde olivo; lacinias petaloideas purpurescentes por fuera, las del interior blancas, acuminadas, dentadas en el ápice; estam- bres blancos; anteras grandes amarillas; estilo apenas más largo, con 7 divisiones. Patria: Méjico. En la ¿stación Agronómica existen ejemplares. VI. Selemicereus, Britton € Rose, Contr. from the U. S. Nat. Herb. Vol. XII, parte 10. 429. 1909. Tallos delgados, rastreros ó trepadores, alargados, con las cos- l. CEPHALOCEREUR BAKERI, 2. SELENICEREUS MAXONT, ROSE ? BRITTON £ ROSE 3. SELENICEREUS BOECKMANNI (OTTO) BRITTON «€ ROSE ? O P y Gr Í " a 4 . 0 e e es A CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 117 tillas poco salientes, que emiten raíces irregularmente; flores gran- des, á menudo muy grandes, nocturnas; brácteas del ovario y tubo floral generalmente con largos pelos y cerdas; fruto grande, rojizo, cubierto de montones de espinas caducas. Especie típica: Cactus grandiflorus, Lin. Especies cubanas: 2 y cult. 1. Sinopsis de las especics cubanas. 1. Tallos con 7 costillas sinuosas, color verde gay. S. boeckmannt. 2. Tallo con 5-7 costillas; color verde pálido; flores con inten- CONO de Bula: 0 e a OS Grand loruS. 3. Tallo con 5-6 costillas; á veces de color purpúreo; flores a e a O O ELO. 1. Selenicereus boecckmanni (Otto), Britton € Rose. Cereus boeckmanáa, Otto; Salm-Dyek, Cact. Hort Dyck, ed. 446. Cereus ertophorus, Griseb, Cat. Pl. Cub. 116. 1866, número 1850. Pfeiff. 1837. (Labouret, Monographie des Cactees, pág. 388.) Tallo ramoso, muy largo, de 2 cm. de diámetro, rastrero, cilín- drico, fuerte, ondulado, color verde gay, con 7 costillas sinuosas; convexas, subescotadas; surcos redondeados; areolas separadas 13- 18 mm., pequeñas, cubiertas de tomento gris; aguijones rígidos, muy pequeños, 3 superiores y uno solo central, de color pardo, los tres inferiores grises. Patria: Cuba. Nombre vulgar: Patana. En el herbario de la Estación Agronómica existe un ejemplar recogido entre Santiago de las Vegas y Rincón. También hay ejem- plares vivos en el Jardín Botánico y en el del Instituto. 2. Selenicereus grandiflorus (L.), Britton € Rose. Cactus grandiflorus, L. Sp. Pl. 467. 1753. 118 JUAN T. ROIG Y MESA Cereus grandiflorus, M1. Gard. Dict., ed. 8, núm. 11. 1768. Ilustración. —Descourt. Fl. Antill., lám. 65. (Labouret, Monographie des Cactees, pág 384.) Tallo rastrero, difuso, verde pálido; artículos rastreros, muy lareos, flexuosos, con 5-7 costillas poco pronunciadas, casi redon- das; 4-8 aguijones radiados, de 4-6 mm. de largo, apenas punzan- tes, amarillos ó blancos, 1-4 interiores más largos, de la misma lon- gitud de las cerdas que los acompañan; areolas separadas 11-15 mm. Florece en Julio; las flores se abren por la tarde, mostrando un limbo de 18-20 em., permaneciendo abiertas durante toda la noche y se cierran por la mañana á la salida del Sol. Exhalan un olor muy intenso de vainilla durante toda su expansión. El ovario es subgelobuloso, cubierto de escamas muy apiñadas, de cerdas y de lana espesa; el tubo tiene 16 em. de largo y un diá- metro de 15-18 mm. en la base y de 4 em. por debajo de la corola; es de color verde pálido; las escamas son ciliadas, alargadas, con la punta de un bello color amarillo dorado. las lacinias exteriores son lineales, agudas, de 10 em. de largo, muy abiertas y ofrecen el mis- mo color amarillo dorado; las lacinias interiores son más anchas, menos largas, no tienen más que 8 em. de longitud y son blancas; los estambres son muy numerosos, blaneos, con anteras de color amarillo de azufre; el estilo, de la misma loneitud que los estam- bres, tienen 10-12 divisiones amarillas de un tono más dorado que las otras partes de la flor. Patria: Jamaica; Cuba. En el herbario de la Estación Agronómica existe un ejemplar, y en el Jardín Botánico otro ejemplar vivo. 3. Selemicereus maxoni, Rose, Contr. from the U. S. Nat. Herb, Vol. XII, parte 10. 430. 1909. Tallos de color verde claro, pero á menudo se tornan comple- tamente de color púrpura subido, frecuertemente de 3 cm. de diá- metro; costillas 5-6, aleo prominentes, pero no tanto en las ramas más viejas; areolas pequeñas, blancas, espinas cortas, amarillentas; de la parte inferior de las areolas nacen varias cerdas reflejas ó pelos, blancos, más largos que las espinas; flores nocturnas, de 20 em. de largo; sépalos y brácteas lineales, verdosos ó parduzcos, al- eunas veces casi color de rosa; pétalos blancos, algo anchos; estam- CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 119 bres numerosos; estilo color crema, robusto; tubo propiamente dicho como de 10 em. de largo, portando brárteas lineales cortas, saltea- das, las axilas con lana blanca corta y largos pelos sedosos y cerdas también blancos; ovario cubierto del mismo modo, pero con las brácteas más estrechamente unidas. Esta especie floreció dos ve- ces en cultivo, en Abril y en Mayo. Esta planta corresponde á una especie nueva y fué recogida en la cima de una palma de género Thrinax, como de 8 m. de altura, por Mr. William R. Maxon, el 13 de Abril de 1907, cerca de Be- rraco, á 8 millas al Este de Daiquirí, Oriente. Dicho ejmplar figura con el número 535.827 en el Herbario Nacional de los Estados Unidos. En el Jardín Botánico y en el del Instituto hay ejemplares de una planta que coincide exactamente en sus caracteres con la des- crita. Han florecido en Mayo y Junio. VII. Acanthocereus, Britton € Rose, Contr. from the U. S. Nat. Herb. Vol. XII, parte 10. 432. 1909. Plantas de flores nocturnas, con tallos alargados, erguidos ó re- clinados, 3-6 angulares, sin raíces adventicias y con grandes flores embudadas; areolas de los tallos distantes unas de otras, portando un mechón de corta lana y varias espinas rígidas; ovario con va- rias ó muchas areolas provistas de lana y espinas; tubo de la coro- la verde, cilíndrico, delzado, ensanchado sólo en el ápice, mostran- do unas cuantas areolas semejantes subtendida por una pequeña escama; el limbo algo más corto que el tubo, muy abierto; sépalos estrechos, lanceolados, acuminados, verdes, aleo más cortos que los pétalos; estilo muy delgado, dividido en el ápice en varios estig- mas lineales; baya escamosa y espinosa, con epicarpio grueso, pul- pa roja y numerosas semillas negras. Especie típica: Cactus pentagonus, Lin. Acanthocereus pentagonus (L.), Britton € Rose. Cactus pentagonus, L. Sp. Pl. 467. 1753. Cereus pentagonus, Haw.; Pfeiff. Enum. Cact. 109. 1837. Cereus pellucidus, Otto; Pfeiff. Enum. Cact. 108. 1837. Ilustración. —Engelm., lám. 60, f. 5, 6. (Labouret, Monographie des Cactees, págs. 374-375.) 120 JUAN T. ROIG Y MESA Tallo ereuido, de 8-16 mm. de diámtro, articulado, muy ran:0s0; artículos con 3-6 (raras veces 5-7) costillas; sureos anchos; costi- llas subcomprimidas, más tarde plegadas, subconvexas; areolas blancas, tomentosas, más ó menos espaciadas; aguijones rígidos en los artículos vigorosos, de 6-8 mm. de longitud, negruzcos al na- cer, después blancuzcos, 5 radiados, 1 central; todos oscuros, cer- diformes. Esta planta jamás presenta raíces adventicias. Patria: América tropical. Común en Cuba. Hay dos ejemplares en el Herbario de la Academia de Ciencias. Nombre vulgar: Jijira. VIIL. Lemarcocereus, Britton € Rose. Contr. from the U. S. Nat. Herb: Vol: UL part 01051909: Plantas generalmente muy grandes, altas y ramosas, á veces postradas; espinas por lo general fuertes y numerosas; flores diur- nas, solitarias en las areolas, con tubo embudado más ó menos alar- gado; estambres numerosos, dispuestos en muchas series á todo lo largo de la superficie del cuello; superficie del ovario cubierta de tubérculos carnosos, cada uno coronado por una pequeña bráctea; axilas de las brácteas llenas de pelos cortos ó de lana densa al prin- cipio inermes; pero no tarda en desarrollarse un montón de espi- nas; fruto entre globoso y ovalado, cubierto de espinas caducas, y en muchas especies, por lo menos, se abre irregularmente, ponien- do de manifiesto las semillas; á menudo es comestible; semillas nu- merosas, negras. Especie típica: Cereus hollianus, Weber. Especies cubanas: 0 y cult. 2. Sinopsis de las especies cultivadas. 1. Tallo color verde pardo, de 9 costillas muy comprimidas. L. hystriz. Tallo glauco, de 7-8 costillas obtusas. . . . . L. griseus. (O) 1. Lemarrocereus hystriz (Sal-Dyck), Britton € Rose. Jactus hystrix, Salm-Dyek. Obs. Bot. 7. 1822. Cereus hystrix, Salm-Dyck. C. D. Prod. 3: 464. 1828. (Labouret, Monog. des Cactees, pág. 390. Ilustración. —Journ. N. Y. Bot. Gard. 10, f. 20. SELENICEREUS MAXONI, ROSE CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 321 Tallo erguido, simple, de color verde oliva oscuro, de 5 cm. de diámetro; con 9 costillas muy comprimidas; areolas salientes, re- dondeadas, tomentosas, grises, separadas 6-8 mm. unas de otras; aguijones rectos, rígidos, blancos á trechos coloreados de pardo, 9-10 exteriores de 6-8 mm. de largo, 3-4 interivres más fuertes de 17-22 mm. de largo. Patria: Antillas. Común en Cuba. 2. Lemaireocereus griseus (Haw.), Britton € Rose. Cereus griseus Haw. Syn Pl. Succ. 182. 1812. Cereus eburneus, Salm-Dyck. Obs. Bot. 6. 1822. Echinocactus pruinosus, Otto; Pfeiff. Enum. Cact. 398. 1846. (Labouret, Monographie des Cactees. pág. 354.) Ilustración —Contr. from the U. S. Nat Herb. Vol. XII, parte 10, lám. LXVII. Tallo erguido, simple, de 1 metro de alto por 8-10 em. de diá- metro, glauco; con 7-8 costillas; surcos planos; costillas obtusas; areolas separadas 10-13 mm. unas de las otras, ovales, cenicientes, desnudas; aguijones rígidos, alargados, 8-10 radiados, los de la parte inferior más pequeños, 1 central (raras veces 3); todos pur- purescentes al nacer, más tarde blancos de marfil con la punta negra. Patria: Méjico, América del Sur. Abundante en Cuba. Nora.—En el Jardín Botánico hay un ejemplar muy viejo cuyo tronco principal, partido por los ciclones, mide aún 1.50 m. y tiene ramas de más de 1 metro. Solamente una de las ramas tiene Y cos- tillas, todas las otras tienen 6 nada más; las areolas están espa- ciadas 2 cm.; los aguijones llegan en algunas areolas hasta 20, el aguijón central pasa á veces de 10 em. de longitud, de color blan- co amarillento; los de la parte baja del tronco todos negros. Este ejemplar ha florecido dos veces: en Junio y en Octubre, con gran- des flores blancas de muy poca duración y no llegó á fructificar. IX. Harrisia, Britton, Bull. Torr. Club. 35: 561. 1908. Plantas de flores nocturnas, con tallos delgados, cilíndricos, que emiten ramas erguidas, acanaladas, con 8 á 11 costillas redondea- das, separadas por surcos poco profundos y con areolas á interva- 322 JUAN T. ROIG Y MESA los frecuentes; cada areola con varias espinas aciculares. Flores so- litarias, engastadas en las areolas, cerca de los extremos de las ra- mas; embudadas, grandes, con tubo cilíndrico escamoso, pero sin espinas, tan lareo como el limbo ó más largo; botones globosos, ovoideos ú obovados, densamente escamosos, las escamas con pelos lanosos, cortos ó largos; sépalos rosados ó verdosos, lanceolado-li- neales; pétalos blancos; estambres más cortos que los pétalos, esti- lo aleo más largo que los estambres; fruto eloboso ú ovoideo-glo- boso, entre verde y amarillo, sin espinas pero con escamas caducas, la corola marcescente, semillas numerosísimas, pequeñas. Especie típica: Cereus gracilis, Mill. Especies cubanas: 4. Sinopsis de las especies cubanas. 1. Escamas de los botones densamente cubiertas de pelos de 1 á 1.5 cm. de largo. A. Pelos de color blanco brillante; areolas con 25 á 3 em. de separación; espinas 6-9, las más largas de 2.5 á 3 em. de longitud. 1. H. eriophora. B. Pelos de color amarillo de cuero; areolas separadas de 2 á 2.5 em.; espinas 8-11, las más largas de 1 em. de longitud. 2. H. fernow1. 2. Escamas de los botones ligeramente cubiertas de pelos de 3 á 10 mm. de largo. Botones puntiagudos. Plantas de color verde claro, pelos de las escamas de los boto- nes ensortijados; espinas 9-15; botones entre ovoides y subglobosos. a. Areolas separadas 1 cm.; espinas de 1 em. de largo. 3. H. undata. b. Areolas separadas 2-3 em.; las espinas más cortas de 2.5 em.; las más largas de 4-5 cm. Botones subelobosos, poco pun- AU AR A A o E AS 1. Harrisia erophora (Pfeiff.), Britton, Bull. Torr. Club. 35: 562. 1908. Cereus cubensis, Zuce.; Seitz. Allg. Cartenz. 2: 244. 1834. Cereus eriophorus, Pfeiff. Enum. Cact. 94. 1837. Ilustración —Pfeiff € Otto, Abb. u. Beschr. Cact., lám. 22. Plantas de color verde claro, el tallo principal de 4 em. de diá- CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 323 metro ó más, las ramas casi del mismo grueso, erguidas, con 8-9) costillas prominentes; las depresiones situadas entre ellas algo pro- fundas; areolas separadas 3-4 cm.; espinas 6-9; las más largas de 25 á 4 cm. de longitud, de color carmelita claro con las puntas casi negras; botones ovoideos, puntiagudos, sus escamas densamen- te cubiertas de pelos lanosos de 1 á 1.5 em. de largo; flores como de 18 em. de largo; escamas del tubo lanceoladas, acuminadas, depri- midas, de 1 á 1.5 em. de largo, portando largos pelos blancos y ter- minando en una púnta á manera de pelo de 5 mm. de largo; fila- mentos blancos; anteras oblongas, amarillas, pistilo color crema. Patria: Cuba. El ejemplar descrito fué colectado por Mr. C. T. Baker en Co- jJíimar en 1907. 2. Harrisia fernowi, Britton, Bull. Torr. Club. 35: 564. 1908. Cereus pellucidus, Griseb. Cat. Pl. Cub. 116. 1866, no Otto 1837. Planta de 2.5 á 3 m. de altura; ramas delgadas, como de 2.5 em. de grueso, de color verde claro, con 9 costillas, no prominentes y la depresión situada entre ellas poco profundas. Areolas con unos 2 em. de separación; espinas 8-11; color carmelita claro, con pun- tas negruzcas, las más lareas de 1 cm.; botones subelobuloso-ovoi- deos, sus escamas algo densamente cubiertas de pelos ensortijados, lanudos, color de cuero, de 1 em. de longitud; flores de 2 dm. casi de largo. Colectado por Mr. Normann Taylor entre Río Grande y Río Ubero en Oriente, Cuba, en 1906. Nombre vulgar: Jijira. 3. Harrisia undata (Pfeiff), Britton, Bull. Torr. Club. 35: 564. 1908. Cereus undatus, Pfeiff. Enum. Cact. 95. 1837. Ilustración —Pteiff € Otto., Abb. u. Beschr. Cact., lám. 23. Planta ramosa, como de 2 m. de alto, las ramas más viejas de color verde claro, con 10 costillas redondeadas; las depresiones en- tre ellas poco profundas; las ramas jóvenes de color verde oscuro, de unos 2 cm. de grueso solamente. Areolas separadas sólo 1 em.; espinas 12-15, grises, las más largas de 1 cm. de longitud nada más; botón pequeño, ovoide, de punta corta, sus escamas con pocos pe- los de 4-6 mm. de largo, aleo-ensortijados; flores como de 1.5 dm. 324 JUAN T. ROIG Y MESA de longitud; el tubo verde, eubierto de escamas agudas, ligera- mente lanudas, los pétalos blancos, denticulados. Patria: Cuba oriental. Nora.