LBRARY Or .
' JIJN 1 '
BR405 .A3 v.19 Ponce de la Fuente, Constantino , d. 1559.
Suma de doctrina cristiana Sermsn de Nuestro Redentsr en el monte ;
1 |
Digitized by |
the Internet Archive |
|||
in 2014 |
https://archive.org/details/sumadedoctrinacrOOponc
REFORMISTAS ANTIGUOS ESPAÑOLES.
TOMO XIX.
J.UN> -rV^ ,2005
OBRAS YA REIMPRESAS.
1. Carrajcon, por Fernando de Tojcda 1G33.
2. Epístola Consolatoria, por Jiián Pérez. Reimpresa
por Benjamín B. 'Wiffcn IñGO.
3. Imajen del Anlecristo, i Carta a Felipe II. Ambas,
al parezér, por Juán Pérez . lóSS.
^.-jl. Dos Diálogos. Por Juán, i Alfonso de Yaldés. . . 1.'>2S. |IIe reimpreso también aparte, i ami costa, el DiA- f.''W Di^LA Lengua^: por Jnán de .Yaldés, ..i ..1533(!)]
5. Arles de la tnquísizú'ñ, por R. g'. de Montes. . . 1567.
6. Dos Tratados, por Zipriano de Valera 1599.
7. Breve Traiado de doctrina, por Juán Pérez. . . 15C0.
8. A los Cautivos de Berbería. . nZ9i.
Aviso a los de la Iglesia Romana , por Valera. . < 1( 00. Español Reformado, por Sacharles (lG21.
9. Ziento i diez Considcraziones , por A'aldés. . . . 1550.
10. Epístola de s. Pablo a los Romanos ( 1536.
11. I. Ep. des. Pabloalos Corintios. Ambaspor Yaldés. I 1557.
12. Dos Informaziones, por Franzisco de Enzinas. . . Prczédclas una Suplicnzión, por Pérez 1559.
13. Infinisilionis Ilispanicfc Artes. R. G. Montano. . . 1507'. 11. InMiluzión dcCuhino, pf r A'alcra 1007.
15. Alfabeto cristiano, por Yaldés lólG.
16. Ziento i diéz Considcraziones , según el MS. de
Ilamburgo. . . - 1558.
17. Breve Sumario de Induljenzias, por Pérez. . . . ISGO)!). IS. Ziento i diéz Considcraziones. Reimpresión mejo- rada del ^^o IX 1550.
&i SUMA DE DOCTRINA CRISTIANA.
&¡ SERMÓN DE NUESTRO REDENTOR EN EL MONTE. &i CATEZISMO CRISTIANO. &i COxNFESIÓN DEL PECADÓR.
Cuatro Libros compuestos por el Doctor Constantino Ponze de la Fuente.
^ DE LA PERFECZIÓN DE LA VIDA. m DEL GOBIERNO DE LA CASA. Dos Epístolas do s, Bernardo romanzadas por el Maestro Martin Nav.vhuo.
Reimpreso todo fielmente, conforme a las ediziones antiguas.
—pues a todos nos v.i tanlo on rilo, cad.i uno riebc do mirár lo que le conviene, i no pcnsiír, que lo lia de dír remedio, la culpa, q\ie lo<i otros tienen en su pcrdizi¿Sn ; pues que él no está sin ella.— Todos nos quejamos, que no nos hazen bue- nos los que tienen carso d'cllo; co- mo si nosotros no fuésemos obliga- dos a serlo. Cada uno mire tras quien sigue ; que no le faltará re- medio.» (Dr. Constantino, páj. 15 )
M.\DRID. A.No DE iMBCGGLXllI.
I'iL PniNZIPE.
Por cuanto por parlo de vos, el doctor Cons- tantino, vczino de laziudád de Sevilla, me fu6 hecha rclazión, dizicndo: que vos, por servizio de Dios nuestro Soñór , hczistes i ordcnastcs zinco Libros, intitulados, el uno Confesión de UN Pecadóu: i otro Dogtiuna Ciiristiana: i otro, ExrosiziÓN nEL riuiiÉn Psalmo he Dayu), Bcants vir: i otro Summa de Pocitrina CnniSTiANA : i otro CATEzisMoCiiniSTiANO, para instruir los niños: que eran Obras mui provechosas para estos Reinos: los cuales hablan sido vistos i examinados por los Inquisidores: i ellos, los habían aprobado, i vos, los habiades imprimido a vuestra cosía, como por ellos parcszia, suplicándome os hizicso merzéd, que nmguna persona los pudiese ven- dér, ni imprimir, por el tiempo que fuese ser- vido, sin vuestro consentimiento i voluntiíd: i, atento el mucho trabajo, que en ello habiades puesto, mandase tasar, cada pliego de molde de los dichos libros, en lo que fuese servido, o como la mi merzc^d fuese. Los cuales, vistos i examinados por los del Consejo del Empei'adór, i Uci, mi Señór, acatando lo suso dicho, i, por os hazcr bi6n i merzéd, túvolo por bién. Por la presente, vos doi lizenzia, i facultád, para que vos, o quien vuestro podér hobiere, podáis im- primir i vendér, por tiempo de diez años pi'ime- ros siguientes, que corran i se cuenten desde el día de la data desta mi Zédula, en adelante, los dichos zinco Libros, de que, de suso, se bazo mcnzión : durante el cuál dicho tiempo, mando i defiendo, que persona alguna, sin vuestra li- zenzia, no los pueda imprimir, ni vendér: so pena, que la persona que los imprimiere, haya perdido i pierda, todos, i cualesquicr libros, que déllos hobiere imprimido, i trajere ? vendér en
1
oslos nucptros Reinos. I mando, que esta mi Zc- (Inla, vaya impresa con los dichos Libros : i que podáis Ycndcr, cada pliego de molde déllos, a di)s maravedís, i no mas. I mando a los del (¡onsejo de su Jlajcslád, Presidentes, i Oidores do las Audicnzias : Alcaldes, i Alguazilcs de la Hoia f^u Casa i Corte, i ChanziUerias: i a lodos losCor- ij. rejidores. Asistentes, Gohernadores, Alcaldes, Algnaziles: i otras iustizins i juezes cualesqUier de todas las Ziudadcs, Villas, i Lugares de los nuestros Reinos, i Señoríos, i a cada uno d'cUos: asi a los que agora son , como a los que ser;\n de aquí adelante, que vos guai-dcn i cumplan, i hagan guardar i cumplir, esta mi Zcdula, y nier- zcd que yo ansí os hago : i contra el thcnór i for- ma d'ella, vos no vayan ni pasen, ni consientan ir, ni ]iasár, por alguna manera: so pena de la nuestra merzéd, i de diez mil maravedís, para la nuestra Cámara, a cada uno que lo contrario hiziere. Fecha en la Villa de Valladolid, a veinte i dos días del mes de Agosto. Año del Señor do mil c quinientos i cuarenta i ocho años.
YO EL PRiNZIPE.
1 La Tassa es a dos maravedís cada pliego.
Lo que esto Lihro prinzipalmentc contiene es lo siguiente: ■ '
T.La doctrina del Símbolo, o Artículos de la Fé. T La doctrinado los diez Mandamientos de laTiOi. 1 LhOl-azión del Patci' nostcr, roñ su declnrazión. 1 Lo prinzipál del Sacramento de la Penitenzia. 7 Lo prinzipál del Sacramentó del Altar. ^ Del oír la Missa, i el Sermón. ^ El Sermón que nuestro Redomptór hizo, en el Monte. ' ■ ■ ■■'\'í[' -^i' - >'•■■:
Al, Ilustuísimo, i REVEnEfmfsiMO Señór don GarzU DE Lo.vísA, Cardenal de Sancta Susana: Arzo- bispo DE Sevilla, del Consejo de su Majestád: I su Presidente.
Esto Traclado, on quo con mediana brc- Ycdád va declarada la Suma de la doctrina Cristiana, Iluslrísimo, i Reverendísimo Se- ñor : ni era razón quo llevase nombre de los que otros libros suelen llevá,r: ni que saliese sin el favór i authoridád do vuestra lluslrí- sima Señoría. Lo quo enseña es, el mcnos- prezio de la vanidád de la tierra : i el ca- mino por donde se va al ziclo, i las pisadas, que el Hijo de Dios, Señór i Uedcmptór nuestro, dejó señaladas, para que lo siguié- semos, i llegásemos a donde Él está. Escri- bióse señaladamente para la iglesia , cuyo Prelado i Pastór es Vuestra Señoría. Los anlhorcs , i encaminadorcs d'cllo , son sus Ministros, i que por sii mandado, i en nom- bre suyo , tienen parto del cuidado de la doctrina i estado d'ella^ No puede tener mas aulhoridád, de la que vuestra Señoría Re- verendísima le diere, como Pastór, puesto por la mano de Diós, para luz i Guia de sus ovejas. El mayór cargo d'este Ofizio tán grande , es el pasto do la doctrina. Esta es la prinzipál vijilanzia , quo siempre se debo tenór : como de cosa de donde mana todo el bién, f i provecho do las ovejas, si es verda- H^j» dera i pura: i, por el contrario, el mayór daño i perdizión, si es falsa, o mezclada con
vanidfid. Parcsziómc, qiio ora bién, que los ííibdilos para cuyo provecho esla doctrina se ordenó, supiesen, que es cosa encami- nada, favorcszida, i auLhorizada por vues- tra Señoría Reverendísima: para que junta- mente tomen ejemplo del zclo, i vijilánzia de su Pastór , i con raayór seguridád abra-' zen lo que aquí se les enseña: eslón atentos i despiertos a ello : como a vozes de quien los llama, para mostrarles el verdadero ca- mino do su remedio. Doctrina es llana, i para jente sin erudizión i letras: mas zicrta, i verdadera, i el tesoro con que se gana el zielo. Con el cuidado d'estas tales cosas, justifican los Perlados la cáusa de Dios, para delante los hombres, la cuál es en sí justísi- ma: i proveen para que su cuenta sea justa, para cuando la pidiere el Señór. Él, por su infinita misericordia, lo encamine todo para su glória; i haga, que por mano do vueslrá Reverendísima Señoría, esta sancta Iglesia, resziba muchos años ejemplo i luz de sancta doctrina, i de sánelas obras.
