Meta AA bei br np. > Proba AAN 4 n AIR Mi ba he P0oo opor IA A AR AA ri a A A q Mr brotes DAA Da ete pom ci ae OLA Am. 9-M > RA td Si ERRIO A rd A AA AA II A A ri Lori a. E Er CIANAS pa. , Ire ba pe td art aire A ARAN we A A UI A rara pd e yes ¡oa a > A a EIA e 4. e pesos Pan 0 20 ES » O ba ole ida o A ted. Ñ " A AA a ia IN A? Anda AGO 102020034 o .> » dt LIBRARY OEA E ENELTORK BOTANICAL GUNS : al A E A > TAEDAS Á == >. AL : ( PR ñ_z=zz-—-——z=>__— A A ; "Ro WeGibson dav MA — 0 .” «a ¡a AAA OR á h4 == A ' AE PINE Í ', , e a ' REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS UNIVERSIDAD DE LA HABANA REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS VOLUMEN XXIX, 1919 JULITO: DICIEMBRE: DE” 1918 DIRECTOR: Dr. JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingiiística y de Filología . Director del Laboratorio de Fonética Experimental. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias. REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE Profesor Auxiliar de Biología, Zoología y Antropología, Conservador del Museo Antropológico y de Zoología. Dr. SALVADOR SALAZAR Dr: LUIS, DE=SOTO Profesor Auxiliar Profesor Auxiliar de Ciencias Filosóficas. de Lenguas y Literaturas clásicas SON COLABORADORES LOS SEÑORES PROFESORES DE LA FACULTAD HABANA IMPRENTA «ÉL SIGLO XX» TENIENTE REY, 27 1920 INDICE DEL VIGESIMO NOVENO VOLUMEN NUMEROS 1 y 2, JULIO-OCTUBRE Páginas. Ovidio como poeta elegíaco y épico (con- ) Dr. josé Serra Padrisa 1 AO NEO : ed La doctrina del interés en la psicología pe- ) Di Tea raso 12 CAARORICA A to: Ci AS dad dy us Erñacialy FOSO cra de Dr. José DE, RADBOTÍ o 72 Discurso inaugural del curso académico de ) me +? RE: REIR A El carácter de Andrómaca a través de la ) AN o PS AE Ñ Dr. L. de Soto y Seg arra 115 La vida de la Sociedad Poey de1918a1919.. Dr. Arístides Mestre .... 153 ElPorvetide Cobalt ae a dl oo Dr. Evelio R. Lendián.. 172 La Bandera de Cuba en la Universidad de » El Diiacciha 201 A CM PO A A IS A vi INDICE A SAS IAS Dr. Alberto Tonelly ..... 202 SCD Oasis psc poleas Dr. A. S. Bustamante... 204 A Livia aaa AMP. Martinez POZA UE OO ale arar e a SY, TOMasso G. Mancinsiada EICLDO PAI in eta o ia La: DDIFEECIÓN: : cias 211 NUMERO 3, NOVIEMBRE-DICIEMBRE Evolución del E AA n... Srta. Laura Mestre AS 213 RatacloMe de abra dare rdeal rias Dr. Guillermo Domínguez 233 José de Armas y CárdenasS..........o....... Ldo.. Manuel Sangutly... 250 Sátira contra la predilección del Derecho Sy. Prudencio Elechavarria 15 LN A O NO La última Gramática de la Real Academia SPA ai iales avellana aia ok Sr. M. L. Armunátegut.. 278 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS. I. The History of Religions; por E. Washburn Hopkins, A AA — a II. Palestina of the Jews; por Norman Bentwich Hondon: lO ote oa ss III. Historia de la lengua y literatura castellana; por Julio Cejador. Tomo X, Madrid ISO o ae ae 0 valo Lite IV. Historia de la lengua y literatnra Edo castellana; por Julio Cejador. Tomo XI, ' Dr. J. M. Dihigo........ 283 Mad aa doi V. Sobreel estudio deidiomas; por R. Lenz. | Side Quite MOI ode: arscdo Me A | VI. Nahuatlismos y barbarismos; por Ri- cardo del Castillo. Méjico, 1919.......... VII. Diccionariode Costarriqueñismos; por Carlos Gagini. S. José, Rep. de Costa ICA a a INDICE VII Páginas. VIII. Nueva Trigonometría plana y esféri- ca; por Webster Wells, traducido delinglés + Dr. Claudio Mimó....... 297 por E. Pereda: Ny VorE, TOO... 0000. IX. American Journal of Physical Anthro- ) phology, editor: Dr. Ales Hrdlicka, Vol I, | 1918; Vol. II, 1919. Washington, D. C. A 299 | X. Criminología; por José Ingenieros, Bue- | A EA A A IN ET IN A A 303 ENSEÑANZA DE Decano: I. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Profesor Dr. Adolfo de Aragón. Pr. Juan F. de Albear. Dr. Juan Miguel Dibigo. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos)........ Lengua y Literatura Griegas (3 Cursos)... ...- : 5 Lingiiística (1 CUrSO)...ocooooroerrrrcrccttss ) Bilología (1 CursO)...ooooorrrprprencnancerass AS Historia de las literaturas modernas extranjeras Historia de la Literatura Española (1 curso)... (2 CUNDOB) .... oo. cemmoorrerr rn? LA FACULTAD DE LETRAS Y CENCIÉ Dr. Adolfo de Aragón. Secretario: Dr. Juan M. Dihigo. Dr. Guillermo Domíngu .z , Roldán. mE nl ARS Dr. Evelio Rodríguez E en Historia de América (1 CUÉSO de rta alo to iaa e Historia moderna del resto del mundo (2 cursos) dián. 3 Psicología (1 CUTSO)...ooonorrrrrrrrrerrrtrts? 3 Filosofía Moral (1 Curso). ..oooorocrrrrorrrnos de Dr. Sergio Cuevas Zequeire Sociología (1 CUTSO).....oooorrrererrrcrrrtoss > Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Salvador Salazar para el de Historia y Ciencias Filosóficas; Dr. Luis de Soto para el grupo de Lenguas clási: y Dr. Eligio de la Puente (aux. int%) para el grupo de Literaturas; los cuales conferencias sobre sus respectivas materias. P El Laboratorio de Fonética Experimental tiene por Director al Profesor titular de Lingúística. á 2. ESCUELA DE CIENCIAS. [a] Sección de Ciencias Físico-Matemáticas. Análisis matemático (Algebra Superior) lcurso. Análisis matemático (Cálculo diferencial é inte- + Profesor Dr. Pablo Miquel. gral) 1 CUrSO...oooooooororcrncconc nn anos Geometría superior y analítica (1 curso)....... Geometría descriptiva (l CUrso).....ooommoom..> Re Dr. Claudio Mimó. Trigonometría (Ll CUTSO)...oooocororrorartrtos Física Superior (ler. CUrSO) ..cooooonromror om” y : : Física Superior (2 CUNSOS)...ooooorrrerrrrrsss Y Dr. Plácido BIOReA: Química general (1 A SOIL de Sr. Carlos Theye. Biología (1 Curso) ....oooocorerrorrrrarartcr ss de Dr. Arístides Mestre. Zoología (1 CUrSO)...oooooocconcrrrnrrr rss ae Dr. Carlos de la Torre. Dibujo Lineal (1 Curso)...oooooororrrrrronms. 1 Dibujo Natural (l cursO)...ooormcmcrrrrcrrros AI Sr. Pedro C6rdove: e Cosmología (1 CULSO)...ooomoororrrrr rro . ; 3 Mecánica Racional (1 Curso) ...oooooommmm..... JE Dr. Victorino Trelles. 3 Astronomía (1 CUrsO).....ooooororrerocirress NX Ah Geodesia (1 CUrSO).....ooooorcrrrrecc E Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Mineralogía y Cristalografía (1 curso)..... ..- Es Dr. Santiago de la Huerta. Botánica general (1 Curso)...oooommmmmmmmo<*.=>... da Dr. Felipe García Cañizares [b] Sección de Ciencias Físico-Químicas. 18 Análisis Matemático (Algebra Superior)....... Profesor Dr. Pablo Miquel. E Geometría Superior (sin la Analítica)......... . : DS Trigonometría (plana y ESTÉ asa els oiojs ) 2D Dr. Claudio Mimó. ES | Física Superior (ler. CUTSO)....- oooooommo..s : : Y Física Superior (29 cursO)....oooooormromrmmocro. ) ” Dr. Plácido Biosca. Química Inorgánica y Analítica (1 curso)...... » eE Química Py (SCHESO > haa iio jale » Sr. Carlos Theye. : Dibujo Lineal (l CUrSO)...oooommrorrrrrrr ros. ¿2 Dibujo Natural (1 Curso). ..oooocococrormms... ) do Sr. Pedro Córdova. 0 ás Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... > Dr. Santiago de la Huerta. - Biología (1 CUNSO) ..oocooocccocrnrrorecrtross 7 Dr. Arístides Mestre. Zoología (ÍCUESO) ¿0 y se 5% Dr. Carlos de la Torre. Botánica general (1 CUrSO)..ooonmoconerccnooss 3 Dr. Felipe García Cañizare Cosmología (1 CUrSO)....ooooooorrrorocnrcr ss ES Dr. Victorino Trelles. [c] Sección de Ciencias Naturales. Análisis Matemático (Algebra Superior) 1 curso Profesor Dr. qe Pablo Miquel. : Geometría Superior (sin la Analítica) ........-. : - 7) Trigonometría (plana y esférica)... .....o...... e Dr. Claudio Mimó. - Química general (l CUTSO)...oooocorrroc rr Pe Sr. Carlos Theye. Dibujo Lineal (1 curso)....oooomccroccoomoros- E Dibujo Natural (1 Curso). ...oooocorrorrcc > ' ,, — Sr. Pedro Córdova... Física general (1 CUTSO)...0oooonrrrrcrrnn ro ,, Dr. Plácido Biosca. Mineralogía y Cristalografía (2 cursos)........ E E Geología (Ll curso) ......ooo monocromo. rooommo.os ) » Botánica general (1 Curso), ...oooooorocrnrno rs Fitografía y Herborización (1 CUEBO DAA ade ; ” Vol. XXIX JULIO- OCTUBRE 1919 Nums. 1 y 2 REVISTA DE LA FAGULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS OVIDIO COMO POETA ELEGIACO Y EPICO (1) POR EL DR. JOSÉ SERRA PADRISA Prof-sor del Instituto de Segunda Enseñanza de Oriente. (Conclusión.) LAS METAMORFOSIS La verdadera obra maestra de Ovidio, y uno de los monu- mentos más perfectos del arte antiguo, es el poema de las Me- tamorfosis. Este poema es anterior a la salida de Ovidio para Tomes. Por lo menos en aquella época ya circulaban copias. Ovidio quiso destruirlas con las que quemó antes de salir de Roma y de Italia, pero afortunadamente para nosotros ya ro era tiempo. Sus amigos conservaron las copias y Ovidio se lo avradeció más tarde, cuando lamentaba haberse dejado llevar de su despecho, destruyendo trabajos que pudieron contribuir a su gloria. Sea como quiera, por las Metamorfosis, sobre todo, se colocó Ovidio en la primera categoría de los poetas. Al cambiar de metro, al elevar su lira al tono heroico, se convirtió, de pronto y sin esfuerzos en hijo y heredero de Homero y de Virgilio, ya que no en igual de aquellos a quienes no igualó nadie. Salvó aleuna redundancia en el estilo, algunos descuidos y algunos ras- gos de dudoso gusto aquel conjunto hermoso, compuesto de frag- (1) Véase Vol. XXVIII, Núm. 3, pág. 276. 2 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. mentos tan distintos, posee todas las perfecciones o poco menos, y todas las gracias. No son solo quince libros de historia sin unidad ni enlace; son una verdadera epopeya cíclica. El ciclo de Ovidio abarca todos los hechos principales de la mitología y de los tiempos fa- bulosos, desde el caos y la cosmogonía hasta las primeras tradi- ciones de Roma. Todos los episodios están relacionados con un arte maravilloso, y en aquel tejido sin fin, no hay descripción que revele el menor esfuerzo y que no atestigue una habilidad consumada. Esto en cuanto a la ordenación, pero en los detalles, en los episodios es donde Ovidio ha desplegado todo su genio. Hay un episodio (el de Mirra) que recuerda el Hipólito de Eurípides. Algún episodio, como el de Filemón y Bancis, es de una be- lleza pura y dulce; otros como el de Ceix y Alcione, de Ayax, de Hécuba son patéticos hasta rayar en lo sublime. No hay allí sombra aleuna de monotonía a pesar de que todos los episodios terminan con aleuna transformación o algu- na apoteosis. La variedad de los asuntos evita que el lector se fije en la uniformidad de los desenlaces, y el poeta, variando hasta lo infinito las formas de su estilo, extrayendo de sus tesoros rique- zas siempre nuevas, no deja que laneuidezca el interés, ni que ej lector se canse ni sienta el menor desagrado. Ovidio no tiene más que una falta y es, la de haber querido en ciertos casos hacer de muevo lo que había sido hecho admi- rablemente. Se comprenderá lo que quiero decir, tomándose el trabajo de comparar por ejemplo el episodio de Orfeo y Eurídice en las Metamorfosis con el relato de Proteo en las Geórgicas. Esta lucha con Virgilio parece como una apuesta, y Ovidio no resulta vencedor sino a ¿juicio de aquellos a quienes solo agrada una esgrima brillante, y prefieren el ingenio al sentimien- tc, las combinaciones de palabras a los acentos de la pasión y la versificación a la poesía. Ovidio nos demuestra en las Metamorfosis que ni lo más alto ni lo más divino del genio poético era extraño para él. Ovidio vió en el poema de las Metamorfosis el más bello mo- numento de su genio; aquella de sus obras que había de darle J. S. Padrisa: Ovidio como poeta elegíaco y épico. 3 derecho a la inmortalidad; que debía por encima de todas las otras triunfar de la envidia y del tiempo. La posteridad ha confirmado este juicio. Un historiador contemporáneo de Ovidio, Veleyo Patérculo, lo mira como el más perfecto de los poetas latinos; Marcial lo coloca al lado de Virgilio; Séneca lo apellida el más ingenioso de los poetas; Quintiliano lo elogia en muchas partes de sus “Instituciones Oratorias””; San Jerónimo, San Agustín, Lactan- cio, y muchos otros autores entre los antiguos han rendido tri- buto de justicia a su genio. Entre los modernos Muret cree que Virgilio solo puede ser con él comparado; él ve en las Metamorfosis un poema divino. Joaquín Camerario nc encuentra poeta aleuno que pueda ser preferido ni siquiera puesto en parangón con Ovidio. Enrique Etienne acepta el juicio de Séneca; Jacobo Mieylle piensa que nineún poema sobrepuja al de las Metamorfosis. Escalígero trata de sacrílego al que ose encontrar defectos en Ovidio y coloca al autor de las Metamorfosis al lado del autor de la Eneida. Hay sin duda exageración en la mayor parte de estos jJul- cios. De la misma suerte existen detractores de Ovidio que han puesto de relieve sus defectos, con una severidad que raya en injusticia. Tal es el destino de los escritores célebres, que en su camino encuentran lo mismo entusiastas panegiristas y críticos odiosos. Las pasiones alteran la verdad. Mas sea cual sea la diversidad de opiniones literarias acerca del ingenioso autor de las Metamorfosis, todos los sabios han opi- nado como el más célebre crítico de los tiempos modernos (La Harpe), que este poema es uno de los más preciosos monumen- tos de la antigiiedad. Las Metamorfosis, ni son un poema épico como la lliada, ni un poema histórico como la Farsalia, ni poema didáctico como la Eneida. Ovidio no se sujeta a las reglas establecidas por Aristóteles. Su poema en que el Universo es el escenario abarca todos los tiempos que se han sucedido después del principio del mundo hasta el siglo de Augusto. Las Metamorfosis pertenecen a un género de poema que los antiguos llamaron cíclico, y que Ovidio mismo perpetuum carmen. 4 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Ovidio pinta los amores y las aventuras de los dioses y de los héroes con los más vivos colores de la poesía. ¡Su estilo es deli- cado, voluptuoso, conmovedor, sublime y gracioso. Tiene el secreto de dar vida a todo lo que toca. Su imaginación es insuperable, sin freno; abundante en imá- venes, las prodiga y se le puede reprochar a este poeta un de- fecto que ya quisieran muchos autores para sí; la sobreabundan- cia y riqueza en el estilo, en el espíritu y en la imaginación. Si las Metamorfosis no son el primer poema de la antigie- dad, deberá aceptarse a lo menos que no existe obra alguna an- tigua, ni moderna que pueda ofrecer tan ancho campo de inspi- raciones al artista y abrir a su genio una carrera más vasta, más rica y más variada. Las Metamorfosis forman una inmensa galería de bellísimos cuadros en que pasa por todos los tonos, desde el gracioso y fes- tivo hasta el subido. Si no se le ofrecen a veces pormenores ineratos como en los Fastos, él encuentra un giro poético para comunicarlos. No podemos sustraernos al leer esta obra de ver el arte infi- nito que guía la pluma de Ovidio enlazando de una manera ad- mirable hasta el punto de formar un solo recitado las 246 fábu- las mitológicas, divididas en 15 libros y más de 12,000 versos que la obra contiene. El objeto de Ovidio era, como hemos dicho, hacer una expli- cación de todas las creencias del pueblo romano, desde el origen del mundo, desde el caos, hasta Julio César. Grande era la empresa, y grande el genio que la acometió: el artificio con que enlaza tantos asuntos, pertenecientes a tan diversos pueblos, proviene algunas veces de la semejanza de las fábulas, del sitio en que sucedieron, otras, de los personajes que figuran en aleunas, y que toman parte en las que refiere en for- ma de episodio o de himno, aumentando de este modo el interés y haciendo de las Metamorfosis, la epopeya cíclica más comple- ta de la antigiedad. La literatura latina no ofrecía modelos de este género, pero los poetas alejandrinos, Calistenes, Anti- gono, Nicandro y Partenio, según los extractos de Antonio Li- beralis, pudieron haber servido con obras de género parecido para las explicaciones de Ovidio, pero claro es que no puede esto descansar más que en una probable conjetura. Ovidio que algunas veces descendió hasta lo obsceno, peca, J. S. Padrisa: Ovidio como poeta elegíaco y épico. 5 por la redundancia y descuido de la frase revelando el mal gusto que empezaba a imperar en los poetas latinos, pero estos lunares no harán que pierda su importancia una Obra en la cual la ima- cinación y el genio campean a la vez, y la enseñanza es casi siem- pre útil; y el interés dramático de algunas fábulas, el romanticismo que en otras brilla las reflexiones morales sobre la vida y las pa- siones del hombre, harán cierta la profesía del autor, que asegu- ró que su obra no moriría al violento empuje de los siglos. Ha sido traducida a todas las lenguas. Los humanistas de la época del renacimiento de las letras, da- dos a mirar las obras clásicas por el prisma de las ideas cristianas vieron en este poema que contiene un Génesis completo, algún re- cuerdo de las narraciones de la Biblia, y por eso aleunos designa- ron la obra de Ovidio con el nombre de Biblia pagana o Biblia de los poetas. El plan tenía que dar lugar a la invencible monotonía que un mismo desenlace en tantas fábulas debía producir, pero de esto que algunos miran como defecto, le dispensan los versos con que empiezan el poema y que contiene el pensamiento del autor. In nova fert animus mutatas dicere formas Corpora, Di captis, nam, vos mutatis et illas, Adspiraste meis: primiaque ab origine mundi Ad mea perpetuum deducite tempora carmen. La deseripción del Caos con que empieza, la lucha de los tita- nes, la pintura de la edad de oro, la fábula de Piramo y Tisbe y otras muchas pueden darse a conocer como muestra del genio del autor, y del arte con que está eserito este monumental poema del cual Ovidio mismo, con más verdad que modestia, había dicho al coneluirlo: Jamque opus exegi, quod nec Jovis ira, nec ignes, Nec poterit ferrum, nec edax abolere vetustas Quum volet illa dies, quae nil, nisi corporis hujus Jus habet, incerti spatium mihi finiat aevi: Parte tamen meliore mei super alta perennis Astra ferar nomenque erit indelebile nostrum: Quaque patet domitis Romana potentia terris, Ore legar populi, perque omnia secula fama, Si quid habent veri vatum praesagia, vivam. Contamos este poema entre los épicos, porque es enteramente narrativo y si bien los personajes y la acción varían a cada mo- 6 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. mento, cada fábula está enlazada a las contiguas de modo tan in- genioso que da cierta apariencia de unidad al conjunto. Tal fué a lo menos el plan del autor, y si se rompe algunas veces la continuidad, éstas son probablemente algunas de las im- perfecciones que Ovidio se había propuesto corregir, pues él mis- mo dice que no dió la última mano al poema. En este vasto cuadro de las tradiciones mitológicas convirtió Ovidio en eterna religión de las artes la serie de fábulas religiosas. Comenzó cantando los origenes del mundo para lo cual se ins- piró en diversas cosmogonías orientales. Después de haber dado a conocer el nacimiento de nuestro uni- verso, desarrolla los fastos religiosos, cuyas escenas varía con una destreza prodigiosa sin que desaparezca nunca la unidad exigible a toda obra literaria. En sus relatos legendarios es unas veces risueño, otras patéti- eo, gracioso en ocasiones, austero cuando conviene cubriendo con un barniz poético las virtudes, debilidades y caprichos de los hom- bres y de los dioses. Sus cuadros siempre serán admirados y los personajes que di- viniza le deberán su inmortalidad. Las Metamorfosis hicieron crecer en grado sumo la fama del poeta. Aunque en las Metamorfosis se nota una manifiesta decaden- cia como generalmente en las obras de Ovidio comparadas con las de Horacio y Virgilio, no se puede negar que hay rasgos sublimes y discursos animados y elocuentes en esta narración fluída y rápida de pintorescas deseripciones de nuestro poeta. Entre las mejores muestras pueden citarse las oraciones de Ayax y Ulises en el libro 13, y la exposición que hace Pitágoras de su sistema de filosofías en el 15. En los últimos libros habla de Rómulo y Numa y al primero lo cree llevado al Olimpo con el nombre de Quirino. Merece citarse la metamorfosis de Siryn en Rosal contada por Mercurio en Argos. Los de Aracnes en araña, la de Argos de cien ojos en pavo real, etc., eta, Antes de dar por terminado este trabajo enumeremos las obras escritas por nuestro poeta confirmando la riqueza y la fecundidad de su estro y dediquemos unas líneas al estudio filológico que ha merecido el trabajo literario de Ovidio. J. S. Padrisa: Ovidio como poeta elegíaco y épico. 7 “Medea””: según las tradiciones era una producción clásica del género trágico. Los conmovedores pasajes de los breves dramas de las Metamorfosis autorizan para creer que las tragedias del eran poeta serían interesantes y patéticas como escritas por un hombre dotado de la elocuencia del corazón y de la exquisita deli- cadeza que vivifica el sentimiento. De la tragedia ““Medea”” solo conocemos dos versos : ““El consuelo a Livia”?: Poema elegíaco no digno de Ovidio pero quizás eserito por otro. El poema ““Ibis””: Larga sátira imitada de Calímaco y dirigi- da contra un enemigo cuyo nombre se ignora. El poema didáctico titulado “Halieuticón””. La elegía “De Pulice””. El poema “De triumpho Caesaris””. El panegírico de Augusto, escrito en versos géticos. Una traducción de *“Los fenómenos de Arato””. La bellísima elegía ““Nux””: trátase de un nogal que se queja del trato que le dan los pasajeros. Los libros escritos sobre la batalla de Aecio dedicados a Ti- berio. Varios epigramas. Un libro de oráculos. Liber in malos poetas. El estucic filológico acerca de ““Ovidio”” de que hice mención más arriba lo debo a la fina amabilidad de mi eximio Profesor de Lingúistica y de Filología en la Universidad de la Habana Doctor Juan M. Dihigo, y dice así: ““Ovidio imita a Homero, a los trágicos griegos y a Eufino. Debió haber conocido el argumento griego de la '“Medea”” de Eu- rípides puesto que incurre en la misma equivocación de relacio- nar la representación de las nodrizas de Baco con la de Alson. Su Metamofosis y sus Heroídas revelan gran familiaridad con la legendariz erudición de Grecia. Una de sus obras el ““Ibis”” es una imitación del poema censurable de ese nombre en que Calí- maco atacó a Apolonio de Rodas. ““Ovidio fué imitado por los eruditos de la Corte de Carlomag- no, manifestando Naso y Teodolfo que sus poemas contenían gran- des verdades si se les interpretaba bien. Las Metamorfosis fueron traducidas a] alemán por Albrecht Von Halberstadt. $ Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. “Los Tristia inspiraron los lamentos de Nigellus en los días de su destierro. “Durante la Edad Media todas sus obras fueron conocidas y comentadas, imitadas y traducidas. Aparece citado con frecuen- cia por los Trovadores y Minnesingers. En el siglo XII sus He- roídas son imitadas por Baudrí de Bourgueil, Obispo de Dol; en el mismo siglo los monjes de Canterbury utilizaron sus poemas como magnífico tesoro de citas y hasta el “Arte de amar”” fué alegori- zado para beneficio de las monjas. El “Arte de Amar”” traducido por Chrétien de Troies cuya versión se perdió, fué imitado libre- mente por Jacques d'Amiens. “Ningún poeta ha sido citado con más preferencia por Vicente Beauvais. “En el siglo XIII fué imitado Ovidio por André, capellán de la Corte francesa. Su influencia se nota en Guillermo de Lorris autor de la 1* parte del “Roman de la Rose”. A mediados del mismo siglo todas sus obras menos la espúrea *' Halieutica”? son nombradas por Richard de Fournival de Amiens, mientras Conra- do Von Mure de Ziirich cita de todas, salvo de ““Medicamina Faciei?”. “Felipe Bitri tradujo y moralizó la Metamorfosis en versos franceses a petición de Juana de Bourgogne, mujer de Felipe V. Dante considera las '“Metamorfosis*? como modelo de estilo, como obra que requiere interpretación alegórica y en ese sentido fué explicada por su más joven contemporáneo Giovanni del Virgilio. ““La Leyenda de las Buenas Mujeres de Chaucer prueba su fa- miliaridad con las Metamorfosis y Heroídas. “Ningún poeta latino cita él más. ““El interés que despertó se demuestra por el relato medioevai de los estudiantes que visitaron la tumba de Ovidio eo quod sapiens fuerat. Uno de ellos preguntó al poeta cual era (moralmente) el mejor verso que hubiese eserito; una voz contestó: virtus est hicitis abstinuisse bonis. El otro preguntó cual era el peor; la voz replicó; omne juvans statuit Jupiter esse bonum. Como con- secuencia de ello ambos estudiantes resolvieron orar por el descan- so del alma del poeta pero la voz ingratamente los despidió con las palabras: nolo Pater Noster; carpe, viator, iter. ““Los manuscritos existentes de cualquier parte de Ovidio bien en París, Viena u Oxford son del siglo IX. ““El manuscrito de Oxford que incluye el primer libro de Ars J. S. Padrisa: Ovidio como poeta elegíaco y épico. 9 Amatoria con glosas latinas y célticas está escrito por mano gale- sa; estuvo en poder de Dunstan abate del Glastonbury quién di- bujó su retrato en la primera página y es singular que se hubie- se hallado tal manuserito en manos de quien después de haber tenido relaciones con una dama de la corte se hizo el más rígido monástico disciplinario. Uno de los mejores manuscritos elási- cos es el Codex Puteaneus de las Heroídas en la Biblioteca de París. “El manuscrito de los Fasti ahora en el Vaticano se ha ident:- ficado con uno de Fleury. ““El mejor manuscrito de las Metamorfosis estuyo en el monas terio de S. Marco en Florencia. ““Un palimsesto de dos hojas de las Epistolae ex Ponto, ahor: en Wolfenbúttel, pertenece al siglo VI. “Entre los eruditos bizantinos está Máximo Planudes que intro- dujo entre sus paisanos las Metamorfosis y Heroídas. “Su traduc- ción de los Heroídas se halló en un M. S. perdido y se ha señalado el valor de su traducción. En VI, 47,quid mihi cum Minyis, quid cum Tritonide pinu, la versión de Planudes solo ha conservado la verdadera lectura Dodomde confirmada por Auñuvsos... Pnyov empleada para discutir el material del tajamar del Argo por Apo- lonio el Rodio. “Desiderio abad de Monte Casino que fué Papa con el nombre de Víctor TIT inducía a sus monjes a que hicieran copias de los Fasti de Ovidio. ““El eminente franciscano Roberto Grosselete en sus Cartas fre- cuentemente cita a Ovidio. “Rogerio Bacon aboga para que no se enseñe a los muchachos las alocadas fábulas de poetas tales como Ovidio, pero cuando ne- cesita un nuevo argumento para el estudio del griego, tácitamente toma una línea de las Epistolae ex Ponto: gratius ex 1pso fonte bibuntur aquae. ““La Escuela de Orleans dió prueba de como cultivaba las com- posiciones clásicas con varios poetas latinos comentando sobre Ovidio. ““Boecaccio descubrió el Ibis de Ovidio. ““Poliziano es interesó en la crítica de textos de Ovidio. ““Navagero revisó a Ovidio. ““Daniel Heinesius escribió notas críticas sobre Ovidio. ““Niklaas Heinesius hizo edición de Ovidio (1652). 10 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. “Richord Bentley escribió en 1721 acerca de su edición sobre Ovidio. “Burman editó a Ovidio, ““Pietro Bembo imitó en sus composiciones a Tíbulo, Ovidio y Marcial. “Traductores franceses. En los siglos XIV y XV el poeta latino Ovidio fué el más popular. ““Su Metamorfosis fué popularizada por las parafrasis y comen- tarios de Pierre Bersuire. ““El Remedium amoris fué traducido en 1509 y los dos primeros libros de las Metamorfosis por Marot en 1532. “Mercier hizo una edición del 7bis en 1568; Pontanus editó los Tristia ex Ponto en 1610. C. Neapolis hizo una edición de los Fasti en 1630. ““ Arturo Goldine hizo una traducción al nielés de las Metamor- fosis en el mismo metro que la Eneida de Phaer; Marlowe de Cambridge tradujo los Amores, como las Heroídas fueron tradu- cidas por Tuberville del New College, Oxford en 1567. ““George Sandys de St. Mary Hall, Oxford, hizo una traducción de las Metamorfosis muy admirada por Dryden. “También pueden señalarse en cuanto a la crítica del texto de Ovidio, que no solo fué promovida por Alejandro Riese, Otto Korn y Hermann Peter sino por Rudolf Merkel quien produjo en su Universidad de Halle su primera obra Quaestiones Ovidianae ertticae. Dió en Berlín una edición de Tristia (1830); en 1841 publicó los Fasti editó las Metamorfosis en 1874. Herder también se ocupó con útil apreciación de las Heroídas de Ovidio; Lachmann hizo estudios para distinguir la genuina de la espúrea Heroídas. “De las Metamorfosis no debe olvidarse la edición escolar que hiciera de los siete primeros libros Haupt. Voss hizo traducción literal al alemán de las Metamorfosis; su método se hizo mecánico y por ello dejó de expresar el encanto de Ovidio. Valster hizo una traducción al dinamarqués de Tristia. También Haupt hizo una edición crítica de la Halieutica de Ovidio. En 1850 produjo su edición del Epicedion Drusi del pseudo-Ovidiano. ““Deben citarse las dos ediciones de las Heroídas de Ovidio he- chas por Jacobus Von Lennep. ““Ovidio no ha dejado sucesores ni continuadores. La tierna y suave flor de la Elegía no era posible se mantuviera largo tiempo con vida en aquella corrompida atmósfera de Roma; tras una bre- J. S. Padrisa: Ovidio como poeta elegíaco y épico. 11 ve, aun cuando gloriosa primavera, salió para el destierro con Ovi- dio y con Ovidio fué a morir bajo el bárbaro e inclemente cielo de Tomos. ”” Mas en la memoria de todos los hombres cultos la multiplicidad de dotes del cantor Elegiaco por excelencia, su poderosísima ge- nialidad literaria apta para desenvolver toda suerte de inspiracio- nes, su sentido poético auxiliado por una insuperable habilidad y un conocimiento de la vida y de los hombres rara vez igualado, y su portentosa maestría en el arte de la versificación, que reviste todas las formas imaginables y triunfa de todos los obstáculos, le- vantarán perpetuamente a nuestro poeta a la altura de esas au- gustas personalidades históricas cuya apoteosis se trasmite según el espíritu y la condición de los tiempos por todas las edades, como legítimo e inexcusable tributo debido a su grandeza y a su gloria. OBRAS DE CONSULTA: Les Metamorphoses d'Oyvide; par Villenave. Histoire de la Littérature Latine; par Janroy. Histoire de la Littérature Latine; par Villar. Historia de la literatura de Grecia y Roma; por Andrés Belo. Oeuvres complets d'Ovide; par Nisard. Historia de la Literatura Romana; por Pierrón. Apuntes de Literatura latina; por el Dr. Adolfo Aragón. Apuntes de Literatura latina; por Canalejas. Decadencia y Grandeza de Roma; por Ferrero. Notas del Dr. Juan M. Dihigo. 12 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. LA DOCTRINA DEL INTERES EN LA PSICOLOGIA PEDAGOGICA INVESTIGACION ORIGINAL SOBRE LA EVOLUCION DE LOS INTERESES DEL NIÑO CUBANO (1) POR LA SEÑORITA TERESA MERINO Y SALAZAR Graduada en la Escuela de Pedagogía. PROLOGO Dadme un punto de apoyo y levanta: ré el mundo. ARQUÍMIDES. “Vivir es para un ser actuar a cada instante según la línea del mayor in- terés.?” Si existiera otra tierra y yo pudiera trasladarme a ella, le- vantaría con la ayuda de una simple palanca, la tierra que ha- bitamos. Así exclamaba el célebre geómetra siracusano íntimamente con- vencido de la ayuda que el empleo de palancas y garruchas pro- porciona al agente motor, haciéndolo triunfar, con mediano €s- fuerzo, de resistencias enormes. Si lógicamente apoyó Arquímides sus conclusiones en dos pre- misas condicionales, ya que ni aún con los progresos actuales sa- bemos si los otros planetas son habitables; y ya que tenemos tam- bién la íntima convicción de que no es dable al hombre colocarse en puntos extraterrestres, estas premisas se tornan positivas y siempre posibles en el mundo pedagógico, porque el interés brinda (1) Tesis para el Doctorado en Pedagogía, leída y sostenida en la Uni- versidad el 26 de Abril de 1917. Se publica por recomendación del Tribunal Examinadpr. T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 13 de continuo el mejor punto de apoyo para vencer con el menor es- fuerzo o con esfuerzo natural, la resistencia que pudiera ofrecer cualquier aspecto de la obra educacional. Por esto, por ser el interés el principio de los principios en materia docente, es por lo que mi atención, un tanto fluctuante al escoger tema para el desarrollo de mi tesis, se fijó en el que tie- ne por título: “La doctrina del interés en la psicología pedagó- eica. Investigación original sobre la evolución de los intereses del niño cubano.”” Trataré «e desarrollarlo con voluntad y con amor, ya que no con competencia, dada mi poca práctica y los escasos medios de que he dispuesto al efecto de las investigaciones. El estudio de la psicología general al revelarme las leyes de Grote, y las sabias enseñanzas de mi maestro el Dr. Aguayo en las disciplinas confiadas a su vasto saber, dieron a mi conciencia la luz meridiana que necesitaba para la persecución inteligente de mis deseos, el cumplimiento honrado y fiel de mi ministerio lleván. dome al estudio del interés como el medio más propicio de acer- carme a mis discípulos por la provocación de las actividades que deben colmar sus necesidades, haciéndolos por el trabajo propio factores de su íntimo desarrollo. Siguiendo, pues, las direcciones obtenidas en clase, que he ro- bustecido con mis lecturas, y, apoyada en mis observaciones e in- vestigaciones, presento este grano de arena que pudiera ser propl- cio a la común palada que debe fortalecer al lento, pero seguro trabajo de la modesta escuela. TEORIA DE GROTE QUE PERMITE VISLUMBRAR LA GENESIS O FUENTE DE TODO INTERES DENTRO DE UNA SERIE EVOLUTIVA. Si ha de ser Dewey el faro luminoso de mi orientación en la tesis que pretendo sostener, y su primera conclusión, al encontrar asociados los dos tipos del interés, de la que éste es la resultante de la actividad unificada: encuentro que en las leyes de Grote, que tanto llamaron mi atención cuando estudiaba la psicología gene- ral, debe basarse este trabajo que elegí in mente cuando guiada por mi maestro el Dr. Aguayo pude comprender que era la piedra filo- sofal de todo trabajo didáctico. 14 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Siendo el interés, biológicamente considerado, la relación re- presentada por la actividad que persigue un fin, y a la luz de la psicología, el sentimiento de placer o desplacer que acompaña a esa actividad, se comprenderá fácilmente que la asociación de es- tas dos fases dará el eureka buscado y rebuscado por los maestros, conscientes de un algo capaz de levantar un mundo pedagógico y lo que es más, capaz de medir pesando los valores escolares dentro de su doble aspecto instructivo y educativo. Si obedeciendo a sus leyes físicas el niño actúa por instinto y, eradualmente, por la evolución realizada en su constante reacción a los estímulos, alcanza sentimientos derivados que combinándose llegan a la formación de otros más complejos, se comprenderá, con- forme a todo lo dicho, que de la interpretación de esta teoría y de cuanto haya alcanzado el estudio de la psicología a este res- pecto dependerá que resulte beneficiosa nuestra dirección en et desdoblamiento y adaptación de todas y cada una de las unidades que plásticamente acuden a modelarse en nuestras manos. Siguiendo, pues, el orden de las necesidades del ser para que nuestra obra resulte interesante en todas sus fases por adaptarse a ellas, se impone en primer término que consideremos las condi- ciones de capacidad, luz, y aereación de las casas escuelas, así como la alimentación necesaria al equilibrio de las fuerzas y a la demanda que exige un organismo en vías de desarrollo, y, com- pletando la primera fase de orientación, con el establecimiento de una sociabilidad armónica, opuesta a los gérmenes morbosos que emanan del aislamiento o educación individual. Concretándonos a la casa escuela, ya que de las condiciones del lugar en que actuamos depende en eran parte el interés, diremos que si no nos es dable un emplazamiento que responda al tipo bel- ca-alemán, debemos, sí, procurar una situación relativamente ade- cuada para que los malos olores que emanan de establecimientos cercanos, y muy especialmente los ruidos incesantes de la calle, no maten la atención que solicita un interés presente por la irascibili- dad nerviosa que produce. La sala de la planta baja de nuestras escuelas es utilizada por la inmensa mayoría para aula de los gru- pos más adelantados, y más de una vez he contemplado en rostros de maestras y discípulas un gesto de desagrado, rayano en mal humor, que hace ineficaz para los fines que perseguimos toda adap- tación a los intereses. T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 15 La contemplación de tales hechos me ha llevado a pensar en la conveniencia de utilizar dichos locales para museo o traba- jo manual, pues en la necesidad de utilizarlos, esta adaptación vendría a librar a una clase entera de las torturas que dejo consignadas y que contrarrestan a todas luces, las disposiciones propicias a la realización de actos por interesantes que és- tos sean. Tocado este punto importante, debemos dejar sentado que es también condición básica para afianzar el interés en todos los ór- denes, la capacidad, iluminación y ventilación del aula; he obser- vado maestras competentísimas y de actuación tan original en su trabajo, que podrían presentarse como tipo de maestras, capaces de sentir y de guiar su clase conforme al interés de sus alumnas que hacen, en fin, de sus aulas una casa alegre, sin que esto contri- buya por las condiciones dichas a los fines adecuados; pero que sienten más de una vez desaliento al contemplar el cansancio de sus niñas, porque el local, por no responder a las condiciones di- chas, ofrece poca capacidad para el número que se conorega, y tienen que sucumbir por efecto del aire viciado y por las moles- tias que ocasiona a las más la imperfecta iluminación, la falta de asiento cómodo (tres en dos pupitres), la del medio pierde el in- terés para sus trabajos, porque la ranura de unión le ofrece una incomodidad constante; las que ocupan los sitios laterales tienen una posición forzada: medio cuerpo queda fuera, dando ocasión propicia a un cansancio seguro y, lo que es peor, a las desviacio- nes de la columna vertebral o a otras enfermedades que quizá de- pendan de tales violencias, y las cuales determinan también los reflejos de defensa que se imponen, no ya por el cansancio o por las fatigas que produce el trabajo, sino por las condiciones en que se hace. La falta de patios para los recesos y ejercicios físicos se opo- ne también al desarrollo armónico exigido por el interés, pues sin ellos no hay renovación propicia ni estímulo para un trabajo que demanda gastos de energía que han de ser compensados por el juego libre. Muy bien interpretan este punto las escuelas que po- seen campos escolares y los centros universitarios que sostienen asociaciones de sport, pues sin faltar al plan propuesto, puedo afir- mar que en los juegos se llenan del modo más natural las relacio- nes de sociabilidad que contribuyen a la formación del carácter y 16 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. a las buenas disposiciones que son necesarias entre humanos para llenar la solidaridad, interés supremo de la vida social. Si un niño se aburre solo y necesita de la compañía de sus ca- maradas para sus juegos, debemos, de acuerdo con el consejo de Claparéde, aprovechar estas actividades espontáneas desde el pun- to de vista social para llevarlos por la vía lúdica que encauza to- dos los intereses de la vida infantil hacia la vida de cooperación en las empresas industriales y comerciales, preparando de este mo- do para la vida por la vida misma, según la feliz expresión de Gurlitt, Fijándonos ahora en las necesidades de la alimentación para completar el cielo básico de la teoría propuesta por Grote, y que es el eje en cuyo derredor venimos girando como introducción a nuestro trabajo, diremos en primer término que nunca, por senti- miento propio y, por no lesionar ese interés capitalísimo en las funciones vitales, privaremos al niño por vía represiva del nece- sario alimento, ya que su defecto no solamente enerva la parte física, sino que al buscar los reflejos de defensa que no encuentran punto de apoyo (siendo así que toda geesticulación o actuación no logran una finalidad positiva) alcanzaremos de retorno como úni- co resultado la reviviscencia de los sentimientos de odio, adormi- dos en la especie ya civilizada y que inconscientemente se mani- fiestan en el infante, porque su naturaleza sabe velar por un su- premo interés que no supo respetar el llamado a entenderlo pro- picia y enérgicamente. Estas represiones, que sólo caben con la merienda en nuestras escuelas, no pueden realizarse frecuente- mente, porque en un buen número de casos es la porción dia- ria que el niño toma con más satisfacción, y, por tanto, nues- tra actuación tiende a contrarrestar uno de sus intereses más le- oTtimos. Y, en cuanto a las condiciones de la alimentación en general, he tenido ocasión de establecer el contraste entre un aula a que acuden niños de relativa buena posición y otra en la cual, si no todas sus unidades, un buen número laguidece en flor por la esca- sa ración a que lo condena la miseria de su hogar. ¿Qué puede'ha. cer en sus métodos y procedimientos, en la actividad que imprima como dirección a su trabajo la maestra llamada a actuar en un aula del segundo tipo por grande que sea su devoción, su respeeto y su adaptación a los intereses de su clase? El desayuno escolar T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 17 ha hecho mucho, pues en esas primeras horas de la mañana da ca- lor a inocentes pajarillos que abandonan su nido en busca de lo que éste no ofrece, y, como naturalmente el niño asocia la satis- facción de una necesidad con el objeto y el lugar que le propor- ciona su satisfacción, este refrigerio matutino es fuente de un nue- vo interés que liga al niño a su escuela, y como fin indirecto ha dejado conocer que son ciertas esas necesidades y que tienen a este respecto mucho que hacer las autoridades del ramo y las al- mas nobles que espontáneamente trabajan por la puericultura y por el desarrollo higiénico de la primera y de la segunda infan- cia. (1). Tocada o estudiada someramente la fase básica de acuerdo con las teorías del ruso Grote, precisa la consideración del primer cielo de evolución o de sentimientos derivados, que se reducen también a tres. Cubiertas o satisfechas las necosidades primarias, sienten los organismos superiores una esfera de acción más amplia y necesl- tan eseudriñar, recibir la impresión de los objetos que les rodean para atraerlos, rechazarlos, esquivarlos o atacarlos, según los ca- sos. Desde muy temprano, el interés del niño aparece determina- do, por esa necesidad que le es congénita, y la escuela debe basar- se en esos intereses originarios de los niños, que residen casi todos en la esfera de las sensaciones, como medio único de realizar una labor verdad; por ello la escuela del trabajo con su natural y pro- funda orientación no presenta simplemente objetos que eseudri- ñar y que satisfagan los sentimientos estéticos, sino que por me- dio del trabajo manual provoca la reacción más segura para el co- nocimiento del propio objeto, y por encima de ello para satisfa- cer la necesidad del movimiento, que en último término es indis- pensable al niño para llegar a ser adulto, seeún la frase sacra» mental de Claparéde, en torno de la cual giran todas sus necesi- dades que se traducen en intereses. Dentro de las reacciones congénitas de ese impulso a un cono- cimiento más perfecto, que vulearmente llamamos instinto de eu- (1) Para ilustrar cómo se preocupan en Norte América de este asunto, quiero decir que, según mis noticias, en muchas escuelas de dicha nación se hacen recolectas voluntarias, pero siempre dirigidas por los maestros, con el fin de atender de una manera regular a las perentorias necesidades de la ali- mentación, consiguiendo así el bien directo de los unos y el medio eficaz de preparar a los otros para una actuación de cooperación elevada. 18 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. riosidad, de ese amor a lo nuevo que mueve al niño en forma in- tensa, precisamente por caer en el foco de su primordial interés, debemos sacar la motivación adecuada para la presentación de ob- jetos sensibles, brillantes, vivos, dotados de movimiento, capaces de mover a la infancia y provocar, por su solicitud un trabajo ma- nual que cautive la atención de modo placentero porque respon- den a sus necesidades en ese período de desarrollo. De este modo, mediante lo vrizinariamente interesante para el niño, iremos a la adquisición de intereses artificiales dentro del principio que ilu- mina y permite la pedagogía de la Montessori: ““cultivar los inte- reses primordiales como medio único y seguro de obtener por de- rivación los invereses secundarios o aquellos que no dependan ya directamente de nuestras necesidades orgánicas, sino de la civi- lización”” de la cual formamos parte, o a la cual aspiramos, ya que por civilización se entiende: '“un sistema de adaptaciones activas que nos permiten modificar el medio natural median- te la ciencia que guía al trabajo técnico; así como la modifica- ción del medio espiritual por la obra de la cultura y de la edu- cación ”” Dentro de la correlación ya indicada que existe entre los €s- tímulos y la actividad o reacción motriz, hemos de hallar el cen- tro de coordinación de los residuos de las diversas impresiones, de los múltiples movimientos que repiten en lo subjetivo lo objetivo para que sea posible la modificación sobre ese medio natural, por la modificación de nuestro yo; hallaremos, en fin, los centros ner- viosos, el asiento de la intelectualidad. Ya en esta región, cima de la actividad de los centros gan= elionares, que han dirigido casi inconscientemente las funcio- nes precedentes, y sin perder de vista la armonía y coordinación de toda actividad, evitaremos a todo trance la monotonía y ha- remos surgir de continuo el placer vivísimo que produce no ya solamente la contemplación de una peripecia, sino la ejecución de éstas, bien por el juego o por el trabajo, que se hace atractivo cuando encadena la actividad a los fines interesantes, porque son vitales dentro de la doble personalidad psico-fisiológica que in- tegra nuestro ser. Y, como no completaremos nuestra finalidad sin la educación del carácter, nos ofrece también esta teoría la base natural para la educación de los sentimientos religiosos, tan necesarios como T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 19 poder represivo; de los artísticos que nos llevan a la contempla- ción de la belleza y de retorno, por un movimiento interno a la ex- presión, por imitación de esa belleza; de los morales que estable- cen la sociabilidad superior; de la solidaridad cooperativa que de- termina la realización de las empresas humanas, así como la de los actos de beneficencia que nos llevan al sumum de la morall- dad, pues son determinados por una composición de los primiti- vos y derivados, que deben conducir al educando a la ejecución de actos provocados por el sentimiento del deber, el timbre más alto de nuestra especie, según la gráfica calificación de nuestro filó- sofo el Dr. Varona. Las leyes de la sensibilidad y de la ideación son regidas por el interés, bien sea primitivo, derivado o compuesto, y la misión del maestro ha de estar siempre orientada por la provocación de acciones que respondan a una necesidad, que no chocan por ello con la sensibilidad porque obedecen a un interés y que por su in- flujo recíproco tienen una influencia poderosa en la vida orgánica, en la psíquica. OIGAMOS COMO COMULGA W. JAMES EN LAS IDEAS FILOSOFICAS QUE HAN DADO LUZ A NUESTRA ORIENTACION ““No se debe recibir nada sin reaccionar: ninguna impresión sin expresión.”? Esta máxima resulta la piedra angular de la es- cuela del trabajo y se ajusta de lleno a los intereses de la vida del niño, para la cual la motricidad lo llena todo, pues dentro de las necesidades del ser organizado el niño debe reaccionar adecuada- mente para conservarse y triunfar en la vida. “Toda reacción ad- quirida es, por regla general, ya una complicación añadida a una reacción congénita, ya un substituto para una reacción congénita que un mismo objeto solía provocar. ”” Dentro de este principio consagrado por los filósofos, determl- na también W. James el gobierno o dirección de nuestra activi- dad como maestros; se asocia, por tanto, a otro de los grandes pun- tos de mira de la escuela del trabajo, cuando pone de manifiesto con obras, como lo hace la Montessori, que mediante el cultivo de determinados intereses y el desarrollo de especiales aptitudes ha conseguido que los niños en cierta etapa de su evolución escriban espontáneamente. Mediante estos dos principios, define este psicólogo el concepto 20 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de la educación, determinando en qué ha de consistir nuestro arte como educadores. Si la educación—dice—significa un cúmulo de posibilidades de reacción y las congénitas preparan espontánea- mente a las adquiridas, nuestro éxito ha de depender de las subs- tituciones y de las complicaciones que sepamos provocar, precisa- mente porque sabemos buscar el punto simpático o de interés con- génito que lleva a todo ese proceso ulterior. Antes de pasar adelante, expondré los puntos por él consagra- dos como producto de los intereses congénitos: amor, miedo, curio- sidad, apropiación, constructibilidad, imitación, pues dentro de esta síntesis encuentro también la armonía con lo sustentado en la teo- ría de Grote y que ahora, con W. James, me permiten hacer una síntesis más amplia dentro de la psicología pedagógica. La escuela moderna dirige y estimula estos resortes que son los del verdadero interés en la vida del niño, por ambas desarro- lla la intelectualidad que entonces guía de modo consciente a la observación y a la motricidad en todo proceso mental de carácter reflexivo. La escuela antigua se dirigía siempre a una intelectualidad que en verdad no existía, y su fracaso dependía de querer bus- car por introspección un interés en región donde no había resorte que pudiera responder al estímulo, estando, por lo tanto, cada vez más lejos de realizar las substituciones y las complicaciones que por derivación debía obtener de acuerdo con W. James. En correlación con estas dos afirmaciones que he hecho como re- sumen del cuadro, citaré lo sostenido por Alcántara García, que ha sido objeto de crítica por nuestro maestro el Dr. Aguayo, y cuyo error he podido ver comprobado en la práctica de mi vida de maestra, pues no siempre la actividad implica un interés para los niños por encontrarse en desacuerdo con sus necesidades en el período de evolución en que se halle. Alcántara García cae, pues, de lleno en la ceguera o en el caso parcial de daltonismo de que nos habla W. James. Si la adaptación al medio es cuestión de vida o muerte para el ser, tendremos que la imitación es una de las grandes fuentes de interés para el niño y que, de acuerdo econ las leyes propuestas por Tarde, debemos buscar las reacciones congénitas que nos per- mitan las substituciones y las complicaciones necesarias en cada uno de los órdenes o finalidades pedagógicas, ya que nos hacemos T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 21 o nos conformamos en gracia al impulso imitativo. Siguiendo, pues, a Tarde como lo hace Baldwin y lo sabe apreciar W. James, ha- remos del niño un hábil obrero por medio de imitaciones que sa- tisfagan el doble proceso de su interés al escudriñar reaccionan- do así, como alentaremos o contribuiremos por este ejercicio de reacciones congénitas a los inventos que serán substituciones de gran valor individual y social. OJEADA HISTORICA DEL CONCEPTO DEL INTERES EN EL CAMPO DE LA PEDAGOGIA. Del Atica inmortal, como ya he dicho, surgió con Platón la idea vibrante, generadora a través de los siglos, del verdadero concepto que hoy domina en la pedagogía científica. Su concepto genial lo condensan estas frases: “*Puede aprenderse todo, aún lo más abstracto que prepare a la dialéctica, pero nunca con opresión; el hombre libre nada debe aprender con esclavitud, las lecciones que tienen ese carácter no permanecen en el alma.”” “No oprimáis jamás a los jóvenes que enseñéis por medio de las lecciones, haced que aprendan, que se instruyan por medio del juego, pues de ese modo llenaréis vuestro cometido y conoceréis mejor por la espontáneidad, patrimonio de la juventud, los talen- tos de cada uno.”” Imposible se hace creer que estas ideas no hubiesen sido consa- gradas por práctica devota y progresiva desde la escuela de pár- vulos a la superior y que quedasen tan acalladas que hasta Eras- mo no surgiera un eco lánguido que supieron recoger Rabelais y Montaigne, sosteniendo, con especialidad el primero, las ideas de una natural orientación práctica dentro del interés que propor- ciona siempre la observación, el contacto directo con la naturale- za. Se anticipa, pues, Rabelais a la revolución filosófica que debia establecer Bacon, y tras estos predecescres surge la gran figura de Comenius, dando el primero y el más fuerte golpe de gracia a la enseñanza por palabras, faltas siempre de interés cuando resul- tan éstas meros símbolos por no ser una necesidad creada por la ma- teria principal, como dice Dewey, y, con tanta mayor razón cuanto que en su época quedaba ahogada para los fines didácticos la len- gua vernácula, que nunca pudo ser substituída en principio, por una clásica meramente libreseca; quedando inmortalizada su peda- 22 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. gogía radiante en aquel momento histórico con la siguiente fór- mula: pensar, hablar, obrar. Como tras una nueva conquista filosófica aparece siempre una modificación propicia en la práctica de la enseñanza, las especu- laciones de Locke sintetizadas a nuestro propósito por la siguien- te frase: ““quiero que la enseñanza sea atractiva””, llevan a Rou- sseau a demoler en su “Emilio”? toda enseñanza por el esfuerzo y, al pretender enseñarlo a vivir, como fin supremo, condensa su apreciación sobre el interés en los distintos momentos de su evo- lución cuando dice: ““El interés actual es el único móvil que con- duce con certeza y va lejos.”” Pestalozzi fué el primero que se ocupó del adiestramiento de los sentidos, pero su rebelión al puro formalismo que dominó a su época, que consideraba a la actividad propia como interna y abs- tracta, no pudo estar del todo bien orientada, pues en ese tiempo la psicología estaba asociada a una falsa filosofía y á una fisiolo- oía no menos falsa que desconocían las íntimas relaciones existen- tes entre el cuerpo y el espíritu, por lo cual eran apreciados los sen- tidos como puertas de entrada del conocimiento y nunca, confor- me explicaremos más adelante, como senderos que atraviesa el es- tímulo para provocar la respuesta motriz y, que es el medio úni- co de hacer posible el crecimiento, el desarrollo de todas las ap- titudes. Herbart concibió una hermosa y trascendental teoría del inte- rés emanada de sus doctrinas psicolóvicas. Pero como toda ella descansa en motivos propios del adulto, para los fines de nuestro trabajo resulta nulo cuanto hiciera en este sentido. Froebel dió un paso de avance por una concepción más real de la actividad y mediante los dones, juesos y ocupaciones, hizo re- nacer por vez primera el concepto de Platón acerca de la impor- tancia capital que tiene la manipulación para los fines educativos. Pero como coretáneo de Pestalozzi, fué todavía víctima de la falsa orientación físico-fisiológica y, por no apreciar el valor directo del juego como contribución física al crecimiento interno, ve en la ma- nipulación un medio indirecto seeún lo representa el simbolismo que implantó y que responde a la creencia errónea de ser el des- arrollo educativo debido a principios filosóficos y espirituales que demandan también actividades simbólicas. La selección del mate- rial evidencia también la orientación un tanto equivocada a este T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 23 respecto, pues muchos de los juegos y ocupaciones son impuestos simbólicamente como culto a la ley supuesta del desarrollo de un todo envolvente. Los dones, sólidos geométricos que se usan en las construeciones—las más de las veces obedeciendo al dictado de la maestra que llena una idea básica dentro del sistema, pero que no atiende a las necesidades naturales del niño—, dejan ver cómo éste juega solamente por la manipulación que implica el ejercicio y que obedece a su necesidad suprema, pero que busca y demanda otros infinitos medios alejados del Kindergarten precisamente por- que no responden a ese simbolismo del todo vano para el espíritu infantil. Muchas modificaciones ha ido sufriendo el Kindergarten en el sentido de dar más amplitud a la libertad, pero según Dewey, que reconoce en este sistema el mayor adelanto alcanzado en el sentido de hacer intervenir las actividades corpóreas como medio de edu- cación, y, de euyo juicio somos el vocero, se impone una reforma más científica en principio y más amplia en lo relativo a la libertad. En los métodos de la Montessori reconoce Dewey una ventaja alcanzada sobre el Kindergarten, pues basados también en la im- portancia de la acción corpórea para el crecimiento o desarrollo in- terno le supera en el reconocimiento técnico que debe preceder; pero aconseja para ellos más amplitud en el sentido de la libertad de elección por parte del niño y una orientación que venza la ten- dencia análoga al Kindergarten de hacer mecánicos los ejercicios. En fin, para dar cima a este bosquejo histórico citaré las gran- des adquisiciones realizadas por Claparéde relativas al juego y a la evolución de los intereses dentro de las cuales hallaré, en el curso de mi trabajo, base científica para las apreciaciones obteni- das por mis pesquisas; contentándome por ahora con condensar su genial y bien encaminada apreciación cuando nos ordena bus. car llaves precisas que sin oxidación, por adaptarse al interés del momento, abran con facilidad el curso de la actividad naturalmen. te orientada. DOCTRINA DE DEWEY Hecha la anterior cosecha a la luz que irradian focos de tan eran alcance, tiempo es ya que me refugle en Dewey, árbitro su- premo en la contienda establecida y sostenida por los defensores 24 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. del esfuerzo en frente de los que consideran el interés como pa- lanca poderosa, pues su voz autorizada ha sabido levantarse gigan- te después de considerar paralelamente y con vista de águila las teorías sustentadas por los paladines del torneo. Partidarios del esfuerzo. La vida es pletórica de cir. eunstancias, que lejos de ser agradables se oponen muy mu- cho a nuestro interés, hay que templar la voluntad, haciéndola tender y dirigir su actividad ha- cia objetos ineratos sin otro fin que la satisfacción que ha de producir el deber eumplido y porque en esa fragua los golpes sucesivos han de doblegarla por el hábito hacia la ejecución de las labores efectivas de la vida. Sin esta tensión se atrofian las fibras del carácter, se labra la perdición futura, pues con el juego y la satisfacción constante del interés se distrae al niño, se le sobreexcita y sólo se alcanza la dispersión de la energía . Es en una palabra tan peli- orosa la teoría del interés para la inteligencia como para la for- mación del carácter moral y en consecuencia para educar en buen sentido, se hace necesario an llamamiento al esfuerzo, a ese poder interno de actividad que no depende absolutamente de las excitaciones externas. Defensores del interés. Es la única garantía de la ten- sión. Cuando se hace irradiar en verdad del foco interno, está ase- eurada la concentración de la energía que se moverá en el do- minio de la serie de ideas que cautivan y en pro de las verda- deras líneas morales, de las que han de lograr medir la voluntad en el grado superior de fuerzas que distingue al ser perfecta. mente educado. Si el interés no se alcanza, na. da puede garantirse, pues alli donde únicamente se ha obedec!- do a una presión externa, a un reclamo ficticio, sólo se logra la dispersión volitiva, que es sigm- pre nociva a los altos fines edu- cativos, y, lo que es más, se obll- ea al niño a fingir y a aprove- echarse de todos los reflejos de defensa, de todas las ocasiones propicias para dar libre rienda a lo que hay de cierto en el fon- do de su ser, Si para contrarres- tar o querer ahogar esta fuente leoítima de determinación se quiere recurrir a la compensa- ción que alcanzarán en el futuro los seres templados en la fragua del esfuerzo, podemos desde lue- eo argiir: si el porvenir reserva eoces y no luchas, ¿quién liber- tará al infante, con derecho a la alesría del vivir, de las torturas a que fué sometido por una de- sastrosa y mal entendida previ- sión. Que afirman en concreto ambos contendientes. T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 25 Esfuerzo. Hay que hacer que se rindan tareas, que se forme el hábito de vencer dificultades como medio único de formar el carácter mo- ral, pues solamente mediante el esfuerzo se adquieren las dispo- siciones necesarias para saber hacer frente a la parte seria de la vida. Que niegan a su Esfuerzo. Que haya educación propia- mente dicha donde se acostum- bre a seguir la línea natural de los impulsos, porque al nutrir a un ser con substancia azucarada se le conforma mal para la in- c'estión necesaria de todo el ací- bar que ofrece la vida en sus múltiples aspectos. Interés. Todo método debe ser intere- sante, es decir, de acuerdo con las necesidades, aptitudes y ac- tividades infantiles, porque es absurdo creer que el niño tenga mayor disciplina mental y mo- ral cuando obedece a una pre- sión que cuando lo hace ponlerr- do en ello todo su corazón, pre- cisamente porque se ha sabido tocar a esa gama, centinela su- til, que ha dejado de ser un mis- terio para los que saben obser- var a los niños con la finalidad de apoyar su misión de educado- resenese mundo especial, que ja- más se plegará al mundo del adulto porque no es ni puede ser el suyo. vez los litigantes. Interés. Que haya educación de la vo- luntad donde se obligue a una ficción por presión, porque por ese camino sólo se alcanza la dis- persión de la energía mediante los reflejos de defensa que oOpo- ne al niño, los cuales fomentan las líneas básicas de la indisci- plina o privan al ser de su tona- lidad personal por haberse re- primido en extremo el interés | espontáneo. Conclusión a que llega Dewey después de un sondeo cabal que hace el Newton de la única, de la verdadera pedagogía. Experto observador, psicólogo profundo, hábil generalizador, sabe Dewey rechazar todo sofisma y dar al mundo de la pedago- gía su maravilloso binomio, cuyos términos representados por las 26 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. negaciones respectivas se identifican, se tornan positivos, en su mano experta que halla el principio capital, en “la necesidad, co- mo producto recíproco correlativo de esas negaciones. El punto de identidad lo encuentra en que el objeto, idea, acto o fin que ha de perseguirse son necesariamente externos y encuen. tra la divergencia en la apreciación distinta, y a su vez errónea de los que sustentan el considerarlo en su relación con el yo, pues no porque el objeto esté fuera de la esfera del sujeto hay que ro- dearlo de estímulos artificiales, conquistar la tensión por la fie- ción, ni mucho menos hacer un llamamiento enérgico a una volun. tad que no existe para que realice un esfuerzo en una dirección que rechaza o le repugna. Admitida la identidad y rechazada la divergencia, formula el principio al considerar que el verdadero interés es el que reconoce la correspondencia de un hecho, de un objeto y de un fin con el ape- tito del yo, es decir, del que sabe ver en esa relación el impulso del organismo que necesita desarrollarse hacia lo que llena o favorece sus necesidades. Establecido el principio, afirma Dewey que no es necesario re- eurrir a los buenos oficios de la voluntad ni hacer las cosas inte- resantes para el niño, sino que lo importante es conocer las ne- cesidades en el período de evolución al cual ha de contraerse el in- terés, por lo que importa unificar la actividad, es decir, hacer que el niño ponga en ella todo su cuerpo y todo su espíritu, consorcio que sólo se aleanza cuando la energía se lanza en pro de conquis- tas agradables o desagradables, pero que responden a las necesi- dades del conquistador que es sordo o se torna rebelde en presen- cia de intereses ajenos que no puede interpretar siquiera. Como binomio (propongo por lo gráfica esta denominación) re- suelve este principio todas las cuestionos, porque dentro de su ca- rácter generalizador y en evolución progresiva se presta o sirve de apoyo a todas las coordinaciones, permutaciones y combinaciones que pueden tener efecto en materia de educación. Es cierto que no es posible dejar de realizar esfuerzos; la vida en sí es un gasto constante de energía al que todo organismo se do- blega inconsciente, pero no unilateralmente, porque el cuerpo y el espíritu son siempre solidarios. Los niños gastan gran energía en sus empresas espontáneas, se someten por vía lúdica a grandes penalidades... Pasma observar T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 27 los trabajos, las tareas que vencen; los he visto asociarse a la tem- prana edad de siete años para la limpieza y arreglo de un aula que llevan a efecto con perfección notable y sin la menor insinuación de maestros y conserjes. Y, como ejemplo de penalidad espontá- nea, puedo citar un hecho de mi experiencia infantil, que vive con intensidad en mi conciencia: en compañía de mis cuatro herma- nos jugaba frecuentemente “al miedo”? o “al fantasma”; la ma- yor de nosotras disponía su indumentaria al efecto y desempeñaba patéticamente el papel en un habitación aislada, a la cual debíamos acudir en turnos sucesivos. Recuerdo que sufría horriblemente, mis cuatro hermanas me confiesan al presente que era intensa la tortura que experimenta- ban; ¿por qué jugábamos al fantasma? ¿por qué hacían los niños a quienes aludo grandes esfuerzos por rodar los pupitres? Porque en uno y otro caso los medios que constituían el interés secundario son positivos, no obstante la pena que implican, porque se dirigen a un interés primario. Esta respuesta nos lleva como de la mano a la explicación de los intereses establecidos por el profesor Arnold, así como a la de- finición del concepto y a la apreciación explanada de Dewey al ofrecer los puntos cardinales que orienta toda buena actuación pe- dagógica. El profesor Arnold llama interés primario al que es so- licitado por un objeto o fin que satisface un sentimiento de agrado o satisfacción. Y, denomina interés secundario a los medios todos , que conducen a la satisfacción de un interés primario. En la naturaleza del interés secundario encuentra la diferencia notable que existe entre el interés y los sentimientos de placer y desplacer, pues claramente podemos apreciar que pueden existir medios bastantes respulsivos que nos mantengan dentro de un inte- rés secundario por el fin a que nos conducen. Son verdaderamente expresivos y elocuentes los diagramas que ofrece Arnold para intensificar y fijar estas ideas. Diagrama que representa el resultado positivo. A ao cla > P Llamando a S intereses secundarios y representando respecti- vamente los medios agradables y desagradables por los signos + (más) y — (menos), nos deja ver cómo se obtiene finalidad posi- 28 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. tiva porque se va con fuerza centrípeta hacia P, que es objetivo dl- recto o interés primario. Representación eráfica del resultado negativo: El resultado es contraproducente, porque los medios, lejos de estar conectados con un fin representado por un interés primario, se aleja de él con fuerza centrifuga. Estas ilustraciones deben ser bien fijadas de acuerdo con su consejo en nuestro corazón de educadores para no confundir un interés secundario agradable o penoso con un interés negativo, pues únicamente mediante esta interpretación nos será dable desarro- llar los intereses adquiridos dentro de medios que, ingratos al prin- cipio, se van tornando placenteros, porque nos conducen a uua si- tuación ventajosa para los fines de la vida. Conviene, pues, Arnold, en aconsejarnos el desarrollo de los intereses adquiridos dentro de un interés secundario con carác- ter positivo, y nos advierte que si utilizamos al efecto un inte- rés negativo corremos el peliero de que al ser asociado por el niño este aspecto con el medio empleado, sólo negaciones al- cancemos. A la luz de los principios biológicos determina Dewey el lu- car que el interés ocupa en el desarrollo de la vida, y nos eviden- cia su verdadero concepto por la relación que existe entre la ae- tividad y el fin que la impulsa. Y, como por las conquistas filosó- ficas y fisiológicas se sabe ya que el movimiento corpóreo es aliado del desarrollo mental y que a su vez elementos intelectuales acom- pañan a la acción, sabe apreciar este eminente maestro el elemen- to sensible que se une a toda actividad, y define el interés del modo siguiente: ““Es toda actividad placentera o dolorosa que tiene por finali- dad la satisfacción de una necesidad.”” Este concepto que evidencia la unificación del elemento aní- mico y el corpóreo, lo lleva a la afirmación filosófica ya apuntada en otro lugar de nuestro trabajo y a la división dicotoma que irra- dia de esa concepción. T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 29 “No hay objeto interesante ni ingrato en sí mismo, pues su interés depende de la necesidad presente en el individuo que lo considere. ”” Los intereses son: directos e indirectos. .Intereses directos o Intreses indirectos 0 inmediatos. mediatos. Son los producidos por el fin o resultado perseguidos por la actividad: la carpintería, todo trabajo manual, la experimenta- ción científica, el baile como me- dio de trato social. Son los producidos por la ac- tividad en sí, tales como: el. salto, el juego, el baile por el solo placer de danzar. | | Llegado « este punto, nos es fácil la interpretación que nos da Dewey de la palabra interés, siendo así que nos sirve para de- nominar el hecho que integra el curso de una acción, de una ocu- pación, o de cualquier empeño que absorbe la atención de un indi- viduo de manera completa, general y verdadera, precisamente por- que se ejecuta de un modo voluntario y poniendo en ella el cora- zón, el resorte efectivo que impulsa, que vela por sus fueros y ex- cluye toda presión porque los medios coercitivos sólo llevan a re- acciones vagas, las cuales no tienen significación para el ejecutan- te, porque su medio interno, en abierta oposición, se desliga cuando cesa la fuerza, y, no es capaz de prepararse para la acción más amplia que demanda la esfera espaciosa de la vida. Por esta unificación ya esbozada, nos lleva Dewey a compren. der por qué un principio de tanta importancia como el de *“la ac- tividad propia”” haya sido hasta hace relativamente poco tiempo un mero homenaje teórico, que, como tal, se redujo a palabras, las cuales no pudieron ilustrar a la pedagogía práctica, porque la vida no es una palabra, según la gráfica frase de Claparéde. ¿De dónde ha derivado la falsedad de las teorías fisiológicas y filosóficas ? De la apreciación de la actividad desde un punto de vista for- mal o interno, por la cual era imposible ver la siguiente recíproca influencia : El libre ejercicio o control Toda actividad física implica de los órganos corpóreos contri- || la contribución de un elemento buye al desenvolvimiento mental. || mental. 30 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Para la explicación o explanación de esta conexión del interés tan necesaria para la aplicación concreta en la práctica de la edu- cación, nos presenta Dewey cuatro tipos principales, los puntos cardinales a que he aludido, dentro de los cuales podemos apreciar, llegada la oportunidad, el matiz de la actividad que deba favorecer al interés educativo, pues su enumeración precisa es im- posible dada las variaciones que establecen las cualidades congé- nitas, la edad, la experiencia que se vaya adquiriendo en el mun- do social y cvalquier otro matiz del interés, que, como dice Dewey, están comprendidos en esa tetrarquía, Sinopsis de estos cuatro tipos de interés: y Está caracterizado por el aprendizaje del uso de los sentidos y por el impulso directo de la actividad que debe alcanzar la conexión de los movimientos. Tipo de me- 18r-tipox ra actividad orgánica, La evolución impone el uso de herra- mientas como extensión de la actividad adquirida; se transforman las materias primas por el trabajo que llena o persi- gue una necesidad. : Tipo traba- 90 t a > DO a El por qué de los niños deja ver el in- terés de causa a efecto que los anima; las preguntas, las pesquisas y la experimen- tación que realizan son la mejor prueba | de la contribución alcanzada. : Tipo intelec- er. LEO ] tual [ La dependencia a que está obligado el niño por su insuficiencia, le proporciona la base natural, y por ello se identifica 49 tipo, Tipo social. 