—Esta planta fué descrita por N. L. Britton, teniendo á la vista ejemplares obtenidos del Jardín Botánico de la Univer- sidad en 1903. Actualmente existen en el Jardín varios ejemplares de esta planta, hijos de la misma mata que sirvió á Mr. Britton para la descripción. Han florecido frecuentemente, en Febrero, Abril, Mayo y luego en Octubre hasta Diciembre, llegando también á fructificar. He podido observar que si bien aleunas ramas nuevas tienen sólo 10 costillas, casi todas las demás tienen 11. Esta planta existe también en el Jardín del Instituto, en la Quinta de los Molinos y en la Estación Agronómica. 4. Harrisia taylori, Britton, Bull. Torr. Club. 35: 565. 1908. Planta de color verde claro, ramosa en la parte superior, de 1.5 á 2 m. de altura, las ramas divaricado-ascendentes, algo rígidas, de 4-5 cm. de grueso, con 9 costillas redondeadas, las depresiones entre ellas algo profundas. Areolas separadas 2-3 cm.; espinas 9-12, las más largas de 3-5 cm. ascendentes; botones globoso-ovoideos, de punta corta, sus escamas con lana blanca ensortijada y esparcida, de 3-6 mm. de largo. Es una especie nueva, deserita por un ejemplar colectado en la playa comprendida entre Río Grande y Río Ubero, Oriente, por Mr. N. Taylor, en 1906. X. Phyllocactus, Link. Handb. 11, 11 Epiphyllum, Haw. Syn. 197. Phyllarthus, Neck. Elem. bot. 742. Phyllanthus, Mig. Bull. Neil 1839. P. 112. Phyllocereus, Miq. Gen. Cact. 26. Disicactus, Lindley. Disisocactus, Salm-Dyek. (Epiphyllon p. p. Gómez de la Maza, F!. haban. 272.) (K. Schumann en Martius, Flora Brasiliensis, págs. 216-217.) HARRISIA UNDATA (PFEIFE) BRITTON £ ROSE CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 325 Arbustos epifitos, rara vez terrestres; tallos y ramas comprimi- dos, foliáceos, recorridos por un nervio central robusto; con el margen escotado; los más viejos algo leñosos, cilíndricos; areolas pequeñas, situadas en los senos de las escotaduras, con escamas ca- ducas; algo pulverulentas y cerdosas. Mlores actinomorfas Ó con la curvatura del tubo del periantio y los estambres más ó menos vi- siblemente zigomorfos; solitarias en las areolas, blancas, rosadas ó rojas, casi siempre bellas. Periantio infundibiliforme, con la gar- ganta horizontal; lacinias exteriores por lo general semejantes á las interiores; tubo del periantio alargado ó larguísimo; no raras veces con la base angulosa, más arriba cilíndrico y el ápice gra- dualmente ensanchado; con escamas pequeñas no lanuginosas ni cerdosas, dispuestas en espirales remotas. Estambres dispuestos en círculo en la garganta del tubo y adheridos á éste ó libres; anteras lineales ú oblongas, á veces papilosas exteriormente; basifijas; gra- nos polínicos globosos, amarillos, 3 -porosos y 3-hendidos, lisos. Ovario acutáneulo, rara vez cilíndrico, unilocular, con la cavidad proporcionalmente pequeña; tantas placentas como estigmas, ape- nas destacándose de las paredes; óvulos «, adheridos al funículo alargado, solitarios ó en manojos, anátropos contra el funículo, el cual queda tangente al mieropilo; provistos de pelos laterales; el tegumento interior no siempre sobresaliendo mucho del exterior. Estilo alargado, cilíndrico, tubuloso, con el ápice ramificado en mu- chos estiemas. Baya angulosa, no raras veces oblicua, casi siempre medulosa interiormente más bien que carnosa, polisperma, esca- mosa. Semillas reniformes, con la base truncada, comprimidas la- teralmente, eserobiculosas; embrión ganchoso; cotiledones subfo- liáceos, albumen nulo. Phyllocactus phyllanthus, Lin. K. Sehumann en Mart. Fl. Bras. Págs. 219-220. Epiphyllum phyllanthus, Haw. Syn. 197. Suppl. 84. Cereus phyllanthus, D. C. Prod. III. 469. Cactus phyllanthus, L. K. Hamdb. sur Erkenn. Gen. 11. 11. Epiphyllon speciosum, Gómez de la Maza, loc. cit. 273. Ilustración. —Schumann en Mart. Fl. Bras. Lám. XLIV. Tallo terrestre, elevándose sobre las rocas; articulado-ramoso, hasta de 3 metros de largo ó epifito, con la base cilíndrica y la cor- teza cenicienta; artículos muy comprimidos, subfoliáceos, plaxos, 326 JUAN T. ROIG Y MESA oblongo-lanceolados ó lineales, con el ápice atenuado, obtuso, redon- deado y la base aguda, á veces contraída, casi semejándose á un pe- ciolo alargado aplanado ó subcilíndrico; escotado ó subserrados; las escotaduras casi siempre de 3-3.5 em., raras veces de 7 cm. de largo y á lo sumo 0.8 mm. de alto; el nervio medio prominente por ambos lados, los laterales menos visibles, terminando en los senos de las escotaduras; areolas situadas en estos senos, provistas de una escamita triangular cartilaginosa, cóncava en la parte de arriba, y de tomento escaso, limitado á los alveolos; aguijones O Ó más tarde con alguno que otro muy pequeño. Flores solitarias en las areolas, de 20-25 em. de largo, antes de la antesis ondulosas, patentes ó as- cendentes; después de la antesis muy reflejas; infundibiliforme. Ovario oblongo, elíptico, anguloso, de 1-1.5 cm. de largo y 1 mm. de diámetro, lampiño, con poquísimas escamitas, triangulares, sub- carnosas, de axilas lampiñas; las aristas situadas debajo de las es- camas borrosas, apenas de 1 mm. de largo, verdes. Tubo del perian- tio de 16-22 em. de largo por 5 mm. escasos de diámetro en la base, eradualmente ensanchado en la parte superior, con pequeñísimas escamas espaciadas, de 5-8 mm. de largo, aleznadas ó lineales-lan- ceoladas, subestriadas, amarillo-verdosas; lacinias calicoideas 8-10 en una sola serie, de 2 em. de largo por 4-5 mm. de ancho en el centro, ovado-lanceoladas, exteriormente verdosas, blancas en el interior, con el nervio medio verde; lacimias petaloideas casi igua- les á las calicoideas, pero blancas, acuminadas, reflejas; estambres en dos series, adheridos al tubo, los más bajos apoyándose en el me- dio del limbo del periantio, los más altos fijos á la garganta del limbo, más cortos; estilo de 18.5 á 24 cm. de largo, cilíndrico, ra- mificado en pocos estigmas radiados, algo obtusos; Baya oval ú ovado-oblonga ú oblongo-lanceolada, á veces oblicua, acutángula, con el ápice acuminado-umbilicado y la base redondeada, de 5-7 em. de largo por 4 em. de diámetro, rojo-purpúrea, con las aristas visibles y con unas cuantas escamitas verdosas diseminadas; epicar- pio de 1.5 4 2 mm. de grueso; semillas numerosas, desiguales, de 3 mm. de largo y 2 mm. de ancho en la parte superior; reniformes, anidadas en la pulpa procedente del funículo, escrobiculadas; casi exalbuminosas, de color negro brillante; embrión ganchoso. Patria: Brasil. Muy común en Cuba. Nombre vulgar cubano: Pluma de Sta. Teresa; Cañonazo. Hay varios ejemplares en el Jardín Botánico de la Universidad. Estos han florecido en Abril, Mayo, Junio y Octubre. A — CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA =- XI. Melocactus, Link et Otto. (K. Schumann en Martius, Flora Brasiliensis, tomo IV, parte 2, págs. 233-234.) Tallo corto, globoso ó cónico, simple, acostillado, coronado por un cefalio grande ó grandísimo, semigloboso ó cilíndrico, que al principio incluye á las flores y.las bayas. Areolas remotas, cubiertas de tomento cuando jóvenes, al fin lampiñas, espinosas. Flores es- trictamente actinomorfas, pequeñas dentro de la familia. Perian- tio infundibiliforme, de garganta horizontal; lacinias más ó me- nos desiguales, las más bajas subpetaloideas, patentes; tubo del periantio alargado en proporción á la magnitud de la flor; dilata- do en el medio, oculto en el cefalio. Estambres subinclusos, adheri- dos al medio del tubo del periantio, revistiendo totalmente el inte- rior; anteras oblongas ú ovado-oblongas, con el ápice subretuso, es- trictamente basifijas; granos polínicos algo grandes, globosos, 3 - hendidos y 3 -porosos, lisos; ovario subovoíiveo, unilocular, con la cavidad proporcionalmente grande; óvulos numerosos fijos á las placentas nerviformes; solitarios, mo amanojados, sostenidos por el funículo alargado, anátropos contra éste; rectangulares, con dos tegumentos, el interior superando al exterior: estilo cilíndrico, con la base no dilatada y el ápice terminando en 4-5 estigmas radiados. Baya al principio inclusa, carnosa, mucilaginosa, claviforme, coro- nada por los restos de la flor, después elevada sobre el cefalio por medio de un estípite basal liso. Semillas pequeñas, subtumescentes lateralmente, con la cresta dorsal subprominente, escotada, corta- mente tuberculosa por ambos lados; albumen O; embrión recto, elipsoideo, grueso, subindiviso ó con el ápice cortísimamente bilo- bado. Melocactus havanensis, Mig. (M. communis var, havanensis, Pfeiff.) Labouret, Monog. des Cactees, pág. 9. Tallo elipsoideo, de color verde pálido, tomando algunas veces un tinte amarillento; costillas rectas, verticales, comprimidas, abo- vedadas entre las areolas; éstas redondeadas, poco alejadas unas de 328 JUAN T. ROIG Y MESA otras; aguijones amarillos, 9 radiados, rectos, los dos superiores más pequeños que los otros, 2 centrales. Patria: Cuba, alrededores de la Habana, según Labouret. Nombre vulgar: Cardón; tuna cabezuda. Existe un ejemplar en el Herbario de la Academia de Ciencias, con el número 930. XI! Mamillaria, Haw. (Cactus, restringido, Lin.; Contr. U. 5. Nat. Herb. 1, 95.) (Labouret, Monographie des Cactees, pág. 21.) Ovario liso, prolongado en un estilo cuyas divisiones (estigmas) son lineales ó cortas, redondeadas, lobuladas ó verrucosas. Las di- visiones del periantio soldadas por la base, forman un tubo adhe- rente al ovario; ellas van siendo cada vez más largas de fuera á dentro. Estambres multiseriales y soldados al tubo. Baya lisa, oblonga ó claviforme, coronada por los restos desecados del pe- riantio. Cotiledones pequeños, unidos por la base, agudos. La inflorescencia es axilar, dura muchos días y en todo ese tiempo las flores continúan desarrollándose y los matices que las co- loran volviéndose cada vez más intensos. Tallos carnosos, globulosos, cilíndricos, simples ó ramosos; el tejido celular está lleno de una savia á menudo lactescente; está rodeado por todas partes por los verticilos de hojas apiñadas y dispuestas como las escamas que forman el cono del pino y son cilíndricas, mamiformes ó poliédricas; en todos los casos su vérti- ce está terminado por una areola guarnecida de tomento y de agui- jones iguales ó no. Estas hojas jamás son pecioladas; sus axilas son el asiento de las yemas y de las flores, á veces están guarnecidas de un plumón aleodonoso y de algunos aguijones tenues. No es sino accidentalmente y sólo en algunas especies que las areolas dan ori- gen á las yemas florales. Mamillaria pusilla, D. C.; Labouret, Monographie des Cactees, pág. 25. Tallo globoso, múltiple, formando un tapiz casi hemisférico; axilas guarnecidas de haces de pelos, mamelones pequeños, cilíndri- CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 329 cos, areolas velludas; 4-6 aguijones rectos pequeños, blancos, dora- dos, pubescentes; 12-20 exteriores ó blancos, piliformes. Los mamelones son de 13 mm. de largo; los aguijones de 9 mm. Florece en Abril, Mayo y Junio. Flores abundantes, más lar- gas que los mamelones. Pétalos mucronados, amarillentos, con la lí- nea media color de rosa; estambres blancos, apenas más largos que el estilo; anteras amarillas; 5 estiemas amarillos. Patria: Antillas. Común en la parte oriental de Cuba. Existe un ejemplar en el Herbario de la Academia de Ciencias. Tiene el nú- mero 929. XITI. Rhipsalis, Gaertn. Fruct 1, 136, lám. 28. 1788. Lepismum, Pfr. et Otto's Gartenz. 1835, pág. 314. Pfeiffera, Salm-Dyek. Hariota, Miq. Gen. Cact. 114. Hariota, Adams. Fam. II, 243. 1763. Gómez de la Maza, Fl. hab. 272. (K. Schumann en Martius, Flora Brasiliensis, tomo 1V, parte 2.*, págs. 266-267.) Plantas epifitas ó desarrollándose entre las rocas y sobre los pre- cipicios, con tallos ereuidos, no raras veces colgantes ó trepadores por medio de sus raíces; de ramos articulados más ó menos nume- rosos; artículos cilíndricos, angulosos ó aplanados, foliáceos; areo- las diminutas, más ó menos inmergidas, á veces cavernosas, rodea- das de escamitas que corresponden á las hojas, ligeramente pubes- centes ó muy velludas; no raras veces cubiertas de aguijoncitos ó cerditas; artículos de la base erguidos al principio de su desarrollo; y á veces, accidentalmente, aleunos de los de la parte superior ce- reiforme, con numerosas espinitas ó cerdas, especialmente en los de longitud normal y en las especies de la serie ““Cilíndrica””, sub- diviéndose en forma angulosa. Flores naciendo de las areolas de los artículos superiores, solitarias Ó geminadas, rara vez numerosas; blancas, amarillas ó rojizas, con la base pubescente y á veces espl- nosa; regulares, pequeñas dentro de la familia ó diminutas. Perian- tio enrodado, de garganta horizontal; lacinios libres hasta la base ó en este punto ligeramente coherentes, raras veces soldadas en tubo brevísimo; las exteriores casi siempre muy parecidas á las interio- 330 JUAN T. ROIG Y MESA res, membranáceas petaloideas. Estambres wmsertos en la misma base de las lacinias del periantio, raras veces por encima de ella, fijos al tubo cortísimo, numerosos ó numerosisimos, desiguales, los exte- riores más pequeños; filamentos tenues Ó poco robustos, con el ápi- ce casi siempre atenuado, recto; anteras diminutas, de bordes or- biculares, casi siempre dídimas, fijas por el dorso en el punto me- dio ó un poco más arriba ó más abajo, versátiles; granos polínicos blancos ó amarillos, globosos, 3 - porosos y 3-hendidos pequeños, diminutamente granulosos. Estilo ereuido, casi siempre, algo robus- to relativamente, con la base apenas angostada y el ápice dividido en 2-5 estigmas, ya pequeños y erguidos ó por lo general patentes, ya más grandes y extendidos ó recurvados; al principio aglomera- dos en una masa cónica, carnosa y blanda. Ovario globoso ó cilín- drico inmergido ó emerso, con tantas placentas como estigmas, pa- rietales, subprominentes, ó con la cavidad apenas tabicada; óvulos escasos relativamente ó numerosos, fijos al corto funículo, el cual resulta tangente al micropilo; el tegumento interior supera al ex- terior. Baya carnosa, mucilaginosa, emersa, coronada por el perian- tio marchito ó con el ápice