EAT sao PENA EAN IE : A Maa PORNO Ata Lo ón A SOS Da 100) UN ajja SAI RAE ADO MO tal Dn ñ 0 E y ' 14 DN PA] AAA qu A dani AO v A A Ai 19 0 TR: A 04H MN UN IES ¡ ñ RAS AA ñ y H ; . p l h y e ; A DEP o Aa AA 10 [anal ¡DARIA ' MUA o va, n k : > : , GEN ; y ; PU DAOYEoAS AB DO OA O! LO 50 ION de gs de A AS AA k dis DIA SN) EA ra 2D , PA a AS a pedo E EA IIA AA A da oe H MO A Ey NA k Us E 00 ni y e o o e Uria EAN ¡ENESAICA Ntúseo de Le Plata REVISTA DET LLUSIO Jl yes le EME A MO MS SOME IN MPOMISTEZINCO Fundador y Director del Musco ¡57627 TALLERES DE PUBLICACIONES DEI. MUSEO DE LA PLATA 1805 RÁPIDO ESTUDIO SOBRE LAS sierras de los Partidos de Olavarria y del Azul ( PROVINCIA DE BUENOS AIRES) POR EL Dr. JUAN VALENTIN Geólogo del Musco de La Plata Hay un proverbio norte-americano que dice: «El hombre perderá seguramente su dinero si lo emplea en minas de oro, y más si son de plota; puedo perder en las de cobre y puedo ganar con el hierro y el carbon ». Tal vez el filósofo americano hubiese podido agregar á los últimos materiales otros de poco valer, como pizarras, arenas y piedras para afirmados, como fuente de riqueza. Indudablemente no debe generalizarse ese proverbio; gran- des fortunas se han hecho con la explotacion de metales pre- ciosos y no pocos industriales de cortos recursos han perdido su capital con la explotacion de canteras, dependiendo el pri- mer caso de la bondad de la ley, abundancia de los metales y de la regularidad de los yacimientos, y en .el segundo, dela dificultad de los transportes. Será de buena calidad un granito, abundará y no cambiará sinó ligeramente su carácter en el total de la masa, pero lo que fallará para hacer fructuosa su explotacion, será establecer armonía entre los gastos de pro- duccion y el bajo precio de la roca una vez elaborada. La produccion en grande escala disminuye los gastos de adininistracion, condicion fundamental para la explotacion: de los materiales de poco valor. Tomo VI 1 O A "Tengo presente las canteras que proveen de cal á la capilal de Alemania. Durante muchos años este material indispensable llegaba á Berlin desde largas distancias, hasta que se descubrió en medio de la planicie diluviana de Ruedersdorf el yacimiento de Muschelkalk. ln corto tiempo desarrollóse allí una impor- tante industria, que hoy ocupa mas de mil obreros; las cante: ras están servidas por ferro-carriles y canales con buques de vapor, y contínuas explosiones de dinamita anuncian diaria- mente al berlinés los grandes desplomes. Si en Alemania hay aleunas industrias pequeñas como las de la arcilla refractaria de Rheinheim, de las areniscas del Spessart, de los Vosgos, etc., que dan buen provecho, éste lo deben á la gran poblacion del país y á la facilidad de los transportes. Y todo esto lo digo despues de una corta excursion geoló- gica á la Sierra de Olavarria y Sierra de la Tinta, preliminar de investigaciones mas importantes que me ha confiado la direc- cion del Museo de Lu Plata, ú cuyo personal pertenezco. In estas sierras no se conocen aun metales, ni tienen fama anti- gua desde los tiempos de la dominacion indígena; y, mi los esfuerzos industriales, ni las investigaciones científicas que son todavía muy escasas, han descubierto aun metales. Caso extra- ño, porque pocas sierras cristalinas carecen de algunos de ellos; sabemos cuánta riqueza encierran los yacimientos de estaño en las sierras de igual constitucion de Iiscandinavia y de Inglaterra, lo mismo que los ricos minerales de hierro de las montañas de la Alemania Central. Y en esta república las sierras cristalinas de San Luis y de Córdoba lienen filones me- talíferos, todo lo que hace presumir que no será difícil que se encuentren tambien en las de igual constitucion de la provin- cia de Buenos Aires. Sólo por curiosidad citaré el famoso oro de sus sierras tantas veces anunciado y que solo es mica descompuesta; como el no menos famoso carbon, que es simplemente turmalina. Lo que dá su nombre simpático al Cerro de la Plata, y lo que tanto brilla en dia de sol, es la moscovita, que se encuentra asociada en los granitos con el cuarzo y el feldespato. Del car- bon sólo quedan los pozos hechos en su busca; de cobre solo hay vestígios hasta ahora y lo que el hombre inexperto cree mineral de hierro, sólo es una impregnación irregular, lo que no quiere decir, por supuesto, que no exista ese melal y otros más. Con el tiempo y el trabajo paciente sabremos á qué ale- nernos. Tontera sería negar la existencia de minerales útiles, cuando apenas se ha mirado casi desde lejos esas sierras. A Pero, por hoy, las sierras que he visitado tienen va una importancia enorme para la industria, y me sorprende el que no sean mas conocidas para la mejor vida industrial de la provincia. Si esos materiales son de poco valor, son tan abundantes que forman una riqueza inapreciable. Solo faltan los transpor- tes fáciles, la condicion fundamental para una buena explota- cion como ya lo hemos dicho. Principiemos por las canteras de granito. He visitado los principales centros de explotacion: la Loma Negra, el Cerro Bayo, los cerros de Olavarría y Sierra Chica. (Véase fig. 1). — So trabajaban solo las canteras de la última, aunque las domás, lo mismo que muchos otros yacimientos, contienen excelentes materiales. De las canteras de Loma Negra men- cionaré un granito de grano muy grueso, con cristales de fel- despato de 5 centímetros de largo. Hay tambien allí variedades de grano mas fino, rojizo y azul-negro. Se encuentran granitos muy hermosos en el Cerro Bayo, del lado de Hinojo, pero los vacimientos mas importan- tes son los de Sierra Chica. He extraido de allí doce clases de granito bien distintos uno de los otros. Hay algunos de grano tan grueso como los de la Loma Negra y otros de una extruc- tura tan fina que los elementos de la roca apenas son distin- guibles con la ayuda del lente. En otra variedad de piedra se encuentran dos clases de feldespato de color rojo (ortosa) y de color verdoso (plagioclasa) lo que le dá un hermoso aspecto. La mayor parte de las muestras tienen muy poca mica, lo que les permite gran resistencia contra la actividad atmosférica: y como estas canteras, que creo son de propiedad pública, están servidas por ferro carril, —su explotacion promete resultados para el erario provincial, una vez que los arquitectos de Bue- nos Aires vayan allí á buscar los granitos preciosos, que hacen venir hoy con gran costo de Escocia ó de Noruega. Además de las canteras en actividad, he visitado otros puntos aún inexplotados, desconocidos hasta hoy y recogido no pocas muestras preciosas. Citaré en primera línea una roca verde con intercalaciones de igual color mas claro, que encontré en el Partido de Olavarría y una especie de gabbro, que, pulido, debe presentar el hermoso aspecto del pórfido verde. Una roca casi igual hallé en el Partido del Azul formando un banco de quince metros de espesor y de gran extension. ln este último hay en la masa otro mineral intercalado además de la ortosa clara de color obscuro, lo que aumenta la belleza del efecto. Jl granito PET E mas rojo es el del Cerro Redondo (Partido de Olavarría), pero no sé aún si se puede trabajar bien. Hay otros granitos colora- dos en el cerro Siempre Amigos (Partido del Azul) donde hay tambien una especie de gneis—granito de color gris azulado, en el campo de Peña hermanos. Il mármol amarillo ó piedra baya, es una roca dolomítica, y el mármol negro y chocolate un calcáreo con “cierta cantidad de arcilla. La dolomita es la roca constitutiva de la Sierra Baya y se le vé en una zona muy ancha, 20 á 40 metros, cerca del Cerro Bayo. Su color general es claro, pardo, pero se encuentran algunas veces de color mas colorado y tambien con rayas rojas en la piedra amarilla. Se presenta en bancos de 2 á 3 metros y en trozos de 6 metros y aún más, lo que basta para todas las necesidades de la técnica. Lástima es que las actuales di- ficultades del transporte no permitan que se use mas en Buenos Aires esta interesante piedra. Lo que más se explotan actual- mente son los bancos de calcáreo negro y chocolate, usados en pisos y piedras de vereda y para la fabricacion de la cal. ¡Cuántos miles de toneladas se han explotado de este cal- cáreo desde que los señores Heusser y Claraz lo señalaron en 1866 y cuántas más podrán extraer cuando los ferro-carriles den mas facilidades! Hoy, de los centros canteristas llamados de La Providencia, Cerro Bayo, San Jacinto y Loma Negra, solo los dos últimos tienen ferro-carril. Cerro Bayo dista algunas leguas de la estacion mas próxima que es la de Hinojos, y no es mejor la situacion de las canteras de la sierra de la Tinta. In cuanto á mapas geológicos y orográficos, es mejor decir que no existen, tan poca fé merecen. Las sierras figuradas en el Registro Gráfico de la Provincia son fantasia pura. Para concluir la introduccion al informe preliminar sobre mi escursion á las Sierras de Olavarría y Azul, diré que hay en abundancia otros materiales cuyas muestras he recogido en las sierras mencionadas, los que una vez examinados con mas de- tenimiento geológico y químicamente, dirán si tienen el valor que aparentemente creo tienen. Citaré como un ejemplo intercalaciones arcillosas entre los bancos de dolomita y de cuarzo muy puro que forman muchos cerros entre Olavarría y Mar del Plata, y agregaré que en el Partido del Azul hay una capa de arena fluviatil que no debe ser la única en su clase. Debo decir algo sobre los atractivos de algunos paisajes que he admirado en las sierras. La mayor parte de los viajeros se satisfacen con ver la pie- dra Movediza del Tandil, no visitan los cerros del Partido del Azul donde la descomposicion durante tantos miles de años ha producido muchas moles gigantescas como las de la famosa piedra. En vez de balancearse sobre una sola línea se apoyan sobre diferentes puntos, las unas sobre las otras. En el Cerro de lu Crespa, por ejemplo, tienen estos bloques dimensiones de casas, y están distribuidos de tal modo que no es fácil tre- par al mas alto, lo que será para sus visitantes un motivo de esfuerzos saludables al mismo tiempo que un placer—el de do- minar una dificultad. Estos bloques están desnudos ó cubiertos de una vegetacion liquenosa escasa. Intre ellos crecen verdes pajonales y arbustos escasos, y mas abajo el pasto disminuye en vigor, como una inmensa alfombra al perderse en la pla- nicie. Aseguro que vale la pena observar esos paisajes á la puesta del sol. (Véase fig. 2 y 3). lis imposible aprovechar todos los detalles recogidos por fulta absoluta de un buen mapo topográfico, el que desgracia- duomente no existe, pues no puedo tomar en cuenta las sierras representadas en el «Registro Gráfico» de la Provincia porque son fantásticas, pero en el nuevo exámen mas detenido que debo hacer en breve de la misma region, en el que me acom- pañará uno de los topógrafos del Museo, espero completar el reconocimiento geológico de tan interesante zona. He estudiado con algun detenimiento las sierras de Ola- varria, y hecho una visita rápida á las sierras de la Tinta, con el objeto de establecer comparaciones. En las sierras de Ola- varría y del Azul, del Oeste al Este, se distinguen los siguien- tes grupos: La Sierra de la Blanca Chica, las Dos Hermanas, la Sierra Chica, la Sierra Baya y las sierras del partido del Azul. ll nivel de la planicie al pié de estas serranfas, segun los datos suministrados por el Ferro-carril del Sud, alcanza en el Azul á 142 metros, en Hinojo á 156 y en Olavarria á 163. Aunque lo altura máxima de las sierras alcanza apenas á 300 metros, sin embargo en partes tienen la apariencia de cer- ros altos, elevándose en pendientes empinadas. Digo en partes, porque hay otras elevaciones de contornos muy suaves. ls natural que la diferencia de la construccion geológica esté de acuerdo con las formas topográficas, así por ejemplo, las Dos Hermanas y la Sierra de la Blanca Chica pertenecen al mismo tipo, siendo de igual formacion. Aparecen ambas como mesetas que dirigen su declive hácia el N, E., mientras e U bajan paulatinamente al S. O, Il mismo tipo se encuentra con frecuencia hasta Mar del Plata, donde quiera que la cuarzila forme la roca constitutiva. La Sierra Chica entre Olavarría é Hinojo se levanta con contornos suaves solo 12 metros sobre el nivel de la planicie, y se vé por la regularidad de su exterior que está formada por una roca cristalina. Aun cuando tales elevaciones bajas del Gneis-Granito están cubiertas de loess, muestran la misma apariencia. Cuando la roca cristalina ocupa alturas de algo mayor importancia, como en el Partido del Azul en las sierras del campo de los sucesores de Acosta, se presenta con formas mas ásperas como conos ó pirámides, características para las rocas de masa, Son las mismas formas que mas al Este tienen papel im- portante en las Sierras del Tandil, formando aquí las mayores alturas de todo el sistema—400 metros aproximativamente sobre el mar. : Muy pocas son las investigaciones geológicas ejecutadas hasta la fecha en los Partidos de Olavarría y Azul. Mencionaré en cada capítulo el resultado de los trabajos anteriores, bastán- dome por ahora dar la lista de las obras que se relacionan con esas sierras. sub D'OrbIGNY — Voyage dans PAmérique meridionale. Tomo 2. Paris. 1842. DAakrwin—Geological Observations in South-America. Lóndres. 1846. Hrusser Y CLaraz—Insayos de un conocimiento geognóstico y físico de la Provincia de Buenos Aires, 1863. Makrin DE Moussy—Description geographique.et stalistique de la Confederation Argentine. 1873, Burmerster—Description physique de la Republique Argentine, Paris 1876. ZkBALLOS—I'studio geológico sobre la Provincia de Buenos Aires. 1877. AGUIRRE—La Geología de las Sierras Bayas. Anales de la So- ciedad Científica Argentina. Tomo VIII. 1879. AGUIRRE—-Censo General de la Provincia de Buenos Aires. 1883. DorrInG—Informe oficial de la Comision Científica agregada al ¿stado Mayor General de la Expedicion al Rio Negro, Buenos Aires. 1881, E, Empiezo mis consideraciones sobre los resultados de mi ex- cursion con las formaciones sedimentarias y terminaré con la for- macion mas antigua del terreno, es decir, con las rocas cristalinas. Estas últimas han sido descriptas por la primera vez por Heusser y Claraz (*) con el nombre de la formacion del Gneis Granito. Dicen que sus capas tienen direccion paralela al eje de la cordillera -y que caen con bastante regularidad entre 40 y 50% del Norte al Sud ó Nord-Este al Sud-Oeste. Aguirre (* nos comunica sus estudios microscópicos sobre las rocas del Cerro Redondo, Cerro Sotuyo y otros dos puntos de las Sierras Bayas. Espero publicar dentro de poco tiempo mis estudios microscópicos y químicos sobre la coleccion do muestras que he reunido, y solo menciono hoy datos sobre las piezas del catálogo del Museo. Zeballos (*) ha publicado algunas observaciones en cuanto á las rocas cristalinas del Tandil. Las notas de Doering (*) de 1881 son las más recientes que he encontrado en la literatura científica sobre esas sierras. Agregaré como noticias generales que casi todos los yaci- mientos de granito muestran cierta estratificación, de tal ma- hera que es conveniente usar el nombre de Gneis-Granito antes de haber terminado las investigaciones. El rumbo principal de las zonas es de S. E. á N. O. pero se encuentran variaciones (San Nicolás O. E. mag., San Jacinto NE.-SO ) La inclinaciones casi vertical 6 vertical, por lo (ue se diferen - cia de la Sierra del Tandil (segun las observaciones de Heus. ser y Claraz). La mica es escasa, con excepcion del Cerro de La Plata (Partido del Azul), donde abunda la moscovita. LAS FORMACIONES SEDIMENTARIAS APUNTES GENERALES Paso á describir las formaciones sedimentarias, que tienen una importancia extraordinaria pora la provincia de Buenos Aires, habiendo sido sin embargo poco estudiadas hasta el presente. Ni la extension, ni la extratigrafía, ni la edad geoló- 1) Heusser y Claraz. Ensayos, fig. 10 ) Aguirre. Sierras Bayas, fig. 43. %) Zeballos. Estudio. 1) Dering. Informe. 2 ( ( ( AN gica de estas capas es conocida. Espero contribuir con algunos datos de interés á las investigaciones anteriores, pero he sen- tido mucho la falta de un buen mapa para utilizar el gran número de datos que he recogido, y me veo obligado á renun- ciar á publicarlos antes de disponer de los detalles topográficos en escala bastante grande, p. e., de 1: 25,000, Una vez hecho el mapa topográfico sería fácil poner en él los datos geológicos y así tener el conocimiento completo do estas importantísimas capas. Seguramente el trabajo de la in- vestigacion produciría los mas grandes resultados para la in- dustria canterista de estos lugares. Claraz y Heusser (*) no han visitado el Oeste de la Sierra del Tandil y por eso han reconocido incompletamente las rocas sedimentarias; solo mencionan en su folleto una arenisca y una pizarra, las que reunen bajo el nombre de Formacion de la Tinta. Aguirre, en el año 1879 publicó un estudio geológico (*) so- bre la Sierra Baya, añadiendo ciertos detalles en la parte geo- lógica del Censo (*) de 1884. Nombra fuera de la arenisca ó cuarzita y la pizarra, una dolomita amarilla (piedra baya) y el calcáreo negro y chocolate como rocas constitutivas de la Sierra. Doering (*) se adhiere al dictámen de Aguirre, no teniendo tiempo en su viaje rápido para estudios detallados, y, conocien- do las otras sierras de la provincia y las de la pampa Central, entra en comparaciones entre las diferentes capas. Me he ocupado principalmente de la Sierra Baya y de la region entre la Sierra Blanca Chica hasta las Sierras del par- tido del Azul. Las notas siguientes no deben referirse á la Sierra de la Tinta, sinó á las Sierras del partido de Olavarría, porque las del Azul carecen absolutamente de capas sedimentarias (con excepcion de la formacion pampeana del diluvio y aluvio.) Las capas sedimentarias están sobrepuestas, con inclinacion de pocos grados, al S. O., á la formacion cristalina, de modo que hay una discordancia muy considerable. Antes tenían una extension mayor; hoy vemos en las mesetas de algunos cerros solo los restos dejados por la actividad del agua y del aire. ¿s probable que los cerros del Azul estuvieron una vez cubier- tos de sedimentos. Lo que vemos hoy de las formaciones sedimentarias, segun (1) Claraz y Heusser. Ensayo. (?) E. Aguirre. Sierra Baya. (2) E. Aguirre. Censo. (+) Doering. Informe. Po RES mis investigaciones se divide en tres pisos bien definidos. 1:l mas bajo forma principalmente una roca dolomítica, le sigue una cuarzita y el de mas arriba corresponde al horizonte de los calcáreos. EL HORIZONTE DE LA DOLOMITA La piedra mas importante de este horizonte es una dolomita típica con respecto á la composicion química (*), á la estructura, la descomposicion, etc. Insoluble en ácido chlorhídrico diluido... 9.40 %, Fc, CO, DORADO Dodo O OO O IDO ANA O 4.30 2) CO a 2 le 46.20 » ME A A A 34.63 » O IE ee pad E aa UN eS 4.52 » El color varía de pardo muy claro hasta rojizo moreno; hay tambien variedades ondeadas muy' hermosas (Sierra Baya, pendiente del Norte). El grano generalmente es muy fino, pero hoy lugares (campo del Dr. Rocha), donde se encuentra mas grueso y mas poroso, aproximándose á la estructura de los bancos dolomíticos del «Muschelkalk» llamados Schaumkalk. La actividad atmosférica produce las formas características de la dolomita. Muchas veces los bancos gruesos están corta- dos en bloques mas ó menos rectangulares, de modo que la superficie cubierta por ellos se asemeja mucho á un cementerio antiguo ó mal cuidado. El exterior de los bloques está sembrado de huecos pequeños de 1—2 cm. de diámetro y redondeados, debido á la solubilidad diferente de Mg CO, y Ca CO». La formacion de la dolomita tiene su mas grande extension en la Sierra Baya, á la que ha dado el nombre. Sus capas se distinguen claramente alrededor del pié exterior de la Sierra, siendo cubierto interiormente por capas superpuestas. En los campos del Dr. Rocha y de los señores Dávila ad- quiere tambien un papel importante. La formacion de la dolomita no se encuentra al Norte de la línea del ferro-carril á Olavarría. En las Dos Hermanas, p. e., bajo la cuarzita aparece el granito, y no es probable que el horizonte de la dolomita esté totalmente cubierto por los cs- combros de la cuarzita. Tampoco se vé la dolomita entre el granito y la cuarzita, en la Loma Negra (campo de Dávila), todo lo que parece indicar que el espesor de la dolomita dis. minuye ligeramente al Norte. (*) Segun Aguirre: Sierra Baya, pág. 39, tiene: Tomo VI Nm A NES La dolomita no constituye por sí sola esta formacion. To- man parte, como se vé en el perfil siguiente, capas de margas y arcillas margosas. Iín el campo de Dávila el señor Datteli ha explotado una cantera que muestra estas capas: Arba Dd E ORTO a A OO Pizarra arcillosa verdosa, blanda y descompuesta en la parte inferior impregnada de hierro..... 0.5—0.70 » Arcilla amarilla á colorada ...... TON 0.10» Bancos delgados de arenisca de cuarzita blanca. 0.20 » Arcilla amarillenta mas dura que arriba...... 55 0.20 » Arcilla blanca, muy blanda, pero con intercala- ciones de bancos muy delgados de cuarzita... 1.00 » == Cerca de esta cantera hay otra con las mismas capas. Mas abajo sigue el granito, mientras que un espesor de bancos de dolomita de 20 á 30 metros está situado arriba de la cantera. Las margas de la formacion dolomítica se encuentran ade- más en una cantera de la Sierra Baya, entre la estacion de Hinojo y el Cerro Bayo, explotada al presente por P. Billiani. (Véase figura 5). Es muy interesante ver aquí plegados los bancos gruesos de la dolomita, teniendo mas de dos metros de espesor, y las margas intercaladas. Otras dos canteras de la Sierra Baya en su falda Sud, entre la Boca de la Sierra y la Boca del Diablo, muestran solo los bancos dolomíticos de un espesor de 2.5 m. y en bloques de mas de 5 m. Un pozo al Norte de la Sierra Baya completa el conoci- miento de la parte inferior de las formaciones sedimentarias, llegando su hondura á 16 m. bajo el nivel inferior de la do- lomita. (Véase fig. 6). lón este pozo las capas superiores son rocas arcillosas im- puras de color verde y colorado; mas abajo sigue un conglo- merado de cuarzo blanco (*). Por los detalles recogidos sobre el horizonte de la dolomi- ta podemos señalar el orígen de esta. No es posible que sea un atol de madreporas, pues muestra estratificación en varios puntos teniendo intercaladas las capas de las margas. “s verdad que la desaparicion de la dolomita en las Dos Her- manas y cerca de la «La Negra», es muy estraña; puede ser (1) No dejaré de mencionar que no es imposible la existencia de una dis- locacion entre el pozo y la dolomita, pero no teniendo pruebas debo considerar el yacimiento como regular. La LS que haya allí dislocaciones grandes, aún no conocidas, pero me parece mas probable que la dolomita disminuye hasta el N. y N. O. Con relacion á su continuacion hasta el S. ó S. E. debo suspender mi opinion definitiva hasta despues de la visita á las sierras de mas al IE. ls cierto, sin embargo, que la dolomita no tiene allí un papel tan importante (1) como en la Sierra Baya y me parece que la formacion descrita de pizarras de la Tinta forma el equivalente geológico de la dolomita; es decir, que estas margas y arcillas que conocemos de la Sierra Baya, ganan de espesor al Oeste. Una prueba mas para este argu- mento podría ser sacado de lo que sigue. Hace mucho tiempo que se habla de los yacimientos del alma- gre de la Sierra de la Tinta. Dícese que los indios lo utilizaron para pintarse. Un yacimiento de esta clase encontré en la Sierra de la Tinta en el campo de don Juan Gardé (Partido de Juarez) sobrepuesto por la cuarzita. Fuera de las capas rojas hay otras blancas ó violáceo de margas ó arcillas impuros. Hace pocas semanas se descubrió en el campo del Dr. Rocha, partido de Olavarría, un yacimiento de la misma naturaleza. Sigue aquí el perfil que he tomado durante mi visita. (Véase fig. 0) Aunque en este lugar la estratificacion de las capas es complicada, parece casi seguro que la cuarzita se encuentra sobre del almagre, de modo que ¿éste forma parte del horizon- te de la dolomita. Lo único que llama la atencion es la capa inferior formada de pedazos sueltos de roca córnea, en parte redondeados y en parte angulares. Entre estos pedernales hay una arcilla muy impura de color amarillo y rojo. La capa tenía cinco metros de es- pesor en el pozo concluido y no muestra estratificación ninguna. No he visto la misma capa en otras partes, ni en la Sierra Baya ni en la Sierra de la Tinta, pero sus restos cubren gran- des estensiones de las Sierras del partido de Olavarría en for- ma de millares de pedernales grises ó rojos, encontrándose en la superficie de la dolomita, y demostrando que su matrix es de edad anterior á la de la dolomita. Termino las noticias sobre el horizonte de la dolomita agre- gando que apesar de mis investigaciones incesantes no he en- contrado petrificaciones de organismos bien caracterizados, de modo que no hay como conjeturar con referencia de la edad de la capa. - (*) Aguirre (Censo) dice que ha encontrado el calcáreo dolomítico en la Sierra de la Tinta y Balcarce, pero no menciona detalles de su descubrimiento. O IE EL HORIZONTE DE LA CUARZITA La cuarzita es la parte mas notable de ciertas capas sedi- mentarias, formando muros verticales sobre los cerros ó peñas tajadas ó bocas con cortes Ó piques, etc. (1). Parchappe (*) le confundió con un mármol blanco, Darwin (*) la caracteriza erróneamente como cuarzo granular no estra- tificado, Claraz y Heusser (*) describen su naturaleza y su yaci- miento en la parte Este de la Sierra. Aguirre, (*) reconoce su relacion con la piedra dolomítica lo que fué comprobado poco despues por Doering (*). He encontrado la cuarzita en su extension N, Oeste en la Sierra Blanca Chica hasta el campo del Dr. Rocha en el partido de Olavarría, formando las cabezas de «Dos Hermanas en cl campo de Guazzone, y alcanzando su mayor importancia en la Sierra Baya. Debido á su naturaleza, y resistiendo la actividad atmosférica, forma generalmente las cimas de los cerros, encontrándose raras veces en los valles, (cerca de la Loma Negra, ó entre las canteras de la Providencia). Apesar de su extension considerable hay poco que decir sobre el horizonte de la cuarzita. ls mas uniforme que los horizontes de las demás rocas sedimentarias, y no hay otra clase de roca que la cuarzita ó arenisca ó conglomerado cuarzoso que tenga importancia allí. Generalmente se vé una cuarzita blanca de grano medio, y de granos no redondeados de cuarzo blanco, uni- dos sin una pasta perceptible, estratificadas en bancos de un metro ó más. El color varía mucho, habiendo en unas partes in- filtraciones de óxido de hierro el que algunas veces cambia la roca en una especie de un mineral moreno de hierro silicioso (campo del Dr. Rocha); en otras el color es rojizo, ó, lo que es mas comun, amarillento. Pero debo repetirlo, el color general es blanco. Las capas no son siempre igualmente espesas; se en- cuentran de pocos centímetros. (1) Asi se encuentra la primera roca sedimentaria mencionada de la Sierra del Tandil. (?) D'Orbigny, L'Amerique meridionale, tomo 3, pag. 640. (2) Darwin. Observations, pág. 434. () Claraz y Henscr. Ensayos, pág. 13. () E. Aguirre. Sierra Baya, pág. 37. (% Doering. Informe, pág. 332. No he encontrado la glaucovita (*) en la cuarzita y es pro- bable que se encuentra mas al Oeste que al líste. 15l espesor del horizonte de la cuarzita varía de 20 á 30 metros. No puedo entrar en la comparacion de la cuarzita de la Sierra del Tandil con las de la Ventana, de las Sierras de la Pampa Central, de las de San Luis, etc., no conociendo todavía esos parajes. EL HORIZONTE CALCÁREO Ióste horizonte que hoy tiene la mayor importancia técnica no fué conocido por Claraz y Heusser. Aguirre (?) le menciona y con respecto á su relacion con la dolomita dice (”) que no ha podido establecerla «siendo (los calcáreos) sin duda alguna inferiores á la arenisca. Solo en el Cerro Bayo aparece el cal- cáreo negro inferior á la dolomita». Hé aquí los puntos principales en que he estudiado la for- macion calcárea: 1.—Campo del doctor Dardo Rocha. Rumbo mag. Inclinacion Cantera 1 N. 10 0. O » IMINASOAO: 2O0LISO: » TI N. 45—60 O. = 2.—Canteras de A. Dattelli y C*. Campo de D. y A. Davila. Rumbo mag. Inclinacion Cantera 1 N—S NRO » Il N—S » III” N. 23 0. » IV N. E.-S. O. N.O. 450 » IV N.2210. 205 Os 3-—Campo de D. y A. Dávila entre las canteras Datleli y San Jacinto. N. E.-S. O. N. O. 50 4.—San Jacinto. 5.—La Providencia (Campo de D. y A. Davila). Cantera I 'N. 45 O. IPS » IMANES ORO: 1) Doering. Informe, pág. 327. (2) Aguirre. Sierra Baya, pi (*) Aguirre, Censo, pág. 30. e. 39. ps pS 6.—Cerro Bayo. Cantera M. Aust O. LE. S. 9-10 » [ren OS IS OO » de Cattaneo. O. Iz. S. Estudiaré primero la relacion del horizonte calcáreo con los horizontes de la dolomita y cuarzita. Ll mas importante de estos puntos para la relacion del calcáreo á la cuarzita, etc., son las canteras de Cattaneo. En las canteras están al descubierto los calcáreos, de que trataré mas abajo. Para el desagúe de una de ellas se ha hecho un socabon de 250 metros de largo aproximativo y en direccion al N. O., enel que se muestra el perfil N* 8. (Véase fig. 8). Bajo los calcáreos se encuentra una série de margas con el mismo rumbo é inclinacion de los calcáreos. Son margas cn hojas delgadas de color rojo, violado, blanquecino y amarillento, con bancos aislados de mas dureza. Hl espesor de esta forma- cion de margas lo estimo en 10 á 20 metros. Como se verá, la he encontrado en varios otros puntos. In la boca del socabon se encuentran bloques sueltos de cuarzita y algo mas abajo los bancos de esta roca forman la boca de la Sierra, estando colo- cados sobre las capas de la dolomita. Ll perfil, me parece que prueba que el calcáreo forma la parte superior de la formacion sedimentaria. Pero como casualmente uno podría engañarnos cilaré otros ejemplos: In la falda de la Sierra Baya en el campo de D. y A. Dávila, entre las canteras de Datteli y San Jacinto, se hallan los ves- tijios de un pozo, que segun los datos que he recogido, fué hecho para buscar carbon de piedra. (Véase fig. 9). En vez de carbon, se sacó la misma marga que ya conocemos del socabon de Cattaneo. Del lado de la Sierra, se levantan las capas de la cuarzita, y del lado de la planicie se ven los calcáreos con el rumbo de N. l:. S. O. y una inclinacion de 50% al N. O., que- dando las margas en medio. Que hay en este paraje una dis- locacion algo mas importante que en otra parte, lo indica la inclinacion fuerte de las capas; sin embargo, la piedra de cal queda arriba de la cuarzita coincidiendo en rumbo é inclinacion. ln el Cerro Bayo, (véase fig. 12), las capas de la cuarzita for- man una cubeta, es decir, un circo, teniendo su pendiente Sud la inclinacion al N., la pendiente líste al Oeste, y la pendiente Norle al Sud. Il interior de este circo lo llenan las capas del calcárco de manera que no se puede dudar de su superposición so- O bre las capas de cuarzita. Además en varios pozos, bajo de las margas de la formacion calcárea, se ha encontrado la roca de cuarzita. Considerando que estos ejemplos prueban suficiente- mente la relacion del calcáreo con la cuarzila y la dolomita, paso á dar algunos detalles petrográficos. La mayor parte del horizonte del calcáreo está formado por una piedra de cal de color negro á chocolate la que en la práctica se conoce con el nombre de mármol negro y mármol chocolate. In la cantera de M. Aust (Cerro Bayo), estos calcáreos muestran el perfil siguiente: De arriba á abajo. Caleáreo negro—6.00 metros Calcáreo azulado negro ó gris, hendiéndose como vidrio en bancos de 5-10 metros, bien uUnidoS................. 6.00 Los «Pedritos»—4 metros 70 Bancos margosos amarillos ó colorados, delgados, con ban- COSA OMCA ICAC tocara loteo cados RON Oates Ses bello sa 0.50 Calcáreo de color chocolate en hojas delgadas, con margas Mtercala das aii A co Eee 0.50 Arcilla impura, rojiza ó amarillenta, blanda........ 0520 Calcáreo de color chocolate Ó gris, descompuesto y arenoso con superficie pisolítica. Los granillos son muy carac- terísticos y cubren la superficie de muchos bancos.. 1.00 Margas y calcáreos de color gris ó moreno, descompuestos en bancos de 10 á 20 metros con intercalaciones de arcillas impuras, coloradas ó amarillas; en los últimos hay cristales sueltos der OS. rajas au Eo lloret da es 2.50 Calcáreo chocolate—S.00 metros Calcáreo de color chocolate en bancos de 5 á 20 metros, muy ¡En io ra dao as A A OO 8.00 Los análisis químicos de estos calcáreos, practicados por el senor Kyle, dan los siguientes resultados: Piedra colorada: Carbonato cálcico..... ia SUI Carbonato mognésicO. catas dans ne 0.60» Oxido de serros AS. OREA 12000) AR O ato Ett 17.40 » 100.00 %, O Piedra axulada: Caribomalo Cuco... ooo dao 93.00 %, Carbonato manes 0.35 » Oraclo. ele ImerrOs coo ooo ebooaoeo EOS O A Z 6.25 » 100.00 %, Il espesor del horizonte calcáreo, segun este perfil, es de 20 metros mas Ó menos. Se preguntará si es lo normal lo que se observa en la cantera de Austen cuanto á la relacion entre la piedra negra y chocolate. ls cierto que se observa lo mismo en las otras canteras del Cerro Bayo. (Véase fig. 10.) Pero en la cantera de Datello, por ejemplo, me dicen que algunas veces el mismo Banco cambia del color negro al color chocolate y no me parece que en la cantera de Ausl se puedan distinguir los dos horizontes. ls verdad que debe tenerse presente los movimientos de las capas causados por las fuerzas lerrestres. ll yacimiento de las capas no es tan sencillo como hasta ahora se pensaba. Il perfil de las canteras de La Providencia, donde la cuar- zita se encuentra dos veces y una vez intercalada entre capas del calcáreo, prueba que tenemos que contar con movimientos muy considerables. No seria imposible explicar la geología de La Providencia, suponiendo una plegadura, pero es mas probable que sean dislocaciones las que causan la complicacion. (Véase fig. 11.) En La Providencia las capas coloradas y negras cambian algunas veces, pero no es posible utilizar todos los datos recogi- dos sin un mapa en gran escala. ln las canteras de San Ja- cinto se explotan calcáreos negros; los colorados se han encon- trado en varios pozos. Me veo obligado á suspender hoy mi juicio sobre esta cuestion y anñadiré solamente algunas noticias sobre los vestigios de movimientos terrestres encontrados en la Sierra Baya y en la Sierra de la Tinta. lén la cantera de M. Aust he encontrado un sistema de ra- jaduras del rumbo O. I., teniendo un espesor de 1 m. mas ó menos. La sustancia entre la rajadura es una marga impura con pedazos de calcáreo, generalmente de color blanquecino Rajaduras semejantes dividen la piedra calcúrea en las can- leras de Datteli: he observado el mismo rumbo de li. á O. y además en las canteras de la Sierra de la Tinta, es decir, cn el Cerro Chato. Aquí aparecen dos sistemas de rajaduras una deO2c5 (mag.), y obra de N. 2 c O (mag.), con mucha regularidad, de modo que las canteras lienen límiles reclangu- A y AGRA lares. Dejan naturalmente el material de las rajaduras, el cual siendo bastante duro, forma paredes como de 1 m. de espesor entre las canteras. Además, hay vetas de espato calizo de direcciones variadas muchas veces encontradas en la cima de las plegaduras. En las canteras de La Providencia se ven fenómenos muy instructivos en cuanto á la actividad de las fuerzas horizontales. La figura 13 muestra cómo la fuerza horizontal ha produ- cido una plegadura en las margas flexibles, mientras que existe fractura en los bancos duros de la piedra caliza. En otro caso (figura 14) las últimas capas no parecen haber hecho ningun movimiento. Se vé que la fuerza activa tenía el rumbo Sur. Antes de concluir estas noticias sobre la formacion sedimen- taria, se me permitirá hacer una comparacion provisoria entre las capas de la Sierra Baya y las de la Sierra de la Tinta. Il horizonte de los calcáreos es absolulamente igual en la Sierra Baya y en la Sierra de la Tinta. Existen los mismos calcáreos negros y chocolates, y las margas inferiores. 1'l horizonte de lo cuarzita tambien es igual en ambos para- jes, pero bajo la última se encuentran en la Baya las do- lomitas con intercalaciones escasas de arcilla; en la Tinta abundan las arcillas y pizarras y son mas escasas las dolomi- tas. El Gneis-Granito forma el suelo en las dos sierras. Poco diré en cuanto á la formacion pampeana: el diluvium y el aluvion. Tienen en el terreno estudiado una extension grande y están al descubierto en varios pozos. La barranca del arroyo Tapalquen muestra en su corte en el pueblo de Olavarria las estratificaciones de un arroyo viejo. (Véase fig. 15 y 16). Abajo: Arena cuarzosa muy fina, de color pardo mo- reno, con estructura de paralelismo discordante, con banquitos de pedernales, de tosca y dearcilla impura (e) 1.50 m. Arena: impura, arcillosa, amarillento-gris (hb ), con bancos delgados de pedernales (1), con inter- calaciones irregulares de conchitas (2) y mas abajo banco de pedazos de tosca (3).. .............. o DA A o E 30-40 1. Loess, duro, A Menquecino, sin estratificacion distinta, pero con cierto número de conchillas dis- puestas horizontalmente y con bancos delgados de partículas de tostas.......... TS PES dr art 3.50 m Loess, arenoso, de color pardo-claro, con zona E o calcárea delgada, alternado con partes arcillosas, con conchillas aisladas...... odisea e a ei 2.00 mm. Banco de pedernales de toSCda.....o.oo.o..o.oo.. 2000 0.505 mm. Arena arcillosa, amarilla y baya, con gasteró- PS ASA o DOT: In el campo de Peña hermonos (Partido del Azul) he en- contrado un yacimiento de arena granítica, pero trasportada por el agua y no formada por la descomposicion ¿xn situ como en las canteras de granito cerca de Olavarría. (Véase fig. 17). La arena se encuentra á 26 3 metros bajo del Loess y tiene un espesor de 2 metros aproximativamente. Cambian zo- nas de grano fino con otras de myn grueso y se presentan tam- bien algunos fragmentos de cantos redondos del tamaño de una cabeza de rocas que parecen ser las mismas de las sierras del Partido. Abajo de la arena sigue otra vez el Loess. ALGUNOS DETALLES SOBRE LAS ROCAS CRISTALINAS (*) 1521 —Granito gris-colorado, de estructura granular media, ho- locristalina, con ortosa colorada y cuarzo gris moreno en proporciones iguales; con mica magnésica relativamente abundante. Pié de las Dos Hermanas, al S. O. Campo de Quax- xone. Partido de Olavarría (*). 1513-1518— Loma Negra, campo de Dávila, partido Olavarría. La estructura de las rocas de estas canteras varía mucho: se encuentran zonas holocristalinas hasta estratificadas, cambiando desde pocos metros de espesor, hasta algunos metros. ln partes muestran una estructura de bolas con- céntricas. Il rumbo de las zonas es del E. al O., lo mismo que el de algunas grietas. (?). 1513—Granito colorado, de grano grueso, con ortosa colorada en macles de Karlsbad frecuentes, alcanzando hasta 5 me- tros de largo; cuarzo blanco ó amarillento no tanto como feldespato. Mica muy escasa. 1514— Granito holocristalino, de grano medio, con ortosa trans- parente ó colorada, con poco cuarzo y sin mica. (1) Publicaró hoy solamente algunas noticias próvias sobre la coleccion hechn en mi viaje. Las cifras se refieren al catálogo del Musco. (?) Las piedras graniticas del Banco de Lóndres y Rio de la Plata Sc sido sacadas de las canteras de la Loma Negra. Las particularidades mencionadas en los números se refieren 4 las muestras solamente. (9) Sobre la roca encontré una incrustacion calcárea de 1 á 2 metros, O 1515—Granito descompuesto. v. 1517. 1516—Gneis negruzco-azulejo, con zonas de grano fino ó mediano. Abundante feldespato blanco ó verdoso. Biolita y cuarzo escaso. 1517—Granito negruzco-azul, de grano medio; ortosa amarilla de miel en proporciones iguules con cuarzo. Poca biotita. 1518—Gneís descompuesto semejante á 1516. 1520, 1523, 1524, 1525, 1536—Campo de Dávila sin límite exacto entre ellos. 1520—Gabbro verde con estructura porfiróide; en la pasta de grano fino se encuentran cristales bien formados, de pla- etoclasa de 1-2 metros de largo, de un color verdoso, con rayas polisintéticas. Biotita abundante; poco cuarzo. 1523—Grantto con feldespato colorado y verde (¿ortosa y pla- sioclasa? ) transicion de 1520 á 1524 y 1525. 1524—Granito colorado con ortosa baya abundante con escaso feldesplato verdoso, muy poco cuarzo y biotita. 1525— Granito colorado, parecido al pórfido cuarzoso. Ortosa roja y cuarzo pardo claro en proporciones iguales; poca mica. 1536—Granito de grano medio negruzco azulejo. Biotila abun- dante, ortosa y Cuarzo. 1533, 1532—San Jacinto, Campo de Dávila, partido de Olavarría. Rumbo de la estratificación N. 45 S. mag. Inclinacion ver- tical. 1533—Granito negruzco-azul, de grano fino. Los elementos de la pasta se conocen con el lente. 1539—Gramito colorado, de grano medio, de estructura holocris- talina; ortosa colorada y cuarzo oscuro (en parte), mica es- casa. (Relacion con 1514 y 1527). 1572—Granito descompuesto; biotita abundante. 1537, 1548—Muestras de la Sierra Chica, partido de Olavarría, se han extraido de las canteras al S. O. de la Sierra y lo- man una grande variabilidad. ls muy extraño el cambio súbito entre la roca dura y la roca descompuesta. Hay bloques de 20 á 100 metros cúbicos, muy sólidos, encon- lrándose en medio de una roca totalmente descompuesta, y manifestando una diferencia importante en el material original de la roca. Como en otras partes la roca está com- puesta de varias zonas, el rumbo de las cuales es del N. 1. al 5. O., siendo la inclinacion 45% al 1£. En la superficie trabajada por la actividad atmosférica, la extructura estra- lificada se vé ya en pequeños pedazos de la roca. 1537— Granito colorado, con estructura porfiróide. Los ejemplares — 20 — de ortosa roja y de cuarzo hasta de un centímetro de largo, se encuentran en la pasta rojiza; además se distingue en la misma un mineral verdoso, en cortes rectangulares. Parece que no hay mica. 1538—Granito colorado de grano fino y muy homógeneo. 1539— Granito entre 1537 y 1538, de grano medio y sin salpica- duras. 1540— Granito azulado-rojo, con ortosa colorada, ¿plagioclasa?, verde, con cuarzo abundante y con poca mica. 1541— Granito, de grano grueso, pardo-claro. Il constitutivo prin- cipal es una ortosa de color de miel, en gemelos de Karlsbad Cuarzo. 1541 a— Granito, semejante á 1541 pero con mas cuarzo. Biotita. 1542— Granito pardo-claro, ortosa de este color abundante, cuarzo pardo-oscuro. Istructura holocristalina. 1543— Granito (¿ Diorita? ) azul-negruzco, de grano medio y es- tructura holocristalina, con plagioclasa verdosa, de rayas polisintéticas con biotita. 1544— Granito colorado (semejante á 1513 de Loma Negra ), de grano grueso, con ortosa en gemelos de la ley de Karlsbad de 5 centimetros de largo con inclusiones pequeñas de un mineral verde. Cuarzo y plagioclasa escasa con rayas poli- sintéticas. 1545-- Granito descompuesto. 1546— Granito rojizo estratificado, de grano fino ó medio, con feldespato verde y rojo, con cuarzo oscuro, con poca mica. 1547— Granito blanquecino-rojo, de grano fino. Cuarzo por partes colorado, ortosa incolora ó encarnado. 1548 —Granito rojo-claro, de estructura de granito gráfico (de piedra hebráica). Fl cuarzo dispuesto en zonas paralelas; ortosa colorada. 1540—Muestra de la cima del Cerro Redondo (*) Sierra Baya. Iísta roca forma el cerro particular que se distingue ya del lado de Olavarría por su forma regular redonda y por su desnudez. ls un granito rojo de una estructura de pórfido, siendo los elementos de cuarzo dispuestos mas óÓ menos paralelos y intercalados en la pasta. 1550, 1554—Son muestras sacadas de las canteras del Gobierno de la parte del N. de la Sierra Baya. (') Segun los datos del Y. C. 5., el Cerro Redondo se levanta 4 40 metros so- bre la planicie. Eo [UA 1550—Granito gris ó rojo, de grano medio ó grueso, con ortosa colorada y plagioclasa verdosa, cuarzo y poca mica. 1551—Granito, colorado de grano muy fino; ortosa roja abun- dante. 1552— Granito azulejo-gris, holocristalino, de grano medio. Bio- tita abundante; cuarzo y feldespato se asemeja á 1543 de la Sierra Chica. 1553—Granito blanquecino - gris, con plagioclasa polisintélica; cuarzo, biotita, y con un mineral verde descompuesto del grupo del ¿Amtfibol? 1554 — Granito rojo, de grano medio; ortosa rojo oscuro abun- dante; plagioclasas verdosas escasas; poco cuarzo y Mica. 1501-1511— Muestras del Cerro Negro. Campo de Viejobueno, par- tido de Olavarria. El Cerro Negro representa la punta mas al Oeste en que he encontrado el gneis típico, y rocas metamórficas claramente estratificadas. Sus capas desnudas en la cima tienen, inclinadas verticalmente, el rumbo de O. ú E. (mag.). 1501-- Gneís con elementos de ortosa de 3 centímetros de largo en una pasta de biotita y amfibolita. 1502—Roca córnea gris; se hace astillas. 1503—La misma con algunos cristales aislados redondeados y de ortosa colorada de 3 á 5 centímetros de largo. 1504—La misma; con muchos cristales de ortosa roja, dispuestos paralelos. 1505—La misma; pero los elementos de ortosa son mas grandes y de forma irregular. 1506—La misma; negro, hendiéndose como vidrio sin cristales intercalados. 1507—Gneis semejante á 1501 pero mas estratificado. 1510—Roca córnea colorada con rayas oscuras muy delgadas (1 milímetro) de cuarzo y cristales pequeños de ortosa. 1511—La misma; negruzco-moreno, con rayas delgadas de cuar- zo y hornfels rojo. 1508, 1509 y 1512—Forman las capas de la pendiente Sud del Cerro Negro, teniendo el mismo rumbo de las anteriores, de 0.á E. mag., y están tambien inclinadas verticalmente. Están formadas por una especie de Gneis, conocida en Ale- mania con el nombre de Augengneiss, lo que traduzco por Gneis amigdaloide. El feldespato en primer órden forma el interior de los ojos, mientras que los minerales de grupo de la mica ó de la amfibolita componen el cerco. El cuarzo en granos mas ó menos grandes entra en los elementos de feldespato y tambien en los intermedios. Los elementos alcan- zan un largo de 2 centímetros y 1 centímetro de ancho, estan- do dispuestos de O. á 1. mag., conforme al rumbo de las capas. Aparecen mas claramente en la superficie trabajada por la actividad atmosférica. 1526, 1531 y 1535 — Son muestras sacadas de la loma situada aproximadamente 3 k. al N. O. de Olavarría. Ho visitado las tres canteras: de Arteaga, de Pedro Rosende y de Gime- nez. En las dos primeras, situadas mas al E., la roca está tan descompuesta hasta la profundidad alcanzada de 5 metros aproximativamente, que se explota en los dos la arena granítica, formada ¿n situ. Istán intercaladas varias zonas duras de un */. 4 1 m. de espesor, teniendo el rum- bo de S. 65 O. (mag.) y la inclinacion vertical. 1529 — Granito (+) descompuesto. 1528 — Granito con grano fino (semejante á cuarzita). 1526 — Granito, de grano fino, ortosa colorada y cuarzo; sin mica. 1527 — Granito de grano mas grueso, con cristales de ortosu de 1 cm. de largo. 1530, 1531 y 1534 — Son muestras de la cantera de Gimenez. Aunque la última está solo á 102 km. de las otras, no contiene arena sinó granito muy duro y sin descompo- nerse. El rumbo de las zonas es de N. LK. al S. O. La zona de la piedra azul está situada al N. de la piedra colorada: 1531— Granito de grano medio con feldespato algo oscuro y cuarzo. 1530 y 1534 — Granito de grano medio y de estructura holocris- talina, azulejo negruzco; feldespato y hbiotita abundante; poco cuarzo. 1569 — Gneis gris de grano fino con biotita y moscovita, con cristales pequeños de granales? Rumbo 0. 20 S. (mag. ) Campo de Peña hermanos, partido del Azul. 1566-67 — Cerro Siempre Amigos, campo de V. Pereda. 1567 — Gneis, de grano medio de color encarnado, con cuarzo abundante, con ortosa y poca mica. 1566 — Gneis pardo-moreno con delgadas rayas verdosas, de grano fino. Constitutivos principales; cuarzo y ortosa, 1570, 1571, 1573 y 1574—Son muestras de la cóma del cerro Peregrino. Campo de V. Pereda. (2) Explotado como arena. — 28 — 1570— Gneis en láminas delgadas de estructura porfírica con algunos elementos de feldespato. 1571 — Gneis gris-negro sin cristales intercalados. 1573 — Gneis colorado con rayas verdosas, con algunos cristales rodeados de feldespato. 1574 a — Gneís con algunos elementos de ortosa bien forma- dos, de 1 cm. de largo. 1574—La muestra procede del cerro Colorado en el campo de V, Pereda, al frente del cerro Peregrino y representa Gneis de es- tructura porfiroide. Rumbo O. 5 S. (mag.) Las muestras 1570-1574 del cerro Peregrino y Colorado son del mismo tipo que se conoce de Catamarca (Aconquija) por las investigaciones del Sr. Hauthal (7). 1575-79 —Son rocas de cerca de la Estancia de V. Pereda. AM se encuentra primero una especie del Gneis omigdalóide 6 intercalada en ésta, con el mismo rumbo de O. E. mag., una série de rocas mas ó menos básicas. 1578— Gneís con anfibolita verde claro, con feldespato verdoso con amfibolita, con biotita y sin cuarzo. Ll espesor de esta capa parece de 15 m. Se diferencia claramente de las capas del lado por sus formas menos redondeadas. 1577 — Gneís de grano mas fino que 1578. 1579 — Gneís con ortosa colorada. 1571 — Gneis, Cerro Colorado, (campo de V. Pereda) de color blanquecino y de grano fino. 1559 — Granito de grano medio con feldespato y cuarzo abun- dante, de color moreno-colorado. Cerro de la buena Moxa, campo de la Sra. Mercedes de Anchorena, Partido del Azul. 1560— Granito oscuro colorado de grano medio, con estratili- cacion por un mineral verdoso. Cerro Colorado, campo de la Sra. Mercedes de Anchorena. 1557 — Granito azulado-rojo granuloso, con dos ulases de feldes- pato ortosa colorada y plagioclosa verde, con mica abun- dante. Cerro de la Cresta, campo de la Sra. Mercedes de Anchorena. 1565 — Granito gris-colorado de grano fino. con ortosa colorada y biotita. Cerro de La Baya, campo de Acosta, partido del Azul. ¿sta muestra representa la roca de la cima de dicho cerro, que lo mismo que las de varios cerros vecinos está formada de bloques sueltos de enorme tamaño. La descom- posicion por la actividad atmosférica ha trabajado la roca (1) «Revista del Museo». “)/ =— => consistente formando estos bloques sueltos de la misma manera que la Piedra Movediza, donde por casualidad quedó el bloque balanceado sobre la pendiente. 1553 — Granito de grano medio con muchísima moscovita y cuarzo. Cerro de La Plata, campo de la Sra. Mercedes de Anchorena. 1555 — Gneis de grano muy fino, de color gris OSCUrOo. San Pablo, campo de Acosta. 1562 — Gneis, con ojos de feldespato, semejante á la roca del erro Colorado. Campo V. Pereda. Istancia Billo. 1555 — Gneis amigdalóide. Cerro del Aguila, campo Mercedes Anchorena. 1564 — Gueís amigdalóide. Campo V. Pereda. 1563 — Gneis de grano lino. Cerro de las Chileas. Campo de la señorita Amalia de Anchorena. Hasta aquí los datos que puedo suministrar hoy sobre mu primera escursion á los partidos de Olavarría y Azul, solo me resta manifestar mi agradecimiento á todas las personas que me han ayudado durante ella, las que nombraré en mi trabajo delinilivo. Dr. Juan VALENTIN. La Plata, Marzo 1304. L Página 2, Línea 11 de «vriba, Rheinhessen en vez de Hthcinhcón, » 4, 2 19 de abajo, Hinojo en vez de /finojos. » 0 » 9 de ariba, clórhidrico en vez de chlorhídrico. 0), 10 de arriba, rre, 0 en vez de te, Co, 1, > 6 de abajo, cuaraila en vez de dolomita. 15, » 15 de arriba, Podrilcs en vez de Pedritos. 167 12 de arriba, Datell en vez de Datello. 17, 6 de abajo, 0,50- 0,10 m. en vez de 30-40 m. 18, +» 12 de arriba, muy en vez de myn. 18, 5 de abajo, centímetros en vez de metros. La lámina 4 de Kápido Estudio sobre las Sierras de los Peurtidos de Olavarría y del Axul (Provincia de Buenos Aires), por el Dr. Juan Valentin, no existe. Esa falta resulta de un error de corrección, habiéndose sulteudo ese número y aumentado asf uno Á la sório. Olavarría Sierra Chica FIG. 1 Arroyo Azul TELA AA S. E. Arroyo de los Huesos XXXxX | Gneis-Granito XAXXXXX IIA Dolomita EMANAN A ESCALA HORIZONTAL 1: 400.000 ESCALA VERTICAL 1:20.000 ¡EE Diluvium y Aluvión CERRO DE LA CRESPA (PARTIDO DEL AZUL) Visto del Cerro de Manantiales Viejo FIG. 3. Ti ESA 7 Vi FiG. 5 — Plegadura en los bancos gruesos de la dolomita. — Cantera de P. Billiani, Sierra Baya a. Humus — db. Arcilla —«. Dolomita. ESCALA I : 200. FIG. 6 Pozo ESG | e a pa ==> 7% o = A E Cuarzita III Dolomita E Grani o hee 0.2-0.5 mM. Humus. Incrustacion calcárca. Margas ondeadas, de color blanquecino € 25m verde y colorado, con tres bancos delgados de una arenisca-cuarzita. aaa A 35m Almagre, muy homogéneo, de grano y color; oscuro colorado. Brecha de pedernales y bloques de cuarzo, mezclado con arcilla impura; de color amarillo y colorado; sin estratificación. La base no alcanzada 2 5.00 Im. ¿ds SS, S 2228) FiG. 7 — Pozo en el campo del Dr. Rocha. JÉSCALA NILOO. ; AA y gor pi A aaa A FIG. 8 sea Nivel del Socabon A ST Dn : 2000 ESCALA 1:20 Cuarzita Calcáreo Ea E Margas ES Cuarzita 0% Loess FIG. 10 == Piedra podrida ESCALA 1:3.000 == Calcáreo colorado EE Cuarzita cl 502 Pozo Pozo 1 A Camiceria Canteras 1 4 1 ' A 1 == 1 0010 7 AAA == Calcáreo negro == Piedra podrida === Calcáreo colorado Canteras AE ESCALA 1:4.000 Ne Et [o B3IZIeno) Z/, DA NN NS FIG. 13. — ESCALA 175 Plegadura en las margas, y fractura en las piedras de cal.— Cantera de La Providencia. a. Humus--%. Vosca—c. Margas—d. La piedra de cal. PIPDOS 9 » Perfil de la barranca del Arroyo de Olavarria. ESCALA EU. 16 Perfil de la barranca del Arroyo de Olavarria. ESCALA 1: 100. Perfil de la mina de Arena de Peña Hermanos ESCALA 160: PRIMERA CASA DE MONEDA BUENOS ATRES ENRIQUE PEÑA ACUÑACION DE 1827 A 1861 AAA 0 | | m | | ñ AA : E ; ] | ñ ES » 1 Y "7 AEREA 1 mm e | 0 1 My - : | | á " | | «a | 4 5] ñ E | ñ fed | TA | p > : y Primera Casa de Moneda en Buenos Alros ACUÑACION DE 1827 Á 1801 La constante aspiracion de los gobiernos que surgieron de la revolucion de 1816, fué que el nuevo Estado que se formaba sobre les ruinas del antíguo vireyvnato del Rio de la Plata po- seyera una moneda propia como tenía ya un escudo y una bandera, símbolos, respectivamente, de su soberanía y de su independencia. La Asamblea Constituyente de 1813, dictando actos que im- portaban la independencia del país, mandó que la Casa de Mo- neda de Potosí fabricara piezas de oro y plata de la misma ley y de igual peso que las antíguas españolas; pero sustituyendo las armas de la metrópoli por el escudo de la Asamblea, reem- plazando el busto del rey por un sol, y asignándoles estas le- vendas: en el anverso PROVINCIAS UNIDAS DEL RIO DE LA PLATA, y en el reverso EN UNION Y LIBERTAD. En virtud de esa ley en 1813 y 1815 se fabricaron monedas de oro y plata, interrumpiéndose la acuñación á consecuencia del desastre de Sipe-Sipe. Sometido el Alto Perú, por las armas del rey, el Director Pueyrredon dictó un decreto en 21 de Mayo de 1819 estable- ciendo un Banco de Rescates en la Rioja y una Casa de Moneda en Córdoba; pero ni una ni otra institucion llegaron á existir. La Provincia de Tucuman en 1820, Mendoza durante la ad- ministración del coronel Molina, la Rioja y Santiago del Iístero, en 1823, sellaron moneda de plata en pequeñas cantidades. Buenos Aires sentía. más que ninguna otra provincia la ne- cesidad de moneda, sobre todo la de vellon, y comprendiéndolo OS HB E así la Junta de 1821 dispuso en Octubre de ese mismo ano, que se acunara en Europa moneda de cobre. Para cumplir esa ley, el Poder Ejecutivo contrató con los señores Kalph Haton de Birmingham, la fabricacion de 50.000 pesos en piezas de cobre de un décimo, las cuales fueron puestas en circulacion el 23 de Julio de 1823. Esta moneda fué la primera que circuló en la República como de vellon, satisfaciéndose con ella una de las más grandes necesidades del comercio y del público. Estas cantidades de numerario lanzadas á la plaza, se des- parramaron bien pronto por todo el país, de modo que al poco tiempo empezaron á escasear. Durante la discusion de la ley de 1821, se hicieron algunas observaciones acerca del peligro que encerraba el hecho de acu- ñar moneda en el extranjero fuera de la vigilancia directa del Gobierno. Fué objeto tambien de un interesante debate, la fija- cion de la ley, division y condicion en que debía sellarse la moneda, aceptándose al fin que el real de plata fuese equiva- lente á diez décómos cobre. Muy pronto se hizo notar que la acunacion hecha en Bir- mineham no alcanzaba á satisfacer las exigencias del país, y que ellas demandaban hacer urgentemente una nueva emision. Los opositores á la acuñación practicada en el extranjero, re- doblaron sus esfuerzos á fin de que ese trabajo se hiciera en Buenos Aires. Pero la eran dificultad estaba en la falta de medios para efectuarlo en esta ciudad. A principios de 1824 acertó á llegar á Buenos Aires el fun- didor y metalurgista inglés, Mr. John Miers, que se dirigía á Chile por la Cordillera con objeto de colocar en aquel país un carga- mento de útiles y herramientas destinadas á beneficiar los meta- les, y una maquinaria de último sistema para la amonedacion. El gobierno de que Rivadavia formaba parte, tenía grande interés en fomentar la industria minera y por su iniciativa se formó en Lóndres la famosa Compañía de Minas Sud- Americanas, que tuvo, por cierto, fin bien desastroso. La iniciativa y los trabajos de aquel eminente hombre de Estado, contribuveron tambien á la formacion de la Companía de Minas de Famatina, de la cual tendré ocasion de ocuparme al estudiar la Casa de Moneda de la Rioja. Tan luego como supo Rivadavia el objeto del viaje de Mr. Miers, trató de disuadirlo. á fin de que dejara la maquinaria en el país, indicándole Córdoba como el punto más conveniente para establecer una Casa de Moneda. paa Miers se excusó de acceder á lo que se le pedía, porque su cargamento estaba ya en viaje para Chile; pero prometió que una vez realizada su empresa, lornaría 4 Buenos Aires dis- puesto ú llevar á efecto cualquier arreglo con el Gobierno Ar- gentino. Las esperanzas que los agentes de Chile en Inglaterra ha- bían hecho conechbir al negociante inglés respecto á las utili dades que le reportarían la venta de las maquinarias, parece que quedaron defraudadas, segun el mismo Miers reliere en el libro que publicó en Lóndres en 1826 con el título Travels ¿in Chile and La Plata. A principios de 1825 regresó Miers á Buenos Aires dispuesto á contratar con el Gobierno la instalacion de la maquinaria y accesorios que requería una pequeña Cosa de Moneda. Ll gobierno del General Las Heras que había sido «autori- zado por ley de 15 de Noviembre de 1824 para gastar hasta la cantidad de 80.000 pesos en máquinas y útiles para la fabri- cación de moneda, formalizó con Miers un contrato en virtud del cual éste se comprometía á entregar el material. mecánico necesario para establecer una Casa de Moneda, en esta ciudad, mediante la suma de 60.000 pesos en metálico y siendo cuenta del Estado procurarle el edificio donde debiera instalarse. En Mayo de 1825 el General Las Heras se expresaba así dirigiéndose Ja Asamblea: «Las máquinas y útiles necesarios «para la fabricacion de la moneda, están ya prontos, y un «contrato se ha firmado para montar el establecimiento en todo «el año próximo venidero». Mientras que Miers se procuraba en Inglaterra—á donde llegó en Junio de 1825-—las máquinas que había contratado, el Gobierno se encontraba aquí en sérios apuros por falla de me- tales acuñados. La moneda de plata había desaparecido casi del todo de la circulacion, desde hacía va largo tiempo, no solo porque con ella se pagaron los enormes gastos que el país había hecho durante la guerra de la Independencia, sinó tam- bien y—contribuyendo á esto de manera muy sensible—por la falsa relacion (que en toda la América tenía la plata con res- pecto al oro, Otra de las causas de escasez de moneda de plata que aque: jaba al país, consistía en que—desde 1809 en que D. Juan VI dictó su famosa albará, que lleva fecha 20 de Noviembre de aquel año, y por virtud de la cual se asignó áú los pesos espa- ñoles que se resellasen en las Casas de Moneda de Rio Janeiro y de Bahía, 960 reis Ó tres patacas en vez de los 800 reis que — 30 — valían hasta entonees—=se había establecido hácia el Brasil un verdadero drenaje de plata que duró muchos años. Ll P. Luis Gonzalez dos Santos, historiador de ese reino, refiriéndose á los efectos de aquella ley dice: «La abundancia «de moneda de plata fué tanta, que á pesar de circular en todo «el Brasil, parece que nuestras minas de oro se trasformaron «en Potosí. Tan acertada y previsora fué la resolucion del «Principe Regente N. 5.» La operacion del resello de esa corriente de numerario duró en el Brasil hasta 1821, calculándose lo resellado en más de 40.000.000 de pesos. A estas causas se debió la escasez de moneda de plata y ella fué la que más contribuyó á la fácil colocacion de los bi- lletes que pusieron en circulacion el Banco de Descuentos pri- mero y más tarde el Banco Nacional. La moneda de cobre se había hecho tambien escasísima, y el gobierno, comprendiendo la irregularidad y el perjuicio que envolvía el hecho de que el comercio diera vales y contraseñas representativas de moneda de vellon, dispuso que el Banco emitiera cédulas por valor de 10 y 20 décimos, las cuales de- berían ser convertidas á moneda de cobre tan pronto como los hubiera. Il 21 de Agosto de 1825, se pusieron en circulacion estas cédulas impresas en la forma y tamaños que indica la lámina l. Hoy son rarísimos estos billetes; solo conozco los cuatro que figuran en mi coleccion y que me fueron regalados por el señor General Mitre. Los periódicos de aquella época se lamentaban de la falta de cédulas de 5 décimos; pero éstas nunca se emitieron. Il Banco de Descuentos se vió obligado á cerrar sus puer- tas y sobre sus ruinas se levantó el Banco Nacional en 1826. I¿l proyecto de ley que el Gobierno sometió á la Legislatura para ercar esa institucion «disponía que solo el Banco estaria autorizado para acuñar moneda en todo el terrilorio. Durante la discusion de esta ley el Diputado por la Rioja se opuso á la sancion de ella, alegando que afectaba á los in- tereses de su Provincia; y esta oposicion se acentuó más, una vez que el proyecto fué ley de la República. Descando el Gobierno General evitar dificultades y no herir intereses públicos ni privados, como los de la Rioja, que ha- bían de quedar comprometidos, pues que su Casa de Moneda no podría ya seguir acuñando metales-—indicó al Directorio del Banco la convenieneia de comprar aquel establecimiento. Los GTRBI NA SVaLLIWA “ANIOD AA VOHNOW Y SITALLUJANOO SVINCIO SÓNIDIA ALNIAA GAARARAR A rrcicis pl 574 "'SONIDIA ZA OS e > ob ES -0ONVIa_6% e Da Ns |¡eseseces yA *] UY] —-VIANON 44 *D “d “IA OO] —VIVIJ VT 4A OISOIN 194 “AY A AE PET rl , ci ne IU 1 A NA! 1 Me que AO la A pS 200,12 10 RA 70 2 ni o ; A y o . . . . Ñ . y e y A W Í PR % po AO de 1 A ' e EN . m Es ' Ñ | 1 4 A AN E O A A IO ' iS o e o ' . h qe x úl ñ á y A Y A, ñ N : Í Ñ cd: PE o INEA ' Ad ON e y ' ; UN ] LT ñ a j 4 Y K 1] Y ó y Y : ( : | J : o — yl — Directores Capdevila y Alzaga fueron los encargados de enta- blar negociaciones con los accionistas de aquella empresa; pero no hubo manera de llegar á un arreglo por la oposicion del General Quiroga á que se realizara el negocio. ln Abril de 1826 llegó Miers con una parte de las máqui- nas contratadas, en momentos en que la plata y el cobre eran tan escasos que un peso en papel valía solo seis reales. De acuerdo con el contrato se le entregaron 12.000 pesos, los cuales como 23.000 más que recibió el 19 de Junio del mismo año. le fueron pagados por el Banco Nacional, cargan- do ambas sumas á la cuenta del Estado. La falta de moneda de plata indujo al Gobierno 4 hacer al Banco una singular propuesta: pretendía el Ministro que se acuñase por cuenta del establecimíento una moneda particular, suya, de plata, de una ley y de un valor regular, de modo que ni fuera exportable ni ofreciese á los falsificadores ningu- na ventaja. Il Directorio resolvió que así se haría cuando contara con los elementos necesarios para acuñarla. Ll Banco fué autorizado para lanzar á la circulacion la macuguina que luviera en sus cajas, mientras no se pudiera hacer otro tanto con moneda de plata sellada. No habian pasado muchos dios de esta autorizacion, cuando el mismo Gobierno pidió que se le entregaran los cien mil pesos en aquella clase de moneda que tenía el establecimiento por ser weente para alender 4 necesidades apremiantes del Hstado, Mientras que Mer. Miers se ocupaba en el desembarco de las máquinas ayudado de los elementos que le proporcionaba el Parque de Artillería, era necesario resolver una série de asuntos relativos á la nueva Casa de Moneda. Nada estaba preparado: no existía más ley de monedas que la del año 1822; no se había estudiado la ley, el peso ni los atributos y leyendas correspondientes á las piezas que se pre- tendía acuñar; y por último, no estaban dispuestos Jos locales para instalar las máquinas, porque ni siquiera se había ele- gido la casa donde ésta debiera establecerse, Hubo, pues, de comisionarse al mismo Miers para que en union con el jefe de la Oficina de Ingenieros buscara entre las propiedades públicas ó privadas, una que fuese adecuada para el objeto que se proponía. Entre tanto las máquinas que se iban desembarcando eran depositadas en el Departamento de Policía y en el Banco Na- cional. OA Una casa situada á los fondos del Banco y con frente á la que es hoy calle de Piedad, fué la elegida para instalar la Casa de Moneda, encargándose Miers de la ejecucion de las obras necesarias para recibir las máquinas y fabricar los hor- nos de fundicion. El Directorio del Banco, así que empezaron los trabajos, nombró ú D. J, M. Robles y á D. J. M. Gutierrez encargados de la contabilidad de la casa. En Octubre de 1826 los edificios quedaron terminados y las máquinas instaladas; se procedió á nombrar grabador del esta- blecimiento, eligiéndose para ese puesto á Mr. M. Vincent, y nombrándose tambien ensayador á Mr. S. M. Charon, prévio un contrato que se formalizó con él por el cual debía servir tres años gozando de un salario de dos pesos plata al dia, pagaderos por trimestres, en papel al tipo corriente. Trece dias antes del plazo determinado en el contrato, Miers comunicó al Directorio que todo estaba pronto para empezar la acuñacion de moneda. In los primeros dias de Noviembre de 1826 se procedió al ensayo de la maquinaria en presencia del Directorio del Banco y algunas personas notables de la ciudad, que fueron invitadas al efecto. Los hornos de fundicion, los laminadores, las máquinas de punzonar y cortar fueron puestas en movimiento, habiéndose pre- parado varios cuños como ensayos de moneda y otro para acuñar una medalla conmemorativa de la inauguracion de la casa. Hasta esta época las medallas abiertas en esta ciudad ha- bian sido fundidas, como las de la jura de los reyes durante la dominacion española; otras cinceladas como el escudo de Perdriel, estampadas como las del sitio de Montevideo ó gra- badas como las de San Luis. La medalla que se iba á sellar era de cobre de 230 milí- metros de diámetro. lín el anverso tenia esta leyenda: LA CASA DE MONEDA DE BUENOS AIREs; en el campo un balancin; en el reverso PRIMER ENSAYO DE LA MAQUINARIA; y en el campo en tres líneas D. JUAN MIERS CONSTRUCTOR, 1826. Esta medalla se reproduce en facsimil en el encabezamiento de este trabajo. A poco de empezar la acuñación sobrevino un accidente en el balancin. La base de hierro fundido en que reposaba se rompió en varios pedazos. Fué ésta una verdadera contrariedad para todos y especialmente para Miers; pero se reconoció que tratán- dose de un hecho fortuito, lo que debía hacerse era procurar remediarlo lo más pronto posible. — 33 — Aunque reconstruir la base rota no era cosa fácil en aque- lla época por la falta de establecimientos de fundicion, se re- solvió que los trabajos comenzaran en la Maestranza del Par- que, contándose con que el Gobierno facilitaría unos cañones viejos de hierro para aprovechar el metal. Puestos á las órdenes de Miers todos los elementos, logró éste fundir y ajustar la nueva base, en un plazo relativamente corto, de modo que los trabajos de acuñación pudieron dar comienzo. Mientras tanto el Gobierno había dispuesto que se fabrica- “an piezas de cobre de á 20, de á 10, de á 5 y de á 21/2 décimos. Los de á 20 y á 10 décimos debían llevar en el an- verso y dentro de un círculo esta leyenda: ARDESCIL ET VIRESCIHT; en el campo un fénix entre llamas reviviendo de sus propias cenizas; en la parte superior de éste un sol naciente; y en el reverso esta inscripcion: BANCO NACIONAL; rodeando un globo entre laureles con esta cifra en el centro: 20 prcim. (ó 10 pDECIM.), segun el valor de las piezas; y en el exergo BUENOS AIRES 1827. Las piezas de 4 5 y ú4 21/2 décimos cran distintas: Jleva- ban en el anverso rodeando el campo BANCO NACIONAL, y en éste 35 en esta forma, Ó a segun el valor, y en el reverso entre laureles BUENOS AIRES, 1827 en tres líneas paralelas. Las operaciones de acuñación se hacían con toda regulari- dad, de modo que el Gobierno pudo ordenar sin inconveniente, en 26 de Marzo de 1827, que fueran convertidas desde luego las cédulas representativas de moneda de cobre que se emitie- ron en 1825, y que los décimos de 1822 y 1823 se cambiaran por los nuevamente selladas. Al hacerse la conversion de las cédulas se notó que las había falsificadas en circulacion. Pero el Directorio del Banco, sin duda para allanar todo obstáculo, dispuso que fueran con- vertidas tambien. Cuando se contrató la maquinaria que necesitaba la Casa de Moneda, no se contó con que hacían falta herramientas y útiles manuales para complementar el trabajo mecánico; de manera que ésto procuró ú Miers ocasion de un nuevo nego- cio. Junto con las máquinas trajo aquellos úliles, los ofreció al Banco y le fueron comprados con arreglo á la tasacion que de ellos hizo Mr. Lampy. El Directorio del Banco estaba satisfecho de la buena vo- luntad que ponía Miers en la direccion de los trabajos, pero los útiles manuales con que se contaba no eran sulicientes para seguir cumplidamente las labores, y esto impulsó al Banco para que desde luego contratase con el mismo Miers la adqui- sicion de otros nuevos, abonándole al efecto la cantidad de 15.000 pesos, y deseoso de ampliar todavía más la extension de los trabajos, autorizó al Director Sr. Costa para que concer- tase la adquisicion de nueva maquinaria. Despues de varias conferencias se convino con Miers en formalizar un nuevo contrato teniendo en cuenta que el resto de las máquinas encargadas en 1825 no se había recibido por- que el bergantin Williams and Henry que las trasportaba, ha- biendo encontrado el puerto en bloqueo por la escuadra brasilera, fué despachado á Rio Janeiro. In vista de esto se resolvió que Miers se trasladase á dicha ciudad con objeto de reclamar la devolucion de las máquinas; lo que en efecto hizo ú fines de Junio: de 1827. Los Directores del Banco habían acordado con el contratista que si lograba la entrega de las máquinas secuestradas en Rio Janeiro y podía introducirlas en Buenos Aires, se le abonarían 2000 lbs. est. por ellas y 4000 pesos además, por sus trabajos en la direccion de la Casa de Moneda durante seis meses. Se acordó tambien que en el caso de no poder traerse las máquinas, Mr. Miers quedaba autorizado para encargar otras cn Ingla- terra, las cuales deberían entregarse en Buenos Aires dentro de los 18 meses subsiguientes á la salida de él para el Brasil. Una última resolucion se tomó antes de la partida de Miers, y fué que diese garantía por las sumas (que se le habían en- tregado; lo que hizo en efecto ofreciendo como lfiadores á los señores Tomás Fair, Tomás Duggel y Vélix Castro. Despues de la salida de Miers, el personal de la Casa de Moneda continuó por algun tiempo las labores de una manera regular; pero á fines de 1828 se reconoció que el fundidor, bien sea por incompetencia ú otras causas, no hacia tanto trabajo como era justo que se le exigiese. De modo que el Directorio creyó conveniente á los intereses del establecimiento, que se pagase á aquel operario en proporcion del cobre que fundiera en vez de un jornal fijo como lhiasla entonces. Pero este cambio no sirvió para nada, pues que unos cuan- tos meses más tarde el Sr. del Sar, bajo cuya vigilancia estaba la Casa de Moneda, dió cuenta al Directorio de que el fundi- dor no hacía los trabajos que se le encomendaban, y lo que era más grave aún, se había insubordinado, haciéndose indis- pensable tomar medidas enérgicas á fin de conservar la disci- plina del personal. O 1) Directorio, tomando en consideracion las indicaciones del Sr. del Sar, y á propuesta del Sr. Arroyo, dispuso en sesion de 7 de. Setiembre de 1828 que se suspendiesen los trabajos de la Casa de Moneda teniendo en cuenta que se había sellado ya el equivalente de 271.412 pesos corrientes, que agregados á la suma acuñada en Inglaterra, representaban una cantidad más que suficiente para satisfacer las necesidades del país, y que por Jo tanto estaba cumplido el objeto que se propuso el Gobierno al ordenar la acuñacion en Marzo de 1826. ¿sta resolucion, que dejaba cesante á todo el personal de la Casa de Moneda, fué acompañada de otra ordenando al em- pleado de la contabilidad señor Robles que en compañia del veedor se recibiese bujo inventario de las máquinas del estable- cimiento. Hay que convenir en que esta brusca resolucion del Direc- torio, por virtud de la cual quedó suspendido de golpe el fun- cionamiento de la Casa de Moneda, era una medida tomada muy á la ligera, tanto que pocos dias despues ese mismo Directorio se vió obligado á contratar con el ensayador Charon, para que se redujese á barras el cobre existente y terminara las faenas empezadas. Por esta contrata se le autorizaba tam- bien para usar en sus trabajos particulares las máquinas del establecimiento, con tal que las conservase en buen estado y sin que el Banco tuviese necesidad de hacer ningun gasto. Mientras tanto el fundidor Mr. Inglis acudió á los tribuna- les reclamando daños y perjuicios: alegaba que tenta hecho contrato verbal con el Banco y que óste no podía despedirle sin indemnizarle. Il Directorio deseando evitar un pleito llamó á su presencia á Inglis y, despues de una larga discusion, se llegó á un arre- elo por el cual el fundidor quedaba fuera del establecimiento. Aunque como ya he dicho, habían cesado los trabajos de acu- hacion, los señores directores del Banco D. Roque del Sar y D. Mariano Andrade, bajo cuya superintendencia había estado la Casa de Moneda, advirtieron que los hornos de fundicion estaban deteriorados, y que los laminadores necesitaban sórias reparaciones. Dieron cuenta de esto al Directorio y éste dispuso que se procediera á la refacción de los desperfectos contratando los trabajos con Charon por la suma de 10.000 pesos, compren- diéndose en ello no solo las composturas de los hornos y lami- nadores, sinó tambien el laminaje de todo el cobre existente y 5000 lbs. más en lingotes que el Banco había comprado. ll contratista recibió en calidad de anticipo 5000 pesos ga- o es rantiéndole Mr. Beguin, y una vez que los trabajos estuvieron adelantados, se le abonaron 2000 pesos más, sin garantía, Cuando ya tocaban á su término las obras y Charon .reclamó el saldo de 3000 pesos con arreglo á su contrato, los señores Andrade y del Sar declararon que los trabajos estaban mal eje- culados; esto dió lugar á largas y enojosas cuestiones que ocasionaron la retirada del contratista reclamando que se lasaran las reparaciones hechas. lin medio de tantas dificultades, Mr. Place anunció ul Di- rectorio en 'Agosto de 1829, que la máquinas contratadas con Miers habían llegado de Inglaterra. Procedióse en seguida á la descarga de ellas —que importó 542 pesos más 210 que fué me- nester pagar por estadías. A la llegada de Miers se le encomendó no selo de la direc- cion de la Casa de Moneda sinó tambien de la instalacion de la nueva maquinaria, disponiéndose al mismo tiempo el sello de los blancos que existían en el establecimiento, con los cuños antiguos, pero cambiándoles la fecha por la del año 1830. Se resolvió tambien que los décimos de 1822 y 1823 se fundiesen, dándose por razon que eran de un cuño y de una ley distintas á los que regían entonces—y que asimismo se acuñase todo el cobre existente en los depósitos. Como se vé, con la llegada de Miers dió comienzo de nuevo la acuñacion de cobre. 1% Directorio dispuso que diariamente se entregasen á la circulacion 250 pesos en moneda de aquel metal, dándole á cada persona que lo solicitara, hasta la cantidad de cuatro pesos en cambio de papel. Miers, que había instalado ya las máquinas y cumplido su contrata, pidió que se le chancelase la fianza que había dejado y que se le entregaran las 2000 lbs, que se le adeudaban; y así lo ordenó el Presidente del Banco señor D. Ramon Larrea declarando que había cumplido á satisfaccion del Directorio los compromisos que tenía con el establecimiento. Con la salida de Mr. Vincent se resolvió encargar del taller de grabado á Pedro Miranda, de orígen peruano y que había sido ayudante de aquél, abonándosele por cada par de cuños que grabara la suma de 80 pesos. A mediados de 1830 había gran escasez de barras y láminas de cobre necesarios para la acunacion de moneda, de modo que se aprovechó cierta cantidad de ese melal que existía en el Parque, acreditando su importe en cuenta al Gobierno á razon de 2 pesos cada libra, é igualmente se destinaron al mismo objeto las planchas que poseía el Banco para el grabado de billetes. AT Esta falta de cobre en barras, y la imperfeccion y carestía de los trabajos de fundicion y laminage,—que no solo impor- taban mucho, sinó que se hacía tan malamente, que muchas veces, la Tesorería había detenido por defectuosas gran cantidad de piezas faltas de peso y que por necesidades urgentes hubo menester lanzarlas ú4 la cireudacion, indujo al Directorio 4 pedir ú Inglaterra discos de aquel metal, de tamaño conveniente para sellarlos aquí. Se creía que de este modo no solo se economi- zarían gastos sinó que la moneda sería de tamaño y peso uni- formes. A principios de 1831 llegaron las primeras partidas de estos discos que fueron introducidos libres de derechos. (La lám. Il, figs. 1, 2, 3 y 4 representa el tipo de las monedas acuñadas de 1827 á 1831.) Las relaciones con la Casa de Moneda de la Rioja eran cor- dialísimas, tanto que el señor Costa que la representaba obtuvo á préstamo uno de los volantes de la de Buenos Aires. Pero más tarde, al reclamársele la devolucion de él, no hubo medio de recobrarlo. Desde la salida de Miers, la Casa de Moneda marchaba mal: se resentía de la falta de una direccion técnica competente: se repetían incidentes iguales á los de 1828; de modo que el señor del Sar, siempre celoso y asíduo, propuso al Directorio á fines de 1831 que se suspendiera la acuñacion hasta tanto que él presentara un reglamento en el cual se delerminasen los deberes y atribuciones de los empleados. La prudente observacion del Director del Sar fué atendida y vesuelta la clausura de los trabajos; pero antes debía la Casa de Moneda entregar á la Tesorería convertidas en piezas sella- das las 6600 lbs. de cobre en discos que acababan de llegar de Inglaterra. lin Octubre de 1832 se ordenó definitivamente la cesacion de los trabajos de la Casa de Moneda. Pero esta órden fué hasta cierto punto letra muerta, porque con el reducidísimo personal que se dejó en el establecimiento para conservar en buen estado máquinas y úliles, siempre que se podía reunir metal se acu- ñaba en cantidades más ó ménos considerables. sto duró hasta el año 1835. Hasta esta fecha se hauctan los trabajos bajo la direccion de Miranda y se sellaba empleando los cuños exis- tentes que llevaban fechas de 1827 ú 1835. (1) (1) Debo hacer notar que en las piezas de 20 y de 10 décimos se ha hecho uso de cuños que difieren entre si: en unos hay un sol naciente en la parte su- perior y en otros nó. E e In 1835 cesaron por fín de una manera completa los labores del que podemos llamar primer período de la Casa de Moneda, habiéndose sellado en ella y recibido en Tesorería desde 1827 á 1835 cobre que representaba en papel un valor de 448.938 pesos 6 1/2 reales, cuyo importe se acreditó á la partida cobre en cir- culacion y se debitó al Superior Gobierno. Cesada la acunacion de moneda, el Directorio del Banco, en vista de los buenos servicios del grabador Miranda, lo autorizó tambien para que ocupase una de las dependencias de la Casa de Moneda con objeto de que allí pudiera dedicarse á trabajos personales. ln Mayo de 1836 el Gobierno de Rosas dictó un decreto mandando liquidar el Banco Nacional y disponiendo que con- tinuaran las operaciones bancarias por cuenta de una institu- cion completamente oficial que se titularía Casa de Moneda. La depreciación de los billetes de la nueva institucion era tan grande como la de los del extinguido Banco Nacional, sinó mayor aún. No cuadra á mi propósito ocuparme de los motivos porque ésto sucedía; pero sí entra de lleno en él, analizar la causa por la cual, á medida que el papel se depreciaba, la moneda de cobre se hacía más escasa en la circulacion. Una parte del público que estaba áú papel, previendo una ma- yor depreciación de los billetes se puso á cobre; es decir, adquirió con aquellos el equivalente de moneda de este metal, porque teniendo éste un valor intrínseco, era preferible al billete, sim- ple tira de papel sin mas garantía que la fé del Gobierno de Rosas. Muchos comerciantes procedían en esta forma: recogían el cobre y, como su valor intrínseco era mayor que su equivalente en moneda papel, lo exportaban realizando un provecho seguro. Il Gobierno se dió cuenta de que eran éstas las causas de la emigracion de la moneda de cobre y dictó un decreto en 1838, imponiendo severas penas á los que tuviesen en su poder más de 500 pesos en ese metálico, y prohibiendo por completo la exportacion de él. In ese mismo decreto, estableció una série de medidas tendentes á que la moneda de cobre no fuera re- tirada de la circulacion. Pero ningun resultado práctico dieron estas disposiciones, pues el público se veía obligado á recibir los vales que en reem- plazo de cobre emitían los negociantes. Con esta situacion, en el mes de Enero de 1840, el Ministro de Hacienda se dirigió á la Casa de Moneda, preguntando si sería posible la acunacion de col: “1 presidente del estable- — YY — cimiento, despues de someter el asunto al estudio de una co- mision de directores, contestó afirmativamente. Debido á esla respuesta el Gobierno dictó un decreto en 11 de Febrero de 1840, en el cual decía en el único considerando: «Siendo de urgente necesidad reemplazar la cantidad conside- «rable de moneda de cobre que ha desaparecido de la circula- «cion, para aliviar á la vboblacion de los perjuicios que sulre « y cortar el perjudicial abuso que se ha introducido de emitir «cédulas arbitrarias bajo la sola garantía privada, el Gobierno «en vista de lo expuesto por la Junta de Administracion de la «Casa de Moneda, y de conformidad con el dictámen del Con- «sejo de Hacienda, ha acordado y decreta:» Por virtud de esta disposicion gubernativa, la Casa de Mo- neda quedó autorizada para sellar 400.000 pesos en cobre, que empezarían á circular á medida que estuviesen acuñados, y de- biendo retirarse las cédulas emitidas por los particulares antes del 30 de Abril de aquel mismo año. ll Directorio de la Casa de Moneda, tomó toda clase de medidas para dar inmediato cumplimiento á la resolucion del Gobierno. Al efecto, nembró director técnico del establecimiento á Mr. Isaac Smith. asignándole un sueldo de dos pesos en plata al dia; y volvieron á ocupar sus puestos los antiguos empleados de la casa. La mayor dificultad era la falta absoluta de cobre, pues que en la plaza no lo había, ya fuera en barras ó laminado. Ante obstáculo tan sério y con el deseo de cumplir cuanto antes lo dispuesto por el Gobierno, se resolvió comprar una partida de planchas de aquel metal que poseía D. Nicolás An- chorena, Jas cuales planchas, aunque muy delgadas, podían servir para acuñar la nueva moneda. Así se hizo, pagúndose por ellas á razon de tres pesos libra, una parte en metálico otra en papel. No conozco ley, decreto, ni resolucion del Directorio del Banco, que establezca la ley, peso, dimensiones y levendas de esa moneda que se debía sellar. De modo que para describirla me valdré de los ejemplares que tengo en mi coleccion numis- ira La moneda sellada en 1840, fué de 2, 1 y 1/2 real. (Lám. III, figs. 5, 6 y 7, iguales al N” 5 se acuñaron en 1844.) Las piezas de dos reales pesaban 6,25 gramos y su diámetro era de 320 milímetros. ln el anverso y en el campo entre gajos de palma llevaban escrito 2 Rs. en dos líneas; y por leyenda ¡VIVA LA FEDERACION! —1840.—lón el reverso, en el campo entre corona de laurel pos REALES, en dos líneas y en torno CASA DE, MONEDA—BUENOS AIRES. ES Los de un real pesaban 4 gramos y tenían por diámetro 260 milímetros. ln el anverso y en campo entre gajos de pal- mas llevaban escrito en dos líneas 1. R. Y por leyenda ¡viva LA FEDERACION! —1840.— Y en el reverso, en el campo entre co- rona de laurel UN REAL, en dos líneas, y esta leyenda en der- redor: CASA DE MONEDA—BUENOS AIRES. lin las monedas de medio real el peso era 2,50 gramos y el diámetro 225 milímetros. lín el anverso y en el campo, en- tre gajos de palma, llevaban Y por leyenda ¡VIVA LA FEDERACION! —1810—Y en el reverso entre corona de laurel MEDIO, y en re- dedor CASA DE MONEDA—BUENOS AIRES. Los troqueles para las monedas de dos reales fueron abiertos por el grabador José Rauscau, y se le abonaron á razon de 350 pesos por cada par de cuños. Los de uno y de medio real los grabó D. Pedro Miranda, mediante el precio de 210 pesos por cada par de cuños. Ll cobre sellado en virtud del decreto de 1840, empezó á circular á fines de Abril del mismo año, habiéndose dispuesto que se acuñara hasta la suma de 200.000 pesos en piezas de dos reales, 100.000 de uno y 100,000 de medio real. ln 1844, considerando el Directorio del Banco que la mo- neda que se sellaba ese año no era regular que llevase la fecha de 1840 en vez de la que correspondía á la época de su fabricacion, dispuso que en las piezas de dos reales se estam- para la de 1844 Hasta Diciembre de 1845 no cesó la acuñación ordenada en 1840, habiéndose sellado en este espacio de tiempo el equiva- lente de 419.064 pesos. Desde entonces quedaron paralizados de nuevo los trabajos de la Casa de Moneda. Sin embargo, el Directorio se preocupó en 1848, de volver á acunar, alegando entre otras razones, que la fabricacion de un peso en cobre costaba menos que la de uno en papel, y de ahí nació que se pidiese autorizacion al Gobierno para encar- gar á Kuropa planchas de metal laminado bastante para sellar 500.000 pesos. Aunque el Gobierno accedió á lo solicitado por el Banco, no me consta que se hiciera ese pedido de metal; pero sí pue- do afirmar que no se volvió á acuñar moneda hasta despues de la caida de Rosas en 1852. Pocos dias despues de la revolucion del 11 de Setiembre de ese mismo año, el Directorio del Banco se dirigió al Gobierno en demanda de nueva autorizacion para fabricar moneda de cobre hasta la suma de 1.000.000 de pesos, y acordado que le fué, encargó al Sr. Weller de Lóndres, cinco anil chapas de cobre para aquel objeto, pagándolas á razon de 11 1/2 peni- ques la libra. Las monedas que se trataba de acuñar serían de dos reales y de uno, debiendo tener respectivamente un diámetro de 320 milímetros y un peso de 7.90 gramos. lin el anverso llevarían esta leyenda: PROVINCIA DE BUENOS AIRES; en el campo entre corona de laurel 2, y en el reverso CASA DE MONEDA—DOS REALES, en derredor, y en el centro ó campo entre laureles: 1853. (Lám. II, fig. 8.) De este mismo tipo fueron selladas: lón 1853 piezas de dos renles equivalentes á.. $ 148.900 me. » 1854» » vdeuno » » 270.408 » » 1855 » » » » 23.200 » » 1856 » » : » c..» A20.450 » Por ley de 25 de Octubre de 1854 se dió á Ja Casa de Mo- neda una nueva organizacion y se le llamó en adelante Banco y Casa de Moneda. A pesar de los disturbios y de la guerra civil que tanto agitaba al país, las operaciones de la institucion reformada adquirieron gran desarrollo. El Ministro de Hacienda, Sr. N. de la Riestra, indicó al Directorio la conveniencia de acuñar oro y plata, pero no considerando el Banco oportuno el mo- mento, diferió el proyecto para época más adecuada. La nueva Direccion del establecimiento inspiraba tanta con- fianza al público por la importancia de las operaciones que efectuaba, que no solo se le tenía en concepto de poseedor de capitales bastantes para entregarlos al comercio, sinó que tam- hien se le creía capaz de hacer la acuñacion de metales en grande escala. Sin duda abrigaba estas mismas ideas D. Ru fino de la Serna cuando en 1855, representando á su hermano D. Juan Francisco, pidió que se acuñaran en el establecimiento monedas de 40, 20 y 5 reis empleando 800 quintales de cobre, que entregaría con ese objeto. 11 Directorio no pudo acceder á este pedido porque no solo estaban en mal estado los hornos de la fábrica, sinó que ade- más apenas bastaban las máquinos para la acuñacion del metal propio del establecimiento. La moneda sellada desde Julio de 1853 hasta Diciembre de 1856 fué equivalente á 692.958 pesos moneda corriente, resol- viendo el Directorio en esta última fecha que cesara la acuña- cion. Guatro años más tarde fué necesario empezar nuevamente Tomo VI. 1 á sellar piezas de dos reules, y al efecto, se abrió un nuevo cuño diferente al anterior, con el cual se fabricaron monedas de igual peso y diámetro «que las antiguas, pero con variantes en las leyendas. En el anverso tenían estampado: BANCO Y CASA DE MONEDA— BUENOS AIRES. En el campo entre corona de laurel 2 Rs. En el reverso entre gajos de laurel DOsS—REALES—1860, en tres lí- neas (1). Se lanzaron á la circulacion 37.777 piezas de las que he descrito, y que representaban 151.000 pesos moneda corriente. Con este mismo cuño, sin más diferencia que la de llevar el año 1861 se fabricaron 50.187 piezas de á dos reales, que equivalian á 200.730 pesos moneda corriente. listas monedas de cobre fueron las últimas que sellaron las prensas de la Casa de Moneda de Buenos Aires. (Lám. II, fig. 10.) Si sumamos las diferentes partidas de cobre acuñado, desde 1827 hasta 1861, convertidas á papel moneda corriente en las diversas épocas en que han sido selladas, y sin tener en cuenta la depreciación de los billetes que servían de unidad á la mo- neda de aquel metal, tendremos que segun los libros del Banco ascienden á 1.912.689 5 6 y 1/2 reales. ista suma en la cual no me ha sido posible determinar el valor de cada una de las piezas de cobre que la forman, fué convertida en Setiembre de 1883 á moneda nacional, anotán- dose en los libros del Banco como cobre en circulacion la suma de 79.058 pesos nacionales. Hecha esta reduecion tan arbitraria como se quiera, résta- me solo consignar que del cobre sellado, nada más se ha recogido hasta la fecha que un valor representativo de 138.000 pesos moneda corriente, equivalente á 5.704 pesos moneda na- cional, habiéndose perdido por lo tanto en la circulacion la suma de 73.354 pesos nacionales. Debo añadir que las prensas que trajo Miers en 1826 no solo sirvieron para fabricar la moneda de que es objeto este estudio, sinó (que además todas las medallas acuñadas en Buenos Aires desde 1827 hasta la caida de Rosas, tambien fueron selladas con ellas en la Casa de Moneda, puesto que éstas eran las únicas máquinas (que existían en el país hasta que en 1840 un industrial francés introdujo una destinada á (1) Tanto en este tipo como en el de 1853 á 1856, se observa que los graba- dores no tenian punzones para estampar de una vez los gajos de laurel, sinó que los formaban con útil imperfecto que solo permitia grabar hojas. Esta es la causa de las diferencias «ue se noflan comparando entre sí monedas de aquellas emi- siones. la fabricacion de botones y adornos de uniformes militares, la cual mucho tiempo despues fué adquirida por el platero Ar- gúello, que la transformó en prensa para acuñar medallas. lxisten en el archivo del actual Banco dela Provincia las órdenes del gobierno de Rosas para que se hicieran las meda- llas de la expedicion al Desierto, la de la division del coronel Pacheco, y algunas mús; he tenido ocasion de ver tambien las cuentas que acreditan el valor que por ellas se cargó al Go- bierno; pero respecto de las otras medallas militares de esa misma época acuñadas allí por intermedio del platero Macías, solo tengo noticias bastante difusas que he encontrado en la misma dependencia del establecimiento. Aun despues de 1852 se fabricaron medallas para escuelas, la conmemorativa de la Jura de la Constitucion de 1854, y la de la Exposicion Agrícola de Palermo, cuyos cuños abrió el grabador Guillaume por encargo del presidente de la comision de ese concurso, Sr. Gervasio de Posadas. Lu última medalla acuñada en las prensas del Banco de la Provincia, fué la llamada del Album Villalba que grabó Ca- taldi en 1865. ¿n 1867, realizada la union nacional, infiltrado en la po- blacion obrera el hábito del ahorro, poblados nuestros campos y floreciente nuestro comercio, merced al apoyo que le prestaba el Banco de la Provincia, el Directorio del establecimiento con- sideró que era llegado el caso de construir un nuevo edificio que llenara las necesidades que se sentían por falta de local apropiado. Aceptado el proyecto del arquitecto Sr. Enrique Hunter, se dió principio inmediatamente á desocupar el local en donde existía la Casa de Moneda y se remitieron á los talleres del ferro-carril del Oeste (Corrientes y Centro América) las siguientes máquinas: 3 Prensas de acuñar, 2 máquinas de cortar chapas, 2 máqui- nas de acordonar, 3 tornos, 2 máquinas de laminar, 1 máquina de agujerear y una cantidad de piezas de repuesto, troqueles, he- rramientas y todos los útiles que constituían aquella repartición del Banco. Se remitieron tambien cuatro prensas que habían servido para la impresion de billetes. Todo este material fué depositado á la intemperie en los patios de los talleres; y despues de varios meses se anunció en venta en remate público. Algunas de las máquinas fueron vendidas á vil precio, y las que ni así pudieron colocarse, se destinaron á fierro viejo y desaparecieron poco á poco. Hoy nada queda yu del material de la Casa de Moneda: apenas se han salvado ulgunos cuños que se conservan en el archivo del Banco, y que me parece deberían destinarse al Mu- seo de La Plata. Casi nada nos resta de la antigua institucion. El coloso que ¡justamente llamábamos el tercer estableci- miento bancario del mundo, está caido, pero no muerto. Aune- mos las fuerzas, juntemos las voluntades, á fin de que se levante de nuevo, y esperemos que los gobiernos que nos rigen, animados de ese mismo espíritu patriótico, nos ayuden en la tarea de regenerar una institucion que está ligada á nuestra historia, y que por lo tanto representa una gloria del país. I/NRIQUE PEÑA. CASA DE MONEDA — 1820 Rev. Mus. La PLata—Tomo VI. PEC DE IMONEDA=—12A Me 1105 DE LAS MONEDAS ACUÑADAS DE 182 An 1831. dia e VETO e di o E O Mi ca MS Rev. Mus. La PLara—Tomo VI. P. C. De Moxeba—Laám. 11. LO FIGS. 5, Ó Y 7 REPRESENTAN LAS MONEDAS ACUÑADAS EN 1940.— IGUALES Al. NÚM. 5 SE SELLARON EN 1844.— FIGS. $ Y Q CORRESPONDEN Á 1854, 1855 Y 1856.—FIG. 10 ES EL TIPO DE 1861 LENGUAS AMERICANAS ESTUDIO BIBLIOGRÁFICO-LINGUÍSTICO DE LAS OBRAS DEL P. LUIS DE VALDIVIA SOBRE EL ARAUCANO Y EL ALLENTIAK, CON UN VOCABULARIO RAZONADO DEL ALLENTIIAK POR BARTOLOMÉ MITRE Miembro correspondiente de la Academia Española. Tomo VI. D Lenguas Americanas EL ARAUCANO Y EL ALLENTIAK J.—SOBRE EL ARAUCANO. Primera gramática de esta lengua, escrita por el P. Luis de Valdivia. — Noticia bibliográfica sobre su primera edición de Lima. —¿El Araucano tenía ó nó dialectos? — Sistema gramatical del Araucano. — Originalidad de la gramática del P. Valdivia. — ¿El P. Valdivia tuvo ó nó predecesores en su trabajo filológico? — Biografía del P. Valdivia. — Noticias bibliográficas sobre la segunda edición de su Gramática. 1. —SonBrE EL ALLENTIAK, Hallazgo del único ejemplar de la primera y única edición que existe do la Gramática, Vocabulario y Doctrina del P. Valdivia sobre la lengua Allentiak, — Reproducción 4 plana y renglón de esta obra hecha por el bibliógrafo americano J. T. Medina. — Noticias bibliográ- ficas sobre este libro, — Noticias sobre los Allentiakos, amados Muarpes, que hablaban esta lengua en la provincia de San Juan. — Estudio comparativo con otras lenguas de la misma región y cues- tiones ctnológicas y filológicas Áá que dá origen. — Fonética del Allentiak y análisis de su abece- dario. — Sistema gramatical de Allentiak. — Análisis de su extructura morfológica y de sus raices. — Ideología idiomática del Allentiak, ó sea como pensaban los Allentiakos en su lengua. — Los infiniti- vos en las lenguas americanas. — Critica del Vocabulario del P. Valdivia por lo que respecta á los abstractos verbales que atribuye al Allentiak. TIT.— Vocabulario analítico de las raices del Allentiak. lístas dos monografías, son un extracto del catálogo metódico de la « BimLioreca ÁmerICANA Histórico - GeocrÁrico ErsoLócica» del autor, que corresponden á la sección de LenGuAs AMERICANAS, la cual compren- de los idiomas y dialectos indígenas que se hablan desde la Groenlandía hasta la Tierra del Fuego, estudiados y clasificados, geográficamente, teniendo á la vista sus gramáticas, diccionarios y textos originales, así impresos como manuscritos, que forman parte de la mencionada colec- ción. Esta sección del «Catálogo metódico», que formará por sí sola un volúmen, casi pronto para entrar en prensa, que se compone de unos trescientos artículos, redactados según el plan de los presentes, y de otros de la misma série que se han publicado sueltos en folletos ó revistas, tienen por base las noticias inéditas que contienen los mismos libros que se estudian bajo su doble aspecto bibliográfico y lingúístico y en sus relaciones con la enología y la geografía americana, sin repetir ociosamente lo que otros hayan dicho ántes. Il motivo de anticipar la publicación de estos dos capítulos, es la reciente aparición de un libro que se consideraba perdido, que el dis- tinguido bibliógrafo chileno Don José Toribio Medina, ha exhumado del polvo del olvido, dedicándolo merecidamente al naturalista argentino Doctor Francisco P. Moreno, director del Museo de La Plata, quien con sus exploraciones, investigaciones y publicaciones especiales, tanto ha contribuido al adelanto y difusión de los conocimientos americanos en ambos mundos. Como el referido libro es la obra de un famoso misionero y filólogo, que antes de escribir sobre el Allentiak fué el primero que redujo á gramática y diccionario el idioma Araucano, se han reunido en un solo cuerpo para su mejor inteligencia, los dos capí- tulos relativos al P. Valdivia, concernientes á ambas lenguas, que por razón de la materia y de su autor tienen entre sí íntima conexión, y se completan. ¿Á qué familia pertenecía la lengua de que trata el libro felizmente hallado y de que no se tiene ninguna noticia? Qué analogía tiene con las lenguas americanas conocidas, y cuáles eran sus afinidades con las lenguas circunvecinas? Cuál era su extructura morfológica? Cuál era el estado moral de los indígenas que la hablaban, y cómo pensaban ellos en su lengua? Tales son las cuestiones que se trata de ilustrar en el estudio sobre el Allentiak en sus relaciones con el Araucano. EL ARAUCANO El título de la Gramática Araucana del P. Luis de Valdivia, copiado de la primera edición original, y de la cual solo se conoce un ejemplar completo, es como sigue, con la correspondiente descripción : Valdivia (Luys de) Artz | Y GRAMATICA | GENERAL DE La LENGUA qve | corre en todo el Reyno de Chile con un Voca- | bulario y Confessionario. Compuestos | por el Padre Luys de Valdivia de la Compañia de lesus en la Pro- | uincia del Piru | Ivvramente Con La Docrkr | na Christiana y Ca- thecismo del Concilio de Lima en Es- | pañol, y dos traducciones del en la lengua de Chile, que | examinaron y aprobaron los Reuendíssi | mos señores de Chile, cada qual la | de su obispado | (Signo de la Compañía de Jesús) | Cow ricencra | En Líma por Irancisco del Canto | Año. 1606. 8% Facsimile de la 1% ed. publicada con el siguiente título adicional: «4rte Voca- dulario y Confessio-nario de la Lengua de Chile. Compuestos por Luiz de Valdivia. Publicados de nuevo por Julio Plateman. Edicion facsimilar. Leipzig. R. G. Teubner. 1887.» —YEl texto reproducido á plana y renglón, es como sigue: 8 f. s. f. que comprenden» la port. y los prel. á saber: Suma del privilegio, licencias, aprobaciones y dedicatoria. En la 6% fs. f. se registra una advertencia « Al Lector» en que se dan noticias sobrela lengua araucana. En las f. f 7 y 8 s. f empieza el «Arte de la Lengua de Chile» y sigue en la £. 9 fol. continuando hasta la f. 55, foliadas todas por el anverso, con las signaturas A-F Ss, y 1 fs. £ para el complemento de la Zabla, á cuyo reverso se repite el pié de imprenta de la port. Sigue el «Vocabulario de la Lengua de Chile », que comprende 40 f os. f con la signat. C-L 5. El tercer tratado, lleva portada especial con este título: «Doctrina Christiana y Cathecismo aprobado por el Concilio Prouincial de Lima », con dos traducciones en Lengua de Chile, que examinaró, y aprobaron conforme al decreto de dicho Cócilio los dos Reurendissimos Obispos del mismo Reyno, cada qual la de su obispado.» (Signo de la Compañía, distinto del de la port. principal). Al pié: «Impreso con licencia de la Real Audiencia, á peticion del Padre Luys de Valdivia de la Compa- ñia de lesus, con el arte de la misma lengua, bocavulario y confessonario que compuso el dicho padre. En Lima. Impreso por Francisco del Canto. Año 1606.» Consta esta parte de 16 fs. fs. fól: por el anverso, y termina con 3 f. s. f., una para las erratas del Arte, otra para las del Confesonario y la última para las del Catecismo. MOE NOTICIA BIBLIOGRÁFICA Los diversos tratados que en su conjunto constituyen esta obra, según el plan de su título, han sido anotados por vários bibliógrafos como obras diferentes, por haber circulado en cuadernos separados, los cuales, como queda explicado, llevan distinta foliatura. Si se exceptúa el que ha ser- vido de modelo para este facsímile, no se conoce ningún ejemplar com- pleto de la 1% edición: uno que tienen los P. P. Jesuitas en Santiago de Chile, carece de la portada; el que anota Brunet en su Manuel, sin describir, como el de la colección leber, vendido en£ 7, créese que sea la 2% edición de 1684 con portada de la 1?. EL ARAUCANO Y SUS DIALECTOS Este libro tiene importancia histórica por ser el primero que se es- cribió sobre la lengua de los indigenas de Chile, medio siglo después de la conquista por los españoles, determinando sus primitivos límites ter- ritoriales. El autor, en la advertencia que precede á su Arte, dice: «En todo el Reyno de Chile no ay mas de esta lengua que corre desde la ciudad de Coquimbo y sus términos, hasta las islas de Chiloe y mas adelante por espacio de casi quatrocientas leguas de Norte á Sur, y desde el pié de la Cordillera grande neuada hasta la mar, que es el ancho de aquel Reyno por espacio de veynte leguas: por que aunque en diuersas provincias destos Indios ay algunos vocablos diferentes, pero no son todos los nombres, verbos y aduervios diuersos.» El abate Molina, en su « His. Civil de Chile» ha repetido lo [mismo, agregando: «Es muy singular que esta lengua no haya producido algún dialecto particular, después de haberse propagado por un espacio de más de 1.200 millas, entre tantas tríbus, sin estar subordinadas las unas á las otras y privadas de todo comercio literario. Los chilenos situados hácia los gr. 24 de lat. la hablan de la misma manera que los demás nacionales puestos cerca de los gr. 45. Ella no ha sufrido alteración notable entre los Isleños, los Montañeses y los Llanistas. Solamente los Boroanos y los Imperiales cambian á menudo la r en s.» Sin embargo, en la misma obra del P. Valdivia, se encuentran las pruebas de lo contrario. En el curso del «Arte», se señalan estas anomalías. En el valle de Santiago, llamado Mapuchu por sus naturales, el pronombre aquel (ma % machi), era privativo de sus habitantes. En el idioma general de los — bi — araucanos, todos los verbos acaban en 2; pero entre los de Santiago, ponían la partícula po despues de la 2, añadiendo por adorno la palabra che (gente, hombre). “Todas las transiciones del verbo, ó sea la acción alternativa Ó recíproca de una persona á otra en los diversos casos, que son seis, los de Santiago las usaban después de la indicada partícula po, que ponían siempre en el presente de indicativo y en los demás tiempos. Lac y uen, en Santiago, interpuestos, significan en el primer caso, hacer que otro haga determinada acción, y en el segundo, estar haciendo la acción. No, interpuesto en los sustantivos y á todos los tiempos del in- finitivo, niega la acción en la lengua general, pero en Santiago solo en el indicativo. En la « Doctrina Christiana » se acentúa con ejemplos la existencia de los dos dialectos, uno que se hablaba en la Imperial, en su tiempo, y otro en el Obispado de Santiago. Tanto las oraciones, como el « Ca- thecismo Breve», tienen su traducción aparte en los dos dialectos con la designación de su nombre, repetido en cada oración ó parte. Desde luego se nota, que la construcción de la frase es distinta en ellas, que la permuta de letras es frecuente, que las terminaciones difieren notable- mente, que las partículas se intercalan en distinto órden, que los pro- nombres no son los mismos, y que en consecuencia, muchos vocablos, aunque análogos, se diferencian en su extructura morfológica, atributos que señalarían dos verdaderos dialectos. Es un filón de la lingúística americana que no ha sido explotado. Así en el «Arte» como en el «Vocabulario», y especialmente en el segundo, se encuentran las pruebas de otro dialecto del araucano, que por mucho tiempo se ha considerado como lengua distinta. La hablaban al tiempo de la conquista, y la hablan aún, los índios establecidos al Sud de Arauco, y al oriente de los Andes desde Cuyo hasta el Estrecho de Magallanes, en su contacto con los Puelches y Tehuelches, y desde la Cordillera hasta la embocadura del Rio de la Plata y costa adyacente del Atlántico, conocidos con las denominaciones de Huiliches, Pehuen- ches, Ranqueles ó Boroganos y Pampas ó Llanistas. El P. Valdivia los señala con el nombre genérico de Beliches, que segun la pronunciación araucana debe escribirse (Ghúyliche, que significa hombre del Sur, de (ghuyli), sur, y (che) gente, nombre que para los araucanos del Norte era de afrenta. Aunque las variaciones no sean muy considerables, son mayores aún que las que existían entre el dialecto de Santiago y el de la Imperial Ó araucano propiamente, llamando los pehuenches á la región que habitaban, al oriente de la cordillera, mamil-mapú, de mamull, ár- bol, madera ó leña, y mapu, campo ó tierra y por extensión patria. En el «Arte» se señalan entre el araucano y el Beliche 6 Huiliche estas anomalías: 1% La partícula (que) puesta entre el adjetivo y el sus- tantivo, designa la pluralidad. 