Siervo i Capellán de Vuestra Señoría Ilustrísima.
Constantino.
Al Lectór CimiSTi.vNO.
La causa que mo movió a cscrcbír este Li- brillo, Lcclór Chrisliano, fué porque algunos amigos, zelosos do la gloria de Diós , i de la sa- lud de los hombres, me persuadieron, que seria cosa provechosa, que una semejante scriptura, anduviese entre las manos de la jente: donde, con alguna breve i sufiziente doclarazión, es- tuviesen tractadas las prinzipales partes de la doctrina christiana. Alegaban para esto, por una parte, el aparejo que parcsze que so ofrezia para que d'cUo resultase algún bión: por la otra, la gran nezesidád, que comunmente los hombres tienen, de tener estas tales cosas, cada día de- lante lós ojos. Lo uno i lo otro, dczlan, qué naze de darse agora mas á leér, que en todos los tiempos pasados de que podemos tcn6r me- moria: i ser, con esto, la mayór parte de las scripluras en que gastan el tiempo, mui con- trarias a la guarda i honra de la verdadera rcli- jión, i al ejerzizio de toda virtud: otras, con- fusamente scriptas, con poco conzierto i orden, i de provecho mas aparente, que verdadero: pocas, que traten las cosas de nuestra Fé, con la zcrtinidád i ürmeza, que cosa tan firme re- quiere. Fázilmente me movieron a ello , pare" zi6ndome que no era razón descchár tán buén consejo, i dado con tán buén zelo, por escusár tán poco f trabajo. Juntóse, con esto, el man- damiento i autoridad de los que tienen cargo en
la Iglesia, de provc6r en tales nczcsidadcs: de donde se podia tomár argumento, que el Señor seria en esto servido. Lo que el Liljro contiene, es, el Hatozismo,
0 enseñamiento del Christiano, en que, en una breve Suma, está puesta i declarada: La doc- trina déla Fé, que es, el Símbolo, i Arliculós' d'clla. La doctrina de las Oleras, que son, los Diez Mandamientos. La forma de la Orazión, con que somos socorridos en nuestros trabnjiis, i fla- quezas. De los Sacramentos, el de la Pciiitcnzia,
1 de la Comuni(3n, con el uso de la Missa, i de oír la palabra de Dios. Añadiéronse oslas últi- mas cosas, por mayor doclarazión : aunque del entendimiento de las tres primeras, sea cosa mui fázil sacár el d'ellas. Esta doctrina (porque, nadie la mcnosprczie, ni tenga en poco), c.s la que la Iglesia Católica en su prinzipio enseñó, con grandísimo cuidado, a sus liijos. Esta era la prodicazión do cstónzcs : i lo que en las pv'iLli- cas, i particulares Congrcgazioncs se Iractaba, del ncgozio de Jcsu Chriito Redomptór, i Scñór del mundo. Aquí está sumado, i rccolcjido, todo lo que está sembrado por las Scripturas Divinas: profetizado por muchas maneras , cubierto con grandes misterios, declarado en el Evanjolio, por la boca del Hijo do Dios, conOrmado con milagros, i obras do grande espanto. A esta breve szienzia se han de atcnér, i con ella se han de salvar, los profundos, i mui fundados Letra- dos: i estas letras, es mcnestér que sepan, si no se quieren perder, los rústicos, i simples hom- bres del mundo.
Cuando me paro a pcnsár las grande? adver- sidades, que han venido a la Christiandád por nuestros grandes pecados: las zcgucdades, que ha procurado de introduzir en ella el Demonio: la variedad do doctrinas, quo vemos, i habernos visto: las sectas, i títulos de Theólogos : la? porfías, i difcrcnzias d'ellos: — cono/xo, quo por singuldr Bencrizio, i misericordia divina, ha sido conservada la pureza d'esta verdad , i no ha per- mitido Dios, que el poder do tanta confusión i tiniebla, ofuscase, i echase del mundo la luz, que esta sancta doctrina tiene. Todos acudimos & esta seña, después de nuestras porfías. I asi la ha escapado * el Señor, de los peligros i noufrá- jios do las diversidades do opiniones de hom- bros, que, ya que, la menosprezicn i olviden, los que con mas dilijenzia la hablan de seguir, a lo menos los niños, de las Escuelas, i de los pechos de las madres, comicnzon a tartamudear en ella. Confieso, que no es este, el cumplido provecho, que de cosa tún grande se ha de sa- cár, ni lo traigo para más, de que conozcamos, en la conservazión d'esta doctrina, el Benefizio del zielo, i la obligazión que nos pone á defen- derla, i cjerzitnria, i a ponerla por obra, en todo i por todo.
Crczido habernos, sobre los Antiguos, en prc- sumpzión de Cristianos, i en otras cosas, que no es mencstár declarár: i ojalóles hobiéramos igualado en el estudio, i dilijenzia de enseñar la doctrina cristiana, i de tomar cuenta de có-
« Escapado : por salvado, o librado.
nio se ponía en efecto. Sermones había antigua- mente, i do doctísimos, i sanctisimos Varones, que con grande zelo do fé, i de caridad, gober- naron sus iglesias: mas no, por eso, zesaba el oíizio de catezizár », i de enseñár a los mozos, i novizios en la fé, los prinzipalcs lugares de la doctrina del Evanjclio, que son los que habe-- mos dicho. Grandísimo fué el provecho, que con esta particulár manera de enseñár se hizo : i grandes christianos, i grandes i constantísimos mártires, salieron d'csta doctrina. Ni se cometía tal cargo, sino á hombres, que tuviesen grande exzelenzia en las letras, i en la vida. Parcsze esto claro, por la Iglesia de Alejandría, que tanto floreszió en el mundo , con grande número do mártires, i de doctores, donde tuvieron los Após- toles este ofizio de que agora tractamos. Tuvié- ronlo después d'eilos Panteno, Clemente, i Orijo- nes, i otros señalados varones, de vida i doc- trina admirable.
No quiero conferir aquí nuestros tiempos, con aquellos, ni tractár de cuán grande afrenta se- ría, para muchos ensoñadores, deszendér a tan baja cosa, como les pareszeria, que era enseñár el Credo, i los Mandamientos. Vengamos al re- medio d'esto, si remedio se puedo dezír, tán blanda medizina como es la que quiere el mun- do, para tan grandes, i tan envcjezida? llagas, como son las que tiene. Siempre le es cosa ás- pera, i escandalosa, dezirle, que vuelva ála vir- tud antigua. Para los vizios i soberbias antiguas,
' El impr. antiguo catccisar, por catequizar, quehoi dezimos.
CU
mui lijcro es de llevár, i no hai cosa que no re- vuelva, para hallár, i tener semejantes antigua- llas; solamente aborreszc lo bueno, i siendo tan amigo de novedades, en solos los pecados, i pe- rezas para dejarlos, ama i loa la constanzia. Aquí alega luego costumbres, mudanzas do tiem- pos; i blasfema de cosas nuevas. Dejemos, pués, por cosa enojosa, i demasiada *, el verdadero re- medio : vengamos a otros mas fáziles. Confor- mémonos con el tiempo, como el mundo quiere: aunque bien creo, que ningún remedio, por fá- zil que sea, le agradará, porque, solo el nom- bre, basta para parezerle mal.
Lo primero digo, que mi parczcr es, que aunque esta doctrina prinzipalmentc sea hecha para jente nueva, i solamente concurrian a ella los novizios en la relijión, cuando este Catezis- mo 2 se usaba; seni bién, i aun nczcsario por nuestros pecados, que la deprendan, muchos de la edád mas creszida, i aun no sé, si de los viejos: i que ellos mismos sean maestros de sus proprios hijos , se la enseñen, i les tomen cuen- ta d'ella, i los provoquen al cumplimiento, con ejemplos, i castigos. Jlas reirsc han de cosa tan demasiada, espezialmentc , habiéndose usado otro tiempo. I dirán: Que "no han menester ser Predicadores, ni tomár doblado el trabajo, do doprendór para sí , i de enseñár a los otros. Aunque yo só bién, que el que tuviere verda- dera codizia de saberlo para si, la terná tam-
• Demasiada : en el impre- ' Asi : pero , por Calc- io antiguo. guistno.
1
bión do que su hijo la ícpa. I regla es, que nun- ca falta: Cual cuidado tiene el padre, de su .■'mi- ma; tal lo tiene de la del hijo.
Cuanto mas, que esto, que aquí les pedimos, no es cosa tan pesada, si no es por ser de Dios. No les dezimos, que tomen todo un Libro, de coro, que tracten siempre una cosa mui prolija.- Aunquc si tuviésemos verdadera fe, i verdadero amor con el Señor que nos crió , i redimió; nin- guna cosa que nos convidase a conoszór quien es, A cntendér lo que le debemos, i lo que d'ÉI esperamos; nos parcszeria prolija. Mas con todo esto, si alegan tanta pereza, ¿cómo se pueden escusár de no sabér el Credo, los Í.Iandaraien- tos, i el Padrc-nuestro? Dirán, que todos lo sa- ben. No llamo yo saberlo como picaza : sinó cstár ejerzitado en alguna declarazión, que por breve que sea, a lo menos, dé verdadera noti- zia, de lo que aquello contiene: declare el ver- dadero uso i provecho d'cUo: i que, en esto, tenga el hombre espeziál cuidado, si lo quiero teuér de no perderse. ¡O, si para esto^ so zcrzc- nasc un poco del tiempo, que sobra para vanos c inútiles ejerzizios (no hablo de los claramente malos) : cómo no habría ' con que escusarse, ni se ternía por largo , lo que la Doctrina Cristiana tomase para su parte !