desnudo y más ó menos areolado ó um- bilicado. Semillas numerosas, rarísimas veces solitarias Ó gemina- das; embrión ganchudo; cotiledones foliáceos, apretados uno con- tra el otro, radícula robusta, con albumen furináceo ó casi siempre nulo. Rpipsalis cassytha, Gacrtn. K. Sehumabn en Martius, Flora Brasiliensis, tomo IV, parte 2.?, págs. 269-270. (Hariota baccifera, Gómez de la Maza, loc. cil.) Tallos hasta de 2-3 m. de longitud, coleantes en las axilas de las ramas de árboles elevados, raras veces más humildes, creciendo en- tre las rocas y en los lugares estériles; erlíndricos, articulados, muy "amosos; artículos 10-20, raras veces hasta 50 cm. y más de longi- tud por 2-3 mm. de diámetro, de color verde gay; dicótomos ó más ó menos manifiestamente verticilados; los más viejos estrictamente cilíndricos, aleo carnosos; cuando secos aplanados y arrugados; areolas de 0.5 mm. de diámetro poco más Ó menos, muy aproxima- das, rodeadas de escamitas apenas de 0.4 mm. de largo y 0.8 mm. de ancho, triangulares, aleo obtusas ó cortísimamente acuminadas; cubiertas de tomento muy corto, eris y con pequeños aguijones ne- gruzcos que por lo general no pasan de 1 mm. Los artículos de la CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 331 base casi siempre y excepcionalmente alguno que otro de los supe- riores son deformes, más cortos y un poco más gruesos, provistos de areolas con espinas (hasta 8) erguidas y asemejándose á peque- ñísimos Cereus; flores apiñadas en los articulos superiores, solita- rias en las areolas, relativamente pequeñas, con la base pubescente y á veces con una que otra espina diminuta; ovario globoso, verde, apenas de 1.5 mm. de diámetro, lampiño, desnudo; lacinias del pe- riantio 9, las inferiores triangulares ú ovadas, de 0.5 á 1.2 mm. de longitud, obtusas, carnosas; las del medio elípticas, de 1.5-2 mm.; las superiores oblongas, obtusas, de 2-3 mm., las interiores blancas, las exteriores verdosas; estambres unos 12 de 2 á 2.5 mm. de largo; filamentos tenues, blanco-hialinos; anteras dídimas, blanco-amáa- rillentas, de 0.4 mm. de diámetro. Estilo de 2 á 2.5 mm. de largo, subfusiforme, blanco-hialino, dividido en 3-5 estigmas divergentes, agudos, al final recurvados, de 0.6-0.8 mm. de longitud. Baya de 3-4 mm. de diámetro, oblonea ó subelobosa, coronada por la corola mar- cescente; jugosa, viscosa. Semillas numerosas, obovales, surenifor- mes, menudamente egranuladas, de 1 mm. de largo y 0.5-0.7 mm. de ancho hacia el ápice, negro-purpúreas, brillantes. Nombre vulgar: Disciplimilla; disciplinaria. Patria: Jamaica. Común en Cuba. Florece y fructifica en Mayo, según Gómez de la Maza: Fl. hab., pág. 272. Abunda en Vuelta Abajo. En el Herbaric del Jardín Botánico y en el de la Estación Agronómica existen numerosos ejemplares de esta planta. XIV. Opuntia, Mill. K. Schumann, en Martius, Flora Brasilien- sis, tomo IV, parte 2.?, págs. 302-303; Coulter. Contr. U. $. Nat. Herb. III, 418. Plantas suculentas, articuladas; artículos foliáceos, comprimi- dos ó cilíndricos, raras veces árboles de tronco elevado y continuo; hojas manifiestas casi siempre, cilíndricas ó semicilíndricas, á ve- ces alargadas, rara vez planas; areolas tomentosas por lo general, armadas casi siempre de aguijones gloquideados, punzantes, dis- puestos en manojos. Flores actinomorfas, marginales ó apicales, me- dianas, solitarias en las areolas. Periantio infundibiliforme, ó ra- diado, lacinias muy desiguales, las inferiores escamosas, las si- guientes casi siempre calicoideas, las más aitas petaloideas, por lo general no soldadas en tubo. Estambres más cortos que el perian- 332 JUAN T. ROIG Y MESA tio é inclusos, adheridos al receptáculo deprimido de la flor, los in- feriores á veces segregados de éste y cortamente soldados entre sí; filamentos á veces biformes, unos capilares, otros más gruesos; an- teras lineales, basifijas. Granos polínicos, los mayores en la familia, elobosos, recorridos por tres hendiduras en la línea media. Ovario elaviforme ó trasovado, rara vez cilíndrico, provisto de escamas pe- queñas y cubierto de areolas armadas casi siempre de gloquídeas; unilocular, con pocos ó muchos óvulos. Ovulos fijos aisladamente al funículo corto, rara vez alargado y envueltos por una membrana que procede de éste; poseen un solo tegsumento. Estilo cilíndrico, fis- tuloso, corto, á veces tumescente en la parte media; erguido con la base no dilatada sino estrechada y el ápice dividido en pocos estig- mas (5 por lo general), carnosos, papilosos. Baya más ó menos pi- riforme ó globosa ó elíptica, areolada, casi siempre eloquideada, con epicarpio grueso, poli ú oligosperma, no raras veces umbilicada en la parte superior. Semillas suborbiculares ó polígonas, cirecundadas por el rafe óseo; comprimidas, con la base oblicua, lisas; embrión encorvado ó ganehudo, cotiledones planos, foliáceos. Especies cubanas: 0 y cult. 7. Sinopsis de las especies cultivadas. TI. Tallo más ó menos redondeado, al fin cilíndrico. 1. Artículos tuberculosos; aguijones envainados, flores rojas. O. tumicata. 2. Tallo muy espinoso; areolas de los artículos inermes ó con una sola espina grande; flores purpúreas; fruto muy pequeño. O. macracantha. Tallo no espinoso; artículos muy grandes; areolas inermes ó con un solo aguijón caduco; á veces exudan goma; flores amarl- asrde arco o O. e, E O: REUS AAA IL. Tallo más ó menos aplanado, nunca cilíndrico. A. Plantas arbustosas, con artículos grandes y numerosos agui- jones amarillo-dorados. a. Artículos obovales, ondulados, glaucos; areolas amarillas 0] 3) primero; después pardas; flores amarillas de azufre. . O. dillena. b. Artículos elípticos, convexos; areulas blancas primero, des- pués grises; flores color de miel, algo rojizas. . . . . . . O. tuna. B. Plantas postradas, con artículos pequeños divaricados. CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 333 a. Artículos elípticos, que caen al menor choque; 3-4 aguijones blanco-amarillentos; flores amarillo-rojizas. . . . . O. triacantha. b. Artículos obovales; areolas con pocos aguijones Ó inermes. Flores amarillas de limón. ..... .. +. +. +. .,. + O. opunta. 1 Opuntia tunicata, Lehm. Link € Otto. Cactus tunicatus, Lehm. Ind. Sem. Hort. Hambur. 4. 1827. Opuntia tunicata, Link € Otto; Pfeiff. Enum. Cact. 170. 1827. Opuntia hystrix, Griseb. Cat. Pl. Cub. 117. 1866. (Labouret, Monographie des Cactees, páss. 491-492.) Tallo erguido, articulado, ramoso; de 30 em. de alto por 3 cm. de diámetro, volviéndose casi cilíndrico con el tiempo; artículos de 18-22 mm. de diámetro, atenuados en la base, tuberculosos; areolas inmergidas, insertas en la cima de los tubérculos; oblongas, blan- cas, lanudas, espinosas en la parte inferior- aguijones envainados, 'aina blanca, suave; 4-6 más bajos de 9-1% mm. apenas, foliolos cortos verdes. s Flor roja, según Grisebach, en forma de cono invertido de 2 em. de diámetro, con el cáliz desnudo, de la mitad del tamaño de la corola; sépalos ensanchados en la parte superior; muecronulados. Patria: Según Grisebach, Cuba oriental, entre Baracoa y Sal- tadero; mas los Sres. Britton y Rose en su trabajo titulado: A pre- limnary treatment of the Opuntioideae of North America, dicen que es originaria de Méjico y cultivada en Cuba. 2. Opuntia macracantha, Griseb. Catalogus Plantarum Cu- bensitum, pág. 116. 1866. Tallo erguido, al fin cilíndrico, densamente espinoso; sus espi- nas insertas en areolas lanosas y cerdosas, riás de 20 en cada una, desiguales, divaricadas, cubiertas de un polvillo blanco y con el ápice amarillento, 4-5 más largas, de 15-10 em. de longitud; ramos prolíferos con artículos comprimidos, óvalo-oblongos y areolas dis- tantes, rodeadas de tomento corto, densamente cerdosas, inermes ó armadas de una espina solitaria de 16-24 mun. de largo; flores pur- púreas de 2.5 cm. de diámetro, con el tubo del cáliz cortamente acampanado y el ápice dilatado, de 1 em. de longitud. 304 JUAN T. ROIG Y MESA Patria: Cuba, en las costas. El profesor K. Schumann refiere esta especie al Opuntia micro- carpa, Sehm. Hay un ejemplar en el Herbario de la Academia de Ciencias, con el número 939, 1 3. Opuntia ficusaindica (Lin.), Mill. Cactus ficusandica, L. Sp. Pl. 468. 1753. Opuntia ficusandica, Mil. Gard. Dict., edi. 8. núm. 2. 1768. Ilustración. —Mem. Acad. Neap. 6., lám. 1, 2. Monatsschr. Kakteenk. 15. 151. (Labouret, Monographie des Cactees, pág. 457.) Tallo erguido; artículos grandes, verdes, elípticos, poco grue- sos, atenuados en los bordes; areolas dispuestas regularmente, in- mergidas, inermes; raras veces con un solo aguijón. Tallo cilíndrico, leñoso econ la edad, de 50 em. de longitud por 30 de anchura y 27 de espesor; foliolos pequeños, rojos. Florece durante el otoño, seeún Labouret. Flores grandes, color amarillo de azufre; baya comestible. Patria: América tropical. Naturalizada en la región medite- rránea. Nombre vulgar cubano: Tuna mansa. En el Jardín Botánico existen varios ejemplares de esta espe- cie; no los he visto en flor en dos años de observación. 4. Opuntia dillenm (Ker-Gawel), Haw. Cactus dillenái, Ker-Gawl, Bot. Reg. 3, pl. 255. 1818. Opuntia dilleni, Haw. Suppl. Pl. Succ. 79. 1819. Tlustración.—Dill. Hort. Elth., lám. 396, fig. 382. (Labouret, Monographie des Cactees, pág. 459.) Tallo erguido; artículos obovales, de 16-20 em. de largo por 10- 16 de diámetro, redondeados, ondulados, glaucos; areolas tomento- sas, amarillas primero, después pardas, provistas en la parte alta de manojos de cerdas amarillas, más tarde pardas, muy cortas; 3-5 aguijones cortos, de 13 mm., 1 más vigoroso, de 27 mm. de largo, foliolos de 4 mm. y medio con las puntas rojas. 1 Enel Boletín número 149 del New York Botanical Garden, refiere el Sr. N. L. Britton que en su último viaje 4 Cuba encontró una hermosa colonia de la Opuntia macracantha, próxi- ma á la bahía de Cabañas, en Oriente. CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 330 Florece en Abril, Mayo y Octubre, según Labouret. Flores de color amarillo de azufre, de unos 8 em. de diámetro; ovario de 27 mm. de largo, verde, provisto de algunos cerdas peniciladas; péta- los rosáceos ú obcordiformes, subbiseriales; estambres amarillentos; estilo grueso, de 6 divisiones; baya en la madurez de color púrpura subido, de forma ovalada. Nombre vulgar cubano: Tuna espinosa; tuna brava. Existe en el Jardín Botánico. NoTaA.—Esta planta abunda mucho por la loma de San Juan, en la carretera de la Habana á Santiago de las Vegas. Florece en Abril, Mayo y Junio. Las flores que he observado suelen presentar 7 ra- e mas estiemáticas, en vez de 6. 5. Opuntia tuna (L.), Mill. Cactus tuna, S. Sp. Pl. 468. 1753. Opuntia tuna, Mill. Gard. Dict. ed. € núm. 3, 1768. Opuntia polyantha, Haw. Syn. Pl. Succ. 190. 1812. Opuntia horrida, Salm-Dick, D. C. Prod. 3. 472. 1828. Ilustración. —Dill. Hort. Elth., lám. 295, fig. 380; Descourt Fl. Piet. Antillas, lám. 513, con el nombre de Cactus opuntia. (Labouret, Monographie des Cactees, pág. 458.) Artículos grandes, de 10 á 20 em. de largo por casi otros tantos de diámetro, elípticos, convexos; areolas espaciadas, grises, tomen- tosas, provistas en la parte superior de cerdas amarillo-rojizas, amanojadas, de 6 mm. de largo, y en la parte inferior de 4-6 agui- jones rígidos, de 9-20 mm. de largo, aleznados, amarillos, desigua- les; foliolos agudos, verdes, de 5-6 mm. de largo. Flores de color rojo sucio, con un limbo de 8 em. de diámetro; ovario piriforme, de 4 cm. de largo; verde, tuberculoso, areolado; pétalos rosáceos, obtusos, mucronados; estambres amarillos; ante- ras amarillas; estilo rojo de 5 divisiones verdes. Patria: Jamaica; América tropical. Nombre vulgar cubano: Tuna. Esta planta, que es muy abundante en la Playa de Marianao, en Puentes Grandes, en Calabazar y en otros muchos lugares de Cuba; difiere de la descrita por Labouret en que tiene las flores color de miel, el estilo es amarillo «on 8-10 divisiones y los estambres tienen los filamentos rojos y las anteras amarillas. 336 JUAN T. ROIG Y MESA En el Jardín Botánico hay varios ejemplares y también en el del Instituto y en la Quinta de los Molinos. Florece en Abril y Mayo. 6. Opuntia triacantha, Willd. D. C. Cactus triacanthus, Willd. Enum. Suppl. 34. 1813. Opuntia triacantha, D. C. Prod. 3. 473. 1828. (Labouret, Monographie des Cactees, págs. 466. Tallo ereuido; artículos ovales, elípticos, planos, verdes; areolas aleo aproximadas, convexas, provistas de un haz de cerdas rojizas, del medio de las cuales salen 3-4 aguijones 1¿vidos, derechos, amari- llentos, los de la parte alta muy largos, los otros casi iguales; hojas muy pequeñas, rojas. Florece en Junio y Julio. Flores amarillo- rojizas. Patria: América tropical. En el herbario de la Estación Agro- nómica hay un ejemplar. 7. Opuntia opuntia (L.), Coult. Cactus opuntia, L. Sp. Pl. 468. 1753. Opuntia vulgaris, Mil. Gard. dict., ed. 8 núm. 1. 1768. Opuntia nana, Visiani. Fl. Dalm. 3. 143. 1852. Opuntia opuntia, Coult. Contr. Nat. Herb. 3. 432. 1896. Opuntia vulgaris nana, Sechum. GFesamb, Kakteen. T15. 1899. Ilustraciones.