2* En los pronombres posesivos hay va- riedad. 3% Algunas de las partículas que modifican las palabras, no son usadas por los Huiliches. 4* Con frecuencia caen las letras por aféresis, quedando en el huiliche tan solo la inicial del vocablo, como sucede en lac, usado por los mapuchos para modificar la acción del verbo, que en el mamull-mapuc queda reducida á la /. 5% En los numerales que se convierten en adverbios, hay algunas diferencias. También la hay en los acentos, que entre los huiliches son agudos, miéntras que en el araucano son graves, como sucede en mapú y mapu. En el «Vocabulario» es donde más se hacen notar estas anomalías y diferencias, y así, el autor dice en su nota puesta al final: «En este Vocabulario van puestos algunos vocablos dos veces Ó mas, y con diversas letras, porque tienen en diversas provincias varias pronunciaciones y los mas vocablos son Be- liches, porque estos Indios son los mas en número y los mas necesitados en sus almas que quié les predicara por ser intieles. » SISTEMA GRAMATICAL DEL ARAUCANO El «Arte» del P. Valdivia, es el molde típico en que se han vaciado todos los trabajos gramaticales que sobre el araucano se han escrito con posterioridad: todos los elementos, todas las reglas fundamentales y todos los mecanismos que constituyen la esencia y el artificio de la lengua, están estudiados en él con penetración y originalidad, sin que nada nuevo se haya agregado después en este sentido, aun cuando algo se haya adelantado en el método didáctico. El autor, emancipándose de toda preocupación, y reaccionando por instinto contra el sistema de reducir las lenguas americanas á la norma de la gramática latina, con la cual se les suponían arbitrariamente iden- tidades Ó analogías de forma ó de extructura, toma la lengua araucana como materia prima y la descompone y analiza en sus elementos fo- néticas y gramaticales, poniendo de manifiesto sa mecanismo con claridad y buen criterio. Arregla definitivamente su alfabeto, descubriendo en él una sexta vocal, una nueva consonante y varias consonantes modificadas; y guiándose por un seguro método analítico, expone todos los artificios que entran en la composición de los vocablos, tomando por punto de partida sus raíces ó núcleos, y explica cómo intervienen las partículas ó articulaciones, en sus modificaciones, descubriendo entre el singular y el plural la existencia del dual, propio del idioma griego. El «Arte» del P. Valdivia, considerado en su conjunto, puede de- cirse que es un tratado sobre el verbo araucano que, como en todas les lenguas americanas, traza el círculo dentro del cual gira el lenguaje, subordinando á él todas sus partes componentes. Esto es lo que cons- tituye la originalidad del trabajo y á eso deberá su duración como el primer monumento escrito sobre la materia. El abate Molina, que teorizó dos siglos después sobre este punto, observa de acuerdo con las reglas establecidas por el Padre Valdivia, «que todas las partes del discurso se convierten en verbo, de manera que se puede decir que el habla chileno consiste en el manejo del verbo, pues los relativos, los pronombres, las preposiciones, los adverbios y todas las demás partes de la oración, no ménos que los nombres, están sujetos á esta metamórfosis.» Del modo de acomodar los pronombres en la conjugación del verbo, óÓ sea de la acción que pasa de una persona á otra, Ó á varias entre sí Ó recíprocamente, deduce el P. Valdivia la teoría que él llama de las fransiíciones, que ha quedado en la nomenclatura de los araucanistas, aun cuando tuvo por regla condensar los vocablos en grandes grupos, con clasificaciones gene- rales, «por no inventar nombres», como él mismo lo declara. BIOGRAFÍA DE VALDIVIA El P. Valdivia es una de las figuras más simpáticas de la conquista de Chile y representa un notable papel: en su historia colonial. A su nombre está ligado el famoso plan conocido con el nombre de «guerra defensiva» que tenía por objeto reducir á los araucanos por medio de la paz, y poner coto á las crueldades y sevicias de los conquistadores, inspirándose en los ejemplos de Bartolomé de las Casas en Costa-l'irme y del P. Santo Tomás en el Perú. Formó parte de los primeros misioneros jesuitas que fundaron en Chile su primer establecimiento en 1593. Acompañó á los conquista- dores en sus campañas en calidad de misionero, dedicándose al estudio de la lengua de los naturales, aun cuando no falta quien le niegue el conocimiento de ella ó por lo ménos la prioridad de su estudio gra- matical. Según una noticia manuscrita de don Diego Barros Arana, con- firmada por el señor Medina, existe en España un memorial impreso, firmado por Antonio Parisi, quien dice en él, «haber servido en Chile diez años como alférez y capitán y doce en la guerra de Arauco como capellán y vicario del ejército, declarando que el P. Valdivia, no sabía la lengua chilena ni era autor del Arte, pues solo él había compuesto Artes y Vocabularios y Sermones en lengua de los indios, que otros apren- dían de memoria para predicarlos». Y agrega: «Otros, aunque han escrito algo en esta lengua, ha sido fiándose por lo que los otros les dictaban, máxime el P. Valdivia, el qual por la mucha edad é indispo- siciones y por los muchos cargos que tenía, le fué fuerza estar siempre en tierra de paz». Pero conviene advertir que este escrito, hecho en repre- sentación de los enemigos de la guerra defensiva proclamada por el P. Valdivia, es muy apasionado, y tenía por objeto principal, desautori- zarlo ante la corte. Se dice además que el P. Gabriel de Vega, que fué compañero de Valdivia en las misiones de Chile, fué el primero que escribió sobre la lengua araucana; pero sus trabajos manuscritos se han perdido, no pudiéndose estimar su importancia, ni hasta qué punto pudo Valdivia aprovecharse de ellos, si es que los conoció, lo gue es presumible, aun cuando no los menciona en su obra. Mientras tanto, Valdivia, en la dedicatoria de su obra al Gobernador de Chile Alonso García Ramón (que lleva fecha 26 de Agosto de 1600, en Lima), declara: « Anduue el año pasado y parte de este (1605-1606) siruiendo en esse Reyno y ayudando á los soldados é Indios naturales en los ministerios espirituales. Algunos ratos que me sobrauan, ocupé en hazer un arte ó gramática y un Bocabulario y un confessionario en la lengua dellos, por donde pudiesen los ministros del Euangelio aprenderla: considerando queya de presente no les podía yo ayudar en lo principal de sus almas que desseaua á lo menos en lo por venir..... pudiese este mi peqño trabajo ser para el dicho fin prouechoso á otros ministros del Euangelio. Y llegado á esta ciudad de los Reyes, y ordenandome la obediencia lo sacase á luz: me pareció imprimir juntamente con lo dicho, los dos cathecismos de essa lengua, aprobados por los dos Reuerendissimos obispos de esse Reyno que por andar escriptos de manos tienen muchas vezes trocadas las palabras y algunos yerros: cuyos origi- nales firmados de sus señorías vue ((uve) en esse Reyno y traxe conmigo á este y todo lo suso dicho presenté ante la Real Audiencia desta corte y dió licencia seimprimiese. Mis primicias q? son fruto de trabajo de doze años que gasté en esse Reyno.» Este testimonio irrecusable y el carácter grave y modesto de Valdi- via, que como su vida lo comprueba, trabajaba con pasión más por el bien que por la gloria, y menos por la de escritor, lo absuelven del cargo de plagiario, y hay que reconocer que fué el primer europeo que cultivó la lengua araucana y evangelizó por medio de ella. El P. Ovalle, que lo conoció en los últimos años de su vida, dice en su «Histórica Relación de Chile», hablando de sus primeros trabajos: «Era hombre de tan gran talento, que á los trece dias que comenzó á aprender la lengua de los indios comenzó á confesarlos en ella y á los veinte y ocho á predicar. No contento con esto, comenzó ha hacer la gramática y el vocabulario que de ello imprimió, con que dentro de poco tiempo pudieron instruirse los índios en su propia lengua y aprender el catecismo en ella, y era contento oir á los índios responder en su lengua á las preguntas de la doctrina christiana, con admiracion de los que veían una cosa tan nueva en aquella tierra». Nació en Granada por los años 1560 á 1561. Entró á la Compañía de Jesús á los veinte años de edad. Después de los trabajos suyos que quedan señalados, como misionero en Chile y profesor en el Perú, y publicadas en Lima sus obras sobre la lengua araucana, y otra sobre la lengua Allantiak, pasó á España con el encargo de abogar ante la corte en pró de la guerra defensiva de que se había constituído su campeón. Regresó á Chile el año de 1612, donde permaneció tratando de poner en práctica su sistema de guerra pacífica, lo que le valió ser el blanco de las persecuciones de los conquistadores, con cuyo motivo decia él: «como el perro muerde la piedra que le tiran y no la mano que la tira, así han sido los bocados de plumas y lenguas en mí, y no en la mano poderosa que me arrojó allá.» En 1622, retiróse á Castilla la Vieja, en Valladolid, donde escribió algunas obras de que hace mención el P. Nieremberg en «Varones ilustres de la Sociedad», muriendo allí á los 81 ú 82 años de edad, el 5 de Noviembre de 1642, aunque el P. Alegambe diga equivocadamente en 1642, pues el P. Ovalle, según cuenta, le visitó en su retiro de Valladolid en 1640. Lo mas completo que se ha escrito sobre el P. Valdivia son los interesantes capítulos que le consagra el P. Lozano en su «Hist. de la Prov. del Paraguay y de la Compañía de Jesús», á quien todos han copiado, aun cuando carezcan de algunos datos biográficos, y especial- mente de los que podían dar luz sobre sus trabajos como filólogo, que es lo que hemos tenido principalmente en vista en esta nota bibliográfica, al reunir en ella algunas noticias desconocidas ó nó bien ilustradas acerca de su personalidad y de sus obras sobre lingúística americana. De la segunda edición de la Gramática araucana del P. Valdivia, desconocida por los bibliógrafos, solo tenemos noticias de cuatro ejem- plares, incluso el nuestro, más ó ménos completos, y de la portada de uno de ellos se copia su título que es como sigue y se acompaña con la descripción correspondiente: Valdivia (Luys de) ARTE | 1 GRAMATICA | GENERAL DE LA LENGVA OVE | corre en todo el Reyno de Chile, con vn | Vocabulario, y Confessonario: Compuesto | por el Padre Luis de Valdivia, de la | Compañia de Jesus, en la Pro- | vincia del Perú | IUNTAMENTE CON LA DOC- TRINA | Christiana y Cathecismo del Concilio de Lima, | en Español y dos traducciones del en la lengua | de Chile, que examinaron y aprobaron los dos | Reverendissimos se- ñores Obispos de Chile | cada cual la de su obispado | DEDICADA | al Señor Don Diego de Lara Escobar, Comissario | General de la Cauallería del Reyno | de Chile gtc. | CON LICENCIA | En Sevilla, por Thomas Lopez de | Haro, Año 1684. 8% Ejemplar defectuoso al cual faltan las hojas prels. y las 12 primeras páginas así como las finales del Confessonario, según la descripción que sigue: Prel. 6 f. s. L (faltan) «Arte de la lengua de Chile», p. 1-75, signaturas A. E. En una nota final se dice: « Con esto se dá fin al Arte, Dios nuestro Señor le dé bueno al Autor del, y á los que del se aprovecharen. Amen». Al pié de la pag. una viñeta, Al dorso de la pag. 75 en que ter- mina el Arte con la llamada Vo, empieza el «Vocabulario de lu lengua de Chile, Compuesto por el Padre Luis de Valdivia de la Compañía de Jesus» que consta de una p. s. L y 30 f.s. f. sig. ' L y termina al reverso de la f. 30s. f. y al pié esta llamada: «f A.—Co- mienza luego nueva foliatura repitiendo la llamada del pié de la pag. frontera «f» A, con un alfabeto y la formación de las silabas, todo en 1O líneas, y sigue: «Doctrina Christiana», p. 1-16. En las pags. 15 y 16, dos composiciones métricas en idioma araucano bajo este título: «Coplas para cantar despues de la doctrina á N. S. Tesu Christo» y «A Nuestra Señora para despedirse en acabando la Doctrina». Sigue la foliatura con el «Confessionario Breve» p. 17-31 (faltan pp. 27-31) Larisimo. De esta 2" edición de la obra del P. Valdivia no hace mención ningún bibliógralo, no habiendo aparecido jamás en las ventas europeas. En Chile existen tres ejemplares, dos de ellos completos. Los P. P. Backer en su 2b/otheque, describen una parte de ella, sin conocer su fecha y equivocan su formato poniendo 12% por 8”; pero se vé que es la misma. Las 6 fs. £ prels. de la 2" edición que faltan á este ejemplar, contienen: 1% «De- dicatoria» á Lara y Escobar firmada: «su menor Capellan Joseph Maria Adano». 2 p. s. £. Dice en ella, que en Roma encontró por acaso el Arte de Valdivia (en su 1% ed. de Lima) y que lo reimprime para servir 4 mi querida provincia de Chile», y que lo dedica 4 aquel sujeto, porque ha servido mas de 26 años en los indios; 2% «Aprobacion» 1 fs. £ firmada en Lima en último de Agosto de 1606 por Alonso de Toledo, presbítero: El bachiller Don Diego Gatica: El Bachiller Miguel Cornejo. Dicen los firmantes que el R. P. Estevan Paez, provincial de la Compañia de Jesus les mandó que viesen este arte «como personas naturales del Reyno de Chile, y expertos en la lengua de los Indios dl». 3% «Licencia» del Provincial de la Compañia de Jesus. Lima 30 de Agosto de 1606 en Es oa ectora m2 ts EL ALLENTIAR El libro del P. Valdivia que se consideraba perdido y cuyo feliz hallazgo se debe al Sr. J. T. Medina, lleva el siguiente título, copiado de la edición original de Lima en 1607: — 7 — Valdivia (Luis de) Doctrina cristiana y Catecismo, con un Confesio- nario, Arte y Vocabulario de la lengua Allentiac, por el padre Luis de Valdivia de la Compañia de Jesús. Reimpreso todo á plana y renglón, con una reseña de la vida y obras del autor, por José Toribio Medina. —Sevilla, MDCCCXCIV. 8% men. Papel de marca mayor. Port. á dos tintas.—Divídese en dos partes: 1" La Introducción del editor. 2% Jl texto del autor. La 1” parte se subdivide en dos secciones: la noticia biográfica sobre Valdivia, y la bibliográfica sobre las obras del mismo. La 1* parte es como sigue: Talso titulo: Obras del P. Valdivia sobre la lengua Allentíac, y en la v. en db: Zirada d doscientos ejemplares. Port. con el lítulo arriba anotado y v. en b. —Dedicatoria: 41 Doctor Trancisco Moreno, fundador y director del Musco de La Plata y v. en b.— Advertencia p. VI-X.— Noticia biográfica: p. 1-42.— Sección dibliográfica: p. 43-78. La 2" parte comprende las obras de Valdivia sobre el Allentiac y se subdivide en tres tratados, con tres portadas diferentes en facsimilo, reproduciendo cada una el texto original Á plana y renglón, á saber: Port. facsimilar en la forma siguiente: DocrRINA | CHRISTIANA | Y CATECISMO EN LA | LENGUA ALLENTIAC, QUE CORRE EN LA CIU | DAD DE SAN IUAN DE LA FRONTERA, CON | UN CONFESSONARIO, ÁRTE Y BOCcABULARIO BREVES. | COMPVESTO POR EL PADRE | LuYs DE VALDIVIA DE LA COM- PAÑIA DE Ir- | SUS, DE LA PROVINCIA DEL PERU | (Escudo de la Compañía de Jesús con adornos tipográficos, y en el centro la inscripción 1115) Con licencia. | IN LiMA Por I'RANCISCO DEL CANTO | AÑO M. DC. VIT. A la vuelta: DECRETO DEL REAL ACUERDO de la Audiencia de los Reyes. Aviendose visto las Doctrinas Christianas, Catecismos, Confesionarios, Artes, y Vocabularios del Padre Luys de Valdiuia de la Compañia de lesus en las dos lenguas Milcavac y Allentíac de las Ciudades de Mendoga y San luan de la Frontera, y las aprobaciones de todo, se le dá licencia al dicho Padre Luys de Valdiuia, para que lo pueda imprimir por diez años, guardando la ley nueua que da la forma en la impresion de los libros. En los Reyes, á diez y nueue de Febrero de seyscientos y sicte años.—Sigue: DOCTRINA CHRISTIANA EN LENGUA ALLENTIAC, conte- nida entre las fojas 2-20.— 2% port. facsimilar: ARTE Y | GRAMÁTICA | BREUE DE LA LENGUA ALLEN | TIAC, QUE CORRE EN LA CIUDAD DE S. IUAN DE LA FRON | TERA PROUINCIA DE CUYO, JURISDICCION DE CHILE. | COMPUESTO POR EL PADRE LuYs DE VAL | DIUIA DE LA COMPAÑIA DE lesUSs DE | La PROUINCIA DEL PERU. | CON La DocTRINA Y CATECIS | MO Y CONFESIONARIO EN ESTA LENGUA Y UN BREUE VocA | BULARIO PARA COMENZAR A CATEQUIZAR Y CONFESAR | QUE COMPUSO DICHO PADRE Y APROBÓ EL SE | ÑOR REVERÉDISIMO DE SACT. DE CHILE | (el mismo escudo de la primera portada) CON LICENCIA | En LiMA POR FRANCISCO DEL CANTO | AÑO MDCVIT. A Ja vuelta el mismo decreto del Real Acuerdo antes trascrito, y en seguida: LICENCIA DEL PabreE PROVINCIAL. Yo LEsteuan Paez de la Compañía de lesus en esta Prouiíncia del eru. Por particular commission que para ello tengo del muy R. P. Claudio Aquaviua, nuestro Preposito General, doy licencia para que se impriman las Doctrinas Christianas, Cathecismos, Artes, y Vocabularios que cl P. Luys de Valdíva de nuestra compañía ha compuesto en las dos lenguas Milcayac y Allentiac de la Prouiíncia de Cuyo, atento á que han sído vistas y apronadas por hombres expertos en las dichas lenguas. En testi monto de lo cual di esta firmada de mi nombre y sellada con el sello de mi officio. En Lina á veynte y uno de 1607. Años. Esteuan Paez. —Sigue: ARTE DE La LENGVA ALLENTIAC, bajo nueva foliatura, contenida entre las f. f. 1-14 con 1 f. 5. f. para la tabla, y v. en b. El tercer tratado lleva la siguiente portada facsimilar: VOCABULARIO | BrEvE EN LEN | GUA ALLENTIAC, DE | LOS VOCABLOS MAS COMUNES Y NECESSA | RIOS PARA CATEQUIZAR Y CÓFESSAR EN | ESTA LENGUA. COMPUESTO POR EL Pa | DRE Luys DE VALDIVIA DE LA CO | PAÑIA DE IEsUSs EN La PRO | UINCIA DEL PERU. | (Escudo de e la Compañía como los anteriores). CON LICENCIA | En Lima POR FRANCISCO DEL. CANTO. | Año M.DC.VIL. A la vuelta el decreto y la licencia del tratado anterior. Sigue: «Vocabulario Breve en lengua Allentiac», en 9 f. s. f. bajo las signaturas D, y E, con v. en b. la última. NOTICIA BIBLIOGRÁFICA Este libro, cuyo título y fecha ha sido diversamente anotado y ja- más correctamente, se ha considerado por mucho tiempo como un mito, habiéndose perdido casi la esperanza de comprobar su existencia, hasta que el mismo señor Medina dió en 1878 noticia circunstancia- da de él en su «hist. de la Literat. colonial de Chile» (t. IL, pág. 381 y t. II, pág. 142), según un ejemplar que existía entónces en la Biblioteca Nacional de Lima, el cual ha desaparecido. En 1892, el Conde de la Viñaza en la «Bibliog. Esp. de las lenguas indígenas de América» señaló la existencia de otro ejemplar que poseía la Bibliot. Nacional de Madrid, y éste es el que ha servido de modelo para esta reimpresión. «llabía pensado, —dice el editor en su Advertencia, —efectuar la reimpresión por medio de la fotolitografía, á cuyo efecto hicimos sa- car una cópia fotográfica de todo el libre; pero habiendo resultado imper- fectos los ensayos verificados con ese procedimiento á causa de las pé- simas condiciones del original, que en ocasiones no permite distinguir una letra de otra, ni la separación de vocablos en el allentiac, hemos tenido que contentarnos con una reproducción á plana y renglón, con- servando en absoluto la ortografía de la edición príncipe, y sin más alteraciones que una que otra corrección de las erratas en castellano». El señor Medina ha prestado un señalado servicio á la lingúística americana al sacar del olvido este precioso libro, dándole mayor valor los estudios biográficos y bibliográficos con que lo ilustra, en vista de nuevos documentos. La primera noticia de este libro del P. Valdivia, se dió en la «Bi- bliotheca Scriptorvm Societatis lesv» de Rivadeneyra, continuada por el P. Alegambe en 1643, donde se dice: «Mox Q eorum idioma, quos Huarpas vocant, comprehendit; «€ subinde tertium Puelciensium; (puelches* quee Allentiacensis, S Milcaiacensis, appellatione distinguun- tur», anotando en la lista de sus obras este titulo: «Gramálica, Lexica, Catechismos, S Methodos confitendi, lingúis Allentiacensi, « Milcaiacensi, quarum vsus in aliquot Prouinciis Regni Chilensis est. Ibidem (Lima) MDCVII, in 8%.» En la «Bibliotheca» Pinelo - Barcia se lec este título: «P. Luis pe VaLbivia. Catecismo en lengua Alenti- na. 1612-12.» —Los P. P. Backer, en su «Bib. des ecrivains de la Compagnie de Jesus» repiten este título y trascriben otro á continua- ción, según la versión de la Bib. RivadeneyraAlegambe, adicionada por Sotvell en 1676, que es así: «Arte, Gramálica, etc., en lengua chilena y en las dos lenguas Alentía y Milcocoyac, que ¡son las mas generales de la provincia de Cuio en el reino de Chile, y que hablan los indios Guarpes y otros. Lima 1607 6 1608-in 8%.»—La primera de estas noticias, es evidentemente falsa, y el segundo título, además de arbitrario, demuestra que no se tuvo á la vista ningún ejemplar del libro, pues se duda aún de la fecha de su impresión. Nicolás Anto- nio, en su «Bib. Nova» trae la siguiente noticia: «Gramática, Vo- cabulario. Cathecismo y Confessionario en las lenguas Allentiac y Mil- cayac, quarundom chilensis regni gentium propiis. Ibidem (Lima) 1608 in 8%.» Por último,—y para no repetir títulos que se repiten co- piándose, — Ternaux-Compans en su «Bib. Americaine», reproduce textualmente el de Sotvell y pone sucesivamente las fechas 1607 y 1608, lo que demuestra que tampoco tuvo ningún ejemplar á la vista. Hoy que se conoce la edición original, queda fuera de cuestión que no ha existido sinó la primitiva de Lima de 1607, que se consideraba perdida. LOS HUARPES Y SU LENGUA El autor, al final de su «Arte», que forma el segundo tratado del libro, pone la siguiente anotación: «AD MAIOREM DEL GLORIAM.— No pensaua imprimir estos dos Artes de lengua Millcayac y Allentiak por auer mas de ocho años que los hize, y otros tantos que vso estas dos lenguas, esperando tener mas vso y exercicio dellas, pero consi- derando la gran necesidad de estos indios parecio mas gloria de nuestro Señor imprimillos junto con los Catecismos, para que haya algun prin- cipio aunque imperfecto, y el tiempo lo perfeccionará». Segun esto, los dos Artes fueron confeccionados al finalizar el siglo XVI, y el relativo á la lengua Milcayac, estaba pronto para darse á la estampa en 1607; pero como en ese mismo año emprendió Valdivia su primer viaje de regreso á España, el manuscrito debió quedar en Lima y se ha perdido. Las lenguas á que se hace referencia, eran habladas por los in- dígenas, que al tiempo del descubrimiento, habitaban el territorio de Cuyo; los Milcayacs en Mendoza, y los Allentiaks en San Juan, en las llanuras bañadas por las lagunas de Guanacache, con la denominación de Huarpes ó Guarpes, Ó Allentiac, según otros, raza extinguida, pero de cuya sociabilidad embrionaria se conservan vestigios, atribuyéndose- les por algunos, sin fundamento histórico, las ruínas y los paraderos de — 60 — la edad de piedra y del barro cocido que se encuentran en los inmedia- tos valles andinos, que parecen corresponder á una raza anterior, rela- tivamente mas adelantada. El P. Ovalle, hablando de estos indígenas en su «Hist. Rel.», dice: «Los Indios de las Provincias de Cuyo, aunque por la variedad y fre- cuente comunicacion con los de Chile, se diferencian en la lengua que hablan, de manera que no se que tengan ni una palabra comun á unos, y otros, cada país habla la suya, pero como la de Chile es tan universal, que no hay mas que una en todo lo contenido entre la cor- dillera y el mar, la hablan tambien muchos de los de Cuyo, y se vé bien la ventaja que haze esta á aquella, por que no me acuerdo ha- ber visto jamas un indio de Chile que hable la lengua de Cuyo». Kl mismo autor agrega en su precitada obra: «Otra cosa hizo el Padre Luis de Valdivia, y fué que con ocasion de catequizar y hacer christianos á unos indios que se llamaban Guarpes (que habitan en la tierra de Cuyo que está de la otra banda (oriental) de la Cordillera) aprendió su lengua (que es totalmente distinta de la de Chile) y hizo gramá- tica y vocabulario de ella, y la imprimió con el de Chile, con que dexó allanado el camino á los nuestros para poder emplearla en su en- señanza, y conversion de los Indios». El P. Lozano, en su «Hist. de la Comp. de Jesús de la Prov. del Paraguay» trae noticias mas circunstanciadas sobre este interesante punto. «Echó de ver,—dice,—que algunos indios Huarpes, que vi- ven en la Banda Oriental de la Cordillera en la dilatada provincia de Cuyo, aunque trataban con los Españoles, carecian de los conocimientos del verdadero Dios, por falta de instruccion, á causa de no hallarse mi- nistros sagrados, peritos en su lengua. Vinieron casualmente á Chile algunos de aquella Nacion deseosos de recibir el santo bautismo, por lo que les persuadió un mercader á quien ivan siguiendo. Encargose el P. Valdivia de su catecismo, y valien dose de tan buena ocasion, se fué informando de su lengua, haciéndose discípulo de unos rudos hom- bres, el que con tantas ventajas podia ser maestro en las mas célebres universidades. Dabales noticia de los misterios de la Fé, y recibiala de las voces, y preceptos de aquella dificilisima lengua, sugetándose á de- corar sus revesados vocablos, y á ser corregido por los bárbaros, y quando erraba, ó en la pronunciación ó en el acento, y era las mas veces con las risas de los Indios. Sufrialos Valdivia con alegria, ayudandoles con gracia á celebrar sus mismos yerros, con admiracion de las personas mas calificadas, que no acababan de ponderar aquella humildad, en premio de la qual consiguió en corto tiempo noticia cabal de la Lengua Allen- tiaca, que es esta de los Huarpes». == (60. = ESTUDIO FILOLÓGICO - COMPARATIVO Respecto de la lengua Milcayac, dice el mismo Lozano: «Despues se aplicó (Valdivia) con el mismo trabajo á aprender la Milcaya, que es propia de los Puelches, otra Nacion de indios de la Cordillera, y son ambos idiomas totalmente distintos del comun que se usa en todo el Reyno (de Chile)». El P. Valdivia á su vez, refiriéndose en su Arte á dicha lengua, dice en el Cap. VII que trata « De la construccion del nombre, participio y verbo», lo siguiente: « Concuerdan el nombre y verbo en número y persona como en la lengua Milcayac, cuyas reglas sirven á esta». Y en el Cap. VIII, que trata «De los comparativos, re- lativos y numerales», agrega: Concuerda en muchas cosas esta lengua en los números con la Milcayac. Véase el Capítulo quinze del Arte Milcayac». Así, según Lozano, la lengua Milcayac sería la misma que hablaban los Puelches, que en araucano significa gente del occidente, (puel, Este, y che, gente), que pertenecían á las tríbus que se extendían al Sud de Mendoza en el territorio patagónico y costas del Atlántico, hasta el Estrecho de Magallanes, bajo la denominación particular de Tehuelches (gente del Sud), y la genérica de Patagones. Segun el P. Valdivia, el Allentiak tenía mucha analogía con cl Milcayac, que d estos á lo que dice Lozano es el mismo puelche, de lo que podría inferirse que eran dos lenguas hermanas, ó aquel un dialecto de la misma familia. De aquí surgen dos cuestiones, que si bien son de órden restrospec- tivo, interesan á la etnología y á la lingúística americana: 1% Los Huarpes ó Allentiaks, eran una raza autóctona del territorio de San Juan, ó sería una raza emigrada del Este, ó una rama de la fami- lia puelche del Sud, ó bien una colonia quechua ó aymará del Norte? 2* Tendría la lengua Allentiak, alguna afinidad, además de la se- ñalada con el puelche, con los idiomas araucanos, quechua yaymará ? Comparando el Allentiak ó Huarpe con los vocabularios del araucano y del puelche y tehuelche, apénas si se encuentra la palabra dataca ([cien- to) que es común al quechua y al aymará, mientras que en sus termina- ciones en en (que combinadas y modificadas por otras consonantes, hacen el oficio de partículas, que se anteponen, intercalan Ó posponen) se nota cierta identidad fonética aunque los vocablos tengan distinto sig- nificado. Empero, el nombre de A/lentiak que trae Valdivia, es tehuelche, pues en esta lengua, Alen ó Allen, Aln ó Alkn, significan hombre ó genle, mientras que el Allentiak es Ñuchum. En el vocabulario Allentiak, se Tomo VI. 6 ONE encuentra esta palabra: A/huayac, que significa de fuera, siendo yac (de) de hablativo. ¿No significaría A/lentiak gente de afuera, y que esta denominación les diesen á los allentianos los puelches y tehuelches? Es de notarse que el elemento radical tíak, se encuentra en el quechua, en el sentido de morador ó natural. Comparada con el quechua y el aymará, se nota mayor disparidad por una parte y la misma filiación por lo que respecta á la denominación de huarpes, lo que es mas singular, pues señalaría la existencia de un idioma aislado, en el punto preciso hasta donde alcanzó la conquista incásica por la falda oriental de la cordillera andina, en su encuentro con el araucano, y en su contacto con el puelche de la Patagonia; y más aún, que ella no haya dejado ningún rastro en la nomenclatura geográ- fica del país que habitaban al tiempo del descubrimiento por los Espa- ñoles, lo que haría creer que era una raza emigrada. En efecto, se observa que desde la frontera Norte-Argentina con Bolivia hasta San Juan, casi todos los nombres geográficos son esclusivamente quechuas y aymaraes. Hasta la misma denominación de FHuarpes, es aymará, como lo demuestran los vocablos Huarpatha, Huarpunocatha, Huarpuntatha, que trae Bertonio en su « Vocabulario ». Il mismo nombre de Guana- cache, el sitio donde habitaban los Huarpes, viene del 'aymará: Huana- co-haque (guanaco cimarrón ). Puyuta, otro lugar inmediato, es también Aymará, así como Achango, Gualilan, Tucamara, Kauseti, Cacha, FHua- chi y otros que pueden verse en el mapa. Todo esto induciría á pensar, que los Huarpes eran una raza es- pecial, aunque no autóctona, á la que los del norte daban esta denomi- nación y los del Sud y del Occidente la de A/len-tiak, que tenían una lengua propia, distinta del araucano, del aymará y del quechua, con algunas afinidades con el puelche, y tal vez el tehuelche. La raza que la hablaba, y que parecería ser posterior á la edad de la piedra pulida y del barro cocido, como queda apuntado, se ha extinguido sin dejar mas recuerdos de ella, que los instintos atávicos de sus degenerados descendientes como rastreadores; y por única herencia, la balsa de totora en que navegaban como pescadores las lagunas de Guanacache, con los canastillos fabricados de la paja que crece á sus márgenes, aún usados en San Juan, de que hace mención Sarmiento en sus «Recuerdos de Provincia». De su lengua muerta, no queda mas que el libro del P. Valdivia, único documento que pueda servir para resucitarla filológicamente y aclarar las dos cuestiones apuntadas. El señor Samuel Lafone Quevedo, que con tanta sagacidad ha hecho la clasificación metódica de las lenguas americanas y especialmente de las argentinas, en su «lístudio Crítico (V) de la raza americana» de Brintón, ha procurado esparcir alguna luz sobre este misterio filológico, en dos artículos publicados con motivo de la aparición del libro del — 63 — Sr. Medina. Su autor, que piensa haber encontrado una lengua per- dida, que denomina Cacan, y que correspondería á la sociabilidad pre- histórica de Catamarca, anterior á la conquista quechua, divide las mencionadas lenguas en varios tipos, con arreglo á una teoría gramatical que determina su filiación. Respecto del nombre A/lentíak, observa, que no siendo, ni Huarpe ni Araucano, sus sonidos radicales se ajustarían á una derivación del quechua, en Tíac y Tuyac ó sea morador ó natural, y en chaquense, tipo mataco, guaicurú, Ó Lék, siendo curioso que los habitantes de la región Calchaquí ó Cacana, se llamen Diaguitas, tema españolizado que encierra la forma de Tak y Tíaqua, el que mora. Los que el señor Lafone Quevedo denomina cánones, en su teoría, y que aplica al Allentiak, son tres: 12 Averiguar para la clasificación, si las partículas de relación per- sonal, Ó sea los afijos pronominales, se prefijan ó se postergan á los temas radicales, diferencia primordial que separa al quechua del guaraní. Como el Allentiak en su posesivación se aparta de la morfología quechua y aymará, aun cuando en la flexión personal de los verbos se advierta una aberración hácia el grupo subfijado, lo atribuye á reminiscencias abolengas 2% Para determinar á qué grupo ó familia pertenece una lengua, ver cual voz equivale á la palabra Agua, como también los pronombres y partículas de relación. A este respecto encuentra en el Allentiak: 1— Cu—-yo Cucha — Nosotros 2 -—Ca —tu Cachá — Vosotros 3 —Ep— él Epchá — Ellos De aquí deduce que no es fueguino, ni patagónico, ni araucano, ni quechua, ni aymará, ni atacameño, ni tampoco cacan. 3 Se funda en el plural doble de primera persona: uno que excluye y otro que incluye al que oye, giro gramatical que poseen en común el quechua, aymará, guaraní, araucano (modificado el dual y el plural), y también los de la Polinesia. El Allentiak carece de este recurso, y de aquí deduce que tiene analogía con las lenguas del Chaco Argentino. Su hipótesis, en consecuencia, es la siguiente: «Si conociéramos el vocabulario de los indios Trogloditas de Córdoba, llamados Come- chingones, es probable que hallaríamos la clave del misterio, puesto que esta región se extiende desde Salinas Grandes hasta la cordillera AOS de San Juan y Mendoza, incluyendo las Sierras de Córdoba y San Luis, pobladas de indios que habitaban en cuevas por casas, y es racional suponer, que cuando la gran invasión de los Guaicurús (Tobas - Mocovíes) al Chaco, resultó el arrinconamiento de los Tobas, Vilelas y otras naciones de habla subfijadora, y parte de ella penetrase á Córdoba y tierra de Cuyo, y allí, mezclándose con los indígenas trogloditas, formasen esas naciones Guarpes, que hablaban la lengua Allentiak. » Como se vé, la aplicación de la teoría es más bien negativa que positiva. En cuanto á la hipótesis de la emigración y mezcla de las razas, se prescinde de un factor principal, cual es la lengua Puelche, con la que el Allentiak estaba en contacto, y con la que, según el mismo Valdivia y el P. Lozano, tenía sus analogías, circunstancia que la separaba de los antíguos índios Comechingones de Córdoba. A este respecto, dice con precisión geográfica el P. Falkner en su «Descripción de la Patagonia»: «Iintre este país (el Río Quinto) y las llanuras de San Juan y Mendoza, (habitación de la segunda división de los Puelches septentrionales ó Tehuelches), están las montañas de Córdoba y Yacanto. » Y agrega: «Los Tehuelches confinan por el occidente con los Picunches, y vienen al lste del primer desaguadero, hasta las lagunas de Guanacache (habitación de los Allentiacos) en las juris- dicciones de San Juan y San Luis de la Punta; hay algunos en la jurisdicción de Córdoba, á las orillas de Jos ríos Cuarto, Tercero y Segundo; fué destruída en sus guerras con los otros Puelches y Mocovíies (Mocobís del Chaco) ó se refugió entre los españoles. » Lo que en definitiva resulta de esta argumentación, es, que el Allentiak sería un idioma aislado, sin analogía con las lenguas cir- cunvecinas en su vocabulario, y con diferencias en su sistema gramatical, coincidiendo en esto con nuestra opinión. FONÉTICA DEL ALLENTIAK Analizado el Allentiak en su extructura morfológica, se vé, que es una aglutinativa, aislante, pronominal y subfijante, inmovilizada en su verbo dentro de sus propios elementos, habiendo terminado su período evolutivo; de construcción bi-silábica y de artifícios primitivos muy simples, que recorre una escala cromática muy limitada. En cuanto puede juzgarse de la fonética de una lengua muerta por un documento escrito, que nada trae acerca de su pronunciación, ella era glótico-lingual, E agudamente acentuada y monótona en sus sonidos. De la totalidad de su vocabulario escrito, la mitad de sus vocablos tienen sus termina- ciones en (en), nen), mem), con articulaciones de consonantes que se siguen sin intervención de vocales, las que debían sonar sordamente. Algunos de sus sonidos (que representaban raíces ó eran desinencias) debían ser tan extraños y complicados, que sólo han podido ser repre- sentados en la escritura por dobles consonantes, como: (chk), cñ) cch) ¿cle) de) lp) lm) Imú) kl) ms) px) px) po lx) kl) rak) xp) xk) ss) 1kl) y ñ final. Su alfabeto, deducido del vocabulario escrito, segun la antigua ortografía española, emplea veinticinco caractéres, pero sólo consta de veintitrés letras, que representan sonidos elementales, omitiendo la (q y la c) de que el autor usa promíscuamente. y comprendiendo el sonido compuesto de la (x) después de vocal, así como el de la (y) consonante, y la (7) por excepción, aun cuando su pronunciación sea dudosa. El libro del P. Valdivia, sólo trae el vocabulario español - allentiak, que deja que desear por lo que respecta al método. Para estudiarlo ha sido necesario formar un vocabulario analítico-concordado, agregándole las palabras y las partículas que se encuentran en la gramática y en la doctrina, el cual forma un complemento de este ensayo. En la clasifica- ción de su alfabeto, he observado la regla de no poner ninguna letra que no esprese un sonido simple ó doble que lo pinte, según el precepto de Nebrija, repetido por Voltaire: «No debe haber letra que no tenga su distinto sonido, ni sonido que no tenga su distinta letra.» Según este precepto, se han clasificado las vocales y las consonantes, observando respecto de éstas, adoptar la (k) para la (c) en ca-co-cu; para la q en quí-que, y en la c y en la Q acompañada de vocal inmediatamente después de consonante. Esto es sin contar los sonidos compuestos, ya apuntados, que son oscuros, que tal vez pudieran también ser elementales, y que en muchos son raíces representadas por grupos de consonantes, como queda apuntado. Las vocales son seis: a, e, 7, 0, u y otra u que el autor señala siempre con bastardilla y acento grave, sin explicar su pronunciación, como lo hace en su «Arte del Araucano», donde dice, que es un sonido medio entre la e y la u, que hiere las consonantes ántes y después de ellas. Las consonantes son diecisiete, á saber: cuz 6 (como en ga. gue, gut, g0, gu). J, representada por x), k (en su sonido normal de ca, que, quí, co, cu, y en final de dicción después de vocal). 1, LL, M, N, Ñ, P, RR, R, S, T, X, Y (consonante), z. láltanle la B y la r como en el araucano, y la p como en el quechua. Se advierte que la 1, seguida ó precedida de vocal, podría en algunos casos tener el sonido de la 6 sorda, como la w inglesa, y en otros como aspirada. La y, representada — 66 — en el texto por la x, según la antigua ortografía española, que falta en el araucano, y que es propia de una lengua gutural, parecería una contracción del sonido compuesto de la x después de vocal, y una modificación del de la G (en ge, g2) como la usan los araucanos. La LL aparece por excepción ántes y después de vocal, y antepuesta á la z, siendo el sonido análogo de y consonante el que prevalece en las sílabas ya, ye, yi, yo, yu. La s, que figura rarísima vez en su sonido normal después de vocal, está figurada sólo una vez duplicada (ss) en la palabra Flussu (avestrúz), lo que indicaría un sonido silbante y quizás onomatopéyico, estando generalmente reemplazada en sus combinaciones por la z. La z, que falta en el araucano, y que los pehuenches y los pampas que lo hablan al oriente de la cordillera, sustituyen á la D, sobre todo cuando hablan melindroso, como lo apunta Cox en su compendio de gramática de Febres, indicaría un ceceo (que no es el linguo-dental del castellano), ó una aspiración en ciertos casos, como en la combina- ción de las letras zm ó ts. Respecto de su prosodia, dice el P. Valdivia en el capítulo final de su Arte: « Los nombres comunmente son bisílabos, y el acento lo tienen en la última, y lo mismo de los adjetivos y de los adverbios y demás partes de la oración invariables. Los verbos comunmente tienen su acento en la última en todos los tiempos, excepto en todos los tiempos de indicativo todo, y en los tiempos acabados en tichan Ó en nista, que tienen el acento en la penúltima.» «Debe tenerse presente esto al consultar el vocabulario analítico. SISTEMA GRAMATICAL He aquí lo más esencial que trae el «Arte» sobre el sistema gramatical del Allentiak. Sus terminaciones no varían en los casos el nombre, pronombre y participio, siendo siempre la misma, y sólo se distinguen por las partí- culas que se añaden, que son las más de ellas preposiciones. El nombre adjetivo no tiene más de una terminación, ni la requiere, porque los sustantivos no tienen diversidad de género, y para significar diversos sexos, se añade la palabra (yag), que significa sexo masculino, ó la palabra (aje) que significa sexo femenino, así para hombres como para animales. El adjetivo siempre se antepone al sustantivo, y así las partículas que varían se ponen á los sustantivos, La partícula del genitivo es (ych ó ech) (ys Ó es). Cuando el nombre acaba en vocal, se usa (ch) arrimada á la vocal, como Píach. «del Padre». La partícula (ye) sirve á dativo y á acusativo, sin movimiento, y la partícula ta sirve á acusativo para movimiento á lugar, y á ablativo para movimiento de lugar, y también para quietud en lugar. Las dos partículas, (yen ó men) sirven indiferentemente para el romance (con) ora signifique compañía, ora instrumento, y en el plural, se ponen todas después de la partícula de pluralidad (gutam). Los pronombres primitivos son: (Ku=y0) Ka=tu) Ep=él) Heyag= éste) HTuengyag= aquél). Declínanse del mismo modo que el nombre, excepto que en el genitivo de singular (Ku) hace (Kuch), y (Ka) hace (Kach), y (Ep) hace (Epech). En plural no reciben la partícula (guiam) sino (cha). Los pronombres posesivos son los mismos genitivos de estos pro- nombres. Casi todos los verbos activos y pasivos en la primera persona del presente de indicativo, acaban con la partícula (nen) de la cual se forman todas las personas y tiempos del verbo. A esta partícula (nen) precede la letra (a) expresa Ó subentendida, para formar con ella las personas y los tiempos, y en esta (a) subentendida, consiste, según el autor, el saber conjugarlos. Las terminaciones de los verbos en presente de indicativo son nueve: (anen), knen) inen) men) pnen) snen) unem) y xnen). En todas estas terminaciones que no tienen (4) antes del (nen), debe hacerse cuenta que la tienen, y variarlas al modo que el verbo (Kktllet kanen) que significa querer, amar ó desear, y también codiciar, que se presenta como tipo. Los dos futuros mixtos del modo subjuntivo, puestos en indicativo y dichos como espresión de deseo, son de optativo, porque cuando se dice afirmativamente, es indicativo. Del afecto con que se dice, depende el ser de indicativo ó de optativo. Además de esos dos tiempos, hay en optativo un tiempo invariable que se aplica á todas las personas, poniéndolas ántes. En el infinitivo, killetek yam es (querer), y según el autor (querer) es nombre también. Así se dice: quilletek altichan (querer); quilletek valtalticham (haber querido); killetek epmaltichan (haber de querer); killetek epltaltichan (haber de haber querido). (V. lo que acerca del infinitivo en esta lengua se dice en el exámen lexicológico é ideológico que sigue:) Las partículas que forman los tiempos y modos en las terminaciones de las personas de todos los tiempos, son: (Anen) anpen) ana) en sing.; y en plural: (Aknen) amnekpen) amna). Para la primera persona del pretérito imperfecto, la partícula anen) del presente se convierte en — 68 — (yallanen); y para futuro perfecto en (epmanen ). Para el futuro mixto, en (epltanen), y para el segundo en (ep petiallanen). Cuando en el presente de indicativo, antes de la (a), expresa Ó subentendida, que antecede inmediatamente al (nen) hay x ós en la primera persona, se vuelve en (ch). En la segunda persona, como .(pacax nen) yo saco; (pacachanpen) tú sacabas. Y cuando hubiere antes (¿k), se vuelve en pretérito imperfecto en (tek) killelkanen) killetek yallanen). Tn el imperativo: conviértese la partícula (anen) del presente en (peche), para la primera persona; para la segunda en (jek) ó en (ña) ó bien en (ke). Para la primera de plural en (peke); para la segunda en (ke) y para la tercera en (mstn) ó (mxten). En el optativo conviértese la partícula (anen) en (putra). En el subjuntivo conviértese para presente en (ya) ó en (lapla). Hacen infinitivos: (Yam), altichan) yaltaltichan) epmaltichan) epltaltichan). Gerundio de acusativo: (tayag) pelek) cta) nempelek) y de ablativo: en sing. (mantista) yaltista) yaltaltista) epmantista) epltaltista). Plur. 1% persona: Manktista) yalktista) yaltalktista) epmanktista) epltktista), etc. Se apuntan algunas reglas para indicar cl modo especial de formar tiempos. 1% regla: Cuando la sílaba que antecede al (nen) de presente es (ka) como en el verbo (Ailletkanen), el (ka) se vuelve en (ek) ó en (ak) en el pretérito imperfecto de indicativo, y en el subjuntivo todo, así como en el infinitivo, gerundios y participios. En losdemás tiempos se pierde el (ha). 2% Cuando la sílaba 'que antecede es (hua) ó (ya) Ó (huya), se pierden estas partículas en el pretérito imperfecto, y en los demás tiempos de la primera regla, quedando en los otros. 3* Cuando precede (cha) queda (ch) y se pierde la (a) como (chanen=chialta-nen). — 4* Cuando precede chama queda (cham) y lo demás se pierde (chamanen=chamyaltamen).— 5* Cuando precede (ma) se convierte en (tam) come (jetmanent=jetamyaltanen). 6% Cuando precede (tama), queda entero en el pretérito. —8? (sic) Cuando pierde (tauma) queda (tau), y el (ma) se convierte en (nem): Así: Ltaumanen=Letaunemyal- tanen). — 9% Cuando precede (pa) Óó (pia) queda en el pretérito (pia); y cuando precede (tak) queda también en la misma forma. — 10% Cuando precede (ña) queda la (2) como (mañanen=mañ yaltanen). — 11% Cuando precede (ye) se vuelve en yu.— 12* Cuando precede (pey) queda (pe).—13* Cuando precede (pj) ó (tj) queda (pe) que se sincopa y se ha de hacer cuenta que dice (tcha) ó (pcha), como (pxnen) que es como si se dijese (pchanen) ó (tchanen) guardando la regla tercera. En los demás se guardan las reglas generales apuntadas. El verbo interrogativo se hace en sólo el indicativo: :illet- halle? (yo quiero?) id. kan?) ante?) halle?) kamne?) kamter) En todas las demás del indicativo, se convierte la partícula (nen) de la primera persona en (le), en la segunda en (en), y en la tercera en (nte); en la primera de plural en (/te); en la segunda en (mal) y en la tercera en (milk). El verbo negativo se hace interponiendo al indicativo, optativo, subjuntivo é infinitivo, la partícula (naha) ó (nah) que significa (10) y (nada) como: (Naha quilleltlanen=no0 quiero); pero en el imperativo hay terminaciones particulares sin el (naha) en algunas personas. Las transiciones se hacen con las partículas (ka, xka, xkanmni, ke, xhee)ó keunmite, xkenmile, pu, pux) ó (xpu). Pueden interponerse dentro del verbo cada una de estas cuatro partículas, que significan la persona á quien va la acción del verbo, como: (quillelekkanen. yo te quiero) kitletek xkakanen, yo os quiero á vosotros). lay tres par- tículas para significar la primera persona á quien va la acción en la transición, que son: (kuya) Ó (ke) á mi (kex) ó (xke) ó (kuchanen) á nosotros. De 1% y 2% 43%, hácense anteponiendo ó interponiendo al verbo la partícula (pu) cuando es la acción á tercera de singular; y cuando es á tercera de plural, las partículas; (pu) Ó (xpu). Sirve también para singular (pu) y para plural (xpu). De 17 á 3%, de 2? ó de 3%2á4 3%, que es transición recíproca, sirve la partícula (ychakal) interpuesta. Las transiciones negativas, anteponiendo la partícula (naha), se forman según la regla general excepto en el imperativo. En la construcción del nombre, participio y verbo, concuerdan con el nombre y verbo en número y persona. Cuando el nombre adjetivo rige en algún caso, no se le pone la partícula. Siempre se anteponen los adjetivos á los sustantivos, y los genitivos á los nombres por que se rigen. Los participios rigen el caso de los verbos de que se derivan. Los verbos activos piden acusativos sin preposición, y á veces á más del acusativo, otro caso, y entónces al uno de ellos se le pone partícula de acusativo ó dativo ó ablativo. según el caso. Preceden al verbo los casos que rige. Los verbos de movimiento piden partículas en el caso del nombre que significa el lugar á donde ó de donde, ó por donde cs el movimiento, cuyas partículas son, por lo general, preposiciones. Los relativos se hacen de tres maneras: la primera, por los parti- cipios; la segunda, por el pronombre (echag) que quiere decir éste: la tercera con los adverbios locales. Los comparativos se hacen con las partículas (lap) Ó (lop) Ó (aye) que significan más y con (aykuno) que significa menos. En los advervios hay todos los géneros de las demás lenguas: negativos. comparativos, afirmativos, demostrativos, Ccongregativos, temporales, dubitativos, vocativos, interrogativos, locales, cualitativos, cuantitativos, intensivos y similitudinarios. Prohibitivos no los tiene, y usa para ello del imperativo negativo con transición. Las preposiciones, conjunciones é interjecciones, son várias. Las preposiciones, unas se posponen y otras se anteponen. Las conjunciones, Tomo V1, í í O unas son copulativas de palabras, como /ta) men) yen); otras lo son de sentencia como ( Yag zotom, después de esto). Adversativas, como (Akkaya, aunque); las ilativas, como (hachelya Ó eyagtati, por eso. Las interjecciones unas son para llamar (Jek ó jen=hola); para apresu- rar á uno (/ele-empeke, ea pues acaba); para admirarse, dolerse, enfadarse, para exclamar en bien ó en mal y para jactancia y gozo, hay otras interjecciones que se anotan en el vocabulario. lín el uso de las partículas hay variaciones. Muchas de ellas se anteponen ó interponen, variando un tanto la acción del verbo, ka ó kax, interpuesta, hace que pase la acción del verbo á segunda persona de singular. Fay significa actualidad en la acción del verbo. /chakat hace que la acción del verbo sea recíproca, que va á parar á la persona que la hace. /nje, significa actualidad en la acción como (hay). Lau, significa iteración en la acción del verbo. Laujamanen, torno á hablar. Lepú ó Lpú, significa ya estar hecha la acción, y se antepone. Me, significa actuación de la acción del verbo. Va niega la acción del verbo, antepuesta. Nekra, interpuesta, significa venir de hacer la acción del verbo. Petía, poder hacer la acción. Pulpux hace pasar la acción á tercera persona. Ke, ó hex, hace pasar la acción á primera persona. Ti significa frecuencia de la acción del verbo. Nka, Ó xke, hace pasar la acción á primera persona. LEXICOLOGÍA DEL ALLENTIAR Il Vocabulario Allentiak era abundante en palabras elementales, Ó sea núcleos de palabras, si se considera como una lengua de salvajes con pocas necesidades materiales, y sin proyecciones morales, y se tiene presente lo que dice Muller en su «Ciencia del lenguaje», que el vocabulario de las inscripciones cuneiformes de Persia no contiene sinó trescientas setenta palabras, de las que ciento treinta son nombres pro- pios; y el de los antíguos sábios de Egipto, tan sólo seiscientas treinta ; existiendo poblaciones de campaña en Europa, que actualmente no cuentan sinó con trescientas palabras». Además, debe tenerse en cuenta que el P. Valdivia lo formó por la comunicación oral de unos pocos indígenas emigrados, sin conocer la nación ni sus costumbres, y declara en su título que sólo contiene «los vocablos más comunes y necesarios para confesar y catequizar en esta lengua», de lo que se deduce que debía ser en sí más copioso. Consta el vocabulario escrito de seiscientos cincuenta vocablos (650), incluyendo las palabras compuestas, cuya mitad (320) tienen, como se ha observado, sus terminaciones en (en) nen) nem) yen), que son partículas pronominales Ó raíces demostrativas, que combinadas de diverso modo con las radicales atributivas, y acompañadas de otras con- sonantes y vocales, y á veces representadas por una sóla sílaba ó letra, modifican las personas y tiempos del verbo, así como su acción. Desde luego, se echa de ménos en él, la nomenclatura de objetos que debieran conocer aún en su estado de sociabilidad embrionaria, á la vez que abunda en infinitivos abstractos, palabras metafísicas y deno- minaciones genéricas que no concuerdan con su indole, careciendo casi en absoluto de términos concretos. Así se vé que, aunque el país que habitaban los Huarpes tuviese su vegetación propia, no trae sinó las denominaciones genéricas de arboles, de hierbas y de lores (en plural), que no aparecen en casos análogos, no incluyéndose del reino vegetal más nombre concreto que el del maíz. En el reino animal sólo nombra al carnero, que debe ser el guanaco; el perro, que no conocían antes de la conquista española ; el pescado, con la denomina- ción genérica de (gurú), que es el que tiene en guaraní (qurubi) un pez conocido en el Río de la Plata y sus afluentes; y el avestrúz, (hussú), con doble ss aspirada silbante, y la sexta vocal del Allentiak, siendo de notar que ésta y la del perro, son las únicas que registra de carácter onomatopéyico. A este respecto, es de notarse también que el vocabulario traiga la palabra bestía en su sentido genérico, con la misma denominación (yelap) con que se designa el carnero, cuando en los géneros, su sistema gramatical no distingue los hombres de los ani- males. Hay otra palabra de esta especie que puede clasificarse de figu- rativa, y es tútú, (estiércol humano), con la ú glótico-narigal. que pinta la sensación. De sus armas, sólo se menciona la flecha. De sus utensilios, absolutamente ninguno, y sólo se apunta por accidente la palabra jarro, en castellano. En la construcción de los vocablos compuestos, Jlama la atención la aglutinación de alguno de ellos, represzntados por sílabas y á veces por una simple letra en las partículas, como las raíces irreductibles de los idiomas de inflexión, que bien podrían ser contracciones de pronun- ciación, Ó modos elípticos de hablar, de que el vocabulario presenta varios ejemplos, como se verá más adelante. IDEOLOGÍA IDIOMÁTICA Lo que más interesa en una lengua, para darse cuenta de su estruc- tura gramatical y del valor de su vocabulario, es encontrar por inducción, los fenómenos intelectuales y morales que pasan en la mente ó cn el alma de los que la hablan, á fin de conocer cómo pensaban en ella, ó sea cómo por medio del mecanismo de sus palabras simples ó compuestas, expresaban sus pensamientos y sentimientos y su asociación de ideas. > YA => ¿Cómo pensaban los Huarpes en su lengua? Estudiando la composi- ción de algunas de sus frases, y descomponiendo sus vocablos, se sor- prende el modo cómo los formaban y la operación mental que ellos traducían. Á este respecto, el texto del catecismo y el vocabulario escrito, así como la gramática, suministran algunos datos que aclarando su sintáxis ilustran la cuestión. Por ejemplo: al tratarse de la construcción del nombre, participio y verbo, dice la gramática, que cuando el nombre adjetivo rige el caso, no se le pone partícula, como en Pobre de oro (Allall ño onti), que traducido literalmente significa: oro (all-all), pobre (ño-onti), Ó sea, no oro, para expresar «soy pobre de oro», simplemente «pobre (de) oro», ó «no tengo oro», omitiendo el verbo, lo que indicaría que, como las demás lenguas americanas, carecía del verbo ser como sustantivo, aunque en otros casos lo empleasen como auxiliar. Para expresar la idea contraria de rico, decían (naha-ño-onti), valiéndose de la palabra naha, que significa nada y nO, y que en este caso hace el oficio de negativo, Ó sea: no pobre. Otro ejemplo que suministra la gramática: « Tampoco ponen par- tícula al caso, cuando dicen: jarro de oro, sinó (all-all jarro), que es «oro jarro», omitiendo la preposición (de) que sirve para denotar la materia de que está hecha una cosa, lo que demuestra lo elemental de la estructura de su frase. Aun para designar los metales preciosos, no tenían sinó una sola palabra. Así, oro, era all-all, y plata, carcarniag -allall, significando carcarniag blanco, ó sea: oro blanco; lo que tal vez indicaría que conocieron la plata después del oro. Descomponiendo los vocablos en sus elementos constitutivos, y estudiándolos en la composición de sus oraciones, puede adelantarse en el conocimiento de lo que llamamos su ideología idiomática. El Allentiak carecía evidentemente de voces metafísicas, aunque el vocabulario le atribuya arbitrariamente algunas. Tales son las siguien- tes: Cosa (en sus diversas acepciones), que debía ser un demostrativo, como lo indican las palabras compuestas: «cosa hecha» y «cosa dicha» que trae. Fuerza (polok), que pone como sinónimo de fuerte. Mal (jenek) con que construye la frase de mallratar. Mentira testi- monto, que hace derivar del verbo mentir (Jínec manen) y del adjetivo mentiroso, (Jínik mata). Perdón, que se halla en el mismo caso anterior. Poder, (petia), interpuesto á los verbos, que indicaría simplemente como partícula una condición potencial. Vida, (taymenta) en su acepción abstracta, cuando figura como verbo (tay lekuemanen) (vivir ó viviendo) en su acepción personal limitada. Esperanza, que no concuerda con esperar. Ley, (Jjag ó guak), que también trae en su acepción de (cosa), indicando algo determinado por medio de un demostrativo (que en el catecismo trae en castellano), como se vé en = 13 — (guak-yen) significando la partícula (yen) pospuesta; (con), para ins- trumento, ó sea; cosa (esa) con qué (se hace una cosa). Así, (gua- guak-echag) significa: (otra cualquier cosa de éstas), pues echag equivale al pronombre demostrativo (este, esto). La prueba de esto se vé en el texto de la Doctrina Cristiana y cl Confesonario, en que todas las virtudes y cualidades morales están designadas con sus denominaciones castellanas, por no teneren Allen- tiak términos propios para enunciar estos entes de razón. Las palabras duplicadas, que son ten frecuentes en las lenguas primitivas, y especialmente en las americanas, para suplir su poca elasticidad, dan la clave de algunas combinaciones del Allentiak. Lop es ad verbio comparativo que significa (más); duplicando la palabra (lop-lop) expresa la idea de igualdad, ó sea 2¿gualmente; doles las partículas pospuestas en (lop - lop-puta- manen), se convier- te en el verbo ¿gualar;—lo mismo que (toloptolop) con la partícula (to) antepuesta, es dobléz, y (tolop-tolop- nen) es doblar. agregán- lay otros grupos de palabras características, que hacen penetrar más íntimamente en el organismo del lenguaje de que se trata, y determi- nan las proyecciones limitadas de sus concepciones, partiendo de la noción de un objeto Óó cosa determinada, para llegar nó á una gene- ralización, sinó á una aplicación también determinada. Consultando el vocabulario, nos encontramos con la palabra pdlría, que envuelve una idea superior, y que se traduce por (Taktao) Ó (Tahue) 6 (Tela). (Taktao) ó (Teta), asi como tahue, quiere decir tierra en Allentiak, de manera que palría envuelve simplemente la ide: de suelo habitado. El P. Valdivia, en su empeño de generalizar las formas del len- guaje, trae esta definición: (Todo el mundo=Chuteh), de chu (todo) y la radical (e (tierra), cuando en realidad no envuelve sinó la idea de todo un terreno conocido en que se habita. lExagerando el alcance de la palabra, pone: (Valle de lágrimas= Teutayag - tela), que no significa otra cosa que tierra - llorando, de verbo llorar (teuyanen) y tela (tierra), Ó sea tierra (que) llora. Así, al definir la palabra valle, que no se distingue de la noción de tierra, pone simplemente fela. Es curioso el artificio de que se valían para asociar ideas complicadas conexas con la noción de la tierra. Tehul. significaba: debajo de tierra, contracción de las palabras feta (tierra) y hulyalk (debajo y abajo), representadas por sus primeras sílabas, que acusan en este caso la persistencia de las raíces, y dan idea del mecanismo de esta lengua perdida. Más interesante y complicada es la idea de la muerte, de que los salvajes americanos no tenían clara noción, y que no concebían como et una ley natural del término de la existencia humana. Hé aquí las diversas definiciones que trae el vocabulario: MOI e puxa pen Muerto... . . Xapi(Japi) Mu a pala pi) Muerto, ... . . NXapiag (Japia) MUCTOSCR Xapnen (Japnen) Querer morirse. , Xapialtanen (Japialtanen) La palabra muerto (7ap?) domina todo el grupo. Agregándole á japt la partícula (yag), que es pronombre demostrativo (este) y hace como terminación el partícipio de activa, equivalente á (el que) en este caso designa á hombre ó varón, con relación á la persona misma. ó sea el muerto mismo: muerto hombre, que representaba para los Huarpes la muerte en su materialidad individual. Corroboran esta interpretación racional, las palabras Japuen y Japialtanen, que es la misma palabra transformada en verbo en su sentido limitado. Esto se comprueba más aún, con la palabra compuesta (yam-Japiag), (viuda) que significa (su) hombre muerto, y la correlativa de viudo, que se traduce por (aji-japiag), Ó sea (su) mujer muerta. Las nociones que tenían de tiempo y espacio, se ilustran con otros grupos de palabras, que confirman las interpretaciones apuntadas. Siempre ó cada día, según el vocabulario es (Chutekta), de (chu) que significa todo y (tekta) día, ó sea todo dia y también sol; y así, para significar el medio día, no tenían sinó la misma palabra (¿ekta). Nada, que en el vocabulario se traduce por (naha-gualtati), descom- puesta en sus elementos, no significa más que(naha=n0), y gual=c0sa), con (tati) que pospuesto, equivale á entre Ó dentro, Ó sea: no cosa adentro. Y la misma palabra (guak ó yag) acompañada de la partícula indicativa, Ó duplicada, forma varios compuestos simples, como: (guac- yen), de (guak=cosa) y (yen =con), ó sea: cosa con que se hace una cosa; —y estas otras: (gualc- kayen = con qué), (gualta = en que), (guag-aya=por qué?), (gua -haye=que?) (gual:-gualk=otra cualquier cosa) que se subentiende, cosa y cosa, para distinguir una de otra en plural. La concepción aritmética, según se deduce del vocabulario y de la gramática, era adelantada, pues contaba por miles, según el sistema decimal, y en los numerales habían alcanzado hasta la noción de la idez de órden sucesivo, aunque el artificio de que se valían indique una con- cepción primitiva de la cantidad. Hé aquí sus números cardinales: ¡WIN odo E E L.kaa IO AS Vemcn ANO o ea o Llan ó Ltun CUA Tul — Lo — CINCO LLO: O de SUB lala 00 0 AU: SICA VS Yemenklu Ocho Ltunkleu NUCV CA Tutkleu Dic Tukium Oncala aLOnNiekta Doc Tukion-tayemen DICC CC Tukumta-ltum-klcu MCINtCR(cIC Yemen- Tulkan Gino ata ka MU ea Rumepataka Como se advierte, á contar de seis adelante, las denominaciones se componen con los radicales de los primeros números por una especie de fórmula algebráica primitiva en que el número se expresa por el dos, que es la base, como (Yemen-kleu), Ó sea 2424+2+1=7, pues kleu ó klu, significa, sobre; y así el ocho, formado por el radical tres (Letan 6 Ltum) es (ltukleu) ó sea dos tres, sobre dos; y el nueve (tu- lleleu) se forma del cuatro, ó sea: uno mas (Ó sobre) dos cuatros. Esta combinación numeral se encuentra también en las lenguas algonquinas, según Duponceau, en que «el siete se forma con la palabra dos, que es el número más arriba del cinco», con cuyo motivo observa el citado autor: «Es curioso que esta idea sea la misma que ha dado orígen á las cifras romanas, en que se agrega una unidad á cinco, hasta llegar á nueve, y entonces se coloca el signo de la unidad antes del que re- presenta el número diez.» De (tulkum=dicz), sale, (tukum-tayemen) que es 104+2=12, y (yemen tulcum) Ó sea dos diez, Ó 10-10-20. La cantidad 100 se expresa por la palabra patahka, y así miles (tuleum- pataka). diez cientos, Ó sea 10X100=1000. Para expresar tres mil, decían: (Hun-nem-tulcum-patala) que equivale á tres-diez-cientos, y que puede representarse por esta fórmula: 3x1000=3000, siendo (nem) simple partícula que afirma. (Véase el vocabulario analítico). En sus números ordinales, su concepción es algo más complicada, y se explica por la gramática. Sus ordinales son: Primero. . . . . Neune-gatichan Segundo. . . . . JHuere-tichan Tercero. . . . . Ltun-etichan Cuarto... . . Tut-ctichan 6 Tuvag Quinto . + +. + + JHHorok-ctichanó Koroyag SOMO IZ IRas ag Séptimo. . . . . Yemen-kleu-yag Octavo . . . . . Ltun-kleu-ctichan Noveno. . . . . Tut-kleu-vag Décimo . . . . . Tukum-yag Ns La terminación (tichan) diversificada según las personas, forma las modalidades del verbo, ya sea para los infinitivos, ya para los particípios pasivos, y en este caso sirve, á lo que parece, para con- vertir el nombre en verbo, desempeñando el mismo oficio la terminación (y ag) que se aplica á los particípios. Este vocablo (yag) que es partícula pronominal y verbal, como antes se explicó, y subfijo para designar géne- ro, significa á la vez hombre Ó varón, y con ella se componen varios comparativos, como (unlayag) que significa mayor y más y también gordo; y (kum-chok-yag) que significa menos y menor. Para los totales, usaban la palabra (chu=todos) y (her) era la mitad cuantitativa; así, (llkaa-mayuna) expresaba: uno falta, compuesto de (/J:aa=uno), y (mayuna), que se construye con el auxilio del verbo (mayanen= faltar); y (Loltok:-mayu-na-yen-neyag), equivalía, á otro falta, y así hacían por sustracciones sus comparativos. LOS ABSTRACTOS VERBALES EN EL ALLENTIAR lin cl Catecismo es donde se exhibe el esqueleto del idioma. Su traductor. Ó más bien dicho, redactor, ha tenido que interpretar con- ceptos espirituales, adaptándolos á la inteligencia material del salvaje, haciéndole expresar ideas que no estaban en su mente y que eran con- trarias á la índole del idioma. Sirva de muestra el siguiente specimen de traducción literal del Credo, analizada: Netke-manen Dios Piala, chulop (Verdad digo) Dios encl Padre todo igual (ó fuerte) manichan chich ye teyepe que hizo el ciclo y la tierrra Análisis: Manen es ála vez, ser y decir, y netlke-manen, verdad «decir, que el P. Valdivia define también como el infinitivo creer, sacando el abstracto verdad, de (nellee-jam), nelke (verdad) y jam (palabra); y así, dice la oración: «Digo verdad creo». Prala, viene de Pia (padre) y ta que indica la declinación del nombre en ablativo. Chulop. se compone de Chu (todo), y lop (igual, ó tal vez fuerte), ó sea: todo igual ó fuerte, por todo-poderoso. Manichan, designa en cel verbo la persona que dice ó hace, y en este caso difiere de la traducción del vocabulario. Chich viene de chis (cielo) que también se expresa con chis-talcdao, que es tierra alta. Ye, señala el acusativo del nombre en singular, y del dativo en plural. Te, es la raíz del vocablo tierra (tela), que complementada con sus partículas, dice: la llerra. A En el vocabulario se presentan los huesos dispersos de este esque- leto, que tiene su síntesis en la gramática. Il Allentiak, como todas las lenguas americanas, debía carecer, y carecía en absoluto de términos abstractos. Sería una singularidad que una lengua que encierra en su organis- mo morfológico un círculo muy limitado de asociación de ideas, y que carecía de abstractos y hasta de voces metafísicas y denominaciones genéricas (no obstante que el P. Valdivia le atribuya algunas), tuviese verbales, sustantivos Ó abstractos, que expresasen de una manera indefinida el estado ó la acción, sin determinar número ni persona. Las palabras que pudieran afectar las formas de tales, generali- zando una idea, parecerían representar meras acciones reflejas que se derivan de la noción individual. Así se vé, que todo vocablo que parece envolver una idea general (con meras excepciones eufónicas), el invariable, como particularmente se nota en la declinación del nombre, y en la conjugación inflexible del verbo, y particularmente en el verbo típico (quillet) que envuelve la idea de amar, querer (volición), descar y codiciar á la vez, y también la noción de la voluntad en una palabra compuesta, lo que excluye toda concepción filosófica, siquiera sea en el mecanismo gramatical, como se verá por el siguiente paradigma: Ind. presente. Quilletekanen......-. Yo quiero y quise. Pret. imp. . . Quilletek yaltanen . . . Yo quiero ó solía querer. Futuro. . . . Quillet epmanen . . . . Yo querré, Futuro mixto. Quillet epltanen . . . . Yo habia de querer. 2” id id... Quilletek eppetialtanen .« Yo habla de haber querido. Imperativo . . Quilletek pech . . . . Quiera yo. Optativo . . . Cu quilletek-putia . . . Osi yo quisicse. Subjuntivo . . Quilletek-quiya . . . . Cuandoyoquicra. Infinitivo. . . Quilletekyam ó altichan Querer. Ger. de acusat. Quilletek tayag . . . . Para querer. Id de ablativo. Quilletek mantista . . . Queriendo (presente sing.) LA A Quitletek mamnista . . Queriendo (plural.) Partici. pasivo Quilletek eltichan. . . . Loqueesquerido. Anterioridad . Na quilletek-mati . . . Antes de querer. Causales. . . . Cu quilletek ya amta. . Porque quiero 0 quise, Como se vé, (quillet=quiero) es el radical invariable, inflexible, del verbo en torno del cual gira toda la conjugación. No es posible concebir que de esta raíz árida, brote la flor del infinitivo, con el gérmen de la idea abstracta de la existencia. El P. Valdivia, que multiplica los infinitivos verbales en el vocabulario, supone que (quilletek-yan), equivale 'Á querer en su acepción abstracta; pero agrega: «Y el querer es también nombre». Aquí se vé cómo la palabra compuesta, repre- senta tan sólo una acción refleja, ligada á una noción individual, pues yan (que suponemos sea yam, Ó, yaam) es hombre, y con tal significado forma como subfijo lo que él llama el infinitivo verbal. omo VI. 8 Esto se vé más claro examinando otro modo del mismo verbo. (Ichakat) (ich, unido al nombre es atributivo), es una partícula invariable que espresa identidad, y agregándole el pronombre personal, designa la persona: Ku-ychakat . . . . Yo mismo Ka-ychakat . . . . Tú mismo Y así, interponiéndola en el verbo, hace que la acción sea recíproca y pase á la persona que la hace: Cu-kuillet-ychakat-kanen. . . . . Yo me quiero Ca-kuillel-ychakal-kampnen. . . . Vúte quieres Por aquí se vé que el pretendido infinitivo abstracto, es una forma verbal, que espresa la idea de una manera concreta, convirtiendo cel nombre en verbo, como el mismo P. Valdivia lo declara, al decir: «querer, es nombre y es verbo». E ls una propiedad común á todas las lenguas americanas, deno- minadas por esto polisintéticas, de formar por medio de partículas sig- nificativas, como en el Chino, un adverbio del verbo ó nombre, y de éste, un verbo; así como la gran variedad de verbos para espresar una misma acción, según la persona y los accidentes, lo que acusa la carencia de ideas generales, aun las más simples, formando verbo distinto, sin asumir ninguno en ctlos el carácter de infinitivo abstracto ó derivado verbal. Es igualmente un hecho, —aunque algunos hayan sostenido lo contrario, —que el verbo ser, en su sentido absoluto, no se encuentra como sustantivo en las lenguas americanas, y que su ausencia se suple por una ferma, que sugiere, la idea de la existencia modificada, subentendiéndose el verbo. De esto se encuentran pruebas en cl Allentiak. Manen ó ltanen, es ser, según el P. Valdivia, en su sentido abstracto ; mientras tanto, vése que solo se emplea como simple auxiliar servil para determinar Jos modos del verbo, ó la idea compleja que los gramáticos llaman la forma adjetiva. Corolario Choto, es bueno ó bien, indistintamente, y también decir, como se hizo notar antes. Para expresar bueno, se dice cholo manen, que equivale á bueno ser ó bien hacer, pues forma, según la regla de conjugación apuntada, el participio pasivo del verbo, como en yo (soy) bueno, se halla suben- tendido el verbo ser, de que se hace clípsis, y también significaba tener buena salud. Choto-yag, es hombre bueno significando yag (ó yan) varón Ó macho. Cholo altemanen, es aconsejar (bien) y hacer bien, ó — 10) — literalmente bueno hacer, espresándose con el mismo vocablo la idea de consolar. A la inversa, jenec. que según el vocabulario es mal. y pro- bablemente malo, implicaba la idea del mal ó de lo malo, y así jenec- epeynen es maltratar, y jenec-aje, mala muger, de jenec (malo) y aje (mujer ó hembra). Esto y la ausencia de palabras para designar las virtudes, y de términos propios para enunciar ideas metafísicas de conjunto, parece indicar que carecían de las nociones intelectuales y morales, en su con- cepción abstracta, aun cuando tuviesen la percepción de lo malo y de lo bueno, que solo les era posible significar por la acción personal, reflejada en sus formas verbales más elementales y concretas, y en las combinaciones gramaticales más rudimentarias, MI CONCORDANCIAS, ANÁLISIS Y RAÍCES El libro del P. Valdivia, solo trae el vocabulario Español-Allentiak, que deja bastante que desear por lo que respecta al método de selección, debiendo consultarse con cautela, por su tendencia á generalizar el sentido de las voces concretas, á que dá proyecciones metafísicas, que desautorizan las divergencias que se notan entre sus definiciones, y la sintásis del texto de su Catecismo, que pone de manifiesto al desnudo la estructura de la oración. Para estudiar esta lengua con algún provecho y darse cuenta racional de su morfología, ha sido necesario formar un vocabulario Allentiak- Español, con sus concordancias léxicas correspondientes y sus análisis gramaticales necesarios, (algunos de ellos hipotéticos), agregándole las palabras omitidas en él, y las partículas significativas Ó atributivas que se registran en la Gramática y la Doctrina, así como sus raíces, de- ducidas del estudio comparativo de estos tres textos. Para este trabajo hemos contado con la colaboración del Sr. Lafone Quevedo, en la parte gramatical. NOOABUBLARIO Allential=-Español (Los ACENTOS AGUDOS DEBEN PONERSE EN LA SEGUNDA SÍLABA Y EN LA FINAL) Aa.—De uno en uno. Raíz de Lka Ó Lifan (uno). Véase LkaA-MAZKEG. Acur.—I copulativa. V. Eram, KaLTEKK y YEMEN. Acuar.— Mar, según Valdivia ; probablemente laguna, porque los Iuarpes, indios medi- terráneos al oriente de la cordillera, no po- dían tener idea del mar, y vivían á las márgenes de las lagunas de Guanacache. A-1ma, ó Av. —Esclamación de queja, que no se encuentra en las demás lenguas america- nas, y debe suponerse se pronunciaba con un aspirada y u prolongada. Ae. — Hembra, en general, que sirve de sub- fijo ó partícula significativa para designar el sexo femenino, sea racional ó animal, como: caBaLLO-AJE (caballo-hembra) ó sea yegua. Aje-YAG. —Mujer. A dos interpretaciones se presta esta palabra compuesta: 1% Aye (hem- bra) y YaG (varón ó macho). ¿Sería mujer de varón, ó sea mujer formada de varón? 2* Ase (mujer) y ac el pronombre demos- trativo (éste) ó (ésta) Ó seca: esta mujer. (V. YAMCHACHA-AJE), que Cs, mujer casada. AJE-JabtaG. -— Viudo. ÁAJE, mujer; Jarl, muerta; y AG, ralz de Yac, varón, ó sea, según la interpretación anterior: MUJER muriera (de) varón, subentendiéndose la preposición, que así como el verbo, se omite frecuentemente en las lenguas ameri- canas. (V. YAMJAPIAG). AJE-TEYAM-PALTANEN, — Adulterar, AJI-TAYAG. — Hombre casado. CUA-AJE). (V. Yamcia- Ak.— Terminación equivalente á ka, que se convierte en ex cuando no precede T. AKkatLa (1) Es-Lek (2).— Aunque. AKKaAstLa. — Doncella. En esta acepción está empleada en el fraseo, y se aplica á la Vír- gen María en el Catecismo. (V. MUNCIA; NaYAnCHANEN, Y PxOTA). AKkKastLa-HUE.— lija. AkkasiLa es doncella, y MUÉ, raíz de LLAuUÉ, que signilica hija ó hijo. AKKASLLA-MUY-PUEXNEN. — Corromper don- cella. AkkastLa, doncella; muy, de HuYa, que es terminación de raiz verbal; y PUEX- NEN, del verbo quitar, ó sea: quitar don- celléz, AKLTE (1) Alte (2). —Sublijo interrogativo que varía según los casos. AKMANEN.— V. EcHAG-KESTE-MANEN. AENEN (1) ANEN (2). — Terminación de pri- mera persona en todos los tiempos del indi- cativo. Annmuavac.— De fuera. Vocablo de que pare- cería derivar la denominación de ALLENTIAR, y que en el Puelche y en el Tehuelche, si- gnifica GENTE, como raíz, lo que indicaría, gente de afuera, Auratt. —-V. ECH-ALTATI. Arrr.—Véase AKLTE. Arricuan.— En un caso es sublijo de infinitivo presente. En otro caso es terminación de A E participio presente de pasiva, y como Jam Ó JAN, hace infinitivo. ALTI-MANEN.— Consentir. ALt-aLL. — Oro. (V, el siguiente.) ALLALL=CARCARNIAG.—Plata, ó sea oro blanco. KARKANIAG, es blanco. ALUKA-PTANEN, — Alumbrar. ÁMIETNEN.+— Mostrar, AmMNa (1) Axa (2). — En el primer caso es la terminación cn plural de la tercera persona, y en el segundo, de la misma en todos los tiempos del indicativo. ÁMNEKPEN (1) Amen (2). — En el primer caso es terminación verbal, plural, y en el otro, lo es de segunda per- sona en los tiempos del indicativo. ÁMPEN Ó ANPEN. — Terminación de la segunda que forma el persona en los tiempos del indicativo. El plural cs AMNEKPEN. AmtTa. —Amo. Señor. (?) Dueño. AÁMTA. Subfijo de (Ya) para causa en la conjugación del verbo, en cuyo caso cs, ya AMTA. An (1) Awte (2). — Lo mismo que ÁkLTE y ALTE. Axa. — Véase ÁMNA. ANAY-MANEN. — Sanar. (V. TALLESNEN.) ANcHnIrurak. — Rayo. ANEK-TAMANEN. — Fornicar. ANEN. — Véase ÁKNEN. ANTAK. —Muslo. ANTAT-KALTANEN (1) ÁNTUL-KANEN (2). — Asentarse. Ant. — Véase ÁKkLTE y ÁLTE. Awrienan.— Verminación verbal de participio presente de activo. ANTUT-KANEN. — Véase ÁNTAT. Aña. — Rodilla. Ara.— Vergúenza de varón. ASPAYUNEN. — Matar. ATEMANEN. — V. JIEKEN-MALTA-ATE-MANEN Ari. —-Sí. Véase Henr. Ay.— Otra vez. V.LAU, CHA, LKANEN, Y MITA, que significan lo mismo. Lau indica reite- ración. Aya. — Véase GUAG-AYA. AYAk-PUYNEN. — Socorrer á otro. AYAK-YANEN. — AYUDAR. AvYcuÑ. — Menos. Ave. —Más. Véase Liar. Ayquaz. — Costillas. AYNA. — Enemigo. V. PZATKLTANEN y KZAT- KELNANEN. AÁYPUEPINEN. — Emprestar, CcH 1” Se muda en x ó s cuando precede á la terminación de 2% persona. 2” Es subfijo de pgenitivo 3” Es mudanza como final de raíz verbal para cel Cu. —Desempeña varios oficios. cuando el sustantivo acaba en vocal. imperfecto. 4” Es terminación de posesivo. (V. Cnam y CHAMA.) Cua. —Otra vez. Véase Lau. Cua, — Subfijo que atribuye pluralidad en pronombres. Cuac. — Terminación de posesivo. (V. Cnu- TEKTA-CHAG.) CHAKAT-KANEN. — V, ZAKLEY-CIAKAT-NEN. CHAK-MANEN. — Mascar. Cnatú. —Flecha. La ú final, es la sexta vocal del abecedario Allentiak. CnaLLÚ. —Suegro, con la vocal anterior. Chama ó Cham. — V. Cn y Cha. CHANEN. — V. PUTUK-CHANEN. CHAPS-NEN. — Quemar. CnHazeE. —Nido. CHEK-CHEK-YA. —Por ceso. V. IHEYAG-TATI. Cue-Cue (1) Cnec (2). — Adonde, CirE-cnuE, con la partícula NEN (lo mismo que ANEN) que hace el verbo, modifica el adverbio y localiza la acción. Cnecneya. —Por eso. V. IHEYAG-TAT!. Cuer. —Luna, mes. CHERA-MUE-CHATNEN. — Recibir. V. IHUESNEN. CneEYmeN. — Dar dones. V. Pcua-NEN. CHuIqueTra.— Dulzura. Esta expresión está em- pleada en la Salve, María y de aquí el sentido místico que le aplicada á la Vírgen atribuye Valdivia. Cms (1) Cnis-taktao (2).— Ciclo. Tacrao, deriva de “Pkkta, que significa soLñ Ó DIA, lo que indicaría: ciclo de dia, para distin- guirlo de la noche. CHuIYAMAG. — Cual. CHOK-MANEN. — Lavar. Cnosnum-royYur.— Pecado mortal, según Val- divia, para adaptar el término á la doctrina cristiana. V. Povur. Cnoro.— Bien, ó bueno, indistintamente. CHOTO-ALTEUNEN Ó ALTEMANEN. — Bicn, Ó bueno-hacer. Es el nombre y el adjetivo convertido en verbo por la adición de ma- NEN (scr). peo a CuUOTO-ELTEUNEN,—Consolar, La misma com- binación anterior. CHOTO-ELEUNEN. — Aprovechar. Pertenece á la filiación de los vocablos anteriores. CuOTO-JAG-MANEN. — Aconsejar. Pertencce al mismo grupo de vocablos que antecede, con la adición de JaG (palabra), que signi- fica buena palabra hacer ó decir, Ó sea aconsejar bien. Cuoro-YaG.— Lindo, según Valdivia, de cuoro (bueno) y Yau (varón), que signilica simplemente hombre bueno, y por exten- sión, lindo. CHoTO-MANEN. — Salud tener. Es cl mismo adjetivo convertido en verbo, por la adición de MANEN (ser ó estar) en su acepción per- sonal limitada, COMO TO-ZAA=MUYENEN, — GOZirse. Cuu. — Todo. Cuu-Lor. — Palabra compuesta por Valdivia para expresar la idea de todo-poderoso, que figura en el Credo y que viene de cuu Ex, — Suple Áá ka en terminación verbal. V. Ak. Ex-rEereriatr. — Infijo que se intercala en el verbo para formar el futuro mixto. Ecu. — De, posesivo. V. Clla y CHAG. Ecu (1) Er (2). —Él, pronombre. Ecua. — Esto, éste, V. GUAR-GUAK-ECHAG. Ecuac=ee.— Ll, Compuesto de ecuac (esto) y del artículo determinativo ee (él) como subíijo, Ó seca: ÉstEÉL, para designar deter- minada persona. ECHAG-KESTE-ARMANEN. — Digno ser de que le den. Ecuac-rarr. — Por esto. Parr es sublijo en varios casos. Vi Hie-rarr, ln éste, es un compuesto del demostrativo, EcuaG, y de TATI, que signilica CON, Ó SCA: ESTOCON, Ó POR-ESTO. Ecuac-ALrarr. — Alguna vez. Ecuamve (1) Erra (2) Errax (3).— Entonces. Ecuken. — Asi. Ecu-KEN-=MAtIa. — Diciendo así. Ecu-ken-Ya. — Las veces que. E-JaYa.— Véase JAYA. LJEL-TEYNEN. — i,evantarse. ir mAaNn EN. — V. CHOTO-ELTEMANEN Y JENER= FLIEMANEN. Eirreuses. —V, CHoTO-ELTEUNEN, y Porur- ELTEUNEN, (todo) y Lor (mas), comparativo aumen- talivo. CnhuLu. —PFuente. Cuur-cHaG. — Ombligo. CHu-TEKTA. — Siempre. Compuesto de cuu (todo) y TEKTA (dia, Ó sol). CHU-TEKTA-CHAG. — Cosa ordinaria, Valdivia. Compuesta de las palabras chu (todo), TEKTA (sol Ó dia) y. YaG Ó JaG, según sinónimo de Guak (cosa), ó sea: cosa de todos los dias. , Cuu-TEKTA-LOP1.— Cada dia. V. LrautaM- LOPI. CHU-TEKI Valdivia, para adaptar el concepto á la doctrina cristiana. Palabra compuesta (todo); TeEkTa (sol Ó dia), y TAYMENTA (vida), Ó seaz de todos los dias vida, V, TAYMENTA. — Vida eterna, según Cuu CHUTEKTA y TAYMENTA. Cuu-rem. — Todo el mundo. De chu (todo), y TEUUÉ, radical de tierra, ó sea: toda (la) tierra, Enriam. — Cosa hecha. Erricuan. — Infijo verbal en temas pasivos. Entamanen. — V. JINIK-ELTAMANEN. ELLEN-TAMANEN. — Delcitarse. Enm-rrke. —V. IeLE-EMPERE. ENEN. —-V. Torak-ENEN.+ ENTA-MANEN. — Ir. le. — Lo mismo que Ecn (él). V. errcn, EPCIUACH, Y EPECHU. Eraka-JET-EKNEN. — Pasar. LEra-MEXTEN. — Subfijo de tercera persona para negativo, Er-cuacH. — Suyo. Er-cuu, — Ellos, Compuesto de ee (él) y cuu (todos) como indicativo de pluralidad, ó sea: ÉL-robos, Ó varios .—Muy malo. Kuak, cn cste caso es intensivo, y literalmente Kuak ó GUAK (CO52), Y JENET, (malo) ó sea: cosa muy mala. Kucu.— Mio. V. Kuchacn. Kucna. —-Nosotros. V. KucHu y KuUNEN. Kucuract. — Nuestro. KucHac, Ó, Kucu-Kucnac. —Mio. Kucu-mekena. — Hacienda mia, MEKENA pa- recería indicar determinada propiedad. Kucnanen.—Régimen de Kuchua (nosotros). Lo mismo que KucuanNen. Kucuu. — Nosotros. ¡V. KuneN y Kuciia. También significa: para mi. KuLLe-plana. — V, LeruuU-KULILEPIANA. KULLET-KANEN Ó KILLET-KANEN— Ámar, se- gún Valdivia, V. KILLET-KANEN y KILL TEK-GUIAM, KumcHnocHIaG-LLAMUE.—NiñO. KUNCHOK-YAP, es menor. LLAWUE significa hija ó hijo, é indica en este caso, hijo menor, y por ex- tensión niño, KumcHOCHTAG-AKAS-LLAMUÉ-KUMCHO. — Radi- cal de menor. Akas, es doncella ó jóven; y LLAHUÉ, hijo, y por extensión, como en el caso anterior: hija menor, ó niña. Kumek-MEYANA. — Dicenme. KUMTEK-NENA. — Cansarse. Kuncnok-Ya4G. — Menor. KUNEG-MANEN. — Solo estar. Kunem. —Nosotros. V. Kucila. Kunuk. — Chicha. Kuri.—Pan, según el Vocabulario. ls una traducción arbitraria de Valdivia, designan- do con tal denominación un alimento vege- remplazaba al pan, centre los Huarpes. Ll P. Techo, en su «llist. Prov, Paraguaia», «Los indios de Cuyo comen tal que dice: (los IHuarpes) las raices de los juncos laguneros, endurecidos al sol, en lugar de pan.» Kuxka. — Véase Ika. Kzat-KELUANA. — Véase ÁYNa. Kzar-KELUANEN. — Enemigo ser. V. PZAaT-kL- TAMANEN. L. —Subfijo de pasiva en participios. Infijo de primera persona. V. ALrE. LAKASNEN. — Perder. LAkTE-KIANANEN. — Muir. LakIf. — Avariento. LAkIÑ-MANEN. — Avariento ser. Js el adje- tivo anterior convertido en verbo en la forma compuesta de los infinitivos del Allentiak, para determinadas acciones. Larra. —Subfijo de subjuntivo pasado. Lau, —Otra vez. Lau es partícula que indica V. Cita, LAUKAT-TEKTA-MANEN. — Boca arriba estar. iteración. LAU-MAYEKNEN, — Tornar. Lau-PUXNEN. —Restituír. PuxNEN es dar do- nes, y combinado con la raiz iterativa LAU de que se forma el verbo, expresa la iden contraria de dar una cosa, devolviéndola. V. LAUMA-YEKNEN. Lau-TaYeET.—Resucitar, según Valdivia. Lau, que en general expresa iteración, significa en sus compuestos: repetir, tornar, restituir. Tar es la raíz de TAY-MENTA (vida), y ET, es subfijo de gerundio palabra compuesta que contracción de ETA, de acusativo. Es dice: volver-vida. LAU-TAYTE-GUIAM. — Resurrección, según Val- divia, que adapta esta palabra al significado místico de la Doctrina Cristiana. Lau, es iteración. TaYteE, es derivado de vida. Guiam designa de un conjunto, que generaliza una idea, en la única forma en que era posible en el Allentiak. Valiéndose de este mismo arti- la pluralidad ó la noción ficio, cl P. Valdivia atribuye el sentido metafísico de vonuNtaAD áÁ la palabra com- puesta KiLuererciam (V.), que significa simplemente el querer de muchos 6 varios, en su forma compleja. LcnaY-Lpuv. — A la mano izquierda. Lcnay es izquierda, y Lruu es mano, V. Lruuv. Lcnuak-YANEN. — Comprar. Lka. —Uno. V. Lkaa. Lkaa. —De uno en uno. V. Aa. Lkaa-maskeG.—Único. De Lkaa (uno), y MASKEG (no más) ó sea: uno-no-más. Lka-N — Solo uno. LKANEN-MITA. — Otra vez. V. Lau. Lka-MAYUNA. — Uno falta. LkA-TERTEKTA. —Oncc. LkaY-kaY. —Cada uno. Lkor-kAUCnAN. — Abrazar. 89 — Lor. — Mis. Este adverbio comparativo du— plicado se convierte en sustantivo y en ad- verbio de modo, y combinado con determi- nadas partículas atributivas, se metamorfosea en verbo; y por medio de prefijos, involucra la idea, en su forma concreta, de otro verbo activo y del nombre que lo forma, con la raíz Lor, como subfijo. V. las definiciones que siguen. Lor-Ltor. — Igualmente. Lor-Lor-PUrTA-MANEN.-—Igualar. V. Totor. Lort.—-V. LrAu-TAM-LOPT. Lru. —Ya. Sirve de prefijo. LYUA-JIM-CHAMANEN. — Casarse el varon. Lru, es la ralz que designa unión, como se ve en LPUA-HALLE-PIANA, (darse la mano) y por extensión, en Lru-JAM-NEU (con certarse de palabra), encontrándose tium- bién combinado con la idea de morir, de reverenciar, y de adorar, en la forma verbal. Lru-YAM-NEN. — Casarse la mujer, ó unirse con el hombre (vam) subentendida la pa- labra mujer, como sucede en yYAM-JAPIAG, que significa viuda. Esto indica que toda acción ó condición, estaba representada en el Allentiak por la del hombre, figurando la mujer por pasiva, como sucede en la AyE- JArIaG (viudo), en que la mujer muerta es la que designa el estado del varón. LpPu-JAM-NEN. — Concertarse (de palabra). Lru-JAP-NEN. — Morir. Jar es la raíz de la dea de la muerte. V. JarI y sus compues- tos. Lru-PINEN. — Pagar. V, ToLToN-LTANEN. Lro-rurror-NEN. — Mallar. Lru-PXCTAMNEN. — Adorar. LEkor-TETA-MANEN. — Boca abajo estar. LeLa-JaG. — Palabras deshonestas. Ja es pa- labra. Lem.— V. Pu-LEM-TAYENEN, que significa : espantar á otro. LEMET-KANEN. — Espantarse. Lercuar. — Luz. Cuar es ralz del verbo CHAPSNEN (quemar). Lercuar-TEQUIA. — Lucir. Es el nombre anterior convertido en verbo. LerE. — Mucho ha. LEPE-KOT-CHANEN. — Quitar. V. PUEXNEN. Lerú. — (1) Partícula verbal que indica que la acción está hecha. (2) Prefijo que indica posterioridad. 00 = LEMET-KANEN. — Pemer. Lpru-PXTAMNEN. — Reverenciar. Lruú-nuLLÉ-pIaNa, — Dar la mano. Leruú, es mano. V. JEmuar-LPUÚ y LcitaY-LPUÚ. Lruú. — Dedo, lo mismo que mano. LPUYAN-UYC-MAMANEN. — Casarse la mujer. L-ken-ker=N=1aG. — Redondo. L, infijo de pasivo. Ken, es mitad, y duplicado, mitad y mitad, Ó seca dos mitades que forman un conjunto. la, es el pronombre que cqui- vale á éste, aquél Ó aquéllo. La L y la la N infija, son letras que representan inicial, raíces pronominales demostrativas. Podría significar «como dos mi tades juntas» que representaría, en el modo de expresarse de los Allentiakos, la idea de la redondéz. LTtamia. —Sospechar. Lramven. — V, POk-LTAMYENEN. Lran. — Tres. Variante de Lrun. Radical con que se forman numerales superiores, LrTAneENn. — V. TOLTON-LTANEN. Lranen. —Ser, lo mismo que Manes. V. KAL-LTANEN. Lrav. — Sobre y más. V. KLEUu. Lrar. — Partícula comparaliva-aumentaliva. Lrav. —Más. V. Ave. Lirar=-MANEN. — Más ser. Forma verbal de más. LTATA-HUISTE. — Trueno. Lrari. — Véase Pa-LTATI. LTAuLTAN. — Año. V. TAUTAN. LTAu-MANEN. — Abrir. Este verbo está for- mado con el sustantivo Lrau (año) y debía tener alguna significación para de- signar tiempo determinado, puts de otro modo no tiene sentido, ajustado á su raiz. Lre. —Sublijo de primera persona en singu- lar, interrogando. Lrenú. — Ánima, según Valdivia (?). LTE-TAMANEN. — Sonar. LTEU-NEMNEN. — Quebrar. Lryum. — Tres. Lrum-kLeEu. —Ocho. Se forma con el radical LTUN (tres) y KLeU (sobre ó más) que an- tecede y lo comprende, (V, YEMEN-KLEU ), combinación que se encuentra en el Algon- quin, según se explica en el capítulo sobre ideología idiomática, con relación á los nu- merales. LTUM-ETICHAN. — Tercero. LTUN-KLEU-TUKUM.— Trece. LTUN Ó LTAN, KLEU, sobre ó más; y TUKUM, diez; literalmente: tres- y también LPTEN, en tres ; sobre-diez. LTUN-XLEU-ETICHAM. -— Octavo. LruN-xeEquIaM. — Los tres primeros. Se compone: de LTUN (tres) NE partícula afirmativa que en este caso designa prio- indicante de pluralidad en la declinación del nombre. ridad ó anterioridad; y GUIam, Pudiera ser: tres (antes ó entre) vários ó muchos. LTUN-NEN-TUKUM=PATAKA. — Pres mil. Com- puesto de: tres-diez-cien, siendo yen simple partícula que afirma el radical, Lrun-raraka. — Trescientos. Lrum, (tres) y Paraka (cien); literalmente: tres-cientos. LTuN-TuUKkUM.— Treinta. Tukum es diez: y así dice: tres-diez. Lrur1-rurntaG. — Verde. Vocablo evidente- mente compuesto, que se esplica en parte por el que sigue, cuya terminación es un pronombre demostrativo que acompaña á la denominación de los colores. Lrurum. =— liervas. El mismo radical de verde, Luru-ZaU-NEN. — Cumplir. LL Lrermez. — Nariz Lianué. — llija, hijo y sobrino. V, AKkASLLANUÉ y KRumMCHocHIAG-LLAMUÉ. — Yl — M.—Infijo de pluralidad en verbales de 2” y 3* persona. V. ANrN y ÁLTE, Maan.-— Ahora, MAANONA. —Poco há. Marr-MANA. —Futuro de MANen (ser). MaL. — V, HEKEN-MAL-TA-ATE-MANEN + MAME-YENEN. — Llevar. V. MAM-YEKNEN que expresa la acción contraria del determinada por la K como infijo. MAMmMNISsTA, Ó MANKTISTA, —Plural de Man- TISTA. anterior, Maya. — V. LTAMIA-MANA. MANEN.— (1) Ser. V. LtTANEN. (2) Decir. En estas dos aceptaciones se emplea como verbo auxiliar para la conjugación pasiva y sirve para formar otrosverbos agregán- dolo á los sustantivos, y se convierte en según los “TUKPUYCHUTA-MANEN; CHMOK-MANEN; JIÑET= MANEN] PUXKA-TEKIA; NETKE-MA-=NEN. NA- MALTE-MANEN. ANEN Y CN NEN, casos. V. MANEN-YAK. — Nuevo. MasIcnan. —- El que dice. Tal es la definición de Valdivia en empero, en el Catecismo la emplea en el sentido del que hace otro lo que se dice. (V. la traducción del Credo en el capítulo sobre la ideología idiomática). ManT.—V. PAPA-MANT. su Vocabulario; Mastista. —- Terminación verbal del gerundio en ablativo precedido del pronombre inicial Ku (yo). MAÑANEN. — Beber. MArEYNEN. — Contradecir. Mani.—V. Mari; Nas JINET-MATA; Y TAMARI. MaATAa-MANES. —Llamarse. Noconcuerda con el verbo LLAMAR, que cs PANHUANEN, y PANTA-MANEN + MATA-YAN. —Cosa dicha. V. EL TIamM. Matrró Mar. —Subfijo verbal que indica anterioridad. MazkeEG.— Nomás. V. Lkra-MAZ-KEG. Mr. —Partícula verbal que designa acción de actualidad. Mex. —Como subfijo, significa: hácia, V, KeM-MER. MEREsA.—V. Kuci-MERENA. MeLek. — Lo demás. MELKEZ-ESTE-TANEN. — Enojarse. V. KaYrG- METFANEN Tomo VI MELKEZ-NUEX-TAMANPN. — Reñir, V, PU-PINEN, que significa pelcar. MELKEZ-NEN.-—Á menudo. La radical mE- entra como compuesto calificando, al parecer, un verbo frecuentativo. V. MELKEZ-MUEX-TAMANEN; Hornuv- 1LKEZ, HoLuY-PUPI-NEN, que es reñir, habiendo otra palabra para pelear, que es UYEN-JE-TANEN. MELTEK-TATIA-NEN. — Estar despierto. Mem. — Quizá. V. Paa, Mes. —Sin. Subfijo. V. Irx. Mer. — Por ventura. MEYARA.—V. KUMEK-MEYANA. MEYENEN. — Tener. ENnEN ME NEN) Mita. —V. LkANEN-MITA; Cia; Ay; y Lav. MLAk-katÍí. — Parte una. MLA-Cuu-IS-NEN. — Participar. anterior. (contracción de es estar. Derivados del MA es raiz de MLAK (parte) cru (todo), 15, partícula de genitivo, como subfijo, en sustitución de ACH, ECH, 1CM; Y NEN que hace el verbo. MNE. — Como subfijo designasegunda persona del plural, interrogando. V. ALTE. MoS-TAMANEN. — Buscar. Mot-Ta. — Anoche, 4 la noche, El vocabula- rio de Valdivia no tracelsustantivo noche, que debe ser mor, ablativo, y (en) y (de) como pues TA, es (de) en subfijo, de movimiento á lugar, de movimiento para lugar, y también para quietud. Mox-kor. — V. "TEKTA-MOXKOP. Lka-MOYUNEN. verbal de tercera persona en el imperativo. Mtr. —Sublijo de Movuxnes. —TFaltar. V. MstrEs Ó Mxtrx. — Terminación tercera persona plural, interrogando. Mucia-PIaNEN. — Besar. MuELKkEcHz, Ó Murikcn. —Mucho. V. Una, MELRKEZ-1EKTA-NEN-KAPTA. — Cruel, según Valdivia (2) Mrrkrz, es raíz del intensivo MeLkE1Lcnz, (mucho . TekTA cs día, ó sol, Y CHU-TEKTA, cada día, todos los días ú cosa ordinaria 0 frecuente, NEx, caracteriza la forma verbal, Karta, según esto, es eruel, palabra que no figura en el Vocabu- Sería, pues, días (siempre) es cruel». lario. «hombre que todos los MULTO-TAYAK-MANEN. — Valer. MULTU-HUANEN. — Oboe lecer. MULTU-TUTUA-XFN. — Contar numeando., Y. KINF-TEN-TAMANEX. — 02 — MULXKOLUM-NEN. — Dejar, V, PoYoTEK-NEN.+ Munca.— Virgen ó doncella. V. Nayan- TANEN-PXOTO, Y ÁLLASKA. palabra que Valdivia emplea en cismo para designar á la MunchHa es la el Cate- Virgen María. N.—(1) Como infijo, determina participio de activa, de pasiva. (2) Como subfijo, determina segunda per- sona, interrogando, en singular y en plu- ral se convierte en NE. V, ÁLTE. Na. — Como prefijo niega la acción del verbo, y designa también laanterioridad. V. PEkE. V, ALTATI. Nac, Ó Nana. — No, y como prefijo, como la letra L. Na-ALTArTt. — Nunca. signo de negativa. Nana-GUAK-1=TATI. — Nada. Nata (no); GUAK (cosa); L, infijo; y TATI, que como subfijo significa (de entre) á la vez que hace cl oficio de negativo, Ó sea «no cosa entre», equivalente á nada. Nana-MANEN. — No decir. Praducción li- teral. Nana-ño-ONTI. —Rico. Ño-oNt1, literalmen- significa pobre, ó no (tengo) oro; y para expresar la idea contraria, se dice: no pobre. Nana-PAL=-TAYI.— Ninguno. Nata (no) PAL, raiz dudosa, y rart, terminación de ablati- 1c, NO-OrO, vo, que también signilica, por cso, y es (DE) como subfijo. Na-ka-YMEN. — Sin tí. Textualmente: No- TU-CON (de compañia) equivaliendo el cos á con-migo. Na-ku-YMEN. —Sin mí. Nata (no ó sin); ku (y0); YMEN, partícula de compañía negada por el prefijo Na, Ó Ss no-yo-junto, que es la pasiva de sin mí. Significa también, NAK-NAK. — Corta. jun- tamente, lo mismo que Zak-Zak, siendo NAK, JUNTO, Y NAK-PUN-CHANEN, juntar. V. ZARk-ZAk. NAmMaLTE-MANEN. — Dudar. El radical Nam, que forma vários compuestos hetercogéncos, no tiene explicación ni en la Gramática ni en el Vocabulario de Valdivia, Namen. —Ciego. V. NANEN-TAK-NEN. Namia-NEN. — Cantar. Nan-zata. — Culebra. Nana CHANEN. — Olcr. Pxora, es muchacha Ó niña ó seca don- cella. Mukrú. — Testículos. Murr. — Semilla. V. KoLam. MxTEN.— V. MSTENS. NANEN-TAK-NEN. —Cegar. V. NaMEN. Nat. —(1) O. disyuntiva, lo mismo que Za. (2) Quizás, ó por ventura. NAapTA. Alguno. V. KERNJAG. NauraG. — Mezquino, NAYAN-CHANEN=PXOTA. — Virgen V, Ákasita, MunchHa, y Pxora. NANEN.-Yuan— Engañar. NeGuUIAM. — V. LTUN-NEGUIAM. NEJETICHAN. —V. NEN-NEJE-TICHAN. Nem. —V. LTUN-TUKUM-PATAKA. es raiz de Nem- UKTA (comida) con que se forman varios NEMANEN. — Comer. Nem, compuestos. V. NEMIE-MANEN. NEME-TAGNE. — V. 'TEMTE-NEME-TAGNES que Valdivia traduce por carne de comer. NEME-YUNEN. — Sustentar, alimentar. De NEME, raíz de carne que se come; Yu, que suple á YE, y que quiere decir Á Ó PaRa, y NEM, que es el atributo verbal. NEMNEN. — V. JINENK - MATOXAM - PUPAK= NEMNEN. Neum-PELEK. — Subfijo, que lo mismo que PELEK, SÓLO, y TAaYaG, es sublijo en gerun- dio de acusativo. NENTAMANEN. —Comcr. V. NEMANEN. NeEkta. — Infijo verbal, que por un sistema propio de algunas lenguas americanas, for- ma lo que se ha llamado «verbos tanciales», circuns- por cuanto juntan á la acción ó situación principal, circunstancias acce= sorias. En Allentiak, el infijo NEKIA, signi- verbo. fica venir de hacer la acción del Ejemplos: NEM-NEKIA-MAYEK-=NEN (vengo de comcr), MANE-K!la- ÑANEN beber). combinación en (vengo de encontrado el Groenlandés y Cherokco, y el abate Molina la señala y Duponceau ha esta en el analiza en su ensayo sobre cl Araucano. Nextam.—V. Gt- Nerke. — Valdivia lo cmplea como adverbio EXIAM-JAG, de verdad. NeErkE-MANEN. — Verdad decir, Ó CREER, SC= gún Valdivia, — 03 — NET-KEMANEN. — Fiel, en cel fiel cristiano que crec. Nerke-Jam. — Verdad, según Valdivia. Es el mismo adverbio fundamental, combinado con Jam, que significa palabra, y con JAG « verdaderamente palabra. » sentido de alterna Neu, —Ántes, sirve al optativo. NEUNE-GATICHAN. — Primero, número or dinal. NEUNUS-TAMANEN. — Lavarse la cara. No hay cra en el vocabulario de Valdivia, y NUS, debe referirse á ella ó cosa análoga. Ñ.— Cambia en Ña para imperfecto, y te- mas análogos. Ñenka. — Vieja. Ñocnun. — Véase Ñucnum. Ño-oNT1.—V. Nama-Ño-ONTI, que expresa por la misma combinación, la idea contraria. Ñuenum, — Gente, hombre. Parecería desig- nar la especie más bien que el individuo, lo que indicaría una noción adelantada del ser humano; pero analizindola, se vé que no es sinó el mismo nombre, que por medio del aumentativo cuu-m (del cHU, radical que se convierte en plurali- dad de individuos. Algunas lenguas ame- todo), ONUOK-IJEMANEN. — Preñada estar. Ontok, que con la adición de JEMANEN, es verbo en este caso, parece ser el nombre de preñada, y la idea de preñar. V. el si- guiente. Para.—Quien. Véase, MEM. PAKA-MUYSNEN. — Romper. PAkAL-NEMEN. — Limpiar. Parar. — Frente. PAKAX-NEN. — Sacar. Pacn. — V. GUAR-GUAR-PACH-TATI, QUE Signi= fica: lo ageno. PaLem. — Hombro. Panma-NEN. — Encerrarse. Tomo VI Ne u-31cn. — Frontero. NEJFK-EPRYNEN.—Maltratar. Lo mismo que GENEK-ELTE-MANEN (V.) GENEK, según el vocabulario de Valdivia, era mal, y proba- blemente malo. Así GENEK-ELTEMANEN Cra hacer mal, lo mismo que en este caso. NEX-PUTAMANEN. — Áporrear. del anterior. Equivalencia Nrr. —Subfijo de segunda persona interro- gando. Nurum.— V. Jar-MANA, que según Valdivia, significa también hechicero. ricanas (como sucede en el inglés y fran- cés), solo tienen una palabra para expresar la idea de hombre y varón. El Allentiak tiene tres: 1% Ya, para indicar el género, sea racional ó animal; 2% Yam varón; 3* Ó YAanm, para indicar el Ñuenum, para señalar al hombre, ó la gente, Ó la colec- tividad de indivíduos humanos. Nuñu-TENUANEN. — Misericordia tener, según Valdivia. Ñuñu, es la raíz de Ñucnum (hombre ó gente) en que por un suben- tendido que escapa al análisis por falta de datos, se envuelve la idea de lástima, que se convierte en verbo. ONUNU-PULTEANEN. — Engendrar, que deriva de la anterior, y parece expresar la idea de preñar. OntI. —V. No-ONTI, y NAHA-ÑO-ONTI. OZE-YANEN. — Descansar. PALTAK-YANEN. — Guardar. Pa-rrarr, — Cualquiera. Lo mismo que LTACI.. ParLesta. —Llave. Probablemente cerradura. PANÉ- KEPEL — TATIA- ALTICHAN. — Lujuriosa mujer, según Valdivia. El radical PANE, es la única vez que aparece en su vocabula- rio, y parece responder á la honestidad. V. idea de des- el siguiente. PANE-KEPEL = TATIA = ALTICHAN. — Deshonesta mujer. PAn-HUANEN. —Llamar. V. PaNTA-MANEN. Para- MAN. — Quiénes son. Paraca. — Cien. Numeral común al Arauca- no, al Aymará, al Quechúa, al Puelche y al Tehuclche. V. Lrun-NEM-TUKUM-1VA= TAKA. Parnen. — Con quién. Pain-rekra.—A la mañana. Tekra, es sol ó día, y Paty, indicaría su principio. PuyuTEk-TOKOT. — Lucero. Tokor, parece variante de TEKIA, quese encuentra en la pa- labra compuesta LerCcHAP-TEKIA-MANEN, QqUC significa lucir, siendo LerCcuar, luz. PÉ.- —Sincopa de reY para imperfecto. Pecu, ó Prené. —No, lo mismo que Pecue- KE. V, Nal. Pecu, ó Pecué. — Sublijo de primera persona en imperativo. Prké. — Terminación de primera persona de plural en imperativo. Peké. —Subfíijo de primera persona de plu- ral, que hace negativa con cl prefijo Na. PrE TEKEXNEN. — Contar narrando. V. RINE-PES-TAMANEN + Prek-Ñakze. — Nicta. PeLeEk. — lForma como sublijo, alternando con Era, NEM-PELEK y TaYaG, los gerun- dios de acusativo, y equivale á para en castellano. Pere. — Pariente. La radical de parentesco consanguíneo, parece ser PE, que se repre- senta también por la p como raíz. PekLtE. — Tío. PenáA. — Hermano mayor. Penx-kojoro-mIax. —Perdón, según Valdivia. Preux-Jorom=N em. — Perdonar. Verbo deriva- do del anterior. V. PrerruNEM. PES-TAMANEN. — V —PES-TAMANEN. Perra. — Particula potencial, que como sub= fijo, significa poder hacer la acción, y que interpuesta d los verbos indica poder, Penné. — Madre. PerYnen. — Hacer. V. LEraAuNeEN y lTaMANEN. Pia. — Padre, como sustantivo, y que esá la vez, mudanza final de pa, para pretérito. Priam. —Como subflijo de acusativo de gerun- dio, se muda cn Plana, y significa en este caso, Para en castellano. Piskanta. — Hermano, Pasen. — Vo. Loeu-rines, y "DoOLTOM-LTANEM, PIÑA. — IHlermano menor. PIOKO-YAMANEN .—- Esperar . Pramex-=NEnN, —Encubrir. V. VURU-=GHANEN + PokL-raMaNeEN. — Remcediar. Pok-1.TA-MEY MEN. — Descar. V. LTAYMENEN. PoxoLumM-TAMANEN. — Solución tener. POKk-TEKENEN. — Salir. PoLKARI-CHEMANEN. — Vestir á otro. V. HuaL-_ KAR-TEKIA-MANEN.+ PoLkAa-TEPMANEN. — Ácusar. 4 PoLok. — Fuerte, y fuerza. V. PuLok. Ponu. — Vergúenza de mujer. Pos-CHUNEN. — Quitar. V. LEPEL-KOCHANEN.+ Poru. —Río. PoY11.-TIUNEN. — Retozar. PoLLo-TEKNEN. — Dejar. V. MULX-COLUMNEN.+ Pour. —Pecado, según Valdivia, que adapta la palabra á la doctrina cristiana, y forma con ella los compuestos que siguen. PoYu-PEL-TEUNEN. — Hacer pecado. PoYub-JETUNEN. — Pecar. Pra-ramaxEN. — Quejarse de alguien. V. Ta- MANEN.+ PraY-ra-YELMEN. — Porliar. PTAY-TA-YEXNEN. — Negar. PTE-NEUNEN. — Mandar. Prer-E NEN. — Perdonar. La raiz de perdón es PERX. V. PERX-JOTO-MANEN, Y PERX-- KOJO-1 ¿MIAN + Pu.—Caso de verbal en tercera persona, en transiciones de primera, segunda y tercera. ll plural es Lux, Ó PUX. PUEXNEN. — Quitar. V. Pos-CHUNEN. Pu-LEM-TAYUNEN. — Espantar á otro. Pus. —Piés. No lotrae Valdivia en singular. PuLok-PUEXNEN. — PuLok, es fuerza ó fuerte, y PUEXNEN, es quitar, lo que parecería in- dicar: quitar fuerza. V. PoLok. Purrux. — Caso de régimen de tercera perso- DUREN Purranen. —V. AJEY-TEYAM-PULTANEN. PumrL-kE-ciraNEN. — Enojar á otro. V. Ka- YEY-METANEN, Y MELKEZ-ESKE-TANEN.+ Punak. — Espaldas. Purak. —V. JiNET-MATOXAM-PUPAK-MEMNEN. testi- JIÑET-MATO= PubanEk-TaMANEN, — Levantar — falso monio, según Valdivia. V. NAN-PUPAR=MEMNEN. Purarax-NÉEN. — Sed tener. PurlaneN. — Castigar. PurIseN. — Pudrir. Pura-MANEN. — V. LoP-LOP-PUTA-MANEN. PuraYes-NEN. — Resucitar, según Valdivia. V. LAaUTAYET-KALTANEN, Y LaAUu-TAYTE-QUIAM que significa en ambos casos: volver=vida. Pur-=xU1. — Colgado estar. Pura. — Subíijo de optativo. V. Perra. Puria-manes. — Visitará los enfermos. Adap- tación á la Doctrina. PUTUANEN. Mirar, ver. Puruk-cHAaNEN. — IHincar. V. ZETEMET-Ka- NEN, que significa, hincar rodillas. PUTURUZ-PAYUNEN. —— Avergonzar á otro. Pux, 0 Púx. —Lo mismo que xrU, Ó xPÚ, plurales de Pu. V. como caso verbal. Puya. -— Sublijo negativo en primera persona. PuJA-MEXUNEN. —Lloyer hacer, según Val- divia. MEYENEN, es tener. V. sobre esta dicción PUZA-MEYENEN. PuJa-MIUNEN. —Interceder, V. JAM-TA-MA= NEN, Y JANELTAY-NEN, que significan: dir, y rogar. PuJE-LEKES-NEN. — Desatar. pe- Pux-kaA-TEKIA. — Tener dolor. V. JoE-YANEN. Puxku. — Hermana. Pu-ZaM-EYUNEN.—Llover hacer, según Valdi- via. V. PUJANEYEN. Pu, radical como subfijo, (interceder); zam, raíz de zam (lluvia) con que se forma el verbo zam-YAMANA (llo- de PUJa, forma el verbo PUJA-MANEN RAk-CHANEN. — Palpar. RAT-CHANEN. — Ánudar, atar. REUTEK-TA-MU-KEINEN.-— Alteración de car- T “Ta. — (1) De, de ablativo. V. Yak. (2) Subfijo que expresa (en) y (de). (3) Sub- fijo de activa de movimiento de lugar, 0 para quietud en el mismo. TAEX-TEREJA. — Subfijo negativo. Subfijo de posterioridad. TAnuErP-TAYÁ. — Lazo. Tanuk. — Tierra. V. Tac ó TEG. TAKTAO, CHIS-TAKTAO y VETA. TakaYn En. — V. HUESPECNE-TAKAYNEN. Taktao, Ó Tera. —Pátria, Según otras definiciones del es tierra; TEkTA, sol, Ó día, y CHIS-TAKTAO, la Todos estos vocablos parecen derivar de según Valdivia. MISMO, TETA, ó sea, arriba de tierra, sería ciclo. una misma raíz: TETA TIERRA, que Valdivia De nera que, TAKTAO, Ó TETA, envuelve sim- dá como sinónimo de TAkrao. ma- plemente la idea del suelo habitado, inclu- yendo tal vez, el cielo que Vo CHIS-TAKTAO + lo cubre. TAKTEREMTA. — Esperanza, según Valdivia. No concuerda con ESPERAR, que es Prko- YAMANEN. ver) que con la terminación verbal, signi- ficaria: interceder Óó rogar para que llueva. PUXGUEN Ó PUXKEN.