4 más que el adulto con los intereses ajenos demostrando sus vivas simpatías por la imitación y por la aprobación de cuanto | hacen las personas que le rodean. Los puntos de contacto que podemos establecer entre estos cua- tro tipos y los sentimienos básicos y derivados señalados por Grote, explican ahora lógicamente la causa del estudio que hicimos al prin- cipio de nuestro trabajo, pues éstos nos han ayudado a la inter- pretación de aquéllos. T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 31 Antes de entrar de lleno en la explicación de cada tipo, hace Dewey una consideración comparativa, de lo más sugestiva, con el psiquismo de los animales, y de ella deriva el interés humano en toda su evolución. La observación de las crías animales nos pone de manifiesto cómo los niños, perro, gato, cabrito, etc., desempeñan sus funcio- nes por instinto y con muy poco trabajo; por ello es tan corta su infancia. El niño hombre tiene necesidad de hacer el aprendizaje de la mayor parte de las cosas, su infancia ha de ser precisamente más larga, y, como son impelidos al aprendizaje, por la necesidad adquieren el hábito de esta actividad y el amor por ella, que los lleva a la serie evolutiva que marcha en pos del máximum en todos los órdenes del saber humano. No podemos, por tanto, obedecer a meros instintos, como erró- neamente se juzeaba; si tal fuese la actividad humana, hubiese sido la misma en todos los tiempos, y el progreso, esa marcha que se- ñala los pasos de toda civilización, imposible. Explicación de cada tipo y consideración o exposición de la práctica original de la Srta. Aurora García, en cuya aula me he sentido atraída por la más entusiasta admiración. PRIMER TIPO Ya sabemos por el cuadro presentado que el interés primario para el infante, dejando aparte el instinto de succión, es alcanzar el uso de los sentidos y el aprendizaje coordinado de sus movi- mientos. Los que han sabido estudiar el movimiento externo en correlación con el desenvolvimiento mental han podido afirmar, según lo he consienado anteriormente, que no existe ejercicio in- terno, desarrollo de la capacidad mental sin la contribución del aliado corpóreo, y que éste, a su vez, recibe un impulso director de la región psíquica, porque el movimiento característico de la vida lo es también de la inteligencia cuando del hombre se trata. Si la actividad mental falta, falta también la actividad corpó- rea y resultan esos niños tranquilos—los buenos, según el decir vulear—, pero que son los presuntos idiotas, como dice Compay- ré. Es cierto que una actividad constante distineue a muchos cre- tinos, pero no tratamos de esa actividad una vez que la caracte- rística en esos casos es la ausencia del poder coordinador. El co- 32 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. nocimiento, pues, del gran papel que el movimiento desempeña en el niño es de lo más importante para el maestro porque, como dice Marión, es el único signo visible de la actividad mental hasta la aparición del lenguaje. Y, para apreciar lo que es el movimien- to en la vida de los niños, basta observar lo que pasa en las au- las de párvulos, en las cuales son siempre seguros los movimien. tos rítmicos de las piernas, los empellones de los unos a los otros, un contrabando en fin de motricidad, que nos revela la buena sa- lud de los niños y nos asegura, según la gráfica frase de Compayré, un préstamo para el porvenir. Por todo lo dicho, y siguiendo las enseñanzas de Dewey, he ob- servado directamente en mis sobrinitos y en otros niños pequeños cómo se realizan estos trabajos de concomitancia mental en los primeros meses de la vida, pues en el juego de las torticas, del po- llito y de la mocita he podido apreciar a todas luces cómo se re- trata en el fondo de los ojitos la dirección interna para el acer- camiento de las manitas, para la agrupación de los deditos, y para la elevación de una de las manitas a la cabecita; así también, cómo reflejan los propios ojitos y una especial sonrisa el goce sentido por el triunfo alcanzado en la coordinación de los mo- vimientos en cada uno de dichos juegos. En los primeros pasos al andar, he podido comprobar también esa contribución en et cuidado que ponen al apoyarse en las sillas y, cómo por aso- ciarlas con las caídas que sufren, se tornan iracundos, las cas- tigan con azotes y las rechazan por aleún tiempo, es decir, hasta que fortalecidos tienen más fe en la fuerza alcanzada por la coor- dinación motriz. En un período superior de aprendizaje podemos apreciar tam- bién las manifestaciones faciales que ponen de manifiesto, cómo el palpo les da cuenta de la naturaleza de los objetos que exploran o que quieren conocer por este medio. Todas estas consideraciones nos dicen a gritos el crimen de lesa infancia que comete la escuela que crea formas de disciplina enca- minadas a la supresión del movimiento; nos hacen bendecir la obra del Kindergarten, no obstante la reforma que reclama, según el juicio de Dewey, dar el mejor aplauso a la Doctora Montessori, en- yas conquistas interesan al mundo pedagógico moderno, y nos ha- cen extremecer de orgullo ante la actuación sorprendente de la se- ñorita Aurora García, a quien debemos todo un procedimiento de T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 33 educación basado en este tipo y con irradiación a los otros tres, ya que nada puede ni debe ser tratado aisladamente. En efecto, sabe esta genial maestra aprovechar la naturaleza íntima de este tipo de interés que tan alto sienificado intelectual tiene en acciones, y, lejos de coartar disminuyendo la fuerza im- pulsiva del movimiento y provocando los contrabandos de que ha- bla Compayré, sumerge a sus abejitas en una verdadera campiña de estímulos naturales y de vías exentas de toda ficción, precisa- mente porque reconoce la percepción como medio de reacción, por- que sabe sentir cómo, únicamente, por medio de las respuestas mo- trices y de las adaptaciones de los estímulos a esa respuesta mo- tora es que ocurre el desarrollo, el crecimiento de las aptitudes in- ternas. Dentro de esa campiña, medio propicio a las direcciones todas, actúa con sorprendente y muy sencilla maestría como quien esta poseída de esos secretos todos..., los consagrados al presente por la más refinada investigación psicológica; allí hay que verla, allí hay que seguir sus pasos para interpretarla, no ya en el trabajo manual, maravilla de plegado con aplicación, para cuya confección forman los dedos los siguientes instrumentos : Por la asociación del índice y del dedo medio de la Tijeras ... J mano derecha. Por los pulpejos y las uñas del pulgar y del índice de la misma mano. Pinzas.... A Por la compresión que sabe hacer el dedo pulgar "7 | al apoyarse en las yemas del índice y del dedo medio. ¿ Por la compresión simultánea de ambas manos en Doble id... E la forma anterior. La colección que presento (1) y que debo a la benevolencia de la señorita García, a quien soy deudora de sabias enseñanzas prácti- cas, permitirá al Tribunal comprender cuánto ha podido alcanzar ella por un procedimiento que ha culminado dentro de este tipo por haber aprovechado la edad propicia al efecto. He de insistir en la consideración de estos ejemplares al tra- (1) Esta colección fué mostrada al Tribunal al realizar mi primer ejer- cicio para optar al grado de Doctor en Pedagogía. 34 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. tar de los otros tipos; pero no quiero dejar de ratificar el punto básico, el que revela la importancia de la ocupación como medio de desenvolvimiento mental, utilizada también por ella en los ejer- cicios de aritmética y en los del lenguaje en acción. Los deditos vuelan como pajaritos, corren como ratoncitos y se posan o se es- conden en las cuevas según que respectivamente se trate de una operación de suma o de resta. Las representaciones en el lenguaje demandan una ocupación muy del gusto de las niñas que dicen gozosas: estamos trabajando mucho para buscar las cosas... En este punto aprovecha también la Srta. García el período propicio para la recolección, que culmina a los ocho años y al cual debe el hecho de haber logrado que el mayor número de sus discípulas en la proporción adecuada a la ejercitación realizada, hagan coleccie- nes más o menos bien hechas dentro del tipo que presento como tes- timonio. Las representaciones en el lenguaje, los ejercicios de com- pra y venta realizados a lo vivo en la bodega, tienda y puesto de frutas demandan una ocupación muy del agrado de sus niñas, que dicen llenas de gozo—estamos trabajando para buscar cosas...— porque si no hacemos eso no hay que vender, ni podemos arreglar- nos para los juegos... En este punto desarrolla o aprovecha un interés indirecto, así también como el período propicio para la re- colección. SEGUNDO TIPO Una actividad superior, una evolución, se encuentra en el con- trol sobre los objetos externos por medio de instrumentos. En prin- cipio, no hay verdadera distinción entre esta forma de actividad y la estudiada en el primer tipo, y, con tanta mayor razón cuan- to que ya he dejado expuesto cómo, ajustándose al sentir de De- wey, hace la Srta. García instrumentos de los deditos, preparan- do así el uso de utensilios como una extensión de los órganos del cuerpo. El Sloyd, considerado en el sentido amplio que le dan los sue- eos o en el restringido que le damos aquí; los palillos en el mode- lado; los adminículos todos en la costura y bordado; los ejercicios de cocina empleando el calor para obtener cambios en las substan- cias, cucharones, espumaderas, cuchillos, coladores, etc.; los rastri- llos, guatacas, arados, podaderas, haces, carretillas, etc., en la jar- dinería; los plumeros, escobas, cepillos, en la limpieza de la casa; T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 35 log experimentos sencillos para probar la evaporación; la presión atmosférica, etc., ilustran lo que demanda este tipo y, para su jus- ta apreciación basta observar la alegría del niño por la posesión de una caja de carpintería, de aperos de labranza o de cualquier otro juguete o medio que le permita ¡a satisfacción de sus necesidades dentro de una actividad mejor, que señala la evolución del apara- to motor sensorial, la que abre nueva línea al desarrollo, la que per- mite actividades complejas de larga duración y de progresión ci- vilizadora, tanto para la vida de la raza—según lo revela el estu- dio antropológico—como para la vida del individuo; prolongación que evidencia en la actividad orgánica, el uso o cooperación ere- ciente de la inteligencia, colocándonos de nuevo en el punto cul- minante de nuestra tesis: el que señala la actividad orgánica como indispensable para el erecimiento de las actividades mentales, pues dentro de este tipo por el desarrollo intelectual alcanzado, no sa- tisfacen las cosas de mentirita (las grandes hojas que hacen de sombrilla; las piedrecitas para los cocinaditos; las sillas atadas haciendo vagones), quieren, ambicionan el verdadero valer de las cosas ““lo que sea de verdad””, según la elocuente expresión que nos dice cómo la habilidad adquirida para llevar a cabo sus pro- pósitos, desdeña los recursos del momento, los que por el auxilio de la imaginación proporciona el goce de apreciar la posesión de un caballito en un bastón. Llegado a este punto, quiero hacer constar mi observación en au- las de primer grado, donde existen analfabetos de doce y hasta de catorce años, mezclados con un verdadero enjambre de pequeños de seis y siete. Para ese grupo casi adolescente, todo es fastidio en la interesante ejecución de los trabajos manuales que he menciona- do, llegando hasta demostrar despectivamente su repugnancia por lo que es inferior a su desarrollo físico, desdén que llega a deses- perar al maestro y contribuye a un marcado mal ejemplo para los pequeños, sin ningún resultado positivo para esos grandes, que van perdiendo las fuentes de plasticidad para el trabajo en su doble aspecto educativo. Una modificación en el sentido de separación de unos y otros, se impone a mi juicio, por piedad para esos retrasados en el aprendizaje, por respeto a los peque- ños y consideración al maestro que, por bueno que sea, puede olvidarse de toda orientación paidológica en presencia de tales conflictos. 36 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Hecha esta explicación que no considero como digresión, nos interesa saber por el criterio autorizado de Dewey que este tipo establece marca o señala la línea de demarcación entre el mero ¿ue- go infantil y los trabajos y partidas deportivas, como los de pelo- ta, que implica la posesión del bate y de la pelota, en él vemos evi- denciado el por qué de la impaciencia de los niños al exigir la ter- minación inmediata de sus tareas, y que Dewey interpreta asi: “*No porque físicamente se sea impaciente, sino porque un fin que no se llene de inmediato, se aparta de su mente.”” La Srta. García, dentro de la segunda parte del primer grado, utiliza las tijeras reales en el recorte de figuras que luego sirven para composiciones en cartones o álbumes que se destinan (den- tro del interés social) al consuelo de los niños de la Beneficen- cia, de los enfermitos en los hospitales o asilos, o de algún ve- cinito desgraciado. Con este destino va proyectando inteligen- temente los propósitos infantiles a un tiempo menos próximo, dan- do a la pedagogía una nota práctica que arrancaría a Dewey su mejor sonrisa. El sistema de costura Pratt, vigente en nuestras escuelas, se adapta muy bien a las necesidades de esta evolución, pues con esos ejercicios graduados y aplicados siempre (llamados trapl- tos despectivamente por los que no entienden), van formando el eusto por “El corte y costura”? que debe ser una ocupación per- manente en toda mujer por muy entregada que esté a las especu- laciones científicas. El Sloyd en madera o cartón debe prodigarse con la fe que irra- dia de las investiagciones psico-fisiológicas; el campo de cultivo, tan del agrado de los niños, debía ser lo primero en nuestras es- cuelas rurales y la cocina escolar vendría a llenar también la doble necesidad de preparar buenas amas de casa y verdaderas sirvientes. INTERES INTELECTUAL ¿Por qué es esto? ¿Qué sucede si yo hago eso? Son estas sempiternas y elocuentes preguntas que manifiestan cómo el tierno infante, en la medida posible, se interesa por la investigación y forma la relación de causa a efecto. Esta manifes- tación nos explica también cómo no habiendo línea divisoria en la práctica, en el desenvolvimiento de la vida, tampoco debemos esta- T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 37 blecerla en la teoría al pretender seguir un orden sucesivo, donde la simultaneidad debe tocarlo todo en la proporción debida a la edad, al grado de desarrollo que se vaya alcanzando. No puede sernos extraña esta consideración siendo así que he- mos explicado ya en los otros dos tipos, y como punto muy esencial de nuestro trabajo, que el elemento inteligente es parte integrante de las actividades nacientes o muy rudimentarias del niño. La ambición natural por noticias que domina a los niños, los coloca de lleno en este tipo, y es deber nuestro, como maestros, modificar la curiosidad, ir convirtiéndola en sentimiento intelec. tual, es decir, tratar de obtener por el interés práctico el desen- volvimiento de la fase intelectual, como medio único de alcanzar la transición gradual al tipo técnico, ya que el principio funda- mental de toda ciencia estriba en la relación de causa a efecto y, ésta comienza siempre por la fase práctica que persigue un fin, el cual tiene que transferir el aspecto formal al interés de medios y de causa por el esfuerzo del pensamiento que le está ligado y que los convierte en la necesidad de investigar qué implica todo pro- blema, todo descubrimiento. Cuando el niño pregunta y siente la necesidad de investigar, de trabajar por el mero gusto de saber... de resolver..., está dentro de un interés intelectual, y aquí nos señala Dewey cómo el trabajo de cocina, el de jardinería, ete., conduce al cambio na- tural del lado práctico, al de la experimentación, cuando son inte- ligentemente guiados. La Srta. García practica esta inteligente di- rección, y maravilla ver cómo sabe preparar el tránsito del primer tipo del trabajo manual. Para evidenciar este admirable tacto pedagógico que se tradu- ce en acciones, presentó una colección de frutas de papel que re- vela un plan preconcebido para lograr el modelado apetecido. He sido testigo del interés que suscitó el plegado del medio melón ¡qué charlas tan encantadoras acerca del propósito en las horas de re- ceso ! ¡ qué interés más vivo sorprendido por mi observación entre un erupito de siete a ocho años, que tramaban el modelado de un plá- tano para sorprender a su señorita, la cual sabe también aprove- char este tipo en los cartones representativos del cuento semanal, pues éstos provocan el relato dentro de un orden lógico de lo más encantador! En la escuela en que trabaja la Srta. García, y por iniciativa de la Directora, que en todo ve un motivo interesante 38 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de investigación, se hace uso de las adivinanzas para guiar la aten- ción dentro de las consideraciones que requiere el tópico propues- to, y es digno de nota el hecho de observar cómo vibra la clase al ser solicitada naturalmente por la necesidad del interés intelec- tual que los impulsa ¡A buscar! ¡A descubrir el gato encerrado! esta forma de llamamiento a la acción hace desaparecer las abstrac- ciones para los pequeños y es siempre positivo el resultado, sea cual fuere el aspecto que revista la solicitud. INTERES SOCIAL Enlazado con los tres tipos anteriores y en proporción capital está este interés para el niño, pues su dependencia indispensable para el sostenimiento de la vida, le da la base natural que lo im- pulsa al trato de gentes, instinto que vemos bien pronto manifes- tado en la demostración de su simpatía, en la imitación y en la aprobación que sabe otorgar. Elocuente resulta, en verdad, la consideración de Dewey cuando nos dice: sus padres, sus ami- eos, su casa con cuanto contenga, son suyos, forma parte de ellos mismos...; si fuesen substraídos de esa dependencia perderían la parte más bella de la íntima felicidad que los anima. En efecto, esa identificación hace que los intereses ajenos tengan para él una sienificación más intensa que la que siente el adulto; punto éste que, conjuntamente con la dependencia necesaria para la vida, ve derivar Dewey de la casi total simpatía que despierta, pues no te- niendo rivalidades que vencer resultan sus actividades tan compe- netradas con las ajenas que sólo un choque, un conflicto de volun- tades lo lleva a establecer la línea divisoria entre sus propios asun- tos y los que a otros pertenecen. La tendencia animista de los niños se evidencia en los juegos, pues ya sabemos todos cómo personifican hasta lo imposible... En este punto he visto también a la Srta. García hacer prodigios de práctica inteligente en los procedimientos que usa para el len- guaje en acción, que resulta el punto de cita o de correlación de toda su enseñanza. Sus niñitas personifican los rayos del sol que se distribuyen: unas trabajan en la evaporación, otras despiertan a las maticas dormidas en su euna (la semillita...), otras en £, juguetonas, pero obedientes, trabajan con el agua para formar e! arco-iris. Cómo las he visto personificar al viento... y, lo impor- T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 39 tante, lo de verdadero valor pedagógico es que esta señorita trata de esbozar por la personificación ciertas ideas de ca- rácter abstracto, pero que pierden esta rigidez dentro de este tipo. La Srta. García sabe alimentar este interés social, las niñas son las dueñas de su aula, ¡cuánta identificación en todo! Cómo va transfiriéndose por esta fuente, que allí salta con la fuerza de un geiser, a los distintos aspectos de la enseñanza civico-moral ; cómo sabe ella amalgamar el interés físico y el intelectual, que nos llevan a las cosas, con interés social que los mueve a activida- des generosas. Cómo se lanzan esas niñas en busca de cigarrillos para proporcionar consuelo a los ancianos asilados; cómo se aso- cian acumulando centavitos para hacer una buena obra, una ac- ción de amor... Cómo se privan de sus propios juguetes en ob- sequio de los niños huérfanos; cómo se prestan sus lápices y saben buscar papel para cooperar al trabajo manual. Me satisface en extremo hacér este último elogio de la Srta. García; jamás se que- ja de sus alumnas porque sabe ir a ellas; jamás tiene choques en su aula, ni degenera el esfuerzo en tarea, en tensión nerviosa per- judicial y vana, porque sabe aprovechar el interés directo guar- dándose de establecer obligaciones por un deber abstracto, que resultaría en abierta oposición, matando la fuerza motriz. PSICOLOGIA DEL INTERES Antes de presentar el resultado de mis investigaciones dentro del estudio de la evolución de los intereses infantiles, juzgo perti- nente la consideración somera de las fases que integran el proceso según las sabias enseñanzas de Dewey, así como la explicación que nos da acerca de las íntimas relaciones que lo ligan al deseo, al placer y al esfuerzo que demandan las energías internas del todo orgánico o las ideas que puenan por pasar al terreno de los hechos por el intelectual y emotivo. 40 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Sinópsis de las fases que integran al interés: Actíva . J l nica. | L Objetiva L El interés es dinámico, motor, se dirige a nuestro ser act'yo y por ello no ne- cesitaen principiode los es- timulant.s externos, p1e3 le basta 2” impulso espon- táneo de la actividad orzá- Hay en el interés un carácter objetivo porque identificamos las activida- des, las ocupaciones con un objeto, medio o fin, es de- cir, nos adherimos siempre a lo objetivo, pues el inte- rés no termina nunca en sí mismo como el sentimien- to. 1 ( | | | Esta fase resulta la raiz del interés natural, pues le- jos de haber pasividad en el yo, es éste siempre acti- vo en sus impulsos, ident!. ficación de su ser, que lo llevan al movimiento como ley suprema de vida que ordena la actividad refleja en la dirección necesaria, en la tensión precisa, el equilibrio indiferente no existe. En cualquier ejemplo de interés vemos surgir siem: pre este elemento. Los ju- cuetes y los instrumentos tienen interés para el niño porque estimulan, los im- pulsos activos que le pro- porcionan da ocasión de desarrollarse. Si el elemen- to objetivo desapareciese del interés, quedaría éste reducido a un simple sen- l timiento subjetivo. Tiene el interés una fa- se subjetiva por que nues- tro ser íntimo atribuye un valor a cada objeto, valor que depende del tono emo- cional, de un sentimiento | de necesidad que ilumina la conciencia, dándole la inteligencia del objeto, mo tivo o fin. k Podemos ver claramente que la noción del valor es tanto objetiva como subje- tiva, es decir, que no pue- de considerarse ningún ob- 4 jeto con valor propio, pues éste depende de un sentt- miento, por más que el contenido de la actividad esté en el objeto o en las | ideas. La explicación íntegra del interés exige, pues, la actividad del yo que implica un contenido intelectual que adquiere conciencia de sí mismo en gracia a un sentimiento de valor. La actividad espontánea, la que ya hemos señalado como base T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 41 natural, nos deja ver de nuevo lo que es el interés inmediato, el que no obedece a ideas preconcebidas, el que no ve en lo objetivo cualidades intrínsecas, sino el medio de entregarse a la actividad que debe desarrollarlo. La integración que establece en las otras dos fases nos evidencia el interés inmediato, el prestado o téenico, el cual se hace posible por la conexión que se establece entre el es. píritu y las cosas; por esta conexión las cosas indiferentes y hasta las desagradables se hacen interesantes, porque todo depende de la relación que existe entre lo objetivo que se considere y las ten- dencias virtuales del yo. Este interés mediato nos obliga ahora a explicar por boca de Dewey lo que son el deseo y el esfuerzo, sus dos fases legítimas que son correlativas y no opuestas, que entran en función tan pronto como el yo persigue un fin no inmediato, y para cuya realización se presentan obstáculos que vencer, Am. bos procesos están representados por la tensión interna que surge: el esfuerzo hace sentir la necesidad de transformar las cireunstan- cias en servicio del ideal, y el deseo suministra las energías inte- riores, impulsa hacia adelante hasta que los esfuerzos llevan las ideas al terreno de los hechos, o en otros términos, el fin propues- to tiene necesariamente tendencias a realizarse, a vencer las re- sistencias y hace nacer el sentimiento del esfuerzo; el deseo sos- tiene al espíritu en las luchas sucesivas que hay que entablar, pues mantiene la tensión precisa, cosas que no harán nunca las va- as aspiraciones. Dewey aprovecha la explicación de este proceso psicológico den- tro de su doble aspecto intelectual-emotivo para ilustrarnos acer- ca de uno de los puntos más importantes en materia de educación, ya que la formación del carácter y por él la buena dirección del gasto de eneroía debe ser lo primordial. A] efecto nos hace ver en primer término la diferencia marcada que existe entre el de- seo y las impulsiones ciesas, pues mientras éstos nos arrastren a un gasto de energía psico-física sin resultados provechosos para el individuo, aquél es siempre más o menos consciente del fin que persigue, sin dejar de ser lo que es: una forma especial de la emo- ción. La fase emotiva estimula siempre, es ella la que provoca la excitación; pero la fase consciente refuerza también las tenden- cias activas y tiene el alto poder de dirigir la energía puesta en ac- ción para que se cumplan los medios necesarios y adecuados a ese fin preconcebido. 42 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. En segundo lugar nos evidencia, mediante ese carácter dinámi- co del deseo, su importancia como factor de nuestro desarrollo moral, si sabemos equilibrar las impulsiones con la idea de un fin definido y, que interesa al yo por manera tal, que la energía emocional le sea siempre tributaria y se extienda a cada uno de los medios. En un tercer término, nos demuestra sus relaciones con, el pla- cer que es proporcional siempre a la conciencia que tenga el yo del fin que persigue y por el cual se expresa, haciéndonos saber que ese sentimiento de agrado es el que debe dar fuerza al fin so- bre el yo, para que éste se determine; pero que no debe nunca con- vertirse de instrumento en fin, porque por ese camino iríamos arras- trados al derrroche desordenado de las energías. En cuarto y último término nos patentiza la identidad que exis- te entre el interés y el esfuerzo como procesos normales de expre- sión personal para que en nuestra actuación de maestros no pre- tendamos apartar al niño de esas vías necesarias de su desarro- llo y que él sabe descubrir inconscientemente, pues si tal hi- ciéramos al presentar un fin ficticio provocaríamos la apatía y sus secuelas que sólo alcanzan un vano agotamiento de las energías. En resumen, sabe llevarnos Dewey cual ninguno, a la necesi- dad de procurar en la obra educativa que el azente, por la concien- cia de ese fin, sepa dominar la energía que hace nacer al sentimien- to, pues solamente por ese dominio se alcanza que la expresión se haga efectiva y regular, supuesto que al convertirse el deseo en in- terés mediato, sabe el sujeto apreciar las etapas sucesivas que ori- ginan los medios y no pretende por la impaciencia que caracteriza el deseo, divorciarse del fin para correr a una actuación que le se- ría perjudicial a todas luces. La transformación del deseo en interés mediato lleva a Dewey a esta nueva forma de definición: “El interés es un impulso que funciona como medio de realizar un ideal por el cual el yo puede expresarse. ?” Esta definición hace que explique el ideal como una proyee- ción del yo en términos intelectuales, es decir, como una idea fuer- za, como un impulso que es consciente de sí mismo, que se interpre- ta y que sabe valuarse después de considerar las probabilidades po- sibles. Es, pues, el ideal en su origen una proyección de nuestros poderes activos, que no se forma en el vacío ni es algo que viene T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 45 del exterior, sino que tiene su génesis en excitaciones o fuerzas que tienen conciencia de sí mismas y tratan de interpretar cuál es su significado en el conjunto de la vida y no sobre hechos aislados y momentáneos. Si no fuera ésta la génesis del ideal, no podríamos comprender su gran poder para provocar la actividad psíquica indispensable para transformarlo en realidad concreta, y al verlo funcionar como motivo nos es dado interpretar la lucha que establece el esfuerzo normal para convertirlo en tal, es decir, en la unidad de expresión del yo que al encontrarse en sí mismo persevera en el esfuerzo, no obstante los obstáculos que se presentan: revelándonos, por último, cómo no podemos violar las leyes del ser con la im- posición de ideales nominales o vacíos que no tiene jamás las condiciones dinámicas necesarias, porque no estimulan los poderes latentes. EVOLUCION DE LOS INTERESES Los objetos o los actos que suscitan es interés del niño varían a medida que éste se desarrolla mentalmente. CLAPAREDE. Siguiendo a este ilustre maestro, he procurado mucho el auxi- lio del método extrospectivo en la investigación de la evolución de los intereses y sin pretender haber llegado mucho, puedo decir que tratándose del interés de coleccionar por el mero hecho de hacer lo, culmina éste a los ocho años, según la observación que he rea- lizado en un número de niñas que fluctúa entre 200 y 250. A los que quieran cooperar conmigo en la comprobación de este hecho, les invito a observar lo que son los bolsillos de los 44 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. varones y las cajas o bolsas de las niñas. En ellos se encuen- tran siempre una verdadera miscelánea: palitos, bolitas, recor- tes de figuras, pequeños pedacitos de tela, residuos infinitesima- les de lápices. Las preguntas que he hecho individualmente y de un modo natural para no cohibirlos han dado por resultado casi general lo siguiente: ¿Por qué cogiste esto? Para euardarlo. Un paso de avance en la evolución los lleva a la estimación de las figuras que recogen, como lo prueba el hecho del placer con que nos obsequian con aleunas manchadas y hasta rotas. Todo el que tenga trato con niños sabe muy bien el interés con que persiguen las postalitas que traen los cigarros, así como las que regalan como anuncio las farmacias, por todo lo cual ereo que lejos de hacer la guerra a las bolsas y cajas debemos cultivar el interés, como ya he dicho que lo hace la Srta. García, pues las niñas por este cultivo se prestan anhelantes a toda recolección que debe ser aprovechada para los estudios de la naturaleza y dentro de éstos, por los me- dios necesarios al efecto que regularmente implican continuación de esfuerzos y pensamiento, tendremos vasto campo para la evo- lución que señala Dewey cuando dice: que el esfuerzo es parte integrante del proceso de crecimiento, es decir, de la actividad que marcha del interés directo al indirecto y que resulta tanto más necesaria por el temperamento inquieto, de atención dinámica que distingue a nuestros niños. Como resultado también de mis investigaciones por extrospec- ción, puedo decir que tanto por las preguntas que nos hacen, cuan- to por la observación de sus juegos y charlas, el interés utilitario se hace también muy visible desde el primer grado, por lo cual, el para qué de los niños debe decirnos tanto o más que el por qué, pues dentro del cultivo de este interés podemos encontrar la me- jor base para la enseñanza de un buen número de disciplinas, con tanta mayor razón cuanto que los varones dejan ver pronto su interés por lo positivo en los cambios que efectúan, y que las niñas deben ser bien guiadas hasta ascender en el octavo gra- do a esas ideas generales de teneduría de libros que harían de la mujer cubana la administradora reflexiva que demandan los hogares. T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 45 Como sabía, por indicación de mi maestro, que no debía usar el método introspectivo para la investigación que determina la cuar- ta pregunta, me he valido también al efecto de la extrospección, pudiendo decir como resultado de mi observación durante tres años consecutivos en el aula de la Srta. García, y con un número de niñas no menor de 300, que éstas prefieren casi en su totall- dad el trabajo manual que quieren hacer a toda hora, como lo de- muestra el hecho de practicarlo a hurtadillas durante el tiempo destinado a otras lecciones. En seguudo término, casi pudiera decir paralelamente, les in- teresa el dibujo que asocian de buen grado con aquél, y, he podido observar que el lenguaje en acción, como ya dije al tratar de los tipos que las cautiva. Esta nota en síntesis es altamente elocuente por la concordan- cia que guarda con la génesis de los intereses y la evolución estu- diada de los tipos. Recordando lo explicado por nuestro maestro acerca de la elec- ción de láminas como medio de captarse la simpatía de los niños para los efectos de los reconocimientos, y, convencida por mi ob- servación del interés que éstas tienen para toda la primera infan- cia y aún para la adolescencia, me he servido también de este pro- cedimiento para las investigaciones, Coneretándome al resultado obtenido por el método introspec- tivo utilizando al efecto las preguntas clásicas aconsejadas por nuestro maestro el Dr. Aguayo, debo decir en primer término que por el poco tiempo disponible sólo he realizado mis investigaciones entre niñas y que éstas permiten apreciar en cada uno de los aspectos la evolución y las modificaciones que va determinan- do la edad. ¿Cuál es el juego que más te gusta? En lo relativo al juego nos hemos encontrado con que los sen- soriales individuales culminan a los siete años, ofrecen un des- censo a los ocho y no aparecen en las edades ulteriores. Los motores han arrojado un ascenso progresivo hasta alcan- zar el máximum a los 12 años, advirtiéndose un ligero descen- so a los 13 y 14 años. Esta progresión gira en torno de la pelota 46 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. y de la suiza en los primeros años y de los patines al dar el má.- ximum. El interés por los juegos familiares, de acuerdo con lo obtenido por Dewey, nos ofrece el punto culminante entre los 6 y 7 años, decrece de 3 a 9, reaparece un ascenso a los 10, para ir decrecien- do de nuevo hasta los 14 años. La investigación respecto a los juegos psíquicos ha dado un re- sultado de evolución hasta los 11 años, hay un rápido descenso a los 12, a los 13 un ascenso análogo al que se alcanza a los 11, ofre- ciendo el máximum a los 14 años; esta evolución se determina en torno del eroquet, las damas y el ajedrez. ¿Cuál es el trabajo que más te gusta? En lo relativo al trabajo, tenemos que el interés por el ma- visterio comienza a los 10 años, culmina a los 11 y va desapare- ciendo hacia los 14. Esto deja ver a mi juicio que la imitación invita a este interés mientras no penetran los esfuerzos que demanda. La mecanografía aparece a los ocho años, asciende hasta los doce, a los trece desciende un tanto y culmina a los catorce, gira este interés, o mejor dicho evoluciona en torno del sentido uti- htario. Lo obtenido en lo relativo al interés por el estudio que acusa en mis investigaciones un descenso notable, es una anomalía si se atiende a lo que en verdad es, pero teneo para mí que ello obe- dece o a la falta de capacidad para interpretar la pregunta o al hecho de que no desempeñando trabajos en sus casas por la edad, consideran los de la escuela como tales. En costura he obtenido un descenso entre 8 y 9 años y el má- ximum a los 13. En lo que respecta a los quehaceres domésticos hay un descen- so intermitente, hasta llegar el mínimum a los 14 años. Este hecho me hace pensar que por lo duro que resultan estos trabajos en los hogares de las niñas entre las cuales he hecho mis investigaciones, a mayor conciencia mayor desafección. En lo que concierne al trabajo artístico, música y pintura, he obtenido en la música el máximo a los 12 y un descenso después. T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 47 En pintura el por ciento máximo aparece a los 9 años, un descen- so entre los 10 y 11, con un nuevo ascenso a los 12, para decrecer después. ¿A qué persona quisieras parecerte? A la mamá es la respuesta que repite la cifra máxima de los seis a los ocho años; hay en lo sucesivo un descenso con intermi- tencias presentando el mínimum a los 14 años. El ideal por la semejanza a los hermanos o a los parientes ha culminado a los siete años, decreciendo siempre hasta dar el mi- nimum a los 13. El ideal por los anvigos aparece en evolución creciente con es- casa intermitencia hasta culminar a los doce, decreciendo lue- eo hasta los catorce años. En este descenso encuentro alguna ano- malía, pues la extrospección me ha demostrado siempre que pre- cisamente a los catorce años es cuando el ideal por los camaradas tiene más arrastre. El ideal por los artistas aparece en mi investigación a los once años y va evolucionando hacia los 14. El ideal por parecerse a la maestra es escaso en los primeros años; la afición por la mamá lo llena todo. A los 9 años hay un rápido ascenso, que decrece entre lcs 10 y 11, para llegar a la cima a los 12; el descenso rápido se manifiesta en los 13 y 14. El idea! por sí mismo aparece muy débil a los ocho años y se mantiene casi en la misma razón hasta culminar en los 14. ““A los poetas”” se acentúan las notas máximas entre los 13 y 14, hecho que he visto cumplido en esta clase de investigación con gran satisfacción, pues había observado que a esta edad, en que empiezan a dibujarse los sentimientos propios de la adolescencia, se tiene una verdadera bulimia poética, El ideal por las figuras patrias aparece a los 11 años y alcanza el máximo a los 13. Por último, la aspiración por los personajes históricos comien- za a los 10 y culmina a los 14. El resultado acerca de la época en que surge este ideal me ha parecido naturalmente bien porque pre- cisamente a esa edad es cuando comienza esta enseñanza por me- dio de biografías. 48 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Los motivos o causas obtenidos como justificación de tales idea- les ofrece al principio el hecho natural—porque es su madre— porque es bonita—porque los cuida. En lo relativo a la preferencia por la belleza es digno de observarse cómo la atribuyen los más pequeños a seres desprovistos totalmente de atractivos físicos, pues ello prueba a mi juicio el arrastre de la naturaleza. Un paso de avance en la evolución explica como motivo las bondades recibidas directamente y culmina a los 12 años. La causa vinculada en el talento aparece a los 9 y continúa en evolución siempre creciente. El por qué de superior aprecia- ción, es decir, por las cualidades morales que distinguen al ideal, comienza a manifestarse con alguna intensidad entre los 9 y 11 años, para llegar al máximum a los 13. ¿Cuál es el estudio que más te gusta? Ya he dejado expuesto el resultado de mi observación en este punto en los niños de primer grado: en lo adelante, tan pronto como se ha vencido la lectura mecánica arroja la investigación por introspección el máximum entre los 8 y 9 años, lo que demuestra que tienen gran gusto en saborear los beneficios del esfuerzo rea- lizado, pues en lo adelante decrece notablemente. El interés por el lenguaje como estudio, se conserva con una intermitencia alterna desde los 8 a los 12 años para alcanzar el máximum a los 13. El interés por el dibujo se muestra muy acentuado a los 8 años, decrece en los dos siguientes, se eleva al máximum en los 11 para decrecer después. Por el imglés hay escaso interés hasta los 12 años, en que co- mienza a sentirse las ventajas de su utilidad. Por el trabajo manual el interés máximo está en los pequeños apreciándose un descenso continuo hasta dar el mínimum en los trece años. El interés por la Geografía y Estudio de la Naturaleza, se hace sensible en mi investigación a partir de los 10 años, continuando en ascenso hasta los 14. T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 40 ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Mi investigación evidencia en lo que respecta a esta pregun- ta el hecho notable por lo natural de la influencia del medio: la niña quiere ser lo que es su mamá o su vecina, cocinera O cCos- turera. Una mayor capacidad en gracia a la edad o a la cultura alcan. zada, hace sentir las ventajas de obtener lo más y lo mejor con el menor esfuerzo posible, y se evidencia dentro del sentido utili- tario, un máximum entre los 13 y 14 años por el interés de ser maestras, mecanógrafas y señoritas ricas, pues en tesis general desdeñan las ocupaciones o profesiones que menos utilidad y pres- tigios proporcionan. ¿Cuál es el libro que más te gusta? En lo que respecta al interés por los libros es casi unánime, desde los 8 años la predilección por los que están vigentes como textos de lectura; esto demuestra también que escogen dentro del campo de acción, hecho que ratifica la predilección obtenida por “El Diario de un Niño””, de Amicis, que es el libro cuya lectura se prodiga más en el campo de acción de mi esfera de in- vestigación. Cuando se haya despertado más el gusto por la lectura o cuan- do haya sido posible alcanzarla de modo variado arrojará esta pre- gunta mejor luz. ¿Para qué quieres ser rico? Por el mero hecho de la apropiación o por resultar el medío del tener de todo (según un lenguaje que testimonia las nece- sidades sufridas en el hogar), he obtenido el máximum a los sie- te años. _ “Por evitar trabajo a sus padres””, el punto culminante se en- cuentra a los 9 años. 50 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ““Para poder pasear””, he encontrado el interés creciente a este respecto entre los 8 y 10 años. “Para poder estudiar””, aparece la expresión de este deseo a los 10 años, precisamente a la edad en la cual por las necesidades de los hogares arrebatan los niños de la escuela para hacer que cuiden a los hermanos más pequeños o más tarde para que vayan a ganar un diario a las distintas fábricas o talleres, Esta investigación me ha hecho pensar seriamente, pues no sé si atribuir el interés por el deseo de asistir a la escuela o por el hecho de librarse de los esfuerzos que demanda un trabajo en con- traposición con la edad. ““Para dar limosnas.*? “Para socorrer a los necesitados””, se es- boza a los 9 años, marcando una evolución siempre creciente hasta dar un 78 por 100 a los 14 años. EL INTERES EN SU RELACION CON LA EDUCACION DE LA VOLUNTAD El estudio de la psicología del interés y las síntesis o resulta- dos de mis investigaciones me obligan a no terminar mi trabajo sin antes dar una ojeada al gran concepto, a la verdadera orien- tación que ha sabido extraer Dewey de sus investigaciones para la formación del carácter, así como para la buena dirección de toda teoría pedagógica, ya que el interés es la mejor palanca en las dis- tintas fases de la vida. Concretándose a la educación de la voluntad, que debe ser lo primordial en materia de educación, nos hace saber cómo se alcan- za únicamente por la formación de hábitos de atención interna que se hacen posibles cuando el discípulo, por seguir las líneas de sus tendencias latentes, no aprende a dividir su atención. En este hecho encuentra Dewey el punto de más trascendencia para la edu- cación moral, siendo así que el niño, al verse obligado a una direc- ción no propicia a sus necesidades de expresión, siente el trabajo como una tarea y por la supresión de sus propios impulsos, apren- T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 51 de a fingir una atención externa mientras su energía mental sigue las líneas de sus necesidades. Así se forman costumbres mecánicas que deslumbran a un mal observador, pero que dejan ver a un maestro, psicológicamente preparado, que la actividad interna está ausente, que hay vagabundaje mental, una procesión de ideas que no pueden converger porque en la naturaleza íntima se entroniza una verdadera indisciplina. Por esta división de la atención la actividad mecánica exterior, no acompaña a la actividad inter- na y se establecen oscilaciones que van de la excitación a la apa- tía, defraudando la buena finalidad educativa por la desintegra- ción del carácter. Cuando, por el contrario, reconocemos en el niño la existencia de poderes que piden desarrollo, encontramos el pun- to de apoyo, alrededor del cual gira nuestro trabajo, el que hace posible la verdadera disciplina interna, porque se asegura el fun. cionamiento normal al tratar de dar libre curso al crecimiento y desarrollo. Si sabemos, pues, ajustarnos a esos impulsos en las distintas etapas de la evolución, formaremos la costumbre de po- ner la personalidad entera al servicio de fines elevados, sin que haya tensión nerviosa perjudicial, pues al penetrar el interés, el yo se entrega integralmente porque dispone de sus aptitudes, de la integridad de sus iniciativas que se ajustan inteligente y cons- tantemente a los medios que han de llevarlo a los fines que persl- gue, y he aquí por qué ha podido decir Dewey con entero conocl- miento de causa, que la educación de la voluntad al favorecer la independencia por asegurar la acción, propende a dotar al educando de un conocimiento racional de una justa apreciación de las cosas. EL INTERES COMO PALANCA EDUCACIONAL En buena doctrina pedagógica, sea cual fuere la disciplina que nos ocupe, tendremos siempre en el interés el foco especial no ya como punto de partida de educación, sino como medio de alcanzar las funciones que encierran las posibilidades de mantenernos, de llevarnos a un fin ideal, porque todo lo monopoliza, porque resulta 52 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. punto de apoyo, fuente de energía y, en una palabra, centro motor que todo lo activa directa o indirectamente. Para comprender y aplicar en la práctica este manantial de agua viva, es necesario que tengamos presente en primer término que los intereses son uno en principio, pues, no obstante su infinita y variada complejidad, resultan siempre en conereto una identl- ficación en acción, en deseo, en esfuerzo y en pensamiento del yo con los objetos, bien sea con aquellos en los cuales termina su ac- tividad, bien con los que le sirven de eslabones, de medios para llegar al fin porque, según hemos podido apreciar en el curso de nuestro trabajo, la tonalidad emocional del interés no es más que la relación del objeto con el sujeto que necesita, que desea ex. presarse. 7 En segundo término, y como punto de trascendencia suma, no debemos ni podemos ienorar ya que el origen de los más impor- tantes errores pedagógicos ha dependido de la exclusión de la mo- tricidad en la naturaleza íntima del interés, pues por esa falsa apreciación se-ha condenado a la actividad a una serie de fases es. táticas que son las que precisamente cortan el desarrollo, el crecl- miento progresivo. En tercer término, y completando el mejor de los triángulos de orientación práctica, precisa saber que el estudio del interés ha dado una doble y positiva contribución a la pedagogía. 1? Ha evidenciado que no son meramente internos los medios que determinan el funcionamiento. 29 Ha demostrado que no hay objetos interesantes en si mismos, es decir, que la materia principal que se considere no tiene jamás la virtualidad de provocar una natural o interesante actividad. Si sabemos apreciar lo que a cada fase corresponde y no nos olvidamos de la solidaridad que las determina, nos guardaremos de cometer los dos earrafales delitos que infectan el campo peda- oÓgico. Pretender abstracciones donde la materia principal, la objetiva y primitiva, no haya provisto creando la capacidad al efecto. Esforzarnos en lo imposible, en hacer interesante lo que no pue- de llegar a serlo por estar fuera de la esfera natural de acción, de las necesidades del educando. T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 53 La pretensión, la persecución vana de esas falsas abstracciones en la escuela del saber mal interpretada, dió al traste con el gusto natural que debe animar toda escuela: los maestros refugiados en esa exclusiva actividad interna se dolían de no alcanzar a granel las bellezas formales con que soñaban; los pobres niños, prisioneros en tal atmósfera, sienten la verdad y buscan por todos sus poros la expresión que convenga a sus necesidades mientras un torrente de palabras vacías pretende substraerlo del trato íntimo con el mun- do, con las personas y las cosas. v LA ESCUELA DEL TRABAJO De todo lo dicho se desprende que en el corazón mismo de la escuela del trabajo, tan bien orientada por Dewey y sus discípu- los, tan claramente definida por Geisbiihles, y tan brillantemente explicada y aconsejada por nuestro gran maestro el Dr. Aguayo en su admirable labor didáctica y en sus obras doctrinales, ¡que tanto han ilustrado mi espritu!, encontraremos el campo propicio para llegar por evolución a la conquista de los intereses indirectos, yendo en etapas sucesivas de las ocupaciones o actividades que res- ponden a un interés directo, porque tienen su centro de acción en la actividad misma, a la actividad mediata y de ésta o por ésta a las especulaciones abstractas posibles en dosis especiales dentro de la escuela elemental, si se logran por la satisfacción sucesiva de los intereses infantiles. La escuela del trabajo, la que tan gráficamente llama nuestro maestro pragmática, funcional o de la vida, es la verdadera reden- tora, la que todo lo alcanza porque no pretende una atención divi- dida por la provocación ficticia; la que, apoyada en base natural, sabe estimular las energías mientras se cuide de los efectos y no de la anormal quietud—de la buena disciplina, según la inveterada idea arcaica—, mediante la cual todo quedaría atrofiado, si no fue- se por la verdadera procesión de reflejos que se levantan gigantes en defensa y logran evitar el crimen de lesa infancia. La escuela del trabajo sabe descubrir las necesidades urgentes 54 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de los niños en el período de evolución en que se encuentran; sabe también practicar los reconocimientos que la técnica profesional aconseja para: encauzar el interés del momento, único móvil que conduce con certeza y que va lejos... de acuerdo con el eco vil- brante de Rousseau ya citado, pues, en lugar de constituir un andamiaje artificial, sabe solicitar el interés que se cuida por sí solo de vigorizar la actividad en las líneas propias al des. arrollo. La escuela del trabajo es, en fin, la que sabe llevar al esfuer- ZO, pero no dirige por el esfuerzo. En ella, mediante el juego, el trabajo manual y la organización natural que la rige en todo, el niño es el artífice de su propio aprendizaje, realiza esfuerzos has- ta penosos, pero siempre educativos, porque se siente libre y fe- liz; porque no trabaja nunca por imposición, ni ciegamente como los animales de carga; porque el maestro sabe que el esfuerzo es un sentimiento propicio al interés y lo aprovecha para dirigir las actividades espontáneas hacia las concienzudas y reflexivas, ya que el esfuerzo así entendido es parte integrante del proceso de erecimiento, de la actividad que marcha del interés directo al in- directo. Por toda esa orientación científica, que he visto comprobada en mis visitas de observación a las escuelas, en mis investigacio- nes y en mi práctica de dos años, es por lo que debemos ajustar- nos a la ley de motivación pedagógica, tan lógicamente enunciada por nuestro maestro, pues ella nos colocará en el justo medio al ]1- brarnos de lcs errores, vinculados respectivamente en dos extremos imposibles. ““La letra con sangre entra.?”” ““ Hacer de la escuela una fábrica de miel.”” BIBLIOGRAFIA Notas de clase. Enrique J. Varona.—Conferencias filosóficas. Alfredo M. Agunayo.—La escuela primaria, cómo debe ser. Alfredo M. Aguayo.—El método funcional en la educación. T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. DO Pedro de Alcántara García.—El método activo en la enseñanza. J. F. Herbart.—Pedagogía general. W. James.—Los ideales de la vida. Dr. E. Claparede.—Psicología del niño y pedagogía experi- mental. Dewey.—Interés y esfuerzo. Dowey.—El interés en su relación con la educación de la vo- luntad. Arnold.—Atención e interés. Compayré.—Evolución intelectual y moral del niño. Francisco Guex.—Historia de la instrucción y de la educación. Platon.—La República. J., Mark Baldwin.—El desenvolvimieno mental en el niño y en la raza. Las leyes de la imitación, por G. Tarde. A. Binet.—Ideas modernas sobre los niños. 56 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ¿Cuál es el jueg ENDELDONES = PIS kama | sensorial | motor | Psíquico | Caza | “tarios. Por | Por Por | Por Po No. | cent. | No. | cent. | No. | cent. | No. | No. ¡_No. | cen 6 2 4 Su medal do 5.1104... 7 6-1 a 3 IS ¡ES 3 7 A S DIE: E A o a o ES 2 2 44 1 2 De la pe A A TZ O ES E 10 Aa | PS e o o A 3 5 1 ] A iS IEA ¡LAR O A o, 4 7 1 1 de ES A E 1 AS | oe | O A O A A 29 | e | dese 1 | 1 | 10 13 O EN OBS E A ES [34 a | | T. Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 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Merino: La doctrina del interés en la psicología pedagógica. 9 | Quehace- | Total JAyar Planchar Cocinar | Pintura Piano res de la de casa Sujetos EXT A he — ——Ñ po. Sus. | Por Por Por ¡ Por Por No.| cent. | N*./ cent. | N*.| cent. | N*.| cent. | N*.| cent — — PA a a A A EM | | | | | 1 | 2 4 | 9 2 | A O 13 30 43 1 | ae ase all alla lot. 12 | 27 44 1 | nilo ad als ls 11 | 292% 37 2 | sl 3l sil 6 | 162%| 3 | su 4| 11 36 2 | 3 O E | 6í%| 1 114] 10 | 15%% 64 2 | 32% 2 | 32%| 4 Yi 4 rá + E 37 7 AA LEA 8| 11%] 6 9 s| 11% 67 | | 1 | A O 6| 8 2 | 22%| 15 | 20 15 ! O 1 E A ER 2 3 sl 8 61 A 5 A] | HR A ú CAMA! 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RIPOLL Graduado de la Escuela de Pedagogía. Al Dr. J. M. Soler dedico este trabajo como testimonio de gratitud y aprecio. La Ciencia y la Filosofía: He aquí, amado lector, dos palabri- tas que a todo el mundo llaman la atención, porque nos parece que conocemos aleo de ello, y nos envanecemos de ser hombres cienti- ficos u hombres filosóficos; y es cierto que todo hombre tiene su filosofía, como cada uno tiene su gramática parda, para brujulear en este borrasecoso mar de la vida. Ciertos hombres de ciencia no ereen se puede armonizar la Fi- losofía con la Ciencia, y a estos científicos a la violeta les voy a demostrar la perfecta armonía que hay entre ambas. La verdadera Ciencia; aquella que se funda en la experimen- tación y en la observación de los fenómenos de la Naturaleza; aque- lla que establece la hipótesis, que más tarde será confirmada o des- echada: clasificando los fenómenos por sus semejanzas, para refe- rirlos a una ley fundamental, que los sintetice; conocida esta ley, la referimos a otros hechos semejantes, para la verificación y com- probación ; esta Ciencia tiene gran conexión con la Moderna Filo- sofía. La hipótesis es una verdad “apriorística?” que se trata de pro- bar, es una investigación continua de los hechos que han de confir- mar la verdad propuesta, por los medios científicos que impulsan los adelantos del saber. La hipótesis señala el camino al progreso científico, pues no cesa de cumplir su cometido, indicando la per- fección del conocimiento. La hipótesis es una invención de la Filosofía Moderna, cuyo pro- pósito es venir al conocimiento de las cosas. La eyuda que la Filosofía Moderna ha prestado a la Ciencia, J. M. Ripoll: Ciencia y filosofía. =] (do) consiste en ¡a generalización que, por la inducción, ha realizado con la observación de los hechos. Nadie pretenderá afirmar que los hechos aislados, conocidos por la antigua física, den un concepto claro de la Naturaleza, pues es una verdad palmaria y evidente que en las leyes de la ciencia hay más certeza, que en los hechos empíricos singulares, los cuales, cuan- do se aislan. son una falsificación de la realidad. La Filoscfía Moderna se basa en la experiencia y en la obser- vación científicas; y pretende recoger, en un principio o unidad superior, el resultado del estudio comparativo de las leyes particu- lares; y se distingue de la Filosofía antigua en que ésta se ocupa- ba en especulaciones subjetivas, y no trataba de estudiar el mundo objetivo, la realidad viviente de la Naturaleza; quería que las co- sas fueran omo el hombre las concebía y no como ellas eran en si: de aquí sus errores en la apreciación del Cósmos. El objeto de sn estudio era aleo que trascendía la experiencia, algo que estaba más allá de la física, como lo indica sn nombre de ““metafísica””. Podemos afirmar que tal estudio era producto de una ilusión, y transformaba en una entidad trascendental lo que la imaginación había creado como real. La Moderna Filosofía se basa en la experiencia y es una síntesis de las leyes generales, que si bien no se fundan en la observación sensible, y rompiendo los límites de los hechos físicos y particula- res, busca la ley general de la realidad cósmica, excluyendo el su- puesto de toda entidad que no esté representada en un elemento de la experiencia. En fin, no hace más que resolver de un modo dis- tinto el mismo problema de la antigua Filosofía, pero por sendas más prácticas y positivas. Para la Filosofía, explicar un fenómeno, es hallar la ley a la cual ob+-dece este fenómeno. Se dice propiamente que una cosa se explica cuando se hace ver que procede necesariamente del conjunto de condiciones consideradas por la ciencia en enes- tión. Pero cuando estas condiciones se han comprendido con exacti- tud, se ve que no son una simple serie de hechos aislados, sino que indican una relación y trabazón mutua que constituyen un todo sis temático y orgánico. “Por ejemplo, tomando un caso sencillo, la explicación del fenómeno que llamamos Aurora; se explica y se comprende este fenómeno. cuando vemos que es el resultado necesa- 14 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. rio del conjunto de relaciones conocidas con el nombre de sistema planetario. Esto es, cuando, adquirimos suficientes conocimientos de las relaciones mútuas que tienen entre sí las diversas partes del sistema planetario y de las leyes de sus movimientos para poder ver que éstas comprenden la exposición de la parte de la tierra en que vivimos a la luz del sol, en un momento dado, en la forma conocida con el nombre de salida del sol.”? (J, H. Muirhead. “Elementos de Etica””, pág. 25.) La ciencia, como ciencia, se contenta con la necesidad percibida de sus fenómenos, relativos a una esfera limitada, es decir, a sus relaciones en el espacio, sus relaciones mecánicas o químicas. Pero la filosofía nos da una explicación completa de un hecho, que quiere que lo veamos relacionado con otros grupos de hechos de mútua conexión en la constitución del Cósmos, considerado como un todo. II La experiencia es la fuente única del humano saber. Cada una de las disciplinas científicas estudia un aspecto de la realidad, ésta se puede considerar como un prisma de infinito número de caras que, según el lado por donde le miremos, nos presenta un aspecto diferente. El ideal de la vida o la determinación de los fines de la existen- cia cambia, según las diferentes concepciones que formemos del Cósmos. El error de la anticua filosofía estribaba en que se con- fundían los elementos del conocimiento que constituyen el proble- ma del saber, con el problema del sér. Una doctrina del conocimiento, que excluya la entidad trascen- dental del Cósmos, base de la investización científica, es falsa, pues- to que el conocimiento emana de la observación en las transforma- ciones cósmicas. Por lo que debemos afirmar que la concepción de la unidad científica y la de la unidad cósmica, no deben brotar de construcciones a priori de la razón, y sí solamente de los adelantos del saber experimental. Reconocemos que la unidad científica de una concepción cósml- ea es una exigencia real y legítima del pensamiento humano; y esto es lo que hace que la unidad del sér dé carácter al problema del t pe] J. M. Ripoll: Ciencia y filosofía. 7 saber. No obstante, la ciencia moderna nos demuestra cómo el calor y el movimiento son formas distintas de una fuerza única. La Psicología Experimental, al exponer la teoría del conoci- miento, no niega su dependencia de los objetos naturales, y des- pués de estudiar por la biogénesis, en sus dos aspectos, ontogénico y filogénico, los fenómenos psíquicos, no deja de aplicar algunas leyes físicas 21 desarrollo del conocimiento. Las construcciones de la imaginación, la creencia y el sentimien- to que no concuerdan con los fundamentos reales del saber, son un juego vano, una desviación de la mente. Hemos de distinguir los elementos del conocimiento adquiridos por la experiencia y la ob- servación, de los elementos de la conciencia, base del ideal religioso, estético y moral. La ley científica del progreso demostrará que la verdad y la perfección residen en el principio de la actividad mejorativa de la existencia; y que todo conocimiento humano se traduce en un sen. timiento, en una creencia; y en una ereencia y en un sentimiento se traduce la ilosofía como concepción cósmica. Ahora bien, si la evolución inmanente es un carácter inalienable de la vida humana, Jos ideales prácticos nunca pueden ser ideales absolutos, por el continuo vaivén y transformación de la vida del individuo y de la sociedad. La vida es movimiento, es renovación, es continua adaptación a fines y propósitos. La felicidad misma es un concepto relativo, según la cultura y aspiraciones del individuo. No podemos comparar la sociedad que caduca con la sociedad que renace, como si fueran máquinas más o menos eficiente para obtener productos idénticos. Los ideales engendran utopías, enando no están fundados en la experiencia y en el conocimiento de los valores morales pasados y presentes. Pues lo mismo que hay que evitar los escollos del ayer, es indispensable prevenirse contra las ilusiones y elucubraciones de la imaginación calenturienta de los que no saben mirar la realidad en todos sus aspectos. Los ideales prácticos exigen que se tome al hombre real con sus defectos y perfecciones, tal como lo observamos diariamente; sin olvidar que el hombre se modifica más rápidamente que la colec- tividad. Por lo tanto, todo ideal es necesario que subjetivamente pueda 76 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. aceptarse y objetivamente tenga sus raíces en el campo de la expe- riencia. Un ideal de la vida que no proceda de una concepción cienti- fica de lo real, que sólo sea un producto meramente subjetivo, no lleva consivo progreso alguno. Cuando afirmamos incognoscible la esencia de la naturaleza, cambiamos una entidad insubsistente, producto de una separación abstracta de la mente, con el objeto más íntimo de la investigación científica. El poner algo detrás de lo que conocemos, como esencia desco- nocida de lo que conocemos, es irracional. Tal fué el absurdo de Comte y de los agnósticos. Comte, el fundador del Positivismo, admite lo universal en la humanidad y lo niega a la Naturaleza. Así dice: *““El todo de don- de debemos considerarnos como parte no es el Universo, que no co- nocemos, sino la humanidad ””, y de este modo, aisla los problemas sociales, que son una derivación de la biología, de la unidad cós- mica, reduciendo el objeto de la Etica al mundo humano, y procla- ma la religión de la humanidad; que para Comte sólo tiene un va- lor poético, no es una representación de las leyes y del orden real; así que, en vez de colocar la moral y la religión sobre una base más sólida, en realidad, no hizo más que anularla, porque una religión, fundada sobre lo incognoscible absoluto, es una abstracción de la mente, falta de sentido científico. Los errores de Comte proceden de los restos del escolasticismo medioeval, que desconocía la unidad del Cósmos y la ley de evolución del mismo, suplantando la expli- cación de sus fenómenos por entidades incognoscibles, creando una Metafísica irracional y contradictoria con los hechos de la ciencia experimental. TET La actividad cognoscitiva del hombre al buscar una explicación de los fenómenos naturales, no teniendo medios de hacer una ex- perimentación científica, buscó en su mente algo que le explicara la naturaleza, y creó una filosofía. En esta concepción rudimenta- ria de la vida, se encuentra de un modo embrionario la unidad de J. M. Ripoll: Ciencia y filosofía. -] todos los aspectos de la cultura: del aspecto lógico, del religioso y del estético, moral y práctico. No contento de las cosas, tal como las ve, quiere cambiarlas en proveho propio, mejorarlas y embelle- cerlas. Cambian con el progreso de los tiempos los medios y métodos empleados por la actividad intelectiva, y se encierra en un prinet- pio superior el objeto del sentimiento y el criterio de la conducta, por lo que hace aparecer una cierta filosofía en cada pueblo, según su cultura, cuyas huellas se encuentran en la historia de todos los pueblos, hasta en las últimas tribus salvajes. lodo hombre filosofa, apenas formula la primera interrogación sobre los misterios de la existencia. Aparece, en el devenir de la Historia de la Humanidad, la uni- dad clásica de la filosofía, que triunfa en Grecia, no sin resistencia, asegurando los destinos de la cultura Occidental. Todos los aspee- tos en que se considera dividida la realidad; esto es, el mundo, el hombre y el mismo Dios, caen bajo el dominio de la filosofía. Se presentan multitud de sistemas y escuelas filosóficas que pretenden dar una explicación más o menos razonable a estos problemas, y creyendo todos tener razón, luchan y se combaten entre sí, y aca- ban por caer en el escepticismo de los antiguos Sofistas. Se derriba la base antroprocéntrica por la que el hombre se creía la medida de todo, y se busca la explicación de las cosas en el descubrimiento de las leyes del Cósmos, y, por consiguiente, se determina una nueva forma del pensamiento, en dirección del método objetivo, que consiste en conformar el orden de nuestras ideas con el orden de las cosas; y no en el proceso opuesto. Pero, como el conocimiento científico no pudo de una vez abra- zar todos los hechos existentes, ni deducirlos de un principio úni- co, se vió el hombre oblizado a estudiarlos por partes, creando las varias disciplinas científicas. Así se produjo la división de las ciencias, teniendo que estudiar cada una cierto orden de hechos, quedando las diversas partes de la realidad separadas entre sí. Al principio la idea del número engendró las matemáticas; lue- eo se aplicaron éstas a la astronomía; más tarde, con la ayuda de la experiencia y el cáleulo, toma la física consistencia de disciplina independiente, si bien siguió formando parte de la enseñanza filosó- fica, hasta +1 siglo XVIII. Con la física y la mecánica nos apoderamos de las leyes de los fenómenos más generales de la Naturaleza. 78 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Más tarde se quiso conocer el origen de la vida y se estudió en los organismos más sencillos las primeras manifestaciones de la asi- milación rudimentaria de la amiba, el crecimiento y reproducción del hematococeus, etc. Así que tanto en la Mecánica como en la Biología, y luego en las colonias microbianas se vió el fundamento de la Sociología; se corrió todo un cielo de conocimientos parciales, que observaban y estudiaban un aspecto de la realidad objetiva, hasta venir lue- go al estudio de la psicología, partiendo de la fisiología y ana- tomía. Con los progresos de la cultura se vió la necesidad de relacionar las ciencias. En general, todas las ciencias tendieron a salir de sus límites, produciendo una concepción más vasta de la realidad. Los estu- dios de las ciencias parciales se integran y se elevan al conocer las leyes, dentro de las cuales se agrupan los fenómenos similares, y así llegan a constituir un todo más perfecto en la mentalidad del observador. Una síntesis, no resulta difícil por la multiplicidad de los cono- cimientos, sino por la división artificial que se hace de las ciencias, por ienorar las relaciones que enlazan unas a otras. La generali- zación facilita el saber, y produce un ahorro de fuerza mental, que es la ley de la actividad cognoscitiva. Esta síntesis, generalización y relación de ciencias es el obje- to de la moderna filosofía; ésta, como todas las demás ciencias, es un producto histórico, una investigación progresiva, origina- da por la exigencia inextinguible del saber, que rebasa los lími- tes de las ciencias especiales y los confinces de la experiencia in- mediata. Hoy todas las ciencias contemporáneas se encaminan a la in- ”estigación de su origen; la biología trata de descrifrar el misterio de la vida; la sociología quiere averiguar la génesis del fenómeno social y del hecho histórico en la explicación de la vida y de la mente, como resultado de la ley evolucionista del Cósmos. La doc- trina de la descendencia de Darwin ha traído un contacto fecun- do y una revelación de recíproca acción entre todas las ciencias. De este modo, la ciencia biológica, en relación con la sociología, llegan en el curso del tiempo, por las vías de especialización y división del trabajo, a la unificación de los productos y resulta. dos de sus estudios, y a formar un sistema científico filosófico. J. M. Ripoll: Ciencia y filosofía. 