—D. C. Pl. Succ. Hist. 2, lám. 138 a; Bot. lám. 2393; Britton € Brown, 1II. F!l., fig. 2527. (Labouret, Monographie des Cactees, pág. 477.) Artículos divaricados, decumbentes, de color verde gay, obova- les, comprimidos, pequeños; aguijones apenas cerdosos, de la misma longitud que el tomento gris de las areolas; foliolos alargados, ro- JIZOS. ' Las flores se desarrollan en Julio y Agosto, de color amarillo de limón ,de 5 em. de diámetro; ovario de 22 mm. de largo. verde bri- llante, apenas areolado; sépalos pequeños, pardos; pétalos biseria- dos, rosáceos, amarillos de limón, los exteriores mueronados, sub- purpurescentes por la parte exterior; los interiores cordiformes; estambres reunidos, dorados; anteras oblongas, color de azufre; es- tilo grueso, de la misma longitud que los estambres, amarillo, con 5 NOPALEA AUBERI (PFEIFF) SALM-DICK CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA Ya = divisiones blancas; baya comestible, madurando al año siguiente, de 3 em. de largo. Nombre vulgar: Chumbera; higuera de pala; higuera chumba; tuna silvestre. Patria: Región oriental de los Estados Unidos. Aclimatada en la Europa meridional. En el Jardín existe un ejemplar pequeño y también hay ejem- plares en la Estación Agronómica y en la Quinta de los Molinos. XV. Nopalea, Salm-Dyek. (K. Sehbumann en Martius, Flora Brasiliensis; tomo IV, parte 2.2 págs. 300-301.) Arboles ó arbustos articulados; ramas carnesas; artículos com- primidos con el margen redondeado obovales, obóvalo-oblonsos ó lanceolados, casi siempre subcilíndricos en la parte inferior. Hojas subcilíndricas ó con la sección transversal elíptica, lineales-lanceo- ladas, agudas, caducas, de axilas muy poco velludas. Flores subapi- cales ó marginales, aleo grandes, solitarias en las axilas; actinomor- fas, preciosas. Lacinias del periantio muy desiguales, las inferiores calicinas, las superiores petaloideas, convergentes, no rosáceo pa- tentes, muy aplicadas sobre los estambres, no soldadas en tubo en la base. Estambres o, libres, excediendo considerablemente al tubo del periantio; filamentos filiformes, ereuidos; anteras oblongas, an- gostas, subretusas por ambos extremos; fijas por la misma base; granos polínicos elobosos, amarillos, aleo grandes, 3-porosos y 3 -hendidos. Ovario erande, areolado; sus areolas provistas de folio- los pequeños, recurvados, al fin caducas y conservando las cicatri- ces mamilosas y con el dorso convexo; velludas oblongas, con agui- jones egloquideados; placentas parietales numerosas, apenas promi- nentes; óvulos «, biseriales, subpendientes, anátropos contra el funículo alareado y envueltos por la membrana que de éste se oril- gina. Estilo alareado, cilíndrico, con la base dilatada, fistuloso, su- perando á los estambres; con el ápice dividido en muchos estigmas eruesos, patentes, al principio erguidos. Baya piriforme, mamiloso- escamosa, carnosa, con el ápice ampliamente umbilicado, pulposa, de epicarpio grueso, carnoso. Semillas numerosas, anidadas en la pulpa, comprimidas, suborbiculares, el hilo escotado; cireundadas 338 JUAN T. ROIG Y MESA por el rafe prominente, engrosado; testa ósea por el lado de la cha- laza, coriácea por los lados planos. Especies cubanas: 2 y cult. 1. Sinopsis de las especies cubanas y cultivadas. 1. Artículos oblongos, verdes, subinermes, foliolos reflejos, O A E O 2. Artículos estrechos, muy comprimidos, divaricados; 5-6 aguijones vigorosos, foliolos rojos en la punta. . . . N. dejecta. 3. Artículos glaucos, gruesos, de bordes convexos; 4 aguijones ceneralmente blancos. 1“... 1... ete. 1 No UPeN 1. Nopalea cochemllifera (L.), Salm-Dyek. Cactus cochemllifer, L. Sp. Pl. 468. 1753. Opuntia cochinelifera, Mill. Dict., ed. 8 núm. 6. 1768. Nopalea cochemllifera, Salm-Dyek. Cact. Hort. Dyck. 63. 1850. Nopalea coccinellifera, Salm-Dyek: K. Schumann en Mar- tius. Fl. Bras., tomo 1V, parte 2*, págs. 301-302. Ilustración.—Fl. Bras., tomo citado, lám. 60; Descourt. Fl. Piet. Antilles 7: lám. 515. Arbol de 2-3 metros de altura; tronco hasta de 20 em. de diáme- tro, cilíndrico, simple, con la corteza cenicienta, lisa; las ramas más viejas subcilíndricas ó aplanadas hasta de 10 em. de grueso; artícu- los multiformes: los superiores oblongos ú obovales con la base ate- nuada y el ápice redondeado; raras veces lineales-oblongos ó lan- ceolados, superiormente atenuadas; de 8-10-25 em. de largo y 5-7-12 em. de ancho, de color verde gay ó muy subido; al principio de su desarrollo cubiertas de hojas de 0.8 á 1.2 cm. de largo y 1.5 á 2 mm. de ancho y grueso, encorvadas y recurvadas, con la sección trans- versal subelíptica; dispuestas espiralmente, después caducas; sus axilas cubiertas de vello corto; blanco; inermes ó econ pocos aguijo- nes (3-4); á lo sumo de 1 em. de largo, casi siempre más cortos, apenas punzantes. Flores naciendo de las areolas de los artículos superiores, preciosas, erguidas. Ovario de 3 em. de largo y 3 em. de diámetro, verde oscuro; obovado; cilíndrico, al principio con hoji- tas Ó escamas cortamente lanceoladas, agudas, recurvadas y areo- las oblongas, cubiertas de vellos blancos, inermes ó con aguijones CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 3599 eloquideados; al fin caducas y conservando las cicatrices; carnoso, con la cavidad grande, incluyendo numerosos óvulos. Periantio, de 343.5 em. de largo y 2.5 á 3 em. de diámetro; las lacinias inferiores de 0.5 em. de largo, triangulares; las intermedias de 1.5 em. ovadas, acuminadas; las más altas de unos 2 cm. de ¡argo; espléndidamente coloreadas, las calicoideas coriáceas, verdosas: estambres de 5 cm. de lareo; filamentos color rosa; anteras obloneas, amarillas, de 1.5 mm. de largo. Estilo de 6 em. de largo, dilatado en la base, cilíndri- co, blanco, dividido en 8 estiemas casi siempre, agudos, de 5 mm. de largo, al principio aglomerados, al fin divergentes. Baya de 5 em. de largo y 3 em. de diámetro, jugosa, con un ombligo apical de 1.5 em. de diámetro y 1 em. de profundidad, mamiloso-escamosa, rosácea. Semillas de 5 mm. de largo, de 45 ¿ 5 mm. de ancho, ne eras, de rafe, prominente y el margen descolorido. Patria: América tropical y meridional. Muy común en Cuba. Nombre vulgar cubano: Tuna blanca. Es el Nopal de la cocha- milla. En el Jardín Botánico existen dos ejemplares. Florece desde Agosto hasta Abril. 2. Nopalea dejecta, Salm-Dyek. Opuntia dejecta, Salm-Dyek, Hurt-Dyck 361. 1834. Nopalea dejecta, Salm-Dyek, Cact Hort-Dyck. 233. 185. (Labouret, Monographie des Cactees, págs. 499-450.) Artículos ergeuidos, divaricados, muy comprimidos, alargados, estrechos, verdes; areolas espaciadas, apenas tomentosas; aguijones biformes, los superiores cerdosos, blancuzcos, 5-6 inferiores blancos, los de la parte baja más lareos; artículos de 20-24 em. de longitud, con 4 em. apenas de ancho; difusos ó esparcidos de diversas mane- ras; foliolos alargados, reflejos, rojizos en el ápice; aguijones vigo- rosos, los de la parte baja más vigorosos de cerca de 27 mm. Florece durante el final de la primavera y todo el otoño. Flores rojas como en la especie precedente, con estambres mucho más largos y reunidos en un haz más delgado. Patria: Habana, Cuba; comúnmente cultivada en Méjico. 3. Nopalea auberi (Pfeiff), Salm-Dyek. Nopalea auberi, Salm-Dyek, Cact. Hort. Dyck. 233. 1850. Opuntia auberi, Pfeiff. Allg. Gartenz. 8. 282. 1840. (Labouret, Monographie des Cactees, págs 450.) 340 JUAN T. ROIG Y MESA Tallo de 1.30 m. á 1.850 m.; erguido; artículos glaucos, de 30 em. de largo por unos 10 de ancho, gruesos, ovales, oblongos, de bor- des convexos; areolas espaciadas, cubiertas de tomento gris corto, de inserción tuberculosa; ordinariamente 4 aguijones aciculares, blancos, angulosos, 1-2 grandes, los otros pequeños. Patria: Cuba. La flor es semejante á la de la especie precedente, de la que di- fiere por el tono y la forma de las lacinias. En el Jardín Botánico existen varios ejemplares que han flore- cido constantemente desde Abril hasta Noviembre, haciendo una pequeña interrupción en Diciembre para volver á Florecer en Ene- ro, Febrero y Marzo no ya tan abundantemente. XVI. Pereskia, Mill. Peirescia, Zucc. Peireskia, Plam.; K. Sehumann en Martius, Flora Brasiliensis, tomo IV, parte 2.?, págs. 308-309. Arbustos erguidos, de ramas divaricadas y espinas rectas, Ó tre- padores sobre árboles y los muros por medio de sus ramas alarga- das, provistas de aguijones encorvados. Hojas grandes, herbáceas más ó menos carnosas, enterísimas, oblongas ó espatuladas, en cu- yas axilas, cubiertas de vello más ó menos abundante se abrigan aguijones geminados Ó mumerosos y no raras veces ramitas cortas. Flores solitarias Ó numerosas, situadas en las axilas de las hojas su- periores ó formando panículas terminales plurifloras ó multifloras; blancas ó rojas, y en este caso preciosas; reeulares, de tamaño me- diano dentro de la familia; lacinias del periantio desiguales, «o» las exteriores casi siempre cortas, á veces escariosas Ó carnosas Ó bien más duras, subpunzantes; las interiores petaloideas, membranáceas, bien coloreadas, no raras veces soldadas con aquéllas por la base, marcescentes, persistentes algún tiempo, al fin caducas. Receptáculo más Ó menos manifiestamente escavado para facilitar la inserción que á veces es visiblemente perigina. Estambres os, filiformes, tenues, con anteras pequeñas, biloculares, dehiscentes longitudinalmente, apoyándose por el dorso en el punto medio sobre el filamento muy atenuado; granos polínicos amarillos, 3 ó 4-porosos, subglobosos, unilocular ó más ó menos manifiestamente quinquelocular; provis- to de hojas pequeñas que se articulan sobre él y que tienen las axi- las velludas, inermes ó espinosas, no raras veces emitiendo una que CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 341 otra flor, al fin caducas; óvulos poco numerosos, á veces 5-1 sola- mente por celda, fijos á las paredes del ovario ó pendientes ó aná- tropos apoyándose horizontalmente en el fondo; con dos tegumen- tos, el interior superando al exterior; estilo algo robusto, cilíndrico, subfistuloso, con el ápice dividiéndose en 5-6 estigmas gruesos, car- nosos, densamente papilosos, al principio soldados, al fin divergen- tes. Baya pulposo-carnosa, globosa ó irregularmente aplanado-piri- forme, espinosa Ó inerme; de pulpa blanca. Semillas poco numero- sas, Casi siempre 3-4, aplanadas, oblongas, brillantes, tenuemente erabadas por líneas concéntricas y tranversales; albumen harinoso, embrión algo grande, encorvado; cotiledones envolviéndose mutua- mente. Especies cubanas: 1 y cult. 2. Sinopsis de las especies cubanas y cultivadas de Pereskia. IL. Flores poco numerosas, situadas en las axilas de las hojas. A. Flores solitarias, purpúreas, hojas carnosas, subespatula- das; aguijones geminados. . . . . . . . . . P. portulacaefolia. IT. Inmflorescencias terminales, paniculadas, hojas planas ve- nosas. j A. Flores blancas, baya globosa, espinosa. . . . . P. aculeata. B. Flores rosadas, baya comprimido-piriforme. . . P. bleo. 1. Pereskia portulacaefolia, Haw. Syn. 199 in annot D. C. Prodr. HI, p. 475. Cactus portulacoides, L. Sp. Pl. 671. (Richard, en La Sagra. ITist. Fis. Pol. y Nat. de la Isla de Cuba.) Tallo arbóreo; hojas obovales, agudas, con la base estrechada y subespatulada, lampiñísimas, íntegras; aeuijones axilares, casi siempre geminados, rectos, negros, más cortos que las hojas; flo- res solitarias, terminales; pétalos obcordados; fruto subgloboso, desnudo, polispermo. Patria: Cuba. Nombre vulgar: Abrojo de la Florida. Hay varios ejemplares de esta planta en el Herbario de la Aca- demia de Ciencias, con el número 944, 1 1 El Sr. Britton en su informe al New York Botanical Garden, ya citado, menciona el Pe- reskia cubensis, obtenido en los alrededores de Guantánamo. 342 JUAN T. ROIG Y MES/ 2. Pareskia aculeata, Mill. .Perrescia aculeata, Plum. Bot. magaz., t. 1928, Nov. gen. 37. Cactus Pereskia, Lin. Spc. Pl. 1. 469. (Peireskia aculeata, Plum. K. Sehumann en Martius, Fl. Bras., tomo IV, parte 2.2, págs. 312-313.) Arbustos erguidos y trepacores por medio de sus ramas alar- gadas, cilíndricas, al principio áfilas, armadas de aguijones gemi- nados, encorvados, de 2-6 mm. de largo, amarillos; después con otros hasta de 10-12 mm. cn manojos de 3-5 insertos en el mismo punto de nacimiento de las hojas y saliendo de entre el tomento ceniciento de las axilas; tronco cilíndrico, leñoso. Hojas sesiles ó brevemente pecioladas, lanceoladas ú oblongas, con el ápice atenua- do, acuminado y la base aguda; subcarnosa, recorridas por el ner- vio medio, prominente por ambas caras y por los laterales, menos prominentes; peciolos algo robustos, de 2-4 mm. de longitud, semi- cilíndricos, planos en la parte superior; flores al principio axila- res, con pedúnculos de 2-4 em. de largo, algo levantados, de cuyas 'amificaciones laterales no raras veces se originan nuevas flores, al fin, con la caída de las hojas terminando en inflorescencia panicu- lada; ovario antes de la antesis de 5-6 mm. de diámetro, é insertos sobre él 12-14 hojitas verdes, de 1.5-3 mm. de largo por 2-4 mm. de ancho en el centro, recorridas por un nervio central bien marcado; subeloboso, con la celda pequeñísima y 5 óvulos muy apretados al fondo, horizontalmente; lacinias del periantio, las exteriores 12-14, petaloideas, blancas Ó amarillentas, oblongas, acuminadas, Casi iguales á las exteriores, pero un poco más grandes y menos duras; estambres la tercera parte ó la mitad más cortos que las lacinias in- teriores, los interiores eradualmente decrecientes; anteras de 1 mm. de largo y 0.5 mm. de ancho; estilo robusto, cilíndrico, casi siem- pre con 5 estigmas, aglomerados en una masa cónica, al fin diver- sentes, redondeados, trígonos, con el dorso obtuso y el ápice ate- nuado, acuminado. Baya espinosa, subelobosa, jugosa, oligosperma, casi siempre portando las lacinias calicoideas; del tamaño de una cereza Ó mayor, con aguijones de 1 em. de lareo ó menores, muy punzantes y adornada casi siempre de hojitas verdes, que existían desde el ovario y que persisten en el fruto; semillas 3 casi siempre, aplanadas, oblongas, negras, brillantes. ARA a dul . CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 343 Nombre vulgar: Grosellero; grosellero de la Florida. Patria: Antillas. Muy común en Cuba. Los ejemplares del Jar- dín Botánico han florecido todo el año con pequeñas intermitencias. 3. Pereskia bleo, D. €. Prodr. UI. 475. Pereskia grandifolia, Haw. Suppl. 85 Cactus bleo, H. B. K. Nov. gen. et spec. VI. 69. (K. Schumann en Martius. F'!. Bras., tomo IV, parte 2.?, págs. 311-312.) Ilustración.