-— Diferentemente. Puxsen.-- Dar dones.V. CHEIPNEN y PONANEN. PuxNo-11 'a.—Piadoso, según Valdivia, sta en con el sentido de palabra está aplicadaá la Virgen María, la traducción de la Salve clemente y piadosa. Pux-YAamM-cHact. — De otro. PXLEK-ESNEN. — Deshacer. V. JSNEN. PxXE-1UE-TIX-NEN. — Mencar. PxXE-TAMANEN. — V. LPU-PXE-TAMANEN. PxEYTUT-CHANEN. — Envidiar. Pxota. — Moza óÓó muchacha. V. MunNcita y NAYEN-CHANEN-PXO-TA. PzAT-KL-TA-MANEN. — lnemigo ser. PZEKE-LLESNEN. — Estorbar. PzTEKYA.— Goloso. ne tener el varón, según Valdivia. Para la mujer hay otra expresión. V. Zuk£LLTE- KIANEN. TAL-HUANEN. — Señalar. Tam, — Mudanza como final de raíz de verbo en imperfecto, y temas análogos. Tama. —Final de raíz verbal que cambia en pretérito. TAMANEN.-—V. JoPI-TAMANEN. PUPAK-TA- MANEN. PokoLum-T. IHual-T. y PTA-Ta- MANEN. Tamart. — Quejarse por causa de amor. Tar, Ó Tarú. — Vientre. Tarú. — Barriga. V. Tan. Tarr. — Terminación de ablativo, y subfijo, que significa (de), á la vez que es demostra- tivo y causal en sus casos. V. ITEYAG-TATI: y "PAUNEN. — Poncr, MELTER-TATI. y parir. Parecería repre- sentar la idea de incubar. TAUNEN. — Variantederauma para inperrectos V. MULTU-TAYAK-MANEN+ Y Taurar. — Año. “Tara. —- Gerundio de acusativo. ETA MEM-PELEK, y PrLrk. TAY-CHAKTENEN.-—Nacer. Tac, es raíz detar. MENTA, (vida). —(1) Librar á lo mismo “Tar -FSNEN. otro, — 96 — que Vay-NEMNEN. (2) Sanar, lo mismo que AnaY-MANEN. — Par, esralz de raYmb- Nra(vida), y significaria en el primer caso, según su filiación, librar la vida á otro, y en el segundo, salvar la propia en una entermedad. V. el análisis de compuesta CHuu-TEKTA. la palabra Tarmenta. —Vida, según Valdivia, dando á esta palabra un valor metafísico, cuando por otra parte, la hace figurar como verbo (TAYMENTA-=MANEN) ensu acepción personal limitada, concorde con la idea de la mucr- te, que en el Allentiak se representa por el muerto mismo, como en cste caso por el vivo. V. Taxre=k1aG-NocuuM y JablaG- NUCHUM. "TaY-TaY-ESNEN.— Vencer. Day, es raiz de vida, y duplicado es vida-vida, ó sea vida (por) vida, y ESNEN es deshacer. Tay-TEk-NEN. — Defender, —Librarse. Es la contraria del anterior, ó sea: detender la vida. Taxrek-IaG-ÑocuHum. — Hombre vivo. Tar, raiz de TAYME o, (vida). 14G, indicante de sexo masculino; Ñocuum, hombre ó varón. TAY-TEKITA=-MANEN.— Durar, vivir. Es la idea de vida, convertida en verbo, para indicar la duración. TaYunen. —V. Pu-LEM-TAYUNEN Te. — Subíijo verbal que determina segunda persona en sus casos, que hace también cl oficio de partícula determinante en tran- sición, Tr. — Tierra. V. Tera Y Taxrao, de que cs raiz. Trek. — En los verbos que terminan cn Tk, es mudanza de imperfecto. Tekra. —Día, y Sol. VW. JrELú; Jumek, y CHU-TEKTA. Tec. — Véase, Tac. Te-uuL, —Debajo de tierra. Uno de los vocablos más notables del Allentiak, que manifiesta la persistencia de sus raíces, re- presentadas por las silabas iniciales, y el mecanismo de sus compuestos. Te, es raiz de rEra, (Uerra), y nus, viene de HmuLvaG (abajo, Ó debajo), Ó sea: tierra abajo, Ó debajo de tierra, “DENUZ-AR-NEN, — Caer. V, JErO-KIJE-VANEN. Tex. —Sublijo de transición de 1% de plu- ral á 2% de singular. DEKEV-RANEN, — ÁSOMIESC, DeEkIAa-MANEN. — VW. DlUAL-KAR-TEKIAMANEN. VTeraG. — Maiz, único producto vegetal que se designa en el Vocabulario de Valdivia, de una manera concreta. VTemvr. =— Carne, en general, según la traduc- ción de Valdivia, lo que parecería indicar la carne humana. La carne de comer tiene otra denominación. V. TEMTE-NEME-TAG- NE, y Turur. Temma. — Mancebo en mala parte, según la difinición de Valdivia. TEMTE-NEME-TAGNE. — Carne decomer. NEmME, viene de NEM-UKTA (comida); de NEME- YUNEN (sustentar); de NEMA-NEN, Ó NEM- Da=MANEN (comer). V, palabras cn su lugar. Tex. — Terminación de tercera persona de imperativo. TENCuE. Con, que alterna con TE "DENUANEN. —Arrojar, enviar. V. KATE-NUNEN. “TENUANEN, — Preguntar, V. IHurzrta-kau- NEN, y DIIUEZTAK-TEKNEN. “DEPUK=8 MUK-MEYNEN. —V. Ka-TEPUK-MUK= MEYNEN. Tere, Óó Terem. —Manceba. V. Temnma. TEREM-TA-MANEN. Amanccbado estar. Terrekrta. —V. Lka-TERTEKTA. TERU-ANEN. — Enterr radical de terminación de ar. Te, cs era (tierra) que con la primera persona, forma cl verbo. En las Obras de Misericordia, se hace uso de otros términos para expresar la acción de enterrar á los muertos. Tera. — Pierra, pátria, valle, según las várias traducciones de Valdivia. V. Tr, y PakTao. TeEr-KIANEN. —Sobrar. V. KoL-KUANEN. VTreura-=vYaG=tEra. — Valle delágrimas, según Valdivia, Es una palabra inventada para catequizar, adaptándola ¿4 la Doctrina cris- tiana. Tru, es radical del verbo llorar; YAaG, es el demostrativo, éste, Ó ésta; TEA, es Uierra, Óó sea; tierra (que) llora. TEU-YANEN. — Llorar. Radical, Tru. Tr. —Particula verbal frecuentaliva. TIA-MANEN. — Dormir. Dra, radical de sueño, de que se deriva pereza y perezoso, VTIANEN.--V. YEK-NESME-TIANEN, Radical, Tia. TocuIieYnenN, —llambre tener. “Toko. — Barro, y piedra. VTokor. — V. ParYurEk-TOKOT. ToLor-roLor. — Dobléz. V. el siguiente. Voror=ToLoOr=NEN. — Doblar. Esta combina- ción y la anterior, tienen por núcleo el adverbio comparativo Lor (más), que du- plicado se convierte en adverbio de modo terminación MANEN (ser) en verbo (igualar). Del mismo modo, el vocablo Lor, duplicado, y (igualmente), y con la precedido «de un prefijo, se convierte en el sustantivo DOBLÉZ, que con la terminación verbal, se convierte dá su vez, en DOBLAR. “ ToLTOK-MOYUNA-YEM-NEYAG.— Otro, según Valdivia, que en el texto de su gramática pone como número comparativo, y en el vocabulario traduce por YAM-NIAG, que contiene las mismas raíces (YEM-1AG) en su sentido de preposición causal, y significa: hombre - este, Ó este (otro) hombre. Mo- YUNA, viene del verbo MOYUNEN, (faltar), que según se vé en el cuadro de los ordina- les, servía para formar los comparativos numerales, restando. ToLTOM-LTANEN. — Pagar. Tomar. — Viejo. “TOPAS-TETE-N1N. — Llenar. ToPAT-ENEN. — Estar lleno. Tor-TEkE. — Flores. ToruU-KOLCHA-MANEN. — Hacer salir. Torom. —Demonio, según Valdivia, que también pone Hana, siendo ésta la única palabra del vocabulario que indique que los Allentiakos tuviesen alguna idea de lo so- brenatural, ya que no religiosa. Torom-ucu-uTu. —Infierno. De la misma especie que el anterior. Torom, como se ha visto, es un ente maléfico. Ucn, podría ser raíz de uciman (alto), y uTU, significa casa, de manera que pudiera ser: del maléfi- co arriba-mansión. Sería singular que al Ucn. — V. Torom-UCH-UTU. Ucue. — Subfijo de imperativo, en segunda persona de singular que hace negativa. UEPATEN.— Subfijo de tercera persona de singular, que hace negativa. ULTU-KUY-CHANEN. — Entender. ULLUTEK-YAMANEN. — Allegarse. ULLU-YANEN. — Ápartar. UNKA-YAG. -— Gordo y mayor. Uña. — Mucho. V. MUELKECHZ. Ur 6 Utu.— Casa. V. Torom-UcH-UTÚ. 97 — adaptar esta palabra compuesta para cate- quizar, sugiriendo la idea del infierno, pusiesen éste arriba ó sea en el ciclo, en vez del centro de la tierra. Tosruko Ó TosPu-KANEN. — Derramar. Lo mismo que THANEN, Torom.— Brazo. TuUk-PUY-CHIA-NANEN. — Enseñar. Lo mismo que TUKYAMANEN. TUKU-YCHA-MANEN. — Aprender. TUKUI-CHANEN. — Señalar, TUK-YAMANEN. — V. TUK-PUY-CHIAMANEN.+ Tumta. — Monte. TURUZ-YAMANEN. —- Vergúenza. Tur. — Cuatro. TuT-ETICHAN. — Cuarto. TuT-KLEU. — Nueve. Tur-KLEU-YAG. — Noveno. Tut-TUKUM.— Cuarenta. Estiércol de hombre. TuTuÚú-NEN. — V. MUL-TUTUÚ-NEN. TurraG. — Cuarto. V. TuT-ETICHAN. TusE.-— Dientes. Turur. Tutú. — Carnc. V. Temer. TUZAY-MUANEN. — ÁAvergonzar. Tx..— Equivalente de rch en la conjugación del verbo. UTET-MANEN. — Dueño ser. Urer, vicne de ur (casa). V. HuyAk-UTA-MANEN, que Val- divia traduce: « Um. —Enfermo. Dueño ser de casa.» UY-CHAMANEN. — V. LPUYAN-NY-CHAMANEN. UyY-CHEYNEN. — VE KALTA-EXTAHARKE-UY- CHEYNEN. UYEM-JETUA-NEN.--Pelcar. V, IOLNY-PUPINEN, y MELKEZ-MUES-TA-MANEN 4 UYmMEN. — Ganar. Xx X. —Letra que además de su sonido com- puesto después de vocal, representa en al- gunos casos el de cr, unido con las conso- nantes (Tx) y (PX). — Partícula de plural, que hace el oficio de subfijo y de prefijo. XkaA. — Infijo de caso derégimen de 2* persona de plural. Tomo VJ, Xruv ó Xru. — V. Pux. xrucn. — Tetas. XPUP-TESNEN. — Desandar. Xxke. —Prefijo de primera persona en plural, en transiciones de 2% á 1%, V. Kex y Cu- CHANEN. XKEUN-MITE. —Subfijo de 1% persona en plural. 13 208 ME Ya. — (1) Subfijo en presente de subjunti- vo, que se arrima á la partícula pronominal y se pospone al verbo. (2) Prefijo deamra, é infijo de causal en los verbos. V. lua, Yac. —(1) De, de ablativo. (2) Este. (3) Sublijo que señala cel género masculino, así para hombre como para animal. (4) Terminación de participio de activa. Yac-TEKTA. — Hoy. Lo mismo que Man- TEKTA. TEKTA es sol y día. Yac-zorom. — Después de esto. Yanr. — Infijo en raiz verbal, y “terminación de persona para imperfecto, YaLTALKTISTA. — Forma en singular del ver- bo de 2* y 3" persona. V. YALTALMNISTA. YALTALMNISTA. — Plural de YaLTALKTISTA. Y ALTATICHAN. — Subfijo de infinitivo pa- sado. YALTALTICHAN. — Terminación de participio pasado de pasiva. YaLtaLTistTa. — Subíijo de gerundio en pre- térito perfecto de ablativo. El plural es YALTALMNISTA, YALtTAMNIstTa. — Plural de YaLrisTa. YALTANTICHAN.—Alterna con YaLTaG en par- ticipio pasado de activa. V. YaLTAG. YaLtisra. — Subfijo de gerundio en ablativo, prefijíndose el imperfecto nombre para distinguir la persona. Yau, — Sal. Yam ó Yaam. — Varon, V. Ñocuun. Yam. —Sublijo para hacer infinitivo, con= virtiendo el nombre en verbo. V. ALtri- CHAN. Yam-sariaG. — Viuda. V. KoOLTUK Y ÁJEYa- PIAG. Yam-zoron. — Después de esto. YAMANEN. — V. ULLUTEK-YAMANEN Y TURUZ- YAMANEN. YAmcuacita-aJE.— Mujer casada. varón; Cha indica pluralidad, y duplicado, haría tal vez el dual; aye, es mujer. Sería: hombre. Y. Yam, es mujer con YAMTIAG. YamriaG. — Casada mujer. V. el anterior. YANEN.— V. AYAK-YANEN. Yabrer-KANEN. — Correr, Ye. — Sublijo dedativo y acusativo sin movi- miento, ln algunos casos dice (a) 0 (baka) alternando con (Ta). VEGNESME-TIA-NEN.—Pereza tener. YEK, Cs raíz de YEKES (Pperesoso) y TIANEN, Cs, lo mismo que rla-MANEN (dormir). Y EKES-METIAG. — Perezoso. YEnuÉ. — Hueso. YeELAP. — Béstia y carnero, según Valdivia. Probablemente, guanaco. YeLé— Presto V. YELET-KE. YeELÉ-EMPEKÉ, —Ea, pues! acabal YuLeEr-ke, — Brevemente, V. YELÉ. YeELpIa. — Ayer. YEM-NEG-MITA.— Cuántas veces. YEM-YEMATA. — De qué manera. YeEmATa. — Como. V. YEME. YeEmE. — Como. Lo mismo que YEMATA. YEMEN. — Y, copulativa. V. Acne; Eran; KaLTEK; KEMÉ; YMEN y YEMEN. YEMEN. — Otros; cuantos; dos. YEMEN-NAYAN. — Segundo. V. HUENTICHAM y YEMANETICHAN. Y EMEN-KLEU-TICHAN. — Séptimo. YEMENE-TICHAN.—Segundo. V, YEMEN-NAYAN y ITUERETICHAN. YEMEN-KLEU, — Siete, YEMEN, CS dOs; KLEU, Sobre la base del dos, se forma así el siete; 2 es sobre, más, ú otro. sobre 2, sobre 2 y otro 1J=7. V. Zak-ZaG, que significa también siete. YEMEM-TUKUM. — Veinte. YEMEN (dos), TU- kum (diez)ó sea: dos (veces) diez =veinte, YEM-NEGNISTA. — Cuantas veces. YEGMNIA. — Otro; singular de YEMEN. YEmMTAa, — Cuantos, cuanto ha, cuando, ó sin. Como subíijo hace (con) para instrumento. Yen Ó Y-en. — Con, Vexkum. —— Y, TUKUY-CHETAG-YEKEM. Yekem-ak Ó Yekemak (subfijo). — Hácia ml. YEKEMAK. — V. JEHUAR-EPUÚ, Y JILMAR-YE- KEMAK. YESKEY-CUANEN. — Trocar. YEXNEN. —- V. PTAY-YEXNEN.+ YoLrra. — Ayer. V. YELPIA. YomMI-LLAMUÉ. — IHuérfano. YomI parece in- dicar privación de una cosa, según se de- duce de las tres palabras que siguen. LLa- HUÉ, es hijo. YOMI-TE-K1. — Destierro. Yomt, sería pri- vación, según se apunta más arriba; TE, es raiz de “Y A (tierra); y Kl, es prefijo de caso de régimen de 1% persona en transiciones de 1%4 3% persona, Yomiricuan, —- Desterrado, Es el participio del verbo. Yomi-tI-NEN, que se forma del sustantivo YOMI-TEKI-TICHAN; €s el sublijo ALTICHAN, que hace el infinitivo presente y alterna con vam formando verbo. YomIi-TI-xEN. — Desterrar. Como en los an- gr teriores (TI), que es también partícula ver- bal frecuentativa, y estaría en vez de (TF), por cufonismo. Nen, es terminación dema NEN, que forma el verbo. Yoro. — Cabeza. 7..—Esta letra, que es de dudosa pronun- ciaciónenel Allentiak, y que falta en el Arau- cano, se encuentra en los dialectos ó modifi- caciones de éste que hablan los Pehuenches y los Pampas, al oriente de la cordillera, que la sustituyen á la p, lo que indicaría un ceceo (que no es el lingilistico-dental del castellano) ó una aspiración en ciertos ca- sos, como la sr ó zr de algunas lenguas europeas, que Valdivia representa algunas veces por la combinación de las letras Z1H. Za. —O, disyunt. Viva. Nar. Zanr. — Árboles, trac en su vocabulario nombres concretos, Este, y flores y hierbas son los únicos que señala en su vocabulario. Valdivia no ZAMUAR-TEKTA.--Invierno. TEkTA, essol, ó día. ZAKAT-KANEN. — Oir. ZAkAr, es raíz de za- KATUA (oido) que se convierte en verbo. ZAKATUA. — Oido. V. ZAKAT-KANEN. ZAK-CHANEN. — Merir los pechos. ZAK-YAG. —Sicte. V. YEMEN-KLEU, Y YEMEN- KLEU-TICHAN. ZAk-zAKk. —Juntamente. Lo mismo que NAk- NAK, de que se forma el verbo NAKk-PUCHA= NEN (juntar). ZALTEY-MINEN. — Volyer. ZAMYAMANA. — Llover. ZAnTa. — Flaco. Lo mismo que Yubúta. ZAS-ZAS-N1AG.— Colorado. Se observa que sólo cinco colores apunta Valdivia en su Voca- bulario, amarillo, colorado, negro, blanco y verde, y que todas sus denominaciones terminan Cn NIAG. ZAT-KLEU-TEKFA-MANEN. — Aborrecer, según Valdivia, que lo apunta como sinónimo de XMI-KILLETEK-TANEN, y de ZAT-KELUANEN. Las tres palabras compuestas se explican unas por otras. Xmr, es raíz de XENEK Ó XINIK (mal), (según su ortografia) y así XINIK-ELTAMANEN, Cs hacer mal; KILLETEK- TANEN, €s futuro de descar, 0 sea: descar ZMT, NEN C5 mal. parece significar ódio, kKELUA- enemigo, de manera que dice: aborrecer enemigo. KLeu, es sobre, y más, Yu, — Variante de Ye para imperfecto. Yusr. — Partícula verbal que indica actua- lidad en la acción. YUT-KANEN, Ó YUTUK-TANMANEN+. — Trabajar. Yuúra. — Flaco. V. ZANTA. y TEKTA, es día, lo que indicaría que es en este caso intensivo, y según el primer com- puesto, combinado con los otros dos, signi- ficaria: aborrecer más-cada - día - descando- mal-al-cnemigo. ZEKLEY-CHAKAT-KANEN. — Maltratado ser, Ó estar. ZETUN-ET-KANEN. — Mincar rodillas. V. Pu- TUK-CIANEN. ZNE-YENEN. — Callar. Zim. —Cumbre. V. GUALTA-ZHMIK. ZA0K-Z101K. — Coronilla de la cabeza. ZmIk, es cumbre en general, ósea lo más alto, y GuALTA-ZH1IK, cumbre de monte: cl mismo radical, enfáticamente repetido, indica lo más alto del hombre, refiriéndose á su propia personalidad. ZmiuLka. —Seis. Este vocablo marca en los numerales el máximun de cantidad; de allí para adelante, los números se componen con los radicales de los primeros, sirviendo de base el dos, y después el diez, duplicado ó multiplicado, y adicionado. ZMILLKA-YAG. —Sexto. El subfijo Ya, que en un caso designa el género, y significa varios parativos de calidad y de cantidad, y en el presente, califica el número ordinal. varón, sirve para componer com- ZuUEÑA. — Sapo. Zoorom. — Después. V, YAM-ZOTOM. ZOJNEN. — Acabar. ZKECHE. — Áves. ZUK-ZUK. — Trasero. ZUKELL-TE-KIA-MANEN. — Alteración de carne de la muger. V, REUTEK-TA-MAKEINEN. Zurt. —Pescado. Es de notarse, que siendo los Muarpes una tribu pescadora, no se encuentre en el Vocabulario ningún nom- bre concreto de la especie ictológica, que abunda en las Guanacache, y se registre en él tan solo este que es guaraní (2URUni) lagunas de á cuyas márgenes moraban, y que es un pescado conocido en el Rio de la Plata y sus afluentes, y desconocido en el interior del territorio argentino. AS Ñ ¿A AS os Pájaros Misteriosos de la Patagonia R. LYDEKKER (F.R.S.) LOS PAJAROS MISTERIOSOS DE LA PATAGONIA POR R. Lydelkxkxer (BRSs.) Si se me preguntara cuál es el país donde el explorador y el naturalista tienen mas probabilidades de descubrir tipos desconocidos de los vertebrados mas elevados, indicaría sin trepidar el interior de Patagonia. Casi deshabitadas, y con un clima invernal severo, gran parte de esas regiones son des- conocidas prácticamente para el europeo, mientras que para el naturalista se puede decir que son aún casi terra incognita, Como resultado de este aislamiento, los rheas ó avestruces americanos, con los guanacos, las liebres patagónicas y el ciervo andino, animales todos en via de extincion en los ter- ritorios poblados de la Argentina, viven y prosperan en gran número en las llanuras, valles y montañas de la Patagonia. Con todo, á esa region remota empieza á llegar la civiliza- cion, aunque lentamente, y grandes áreas de los territorios del Rio Negro y del Chubut están ya en manos de los criadores de ganado; de modo que no pasará mucho tiempo sin que la misma destruccion de la vida animal nativa que ha tenido lu- gar en las pampas argentinas, llegue hasta allí. Esto, pues, deben tenerlo presente los naturalistas y hacer esfuerzos para obtener ejemplares de los animales nuevos ántes de que sean estirpados por la implacable mano del hombre. (+) Este artículo se publica además en la revista inglesa «Knolledge», de Lóndres, número del 19 de Diciembre de 1894, — 104 — Es muy probable que existan allí. en Patagonia, nuevas especies de comadrejas si no de otras clases de marsupioles lo mismo que roedores, pero lo que motiva esta nota es un hecho que hace creer en la existencia, en el interior de esa region, de un pájaro pequeño, mas ó menos aliado á los rheas ó avestruces sud-americanos, que son exclusivamente caracte- rísticos del país que les ha dado su nombre. Hasta ahora, los naturalistas europeos no sospechaban la existencia de este pá- jaro; y como los avestruces y sus aliados forman un grupo de especial interés para los anatomistas y para los que se dedican al estudio de la distribucion geográfica de los animales, el des- cubrimiento de una nueva especie, si nó de un nuevo género, debería ser uno de los hechos mas importantes de la ornitolo- eía moderna. Digo debería, porque desgraciadamente no lenc- mos ningun ejemplar del presumido nuevo pájaro, al que solo se le conoce hasta el presente por un único huevo. Antes de continuar, conviene hacer breve mencion de los representantes conocidos actuales de los pájaros parecidos á avestruces, los que están caracterizados por la falta del poder «dle volar, y por la ausencia de una quilla sobre la cara anterior del hueso pectoral. Por este último carácter, el grupo á que pertenecen se le conoce científicamente con el nombre de Ratite (de ratis bote de fondo plano) en contradicion á Carinate (ca- rina -— quilla) que incluye el restante de los pájaros del dia. Principiando con los representantes australianos y neo-zelan- deses del grupo, tenemos primeramente los diminutos Kiwis (Apterix) del último país, que se diferencian de todos los de su clase no solo por sus pequeñas dimensiones sinó tambien por su pico alargado y angosto, adaptado para buscar en la tierra suelta los insectos de que se alimentan. Como una pe- culiaridad fisiológica de los kiwis, mencionaré el relativamente enorme tamaño de sus huevos, que miden casi la mitad del largo del cuerpo del pájaro que los pone. Otro grupo está formado por los Casoares ( Casuarius) y los Emeus, (Dromecus) viviendo los primeros en las islas Papuanas y en la parte Norte de Australia, mientras que los segundos son exclusivamente australianos. lístas dos clases de pájaros están caracterizados por las plumas (las que se parecen mas ó menos á pelos, en su extructura) que son aparentemente dobles debido 4 la cireunstancia de que el cuerpo secundario ó posterior de cada uno es tan grande como el cuerpo medio. Poseen tam- bien el carácter comun de los huevos de un color verde os- curo, con la superficie del huevo peculiarmente áspera. Los 0 casoares, de los que hay nueve ó diez especies, difieren de las dos especies de emeus por el casco cónico que corona la cabeza, por el gran alargamiento de la parte anterior de los tres dedos y porque parte del cuello es desnuda y generalmente adornada con partes carnosas colgantes. Lo mismo que los emeus y los casoares forman un grupo bien definido de los pájaros ratiteos, los avestruces y los rheas constituyen una segunda seccion, la que se distingue de la primera por la extructura normal de las plumas y el color mas claro y la superficie mas suave de los huevos. Sobresaliendo á la cabeza de sus congéneres, el avestruz africano (Struthio ) no solo excede éste en altura á todos los pújaros existentes, sinó que difiere de todos los miembros de la clase de las aves actuales y extinguidas por la reduccion del número de dedos de cada pié. Apesar de la pertinacia de los europeos en aplicar nombres del Viejo Mundo á los animales del Nuevo Mundo, de los que tanto se diferencian sin embargo, insistiendo en llamar aves- truces á los rheas, la circunstancia de que éstos tienen tres en vez de dos dedos, es una prueba de que no tienen derecho á ese título. Los rheas están representados por tres especies: el rhea común (Rhea americana) cuyos huevos son de color amarillo pajizo pálido cuando recien puestos; el rhea de pico largo (Ri. macrorhynea) el que quizás sea solo una variedad del anterior, y el rhea de Darwin (R. Darwbii) que se distingue por los huevos de un color verde muy pálido. Ocasionalmente se encuentran rheas totalmente blancos, los que probablemente solo son albinos de la especie comun. El rhea macho, que es un hermosísimo pájaro con su plumaje negro y gris, alcanza á cuatro piés de altura. El huevo es un óvalo casi simétrico, con los extremos comunmente en punta, midiendo su mayor diá- metro seis y cuarta pulgadas y el menor tres y tres cuartas, es- tando marcada la cáscara con pequeñas punturas. Á veces, se encuentran, sin embargo, ejemplares de formas redondeadas. Por las observaciones que anteceden, se verá que los pájaros ratiteos del presente, arriba descriptos, están comprendidos en solo cinco géneros, y que con excepcion de Australia, ningun país posee más de un solo género, y que todos, excepto los kiwis, son pájaros de gran tamaño. Volviendo al hecho de la existencia de un representante diminuto del grupo en Patagonia, debo mencionar en primer lugar, que todos los datos referentes á ella los debo al doctor F. P. Moreno, Director del Museo de La Plata, quien me ha dicho que explorando hace algunos años en el interior de Pala- — 106 — eonia vió un buen número de pequeños pájaros, los que en un principio tomó por pequeños rheas. Llamada su atencion por el número de esos pájaros, á los que no acompañaban los grandes rheas (R. Darwini) que deberían ser sus padres, preguntó á los indios, sus guias, qué eran esos pájaros y és- tos le informaron de que se trataba de una clase pequeña de rhea. Desgraciadamente no pudo obtener ejemplares de ese pájaro el Dr. Moreno, dadas las condiciones en que viajaba, pero algún tiempo despues, hablando con un amigo que tam- bien había viajado con los indígenas en Patagonia, éste le con- firmó el dicho de sus acompañantes, y le obsequió con un huevo que los últimos le habían dado como procedente del pájaro en cueslión (*). Desde entonces, quince años atrás, hasta ahora, este único é inestimable ejemplar ha permanecido sin ser descripto, y hoy la Revista DeL Museo DE La PLATA y KNOLEDGE, serán los primeros en dar su figura. Además, me es agradable decir, que habiéndoseme obsequiado con un lindo molde en cera de esta interesante pieza, los lectores ingleses podrán verlo en el Natural History Museum (Londres). listo ejemplar es completo, tanto que contiene aún su inte- rior, seco por el tiempo, el que forma una sustancia dura que suena cuando se mueve la cáscara. ln su forma, es corto con extremos romos, midiendo su mavor diametro tres pulgadas y cuarto, y el menor cerca de dos y tres cuartos. Como se vé en la lámina que acompaña á esta noticia, la cáscara está mar- cada con cierto número de pequeñas punturas, como en el huevo del rhea común, y el color original fué probablemente de un blanco amarillento, aun cuando la cáscara está manchada en algunas partes por el contacto con el suelo. La cáscara es muy fuerte y gruesa, y el huevo tiene toda la apariencia de haber sido puesto por un pájaro adulto, mientras que su perfecta si- metría indica que no es un huevo anormal de un rhea común, Que el ejemplar no es el huevo» de ninguno de los pájaros (+) Estos pájaros parecían tener, ú la distancia, un tamaño inferior á dos tercios del de Rhea Darwini. (Viaje á la Patagonia Austral, tomo 1. B. Aires, 1879). El huevo 4 que se hace referencia me fué obsequiado por el distinguido geólogo suizo D. Jorge Claraz, quien viajó en la parte septentrional de Pata- vonia y lo obtuvo de los indios Pehuelches, los que le dijeron pertenecer ú una especie pequeña de Rhea. El Sr. D. Cárlos Moyano, que me acompañaba cuando ví los interesantes pajaros, me ha dicho en estos dias que recuerda haber oido repetir despues í los indios que existía esa especie pequeña de rhea, la que no se acerca ú la costa. Probablemente, ésta es la razon porque no ha sido señalada íúntes. — 1. P. Monrno., == a = sud-americanos (en la presuncion de que es un huevo normal y de tamaño completo), puede considerarse como seguro, mien- tras que sus caractéres indican que es el huevo de un pájaro ratíteo. Siendo esto asf, y lomando en cuenta que los lestigos europeos que han visto pájaros pequeños semejantes ú los rheas, considerados como adultos por los indios, la presuncion de la existencia en Patagonia de un ratíteo de las dimensiones aproxi- madas del kiwi se hace tan fuerte, que se convierte casi en seguridad. Que este pájaro desconocido, aliado más ó ménos íntimamente á los rheas, pertenezca al mismo género, no puede asegurarse hasta que se obtengan ejemplares del mismo, y mientras no se obtengan éstos, puedo provisoriamente nombrar á este pájaro desconocido el rhea enano, ó científicamente, Rhea nana, aun cuando es muy posible que represente un género. Estos son los datos que hasta el presente tenemos con referencia al pájaro misterioso de Patagonia, y la divulgacion que de ellos hago es motivada por la esperanza de que mis lectores que tengan amigos ó relaciones en Patagonia, harán todo lo que puedan para obtener ejemplares de él. Si éstos se obtienen, lo que es hoy en gran parte una hipótesis, se con- vertirá en seguridad, y la ciencia zoológica se enriquecerá con una importante contribucion. R. LYDEKKER. Ñ 5) TS A ; o O NA e AA E US A IV Í k 14% UN A MIA ' AN de - - e ' E pi 1 KA b Ñ / 1 . 7, [ VO j os 1 07 NO: SAA KO 1 y pa Ñ y : , A . ' $ y ” mu y y, Y $ pa A iÑ M As 4 ' y | o ñ A Ñ MN her. del A, de La Plata. Tomo VI, Lyd.- Pájaros Mst.—Lám. 1, HUEVO DE RHEA NANA YSERVADO EN EL MUSE( JE LA PLAT OBSERVACIONES GENERALES SOBRE ALGUNOS VENTISOUEROS DE LA CORDILLERA DE LOS ANDES (MENDOZA) POR RODOLFO HAUTHAL Encargado de la Seccion Geológica del Museo de La Plata lomo VÍ 16 ñ Aletas RMC : ía 00 Y Ñ RO EA Ñ De: A E Ñ 2 leo A 2 y Apis LAIR E f E 3 y 4 OBSERVACIONES GENERALES SOBRE Algunos ventisqueros de la Cordillera de los Andes y (MENDOZA) POR RODOTLERO E A UTISETAS E Encargado de la Seccion Geológica del Museo de La Plata ln la excursion efectuada con el señor Director del Museo, en el año último, en la region del Noroeste Argentino, hice la interesante observacion de que en toda aquella region se pre- sentan indicios que demuestran la antigua existencia de ven- tisqueros. (Véanse mis informes en dos apéndices de «Una excursion al Noroeste Argentino, por Francisco P. Moreno», actualmente en publicacion.) Sobre todo, estos indicios son muy visibles y abundantes en el macizo del Aconquija (Cata- marca), y en dicho punto observé tambien que no data de mu- cho tiempo (en sentido geológico), la existencia y retiro de los ventisqueros. Llevado, por mis trabajos de geólogo, á la Cordillera Mendo- cina, me llamó allí vivamente la atencion de que los ventisque- ros actuales indicasen con toda claridad que no solo tenian hasta ahora poco tiempo una extension mucho mayor, sino que hoy pierden de su volúmen y que se retiran con gran prontitud. Il primer ventisquero que ví en los Andes, fué el del Cerro Sosneado, en el Departamento de San Rafael, pero esto no quiere decir que no los haya mas al Norte; por el contrario, creo — 112 — que el límite de los ventisqueros argentinos actuales está en el grado 33. A lo menos, hay ventisqueros en el macizo del Aconcagua, los que nunca están libres de nieves, como se dice en («Heim. Gletcherkund, pág. 448). Gússfeldt y J. Habel, los han observado el uno del lado del Naciente y el otro en la falda Norte. En el Cerro de Plata, (frente á Mendoza ) cubierto siempre de nieve, pude ver un pequeño ventisquero y creo que tambien existen en la falda del Tupungato. Desde algunas leguas al Norte del Cerro Diamante se ve en la grandiosa Cordillera, al Sud-Oeste, un cerro jigantesco cuya cumbre en forma de torre, con tres picos blancos por la nieve eterna que lo cubre, se eleva considerablemente sobre los demás cerros inmediatos; es el «Sosncado» (4950 m.) situado al Norte del Rio Atuel y frenteá su hermano el «Risco Plateado». Es aquel un bello paisaje; allí, al pié del magestuoso cerro, existe una laguna de alguna extension, donde viven aves acuá- ticas en gran número, y el verde pasto alegra el ancho valle del Atuel tan diferente del angosto y pedregoso del Diamante. Sabre la falda del Sosneado, á bastante altura, hay un pe- queño ventisquero, semejando laguna helada, el que es resto de un ventisquero enorme que llegaba hasta el pié del cerro, como lo prueban las grandes y extensas morainas. ln ese ven- tisquero pequeño se ve con toda claridad el hielo verde-azulado y me llamó vivamente la atencion la forma Steilabstuer de su extremo, en corte vertical. Mas adentro del Atuel he visto grandes ventisqueros (que he fotografiado, pero no me aproximé á cllos tanto como para observarlos; mas pude hacerlo en el situado al poniente del Arroyo de las Lágrimas, afluente derecho del Rio Atuel. Desde léjos, donde el Arroyo Blanco (afluente izquierdo) se une con el Atuel, se ven con claridad esos ventisqueros. (Véase lám. 1.) In ellos se observa la forma típica. Los cerros forman un semi-círculo, enangostándose hácia abajo. lín la parte superior se extiende la nieve (turfeld), la «que poco á poco se convierte en hielo, y en este hielo blanco se ven fajas uzules; y en el extremo del ventisquero se halla la pared vertical, el «Stezlabs- tuer», que me llamó la atencion en el «Sosneado». Pude estudiar este fenómeno aun mejor en un venlisquero que se encuentra en la continuacion Sud de la misma cadena, en latitud 3450 mas ó menos, y debo mencionar el hecho muy importante de que el pié de este ventisquero se encuentra á una altura de 3800 metros sobre el mar, mientras que del — 113 — lado opuesto de la cordillera, al poniente, descienden mucho mas. Segun Gússfeldt (*), en el valle de los Cipreses el ventis- quero Ada (34%0 Lat. Sud) desciende hasta 1900 metros. El ventisquero de que me ocupo lo llamaremos « ventisquero del Humo» porque el arroyo que nace en él tiene el nombre de «Arroyo del Cajon del Humo». (Véase lám. 11.) Toda esta region es un verdadero paisaje glacial. El valle, bastante ancho, se cierra formando un circo. Un gran campo de nieve se extiende de la parte superior, y su brillante blan- cura resalta sobre el negro de las rocas hasálticas. ll ventisquero mide mas de 4 kilómetros de extension y donde el suelo está un poco mas inclinado, el hielo muestra grandes hendiduras paralelas y el fenómeno de la grieta mar- ginal es muy visible. Estas grietas en la parte superior del ventisquero son lar- gas, y están situadas donde se separa la nieve del hielo ó mejor dicho, donde la nieve empieza ú moverse, convirtión- dose en hielo, y siguen siempre Jos contornos del cerro. Ln un punto (izquierda de la lámina 1) forma las conocidas «seraes» y en parte tienen las fantásticas formas de la nieve « penitente». ¡Qué extraño paisaje es aquel! Parece una enorme asamblea de personas puestas de rodillas y levantando las manos al cielo! ln verdad, aquello presenta una vista interesante y curiosa, pero es muy desagradable caminar sobre esa nieve porque generalmente las «penitentes» ostán tan poco distantes unos de los otros, que no hay donde poner el pié! Tiene interés la observacion de que el hielo del ventisquero parece compuesto por diferentes capas, de modo que alternan las capas de hielo azules y blancas, y esta alternacion se repi- te en toda la extension, hasta el extremo del ventisquero que desaparece bajo las morainas. ln ninguno de los ventisqueros europeos que he visitado ho encontrado esta extructura tan parecida á una verdadera estra- tificacion. La estructura de las fajas azules («venes bleux». Blaubiinder) es muy conocida en los ventisqueros, pero tienen por lo general (>) inclinacion contra la parte media del ventis- quero y en el medio mismo son longitudinales y verticales, for- mando el todo vasos concéntricos, cuya parte inferior puede compararse con la concavidad de una cuchara ó de un bote; (2) Gissfeldt Reise in der Andes, p. 99 etc. (2) Heim. Handbuch des Gletscherkunde. 1886, pág. 135, D A pero en el «ventisquero del Muneo» sucede lo contrario: en el término del ventisquero, lo mismo que en algunas hendiduras situadas algo mas arriba, observé una bóveda en forma de arco constituida por capas de este hielo azul y blanco. Las fajas azules tienen de 30 á 50 centímetros de espesor, y esa alter- nacion regular produce la impresion de estratificación y no de extructura. No quiero decir que aquella sea una estratificacion verdadera. Ll problema del orígen de las fajas azules no está resuelto aún, existiendo diferentes opiniones, pero la observacion hecha en este Ventisquero del Humo parece favorecer la de los que creen que existe una verdadera estratificacion; digo parece, porque estos son los que creen que las fajas azules son resul- tado de una extructura causada por la presion. (Pyndall. Les elaciers el les transformationss de lau. Paris. 1877. pág. 172 y Heim. Gletscherkunde. p. 137.) Mucho lamento no haber dispuesto de bastante tiempo para estudiar detenidamente fenómeno tan interesante, y tan bien ex- puesto en una buena parte del término del ventisquero. Allí, una pared de hielo de 10 4 15 metros de altura, se elevaba delante de mí, sobresaliendo su parte mas elevada, y producía la impresion de una grieta de hielo, de 40 á 50 metros de ancho. lista impresion la aumentaba el hecho de que las fajas azules y blancas no eran horizontales, sinó en forma de curvas paralelas como un arco grandioso. La extraña hermosura de ese paisaje se aumentaba con los jigantescos carambanos suspendidos del arco, ó elevándose como transparentes columnas, todo bajo un cielo purísimo de ese azul intenso, y con el brillante sol argentino. La impresion que allí recibí no es de las que se olvidan. (Véase lám. III NAVES) Preséntase aquí el mismo fenómeno observado en los ven- lisqueros del Sosneado y del Arroyo de las Lágrimas, lo que es una prueba de que los ventisqueros de esta parte de la Cor- dillera están en un período de decrecimiento, que disminuyen en su volúmen y que se retiran con rapidez. Otro hecho que confir- ma esta opinion, es que á 400 ó 500 metros delante del térmi- no actual del «Ventisquero del Humo» hay un gran trozo de hielo puro de 6 metros de alto por 15 de ancho y 20 de largo (véase lám. V,) cubierto en parte por las morainas presentando el aspecto Interior cónecavo completamente á manera de una eran gruta de hielo. liste trozo se separó del ventisquero, el que lo abandonó al retirarse; fenómeno bastante conocido en — 115 — los ventisqueros que se reliran y que es siempre una prueba irrefutable de este retiro. Steenstrup (*) encontró estos trozos de hielo delante de los ventisqueros groenlandescs actuales, donde á veces lienen gran- des extensiones y que se llaman «ventisqueros muertos»; Gússfeldt (*) observó el mismo fevómeno en la cordillera Sud- Este de Rancagua, en el valle de los Cipreses, en el ventisque- ro que llama de «Ada», y donde se tiene la impresion de que el ventisquero se retira con rapidez. Allí hay un trozo olvida- do á 400 metros del ventisquero. Caso semejante se presenta en el Ventisquero del Humo, y otra prueba de que éste se relira con rapidez es que á unos mil metros mas abajo hay otro trozo de hielo («Ventisquero muerto» de Groenlandia, según Steenstrup) cubierto casi com- pletamente por morainas, las que son mas grandes formando lomadas de 20 á 30 metros de altura y alcanzando hasta mucho mas abajo en el valle. Según las observaciones que ha hecho mi amigo el distin- guido alpinista don Juan Habel, en los ventisqueros del «Acon- cagua», no cabe duda de que allí tambien se retiran con rapi- dez los ventisqueros. Sobre el estado actual de los ventisqueros situados mas al Sud, hasta la Tierra del Fuego, no puedo decir nada por falta de observaciones personales; pero ya el hecho de que los ven- tisgueros entre el Aconcagua y Vinguiririca se retiren con rapi- dez, es un hecho de gran interés científico pues en luropa sucede ahora lo contrario; allí avanzan los ventisqueros y en- tran en un período de aumento, por ejemplo, los del grupo del Monte Blanco, que avanzan desde hace ya algunos años, como tambien los de Sajonia, etc. El fenómeno de que los ventisqueros tienen no solo un mo- vimiento contínuo, sinó que tambien adelantan y se retiran en períodos regulares, es conocido desde mucho tiempo atrás y observaciones sistemáticas han demostrado que estos cambios periódicos dependen del aumento ó disminucion de los facto- res meteorológicos, de la lluvia y de la temperatura, cuyas oscileciones tienen tambien períodos regulares. listos son los factores principales, en general; y la causa inmediata de que el ventisquero se relire ó avance, depende del movimiento dis- (2) Heim. Handbush etc., p. 477, 520. (+) Giissfeldt, Reise etc., pág. 109. — 116 — minuído ó aumentado, lo que resulta del espesor del hiclo que lo forma. Hay dos causas que influyen en el espesor del ventisquero: 12 La variacion de la cantidad de nieve que cae en las altas re- giones. 2% La variacion en la cantidad de la ablacion del hielo. La primera causa es eficaz en lo que se refiere á la parte su- perior del ventisquero, en el. «Fernfeld» y especialmente en el invierno; la segunda, en la parte enoL: en: el término del ventisquero, y especialmente en verano. ls indudable que para estudiar bien y resolver los problemas de los ventisqueros se requieren observaciones sistemáticas me- teorológicas, muy exactas y continuadas durante años, é ¡gual- mente sobre el mismo ventisquero y sus partes principales, durante largo tiempo, para conseguir datos exactos sobre los que pueda basarse la ciencia. Un papel importante desempeña en estas observaciones la fotografía; buenas vistas tomadas siempre desde un mismo punto y con frecuencia, hablarán con claridad, v contarán mejor que con palabras, la historia del ventisquero. Ión el del Humo, podrían ayudar mucho los viajeros que cruzan por allí la Cordillera, tomando y datando sus vis- tas, para eontribuir á la solucion de tan im ¡portante problema elacial. Rovonro HautHnar. Rev. be. M. be La PLara. - Tomo VÍ. Haurmar. - Vien1 .- LAm. TI. TALLERES DEL MUSEO VIENTISQUERO DEL ARROYO D LAS LÁGRIMAS M. be La Pata. - Tomo VI. HaurHaL. - VENTISQUEROS. - Lam. Il. EL VENTISQUERO DEL ARROYO DEL HUMO Rev. beL M. pe La PLata. - Tomo VI. HaurHaL. - VENTISQUEROS. - LÁm. II!. EXTREMO DEL VENTISQUERO DEL HUMO Xól OM GRTL ITA OJHAOSLLNIA Ia OWAIH DASIMW T1HA SAMETIVA “AN “1 Ta Ha "vL vq v7 MAGO WO TES “IVHLOVE] "WY"] - *SOVANÓSILLNA A - "Al / » AINOSILNCIA ,, O OIAIH ACT OZONL 17 ¿OLMO Ot TAC OXOY:UV CI OWAH HO SAM TIVA DASANW “IVHLAVE] CONTRTSDOTONES PALAOPHYTOLOGÍA ARGENTINA TN ; e AS CONTRIBUCIONES A LA Palsesophytologia Arsentina DAI NNEZ BOTRYCHMOPSIS UN GÉNERO NUEVO DE LAS CARDIOPTERÍDEAS Sobre las plantas del Carbon de Retamito (*), lugar situado en la Provincia de San Juan, tenemos ya un trabajo del doctor Ladislao Szajnocha, Director del Museo Geológico de la Uni- versidad de Cracovia, ilustrando una coleccion de fósiles que lc fué entregada por el Dr. Cárlos Berg. ln dicha disertación (?) se hallan descritas las especies siguientes: Archeocalamites radiatus (Brongn.) Stur; la planta mas fre- cuente en las capas de Retamito. (*) Véase sobre estas minas el trabajo de mi colega, Dr. G. Bodenbender: Sobre el Carbon y Asfalto carbonizado de la Provincia de Mendoza, publicado en el Boletin de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, T. XIII, 1892, p. 151-170 en la nota 2 (p. 151) donde se encuentra enumerada la literatura que se refiere al Carbon de Retamito. (?) L. Szajnocha, Úber einige carbone Pflanzenreste aus der argentinischen Republik; in! Sitzungsber. d. Kais. Akademie d. Wissensch. in Wien, math.-naturw. Cl., Bd. €, Abtheil. [. 1891, S, 199-209, Taff, L., Il, — 120 — Lepidodendron spee. del grupo del E. nothum Ung. L. Pedrouon (Caorulhers) Szajnocha. Rhacopteris spec. cl. E. Machanelcei Stur. Corduites spec. el. borassifolius (Brongn.) Unger. 2 Rhabdocarpus spec. Tengo la satisfaccion de agregar una nueva especie á las ya conocidas, especie que constituye al mismo tiempo el tipo de un género nuevo y que representa un grupo de plantas de las mas características para la Formacion del Culm- (Carbonífero inferior), es decir, á las Cardiopterídeas. liste helecho, que es el objeto de esta comunicacion, se encon- traba en una pequeña coleccion de fósiles, formada por el Dr. Luis Brackebusch en 1888 en Retamito, la que presentaba ade- más numerosos ejemplares del Archeocalumites y algunos peda- zos mal conservados del Lepidodendron Pedroanum (Carrutl.) Szajnocha. Sigue aquí la descripcion de la nueva planta: CARDIOPTERIDEZ scuimo. In: Zittel, Handbuch der Palecontologie. 1H. Abtheil. Paleeophytologie, von W., P. Schimper und A. Schenk, S. 104, 118. Botrychiopsis, gen. nov. Filix robusta, fronde late lineari, simpliciter pinnata, rhachi valida bisulcata, steiis paucis (2-3) lenuibus inter sulcos notata. Pinnee alternantes imbricatee, profunde tri- obatee; lobo terminali e basi cuneiforme latescente qua- drangulari-obeordato, nervis plaribas ¿equalibus e vhachi egredientibus (2) arcuatim divereentibus dichotome divisis instructo; lobis lateralibus rhomboideis, pinnarum Didymo- chilena lunulate Dosv. formam nervorumque distibulionem nonnilil in memoriam revocantibus. Disteibutione nervorum et loborum circumscriplione (quoad perspicere potest) planta fossilis ad Botryehii borea- lis Milde cl-aminus- 8, ternaté Sw. inter plantas vivas indo- lem propius accedit. Surps singularis, nullo typo filieam- fossilium arcas alfinis, nist nervalionis modo ordini Cardiopteridearum se appropinquat. A duabus speciebus alterum hujus ordinis genus constituentibus (*) pinnis alternis trilobatis rhachi- que bisulcata differt. Specios amica: B. Weissiana mili. Planteo textura verosimiliter coriacea. Fragmenti exstan- lis unici rhachis 14,5 cm longa el 5 mm. lata pinnas sex pro parte incompletas in utroque latere exhibet, ad 3.5 em longas eb in latissima parte ad 3,5 cm latas, pedicello brevi lato sulcis rhachis afíixas. Pinnarum Jobi Jaterales ad 21 mm longi, ad 14 mm lali, rregulariter rhomboi- dei; lobus terminalis ad 17-28-36 mm latus. Plantam hane insignem in memoriam Ernesti Weiss, vegetabilium fossilium indagatoris preeclari, preesertim Anthracis floram illustrantis, magistri mei in Academia herolinensis rerum metallicavum iHNustris pio egraloque ani- mo nominavi. Specimen exstantem attulit ex metallis Anthracis «Heta- mito» provinciee argentineo San Juan, Dr. L. Brackebusch. (Mus. paleeontolog. Universit. cordobensis.) Botryelnopsis Weissiana es un helecho notable, que por Ja nervacion de sus pínulas se aproxima al género Cardiopteris, cuyas dos especies conocidas hasta ahora se han encontrado exclusivamente en las capas inferiores del carbon productivo («Culm») de Alemania y Austria, pero de estas se distingue Ja planta argentina por sus pínulas alternantes y profundamente trilobuladas, y su raquis bisurcada ó mostrando dos surcos paralelos. La formacion del Carbon productivo inferior (el «Culm» de los geólogos alemanes) parece ser muy escaso en el hemisferio (%) Cardiopteridem Zuberi Szajn. (cf. L. Szajnocha l. e. Bd. XUVIL 1888 S. 238 Tal, TL, F, TD) a genere Cardiopteris vemovendam el melins inter Cyendons colocandam esse puto. Pinnne Oyeloyteridenran — Paleopteria, Driplayllopteris, Cordiopterís, Adiantites—basi angustata vel petiolo brevt axi insident, pinnie Cardiopteridis Zuberi autem basi lata rhachi affixio sunt modo Odontopteridearum (species hane ordinem formantes vero pinnas fere semper nervo primario instructas exhibent; cf. E. Weiss in Zeitschr. d. Dentsch. gcol. Gesellsch. XXIL 1890 S. 86). C. Zuberi estomeo judicio Olosamitis species ex affinitate O. contígui O. Feistm. et O. ambigui Feistm. (cf. Pal:contología indica Ser. X1 Pt. 1, 1876 PL VIL Pio. 4, et. Ser. IL. Pt. 4, 1879 Pl, VIIL Figg. 6,7, PL IX. Figg. 8, 12—(Véase p. S nota 3.) (ea austral. Segun los datos á mi disposicion se conoce el Culm, además del yacimiento argentino, solo de Australia (*), donde se ha observado cerca de Bobuntungen (Queensland), y cerca de Arowa, Port-Stephens y Smith Creek cerca de Stroud, estando situadas las tres últimas localidades cerca de New-Castle, en Nueva Gales austral. In estos yacimientos se hallan las plan- tas siguientes: BOBUNTUNGEN AROWA (QUEENSLAND ) (NUEVA GALES AUSTRAL ) Archacocalamites radiatus (Brongt.) Stur. Calamitina varians (Germ.) Schimp. Rhacopteris insquilatera GOpp. Lepidodendron Veltheimianum Sibg. (et Knorria). River y Wvatt Mt., Bowen en Queensland; Back-Creek diggings, Canowindra y Cowra al rio Lachlan, y Goonoo-Goonoo en Nueva Gales austral) contienen el Lepidodendron nothum Ung., y en Goonoo-Goonoo además, una especie de Cyclostigma. Del Cabo de Buena lísperanza se conocen las siguientes plantas del Carbon (9): Equisetites sp. —VTulbagh. Calamites sp. —Vulbagh. Selaginites sp.—Port Alfred, Lower Albany coalfield. Lepidodendron cf. obovratum Stbg.—Grahamstown-quarry. L. sp.—TVulbagh, Swellendam y Riversdale. L. sp.—Porl Alfred, Lower Albany-coalficld. Lepidophloios (2) spec.—Orilla del Kowie-River. Halonia sp. —Porl Alfred, Lower Albany-coalfield. Knorria sp. —Swellendam. Sigillaria sp. —Port Alfred, Lower Albany-coalfield. Stigmaria sp.— Port Alfred, Lower Albany-coalfield. (+) O. Feistmantel en: Sitzungsber. d. Kgl. bóhm. Gesellsch. d. Wissensch., math.-naturwiss. Cl, Jabrg. 1888. S 984-654. (2) O. Feistarantel en: Abhandl d. math.-naturwiss. Cl. d. Kel. bóhm, Gescllsch. d. Wissensch. VIL Folge 3. Bd, 1890, S. 25-25. — 123 — Como se vé, predominan la Rhacopterís inequilalera (G0pp., el Archacalamites radiatus Stur y el Lepidodendron Veltheimianum Stbg. con su forma de Knorria; el Archevealamites es tambien muy frecuente en Retamito, y los góneros IRhacopleris y Lepido- dendron se hallan tambien representados allí, aunque por otras especies. Bajo el Culm se observa en Australia el terreno De- voniano que en todos los lugares donde se presenta (Broken PORT STEPHEN SMITN CREEK, STROUD (NUEVA GALES AUSTRAL) (NUEVA GALES AUSTRAL) Archzxrocalamites radiatus (Brongt.) Stur. Rhacopteris inseequilatera Gópp. Rhacopteris insqquilatera Gópp. Sphenophyllum sp. Rhacopteris cf. Raemeri Fstm. Sphenopteris intermedia Fstm. Rhacopteris septentrionalis Fstm. Archeopteris Wilkinsoni Fstm. Cyclostigma australis Fstm. Lepidodendron dichotomiun Stbg. L. Veltheimianum Stbg. (ct Knorria). L. Volkmannianum Stbg. Ll conjunto de estas plantas, solamente determinables ge- néricamente, indica mas, sin embargo, un horizonte del Carbon superior (cf. Feistmantel |. ce. S. 26). Mas al Norte, en las cercanias de Tete, en el rio Zamboesi, se encontraron las plantas siguientes (determinadas por el paleon- tólogo lrancés R. Zeiller): Calamodendron cruciatum Sibg. sp. Anmularia stellata Schloth. sp. Sphenophyllum oblongifolium Germ. el [Klfs. Sp. majus Brongn. sp. Pecopteris arborescens Sehloth. sp. (con fructificaciones). P. cyathea Schloth. sp. P. unta Brongn. P. polymorpha Brongn. Alethopterís Grandin Brongn. sp. Callipteridium ovatum Brongn. sp. Las capas que contienen estas plantas, pertenecen segun R. Zeiller tambien al Carbon superior. Bajo los estratos del Carbon superior siguen yacimientos devónicos con muchos ani- males fósiles marinos. De las Indias orientales no se conocen capas con impresio- nes de plantas mas abajo de las pizarras del Tálchir (Lerreno pérmico); estas yacen sobre los conglomerados del Tálchir («Talchir-boulder-beds»), que representan el Carbonífero supe- rior, pero que no contienen fósiles. Los estratos que siguen mas abajo pertenecen al Devon (?). Il Carbon de Rio Grande do Sul (4) ha proporcionado so- lamente tres plantas, á saber: Odontopteris Plantiuna Carrath., Lepidodendron Pedroamión (Corruth.) Szajnocha y Nógyerathia obovala Carrath., número insulicienie para fijar con alguna seguridad la posicion exacta de estas velas de Carbon (*). La pre- sencia de una Nóggerathia (an melius Nóggeratliopsis?) habla, sin embargo, en favor de una posicion en el Carbon superior. Dr. 1. Kurtz. (2) O, Feistmantel en: Sitzungsber. d. Kgl. bóhm. Gesellsch. d. Wissensch. etc. 1887 S. 28-37. (2) W. Carruthers, On the Planteremains from the Brazilian Coul-beds, with remarks on the genus Memingites. The Geological Magazine Vol. VI. 1869. (%) Cardiopteris Zuberi Szajn. pertenece segun A. G. Nathorst («Ueber das Vorkonmen der Gattung Plilosamites in rhaclischen Ablagerangen Argentiniens »; Neucs Jahrb. f Mincralogie cte., 1859, LS. 202-203) al género Prilozamites, hasta ahora conocido solamente de capas rhóticas de Suecia, REV. DEL M. DE LA PLATA, TOMO YI. Fo KURTZ. —PALEOPIL. 1, —LÁM, 1, Il". Kurtz, delin. Palleres del Museo. BorkYcurorsis Werlssiaxa Kurtz, nov. gen. et spec. — Fig. 1 La piedra con la planta. — Fig. 2. Otra piedra con una pínula aislada. — Fig. 3, 4. Dos pinulas reconstruidas. — Todas las figuras están dibujadas en tamaño natural. IVAR MA 15 ES 0 AO 1 1 11 de SOBRE LA EXISTENCIA DEL GONDWÁNA INFERIOR EN LA REPÚBLICA ARGENTINA (PLANTAS FÓSILES DEL BAJO DE VELIS, PROVINCIA DE SAN LUIS) TI. INTRODUCCION Sabemos que el Dr. Luis Brackebusch descubrió en 1875 una formacion fosilífera en el Bajo de Velis, sobre la que ha dado algunas noticias en el Boletin de la Academia Nacional de Ciencias en Córdoba. Dice en el jugar citado (*): Habiendo recibido del D. G. Avé-Lallemant algunos datos sobre la exis- tencia de pizarras interesantes en el valle de Cautana, me pro- puse visitar tambien este paraje, y me sorprendí no poco al encontrar en el Bajo de Velis (como á una legua al Sud de la boca de dicho valle) capas fosilíferas. lóste hallazgo extraor- dinariamente interesante me deluvo dos dias allí, y segun mis estudios, resulta que estas capas fosilíferas que consisten de areniscas y pizarras arcillosas, tenían únicamente una peque- ña extension horizontal y vertical, y no forman parte de la composicion de las montañas que constituven los allos decli- ves del valle Cautana; ellas representan una laguna vieja, en que una gran cantidad de plantas han tenido ocasion de petlri- [icarse..... Restos de animales no he encontrado en ese luear.» Los fósiles, que el Dr. Brackebusch mandó al Dr. A. Stelzner, eran indeterminables, componiéndose solamente de impresiones mal conservadas de restos de leña. (1) Tomo 11. 1875, p. 188-189; reiterado por el Dr. A. Stelzner en: Beitriige zur Geologie and Paleontologie der argentinischen Republik, I Theil (1885) S. 75-76. Tomo VI 17 — 126 — Mas tarde, un vecino de aquel tiempo, el Sr. Lucio Fúncs, hizo cortar en el Bajo de Velis pizarras para techar una igle- sia, y el Sr. Bonaparte, que siguió con la cantera, fué el pri- mero que descubrió algunas plantas fósiles en buen estado de conservacion (entre ellas se encontraban el Neuropteridium vali- dum Feistm. y el Sphenozamites multinervis nov. spec.). ll señor Bonaparte regaló su coleccion al Sr. 1). Gualterio G. Davis, Director de la Oficina meteorológica argentina, y este caballero tuvo la amabilidad de entregar estos preciosos ¿clipos de una flora de largo tiempo extinta ú el que escribe estas líneas. En 1883, el Sr. D. Francisco P. Moreno, Director del Museo de La Plata, formó tambien en el Bajo de Velis una coleccion de fósiles (entre otras plantas descubrió la Gangamopteris eyelop- teroides Feistm.), que ahora se conservan en el Musco de La Plata, y que tambien han servido para la confeccion de la comu- nicacion presente (*). sl estudio de las plantas del Bajo de Velis ha proporcio- nado algunos datos inleresantes con respecto de la edad rela- tiva de las pizarras fosilíferas de dicho lugar, como se ve en seguida. Consigno aquí las deseripciones de las plantas, en cuyo arreglo he seguido el sistema adoptado en la Paleeophytología por W. Ph. Schimper y A. Schenk (segunda parte del Hand- buch der Palaeontologie von K. A. von Zittel), y en seguida haré algunas observaciones sobre la distribucion de las espe- cies fósiles del Bajo de Velis y sobre sus relaciones con olras floras extinguidas. Il. PARTE DESCRIBTIVA FILICACE E NEUROPTERIDE A Neuropteridium Schimp. Schimper-Schenk, Palacophytologie S. 117. Schimper Pal. vég. 1. p. 447 (subgenus Neuropteridis). Feistmantel Palacontol. índica Ser. XIL Part. [, 18709, p. 10-11, pl. IL-VL (Neuropteris), Suppl. 188s1, p. 53. (Neuropteridium); Ser. Xll. Part. HI 1881, p. 84 (Neu- ropteridium). (2) Los datos relativos al Bajo de Velis los debo al Sr. L. Brackcbusch. Plantee herbaceze statura mediocri. Frons simpliciter pin- natu, 1,6-6,3 dm. longa, rhachi indivisa Jongitudinaliter striata v. bisulcata (cf. icon N. grandifolí Schimp. Paleco- phyt. p. 117, et icones N. valid Veistm. supra citali). Pinne lingulateo, lineari-oblong+e, oblongee v. ovatee, basi obruptim angustateo, latere inferiori plas minus avriculate, oblique inserte (insertione paulo infra mediam basin pin- narum sita), integerrima, non raro fisseo, lobatee v. pinnato- incisee, textura duriusculee. Nervi pinnarum plures subee- quales; centrali tenul, in nervulis sub angulis valde aculis egredientibus, repetito-dichotomis, leviler arcualim ad marginem excurrentibus soluto; lateralibus plus minus arcuatis, omnibus repetito-dichotomis. —(Character generis ex Schimper in Paleeophytol. emendatus). Species hujus generis «era triasica vigente in Germania el Gallia (praecipue in formatione arenacel variegati: grés bigarré, Buntsandstein) obvise; species nostra primum in metallis carboniferis Indie orientalis «Valchitr-Kaharbári beds» stratorum inferiorun «elalis «Gondwána» dicte invenitur, ubi frequenter occurrit. N. validum Feistmantel 1. c. Ser. XII, Part Ll, p. 10-11, pe EVE Lám. L Frons (*) simpliciter pinnata, valida, longa: rhachi crassa, canaliculata, (bisulcata), striata; pinnis oblique inserlis, nferioribus distantibus, superioribus approximatis, stadia tria exhibentibus: ¡mis minimis, oblonge rotundatis, coare- talis, basi decurrente adnalis, margine sinuosis; wmediis magnis oblongis lobatis Y. pinnato-incisis, subauriculatis, basi (non semper!) decurrentibus, parte inferiori basis adnatis, auricula inferiori superiorem magnitudine supe- ante (Monisemper ertabIN Ve 2 IE 27 Dm: pinnis summis imas forma adeequantibus, pinna terminali subrhombea, rhachin terminanti, integra v. sinuala. Nervo primario pinnarum e basi solum distincto, dehine soluto evanescente, nervis secundariis partim e basi (pinnarum), portim e nervo medio exeuntibus areualis repelilo furcalis (nervis secundariis e basi pinnarum egredientibus in auri- culos et lobos laterales, lis ex nervo primario orlis in lobum terminalem pinnarum intrantibus). (*) Operis indici raritatis causa diagnosin Feistmantelii iterare rem non inutilem puto, simul in parenthesi observationes meas addens. Hujus speciel valde mutabilis exstal fragmentum 61 mm. longum, pinnas 5 ex media parte frondis exhibens. Pinnwe specimini argentinici 35-43 mm longe 20-21 mm late, basi obliqua rhachis sulcis insertee exacte cum ¡is in tabu- lis citatis depictis (cf. tab. V. 4, 2, tab. VI. :11, 2, 51) qua- drant, sed diagnosis et icones autoris laudati aliquid inter se discrepant. Specimen unicum legil dominas Bonaparte.—(Coll. propr.) —Distributio.—Asia : Strata «Kaharbári-beds» dicta Gond- wánee formalionis inferioris. América australis: in formatione lapidis sectilis vallis «Bajo de Velis», province San Luis, Republi- ce Argentinwa. DICTYOPTERIDEZE Gangamopteris Mc Coy, Feistmantel. Palecntol. índica Ser. XIL Part T. 1879 p. 12-16, pl. MIES PAP AIN AS IA) EAN E (p. p.), XXVIl Suppl. 1881 p. 54-55, pl. XXX. (p. p-), XXXI (p. p.).—Ser. XII. Vol. IV, 1882-1886, PASTE SI COIAN A PAP (PADS) PAX (PAPA Schimper-Schenk Paleeophytologie S. 136. Feistmantel, Die [aroo - Formation and die dieselben unterlagernden Sehichten, S. 37-38, Taf. IV, lVig. 2; in Abhandl. d. math.-nat. Cl. d. Kgl. bóhm. Ges. d. Wissensch. VII. Folge Bd. TIL, Prag 1890. Frons simplex forma variabili, nunc ovalis, latiuscula vel subrhomboidea, nunc obovato-elongata vel lanceolato- spathulata, —truncata, basi altenuata amplexicaulis vel subauriculata; nervo medio nullo, nervis radiantibus, anastomosantibus, retia formantibus. Fructificatio 1gnota. — (Character generis ex Feistmantel in Palecontol. ind. emen- datus.) Species Gangamopleridis adhuc descriptee (9 v. 10) ex formationibaus variis Australkie austro-ormentalis (et Tas- mani) Aste (oltalis Gondwánee inferioris Indie orientalis), Africee australis (Kimmberley beds) cognitee sunt; una corum nuporrime in America australi invenitur. A G. cyclopteroides leistmantel |. c. Ser. XIL Pt. L p. 12- LS AS TS IS IIA: AOS AM Set. NIE Vol. LV p: 87688, pl. XVI. 1-3, 4%. Lám. IL. Frons oblongo-ovalis symmebrica vel subobliqua, integra. apice obtusiuscula, basi attenuata, amplexicaulis. Rhachis nulla, nervo principali deficiente, nonnullis nervis crassio- ribus solum indicato; nervis e basi radiantibus (more Cy- clopteridis), amostomosantibus retia longiuscula ac latius- cula media in folii parte, sed angnstissima marginem versus lormantibus (Glossopteridís moro). Specici hujus valde polymorplue a beato leistmantel ap- tissime illustratae unius speciminis impressiones duas—posi- tivam et negativam—possidemus, quee optime cum iconibus varictatis attenuate leistm. (Pal. ind. XIL L tab. XI 4! XIl, 1!) circumscriptione quadrant, sed basis nervalione magis ad indolem varietatis subarwiculate Veistm. propius accedun ica SS OS IIVES ta NE CDA Exemplaria exstantia Jegil dominus Franciscus P. Moreno.—(Coll. Mus. La Plata Nos. 219, 219 B.). Distributio. — Australia: Mersey - coalfields Tasmanizo septentrionalis (var attenuala Veistm.). Asia: Talehir-lSaharbári-beds Gondwanwe inferioris. Africa australis: Kimberley-beds formalionis «Karoo», dictee inferioris. América australis: Bajo de Velis provincite San Luis, Republice Argentine. CALAMARIE ZE EQUISETEZ Equisetites Slernby. Schimper Pal. vég. I, pp. 259-288; Atlas pl. VI- XUL, fig. 7, XVIL, figs. 1-6 ( Equiserum, IQUISETTTES ). Sehimper-Schenk Palvvophytologie S. 158-160. Graf Solms-Laubach, Finleltung in die Palecophytolo- gle S. 177-183. E. Morenianus nov. spec. Lám. II, fig. 1. Caule articulato, ramoso, striato, striis paucis fortioribus O tenuioribus intermixtis notato; artículis subeequalibus, 1,5- 1,7 cm longis, 5-6 mm latis; vaginis ramorum longe den- ticulatis, dentibus acutis. Fragmenta dua circa 4 em longa mediocriter conservata legit dominus Franciscus P. Moreno, unde nomen speci- cum. (Coll. Mus. La Plata N“, 218 A et 218 B). CXCADE-A(CiE/ZE Sphenozamites Brongn. Schimper Pal. vég. 11, pp. 128, 162; Atlas pl. LXX. figg. 1, 2. B. Renault, Archives botan. du Nord de la France, I, 1881, p. 181-184, pl. 1. Sehimper-Schenk Paleeophvtologie S. 226. S. Multinervis nov. sp. Lám. II, fig. 2. Foliolum unicam mibi visuam verosimiliter subcoriaceum, e basi 5 nm lata anguste cuneiforme, 64 mm longum, 13 mm latum, margine integerrimo, apíce obtusa oblique trun- cata. Nervi basin intrantes 6 (vel 7?), saepius furcatli, demum ramis circiter 21 ad marginem apicalem excurren- tibus. Species fossilis inter plantas vivas Zomice integrifolie Ait. el Z. muricate W. subsimilis, sed margine integerrimo (nec apice denticulato) discrepat; nullam plantam arctioris allini- tatis inter Cycadeaceas lossiles nominare possum. (Ímpressio quoad positionem genericam subdubia, forsan melius inter formas Nóóggerathiopsidis colocanda, sed cireum- seriptione folioli et nervorum distributione magis ad indolem Sphenoxanmáitidis appropinquare mihi videtur). Exemplum hic descriptum dominus Bonaparte effodit.— (Coll. prop.). CORDAITE 4 Nóggerathiopsis l'cistmantel. Palevontol. indica Ser. XI, L 1879 pp. 20-25; pl. XIX, 1-6; XX, 1, 1% 2,3, Suppl. 1881 p. 55-59, pl. XXVII, LD O 0 Ser O est pp: ISI ANA E AS: — 131. .— —Ser. XII. IV. 1,1882 pp. 40-42, pl. IX, 4-3, XII. ANN IAN DOMO LONA OS Or —Ser. XII. 1V, 2, 1886 pp. 38-40, pl. XIL A. 5. Rhiptozxamites Schmalhausen Mél. phys. et chim. Bull. de lAcad. imp. des Se. de St.-Petershbourg, XI. 1879, et Mém. de PAcad. imp. des Se. de St. Pelershourg VII. Sér. T. XXVI. No 4, 1879; Mél. ó N >> A 1/4= SH ÍZÁS N => E 1A=>S y 4 ) / a F. 1 , del Palleres del Musco. NEUROPTERIDIV LIDUM, Feistm.—lig. 1. La planta fósil, tamaño natural — Fig. z. ópia d dibujo de la misma especie, s 1 Feistmantel, Palwontología indica, Sér. MU, Part. Ia pl. VI), fig. 5. REV. DEL M. DE LA PLATA, TOMO VI. 5 KURTZ, —PALEOPI. 11, — LM, 10, h + y F, Kurtz, delin. Talleres del Musco, Fig. 1. FPotiserires MORENIANUS, NOV. Spec. — Fig. 2. SPNENOZAMITES MUI TINERVIS, NOV, spec. — Eig.'? NOGGERATHIOPSIS HisLort, (Bunb.) Feistmantel. — Todas las figuras representan los objetos en . 1año natural. UVA 0 l DAS REV. DELAL. DE LA PLATA. TOMO VI, Po KURTZ, —PAL£OPI. 11. —LÁM, 1Y. Fig. 1. NócGERATIIOPSIS HisLorr, (Bunb.) Feistm.—Fig. 2. N. Mistor1, Feistm. var. SUBRNOMBOIDALIS Feistm. — Fig. 3. N. IHistort, var. EURYPUYILOIDES, nov. var. — () Figs. 4, 5, 6, Balera ARGENTIN.E, Nov. spec.—TFig. 7. WaLcnta, spec. (2) — Todas las figuras representan los objetos en tamaño natural. —(") Nota: La Baiera Argentine nov. spec. no se hallaba en el Bajo de Velis, pero si en las capas petrolíferas de Cacheuta, Provincia de Mendoza. MLAQia Á LA REGIÓN DE LA GOMA ELÁSTICA (N. O. DE BOLIVIA) POR JOSÉ MANUEL PANDO A RTILLERÍA DE LA REPÚBLICA DE BOLIVIA NATA Á LA NA Región de la Goma Elástica (NO. Dl Eo VIE) A RO _ DOTA ISE INTRODUCCIÓN NOCIONES DE HIDROGRAFÍA BOLIVIANA SUMARIO:—Sistema de los Andes—Tributarios del Plata—Vertiente andina occidental—Afluentes del Amazonas. La hidrografía general de Bolivia presenta cuatro diferentes sistemas. La gran meseta de los Andes, que se eleva alrededor de trece mil piés sobre el nivel del mar, ocupando una extensión superficial calculada en 150.000 kilómetros cuadrados, recibe las aguas de la cadena que forma la espina dorsal del Continente y dá orígen á los lagos Titicaca y Poopó, unidos entre sí por el río Desaguadero. lis conocido que la gran rama oriental de la cadena de los Andes, desde el paralelo 14% de latitud Sur principia á des- viarse al S. E., mientras el cuerpo principal de la cordillera continúa hácia el Sur, siguiendo los contornos de la costa del Océano Pacífico, hasta los confines de la Patagonia. La rama oriental, entre los 15" y 17% de latitud S. y los 70% y 71% ul Oeste del meridiano de París, dá asiento á los nevados Illlampu é Mllimani. y entre una rama de la cadena, se eleva la gran meseta andina, formando el primer sistema hidrográfico propia- mente boliviano, cuyo carácter principal es el de carecer sus aguas de una salida al mar. Son numerosos los ríos que desembocan en el Lago Titicaca; entre ellos, para no recargar con detalles extraños al objeto de este libro, la parte que dedicamos á la región andina, mencio- naremos solamente, el Rames, el Tlabe, el Escoma y el Colorado. El río Mawi, que tiene su orígen en la vertiente oriental del principal cuerpo de los Andes, desemboca en el río Desaguadero, el cual, como ya dijimos, comunica las aguas del Lago Titicaca con las del Poopó. Iste ultimo recibe el caudal de pequeños tributarios, que no son dignos de especial mención. Al S. del Lago Poopó, corre el Río Grande, cuyas aguas se pierden en la vasta llanura de la Provincia de Lipez, del mismo modo que las de otros riachos de la Provincia de Carangas, inun- dando ambas corrientes una gran extensión de terreno que se caracteriza, en liempo seco, por la presencia de grandes y variados depósitos de sal (cloruro de sódio, nitratos de soda y de potasa.) Las aguas que forman el sistema hidrográfico de la alti- planice de los Andes, provienen del deshielo de los nevados que la circundan y de los manantiales que dan salida hácia la superficie á las corrientes interiores; las lluvias del verano, muy abundantes entre los trópicos, las aumentan considera- blemente durante los primeros meses del año. Mas la superficie de evaporación es tan extensa, que la mayor parte de esas aguas es absorbida por las brisas del Otoño, desapareciendo mucha parte de ellas por infiltración, fenómeno verdaderamente notable, que demuestra la existencia de canales subterráneos y que se presentan evidentemente en las cercanías del pueblo de PampaAullagas. Sobre los flancos de los pequeños montes que de léjos circundan el Lago de Poopó, se encuentran formaciones calcá- reas, constituidas por trozos de materia fósil, cuya fractura ofrece á la simple vista la presencia de diminulos caracoles y otras especies de mariscos; estos signos, así como la formación en su mayor parte arenosa de la llanura. demuestran que las aguas, en tiempo remoto, ocuparon toda aquella extensión. La presencia de piedras redondas en las partes más allas de la meseta demuestra asimismo que abierta ésta á todos los vien- tos, cuando eran cubiertas por las aguas, ha debido ser el asiento de grandes tempestades, ántes que ellas se recogieran sobre las cuencas que hoy ocupan sus lagos. La formación geológica de la alti-planicie de los Andes, ofrece lodos los caracléres propios á los terrenos de aluvión antiguo, excepción hecha de las montañas que sobre ella se o asientan, unas veces aisladas, olras formando grupos ó serra- nías; por regla general, los montes aisludos, cuyo tipo es el de La Joya, pertenecen á la tercera formación, y las serranías, ó participan de una y otra, ó son coeláneas de los Andes. Intre los fenómenos característicos de esta zona, se cuenta la presencia de agua en las capas inferiores del terreno, cons- tante en la llanura y no ménos constante en la región monta- nosa, donde se manifiesta en el laboreo de las minas. Dadas lus condiciones que ligeramente apuntamos, cra de suponer que la región que nos ocupa habría de hallarse cubierta de vegetación; mas la altura que alcanza sobre el nivel del mar, sólo permite el desarrollo de una flora vaquílica, caracterizada por el cactus, las malváceas y las gramíncas. La fuuna es asf mismo poco importante; la alpaca, la llama, el huanaco, la vicuña, la chinchilla, Ja vizcacha, la zorra, el avestrúz y gran número de aves de ja familia de las acuáticas, son animales propios de aquella zona; todas las demás varie- dades han sido importadas después de la conquista. Bolivia utiliza estos campos en la crianza de ganados y en el cultivo de productos únicamente destinados al consumo. La irrigación aumentaría, seguramente, la importancia de estas industrias. que permanecen en un estado casi embrionario; mas, para conseguirla, sería necesario desviar el curso de sus principales ríos y arrancar al subsuelo los canales de agua que contiene, por los medios económicos y relativamente fáci- Jes, que son ahora del dominio de la mecánica; lNegará tiempo en el cual las corrientes del progreso modifiquen las condiciones presentes de la alti-planicie de los Andes, haciendo brotar nuevas fuentes de prosperidad de esos exlensos púramos, donde apenas hoy se descubre las huellas de la planta civilizada. La principal riqueza de esta región, descripla con tanta lucidéz á principios del siglo XVII, en el interesante libro del 2adre Barba, es la minería. Difícil es dar una idea aproxima- da acerca de la variedad é importancia de los minerales de Bolivia. Casi no hay variedad conocida en el mundo que no se encuentre en aquella zona, cuyo creciente desarrollo absorbe hoy la atención, los brazos yv capitales del país: el oro, la plata, el estaño, el plomo, el cobre, el bismuto, el cobalto, el hierro, el aluminio, se encuentran con abundancia y formando varia- dísimas combinaciones; la explotación se verifica en grande escala no abarcando, sin embargo, toda la extensión de que es susceptible, por la deficiencia de brazos y de capitales, y sobre todo por la falta de vías férreas. A pesar de esto, puede E pon Bolivia gloriarse de poseer una industria colocada al nivel de los adelantos más modernos y de contar para la explotación de sus riquezas con el mejor . peon de minas de la América del Sur. : Corresponde á este sistema el departamento minero de Oruro y alguna porción de los deparmentos de La Paz y Potosí. Pasemos ahora, aunque no sea sinó brevemente, á ocupar- nos de los tribútarios del Río de la Plata. Todo el territorio situado al S. 1%. de Bolivia, y constituido por algunas provincias del Sur, Potosí y Tarija, corresponde á este sistema hidrográfico, con una extensión superficial calcu- lada en trescientos treinta mil kilómetros cuadrados. Sucre, capital de la República de Bolivia, ocupa justamente el divortia aquarum entre las aguas del Plata y las del Amazonas. Situada, segun Pentland, á los 193” de lat. Sur y 66% 44" 24” de longitud occidental del meridiano de París y á la altura de 2.847" sobre el nivel del mar, la bella ciudad de Sucre, anti- gua é histórica metrópoli de la Real Audiencia de Charcas, se vé circuida y como acariciada por numerosos raudales que después de ceñirla. caprichosamente en medio de la red de sus cristalinas aguas, llevan su tributo con rumbo divergente á las dos grandes arterias de la América del Sur. La zona montañosa «que ocupa esa región de Bolivia, desa- gua principalmente en los ríos Pilcomayo y- Bermejo, después de fecundar los estrechos pero feraces valles de Cinti y de San Juan, en los cuales se cultiva la vid, y los feracísimos campos de Tarija, destinados á la crianza de animales domés- ticos. Ll problema de la navegación del Pilcomayo, aún queda sin resolverse, á pesar de los esfuerzos empleados por la fecunda iniciativa del General Ballivian y la patriótica decisión del Ge- neral Campero, Presidentes ambos de Bolivia—el primero de 1841 á 1847, y el segundo de 1880 á 1884. Malograda la expedición Crevaux, y poco ménos que esté- vil la expedición Thouar, la última del Teniente Coronel Luis Jorge Fontana, Secretario de la Gobernación del Chaco, reali- zada en 1883, tampoco ha dado satisfactorio resultado. Il río Paraguay, ántes de su reunión con el Paraná, recibe — 147 — también por su márgen derecha algunos tributarios proceden- tes de territorio boliviano, los cuales nos abstenemos de men- cionar por carecer de importancia para la navegación. Entre los ríos Paraguay y Pilcomayo, se extiende el Gran Chaco, región plana, baja, susceptible de inundarse, pero vasta y propia para la cría de ganado vacuno y caballar. Lista región, disputada á Bolivia sin derecho por el Paraguay, no adquirirá importancia sinó con el empleo de grandes capitales destinados á la canalización y al acertado empleo de sus manantiales. El río Paraguay ofrece navegación fácil y segura hasta el puerto de Corumbá, desde el cual se arranca el camino, tran- sitado por arrías y por carretas, que alimenta el comercio de la importante ciudad de Santa Cruz de la Sierra. lón su tra- yecto, atraviesa una parte de la Provincia de Chiquitos, que es á la vez una de las mejor dotadas en riqueza natural y una de las más sanas y pintorescas del Oriente boliviano. Ls allí donde ha de iniciarse, ántes de mucho tiempo, la corriente colonizadora que al presente embeben los campos argentinos; y sin las prelensiones de hucer una profecía, estamos seguros de que la aurora de una era de civilización y de progreso para Bolivia ha de alumbrar por el Oriente. Llegará ese día á mérito del creciente desarrollo comercial, regularizando la navegación del río Paraguay, é imponiendo, como necesidad: de inaplazable urgencia, la construción, sino de una vía férrea, por lo menos de una bien establecida carretera entre Santa Cruz y Gorumhá, La vertiente occidental de los Andes presenta caracléres muy especiales, comunes á la zona litoral del Océano Pacífico, La gran masa de la cadena desciende hácia esa parte poco ménos que abruptamente y forma profundas quebradas entre los contrafuertes que la constituyen. Si en ese lado se presen- tase el fenómeno, frecuente en la vertiente oriental, de copiosas lluvias en la estación veraniega, los flancos de aquellas mon- lañas pronto habrían abandonado su leve capa de tierra 4 le acción erosiva de las 1guas; mas, las lluvias son allí rarísimas á pesar de hallarse saturada la atmósfera de vapores acuosos, que muchas veces bastan para dar vida á la ligera vejetación de las: lomas. Son verdederos hilos de agua los «(que corren por esas pro- = 148 = fundas quebradas, en las cuales el cultivo, á pesar de la relati- va feracidad del terreno, está siempre limitado 4 las exigencias. del consumo. En el departamento boliviano: de Cobija, en la actualidad ocupado bélicamente por Chile, se forma el río Loa, cuyas aguas, después de regar los pintorescos valles de Chíu-chíu y de Calama, van á confundirse con las salobres ondas del Océano Pacífico. Con el dominio de esa árida zona, cruzada hoy por el fer- rocarril de Antofagasta, ha perdido Bolivia su único puerto sobre el mar y la posesión del lago de Bórax de Ascotán, de las ricas minas de Caracoles y de los importantes yacimientos salitreros de Antofagasta y Tocopilla, admitiendo todavía la libre importación de los productos naturales y manufacturados de Chile, que hace competencia á su producción agrícola, ale- ja el comercio extranjero, ciega las fuentes de la industria que se principiaba á desarrollar y somete al país poco ménos que á la dura condición que tenían las Colonias de España, antes de la independencia. Esta digresión no debe considerarse fuera de lugar, si te- nemos presente que el objeto de este libro es el de dar á co- nocer las corrientes naturales por medio de las cuales procura Bolivia abrirse paso hácia los mares, para recobrar su inde- pendencia comercial, embargada por Chile sobre el Pacífico, por razón de la fuerza, al mismo tiempo que las demás na- ciones hermanas le conceden el libre tránsito y la no ménos li- bre navegación de sus ríos, cediendo á los preceptos y prácli- cas del moderno derecho internacional y guiándose por las nobles inspiraciones de una política esencialmente americana. Toda la región situada al N. O., N. y E. de Bolivia corres- ponde al sistema del Amazonas, ocupando una superficie cuya extensión se liene calculada en ochocientos noventa mil kiló- metros cuadrados. Las aguas procedentes de las cumbres nevadas de la rama oriental de los Andes, son el principal orígen de los afluentes bolivianos del Amazonas. lllas, después de recorrer una gran zona montañosa, cortada por profundos valles donde confluye un sin número de arroyos y de ríos, desembocan en el pla- — 1409 — nalto beniano y lo recorren de Sur ú Norte formando los ríos Beni y Mamoré, que costituyen el gran Madera. Por otro lado, alcanzan la latitud que cierra.por el Norte los límites de la frontera boliviana los afluentes del Yuruá, Yutahy y Purús, que aisladamente desembocan en el Amazonas. Debiendo ser tales ríos el objeto principal del presente tra- bajo, “nos limitaremos, ahora, á hacer un lijero resúmen del conjunto, principiando por la región oriental, vecina del lís- tado de Mattogrosso. Ll vío Hénez ó Guoporé principia á los 16% 30” de lat. Sur, cerca dde las nacientes del Jaurú, afluente del río Paraguay y está formado por los desagúes de la vertiente occidental de la Sierra de los Parecis y los ríos de la planicie de Mojos. Uno de Jos primeros tributarios por la márgen izquierda, es el Río Verde, el cual marca la línea de división entre el Brasil y Boli- via segun el Pratado de límites de 1867, que completó la de- marcación practicada diez años más tarde hasta el marco del Mudera. Il río lténez desde la latitud Sur de 13% 41” corre hácia el N. O. hasta su confluencia con el Mamoré, con cuyas aguas se confunde á los 11% 54”. Los principales tributarios que recibe este río son: por la márgen derecha, el San Francisco, Piolho, Carumbiana, Mo- quenes, San Simon y Cantarios, procedentes todos de la Sier- ra Parecis; y por la izquerda, además del ya citado río Ver- de, el Paragaú, Baurres, ríó Blanco é ltomamas, formados al Norte de la pequeña serranía de San Javier. y de Santa Ana, cerca de la cual existen las conocidas y ahora florecientes Mi- siones de Guarayos. La región comprendida entre los tributarios del Guaporé ó lténez, está en su mayor parte poblada. La industria que se sostiene en esos campos es la ganadería, la cual no se desar- rolla en las proporciones que puede alcanzar, por falta de fá- cil comunicación con los mercados del Amazonas. La provin- cio de Magdalena, comprendida entre el lténez y el Mamoré, es rica en productos naturales: tiene en sus sierras de San Javier y de Santa Ana, oro, fierro, en relativa abundancia, plomo y olros minerales no reconocidos; son extensos sus terrenos cal- cáreos, en los que abunda el cristal de roca, talco, mica, al- gunos leptinios de que puede extraerse el kaolin, v gran nú- mero de calidades de arcilla plástica; también es rica en vegetales propios para la construcción naval, ebanistería, tintorería. etc.; la región inmediata al Jaurú, es considerada como la predilec- ta de la ypecacuana y el jaborandy; mas, á pesar de estas ri- quezas, la provincia boliviana de Magdalena permanece en un estado de absoluta decadencia, y se está despoblando más y más por la creciente demanda de brazos para la explotación de la goma elástica, la cual, aunque esporádicamente, también, se presenta en los bañados de sus principales ríos. ll Mamoré se forma por la reunión del Chapáre con el Río Grande ó Guapay. lFste último, tomando orígen en el valle de Cochabamba, de las vertientes australes de sus principales neva- dos, corre hácia el S. 1. por el ameno valle de Mizque, atra- viesa toda la región montañosa y, envolviendo á la ciudad de Santa Cruz en una grande curva cuya convexidad mira al Na- ciente, vuelve su curso al N. O., y, después de recibir el cau- dal de grandes y pequeños tributarios, llega á reunirse con el río Chapáre, donde pierde el nombre de Guapay y toma cel de Mamoré, con el que se dirije más pronunciadamente hácia el N. hasta reunirse con las aguas del Beni. Los afluentes que recibe ántes de su confluencia con el Chaparé, son, por la iz- querda, el Piray, el Japacamy, el Mamoré y el mismo Chapá- re, y por la derecha, el Yvare: después de la indicada confluen- cia recibe, por la izquierda, las aguas del Sécure, el Yacu- ma y el Yata, y por la derecha, Jas del lténez"ó Guapore, punto desde el cual se dirije al N. hasta los 10% y 20” de lat. Sur, donde se reune al Beni y constituye el Madera. Las llanuras de Mojos, descriptas con tanto colorido por el ilustre viajero Alcides D'Orbigny, son extensos campos de pastoreo que encierran grandes cantidades de ganado vacuno. La capa que cubre el planalto de Mojos, se compone, en su mayor parte, de arenisca esquistosa y de arcilla unida á rocas metamórficas que aparecen en el lecho de sus ríos. ls des- conocida la edad geológica de las estratas, á pesar de que el citado 1YOrbigny atribuye á la edad carbonífera aquellas que halló cerca de la barra del Hténez, donde asegura que ha en- contrado fósiles. La época cuaternaria está representada por depósitos fluviales ó lacustres y por una capa terrosa proceden- te de las inundaciones. Las materias que el río Grande lleva en suspensión, bajo la forma de arenas de una termidad va- riable, son el producto de la crosión de las rocas y del suelo por donde pasa el río y sus tributarios; su cantidad varía mucho con la rapidéz y la inclinación de las aguas, y la naturaleza de las materias suspendidas cs exclusivamente silicosa y feldes- pática, aluminosa y calcárea. Estas materias, formando ban- cos, hacen cambiar en algunos puntos el curso del río y difi- — 151 — cultan la navegación á vapor, la cual está recientemente ini- NiMuabella—Cnehuelas dol rio Mudern.— Proyecto de una estrada Ao hierro.—Comercio boliviano. Durante muchos años explicaron los geólogos la forma actual de nuestro planeta, por los movimientos convulsivos de la costra terrestre, S08ún ellos, las montañas debfall 84 orfeen á bruscos levantamientos; las depresiones correspundientes á éstos habían dgéé' orígen á las cuencas de los lagos y de los mares; los valles no eran sinó las grietas formadas por la dislo- cación de suelo; por todas partes se pretendía descubrir huellas de la catástrofe, atribuyéndose á la acción atmosférica y al curso de las aguas el único papel de niveladores del terreno así levantado. Más tarde, la escuela inglesa rechazó esa antigua doctrina y estableció que los fenómenos físicos que presenta la superfi- cie del planeta, se deben, principalmente, á Jas fuerzas activas de nuestros días. salvas ciertas variaciones de intensidad que se presentan claras á la vista del observador. A la teoría de los levantamientos repentinos, sucedió la de las lentas oscilaciones cuvos efectos no se dejan sentir más que al cabo de millares de años, tales como la agregación imperceptible que eleva el fondo de los mares, el nivelamiento por erosión que opera paulatinamente la acción de los nevados y de los torrentes sobre los flancos de las montanas, y los deltas ó declives formados por la arena en el comienzo de las grandes ó pequeñas plani- cies hácia las cuales se abren paso las aguas. lísta teoría que no tiene más punto objelable que el de atribuir al globo una antigúedad prodigiosa, está más conforme con el verdadero espíritu de la ciencia, por que reemplaza Jos cataclismos acci- dentales por el juego regular de las fuerzas constantes de la naturaleza. — 156 — Nosotros la admitimos sin vacilación, en cuanto se refiere á la época posterior al período glacial, cuya acción ha dejado pro- fundas, persistentes y visibles huellas en la rama oriental de los Andes, que dá orígen al sistema hidrográfico del río Beni. Las investigaciones hechas por geólogos contemporáneos sobre la cadena de los Alpes, demuestran la grande potencia de los nevados que cubrieron la Icuropa central en los tiempos pre- históricos, La sección operada por los torrentes on los flancos de los montes que se encuentran al Norte de la cadena de los Andes, presenta la agregación disconforme de materiales ocu- mulados durante el período glacial, que no deja duda acerca de la acción de las grandes masas de hielo que se deslizaron lentamente desde lo alto de las montañas hasta un nivel favo- rable á su licuación. me Si se tiene en cuenta las proporciones que en su rama orien- tal alcanza la cadena de los Andes, se establecerá fácilmente la relación que guarda ella con los poderosbs ríos que le deben su orígen. Ión efecto, si además de la: altra de 6.4872 y 6.445m que dán respectivamente los grandes nevados Aampu ¿ Illimani, se aprecia la amplitud de la región montañosapi:que de Sur á Norte mide muy cerca de dos grados geográficos, se verá que hay extensión bastante para dar nacimiento á uno de los más grandes ríos del continente, cuyo caudal se alimenta por el deshielo y las lluvias copiosas de ocho meses al año. Il aspecto físico de esta región, surcada por valles profun- dos y estrechos, «que corresponden al período torrencial, es de lo mas interesante: los montes se presentan redondeados: en su cima por causas atmosféricas cuya fuerza viva es inagotable porque el sol, actuando como una bomba gigantesca sobre la pla- nicie del Beni, aspira el agua que de ella se evapora, la sus- pende y luego deja caer sobre ellos en forma de lluvia ó de nieve, vivificando la vegetación que exhuberante se desarrolla; los valles estrechos y profundos por donde corren los ríos, arrroyos y tor- rentes, que descienden de los nevados y de los flancos abruptos de las montanas; los cambios de vegetación adaptados á las gradaciones del clima; cascadas en que se precipitan los tor- rentes; enormes masas de pizarra, que ofrece á la vista la denudación del terreno arrastrado por las aguas; puentes na- turales de piedra, formados por inmensos derrumbes; la vista de los nevados inmediatos; sendas estrechas, abiertas por el atrevido viajero que, á riesgo de la vida, cruza los escarpados flancos de los cerros; no interrumpida selva que á medida que se desciende á los valles aumenta en lozanía y explendor; pla- =ja yas cada vez más extensas y ríos navegables en balsas; mari- posas multicolores. pájaros de vistoso plumaje, flores descono- cidas que nos llevan de sorpresa en sorpresa; tal es el conjunto de impresiones que recibe el viajero que por primera vez penetra en la región montañosa que separa la meseta de los Andes de la planicie beniana. A medida que se avanza, los cerros se presentan ménos elevados, se encuentra la confluencia de los ríos, se descubre llanuras interrumpidas por serranías distan- tes, hasta que. después de cruzar por tres gargantas profundas y pintorescas, se desemboca en le gran llanura que no tiene más límite que la costa del Atlántico, donde recibe el viajero una indefinible sensación de descanso y bienestar. Il río Choquevapu, que pasa por la ciudad de la Paz, es orígen del poderoso Beni. Se forma al Sur de la cordillera, y reunido á los de Caracato, Luribay y Araca, atraviesa la gran cadena, al [ste del lMlimani, en un punto denominado Angos- tura, notable cual pocos, por que ofrece desnudas á la vista todas formaciones que constituyen el esqueleto de los Andes. Como tenemos que ocuparnos de las vías de comunicación existentes entre la mesela de los Andes y la planicie del Beni, reservaremos la mención de los ríos que se unen al Choque- yapu, hasta que tratemos de su navegación. Tres son, por ahora, las vías de comunicación entre la Paz y el río Beni. Esta ciudad, cuya situación geográfica es, según Penlland, de 16%29* 57” latitud S. y longitud 7029” 25” al O. de París, esta construida á "3.726 sobre el nivel del mar, en el fondo de una quebrada abierta al pié de la cordillera. La primera vío es terrestre, más larga y penosa que las otras, que son mixtas; pero, que puede transitarse con seguridad en todo tiempo. De la Paz se viaja ocho días á caballo hasta el pueblo de Palechuco, situado al pié de los Andes; de éste, se hace cinco días á lomo de mula hasta el pueblo de Apolo, ca- pital de Ja Provincia de Campolican; de aquí, seis días á pié hasta el pueblo de San José de Uchupiamas; y, finalmente, tres días 4 caballo hasta Rurenabaque; total 22 días, de los cuales, los primeres cuatro y los últimos dos dias, por terreno plano, todo lo demás, por país montañoso; difícil es formar concepto de las penalidades de semejante viaje. Tomo VI, — 158 — La segunda vía es por el valle de Mapiri. De la Paz á So- rata son tres días á caballo y cuatro más hasta el vío Mapíri. Allí se toma balsas tripuladas por los indios Lecos, y se baja en un día y medio hasta el Guanay, confluencia de los ríos Mapíri, Fipuany, Challana y Boroico, orígenes del Kaka. Del Guanay se desciende en cuatro días hasta Rurenabaque, sal- vando los saltos de Retama, Nube y Beu, que ofrecen bastan- te peligro. La tercera vía es la del Río de la Paz. La distancia que se- para esta ciudad de las juntas del río Miguilla, es de 30 leguas, que se recorren áú caballo. Desde la confluencia del Miguilla, el río toma el nombre de lBopi, hasta su reunión con el Alta- machi, que se le reune por la márgen derecha, cerca de la ani- sion franciscana «Cobendo». 11 Bopi recibe muchos ríos pro- cedentes de las provincias de Yungas é Inquisive, siendo, en- tre ellos, el más importante, el Famampaya. Desde su reunión con el Altamachi, toma el río el nombre de Beni y se dirije al N. O., hasta su reunión con el Kaka, donde cambia hácia el N.; después de recibir las aguas del Fuiche, que le vienen del O., y salvar las gargantas de Beu, Bala y Zepíta, desein- boca en la planicie del Beni, á la altura de Rurenabaque. La navegación de este río se hace en balsas tripuladas únicamente por los neófitos de Cobendo y de Santa Ana; á pesar de ser muy peligrosa, el cuidado de los neófitos hace que los desas- tres sean muy raros; la nuvegación puede hacerse en nueve días desde Miguilla, que agregados á los tres que se emplean desde la Paz, hacen un total de doce días. La balsa es una especie de embarcación formada de los troncos de un árbol que se asemeja al boj, que liene poco más pe- so que el corcho; reunidos siete palos de balsa por medio de unas espigas flexibles de chonta, forman la balsa, cuya proa se levanta en ángulo de 45%; la carga se coloca sobre una arma- zón de cañas tejidas á un pié de altura sobre el piso de la bal- sa; la reunión de dos ó más balsas, constituye el callapo, «que resiste mejor ú los accidentes de la navegación y soporta re- lativamente mayor peso; un callapo de tres balsas, requiere cinco tripulantes y puede llevar veinticinco quintales de peso y seis pasajeros. Se comprende (que este medio de trasporte es de los más primitivos; sin embargo, como los ríos en esa parte no se pueden navegar en botes por el fonde desigual y pedregoso, la balsa es un seguro y único medio de movilidad. — 199 — Principia en Rurenabaque, cuya posición geográfica es de 14 25' de lat. S. y 69 36” long. O. de París, la vasta planicie del Beni, que se extiende por el N. hasta la frontera del Bra- sil, por el LE. hasta la sierra de los Parecis, y por el O. hasta la cadena de los Andes. lo este punto se reunió, en Setiembre de 1892, el personal de la expedición destinada á las exploración de los ríos del N. O., compuesta de los señores José M. Pando, ¡efe, Ladislao Ibarra, sub-jefe, Félix Múller, ingeniero; y de treinta jóvenes de la sociedad de La Paz. Ll programa de la expedición era el siguientes: cruzar por tierra del río Beni, al Mmambary, sobre el paralelo de Ixiamas, explorar este río hasta su reunión con el Madre de Dios y estudiar este curso hasta la confluencia del río Beni, formando una colonia industrial en el punto más apropiado del Madre de Dios; este programa fué autorizado por Ley de 26 de Octu- bre de 1891, sancionada por el Ejecutivo. Mas, para llevarlo á la práctica, era menester contar con brazos auxiliares, que no fueron oportumente facilitados, y los jeles de la expedición, ante semejante dificultad, resolvieron bajar por el río Beni, pa- 'a emprender el estudio del Madre de Dios y la exploración del Inambary, utilizando una lancha á vapor y el personal de tra- bajo de don Augusto Roca, conocido industrial de goma elástica. Antes de emprender este viaje, el jefe de la expedición, acompañado por el ingeniero y cuatro de los jóvenes, marchó hácia la serranía que se levanta al S. O. de Ixiamas, á fin de determinar su posición geográfica y tomar nota de la configu- ración del territorio inmediato. Después de ocho días de viaje á caballo y seis de marcha á pié, quedó establecida la situa- ción de Ixiamas, reconocida la dirección general de la cadena y estimadas, á la vista, las distancias que median entre los diferentes picos de la serrania, datos que debían servir pare la travesía, que se resolvió emprender por tierra, al 1. del Inambary, hasta el pueblo de Ixiamas. 1518 de Diciembre de 1892, principió la expedición su via- je de estudio por el río Beni, en un butelón de suliciente ca- pacidad, tripulado, á falta de brazos auxiliares, por los mismos expedicionarios. ll río Beni es navegable ú vapor desde el puerto de Rurena- baque. A las 21 millas de este lugar y á poca distancia sobre el mismo meridiano, se encuentra el Puerto de Salinas, propio de la antigua población de Reyes, que ofrece mavor calado para las embarcaciones á vapor destinadas á la navegación de este rio. — 160 — Sobre la márgen derecha del Beni, se extienden las vastas llanuras de Mojos, propias para la crianza de ganado vacuno y se hallan establecidos los pueblos de Reyes, Exaltación y Santa Ana, cuya principal industria es la ganadería; sobre la márgen izquierda, se presenta una gran llanura cubierta de tu- pida selva, cuya continuidad interrumpen solamente los pajo- nales de Ixiamas, pueblo de indios que, como lumupasa, se fundó sobre la planice del Beni al fin del siglo pasado. Entre Rurenabaque y Puerto de Salinas, deposita el Río piedra redondeada y arena, que forman bancos donde se enclavan los troncos llevados por la corriente; se considera peligroso este punto, llamado Atamarint, para el pasaje de los batelones; pero puede sulvarse este inconveniente á poco costo y extenderse la navegación á vapor hasta Rurenabaque, cuya situación es mucho más ventajosa para el comercio «que que la del aislado y miserable Puerto de Salinas. El Río Beni, en la primera parte de su curso, se dirije, al N. 0O., donde recibe, por la izquierda las aguas del Sayuba, Farene, Enapurera, l'equeje y Cundomo, que corren, los primeros entre Fumupasa É Ixiamas y el último all. de la última población. A los 13% 10” de lat. 5., desemboca en él, por la márgen derecha, el Río Negro, que se forma en los campos inmediatos á Reyes y no ofrece interés alguno. Poco más adelante principia la región de la goma elástica, cuyo límite austral lo forma el paralelo 13% sobre toda la extensión de la llanura. Hasta esa altura, la travesía del Beni se carac- teriza por la ausencia de población, debiendo pasar el ¡viajero las primeras seis noches del viaje en el bosque desierto, en el que, por la misma razón, abunda la caza como en ningún otro lugar. El principal tributario del Beni, es el Rio Madidi, cuya boca se presenta sobre la orilla izquierda á los 12% 33” de lat. Sud; el Madidi es navegable para pequenas embarcaciones, y procede como los ríos que vienen por esa parte, de los úl- timos contrafuertes de los Andes. Según el geógrafo Raimondi, este río es el que atraviesa la quebrada de San Juan del Oro, con el nombre de Paplobamba, aserción que no está aún com- probada por estudios especiales. Los establecimientos dedicados á la explotación de la goma elástica en el río Beni y sus afluentes, son: sobre la márgen derecha, Irupana, Guanay, Carnavales, California, lsperanza, San Manuel, Concepcion, Nazaret é Ivon; por la izquierda, Madidi, Todos Santos, San Antonio, Maco, Fortaleza, Witum- — 161 — bo. Santo Domivgo Itea, San Lorenzo, Blancaflor, Mamorebey, Copacabana, Exaltación, Bellabrisa, Libertad y Victoria. La producción de goma elástica, empleando un personal de quinientos trabajadores, es de treinta mil arrobas, que representan un valor de cuarenta xmil bolivianos. La agri- cultura está muy limitada, á pesar de la feracidad del suelo que es propio para Jos mús valiosos cultivos. La causa eslá en las ventajas que reporta el trabajo de la goma y en la escaséz de brazos para la industria agrícola. Los arroyos que desembocan en el Beni, al Norte del río Madídi, son: por la izquierda, el tea y por la derecha el Biata, Genesuaya é Ivon, navegables á remo. Las tríbus de salvajes que se hallan inmediatas al Beni, son: hácia la derecha, los Chacobos, concentrados en grupos de pocas familias cerca de las cabeceras del arroyo Ivon, y sobre la derecha los feroces Guarayos, de los que más adelante debe- mos ocuparnos con alguna extensión. Los antíguos neófitos de: la misión de Cavinas, erigida sobre el rio Madidi, á principios del siglo, se han trasportado á la márgen derecha del Beni, para huir de la persecución de los gwarayos que les declararon guerra sin cuartel; han vuelto á Ja vida primitiva sin dejar de comunicarse con los cristianos, y su número está cada vez más reducido. Desde 1890 se ha procurado el establecimiento de una segura comunicación entre las estancias de lóxallación y Reyes y la orilla derecha del río Beni. Hoy día, merced al esfuerzo de los industriales y estancieros, esa iniciativa ha obtenido favorable resultado y el Beni cuenta con abundante gana- do vacuno. Los ocho días que hay que navegar el río Beni, desde la primera alquería, hasta la confluencia del Madre de Dios, son bastantes Jlevaderos. 1% medio de trasporte es siempre el batelón; la navegación franca y sin peligro, y la región bas- tante poblada. La hospitalidad se ejerce con una espontaneidad que hace honor á los habitantes. La conversación, general- mente animada, permite al viajero recoger abundantes detalles. acerca del esfuerzo empleado para establecer la nueva indus- ria gonmera. Ióntee los asuntos que llamaron la atención de quien estas páginas escribe, hay uno que merece consignarse en estos apuntes, porque se relaciona con la historia del río Bent. Desde 1875 principió á descubrirse goma elástica en las proximidades del río Madidi, donde, como ya dijimos, existía po po la misión de Cavinas. Conocida su explotación por los holivia- nos que descendieron hasta el río Madera, donde se la hacía en grande escala, fundáronse pequeños trabajos estimulados por el bajo precio de los salarios. lín 1880 habian tomado ya alguna importancia y adelantádose hasta las proximidades del arroyo Ivon, cuando se presentó el doctor Edwin R. Heath, animado del propósito de adelantar la exploración del Beni hasta su confluencia con el Madre de Dios. Debe advertirse que el río Beni no estaba explorado y que se le suponía ¡im- practicable para la navegación, trasportando el producto de la explotación por el pueblo de Reyes, el río Yacuma y última- mente por el Mamoré y Madera, hasta los mercados de venta. Si se pasa la vista por una carta de esa región, se verá cuánto era el rodeo que se hacía y se podrá calcular el poco provecho que reportaban los industriales. Il doctor L:dwin KR. Heath, acompañado por dos naturales que le fueron libe- ralmente ofrecidos por los señores Antenor Vazquez y Antonio Vaca Diez, emprendió la exploración de la parte baja del río Beni, teniendo la buena suerte de encontrar, después del se- gundo día de viaje, la boca del río Madre de Dios; más tarde, la del Orton; luego, la única rompiente que embaraza la na- vegación del río, la Cachuecla Esperanza, y por último, la con- fluencia del Beni con el Mamoré, que de ántes la tenía reconocida. lsta meritoria empresa, que ha conquistado para el atrevido explorador la gratitud de Bolivia y el aplauso de todas las sociedades geográficas, dió nueva dirección al co- mercio del río Beni, que después se ha desarrollado por la vía natural y propia, con facilidad y economía. Después del viaje del doctor Heath, se establecieron traba- Jos sobre el arroyo Ívon, por el señor Antenor Vazquez, y sobre el río Orton, por el doctor Antonio Vaca Diez, en vit- tud de señales colocadas por el explorador en cada uno de estos silios, cn recompensa de Jos auxilios que le habían prestado para su interesante viaje, y de las instancias del Prefecto del Beni, doctor Fermin Merizalde, quien comprendió pronto la necesidad de poblar el Bajo Beni, para asegurar la nueva comunicación. El curso que lleva el río Beni, es en su primera parte al N. 0; volviendo hácia el N. E., pasa por el meridiano de Puerto Salinas á la altura de la Barraca ltea, y de allí sigue pronunciadamente al N. IL. hasta su reunión con el Madre de Dios. ln este punto tiene de ancho 300 *, que es, másó ménos, el que presenta desde la boca del río Madidi. La ve- — 103 — locidad «media de su corriente, la calculamos en tres millas por hora. Su fondo muy variable, dando de una á tres brazas. Il curso muy sinuoso, 4 cousa de las materias que el agua lleva en suspensión, las cuales, en general, de naturaleza aluminosa y arenisca, forman conos de deyección sobre la par- le convexa de las curvas v hacen cambiar 4 menudo el curso del río. Fácilmente descubre la mirada el Jecho abandonado en época anterior, más ó ménos lejana, y observa el trabajo de erosión que operan las aguas sobre la concavidad de las curvas, que socaba la corriente derrumbando gigantescos úr- boles y llegando hasta dar comunicación á los puntos más aproximados de Ins vueltas. 1% lecho del río Beni no es to- davía definilivo; la acción niveladora de sus corrientes, que sirven ú la vez de azada y de vehículo, tiene aún que operar muchas trasformaciones; felizmente. la inundación no ame- naza los establecimientos industriales, siluados sobre terrenos terciarios de bastante consistencia y suficiente elevación. La velocidad media de la corriente, es de cerca de tres millas en tiempo seco, aumentando con las crecientes, y la extensión navegable, desde Rurenabaque hasta las punta del Madre de Dios, aproximadamente de 415 millas. Il río Madre de Dios tiene su orígen en la rama oriental de la cordillera de los Andes, entre Jos 12% y 14? 30” de latitud Sur. Los naturales le llamaron Manu; Garcilaso, refiriéndose ú la expedición del Inca Yupangui 4 la conquista de los Musus, le llama Ameru-mayo (Rio de las Serpientes); algunos misio- neros le llamaron Rto de Castela, y por último, el Padre Ju- lian Bobo de Rebello bautizólo con el de Madre de Dios, que es el que ha prevalecido. Ya dijimos que se levanta una grande serranía entre el valle que ocupan los afluentes del río Ucayali y el que recorren las aguas del Madre de Dios. sa serranía, dirigiéndose al Norte hasta las nacientes del río Yavary, es seguramente la que dá orígen después del Madre de Dios, al río Purús, al Yuruá y al Yutahy, de que mas tarde nos ocuparemos. Hácia el Sur, la cordillera se levanta á grande altura y todas sus vertientes orientales desaguan en cl Ynambary, río que baña el pié de las provincias peruanas de Carabava y Sandía, antes de reu- nirse con el Madre de Dios. Para hacer más metódica la descripción de este gran río, objeto principal de nuestra primera expedición, seguiremos la marcha de ésta, transcribiendo, cuando fuere necesario, algunos fragmentos del diario de la exploración. UVa Después de estudiar las 120 millas que recorre el Beni, des- de su confluencia con el Madre de Dios (Riveralta) hasta su unión con el Mamoré (Villabella), el ingeniero de la expedi- ción, tomando por cierto el meridiano atribuido al marco del río Madera en el mapa publicado en la Paz por don líiduardo Idiaguez, verificó la posición en ese punto con relación al paralelo de latitud S. y arregló el cronómetro según cl úngulo horario obtenido sobre el indicado meridiano. El 28 de Iinero de 1893, salió la .expedición de Riveralta, para tomar en el establecimiento de Valparaiso la lancha á vapor del Sr. Augusto Roca, destinada á la exploración. lísta lancha puede transportar veinte toneladas de carga y ofrece lu- gar para cuarenta pasageros. Se creía encontrarla en buenas condiciones; mas después de un viaje en el río Beni, donde las arenas que lleva el agua habían gastado los cilindros y émbo- los de la bomba de alimentación del caldero, estaba apenas utilizable, como lo veremos durante la marcha. Después de corta demora en Valparaiso, la expedición siguió viaje el 2 de Febrero remontando el curso del Madre de Dios, que estaba en creciente. Il sistema adoptado por el ingeniero señor Múller, con apro- bación de quien estas paginas escribe, fué el siguiente: levan- tamiento á la brújula del curso del río; establecimiento cada veinticuatro horas, cuando lo permitiese el tiempo, de la situa- ción geográfica de algunos sitios, para hacer las correcciones al trabajo de levantamiento; observación de hora en hora de la temperatura y presiones barométricas; sondajes frecuentes y apreciación de la velocidad de la corriente, por medio del escandallo y el Patent log Ó corredera. Del dia 2 al 9 de Febrero hemos recorrido 245 kilómetros que separan Valparaiso del Cármen, establecimientos, uno y otro pertenecientes á Roca y hermano. In el trayecto hemos hecho frecuentes sondajes, que dan un fondo que varía de dos á siete metros, á cincuenta metros de las orillas, por donde es necesario navegar para vencer la corriente, que en el centro del río es mucho mayor. En la carta especial que tenemos levantada, la misma que nos debe formar parte de este trabajo, tenemos representados los datos hidrográficos que pueden servir para la navegación del Madre de Dios. Así cómo el fondo, la corriente del río es también variable, alis- minuye en las orillas, donde á veces forma grandes remansos de corriente contraria y aumenta en determinados sítios; unas veces alcanza una velocidad de cinco millas por hora, otras la —= 105 == velocidad disminuye sensiblemente hasta cerca de tres millas, alternativas resultantes de los accidentes del lecho del río, cuya naturaleza es arcillosa y arenisca, presentando en algunos puntos rocas metamórlicas y conglomerados ferruginosos. 1:l aucho del río varía igualmente, amoldándose ú las prolonga- ciones de lu tierra firme, que lo rechazan ó encajonan; mas en la estación en que lo hemos navegado, no baja de sete- cientos metros. La temperatura máxima observada en los siete primeros días de viaje, ha sido de 31 c. y la mínima de 22 c. á la sombra. Ll tiempo variable. Las presiones barométricas de IRSA: ¡ Son tantos los brazos en que se divide el Madre de Dios, que le podemos llamar con toda propiedad río de las Islas. Iíntre Valparaiso y la Barraca San Pablo hemos tocado las islas Candelaria y Barbana. Los arroyos más importantes entre ambos puntos son el de San Pablo viejo y el de San Pablo alto, que desembocan, el primero, por la izquierda, y el se- gundo por el lado opuesto; en las inmediaciones de San Pablo se descubre terreno bajo, cubierto por bañados y por lagunas de poca extensión. 