79 Si la investigación de los orígenes constituye la parte más íntima y esencial de las ciencias contemporáneas, se deduce que éstas no están en oposición con la filosofía, como vulgarmente se cree; antes por el contrario se ayudan mutuamente y se completan. La perfección de las ciencias está en descubrir la génesis ex- plicativa de las propiedades y de los fenómenos que constituyen el objeto de su estudio; esto es lo que pudiéramos llamar ley inter- na de las ciencias. Para entender esto y aplicarlo con buen resultado, hay que par- tir del principio filosófico de la conservación de la energía, que es el principio científico de la energética, en su doble aspecto estático y dinámico, progreso que se confirma desde la astrono- mía a la biología y sociología. Este es, el principio o ley del des- arrollo y de la evolución, que tiene un valor lógico y ontológico, y al mismo tiempo, son conquistas comunes a la ciencia y a la filo- sofía. Es cierto que, para la explicación de estas leyes fundamenta- les del Cósmos, nos acogemos a una hipótesis; pero, ¿dónde encon- trar una ciencia, desde las matemáticas a la biología que no se apoye en alguna especulación hipotética? ¿Se puede hablar de ciencia en física o química, sin la especulación sobre el átomo y la molécula? La doctrina de la eravitación es considerada co- mo una de las mayores conquistas de las ciencias de la natu- raleza, y, sin embargo, la fuerza de la gravedad es sólo una hi- pótesis. En una hipótesis se apoyan la explicación de los fenómenos de la electricidad y del magnetismo. Sobre una hipótesis descansa la teoría de la luz Puesto que la esencia de las cosas está en su historia y en su origen, esto es lo que ha hecho la Fiolsofía, ayudar a las ciencias en la investigación del origen e historia del mundo. S0 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. DISCURSO INAUGURAL DEL AÑO ACADEMICO DE 1919 A 1920 (1) POR EL DR. ENRIQUE HERNÁNDEZ CARTAYA Profesor titwlar de Derecho Administrativo. Honorable Sr. Presidente de la República; Sr. Rector de la Uni- versidad ; Señores: La reconstrucción del mundo! He ahí, encerrada en frase atre- vida todo el problema que preocupa en los momentos actuales a los que, ya como directores tienen a su cargo la gestión y responsab1- lidad de los asuntos públicos, ya como simples súbditos o ciudada- nos sienten que el régimen de lo anormal toca a sus puertas y ame- naza, de día en día, la tranquilidad de sus hogares y la salud de sus seres queridos, con esperanza todos, sin embargo, de que, con buena voluntad y sin medidas violentas pueda conjurarse el peligro y llegarse a la solución que se persigue. No es posible, en efecto, desconocer que el universo atraviesa por una crisis intensa. Después de recio batallar, durante cuatro años, en la más sangrienta de las contiendas humanas, en que to- das las actividades y todos los recursos se pusieron a contribución para debilitar al enemigo, resistiéndose heroicamente privaciones y lutos, las poblaciones supervivientes reciben la paz con júbilo, por- que pone tregua a tantas tristezas, y es, por otra parte, para los más, sieno de victoria de ideales y principios, asentándose las ba- ses para conservarla inalterable en el futuro; pero con la concien- cia de que esa paz trae aparejada otra clase de privaciones y de heroísmos, sin los cuales no será posible consolidarla. El malestar económico y la agitación político-social, son los fe- nómenos culminantes de la época. El proletariado pereciendo por la escasez, casi absoluta, de artículos para su subsistencia, y las propias clases medias, desenvolviendo su vida sin recursos suficien- tes, todo a causa de los altos precios a que se ve sometido el con- sumo. Buscan como remedio para sus males el aumento de sus sa- (1) Discurso leído en el acto solemne de la Apertura del Año Académico de 1919 a 1920, que tuvo lugar el lo de Octubre en el Aula Magna de la Unl- versidad. E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 81 larios o de sus remuneraciones industriales, sin encontrar, desde luego, la solución, porque ello influye también en la progresión de aquellos precios, no pudiendo vencerse por medidas particulares, situaciones que obedecen a causas generales. Por otra parte, bajo la influencia de ese estado de cosas, un nú- eleo de agitadores políticos cree llegado el momento de la trans- formación social, y con doctrinas, que cuidan de llevar a los he- chos por cireunstancias que les son favorables por excepción, lo- gran instaurar en una nación de gran territorio un gobierno que estimula a los ilusos que siguen esas falsas y disolventes prédicas para soñar en la posibilidad de una constitución rusa del mundo, pero que, para los elementos sensatos, de todos los matices, que estudian lo que esa forma de gobierno representa y practica, ha servido para demostrarles con el ejemplo, su inconsistencia y su inadaptación a sociedades de cultura política. Hay que convenir, pues, en que las múltiples piezas del inmen- so .motor del universo han sufrido una intensa conmoción, y que, ante nosotros se ofrece un cuadro de desconcierto, a cuyo arreglo debemos contribuir todos, con fe y entusiasmo, sin desmayar, por muy graves que resulten los síntomas, acometiendo la obra que, con vocablo más gráfico, los publicistas anglo-sajones han calificado de reajustamiento. Hechos consecuentes de ese estado de cosas se observan en la vida interior de las naciones, afectando su estructura política. Sin llegar a aquellas en que el poder ha pasado a manos de los agita- dores y representantes de las doctrinas contrarias al régimen ac- tual, en las otras se evidencia la aparición de grandes fuerzas, cu- yas determinaciones, que llegan, a veces, a la paralización de los servicios públicos, debilitan la autoridad del eobernante, imposibi- litado, por las circunstancias, en aleunos casos, de adoptar tempe- ramentos violentos. ¿No es este un fenómeno curioso que se ofrece para considerar las relaciones actuales entre la soberanía de los que mandan y la obediencia de los gobernados ? Sabemos bien lo que en la organización política de las socieda. des representa y ha representado la soberanía, poder de autoridad v de mando de que se halla investido el Estado para imponer, sl fuese necesario, las reglas y decisiones convenientes a los destinos de la Comunidad; atributo o característica esencial del Estado, que 82 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. explica o afirma su existencia. Alrededor de un hecho inalterable en todas las épocas históricas, cual es la persistencia en los núcleos sociales organizados de un poder de dirección y responsabilidad, han girado todas las doctrinas para explicar el origen o la justi- ficación de los gobiernos. Era preciso buscar en todo momento en las comunidades representativas una racional demostración de un hecho, aparentemente anómalo, que encerraba y encierra un ger- men peligroso de disolución y anarquía; era menester que los teó- ricos vindicasen con sus razonamientos la práctica para toda socie- dad política de que una minoría ejerciese sobre la mayoría del país la acción del que manda y pudiera imponer su voluntad a los que no desempeñasen el poder público. La historia de las ideas políticas y la de los sucesos, por ello, no es otra cosa que una continuada evolución o transformación de ese mismo problema. Ya se haya sostenido que el poder público se ejerce por derecho divino invistiendo al titular de la absoluta y suprema potestad para decidir sobre los asuntos de la nación, ya se venga a las teorías democráticas que otorgan al pueblo una in- tervención más o menos directa en la gestión de sus propios inte- reses; ora se admita que la soberanía, una, indivisible e inaliena- ble, es producida por un contrato social, por el que los hombres que- riendo formar una nación habían puesto fin al estado de natura- leza por un consentimiento unánime, creando una autoridad supe- rior a las voluntades individuales; ora se sostenga que ese poder superior o atributos soberanos corresponden a la nación como tal porque el gobierno que lo ejerce no existe más que en interés de todos los miembros que la componen; ya se afirme que la sobera- nía, noción de derecho público, supone el Estado, no está dentro, ni fuera de él, ni le es superior, porque es el Estado como persona quien tiene independencia, el pleno poder, la suprema autoridad, la unidad; ya, en fin, se discutan las clásicas doctrinas y se con- sideren como otros tantos sofismas, con que los gobiernos quieren engañar a sus súbditos y engañarse a sí mismos, para afirmar que solamente una cosa existe en la realidad: una distinción entre los más fuertes y los más débiles, entre los gobernantes y los gober- nados, siempre se descubrirá a través de tan variados juicios el deseo de presentar la explicación más racional sobre el vínculo ar- tificial que permite a la minoría dirigir y administrar los intereses de la mayoría. E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 83 Ahora bien, coneretándonos al sistema democrático, no es po- sible negar la importancia y valor social que corresponde al factor individual. Bien como elemento que influye con su acción en la or- ganización política, bien como ser de necesidades que tienen que atenderse, el individuo dentro de la comunidad es una fuerza apre- ciable cuya presión se hace o se ha hecho sentir más o menos, se- gún los métodos o procedimientos practicados para la satisfacción de los intereses colectivos. De aquí, que las situaciones individua- les de cada época han de influir en la organización del poder pú- blico y en su tranquilo o difícil desempeño. La mayor cultura, la mayor difusión por la prensa o por el libro de los conocimientos útiles para el bienestar, ha aumentado en el campo de cada agru- pación social el número de los conscientes, de los que con más pre- paración pueden analizar la obra o los actos de quienes asumen las funciones gubernamentales. La democracia que, de golpe, bajo el impulso del éxito revolu- cionario rompió en una noche los antiguos privilegios y proclamó el evangelio de los derechos humanos, no pudo convertir por la simple vietoria de sus principios, en hombres realmente libres, a los que hasta momentos antes desconocían en absoluto las prácticas de la libertad. Los derechos del Hombre y del Ciudadano ofrecían bellas esperanzas a todos los que, al amparo de esas prerrogativas, podrían influir ya en la vida del Estado, con facultades y respon- sabilidades. Mas, su desenvolvimiento puede observarse en el si- elo XIX: organizaciones políticas para dirigir el sufragio, desde el mandato imperativo hasta el representativo, movimientos revo- lucionarios, formas de gobierno transformadas, desarrollo del de- recho administrativo de las libertades públicas, son las principales manifestaciones que aquélla toma para organizarse, y de la parti- cipación del individuo, más o menos inmediatamente, en las fun- ciones del vobierno. A su vez, las teorías económicas bajo la influencia de la trans- formación política tienden a la reducción o simplificación de los impuestos en relación con el mínimum de funciones que asignan al Estado, limitado a procurar el orden interior y la defensa del territorio, mientras el ciudadano puede, en ejercicio de sus activi- dades, aplicarlas en todas direcciones, moviéndose libremente bajo la fórmula del laissez faire, laissez passer, que, enunciada por los fisiócratas, informa también las doctrinas de Manchester. s4 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Es cierto que las erecientes necesidades colectivas presentan en el curso del siglo XIX, acontecimientos que señalan en apa- riencia rumbos opuestos al derecho de] individuo, pero, en el fondo no son más que movimientos que tienden a favorecer o beneficiar cada vez más la situación individual. El Estado gendarme, bien pronto se consideró como insuficien te para dirigir la vida social y cumplir las diversas funciones que imponía con más fuerza el desenvolvimiento de las energías in- dustriales. El maquinismo, la gran producción, las asociaciones de capitales, desde el punto de vista económico, y la extensión del su- fragio, aumentando el número de electores, por otra parte, fueron evidenciando la necesidad de que el poder del Estado ampliara su esfera de acción, y de simple protector de las libertades, por la ]i- mitación de su actuación de policía, llegase a intervenir en las re- laciones sociales como dispensador de hienestar público y motor de civilización. Es la aparición del socialismo, que en lo político tien- de en aleunas escuelas a la absorción por el Estado de todo poder para realizar o procurar lo que a las actividades individuales con- viniese, con disminución de estímulo particular, y que, en lo econó- mico, ha llegado por otras a combatir el llamado résimen capita- lista para defender en sus manifestaciones más extremas la des- aparición del sistema vigente, instaurando la nacionalización de “la propiedad territorial y el cambio de las actuales formas de go- bierno. A esta fase histórica pertenecemos los que, nacidos en la se- eunda mitad del sielo anterior, hemos penetrado en el corriente, contemplando la efervescencia con que, durante ese período bullen las nuevas doctrinas, y el fenómeno elocuente de socialización, a impulso de las nuevas tendencias de los publicistas y de los parti- dos, sin contar los núcleos revolucionarios que se muestran deseon- tentos de lo que, para ellos sólo significa una mejor organización debida a las cireunstatncias, del Estado burgués, pero no la que ellos piensan y persieuen de destrucción de los actuales sistemas, para establecer el franco comunismo. El mejoramiento de una clase determinada de la sociedad, a que con tanto ahinco y elocuencia dedicaron sus esfuerzos Karl Marx y Federico Engels, despertó en los Estados esas nuevas atrl- buciones para regular la lucha encarnizada entre el capital y el trabajo. Orientaciones diversas sieuen ahora los gobernantes para o E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 85 solucionar situaciones originadas por los nuevos aspectos del pro- blema, y una fecunda legislación social recoge la expresión de agravios de unos, las demandas de reparación, de otros, para ir dando entrada en el juego de las instituciones a poderosos elemen- tos de fuerza colectiva que, simplemente asociados para los fines particulares de su oficio primeramente, organizados después en agrupaciones políticas, han ido teniendo mayor resonancia e inter- vención en la gobernación del país. ¿Pero ha llegado hasta esa forma la evolución que vengo seña- lando, y ha de limitarse la misión del socialismo y las aspiraciones de los grur os proletarios a intervenir en la vida del Estado, en la forma rutinaria, de uno o varios partidos más que con la clásica estructura discutan y luchen por la obtención del poder? La gran guerra nos ha legado un espectáculo cuya interpreta- ción ha de servirnos para aproximarnos a la solución de la incóg- nita que encierra la anterior pregunta. El comunismo revolucio- nario, aprovechando circunstancias excepcionales, ha erigido for- mas de gobierno que, como la rusa y la húngara, han hecho del soviet el centro direetor de los asuntos públicos, poder omnímodo que dispone de la vida de los súbditos y de la hacienda de la na ción. Mas, fuera de estos ejemplos, en que las doctrinas exagera- das se han convertido en hechos, ¿qué es lo que ocurre en los de- más países ? No calmados todavía lo espíritus del gran bregar en la más sangrienta de las más grandes guerras, ni definitivamente resueltos los graves y arduos problemas internacionales confiados a la Con- ferencia de la Paz, arcano misterioso todavía, las consecuencias de la universal conflagración y a la vista de todos una intensa y reñida lucha comercial entre los antiguos beligerantes, de la que ha de depender, en gran parte, la estabilidad de la paz, siéntense dentro de cada Estado ruidos siniestros, explosiones aisladas, con- mociones profundas, contra las que el gobernante tiene que des- plegar, ora la habilidad extrema para contemporizarlas, ora la violencia franca para reprimirlas, porque síntomas de desintegra- ción social pueden, si no se las atiende, convertirse en elementos de aniquilamiento político. h El hecho más visible, que hiere más directamente nuestra aten- ción, en ese cuadro interior de las naciones, corresponde a los ele- mentos proletarios, y por eso, quizás, los movimientos obreros de 86 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. estos tiempos sean los que dan la nota de actualidad, presentando la cuestión a resolver como un problema de clases, permitiendo a los agitadores o exaltados a prevalerse de ese espejismo y recomen- dar a este gran núcleo de ciudadanos la conveniencia de medidas airadas para conquistar el poder, expropiando a los expropiado- res, según frase de uno de sus más fervientes representantes. Evidentemente, como dejo dicho, que la agitación de las clases obreras es lo que más se destaca en ese desequilibrio general que actualmente se observa. La huelga, instrumento de defensa para obtener mejoras en la situación personal de los trabajadores, es- erimida esporádicamente como arma de combate entre beliverantes determinados, ha pasado por fases sucesivas. De remedio cireuns- tancial para decidir conflictos particulares, se empleó después como resorte de cooperación o alianza para ayudar demandas de com- pañeros, a veces sin relación en cuanto a la naturaleza de sus in- tereses, llegando en su forma más reciente y peligrosa a asumir el aspecto de movimientos organizados de opinión, influyendo en la acción política de los gobiernos, por la afectación erave de los ser- vicios públicos. El grito de protesta de todas esas organizaciones que acuden a la medida extrema de suspender la vida ordenada del Estado, es casi siempre el mismo: aumento de salarios. Las grandes riquezas y el trastorno del intercambio mundial han provocado el alza pro- gresiva de los precios y el afán del negocio. Observan el enrique- cimiento rápido de los patronos industriales y sufren en los ho- gares la profunda decepción de que el numerario como signo con- vencional de valor al fin, apenas les alcanza para las más peren- torias necesidades, teniendo que apelar al encarecimiento, por su parte, de la única riqueza que poseen, factor ineludible de toda pro- ducción. Mas, ¿es la enestión proletaria la que, exclusivamente, debe pre- ocupar? ¿Es la clase obrera la única que recibe ese golpe rudo que la obliga a reaccionar y defenderse para no perecer? Sería nece- sario estar fuera de nuestro ambiente para afirmarlo. El problema obrero es el que más resalta por sus efectos, por sus resonancias en la vida nacional; porque cuenta, además, con organizaciones más perfectas para combatir; pero el mal reinante se extiende a ma- yor número de seres que, más ienorados, por tener menos fuerza E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 87 colectiva, no deben ser olvidados, para considerar en toda su ex- tensión el actual estado social. Para proceder con exacta aclaración de sus términos, debemos descomponer la estructura de las comunidades políticas actuales en tres categorías humanas que desempeñan distinto papel, pero que de su armonía o cuvoperación ha de depender la suerte futura. En primer lugar, los gobernantes, con todo el cuerpo de agentes admi- nistrativos, que tienen a su cargo regir los destinos nacionales y que, en ejercicio de un poder representativo, tienen sobre sí la ini- ciativa y la responsabilidad de los asuntos públicos; después se en- cuentran, entre los gobernados, aunque con más fuerza y poder so- cial, en muchos casos, que el gobernante político, los grandes em- presarios de servicios públicos y los grandes capitalistas dedicados a la industria y al comercio, que tienen suficiente caudal para no experimentar desazones o tristezas por falta de satisfacción de sus primeras necesidades, y, por último, más numerosa, aquella parte de las poblaciones que, no exclusivamente proletaria, compren- diendo también a los que perciben rentas y no solamente fruto de su trabajo, abarca a quienes, si bien separados por la diferente can- tidad de sus ingresos, están colocados en el mismo plano, para su- frir, en orden relativo, la merma creciente de sus fortunas, ya que el concepto de éstas no es absoluto, sino está en razón del medio de vida, de las exigencias sociales y de los gastos imprescindibles. No hay, pues, en el fondo de todo ese problema, una lucha eco- nómica entre el capital y el trabajo, solamente, ni podrá resolverse por las medidas extremas a que llegan algunas escuelas, procla- mando la necesidad de transformar el actual régimen capitalista. A la vista tenemos el ejemplo, y por eso he hecho la clasificación social antes expuesta: sufren las consecuencias de la crisis reinan- te, elementos que han de considerarse en clase distinta a la de los trabajadores. Lo que palpita en todo ese fenómeno es otro sentimiento. Po- drán sostener los interesados la necesidad de destruir a las clases ricas, la conveniencia de acaparar el poder las proletarias para im- poner medidas de salvación, que al llevarse a vías de hecho por el movimiento bolsheviki se han convertido en medios de represa- lias y de conversión de un résimen oligárquico de dinastías por el no menos oligárquico de los sowiets. Son esos, procedimientos revolucionarios que, inspirados en instintos de venganza, nada re- 88 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. , mediarían, llevarían en sí el germen de la instabilidad, porque la conquista del poder se debería a la fijación de una línea divisoria de clases, que siempre dejaría entre ellas, el antagonismo latente entre vencedores y vencidos. Lo que hay que buscar no es, por tanto, el hecho del distancia- miento, entre esas llamadas clases sociales, sino lo que las mueve, o las hace seguir, aunque por rumbos aparentemente diferentes, hacia un fin común, y no olvidar que unas y otras forman parte de la misma humanidad, y de un modo más conereto, integran en cada país la población, que, unida por vínculos de solidaridad patrióti- ca, debe perseguir el engrandecimiento de su personalidad nacional por la solución armónica de sus asuntos domésticos. Ese punto común, ese sentimiento que provoca la disociación y la lucha, cuando debía producir la cooperación para lograr íntimos anhelos, es la consecución del bienestar. No está, pues, en que un erupo más numeroso, o más audaz, imponga a otro la reforma so- cial, Sería cambiar los términos del problema, sin hallarle soln- ción. Lo que importa es conseguir el fin, es decir, la mayor difu- sión del bienestar en la comunidad. Esa ha de ser la misión del silo XX. Todo lo que observamos no es la quiebra de un sistema, ni el exponente de la necesidad de transformar un régimen económico por otro; entiendo que más bien es la evolución de ese sistema, y que, en lugar de bruscas con- versiones y de sangrientas represalias, lo que ha de imperar será el justo acomodamiento de nuestras instituciones a las necesidades colectivas mejor conocidas, corriciéndose vicios y defectos circuns- tanciales o atávicas. Querer que la democracia moderna, de un siglo apenas de exis- tencia, y con toda la fuerza que lleva en sí por su naturaleza esa forma de gobierno, haya ofrecido sus maduros frutos y satisfecho el deseo o aspiración de todos los eobernados, es olvidar lo que, en la vida de los pueblos, representa un período de tiempo que ha al- canzado, a veces, la vida de los hombres. Exceptúo, desde luego, los ejemplos vivientes, ya citados, de los oobiernos de Rusia y Hunería (este último ya abolido), que son ca- sos aislados, por fortuna, y que desaparecerán definitivamente enando se restablezca en esos países la conciencia colectiva. Ya hube de referirme, en otra ocasión, a esas manifestaciones políticas, para señalar su verdadero origen y carácter, y a ese efecto exponía: “El E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 80 bolsheviki, en rigor, es el fruto de un medio especial de extrema ti- ranía política y económica, es un siervo de la gleba nacido y des. arrollado en ambientes impregnados por un exagerado autoritaris- mo que ha engendrado en su corazón la ira contra aquellos mag- nates que, protegidos por un sistema de derecho divino y de cos- tumbres feudales, lo tenían reducido a la impotencia por el impe- rio de la fuerza, y que al ver ahora que esta fuerza ha sido ener- vada y destruída, y que ella es la responsable de tantos desastres, busca por la reacción apoderarse de los resortes políticos para sa- tisfacer sus intereses personales y sus odios concentrados. Por eso, ese movimiento es esencialmente político, y tendrá que ser efímero por fundarse en la exaltación violenta del fanatismo, mientras pueda durarle la fuerza material que utilicen para imponerlo, y:: que no descansa en principios de moral humana, como no se apoyó nunca en esta moral, el sistema de militarismo prusiano, ideado para avasallar el] mundo por la conquista, y que acabamos de ver cómo se ha derrumbado, cumpliéndose los designios inexorables de la Historia.*” (1) Por eso, mi convicción a este respecto es que no podrá la pro- paganda malsana de esas doctrinas disolventes, lograr su objet1vb en sociedades que tengan concepto de su propia conservación, sien- do la práctica efectiva de los principios, en esos dos países, el mejor ejemplo que habrá de contrarrestar la acción de los agita- dores. Lo que hay que corregir son los vicios de la oreanización demo- erática moderna, examinar sus defectos de adaptación, hacerla, en fin, más eficiente. Indudablemente que el choque violento de hombres e intereses que se operó con la última guerra, cercenando innumerables exis- tencias y con ellas poderosas fuentes productivas; alterando el equi- librio económico en los mercados del universo por las anomalías del tráfico comercial, y aumentado las cargas y responsabilidades de los gobiernos frente a sus pueblos en la dirección de esa con- tienda sin igual, han determinado el fenómeno que señalamos con todos los caracteres de una intensa crisis, cuya solución, mien- (1) Discurso-contestación al Secretario de Estado.—Sociedad Cubana de Derecho Internacional.—Anuario 1919. 90 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. tras la paz no esté absolutamente asegurada, requerirá, en muchos instantes, medidas de guerra. Mas esa erisis no se debe exclusivamente a esa guerra, ni la paz que sobrevenga, por sí sola será suficiente para curar los males so- ciales originarios. La guerra ha sido un instrumento de revelación, una campana de alarma que ha venido a anunciar con sus fatídi- eos sones que es preciso llevar a la democracia por sus adecuados rumbos, que hay que suprimir del mundo todo lo que queda del antiguo régimen, no obstante la sangre y sacrificios que costó pro- clamar las nuevas ideas; que hay que dar a los pueblos, en fin, ma- yor participación en la dirección de sus propios destinos, haciendo de la representación política medio apropiado para velar por los intereses colectivos, y de la función administrativa rápida y efec- tiva realización de lo que corresponda para la satisfacción de ne- cesidades públicas y en la que encuentre cada ciudadano el auxilio o protección de sus actividades y no el obstáculo por largo expe- dienteo para justificar empleos o por la ignorancia elevada al po- der por el favoritismo. Hay que empezar, pues, señalando los males internos, los vicios que han hecho presa del organismo social, y que, aun antes de la eran guerra, ya eran bien visibles, haciendo pensar a algunos pe- simistas en la quiebra del sistema democrático. No lleguemos a esa desconsoladora afirmación, tengamos fe en los destinos de la hu- manidad, sosteniendo que no han muerto, ni se han desacreditado los principios, que lo que hay que reformar son los métodos, lu- chando abiertamente contra las morbosas tendencias que han tra- tado de desfigurar la excelencia del sistema que ha dado al pueblo la soberanía. Ante todo, afirmemos que hay una cosa intangible en las co- lectividades humanas, de la que tenemos que partir para orientar nuestros juicios, y que encuentra su larga consagración a través de las distintas edades, siendo meras utopías o planes fracasados en la práctica, los que han podido oponerse a su franca aceptación ; la necesidad de un principio de autoridad, y de una disciplina eo- mo consecuencia, que permita el ordenado movimiento de cada núcleo social. No discutamos ese postulado, que a pesar de todas las convulsiones históricas y aun en medio de la actual crisis in- bensísima, se presenta como el nervio más poderoso de toda orga. nización. Proclamar la inutilidad de elementos directores, la con- E. Hernóndez Cartaya: Discurso inagural. 91 veniencia de que se cambie la actual forma de las sociedades po- líticas y la desaparición de las dos categorías milenarias de gober- nantes y gobernados, desconociendo la virtud del poder público y su significación como “interpretación jurídica exacta y adecuada ““de un hecho social incontestable y que se impone: la obediencia””, —según la bella frase del profesor Esmein—, es ir directamente a la desintegración y a la anarquía, en abierta hostilidad con la na. turaleza humana y sus tendencias sociales. Lo que importa es que ese poder o autoridad deje de ser el déspota que manda para convertirse en el primer factor de vida nacional, dando a la comunidad que le ha investido de todas las facultades, los beneficios y seguridades que ella se merece por sn adhesión. Sabemos que ese gran pricipio no es incompatible con el régi- men democrático, que, no obstante haber extendido el centro de residencia del poder público comparado con la forma del absolu- tismo, necesita, más que ningún otro, de ese resorte de consolida- ción para desenvolver las ventajas del sistema. Sabemos, también, que esa misión constructiva, en la época contemporánea en que se ha dado al pueblo y a la gravitación del número, la suprema direc- ción de los asuntos públicos, la ha asumido la ley en el concepto más amplio y racional que ella sienifica en las colectividades orga- nizadas políticamente. Regla de conducta humana que debe servir de guía directora de las actividades sociales; previsión, unas veces, contra males que amenazan la vida de la comunidad; remedio, otras, para satisfacer necesidades públicas; norma imperativa que traza para el gober- nante su campo de acción, brindándole dentro de él amplias facul- tades para la realización de sus funciones, pero advirtiéndole la grave responsabilidad de traspasar sus límites por el abuso, y que para el gobernado fija también sus derechos y sus deberes, es la ley la que en las democracias debe ser instrumento de conserva- ción, áncora de confianza y eje de toda disciplina. Para ello no podrá ser solamente una expresión de mandatos abstractos, sino un registro lo más fiel que pudiera obtenerse, de la gama variadísima de los sentimientos nacionales; ya que, no nos cansemos de repetirlo, su obra, aunque tenga a veces que impo- nerse por la fuerza de la espada, ha de cimentarse mejor sobre el consentimiento, por la apreciación de sus ventajas y la oportuni- 92 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias dad de sus preceptos, que le brinden todos los que, cumpliéndola, intensifican su propio bienestar y el de su Estado. Es preciso que desaparezcan para siempre las leyes subersivas, que inspiradas por falsos prejuicios o por viles intereses disml- nuyan la alta función de ese ministerio, para ponerlo sumiso al ar- bitrio de los mercaderes de la soberanía, haciendo germinar en la mente de los menos influyentes, la equivocada creencia de la inutl- lidad, o quizás de la perversidad, de la institución y la convenien- cia de buscar mejores instrumentos para la defensa de sus inte- reses, menospreciados o burlados, que no por menos poderosos de- jan de ser los del mayor número; es menester que no se olvide que en las democracias, el predominio de las oligarquías, el régl- men de la desigualdad por los monopolios y privilegios, las cate- gorías de los irresponsables, son plantas exóticas, cuyas raíces se encuentran en épocas pasadas, pero cuyos troneos perduran por el crecimiento todavía en algunas sociedades, y provocan el mal- estar por sus emanaciones deletéreas, incitando muchas veces a la violencia, rasgo de desesperación a que acuden los pueblos, en oca- siones extremas, cuando se les obliga a vivir en un medio enrare- cido y bajo poderes absolutos. Sean las leyes frutos sazonados por el vivificante abono de los principios imperecederos de las gloriosas revoluciones del siglo XVIII; amparen al opulento y al necesitado impidiendo agravar diferencias naturales; presten su auxilio a las actividades indivl- duales permitiendo desenvolverlas, por igual, a todos los que se muevan en el mismo plano, y devuelvan a esas sociedades conturba- das la tranquilidad y la confianza en el orden, fortaleciendo en los espíritus el concepto de su valer social y de su virtud política. Ese es el primer aspecto de la ardua cuestión que examinamos, y uno de los hechos que han preparado el estado de cosas que hoy nos llena de alarma y nos impone buscar la solución. El siglo XIX es testigo de la serie de tanteos para organizar los Parlamentos, como verdaderos o efectivos voceros de los intereses colectivos; régimen censitario, sufragio restringido, electorado universal, re- presentación proporcional, son las principales fases por las que el espíritu inquieto, y no satisfecho, de las naciones ha pasado hasta llegar a nuestros días. De todas ellas la que más en consonancia está con el sistema de: mocrático es el sufragio universal que, no obstante las objeciones E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 93 que se le han hecho es el que mejor responde para cualquier pro- cedimiento que se intente con el fin que predomine en las colecti- vidades la expresión de sus mayorías. Mas todas esas formas han tenido como natural consecuencia dos instituciones, deficientemen, te desarrolladas: la organización del electorado y la constitución de partidos políticos. Con la primera, fundada por regla general en la libre determi. nación de los interesados, se dota a la nación de un cuerpo que no es ni siquiera la mitad de los que tienen la posibilidad de ac- tuar en los asuntos públicos y que, por una ficción asumen en un momento dado la función más eminente en el Estado; con la se gunda, se dividen en tendencias diversas las actividades de la fuer- za electoral, realizándose, a veces, el fraccionamiento, no con ml- ras colectivas, sino con habilidad estratégica para repartir un con- tado número de cargos entre determinados directores, a cambio de una coalición, después de la que no pueden desenvolverse medidas saludables de gobernación. Ficción es, por tanto, la base en que se asienta actualmente el más amplio de los sufragios conocidos; ficción es, también, el efecto que se ha obtenido con las organizaciones políticas partidarias. Ni el primero hace entrar en la vida pública y pesar en la marcha de! Estado a todos los que de éste han de recibir sus beneficios, ni las segundas, con sus formas burocráticas y sus tendencias oligárqui- cas pueden ser conductores autorizados de la opinión y pedestales inconmovibles de la Ley. Hay que acercar a las necesidades de la realidad, esos medios de soberanía, y ponerlos en condiciones de que coadyuven al éxito, entendiendo que no pueden dejarse libres, sino sometidos a la re- gulación por el Estado, porque a éste lo que le interesa es que su voluntad legislativa sea robusta y eficiente. Lleseamos, por ello, a una conclusión: a considerar de conveniencia para el futuro de la intervención obligatoria en la organización de los Estados de todos los elementos individuales que, por su parte y responsabili- dad en el trabajo social, deban ser oídos por medio de la boleta secreta, y a que los partidos se conviertan en asociaciones de fines colectivos precisos y determinados, cuya formación y desenvolvi- miento estén regidos por las leyes y vigilados por el poder públi- eo, no para ¡limitarlas ni obstruecionarlas, sino para garantizar su autenticidad y auxiliar su eficacia. La legislación electoral de cada 94 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. país ha de ser, por lo dicho, el primer resorte que habrá que ajus: tar convenientemente en la obra de reconstrucción que se vislum- bra, en forma que permita conocer las distintas aspiraciones de la nación, impidiéndose el sacrificio de los verdaderos intereses Co- lectivos por el medro y egoísmo de los politiciens. Pero hay más, considérese la alta y delicada función del legis- lador para exigir que en él concurran, la habilidad para descu- brir rápidamente las palpitaciones intensas de la comunidad, y la preparación, por lo menos de carácter general, para evitar el des- contento o la violencia, a fin de que renazca en las conciencias la confianza en el Capitolio, y no que prenda en ellas el afán insen- sato por cualquier otra institución, aunque las lleve al suicidio, con la que creen o se les haga creer que conseguirán el apetecido desideratum. Muévanse todas las opiniones y desenvuélvanse todas las aspi- raciones dentro del ancho cauce que brinda la vida del Estado, sean moléculas distintas, pero integrantes de una fuerte y caudalosa corriente que discurra por su lecho, sin más obstáculos que las desviaciones naturales que imprima el suelo, como en los asuntos públicos resulta con las cuestiones administrativas secundarias, y no se bifuraue, creyendo encontrar en la independencia la vida propia, sin meditar que siempre ofrecen más condiciones de via- bilidad los cauces seculares, que los improvisados de rumbos des- conocidos. Unos y otros den alto a la enconada lucha que, por móviles eco- nómicos, amenaza la constitución de los Estados, en la forma sec- taria con que viene presentándose; no tergiversen la democracia, pensando de manera exclusiva en que ella sólo puede imperar con la victoria del proletariado, como es error, y muy grave, contra. rrestar las justas demandas de los trabajadores, señalándolas o re- primiéndolas como delietuosas: esos extremos indican que no son los métodos de la guerra los que hay que utilizar para conseguir la armonía entre los elementos sociales; que todo lo que parta, ya de un lado ya del otro, de la falsa distinción de clases, es disol- vente y contrario a toda reconstrucción futura. Lejos de distan. ciarse y hostilizarse, deben ser las mutuas inteligencias y las con. cesiones recíprocas las únicas prácticas, con las que podrá lle- cvarse a la obra nacional de la equitativa distribución del bien. estar. E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 95 Tan fuertes han de resultar los que dominen en el poder, como los que obedezcan como gobernados, porque aquéllos tendrán a su disposición el mecanismo de la sanción coactiva, pero éstos podrán utilizar, si aquélla se extravía, los distintos medios de defensa Co- lectiva y, entre ellos, como cardinal, el oportuno y periódico mo- vimiento de la máquina electoral. Fortalézcase esa conjunción para fines comunes, ofreciendo al país, además, la garantía de que sus representantes sean honrados, y opongan a las seducciones de la corrupción el escudo de sus virtudes. Es éste, por desgracia, otro vicio de la democracia actual, que en el transcurso de su siglo de prueba, se ha aprovechado por los gobiernos para enervar la acción de los Parlamentos, consiguiendo unas veces la inactividad, otras la colaboración, en perjuicio de los intereses públicos. ¿Y cómo, por esas criminales confabulacio- nes que producen el comentario y el descrédito, podemos estimar que es la democracia la culpable, cuando toda la responsabilidad es imputable a métodos políticos vituperables? Ya Mr. de Remusat señalaba este sensible espectáculo: ““Sur- ““ge bien pronto—decia—un rumor, una sospecha general de tran- ““sacciones inoportunas, deplorables, entre los diputados y el poder, “transacciones que degradan a la vez, a la representación y al “gobierno. Entonces se extiende en el país una idea, demasiado “peligrosa desde que llega a ser universal, la de que esta asam. ““blea, no es la noble arena dispuesta para las grandes pasiones, “para las grandes aspiraciones de la política, sino un concurso “abierto a los intereses privados... Así, aquellos que en estos úl- ““timos años han descubierto la ciencia gubernamental, quieren en ““señarnos que la perversidad humana había inventado, hace mil “años, que el fin justifica los medios. Es necesario, después de ““todo, dícese, formar una mayoría: es el gran fin, la obra santa: “el fin justifica los medios, Protesto en nombre de nuestras ins- ““tituciones.”” El mal, lo sintetiza, desde otro punto de vista, y en época más reciente un eminente profesor italiano: “Todo el sistema repre- ““sentativo—expone—se ha falseado. Los diputados se transforman ““en agentes de negocio de sus electores, de sus amigos y de sus pa- ““rientes, y la función de control de la Cámara, no es ya un me- 06 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. “dio para vigilar, sino más bien para entorpecer la administración del Estado. (1) Eso nos lleva directamente a señalar otro aspecto del asunto que venimos estudiando y que es otro mal, y muy grave, que ha adulterado las excelencias del régimen democrático: la defectuo- sa realización de los servicios públicos por la inadecuada desig- nación de los llamados a cumplirlos, o por la multiplicación inne- cesaria de cargos públicos para contento de exigencias individua- les, no para satisfacción de necesidades generales, todo por obra de lo arbitrario o del favoritismo. ¡Cuán distante la organización administrativa de los princtl- pios y del criterio práctico, para hacerla eficiente; más atenta a los cambios políticos que pueden exaltar a unos y eliminar a otros, que al estricto desempeño de la función, para beneficio del mayor número! ¡Cuántos obstáculos, cuántas resistencias y hasta incum- plimientos punibles encuentran, en los países donde existen, las disposiciones que acogiendo la bondad de las nuevas tendencias han querido oponer a la tiranía política, el estatuto protector del funcionario sobre la base del mérito y no sobre el simple patro- nato de los influyentes que ofrece a nuestra consideración ese cua- dro que Charles Benoist ha calificado de feudalidad moderna, fun- dada, como la antigua, en el vínculo de la commendattio! La política ha hecho mucho daño a la administración públi. ea. Durante largo tiempo se ha creído, y se ha impuesto como procedimiento, que el gran número de cargos, creados para poner al Estado en condiciones de cumplir su misión, no debía ser otra cosa que la presa, para premiar servicios electorales e investir de prebendas oficiales, criterio que había de traer, como consecuen. cia, formular los gastos por este concepto, cada vez más crecien. tes, no en razón de las necesidades públicas, sino de los compromi- sos políticos. Bien pronto el desequilibrio que de elló ha de provenir, trae el descontento en los que tienen derecho a esperar de la adminis- tración la realización de servicios generales. Se les agobia con los impuestos, y se les defrauda el bienestar apetecido, germinando ideas de retorsión que, buscando el cambio de semejante sistema (1) Miceli.—Revue du Droit Publ.—1895, pág. 231. E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 97 —que se juzga por sus efectos sin tener en cuenta las causas— abogan por la fórmula comunista para mayores satisfacciones. No se piensa en que la inquietud y las necesidades mal atendidas son pésimas consejeras, y llevan a muchos, ciegamente, a locas aventuras. Recordad como ilustración del estado presente, más o menos generalizado, la irónica introducción de la carta escrita a un elec- tor, en 1909, por Henri Chardon, Maitre de Requétes en el Con. sejo de Estado francés: '“Me escribís, señor, que ningún servicio “*público funciona convenientemente en vuestra ciudad: no hay “distribución de agua; en las encrucijadas algunas fuentes abier- ““tas, una hora por la mañana, otra por la tarde; no debéis to- ““marla nada más que para la alimentación, ya que se os prohibe *“*para bañaros; la corriente de agua pasa, además, a través del “cementerio, nadie osaría pensar en alcantarillas; calles infectas, ““alumbrado rudimentario, hospital malsano, la tifoidea perma- ““nente en los bajos barrios; escuelas en que la escarlatina y el ““croup diezman periódicamente; nada de higiene, poca asistencia, ““una policía ridícula. Sin embargo, el presupuesto municipal está **agotado y la ciudad rebosa de funcionarios que no parecen inac- “tivos. ¿Qué hacen, a dónde va el dinero? Os exasperáis... Si ““examináis con sangre fría el conjunto de nuestros servicios pú- **blicos, comprobaréis en todas partes una desproporción increíble ““entre el esfuerzo y los resultados; en todas partes, también la *“*necesidad de gastos enormes para obtener un servicio poco nor- *“*mal... Marina, guerra, obras públicas, justicia, policía, colo- **nias, beneficencia, higiene, mejora de la suerte de los trabajado- “res, representación de intereses franceses en el extranjero, en “*todas partes, montañas de oro a gastar, para conseguir, no un “servicio ideal, sino el minimum correspondiente a nuestras “exi- ““gencias legítimas.”” Es preciso, pues, darse cuenta de la gravedad del fenómeno y luchar hasta la completa extirpación de los gérmenes que lo han producido, sin necesidad de trastornar el sistema, sino acomodar- lo, disponerlo para que pudiendo ofrecer sus naturales beneficios, no compela a la reacción y a la anarquía. Hay que desterrar, para siempre, la esclavitud de la adminis- tración, permitiendo que, con autonomía y responsabilidad, con pericia y efectividad pueda hacer frente, pronto y bien, a las ere- 98 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. cientes demandas de la socialización contemporánea. Para eso, dé- bese, en primer término, coadyuvar, por todos los que, directa O indirectamente, estén interesados en el triunfo de las institucio- nes democráticas, a fin de que la función pública no sólo se liberte de las perniciosas consecuencias del favoritismo, sino que se el- mente sobre los principios del ingreso en la misma por pruebas inequívocas de la preparación técnica para su desempeño, y de la condición, de eminente valor, en estos tiempos difíciles, de jus- tificada conducta moral, pública y privada, que ponga a la admi. nistración, como antes pensamos del legislador, a salvo de toda concupiseencia, Por fortuna, ya ese movimiento se ha iniciado, y en algunos países ha logrado encauzar mejor la marcha administrativa, in- estable y deficiente con las convulsiones del sposl system; pero no se ha adelantado lo suficiente. Las posiciones conquistadas por el poder político cuesta trabajo recuperarlas o desalojarlas. Y e€s preferible que se reoreanicen para bien del Estado, que no se des- truyan por inútiles, a impulsos de movimientos violentos de re- volución social. El legislador y los Tribunales, en sus respectivos campos, deben combinar sus esfuerzos para que la acción adml- nistrativa resulte obra exclusiva del mérito, regulada per el dere- cho y no por las alternativas del poder. No resisto a la tentación de transcribir lo que, a este respecto, expone el eran jurisconsulto Larnaude en el prefacio de la traduc- ción del Derecho Público de Laband: '““Que se deplore o que se ““aplauda, la historia de este último cuarto de siglo demuestra “abundantemente que el Estado quiere encargarse, en todas par- ““tes, de funciones nuevas y bastante difíciles. Pues bien, no pue- “*de hacerlo sin peligro sino con una condición. La de tener, para ““dirigir esos servicios, una administración bien reclutada. Lo que, ““sobre todo, no es posible olvidar es que importa restringir a su “función propia el elemento político. Es necesario descartarlo con “eran cuidado de la administración, propiamente dicha, si no, la “desorganizará. Voy más lejos: creo que se puede afirmar que ““esta confusión de la política y de la administración es aún más “funesta a la misma política, que ella reduce a la impotencia. Si “en Francia, en la hora presente, ciertas reformas, muy justas en “principio, sufren las más grandes dificultades para realizarse; ““si son raras, constantemente aplazadas, combatidas con encarn!- E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 99 ““Zamiento por los partidos hostiles, que se busque más lejos la ““razón: se desconfía de la administración demasiado entregada a “la política. El día en que esté bien reclutada, bien controlada, ““al abrigo de influencias políticas, suficientemente independiente, ““no se dudará en aceptar reformas que serían muy peligrosas con “una administración política, que serán excelentes por el contra- “*rio, y producirán los mejores efectos, con una administración sim- *““plemente administrativa.”” Y esto, que, indudablemente, es una necesidad, y un remedio, que haría más solidarias las relaciones entre administrados y ad- ministradores, es más patente, y quisiera recalcar mejor, más ine- ludible, si nos referimos a los que tienen a su cargo dispensar la justicia. Precisamente en este particular la democracia contempo- ránea no ha llegado a su deseado éxito, y salvo honrosós ejemplos, el poder judicial no ha roto, por completo, los estrechos lazos que lo vinculaban al poder del gobierno, y por ende, a las malsanas in- fluencias de la política. Conociendo lo que significa, lo que, en determinados momen- tos, puede pesar, no exclusivamente en las contiendas privadas, sino en la resolución de cuestiones trascendentales para la suerte de las facciones políticas, tratan éstas de retener su intervención en el mecanismo del ingreso y del ascenso en la función judicial, creando intereses, esperanzas y aspiraciones que, necesitando del favoritismo, amenazan seriamente la paz interior y engendran la desconfianza social. No habrá democracia, bien constituída, sin una justicia firme, independiente, celosa de su augusto ministerio, dispuesta con per- petua y constante voluntad a contener en sus desafueros al pode- roso, como a amparar en sus derechos al simple ciudadano, igual que aquél ante la ley; a reprimir y castigar con mano severa los actos individuales o colectivos que atenten contra la vida del Es- tado o que perturben la buena gestión del gobernante; pero infle- xibles, también, para residenciar al déspota orgulloso que, olvi- dándose de que no es más que un representante de intereses aje- nos, abuse de la confianza que se le haya brindado, y atropelle derechos y libertades, haciendo granjería particular de lo que de- biera considerar como depósito sagrado, que ha de conservar para procurar el bienestar a la comunidad que rija o administre. Debe la magistratura estar fuera de la acción del legislador 100 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. que recomiende o del poder ejecutivo, cuya oracia tenga que im. plorarse: su propio mérito, su preparación técnica demostrada, su moralidad bien acreditada, han de ser los títulos que la invistan del alto poder, sin más divisa que la ley, ni más aspiración que la de conseguir el orden por la justicia. La inamovilidad ha sido un paso de avance en esa tendencia salvadora; pero es preciso completar la obra libertando los ingre- sos y los ascensos de la fuerza ciega del favoritismo. ¡Qué hermo- sa, para el triunfo de las democracias, aquella exclamación de Mr. Watson Parker, que cita Franqueville, en su Systeme judi- ciaire de la Grande Bretagne!: “No hay sér humano que por la sonrisa o por el fruncimiento de las cejas, ni gobierno que por el favor o el disfavor pueda alterar el pulso de un juez de Inglaterra, administrando justicia.” Otro defecto de la organización administrativa actual es su excesiva burocratización, dando lugar al funcionarismo que, por sus métodos, hace lenta la acción del Estado y nacer, en los que de ella necesitan, la desconfianza o el cansancio. Para justificar los grandes egresos que se invierten en remuneraciones supérfluas, unas veces; por idiosineracia atávica, otras, se establecen compll- cados mecanismos, largos expedienteos con informes sucesivos, in- necesarios después de la intervención técnica y responsable del funcionamiento adecuado, que hacen perder el tiempo a los inte- resados. Porotra parte, el espíritu de rutina, la falta de iniciativas y la formación de cierto vínculo de clase que aisla el motor de la co- rriente, no permitiendo salir de los gabinetes de trabajo para reco, ger en el ambiente exterior las palpitaciones de la comunidad o es- cudriñar las verdaderas causas de los fenómenos sociales, hacen de muchas administraciones, organismos deficientes para cumplir la prolija misión que, más que nunca en nuestros días, están llamadas a rendir. Pienso en esto, con Mr. Chardon, que “cada administra- ““ción es una organización destinada a producir una utilidad so- “cial: a crear la vida; debiera ser, pues, concebida y dirigida se- “gún los métodos industriales más fuertes y más modernos.”* Creo que el error ha consistido en conservarlas, inspiradas en un prim cipio de cesarismo, en lugar de descentralizarlas, desenvolviendo sus funciones, no con esa forma rígida, de procedimientos mora- torios, que las petrifica, sino buscando en la colaboración de los E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 101 administrados el éxito de sus empresas. Ahí está, a mi juicio, el aspecto interesante para el porvenir del problema: menos Estado dominador, más Estado civilizador. Salvo contadas excepciones, especialmente la de los países que no tiene orígenes en el absolutismo, las administraciones de nues- tros días no han podido transformarse y romper con los moldes del pasado. Siguen considerando el centro de trabajo como la ““oficina burocrática”, no como el resorte que debe dirigir o encauzar lo» intereses colectivos, y de cuya acción rápida, diligente y bien in. formada pudiera conseguirse, muchas veces, el aborto de explo- siones mal contenidas, o la satisfacción adecuada de servicios pú- blicos. Acravando ese cuadro de deficiencias, que ha desfigurado a la democracia, se nos presenta, en sus manifestaciones más violentas, la situación económica, ya ligeramente bosquejada, con todas sus difíciles cuestiones. Dos son los fenómenos que más llaman nues- tra atención, en este punto, y que, en rigor, concentran todos los matices del magno problema. Uno que viene elaborándose desde hace aleún tiempo, obedeciendo a una intensa propaganda de doe- trina y de acción y que repreesenta la defensa de determinados intereses, poco a poco mejor definidos, más reconocidos. El otro, más reciente, ha tendido con la guerra a aumentar su extensión y sus efectos, provocando la alarma en las sociedades y las medidas de defensa de los gobiernos. No hay que hacer gran esfuerzo para señalarlos claramente: aquél, es el incremento de los movimientos obreros en sentido cada vez más coherentes y organizados hacia la común preservación con. tra los excesos del patrono, tomando caracteres extremos para la paz social en estos últimos tiempos, bajo la forma de huelgas gene- rales; el último es el aumento de los precios y la inclinación de ciertos grupos a la ganancia desmedida, al lucero ilimitado, que ha dado nacimiento a tipos diversos de explotación, para eliminar la competencia del campo de la vida comercial y dominar los merca- dos por el seguro resultado que brinda el monopolio. De esas dos tendencias ha sobrevenido, sin duda, el desconcierto, la confusión enorme que reina en el mundo, y que, afectando a las condiciones de existencia hace pensar a los pesimistas en lo difícil de la solu- ción y en las ecreanías del apocalipsis. No neguemos la anormalidad de la situación, ni la habilidad 102 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. que se necesita pera resolver sus arduas cuestiones; pero como afir- maba en pasaje anterior, sólo veamos en esos alarmantes hechos, fases del propio desenvolvimiento social, ya producto de una ela- boración, ya resultado cireunstancial de determinados momentos. Las aspiraciones del proletariado son justa consecuencia de una mejor apreciación de la intervención del trabajo en la indus- tria y de su sienificación económica. Los excesos de la propiedad individualista y la liberación de los trabajadores de gremios y cor- poraciones, que embargaban su actividad, pusieron frente a frente al patrono y al obrero, en cuya contienda terció el Estado, ayudan. do al último para mejorar su situación reconociéndole beligerancia para defenderse. No es posible negar que todas las conquistas del proletariado, obtenidas hasta el presente, han sido alcanzadas bajo la tutela del Estado y con el apoyo y sanción de los poderes públicos; que las cuestiones sociales ocupan el primer plano que embarga, después de conservar la vida del Estado, a los gobiernos y administracio- nes, no habiéndose llegado a situaciones más favorables por los vicios y defectos que he querido dejar señalados de antemano, p que el derecho obrero, la justa correlación de ese factor con los otros que condyuvan a la obra económica, ha de constituir una de las más importantes orientaciones para la ordenada vida do- méstica de 19, Estados, porque como lo han calificado algunos es- eritores de Norte América, constituye una “nueva provincia para la ley CA Los trabajadores, como componentes de cada nacionalidad, si son amantes de la democracia, no deben olvidar que son, ante todo, ciudadanos, que, como tales, tienen en sus manos el medio de or- ganizar los Estados y de poder obtener por procedimientos lega- les la aplicación de la justicia y la satisfacción de intereses legí- timos, y que no deben permitir que, bajo la sugestiva atracción de que la causa del trabajo debe sobreponerse a enalquiera otra, se les conduzca involuntariamente, y muchas veces por extranjeros, a la destrucción de la patria, por la fórmula de un internacionalismo (1) H. B. Higgins, A new Province for Law and Order, 29 Havard Lay Review, 13.—H. W. Ballantine, Evolution of legal remedies as a substitute for violence and strikes.—The Annals, Phiadlelphia, January 191?, E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 103 mal entendido. Basta que mediten en la verdadera fuerza social que representan y en las virtudes que provienen de una organiza- ción bien preparada para que comprendan todo lo que pueden al- canzar, todas las garantías que pueden obtener; eso sí, no preten- der que el reconocimiento de su derecho se traduzca en imposicio. nes abusivas, que las reglas de distribución equitativa se convier- ta en subversión social. El porvenir de esa clase numerosa está en que cumpla, dentro de la democracia, su papel de contrapeso so- cial, dotado de los elementos de derecho y defensa para influir en el complicado mecanismo gubernamental. Hasta ahora, la solución no ha llezado a feliz éxito. Dificulta- des de organización político-administrativa y enconadas propagan. das divergentes fomentando el espíritu de clase, han perpetuado en las relaciones de obreros y patronos esas dos formas violentas, con las que creen imponerse, sin conseguir más que agravar re- celos y desconfianzas: la huelga de los unos, el lock-out de los otros. El examen atento de estos procedimientos extremos nos con- firma en que ese fenómeno de oposición económica entre elemen- tos que parecen hostiles, no es más que el exponente de una fase en la evolución de las relaciones sociales, que guarda analogía con otra que se registra en épocas pasadas de los grupos humanos, y que, como ésta, tendrá que llegar al justo equilibrio de intereses, bajo la tutela poderosa del Derecho. Por defectos de una legislación extremadamente individualista, que no tenía en cuenta los derechos de la categoría numerosa de trabajadores, para contrarrestar la fuerza del patrono en la fija- ción de salarios y regulación de las condiciones del trabajo, surgió la huelga, como brote de fuerza, como hecho colectivo que, por la resistencia trataba de sustituir la carencia de un derecho superior que, como norma común, se impusiese a todos. Y de ese modo, en medio del estado jurídico moderno y, no obstante, la regla funda- mental de nuestras sociedades políticas de que todos los conflic- tos de intereses no deben resolverlos los interesados, sino someterse al dictado del poder investido de facultades para la aplicación de las leyes, se presenta esa excepción por la que, con el paro de los negocios se persigue imponer la solución a la otra parte. Por ello, dentro de estrechos moldes se consideraba, en determinada época, como un hecho punible, hasta que, con la evolución de las ideas, 104 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. se reconoce como medio lícito de defensa, si bien, ya en este pla- no, como repulsión de la fuerza por la fuerza, no puede negarse que es la coacción erigida en institución jurídica. La generalización que ha ido tomando el fenómeno, la repetl- ción de los movimientos huelguistas y su extensión a servicios de carácter público que provoca la paralización, en muchos casos, de la vida social, son los progresos del principio y la demostración de que no se ha logrado construir, todavía, ese derecho superior que habrá de sustituir irremediablemente al imperio, ahora rel- nante, de la fuerza. Basta leer—en lo posible—la extensa litera- tura que, especialmente en estos últimos tiempos, desenvuelve los diversos aspectos del problema social, para comprender que se es- tán preparando, con empeño, los materiales necesarios para esa construeción jurídica que ponga término a situaciones inestables, a conquistas efímeras, y permita, a unos y a otros, confiar en re- elas generales que dirijan la conducta de todos y que se impon- can, por igual, a los que las desobedezcan. El contrato de trabajo tiene que llegar al estado de derecho, como las relaciones entre los hombres pasaron de la época bár- bara de la justicia personal y de la lucha de familias al régimen de defensa social con Códigos y Tribunales que garantizan la se. eguridad y el orden público. Por eso, el instinto de conservación de las fuerzas colectivas anda buscando el remedio jurídico de esas manifestaciones de la violencia, y la costumbre, esa gran genera- dora del derecho, bien pronto instituyó los comités de mediación para resolver pacíficamente y por elementos fraternales las cues- tiones del momento, determinantes de la parálisis, recogiéndolos las leyes para ampliar sus funciones y señalarles procedimientos (entre otras, la Concihiation and Labour Act, 1900 y la Industrial Investigation Act, 1907, Canadá; la Transvaal Act, 1909; la Queensland Act, 1912; la New-Zeland Act, 1913 y el Board of Me- diation and Conciliation de la Newlands Act, 1913. Estados Unl- dos de América), ideándose, también planes privados para la ar- monía entre patronos y obreros (véase el de Hart, Shaffner y Marz expuesto por Howard, el de William Filene*s Sons Company por Willits y el de Patterns Makers Association de Chicago por Del- bler. The Annals January—1917). Mas tod) eso, repito, no puede tener carácter definitivo. Se idean órganos y procedimientos, pero no se ha formado todavía el E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 105 verdadero derecho aplicable. La buena fe, la contemporización, las concesiones recíprocas, el leal saber y entender de los comisionados para dirimir las cuestiones, son los únicos elementos con que se cuenta para restaurar la paz económica, y aun así, qué débiles las sanciones, qué inseguras las consecuencias! ¿Será posible pensar que los intereses en contienda son distin- tos a los demás, que, socialmente protegidos, se han reconocido co- mo derechos, y como tales cuentan con órganos adecuados para su cumplimiento? No lo creo, y como éstos, entiendo que habrán de definirse y concretarse, y que la labor del magistrado, en esto, como en todo lo que afecta a la vida de la democracia, ha de ser, en el futuro, la que resuelva esos conflictos y permita encontrar en el derecho objetivo la confianza para nuestras legítimas aspira- ciones y la sanción de nuestras justas acciones. Al lado de ese grave problema figura, como ya expuse, otro que ha adquirido con la guerra caracteres extremos, y que, en parte, ha contribuído a hacer más aguda la crisis del trabajador, y más repetidas sus demandas. Puede sintetizarse esa otra manifestación económica, que llena de sombras la situación del mundo, en el fe- nómeno universal del alza de los precios. Causas naturales, en pri- mer término; operaciones intencionadas produciendo lo artificial, en otras ocasiones, han sido el origen de ese estado que preocu- pa hondamente, en nuestros días, a los gobernantes y a los pueblos. No pueden ser objeto de crítica las causas naturales de la alta apreciación de las mercancías, porque hechos de todos conocidos, inevitables por las cireunstancias, han contribuído a ese incremento y a la carestía de la vida. La perturbación que en la producción tuvo que realizarse con los procedimientos de la guerra, la des- viación que sufrieron muchas industrias aplicando sus fuerzas y recursos a la obtención de los útiles para la lucha armada, el sos- tenimiento imperioso de los ejércitos que, durante ese período, asumían y representaban el poderío y el honor de los beligerantes, la formación de deudas internacionales crecidísimas, y el conti- nuo y exagerado uso del crédito interior, en relación con los cuan- tiosos gastos de la contienda, tenían que provocar una alteración notable en la normalidad de las transacciones, por el desequili- brio necesario que especialmente quitaba eficiencia a la producción mundial. Esas causas han de encontrar en remedios naturales la desaparición de sus efectos momentáneos: la aplicación de las in- 106 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. dustrias a sus antiguas producciones, el instinto nacional de au- mentar considerablemente la obtención o explotación de las rique- zas propias para el cambio internacional y la justa y prudente ac- tuación para corregir la amplitud del crédito, contribuirán a que, en definitiva, desaparezca la transitoria relación de rivalidad en- tre el oro y las mercancías, que un escritor norteamericano ha ex- presado con esta gráfica fórmula: ““Good”” value versus “gold ”” value. (1) Rectifying the price situation.—The Annals.—March—1919. Más prevención ha de tenerse contra los procedimientos para la formación de precios artificiosos. Ya señalaba, cómo el desme- dido ánimo de luero había llevado a muchos a organizarse para, favorecidos por las cireunstancias, explotar el comercio de lo ne- cesario para la existencia, y conseguir grandes ganancias a costa de erandes saerificios ajenos. Las causas de aumento de valor de las mercancías, que se han expuesto, ofrecieron una oportunidad propicia para aplicar la com- binación y asegurar el resultado, viéndose los gobiernos en la ne- cesidad de contener bien pronto una actividad que no sólo enca- recía demasiado los productos de importancia, sino los mismos de origen nacional. Acaparar, por medio de una concentración de ca. pitales, los artículos de mayor consumo, constituir la organización del monopolio para no temer oscilaciones, ni tener que adoptar me- didas de defensa; ocultar o destruir las mercancías para sostener, y hasta aumentar, los precios, creando por lo que se ha llamado en Francia la *“reserve”” una carestía artificial, con perjuicio evi- dente de productores y consumidores, son las principales opera- ciones que ha realizado ese movimiento, que, a pesar de las leyes p disposicones generales de represión, ha perdurado después de la gran guerra. Obra de la malicia y aprovechando las cireunstancias especiales por que atravesaban las naciones durante el conflicto armado, más atentas a los deberes que imponía el honor nacional, pudo prospe- rar con grandes éxitos, esquivando las barreras legales que, en al- gunos Estados, trataron de oponerse. Mas, la paz y la dirección de la democracia por rumbos apropiados impone la adopción de (1) A. C. Miler. Member federal Reserve Board.—Washington, D. C. E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 107 fuertes medidas para extirpar un mal que sólo puede engendrar odios sociales y desconfianza en los gobernantes. El monopolio excesivo, como la libre y exagerada competencia no puede constituir en ningún tiempo programa, ni solución, de las necesidades del comercio. Aquél podrá producirle grandes ga- nancias, pero a costa de irse convirtiendo, poco a poco, elemento de perturbación social; ésta, sin tasa, sin regla, podrá llevar el espíritu de empresa de muchos, a la ruina, por el procedimiento, a veces seguido, pero antieconómico, de las ventas más bajo que el costo. No obstante, de las dos soluciones ésta es la más favorable para el beneficio general, siempre que se organice sobre las bases de la inteligencia y de la buena fe. Debe perseguirse, prohibirse y con- denarse toda acción conjunta que tienda, en nuestras sociedades, a acaparar los artículos de comercio para gozar de la hegemonía del precio, ya que, con esas formas abusivas y punibles de confa- bulación para explotar las primeras necesidades de la existencia humana, se ha desfieurado, de tal modo, la relación económica en- tre intermediarios y consumidores, que éstos, por exelusivo e im- perativo poder, que aquéllos alcanzan por el monopolio, más que ““precios””, pagan “tributos de vasallaje””, por lo que compran para la vida. Tienen los gobernantes que intervenir con decisión, para rom- per esas sitnaciones debidas al artificio, a fin de que los distintos elementos que juegan en la vida comercial, se muevan dentro de sus límites. Muchos métodos se recomiendan, en estos momentos de erisis y de ansias colectivas, pero la síntesis de todos estriba en que el público pueda apreciar mejor las condiciones de cada mer- cado, y que esa rama de la Administración se especialice y pueda, de ese modo, el gobernante conocer a fondo los datos para corre- oir las prácticas aubsivas o adoptar las medidas de auxilio o ga- rantía, que en ciertos momentos hagan necesarias las exigencias del cambio, dictando las reglas generales y actuando de manera que se protejan los legítimos intereses, bajo la suprema sanción de los Tribunales de Justicia. Y como complemento de esa función, que por la crisis de las subsistencias se hace necesaria, es también imprescindible que se ejerza sobre las empresas de servicios públicos una estrecha acción, para que éstos se presten con toda eficiencia. No deben conside- 108 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. “arse las concesiones otorgadas, como simples licencias de explo- tación, sino como subrogación que asume el concesionario para cumplir, a nombre del Estado, los deberes impuestos por el interés público: no estimar al que necesita de esos servicios como nú- mero, es decir, como uno más que paga y llena las arcas de esas compañías o empresas, sino como la persona investida del derecho de exigir que se le rinden las mejores condiciones para satisfacer su necesidad, y a quien deben ofrecerse todos los medios y garan- tías para rechazar un mal servicio. Lo contrario es sembrar el descontento, dar nacimiento a la protesta, adulterar la democra- eia y socavar el erédito en que deben descansar el prestigio y la fuerza del svobernante. A esas dificultades internas hay que agregar la aparición de una tendencia que ha surgido necesariamente con la cesación de las hostilidades y las cercanías del restablecimiento de las relacio- nes mercantiles entre las naciones, que marea una de las más se- ñaladas características de este momento presente, que un senador francés, con frase espiritual, ha calificado de le moment. de 1'argui- llage, y que sintetiza en estas fórmulas: el deber de enriquecerse, la creación de mercados, organización y concentración de esfuer- zos comerciales, indicando los distintos síntomas de aprestos, para substituir la lucha armada por la guerra mercantil, citando junto a la significación de la reciente feria de Leipzig, la de Utrecht, or- ganizada por Holanda; la que prepara Béleica en Bruselas sub- vencionada por la capital, por el Gobierno y por el Consejo Provin. cial de Bravante, y la de Industrias británicas que tiene en estu- dio el Board of Trade de Inglaterra, sin contar la fundación en Amsterdam de una Sociedad anónima, con diez millones de flori- nes, para instituir un Mercado Internacional permanente, y el pro- yecto de todas las Asociaciones y Alianzas industriales alemanas de reunirse en un grupo único que habrá de titularse ** Asociación Imperial de la industria alemana””. (1) Ese nuevo aspecto de la vida internacional, sin embargo, pue- de ser conveniente, porque ha de constituir un medio indirecto pa- ra llevar a cabo la transformación que debe darse a la democra- cia, a fin de llevarla por senderos más seguros que la fortalezcan, (1) E. Herriot, Senateur, maire de Lyon; Les energies francaises.—Je sais tout.—Julio—1919. E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 109 sustrayéndola de influencias tradicionales y permitiendo que, en nuestro siglo, se recojan sus excelentes frutos. La lucha comercial exigirá mejor organización interior, mayor concentración de es. fuerzos, más adecuada y efectiva protección del gobernante; más adhesión, más intenso patriotismo en los gobernados. La perpe- tuación de los vicios políticos, administrativos y económicos que dejo señalados, significaría en cada nación, aparte del grave pro- blema interior que se resolvería por crisis violentas, la pérdida ab- soluta de vitalidad para resistir y vencer, o por lo menos, coexistir en la contienda de intereses comerciales. El mundo marcha, pues, inevitablemente hacia una transfor- mación que, a mi juicio, no quedará firmemente realizada sino por el afianzamiento, en lo político, de la verdadera democracia; por la garantía del bienestar, en lo administrativo, y por la intensifica. ción de la producción nacional, en lo económico. Ahora bien, la protesta contra las deficiencias de la sociedad presente, basándose en hechos, erróneamente interpretados, ha pre- sentado como fórmula de solución futura, las promesas del sindi- ealismo revolucionario. Obsérvase que en todos los países, la na- ción se fracciona interiormente en erupos distintos, formados por comunidad de intereses, y que algunos, por su mayor número, por su mayor cohesión, constituyen fuerzas que influyen con sus de- terminaciones en el funcionamiento ordenado de la sociedad, y de ese hecho innegable en la realidad se ha derivado la doctrina de que el grupo más numeroso, que se llama la clase proletaria, debe imponerse a los demás, hacerse gobierno y constituir el poder pú- blico, apelando a la fuerza y a la destrueción de la otra clase que denomina capitalista. No es posible que pueda hallarse en esta escuela, o en este mo- vimiento que en aleunos lugares ha sido realidad sombría, el re. medio de los males presentes, ni la salvación de los destinos huma- nos. Aparte de que el concepto en que descansa, de una división de clases, en dos categorías de parásitos y productores, no es exac- ta reproducción de la actual composición social, como demuestra el profesor León Duguit, hay que repetir con él, combatiendo la tesis de Georges Sorel, estas elocuentes frases: “La violencia es “esencialmente destructora: es, en efecto, fuente de sufrimiento y “de muerte. La regeneración y el progreso por el sufrimiento es ““una doctrina queme indigna; puede servir de tema a las paradojas 110 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ““de un José de Maistre: puede agradar a algunos individuos exal- ““tados, que buscan por una perversión de los sentidos la volup- ““tuosidad de las maceraciones. Mas, es una doctrina de muer- ter L) El hecho evidente, que no puede discutirse, es que cada día aumenta el número de intereses asociados, de grupos organizados, y que, ante ese aumento de poderes, se ha venido debilitando la potestad del gobernante. En ese sentido, si en la primera etapa del siglo XIX la labor política tiende a regular y fortalecer las libertades individuales, el alborear del siglo XX ofrece un nuevo capítulo para el derecho público: el de los intereses sociales. El Estado del siglo XIX inventó y ayudó a los partidos, como las úni- eas asociaciones que podían actuar e influir en la organización del eobierno y en los actos de la administración pública; el Estado del siglo XX tiene que reconocer que no son aquéllos, las únicas manifestaciones de la opinión del país, porque se han multiplica- do las asociaciones de intereses, cuya legítima acción en los parti- dos y en la yobernación, es la fórmula a resolver. El eminente profesor, ya citado, León Duguit, cree, con con- vieción, que tiene que sobrevenir la organización sindicalista, no revolucionaria, sino federativa, sobre las bases de la descentrali- zación de los servicios públicos. Su doctrina, brillantemente ex- puesta, se condensa en estos párrafos: “en lo alto, gobernantes que “representan la mayoría efectiva de los individuos que componen ““e] grupo social: a ellos, nada de poder público, sino deber de em- ““plear la mayor fuerza en la realización del Derecho, en su senti- ““do más amplio: su acción, reduciéndose por el cumplimiento de “las actividades técnicas a un papel de vigilancia y de control. En ““la sociedad, grupos sindicalistas, fuertemente integrados, fede- ““rados por profesión, teniendo una representación política que ““aseeure una fuerte limitación al poder de los gobernantes. Las “luchas de clases extineuidas o debilitadas por el establecimiento ““convencional de reglamentos determinando las relaciones de ecla- ““ses, entre sí, e inspirados por una conciencia clara de su inter- ““dependencia. Los servicios públicos ejecutados y dirigidos por (1) L. Duguit.