—En la obra y tomo citados, lám. LXIII. Plantas arborescentes ó frueticosas, con el tronco grueso, cilín- drico, espinoso y la epidermis verde al principio y después color de ceniza; ramas poco gruesas, cilíndricas, que emiten renuevos te- nues, alargados, por todas partes; provistas en las axilas de las ho- jas de aguijones recurvados que les permiten ascender por los ár- boles y otros puntos de apoyo; hojas dispuestas en espiral, oblon- gas ó subespatuladas agudas; subsesiles Ó con la base gradualmen- te atenuada hasta formar un peciolo de 1.5 cm. de largo; recorridas por un nervio central y 6-8 laterales, aquél prominente por la parte inferior y éstos menos visibles; lampiñísimas, subcarnosas, de 6-15 em. de longitud y 3.5 á 5, raras veces hasta 6 cm. de ancho en la parte media; sus axilas al principio pulverulentas, después pro- vistas de una especie de cojín semigloboso, ferrugíneo, del cual brotan 2-8 aguijones robustos, de 2-5 cm. de largo y 1.3 mm. de diámetro en la base, cilíndricos, de color ferruginoso, al fin negros. Flores preciosas, rosadas, violáceas Ó rojas; formando inflorescen- cias multifloras, terminales y axilares en las hojas superiores, espi- rales, en racimos decusados, con una flor terminal. Ovario en for- ma de trompo con el pedicelo de 1 á 1.5 em. de largo en las flores laterales y en las flores terminales, sesiles de 7 á 9 mm. de largo; 4 6 5-gono, con 3-4 hojitas ó brácteas insertas ó articuladas sobre él; estas hojitas de 5-9 mm. de largo y 2-4 mm. de ancho, son oblon- gas Ó lanceoladas, erguidas, con el ápice recurvado, agudo; laci- mas calicordeas, casi siempre 9, más ó menos coriáceas, de 3-5 mm. de largo por 4-5 mm. de ancho; óvalo-triangulares, acuminadas, uninervias; las petaloideas de 11-14 oblongas, con la base atenuada y el ápice agudo ó acuminado, recurvado, de 1.5 á 2 em. de largo y hasta 1 cm. de ancho; estambres de S á 10 mm. de largo; filamen- tos blancos, anteras de un milímetro de longitud, amarillas; estilo 344 JUAN T. ROIG Y MESA de 1 em. de largo, blanco, cilíndrico; casi siempre con 6 estigmas de 1.3 mm. de largo, del mismo color; carnosos, obtusos, papilosos, aglutinados en una masa globosa. Baya de 5-6 cm. de largo por 4 em. de grueso, cortamente pedunculada; piriforme, subtrígona, aplanada, con el ápice lobado-comprimido; prolífera, oligosperma; semillas subsesiles, anidadas en la pulpa jugosa, de 6 á 6.5 mm. de largo, 4-5 mm. de ancho y 1 mm. de grueso: aplanadas, brillantes, negras, adornadas por líneas paralelas y estrías transversales. Nombre vulgar: Abrojo; agujas y alfileres. Patria: Méjico; Nueva Granada. Cultivado en Cuba; es bas- tante común. Los ejemplares del Jardín Botánico han florecido todo el año con pequeñas intermitencias. CONSIDERACIONES SOBRE LA DISTRIBUCIÓN GEOCRÁFICA DE LAS CACTÁ- CEAS Y SU REPRESENTACIÓN EN LA FLORA CUBANA La familia de las Cactáceas cuenta en la actualidad con más de 1,000 especies exclusivamente americanas, á excepción del Rhip- salis cassytha, Gaertn, que es también de Africa y del Opuntia opuntia (L.) Coult, que se ha propagado notablemente en la re- ción mediterránea. Después de la revisión del género Cereus, Mill, hecha por Brit- ton y Rose, comprende esta familia 44 génercs , de los cuales están representados en Cuba 16, es decir más de la tercera parte. Estos 16 géneros incluyen más de 700 especies, distribuídas seeún se ve en la siguiente tabla. NÚMERO CUBA DE ESPECIES INDIG. CUL. Cephalocereus..... IES A 25 1 2 CREEN LA EA UNS REE CLP ar E. 150 1 2 Eirlocereós ¿DLE od RA ed S 0 1 Deptocerea NE RACIA AA ER Els l 1 0 NNEUO Cr O A Pd e 3 0 1 A RA A e AZ 2 1 ACARTNOCEBUsE e PAS RA 1 0) 1 Ternnarreotereus ti. OR qe 13 0 2 gta DI A UTE AS EE IA 10 4 0 PREICAChOS Ji MI o 13 0) ] CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 345 NÚMERO CUBA DE ESPECIES INDIG. GUE. Melocactus..... A A 32 1 0) Ma RA A A e de EA 230 0) pl AS a A A Ai 36 0 1 IS E NS 230 0) Y A A AR IA E pa 2 y A RA MESA EAS 14 1 7 790 13 23 Se observará. que los géneros Mamillaria, Opuntia, Cereus y Melocactus están pobremente representados en Cuba. En cambio del género Harrisia, que sólo tiene 10 especies, 4 son propias de Cuba; asimismo la única especie hasta ahora anotada del género Leptocereus, es cubana y el género Nopalea, que sólo tiene 7 espe- cies, y el Pereskia con 14, están representados en nuestro país por dos especies propias y una cultivada el primero y por una indíge- na y dos cultivadas el segundo. De lo expuesto podemos deducir que la Flora cubana es bastan- te rica en Cactáceas ya que cuenta con 36 especies, de las cuales 13 son indígenas. De las otras 23 especies, 13 son también de otras Antillas, 8 son de Méjico y 2 de la América del Norte. ALGUNAS PROPIEDADES Y USOS DE LAS CACTÁCEAS Cuando se practica una incisión en el tallo ó en los artículos de una Cactácea, de la herida brota un jugo ó látex más ó menos abundante, que mancha el instrumento, y á veces tiene tal consis- tencia, que forma hilos en contacto del aire. Este látex, muchas veces insípido y de cualidades indiferentes, en algunas especies tie- ne propiedades más ó menos medicinales ó alimenticias. En ciertos países de América se emplear los artículos de algu- nas especies de los géneros Opuntia y Nopalea, abriéndolos longi- tudinalmente y aplicándolos sobre los tumores endurecidos para ablandarlos y madurarlos. Á estos mismos artículos. triturados y contundidos, se les atribuye gran efecto curativo cuando se les aplica sobre los músculos y articulaciones afectadas de reumatis- mo. En Cuba, en muchos lugares de campo, extraen de los artícu- los del Nopalea coccinellifera, Mill, el núcleo leñoso central, que denominan. el cristal de la tuna blanca, y biem solo ó untado en 346 JUAN T. ROIG Y MESA aceite de almendras lo aplican sobre el hígado ó sobre la espalda adoloridos. Conozco á varias personas que aseguran haberse cura- do del hígado por este medio; en realidad, se trata de un tópico emoliente. Los artículos ó pencas del Opuntia Dillemir, Haw, y de otras es- pecies espinosas, que llaman tuna brava, se emplean corrientemen- te en el país por los pintores á la aguada, para blanquear la mezela que usan para dar lechadas, y con este fin echan cuatro ó cinco ar- tículos cortados en trozos á cada lata grande de la aguada. El jugo de otras especies, tales como el Selemicereus grandaflo- rus (Mill), Britton € Rose, en algunas de las Antillas se usa como remedio hidragogo, antibelmíntico y epispástico; modernamente se emplea mucho en los Estados Unidos, como medicamento car- díaco. En las islas griegas se cultiva en la actualidad el Opuntia ficus-indica (L.), Mill, en gran cantidad por la goma que á veces exuda. Y en el Perú emplean el jugo del Opuntia opuntia (L.), Coult,, para precipitar las materias en suspensión en la decocción de la raíz de China. No pocas especies del género Mammillaria contienen en el tallo un jugo lácteo, acre y aun cáustico, que untado en la piel la hace enrojecer y produce dolor. Dicho látex tiene propiedades análo- gas al de muchas Euforbiáceas. Hace poco tiempo, el Sr. Lewin, de Berlín, demostró la presencia de un veneno enérgico, de cualida- des afines á las de la estrienina, en una planta mejicana, el Anhalo- núm lewini Hennines. * Pero muchas Cactáceas que el hombre ha empleado como ali- mento en momentos críticos han resultado saludables. En las regio- nes en que el agua escasea, los habitantes y los animales rompen las partes jugosas del tallo y extraen el fluido refrescante que con- tienen; y en los lugares elevados las plantas de los géneros Mamal- laria y Echinocactus son las únicas fuentes para aplacar la sed. Según K. Schumann, los indios de Méjico y otros países de América, tuestan los artículos de los Opuntia entre las cenizas y después separan con facilidad la corteza de la parte interior y comen el mucílago gelatinoso de gusto acídulo agradable que contienen. Esos mismos artículos desecados los cuecen «on carne y legumbres. Con las semillas del Echinocactus Wislizan, Enselm, tostadas y trl- turadas, confeccionan tisanas y tortas y tarabién las emplean coci- das en forma de panes. Con la misma avidez comen los troncos 1 Lophophora williamsii lewinii, Coulter. Contr, U.S. Nat. Herb. 11, 131, CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 347 después de haberlos cocido y rellenado con carne, harina y condi- mentos. Mayor consideración merece el fruto de las Cactáceas. Las ba- yas de muchas especies de los géneros Cereus, Hylocereus, Opun- tia y Peresiia suministran un alimento de grato sabor. Por csta razón en la Europa meridional se cultivan diversas especies de Opuntia, que denominan chumberas y en la época de la madura- ción, que apenas dura un mes, sus frutos, los higos chumbos, son buscados y comidos con tal avidez y en tal cantidad á veces, que los habitantes adquieren una enfermedad parecida al cólera. Pero, sobre todos, el Hylocereus triangularis (Haw), Britton € Rose y el Cereus giganteus, Emgelm (Carnegia, Britton de Rose), ofrecen un fruto de sabor gratísimo, ya comidos inmediatamente al pie de los árboles ó en conservas después de desecados al calor del sol en las espatas florales del maíz De ellos se fabrica un jara- be suavísimo que dura muchos años sin alterarse. Mezclado este jarabe con agua fermenta en breve tiempo y proporciona un vino muy parecido al preparado con el jugo de la vid y muy embriaga- dor. Del mismo modo utilizan la baya del Cereus thurberi, En- gelm (Lemaireocereus, Britton € Rose.) Las bayas de estas Cactáceas y otras como las del Cereus Jaca- maru, D. C. y del Opuntia Brasiliensis, Haw, también comestibles, suelen comunicar un fuerte color rojo á la orina del que las ingie- re, lo cual muchas veces es causa del terror. El cultivo de los géneros Opuntia y Nopalea alcanzó en la an- tigúedad su máximo desarrollo. Los. artícuios del Nopalea coche- mllifera (L.), Salm-Dyek y del N. hernandez, S.-Dyck, Opuntia tuna (L.), Mill, O. ellatior, Mil; O. horrida, S.-Dyek y aun algu- nas especies de Pereskia suministran hospedaje á un insecto pe- queño de la familia de los cóccidos, el coceus caecti, el cual, recogi- do y desecado, proporciona una materia colorante excelente deno- minada carmín ó cochimilla. Antes que los colores de la anilina al- canzaran tanta preponderancia, aquella substancia gozó de gran precio y mucha demanda, por lo que en Méjico, en el Brasil y en las Islas Canarias, vastas extensiones de terreno se dedicaban al cultivo de la planta cochinillifera. Hoy día tal cultivo está reduci- do casi á la insignificancia; no obstante, para los colores finos aún tiene el carmín un precio bastante elevado. Por razón de sus mumerosas espinas, casi siempre muy pun- zantes, en las regiones cálidas se emplean las Cactáceas para cons- 348 JUAN T. ROIG Y MESA truir cercas impenetrables. Para este fin las que más se prestan son las especies del género Cereus y sus afines, puesto que ellas conservan durante mucho tiempo sus aguijones, hasta la base del tallo; los Opuntia no son tan apropiados, porque si bien no pier- den sus espinas totalmente, no es raro que esto suceda en los ar- tículos inferiores. Por último, en las regiones áridas del Perú y Méjico que ca- recen de árboles y arbustos, los troncos desecados de las plantas del sénero Cereus son, por lo general, el único combustible suminis- trado al fuego. Después de haber dado por terminada esta tesis, se ha recibido en la Biblioteca de la Universidad el Boletín de la Unión Paname- ricana, correspondiente al mes de febrero próximo pasado, el cual trae un interesante artículo titulado ““El cacto sin espinas””. En él se hace la historia de los perseverantes trabajos hortícolas lleva- dos á cabo por Mr. Luther Burbank, en sus terrenos experimenta- les de Sta. Rosa, California, hasta llegar á obtener el mencionado cacto sin espinas, nombre que se aplica á diversas especies de Opuntia y en particular al Opuntia ficus-indica, Mill, var Bur- bank, que no solamente carece en absoluto de aguijones, sino que también resulta notablemente mejorado en todas sus cualidades. Por considerarla de gran interés, y aun É riesgo de incurrir en repetición, me permito transcribir del referido artículo la siguien- te relación de los principales usos económicos á que se aplica esta variedad hortícola : “1.2 Las hojas ó pencas son alimento para toda clase de gana- do y aves de corral. Como pasto toda la plarta es preferida por los animales herbívoros. El ganado vacuno la prefiere á casi todas las demás clases de pasto, y tiene, sobre todo, la planta la gran pro- piedad de hacer buena carne y leche excesivamente rica, por cuan- to abunda en sosa, potasa y magnesia, las principales sales que se encuentran en la leche. Además, la planta suministra al animal casi toda el agua que necesita, hasta el extremo de que el ganado pue- de, alimentándose de cacto, pasarse seis meses sin una gota de agua de cualquiera otra fuente. 2. La fruta de estas variedades mejoradas es singular por su forma y color, muy atractiva en apariencia, sumamente saluda- ble y de sabor superior al del banano. La cosecha nunca falla y las frutas pueden ser exportadas con tanta seguridad como otras. La o AA CACTÁCEAS DE LA FLORA CUBANA 3149 de que se trata puede ser recolectada y almacenada, como las man- zanas, y se conserva en excelente estado por cuatro Óó cinco meses. 3.2 De la fruta, por sí sola, ó en combinación con otras, se hacen deliciosos jarabes, jaleas, ete. Se usa también para la fabri- ación de la miel de tuna, mantequilla de tuna y queso de tuna. Algunos de los más finos dulces de Méjico están hechos de cacto confitado. 4.2 Las pencas ó palas de la planta joven se usan algunas ve- ces como encurtidos. También constituyen un buen alimento de mesa cuando se sirven fritas, como la berenjena. Cocidas pueden usarse como otras legumbres de mesa 5.2 El jugo mucilaginoso de las pencas sirve para mezclarlo con pintura de cal para hacerla duradera. El mucílago se obtiene cortando las pencas en tiras delgadas que después se machacan y meten en agua. Una penca ó dos pueden dar un galón de mucílago bueno y espeso, de resistencia superior, lo cual se añade á unos nue- ve galones de pintura de cal para darla una apariencia más bri- llante y hacerla casi impermeable. Actualmente una gran fábrice de pinturas se halla haciendo experimentos para utilizar este mu- cílago como base para pinturas. 6.2 Las pencas se adaptan admirablemente como cataplasmas y se usan en vez de los fomentos de agua caliente. 7.2 El jugo de las frutas de las variedades de escarlata se em- plea para dar color á las jaleas, confites, helados, ete. 8.2 La planta es también productora de alcohol y de pasta de papel. Huelga decir que el cultivo del cacto sin espinas llegará á ser pronto una de las industrias más lucrativas de los Estados Unidos. Los agricultores del país se decidirán á tomar en cuenta el apro- vechamiento del cacto, una vez que conozcan la planta y sus di- versos usos; el hecho de que no es necesario cultivarla despues del primer año; que crece en terrenos áridos ó roqueños; que es admi- rablemente resistente y prolífica; y que después del tercer año las ganancias calculadas no bajan de $400 por acre.?” BIBLIOGRAFIA OBRAS CONSULTADAS e Beraer (A.)—.1 systematie revision of genus cereus Mill. Missouri Botanical Garden, Annual Report XVI, 62: St Louis, Mo. 1905. BoxxIeER (Gastron) Er DuSabrLou (LecLErc. )—Cours de Botanique Phanerogames París, 1905. 350 JUAN T. ROIG Y MESA Brrrrox (N. L.) —Studies of West Indian plants. Bulletin of the Torrey Bota- nical Club. Vol. 35, No 12, Dec. 1908. Brrrrox (N. L.) y Rosk (J. N.)—The genus Cereus and its allies in North Ame- rica. 