Mas, bien s6 , que otra dificultad hai mayór, la cuál, si fuese quitada, fázilnicnte acabaría- mos lo que queremos. Como el padre, no tiene cuidado , ni propósito de dár buón ejemplo a su
' El antiguo impr., aura.
hijo, tampoco lo tiene, de enseñarle hucna doc- trina: que, si lo primero se hizicsc, yo aseguro, que nunca lo segundo se dejase de hazcr: por- que lo uno, es tan zicrla compañía de lo otro, que luego se va tras ello. Lo segundo, que me parcze, para que tan grande mal tenga un poco de remedio, os, que los padres, A quién Dios hobicrc hecho mcrzéd de darles facuUád para ello, busquen algún hombre A qui6|i parlicular- mcntc encomienden a su? hijos : el cuál les en- señe lo que conviene saber al ' cristiano , i que con doctrina i ejemplo, los lleve por el camino de la verdad, fij los enamore d'clla. I, sobre to- do, los enseñe a sentir el bcncGzio de la re- dempziún, que del Hijo de Dios rcszibieron: i el grande i exzcsivo amór, que antes que naszieson Ies tuvo: i cuánto los amará siempre, si so con- servaren en aquella limpieza, que Él les comu- nicó con su sangre. Esto hará fázilmcnte, con el favór del Señúr, el maestro que fuere zelcso d'ello: porque no hai cosa, que mas se dejo guiár que las plantas tiernas, si con destreza son encaminadas. Lo terzero que los padres han do proveer, es; apartar desde la niñez á sus hi- jos, de malas, i dañosas compañías, i allegarlos alas buenas, sin seguir en esto el consejo de la vanidád, deque comunmente usa el mundo, de no buscar sino sus iguales, o delanteros, con quien se honrrcn, i huir de la virtud de los mas bajos, por huir de la bajeza. Deben también. tener cspcziál cuidado, délos
í El impr. antiguo, ei.
Libros en qiio Icen, así en la escuela, como fuera d'ella: que en ninguna manera tomen en Ins manos, ni oynn Icór a otro, los que tractan i"Jtt f torpes i vanas materias. En toda e(];\d suele esto dañdr, mas mucho mas en la de los niños: por- que de ninguna cosa queda tanta afizión i me- moria, como de lo que en la primera cdAd so tractó. I todo aquello no es, sino como unas imá- jines, impresas primeramente en alguna blanda zera,i que nunca después consienten ser quita- das de allí. La edád, ya experimentada, i con- flrmada en virtud, paresze, que con mayor se- guridad puede leór en los Libros: aunque tales son algunos, que nadie los debria tomáronlas manos. Mas a los que comienzan en el mundo, a abrir los ojos, no se les puede permitir mayór veneno, que dejarles leér, lo que agora vemos, que mas comunmente se usa. Cosa es de admi- razión, que haya dilijenzia en la República, para evitar cosas, do que se podría seguir poco daño, ya que alguno se siguiese ; ¡ que para los Libros, que han de leer los cristianos, esté la puerta tan abierta, que no se le hallo fm á la vanidad, que vemos que hai , ni al daño que viene d'ella. Cuanto que yo, Libros veo, que me pareze, que consentirlos, es consentir un pecado público
Quiero agora dejár esto, que mas largo es de lo que paresze : i digo , que el padre que qui-
1 "Yo no só quí desventu- ra ha sido siempre la nues- tra , que apenas ha nadie es- crito en nuestra Lengua, sinó lo que se pudiera mui bién cscusár: aunque cato seria
malo de probár con los que traen entro las manos estos Libros que matan hombres.» — Garzilaso: en el fol. iii, vto. del Cortesano, por Boscan. 1.' odiziún del año 1512,
sicre su hijo cristiano, debe procurár, (ló que en casa, i en el esencia, comicnzc a clcscnvolvér su lengua, con el nombre, i loores do Dios, i do .lesu Cristo su Hijo , Rcdomptór, i Scuór de los hombres: que aquél sea el primor cjcrzizio, en que su memoria se emplee. Que nunca lea, ni oiga, sinó loores de la virtud, i do las obras cristianas: exhortaziones, i esfuerzo para ellas: vituperios de los pecados, i vizios, i cosas que le pongan enemistad con ellos: i, que antes que sepa entender lo que son, tenga ya hecha cos- tumbre de maldezirlos i blasfemarlos: i, final- mente, que en todo lo que leyere, i en todo lo que le enseñaren, tengan intento, a formarle un ánimo jeneroso, menospreziadór de todo aquello que estima el mundo, i admiradór de la grandeza del Evanjolio, i de lo que Dios haze por los su- yos, i los suyos hazcn por Él.
Si pensasen los cristianos [enj el dia, en que se han de ver juntamente juzgados con los jenti- Ics, i de cómo ha de parezcr alli, la dilijenzia, que estos pusieron, en la crianza de sus hijos, criAndolos, solamente, para yirtudes, i ejerzi- zios políticos; i la que agora so pone, en los que dizcn que crían para cristianos; parészeme, que seria razón , que desde agora se avergonza- .sen d'ello.
Habrá muchos, que se cscusarán con dczlr: que ellos bien harían todo lo que habernos di- cho, si tuviesen posibilidád, i tiempo para ello, mas que les falta lo uno, i lo otro. Ganan de co- mér, por sus manos, i es menestór criar sus hi- jos en aquél mismo ojerzizio : donde por fuerza
osfAn \An ocupados, que no hai lurrár para el es- tudio d'cstas doctrinas. Bien podría yo satisfazér a estos, con preguntarles, ¿si hai alguna obra, que escuse al hombre, de ser cristiano; o, para dejár do saber, lo que es menester para ser cris- tiano? Mas no quiero llevarlos por aqui, sino dar- los por cscusados, si es verdad, que ningún tiem- po les sobra, do sus ofizios, o para su pasatiem- po, o para sus vanidades: i, si les sobra, para Hoja esto, ¿cómo se cscusan'' para lo otro? Tengan ellos afizión a la vida cristiana, que yo sé, que nunca dirán, que lo dejaron por falta de tiempo. La largueza d'este negozio, mas está en el cora- zón, que en los dias. Esto baste, para el presen- te, en lo que parcszc, que convenía, para ins- truczión de los que tuvieron nezcsidád de tenór entendidas estas prinzipales partes de la doctrina cristiana.
Cuanto lo que toca a la cxplicazión d'clla; segura conszienzia tengo, para delante el Señór, que es conforme a su palabra, i a lo que la igle- sia siempre enseñó: á cuya correzión va some- tida. Mi intenzión i deseo, juzgarlo ha, el que to- das las cosas conoszc. Podrá sor, que se hallen muchos, a quien' parezca, cosa demasiadamen- te difizil, i obscura. A los cuales no responde- remos otra cosa, sino que aqui, no hai mas szicn- zia de aquella, que ha menester sabér todo cris- tiano: salvo, si le parezc, que lo puede ser, sin tener fe, i sin tener obras, i sin entendér lo uno, ni lo otro. Verdád es, que aquí hai alguna di-
' Así, cnvez-de: a quienes.
ficúltád: mas esta, no es tónto por la falta de en- tendimiento, cuanto es por la de la voluntad. Mas se requiere, para estas cosas, suhtilcza de querer, que de injcnio. La diGcultád, en los mis- mos hombres está, que no en la fé, ni en las obras; de que esta Doctrina solamente tracta. Esto es lo que, para ellos, es m\ii difizil. A cual- quiera otra manera do rclijión, lijcramcntc se inclinan, i con fazilidád son llevados: solamen- te para verdadera fó, i verdaderas obras, i ver- dadera obcdienzia, se hallan con pesadumbre. La doctriua d'esto, tienen por obscura, siendo tan clara, i tan fázil, que es la prueba, i claridád de las otras relijioncs K Otros la desecharán, por cosamui clara i de poco fundamento: i estos lle- van mas camino: aunque no en el desecharla. Porque nuestra intenzión, prinzipalmente fué, aprovcchár con esta Doctrina, a los mozos do la primera cdád, i a los que han de tener, o tienen, cai'go de enseñarlos : i asi, la cscril)imos, por manera de Coloquio, introduziendo uno de los que dezimos. I si agora no se hallan muchachos, que sepan tanto como aquél ; yo no tracto de có- mo son, sino de cómo habían de ser.
No faltará, tampoco, quien tenga esta tal Doc- trina, por de baja, i grosera cristiandad, i para jentc de poco spiritu, i poco conoszimionlo de Dios. .\ nosotros, i aun a la Iglesia, parólenos, que, es sufizicnte, pues es sufizicnte para llevar- nos al zielo: i que el Señor nos tonga por suyos: i que siguiendo, por ella, nunca se errará el ca-
I Esto es : de la3 otras tosas de rclijión, que a ella tnr,in.
mino. A los que pnrczicrc domasiadamcntc bre- ve, fázilmcntc satisfaremos. Porque si viórcmos, que con esto schazc algún provecho , trataremos, con el favór del zielo, mui mas a la larga, las mismas materias, i con mayores fundamentos do la Scriptura. Los que la tuvieren por larga, tienen mas a la mano el remedio, pues podrñn dejár de lc6r, donde les tomare el fastidio. De cualquiór manera, que esto snzcda, lo teme- mos todo por bi6n con que alguno se despierto á conoszér al Señór que lo crió: i a darle gloria por quien Él es: i por los grandes benefizios con que cada día mas nos obliga.