1% río forma una gran curva por el norte, cuya cuerda menor corresponde á la dirección de la Isla Can- delaria. Los dos establecimientos de San Pablo pertenecen al señor Nicanor G. Salvatierra y cuentan con un personal de 60 pica- dores. San Pablo alto está situado sobre una elevación del terreno en la márgen derecha del río, recibiendo por el mismo lado un arroyo de alguna importancia. ¿ntre San Pablo y Sena, la primera parte del curso del Madre de Dios presenta algunas islas y la boca de pequeños arroyos; la márgen derecha es siempre alta y la izquierda, baja y pantanosa. Recibe por la derecha el arroyo Genechiquía sobre cuya desembocadura está situada una Barraca, que lleva el mismo nombre; al frente de ésta se descubre una isla de alguna extensión, cubierta de árboles de la familia de las acá- cias. Poco más adelante y sobre la orilla derecha, se encuen- tra la Barraca Maravillas, que no ofrece más particularidad que ser el punto de partida de una vía de comunicación entre el Madre de Dios y el río Ortón. Desde Genechiquía al río Beni, la distancia es relativamente pequena; existe un camino que termina en aquel río cerca de la Barraca Copacabana, el cual puede bien utilizarse para la conducción de ganado va- cuno. Poco más adelante el río ensancha notablemente y se — 166 — descubre el establecimiento de Canadá; más léjos, y sobre la misma orilla derecha, el río Sena y la Barraca del mismo nombre, de propiedad del señor Manuel Cárdenas. El río Sena desciende desde la serranía de Jos Andes, como luego tendre- mos ocasión de demostrarlo, y recibe por la derecha un afluente de consideración, el Manuripi, que se forma en las inmedia- ciones del río Beni, y por la izquierda, el Sepere. Agotada la goma elástica en los antíguos trabajos establecidos sobre el río Beni, gran parte de aquéllos industriales se han extendido hácia los afluentes del Sena, donde la preciosa Siphonta elástica se presenta con mayor abundancia y lozanía. 1l río Sena tiene en su boca, cuarenta metros de ancho y tres á cuatro de fondo; es navegable hasta en sus afluentes, de curso sinuoso, y recibe gran número de arroyos grandes y pequeños. 1% señor Cárdenas tiene establecidos sus trabajos de explotación sobre los bañados de este río, con un personal de ciento veinte picadores. Se considera esta región una de las más ricas del Madre de Dios, el cual es, al mismo tiempo, de mayor im- portancia que el Beni, bajo el punto de vista industrial. Entre el Sena y el Cármen, existen pequeños establecimientos, várias islas y arroyos que no son dignos de mención. líóntre los pri- meros, ofrece la Barraca ludependencia la circunstancia de tener abierta una vía de comunicación entre el Madre de Dios y la confluencia de los ríos Manurípi y Yauamano, que son el orígen del Orton; esta comunicación es la que debe servir de punto de partida al camino entre el Madre de Dios y el río Acre, por ser el que ofrece mayores ventajas, por la dis- tancia, naturaleza del lerreno y condiciones navegables de los ríos que está llamado á poner en comunicación. ll estableci- miento de Camacho, propio del mencionado señor Cárdenas, tiene un personal selecto, compuesto en su mayor parle de salvajes Araonas, los únicos que se prestan á la colonización. Intre estas posesiones y la del Cármen, corre un arroyo deno- minado «Lindero», que tiene poca importancia. 1 río Madre de Dios, en el punto que ocupa el establecimiento de Camacho, está cruzado por una rompiente de piedra carga, que en tiempo seco impide la navegación á vapor, pero que puede canalizarse fácilmente. Il establecimiento del Cármen es, sin disputa, el mas im- portante del río Madre de Dios, y pertenece á la firma industrial A. Roca y (*. Cuenta con un personal de cuatrocientos pica- dores y posee una grande extensión de terreno, que se ha puesto al amparo de la Ley de 26 de Octubre de 1891. Las — 167 — dependencias del Cármen son las siguientes: Palmira, Asunción, San Pedro, América, Libertad, la Colonia Monteverde, Humavtá y otros trabajos de reciente instalación. Sobre el río Manurípi posee también algunos centros últimamente formados, que van tomando creciente importancia. Las posesiones del Cármen se extienden hasta el arroyo Gibbon, inmediato á la hoca del Inambary, y están constituí- das en diez lotes alternos, cada uno de los cuales tiene una superficie de diez léguas cuadradas. lista empresa está llamada á tomar un grande incremento por el personal de que dispone, el espíritu progresista de los empresprios y el capital con que le es posible contar para el desarrollo de los trobajos de ex- plotación, cuyo resultado es, desde luego, de los mús satisfac- torios. La presencia de numerosas tríbus de sulvajes en la parte alta del Madre de Dios, es el único inconveniente que podría oponerse al desenvolvimiento de esta magna empresa; pero, convencidos del buen espíritu que anima al personal de la Delegación Nacional de Bolivia en el Norte, ercemos que ha de establecer, en resguardo de los intereses industriales de aquella zona. una guarnición en el punto que hemos denomi- nado «Palma Real», cuya favorable posición, cuidadosamente estudiada, se presta admirablemente á la fundación de un fortin y el estoblecimiento de una colonia militar. Entre la Colonia Monteverde y la Barraca Humavtá se en- cuentra la cachuela Vazquez, descubierta por el viaje de explo- ración realizado en 1883 por el Rev. Fr. Nicolás Armentlía. Ella no ofrece dificultad en tiempo de aguas, por la creciente del río; pero, en tiempo seco, no dá paso á las embarcaciones de algún calado; está formada por un banco de piedra canga, que cruza diagonalmente el curso del río, y se puede abrir fácilmente un canal cerca de la orilla izquierda. Más allá de la cachuela, remontando el curso de las aguas, se presentan las tierras allas correspondientes 4 Humavtá, que ocupan una extensión de la márgen izquierda de seis ú siete millas. La lancha 4 vapor está cada vez más descompuesta; nues- tra marcha ha sido interrumpida con: frecuencia á causa de la dificultad de inyectar agua en el caldero; en los días 14, 15, y 16 de Febrero, hemos avanzado poco más de 76 kilómetros y nos hemos visto sériamente embarazados para continuar la expedición. Las embarcaciones que llevamos á remolque, son: una pequeña montería, destinada al servicio auxiliar del vapor y un pequeño batelón que admite cuando más veinte pasajeros, incluso tripulantes. Por otra parte, los cálculos del tiempo de OS trabajo se habían hecho contando el servicio rápido de la lan- cha y los víveres eran suficientes sólo para un mes; abando- nando «uquella, y tomando las embarcaciones menores, se du- plicará el tiempo de trabajo y es segura la falta de víveres. A pesar de esto, hemos resuelto prescindir de Jos servicios nega- tivos de la lancha y emprender la exploración en las embar- caciones á remos, de que es posible disponer. Tenemos por nuevo punto de partida las tres islas alcan- zadas por la expedición de Fr. Nicolás Armentlía y estamos en plena región de salvajes. Para alterar la monotonía de esta relación copiaremos en seguida una parte del Diario de la exploración, cuya redac- cion fué confiada á uno de los expedicionarios. Por deficien- te que sea, él dá una justa idea de la magnitud de los tra- bajos emprendidos y refleja, hasta cierto punto, las impre- siones del personal de la expedición, cuyo abnegado esfuerzo merece que demos á conocer los nombres de los modestos obreros del progreso. IRAGMENTO DEL DiarIO DE LA EXPEDICIÓN PANDO 17 de Febrero de 1893. — Reconocida y comprobada la abso- luta imposibilidad de remontar á vapor los aguas del río Ma- dre de Dios, mas allá de la señal colocada en 1884 por Fr. Nicolás Armentía, por hallarse fuera de servicio la bomba de: inyección de la lancha «Roca», el Coronel Pando resolvió ha- cer la exploración en las dos monterías que se llevaba á re- molque, una de las cuales tenía capacidad para 15 hombres y la otra para seis. Como el personal expedicionario consta- se de 30 hombres, fué necesario colocar siete en la pequeña y 23 en la más grande, con ánimo de seguir así hasta un silio conveniente donde se dejaría algunos hombres al cuida- do de la reserva de provisiones. La pequeña montería tomó la vanguardia con el Coronel Pando, su hijo Ramon, el piloto Benjamín l'alcon y los tri- pulantes Zenon Botello, Saturnino Polo Palacios, Doroteo Ra- cua y Prudencio Aradívi. Se había combinado ántes una inteligencia de señales por medio de banderas, para los avisos y órdenes (que recípro- camente debiera trasmitirse. La montería «Colla», mandada por el Sr. Ladislao Ibarra, conducía al Ingeniero Sr. Félix Múller, llevaba por piloto é — 169 — Manuel Estéban Lazo y por tripulantes á Prudencio Beyuma, Juliah Bozo, Marcelino Conta, Francisco Paruma, Teodoro Chau Ceferino Cámara y los ¡jóvenes José Monje, José R. Benavente, Donato KR. Miranda, José 1%. Peñaranda, Pedro Luna y Manuel Crespo. 1% personal armado constaba de Hugo Gerdzen, Alberto Ballivian, Delfin de las Muñecas, Moisés Camacho, Edmundo Pando, Manuel M*. Tovar, Nazario Valli- vian y Manuel Bozo. : La partida fué 4 h. 12.30” p. m. con rumbo S..S. O., caminando hasta h. 5.40 en que se formó campamento sobre la márgen derecha del río. Tiempo lluvioso, con temp. media 25 e, 18 de Febrero: Salimos del campamento á h. 7.20” a. m. y caminamos sin más accidente que la dificultad de superar la corriente del río, que en algunos puntos es de mucha fuerza. A h. 7.45" encontramos un afluente por Ja márgen dere- chu denominado Arroyo de la Asunta, y áú h. 2.35', otro afluente por la izquierda, el arroyo Chive. Campamos ú h. 5 p. m.en una isla que tiene un platanal abandonado por los salvajes. Los jóvenes encontraron algu- nos plátanos maduros. con los que han satisfecho el apetito. que crece en proporción al cuadrado de las distancias recorridas. a Temperatura media en las 24 horas...... 26 c. Temperatura del agua....... A a 30" — 19 de Febrero: Salida á h. 6.30” con rumbo Sud. A h. 9 encontramos un arroyo sobre la márgen derecha del río; á h. 2.15” otro arroyo por el mismo lado; á la h. 4.50 un arroyo por la jzquierda. y campamos á la h. 5.50” p.m. Hemos avanzado con lentitud por que la corriente del río es muy pronunciada y tenemos muy cargadas las embarcacio- nes; en tal estado. un encuentro con Jos salvajes mos sería fatal. Il día ha sido lluvioso; pero la noche serena, lo que nos prueba que San Medardo está con los expedicionarios del Ma- dre de Dios. Tempertura media 25 c. 20 de Febrero: Salida h. 7.15” a. m., con tiempo nublado. Después de cuatro horas de marcha penosa y lenta, por la mucha corriente del río en ambas múrgenos, encontramos an arroyo que desemboca por la izquierda. y avistamos la boca de un río, al que llegamos quince minutos después. O E Dicho río desemboca en el Madre de Dios por la derecha y tiene sesenta metros de ancho por seis de fondo; aguas ama- rillas y turbias, y curso pronunciado de Sur á Norte. ¿Será este río el Inambary? Los datos geográficos .é histó- ricos que poseemos nos inducen á suponer que nó; pero los mismos datos, con relación á los orígenes del Inambary, nos inducen á presumir que sí. En breve sabremos á qué alener- nos de un modo seguro, porque está resuelto que continua- remos la exploración del Madre de Dios. A h. 2.45” penetramos en el nuevo río, en cuyas aguas por primera vez ha flameado el pabellon de Bolivia y resonado el éco de los disparos del rifle. Después de la demora necesaria para elegir campamento, nos dedicamos á construirlo con propósito de dejar un claro de monte, propio para tomar la altitud meridiana del Sol. Di- cho campamento está situado sobre la márgen izquierda de la boca del nuevo río. lxisten inmediatos varios chacos de bár- baros, que nos permiten renovar provisiones. Temperatura media 24* c. 21 de Febrero: Después de discutido el proyecto de explorar simultáneamente los dos ríos, se resolvió: que el Coronel se- gulría con 15 hombres en la «Colla» la exploración del Ma- dre de Dios; que el Sr. Múller, con 5 hombres, en la montería «Aviso», exploraria el río nuevo, y el Sr. Ibarra, con 7 hom- bres, quedaría en el campamento, conservando las provisiones y fabricando balsas para la eventualidad de un naufragio. In los días anteriores no se ha podido tomar la altitud me- ridiana del Sol 4 causa del mal tiempo; preparado el terreno y con tiempo favorable, se hizo hoy la observación, que ha dado: 12 34” latitud Sur. 71927" longitud O. de París. Temperatura media durante el día, 260 c. Altura sobre el nivel del mar, 192”, Il personal de la expedición está animado de la mejor vo- luntad y solo tenemos un enfermo, que quedará en el cam- pamento. Las provisiones se han partido en tres porciones, guardando algo para el regreso. I“stamos en plena región de salvajes. 22 de Febrero: La montería «Aviso» salió con el Sr. Múller, José KR. Benavente, Benjamín l'alcon, Saturnino Polo Palacios, h José Monje y Prudencio Beyuna, á h. 1.45” p. m., con el pro- lla pósito de explorar el afluente hasta donde sea posible la na- vegación. 1ól Jefe, después de dar sus instrucciones al señor Múller, librando á su prudencia los medios de evitar el riesgo de un ataque de los salvajes, zarpó á h. 2.55 para explorar el Madre de Dios, en la montería «Colla», tripulada y defendi- da por 15 hombres. Ambas comisiones llevaban víveres para ocho días, sin contar con los recursos que ofrecen los chaca- rismos de los salvajes. 191 Sr. Ladislao Ibarra, cuya abnegación y buena voluntad son tan recomendables, quedó con 7 hombres y los perros al cuidado del campamento, centro de las operaciones de la expedición. Seguiremos el diario del Coronel Pando, por ser el que ofrece más interés, no sin advertir que este señor abriga la convicción de que el nuevo río no podía ser el Inambary, á pesar del caudal de aguas que lleva al Madre de Dios, porque el Inambary debía ser mayor y estar situado más al Oeste, para recoger las aguas de la cordillera Carabaya. 11 Madre de Dios corre en este punto hácia el 1%, forman- do un torno de siete millas, sobre cuyo primer tercio desem- boca el río nuevo, del lado del Sur. A h. 3.10” pasó la embarcación cerca de una isla que está situada á la izquierda del río; á h. 3.35 pasó al frente de un afluente que desemboca por el mismo lado, al que se dió el nombre de Arroyo Crevaux. A bh. 6 p. m. se hizo alto junto á un arrovuelo situado sobre la márgen derecha del gran río. Temperatura media, 25 c. Tiempo, nublado. Ancho del río, 600”; profundidad media, 12"; velocidad de la corriente, 3 millas á la hora. 23 de Febrero: Salida con buen tiempo á la h. 6.30 a. m. Ah. 7.30" y siguiendo hácia el 0., se presenta una isla y luego un bruzo que viene del N. O. Penetrando por dicho bra- 70, se encuentra un lago extenso, cuya forma es la de una curva con la convexidad hácia el Sur, un ancho de "1000 y una extensión que no nos fué posible determinar en el mo- mento. lil Madre de Dios, en el punto en que se reune aquel brazo, cambia al S. y luego sigue al O.; á unas tres millas de aquél punto desprende un brazo poco menor que la anterior, que se dirije al N. y penetra en el citado lago, al que hemos llamado «Lago Armentía», en homenaje de ¡justicia al abne- gado explorador del río que navegamos; así como llamamos «Isla Figueira», á la que forman dichos brazos. o A h. 11.55 hemos encontrado alturas sobre la derecha del río y junto á ellas la desembocadura de un arroyo navegable en pequeñas embarcaciones. A la altura la hemos llamado «Palma Real», por las palmeras que cubren sus bajíos, y la creemos propia para el establecimiento de una barraca ó fortín. A horas 12.55 encontramos otra isla y seguimos buen an- dar, superando la correnteza y descubriendo chacarismos gran- des sobre las dos orillas. Campamos á h. 5.20 sobre la márgen derecha, en un sitio en que se reconocen las sendas frecuentadas por salvajes. Temp. media, 25% c. Buen tiempo. Profundidad 15», Velocidad, millas 3 por hora. La márgen derecha presenta alturas, mientras que la iz- quierda sigue siempre baja. 24 de Febrero: Salida á h. 7. 5 con tiempo lluvioso. Ah. 8. 47 se avista una isla y sorprendemos una canoa de salvajes, los cuoles huyen dejando la canoa en la orilla; apercibidos de la presencia de los sálvajes y sospechando que ellos están en la isla que tenemos al frente, apresuramos la marcha para sorprenderlos; tenemos el vivo deseo de coger algun muchacho para conocer el idioma y facilitar nuestra co- municación con ellos. Los salvajes que huyeron, han corrido por tierra y dado gritos para prevenir á sus compañeros de la isla, los cuales pasan á nuestra vista el río á nado y se reu- nen á los demás; vemos que es peligroso penetrar en el bos- que, con el vano empeño de tomarlos en terreno que les está conocido y seguimos á la isla, donde encontramos tres casu- chas, varios pájaros, una perra jóven, algunos víveres y úli- les de su uso, que consisten en ruecas, hachas de piedra, fMe- chas, hilos y cestos llenos de plumas. Después de algún descanso, continuamos la marcha, para sorprender á los que creemos situados mas arriba. Este pe- queño incidente ha sobreexcitado el interés y el entusiasmo de los expedicionarios, en «quienes se reconoce todo el brio que se requiere para una lucha semejante. Hemos dado á ésta el nombre de «Isla del Aguila». A h. 4. 25 encontramos una isla grande y en ella un chaco ten bien trabajado y extenso que hemos tenido á bien llamarla «Isla del Gran Chaco». A h. 4. 46” y en medio de un torno largo colocado de 1%. á-0., — 173 — encontramos una cachuela formada por una rompiente que avan- za de la márgen izquierda hasta los dos tercios del río, dejando un estrecho canal á la derecha; no pudimos sal- varla y nos fué forzoso pasar la embarcación por sobre las rocas de la izquierda; sorprendidos por la noche, campamos á h. 6 p. m. La noche ba sido muy Jluviosa y el río ha creci- do bastante. Temp. media: 24” c. Velocidad del río, 4 millas por hora. Altura barométrica: 197” 25 de Febrero: Salida con lluvia á h. 7.25” a. m. Hemos dado á la cachuela el nombre de «Palacios» en memoria á D. Agustin Palacios enviado por el General Ballivian á Ja explo- ración del Lago KRojo-Aguado y su comunicación con el río Mamoré. A medio kilómetro mas arriba de la cachuela desemboca un hermoso arroyo de 20” de ancho y 5 de fondo que mereció llevar el nombre del ilustre viajero Lardener Gibbon, oficial dle la marina Americana. A h. 9.15” después de pasar por en medio de dos islas que hemos llamado «Gemelas», hicimos alto para secar ropa y cama. Continuando á h. 4 p. m., con buen tiempo, caminamos hasta h. 6.10”, hora en que campamos. Temp. media: 26* c. 26 de Febrero: Salida con tiempo nublado á h. 6.45” a.m. A h. 8.25” encontramos una isla y un arroyo que desem- boca por la derecha en el Madre de Dios. A h. 9.45”, una isla llamada de los «Cuervos» por la abundancia que encon- tramos de estas avescarniceras. Lluvia fuerte á h. 12.30” que nos obligó á parar unos veinte minutos. Siguiendo con lluvia des- cubrimos á h. 1.37” un arroyo sobre la orilla derecha. A h. 2.45” p. m. tocamos con bajo fondo rocalloso y un arroyo por la derecha, viéndonos obligados á parar por la lluvia. Ll río sigue marcadamente al Oeste y ensancha de un mo- do notable; en tiempo seco, las playas deben ser muy exten- sas. Descubrimos con frecuencia chacos y campamentos de salvajes. Temp. media: 23” c. | Velocidad del río: 4 millas por hora. 27 de Febrero: Lluvia fuerte en la mañana. Salimos á h. 11 a. m. A h. 12 m. se avista la boca de un río caudaloso; te- memos de ser engañados por los accidentes del terreno, que Tomo Yl, 20 dejan presumir la confluencia de un rio y de tomar por tal alguno de los brazos del Madre de Dios; avanzamos con rapi- déz, hasta que ú h. 1.15% penetramos en las aguas del Inam- bary, que esta vez estamos seguros de haber alcanzado. %s indescriptible el entusiasmo de los expedicionarios; el pabellón boliviano es saludado con bastantes disparos de rille y flamea por primera vez en las aguas del deseado río. Il Mambary ofrece en su desembocadura una extensión de 400% entre sus dos orillas, las aguas son amarillentas y el fondo de 9%. El Madre de Dios sigue en un ancho igual, su márgen derecha muy elevada y la profundidad de sus aguas cristalinas no baja de 15". Resolvimos seguir las aguas del Inambary, y, sin detener- nos más del tiempo necesario para hacer los sondajes, conti- nuamos la marcha. A h. 2.30” descubrimos la boca de un arroyo sobre la már- een derecha y poco más adelante algunas alturas sobre el mismo lado. Un nuevo arroyo y algunas rocas á flor de agua se presentaron á la izquierda, permitiéndonos el tiempo cam- par sobre una playa á h. 0 p. Mm. No ha sido posible tomar la altitud del Solá causa del mal tiempo; dejando esta observación para el regreso, resolvimos continuar la exploración del río hasta donde fuese posible. La temperatura media de 24? c. Altura barométrica: 190%, Velocidad de la corriente: 3 millas á la hora en el Imam- bary y 3 millas y media en el Madre de Dios. 28 de Febrero: Salida con tiempo nublado á h. 6.35. A h. 6.50 encontramos un arroyo navegable sobre la márgen dere- cha del río y algunas rocas sobre la izquierda. lil río no tiene ya más que 200% entre ambas orillas y fondo de 8". Ah. 8.50 encontramos un arroyo sobre la orilla izquierda, y más adelante otros tres urroyos sobre el mismo lado. A h. 3.3 descubrimos un arroyo navegable sobre la 1z- quierda, y se presentaron muchas rocas. Aumentó la corriente. Ah. 4.5" descubrimos una cachuela, ú la que llamamos «Guarda», en memoria del señor Manuel de la Guarda, Prefecto del Cuzco en 1851; esta cachuela se encuentra al lado del Perú y ofrece un buen canal 4 la derecha; no pudiendo superar la correnteza de este canal en la embarcación, la pasamos sobre las rocas de la orilla izquierda. A 500% se encuentra la cabeza de la cachuela, formada de pedruzcos entre los cuales pasa el río con suma violencia. A h. 5.21” vemos por la márgen derecha un nuevo arroyo y media hora después formamos campamento. Il tiempo nos ha favorecido y la marcha ha sido rápida y felíz. Temp. media: 25 e. Velocidad media de la corriente: muy variable. 1" de Marzo: Salida con tiempo nublado á h. 7 a. m. A h. 8,25 descubrimos un arroyo á la márgen izquierda, 15 después, otro arroyo navegable del mismo lado; 15 más adelante, otro arroyo navegable á la derecha y á h. 9.40” un nuevo arroyo del mismo lado. La observación del Sol fué in- terrumpida por nubarrones densos que vienen del 1%. con gran velocidad. Se encuentra ya elevado el terreno de las márgenes y mucha piedra en las orillas del río. La rapidéz de la cor- riente, siempre variable. Campamos á h. 5.30” p. m. Temp. media: 25% c. 2 de Marzo: Salida á h. 2.15” a. m. A h. 2.35” encontramos una cachuela que nos esforzamos en pasar, pero renunciamos á ello. por la obscuridad, después de peligrar muchas veces contra las rocas y ser arrebalados por la insuperable correnteza. A h. 6.5 continuamos la marcha, pasando la embarcación por medio de cordeles por entre las rocas. La cachuela á la que hemos llamado «lRRebello», en memoria del Padre Julián Bobo de Rebello. tiene canal hácia á la izquierda en dirección oblícua al curso del río; pero puede superarse con facilidad la correnteza que cruza un desnivel de cerca de un metro. Conviene advertir que estas cachuelas son propiamente rá- pidos, habiendo dádoles el nombre de cachuelas sólo por ceder á la costumbre de llamar tales á todos los obstáculos que se oponen á la navegación. A h. 9.10% descubrimos á la orilla derechu la boca de un arroyo, y se presentó al frente algo como la confluencia de dos ríos. Treinta minutos más larde llegamos al punto de esa confluencia; es un afluente por la márgen derecha. hasta ahora desconocido, que tiene en su boca 30% de ancho y una profundidad media de 1.50%, Al penetrar en el nuevo curso, chocamos con un banco de piedra canga y estuvimos ú punto de naufragar, salvándonos la presencia de ánimo de la tripulación; el nuevo río, al que por razones fáciles de comprender hemos dado el nombre de IYOrbigny, no permite ingreso á las embarcaciones, por los bancos que obstruyen su desembocadura; más salvados ¿slos, se presenta más ancho, de curso regular, perfectamente nave- gable y con dirección pronunciada N. N.. O. Por las señales que se descubren cerca de su boca, se vé que los salvajes lo navegan, pasando las canóas, en las rompientes de la boca, por medio de cordeles. A h. 12.45” continuamos la navegación del río principal, encontrando muy cerca una nueva cachuela, que nos ha sido difícil atravesar por la impetuosa corriente del río; para la navegación á vapor no sería ella dificultad insupe- rable. Hicimos alto con fuerte lluvia á h. 6.15 p. m. Temp. media: 26* c. 3 de Marxo: lín la noche anterior, la creciente del río, de poco más de dos metros, amenazó arrebatarnos las embarca- ciones; este cuidado y el de los salvajes, por la mala situación del campamento, que nos vimos obligados á tomar demasiado tarde, nos ha tenido en constante alarma. Amaneció lloviendo y sólo pudimos emprender marcha á h. 10.30” a. m, La gente se manifiesta desanimada por la excesiva fatiga y las dificul- tades que á cada paso presenta la navegación. La firmeza del Jefe consiguió dominar la mala disposición de los tripulantes y avanzamos algunos kilómetros, tocando por la derecha la boca de dos arroyos de alguna importancia. Ah. 5 p. m., hicimos un buen campamento, en terreno natu- ralmente defendido, que forma una especie de huerto de ficus, rodeado de caña brava y aislado por terrenos bajos; en el im- provisado salón hemos consumido el resto de las provisiones y descansado bien. La temperatura media en las 24 horas, fué de 24% c.; la temperatura del agua, cn la mañana, de 28% c.; la velocidud de la corriente ha aumentado mucho con la creciente del río. 4 de Marxo: Salimos con tiempo nublado áh. 7 a.m. A h. 9 hicimos alto para cazar, porque carecemos en lo absoluto de provisiones, y no se encuentran chacarismos de salvajes en esa parte. Siguiendo á h. 10.40% encontramos un arroyo que desemboca por la izquierda, después de una tierra alta en que choca el río y se desvía en ángulo recto; hicimos alto á h. 11.30 para hacer observaciones de la altura del Sol, que ha dado esta situación: ISS: 72% 18” long. O. de París. A h. 12.10” seguimos la marcha: el río se presenta ménos correntoso y se advierte que no hay más cachuelas. Su rumbo ha cambiado notablemente y se pronuncia de S. á N.; estamos en la curva del Inambary. a Ah. 1 p.m, el Jefe, teniendo en cuenta la falta de provi- siones, la dificultad que ofrece la corriente para remontar el curso del río, el estado del personal y la inquietud que Je ins- pira la suerte de la comisión confiada al señor Múller, ordenó el regreso. Ayudados por la corriente, navegamos con una velocidad de ocho millas por hora; el río ha erecido cinco metros, como se puede ver por la inundación de los campamentos abandonados. 1% D"Orbigny, llegó á cubrir las rocas en su desembocadura y se dejaba ver muy turbio y espumoso. Des- pués de cinco horas de marcha, formamos campamento sobre una altura. 5 de Marzo: Salida á h. 5.30” a. m. con buen tiempo. 1: Jefe se apresura para tomar la situación de la boca del Inam- bary. A pesar de la velocidad de la marcha, que no ha cesado un instante, sólo llegamos 4 este punto á 12.17” . Después de un ligero descanso y quedando cinco hombres en la boca del río, para poner señales y abrir el monte, el Jele siguió hacia el río Madre de Dios al que navegó en una extben- sión de 18 kilómetros, arriba de las puntas del Inambary. Este río sigue ancho, formando siempre islas y con rumbo pronun- ciado al naciente. Las orillas se levantan mucho sobre la márgen izquierda, formando barrancas de color rojizo; el fondo ha disminuido y no da más de m. 44 m. 6. No es posible apreciar sus condiciones navegables, porque la creciente es muy grande; sin embargo, se cree que ellas disminuyen en tiempo seco y que el río corre por su cauce natural, dejando extensas playas á uno y otro lado. El curso del Madre de Dios es más antiguo que el del río Beni, el cual, como ya dijimos antes, ditaga todavía. Donde se manifiesta mejor la edad que puede atribuirse á este impor- tante río, es en la primera parte de su largo curso, donde se presenta más cerrado por las tierras firmes. La vegetación pre- senta los mismos caractéres. 1l bosque es el principal rasgo de la fisonomía especial de la región alta del Madre de Dios; — lo que falta en grandeza en el reino animal, lo suple en el reino vegetal. Al contrario de las zonas templadas, en las que dos ó tres especies cubren vastas regiones, aquí, á lo enorme de las proporciones, se reune la variedad de los individuos. La selva produce todo lo que es necesario á la vida del hombre; madera y leña, resinas y gomas, frutos y aceiles; puede ves- tirlos y alimentarlos, dándoles hilo para sus redes, arcos para la caza, canoas y remos para cruzar los ríos; de los brazos — 178 — torcidos de los grandes árboles cuelgan las orquídeas; las lianas entrelanzándose sobre los troncos forman un tapiz vivo en cuyo centro se aloja el animal; los contornos de las hojas son de gran variedad, singulares y hasta extravagantes ¡os parásitos vegetales, los musgos y los líquenes, deslumbrantes las flores que se descubren por en medio del ramaje de un verde cambiante y siempre vivo, cuyos lonos se combinan ó malizan á la luz de una almósfera siempre saturada de leves vapores. 11 horizonte observado desde una altura cortada por el río, se prolonga hasta lo infinito perdiéndose en el azul ce- niciento del cielo, y en el corazón del bosque reina una mezcla singular de silencio y de rumores, que tiene algo de misteriosa solemnidad. Los monos apareciendo por entre las hojas de los corpulentos árboles parece que alcanzan las nubes, los pájaros cantan y aman, los loros lanzan gritos estrídulos, las serpientes se retuercen con su habitual indolencia rastreando la caza, que le disputan la onza, el jaguar y la puma ó leon americano; los inermes roedores huyen ligeros; los venados y las antas acuden á las orillas; el calimán, recostado sobre las arenas de las plavas, semeja un seco leño; las tortugas cubren los troncos de los árboles que el río deposita en los remansos; los pescados saltan sobre la superficie del agua haciendo graciosas volteretas en las que brilla su plateada escama. ln antigua y fiel com- pañía con esos habitantes de la selva, vive el indio Guarayo, cuya cara bronceada, con el cráneo poco más agudo que el de los indivíduos de raza europea y los ojos lijeramente oblícuos, aparece por entre los troncos de los árboles, con el oído atento para descubrir, en medio de ese silencio genesiaco en que pa- recen fundirse todos los sonidos amorliguados por la vegelación, el leve paso del animal que persigue y disputa á sus rivales cazadores, los carnívoros, ó el ruido cadencioso que hacen los remos de la canoa que se aproxima. ls admirable como las facultades humanas, sobrecxiladas por la necesidad, se desenvuelven en el bosque. Los compa- ñeros de trabajo v fatiga han adquirido todos cierto grado de desenvolvimiento de los sentidos, que presta á la expedición servicios muy preciosos. Tan prudentes y astutos como los salvajes, su presencia no los atemoriza; cada encuentro con ellos será una diversión. 6 de Marxo: 11 Coronel regresó á h. 11.15 de su excursión al Madre de Dios, para tomar la alutud meridiana del Sol en la boca del Imambary, donde los compañeros han edificado una pequeña aldea, 4 la cual, á iniciativa de I:dmundo, Je han dado — 179 — el nombre de «Pando.» Sobre la copa de uno de los más elevados árboles flamea el pabellón boliviano y se disparan salvas en señal de posesión, de la que se ha redactado una acta en toda forma. : La observación astronómica dió este resultado: 12042" Lat. S. 7203" Long. O. de París. Á h. 12.15” nos embarcamos, apremiados por el deseo de saber cuál había sido la suerte de los compañeros. Á la hora y media de marcha, cuya velocidad era de 7 millas ála hora, nos apercibimos de dos canoas de salvajes amarradas sobre la orilla izquierda: alracamos á tierra para reconocerlos, y se internaron en el bosque el Coronel. su hijo Ramón y tres de los tripulantes; cuando éstos reconocían las canoas, fuimos sorprendidos por la gritería de un gran número de salvajes que habían ocupado la Isla de los Cuervos, uno ó dos días antes, formando en ella un caserío provisional. Fuimos retados á combate ¿ insultados por ellos con palabras que conocen del español y del tacana; el Coronel ordenó cruzar á la isla lo que . ejecutamos en seguida, siendo recibidos por una lluvia de fle- chas; felizmente, la distancia en que fondeamos era la conve- niente, porque las flechas no llegaban sino á tres ó cuatro metros de la embarcación; rompimos fuego de rifle y los sal- vajes huyeron al bosque inmediato: el Coronel ordenó tomar el compamento, donde hallamos muchos tejidos, plumas, adornos, flecha y utensilios de cocina, con varios animales domésticos. Los salvajes no abandonaron la orilla del bosque. desde el cual seguían arrojando flechas; el Coronel se aproximó por ese lado para recojer algunas flechas que se clavaban en el terreno apenas cubierto por el agua, y fué blanco durante algunos minutos de las flechas enemigas, una de las cuales se clavó entre los piés, cuando tenía vuelta la espalda para dar algunas órdenes. Hicimos un lijero ataque, precedido de un flanqueo, y desalojamos á los salvajes; penelrar en el bosque habría sido el colmo de la imprudencia, además de carecer de objeto. Por el número de las canoas, que no eran menos de doscientas, se vé que la teíbu debía contar con igual número de familias. Ha- biendo tomado todas las provisiones de los salvajes y soltado sus canoas, seguimos la marcha; el Jefe estaba muy inquieto por la suerte de los señores Ibarra y Múller, 4 quien había dejado con pocos hombres, en región poblada de salvajes, y ordenó acelerar la marcha; llevábamos provisiones para ocho «dlías tomadas al enemigo. Al descender, encontramos otras — 180 — canoas y campamentos reducidos de salvajes, ú los que no hici- mos el menor daño. A h. 10.25” de la noche llegamos al campa- mento de «La Colmena», donde tuvimos la satisfacción de encontrar todo en órden. Il señor Múller había regresado de su exploración del río Heath, con el personal muy estropeado por la fatiga. Vamos á presentar, en seguida, un extracto del diario de este atrevido viajero, para que se forme una lijera idea de las condiciones del río Heath : 22 de Febrero de 1893: 1l punto de partida fué el campa- mento de la Colmena, situado sobre la boca del río Heath á los 122 34” lat. S. y 71% 27' al O. del meridiano de París. Hora de salida 1.45” p.m. Seguimos rumbo S. con pequeñas inclina- ciones al 1. y O., originadas por la sinuosidad del curso del río. La mentería « Aviso » vá tripulada por cinco hombres: Piloto,. Benjamin Falcón; vogas, José R. Benavente, Prudencio Beyuma, Saturnino Polo Palacios y José Monje Riva. Víveres para diez días. Armas: cinco rifles Winchester, con la correspondiente dotación. No ha habido más accidente en el día que un baño del señor Múller, que cayó al agua vestido. Tiempo nublado. Varios arroyos. Distancia recorrida, 6 millas. 23 de Febrero: Salida á h. 7.15” a.m. Varios arroyos porambos lados. Al medio día se pasó una cachuela formada por bancos de piedra canga. Distancia, 15 millas. La flecha del trayecto sigue siempre rumbo 5. 24 de Febrero: Salida á h. T a.m. Varios arroyos y algunos bancos de piedra; el río ensancha en algunos puntos hasta metros 150 entre las dos orillas. No hay accidente. Distancia recorrida, 16 millas. 25 de Febrero: Salida con lluvia á h. 7 a. m. Á h. 2 des- canso para secar la ropa. Distancia recorrida, 6 millas. 26 de Febrero: Salida con nublado. Al medio día fuerte aguacero, que duró hasta la tarde. A pesar de él, se ha trabajado sin descanso v avanzado 16 millas. 27 de Febrero: Siguió la lluvia durante la noche. El río inundó el campamento. Salida 4h. 5.15% a.m. Altoá h. 10.30% para abrigar la gente y secar la ropa. Distancia ganada: 4 millas. 28 de Febrero: Salida con buen tiempo á h. 7 a. m. El río, antes correntoso, se presenta con ménos velocidad. — 18! — Distancia ganada: 18 millas. 1" de Marzo: Salida con buen tiempo á h. 7.30% a. m. Á las dos horas de marcha se presentó sobre la izquierda la boca de un riacho, al que el Sr. Múller ha dado el nombre de «Bravo» en recuerdo del Sr. Cárlos Bravo, que con ton lau- dable constancia dedica sus estudios á la provincia de Cau- policán. Distancia recorrida: 14 millas. 2 de Marzo: Salida con lluvia á h. 6 a. m. Á las dos horas se descubre un afluente por la márgen iz- quierda, que se ha llamado «Arroyo Cárdenas ». Al medio día se descubre, por el mismo lado, otro afluente, que el Sr. Múller ha llamado «Wiener», en memoria del distinguido viajero, actual ministro de Francia en Bolivia. Se encuentran chacarismos y huellas de salvajes. A Distancia recorrida en el día: 17 millas. 3 de Marxo: Salida á h. 7 a. m. con buen tiempo. Averías en el limón de la montería. Se descubren huellas recientes de salvajes, sobre la orilla fangosa del río; mas léjos, tres canoas sobre un arroyo y una ancha senda que se dirije al L., por donde se han alejado los salvajes. Distancia recorrida: 10 millas. 4 de Marzo: La lluvia constante impide la continuación del viaje. No se descubre tierras altas, ni se avistla serranía por el S. I'stá determinado el regreso, para el cual se había dejado el levantamiento de la carta hidrográfica, por las ventajas que ofrece el trabajo siguiendo el curso de las aguas. Salida á h. 8.30”. Se encuentra nuevo campamento de sal- vajes, fuegos encendidos y plátanos recien cortados; pero no se descubre séres humanos. á 5 de Marxo: “Después de 10 horas de marcha, llegamos al 'ampamento de «La Colmena», donde el Sr. Ibarra nos sumi- nistra los víveres que nos han faltado desde el día 1%. 1% Co- ronel aún no ha vuelto del Madre de Dios. 11 Sr. Múller no ha sufrido en su salud, pero, los jóvenes con excepción del Piloto, están enfermos y muy estropeados. Il viaje ha sido de los más penosos, por las lluvias, la fatiga y la corriente del río. La extensión explorada por el Sr. Múller sobre el río Heath, ha sido de 122 millas de subida, que adelantó en 10 días: la misma distancia la hizo de bajada en dos días. Il río no pre- senta cosa digna de llamar la atención; muchos arrovos, sien- do los principales afluentes por la márgen izquierda; tierras poco elevadas, curso sinuoso que sigue la línea S. N.; algunas — 182 — piedras en la parte baja, que pueden impedir la navegación en tiempo seco. Según el Sr. Múller, el río Heath, no es navega- ble á vapor sino en la época de las mayores crecientes, opinión que hemos confirmado nosotros en el viaje que posteriormente hicimos por él. No se descubre una sola planta de siphonia elástica sobre las márgenes, ni en el bosque inmediato; este río no desborda ni forma bañados, como los otros que poseen el árbol de la goma. Il terreno por donde cruza es arcilloso, y de color pardo; las aguas tienen un lijero tinte amarillento, y son túrbias, procedentes de la cordillera, por la temperatura y la calidad. La selva es ménos vigorosa que en el Madre de Dios y liene palmeras especiales que no se presentan en los demás ríos: las orillas están pobladas de caña brava. Los chacarismos de los salvajes son pequeños y dan á conocer que los que ocupan ese río forman tribu poco numerosa, Destinamos los días 7 v 8 de Marzo á la construcción de los planos y á nuevas observaciones astrnómicas, para resolver la dirección de la marcha hácia el río Beni. Ll 9, construido un callapo, despachamos en ¿lá los enfermos al Iistablecimiento del Cármen. lón vista de las cartas que se levantaron, resolvimos ascen- der por el río Heath hasta el paralelo de Ixiamas, ¡justamente sobre el punto en que el Se. Múller descubrió las tres canoas de los salvajes, para desde allí devolver las embarcaciones y emprender Ja travesía por tierra. Carecíamos de víveres; pero contábamos con la caza y los chacarismos de los salvajes para la nutrición del personal, re- cursos ambos igualmente inseguros, pero que son «aceptables cuando hay el propósito de no abandonar el plan adoptado y se puede contar con la abnegación de los expedicionarios. Desde el día 10 hasta el 21 de Marzo, hemos navegado so- lamente cien millas, á causa de la velocidad de la corriente y las necesidades de la subsistencia, por medio de la caza. He- mos tenido muchos días de avuno; los preceptos de la cuares- ma han sido mejor observados que por los reverendos [(rancis- canos. Para colmar la desdicha, naufragamos en la boca del arroyo, término del viaje, perdiendo lo poco que nos quedaba y disolviéndose la provisión de sal en las aguas del Ho Heath, que así quedó solemnemente bautizado aquel día. Fué necesa- rio sacar las armas y los instrumentos sumergiéndose en el egua, razón por la cual, los expedicionarios que no han per dido el buen humor, pusieron el nombre de «Arroyo de los Buzos», á aquel que fué testigo de nuestras desventuras. Con- — 183 — seguimos poner el batelón á flote y despedimos al Sr. Ibarra con un banquete digno de Brillat Savarin, cuyo menú no re- producimos para no despertar el apetile de los que han de ser nuestros lectores. La caza en el monte cercano, es en extremo escasa, porque la frecuentan los salvajes, que como nosotros, viven única- camente de ella. ln cambio, tenemos algunos plátanos verdes y uno que otro pescado sin cautela, que viene á picar el an- zuelo tendido con la fé de los Israelitas en el desierto. Istá resuelto que el Se. Ibarra volverá con las embarcacio- nes. lista es la ocasión de hacer el retrato moral del Sub-Jefe de la expedición, cuyo abnegado carácter le ha hecho soportar las mas duros, ú la vez que ménos gloriosas comisiones. ll Sr. Ladislao Ibarra, nacido en Ja Paz, de familia notable, el año 1852, es de mediana estatura, de pelo rubio, nariz agui- leña y ojos azules. lducado con esmero en los colegios de Chi- le, á la posesión de varios idiomas vivos, agrega una instrue- ción nada común. Á una inteligencia clara y despejada, reune una vivacidad y penetración que lo hacen singularmente sim- pático. Por el carácter es todavía un ejemplar de esa buena raza de ingénuos próxima ú desaparecer con el siglo. Ll Sr. Ibarra es un verdadero tipo de nobleza y de caballerosidad; la con- versación, salpicada de chistes de mente agradable: su mo- destia iguala á su mérito personal, razón por la cual no ha obtenido los favores de la fortuna, y sí, la sincera afección de los que Jo conocen de cerca. Uno de los rasgos mas salientes del carácter del Sr. Ibarra es el estoicismo ante los peligros, unido á un sentido claro y práctico, que lo hacen muy prop10 para soportar las fatigas y privaciones de una exploración. Desde los primeros días en que se formó el programa de este viaje, el Se. Ibarra manifestó su deseo de tomar parte en cl, algo por amistad, mucho por patriotismo y no poco por el mis- terioso atractivo que tiene, para espíritus superiores como el suyo, una empresa de semejante magnitud. La hora de la re- compensa, justa, merecida é ineludible, todavía no hu Jlegado vara él mas por fortuna, no ignora que ella consiste en algo que no está en manos de los hombres que gobiernan ¿4 los otros. Il señor Ibarra aceptó la comisión de bajar las embarca- ciones y, ayudado por cinco jóvenes que han sido designados con el mismo objeto, descendió por el rio Heath, llegando con felicidad á Ja parte habitada del Madre de Dios. Mal tripuladas las embarcaciones, poblado el país de salvajes, sin recursos SU y mal armada, la comisión ha afrontado sérias dificultades, de las que, felizmente, supo sacarla bien la serenidad y prudencia del señor Ibarra. El envio de las embarcaciones efectuado el medio día del 25 de Marzo, era un paso atrevido dadas las condiciones del mo- mento de la expedición. Sin víveres y hasta sin sal, era preciso lanzarse en la desconocida selva sin confiar más que en las indicaciones de la brújula y la precisión de las carabinas; confió ella, además, en el buen ánimo de los expedicionarios, los cuales en ningun tiempo dieron señales de desaliento y de temor. Ll señor Múller, á quien el gefe le había dicho mas de una vez que la marcha en el monte requiere práctica y que su salud no era bastante sólida, contestó que de ningún modo volvería atrás y que solo exigía que las jornadas fuesen de cuatro leguas, distancia que se hallaba capáz de recorrer á pié, hasta acostumbrarse. ll gefe le replicó que, devueltos los instrumentos con las embarciones y hallándose determinada la situación geográfica de los puntos extremos del trayecto, no quedaba sinó el trabajo muterial de la travesía, que había de orientarse por la brújula, y que no era indispensable su inte- ligente cooperación, pudiendo volver al Madre de Dios para adelantar el trabajo de construcción de la carta hidrográfica; el señor Múller concluyó por declarar que, como francés + expedicionario, no quería renunciar á la gloria de la travesía, ni abandonar á los cómpañeros; pero que en caso de no poder absolutamente caminar bajaría por el rio Madidi, agre- gando este estudio á los que teníamos verificados. Dejamos al criterio del lector la apreciación del fondo que caracteriza la noble contestación del señor Múller. La tarde del 25 de Marzo la pasamos todos preparando la maleta, que era preciso cargar sobre los hombros. Cada uno se recogió en su toldeta y hacía sus preparativos en un completo silencio. In momentos como aquellos, que preceden á la ejecución de una empresa en que se juega la vida, el espíritu se reconcentra y la meditación es necesaria. A las reflexiones naturales para todos en aquella situación, agre- eabu el gefe las que fluyen de su propia responsabilidad; era forzoso dominar los funestos presentimientos para inspirar confianza á los expedicionarios, esa confianza que nace de la fé y que es eminentemente sugestiva. ¿Sucumbiría la expedición por falta de recursos? ¿Sería anonadada por un ataque de los salvajes? ¿Sería víctima de las fiebres que predominan, con el paludismo, en los bosques inundados? ¿No siendo human) — 18) — abandonar á los enfermos, se vería obligado el personal ú de- tener la marcha y á pasar muchos días, amenazado por todo género de peligros, en el corazón de la selva? ¿Hallaríamos obstáculos insuperables en nuestro camino, cuya exlensión calculamos en cincuenta leguas, hasta el rio Hundumo? ¿Ten- dremos hombres estraviados, picaduras de víbora, de raya, ó de olros animales ponzoñosos, lluvias torrenciales, desplome de corpulentos árboles, tempestad ú otros uecidentes igualmente peligrosos? lóra necesario rechazar esas ideas y prevenir las dificultades principiando por inspirar energía y confianza á los expedicionarios, por medio de la adopción de medidas pru- dentes. No era posible retroceder. Estaba comprometida la honra, á la vez que el éxito de la exploración. Retroceder, habría sido perder el fruto hasta entonces alcanzado y renunciar á la ter- minación del estudio, por falta de recursos pecuniarios. Il proyecto de expedición se había basado sobre dos puntos de apoyo dignos de confianza: la cooperación oficial y los servicios de la lancha á vapor. Valtando el primero, que com- prendía los elementos materiales y el enganche de personal, fué necesario confiar en el segundo, que faltó igualmente. Mas los expedicionarios, desde el día en que se vieron libra- dos á su solo esfuerzo, decidieron llevar á la práctica el pro- grama primitivo, cumpliendo, de su parte, las obligaciones contraídas. Un deber para con nuestros compañeros, que no han recibido ni estímulo, ni recompensa, nos obliga á correr el velo que oculta los antecedentes de la expedición dirigida al. N. O. de Bolivia, para que llegue hasta ellos la sanción jusliciera de la opinión pública. Siguiendo el método que tenemos adoptado, daremos un extracto del Diario de viaje de exploracion, el cual, si bien deficiente en datos y observaciones científicas, reproduce por lo menos, las impresiones del personal y dá una idea del territorio que se ha recorrido. 26 de Marzo de 1893: Salida á pié, con rumbo LL. S. L., áh. 7 a. m. Al cabo de una media hora de marcha, salimos del bosque á un inmenso pajonal, que se extiende de N. á S. Iv tiempo es favorable; la marcha lenta. lallamos sobre el extremo del pajonal una armazón de palos, que ha servido de vivienda á los salvajes, probablemente á fines de Diciembre; la distribución de los cuadros manifiesta el número de familias de que consta la tríbu, que no llega á noventa; por el corte de algunos de ellos, se vé que los salvajes tienen cuchillos de monte, probablemente adquiridos por me- — 186 — dios violentos. La parte del monte que separa el pajonal de las orillas del vio Heath, está cubierto de lagunas y de curi- ches, razón, á nuestro juicio, por la cual los salvajes frecuentan ese lugar en el que abunda la pesca. Hemos avanzado solo, en el día, tres leguas, por pajonal, desde el que se descubre un panorama hermosísimo: al S. un gran nevado, que se asienta solo en medio de la cadena de los Andes, cuyos últimos contrafuertes los tenemos á cuatro leguas; al S. Il. la serranía que termina en el rio Madidi; al N. L. un occéano de verdura, cubierto de vapores. Ll señor Múller se ha fatigado desde la primera legua; el Coronel le ha propuesto que regrese, para bajar en una canoa y dar alcance al señor Ibarra; habiéndose negado el senor Múller, se ha echado á la espalda la mochila del compañero y ordenado la continuación del viaje. Campamos á h. 3.30” p. m. sobre una isla de bosques, donde encontramos agua, toda la caza se ha reducido á una paloma, que fué cedida al senor Múller. Ll Jefe y los cazado- res se han fatigado en vano buscando caza, que ordinariamente abunda en los pajonales; todo lo que hallaron, sin poder ha- cerle puntería, fué un leopardo, que se ocultó entre la tupida yerba. 27 de Marzo: Seguimos todavía dos leguas por pajonal. Por el ángulo que hemos tomado sobre el nevado, creemos que se halla á 20” O. del meridiano de Pelechuco. ln la ma- drugada, presentaba una vista magnífica, iluminado por los rayos del Sol naciente. liste nevado se halla destacado de la cordillera de Cololo, y probablemente corresponde ul contra- fuerte de los Andes que se prolonga hácia el N. entre las quebradas de Sagui y Sima, de la provincia de Sandía. Debe tener un nombre indígena, que noes bien conocido; nosotros, para distinguirlo desde la alta planicie del Beni, le hemos denominado «Monte rías», en memoria del ilustre mandatario de Bolivia, que ha sabido hacer práctica la libertad electoral. Después del pajonal hemos penetrado en un monte bajo, espinoso y lleno de agua, que nos llega al muslo; faligados por ese accidente del terreno campamos á h. 3 sobre una pequeña isla, con objeto de cazar durante la tarde, porque no hemos comido hace dos días sino un plátano por persona. A h. 5, tenemos un venado, una pava y algunos monos que han restaurado las fuerzas perdidas. Don Télix Máúller ha delirado toda la noche y se ha decla- rado fiebre en dos de los mozos. — 187 — Durante la noche, nos invadieron las hormigas, obligándo- nos á variar de campamento, con el agua á la cintura. Tene- mos esperanza de tocar mañana en tierras altas, que nos per- mitan caminar, pues en el día de hoy no hemos avanzado ni tres leguas. 28 de Marzo: Hemos almorzado bien yv cazado una pava para la comida. Múller sigue como ayer. 1% terreno es el mis- mo: chaparral anegado. Sólo habremos ganado dos leguas sobre el rumbo. 1% terreno mejoró un poco en la tarde y cazamos aves y monos, que nos han dado excelente comida. 29 de Marzo: Después de hacer un buen almuerzo, nos pusimos en marcha, siempre por terreno inundado y sartenojal. Al cabo de una hora, tocamos tierra firme. A h. 3, encontra- mos un arroyo, que hemos pasado por medio de un puente construido en el acto; poco mús adelante cruzamos el mismo arroyo y formamos campamento. Hemos tenido abundante caza dle monos negros; ganarfamos en el día, cerca de tres leguas. Volvió la fiebre á los enfermos. Múller ha caminado bien. 30 de Marzo: A h. 4a. m. nos ha cogido una lluvia lor- rencial, que ha durado cinco horas; felizmente estábamos prevenidos y poco nos hemos mojado. Salimos á h. 41 después de hacer un frugal almuerzo y llevando algunas provisiones para el camino. Al medio día encontramos un arroyo navegable, que juzgamos que es el oríjen del río Sena. Mide 20" de ancho por 2.30" de fondo y se dirije al N. N.1.; lo hemos cruzado fabricando un puente. Il señor Múller pretendía bajar por este arrovo á lo que se opuso el Jefe, porque habría sido autorizar una locura. Avanzamos dos leguas y formamos el campamento, que nos demora cerca de dos horas, porque es lorzozo recoger hojas de palma y construir cabanas. Los utensilios de cocina han estado desocupados, porque no hemos tenido suerte cen la caza. 31 de Marzo: Salimos á h. 3 a. m. con buen tiempo. No hay almuerzo y la razón es óbvia: estamos en el día Santo. Hemos cruzado un curiche y después un arroyo; el terreno muy anegado. Al medio día cazamos cuatro marimonos, un silvador y varios monitos amarillos. Poco después se ha presentado á tiro una manada de puercos, de los que cazamos un par, dejando SS en libertad á los demás. Siguiendo la marcha, cazamos otro marimono, todos vamos cargados hasta lo insoportable. En tres horas y cuarto de marcha, hemos avanzado dos leguas y media; felizmente tocamos algunos trechos de buen terreno y de monte real. Múller sigue mejor y se va habituando con la marcha. 1 de Abril: Memos consumido bién las provisiones en el almuerzo y puéstonos en camino á h. 9 a. m. El camino sigue por chaparral inundado, desesperante. Múller no puede hoy caminar. Será forzozo que baje por el Madidi, como lo desea; de lo contrario, demoraremos el viaje indefinidamente. Encontramos á cada paso huellas de salvajes; es seguro que espían nuestra marcha y procuran reunirse para atacarnos. Las precauciones y vigilancia son redobladas. Hemos cruzado por dos veces un arroyo que se dirije al N. E. y abrigamos la esperanza de encontrar pronto el río Madidi, donde seguramente hallaremos chacarismos de salvajes. Cazamos en la tarde dos marimonos cerca del campamento y pasamos la noche sin haber caminado, en el día, sino legua y media. ; 2 de Abril: Hemos tenido una lluvia torrencial de las 3 á las 11 de la mañana. Múller se encuentra muy postrado y resolvió el Jefe demorar este día. 11 jóven Edmundo Pando, subió á un árbol jigantesco y nos aseguró que teníamos la serranía al 1. S. |., próximamente á cuatro jornadas. Il río Madidi debe estar, por consiguiente, cuando más á cinco leguas del campamento. Memos tenido poquísima caza y no hay un grano de sal. Los enfermos se han medicinado y esperamos todos llegar al Madidi en dos jornadas regulares. 3 de Abril: Hoy hemos caminado bien. Il señor Múller está animado con la esperanza de llegar luego el Madidi. Caza abundante. Hemos ganado tres leguas y cuarto, con tiempo favorable. 4 de Abril: Permanecimos por la enfermedad del Coronel, que ha tenido cólicos nerviosos, causados por las mojazo- nes. lil terreno que nos rodea, es seco y de monte real, donde los cazadores han dado una provechosa batida. Los hombres que han subido á las copas de los árboles elevados confirman los datos referentes á la proximidad de la serranía. — 189 — El señor Múller se encuentra mejor y no vé la hora de Megar al Madidi. 5 de Abril: Salida á h. 7.30” a. m. A una milla del punto de partida encontramos un arroyo que se dirije al N. 1. ls evivente la proximidad del rfo Madidi. Después de siete horas de penosa marcha, alternada con descansos de 15” , hemos llegado á la orilla de un arroyo que desemboca en un euríche, donde pasamos la noche. Los caza- dores han sido enviados en dirección al Madidi y aseguran que se halla próximo, á juzgar por los accidentes del terreno que reconocieron. Se adquiere, con la práclica, una gran facilidad para reco- nocer la transición de uno á otro río, por medio de los arroyos y de las tierras firmes, así como apreciar, por la confluencia de aquéllos, la distancia á que se encuentran del curso principal. Creemos haber avanzado hoy 3 1/2 leguas sobre rumbos. ls. 6 de Abril: La salud del señor Múller ha decaido nueva- mente, apenas puede caminar, á esto se agrega que no hemos tenido caza y que la comida sin sal se ha hecho para todos intolerable. Principia á hacerse grave la situación. La marcha ha sido lenta, hemos caminado tres horas y avanzado una legua, el Coronel acompaña incesantemente desde el primer día al señor Múller, así como su hijo Ramón, uno de los mús sufridos, fuertes 4 intrépidos exploradores. - Los hombres que han subido á los árboles anuncian la proximidad de la serranía del Madidi ; debemos eslar muy cerca del río que cruza al O. de aquélla. 7 de Abril: Después de media hora de marcha, llegamos por fin al Madidi. El río corre en este punto hácia el N. 1%. y tiene la playa un ancho de cerca de 100 ”; mas el río no ocupa por ahora más que 60 metros, con una profundidad de 2 metros. Las aguas amarillentas y algo tibias. Il cauce, obstruido por palizadas. Sobre las dos orillas se encuentran chacarismos de los salvajes, cuidadosamente cultivados. Al S. se distingue la serranía de los Andes y el Monte Frías. Claramente se vé la angostura por la que se abren paso las aguas al través de los últimos cerros. Hemos tomado cañas y plátanos, que nos dieron una grata variante en el sistema de nuestro último régimen alimenticio. Il día lo hemos empleado en construir una buena balsa para el viaje del señor Múller y de sus compañeros. Hstá de- cidido que hará el levantamiento de la carta del Madidi, hasta su desembocadura en el Beni. Tomo Vl. 21 — 190 — Il tiempo sigue bueno; las mañanas frías y despejadas; las nubes formando grupos sobre los picos de la cadena de los: Andes; parece (que entramos decididamente en el Otoño. Acompañará al señor Múller, por compromiso voluntario, el intrépido y noble jóven José R. Benavente, quien fué, durante la marcha, el más fiel compañero de Múller. Il Coronel ha nombrado, con el mismo objeto, á su propio sobrino Edmundo Pando, sugeto valiente, activo, perspicaz y propio, bajo todos conceptos, para esa comisión. 8 de Abril: lin la madrugada se ha avistado nuevamente el «Monte Frías », al S. 10 0. Se concluyó la balsa que reune buenas condiciones para la navegación de tres personas. No se nos oculta el peligro que tiene el viaje del señor Múller, pues es seguro que el río Madidi tiene salvajes; pero, en primer lugar el Ingeniero no puede avanzar un paso más por tierra; su salud se encuentra quebrantada por la última travesía y él está persuadido de que su sola salvación está en la navegación del Madidi. No siendo posible abandonar después de tantos sacrificios el plan primordial de cruzar la selva hasta Íxiamas, es for- zoso consentir en el viaje del señor Múller, dando cabida á la esperanza de que se hará con felicidad. Las últimas crecientes han llenado de lodo las playas del río, donde los salvajes esta- blecen de ordinario sus campamentos para dormir sobre la arena; en tiempo de aguas viven alejados del río, sobre las tierras altas que bañan los arroyos: esta circunstancia puede favorecer á los viajeros permitiéndoles pasar desapercibidos, hasta llegar á los establecimientos que tiene formados el señor Mouton, sobre la parte baja del citado Madidi. A h.2 p.m. descendió la balsa, con los tres intrépidos via- jeros, que llevan carabinas Winchester y los instrumentos pre- cisos para el estudio del río. Que Dios los lleve con bien. Il resto del día lo pasamos preparando algunas provisiones y curando á los enfermos. Ahora son cuatro los que padecen de fiebres, quedando aptos para el trabajo solamente once, entre los que se cuenta el Coronel. La distancia que se hu recorrido del río Heath, al Madidi, es de 24 leguas; se presume que pasan de 35 las que faltan para llegar á Íxiamas, por los estudios prévios practicados en Noviembre anterior. Á pesar de los enfermos, que sou todos naturales del país, — 191 — será posible apresurar la marcha y vencer en ocho días esa distancia. -9 de Abril: Salida á h. 7a.m.; el grupo consta de 15 hombres; de éstos, cuatro enfermo; las armas son 12 rifles y 3 escopetas. A una hora de camino húcia el 15.5. 1%. encontramos una laguna formada por un antiguo cauce del río, en la cual hallamos abundante pesca. El terreno más allá es seco y accidentado; lo cortan pequeñas quebradas ó zanjas siv agua, correspondientes á la base de la cadena de montañas que tenemos inmediata. Formamos campamento á h. 5 p. m., después de recorrer en el día próximamente cuatro leguas. 10 de Abril: Salimos con buen tiempo á h.Sa.m. A medio día se observó el horizonte, subiendo algunos hombres ú los árboles más elevados; la cadena de los Andes se distingue al S., distante poco más ó ménos cinco leguas; al S.L. se vé la serranía que pasa el frente de Ixiamas; los mozos creen que llegaremos al río Hundomo en cuatro días; el Jefe cree, refiriéndose ú observaciones prévias que hizo por el lado opuesto, que tardaremos de seis á siete días. La caza ha sido espléndida; tenemos una anta, que ha co-. gido la perra «Leona» y varios marimonos. Campamos tem- prano, para saciar el apetilo y preparar provisiones para el dia de mañana, á fin de avanzar con ellas más que el día de hoy, que no hemos ganado sinó tres y media leguas. 11 de Abril: A una hora de marcha encontramos un bonito río, primer afluente de consideración del río Madidi, al cual, por voto unánime, se le ha dado el nombre de «Río Múller ». In este río, así como en-el Inambary y cabeceras del Sena, hemos encontrado lobos anfibios. 1% cauce del nuevo curso es profundo y ancho de cerca de diez metros, se reconoce en las márgenes que tiene grandes crecientes en liempo de lluvias. Mús allá de este rív, el camino se ha hecho casi impracti- cable; es un sartenejal perverso, cubierto de fango consistente que nos impide la marcha. 11 calor durante el día fué sofo- cante. Hemos ganado media legua hasta el río Múller y tres más en dirección á la serranía. Inquieta á todos el viaje de Múller y de sus compañeros; á todos domina ese pensamiento, olvidando las propias penali- dades y los peligros de la travesía. 12 de Abril: Al cuarto de hora de viaje, saliendo á h. 8 au. m., encontramos un nuevo río, poco menor que el que llama- O mos Miller, cuyo lecho cubre piedra menuda, indicio evidente de que tocamos ya la base de la serranía. Principia más allá de este riacho á elevarse el terreno y caso muy digno de atencion, los arroyos corren en sentido contrario, esto es, hácia ISO La caza fué muy abundante. «Leona» cazó un tejón, pero ha sido gravemente herida por éste en el pescuezo. 11 perro «Tigre», á título de gefe de la familia canina, es el que recoge los aplausos prodigados á la valiente «Leona»; ¡es un famoso perro! Hemos ganado en el día, abrumados por el calor y la fati- ga, solo cuatro leguas. 13 de Abril: Salimos bien temprano. s innumerable la cantidad de arroyos y de riachos que eruzamos á cada paso; el terreno, siempre elevado, deja ver en el cauce de los arroyos piedra redondeada.' Caminamos sin descanso y nos apercibimos, por los accidentes del terreno, que nos dirigimos al cuerpo de la serranía, la cual forma una bifurcación hácia el N. O. en ángulo de 45% 1:l jefe resolvió evitar la serranía por el N. y variamos el rumbo al N. le, sin apartarnos de la base y resueltos á seguirla hasta tocar el río Hundomo. Hoy hemos hecho bien 5 leguas, sin detenernos sinó lo preciso para tomar algun alimento; los monos han tenido un día de trégua y se ha economizado las municiones. Hemos “cortado muchas sendas de bárbaros, recientemente transitadas. 14 de Abril: Cruzando siempre ríos y arroyos á cada instante, hemos tocado al medio día en un río pedregoso. ya conocido por los antiguos habitantes de Ixiamas con el nombre de mero. Antes del despueble de aquel lugar, los ixiameños re- corrían á menudo la selva hasta las proximidades del río Ma- didiz desde el descubrimiento de los gomales, la parte más vigorosa de la población ha sido enganchada para el rio Beni, y los bárbaros han avanzado hasta las cercanías del pueblo de Ixiamas, ln el punto que ahora recorremos, se ha hecho anualmente una verdadera campaña por los ixiameños contra los salvajes llamados Guarayos, en la que ha habido estrata- gemas, sorpresas, combates, heridos y muertos, prisioneros v victorias; el ódio secular que profesan los salvajes al ixiame- ño está explicado por la tradición. Hemos hallado sobre las márgenes del límero, chacarismos abandonados y algunos plátanos producidos sin cultivo, que nos han parecido esquisitos. Habremos avanzado 4 leguas y campado sobre un riacho con playa pedregosa, que se dirige al N. lóstamos, pues, flan- queando ya la serranía; con otros dos días de buena marcha, podemos llegar al río Hundomo. 15 de Abril: Igual marcha que la de ayer. La serranía nos rechaza siempre hácia el N. 1. hasta el medio día, hora en que hemos cambiado el rumbo al 1%. S. L., siguiendo la base de la serranía. Cree el Coronel que cerrado el semi-círculo que forma la desviación de los rumbos magnéticos, tocaremos en el río Hundomo., al pié del Monte Atalaya; cada día se hacen las correcciones exigidas por la desviación de los rumbos y las distancias calculadas; sólo ú los naturales ha sido necesario imponérseles este procedimiento, porque ellos, muy práclicos en la selva vírgen, en los dias de sol, tienen su manera espe- cial de orientación, que falla siempre los dias nublados. Desde el medio día los arroyos, de los que ya no nos ocu- pábamos para no repetirlo á cada línea, se han hecho más escasos; seguramente locamos la tierra alta que separa las quebradas del Madidi y del Hundomo. Tarde hicimos alto para formar el campamento: cuando cor- tábamos la palma necesaria para los techos, oimos una gran gritería de salvajes, que debían estar muy inmediatos; el Co- ronel armó la gente y quiso desalojarlos; mas cerraba la no- che y no habríamos avanzado 200 metros sin quedar á oscuras, expuestos á ser victimados por los salvajes, conocedores del terreno y de las sendas que conducen al cuserío que ocupaban. Pasamos la noche vigilantes y no hubo novedad; los grilos han cesado muy pronto; se vé que los sorprendió nuestra lle- gada y que se preparan para huir. 16 de Abril: Muy temprano salió el Coronel con cinco hom- bres armados á reconocer el campo de los salvajes; no ha hallado sinó vestigios de su permanencia en el lugar; huyeron en la noche. Emprendida la marcha, hallamos un riacho á una legua del campamento; es por éste que han huido los salvajes. Il terreno sigue accidentado; en lugares muy altos, pero con declive constante hácia el N. Los dos otros arroyos «que hemos cortado, siguen este rumbo; parece que son afluentes del Madidi; el cual describe un gran arco hácia el N. L., re- cibiendo, como otros tantos radios, los ríos y arroyos que se forman en esta serranía. Lazo y otros enfermos han tenido mucha fiebre, razón por la que hemos caminado poco para no dejarlos expuestos á a una sorpresa de los salvajes, que deben hallarse inmediatos. La distancia ganada en el dia ha sido de tres leguas; el Coronel dice que habiendo cambiado el rumbo de nuestra marcha que sigue la base de la serranía hácia el S. S. L., estamos próximos al pico Atalaya. 17 de Abril: 1l terreno sigue elevándose á nuestro frente y forma como un grueso reborde; después de hora y media de marcha, deseubrimos una gran claridad á través del monte, que nos ha parecido formada por una laguna; pronto nos con- vencimos de que no era otra cosa que el horizonte, pues nos encontrábamos á una altara no inferior de veinte metros sobre el nivel del río Hundomo y del bosque de sa múrgen derecha. Isstábamos próximos al término del viaje y ya todo nos era conocido; descendimos al río y nos dedicamos á la pesca con dinamita, que dió brillante resultado; el Coronel salvó del nau- fragio de 22 de Marzo algunos cartuchos de dinamita y un poco de guía mojada; nosotros creíamos que ella no serviría, pero el Coronel aprovechaba los descansos secando la guía á la lumbre ó al sol y contestaba á nuestra observaciones con la convicción de que sacaríamos partido de ese poderoso ele- mento; en efecto, el almuerzo del día más grato de nuestro largo viaje, fué asegurado por dos tiros del explosivo mencio- nado, que nos permitieron cosechar 72 súbalos de: regular tamaño, sabrosos, gordos y sin más defecto que tardar más de un minuto en el improvisado asador. Á pesar de haber caminado muy poco en el día, el Coronel acordó que descansásemos para curar á los enfermos, entre los que contamos á la fiel y valiente «Leona », cuyas heridas se han puesto de mal carácter. Ha llovido en la serranía inmediata y aumentado el curso del río Hundomo, el cual no es navegable en este punto. Reconocimos la garganta de la serranía y secamos la ropa. Los mozos en su mayor parte naturales de Ixjamas, vuel- ven al país nalal después de doce años; su alegría es inmen- sa; recién comprenden y se explican la utilidad de la brújula y la precisión de los cálculos que en ella se basan. La única sombra que empaña la general satisfacción, es el recuerdo de Múller y de sus compañeros, acaso víctimas de la ferocidad de los salvajes. 18 de Abril: Ha llovido durante la noche y sigue lloviendo en la mañano. Cruzamos el río y buscamos la antigua senda que debe conducirnos á Ixiamas. Abandonada ella muchos años, nos ha sido difícil reconocerla; después de tres horas de — 19) — marcha llegamos al río Tacasu que corre por en medio de una ancha playa pedregosa; después de este río, hemos en- contrado una extensión de monte tronchado por el huracán; se conoce que la dirección del viento era de Sur á Norte; he- mos empleado cerca de medio día en pasar, como serpientes, por debajo de los troncos hacinados en desórden; qué impo- nente debe ser un fenómeno de semejantes proporciones. Al alravesar esta región se nos ha quedado «Leona», apercibién- donos del hecho solo al terminar la jornada. No nos ha faltado caza y campamos sobre un arroyo de aguas frescas y cristalinas. 19 de Abril: Emprendimos la marcha muy temprano; hasta los enfermos se sienten animados; todos los ¡jóvenes tienen heridos los piés. Sólo el Coronel se manifiesta fuerte; sin emn- bargo, su extrema palidéz anuncia una extenuación á que se sobrepone para dirigir la marcha. 1l órden de ésta, se ha guardado inalterablemente desde el arroyo de los Buzos; Pru- dencio Aradivi y Doroteo Racua abren la senda, el Coronel señala el rumbo, consultando la brújula de diez en diez mi- nulos, va luego su hijo Ramón, en seguida Muñecas, Miran- da, Falcón, Peñaranda, Lazo y al último los seis mozos, para cuidar de la retaguardia. "asado el mediodía, tocamos en el arroyo Yuve y encontra- mos un campamento de ixiameños recien abandonado; segui- mos la marcha después de un corto descanso y campamos sobre un arroyuelo inmediato al arroyo Sataryapu, sorprendi- dos por la noche. Mañana estaremos temprano en el término de nuestro viaje. 20 de Abril: Iemprendimos la marcha temprano: después de una hora pasamos el arroyo Sataryapu y poco más tarde sali- mos al pajonal que está al S. O. de Ixiamas, desde el que vimos distintamente el ruido de las cajas y de las campanas con que se llama á los trabajadores que edifican la iglesia. Nuoestra alegría es proporcionada á las penalidades que hemos sufrido. Cortamos un palo para izar la bandera de la expedición y saludamos al pueblo con una salva. Poco tiempo después, apa- recieron á nuestra vista cinco hombres armados, que llegaban en son de combate á la garganta de dos pequeños promonto- rios por donde cruza el camino; sorprendidos por nuestra pre- sencia, avanzó un hombre á reconocernos y mandó aviso á la población. Poco más lejos encontramos al reverendo Sanjines y á todos los habitantes que acudían con armas; la causa de — 196 — esta alarma es fácil de explicar: en los días anteriores se habían presentado salvajes en los alrededores del pueblo; ese día habian salido tres cazadores en esa dirección y al oir los tiros de salva, creyóse en Ixiamas que los tres cazadores ha- bían sido atacados por los salvajes y que se delendían de ellos. Al vernos, la alarma se convirtió en regocijo y todos los habi- tantes vinieron en nuestro alcance, con música y flores; los expedicionarios guardaremos un eterno recuerdo de la carimosa acogida que recibimos en Ixiamas, donde se ha apreciado con exactitud la importancia de nuestra tarea y las penalidades que hemos sufrido. Ixiamas está sobre el límite de la región poblada; amena- zada constantemente por los salvajes, se ha dado cierta orga- nización militar para acudir, en cualquier hora, á la defensa del pueblo; hay un capitán y ocho oficiales, nombrados anual- mente y que pueden ser reelectos á voluntad del Padre, «que reconocen la obligación de no apartarse del lugar y de acudir armados al punto amenazado; para completar el sistema de defensa, hacen dos ó tres batidas al año sobre el río Hundu- mo á fin de alejar á los salvajes los cuales, como ya dijimos, se han acercado mucho á la población y construido campa- mentos sobre el mismo río Hundumo. Á pesar de esas pre- cauciones, los salvajes se aproximan con frecuencia y asesi- pan sin piedad á los habitantes que encuentran indefensos; la rivalidad que existe entre los Guarayos y los Ixiameños viene de tiempo inmemorial; parece que nace del antagonismo entro la raza Tacana v la raza que por el momento llamaremos Gua- raya; reducidos los Tácanas á la civilización cristiana, el ódio que se profesan aquellas razas no ha hecho más que aumentar. La defensa de la bonita población de Ixiamos, que se eleva sobre una pintoresca meseta, bañada por el río Itaca y rodea- da de bosques y de pajonales, reclama la atención del gobier- no boliviano. Ella puede hacerse fácilmente por medio de batidas prudencialmente combinadas sobre las regiones del Hundumo y del Madidi, así como sobre la que está situada al pié de los Andes, para ahuyentar á los salvajes cuando no fuese posible destruirlos en sus caseríos. Se tiene comprobado por la experiencia, que el salvaje Guarayo es pérfido, á la vez que valiente; rebelde á la civilización, se deja matar ó se deja morir ántes que entregarse al vencedor. Il pequeño grupo expedicionario, después de nueve días de descanso en Ixiamas, donde recibió las cariñosas alenciones del virtuoso misionero padre Sanjines, continuó su marcha — 107 — hasta el río Beni, pasando por Tumupasa y llegó ul puerto de Rurenabaque á principios de Mayo. La distancia recorrida entre los ríos Heath y Beni, más ó menos sobre el paralelo de Ixiamas, teniendo en cuenta el sinuoso trayecto de la senda, que se adaptó á las condiciones del terreno, es la siguiente: Del « Arroyo de los Buzos» sobre el río Heath o: leguas 24 DeleMadidialHunduno A. » 32 DeMhAundumnoa lanas » 10 Distancia recorrida á pié... » 66 De Ixiamas al Beni, distoncia recorrida Acaba lO no lo tl »..0.86 Total..... leguas 102 La dirección constante que lleva la rama oriental de la ca- dena de las Andes, desde el punto en que principia á inclinarse hácia el naciente, es S. E. 5” l:. Desde la cima de los picos nevados que forman el dorso de la cadena, hasta la planicie del Beni, hay una distancia que varía entre treinta y cua- renta leguas. Las montañas, 4 medida que se avanza hácia el N.. presentan menos elevación, y las últimas que dominan la región plana, son paralelas á la dirección de la cadena y forman serranías en la apariencia aisladas. A este lipo corresponde la que pasa por Rurenabaque y termina por bifurcación cerca del río Madidi; la rama derecha de esta bifurcación llega hasta las cercanías de la boca del Inambary, y la rama izquierda termina por una alta montaña, que seguramente dá orígen al río D'Or- bigny v á los afluentes del Heath. Iósta serranía parece que debo su formación á la acción poderosa del periodo glacial, porque la caraleriza bien un hacinamiento alúvico de terrenos de diversa naturaleza, entre los que predominan las arenas, los esquistos, el cuartzo, el aluminio, la arcilla y los óxidos propios de los terrenos de agregación. Entre la última serranía, que llamaremos de Tumupasa, y el cuerpo de la cadena, que solo hemos visto ¿4 la distancia, se han formado valles extensos, de lerreno ondulado, por donde el agua corre hácia los ríos que se abren paso á la gran llanura, después de formar pequeños lagos en que abunda la pesca. Estos sitios son ahora ocupados por tríbus de sálvajes, que salen sobre el río Tequeje, se aproximan al pueblo de San O José y se comunican con los que habitan las orillas del Madidi y del Hundumo. Nada difícil sería el establecimiento de una vía de comuni- cación entre Ixiamas y el río Heath para alimentar el comercio de la parte alta del Madre de Dios. Il trayecto que hemos re- corrido en la penosa travesía de que hablamos, no puede apro- vecharse sinó como dato para el estudio de una vía más corta y más practicable; cesta opinión se afirma en las informaciones que recogimos de los antiguos vecinos de Ixiamas, quienes refieren que hay un camino corto hasta el Madidi, que sigue la línea media de la bifurcación de la serranía. De cualquier manera, un camino de herradura entre Ixiamas y el río Heath, no será de más de ocho días, para ganado, con la ventaja de hallarse pajonales extensos al término del viaje; del arroyo de los Buzos al Establecimiento del Cármen, hay solo cuatro días de navegación; de manera «que no tendremos de viaje, entre Ixiamas y la parte bien poblada del río Madre de Dios, no más de doce días de bajada y veinte días de subida. Realizada esta obra, el pueblo de Ixiamas asegura su existencia, apro- vecha sus campos de pastoreo y puede abrir una comunicación más directa con alguno de los pueblos que están siluodos entre Pelechuco y Apolo. ln los bosques desarrollados sobre las faldas de la cadena de los Andes, crece una innumerable variedad de plantas útiles entre las cuales mencionaremos solamente la cascarilla y el chamatro. Los salvajes que habitan las cabeceras del río Madre de Dios, pertenecen á diferentes tribus. Sobre la parte superior de este río, se encuentran los Sérineyrís que dieron muerte al Go- ronel Peruano D. Baltasar de La Torre; entre aquél y el Inam- bary, están los Machúis, que amenazan algunas veces, estimulados por el deseo de adquirir herramientas, las poblaciones bajas de la provincia Sandía; un poco más al lí. están los Guarayos, que se extienden hasta los ríos del Madidi y Hundumo, y sobre un arroyo afluente del Madre de Dios, que les debe su nombre, los Toromonas' y algunas tríbus aisladas de Pacaguaras. Por la extensión de los chacarismos, se deduce que la mayor cantidad ile salvajes existe sobre el Madre de Dios. Parece que de común acuerdo han hecho una amigable distribución de todo ese terri- torio, que ocupan sin contradicción, y que se reunen una vez al año, en la primavera, sobre las playas del Madre de Dios, para recojer los apetecidos huevos de tortuga, acordar alianzas, casamientos, expediciones, etc., entregándose á las diversiones — 199 — y danzas que les son peculiares; entonces lucen los vistosos adornos que les hemos conocido, y ostentan los trofeos que conquistaron en los asaltos á los establecimientos de explota- ción de goma elástica. 6 á las haciendas de los valles del Perú. La estatura de esto índios es mediana, su complexión vigo- rosa. Se vé por la extensión de los terrenos cultivados, que son laboriosos y que están bien organizados. ln la guerra, son valientes, poseyendo una cierta educación militar, que les permite aprovechar los accidentes del terreno y sacar partido de los arroyos que les defienden. No es empresa fácil la de atacarlos en sus caseríos y per- seguirlos en el bosque, y solo con el auxilio de buenos perros, la pericia de hombres habituados al monte y la conveniente disposición de las marcha, se puede sorprenderlos y dominarlos. Mas, ¿cuánto tiempo, cuántas campañas serían suficientes? Mejor es defender los territorios aprovechados por la industria, edifi- cando fortines, organizando guarniciones militares y haciendo frecuentes batidas; las pestes y el agotamiento de Ja caza van á dar fin, antes de mucho tiempo, con los salvajes que no se prestan á la redución, dejando libre el campo para el desarrollo de las industrias que con ventaja pueden establecerse en aquellos lugares. ls difícil calcular el número de tríbus que habitan la trova del Madre de Dios; procediendo con un poco de arbi- trariedad, pero basados en el conocimiento del territorio que recorrimos, creemos que hay veinte mil almas, distribuidas en cuatro mil familias, que han de formar aproximadamente de treinta 4 cuarenta tríbus. Il sistema de vida los obliga al aislamiento pues no halla- rían en el bosque caza bastanle para sostener grandes agru- paciones. Vagan por los bosques y por los ríos, formando campamentos, ya sobre un lago, ya sobre el linde de un pajonal, ya sobre un arroyo. navegable ó sobre un río ó una isla, sin apartarse mucho de las víus navegables, ni internarse demasiado en el monte real; sus caminos siguen casi siempre los arrovos y los ríos, ó cruzan de uno á otro en línea recta. Cultivan algunas variedades del plátano, cinco clases de maíz, dos de la caña de azúcar, la yuca, la gualusa, la coca y algunas frutas; hilan el ulgodon silvestre, tejen una especie de camisetas, ú las que dan color con el achiote; fabrican redes, hamacas y utensilios de terracota; labran canoas y remos, arcos y flechas. adornos de plumas y dientes de animales ó fragmentos de maderas aromáticas; conocen, en fin, los usos y la importancia de las herramientas, lo cual indica que los antecesores han estado, — 200 — siquiera sea precariamente, en contacto con la rudimentaria civilización de los pueblos calequizados. Nada sería más ventajoso que asimilar esas tríbus á nuestra civilización; pero la tarea es impracticable por el momento, pues exigiría una suma de esfuerzos de que no es posible disponer con la persistencia que demanda para ser eficáz. Ll indio es naturalmente suspicaz y receloso, pérfido y vengativo, profesa una inclinación invencible hácia el vagabundaje y ama su libertad. Hablemos, para concluir esta digresión, del nombre que se dan los Guarayos. Por investigaciones prolijas y valiéndonos del conocimiento de algunos dialectos de las tríbus de 4Araonas, de los que hablaremos después, creemos que la palabra guarayo significa guerrero. Las Ipurinas que encontramos en posterior expedición sobre el río Acre, al oir el título de Coronel (que daban al Jefe los expedicionarios, preguntaron lo que significaba aquél á un muchacho que sabía bastante portugués, y se había educado en una Burraca brasileña, cuando contestó en su dia- lecto, le oímos repetir las palabras Coronel y Guarayo con ade- manes que nos dieron á conocer el sentido de sus palabras: Coronel, era segun esle singular intérprete, el Jefe de los Guu- rayos, esto es, de los guerreros. Los Araonas dicen que la frase hacer guarayo, es equivalente al verbo matar. De cualquiera manera, el nombre de (Guarayos no es el propio de aquellas tríbus, cuyo dialecto parece que se asemeja al de los Ipurinas, Pacaguaras y Chacobos. No es difícil hoy investigar el orígen y la semejanza de los dialectos de que nos referimos, así como las lradiciones de esus tribus, por medio del conocimiento que muchos Ipurinas han adquirido del portugués y de las relaciones que éstos mantienen con los brasileros del río Acre; levantado el velo que cubre las tradiciones de esa raza, puede llegarse á deduciones más precisas acerca de las condiciones pasadas y presentes del hombre americano. lin Rurenabaque esperamos parte del mes de Mayo la in- corporación del señór Felix Múller, para construir los planos y cartas y redactar el informe de la exploración. Mas que im- pacientes, ansiosos por conocer cuál había sido el resultado de la navegación del río Madidi, enviamos al animoso jóven Don Benjamin Falcón, para que tomase y nos trasmitiese noticias'; poco después, acordamos la marcha del jóven Ramón Pando, quien bajó por el río Beni con órden de alcanzar á Falcón y encaminarse los dos al río Madidi para tomar noticias ciertas acerca de la suerte de los tres compañeros Múller, Pando y — 201 — Benavente; el jóven Ramón naufragó cerca de la boca del Río Negro, salvándose fortuitamente sobre un palo flexible que se había clavado en el lecho del río, donde pasó la noche sumer- gido en el agua hasta las rodillas; los tripulantes Julian Bozo y Prudencio Beyuma también salvaron del naufragio, el primero flotando con la canoa volcada, que logró conducir á la playa, y el otro, á nado; el naufragio tuvo lugar á h. 6 p.m., al cruzar por medio río para hacer campamento, chocando en un palo que estaba á un pié bajo del agua; Prudencio en la ma- ñana siguiente, armó una balsa y penetró en el río para sacará Ramón y juntos siguieron hasta encontrar á Julian Bozo; vanos fueron los esfuerzos de los tres hombres para poner á flote la canoa volcada; entonces, casi desnudos y sin alimentos, resol- vieron continuar el viaje; dos días más abajo hallaron una embarcación que remontaba el curso del río Beni, y el señor Guibert que la comandaba, prestó algunos auxilios á los náu- fragos dándoles pasaje hasta el sitio en que quedó la canoa y ayudándoles á ponerla ¡4 flote. Cuando los tres comisionudos pudieron proseguir el viaje, sin provisiones, ya Falcón había pasado la boca del río Madidi, y no se pudo llenar el objeto de la comisión. Ióntre tanto el señor Alberto Moutón, jefe del los establecimien- tos situados cerca la boca del Madidi, invitaba al que estas líneas escribe, á expedicionar contra los salvajes Guarayos, para in- quirir por el señor Múller, ó vengarlo. Aceptamos esta invita- ción y resolvimos realizarla tan pronto como llegase la Dele- gación Nacional, á cuyas labores deseábamos concurrir con el' conocimiento que teníamos adquirido de la región que estaba llamada á organizar. Cuando llegamos al río Madidi, guiando al primer grupo de la Delegación, el señor Alberto Moutón había partído ya, motivada la precipitación de la marcha por un nuevo ataque de los Guarayos á una de las dependencias del establecimiento, distante apenas una legua del principal, donde victimaron á ocho de los picadores é hirieron gravemente á los últimos dos. Il señor Moutón. cuva intrepidéz se ha puesto otras veces ú prueba en idénticas circunstancias, logró alcanzar y sorprender á los salvajes, cuya tribu exterminó casi totalmente, pues fueron solo dos los niños que consiguieron huir. Entre los troleos que encontraron, se pudo reconocer varios de los objetos, vestidos y monedas correspondientes á Múller y sus dos compañeros, quedando confirmados los fu- nestos presentimientos que justamente nos inspiraba su tar- danza. — 202 — Il señor lFélix Múller era natural del Departamento de Al- sacia y francés de orígen, gloriándose de serlo. Su educación la hizo en la Escuela Naval y más tarde en la Iíscuela Cen- tral de Ingenieros. Ocho años trabajó como Jefe de Sección en el Canal de Panamá, de donde, á tiempo de la suspensión de los trabajos, se dirijió á Bolivia, tomundo un puesto cn la empresa minera Blondel y (C*., de la Ciudad de Oruro. Ha- biendo pasado estos intereses á olra empresa, el señor Múller se retiró á La Paz, donde fué encargado de varios estudios mineros en la quebrada Tipuani. En Julio de 1892 nos pusimos de acuerdo para la exploración de los ríos del N. O. de Bolivia, bajo condiciones para ambos satisfactorias. Obligado el Jefe de la expedición á salir de la Ciudad de La Paz por causas extrañas á su voluntad y no justificadas por el Gobierno boli- viana, el señor Múller, con una decisión digna de. reconoci- miento, completó los preparativos y se dirijió á Rurenabaque, punto de reunión determinado por el Jefe. Ya hemos dicho cuáles fueron los trabajos de la expedición, en las pájinas anteriores, y cuál el importante rol «que «en ella desempeñó el señor Múller. La principal víctima del sangriento drama del río Madidi, no conocido en sus siniestros detalles, contaba 31 años y era de salud muy delicada. Valeroso hasta la temeridad, intelijente como pocos, preparado para los estudios geográficos que había de emprender y dotado de todas las condiciones morales exi- jidas para esa clase de empresas, el señor Múller estaba lla- mado á prestar importantes servicios á Bolivia al lado de sus compañeros de fatigas, cuya estimación profunda y sincera había sabido granjearse por la abnegación constante en el trabajo, la competencia comprobada y el interés más vivo por el buen éxito de las comunes labores. Quien estas pájinas traza con el propósito de dar á conocer aquella zona, en que ha empleado su esfuerzo y finalmente sucumbido el Ingeniero de la expedición, no puede prescindir del cumplimiento de un deber ineludible, tributando la justicia que merece quien, como el señor Múller, se ha sacrificado por dar práctica solución á uno de los últimos problemas geográficos de la América del Sur. Muy pronto se levantará sobre la boca del río Madidi una columna destinada á perpetuar los nombres de las tres interesantes víctimas de los Guarayos, entre las que sobresale la simpática figura del señor Félix Múller, con la aureola del martirio, que ha inmortalizado al valiente explorador Julio Crevaux. — 203 — ldmundo Pando, sobrino carnal del Jefe de la expedición, contaba igualmente 31 años. Perspicáz, atrevido é infatigable durante la expedición, se había hecho acreedor al afecto de sus camaradas, á quienes comunicaba su humor siempre ¡jovial ó distrafa con su armoniosa voz. Deja padre y hermanos des- provistos de fortuna y la madre ha sucumbido al dolor de la calástrofe. José R. Benavente, contaba apénas 24 años y era hijo de padres muy conocidos y bien relacionados en la sociedad de La Paz. Sirvió pocos años en el ejército de línea y se enganchó para la expedición, llevando el contigente de su buena voluntad. ln más de una ocasión manifestó la nobleza de sus senti- mientos, siendo muy especial su decisión por el señor Múller, á quien atendía como á un hermano y por quien se ha sacri- ficado voluntaria y deliberadamente. Ya que las anteriores líneas han sido dictadas por un sen- timiento justiciero, no debemos olvidar el mérito contraido por el señor Alberto Moultón, á quien se debe la certidumbre del siniestro y el castigo inflinjido á esos bárbaros, cuya creciente osadía se había hecho cada vez más amenazadora. Si la ven- ganza tomada pudiera aliviar el dolor, ninguna más completa que el exterminio de los guarayos por las atinadas y enérjicas combinaciones del señor Moutón. La Delegación Nacional envió también una expedición al río Madidi, confiaudo su dirección al Jefe de la Mesa 'lopo- gráfica, Coronel Juan L. Munóz; ella, ayudada por el señor Moutón, algunos propietarios del río Beni y los indios cavinas, llegó hasta el punto en que habían sido exterminados los gua- rayos. No pasó de ese lugar, por la fuga de algunos tripulan- tes y la indisciplina en la fuerza armada. Si continúa la mar- cha habría sorprendido otras tríbus y, tal vez, limpia ese río de salvajes definitivamente. Para una expedición de esa natu- raleza se requieren especiales dotes de mando y práctica bien adquirida; sin esas condiciones el personal se desanima, cunde la desmoralización y, sobre un fiusco seguro, se corre el peli- gro de llevar á los hombres 4 un sacrificio estéril. Ll personal debe estar absolutamente dominado por el Jefe, identificado con sus aspiraciones y dispuesto á toda hora para llenar las más duras y peligrosas comisiones. El primer cuerpo de la Delegación Nacional siguió su mar- cha hasta Riveralta, ocupando la lancha «Roca» y cuatro ba- telones, llevando un viaje cómodo y felíz. O Riveralta es una pequeña población fundada en 1882 por la casa comercial Braillard y Claussen, sobre la confluencia de los ríos Beni y Madre de Dios. El terreno sobre el cual está situada, es elevado y absolutamente propio, bajo todos conceptos. La confluencia Beni-Madre de Dios, tiene lugar, según las observaciones del señor Múller á los 10% 59” 02” de lat. S. y 60 27” de long. O. de París. Con estos datos cons- truimos la carta que acompaña á este trabajo; pero, más tarde hemos tomado, de fuente oficial, la posición verdadera del marco del río Madera, que los datos (que sirvieron para los cálculos del señor Múller colocaban más al O. y debemos ad- vertir que, ajustándonos á los primeros, el meridiano del marco está situado 4 67% 45" 13 al O, de París, y en la confluencia Beni-Madre de Dios á los 68% 57” 5" long. occidental del mismo meridiano. Siendo tarde para hacer estas correcciones, en ia carta que publicamos, pedimos al lector que tome nota de la advertencia, para su oportunidad. Riveralta tiene ahora unas veinte casas, de las cuales son cuatro de comercio, que designaremos por su limitado número: Braillard y Claussen, Suarez y Mansilla, Henicke y Velasco, Suarez y (2. Además hay comerciantes menores, tales como Hugo Winckelmann, Juan Aponte, Benjamín Ortega y otros que ocasionalmente concurren al lugar. 1 porvenir de KRive- ralla depende del desarrollo de la industria gomera y creemos que no lo adquirirá muy marcado. lil clima de Riveralla es sano; su altura sobre el nivel del mar de 159%, La temperatura media anual es de 24% €. 11 clima ardiente y húmedo. Con el desmonte y la edificación, Riveralta, ganará mucho y será uno de los puntos más salu- bres del distrito del Beni, de que es ahora el centro principal. In el punto de su confluencia, el Beni y el Madre de Dios, forman una isla, cuya vista es pintoresca desde Riveralta. 1: ancho del Madre de Dios, ántes de la citada isla, alcanza en las crecientes del río, á setecientos metros; liene, mús ó ménos la mitad del río Beni; en cuanto á profundidad, varía mucho, según los sitios, bastándonos decir que en el Beni no baja de ocho metros y en el Madre de Dios no baja de seis, llegando el primero á 20” y el segundo á 18" en determinados lugares. La velocidad de la corriente, en la confluencia de estos ríos, es de dos y media millos por hora, en el Beni y tres millas á la hora en el Madre Dios. La temperatura de las aguas, mayor de 1/2 grado en el Madre de Dios. Riveralta será una bonita población si se edifica sobre toda — 20 — la ribera dejando una ancha calle por delante, que satisfaga todas las necesidades de una población comercial como aquella. Il mercado y el espacio que necesitan las tripulaciones que llegan todos los días, se puede disponer á la mitad del camino entre la parte alta y la orilla del río, donde. hay una esplanada apro- vechable y un manantial de agua dulce. Pensar en plazas y grandes cuarteles, sería desconocer las condiciones del lugar y las corrientes que sostienen la vida de Riveralta para crearse servidumbres y perjudicará sus habitantes. 1 espíritu progresista de éstos, combinado y dirijido por las autoridades, bastará para dar un risueño aspecto á la población. Il río Ortón corre al Norte del Madre Dios, y se forma por la reunión “de los ríos Tauamano y Manuripi, cuya con- fluencia tiene lugar á los 11" 10” 57” lat. S. y 70% 51” 22” de long. al O. de París. Il día primero de Noviembre emprendimos el viaje de es: tudio de este río, penetrando en él con dos embarcaciones bien tripuladas y provistas, después de dos días de permanencia en el Barrancón Ortón, del doctor Antonio Vaca-Díez, dueño de casi todos los trabajos instalados sobre aquél río, como luego veremos. Il día 2 de Noviembre encontramos los primeros centros de explotación, situados, el primero sobre la márgen izquierda del río, recientemente organizado por Abel Taborga y el se- gundo, sobre la márgen izquierda que explotan los picadores de Luís Lens; este último centro es conocido con el nombre de «La Laguna». Cerca de la Boca del río Ortón se presenta una rompiente de piedra canga, que cruza de una á otra orilla, dificultando la navegación en tiempo seco; ella se cubre de agua con las primeras crecientes y desaparece; la corriente es en aquella parte del río bastante pronunciada. 1:13 de Noviembre, llegamos á la Barraca «Angostura», que liene á su cargo don Rumón Roca, por contrato con Vaca- Diez. Angostura está un poco al O. del meridiano de Riveralta; mas la diferencia es de pocos minutos. Permanecimos en este lugar hasta el 6 de Noviembre con objelo de esperar al doctor Vaca-Diez, que nos había ofrecido su compañía. Il día 6 seguimos la marcha y avanzamos hasta el punto de «Pascana Blanca», cerca del cual existen seis estradas abiertas. Ll 7 continuamos sin encontrar trabajos establecidos, y campamos en una playa. 121 8 encontramos Jos antíguos trabajos de San Pedro y Tomo Vl, 22 — 206 — una nueva rompiente de piedra canga. A h. 2.45” y caminando con rumbo N. 90 O. naulragó la montería «Colla», chocando en un tronco cubierto apenas por el agua turbia del río; feliz- mente se salvó el personal y se pudo recoger, con el auxilio de la otra embarcación que caminaba detrás, gran parte del equi- page; el daño estuvo en que se mojaron las provisiones, per- diéndose la mayor parte de ellas. 12l 9 permanecimos en la playa secando las ropas y provi- siones; la embarcación la pusimos á flote poco después del naufragio y la encontramos sin averías. Se nos incorporó el doctor Vaca-Díez. | 11 10 seguimos el viage, encontrando la boca del arroyo Cármen, que se abre sobre la márgen derecha, y descubriendo el principio de un lago que se extiende hasta las cercanías de la Barraca Humaytá, á la que llegamos en la noche. Humaytá está situada sobre una tierra alta de la márgen izquierda del Ortón, que se adelanta hasta el río. Toda la extensión antes recorrida no presenta sino alturas ménos pronunciadas; por lo general, los terrenos inmediatos al río son bajos y se inun- dan en la época de las crecientes, que principia en Febrero. A cierta distancia del curso del Orlón, que varía entre una y tres leguas, el terreno se eleva, separando la región que cot- responde á este río, de la que pertenece al Abuná, por el Norte y por el Sur de la que forma la vacía del Madre de Dios, los arroyos tributarios del Ortón, son, por consiguiente, de poca consideración y proporcionados á la extensión que media entre la tierra firme y el curso del río, los bañados en que se cría la siphonia elástica. listá averiguado que al N. del río Ortón existe un curichón «que lleva un curso paralelo al de éste y que desagua en alguno de los afluentes del Abuná. Il 11 de Noviembre tocamos en la Barraca «Playón» de- pendencia de Humaytá, que cuenta con un buen número de picadores de ambos sexos. 121 42 á primera hora tocamos en la boca del arroyo San Francisco, que se presenta sobre la orilla izquierda. 11 13 almorzamos en la pequeña barraca «Liverpool» y campamos en el Remanso, hubiendo navegado nueve horas sin encontrar cosa notable sino la boca de miserables arroyos. Il 14 encontramos la Isla Monte-Cristo, que tiene poco más de una legua de extensión y llegamos á la Barraca del mismo nombre, situada sobre la márgen derecha del río ántes de llegar á este punto, el río corre al S. |. formando el extenso torno de «Saira» que atravesamos con rapidéz á mérito del IÓ entusiasmo de la tripulación y las aptitudes del bizarro piloto que gobernaba la embarcación. E 121 45 demoramos para dar nueva organización al personal expedicionario, reforzado con cinco hombres «que nos dió el doctor Vaca-Dfez, y para tomar la posición del lugar por la observación del pasage de Sol por el meridiano. 11 16 tocamos en la barraquita «Montebello» y un arroyo que llega por la derecha, arribamos á la Barraca «Estacones», que ha sido el primer límite de las posesiones ocupadas por el doctor Vaca-Díez. Cuando este señor exploraba personal- mente el río Ortón, encontró á los señores Cárdenas y Mariaca, que habiendo penetrado en el Madre de Dios, navegaban el río en sentido contrario; se reliere que en el momento del encuen- tro de las embarcaciones, exclamó el doctor Vaca-Díez: ¿quién navega mi río?—y le contestó Cárdenas: no navego su río sino el Acre. Este error, en que al principio había también incurrido el Rev. Padre Fr. Nicolús Armentlía, explorador del Madre de Dios y Manuripi, nacían de la ignorancia en que estaban todos acerca de la hidrografía del territorio que está al Norte del Madre de Dios. Más tarde, el doctor Vaca-Díez mandó explorar algunos otros puntos, que ha ocupado sin contradicción alguna. El 17 navegamos sin novedad sin encontrar trabajos que indicasen la existencia de gomales en las márgenes del río. El 18 pasamos por las dependencias de la Barraca «Vic- toria», propia de don Timoteo Mariaca, y llegamos á la de «San Roque», de la cual es propictorio don 'Peodoro Ramírez. Il 21 avanzamos á la Barraca «Palestina», de don Claudio Terrazas, de la que parte un camino al Madre de Dios, que puede recorrerse en pocas horas. Ll 22 avanzamos por las posesiones de Terrazas, hasta la boca del antíguo sacado, que ha canalizado el río. 121 23 almorzamos en la Barraca «Medio Río», establecida por el doctor WVaca-Díez y seguimos hasta la pequeña casa denominada Victoria. Il 24 llegamos á la barraquita «San José», propia de don Bernardino Vidaurre. 121 25 pasamos ú medio dia por Ja boca del arroyo Nasce- ve, que es el más importante tributario del Ortón por la izquierda y llegamos á un pequeño centro de picadores. 11 26 á primera hora tocamos en las dependencias de «Pucrto Rico», á h. 12, en el antíguo puerto de las Pacagua- ras (donde salimos de regreso del Acre tres meses mas larde) cerca del cual hicimos alto para almorzar. Caminando tres — 208 — horas más, llegamos ul Burracón, que está construido sobre la márgen derecha de la confluencia de los ríos Manuripi y Taua- mano, y cuenta un personal de trabajo proporcionado á la impor- tancia de los gomales. ls de tener presente que las antíguas tribus de los Araonas que encontraron los exploradores del río Ortón, por expresa órden del doctor Vaca-Díez han sido res- petados en sus primitivas posesiones y actualmente viven en ellos, ocupados en la explotación de goma elástica. «Puerto Rico» tiene una magnílica situación para un esta- blecimiento comercial pues ocupa el centro de una Zona extensa de explotación de goma, y posee además la ventaja de ser el punto más favorable para servir de estación inter- media en cierto modo obligada, para la vía de comunicación que ha de establecerse entre el Acre y el Madre de Dios. Los ríos Manuripi y Tauamanu forman contraste: el pri- mero es de poca corriente, de aguas claras, cauce sinuoso pero profundo; el segundo, es torrentoso, de aguas turbias, de corriente rápida y de poco fondo; el primero nace en los lagos que se encuentran no muy distantes de su confluencia con el 'Pauamanu; el segundo nace en tierras altas y su curso es muy largo; el primero es siempre navegable y se aproxima por el Sur del río Madre de Dios; el segundo hay épocas en que no puede navegarse por el poco fondo y las palizadas y por la corta duración de sus crecientes, acercándose por el N. al río Acre. Sobre el rio Manuripi se hallan situados pequeños trabajos de explotación de goma, pertenecientes á 1), René Claure, más arriba á D. Manuel Cárdenas y por último, á la sociedad A. Roca y E*. Recibe pocos arroyos tributarios y no se levanta sinó á poca altura la tierra firme de sus orillas. 