—Le droit social, le droit individuel et la transformation de 1*'Etat.—1908, 3me. Coference. E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 111 corporaciones de funcionarios, responsables de sus faltas, lo mis- ““mo que los particulares, y colocados bajo el control y la vigilan- cia de los gobernantes.”” (1) No queremos llegar tan lejos en la interpretación de los hechos. Lo importante, por ahora, es señalar las deficiencias de un sistema que, por su inadecuado desenvolvimiento ha sido propicio a esas reacciones de los elementos sociales, Creemos que la posición de los gobernantes, como órganos del poder público, debe conservarse, y si es posible fortalecer su autoridad política para conseguir la mayor disciolina interior; pero autoridad basada en la confianza de los llamados a respetarla y obedecerla. Creemos, en fin, que la consecución de este régimen de orden ha de depender, sobre todo, de la calidad de la obra administrativa que rinda el Estado futuro, obra admin'strativa que, por su naturaleza, no es posible dejar a la exclusiva acción de simples grupos de individuos, que podría producir, con la mayor especialización profesional, el mayor an- tagonismo de clases, por la posibilidad de divergencia de intereses complejos. No cerramos los ojos a la luz. Entendemos que el fuerte mov1- miento asociacionista contemporáneo es un síntoma elocuente, y que aprovechando lo que tenga de saludable, debe utilizarse para la transformuación que se avecina; pero no llesuemos ni a la exa- gerada organización sindicalista, ni a la absoluta representación profesional. Hay que huir de los extremos, que, aunque aparen. temente, lógicas consecuencias de la realidad, sean opuestos a un verdadero principio de autoridad, elemento de orden, necesario, imprescindible para toda scciedad humana. El valor del asociacionismo es indiscutible. Creo más, que no podrá haber una intervención social del Estado, eficiente y útil, mientras una franca política asociacionista por parte de éste, no se practique, contribuyendo a organizar los grupos de intereses y a darles participación, directa o indirecta, en la función adminis- trativa que :es concierna, Porque, como he sostenido antes, lo que interesa es (que haya más contacto, más compenetración entre los elementos orgánicos de una sociedad política. Llego, por ello, a esta consecuencia: que para la organización del gobierno, de los poderes políticos del Estado, es peligrosa por sus antagonis- (1) Conferencia citada. 112 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. - mos latentes recomendar la representación profesional; la democracia y la conveniencia para los intereses públicos aconsejan más la fuerza del número, en su forma más templa- da, de la representación proporcional. No así para la administra- ción pública, cuyo poder y funciones, de día en día, van siendo más extensos y mejor comprendidos: para ello, sí es indispensable tener en cuenta la estructura social y los diversos intereses que tiene que satisfacer. De ahí, que para la ejecución de los servicios públicos, para la creación de los que se requieran ante nuevas y sentidas necesidades, no baste la oficina burocrática, sino sea com». plemento indispensable la asociación profesional, haciendo sentir sus aspiraciones, defendiendo sus derechos, brindando a la adml- nistración oficial el conocimiento íntimo de cada problema y ae- tuando directamente en su solución. La mayor participación de los administrados en la labor administrativa, dando a ésta fuerza y efectividad, y la asociación de intereses para la iniciativa o la común defensa, como medio para intensificarla, todo bajo el poder de dirección del vobernante y de sus agentes, es para mí, fórmula suficiente para el cumplimiento por el Estado de sus funciones so- ciales. (Sobre la participación voluntaria de los administrados véa- se el estudio de G. Montaeu Harris.—The Cooperations of Volun- tary Organization with the Central Government and the Local Au- thorities —Premier Congrés des Sciences Administratives.—Bruxe. lles, 1910.—Tomo 1.) Lo esencial es que vaya desapareciendo de las comunidades políticas todo lo que sea arbitrario o cireunstancial; que todas las relaciones entre gobernantes y gobernados vayan normali- zándose bajo la decisiva acción del Derecho; que éste, a su vez, sea mejor definido, más adaptado a la realidad social, más pre- cis), para ser mejor utilizado ante los Tribunales de Justicia. “La vida moderna, ha dicho Mr. Larnaude, quiere la precisión. ““La imprecisión es la vida de Bohemia.?”” Y ese derecho, para cuya realización el Estado surge y la so- ciedad se organiza, no puede comenzar destruyendo el principio fundamental que lo inspira, la coordinación de las distintas fuer- zas sociales por normas reguladoras y la necesidad de poderes directores para el orden interior y la defensa de la integridad nacional. Mas, esa primera y esencial finalidad política, no pue- de oscurecer la exigencia, cada vez más sentida, en las democra- cias, del mejor reconocimiento de los distintos intereses indivi- E. Hernández Cartaya: Discurso inagural. 113 duales con aumento del bienestar en las comunidades; exigen- cias que, por las condiciones en que han surgido, toman a veces formas violentas, pero que tendrán que someterse y ajustarse, en definitiva, a la templanza de la regla jurídica. Mientras ésta no se extienda, reinará la incertidumbre, esa ““vida de Bohemia”? a que se refiere el eminente profesor Lar- naude; hay, pues, en gobernantes y gobernados el deber impe- rioso de llegar por la cooperación a la construcción de un régi- men jurídico nuevo que otorgue a las sociedades, en lo alto, los gobernantes, fuertes por el apoyo de las mayorías, y por la con. fianza consecuente de los gobernados, investidos del poder pú- blico, y la administración activa, eficiente, auxiliada por el pais, en virtud de su preparación técnica y de su íntimo conocimiento de las necesidades públicas, y en lo bajo el pueblo, moviéndose libremente en sus asuntos privados, colaborando en la obra ad- ministrativa, y representado eficazmente en la acción política y econ medios rápidos para conjurar actos de abuso o procedimien- tos de espoliación. En todo momento, el derecho o el interés co- locado bajo la guarda de un poder independiente e imparcial: el de los Tribunales de Justicia. Recordemos la hermosa declaración de los Padres de la In. dependencia de la gran democracia de Norte América: ““Nos- “otros consignamos estas verdades que son evidentes por sí mis- “mas: que todos los hombres han sido creados iguales; que han ““sido dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; ““que entre ellos están la Vida, la Libertad y la eonsecución de ““la Felicidad (the pursuit of Happiness). Que para asegurar esos ““derechos, se han instituído los Gobiernos entre los hombres, de- ““rivando sus justos poderes del consentimiento de los goberna- ““dos.'? Hasta ahora, como hemos dicho, ha predominado la la- bor política de los directores y el derecho se ha orientado por el régimen de las libertades; en estos momentos, se acentúa la ne- cesidad de llenar los otros deberes, velando por la vida y por el bienestar de los ciudadanos, función que, por su naturaleza es propia, sobre todo, de la Administración, la cual tiene, por eso, en mi sentir, reservado el principal papel en la transformación que se vislumbra. Ante ese cuadro, que a todos nos preocupa, ¿cómo permane- cer indiferentes los que, en este recinto, tenemos el deber de en- señar a la juventud, no limitándonos a la fría concepción teo- 114 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. rica, sino ofreciéndola los más vivos ejemplos de la realidad? Esa juventud, que presencia a su alrededor la sobreexcitación del mundo, esa strenua inertía como la llamaría el poeta clásico de las Epístolas, es precisamente la que más necesita de preven- ciones y advertencias, por su actuación inteligente, su interven- ción en próximo futuro en la dirección del país, la pone en con- diciones de poder hacer mucho para ofrecer asilo seguro a la Democracia descarriada. Máxime cuando, a mi juicio, de la edvu- cación más extendida, de la prudencia y mutua consideración y del patriotismo de todos ha de depender la evolución que se pre- para, inestable, anárquica y demoledora si sólo debiera su im- pulso al poder material de la fuerza, y no a la consistencia moral del Derecho. L. de Soto y Sagarra: El carácter de Andrómaca. 115 EL CARACTER DE ANDROMACA A TRAVES DE LA LITERATURA (1) POR EL DR. LUIS DE SOTO Y SAGARRA Profesor Ausxiviar de Lenguas y Literaturas Clásicas da la Unwersidad de la Habana. Hay en la Tierra un pueblo pequeño por sus límites geográ- ficos, que en la falange de las grandes potencias forma en segunda fila, vibrando débilmente su voz en el areópago de los Estados po- derosos, mas a despecho de su pequeñez topográfica, que se reduce en el mapa europeo a un continente exiguo y un grupo de islas poco numeroso, es grande por su historia, cual ninguno glorioso por su tradición y cuyas influencias se han dejado sentir centuria tras centuria por todos los ámbitos del orbe civilizado. Ese pue- blo, señoras y señores, es Grecia. Su nombre, hoy como antaño, es lábaro de luz en torno al cual se agrupan todos los que en el alma llevan un rayo de ideal. Sobre su suelo se alza una ciudadela, sagrado montón de ruinas, cuyos mármoles rotos son ara perdurable donde arde el fuego del Arte ante una dsidad eterna, la Belleza. Los fuleores que irradian de la Acrópolis irisan todos los horizontes del mundo espiritual y besadas por su luz han nacido y brillado las nuevas civilizaciones. De ese mundo encantado de recuerdos, de ese eterno Jardín de las Hespérides, yo os traigo un fruto de oro. La mezquina corteza en que mis frases lo envuelvan no ha de impedir, yo es- pero, que vosotros gustéis su contenido. La figura de Andrómaca es una flor de insólita hermosura, sutr- (1) Conferencia pronunciada el día 15 de Febrero de 1919, en la Serie de Extensión Universitaria. 116 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. gida, por la magia de un artista genial, en el arte de Grecia; blanca perla prendida por una mano diestra a la clámide augusta de la leyenda helénica. Su creador es Homero, progenitor de la poesía griega, el rap- soda inmortal que ha concebido la primera epopeya de los siglos, el poeta que, ciego a la visión grosera de las trivialidades de la vida, vió sólc con los ojos del alma, asomando su espíritu a un mundo superior poblado por seres olímpicos, héroes mitológicos y hombres excraordinarios. Los hechos de tales personajes le ofre- cieron los nilos de oro con que tejió el poema que se llama la liada. Pero Homero era humano. Por eso, aunque sus alas de artista le elevaran a una esfera de olímpica belleza, llevaba al ascender un corazón magnánimo en el pecho y el corazón del hombre rinde siempre un tributo a la mujer. Su cerebro de artista creó los tipos viriles de Aquiles y de Héctor; su corazón de hombre concibió los caracteres de Hécuba y de Andrómaca. Andrómaca es la esposa de Héctor, el héroe troyano, que com- parte con el hijo de Tetis las glorias de la Mlíada. Hijo del viejo Príamo, hácese el adalid de la causa de los troyanos, echando sobre sus hombros el peso de la lucha encendida por el amor funesto de su hermano hacia la hermosa Helena. Troya ha cifrado en él to- das sus esperanzas y de su fuerte brazo dependen los destinos de la ciudad sagrada. Digna esposa del héroe es Andrómaca, carácter femenino extraordinario, que el inspirado poeta griego trazó con los más bellos rasgos de su estro. Al conj.:ro del Genio surgió Andrómaca de la mente exaltada del gran épico griego, nueva Palas, emanando del cerebro de Zeus omnipotente al golpe de Hefaistos, armada como ésta de los atributos todos que adornan su figura: brillando en su cabeza, no el bélico atavío de la diosa guerrera, sino la aureola del amor ma- ternal en su expresión suprema; cubriendo con la égida del más easto pudor el pecho donde ardía la lámpara de Eros en el altar de un corazón que latía tan sólo para el objeto amado y llevando en sus manos las armas por excelencia femeniles: el escudo de una virtud inmaculada y una fidelidad irreducible y la lanza de su belleza avasalladora, el arma formidable que la mujer esgrime victoriosa y que frecuentemente ha hecho cambiar los destinos del mundo. L. de Soto y Sagarra: El carácter de Andrómaca. 117 En la epopeya eriega se destacan como luces fugaces en el cielo sombrío de la guerra, figuras femeninas de intensidad vital tan vigorosa que, delineadas por el inmortal ciego, han pasado más tarde de las rapsodias del poema homérico al tesoro de la Litera- tura universal. Hécuba, Helena y Andrómaca, Polixena y Casan- dra son tipos inmortales, perdurables arquetipos del corazón fe- menino en sus diversos matices que han ofrecido desde que Home- ro trazara sus contornos fuente inagotable a todos los poetas que han buscado en el alma de la mujer la Castalia fecunda donde sa- ciar su sed de belleza. Andrómaca es la encarnación de los dos grandes amores que abriga el corazón de la mujer: el amor de la madre, símbolo de todas las ternuros y capaz de todos los sacrificios y abnegaciones, y el amor de la esposa, mezcla de pasión y respeto, que alienta sólo por el , Andrómaca es aquí un personaje de interés secundario, cast un comparsa. cuyo carácter pasa inadvertido. Sólo una vez apa- rece en escena, en el momento en que Héctor se dispone a salir al combate, para tratar de retenerlo en el recinto de Troya. No hay en sus frases aquella grandeza homérica que observamos en la Dlíada: ““When was my lord so much ungently tempr*d to stop his ears against admonishment? un¿1m, unarm, and do not fight to-day.”” El héroe, cuyo carácter ha sido más cuidadosamente traza- do, le responde: ) “You train me to offend you, get you in; by all the everlasting gods 1' go!”” Ella insiste, temerosa de que sus tristes sueños se realicen : ““My dreams will, sure, prove ominous to the day.”” “En dónde está mi hermano...”” Es Casandra que llega, tra- tando de impedir que se cumpla el hado adverso que su espíritu de vidente le descubre. Andrómaca le pide que una a su voz la suya para hacer desistir a su esposo de asistir al combate fatal: 142 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ““Consort with me in loud and dear petition, pursue we him on knees; for 1 have dream 'd of bloody turbulence, and this whole night hath nothing been but shapes and forms of slaughter.?” Casandra suplica a su hermano, pero sin resultado. Sus lú- egubres vaticinios son, como siempre, inútiles. Nadie da crédito a las profecías de aquella pitonisa castigada por el rencor divino. Andrómaca persiste usando todos los argumentos que su atribu- lado corazón le sugiere: “0, be persuaded! Do not count it holy to hurt by being just: it is as lawful, for we would give much, to use the violent thefts, anl rob in the behalf of charity.?? A los ruegos y razones de su esposa y su hermana replica el héroe en el lenguaje que Homero hubiera puesto en sus labios: AS Hold you still 1 say; mine honor keeps the weather of my fate; life every man holds dear; but the brave man holds honor far more precious-dear than life.?? Andrómaca y Casandra, convencidas de la ineficacia de sus ruegos, llaman al viejo Príamo, con la esperanza de que la auto- ridad paternal logre del héroe lo que su cariño de hermana y amor de esposa no han podido alcanzar. Mas Héctor inflexible responde a su anciano padre con la misma energía que antes usó al replicar a las dos mujeres. Su resolución es firme e irrevoca- ble. Ha jurado ante los dioses combatir con los suyos y llegado el momento del sacrificio no vacila en cumplirlo. ““T must not break my faith. You know me dutiful; therefore, dear sir, let me not shame respect; but give me leave to take that course by your consent and voice, which you do here forbid me, royal Priam.?” Y dirigiéndose a su esposa que aún trata de retenerle: ““Andromache, 1 am offended with you: upon the love you bear me, get you in.?? L. de Soto y Sagarra: El carácter de Andrómaca. 143 Obediente se retira Andrómaca, para no reaparecer más en escena. Aunque el poeta inglés no haya trazado con cuidadosos ras- gos el carácter de Andrómaca, y ésta pase por la escena como imagen incolora, sin dejar en el ánimo una impresión intensa, su temperamento es el mismo que ya hemos estudiado. Andrómaca, según la concepción del genio inglés, sigue siendo la esposa aman- te y a la par obediente, si bien la imprecisión con que este poeta traza sus contornos hace de ella una buena esposa, pero no una heroína, que se destaque del nivel de las otras mujeres. Las dos figuras cúspides de las letras germanas, Goethe y Schiller, fueron en Alemania los portavoces del clasicismo griego. El destino los puso frente a frente en Rudolstadt, en el ve- rano de 1788. El hielo que pareció separar en su primer entre- vista a los dos grandes genios, fué bien pronto fundido, y una buena amistad los unió con los lazos del estudio. Goethe había publicado sobre el patrón de Eurípides una “Ifi- genia en Táuride”?”, Schiller también encontró insptración en la leyenda trágica de Agamenón y, saturado del espíritu helénico, traduce la “Ifigenia en Aulide””, algunos fragmentos de “Las Fe- nicias*” y escribe su célebre estudio sobre “Los dioses de Grecia””, donde su alma de artista respira la nostalgia del Olimpo pagano, que le hacía exclamar amargamente: “Oh mundo encantador, dón- de estás...? Retorna, bella primavera de la Naturaleza. Oh! Sólo en las maravillosas regiones de la poesía se descubre aún tu huella fueitiva. La campiña está muerta y despoblada, ninguna divi- nidad se ofrece a mis miradas, sólo encuentro la sombra de una imagen amable de la vida.”” El autor de la inmortal leyenda de Fausto, después de muerto Schiller, vuelve a inspirarse en la tradición griega. ““Prometeo”” y “Pandora ' son los seres que más atraen su admiración. El campo legendario donde espigaron estos dos hombres genia- les fué, como se ve, estrecho. Creadores de figuras eternas como Guillermo Tell y Fausto, sintieron, como toda alma artista, el re- elamo de la helleza pagana y le rindieron culto momentáneo. Mas su estro les llevaba por diverso sendero. Por eso, al recorrer, en 144 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. rápidas jornadas, los cármenes de la tradición griega no detuvie- ron su paso presuroso ante esa flor insólita confundida entre la flora exuberante del poema de Homero. Andrómaca, por tanto, no ha dejado su huella en la literatura de Alemania, donde otras heroínas, mo menos admirables, han en- contrado un solio perdurable. Para hallar nuevamente el carácter homérico, objeto de nues- tro estudio, debemos trasladarnos mentalmente a la brillante corte de Luis XIV de Francia. Racine, en su tragedia 'Andromaque””, ha tomado de Eurípi- des el tipo de su protagonista, tal como aquél lo muestra en “Las Troyanas””, haciendo caso omiso de todo el episodio que sirve de asunto a la segunda tragedia del poeta griego, que hemos exa- minado. En el segundo prefacio de su obra cita los versos de la Eneida donde está contenido el argumento que informa su tragedia, aña- diendo: ““he ahí, en pocos versos, todo el asunto de esta tragedia; el lugar de la acción, lo que sucede, los cuatro principales acto- res y hasta sus caracteres, excepto el de Hermione, cuyos celos y arranques son tan marcados en la ““Andrómaca”” de Eurípides. Esta es casi la única cosa que yo he traído aquí de este autor. Por- que aunque mi tragedia lleve el mismo nombre que la suya, el asunto es, no obstante, bien distinto. Andrómaca en Eurípides sufre por causa de Molosso, que es un hijo que ella ha tenido de Pirro y que Hermione quiere hacer morir con su madre. Pero aquí no se trata de Molosso. Andrómaca no conoce más esposo que Héctor ni más hijo que Astianacte. Yo creo que ello es más conforme a la idea que nosotros tenemos de esta princesa. La mayor parte de los que han oído hablar de Andrómaca no la co- nocen más que como la viuda de Héctor y la madre de Astianacte. No creen en lo absoluto que ella debe amar otro esposo ni otro hijo, y yo dudo que las lágrimas de Andrómaca hubiesen hecho sobre el ánimo de mis espectadores la impresión que han causado si ellas hubieran sido derramadas por otro hijo que el que ella tenía de Héctor. Es verdad que yo me he visto obligado a hacer vivir a NAAA L. de Soto y Sagarra: El carácter de Andrómaca. 145 Astianacte uu poco más de lo que él vivió, pero yo escribo en un país donde esta libertad no podría ser mal recibida.”” Y Racine, deseoso de agradar a su público, adereza con la gra- cia francesa el manjar homérico que con sal ática sazonara Eurí- pides anteriormente. Atavía a la heroína troyana con el traje de corte versal esco para presentarla a los ojos de la Duquesa de Or- leans, a quícn dedica su obra. “La regla soberana es complacer a Vuestra A'teza Real”, dice en su dedicatoria a la cuñada de Luis XIV, y a esa norma atempera los caracteres de sus persona- jes. Y ante el dolor de Andrómaca las lágrimas resbalan sobre las mejillas de rosa de la bella Duquesa. Esas gotas de llanto son para el galante poeta la mayor recompensa. Andrómaca se nos presenta esta vez bajo un aspecto nuevo, pero siempre grandiosa. Fiel al recuerdo de su amado Héctor desdeña los halagos y promesas del esposo de Hermione que, a cambio de su amor, le ofreee el trono y lo que vale aún más, la vida de As. tianacte que reclaman los griegos . En el acto primero nos presenta Racine la entrevista de Pirro con Andrómaca. “Me buscábais, Señora?””, pregunta interesado el hijo de Aquiles al encontrar a Andrómaca. La respuesta de la viuda de Hé:vtor tiene el helado tono de la indiferencia: ““Je passais jusqu'aux lieux oú 1%0n garde mon fils, Puisqu'une fois le jour vous souffrez que ¡je voie Le seul bien qui me reste et d*Hector et de Troie, 3'allais, seigneur, pleurer un moment avec lui; je ne 1”ai point encore embrassé d 'aujourd *hui.?? Andrómaca, absorta en su pensamiento, no ha advertido el in- terés de Pirro. Trata éste entonces de ganar su eorazón tocando en él su fibra más sensible, la del amor materno, anunciándole que el odio de los grieeos hacia Héctor, inextinto se concentra en su hijo y pider que perezca. Mas a cambio de un mirada suya, de una leve esperanza, él le promete hacer frente a los enemigos de Troya, amparar al desvalido huérfano, ser el adalid de su causa y defender su vida aunque fuera preciso sacrificar la propia: ““ Je vous offre mon bras, Puis je espérer encore que vous accepterez un coeur qui vous adore? En combattant pour vous me serait-il permis De ne vous pas compter parmi mes ennemis???” 146 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. A este arranque de generoso amor responde Andrómaca con exquisito tacto, que revela su temple superior: ““Seigneur, que ditez-vous? et que dira la Gréce? Faut-il qu'un si grand! coeur montre tant de faiblesse? Voulez-vous qu'un dessein si beau, si généreux, Passe pour le transport d'un esprit amoureux? Captive, toujours triste, importune á moi-méme, Pouvez-vous souhaiter qu*Andromaque vous aime? Quels charmes ont pour vous des yeux infortunés Qu'a des pleurs éternels vous avez condamnés? Non, non, d'un ennemi respecter la misére, Sauver des malheureux, rendre un fils á sa mére, De cent peuples, pour lui, combattre la rigueur, Sans me faire payer son salut de mon coeur, Malgré moi, s%il le faut, lui donner un asile, Seigneur, voilá des soins dignes du fils d'Achille. ?” Gesto hermoso el de Andrómaca mostrando a Pirro la senda dig- na del hijo de un héroe, siendo ese héroe Aquiles, matador de su esposo y causa de su duelo. Pirro insiste, se humilla, reconoce los males que ocasionó a Troya y se arrepiente de ellos, y en su afán irrefrenable de con- mover a Andrómaca promete borrar con su conducta futura los daños del pasado. Una palabra suya y él le devolverá su hijo, le servirá de padre, le enseñará a vengar a los troyanos, irá perso- nalmente a castigar a los griegos por los males causados a su amada; alentado por una mirada de aquella mujer será capaz de hacer resurgir a Troya de sus cenizas, coronando sobre sus muros reconstruídos al hijo de Héctor. Mas todas sus promesas son in- útiles. A sus apasionadas frases contesta Andrómaca en el amar- go lenguaje del desengaño; ya no anhela grandezas, no espera ver de nuevo los muros que Héctor no pudo defender, sólo pide un destierro, un lejano rincón donde ocultarse con su hijo para llorar al esposo querido; “vuestro amor—le dice—enciende demasiado odio centra nosotros. Volved, volved a la hija de Helena””. Pirro protesta, alegando que no puede ofrecer a Hermione un corazón que ha consagrado por entero a Andrómaca, mas ésta le rechaza nuevamente, alentándole a que retorne al lado de la mujer que ha venido del Epiro para ser su esposa. Ante tal resistencia, exclama Pirro airado: L. de Soto y Sagarra: El carácter de Andrómaca. 147 ““Hé bien! madame, hé bien! il faut vous obéir. Il faut vous oublier ou plutót vous hair. Oui, mes voeux ont trop loin poussé leur violence, Pour ne plus s'arréter que dans 1'indifférence. Songez-y bien. Il faut désormais que mon coeur, S'il n'aime avec transport, haisse avec fureur, Je n'épargnerai rien dans ma ¡uste colére; Le fils me répondra des mépris de la mére; La Gréce le demande, et je ne prétends pas Mettre toujours ma gloire a sauver des ingrats,?” Ante el tono amenazador adoptado por Pirro, el corazón de Andrómaca asoma a flor de labios cuando exclama entre triste y resignada: ““Hélas! il mourra done! Il n'a pour sa défense Que les pleurs de sa mére et que son innocence; Et peut-étre, aprés tout, en 1*état ou je suis, Sa mort avancera la fin de mes ennuis. Je prolongeais pour lui ma vie et ma misére; Mais, enfin, sur ses pas, j'irai revoir sen pére. Ainsi, tous trois, seigneur, par vos soins réunis, nous vous...?? ““Allez, madame, allez voir votre fills” —le responde Pirro confia- do en que la vista del hijo ablandará el corazón de la madre, ineli- nándola a aceptar sus amantes ofertas. Y concluye: ““pour savoir nos destins, j'irai vous retrouver. Madame, en 1'”embrassant, songez a le sauver.?? Así termina este admirable diálogo, bellísimo pasaje de la her- mosa tragedia, en el que Racine supo trazar con diestros rasgos dos caracteres de intenso relieve. En la imposibilidad de analizar en detalle la hermosa obra que estoy ofreciendo a vuestra consideración, pasaré por alto todo el acto segundo. en que el autor describe de mano maestra, la pasión de Orestes por Hermione y los celos que Andrómaca despierta en el corazón le la hija de Helena, desdeñada por Pirro. Tan sólo traeré aquí un fragmento del mismo, en el cual describe aquél a Fénix la escena que ha sorprendido entre Andrómaca y su hijo, porque es otra pincelada en el cuadro del carácter de la viuda de Héctor: “£ ...Tu l'as vu comme elle m'a traité? Je pensais, en voyant sa tendresse alarmée, 148 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Que son fils me la dút renvoyer désarmée; Jallais voir le succes de ses embrassements; Je n'ai trouvé que pleurs mélés d'emportements. Sa misére 1*aigrit, et toujours plus farouche, Cent fois le nom d'*Hector est sorti de sa bouche, Vainement á son fils j'assurai mon secours: ““C'est Hector””, disait-elle, en 1”embrassant toujours: “*Voilá ses yeux, sa bouche, et dejá son audace; C'est lui méme, c'est toi, cher époux, que j'embrasse.?” Como se ve es Héctor y sólo Héctor el que sigue llenando su amante corazón. En su hijo se concentran sus dos grandes amores, pues une en él su cariño de madre y el recuerdo imborrable de su esposo amuerido. La entrevista de Andrómaca y Hermione, en el acto tercero, es otro de los más inspirados pasajes de la obra. El poeta nos pre- senta a la viuda de Héetor de rodillas, suplicando por su hijo ante la altiva Hermione. No hallaremos aquí las duras frases que ca- racterizan este diálogo entre las dos rivales en el drama de Eurí- pides. El oreullo de Andrómaca se humilla obedeciendo a un im- pulso más noble: el amor maternal. “No veneo—dice—a envidia- ros un corazón que se rinde a vuestros encantos. Por una mano cruel yo he visto perecer el único hombre a quien se dirigían mis miradas. La llama de mi amor hacia Héctor brilló en otro tiempo y con él se encerró en la tumba. Pero me queda un hijo... que tratan de arrebatarme.?? No es la rival quien habla; las frases de la viuda son mariposas de luz que van directas del corazón de una madre «l de otra mujer que un día podrá serlo. “Vos sabréis aleún día, señora, hasta dónde nos lleva nuestro amor por los hi- Jos, mas no sabréis, al menos yo lo anhelo, en qué angustia mortal nos sume su suerte ?” Para exptarse la protección de Hermione le recuerda el pasado: ““Cuando cansada de luchar diez años a vuestra madre amenazaba Troya, logré que mi Héctor le prestase auxilio. Lo que hice entonces yo, con Pirro ahora hacedlo vos. .?? A la exposición de sus penas y zozobras, contesta Hermione con altanera cortesía: *“*“Concibo vuestros dolores; pero un deber severo me obliga a callar cuando mi padre ha hablado. El es quien en- ciende la cólera de Pirro.” Y termina con sangrienta ironía, dan- L. de Soto y Sagarra: El carácter de Andrómaca. 149 do salida al rencor que alberga su alma: ““Si es preciso conmover a Pirro, ¿quién puede conseguirlo mejor que vos? Vuestros 0jos han reinado durante bastante tiempo sobre su alma. Que él senten- cie y yo acataré lo que determine. ”” Por la segunda vez se cruzan Andrómaca y Pirro. Mas ahora el amante ha cambiado de táctica. Se muestra sereno, resuelto a sacrificar al hijo de Héctor comprendiendo que el corazón de An- drómaca será irreductible a sus promesas. Ahora es ella la que su- plica; al oir que Pirro le dice a Fénix “vamos a entregar a los eriegos el hijo de Héctor”? no puede contenerse y cayendo a sus pies exclamo suplicante: Ah! seigneur, arrétez! Que prétendez-vous faire! Si vous livrez le fils, livrez-leur done la meére. Vos serments mont tantót juré tant d'amitié Dieux, ne pourrai-je au moins toucher votre pitié! Sans espoir de pardon m>”avez-vous condamnée?”” Y viendo que Pirro no cede, que al recordarle sus anteriores promesas le contesta que entonces estaba ciego, pero que ya se ha convencido de que ella no podrá amarle, continúa: | “* ....Ah!, seigneur, vous entendiez assez Des soupirs qui eraignaient de se voir repoussés Pardonnez á 1*éclat d'une illustre fortune Ce reste de fierté qui craint d 'étre importune, Vous ne l*ignorez pas. Andromaque, sans vous, N *aurait jamais d'un maítre embrassé les genoux.?? La amareura de Andrómaca se desborda en sollozos: ““Jadis Priam soumis fút respecté d'Achille; J 'attendais de son fils encor plus de bonté; Pardonne, cher Hector, á ma crédulité. Je nai pu soupconner ton ennemi d'un crime; Malgré lui-méme, enfin, je 1”ai cru magnanime. Ah! s'il 1'était assez pour nous laisser du moins Au tombeau qu'á ta cendre ont élevé mes soins Et que, finissant lá sa haine et nos miséres, Il ne séparát point des dépouilles si chéres, ?” Pirro, conmovido, cede nuevamente. Dejándose llevar otra vez de su amor, reitera sus promesas; pero poniendo a Andrómaca en la alternativa de reinar salvando a su hijo o dejarle perecer rehu- 150 Revista de la . acultad de Letras y Ciencias. sando desposarse con el hijo de Aquiles. ““Pensadlo bien—le dice—, Os dejo y vulveré a buscaros para ir al templo donde espera ese hijo, y allí me veréis sometido o furioso coronaros, señora, O per- derlo a vuestros ojos.”” Desaparece Pirro, y Andrómaca, vacilante, abre su corazón a su esclava Cefisa. ¿Qué partido tomar?... Rememora en toda su trágica grandeza la entrada de Pirro en Troya a la luz del incendio y entre los alaridos de los moribundos, abriéndose paso entre los cadáveres de los hijos de Príamo, enrojecido con la sangre de sus hermanos muertos. ¿Cómo aceptar por esposo al hombre que se ofrece ante sus ojos tras ese velo sangriento?... No, antes que cómplice de sus crímenes preferirá ser, con su hijo, su víctima pos- trera. “Pues bien, dice Cefisa, vamos a ver expirar vuestro hijo. Por vos sólo se espera.”” Las frases de la esclava la hacen volver a la realidad espantosa y retrocede horrorizada ante el abismo que se abre a sus pies. El recitado que sigue es, a mi ¿uicio, de tal belleza y tal fuerza emo- tiva, que aun a trueque de abusar de vuestra atención, no he po- dido resistir al deseo de ofrecéroslo íntegro: ““Ah! de quel souvenir viens-tu frapper mon áme? Quoi! Céphise, j'irais voir expirer encor Ce fils, ma seule joie et 1'image d*Hector? Ce fils que de sa flamme il me laissa pour gáge? Hélas! je men souviens, le jour que son courage Lui fit chercher Achille ou plutót le trépas, Il demanda son fils et le prit dans ses bras: ““Chére épouse?”, dit-il en essuyant mes larmes, ““*J 'ignore quel succés le sort garde á mes armes; Je te laisse mon fils pour gáge de ma foi; S'il me perd, je prétends qu'il me retrouve en toi. Si d'un heureux hymen la mémoire test chére, Montre au fils á quel point tu chérissais le pére.?? Et je puis voir répandre un sang si précieux? Et je laisse avec lui périr tous ses aieux? Roi barbare! faut-il que mon crime 1'entraine? Si je te hais, est-il coupable de mon haine? T'at t-il de tous les siens reproché le trépas? S*est-il plaint á tes yeux des maux qu'il ne sent pas? Mais cependant, mon fils, tu meurs si je n'arréte. Le fer que le cruel tient levé sur ta téte, Je 1'en puis détourner et je t”y vais offrir! Non, tu ne mourras pas, je ne le puis souffrir, Allons trouver Pyrrhus.??” L. de Soto y Sagarra: El carácter de Andrómaca. 151 Andrómaca, agitada por tan encontrados pensamientos, va a buscar la calma y consuelo sobre la tumba de Héctor. De alli vuelve serena, resuelta; ha encontrado la fórmula de salvar a su hijo siendo fiel a la memoria de su esposo. Confía a Cefisa su trá- gica resolución al decirle: “Voy, puesto que es forzoso, al sacrificio: a dar a Pirro el resto de mi vida, a enlazarme con él en los altares y a unirle coz mi hijo eternamente. Después mi mano, para mí funesta, de mi existencia infiel cortará el hilo, y así podré cumplir con lo que debo a Héctor, a Pirro, a mi hijo y a mí misma.?”” La fiel esclava trata de seguirla, pero ella la detiene. La erige en guardiana de su querido hijo, a ella lo confía; es, pues, preciso que viva para cumplir la última voluntad de la madre que muere por salvarle: ““Que conozca a los héroes de su raza, que mientras pueda por su senda marche, que sepa lo que hicieron esos héroes para legarnos nombres inmortales. Háblale siempre de su padre egregio y alguna vez recuérdale a su madre; pero que nunca con venganzas sueñe, un Señor le dejamos, que le acate. Que guarde la memoria de su estirpe y se mantenga digno de su padre: porque así sé mantenga, sacrifico mi cariño, mis odios y mi sangre.?? Estos versos encierran el sublime testamento de Andrómaca, que es el último trazo que nos revela el carácter de la heroína. Andrómaca, firme en su propósito de morir por su hijo, lleva a término, impasible, su heroica resolución. Cleone describe a Her- mione la ceremonia del himeneo en estos términos: **Andrómaca a través de mil gritos de júbilo, lleva aun a los altares el recuerdo de Troya; siempre incapaz de amar o aborrecer, parece obedecer sin gozo ni protesta. ?? Cuán ajena estaba la que así se se expre- saba de la tormenta desencadenada bajo aquella aparente impa- sibilidad de Andrómaca! 152 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Sobre su frente brilla la diadema real y oye sin alterarse, muda como la imagen de la Indiferencia, las frases de ritual de la coro- nación. El sacrificio se ha consumado. Es el momento trágico. En ese instante los griegos amotinados se abalanzan sobre Pirro que cae ensangrentado sobre las losas del templo. Y aquella mujer que no le ama, que no le ha amado nunca, al verle caer, se acuer- da de que ese hombre es su esposo y ha muerto por salvarla, y re- cobra su perdida energía. Ríndele los honores de una viuda fiel y rodeada de su nuevo pueblo da órdenes para que los asesinos del rey sean perseguidos y su muerte vengada. Con ello, no sólo cas- tigará a los matadores de Pirro, sino también a los mortales ene- migos de Héctor. Desde Homero a Racine hemos seguido las huellas de la he- roína troyana. El carácter de Andrómaca a la luz de épocas di- ferentes y de distintos pueblos, se nos ha revelado siempre el mis- mo: amoroso, con todas las ternuras y abnegado ante todos los sa- crificios. Temperamento femenino de temple heroico, el amor y la constancia son sus características fundamentales. Madre sublime y esposa modelo, Andrómaca es tal vez la más perfecta creación del genio griego. Homérica figura, cuyo estudio resulta interesante en pleno siglo XX, porque es un arquetipo perdurable del alma femenina. Maravillosa flor que se abre en Grecia para esparcir su perfume en todos los climas sin perder sus encantos. Y aún vive lozana. Nuevos poetas se acercarán a ella para cantar un himno a su belleza en líricas estrofas, narrar sus desventuras en las rap- sodias de un poema heroico o llevar a la escena la tragedia de su vida, porque los raseos que forman su carácter han hecho de la esposa de Héctor una de las figuras femeninas más interesantes y de mayor relieve con que Grecia ha enriquecido el tesoro de la Li- teratura universal. | A, Mestre: La “*Sociedad Poey** de 1918, a 19193. 1 a Du LA VIDA DE LA “SOCIEDAD POEY”” DE 1918 A 1919 (1) POR EL DR. ARISTIDES MESTRE Secretario general (1914-1919). Profesor Auxiliar de Biología, Zoología y Antropología. Señor Presidente; Señoras y Señores: “La Ciencia es más bella que Delfina, más amable que Flérida, más apetecible que Silvia, más resplandeciente que Atalaya'”—afir- mó Poey en una de sus presas exquisitas. Así la comprendía su espíritu superior cuando aseguraba que ““puede el hombre esperar días tranquilos y felices estudiando a la naturaleza””, sobre todo si al bajar con los años aquel sendero de la vida, las queridas ilusiones se han disipado unas tras otras... Y es que esa naturaleza mostróse para aquél,* siempre la misma : las aves conservaron sus cantares, el arroyo sus murmurantes quejas, el árbol su verde cabellera, el ro- cío sus fuezos diamantinos; el so] penetra aún mi cuerpo fatiga- (1) Discurso leído en la sesión solemne del 26 de Mayo de 1919, con- memorativa de la fundación de la Sociedad Cubana de Historia Natural **Fe- lipe Poey?” y celebrada en es Salón de Conferencias de la Universidad. En la misma sesión y después que fueron proclamados en oportuna alocución, ex- poniéndose sus antecedentes científicos, por el Dr. Carlos de la Torre los So- cios honorarios mencionados en este discurso anual, tomó posesión la siguiente Junta Directiva para 1919 a 1920: Presidente: Dr. Carlos de la Torre; Vice- Presidente: Dr. Luis Montané; Secretario general: Dr. Víctor J. Rodríguez; Secretario adjunto: Dr. Gonzalo M. Fortun; Vice-Secretario: Dr. Juan M. Dihigo; Tesorero: Dr. Mario Guiral Moreno.—SECCIONES. Mineralogía y (Geo- logía: Director, Dr. Santiago de la Huerta; Secretario, Dr. Ricardo de la Torre Madrazo; Biología: Director, Arístides Mestre; Secretario, Sr. P. Ca- sanova Paretz; Botánica: Director, Dr. Felipe G. Cañizares; Secretario, Señor Hermano León; Zoología y Paleontogía: Director, Dr. Carlos de la Torre; Secretario, Dr. Víctor J. Rodríguez; Antropología: Director, Dr. Luis Monta- né; Serretario, Dr. Manuel Mencia; Agronomía: Director, Sr. Juan R. Johns- ten; Secretario, Sr. Rodolfo Arango. 154 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. do, y la imaginación se enciende a mi presencia””—nos decía en frase no olvidada. El alma de Poey constantemente en pos de eso que él juzgó valimiento, poderío, estimación, riqueza y dicha; ella nos induce a seguir su hermosa senda y a cultivar—en modestí- sima esfera de acción, desde luego—, las Ciencias Naturales. Y es- te grupo de conocimientos para uno de los grandes de la edad áurea de Inelaterra no sólo ha valido a la humanidad prácticos beneficios y determinado una revolución en el concepto del uni- verso y de ella misma, sino que también ha encontrado Y fomen- tado las ideas que más logran satisfacer nuestras necesidades es- pirituales... Yo vengo a deciros—una vez más, señor Presidente y señores, en esta sesión conmemorativa—que la Sociedad Poey ha continua- do fiel al pensamiento del Maestro, esforzándose por ilustrar el es- tudio de nuestra Zoología, de nuestra Botánica, de nuestro Reino Mineral. Os daré cuenta de la labor realizada en el año académico que hoy concluye; y veréis que, a pesar de las cireunstancias con- trarias de la época que estamos atravesando, el tiempo se ha aprove- chado bastante; satisfaciéndome expresar que los distinguidos com- pañeros que contribuyeron a sostener el movimiento intelectual en el seno de la Sociedad, no han experimentado la fatiga del trabajo, contentos de servir a la causa de la eultura cubana en uno de sus aspectos más interesantes. Sucedióles a ellos lo que a la aldeana de los Alpes de que nos hablaba Huxley al considerar a las Cien cas Naturales difundiendo el vivo resplandor de sus verdades en- tre los hombres: de la misma manera que aquélla, al trepar la abrupta montaña no siente el peso de la carga que lleva consigo y sólo le preocupa el bien que ha de reportale a los suyos, así nues- tros amigos al emprender sus estudios e investigaciones, no pensa- ron en las vicisitudes a ellos aparejadas, sino en la dulce y hala- gadora compensación del triunfo soñado, y llegan a la cumbre con el mismo ardor Y entusiasmo de cuando iniciaron la científica jor- nada. MINERALOGIA Y GEOLOGIA Fueron los primeros actos de la Sociedad Poey en el año aca- démico de 1918 a 1919 expresiones de gratitud, homenajes rendi- dos muy justificadamente por los Dres, Antonio Pastor Giraud y Santiago de la Huerta. A. Mestre: La **Sociedad Poey** de 1919 a 1919. 155 El Dr. Giraud, actualmente socio corresponsal en los Estados Unidos, desvués de haberlo sido titular, pronunció dos conferen- cias ilustradas profusamente con proyecciones luminosas, relati- vas a la Universidad de Princeton (New Jersey): una de ellas con- siderando el espléndido desenvolvimiento que allí ha alcanzado la educación física; y, la otra, sobre la vida intelectual y moral de aquel superior Centro docente. De ese modo, el Dr. Giraud pagó tributo de agradecimiento a la Universidad donde ha estado varios años ampliando sus conocimientos geológicos, principalmente, pues en esa rama de la Historia Natural el estimado colega tiene ya un buen nombre, que ha logrado afianzar con sus diversas publicacio- nes: de entre ellas, recordamos con gusto las relativas a los ma: nantiales de Vento y a la sismología de la resión oriental de Cuba, ambas leídas en esta Sociedad. Su tesis de Doctorado sobre los arrecifes de coral merece, sin duda, especial mención. Esas dos conferencias del Dr. Giraud fueron dedicadas a los alumnos de nuestra Universidad, quienes, al escucharlo, pudieron darse cuenta de los caracteres propios a la vida estudiantil de Princeton; oyen. do, por otra parte, de labios del Dr. Carlos de la Torre los ante- cedentes científicos del Dr. Giraud, expuestos especialmente al efec- tuar su presentación. El Dr. Huerta nos hizo una hermosa exposición de la obra rea- lizada por el eminente geolózo Henry F. Williams, que vivió mu- chos años en Cuba, falleciendo de gripe en la Habana el 31 de Julio de 1918. El estudio del Dr. Huerta—como muy oportu- namente hubo de manifestar nuestro Presidente al abrir discusión sobre él—aO fué una simple nota necrológica, según se anunció, sino un examen crítico, lleno de importantes apreciaciones sobre la vida Y trubajos del ilustre norteamericano, comprendiendo estos capítulos: labor estratigráfica; filosofía y método estratigráficos; filosofía cronológica y método de correlación; filosofía geológica; juzgando, después, al hombre de ciencia, al profesor y a su carác- ter, con los datos biográficos y bibliográficos. Hizo ver la orienta- ción que dió a sus investigaciones referentes a la Geología y a la Paleozoología, a la Cronología; porque, en efecto, Williams, no tan sólo fué feliz en el uso de los términos técnicos, si que también ahondó cenialmente con sus pesquisas en el campo de la morfo- logía y de su génesis, fijándose en las cuestiones que relacionan la sucesión de las faunas con el proceso de transformación de las 156 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. especies animales, aunando el concepto de la matería con la acti- vidad vital, es decir, dando base fecunda a la llamada Geología biológica. La exposición del Dr. Huerta fué digna del sabio ob- jeto de ella, de alta condición mental, de sagaz penetración ante los complejos problemas de la evolución del planeta y de las for- mas desenvueltas a través de las edades geológicas. Al evocar el Dr. Huerta, además, la memoria de otros sabios recientemente fallecidos, creímos no ser extemporáneos dedicán- dole algunas frases al recuerdo de Theodore Roosevelt, en quien ya los cubanos hemos honrado su personalidad de patriota y de políti- eo, correspondiendo a lo que él fué para la causa de nuestra inde- pendencia; pero, el ex-Presidente de los Estados Unidos, se des- tacó también como naturalista, y bajo este aspecto fué por mi considerado. Hace precisamente un año—y cuando pensaba no estu. viera tan próximo su fin—el mismo Roosevelt publicó en el “Ame. rican Museum Journal”? un interesante escrito titulado My life as a Naturalist, lleno de hechos sugestivos referentes a sus exploracio- nes en el continente africano, de donde trajo para los Museos de New York y Washington eran cantidad de ejemplares de feroces animales que cazó en esa selvático región del viejo mundo. La his- toria de la participación de Roosevelt en el dominio de la Historia Natural ha sido recientemente trazada por Henry Fairfield Osborn, nuestro Socio honororio, el sabio Presidente del Museo Americans de Historia Natural de New York. Su lectura hace ver todo lo que hizo Roosevelt en aquel sentido y los servicios que prestó en diversas expediciones científicas. Las apreciaciones sobre los estudios geológicos de Williams, de las que hablé hace un momento, me recuerdan, y no debo dejarlo para más alelante, que dos de nuestros más jóvenes socios diset- pulos muy laboriosos del Dr. Huerta, los Sres. René San Martín y Ricardo de la Torre Madrazo, ambos Ayudantes Facultativos del Departamento de Mineralogía v de Geología de esta Universidad, presentaron una Nota preliminar referente a estudios mineralógi- cos, leída por el segundo de aquéllos. Diré aleunas palabras de sus buenos propósitos antes de ocuparme de trabajos que tratan del mundo viviente. Los señores San Martín y La Torre Madrazo no tuvieron más objetivo en su comunicación que prologar, pudiera decirse, a pró- ximos estudios: presentar ““el bosquejo de las especies mineraló- A. Mestre: La ““Sociedad Poey*” de 1918 a 1919. 157 gicas que exncontramos—expresaban—en Cuba y sus localidades””, mencionando preferentemente las visitadas por ellos y citaron al- gunas estimadas como famosas a causa de las múltiples y distin- tas especies mineralógicas que en ellas se encuentran. Es ésta, la de nuestros amigos, una labor que comienza; más adelante da- rán mayor número de especies con sus respectivos análisis, análisis que han de completar con los exámenes microscópicos de los mine- rales, siguiendo las indicaciones hechas a ellos por nuestros Pre- sidente al considerar la mencionada Nota preliminar; alentánao- los para que no desmayen en su empeño y logren en no lejano día terminarlos satisfactoriamente. De mi parte reciban los nuevos mineralogistas cubanos mi mejor aplauso y el más ardiente deseo de éxito en sus estudios. ANTROPOLOGIA ZOOLOGICA Serán ahora motivo del discurso los trabajos que se relacionan con los seres organizados, bien porque ellos vivan actualmente o bien porque no existan y sólo puedan ser estudiados en sus hue- llas o restos fósiles: entremos, pues, en el terreno de la Zoologia y de la Botánica, y de las dos Paleontologías, la vegetal y la ani- mal. Empecemos por la Antropología zoológica. La Antropología, señores, no adquirió el carácter de ciencia sino cuando la idea del lugar que el hombre ocupa en la natura- leza fué precisado, despojándosele entonces de su ilusoria sobera- nía al colocarle en el puesto que realmente le corresponde en la escala zoolózica. Al desaparecer el error geocéntrico, ya el sol no oscilaba alrededor de la tierra; al destruirse, también, el error antropocéntsico ya no era el rey del Universo como creyó en pa- sadas épocas. Los progresos científicos le hicieron ganar en supe- rioridad intelectual y abandonar esos primitivos conceptos; y tan pronto el eran Linneo nos incluyó en el orden de los Primates, el estudio del hombre cayó bajo el dominio del naturalista, que lo examina a la luz de la ciencia, física y psíquicamente. Ya hoy nadie duda que las investigaciones comparativas han desenvuelto notablemente el capítulo importantísimo de la Antropología z00ló- gica, merced a las nuevas orientaciones debidas a los contemporá- neos. Las recientes observaciones sobre el grupo superior de los mo- 158 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. nos antropoides, el de los Simiidae, completan el conocimiento de lo morfología, de la fisiología, de la patología, de la psicología y de la sociología humanas: y nuestro querido Vicepresidente, doc- tor Luis Montané con su Nota adicional al estudio del Chimpancé cubano—llena de la sutileza espiritual que distingue todos los es- eritos del que tiene la página más brillante en la historia de la An. tropología local—prueba aquel aserto suficientemente. Hagamos un poco de historia. Recordarán ustedes, seguramen- te, que en la sesión del 2 de octubre de 1915, el Dr. Montané nos leyó un interesantísimo trabajo dándonos cuenta del nacimiento de un Chimpancé en Cuba al que pusieron por nombre Anumá, hijo de Jimmy y de Cucusa: todos vivían en la Quinta de Palatino; suceso que llamó la atención del mundo científico, interesando a sabios como Metchnikoff, Hornaday y Yerkes con razón, por- que se trataba nada menos que de ser la primera vez que naciera en cautiverio un mono antropomorfo. En el discurso en que os relataba las tareas de la Sociedad Poey en el año de 1915 a 1916, hube de ocuparme del trabajo del Dr. Montané y de su mérito científico; y ahora voy a referirme a la Nota adicional al primer estudio presentada en la sesión del 28 de Marzo último. Cucusa fué llevada a Francia en estado de preñez, verificándose el alum- bramiento el 2 de Diciembre de 1917 en un lugar de los Pirineos y en condiciones climatéricas y de alimentación distintas a las de Cuba. El Dr. Montané expuso las cireunstancias que concurrie- ron en el alumbramiento y que determinaron la muerte del hijo y de la madre, detalles que comprenden la observación total del caso. Es bien lamentable la pérdida de Cucusa debida a la diferen- cia de medio. El examen científico hubiera podido seguirse más adelante bajo el aspecto psíquico y social de esa familia de antro- poides, agregando a las hechas otras nuevas apreciaciones y Otros datos aportados en favor de un problema que ha sido objeto de una espléndida y reciente monografía del Profesor Yerkes, de Harvard University, titulada The mental life of Monkeys and Apes: A Study of Ideational Behavior (1916); monografía en que se cita la observación del Dr. Montané como demostrativa de que el an- tropoide puede reproducirse en cautiverio en América y en la re- gión de las Antillas. Vanagloriémonos—por lo que el hecho sio- nifica para la Antropología zoológica—de que nuestra Cuba haya A. Mestre: La *“Sociedad Poey*” de 1918 a 1919. 159 sido la cuna del joven chimpancé Anumá y de que los amores de Cucusa y de Jimmy hayan ilustrado la psciologia de los monos superiores a los que tantos lazos nos ligan ciertamente. ENTOMOLOGIA Y PATOLOGIA VEGETAL En materia de Entomología hemos tenido tres trabajos: el de Comejenes de Cuba, por el Dr. Patricio G. Cardin; el de Insectos y enfermedades de las plantas, por el Sr. John R. Johnston, y el del Sr. Rodolfo Arango, sobre el Aleurocanthus Woglumm. El laborioso jefe del Departamento de Entomología y de Pato- logía Vegeta' de la Estación Experimental Agronómica de Santia- go de las Vegas, Sr. Cardin, amplió su primer trabajo sobre Come- jenes de Cuba, ya publicado en nuestras ““Memorias””, agregán- dole nuevos datos biológicos sobre especies otra vez recolectadas; transcribe observaciones de Gundlach por estar agotada su obra Contribución a la Entomología Cubana y señala el número total de especies de termítidos; entre ellas el Calotermes, aún no descri- ta. El estudio del Sr. Cardin—continuación de su serie de Notas Entomológicas que año tras años nos viene presentando—es un trabajo que, como expresó el Dr. La Torre, reviste un doble ca- rácter: el de rectificación y el de adición de nuevas especies. El competente Jefe de la Comisión de Sanidad Vegetal cubana y en la actualidad Profesor encargado de las enseñanzas de Micro- biología agrícola y de Patología Vegetal, con motivo de la reciente organización de que ha sido objeto nuestro Escuela de Agronomía —el que tiene tantos títulos científicos y personales para ser pro- pietario y titular de aquella Cátedra y ojalá se realice esto pronto para bien de los alumnos y de la Escuela citada—, el señor Johns- ton, repito, leyó una kelación de los insectos y enfemedades de plantas observadas durante el año de 1918. Dicha relación es por orden alfabético y conforme con el nombre de las plantas hospe- deras, abriendo la reseña la Acelga (Beta cicla) y terminándola la Yuca (Manthol utilissima). El Sr. Johnston hizo observar en la introducción de su estudio, entre otras cosas la variación en los daños causados en distintos años y la diferente abundancia del in. secto de un año para otro en la misma región; y echa de menos el que no haya un Departamente en Cuba encargado exclusiva. mente de ese género de investigaciones por todo el país, y no como 160 L. de Soto y Sagarra: El carácter de Andrómaca. se ha efectuado, sólo en los lugares donde dichas inspecciones han podido llevarse a cabo. Los datos expuestas por el Sr. Johnston descansan en ellas únicamente, no siendo, por lo tanto, completos cual hubiera de desearse por el beneficio que reporta a la defensa de las producciones del país. En la misma sesión en que el Sr. Johnston nos leyó el estudio referido, otro miembro de la Comisión de Sanidad Vegetal, el se- ñor Rodolfo Arango—que ha puesto siempre su mejor voluntad, su inteligencia y su experiencia al servicio de sus funciones en la importante Comisión—hizo una breve comunicación oral sobre ei Aleurocanthus Woglumii y la historia de los perjuicios ocasiona- dos esa plaga, una de las más populares; aludió a las investi- vaciones de 1915, a la marcha invasora de 1917 por el Cerro, Ve- dado, Hoyo Colorado, ete., mostrando el Sr. Arango un mapa de su orientación mundial; y llamó, por último, la atención de la Sociedad sovre el valor económico que significaba la detención de la plaga del Aleurocanthus. Imitemos—nos decía el Sr. Aran- ceo—la forma en que la Sanidad Vegetal norteamericana lucha contra las epidemias de las plantas, comprendiendo su importancia en la riqueza nacional y poniendo para evitarla toda clase de me- dios. Tanto el trabajo del Sr. Johnston como el del Sr. Arango fueron grandemente ilustrados con fotografías y una muy varia- da presentación de ejemplares, revistiendo por ello las conmuni- caciones mayor interés científico para los que las escucharon. BOTANICA Y PALEONTOLOGIA VEGETAL En Botánica, los estudios son referentes a las plantas vivientes y a nuestra flora fósil: se los debemos a los Dres. Juan Tomás Roig, Gonzalo M. Fortun y R. P. Modesto Roca Masden. La quinta parte del estudio sobre Plantas Nuevas o poco cono- cidas de Cuba—trabajo de fitografía local iniciado en 1914—nos fué remitido por su autor desde Pinar del Río, en cuyo Instituto de 2% Enseñanza profesa con el aplauso de todos la Cátedra de Historia Natural. Constituyen dicha parte la apreciación de tres especies nuevas—Phralanthus macrostemon Stanley, Notodon Roi- gí, Britton € Wilson, y Xilopia Roig, P. Wilson—de entre las recolectadas por el Dr. Rois en su excursión a Oriente en el otoño A. Mestre: La ““Sociedad Poey*” de 1919 a 1919, 161 de 1917. Los duplicados de la colección fueron remitidos al doctor Britton para su determinación, encontrando el sabio Director del Jardín Botánico de New York las nuevas especies mencionadas, de las cuales dos han sido dedicadas a nuestro consocio y llevan su nombre con sobra de fundamento, porque el Dr. Rois se viene abriendo paso brillantemente en la ciencia que cultivaron con sin- gular prestigio entre nosotros los Blain y los Sauvalle, de muy grata recordación, Un grupo de plantas forrajeras motivaron el estudio del doc- tor Fortun, otro de nuestros botánicos distinguidos, bajo cuya dirección se halla actualmente ese departamento: de la citada Estación Experimental Agronómica, quien introduce y estima las condiciones de las plantas a fin de no correrse el riesgo de impor- tar especies vegetales que puedan convertirse en plagas para nues: tra agricultura. Entre las plantas tomadas en consideración por el Dr. Fortun en este su primer estudio sobre las forrajeras, están la Yerba de Elefante (Pennisetum purpureum), Yerba de Rhodes (Chloris Goyana, Kunth) y Yerba del Natal (Pricholaena rosea, Nees.), de las cuales expone los análisis respectivos. Como forraje verde prefiere el Dr. Fortun la caña japonesa y la Yerba de ele- fante, y las yerbas de Natal y de Rhodes para ser destinadas a la preparación del heno. El Dr. Fortun mostró ejemplares de herbario de su estudio y también del Dr. Roig, quien ha ofrecido dar cuenta más adelante de las nuevas determinaciones hechas con materiales recogidos en la misma excursión oriental, presentando ejemplares de maderas. Démosles las gracias a ambos por su importante colaboración en la vida de nuestra Sociedad, de la que son miembros bien que- ridos. Tenemos entendido que después de las primeras publicaciones de los Padres Escolapios Galtés y Clerk, la Paleontología vegetal cubana no había vuelto a ser objeto de estudio, al menos que se- pamos; así es que la Nota del P. Modesto Roca Masden, también escolapio, Acerca de un yacimiento de fósiles vegetales del abra del Yumurí, en Matanzas—como acertadamente expresó el Presi- dente, Dr. La Torre—, inicia una nueva era en esa rama de la His- toria Natural. Los fósiles vegetales encontrados en Cuba son es- casos y el Dr. Britton indicó a causa de unas impresiones de hojas recogidas al excavar un pozo próximo a Sancti Spiritus y que hubo 182 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. de enviarle el Hno. León, la conveniencia de explorar nuestra flora extinguida. Al P. Roca le fué fácil dar con un yacimiento situado en la parte izquierda del abra del Yumurí, yacimiento que es ob- jeto de su comunicación escrita. Además de considerar los fenó- menos relativos al mismo y a la formación del abra, de discutir la antigiiedad de los terrenos calcáreos Y de los materiales aportados por las aguas, el autor del trabajo estima la situación y extensión de los terrenos de acarreo, su estructura y naturaleza. “Respecto a las plantas—nos manifestaba el P. Roca—cuyas hojas y tallos han dejado impresiones más o menos claras en los terrenos del abra, hay que decir, desde luego, que pertenecen a especies muy diversas y que han de representar la fiora característica de los te- rrenos regados por el Yumurí, sobre tedo en la época remota en que fueron estratificándose en las profundidades de la misma.” En manos de Britton y del notable paleontólogo Hollick está la ilustración del interesante problema, cuyas dificultades no se ocul- tan y en las que influyen el carácter deleznable del terreno que no permite adquirir ejemplares de buenas condiciones para la inves- tigación paleofitográfica, que impone nuevas y diversas, repetidas exploraciones en distintos lugares de la isla. ¡Que la Nota del Pa- dre Roca sea estímulo suficiente para el mejor conocimiento de la Flora Cubana que existió en pasados tiempos Y cuyos restos guar- da esta tierra como otras tantas incósnitas para la ciencia! El es. tudio del P. Roca dió origen a una animada discusión en que to- maron parte los Sres. Muñoz Ginarte, Fortun, Hno. León y el Pre- sidente—cuya docta palabra siempre ha contribuído a estimular la labor académica, expresando en todos los casos (a que no podemos referirnos por falta de tiempo y de espacio) frases de felicitación o de crítica adecuada a la índole de las comunicaciones;—el se- ñor Presidente, repetimos, insistió en esas nuevas perspectivas para la paleofitografía de Cuba, explicando su opinión sobre los fenómenos geológicos que originaron el abra del Yumurí, en la cual influy3 la horadación producida por las aguas, y consideró también el valor de los fósiles vegetales recogidos hasta ahora en varios lugares. A, Mestre: La *“Sociedad Poey*” de 1918 a 1919, 163 PALEONTOLOGIA ANIMAL La Paleontología animal ocupó, asimismo, la atención de la Sociedad Poey últimamente. Por una parte el Dr. Carlos de la Torre—a quien bastante ya debe la Paleontología cubana: aún re- suena en este salón el eco de su victoria ligada a la restauración del Megalocnus—en una de las sesiones discurrió sobre varios ejem- plares equinodermos y moluscos fósiles recogidos en varias localida- des de la isla aunque sin llegar a su completa determinación taxo- nómica; y, por otra parte, nos dió a conoeer con sus propios in- teresantes comentarios ¡quien tan bien preparado hállase para ha- cerlos! la obra del Profesor H. E. Anthony sobre Mamíferos vivientes y fósiles de Puerto Rico, ha poco publicada en las “Me. morias”” del Museo Americano de Historia Natural de New York (1918). “El libro, en cuya introducción se exponen los antece- dentes de dicho estudio, contiene la relación del itinerario, con el mapa correspondiente, indicándose los lugares de las recolecciones y la fisiografía de Puerto Rico. El Sr. Anthony alude al auxilio prestado por distintas personalidades e instituciones, agradeciendo a todos ellos sus útiles concursos. A la lista de los mamiferos in- dígenas vivientes (queirópteros) y fósiles (queirópteros, insecti- voros, roedores y edentados) siguen sus valiosas apreciaciones so- bre la probable antigúedad de las formas extinguidas. En la par- te descriptiva se van estudiando debidamente los distintos órde- nes apuntados; existiendo en el texto 55 figuras intercaladas y unas 20 láminas anexas de fotograbados, que ilustran espléndida- mente la mencionada obra; y concluye el Sr. Anthony su libro con la discusión del origen de la fauna mammalógica puertorriqueña. *” Respecto da este particular y la probable edad de los fósiles, for- muló el Dr. La Torre aleunas apreciaciones, revistiendo verda- dero valor científico lo relativo a la existencia del insectívoro Ne- sophontes y los edentados (Acrtacnus); y el examen comparativo entre los datos concernientes a las formas fósiles recogidas en Puerto Rico y Cuba, apoyan la hipótesis de las antiguas comuni- caciones terrestres entre nuestra isla y el continente. Para nuestro Presidente—y así lo consignó en su disertación, que ahora resumo en breves palabras—esa labor de Anthony, uno de los naturalistas del Departamento de Mamíferos de New York y a quien ya cono. 164 A. Mestre: La ““Sociedad Poey*” de 1918, a 1919. cemos por sus investigaciones meritísimas efectuadas en Cuba— es de un valor científico sobresaliente; son resuitados que arrojan viva luz sobre el conocimiento de la Geología y Patcszoografía an- tillanas. EXCURSION AL TURQUINO Un estimado amigo nuestro, el Sr. Frank Dumois—que remitió algunos de los fósiles antes aludidos, unos equinodermos encon. trados al perforar un pozo artesiano en la Colonia *““Galia”” (Ste: wart, Ciego de Avila, Camagiey)—envióme también unos datos sobre la última excursión al Pico Turquino en Abril de 1918 por el Dr. Rafae] Reineke, miembro de la Sociedad Geográfica de Was- hington y en la que iba entre otros el Sr. Dumois. En la sesión del 28 de Marzo yo referí esa excursión, en la que, si se hicieron algunas observaciones de carácter general, no tuvo objeto verda- deramente científico, sino más bien de sport; pero, aun asimismo, la reseña de ese ascenso a la montaña más alta de la Sierra Maes- tra tiene su enseñanza para los futuros exploradores, del mismo modo que las excursiones anteriores a la del Dr. Reineke dieron su experiencia a la que motivó mi sencilla comunicación a la So- ciedad. La historia de las ascenciones Al Pico Jarquino, con sus 2.400 metros sobre el nivel del mar, desde mediados del pasado siglo hasta el presente contiene datos bien curiosos y aprovecha. bles; pero, realmente cuando se conocen aquéllox—y así puede verse por el artículo de ““Torreya””, 1916, sobre la excursión del pa- dre de nuestro consocio Dr. Ch. Ramsden, en 1860—dedúcese, en realidad, que no han sido fructíferas para la ciencia, ni podían serlo por las circunstancias y condiciones en que las efectuaron. No podrán dar satisfactorios resultados, especialmente para el es- tudio de la botánica, mientras no se organicen como es debido, conforme a las instruciones establecidas; y bien lo merece esa re- gión de Cuba, la de mayor significación quizás en todo el ámbito de nuestra isla desde el doble punto de vista de la Flora y de la Ecología, ciencia que examina—respondiendo a tendencias del momento y cada vez más consolidadas—todo lo que afecta a las relaciones de los seres con el medio y de ellos entre sí; y, que, en su más amplio sentido, incluye en cierto modo hasta la misma So. ciología de los animales. A. Mestre: La *“*Sociedad Poey*” de 19189 a 1919. 165 SOCIOS TITULARES CORRESPONSALES No han sido los tiempos que corren—ni los mismos de hoy to- davía—los más propicios para los empeños de la ciencia, ni para el ordenado trabajo que requieren las instituciones de la índole de la nuestra. El Edita doctrina sapientum templa serena no es fá- cilmente realizable: por doquiera hoy—en este instante de psiquis- mo humano colectivo, tan intrincablemente complicado—no se vé más que el fenómeno de la asociación para la defensa en mil variados matices; predominan, sin duda, las vistas de los Kessler y los Kropotkine, de los Menzbir y los Brandt, que oponen la “*ley de la ayuda recíproca” a la “ley de la lucha recíproca”” en la natura- leza, y a la selección darwiniana asegurando la supervivencia de los que mejor aprovechan sus aptitudes para la vida social y un porvenir más halagiieño para los hombres... A pesar de la situación adversa que atravesamos, la Sociedad Poey ha rendido su jornada académica del año que hoy termina, según acabo de exponeros, dando cuenta, a grandes rasgos, de los trabajos presentados en sus sesiones; pero si aleunos comprom1- sos se han realizado, confiamos en que en plazo más o menos pró- ximo se lleven a efecto: son los relativos a los restos de Gundlach y de Blain, deudas sagradas que cumplir. Y tenemos pendiente la publicación del cuarto volumen de las Memorias, demorado por causas ajenas a la voluntad del que os habla. Nuevos socios titulares han sido nombrados, que son otras tan- tas esperanzas para la futura labor de la Corporación: son ellos los Sres. y Dres. Raúl Simeón, José Mencía García y Srta. Améri- ca Castellanos Salazar, Pelayo Casanova Parets, Isidoro Castella- nos y Francisco Pividal, y las Srtas. María Teresa Alvarez e Isa- bel Iglesias, recientes graduados en Ciencias Naturales los unos, y estudiantes adelantados, del último curso, los otros; todos en- tusiastas por nuestras dedicaciones. A cada uno mi cordial bien- venida! La vida internacional, externa, de la Sociedad ha erecido: el número de publicaciones recibidas en canje de las Memorias ha aumentado; ellas nos vienen de distintos centros científicos de los Estados Unidos, desde Massachusetts hasta California; de México, Brazil, República Argentina, Uruguay y Chile; y ya de Europa 166 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. —de Francia y España—comenzamos a recibirlas, una vez que se van restableciendo las comunicaciones a través del Atlántico des- pués de la vuerra mundial; y largo sería intentar la enumeración de los impresos llegados a nuestras manos, así como de las comu- nicaciones d+ que ha tenido conocimiento la Sociedad Poey en las reuniones mensuales celebradas últimamente. Nuestra obra es co- nocida fuera de Cuba—es probable que con más interés que por los propios enal suele acontecer en estos casos—, pareciéndonos inmerecidos los juicios favorables y estimado con benevolencia ese intelectual esfuerzo nuestro. Lógica consecuencia de esas relaciones científicas extranjeras son los siguientes Socios corresponsales que hemos elegido: Doctor Henry Skinner, Jefe del Departamento de Entomología de la Aca- demia de Ciencias Naturales de Filadelfia; Dr. J. R. de la Torre, Editor del Bcletín de la Sociedad Entomológica de Brooklyn, New York; Dr. Wesley R. Coe, Profesor de Biología de Yale University, New Haven; Dr. Ralph W. Tower, Conservador de los Departa- mentos de Anatomía y Fisiología y de publicaciones del Museo Americano «¿le Historia Natural de New York; Dr. Raymond Ha- rringeton, miembro del Museum of the American Indian (Heye foundation) «le New York (1); Dr. Angel Gallardo, Director del Museo Nacional de Buenos Aires, República Argentina; Doctor Carlos E. Porter, Profesor de Zoolovía del Instituto Agricola de Santiago de Chile, República de Chile, y Profesor Juan Bréthes, entomólogo, autor de numerosos estudios sobre la fauna de Chile, SOCIOS HONORARIOS Atendiendo a su notoria participación en los progresos de las Ciencias Naturales o a su influencia indiscutible en el desarrollo de las instituciones dedicadas al cultivo de aquellos ramos del sa- ber humano, por unánime acuerdo, la Sociedad Poey ha otorga- do el título de Socio Honorario, en primer término, a dos ilustres maestros de la Universidad de Harvard: Samuel Henshaw y Edward Laurens Mark. (1) El Dr. Harrington, honró con su presencia una de nuestras sesiones y ahora lleva a cabo exploraciones antropológicas en la provincia de Pinar del Río. A. Mestre: La “*Sociedad Poey*” de 1918. a 1919. 167 Henshaw es desde hace aleunos años Director del Museum of Comparative Zoúlogy, una de las mejores instituciones de su clase en el mundo (are amoung the finest museums in the world); es el continuador de la obra de Luis Agassiz, que lo fundó en 1859, y de su hijo Alexander Agassiz, que lo dirigió después—Ludovici Agassiz—Patri—Filius Alexander:—Samuel Henshaw contribuye actualment2, con su sabia dedicación, al extraordinario engrande- cimiento que hoy ostenta ese Museo. Edward Laurens Mark es Director del Laboratorio Zoológico y Hersey Profesor of Anatomy, Harvard University, teniendo a su cargo los cursos de investigación de Embriología de los verte- brados y de Citología. Considerada especialmente desde el punto de vista de la herencia; formó, durante el período evolucionista de 1570 a 1890, con Minot y Alexander Agassiz, la trinidad de los leaders en el campo de las investigaciones morfológicas y em- briológicas; y como justificación de nuestro nombramiento, basta- ría recordar la significación que tuvo el libro voluminoso que en 1903 le dedicaron sus primeros discípulos como tributo a su labor de un cuarto de siglo en pro del adelanto de la Zoología, admiran. do auqéllos en el Profesor Mark su genialidad, su simpatía y su honorabilidad ciertífica! A Milton J. Greeman, Director del Wistar Institute of Anatomy and Biology de Philadelphia, institución de elevado crédito mun- dial por el valor de sus investigaciones, por “el número y mérito de sus publicaciones, comprendiendo un Museo de Anatomía hu- mana y comparada, con notables colecciones osteológicas, embrio- lógicas y de preparaciones microscópicas, y se estudia principalmen- te en sus lab,ratorios la Embriología, la Neurología y la Genética, Publica, asimismo, el ““Journal of Morphology””, “*“Sournal of Com- parative Nz2aroloey””, “American Journal of Anatomy?”, ““Ana- tomical Record””, “American Anatomical Memoirs”? y “Journal of Experimertal Zoology””. Es admirable, sin duda, la actividad científica que el Dr. Greenman ha impreso al Wistar Institute, y esas diversas revistas que distribuye en lugares extremos del glo- bo, son los portadores eficaces del fecundo resultado obtenido por sus sabios colaboradores. Nosotros, como no lenoráls, somos de los beneficialos en ese sentido por la gran institución filadelfiana, fue se enorgulece Y con razón de ser el primer centro de inves- tigación establecido en América. 