DO
f Las personas d'estc Coloquio son : Patrizio. foIío i. Dionisio. Ambrosio.
Z)e la olligazión de en$cñár la Doctrina Cristia- na: i del descuido, que en esto hai.
CAPITULO I.
Patrizio. Quien se pone a peligro do promc- tór algo, a liorribrc mui codizioso; razón es, que sufra la importunidad, i molestia, que para cumplirlo le dieren. Ayér, en la larde, me pro- metistcs de examinar a Ambrosio, mi hijo, i ahijado vuestro; i venimos, tan de mañana, a cohrár nuestra deuda, que pienso, que os habre- mos de estorbar, mas de loque vos. Señor, quer- ría des: i aun nosotros también.
Dionisio. Por zierto, que d'csas tales codizias, yo holgaría, de ver todos los hombres mui codi- ziosos, e aun mui avarientos, si cabe dezirse. I perdonaría, de mui buena voluntád, las impor- tunidades todas, que d'cllo, a mi recrezicscn. A lo menos, d'esta de que' vos agora estáis sos- pechoso, podéis eslár mui seguro. Porque la ho- ra es mui propia, c aparejada para lo que con- zertamos: que ya, yo he cumplido, con lo que a mi ofizio debo. I, con el mismo propósito, que vos'tracis, me levanté de mañana, para des- embarazarme de todo aquello, que nos pudiera ponér estorbo. 1 la obra es tal, que no puede dar pesadumbre: espezialmenlc a mí, que tan- tas vczes os he convidado á ella: asi por la je- ncrál obligazión, que a todos los cristianos ten- go; como por esta otra particulár, de habér quc- 1'
2 "A 1)K I,A OnMGAZIÜN UE ENSESÁR
rido Dios, que fuese padrino de vuestro hijo. I digo os, de Ycrdid, que cuando me paro f a pen- sar (como esta noclie hizc, acordándome de lo que ayér conzcrtamos) el estado, en que las co- sas de la rclijión cristiana han venido, i la caí- da que han dado; salgo como fuera de mi: i que- do atónito, de la seguridád con que vivimos, del descuido que tenemos, de lo poco, que para- mos mientes, en cosas tán grandes, tan impor- tantes, c tan manifiestas: de cuán a ziegas an- damos; sin codiziár, ni cchár menos la luz! Vea- mos, ¿no ternlades por hombre insensato, e bes- tiál, á uno, que entrase nuevamente en una Ziu- dád donde hobiesc muchas cosas grandes que ■ver, i considerar, mui nuevas, i mui estrañas, i que no pudiese andár paso, sin topár con ellas; i que habiendo allí residido mucho tiempo, c ido a traór, i dár razón, de aquello mismo que vía; cuando le pidicscdes cuenta, se hallase tán nuevo, i tan sin haber preguntado, ni parado mientes en ello, que no supiese responder, po- co ni mucho?
Patrizio. Cuanto, que a ese tal, buscariale yo nombre de una nueva bestia.
Dionisio. Pués, ¿qué diferenzia halláis, vos, d'este, a tantos millares, ó millones de hombres, que ha cuarenta, ó zincuenta años , que son bap- tizados, i tratan, i vcen cada dia, las zcrimo- nias, i sacramentos de la Iglesia, oyen palabra, i doctrina de cristianos, i de tal manera las han entendido, i considerado, que si les pedís razón de alguna, darán la misma, que el otro, a quien,' vos, llamábades nueva bestia?
'A LA rOCTniNA CRISTIANA. 3
Patrizio. Todo mo parcFXP. una cucnla.
Dionisio. Antes es mui pcór esta segunda, que la primera. Por que aquellas otras cosas, podia SCI-, qac fuesen profanas, i que para con- tentár, c servir, á Dios, no hizicse mucho al caso entenderlas , o no entenderlas. Mas estas otras, en que tanto va, ¿cómo las ha de sabér cumplir, e t ponór en obra, quién no entiende Foi. 3. mas d'elias, que un alárabe?
Patrizio. Por zicrto, mal.
Dionisio. ¿Vos creéis, que las cosas, que or- denó la Iglesia, en todo esto extcriór, que ve- mos, i tratamos, que fué sin propósito? ¿Que so- lamente nos aprovechásemos d'elias, con verlas con los ojos, e oirías con los oidos, sin que a nuestro entendimiento, i nuestra memoria, i voluntad, cupiese parte, ni razón d'ello? No lo creáis. Porque, allende quo fueron ordenadas, para que todos exteriormente conviniésemos en una cosa, i tuviésemos paz, i conzicrto: i las no- vedades, i invenzioncs de cada uno^ no diesen escándalo, i desasosiego: fueron también dadas, para muestra i aviso, de lo que spiritualmente, en nuestras ánimas, i para provecho d'elias, ha- blamos de obrár, i procurar. Pues si esto no se procura, ni se entiende, ni hai memoria d'ello, ni conozimiento: ni obedicnzia de verdadera doctrina: ¿qué nos queda, úna una vida de fari- seos, o falsos Cristianos; que solamente tenga- mos las zerimonias, e ningún sentimiento, ni provecho d'elias? Porque, así como a las mismas cosas exteriores, cuando no trajesen provecho alguno ni conzierto, ni manera para ello, no
h * CE LA OEr.rCAZIÓN DE ENSE.ÑÁn S
les quedaba, sino un ser falso, quo parczía, i no era:— asi, al cristiano, que de la doctrina, i ense- ñamiento de la Iglesia, ninguna cosa de prove- cho sacó, ni la procura alcanzar; no le queda, sinó el nombre , i aparenzia de Cristiano, e ua ser falso, con que so hallará burlado, cuando se hizicro la prueba. Verdad es, que en estas cosas de que yo agora, así jcneralmente, hablo, unas hai de mayor valor e importanzia que otras: mas ninguna hai tán pequeña, que no traiga spiritu, al aviso e provecho para el Cristiano.
Pathizio. En extremo holgaría, que me par- ticularizásedes mas, estas cosas, para que yo las Foi. 4. pueda mejór entender f i enmendarme en mis ignoranzias, i zeguedades. Porque me pareze, > que yo soi aquella bestia, que dije. I pues Dios me ha deparado tan buén dia, quiérolo meter en mi casa.
Dionisio. Sería cosa mui larga: i estorbarnos la, el ün e propósito, para que nos juntamos. Mas, yo confio en Dios; que si, vos, tenéis este tal, por buén dia, i de buena, i verdadera ganan- zia, i codiziáis muchos d'ellos; Kl nos los dará, para que vuestro deseo se cumpla. De mí, os di- go, que, con su favor, no faltaré, cuando vos quisierdcs.
Patiuzio. Yo me contento con esa palabra: e proseguí vuestro propósito.
DiONisio. Todo esto, que me ho detenido, o por mejór dezír apartado de nuestra materia, fué porqué me acordé d'este cargo , que yo to- mé, i vos Señor, me echastes, de enseñár, e doc- trindr vuestro hijo: e no sé como se me vino á la
'A LA DOCTRINA CRISTIANA. 5
moiuorin, cuan olvidado tenemos el verdadíro fructo d'esta sancta zcrimonia, que en el bnp- lismo usamos, de convidar compadres para ios niños, i para todos los que Se baptizan. 1, de ahí, ocurriéronme muchas cósas, do que no pu- de dcjAr de quejarme, porque rae dolían. I asi me contenió, como a enfermo, que le oyen que- jAr los que están al dorredór: i ni él puede házér menos, ni los otros entienden dónde le duele. Quédese, pués, esto asi, jeneralmontc dicho, o, si quisierdes, por supérfluo, i demasiado, aun- que me pareze, que os ha despertado codizia: 1 diré d'esle prinzipio, que dio ocasión a todo lo otro.
De la Zerimonia del Baptismo.
CAPITULO II.