11 Tauamanu cuenta con más importantes establecimientos y ima mayor superficie de terreno poblado de árboles de siphonia. La primera barraca que encontramos situada sobre la márgen izquierda, es la de D. lidel Indara; más adelante las de «Lisboa» y «Gosta Rica» de D. Teodoro Ramirez y, por último, «Itiladellia» de DY Santos Odriozola. Hemos nave- gado 13 días el TPaumanu, entre Puerto Rico y Viladellia, y todavía puede navegarse doce días sin alcanzar sus nacientes, como le afirman las personas que han explorado el río bus- cando en el bosque manchas de goma explotable. La distancia recorrida por la expedición, desde la boca del río Ortón hasta el punto de Filadelfia, sobre el Tauamanu, es de 340 millas inglesas, poco más ó ménos, que ganadas nave- A) gando contra la corriente, que es de tres á cuatro millas por hora, no exigen ménos de veinticinco á treinta días. Filadelfia está situada áú 11" 58” de lat. S. y Long. 71% 47' al O. de París. ll camino abierto hácia el río Acre por el emprendedor Odriozola, sigue rumbo N. 20% O. y sale á la Barraquita del súbdito brasilero D. Francisco Paciuba. De- biendo ocuparnos de él en la segunda parte de estos trabajos, volveremos sobre el Ortón, del cual hemos anticipado una lijera descripción. La navegación de este río no es practicable á vapor sinó en el verano, cuando las crecientes han elevado el caudal de las aguas. ln tiempo seco, no es posible la navegación aún para los batelones, por el poco fondo del río y los palos que quedan enclavados en el lecho arenoso del instable cauce. Los naufragios allí son frecuentes y el deterioro ó pérdida de las embarcaciones mayor que en los otros ríos. Difícil sería lim- piar el cauce do los troncos que los obstruyen y no encon- tramos compensación para un trabajo que, considerado pracli- cable, ocasionaría un cnorme desembolso. Hasta Puerto Rico, la navegación del Ortón es más regular, sin ser por eso ménos ocasionada á siniestros; las palizadas existen en toda la extensión del río; solo que el fonde es mayor entre Puerto tico y el Beni, por el aumento de las aguas que Jleva el Manurip1. lón la época de las grandes crecientes, principia á clevarse el nivel de la parte superior del vío: el agua de los turbiones penetra en los lagos y en los cauces abandonados, formando brazos; la parte baja sólo se inunda en Febrero y, así como es la última en anegarse, también es la última que seca, prin- cipiando el desagúe en Abril, por la región superior. Los establecimientos mejor organizados del río Ortón, son los del Dr. Antonio Vaca Díez. Sometidos á una disciplina severa é inflexible, los trabajadores lenan su obligación, resultado que no podría obtenerse con la laxitud ó la tole- rancia de los abusos. Aunque se haya censurado esa tirantéz, Juzgándola por ciertos casos particulares, creemos que ella es necesaria en pequeños centros de trabajo donde todo se libra á la espontaneidad del picador, y donde, además de esta razón, existe la imperiosa necesidad de establecerse una orga- nización hasta cierto punto militar, para contener á los salva- jes que viven en las cercanías. Aquellas tribus que por su índole se prestan á la reduc- ción, han sido tenazmente perseguidas por los pequeños ¡n- 2) dustriales, que cazaban hombres y niños, para venderlos en el Beni. Llegó á establecer ese infame comercio, con todos los horrores que le son peculiares, hasta el día en que la Delegación Nacional, apercibida del hecho, ordenó que fuera suspendido, acordando disposiciones restrictivas de cuya efi- cacia nos dará la prueba el porvenir. Ll antíguo aforismo que dice: «es propio de la esclavitud hacer del hombre un objeto benal», encontró ámplia ¡justilicación en el nuevo distrito industrial del río Beni; los niños se compran y se venden por cien y doscientos bolivianos, y. aunque relativamente mejoren en condición, no por eso es ménos odioso el sistema. Para corregir en alguna manera, este arraigado abuso, sería nece- sario que las autoridades obliguen á los patrones que tienen darbaritos de cualquier modo adquiridos, á extender una escri- tura de adopción, reconociendo, por lo ménos, la obligación de educarlos y volverles la libertad á los veintiun años cum- plidos. Polerar más tiempo el secuestro de la libertad de esos infelices, sería faltar 4 las Leyes del puís, y autorizar un comercio que sería nuestro oprobio, Las tribus de Araonas, cuyo dialecto se asemeja al tacana, que hablan los naturales de Ixiamas y Tumupasa, han sido las principales víctimas del comercio de bárbaros. Con algún fundamento dijimos, en nuestro primer viaje al N. de Bolivia, que si por salvajes se distingue á los hombres que desconocen la civilización y por bárbaros, á los que se manifiestan á ella refractarios, los araonas eran salvajes, y bárbaros los que prac- tican la esclavitud condenada por la civilización; nos refería- mos al calificativo de bárbaros que se da por costumbre á los naturales de aquella zona, que vivieron, hasta ahora, la vida errante de las selvas. Ya dijimos que el Dr. Vaca Díez había logrado asimilar á la Mosa de sus trabajadores algunas tribus de araonas, cerca de Puerto Rico; hemos visto, positivamente, las bubus de Chumo y de Curupi, establecidas bajo condiciones que salisfa- cen. Igual cosa han hecho, Fidel Endara, Teodoro Ramirez, Claudio Farfan y José Santos Odriozola, quienes merecen una autorización, debidamente reglamentada, para proseguir los trabajos de esta especie de colonización. Por referencia de los citados Araonas, sabemos que existen hácia el O. de Piladellía cinco tribus de salvajes, igualmente mansos, que se denominan Chajes; no sería dificil someterlos, empleando un sistema benigno y humano, y haciéndoles cono- y cer las ventajas del trabajo libre. Como esas tribus, hay otras Es muchas hácia la serranía, donde han hallado un asilo en que todavía disfrutan de la tranquilidad de los tiempos primitivos. Mas asf como estos salvajes se prestan al trabajo y á la esclavitud, hay otros, más viriles é independientes, que luchan contra el blanco y prefieren la muerte á la condición de escla- vos. Estos son los Pacaguaras, Ipurinas y Caripunas, que viven entre el Acre y el Ortón, sobre las tierras altas del Abu- ná. De ellos nos ocuparemos más tarde, debiendo en este mo- mento referir sólo un hecho que se relaciona con los trabajos del río Ortón. Cerca de la Barraca Humaila vivía hace tres años un industrial nombrado Viador Buzeta, cuyo personal trabajaba en estradas abiertas sobre la márgen derecha del río Ortón. No tenía en la casa más que á las mujeres y los niños, cuan- do fué asaltada ella por los caripunas, asesinadas once perso- nas y reducidas á cautiverio dos muchachas de Santa Cruz, de las que se sabe que viven con el capitán, cuyo nombre cs Nico. Otra vez pretendieron llevarse otras dos mujeres de la márgen izquierda del río, salvándose por el auxilio oportuno de los parientes. Il célebre Nico y los salvajes que lo acom- pañan, se han presentado más de una vez en Puerto Rico, donde han ofrecido trabajar y dar á conocer abundantes go- males, recibiendo anticipos de algun valor, consistentes en gó- neros y herramientas; pero no han cumplido, ni cumplirán sus compromisos, resistiendo con las armas á toda tentativa de cobibición. lón la numerosa tribu de Nico existen Pacagua- ras y Caripunas confundidos, pues parece que éstos, así como Ipurinas, hablan el mismo idioma. Los Caripunas salen con frecuencia á Jas cachuelas del Madera, por el río Abuná, don- de prestan auxilios á los viajeros, cuando los encuentran en mayor número, ó los roban y atacan, si ven que son inferio- res. 1l Caripuna es pérlido y no hay medio de reducirlo al trabajo; para asegurar ese territorio y formentar la industria gomera, la primera medida quese debe tomar, es la de ale- jarlos ó destruirlos por medio de frecuentes batidas; dura y repugnante tarea, pero que es impuesta por las necesidades de la industria y la seguridad de los trabajadores, cuya vida está siempre en peligro, en medio del aislamiento en que se ven obligados á vivir, para explotar la goma en las estradas. Por otra parte, desde que es conocida la «udaptación de la raza blanca al suelo americano, está planteado el procedimien- to por el cual, la naturaleza, obligando al hombre á la selec- ción, condena á las razas inferiores á desaparecer del campo que fecunda el trabajo. Los indios desprecian y reniegan de nuestra civilización, para ellos antipática y vuelven con placer al estado primitivo, si momentáneamente se vieron privados de la libertad. 1l problema de esta raza de salvajes, bajo el punto de vista de su aptitud para el desarrollo moral é inte- lectual, parece negativamente resucllo; el cerebro exígúo del indio no puede, ni aun por el cultivo intelectual, desarrollar como un músculo. Hawkshaw observa que la capacidad cra- neana es próximamente igual entre los hombres prehistóricos y los actuales indios del Amazonas. Contra las filantrópicas opi- niones de Las Casas, manifiestan los hechos la incapacidad del indio para el motu propio, que por el camino de una escla- vización necesaria, lo lleva á una extinción fatal. Coutra la perspicacia que se atribuye al indio, como prueba de la agu- deza de sus facultades, se puede aducir testimonios arrancados de la propia fuente: la perspicacia de la vista, el alcance del oido, etc., son cualidades desarrolladas por la vida de cazado- res y comunes á todas las especies de los carnívoros. La insu- liciencia de saber no es la sóla causa de inferioridad del indio americano; entre éste y el hombre regularmente dotado, hay una diferencia grande. ln las luchas de la vida no combaten sólo las béstias con los hombres; también luchan: los hombres entre sí, y la naturaleza y la civilización condenan fatalmente á la extinción á los séres que están próximos á las béstias, cuando con la ferocidad de béstias pretende oponerse al pro- egreso humano. lin cuanto á los indios del Norte de Bolivia, esa sentencia condenatoria de las razas inferiores, reviste varias formas: desde la guerra y las consecuencias de la ocupación del terri- torio conquistado por la industria, que son la disminución de la caza y las penurias de la vida errante, la mayor mortalidad de los pequeños, la erecciente esterilidad de las mujeres, y finalmente, las epidemias, en que el hombre no interviene directamente. Los distritos del Beni, Madre de Dios, Ortón, Manuripi y Tauamanu, eran el asiento de grandes y poderosas tribus, que á la fecha no existen; la industria en cambio ha conquistado algunos centenares de leguas y desarrolládose en ámplia escala, desde 1881. Para librar de todo peligro la región comprendida entre el Acre y el Bajo Beni, que encontramos susceptible de un desarrollo industrial de primer órden, no hay otro medio que el de limpiarlo de salvajes, alejando á éstos sobre la márgen izquierda del primero de dichos ríos, donde pasan una parte del año. Allí las causas constantes que actúan ol 9 o PAL E Ud a en dd id LL E Mojos. PY + ES A 2/2 ZO y Mia | == —-——— O Es 72% Longitud occid. de Paris ql no 69 Magmiento del | = . = + = = == _— == PE $ Ss S ' 3 Ñ cn o >» ] ES A ¡ oli ASE l e E == | ES == y A ainia Í i 7% o Ú Ú a | (4 ES | EI ) AN Boca del Acre IS ! yt — 9 Ue. Tarahuacá 10 10 | N ¡Mu Bella] Layo Palo Grande ' E 2 A E = 2 / (Ata Y NN Cr ARAS | o S Sabio ES handless O ot S dopondancia " A (A e . y CARTA HIDROGRÁFICA A DEL N.0. DE BOLIVIA Y AS l — Y DE LA REGIÓN y 3 N DE » + 3 1220 > VaupUte GOMA ELÁSTICA : ya E ! Construida por JOSÉ MANUEL PANDO Coronel de Artilleria y publicada por el MUSEO DE LA PLATA 1894 E Escala 1:2000 000 Pr o | TN IN 19) 3 Jo Peña de Guarayon 7 rs Al A o o PU en la naturaleza. como auxiliares de la civilización, Jos redu- cirán á la impotencia para el mal. sino los mueven á some- terse al trabajo, para participar de los beneficios de la industria. Sin participar del todo de la opinión de aquel Gencral ame- ricano, gobernador de las fronteras del Ocste de los Ióstados Unidos, que interpelado en plena Cámara por actos de cruel- dad ejercidos contra los pieles rojas, terminó su discurso de defensa con estas palabras: «Iól único indio bueno es el indio muerto», pensamos que en los tiempos que corren y rolas como están las hostilidades entre ambas razas, es ilusorio pensar en la reducción. Sobre la confluencia de los ríos Beni y Mamoré se ha fundado la población de Villabella, asiento único de las Adua- nas bolivianas sobre la frontera del Brasil. Esta confluencia tiene lugar ú S. O. del marco del río Ma- dera, próximamente á dos millas, midiendo cl río Beni, cn aquél punto, mil metros entre sus dos orillas y el Mamoré novecientos metros; el volúmen del primero, es 13.120 piés cúbicos y el del segundo de 13.109 piés cúbicos por minuto, en las mayores crecientes; las velocidades de la corriente, de 1:32.000 y 1:30.000, respectivamente. Las superficies tributarias de aquellos ríos guardan la siguiente proporción: Guaporé, 9.715 leguas cuadradas; Mamoré, 9.982; Beni, 7.968; Madre de Dios, 6.554; Orton, 1.031. Villabeila ocupa un terreno bajo algo pantanoso, que podría desecarse con facilidad, levantando calzadas sobre las orillas de ambos ríos y terraplenando algunas calles de la población. A poca distancia se encuentra piedra, que facilitaría esa im- portante obra, y hay una altura propia para el establecimiento de un Lozareto. Las tripulaciones que hacen el tráfico de las cachuelas traen casi siempre enfermos, por el exceso de fatiga y las privaciones. ll indio Mojo, es siempre indolente y poco previsor; consume las provisiones que liene á mano y no se cuida del día siguiente, lo que ocasiona frecuentemente la falta de subsistencias al término del viaje. Lol edificio de la Aduana, aunque reedificado hace pocos meses, deja mucho que desear, por la naturaleza de la cons- trucción, que, para ofrecer seguridad y consistencia debe ser de ladrillo y no, como es, de troncos de palmera. Villabella tiene una población de cuatrocientas almas y con- curren al punto numerosas tripulaciones de los pueblos de Mojos. IL gran inconveniente de Villabella consiste en estar cerrado por las cachuelas de Mamoré y del Beni. Sobre el Mamoré existen los siguientes: Guayará-merim, Guayará-guazú, Bana- nera, Palo Grande y Layo, de las cuales la más imponente es la de «Bananero». Sobre el Beni sólo se cuenta la cachuela «lisperanzi», en cuyo punto se ha fundado la importante casa comercial de don Nicolás Suarez, recomendable por el liberal empleo de sus capitales. Al N. E. de Villabella principia la región de las cachuelas del río Madera, las cuales si seguimos el curso de las aguas, son las siguientes: Caída Extensión MA A ADO DO) Misericordia A IS 600 RIDE A a 4.10 A00 ARAS UR o EE TO ALIS 24 E 1.40 700 Plone 1.10 250 Pared IAN Joe 1.70 550 (Gita. so cuado AD al e S.— 700 Calderon dci mo 2.20 400 EUA ad S.— 200 SAUNA 1.20 300 Hemos omitido algunas de las que tienen importancia se- 2undaria. La diferentsia de nivel existente entre San Antonio y la confluencia Beni-Mamoré es de sesenta y un metros en una extensión de cuarenta y nueve leguas geográficas. IS río Madera, forma en la región comprendida por las cachuelas, una cueva que se pronuncia por el Norte, corres- pondiendo á la cuerda de ese arco, la línea que cruza entre Villabella y San Antonio, donde se ha pretendido establecer un ferro-carril, salvar el inconveniente de las cachuelas y fa- cilitar las comunicaciones. Ll viaje á San Antonio se hace desde Villabella, en tiempo de aguas, en ocho días, doblándolo cuando baja el río y deja descubiertas las rompientes que forman el obstáculo. De subida el viaje es de treinta á cuarenta días. La navegación de las cachuelas es sumamente peligrosa, sobre todo en el mes de Diciembre, cuando aún no son bien conocidos los canales, que anualmente cambian de sitio y profundidad. In los meses de Diciembre y nero pasados, se han perdido treinta hombres, con una ó dos embarcaciones, y cada año los siniestros arre- batan nuevas víctimas. Sin embargo, la corriente comercial, sigue esa única vía, para dar fomento á la industria gomera, — 215 — que en progresión creciente se desarrolla en el Distrito de la Delegación Nacional. lin los alrededores de Villabella se hin formado bonilas granjas, que abastecen el pueblo dé productos agrícolas, siendo las principales las de don Luís P. Velasco, don Ignacio Becerra y Añez é hijos. Las tripulaciones que hacen ordinariamente el tráfico del río Madera, son las de don Nicolás Suarez, Suarez y Mansilla, Suarez y Ca, Lúcio P. Velasco, Añez é hijos, Ignacio Becerra, Benja- mín Ortega, Juan Aponte y otros que por el momento no re- cordamos, ocupando el número de trescientos hombres, poco más ó6 ménos. Sólo la pericia y el arrojo de esos tripulaciones puede vencer las enormes dificultades do esa lravesfa, en la que hay peligro á cada instante y en la que un falso golpe de timón basta para perder una canoa; todo el secreto de esa navegación consiste en que sólo el Piloto y el Puntero miden y dominan el peligro, mientras reman los tripulantes encor- vados sobre el costado de la embarcación, sin ver la dirección impresa á la marcha, ni darse cueniía del riesgo, aunque el agua invade la parte cóncava del botalón. Algo, que es verda- deramente imponente, y que sacude los nérvios y hace estancar la sangre que circula en las venas, es el pasage de Jas ca- chuelas á canal por las tripulaciones del Beni. Pero llegará el día de que suprima ese tráfico inhumano la construcción de un ferro-carril, el cual, entre otras ventajas de incalculable valor, tendrá la de ahorrar vidas, acelerar la comunicación y disminuir el enorme costo de los trasportes. Villabella cuenta con agencias y casas comerciales, que se encargan del despacho de las mercaderías que llegan en trán- sito libre, por la vía del Madera. Entre las casas que encontra- mos establecidas, se cuentan Jas de don Leoncio P. Velasco, Añez é hijos, Ignacio Becerra y otras de menor importancia. Los fletes que se abonan por el transporte de carga, entre Villabella y San Antonio, alcanzan á estas sumas: de bajada dos bolivianos por arroba y el duplo de subida, lo que hace que la mercadería llegue recargada al Beni con un flete de treinta y seis libras esterlinas por tonelada de peso. Sin em- bargo, el comercio se sostiene y el tráfico aumenta día por día, lo que no hace presumir que la construcción del ferro- carril proyectado reportaría seguras utilidades, fomentando el desarrollo de nuevas industrias y la exportación de otros pro- ductos, tan valiosos como la goma elástica. sta industria, sometida en un principio á condiciones poco 0 favorables, al aislamiento, á la escaséz, á las enfermedades propias de lodos país inculto y resultantes de las privaciones, ha conseguido desarrollarse, á mérito de la indiscutible energía de los industriales que la fundaron. lis cierto que la energía, ha degenerado algunas veces en barbárie y crueldad, que acusan al mismo tiempo que la ne- cocsidad de la organización y la defensa, la rudeza de los tem- peramentos. Hllo no nos extraña, porque el carácter propio de las colonias industriales nacientes, es el de agrupaciones sin unidad, minorías de industriales poderosos explotando el trabajo de una población exótica é inferior, para alcanzar una produción exclusiva, por cuyo cambio se obtienen las comodi- dades necesarias á la existencia. Condenar esos hechos cuando la marcha de la industria modifica las condiciones del trabajo, sería desconocer que ellos fueron propios de una época que pasó para no renacer. Hoy día, el resultado de esa organización de personal (que paulatinamente se reglamenta y armoniza con el derecho, está dando frutos preciosos. Las cifras que arrojan los cuadros de exportación de goma elástica, suministran una incontestable prueba. Alcanza la produción que pasa por la Aduana de Villa- bella á la considerable suma de seiscientos mil kilógramos de goma y senamby, que representa en Kuropa un valor de dos cientas mil libras esterlinas, calculado un precio medio, en el mercado de Lóndres. Il comercio de importación es proporcionado al consumo del Distrito del Beni y se extiende hácia los pueblos de aquél departamento. También se importa mercaderías al listado de Matogrosso, por la vía de las Cachuelas, siendo la casa de los recomendables hermanos Maciel, la principal importadora. Hise concurso, re- ducido ahora á condiciones limitadas, es seguro que ha de incrementarse con el establecimiento de una vía férrea entre el Madera y Mamoré, ofreciendo á aquél extensísimo Estado del Brasil salida fácil y ventajosa para los valiosos productos na- turales que encierra. No hay proyecto de ferro-carril en Sud-América que sea más conocido que el de la línea Madera-Mamoré. Los cinco estudios que sucesivamente se han practicado sobre el terreno, mani- liestan la practicabilidad de la obra y están casi conformes en cuanto á su presupuesto de construcción, calculado alrededor de un millon de libras. Se reconoce las ventajas que reportaría á los Distritos del Norte de Bolivia, así como á los Estados de NE Matogrosso, Pará y Amazonas: por el comercio de importación que beneficia los puntos por donde pasa á su destino; por la exportación de ganado vacuno, hoy día sin salida y sin valor en las vastas praderas de Matogrosso y el Beni, á la vez que puede proporcionar á la región que bañan los afluentes del Amazonas, alimentación abundante y de buena calidad; por el fomento, en fin, quedaría 4 las nacientes industria del planalto beniano la facilidad y economía en el trasporte de máquinas, instrumentos, sal y otros artículos que son de primera im- portancia. Tomando por base las cifras que arroja el comercio que en el día se sostiene, el ferro-carril Madera-Beni-Mamoré puede producir desde su instalación un interés de 4 % sobre el :apital invertido. Si los listados Unidos del Brasil garantizasen un interés de 6 %, Bolivia ofreciese una garantía subvencional de 2 1/ y los I'stados del Pará y Amazonas otorgasen, de su parte, algunas concesiones, creemos que se podría obtener el capital necesario para la ejecución de la obra, sobre todo, si para el servicio del interés se comprometiese los rendimientos aduaneros de aquella importante zona. Desde el primer año ese servicio quedaría reducido por las entradas del ferro-carril y compensado el anual desembolso fiscal, por el incremento de las entradas aduaneras. No se debe perder de vista la con- sideración de que la mayor renta del ferro-carril ha de darla el comercio de ganado vacuno. lxisten condiciones muy favo- rables en la márgen izquierda del rio Madera, que abunda en pastos de buena calidad, para establecer ganado en 2nverne, antes de trasportarlo á los otros ríos. Nada sería más oportuvo, dadas Jas condiciones presentes del comercio que se sostiene por la vía de las Cachuelas, que un arreglo diplómatico entre el Brasil y Bolivia, encaminado al fin de estimular la ejecución de esa obra, por medio de ga- rantías y de concesiones que sirvan de aliciente 4 los empre- sarios. Bolívia empleará muy bien una pequeña parte de su renta aduanera del Norte en el servicio de esa garantía subvencional de interés otorgada en favor del ferro-carril Madera - Beni - Mamoré, y la Legislatura del presente año, inspirada en el patriótico entusiasmo de los Legisladores de 1871, que fueron tan lejos en materia de concesiones, creemos que la autorizará animada del convencimiento de que esa pequeña garantía pue- de ser suficiente para la ejecución de ese proyecto, que si fué prematuro en 1871, es hoy á toda luz oportuno y necesario. OS Abrigamos la seguridad de que no pesará mucho tiempo la carga de ese servicio sobre la renta nacional, y de que pasados los primeros diez años, el sacrificio será reproductivo lis tiempo de que se aunen los esfuerzos de Bolivia y del Brasil, para promover el adelanto de los negocios que llevan «Madera », y el medio único, el resorte más eficaz para esti- mularlo, es, sin duda, la construcción del ferro-carril que nos ocupa. Todo nos induce á creer que la administración del Exemo. Sr. Prudente de Moraes, será fecunda para el Brasil; la Lega- ción de Bolivia próxima á constituirse en la Capital del anti- euo imperio, procederá con acierto cooperando de su parte á la realización de esa obra, que tiene las simpatías del país y se considera fácilmente practicable. Sólo nos falta hablar, para terminar esta primera parte de nuestro libro, de la forma en que se hacen las transacciones en el Distrito del Beni. P No teniendo aceptación los billetes de Banco, la circulación de la moneda boliviana de plata y la de oro inglés satisfacen la necesidad. Generalmente, las mercaderías se obtienen por cambio contra la goma elástica y las transacciones mayores, por giros de letras comerciales, sobre Lóndres. el Pará, La Paz v Santa Cruz de la Sierra. Il establecimiento de un Banco de emisión, se impone como una necesidad urgente. Il contaría con la ventaja de los givos y facilitaría en sumo grado las transacciones con el interior de Bolivia. El numerario boliviano de plata llega al Beni con un recargo de 15 %,, debido al precio de los fletes y á los riesgos de la navegación. De aquí nace la diferencia de cambio sobre la Iuropa, entre el Beni y las capitales de Bolivia, donde funcionan Bancos. Un boliviano de plata, en el primer punto, vale 24 peniques, mientras que en el interior sólo se cotiza por 20 peniques. Otro fenómeno digno de notar- se, es que el numerario de plata no sale de Bolivia; entra por el departamento de La Paz y vuelve por Santa Cruz y el Beni, siguiendo las corrientes del comercio de consumo,—que alimentan los pueblos inmediatos. La administración de la aduana de Villabella, es ordinaria- mente buena. La fiscalización que ejercen sobre el comercio de tránsito las Aduanas del Brasil, asegura la total percepción de los derechos fiscales. Hasta ahora ha sido un error de los Administradores de la Hacienda pública de Bolivia, la gratuita suposición de que se gs hacía contrabando, en grande escala por la Aduana de Villa- bella. Basta una lijera explicación, para desvanecer todo rece- lo: la mercadería viene del Pará y de Manaes, despachada en tránsito libre, con una guía que manifiesta el contenido de los bultos, los cuales fueron prolijamente examidos en una ú otra de aquellas capitales; llegando á San Antonio custodiada por empleados de la correspondiente Alfandiga de Manaes ó el Pará, los Agentes de despacho en estas plazas, prestan garan- tía por el importe de los derechos, la que sólo se levanta con la manifestación de las tornaguías debidamente extendidas en Villabella y legalizadas por el Vice-Cónsul de Bolivia en el Madera; en cuanto al comercio de exportación, basta enunciar la diferencia de derechos para destruir lodo perjuicio: la goma paga en Bolivia un derecho tres veces inferior al que paga en el Brasil y tendría ventaja el comerciante que prefiera pagar el mayor impuesto, fiscalizada como se halla la expor- tación de los productos brasileros. Las condiciones en que hacemos el presente trabajo, pri- vados casualmente de los documentos y apuntes que tenemos en el Norte de Bolivia, nos obliga á restringirlo á las propor- ciones que le hemos dado, para suministrar un conocimiento general del territorio en que, por el momento, se halla con- centrada la atención de nuestros hombres públicos. Las defi- ciencias que han de ser justamente notadas, las salvaremos, si es posible, cuando tratemos con especialidad de Ja goma elástica, que constituye la principal riqueza de la extensa hoya del Amazonas. Vale: Wip tele ¡ O O E US | o E econ NA E rica y E ONDA Aridildd, uf Sonar NO E a A ÓN Alcor E AI vn y "no ET mb O sia 9 AAA Ñ lid al de e e ea sacd AF vqospaltes ell | úl 104 Es y 14h us f q da TA IR ha 1 7 NA añ ÍA AN . e dl a ) sd pita ¿y ] Ad o q DN $ 4x0) j ld AI AS A, e 00 | did e near a rl pl di sb 0) ¿Med aria A Y Ú 1 Y W Ñ Ñ a 13 Qe d . O YN di 1 dep o a ¡ . ) + ME y yd MAD í | Tres semanas entre los indios Cualós ESRSCUENS TON ER ECTUADA EN 13894 POR JULIO KOSLOWSK Y Naturalista viajero del Museo de La Plata. Encontrándome en el establecimiento de «Descalvados» (?), en Matto-Grosso, me pareció interesante visitar la region de los pantanos de Xarayes, habitada por los indios Gualós; y aunque el momento no era propicio para coleccionar objetos de historia natural, emprendí en el mes de Enero de 1894, épota de las lluvias tropicales, una excursion hácia aquellos lugares. Despues de proveerme de algunos artículos, como ser: tabaco, enña, jabon y cierta cantidad de lienzo, para cangear con los indios por objetos de su industria, partí al amanecer del dia 10 del mes indicado. Como debia andar aguas abajo, no trepidé en embarcarme en una canoa, ó montería, construida de un tronco de árbol, embarcacion que solo requiere ser bien diri- gida para poder navegar cómodamente. Tuve una mañana muy hermosa; casi no se velan nubes, lo que es bastante raro en esa estacion del año, y me esmeré en no dar descanso al remo, pues tenía que aprovechar bien el tiempo para alcanzar las primeras viviendas de los Gualtós antes que llegara la noche. Como he dicho, era el tiempo de las lluvias; todos los alrededores estaban inundados. de modo «que no se me presentaron á la vista animales de ninguna especie en las ex- cursiones que ú pesar del ugua emprendí. lista cireunstancia me EN (*) «Descalvados» es la conocida fábrica de extracto y caldo de carne del señor Jaime Cibils Buxareo, situada en Matto-Grosso, sobre el rio Paraguay, % cien le- enas de Corumbá, aguas arriba. Tomo VI. 23 decidió 4 desistir en aumentar mis colecciones Zoológicas y Á solo ocuparme de los indios, esperando tranquilamente el mo- mento del regreso, pues debía llegar del Sud en breves dias el vapor «Cambará», de propiedad del Sr. J. Cibils, que me con- duciria á «Descalvados»; de otro modo no me sería posible volver, porque la corriente del rio Paraguay es demasiado rá- pida, y la distancia á recorrer considerable para poder navegar en canoa. Fuera de las míseras ramadas de los indios, no existe habitacion alguna en aquellos parajes. 1'l rio, entrando en los sitios bajos, pues no tiene orillas firmes que le obliguen á seguir un camino más recto, dá una infinidad de vueltas, y en su mayor parte los camalotes reemplazan á la ribera, alternando con cortas y sobre todo angostas lenguas de lierra, que apenas se elevan dos pies sobre el nivel del agua, cubiertas de árboles y presentando en parte solamente una ó dos filas de éstos. Si el rio continúa creciendo, se cubren tambien de agua estas lenguas de tierra, y sólo los árboles indican que hay allí terreno más elevado. Hasta donde alcanza la vista no se ve más que camaloles y otros vegetales acuáticos, apareciendo de trecho en trecho clgros que reflejan con sus mansas aguas el despejado azul del cielo. Estos son los conocidos pantanos de Xarayes, como los denominaron los conquistadores, y que se extienden arriba de la confluencia del rio San Lorenzo y del: rio Paraguay, llegando hasta Descalvados propiamente dicho, y llenando, en la estacion de las lluvias, desde ese punto, todo el espacio entre los dos rios hasta su:confluencia, ll sol es muy fuerte durante el dia en esos parajes, y á sus rayos estuve expuesto permanentemente mientras viajaba ese dia, pero como ya estaba acostumbrado, no hice mucho caso á las consecuencias que podrían resultar de mi descuido. Por la tarde percibí la primera vivienda, euyos moradores, una pareja de indios, se hallaban ocupados: la mujer en lavar á la orilla del rio y el marido sentado á unos pasos de ella. Como mi canoa no hacía ruido alguno al deslizarse, aunque manejaba el remo con energía en ta superficie del agua, no se apercibieron de mi presencia hasta mi llegada. Los saludé como acostumbran ellos: «Buen dia, compadre». Il indio contestó con sequedad y alguna inquietud, indicándome un tronco de árbol para que me sentara, haciendo él lo mismo, liste hombre, que despues supe se llamaba Pedro, era de robusto aspecto y podria tener de cuarenta á cincuenta años; su cara, aunque no diré que era fea, estaba surcada de líneas profundas que demos- — 223 — raban cierta apatío por todo lo que le rodeaba. Tenfa el ca- bello cortado en cfreulo, y cavéndole sobre la frente hasta los ojos, le cubría las orejas, dejando libre parte de la nuca. La escasa barba que poseen esos indios y que conservan toda su vida, consiste en una perilla que no aleanza, en su crecimiento, úá más de tres Ó cuatro pulgadas, y en un escaso bigote, muy raro. De mirada baja, los ojos de aquel individuo eran grandes y expresivos. 1% color del cuerpo era de un marron opaco, que aumentaba de intensidad en las nalgas y las piernas, acer- cándose á un color cobrizo negruzco. Su vestido consistía en un pantalon. puesto de tal modo que los fundillos servian de delantal, con las piernas atadas alrededor de la cintura. La mujer era mestiza, y seguramente pertenecía á lres razas distintas. Su cuerpo era de color bustante claro para afirmar la participacion del elemento blanco: su cabello crespo se diri- gía libremente á Jos cuatro puntos cardinales, indicando la cooperacion del elemento africano, y su fisonomía, como su lenguaje, demostraban la tenacidad de la raza americana en sus mezclas con pueblos exóticos. Isa mujer podria tener de quin- ce á diez y siete años; era delgada, pero tenía el seno bastante desarrollado; vestía una pollera que solamente Je cubría desde la cintura hasta las rodillas. Ll indio, que no sabía con qué intenciones le visitaba vo, v sobre todo, probablemente acostum- brado á4 no recibir visilas, me miró con bastante descon- fianza. Momentos despues mandó, en su idioma, á su compa- nera á la enramada, con palabras que denoltaban cierto enojo; ella obedeció inmediatamente, no mostrándose más durante mi permanencia. La enramada, situada entre úrboles á unos veinte pasos dlel rio, estaba sostenida por dos orquetas en las que descansaba una viga que soportaba las perchas cubiertas den- samente.con hojas de palmeras, alcanzando el techo, 4 am- bos lados, hasta el suelo. 13 interior sólo contenía unas vasijas de barro para sazonar los alimentos, y dos cueros de ciervo extendidos en el suelo, sirviendo de camu. Junto á un poste descansaba un arco y largas flechas; detrás de una puerta había un entretejido de hojas de palmera en forma de bolsa 6 canasta comprimida. lón estas bolsos guardan los indios las indispensables herramientas y materiales para construir sus arcos y flechas. Delante de la enramada había una lanza clu- vada en el suelo. lista lanza la usan los Guatós para la cuza del tigre (Felis onca) ú del vacará (Caiman selerops). Sobre una cana Jucían un hermoso cuero de tigre y uno de gato monlés, (Felis pardalís) que son el único producto de estos lugares con PA el que pueden procurarse mercaderías. I'xaminé los cueros, sin uñas ni cráneo, pero que estaban bien estaqueados y con- servados. Pregunté al indio que en dónde había dejado los cráneos, y me llevó á unos pasos de allí, junto á la enramada, y me indicó un monton, que en su mayor parte pertenecían ú tigres; allí podría haber unos treinta cráneos de este terrible felino. A todos les faltaban los dientes caninos, menos al cráneo que pertenecia al último tigre cazado, cuyo cuero acababa de ver. Esos indios acostambran amontonar todos los cráneos de tigres que han muerto con su propia mano, y segun la canti- dad que poseen son respetados por los demás. Le pedí el crá- neo completo y unos cuantos de ciervo (Blastoserus dichotomus), con buenas astas, pues no los estiman ni utilizan para nada, y solamente se apoderan de las cabezas de los últimos, que las roen los perros, de los que poseen hasta seis y aun diez cada uno de ellos. Obtuve del Guató, sin inconveniente, los crá- neos de ciervo, pero puso dificultades para darme el de tigre, por el que le ofrecí algo de mis provisiones, lo que le decidió en seguida á efectuar el negocio; pero cuando traté de com- prarle el arco y las flechas, se negó con gran tenacidad, y nada quiso aceptar en cambio, despreciando hasta cierta cantidad de caña que le daba, diciéndome que estaba enfermo del pecho y que no podía beber. Como viera que perdía tiempo, le pre- gunté si quedaba lejos la próxima vivienda de los otros Guatós, y me contestó que sólo habría dos horas de viaje en canoa, y que podría alcanzar la próxima enramada con la entrada del sol. Me recomendó á su morador, que era un hermano suyo llamado Joaquin y á quien le gustaba mucho la caña. Am- bos eran hijos del cacique l'ernando. del que hablaré más adelante. Continué el viaje con aumento en mis colecciones, consis- tente en el crúnco de tigro y varios de ciervo; además habia conseguido en canje el cuero del gato montés. Il Guató daba la preferencia en el cambio al lienzo. Como casi todos los demás indios, éste se mostró luego dispuesto á entrar en transaccio- nes si le daba liencillos ó percal. Como ya era tarde, los mos- quitos se mostraban fastidiosos, rodeándome á millares; me preocupaba la llegada á la próxima vivienda, tanto más «ue me empezaba á sentir bastante mal, pues las consecuencias del sol principiaban á manifestarse; sentía alurdimiento y las manos me auardian como (quemadas, sobre todo las munñe- cas. Había hecho un viaje de más de dos horas y todavía nada se veía de la enramada; el sol se ocultaba, invadiendo pronto — 220 — la oscuridad. Ne se notaba la menor corriente de aire y toda la superficie del rio formaba un espejo que solamente in- terrumpian, de tiempo en tiempo, los peces con sus saltos, agitando el agua. Noté de pronto un ruido bajo el fondo de mi canoa, muy parecido al redoble de un tambor, aunque no tan fuerte, pero bastante claro; inspeccioné los costados de mi montería, creyendo que fuesen ranas las que producian ruido tan extraño, pero no ví nada; la fragilidad de mi embarca- cion no me permetía hacer una investigacion más exacta, expo- niéndome á perder el equilibrio; así es que quedé ignorando hasta ahora la causa de tal ruido. La canoa producia una leve vibracion, lo que duró como media hora con muy cortos intór- valos. Ya estaba muy oscuro y mi indisposicion aumentaba á tal grado, que estuve á punto de marearme. En estas condi- ciones era peligroso continuar el viaje, y busqué un sitio para llegar á tierra. Como en aquel punto la orilla estaba cubierta de árboles, no me arriesgué ú pasar la noche en él por la cantidad de fieras. que buscan en tiempo de la inundacion las partes más elevadas y arboladas, y que están siempre dis- puestas á hacer visitas importunas, acosadas por el hambre. Felizmente, llegué luego á un claro en donde noté varios árboles esparcidos y no tardé en desembarcar. La orilla tenín solamente un pié, á lo más, sobre el nivel del agua, y á unos veinte pasos tierra adentro estaba todo inundado. Incendí una vela para examinar el lugar y procurarme ramas Ssecus para hacer. fuego, lo que con mucha dificultad conseguí; el árbol próximo al rio era viejo y tenía las ramas bastante ha- jas, entre las cuales armé mi huamuca; de este modo distabu unos ocho piés del suelo. Despues de haber tomado un poco de té, dejé el fuego bien alimentado, como para que durase el mayor tiempo posible, me acosté con las armas entre los brazos, pronto para cualquiera eventualidad, envuelto en el mosqui- tero, buscando el descanso tan necesario, pero el ardor de las manos no me permitió conciliar el sueño durante largo tiempo; millares de sapos y ranas formaban un concierto en todos Jos tonos. Al fin me quedé dormido profundamente, hu- ciendo caso omiso de cualquier peligro. Cuando me desperté estaba el sol ya alto; podrían ser Jas ocho de la mañana. Con gran alegría me sentí libre del dolor de cabeza, no preocupándome va nada. Mi canoa era lo que más me interesaba; la había asegurado úá llave al mismo árbol en que aseguré mi hamaca, para que la casualidad, en la per- sona de algun indio, no me dejase en seco, ó mejor dicho, empiun- tanado, sin auxilio ulguno. Despues de haber tomado un poco do tó me puse en camino, con suerte, pues había amanecido econ un tiempo magnífico. Las orillas, á lo largo del rio. se ha- llaban cubiertas de árboles, formando un bosque impenetrable por la cantidad de yerbas, arbustos y ciposes provistos de espi- nas, por lo que ofrecian un buen refugio para animales de tidas clases. Se notaban bastantes caminos indicados por los agujeros ear el jaral de la ribera. lstos los hacen principalmente los carpinchos (Hydrochoerus capybara), frecuentados tambien por los damás cohabitantes del matorral, para llegar al agua en tiem- po de seca. De mamiferos no se veía nada; sólo de tiempo en tiempo se oía el grito lastimero del puerco espín (Synotheres prelensilis) que se oculta en el follaje de los árboles, durmien- do sobre una rama gruesa durante el dia. Lo más caracterís- tco, eran y son en estos parajes los aullidos del carayá (4Alo- uala caraya), aullador, ó buyío (*) de los brasileros, los que emprenden por la mañana y antes de entrarse el sol sus ejer- cicios de canto gutural, que recuerda el acto de hacer garga rismos. 1l otro factor que contribuye á animar estos desiertos desconsoladores, y con mejor éxito, son los aranjuanes Ó aran- cuanes (Ortalés camicollis), el yacú caraguatá, de los paraguayos, que en bandadas de tres á cinco, á cada momento sueltan su cacareo, contimuándolo con gran persistencia por largo rato, el (ue es contestado en el acto en la vecindad, por los demás de estos chillones. Cuando se asientan, procuran siempre hacerlo en los árboles que se inclinan sobre el rio y que les deja la vista libre á gran distancia, para tener ocasion de cacarear si algo llama su atencion. Lo contrario sucede con su similar, la jacutinga (Pipile cumanensis), que deja oir de dia muy poco su voz suave y melancólica; más aún se oye el mutú (Craz fasciolata), «que con voz trágica y grave declara su amor á la hembra. : Despues de navegar una hora larga, me apercibí de que á la vuelta de una cancha se elevaba una columna de humo, que cruzaba el rio; momentos despues llegué á tierra, en donde se hallaban dos indios con sus mujeres, ocupados en el arreglo de una comida la que consistia en nada menos que en un trozo de un boa Ó suearí (Lunectes nunrinus) Ó boy vaguá, de los pa- raguayos, cuyo sobrante colgaba de una rama, ya desprovisto (*) Pron. la y como ¿/ francesa. del cuero. Me recibieron muy amigablemente, contentos sobre todo, cuando vieron que conocía el nombre del indio mayor, Joaquin. Liste era de cuerpo rechoncho, de cara franca, y muy parlanchin. Me preguntó inmediatamente si llevaba caña, po- niéndose contento 4 mi respuesta afirmativa. Los hombres csta- ban vestidos del mismo modo que el indio Pedro. Las mujeres tenían la pollera más larga, hasta la mitad de la pantorrilla, pero desnudo el cuerpo de la cintura para arriba. La mujer de Joaquin cra baja y muy gruesa, y tendría unos cuarenta años más ó menos, distinguiéndose, como despues supe, por no haber tenido en su vida hijos, pero por lo mismo más ma- ridos, que la dejaron por no ser apta para la procreación, ú pesar de que gran número de éstos habían hecho experimen- los al respecto, obligados por la escasez de ejemplares del sexo lemenino. El otro Guató era hijo de Joaquin, de unos veinte años y de aspecto débil y enfermizo, lo que indicaban sus manos y cara cubiertas de pústulas semejantes á la viruela, ú conse- cuencia de picaduras de mosquitos; la muchacha, de unos ca- torce años, que ya he mencionado. era la mujer de éste, tambien muy atrasada en el desarrollo físico. Joaquin no me dió tiempo para hacer preguntas, pues la idea de que yo tenía caña no le dejaba tranquilo. Con el pretexto de probar la calidad antes de empezar el canje, me presentó un porongo enorme para que se lo llenase; eché un cuarto de litro de este néctar de los indios en la vasija, la que vació en un abrir y cerrar de ojos. Su mujer calificó de egoismo tal proceder, y con palabras de enojo reclamó su derecho en par- ticipar tambien de los buenos ratos de su marido; Joaquin se sintió conmovido y pidió más caña, pero ya para su enérgica esposa. Cedí al pedido, pues vi pronto que ella era la que llevaba los calzones, como se dice, y lo hice con la intencion de poder conseguir algunos de los objetos que fabrican, par: lo que debía asegurarme la cooperacion de la mujer. Había, electivamente, conceptuado bien, pues ella fué la que resolvió todas las cuestiones del cange, y decidió qué armas les ha- cían menos falta. Joaquin, conmovido por la bebida, se prestó sin dificultad, y salisfizo mi curiosidad de buen talante. Ióntre otras cosas me interesaba saber cómo procedían cuando caza- ban jaguares, y 4 mi pedido hizo inmediatamente un simulacro de caza, poniéndose en accion, para lo cual debía hacer el doble papel de tigre y de cazador, valiéndose de una colmena de lermi- tos. Con la lanza en ambas manos, teniéndola en posicion hori- — 228 — zontal y'eon el cuerpo encorvado, se aproximó al tigre, tomándolo de costado con la vista fija sobre el objeto; y expresando su faz eran atencion y seriedad, golpeó una vez con la lanza á unos diez pasos distante del tigre, sobre el suelo, dando al mismo tiempo, con voz fuerte, un grito breve y ronco; imitando luego el grunido del jaguar, lo que demostraba el comienzo de la alteración de éste. Mientras gruñía, lo que duró un momento, el Guató no se movió. Luego, avanzando dos pasos, repitió la provocación, la que acom- pañó con el gruñido amenazante del felino, como anunciando que estaba éste dispuesto á aceptar el desafío. De este modo avanzó aún dos pasos más, conservando siempre la misma postura y gol- peando con gran agilidad el suelo, aplicando, momentáneamente despues, cortas pero bien asestadas lanzadas á la colmena, las que acompañaba con el rugido del jaguar. De este modo el indio representó con arte la caza del tigre, lucha que con fre- cuencia sostenia con estas fieras, combatiendo siempre cuerpo á cuerpo, lo que á veces suele resultar fatal para estos -apasio- nados cazadores, como lo demostraban las marcas que cruzaban á manera de cintas el pecho de Joaquin, desde el hombro hasta la cintura del lado opuesto. Il Guató prefiere la lanza para cazar el jaguar, y le pro- voca con su actitud, hasta que éste toma la ofensiva y carga al cazador, lo que no es tan peligroso como cuando el hombre se arroja sobre aquél. Los perros, rodeando al jaguar, dejan al cazador tomar cómodamente su posicion. 11 ladrido contínuo de los perros hace que el tigre se inquiete y se ponga nervioso, buscando objetos sobre qué descargar su furia; de este modo se echa medio ciego sobre el hombre que no ha perdido de vista el más mínimo movimiento de su agresor. lístos cazadores nunca apoyan la lanza sobre el suelo, como acostumbran 4 hacerlo los paraguayos, sinó que cuando esperan el ataque la tienen siempre suspendida en posicion horizontal. Implean otro modo de cazar el jaguar si éste se halla cerca del rio y es de noche. Tienen la habilidad de imitar el rugido del tigre con un cuerno de vaca, instrumento que preparan de la manera más fácil córtandole la punta de modo á formar un vaso alargado, de una y media pulgadas de diámetro en su parte superior, punta que cubren con la palma de la mano, aplicando la boca en la parte basal y más ancha. Imitan así el rugido del tigre de tal manera que es imposible distinguirlo del verdadero. Provistos con este instrumento siguen nave- eando de noche haciéndolo sonar de tiempo en tiempo. Si se halla un tigre al alcance de los sonidos, no deja de contestar. o — 220 — Conforme se nota la presencia de la fiera, los indios toman posi- cion en la orilla opuesta de donde son contestados y continúan con el atructivo; el jaguar se acerca siempre hasta lMNegar frente al sitio ocupado por los indios, sin dejar de contestar al llamado; y despues de una corta indecisión, se arroja al agua para ganar la orilla opuesta. Iíóste es el momento decisivo: como un ave de rapiña, se lanza el Gualó en su canoa, volan- do sobre el jaguar, el que hace esfuerzos por escapar de tal situacion. ln Ja proa se coloca de pié el indio empuñando la lanza, mientras que su consorte, colocada en la popa. dirige la embarcacion. Una lanzada basta para concluir con la vida del tigre engañado, procurando el cazador apoderarse de la cola para impedir que se sumerja su presa. Cuando el Guató va á cazar, se envuelve anles la muneca de la mano izquierda con una faja de algodon, para pro- tejerla del choque de la cuerda del arco al arrojar una flecha. La faja tiene en general algo mas de medio metro y como cuatro centímetros de ancho; en cada extremidad liene hilos longitudinales, como de unos ocho centímetros, libres de los transversales; en la punta de cada uno atan un cordon compuesto del mismo material y cuyo objeto es unir la cinta que envuelve la coyuntura de la mano. Fsa faja posce un dibujo parecido á una red. consistiendo en pequeñas rayas alternativas de color blanco y marron violáceo, las que entre sí alternan en sus dos lados, siendo blanco en uno cuando es marron violáceo en el otro. Tambien la usan como cinturon cuando llevan pantalones. ¿n días de mucho sol, cuando van en canoa, los Gualós usan un sombrero de paja fabricado por las mujeres, valión- dose de las hojas tiernas de una palmera. La confeccion comienza por el borde del ala, siendo hecho al último el fondo de la copa, el que no es ya un entretejido, sinó que repre- senta una tapa de tres cenlímetros de grueso formado por las puntas de la paja que sobra y que son arregladas en forma de rosela de forma espiral. Como era de dia y me encontraba en la vivienda de mi ami- go Joaquin, justo era que me ocupara de él y su círculo. Despues del simulacro de caza, se enjugó el sudor, bebiendo caña para refrescarse. La enramada en que vivía era muy mísera, y tan baja que no se podia estar de pié en ella. En medio de esta vivienda ví un objeto extendido entre dos estacas, el que al principio Lomé por un pedazo de alfombra, y que formaba á modo de un tabique, Tomo VI, 21 — 230) — pero me habia equivocado; este tejido acordonado era el mos- quitero bajo el cual dormían. Tiene la forma de una bolsa, más ancha que larga, hecha sin costura, de fibras de hojas de una pequeña palmera que llaman «tucú». Lo arman entre dos estacas sujetando los dos extremos de la parte cerrada, con la abertura hácia abajo. Antes de entregarse al sueño debajo de este suda- dero, introducen algunos trozos de caña abiertos longitudinal- mente y colocados de manera que formen una bóveda; de este modo penetran cómodamente. cl tejido de cordones es tan grueso como el de una alfowm- bra en sentido del largo, y los hilos transversales son mucho más finos; distan unos de Otros centímetro y me- dio. 11 color de este tejido es de un gris parduzco, no teniendo este objeto más que noventa centímetros de alto, y su largo, en la parte superior, no mide mas de un metro con treinta y cinco centímetros; la parte que descansa en el suelo, tiene dos metros con diez centímetros, y está adornada con flecos. Estas son las medidas del mosquitero desarmado. Comprendía que era un buen recurso para preservarse bien de los mosquitos, pero no me explicaba cómo podian dormir allí dentro sin sofocarse. ln el dia se defendían de estos incó- modos insectos con una especie de pañuelo cuadrado de un tejido grueso y que está atado por dos extremos del mismo lado, á modo de estandarte, á una varilla delgada de madera fuerte, cuyo destino es facilitar el manejo de la tela, la que mientras no está en funcion la fijan sobre el hombro izquierdo, de manera que éste entra en el espacio libre entre la tela y la varilla. La materia con que está tejido este mata-mosquilos es de algodon, el que preparan en el huso, y reducen á hilos grue- sos, tinendo despues una parte del hilo con una decoccion de cortezas, virutas ó follaje de ciertos árboles; de este modo con- siguen varios colores, como ser el anaranjado, el marron, el violeta, el negro y el amarillo, con sus variaciones, las que no se pierden mientras dura el tejido. Iístos colores los disponen generalmente en fajas alternadas horizontales de dos centíme- tros de ancho y á igual distancia entre sí, siendo á veces al- gunas de estas listas hechas á rayitas verticales. 1% mata-mos- (uitos lo usan de la siguiente manera: lo toman por el medio de la varilla, dan con él un fuerte impulso á la tela, la que aplican 4 la parte del cuerpo que atacan los mosquitos, ya sea las espaldas ó las piernas. ln el período de las lluvias nunca va un Guató desprovisto del mata-mosquitos; y no deja de ser pintoresco ver á las A muchachas llevarlo, con más ó menos gracia, en su hombro izquierdo. Cuando estuve entre los Guatós era la época en que se vefan obligados á usar contínuamente tal objeto; pero tam- bien emplean el recurso de sentarse en medio de un humo espeso producido por el incendio de las colmenas de termilos, que llevan ú las viviendas con tal fin, despedozándolas en partes pequeñas y encendiéndolas una por una. La maleria de que están compuestas estas colmenas se reduce á ceniza con gran lentitud, despidiendo un humo blanco, espeso y abundantísimo que afecta muy poco los ojos, y muy útil pues desaloja á los mosquitos. Tal era la procedencia del humo que noté cuando me acerqué 4 la vivienda de Joaquin, y en cuyo centro busqué refugio contra insecto tan molesto durante mi permanencia allí. Mi huesped se presentó, de repente, con una guitarra cons- truida por él mismo, de cinco cuerdas como todas las guitarras que usan los Gualós y los indios Chiquitos de Bolivia. 12 fondo, como los costudos y el mango de estas guilarras, son hechos de un solo trozo de madera, y solo la cubierta, sobre la que se apoyan las cuerdas, está peguda sobre la caja con resi- na del árbol «yatubá». cuyos frutos proporcionan tambien alimento. Las tales guitarras miden la mitad del tamaño de las españolas, no fabricándolas nunca más grandes. Des- pues de haber templado el instrumento con rapidez. Joaquin demostró destreza en su manejo y tambien su talento vocal, en cuyo desempeño recordó pasajes de la reciente provoca- cion del fingido tigre; por último se mostró digno adorador de Terpsícore, acompañando á su música y canto con sallos y pasos, y pisando en su entusiasta movimiento dos pollos de la jacutinga (Pípile cumanensis), que eran allí los únicos repre- sentantes de las uves, pollos que libremente andaban ajrededor de la vivienda, sin demostrar el menor deseo de volver á la espesura, que distaba unos veinte pasos de la misma. Despues de haber cantado y bailado hasta el cansancio, este indio no tuvo dificultad en darme su guitarra en cambio de algunos objetos. Hablando del establecimiento «Descalvados », Joaquin hacía mofa de Jos muchachos de aquel lugar, que escapan cuando llegan los Guatós, gritando: «ven bugri, ven bugri » (vienen los bugres). Mucho me divertí cuando imitó el modo de hablar de un viejo empleado de aquel establecimiento; lo imitó tan bien que ningun actor de teatro lo hubiese hecho mejor, pues era más lácil reproducir la voz, que la manera altanera, como lo hacía, cuando oquél (trataba con gente inferior. Yo estaba cada vez más admirado de la vivacidad de Joaquin, que no se cansaba en demostraciones para probar su lalento, en general ajeno á los indios; lo único que tuve que desaprobar fué la completa sumision que demostraba hácia su mujer, aunque tal vez no se extrañará tanto si se tiene en cuenta las muchas experien- cias que tenía ella de los hombres. Conseguí varios objetos, tanto de Joaquin como de su hijo, el que me parecía muy buen muchacho. Contestábame con una risita modesta cuando le diri- efa la palabra. La mujer de éste no se alejaba de su lado ni cinco pasos: estaban siempre juntos y se tenían al parecer gran cariño, á pesar de que ambos eran bastante feos. Ira ya cerca de medio dia cuando continué el viaje llevando algunos productos de mi jovial amigo. lil aspecto del paisaje no cambiaba; siempre los mismos inmensos esteros cubiertos de agua y de pajonales anegados, apareciendo sus Cx- tremidades á la superficie, guarnecidos con camalotes, ó los angostos matorrales, que siguen con interrupciones la orilla más elevada, pero sin alcanzar mucha elevacion. Noté en varios puntos el mono aullador, el carayá, que confía su salvacion á la fuga, pasando de rama en rama por los árboles cuando se cree descubierto; pero le ví siempre en partes en donde el bosque estaba reducido á una ó dos hileras de árboles, y en donde pude observar por mucho tiempo los esfuerzos que hacía para evitar el peligro. ln general, observé siempre un macho negro acompañado de varias hembras de pelaje amarillo, cuyos pequeños llevaban las madres á su es- palda, usiéndose con las cuatro manos del pelo de éstas cuando emprendian la fuga. Despues de una navegacion de cuatro horas, Jlegué á otra vivienda de indios Guatós; dirigí mi canoa á la orilla, teniendo que pasar por entre camalotes espesos para poder llegar á una especie de dique cubierto de agua libre de yerbas, pero rodeado de cumalotes del lado del rio. Allí estaban tambien las canoas de mi huésped. lís costumbre de los Guatós dar preferencia al lugar donde se hallan camalotes y donde forman sin esfuerzo un pe- queño puerto, que impide que la corriente del rio se lleve las canoas, que no acostumbran á amarrarlas, y flotan en ese dique, pasando desapercibidas hasta que se llega al sitio en que se hallan. 1d Guató me esperaba en la misma orilla, indicándome por donde me sería más fácil pasar entre el baluarte de verdura. Despues de haber llegado me condujo á su enramada, de forma tectífera como las anteriores, — 238 — junto 4 la cual estaba sentada en una hemuca la mujer, bastante jóven, amamantando un niño; otros dos pequeños jugaban ú su lado, uno como de cinco y otro como de tres años. A mi vista soltaron el llanto, calmándose únicamente despues de repetidas exhortaciones de la madre, liste Gualó, cuyo nombre era Joaquin Antonio, podia tener unos cincuenta años, y era el único pariente lejano del cacique Fernando. Hablaba bien el portugués, demostrando en su conversacion que sabía tratar con gente culta y que era de comprension fácil, De una percha cerca de la enramada colgaban varios cachos de bananas, por lo que pregunté si tenian buen bananal, á lo que contestó afirmativamente, invilúndome á visitarlo. Seguí ul indio, el cual, armado de un machete, me conducía al interior del bosque repartiendo machetazos ú diestro y siniestro para despejar algo el paso apenas indicado. Como á cuadra y media de la vivienda subimos una colina, cuya planicie era de media cuadra más ó menos, la que se hallaba cubierta do bananas; estaba bastante desprovista, fuera de algunas plantas cortadas que va habian dado fruta y que abonaban la tierra. lín medio de algunas noté una cruz construida simplemente de dos ramas; el indio me indicó el sitio, significándome que allí su padre dormia el sueño eterno. Me descubrí delante del símbolo más noble de la cristiandad, cuya significacion no deja de respetar hasta el salvaje, aun cuando el pueblo que gobierna ú estos indígenas, ha considerado que es más digna de figurar en su bandera una constelación que el signo de la cruz. Despues de recorrer el bananal en diferentes sentidos, volvi- mos á la enramada, llevando el indio un cacho de bananas maduras que me había regalado. Como ya tramontaba el sol, me ocupé del arreglo de mi hamaca en la que me recosté; á mi frente se había echado en la suya el Guató con sus hijos, de los que se mostraba orgulloso, mientras que la mujer se ocupaba en asar bananas. Entre las preguntas que le hice al indio, se me ocurrió decirle si había tenido muchas mujeres; con- testome que muchas, entre las cuales había figurado tambien la actual esposa de Joaquin, la que abandonó despues de haber comprendido que era inútil esforzarse en tener hijos con ella. «Ahora, me dijo, por nada de este mundo dejaría la mujer que lengo, pues ella me ha dado sucesores, y aun espero aumentar la familia». La india se sonrió contenta al oir tales palabras. Interesándome por la suerte de sus esposas anteriores, me con- ltestó que habían muerto y que habían sido las hermanas ma- O yores de la mujer que ahora poseía. Demostrándole mi extra- ñeza por tal costumbre, me dijo que era de uso entre los Guatós dar las demás hijas al mismo yerno si moría la anterior ó no tenía hijos. La madre de éstas vivia aún y tenía su vivienda á orillas del rio San Lorenzo, en donde viven dos familias de Guatós. Cuando le pregunté que de cuántos indios se com- ponía actualmente su nacion, me contestó, contándolos por el nombre uno por uno, que había doce hombres en lodo, y con mujeres y criaturas veintisiete; el resto de un pueblo en otro tiempo numeroso, cuya disminucion data de unos decenios. Como demostrara curiosidad por conocer las causas (ue habían ocasionado la ruina dela nacion Guató, me refirió que: «Cuando los paraguayos, en la guerra contra la triple alianza, tomaron á Corumbá, subió un barco armado hasta El Dorado, punto de las serranías que lindan con la parte Oeste de la laguna grande «La Gaiba», lugar habitado por los Guatós desde los tiempos más remotos. Los paraguayos invitaron á los indios á abandonar esos parajes y trasladarse al Paraguay, en donde recibirían grandes distritos sobre los rios, y muchas obras ven- tajas. Los Gualós vacilaron y no tomaron resolucion alguna por el momento, continuando el arreglo de las condiciones bajo las cuales probablemente aceptarían la oferta. Poco despues comprendieron «que eran engañosas las proposiciones de los propagandistas y las rechazaron, de lo «que resultó lo que sigue: ll encargado de los Guatós se dirigia diariamente abordo del buque puraguuyo para tratar del asunto; pero como pasaban Jos dias sin que los paraguuyos consiguieran nada, éstos dudaron del éxito y resolvieron matar al enviado Gualó. Cuando éste al dia siguiente se dirigió abordo, lo llevaron á la popa del buque y le mataron á bayonetazos arrojando el cadáver al agua. Los Guatós supieron este hecho inmediatamente por uno de ellos que se ocultaba en el matorral mientras el otro subia abordo, y presenció el asesinato. La indignacion fué grande y decidieron atacar á los paraguayos. Para llevar el ataque con éxito, tuvieron que retirarse aguas arriba hasta los pantanos de Xaurayes, por donde pasa el rio Paraguay por un lecho muy angosto, prometiendo cierta ventaja sobre el enemigo, que tenía que pasar ú descubierto entre los matorrales al alcance de sus certeras flechas sin ser descubiertos. La estratagema era buena, sólo que los paraguayos no demostraron desco alguno en seguir ú los Guutós hasta esos pantanos, en donde les esperaban muchos mules. Los infelices indios quedaron entre las garras de un adversario más terrible: la viruela. Casi toda la tribu — 235 — sucumbió atacada por esta enfermedad: pues los que hoy viven se hallaban casi todos lejos del teatro de la ruina, cazando en sitios retirados á donde no llegó la peste. De los que sobre- vivieron á la ruina de la tribu solo existian dos mujeres: la de Joaquin y otra en la vecina vivienda. Sabiendo ya cuál era la causa de la despoblación de estos parajes, pregunté sin embargo 4 Ja mujer de Joaquin. La vieja me contestó con voz conmovida y triste, asegurándome por varias veces que: «la bichiga acabú tudu tudu» (La viruela concluyó con todos); hu- medeciéndosele los ojos al recordar tal desgracia, pues habia visto desaparecer á casi todos en poco tiempo. Mi huesped, al terminar su narración, habia quedado pen- sativo. Un rato despues cenábamos, consumiendo con buen apetito algunas bananas asadas, dúndoles yo en cambio parte de mis provisiones. Cuando hubimos satisfecho nuostro ape- tito volvió el indio á su buen humor habitual, cantando al son de su guitarra. Su canto era muy simple, pues se limi- taba ú pocas palabras referentes á mi persona, palabras que decian: «Venga tuda rapayada (rapaceada) ver á mi compadre», lo que repitió en todos los tonos y todos los pasajes. Despues de haberme fastidiado un buen rato, se retiró á descansar á su enramada, acostándose en el suelo, y quedando la hamaca des- ocupada durante la noche, la que se habia procurado solo para que se divirtiesen la mujer y los hijos durante el dia. Yo tam- bien me acosté contento de no ser paraguayo por esta noche, é hice aún reflexiones sobre éstos y el famoso Lopez, dictador de aquel país, que en busca de soldados para sus ejércitos habia contribuido á la ruina de estos indios. [dl sueño se interpuso, dando fin á mis reflexiones. Al si- guiente dia me levanté muy temprano, repuesto de mis fatigas por un buen sueño. 1% Guató salió al mismo tiempo de su en- “amada, y antes de dejar aquel paraje hicimos canje de objetos y artículos, entre los cuales figuraba en primera línea la caña. Noté, sin embargo, que faltaba poco líquido en la botella que le habia dado el dia anterior, lo que me expliqué, por la des- confianza que tienen todos los indígenas á los extranjeros, que no alcanzan á creer que pueda hacese un viaje penoso á estos desiertos pantanosos con el solo fin de conseguir objetos hechos por ellos, suponiendo en general motivos poco favorables al visitante. Despues de haber adquirido datos referentes al camino, despedíme de ellos cordialmente, navegando nueva- mente aguas abajo. Despues de algun tiempo llegué á un punto que me pareció favorable, é hice alto para examinar la costa, — 236 — que me llamaba mucho la atencion, de donde se extendia una colina tierra adentro de treinta á cuarenta metros de largo y como veinte de ancha, y de la que el rio habia cortado la extremidad, en la que aparecia una línea blanca de más de medio metro de ancho, Esta raya, que despertó mi euriosidad, estaba compuesta de caracoles, la Ampularia insu- larmm y la A. canaliculata, apareciendo tambien fragmentos de huesos. Reconocí inmediatamente que la colina cra un Kjóklkenmódding de las tribus extinguidas de los Xarayes, que vivian en estos parajes pantanosos cuando llegaron los con- quistadores. Como estas bribus eran numerosísimas, no les bastaban los peces y yacarés, los que disminuian por la persecución contínua, y aquellos ictiófagos se volvieron mala- cófagos durante los períodos de escasez. A los mismos indios, que contribuyeron á la formacion de este cúmulo de caracoles, atribuyo tambien las urnas funerarias que se hallan en las partes elevadas de estos parajes; estas partes tambien son levanta- das por el hombre y sirvieron de cementerio á los habitantes de estos pantanos. Hoy tales colinas están cubiertas con los banana- les de los Guatós; y el viejo cacique Fernando me dijo, que cuan- do remueven la tierra en los bananales, encuentran potes con huesos humanos. A los Guatós no se puede atribuir ninguno de estos trabajos; lenian sus sitios principalmente alrededor de las lagunas La Gaiba y Oberaba, extendiéndose de allí aguas arriba del vio San Lorenzo y aguas abajo del rio Paraguay. La emigración parcial al rio Paraguay aguas arriba en los panta- nos Xarayes, no datará de mucho más de un siglo. Sobre el Kjókkenmódding se extendia una capa como de medio metro de tierra vegetal, en la cual arraigaba un árbol viejo; además habia allí arbustos y un rancho abandonado que excepcio- nalmente estaba techado con tejas. Careciendo de instrumen- tos para hacer escavaciones, me ví obligado á desistir de un exámen más detenido y continué mi viaje. Los brasileros llaman Aterradinho á este lugar, que se halla muy cerca de la union de los dos brazos del rio Paraguay, brazos que formando una isla enorme y pantanosa, loman principio á unas leguas aguas abajo de Descalvados. ista gran isla es la misma de «que hablan los historiadores Sehmiedel y Guzman, y la que, segun estos autores, estaba habi- tada bor los indios orejones ó surucosis, que fueron esterminados por órden de Alvar Nunez Cabeza de Vaca. Ayudados por los indios Carlos, mataron los conquistadores unos tres mil hom- bres, llevando en esclavitad las mujeres y niños en número de — 231 — dos mil al Paraguay, á pesar de no haber dado motivo alguno y de lratar bien á los invasores. Así, hav que atribuir este Kjokénmodiny á los Orejones, y no hay duda que, en las orillas é interior de esta Isla de los Orejones, se hallarán más montículos artificiales. Las tribus de indios que habitaban las orillas del rio Para- guay, desde el grado 17 arriba, hasta el rio Jaurú y los panta- “nos de Xarayes, eran de buen carácter y dóciles. Se les puede reunir y distinguirlos como una gran familia, separada de las tribus vecinas, con el nombre antiguo de los Xarayes, cuyos restos representan hoy los Guatós, de los que tambien se dis- tinguen por su idioma armonioso y sumamente suave, que debe estudiarse con urgencia antes que desaparezca el último vestigio de esta familia. Por la tarde llegué á otra vivienda de los Guatós, en donde hallé una familia más numerosa que en las anteriormente vis- tas. lista se componia de dos hombres adultos: padre é hijo, lros crinturas y cuatro mujeres; además se hallaba de visita un jóven de unos diez y seis años de edad, todos los que estaban sentados en el suelo, y recibieron cireunspectos mi llegada. Sin lomar nota de la recepcion fria que me hicieron, me senté entre ellos y rompí el silencio. Cuando overon que traia caña se reanimaron y me pidieron de ella, pero les dije que antes era menester me vendiesen algunos arcos y flechas, pues de otro modo no les daria ni una gota de la bebida. Con tal condicion renunciaron á tomarla, pero esta decision duró poco tiempo; tanto era el deseo de emborracharse que se allanaron todas las dificultades é hicieron caso omiso de las razones que pudieran tener para no vender sus armas, entregándome un arco con flechas para empezar la transaccion. lóse dia no quise seguir más lejos y armé mi hamaca debajo de un árbol de espeso follaje. Mientras tanto, indios y mujeres habian vaciado la botella de licor é insistian en que les diera más. Como eran muchos, cedí al pedido, pues el Guató, como cualquier otro indio, no se confor- ma con poco. La segunda botella produjosu efecto, y los indios se transformaron de alegres en sentimentales. Alrededor de mi hamaca se sentaron en circulo hombres y mujeres, llorando y lamentándose de la ruina desu tribu, como tambien de su des- gracia personal. Il viejo Guató me contaba que habia perdido un hijo hacía muchos años, el que sería ya hombre y guapo, si no hubiera muerto, y se quejó de la disminucion paulatina que experimentaba su nacion. Traté de consolarlos diciéndoles que es menester conformarse con la desgracia, y que su situación podría aún cambiar con alguna circunstancia favorable que Tomo V1. 25 — 233 — todavía no proveian; pero el viejo me contestó que les dejase seguir en sus lamentos, pues tienen la costumbre de llorar y lamentarse cuando toman bebida fuerte, necesitando de ella, de tiempo en tiempo, para dar expansion á su ánimo, de la opresion y de los pesares que sienten. ll jóven (Gruató que es- taba de visita, sobrino del indio viejo, manifestó deseos de luchar y hacer pruebas de “fuerza, y eligió al tio como conlen- dor, y con éste comenzó á pulsar los brazos, y aunque no pudo vencer al viejo, no dejó de fastidiarle; el anciano Guató tenía el brazo como de acero, y ni una pulgada cambió su pos- tura, á pesar de que el muchacho trataba de doblarle el brazo con ambas manos; el indio sonreia levemente cuando los es- fuerzos de su jóven pariente eran infructuosos. Mientras duró la lucha, la mujer del Guató buscó el medio de calmar el ardor del muchacho, diciéndole continuamente: «No brinca mi fil, tu tio es muito velho, no brinca». Il mu- chacho, alterado por la imposibilidad de vencer al viejo, buscó otro adversario, y lo tuvo en la mujer ¡jóven del hijo mayor del viejo, muchacha de unos diez y siete años, la que aunque do cara simpática y de cuerpo delgado, tenía mucha fuerza. La lucha comenzó abrazándose ambos, y un momento despues rodaban por el suelo, consiguiendo la muchacha, que era más fuerte, sujetar al muchacho en el suelo; éste, viéndose vencido, se asió con una mano del cabello de la india, buscando por este medio vergonzoso aventajar á su contrincante, pero la muchacha, á pesar de sufrir mucho, no cedió é hizo lo mis- mo, tomando al muchacho por el pelo, obligándose ambos á una posicion muy incómoda, porque cogidos de la cabellera descansaban la cabeza sobre el suelo. Cuando ví que ya el juego pasaba los límites de lo razonable, invité á los demás indios á que separasen los combatientes, pero me dijeron fle- máticamente que eran hermanos, y que siempre, cuando el mu- chacho lNegaba de visita, no dejaban de comparar sus fuerzas. Al fin, el marido de la valiente muchacha hizo cesar esta diver- sion repugnante. Il hijo menor del viejo indio, de unos doce años de edad, de cabeza cuadrangular y con el pelo cortado sobre la raíz, se divertía mientras tanto con el cuerno que emplean para atraer los jaguares, imitando con gran habilidad el rugido del felino, lo que dió lugar á que los perros, que cran muchos, lo rodearan ladrando desesperadamente, produciendo un barullo ensordecedor, insoportable para oidos no acostumbrados. Antes de recogerse á sus viviendas, todos los indios se bañaron, con el objeto, decian, de refrescar la cabeza; las mu- — 230) — jeres lo hicieron tambien á alguna distancia, detrás de unos ar- bustos, buscando despues cada uno su lecho. La noche pasó casi sin novedad, prescindiendo de que los perros perseguian, á veces, con sus ladridos algun animal que habia osado ecercarse á las viviendas, y de que algun Guató purgaba las consecuencia de la borrachera en la orilla del rio. Al dia siguiente los indios se levantaron de bastante mal humor; tenian ma- lestar de cabeza y con ese motivo se arrojaron al rio para me- jorar su estado físico y moral. Despues comenzaron poco á poco á ocuparse de los trabajos á que les obliga la necesidad, vendo el viejo Guató, acompañado de la mujer, á pescar con an- Zuelo. Mientras que la mujer, colocada en la popa, dirigia la canoa, que dejaba bujar con lu corriente, el hombre golpeuba muy amenudo el agua con el anzuelo de cuerda y caña corta, parecido á un látigo. Como cebo empleaba. frutas verdes de la pequeña palmera «tucú», de tamaño un poco mayor de la guinda. En menos de media hora volvieron los pescadores trayendo catorce magníficos pacús, (Muyletes edulis), de los que hay aquí gran cantidad. Á su llegada, fueron rodeados de toda la familia en la orilla del rio, donde el gele repartió la presa, retirándose luego para ocuparse del arreglo de la comi- da, que consistia en cocer los pescados en una olla de barro, y en huevos de yacaré, cocidos al rescoldo. Colocan los huevos sobre la ceniza, abiertos en una de sus extremidades, hallándose ya preparados para ser comidos cuando el contenido comienza á saliv do la cáscara. lóste plato proporciona gran contento á los Gualós. Yo tambien recibí mi parte, que consistió en un pacú, que comí asado, forma en que es muy agradable al paladar. Despues del almuerzo, el hijo mayor del viejo se ocupó en la construccion de un arco. 1:l material empleado consistia en una raja de la palmera «carandá », que llaman en el Chaco palma negra. Con un gran cuchillo, confeccionó el arco en corto tiempo, encerándolo despues con cera negra, producto de los abejas selváticas. Concluida la operacion, cubrió al arco con la corteza delgada, pero muy resistente, de un bejuco ó cipó de los brasileros, que cortan en tiras largas de tres milí- melros de ancho. Queda tan bien envuelto el arco, que solo cn las extremidades se puede ver la madera empleada en su construccion; la cera contribuye á fijar las liras de corteza. Lo que da mas trabajo en la terminacion del arco, es la cuerda que se hace de las fibras mas finas de las hojas del tucú, y cuya fabricacion incumbe á las mugeres, que emplean mucho tiempo en su preparacion. lól arco tiene en general un largo 0) = de dos metros con veinte y cinco centímetros y el diámetro de la parte mas gruesa, tres y medio centímetros. La cuerda mide siempre mas de medio metro mas «ue el arco, alán- dose el sobrante á la punta de éste, hácia su parte media, y de un solo lado, que es el que llevan en el aire cuando tiran. Las flechas que hizo el indio, despues de haber concluido el arco, eran compuestas de las siguientes materias: para las astas em- pleó los pedículos de una caña, poco resistente, que crece en las orillas bajas del río, y que se recomienda por su ligereza, y para cuya construcion cortó trozos de un metro hasta metro y medio de largo, al que se ajusta, por medio de tiras de dicha corteza, una pequeña astilla delgada de cuarenta y cinco centímetros de largo en una de cuyas extremidades se pegan las puntas, que son de hueso, hechas del radjo del yacaré, el que, cortado de siete centi- metros de largo, se yne con la resina del árbol «yatubá». stas flechas son de dos metros mas ó menos de largo v tienen dos plumas fuertes atadas en la parte basal con hilo de algodon, que enceran en parte, formando anillos alternativos de color blanco y negro. lista clase de flechas sirve para la pesca y tiene el aspecto de un arpon. Las flechas para la caza difieren de las empleadas en la pesca solamente en la forma de la punta, que hacen de caña tacuara y que tiene generalmente veinte y ocho centímetros de largo, por cuatro de ancho en la parte basal; los dos filos (que liene son sumamente cortantes y su aspecto es el de una lanza. Al mismo tiempo que presen- elaba yo la construccion del arco, observaba la fisonomía del jóven indio, el que tenia dispuestos los ángulos de los ojos seme- jantes á los de los mongoles. Las mujeres se ocupaban, mientras tanto, en la fabricacion de potes de diferentes tamaños, empleando como material el fango del río, que conducian en una coraza ventral de yacaré, la que tambien emplean entre los objetos de su vajilla pobre, haciendo las veces de una fuente. Il barro ó fango lo trabajan bien con las manos, en rollos, los que son agregados unos á los otros por presion de los dedos. 1% objeto manejado de este modo, adquiere la forma de una espiral ascendente, cor- respondiendo á la parte media el diámetro mayor, y toma el aspecto, por la impresion dejada por los dedos, de una soga arrollada, Cuando han dado, de esta manera, forma y lama- no al pote, lo raspan y alisan con una concha, tanto la parte externa como la interna, hasta que consiguen el grosor deseado de las paredes, las que en general son muy delgadas. Ponen despues la vasija á la sombra para que se seque. Cuando está seco el pote, amontonan hojas y ramitas delga- das y secas á su alrededor, lo que proporciona un fuego de poca fuerza y duracion. Diez minutos es lo mas que dura la llama, quedando el barro cocido y la vasija pronta para el uso. lin el árbol, debajo del cual trabajan las mujeres, habia una numerosa colonia del pájaro Cassiems persicus, el «japuira» de los brasileros. lstos pájaros, lan hermosos por su plumaje, daban un aspecto animado al lugar, siempre inquietos, ya llevando comida á sus crias, ya arrojando de su caso con gri- los y chillidos á un vecino descarado. Se hallaban en el suelo algunos pichones que los indios habian bajado para domes- ticarlos, y que saltaban alegres por entre la gente y los perros, no alejándose mucho del sitio y comiendo lo mismo que comían sus tutores. Además de estos pajaritos, se veían allí dos «mutús», que no daban señales de querer volver al bosque espeso; por el contrario, parecia que buscaban la sociedad de los indios, sobre todo la de las mujeres, con las que demostraban tanta con- fianza que se les subian á las faldus para poder extracr los in- sectos de su cabello, 4 lo que éstas se prestaban muy gustosas. ll muchacho que la noche anterior había provocado el al- boroto entre los perros, se divertia, ya con una flauta, hecha de un pedazo de tacuara, sin estrangul, y de la que sacaba solo tres notas sucesivas, ya con su arco, cuya flechas, mas pequeñas que las de los indios adultos, tenian, en vez de una punta aguda, un pedazo de madera piriforme, las que arrojaba á los pájaros que se asentaban en los árboles próximos. Flechas semejantes usan tambien los Gualós para bajar las frutas de los yatubás. La extremidad de esta clase de proyectiles es roma y circular y de tres á cuatro centímetros de diámetro. Al tercer dia de mi llegada, el Guató que el dia anterior habia fabricado el arco, construyó un remo de forma elegante, empleando la madera dura de árbol «loro», y terminándolo en ulgunos horas de trabajo. Las palas de remar que emplean estos indios varían de tamaño, pero la que mas usan mide 70 cm. de largo por 26 Y, em. de ancho. listos remos son muy buscados por los brasileros y por los que poseen canoas, por su excelente construccion, no consi- guiendo los carpinteros de aquellos pueblos construir otros que posean todas las ventajas del remo Guató. lín ese dia me despedí de mis huéspedes y continué viaje aguas abajo. La navegacion duró unas cuatro horas, en cuyo tiempo el pa- norama no cambió de aspecto. Observé algunos «chajás» (Chau- na chavaria) asentados en los úrboles ó arbustos diseminados en —= MD == los pantanos, que no cesaban de hacer oir su voz á mi paso, De trecho en trecho se deslizaban por la superficie líquida los esbeltos sambullidores, el «mergullon » (Phalacrocorax brasiliensis), y el elegantísimo «biguá» (Plotus alingha), los que con gran agilidad se sumerjían al acercarme, serpenteando su largo y delgado cuello fuera del aguu. Por la tarde llegué á la vivien- da del cacique, la que se hallaba en medio de un pequeño bosque. La entrada del rio, que daba acceso á estas enramadas, se hallaba, como la que habia dejado, cubierta de camalotes. Cuando quise penetrar en ella, se aproximó un viejo indio, encorvado por la vejéz, y con voz benévola me indicó la en- trada y el sitio en que podía dejar mi canoa. Desembarqué y le seguí, sentándonos bajo un árbol coposo, debajo del cual se hallaban los demás miembros de la familia. Il anciano era el conocido cacique de los Guatós, el viejo Fernando. Despues que terminaron Jos saludos, pude exa- minar uno tras otro á los circunstantes, Principiaré con un lijero retrato del cacique. I'ste anciano de barba y cabellos blancos, aunque encorvado por la avanzada vejéz tenia el tronco bastante robusto, sobre lodo el pecho que era ancho, y de fuertes hombros. Su caru inteligente y grave, que le daba un aspecto venerable; su nariz, aguileña, no era exagerada siendo su cara simétricamente proporcionada; tenia la vista turbia, pero, segun decía, veia bien á cortas distancias; su frente parecia muy alta á consecuencia de ser algo calvo, pero vista su cabeza de perfil, se notaba que era tan larga como ancha, y la bóveda craneal cra elevada; su mirada era franca y abierta, no teniendo ese aire de desconfianza que caracle- riza á los indios de esta zona. Formaba contraste la parte in- ferior del cuerpo, principalmente las piernas, muy débiles á consecuencia, sin duda, de que siempre viajan en canoa y si emprenden excursiones á pié, lierra adentro, para cuzar ciervos ú otros animales, éslas son siempre de poca extension. ste viejo estaba sentado sobre un cuero pelado de ciervo, estendido en el suelo, sitio que ocupó mientras permanecí allí, siendo su ocupacion principal espantarse apáticamente los mos- quitos con el mosqueador, hecho del tronco de una palmera de fibras filiformes y suaves, pues le faltaban las fuerzas para manejar el trapo «mata-mosquitos». A su lado tenía siempre encendido un pedazo de colmena de termitos, y su arco y flechas recostados en el árbol, armas de las que, aunque nunca las usaba, no queria apartarse, teniéndolas á su lado para recordar sus pasados liempos, cuando, decia, combatia virilmente con E los Coroados y los tigres. Los demás indios Guatós que habitaban aquel lugar eran todos hijos de Fernando; te- niendo el menor de ellos unos veinte á veintidos años de edad. lóste se llamaba Chico, y era un joven bien for- mado y buen cazador; parecia ser el preferido del ancia- no padre. Il penúltimo hijo era menos desarrollado de cuerpo, poseyendo como mujer la india más hermosa que he visto allí. Las facciones de esta india eran tan suaves y los ojos tan expresivos, «que una mujer blanca pasaría por hermosa con estas dotes; era delgada y de elevada esta- tura, siendo su cuerpo gracioso y de una simetría completa, y aunque estaba en estado avanzado de embarazo, no perdía casi nada de lo agradable de su aspecto. Tenta tres hijos, cl mayor, de seis años, y á pesar de estar casada hacia ya tanto tiempo, no habia perdido esta mujer ni su hermosura, ni su frescura. La segunda, en belleza, de estas mujeres, era la hija del acique; muchacha robusta, de seno muy desarrollado y cu- yos redondos brazos sabian manejar tan bien el remo como la lanza, si se ofrecia la ocasion; era aún soltera á pesar de los veinte años que tenía, estando dócilmente sometida al go- bierno de la madre. lósta muchacha rara vez hablaba, y nunca en portugués, á cuya lengua dan la preferencia únicamente cuando estan ébrios, cuando se insultan, pues su idioma no es rico en adjetivos. La madre de los jóvenes y mujer del ca- cique era ya vieja y canosa, aunque carecia completamente del aspecto desagradable de las indias viejas; la expresion de su cara era tan benévola como la de: anciano Fernando. Las otras dos mujeres, que se hallaban de visita, con sus maridos, que como he dicho, eran hijos mayores del cacique, eran feas, aun- que por sus acciones y palabras denotaban tener buen corazon; una de ellas cuidaba solícita de una mucaca «carayá» con su cachorro, los que no se apartaban de su dueña. Cuando esta india subia á la canoa, sentaba la macaca sobre uno de sus hombros, y cuando se ofrecia la ocasion, ésta le revisaba la cabellera con gran esmero, expurgándola de los parásitos y ayudándose á veces hasta con los dientes. De los hombres, el que más llamaba la atencion, era el hijo mayor de Fernando, llamado Mané, por la falta de cuatro dedos en el pié izquierdo, reliquia de un combate terrible con un tigre. Tenían estos hombres el cuerpo bien desarrollado, como la mayor parte de los de esta tribu, llamando sobre todo la atencion su pecho y hombros, cuyo desarrollo atribuyo al manejo de los grandes y E fuertes arcos, que necesitan de una fuerza enorme para ser bien manejados, y cuyo uso es una gimnasia permanente desde la más tierna edad. La conversacion versó, naturalmente, sobre sus intereses, y lodo lo «que está al alcance del criterio de un salvaje. El viejo Fernando se interesaba por el propietario de Descalvados, habiéndome ya preguntado desde mi llegada si se hallaba todavia allí y cómo estaba su salud, pues lenta sentimientos de gratitud hácia este señor, debido á los generosos regalos que de cuando en cuando recibia de él. Yo tenia que poner mucha atencion para comprender lo que decia el anciano, pues ya su palabra era poco comprensible y la voz muy baja; sin embargo, me propuse obtener todos los datos posibles, de este viejo guerrero, último sobreviviente de los que tomaron parte en las guerras sostenidas contra los indios Coroados. lil dia lo pasé en hacer conocimiento con mis huéspedes, dejando para los dias siguientes las preguntas que podian serme de interés. Mucho antes de ir á dormir, se sentaron los indios debajo de un árbol, sobre una canoa en construccion. v entablaron una conversacion en voz baja, algunos fumando cigarrillos de paja, hechos por ellos mismos, oyéndose de cuando en cuando la risa corta de alguno, promovida por el narrador. Tambien las mujeres, formando un grupo aparte, tenian su tema de conversacion. ll anciano Fernando no tomaba parte en ella, ocupando, inmóvil, su sitio habitual sobre el cuero de ciervo. Al fin se levantó retirándose á la enramada con sus armas y su cuero. Inmediotamente se levantaron los demás, buscando cada uno su lecho, que consistia en un cuero extendido en el suelo, agregando un mosquitero de fabricacion propia, en forma de toldo. Tenian dos enramadas; en la vieja y mas pequeña dormía el cacique Fernando con su mujer y su hija; en la otra, espaciosa, construida por los mas jóvenes de los indios, pero que poseia solo un techo colocado sobre postes elevados, dormíamos el hijo y yo, el muchacho en el suelo y yo en mi hamaca. Los demás indios habian erigido sus mosquiteros toldiformes debajo de los árboles, sin duda para estar así separados y menos incómodos. Durante la noche observé que de vez en cuando salia algun indio de su mosquitero para lomar aire, y, mientras permanecian aufue- ra, encendia un trozo de colmena para descansar, libre de los mosquitos, haciéndose are con el mata-mosquitos; despues de un cuarto de hora se melia olra vez debajo de aquella especie de sudadero. Yo tampoco dormí bien, pues creia oir claro el movimiento de las ruedas de un buque á vapor á distancia, por lo que me acerqué á la orilla, creyendo fuera el vapor == 45) «Cambará» que se acercaba, pero reconocí que cran los gritos de ranas y sapos reunidos en los pantanos inmensos, y cuyas voces, así, al unísono, llegaban hasta nosotros. No era la pri- mera vez que me engañaban las voces del desierto: habia ya en otros de mis viajes, experimentado casos en los que, de pronto, oia sonidos monstruosos, que me erizaban el cabello y estremecían la piel, y que al fin resultaban ser los so- nidos que producia algun insecto indefenso, mientras que el peligro verdadero es mudo y por los mismo más terrible. Una vez me perdí en un bosque inmenso, viajando en el norte del Para- guay; llegó la oscuridad y tuve que pasar la noche en el monte. De pronto cref oir 4 cierta distancia que me llamaban por mi nombre; contestó con alegria, y seguí andando en la di- reccion de donde venia la voz, un largo rato; al fin comprendí que nadie podia saber que me habia perdido, ni aún que me encontrara en aquel sitio, para lomarse la molestia de bus- carme. Ls probable que fuera la voz de un pájaro nocturno. Antes de acostumbrarse ú los extraños sonidos del desierto, éslos producen un efecto repulsivo, pero cuando uno se ha habituado á ellos, mas bien atraen. Por la mañana fuí desper- tado por la gritería de cotorras (Myopsittacus monachaus ), que habian edificado su nido enorme sobre un árbol cercano, ocu- pándose 4 esa hora en procurar comida á sus chicueclos. Cuando me levanté, se acercó el viejo Fernando 4 saludarme, preguntándome cómo habia pasado la noche y si necesitaba ulgo; le agradecí su atencion, y se reliró á su sitio acostum- brado. Chico salió á cazar en canoa, mientras que la mujeres hilaban el algodon. El modo de tejer que emplean es muy sencillo: consiste en hilos colocados horizontalmente entre dos estacas entre las que introducen con los dedos hilos vertical- mente. Llegamos á la hora del almuerzo, que se componia de bananas verdes y espigas de maiz, ambas cosas asadas. Me informé del viejo Fernando si tambien poseian antes lanzas con las puntas de fierro como las que ahora usan, y me dijo que en otro tiempo no las conseguian tan fácilmente como al pre- sente, pero que las hacian de un fémur de jaguar, formando una punta de lanza, que empleaban para la caza con igual éxito que el que obtienen hoy con las puntas de fierro hechas en Corumbá. I“ste indio conservaba todavia una de aquellas lanzas, que hacía ya muchos años habia usado, que me cedió sin dificultad al- guna. Se compone de un palo de metro y medio de largo, en cuya extremidad está ajustada una punta de lanza de hueso. Il palo representa la mitad del asta, que se ha roto, pero la Tomo Vi, 20 a punta se halla en excelente estado de conservacion; esta punta posee dos filos cortantes que se unen en punta aguda, la que sin duda pudo prestar buen servicio para la caza. Al presentármela reconocí con gran satisfaccion el valor etnográfico de la pieza. ista punta posee un largo total de diez y ocho centímetros, y es la última punta de hueso que se conservaba entre los Guatós. Las puntas de las lanzas que actualmente usan, son de unos veinte á veinticinco centímetros de largo; teniendo, algunas, la hoja de seis centímetros y más de ancho, las que están ajustadas sobre astas de madera dura de tres metros de largo, astas que son muy gruesas, teniendo hasta cinco centímetros de diámetro. A pesar de este grosor sucede á veces que el tigre logra romperlas. Despues de mediodia volvió Chico con un yacaré adulto que habia logrado cazar. Se aproximó el anciano padre para exa- minar la presa; su cara se iluminó cuando vió que el yacaré estaba gordo y era muy grande, y toda la familia se reunió á su alrededor, comenzando á descuartizarla con gestos y de- mostraciones de contento. Las patas y la cola fueron reser- vadas para la comida; del vientre sacaron únicamente la gra- sa de la que habia unos seis kilos por lo menos. Lo demás lo abandonaron á los perros, los que hambrientos, se tragaban ávidamente la carne del yacaré, reservándose el mas fuerte el derecho de comer solo hasta saciar su apetito, Tampoco salió con el estómago vacio el «luyuyú» (Micteria americana), el que, como todos los jóvenes, se hallaba en frecuentes apuros por el hambre. Ióste pájaro es una amenaza contínua, queriendo de- vorar cada objeto que le parece comestible, y con su risa es- túpida persigue al que vé que lleva comida ó cosa «que se le parezca en las manos. Las mujeres, que empezaron á prepurar la comida, colocaron una olla de barro con agua, de dimensiones enormes, sobre un gran fuego y cuando hirvió el agua echaron pedazos de la carne del yacaré hasta colmarla. Mientras se cocia la comida se ocupa- ron en pelar bananas verdes y pisarlas en un mortero de madera. Cuando el manjar estuvo cocido, echaron en el caldo sal y eran cantidad de ají silvestre; luego sacaron la carne y la pu- sieron en un pote llano, agregando al caldo las bananas pisadas, que revolvian con una especie de espátula de madera, hecha á propósito, hasta que el líquido quedó espeso, tomando el aspecto de la harina mezclada con agua, á la que las bananas pisadas reemplazan. O) Todos los Gualós, grandes y chicos, se sentaron alrededor del pote, comiendo llenos de gozo, en el más profundo silencio. Cuando desapareció la carne de yacaré, atacaron la sopa, de la que se servian en valvas de moluscos. Despues de la comida el contento fué general y yo lo aproveché para hacerle preguntas al viejo Fernando sobre la guerra de los Guatós con los Coroados. Lo que me contó se puede resumir en lo siguiente: la guerra tuvo orígen, como casi siempre sucede entre los indios, en el asalto dado por los Coroados á una ó varias familias de los Guatós, matando á los hombres y tambien á veces á las mujeres, si es que no preferian llevarlas como prisioneras. Luego que los Gualós se apercibieron de la invasion, se reunieron, y despues de muchos combates consiguieron arrojar ul enemigo, el que á veces Jle- gaba en gran número, y entonces se libraban combates san- grientos; en otras ocasiones asaltaban tal ó cual familia, reli- 'ándose en seguida. Los Gualós trataron entonces de vengar á sus muertos, lo que consiguieron invadiendo á su vez la comarca de los Coroados, en donde se procuraron numerosos cautivos por medio de sorpresas y asaltos imprevistos á los enemigos que habian muerto personas de su tribu. Despues del buen éxito de la campaña, regresaron con los prisioneros, los que fueron condenados á muerte y ejecutados ada uno sobre los mismos lugares en que habia muerto un Guató, procurando así paz al alma del difunto. Pero como siempre quedaban algunos por vengar, la guerra naturalmente nunca cesaba, contribuyendo esto á la disminucion de los Guatós, que eran una tribu menos numerosa que la de los Coroados que se caracterizan por su crueldad notoria. Hace poco años, asaltaron los Coroados á un médico que se hallaba con su familia cerca de Cuyabá, y despues de haber muerto á los peones se apoderaron del médico y desu esposa, la que tenia una criatura de pecho; los ataron á un árbol y ejer- citaron su destreza tirando al blanco con sus flechas sobre ellos. La gente que Jlegó en su auxilio, llamados por un muchacho que logró escapar, encontró los cuerpos acribillados á flechazos, habiendo algunas flechas atravesado madre é hijo. Este hecho bárbaro se conserva aún latente en la memoria de los habi- tantes de Matto-Grosso, los que, sin numerosa escolta, no osan pisar las comarcas en donde habitan los Coroados; á éstos lla- man vulgarmente los Brasileros « bugres », aplicando esta de- nominacion tambien á otros indios salvajes, como los « Bolo- cudos », etc. Pero ya hace muchos decenios que no combaten estos in- dios, ni se hacen la guerra, siéndoles imposible á los Coroados llevar á cabo invasiones, pues el camino propicio para estas empresas, el rio San Lorenzo, está surcado por vapores, que seguramente impedirian tales excursiones de guerra. Los Gualtós, en número tan reducido como se hallan al presente, se dedican á ocupaciones pacíficas, como ser la construccion de canoas y á la pesca, sirviéndose de la caza de jaguares para conservar el temple guerrero de sus antepasados. Á mi pregunta de si tambien tuvieron guerra con sus vecinos de la costa del rio Paraguay, los indios «Bororós», me contestaron negativamente, lo que no era extraño, pues no tienen contacto con estos indios, habiendo siempre estado absorbida su atencion por los Coroados, que les daban bastante que hacer. Me causó interés el saber del indio que los Bororós tuvieron en tiempos pasados conflictos con los Guaicurús y con los Guanás, indios que habitaron mas abajo de los fortines Coimbra y Albuquer- que, sobre el lado derecho del rio Paraguay y que subian este rio, en canoas, para robar las mujeres de los Bororós, pero que generalmente salian mal cn sus empresas, matando ú veces los Bororós hasta el último invasor. Deseando conocer las ceremonias funerarias que observan los Guatós cuando muere algun miembro de la tríbu, supe que el entierro del difunto se efectúa sin mas ceremonia que la de lamentar su pérdida. 11 luto parece que corresponde solo á las mujeres, las que se dejan muy corto el cabello cuando el muerto era su compañero, no debiendo casarse otra vez; lo que me parece dudoso al pre- sente. Si muere un hijo, la madre se corta el pelo solo hasta la mitad del largo. Sobre sus bailes ceremoniales solo he deducido de sus escasas respuestas, que los celebran alrededor de la vivien- da, observando el orden de hilera en que toman parte, tanto hombres como mujeres, acompañándolo con una especie de canto. Me hallaba un dia descansando en la hamaca debajo del mosquitero, cuundo fuí sorprendido por un canto muy parli- cular, que consistia en tres exclamaciones seguidas y repetidas tres veces; escuché por entre mi mosquitero, oyendo llegar las voces desde la orilla del rio y luego ví al anciano Guató con uno de sus hijos, ambos parados y con la mirada fija en el rio. Antes que me explicase esta singular actitud, apareció una canoa con algunos indios que llegaban de visita. Ll canto era pues el saludo de los Guatós que empleaban cuando se reunian: he tenido oportunidad de oirlo por segunda vez en iguales cireunsltancias mientras estuve entre ellos. Luego que terminó 24) — la cancion, regresó el viejo Fernando á su sitio habitual, no tenien- do ya lugar otro saludo cuando las visitas estuvieron en tierra. Los visitantes traian un yacaré de regalo, el que fué inme- diatamente preparado para ser comido. lin ésta se repitieron los mismos procedimientos que en la comi- da anterior. Terminada que fué, se reunieron las mujeres en sitio apartado y comenzaron á revisar la cabellera de las visitantes, mientras que los hombres se comunicaban mutuamente sus novedades. In circunstancias análogas á la presente, siempre observé que el anciano cacique nunca dirigia la palabra ú nadie; perma- necia siempre sentado sin decie nada, y solo se levantaba de su asiento para acompañar á los demás á sentarse junto á la olla. lin un dia que se hallaba toda la familia ocupada en la pre- paracion de la comida, se produjo una fuerte lluvia; todos se refugiaron bajo el techo de la misma enramada en que tenfa mi hamaca, llevando consigo las vasijas en que se cocia la co- mida, menos el gran mortero con las bananas pisadas, de las que nadie recordó; pero cuando ya caia la lluvia á torrentes, el marido de la india hermosa se apercibió de la falta y con gesto iracundo mandó á su mujer que entrara el pesado mortero. La pobre india, media desnuda, temblando de miedo ante su dueño, no tardó en recojerlo. La noche la pasamos todos en la misma enramada, y pude entonces oir que la india se quejaba con suspiros reprimidos de dolores en la matriz, á consecuencia de que en su estado avanzado de embarazo, habia cargado el mortero. 1l marido parece que trataba de disimular estas manifestaciones de sufrimiento, pues cada vez que la mujer no podia sofocar algun suspiro, tosía éste para disimular la queja. Pregunté un dia al viejo Fernando por qué su hijo menor no se habia casado aún, siendo como era adulto, robusto y trabajador, pues él solo habia construido la enramada grande y ningun otro indio poseia una casa tan espaciosa. Me contestó que Chico había ya solicitado la mano de una muchacha, pero que cuando la pidió á sus padres, éstos se pusieron bravos, por cuyo motivo estaba aún sin mujer. A mi llegada á este puradero habia ya concluido mis pro- visiones, tanto las que Jlevaba para mi mantencion, como las que destiné para el cange por objetos de los Gualós; y á pesar de ósto, fuf bien tratado por esta familia, de la que no tuve queja alguna mientras estuve en su compañía. Mi comida consistió durante mas de dos semanas en espi- gas de maiz, asadas con la chala, y en bananas verdes, prepa- — 200 — radas á la manera de los indios; siendo este el único ulimento que tenia, pues éstos no poseian anzuelos para conseguir pescados. Cada mañana, al regresar las mujeres del pequeño maizal con su provision, me traian cada una de ellas dos espi- gas, depositándolas una tras otra, junto á mis piés; en esta manifestacion, la linda hija del cacique era siempre la primera. Una mañana oimos el movimiento de las ruedas de un vapor; era el «Cambará» que llegaba de regreso. Hice mis preparativos y me despedí de mis huéspedes. lístos indios, entre Jos que habia vivido dos semanas, me hicieron la despedida'mas cordial. Il anciano Guató me regaló unas flechas como un recuerdo de amistad; á Chico lo llevé conmigo al establecimiento para entre- garle algunos regalos para él y otros miembros de su familia. Cuando el vapor se puso en movimiento, continuaron mu- chos de los indios saludándome con las manos hasta llegar á una vuelta en que los perdi de vista. Al siguiente dia por la tarde llegamos á Descalvados, en donde me consideraban muerto en los pantanos. Todos los objetos etnográficos que recogí en esta excursion á los pantanos de Xarayes, se conservan en el Museo de La Plata. lFiguro aquí algunos de los más interesantes. EXPLICACION DE LAS LÁMINAS OBJETOS ETNOGRÁFICOS DE LOS INDIOS GUATÓS Lámina 1. — Vig. 1. Lanza con punta de hueso del fémur de jaguar. — Fig. 2. Remo hecho de loro (ár= bol). — Fig. 3-4, Flechas para la caza. — Fig. 5 8.—Flechas para la pesca.— Fig. 9. Arco de carandá (palmera). — Fig. 10. Faja para proteger la mano del choque de la cuerda. — Tig. 11. Mosquitero. — Fig. 12. Trapo para defenderse de los mosquitos. — Fig. 13. Bolsa guarda-útiles de hojas de palmera. -- Fig. 11. Sombrero de paja. — Fig. 15-16. Guitarras.— Fig. 17-18. Cucharas. — Fig. 19. Fibras de tacú (palmera).—Tig. 2), Resina de yatoba en forma de pan. — Fig. 21. Cántaro para agua. : Lámina 1. —TFig. 1. Tejido del trapo para matar mosquitos. (Tamaño natural). — Fig. 2. Tejido de la faja que protege la mano. (Tamaño natural).— Fig. 3. Tejido del mosquitero. (Tamaño na- tural). — Fig. 4. Fondo de la copa del sombrero. (Visto de fuera, tamaño natural). — Fig. 5. Entretejido del ala del sombrero. (Tamaño natural). — Fig. 6. Punta de flecha de hueso de yacaré para la pesca. (Tamaño natural). — Fig. 7-8. Puntas de flechas de reserva, vista del costado y vista de perfil. (Tamaño natural). — Fig. 9-10. Punta de lanza del hueso de jaguar, visto de frente y de costado, Lámina 111.—TFig. 1. Emplumadura del astil. (Medio tamaño natural), — Fig. 2. Punta de flecha de tacua- ra. (Medio tamaño natural). — Fig. 3. Ligadura de la punta con la segunda pieza, visto del costado, (Medio tamaño natural). — lig. 4. Vista de la punta con la segunda pieza, de frente. (Medio tamaño natural). — Vig. 6. Ivsercion de la segunda pieza en el astil, (Medio ta- maño natural). — liga 6. Trozo del arco con la envoltura de librillo. (Pamaño natural). LA COMUNICACIÓN DEL KIO AMAZONAS CONTELETARIO SD ENEA RIAS POR JULIO KOSLOWSK Y Naturalista viajero del Musco de La Plata La cuestion de la comunicacion del Rio Amazonas con el Rio Paraguay, hace tiempo que ha sido planteada por los naturalistas que con especialidad se dedicaron al estudio de la ictiología y la malacología sud-americanas, los que basaron sus suposiciones en el descubrimiento simultáneo de varias espe-” cies de pescados y moluscos en ambos rios, ó en sus afluentes. listos pescados pertenecen en su mayor parte á los silurideos y otras familias, sobre todo el Lepidosiren paradoxa que viviendo en los afluentes del Madera y Guaporé, puso 4 la órden del día cuestion tan interesante, cuando se descubrió en el Rio Para- guay este pez tan raro por su organizacion y escasez. Se suponia, en general, que la comunicacion entre los rios de las dos cuencas se efectuaba entre las nacientes del Jaurú, afluente derecho del Guaporé, pero puedo afirmar hoy que esa suposicion es errónea. ln esa region las aguas están divididas por una serranía, que alcanza hasta la ciudad de Matlo-Grosso, sobre el Guaporé y por cuya extremidad pasé, quedando silua- da ésta mucho más al Sur de las nacientes del Jaurú. La comunicacion entre las dos cuencas está situada mas al Sur. donde se efectúa por los rios lemporarios que corren por los llanos de Chiquitos, desembocando en las lagunas de La Gaiba y Oberaba formadas por el rio Paraguay y los afluentes del Guaporé, que nacen más al Sur de San Ignacio. Durante mi excursion entre el Brasil y Bolivia, crucé precisamente por la region bañada por las cabeceras de estos riachos, y como la casualidad me obligara á viajar durante la época de las lluvias, cuando estos terrenos se hallan inundados y buscan las aguas 252 su derrame natural en dichos arroyos, encontré en un punto las dos vertientes, en donde las aguas de los esteros corrian á ambos lados, al Sur y al Norte. lista region del divortéuwm aquarum amazónico-platense tiene mas ó menos una extension de veinte leguas, y termina á una distancia de otras veinte antes de llegar á San Ignacio. 1l paso de las aguas al rio Guaporé se halla entre las cs- tancias San Diego y La Señorita, y unas veinte leguas mas al Sur las aguas de estos terrenos corren por riachos hácia el Rio Paraguay; pero todas estas uguas desaparecen en tiempo seco, tanto que llega á veces el caso de que no hay la suficiente para calmar la sed. Como es natural, los viajeros elijen siem- pre la estacion seca para cruzar por esos territorios, por lo (que no pudieron suponer ni comprobar la existencia del he- cho interesante que motiva esta nota. ln cuanto á los peces de esas lagunas, diré que pude observar y admirar la atrevida emigración que llevan á cabo en ese período de las lluvias; ví peces en todos los charcos y huellas del camino. Aun cuando estas se hallaban sobro lerre- nos relativamente clevados y lejos de la vecindad de rios ó arroyos, ví siempre peces y observé 4 menudo la habilidad con que trepaban sobre esas huellas y charcos y las canaletas na- turales cuando se precipitaba en ellas el agua durante las llu- vias; tambien los hallé en terrenos inundados, donde el agua no alcanzaba á diez centímetros y donde con toda destreza se abrian camino por entre las pajas si se les perseguia y á veces cuundo solo se les aproximaba. Así, es indudable para mí, que el camino elegido por los peces para emigrar del sistema del Amazonas al del Plata y de éste á aquél, es el que descubrí en ese viaje, y puedo agre- gar que creo que ésta es la única comunicacion que existe entre las dos cuencas. Sobre este interesante punto dijo algo «La Prensa» de Buenos Aires, en Murzo del año próximo pasado, al dar cuenta de mi regreso de la excursion citada, pero he creido conveniente dar aquí algunos datos mas, en estos momen- tos en que se trabaja tanto sobre la ictiología argentina en los establecimientos científicos de :la República, para que puedan ser aprovechados al señalar la existencia de peces idénticos en los dos grandes rios sud-americanos. Museo de La Plata, Junio 10 de 1895. Rev. del Museo de La Plata, Koslowsky. — Gualós, — Lim, 1, MAS: OSA NRO, : ANACO A = 7 ON A RN ¡ro Revista del Museo de La Plata, Lámina 11. ostlowsky. — buatós, K ey) all, dni | Sky. — bualós, W Koslo La Plata. Revista del Museo de Ps TAE TIPA, SU” -Lám. 1. (uatós, Ñ Koslowsky, Rey. del Museo de La Plata TALLERES DEL MUSEO DE OLA PLATA AMPRINASUA BREVIROS TAL ame e ALCIDE MERCERAT AMPHINASUA BREVIROSTRIS tor ot Nor PAR ALCIDE MERCERAT Purmi les restes fossiles, conservés au Musée de La Plata, découverts par Mr. A. Methfessel dans la vallée de Andalgala (Prov. de Catamarca, République Argentine), el sur lesquels il a été publié une courte notice (1) en janvier 1891, se trouve une seule piéce qui se rapporte á Vordre des Carnívora. Ce cráne, bien que complétement dótruit dans dilférentes rógions, est cependant dans un assez bon état de conservation. 