168 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. A: Jacques Loeb, Miembro del Rockefeller Institute de New York, encargado de su Departamento de Biología Experimental; es una de las figuras más prominentes de la ciencia contemporánea. Entre otras, sus obras sobre “Fecundación química?” y “Fisiología com. parada del cerebro y Psicología comparada””, prueban su honda cultura y su espíritu investigador. Loeb, que trabajó antes en los laboratorios de la Universidad de California, Berkeley, es un ge- nial biológo a quien se le considera como el autor de la partenoge. nesis artificial; y si en este dominio tan interesante del estudio de la vida—al cuel está también ligado el nombre del ilustre Profesor de la Sorbcne, lves Delaze—Loeb ha hecho tanto, ¿qué no diremos en el campo ce la psicología animal? En éste, sus experimentos en los organ:sms: de rango inferior en la escala zoológica y en los insectos, la han orientado en una vía nueva, formulando las tres nociones fundamentales de los tropismos, de la sensibilidad dife- rencial y de los fenómenos asociativos. Mediante esas nociones por él establecidas—que son algo así como el eco, al cabo de un siglo, de las espléndidas intuiciones de Lamareck—podemos apreciar el conjunto del psiquismo animal, desde las formas del comporta- miento en su medio de vida por los protozoarios, hasta culminar en las manifestaciones de la inteligencia, selecto patrimonio de los vertebrados superiores. De exprofeso he dejado para lo último el nombramiento de So- cio de honor de Mrs. Britton—Elizabeth Gertrude Knight de Bri- tton—, la distinguida esposa de nuestro Socio de Honor el Dr. Na- thaniel Lord Britton, ilustre Director del Jardín Botánico de New York, y cuya labor científica nos dió a conocer en magistral tra- bajo el Hno. León. Yo proclamé aquí mismo, desde esta tribuna, hace dos años que la señora Britton, era moralmente—por su aso- ciación a las investigaciones de su esposo insiene—nmuestro Socio de Honor también; y en la sesión del día 10 de este mes le ratifica- mos legalmerte, con gran contento de todos los asistentes, el men- cionado título, que ella, inteligente y buena, ha de agradecer se- guramente:—porque ella mantiene siempre vivo el recuerdo de la maravillosa naturaleza del valle yumurino, donde permaneció bue- na parte de su infancia. edad en la que más perduran las impre- siones del alma! Y, al lado de esos antecedentes se le ha otorga- do ese diploma por su dedicación a la Briología, rama de la Botá- nica que estudia los musgos, que ha constituído su ciencia favorita A, Mestre: La **Sociedad Poey*' de 1918 a 1919. 169 desde hace muchos años, y en la cual goza de gran prestigio tanto en el viejo wundo como en el nuevo continente. Es, además, la señora Britton miembro activo de varias Sociedades científicas de 'os Estados Unidos, Presidente de la Sullivant Moss Society y au- tora de los trabajos ““Mosses of Bermuda” y “West Indian Mos- ses; habirnd: Jescrito varias especies de musgos de Cuba, sobre los cuales prepara una revisión completa de acuerdo con los más recientes descubrimientos en ese importante grupo de la Flora. Son nuestros nuevos Socios de Honor sabios que algunos de nosotros hemos tratado y apreciado, por lo tanto, sus otras pren- das persona!rs aparte de la competencia científica. De mí puedo decir, que he tenido la oportunidad de estrechar sus manos, de conocerlos, y han “ejado en mi corazón la huella de su bondadosa acogida: Henshaw y Mark siempre han estado dispuestos a mos- trarnos las riquezas de sus respectivos departamento en el Agassiz Museum ; Greenman nos ha revelado su interés especial por nuestra cultura y generosamente nos envía con exacta puntualidad las im- portantes publicaciones del Wistar; Loeb esmérase en hacernos interesante la visita al Rockefeller Institute, y llevándonos con em- peño a los laberintos de sus laboratorios, nos enseña sus experi- mentos aún inéditos sobre la partenogenesis en los anfibios... Y de los esposos Britton, ah! ellos son modelo de delicadeza y de co- rrección para los que hemos tenido la suerte de saludarlos en el famoso Jardín Botánico de Bronx Park en New York. En todos se aunan el trato exquisito y sencillo con la elevación intelectual, con la superioridad del saber que encanta y subyuga, determinan- do nuestra admiración al mismo tiempo que la gratitud. Excu- fe y de confianza en el mañana, la palabra de reden- ““ción y amor, que reconfortó los ánimos y reanimó los espíritus ““ante la evocación del ideal que todos sentían y cuya realización “definitiva por fútiles temores y suspicacias temían ver inútil- “mente aplazada. “La solidez de los conceptos, la fuerza de la argumentación, ““la documentación profusa y exacta, hacían del discurso del Dr. “Lendián en aquellos momentos el más valioso y elocuente ale- ““sato que nodía presentar el pueblo cubano en favor de sus ap- “titudes para el Gobierno propio. Los comentarios que provocó ““demuestran a todas luces la influencia que este trabajo ejerció “sobre la conciencia pública y sobre los gobernantes america» “mos que tenían sobre sí las responsabilidades directas de la ““Administreción cubana. Y por lo valioso de la opinión hacemos constar la del ilustre Pi y Margall, quien en la carta que dirigió al Rector y Claustro Uni- versitario con ocasión del envío de un ejemplar de dicho discurso decía lo siguiente: “Dieno Ge loa es el discurso donde después de haberse con- ““sienado los progresos del siglo, se hace una acabada reseña de ““los sacrificios que ha hecho Cuba por su independencia y una “brillante defensa de lo merecedora que es de conseguirla””. Y que mi convicción era arraigada, la tenéis señores, en que, 184 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. no una, sin) varias veces, hablé en tal sentido al pueblo duran- te ese año de 1899, desde los primeros días de establecida la in- tervención americana. El periódico El Cubano, refiriéndose a una velada celebra- da el 22 de Enero de dicho año, en el Liceo Cubano, consignaba lo expuesto vor mí, de que creía Cuba sería libre, porque tal ha- bía sido la promesa de la nación interventora, pero que tal cosa dependería Ge nosotros alcanzarla; y que el ideal de independen- cla se realizaría más pronto quizás de lo que muchos pensaban. Pocos lías después se celebró un meeting en la Sociedad del Pi- lar y allí expuse que debíamos estar tranquilos sin pensar en que no se realizara el ideal cubano, la independencia de Cuba, pues de los amr»ricanos debíamos esperar los cubanos que honrada- mente cumplirían la palabra de honor empeñada por sus Cáma- ras ante el mundo. En el mes de marzo siguiente, los estudiantes de esta Uni- versidad celebraron un gran meetine en el Teatro Payret, bajo la presidenria del inolvidable Rector Dr. Berriel, y se me encomen- dó hacer el resumen de los diseursos pronunciados. Según El Nue- vo País y Patria, yo expuse que los Estados Unidos se retirarían pronto a no dudarlo, considerándose muy honrados con haber roto las cadenas de un pueblo esclavo. Que no éramos todavía inde- pendientes, pero que lo seríamos en breve, y si ésto era ser opti- mista yo lo cra; que los cubanos podían acceder a todo menos a la abdicación de la personalidad cubana con la República; que cuan- de los Estados Unidos se convencieran de ésto, no intentarían la anexión, pues no eran iguales a nuestro caso los de Texas y Hawai; pero que era preciso no extraviar a la opinión y que los directo- res políticos no explotaran al pueblo y malograsen el éxito de la lucha armada, pues de ser así caeríamos en un abismo, por lo que entendía que de nosotros, y sólo de nosotros, dependía la indepen- dencia. En el mismo sentido hube de expresarme en otro meeting ve. rificado en el Cerro, recomendando al pueblo mucha prudencia y mucho civismo, para alcanzar nuestro ideal, la consolidación de la República. Las condiciones y la capacidad, dije, tenemos que probarlas, pero no con intemperancias; el sacrificio está realizado; consolidemos la República. Las resoluciones de abril, habrán de E, Rodríguez Lendián: El Porvenir de Cuba, 185 cumplirse, cooperando los americanos a esa consolidación, y cuan- do arríen su bandera la saludaremos henchidos de agradeci- miento. En ese propio año de 1899 presenté en esta Universidad, pa- ra doctorarme en Derecho, una tésis sobre ““El Gobierno Re- presentativo y sus formas en Europa y en América””, la cual contenía el várrafo siguiente: “So pena de violar sus propias tradiciones, de repudiar su ““pasado esplendoroso a los ojos del mundo civilizado; de acu- “sar el proceder del pueblo americano si se apropiara la Isla, “fun grado de deseneración mora] que señalaría la próxima caí- ““da de la República, según las nobles y levantadas declaracio- ““nes del General Wood, testigo de mayor excepción en este caso, “*los Estados Unidos consagrarán a su debido tiempo la indepen- ““dencia de Cuba.”” Y cerré ese año, el primero de la intervención, hablando en en el meetirg celebrado en la explanada de la Punta, el 27 de noviembre, para conmemorar por vez primera, públicamente, el fusilamiento de los Estudiantes de Medicina, diciendo al concluir mi discurso que quien deseare saber cuál era el ideal que perse- enían los cubanos, debía preguntárselo a la muchedumbre en oca- siones como equélla, a lo que contestaron miles de voces: ¡la In- dependencia! ¡la Independencia! Como habréis podido ver, y es lo que he querido llevar a vuestro ánimo con tan fatigosas lecturas, aún a trueque de apa- recer inmodesto, tanto en el discurso aludido, como durante to- da mi actuación en ese año de 1899, acometí el problema que nos preocupaba entonces y que parece preocuparnos también ahora, de cual habría de ser el porvenir de Cuba, y desde entonces creí sinceramente y de buena fe que no sería otro que el reco- nocimiento de su soberanía e independencia. Los acontecimientos vinieron a darme bien pronto la razón y con ella fama más o menos merecida de profeta. La mayoría era de opinión entonces, que los americanos no se irían nunca de Cu- ba y que jamás veríamos nosotros arriar de nuestras fortalezas la gloriosa bandera de los Estados Unidos. Antes que muchos lo pensaran terminó la intervención americana y los que tuvimos la aicha de poder contemplar ese espectáculo, vimos con el alma 186 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. sobrecogida de emoción flotar al viento la bandera que había triunfado muchas veces en los campos de batalla, que habían paseado victoriosa, desde Oriente hasta Occidente, nuestros más erandes caudillos, y que los cubanos todos amaban, pero llevándo- la en el corazón; y al verla surgir brillante y bella en aquella her- mosa mañana del mes de mayo, acariciada por las brisas e ilu- minada por los rayos de muestro sol, las lágrimas se agolparon a los ojos de todos los que no podían convencerse de que fuera reali- dad tanta ventura, mientras un clamor inmenso salido de tantos pechos se elevaba desde nuestra tierra al cielo, mudo testigo de tantos dolores y de tantas iniquidades. He aquí, señores, por qué entiendo que no es posible plantear de nuevo a estas alturas, después de 17 años de República, el pro- blema de la anexión. Yo nu dispongo del tiempo necesario porque me doy cuenta de que va ese tiempo transcurriendo; voy simple. mente a hacer nn rápido bosquejo acerca de lo que la anexión ha significado en la historia de nuestro pueblo y de la posibilidad o imposibilidad de que esa forma política pueda llegar a cristalizar en nuestro amado país. La primera vez que apareció en la Historia de Cuba, ya con alguna importancia, la tendencia anexionista, fué después de la expulsión de los Diputados cubanos en 1837, cuando desesperan- zados y sometidos al gobierno dictatorial de los Gobernadores Ge- nerales que pasaron por Cuba, Tacón, O*Donell y Roncali, los cu- banos volvieron su vista hacia los Estados Unidos con el propósito de emancipar a Cuba de España, ya que de ninguna otra manera podían romper los lazos que la unían a la Metrópoli. Esa tendencia anexionista tuvo entre sus principales leader al gran Betancourt Cisneros, y constituye uno de los períodos más brillantes de la historia de nuestro país, éste, en que él, acompa- ñado de otros muchos, desde la Junta Cubana constituida en Nue- va York, en la necesidad de romper aquellos lazos que los ligaba a la Metrópoli española, fundaron en aquella ciudad el periódico La Verdad, invitando a José Antonio Saco, que se encontraba en París, a venir a los Estados Unidos y asumir su dirección. Ese eran cubano contestó declinando la invitación que se le hacía, y no solamente no aceptó la dirección del periódico, sino que inició una campaña contra las ideas anexionistas, y publicó entonces un E, Rodríguez Lendián: El Porvenir de Cuba. 187 folleto que ha sido calificado de magistral titulado “Ideas sobre la incorporación de Cuba a los Estados Unidos””, en donde combatía la tendencia anexionista, atrayéndose entonces el odio de aquellos cubanos que no pensando como él, estaban empeñados en llegar de cualquier modo a la emancipoción de Cuba. Para que podáis daros cuenta de la razón y fundamento que para rechazar la anexión tuvo José Antonio Saco, el gran bayamés, y eso que entonces la anexión era una solución cubana porque ante la imposibilidad de llevar a la independencia, el cubano veía en ella la única manera de salir de la esclavitud; para que os deis cuenta de la importancia que entonces tenía esa lucha entre los partidarios de la anexión y los partidarios, no de la independen- cia, pero sí del mantenimiento de la personalidad de Cuba por me- dio de reformas especiales y locales; para que veais, en una pa- labra, lo qué Saco pensaba, porque yo no me considero capaz para interpretar sus ideas y porque no hay nadie que pueda de- cir las cosas como las decía él, voy a leeros unos párrafos de una de sus cartas en que trata la cuestión, dirigida al Lugareño, preci- samente aquella en que contestaba a la invitación que se le hicie- ra para que asumiera la dirección del periódico La Verdad. De- cía : “En cuanto a mí, a pesar de que reconozco las inmensas venta- “Gas que obtendría Cuba con esa incorporación pacífica, debo con- ““fesar con todo el candor de mi alma que me quedaría un reparo, “un sentimiento secreto por la pérdida de nuestra nacionalidad, ““de la nacionalidad cubana. Somos en Cuba algo más de 400.000 “blancos. Nuestra Isla puede alimentar algunos millones de ““ellos. Reunidos al Norte América, la emigración de éste se- “ría muy abundante, y dentro de pocos años, los yankees se- ““rían más numerosos que nosotros y en último resultado no ha- ““bría reunión o anexión, sino absorción de Cuba por los Estados “Unidos. Verdad es, que la Isla siempre existiría; pero yo quie- ““ro que Cuba sea para los cubanos, y no para una raza extranjera. “Muchos tacharán estas ideas de exageradas, y aún las tendrán ““por delirio. Bien podrán ser cuanto se quiera; pero yo desearía “que Cuba no sólo fuese rica, ilustrada, moral y poderosa, sino “que fuese también Cuba cubana, y no anglo-sajona. Y concluía: ““Tratemos con todas nuestras fuerzas de extir- 188 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ““par el infame contrabando de negros; disminuyamos sin vio- ““lencias ni injusticias el número de éstos; hagamos, lo posible por ““fomentar la población blanca; derramemos las luces, construya- ““mos muchas vías de comunicación ; hagamos en fin, todo lo que tú ““has hecho, dando tan glorioso ejemplo a nuestros compatriotas, y Cuba nuestra Cuba adorada, será Cuba algún día””. La tendencia anexionista, que representaban aquellos hombres, vosotros sabéis de qué manera terminó. Las expediciones que se organizaron en los Estados Unidos y que vinieron a Cuba con el propósito de emanciparla, mandadas por el General Narciso Ló- pez, culminaron en una inmensa catástrofe, y después de esa aven- tura ya no volvió a surgir en Cuba patrocinada por elementos cu- banos la tendencia anexionista sino hasta después de transcurri- do en los Estados Unidos, el período de la Guerra de Secesión, y comenzada en Cuba la guerra de los Diez Años. Y yo me pre- gunto: si cuando en la historia de Cuba la anexión significó una solución, más o menos patriótica, si por patriótica se entiende emanciparla de España, y buscar el mejoramiento político y eco- nómico para este país, respecto de lo cual no existían dudas, por- que su ingreso en la Nación Americana, sienificaba entrar a for- mar parte de una de las más grandes y adelantadas naciones del orbe; esa tendencia anexionista fracasó, ¿cómo es posible que des. pués de sangrientas guerras por la independencia que representan inmensos sacrificios, y de haber obtenido el reconocimiento de la per- sonalidad cubana por la propia nación Americana con la consti. tución de la República, cómo es posible, digo, que pueda actual- mente pensarse en la anexión de Cuba a los Estados Unidos? ¡Ah! no, señores, yo considero imposible tal solución lo mismo desde el punto de visto cubano, que desde el punto de vista americano. De que los cubanos la pidan no hay que hablar, lastimaríamos sus sentimientos patrióticos y de dienidad nacional, y aún en el caso de que considerábamos el anexionismo como un fenómeno azuca- rero, y que la desventajosa situación de nuestro principal produc- to en el mercado americano, llevase a los interesados en mejorar aquélla, a solicitar la anexión, mirando sólo por sus intereses materiales, la inmensa mayoría del pueblo se manifestaría en contra, haciéndola fracasar, porque en su alma palpita con vehe- mencia de idolátrico culto, 2] santo amor por la independencia de la patria, E, Rodríguez Lendián: El Porvenir de Cuba. 189 Y en cuanto a los americanos, si la palabra empeñada es y sig- nifica algo y los compromisos de honor y los Tratados no son letra muerta para los pueblos, la Joint Resolution de 19 de abril, al de- clarar que Cuba era y de derecho debía ser libre e independiente, garantizó para el porvenir la constitución de la República cubana, porque aunque la idea de la anexión, surgió en el cerebro de algu- nos que vieron al fin llegado el ansiado momento, esperado por mu- chos años, de completar con tierra tan codiciada el vasto territo- rio de la Unión, se impuso en la conciencia recta de aquel pueblo el criterio de los que, como Roosevelt, pensaron con Washington, que el camino mejor y el único que conduce seguramente al honor, a la gloria, a la verdadera dienidad es la justicia. Los principios que actualmente predominan en la política de los Estados Unidos personificados en su Presidente, el ilustre Wil- son, como son 21 de la libre determinación de los pueblos, y el del respeto a los derechos de las pequeñas nacionalidades; el pan ame- ricanismo, como forma de la política internacional de las Amé- ricas, como la doctrina de Monroe lo es de la de los Estados Uni- dos; el no reconocimiento de los gobiernos fundados en el erl- men o la fuerza; la declaración hecha por dicho Magistrado en el discurso de apertura del último Congreso Pan Americano reunido en Washington, hablando en nombre del Gobierno de los Estados Unidos, de que la fuerza de esta Nación, jamás sería empleada con propósitos de despojar a los Estados vecinos de sus terri- torios o posesiones, y de que no inspirándose las ambiciones de la República en la conquista, sino en la paz y la justicia, cuando quiera y donde quiera que pudiera estrecharía las manos de todas las que necesitasen auxilio; y, en fin, la consagración de la Doc- trina de Monroe, al exigir su inclusión en su famoso proyecto de la Liga de las Naciones, todo nos lleva a creer que lejos de ser propicia actualmente a propósitos de anexión, mi pacífica, ni mucho menos por la fuerza, cosa que jamás han realizado, de te- rritorios de otras nacionalidades de América, se disponen a la rec- tificación de sus errores políticos pasados, y a la realización de una política de atracción internacional americana y mundial, de acuerdo con los principios expuestos del egregio ciudadano que hoy preside sus destinos. Pero es que tratándose de Cuba existe otro motivo para es. 190 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. timar imposible su anexión a los Estados Unidos y es precisamen- te la Enmienda Platt ,que es un apéndice de nuestra Constitu- ción, al propio tiempo que una ley de los Estados Unidos cons- tituyendo el objeto único del tratado especial, permanente de 22 de mayo de 1903, pues por ella la nación americana tie- ne el derecho de intervención, pero es para la protección y pre- servación de nuestra independencia, nunca para su destrucción, por donde resulta que significando la anexión, la pérdida de la independencia, los Estados Unidos están impedidos legalmente de llevar a cabo la de Cuba a su territorio, mientras ese tratado sub. sista, que los obliga a proteger esa independencia contra los ata- ques de naciones extranjeras que la hicieran peligrar. Y ya que trato de este asunto quiero referirme aunque sea brevemente, recogiendo aleunas de sus ideas, a lo dicho por uno de los estudiantes que en esta tribuna me han precedido, y que ha disertado de una manera brillante acerca de la Enmienda Platt. Es indudable qua la Enmienda Platt, considerada de una manera absoluta, es una limitación de la soberanía cubana, y en este sentido nadie sería capaz de sostener lo contrario; pero yo entiendo que tratándose de esta cuestión que es una de las más in- teresantes para nosotros, hay que distinguir entre lo ideal y lo real. Lo ideal es la soberanía absoluta, la independencia abso- luta; lo real, la soberanía limitada por la Enmienda Platt. Y yo os quiero decir, sin que por ello pueda ser tachado de no querer la más amplia soberanía para mi país, pues como habéis visto fuí yo el primero que dije al Poder Interventor que la inde- pendencia absoluta era el ideal del pueblo cubano, yo os quiero decir, repito; que no soy de los que esperan que algún día des- aparezca de nuestra Constitución esa Enmienda, por consecuen. cia de las virtudes demostradas por el pueblo cubano, de su actua- ción, de su manera de proceder y comportarse en la vida públi- ca, de los actos y hechos por él realizados y que aemuestran que estamos completamente capacitados para el gobierno propio. Yo sé que hay muchos que así piensan y sienten disentir de esa Opinión general pero creo firmemente que nunca desapare- cerá esa Enmienda Platt de nuestra Constitución. ¿Y sabéis por qué, señores? Pues porque entiendo que no se ha establecido E, Rodríguez Lendián: El Porvenir de Cuba. 191 para satisfacer únicamente los intereses cubanos, lo cual es más bien secundario, sino primera y principalmente para seguridad y garantía para el porvenir de los propios Estados Unidos. La célebre Enmienda tiene para mí su punto de partida, su raíz, su nacimiento en las Conferencias de Ostende y de Aix- La-Chapelle, celebradas en 1854 por los Ministros de los Estados Unidos en Londres, París y Madrid, que constituyen el asunto del importante libro oficial que se imprimió en 1855 y en el que se insertaron documentos que de ser conocidos por todos los cu- banos no se hubieran extrañado de las limitaciones impuestas a nuestra soberanía por la Enmienda Platt, porque meditando su contenido, y sobre todo en lo que en uno de ellos decía Mr. Marcy a Mr. Buchanan se ve que es el mismo propósito el que inspiró sus palabras en aquella fecha relativamente lejana, y el que pal- pita en la Enmienda del citado Senador, esto es, el derecho en los Estados Unidos a exigir de Cuba, cualquiera que sea su con- dición y estado, y por lo tanto aun en el caso de ser una nación independiente, que no les dé motivo alguno de inquietud ni sirva tampoco de instrumento a otros pueblos para producirla. En efecto, sabeis lo que se decía por Mr. Marcy en el docu- mento expresado? Pues lo siguiente: ““Cuba, cualquiera que sea su situación política, bien sea como dependencia de otro Gobier- no, bien sea constituída en Estado Soberano, es, por necesidad, nuestra vecina, Ella se encuentra casi a la vista de nuestras costas. Nuestros buques mercantes, al conducir sus cargamentos de uno a otro de nuestros principales puertos, tienen que navegar muchas ve- ces a lo largo de sus costas. El tráfico con ella es inevitable. En. contrándose, por lo tanto, con nosotros en tan estrecha relación geográfica, es imperativo para nosotros exigir de ella, cualquie.- ra que sea su condición y estado la observancia de todas las re- glas de buena amistad. Es preciso que por sus propios actos no dé motivo alguno de inquietud a los Estados Unidos, m sir- va tampoco de instrumento a otros pueblos para producirla””. Yo os invito a que estudiéis el texto de la Enmienda Platt y que busquéis lo que es al mismo tiempo base y fundamento de la misma. Todos vosotros sabéis, sin duda alguna, que esa Enmien- da no fué aceptada inmediatamente por nuestros Convencionales, y que después de vivas discusiones, se acordó el envío de una 192 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Comisión a Washington, que a pesar de sus esfuerzos nada pudo conseguir, aceptándose al fin como una necesidad, si es que se que- ría conservar la personalidad cubana. Colocados ante esta dis- yuntiva, la República con la Enmienda, o la continuación de la intervención por un tiempo indefinido, los Convencionales se deci- dieron por lo primero, cediendo a las imposiciones de la realidad representada por el Gobierno de Washington. Y es evidente para mí que lo que sirvió de base a la Enmien- da Platt, es lo que hizo constar en una carta importantísima, uno de log más grandes estadistas de la Unión Americana, Mr. Elihu Root, teniendo lo que en ella manifiesta no sólo todo el valor de una autorizada opinión, sino el que le da ser tan eminente hombre de Estado, a la sazón Secretario de la Guerra, el autor de dicha Enmienda aunque lleve el nombre del Senador por Connecticut. Nadie, pues, más autorizado que él para explicarla e interpre- tarla, y en esa carta que dirigió al General Wood, en log momen- tos en que estaba reunida la Convención Constituyente de Cuba se decía lo que sigue: “Difícil sería encontrar ninguna declaración de política pú- blica hecha oficialmente ni con tanta frecuencia por tantos ame- ricanos distinguidos y autorizados para hablar en representación del Gobierno de los Estados Unidos, como la di que los Estados Unidos bajo ningún concepto permitirían que ninguna otra po- tencia extranjera, excepto España, adquiriese jamás posesión de Cuba. Tanto Jefferson como Monroe y John Quincy Adams, Tackson, Van Buren, Grant, Clay, Webster, Buchanam y Everet, han estado todos de acuerdo en considerar estas circunstancias co- mo indispensable a los intereses y a la protección de los Estados Unidos””. “Los Estados Unidos tienen y tendrán siempre, el interés más profundo en la conservación y en la estabilidad de la indepen- cia que han obtenido para Cuba y en evitar que mmguna po- tencia extranjera se apodere de la Isla.”” “La conservación de esta independenciar tratándose de un país tan pequeño como es Cuba y tan incapaz como necesaria- mente tiene que serlo siempre, para defenderse por medio de la fuerza de las grandes potencias del mundo, tiene que depender del estricto cumplimiento de sus deberes internacionales, ofreciendo Y Y E, Rodríguez Lendián: El Porvenir de Cuba. 193 la debida garantía a las vidas y haciendas de los ciudadanos de todos los demás países, que residen dentro de su límites y juris- dicción, y en el hecho de no contraer ¡jamás ninguna deuda pú- blica que en poder de ciudadanos de potencias extranjeras pueda constituir una obligación que no sea capaz de cumplir. Por consi- guiente los Estados Unidos no sólo tienen un deber moral, que na- ce del hecho de haber destruído la autoridad española en Chu- ba y de las obligaciones contraídas por virtud del Tratado de París, para lograr el establecimiento de un gobierno estable y adecuado en Cuba, sino que tienen un interés práctico en el mantenimiento de dicho gobierno.” “Nos encontramos en una posición tal que para protegernos a nosotros mismos, por el hecho de haber ex. pulsado a España de Cuba, hemos venido a convertirnos en los fiadores de la independencia cubana y en los fiadores también de un gobierno estable y de orden que garantice las vidas y las haciendas de dicha Isla.”” Para impedir, pues, señores, que Cuba pudiera ser presa de una nación extranjera, los Estados Unidos quisieron que al pro- pio tiempo que se redactaron en carta fundamental para el pueblo libre e independiente de Cuba quedaran claramente definidas y determinadas las relaciones que debían existir entre los dos pue- blos y ese, y no otro, fué el objeto de la Enmienda Platt, de acuerdo con su política tradicional] seguida desde 1823, de que ni Inglaterra, ni ninguna otra potencia extranjera, pusiera su planta en Cuba, porque dada su posición estratégica ello envol- vería un serio peligro y una formidable amenaza para los intere- ses materiales de los Estados Unidos, que podrían verse expuestos, en el caso de una guerra, al bloqueo de sus puertos con gran detrimento de su comercio, motivo por el cual, siempre sostu- vieron el principio y la doctrina de que España sería mantenida en la posesión de Cuba mientras no se resolviera sobre su destino en el futuro, que no podía ser otro, si no ser americana o libre, independiente y soberana. w Y si queremos una prueba más de que ésto es así, la tenemos en el discurso de apertura de la Sección Inaugural del Instituto Americano de Derecho Internacional, reunido en esta ciudad en enero de 1917, leído por su ilustre Presidente Mr. James Brown Seott, en cl que éste apropósito de la Enmienda Platt dijo lo 194 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. que sigue: “The United States felt it wise, indeed necessary, to remove from foreign countries all pretexts for intervention in the domestic concerns of Cuba.” “Los Estados Umdos creyeron acer- tado, es más, lo creyeron necesario, quitar a las naciones extran- jeras todo pretexto de intervención en los asuntos internos de Cuba?””. Ahora bien, señores, para ésto era indispensable impedir que Cuba llegara a contraer compromisos con esas naciones, que pudie- ran traer reclamaciones de las mismas, y de ahí que se le impu- siera, por el artículo lo., de la Enmienda, al gobierno de Cuba, la obligación de no celebrar, nunca, con ningún Poder o Poderes extranjeros, ningún Tratado u otro pacto que menoscabe o tien- día a menoscabar la independencia de Cuba ni en manera alguna autorice o permita a ningún Poder o Poderes extranjeros obte- ner por colonización o para propósitos militares o navales o de otra manera asiento o jurisdición sobre ninguna porción de dicha Isla; y por el artículo 2o., que dicho Gobierno no asumirá o con- traerá ninguna deuda pública para el pago de cuyos intereses y amortización definitiva, después de cubiertos los gastos corrien- tes del Gobierno, resulten inadecuados los ingresos ordinarios. Mas, apesar de estas restricciones, podría llegar un día en que nuestra independencia se viera amenazada, ya porque Cu- ba fuera atacada por una potencia extranjera, ya porque no su- piera sostener un gobierno adecuado a la protección de la vida, la propiedad y la libertad individual, y al cumplimiento de las obligaciones con respecto a Cuba impuestas a los Estados Unl- dos por el Tratado de París, y en previsión de ello, el Gobierno de los Estados Unidos por el art.3* de la expresada Enmienda consignó, qeu en esoscasos,el Gobierno de Cuba consiente que los Estados Uni- dos puedan ejercer el derecho de intervenir; y por el artículo 7*, que para poner en condiciones a los Estados Unidos de mantener la independencia de Cuba, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el Presidente de los Estados Unidos. No son, pues, señores, solamente los intereses cubanos los que inspiraron la famosa Enmienda, sino también y principalmente E, Rodríguez Lendián: El Porvenir de Cuba. 195 los intereses americanos. Desalojada España de Cuba, ésta, al surgir como nación soberana, quedaba expuesta por su pequeñez y debilidad a las agresiones de las otras potencias más fuertes que ella, y que la codician por su situación geográfica y la feracidad prodigiosadesusuelo. La tradicional política de los Estados Unidos a este respecto, fué siempre la de que jamás permitirían que otra potencia extranjera, que no fuera España, se posesionara de Cu- ba porque ello constituiría una amenaza y un peligro a sus inte. reses morales y materiales, pero ésto podría resultar si Cuba ya soberana, enagenara o cediera parte de su territorio a una na- ción extranjera, o permitiera a ésta establecer alguna estación naval, o celebrara Tratados que menoscabasen su independencia, o contrajese deudas cuyos intereses y amortización definitiva no pudiera pagar, o dejara de cumplir las obligaciones impuestas por el Tratado de París, o en fin, no pudiera sostener un Gobier- no adecuado a la protección de la vida, la propiedad y la libertad individual, y de ahí que los Etados Unidos al decidir retirarse de Cuba y reconocerla como nación soberana, decidieron también no hacerlo sino a condición de fijarlo, de acuerdo con la Convención Cubana, dentro de la Enmienda Platt, todo aquello que ellos esti- maron indispensable para salvaguardar sus intereses en lo porve- nir, constituyéndose para ello en fiadores de nuestra independen. cia nacional, y que para mayor seguridad, el Gobierno de Cuba insertaría en un Tratado permanente con los Estados Unidos. Tal es y no otra cosa, lo que se desprende de la interpretación oficial que como Secretario de la Guerra diera su autor, Mr. Root, al ar- tículo tercero, haciendo que el General Wood la presentara a la Convención Constituyente cubana, para que al votar sus miembros dicho artículo tercero, lo hicieran em el sentido en que se quería que fuese entendido, y que por su gran importancia transcribimos a continuación: ““Queda Vd. autorizado para exponer oficialmente que en opinión del Presidente, la intervención que se describe en la cláu- sula tercera de la Enmienda Platt, no es sinónima de intromisión o inmiscuición en los asuntos del Gobierno Cubano, sino la ac- ción formal del Gobierno de los Estados Unidos, basada en mó- tivos justos y sólidos para la preservación de la independencia cubana, para el mantenimiento de un gobierno adecuado a la 196 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. protección de la vida jla propiedad y la libertad individual, y adecuado para cumplir las obligaciones con respecto a Cuba im- puestas por el Tratado de París a los Estados Unidos””. La Enmienda responde pues, señores, a impedir o evitar que se vean comprometidos, los intereses americanos por actos de nuestro Gobierno, y en tal concepto, casi todas sus cláusulas mi- ran hacia los Estados Unidos; y en cuanto a nosotros, ampara y defiende lo que más amamos que es nuestra soberanía e indepen- dencia. Y yo quiero que sepais, señores, que yo tuve ocasión de tra- tar sobre este asunto en la Sesión de clausura del Congreso de De- recho Internacional, reunido en esta ciudad en Enero de 1917. Y se dió la coincidencia de que el discurso de apertura del emi- mente James Brown Scott, Presidente del Instituto Americano, ver- só sobre la Enmienda Platt y su interpretación, y el de clausura que a mis pobres fuerzas fué encomendado, versó sobre el mis- mo tema, porqué quise aprovechar la oportunidad de que se hallaban presentes todas las representaciones distinguidas de las repúblicas de América, para exponer los que yo entendía ha- bía sido el origen, la génesis verdadera de la discutida Enmien- da. Y tuve, señores, la inmensa satisfacción de ver mi pobre eri- terio confirmado por el Presidente de aquella Asamblea, que era el ilustre americano que con tanto brillo preside el Instituto de Derecho, Internacional, y que a su condición de ciudadano de los Estados Unidos, reunía la de ser amigo y admirador de Mr. Root, pues apenas terminé mi desaliñado discurso, se levantó de su asiento y con vehemencia y calor en él desusados, y ante la espectación general, expuso que eran tan ciertas mis declaracio- nes acerca de los motivos que habían llevado al Gobierno de los Estados Unidos la adopción de la Enmienda, que si el día de mañana el pueblo cubano no tuviera inconveniente en perml!- tir que una nación extranjera se apoderara de todo o parte de su territorio, el pueblo de los Estados Unidos, se opondría a ello y como un solo hombre, y aun contra nuestra voluntad, vendría a esta tierra y la arrojaría de su suelo. Tales palabras, que causaron en todos los presentes verda- dera sensación, demostraban bien a las claras que el interés a que responden las cláusulas de la Enmienda, en lo que se re- E, Rodríguez Lendián: El Porvenir de Cuba. 197 fiere a rechazar toda idea de ocupación del territorio de Cuba por una potencia extranjera, es primordial y fundamentalmen- te el interés del pueblo americano. Y yo me pregunto ahora, si esto es así, ¿podemos esperar que llegue un día en que sea supri- mida de nuestra Constitución? ¿Podemos esperar que llegue el momento en que por haber demostrado nuestra capacidad para gobernarnos por nosotros mismos se suprimiera, no sólo de he- cho, sino de derecho el apéndice constitucional ? Podríamos abrigar tal esperanza si ella afectara sólo a los in- tereses cubanos, pero bien veis que no es así, que ella vela en primer término por la seguridad de los Estados Unidos y por los intereses permanentes, morales y materiales del gran pueblo americano, y ante esta realidad abrumadora, como los temores que a la gran nación norte americana inspiran nuestra debali- dad y pequeñez, en cuanto a nuestra incapacidad para defen- dernos, por medio de la fuerza, de las grandes potencias del mundo, existirán siempre, no habrá en ningún tiempo, térmi- nos hábiles para que dicha nación crea posible, por innecesaria, la supresión de la Enmienda, renunciando así a los derechos que por la misma tiene para actuar enérgicamente, en defensa de sus propios intereses, en los casos en ella previstos y taxatl- vamente determinados. Y voy a terminar, señores, porque no quiero abusar por más tiempo de vuestra atención benévola. Después de lo que llevo dicho, tendréis que convenir conmigo en que el porvenir de Cuba no depende del exterior, sino del interior, de nosotros mismos, de los hijos de este país, como he sostenido siempre, desde 1899. Hoy como entonces, creo que lo que podrá hacer peligrar nues- tra independencia, lo que podrá hacer que nuestra soberanía se limite aún más de lo que está, es que nosotros, torpemente, echemos por la ventana ese gran capital que se nos ha dado en forma de independencia patria; es, que los cubanos se olviden de que ellos son los fieles guardadores de esa soberanía, y que no hay más que un camino para impedir que se pierda, y ese ca- mino no es otro, que el que señalaban las Conferencias de Os- tende y de Aix-La-Chapelle, no dar, por nuestros propios actos, motivo alguno de inquietud a los Estados Unidos, ni servir tam- poco de instrumento a otros pueblos para producirla, en la se- 198 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. guridad de que ellos no intervendrán en nuestros destinos, mientras nosotros no incurramos en algo que pueda afectarles, y claro está, que por ello es una cosa evidente y que se impone a los cubanos, por encima de toda otra consideración, el mantenimien- to del orden público, el respeto a la ley, la estabilidad de nues- tras instituciones, pues no debemos olvidar, y sí recordar y con. fesar, por aoloroso que ello nos sea, que las veces que el Go- bierno de los Estados Unidos ha decretado la intervención en nuestro país huciendo uso de los derechos que le da la Enmien- da Platt, no ha sido por espontáneo impulso, ni producto de resoluciones por él tomadas en relación econ una política que se trazara de amenazador expansionismo, sino pedida por los cubanos y a virtud de motivos que hemos dado para ello. Estas son verdades, crueles, desde luego, pero verdades al cabo y al fin, ante las cuales debemos bajar la cabeza, mas no para la- mentarlo tan sólo, sino para meditar en ello y aprovecharnos de esa lección, objetiva, atemperando nuestra conducta futura a las 2onveniencias nacionales, a fin de salvar definitivamente para el porvenir, los altos intereses de la patria. Y en ésto es lo que debemos pensar siempre, por nuestra propia conveniencia, los cubanos. El porvenir es nuestro, cierta- mente, pero no podemos desafiarlo, ni vivir en el ensueño, sino tener muy presente que en nuestras manos está no arriesgarlo, ni comprometerlo, y para ello no olvidar que es un problema re- solver en el tiempo, no de fuerza, sino de patriotismo, no de po- lítica, sino de educación cívica y moral. Claro está, señores, que si se llega a la prostitución de la con- ciencia pública, a la relajación de todo vínculo de solaridad so- cial; a la pérdida de toda noción del deber patrio; a ser tenido en poco el decoro nacional; a la corrupción, por las miasmas de- letéreas del vicio degradante y de la coneupiscencia más desver- gonzada, de los elementos sociales más obligados a dar una nor- ma de conducta; a elevar la mentira, el fraude y hasta el crimen, a la categoría de hechos disculpables y sancionados con el aplau- so, la absolución o el indulto; a ensalzar y admirar por sus éxi- tos y triunfos, al más audaz, no al más sabio, al más dúctil, no al más recto, al más adaptable al medio, no al más justo; a elegir para los más altos y delicados puestos de la administración pú- E, Rodríguez Lendián: El Porvenir de Cuba. 199 blica y de la representación nacional, no a los más aptos y hon- rados, sino a los más ineptos y casi analfabetos y a los más des- preocupados que van en pos de una fortuna que hacer en el me- nor tiempo posible, no sólo se hará imposible la vida para este pueblo que verá así naufragar sus más caros ideales y tendría que revolverse airado conra los mercadeers de la política y del honor patrio que sin escrúpulos sacrifican a sus particulares y mezqui- nos intereses, los sagrados intereses del país, sino que habremos cavado la sepultura en que se enterrará la soberanía cubana. Contra ésto, es contra lo que hay que ir, señores, de frente, cívicamente, no engañándonos y atacando el mal, enérgicamente, en su raíz. Es necesario que cualquiera que sea el poder públi- eo en Cuba, se dé cuenta de que el pueblo cubano es un pueblo consciente, viril y digno, que no ha derramado a torrentes su sangre y sacrificado a tres generaciones de sus hijos, para que se enriquezcan a costa del] Tesoro Público unos cuantos que ver» eonzosamente dan ese espectáculo a la vista de nosotros. La Patria es un tesoro inapreciable, es algo muy grande que llevamos aquí, en el corzón, y que estamos obligados a defender a toda costa. Es preciso que nosotros demostremos que tenemos las virtudes necesarias para seguir siendo un pueblo digno de la libertad, porque no es digno de ella, aunque la haya conquistado al precio de mucha sangre el pueblo cuyos hijos permanezcan pa- sivos e indiferentes, ante el espectáculo desconsolador y bochot- noso de la corrupción imperante. Cuando aquel gran patriota que se llamó Don Tomás Es- trada Palma. pobre mgestro engañado, cuyo error consistió en vrecr que los cubanos que habían permanecido en Cuba eran to- dos horobres de la misma contextura moral que él, vino a Cuba y asumió la Presidencia de nuestra flamante República, en pre- sencia de la rezlidad cireunstante y al conocer de cerca nuestros hombres y nnestias necesidades hubo de exclamar, en un arran- que de sirccridad patriótica, que aquí no había ciudadanos. Mu- chos de los que más tarde se levantaron airados contra él, pro- testaron de su Cicho, y sin embargo, señores, nunca se ha expre- sado nada más cierto, como ha venido el tiempo a comprobarlo después. El venía del gran país donde se respetaba la libertad individual, pero donde es también más grande el concepto del 200 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ciudadano, porque el americano del Norte se debe por entero a su país, a cuya felicidad y bienestar todo lo sacrifica y al darse cuenta del egoísmo y la ambición que aquí imperaban y echar de menos aquellas virtudes patrióticas del gran pueblo americano y ¿un aquellas de que habían hecho gala los emigrados cubanos que él había conocido en los Estados Unidos, triste y descorazo- nado hubo de pensar así, vienao confirmado su juicio cuando el día del desastre, al volver la vista en derredor suyo, se vió aban- donado de casi todos los que había creído, hasta entonces, sus más fieles y leales servidores, Para Montesquieu, la República era la forma ideal de gobier- no, pero para un pueblo que estuviera preparado para recibir- la; contanáo con la virtud moral de los ciudadanos. Donde és- ta no existe, habrá República en el nombre, pero no de hecho, y fácilmente se llegará por una rápida pendiente, a los excesos de la tiranía, o a los pelisros de la demagogia. Hagamos votos los que vivimos todavía con ilusiones, los que nada hemos luerado de las situaciones pasadas ni presentes, los que tenemos, y hemos tenido siempre, honor y dienidad, los qu nada ambicionamos y sólo deseamos levantar con orgullo ímes- tras frentes sin que el dedo de la maldicencia pública nos se ñale, los que todavía tenemos esperanzas de que Cuba pueda salir triunfante de todos los obstáculos que en su camino se pon- gan, hagamos votos, digo, porque jamás dejemos de contemplar, acariciando nuestra vista bañada por la luz de nuestro sol tan claro y tan radiante, la bandera que el gran Narciso López tra- jo por vez primera a las costas de Cuba, para morir por ella, y que la veamos triunfante y vencedora, flamear por siempre en nuestras fortalezas, como símbolo de nuestra soberanía e inde- pendencia. LA BANDERA DE CUBA EN LA UNIVERSIDAD DE ROMA La Universidad de la Habana altamente agradecida a la de Roma por el honor que dispensara a sus estudiantes ofreciéndo- les la bandera de su patria como símbolo de simpatía y de fra- ternal afecto, quiso, aprovechando la muy acertada designa- ción que el Gobierno hiciera del Dr. Antonio Sánchez de Busta- mante para que representara a Cuba en el Congreso de la Paz, que fuera él portador, en unión de los estudiantes que le acom- pañaron, de nuestra enseña gloriosa y querida que los estudiantes de este Centro ofrecían a los de la Universidad de Roma ceo- rrespondiendo así a la distinción de que habían sido objeto en aquel memorable acto universitario del 24 de mayo de 1918, del que guarda nuestra sociedad eratísimo recuerdo. La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, que tan- to interés siempre tiene por cuanto hace referencia a nuestra Universidad y que tanto desea contribuir a la confraternización de ella con los grandes Centros docentes, honra sus páginas con los elocuentes discursos que se pronunciaron en la Universidad de Roma al ser entregada nuestra bandera y quiere su Redacción significar al muy distinguido compañero Dr. Bustamante su re- conocimiento por la generosidad que ha tenido, remitiéndole co- pia de dichos discursos, así como fotografías alusivas a dicho acto. 202 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. DISCURSO Por el señor Alberto Tonelli, Rector dé la Universidad de Roma (1) Ilustre Profesor de Bustamante. Es con viva y sincera satisfacción que cumplo el honroso en- cargo Q2 llevar el saludo de la Un:versidad Romana a vosotros ilustres representantes de la generosa República de Cuba, veni- dos aquí para ofrecernos, en nombre del Claustro académico y de los estudiantes de la Universidad de la Habana, como pren- da de amistad, vuestra bandera nacional. No es esta, en verdad, la primera prueba de fraternal amis- tad que nos viene de vuestra noble nación, que con nosotros ha vibrado en los días fatales de una inmerecida desventura, y con nosotros gozado en los días de nuestro glorioso triunfo. Nosotros que tenemos muy profundo el noble sentimiento de la gratitud, recordamos con verdadera complacencia que a una avenida de vuestra bella capital, dísteis el caro nombre de Italia, como no olvidaremos jamás la señoril generosidad de los socorros ofreci- dos a la benéfica y piadosa Cruz Roja Italiana por vuestro pue- blo, que no titubeó un momento en unirse en afeectuosa solidari- dad a aquellos que combatían por el triunfo de la justicia. Ninguna manifestación de amistad podría resultarnos más rata que esta que nos viene de vuestra nación, surgida recien- temente a la libertad, que de la libertad recoge los inestimables frutos, madurados a la sombra de la justicia, con el respeto recí- proco de los derechos propios y agenos; de vuestra nación que (1) Todos los discursos que se publican en español fueron pronunciados en italiano, menos el del alumno Sr. Mancini, que lo fué en castellano. Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. y El Rector de la Universidad de Roma leyendo su bienvenida al Doctor Bustamante y a los estudiantes cubanos. El Doetor Antonio S. de Bustamante en los momentos de pronunciar su diseurso ante la Universidad de Roma. La bandera de Cuba en la Universidad de Roma, 203 sin codicia de conquista, ni rastreras envidias, cobra fuerzas de la propia laboriosidad y de la maravillosa energía de una tie- rra bendita, que os prodiga la riqueza, os garantiza la indepen- dencia política y económica y os permite mirar con simpatía to- das las legítimas aspiraciones de los pueblos, entre las cuales, la más sagrada de todas, aquella que quiera ver recogidos en una familia todos los hermanos anhelantes de reunirse a la ma- dre patria. En estos momentos de ansiedad, es para nosotros un supremo consuelo vuestra presencia aquí en Roma, la gran cuna de la latinidad, de la cual es parte deliciosa vuestra Isla encan- tada. Vuestra presencia, sin que vosotros nos lo reveléis, nos permite leer en vuestro pensamiento y por ese pensamiento os expresamos nuestra profunda gratitud. Por este pensamiento os dan conmovidos las gracias, en nom- bre suyo y de los compañeros caídos en el campo del honor, nues- tros gallardos estudiantes, de los que está orgullosa la Universi- dad, ahora dedicados a compensar con el estudio los años con- sagrados a la patria, llevando sobre el uniforme glorioso las pruebas del valor y del sacrificio, veteranos de las ásperas ba- tallas del Carso, de las victorias del Grappa y del Piave, del triun- fo de Vittorio Veneto que precipitó el fin del enorme conflicto mundial. Por este pensamiento os da las gracias todo corazón italíano. Con el alma plena de profundo reconocimiento acogemos el símbolo de fraternal amistad que nos ofrecéis; él será por nos- otros custodiado con celoso empeño, así como en nuestros corazones conservaremos siempre el sentimiento de amor por vosotros. A vuestro pueblo, a vuestro Gobierno que, enviando a la Con- ferencia de la Paz un ilustre profesor como vos, señor Busta- mante y los ¿os jóvenes estudiantes que os acompañan, demues- tra tener en alta consideración a la Ciencia y a los que la cul- tivan, al regresar a vuestro bello país, llevad nuestro afectuo- so saludo, y sea él augurio de prosperidad, solemne promesa de inalterable amistad para los dos pueblos que se sienten atraídos por la viva simpatía que se funda en las comunes aspiraciones de justicia. 204 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. DISCURSO Por el Dr. Antonio Sánchez de Bustamante, Decano de la Fa- cultad de Derecho. Sr. Rector: Ilustre Claustro, Estudiantes : Sean mis primeras palabras una expresión de gratitud sin- cera para el ilustre Rector de esta Universidad, por su afectuosa bienvenida y por las frases cariñosísimas y sentidas con que aca- ba de honrar a mi Universidad y a mi Patria. La República de Cuba, latina por su raza y más latina, si cabe, por su tradicional intelectualidad, siente de antiguo un afecto y una veneración inmensa por esta eran Italia, madre fe- cunda de naciones. Recorriendo ahora de Norte a Sur, en mi viaje a esta ciu- dad Eterna, contemplaba yo, con emoción y con respeto, en un templo florentino, unas al lado de las otras, tres tumbas inmor- tales: la de un gran político, de altas y profundas intuiciones, muy por encima de cierta fama errónea que ha adjetivado su nombre, Nicolás Maquiavelo; la de un genio artístico insupera- ble e insuperado en todas las artes plásticas que son deleite del espíritu y recreo de la vista, Miguel Angel Buonarroti, y la de un pensador, político, filósofo y poeta, sin comparación y sin medida, el hombre cumbre, Dante Allighieri, que ereó hasta vuestro idioma inmortal, y en cuyos tercetos lapidarios parecen haber encontrado su forma impecable definitiva todas las grandes ideas y casi todas las grandes concepciones humanas. Y ante aquella trinidad, tan variada, tan intensa y tan una, suficiente, sin embargo, para llenar ella sola de gloria y de honor a una nación o a una época, pensaba yo una vez más en vuestra La bandera de Cuba en la Universidad de Roma, 205 fecundidad maravillosa, que os ha permitido ser como el pasmo del mundo, sin cansancio y sin sosiego, en las tres grandes épo- cas de la historia, para dejar en todas partes, durante la edad antigua, el sello de vuestro espíritu organizador y de vuestra enorme cultura, el germen prolífico de los idiomas latinos mo- dernos y las fórmulas y reglas del más perdurable de los siste- mas jurídicos; durante la edad media, las primeras reglas de la vida mercantil y del progreso económico, en asombrosa armo- nía con el predominio espiritual y material de la más grande y más influyente de todas las religiones, y en esta edad moderna, que abristeis donando a Castilla el descubridor inmortal de Nues- tro Nuevo Mundo y a la Humanidad entera aquella síntesis sor- prendente de la civilización antigua, sol deslumbrante de la centuria décimoquinta y motor fecundo de casi toda la mentali- dad moderna, que se llamó el Renacimiento, no sólo vuestros ge- nios en la ciencia, en las letras y en el arte, sino el ejemplo y la enseñanza de un patriotismo perseverante e invencible, con el que habéis vuelto a formar una gran nación de una serie desco- yuntada y a ratos oprimida de trozos dispersos de la patria gran- de, y con el que habéis detenido, hace un año justo, en las már- genes heroicas del Piave, el peligro más formidable que corrie- ron nunca la civilización, la democracia, el derecho y la libertad. Por eso Cuba, la activa y heroica patria mía, latina de alma y de sangre, recibió como una bendición y guardó como una reliquia, la gloriosa bandera italiana que donaron a nuestra Uni- versidad los Estudiantes de la Universidad de Roma, y por eso, agradecido y reverente, nos ha confiado nuestro Primer Centro de enseñanza la misión agradable y honrosa de trasmitiros su entusiasta saludo y de ofrendaros, como símbolo de su cariño y de su admiración, una bandera de Cuba. Cuando ese pabellón no era más que dudosa esperanza, te- ñido gloriosamente de sangre en los combates por la independen- cia, la Cámara de Diputados de Italia tuvo para uno de nuestros excelsos caudillos, desplomado en la lucha, un homenaje de afec- to, y aquel día debió soñar el corazón cubano con que la nación, independiente y libre, ofrendara más tarde la bandera patria con gratitud y con orgullo a esta excelsa institución romana, que es honor de vuestra cultura y ejecutoria de vuestro poder mental. 206 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Los que fecundaron con su sangre nuestra bandera, desde aquel día sobre todo, debieron pelear y morir llevando en el corazón y en los labios el recuerdo y el nombre de vuestro legendario Garibalai. Si aleuno de vosotros ha visitado la América Latina, habrá podido observar que la América Latina, y Cuba sobre todo, tiene la pasión, casi la monomanía del derecho. Y pensad enseguida cómo debemos querer y admirar nosotros a esta península Ita- liana, que tiene nuestro cielo y nuestro sol, y que, única entre to- das las tierras del elobo, engendró primero el portentoso dere- cho romano, creó sobre las ruinas de su dominación universal, el derecho canónico, desenvolvió en las Universidades medioeva- les anticipándose a las necesidades de la nueva organización mundial, el derecho internacional privado, y ha producido, en la competencia universal de nuestro tiempo, tan intensa y tan ac- tiva, nuevas orientaciones y nuevas escuelas de ese mismo dere- cho, y del penal y del civil y del mercantil y del político, como en una cosecha que no se acabara nunca y con una fertilidad que no puede agotarse, y de la que espera la vida contemporánea después de esta guerra sin precendentes y sin segundo, nuevas orientaciones para el derecho internacional público, que es ahora el más grande, el más importante, el más útil y quizás, por un curioso contraste, el más pobre y el más necesitado de todos los derechos humanos. América no tiene pasado, pero su presente es sólido y su por- venir es seguro. Ttalia tiene un pasado hermosísimo, un pre- sente envidiable y un porvenir elorioso. Para que recorramos, libres e independientes en nuestra vida interior, pero unidos en el afecto y el culto solidario e la civilización latina, el cami- no restante de la historia, es preciso que nos compenetremos e€s- piritualmente por un intercambio incesante de ideas y de per- sonas. Nosotros, en Cuba, estamos familiarizados con vuestra ciencia, cuyos profesores ilustres se consultan y se comentan a diario en nuestras cátedras, y tenemos los brazos abiertos a vues- tra inmigración, que allí encuentra tan excelente acogida como en otras repúblicas hermanas, que alienta ya con su esfuerzo y su savia. Esta bandera de mi patria, que hoy queda en vuestra mano, es para nosotros un símbolo y además un programa. Nuestras La bandera de Cuba en la Universidad de Roma. 207 ilusiones se habrán realizado triunfalmente si cobija pronto un cambio intenso de profesores y de alumnos, una creciente colabo- ración de ideas y aspiraciones y un pensamiento científico orien- tado en las mismas direcciones para la satisfaccón de idénticas necesidades. Los que hemos tenido que ser a un tiempo, por exigencias de nuestro medio social, hombres de biblioteca y hombres de ac- ción, sabemos que las necesidades más prácticas y positivas son meras traducciones a la vida real de sistemas y principios. La difusión y el progreso incesante de esta civilización, co- mún a una parte de Europa y a otra parte de América, tiene que afianzarse en los grandes centros de cultura. Y unidas en espíritu y en amor, pueden hacer mucho, sino todo, por nuestros ideales comunes, la Universidad de Roma y la Universidad de la Habana. DISCURSO Por el señor Pedro Martínez Fraga, Estudiante de la Universi- dad de la Habana. Señor Rector, Dustre Claustro, Estudiantes: Acabáis de oír al Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana. El, con la bandera de Cuba, ha traído a esta ilustre Universi- dad el saludo de afecto y compenetración del más alto centro de enseñanza cubano. Ha traído entre los pliegues de esa bandera, para nosotros bendita, el mensaje que aquel centro envía fraternalmente a es- te instituto famoso de cultura. Y a ese mensaje brillante, la Asociación de Estudiantes de Derecho de la Universidad de la Habana, con cuya Vice-presi-- dencia me honro, y la juventud estudiosa de Cuba, han querido unir de modo ferviente y singular y especialmente dedicado a 208 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. la juventud estudiosa de Roma, su saludo todo afecto y todo com- penetración, su mensaje todo simpatía y todo amistad. Los estdiantes de Derecho, que bajo su Asociación luchan en Cuba con entusiasmo y éxito por la propaganda y conocimiento de la gran ciencia, sienten y han sentido siempre por esta vues- tra patria maravillosa, por vuestra gloria y por vuestra ciencia, el hondo respeto y la rendida admiración de que es digna la cuna del más grande de los jurisconsultos y del más grande de los poetas. Como esa juventud piensa desde las aulas universitarias, pre- parar y fomentar las relaciones necesarias que tan útiles han de serles en la vida profesional y quiere además demostrar el culto intenso que hacia la Madre augusta de la latinidad profesa, ha querido que yo, el más modesto de los discípulos, trajera, junto al Maestro, el sincero saludo de confraternidad, la espontánea manifestación de afecto y la oportuna y franca invitación a más estrechas, prácticas y hondas relaciones en este acto sencillo e inolvidable. La juventud de Cuba saluda, pues, emocionada a la Italia vigorosa y sabia del mañana. Al entregarle esa bandera que tanto ama, que tanto adora, porque simboliza a su patria, quie- re que interprete este saludo no como vacías frases del momen- to impuestas por la cortesía, sino como prueba de la incondicional devoción que la joven Reina de las Antillas profesa a la Italia sabia, como insinuación de nuevos derroteros y de estrechas re- laciones, como palpable demostración de lo que en Cuba se os admira y se os ama. Salve, pues, ramas fecundas del árbol eterno de la eterna Italia. Salve, vosotros, maestros venerables, glorias de vuestra pa- tria y de nuestra raza. Salve en nombre de la Asociación de Estudiantes de Derecho, en nombre de la juventud estudiosa de Cuba. Salve, La bandera de Cuba en la Universidad de Roma. 209 DISCURSO Por el Capitán Tomasso GQ. Mancini, Estudiante de la Universidad de Roma. Señor Profesor, Amigos Estudiantes. Tengo el señalado honor y el gozo de presentarles el saludo más afectuoso de los Estudiantes del Ateneo Romano y del Real Instituto de estudios superiores de comercio; quienes han agradecido infinitamnete la dádiva simbólica que Vds. han traí- do desde la lejana Isla de Cuba cual prenda de pS y Ca- riñosa admiración. Es con el más vivo regocijo y gala, en efecto, que hoy los recibimos; y estamos seguros que conociéndoles personalmente, les amaremos más ya que no lo hagamos en consideración de los vínculos de sangre y de lenguaje que, por ser descendientes de una misma estirpe, nos han siempre unido a ustedes. Queríamos que pudiesen conocer cuanta gratitud llevamos en nuestros corazones hacia la Isla feraz y noble de que vienen; gratitud máxima puesto que no ignoramos la parte que sus con- nacionales han tomado en nuestras hazañas de guerra en los años pasados, y cómo han deseado, junto a los demás pueblos de la grande y libre América, la victoria que gracias a nuestro va- lor y a la fuerza de nuestro buen derecho, hemos alcanzado. Tenemos ahora que vivir en llena, íntima unión con todas las Naciones, una vida de intenso trabajo y de cívico progreso; y si es verdad que nuestra exhuberancia se desarrollará, concluída nuestra paz de justicia, y nuevos tráficos portadores de rique- zas enlazarán las dos orillas del Atlántico, vendremos, especial- 210 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. mente nosotros los comerciantes e industriales de mañana, a sus países, para estrechar aquellas relaciones que no pueden llevar sino provecho para entrambos. Ilustre Profesor, colegas queridos: Somos los descendientes de Cristóbal Colón y hablamos a Vds. que fueron por el gran navegante italiano unidos a nosotros del viejo mundo por indestructibles lazos. Siírvanse llevar nues- tras gracias y nuestro saludo más vivo a todos los estudiantes de su República, y díganles que el alma de Italia vencedora, de esta Roma inmortal, agradece como nunca la tierna manifesta- ción de que ha sido objeto, ¡Viva la República de Cuba! ¡ Vivan los estudiantes de la Habana! La Dirección: Ricardo Palma, 211 RICARDO PALMA La literatura hispano-americana, acaba de recibir rudo golpe con la muerte muy sensible de este eximio escritor, símbolo, en sus obras admirables, del casticismo del término, la puleritud de la forma y la elegancia del decir. Su labor literaria, llena de infinitos atractivos en las leyendas, anécdotas, cuentos y cuadros de costum- bres, revela la lozanía de su espíritu y cómo supo apreciar los hechos que relatara con absoluta certeza, y como éstos, por medio de su pluma siempre inspirada han exteriorizado, con la exquisitez de su decir, los acontecimientos de la vida colonial, desde que el fa. moso aventurero Pizarro con Diego de Almagro conquistaran el imperio de los incas. De todo lo que Palma escribiera: versos, dra- mas, historia y estudios sobre el lenguaje castellano, nada ha con- tribuído con más razón al gran concepto mundial que alcanzara como sus deliciosas Tradiciones peruanas, en las que, como ha di- cho un muy ilustre escritor, aparece “elegante y claro en la ex- posición, avicarado y ameno a veces, bordando los bellísimos e ins- truetivos relatos acerca de la vida colonial con el oro de su poética fantasía y la chispa del castizo y popular castellano””. Sus Papeletas lexicográficas, conjunto de voces que faltan en el Diccionario de la Academia Española, demuestran el hondo sa- ber que tuviera en el campo del lenguaje, que él manejara tan diestramente, sus esfuerzos por enriquecer el léxico de nuestro idio- ma con los matices lingiiísticos de su patria que ofreciera a la Corporación con verdadero interés y que ella recibiera con no poco desdén, reafirmando con su conducta el sobrado fundamento de la axiomática frase de Palma “que el Diccionario es un cordón san:- tario entre España y América?”. Este libro, magnífico exponente de sus largas vigilias, fué espléndida coyuntura para exteriorizar 212 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. gus amplias opiniones en la esfera del lenguaje, pues pensando como Horacio quem penes arbitrium est et jus el norma loquendi.... lógico era que así discurriese respecto de la aceptación de formas verbales frente al criterio estrecho de quienes abogan por la desa- parición de un término porque este coincida con otro en su as- pecto semántico. Esas páginas de no poca enseñanza deben ser leídas y releídas por quienes con un razonar pobre pregonan sus ideas sobre el pu- rismo en el lenguaje, que tanto equivale a conspirar contra la evo- lución del mismo, contra su enriquecimiento dado su carácter so- cial, condenándolo al estacionarismo, como dijo Palma, olvidando lo que significa dentro del purismo la sintaxis, ya que ella es el alma, el espíritu caraterístico de cada lengua, como atinadamente hubo de manifestar. Y porque el pueblo tiene en esto un papel tan señalado como importante, como que crea voces y el uso las genera- liza, es andar bien desacertado el olvidarlo en sus grandes relacio- nes con el lenguaje. Los idiomas por su condición orgánica hállan- se sometidos a la ley de evolución; transfórmanse las voces y Ssur- gen otras cuando las necesidades así lo exigen y como en la evo- lución social cada idea requiere un signo que la represente, de ahí los fundamentos de Palma para decir que el vocabulario del siglo XX tiene que ser más rico que el tan admirado del siglo de oro o de esplendor para las letras castellanas. La labor fecunda de este insigne eseritor ha sido juzgada con merecido enczomio por los hombres de singular competencia en la esfera literaria. Ahí están los Anales de la Inquisición de Lima, Recuerdos de España, Artículos históricos y tradicionales, Tradi. ciones peruanas, Apuntes históricos del Perú para comprobar, con lujo de detalles, las manifestaciones que hacemos al correr de la pluma. La Revista de la Facultad de Letras y Ciencias lamenta la des- aparición de quien con su saber y escritos tanto lustre diera a las letras hispano-americanas, fuera timbre de gloria para la nación que meció su cuna y orgullo legítimo para todos los que fueron sus hermanos en América. La DIRECCION. PEN A A anio, de Dd iología (1 curso) ............ E e Dr. Arístides Mestre. AAA ANA AS AN A A PS Dr. Carlos de la Torre, OST (IE CRATEO) de are intropología general (1 curso)............... Dr. Luis Montané, Do. CONFERENCIAS ¡"Anatomía comparada............. A Dr. Arístides Mestre. Paleontología animal........ E AE Dr. Víctor J. Rodríguez. Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre, Auxiliar de Biología, Zoología $ y Conservador del Yuseo Poey; Dr. Víctor J. Rodríguez, (auxi- "liar interino para el grupo de Ciencias Zoológicas y Encargado del Departamento Taxi- ddérmico); Dr. Pablo Miquel (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física), Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química); Dr. Francisco Muñoz (auxiliar interino para Química) y Dr. Jorge Horstmann (Director del Jardín Botánico). Estos diversos servicios tienen sus res- pectivos ayudantes. —El «Museo Antropológico Montané» y el Laboratorio de An- tropología tienen por Jirector al Profesor titular de la asignatura; lo mismo que los Museos y Laboratorios de Mineralogía y Geología. 3 3. ESCUELA DE PEDAGOGIA "Psicología Pedagógica (1 curso)............... e, Historia de la Pedagogía (1 curso)............ | Proleso Dr. Alfredo M. Aguayo. Mipiene Escolar (1 curso).................... Metodología Pedagógica (2 cursos)............ $4 Dr. Luciano R. Martínez. Majo lmeal (1 curso)...................... y S Jro € Mao natural (1 curso)...........o.......... » r. Pedro Córdova. - Agrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas ne se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. El Director del Museo Peda- gico es el Profesor titular de Metodologia. El Profesor Auxiliar es el Dr. Rafael Fer- udez. 4, ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS - Dibujo Topográfico estructural y arquitectónico (2 cursos) A A Profesor Sr. Eugenio Rayneri. Estereotomía (1 curso)..........ooc.oooo.o..... o eustara (1 curso)... ........o........ »” Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Materiales de Construcción (1 curso) ......... Resistencia de Materiales. Estática Gráfica Re O OO oa io a Aaa ”» Sr. Aurelio Sandoval. Construcciones Civiles y Sanitarias (1 curso).. ) RICA (E.CUXSO) ooo caes , Maquinaria (1 erre h o MS le ad »”» Sr. Eduardo Giberga. Ingeniería de caminos (3 cursos: puentes, fe- / D is d ¡rrocarriles, calles y carreteras)............ » r. Luis de Arozarena. Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) -,, Sr. Ovidio Giberga. Arquitectura e Higiene de los Edificios (1 curso) ] Historia de la Arquitectura (l curso).......... y E EA “Contratos, Presupuestos y Legislación AN ”» r. Andrés Castellá, a la Ingeniería y Arquitectura (1 curso)..... Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto y son sus profesores Auxiliares: Sr. A. Fernández de Castro, (Jefe del Labo- ratorio y Taller Mecánicos); Sr. Plácido Jordán (Jefe del Laboratorio y Taller Eléctri- s); Dr. José R. Martínez y Dr. José R. García Font, con sus correspondientes ayu- -dantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de Maestro de Obras exigiéndose asig- naturas que corresponden a otras Escuelas. e 5. ESCUELA DE INGENIEROS AGRONOMOS Y AZUCAREROS Física y Química Agrícola (l curso) ...... ... Fabricación de azúcar e industrias derivadas ' Profesor Dr. Francisco Henares. CAD 0rocr nr. o pornos. 6.0. 5er. »o 7 O AO ' > Sr. José Cadenas. “Economía Rural (1 curso)......oomommmmmc.... Y Administración rural y formación de proyectos l Pd alos denia da a E Mepislación rural (1 curso).................. ) Sr. José Comallonga. Adustrias rurales (1 curso) .................» ) Midtinaria agrícola (1curso)................. só Dr. Buenaventura Rueda. nmstrucciones rurales (1 curso).............. Í Microbiología agrícola (1 COSO e anta ol cie | Patología vegetal (l curso)................... Son profesores auxiliares los Sres. Heriberto Monteagudo (Conservador de los Museos), Jorge Navarro y Félix Malberti (interino). Para los grados de /ngeniero agrónomo y azucarero, de Perito agrónomo y de Pe- químico y azucarero se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 1 a 5 ¡de la tarde, se dan informes respecto a los detalles de la organización de sus diferentes uelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- siciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. Dr. Juan R. Johnston (interino) 2 + An de AWISO LA REVISTA DE LA FACUTAD DE LETRAS Y CIENCIAS es bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias Ó científicas que reciban la REVISTA, el canje co- rrespondiente; y de los Centros de instrucción Ó Corporaciones á quienes se la remitamos, el envío de los periódicos, . catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en nuestra sección bibliográfica. e Para todo lo concerniente á la REVISTA (administración, canje, remisión de obras, etc. dirigirse al Director de la REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, Universidad. ; de la Habana, República de Cuba. y Los autores son los únicos responsables de sus artículos; la REVISTA no se hace solidaria : de las ideas sustentadas en los mismos. INFNOSETEE The REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every other month. We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction and Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. AS detailed account of work thus received will be published in our bibliographical section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, a á matter, etc., to the Director de la REVISTA DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, Uni- ersidad de la Habana, República de Cuba. j AVIS La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS paraít tous les deux mois. On demande 1l'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte rendi y dans notre partie bibliographique. FA d'ouvrages, etc., on est prié de s'adresser au Director de la REVISTA DE 0 ds LETRAS A CIENCIAS, Universidad de la Habana, República de Cuba. Les auteurs sont seuls responsables de leurs articles, et la REVUE n'est engagée p: “opinion personelle d'aucun d'eux. + h 4 a A ¿e Pda UNIVERSIDAD DE LA HABANA Nun. 3. REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS DIRECTOR: Dr. JUAN M. DIHIGO Profesor de Lingiúística y de Filología. Director del Laboratorio de Fonética Experimental. Secretario de la Facultad de Letras y Ciencias, REDACTORES JEFES: Dr. ARISTIDES MESTRE Profesor Auxiliar de Biología, Zoología y Antropología, Conservador del Museo Antropológico y de Zoología. . Dr. SALVADOR SALAZAR Dr. LUIS DE SOTO Profesor Auxiliar Profesor Auxiliar de Ciencias Filosóficas. de Lenguas y Literaturas clásicas SON COLABORADORES 1,0S SEÑORES PROFESORES DE LA FACULTAD NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 1919 SUMARIO: IN OEIÓN DEL ARTE Do odo o Edi a Srta. Laura Mestre y Hevia. ESUNRARIAVMO DE LABRA ¿700 joe a ea Dr. Enillermo Domínguez. —JOSÉ DE ARMAS Y CÁRDENAS +.ocooccccoccccocono Sr. Manuel Sangutly. —ULTIMA GRAMÁTICA DE LA REAL ACADEMIA Es- MA O TA TA AAN A A Sr. Miguel Luis Amunálegui Reyes. —SÁTIRA CONTRA EL DERECHO ROMANO.. ........ Sr. Prudencio de Hechavarría y O' Gavan. > ANOLAS BIBLIOGRAFICAS.—I. The History of Reli- : gions por E. Washburn Hopkins, New York, 1918.—II. Palestine of the Jews por Norman 2 Bentwich, London, 1919.—III. Historia de la E lengua y literatura castellana por Julio Cejador. Tomo X, Madrid 1919.—IV, Historia de la len- gua y literatura castellana por Julio Cejador. Tomo XI, Madrid, 1919, —V., Sobre el estudio de idiomas por Rodolfo Lenz, S. de Chile, 1919. —VI. Nahuatlismos y Barbarismos por Ricardo del Castillo, Méjico, 1919.—VIT. Diccionario de pe Costarriqueñismos por Carlos Gagini, San José, PE A RN RAN CN A IR IO Dr. J. M. Dihigo. Y —VITI, Nueva Trigonometría Plana y Esférica por Webster Wells, traducida por E. Pereda, N. $ A A RO ORIO, EINER AS Dr, Claudio Mimó. 2 —1X, American Journal of Physical Anthropho- , 2 logy, editor Dr. Ales Hrdlicka. Vol. 1, 1918; y a Vol. II, 1919, Washington.—X. Criminalogía. Ps por José Ingenieros, AGO E AE A Dr. A. Mestre. e — CANJE»... a A e A A OEI E ed HABANA IMPRENTA «ÉL SIGLO XX» 7 TENIENTE REY, 27 e 1920 ENSEÑANZA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS. Decano: Dr. Adolfo de Aragón. Secretario: Dr. Juan M. Dihigo. l. ESCUELA DE LETRAS Y FILOSOFIA. Lengua y Literatura Latinas (3 cursos)........ Profesor Dr. Adolfo de Aragón. Dr. Juan F. de Albear. Lengua y Literatura Griegas (3 cursos)....... DIS UISHCA MI CORSO) eauconc id da oo Ea ro / EN PIAIDAESO) rt ol a iod O lonas isos ds e Historia de la Literatura Española (1 curso)... Historia de las literaturas modernas extranjeras | Mo A A A A Et Historia, de América; (1:,CUTSO) Mcliaon oiga Ao Historia moderna del resto del mundo (2 cursos) ESICOOSTA Md CHUESO 2 beis tro te PSA US Eosofia Moral: (L:CULSO):% 00% e ela eo o da de QUCIOLO DIA CUESO)ES Y eta joto de ORAR a ios Laa! Los profesores auxiliares de esta Escuela son: conferencias sobre sus respectivas materias. Dr Dr . Juan Miguel Dihigo. . Guillermo Domínguez y Roldán. Dr . Evelio Rodríguez Len- dián. Dr. Sergio Cuevas Zequeira. Dr. Salvador Salazar para el grupo «de Historia y Ciencias Filosóficas; Dr. Luis de Soto para el grupo de Lenguas clásicas y Dr. Eligio de la Puente (aux. int”) para el grupo de Literaturas; los cuales dan El Laboratorio de Fonética Experimental tiene por Director al Profesor titular de Linguística. 2. ESCUELA DE. CIENCIAS: [a] Sección de Ciencias Físico-Matemáticas. Análisis matemático (Algebra Superior) curso. Análisis matemático (Cálculo diferencial é ie | Profesor Dr. Pablo Miquel. Ao A E A IS Geometría superior y analítica (1 curso)....... Geometría descriptiva (1 curso)............... ; mo Dr. Claudio Mimó. ORO Merida IACUEOITA lo do a Física Superior (Ter, curso) o... o... ) De (Plmdo Biosca FISICA SADO (2 ICUESOS) divo o ati oa e de y p Onímicarseneral (ÍCUrSo) 2 ta a de só Sr. Carlos Theye. A e E A A a Dr. Arístides Mestre. OIC) oa Pide a E ea Mae So Dr. Carlos de la Torre. DibEomi nea E NCUrSoO) ia il do a e are > DIBUO-:Natural (Carso). aran e Eta a ) ne Sr. Pedro Córdova. BOSOola STA (MICUESO) ento siii doo dela en OR Mecánica “Racional (1 curso).,......ommo...... ] E Dr. Victorino Trelles, Astronomía (1 curso)......... AE AS ; (Megu esla, MACGULSO) eras as aaa id Pide ES Dr. Alejandro Ruiz Cadalso. Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... e Dr. Santiago de la Huerta. Botánica general (L:icurso)...cicoooor iio... Ae Dr. Felipe García Cañizares. 3 [b] Sección de Ciencias Físico-Químicas. Análisis Matemático (Algebra Superior)....... Profesor Dr. Pablo Miquel. Er Geometría Superior (sin la Analítica ......... Dr Uiandio MAm6 Trigonometría (plana y esférica) .............. > PA : B ¡BISICAFSUDEernor (er CUE) cts ela ) Dr-Plácido Biosas RISICA SUDSNOL (12 CUESO oa ales a a oia pa 3 : : » Ouímica Inorgánica y Analítica (1 curso)...... » SE Carlos TeVe 3 Química A (1 Edd Md ds E EA DibtieMinaeal (CULO) co arica anal ale aleta ela y Dibujo Natural (LiCursO vid aa een o oie e e E Córdoya: Mineralogía y Cristalografía (1 curso)......... 5 Dr. Santiago de la Huerta. BIO pal CUESQ): ieiaioso te as ASIS NA de Dr. Arístides Mestre. Zoología (IiCHrSO). 00 veros A IS ps Dr. Carlos de la Torre. Botánica general (1 bas A ASA A as E bn A CARDO CIAO )S + eo ole als 20% o a lle baaa a, ES r. Victorino Trelles. 3 ! [c] Sección de Ciencias Naturales. ' - 3 Análisis Matemático (Algebra Superior)1 curso Profesor Dr. Pablo Miquel. í ; Geometría Superior (sin la Analítica)......... DESOmadio Min 3 Trigonometría (plana y esférica).............. mn z ; Química O SE AN E y Sr. Carlos Theye. spa MA TON AA E A > j ; Dibujo Natural ql COSO tolón. -mia ENS $ pel Eenzo Cordova: y Física general (1 curso). errar ze Dr. Plácido Biosca. y Mineralogía y Cristalografía (2 cursos)..... 0. ) A 1)r. Santiago de la Huerta; , a EA br] EN A A Ps e) Botánica Reneral CICUESO) ica ria ' ÉS Dr. Felipe García Cañizares Fitografía y Herborización (1 curso).......... ce JAN 31 1921 Vol. XXIX NOVIEMBRE-DICIEMBRE 1919 — Num. 3 REVISTA LABRAR DE LA ¿3/M FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS EVOLUCION DEL ARTE POR LA SRITA. LAURA MESTRE Y HEVIA. Bajo el nombre de Historia antigua se comprende la historia de varios pueblos enteramente distintos entre sí, de los cuales el único que alcanzó el más alto grado de evolución en el arte fué el pueblo griego, destinado a servir de modelo a los romanos en la antigiedad y a las naciones modernas del occidente de Europa. Cuando decimos que tal nación ha recorrido el cielo entero del arte, usamos una frase que puede inducirnos a error, porque a ve- ces se trata de la variedad de idealizaciones que presenta un gru- po de artistas, y que provienen del temperamento de cada uno. Lo que importa es que el arte haya encontrado todos sus elemen- tos, alcanzando la mayor perfección posible. Esos elementos que integran un arte completo, perduran siempre en la obra de los erandes maestros de todas las épocas: la sencillez en el trabajo, su acuerdo con la naturaleza, la idealización que el pueblo griego realizó en el sentido de lo bello, el claro-oscuro, la composición y el fondo en la pintura y la escultura, son los caracteres de un arte perfecto. Si después de haber llegado a esta altura máxima, el arte parece decaer, es porque está sometido a esa ley de perpe- tua variación que Taine explica por la múidanza de los tiempos, y que Ozzola llama el problema estético de cada época. A veces, en esta moda, el arte se desprende de los rasgos que le dan su mayor valer. Este olvido proviene de los artistas mediocres, mientras 214 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. aparece un artista superior que devuelve al arte todos sus ele- mentos. Ruskin afirma que el arte de la pintura terminó en el siglo XVI, porque entonces encontró todos sus recursos, en oposición a los siglos anteriores. Pero acaso, después de Rafael y de Ticiano, ¿no vinieron Rubens, Van Dyek y Rembrandt, Velázquez y Goya, desarrollando un arte con todos sus elementos y enteramente ori- einal ? El arte de la Edad media y de los tiempos modernos se refiere al grupo de naciones de la Europa occidental que han tenido un desenvolvimiento paralelo. Es un desarrollo colectivo que parte de los primeros siglos del cristianismo, llega hasta nuestros días y terminará con la vida de esas naciones y sus continuadoras en el continente americano. El desarrollo artístico de estos países sigue las mismas etapas del arte antiguo: los primeros informes bosquejos, el estudio más atento de la naturaleza, la corrección de líneas y de color, la com- posición y la perspectiva. Esta historia comprende el bizantinis- mo, Giotto y los precursores del Renacimiento, Rafael, la escuela veneciana, Rubens, Van Dyck, Rembrandt, Murillo, ete. El arte moderno aparece más influído por la ciencia en su amor a la naturaleza y su aplicación a los problemas psicológicos. Co- mo carácter de última novedad, señalaremos la libertad más abso- luta en los asuntos, y una gran espontaneidad en los artistas. El estilo es improvisado y sencillo, y en su afán de prontitud, va per- diendo aleunas bellezas. El arte rupestre de los cazadores de renos en la época cuater- naria en Francia y en España comprende el dibujo y la pintura aplicada de figuras de animales. Es un arte realista, bastante ade- lantado para expresar el movimiento. Es muy probable que este arte animalista tuviese un objeto religioso, representando la figura del reno y de los peces que por su eran utilidad recibirían una es- pecie de culto. En la edad de piedra, época de los menhires y de las ciudades lacustres, no se encuentran sino eroseras piezas de alfarería ador- nadas con incisiones, algunas figurillas de tierra cocida, menhires groseramente esculpidos recordando la figura humana, y bloques L. Mestre: Evolución del Arte, 215 de granito cubiertos de extraños dibujos ejecutados con instrumen- tos de sílex. En la edad de bronce el arte se manifiesta en la forma elegante de lanzas, espadas, puñales, vasos, etc.: no se advierten figuras humanas ni de animales. Otro tanto sucede durante muchos si- glos después de la introducción de las armas e instrumentos de hierro. Los galos, antes de la conquista de César, (hacia el año 50 a. J. C.), fabricaron algunas figuras de animales en bronce, y acuñaron en sus monedas algunos tipos más o menos informes; pero sólo produjeron obras de arte plástico cuando aprendieron de los romanos, discípulos a su vez de los griegos. En la Gran Bretaña y en Alemania, en Suecia y Dinamarca el arte no produjo sino una gran variedad de motivos lineales. La conquista o el comercio romanos introdujeron en esos países, con aleún retardo, la imitación de la naturaleza viviente. En resu- men, después del dibujo de los cazadores de renos, ocurrió un largo eclipse en el arte que duró por lo menos cuarenta siglos. En las costas orientales del Mediterráneo no sucedió lo mismo. AMí no existió el arte de los cazadores de renos de la época cua- ternaria, como en Francia; pero en la segunda edad de piedra hu- bo una civilización intensa y rápida en Egipto y en Babilonia. Todavía es poco conocida la de Babilonia; pero sabemos que en Egipto, antes de la época de los Faraones en que se introdujo el metal, existía un arte capaz de reproducir por la pintura o en tierra cocida, en marfil o en esquisto, figuras de hombres y de ani- males. El estilo es distinto del que prevaleció en el Egipto de los Faraones. En las capas profundas de las ruinas de la ciudad de Troya y en tumbas arcaicas del Archipiélago, se han encontrado figuri- llas artísticas que no eran simplemente decorativas. El arte del occidente de Europa en la edad de piedra, ofrece un rasgo del arte árabe en su repuenancia a representar la figura humana. II El arte egipcio no llegó a su perfección en la pintura ni en la escultura: la monotonía de sus figuras, sus extraños dibujos, su falta de composición y su desconocimiento de la perspectiva son evidentes. En sus bajo-relieves y pinturas los egipcios representa- ban las victorias de los Faraones, las ceremonias del culto, las es- 216 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. cenas de la vida diaria, el viaje de las almas al país de los muer- tos. Las esculturas del primer imperio, época en que el arte se mostró con más originalidad y fuerza, son realistas; después el arte se orientó hacia la elegancia y el refinamiento, y se hizo vul- gar. Más tarde, en la época saita, volvió al realismo primitivo. Fué un arte que prometió grandes cosas, y quedó sin desarrollo. El Egipto, en sus pirámides, en su esfinge, en su arquitectura, parece dominado por la idea de la duración y de lo infinito. Los caldeos y los asirios fueron animalistas de gran realismo; en la figura humana revelaron un tipo feroz y cruel de cejas es- pesas, ojos muy abiertos, pómulos salientes y barba cuadrada di- vidida en rizos simétricos. Sus obras de arte más antiguas se re- montan a los años 4.000—2.500 antes de nuestra era. Sus temas favoritos fueron escenas de combates y cacerías: la vigorosa muscu- latura es el carácter más notable en las figuras del arte asirio. Este arte quedó sin desenvolverse, como el arte egipcio. El arte persa de la dinastía Aquemenide, que comienza con Ciro y acaba en Darío Codomán, duró escasamente dos siglos (550—330 a. J. C.), y lo más importante que nos ha legado son las ruinas de Susa y de Eecbatana. El friso de los arqueros que existe en el Louvre es una decoración de ladrillos esmaltados que proceden del arte asirio; pero que revelan un nuevo tipo en el di- bujo de sus figuras, de líneas sobrias y delicadas, acaso influído por la Grecia jónica, o como producto de afinidades de raza. La India no tuvo arte antes de la época de Alejandro Magno. El arte chino no comenzó a producir sus obras mejores hasta la Edad media europea. Sus más antiguas esculturas demuestran la influencia de una forma bastardeada del arte griego que se exten- dió por las costas del Mar Negro hasta la Siberia y el Asia central, El suelo de Grecia, como el de Italia, ha producido varias el- vilizaciones. Los descubrimientos arqueológicos de Schliemann, de Tsountas y de Evans han probado la existencia de una brillante civilización prehistórica en las islas del Archipiélago y en las cos- tas del mar Egeo. Así se han encontrado las ciudades de Troya, Micenas, Tirinto y otras que fueron celebradas en los cantos de Homero. Este arte antiguo sobre el suelo de Grecia se mantuvo a la altura del arte egipcio y del arte caldeo: sus estudios de ani- males son de un gran realismo: la figura humana no alcanza la corrección de líneas, ni se conocen la composición y la perspec- tiva. Pero este arte minoano y miceniano evidencia cualidades ori- L. Mestre: Evolución del Arte. 217 ginales y muy distintas: el amor al desnudo se manifiesta desde los primeros tiempos de esta civilización, y el amor a la naturaleza en la copia de plantas y animales marinos en vasos pintados. Hay más imaginación y un tipo no perfecto, ni bien revelado, pero más humano, de líneas delicadas y agradables. Una raza más noble, el pueblo genial y amable, cuya civilización se refleja en los poemas homéricos, dejó esa huella en las artes plásticas. Esta civilización desapareció ante el empuje guerrero de los dorios y de otras tri- bus del norte de Grecia, hacia el año 1.100, a J. C., un siglo des- pués de la guerra de Troya, sumiendo a Grecia en la barbarie. La simiente del arte, arrojada nuevamente en el surco, había de germinar al fin; y sería el pueblo griego, el más libre e inteligente de la antigiiedad, el que impulsara el arte a la cumbre de la per- fección. Las obras de Homero habían dado la medida del genio artístico que poseía la raza. Los primeros ensayos recuerdan los primeros pasos del arte en Egipto, en Caldea, en la misma Grecia de los tiempos homéricos; pero esta vez el arte llegará a la cima. La corrección en las líneas del rostro, el movimiento bien expresado, la composición, todo este adelanto se encuentra en el frontón del templo de Zeus, en Olim- pia, atribuído a Peonios. Las muestras del arte pictórico se han perdido, y debieron reflejar las mismas cualidades. Un progreso mayor revela la estatua de una amazona de pie, apoyada en una sola pierna, obra atribuída a Policletes. Fidias fué el genio más grande de este renacimiento. Las esculturas del Partenón, obra maestra de arquitectura de la época de Pericles, demuestran el progreso del arte, y el genio de una raza que idea- lizaba en el sentido de la belleza. Todavía el arte eriego adelantó más en la expresión. de los sentimientos con Praxiteles y Scopas Sileno y el niño Dionisios y la cabeza de Afrodita que poseía Lord Leconfield, pueden servir de ejemplos. El arte griego expresó en Fidias la serenidad y la fuerza, en Praxiteles y Secpas el ensueño y la pasión; las figuras de Lisipo son nerviosas y finas. El arte griego reveló también la energía conquistadora en la Victoria de Samotracia, de la escuela de Seopas, y la tristeza contenida en la Demeter de Gnido y las estelas fu- nerarias del barrio de las tumbas en Atenas. Hemos dado una idea de la evolución del arte griego, atenién- donos a la escultura, por carecer de muestras del arte pictórico. El testimonio de los escritores antiguos confirma la existencia de 218 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. verdaderas obras maestras. En el siglo V el pintor más alabado fué Polignoto, que se distinguió por el dibujo, mientras que los del siglo IV, Parrasios, Zeusis y Apeles, fueron sobre todo colo- ristas. El pueblo griego fué el único pueblo de la antigúedad cuyo arte llegó a la perfección, y realizó un ideal de belleza. Llegó a esa altura por su elevada idealización, y por el estudio de la na- turaleza de que dió tan valiosos testimonios en la filosofía, la lite- ratura y las ciencias. Después de la muerte de Alejandro Magno, su imperio se di- vidió entre sus generales. Se llama período helenístico del arte griego el comprendido entre la muerte de Alejandro Magno y la conquista de Grecia por los romanos. Atenas dejó de ser el centro del intelectualismo, y ocuparon su lugar Alejandría en Egipto, Pérgamo en Asia Menor y Antioquía en Siria. El estudio de estas ramas del arte griego que lo enriquecen con elementos que parecen completarlo, es en extremo interesante: constituyen una derivación del arte griego, ingertado en razas nuevas para el ideal. El arte helenístico se muestra realista o con idealizaciones extrañas al genio griego: el arte de Alejandría des- arrolló la escultura de género, de asuntos familiares; los paisajes aparecieron en la pintura, el bajo-relieve y la estatuaria. Los triunfos de los reyes de Péreamo en su lucha contra los galos dieron asunto a grupos y estatuas muy notables, como las del galo moribundo, el galo matándose después de haber dado muer- te a su mujer, y el famoso Laoconte, que expira ahogado por las serpientes, después de haber visto morir a sus hijos. En estas obras se advierte la expresión del dolor físico, que es una forma del arte realista. Los dioses de la época helenística han perdido la serenidad clásica. El ideal de la forma ha variado también: a la hermosura de los cuerpos griegos sucede la fina ele- gancia del Apolo del Belvedere, o la recia musculatura de los gi- gantes en el friso del altar de Zeus en Péreamo. Estas obras no son griegas: el arte no puede evolucionar a la inversa. Discípulos de Grecia, los romanos, no obstante este influjo, de- jaron transparentar su amor al realismo, a la representación del movimiento, y un ideal de grandeza que los aproxima a los egip- cios y a los asirios. Su pintura revela, junto a las imitaciones del arte griego, un estilo original, aleo parecido al de los impresionistas modernos. L. Mestre: Evolución del Arte. 219 Esta técnica procede por manchas de color y de luz: aparece des- de mediados del siglo 1, sobre todo en las decoraciones murales de Pompeya. En Roma se encuentra un modelo sorprendente, el Eros de la escalera del Casino Rospigliosi. El arte cristiano de las Catacumbas no agrega ningún elemento nuevo a la Pintura de los romanos. TI El nacimiento de la Pintura en los pueblos occidentales de Europa—como el de la Escultura en Grecia—correspondió a una época de intenso sentimiento religioso. La Minerva de Fidias, las vírgenes de Giotto y de Bellini son revelaciones de estos ideales. Alma parens del arte de los pueblos modernos puede llamarse a la religión cristiana, como la religión de los griegos fué la gran ins- piradora de sus obras maestras de escultura. El cristianismo dió la preferencia a las imágenes pintadas, evi- tando la escultura como representación usual de la mitología greco- romana. Más tarde, ligadas a la arquitectura gótica, aparecieron las pinturas en las vidrieras y las decoraciones en los manuscritos. Llegaron a eliminarse por completo los elementos greco-romanos. Al alborear esta civilización artística tan amplia y tan variada del occidente de Europa, encontramos un nombre y un influjo de- cisivo: Bizancio. La arquitectura gótica es de origen bizantino, la pintura pre-rafaelista es también bizantina, así como el tipo es- cultórico que desenvolvieron los artistas en las iglesias góticas, verdadera summa de la teología cristiana. Más tarde, fué Giotto, un pintor religioso, quien se atrevió a estudiar la figura humana, y esta observación del natural hizo sa- lir el arte de la inmovilidad del bizantinismo: los monjes francis- canos exigían expresión religiosa en los cuadros que pedían a los artistas, y los dominicos encargaban composiciones importantes. Hasta entonces la Pintura era un arte atrasado, como el de los primitivos escultores griegos que rascaban sus imágenes en vari- llas de madera. Otro elemento esencial de instrucción y progreso le hizo arribar al Renacimiento. El artista recordó Jos modelos griegos, estudió la composición en la forma y el color, y el arte pictórico llegó a su apogeo de perfección y de gloria con Rafael, Ticiano y de Vinci. Fué Italia entonces, como Grecia en lo an- tiguo, el porta-estandarte de esta magnífica intelectualidad. Los 220 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. demás pueblos de Europa siguieron este impulso, desenvolviendo el mismo ideal de la Edad media que todos habían incubado. El tipo humano que desarrolló el arte de la Pintura nació en Oriente, y era de estirpe ariana. Antes que el cuadro existió el mosaico, y en él se dibujó ese ideal bizantino que por sus rasgos parece de origen persa, y que había de verificar el genio de los artistas del Renacimiento. Grecia, que fué por su civilización y cultura la educadora de las naciones del occidente de Europa, les ofreció los principios eternos que descubriera el genio de sus grandes artistas, y cuando carecieron de ideales les brindó los suyos: así los romanos se apro- piaron los tipos del arte helénico. Pero en las naciones modernas se creó un tipo general, muy distinto del tipo griego; también el arte expresó idealizaciones propias intensas y decisivas. Comparad el templo griego con la iglesia gótica: la religión entre los griegos era un sentimiento social, no una pasión que les hiciese combatir. En la Europa medioeval la religión fué, con la guerra, la pasión dominante y avasalladora: todo se le subordinó: la ciencia, la sa- lud y la vida. La catedral gótica representa esa exaltación del espíritu, enfermo de puro misticismo. Con idealizaciones tan potentes y propias el arte occidental no pudo ser una copia del arte antiguo: fué la expresión suprema del sentir religioso de la Edad media. En la Pintura y la Escultura el clasicismo del Renacimiento no alteró el ideal humano de los pueblos modernos: la Venus de Milo fué suplantada por las vírgenes de Rafael y de Bellini. A los tipos convencionales de la escultura griega que sólo como ex- cepción expresaban el dolor y las pasiones, opuso Miguel Angel las sentidas y vigorosas figuras de la tumba de los Médicis. Estos sublimes artistas perfeccionaron su técnica con aleunos principios del arte griego, sin sacrificar los ideales de su raza y de su siglo. La pintura mural que había sido el arte del Cristianismo en sus comienzos, se abandonó bastante en la época romántica y en la gótica, a causa de la arquitectura de las iglesias. Las iglesias románicas eran sombrías, las iglesias góticas presentaban pocas superficies planas para la decoración; en cambio, tenían ventanas cuyas vidrieras había que pintar. El siglo XIII marcó el apogeo de este arte, cuando los pintores vidrieros realizaron obras maes- tras en Saint Denis, en Chartres, en Poitiers. La eruda colora- L. Mestre: Evolución del Arte. 221 ción de los vidrios y las altas figuras de los ventanales ejercieron influencia en la pintura del siglo XV. El nuevo arte, nacido en la Edad media, es sincero y fuerte como el arte griego; pero es un arte vestido: le estaba prohibida la representación del desnudo. Una leyenda florentina del' siglo XVI cuenta que varios pin- tores bizantinos estuvieron en Florencia en 1260, y despertaron el genio de Cimabué, que fué el primer pintor italiano, quien, a su vez, descubrió el genio de Giotto. En realidad, Cimabué fué un mosaísta, y no existe ningún cuadro auténtico suyo. El primer pintor fué Duecio, sienés, que también vió y estudió esmaltes bi- zantinos. La escuela de Siena, rival de Florencia, entre cuyos ar- tistas se cuenta Simone Memmi, decayó por descuidar el estudio del natural. Giotto fué el primer artista que se inspiró en la na- turaleza, e idealizó en el sentido religioso. El giottismo se hubiera extinguido, como la escuela de Duecio, en Siena, a no ser por el estudio del natural que le infundió nueva savia, como evidencian las obras de Masaccio y de Andrea del Castagno. La idealización de los artistas florentinos es muy va- ria: el misticismo cristiano en los cuadros de Giotto y Fra An- gelico, más humano en Ghirlandajo y Filippino Lippi; la perfee- ción de la belleza en Verrocchio; el movimiento llevado al tremolo enfermizo en Boticelli; los tormentos del espíritu en Piero del Franceschi; el vigor muscular, la energía y la tristeza en Signorelli, artista que poseía un genio sombrío y vigoroso como Miguel Angel y Dante. Giotto fué el primero que aplicó acertadamente el color, y que empezó a desligar la figura de las trabas bizantinas; pero el tipo humano que él recibió y mejoró es el que debemos estudiar, por- que señala el principio de la evolución del arte moderno. Cuando decayó el arte romano, heredero del griego, empezó a recibir el in- flujo de las escuelas de Asia Menor y de Siria. Dice S. Reinach: ““En esos ricos países que nunca fueron romanos sino de nombre, florecía un arte helenístico orientalizado, accesible a las influen- cias de la Persia de los Sasánidas. De este arte, que sólo conoce- mos imperfectamente, procedió, al menos en parte, el bizanti- nismo. ”” Los mosaicos fueron una decoración usual en la Persia de los Sasánidas: algunos en que está dibujado el nuevo tipo se encuen- tran en Roma, Rávena y Constantinopla, Puede servirnos de ejem- 222 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. plo un mosaico de San Vital de Rávena, que representa a la em- peratriz Eudoxia y su corte. Cuando vencieron los iconoclastas en Constantinopla, los mo- saístas de figuras pasaron a la corte de Carlomagno, en Aquisgram. El nuevo ideal de la figura humana sirvió de tema en la evolución artística de los pueblos de occidente. Este tipo quedó sin desenvolverse, conservando la forma pri- mitiva, en las pinturas de los conventos del monte Athos, y ha se- guido imperando en todos los países en que triunfó el cisma griego. Las imágenes esculpidas y pintadas de las naciones del occi- dente de Europa son realistas, y representan el mismo tipo que llegó a culminar en su mayor belleza en los cuadros de los gran- des pintores, revelando la unidad del arte que tuvo principio en la Edad media. Otro tanto ceurrió en la arquitectura que desarrolló un ideal nuevo de origen asiático, enteramente distinto de las construecio- nes greco-romanas: de la Persia de los Sasánidas pasó a Occiden- te la cúpula, cuyo primer origen fué asirio. IV Los artistas griegos expresaron su concepto de la belleza esco- giendo un tipo de su raza, y modificándolo para expresar mejor sus ideas. Este tipo que puede estudiarse en la estatuaria, y que probablemente abundó entre los griesos, tiene las llamadas pro- porciones clásicas: iguales medidas para el peinado, la frente, la nariz y la barba; la distancia entre los ojos viene a ser como la longitud de éstos; la boca tiene esta longitud y media; el pelo ondeado y rizo forma graciosos torzales, y no baja de los hom- bros. Esa proporción en las facciones del rostro abunda más en Inglaterra que en otros países de Europa. Los griegos consiguieron dar a sus figuras una gran belleza y una expresión de serena majestad que las aproxima a los dioses. A este propósito, ensancharon el sinus frontal, y dieron una sola línea al perfil de la nariz y de la frente. En este sentido el arte griego es tan convencional como el asirio. Ese ideal clásico tam- bién se revela en el cuerpo de sus maravillosas estatuas: compárese la amplia cintura de las diosas griegas con el talle estrecho de la Venus del espejo de Velázquez, forma que recuerda el gusto egipcio. El otro tipo femenino ha sido revelado por los pueblos moder- L. Mestre: Evolución del Arte. 223 nos de Europa. Probablemente tuvo un origen persa, y luego fué dibujado en los mosaicos bizantinos. Es un tipo de ojos inmen- sos, de boca pequeña, de tendida cabellera, que fué adquiriendo vida y movimiento hasta manifestarse con toda perfección en los cuadros de Bellini y de Rafael. La Concepción de Murillo—como la Venus de Milo en el arte griezo—es un ideal de belleza feme- nina, y a la vez un símbolo del fervor religioso que baña su frente en la luz de los cielos. v El arte de las naciones occidentales de Europa llegó a su com- pleto desarrollo a partir del siglo XIII. La arquitectura produjo el hermoso fruto de su plenitud artística en las catedrales góti- cas del siglo XIII al siglo XV. En esta época, el influjo de los estudios clásicos le hizo imitar los antiguos monumentos de Grecia y Roma, conservando en lo interior los adornos del arte gótico. ¿Cómo el Renacimiento, que tanto perjudicó a la originalidad de la arquitectura, contribuyó al florecimiento de la pintura y de la escultura ? El Renacimiento promovió el estudio de los modelos griegos y la observación de la naturaleza, cuando Giotto, por el impulso in- telectual de Dante y de los dominicos y franciscanos, hubo roto las ligaduras del arte medioeval. El Renacimiento completó la en- - señanza del arte sin quebrantar sus ideales. El tipo humano que habían creado los pueblos del occidente fué respetado, y llegó a revelarse en toda su verdad y belleza. Italia fué por segunda vez la discípula de Grecia y en los mol- des del clasicismo se desenvolvió su arte. No obstante, se siente vibrar la nota distintiva del pueblo nuevo que casi sin solución de continuidad, desarrolla una civilización como las demás naciones modernas. En esta época, los artistas italianos que iban al frente del mo- vimiento intelectual de Europa, siguiendo el camino que les tra- zara Giotto, encontraron la composición, la perspectiva y la com- binación de colores. Rafael Sanzio fué el maestro sublime de la composición pictórica, el genio que marcó la cumbre misma del arte occidental y de la intelectualidad humana. En sus grandes frescos de la Capilla Sixtina sobre la Religión y la Filosofía, se ofrecen las más portentosas combinaciones, el grado más alto de 224 Revista de la Yacultad de Letras y Ciencias. composición artística. Su colorido también presenta armoniosos arreglos, aunque Ticiano aparece aun más colorista. La nota más alta de Rafael fué la idealización de la belleza. Sus figuras se dis- tinguen por la suavidad de formas y la perfección de líneas que que formaban el carácter de la escuela umbría, sucesora de la sie- nesa: algo de infantil y limitado se evidenciaba en su estilo como la escuela de Siena y el giottismo. Pero el arte de Florencia des- envolvió plenamente sus vigorosas cualidades, revelando la com- plejidad intelectual del Renacimiento. Los más notables artistas de la escuela umbría, anteriores a Rafael, fueron el Perugino y el Pinturiechio, quienes crearon el tipo de la virgen umbría que trasmitieron a Rafael. Las primeras influencias que recibió este eran artista fueron de Viti, de la es- cuela florentina, de Perugino y de Pinturiechio. Después vivió en Florencia, y pintó las encantadoras vírgenes de la Silla y del Gran Duca, la hermosa jardinera y otras. En Florencia, Rafael imitó a de Vinci, a Miguel Angel y a Bartolomeo della Porta. Llamado a Roma en 1.508 fué el pintor favorito de Julio 11 y de León X. Allí fundó una escuela de pintores que trabajaron bajo su direc- ción, con la firma del maestro, de los cuales el más distinguido fué Julio Romano. La obra maestra de Rafael fué la decoración de las Stanze o salas del Vaticano con vastas composiciones his- tóricas, alegóricas y religiosas, como la Disputa del Santo Sacra- mento o el Triunfo de la Iglesia, la Escuela de Atenas, el Parnaso, Atila detenido por el Papa León, Heliodoro arrojado del templo y el Incendio del Borgo. Decoró también las logias o galerías eu- biertas con vista al patio de San Dámaso, con una serie de fres- cos representando escenas de la historia sagrada, lo que se ha lla- mado Biblia de Rafael, además una serie de adornos ingeniosos imitados de antiguas pinturas romanas. Pintó también retratos admirables, y ejecutó con el auxilio de sus discípulos grandes cua- dros, como la Madonna de San Sixto, la Madonna de Foligno, la Sagrada Familia; dejó sin terminar la Tranfiguración, que fué concluída por Julio Romano. Rafael fué también arquitecto de las obras de San Pedro, e inspector de antigúedades y de los mo- numentos de Roma. Este gran artista tiene el primer lugar por haber perfeccio- nado el ideal de belleza que triunfó del tipo clásico, y por la mag- nitud de sus composiciones que no representan multitudes anóni- mas que repiten los movimientos, como en los cuadros de Rubens, L. Mestre: Evolución del Arte, 225 sino la más admirable revelación de figuras y de grupos armonio- samente combinados. Finalmente, a pesar de su elevada idealiza- ción, fué en sus retratos un gran pintor realista, en el mejor sen- tido, como el artista que escoge un modelo en que la naturaleza ha puesto un sello de hermosura y perfección. Leonardo de Vinci fué el más alto representante de la intelec- tualidad florentina, del genio innovador y profundo del Renaci- miento. Si Rafael muestra un carácter dúctil a las influencias ar- tísticas, Leonardo parece siempre dominado por la idea del invento y de la originalidad. Su numen iluminó la ciencia y el arte, como el sol que alumbra los cielos y fertiliza la tierra. Leonardo tomó de Verrocchio un tipo de belleza femenina, y le agregó el atractivo de una sonrisa única. Este ideal sonríe en la Gioconda, y su sonrisa muestra en su expresión misteriosa la complejidad del alma florentina: sonrisa entre suave y burlona, de un alma mística y audaz, llena de contradicciones que la llevan al escepticismo, sonrisa intelectual como el genio del Renacimiento. Y esta expresión de misterio tal vez aumenta por la casual com- binación de líneas que le dan un parecido con la esfinge tebana: la cabeza inmóvil, de frente, cubierta en ambos lados, el misterio en los ojos y en los labios, la misma actitud de serenidad inquie- tante: la Gioconda es la esfinge del Renacimiento. En su composición más extensa, la Cena, óleo en el refectorio de Santa María de las Gracias en Milán, se nota variedad y fuer- za en la expresión de los caracteres, una idealización de admirable sentimiento y energía, sólo comparable a las esculturas de Miguel Angel en la tumba de los Médicis. Correggio, el artista que se formó por sí solo, sin maestro, sin salir de su pueblo natal, sin los estímulos del oro o de la gloria, tiene un parecido con los grandes maestros venecianos, y es el an- tepasado más ilustre del arte moderno. Como hay semillas que se pierden para el cultivo, y ramas que no dan fruto, hay artistas que han tenido poca influencia en la formación de otros: Correggio ofrece un ejemplo contrario. Antes de Rubens y Van Dyck en- contramos a Ticiano. A él mismo van a parar en esta filiación de los genios, Reynolds, Velázquez y Goya: ahora bien, antes de Ti- ciano, por las cualidades modernas de su arte, como el gran pre- decesor, está Correggio. Los bellos tonos de sus cuadros se han conservado por el cui- dado del artista en elegir sus telas y preparar sus tintes: su co- 226 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. lorido revela el sano espíritu con que miraba la naturaleza. Maes- tro de Rubens por el vigoroso relieve y el fresco tono de sus car- nes, fué superior a él por la expresión del espíritu. La energía, la gracia, la vida y la belleza que idealizan las obras de Correggio, y los grandes empeños de su arte, le hacen el modelo de todas las ceneraciones. Unos pintores expresan la luz y otros la sombra, como Rem- brandt; pero más numerosos han de ser los que pinten la carne viviente. En las figuras de Correggio la sangre anima los cuerpos, y la revelación potente de la vida viene a ser otro ideal en el arte. Giorgione, Ticiano, Veroneso, Rubens, Velázquez, Goya, desnuda- rán las figuras para pintar el cuerpo humano, la piel rosada y cá- lida, la carne palpitante, cauce de nácar y de oro por donde corre la roja savia de la vida. Si Florencia fué la ciudad más intelectual del Renacimiento, Venecia fué el centro de la vida social, del lujo y de los placeres. El carácter sensual de los venecianos se manifiesta en el ideal de sus artistas: las vírgenes de Bellini y de Cima de Conegliano os- tentan redondeces no conocidas hasta entonces. La hermosura de la mujer en los cuadros religiosos o mitológicos y en las conver- saciones sagradas o profanas, se manifiesta en las obras de Gior- ejone, Ticiano, Palma-Vecchio, Veronesa y Tintoretto. La luz que deja ver el tono de las carnes, la frescura y esplendor del eolori- do, las formas opulentas de la figura humana, fueron ya una con- quista del arte. Este ideal sano, vigoroso y magnífico fué la expre- sión del genio de Venecia. Este concepto de.la vida y del arte que revela el bienestar y la alegría de los pueblos, el alma feliz de las razas, es el mismo que expresaron Rubens, Franz Hals y Jordaens. La pintura de Siena puede calificarse con estas palabras: deli- cadeza y sentimiento: fué la inspiradora de los tipos ideales de Rafael. Pero esta composición es todavía electiva, no tiene la am- plitud, ni la universalidad de la escuela veneciana. El asunto de la pintura de Venecia es un cosmos: el mundo del arte rivaliza en complejidad y fuerza con el mundo real. Agreguemos su colorido mágico que procede no sólo del cielo, sino del agua misma sobre la cual se vive, del mar brillante y movible, espejo que refleja tantos matices y vapores luminosos que flotan en el aire fingiendo man- chas de color. De aquí que la escuela veneciana fuese la más co- lorista de todas. A L. Mestre: Evolución del Arte, 227 Si el arte de Rafael puede sintetizarse con estas palabras: sen- timiento, belleza, composición, y el de Tintoretto, acción dramá- tica, extensión, erandeza; la escuela florentina tiene otro lema: honda psicología, propia de ciudad tan intelectual como Floren- cia, caracterizada por el arte de Leonardo. Este arte no se cuida tanto del color: trata de revelar misterios del espíritu, no embria- eada por la pompa colorista de la naturaleza. Desde el Renacimiento, que fué científico y artístico, el estudio de la anatomía predomina en pintores y escultores. Las obras de Miguel Angel, de Ticiano y de Tintoretto son estudios de músculos en variedad de movimientos, aerandados por el tamaño colosal de las figuras. Las cabezas de viejos llamadas de estudio son también análisis de anatomía. En aquellos tiempos de grandes artistas el mundo ambiente ofrecía más dibujo y más color. La vida era más pintoresca y agi- tada, los caracteres humanos revelaban más originalidad y ener- oía. ¿Dónde encontrar aquellas admirables cabezas de ancianos, la magnífica hermosura de las cortesanas, la variedad de tipos socia- les, los trajes pintorescos, las costumbres más pintorescas todavía ? Las cabalgatas, las cenas, la interpretación de la historia según la moda del tiempo? Hoy cultivamos el arte como una flor de inver- nadero. Estas grandes cualidades de los artistas del Renacimiento fue- ron el punto de partida de las bellezas del arte moderno. Rubens heredó de Correggio el elaro-oscuro colorista que da vida y realce a las figuras; de los venecianos la pompa y la grandeza de la com- posición. Van Dyck, establecido en Inglaterra, se dedica al retra- to, y sujeta con mano firme y sabia el desbordamiento del color en combinaciones de suprema elegancia. En este límite se mantuvie- ron Reynolds y Gainsborough, y en Francia, Vigée Lebrun. Ve- lásquez fué el más grande de estos coloristas de buen tono. Goya sigue la tradición de su patria en la pintura dramática, teniendo por antecesor a Tintoreto en el arte italiano. Ribera, Goya y Zuloaga sacuden las almas con el impulso trágico de sus cuadros: no son más grandes, son más conmovedores que los ge- nios que buscan la belleza o la expresión del espíritu en calma. Cuando los artistas del Renacimiento copiaban de la realidad, escogían sus modelos con elevadas cualidades. Sirvan de ejemplo las estatuas de Miguel Angel y todos los tipos de los cuadros pro- fanos de Rafael. 228 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Juan Bellini fué un pintor verdaderamente religioso: su arte fué una ofrenda al cristianismo: Murillo es el artista que más se le parece. Los genios modernos, Rubens y Velásquez, cultivaron el género religioso y el pagano en los cuadros mitológicos. Tam- bién practicaron el género realista, tomando sus modelos en la elase baja, con sus fealdades y miserias. No tuvieron el constante amor a la belleza que distinguió a los artistas de Grecia y de Ita- lia. De esta suerte, Rubens pinta su Kermesse, Velásquez su Esopo y sus borrachos y enanos, Goya sus majas y chisperos. Este ar- tista poseía un temperamento francamente plebeyo y satírico. vI La sencillez, esta cualidad primaria del estilo en las obras maestras del arte helénico, se manifiesta en la arquitectura com- parando el Partenón con una iglesia gótica: el templo griego es más sencillo y luminoso, pues en la distribución de los tonos tiene los claros sobre las sombras. En la estatuaria griega también se observa el mismo principio: los ideales de belleza aparecen expresados con toda sencillez, des- nudos de todo adorno que distraiga el espíritu en la contempla- ción de la pureza y perfección de las líneas. El pueblo griego fué el que mejor reveló la belleza del cuerpo humano: la gimnástica, los juegos y los trajes que usaban contri- buyeron a la perfección y agilidad de la raza. La escultura griega fué un magnífico exponente de la dedicación de un país a,la cul- tura física: fué su época más favorable, y en el suelo clásico del arte se levantó un pueblo de estatuas. Miguel Angel y los escultores del Renacimiento revelaron de otro modo el objeto de su estudio, expresando esa poderosa fuerza del espíritu que hace completa toda representación humana. Su amor a la bello no les impidió revelar los dolores físicos, las pa- siones de aquel tiempo de profundo idealismo. En nuestros días, si echamos una ojeada sobre los mármoles de Rodín, notaremos en ellos la expresión del realismo: son estudios del sér humano, no elegido por la belleza ni por las altas cuali- dades del espíritu: es un arte que se esfuerza en ver las cosas tales como son, y que se niega el derecho a mejorarlas. L. Mestre: Evolución del Arte, 229 VIE El arte es una idealización, o mejor, un conjunto de idealiza- ciones creadas por individuos que perciben intensamente los carac- teres de la naturaleza, y que saben escoger determinados aspectos del mundo, y revelarlos a la sociedad. Si varios artistas se proponen copiar un modelo, cada uno dará su interpretación personal y distinta, confirmando así esta defini- ción del arte: es la naturaleza vista al través de un tempera- mento. Cuando un artista contempla un paisaje y lo copia, sin darse cuenta, va descartando todos los detalles que no están de acuerdo con su impresión. De esta suerte se crea, sincera e inconsciente- mente, ese mundo ideal, lleno de figuras y de paisajes de un sen- tido claro y terminante para todos. Así Millet expresa en un cua- dro toda la melancolía de la tarde en el campo: el artista es el in- térprete de la naturaleza. Cada artista revela en su obra una idealización especial: su propio sentimiento o la tendencia dominante en su raza o en su época. Una idealización que puede llamarse ¿individual corresponde al artista que se aparta de su medio, que expresa su propio ca- rácter, los rasgos de variabilidad de su raza. Goya no expresó los refinamientos sociales de su siglo, sino el sentir de su pueblo. Byron puede citarse como ejemplo en la literatura. Hay una segunda idealización: la del artista que revela su tiempo. Puede citarse la Pintura del siglo XVIII en Francia, co- mo exponente de la coquetería que entonces predominó : esta idea- lización expresa las variantes del genio nacional, según la época; es lo que llama Taine el personaje reinante. La tercera idealización es la que se refiere al genio de la nación a que el artista pertenece; es la revelación de un rasgo permanente del carácter nacional. Sirvan de ejemplo en las letras el Fausto y Werther, donde se expresa la decepción de todas las rutas huma- nas y la tendencia al suicidio. España revela en los cuadros de sus pintores el misticismo y el horror trágico. Ejemplos: Murillo, el Greco, Ribera, Goya, Zu- loaga. Velásquez queda aparte, ofreciendo una idealización más rara, un realismo contenido por la discreción y el buen gusto: su arte es a la vez elegante y sincero. 230 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. Italia no conoció el realismo ciego de los pintores primitivos. Representantes del genio de su raza y de su tiempo son todos los erandes artistas italianos; aunque a manera de veta que arranca de lo más profundo, el raudal del arte moderno empieza en Correggio, pasa a Ticiano y los pintores de la escuela veneciana, y sigue con Rubens, Velásquez y Goya. Su claro lema es la re- presentación de los cuerpos y de las carnes, en contraposición al sentido idealismo de los sieneses y florentinos, que viene a ser un influjo raro en el arte moderno. Van Dyck representa la revela- ción de las individualidades más claras y definidas del arte, como sucesor de Van Eyck en el retrato de intensa personalidad. Bélgica, después de la etapa realista del arte occidental pri- mitivo que se realizó en pueblos muy apartados del influjo griego, se orientó hacia la belleza en los cuadros de Rubens, que en su culto a las exuberancias de la carne, demostró claramente la ten- dencia sensual de la raza. Holanda presenta el mismo aspecto; y el genio paciente de sus artistas hace avanzar la composición, y descubre un gran recurso de arte propio de aquellos climas, el claro-oscuro, el valor de la sombra que produce una idealización de misterio en los cuadros de Rembrandt. Francia, laboriosa productora de arte, ofrece una notable idea- lización en la pintura del siglo XVIII, expresando su amor a la elegancia del traje y a los refinamientos sociales. Inglaterra reveló en el humorismo de Hogarth un aspecto del carácter nacional. Después idealizó en el sentido de la elegancia a imitación de la Francia del siglo XVIII. Afirma Ruskin que el arquitecto y el pintor no deben vivir en la ciudad, y agrega que las grandes obras de la arquitectura di- manan de la observación de la naturaleza. La nieve de los cam- pos en el invierno ha dado su blancura a los claustros medioeva- les; los campanarios han surgido de la contemplación de los gran- diosos peñascos y derriscaderos; la sombría entrada de las igle- sias de las profundas cavernas que suele encontrar el viajero. En cuanto a la pintura, esta influencia la necesita principalmente el paisajista, pues el pintor de figuras recibe poderoso auxilio de la observación de las ciudades, del trabajo de las fábricas, la aca- mulación de gentes en las fiestas y diversiones para esos cuadros que representan multitudes en acción, como la Kermesse de Ru- bens, o agrupadas con otro fin, como en las Lanzas de Velásquez. Es en presencia de la naturaleza que el artista se revela a sí L. Mestre: Evolución del Arte, 231 mismo. Tal parece que el alma de las cosas entra en nuestro es- píritu y le hace vibrar, que un soplo divino pasa a nuestro pecho encendiendo el entusiasmo y el amor que nos hace expresar la ar- monía y la belleza. La naturaleza es la fuente principal de la invención artística: en ella encuentra el pintor la profunda armonía de sus colores, el escultor sus más bellos ideales. El arte es como la encina de que habla Virgilio en una poética comparación, que mientras más eleva al cielo sus ramas, más profundiza con sus raíces en la tierra. VIII Se habla con frecuencia de la intelectualidad relativa de las naciones modernas. Todas son como ramas de una extensa familia por la raza y por la civilización. Si se atiende a las grandes cua- lidades de observación, de análisis y de imaginación que requieren las obras literarias y la expresión de los caracteres, se daría el primer lugar a Inglaterra, como patria de Shakespeare. Pero hay que reconocer que junto a ella, y al mismo nivel de la Grecia an- tigua, se encuentra Italia con Dante Alighieri, sin contar sus va- rios genios en la Pintura y la Escultura que la colocan en primera línea. Reconociendo la prioridad a Italia entre las naciones modernas de Europa, podemos afirmar que Francia ha tenido una produc- ción continua de arte desde los tiempos de su iniciación. Francia se orientó pronto en las letras en la dirección de Grecia, y ha sido la más fiel discípula del clasicismo. En el siglo XIX tuvo su más egregio poeta, y su escultor más ilustre, Rodin, maestro de vigo- roso estilo moderno, presenta un carácter realista, contrario al que revelaron los artistas del siglo XVIII. La capacidad artística de las naciones a que nos referimos se manifiesta de muy diverso modo: Francia se distingue en la ar- quitectura, habiendo producido bellísimos ejemplares de estilo gó- tico: en la Pintura ha tenido excelentes artistas, aunque sin alcan- zar la gloria de Holanda, de Bélgica o de España. También Ho- landa está antes de Inglaterra, que no tiene ningún genio de la fuerza de Rembrandt, incluso el mismo Reynolds. El arte es uno en cada raza. El arte de los pueblos del occi- dente de Europa sólo concluirá cuando termine la larga e intensa vida de esas grandes civilizaciones que dan señales de plena ju- 232 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. ventud. Ya hemos visto como la observación de la naturaleza y el estudio de los modelos griegos hizo brotar el germen bizantino— así pudo cultivarse el grano de trigo conservado tanto tiempo en la tumba de los Faraones.—Hemos visto de qué modo se manifiesta el realismo primitivo en los dibujos de las cavernas, y en el arte ingenuo y detallado de los primeros pintores franceses, belgas y holandeses. Italia, única tierra que siempre tuvo la bendición del arte, país de eterna civilización, fué cuna del arte pictórico, y sus primeros pintores idealizaron: la luz del cielo coloreó sus inspira- ciones, y Giotto y Beato Angelico revelaron en sus tablas a la vez el sentimiento religioso y el progreso del arte; también idealiza- ron en el sentido de lo bello, y más tarde, la Madonna della Sedia de Rafael representó la perfección del nuevo tipo, como la Venus de Milo en la escultura griega. El arte que profesamos, como nuestras costumbres y nuestros trajes, procede de la Edad media; por la gran dedicación de las inteligencias llegó a adquirir todos sus recursos, a completar la técnica, a perfeccionarse en la composición, en las combinaciones del color, en la elección de los asuntos y de los modelos. Entonces los artistas trataban unos cuantos temas, lo que no atenuaba su personalidad; ponían a contribución la mitología de los griegos, la filosofía, la historia, la religión y los asuntos de la época; esta- ban dirigidos por hombres muy instruidos, magnates y pontífices protectores del arte; tenían por modelos para sus retratos los más conspicuos personajes: el artista perfeccionaba la belleza, la gra- cia o la energía de sus figuras vivientes. En nuestros días, la observación científica ha trascendido al arte, convirtiéndolo en estudio minucioso del espíritu humano: este influjo lo aproxima al realismo primitivo: no se escoge el mo- delo, la idealización está suprimida, se estudia la composición que ofrece la naturaleza. El arte podrá ser útil en esos estudios, pero no debiera olvidar su amplia esfera de acción, las conquistas del genio de todos los siglos. Ha de tener presente el artista que la más alta idealización en el arte de las líneas y de los colores, está en la belleza; ha de es- tudiar constantemente la composición creada por el genio de tan- tas edades, los temas de las combinaciones coloristas, la ciencia del elaro- oscuro. Debe instruirse para poder dirigir su propio tra- bajo, para conocer y practicar el arte entero que como legado di- vino ha recibido de los grandes maestros. RAFAEL MARIA DE LABRA (1) POR EL DR. GUILLERMO DOMÍNGUEZ, Profesor de Historia de la literatura española. Señor Presidente: Señores Amigos: Señoras y Señores: Cuánta emoción y cuánto temor siento al haceros escuchar en este día y desde este sitio, el ligero bosquejo que he trazado, de lo que fué en vida y de lo que realizó el ilustre cubano Rafael María de Labra. Pocas veces he subido a una tribuna más cohibido y preocupa- do que como lo hago en este momento. El día, el lugar, el tema, han ejercido sobre mi espíritu una tremenda presión. Hablar en la fiesta anual de esta vetusta y cubanísima institu- ción, hacerlo desde esta altura y sobre personalidad tan augusta, como el inmortal cubano que me sirve de tema, son demasiada carga para mis débiles fuerzas y para mis escasas condiciones. Es, o debe ser, esta fiesta para los cubanes todos algo así como una anual y no interrumpida comunión de ideas y senti- mientos con el pasado y con el alma de nuestra amada Cuba. Re- presenta tanto esta institución, por sus antecedentes, por su his- toria, por sus socios, per su labor en pro del progreso y del bie- nestar de nuestra patria que siempre que en ella penetro y la contemplo lo hago con fervor religioso, como si penetrara en el más sagrado de los templos, y ya en ella, sólo siento la venera- ción de las cosas sagradas, el suave volar de los espíritus puros, el insensible roce de los querubes, el musiteo de los profetas, el llanto de los maitines, la augusta voz de Dios y los seráficos cantos de las vírgenes del cielo. Tal es realmente, en lo que a la patria respecta, lo sagrado de este recinto que por lo que ha sido y por lo que debe de ser, si queremos ser dignos de nuestros ilustres antepasados, pu- diera compararse con aquellos subterráneos en que celebraban allá en la ciudad eterna y en los primeros años de nuestra era sus reu- niones los discípulos de Cristo, con las catacumbas de Roma. No (1) Estudio leído en la Sociedad Económica de Amigos del País el 10 de Enero de 1919. 234 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. en balde cubren sus paredes los retratos de próceres tan ilustres y patriotas como Luz, Saco, Varela, Pozos Dulces... y otros que sacrificaron sus vidas en el altar cubano, y no en vano para los oídos que aún se sientan cubanos, resuenan los ecos de sus pré- dicas y sus disertaciones llenas siempre del más grande amor a Cuba, como si hubieran presentido que día había de llegar en que sus espíritus tuvieran que volver a esta tierra por ellos tan ama- da, para llevar a los débiles, a los enfermos de olvido de la patria, todo el entusiasmo, todo el cariño, todo el desinterés, todo el sa- erificio, que atesoraban en sus grandes corazones de cubanos. Ah! Hablar desde esta tribuna, qué osadía! Cuando ellos nos contemplan y nos miran con sus fijos y eserudiñadores ojos, aten- tos en sus mareos a nuestras frases y percibiendo por medio de su doble vista la intención y la sinceridad de nosotros. Ah! Cuán menguado sería el cubano que desde este sitio, cual cátedra del Espíritu Santo, se atreviese a injuriarlos hablando desde aquí el lenguaje de los sofistas y de los fariseos. Antes la muerte. No puede ser. Desde aquí, siempre y más hoy, y con ellos por testigos, no se puede ser falso ni mentiroso, no lo consentirían; como en casos que nos cuentan los libros santos, se saldrían de sus lienzos para abrumarnos y cuales nuevos Cristos, nos arrojarían a latiga- zos de este recinto sagrado de la patria. Sólo comuleando en sus ideas y llevando la sinceridad en el corazón, se puede hablar desde la misma tribuna en que ellos ha- blaron y tanto, por la felicidad de nuestra pobre Cuba. Rafael María de Labra. Qué grande! Cuán ligada a todos ellos y a la historia nuestra, la de este compatriota ilustre. No cabe en estos modestos renglones míos, sería querer esculpir en la semilla de un mamey la figura de un gigante. Sin embargo, hay encomiendas que son un honor y hay labores que son un deber. Por eso estoy aquí. Mi bueno y cariñoso ami- go, el ilustre Presidente de esta Corporación, Dr. Raimundo Ca- brera, solicitó de mí que os dirigiera la palabra hoy. ¿Cómo ne- garme? Sé que confiaba demasiado en mí, pero el honor que me hacía era grande, el tema me halagaba, y accedí. Qué puedo ne- garlo a mi ilustre amigo, otro prócer de hondo y probado patrio- tismo, y además, por qué no decirlo, yo deseaba hablar desde este sitio digno de esos grandes que nos contemplan y ser aunque por una vez en la vida el sacerdote que oficiara en la misa anual de este altar sagrado que se llama la Sociedad Económica de Amigos. G. Domínguez: Rafael M. de Labra, 235 No cabe en los estrechos límites de una conferencia como esta la vida y la labor de Rafael María de Labra, ni mucho menos por lo interesante para nosotros los cubanos su intensa y perseveran- te labor por las libertades de Cuba y especialmente de la raza de color. En el mañana, el libro dará a conocer sin restricciones todo lo que yo tengo que omitir, si no sucede con Labra lo que está pa- sando con las otras figuras ilustres de la Historia de Cuba, la in- diferencia y el olvido. Porque es triste confesarlo, pero cada día se acentúa más entre nosotros ese enfermo estado del espíritu cubano en todo cuanto se relaciona con la vida y la labor de aquellos que fueron sin duda aleuna los principales y más sólidos sillares de nuestra independencia y nuestra gloria. Cuándo llegará el día en que un grupo de cubanos, antes que todo y por encima de todo, acometan y realicen la obra que tanto tiempo ha demandado la pobre y olvidada Cuba, la redacción de su Historia política y la de su Literatura, y la enseñanza de esas disciplinas en nuestros centros docentes. Así como este trabajo, ligeros, ocasionales, se van desflorando las historias de nuestras cumbres, sin que la insania política que hace años padecemos, permita al cubano, tan inteligente y de tan eran corazón, ocupar su tiempo en cosas tan interesantes y tan patrióticas. Al igual que Labra, ahí están todos esos próceres y mil más que aguardan inútilmente que sus brillantes y cubanísimas cam- pañas sean conocidas y apreciadas en lo que valen, y surjan a la luz de Cuba independiente. Hondas divergencias van alejando a los cubanos unos de otros, la saña y el encono van siendo Jos alientos de los más, y por ese camino de odios y de rencores, de injurias recíprocas, de luchas fratricidas en las que se gasta el acerbo nacional, no será extraño que el tiempo no nos alcance ni para escribir siquiera el epitafio de nuestra nacionalidad. Quiera el cielo iluminar a los grandes de mi patria, a los cul- tos, a los patriotas de verdad y al pueblo mismo, para que ce- sando el actual estado de cosas, puedan los cubanos tan unidos antes como separados están hoy, dedicarse a esos empeños más útiles y más patrióticos, laborando con grandeza de alma, por la pobre Cuba que tan extenuada y llorosa está. Y cuánto de útil y de patriótica sería la enseñanza y el es- tudio de nuestros grandes hombres sobre todo en los tiempos tur- t 236 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. bulentos de desmayos, de crescreimiento que corremos, el ejemplo de esos hombres tan puros y tan buenos, tan honrados y tan des- interesados, sería la medicina más eficaz para nuestras principa- les enfermedades colectivas. La Sociedad Económica, cumpliendo uno de sus más grandes deberes, podría iniciar esa labor, escri- biendo, pero sin pasión ni sectarismo alguno, la historia más de- tallada que pudiera de aquellos amigos que grandes fueron en el ayer sombrío de nuestra vida colonial. En ese período, por muchos motivos triste para Cuba, fué La- bra una de sus más prominentes figuras, y uno de los hombres que cual potente foco iluminó a veces el sombrío horizonte de nuestras luchas políticas con la madre patria. Allá, en el mismo antro de la reacción, en el Madrid de Cánovas y de Romero Ro- bledo, en donde tanto se desconocía a Cuba y a los cubanos, y donde todo se le negaba, libró Labra sus formidables campañas por las libertades cubanas y por el mejoramiento de los pobres negros. Ligado a nosotros por un nacimiento ocasional y a Es- paña por su familia y por su existencia toda fué Labra un in- gerto especial, en él libraron ruda batalla el espíritu progresista de que se sentía animado y el medio agobiante de opresión y tira- nía en que se desenvolvía. Para suerte nuestra, sin embargo, aun- que no sintió nunca la influencia de los aires de libertad que cual céfiro perenne embalsamaban nuestros bosques seculares, ni se dur- mió al arrullc de la poderosa corriente del histórico Cauto, nunca tampoco se contaminó de las malsanas tendencias de reacción y opresión de las estériles llanuras castellanas, ni se dejó impresionar por la miserable corriente del tranquilo Manzanares. Grande de cuerpo, de alma, de inteligencia y de corazón, de sangre española y nacido en Cuba, fué Labra algo que si bien no se le puede colocar entre los heroicos patriotas que se llamaron Céspedes, Martí, Maceo, estuvo siempre al frente de nuestras li- bertades en cuanto eran compatibles con la unidad nacional, figu- ra dignamente al lado de aquellos españoles que se llamaron Sal- merón y Pí y Margall y de aquellos cubanos que fueron el verbo del Partido autonomista: Gálvez, Montoro, Fernández de Castro, Giberga y otros. Nació Labra en la Habana en 1841. Es verdad que su naci- miento en nuestra capital fué más bien obra del acaso y la ca- sualidad que algo que naturalmente debía suceder, pues vió la luz primera en la Habana, siendo su padre jefe del Regimiento G. Domínguez: Rafael M. de Labra, 237 de guarnición en el Castillo del Príncipe, de donde fué trasladado bien pronto a España, en donde vivió Labra definitivamente, has- ta su muerte. Allí hizo su educación, con brillante expediente cua- jado de sobresalientes y premios y menciones de honor; comen- zando muy temprano su vida pública significándose desde enton- ces en favor de los intereses antillanos que le contaron como su más ardiente defensor constantemente. A los diez y siete años, en 1858, publicó su primer artículo en La Discusión de Madrid, so- bre asuntos de las colonias; dedicándose poco después de 1860, año en que terminó sus estudios en la Facultad de Derecho, a la pro- paganda activa, siendo desde entonces ventajosamente conocido como orador y periodista por la constante labor a que se consa- gró colaborando en la Revista Hispano-Americana de Angulo y Heredia, en la Revista de Andalucía, en la Revista de España y en casi todos los periódicos políticos o científicos de España y mu- chos del extranjero. Envuelto en la Revolución de Septiembre, los cambios sobrevenidos a consecuencia de este movimiento le brin- daron ancho campo para sus energías y sus entusiasmos, que eran extraordinarios. Fué elegido en 1869 Presidente de la Sociedad Abolicionista y desde ese cargo realizó tan intensa y provechosa labor en favor de los fines de aquella inolvidable institución, que mereció ser llamado el apóstol del negro. De la misma época son sus más viriles esfuerzos en favor de los intereses de Cuba y Puerto Rico, cuya causa no abandonó nunca, defendiéndola en sus cursos y conferencias del Ateneo, y en el Congreso donde fué diputado repetidas veces por las Antillas. Perteneció primero al Partido Radical y más adelante al Republicano, habiendo votado esta for- ma de gobierno en 1873, y permaneciendo fiel a este credo polí- tico que profesó ostensiblemente después de la Restauración de 1874, decidiéndose al fin en 1890 a figurar de nuevo en el Partido Republicano Centralista organizado por Salmerón, el cual aceptó como propio el programa del Partido Autonomista Cubano. A su gestión se debió la abolición de la esclavitud en Puerto Rico en 1873 y en Cuba en 1880. La vida de Labra como profesor y publicista no fué menos in- tensa que como político. Fué uno de los más eminentes maestros de Derecho Público del Ateneo, y aunque no llegó a figurar en el Claustro de Profesores de la Universidad Central, ello fué debido a sus Opiniones radicalísimas, pues tuvo ganadas unas oposiciones a la Cátedra de Sistemas Coloniales, en lo que le era reconocida 238 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. capacidad indiscutible. Contribuyó a fundar la Institución libre de Enseñanza y en ellas desempeñó las Cátedras de Derecho In- ternacional Público e Historia Política Contemporánea. Pronun- ció numerosas conferencias de vulgarización en Centros obreros y en el Fomento de las Artes, sociedad artística madrileña de grato recuerdo; habiendo organizado también el Congreso Jurídico Ibero Americano de 1892, y un Congreso Pedagógico de Madrid, que se reunió bajo su presidencia. En la última etapa de su vida el Con- greso y la propaganda en favor de la educación, han sido sus úni- cas ocupaciones; habiendo realizado largos viajes en prosecución de sus finalidades pedagógicas y políticas, por toda España. Al mismo tiempo ha publicado numerosas obras, cuyo extenso catá- logo no cabe en este discurso, limitándonos a citar las más impor- tantes: como La Cuestión Colomial; La Abolición de la Esclavitud en las Antillas Españolas; La pérdida de las Américas; La mujer y la Legislación; Discursos forenses, políticos y parlamentarios; La colonización en la Historia; La literatura contemporánea de Portugal y Estudios de Economía social, ete. La muerte le alcanzó siendo senador electivo por la Sociedad Económica de León, Consejero de Instrucción Pública, individuo del Consejo Penitenciario, de la Comisión de Códigos, del Tribunal Permanente de Arbitraje de La Haya, y del Instituto de Derecho Internacional y Presidente del Ateneo de Madrid, desde la muer- te del ilustre don Segismundo Moret. Su muerte fué un verdadero duelo;en la capital de España, lo mismo que en Cuba. Su larga historia política que hemos relata- do, había hecho de Labra una de las figuras más interesantes de la España contemporánea, y sus desvelos, constancia y desinterés por las libertades antillanas lo unen estrechamente a la historia de Cuba y Puerto Rico. Su entierro, imponente manifestación de duelo, demostró la profunda simpatía y admiración que inspiraba el desaparecido. El Ateneo de Madrid solicitó de sus familiares el honor de exponer el cadáver en capilla ardiente en los salones de la institución que con tanto acierto había dirigido, pero los fa- miliares obtuvieron que la capilla se erigiera en el mismo despa- cho de Labra y en su casa de Serrano 43. Desde el Rey y las re- presentaciones de todos los partidos políticos, la familia recibió mensajes de condolencia de todas las clases sociales. El féretro fué bajado en hombros de los señores Barcia, Ban- ces, Becerro de Bengoa, y Barraquin, y conducido en esa forma G. Domínguez: Rafael M. de Labra. 