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El arriendo es el peor sistema para organizar la producción, porque en cierto modo entre el propietario y el arrendatario, exis- ten antagonismos, que no vamos á analizar aquí, porque no es éste el objeto de nuestro artículo; pero sí habremos de decir, que de la misma manera que se pide por muchos que se pongan trabas á la venta de la tierra, deben de imponérsele al sistema de arriendo tan -popular entre nosotros y tan perjudicial al país, más obligaciones que defiendan la fertilidad del predio. Y ese sistema tan extendido aquí, no es otra cosa que el produe- to de nuestra educación criolla. Vimos á nuestros padres establecer sus residencias en el extranjero, para disfrutar allí de las pingúes rentas que de la tierra y del trabajo del esclavo recibían, y al volver á Cuba los hemos visto volver más pobres, porque ya no tenían el fuerte brazo del infeliz esclavo que les ofreciera las energías de su vida, traducidas en rica renta, y los hemos visto volver sin afectos, sin amor á la tierra, para movernos todos en una especie de Edad Media, de Edad de Atraso, castigada por el progreso y contacto ci- vilizador de otros países, que nos van empujando á la ruina, sin que pongamos remedio á ese desamor y á ese atraso. Y aun más; des- orientados para sustituir al esclavo, buscamos á otro hombre que explote nuestra tierra, nos pague buena renta y derivemos aquel 352 JOSÉ COMALLONGA sistema de vida por este otro, entronizado el arriendo que á todos los países agrícolas disgusta, porque resulta extravagante que un extraño pueda interesarse por la tierra más que el propio dueño. El arrendatario es el productor en Cuba generalmente; á ex- traerle las riquezas del suelo dedica todo sa empeño, para exportat- la en forma de azúcar, casi siempre, perdiendo los residuos en la hornalla y en el pudridero de cachaza, y olvidados dueños y arren- que cuando un cd datarios del famoso aforismo de Liebig, que dice pueblo exporta durante 100 años el producto de su suelo, al cabo de ellos se verá obligado á seguirlo”?”; y así de un modo insensible, arrendando, empobreciendo el suelo, y vendiéndolo después, va quedando el cubano—como alguien nos dijo—con la sola propiedad de su fe de bautismo. A la falta del brazo esclavo, sucede ya la falta del guajiro, por- que él también aspira á ser Jefe de Negociado de aleún elevado De- partamento como el dueño de la tierra, y á este sistema sucede lógi- camente la venta del suelo. En esas condiciones casi incorregibles, no cueda más que un erupo de cubanos, quienes dándose cuenta de tan abrumadora rea- lidad se estrechan para contener el desastre y salvar los restos de nuestra preponderancia en el país del mejor modo que se pueda, porque ya para muchos el mal no tiene remedio; y mientras éstos se preocupan del presente y del porvenir, los otros que nada de la tierra esperan, se dividen en luchas políticas y se denuestan, para que se ahonde el abismo que nos separa y sea luego imposible, como dijo Lázaro, tender un puente que nos una. Nosotros venimos diciendo de hace tiempo, que el mal tiene hon- das raíces y que á ellas hay que ir, para que por lenta educación lleguemos á amar esa tierra que hoy desdeñamos. Las pequeñas cau- sas producen grandes efectos, y ante esto, nos parece conveniente que nuestra educación agrícola empiece desde la escuela de prime- ras letras, sobre todo en las escuelas de campo, haciendo esa ense- ñanza obligatoria, como una religión, como un principio, y en esa escala ir ascendiendo hasta llegar á nuestra Escuela de Agronomía. Tenemos, pues, que despertar en las generaciones que se levan- tan, un amor que no han podido sentir, porque su alma no se les formó para ese amor, y porque sus padres no lo sintieron tampoco. Es necesario, pues, empezar desde la escuelita de párvulos, has- ta llegar á la Universidad, á fin de formar la conciencia agrícola de la juventud. EL MAL DE LA TIERRA 393 La enseñanza de la Agricultura en las escuelas del campo debe ser obligatoria; no debe abrirse en las campiñas de Cuba una escue- la que no posea su pequeña parcela de tierra y un número de ins- trumentos de labor; las Granjas (cuyo plan de enseñanza debe co- rregirse) deben abrir sus puertas á mayor número de alumnos, y la Escuela de Agronomía debe dar facilidades, debe liberalizar algo su plan de estudios, para estimular más su matrícula. No debemos olvidar que lo fundamental en esa carrera es el estudio del suelo, como elemento ó como factor de producción. Así de esa manera, creando el amor á la tierra como la Religión crea en el alma del niño el amor á Cristo, es como debemos proce- der; porque es ésa la edad en que los afectos despiertan y en que las orientaciones se toman y son éstos también los instantes en que se les debe acostumbrar á oir hablar con cariño de nuestra agricultura, inculcándoles la fe de que ella sola es la fuerza que puede hacernos erandes, libres y felices. El mal de la tierra está en que no queremos la tierra: fomente- mos ese amor y habremos realizado la labor más intensa y patrióti- ca que se puede llevar á cabo hoy entre nosotros. LOS PROBLEMAS DE BIOLOGIA APLICADA ! EXAMINADOS EN LA CUARTA CONFERENCIA INTERNACIONAL DE GENETICA POR EL PROFESOR L. BLARINGHEM Encargado del Curso de Biología Agrícola en la Sorbonne La gran mayoría de las comunicaciones encerraban aplicaciones prácticas inmediatas, y, aunque la Conferencia había sido provocada y realizada bajo los auspicios de la Sociedad Nacional de Horticultura de Francia, los trabajos presentados se refieren en su mayor parte á las plantas de gran cultivo. Acaso sea el rasgo dominante de la cuarta conferencia de Genética el haber planteado y resuelto parcial- mente problemas de una importancia capital para la agricultura. M. A. B. Bruce, inspector principal del (Board of Agriculture» de Londres, ha tratado de explicar las dificultades casi insuperables que ha encontrado queriendo reducir el estudio de los caracteres fluctuan- tes, tales como la talla, el vigor de las plantas, al de los caracteres mendelianos. De ordinario, la segregación está enmascarada por el encabestramiento de los predominios de las fluctuaciones de las razas ascendentes; pero según sus numerosas estadísticas sobre el cruza- miento de las cebadas, M. Bruce cree poder adoptar la regla de que el vigor está en correlación con el estado homozigótico. «Las cifras sumi- nistradas por Darwin á propósito de las ventajas de la fecundación eruzada son favorables á esta hipótesis, pero él necesitará rehacer sus experimentos». La importancia económica de su resultado es con- siderable, pues, si la conclusión provisional dada por M. Bruce es exacta, ella demuestra que él no tiene, teoricamente, imposibilidad de fijar el vigor de un híbrido. M. Franck y M. Surface, biólogos de Kentucky (Estados Unidos), 1 Lección de apertura del Curso de Biología Agrícola de la Sorbonne. Noviembre 11, 1911, Revue Scientifique, Marzo de 1912, LOS PROBLEMAS DE BIOLOGIA APLICADA 300 han realizado estudios análogos con el maíz, que lo conducen á los resultados obtenidos por M. Johanmnesen (1903) para las habichuelas y para la cebada; á saber, que Ua selección entre las variaciones fluctuantes está, en realidad, traducida por una selección de las diver- sas razas, que poseen un valor original más grande». Débese todavía señalar la Memoria de M. Baeuf, Profesor de la Escuela Colonial de Tunis, sobre las investigaciones de los caracteres estables en los cereales según el método de Svalof y sobre la selec- ción de los portagranos. (La clase pura, dice, no es suceptible ni de mejoramiento ni de degeneración.... Es preciso colocar las plantas en su medio de predilección, provocar la aparición de tipos nuevos (generalmente por hibridación ), sacar partido de las variaciones for- tuítas, lo que mucho parece debido á la hibridación natural», para realizar los perfeccionamientos metódicos. La comunicación M. le Dr. H. Nilsson-Ehle, de Svalof (Suecia) fué particularmente iuteresante en el sentido de contener el resumen de los trabajos de este sabio sobre el cruzamiento de las razas de avenas y de trigo. Entrabajos importantes ha demostrado que un gran número de caracteres de color (avenas negras ó amarillas ó blancas; trigos rojos ó blancos), son complejos y compuestos de mu- chos tintes negros ó amarillos superpuestos. Se pueden distinguir estos tintes por el examen, pero ellos se traducen por irregularidades en los tantos por ciento de la disyunción de los híbridos. Esta misma no- ción de los caracteres complejos es la que guía á M. Nilsson-Ehle en su estudio de la aclimatación por recombinación de los factores mende- lianos. «Según mis investigaciones experimentales sobre los cereales, dice, hay sin duda cierta relación entre el cambio adaptativo de las plan- tas que se llama aclimatación hereditaria y el reagrupamiento de los factores mendelianos. Para los trigos de otoño, la resistencia al frío es más y más grande en ciertas variedades cultivadas en Suecia durante una serie de años, lo que depende, aunque ellas parecen uniformes en cuanto á los caracteres morfológicos, de que pueden contener «formas» ó “tipos» diversos, representantes de gradaciones diferentes de resisten- cia al frío». La misma regla debe ser válida para la precocidad; y es necesario guardarse de llamar mutación á lo que no pueda ser, des- pués de todo, más que la combinación nueva de los caracteres ya po- seídos, puesto en evidencia por el cruzamiento. Para cada región se puede ensayar la selección que suministre las combinaciones más fa- 396 L. BLARINGHEN vorables. Esta opinión viene en apoyo de la teoría de M. Tscherinach sobre Criptomeria, analizada en la lección precedente. M. W. A. Orton, patólogo del Departamento de Agricultura de Washington, ha suministrado á los Congresistas explicaciones deta- lladas sobre la obtención de las variedades de plantas resistentes á las en- fermedades debidas á. los hongos parásitos ó á las bacterias. La in- munidad, ó la resistencia, resulta probablemente de una larga asociación del huésped y del parásito; es al menos lo que parece indicar las comprobaciones de Mr. Orton concernientes á la resisten- cia del algodón á los Fusarium, parásitos que viven en los tejidos vasculares de su huésped donde ellos penetran por las pequeñas raí- ces. La enfermedad infecta los mismos suelos durante numerosos años; pero, á raros intervalos se encuentran algunas plantas solita- rias que poseen una resistencia natural. (Hablando de estas plantas autofecundadas, las razas de las plantas resistentes han sido obteni- das y mantenidas durante muchos años. Una variedad de algodón, Sea Island Atk., adquirida así, resiste á la vez al Fusarium vasinfectum y á la enfermedad bacteriana cauzada por el Bacterium malracearum. Los resultados de los cruzamientos entre estas formas y las antiguas variedades parecen en favor del predominio de la inmunidad, pero persisten divergencias embarazosas.» Para la sandía, no se posee ninguna variedad comestible resis- tente al Fusarium niveum rw. Sm.; pero se le- ha cruzado con un melón no comestible resistente. En la tercera generación, se puede aislar dos lotes de sandías comestibles que fueron fijados y que ofre- cen una resistencia muy grande. Uno de ellos de corteza verde fué separado; el otro seleccionado durante cinco años ha suminis- trado la variedad Conqueror. sta variedad conserva su uniformi- dad, su resistencia y su rusticidad en la Carolina del Sur y remonta hasta Iowa: pero en Oregon, pierde su resistencia.» La producción de las variedades de trigo de alto valor panadero es un problema agrícola que ha sido examinado con cuidado por M. C. E. Saunders, cerealista del Gobierno de Ottawa (Canadá). En las fin- cas experimentales de este país se trata desde hace veinte años de producir trigos precoces de primera elección partiendo de la variedad «Red fife» muy estimada en Canadá, pero demasiado tardía. Ninguno de los trigos precoces introducidos ha dado resultado, y se ha debido recurrir á la hibridación entre la variedad del país y esos últimos para obtener las razas convenientes. La dificultad más grande en el perfeccionamiento reside en la apreciación del valor panadero de los LOS PROBLEMAS DE BIOLOGIA APLICADA 30 =] productos; y aparatos especiales han sido imaginados para las pruebas de panificación de pequeñas cantidades de harina. La fuerza pa- nadera» (strength) no puede ser mirada como un carácter mende- liano simple, y su herencia está lejos de ser conocida. Las comunicaciones de M. L. Trabut, jefe del servicio botánico del Gobierno general de Algeria, sobre el origen de las avenas cultiva- das, del Dr. Jesenko, de Viena, sobre un híbrido fértil del trigo y del centeno, son importantes para la historia de los cereales. El estudio de una forma espontánea del Avena sterilis ha condu- cido á Mr. Trabut á referir á esta especie silvestre la mayor parte de las avenas cultivadas en las dársenas del Mediterráneo, tales como la avena algeriana, las avenas de Italia; algunas otras formas poco cul- tivadas, salvo en las regiones áridas, derivan de la Avena barbata, especie silvestre bastante extendida. La Avena fatua no debe ser más considerada como la única especie pariente de todas las avenas culti- vadas. Según M. Trabut, las formas cultivadas resultan de muta- ciones que llevan, entre otros caracteres, los relativos á la reducción de pelos que cubren las glumelas, á la reducción de las aristas, y aun á la ausencia de desarticulación de espiguitas. A los diversos oríge- nes correspondientes de las cualidades primitivas y de las adaptacio- nes especiales que hacen que la Avena fatua ha producido las varie- dades de las regiones templadas y montañosas, la Avena sterilis las de regiones mediterráneas y de terrenos salados, la Avena barbata la de las estepas. Las investigaciones de M. Jesenko sobre un híbrido de Triticum (Mold-Squarehead) fecundado por un Secale (centeno de Petkus) no serían más que una curiosidad botánica y fisiológica si el autor no hu- biera indicado los procederes artificiales por los cuales él ha logrado hacer germinar el polen del híbrido, que se creía estéril. Él ha des- truído las antenas y ha sumergido el polen fresco en una solución de azúcar á 25%. Esta maceración fué depositada sobre los ovarios; sobre más de 3,000 flores polinizadas, una sola ha dado un grano. La planta que resultó fué normal y ha llevado 152 granos después de la autofecundación. Este descubrimiento suministra indicaciones pre- ciosas sobre el medio de remediar la esterilidad de los híbridos de especies que