11 fail Pobjet une magnifique planche en lithographie, présentant ce cráne, en grandeur nalurelle, dans ses trois vues principales, Vun travail de Mr. Lydekker, publié dans le courant de février de cette année (2). L'étude beaucoup trop abrégée, de Mr. Ly- dekker, est loin de nous faire saisir la conformation analomi- «que des plus remarquables que présento ce cráne. Elle conduit en outre Pauleur, á admettre Pidentilication avec Cyonasua ar- gentina Amegh. des dépots lertiaires infra-pampéens du Paraná. proposée par Mr. F. Ameghino (3). Il west pas possible non plus de savoir sur quels fondements repose celte aflirmation, qui ne nous parait pas juste, comme nous allons le faire voir. Le cráne de Amphánasua brevirostris Mor. et Merc. offre un mé- lungo de caracióros dos plus intéressanis. Il upparbient á un avimal arrivé a Páge adulte, de taille un peu plus faible que Pouwrs de Bolivie, doué de liens de parenté assez rapprochés avec les genres actuels Procyon Storr, Nasua Storr, Bussaris Licbt., Cercoleptes 11., ete. de la famille des Procyonidae. lin méme temps, il nous accuse un mélange de caractóres quí font penser aux Ursiídae, aux Canidae et aux Mustelidac. (1) Moruxo er Mercerar, Espl. de la Prov. de Catamarca : Paleontolo- gia; Rev. Mus. La Plata, t. ], 1890-91; 80; pp. 222-236. (2) R. Lypekkekr, On tivo Argentine Extinet Carnivores: Pal. Arg. HI; An. Mus. La Plata, 1894; 40. (3) Rev. Arg. de Mist. Nat., £. 1, 1891; So; pp. 204-207. 256 — Dans sa vue de cóté, la parlie postéricure du cráne, jusqWíau niveau des apophyses post-orbitaires, abstraction faite d'un al longement assez prononcé de Paxe longitudinal, considéran! surtout le plan occipital, le développement de la créte occipital et de la créte sagittale, el leur disposition relative, rappelle le genre Felis Linn.; tandis que la partie antérieure est celle de Procyon, un peu pucco rele! Vu par sa face supérieure, trois points sont dignes d'étre relevés: 1” La forme de la capsule crá- nienne nous rappelle le genre Ursus; les enfoncements latéraux dans la région des pariétaux sont méme micux indiqués dans nótre cráne. 22 Télargissement du rostre au niveau des canines. 3" Le développement des arcades zygomatiques, qui sont á com- parer á ce que Pon observe dans le genre Cercoleptes. Lu base du cráne est malheureusement en grande partie détruite; les parties conservées, nous fournissent néanmoins de précieuses indications. La courbe suivant laquelle sont disposées les mo- laires, et la présence un diastéme qui sépare Pincisive externe des intermédiaires, ne sont pas des moins curicuses,. 1y aprés le syslómo de Hensel, la formule dentaire de ce cráne doit. s'écrire: ic pmié 222 mó. Les quatre incisives inter- médiaires ont la donan et lo développement relalif des dents correspondantes dans le genre Procyon. Les deux incisives exlernes, ¿en juger par pa qui sont bien conservées de chaque cóté, sont séparées des intermédialres par un léger diasteme. Ces dents sont bien développées et caniniformes. Illes différent cependant une maniére assez sensible des canines, en ce sens, que la légére compression qwelles subissent a lieu suivant le diamétre antéro-postéricur de la section transversale, el non suivant le diamétre transverse. Illes sont légérement caréndes sur la face latérale interne, almsi que sur la face latérale exlerne. In un mot, bien que leur caractére caninilorme soit franche- ment dae ces denle revótent une forme Intermedio entro les i24otiZdellesc*. Le diastóme qui sópare ¡i2dec+nedi- passe pas 5%, Il est de beaucoup supérieur á celui qui existe entre i 2 eL 12; mais relativement plus faible que le diastéme correspondant de Proeyon. Ce diasteme est supérieur á celui que Pon observe dans le genre Ursus, et Pintermaxillaive subil latéralement dans celle région un léger enfoncement, destinéa recevolr les canines de la máchotre inféricure. Les canines présentent une forme intermédiaire entre celle que Pon observe Pune part dans le genre /roeyon, el de Vuutre dans le genre Ursus. Lua couronne de ces dents est plus forte el relativement plus élevée que chez Pours. Gelle dent n'est pas plus — 291 — comprimée suivant le diamótre transverse; mais elle est par contre moins fortement arquée, tout en Pétant davantage que dans le genre Procyon. Mille est carénde au méme degré que chez Pours. La caréne, sur la face antérieure de la dent, se lrouvo rejelée un peu plus á Vextérieur. Les molaires, au nombre de six de chaque cóté, sont pour- vues de tubercules carénés, absolument au méme degré que dans le genre Ursus, ce qui constlitue une différence assez no- table entre les représentants actuels de la famille des Procyonidae, chez lesquels le type semi-sectorial des dents est notablement mieux occusé que dans Amphinasua. Les diastómes qui existent oniro cl el pm 2, entro pm 2 ol pm 2, entre pm Ot pm z sont les mémes que dans Procyon. lls sont relolivement un peu plus réduits. Les quatre derniéres molaires sont serrées les unes contre les autres. Pm + est une dent conique, trés-petite, uni-radiculée, légerement comprimée dans le sens transvet- sal el peu élevée. Pm 2 est une dent de méme forme que pm; muis beaucoup plus forte, presque aussi forte que pm A Celle erande disproportion entre pm 2 et pm + est un caraclóre aussi sur lequel nous voulons attirer Patention. Pm l est bi-radiculée. La racine antérieure de celte dent est plus faible que Ja racine postérieure. Ce caractére saffirme surtout dans Je diamctre transverse de ces racines, qui est de 3"", 4 pour Pantérieure, et de 4", 5 pour la postérieure. Celle différence se traduit sur la couronne de la dent, ce qui contribue á lui donner une formo sensiblement différente de la dent correspondante de Procyon. A la base de la couronne, on observe tout autour de la dent un bourrelet, qui est toutefois moins bien accentué que dans Procyon. Pm2 est bi-radiculée aussi. Celte dent est plus ou moins de méme forme que pm £; elle est égulement plus forte, et pré- sente tout autour de la couronne, á la base, un bourrelel ana- logue. A part son volume, elle différe en outre de pm 2, par la présence, sur la face poslérieure de la couronne, un petit tubercule accessoire, qui se développe en forme de métlacóne tres-faible. Les trois dernitres molaires ont chacune trois racines el sont assez remarquables par les caraclóres que présente la couronne de ces dents. Pm % est de section transversale en forme de U, dont les branches, assez inégales entre elles — la postéricure est plus longue que Pantérieure — sont ouvertes el dirigécs vers Pextérieur. On distingue sur celte denl une partie externe, beau- coup plus clevée que la partie interne La partie externe pré- sente trois tubercules coniques placés suivant le diamótre an- — 258 — léro-postéricur de la dent. Parmi ces trois tubercules, le médian est fort, el beaucoup plus élevé que les deux autres, qui sont faibles. De ces deux derniers, le postérieur est un peu plus fort que Pantérieur. Sur la partie interne de la dent, s'obser- vent deux tubercules coniques aussi, et assez faiblement déve- loppés. Ces tubercules sont placés suivant une ligne droite, dirigée obliquement de Pintéricur vers Pextérieur, et avant en arricre. está peime si le tubercule postéricur est indiqué. Comparée á la dent homologue des Procyonidae actuels, pm E par le développement relatif des éléments dont nous venons de parler, a une certaine tendance á affecter la forme d'une véri- table dent carnassiére. Bien qwía ce point de vue, Amphinasua paraisse s'éloigner considérablement des Procyonidae actuels, el se rapprocher des Canidae, ¡il west cependant pas possible de considérer celte dent comme une véritable carnassiére, la dif- férenciation n'étant pas poussée ussez loin. Les éléments internes de la dent ont cependant un développement relatif beaucoup plus faible que les externes. Celte différence se traduit dans toutes les dimensions, mais principalemeni dans la hauteur et dans le dia- métre antéro-postérieur. Ce qui contribue le plus á lui donner cet aspect de dent carnassiére, est principalement la différence de développement dans le sens vertical entre les éléments in- ternes el les éléments externes, el le fait que parmi les deux tubercules internes, le postérieur reste tout á fait rudimentaire, et apparait comme un ¿lément secondaire du tubercule anté- ricur. Tout autour de la couronne de pm 2, á la base, se trouve un bourrelet d'émail qui se distingue facilement, sauf sur le coté interne. Ce bourrelet, principalement du cóté externe, a une certaine lendance á se développer en forme de cingulum. M 2 est de section transversale aussi en forme de U comme pm 2, dont les branches sont également dirigócs vers Vexléricur; mais elles sont moins ouvertes. Contralrement á ce que Pon observe dans pm Es la branche antérieure Pemporle sur la branche postérieure. La surface musticatoire de cette dent pré- sente quatre tubercules, deux exlernes plus élevés que les deux internes. Les éléments externes de cette dent ont un dévelop- pement relatif beaucoup plus faible que dans pm €; tandis que le contraire a lieu pour les éléments internes. La différence de développement entre les éléments externes et les éléments in- lernes est cependant notablement plus accentuée que dans les Procyonidae actuels. Parmi les éléments internes, le posléricur se présente absolument comme dans pm 4; il a cependant un développement relatif plus accentué, et il est aussi un peu plus AN) élevé que le postérieur. La disproportion entre ecos deux dlé- ments nous parait cependant un peu plus faible que chez les Procyonidae actuels. Le bourrelet Vémail que Pon observe tout aulour de la couronne, á sa base, sur la face externe el sur- tout sur la face latérale interne, est mieux développé que sur pm. La description que nous venons de donner de m SA plique sur tous les points á m2, faisant observer toutefois, que sur cette dent, le tubercule posléro-interne est tout á fait rudi- mentaire. Cette dent est en outre, par ses dimensions, beaucoup plus réduite que m+. [lle est méme considérablement plus faible que pm, qui á son tour est de dimensions un peu plus róduites que m =. Ces rapports, entre les dimensions relalives des trois derniéres molaires, sont les mémes plus ou moins que ceux que Pon observe dans le genre Eyocyon:; tandis que chez Nasua, m2 est un peu plus faible que m3, mais par contre plus forte que pm. La face inférieure du cráne que nous avons á Pétude a sa partie postérieure passablement mutilóe. La bulle tympanique du cóté droit. est cependant intacte. Par son volume el par sa forme générale, comme aussi par Pensemble des foranina, Amplanasua peut étre considéré comme étant doué des rapports de parenté les plus étroits avec Procyon et Nasua de la famille des Procyonidace. La bulle tympanique tient á la fois de ces deux genres. La moitié postérieure nous présente exactement la forme qui ca- ractérise le genre Nasua, avec cetle róserve que la face poslé- rieure est de convexité un peu moins accentude. La moilié an- térieure tient par contre plutót de Procyon. Mille Wa de commun avec le genre Nasua que la position dé la gouttiére transversale, que Pon observe á la surface, dans la région antéro-externe de la bulle; et encore, cette goultiére, qui dans Procyon occupe presqu'une position médiane, ne se trouve pas tout á fail dans la partie antérieur de la bulle, comme c'est le cas dans Nasun, Le diamétre transverse de la bulle tympanique est relativement plus faible que dans Procyon el Nasua. Son axe principal nous parait également avoir eu une direction un peu moins oblique en dehors que dans Procyon. L'état de notre échantillon ne permet toutefois pas de sS'affirmer avec enticre sécurité, vu la dépression qu'il a souffert. Celle dépression s'est exercée sulvant un plan formant un angle de 30 á 40% avec le plan de symé- trie. Des effets de cette dépression se laissent observer sur toute la partie latérale droite du cráne. Des foramína, nous voulons donner les indications qui. nous sont possibles, vu Vétal de la piéce. Le trou alisphénoide fait — 260 — dófaul, comme dans tous les genres actuels de la famillo, d Vex- ception du genre asialique Llurus. Le foramen magnum a ¿lé déformé par la dépression latérale dont nous venons de parler. On ne découvre plus de trace du foramen occipital. Le trou lacérien postéricur, par rapport á la bulle tympanique, oceupe une position un peu différente que dans Procyon. Au lieu de déboucher sur la face latérale interne de la bulle, 11 débouche plutót sur sa face postérieure. L'orvifice de Vartére carotide est isolé comme dans Nasua et Procyor. Le trou stylo-maistoidien est bien creusé, el est relativement assez grand. Le foramen post-glénoide, par contre, est petit. La région de Porifice du méat auditif externe est comparable á ce que l'on observe dans Procyon. L'état de notre cráne ne nous permet pas de donner des indi- cations précises relatives au trou lacérien antéricur et au trou optique, qui nous paraissent cependant affecter la méme forme el la méme disposition que dans le genre Procyon. Le basioccipital et le basisphénoide sont en grande partie détruits. La limite entre ces deux os est difficile 4 indiquer; on ne découvre plus de traces de la sulure qui les relie. La voúte palatine ne nous offre pas de particularités dignes de mention, Le prémaxillaire, les maxillaires, les palatins el les ptérygoides .nous paraissent avoir eu le méme développement relatif que dans Proeyon. ll est impossible sur notre échantillon de décou- vrir des traces des sutures de ces Os. Les trous palatins anté- rieurs débouchent dans la cavité buccale, sur le palais, de la méme maniére que dans Procyon. ll en est de méme des trous palatins postérieurs, qui se trouvent cependant á un niveau un peu antérieur. ls atteignent le niveau du bord postérieur de pm. Papophyse paroecipitale a la móme développement relatif que dans Procyon. L'apophyse mastoide par contre est plus lorte, mais moins élevée. Les apophyses zygomatiques, aussi bien celle du squamosal que celle du maxillaire, mais princi- pulement cette derniére, sont plus élevées que dans la réglo chez les Procyonidae uctuels, ce qui contribue ú donner aux ar- cades zygomatiques le développement particulier, dont nous avons fait mention déja. Le maxillaire ou jugal a les mémes proportions relatives que dans Procyon. 11 est malheureusement détruit dans la région de Papophyse qui contribue á délimiter Porbite. L“orifice du canal lacrymal est assez grand. Le trou sous-orbitaire, tout en tenant comple de la tuille de Panimal, nous parait de diamétre relativement fort. 11 est percé de la méme manicre que dans Procyon; cest-á-dive que son axe csi dans la direction longitudinale, ou plutót paralléle au plan de — 201 — svmétrie, et la bride du maxillaire quí le détermine constitue une bande assez étroile. La fosse glénoide est profonde, el presque aussi bien creusée que dans le genre Felis; les apo- physes glénoides son! assez ¿levécs. Nous avons caractórisé ce cráne déja dans sa vue de coóté. Nous voulons nous arréler encore á la face postérieure ela la lace supérieure. Par Pinclinaison du plan occipital, Amplinasua est, nous Pavons vu, comparable au genre Felis. La cróle occi- pitale est bien développée; el ses deux branches, au lieu de se trouver dans deux plans différents, dont lVintersection a lieu suivant le plan de symétrie, el répond á un angle ajgu, commo est le cos dans Nasua, lombent presque dans un móme plan. Nous no dócouvrons plus de traces des subures de Pinterpa- riótal. Le supraoccipital présente une créte médiane assez ólevée. La créte sagittale ne nous parait pas avoir alleint une grande élévation. lille se bifurque au niveau de la fosse glénoide. Cha- cune de ces ramificalions est assez saillante, el vient se ter- miner aux apophyses post-orbitoires, qui paraissent relalivement fortes. La capsule cránienne est pincée, comme en général chez tous les carnivores. Ce pincement est produit par des enfonce- ments latéraux, qui ont une direction oblique plus prononcée encore que dans le genre Ursus, et ils sont aussi mieux indi- qués. Los frontal, dans la région comprise entre les apophyses post-orbitaires, est plan convexe. Il présente cependant une lé- ecre concavilé, quí précede Féchanerure dans loquelle sont recus les os nasaux. Ces derniers nous paraissent, par leur dévelop»- pement, concorder mieux avec ceux du genre Nasua, qwWavec ceux de Procyon. Postérieurement, 1ls se rétrécissent moins brusquement, et sontá comparer, á ce point de vue. á ce que Von observe dans le genre Ursus. La suture entre le prémaxil- laire et le maxillaire est complétement oblitérée; celle du ma- xillaire avec le frontal est par contre bien perceptible. Les pro- longements triangulaires du frontal, entre les nasaux et les maxillaires, semblent avoir été en contact avec les prémaxil- laires. La cavité nasale, dans sa partie antérieure principalement, est relativement un peu plus large que dans le genre Procyon. La description qui précede nous indique la présence d'un type ayant une conformation anatomique des plus remarquables. Malgré le mélange de caractéres qu'il nous offre, nous n'hésitons pas á considérer Amplinasua comme un membre de la famille des Procyontdae. . F Ce cráne provient de dépóls sédimentaires qui Wont pas encore été Pobjel de fouilles suivies. ls ont néanmoins déja Tomo V], 28 — 262 — fourni á la science des types intéressants. La collection la plus importante de restes fossiles de ces couches est celle du Musée de La Plata, dont différentes piéces déjáa se trouvent réprésen tées dans les planches qui accompagnent les travaux de Mr. R. Lydekker, publiés dans les annales de cet établissement (1). Cette faune, encore trés-imparfaitement connue, assigne á ces dépóts un áge intermédiaire entre les dépóts tertialres infra- pampécens du Paraná el coux plus récenis de Monte-Hermoso, pres Bahia Blanca. Les dépóts tertiaires infra-pampéens du Paraná ont fourni différents fragments, dont les uns assez complets, de maxil- laires inférieurs, qui ont recu les noms de Cyonasua argentina Amegh. (2), el Oligobunis argentinus Burm. (3). Mr. Ameghino a cru pouvoir rapporter tous ces restes, y compris le cráne qui est décrit dans ce travail, á un seul et méme animal Cyonosua argentina Amegh. (Rev. Ary. de Hist. Nat. t. 1, 1891; pp: 204-207- 261-262, fig. 76), quí aurait pour synonymes Amphinasua brevi- rostris Mor. et Merc. et Oligobunis argentinus Burm. (4). Nous nous sommes déjá occupé de cette identification (5), et nous avons démontré que, en présence des piéces connues, Oyonasua Amegh. el Amphynasua Mor. et Merc. constituent deux genres absolument différents, appartenant á la méme famille. Il nous paraitrait superflu de revenir sur cette question, si ce n'étaitl le fait que Mr. R. Lydekker admet, sans examen aucun, Pidentification proposée par Mr. Ameghino, qui n'avait pas été acceptée dans l'ouvrage du Prof. Dr. Zittel (Handb. d. Pal., Bd. IV, 1891-1893, pp. 644-645). L'interprétation donnée dans cet ouvrage aux restes attribuables á Oyonasua Amegh. est toutefois erronée. Aujourd'hui, que nous avons eu l'occasion d'examiner, au Musée national de Buenos Aires, différentes piéces de la col- lection de Mr. L. Lelong, nous devons ajouter que le fragment décrit par le Dr. Burmeister (loc. czt.), sous le nom de Oligodens (Oligobunis) argentinas, doit étre altribué á Amphinasua brevirostris (1) R. Lypekker. Cont. to a Enorledge of the fos. Vert. of Argentina. Part 1 « II; Pal. Arg. UK 11I; An. Mus. de La Plata 1893 € 1894; 40. (2) F. AMEGHINO. Bol. de la Acad. Nac. de Ciencias, t. VIII; 1885, p. 17. —Id. t. IX; 1886; p. 5.—1d. Mam. fós. argent., 1889; pp. 313 et 912; pl. XXI, fig. 2, 3; le LXXIX, fig. 18. — Id. Rev. Arg. de Hist. Nat., €. 1; 1881; 89; pp. 204-207, 261-262, fig. 76. (3) Burmuster. Año. del Mus. Nac., L. MI, e. 17 (Mayo 1891), pp. 377- 378, 400; pl. VII, fig. 2. (4) Le fragment que le Dr. Burmeister décrif sons le nom de Oligobunis argentinus est aussi désigné par cet auteur sous le nom générique Oligodens l. e. p. 400). (5) A. Mercrkat. Observations etc. Buenos Aires, 1891; 89 pp. Gets. — 203 — Mor. et Merc. qui a la priorité. Les maxillaires inférieurs figurés par Mr. Ameghino (Mam. fós. arg., pl. LXXIX, fig. 18 et Rev. Arg. de Hist. Nat., l. L, p. 205, fig. 76) appartiennent également á Amphinasua brevirostris Mor. el Merc. Par contre, Pon doil altribuer á Cyonasua argentina Amegh. les piétces suivantes: le maxillaire inférieur, dont un moule existe au Musce de la Plata, figuré par Mr. Ameghino (Mam. fós. argent., pl. XXI, fig. 2), qui est la piéce type du genre, ainsi que le maxillaire inférieur, incomplet el dépourvu de dents, décrit par le Dr. Burmeister (An. Mus. Nac., t. UL, pp. 376-377) sous le nom de Felis (?) pro- pampina. La preuve irréfutable du fait que parmi les maxillaires in- férieurs désignés successivement sous le nom de Cyonasua argen- tina et la cráne de Amplanasua brevirostris, que Von a cru pouvoir référer au méme animal, il s'agitde deux animaux génériquement différents, nous est fourpie par la simple comparaison d'un cráne de Procyon lotor, animal particulier a PAmérique du Nord, avec un cráne de Nasua rufa, le coati de PAmérique du Sud, que Pon rencontre dans le Nord de la République Argentine el au Paraguay. Pas ves! besoin d'un examen prolongé pour relever entre Pun et Pautre de ces cránes des différences fondamentales, parmi lesquelles nous ne noterons ici que les suivantes: celle qui a rapport á la longueur du rostre, celle qui nous est fournie par le volume relatif des trois dernitres molaires, el celle que présente le maxillaire inférieur dans la forme de la fosse mas- sétérienne et dans la direction de la branche montante. Nasua a le rostre allongé; tandis qu'il est tres-court dans Procyon. Parmi les trois derniéres molaires, dans Pun el Vautre de ces genres, c'est Pavant-derniére qui est la plus volumineuse. La derniére molaire (m 3 el m 23 de Nasua dépusse par son volume la pénulticme ou derniére prémolaire (pm et pm 2); tandis que dans le genre Procyon, la derniére prémolaive (pm 7 et pm 2) est plus forte que la derniére molaire (m 3 et m2). La branche montante du maxillaire inférieur forme avec le corps de cet os un angle plus fort dans le genre Nasua que dans le genre Pro- eyon. Colte différence se traduit sur la forme de la fosse mus- sétérienne qui West pas identique dans P'un et Pautre genre. Ces faits établis, que Pon examine la piéce tvpe de Cyonasua argentina, et le maxillaire inférieur que nous avons mentionné plus haut comme appartenant á la méme espéce. lis nous in- dique, tant par le volume des trois derniéres molaires, duquel on peut juger par les alvéoles de ces dents, que par la direc- O tion de la branche montante de ces maxillaires, el la forme de la fosse massélérienne, un type absolumen! identique, dans ces différents points de vue, au genre Nasua. Tandis que le cráne qui fait Pobject de cette étude, de méme que les autres maxil- llaires inférieurs mentionnés plus haut, si Pon considere le vo- lume relatif des trois derniéres molaires, la longueur du rostre, la direction de la branche montante du maxillaire inférieur, la forme de la fosse maussétérienne, comme aussi les caracicres les plus importants de notre cráne, rappellent le type Procyon. Il découle tout naturellement de ces observations que Oyonasua Amegh. el Amplhinasua Mor. et Merc. doivent étre considérés comme deux genres distincts de la famille des Procyonidae, entre lesquels il existe des différences de méme ordre «quíentre les genres acluels Nasua el Procyon. Une preuve plus immédiate de cette interprétation, nous est fournie par le rapprochement direct de la piéce type de Cyona- sua awjentina el du cráne de Amphinasua brevirostris. Par ce rapprochement, sans prendre méme en considération le volume relatif des trois derniéres molaires, on remarque facilement que le maxillaire inférieure appartient á un cráne de rostre allongé, el par conséquent á un type différent de 4Amphinasua. La comparaison des maxillaires inférieurs connus, que nous avons rappelés, prouve bien aussi que Von est en présence de deux genres différents. Les genres Cyonasua el Amphinasua, par leurs caractéres ana- tomiques, représentent parmi les Carnivora des types bien aussi intéressants que les Cynodictis des phosphorites du Quercy. Se référant au cráne de 4Amphinasua, Mr. R. Lydekker dit quíil fait suggérer Pidée, que les Procyonidae descendent de carnivores canidés, plus ou moins directement alliés au genre Cynodictis de Poligocéne d'Lurope. Buenos Aires, 20 mai 1895. FAUNAS LOCALES ARGENTINAS IENSIVA JOR TAO)S NS RECOGIDOS EN LOS ALREDEDORES DE LA PLATA (PROVINCIA DE BUENOS AIRES) DURANTE EL AÑO 1894 Y CONSERVADOS EN LAS COLECCIONES DEL MUSEO DE.LA PLATA POR EAU TS E Encargado de la Seccion Zoológica. Tomo Y, Ad TON e od po ANA) il e E A ei es dina > Io iragaral: o ¡ el "0 MIA “UU Bulli dd vs gp ilatina al Ñ a ¿dl VENTO LA al ld pala A! iy m 0 de pad TO ed , EN Ll AA pecera UN nm cad Br IN po N ¡Ue ii j . TO + VIA LLE e ¡Ae e LL cl ved J labo 4 JA pa m eÁ gio - 4 Y de eN 1 od le AN ME De | il > y ] ' | 0 , Y A Ur Ñ 517 E ADAN 1" dae pe ci y ts RAI A de e ! E ARA a 4 ape A : Lv Me NON AN 1 FWAUNAS LOCALES ARGENTINAS Lista de los Pescados recogidos en los alrededores de La Plata (PROVINCIA DE BUENOS AIRES) DURANTE EL AÑO 1894 Y CONSERVADOS EN LAS COLECCIONES DEL MUSEO DE LA PLATA roR F, LAHILLE Encargado de la Seccion Zoológica. Istando comprendida entro las obligaciones de los lóncar- gados de Seccion de este Museo, la divulgacion, en la forma más rápida posible, de los materiales que contienen las colec- ciones á su cargo, para su aprovechamiento por los estudio- sos y por el público en general, he principiado la confeccion de una série de listas provisorias que pueden servir desde ya al objeto indicado, mientras se termina la impresion de los catálogos ilustrados, actualmente en prensa. He elegido la presente para empezar la publicacion de esas listas, teniendo en cuenta que el conocimiento de las faunas ictiológicas locales interesa en estos momentos, en que se trata de reglamentar la pesca en las aguas argentinas. Le seguirán otras que comprendan los peces de la boca del Rio de la Plata, do Mar del Plata, de Balíu Blanca y costas patagónicas, que ya están adelantadas. Para no salir de los límiles de una enumeracion, dejo de lado, por ahora, la descripcion de variedades y de tipos, com- prendidos algunos nuevos de éstos, cuyo estudio será objeto de posteriores trabajos. — 208 — Bajo la designacion de «alrededores de La Plata» compren- do las pequeñas lagunas y las zanjas situadas dentro del perímetro del ejido de la Ciudad: arroyo del Gato, dique N' 41, y los dos canales, liste y Oeste. (Este último se encuentra completamente separado del dique y del canal Este.) Bajo el nombre de Puerto de La Plata, incluyo el Dock Central y el Canal de entrada. Al antiguo puerto de la Ensenada corres- ponde el Arroyo de Doña Flora. Y, en cuanto á los límites de Punta Lara y de la Isla Santiago, diré solo que son bastante claros para que sea necesario determinarlos aquí. Por su misma nafuraleza, un catálogo solo es un trabajo de determinacion y de compilacion, que difiere tanto de la zoo- logía, como la literatura difiere de la paleografía. En efecto, la ciencia tiene más interés en conocer el desarrollo de un ani- mal, su anatomía, su histología, sus costumbres, sus relacio- nes con los tipos vecinos, sus variaciones bajo la influencia de los medios, su historia natural, en una palabra, que averiguar las peripecias de la ortografía de un nombre ó los diversos epítetos que le han valido la ignorancia de los clasificadores. Antes de los congresos internacionales de zoología, la no- menclatura y la sinonimia de los séres organizados ofrecian incontestables dificultades; pero desgraciadamente, despues de ellos, con el pretexto de hacer desaparecer esas dificultades, las han duplicado, permitiendo, 4 cualquiera, modificar, por una razon ú otra, la mayor parte de los nombres, hasta los más conocidos y que habían sido adoptados por todo el mundo. Algunas personas sienten placer en inscribir su nombre al lado del nombre de un animal, y les perdonaríamos ese placer, inocente en apariencia, si no tuviéramos que soportar durante mucho tiempo aún, sus incómodas consecuencias, para la faci- lidad de los estudios actuales. 11 único remedio contra esta manía, consistiria en nombrar una comision internacional de especialistas y de etimologistas, que publicara á la brevedad posible el catálogo general y sinonímico de todas las especies, géneros, familias, etc., ete., con el nombre que debe ser acep- tado definitivamente. Como no doy á esta cuestion sino una importancia muy secundaria, en los catálogos que me propongo publicar me contentaré con señalar solamente las especies con los nombres — 200 — indicados en las obras de determinacion ó en los catálogos más recientes. Que los que tengan tiempo demás y gusto de his- toriadores, para los que generalmente la biblioteca constituye el único laboratorio, rectifiquen despues estas listas. Tampoco insistiré sobre la bibliografía, puesto que todos los interesados en cualquier rama de la zoologia, saben dónde encontrar no solo el título sino el análisis de las obras «que deseen consultar, sea en los Archivos de Wiegmann, en el Zoological Record, el Jahresbericht zu Neapel, Nature Novitates, elc., ete. Ls inútil copiar las listas de estas revistas, (que se encuentran en todas las manos, para hacer con ellas erudición barata. Al final de la lista de los pescados recogidos en los alrede- dores de La Plata, é incorparados á la seccion á mi cargo durante el año 1894, agregaré las de otras especies que no he podido encontrar aún en esta localidad ó en la parte corres- pondiente del rio; á los que las lean, me permito pedirles que si obtienen algunos de los pescados comprendidos en ellas, los destinen á enriquecer las colecciones del Museo, con lo que prestarán un señalado servicio ú este establecimiento. La Plata, Junio 5 de 1805. RAJIDAS RAJA Linné 1. Raja platana Gúnther.—Raya. Punta Lara — Mucho mas comun que el siguiente — Puerto viejo. SYMPTERYGIA Miller y lUenle 2. Sympterygia Bonapartei Miller y Henle.—Raya. Isla Santiago. SYMBRANCHIDAS SYMBRANCHUS Bloch 3. Symbranchus mamoratus Bloch. —Anguila. Comun en lodos los arroyos. A) SILURIDAS LUCIOPIMELODUS lI'igen. y ligen. 4. Luciopimelodus pati (Val.) LE. 1.—Pal. Puerto viejo — Bastante comun en veruno. 5. Luciopimelodus platsnus (Gth.) E. E,—Pati. Un ejemplar encontrado en el Rio Santiago. PSEUDOPIMELODUS Blecker 6. Pseudopimelodus zunigaro (Humboldt) E. E.—Manguruya. Isla Santiago. RHAMDIA Bleeker 7. Rhamdia sapo (Val) Il. .—Bayre sapo. Arroyo del Gato — Puerlo viejo. PIMELODUS lLucépide 8. Pimelodus albicans (Cuv. et Val) —Bagre blanco. Dique N* 1 — Puerto viejo — Isla Santiago. 9. Pimelodus clarias (Bloch) E. .— Bagre amarillo Y Bagre pintado. Il mas comun de los bagres. Se encuentra acá en todas partes. PSEUDOPLATYSTOMA Bleclker 10. Pseudoplatystoma coruscans (Agassiz) —Surubi. Punta Lara — Puerto viejo — Numerosas variedades. DORAS Lacépéde 11. Doras maculatus Valenciennes — Armado. Comun—Nunca he encontrado armados en el arroyo del Galo. OXYDORAS Kner 12. Oxydoras Knerii Blecker. — Armado. Muy comun — So encuentra con frecuencia en el puerto Mismo. AGENEJOSUS lLacépede 13. Ageneiosus Valencienmnesi llccker. — Mandubi. Isla Santiago — Poco comun. LORICARIIDAS LORICARIA lLinné 14. Loricaria (Parahemiodon IBlceker) anus Valenciennes. — Vieja. Dique N* 1—- Arroyo del Gato — Punta Lara. ol PLECOSTOMUS (ironow 15. P. Commersonii (Val) E. E. Syn: P. punelatus (Cuv. et Val).— Vieja. Canales — Arroyo del Galo. 16. P. plecostomus (L.) Il. E. (Syn: P. hicirrhosus Gron.)— Vieja. Isla Santiago. CALLICHTYIDAS CALLICHTYS linné 17. Callichtys callichtys (Lin) E. E. —Amarillito. Puerto viejo. CORYDORAS Lacópedo 18. Corydoras paleatus (Jenyns.) ll. E.—Amarillilo. Muy abundante en el Arroyo del Gato. CHARACINIDAS MACRODON Miller 19. Macrodon malabaricus (Bloch) — Tararira. E Arroyo del Gato — Arroyo de Doña Flora — Dock Central. CURIMATUS Cuvier 20. Curimatus Frederici (Bloch) E. . — Salmon. Puerto viejo — Punta Lara. PROCHILODUS Agassiz 21. Prochilodus platensis Holmberg — Sábalo. Arroyo del Gato — Isla Santiago — Puerto viejo. BRYCON Miiller et Troschel 22. Brycon rodopterus (Cuv. et Val.) E. Il. —Salmonete. Puerto viejo — muy comun. LEPORINUS 5pix 23. Leporinus.obtusidens Val. — Boga. Dock Central — Isla Santiago. TETRAGONOPTERUS Cnuvier 24. Tetragonopterus rufipes Val. — Mojarra. Punta Lara — Isla Santiago. 25. Tetragonopterus rutilus Jenyns — Mojarra. Mas comun que las otras especies — lín lodas partes. 26. Tetragonopterus Orbignyanus Cuv. et Val. — Mosarra. Puerto viejo. — 212 — PSEUDOCORYNOPOMA Perugia 27. Pseudocorynopoma Dorixw Perugia. Canal Liste — Arroyo del Gato. CYNODON Spix 28. Cynodon vulpinus Spix. — Dientudo 6 Chafalote. Isla Santiago — Punta Lara. SALMINUS Agassiz 29. Salminus brevidens Cuv.— Dorado. Dock Central — Isla Santiago — Puerto viejo. XIPHORAMPHUS Miller et Troschel 30. Xiphoramphus hepsetus (Cuv.) — Dientudo. Punta Lara — Isla Santiago. SCIA“NIDA LS MICROPOGON 31. Micropogon Furnieri (Desm.) Jord. — Corvina blanca. Puerto La Plata—Puerto Viejo. STERNOPYGIDA£ RHAMPHICHTYS Múller et Troschel 32. Rhamphichthys marmoratus Castelnau. — Morenila. Puerto viejo — Raro. CARAPUS (QUuvier. 33. Carapus fasciatus (Pullus) 1%. 1%. Puerto Viejo — Bastante comun. STERNOPYGUS Múller et Troschel 34. Sternopygus virescens (Val.) lt. . — Ratona. Puerto viejo — Isla Santiago. STOLEPHORIDAS STOLEPHORUS lLucépede 35. Stolephorus olidus (rúnther. — Sardina. Isla Santiago — Dique y canales — Nunca le he visto en Dock Central. CLUPISIDIS BREVOORTIA (ill 36. Brevoortia tyrannus (Latrobe) Goode — Lacha. Punta Lara — Dique N* 1. el 37. Clupea pectinata (Jen.) Giínther. — Sardina. Puerto viejo. — Un solo ejemplar. — Julio. CYPRINODONTIDAE CYNOLEBIAS Steindachner * 38. Cynolebias maculatus Steindachner. Canal Oeste y canteras. 39. Cynolebias Bellotti Steindachner. Arroyo de Doña Flora. JENYNSIA Gintber 40. Jenynsia lineata (Jenyns). TP. E. Arroyo del Gato. GIRARDINUS Poey 41. Girardinus decemmaculatus (Jenyns). 1. Tr. Muy comun en el Canal Oeste. MUGILIDA: MUGIL Jinnc 42. Mugil platanus Giúnther. — Lisa. Isla Santiago. Nunca lo he visto en olra parte. ATHERINIDAS CHIROSTOMA Swainson 43. Chirostoma bonariensis (Cuv. el Val) — Pejerey. Isla Santiago — Puerto viejo. 44, Chirostoma argentinensis (Cuv. et Val) — Pejerey. Punta Lara — Isla Santiago — Dique N* 1 y canales. CICHLIDAS ASTRONOTUS Swainson 45. Astronotus (Heros lHeckel) facetus Jenyns. —Castañeta. Dique N* 4 — Muy comun en el Arroyo del Gato. GEOPHAGUS Heckel 46. Geophagus brasiliensis (Juoy eb Gaimard. —Algnnas veces Chanchito. Puerto viejo — Comun. PLEURONECTIDA: ACHIRUS lacépede 47. Achirus jenyosii (Gúnther) E. E. — Lenguado. Muy comun — Isla Santiago y Puerto viejo. SYMPHURUS Rafinesque 48. Symphurus plaigusia (Bloch et Schneider) Jord. Goss. — Tapaculo. Isla Santiago. — Dos ejemplares. Tomo Vl. 30 Lista de los Peces que se encnentran en el Rio de la Plata “SEGUN EL CATÁLOGO DE PERUGIA Y QUE NO ESTÁN INDICADOS EN LAS ENUMERACIONES ANTERIORES PIMELODUS lacépede 1. Pimelodus argenteus Perugia. 2. Pimelodus Spegazzinii Perugia. TRACHYCORISTES Bleeker 3. Trachycorystes (Auchenipterus) ceratophysus (Kner) E, |. AGENEIOSUS lacépéde 4. Ageneiosus brevifilis Cuv. et Val. ERYTHRINUS (Gronow 5. Erythrinus unitoeniatus Spix. TETRAGONOPTERUS Cuvier 6. Tetragonopterus nigripinnis Perugia. CHEIRODON Girard 7. Cheirodon interruptus (Jenyns). CYNOLEBIAS Steindachner 8. Cynolebias porosus Steinaachnel. STOLEPHORUS lacépede o . Stolephorus (Engraulis Cuvier) poeyi Kncr. PERCOPHIS CUuviecr 10. Persophis brasiliensis Quoy eb Guinind. ACARA !lleckel 11. Acara vittata lleckel. CRENICICHLA lleckel 12. Crenicichla lacustris Castelnan. 9% Lista de los Peces que se encuentran en el Rio de la Plata SEGUN CARL Y ROSA EIGENMANN Y QUE NO ESTÁN INDICADOS EN LAS ENUMERACIONES ANTERIORES EXOMEGAS Gill Exomegas macrostomus (Burmocistor) Gi11.—Buenos Airos. POTAMOTRYGON Garman . Potamotrygon hystrix Miller et Henle. HEPTAPTERUS Bleeker Heptapterus mustelinus (Val) E. TF, PIMELODUS Lacépide . Pimelodus Valenciennis IKróyer. SORUBIM Spix . Sorubim lima (Bloch et Schneider). LORICARIA linné . Loricaria (Loricaria Lin.) vetula Val. BRYCON Múiiller et Troschel . Brycon orbignyanus (Cuv. et Val.) E. E. MYLETES Cuvier . Myletes duriventris Cuvier. CYNOLEBIAS Steindachner Cynolebias robustus Steindachner. PACHYURUS Aonssiz 10. Pachyurus bonariensis Steindachner. LISTA DE LOS PECES DE LAS COSTAS ARGENTINA Y URUGUAYA QUE SE ENCUENTRAN TAMBIEN EN EL RIO DE LA PLATA (Segun el Dr. CarLos BERG) Exomegas macrostomus (Burm.) Gill. Galeus canis (Mitch.) Jord. — (Cazon). Raja platana Gthr. — (Raya). Raja microps Gthr. — (Raya). Sympterygia Bonapartei. M. H. — (Raya). Myliobatis aquila (L.) Cuv. — (Chucho). Callorhynchus callorhynchus (1.) Berg. — (Gallo). Clupea pectinata (Jen.) Gthr. — (Lacha) — Embocadura. Brevoortia tyrannus (Latrobe) Goode —(Lacha). Stolephorus olidus (Gthr.) E. E. — (Anchoita 6 Sardina). Mugil platanus (Gthr. — (Lisa) — Embocadura,. A Stromateus maculatus C. V. — (Cagavino) — IEmbocadura. Diplodus argenteus (€. V.) Jord. —- (Sargo) — Embocadura. Pachypops furcraeus (Lucep.) Steind. — Imbocadura. Polyclemus brasiliensis (Steind.) Berg. — (Corválo) — Embocadura. Micropogon Furaieri (Desm.) Jord. — (Corvina) — Embocadura. Priacanthus bonariensis C. V. — IEmbocadura. FAUNAS LOCALES ARGENTINAS Je ENUMERACION SISTEMÁTICA DE LAS AVES DE CHILECIPO (PROVINCIA DE LA RIOJA — REPÚBLICA ARGENTINA ) COLECCIONADA DURANTE LOS MESES DE MARZO Á MAYO DE 1895 (Expedicion del Director del Musco) Fam. TURDIDA:S 1. — Turdus fuscater 1YOtb. ot Lafr. Iósta especie, de la que se han coleccionado nueve ejemplares, no es rara en las quintas del pueblo. líntre los traidos se hallan dos pichones que han alcanzado ya el tamaño de los adultos, pero cuyo plumage tiene aún el dibujo de los jóvenes, con- sistiendo en que sobre la cabeza, la garganta, y las tectrices del ala como las inferiores de la cola, tienen los puntos de los tallos amarillos. Il pecho está salpicado con manchas amarillas, que provienen de que cada pluma tiene una mancha transversal de color amarillo y borde negro. 1%l color del demás plumage es el de los adultos. 2. — Turdus leucomelas Vicill. liste ave es escasa en Chilecito, y rara vez se ve algun indi- viduo en las quintas; se han traido dos ejemplares. Fam. TIMELJIDA: 3.— Mimus patagonicus (Lafr.) Gray. Las calandrias son abundantes en el mes de Abril cuan lo llegan los frios; se han preparado diez ejemplares. Tomo VI. 31 OS paa Fam. TROGLODYTIDA: 4. — Troglodytes furvus (Gm.) Licht. Muy comun al rededor de las habitaciones; se prepararon lres ejemplares. Fam. HIRUNDINIDAS 5. — Progne chalybea (Gum.) Gray. Vive cerca de las habilaciones. Dos ejemplares. 6. — Atticora cyanoleuca Vieill. Abunda mucho en los lugares pantanosos y donde hay agua; cuatro ejemplares. Fam. TANAGRIDAS 7. Pyranga flava (Vicill.) Koslowsky. ¿ste pajarito, tan hermoso por su plumage. se halla en esta localidad, pero es allí como tambien en las demás donde se le ha observado, muy escaso. Se han podido preparar dos ma- chos, de los cuales uno ya tiene en su plumage de adulto un rosado profundo, mientras el otro tiene aun entremezclado ese color con amarillo en las plumas del abdomen. 8. Tanagra bonariensis (Gm.) Sel, Abunda esta especie en las quintas del pueblo, donde come frutas, causando así bastante daño. Lo llaman allí « pecho amarillo». Se han traido siete machos y solo una hembra. 9. Saltator aurantiirostris Vieill. Cuando vienen los frios, aparecen en gran cantidad en las quintas y cercanias del pueblo. Ocho ejemplares. Fam. FRINGIELLIDAS 10. Pheucticus aureiventris (IYOrb. ef Lafr.) Scl. Sumamente raro en esos lugares; se ha observado solo un ejemplar, sin haberlo podido cazar. 11. Guiraca cyanea (l.) Sel. Iiste bonito pájaro se halla á-veces:en las vinas de «aquel pueblo; se han preparado tres machos y cuatro hembras. O 12. Spermophila analis (INOrb.) Sharpe. Se halla en alrededor de las quintas y ú veces en lus puntas de cerros; se han traido tres machos y una hembra. 13. Chrysomitris magellanica (Vieill.) HMartl. No muy comun por ahí. 14, Zonotrichia capensis (P. L. S. Miller) Koslowsky. Abundante, como en otros lugares de la Repúblich. He resti- tuido el nombre específico más antiguo, segun el artículo XV, p. 59, del « Congrés international de Zologie de Moscou, » 1893. 15. Poospiza melanoleuca (Vicill.) Bp. Se hallan 4 veces en las quintos por ahf; se consiguieron lo) cuatro machos y dos hembrus. 16. Poospiza ornata (Lanlb.) Sel. et Salv. Muy escasos y donde hay pasto cerca de las quintas se vé ú veces algunos; dos ejemplares. 17. Saltatricuia multicolor Burm. Tambien muy escaso, rara vez se ven en las quintas; se han preparado un macho y una hembra. 48. Diuca minor Bp. ste pajarito que solamente se conoce de Patagonia, vive tambien en Chilecito, pero busca los lugares más esteriles y retirados de las poblaciones. Cuatro ejomplares. Fam. ICTERIDAL 19. Molothrus bonariensis (Gm.) Cab. Es muy comun; se han preparado tres machos y una hembra. 20. Molothrus badius (Vicill.) Cab. Tambien muy comun, prefiere los maizales sobre otras par- tes; preparados dos machos y una hembra. Fam. TYRANNIDAL 21. Taenioptera coronata (Vieill.) Hartl. No es raro; se han preparado tres machos y una hembra. 22. Taenioptera irupero (Vicill.) Hartl. Esta hermosa especie es bastante rara en las cercanías del — 280 — pueblo donde la llaman «almita»; se ha podido conseguir un solo macho de un blanco luciente. | 23. Taenioptera murina (D'Orb.) Sel, Se «encuentra en número muy reducido; se han solamente preparado dos machos. 24. Ochthoeca leucophrys (D'Orb. et Lafr.) Scl. et Salv. De este pajarito se han preparado dos ejemplares, 25, Sisopygis icterophrys (Vieill.) Cab. et Heine. Esta especie se halla en parajes arbolados y en las quintas, pero siempre en número muy reducido; se han Pre tres ejemplares de los cuales uno es jóven. 26. Cnipolegus anthracinus Heine. Algo mas abundante, tanto en las partes arboladas de los cerros, como en igual lugares de los llanos; se hian podido preparar ocho machos y seis hembras. 27. Machetornis rixosa (Vieill.) Burm. De esta especie se hu conseguido un solo ejemplar, sin ha- berse visto otro. 28. Stigmatura flavo-cinerea (Burn.) Sel. | Poco abundante y solamente se halla en paises retirados de las habitaciones; los tres ejemplares preparados son hembras. 29. Serpophaga subcristata (Vieill.) Cab. et Heine. Esta especie, que llaman los habitantes de la region «piojito», se halla tambien en Chilecito; se ha traido solo un ejemplar. 30. Anaeretes parulus (Kittl.) Cab. et Heine. Poco abundante viéndosele solo en las quintas por en- tre los arbustos cerca del suelo; se han preparado un macho y una hembra. : 31. Pitangus bolivianus (Lafr.) Berl. et Iher. Bastante escaso; aliado al «bien-te-veo»; se han traido dos machos y una hembra. 32. Hirundinea bellicosa (Vieill.) D'Orb. De este pajarito raro, se han podido cazar y preparar dos. machos y una hembra; busca los cerros, donde se le ve sobre piedras aisladas. OS 33. Empidonomus aurantio-atro-cristatus (IYOrb. et Lufr.) Sel. et Huds. ls raro allí, y se le ve solo en lugares bajos. De los ejem- plares preparados tres son machos y uno de ellos todavia pichon, cuyo plumaje es el siguiente: encima negrusco; la corta cresta del vértice, negra, algunas plumas en el medio con borde fer- ruginoso; la cinta ancha que empieza sobre la frente y pasa por sobre los ojos hasta la region occipital, sin unirse en esta, es de un color blanco amarillento sucio; la parte de la frente entremezclada con negro; las tectrices del ala negruscas con borde blanco, en las puntas mas anchas que en los cos- tados; las remeras primarias negruscas con borde exterior fer- ruginoso; el borde interior blanco cerca de la base; las reme- ras secundarias con borde exterior mas ancho y de un blanco amarillento. Cola negra con bordes ferruginosos. Debajo, igual al adulto. Este pajarito se acerca tambien mucho á la descrip- cion del Empidonomus varius; pero como el tamaño es igual á los dos de plumaje adulto, hay que considerarlo como el ¡jóven de la especie de los dos adultos. 34. Tyrannus melancholicus Vieill. Se halla en número suficiente en los alrededores del pueblo. Tres ejemplares. Fam. PHYTOTOMIDA: 35. Phytotoma rutila Vieill. Como en toda la República, se encuentra en Chilecito solo una especie de esta familiv, que se compone de un solo género; se han preparado cuatro machos y una hembra. Fam. DENDROCOLAPTIDA 36. Upucerthia dumetoria Geoffr. et D'Orb. ¿sta especie llega á Chilecito á fines de Abril, instalándose cerca de las habitaciones, en los terrenos arenosos; se han preparado cuatro machos y dos hembros. 37. Upucerthia luscin'a (Burm.) Sel. eb Sal y. liste ave busca siempre los sitios mas solitarios de los cerros y lugares pedregosos; se han podido preparar cualro machos y dos hembras. — MY) 38. Leptasthenura aegithaloides (I“ittl.) Icichb. No abunda mucho, pero tampoco no falta en las partes cubiertas de arbustos y árboles; se han preparado cuatro ejemplares. 39. Siptornis pañlida (Max.) Scl. Unicamente se halla en los cerros, pero en poca cantidad; se ha preparado uno. 40. Siptornis orbignii (Iicichh.) Sel. Habita los cerros, tanto los arbolados como los que carecen de vegetacion; preparados tres machos y dos hembras. 41. Homorus lophotes Ieichb. Comun en los alrededores de Chilecito, como tambien en las quintas del pueblo; preparados tres machos y dos hembras. 42. Homorus gutturalis (Orb. et Lafr.) Scl. et Huds. No es abundante; elige lugares estériles y secos en los lla- nos, de esta especie se han preparado cuatro ejemplares. Fam. PTEROPTOCHIDA: 43. Rhinocrypta lanceolata (Geoff. et D'Orb.) Gray. Busca siempre los lugares donde halla matorrales poco pe- netrables de arbustos; anda cerca del suelo. Un ejemplar. Pam. TROCHILIDAS 44. Chlorostilbon splendidus (Vieill.) Elliot. Este picallor no es abundante en las cercanias del pueblo; solo se le ve á veces en las quintas. Se han preparado cinco ejemplares. 45. Sappho sparganura (Shaw.) Reichb. De este hermoso picaflor se han traido cincuenta y cuatro ejemplares, en todos los estados de plumaje, y de pichones machos y hembras, lo que indica que esta especie es comun en ese paraje. 46. Leucippus chionogaster (Tsch.) Reichb. lista especie no es rara en los alrededores de la localidad, Se han preparado cuatro, EE 08 47. Oreotrochilus leucopleurus (ronld. Esta especie es muy escasa en los alrededores de Chilecito, pero se halla en abundancia en los cerros del Famatina. ,Se prepararon tres ejemplares de la primera localidad y diez de la segunda. 48. Patagona gigas (Vieill.) Bp. lis muy escaso allí este picallor gigante. Se ha preparado solo uno. Fam. CYPSIELIDA: 49. Micropus aandícola Lafr. et D'Orb. Esta golondrina no es rara, pero muy difícil para el tiro, pues vive sola en las rocas mas escarpadas y vuela en altura considerable con rápidos movimientos. Se ha traido un ejem- plar. o 50. Chaetura Zonaris (Shaw.) Scl. Esta golondrina tiene las mismas costumbres de la ante- rior; tambien vuela durante la noche, gritando de tiempo en e mposiaride pl Fam. PICIDAS 51. Crysoptilus melanocblorus (Gm.) Hartl. Iiste carpintero se halla en Chilecito en abundancia, como en toda la República, tanto en los cerros arbolados como en los bosques de los llanos. Se han preparado tres machos y dos hembras. 52. Melanerpes cactorum (Lafr. et D'Orb.) Hargitt. Muy comun en las quintas y parajes con vegetacion arbórea, Se han preparado dos machos y una hembra. 53. Dendrocopus lignarius (Mol.) Hargitt. De esta especie se ha visto y cazado solo un ejemplar en una quinta; es una hembra. — 284 — Fam. CUCULIDAS 54. Guira guira (Gm.) Schelley. “ste pájaro, que llaman vulgarmente «Urraca», es bastante comun en esta localidad. Se ha preparado un ejemplar. 55. Coceyzus melanocryphus Vicill. De esta especie hay muy pocos ejemplares en las cercanias del pueblo. Se han preparado tres hembras. 56. Coccyzus cinereus Vieill. Esta especie parecida á la anterior, es muy rara en Chilecito Se ha conseguido un ejemplar que es una hembra. Fam: PSITTACIDAZ 57. Balborhynchus aymara (D'Orb.) Souancé. La cotorrita de la sierra «se halla en número bastante con- siderable en los cerros arbolados de los alrededores del pueblo. Se han preparado dos machos y dos hembras. 58. Cyanolyseus patagonus (Vieill.) Salvadori. ll loro barranquero tambien se halla allí en gran cantidad como en los demás lugares donde vive. Los ejemplares son muy grandes y alcanzan las medidas del loro barranquero de Chile Oyanolyseus cyanolyseus (Mol.) Koslowsky. No puedo toda- vía afirmar si es el mismo loro ó el comun de este país. Se han preparado cuatro. : Fam. STRIGIDAS 1 59. Speotyto cunicularia (Mol.) Sharpe. Esta lechuza es bastante comun. Se.han obtenido dos. hem- bras. Fam. FALCONIDA: 60. Tinnunculus cinnamominus (Swuins.) Gray. ¿sta especie de alcon abunda en los alrededores de las pobla- ciones; se nutre de langostas y lagartijas, persiguiendo rara vez pajaritos. Se han preparado ocho hembras y un macho. — 285 — 61. Spiziapteryx circumcinctus Kaup. Se le ve á esta especie en las puntas de los árboles más altos observando su alrededor; evita los cerros. Se han prepa- rado un macho y una hembra. 62. Falco fusco-caerulescens Vieill. Tampoco falta este alcon en las cercanias del pueblo. Se ha preparado una hembra. 63. Buteo albicaudatus Vieill. liste alcon grande observa sus alrededores, generalmente desde Jas rocas máús allas y sin vegetacion. Su presa consiste allí en conejos y ratones; es bastante escaso. Se han preparado un macho y una hembra. 64. Buteo erythronotus (King) Darw. Esta hermosa especie de alcon se ve de tiempo en tiempo circular en el aire, distinguiéndose fácilmente por su pecho blanco y la faja negra en la punta de la cola. Se han preparado dos ejemplares machos. 65. Geranoagtus melanoleucus (Vieill.) Strick!. Se ve áú veces girar á esta águila en el nire. Se ha prepa- rado un macho. 66. Polyborus tharus (Mol.) Strickl. El carancho es algo escaso en Chilecito, pero no deja de mostrarse de tiempo en tiempo cerca de las casas; se ha pre- parado un ejemplar que es muy oscuro y de un solo cólor por encima. 67. Milvago chimango (Vieill.) Darw. Tambien el chimango frecuenta estos lugares, pero siempre en reducido número. Fam. CATHARTIDA: 68. Cathartes aura (L.) Jllig. De esta especie y de la siguiente hay gran cantidad allí, se tiene siempre en los cerros más altos, desde donde bajan para devorar animales muertos en los llanos. Se han preparado cuatro ejemplares. Tomo VI, h 82 A 69. Cathartes atratus ( Bartram) Sw. et Rich. Es algo menos abundante que la especie precedente. Se ha traido un ejemplar. 70. Sarcorhamphus gryphus (L.) Steph. Se les ve volar á veces en número considerable, circulando hasta ochenta individuos sobre el lugar donde han descubierto alguna mula muerta; se ha preparado un solo ejemplar. Fam. ANATIDAZ 74. Dafila spinicauda (Vicill.) Bp. ¿ste pato ha sido el único de su familia, que se ha ob- servado durante el viaje del señor Director del Museo, pero hay que suponer que otras especies frecuentan tambien los sitios donde se halla algun charco, aun cuando no se encuen- tren en todas las estaciones. Se ha preparado solo un ejemplar. Fam. COLUMDIDAS 712. Columba maculosa Temm. Abunda en las cercanias del pueblo, como en todas partes donde se hallan árboles y arbustos, la paloma grande con co- bijas manchadas. Se han preparado dos hembras. 73. Zenaida auriculata (Des Muvs) Bp. La paloma tlorcaz se halla en abundancia en todos los luga- res de los alrededores del pueblo. Se han preparado tres ma- chos y una hembra. 74. Columbula picui (Temm.) Bp. La torcacita Ó el «picuí» se ha cazado tambien en Chile- cito, donde no es escasa; se ha preparado un macho. 715. Gymnopelia erythrothorax (Meyen) Sel. et Salv. Esta palomita se ha encontrado por primera vez en territorio argentino y fueron cazadas dos entre La Rioja y Chilecito en el camino. Hasta ahora se conocia esta única especie del gé- nero del Perú y Bolivia, donde es tambien rara. 76. Metriopelia melanoptera (Mol.) Bp. De esta paloma que vive cerca de las cordilleras, se han preparado dos ejemplares, cazados en los alrededores del pueblo. 77. Metriopelía aymara (1'Orb.) Bp. ¿sta especie, que vive en mas abundancia en las cordilleras al Norte y Oeste de Chilecito, se ha señalado tambien en esta localidad. Se han preparado tres ejemplares. Fam. TINAMIDAS 78. Colodromas eilegans (D'Orb. et Geoff.) Scl. et Salv. La martineta copetona existe tambien en estos lugares, donde se ha cazado y preparado un ejemplar. 79. Nothoprocta cinerascens (Burm.) Cab. lista especie de perdiz que llaman en Chilecito «Martineta », se halla tambien en Jas cercanías del pueblo, donde se ha cazado y preparado dos ejemplares; hasta ahora se la conocía en Cór- doba y Tucuman. 11 total de pieles de aves preparadas en Chilecito y recibidas en el Museo por el que suscribe para ser catalogadas, es de trescientas seis. Junio 10 de 1895. JuLro KosLowsky Naturalista viajero del Museo de La Plata. | Hurd Ti MEN ¡A AA " A, Ala mm EN nor 07 ye Ñ ¡AN E NN paa «Y / yl ON j : my Jia vu Aid Ad Y «leia úN rr A 153; vid ¿Sul Goielee o: | o : pS PL n Arda ANS hat NS! YAA o E OA 4] Ñ Sd de ÓN NS j EE Fra MEN e) | Ñ 0 | AN] Í ) Me pl e mi Eo JN TU la AAA AAN 0 o Atl VOI e IN pos Y val) A ma é : 41 ' TS IS 0 A MN ¡ ( mm Y a j 1 ' Ñ AVES RECOGIDAS EN LA PROVINCIA DE CATAMARCA (REPÚBLICA ARGENTINA) DURANTE LOS MESES DE MARZO Y ABRIL DE 1895 (Expedicion del Director del Museo) Fam. TURDIDAS 1. Turdus fuscater D'Orb. et Lafr. En valles donde hay agua y árboles, no es muy escasa; bres ejemplares. Fam. TIMELUDAS 2. Mimus triurus (Vieill.) Hartl. En los llanos, al pié de las montañas, escaso; dos ejem- plares. Fam. MNIOTILTIDAS 3. Setophaga bruneiceps D'Orb. et Lafr. De este pajarito de movimientos ágiles, se consiguió solo un ejemplar. Fam. HIRUNDINIDA:S 4. Tachycineta leucorrhoa (Vieill.) Sharpe. Se halla con frecuencia en toda la provincia, con excepcion de las serranías altas; un ejemplar. 5. Atticora cyanoleuca (Vieill.) Cab. Tambien muy comun; dos ejemplares. 0) Fam. TANAGRIDAS 6. Tanagra bonariensis (Gm.) Sel. Se halla á menudo en toda la provincia; tres ejemplares. 7. Piranga flava (Vieill.) Koslowsky. Escaso en todas partes y se halla solamente en los cerros bajos con vegetacion; un ejemplar. Fam. FRINGILLIDAS 8. Pheucticus aureiventris (D'Orb. et Lafr.) Sel. Is bastante raro; solo se ha visto un ejemplar que fué cazado. 9. Guiraca cyanea (L.) Sel. Se halla con bastante frecuencia en todos los lugares, pero siempre en corto número; dos ejemplares. 10. Phrygilus gayi (yd. et Gerv.) Bp. Iiste pajarito, que habita á los dos lados de los Andes, se halla con frecuencia en los lugares montañosos de la pro- vincia. 11. Saltatricula multicolor Burn. ste pajarito fué hallado rara vez en el viaje y se consiguió solo un ejemplar. 12. Chrysomitris atrata (D'Orb. et Lafr.) Bp. De esta especie que es bastante rara, se ha conseguido tres ejemplares. Fam. TYRANNIDAS 13. Taenioptera coronata (Vieill.) llartl. Bastante comun; un ejemplar. 14. Taenioptera murina (I'Orb. et Lafr.) Sel. De esta especie se han coleccionado dos ejemplares. 15. Anaeretes parulus (IKittl.) Cab. et Meine. Se han preparado dos indivíduos de este pequeño pajarito. 16. Myiarchus tyrannulus (Múll.) White. Muy escaso; solo se ha conseguido un ejemplar. — 291 — 17. Empidonomus aurantio-atro-cristatus (D'Orb. et Lafr.) Sel. et Huds. No es abundante; un ejemplar. Fam. ICTLRIDAS 18. Trupialis militaris (L.) Bp. El pecho colorado estiende sus paraderos hasta esta pro- vincia, siendo un habitante de la Patagonia y demuestra como tambien otras aves cazadas en Catamarca y que viven donde las condiciones de clima son iguales. Agregaré que las tec- trices inferiores del úla son blancas, para que no se crea que esla ave se ha confundido con cl Zrupialis defilippi?, cuyas plu- mas son negras en igual lugar. Se ha observado por primera vez esta especie al norte. Un ejemplar macho preparado. Fam. DENDROCOLAPTID AS 19. Geositta isabellina (Ph. et Landb.) Scl. Este pájaro se observa la primera vez en la República; se ha preparado un ejemplar. 20. Synallaxis Whitei Scl. Muy escaso; un solo ejemplar se ha coleccionado. 21. Homorus lophotes, Iteichenb. líón los lugares bajos y con vegetacion; un ejemplar. Fam. TROCHILIDAS 22. Sappho sparganura (Lesson.) Reichb. Bastante comun; seis ejemplares. Fam. PICIDA 23. Colaptes agricola (Malh.) Sel. Comun en los campos, dos ejemplares. Fam. FALCONIDA 24. Polyborus tharus (Mol.) Strick!. El carancho que se trajo de esta provincia, tiene un color muy oscuro sobre la cabeza y espalda, igual al traido de Chi- lecito. — 292 — Fam. ARDEIDAS 25. Nycticorax obscurus, 13). Este soco fué observado en las sierras más pobres de agua, donde paseaba sobre las rocas; se habria extraviado probable- mente un ejemplar. Fam. PHOLNICOPTERIDAS 26. Phoenicoparrus andinus (Philippi) Bp. Iiste flamenco, que posee solamente tres dedos, no puede continuar en el género Phenicopterus, género que fué creado para los flamencos del viejo mundo, y sobre todo para los que poseen cuatro dedos. ll otro flamenco de los Andes, el Ph. ja- mest, pongo tambien en este género creado ¡justamente por Bonaparte, pues si bien este ornitólogo se basó solamente en las diferencias del pico, aceptó el mismo género para los que poseen únicamente tres dedos. Del Ph. andinus fueron traidas cuatro pieles y tres esquelelos. Fam. ANATIDAS 27. Bernicla melanoptera (Eyton.) ¿stas abutardas se hallan en número bastante considerable en las pequeñas lagunas y manantiales de las cordilleras allas de la provincia; se han coleccionado cuatro ejemplares. Fam. THINOCORIDAZ 28. Thinocorus orbignyanus Geoftr. et Less. Del «finocoro» se han coleccionado seis ejemplares en todos los estados de plumaje. 29. Attagis Latreillii Less. De esta «perdiz de la cordillera» se han traido seis ejem- plares que no se distinguen en nada de los que posee el Musco, de Santa Cruz (Patagonia). lista ave se halla en toda la cordi- llera, desde Tierra del l'uego hasta Bolivia, y no me cabe duda que el 4. chimboraxensis es la misma ave ó una variedad de ésta. Junio 3 de 1895. JuLro KosLowskKY. Naturalista viajero del Museo de La Plata. CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO VOLUTAS ARGENTINAS I MOREOEOGIA ERE NA 0 ca A 0% ll 0 NON > AN A dl A ñ IN 0 : cn do Ap ropas 1 O SA pi al Aron ne Ñ s E A Aoi Y) MA: in No Vibe e: ms ¿NU lea EA CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS VOLUTAS ARGENTINAS von F. LAHILLE Encargado de la Seccion Zoológica del Musco MORFOLOGIA EXTERNA INTRODUCCION llas Volutas son, sin contradiccion, los gasterópodos más comunes de las costas de la Provincia de Buenos Aires. Ciertos dias en verano, las playas de Mar del Plata, Mar Chiquita y Mar del Sur están literalmente cubiertas de huevos de las Voluta Colocynthis. Cuando la mar está borrascosa y el viento sopla de largo, esos animales son arrastrados por las olas y esparcidos por centenares sobre las arenas. Por causa de la disposicion de los fondos sub-marinos, de la direccion de las corrientes, y gracias, sobre todo, ú la uusencia de bancos de tosca Ó de altos bancos de arena, que separan las aguas li- torales de las aguas costeras, es precisamente en el Cabo San Antonio, donde se encuentran reunidas todas las especies de Volutas que solo se observan aisladamente sobre otros puntos de las costas de la Provincia. Su abundancia en ese punto — 206 — es mucho más notable que en cualquiera otra parte, y lo que digo aquí de esos animales podría tambien aplicarse á los peces, como los antiguos administradores de las pesquerías del Tuyú lo saben perfectamente. Impresionado desde los primeros dias de las variedades morfológicas tan considerables que presentan las Volutas, he querido verificar si los cambios de aspecto exterior, correspondian ó no á diferencias de organizacion, y si las diversas especies señaladas por los autores tenian todas un valor real. Gracias al material reunido en mis expediciones; gracias tambien á las nu- merosas muestras que contenian ya las colecciones del Museo, he podido extender mis observaciones á millares de ejemplares. Me ha sido posible establecer en las mismas localidades, séries completas, y evitar, así, los errores que pueden resultar del estudio de formas jóvenes, consideradas como adultas, y tambien de las variaciones individuales y accidentales, consi- deradas como normales y regulares. He podido constatar igualmente una vez más que á medida que el número de representantes de una familia aumenta, tambien esas formas, hasta entonces bien definidas, se acercan las unas á las otras y las primeras especies descriptas se unen y se desvanecen entre ellas como los colores de un espectro. Dividiré en tres partes el estudio de las Volutas de las costas argentinas. lin la primera (MORFOLOGÍA EXTERNA) examinaré las formas exteriores de esos animales, ú fin de caracterizar los diversos grupos que pueden establecerse é indicar sus afinidades recí- procas. “n la segunda parte (MORFOLOGÍA INTERNA, ANATOMÍA) de- mostraré cómo, y en qué límites, la organizacion interna con- firma los resultados obtenidos por el exámen de los caractéres exteriores. lin fin, en la tercera parte (FistoLOGÍA y GEOGRAFÍA) trataré de señalar los factores principales de las modificaciones observadas. Despues de lo que dejo dicho, ereo inútil hacer notar que los nombres que me veró obligado 4 dar á séries morfológicas constantes y delerminadas, no corresponden, sin embargo, en mi espíritu á ningun carácter verdaderamente específico. Puedo repetir lo que De Rochebrune y Mabille dicen en su introducción al estudio de los moluscos del Cabo de Hornos: «Quel que soit le point de vue auquel on se place duns Pay». préciation des formes que nous décrivons, qw'elles soient consi- derées par les uns comme especes représentatives, OU par les autres == 207 == comme races locales, elles apportent une preuve nouvelle aux multiples preuves que nous ne cessons d'invoquer en faveur de la variabilité. Elle proclament la puissance de Vinfluence modificatrice des milieux, Pinfluence indéniable devant laquelle Pespece, ce prototype de la fixité doit disparaitre pour faire place á la forme, sorte de prolée dont la fécondité s'exerce, inallérable, depuis Porigine des mondes. » In la lámina Tse han fotografiado algunos de los tipos extremos de cada una de las principales séries de Volutas con- servadas en el Musco á fin de mostrar con claridad las dife- rencias que presenten. En la lámina Il he intercalado las formas de pasage con el fin de mostrar, al contrario, de qué manera los tipos precedentes se unen entre ellos. Si en este trabajo se dá la preferencia á la fotolipía sobre el grabado, es por que se debe sacrificar la belleza de la ejecucion á la fidelidad más absoluta. Lamento que el gran número de ejemplares que he tenido que representar me obliguen á adoptar una escala tan pequeña que muchos detalles interesantes se encuentran empequeñecidos. Todas las figuras (salvo las de la lámina 1V) están redu- cidas á la cuarta parte del tamaño lineal ó sean á la 16% parle de su superficie. Creo deber hacer una última reflexion que tiene tambien su valor. ln los estudios de morfología que he emprendido, me he esmerado no representar jamás más que ejemplares bien enteros, porque es difícil imaginar, cuanto, en las Volutas principalmente, la pérdida de una parte muy pequeña del borde libre, puede modificar todo el aspecto general de la pieza ob- servada. He tenido tambien el cuidado de comparar siempre en la misma especie solo formas del mismo tamaño, es decir, más óÓ menos de la misma edad. BIBLIOGRAFIA 1757-72. Knoer (G. W.) Vergnúgen der Augen cele. in Vorslell. c. allgeem. Sammil. v. Muscheln. Núrnberg. 1814-17. Leach (W. 15.) Zoological Miscelleny, London. 1515-22. Lamarck (de) Hist. nal. des Animaux sans Verlébres. Paris. 1823. Wood (W.) Index Testaceologicus. London. — 208 — 1835-45. Lumarck (de). Hist. nat. des Animaux sans Verlébres. IL Isdition revue el augm. par Deshayes et Milne-l:dwards. 1835-43. D'Orbigny (A.) Mollusques rec. pend. le voyage dans l'Amérique méridionale. Paris. 1839-79. Kiener (L. C.) Spécies génér. et iconographie des Co- quilles vivantes. Paris. 1842-87. Sowerby (G. B.) Thesaurus Conchyliorum, or figures a. descr. of recent Shells. London. 1843-78. Reeve (L.) Conchologia iconica. London. 1845-51. Philippi(R.A.) Abbildungen und Beschr. neuer od wenig. gekannter Conchylien. Cassel. 1854. Gay. 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Deshayes, en esa nota, no ha hecho más que repetir con un punto de interrogación el informe dado” por primera vez por Kiener. Diez años más tarde Gay refirió á sy vez úá la especie, 0) descrita primeramente por Lamarck, una Voluta del Isstrecho de Magallanes. La « Mision del Cabo de Hornos » no la pudo encon- trar y no existe lampoco en las colecciones del Museo de La Plata procedentes de la Tierra del Fuego y ni del Estrecho de Magallanes. Si reproduzco más adelante la descripcion de Gay, (que no es más que la traduccion del texto de Kiener), es con el objeto de hacer más cómoda la comparacion de esa especie con la siguiente, y tambien para que nuestros corresponsales del Sur puedan poner su atencion sobre esa forma que tanto convendría poder estudiar de nuevo. Il largo del ejemplar estudindo por Deshayes era de 71", Il de Gay no alcanzaba más que á 2 pulgadas y 1 línea de ancho, lo describe así: «Concha oblonga, fusiforme, un poco ventruda, atenuada hácia su extremidad; la espira bastante alta y formada de siete roscas, de las cuales las dos ó tres primeras constituyen en el vértice un mameloncito; las siguientes son apenas convexas y están adornadas de costas longitudinales poco salientes, que en la última rosca descienden hasta hácia la base de la concha, en donde se borran en parte. La abertura es oval, alargada, di- latada hácia la, parte media, encogida á sus extremidades; el borde derecho es bastante delgado y liso; la columela, feble- mente arqueada, lleva en su base tres pliegues muy oblícuos. Esta concha es color de carne pálido, sembrado de algunas man- chas fulvias bastante anchas y de lineitas numerosas de color rojo, y la última rosca está atravesada de cuatro á cinco séries de puntos brunos, oblongos. La abertura es amarilla en lo interior. » En cuanto á las relaciones morfológicas de esta Voluta, con las otras especies, las discutiremos más tarde; notemos sola- mente de paso lo que dice Deshayes: « Muy bella y muy rara concha que es vecina de la Y. magellanica por sus afinidades, pero muy distinta y más adornada. Costas longitudinales bien mar- cadas sobre la espira, más borradas en la mitad inferior de la última rosca. » IAS E O RES Lám. I, figs. 14 y 16, Lám. HT y Lám. 1V. Votula fuseformis. Kiener sp. Coq. viv. 1830, pl. XLIX. Votuta festiva. 1WOrbigny (non Lamarek) Voy. Am. mórid. 1835. Quepuec. Nombre vulgar dado por los Indios. lista Voluta que alcanza normalmente á 350"" de largo sobre 170" de ancho, es, sin embargo, la más bella y la más grande que existe sobre las costas argentinas. Entre el estado jóven y el estado adulto, la concha no pre- senta más que ligeras modificaciones. La más importante consiste en la atenuación, y casi siempre tambien, en la desaparicion, en eladulto, de las costillas longi- tudinales más ó menos pronunciadas que se observan en los jóvenes. I“stas costillas cstán casi siempre formadas por la prolon- gacion, por abajo. de una série de nudosidades que en cierlos ejemplares son fuertemente salientes. ln los individuos viejos la línea de esas nudosidades se continúa sobre la última rosca por un pliegue transversal, á menudo hastante distinto. Otras veces, al contrario, la última rosca es regularmente abovedada. ! Un carácter exterior de la Voluta fusiformis, (que encon- traremos tambien, aunque en grado menor, en la Y. maygella- nica, persistiendo así mismo en los individuos más viejos que no han sido arrastrados por las olas, es la presencia de estrias ligeramente onduladas muy finas, paralelas entre ellas y para- lelas tambien al eje espiral. Istas son algunas veces recortadas por estrias de crecimiento, igualmente muy finas, que producen, así, sobre toda la superficie, una pequeña granulacion muy agra- dable á la vista. In los adultos se encuentran ocho roscas de espira y ame- nudo (Lám. IV) las dos ó tres primeras son enteramente lisus y forman una especie de boton. La concha es de color amarillo paja, algunas veces muy claro y surcada longitudinalmente en todos los ejemplares bien conservados (y sobre lodas las roscas de la espira salvo las primeras cuando son lisas) por líneas en zig-zag de color ama- rillo anaranjado. A cada nudosidad de la concha corresponde casi siempre una de esas líneas. — 301 — Ll borde columelar presenta una capa lisa y brillante, ame- nudo bastante espesa, que poco á poco cubre las estrias de crecimiento de la escotadura sifonal. Los Conchiólogos parecen haber dado siempre un gran valor al número de pliegues de la columela. Las pocas muestras de que disponian, explican sus errores; y de una y obra parte del tipo general, hay alguna vez variaciones bastante grandes. La tabla siguiente dará una idea de la importancia de estas va- riaciones, y al mismo tiempo del número de pliegues más cons- tantes en cada una de las principales especies que he examinado. VARIACIONES DE LOS PLIEGUES COLUMELARES EN LAS VOLUTAS ARGENTINAS (1) NOMBRE DE PLIEGUES 1 | 2 | 3 | 4 | 5 6 Volula fusiformis...| — 24 60 1 — — » colocynihis .. 1 [140 58 16 h = » angulata....| — 12 | 186 9 — — » ANCUN ia 2 |160 | 217 58 ¿ » tuberculala..| — = 50 2] 17 —= » magellanica .| — = 40 E) 9 2 » oviformis....| — = 28 35 40 4 Los ejemplares de la Voluta fusiformis pueden dividirse en tres sórics: 12 Voluta fusiformis typica. Nobis. La última rosca de la espira está totalmente desprovista de tubérculos, y solo en raras ocasiones una pequeña carena indica la línea de éstos. Las costillas rudimentales están ausen- tes. Los individuos más jóvenes pertenecientes á esta série, mi- den de 754á S0"" de largo. Los más grandes ejemplares se agre- gan naturalmente á esta série. Uno de ellos mide 360”" de largo sobre 180 "" de ancho. 22 Voluta fusiformis ornata. Nobis. Las formas han conservado los principales caractéres de los individuos mús jóvenes, aunque puedan llegar á oblener un largo de 220"" y tambien de 230”, Los tubérculos son muy O Z (1) Los guarismos de la tabla indican el número de individuos observados en la coleccion malacológica del Museo. Tomo Vl. 34 — 302 — soñalados sobre la última rosca, y están colocados sobre una pequeña cresta, de donde bajan repliegues longitudinales rudi- mentarios. Ciertos ejemplares de esta série, á espira y á última rosca más abultada, convergen hácia los tipos de la Voluta colocynthis alternata, y solo se diferencian por la presencia de sus líneas coloreadas longitudinales y de sus redes super- ficiales. 31 Voluta fusiformis connexa. Nobis. Entre las dos séries precedentes se puede establecer una tercera que contenga todos los individuos en los que las nu- dosidades sobre la última rosca de la espira son muy escasas y siempre esparcidas. Aunque, segun D'Orbigny, la Voluta fusi- formis se encontraria á inmediaciones del Estrecho de Maga- llanes, tengo datos muy buenos para suponer lo contrario, y creo tambien que no alcanza al golfo de San Matías. Los dos puntos donde la he encontrado en mucha abundancia, ha sido en Cabo San Antonio (Punta del Norte) y en el golfo de Bahía Blanca (Monte Hermoso, y sobre todo en la isla Verde). D'Orbigny ha debido confundir con V. fusiformis una variedad de V. tubercu- lata, que vive muy al Sur y de la que es vecina. IM, — VOLUTA COLOCYN'THIS (Favane) Chemnitz. Lám. I, figs. 3 yd. Dám, II, figs. 60, 62, 67, 60. Lám. V. La coloquinte Favane 1772, tab. 3, fig. €61. Voluta colocynthis. Chemnitz. Conch. cab. T. II, 1795. Voluta brasiliana. Solander Cat. Mus. Portland, No 3958. » » 1"Orbigny. — Viaj. Am. mer. T. V. p. 424, pl. LX. » » Kiener. — Spec. conch. p. 61, pl. 30. » » Lamarck. — An. sans Vert. T. X. No 14, 1844. D'Orbigny y Kiener han dado buenas figuras de las formas más comunes de esta Voluta, las únicas que conocieron y que consideraré naturalmente como representando el mismo tipo de la especie. sos animales presentan un dimorfismo muy marcado. Mucho tiempo despues de haber salido del huevo, aun cuando entonces miden 35*"*" de largo por 20"* de ancho, están enteramente desprovistos de tubérculos, y su aspecto (fig. 50-52) recuerda el de ciertos Husos. Su color uniforme es amarillo oscuro, y es solo despues de cierto tiempo que las conchas se trasforman — 303 — unas en blancas. las otras en amarillo anaranjado, mientras el menor número de éstas quedan amarillentas. Cuando los ejemplares pasan de 40"" puede ya distinguirse (salvo para las formas semituberculosas) las sóries á las cuales pertenecerán los individuos. Tambien lo que sigue no se aplica más gue á la série de formas típicas. da Voluta colocynthis typica. Nobis. Las figuras 57 á 60, lám. 2, 27, 29, 31, 35, lám. 5, correspon- den á esa primera série. Las formas 31 y 33 son particularmente típicas, y las conchas sub-turbinadas que representan, corres- ponden á individuos de edod mediana. Las formas 34 y 35 son más ovoides y con carena más borrada, caracterizan, al con- trario, los individuos más viejos. En fin, la forma 38 (V. sub- lypica) corresponde á una série paralela á la primera y dentro de la que, en todos los individuos, el eje carenal de la última rosca presenta una direccion mucho más oblícua que en la série ver- daderamente normal. Las dimensiones más considerables que he encontrado en la V. colocynthis typica son las mismas que D'Orbigny ha indicado: 170% de largo por 130"= de ancho. Como en la V. fusiformis, las dos ú tres primeras roscas de la espira forman un pequeño pezon liso. Los tubérculos de la penúltima rosca están enteramente cubiertos por la última rosca de la espira. La línea sutural no es casi nunca ondulada. La abertura es más ó menos semilunar, y su color puede pasar del blanco puro al amarillo paja y ul amarillo anaranjado. Los pliegues columelares están casi siempre en número de 2, y son muy desiguales. Algunas veces el pliegue inferior solo exisle y puede tambien confundirse con la columela. Así podria decirse que en este último caso no existe ninguno. lín cambio, á veces, á cada lodo de un pliegue superior poco pronunciado apercíbense otros dos pliegues que merecerían más bien el nombre de arrugas. Y. colocynthis por su forma se liga muy extrictamente con la Y. tubereulata y no se diferencia do ella en apariencia si no es por la ausencia siempre constante de dibujos exteriores en zig-zag ó en fajas. Más adelante, cuando estudiemos la anatomía y sobre todo el desarrollo de esas dos especies, veremos, sin embargo, cuan considerable es la distancia que las separa. 0 21 Voluta colocynthis lactea, Nobis. Esas volutas tienen caractéres muy particulares y muy cons- tantes. Si no las describo como una verdadera nueva especie, es que nc he podido todavía procurarme el animal, y que su aspecto general recuerda mucho el de otras variedades nudosas de Y. colocynthis (Lám. X, fig. 1-3). Los cinco ejemplares casi iguales que he recogido, proceden de las costas de Mar Chiquita. Sus dimensiones son de 70*»- de largo sobre 45" de ancho. Su color es de un blanco puro sin brillo, así como el color del revestimiento columelar. Las líneas de crecimiento tienen una cierta traslucidez que la hace aparecer rayada, por lo que en el primer momento pensé darle el nombre de V. Zonaria. 1: borde libre de la abertura está regularmente redondeado. La columela es arqueada y presenta tres repliegues sensiblemente iguales; el repliegue mediano á igual distancia de los dos otros está desdoblado en un ejemplar. [Existen cinco roscas de espira y cel pezon liso está formado por los dos primeros. Los tres últimos presentan nudosidades muy acentuadas y como la línea sutural las sigue por su parte superior cubriéndolas, resulta ser ondulada. La última rosca no presenta carena. Solamente los tubérculos la indican y de cada uno de ellos parte á menudo un rudimento de costa longitudinal que se extiende tanto hácia arriba como hácia abajo. En iguales dimen- siones con los ejemplares de la V. colocynthis typica, las mues- tras de esta variedad son casi dos veces más pesadas. lín la V. ancilla y V. magellanica veremos igualmente variaciones de peso tan considerables. 31 Voluta colocynthis intermedia Nobis. ln estas volutas lu mitad de la última rosca estú siempre desprovista de tubérculos, ó no existen más que algunos vesli- gios rudimentales (fig. 42-47). La penúltima rosca de la espira está totalmente escondida por la última. La línea sutural es algunas veces ondulada, aunque este hecho sea muy raro. La ausencia de nudosidades sobre la última rosca, dá á la concha un aspecto mas ovoide y el borde libre de la abertura es casi siempre redondeado. Il número de pliegues columelares es de dos; casi siempre son muy desiguales. Los ejemplares mayores de esa série tienen 160" de largo sobre 110"* de ancho, = 309 — 41 Voluta colocynthis globosa. Nobis. Esta variedad está estrechamente unida á la precedente, y se diferencia de ésta por los tres caractéres siguientes: forma siempre mucho mas globulosa; los tubérculos de la penúltima rosca están siempre visibles; nudosidades muy raras sobre la primera parte de la última rosca. ls á esta série que parecen pertenecer los más grandes individuos de Y. colocynthis, puesto que he encontrado algunos que medían 200 "*"- de largo so- bre 132 "5". de ancho. 5+ Voluta colozynthis depressa. Nobis. La figura 39 representa una voluta de esa série. Las pri meras roscas de la espira parecen ser poco desarrolladas. Forman una superficie regularmente bombada y muy poco sa- liente, presentando en su centro un pequeño pezon. La parte inferior de la cubierta columelar es siempre horizontal en esta série, lo que resulta del gran desarrollo que toma ahí el pliegue inferior. 61 Voluta colocynthis pseudo-magellanica Nobis. lósta variedad (fig. 40) se aproxima á Y. colocynthis globosa, por la línea de nudosidades de su penúltima rosca, que se encuentra ubicada mucho más arriba de la línea sutural de la última, la que es igualmente lisa. Se diferencia de ella por su forma más larga, por el borde libre de la abertura regular- mente encorvado, sin vestigios de ángulo, en fin, por la com- pleta ausencia de tubérculos sobre toda la última rosca. Los ejemplares más grandes que entran en esta série miden 150"=- de largo sobre 90 "*"- de ancho. Todos tienen dos pliegues columelares, siendo el inferior siempre mucho más desarrollado. 7a Voluta colocynthis carinata. Nobis. lón esta variedad, la penúltima rosca de la espira es casi siempre enteramente despegada de la última. Además el borde externo de la abertura, forma en su parte superior un ángulo casi recto, de lo que resulta que la línea de tubérculos se en- cuentra colocada sobre una verdadera carena, de la que el plano superior es á menudo perpendicular al eje de lo concha. La figura 36 representa esa variedad, así como la figura 30 (Y. subearinata) intercalada en una sóric de Y. coloeynthis typica, — 306 — con el fin de mostrar mejor las diferencias que las separan. Sus formas generales son francamente cónicas. 82 Voluta colocynthis alternata. Nobis. listas volutas son mucho más largas que las precedentes y, mejor dicho, más combadas que cónicas. La penúltima rosca, es siempre visible, aunque algunas veces la línea sutural de la última rosca esté colocada justamente arriba de las nudosida- des. lista variedad, como la siguiente, alcanza frecuentemente á un volúmen mucho mayor. (180 *=-) que V. colocynthis typica. Casi siempre las nudosidades de las dos últimas roscas están alternadas, por lo que les he dado este nombre. Ya Voluta colocynthis spirabilis. Nobis. La figura 37 dá una idea de esas variedades. El desenvol- vimiento de la espira es más considerable; las pudosidades de la penúltima rosca están situadas mucho más arriba de la linea subural y on los grandes ojemplares, el ángulo superior de la abertura queda 420 6 25 milímetros de esas nudosidades, que están además siempre acentuadas en esos tipos. Aunque en la lámina I no he representado más que dos ejemplares de variedades provistas de nudosidades con espira más ó menos desenvuelta, conviene decir que he coleccionado notables séries alargadas que comprenden desde las formas más jóvenes hasta las más viejas, y que por consiguiente no pueden ser consi- deradas como simples modificaciones del tipo agulto. La primera de las tablas siguientes permitirá determinar rápidamente las diversas variedades de V. colocynthis que acabo de establecer, y la segunda pondrá en evidencia sus afinidades. In las dos séries paralelas se podrá tambien constatar la ten- dencia al alargamiento. A: NUDOSIDADES DE LA PENÚLTIMA ROSCA DESPEJADAS enteramente lisn................... V. pseudo magellanica. z Tal ENS dogoo cora po dao do to BA aos Es V. globosa. Ultima rosca... j . ns ge x Ñ y CÓNICA ....... V. carinala. tuberculosa. Forma general... l ovoide. — Angulo supe- rior de la abertura y nudosidades de la penúl- | acercados.... V. allernala. NIDO OE oo ponga lonia perra (o muy alejados V. spirabilis, — 307 — B: NUDOSIDADES DE LA PENÚLTIMA ROSCA CUBIERTAS Ultima rosca más baja que la penúltima: Mitad Mancia aono pando vaoaos toa noaas so... V. intermedia. ; iguales (3) V. laclea. tuberculosa. Pliegues columelares..... desiguales V. colocynthis. Última rosca tan alta como la penúltima ..... V. depressa. Relaciones morfológicas de las variedades de la Voluta colocynthis PSEUDO — MAGELLANICA GLOBOSA SPIRABILIS LACTEA INTERMEDIA ALTERNATA CARINATA í DEPRESSA | SUBCARINATA COLOCYNTIIS TYPICA IV. — VOLUTA ANGULATA Swainson. Lámina II, fig. 69-18 — Lámina VI — Lámina IX Voluta angulata Swainson. Exot. Conch., pl. 3 et 4. Voluta nasica Schubert et Wagner. Supplem. 4 Chemnitz. Voluta angulata Kiener. Spec. des Coquilles, p. 65. Volutella angulata D'Orbigny. Voyage Am. mérid., p. 425, pl. 60. La historia de esta Voluta no carece de interés. Al principio de este siglo se la designaba en el comercio bajo el nombre de Voluta de la pesca. Como todos los ejemplares eran algo rodados, el revestimiento general vidrioso y brillante había desaparecido en partes y tambien se habia amortiguado su viveza. Como se creia tambien que esta Voluta procedia de las costas de la — 308 — América Septentrional y en particular de Terra Nova, se supo- nia que los bacalaos se alimentaban con ellas y que las con- chas eran digeridas á medias. Parece tambien que Kiener dió fé á ese cuenlo. Ha sido d'Orbigny quien reconoció la procedencia verdadera de esas Volutas y la cuusa de su aspecto particular, dando al mismo tiempo algunos datos de mucho interés para la histo- ria de la pesca sobre las costas Argentinas. Barcas de Nantes venían todos los años á cazar focas sobre las costas de la Pa- tagonia Norte, con el objeto de recoger aceite, y D'Orbigny habría visto, en tierra, las hollas y otros instrumentos de estos pescadores. Como la Poluta colocynthis, la Voluta angulata presenta un dimorfismo muy pronunciado, correspondiendo á su juventud y á su completo estado de desarrollo. Si se hace excepcion de una variedad que designo bajo el nombre de V. affinis, esta Voluta en su estado adulto es muy distinta de las demás; los jóvenes, al contrario, (fig. 51, 69, 692, 69%, 71 y 72) se asemejan mucho á las formas jóvenes de la V. colocynthis, de V. oviformis y V. ma- gellanica. Se diferencia principalmente de las dos primeras por la presencia de líneas fulvas longitudinales que no aparecen nunca en la Y. colocynthis ó en la Y. oviformis. Esta se aleja de la segunda por la ausencia constante de nudosidades, y por algunos otros caractéres secundarios, que escaparían fácilmente si no se tuvie- ran á la vista otras séries paralelas. Además, á propósito del estudio del desarrollo de estas especies, tendré que tratar detalladamente esta cuestion y examinar las consecuencias que pueden sacarse para aclarar el problema de los orígenes y de la filiacion de estas especies. 1a Voluta angulata typica. Nobis. ln el adulto la concha es fusiforme, ó mejor dicho, subtur- binada. Como en las formás jóvenes es siempre lisa y además si los ejemplares son frescos é intactos, está enteramente cubierta como los Cipreas, de una capa vidriosa, muy amenudo transpa- rente, pero algunas veces opaca. sta capa es producida por la secreción de un repliegue del manto que cubre la mayor parte de la concha. liste desarrollo del manto, excepcional en las Volutas de las costas argentinas, había llevado 4 D'Orbigny á propover para la Y. angulata el sub-género Volutella. La anatomía nos mostrará, sin embargo, el pequeño valor de ese carácter. — 309 — Il fondo de la concha es siempre de color amarillo pálido. Iistá adornada de líneas longitudinales oscuras y dispuestas en 718-298. listas líneas no se ensanchan nunca hácia las 'exlre- midades ni en el medio de su altura, de manera que nunca se forman en esas tres partes, listas transversales como en la Voluta mayellanica y sus variedades. La última rosca está fuertemente carenada, formando la carena una execrescencia redondeada y saliente Su direccion es casi perpendicular al eje longitudinal de la concha; y si las cuabro ó cinco primeras roscas no fueran lan salientes, la con- cha tendría completamente la apariencia de un cono.. La abertura es ancha, auricular y presenta en la parle su- perior una escotadura triangular. 1 número de pliegues colu- melares es casi constante en esta especio. Son tres los que se cuentan y 'son casi igualmente desarrollados. : Si se mide el ancho mayor de las muestras de la Y. angulata typica, se constata que siempre el doble de esa dimension es mayor que su largo. Las medidas siguientes indican osas proporciones: 40"" de ancho, 70"" de largo. —50"" de ancho, . S)9"m de largo. —S0"" de ancho, 145"" de largo. ls lín la variedad siguiente esta relacion es muy diferente, 22 Voluta angulata luteola. Nobis. I“stos individuos tienen siempre un largo mayor que el doble de su diámetro. Ejemplo: 50*" de ancho por 125" de largo; 60"m de ancho por 1507", y algunas veces 160", de largo. La última rosca de la espira está carenada como las del tipo de la especie (Véase fig. 107), aunque algunas veces esta care- na sea menos acentuada (Fig. 79 y 80). Il pliegue columelar superior me ha parecido tambien casi siempre mucho más borrado que en la Y. angulata typica. Cuando se habla del largo de la Voluta angulata debe hacerse siempre abstención de la punta aguda que se encuentra en la parte su- perior de la:espira sobre las muestras bien conservadas. sta punta efectivamente no es más que una formacion se- cundaria del mantel. : 31 Voluta angulata mixta. Nobis. ln esta série el doble del diámetro de la concha es casi igual $ su largo. Pero lo que caracteriza particularmente osa variedad y lo que permite reconocerla á primera vista os el Tomo Vl. 30 — 310 — ubocinamiento de todas las primeras roscas de la espira. 1% aspecto de ésta se asemeja más bien á la figura de un cono que al de una voluta (fig. 82). En todos los ejemplares que posée el Museo, la abertura es de color blanco, y en ningun caso amarillo ó rojizo como en las otras variedades. 41 Voluta angulata similis. Nobis. Esa variedad se asemeja á Y. luteola por la presencia de la carena en la última rosca y por sus proporciones generales. Pero, mientras que en las tres primeras séries que acabamos de examinar la parte superior de la última rosca forma un plano superior casi perpendicular al eje longitudinal, en la Y. an- gulata similis, este plan es siempre fuertemente oblícuo, y las conchas dejan de ser cónicas para convertirse en formas fran- camente espirales. 51 Voluta angulata distincta. Nobis. En estas (fig. 110-116-118) la excrecencia de la carena ha desaparecido enteramente; la misma carena está muy borrada, y puede decirse que no existe, porque el ángulo de la última rosca es redondeado. La penúltima rosca es simplemente de forma abovedada. ¿sta série presenta individuos muy elargados, y las conchas son generalmente más delgadas que en la série de V. angulata typica. La abertura forma un óvalo estrecho casi regular. lósta variedad no es más que la modificacion extrema de la Voluta luteola y de la V. similis. 62 Voluta angulata ventricosa. Nobis. Los mayores ejemplares pertenecientes á esa série miden 60» de largo por 180"" de ancho, algunos son tambien mucho más anchos y miden 70” de largo por 160"" de ancho. Esta variedad se acerca, pues, ú V. luteola, pero difiere de ésta por su aspecto mas ventrudo y la ausencia de carena en la última parte de la última rosca (fig. 97). ll borde libre del orificio (figs. 108 y 109) presenta así una curva regular. V. distincta difiere de esta variedad por su forma siempre mas elargada. — 311 — 73 Voluta angulata affinis. Nobis. sta variedad segun lo que he visto hasta ohora no sobre- pasa el tamaño de 100"" de largo por 45 "" de ancho. La pared es muy gruesa; el color más oscuro. La parte superior de la última rosca es regularmente cóncava. líósas formas son muy interesantes bajo un doble punto de vista. Representan primera- mente la persistencia de las formas ¡jóvenes de la Voluta angu- lata typica. Además sirven. como lérmino de pasaje ú ciertas vá- riedades de la Voluta magellanica que vamos á estudiar. Como lo he hecho precedentemente, doy más abajo los dos cuadros de la determinacion y de las afinidades recfprocas de las variedades de la Voluta «mgulata quo ucobumos de estudiar. A: Última rosca á carena pronunciada: Y casi perpendicular al eje. — Primeras roscas: INVOCA LASA a IL iO LN NE e ae V. mixta. o ! y . A ado V. angulala. Elevadas. Relacion media de los dos ejes ¿Y aros a esoo V. luteola. OCA A a lio V. similis. B: Ultima rosca con carena borrada: Mco ronda ada upon oa aos atas aa da V. distincia. Concha Sid II uo SD coo napa ooo V. ventricosa. O A E A A V. affinis. Relaciones morfológicas de las variedades de la Voluta angulata. VENTRICOSA DISTINCTA SIMILIS AFFINIS LUTEOLA MIXTA ANGULATA TYPICA V.—VOLUTA OVIFORMIS. Lahille. Lam. 1, fig. 53-56. lam. VII, fig. 121-131. Lam. X, fig. 4-9. Sobre las costas de Santa Cruz existe una Voluta que no he visto descripta en ninguna parte. Sus carácteres son tan especiales y sus formas propias se definen tan temprano, que no puedo considerarla como haciendo parte de una simple va- riedad de la especies señaladas hasta ahora por los autores. Todo lo que puede decirse es que se acerca más de Voluta co- loeynthis, y principalmente de Voluta colocynthis intermedia, que todas de las demás. ' 4a Voluta oviformis typic2. Nobis. La concha es ovoidea, lisa, unicolor, pesada. Se cuenta en ello cinco Ó seis roscas de espira; las dos ó tres primeras forman un pequeño pezon que desaparece regularmente en las adultas. La violencia de las corrientes y de las olas producen en estos animales modificaciones muy claras. Casi todas las conchas están pulidas ó parecen gastadas. Solo en las jóvenes y en al- gunas de las adultas se encuentran todavía” intactas las capas exteriores de las conchas; capas de color gris ó aleonados, ó tambien pardo oscuro. Ión los tipos no rodados las estrias de crecimiento son irregu- lares y toscas. Para luchar contra la erosion la concha se engrosa, y algunas veces en los ejemplares viejos el borde libre de la abertura mide hasta 5 y 7%" de espesor. 1:l reves- timiento colimelár es tambien muy espeso, blanco Ó omari- llento. 11 peso de la concha y la agitacion del agua parecen ser tambien la causa del aumento del número (4 á 5) de los pliegues columelares. Generalmente apercíbense arriba del plie- gue inferior bien desarrolado cuatro pliegues superiores casi iguales. Los ejemplares más grandes que he encontrado median 125" de largo por 85** de ancho, y pesaban, apesar de la ero- sion, 270 gr. 21 Voluta ovizcrm's longiuscula. Nobis. Como en la V. oviformis typica el borde libre del orificio forma una curva regular, siendo la última rosca de la espira unifor- memente abovedada. Esa variedad distínguese principalmente por su penúltima rosca, la que es muy convexa y desprontada del resto de la espira. Resulta de esto que el aspecto general es un poco parecido al de los Uipos jóvenes de Voluta paradoxa. 31 Voluta oviformis fratercula. Nolis. ¿sta vuriedad (pl. X, fig. 7 y 8) recuerda más que ninguna otra á V. colocynthis. ln ninguna época de su desarrollo se constata, es claro, la presencia de tubérculos. Sin embargo, en el estado adulto se vé diseñarse sobre la última parte de la última rosca. una carena que 5e traduce en un ángulo sobre el borde libre de la abertura. Además, la parte superior del revestimiento columelar, continuándose con el borde libre de la abertura por una parte casi horizontal, produce á la altura de la línea sutural, una segunda carena menos pronunciada que la primera, pero muy evidente. si > ¡AC it V. oviformis. ÚNi E , Sin carena. Forma: EN ide : E E for E US Conocida V. longiuscula. CAVA OO OaE don ORCOS V. fratercula. Relaciones morfológicas de las variedades de la Voluta oviformis. LONGIT SCULA VRATERCULA OVIFORMIS TYPICA VI. — VOLUTA ANCILLA. Solander. Lam. 1, figs. 9 y 10. Líám. 2, figs. 61, 63, 66. Lám. VII. Lám. XI. Voluta ancilla. Solander. Portland. Catalogue. No 1873. » » Knorr. Vergn., t. 4, tab. 29, fig. 1 et2. 1757. » » IOrbigny. Voy. Am. Sud. T. Y, p. 425. » » Lamarck. An. S. Y. T. VIJ, p. 343. 1822 » » Gay. Fauna chilena. Y. VIII, p. 218. » » Kiener. Sp. cog. viv. Pl. 52. » » Reeve. Conch. Icon. Pl. XVII, fio. 30. 1849. » spectabilis. Gmelin. Syst. nat. P. 3168. No 142, 1789. » gracilis. Wood. Ind. test. N. 2, 1825. » bracata. J. Mabille et Roch. Miss. cap. Horn., p. 48, No 72. 1"Orbigny, despues de haber citado la diagnosis de esa especie se contenta con agregar que se encuentra en loda la costa de la Patagonia, desde el grado 483 de latitud Sur hasta el Estrecho de Magallanes. Parece ser bastante comun allí. Largo 215”"; ancho 85"”. lin la sinonimia de esta espe- cie, 1YOrbigny señala igualmente la Voluta magellanica de Gumne- Y e lim. Para este último, efectivamente, lus dos especies Y. ancilla V. maygellanica deberian estar reunidas. A este respecto Desha- yes hace notar que las figuras de esas dos especies dadas por Kiener, no concuerdan con las descripciones respectivas, con- tenidas en esa obra. lis perfectamente cierto, y por inadver- tencia, los nombres han sido traspuestos en las láminas; pero para demostrarlo, no hay que apoyarse sobre el número de pliegues de la columela como lo ha hecho Deshayes, puesto que hemos visto que ese carácter está sometido á grandes variaciones. Bajo el nombre de V. bracata (Largo 190 ""—197*w . Diám. G4um — 67m) J., Mabille et Rochebrune han descripto una nueva especie de voluta de la Bahia Orange. lístos autores no han dado figuras de esta concha y los caracteres que le asignan tienen tan poco valor que la identifico con Voluta ancilla. líncon- trándose reunidos ó aislados esos caracteres en los ejemplares de cada una de las diversas variedades que voy á establecer; no pueden ser suficientes para la definicion de una forma. 41 Voluta ancilla typica. Nobis. listas conchas son fusiformes, de espira bastante alargada, formada de siete roscas, de las que las dos primeras consti- tuyen un pequeño pezon. La sutura es bastante hundida. - 11 largo de la última rosca es casi siempre igual á las dos ter- ceras partes del total de ese largo, y algunas veces sobrepasa esta última dimension. La concha es liviana, lisa y presenta estrias de crecimiento generalmente bastante finas. Los ejemplares muy bien conser- vados son muy raros, puesto que esta voluta, como la ma- yor parte de sus congéneres, vive casi enterrada en la arena; y la parte superior de la concha está gastada con fre- cuencia. lin los ejemplares mas intactos apercibense sobre la lercera y cuarta rosca de la espira los restos de una randa su- perficial parecida 4 la que existe en V. fusiformis. 1l color de la concha es amarillento, con líneas longitudinales oscuras, algunas veces casi rectas y Otras veces tambien profundamente sinuosas. lil color de la abertura varía del blanco amarillento al anaranjado. ll borde libre es delgado, así como el borde columelar. 11 número de pliegues mas frecuente es de cuatro; el inferior es el mas desarrollado. Además existe algunas veces una depresion mediana, pro- ducida por la gotera formada por las estrías de acrecimiento de la escotadura sifonal, — 315 — 21 Voluta ancilla ponderosa. Nobis. Esta variedad no se diferencia del tipo mas que por su peso, el que es € ¿gualdad de volúmen, constantemente, mu- cho mayor. lón los adultos esta diferencia puede elevarse á 100 gramos, y Se nota por las personas menos atentas. La influencia del medio, probablemente del contenido de sales calcáreas en el agua es aquí evidente, porque esta variedad me ha siempre parecido encontrarla aislada. Los ejemplares de mayor edad, alcanzan á la dimension de 220"" de largo sobre 80"" de diámetro, con un peso de 285 gramos. Algunas veces el revestimiento columelar es espeso, lo mismo que el borde libre de la abertura. Una concha de esta série, midiendo 170" de largo, pesa 172 gramos, ó sea 90 gramos mas que el ejemplar correspondiente de la série típica. 31 Voluta ancilla elongata. Nobis. lón los individuos del tamaño mediano, pertenecientes á la primera série, el alto de la abertura es de 60"", siendo de 100"" la distancia que separa la cumbre de la espiral del ángulo superior de la abertura. Algunas veces esta abertura es menor, y el ángulo marca, por decirlo así, la tercera parte del largo total. En esa série, por el contrario, las conchas son mucho mas desenroscadas. (Lám. XI, fig. 2), y para una aber- tura de'un largo de 100"", se observa una distancia de SO "mn entre la cumbre de la espira y el ángulo superior de la aber- bura. 4a Voluta ancilla inflata. Nobis. ln esta série, la última rosca de la espira no es ya mas regularmente abovedada, como en los ejemplares típicos. La dilatacion es mucho mas acentuada hácia arriba, produciéndose de esta manera una especie de falsa carena. Las conchas son muy delgadas y parece que el número mas constante de los pliegues columelares sea de tres en este caso. 51 Voluta ancilla expansa. Nobis. Mientras que la relacion mediana de los diámetros de la penúltima y de la última rosca de la espira en Y. ancilla typica es de 30"”» 4 57%" en esta série esa misma relacion es de 30 "" ¿4 70". In Y. ancilla ponderosa es de 38"" ¿ 72m y en la variedad Y. elongata de 33"" 4 60m, — 316 — Il diámetro de la última rosca Cs, pues, siempre inferior al doble diámetro de la penúltima en las séries anteriores, mientras que en esta (Lám. XL fig. 1) ese diámetro es siempre superior á la misma cantidad. 61 Voluta ancilla abbreviata. Nabis. : Por su última rosca dilatada y regularmente ovoidea, cesta concha se asemeja á la série precedente. La relacion mediana de los diámetros de las dos últimas roscas de la espira es de 30m 4 68". Se apartan así de la precedente como de todas las otras variedades, por su espira mucho mus abocinada. Correspondiendo 4 una abertura de 100"" el largo mediano de las dos penúltimas roscas es de 45"" en las formas típicas y de 60m en V. elongata, mientras que en esta esa dimension no pasa de 30 ""., Las figuras de la lámina XI dán, mejor que cualquier des- eripcion, una idea exacta de estas diversas variedades de la Voluta ancilla. La tabla siguiente permitirá determinarlas con igual facilidad. Ultima rosca no ventruda 13 : INV. bara ena a .-V. ancilla, | poco oblicua. Concha) AI paca y PESA A V. ponderostt. MU OCA A ES on o. V. eltongala. Ultima rosca ventruda COMA OR V. infata. ea . : MA Rao V. expansa. Y) sin carena. Penultima rosca ) 204 ad es ¡0 add da poc aba oa V. abbreviala. Relaciones morfológicas de las variedades de la'Voluta ancilla, ELONGATA INFLATA ABBREVIATA | EAN | PONDEROSA EXPANSA ANCILLA TYPICA — 317 — VI. — VOLUTA MAGELLANICA. Chemnitz. Lamina 1, fig. 1.—Lámina 11, fig. 64-66.—Lámina VII, figs. 148, 149 y 164.—Lámina VII, —Lámina XI Voluta magellanica. Chemnitz. Conch. Cab. T. X, p. 139, tab. 148, 1788. » » Lamarck. Anim. S. V. T. VII, 1822. » » Kiener. Sp. coq. viv. Pl. 51. » » Reeve. Conch. Icon., pl. XIV, fig. 33, 1849. » » Gay. Fauna chilena. T. VIIL, p. 213. » » D'Orbigny. Voy. Am. Sud. T. V., p. 425. » » De Rochebrune et Mabille. Miss. cap. Horn. T. VI, Mollusques, p. 16. Esta Voluta se asemeja estrictamente á la especie precedente, así como á la especie que sigue. La diagnosis de Lamarck, re- producida por Gay y D'Orbigny, podría aplicarse á numerosos ejemplares de Voluta ancilla. Gay lo reconoce y se vé obligado á admitir que esa especie se asemeja ú la precedente; «distin- guiéndose, dice, de ella por su forma un poco más ancha y por los pliegues de su columela en número de cuatro; aun más, algunas veces el pliegue superior tiende á desaparecer y acaba por borrarse completamente.» ln este caso ¿cómo hacer distincion de esta concha de las variedades ventrudas de la especie pre- cedente? Solo un carácter inconstante, sin embargo, permito diferenciarlas. En la V. ancilla nunca se distinguen en su super- ficie las tres zonas de ensanchamiento de las listas longitudina- les coloreadas, zonas que se observan muy amenudo en V. mage- llanica. D'Orbigny nunca la encontró viva; recojió ejemplares hácia los 42% grados de latitud al Sud de Rio Negro en Patago- nia, y segun él, sería particularmente abundante en el Saco de San Antonio, en el grado 43". 11 Voluta magellanica typica. Nobis. Las formas más jóvenes de esta série presentan una super- ficie reticulada y el aspecto general de Y. ancilla. Apenas son un poco más ventrudas. lón ellas ya el número de pliegues varía de3á 5. No presentan tubérculos sobre ninguna rosca de la espira. Los adultos de esta série, que voy ú describir, alcan- zan á tener un largo de 180”" sobre 90”"" de ancho. Los ejem- plares que examinó D'Orbigny eran más ¡óvenes, puesto que no alcanzaban á tener más que un largo de 80""”, pero la re- Tomo Vi. 36 — 318 — lacion del largo al diámetro cra la misma, y su ancho no era más que de 40", El color del fondo de la concha varía del blanco al marron claro. Las listas son de un color oscuro pro- nunciado. La abertura es casi regularmente ovalada; su color es ana- ranjado y algunas veces rosa ó ligeramente violáceo claro. Los dos bordes, libres y adheridos, son delgados. A la inversa de lo que sucede en muchas Volutas, el pliegue columelar inferior es uno de los menos desarrollados. Este hecho es sobre todo muy claro en las formas que no tienen más que 3 pliegues. Las roscas de la espira son siempre 6. Las primeras forman un pezoncito. Todas son convexas. In un ejemplar de 180"" de largo, el ángulo superior de la abertura está situado á 55%", 4 partir de la cumbre. ln un segundo de 175" este ángulo se encuentra á 52" del pezoncito terminante. 21 Voluta magellanica curta. Nobis. ¿sta variedad es muy deprimida (Fig. 165, Lám. VIII). La última rosca es globulosa. Tambien, al largo de 140 *"" corres- ponde un diámetro de 90"*", In un ejemplar que presenta las dimensiones precedentes, el ángulo superior de la abertura se encuentra á 35"m de la cumbre. La abertura, más ancha en la parte inferior que en la superior, es triangular. ln fin, la línea sutural en vez de alejarse regularmente de la cumbre, se acerca á ella en la parte terminal. Casi en todos los ejemplares per- tenecientes á esta séric, las tres listas horizontales y coloreadas de la última rosca están fuertemente dibujadas. 31 Voluta magellanica taeniolata. Nobis. Los dos últimos caractéres de la variedad precedente se vuelven á encontrar en ésta. Además, esas dos variedades son lisas y la última rosca es globulosa. Pero, en la que describo, la abertura es casi semicircular. Il borde columelar, en vez de ser derecho, como en la V. curta, es profundamente deprimido á la altura de los pliegues. ln fin, las cinco primeras roscas son muy afiladas (Fig. 154, Lám. VII). Los ejemplares ma- yores miden 150*" de largo por 90" de diámetro. ( Nooo oo aaa aos pa paolo. V. magellanica. Ultima rosca : alargadas ........- V. laeniolata. globosa. Primeras roscas] 9 a AnEraaUS no alargadas ...... V. curta. — 310 — Relaciones morfológicas de las variedades de la Voluta magellanica. CURTA TAENIOLATA | MAGELLANICA TYPICA VII. — VOLUTA AMBIGUA. Lahille. Lámina 11, fig. 01.—Lámina VII, fig. 163-164.—Lámina XI, figs. 6, 9, 11.—Lámina XIT. fig. 11-16 Voluta subnodosa. Leach. Zoul. Miscel. T. 1. Tab. 8. » » Sowerby. Thesaurus. T. l, p. 203, pl. XLVI, fig. 24. Reuno bajo este nombre, por el momento, todas las Volulas que por su aspecto general, el color, las zonas, el poso y otros caractéres, se aproximan á la Voluta magellanica, y que no se dife- rencian, por decirlo así, en el estado adulto, sino por la pre- sencia de nudosidades ó de tubérculos más ó menos numerosos, y más ó menos borrados. lín cambio, la concha de las formas jóvenes me ha parecido, siempre, enteramente lisa, diferenciándo- se en esa edad de la Voluta magellanica, por su última rosca fuer- temente abovedada, y de un aspecto menos alargado (Lám. XII, tig. 11-16). Entre la Y, magellanica y esta especie hay el mismo género de diferencia (aunque mucho más acentuado) que entre esta última y V. ancilla. Si algun dia Y. ambigua (6 V. subnodosa Leach) desaparece de la nomenclatura como especie, se consi- derará como una variedad de V. magellanica. 