239 por toda la calle de Goya hasta el final, en donde se colocó en la carroza fúnebre a cuyos lados marchaban con hachones encendi- dos porteros y ordenanzas del Senado, Academias de Jurispruden- cia y de Historia, Ateneo y otras Sociedades. La presidencia del duelo la formaban los Ministros de Estado y Gobernación señores Datoc y Marqués de Alhucemas, en representación del Gobierno, los señores Barcia y Bances por la familia y los señores Corteza, Azaña y Dubois por el Ateneo. El duelo fué despedido por el Go- bierno y la familia en la calle Goya. A las seis de la tarde y des- pués de recibir las preces de la iglesia el cadáver de Labra que iba encerrado en una severa caja de ébano, recibió sepultura en el ce- menterio de Nuestra Señora de la Almudena. La concurrencia extraordinaria la representaba lo más alto de la política. En ella figuraban los Ministros de Gracia y Justicia y Marina, el Conde de Bugallal, el Marqués de Figueroa, el Mar- qués de Lizárraga, el Gobernador Civil Sr. López Ballesteros, el Presidente de la Audiencia Sr. Ortega Morejón; el jefe de los re- formistas don Melquiades Alvarez; y los señores Moya, Pedregal, etc. También estaban representando a Cuba, nuestro Ministro se- ñor García Kohly y el gran poeta Manuel Serafín Pichardo. La representación de las sociedades y de los centros de cultura españoles, era completa. Allí estaban distinguidas personalidades en nombre de la Unión Ibero-Americana, de la Academia Hispano- Americana de Cádiz, y otras más, numerosísimas. En la Habana a poco de su muerte, le rindieron homenaje va- rias Corporaciones, distinguiéndose el Centro Asturiano donde nuestro excelso orador el Doctor Bustamante, y el ilustre Profe- sor José A. del Cueto, en sendos elocuentísimos discursos, mostra- ron a la nueva generación, el mérito insigne del gran cubano re- cién desaparecido; y el Casino Español, donde la voz de esta sociedad la llevaron sus distinguidos miembros Don Manuel Fer- nández Guevara, senador de la República, y Don Juan Gualberto Gómez, ilustre periodista y senador también; realzando la impor- tancia y trascendencia los elementos allí presentes, antiguos com- pañeros de Labra, junto a sus adversarios en la política colonial, y a los representantes del Gobierno cubano. La Sociedad Económica de Amigos del País rinde esta noche un recuerdo al ilustre cubano su antiguo y honorable represen- tante en el Senado de la Metrópoli, en los tiempos tristes de nues- tras luchas políticas por nuestras libertades, y ojalá que yo logre, 240 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. aunque sea débilmente, presentaros la labor verdaderamente ex- traordinaria realizada por nuestro gran compatriota desaparecido ya para siempre. Analizar en el breve espacio de tiempo de que disponemos la larga labor intelectual y política en general y en particular con Cuba y Puerto Rico, de Rafael María de Labra, sería absoluta- mente imposible. Basta fijarse en su biografía para comprenderlo: político de altos vuelos, publicista notable, ya en el campo de la Historia, de la Literatura, de la Pedagogía, del Derecho y orador elocuentísimo, su personalidad se destaca gigantesca para que pue- da caber en marco tan estrecho. Sólo a grandes líneas y haciendo resaltar especialmente su labor en lo que a los cubanos respecta, podré cumplir el encargo que se me ha cometido. - Si la Revolución de 1868, al terminarse con el pacto del Zan- jón, no hubiera logrado otra cosa que la libertad de los negros, ello hubiera sido bastante, porque si necesitados estaban de liber- tades los cubanos blancos, la esclavitud era una infamia. Hoy que los años han transcurrido y esa abominable institu- ción se contempla a través de los libros, da frío en el alma y lleva lágrimas a los ojos, la lectura de los crímenes horrendos que se cometieron con los pobres esclavos. De todos los aspectos de la vida de Labra ninguno para mí más interesante que aquel que se relacionaba con la abolición de la esclavitud. Fué donde más y mejor se mostró el temple de su voluntad y la grandeza de su al- ma. Torturado con el espectáculo abominable de aquella brutal institución se consagró por completo a la liberación del esclavo y no descansó hasta ver gozar sonriente y feliz en un hogar libre, al que hasta el día anterior había sido el miserable objeto, la ven- dible cosa, el paria de los tiempos modernos. Y qué causa más erande y más noble. Y cuán difícil el éxito y el triunfo. Nadie trabajó más y mejor que él y tanto la ley de 1873 como las de 1880 y 1886, por las que se abolió la esclavitud en Puerto Rico y en Cuba, tuvieron en él uno de sus más decididos, entusiastas y constantes paladines. Para darse cuenta de su gravedad y dificultades, basta leer la siguiente carta del general Martínez Campos al señor Cánovas del Castillo, después de la paz del Zanjón y que dice así: “Yo soy menos liberal que ustedes y deploro ciertas libertades, pero la épo- ca las exige. La fuerza no constituye nada estable; la razón y la G., Domínguez: Rafael M. de Labra, 241 Justicia se abren paso, tarde o temprano. No bien aprueban us- tedes los artículos de la capitulación ya empiezan a poner corta- pisas, entendiendo que los diputados no deben ir hasta la renova- ción de las Cortes. No comprendo esto: si hay alguna dificultad que impida ir nuevos diputados a esas Cortes, ciérrense éstas. Yo, particularmente, a Martín Herrera le indiqué la conveniencia de que fueran diputados y estuvieran allí para arreglar la cues- tión de la esclavitud, cuestión tan pavorosa que sin ella no hu- biere durado tanto la guerra, en la que yo no quiero entrar por- que me considero impotente, pero que la religión y la humanidad rechazan. No creo que se resuelva en un día, pero tampoco creo que la ley Moret sea suficiente. Es tan compleja, que he dudado ni aun indicarla, pero me ha costado trabajo discutir en este te- rreno, en las conferencias que he tenido con el enemigo ha visto usted que ni se habla de ella. Pues bien, ereo que es la mayor de las debilidades que he conocido en mi vida. No me he atrevido a tocarla porque vulnera intereses respetables, porque afecta al mo- do de ser de Cuba, pero creo que si no se toca por el gobierno, las naciones extranjeras, que no tienen por qué mirar nuestros inte- reses, la tocarán. Yo considero que la iniciativa debe partir del gobierno para encauzar la cuestión y que no se resuelva atropella- damente. La abolición en un día sería la muerte de Cuba; es preciso poner la ley del trabajo, de instrucción y la colonización y estudiar los medios de indemnización, ya señalando el plazo para que el trabajo durante ese tiempo indemnice al dueño o ya fiján- dola con cargo al Estado. Pero estu último sería ruinosísimo y co- mo no habría de qué pagar sería un engaño.”” Tanto en las Cortes, como en el libro, como en los Tribunales de Justicia, su voz resonó siempre como clarín de guerra contra los infames negreros de aquella época maldita. Con razón se le ha llamado el apóstol del negro cubano. A la muerte del ilustre puer- torriqueño don Tomás Vizcarrondo, no sólo asumió Labra la pre- sidencia de la Sociedad Abolicionista, sino que nadie le ganó en devoción, en el celo y constancia por una causa tan sagrada; lle- vando su fe y entusiasmo a consumir gran parte de su fortuna en sostener el periódico titulado El Abolicionista en aquel medio tan contrario. No tenemos el tiempo necesario y porque sería abusar de vuestra benevolencia extendernos en cuanto hizo Labra en este campo; pero no podemos resistir al deseo de daros a conocer algo de lo que 242 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. dijo en su célebre informe ante el Tribunal Supremo de España, en cuatro de febrero de 1885, defendiendo al pobre desheredado negro Faustino O'Farrill en un pleito perdido en el Juzgado de Guadalupe de esta capital, y en nuestra Audiencia, que servirá sin duda para poner de relieve su eran corazón y lo profundo y sincero de su profesión de fe abolicionista. Dijo así Labra en aquella ocasión memorable: “Tiene este ne- gocio para mí un triple interés. Ante todo el de la piedad. Des- conozco absolutamente al negro Faustino O” Farrill que llega a mis puertas desprovisto de toda clase de medio y con la seguridad de no poder ofrecerme la menor recompensa a mi trabajo, ni si- quiera aquella grata satisfacción que produce la palabra cercana, el trato directo y la vista inmediata de la persona objeto del fa- vor o de la solicitud. Jamás he visto ni jamás veré a ese desgra- ciado. Pero su inmensa soledad, su carencia incomparable de re- eursos, sus sufrimientos extraordinarios, sus desgracias infinitas, su misma avanzada edad, y el próximo término de su vida triste y azarosa, bastarían por sí solos para determinar este acto que es- pontáneamente realizo, si mo me lo impusiera como un deber la admiración que me produce ese hombre verdaderamente singular, para quien ninguna de esas terribles contrariedades ha sido par- te a contenerle en su perseverante empeño de recabar su derecho, tan pronto como lo ha conocido, y para lo cual ha tenido que es- capar del fondo del ingenio en que agonizaba y huir de los que en la jurisdicción le atajarían el paso como a un criminal y desdeñar a la junta de patronato de Colón donde debiera encontrar su na- tural apoyo y recorrer la larga distancia que le separaba de la Habana y reclamar la declaración de libertad de la Junta Cen- tral de libertos y contratarse para trabajar y vivir a los 70 años en las obras municipales de la capital de Cuba y entablar como hombre libre (bien que con el apoyo desinteresado de nobles le- trados habaneros como los señores Esponda y Giberga) la deman- da de sua propiedad confiscada y de sus salarios devengados y so- portar la risa y el desprecio de su antiguo amo, y resistir el fallo adverso de la primera instancia, y arrostrar la condenación de la Audiencia, recogiendo todas sus fuerzas, todas sus esperanzas pa- ra llegar ante este Tribunal Supremo con una virilidad, una fe y una perseverancia que le haría siempre digno del goce de la li- bertad, que realmente merecen los hombres de carácter. En se- egundo lugar inspírame esta cuestión un vivísimo interés de jus- G. Domínguez: Rafael M. de Labra, 243 ticia. Porque se trata de un negro que en el año de 1885 viene a reclamar derechos indiscutibles desde 1870; negro para quien han resultado vanas palabras y crueles sarcasmos todas las leyes, to- dos los decretos, todas las cireunstancias, todos los discursos, todas las manifestaciones hechas en nuestro país y a la vera misma del ingenio La Reserva en estos últimos veinte años, en favor de la regeneración del esclavo y la rehabilitación de España. Mi tercer interés es un interés político. Político en el alto sentido de la pa- labra. Se trata del estricto cumplimiento de leyes que afectan qui- zá como ninguna otra, al honor y al prestigio de España, y que tocan directamente a lo más íntimo de la vida cubana, que se des- hace por momentos y que es necesario confortar a fuerza de gran- des dosis de moralidad pública y privada, de grandes soluciones humanitarias, de reformas vigorosas y trascendentales saturadas del espíritu regenerador de los modernos tiempos. Me refiero a las leyes abolicionistas.”” Como político dedicó Labra su vida entera a otros dos ideales que no podemos separar en manera alguna. Al triunfo de la Re- pública en España y al de la Autonomía en Cuba; y a ellos sa- erificó en dos ocasiones su decidida vocación a la enseñanza y todo el medro personal que hubiera podido obtener de su privilegiada inteligencia y sus excepcionales condiciones de orador. En efecto, después de haber ganado por oposición en 1872, y para la Uni- versidad Central, la Cátedra de “Sistemas Coloniales””, no tomó posesión para ir a ocupar un puesto en el Congreso por la provin- cia de Oviedo y por consecuencia de los radicalismos de sus opi- niones; y la segunda en 1904, cuando el Real Consejo de Instrue- ción Pública de acuerdo con el Claustro de la Facultad de Filo- sofía y Letras y como una rectificación por lo hecho anteriormente, proclamarlo profesor de Historia de América, proclamación que renunció porque como dijo “no entraba de favor en la Univer- sidad ?”. Desde que en 1873 votó en las Constituyentes españolas como forma de gobierno para España la república, no dejó un solo día de laborar en pro de su compromiso político. Como el titán de la leyenda y después de cuarenta y cinco años de vivir en la oposición, murió abrazado y con la misma fe y entusiasmo al ideal republicano. Ah! y con nosotros los cubanos, sus hermanos, qué hizo! Todo cuanto pudo, excediéndose a veces y recibiendo sin cesar, los die- 244 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. terios, las injurias, las calumnias de todas clases, sin que nunca ni un sólo instante, se amenguara, se debilitara lo que era para él también otro apostolado, la libertad del cubano dentro de la unidad nacional. Desde 1858 en que en un periódico escribió su primer artículo en defensa de las aspiraciones y desde 1871, en que pronunció su primer discurso en el Congreso Español en favor de la Autonomía Colonial, no descansó un sólo instante para obtener dentro de su eredo político, la redención del cubano, hasta que precisamente nuestra última guerra de Independencia hizo ya imposible el triun- fo de la doctrina autonomista. Su vida entera está lizada a la historia de nuestro calvario po- lítico. Hoy, con los años que llevamos de independencia, es cuando más se agiganta la figura y la labor de nuestro ilustre hermano, que como dijimos al principio, si no bebió en el Cauto el agua de la libertad, tampoco bebió la reacción en el Manzanares madrileño. No podrá escribirse la historia brillantísima del Partido Autono- mista en Cuba, iniciado a raíz de la paz del Zanjón, sin que Ra- fael María de Labra tenga en él el Jugar más prominente. Su amor por Cuba fué grande y sincero, renunció siempre cualquier representación en las Cortes que no fuera la de las Antillas, y cuando el brutal copo conservador esta ilustre Corporación en que ahora hablo, le eligió su Senador. Su campaña en España fué todo lo fructífera que podía ser en aquel medio y su labor fué también de profeta. En todos sus libros, en todos sus discursos, en todos sus folletos, en todas sus conferencias, hasta en aquellas célebres del Ateneo de Madrid, defendió y proclamó la justicia, la conveniencia y la necesidad de conceder a Cuba la autonomía colonial, la completa libertad de Cuba dentro de la unidad na- cional. Como el representante más conspicuo en España de aquel partido que tan admirablemente simbolizaban en Cuba Gálvez, Montoro, Giberga, Fernández de Castro, Figueroa y otros, Labra no perdió un momento de su vida en tratar de convencer a todos, desde Cánovas del Castillo hasta el más reaccionario, hasta los ín- elitos y nunca por los cubanos olvidados, Santos Guzmán y Miguel Villanueva, de que Cuba se perdería para España si no se la con- cedía la autonomía y que esta cuestión no era un asunto local ni económico sino nacional y político. Ya en sus conferencias del Ateneo sobre política y sistemas coloniales, ya en su obra La Colo- nización en la Historia, y en La República y las Libertades de G. Domínguez: Rafael M. de Labra. 245 Ultramar, y sobre todo en sus extraordinarios discursos parlamen- tarios; Labra es la historia viva de la colonia que agoniza, y que clama en vano por sus derechos, por la justicia, por la libertad, por la dignidad. De su esfuerzo, de su fe y de su poderosa penetración en lo porvenir, nada más grande ni más notable que su notabilísimo dis- curso sobre el mensaje de 20 de junio de 1884. En él después de convencer al Congreso español de la necesidad de la autonomía colonial para Cuba, termina con estos bellísimos y proféticos pá- rrafos: “A mi entender, la nota patriótica, la nota española debe ser, debe representar otra cosa muy superior, a saber: el explícito re- conocimiento del perfecto derecho que tienen aquellos insulares a vivir de la vida de la gran patria; a participar de la gestión de la cosa pública, que a todos por igual interesa; a moverse dentro de las leyes de perfecta igualdad; a enoreullecerse como de cosa propia de los homéricos empeños y las gloriosas tradiciones de es- ta tierra peninsular donde nacieron sus padres y donde están las raices de sus familias; a compartir con todas las provincias y las comarcas todas que constituyen la nación las cargas, las respon- sabilidades, los derechos, el porvenir. Quisiera yo que a este efecto en las Antillas se produjera aquella soberbia actitud del ciuda- dano romano o del ciudadano inglés, que donde quiera que alien- tan llevan en el reconocimiento de idénticos derechos a los que poseen y ejercitan sus hermanos de la metrópoli, la representa- ción más enérgica y esplendorosa del honor y del' prestigio de la Patria. Ahora bien, yo no tengo la menor duda de que las solu- ciones que os he recomendado, aun algunas más radicales, triun- farán al cabo. Los españoles no somos de otra madera que el resto del mundo civilizado. De suerte que las ideas que en todas partes triunfan, aquí triunfarán más o menos pronto. Yo he visto de qué modo se hizo la propaganda abolicionista desde 1863, para lo- crar a los diez años una victoria tan espléndida como la de Puerto Rico. Y yo que alcancé aquel inverosímil proceso de 1867 por el cual Matamoros acusado de hacer propaganda evangélica y anti- católica, fué condenado a presidio en Granada, acabo de ver ab- suelto por la Audiencia de Madrid, a un escritor que impugnó pú- blicamente la divinidad de Cristo. La tolerancia religiosa es ya un hecho y la abolición de la esclavitud se lleva todos los cora- zones. Por esto yo estoy tranquilo. Mi miedo está en otra parte: 246 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, en que un buen golpe de mis amigos y correligionarios, se des- aliente y desespere ante la gravedad del mal y ante una resisten- cia ciega, o en que con buenos deseos de todos, y al fin aceptadas las reformas, lleguemos tarde. No todos los hombres tienen la fe incontrastable del propagandista ni la calma del político sagaz, ni la perseverancia de los grandes obreros del porvenir; hay muchos que con otras cualidades quizá más brillantes sin embargo, ne- cesitan ver pronto algún resultado tangible de sus esfuerzos, o por una eran movilidad de espíritu o ardor extraordinario de ánimo no toleran aplazamientos y se desesperan ante la resistencia pasiva de los intereses y de los hechos, máxime si el mal avanza y el horizonte se cierra. De otra parte, yo temo que nuestros auxilios no lleguen a hora oportuna, porque nos entretengamos en me- ticulosidades y expedientes, porque no se apaguen las prevencio- nes y las dudas, porque insistamos en regatear lo que se hace ya indispensable, porque no se vea que ya es la hora de los remedios heroicos y de una política de grandes atrevimientos y de generosa confianza; considerando ante todo que lo urgente, lo imprescindi- ble, es tomar la cuestión desde el punto de vista de la salvación de Cuba, dejando para más tarde si se quiere lo que pudiera im- portar a otras regiones que no pasan, ni remotamente, por la crisis suprema de la grande Antilla y las cuales si ahora pretendieran que a sus conveniencias se redujeran las soluciones, sólo consegui- rían facilitar indirectamente la ruina de Cuba, primero; para re- cibir después, ellas mismas, un golpe mucho más terrible del que ahora se quisieran evitar. Poneos por cima y ved en el conflicto presente, un interés general de la patria que trasciende al porve- nir y a la civilización del mundo. Porque si Cuba se deshiciera en nuestras manos, qué golpe para nuestro prestigio, qué golpe para los destinos de la raza ibérica en el mundo americano. Del gran naufragio de nuestro imperio colonial a principios de este siglo, salváronse por acaso maravilloso, tal vez por decreto providen- cial, aquellas dos islas, de las primeras donde flotó la bandera eu- ropea y donde aclamó el imperio español el inmortal genovés. Si no pregonaran la grandeza del genio ibérico y las tradicionales de la madre España, la lengua, los hábitos, los usos, las tendencias, el sentido de toda la América latina, allí estarían nuestras dos An- tillas para recuerdo vivo de nuestros pasados esfuerzos y nuestro derecho a la ciudadanía hispano-americana. Pero ay de nuestra España si Cuba se hunde en la miseria y la catástrofe. Y ay G, Domínguez: Rafael M. de Labra, 247 de nuestros empeños si pretendemos mantener en nuestras Anti- llas una nota discordante del sentido liberal americano y del tono general de la colonización contemporánea. Por eso insisto en pe- diros grandes reformas, grandes sacrificios, para que de esta crisis suprema surja de nuevo nuestra desgraciada Cuba con todas sus energías tropicales, y los esplendores todos de la ciudadanía es- pañola.”” Labra fué un soñador, un enamorado de las grandes cosas y de los más sublimes ideales humanos. A pesar de su continuo choque con la realidad de las pasiones humanas y de los bastardos inte- reses jamás se manchó ni vendió su alma al diablo. Como las águi- las vivió siempre en las cimas y como los cíclopes moró en las montañas. Voló siempre contra el aire, jamás se dejó arrastrar por las corrientes por poderosas que fueran y fué donde quiso ir. En ese continuo bregar por las eternas verdades sufrió cruento calvario, pero lo desdeñó todo y la historia ha recogido su recuerdo como uno de los más grandes de España y de Cuba contemporánea. Amó con grandeza y llegó a convertirse en redentor y a esos sus amores, lo sacrificó todo, nombre, fortuna, honores. La liber- tad de los esclavos, la cultura y ennoblecimiento de la mujer, la protección del obrero, la difusión de la enseñanza, las ideas repu- blicanas, la autonomía colonial y la unión de todos los pueblos de la raza hispana, fueron los anhelos de su alma de soñador y de su corazón de patriota. No logró ver realizados sus empeños, pero dejó libres a los esclavos; y si Cuba se perdió para España arras- trando en su caída los últimos restos del imperio colonial español, por el destino ineludible de las ideas, vió también, aunque con gran desconsuelo, el triunfo de su labor en la autonomía tardía, ineficaz y recortada, de Moret y de Abarzuza. Sus discursos todos eran en beneficio de algo y de alguien, nun- ca en el suyo. Sus más famosas arengas parlamentarias fueron para quitarle al negro el cepo y el grillete, y para liberar a los antillanos del yugo de la metrópoli realzando la dignidad de puer- torriqueños y cubanos. Tribuno eminente, sus discursos llenos de fuego y de fe pro- funda, son modelos en su clase por la elevación de las ideas, por la corrección y elegancia de la frase, por la precisión de los concep- tos, por la fuerza de la dialéctica y por la admirable elasticidad de la palabra. Castelar hizo de él apoteosis brillantísima y le con- sideraba como uno de los más persuasivos oradores parlamenta- 248 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. rios y hasta el mismo Cánovas del Castillo, según afirma Perojo, llegó a ser convencido en el grave problema de la autonomía co- lonial. Sus titánicas luchas contra los que tiranizaban a los blancos y contra los que comerciaban con los negros, llegaron a dejarlo solo en el Congreso español y allí, en aquellos hemiciclos, solo, fué le- gión, y legión triunfadora que derrumbó errores seculares, malsa- nos egoísmos y bastardos intereses. Hasta su vida estuvo en peligro. Un periódico integrista abrió una suscripción para exterminarlo o mutilarlo y se ofrecieron cien pesos por sacarle los ojos, quinientos por partirle el corazón de una puñalada y mil por arrastrarlo. Todo fué en vano y cual Cristo, llevó su cruz hasta el final con fe, entusiasta, sonriente y confiado en el triunfo. En el año de 1891 le conocimos y le tratamos en Madrid, cuan- do fuimos en una caravana de cubanos, a luchar allá por cáte- dras de la Universidad de la Habana, que debieron sacarse aquí a oposición. En esos meses en que conocimos en plena Castilla los horrores de la doctrina integrista y palpamos los males del error español al querer prolongar el territorio peninsular hasta las tie- rras americanas fué Labra para todos nosotros, un amigc leal, un maestro cariñoso y un eran defensor. No sabemos si hemos acertado a recordar a unos y a mostrar a otros al ilustre hermano que hemos perdido ni si la encomienda hecha habrá estado a la altura del desaparecido y de esta socie- dad que inauguró en nueve de enero de 1793 don Luis de las Ca- sas, y que enaltecieron desde el primer instante, patricios tan ilus- tres comc el Conde de Casa Montalvo, Juan Manuel O”Farrill, Francisco Bassave y principalmente Luis de Peñalver; ni cómo se acogerá en los momentos actuales los elogios que hemos hecho del grande defensor de las libertades cubanas dentre de la unidad de la nación española, en los tiempos en que ser autonomista llevaba consigo el desprecio y la prosceripción; pero no queremos termi- nar sin hacer a la Directiva de esta ilustre y cubanísima sociedad, s la raza de color y a los cubanos de buena voluntad y de sano pa- triotismo un ruego, que estos varones ilustres que nos miran apro- barán sin duda alguna: y es que no debemos aquí dar por termi- nada nuestra labor en relación con Rafael María de Labra, que la continuemos hasta dejar levantada en uno de nuestros parques o plazas, su estatua en mármol o en bronce, no sólo como recuerdo al G. Domínguez: Rafael M. de Labra, 249 cubano ilustre en las ciencias y en el arte mágico de la palabra, sino en obsequio del gran soñador, del apóstol de las libertades de los cubanos blancos y negros y para que sirva de ejemplo a la ju- ventud y a los vacilantes en el patriotismo, de cuanto vale y pue- de un hombre que pone su inteligencia y su corazón al servicio de las grandes causas y cuya vida toda es un modelo acabado de honradez, de probidad y de honor. 250 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. JOSE DE ARMAS Y CARDENAS (1) POR EL LDO. SR. MANUEL SANGUILY. ¿Para qué escribo yo ahora acerca de él, si una lamentación más, por honda y sentida que sea, no ha de volverle a la vida y ni siquiera calmará en tantos seres desesperados—su santa madre, su pobre hijo, la esposa infeliz, el buen hermano—ese dolor inmortal que llorará siempre sin consuelo la ausencia eterna, tanto más des- garradora, cuanto más ¿justicieramente se enumeren y aquilaten sus grandes méritos literarios, y se recuerde la bondad y la ter- nura de su alma, la dulzura de su carácter y la magnífica excel- situd de su inteligencia ? Y, sin embargo, aun cuando sólo sea para dar salida a la con- coja de mi pena y de mi inconformidad, como una colérica aun- que vana protesta contra el destino inicuo, no vacilo en proferir algunas palabras tristes e inútiles que susurren dolientes sobre su huesa y caigan una a una como siemprevivas esparcidas por mi admiración y lágrimas vertidas por mi cariño. Porque le conocí siendo él muy niño y, terminada la guerra grande, pasamos muchos años en la más cordial y estudiosa inti- midad en que crecieron a la par nuestra mutua estimación y afec- to, a extremo de considerarme los suyos como un miembro de la familia. Alentábame él a ocasiones en algunos de mis vacilantes proyectos literarios, y estimulábale yo en sus primeros empeños que ya anunciaban su vocación por la erudición y por la crítica. Así, a medida que publicaba alguna de las primicias de su inge- nio, me apresuraba yo en anunciarlo por la prensa, y no olvido que también le insté y animé para que correspondiese a la solici- tud de la Directiva del “Nuevo Liceo de la Habana””, de que en una de sus veladas pronunciase aleuna conferencia. Versó ésta (1) La REVISTA DE La FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS pensó dedicar un artículo a la personalidad distinguida del que fué eximio literato señor José de Armas y Cárdenas con motivo de su reciente fallecimiento, pero des- pués del sentido escrito del señor Manuel Sanguily ha ereído que lo mejor es reproducirlo con el permiso del señor Director de El Fígaro. M. Sanguily: José de Armas y Cárdenas. 251 sobre Lope de Vega y a pesar de que nunca hasta entonces había él hablado en público, por el mismo interesante tema que domi- naba por completo, por la forma sobria y elegante, por su ento- nación apropiada, y por el entusiasmo, fué el suyo aquella noche un triunfo grande y merecido. Me figuro que quedó muy grata- mente impresionado, y si bien cierto encogimiento, o desconfianza acaso, le mantuvo en lo sucesivo alejado de la tribuna, años ade- lante acarició el proyecto de volver a ocuparla, pero no para pro- nunciar discursos o conferencias, sino para hacer cuentos amenos y atildados. No sé por qué desistió de aquel plan, tan presto con- cebido como abandonado, ya que era realmente original y hubiera sido una verdadera novedad que le brindaba provecho y segura gloria, pues que para ese papel reunía las mejores y más apro- piadas condiciones: memoria tan fácil y pronta como fiel; ima- ginación muy viva y muy rica; espíritu constructivo, y gracia es- pontánea y picaresca. Recuerdo a este propósito, y ahora con pun- zante tristeza, que jamás he reído hasta las lágrimas como en cier- ta ocasión en que con suma maestría me hizo algunos cuentos sala- dísimos e incomparables de ingenio y donosura. Mientras tanto, y por siempre, se consagró a las letras, no como mero y voluble aficionado, sino con empeño tenaz, procurando con incansable diligencia penetrar en los asuntos que estudiaba, hasta lo más hondo posible, leyendo sin cansancio, investigando afanoso, y anotándolo todo, a punto de almacenar por tal manera copiosa cosecha de noticias e impresiones que le permitieron dominar la literatura y la historia y atesorar erudición de buena ley, así co- mo variada y extensa cultura. Desde muy joven se engolfó en las más oscuras y enmarañadas dificultades de las letras españolas, y manejó muchos libros de fondo de la literatura europea, que ex- tractaba con amorosa fidelidad, sin dejar de la mano, entre otros erandes autores, a Hallam y a Burckhart, a Ticknor y a Amador de los Ríos, no descuidando tampoco un sólo mcmento a sus fa- voritos y preferidos, que por entonces eran Cervantes, Alarcón y Tirso de Mclina. Como era en sumo grado inteligente, comprendió la necesidad para ampliar y mejorar sus estudios, y para ganarse la vida, del conocimiento de la lengua inglesa, y un día, inesperadamente pa- ra mí, salió de Cuba para aislarse entre americanos a fin de po- sesionarse de su difícil idioma. Pronto hubo de lograrlo su firme resolución y su aplicación inquebrantable, y ya en lo adelante pu- 252 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. do consagrar con devoción muchas vigilias a la literatura inglesa, a tiempo de seguir profundizando con fruto la española, y como sin gran esfuerzo había aprendido también el francés le fué dado por lo mismo conocer directamente los grandes escritores y poetas que lo habían consagrado como lengua universal de la gente culta. De vuelta en la Habana la necesidad tal vez, y su sorprendente facilidad de escribir, le inclinaron al periodismo militante. To- davía recuerdan muchos el intencionado papel político que, inspi- rándose en el ejemplo y la crítica cáustica de Alfonso Karr, tituló a su vez con el nombre de Las Avispas, que ya por sí sólo era el anuncio de una campaña irónica y satírica, a semejanza del pe- queño y ruidoso periódico de aquel célebre escritor y novelista francés. Después, se encargó de redactar Los Lunes de la Umión Constitucional, una hoja consagrada exclusivamente a la literatura y a la crítica. En aquella época difícilmente reprimía los ímpetus de su vigorosa juventud. Era por lo general resuelto y casi rec- tilíneo en sus opiniones y sus juicios, contrastando notablemente con la suave manera de los últimos años de su carrera en que aunó a la firmeza de sus convicciones benevolencia a veces extre- mada. Por fuerza viene aquí a mi memoria que entonces, él en Los Lunes, y yo desde El País, sostuvimos una disputa acerca de la obra de un compatriota eminente, respecto del cual a la sazón no compartía mi cariñosa y sincera admiración, y aseguro que si en aquel paso honroso no fué mío el triunfo, ciertamente no se de- bió a que no estuviera de mi parte la razón; pero el hecho fué que separados en aquel lance sin importancia, por nuestras aprecia- ciones literarias, nunca dejamos de estar tan cerca como antes y después, por el afecto fraternal que nos unía. En cambio, dió pruebas de profundo convencimiento y de sereno civismo, publi- cando, para beneficio de la enseñanza y en desagravio de nuestra cultura, un artículo formidable en que puntualizó las lamentables deficiencias e inexcusables errores de un libro que de tiempo atrás venía sirviendo de texto en las clases de literatura de nuestra Uni- versidad. Suficientemente preparado por el dominio del idioma inglés y la experiencia adquirida en el ejercicio del periodismo, obtuvo un puesto de corresponsal del Herald de New York, que desempeñó con extraordinaria actividad y cabal competencia, aun después de la reciente muerte de Bennett, el propietario y director del gran M. Sanguily: José de Armas y Cárdenas. 253 periódico, que siempre supo apreciar sus meritorios servicios en importantes y a ocasiones difíciles y comprometidas comisiones. Con aquel carácter o como corresponsal del Sun, concurrió, en representación del diario neoyorquino, a la invasión de la parte oriental de Cuba en 1898 por las tropas de los Estados Unidos. En comunicación ininterrumpida, en el propio teatro de la lucha, con las fuerzas cubanas que coadyuvaron con tanta utilidad como ab- negación a la peligrosa aventura, tuvo ocasión de probar, con su amor a la justicia, celoso interés por la dignidad de su patria. Después de auxiliar las tropas cubanas a los americanos en toda aquella campaña, el general Shafter, una vez firmada la capitula- ción y convenida la ocupación por las suyas de la plaza de San- tiago, dispuso que no entraran con ellas en la ciudad rendida, las que mandaba el general García, que tanto había contribuído a la victoria. Protestó dolorido e indignado el ilustre jefe cubano en una carta en inglés dirigida al comandante americano, y reco- giendo sus huestes desairadas y coléricas, se internó prudente- mente rumbo a Holeuín para proseguir combatiendo por su cuen- ta a los españoles. Aquella carta sentida y elocuente, que se pu- blicó en periódicos de los Estados Unidos, y circuló entre los cu- banos como un desagravio y un consuelo, ante la más irritante e injustificable arbitrariedad, bien pronto se supo, con orgullo y con júbilo, que había sido redactada por José de Armas y Cárdenas, interpretando y compartiendo los sentimientos de indignación y de dolor que agitaron el corazón del general cubano al unísono con el de sus subalternos maltratados. En Agosto de aquel año regresó a los Estados Unidos el bene- mérito corresponsal, ya terminada su misión; y otras tantas peri- pecias, privaciones y zozobras, para colmo de su infortunio, supo al llegar que acababa de morir en Long Branch uno de sus hijos adorados. Otros habían sucumbido también por la saña de impla- cable sino, abriendo en el corazón del padre heridas que nunca sa- nan y que aun cuando no manan lágrimas o sangre, apagan las es- peranzas y las alegrías, al marchitar para siempre las ilusiones. Yo estuve a su lado horas seguidas en aquellos días oscuros, y más tarde, por mi desgracia, pude darme cuenta de que había procu- rado consolar lo único que, entre las infinitas desventuras y aflic- ciones de la vida, es realmente inconsolable. En lo adelante sólo de tiempo en tiempo solíamos encontrar- nos. Había sonado para él la hora ruda y siniestra de bregar vio- 254 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. lentamente por el sustento de los suyos. ¡Con cuánta amargura, dos veces en sus escritos, se refiere a esa precaria y angustiosa con- dición del que tiene que ganarse la vida revolviéndose agonizante en lucha brava y feroz con el medio sórdido y duro, y con cuán des- esperado acento repetía aquella terrible sentencia latina—Primum vivere—que es como un anatema lanzado desde remota antigiijedad contra la sociedad de los hombres, y una absolución anticipada de las debilidades y transacciones obligadas que impone la fatalidad a la flaca conciencia humana! En la contemplación de las crueles exigencias de la vida, y quizás también por los propios sufrimientos causados por las mi- serias e iniquidades del mundo, se engendró en su espíritu, con la ira sorda contra el egoísmo y la dureza de los hombres, ansioso anhelo por la beneficencia y la misericordia; pero recordando con desaliento y tristeza, al aludir al superhombre de Nietzsche, que en esta nuestra decantada civilización, no está por venir, sino que ““su número ya es legión”? y ““en todas partes su planta férrea pesa sobre el cuello de los infelices y de los débiles”; por lo que añadía, como un grito de protesta desgarradora: '““Atenas fué pagana; pero Atenas es la única entre las grandes ciudades de la historia, que ha tenido una estatua consagrada a la Piedad !”” Pobre de recursos, viviendo siempre de sueldos insuficientes mientras crecían y le agobiaban necesidades y obligaciones inelu- dibles, con enfermos en su hogar atribulado, y él mismo durante años achacoso, obligado por su cargo de corresponsal, de que prin- cipalmente se sustentaba, a morar casi de continuo fuera de su país, lejos de la madre adorada y del hermano cariñoso, veía pasar desalentado y entristecido en el otoño sombrío, días crepusculares e interminables de privaciones, inquietudes y aislamiento, sintién- dose por fuerza cada vez más desventurado... Su único amparo y consuelo para olvidar y para esperar todavía, fué siempre la lec- tura asidua y el ya acostumbrado y casi mecánico cultivo de las letras; aunque causa asombro, recorriendo sus libros, que, en me- dio de tales tribulaciones y amarguras mantuviera en su ánima constantemente la devoción, encendida como perenne lámpara vo- tiva, al arte, a la belleza y a la verdad, y rindiera, sin desfalle- cimiento, fervoroso culto a la virtud y al genio! Ahí quedan para probarlo sus muchas obras, de las cuales se desprende el suave perfume de resienada filosofía, la melancólica inconformidad de un espíritu selecto, a veces un templado pero desconcertante pesi- — A ——A M. Sanguily: José de Armas y Cárdenas. 255 mismo, y, por encima de todo, la superior mentalidad que busca lo ideal en las cosas de aquí abajo, o con él sueña cuando no lo encuentra ni en la naturaleza ni en la historia, ora angustiada an- te los horrores de la fuerza y las brutalidades de la ambición y la codicia; ora esperando, aunque tibiamente, el triunfo siempre per- seguido y siempre distante de la razón y la justicia. Esos sus li- bros y folletos, que son un riquísimo repertorio de sabiduría y de gracia, serán el testimonio irrecusable de su gran cultura y de sus nobles sentimientos. Han sido numerosos, pues que empezó tem- prano a escribir y no dejó de escribir hasta el fin de sus días. Po- niendo aparte sus primeros trabajos sobre la Dorotea de Lope de Vega y el Quijote de Avellaneda, había publicado sucesivamente varios volúmenes muy interesantes y valiosos, y si no creo opor- tuno ni podría ahora detenerme siquiera en señalar cuál de ellos me parece el mejor, todos juntos certifican la universalidad de su cultura, su vigorosa autonomía mental y su exquisito y depurado gusto literario. Con el tiempo su erudición quedará retrasada, sin duda alguna, por el trabajo ulterior de nuevas investigacio- nes y consiguientes hallazgos, y, no obstante, varios de sus ensayos y alguno de sus libros vivirán siempre, por la superioridad casi intachable de su estilo. Uno de ellos—El Quijote y su época—pu- blicado en Madrid el año de 1915, me parece a mí un portento por la manera airosa y magistral de hermanar la riqueza de la erudición con la amenidad y el encanto de la forma. Sin duda se ciñó como a suprema regla literaria al propósito que el que tuvo él por maestro y guía, el sapientísimo e incomparable D. Marce- lino Menéndez y Pelayo, declaró que sería la pauta y norma que por su parte habría de seguir. “Para mí el mejor estilo es el que menos lo parece, y cada día pienso escribir con más sencillez””, decía en sus Advertencias Preliminares a la segunda edición re- fundida de su Historia de los Heterodoxos Españoles. El gran es- eritor santanderino fué el modelo que con mayor entusiasmo si- euió de cerca, y admiró fervorosamente, el ilustre escritor cubano. Después de Menéndez y Pelayo, único acaso en el mundo por su fenomenal erudición, no creo que en España ni en la América latina, haya un escritor superior a nuestro esclarecido compatriota, por la rica variedad de su cultura y—más que todo—por la sobrie- dad, la amenidad, la donosura y la elegancia de su estilo. Estoy seguro de que quien quiera que sea el que empiece a leer el libro suyo que acabo de citar, no sólo no ha de dejarlo de la mano, sino 256 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. que admirará a escritor tan instructivo y excelente, y lamentará que brusca arremetida de la muerte haya paralizado para siempre aquel gran cerebro y la pluma que con tanto donaire le sirviera. Quizás la última producción que trazó guiada por aquella mano amiga, fué un artículo para El Mundo, de esta ciudad, sobre mi modesta persona, en que sólo como expresión de su constante ca- riño puede excusarse la generosa magnanimidad de su juicio. Ni el tiempo ni la distancia habían debilitado en su corazón sensible y apasionado el vivo y tierno afecto que recíprocamente nos había- mos profesado. Después volvió a Cuba, esta vez para morir, aun- que en brazos de los suyos, como única mezquina compensación de tantos desastres y aflicciones. Y ya descansa en la triste inconsciencia de la fosa, de una vida azarosa y atormentada que el destino no quiso prolongar en la paz de sus estudios y en la esperanza de días más apacibles y benignos. No quiera él en su implacable saña que sólo crezca sobre su tumba el que el poeta Horacio llamaba odioso ciprés; sino que la alfombren y perfumen constantemente, como flores olorosas e in- mortales, las lágrimas de su familia y las bendiciones de sus ad- miradores y sus compatriotas! P. de Hechavarría : Sátira contra la predilección del Derecho Romano 257 SATIRA CONTRA LA PREDILECCIÓN DEL DERECHO ROMANO EN NUESTRAS AULAS Y TRIBUNALES POR D. PRUDENCIO DE HECHAVARRÍA Y O'GAVAN (1) Corruptissima, plurimae leges. (Tac. IU, 27.) E En la historia contemporánea de la administración y movimien- to literario de la Isla de Cuba, tiene con justicia un lugar prefe- rente el nombre respetable con que encabezamos estas líneas. D. Prudencio de Hechavarría y O'Gavan nació en Santiago de Cuba en 1796, y falleció en la Habana en 1846. Hizo sus estudios de filosofía y jurisprudencia en el Colegio-Seminario de San Carlos y en la Universidad de la gran Antilla; y en este establecimiento, graduado ya de bachiller en leyes en 1815 y de Abogado ante la Audiencia en 1817, obtuvo por rigurosa oposición la cátedra de prima de Derecho Real y la de Constitución en 1820. La vida de D. Prudencio de Hechevarría está escrita en el excelente Diecio- nario geográfico de la Isla de Cuba, publicado por nuestro respe- table amigo el académico D. Jacobo de la Pezuela, y por tanto allí constan sus diferentes cargos públicos, sus honores y sus importan- tes servicios a la patria en todas las épocas de su laboriosa existen- cia. Secretario de la Junta de temporalidades hasta 1825; Au- ditor honorario de Marina desde 1826; Juez de aforados de la Real Casa y Patrimonio en 1828; Asesor general de Guerra y Te- viente gobernador de Cuba más tarde; representante de esta pro- vincia en el Estamento de Procuradores; Magistrado de la Audien- cia de Barcelona en 1835, y en los años siguientes Auditor general (1) El Dr. Fermín Canella Secades, dignísimo Rector que fué de la Universidad de Oviedo, España, nos remitió este trabajo, escrito por un com- patriota nuestro, para su publicación en la Revista. La introducción y notas son del Dr. Canella Secades. 258 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias del ejército del Centro y de las Capitanías generales de Aragón, Valencia y Murcia, etc., ete., tales fueron sus principales destinos, mientras fué condecorado con la cruz de Carlos 1!!, la llave de Gentil-hombre, la placa de la Maestranza de Sevilla y varias Cor- poraciones científicas y literarias le llamaron a su seno, nómbranle individuo de mérito las Sociedades económicas de la Habana y Santiago de Cuba, haciendo justicia a sus merecimientos y a su actividad incesante en el trabajo. Los Capitanes generales de la Isla de Cuba contaron siempre econ sus luces y consejos, otoreándole comisiones difíciles, como el bando de policía y buen gobierno en 1819 y otras, particularmente en el trienio de 1820 a 1823, cuando, siendo Comandante de un batallón de nacionales, con su prestigio, popularidad y despren- dimiento, prestó grandes servicios a la causa de la tranquilidad pública. Vino también a Madrid con amplios poderes para impor- tantes gestiones, entre otras, la reforma de la Universidad de la Habana, que, si no se realizó hasta varios años después, no por eso desmerecen los trabajos del Sr. Hechavarría para alcanzarlo. Figura éste entre los poetas y ¿jurisconsultos distinguidos de Cuba. En los cincuenta años de su vida cultivó con el mayor entusiasmo la poesía lírica, en cuyo género publicó muchos tra- bajos en los periódicos de la Isla, aunque no descuidó también el epigramático, a que era muy aficionado. A la vez que rendía culto constante a las musas, ejercía con el mayor lucimiento la profesión de Abogado en la Habana, porque a una erudición tan vasta como selecta, reunía una imaginación brillantísima y una palabra seductora. No coleccionó el señor Hechavarría sus di- ferentes obras poéticas ni sus trabajos forenses: aquéllas, parti- enlarmente, andan esparcidas en varias publicaciones periodísti- cas, y alguno de éstos conserva su familia, acreditando en unas y otros que era un escritor muy versado en humanidades, historia y derecho en sus varios ramos, dotado de verdadera elocuencia y de talento poco común. “La literatura nacional habría ganado mucho, leemos en su citada biografía, si a la facilidad, a la viveza de imaginación, a la elegancia de su estilo en verso y prosa, hubiera reunido Hecha- varría la constancia necesaria para terminar algún trabajo largo y serio. Pocos hombres han tenido su memoria y pocos han poseí- do como él los clásicos latinos. ”” El trabajo que hoy publicamos en la Revista General de Le- P. de Hechavarría: Sátira contra la predilección del Derecho Romano 259 gislación y Jurisprudencia, es de los primeros frutos de su inge- nio: se imprimió en la Habana en 1826 y dos años más tarde fué impreso en Francia (1). El Diccionario de Pezuela inserta la dedicatoria que de un ejemplar manuscrito de su Sátira hizo el joven Hechavarría al insigne Martínez de la Rosa, maestro en el buen decir, poeta esclarecido y figura gloriosa de nuestra moderna literatura, como asimismo la donosa contestación de este notable hombre público. Son dignos de ser conocidos estos escritos, y así, con el mayor gusto, los insertamos a continuación : A la sabia censura Del ilustre cantor de Zaragoza, Del Horacio español perfeccionado, Del ciudadano de conciencia pura, Del letrado, del varón de Estado, De Francisco Martínez de la Rosa, Ese borrón confía Su admirador y amigo, Hechavarría. He aquí la contestación del Sr. Martínez de la Rosa: No el ilustre cantor de Zaragoza, Sino el enamorado de las musas Debe pedir excusas Al Apolo de Cuba deliciosa Para dar un elogio por censura A su Sátira noble, sabia y pura, Admiro el fondo del jurisperito Al criterio dialéctico hermoseado; Al poeta exquisito Con la risa de Alonso sazonado; (1) Sátira contra la predilección del Derecho romano en nuestras aulas y Tribunales, por D, Prudencio de Hechavarría y O'Gavan,—París.—En la imprenta de Julio Didot, mayor, calle del Puente de Lodi, núm, 6, 1828. De esta edición, ya muy rara, nos ha facilitado un ejemplar el sobrino del autor, nuestro respetable amigo, D. Prudencio de Hechavarría, Forma un fo- lleto de 31 páginas, papel marquilla, precedido de una dedicatoria al Excmo, D. Francisco Dionisio Vives, Presidente, Gobernador y Capitán General de la siempre fiel Isla, etc., ete,, y seguido de las notas que también publicamos, 280 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias Y sobre todo, con sorpresa veo, A un indiano brillar a lo europeo, En el colegio habano ciertamente No aprendiste, Prudencio, lo que sabes: Fué gracia de tu mente Joven volar a do varones graves. Ríete, pues, cuando la envidia ladre, Y defienda tu sátira a su padre. Guárdate, amigo, para honrar tu suelo, Y cultiva ese campo de talento: Modera el franco vuelo De tu fiel y patriótico ardimiento; Y aunque triunfaste en la española corte, Nunca te olvides, sírvate de norte. TI Tenía Echevarría veintitrés años de edad cuando escribió la Sátira que reimprimióse a continuación, terminada en 1819, como lo refiere en la dedicatoria al General Vives. Tal vez literaria- mente considerada adolece de algunos defectos: no es su estilo en ovasiones fácil y franco, como se requiere en obras de tal género, sin duda por la naturaleza del asunto y, a más, en la versificación se notan algunos lunares en la construcción de ciertos tercetos y asonancia de varios versos. Pero nosotros prescindiremos de con- siderar la obra del Sr. Hechavarría bajo su aspecto externo y úni- camente queremos hacer algunas consideraciones sobre el argumen- tode tal excelente trabajo, jurídicamente considerado. Quiso combatir, él mismo lo dice, *“el lastimoso desorden que mantenía en nuestras aulas el estudio predilecto de la jurispru- dencia romana con descuido y aún desprecio de la nacional””, quiso “librar a la risa punzante de la sátira la reforma de las cla- ses de derecho””, y se propuso “exterminar la jerga escolástica que plagaba todos y completaba el caos jurídico””, llegando a es- cribir, refiriéndose a las innovaciones judiciales del Capitán Ge- neral Vives, que la raíz de los males de la monstruosa curia *“es- taba en la degradante y pésima constitución de esta Universidad (la de la Habana), y de las aulas de jurisprudencia, manantial cenagoso de tantos reptiles forenses*”. No puede ser, por lo tanto, más generoso y levantado el propósito de la lira de Hechavarría, P. de Hechavarría : Sátira contra la predilección del Derecho Romano 261 poniendo una vez de manifiesto el lastimoso estado de nuestras aulas y Tribunales, como lo habían hecho Vázquez Menchaca, el Arzobispo Criales, Castro, Medina, Mora y Jaraba, Macanaz, En- senada, Asso y De Manuel, Campomanes, Jovellanos, Marina, Pé- rez Villamil y tantos otros que pusieron de manifiesto los acerbos males de la enseñanza del derecho en nuestras célebres Universi- dades. No trató, no, de proseribir de nuestras aulas el derecho roma- no, que debe ser la base del estudio del español, porque a más de su indisputable influencia en nuestras leyes, es el Derecho modelo para los jurisconsultos, como dice Blondeau, la rigurosa lógica jurídica, como escribe Leibnitz. Combate su preferencia exclu- siva en nuestras aulas y su exagerado influjo en los Tribunales muy cerca de seis siglos: combate el olvido del derecho español, los antiguos extravíos de las universitarias facultades de leyes con una enseñanza dirigida por extrañas influencias, cuando la escue- la y el foro, los doctores y los letrados, umos explicando y otros aplicando la ley, llevaron un torcido camino, autorizado y consen- tidos por nuestros reyes y ¿jurisconsultos. No hemos de repetir hoy curiosos datos y noticias, que minuciosamente registramos en nuestros modesto “Discurso leído ante el Claustro de la Univer- sidad de Oviedo en la apertura del curso de 1877 a 1878””, reim- preso en la Revista de los Tribunales, y también consienados en la ““Representación al antiguo Consejo de Castilla por el Dr. Mi- guel de Medina y Florez”” que publicamos en esta Revista general de Legislación y Jurisprudencia (a). A estos humildes trabajos nos referimos, viendo con satisfacción que a las respetables auto- ridades con que nos escudamos, se une hoy la del jurisconsulto cu- bano D. Prudencio de Hechavarría y O'Gavan. Los pensamientos dominantes de la sátira fueron las razones que justificaron y llevaron a término en los modernos planes de Ins- trucción pública la reforma de los estudios jurídicos, que aún hoy no satisface, y así está aquella necesitada de nuevas inno- vaciones a la altura de los tiempos que alcanzamos, innovaciones que se esperan econ impaciencia y por las que, con el lucimiento de su ilustración y competencia, todos los días son solicitadas por piumas tan conocidas, como las de los Señores Durán y Bas, Ta- rrasa, Torres, etc., etc. (a) Véanse las páginas 353 y 481 del tomo LII, 262 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias Es innegable, como lo dice Hechavarría: los estudios jurdicos ae las Escuelas españolas, son para estudiar el derecho español con arreglo al que se juzga en nuestros Tribunales: nunca debemos se- guir y copiar a ciegas el derecho romano, y sí ilustrarnos por él, ni pretender que todas las instituciones arrancasen de Roma, de- fendiendo con sutilezas principios perjudiciales trastornos. No por ser viejas las cosas son de bondad innegable: en mal hora la autoridad de los sabios jurisconsultos del pueblo-rey quiso ahogar la de nuestros escritores; bien es verdad que fué consentida y pro- pagada por éstos y por nuestras Universidades, desconociendo la conveniencia de haber preferido las leyes nacionales, corregidas según el transcurso de los tiempos, porque el progreso de los tiem- pos, porque el progreso de los conocimientos científicos alcanza na- turalmente al derecho, que no puede permanecer estacionario. De otro modo, al salir de las aulas los estudiantes españoles, si ornaban su frente con una borla de doctor in utroque jure, apenas podían sostener la vara de la justicia para ocupar un puesto en nuestros Tribunales, porque nuestra legislación era como extran- jera para ellos. Tales hechos históricos campean en la Sátira de Hechava- rría, que terminaba haciendo nobles pronósticos de las consecuen- cias de la reforma de los estudios jurídicos, pues que la ciencia de las leyes tiene cada día más extensos horizontes por la filosofía áel derecho, los descubrimientos de la historia y la legislación com- parada. Bien decía Hechavarría: Hoy goza libre la razón su imperio, Y no las sutilezas son sus bases, Sino el estudio de las ciencias serio. Callen e romanismo y sus secuaces; Nuestros códigos salgan del olvido Y enséñese mejor en nuestras clases El genio nacional allí embebido, Admiremos sus leyes primordiales Y las costumbres con que se ha regido. Su abandono nos trajo duros males, Y la toga española por su oficio Debe tener ideas tan cabales, Tiempo es ya de leer la sátira y sus oportunas notas, y aquélla y éstas acreditarán seguramente los merecimientos de Hechavarría P. de Hechavarría : Sátira contra la predilección del Derecho Romano 263 como poeta y hombre de no comunes conocimientos en la ciencia del derecho (1). Dr. FerMÍíÍN CANELLA SECADES. SATIRA CONTRA LA PREDILECCIÓN DEL DERECHO ROMANO EN NUESTRAS AULAS Y TRIBUNALES Salud, Andrés: ¿2 dónde sofocado Ese librote colosal conduces A paso tan ligero y empeñado? A la carga de un asno te reduces, Y temo yo que de tu fuerte brazo Con tanto peso en tu perjuicio abuses. ““Por Dios, no me detengas: llegó el plazo (Me contestó con lengua presurosa) De acreditar que no es un embarazo El que no exista la legada cosa Para que no haya legado con efecto, Según consta del texto y de la glosa. ”” Huyó cual rayo, y como soy afecto A saber desde tierno muchachito, Ver la disputa hasta su fin proyecto, Mis pasos tras los suyos precipito, Entra en el aula, y yo desde la puerta El certamen oí más exquisito. Ojea el Digesto hasta que al fin acierta Con la ley y la glosa concordante Que califican su aserción de cierta. El contrario con tono retumbante Recita el texto, y exponer su idea Promete hinchado como buen pedante. No fué de Troya la feroz pelea Como la que se traba averiguando La oscura solución que se desea, (1) Aunque por su mérito y condiciones especiales se harán notar las obser- vaciones del Sr. D. Prudencio de Hechavarría y O'Gavan, señaladas con núme- ros arábigos y, aunque por sí solas completan su excelente trabajo, nos hemos permitido, y lo consignamos aquí, que nosotros hemos agregado otras notas se- ñaladas con letras del alfabeto. 264 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias Cien mil leyes allí vieran cruzando Del latino Digesto, y los sutiles Enredos de los Bártulos campeando: Vieras triunfar razones tan pueriles Que las juzgaras dichas de juguete, Si no las respetasen tan serviles; Y vieras que, en lugar que se interprete La ley, clara por sí, sólo se alcanza, Según la charla y ruido que se mete, Quedar en más tiniebla y desconfianza, Perder el tiempo, lastimar pulmones, Y exitar en la bilis destemplanza, Después de mil y mil agitaciones, Se sientan roncos, de altercar cansados, Cada cual de vencer con presunciones. Sus labios, que callaron cual sellados, Despliega el preceptor muy satisfecho De sus dos escolares afamados. ““En mitad de la raya lo habéis hecho; Pero diré por fin de la disputa Que la opinión es varia en el derecho. Con otros muchos el Abad reputa Inútil el legado, si no existe La cosa cuando a alguno se tributa: Y a la verdad, que la razón existe El creer valedero lo que es nada, Y que de nada donación subsiste, Mas con la sutileza acostumbrada Defiende Papiniano que sí vale, Por ser una verdad acreditada Que en el caso es lo mismo o equivale El legar una cosa venidera, Que si pura esperanza se regale, ?? Dijo el gran Catedrático, y dijera Diez mil lindezas por tan sabio estilo Sin que nada de cierto estableciera, Si no cortaran de su arenga el hilo La bulla y los relojes que sacaban Para que no siguiese tan tranquilo. Cerró la clase, y ya se preparaban Nuevas disputas sobre el mismo caso En los corrillos que al salir formaban, Cuando encamino para Andrés el paso, Le separé de la escolar caterva, Y así explicóse mi discurso escaso: Amigo ¿y bien? ¿qué utilidad conserva Tu razón de esa tesis, o sea enredo, En que el menor concierto no se observa? P. de Hechavarría : Sátira contra la predilección del Derecho Romano 265 Es gran mengua escolástica hablar quedo, Y del asunto de tan gran disputa, El sainete mejor componer puedo. ““¿Qué utilidad? (al punto me refuta El muchacha gritando) ¡qué! ¿podría De sutiles cuestiones en la ruta Otra encontrarse que a la fantasía De más a cavilar, ni atize tanto, Cual la que en clase se trató este día? ¿En el derecho habrá mayor encanto Que tales controversias exquisitas, Y en el aire coger de un pelo al canto? Tu estravagancia, Antonio, no repitas, Que a un talento ilustrado como el tuyo Con ella, a la verdad, desacreditas. Se que algunos osaron con orgullo Las leyes proscribir de Justiniano Debiendo a ellas el progreso suyo: Pero deshonra entendimiento sano Sentencias condenar que estableciose Fuesen gobierno del linaje humano, ?? Calló Andrés, porque tanto fatigose Que creyeras su rostro de candela, Y a su casa llegamos, y sentose, Ahora sin los gritos de la escuela (Respondí entonces) averiguaremos Si el Digesto con fruto nos desvela; O si las insulseces de que vemos La juventud henchirse la cabeza, Producen, más que bien, daños supremos. Dame atención que mi discurso empieza: Al emprender tu estudio del derecho ¿Tuviste la intención (dí con franqueza) Del romano u del patrio haberlo hecho? Lo que la leí de la nación desea, Porque por ella y no por las latinas Se ha de juzgar la judicial pelea. (a) Por replicarme ya te desatinas Con la chusma de intérpretes, que Roma Al orbe dió sus leyes cual divinas, Y que jamás compilación asoma, Sobre todas, la nuestra, que su cuna No mereciese a la que al mundo doma, (a) Véanse: Martínez Marina; Ensayo histórico, etc., párrafos 386 y 387, —Crónica de D, Alfonso VIII por el M. de Mondéjar. Apéndice XVI,—Ley 2a de Toro. 266 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias No pongo en ello resistencia alguna; Mas no por tanto se debió en España Seguir a ciegas contra su fortuna Jurisprudencia que era tan estraña, Y aunque gran saber en sí llevase, Se fué forjando a forastera maña, En buen hora con ella se ilustrase Como lo hicieran las demás naciones, Mas no que para propia la copiase; (1) Y que sin ver costumbres y opiniones, De que las leyes son el resultado, Nos mandase imperiales decisiones, ¡Cuánto más nos hubiera interesado Haber seguido el Juzgo (2) primitivo, Que al latino Digesto prohijado! (b) - Que de enmendarlo si existió motivo, Al paso de los siglos detenido Se le hubiera aplicado el correctivo, Cuando mejor se hubiesen convencido Los yerros de su ley; mas no de todo Dar las de un pueblo ya tan corrompido Al que empezaba, inculto, cual el godo, Y que aún aquella crisis ignoraba Que a la legislación dan norte y modo. Tal desacierto mucho semejaba Al del anciano que a un gentil mancebo Para hacerle maduro encorcobaba. Pero no tanto exasperarme debo (1) Prescindiendo de la sabiduría innegable de las Siete Partidas, es bien sabido que en su mayor parte son una traducción, a veces demasiado literal, de las del Digesto, y no añadieron sino confusión, pues como derecho supletorio, sólo servían en falta de fuero, que era nunca; y quedó burlada la idea del santo rey Fernando que las proyectó para uniformar la infinitamente varia le- gislación de sus pueblos, (2) El Fuero Juzgo, el primero de nuestros códigos y honor eterno de los fundadores de nuestra legislación hasta Ervigio su compilador, *““fué por más de cinco siglos el único cuerpo legislativo, después de la irrupción de los árabes, que gobernó la nación, exceptuadas algunas adiciones o fueros particulares, exigían las mudanzas o nuevas ocurrencias””.—(El Conde de Campomanes en su alegación fiscal sobre reversión a la corona de la villa de Aguilar de Campos.) (b) Es bien conocida la Real Cédula de Carlos III a la Chancillería de Granada, dada en Madrid a 15 de Julio de 1778, que termina con aquellas pa- labras: *“sin tanta adhesión como manifestáis a la de Partida, fundada única- mente en las auténticas del derecho civil de los romanos y en el común ca- nónico, ?? P. de Hechavarría : Sátira contra la predilección del Derecho Romano 267 Contra este yerro en su fatal origen, Tiempo más tenebroso que el Erebo: Hoy que otras luces superiores rigen, Y con llanto de todos los sensatos Defectos mil nuestro derecho afligen, Hoy es contra los necios literatos Que por viejo respetan error tanto, Y que lo enseñan y practican gratos, Cuando la vara de censor levanto, Y con severidad, que harto merecen, Los extravíos de su juicio canto. Sus doctrinas y ejemplos entorpecen La reforma anhelada por los sabios Que en la nación con gloria resplandecen Infiriéndola máximos agravios Por sostener los timbres de la ajena Y seguir de rutina los resabios, Hay doctor in-utroque que da pena Oirle hablar sobre las patrias leyes, Y cual con las de Roma se enagena, Según su juicio desvarían los reyes Si alguna nueva al expedir, no tienen A Papiniano o Doroteo por fuelles, Pues en el craso yerro se mantienen Que del Lacio los célebres togados En sus escritos todo lo contienen. ¡Pobres necios! Están alucinados. Ignoran que aunque Roma dió la base, Fueron los materiales agregados, Y que poco en el día satisface Saber lo que mandaba un plebiscito U ordenaba el Senado a la alta clase. Igual es tan ridículo prurito Al del fatuo que ahora pretendiera Apoyado en algún gótico escrito, Que así la arquitectura prosiguiera, Porque de fabricar la antigua usanza Fué nuestra escuela en fábricas primera, Esa grave caterva que se afianza Tenaz en cuanto fué de sus abuelos, No ve de la razón en la balanza Que las artes y ciencias toman vuelos, Y que más el derecho que ninguna Se debe mejorar con más anhelos, Porque ¿quién puede tener duda alguna Que las leyes seguir al tiempo deben, Si del reino se busca la fortuna? Tan rígidos borlados no se atreven 268 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias A reclamar nuestros antiguos usos; Y se desviven para que se lleven A efecto en nuestra era los confusos Romanos cuerpos de jurisprudencia, Que veneran y juran tan ilusos, Parece que tener gran prepotencia Hado es de Roma, pues su imperio muerto, Rige aún las aulas su enredada ciencia. Vinculado imaginan el acierto, Si algún ¡jurisperito ultramontano (1) Apoya su dictamen como cierto (c); Y aunque le ayude un escritor hispano, Nunca su Cita fué tan respetable Como lo fuera la de autor romano. ¡Fanatismo oprobioso y lamentable! Recnícolas tan sabios cuenta España Cual los de Roma en su época loable: Cayo, y Ulpiano, y Menna, y mucha extraña Autoridad en el derecho oída No convendré que el esplendor empaña De tanta nuestra que hay esclarecida, Como Molina, Covarrubias, Sala, Y otra suma infinita conocida, De los cuales con gloria se señala Cada uno en materia diferente De que escribió con magisterio y gala. Es la preocupación tan vehemente, Que en mayorazgos que desconocieron (1) €$_EAKkKk>> (1) Al caso se explica el Sr. D, Juan Sempere y Guarinos de este modo en su tomo 20 de la Biblioteca Española: “*No sólo reinaron en las escuelas y tribunales el derecho romano y canónico, sino hasta las opiniones de los jurisconsultos ultramontanos de uno y otro derecho,, se autorizaron en cierto modo por nuestras leyes, habiéndose publicado una en que se graduaba la fuerza que habían de tener en los tribunales las de Bártulo, Baldo, Juan Andrés y el Abad.?” Debería correr el tomo citado de Sempere en las manos de todos los jóvenes que comienzan la jurisprudencia, para darles el mejor gusto crítico en ella, y prevenidos contra los resabios que de otra suerte contraerán en los más libros jurídicos de los tres últimos siglos, principalmente los españoles, italianos y alemanes. (c) D, Juan 1I1.—Pragmática de 1417. Reyes Católicos. —Ordenanza de 1499, (1) El tratado de mayorazgos es original de nuestra legislación, y los autores devotos de Justiniano han querido casi identificarlos con los fideico- misos, acomodándoles todas las leyes relativas a éstos: con razón decía Sala (Appendiz de Majoratibus at Vinnio): ““Hine AA, nostri possessoren mejo- ratus fideicommisario passim «eequiparant, et leges de fideicomissis loquentes majoratibus accomodant, ?? P. de Hechavarría : Sátira contra la predilección del Derecho Romano 269 Los togados de Italia enteramente, Muchos rancios doctores prefirieron Argúir por paridad con su doctrina, A seguir a los nuestros que escribieron Con propiedad y gracia peregrina, Y cuyos pensamientos observados Dieran al juicio más feliz rutina, En el fuero ¡ay Andrés! de estos letrados Vieras libelos en romanos textos, Como un délfico oráculo, fundados, ¡Cuál cavilan ridículos pretextos Para torcer con vanas sutilezas De nuestra ley los fines manifiestos! Así con ellas, todas las torpezas Y mayores absurdos consiguieron Haber pasado plaza de certezas; Y con latinas leyes que extendieron, O que acortaron, de telar a guisa, La soberana autoridad les dieron: Y tanto la opinión los autoriza, Que necio y temerario, y aún ateo Llaman al pobre que los analiza. Bajo esta sombra descansando veo Doctrinas en España, que chocantes A su derecho primitivo creo. Entre las infinitas repugnantes, La alienación de tanto señorío Que daños nos causó tan agravantes, Efecto fué del sumo poderío Que de Alonso el ULndécimo en la era (1) De los egistas tuvo el desvarío. El yugo señoril de allí viniera, De allí el valor que en la española Corte (1) ““La adquisición de las jurisdicciones o señoríos por merced, dice el Sr. Conde de Campomanes en su ya citada Alegación, empezó desde el reinado de Don Alonso XI a ser más frecuente, y mayor el daño por las influencias que circundaron el gobierno de aquel magrnánimo rey. Al estado decadente de la monarquía contribuyó estar al mismo tiempo extendido en España el estudio de la jurisprudencia romana en nuestras uni- versidades literarias, introduciéndose también las opiniones de los doctores ultramontanos en ambos derechos, con ofensa de los fueros y leyes antiguas de la monarquía que hacían a favor del real patrimonio y causa pública. ??” Tal ha sido el lenguaje de todos los jurisconsultos españoles sensatos, que no han jurado idolatría a las mescolanzas jurídicas de Justiniano y de Gre- gorio IX, 270 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias Al servil feudalismo (2) se le diera, ¿Ypodrá contemplarse sin trasporte De admiración y rabia ¡juntamente Que siga dando a nuestras aulas norte Sistema tan fatal, tan imprudente, Que sólo adquiere a la infeliz España Muy mal legista y embrollona gente? Tanto mal internose hasta la entraña, Y ni el Gobierno ni las doctas plumas Desarraigar pudieron la cizaña. Ya de años han corrido largas sumas Que el Consejo real (1) había tentado Del fuero proscribir a tantos Numas, Y al Código imperial tan decantado Quitar el despotismo degradante Que había en el hispano radicado (d): Más la gran academia ergotizante Con sus dos compañeras, Salamanca (2), Fué en su sostén un invencible atlante (e). Entonces la reforma quedó manca, Y la que fomentarla más debiera Es la que más su ejecución estanca, Tan honda y fuerte la raíz tuviera El derecho imperial de Justiniano, (2) ““Entre otras opiniones inadaptables a nuestro derecho español an- tiguo y constitucional (prosigue Campomanes) se leen estos escritores, que los privilegios de los príncipes deben entenderse largamente; que sus mer- cedes deben ser perpetuas; y que hay derechos que se deben en reconocimiento del dominio universal, Coadyuvaron este modo de pensar los libros de los feudos y autores feudales, que nunca fueron recibidos legalmente en España. ?” (1) Aut. 1%, lib. 2% de los acordados, expedido en 1773. (d) Debe ser de 1713,—Es notable la contestación y resistencia de la Universidad de Valladolid a este mandato, (2) Así lo acreditan los errados informes que en consecuencia del auto anterior dieron las universidades de Alcalá y Valladolid, y el plan de es- tudios de la de Salamanca, propuesto en 1770. (Sempere Guarinos en su Bi- blioteca mencionada.) (e) Sin embargo, de 10 de Octubre de 1767, es un Informe de la Uni- versidad de Oviedo, contestando a una orden del Real Consejo sobre provisión, número de cátedras, ejercicios de oposición, votaciones, libros de texto, estu- dios y aumentos de rentas. En él se refiere cómo se pasaban los años en las Instituciones y Digesto pero sin saludar las leyes del Fuero Juzgo, Fuero Real, Siete Partidas, Ordenamiento Real, Autos acordados y Nueva Recopila- ción, cuya necesidad era grande, trayendo para más ilustración el Derecho Ro- mano como concordante, “*Empezando a estudiar así, leemos en el informe, se comenzaría a saber y, en el orden de los Estatutos, el más aplicado nada sabe para ser letrado. ?”? P. de Hechavarría : Sátira contra la predilección del Derecho Romano 271 Que a ciegas como dogmas se creyera. ; Y será extraño que saliese vano El arreglo que tantas ocasiones (3) El Gobierno emprendió con juicio sano? (f) ¿Ni menos que de célebres varones Cual Mora, de Manuel, Asso, y Cañada Se olvidasen las sabias reflexiones, En donde vivamente retratada Está de la romana algaravía La estéril enseñanza complicada?? (9) Cuerdamente el primero (1) nos decía Que en conciliar palpables discordancias El calor de las aulas se impedía, Y que podría echar más arrogancias De gran jurisperito, el que supiese Amigar más chocantes repugnancias, Masta ahora no vi que conviniese En qué se pueden contrariar dos textos (3) También se quiso realizar la reforma de la ¡jurisprudencia en 1741, en el auto 30, tit, 1%, lib, 20, e igualmente fué promovida en 1752 por el celoso ministro marqués de la Ensenada. "Véase su sabia y enérgica representación a Fernando VI en el tomo 20 de la repetida Biblioteca de Sempere, (f) Justificando esta reforma, son notables las frases del Fiscal Macanaz en sus ““Auxilios para gobernar bien una monarquía católica ?”. (9) Ya citamos también en muestra breve introducción los respetables nombres de Vázquez Menchaca, el arzobispo Criales, Castro, Medina, Ensena- da, Jovellanos, Martínez Marina y Pérez Villamil. Véanse para este objeto sus obras: — Vázquez Menchaca.—De successionum creatione, progresu, effectuque et resolutione, — D. Gaspar de Criales y Arce,—Carta que escribe a V. M. D... arzo- bispo de Rigoles. ; — Castro.—““Discursos críticos sobre las leyes y sus intérpretes en que se demuestra la incertidumbre de éstos y necesidad de un nuevo y metódico cuerpo de Derecho, ete,??” — Medina.—'“*El Derecho en 1744?”, — Ensenada.—'*“Memorias para su vida”?. — Jovellanos, —En diferentes partes de sus obras, — Marina.—*'“Ensayo histórico de...?? — Pérez Villamil.—““Multitud de Abogados”?. (1) El Sr, D, Pablo de Mora y Jarava, consejero de Castilla, en su eru- dita obra de tos Errores del derecho civil, dice: “*“casi todo el calor y tarea de las Universidades y de los autores prácticos se emplea en conciliar los tex- tos civiles que parecen contrarios entre sí, a que llaman vulgarmente anti- nomias. Todo lo que se escribe no tiene otro principal objeto que buscar con- ciliaciones a dichas leyes; de suerte que es reputado por mayor jurisconsulto el que sobresale en esta habilidad?”. 272 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias Quien la civil (2) legislación profese: (h) Y aunque los yerros salten manifiestos, Los verás con el ergo y las patadas A fuego y sangre defenderlos prestos; Como si leyes tantas, y formadas Por manos tan diversas, estuvieran Del descuido humanal privilegiadas. Antes juzgo preciso que envolvieran Contrariedades las de las Pandectas Que todas las antiguas refundieran. ¿Ignoras tú las infinitas sectas (1) De juristas antiguos? ¿Y así quieres Que sus leyes no fuesen imperfectas? Y si discordes son tus pareceres, ¿Cómo, Andrés, al mirarlos reunidos, Reinar en ellos la unidad infieres? De lógica tan necia conducidos En laberintos caen los legistas Do van errantes y sin luz perdidos, De ella nace ostentarse civilistas Aquellos que de Paulo u Doroteo Son con tanto fervor panegiristas, Que tienen por saber y gran recreo Deslindar mil sutiles desvaríos, Y gastar una resma en su Careo. Como si sus sentencias o albedríos Por tener las tinieblas de misterio Debiesen encontrar creyentes píos, Conozco yo más de un borlado serio, De gran concepto para su clientela, Que con pausas y voz de magisterio Escritos dicta a usanza de la escuela, Con ergos y latines y mil citas, Y su comento a la imperial novela. ¿Qué dijeron sus frases infinitas? (2) Aquí, y siempre que hablamos de ley o derecho civil, entendemos el romano, acomodándonos al lenguaje común de los autores, (h) La escasa o ninguna propiedad del adjetivo civil tiene, como es bien sabido, una explicación histórica. En las modernas y lógicas clasifica- ciones no figura como miembro: el uso, sin embargo, le mantiene indicando el derecho privado. (1) Unos fueros estóicos, otros espicúreos: unos seguían a Sabino, otros a Próculo: estos eran devotos de Cayo, aquellos de Ulpiano: y así cada cual juraba en su maestro. ¿Cómo, pues, reuniendo tan diversos y contradictorios pareceres los compiladores del Digesto, habría de resultar la unidad y armonía que exige toda buena legislación? Tal es el delirio de los que sostienen la perfecta conveniencia de las leyes de la compilación romana, | | | | | P. de Hechavarría : Sátira contra la predilección del Derecho Romano 273 Nada de la cuestión, o cuando menos, De patrias leyes, como nunca escritas. Haga sermones de Digesto llenos, Con algún santo padre por ayuda, Y lo enriquecerán los hombres buenos; Y si el pleito se pierde, no haya duda Que hubo venalidad o compromiso, Pues la defensa fué la más sesuda, ¿Cómo oponerla la de algún Narciso, Novel abogadillo a la francesa Que huele a rosa y se compone el rizo? Montesquieu calentosle la cabeza, Filangieri, Bentam, y otros ateos Que arden en el infierno con certeza. Tal piensan, y lo dicen sin rodeos Las pelucas forenses que retrato, Siempre ostinados como los hebreos, No es dable, pues, que a la razón ingrato Sostengas su mal método y errores Con tanto ardor a fuer del Peripato. Ve la frivolidad de los autores Que las aulas veneran, afanados En fútiles cuestiones los mejores; Y en distinguir especies de legados, De testamentos y su fuerza varia, Sus enormes infolios ocupados (1). Llenando su carrera literaria La Instituta y Digestos, por fin salen Aun los de aplicación extraordinaria, Ignorando las nuestras; y ¿qué valen Breves estudios que tendrán en ellas Cuando los casos al saber no igualen? (1) AA (1) De unos en otros parece que los devotos de Justiniano desde Irnerio se propusieron agotar todos los casos y especies posibles de testamentos y legados, dictando su resolución para cada uno; y lejos de establecer principios fijos de donde deducir explicaciones, como el esclarecido Heinecio, cuidaron únicamente de numerar los que caben en la posibilidad, estudio muy parecido, decía el célebre Duareno, al de aquel de quien refiere Luciano se puso a contar las olas del mar, hasta que aburrido de ver que las unas empujaban a las otras incesantemente, conoció con amargo desengaño que no cabían en gua- rismo, (1) El citado marqués de la Ensenada, en su referida Representación, dice: ““La jurisprudencia que se estudia en las Universidades es poco o nada conducente a su práctica; porque, fundándose en las leyes del reino, no tienen cátedra alguna en que se enseñen; de que resulta que los jueces y abogados, después de muchos años de Universidad, entran casi a ciegas en el ejercicio de su ministerio, obligados a estudiar por partes y sin orden los puntos que Revista de la Facultad de Letras y Ciencias 15] -J += Bien del tirón las aptitudes bellas En los códigos nuestros han de emplearse, Que nos enseñan del deber las huellas; Con obras mil, de oscuridad maestras, En donde vea cavilaciones tantas Que a nuestro reino han sido tan siniestras? Tan sólo confusiones adelantas Con un derecho extraño, envejecido, Si en sus misterios tu salud quebrantas: Su lenguaje ya es muerto, y no entendido Sino de algunos pocos eruditos Que el dialecto de Tulio han aprendido; Y es jerigonza la de los escritos Con que al mundo apestaron en errores Después los glosadores infinitos, ¡ Desprecio eterno a tales corruptores! Y corre a donde enseñan puramente Hispana leí hispanos preceptores, (1) Esperamos que venga prontamente Tiempo feliz que en nuestras aulas suene Solo, u al menos, predilectamente. Patria legislación tu estudio llene, Y busca auxilios en los patrios sabios Aunque sus faldas evitar conviene; Y más en los que azotan los resabios Que a la tribuna de la noble España Ha siglos ocasionan mil agravios, Desaparecerá tan vil cizaña, diariamente ocurren”. 