Dionisio. Esta Zerimonia, i costumbre, do lle- var compadres, a los que se han de baptizár, es mui antigua en la Iglesia. El /" fin, para que foi. se hizo, fué para que estos tomasen carpo, de enseñarlos en la doctrina, e camino do cristian- dád. Tñnto, que dize sant Agustín, que son fia- dores del baptizado, i salen por él, para delan- te de Dios. I asi vemos , que cuando baptizan un niño, que por sí no puede respondér; los pa- drinos responden, i prometen en su nombré. La manera del salir, d'esta fi.'mza, es cuando ya él tuviere juizio, i discrezión para ello, enseñar- le el camino, por dónde ha de ser guiado, para servir a Jesu Cristo, nuestro Rcdemptór, i Se- ñor: i exorlaric, no una, sinó muchas vezes, a
■ , G 'A DE LA ZEniMONIA S
la vida, i costumbre?, confoi-mcs á tal doctrina. I asi vemos, que son llamados Compadres, que quiere dezir^ juntamente padres, con los que los cnjcndraron. Porque, asi como el padre enjon- dra, i comunica el ser a su hijo, según la natu- raleza; asi, el que lo enseña en el verdadero co- nozimionto de Dios, lo enjcndra, en un nuevO' naszimicnto, do mui mayor valor que el pri- mero, i en un nuevo ser, e nueva dignidad do hijo de Dios, que es la verdadera fuente, i raiz, de donde mana todo este hién. Por esta misma razón, el Apóstol sant Pablo, dize a los de Corin- tbo: que él es su espiritual padre, i él los enjen- dró en Jesu Cristo: i a los de Galázia dize, que los paría otra voz: porque los tornaba a enseñar. En la primitiva Iglesia, cuando se ponia verda- dera diiijenzia, para que no sehiziese cosad'es- tas, en balde, i sin propósito, escojían para pa- dres espirituales, hombres que ni les faltase vo- luntad, ni sabér, para doctrinar los hijos, o, como agora dezimos , ahijados. I una de las cosas do que mas prinzipál cuidado se tenia era, quehobie- se tales maestros, a quien encomendasen, los que nuevamente eran baptizados, que eran de edad ya crezida; i a los que lo hablan sido, de Pol. 6. niños, i comenzaban a tener edad i juizio. No podéis pensar la gran diiijenzia, que en esto se tuvo, i el mucho caso, que d'ello se hizo, c los exámenes que se hazian, para ver qué tanto te- nían alcanzado de Cristiandad, en la doctrina, c la vida: i en entender cómo, e cuándo, los habían de admitir á los otros sacramentos, e aun al mismo baptismo, a los que de edád creszida, se
DEI, BAPTISMO. ^ 7
venían a tornar cristianos. Por nuestros grandes pecados, lodo hapercszido, c se nos ha dcsliccho entre las manos. Solamente habernos quedado con las devisas o muestras, — sin sabér para qué son, o qu6 es lo que quieren dczir. ¿No es gran lAstima (para el que tieno algún sentimiento, o zclo, de la gloria del que redimió nuestras áni- mas, c de la salud de los hombres;) ver cómo tor- nan Cristiano, a un negro, a un moro, o a un indio; ver, el tiempo c sazón en que lo baptizan, c! cuidado de enseñarlo, c lo que le enseñan des- pués de baptizado? Que no parczc, sino, que de industria, los atrahcmos e persuadimos a esto, para que hagan burla, e so rían de nuestros mis- tciios, e sacramentos. Mas, ¿qué cuidado que- réis que tengan de estos, pues que no lo tienen mayór de sus propios hijos? Baptizan un niño, para cumplir con la zerimonia de la Iglesia: llaman Compadres, no de quien ellos pien- san que ha de venir algún buen ejemplo, o doc- trina, para su hijo, sinó a quien nunca mas lo ha de ver, ni acordarse d'ól : o, de quien se honrren para con el mundo: o, con quien llenen alguna amistád; de las que el mun- do suele tener. Estos , cuando son mui di- lijentcs, i cuidosos de lo que deben, despidense de los padres, diziendo que procuren de enseñar a sus liijos. Lo que el padre hazc (hablo de los que mas, parezc, que c^'esto se acuerdan) es, que una mujór de casa, o su madre (aunque d'esto
pocas vezes se prezian las madres), le enseñen foi. 7. el Ave- María : Paler-noster : Credo : i Salve- vgina: lo cuál ni el niño entiende, ni quien se
8 íí. DE LA, MALLIZIA ?»
lo enseña tampoco. Ilazc mil erradas en la len- gua: i, en el entendimiento, no entramas, de aquello, que a mi, el sonido de lo que no entien- do, ni sé que es. Restaba un solo remedio, que era, enviarlo a una escuela, o casa do doctrina, donde esto, se le enseñase de verdád: donde juntamente lo criasen con leche de conozimien- to, i nombre de Jesu Cristo nuestro Redemptór: i lo industriasen en las costumbres, i obras, que con esta doctrina conforman. Envianlo, Dios en hora buena, a la escuela, donde, el que lo ense- ña, procura, cuando mucho, de hazér su ofizio, que es, enseñarlo á Icér, i cobrar su paga, i jor- nál : que, no para otro fin, ni con otro zelo, está allí. Deprende lo que vee , lo que oye , i lo que lee.
De la malizia de los hombres.
CAPITULO III.
Dmisiü. No tengo pazienzia, cuando algu- nas -vezes oigo dezlr, a hombres que parcszen cuerdos: Que la naturaleza, va cresziendo en malizia: que la jcnerazión, i linaje de los hom- bres, se va empeorando *: que, en su tiem- po, i de sus padres, i abuelos ^, eran los mozos mui simples, i bién inclinados: c que los niños de agora, naszen cargados do ruindades: que, no han llegado á siete años, cuando no hai mal-
* En_ el imiircso antiguo: 2 .\sl el impreso nnligvio, emporcado. por abuelo, o agüelo.
DE LOS HOMBRES. ?í O
dád, quo no entienden; no hai yízío, que no conozcn; i, que en conoszióndolo, no lo acome- tan. I no parftn mientes, los pecadores, que de sus mismas capas, i ejemplos, i de la mala in- dustria, i mucho descuido do todos, naszcn es- Voi 3. tos creszimicntos, i ventajas de maldád. Si mu- chas mas malizias, i pecados, saben agora los niños, que los de zient años, es, porque veen, i oyen, mui mas mala doctrina, i muchos mas ejemplos d'ella, en las casas de sus padres; que los pasados, en las de los suyos. Salen de su casa, con este buén aviso i prinzipio: van a de- _^ prcndér donde hallan compañeros del mismo -* ofizio : agúzase un hierro con otro *. La doctrina con que son enseñados, i los Libros en que leen, ¡o, bendito sea Dios, e qué tales son!— Toda cuanta vanidád tiene el mundo, toda cuanta locura: todo cuanto mal ejemplo: todo cuan-
• Esto dicho Ic adoptó la Inquisizión , etc. , al fin Montes, o Montano «Artes de poniéndolo asi :
Víase el tomo XIII do Re- Véase Prov. XXVII, 17. íiifmistas. A la pájina 330.
.10 'A DE LA MALIZU ??
to fuego de malizia: cuanta torpedád i feal- dád: todo va a parar allí. Él sacó malas zente- , Has del vientre de la madre : sopladas, c aviva- das d'esta manera, ¿cómo no han de arder, e abrasar el mundo? Esto se les queda cuando mo- zos: i cu estas locuras leen, e entienden, ea ellas quedan inclinados: o ¡ojalá no durase esta provisión, bástala vejéz! Dizen también (si os plazo): que es bión, que sean ansí los niños: que deprendan, i traten todo esto, porque salpnn discretos i avisados, i para parezcr, e valer en el mundo: i, que el ser mozo cuerdo, i buén Cristiano es señál de parar en neizio ; o ser después, loco e mal Cristiano.— Estas son vozes del demonio, habladas e entonadas por ór- gano de los hombres, tomadas por instrumento para ello. No quiero dezír agora, por no dete- nerme, cómo, ellos mismos , descubren, que son siervos, i esclavos, de la gloria, i vaniddd del mundo; como son enemigos de la simplizi- dád ' christiana. Solamente quiero avisar, que no bal mas simple , ni mas durable cristiandad, que la que juntamente va cresziendo con la mis- Foi. 9. ma edád del niño. Porque, aunque no hiziese mas, sinó ir estorbando, i deshaziendo aquellas malas plantas e inclinazionos, con que, por par- te de ser hijo de .\dám, él naszió; — era grandí- sima cosa, i que, con grandísima dilijenzia, so ' debia de procurar. Vereislo claro en un ejem- plo. Si vos tuvicsedes unas raízes de un muí • mal árbol, i mui ponzoñoso, en vuestra casa, i
' Fl antiguo . por errata : suplicidad.
DE LOS HOMBRES. 11
vuestro vczino tuviese otro: i él podase, i re- gase el suyo, con mucha dilijcnzia, i a sus tiem- pos, i vos pusiésedes, al vuestro, estorbos para que no crczicso: lo qucmáscdcs: lo dcjáscdes sin água: ¿cuál ternía peór alhaja en su casa, de ahí a dos años; vos, o vuestro vczino? Pués, mas os quiero dezh- : que d'cstos que son cria- dos en simplizidád cristiana; i que desde su ni- fiéz comenzaron a bchér esta doctrina; no veréis uno, que después vuelva atrás, sinó por com- pañías, i induzimicntos, do los que fueron siem- pre malos. De manera, que ésto era tan bueno, por razón de sus buenos prinzipios, i doctrina, que él solo, i de si mismo, nunca fuera malo: i los otros son tan malos, que no contentos con serlo, van a sacár al otro de su bondád. De lo que toca a la prudenzia; digo os: que, de ver- dadera sagazidad, de firme discrozión, i de pru- denzia; mas se saca i deprende de los Libros, i doctrinas cristianas; que de todos los otros del I mundo: aunque entren, en ellos, todos cuantos Philósofos cscribiéron. Cuanto mas, que lo que en estos tiempos se usa leér : no es, sinó toda la vanidád', toda la escoria, toda la inzitazión do torpedades, locuras, i vizios, que los hombres perdidos, i vanos, han azertado A ohr.ir, i pon- sár. ¡O, quién viese, antes que Dios me llevase d'esle mundo, echada de entro los cristianos, tanta escriptura tan vana, i tan pcrjudizial para ellos: que so nos han entrado poco á poco: hasta que ya, sin parár f mientes en ello, todos esta- Foi. mos inüzionados, i aun en los templos sagrados se nos ha querido metér ! Mas dejemos esto, por-
12 "A DE LA MALA ENSEÍÍANZA 7?
que nos aparta mucho de nuestro camino, i es cosa para nunca acabár, i lo quo es peór, sin re- medio.
De cuan mál son enseñados los nifios en nuestro tiempo.
CAPITULO IV.
Patrizio. No os he querido ir á la mano , ni respondér, ni prcguntár nada; por dejaros ir adelante: porque avcriguadamente, vos me ha- heis contado la historia de toda mi vida, i las de muchas jentes que yo conozco. Por mis peca- dos, de la misma manera, que vos habéis dicho, fui criado: i esa mala leche mamé : i, agora, en la edád que estoi, conozco por experienzia, quo tengo mucha mala ventura en mi ánima, i en mis costumbres, e inclinazión : que no fuera tan mala de desechar, si en la niñez no hobiera echado tan profundas raizcs. Vezáronme ' a san- liguár, i el Pater-noster, i Ave-María. Como vos dezis : ni yo sabía qué era : ni para qué propó- sito: sinó como si fuera picaza, o papagayo. Reíanse, de como no azertaba: i esto, no solo en la edád en que no tenía discrezión para mas de parlarlo; mas también cuando ya so me enten- día tánto, qué como alcanzaba otras cosas, pu- diera alcanzár algo de bueno. Fui al escuela, donde no hal ruindád, que no deprendí: lo que me aproveché de leer, fué afizionarme, i avisar-
» En cl impr. antiguo : Bezaromc : en vez de Avezárcnme.