11 Voluta ambigua typica. Nobis. lisas conchas presentan igualmente tubérculos, pero éstos se encuentran únicamente en la última rosca de la espira, y mientras que en las otras variedades luberculosas, el número de pliegues columelares es casi siempre de 3, en esta es por lo general de 4. La relacion de las dos dimensiones es de 150 "" de largo sobre 75"”" de ancho. Las primeras roscas no son carenadas. 21 Voluta ambigua subnodosa. Nobis. La Voluta descripta por Leach y por Sowerby bajo el nombre de Voluta subnodosa, no es más que una variedad de la Voluta ambigua, la que no hubiera podido ser considerada como el tipo de la especie distinta si no se hubieran encontrado formas jóvenes distintas. A esa variedad correspondiente á la especie descripta por Leach, se agregan los individuos con última rosca ventruda y lisa y á espira corta, formada de 6 roscas, de las que la 3* y la 4% son ordinariamente subcarenadas en el medio, presentando pequeños tubérculos. La abertura es ancha, de un color aleonado claro en el interior, lo mismo que los tres plie- gues columelares, de los que el inferior es el más pequeño. La última rosca presenta casi siempre las tres listas transversales coloreadas, formadas por pequeñas líneas muy oscuras y muy angulosas que surcan la concha. 32 Voluta ambigua constricta. Nobis. lista variedad es muchos menos ventruda y mucho más alar- gada que la precedente, por lo que la abertura es regularmente muy bien arqueada y mucho más estrecha. Además, la randa superficial de las primeras roscas es más acentuada, como tambien la carena y los tubérculos, los que llegan hasta la úl- tima rosca. La abertura es de un color gris, violáceo á veces. La parte inferior de la concha que el animal ha podido pro- leger de la erosión, parece barnizada. 413 Voluta ambigua pseudo-tuberculata. Nobis. En esta Voluta (Lám. XI, fig. 6), todas las roscas están ca- renadas y tuberculosas. listos dos caractéres están, sin embargo, ligeramente atenuados sobre la última rosca de la espira. La línea sutural de esta última corre casi al nivel de la hilera de tubérculos de la penúltima. La abertura es regularmente arqueada. 1ól nú- mero de pliegues es de tres. Las listas coloreadas están fuerte- mente acentuadas. Las conchas parecen ser un poco más pesadas. In una palabra, esta série parece formar realmente el pasaje prin- cipal háúcia los tipos de la especie siguiente. Como se asemoja de una manera íntima á las formas lisas de V. magellanica, por las formas semi-tuberculosas, no he creido conveniente deber separarla únicamente por el aspecto general de la concha. La anatomía tendrá todavía que resolver la cuestion de sus ver- daderas afinidades. Última rosca: (sin Marido AM nao nooo o obio V. sub-nodosa. NINO noo oa dolo yoo OO V. constricia. ( alargadus....... V. ambigua. [ Con tubérculos. Primeras roscas 3 no alargadas... V. pseudo-Luberculala, — 321 — Relaciones morfológicas de las variedades de la Voluta ambigua. PSEUDO-TUBERCULATA CONSTRICTA SUB-NODOSA AMBIGUA TYPICA IX. — VOLUTA PARADOXA. Lahille. Lámina Il, fig. 68.—Lámina V, fig. 41.—Lámina VI, figs. 139, 147.—Lámina XII, fig. 17-21. Sobre las costas del Sur se encuentra una gran voluta bas- tante comun, que se asemeja á la vez á la Voluta colocynilas pseudo magellanica (Lám. V, fig. 40) y á la Voluta magellanica typica. Como en la primera, la concha es bastante gruesa y el orificio varía del blanco al aleonado y al anaranjado, pero se aleja de ella por la ausencia total de tubérculos y por la presencia de líneas quebradas y coloreadas que se encuentran siempre en los ejemplares que no han sido rodados por las aguas. l'sas líneas, como en la Y. magellanica, forman «algunas veces tres listas mos ó menos claras, dispuestas sobre la última rosca. Como las formas jóvenes do la Voluta paradoxa se diferoncian completamente de todas las otras, nos vemos obligados á con- siderarlas como representando una especie distinta, que como resultado de su evolucion en el mismo medio que las otras, produce luego formas convergentes. Voluta paradoxa typica. Nobis. Por su espesor y su peso, por las líneas zebradas que adornan su superficie, las formas jóvenes de esta voluta recuerdan las volutas angulosas jóvenes. Pero éstas se distinguen muy pronto de las otras por su forma. En las volutas jóvenes de todas las especies que he podido observar, la parte inferior de la última rosca es siempre mucho mas estrecha que la parte superior. ln esta, por lo contrario, el diámetro inferior es por lo menos igual y casi siempre mas grande que el diámetro superior. 1% orificio es, pues, mas ancho hácia abajo que háciu arriba. No hay nunca, por consiguiente, vestigios de carena; sobre ejem- plares que miden 55"" de largo la abertura es de 40"" de A largo sobre 15"" de ancho. La concha es lisa y sus primeras roscas, poco convexas, constituyen un cono alargado. Sobre los ejemplares mas grandes, estos caractéres están atenuados. La última rosca es mas regularmente ovóidea, globulesa y su aspecto recuerda entonces, mas bien algunas veces, el de ciertas Voluta oviformis que el de la Voluta mayellanica. In esa época se la puede distinguir de PV. oviformis por sus primeras roscas, que permanecen muy pronunciadas y por la ausencia constante de una capa gruesa de revestimiento sobre el borde columelar. Ordinariamente, el número de pliegues de la columela es de tres. Il pliegue inferior es menos desarro- llado que el tercero superior y este es aun un carácter (ue distingue esta voluta de la V. ovéformis. Se notan, á veces, uno ó dos pliegues supernumerarios. La figura 157 de la Lámina VIIT, representa un ejemplar apenas rodado de V. paradoxa, y es fácil constatar cuánto esta especie se asemeja algunas veces á la V. tuberculata fulgurca, prin- cipalmente cuando ésta presenta tubérculos atenuados en la última rosca, y que la penúltima es muy convexa, como en la figura 156 de la misma lámina citada. Las formas adultas alcanzan á tener 180 "" de largo sobre 83m de diámetro y su peso mediano es de 260 gramos. Tengo un ejemplar rodado que aun pesa 280 gramos. Una V. mayellanica taeniolata, exactamente del mismo largo y del mismo diámetro, pesa 154 gramos. ls muy claro que esas proporciones no son absolutas, pero la diferencia de peso cs lan constante, que es necesario lomar nota de ella y ver un carácter que hay que tener en cuenta. X. — VOLUTA TUBERCULATA. Wood. Lámina 1, figs. 12, 13.—Lámina VII, figs. 140-146.— Lámina XII, figs. 1-10 Voluta tuberculata, Wood. Ind. test. No 22.—1828. » » D'Orbieny. Voy. Am. Mer. T. V. pág. 426. » » Kiener. Conch. icon. Bajo el punto de vista de los caractéres exteriores, esta voluta podria ser definida diciendo, de una manera general, que representa una variacion de la Voluta colocynthis, la que en vez de ser unicolor estaria siempre adornada de pequeñas llamas casi siempre dispuestas en tres hileras. lista no alcanza, sin embargo, segun lo he constatado hasta ahora, á dimensio nes tan grandes como la V. colocynthas. — 323 — 11 Voluta tuberculata typica. Nobis. Los individuos grandes que posee el Museo miden 120" de largo por 67" de ancho; es decir, precisamente las mismas dimensiones que D'Orbigny asigna á la especie lón las formas jóvenes la concha es siempre mas alargada que en las adultas v las nudosidades de la última rosca, están, algunas veces, indicadas solamente por una carena contínua. ln cambio, ésta presenta un bizel muy recto. ln el adulto la concha es sub- turbinada, y como en casi todas las variedades de V. tuberculata, la línea sulural de la última rosca pasa aquí debajo de la Jínca carenal tuberculosa de la penúltima. Las dos ó tres primeras roscas de la espira son lisas, y forman un pequeño pezon: las lres siguientes están carenadas y son tuberculosas. 1l nú- mero mas constante de pliegues columelares es de tres. lístos son casi iguales. 21 Voluta tuberculata ferrugínea. Nobis. In esta variedad, el pliegue inferior es el mus pequeño, y algunas veces existen dos pliegues suplementarios superiores. lista variedad es corta, como la precedente, de la que se dis- tingue siempre á primera vista por su última rosca globulosa y con carena borrada. 1% borde libre de la abertura, en vez de presentar un ángulo superior correspondiendo ú la hilera de tubérculos, es aquí regularmente encorvado aunque los tubérculos existan, sin embargo, sobre la úllima rosca. Dimensiones: 130"" 140 "" de largo. Diámetro S0"" 90 wr, 31 Voluta tuberculata decipiens. Nobis. Issta variedad es muy vecina de la precedente, diferencián- dose de ella solo por su forma mas alargada; correspondiendo ú un largo de 125"" un ancho de 65"". A veces, en algunos lipos de esta série, son raros los tubérculos y la concha posa así insensiblemente á la variedad siguiente. 41 Voluta tuberculata fulgurea. Nobis. listas conchas son alargadas; la última rosca es grande, ovóidea, sin presentar, á menudo, mas «que un número peque- no de tubérculos. La penúltima rosca está desprovista de estos tubérculos; y como tambien la línea sutural sigue la parte mas hinchada de ella, esta rosca parece generalmente convexa. La relacion de las dos dimensiones es la misma que en las citadas precedentemente. — 324 — 51 Voluta tuberculata pseudo-fusiformis. Nobis. lista variedad es muy interesante, porque es casi segura- mente á ella á quien debe referirse la Voluta festiva de Lamarck y la Voluta fusiformis Kiener (V. festiva D'Orb.) cuya presencia señala D'Orbigny en la parte Sud de la Patagonia. La concha es alargada; la tercera y cuarta roscas, son Care- nadas y tuberculosas. La última puede tambien serlo, aunque algunas veces sea simplemente carenada ó abovedada, como en la V. fusiformis. Los pliegues columelares están, con mas frecuencia, en número de cuatro y sobre todo de cinco mas bien que de tres. La randa superficial es muy recta, aunque menos pronunciada que en V. fusiformis. Cuando las conchas no están muy rodadas, pueden diferenciarse estos dos tipos por la presencia de tres listas oscuras casi constantes en la V. tuber- culata pseudo-fusiformis y la cual no se observa jamás en V. fusiformis. Si los dibujos superficiales han desaparecido Se separan esas especies, considerando la posicion de los tubércu- los dorsales de la última rosca que se encuentran colocados en V. fusiformis casi á igual distancia de las dos extremidades de la concha y que en V. pseudo-fusiformis se encuentran mu- cho mas inmediatas de la punta. A: Concha corta. Última rosca: CN arabe blo b OEA dona Ano: ab Udo SPA BRO V. tuberculala. INE oras ascos oa e boba Rodo aoacas po den V. ferruginea. B: Concha alargada. Penúltima rosca: G ; alejados...... - pse -Fusiformis. con carena. Tubérculos y linea sutural ej ve 5 v pseudo fusiformas aproximados.. V. decipicas. COW a oa daa oa quan iio asedio: V. fulgurea. Relaciones morfológicas de las variedades de la Voluta tuberculata. VYSEUDO-FUSIFORMIS FERRUGINEA FULGUREA DECIPIENS | TUBERCULATA TYPICA CONCLUSION DE LA PRIMERA PARTE Si al final de esta primera parte de nuestro estudio sobre las Volutas que viven sobre las costas argentinas, echamos una ojeada hácia atrás, veremos que alrededor de 9 ó 10 tipos des- criptos como especies, irradian de treinta variedades bien defi- nidas. líste trabajo nos ha convencido una vez más, que para establecer las especies, es necesario dirigirse siempre á las formas jóvenes, y no á las formas adultas. Las primeras re- presentan en realidad, no solo teóricamente, sino tambien prác- ticamente, tipos más primitivos, sobre los cuales los medios ambientes han ejercido aún menos influencia. Sus formas son hereditarias y fijas y sus oscilaciones de una parte y otra del prototipo son mucho menores. Así en el cuadro que daré más adelante no he representado afinidades teóricas, pero sí las relaciones morfológicas naturales que ligan cutre ellas las diversas Volulas argentinas que he encontrado. liste trabajo es la demostracion evidente de un hecho que se reconoce ahora en casi lodas partes. Los museos, cuando sus recursos lo permiten, no deben contentarse con adquirir y clasificarsuno ó dos ejemplares de cada especie. Porque esto sería para ellos la manera más segura de llegar en seguida ú conclusiones erróneas. ls necesario al contrario multiplicarlas con el fin de permitir un dia el estudio tan provechoso, bajo todo los puntos de vista, de la variabilidad de la especie. He consagrado mucho tiempo á la clasificacion y al estudio de la morfología externa de los millares de Volutlas del Museo de La Plata, pero creo que este trabajo dará sus frutos por que per- mitirá á ciertos naturalistas que no estén cegados por teorías ó por caprichos de escuela, hacerse una idea más ¡justa de la especie y de su formacion. En un momento dado de la evolucion orgánica, momento de una duracion más ó menos prolongada, se puede considerar un cierto número de tipos (mucho menos numerosos que lo que se crec), que se encuentran fijados en sus formas y susceptibles Tomo Vl. 31 — es de reproducirlas. [sos tipos son las buenas y verdaderas espe- cies; representan las ramas gruesas de un árbol. De una parte y otra de cada una de ellas, y con frecuencia por el balanceo orgánico en sentido contrario, fórmanse tipos derivados. lsos tipos secundarios son igualmente constantes en el momento dado, puesto que constituyen, como lo hemos visto, séries que partiendo algunas veces de las formas bastante jóvenes, llegan hasta ejemplares de mucha edad. Islas variaciones no son entonces simples modificaciones debido á la edad misma, pero proceden realmente, segun mi opinion, del género de vida de los animales, y un dia ellas tambien serán directamente here- ditarias. lstas variaciones son especies en formacion. In consecuencia de la adaptacion á medios comunes, estas variedades que derivan de tipos distintos, convergen las unas hácia las otras. Son ramales que se cruzan y se mezclan, y es por que se las considera como tipos ya fijados, y como espe- cies cuando no se posee más que algunos ejemplares que se cree entonces asistir á la mezcla y á la fusion de la especie, cuando las colecciones son muy completas. Felizmente que en este caso el remedio se puede tomar del mal, y gracias á un estudio pu- ciente de los numerosos ejemplares de toda edad, uno acaba por desenredar los ramales diversos y apercibese entonces á qué rama principal se ligan cada uno de estos ramitos. Volviendo á hechos observados, podemos decir que V. ancilla y V. mayellanica tienen un origen común, lo mismo que PV. colo- cynthis y V. oviformis, V. tuberculata y V. fusiformis; y probablemen- te tambien Y. angulata y Y. paradoxa, por que las formas jóvenes de esta última acuerdan mucho las de V. angulata affinis. ln cuanto á Y. ambigua, ella constituye una variacion posterior y que parece ser fija de las formas primitivas de Y. magellanica. Podemos establecer del mismo modo que las formas tubercu- losas proceden de los tipos anteriores lisos, y las formas alarga- das de tipos más ovóideos. De parte v otra de las formas típicas, hemos constatado la tendencia al alargamiento ó á la depresion, á la aumentacion ó disminucion del peso, á la acentuacion ó á la desaparicion de una carena, á la tuberculacion ó á la uni- ficacion de la superficie. Podríamos desarrollar mucho estas consideraciones generales y mostrar ahora de qué modo y cuánto las diversas variedades examinadas se unen y se mezclan, al parecer, las unas con las otras. Creo todavía mas provechoso hacer este estudio con las últimas conclusiones de este trabajo, indicando solamente aquí las afinidades «de los tipos principales. Afinidades morfológicas de las Volutas Argentinas. PISIFORMIS MAGELLANICA ANCILLA PARADOXA ANGULATA TUDERCULATA | AMBIGUA COLOCYNTIHIS | | | OVIFORMIS | | VOLUTID/E Despues del estudio anatómico y embriológico que voy hacer de las diversas especies y variedades que acabamos de precisar ó establecer, tendremos que dirigirnos á la fisiología, ó de una manera más general á la biología, para buscar la explicacion de los hechos que hemos observado en esta primera parte, y verificar las conclusiones morfológicas expuestas en el cuadro anteriormente trazado, tomando por una de las hases principales los datos del primer desarrollo post-embrionario. Museo de La Plata, Julio 1895. 1] | Í | Mea Fra ds / ENE ñ CEM a t a A A PA mao: AN A IN AS 21) 40 1 MT m7 E TA EN CITO TO A ANUN (e: mida lat NAS pIPO Al a | od ¡TO Y 5 í Ada cd NE Galo: Pu e ido di a id RA ha 0 A RA A MEN A E TAL US y ¡e dea JE 0 pb Em POT ANOS A a pla AL A RCA ¡A ale PANA ' A IE ST : A A MO y | US Da 19 Ll MAA 1ESTN ' NE! PA RI y J MEDIAL IIA 1) TA “3 TE 4 po vá ñ 7 mer a Ú CN il ÍNDICE ALFABÉTICO DE LAS ENS SNA RED AD ENS PÁGINA Abbreviata......... IA PAN 316 NOE one aaos 306 Ambigua . 310 ACUM aaa OEI 3103 Anglo a ore 307 ANS as 311 j EE on di boR IES ne RbODod Aces ENEE) Brasil aa 302 Carina tia 305 Gol0C MM iaa 302 (Ad nero pubosndo cba auonAOdn 302 CONC ii rodeo 320 Us sc salia oa 318 Puntos dora la orde: 323 Depression oaa ae 305 Distincion cn 310 Elogio lolo olaa SO EXPO in las 315 ECFEUBIn Co cs cali q AM unto aan deman dodas 298 Fratercula .... 313 AAN aro Oo udo picado nar 323 EUSIfO MIS aaa aso aa na 300 CODOS nin ata o alta iejaimeata 305 Gracilisia.. 313 Int Intermedia.... Lactea Longiuscula .......... utcola Magellanica........ IN os tesanbaok Nasica eee Ornataraas: ONIS Pardo Ponderosa ..... Pseudo-fusiformis .. Pscudo=magcllanica aaa Pseudo-tuberculata . Stud osooncosdone Spectabilisia Spirabilis......... Sub-carinata....... Sub-nodosa .... .. Sub-typicA......... Tacniolata. ..... Tuberculata coco... Ventricosa .. PÁGINA 315 304 304 312 309 347 309 307 301 312 321 350) 324 305 320 310 313 306 3o5 310 303 318 322 310 EXPLICACION DE LAS LÁMINAS LÁMINA 1 MTC LI hogonsoob Voluta oviformis typica. LIBRO ins Voluta ancilla typica. 0) META Said opaca » — colocynthis globosa. SO asocrroan » magellanica typica. ri uhaudaógado » colocynthis spirabi- O STO O ado » tuberculata typica. lis. AS: » tuberculata ferrugi- 7 HE do dugEo » angulata lutcola, nca. » » angulata distincta. AA O dato » fusiformis typica. LÁMINA 1 Ei ss Voluta angulata. Fig. 69, 69b. ... Voluta angulata joven. » 50,52,57-60 » colocynthis. RAE y 53-56 » oviformis, TODA » angulata affinis. DUO . —» ambigua. ad in, E » ancilla typica. Ds » angulata typica, » 64-65a..... » magellanica typica. » 73,73a,73b ». angulata lutcola. O » ancilla abbreviata. O 77 A IO ENT » tuberculata. AT a MoSSReO » angulata distincta. » 68,682..:.: » paradoxa. > 7:857/8/9,7/8:b » angulata ventricosa. sn aldosd ». colocynthis. 7 O Drs » paradoxa. , LAMINA 1 Fig. 16-17. ..... Voluta fusiformis ornata. Fig. 10-20....... Voluta fusiformis connexa. os » fusiformis typica. , y LAMINA IV Eiza Dase . Voluta fusiformis ornata (en tamaño natural). , 13 LAMINA Y Fig. 27-29,31-35 Voluta colocynthis typica. ESO Meta elo Voluta colocynthis depressa EA ono : » colocynthis subcari- ENAO asilo » colocynthis pseudo- nata. magellanica. O er » colocynthis carinata PUNA OO gina » colocynthis globosa. O OJEdO » colocynthisspirabilis OA EnOn » paradoxa. Moo apo » colocynthis subtypi- DIAZ bara » colocynthis interme- ca. dia. LAMINA VI Fig. 70-81 ....... Voluta angulata luteola. Fig UO 7 ee Voluta angulata lutcola. IO OCOOBOS » angulata mixta. » 108-109, y Y MOI Aa » angulata similis. (Gikanamnonds » angulata ventricosa. AO aer » angulata afíinis. DATO. ETA A ORO » angulata ventricosa. UA onubbds » angulata distincta. » 98-106...... » angulata typica. NIT DS » — angulata similis. Fig. » » » Fig. » » » » » » Fig. » » » Fig. » » Fig. » » » OO co LÁMINA VII 110-120 .... Voluta colocynthis jóven. ; 1 50, 153.... Voluta tuberculata fulgurca OS 5 Fig. 142-143...» tuberculata typica. TY oanasdodob » oviformis typica. E EE ES) » tuberculata ferrugi- WO vvaguesada » oviformis longius- nca. cula. SSA » — tuberculata decipiens 130 147 » paradoxa. (A » magellanica curta. Oosso0nseno » tuberculata pseudo= |» 49... o » magellanica typica. fusiformis. (A 54... AGO » -magellanica taenio- TA AO ñ Ñ lata. : LÁMINA VIII MOD, HDD por Voluta tuberculata ambigua | Fig. 167-169.... Voluta angulata disticnta NO gosyaauos » paradoxa. joven. KO asouuneran » ancilla abbreviata. O IS » magellanica typica. O Ov9poss sn » angulata affinis. ' DOS, MY ; MONA » paradoxa. 173:y 183... » * ancilla ponderosa. O ooo » magellanica deci- OS Uy piens. OB oeonon cs.» ancilla typica. 163-164 » ambigua constricla, LÁMINA 1X 1,4, 7... Voluta angulata Lypica. Mo Ora raranseodo Voluta angulata distincta. Ddsoponibosdo » angulata luteola. » 8. qa6 » angulata mixta. iu suvssdonos a » angulata ventricosa. DO Mbousogodoobn » angulata affinis. uno gosovbosaso » angulata similis. LÁMINA X Maso Voluta colocynthis lactea. o A opepsonono Voluta oviformis fratercula. nado » oviformis Llypica. 12 dacBsy asa . » oviformislongiuscula LÁMINA XI Lrerccocor Woluta ancilla expansa. Ms aora ca óro . Voluta ancilla inflata. SGonoS » ancilla clongata. Do ykcoba caera » ambigua pseudo-tu- ONO dS » ancilla abbreviata. berculata. ¿dba vEROOO S » magellanica typica, » » ambigua subnodosa. bastante jóven. » » tuberculata decipiens IS Si » ancilla typica. TAL » ambigua constricta. LÁMINA XII o JUavAn Voluta tuberculata fulgurca | Fig. 17-21 ...... . Voluta paradoxa typica. BO ¿bo » . tuberculata typica. | >».:22+25 » - oviformis typica. (Dear oo ado » tuberculata ferrugi- | 2 AO ute duna » colocynthis typica. pci. NON » angulata typica. HEM odo » tuberculata pseudo- A Ia » ancilla typica. Pusiformis. | O AS » magellanica typica. 11-16 Sn » ambigua Lypica. (AO UE rasdane » ancilla typica, ) Rey. del M. de La Plata. Tomo VI. E, Lalille.-Volutas. - Lán. ). VOLUTAS ARGENTINAS SVNILNIDUV SVLATOA SVT HA SAUVOINIAV 101 ANA ER "SYLNTIOA — IO O | SINO ISMA. VLOTOA 1001 AE LONA VIO A = ITV | “IA OWO | NANA El va] Ya OASAA 1 IV. OU TAS ANA LAHILLI y NATI TAMANO N - VOLUTAS. Lame. TOMO RA ISA SPLATA: peEL Musrko br Rev. YNTFIS OLO( C LA VOLUTA DE GRUPO VIVINONV VLINTIOA VIT 4d OdNYO AA UNE PARANA 1010007049 O | “TIA OO — "VLVI VW] 19 OISAYAY T13A *ATY VIINVTIHOVW VLOTOA Y1 HA ONO TAN “"SVLOTIOA — NA al “[A OWO.L — "VIVT¿ Y] IU OISATA 13 “AR VITONV VINTOA VT 44d OJANYD 0 APAMOMNON= “VLVII Y”] 10 OIS MN TIA "AAN Rey. del M. de La Plata. Tomo VI. E. Lahille. - Volutas. - Lám. IX. Rey. del M. de La Plata. Tomo VI. F. Lahille, - Volutas. - Lám, X. VOLUTA LACTEA. — VOLUTA OVIFORMIS Rey. del M. de La Plata. Tomo YL. Po Labille, - Volutas. - Lám. AL. VOLUTA ANCILELA VOLUTA AMBIGUA “YVXOCUIVYUVd VLMNTOA — "“VMDITANY VLATOA IN A RECMEICACIONES SOBAB LA DENTICIÓN DEL “TOXODON POR SANTIAGO ROTH Encargado de la Seccion Paleontológica del Museo de La Plata (CON SIETE LÁMINAS Y UN RESÚMEN EN ALEMAN) RECTIFICACIONES SOBRE LA DENTICION DEL TOXODON POR SANTIAGO ROTH Encargado de la Seccion Palcontológica del Musco do La Plata (Lámina I— VII). Ordonada por la Dircccion de esto Museo, la publicacion del Catálogo descriptivo ¿ ilustrado de la Seccion Paleontológica á mi cargo, he dado principio al estudio prévio de los nume- rosos materiales que contiene esta Seccion, para poder tra- zarme un plan general en la obra del Catálogo, y al hacer las investigaciones sobre la denticion de los Toxodontes, me he encontrado con que el señor Florentino Ameghino, entre los numerosos errores que ha publicado en su obra «Contri- bucion al conocimiento de los mamíferos fósiles de la Repú- blica Argentina », ha dado figuras incorrectas del maxilar inferior de un toxodonte jóven. Esas figuras, desgraciadamente, ya han sido reproducidas en obras paleontológicas de mérito, como ser: «Handbuch der Paleontologie von K. A. Zittel» y como en el Catálogo no podré entrar en discusiones, creo conveniente an- licipar las rectificaciones que creo necesarias, antes que esas liguras se divulguen más y confundan á los paleontólogos. Se ha dado al Toxodon la siguiente fórmula dentaria: i > c+ o 3 A e TEO P E m 3, fórmula que no es la verdadera. Un análisis completo del desarrollo de los dientes presenta muchas dificultades en los animales fósiles. Raro es que se encuentren dientes en su primer desarrollo 6 de leche. Un cróneo de un animal jóven que tenemos en el Museo, contiene tres molares en desarrollo y cuatro desarrollados que estuvieron en uso algun tiempo (Pl. I, fig. 41). Este cráneo tiene, á cada lado del maxilar, algo atrás de la sutura del premaxilar, un alveolo del primer molar de leche — 336 — y parece regla general que éste no era reemplazado por un premolar, pues en 6 maxilares adultos que existen en la co- leccion con toda la dentadura definitiva, falta este primer pre- molar. Detrás de este alveolo hay un premolar con la corona algo gastada, que demuestra que estaba en uso; este premolar, que seria el segundo, se pierde con la edad mas avanzada del animal. En tres cráneos de bastante edad falta ese dienle; en uno algo mas jóven existe todavia el alveolo y en otro este diente está presente. En seguida del segundo premolar se vé en el men- cionado cráneo otro premolar, tambien en uso, pero con la corona menos gastada que el anterior; á éste sigue el cuarto premolar que aun no estaba en uso, el que no está bien desarrollado; en seguida hay cuatro molares completamente desarrollados y en uso desde algun tiempo. De estos cuatro molares, el primero corresponde al último premolar, no obs- tante ser de la misma arquitectura de los tres verdaderos mo- lares; solo es un poco mas angosto, pero tiene dos pliegues en la cara interior, como estos; en el último molar desaparece con la edad el último pliegue, y en el primero de los cuatro molares el primero. A pesar de todas estas analogías, el primero de estos molares no puede ser verdadero molar, puesto «ue cs regla casi general que los mamíferos placentales diphyodontes no tengan mas que tres verdaderos molares. Pero tambien es una discordancia de la regla de la denticion, que el último premolar esté en uso mucho antes de los anteriores. Aunque no se encuentra ningun vestigio de gérmen de diente en el alveolo del molar, en el cráneo que describo, supuse en el primer momento que éste deberia ser un molar de leche que hubiera sido reemplazado mas tarde por un premolar, porque ofrecia diferencias tanto en los pliegues como en las disposiciones de las fajas de esmalte, con el premolar adulto. Si ese hubiera sido, la denticion del Toxodon estaria en ar- monia con los otros ungulados, pero examinando detenida- mente el abundante material del Museo, encontré un pedazo de maxilar superior, que prueba que dicho molar es el último premolar definitivo y no molar de leche. lse pedazo de maxilar fué encontrado envuelto aún en un trozo de tierra, y una vez limpiado, resultó que contenia todavia el último molar de leche y el primero y segundo verdadero molar, los que, si bien in- completos, permiten asegurar que pertenecen al Toxodon. Il primero de estos tres molares (Pl. V, fig. 4) está provisto de cuatro raices y, como varias mandíbulas inferiores, que lene- mos, de animales jóvenes, demuestran que los dientes de leche tienen raíces, no hay duda de «que este molar es un molar de ES eche. Con esto queda demostrado que los dientes de leche, tanto en el maxilar superior como en el inferior, estaban pro- vistos de raices, mientras que la dentadura definitiva era de pulpa abierta abajo y sin raices. lín el Nesodon, los dientes de leche tambien tienen raices, pero en ellos la dentadura defini- tiva tiene mucho más el carácter lophyodonte de los Perisso- dactylos, pues casi toda la dentadura está provista de raices en la vejez, mientras en el Toxodon no sucede así. Si bien la dentadura del Toxodon se acerca mucho á la de los Roedores y Desdentados, por su construccion prismática sin raiz y con pulpa abierta abajo, se ha podido demostrar que su plan fun- damental es Lophyodonte; ahora la dentadura de leche viene á demostrarlo definitivamente. Aunque hay molares que se com- ponen de tres lóbulos, el tipo fundamental debe ser de dos lóbulos. En un maxilar inferior, que tenemos, se ha conser- vado en el alveolo del último premolar, la papila pulposa, de la cual se desarrolla el diente. Esto demuestra que los premo- lares se desarrollan de dos papilas independientes, si bien ad- heridas (Pl. IL, fig. 1), lo que hablaria en favor de la opinion de C. Rose, segun la que los molares y premolares resultan de la soldadura de dos ó mas dientes cónicos. Pero aparte de esto, en un molar nuevo ya en uso (Pl. V, figs. 3 y 5), se vé bien que se compone de dos lóbulos principales a. y b., y que al lóbulo b se adhiere un tercer lóbulo ó talon, que tiene que ser mirado como accesorio del lóbulo b. In el últi- mo molar, (Pl. V, fig. 3) la faja de esmalte interno del lóbulo l.., es mas ancha que en los otros molares y forma un peque- ño pliegue, que hace aparentar un tercer lóbulo; pero luego desaparece el pliegue, quedando solo la raya que determina las fajas de esmalte. No dejaremos de llamar la atencion sobre la forma de la corona de un tercer premolar (Pl. V, fig. 6) que liene dos crestas separadas por un valle que atraviesa la coro- na. Se ha dicho que el Toxodon tiene en su juventud un canino en el maxilar superior. ln todo el material que tenemos en el Museo, y en otras plezas que pasaron por mis manos, no he visto ni vestigios de alveolo ni de diente canino; tampoco no he visto figura alguna de un maxilar superior que pruebe su existencia. Por desgracia, esta parte del cráneo ¡jóven que tenemos, no se ha conservado, y asf no puedo hablar tampoco del desarrollo de los incisivos superiores. Sin embargo, en el malerial del Museo, hay entre las numerosas mandíbulas infe- riores, una rama completa en cambio de denticion, y otras menos completas con dientes en diferentes estados de desarro- Sea llo. Esto viene 4 comprobar que la figura que el señor Ame- ghino ha dado en el atlas de la obra citada (Pl. XXXL, fig. 1) de una rama mandibular (sin decir en qué coleccion se en- cuentra, costumbre ya conocida en ese autor), es incorrecta. Como no se dice que la figura es ideal, no es extraño que se haya tenido por exacta y haya sido reproducida con sus errores. El señor Ameghino ha establecido sobre unos dientes de leche del Toxodon, el género Dilobodon, del que hace dos di- ferentes especies, y como no se habrá imaginado probablemente que la primera denticion del Toxodon tiene raices, ha dibujado en su figura de la mandíbula estos dientes sin raices con la pulpa en la base abierta, como si fueran los dientes definitivos. Al fundar el Dilobodon lujanenstis, el señor Ameghino se basó en las siguientes piezas, pertenecientes al Museo de La Plata: un maxilar superior muy rodado con cinco molares; una man- díbula inferior con dos incisivos de leche, un premolar y el último molar; un pedazo de cráneo posterior con las crestas sagital y occipital, piezas todas de animales muy jóvenes, y, sobre un primer molar inferior encontrado en la formacion en- treriana, fundó la especie Dilobodon lutarius, diciendo que ésle es un poco menor que la correspondiente muela de la especie pampeana. De su descripcion no resulta que dicho autor haya tenido un molar semejante de la formacion pampeana para la com- paracion. Que el señor Ameghino haya hecho sobre los dien- tes de leche del Toxodon un género nuevo, no me extraña, en' vista del placer que tiene este señor en fundar géneros y es- pecies nuevas sobre mauleriales muy imperfectos; pero no me doy cuenta en (qué se ha fundado para asegurar que estas piezas aisladas, que le sirvieron para fundar D. lujanensts, per- tenezcan á una misma especie. Si bien se puede determinar fácilmente que las piezas arriba mencionadas pertenecen al género Toxodon, falta todo punto de apoyo para poder decir que todas estas piezas pertenecen á una misma especie, y la combinacion que el senor Ameghino hace es la mas arbitraria que se pueda imaginar. lixaminando bien su figura 1, de la plancha XXXI, se vé que no es dibujada del natural. No hay mandíbula, ni jóven ni adulta, que tenga esta colocacion de incisivos, y difícil le ha de ser decir al dibujante dónde se conserva el original! Como se puede ver en la Pl. Il, fig. 4, la mandíbula conservada en este Museo es muy parecida á la que el señor Ameghino ha dibujado, y si éste la hubiera visto con las raices descubiertas, se habria convencido de que el Dilobodon — 339 — es un Toxodon con la dentadura de lecho. Cuánta confusion inútil y cuánto perjudican estos procedimientos á la paleonto- logía sud-americana! Del primer incisivo existe solo el alveolo en la mandíbula que estudiamos, y el segundo es un incisivo reemplazante con pulpa abierta, sin raiz; tiene la corona quebrada, pero á juzgar por su desarrollo debe haber estado én uso. Ll tercero es un inci- sivo de leche con la corona muy gastada y de raiz muy larga, que está, en la base, casi cerrada por completo. Arriba de éste se halla el incisivo definitivo, pero el que no empuja el diente de leche con la punta dentro de la pulpa de éste, como lo dibuja el señor Ameghino, sino que brota arriba del incisivo de leche, hácia fuera de la sínfisis, estando plantada esta úl- tima en la mandíbula, como se vé claro en nuestra figura. Al tercer incisivo definitivo le sigue un gérmen de canino que no ha cortado aún la superficie alveolar de la mandíbula. Junto á éste se halla la raíz del primer molar de leche, y como á éste siguen dos premolares reemplazantes, es de suponer que el primer molar de leche, que no es reemplazado por un pre- molar en la mandíbula adulta, queda todavia en uso por algun tiempo con los premolares reemplazantes; mientras que el pri- mer molar es de una sola raíz, los siguientes tienen dos. In esta mandíbula existe solamente el cuarto molar de leche; los otros son premolares definitivos. líste tiene las puntas de las raices quebradas, pero se conoce bien que la pulpa de las raices estaba casi cerrada. Posce el Museo cuatro mandíbulas mas, si bien no tan completas; son de animales mas jóvenes, y en una de ellas se conservan el segundo, tercero y cuarto mo- lar de leche, que están dibujados en la Pl. VII, figs. 5 y 1 y Pl. VI, fig. 5. La pulpa de las raices de los molares de leche está al principio muy abierta en la base y va cerrándose siem- pre más y más con la edad, como sucede tambien con los verdaderos molares provistos de raíces. Las planchas IV y VI, figs. 3, 4 y 5, muestran el cuarto molar de leche en diferentes estados de desarrollo. Parece tambien que los premolares y los molares de la mandí- bula inferior se hayan formado de dos dientes cónicos, anquilosa- dos, á pesar de su deferencia de anchura y pliegues; por lo menos se desarrollan de dos papilas pulposas independientes, adherida una á la otra. En la Pl. VIL figs. 2, 3, 4, 6 y 7, se puede ver que los molares inferiores se componen, como los superiores, de dos lóbulos principales, a. y b., y que el lóbulo b. tiene dos pliegues que forman dos ¡talones accesorios de él. Tanto los — 340 — molares como los premolares, tienen una corona tuberculosa (Pl. VIL figs. 2, 6 y 7) que con la masticacion desaparece pronto. De este exámen resulta que la formula dentaria del Toxodon es la siguiente: ada «9 ? 6 Denticionde leche... di dc dm 69 NO a 09) 0 Y-4 8 Denticion doin, AC AA De diez mandíbulas inferiores adultas que tenemos en el Museo, ocho tienen tres premolares, una cuatro y otra dos, previniendo que la que tiene solo dos premolares no es de un animal mas viejo que la que tiene cuatro; las dos son de tipo Toxodon Burmeisteri. ln el Toxodon, la dentadura varía mucho, segun la edad del animal, tanto en su forma como en los pliegues y disposicion del esmalte, y es enorme la diferen- cia que hay en el tamaño de un molar nuevo y uno viejo. La Pl. V, fig. 1, representa el último premolar de un animal adulto, y la Pl. V, fig. 2, corresponde á molares nuevos. Todas las figuras son de tamaño natural. Aunque no puedo participar de la opinion del gran palcon- tólogo inglés, Dr. Lydekker, de que todos los Toxodontes de la formacion pampeana que tenemos en el Museo, pertenezcan á una sola especie, estoy convencido de que muchas especies fundadas sobre la diferencia de la dentadura pertenecen á una sola y que estas diferencias consisten solamente en la diferen- cia de edades. Seguro es que no ha existido jamás cl titulado género Dilo- bodon, que debe desaparecer cuanto antes de las obras sobre paleontología. Del Zoxodon Pauradoxus fundado por el Señor Ameghino, te- nemos várias mandíbulas inferiores clasificadas así por este señor. Todas ellas son de animales jóvenes. ln la citada obra, el autor dá la siguiente descripcion de esta especie: «lísta es- pecie se distingue por un tamaño un poco menor «que las pre- cedentemente mencionadas (refiriéndose al Toxodon Burmeistert, y T. platensis, etc., etc.), y por la persistencia, durante toda la vida, del pequeño primer premolar caedizo en las demás especios del mismo género». La presencia de este premolar prueba jusla- mente la juventud de la mandíbula y no su persistencia duran- te toda la vida del animal. ll señor Ameghino habrá tomado molares de leche por premolares muy viejos. De los incisivos dice: «5 y y son anchos, planos, la coro- na cortada en bisel y la cara anterior ó inferior esmaltada.» o E Todos estos son caracléres del Toxodon Burmeisteri. Del i 3 di- ce: «Es de seccion prismática triangular, muy parecido al mis- mo diente del Zozodon platensis, pero un poco mas plano, mas angosto que los internos, un poco excavado en la cara supe- rior en sentido longitudinal, la que lleva tambien una banda de esmalte sobre el lado interno, carenado abajo y con dos bandas longitudinales de esmalte, una en cada cara.» Todos estos son caractéres del incisivo inferior externo del Toxodon Burmeisteri. liste tiene en las dos caras inferiores una faja de esmalte y es longitudinalmente cóncavo, mientras que en el correspondiente incisivo del Zboxodon platensis mo sucede así. No obstante esto, el señor Ameghino ha clasificado man- díbulas de animales jóvenes con caractéres de las dos especies: Burmeisteri y platensis, como de Zoxodon paradoxus. Lo que dice sobre los premolares demuestra que ha toma- do los molares de leche por premolares definitivos, de los cua- les el primero, que dice que es permanente durante toda la vida del animal, se pierde sin ser reemplazado por un premo- lar. De los verdaderos molares no dice una sola palabra, ú pe- sar de que las mandíbulas clasificadas por él están provistas de ellos. De aquí resulta que el señor Ameghino ha hecho' de restos de un Zoxodon, con denticion de leche muy jóven, el género Di- lobodon, y, de mandíbulas de animales un poco mas viejos, la especie Zoxodon paradoxus, que tambien debe ser borrada de lus obras paleontológicas. La misma cosa resulta tambien del Zoxodon gracilis, fundado por Gervais y Ameghino sobre un fragmento de maxilar supe- rior, cuyas diferencias consisten solo en la dimension inferior de las otras especies y en la sutura entre los maxilares y el hueso palatino, que está colocado mas adelante que en las otras especies. Del Toxodon proto - Burmeisterí dice su fundador el señor Ameghino: «lista especie está fundada sobre un incisivo inferior externo i 7 construido sobre el mismo tipo general del Zoxo- don Burmeisterí, pero con algunas pequeñas diferencias de de- talle y sobre todo de un tamaño mucho menor, que prueba evidentemente pertenece á una especie diferente sin duda an- tecesora de la especie pampeana.» Lo que dice sobre las dispo- siciones de las capas de esmalte de este incisivo, encontrado en las barrancas del Paraná, en Entre-Rios. concuerda en un todo con el Zoxodon Burmeisteri de la formacion pampeana. Respecto del ancho hay que observar que éste difiere mucho Tomo VI. B9 O) E entre uno y otro individuo; hay en las colecciones del Museo unos que tienen solo tres centímetros de ancho y otros que pasan de cuatro. El señor Ameghino dice que este incisivo pertenece al Museo de Intre-Rios. He visto en esta coleccion un incisivo que concuerda con la descripcion que él dá, este es algo disfigu- rado y gastado y no puede ser nunca tomado como tipo de una especie. Con esto ha demostrado solo que el Zoxodon Burmeisteri se halla tambien en los sedimentos entrerianos. ll Toxodon virgatus lo ha establecido sobre un solo premo- lar, encontrado tambien en las barrancas del Paraná, en Ióntre- Rios, que pertenece al mismo Musco. No recuerdo haber visto ese premolar, pero si tiene la construccion que el autor dice, sin ser deformado por la presion de tierra, lo que tambien sucede muy á menudo con los fósiles de esta formacion, difiere no solo de las otras especies sino de todo el género Toxodon. La descrip- cion que dá y que no quiero repetir aquí, me hace creer que no se trata de un premolar normal, y, sobre todo, me pare- ce muy insuficiente un solo premolar para establecer una es- pecio, tanto mas cuando en el Tocodon los premolares no pre- sentan caracléres específicos. Del Tórodon Darwini fundado por el Dr. Burmeister sobre una mandíbula inferior publicada por Owen, dá Ameghino una descripcion que no concuerda con la del Dr, Burmeister. líste último escribe, despues de haber tratado el Zoxodon Burmeiste- vi y T. platensis: «Los incisivos son mucho mas angostos, pe- ro tambien mas gruesos y no planos sino triangulares prismá- ticos, con esquinas obtusas y tapadas solamente en. el lado inferior é interno de cada diente triangular con esmalte. Ame- ehino dice: «La talla de esta especie era comparable á la del Toxodon platensis pero se distingue por los incisivos inferiores que en vez de ser aplastados como en esta última especie son mucho mas gruesos y de seccion mas triangular disminuyendo de tamaño del interior al exterior,» y mas abajo continúa: «Los incisivos inferiores son proporcionalmente mas anchos que en el Toxodon platensis y el Toxodon Burmeisteri.y Agrega á la des- eripcion de la mandíbula inferior algunos detalles de los inci- sivos superiores, de los cuales dice: «Los incisivos externos su- periores son muy gruesos y de cara anterior esmaltada, muy «convexa y los externos mas angostos, de seccion triangular y ¿corona mo cortada en bisel sino truncada casi horizontalmente.» No dice nada sobre en qué se funda para decir que estos in- cisivos superiores pertenecen á la misma especie de la mandí- — 343 — bula inferior la que, como él dice, tiene los incisivos mas an- chos que el Toxodon Burmeisteri y el Toxodon platensis; mi si estos restos son de un mismo individuo, ni dónde se hallan. Como describe los verdaderos molares con solo dos pliegues internos y uno externo, y no dice que tienen un surco interno que divide los dos lóbulos, creo que se funda sobre el dibujo erróneo de la mandíbula descrita por Owen, error ratificado por el Dr. Burmeister; pues trae en su atlas, Pl. XX, fig. 3., partes de la figura de Owen, con los caractéres de los dientes mas alterados aún. Como la descripcion de Ameghino del Toxodon Darwin? es equivocada, la he mencionado aquí. lin las colecciones del Museo hay un primer y segundo in- cisivo superior, un inferior y algunos fragmentos de molares superiores de un mismo individuo, ¡y un segundo incisivo su- perior de otro individuo. ll incisivo inferior concuerda perfec- tamente con Ja descripcion de Burmeister y con la de Owen. Istos incisivos presentan tantos caractéres específicos que la separacion del Towodon Burmeisteri y Toxodon platensis, está bien fundada. ll incisivo superior primero ó interno es mucho mas angosto que el de todas las otras especies: 3, 3 cent. de ancho longitudinal, mientras que el mas angoslo, correspon- diente al Toxodon Burmetsteri, que tenemos en el Museo tiene 4, 7 cent.; su forma es transversal semi-triangular, en vez de elíptica y tiene tres caras. La cara externa, cubierta de esmal- te, como en las olras especies, es longiltudinalmente muy esca- vada, mas que en el 7. Burmeisteri. La cara lateral por la cual se estiende la capa de esmalte de la cara exterior hasta cerca el borde muy redondeado de la cara interna, es muv alta y casi perpendicular; su diámetro transversal es 2, 3 cent. La cara exterior se junta con la interna por el lado del segundo incisivo en un borde agudo. Ll incisivo segundo ó externo es tambien semi-triangular con tres caras y concuerda, tanto en la forma como en tamaño, con la figura 5, Pl. V., de Owen, (Zoology of the Voyage of H. M. S. Beagle). Owen lo ha tomado por incisivo de la mandí- bula inferior, pero no hay duda ninguna de quees el i 2. Este incisivo tiene la cara exterior y lateral cubierta de es- malte; en la cara lateral el esmalte no llega hasta el borde de la cara interna, dejando un espacio angosto sin esmalte como en los correspondientes incisivos de T. Burmeisteri y T. platensis. La cara lateral es convexa, mientras en el T. Burmeister? es ligeramente cóncava. In esta última especie las dos caras, la externa y lateral, son casi del mismo ancho; en el. T. Darwina, A la externa es bastante mas angosta que la lateral, si bien no en las proporciones que en el T. platensis. La diferencia entre la cara externa y la lateral importa en el T. Burmeisteri 0, 3 cent.; en el T. Darwini 1,3 y en el T. platensis 3,1. La cara interna en el T. Darwini es como en las otras especies, sin esmalte y un poco escavada por el lado de la cara externa como en el T. platensts. Il carócter específico de este incisivo del T, Darwini se pa- rece mas al T. platensis que al T. Burmeisteri, solo se distin- gue de ésle por la gran diferencia del tamaño y del modo como se gasta la corona y se acerca mas al T. Burmeisteri. Los caractéres específicos del i + son parecidos al incisivo correspondiente del T. Burmeister. De los incisivos inferiores no puedo agregar nada de nuevo á las descripciones de Burmeister y Owen. En cuanto á los fragmentos de los molares superiores que tengo á la vista és- tos no demuestran ninguna particularidad. Los restos aquí mencionados han sido encontrados, como se me ha dicho y como se vé por la tierra y las conchillas pegadas en los dientes, en un banco de conchillas cerca de La Plata, compuesto de sedimentos bastante modernos. ln el mismo yaci- miento se ha encontrado un pedazo de un incisivo inferior interno que parece pertenecer al T. Burmeisteri. Yo he encontra- do un cráneo mal conservado con los incisivos y molares en el pampeano superior, en las barrancas del Paraná, en San Nicolás y unos incisivos sueltos en el pampeano intermediario en el arroyo Ramallo que pertenecen al T. Darwini. Estas piezas se hallan abora en las colecciones del Museo de Copen- hague. Parece que los restos del T. Darwini son mas escasos que los del T. Burmeisteri v T. platensis. El señor Lydekker despues de examinar los restos de Toxo- don de este Museo ha llegado á la conclusion que todos perte- necen á una sola especie, y conjetura que es posible que el T. Burmeisteri fuera hembra y el T. platensis macho, y es de opinion que los restos de un Toxodon muy grande encontrados en el canal de la Ensenada pertenezca á una raza grande que habitaba esta localidad. ls cierto que entre las numerosas pie- zas que hay de Toxodon en el Museo existe una gran variacion de formas individuales, principalmente entre los restos del tipo T. Burmeisteri, pero examinando detenidamente estas piezas, se vé siempre que conservan el carácter típico de la especie, no tratándose de piezas de caractéres comunes en todas las espe- £1es, como por ejemplo, de premolares, etc, Tambien es cierto que las diferencias entre las diversas es- pecies no son muy grandes, pero si algunos paleontólogos ó zoológos atribuyen estas diferencias á distinciones de raza de una sola especie, siempre seria necesario señalar la raza con un nombre especial para saber de cuál tipo se trata. Por otra parte, no hay que olvidar que en muchos mamíferos dos espe- cies completamente distintas no presentan ningun carácter es- pecífico en los dientes ó en la construccion del cráneo, mien- tras que la forma del animal vivo es muy distinta, y que en el Toxodon se conocen solo partes del esqueleto de los cuales se puede decir con seguridad que pertenecen á esta ú otra especie. Despues de haber estudiado detenidamente los dientes y los cráneos de Toxodon que hay en el Museo, no me parece ad- misible que el T. Burmeisteri sea la hembra y el T. platensis macho de una misma especie, porque los caractéres en que se distinguen son sin duda especificos. Por ejemplo, en el T. Bur- meisteri el incisivo interior de la mandíbula superior (i+) es escavado en la cara exterior Jongitudinalmente, lo mismo el del T. Darwini, mientras el correspondiente incisivo del T. platensis y de la otra especie de la Ensenada es convexo en esta parte. lin el T. platensis el incisivo externo superior (i 2), es mucho mas ancho y en todo mas grande que los internos, mientras que en las otras tres especies éste es mucho mas chico que los internos. Luego no puede ser que los tipos con incisivos externos pegueños sean hembras y el de incisivos externos grandes macho, porque entre los primeros hay uno que tiene los incisivos internos convexos y dos que los tienen cóncavos. Otro tanto sucede con el incisivo externo inferior (i 3). Este en el T. platensís es convexo en la cara superior, es con una capa de esmalte, mientras. que en las dos caras inferiores tiene solo la externa una faja de esmalte. En la especie encontrada en la Ensenada, el incisivo correspondiente es en la cara superior longitudinalmente cóncavo y esmaltado, y tiene como la ante- rior especie, solo en la cara inferior externa una faja de es- malte, mientras que el del T. Burmeisteri es tambien cóncavo en la cara superior y esmaltado y tiene en las dos caras infe- riores una faja de esmalte. Así no es de suponer que las dos especies en los incisivos externos de la mandíbula inferior, de cara superior cóncava, una con dos y la otra con tres fajas de esmalte, sean hembras yla otra especie con el correspondiente incisivo de cara superior convexa y tambien con solo dos fajas de esmalte, sea macho. Creo que la [diferencia específica de las dos especies T. Burmeisteri y T. platensís queda con esto su- e ficientemente comprobada, y por lo tanto vo me ocupo de olras diferencias que existen en los dientes y en llos cráneos. Así, pues, está bien fundada la separacion del T. Burmeistere como especie diferente del "IP. platensis, hecha por el Dr. Burmeister. Respecto de la otra especie encontrada en la Ensenada, el Señor Ameghino ha establecido, sobre restos encontrados en este paraje, una nueva especie titulada 'T. ensenadensis de cuyos inci- sivos, dice lo siguiente en su obra citada: «Elit4es de un ancho regular, pero de un espesor considerable, con la cara posterior Ó interna sin esmalte, más Óó menos plana y lijeramente cón- cava y la cara anterior esmaltada, muy convexa, el borde an- terior longitudinal interno forma una banda longitudinal sin esmalte y está redondeado en forma de columna. La seccion transversal es elíptica. «El i2 es un poco más ancho que el precedente, bastante grueso y de cara posterior ligeramente cóncava; la cara ante- rior es convexa y cubierta de una capa de esmalte que dá vuelta, formando un ángulo redondeado para cubrir la cara longitu- dinal anterior del lado externo. Sobre el lado interno de la cara anterior hay una banda extrecha sin esmalte y redondeada, en forma de columna longitudinal gruesa v convexa. La cara pos- terior no presenta vestigio de esmalte, y la corona más larga que la del i 2, está cortada en bisel terminando en ápice pi- "ramidal triangular. : « Ll ¡7 es el más angosto de los inferiores, de seccion transversal triangular y de grueso considerable, particularmente sobre el ludo interno. La cara anterior ó externa es plana y cubierta totalmente por una capa de esmalte que dá vuelta sobre el lado interno cubriendo los dos tercios dei ancho de la cara longitudinal del lado interno. La capa posterior ó interna es un poco cóncava y sin esmalte. «ll ies un poco más ancho que el precedente, pero menos grueso, particularmente sobre el lado interno, de donde resulta que su seccion transversal no representa un triángulo sinó una figura elíptica alargada, con las dos extremidades vueltas hácia el lado interno. La cara anterior se divide en dos partes, la una que es la más ancha y plana sobre el lado externo y la otra más angosta sobre el lado interno que asciende oblícuamente hácia arriba formando con la anterior un ángulo muy abierto; ambas tapadas por una capa de esmalte interrum- pida. La cara posterior ó interna es profundamente excavada con un borde sobre el lado interno levantado hácia arriba en forma de pared longitudinal. — 3471 — «ll i 3 es de seccion prismático-triangular, muy parecido al correspondiente del T. platensis. Su cara posterior ó in- lerna (superior), es esmaltada y un poco deprimida sobre el lado interno. El borde longitudinal interno de la cara superior es en forma de banda longitudinal sin esmalte muy angosto. La cara anterior (inferior) presenta una carena longitudinal mediana redondeada y poco pronunciada que la divide en dos caras secundarias, una interna y la otra externa; de estas dos caras, la externa inferior está cubierta por una faja de esmalte que se une con la capa de esmalte de la cara superior para formar la arista longitudinal externa del diente. La corona está gastada en declive transversalmente, de arriba hácia abajo y de adentro hácia afuera. » In las colecciones del Museo hay un cráneo con el maxilar superior completo, otro maxilar superior incompleto, dos man- díbulas incompletas y una de ellas con todos los incisivos, algunos dientes sueltos y algunos huesos del esqueleto encon- lrados pero en un mismo sitio en la Iínsenada. Una sola mirada á mi figura, demuestra que esta es una especie diferente de la descripta por Ameghino. El incisivo externo (i%) es en el T. ensenadensis, segun Ameghino, un poco ms ancho que el interno (i2); en esta otra especie sucede todo lo contrario; cliZes más que dos veces más angosto que eli“ y la corona, en cuatro incisivos que hay en el Museo, está gastada como en la del T. Burmeisteri y no en un ápice. Segun la descripcion del señor Ameghino, el 'l'. ensenadensis es casi idéntico con el Y, pla- tensis, tanto en los incisivos superiores como en los inferiores, lista otra especie encontrada en la Ensenada se acerca más bien algo al T. Burmeisteri. Seguramente el señor Lydekker no habrá comprendido bien la descripcion de Ameghino sobre el T. ensenadensis, y por esto tomó estos restos «que hay en el Museo, procedentes de la Iinsenada, como pertenecientes á esla especie. ln la seccion Paleontología Argentina, tomo Ill, publicada en los «Anales del Museo de La Plata», el señor Lydekker dice: T. ensenadensis fué nombrado sobre la presencia de un cráneo muy grande encontrado cavando los diques en el Puerto de La Plata (Iinsenada), y ha sido colocado por el señor Ameghino en el grupo platensís aunque tiene incisivos exteriores del tipo Burmeisteri, es decir, más chico que los internos, mien- tras que el señor Ameghino dice lo contrario, que los exteriores son más grandes que los interiores y por esto le coloca en el grupo platensís. Como este autor no trae en su descripcion caracté- res que prueben suficientemente la diferencia específica entre el — 348 — '"”, platensis y ensenadensis, no es imposible que los dos pertenezcan á una sola especie, pero en todo caso si no resulta que Ame- ehino ha fundado esta última especie sobre piezas de dife- rentes animales, como acostumbra á hacer, el Toxodon encon- trado en IEnsenpda, cuyos restos se conservan en el Museo, es una especie diferente de la que describe dicho señor, como T. ensenadensis. Si resulta que ha descripto un animal que no ha existido, no veo porque se deba conservar este nombre que sirve solo para enredar la cosa y propongo para el Toxodon á que pertenecen los restos arriba mencionados, el nombre específico de elongatus, por tener el cráneo mas prolongado que en las otras especies. Mencionaré aquí del T. elongatus solo algunos caractéres es- pecíficos, á los que seguirá una descripcion mas detallada con liguras en el catálogo que ya está en impresion. Ll cráneo es mas largo y, en proporcion del largo, mas angosto que el del T. platensis y aun mas que el del 'T. Bur- meisteri. ll arco zigomálico es mas llano; no sobresale tanto como en las otras dos especies y el foramen infraorbital cs mucho mas chico. ln esta parto, el cráneo difiere mucho do las otras especies de Toxodon y se parece algo'al de Macrau- chenia. Yl arco orbital anterior, compuesto en forma semi-cilín- drica del hueso jugal y de la apofisis del maxilar tiene en el T. platensis y el T. Burmeisteri solo tres cm. de ancho y en el T. elongatus algo mas de siete cm.; es muy llano en este último y termina arriba sin reborde. El llano occipital, es tambien dis- tinto del de las otras especies conocidas, pero estas dos piezas, que están en el Museo, no son tan bien conservadas como para dar la forma exacta; parece, como todo el cráneo, mas bajo. La rama horizontal de la mandíbula inferior es relativamente baja, y la parte anterior, en la que están plantados los incisivos es muy corta y muy redonda. Il incisivo superior interno (1 1) que en el 'P. Burmeister es de cara anterior cóncava, es en ol 'T. elongatus todavia mas convexa que en el 'T'. platensis y mas grueso. ll incisivo externo (1 2!) es, como en el T. Burmeisteri mas chico que los internos y de cara lateral interna, aun mas redondo que en el T. Darwint, mientras que en el T. Burmeisteri esta cara es algo cóncava. Los premolares superiores son, en su construccion, parecidos á los delas otras especies, solo algo mas grandes y los lóbulos posteriores en los dos últimos, mas desarrollados. Las molares son de diámetro mas largo y relati- vamente mas angostos, que los molares mas grandes que de otras especies hay en el Museo. ll pliegue del lóbulo anterior — 349 — se estiende menos hácia atrás y por esta parece el Jóbulo del medio, en el primero y segundo molar, algo mas ancho. Las ligeras ondulaciones en la cara exterior son bastante marcadas en las molares de las dos maxilares que lenemos. ll molar del 7. Burmeisterr tiene dos de estas ondulaciones, mientras que los 7. elongatus, platensis y Darwini lienen tres, pero como estas ondulaciones son solo bien visibles en los molares de animales viejos, son estos solamente caracteres secundarios. Los molares de las dos mandíbulas superiores conservadas en el Museo, no son exactamente iguales; en una son mas delga- dos, pero atribuyo esto á la diferencia de la edad de los ani- males á que pertenecian las respectivas mandíbulas. Por lo demás, la disposicion de los pliegues, como las fajas de es- malte, son, tanto en los premolares como en los verdaderos molares del 7. elongatus, iguales á los de las otras especies. Los incisivos de las mandíbulas inferiores son mucho mas angostos que en el 7. platensis y en el 7. Burmeisteri, pero en cambio, algo mas gruesos. ll iy es el mas ancho de los tres incisivos inferiores, medidos en la cara inferior; el 3 tiene la cara superior ligeramente cóncava, como el del 7. Burmetsteri, pero no he podido descubrir en éste la presencia de una faja de esmalte en la cara inferior interna, como la que tiene el res- pectivo incisivo del 7. Burmetsteri. lim lo demás, los tres inci- sivos inferiores son de la misma construccion que los de las otras especies. . De los tres premolares inferiores, el primero es muy pe- queño y en la cara exterior é interior un poco cóncavo longi- tudinalmente, lo que le hace aparecer como teniendo dos lóbulos, mientras que en el T. Burmeisteri y T. platensis, éste es convexo en la cara exterior. Los otros premolares y los verdaderos molares no demuestran notables diferencias de las otras especies: solo son un poco mas delgados. Los restos que hay de esta especie en el Museo de La Plata, han sido encontrados en un espacio de diez metros, mas ó menos, al cavar el dique del puerto de la Ensenada. Perte- necen á dos animales, uno mas jóven que el otro, como lo de- muestran tanto los maxilares como los demás huesos del es- queleto, que están en perfecta relacion respecto del tamano. A mí no me parece dudoso que todos los huesos de tamaño grande hayan pertenecido al mismo individuo del cráneo casi completo que hay en el Museo, y los mas chicos al individuo del maxilar incompleto y de la mandibula inferior con los incisivos. Un cubito perteneciente al individuo mayor, que ya Tomo VI. 40 — 350 — está compuesto, presenta los caractéres comunes de las otras especies de Toxodon, solo que es de tamaño considerablemen- le mayor, lo que está en armonia con el cráneo que tambien es de tamaño mas grande que los de las especies T. Burmeisteri y T. platensis. No hablo de los otros huesos del esqueleto por no estar preparados aun, y creo que lo dicho bastará para probar que el T. elongatus es una especie diferente del T. ense- madensis descrito por el señor Ameghino. , De otras especies de Toxodon descriptas en la citada obra del señor Ameghino, no hablaré mas; para fundarlas este autor no se ha preguntado, como he dicho, de si los materiales de que disponía eran suficientes ó no. Quería aumentar el número con una especie más y lo ha hecho siempre sin el menor escru- pulo, sabiendo que usaba de un sistema condenado por la ciencia. Ya en ocasion anterior he hecho pública la incorreccion de los procederes del Señor Ameghino, alterando la verdad con toda au- dacia cuantas veces lo ha creido conveniente á sus intereses (Santiago Roth, Embrollos scientificos, Anales de la Sociedad Cien- lífica Argentina, tomo XXXVIII, pag. 5 y sig.). Desgraciada- mente más de una vez he de tener que volver sobre este punto. Como no todos los paleontólogos tienen á su disposicion el material necesario para poder apreciar si las especies estable- cidas son bien fundadas ó no y formarse así una opinion propia sobre esta materia, he creido útil publicar estas observaciones. Si he podido completar algo el conocimiento de la denticion del género Toxodon y rectificar algunos errores, es solo mer- ced á la gron abundancia de material que encierra el Musco de La Plata. RESÚMEN Da vom Director Herrn Dr. Moreno beschlossen wurde, einen heschreibenden und illustrirten Catalog von der mir un- terstellten palaeontologischen Abtheilung des hiesigen Museums zu publiziren, so habe ich zu diesem Zwecke das massenhafte Material von den Toxodonten einer eingehenden Prúfung unter- 7ogen und die verschiedenen Stúcke untereinander und mit dem, was sehon úber diese TPhiere publizirt wurde, verglichen. Dabei habe ich die Beobachtung gemacht, dass ausser andern Fehlern, die publizirt worden sind, Herr Ameghino in seinem erossen Werk «Contribucion de los mamiferos fosiles de la República Argentina, » Pl. XXXI, fig. 1, eine ganz falsche Abbildung vom Unterkiefer eines jungen Toxodon bringt, welche — 351 leider schon Aufnahme in andere palacontologische Werke gefunden hat, wie z. B. in das ausgezeichnete Werk « Hand- buch der Palaeontologie von K. A. Zittel.» Da ich mich im Catalog nicht auf Diskussionen einlassen kann, so halte ich fúr angemessen, einige Berichtigungen vorauszuschicken, hevor diese falschen Abbildungen weitere Verbreitung finden. Wir besitzen im Museum einen Sehádel von einem ziemlich jungen Toxodon mit drei Backenzáhnen, die in der Entwicklung bestifion sind und vier schon vollstindig entwikelten, w elche schon im Gebrauch waren. Vornen, etwas hinter der Naht des Zwischenkiefers befindet sich eine Alveole des ersten Milchbackenzahnes, welcher, wie es scheint, nicht ersetzt wird. An sechs ausgewachsenen IKiefern, die wir besitzen, fehlt dieser Zalm. Dieser Alveole folgt ein Praemolar mit etwas abgenutzler Krone, welche zeigt, dass der Zahn sehon im Gebrauch war. Auch dieser verliert t sich mit dem Alter; an drei ausgewachsenen Schádeln fehlt dieser Zahn, an einem andern ist noch die Alveole vorhanden und an einem fúnften ausgewachsenen, aber etwas júngeren Schádel ist dieser Zahn noch vorhanden. Nach diesem Praemolar folgt in dem oben angefúhrten Schádel cin anderer Praemolor mit "ebenfalls etwas abgenutzter Krone, dann folgt wieder ein Praemolar, welcher noch nicht in Gebrauch war, der dem vierten Milehbackenzahn entspricht. Diesem folgen vier vollstindig entwickelte Backenzáhne, die schon lingere Zeit im Gebrauch waren. Von diesen entspricht der erste dem letzten Praemolar; da es aber der allgemeinen Regel der Bezahnung widerspricht, dass der letzte Praemolar vor den vorderen gewechselt wird, glaubte ich anfánelich, derselbe kónnte ein Milchzahn sein. Bei náherer Untersuchung unseres Materials fand ich jedoch ein Oberkieferstúck, aus welchem hervorgeht, dass der betreffende Zahn wirklich ein definitiver Praemolar ist. In diesem Kielerstúck befinden sich niámlich drei Bakenzáhne, die, obschon sie nicht vollstándig sind, doch mit Sicherheit erkennen lassen, dass dasselbe von einem Tozodon ist. Der erste dieser drei Záhne ist mit vier Wurzelu versehen und da in einigen Unterkiefern von jungen Thieren, die im Museum sind, die Milchzáhne ebenfalls mit Wurzelu versehen sind, so ist kein Zweifel, dass die Milchzáhne sowohl des Ober-wie des Unterkiefers mit Wurzelu versehen waren. lFig. 4 PI. V zeigt den letzten oberen Milehbackenzabn und Fig. 1 PLL die ganze Bezahnung des jungen oben angefúlbrien Schidels. Wis besitzen im Museum eine vollstándige Hálíte eines im Zahmwechsel begriffen gewesenen Unterkiefers, so wie meh- rere andere unvollstindige Unterldiefer mit Zálhnen, die sich in verschiedenen Stadien der Entwicklung befinden. Diese Stúcke heweisen, dass die Abbildung, die Ameghino im Atlas des oben angefúhrten Werkes Pl. XXXI Fig. 1 bringt, unrichtig ist. Herrn Ameghino waren die Milehzáhne des Toxodon bekannt, er hat sie aber nicht fúr solche angesehen, sonderu anf die- selben das Genus Dilobodon mit verschiedenen Species ge- ertimdet und desshalb in der angerihrten Abbildung die Milch- záhne ohne Wurzelu wie die permanenten Zihne gezeichnel. Die Stúcke, auf die er Dilobodon lujanensis gegrúndet hat, be- finden sich im hiesigen Museum und hat er ganz willkúrlich Schádel-Ober-und Unterkieferstúcke ven verschiedenen Thieren, die in der Grósse cinander annáhernd entsprechen, dazu benutzt. Obschon man von diesen Stúcken ganz bestimmt feststellen kann, dass sie dem Genus Toxodon angehóren, so ist es doch ganz unmóglich zu sagen, welcher Species das eine oder andere Stúek angehórt, und wáre es noch richtiger gewesen, wenn er von jedem eine andere Species gemacht hitte. In dem Unterkiefer, der fúr die Abbildung meiner Fig. 1 Pl. Í gedient hat, ist nur die Alveole des ersten Incisivo vor- handen, der zweite Incisivo ist ein Ersatzzahn mit wurzelloser unten oflener Pulpe, der dritte ist ein Milchzahn mit einer sehr langen, unten fast geschlossenen Wurzel. Fig. 3. Pl. IV gibt diesen Zahn einzig dargestellt. Ucber diesem befindet sich im Unterkiefer der dritte definitive Incisivo, der gerade durch den Kiefer bricht. Demselbeu folgt der Eckzahn, der noch nicht zum Durchbruch gekommen ist und ganz nahe. an diesem befindet sich die unten beinahe geschlossene Wurzel des ersten Milchbackenzahns, der wie es scheint nicht durch einen Praemolar ersetzt wird, aber noch eine Zeit lang mit den definitiven Backenzáhnen im Gebrauch ist. Nun folgen zwel Praemolaren und nach diesen der letzte Milehbackenzahn, dem leider durch Unvorsichtigkeit die Wurzeln abgebrochen worden sind; dieselben sind ziemlich lang und unten geschlossen. Unten in der Alveole dieses Milchzahnes steckt die Papille des definitiven Praemolares, welche aus zwei selbstándigen aber mit einander verwachsenen Keimen besteht. Dann folgen die drei wirklichen Backenzáhne. Wir hesitzen im Museum noch vier weitere Unterkiefer von ganz jungen Thieren; in einem derselben befinden sich der zweite, dritte und vierte der mit Wurzelu versehenen Milchbackenzihne. Dieselben sind auf Pl. VII Fig. 5 und 1 und Pl. VI Fig. 5 dargestellt. Diese Milchzáhne sind anfánglich auch mit weit oflener Pulpe, die sich mit zunehmendem Alter immer mehr schliesst, wie diess bei den «ichten mit Wurzeln versehenen Molaren der Vall ist. Die Viguren 3, 4u.5Pl. IV u. VI zeigen den vierten Milchbackenzahn in verschiedenen Stadien der Entwicklung. Mir ist nicht bekannt, ob es andere Sáugethiere gibt, bei denen die Zihne des Milchgebisses mil Wurzeln versehen sind, wáihrend das Dauergebiss aus wurzellosen Záihnen besteht. Immerhin dúrfte es von Interesse sein, dass man nun mit Bestimmtheit weiss, dass diess beim Zoxodon der Fall ist. Aus Gesagtem geht hervor, dass die Zahnformel des Toxodon folgende ist: 6 o 2 p b Milehgebiss ............. A OM y COLON e NANO s - 02) 0 3-4 3 Denmtves Gens CE — 303 In unserem Museum sind von zehn Unterkiefern mit delini- tivem Gebiss acht mit drei, einer mit vier und ein anderer mit zwei Praemolaren. Dabei ist zu hbemerken, dass der Kiefer mil zwei Praemolaren eher von einem júngeren hier herstammnt, uls der mit vier. Beide gehóren zu dem Typus des 7. Bu»- meister?. Ferner ist zu bemerken, dass das Gebiss der Toxodonten sich je nach dem Alter betrichllich verindert, sówohl in der Form als auch in der Anordnung der Sehmelzbánder und ganz besonders in der Grósse des allen und jungen Zalmes. Fig. 1 Pl. Y zeigtden letzten Praemolarzahn eines ausgewachsenen Thieres und Fig. 2 Pl. V den entsprechenden Zahn eines jungen Thieres, der schon lingere Zeit im Gebrauch war. Wenn ich auch nicht die Ansicht des grossen englischen Palaeontologen Dr. Lydekker, der die Sammlungon im hiesigen Museum studirt hat, theilen kann, dass alle IReste aus der Pampas-formation, die wir im Museum vom Toxodon besilzen einer einzigen Species angehóren sollen, so bin ichdoch úberzeugt, dass viele “der aufgeslellten Species nur auf dem Altersunter- schied der Thiere “beruhen, von denen die Stúcke herrúhren. Sicher ist, dass das Genus Dilobodon nie existirt hat und es kann dasselbe ohne Weiteres gestrichen werden. Das Toxodon paradoxus hat Ameghino ebenfalls auf Unterkiefer von jungen Thieren gegrúndet und zwar auf solche mit Cha- raktern der Typen T. Burmeisteri y T. platensis. Das T. gracilis, von H. Gervais und Ameghino auf ein Ober- kieferstúck gegrúndet, scheint auch nur darauf zu beruhen, dass es kleiner ist als die andern Species. Toxodon proto Burmeisterí lat Ameghino auf ein Stúck von einem Incisivo vom Unterkiefer (1 3) aufgestellt, der identisch ist mit dem entsprechenden Incisivo von 7. Burmeisters. Toxodon virgatus hat derselbe Autor auf einen einzigen Praemo- larzalm gegrúndet, der wahrscheinlich durch den Druek des auf ihm lastenden Gesteins deformirt war, wie diess ofl vorkommt. Das Toxodon Darwini ist von Dr. Burmeister auf einen von Owen beschriebenen und abgebildeten Unterkiefer gegrúndet worden. Die Beschreibung, die Ameghino von den Incisivos desselben gibt, stimmt nicht mit derjenigen von Dr. Burmeister úberein. Ltzterer sagt ganz richtig, nachdem er von 7. Bur- meisteriund 7. platensis gesprochen, die Incisivos des Unterkiefers seien schmáler und dicker beim 7. Darwini als bei den vorigen Species. Ameghino sagtgerade das Gegentheil, indem er schreibt, dass die unteren Incisivos verhiiltnissmássig breiter seien als beim 7. platensis und T. Burmetstert; er fúgt eine Beschreibung der oberen Incisivos bei und sagt von denselben, dass die inneren sehr dick und die iussere mit Zahnschmelz bedeckle Seite stark convex sel, ferner, dass die ¿iusseren Íncisivos schmiiler als die inneren und von dreieckiger Form seien und eine fast horizontale Krone haben. Wir besitzen im Museum von dieser Species ein Stúck von einem unteren und je einen iusseren und einen inneren oberen Incisivo, sowjie einige Stúcke von Molaren vom námlichen Individuum und zwei — 334 — dussere obere Incisivos von anderen Individuen. Dieselben stimmen nicht mit der Beschreibung von Ameghino, wohl aber mit derjenigen von Burmeister und den Abbildungen von Owen úberein. Auf der námlichen Pl. V Fig. 5 von Owen (Zoology of the Voyage of H M S Beaglc) ist auch ein d¿usserer oberer Incisivo abgebildet, der von Owen fálschlich als unterer Inci- sivo bezeichnet worden ist. ls unterliegt keinem Zweifel, dass diess der (1 3) von 7. Darwint ist. Ameghino sagt, dass «ler (i 7) stark convex sei, wihrend derselbe im Gegentheil stark concav ist. Aus seiner Beschreibung geht nicht hervor, ob die unteren Incisivos, von denen er sagt, dass sie breiter seien als beim 7. platensts, vom nimlichen Individuum stammen, von dem er die oberen beschreibt; wenn diess der Fall wáre, so hiilte man esentschieden mit einer andcren Species als T. Darwini zu thun. Da er aber im Atlas die Abbildungen von Owen entstellt wieder gibt, so glaube ich kaum, dass er einen Unlerkiefer von dieser Specieszur Verfúgung hatte und werden wohl die oberen Incisivos von einer andern Species sein. Wie bercits gesagt kam Lydekker, nachdem er die Reste vom Toxodon im hiesigen Museum studirt hatte, zu dem Schluss, dass alle aus der Pampasformation stammenden einer einzigen Species angehóren. lr spricht die Ansicht aus, dass mógsli- cherweise 7. Burmeisteri ein weibliches Thier gewesen sei und T. platensis cin mánnliches und das grosse in Iónsenada ge- fundene einer grósseren Race angehóren kónne. ls ist wahr, dass in nuserem Museum viele individuelle Variationen vor- handen sind, besonders unter den Zálhmen des Tipus 7. Bur- meisteri; bei einer genaueren Prúfung sieht man j¡jedoch, duss diese slets den specifischen Charakter beibehalten und kann man immer die Species feststellen, insofern es sich nicht um Stúcke von allgemeinem Charalkter handelt, wie Z. B. um Praemolaren. Nachdem ich das ganze Material, welches wir von den To- xodonten besitzen, eimgehend studirt habe, halle ich es nicht fúr wahrscheinlich, dass die Unterschiede zwischen T. Bur- meisterí und T. platensis bloss sexual sind. Bei T. Burmeis- terí und T. Darwcini istz. B.der i 7 auf der áusseren Seite concav und i 3 kleiner als 1 7, beim T. elongatus ist 1 3 ebentfalls kleiner, aber die Aussenseile bel i y convex wie beim 7. pla- tensís mit den breiten 1 3. pa] Wenn nun die Typen mit den grossen iusseren Incisivos mánnliche und die mil den kleinen weibliche Thiere gewesen wáren, wie Lydkker glaubt, so músste der specifische Charak- ter der inneren Incisivos dem auch entsprechen, was aber nicht der Fall ist, da es unter denjenigen mit kleinen ¿iusseren Incisivos solche Typen hat, wo der innere Incisivo auf der Aussenseite concav ist und solche wo er convex ist, wie bel den Typen mit den grossen diusseren Incisivos. lís liessen sich noch eine Menge anderer Grúnde anfúhren, die gegen einen bloss sexualen Unterschied sprechen, doch will ich hier nicht weiter darauf eingehen. Pl. TT Fig, 1 zeigt den áusseren, Fig. 2 den inneren oberen Incisivo von 7. ptatensis, Yig. 3 5D den inneren und Fig. 4 den ¿iusseren oberen von T. Burmeis- tevz und Pl. IV Fig. 1 den inneren und Fig. 2 den ¿usseren oberen Incisivo von T. elongatus. Was das von Ameghino gegrúndele T. ensenudensis betriffl, so muss Herr Lydekker die Beschreibung von Ameghino nicht richtig verstanden haben, da er einen aus diesen “Lokalitáten stammenden Schidel in unserem Museum als zu derselben Species gehórend betrachtet. lr sagt, dass das 7. ensenadensis auf einen sehr grossen, beim Bau ales Hafens von La Plata, gelfundenen Schidel gegrindet und von Herrn Ameghino unter die Gr uppe platensis “placirt worden sei, trotlzdem die diusseren Incisivos vom Typus Burmeisterí seien, was heissen will, dass diese kleiner sind als die inneren, wiáhrend Ameghino im Ge- gentheil gerade sagt, dass die iusseren Incisivos grósser seien als die inneren, wesshah er es unter die Gruppe platensis bringt. lin Blick auf meine Abbildung, wo auf Pl. IV Fig. 4 den inneren und Fig. 2den iusseren oberen Incisivo des von Lvdekker fiw T. ensenadensis genommenen Typus darstellt, genúgt, um sofort zu sehen, dass dieses Toxodon nicht der von Ameghino beschriebenen Species T. ensenadensis angehóren kann. Da Ameghino in seiner Beschreibung keine genúgenden Beweise bringt fúr die specifische Verschiedenheit ziwischen T. platensis und T. ensenadensis, so ist es mbóglich, dass die beiden identisch sind. Wenn Ameghino das Zoxodon ensena- densis nicht etwa auf Stúcke gegrúndet hat, die nicht zur gleichen Species gchóren, wie eres oft gmacht, so gehóren die Toxo- donten-Reste, die wir aus Ensenada im Museum besitzen, el- ner neuen Species an und habe ich fúr dieselbe den specifischen Namen elongatus vorgeschlagen, indem ich finde, dass es nur noch mehr Verwirrung in die Sache bringen wirde, wenn wir fr unsere Reste den Namen einer Species adoptiren wollten, von der gerade die gegentheiligen Charaktere angegeben sind. Im spanischen Text dieser Abhandlung habe ich kurz die specifischen Charaktere der neuen Species Zoxodon elongatus ¡ngegeben und folgt im Catalog, der bereits in Arbeit ist, eine ausfúhrlichere Beschreibung mit Abbildungen. Auf die úbrigen in oben citirtem Werk von Herrn Ameghi- no aufgestellten Species vom Zoxodon gehe ich hier nicht weiter ein, Hal sie nach dem gleichen hier angefúhrten System gegrúndet sind und ich schon in meiner Arbeit «Embrollos cientificos» dar- gethan habe, wie wenig man sich auf seine Abbildungen und Be- schreibungen verlassen kann. Da nur wenigen Fachgelehrten das genúgende Material zur Verfúgung steht, um selbst urtheilen zu kónnen, so glaube ich im Interesse der Palacontologie zu handeln, wenn ich die gemach- ten Beobachtungen veroffentliche. Wennich die Kenntniss von der Bezahnung “des Toxodon etwas ergánzen und einige Felhler berichtigen konnte, so habeich es ledielic h dem grossen Material, w elches. das Museum von La Plata besitzt, zu verdanken. La Plata, Julio de 1895. Fig. Fig. EXPLICACION DE LAS LÁMINAS TODOS LOS ORIGINALES DE ESTAS FIGURAS PERTENECEN Á LAS COLECCIONES DEl MUSEO LÁMINA 1 1—Mandíbula interior de Toxodon de un individuo jóven en cambio de denticion con la base de los dientes descubiertos. 1¿ de tamaño natural. LÁMINA 1 1—Maxilar superior de Toxodon de un individuo jóven con denticion definitiva. Los primeros premolares 'son en' desarrollo.. 3% de tamaño natural LÁMINA 11 1—Incisivo externo superior de Toxodon platensis, % de tamaño natural. 2—Incisivo interno superior de Toxodon platengis. 35 de tamaño natural. 8—Incisivo interno superior de Toxodon Burmeisteri. 9 de tamaño natural. 4--Incisivo externo superior de Toxodon Burmeisteri. 33 de tamaño natural, LÁMINA IV 1—Incisivo interno superior de Toxodun elongatus. 2% de tamaño natural. . 2—Incisivo externo superior de Toxodon elongatus. %¿ de tamaño tatural. 3—Incisivo externo inferior de leche de Toxodon. Tamaño natural. 4 a—Ultimo molar de leche de la mandibula inferior de Toxodon, vista por el lado interno. Tamaño natural. 4 b—El mismo, visto por el lado externo. LÁMINA V 1—Ultimo premolar superior de Toxodon adulto, visto por el lado interno. Tamaño natural. . 2—Ultimo premolar superior de Toxodon jóven, visto por el lado interno, Tamaño natural, . 83—Ultimo molar superior de Toxodon jóven, visto por el lado interno. Tamaño natural. . 4—Ultimo molar de leche superior de Toxodon. Tamaño natural. . 5—Segundo molar superior de Toxodm jóven, visto por el lado interno, Tamaño natural. 6—Tercer premolar superior en desarrollo de Toxodon, visto ¡por el lado interno. Tamaño natural. 6 c—El: mismo, visto por el lado externo. LÁMINA VI 1.1.—Segundo molar inferior de Toxodon jóven, visto por el lado externo. Tamaño natural. 1 b—El mismo, visto por el tado interno, 2 a—Primer molar inferior de Toxodon jóven, visto por el lado externo. Tamaño natural. . 2 b—El, mismo, visto el lado interno. 3 a—Cuarto molar de leche inferior de Toxodon, visto por el lado externo. Tamaño natural. 3 b—El mismo, visto por el lado interno. 4 a—Cuarto molar de leche inferior de Toxodon, visto por el lado externo. Tamaño natural. 4 L—El mismo, visto por el lado interno. 6 a—Cuarto molar de leche inferior de Toxodon, visto por el lado externo. Tamañu natural. . 6 b—El mismo, visto por el lado interno. . 6 a—Ultimo premolar inferior do Toxodon adultos, visto por el lado externo. Tamaño natural. . 6 b—El mismo, visto por el lado interno, LÁMINA VII a—Tercer molar de leche inferior de Toxodon, visto del lado externo. Tamaño natural. Fig. 1 Tig. 1 b—El mismo, visto por el lado interno. Fig. 2 a—Premolar inferior en desarrollo de Toxodon, visto por el lado externo. Tamaño natural. Fig. 2 b—Xl mismo, visto por el lado interno. Fig. 3 a—Ultimo molar inferior en desarrollo de Toxodon, visto por el lado externo. Tamaño natural. Fig. 3 b—El mismo, visto por el lado interno. Fig. 4 a—Ultimo molar inferior en desarrollo de Toxodon, visto por el lado interno. Tamaño natural. Fig. 4 b-—El mismo, visto por el lado externo. Fig. 5 a—Segundo molar de leche inferior de Toxodon, visto por el lado externo. Tamaño natural. Tig. 6 Lb—El mismo, visto por el lado interno. Fig. 6 a—Premolar inferior en desarrollo de Toxodon, visto por el lado interno. Tamaño natural. Fig. 6 b—El mismo, visto por el lado externo. Tig. 7 a—Premolar inferior en desarrollo de Toxodon, visto por el lado externo. Tamaño natural. Tig. 7 Lb—El mismo, visto por el lado interno. Los molares inferiores de leche, Pl. VI y fig. 5, Pl. VII figs. 1 y 5, son del mismo individuo. NOdOXOL 44 VINIIINVIA h [| “Td — *NOGOXO | — “HLOY *S TA OWO_| — VLVIg Y] 34 O4SM]A 13a VISITA] NOJOXO.L HA YVAVv IVA II “1d —“NOdOXO , — “HLOY *S IA OWO — VIVIg V] 44 OISN]A 14A VLSIAMY NOCOXOL HA NOJOLLNAIA 2 EAN SENS DS ES AS Ss IN 01d — “NOAOXO | — “HLOY ES AAN NA (07 ON Kn Cor 5 a Jl e EFI 200, Aj É o Ñ Im 0 7 m ' Ñ - Mi d j Ñ y Ñ ó y l Ñ . | ' 0 MN ; l : % 1 : AOS i A . o ] | : ¡ ] ] Y ' Ñ Ñ y ñ Y p | ñ - . 130 . Ol Ñ h . Ñ y 0 Ñ yn h . 1 Me ho ¡ A á Mo 4 rs y Ú ñ e Ñ Ñ NA . de Meis e pl 1 . Ñ y : Ñ y A y » : y ] Ñ o ñ Ñ . A . mA A Ñ . o Mi Ñ y o O . ' A ] o A 1 0% A, EN: E o 0 o y ME | y 0 ; O ; , Ñ on p 5 . 1 : E k A 5 ps pS [3 TE Ñ ] y . y . - 1 í y ' ' ñ Ñ % 0 ñ ' ; o . ; ; ] Ñ ] ; . ' ' e A ] Ñ ] (E . ñ o ' ñ V 1 Ñ . ' ; . 0 ES ñ - E j J ' ñ Y Y - o . 1 "al ' 0 ; ' A - X nn úl Y . . ñ ' 0 ñ ' ñ y y ¡E Y J . E Ú Ñ . : ñ 4 en | | ] | | | | Ñ ' | | | / NOCOXOL 44d NOJOILNIA "09SNJA [9P SOL9/[YJ “a MY “l AD “Id = “UOpOXO, - “OY $ “y OUOL “eyed Y 9D “JE JOp 40 S, Roth. - Toxodon, - Pl. Y Rev. del M. de La Plata. Tomo VI. del Museo. 5 Z pa = DE TOXODON NTICION DE 114 UOpOxO], OY A 0UO], “eye]g Y] op “Y 19D “409 NOCOXOL 34 NOIOLLNJa "O9IMJL [0D B9L0[(WL “qua moy 1 IN “IA 0UO, “eJeIg Y] 0 “100 “40 3 AO o o e o AS NOCOXOL 44d NOIOILN4GA "O98UJA [9P S919[]8.T ú “Ud MOY 1 LIA Id UOpONO, "U)0Y + [000], YIY1G YT) AH JO) 20 DATRAGIOS Y REPTIDES DE RIOJA Y CATAMARCA (REPÚBLICA ARGENTINA) RECOGIDOS DURANTE LOS MESES DE FEBRERO Á MAYO DE 1805 (EXPEDICION DEL DIRECTOR DEL MUSEO) JULIO KOSLOWSKY Lámina 1-1V TA A A A > AAN a id EA | Batracios y reptiles de Rioja y Catamarca (REPÚBLICA ARGENTINA) RECOGIDOS DURANTE LOS MESES DE FEBRERO Á MAYO DE 1895 (Expedicion del Director del Museo ) (LÁM. 1-1v) BATRACHIA Fam. CYSTIGNATHIDA. TELMATOBIUS. Wiegm. 1. Telmatobius Hauthali. Koslowsky. (Lúm. L fig. 1-5). Lengua subcircular, algo más ancha que larga, atrás libre y un poco emarginada; dientes palatinos en dos pequeños fas- cículos situados entre los trasrespiraderos. Los dedos de la planta tienen algo más de la mitad unidos por una membra- na natatoria; un borde libre pasa por la parte interior del lurso, estendiéndose sobre la parte exterior del dedo inte- rior. La pierna alcanza, con la articulación tibio-tarsal, el ángulo de la boca. La piel es lisa, cubierta con gran cantidad de puntitas córneas sobre el pecho, el dorso, abdomen y las extremidades, siendo el número t. ¡or de ellas sobre el abdó- men, las piernas posteriores y sobro el pecho entre Jos brazos. Todos los ejemplares tienen sobre el pulgar una placa áspera compuesta de puntitas negras corneas. Por encima es de un color plomo ó gris uzulado, siendo el color mús oscuro sobre la region de la cabeza; abajo es de un color blanco olivaceo sucio, con* manchas oscuras sobre fondo amarillo en la parte inferior de las piernas en algunos ejemplares. Por encima son A O todos ejemplares de un solo color y las larvas, en estado bas- tante avanzado, tienen el color plomo con muchas puntitas negras sobre la cabeza y el dorso. I'sta especie fué hallado en la cor- dilleras de Catamarca en el arroyo « Aguas calientes » (40060 metros altura), en las inmediaciones de Cazadero grande, donde el Geólogo del Museo señor Rodolfo Hauthal los tomó en el arroyo, cuyas aguas siempre conservan una temperatura de veinte grados, Celsius. 2. Paludicola bufonia. (Bell.) Bler. 1 De esta especie posee el Museo tres ejemplares recogidos en el viaje del señor Director del Museo (1893). Fam. BUFONID 4. BUFO. Laur. 3. Bufo arenarum. Hensel. ¿ste sapo negro habita todos los lugares de Chilecito que están cubiertos con vegetacion, pero siempre son poco nume- rosos. Se han traido tres ejemplares jóvenes en alcohol. 4. Bufo marinus (I..) Schneid. ll sapo comun se halla en abundancia, como en toda ln América del Sud, tambien en los alrededores de Chilecito. Se ha traido un ejemplar para verificar su identidad. Fam. HYLID A. HYLA. Laur. De este género posee la República más especies que de cual- quier otro de los Batracios. 5. Hyla riojana. Koslowsky. (Lámina II, fig. 1-8). La lengua está fuertemente emarginada con borde posterior poco libre y provista en su parte anterior con dos pequeñas — 361 — protuberancias, teniendo en algunos ejemplares una escavacion cerca de los márgenes laterales (fig. 3); los dientes palatinos agru- pados en dos pequenos fascículos en el medio de los trasrespira- deros. La cabeza más ancha que larga y con la piel muy suelta sobre ella y el cuerpo; el hocico redondeado y la punta distante del ojo dos veces y medio del diámetro del ojo; el espacio interor- hital es tres veces el diámetro del ojo y algo concavo.. Tl disco limpánico bien visible y una tercera parte más pequeño que el ojo. Los dedos de la palma tienen muy poca membrana nata- toria á la base de ellos; el disco de los mismos dedos es algo más pequeños que el disco timpánico; los dedos de la planta son unidos por una membrana natatoria que es emarginada y con discos algo más pequeños, que los de los dedos de la palma. Un borde corre sobre la parte inferior del tarso, el que se extiende sobre la parte exterior del dedo interior. Las -pier- nas alcanzan con su articulación tibio-tarsal “casi al :hocico, pasando mucho el ojo. La piel'es lisa arriba, abajo granulada con tubérculos' chatos que se extienden sobre las piernas posteriores. Por encima es el color un azul grisaceo con muchas manchas ovales y redondas isabelinas que tienen en algunas un borde negro, siendo las de la espalda mayores que las de la cabeza y de los brazos; la parte posterior de las piernas (femur) es mar- morado con tisnes brunos y líneas de gris claro; la parte de la tibia provista á través con manchas como la de la espalda. Abajo de color blanco con una red fina bruna entre los brazos (que forman los pliegues entre las granulaciones. Esta especie fué. hallada en una fuente que se llamaba «Aguadita>»'en el camino de Patquia á Chilecito, unos quince leguas de este' pueblito Provincia de la Rioja. LACERTILIA. Fam. GECKONID 4. HOMONOTA. Gray. Este género pertenece hasta ahora solo á la parte austral del Sud América y está representado hasta ahora únicamente en la República Argentina y Uruguay. — 362 — 1. Homonota Whitei. Blur. De esta especie solo se conocía un solo ejemplar obtenido en Cozquin (Córdoba) por el señor I:. White, quien hizo co- lecciones de historia natural en esta República, y quien mandó las lagartigas á Londres donde se reconoció que era una nueva especie. Ahora se ha traido de la expedicion del señor Director del Museo dos ejemplares, de Chilecito, lo que indica que ya no se puede considerar esle animal como localizado ó muy raro. GYMNODACTYLUS. Spix. 2. Gymnodactylus horridus. Burn. sta especie que fué descripta por el Doctor Burmeister en su «Reise durch die La Plata Staten» 1861, (de Mendoza), no la hallo mencionada en el «Catalogue of the Lizards in the British Museum» que será un olvido seguramente. Se han con- seguido cuatro ejemplares en Chilecito. Fam. IGUANIDA: UROSTROPHUS. D.< B. 3. Urostrophus scapulatus. (Burm.) Blgr. Esta especie fué halluda en las cordilleras altas de Catamarca; el ejemplar mide diez centímetros desde el hocico hasta el ano y posee un color verde oscuro por encima, los dientes laterales no reconocibles como tricúspidos sinó muestran más bien la dentadura del Diplolaemus Darwini Bell. Es muy rara. LIOSAURUS. |). « KB. 4. Liosaurus Belli. > « B. Se ha coleccionado solo un ejemplar jóven en esle viaje. DIPLOLAEMOUS. Bell. 5. Diplolaemus Darwini. Bell. liste habitante de la Patagonia se ha cazado tambien en las cordilleras altas de Catamarca y de la Rioja, teniendo los di- bujos típicos del D. Darwini, y otros, los de la misma especie =- 363 — descriptos como ejemplares de D. Bibroni. Se ha conseguido un ejemplar en Catamorca y tres en Rioja, cazados los últimos por el geólogo del Museo señor Rodolfo Hauthal. HELOCEPHALUS. !”. 6. Helocephalus nigriceps. Ph. Esta especie, que varía extraordinariamente en sus dibujos, fué encontrada en las cordilleras altas de Catamarca. De los ejemplares recogidos mido el más grande, desde el ho- cico hasta al ano, ocho centímetros. Teniendo la cola perdida la mayor parte de ellos, no puedo indicar el tamaño total. I:l co- lor negro de la cabeza desaparece por completo en algunos ejem- plares. LIOLAEMOUS. Wiegm. 7. Liolaemus nigromaculatus (Wieym.) Blgr. Esta especie se observa por la primera vez en la República Argentina. lis muy variable, pues el Doctor Philippi y tambien Girard, la han descripto dos veces bajo diferentes nombres fuera de los sinónimos de otros autores. Los cuatro ejemplares co- leccionados en Catamarca durante esta excursion, son todos provistos con las dos manchas negras sobre el omoplato, en línea horizontal y no en posicion vertical como lo demuestra el dibujo de Bell en «Zoology, Voyage of H. M. S. Beagle. » - . . . 1 Il ejemplar mayor mide del hocico hasta el ano 53 ctms. 1 . y de ahí hasta la punta de la cola 93 centimetros. 8. Liolaemus lineomaculatus. Blgr. De esta especie, que fué descripta de Patagonia por Bell como L. Kingi y separada despues por Boulenger bajo el nom- bre arriba indicado, se ha coleccionado un ejemplar solamente, el que es una hembra con huevos, recogida por el señor Hau- thal en las cordilleras de Rioja; es lástima que falte al ejem- plar la cola, la que en general se corta en este género cuando se las cazan. Mide del hocico hasta el ano 5 */. cm. — 364 — 9. Liolaemus Darwini, (Bell) Blgr. De esta especie se ha coleccionado un ejemplar en Chilecito. 10. Liolaemus gracilis. (Bell) Blgr. Esta especie fué coleccionada en dos ejemplares en Anto- fagasta de la Sierra (Provincia de Catamarca), durante la ex- cursion de 1893 del señor Director del Museo. 11. Liolaemus Fitzingeri. DS « ño Blgr Tambien de esta especie se han concecuido. tres ejemplares en el mismo viaje, en Catamarca.. 43. Liolaemus andinus. Koslowsky. (Lám. 11M.) Cuerpo deprimido y ancho. Cabeza muy corta con diez escamas labiales superiores y con seis ó siete labiales inferio- res. Entre las labiales superiores y las escamas infraorbitales, hay una sola hilera de escamas. Los respiraderos son latero- superiores. Las escamas de la cabeza son lisas y convexas, siendo las interparietales mas pequeñas que las parietales; en las supraoculares se nota una sério de cinco á seis escamas mayores. ll tímpano es bien visible y grande con dos ó tres pequeñas escamas prominentes O en su borde anterior. Lus escamas de la: espalda son pequeñas, lisas algo convexas, y redondeadas, no imbricadas, pasando en la mitad posterior del dorso á ser escamas hexagonales. Los lados dei cuello están provistos con pliegues muy fuertes y un pliegue antehu- meral, los que están cubiertos con una granulacion fina. Las escamas de la cola están arregladas en verticilos, de escamas lisas y cuadrangulares, las que, hácia la punta de la cola, poseen una quilla poco pronunciada. Las escamas de la gar- ganta y del pecho son grandes, imbricadas, romboidales ó cua- drangulares. Las escamas sobre la parte posterior de las piernas son granulares y uniformes, estando cubiertas por encima con escamas mayores que las de la espalda é imbri- cadas. ln los ejemplares muy adultos pasa un pliegue ú través de la garganta. Los dos sexos carecen de poros femorales y anales. Hl color de encima es de un gris de raton; una línea corta negra que principia desde los respiraderos, pasa por el ojo en línea recta, alcanzando el cuello; una otra línea negra pa TG empieza debajo de las infraorbitales y va hasta sa oreja, estan- do indicada la última línea en algunos ejemplares solo por pequeñas manchitas alargadas. Sobre el cuello y dorso se ha- llan muchas manchas pequeñas negras, arregladas en algunos ejemplares, en fajas transversales que están acompañadas en su borde posterior por manchitas de un color rosu pardusco, las que son mayores que las negras; sobre la colu se' dispo- nen las manchas en ángulos ó fajas, pero siempre sin union íntima entre sf. Las piernas están salpicadas de pequeños puntos negros y color rosa pardusco. Por debajo el color es un blanco súcio que pasa, sobre el vientre á un color azulado; la garganta está jaspeada con gris azulado, ó con rosado claro ó con tisnes azules. Hay 105 á 110 escamas alrededor del cuerpo en el medio del tronco. El largo total es de 132 mm., la cabeza 14 mm., el tronco 54 mm., la cola 64 mm. La pierna anterior 24 mm., la pierna posterior 37 mm. ista especie se ha coleccionado en las cordilleras de Cata- marca, en alturas que varían entre 3 á 4000 metros. La cola es en esta especie menos frágil que en las demás de este género. TROPIDURUS. Wied. 13. Tropidurus 'spinulosus. (Cope) Boettg. De esta lagartija se han coleccionado cinco ejemplares de Catamarca y Rioja. El Museo posee, además, ejemplares de Intre Rios, Corrientes y Córdoba, recogidos en excursiones anteriores. PHYMATURUS. Gravh. 14. Phymaturus palluma. (Mol.) Gravh. Se ha coleccionado un hermoso ejemplar de Cátamarca, donde fué tomado en las altas cordilleras. Mide del hocico hasta el ano 10 em. — 366 — Fam. ANGUIDA. OPHIODES. Wagl. 15. Ophiodes striatus. (Spix) Wagl. De esta especie se ha coleccionado un ejemplar en Cata- marca. Fam. TEIDA?. TUPINAMEBIS. Daud. 16. Tupinambis rufescens. (Gth.) Blgr. De esta especie se halla una iguana jóven en las colecciones del Museo, conservada en alcohol y procedente de Catamarca, recogida por el señor Hauthal. Su largo total es 58 cm. AMEIVA. Cuv. 17. Ameiva ameiva (L.) lLoslowsky. Esta lagartija, que está repurtida casi sobre todos los países de la América del Sur, se ha conseguido en Antofagasta de la fo) (o) Sierra, en la expedicion anterior. CNEMIDOPHORUS. Wagl. 18. Cnemidophorus multilineatus. Pl. Se ha coleccionado un ejemplar de este gracioso animalito, en La Rioja, por el señor Hauthal, donde, dice, abunda en las montañas. ll ejemplar posee doce poros femorales sobre una pierna y trece sobre la otra, y mide del hocico hasta el ano 354 mm. TEIUS. Merr. 19. Teius teyou. (Daud.) Fitz. Del teyú se han coleccionado catorce ejemplares de todas edades, tanto en las altas sierras de La Rioja como en las de Catamarca. A Fam. SCINCID As. MABUIA. l'itz. 20. Mabuia frenata. (Cope) Bocourt. In el viaje anterior se han coleccionado dos ejemplares en Antofagasta de la Sierra, que no ofrecen ninguna particula- ridad. OPHIDIA Em CIA CON TID A GLAUCONIA. Gray. 1. Glauconia albifrons. (Wagl.) Blgr. ste animalito, que parece mas bien una lombriz que una vívora, se halla en toda la República, viviendo en la tierra arenosa. Se ha coleccionado un ejemplar en Catamarca, el (ue tiene la cabeza enteramente negra. Fam. COLUBRIDA:. LIOPHIS. Wagl. 2. Liophis poecilogyrus. (Wied.) Jan. Esta culebra es la mas comun en la República Argentina y tiene una vasta distribucion geográfica. Se ha coleccionado un ejemplar en Catamarca. LYSTROPHIS. Cope. 3. Lystrophis semicinctus. (1. « B.) Blgr, lista especie fué hallada en una altura de 4000 metros en la vega de San Francisco, en Catamarca, durante la expedicion del señor Director del Museo; el animalito mide 20 em. de largo y posee colores vivos. 4. Lystrophis D'Orbignyi. (D. « B.) Cope. . De esta especie posee el Museo un ejemplar de Catamarca, el que no difiere en nada de los coleccionados en la Provincia de Buenos Aires. RHADINAEA. Copo. 5. Rhadinaea sagittifora. (Jan.) Blgr. La especie es muy repartida en la Patagonia y las provin- cias andinas de esta República y varía mucho en color y número de las escamas sobre la cabeza, teniendo algunos ejemplares hasta tres rostrales posteriores, siendo el número normal dos, lo que no depende de la localidad, pues el Museo posee ejemplares de Chubut y de Antofagasta de la Sierra en Catamarca, de los cuales unos están provistos de tres placas post-rostrales bien desarrolladas y otros solamente de dos. 1:l ejemplar coleccionado en Chilecito carece del fondo blanco so- bre el dorso, el que es de un amarillento oliváceo; las man- chas negras, que poseen en general los individuos, son en este ejemplar de un color sepia claro, teniendo solamente las man- chas triangulares del costado un color negro en algunas escamas. Tambien demuestran los dibujos del costado una inclinacion para unirse entre sí, la que en el ejemplar presente está bien indicada por dos séries longitudinales de escamas que limitan la mitad blanca del costado, teniendo estas escamas una man- cha logitudinal negra en el medio de cada una de ellas, la que es tan fuertemente pronunciada en la primera parte del cuerpo, que se forma una línea bien negra. Hay que mencionar que muchas escamas por todo el cuerpo, tienen un borde en la mitad anterior de un color colorado claro de sangre ó de lacre, lo que hasta ahora no se ha observado en ningun ejemplar de la especie. Todos los ejemplares coleccionados en Catamarca tienen las manchas negras de un tamaño mucho mas inferior que las que provienen de Patagonia. De Catamarca posee el Museo cinco ejemplares; de Chilecito solamente uno, el men- cionado. : 6. Philodryas trilineatus. (Burm.) IKoslowsky. lista especie la denominó el Dr. Burmeister como Herpeto- dryas trilineatus Burm., en su «Reise durch die La Plata-Staaten », T. L pág. 309, la que fué otra vez descripta por Jan y dedi- , — 30) — cada al Dr. Burmeister, Philodryas Burmeisteri Jan, pero con- forme con los acuerdos de los Congresos Internacionales de Paris y de Moscow, hay que mantener extrictamente la pri- mera denominacion específica, aunque nos violentemos en este caso. 11 Museo posee ejemplares de Catamarca, de Rioja, de la Patagonia y un ejemplar de Misiones. Fam. LLAPIDAL. ELAPS. Sehneid. 7. Elaps Marcgravi. Wied. Se ha coleccionado solamente una víbora de coral en los alrededores de Chilecito, la que está en perfecta conservacion, no habiendo perdido nada del color colorado oscuro que ha motivado la denominacion vulgar á cesta clase de víboras. Fam. VIPERIDE BOTHROPS, Wagl. 8. Bothrops Burmeisteri. Ioslowskv: (Límina IV, fig. 1-4). La cabeza sin dibujos ó líneas blancas, poseyendo solamente varias manchitas irregulares de un color marron habana por encima de la cabeza; del borde posterior del ojo se exliende en diagonal una faja ancha de un marron oscuro, la que toca con los últimos cinco labiales superiores. 1% hocico es mode- radamente levantado y la cabeza proporcionalmente muy ancha. 11 dibujo sobre el cuerpo consiste en paralelógramos de un marron habana sobre un fondo de color ceniza algo brunáceo. La cola es muy deprimida y posee una leve excavación á ma- nera de una canaleta en el medio de la parte del dorso, el dibujo por encima son fajas transversales que se han com- puesto siempre de dos cuadrados. Por abajo del cuerpo, .de un solo color de un blanco rosado que carece por completo de mancha alguna. Tiene 25 séries de escamas alrededor del cuer- po, 157 escamas ventrales y 51 subcaudales. Largo total 500 mm. Cabeza 26 mm., cuerpo 423 mm., cola 51 mm. — 370 — lista nueva especie se ha coleccionado por uno de los ayu- dantes del Sr. Director del Museo, en los alrededores de Chile- cito y la dedico á la memoria del ilustre Dr. Burmeister, al creador del Museo Nacional, de Buenos Aires, quien tanto hizo para divulgar la fauna argentina y cuyas lecciones no olvido. JuLIO KosLOWSKY, Naturalista Viagero del Museo de La Plata. Rey. Museo La Plata — omo VI. Koslowsky. Balracios, ete. — Lán. Í. P. Sackmann, del et lith. Talleres del Musco. TELMATOBIUS HAUTHALIT, n. sp. Rey. Museo La Plata — Tomo VÍ, Koslowsky. Batracios, ete. — Ln. ll. P. Sackmann, del et lith. Talleres del Musco. HYLA RIOJANA, n. sp. TELAS ANACO se Ena Rer. Musto La Plata — Tomo VÍ, Koslowsky. Balracios, ete, — Lán. 11, P. Sackmann, del ct lith. Talleres del Musco. BOTHROPS BURMEISTERI, n. sp. A UN NUEVO GECO DE MATTO GROSSO (CON UNA LÁMINA) JAME TO PIOSTLONES ED Naturalista viajero del Museo de La Plata Revisando las ricas colecciones de reptiles de este Museo, me encontré con una especie de geco, del género Phyllopexaus, la que considero como nueva, distinguiéndose principalmente de la especie conocida P. goyaxensis, Peters, por la falta de la faja diagonal de escamas espiniformes cerca del ano. 1l ani- malito procede de Descalvados, distrito San Luis de Cáceres, en Matto-Grosso. Phyllopezus Przewalskii, Koslowsky (Lám. 1.) La cabeza algo alargada y deprimida; el hocico algo chato, está cubierto por pequeñas escamas generalmente ovales hasta entre el espacio de los ojos, de donde pasan gradualmente á la fina granulacion del pescuezo. Posée nueve escamas Inbiales superiores, siendo las dos ó tres últimas muy pequeñas, y siete labiales inferiores, siendo las dos últimas igualmente muy pe- queñas. Lua escama mental es muy grande, mas larga que aucha; á cada lado dela mitad posterior de ésta se hallan dos grandes escamas cónicas; entre la mitad posterior de éstas, y la mitad anterior de las dos escamas que siguen agregadas ú ellas, se encuentra una escama hexagonal, tocando con su borde anterior en el borde posterior de la escama mental y limitando su borde posterior dos pequeñas escamas. La parte posterior de la cabeza, el pescuezo, la espalda y la parte basal de la cola, están provistas de uno granulacion So e muy fina, en que están repartidos pequeños tubérculos redon- dos que son algo mas grandes «que las escamas del hocico, arregladas en catorce hileras con mas ó menos simetria. Las aberturas de las orejas, que están dirigidas de través hácia abajo y adelante, están provistas en su borde interior y ante- rior de pequeñas escamas cortas y erigidas, siendo las escamas que rodean el orificio mas grandes que las circundantes del pescuezo. Las escamas del vientre son grandes y romboidales. La cola, reproducida, es algo hinchada y está cubierta' con escamas lisas, mas pequeñas que las ventrales, formando seis séries transversales de escamas en cada una de las divisiones de que está compuesta la cola; por la parte inferior de la cola corre una faja de escamas muy anchas cinteadas, de las que hay dos en cada division de la cola. Ll ejemplar que es un macho no posee ni poros anales ni femorales. Por el medio de la espalda corre un pliegue muy pequeño que posée en su interior un color mas claro que las demás partes del dorso. Los cinco dedos de las patas anteriores y posteriores están provis- tos en sus puntas con falanges muy comprimidos, - poseyendo cada uno de estos una uña muy pequeña halconídea, que se halla" cireundada por tres pequeñas escamas. Sobre la cabeza posee seis líneas longitudinales de las que' principian dos á cada lado sobre el hocico, pusando los “exteriores por los ojos y forman una línea muy interrumpida á cada lado del cuerpo hasta la base de la cola. De la oreja se estiende' una línea corta hasta el homóplato; sobre el dorso la cola y las piernos poseen fajas transversales (que son todas, como tambien las líneas, de un color bruno negruzco, siendo el cuerpo por en- cima de un color gris claro transparente y por debajo de un blanco súcio. Largo total 123 mm., cabeza 20 mm., cuerpo 50 mm., cola 53 mmn., pierna anterior 20 mm., pierna posterior 25 mm. Rev. Museo La Plata — Tomo VÍ. LEANEBOBEZUS Koslowsky. Un muevo Geco.