'En la de prima de derecho concordado de esta Uni- versidad, que es la de mi regencia, he sostenido con todas mis fuerzas y su- friendo mil contradicciones las Instituciones del derecho real de España por Don Juan Salas, explicando la de Justiniano, que es su antigua asignatura, por las claras y metódicas doctrinas de las de Heinecio, (1) La reforma de las Universidades puede decirse que arranca desde la entrada en el Consejo de Castilla de D. Pedro Rodríguez de Campomanes, honra y gloria de la provincia de Asturias, Por él o por su influencia se dotaron de nuevos planes y métodos de enseñanza a las Escuelas, ya estable- ciendo cátedras de derecho español o procurando la fundación de Academias jurídicas, Véanse Plan de Estudios, dirigido a la Universidad de Salamanca, etc., 1771. — Real provisión del Consejo para la Universidad de Alcalá de He- nares, etc., 1772. — Id. para la de Granada, etc., 1776. — Id. de estudios para la de Valencia, ete,, 1787. — Id, de la de Oviedo, 1777. En estos planes figuran generalmente cátedras para las leyes de Toro, con comentarios de D. Antonio Gómez, y también para la Nueva Recopilación, O a P. de Hechavarría : Sátira contra la predilección del Derecho Romano 15] “y a Y el augusto Fernando que ha ofrecido Estirpar tanto abuso que nos daña Y a un docto magistrado cometido (1) Preparar la reforma necesaria Del sistema escolar tan corrompido; (7) Conociendo la influencia extraordinaria Que el fuero ejerce en la nación entera, Vedará la enseñanza temeraria (1) Del volumen inmenso que en su era Al imperio caducó que regía Dió Justiniano para que muriera. Entonces sí, que sin tan falsa guía De Astrea oirás dignísimas lecciones Con fruto tuyo y de la patria un día: Entonces desearás, no en los centones Que el pedantismo compiló, enredarte, Sino de hacer de principio deducciones, Y más firme en tus luces apoyante, Que no siguiendo el rancio magisterio, En Javoleno o Celso asegurarte, Hoy goza libre la razón su imperio, Y no las sutilezas con sus bases, Sino el estudio de las ciencias serio. Callen el romanismo y sus secuaces; Nuestros códigos salgan del olvido, (1) (1) $5. M. se dignó confiar al Excmo, Sr, D. Francisco Arango la co- misión general de estudios de esta Isla, y ella espera de las notorias luces de S, E. se ocupe principalmente del arreglo de las clases de jurisprudencia que sobre todas necesitan de reformas radicales, (j) El Excmo. e Ilmo. Sr, D, Francisco Arango y Parreño fué uno de los hombres más ilustrados y celosos que ha tenido la Isla de Cuba, que le debe muy útiles y necesarias reformas para los adelantos de su cultura y progresos de su agricutura, industria y comercio, Se han publicado varias biografías de este distinguido hombre público: nosotros nos referimos a la del citado Diccionario de Pezuela, (1) Impresa la sátira de Hechavarría y O'Gavan en 1826 y 1828, aún no se había verificado la reforma de la Universidad de la Habana y, por lo tanto, estaban muy atrasados los estudios jurídicos en la misma. La ley 6a, tit. 40, libro 8 de la Novísima Recopilación no se aplicó a las Escuelas de nuestras antiguas provincias, ni tampoco la 7, 5, 8, ni el plan de 1807 con cátedras para el derecho español, ni el de 1821, que comprendió también las Universidades de Ultramar, ni aun el de 1824, (1) Sempere Guarinos, en la introducción del tomo II de la precitada Bi- blioteca, habla de este modo: *““Entre otras pruebas que pudieran citarse de los gravísimos daños que ha ocasionado este descuido acerca del estudio de nuestros códigos, ordenamientos, cortes y escrituras antiguas, puede citarse como muy notable la oscuridad y confusión que ha reinado acerca del origen 276 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias Y enséñese mejor en nuestras clases. El genio nacional allí embebido, Admiremos sus leyes primordiales, Y las costumbres con que se ha regido, Su abandono nos trajo duros males, Y la toga española por su oficio Debe tener ideas tan cabales. Y si tú, Andrés, con delicado juicio Quieres saber la gran jurisprudencia, De nuestras leyes bajo el solo auspicio, Y de los sabios de más pura ciencia, Empréndela estudioso, y al romano Por gala ocurre, y no con preferencia, Ya el acierto lo tienes en tu mano Si antes solo un error te conducía, Y no acaso un capricho poco sano; Y tá agradecerás alegre un día Reflexiones de tanto fundamento Que a los alumnos inspirar querría, Dije; y el joven, algo descontento Del triste desengaño, me suplica Que diese treguas al razonamiento. Algunos días la lección mastica, Y me inquiere después ¿dónde el derecho De la nación el escolar se explica? De mi victoria entonces satisfecho, Le conduje en persona hasta la clase En que se estudia con mayor provecho: Gracias al gran pastor que se complace (1) Y en prodigar las luces se desvela A la fiel grey cuyas delicias hace. y fundación del Consejo real uno de los establecimientos civiles más interesan- tes y de mayor trascendencia de la monarquía?”, Mientras los autores juristas armaban sangrientas disputas sobre los ob- jetos menos interesantes de la jurisprudencia romana, somo sobre los tribu- nos que propusieron algún plebiscito; sobre las palabras formularias de las acciones que producían los contratos y sobre una infinidad de nugas jurídicas descuidaban supinamente de decirnos lo establecido entre nosotros sobre las más importantes materias: conducta tan estrafalaria como la del que estu- viese velando día y noche el régimen de una casa, olvidado hasta de que exis- tía la propia, De aquí el atraso de nuestras antigiiedades; de aquí la oscuridad consiguiente en los puntos cardinales de nuestra legislación, y de aquí, en fin, nuestra servilidad a las doctrinas extranjeras, principalmente a las ultra- montanas, que son las más pestilentes y degradantes del trono español. (1) La creación de la cátedra de jurisprudencia del Real Colegio-Semi- nario es uno de los muchos monumentos del benéfico e ilustrado celo de nuestro Excmo. e Ilmo. Sr, D, Juan José Díaz de Espada y Landa. 0 RA A P. de Hechavarría: Sátira contra la predilección del Derecho Romano 277 AMí se aplica y su adelanto anhela (m) Y en lugar de las frívolas cuestiones, Su juicioso maestro activo cela De darle las más útiles lecciones, (m) Por sus gestiones en 1670, el M, Fr. Juan Diego Romero, del Orden de predicadores, puede ser considerado como el promotor de la Universidad de la Habana, que apareció con el título de Real y Pontificia en 1728, siete años después de la concesión de Su Santidad Inocencio III, Los estatutos en las cátedras de Gramática, Artes, Teología, Derecho civil, (romano) Cánones y Medicina, llevan la fecha de 1734. No pasaron muchos años sin notarse en la Isla los mejores resultados de las enseñanzas, que pro- dujeron hombres muy distinguidos, no obstante la lánguida vida que tuvo el establecimiento, muy necesitado de reforma por el movimiento científico- literario de los siglos pasado y presente. Así lo comprendían los hombres ilustrados que pidieron las innovaciones con empeño a la Metrópoli, dándose comisiones a Hechavarría, Arango, etc. para alcanzarlas, El Obispo Sr. Espada y Landa, varón emprendedor y generoso, que pro- digó importantes beneficios a la gran Antilla, erigió entre otras cátedras una de Derecho español en el Colegio-Seminario de San Carlos, unido a la Uni- versidad. Trabajó para la reforma de ésta el general Don Jerónimo Valdés: en 24 de Agosto de 1845 fué declarada nacional (ya era tiempo) organizándose la Facultad de Derecho por el plan de estudios de 15 de Julio de 1863 y Real orden de 28 de Noviembre de 1871. Tiene para la enseñanza de lDerecho Ci- vil las dos asignaturas de ““Elementos”” y “*Ampliación”” con ninguna otra diferencia esencial de los estudios jurídicos de España. Dicho se está que no son suficientes estas dos asignaturas para el estudio del derecho privado español, común y foral. Revista de la Facultad de Letras y Ciencias 15] -J [0.,) LA ULTIMA GRAMATICA DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (1) POR EL SR. MIGUEL LUIS AMUNÁTEGUI REYES. Deseosa la Real Academia Española de mejorar su Gramática, encomendó a uno de sus miembros más distineuidos por sus conoci- mientos lingúísticos, el trabajo de preparar una nueva edición de tan importante obra. La reconocida competencia de don José Alemany Bolufer, per- sona escojida para el desempeño de esta delicada comisión, nos autorizaba a esperar innovaciones mui sustanciales en este libro que sirve en la Península de texto de enseñanza; pero esta mis- ma circunstancia influyó quizá para que la reforma no se realizara con la amplitud debida, concretándola principalmente a la sintaxis, que se presenta ahora con grande acopio de observaciones encami- nadas a facilitar el conocimiento cabal de nuestra lengua. Recorriendo esas nutridas e interesantes pájinas, no hemos podido menos de congratularnos al ver que el señor Alemany Bolufer en sus lecciones ha seguido mui de cerca las enseñanzas de don Andrés Bello, único filólogo que aparece citado con frecuencia. Así se explica también que en esta obra se hable hasta de los vicios de lenguaje que se cometen entre nosotros, como puede verse en el siguiente pasaje, en que refiriéndose al mal uso de ciertos verbos unipersonales, se dice: **En el primero de los defectos mencionados en la nota anterior incurren en Chile, según el gramático Bello, con el verbo haber, al decir hubieron fiestas, por hubo fiestas; habrán alborotos, por ha- brá alborotos, 1 habíamos allá cuarenta personas, por había allá o éramos allá cuarenta personas. “Otro vicio, también de Chile, que censura y con razón, el mis- mo gramático, es el de poner la preposición a delante del que con (1) La Redacción de la Revista al tener el gusto de publicar este trabajo lo hace respetando la ortografía del mismo. M. L. Amunátegui: La última gramática de la Academia 279 que comienzan las oraciones de relativo que se refieren a los com- plementos de hacer 1 de haber usados ocmo unipersonales, 1 decir: hacían algunas semanas a que aguardaban su llegada; habían cua- tro meses a que no le veía, en vez de hacía algunas semanas que, etc.”? (Notas 21 3 a la pájina 265). Escusado me parece añadir que los solecismos que aquí se cen- suran no son exclusivamente chilenos sino comunes a casi todos los pueblos hispanoamericanos, i que si Bello se refirió en estas oca- siones sólo a Chile fué porque escribía principalmente para nos- otros. Es lástima que al realizar estas reformas no haya tocado su tur- no todavía a la fonética ia la morfolojía, a las cuales hoi día se da tanta importancia, 1 es sensible también que la Academia haya mantenido la estraña 1 falsa idea de que existe en castellano la declinación por casos que se conoce en la lengua latina; pero que desapareció en la nuestra, dejando rastros únicamente en los pro- nombres personales. Este errado concepto sólo sirve para complicar inútilmente el estudio i la enseñanza de nuestro idioma. Esta reminiscencia del latín no tiene razón de ser en castellano, como hace muchos años lo dijo el maestro Bello en las cortas líneas que copio a continuación : ““La declinación por casos es esclusivamente propia de los pro- nombres yo, tú, él (en ambos números i jéneros) 1 ello; los otros nombres no la tienen, pues que su estructura material no varía, ya se empleen como nominativos, designando el sujeto, ya como com- plementos o términos. En este sentido los llamamos ¿indeclina- bles.”? (Gramática de la Lengua Castellana, pájina 99, núme- ro 145.) Pero si en este punto la Academia todavía no se ciñe a lo que en- señó Bello, en cambio acaba de dar un importante paso de acerca- miento hacia la clasificación de las partes de la oración establecida por el sabio filólogo americano. Nadie ienora que con acertado espíritu filosófico don Andrés dis- tinguió siete partes de la oración, a saber: sustantivo, adjetivo, verbo, adverbio, preposición, conjunción e interjección, a las cua- les hasta hace poco la Academia agregaba tres más, que eran: pro- nombre, artículo 1 participio. En la reciente edición, se ha suprimido ya esta última, i es de esperar que algún día no lejano dejen de incluirse también en 280 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias esta enumeración el pronombre 1 el artículo, que perfectamente pueden considerarse comprendidos en el sustantivo 1 en el adje- hivo. En lo que concierne a la Ortografía, que por primera vez se publica juntamente con la Gramática, la Academia, en una Ad- vertencia Preliminar, anuncia que las innovaciones proyectadas no podían alcanzar a esta edición, ni eran tampoco de inmediata urjencia, 1 de aquí que se conserve intacto lo que en esta parte se eseribió en ediciones anteriores. En efecto, aunque la docta Corporación continúa llamando usurpadora a la consonante y que se emplea en vez de la vocal 1 contra toda razón ortográfica, como lo reconoce paladinamente, parece que todavía se aguarda otra oportunidad para correjir este defectuoso e infundado uso. A igual espera está sujeta la cuestión tan debatida sobre si se debe o no dar en ciertos casos a la y el sonido de j¿, bien que la Academia siempre se ha manifestado inclinada a poner término a este perturbador tropiezo. Después de dejar público i honroso testimonio de los esfuerzos realizados, desde Nebrija hasta hoi, ““por doctos gramáticos que han puenado por reformar la Ortografía española, con el intento de que se escriba como se habla””, la Academia agrega que esto halla siempre obstáculos i dificultades grandes; lo cual no puede referirse sino a aquellas innovaciones completas i radicales que algunos han pretendido. Es indudable que los impedimentos de que aquí se habla no pueden rezar con la sencilla 1 hoi madura reforma tendiente a evitar el casi insuperable escollo que resulta del empleo de la y en lugar de la ¿, sin otra razón que la de acatar de mala fe al fetiche de la etimolojía. I digo de mala fe, porque los que sostienen que debemos es- eribir proteger, protegí, en vez de protejer, protejí, por venir esta forma del verbo latino protegere, con igual lógica debían eseribir también protego y protega, ete., en lugar de protejo, proteja, ete., formas cuyos correspondientes latines llevan g i no j. Si por razones fonéticas hemos desalojado a la gy latina en protejo, proteja, ¿por qué no habríamos de hacer lo mismo con protege, protegimos? A propósito me viene a la mente cierta larga i acalorada discu- sión sostenida, no ha mucho, en el seno de la Real Academia Es- M. L. Amunátegai: La última gramática de la Academia 281 pañola, cuando se trataba de dar carta de naturaleza al vocablo tranvía, que hoi figura en nuestro léxico. Algunos empedernidos etimolojistas pretendieron entonces que esta voz debía conservar la m con que se escribe en inglés; pero por fortuna prevaleció la opinión contraria, i la etimolojía fué derrotada por el buen sentido. Es de presumir que guiada por este mismo criterio, cuando se trate del mejoramiento de la Ortografía, la Real Academia Espa- ñola se resuelva a libertar definitivamente a la j de la inútil 1 mo- lesta joroba que la agobia en ciertos casos. Finalmente, i ya que se trata de una próxima reforma orto- eráfica, conviene recomendar a la Academia que continúe haciendo la vista gorda ante la tradicional tendencia a suavizar la pronun- ciación en ciertas combinaciones de letras. Si se ha aceptado que se escriban 1 se pronuncien sétimo, se- tiembre, trasferir, oscuro, sustancia, trasportar, en vez de séptimo, septiembre, transferir, obscuro, substancia, transportar, ¿por qué no habríamos de admitir también estranjero, esplicar, en lugar de extranjero, explicar, formas que nadie pronuncia? Tres son las razones que aduce el docto Cuerpo encargado de mantener la pureza de nuestro idioma, para condenar en estos casos la mutación de zx en s. 1:—Porque se estima que de este modo se infrinje la lei etimo- lójica. 22—Porque se considera que así se afemina la lengua. 3¿—Porque se da ocasión a que se confundan palabras distintas, como los verbos expiar 1 espiar, que sienifican cosas mul diversas. En cuanto al primerc de estos areumentos, me parece que no tiene valor alguno, desde que la misma Academia ha acojido ya miles de palabras que por la fuerza del uso se escriben contra la etimolojía. Por lo que toca a la segunda razón, tampoco la creemos acep- table, puesto que la supresión de las asperezas de un idioma no puede constituir un defecto, sino más bien una belleza. Así siempre se ha ensalzado la dulzura de la lengua italiana, que ha sido siempre también la preferida para el canto. Con referencia al tercer areumento, bastará decir que sería bien difícil idear una frase en que el verbo espiar pudiera dar lu- gar a ambigiiedad por el solo hecho de cambiar la zx en s. Espiaremos nuestras culpas, espiemos al enemigo, espié mi fal- 282 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias ta, espío un momento oportuno, ete., son frases que nadie dejará de entender sin dificultad aleuna. Para distinguir los diversos significados que puede tener el verbo espiar nos bastará el sentido de la oración, como sucede de ordinario cuando empleamos la multitud de palabras omófonas que abundan en castellano. No nos forjemos fantasmas que podrían desvanecerse con un leve soplo 1 sigamos la corriente que viene puliendo lenta pero constantemente el romance de Castilla, desde su orijen hasta nues- tros días. Notas Bibliográficas 283 NOTAS BIBLIOGRAFICAS Il. Tue HistorY OF ReLIGIONS; por E. Washburn Hopkins. N. York, 1918. Los estudios que se vienen efectuando acerca de la religión, desde un punto de vista científico, demuestran el interés que la materia despierta y el gran auxilio que múltiples disciplinas, en- tre ellas la religión comparada, ofrece para la determinación e interpretación de los hechos de experiencia religiosa. A ello se de- be el origen de la psicología de la religión, nueva ciencia sobre la que se ha desarrollado una extensa literatura. Como prueba de to- do ello tenemos el libro de que damos cuenta, magnífica síntesis de las características de las diversas religiones, y en el cual ha sabido el autor, con su superior intelirencia y observación de he- chos, exponer las formas más rudimentarias, la de los pueblos sal- vajes y bárbaros para progresivamente dar a conocer los de ca- rácter más elevado, como los de Europa, Oriente y América. Tras ésta surge el tipo superior que lleva de la mano al conocimiento de las religiones más intelectuales y espirituales, como el brahma- nismo, el budismo y el cristianismo. De exposición clara y metó- dica, la obra del profesor Hopkins despierta interés y revela el meritorio esfuerzo que ha realizado. Cada religión aparece ex- puesta con imparcialidad, tal como la juzga el autor, que no trata de provocar controversias sino de exponerla desde el punto de vista histórico, para que sus lectores conozcan, en línea general, los fe- nómenos religiosos como han aparecido y aun aparecen en el mundo y a fin de que éstcs alcancen la más completa orientación indica al final de cada capítulo la bibliografía correspondiente a la religión estudiada, único medio de hacer posible un estudio más profundo si así se desease. La obra que damos a conocer acreditaría las excelentes condicio- nes que en el profesor Washburn Hopkins se reúnen como verda- 284 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. dero scholar, si sus labores en el campo de la ciencia del lenguaje, especialmente en el dominio de la lengua sánserita, no lo hubiesen acreditado justificadamente como dienísimo sucesor del gran lin- eúista americano William Dwight Whitney que iluminó su cátedra con su saber extraordinario formando una pléyade de discípulos que constantemente honran la memoria del maestro. Il. PaLESTINE OF THE JEws; por Norman Bentwich. London, 1919. El autor de este libro, que ha sido de las fuerzas expediciona- rias de Egipto, ha querido, con motivo de la redención de la Pa- lestina, dar a conocer al público las ideas que respecto del pueblo judío mantiene. Y después de exponer lo que significa aquélla en la histeria judaica, el destierro y la redención de su pueblo, las luchas habidas, nos describe el moderno movimiento sionista apun- tando los nombres de Eliot, Stanley, Disraeli y Lassalle, por su significación valiosa en estos asuntos, cuanto atañe a las comuni- dades palestineanas así como a las declaraciones del Gobierno bri- tánico en 1917 proclamando que Inglaterra veía con agrado el es- fuerzo sionista para establecer en la Palestina un hogar judío na- cional. Analiza el desenvolvimiento de las colonias agrícolas en Judea y Samaria; da idea detallada de Jerusalén en su manifes- tación histórica así como de otras ciudades sagradas para refe- rirse más tarde al renacimiento en las escuelas, el lugar que éstas ocupan en el judaísmo y de este modo dar a conocer cuanto atañe al renacimiento de la lengua nacional, a las luchas por el predo- minio de la lengua hebrea y a la fundación de una Universidad nacional en Jerusalén que sea el centro de la cultura judaica sin confundirse en su actuación con la Universidad “El Azhar”” del Cairo, baluarte del medioevalismo, sino verdadero foco del pen- samiento moderno y progresista. Esa Universidad de Jerusalén no será, como dice Bentwich, sólo un símbolo de la hegemonía es- piritual de la Palestina sobre toda la judería, sino el verdadero centro de irradiación del renacimiento judío. En ella se congre- garán los poetas y los filósofos de las dispersas comunidades y en el andar del tiempo será sitio de un Sanhedrin que reunido des- Notas Bibliográficas. 285 envolverá, en concordancia con el pensamiento predominante, la herencia de la ley judía. Y como esta guerra ha proclamado los derechos de las peque- ñas nacionalidades para que puedan vivir sin el peligro de su absorción por los grandes pueblos, de ahí el llamamiento que ha hecho la más antigua nacionalidad para su debida constitución en pueblo libre y soberano ya que sus elementos de vida justifican a juicio de sus hijos, sus legítimas aspiraciones, mejorándose la civi- lización palestineana merced a la presencia de diversos elementos como la introducción de las ideas y métodos occidentales por los propios judíos que vendrán a Europa con el firme propósito de constituir una vigorosa y completa vida nacional. Termina el au- tor su libro con una exposición sintética del avance de las fuerzas británicas hacia Jerusalén desde que iniciándolo en el Canal en Abril de 1917 entrara por la Puerta de Jaffa el gran Cruzado Allenby realizando así la redención de la Judea. III. HisTORIA DE LA LENGUA Y LITERATURA CASTELLANA; por Julio Cejador. Tomo X. Madrid, 1919. Enriquécese de nuevo la bibliografía literaria española con el reciente libro que acerca de la leneua y literatura castellana ha publicado el muy ilustre escritor D. Julio Cejador y Frauca y que es continuación de la magna obra por él emprendida de poner al alcance de los estudios cuanto se ha producido en España y en la América latina. Comprende este volumen décimo la primera parte de la época regional y modernista, es decir, de 1888 a 1907. Para darnos idea exacta de las obras publicadas en el período an- terior, de la condición mental y literaria de los autores, explana con competencia que todos habrán de reconocer cuanto tiene rela- ción con la literatura regional en el aspecto de su novela y de su lírica, extendiendo sus investigaciones hasta la literatura regional americana inclusive por lo que pasan ante su vista para formu- lar el adecuado juicio producciones como las de Godoy y Ugarte en la Argentina, de Reyles y Fernández Medina en el Uruguay, de Febres Picón y Blanco Fombona en Venezuela, de González Zeledón, Echeverría y García Monje en Costa Rica, de Carras- W 286 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. quilla y Camargo en Colombia, de Delrado y Gamboa en Méjico, de Lillo y Labarca en Chile, de Cabello y Carrillo en Perú, de Cesteros en Santo Domingo y de Jesús Castellanos y Arturo Ca- rricarte en Cuba. Y al referirse a la naturaleza del modernismo reflejada en esa época de renovación artística y de hervor esté- tico, como dice Cejador, nos habla de la personalidad del inolvi- dable Rubén Darío, cómo merced a la influencia que ejerciera hu- bieron de brotar borrajeadores de versos y prosas modernistas sin reflejo alguno poético, sin expresión de las excelsas cualidades del maestro, pero exponente todos ellos del mal gusto que los llevara a tomar los defectos de aquél para exagerarlos en la forma en que lo hicieron, produciéndose la diversidad de escuelas que respondía a la delicada manera de revelar los sentimientos. Analiza el mo- dernismo dentro de la crítica severa, expone lo que en el movi- miento literario significa y deduce como resultado de sus pesquisas que todo él no es más que una alambicada continuación de las úl- timas escuelas líricas francesas, sieno evidente del decadentismo, afectación de forma y fondo que traspasando su esfera de acción legó a enseñorearse en diversos géneros poéticos en el teatro y en la prosa. La literatura modernista a su juicio ni es sana ni es equilibrada, su campo no ha sido del todo definido como tampoco sus características, causa cierta de la falta de entendimiento entre los apóstoles del decadentismo. Tras estas apreciaciones discurre nuestro autor sobre el mo- dernismo como prurito de novedad luciendo sus ideas junto a Remy de Gourmont, Morice, Verlaine y Hervieu, movimiento inevitable que parece responder por la fuerza de las circunstancias a la frase o rinovarse o morire de Annunzio, a la tendencia de las escuelas literarias francesas pretendiendo lo nuevo, lo raro, lo extravagan- te, que nada tiene que ver, como dice Cejador, con el arte que busca tan sólo la belleza. Y al observar este aspecto literario en las personas que lo cultivaran advierte cómo Rubén Darío supo tomar las varias tonalidades del parnaso y del simbolismo fran- cés, cómo surgieron remedadores que fortalecieron las ideas del maestro, entre otros Lugones en la Argentina y Herrera Reissig en el Uruguay, inundando e infestando, como consigna el autor, la lírica castellana con extravagancias que debieran evitarse y entur- biando con neologismos el habla castellana al grado de olvidar a Horacio cuando dijo respecto de los neologismos que la libertad no Notas Bibliográficas. 287 debe estimarse como una licencia. Causa determinante de la intro- ducción del movimiento modernista en España fué para el autor el estado de espíritu en el año de la pérdida definitiva de las co- lonias y en las ideas que surgieron y hubieron de prevalecer, hubo de influir, según Cejador, las mantenidas por la Institución libre de Enseñanza, ideas que no convienen con su modo de pensar y de sentir y puede que tampoco con lo que en el orden del patrio- tismo parece que deben ser los sentimientos del verdadero español. Mas sea de ello lo que fuere, es lo cierto que la clara inteligencia y buena cultura de este distinguido escritor le hacen ver la ver- dad, lo bueno, donde quiera que se encuentren y los beneficios traídos por Rubén Darío, Valle-Inclán, Benavente, Azorín, Mar- quina, ete., los reconoce con toda espontaneidad como que en sus obras se refleja la cualidad artística de la sensibilidad. A qué agregar más. Todo lo de este volumen resulta en alto grado interesante. Cejador ha sabido apreciar las características de la época regional y modernista y ha sabido ofrecer al lector, junto con los hombres que caracterizan este momento de la lite- ratura castellana, sus producciones y el criterio que de las mismas se hubiese él formado. Sea bienvenido este libro interesante. IV. HISTORIA DE LA LENGUA Y LITERATURA CASTELLANA; por Julio Cejador. Tomo XI. Madrid, 1919. En números anteriores de nuestra Revista hemos ido expo- niendo al lector el desenvolvimiento de esta obra interesante, las ideas en ella mantenidas y el cuadro de hombres de letras de Es- paña y América que por sus excelsas cualidades literarias ha al- canzado justificado renombre en el mundo culto. Este volumen comprende la segunda parte de la época regional y modernista, y ofrece, al que lo lea, excelente elemento para alcanzar un concepto exacto en las notables producciones inspiradas en las corrientes modernistas, de la psicología de sus autores y de la influencia que ha tenido ésta en el movimiento literario. Y como en aquella pri- mera parte surgieron ante nuestra vista los paladines de esas ideas, ahora, en la segunda, con exposición clara, independencia de cri- 288 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. terio y serenidad de juicio, se nos da a conocer la idiosincracia de sus hombres exteriorizándonos sus matices psíquicos que justifican las notas salientes de las grandes páginas de sus obras, en que la gama del sentimiento tiene su especial colorido, bien en la angus- tia suprema de los cuadros de Valle-Inclán con la variedad de giros, novedad en las voces y epítetos, en las maravillosas descrip- ciones que nos ofrece revelando sus excelentes cualidades de pro- sista, bien en el idealismo de aspecto espiritual advertido en los versos transparentes de Nervo, ora en las páginas excepcionales de hondo pensar y de crítica superior del inolvidable Rodó que con su Ariel y Motivos de Proteo conquistó la inmortalidad en la esfera de las letras, ora en los sobresalientes esfuerzos de Foulché- Delbose haciendo gala de su pasmosa erudición y de los éxitos de sus exploraciones en la literatura castellana o en la poesía y prosa de Blanco Fombona que descuella en la novela como en el eul- tivo del madrigal a satisfacción de todos. Y es que Cejador ha querido poner al alcance de cuantos aman los estudios literarios los valiosos elementos que den idea de las corrientes advertidas, sean glorias de España u orgullo verdadero de las naciones lati- nas. Por ello figura en la exposición de esta parte de la época re- csional y modernista Guillermo Valencia, de quien dijera el muy ilustre escritor Sr. Gómez Restrepo que “lo fascinan las visiones artísticas y sangrientas, la lucha del amor y de la muerte, cuanto en la Naturaleza y en la Historia puede conmover los nervios y hacer flotar una mancha roja ante los ojos”; Bonilla San Martín el más alto representante de la historia del pensamiento filosófico español, Unamuno que no por flagelado por Saldaña deja de ense- ñar a pensar y menos de influir en la cultura de su época dentro de su patria, Villaespesa, Marquina y tantos más que con sus obras han caracterizado la literatura de una época, sin olvidar en esta lista de nombres de gran valer el de nuestro amigo muy que- rido D. Julio Cejador, a quien se debe esta Historia de la Lengua y literatura castellana y cuya fama de hombre excepcional por su eran cultura y singular competencia en los dominios del' len- guaje ha traspasado los límites de su patria despertando admira- ción y respeto y de quien dijimos con ocasión de su ingreso en el profesorado de la Universidad Central de Madrid lo que sigue: ““Los que conocemos la vida de Cejador y hemos podido apreciar las vicisitudes de ella, los esfuerzos que ha hecho por triunfar Notas Bibliográficas. 289 frente a los que le han perseguido incesantemente y sin piedad, debemos alegrarnos de que haya llegado un momento de justicia para un hombre que tanto ha laborado y sigue laborando por el brillo de su patria y que habrá de proporcionar honra y provecho al Centro Superior en que acaba de ingresar””. Quien ha espigado en el campo del lenguaje como él lo ha hecho, evidenciando en ca- da línea de sus libros su extensa literatura en asuntos de foné- tica, de fisiología y de psicología del mismo, ha expuesto con lujo de detalles cuanto concierne a la estructura y formación primiti- vas del estudio comparado de los elementos demostrativos del len- guaje, ha enriquecido con prólozos y comentarios las ediciones de obras maestras de la literatura castellana, tiene un puesto bien conquistado en la brillante pléyade de impulsores del movimiento cultural en el mundo de las letras. Digamos para terminar que en esta época a que nos contrae- mos también brillaron entre nosotros elementos muy valiosos en el campo de la literatura y otras materias: Aramburo y Machado con sus estudios y discursos que si interesan por el fondo encantan por la elegancia y corrección de la forma; Juana Borrero produciendo estrofas de elevada inspiración; Cuevas Zequeira tan erudito en su cátedra como elocuente en la tribuna y cuyo verbo cálido lo tiene siempre puesto al servicio de las más nobles ideas; Figueredo y Socarrás legándonos en páginas históricas y bien expuestas inte- resantes relatos de nuestra gran lucha por nuestra independencia; Macías (José Miguel) ofreciendo en sus obras su labor intelectual en la esfera del lenguaje cubano; y Trelles, por último, revelando en sus eruditas Bibliografías pacientes y benedictinas investigacio- nes, valioso servicio prestado a la patria y por el que puede apre- ciarse bien lo que hicieron en los diversos órdenes de la actividad humana los hombres de esta tierra, muchos de los cuales aparecen en las páginas de este libro haciéndose así justicia a sus meritorios esfuerzos. Acojamos con beneplácito este útil libro y tributemos un sin- cero aplauso a los esfuerzos por exteriorizar la labor interesante de los obreros del saber. 290 Revista ae la Facultad de Letras y Ciencias. V. SOBRE EL ESTUDIO DE IDIOMAS; por Rodolfo Lenz. S. de Chi- le; 1919 El Dr. Rodolfo Lenz, muy conocido por sus estudios en el cam- po del lenguaje, acaba de dar a la publicidad un interesante fo- lleto acerca del debatido tema sobre el aprendizaje de idiomas con motivo del libro que titulado Enseñanza cultural de idiomas extran- jeros ha escrito el Sr. Julio Saavedra Molina, y en el que sustenta entre otras cosas, que todo individuo de habla castellana sepa leer libros en alemán, francés e inglés que son los mejores vehícu- los de la cultura europea, que la enseñanza de idiomas en Chile tienda a preparar los alumnos de los liceos a fin de que puedan leer los tres idiomas indicados, sea el resultado de esos estudios igualmente satisfactorio, y no como ahora acontece que si es de éxito en el francés, resulta deficiente en el inglés y casi un fracasc en el alemán. Para impugnar estas dificiencias clama el Sr. Saavedra Molina por el establecimiento de un horario donde el francés tenga 18 horas semanales de estudio, 22 el inglés y 26 el alemán; pide asimismo que el sistema de esta enseñanza se base en la lectura y traducción al castellano y que se remueva el prin- cipio de educación que sólo produce ciudadanos amorfos, a fin de que se logre la especialización formando cada liceo ciudadanos de un tipo concreto: médicos, dentistas y farmacéuticos en uno; in- genieros, arquitectos y electricistas en otro y abogados y corredo- res de comercio en un tercero. Acerca de estas cuestiones discurre atinadamente el Dr. Lenz mostrando su conformidad en aleunos casos, su discrepancia en otros, pues si la traducción es un elemento de valer en la ense- ñanza de los idiomas porque no sólo eleva la cultura sino que fa- miliariza con las características de expresión de los mismos, no puede descansar simplemente en ello el conocimiento de una len- gua porque no permitiría alcanzar la primordial finalidad en es- tos estudios, que es disponer además de un instrumento de comu- nicación en la vida social. En las apreciaciones de las ideas del Sr. Saavedra Molina revela el Dr. Lenz un profundo dominio del organismo del lenguaje, de las relaciones que mantienen las Notas Bibliográficas. 291 lenguas entre sí, del auxilio que pueden o no prestarse en el terre- no de la versión cuando afirma que las obras de Platón, Kant, Bergson, Homero, Dante, Shakespeare, no pueden traducirse al araucano, pues analizado el desarrollo de cultura de esta nación respecto de aquellas que representan sus grandes escritores no hay posibilidad de colocarlas a igual nivel, y ello es un obstáculo para la versión; sólo cuando el grado de cultura es el mismo o cuando el original pertenezca a lengua inferior tal cosa es po- sible. Para que pueda darse a conocer las ideas de un pueblo a otro, mediante la traducción de una de ambas lenguas, es impres- cindible que existan en las dos lenguas igual ilustración, que se hayan catalogado las voces que evoquen determinadas ideas, ya que las palabras por sí solas, como muy bien dice el Dr. Lenz, no trasmiten ideas, despiertan sí en el individuo las más o menos parecidas que ha formado por su propia experiencia. Es erróneo suponer, y ello no puede descansar más que en un conocimiento superficial del lenguaje, que el mayor parentesco de dos idiomas determinados por lo que la gramática advierte puede fácilmente contribuir a que dos voces relacionadas en ambas lenguas produz- can ante la mente la misma idea; numerosos casos pudieran se- ñalarse a más de los indicados por el ilustre lingiiista Dr. Lenz. Es necesario conocer el significado de la oración entera de una lengua para pensar, como añade, en la otra y darle expresión; es imprescindible saber pensar en la lengua extranjera, pues de lo contrario reduciríase simplemente la labor a traducir palabra por palabra, lo que no sería construir conforme a los principios de la sintaxis de un idioma, perdiendo indudablemente su peculiar fisonomía. Tampoco es defendible la tesis de los que entienden que el estudio y dominio de un idioma puede obtenerse conociendo una lista de palabras; las voces aisladas no constituyen el lenguaje, puede saberse, como se ha dicho, un diccionario y no hallarse ca- pacitado el individuo para hablar. Respecto de los puntos de vista sustentados por el Sr. Saave- dra Molina, muéstrase de acuerdo el Dr. Lenz con la afirmación que hace de la conveniencia de conocerse los tres idiomas ante- dichos, con que se puedan leer más que hablarlos y escribirlos con mayor o menor corrección, pues con frecuencia en la vida de labor intelectual más provecho se deriva de poder interpretar las ideas de los grandes pensadores que el dominio simplemente de lo que 292 Revista ce la Facultad de Letras y Ciencias. se llama the language of every day life. Opinamos como el doctor Lenz en contra de la tendencia a la subdivisión del Bachillerato; es un error suponer que basta con que los ¡jóvenes sepan lo que corresponda como antecedente a la carrera que hayan de es- coger; el Dr. Varona, muy sabiamente por cierto, expuso en el plan de estudios que redactara para los Institutos de Segunda Enseñanza, que los Bachilleratos bifurcados no dan al joven la cultura general que deben poseer, cultura tanto más necesaria cuanto que no todos los que obtienen el título de Bachiller siguen carreras logrando sin esta bifurcación tener idea de las diversas materias comprendidas en esos estudios. El Dr. Lenz tiene per- fecta razón en impugnar este punto de vista, el Bachillerato no se ha establecido para determinada clase sino para dar cultura am- plia a los que hagan sus estudios. También pensamos como el Dr. Lenz respecto a que no debe anticiparse la edad en que el niño deba elegir su carrera; el propio Dr. Varona en su plan de estudios indicó lo conveniente partiendo del desarrollo mental del niño, factor importantísimo y que para nada tuvo en cuenta nues- tro Congreso cuando modificó dicha edad, tanto para la Univer- sidad como para los Institutos. Otra cuestión a que hace referencia el Dr. Lenz es la relativa a prescindirse del estudio del latín en un país latino. Cuando a virtud de cierto movimiento de la prensa de esta capital se hicie- ron indicaciones que coinciden con las impuenadas por el aludido lingiista, en artículo que publicáramos en la Revista de Educa- ción del Dr. Aguayo, hicimos la historia de la enseñanza del griego y del latín y entonces dijimos lo que tanto en Francia como en Inglaterra se pensaba, y en él señalamos, como resultado de infor- maciones adquiridas, la corriente favorable, sobre todo en cuanto al latín, que se advertía en los Estados Unidos, no obstante tener un habla que morfológicamente considerada no se halla en tanta relación con esta leneua como nuestro idioma y cuantos forman parte de ese grupo románico que analizara con tanto brillo Fede- rico Diez y Meyer Liibke y espigara en él con éxito sobresaliente el inolvidable Gaston Paris. Y como la cuestión método, a que hace referencia el Sr. Saavedra Molina, ha dado origen a tantas divergencias en la enseñanza, de ahí el que critique el método directo por suponerlo en completa bancarrota, siendo necesario, añade, buscar rumbos nuevos que afiancen el aprendizaje de los A _— Notas Bibliográficas. 293 idiomas. Para el Dr. Lenz tal aseveración no descansa en sólida base, su experiencia de profesor de idioma le ha hecho compren- der que sólo hay dos maneras de conocer una lengua: el método natural, que es infalible, aprendiéndose el idioma por medio de frases y no por voces aisladas, pues como ha afirmado un distin- euido lingiiista la naturaleza enseña frases y los verbos son el soul and backbone of all speech, a grado tal que la muy distin- ouida profesora Miss Abbie Frye Phillips, Inspectora que fué de enseñanza de inglés en las Escuelas Públicas, terminantemente lo consiena en el libro que sobre métodos para aprender el inglés es- eribiera; y el método escolar, que representa esfuerzo de memoria y de reflexión y que por descansar en un aprendizaje mecánico cansa y aburre, por lo que entiende el Dr. Lenz que el mejor y más recomendable para conocer bien los idiomas vivos extranjeros es el directo, que trata el idioma de modo parecido al natural. Para terminar, diremos que la lectura de este extenso folleto nos ha producido excelente impresión y que aeradecemos al autor la bondad que ha tenido obsequiándonos con un ejemplar. VI. NAHUATLISMOS Y BARBARISMOS; por Ricardo del Castillo. Mé- jico, 1919. Hace aleún tiempo tuvimos ocasión de hablar, en las páginas de esta Revista, de un interesante libro que con el título Los llamados mexicanissmos de la Academia Española publicó el ilus- tre escritor Sr. Castillo. Entonces, con la imparcialidad que ca- racteriza nuestros juicios, dimos a conocer la impresión que nos causara el espíritu de piocheur de su autor y el celo particular que demuestra por todo cuanto tenga relación con su idioma. Hoy haremos lo mismo al exponer nuestras impresiones sobre los na- huatlismos, materia interesante sobre la que discurriera con toda ámplitud y en relación con el habla de Costa Rica el Sr. Juan Fernández Ferraz, analizando las raíces primarias meramente fo- néticas, silábicas o conceptivas de las voces mejicanas, la deriva- ción y cambios de los términos de Méjico al pasar al castellano, etc., etc.; y hemos de consienar que de nuevo revela el Sr. Cas- tillo lo justificado de su inereso en la Academia Mejicana corres- 294 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. pondiente de la Española, ya que para puestos de tal índole se necesitan hombres de verdadera competencia y de singular de- voción para especulaciónes de esta clase, pues no se reetifican etimologías, ni se critica la estruetura ni las dicciones sin la de- bida preparación, como no se distingue la voz mejicana del me- jicanismo sino cuando se ha obtenido por asidua labor de obser- vación claro y preciso concepto de lo que son ambas cosas. Y como para bien del idioma debe rectificarse el equivocado sentido de la frase, debe demostrarse la equivocada atribución de un ori- cen, los errores en las voces, aquellos que surjan a base de per- mutación de líquidas, las modificaciones vocalarias producidas por las substituciones de las mismas, fenómeno frecuentísimo en el campo del lenguaje, de ahí el que debamos aplaudir esfuerzos de este género por el que se limpia, fija y se da esplendor al len- guaje. Cuántas oportunas indicaciones se advierten al rápido ho- jear de este libro, con qué fundamento se censura la frecuente per- mutación de la líquida por la dental, que si en el caso de cadavera por calavera se justifica la erítica, no es para desconocerse lo que la mutación expresa cuando se la advierte, por extrañas y capri- chosas que sean esas permutaciones, en el paso de un idioma a otro, como se nota en el sánserito dacru, griego pgóxv que se trans- forma en el lecryma latino, larme francés, lacrima italiano, y lágrima del español. El látigo de Juvenal se ha levantado en buen hora para que no perduren las erróneas afirmaciones del Sr. Renato de Alba en su libro Suplemento de todos los diccionarios enciclopédicos espa- ñoles, que fácilmente llevan al extravío cuando no se está debida- mente preparado para resistir a aquellas. VII. DICCIONARIO DE COSTARRIQUEÑIEMOS; por Carlos Gagini. San José, Rep. de Costa Rica, 1919. El Dr. Valeriano Fernández Ferraz, nuestro maestro querido, a quien el Sr. Gagini ha dedicado la segunda edición de este libro, ha tenido la bondad de ofrecernos un ejemplar, como antes lo hi- ciera, de la primera que su autor titulara Diccionario de Barba- rismos y Provincialismos de Costa Rica. La nueva edición acusa celo en la forma de presentación del léxico, en el enriquecimiento ATA A EN Notas Bibliográficas. 295 del material, como revela buena y saludable lectura por parte del autor al través de obras de etnología, lingiística, geografía e his- toria natural que le ha permitido enriquecer su trabajo con nue- vos y valiosos elementos. Adviértese en el libro junto a una ex- posición metódica un modo de presentarlo que lo conforma al mol- de de todo léxico y en sus páginas se señalan las divergencias del lenguaje costarriqueño respecto a la leneua madre consignadas no como corruptelas introducidas por el capricho o por la igno- rancia, sino como natural resultado de la evolución fonética y semántica a que están sujetos los idiomas vivos. Siempre hemos pensado de este modo en cuanto a nuestra habla popular, y fuera de estructuras caprichosas producto de una supina jenorancia, ha sido posible observar cómo en boca del pueblo surgen variantes que obedecen a leyes que operan dentro del lenguaje originando determinadas transformaciones. Esas leyes las señala muy atina- damente el Sr. Gagini, y entre ellas se destaca la economía fisio- lógica ofreciendo cambios en la supresión de letras, sílabas, pala- bras y frases, es decir, alteraciones que se comprenden, como dice Sayce, en el decaimiento fonético; como asimismo la analogía ex- plica las formas que surgen mediante la asociación, admirable principio que es esencia misma del hablar humano y sin el cual inconcebible sería la inteligencia humana, según ha dicho Víctor Henry. En corroboración de esto ofrece el Sr. Gagini ejemplos que ilustran cada caso, viéndose mediante ellos la intervención de la analogía en los fenómenos fonéticos, morfológicos, sintác- ticos y semánticos y cómo el carácter fisiológico del lenguaje per- mite apreciar las diferencias entre la pronunciación costarriqueña y la de Castilla. Las Concherías, de Aquileo J. de Echeverría, guarda material valioso para estudios sobre las características del habla de esa República, abundante elemento que proporcionó a la Srta. Angela Baldares los medios para que efectuara un análisis de la forma popular. A medida que se van leyendo las voces y se fija uno en la es- pecial estructura que presentan, compréndese bien la estrecha re- lación que se nota con las nuestras y con otras de la América la- tina; así nos lo hacía observar el muy culto escritor colombiano Sr. Gómez Restrepo, al darnos su opinión sobre el trabajo que publicáramos El habla popular al través de la literatura cubana, comparándolo con el lenguaje de su país, y esa misma impresión 296 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. nos causa el léxico costarriqueño cuando se le estudia cotejándolo con el nuestro: escrebir, medecina, mesmo, agora, dende, son unas enantas voces que corroboran lo dicho, como el desvanecimiento de la d, en la terminación ado, tan conocida en España y en los países americanos, no es accidente fonético, nos dice Cuervo, in- troducido en América por los españoles sino efecto de evolución espontánea. Escudriñemos bien y se verán aquí y allá formas iguales, idénticas construcciones sintácticas, los mismos cambios de vocales, coincidencias en las conversiones de consonantes, casos de síncopa silábica y con gran frecuencia parecida manifestación semántica. Los que quieran tener una idea de las características de ese lenguaje lean con cuidado el muy erudito prólogo que para esta edición escribiera el más grande lingiiista de la América latina, el inolvidable Rufino J. Cuervo, y en él verán cómo penetra en el fondo del castellano en Costa Rica, cómo explica la evolución del fondo imaginario, cuáles son las relaciones entre la lengua lite- raria y el habla corriente. Abramos las páginas en que se consignan los matices de esta forma del habla popular costarriqueña y ve- remos de qué modo ha querido suplirse la ausencia del caso voca- tivo mediante la intervención del acento en las voces hijó, hijá, hombré, nñó, niñá, que se advierten en las frases Vamos, hombré, Todavía nó, níñá, que equivocadamente, a nuestro juicio, consi- dera el Sr. Gagini como resto de las declinaciones latinas que los lingúistas estiman del todo abolidas en las lenguas romances; porque tal criterio de aceptarse modificaría el concepto de la flexión, ya que ella consiste, al decir muy acertado de un insigne lingúista español, en expresar las relaciones entre las ideas por medio de ciertas alteraciones hechas en la estructura material de los nombres, cosa que no acontece en los ejemplos citados que sólo expresan diferencias en el tono y no en el cambio de sus elementos componentes, porque el apócope privó al castellano de las desi- nencias de flexión en los nombres resultando invariables para to- das las relaciones. Y como a cada paso se nota en este libro una tendencia saludable a señalar junto al vocablo popular la forma correcta que tenga en castellano, la obra del Sr. Gagini está lla- mada a ser en extremo útil, es digna del mayor encomio, pues co- mo ha dicho atinadamente el Sr. Cuervo, es un trabajo de alto valor, en el que se acompañan la sana crítica con buenos ejemplos. J. M. Drumic0. Profesor de Lingúistica y de Filología, Notas Bibliográficas. 297 VIII. Nueva TRIGONOMTRÍA PLANA Y ESFÉRICA; por Webster Wells traducida del inglés por E. Pereda. Nueva York, 1916. No sé el tiempo que tengo en mi poder la obra de Trigono- metría rectilínea y esférica, del profesor Webster Wells, tradu- cida por el hoy Capitán de nuestro Ejército señor Enrique Pere- da; pero sí sé que estoy en descubierto con él, antiguo discípulo mío muy apreciado, puesto que, al dedicarme un ejemplar de la traducción le prometí escribir algunas cuartillas y esta es la hora que aún no lo he eumplido. Circunstancias ajenas, unas a mi vo- luntad, y otras que pudiera haber subsanado, han hecho que re- tardara el cumplimiento de mi promesa, por lo que el trabajo re- sulta hoy quizás fuera del caso. A pesar de esto, voy a cumplir lo prometido, empezando por hablar de la edición inglesa que ya era de mí conocida. La obra de Trigonometría rectilínea y esférica del Profesor de Matemáticas del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Webster Wells, es una de las obras mejores que hemos revisado, a pesar de existir en ella algunas omisiones con respecto a la parte ana- lítica de la asignatura, que la hacen algo incompleta. Después de dar a conocer las líneas trigonométricas como re- laciones de los lados de un triángulo rectángulo, y luego como funciones circulares, estudia las variaciones de dichas líneas en los cuatro cuadrantes, determina las relacicnes de éstas entre sí, ana- liza con mucha claridad todo lo relativo a las funciones inversas, explica la suma y diferencia de dos o más arcos, y aplica en su consecuencia estas relaciones para determinar las líneas del arco duplo, triplo, y mitad, con objeto de que el alumno pueda resol. ver con facilidad las ecuaciones de transformación, ya en función directa, ya en función inversa, al mismo tiempo que determina por medio de ecuaciones trigonométricas el valor de su arco. Para ello, pone multitud de ejercicios que hacen que el alumno esté constantemente repasando las fórmulas que anteriormente he es- tudiado. El capítulo de los logaritmos, aunque no es de absoluta nece- sidad en una obra de esta clase, nos parece muy aceptable por la 298 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias. importancia que tienen ellos en la resolución de los triángulos, es- tudio que está hecho con un excelente método y la claridad nece- saria para que los alumnos saquen provecho de esta materia. Los capítulos que tratan de la resolución de los triángulos rec- tágulos y oblicuángulos, así como la serie de ejercicios y proble- mas que con el nombre de miscelánea pone para su resolución, es- tán bien expuestos, y acreditan ellos solos la inteligencia y la ap- titud de un buen profesor. El último capítulo de la parte plana, que trata de la resolu- ción trigonométrica de la ecuación oblicua, resulta a la altura de las teorías anteriores, y ha sido una lástima que no haya expli- cado antes la resolución trigonométrica de la ecuación de segundo erado. También echamos de menos, como Formando parte del es- tudio analítico, aleunas teorías complementarias como la fórmula de Moivre, el desarrollo en serie de las funciones trigonométricas, y aleunas otras cuestiones que harían la obra completa. Creo, sin embargo, que el autor ha omitido estos estudios complementarios, con el cbjeto de hacer una obra puramente elemental, y en este concepto, la falta de estos capítulos no puede considerarse como un defecto. Quizás por idéntica consideración, la parte de trigonometría esférica está aleo concisa, sin que nada falte para poder resolver todos los problemas referentes a triángulos esféricos rectángulos y oblicuángulos, cuya teoría va acompañada de una multitud de ejer- ceicios, que son de gran estima tanto para el profesor como para los alumnos. Termina la obra con una interesante aplicación relacionada con los estudios de geografía, y con un importante resumen de todas las fórmulas que se han desarrollado, cuadro que nos parece de beneficio excelente. La obra, pues, es a nuestro juicio muy aceptable y digna de recomendarse, por lo que merece el profesor del Instituto de Massachusetts nuestra humilde felicitación, que le enviamos por medio de este sencillo trabajo. Esta obra, que es muy provechosa y de gran utilidad para la enseñanza de dicha asignatura, tenía para nosotros el inconve- niente de estar escrita en inglés, idioma que no todos los cuba- nos conocen. Comprendiéndolo así el joven Capitán de Infan- tería Enrique Pereda, alumno muy aprovechado que ha sido de Notas Bibliográficas 299 nuestras aulas universitarias en la Escuela de Ingenieros, tomó para sí el ímprobo trabajo de la traducción de la citada obra, y al llevarla a cabo la ha hecho de modo satisfactorio, porque cono- ciendo el traductor perfectamente la asignatura, y suficientemente el idioma inglés, condiciones que se requieren para una buena traducción, ha expuesto en castellano, con toda exactitud, las teo- rías que desenvuelve admirablemente el autor en su idioma. Bien satisfecho debe estar el autor con la traducción del señor Pereda, porque ha logrado con ella hacerla más asequible a la juventud estudiosa, sin perjudicar en nada las ideas del Sr. Wells. Felicitamos al traductor señor Pereda, por el trabajo que ha hecho, y por el bien que ha proporcionado a los alumnos de nues- tras aulas. Por nuestra parte, después de dar nuestra felicita- ción al Capitán señor Enrique Pereda por su excelente labor, nos congratulamos también por haber sido uno de nuestros mejores alumnos desde que se dedicó al difícil estudio de esta ciencia, de- jando así como cubano un excelente nombre en los anales de la ciencia matemática. Dr. CLaupio MImó, Profesor de Geometría Superior y de Trigonometría. IX. AMERICAN JOURNAL Or PHYSICAL ANTHROPOLOGY; editor: Dr. Ales Hrldlicka. Vol. 1, 1918; Vol. II, 1919. Wash- ington, D. C. El distinguido Jefe del Departamento de Antropología Física del Museo Nacional de Washington, Dr. Ales Hrdlicka, ha funda- do y dirige esta importante publicación relativa a una rama de las ciencias antropológicas que por su progreso y significación, por sus tendencias y propósitos, constituye realmente la base prin- cipal de aquellos estudios. 800 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias La revista antropológica del Dr. Hrdlicka, que es trimestral, comenzó a publicarse a principios de 1918, habiéndose impreso ya los dos primeros volúmenes, cuyos sumarios respectivos son los siguientes: El del Vol. 1? (1918) contiene: N? 1: A. Hrldlicka—Physical Anthropology: A.—Its Scope and Aims;—G. S. Miller, Jr— The Piltdwon Jaw;—E. A. Hooton—Eskimoid Characters in Icelandic Skulls;—W. H. Holmes—Commitee on Anthropology, National Research Council;—A. Keith—Anthropology Activities 1 conection with the war in England.—N? 2: A. Hrdlicka—Phy- sical Anthropology: B.—Its History in America;—E. T. Williams. —The Origin of the Chinese;—C. E. Guthe—Russian Jews in Bos- ton;—R. G. Hurlin—Preparation of Skeletons by Bacterial di- gestion.—N? 3: A. Hrdlicka—Physical Anthropology: C. History and Present Status;—W. H. Babcock—Early observations in Ame- rican Physical Anthropology;—V. Giuffrida-Ruggeri—The Ori- gins of the Italian People;—A. H. Sehultz—External Nose, Bony Vose and NasalCartilages in White and Negroes;—E. O. Lundberg -—The Illegitimate Child and War Conditions.—N? 4: A. Hrdlicka —Physical Anthropology: D.—Conclusión;—W. C. Farabee—The Arawaks of Northern Brazil and Southern British Guiana. En el Vol. 22 (1919) tenemos estos trabajos: N? 1: Bean, R. Bennet and W. Baker—Some Racial Characteristics of the Spleen Weight in Man;—F. Boas—The Hair Color of the Italians;— H. M. Boas—Inheritance of Eye Color in Man;—L. R. Sullivan— The *“Samar?? United Twins;—R. Me Intire—The Effects of the war upon the American Child ;—A. H. Sehultz—Changes in Fetuses Due to Fornalin Preservation; A. Hrdlicka—Anthropometry.—A— International Agreements.—N? 2: A, A. Méndes Correa—Origins of the Portuguese;—C. H. Danforth—Hands of Polydactyl Negro Twins;—Bean, R. Bennett and W. Baker—Racial Characteristics of Weight of Liver;—A. Hrdlicka.—Anthropometry —B.—Intro- ductions.—N? 3: N. León—Historia de la Antropología física en iéxico;—Bean, R. Bennett and W. Baker—Some Racial Characte- ristic of the Weight of the Heart and Kidneys;—Bean, R. Bennett and W. Baker—The Weight of the Leg in the Living Men;—A. Hrdlicka—Anthropometry.—C. Anthropometry of the Living — N* 4: V. Suk—Eruption and Decay of teeth in Negroes and Whites; —A. L. Beeley—Lefthandedness;—A. Hrdlicka—Anthropometry. —D. The Skull. Notas Bibliográficas 301 Además de los trabajos enumerados aparecen diversas secciones dedicadas a dar cuenta de las nuevas obras de Antropología, notas sobre corporaciones científicas, etc., aparte de los índices de mate- rias que trae cada volumen. Hoy sólo damos una relación de esos importantes estudios, señalando con júbilo la aparición del American Journal of Physical Anthropology; en otra oportunidad los apro- vecharemos para ciertos artículos de difusión científica. X. CRIMINOLOGÍA; por José Ingenieros. Buenos Aires, 1919. Se ha publicado la 7? edición de dicha obra del erudito Profesor Ingenieros, siendo estos sus capítulos: 1? La formación natural del Derecho Penal; 2? La crisis de la legislación penal contem- poránea; 3? La Criminología; 4? Valor de la psicopatología en la antropología criminal; 5? La inadaptación social de los delincuen- tes; 6% Clasificación psicopatológica de los delincuentes; 72 El Derecho Penal en formación; y 8? Las nuevas bases de la defensa social. Estos capítulos van seguidos de otro donde formula las conclusiones sintéticas que de aquellos se desprenden. La obra trae en su última parte un “Apéndice”? sobre La Psiquiatría cri- minal y los peligros de la legislación penal vigente, con una serie interesante de observaciones relacionadas con problemas que sin duda merecen ser atentamente considerados. Basta enumerarlos para que se vea su importancia: la insuficiencia preventiva contra delincuentes y contra alienados peligrosos; las anomalías mentales pretextadas por alienados peligrosos; los alienados delincuentes en libertad; alienación simulada por delincuentes peligrosos; errores judiciales en los alienados; y, por último, el problema del abando- no de los alienados delincuentes peligrosos. Las juiciosas aprecia- ciones del autor descansan en múltiples hechos bien definidos y agrupados, hechos favorables a la tendencia de hoy en materia de esos estudios de antropología de los criminales, a la que dice Inge- pieros debía llamarse escuela psicopatológica; y tiene razón al pen- sar que un programa completo para el estudio de la delincuencia ha de abrazar no solamente el examen de sus causas y el de los ca- racteres de los criminales, sino tambin el de su profilaxia y repre- 302 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias sión. Nuestros alumnos de Antropología Jurídica deben conocer este libro por el espíritu científico que lo informa: su lectura es recomendable por muchos conceptos. Dr. A. MEstTRE, Profesor Auxiliar de Biología, Zoología y Antropología. í Notas Bibliográficas 302 CANJE Boletín del Ejército, Habana.—L£L'*Opinion, París.—The John's Hopkins University Circular. Doctors? Dissertation 1809-1919, Baltimore.—Bulletin of the New York Public Library, New York._—Universidad Nacional de la Plata.—El Apóstol, P. del Río.—Nuestra América, Caracas.—Ilustración del Clero, Madrid.—La Revista del Mundo, N. York.—La Escuela Normal, P. del Río,—El Rector de la Universidad Nacional, los Españoles, México.— Cuba Intelectual, Habana. —Fray Mocho, Buenos Aires. —Ligue des Sociétés de la Croix-Rouge Genéve.—La Revista Quincenal Madrid.— RKaport du Musée d'Aléxandrie, Aléxandrie.—Journal de Mathématiques, París.—Revista Cala- sancia, Madrid.—Discurso del Dr. Luis Rovira, S. de Cuba.—industria e In- venciones, Barcelona.—L *Eloquenza di Lucio Marineo Siculo di Pietro Verma. —Repertorio Americano, S, José de Costa Rica.—Funciones psíquicas del ce- rebro, por el Dr, Francisco Rivero, P. del Río.—Concepto de la educación física, P. del Río.—Anales de la Academia Nacional de Artes y Letras, Habana. Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, Rep. Argentina.—T éenica, Barcelona.—Revista Bimestre Cubana, Habana.—Revista Universitaria, Lima. Cosmópolis, Madrid.—Boletín de la Biblioteca de Menéndez y Pelayo, San- tander.—The Greek Theater of the Fifth Century Before Christ, by J. Turney, Alien, Berkeley, Cal.—La Ingeniería, B. Aires.—Repertorio Americano, S. José de Costa Rica.—Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid.—Insec- ticidas y Fungicidas, S. Juan, P. R.—Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía, Estadística, México.—La Industria Petrolera en México, por Joa- quín Santaella, México.—Bulletin Astronomique, París. — América Latina, Pa- rís. —Revista de Medicina y Cirugía de la Habana, Habana,—Revista de la Asociación Policlínica del Uruguay, Montevideo.—Revista de la Sociedad Cu- bana de Ingenieros, Habana.—Rev. de Educación Nacional, S, Chile.—The Theosopical Path, Point, Loma, Cal —£! Profesional, Venezuela.—Revista de la Sociedad de Estudios Almerienses, Almería.—Boletín del Centro de Es- tudios Americanistas de Sevilla, Sevilla.—Revista de Estudios de Ingeniería, Venezuela.—The Ohio Journal of Science, Ohio.—Boletín Histórico de Pto. Rico, S. Juan., P. R.—Boletín de la Unión Pan Americana, Washington. Amado Nervo, Homenaje, México.—Nosotros, B. Aires.—Boletín de la Se- cretaría de Sanidad y Beneficencia, Habana,—La Ciencia Tomista, Madrid.— Renovación, Granada.--Revista de 1. Pública, Habana.--Revista de Bibliografía, S. Chile. —Revista Jurídica y de Ciencias Sociales, B. Aires.—Boletín de la R. Academia Española, Madrid.—Laboremos, Uruguay.—Estudios Francisca- nos, Barcelona. —Boletín del Archivo Nacional, Habana.—Cuba Pedagógica, Habana.—Razón y Fe, Madrid.—Revista Agrícola, Bogotá.—Journal of the Elisha Mitchell Scientific Society. —Recomendaciones sobre el cultivo de la coña en P. Rico, S, Juan, P. R.—La Temperancia, Lima.—Letras Giúineras, 304 Revista de la Facultad de Letras y Ciencias Gines, Cuba.—Revista Histórica, Montevideo.—Memoria de los trabajos del Hospital Rosales, S. Salvador.—Germinal, S, Salvador.—Alba, S. Salvador. —Mosáico, S. Salvador.—Proyecto de ley orgámca de la Instrucción Públi- ca, S, Salvador,—kevista Telegráfica, S. Salvador.—Discursos, S. Salvador.— 4nales de la Sociedad Científica Argentina, B. Aires.—Cours de Chimie, por R. de Forcrand, París.—Anales de I, Primaria, Montevideo.—Memoria del Instituto de P. Rico.—Revista de Ciencias, Lima, —The Journal of the Dep. of Agriculture, P. Rico.—Enseñanzas del Tratado de Paz de Westfalia, por A. Mac-Donald, Madrid.—NVotizblatt des Batanischen Gartens und Mu- seums 2u Berlin.—Bases, B. Aires.—Anales de la Academia de Ciencias Mé- dicas, Habana.—The Resistance of Cane Varieties by J. S. Earle, S, Juan, P. R.—The University of California Chronicle, Berkeley.—Unión Ibero Ame- ricana, Madrid.—4Atte e Memorie della R. Academia Virgiliana, Mantova.— Informe de la Sección de Educación de la Unión Pan Americana, Madrid. — Informe de la Sección de Educación de la Unión Pan Americana, Washing- ton, —Revista de la R, Academia de Ciencias de Madrid.—Pro Cultura, Chile.— The Johns Hopkins Union Circular Conferring of Degrees, id. id.—Proceed- ing of The Union Philological Association.—Estudios de Deusto, Bilbao.— Memorias y Revista de la Sociedad, Científica ** Antonio Alzate””, México.— Anales de la Universidad de Zaragoza. Anmuaire pour l'an 1920, París.— Boletín del Ministerio de Relaciones Exteriores, S. Salvador.—Ezxtirpación de la garrapata, por J. Bagiie, P. Rico.—Mesures pratiques de radioactivité, par W. Makower, París.—Revista de la Enseñanza, S, Salvador.—Sociedad Geográfica de Lisboa.—Boletín de la Bib. Nacional de México.—El hombre que parecía un caballo, por Rafael Arévalo Martínez, S, José de C. Rica.— Torre de Marfil, Nicaragua.—Anales del Instituto de Ingemieros de Chile, S. de Chile.—£l Guatemalteco, Guatemala.—Cuasimodo, Panamá.—Boletín de la Sociedad de Ingenieros, Lima.—La Construcción Moderna, Madrid.— Informe de Ministro de Relaciones Exteriores, Bogotá.—Centro de Cultura Científica, Pelotas, Brasil. —Crónica Médica Quirúrgica de la Habana, Haba- na. —Segundo Congreso Americano de niño, Montevideo.—Estudios de De- recho, Rep. de Colombia.—Impugnación al Código Civil, Tegucigalpa.— Estudio y clasificación de un Distoma, por J. M. Romero Sierra, Caracas.— Discurso inaugural de la Universidad de Oviedo, por el Dr. Enrique de Ezu- ren.—£El Siglo XX, Barranquilla.—Memoria del Liceo de Matanzas.—Jouwr- nal of Entomology and Zoology, Pomona, College Claremont, California.— Cervantes, Revista mensual Ibero-Americana, Madrid. | ¡ | ? e e A O RS MU * «e Dología (LOnróO) 270. bono ion cs Dr. Arístides Mestre. E IE A NA DAA ICO) o it Dr. Carlos de la Torre. 'RAtomología (1 Curso) ..cocecio aero daian da Antropología general (1 curso)............... Dr. Arístides Mestre. CONFERENCIAS INESIS COMPILA: cocoa cade inca dee Dr. Arístides Mestre. Paleontología animal. ........,.:... 2........ Dr. Víctor J. Rodríguez. Los profesores auxiliares de esta Escuela son: Dr. Arístides Mestre, Auxiliar de Biología, Zoología « y Conservador del Museo Antropológico y de Zoología; Dr. Víctor J. Rodríguez, (auxiliar interino para el grupo de Ciencias Zoológicas y Encargado del Departamento Taxidérmico); Dr. Pablo Miquel (Jefe del Gabinete de Astronomía); Dr. Nicasio Silverio (Jefe del Gabinete de Física), Dr. Gerardo Fernández Abreu (Jefe del Laboratorio de Química); Dr. Francisco Muñoz (auxiliar interino para Química) y Dr. Jorge Horstmanu (Director del Jardín Botánico). Estos diversos servicios tienen sus res- pectivos ayudantes.—El «Museo Antropológico Montané» y el Laboratorio de An- tropología tienen por Director al Profesor titular de la asignatura; lo mismo que los Museos y Laboratorios de Mineralogía y Geología. . 3. ESCUELA DE PEDAGOGIA Psicología Pedagógica (1 curso)............... Historia de la Pedagogía (1 curso)............ (Brotes Dr. Alfredo M. Aguayo. Higiene Escolar (1 Carso)................. a Metodología Pedagógica (2 cursos).. ......... 37 Dr. Luciano R. Martínez. CANE 7 Y A , NOA cara rd Í CELSO) miei ataca ) E Sr. Pedro Córdova: Agrupada la carrera de Pedagogía en tres cursos, comprende también asignaturas que se estudian en otras Escuelas de la misma Facultad. El Director del Museo Peda- gógico es el Profesor titular de Metodologia. El Profesor Auxiliar es el Dr. Rafael Fer- nández. : 4. ESCUELA DE INGENIEROS, ELECTRICISTAS Y ARQUITECTOS Dibujo Topográfico estructural y arquitectónico ) AA ASA A OR ON Profesor Sr. Eugenio Rayneri. ERREOLOnNTA CL CHurSO) Lic ri ' Geodesia y Topografía (1 curso)......... ene) € z Agrimensura (1 curso)... .......ooocoo.o.o... E Dr. Alejandro Ruiz Cadalso, Materiales de Construcción (1 curso) ......... | ao) de 5 CIO 2435577 Gráfica E SU durdio Sandarar Construcciones Civiles y Sanitarias (1 curso).. ) IO Eo amnies CITRATO) ci a bas 1 : ado A AA S 27 Sr. Eduardo Giberga. Ingeniería de caminos (3 cursos: puentes, fe- / , rrocarmles; ealles: y Carreteras)u.omos.. as 32 Dr. Luis de Arozarena. Enseñanza especial de la Electricidad (3 cursos) Arquitectura e Higiene de los Edificios (1 curso) | Historia de la Arquitectura (l curso).......... Ñ >? Sr. Ovidio Giberga. Contratos, Presupuestos y Legislación especial | A Dx. Andrés CasteBls. a la Ingeniería y Arquitectura (1 curso)..... ) ' Esta Escuela comprende las carreras de Ingeniero Civil, Ingeniero Electricista y Arquitecto y son sus profesores Auxiliares: Sr. A. Fernández de Castro, (Jefe del Labo- ratorio y Taller Mecánicos); Sr. Plácido Jordán (Jefe del Laboratorio y Taller Eléctri- cos); Dr. José R. Martínez y Dr. José R. García Font, con sus correspondientes ayu- dantes. En dicha Escuela se estudia la carrera de J/aestro de Obras exigiéndose asig- naturas que corresponden a otras Escuelas. 5. ESCUELA DE INGENIEROS AGRONOMOS Y AZUCAREROS Física y Química Agrícola (1 curso) ...... ... Fabricación de azúcar e industrias derivadas Profesor Dr. Francisco Henares. CO A AS EE A CASO DS 2 dos a a e de 1 A AA AS NR 5 Sr. José Cadenas. OA A O A AA f y Economía Rural (Ll corso).....icioo o 0.csco o 1 Administración rural y formación de proyectos Sr. José Comallonga AN RR A A A ; + TE ga. Mesislación rutal (1 enrso)..... ce. cons, ) idastrias rurales (1 curso) oo.ic.dicc oo. mio» Maquinaria agrícola (1 curso)................. $ Dr. Buenaventura Rueda. Construcciones rurales 5 a A TE Microbiología agrícola (1 curso) .............. Ñ z ¿ Patología vegetal (1 curso)................... ¿+ Dr. Juan R. Jobngton (Mterime) Son profesores auxiliares los Sres. Heriberto Monteagudo (Conservador de los Museos), Jorge Navarro y Félix Malberty (interino). Para los grados de Ingeniero agrónomo y azucarero, de Perito agrónomo y de Pe- rito químico y azucarero se exigen estudios que se cursan en otras Escuelas. En la Secretaría de la Facultad, abierta al público todos los días hábiles de 1 a 3 de la tarde, se dan informes respecto a los detalles de la organización de sus diferentes Escuelas, distribución de los cursos en las carreras que se estudian, títulos, grados, dis- — - posiciones reglamentarias, incorporación de títulos extranjeros, etc. .. 4 AWISO —- La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS es bimestral. Se solicita de las publicaciones literarias Ó científicas que reciban la REVISTA, el canje cc rrespondiente; y de los Centros de instrucción Óó Corporaciones á quienes se la remitamos, envío de los periódicos, catálogos, etc., que publiquen: de ellos daremos cuenta en EN sección bibliográfica. NS Para todo lo concerniente á la Revista (administración, canje, remisión de obras, e e.) dirigirse al Director de la REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, Universidad de la Habana, República de Cuba. 3 Los autores son los únicos responsables de sus artículos; la REVISTA no se hace solida ari de las ideas sustentadas en los mismos. NOTICE > - , The REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS, will be issued every. ot her month. | 0 We respectfully solicit the corresponding exchange, and ask the Centres of Instruction am d Corporations receiving it, to kindly send periodicals, catalogues, etc., published by them. detailed account of work thus received will be published in our bibliverapiica section. Address all communications whether on business or otherwise, as also periodicals, prin matter, etc., to the Director de la REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRAS Y car versidad de la e República de Cuba. , 7 AWVIS AÁ La REVISTA DE LA FACULTAD DE LETRÁS Y CIENCIAS parait tons les deux mois. demande l'échange des publications littéraires et scientifiques: il en sera fait un compte r: -1d dans notre partie bibliographique. 3 Pour tout ce qui concerne la Revue au point de vue de P'ddministration' ¿haa er vi d'ouvrages, etc., on est prié de s'adresser au Director de la REVISTA DÉ LA FACULTA LETRAS Y maras, Universidad de la Habana, República de Cuba. : e Les auteurs sont seuls responsables de leurs articles, et pe REVUE » "est engagés P 1 opinion personelle d'aucun d'eux. + - P A . a Pa 1 £ ; ANG A NA a > . 4 - Y . a +8 e A o 7 E ' E : ' A !| 'Ñ