12 "A DE LA MALA ENSEÍÍANZA
que nos aparta mucho de nuestro camino, i es cosa para nunca acabir, i lo que es peór, sin re- medio.
Di cuan mál son enseñados los nifios en nuestro tiempo.
CAPITULO IV.
Patrizio. No os he querido ir á la mano, ni respondér, ni prcguntár nada; por dejaros ir adelante: porque averiguadamente, vos me ha- béis contado la historia de toda mi vida, i las de muchas jantes que yo conozco. Por mis peca- dos, de la misma manera, que vos habéis dicho, fui criado: i esa mala leche mamé : i, agora, en la cdádque estoi, conozco por cxpcrienzia, que tengo mucha mala ventura en mi ánima, i en mis costumbres, e inclinazión: que no fuera tan mala de desechar, si en la niñez no hohiera echado tan profundas raizcs. Vezáronme ' a san- tiguár, i el Pater-nostcr, i Ave-Maria. Como vos dezis : ni yo sabía qué era : ni para qué propó- sito: sinó como si fuera picaza, o papagayo. Rcianse, de como no azertaba: i esto, no solo en la edád en que no tenía discrczión para mas de parlarlo; mas también cuando ya se me enten- día tánto, qué como alcanzaba otras cosas, pu- diera alcanzár algo de bueno. Fui al escuela, donde no hai rnindád, que no deprendí: lo que me aproveché de leér, fué afizionarme, i avisar-
» En el impr. antiguo : Bezaromc : en vez de Avezáronme.
íff. DE LOS NIÑOS. ^ 13
me, de grandes locuras, i vanidades, i vizios. Bobilas con tanta s6d , c tanto descuido, e spgu- ridád; que agora, aunque quiera, no las puedo echár de mi casa. Cuando llegué á edád mas f crcszida, iba a oír los sermones: e como yo rol. iba sin prinzipios de verdadera cristiandád, sin sana, o zicrta doctrina : ni entendía, ni paraba mientes, en lo que mas me convenía : cuales lle- vaba los prinzipios, tal tenia la atenzión. Con unos Predicadores me hallaba tán nuevo, que me pa- rezía que me dezían, c convidaban , a cosas im- posibles. Otros predicaban cosas , que hazian poco a mi caso : por contentár el mundo, o por su vanagloria, i por vocablos que yo no enten- día. De manera, que se me pasó mi vida, sin que, bién mirado, yo entendiese mas de cristia- - no, de aquello que en ninguna manera, podía dcjár de entendér, siendo hombro, i que, a no entenderlo, me pudiera contár con los animales sin razón. íbamc tras el hilo de la jente : hazla las zcriraonias que vía haz6r a los otros: com- pila con estas cosas do fuera: ni echaba menos mas : ni alcanzaba mas. Tenia en poco el peca- do: habíale poco miedo : pareziame, que traía en la bolsa la misericordia de Dios, sin acordar- me, ni dolerme, cómo vivía, sin verdadero amór suyo, sin verdadero temór, sin verdadera fé, i verdadera caridád. Con estarme un año tan bo- zál como otro; i tan sin entendér lapuridád, i limpieza, i la rcnovazión, que Jesu Cristo nues- tro Redemplór pide, i pone en los suyos. ¡I qin'era Dios, que no me tenga agora, la misma zegue- dád, i miseria que antes! A lómenos, séos dezir.
i -i DE JA MALA ENSEÑANZA ?»
que si en algo esloi mas sobre aviso; después de Dios, vos habéis sido la causa. I, que una de las cosas cn que alabo i conozco su misericor- dia, es habér encaminado, no s6 por dónde, a ' que tuviese amistád con vos: para que viese las llagas, i desventura, de que, viviendo yo tan descuidado, mi ánima estaba tan maltratada. Iluélgome, que por vuestro consejo, yo ho tra- Foi. 12. bajado algo do lo que he '' podido, cn que esto nii'io fuese bión encaminado: i que quiso Dios, que fuese el mayór, para que de tan buén avi- so les alcanzo parte A los otros. Ziertamcntc, gran cosa seria, que (como vos, Sefiór, apuntas- tes) hobiesc manera, para que los niños, c aque- llos que son mas que niños, fuesen enseñados en doctrina, i virtudes, conformes al nombre, i profesión que del haptismo sacamos. Con que asi los padres naturales, cojiio los espirituales, se pudiesen descuidar, i cumplir con lo que de- bían. Porque, no todas vezcs, pueden, ni con- tesze, ser los unos, ni los otros, tán enseñados, que basten para esto : ni se ofrcszen a todos las ocasiones, e aparejos, que para ello son ne- zcsarios. I aun si, vos, me diésedes lizenzia, yo adivinaría (aun que no sea tan avisado) el cómo se había de hazér, i quién tiene la culpa de no hazerse.
Dionisio. Cosa es, que podríamos todos ha- zér; si nos alcanzase parte de la pena de los adivinos.
Patiuzio. De manera, que podremos adivi-
1 lodos, en cl impreso antiguo.
"A DE LOS NIÑOS. ?» 15
nár, que si lo dejais de dezir, ¿es por el miedo?
Dionisio. Xo, por ziorto, que no soi tan co- barde como eso, ni se corre tanto peligro : sinó por otras cosas, que yo mo entiendo, que haze poco al caso, platicarlas aquí. I también, porque me parezc, que pues á todos nos va tanto en ello, cada uno debe de mirár lo que le conviene, i no pensár, que le hade dár remedio, la culpa j que los otros tienen en su perdizión , pues que ■ él no está sin ella. Graziosa cosa es, que nunca hagamos sino quejarnos, de lo que los otros no hazen, c no hazér nosotros mas que ellos. ¿No seria hermosa locura, que uno, no comiese, te- niendo el manjar delante, porque otro no se lo daba, i se dejase morir? Castigarían el otro, por- que no se lo dió : verdád es: mas él, se queda- ría por muerto : pues que f fué tan neszio, i tan poi. 13. porfiado, que no lo quiso tomár. Pues, esto mismo contesze, en lo que agora tratábamos. Todos nos quejamos , que no nos hazen buenos los que tienen cargo d'ello : como si nosotros no fuésemos obligados á serlo. 1, crcedme, que nunca Dios aparta tanto su misericordia de la Iglesia, que redimió, que no tenga en ella, quien verdaderamente guie por el camino de su verdád: aunque, en unos tiempos, haya mayor abundanzia d'esto, que en otros. Cada uno mire tras quien sigue: que no le faltará remedio. De- jemos esto, i entendamos en nuestra obra antes que se nos pase el tiempo. Porque quiero ver, si I por las señas que os di, supístes hallar buén Maestro, para mi ahijado Ambrosio. Patrizio. Sé os dezír, que tuve bién en la
16 V!. DEL ExAmEN >Í
memoria las señas, i que trabajé por azertdr. Mas, si erró yo, o 61 ha sirio perezoso i ruin, ca dcprendór lo que le enseñaron; agora so pare- 7,en\, pii6s no le traigo i)ara otra cosa, sinó para que lo examinéis, i lo castiguéis, e a-viseis de lo que ha do hazór : que mucha mas razón hai, para que obedezca a vos, que a mi, c ansí se lo tengo mandado.
Dionisio. Todo se puede hazér: tomár el con- sejo que yo le diere; i cumplir lo que vos le mandáredes. I el castigo, que aquí habrá, será mui blando, i provechoso, c conforme al mu- cho amór que le tengo.
Delprinzipio del examen de la Doctrina Cristiana.
CAPITULO V.
Dionisio. Llegaos acá, hijo Ambrosio, i res- pondédme a todo lo que os preguntare, mui d'espázio, i sosegadamente: sin altcrazión, i sin turbaros: que los que estamos aqui, vuestros padres somos, i con mucho amór, o mansedum- bre, os avisaremos, i enmendaremos, en lo Foi. 14. r que errárcdcs. ¿Sabéis signaros?
Ambrosio. Sí, 5cñór.
Dionisio. No quiero que os afrentéis, porque os preguntó, si sabíades signaros: que bién sé, que vuestra cdád, i estudio, requiere^ que estéis mui adelante d'csto, i que seáis ya, medio le- trado. Mas quise tomár prinzipio de aquí, porque mi propósito es , llevár desde los primeros fun-
ÍS. DE L.\ DOCTniNA CRISTIANA. 17
damcntos, la doctrina que habéis dcprcndidn, i ver, cómo os la enseñó vuestro Macslro, i cómo vos la cntendistcs. I asi, me habéis de respon- d6r, no dejando cosa do lo que os mostraron:' como si por escrito la rczáscdes. Agora, comen-' zád a signaros.