limita mucho los progresos agrícolas y hortícolas. En fin, M. Philippe de Vilmorin, el organizador del Congreso, ha comunicado numerosos documentos útiles á la reconstitución de la historia de las variedades de trigo francés. Hizo presentar á los con- eresistas sus bellas colecciones de cereales, reunidos en Verriéres-le- Buisson en un laboratorio perfectamente surtido para el estudio de la herencia; y ha dado pruebas de la estabilidad de ciertas varieda- des cultivadas desde hace más de 50 años. Las numerosas formas clasificadas y estudiadas por Louis de Vilmorin, de las cuales ha en- contrado recientemente muestras intactas, han sido comparadas á las variedades actuales, sin que sea posible notar la menor diferencia en la constitución, en la forma, en la pilosidad de las espigas, las glu- mas y los granos; los colores son apenas alterados y solamente por la acción inevitable del aire. Hay en la colección reunida en Verrié- res los materiales de una historia completa de nuestros mejores tri- gos, y es preciso esperar que M. de Vilmorin encontrará la oportuni- dad de utilizarla. Las comunicaciones relativas á las plantas hortícolas, han sido bastante numerosas para constituir el objeto de una ciencia especial. M. Ph. de Vilmorin presenta á los congresistas una mutación ex- traña del guisante obtenido en sus cultivos. De ordinario los gra- nos de guisante son separados en la vaina por largos intervalos; los granos de la variedad nueva, llamado «guisante brocheta», son solda- dos por sus envolturas, de manera que el contenido de una vaina forma un rosario sólido de guisantes teniendo alguna semejanza con las raíces carnosas de Crosnes del Japón. Esta variación estable es tanto más interesante cuanto que los ejemplos de soldadura de gra- nos son relativamente raros. M. A. W. Sutton ha deserito un guisante encontrado en el estado silvestre en Palestina, llevando muy pequeñas vainas que él supone sea un tipo intermediario del guisante hortícola (Pisum sativum). Sus vainas obtusas están llenas de una sustancia leñosa análoga á la de las vainas de las habas; los granos oscuros, muy pequeños, difieren de todos los de nuestros guisantes comunes. La mayor parte de los eruzamientos de esta especie con los guisantes del comercio (Pisum- sativum, P. sativum umbellatum, P. arvense) han sido estériles. Los guisantes constituyen por su autofecundación natural un ex- celente material para los estudios sobre el hibridismo. M.C. C. Hurst señala que él ha cultivado 521 plantas, de variedades de guisantes hortícolas, cuyos granos han sido plantados separadamente para ob- tener razas (homozigóticas»; ha notado la aparición, en los 63 acres de cultivo, de una sola vaina conteniendo los granos de tegumentos teñidos de violeta. En un examen análogo de razas de guisantes de LOS PROBLEMAS DE BIOLOGIA APLICADA 3599 olor, ha aislado una nueva forma en estandarte trilobado. El autor no dice si éstos son, 4 su entender, mutaciones. La papa fué objeto de una comunicación detallada de M. R. N. Salaman, de Barley (Inglaterra), relativa á experimentos de seis años. La forma de los tubérculos depende de un solo factor mende- liano, con predominio incompleto de la longitud mayor. La des- cendencia de un cruzamiento entre papas largas y papas redondas es muy variable; sobre un mismo estolon de origen híbrido, se pueden encontrar los tubérculos largos, ovales, pirifornes ó redondos, lo que corresponde á lo que se ha definido más arriba con el nombre de he- rencia en mosaico, El predominio de los ojos (mamelones), hundi- dos sobre los ojos superficiales, es incompleto y ofrece también irre- gularidades. Ll color aparente de los tubérculos será el resultado de la acción de tres enzymas al menos sobre un cromógeno incoloro presente en la superficie de todos los tubérculos; el color rojo es in- fluenciado por dos factores R, y D, el color violeta por tres factores independientes, P, R, y D. Estudiando una variedad particular, el Solanum etuberosum Lin- dley, M. Salaman ha encontrado que los semilleros no eran igual- mente sensibles al Phytophtora infestans; un cuarto de los semilleros próximamente fué refractario á esta enfermedad que hace tan gran- des estragos en Irlanda y en Inglaterra. Los resultados entre cruza- mientos hechos entre razas refractarias á tubérculos mediocres y razas sensibles á tubérculos de elección no son todavía conocidos, pero se espera obtener un mejoramiento apreciable de esta planta. Las investigaciones relativas á los perfeccionamientos de las flores y de los frutos no han sido objeto de comunicaciones detalladas. M. M. Sutton, Bellair, y sobre todo M. Hurst, han suministrado algunos documentos sobre los híbridos de guisantes de olor, de tabacos, de orquídeas, de primaveras, de rosas, de azaleas. M. Gard ha dejado esperar la adquisición de una viña, híbrido de uva albilla y de Berlandierí, con frutos de buena cualidad y resistente á la filoxera. M. Cayeux ha descrito una de sus creaciones, la Campanaula pyraversi, híbrido intermediario entre dos especies de Campanulas hortícolas. M. Swingle, del Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos, ha presentado muestras de naranjos, cosechados sobre sus híbridos de primera generación entre el Citrus de gruesos frutos y el Mandarinero de frutos de pequeña talla cuya corteza es fina. M. Nomblot-Bru- 360 L. BLARINGHEN neau ha indicado algunos métodos de perfeccionamiento de los ár- boles frutales adoptados en sus semilleros. Las comunicaciones de M. Bateson, de Miss Saunders, relativas también á los experimentos hechos con plantas hortícolas, dieron lu- gar á discusiones teóricas importantes. Miss Saunders se ha espe- cializado desde hace muchos años en el estudio de los alelíes, y el examen de los problemas resueltos por ella á propósito de los alelíes de flores dobles, ha sido hecho en detalle en el curso del año último. La comunicación que ha presentado al Congreso sobre la obtención de variedades de flores dobles es una condensación de estos resultados y de investigaciones nuevas sobre el sujeto. «En muchas formas hortícolas de alelíes, dice ella, se puede dis- tinguir dos especies de simples: lo, las que dan siempre cierta pro- porción de dobies ó de dobles-simples; 20, las que no dan dobles, las simples. ... Cuando entre sí se cruzan estas dos especies, todas son flores simples en la primera generación.» Las irregulares aparecen en la segunda generación, y, para explicarlas, se es inducido á mirar el carácter «simple» como el resultado de la presencia de dos factores, X é Y, cuya ausencia es suficiente para hacer aparecer el carácter «doble». Pero estos dos factores, no son realmente independientes ni están completamente ligados: si ciertos resultados se explican fácilmente y pueden ser controlados con una bastante grande exactitud, hay mu- chos otros para los cuales es preciso tener reservas. Ensu conjunto, la proporción de los dobles, en los alelíes cuarentenas es de 53 á 56 por ciento; las cifras teóricas previstas, con la hipótesis del autor, son, en los casos menos favorables, 7,5 de simples por 8,5 de dobles; y en los casos más favorables, 7 simples por 9 dobles. Pero los ex- perimentos dan otras proporciones á veces fuera de estos límites. Es necesario tener en cuenta el hecho confirmado por Miss Saunders, que los viejos granos dan una proporción más elevada de dobles que los granos recientemente cosechados. M. Bateson toma parte en la discusión y muestra el interés teó- rico de estos casos límites, donde es necesario renovar sin cesar las hipótesis para llegar á una explicación satisfactoria de los resultados experimentales. Según él, el porvenir de los métodos mendelianos parece suficientemente establecido para que se realice el estudio de los ejemplos críticos, que aparecen hace algunos años, en razón de la esterilidad de ciertos descendientes fuera del campo del Mendelismo. M. M. Bateson y Punnett habían sostenido una discusión teórica LOS PROBLEMAS DE BIOLOGIA APLICADA 361 análoga, de la que es imposible dar un análisis en razón de su abs- tracción, en una comunicación presentada á la primera sesión bajo el título de Reduplication of terms in series of gametas. M. Hagedoorn ha presentado la cuestión del Mendelismo bajo un aspecto más general todavía, distinguiendo los factores genéticos, hereditarios, y los factores no genéticos que provienen del medio. «El estulio y la manipulación de los factores genéticos, dice, es del do- minio del genetista especialista; el estudio de los factores no genéti- cos y la elección entre las recombinaciones de factores producidos por el genetista deben quedar entre las manos de los prácticos.» En particular, la selección de las razas híbridas en vista de la resistencia á las condiciones climatéricas no debe ser hecha sobre los híbridos de primera generación, que puede ser en sí misma muy poco resistente sin que las cualidades de las otras generaciones sean afectadas. Por esta indicación, preciosa para los hibridadores, M. Hagedoorn mues- tra cómo estamos todavía lejos de poseer las reglas prácticas que dan rápidamente las mejores variedades para un suelo y un clima dados. La importancia de los trabajos presentados por los zoólogos teóri- cos ó prácticos fué relativamente pobre, sin duda porque el Congreso estaba organizado bajo los auspicios de la Sociedad Nacional de Hor- ticultura. Los problemas generales planteados en el Congreso pre- sentan sin embargo un gran interés para la Sociedad de Antroplogía y para la Sociedad de Biología. M. Bateson, en su discurso en el banquete de clausura, hizo notar con cierta amargura que los ge- netistas no se preocupaban únicamente ni especialmente, del pro- greso del cultivo de las plantas. La crianza de los animales, la patología, la medicina en general, y aun la sociología, pueden ganar mucho adoptando ciertos métodos de trabajo familiares á los gene- tistas y aplicando los resultados de la ciencia general de la variación y de la herencia. M. M. A. Delcourt y E. Guénot, del Laboratorio de evolución de la Facultad de Ciencias de la Universidad de París, creado por Giard, y dirigido por M. Caullery, han tenido cuidado de inquirir en sus co- municaciones las dificultades muy grandes que se han visto desde que se trata de hacer experimentos precisos con los animales. El ob- jeto de sus estudios desde hace cuatro años es un género de pequeñas moscas, las drosófilas ( Drosophila ampelophila; Drosophila confusa), de las cuales se han logrado cultivar cinco generaciones en medio estéril. Gracias á este método, ellos han demostrado la indecisión de las in- 362 L. BLARINGHEN vestigaciones, hechas actualmente en América, concernientes al deter- minismo de las variaciones hereditarias de los mismos insectos; ellos obtienen en menos de un mes, millares de descendientes de una sola mosca, sin un cadáver, sin ninguna de las numerosas anomalías (alas truncadas, alas dilatadas) que se encontraban frecuentemente antes y que han podido ser tomadas equivocadamente por mutaciones. «Un poco más ó un poco menos de agua, un poco más ó un poco me- nos de alimento para un peso dado de algodón, en un recipiente de capacidad fijada, repercute sobre estos organismos (en vía de des- arrollo) al menos tanto más que las grandes separaciones de tempe- ratura.» Por otro método, M. W. E. Agar, de la Universidad de Glasgow, se ha esforzado en hacer sus experimentos independientes de la ac- ción directa de las condiciones ambientes. El objeto de estos culti- vos es un pequeño crustáceo de aguas dulces (Simocephalus vetulus), próximo á las daphinas, que se multiplica rápidamente en verano. M. Agar ha medido la longitud del cuerpo L y la distancia W que separa los bordes paralelos del carapacho visto cuando el animal está sobre el dorso; esta relación de las dos dimensiones, de las que las fuctuaciones están sometidas á las mismas oscilaciones debidas al crecimiento y al alimento, no es independiente del medio. Para 114 especimen normales, la relación media es 5,27; para los individuos cultivados en un medio desfavorable, la relación desciende 4 3,05. La herencia que ha estudiado M. Agar es especial, los cladoceros en cuestión se reproducen por partenogénesis. Cuatro hermanas des- cienden de muchas generaciones cultivadas en medio desfavorable ofrecen, al punto de partida, una relación == 1,45. Ellas fueron transportadas en medio normal en el momento en que los ovarios estaban llenos de huevos maduros, y los primeros nacimientos tuvie- ron lugar algunas horas después; la relación media para sus descen- dentes inmediatos es igual á 2,61; entonces los nacimientos siguientes dan 4,53. La segunda generación originada de los primeros nacimien- tos, da SÉ = 3,717; entonces la media de los testigos es ai = 5,21% Así la excitación debida al alimento es fuertemente hereditaria en la primera generación, pero ella se atenúa bastante pronto y progresi- 'amente. M. H. Federley, profesor de Zoología de la Universidad de Hel- singfors (Finlandia), ha suministrado una contribución importante al estudio de la herencia de las enfermedades ensanchando el domi- LOS PROBLEMAS DE BIOLOGIA APLICADA 363 nio de la herencia ginefora de la que no se conoce ejemplo más que en el hombre. La hemofilia, ciertas atrofias musculares son trasmitidas por las madres aparentemente normales á la mitad del número de sus descendientes masculinos, en tanto que los descendientes femeni- nos tienen la enfermedad en estado latente; son en sí mismos in- demnes, pero la comunican á los hijos. M. Federley propone con- servar las mismas palabras para los casos en que todos (y no la mitad) de los descendientes masculinos presentan la enfermedad. El caso que él ha estudiado sobre la mariposa de la especie Pygera pigra está comprendido en esta categoría de hechos bien curiosos. Hablando de una raza enferma cuyas hembras solas pueden ser criadas, él obtiene, con machos mormales de otro origen, orugas, en que todos los machos ofrecen excrecencias vesiculares bajo la piel y mueren de la enfermedad; las 157 crisálidas obtenidas, no dan, en efecto, más que hembras. Ocho experimentos de cruzamiento entre las primeras hembras de Pygera pigra y machos indemnes de P. cur- tula dieron 69 crisálidas todas hembras; los machos estaban sin duda todos en medio de las orugas muertas en la crianza. Las consideracio- nes expuestas por M. Federley hacen creer que la herencia de que se trata no es mendeliana; y se propone continuar sus experimentos á este respecto, que pueden también suministrar enseñanzas preciosas relativas á la herencia del sexo. A este propósito, M. Prévost, Director del Instituto Parteur de Garches (Seine y Oise) presentó parte de sus experimentos sobre la productibilidad y sexualidad de los curieles en relación con el color del pelage. Resulta de sus estadísticas que los curjeles blancos son más productivos y dan un tanto por ciento de hembras superior al de los curieles de color oscuro. En fin, falta hacer mención de la comunicación del Dr. H. Drink- water, de Wrexham (Inglaterra), sobre la herencia de ciertos carac- teres de la mano y del pie del hombre. En su comunicación rela- tiva al examen de una familia braquidactílica, M. Drinkwater describe rápidamente la anomalía estudiada, que consiste esencialmente: lo, en el acortamiento de la falange media de cada dedo á excepción del pulgar del grueso artejo; 20, en la sutura de las falanges media y terminal, de tal suerte que en un adulto no hay más que dos huesos en un dedo. En un estudio presentado en 1907 á la Sociedad Real de Edim- burgo, una primera familia estudiada desde este punto de vista ha permitido seguir la trasmisión hereditaria del carácter; y por tér- 364 L. BLARINGHEN mino medio se encuentra, en esta prole instable, 48 individuos anor- males por ciento. Después, el autor ha encontrado otra familia que presenta la braquidactilia con 44,6% de anormales, pero la anomalía difiere esencialmente de la primera en que las falanges media y ter- minal no están soldadas; los dedos de los representantes de esta familia tienen una longitud intermediaria entre la de la familia bra- quidáctílica de 1907 y los individuos normales. M. Drinkwater ha presentado estos hechos con un gran número de dibujos y de radio- erafías, que constituyen documentos muy importantes para el estudio de la herencia humana. BIBLIOGRAFIA I. The Encyclopaedia Britannica—a Dictionary of Arts, Sciences, Literature and General Information.