— Lán. PRZEWALSKII, n. sp. abres joa ds ha RA, que. | Dad y e 20 piso 1%, ed de ie dE PE Me: rie” tr Aid VET Algunos datos sobre los Indios Bororós Algunos datos sobre los Indios Bororós POR Junio KosLowsky Naturalista viajero del Museo de La Plata (CON 3 LÁMINAS) La primera vez que ví indios de la tribu Bororó, fué al dia siguiente de mi llegada á Descalvados. Ilse dia era la fiesta de N. S. del Cármen, patrona de aquel establecimiento, propiedad del Sr. Jaime Cibils Buxareo, en donde se fabrica extracto y caldo de carne. lsta fiesta es la más grande que se celebra en Descalvados, concurriendo por lo tanto todos los trabajadores, camperos, capataces y demás gente de los vastos campos del Establecimiento central, que es Descalvados pro- piamente dicho (1). Hay allí una hermosa capilla colocada en el centro de los edificios, del Establecimiento, de la que se apro- vechan los indios Bororós para efectuar en la fiesta indicada sus bautismos, lo que hacen con tal celo que por varios años siguen bautizando la misma criatura, pues cada vez eligen un padrino rico, que no deja de hacerles regalos. Esta vez tambien ha- bian llegado algunos hombres y mujeres que con su danza grotesca contribuian á aumentar la alegria general de aquel público de todos colores, nacionalidades y razas. Los Bororós bailaban la danza del tigre, la que consiste en que hombres y mujeres se ponen en hilera detrás de un indio adornado de (1) De esta comarca ya he dado algunos datos en mi artículo: «Tres semanas entre los indios Guatós». Revista del Museo de La Plata, T. VI, p. 221. — 1895. lo plumas, pajas y collares hechos de dientes, uñas y cuero de tigre, lo que representa á un hombre dentro del cual ha pasado el alma del jaguar muerto por él mismo y cuya presencia se manifiesta por saltos y movimientos furiosos en el cuerpo del hombre, los que procura conjurar á su frente otro Bororó, el médico de la aldea, secundado por algunos ancianos. lil lBo- roró, que representaba al ligre furioso, tenía sobre la cabeza una corona ó diadema de plumas del guacamayo colorado (Ara ma- cao), las de la cola puestas en el centro al frente, formando los costados las remeras; además tenía plumitas recortadas dirigidas hácia abajo, aseguradas con hilos de algodon á un rodete delgado. Además adornaba su cabeza una diadema de uñas de jaguar colocadas en hilera con las puntas para arri- ba. Cubria la cara debajo de esta diadema una máscara de franjas hecha de las hojas tiernas del cogollo de palmera, ocultándola completamente; iguales franjas rodeaban las manos, la cintura v los piés, de modo que no se veía lo que carac- teriza el cuerpo humano. Sobre el pecho descansaba un adorno de dientes de tigre, formando los cuatro caninos en el centro del collar. Rodeaban los. piés cascabeles hechos de cascos de ciervos y pecarís, arreglados en hileras. Su espalda estaba cubierta por un cuero de tigre, rígido como una plancha, con el pelo hácia afuera; y en cuya parte interior habian dibujado líneas negras y rojas formando las partes de las esquinas triángu- los, tambien rojos, de modo que siempre dos de ellos se tocan con sus puntas, lo que semeja una X con sus dos mitades llena- das con el mismo color. listos triángulos gemelos forman una hilera compuesta cada una de cuatro ó cinco de estos mas pe- queños, cuyas bases están siempre separadas por dos líneas negras de la hilera que sigue abajo; fuera de las demás líneas está todo el centro ocupado por fondos blancos que representan una cruz; toda la parte superior donde no hay dibujos, está pin- tada de rojo. Volvamos al baile. Al comeuzar la danza, salta- ban los indios sin entusiasmo, con la faz severa y apática, lo que se podria tambien explicar creyéndoles incomodados por la presencia de la muchedumbre, entre la cual se hacian de vez en cuando observaciones en alta voz, que naturalmente retardaban el desarrollo del baile. Poco á poco se entusias- maron los indios, avanzando la danza no tomando ya en cuenta si se les miraba ó hablaba alto, sino que mostraban un brio creciente, pisoleando el suelo en sus saltos. Las mu- jeres sobre lodo desempeñaban con conciencia su tarea, y con el médico que siempre cantaba en voz baja, acompañando su canto con el rechinamiento de la calabaza, ejecutaban la danza con empeño tal como si dependiese la vida de su realiza- cion exacta. La postura que observaban en el baile era la siguiente: elevaban Jos brazos de modo que desde los hom- bros hasta los codos formaban una línea recta y desde los co- dos hasta los puños cerrados paralelos hácia arriba; las piernas las tenian algo encorvadas, saltando siempre de un lado al otro, con el cuerpo tambien algo encorvado y las piernas abiertas. De tiempo en tiempo, uno y otro dejaba la fila para descansar un momento ó para secarse el sudor que corria en abundan- cia, siendo ocupado su sitio inmediatamente por algun otro que descansaba ó que seguia detrás. De este modo, bailando todo el dia sobre el mismo sitio, habian hecho desaparecer el pasto y por la tarde ya se levantaban nubes de tierra, sin que los bailarines mostrasen cansancio en la ejecucion. Así si- guieron bailando hasta la media noche. Antes de seguir narrando las costumbres de los Bororós, me ocuparé de las comarcas que ocupan, de donde proceden, como tambien de lo que se sabe de su historia. Todos los terrenos sobre la márgen derecha del rio Paraguay, de Corumbá arriba hasta el rio Jaurú, son sumamente arenosos, y se exlienden hasta el corazon de la provincia boliviana de Chiquitos; en el período de las lluvias se inundan durante varios meses, ya sea con las aguas del rio Paraguay ó ya con las que caen en sus inmediaciones. Ióstas vastas comarcas están salpicadas de lomadas mas ó menos pequeñas, que apenas sobrepasan algunos piés ó metros de elevacion del terreno inundado, extendiéndose generalmente en largas curvas y hallándose cubiertas de vegetacion superior, pero de débil desarrollo y rara vez formando un techo contínuo de follaje. El carácter de las partes arboladas se puede separar en dos tipos: uno de árboles aislados ó de macizos de varios reunidos, sin arbustos ni otras hierbas espinosas en sus espa- cios libres, con excepcion de algunas escasas gramíneas donde pacen animales vacunos. A esta clase de vegetacion llaman los ingleses en Australia «bush». El otro tipo presenta tambien úrboles aislados, pero cuyos espacios libres están ocupados por arbustos y plantas sumamente espinosas, que forman un en- redo impenetrable, llamado por los brasileros «campo cerrado». lista clase de monte ofrece un buen refugio para los jaguares, pecarís y otros animales dañinos. Los campos que carecen por completo de árboles, en los que la inundación asciende á uno ó varios metros, poseen buen pasto en la primera parte del período que sigue al de las lluvias. ll aspecto de estas comarcas hace suponer que hasta allí se extendió antes el mar ó un gran lago, pues los extensos llanos de arena fina con las lomadas larguísimas de igual elevacion, tam- bien de arena menuda, recuerdan los extensos bancos de mares de poca profundidad; como por ejemplo el lago de Aral al pre- sente. ll viento y las lluvias, sin duda, habrán contribuido á allanar los bancos y médanos, pero no han podido cambiar el aspecto general. Tambien concuerda con lo dicho anterior- mente la pobreza de estas comarcas que no producen árboles altos y vigorosos, sino bajos y torcidos. Todo el suelo de este distrito es inadecuado para la agricultura, y solamente al pié de los cerros, 6, como los brasileros los llaman, «morros», se puede plantar maiz, mandioca, batatas y caña de azúcar; pero tambien allí no son de un desarrollo completo. Si bien no se presta este suelo para la labranza, es, al contrario, exce- lente para el pastoreo, y efectivamente, se encuentran estos sitios cubiertos de ganado, el que asciende, en los campos que pertenecen al Sr. Cibils, en Descalvados, á trescientos mil ani- males vacunos sobre una superficie de doscientas leguas cua- dradas. Las vacas son, con excepcion de las caseras, todas bravas, las que disparan al divisar á lo lejos al hombre. Tambien se encuentran en esta vasta comarca gran número de ciervos, chanchos monteses, jaguares, pumas, cuatis, tatúes, avestruces y otros animales, que son buena presa para la caza de los Bororós. De animales dañinos y sabandijas, hay muy poco, pues las inundaciones las destruyen, y rarísima vez se encontrará una vibora brava ó venenosa en los campos abiertos. Los ganados no son atacados por los gusanos como en otras partes, y por lo tanto no necesitan de rodeo; tampoco existe el mal de ca- dera en los campos inundados durante las lluvias tropicales. 1:l clima es benigno, y rara vez se nota el impaludismo, lo que explica la edad muy avanzada á que alcanzan los Bororós. He visto en la estancia Cambará á un viejo Bororó, llamado «Cerro-dorado», cuya edad se calculaba en ciento veinte años, el que apesar de que ya no oia y que veia poco, hacia todavia el camino desde la estancia hasta la fábrica, cuya distancia es de ocho leguas, empleando algo más de medio dia. Este indio tenía la cara, las manos y los piés cubiertos de arrugas, pero el cuerpo se conservaba aun robusto, particularmente el pecho llamaba la atencion por su elevacion pronunciada. La gente que le conocia desde más de treinta años, aseguraba que no había cambiado nada desde entonces. Si lo que digo es exage- —= 319 — rado, tengo que confesar que cuando le ví, calculaba al viejo Bororó, su edad en más de cien años, siendo de admirar las proporciones atléticas de su cuerpo que con facilidad sopor- taba el peso de los años. Tenía facciones toscas, la frente algo baja, los contornos cuadrados como se observa en la cara de todos los viejos, tanto de hombres como mujeres, cuando los carrillos han bajado. Su vestido consistia en un pantalon y una camisa, que caia sobre aquel. La comida y habitacion la recibia en la estancia Cambará, cuyo mayordomo tenía órdenes terminantes del Sr. Cibils para tratar al an- ciano Bororó con toda consideracion. Pasaba el dia paseán- dose por el patio de la casa, dando á veces maiz á los patos ú observando: á los peones que trabajaban. Rara vez hablaba: su voz se habia hecho ya casi ininteligible. Si nos preguntamos, si los Bororós son autóctonos de las comarcas mencionadas, tenemos que contestar negativa- mente» y considerarles como invasores venidos del I:ste, de las comarcas que lindan con los nacientes del rio San Lorenzo, donde hoy viven aun los indios Coronados, que hablan la misma lengua que éstos, que no son sinó extra - tribu do Bo- rorós, lo que explicaremos más adelante. Si buscamos noti- cias en la historia de las conquistas de los españoles sobre estas comarcas, las encontraremos tanto en las narraciones de Ulr. Schmidt, como en la Historia del Paraguay, por Azara y demás autores que de ella han tratado. ll primero de los europeos que pisó estos territorios fué Hernando de Rivera, á quien mandó Alvar Nuñez Cabeza de Vaca á reconocer los indios Jaruíes Ó Xarayes. I'ste conquis- tador siguió el rio Paraguay aguas arriba hasta el rio Jaurú en el cual entró. 1l segundo que llegó despues hasta el Jaurú y que pasaba para el Perú, fué Nuflo de Chaves, á quien mandó Domingo Martinez de Irala para que fundase un pueblo entre los Xarayes. Ni en los acontecimientos del primero ni en los del segundo, aparece una tríbu de Bororós, ó por lo menos un nombre parecido. Los indios que se hallaban á Jo largo del rio hasta el Jaurú, eran muy dóciles y recibieron bien á los conquistadores; pertenecian ú las tríbus de los indios Orejones (Surucusús) ó Xarayes, que vivian principalmente de los pro- ductos del rio, (véase mi trabajo: « Tres semanas entre los 1m- dios Guatós », Revista del Museo de La Plata, T. 6, p. 221 sig.), y que enterraban sus difuntos en vasijas de barro cocido en sitios elevados de las orillas del rio, levantando montículos en los lugares bajos, como en la isla grande, abajo de Descalva- — 380 — dos, destinados para ccomentorio. Uno do estos cementerios antiguos es el lugar que ocupan los edificios de la fábrica de extracto de carne de Descalvados, que contiene infinidad de ur- nas funerarias, las cuales se hallan si se hace un pozo de un metro de profundidad. In la época de las lluvias todos los al- rededores se cubren de agua, apareciendo solamente los edifi- cios sobre el lugar más alto y por lo tanto seco, que abarca algunas cuadras cuadradas. Otro cementerio se muestra sobre la orilla izquierda del rio Paraguay, frente á la embocadura del rio Jaurú, en un punto que se llama «Tucú», siguiendo la falda de una serranía baja. Todas las urnas que se encuentran tanto en el Tucú como en Descalvados y en los bananales de los indios Guatós, son análogas y por lo tanto de los Orejones, pues no hay duda que los Bororós pasaron á la orilla derecha del rio Paraguay despues de la destruccion de las tríbus de Orejones por los conquistadores, los que aunque no habian desa- parecido del todo de estas comarcas, no eran suficientes para oponerse á la invasion de tribus tan guerreras como eran las de los Bororós, que fuera de toda duda exterminaron :á los últimos Orejones. Los Bororós, siendo una nacion de cazadores, se hallaron sin duda en un campo de accion muy favorable para su permanencia, pues que aquellas vastas comarcas les proporcinaban caza abundante, y, además, no tenian enemigos bastante poderosos en su vecindad á quienes temer. Los únicos que podian molestar á estos indios eran los Guanás y Guaicurús. Estos, cuyas mujeres escaseaban por la costumbre bárbara de enterrar vivas á la mayor parte de sus hijas recien nacidas, lo que hicieron las madres con el pretexto de que las que criaban fuesen más buscadas por los hombres, y por lo tanto más fe- lices (1), se veian pues obligados á buscar mujeres en otras partes, haciendo con tal fin excursiones en canoas rio arriba hasta llegar á los lugares habitados por los Bororós, para apor derarse de las muchachas y de las mujeres de éstos, por asal» to imprevisto. Pero estos escursiones tenian en general mal resultado, pues los Bororós, conociendo las vueltas inumerables del rio Paraguay en tales lugares, cortaban el camino á los invasores, acercándose por tierra más ligeros hasta Jas vueltas por donde los asaltantes tenian que pasar con su presa. En general, perecian todos estos por las flechas certeras de los Bororós. 1% viejo cacique Guató me aseguraba, que en su (1) Véase Azara, Descripcion é¿ Historia del Paraguay y del rio de La Plata--1847, tomo I, pág. 202. — 381 — juventud todavia habia visto regresar de tales excursiones so- lamente de dos á tres Guanás ó Guaicurús, casi siempre he- ridos, Jos que eran curados y mantenidos por los Guatós; Jos demás indios invasores morian en parte en el lugar de la lucha ó en el camino, á consecuencia de las hieridas graves que les ocasionaban las flechas de los Bororós. Pero corriendo el tiempo, aumentó cada vez más el número de europeos, avanzando principalmente del lado de Cuyabá: los portugueses llegaban hasta las orillas del rio Paraguay. Todo este espacio, desde Cuyabá hasta Villa-María pertenecía á las grandes tríbus de los Bororós que hicieron una guerra: tenaz ú los colonos europeos que formaban siempre sus poblaciones con varias familias juntas en cada sitio aplo para la cria de ganado; sobre todo una estancia sobre la márgen izquierda del rio Paraguay empezó á crecer cuando se descubrió la ipe- cacuana en las grandes selvas situadas al Norte. lsta estancia, que se transformó en un pueblo, es la actual Villa-María, que al presente se llama San Luis de Cáceres y que debe su ade- lanto únicamente al comercio de la ipecacuana. Juan Cárlos Pereira Leite, de las familias principales de Villa-María, fué comandante militar del distrito, un estanciero rico y hombre emprendedor pero cruel é inmoral. Este hombre reconoció la buena calidad de los campos situados sobre la orilla derecha del rio Paraguay, desde el Jaurú hasta las lagu- nas grandes de Oberaba y La Gaiba, territorio boliviano entonces, y resolvió apoderarse do ellos. Para poder establecer estancias, so vió obligado ú:luchar con los Bororós que habitaban estas comarcas, estando continuamente en guerra con los brasileros, é impidiendo la colonizacion en esos lugares. Despues de una guerra vigorosa de cinco á seis años á fines del primer cuarto de este siglo, durante Ja cual murieron unos 500 Bororós, cayendo prisioneros unos 100, se sometieron y aceptaron el bautismo. A estos indios los llevó Pereira Leite ú la estancia Cambará, donde establecieron sus viviendas. 151 comandante se dedicó en persona á civilizarlos, lo que efectuó de tal manera, que á los hombres y á los muchachos los empleó en los trabajos de campo, practicando en el sexo femenino el ¿jus prime noctis. Los Bororós se conformaban con tal proceder, pues nada podian hacer en contra; y como cada vez que esto sucedia recibian los pa- dres algunos regalos, pronto se acostumbraron á semejante fata- lidad, y guardaban bien sus hijas para entregárselas al minotauro de estas comarcas, pues eran castigados si permitian á sus hijas tener relaciones con otro hombre antes que el comandante OSO Pereira hubiese cobrado su tributo. Si alguno de sus peones se atrevia á apasionarse por una india, tenía que huir á Boli- via, porque eran entonces asesinados ambos por los esbirros de Pereira. Apesar de que este hombre hizo mucho por el pueblo de Villa-María, siendo poseedor de una gran fortuna, no pudo conseguir el título de noble como lo pretendia, pues el empe- rador Don Pedro Il llegó á tener conocimiento de sus fechorías. Paulatinamento fué relajúndose la disciplina en que tenia á los Bororós, por enfermedad de Pereira Leite, quien dejó de ocu- parse de sus víctimas. Los Bororós aprovecharon esta circuns- tancia para emigrar á un lugar en donde estuvieran menos expuestos á la vigilancia y en donde libremente pudieran practi- car sus costumbres. lista nueva fundacion en donde viven hasta el presente, dista unas ocho leguas de Descalvados y como cuatro de la estancia Cambará, hallándose cerca de una laguna. Desde que estos territorios fueron adquiridos por el señor Jaime Cibils Buxareo, ha mejorado notablemente la suerte de estos indígenas, pues no se les incomoda en su modo de vivir, y los que trabajan en el campo reciben un buen sueldo; aún aleunos, como ser los vaqueanos de los campos, ganan de cincuenta á sesenta mil reis por mes y naturalmente reciben tambien la comida, lo que es casi el doble de lo que gana un peon en los mismos lugares; sin embargo, con estos indios no se puede siempre contar para el trabajo, y si el capataz que les manda les hace algun reproche ó les grita, se alejan á la «dlagoa» como llaman á su aldea, sin tomar la menor nota si hay premura en el trabajo, ocasionando á veces grandes per- juicios al establecimiento. Durante el tiempo seco los jóvenes Bororós se ocupan en las estancias con el arreo del ganado vacuno bravío, que cojen empleando el lazo. Su cabalgadura que manejan bien, es en- tonces el caballo ó la mula, indistintamente. Tambien emplean el lazo, acercándose mucho al animal que quieren apresar, lo que es bastante peligroso, porque el vacuno toma la ofensiva, y matando á veces muchos caballos y mulas, é hiriendo con frecuencia gravemente al ginete. La muerte ocasionada por una cornada no está excluida de la suerte del campero. Como ya he dicho, esta generacion mas ¡jóven ha sido na- turalmente educada en el cuidado de los ganados en tiempos del dueño anterior, pues el Bororó, en su locomocion, única- mente se sirve de sus piés, y hace en un dia cuando se ofre- ce la ocasion, trayectos sorprendentes recargado con su presa, — 383 — cuyo peso solo puede sorportar una mula. Pero no hay que creer por esto que le guste el trabajo, lo hace porque se vé obligado por la necesidad, pues si es acompañado de su consorte, es ella la que tiene que cargar con todo, ó por lo menos, con la parte más pesada. A pesar de esto, la- trata bastante mal, como á un sér muv inferior; no le permile hablar con otro hombre, y debe permanecer generalmente callada en presencia de su marido, lo que no impide que se arregle con otro hombre en ausencia de éste, pues lienen estos indios la costumbre de ofrecer su mujer á cualquiera de quien espera obtener algun beneficio, cuando de otro modo no puede conseguirlo. Un amigo mío pasó una noche en la aldea de lós Bororós, y fueron tantas las ofertas que los maridos Je hacían de sus mujeres para conseguir un trago de caña, que se veía en sérios apuros, de los que le sacó un viejo indio que le condujo á su enramada, en donde la pasó sin ser molestado, I'ste estado de desmoralizacion reconoce como causa el proce- der del dueño anterior junto con la escasez de mujeres en estas comarcas; y los camperos que trabajan en el Ióstablecimiento de Descalvados, y que en su mayor parte se componen de paraguayos, correntinos y brasileros, no son precisamente los mas aptos para aumentar la moralidad entre: los indios. Cada vez que aquéllos reciben sus sueldos, visitan tanto cuanto les es posible la aldea, y algunos dias despues llegan las mujeres de los Bororós al establecimiento central para hacer compras en la casa de negocio que allí. existe. Los indios de la otra aldea, situada en territorio boliviano, que tambien pertenecen á la nacion Bororó, son respecto á tal costumbre muy distintos, y el audaz se expondría á recibir un flechazo si el marido hallára á su mujer en flagrante delito de infidelidad. Su trato con los extraños es bastante reservado. No tienen suficientes mujeres, siendo por lo tanto menos cor- rompidos que los Bororós de Descalvados. Mi apreciado amigo Cárlos Y. Burmeister, administrador de Descalvados, me dá la noticia que este año se han presen- tado Bororós de la aldea de Bolivia en este Establecimiento, solicitando y obteniendo trabajo, en el que son mucho mas laboriosos que los de Descalvados, mostrándose tambien más inteligentes en cualquier ocupación. 1:l Bororó habla siempre en voz tan baja, que parece salir del interior del pecho, emi- tiendo sonidos guturales. Sus cantos los ejecutan en el mismo diapason; á las mujeres se les oye reir á carcajadas sobre cualquier nimiedad, pero esto cuando no están sus maridos. — 38 Los Bororós que durante el tiempo seco trabajan en las es- tancias de dicho I'stablecimiento, se ocupan durante las lluvias torrenciales como cazadores, con cuyo objeto buscan las lomas elevadas ó las sierras bajas densamente arboladas, en donde apresan toda clase de animales, vrincipalmente chanchos mon- teses. Tambien persiguen en las lagunas á los yacarés (Cai- man sclerops), cuya carne y huevos aprecian mucho. Además del alimento animal, consumen muchos mas productos vege- tales, ya sean frutas silvestres, como nueces de palmeras, Ó de leguminosas como el yatubá; aprecian lo mismo los cogo- llos de palmeras, los que condimentan. La ocupacion que con más gusto desempeña el Bororó, es naturalmente la caza, y de todos los animales, el jaguar es el que ejerce mayor in- fluencia en la vida moral de estos indios. Cuando se preparan para la caza empiezan por observar ciertas ceremonias, que consisten principalmente en no dormir con su mujer cuatro dias antes de salir á la caza del felino; en este intervalo co- mienza por pintarse la cara con urucú (1), prepara sus flechas al calor del fuego para endurecer las fibras de la tacuara (2). ln ninguna circunstancia le es permitido á la mujer tocar la punta de las flechas, pues el indio cree que con su contacto pierden su fuerza de penetracion y que le atraerian desgra- clas. Cuando vuelve de la caza con un jaguar, tiene lugar esa noche el baile de tiyre, que se diferencia del ya descrito, en que las mujeres lamentan y lloran con gran excitacion para conjurar y reconciliar el alma del tigre, de otro modo no la apaciguarian, lo que causaria la muerte del cazador. Il ja- guar está representado en el baile por el mismo indio que le ha dado muerte, haciendo el papel de tigre furioso y reclaman- do venganza. Además, el médico y otros viejos Bororós, tra- tan de conjurar el alma del animal con cantos monótonos, (que producen una sensacion penosa en el que les escucha; al mismo tiempo bailan formando medio círculo frente al caza- dor. Llevan en sus manos, como los principales de la fiesta, calabazas con semillas secas y piedritas, llevando el compás de la danza, las que agitan al terminar cada período del bai- le con un movimiento nervioso de la mano. Los intervalos de descanso son muy cortos, y entonces toman agua ó chicha, y fuman, secándose el sudor «que corre en abundancia por (1) La pintura colorada llamada urucú, procede de las semillas del árbol de igua] nombre que están cubiertas con una pasta colorada. (2) La caña llamada tacuara, es la que usan para sas puntas de flechas. — 385) — su cuerpo. ll médico es el que inicia nuevamente el baile con sus cantos, durando éste largas horas; y cuaudo va el can- sancio los ha vencido por los excesos del baile, consideran ya reconciliada . el alma del tigre, y no temen nada en- lo venidero. Sin embargo, la caza de este felino es tambien peligrosa para un Bororó; he visto individuos á los cuales les faltaban de- dos de las manos y aun la nariz. Cazan el jaguar del modo siguiente: Despues de haber observado las reglas ya men- cionadas, se dirije el cazador á los lugares donde esper: encontrar á algunas de estas fieras, que se hallan durante el tiempo seco en sitios bajos cercanos al rio ú alrededor de las lagunas, retirándose en donde hay espesas hierbas y en la época de las. lluvias hácia las lomadas y pequeños cerros ar- bolados. Ll cazador se halla siempre acompañado de una cuadrilla. de perros, lan flacos, que más bien parecen esque- letos, pues nadie se ocupa de su alimentacion, si no son ellos mismos, y de la manera más penosa, pero son inmejorables para buscar los rastros del jaguar. He visto Bororós acompañados cada uno de quince y aún más perros. Si dan con la pista de algun tigre, comienzan á aullar y ladrar de una manera desaforada, buscando rodear á la fiera, pero siempre teniéndose á distancia conveniente para que la fiera no concluya con sus tristes existencias. 1% cazador, entre tanto, procura conseguir el modo mas fácil de tirar al tigre de lado, y cuando la fiera extiende la pata ante- rior hácia adelante, del lado que está el cazador, alargando el. cuerpo; es este el momento oportuno para arrojar la flecha, que lanza siempre al medio del cuerpo detrás de la paleta. En general, despues de recibir el flechazo el tigre procura esconderse en la espesura, si le queda aún la fuerza suli- ciente para hacerlo; pero no siempre se aleja, pues la flecha es arrojada con gran fuerza y le penetra casi toda la punta, la que á pesar de ser hecha de un trozo de tacuara, corta las costillas sin dificultad. Il Bororó entonces le saca la piel y cose las palas al borde anterior del cuello, de modo que representa una super- ficie contínua, estaqueando la piel de manera á darle una for- ma oblongada, la que consigue con gran cantidad de estacas colocadas muy próximas una al lado de otra por la orilla del cuero. Separa la cabeza y las unas las que emplea des- pues para confeccionar adornos, haciéndose un collar de los dientes, arreglándolos de modo que á cadá uno de los — 386 — cuatro caninos les envuelve toda la raíz con hilos de algodon, los que pinta con urucú. Perfora cada diente, ya incisivo ó molar, en la punta de la raíz y despues los sujeta con hilos de algodon á una cuerdita hecha ordinariamente de hilos del mismo material, de modo que los cuatro caninos queden al medio y las muelas á los lados (véase lámina Il, fig. 6). Las uñas del jaguar las arrancan con la última falange del dedo y las atan con una cuerda hecha de las fibras de la planta lla- mada caraguatá, á un rodete cilíndrico hecho de hilos, colo- cándolas una al lado de la otra sin dejar espacio alguno; de la prolongacion del rodete, que es un semicírculo, cuelgan pequeñas cuerdas de algodon para atar la diadema sobre la frente, (véase láms. Il y IIL, fig. 8). Si nos ocupamos aún de la caza, veremos que no siempre resulta en favor del cazador. Presentaré aquí á mi amigo Antonio, un Bororó de unos cuarenta y cinco años, de facciones muy severas y condecorado en varias luchas con los jaguares con cicatrices que merecerian ser otras tantas medallas. ste indio se encontró un dia lluvioso con un tigre, contra el que, segun el uso y tradicion, dirigió su llecha como de costumbre. 1:l jaguar, sintiéndose muy incomo- dado, se retiró á la espesura del matorral á cuya entrada lo en- contró el indio. Este, creyendo ya que el tigre estaba muerto, siguió el rastro de sangre atravesando por entre yuyos espi- nosos; pero absorbido en esta ocupacion, no notó que el tigre estaba aún vivo, cuando al pasar junto á un arbusto fué acome- tido repentinamente por el animal que agarró de un codo al atrevido cazador. Antonio, no pudiendo hacer uso de sus fle- chas ni con tiempo para sacar su cuchillo, y embarazado por el yuyaje espinoso, no tuvo otro medio que el de hacer uso de sus manos; de este modo consiguió librar “su brazo, pero el animal furioso le saltó á la cabeza, de tal modo, que los dien- tes caninos de la mandíbula inferior le hirieron la frente, y los superiores la bóveda del cráneo. 1l indio para librarse asió con sus dos manos la cabeza de la fiera y consiguió der- ribarla; pero, desgraciadamente, al coger de la cabeza á la bestia, sus dedos penetraron en la boca de ésta, á consecuen- cia de lo cual perdió el indio cinco dedos, tres de la mano izquierda y dos de la derecha. 1:l tigre estaba tan fatigado y debilitado por la pérdida de sangre, que no atacó de nuevo al cazador, limitándose á observarle y produciendo rugidos roncos por intervalos. 1% Bororó que se hallaba en igual estado, im- posibilitado de hacer algo, manando sangre de todo el cuerpo, se limitó tambien á mirar por su parte al jaguar, porque 0b- — 387 — servó que ya se acercaba el fin de su vida, llevándoselo des- pues de muerto. Segun me dijo este indio, habia estado muchos meses en fermo á consecuencia de Jas heridas, aunque esta aventura desgraciada no le ha hecho abandonar la caza; por el contra- rio, se halla tan estimulado que cuando se presenta un ligre inmediatamente lo ataca. Me pedia un dia este indio que le procurase una escopeta de dos cañones de las que se cargan por la boca, ofreciéndome en cambio tres cueros de jaguares que mataría con su esco- peta; le recomendé una carabina remington, cuya bala tiene más fuerza, y que no necesita mucho tiempo para ser cargada, pero no queria saber nada de carabinas que se carguen con cartuchos, pues ya había exberimentado esta clase de armas, de las que tenía pésima opinion, pues le habian ocasionado casi iguales incidentes al narrado anteriormente, y me relató lo que sigue: Un dia iba de caza, hallándose acompañado de otros dos Bororós, Antonio armado de una carabina re: mington, y los otros dos con arcos y flechas; encontraron un tigre en el camino, y para matarlo con toda seguridad, Anto- nio avanzó, hasta que el jaguar se paró en dos patas, ponién- dole hábilmente la extremidad de la carabina en la boca y soltando el gatillo. Pero qué fatalidad, no salió el tiro, te- niendo la fiera á dos pasos; felizmente no tuvo ésta tiempo de hacer pagar cara su osadía al cazador, pues fué inmediala- mente perforada por las flechas de los otros Bororós, Jos que, notando el peligro en que estaba su compañero, intervinieron en el momento crítico á solo unos pasos del felino. Tal es el motivo porque Antonio, como sus compañeros, tiene una opi- nion muy desfavorable de las armas que se cargan con cartu- chos, opinion de la cual nadie les puede disuadir. Otro Bororó, que tambien se encontró con un jaguar, le hizo fuego con unu arma de esta clase, hiriéndole solamente, y la fiera se le echó encima; felizmente el indio la cogió de las patas anleriores, y como era hombre de gran fuerza muscular, logró derribarla y sujetarla durante toda una noche, como me aseguraron tanto los Bororós como otras personas de allí; pero perdió en la lucha la naríz que fué comida por el tigre. A la mañana siguiente le hallaron sus compañeros y le libraron de situacion tan in- cómoda. Esto no solo lo he oido, sinó que he visto al cazador, al que efectivamente le faltaba la naríz, teniendo la cara muy estropeada. Estos casos son muy frecuentes entre los Bororós, y solo — 388 — menciono los que por su carácter extraordinario y las cicatrices observadas en los actores, sirven como certificados de verdad. Aparte de la caza, se ocupan tambien estos indios en la pesca, cuando se les ofrece la ocasion de hacerlo, y cuando llegan al rio ó á alguna laguna sin haber conseguido antes cazar alguna pieza. Desmuestran gran destreza para flechar los pescados, y rarísima vez erran el tiro. He visto su habili- dad en la orilla del rio Paraguay, en Descalvados, en el lugar en donde desemboca la canaleta de sangre de la fábrica en el rio. Allí entre miles de pacús (Myletes edulis), dorados (Salminus brevidens) y otras clases de peces, atraidos por la sangre, se pueden elegir los ejemplares más gordos, y los flechan con una destreza digna de sportmen..:.Por otra. purle el indio no se muestra para nada tan diligente como para un sport. ln el sitio que acabo de mencionar de la fábrica no tiraban á los peces por necesidad, pues tenian carne en abun- dancia, sino para lucirse ante los espectadores que los admi- ran en estos ejercicios. Por su parte, los indios se muestran orgullosos de poder demostrar su arte. Cada vez que flechan un pez, entran en el agua y le sacan con la flecha; llegando á la orilla ponen la presa en el suelo, la oprimen con el pié y hacen girar aquélla entre las palmas de las manos para sacar así la punta, que es de hueso de yacaré, hecha en forma de arpon; despues con un palo corto golpean la cabeza del pes- cado, para que no salte y vuelva, por medio de tales movi- mientos, al agua. Tambien tienen otro medio de apoderarse de los peces de las lagunas; que es el siguiente: Algunos indios entran en el agua y revuelven el fango hasta que el agua se. pone tan turbia que los peces no pueden respirar, buscando de este modo la superficie, en donde son cogidos. va sea con flechas ó con una red en forma de bolsa que mide algo más de medio metro cuadrado, hecha de cuerdas muy gruesas, y con la cual sacan los peces chicos. Si la laguna es. algo extensa y profunda, en la que no pueden enturbiar bien el agua, entonces se colocan en hilera y procuran arrinconar los peces en algun recodo ó contra la orilla para apoderarse así más fácilmente de ellos. Pero, como he dicho, estos Boro- rós no son muy adictos á ejercicios en el elemento líquido, pues son verdaderos indios de campo; nunca construyen ca- noas, ni tampoco lo han hecho antes; su industria consiste en la fabricacion de arcos y flechas, los que son hechos con una perfeccion y arte admirables, por ser una tríbu de indios que. vivió á un nivel más bajo que todos sus vecinos. — 38Y — Siguiendo con la descripcion detallada de sus armas y ulen- silios, empezaremos por las primeras. ll arco, que mide dos metros y más de largo, es hecho de la palmera carandá, el material más elástico y propio para su construcción; cuando han labrado la mudera, cubren el arco densamente con la corteza de un cipó ó bejuco, para darle mayor resistencia, cor- tándola en tirites de tres á cuatro milímetros de ancho, del mismo modo que lo hacen los Guatós, á los que imitaron cuan- do conocieron á aquellos indios de los pantanos de Xarayes, pues los hermanos de los Bororós, los Coroudos ó Bororós de las nacientes del rio San Lorenzo, no hacen así sus arcos. Cuando vieron que el método de los Guatós era el mejor, lo aceptaron, pues en todo Jo que se refiere á la construccion de armas son inteligentes y expertos. Las flechas que hacen son verdaderamente fruto de su inteligencia y laboriosidad, y tam- bien parecidas á las de las tríbus del mismo nombre en las nacientes del rio San Lorenzo. Ll largo de la flecha, tanto para la caza como pura la pesca, es de 2 melros y 25 cenlímoltros de largo, midiendo solo la punta 45 centímetros de largo y 3 cent. de ancho en el medio; es hecha de tacuara y liene una cana- leta que representa las */, partes de un círculo. Se vé que este producto es hecho con mucha inteligencia, pues cuando entra la punta en un cuerpo, impide que la herida se cierre con el objeto de que se escape con rapidez la sangre, lo que causa prontamente la muerte. ls esto en su estado primitivo, lo mismo que los pueblos civilizados emplearon en ciertos punales, bayonetas y dagas, con la cruz esculpida en la hoja de una espada por medio de una escavacion. La punta de la flecha se ajusta á la segunda pieza por medio de una pequeña pieza de madera bien alisada y redonda, del grosor de un lápiz, la que en general mide 30 centímetros de largo. La union con la punta de flecha se hace de modo que la segunda pieza, al po- nerse en contacto con la punta, se halla en una escavacion secundaria que la abraza casi hasta la mitad de su circunfe- rencia, y que en su extremo tiene las fibras algo levantadas, de modo que la punta de la segunda pieza no puede resbalar cuando la punta de flecha choca con un objeto. Además de que no se separan, están densamente envueltas con fuerte cuerda de algodon. La segunda pieza está ajustada con la otra pun- ta en el astil y densamente enroscada con tirillas de corteza. El astil es el pedúnculo de la inflorescencia de una caña floja que crece en lugares bajos y húmedos, que tambien emplean los Guatós con el mismo fin. La emplumádura del astil con- Tomo VI, 43 — 390 — siste en dos plumas fuertes y muy grandes, teniendo toda esta parte enroscada con las mismas tirillas vegetales, y las plu- mas grandes fuera de las dos puntas tambien en dos á cuatro partes del medio ajustadas al astil. A veces adornan esta parte de la emplumadura con pequeñas plumas amarillas y rojas, de modo á formar una línea alternada de ambos colores en me- dio del intervalo entre las dos plumas grandes, introduciendo las plumillas de color en cada vuelta, al liar esta parte con la fibra vegetal que emplean en vez de cuerda (Lám. III, fig. 6). La diferencia entre las flechas de los Guatós y la de los Bororós, es que la última es mucho más grande; que tiene la punta ajus- tada por medio de una cuerda de algodon, y nó con la tirilla vegetal que he mencionado; que la parte de la emplumadura está enroscada con esta tirilla y nó con hilo de algodon. Las puntas de flecha de hueso de yacaré son iguales á las de los Guatós, y tambien ajustadas por medio de la resina yatuba. Fuera del arco y las flechas no poseen otras armas, y les sería tambien muy molesto el tener que llevar más objetos en sus largas cor- rerías por los campos. Hi arco y las flechas pesan poco; de este modo, el acto de cargar algo está reservado para el mo- mento en que han conseguido una presa, la que no podrian aprovechar del todo si estuvieran lejos de sus viviendas, y se vieran recargados con otrás armas, como la lanza, por ejemplo. Cuando consideramos sus trabajos de dibujo, que se ma- nifiestán en el ornato del cuero de jaguar, tenemos que bus- car el orígen de los diseños, pero esto es difícil de deter- minar. Hoy dia no tienen los triángulos que dibujan, más significacion que la de adorno, lo que cada generación toma de la precedente, sin darse cuenta que querian expresar con estos dibujos las precedentes. Naturalmente estos dibujos se relacionan con sus supersticiones y brujerías las que en un principio eran representaciones gráficas de animales y obje- tos que tenian influencia sobre su vida moral y económica. En su orígen, el dibujo habrá indudablemente sido parecido al avimal ó objeto útil, despues lo modificaron en un es- quema con líneas más ó menos rectas que son más fáciles de trazar; dado este paso vieron que era más cómodo aún di- bujar con líneas rectas é hicieron polígonos, segun el número de las extremidades del respectivo animal. Intonces vino el amor propio como factor en el dibujo, el que se manifestó en conseguir dibujar tantas esquemas como fuese posible sobre un objeto (las figuras que siguen representan uno de estos) para lo que el dibujante elegia la forma que le permitia con- — 30l — seguir el mayor número sobre un espacio limitado, como trián- gulos y rombos, los que entonces, con el lapso de tiempo y el hocus pocus de sus médicos, adquirieron una significación misteriosa, que hoy no saben explicar, pero que crecen servir para conjurar desgracias cuando hechizan. OY AZ K. v. d. Steinen (1) halló entre los indios del Matto-Grosso septentrional, dibujos semejantes, que eran facetas sobre pare- des y objetos diversos, entre cuyos dibujos figura el esque- ma 3. Cuando pidió el nombre de los dibujos, le dijeron que pertenecian á pescados y cuando preguntó el motivo, des- cubrió que cada ornamento significaba un sér del reino animal, lo que se repitió en casi todas las tribus que visitó, recibiendo cada tipo de dibujo el nombre del mismo pescado que ha- bian- designado tambien las otras tribus. Tambien encontró dicho explorador dibujos que representaban triángulos, decla- rando los indios significar murciélagos, ó tambien uluris, como llaman á los objetos con que cubren las mujeres sus partes genitales. Los dibujos parecidos á una X como el del esque- ma, declararon que representaban vértebras de peces. Volvien- do al dibujo actual de los Bororós, si lo observamos en el cuero de jaguar, descubrimos una modificacion y aumento, hecho en los últimos tiempos, el que consiste en una cruz grande en medio del cuero, la que ocupa el lugar principal. ls natural que una tribu de indios tan aficionada á sortilegios aceptara con alegria una nueva figura, que además les era ensenada como el único talisman que puede salvar al hombre. Tal cosa les fué justamente conveniente y se la explicaron y aplicaron segun su modo de ver, pues no la consideraban sola- mente igual en fuerza á sus esquemas antiguas, sinó que la introdujeron como factor principal, y dieron á los dibujos an- leriores un lugar secundario. lísta cruz es tambien todo lo que (1) Karl von den Steinen. Unter den Naturvólkern Zentral-Brasiliens. O ONE conocen del cristianismo. l'uera de los cueros pintados no conozco otro objeto que adornen con dibujos. Si hablamos de los vestidos de los Bororós, debemos referir- nos principalmente á los indios que no trabajan en las estan- cias del establecimiento de Descalvados, y sí de los que se ocupan de la caza durante todo el año. listos Bororós visten solamente pantalones y camisas cuando van al establecimiento; de otro modo andan completamente desnudos, Ó se atan un pantalon alrededor de la cintura cuando van á parajes en donde encontrarian gente civilizada. listos Bororós sin ves- tido alguno, tienen siempre una cuerdita alrededor de la cintura con el objeto de sujetar el pene, cuyo glande adornan con una especie de sombrero hecho de hojas tiernas de pal- mera, al cual los brasileros llaman «corvata», el que es hecho en forma cónica. Cuando se aplican esta cubierta, hacen pasar el prepucio por la abertura pequeña á la parte mas angosta de la corbata, de modo que la parte mas ancha asienta en el glande, empujando éste al scrotum. Hacen esta violencia al pene cuando el muchacho ya comienza á experimentar á menudo apetitos carnales y erecciones. El aparato tiene por objeto alargar el prepucio para que el glande no quede descu- bierto cuando el jóven se hace mas adulto. lista especie de cubierta de paja la hacen de la manera siguiente: dé una tira doblada de paja forman un anillo, de modo que' el borde superior forme una pequeña abertura mientras que el de abajo tiene una circunferencia mayor. ll motivo de esta precaucion es protejer el glande contra los ataques de ciertos insectos, como ser garrapatas, que eligen esta parte con preferencia, de modo tal que los cazadores en aquellas comarcas afirman que no es nada agradable el que las garrapatas se alberguen en parte tan delicada. ll uso de esta cubierta tiene por conse- cuencia que el pene pierda su forma natural, semejando mas bien una bolsita alargada, de forma cónica, cuya extremidad se abulta por las arrugas del prepucio; de este modo no se vé forma alguna del glande, pareciendo más bien que no existe ya. Naturalmente, este proceder produce dolores al principio de su uso, y del cual el jóven no puede ya librarse. Cuando se ponen por primera vez esta especie de corbata, atan el pre- pucio antes con un hilo de algodon, para poder de este modo hacerlo pasar por la pequeña abertura de esta corbata, que enlace fuertemente la piel y no le permita contraerse. Si al- guien cree ver en este aparato un principio de vestido ó un vestigio de pudor, se enganará, pues solo lo usan para impedir SOS el acceso á los insectos, como ya he dicho, á parte tan sensi- ble; tambien me dijeron que era «para que no entra bicho». Por el contrario, adornan aún tal abrigo con flecos de algodon que tiñen con urucú (véase la lámina del grupo, primero del lado izquierdo) ó tambien con plúmulas, para llamar la aten- cion sin duda sobre esta parte del cuerpo. K,. v. d. Steinen dice lo mismo de los Bororós del rio San Lorenzo, y vió cómo adornaban esta corbata con una tirilla de hoja de palmera, que habian pintado con urucú, de modo que representaban una pequena bandera. Además de esto usan tambien el hilo de algodon, que los más prolijos tiñen con ururú; con este hilo atan el prepucio, dándole varias vueltas. He notado que llevan siempre este aparuto cuando van á cazar, mientras que cuando están en la aldea casi no lo usan, ó se lo atan con un hilo. He notado que los Bororós que trabajan durante el tiempo seco como camperos, y que visten pantalon y camisa, no llevan ninguno de estos utensilios, y solo vuelven á usarlos cuando ván desnudos, y, como he dicho, do caza. Los mujeres llevan siempre polleras mas óÓ menos largas, que les llegan, las más cortas, hasta las rodillas; en ambas aldeas siempre he observado que usan esta pieza de ropa, Jle- vando tambien camisas algunas de ellas, las que comunmente son regalos que reciben de sus adoradores las jóvenes y las bonitas. Dice K. v. d. Steinen que cuando Langsdorf efectuó su expedición en 1824, las mujeres de estos Bororós iban aun desnudas. ln iguales condiciones se hallaban cuando las visitó Rodolfo Waehneldt en 1863. 1%l relatador de la expe- dicion Langsdorf dice entre otras cosas lo siguiente: «Las mujeres tienen una costumbre singular; jenoro si lo hacen para cubrirse, en cuyo caso están lejos de tan laudable inten- cion. Primeramente, quisiera decir que por este ú otro motivo se atan ú la cintura un pedazo de corteza de diez pulgadas de ancho y lo hacen con tal rigor, que la carne sobresale en la region del estómago, de la barriga y de las caderas, lo que contribuye á desfigurarlas; pero para volver sobre tan extraña costumbre, tengo que agregar, que de este cinturon cuelgan por delante y detrás dos filamentos de 2 4 3 pulgadas de ancho.» Waehneldt dice que llevan un cinturon de cuero de lapir de una cuarta y media de ancho del que sale una faja de liber de media cuarta de ancho, que cubre la vulva. Rohde, que visitó estos indios en 1883, dice: «Las mujeres ván tambien desnudas, pues su único vestido consiste en una tira angosta de corteza de tuna, que solamente oculta la me- y Aa nor parte de los órganos sexuales». K. v. d. Steinen dice sobre los Bororós del rio San Lorenzo lo siguiente: «Las mujeres de los Bororós tienen tambien una suave faja gris de liber, la que, durante la menstruacion es reemplazada por otra de color negro; solo la fijan á un cordon que rodea la cintura. Por delante, entrelazado de un ancho de 3 á 4 dedos, este se prolonga estrechándose sobre la vulva, hasta la espalda, en donde la ligan nuevamente al cordon de la cintura. Tambien usan en vez del cordon un ancho pedazo de corteza que ajusta fuertemente el vientre.» De todos estos relatos, no he visto nada, é ignoro si alguna mujer llevará el cordon debajo de la pollera, lo que no creo, pues ahora que ván todas vestidas, no tendria el cordon objeto alguno; tampoce he oido decir á nin- guno de los que viven desde hace muchos años cerca de esta tribu, que lo usen, lo que no hubieran dejado de mencionar. Los Bororós se recortan el cabello, comunmente en círculo; pero, aunque no es de uso, lo dejan á veces crecer bastante largo á los lados y por detrás; esto es más frecuente en los viejos, que se lo utan con una cuerdita hecha del cabello de sus mujeres muertas. Las mujeres se dejan crecer el cabello, cortándoselo sólo cuando muere el marido, un hijo ó una hija, costumbre «que observan tambien en este caso el padre y el abuelo, dejándoselo muy corto. Los casamientos se realizan del siguiente modo: el hombre, aún muy jóven, procura asegurarse la posesion de una mujer, pues los viejos Bororós están siem- pre dispuestos á proveerse de várias mujeres, resultando de esto que las mujeres escasean. Pero por lo comun se ven obligados á vivir con una sola mujer, y hasta muchos de los jóvenes que aun carecen de consorte procuran reemplazar á los maridos cuando éstos están ausentes. In la aldea cerca de San Matías, en Bolivia, escasean las mujeres, de las que he visto allí muy pocas. Waelmneldt dice sobre los Bororós lo siguiente: «Cuando se casan, no tienen más ceremonia que tomar tantas mujeres cuantas puedan mantener, ó mejor dicho, cuantas aparecen alí de otra parte. Casi todos los hombres casados tienen muchas mujeres, y algunos hasta seis, mientras que en la aldea de los Bororós en San Matías, habia gran escasez de ellas, por lo que eran reemplazadas por muchachas de ocho y diez años». Yo tambien observé que muchachitas de diez años más ó menos ya tenian sus amantes. ste abuso preci- pitará, sin duda, la extincion de esta tribu. No será demás que cite aquí nuevamente á K. v. d. Steinen, — 30) — que visitó solamente á los Bororós que vivian en los nacientes del rio San Lorenzo, á los cuales los brasileros llaman Coroa- dos. Este experto etnógrafo dice sobre el casamiento de los Bororós (Coroados) lo siguiente: «1%l consentimiento de Jos padres para casarse no se solicita; éstos no dán ni reciben nada. Si se oponen al matrimonio, se arma una gresca y la fuerza: resuelve el asunto. Il que cede, abandona la aldea. Todo está basado en el derecho del más fuerte. La jóven mujer queda con sus hijos en la casa de los padres. Il jóven marido pasa la noche solamente allí con su mujer, viviendo de dia en la «casa de los hombres», si no vá á cazar. Los jóvenes consortes tienen el fuego, en que cocinan aparte; la abuela habita á alguna distancia con sus nietos. lste modo de vida se prolonga hasta la muerte de los abuelos. Incumbe á la abuela el amamantar á las criaturas, pues conservan siempre leche como poder mantener á los pequeños, mientras que la jóven mujer vá con el marido á la caza ó á recojer nueces de palmeras del matorral. Los jóvenes buscan temprano el ase- gurarse una mujer, para lo cual observan dos costumbres en relacion con sus hábitos, los que son del mayor interés. Ll futuro marido es el designado para perforar el lóbulo de las orejas de su futura; si él no se casa con ella, ésta no se casará con el hijo de aquél; el que viste la primera vez al muchacho con el aparato de paja (de que ya he hablado), se emparenta con él y se casa con su hermana ó su tío». Sobre la costumbre curiosa de aquellos Bororós, de pasar los jóvenes maridos y solteros en un «rancho de hombres» durante el dia si no van á cazar, dice el mismo autor lo siguiente, en lo que se refiere á las mujeres que allí pasan el tiempo con los solteros: «Los brasileros me aseguraban que habia casos en que 30 4 70. hombres, uno tras otro, habian aprovechado la misma mujer, la cual era sujelada por piós y manos.» (1) «lín algunas paries recojen á las muchachas aun de dia v (1) Esta misma costumbre se halla entre los indios Chiquitanos en Bolivia, los que lo aplican 4 una mujer que sorprenden en adulterio, y 4 la cual el marido quiere castigar ejemplarmente; éste invita í sus amigos para ejecutar la pena y lleva la mujer al bosque, en donde ya se han reunido los convi- dados. Un amigo mio sorprendió una vez una de estas asambleas en la que se estaba realizando el castigo, en las inmediaciones de Descalvados y cuyos actores eran trabajadores chiquitanos de la fábrica. Esto no impide que estos mismos indios vendan ú sus mujeres por unos pesos si se ven en apuros. a las adornan y pintan, pasando el tiempo entre bromas y re- lozos, Ó ya procurándoselas tarde de la noche. De este modo vimos una noche como los jóvenes solteros, que estaban echados delante del rancho, asaltaban un grupo de mujeres que volvían de una asamblea de lamento; á dos de ellas las hicieron pri- sioneras, lo que se ejecutó en lucha silenciosa, las envolvieron con unas mantas, de modo que no se les podia conocer y se las llevaron al rancho de los hombres; pero al dia siguiente vimos que una de ellas era María la de los experimentos, de la cual la resistencia no se podia tomar á lo serio. «¿Ayer no te querias casar?» le pregunté. «Ahora ya estoy casada», me con- testó, cómodamente echada bajo una cobija de color rojo junto al hombre preferido, al que acompañaba á cascar nueces de palmera. » «Las mujeres del rancho recibieron de sus amantes flechas con puntas largas de bambú (taquara). Cada uno entregaba dos, que la muchacha en postura encogida recibia con gesto negligente. lín una ocasion presencié la entrega de diez y ocho de estas flechas de amor á una sola muchachá. sta las entrega á su hermano ó al hermano de su madre. Las mujeres del rancho no se casan ya con un hombre solo. Iín cuso de haber hijos, pasan todos los hombres del rancho, con los cuales tuvo relaciones, como padres. He oido decir que los actos de pede- rastía no son desconocidos en el rancho de los hombres, pero solamente aparece cuando se hace casi imposible la adquisicion de muchachas». Ejercen mucha influencia sobre estos indios los médicos, y como Casi siempre están de fiesta, en las que sin éstos no tendrian significacion sus danzas, no se estrañará que dependan en todo de la voluntad del «brujo». Antes de ser cristianos, pretendian estos «brujos» que hablaban con el alma de los muertos y con los animales, los cuales les decian la causa de cualquier desgracia, enfermedad ó aconteci- miento. Despues de bautizarse pretenden que conversan con Dios mismo, y que les dice todo lo que vá á pasar y les manda cualquier alma que desean para consultarla. Hsto sucedió cuando Cibils compró estos campos á los herederos del coman- dante Pereira Leite y se trasladó á la estancia Cambará; allí se le presentó el médico de los Bororós, comunicándole que acababa de hablar con el alma del comandante, quien le dijo, (que en ese mismo año habria tal inundacion que todas las haciendas se ahogarian, agregando aun otras aciagas profecías. Pero cuando recibió un poco de caña, se retiró detrás de unos arbustos para conversar nuevamente con el alma de Pereira, — 397 — volviendo despues con profecías más consoladoras. Los medi- castros ejercen tambien la bendicion de ciertos «animales que se cazan, sin la cual no es permitido al cazador el comerlos. La bendicion consiste en que el médico abre la hoca del ani- mal y le arroja humo de tabaco, murmurando palabras incom- prensibles para los que presencian el acto; Jlévanse luego el mejor pedazo de la presa como compensacion á su trabajo, pues pretenden que en ciertos animales vive el alma de algun indio, y que en los de mejor gusto para el paladar, se hallan las almas de médicos que causarian la muerte del cazador, sino se les conjurara. Fuera de estos cargos, se ocupan natu- ralmente de la curacion de los enfermos. Los medios de cura- cion son curiosos: chupan la piel del enfermo en diferentes partes del cuerpo, arrojando luego de la boca pedacitos de madera ó de hueso que han introducido préviamente, asegurando al enfermo que aquello ha ocasionado su indisposicion, hacien- dole creer que tales objetos los han extraido de su cuerpo. Mientras ejecuta esta operacion, el médico fuma con gran empeño y sopla con el humo todas las partes del cuerpo, en medio de movimientos convulsivos, los que acompaña con palabras incomprensibles. Waehneldt dice sobre eso lo siguiente: « Presenciaba la curacion que efectuaba este padre (el mé- dico), la que se consistia en chupar diferentes partes del cuerpo, fumando además su pito, del cual mascaba la boquilla; cuda vez que dejaba de chupur al enfermo, escupía pequeños trozos mascados de la boquilla, persuadiendo al enfermo que éstos eran la causa de su enfermedad. » En cuanto á la bendicion de la presa, dice K. v. d. Steinen lo siguiente de los Bororós del rio San Lorenzo: « La bendicion se efectuaba de la misma manera como cuando se procede á hacer revivir á un muerto. La lógica es muy sencilla. Los animales que hay que bendecir en pri- mera línea, son justamente los mismos en los cuales pasan .os baris (médicos) muertos; y los baris se tranforman des- pues de la muerte en los animales que se consideran como la mejor presa. Por lo tanto es necesario convencerse de que el animal cazado no se le puede ya resucitar; en eso consiste la bendicion. Se había pescado un gran pez que llaman ¡jahú (Pseudopimelodus xunigarro); medía cerca de un metro y medio de largo, por lo que no es posible asarlo entero. Llevaron este pez al rancho de los hombres; un bari se arrodilló á su lado y comenzó á temblar fuertemente, cerró los ojos, bambaleó terriblemente delante de la boca con la mano derecha, que tam- — 308 — bien apretaba. con energia sobre ésta, y empezó entonces ú so- plar y á gritar vaz, vaz, echando la cabeza hácia atrás y aspi- rando el aire; despues sopló al pescado de arriba abajo, lo golpeó suavemente de todos lados, rociólo con saliva, le abrió la boca, gritó y le escupió dentro, cerrándosela en seguida. Iíste procedimiento lo ejecutó sin pérdida de tiempo, pues so- lamente duró tres minutos, y lo observé con el reloj en la mano. Despues tomó un cuchillo, despostó ei pescado y'se to- mó el trozo, que yo tambien me hubiera llevado. Los «animales que forzosamente hay que bendecir, son primeramente los grandes pescados: jahú, pintado (1) y el dorado (2); despues el gapybara (3), el tapir y el yacaré (4). Sobre todo necesita de tal ceremonia la cabeza del tapir, y á ningun otro que al bari le es permitido comerse la trompa y la cresta del pescuezo, par- tes que contienen la carne más tierna. No solo de éstos sino tambien de otros animales pertenecen las mejores partes al bari. El mismo sistema se aplica á algunas frutas, pero siem- pre á las más esquisitas. Si se coje un pez que está sometido á la ceremonia y no se halla presente un bari, hay que po- nerlo en libertad; pero esto rara vez sucede, porque como hay muchos baris, se halla siempre presente alguno para no petr- der la ocasion de llevarse la mejor parte.» ln las aldeas de los Bororós que visité se ejecutan aun las mismas ceremonias, pero solamente cuando la presa se ha llevado allí mismo; de otro modo se comen cualquier animal sin escrúpulo alguno y los médicos ó baris tienen solamente importancia en cuanto se trata de curar ó dirigir las ecremonias en sus danzas y acon- tecimienlos. Pasando ahora á las ceremonias y costumbres en la inhu- mación de sus muertos, he podido saber, que el entierro, no se lleva ú cabo inmediatamente, sino cuando ya comienza la putrefaccion. Mientras bailan y se lamentan alrededor del ataud, y cuando se efectua el entierro, los parientes rompen sus arcos y flechas, quemándolas con otros de sus adornos para darle todo lo que pudiera desear el muerto y para que quede satisfecho y no vuelva á molestar á los vivos. Cuando visitó los Bororós de la aldea cercana á San Matías, habia muerto una muchacha y estaba ya enterrada hacia tres dias; 1) Pseudoplatystoma corruscans. 2) Salminus brevidens. 3) Hydrochoerus hydrochoerus. 4) Caiman sclerops. ( ( ( ( — 399 — encontré al padre, un viejo indio, y al abuelo sentados en el suelo de su ramada completamente desnudos y el cuerpo cu- bierto de barro y ceniza. Tenian ambos el cabello muy corto, y se ocupaban en beber una chicha amarilla que las mujeres preparan de la pulpa exterior de frutas de palmeras, y de la cual habia en gran cantidad junto á la enramada, en vasijas de barro grandes y chatas; la madre se hallaba en el cemen- terio en donde lamentaba la pérdida de su hija. A mi pregun- ta de si tenian arcos y flechas, contestaron que las habian roto todas en señal de duelo, y que ahora por mucho tiempo no iban á cazar, por lo cual no las necesitaban. Il entierro que practican es solo provisorio, hasta que desaparece la carne; despues exhuman el cuerpo, limpian los huesos y adornan el esqueleto con plumas y ururú enterrán- dole luego definitivamente en canastas de hojas de palmera ó en bolsas con dibujos hechos de piel de jaguar. Los Bororós de Descalvados dejan ahora enterrados á sus difuntos de uno á dos años antes de proceder á la inhumacion definitiva y empleando siempre como envolturas, en ambos enlio- rros, pieles de jaguar. No ha mucho tiempo, estos mismos indios efectuaban la exhumacion pocas semanas despues del entierro para limpiar los huesos de la carne que aun quedara adherida. Con respecto á las costumbres de los Bororós, dice Waehmneldt refiriéndose al modo de enterrar sus muertos lo siguiente: «Las ceremonias del entierro y de duelo, tienen lugar en medio de sus aldeas, en el cementerio mismo, el que es una especie de corral de cinco metros de diámetro mas ó menos. «Nos mostraban los huesos limpios del indio mas viejo, el que habia muerto hacia pocos meses y el cual habian exhu- mado despues de haber permanecido el cadáver seis meses bajo tierra, estando estos huesos libres de toda envoltura y su número completo. Todas las noches iban á visitar su tumba y prorrumpian en cantos lamentables, mientras que adornaban con todo esmero el cráneo con plumas de guacamayo, cubrien- do cada hueso con plumas de muchos colores. Estas ceremo- nias duran várias semanas, despues de lo cual encierran estos en vasijas (1). (1) Waehneldt ha tomado erróneamente los cementerios de los Xarayes como de antiguos Bororós, los que encontrando urnas fúnebres en la tierra, las utilizaron con el mismo fin que los pueblos que las fabricaron. Al principio de este trabajo, he demostrado ú qué naciones pertenecen” estos cementerios. — 400 — «Pero estos honores solo se llevan 4 cabo para honrar la memoria de aquellos que mas se distinguieron como guerreros, cazadores, ó de otra manera. Al morir un individuo, no lo entierran inmediatamente; queda su cadáver durante tres dias intacto en la cama [mortuoria, hasta que la descomposicion ha comenzado, exhalando el cuerpo olores nauseabundos; al tercer dia lo envuelven en pieles, esteras y hojas verdes y lo depositan en la tumba cubriéndole con tierra, hojas de palme- ras y esteras. La tumba se halla en medio de la aldea mante- niéndola con mucho aseo. Tiene el aspecto de la de un cemen- terio europeo.» K. v. d. Steinen presenció la ceremonia del entierro entre los Bororós del rio San Lorenzo, cuyos procedi- mientos relata detalladamente, y que son de gran interés. Dice lo siguiente: «Asistimos, entre los indios del rio San Lorenzo á dos entierros; el primero tuvo lugar á nuestra llegada, y el segundo, que quisiera describir, lo hemos presenciado desde el principio hasta el fin. Il primer entierro tiene lugar al se- gundo ó tercer dia, cuando ya la putrefaccion excluye toda duda sobre la muerte del individuo. Il entierro se efectúa en el bosque, cerca del agua, y despues de quince dias se le des- carna teniendo entonces lugar la fiesta principal, cuyo objeto es el adorno y embalaje del esqueleto. Mientras esto dura se mantienen relaciones con el muerto por medio de canciones lamentosas en el rancho (casa de los hombres) tanto de dia como durante la noche, lo que no se hizo esta vez con gran pompa, por- que se trataba de la muerte de una mujer. La fiesta principal re- cayó en un domingo de pascua. In el dia anterior ya se habian ejecutado con gran celo los trabajos preliminares; entre otras cosas que preparaban, pulian y pintaban tablillas para produ- cir sonidos agudos y rápidos haciéndoles girar en el aire por medio de una cuerdita. Tambien se ocupaban en el arreglo de sus adornos, mientras un bari que se hallaba sentado en un rincon, cantaba por intérvalos y con negligencia, sacudiendo unos porongos con semillas secas en su interior. Il viudo Coqueiro encerrado en su enramada, se laceraba los brazos y las piernas, hasta que se cubrian de sangre coagulada. Entra- da ya la tarde se realizó la destruccion de los bienes de la difunta, ó mas bien, de los bienes de toda la familia que habitaba con ella la misma enramada, procediendo con pantomima tan interesante, «que merece describirlo con deteni- miento. « Varios Bororós aparecieron detrás del rancho de los hombres vestidos de gala, con el cabello y el cuerpo untado — 401 — de urucú, la frente encuadrada con líneas negras barnizadas y provistos de la corbáta de fiesta y con la bandera pintada, agre- gada á ésta; tenian los brazos y el cabello adornados de plumas verdes de loro y en la cabeza dos paricos (diadema de plumas). Mientras tanto dos de ellos se sentaron sobre una esterita sacudiendo sus porongos. Coqueiro tomó dos ataditos de hojas frescas, las arregló en forma de pinceles y los fijó sobre la espalda del joven mejor adornado, y sobre los brazos, las rodillas y las articulaciones de los piés. Este Bororó, con tal adorno de follaje, representaba al difunto en su estado ac- tual, el que habian cubierto con hojas verdes. Cuatro hombres se acercaron con una bolsa, sacaron de ella ropas de la mujer de Coqueiro y. las colgaron sobre el representante del muerto á quien designan con el nombre de el «verde», el que suspirando se hamacaba sobre sus rodillas. Tambien los de- más se pusieron colgajos de ropas, y uno de ellos un cuero de jaguar; entonces dieron al «verde» una flautita de calabaza ador- nada de pequeñas plumas blancas, comenzando á ejecutar una danza. Uno de los circunstantes con dos calabazas-casca- beles principió el baile; detrás de este bailaba el verde si- sguiéndole cuatro más, cantando los seis en coro y bailando dando saltos de derecha á izquierda y al revés, hasta llegar al rancho, de donde regresaron, formando despues un círculo en el suelo con sus pisotones. De pronto hicieron una conver- sacion y comenzaron á correr en desorden, dirigiéndose al bosque, en donde desaparecieron. Con la pequeña flaula que tocó el verde, llamaba el muerto á otros dos difuntos que yacian en la tumba hacia mucho tiempo. lístos debian presen- ciar la entrega de los bienes, llevar al nuevo compañero y convencerse de que nada quedaba de éste que pudiera mas tarde reclamar, haciendo á los vivientes visitas desagradables. Despues de un cuarto de hora volvió la cuadrilla á la carrera en medio de una terrible griteria, llevando dos figurones ú¿ la espalda; eran dos figuras horrorosas, embadurnadas de fango del rio desde la cabeza hasta la punta de los pies. lístos espantajos de barro dabun gritos de fieras, y saltaban como erandes moscardones zumbando y silvando con las tablitas, agitadas por el aire. Ningun ser femenino pudo verse en los alrededores y las enramadas parecian abandonadas tapada la entrada con una estera. «En medio del cfreulo, que anteriormente habian formado en su marcha, encendieron con gran celo un alegre fuego, despues trajeron un monton de diversos útiles, canastas, pan- 0 tallas, tirillas y cinturones de corteza, una cobija colorada, muchas espigas de maiz, calabazas, caracoles, arcos, flechas» etc., rompiendo y arrojando todo de modo á formar un monton. Luego se produjo cierto órden en la escena, los hombres rodea- ban el fuego formando un círculo y bailando y saltando con ambos piés á la vez, de un modo lento, alrededor del fuego. lin seguida, los dos enlodados agarraron al «verde» oprimién- dolo en sentido vertical. Mientras tanto seguian sonando lus calabazas y las tablitas y el fuego ardía en grandes llamaradas. «A todo esto, lo más curioso del espectáculo, segun mi opinion, era cuando curaban los dos muertos á una mujer enferma que habia aparecido de pronto allí, no sé cómo. La soplaban y le aseguraban probablemente, que no la llevarian tan pronto. Algunos corrieron «al rio y arrojaron hachas y cuchillos al agua. Coqueiro atizó el fuego, se suspendió la danza y los cantos, los adornos de plumas fueron depositados junto al fogon, á los cuales agregó el «verde» sus guirnaldas y los baris se arrodillaron uno tras otro en línea, arrojándoseles agua. La noche que siguió fué de interrumpidos cantos, á los que agregaba á menudo la palabra «aróe». No se encon- traba un solo habitante en las enramadas ó en el rancho de los hombres; todo el mundo se hallaba afuera. A la mañana siguiente penetró en el rancho de los hombres una larga pro- cesion encabezada por el cacique; todos tenian ramas verdes en las manos; en medio de ellos iba el hermano del difunto con la bolsa en forma de canasta, que guardaba el esqueleto que habian desenterrado y limpiado esa misma mañana. lsta canasta fué puesta sobre una estera; entre cuatro hombres sacaron el cráneo con la mandíbula inferior blanca y luciente, las que comenzaron á adornar junto con una nueva canasta. lil cacique se hallaba sentado sobre un cuero de jaguar, con el cabello y la piel pintados de rojo; tenia alrededor de la cintura una rama de la palmera acurí y fijo á la espalda plumas negras y azuladas del muttú; colgaban de sus orejas pieles del pecho color naranja del tucano. Adornaba su cabeza el parico, el más bello de todos sus adornos (una diadema de plumas), además, una cadenita de caracoles puesta en el agujero del labio inferior. A su lado se hallaban cuatro baris adornados con paricos, los que sacudian entre sus manos y con recelo los porongos sonudores, dando saltos y golpeando el suelo á compás con sus piés, manteniendo los ojos cerrados. «ll rancho estaba completamente lleno de gente, sobre todo de mujeres y criaturas; éstas cantaban y palmeaban á compás. — 403 — Algunas mujeres se acercaron á la canasta que encerraba los huesos y pusieron sus manos sobre ésta; la mayor de ellas se laceró los brazos con un pedazo de vidrio, lo que ejecutó por medio de rápidos y cortantes lajos, cuya sangre goteaba sobre las manos de las otras mujeres tiñendo la paja de pal- mera de la canasta. «La mundíbula inferior del muerto, fué untada primeramente de urucú por los jóvenes que se hallaban en el medio del cuarto. sta sustancia la tenian sobre una estera, depositada en la coraza de un tatú, lo mismo que un pequeno pote con aceite de pescado, una valva con resina (yatubá), una esterila con plumas blancas y un pote grande lleno de pequenas plumas rojas. Mientras que unos pintaron por dentro y fuera la nueva canasta, á la cua) adherian plumas, los otros se dedicaron al arreglo y adorno del cráneo, al que ajustaron la mandíbula infe- rior, y pegaron con resina escrupulosamente pequeñas plumas purpúreas, principiando por la parte posterior de la cabeza. Cada plumita era untada en la punta con resina, pegándolas una por una. Mientras tanto, llegó Cogueiro conduciendo de la mano una criatura. Se sentó sin proferir palabra, llorando y sollozando, y, sin llevar otro adorno que un cordon negro al- rededor de la cintura, hecho del cabello de su mujer. Sus me- jillas estaban humedecidas por las lágrimas, y apretaba los párpados como si experimentara dolor á causa del llanto. Se cubrió con lentitud la bóveda del cráneo con un terciopelo rojo, formado por las plumitas de guacamayo. Ll que necesitaba limpiarse las manos lo hacia en la canasta. Una parte de los concurrentes no hacian ya caso de la fiesta. Los niños jugaban alegremente; algunos hombres, entre otras cosas, se ocupaban en comer los granos de maíz de las espigas; varias mujeres expurgábanse entre ellas de los parásitos de la cabeza, cantando mientras tanto con toda devocion. «A la larga, era aturdidora la batahola que producia el conjunto de ruidos de toda especie; agregándose á todo esto un tocador de tamboril con los brazos cubiertos de plumas de loro. Esta ceremonia parecia interminable, pues se reno- vaba con frecuencia. Siete mujeres se acercaron al alaud, se rasguñaron y pusieron los piés sobre éste, de modo que lu paja se empapara con su sangre. Las heridas que se inferian distaban entre sí de dos á tres centímetros una de otra, cu- briéndoles las piernas, los brazos y los pechos. como una red hasta el vientre. Sin embargo, su fisonomía tranquila no de- mostraba el dolor que les producirían estas desgarraduras — 404 — de la piel, que hacian con muy rápidos movimientos, Cada una envolvió el pedacito de vidrio en una hoja entregándoselo á Coqueiro; luego se sentaron á su lado. Pero esto parecia no concluir nunca, pues nuevos grupos de mujeres se acercaron para continuar con la ceremonia del rasguñamiento, haciendo como las anteriores, pero áúntes de desgarrarse la piel, cada una mojaba en los lábios el pequeño trozo de vidrio. A todo esto, no cesaba el ensordecedor movimiento de los instrumentos del canto y del pisoteo. Con una resistencia increible bailaban los autores. «Ión uno de estos momentos ví á Coqueiro inclinarse sobre la canasta y lacerarse Jos brazos, mientras que una mujer con su criatura á la espalda, se le ponia al lado. Ya era cerca de mediodia cuando prepararon el cráneo y el ataud. El capucho rojo del cráneo estaba atraversado por una línea del través de un hermoso color amarillo en la direccion de la sutura coronal. La canasta que servia de ataud estaba cubierta de plumitas adheridas de un blanco nivaceo, teniendo á modo de ventanillas á cada lado, dos hileras de rectángulos rojos, en medio del blanco. «ln verdad que era un trabajo muy esmerado el que habian ejecutado en Ja confeccion del ataud estos groseros cazadores. liste era el momento en que seiba á producir un acto especial: la bendicion del cráneo y del nuevo ataud. Se construyó una especie de capilla Óó santuario, para lo cual colocaron cinco arcos en semicírculo, revistiéndolos con esteras y colgándoles telas encima y á los costados, en medio del cual se depositó la adornada canasta, tres tablillas giratorias, aún sin dibujos, paradas en el ataud, y el cráneo sobre una pequeña estera cu- hierta de plumas sueltas; el barí mas activo, se sentó á la entrada, cuyo cuerpo con el del tocador de tamboril detrás, en este instante sin su instrumento, cerraba la entrada. Para consolarles, se habia puesto en el catafalco dos potes con agua del rio, de un color amarillento, y tres cigarros, Principiaron despacio, con voz profunda, un canto, el que acompañaba el barí sacudiendo en cada muno la calabaza cascabel, Los: de- más se sentaron alegres alrededor del catafalco, diciendo chis- tes, y respondiendo al canto solamente al final. Pero poco á poco se animó el canto; algunas voces mujeriles intervinieron vigoro- samente, teniendo que esforzar la vozlos cantantes del catafalco durante tres cuartos de hora, con lo que agotaron sus fuerzas. Se inclinaban sobre el nicho para beber, pero sus cuerpos se sacudian de tal modo que parecian azogados, de modo que era menester sostenerles el pote con agua. Luego se quitaban el sudor y balbuceaban apenas unos sonidos inarticulados, los MAN que eran contestados por el coro al unísono con varios zum- bidos retenidos de reconocimientos. Temblorosos fumaban sus cigarros, arrojando sus abrigos. Seis hombres, entre ellos Co- queiro, sacudian sus cuscabeles, cantaban y bailaban, siempre con los ojos cerrados, concentrados en sí mismo. Tambien nosotros bailamos y sacudimos los cascabeles por un rato, lo que causó gran alegría entre los indios. Solo uno que otro descansaba ocasionalmente algun rato, fumando mientras tanto con gran premura su cigarro, y escurriendo con la mano el su- dor que corria á chorros por el cuerpo de sus seis compa- heros. Gran número de mujeres acompañaban el canto, em- pleando las unas el tiempo en buscarse piojos. y las olras de pió detrás de los hombres, haciéndoles aire. Muchos hombres se hallaban echados en gran número á lo largo de la pared, descansando. De repente se produjo una pausa general por una vez solamente, pero despues de tres ú cuatro minutos el cacique hizo sonar el porongo en señal de que el acto conti- nuaba. Todos los huesos de la difunta fueron untados uno por uno con urucú; el fémur, húmero, radio, tibia, la pelvis sepa- rada en dos partes, las costillas, tarsos, carpos hasta la última falange del pié. Si de los huesos corria demasiado aceite, se les cubria con bendajes de tela y esterillas por debajo; nada debia perderse. Luego se limpiaban las manos en las ramas de palmeras. Con gran cuidado fueron envueltos aparte en hojas los pequeños huesos de las manos y de los piés y éstas, como todas las partes del esqueleto depositados en la canasta; despues agregaron tres pantalones (la difunta era una mujer!) una bata, tres camisas, y por fin, las ramas usadas de palmera, todo lo cual debia entrar en la tal canasta, la que ya estaba tan llena que parecia próxima á reventar. Fué cosida con una aguja de madera como de un pié de largo siendo ne- cesario que el cacique empleara sus fuertes puños para poder cerrarla completamente. Las ramas de palmera que sobresa- lian por ambas extremidades fueron cortadas. «A las cinco y cuarto todo estaba pronto; se cantó todavía un momento, pero ya habia desaparecido la mayor parte de la concurrencia y se habia hecho un vacío lúgubre; concluyendo la funcion sin ninguna solemnidad: cesó simplemente. Mogu- yokuri (el cacique) me pidió la pipa para fumar; charlando tranquilamente. La ceremonia habia terminado por completo : ya nadie se ocupaba del asunto. Una vieja cargó con la ca- nasta sobre sus espaldas, precedida de un joven que iba to- cando la gran flauta fúnebre de melancólico sonido. Tomo V1, 44 — 406 — «Así marcharon ambos á la luz crepuscular de la tarde, la vejez y la juventud, cuadro que causaba impresion sentimental, digno de un cuento de hadas. IEntregaron la canasta, con voces lamentosas, á Coqueiro, que se hallaba sentado bajo su ramada vacía, volviendo apresuramente á ¡juntarse con los demás. A Coqueiro no le habia quedado nada, por lo cual sus amigos fabricaron arcos y flechas, y se los regalaron. Al tercer dia despues de la ceremonia, ésta se llevó la canasta por la ma- ñana y una mujer con igual carga la siguió. ls costumbre que un difunto espere hasta que haya otro, dejando entonces la aldea ambos. : «Nadie hizo caso de esta ceremonia, y se podia creer que lleva- ban dos canastas de mandioca. Pero luego se vió llegar apresu- radamente á cuatro jóvenes, que siguieron á los conductores; el primero hizo girar la tablita zumbadora, el segundo y tercero dieron voces espantosas, y el cuarto arrastraba una rama de pal- mera para borrar las huellas del paso y dificultar así el re- greso de los muertos. No se veía ninguna mujer. Uno de los cuatro jóvenes del séquito tenía tambien una azada. «Las canastas fueron enterradas, supongo que en una pe- queña isla rio arriba. » Antes de terminar mencionaré dos visitas que hice á las aldeas bororós de Descalvados y de San Matías. Acompañado de un indio que me sirvió de vaqueano, anduvimos unas ocho leguas pasando por campos y lomadas arboledas hasta llegar á una lomada más elevada que las anteriores donde estaba la aldea, cuya proximidad anunció con sus ladridos fatigados una cuadrilla de perros flacos que olfateaban desconocidos próximos á la aldea de sus dueños. Paramos en la primera enramada donde vimos unas cuatro Ó cinco mujeres de todas edades, ocupadas en cocinar frutas silvestres y fabricando la más vieja, un pote de barro, al que daba la última mano, alisándolo con una valva de molusco. Despues de haber dispersado las muje- res á los perros, bajamos á tierra para hacer conocimiento con los habitantes de las enramadas. ll vaqueano me presentó en su idioma á las indias y Jes dijo, sin duda, que en mis alforjas llevaba unas botellas de caña, pues en poco tiempo me ví rodeado por unas veinte indias pidiendo este líquido favorito. Solo encontramos dos hombres en la aldea, pues la mayor parte andaba en procura de caza ó trabajando en las estancias del establecimiento. De los dos presentes uno era idiota, llamado Canario, bien conocido en todo el establecimiento. Las muieres que se habian juntado alrededor de nosotros A pedian caña y les entregué una botella mientras mi vaqueano les dió las noticias de sus compañeros. Cuando hubieron tomado el licor, con alaridos y carcajadas, y vieron que no poscia más de esta bebida, se reliraron ú sus ramadas sin preocuparse más de nosotros. Mi vaqueano que tenía allí su compoñera 6 iba 4 saludarla, cra un indio de los Bororós del vio San Lorenzo llamados Coroados. Tuve así la prueba más evidente de que los Coroados son Bororós pues no se dislin- guió en nada en su idioma de los Bororós nacidos en esta tribu. Hice un paseo por la aldea para procurarme una impre- sion del estado de la cultura de sus habitantes, pero tengo que confesar que cosa más desconsoladora no ví nunca. Las míseras enramadas estaban siempre retiradas como me: dia cuadra una de la otra; cerca de algunas ví plantas de mandioca y una que otra planta de maíz, las que no eran bastantes para poder mantener á su dueño durante quince dias; esparcidas, habian algunas palmeras de coco y árbo- les de urucú, lo demás estaba ocupado por hierbas inútiles de todas clases tan abundantes que solo dejaban la comuni- cacion entre las diferentes habitaciones por angostísimos enminos. Como no viera nada que llamara mi atencion, me dirigfá la enramada más próxima para inspeccionar el interior de estas viviendas. Tambien en éstas se hallaba todo en el estado más primitivo posible; la cama que poseían algunas, consistia en cuatro postes con orquetas en las que se hallaban otros palos horizontalmente puestos, cubiertos éstos densamente con cañas de dos centímetros de grueso, formando todo esto la cama y sirviendo de colchon un cuero de ciervo ó de puma y nada más. Ví tambien hamacas, pero éstas no son producto de los Bororós, sinó abandonadas por los camperos á las mu- jeres de estos indios. La alfarería que fabrican y de la cual se sirven para. la cocina es lo más simple y en general mal hecha; en cada enramada habia algunos de estos potes, los que tienen casi todos la misma forma y tamaño. lllos usan el pote exclusi- vamente para hervir la comida y guardar los líquidos en cala- bazas grandes, sea agua ó chicha. Usan tambien las calabazas para guardar diversos objetos; un indio me mostró una calabaza grande llena de plumas de avestruz (lRhea americana) y en otras ví maíz y frutas silvestres. Tambien usan canastas hechas de hojas de palmeras, en forma de bolsas cortas (véase la lámina del grupo de los Bororós), en las que guardan diversos objetos como puntas de flechas y herramientas, que llevan consigo en — 408 — sus correrías por los cumpos. Obscrvé casi en cada ramada gran cantidad de los pedúnculos de la eflorescencia de una caña floja, los que les sirven como astiles en sus flechas y que son el material más indispensable para la construccion de esta clase de proyectiles. ll arsenal se halla siempre sobre unos tiranti llos cerca del techo. Mencionaré una costumbre singular de las mujeres, que pude observar á menudo; consiste en que las mujeres crian animales silvestres con su pecho de modo que se vé muy á menudo que amamantan chanchitos monteses (Dycolyles tajacú) y cualís (Nasua socialis), los (que se amansan de una manera admirable siguiendo y acompañando á sus madres adoptivas, y cuando éstas estan sentadas se le suben en las faldas para acostarse Ó para mamar. Como no poseen vacas para procurarse leche, no podrian criar animales silvestres si no diesen de la propia de ellas; entre las indias Chiquitas, en Bolivia, he visto á menudo la misma costumbre. In la aldea de los Bororós se ven tambien pájaros que crian, como la seriema (Cariama cristata), loros habladores (Crysotis estiva), guacamayos colora- dos (dra macao) y azules (Anodorhynchus hyacinthinus), abun- dando éstos mas que los guacamavyos colorados. Cuando han arreado cierto número de animales y aves los llevan á Descal- vados para venderlas recibiendo en general un precio insignifi- cante por sus trabajos ó las regalan á la gente de allí. Poco despues tuve ocasion de ver la segunda aldea de los Bororós, en Bolivia; ésta queda dos leguas al Sud de San Ma- tías sobre el camino que vá de Descalvados á San Ignacio. Il vaqueano que llevaba era un paraguayo y habia ya estado en aquella aldea. Salimos á medio dia de la última estancia per- teneciente al establecimiento de Descalvados «Tremedal» y, despues de una hora de trotar, cruzamos la frontera boliviano- brasilera, formada allí por un arroyo llamado «Curiche». lón ese punto se halla un destacamento de cinco á ocho soldados brasileros mandado por un sargento ó teniente, los que deben vigilar la frontera é impedir que pasen bandoleros de Bolivia que vienen á robar animales vacunos del gran establecimiento de Descalvados, pero sucede que á menudo hacen causa común con los handidos. Desde el «Curiche», teníamos todavía que hacer una legua hasta llegar á la aldea; el camino nos llevaba principalmente por entre bosques y claros, cubiertos éstos con pasto alto que alcanzaba hasta la barriga de los caballos, pero que no se utiliza por falta de gente y animales. Llegando á un gran claro — ANY — vimos como á cuatro cuadras, sobre una lomada elevada donde el bosque formaba el fondo, resallar unas enramadas que formaban la aldea que fhbamos á visitar. Pasando por el claro llano noté al pié de la lomada varios pozos de agua, simples agujeros de un medio metro de diámetro; de un lado conducian escalones trabajados en la tierra hasta el nivel del agua que ya aparecia á lo profundidad de uno y medio á dos metros, los pozos estaban prolijamente trabajados. ln la primera enra- mada encontré la ya mencionada familia enlutada y como allí no conseguimos nada, visitamos las otras viviendas. De un Bororó, pintado con líneas negras y coloradas en el cuerpo y la cara desnuda, que se preparaba ú la caza de jaguares, conseguimos en compra algunos objetos. Isle indio, lo mismo que algunos otros viejos Bororós, poseían grandes agujeros en los lóbulos de las orejas, de tal tamaño que el dedo chico fácilmente entraba en la abertura lo que probablemente pro- viene del uso de adornos, por ejemplo, de diente de carpincho (Hydrochoerus hydrochoerus), ú otros animales. Entre los Bororós de Descalvados no he observado agujeros en los lóbulos de las orejas y los jóvenes de esta aldea no los poseian perforadas. La aldea se compone de unas veinte enramadas de la misma construccion y provistas con los mismos objetos que las de la aldea de Descalvados. Las paredes y techos eran de hojas de palmera y una que otra vivienda poscia puerta formada por una estera del mismo material. Todos los Bororós llevan sobre el pecho un talisman que consiste en un diente de aguará-guazú (Canis jubata) 6 de un gato montés (Felis pardalis); opinan que con levar un diente canino del respectivo animal adquieren las propiedades más remarcables de la fiera. Tuve gran dificultad en conseguir este talisman (lámina l figura 2) y, sobre todo, mi vaqueano hizo grandes esfuerzos para obtenerlo, pues estaba convencido de que tal diente, raspado, es el mejor contraveneno para las pica- duras de víboras bravas, y creia tanto en el buen éxito del remedio como los indios en que el diente los proteje contra desgracias. Cuando el vaqueano trató de obtener estos talisma- nes de las criaturas que tambien los llevaban, se interpusieron calegóricamente las madres y dijeron: «No haremos desgracia- dos ú nuestros hijos ». Il cariño que tienen estos indios 4 sus hijos es grande. Vi á un Bororó al que se le habia muerto un hijo; se enlris- lecia más y más y repetia sin cesar: «Comeré tierra hasta que me muera ». EXPLICACION DE LAS LÁMINAS LÁMINA 1 Grupo de indigenas Bororós. LÁMINA Il Fig. 1 - 2, Flecha para la pesca. » 3-4, » A CAZa O: Arco. OS Collar de dientes de jaguar. ET Amuleto ó talisman (diente de aguará-guazú ). NS: Diadema de uñas de jaguar. » 9, Cuero de jaguar con dibujo. LÁMINA HI Fig. 1-3, Puntas de flechas de tacnara, vistas de frente, de lado y de revós, (medio tamaño natural). » A, Punta de flecha de hueso de yacaré (tamaño natural). O: Ligadura de la segunda pieza con el astil (medio tamaño natural ). » 6, Emplumadura del astil (medio tamaño natural). A Pedazo de arco con tirillas de corteza (tamaño natural). AS Diadema de uñas de jagunr (medio tamaño natural). Sp, de SN O - o La m VA ol A a . e m h e q Cin EN ES ñ a o EOS mí ¿0 A í AN AN A y 5 ES si ga Ue CO 1 A . A y ñ Ñ P A . Ñ Ñ ] 1 0 - zo - e A h , ] 0 pe E N E NS Ú 0 ñ ñ Y De ” be 1 E) "] 00 ] O ñ o no ñ ñ | A po y o o mi Á A E Mí - o Ñ ] , mn ñ V o nd 0 A Ñ 1 o Ñ 4 ) 1 MN 0% | ] o 4 . g 1 . ñ AS Lim. 1. Bororós. Koslowsky. TALLERES DEL MUSEO DE LA PLATA FE 7) Lim. UL Koslowsky.— Bororús, - | AN) A ” ) 4 7 A EL ROL DE LOS TERMITOS EN LA Distribucion de los centros de vegetacion arbórea en los Manos JULIO KOSLOWSK Y Naturalista viajero del Museo de La Plata (CON UNA LÁMINA) Hallamos en la tierra firme, partes pobladas con árboles que forman bosques ó selvas, y partes despobladas de vegela- cion arbórea, siendo estos llanos desiertos ó esteros, y exami- nando las causas del último fenómeno, las encontramos variadas primando la de la falta de agua que no permite el desarrollo de una vegetacion rigurosa, aun cuando la abundancia del mismo elemento produce muy ú menudo el mismo efecto. Sin embargo, observamos con frecuencia que en los lugares esté- viles aparecen centros de vegetacion arbórea, que, por la forma- cion natural del suelo, no podrian existir sin ayuda agena, sea que la mano del hombre preparára intencionalmente la tierra ó que animales la transformaran por medio de escavaciones ó con sus cuevas, contribuyendo de esta manera involuntaria- mente á la modificacion de la lierra que así trabajada está en condiciones de recibir y alimentar el vegetal. Ln este caso, cuando los insectos son la causa de la aparicion de árboles en llanos extensos, que durante varios meses se cubren con agua, el tra- bajo realizado es provechoso en dos sentidos: 1" la elevacion del suelo en pequeños montículos, y 2 la acumulacion de ali- mentos vegetales en éstos. Los insectos que preparan sin pre- meditacion estos centros de vegetacion, son termitos del género Termes, los que vulgarmente se llaman hormiges blancas y cu- yas construcciones se conocen bajo el nombre de hormigueros en las zonas tropicales y subtropicales de América. Los para- ges y comarcas de que hablo aquí y en los que tuve oportu- nidad de constatar y observar el hecho interesante, se hallan Tomo VI, 45 — 414 — en Matto-Grosso, situados sobre la orilla derecha del rio Para- guay entre el rio Jaurú y los pantanos de Xarayes y en la provincia oriental boliviana de Chiquitos. Estos terrenos, su- mamente llanos, se inundan durante la época de las lluvias tropicales y quedan así tres á cuatro meses bajo el agua, con escepcion de las lomadas y elevaciones, que tienen de uno á varios metros de altura. Con la desaparicion de las aguas, empieza el periodo de se- quía, que dura de seis á siete meses, casi sin lluvia alguna, reinando gran calor en este tiempo, el que concluye con las plantas que brotaron sobre el suelo húmedo, pues estos llanos arenosos son muy pobres de tierra vegetal y por lo mismo no pueden conservar la humedad en el período de la seca. Ésta causa entonces la muerte de las plantas que pueden sopor- tar las inundaciones, mientras que los vegetales dispuestos para un suelo seco, perecen con la vuelta de las aguas. Así estos lugares solo producirian pastos y pajas, si no intervinieran los termitos ó hasta que el suelo se levantara por procedi- mientos meteorológicos en largos espacios de tiempo. Los termitos de campo eligen sus paraderos siempre en tierra llana desprovista de árboles, que se inunda en ciertas épocas por las lluvias, pero solo donde el agua no alcanza mas de un metro de alto; cuando el hormiguero ha alcanzado su tamaño necesa- rio, el que á veces liene mas de dos metros de elevacion te- niendo á menudo la misma medida en el diámetro de la parte basal, ha concluido el papel de los termitos, y otros animales ayudan la realizacion de la obra. Sobre todo los osos hormi- gueros que viven de estos insectos, empiezan la destruccion del hormiguero ó colmena de termitos, arrancando peduzos de la pared de ésta, que quedan al pié del hormiguero y contri- buyen á la elevación del lugar. Tambien otros enemigos de los termilos les atacan en sus galerias subterráneas, y son éstos los armadillos que con sus cuevas remuoven y levantan la tierra al rededor de la colmena y aceleran la extincion de los termitos. Los vientos que llevan tierra y arena contribuyen por su parte á la elevacion del sitio juntándose estos materiales en los puntos que la colmena proteje contra el viento. Una vez despoblada la torre de termitos, ésta se deshace con el tiempo formando un cúmulo de tierra muy fértil, pues este está hecho con fango y restos descompuestos de vegetales que proporcio- naron las inundaciones. ls muy natural que en estos cúmu- los de buena tierra, cuyas cimas no se cubren con el agua, se hallen todas las buenas condiciones para que se pueblen con A árboles, creciendo hierbas menos delicadas en los alrededores de los árboles las que protejen la elevacion de tierra contra los vientos contribuyendo así al aumento contínuo del suelo. Hay partes en las que se vé una cantidad de estos hormigueros sobre un espacio limitado, los que formarán una colonia de estos cúmulos aptos para la propagacion de árboles y los que con el tiempo se constituirán en una planicie por medio del relle- namiento de los espacios intermedios, lo que tambien se vé en otros sitios donde hay una cantidad de cúmulos provistos con árboles, que durante las inundaciones forman otras tantas pe- queñas islas. Otras partes en un grado mas avanzado demues- tran pequeñas planicies algo elevadas y cubiertas tambien de árboles que forman pequeños bosques. ln el caso de que el cúmulo se destruyera por cualquiera causa, siempre el árbol! que ha tenido tiempo durante algunos años para desarrollarse, se mantiene, pues las aguas solamente cubrirán sus raices pero no su copa, contribuyendo así, nuevamete al levantamiento del suelo. Los hormigueros se ven en general cerca de los bosques, donde forman una especie de vanguardia que prepara el suelo para la poblacion de árboles, invadiendo siempre mas y mas los campos hasta llegar á dificultades invencibles que casi siempre es la altura considerable del agua durante la inundacion. ln los claros de los bosques tienen el mismo trabajo que reulizar que en los campos. A menudo se vó una que olra de estas colmenas en llano campo, retiradas de los bosques 6 lomas cubiertas con vegetacion superior, y en este caso dará lugar á la formacion de un grupo de árboles que formarán un nuevo centro de vegetacion de esta clase. ln la lámina, agregada para mejor inteligencia de este trabajo, se vé que á pesar de que la colmena está aun Jlena de termitos, ya se han constituido unas plantas leñosas sobre su base, pero las que no encontraran condiciones fovorables para su desarrollo hasta que el hormi- guero no sea ubandonado por los termitos y derrumbado por la inclemencia del aire. Como no me recuerdo haber leido un artículo sobre seme- jante rol de los termitos é ignoro si es conocida observacion análoga á la que he hecho, doy estos pocos datos. Musco La Plata, Setiembre 1895. VE RE O , Js e a MU, ia SN y eN o má iio le ESE EN US AAN eN Ay A La 100 Ñ Mm] o 4 J y MA p ' ' ? h IN a! y NOT. ibn má pl J ; INES FUAI A IVANA 0 TAN 1 MSI A E A A . p ir , j y 400) í 10 Í A LS ALA? a MEN! ; J IRON hh 491) h ' AY LAA] F 1 Ñ ñ ñ Y ) UNA A k ' y A 5 1 y i AÑ em / ; ' y y Ñ y Ji | lí di q Ñ : ' ; j Ñ 1] Ñ MANE Ñi yN j | y Í n. M 11 y 4 bi ' Y Ji yl Ñ Rev. Musto La. Plata — Tomo Vl. Koslowsky. Termitos, — hit. 1, HORMIGUERO DE TERMITOS (Marro-Ghosso ) Dos muevas Lagartijas de la Provincia de Buenos Aires POR JULIO KOSLOWSKY Naturalista Viajero del Musco de La Plata (CON DOS LÁMINAS) Ocupado con la revision y clasificacion de la rica coleccion de reptiles de este Museo encontré dos lagartijas del género Anisolepis que se diferencian notablemente entre sí lo mismo que de la especie conocida de Rio Grande do Sul: 4. Iheringii Blgr. Una de estas fué cazada por el señor Cárlos Bruch en Punta Lara sobre el follage de arbustos, en el mes de Diciembre de 1894, y la otra se encuentra en la coleccion como precedente de la Sierra de la Ventana, cerca de Bahía Blanca. Anisolepis Bruchi, Koslowsky (Lím. 1.) La cabeza pequeña, cuerpo redondo y alargado; dientes la- terales tricúspidos. Abertura de las narices laterales cerca de la punta del hocico; las aberturus de las orejas moderadamente erandes y ovales. Dedos lateralmente denticulados y con esca- mas lisas en su parte inferior. Las escamas sobre la cabeza, pequeñas, lisas y algo convexas, poseyendo algunas una quilla poco pronunciada; las mas pequeñas son las supraoculares que poseen una série de seis á siete escamas algo mayores. Sobre la region occipital se hallan cinco escamas mas grandes subo- vales, simétricamente repartidas entre las demás, de modo que las tres primeras están colocadas en línea transversal, separadas una de la otra por una escama mas pequeña, siendo la ma- yor de las tres la que queda en el medio de la cabeza, de ta- maño del tímpano; las otras dos de las cinco escamas quedan a más abrás, están tumbien colocadas en una línea y sepa- radas de las tres anteriores por dos hileras de escamas peque- nas; las cinco escamas son muy rugosas como tambien las que se hallan sobre el espacio inter-orbital. Posée nueve esca- mas labiales superiores y diez inferiores, que son muy bajas y alargadas. Las escamas de la garganta son granulares y lisas en la parte anterior, y pasan poco á poco á ser romboidales, pro- vistas con una quilla y agrandándose gradualmente hácia el pliegue gular que es fuertemente marcado por pequeñas esca- mas granulares. Las escamas dorsales son, sobre la region vertebral, irregulares, mas grandes, imbricadas y provistas con una quilla bien pronunciada, y sobre éstas siguen unas tres ó cuatro sérics de escamas mas pequeñas, tambien imbricadas y provistas con quilla, agregándose á éstas otra vez mas gran- des, como las de la region vertebral, arregladas en dos hileras irregulares. Las escamas dorso-laterales son muy pequeñas, algo imbricadas y provistas con quilla, teniendo además distri- buido entre sí algunas escamas mas grandes; á cada lado se halla una hilera de escamas mas grandes imbricadas con qui- llas fuertemente pronunciadas, las que empiezan un centímetro detrás la áxila de la pierna anterior y vá en línea derecha hasta la ingle de la pierna posterior. Las escamas ventrales son mas grandes que las dorsales, romboidales, iguales, con fuerte qui- lla que forma líneas derechas contínuas é imbricadas. La cola es redonda, algo mas alta que ancha, y cubierta con escamas romboidales imbricadas y provistas con quillas. La pierna pos- terior doblada al cuerpo alcanza hasta la axila 6 el hombro de la pierna anterior. La cola es dos veces y media tan larga como el cuerpo con cabeza. Por encima de la region vertebral del cuerpo, la que es de un color habana que principia sobre la region occipital y vá hasta sobre la primera parte de la cola, corre á cada lado de la region dorsal una faja de color blanco crema, la que principia desde los ojos y se prolonga sobre la primera parte de la cola acompañando el color habana; los costados son de un color marron claro con pintas negras muy finas; esta parte está dividida por una línea blanca cerca del vientre la que está formada por la hilera de las escamas grandes; por el ojo pasa una línea muy fina que vá tocando el borde supe- rior de la oreja hasta el omóplato; debajo es de color blanco con muy finos tisnes sobre la garganta. Largo total 285 mm. Cabeza, 18 mm.; cuerpo, 63 1mm.; cola, 205 mm.; pala an- terior, 30 mm.; pierna posterior, 45 mm. ll único ejemplar que sirvió para la descripcion es una hembra. Anisolepis argentinus, Koslowsky (Láúm. II.) Cabeza pequeña, cuerpo redondo y alargado. Dientes late- rales tricuspidos. Aberturas de las narices laterales y situadas cerca de la punta del hocico. Aberturas de las orejas triangulares y muy pequeñas. Los dedos provistos con denticulacion lateral y con escamas lisas en su parte inferior. Las escamas sobre la cabeza son pequeñas y lisas, y algunas tambien son rugosas; las supraoculares son las mas pequeñas, y las de la region occipital son mas pequeñas que las de sobre el hocico y de tamaño del tímpano; posée ocho á nueve escamas labiales superiores y lrece inferiores, siendo las tres últimas de estas pseudolabialos, todas son muy bajos y alargadas. Las escamas de la garganta son granulares y lisas, pasando poco á poco en escamas jm- bricadas, romboidales y provistas de quillas que siguen sin interrupcion hasta el vientre; la garganta no posee ningun vestigio de pliegue. Las escamas dorsales son mas grandes y provistas con quillas, de tamaño irregular é imbricadas; las tres 4 cuatro hileras sobre la region vertebral son las mas grandes. Las escamas dorso-lalerales son pequeñas, granulares con quilla y casi todas del mismo tamaño, solamente cerca del vientre se notan algunas mas grandes entre las pequeñas des- parramadas; las ventrales son grandes, romboidales, imbricadas, provistas con quillas que forman líneas derechas contínuas. La pierna posterior doblada «ul cuerpo alcanza la axila de la pierna anterior. La cola es mas que tres veces lan larga como el cuerpo con cabeza, y cubierta con escamas imbricadas igua- les con quillas que forman líneas derechas contínuas, formando las escamas tambien hileras transversales en diagonal. Por en- cima es de un color gris brunáceo ó de ceniza, con dos líneas ó fajas paralelas, algo onduladas en su borde exterior que es de un color habana negruzco; estas fajas principian sobre la re- gion occipital, pasan por el dorso y van hasta la cola donde se convierten siempre en dos tiznes cortos que van tambien paralelos hasta la punta de la cola, siendo el color de ellos mas oscuro que sobre las espaldas. La cabeza posee tres líneas; una principia desde las aberturas de las narices, pasa sobre el borde de las escamas supraoculares y vá hasta la region occipital y esta línea está formada por pintilas negras muy finas; la otra línea principia tambien desde las aberturas de las narices, pasa por el medio del ojo y no alcanza la altura de la oreja; la tercera línea principia debajo del borde posterior del ojo, pasa por el borde superior de la oreja y vá hasta el omó-plato; esta es la línea mas pronunciada de las tres de la cabeza. Por debajo es de un color blanco con pequeños tiznes color habana-oscuro sobre la garganta; las piernas anteriores y posle- riores poseen por encima unos tiznes color habana -oscuro. Largo total, 330 mm.; cabeza, 12 mm.; cuerpo, 60 mm.; cola, 258 mm.; pierna anterior 27 mm.; pierna posterior, 43 mm. Octubre lo de 1895. 1 wrtijas.— 0) y Koslowsky. Dos La Tomo VL hey. Museo La Plata n. HI PIS BRUC » ANISOL! AN SN IO : ee 10 Mi lim. 1 Koslowsky. Dos Lavartijas. Rev. Museo La Plata — Tomo VI. sp. ANISOLEPIS ARGENTINUS n. (INDICE DIE LAS MATERIAS CONTENIDAS LEN IL TOMO! VI RÁPIDO ESTUDIO SOBRE LAS SIERRAS DE LOS PARTIDOS Dll OLAVARRÍA Y pL Azur (Provincia de Buenos Aires) por el Dr. Juan Valentin, GcolorodeliMusco da e ad: Primera Casa be MonkbAa EN Buenos Atkres, por lnrique Peña, (AcunacIion dei EL e e ata LexNGuAS AmericaNas—Ióstudio bibliográfico-Jinoetiístico de las obras del P. Luis de Valdivia sobre el Araucano y el Allentiak, con un vocabulario razonado del Allentiak, por Bartolomé Mitre......... Los PAJaros MISTERIOSOS DE La PATAGONIA, por R. Lydekker......... OBSERVACIONES GENERALES SOBRE ALGUNOS VENTISQUEROS DE LA CORDI LLERA PELOS Anbrs (Mendoza), por Rodollo Hanthal............ CONTRIBUCIONES Á La PALABOPHYTOLOGÍA Aso por el Dr. 1. (UU oa non oooO Ron oo Sao ar VIAJE Á LA REGION DE LA GOMA ILÁ FICA (No O. de Bolivia), por José Manuel Pando, Coronel de Artillería de la República de Bolivia. 'Ukres SEMANAS ENTRE Los InpbIos Guatós— Excursion efectuada en 1894, por Julio Koslowsky, naturalista viajero del Museo de la Plata ÁMPHINASUA BREVIROSTRIS Mor. et Merc., par Alcide Mercerat........ FAUNAS LOCALES ARGENTINAS—I. Lista de los pescados recogidos en los alrededores de La Plata (Provincia de Buenos Aires), durante el año 1894 y conservados en las colecciones del Museo de La Plata, por el Dr. F. Lahille, Encargado de la Seccion Zoológica............ Lista DE LOS PECES QUE SE ENCUENTRAN EN EL RIO DE La PLATA, Se- eun el catálogo de Perugia y que no estín indicados en las enu- meraciones anteriores. .....ooooooo... TO a ios Slelata Lista DE Los Peces QUE SE ENCUEN: TRAN EN EL Rio DE LA PL NTA, SC- eun Carl y Rosa Figenmann y que no están indicados en las enu- meraciones anteriores. ..ooooso.. Lista DE Los Peces DE LAS COSTAS ÁRGEN: FINA. y URUGUAYA, que se encuentran tambien en el Rio de la Plata (sesun el Dr O ¡alos Bera) MAUNAS LOCALES ARGENTINAS—II. linumeracion sistemática de las aves de Chilecito (Provincia de La Rioja—República Argentina), colec- cionada durante los meses de Marzo 4 Mayo de 1895. (IExpedicion del Director del Museo).............. SOS A AVIES RECOGIDAS EN LA PROVINCIA DE Caramarca (Kepública Argentina) durante los meses de Marzo y Abril de 1895. (IHxpedicion del Di- LOGO ACM CO iaa AS O A Ao CONTRIBUCION AL ESTUDIO DE LAS VOLUTAS ARGENTINAS, por el Dr. 1. Lahille, Encargado de la Seccion Zoológica del Museo..... a PÁGINA 20 45 101 105 117 2317 280 205 RicrIbiCACcIONES SOBRE LA DENTICION DEL TOXODON, por Santiago Roth, Encargado de la Seccion Pauleontolóvica del Museo de La Plata, (con siete láminas y un resúmen en alem: A O ado Barkacioós Y RUPTILNS DE RIOJA Y CATAMARCA, (1 República Argentina) recogidos durante los meses de Febrero á Mayo de 1895. CE xpedi- cion del Director del Museo), por Julio Koslowsky, Naturalista viajero del Museo de La Plata..... cdo ono SODOM aio Un nuvo Greco pr Marro-Grosso, por Julio Koslowsky, Naturalista viajero del Museo de La Plata.............. iS E ALGUNOS DA'POS sOBklE LOS INDIOS BokonÚs, por Julio Koslowsky, Na- turalista viajero del Museo de La P lata. (con 3 láminas).......... EL ROL Dk LOS 'PERMITOS EN LA DISTRIBUCION DE CENTROS DE VEGETA- CION ARBÓREA EN LOS LLANOS, por Julio Itoslowsky, Naturalista viajero del Museo de La Plata, (con una lámina) ........o.......... Dos nunvas LAGArrIJAs Di La Provincia DE BUENOS At ¿s, por Julio Koslowsky, Naturalista viajero del Museo de La Plata, (con dos IIS sos oo nora deocone PyOUIOcopad sado oROS JaobRa opa oros ooa PÁGINA 333 This preservation photocopy was made at BookLab, Inc. in compliance with copyright law. The paper meets the requirements of ANSI/NISO 239.48-1992 (Permanence of Paper) Austin 1996 E A do "1 a 0 j . ? ] 0% ¡ 5 ! % Ñ 1 ¡ ; CN i : NS ¡ AS > * ES E se y - . I e y , j ; . Ñ h ñ Ñ ñ ñ y ' , Ñ ñ , 1 . o - : ñ í / E : ; : ñ : y % ' ' 7 ] q y v y . - a Ñ ñ N 5 p . , Ñ 1 A . . ' 1 Ñ ' í ' » Ñ 0 E pAsione Yi Y ciagirl á Hr COUNT SMITHSONIAN INSTITUTION LIBRARIES h 4 atera b , pl h y Ñ 4 A ' A e da Pi o A | IA 3908801170 2818 AAN PORTA NATA dende dis idibialeo bid HEAT AS IAEA : OOO PAI READ HUIAta: a asis IAS AI Ire A! ACES NS PE ESE ROA AÑ AECE , y PAE ri rea TO EA A ES ie ia . 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