Ambrosio. Per signum cruda, de inimicis nostris libera nos, Domine, Detis noslcr. In no- mine Vatris, et Filii , el Spiritus Saricti. Dionisio. ¿Qué quiere dczir eso en romanze? Amdrosio. Hago la señál de la cruz, en mi frente, i en la boca, i en el pocho: i ruego a nuestro Dios, que "por ella, nos libre de nuestros cncm.igos: i nombro las personas de la sancti- sima Trinidad: baziendo otra vez, cuando digo estas palabras, la misma señál de la cruz, en el rostro, i pecho. Dionisio. ¿I esto, cuándo lo hazcis? Ampuosio. Hago lo todas vezcs, que comienzo alguna cosa; para encomendarme á Dios, quo me guie, i ampare en ella. Prinzipalmcnlo, cuando me levanto de la cama : cuando salgo do casa: cliando entro en la iglesia : cuando vuelvo á dormir. Suplicando siempre a nuestro Señór, que en todos aquellos tiempos , c lugares, i en todo lo que en ellos se me ofreszicrc, me guarde, i ampare, con su misericordiosa mano, para que I no haga, ni piense , cosa con que su .Majestad sea ofendida. Dionisio. Está bien : i aunque este es el prin- |l zipio por donde quise comenzar; bien hai hartas ■ cosas, que preguntaros en él, las cuales quiero dejár para el fin, cuando yo haya visto, cómo te- 2
I
18 PRINZIPIO DEI. EXAMEN ^
Foi. 16. neis otitcndido, lo quo adelante oircis. Agora me responded: Pues quo algunn vez habrA pasa- do por vuestra fantasía pensar qué cosa sois, cómo conteszo a todos los hombres. Ya vos te- neis edad, i andáis en el estudio: ¿quó liaLciS asentado, en vuestro corazón, quo sois?
AmürOsio. Soi hombro cristiano.
Dionisio. Respondéis mui bi6n. Mas, veamos, ¿por quó' juntastás esas dos cosas, hombre, i cristiano?
: Ambrosio. Porcjué estas comprehendcn, i de- claran todo mi sér, i me dan a conozúr a mí mismo., Dionisio. ¿Cómo?
AMnuosio. Por parte de hombro, conozco, que soi criatura de Dios, i hechura do sus ma- nos : mas veo, que soi enjcndrado , i nazido en pecado, i fuera de su amor, i grAzia ; i dester- rado del Reino para quC Él crió a nuestros pri- meros Padres. I cónozco, que soi nazido con mui malas inclinazioncs , sin ainór, i temór Sil- yo, vasallo, i esclavo del pecado. — Por parto dO sor cristiano» soi salido de todas estas miserias: ^ tengo un nuevo ser spirituál de ser hijo de Dios, do cstár en amór , i grázia suya , si yó por mi culpa no lo quiero perder.
Dionisio. ¿Cómo alcanzastcs este nuevo sor?
Amdrosio. fLeJ Alcanzó, por Jcsu Cristo,' riijo unijénito de Dios, que me redimió : i dió su san- gre por mi, i me sacó de la subjozión, i capti- verio del ipecado, i me alcanzó favor pnra que pueda venzerlo, e sobrepujár todas sus fuerzas, e hazér lo contrario de lo que 61 quisiere, i con-
íS. DE L.^ DOCTUINA CRISTIANA. 10
forme a lo que Dios me mandare. I rcconziliómc ^con su Padre, para que me perdone mis culpas, i me resziba por hijo : i me torne a ascntár en sus Libros , por heredero de los bienes que per- di, por la culpa que heredó do nuestros primeros Padres.
Dioxisio. Do manera, que de ahí se podrá sa- cár la difcrcnzia, que hai del hombre que es cristiano, al que no lo es.
Ambrosio. Es verdád.
Dionisio. Ea, dczilda.
Ambrosio. El f que no es cristiano , quédase Foi. ic. en este pecado, i en la condenazión en que nas- zió, subjeto i \a?allo al demonio, desterrado de la hercnzia del Reino de Dios, en este mundo, i en el otro.
Dio.MSio. ¿Por qué es eso?
AMnnosio. Porque fué la voluntad de Dios, que ninguno entrase en su grAzia*, ni alcanzase perdón de su pecado, i destierro, sinó per medio de su Hijo, al cuál el inQél no conoszo, ni cree; ni rcszibe su BeneGzio.
Del Sacramento del Baptismo, i de lo que alcan- zamos en el.
CAPITULO VE
Dionisio. Bién lo dezís. Mas, veamos esa cris- tiandád, i amistad con Dios , ¿desde cuándo co- mienza?
' En el antiguo inipreso: jra/íff. I ' V : ;,«':•-,■■''
20 DEL SACn.VMENTO ^
Ambrosio. Comienza en el baptismo.
Dionisio. ¿En qué manera?
Ajibrosio. Porque así como en el baptismo se lava, i limpia el cuerpo, con aquel agua ma- teriál; ansi, espiritualmento, por virtüd de la sangre de Jesu Cristo nuestro Rodcraptór, es la- vada el ánima, i todo el hombre, del pecado en que naszimos, e de todos los otros pecados, que antes del baptismo se han cometido: como con- tesze, en los que se tornan cristianos, i se bapti- zan ya hombres.
Dionisio. Declaradme mas, eso limpiar del ánima con la sangre de Jesu Cristo.
Ambrosio. Agradú tanto al Padre eterno, ofre- zerse su Hijo a la muerte, i derramar su sangre, i hazerse sacrifizio por los hombres; que, por amor d'Él, en siendo el hombre baptizado, luego Él le perdona aquella culpa en que todos caímos en Adán; i todas las, que de allí, antes del bap- tismo naszieron: i alza el destierro, i rcszibc al hombre por hijo : pone silenzio al demonio , i al infierno, para que ya no le acusen de aquello, ni Foi. 1". tengan derecho a él : i restituye lo /" en su amor e grázia, i en la herenzia de los bienes que Él tiene, i tuvo siempre aparejados para los suyos.
Dionisio. De manera, ¿que ese perdonar, o ése perdér Dios la ira contra el hombre, i esc restituirlo, i tornarlo en su gráziá; dezis, que es aquella limpieza, i aquél quedar el hombre, spiritualmente lavado en el baptismo?
Ambrosio. Ansí es.
Dionisio. ¿Hai mas en el baptismo?
'A DEL BAPTISMO ?í 51
Ambrosio. Si hai. Porque pone Dios en el Hombre sus clones : i como á cosa, que ya Él res- zibe por hijo, da le mui hermosas, i ricas joyas, las cuales, Él no da, a ninguno de los otros hom- bres, que no son baptizados: porque aquellos son esclavos: i no es razón, ni es su voluntád, que traigan ellos las señales, ni las riquezas, i joyas, de los hijos.
Dionisio. Eso me contenta mucho. Mas ha- béismelo de dcclarár más.
Ambrosio. Digo, que juntamente, con el Lap- tismo, es limpiada el ánima de aquella culpa, por el perdón, i reconziliazión, que dije: i enrri- quczida de joyas : que son unos dones, que Dios pone en ella, para que ande vestida del hábito, i ropa, que Él quiero, que anden los suyos. Por- que, en el punto que uno es baptizado, si por culpa del mismo no se estorba (la cuál no pue- den tener los niños) su ánima es hecha templo de Spíritu Sancto, i casa en que Él mora: co- municando sus dones. I es esto, como razión que le dan, deque so mantenga, en tanto que anduviere en la casa de Diós, i viviere en este mundo.
Dionisio. De manera, que en todo, lo tratan como a hijo, perdónanle su pecado : zc?a la ira de Dios: sácaalo de la subjozión del Demonio: de esclavo, rczibcnlo por hijo. Como a hijo, ade- rczanlo de joyas, i de atavíos : i no d'estos gro- seros de la tierra, sino de joyas nuevas, que saca el Padre, de la cámara de su riqueza. Dan le instrumentos i aparejos con que viva'i c oinc, como hijo de Dios: '' e aziertc a hazcr obras que F"'' i^-
22 'A DEL SACHAMEXTO ^
contenten, c parezcan bien, en los ojos de su Padre. Dan le, aquella razión de la mesa de Dios, con que su ánima esté sustentada espiritual- mcnto: i no coma de casa ajena, ni rcsciba nada de su enemigo, hasta que llegue la hercnzia cumplida, de los bienes, c riquezas del zielo Dan le armas con que se defienda, para que el Demonio c infierno, no lo tornen a captivár.
Ambrosio. Todo es verdad.
DiOMSio. Si es, por zierto. I, pluguiese a Dios, que todos los que tienen nombre de cris- tianos, trajesen esta verdad muchas vczes a su memoria, para que conoziescn lo que eran sin Jesu Cristo nuestro Rcdemptór, i lo que son por Él: i temiesen de pei\icr tan grandes cosas, co- mo por su misericordia han ganado. Quien esas cosas os enseñó, azertó mui bién en ello. Vea- mos, ¿qu6 os dijo después; o cómo os dió a en- tender las obras, que el cristiano ha de haz6r, después que es baptizado, c llegado c edad en que tiene conoszimiento dcbicMi, i de mal?
Ambrosio. Guando el hombre es llegado a esa cdád, conviene, que se ayude de doctrina, por la cuál conozca el bién, que reszibió en el bap- tismo; la grande riqueza que Dios le dió, para que esté avisado de no perderla, sino que la guarde, i la estime en mucho, i sepa cómo la ha do ponér en plática, i como lia de usar de aque- llos favores, i dones, que secretamente Dios le comunicó. Esta doctrina, mo dijo, mi ]\Iacstro, que estaba en la sagrada Escritura, dicha por muchas palabras, i encubierta con grandes mis- terios: mas que la Iglesia habia procurado de.
DE LA DOCTniNA CRISTIANA. ^ 23
en ])rcYCS palabras, sacar la suma de todo lo que mas conviene, i es nczesarío sabór, para qué mas zicrLamcnte nuestra memoria lo pueda comprender, i repetir muchas í vczcs. I los no- Foi. vizios en la fé, c los que tienen nezcsidád de en- tender en otras muchas cosas, tengan este breve sum;u'io, donde su memoria se ejcrzite; i se avisen de lo que han de creer, c hazér.
. De la división, i suma da la Doctrina Cristiana.
CAPITULO VII.