—Eleventh Edition. Cam- bridge, England: at the University Press. New York, 35 West 3211 Street, 1910 ? É Bajo los auspicios de la Universidad de Cambridge—y como una gigantesca manifestación de esa necesidad del presente que se llama (extensión universitaria», —ha aparecido la undécima edición de la Enciclopedia Británica, ventajosamente conocida por todo hombre culto y justamente acreditada y famosa durante una y media centuria. Con la presente edición puede decirse que la obra colosal á que nos referimos llega á la última etapa de su larga, laboriosa y fecunda evolución. A pesar del éxito científico cada vez más resonante, con las ediciones sucesivas, las vicisitudes económicas por que ha pasado no han sido pocas y—á pesar de la tendencia científica y progresista de los editores—la organización, el carácter y la función social de la En- ciclopedia han luchado con serios obstáculos y habían resultado, hasta ahora deficientes. Prohijada la Enciclopedia por la secular, rica y sabia institución inglesa y puestos en juego sus poderosos re- cursos, puede afirmarse que todos los obstáculos han sido vencidos y que la vida de aquélla queda asegurada económica y científicamente por la sucesión de los siglos. Nunca, en las anteriores ediciones, vieron simultáneamente la luz pública los diferentes tomos de la obra, como ha ocurrido ahora. Las ventajas que esto reporta no necesitan señalarse, pero para rea- lizarlo ha sido necesario remover el gran obstáculo económico y una muy grande actividad, por parte de todos los componentes de la más complicada máquina humana, constituída por su cuerpo de redac- tores, así como una sólida y acabada organización. Nunca hasta 1 28 volúmenes en cuarto mayor, 4 dos columnas; cada volumen de 960 á 1,060 páginas; 40.000,000 de palabras, 7,000 ilustraciones en el texto, 150 láminas de plenas planas, 569 mapas. 366 BIBLIOGRAFIA ahora había alcanzado el texto de la Enciclopedia la cohesión, la su- bordinación y la unidad que le ha impreso la Universidad de Cam- bridge, asumiendo una dirección efectiva, y sabia, subdividida según las distintas especialidades y mediante la cual la labor de sus 1,500 colaboradores no ha ofrecido un mero carácter individual sino que ha resultado armónica y colectiva. Desde los títulos,—en número de 40,000—hasta las referencias del índice (tomo 29), más de 500,000, todo ha sido estudiado y some- tido á un severo análisis, que alcanza á las ilustraciones, en una pa- labra á todos los factores, á todas las (minucias» relacionadas con la obra, admirablemente ejecutada por la «Cambridge University Press». Y como sí aun todo lo que hemos señalado fuera poco, la edición «genuina» ha sido impresa en papel de la India y la pasta en piel flexible hace de ella no una obra embarazosa de consulta sino un li- bro manuable y legible. En la imposibilidad de hacer citas, tratándose de una obra de esta naturaleza, nos limitaremos á indicar que los siguientes artículos relativos á nuestro país están escritos con una veracidad á que no nos tienen acostumbrados las obras de la índole de la que nos ocupa: Baracoa, Bayamo, Cárdenas, Cienfuegos, Colón, Cuba-island, Gi- bara, Guanabacoa, Guanajay, Guantánamo, Gúines, Habana, Hol- guín, Manzanillo, Marianao, Matanzas, Pinar del Río, Puerto Prín- cipe, Regla, Remedios, San Antonio de los Baños, Sancti Spíritus, Santa Clara, Santiago de Cuba, Santiago de las Vegas, Trinidad. Algunos de crítica literaria, como los que á la Avellaneda, á Heredia, etc., se refieren, sin ser obligadamente encomiásticos resultan muy favorables en conjunto. No termiraremos sin alzar nuestra débil voz en el coro de alaban- zas y de gratitud que dedica la humanidad á la Universidad de Cam- bridge, en su generoso propósito de prohijar, librándola de futuras vicisitudes, esa obra de cultura universal que se llama la Enciclopedia Británica. En verdad, que no podía encontrar hospedaje más digno de su fama y de mayores garantías para su guarda y perfecciona- miento. Dr. S. DE LA HUERTA. BIBLIOGRAFIA 367 II. Foods and their Adulteration. (Los Alimentos y sus falsificaciones. ) Origen, fabricación y composición de los productos alimenticios; Sustancias alimenticias para niños y enfermos; Investigación de las más frecuentes falsificaciones; Alimentos tipos. El autor de este útil libro, es el Sr. Harvey W. WiLeY, Químico Jefe del Departamento de Agricultura de los E. U. de Norte- América. Sinopsis de las materias tratadas: Carnes y sus productos derivados. Aves y huevos. Pescado y sus derivados. Leche, productos derivados de la leche y oleomargarina. Sustancias alimenticias derivadas de los cereales. Verduras, frutas y condimentos. Aceites vegetales y gra- sas. Nueces. Hongos comestibles. Azúcar, almíbar, confitería y mieles. Miscelánea. Alimentos especiales para niños y enfermos. Métodos sencillos para descubrir las adulteraciones de las sustancias alimenticias. Tipos de alimentos puros. Esta obra, como fruto de la experiencia y del talento que ha he- cho famoso en todo el mundo al Químico Jefe del Departamento de Agricultura en Washington, trata de manera sistemática y completa todo lo relativo al origen, composición, adulteraciones y valor ali- menticio de todos los diversos productos que en el párrafo anterior quedan detallados. Aunque la obra se halla escrita por un hombre de ciencia y desde un punto de vista estrictamente científico, su utilidad no se manifiesta solamente en poder del perito-químico que se dedique á estas espe- cialidades; el libro está escrito en lenguaje claro y usual, aparente- mente destinado á ser comprendido por la mayoría de las personas que deseen amplia y verdadera información acerca de las sustancias que utilizan como alimentos; información que sólo puede darles quien como Mr. Wiley, se halla hace ya años al frente de un labo- ratorio oficial, en el que se han practicado muchos miles de análisis de toda clase de sustancias y en donde se han presentado toda espe- cie de problemas relacionados con la constitución de las sustancias alimenticias y la investigación de sus adulteraciones. La obra de Mr. Wiley es indispensable á todo fabricante de pro- ductos alimenticios, tanto para la investigación y comprobación de la pureza de las primeras materias empleadas en su fabricación, como para el conocimiento de los mejores métodos de preparación, que «les- eribe lisa y llanamente; también trata de la composición que deben tener los que se han denominado tipos de pureza y da mucha y sana información respecto de ciertas formas de adulteración ambigua que 368 BIBLIOGRAFIA en los E. U. han sido llamadas controversial forms; se ham designado con este nombre ciertas formas de usar en los alimentos algunos cuer- pos químicos llamados preservativos y también las sustancias colorantes artificiales. Fl uso de estas sustancias ha sido legalizada, en ciertas condiciones, mediante el empleo de etiquetas que adviertan al públi- co cuál es la verdadera composición del producto y han sido y siguen siendo materia de mucha controversia y discusión entre los peritos en sustancias alimenticias. La causa principal de esta diferencia de criterio, que en algunos Estados Norte- Americanos permite el uso de tales preservativos, mientras en otros los prohibe, está en que unos peritos ereen que debe autorizarse el uso de sustancias que nunca se ha podido demostrar que produzcan perjuicio alguno al organismo humano; mientras que otros opinan que debe prohibirse el empleo de tales cuerpos, porque aunque en sí no son perjudiciales, se em- plean casi siempre por fabricantes poco eserupulosos para impedir ó retardar la descomposición de productos alimenticios de inferior ca- lidad, ó mal preparados, que en su estado natural no resistirían el tiempo necesario para su venta en el mercado. Dr. F. HENARES. Brolopia dl CUESO) o 0. as crm) AAA O AR AA Profesor Dr. Carlos de la Torre. IAN Y la o PA e RS ES : al: Antropología general (1 curso)............. y Dr. Luis Montané. CONFERENCIAS Anatomía y Fisiología comparadas del sistema EE A > E AAA Dr. Arístides Mestre (Aux. ) Medicina Mental á los alumnos de Derecho. Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre (Jefe de lostraba- jos prácticos del Laboratorio de Biología, etc.); Dr. Pablo Miquel (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física); Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química); y Dr. Jorge Hortsmann (Director del Jardín Botánico). Estos diversos servicios tienen sus respectivos ayudantes.—El «Museo An- tropológico Montané » y el Laboratorio de Antropología tienen por Jefe al Profesor titular de la asignatura. 3 ESCUELA DE PEDAGOGIA Psicología Pedagógica (1 curso)............... 1 E a Y By A A US A MN A AA Y HieTehe ESCOlar Curso mi e Metología Pedagógica (2 cursos) ............. Profesor Dr. Manuel Valdés Rodríguez. 'DiDEJOJiueal (MEDIO) ls. ti 4 , ibm mmatural Mi CótsO) acia Ut 33 Sr. Pedro Córdova. CONFERENCIAS I. Crítica de la Educación Contemporánea... | La Pedagogía Experimental. . E Alfredo ME Aguayo (Aux) TI. Lectura é interpretación de las obras de los grandes pedagogos contemporáneos . Agrupada la carrera de Pedagogía en Pee cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS Dibujo topográfico, estructural y arquitectónico. / OSOS E A RO A E, Profesor Sr. Eugenio Rayneri. Estereotomía (1 curso). ANA A y O o » Dr, Alejandro Ruiz Cadalso. Materiales de Construcción a curso) E AA A Construcciones civiles y Sanitarias (1 curso)... ERTO mecánica: (ACUSA tn Manara UCULIO). sa a + y Ingeniería de Caminos (3 cursos: puentes, fe- / rrocarriles, calles y. carreteras)......co...... y Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos). E Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura é Higiene de los Edificios (1 curso) Historia de la Arquitectura (1 curso).......... Contratos, Presupuestos y Legislación especial e á la Ingeniería y Arquitectura (1 curso)..... Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto; y son sus profesores Auxiliares: Dr. Andrés Castellá, Sr. A. Fernández de Castro (Jefe del Laboratorio y Taller Mecánicos); y Sr. Plácido Jordán (Jefe del Labo- ratorio y Taller Eléctricos); con sus correspondientes ayudantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de Maestro de Obras; exigiéndose asignaturas que corresponden á otras Escuelas. 5. ESCUELA DE AGRONOMIA Química Agrícola é Industrias Rurales (1 curso). Fabricación de azúcar (1 curso)..............: a e e 9 A TI A a A A A ES Sr. José Cadenas. Ta To E GA OS NA Economía Rural y Contabilidad Agrícola (1 El SI A AA ERC A Ao é Legislación Rural y formación de Proyectos de Sr. José Comalloñga. UECBESOIA A AS o ena Na ) El profesor auxiliar de esta Escuela es el Dr. Buenaventura Rueda (Jefe de los Mu- seos y Laboratorios). Para los grados de Perito químico agrónomo y de Ingeniero agrónomo, se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. Sr. Eduardo Giberga. Dr. Luis de Arozarena. Dr. Antonio Espinal. ' Profesor Dr. Francisco Henares. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 1 43 de la tarde, se dan informes respecto á los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. AVISO LA REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS es bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias Ó científicas que reciban la REVISTA, el canje co- rrespondiente; y de los centros de instrucción Ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nuestra sección bibliográfica. Para todo lo concerniente á la REVISTA (administración, canje, remisión de obras, etc.) dirigirse al Sr. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, Re- pública de Cuba. NO TISE The REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other month. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. A detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, printed ,matter, etc., to the Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana República de Cuba. AVIS La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS parait tous les deux mois. On demande 1'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendu dans notre partie bibliographique. Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de 1'administration, échanges, envoi d'ouvrages, etc., on est prié de s'addresser au Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, Universidad de la Habana, República de Cuba. , 4 3 ] | CN 0 PY y ¡A li AT Ea PA AAA 0 WI LA) E A Jl === 11 3 e, AA A e ' AS : ad DAA A ORTA Ma DA ASADA AE A EN STO qa y Y AS SAO NENE NA AA M0 Sn O SINN EN