Dio.Nisio. Verdad os dijo vuestro Maestro. I este, el Catezismo , o doctrina, que la Iglesia cristiana, cu sus prinzipios ordenó, i abrevió, para que fuese ordinariamente enseñado a todos los cristianos : prinzipalmcnte, a los que nueva- mente se convertían, c a los niños, que tenían ya edad para ello. Para esto, estaban diputados en las iglesias, por los Obispos, no cualesquiera maestros, sino mui buscados, e mui señalados en doctrina, i vida. Allí enviaban los padres, sus hijos: c aunque muchos d'ellos, dcprcndie- seu oüzios manuales, para su sustentazión , con un poco de tiempo que tomaban, la mucha continuazión , la dilijenzia del llacstro, el cui- dado i ejemplo de los padres, que les tomaban cuenta d'cllo; hazían que en poco tiempo, estu- viesen cumplidamente enseñados, c tuviesen en la memoria, la suma do la doctrina, que hibian de creer, i obrar Agora, por nuestros pecados, ninguna cosa de esto vemos, sinó solamente rn
24 DE LA. DOCTrjNX CRISTIANA. ??
los Libros. Porque Maestros, ya no los hai: los padres, mal enseñarán á los hijos, lo que no sa- ben, ni obran. Mas, dejado esto, para cuando el Scüór fuere servido de remediarlo: dc^^ídme, vos, el orden, que vuestro maestro tuvo en en- señaros esto. Que, de creer es, según parcsze ser docto, i de buen zelo, que seguiría, el mis- •20. mo que la Iglesia siempre tuvo: porque el conzierto, i orden, hazc m.ucho, para mas fazil- mente entender una cosa, i retenerla en la me- moria.
Ambrosio. Dijomc: que el Hombre, prinzi- palmente tiene dos partes, que son, cuerpo, i espíritu : e que ambas dos, las quiere Dios lim- pias, i puras, i empleadas en su servizio. I así, la doctrina que la Iglesia nos enseña, prinzipal- mente es dividida en dos partes. La primera en- seña, qué tales han de ser las obras de dentro, que son las del spiritu. La segunda, qué tales han de ser las de fuera, porque, aunque estas exteriores, sean fructos de las interiores , i ten- gan en ellas su raíz, e su fundamento, hazcmos este repartimiento, porque las primeras son se- cretas, e solo Dios las alcanza a juzgar. Las se- gundas son ejemplos exteriores, de que pueden juzgár los hombres.
Dionisio. Bien lo dezís. Comenzad agora, i dezíd me, siguiendo esta división, ¿cómo ha de estar enseñado el ánimo del hombre; qué obras ha de haber en su espíritu, para que se conten- te, e sirva. Dios d'él?
25
Del conoziniento de Dios.
CAPITULO VIH.
Aíranoslo. En lo primero, quiere Dios, que el entendimiento del hombro, est6 verdaderamente alumbrado, i enseñado, i tenga zierto conos- zimiento de quién es Dios : que aziertc á sentir verdaderamente, de su ser, de su poder, de su bondad, de su justizia, de su misericordia, c de su sabér; e de las cosas, que por el mismo hom- bre ha hecho, e haze. Para que, conforme a este conozimicnto, lo sepa estimár, e adorar: sepa encomendarse a Él; fiarse d'Él: tomár su Con- sejo, i aviso: i dar le grazias por todo. No ^ quie- Tol. 21. re Él, que el hombre finja falso Dios en su cora- zón: ni couziba, de otra manera, que Él es: ni tenga, en esto, falso conozimicnto, ni engañada imajinazión: porqué estónzes, no adoraría a Él, ni so fiaría del verdadero Dios; sinó de aquél falso, que él tiene finjido en su cabeza: ni esti- maría, ni se allegaría, a las obras del verdadero, sinó a las del falso, con quien se engañaba. Do aquí es, que quien yerra en lo prinzipál de la Fe, ■que es el verdadero conoszimiento de Dios, y en sentir verdadera i azcrtadamente d'Él, i de sus obras; va perdido, porque ha errado la puerta. I ningún camino hai, por donde no se pierda: ni obras, por donde se salve.
Dionisio. Basta lo que en eso habéis dicho, para que yo entienda, cuán bién os fué ense- ñado, i cuán bién lo habéis vos entendido. Ben- dito sea Dios por ello. Mas, vamos adelante, c
i 26 DEL CONOZLMIENTO ?»
dozícl me, porque deszciiclainos mas a lo par- ticulár, (pues que Dios quiero que tengamos ver- dadero conoszimicnto de quien Él es, i de quién nosotros somos, i do sus obras e maravillas, co- mo vos habéis dicho, e con mui grande verdad) ¿qué orden, e conzierto, tenéis vos , para com- prchcndcrlo en pocas palabras, i traerlo ordina- riamente a vuestra memoria?
A_MDROSio. Ese cuidado tomó por todos noso- tros la Iglesia: que, así por no dar lugúr, a quo cada uno hablase en esto su pareszér , e presu- miese do dar sentenzia , c seguir su cabeza; co- mo, para que con mayor brevedad, c conzierto, pudiésemos saber, i cncomcndár a nuestra memoria; colijió la suma de todo ello , en ziertos artículos, en los cuales (avisada con Spíritu Sáne- lo, i mediante la lumbre d'él, informada de la verdad de las Escrituras divinas) sumó, c puso por singulár orden, e conzierto, lo prinzipál, e Foi. 22. mas señalado, que nuestra rclijión f contiene.
DroNisio. ¿Cuántos son ésos Artículos?
A_MBUOSio. Son Dúze, Aunque otros los suman en Gatorzc. I en esto va mui poco : pues que no hai palabra de mas, ni de menos, en los doze, que en los Catorze.
Dionisio. ¿Por que se llaman Artículos?
AMnaosio. Pusieron les este nombro, porque así como hai artículos, o coyunturas, cu el Hombre, que son las prlnzipalcs partes de su cuerpo, c por donde se manda, i gobierna; asi estos artículos , son las principales partes de la Fé: que, por ellos, se gobierna el cuerpo místico déla Iglesia, c mediante ellos, scjun-
•A DE DIOS. J5 27
tan unos miembros con otros. Porque todos los hombres, que en la vcrdaJcra confesión de es- tos , convienen ; son miembros d'estc sancto cuerpo : i los otros, son apartados, i cstraños.
Dionisio. Dezid me, primero, estos Articules, en latín como los tiene ordenados la Iglesia: i, después, dczírmclos hcis, en romanzo.
Ambrosio. Credo in Deum: patrem Omnipo' tcntem: Creatorcm Cccli , cí terree. — Et in Jesum Christum filium cjas unicum : Dominum nos- trum. Qai conccptus cst do Spiritu Sancto : nac- tus * ex María Virgina. Passus sub Pontio Pilato. Crucifixus, viortuus, el scpultus. Desccndit ad in- feras. Tertia die resurrexit a morluís. Asccndil in Coelum : sedet ad dcxtcram Dci Patris Oinni- potentis. Inde vcníurus esl, iudicare vivos, et mor- tuos. Credo in Spiritum Sandum, et Sanctam Ecclesiam.'Sanctorum communionem. Remisionem peccatorurn, carnis resurrectioncn. Et vitamctcr- nam. Amen. Dionisio. Dezidlo en romanzo. Ambrosio. Creo en Dios Padre, Todo-poderoso, Criadór del zielo, i de la tierra. I en Jesu Cristo, su único Hijo, Señór nuestro. El cuál fué conze- bido, por Spiritu sancto, de María virjcn. ■'" Pa- Foi. 23. dczió debajo de Ponzío Pilato. Fué cruzificado, i muerto, e sepultado. Dcszcndió a los infiernos. I a terzero dia rcsuszitó de los muertos. Subió al zielo , i está asentado a la diestra de Dios Padre
1 El año 1551 , que es el Eípaña, al qiio no sahfa la-
ác la imprcsián de este Libro, tin. Hoi, solo, se dizc la
se enseñaba , en lalln (!), la Misa.
Doctrina cristiana , en toda a Asi , por naíus.
28 "A DEL CONOZIMIENTO 5»
Todo-poderoso. I de ahí, ha de venh-, a jiugár los vivos, i los muertos. Creo en el Espíritu Sancto. I ea la sancta Iglesia Católica. La comunión de los Sanctos. I el pcrdóa de los pecados. La rc- surreczion de la carne. I la vida perdurable. Amén.
Dionisio. Bien está dicho. Mas es mcncstér, que comenzeis a declarar todo eso, por orden: i porque para entenderlo mejór, i con mayor fa- zilidád, haze mucho, tenerlo dividido en sus partes; será bión, que comenzeis, por la divi- sión que, d'el Símbolo, os enseñaron; i luego iremos a la explicazión.
Ambrosio. La mas própria división del Sím- bolo es, partirlo en tres partes : conform.e a las tres Personas divinas. En la primera, se trata de la persona del Padre, i de lo que se le atribuyo. En la segunda, de la del Hijo, i do lo que tam- bién se le atribuye. En la terzera, de la del Es- píritu Sancto, i de lo que le atribuímos. Al Pa- dre, se le atribuye, lacrcazión, i el poder. No porque el poder, i la creazión, no sea de toda laTrinidád; sinó porque la persona del Padre es la primera, i de ninguna es produzida, i ella es prinzipio de la produczión de las otras : i ansí le damos la primera parte del Símbolo. A la del 'Hijo , so atribuye la Rcdempzión , i Sabidu- ría, porque es Palabra eterna del Padre , i pu- blicó, e predicó su voluntad a los hombres: i encarnó *, e murió por ellos. A la persona del Spíritu Sancto se atribuye, lagrázia, i sanctifi-
1 El impreso antiguo: «incarno."
DE d;os. JS 20 cazión: i a Él conviene la tcrzora parte del Símbolo.
Dmisro. Azcrtado habéis el camino : i por- que eso mismo habéis de repetir adelante , no quiero preguntaros mas, sinó que comenzó- Foi. 24. mos á tratar de nuestros artículos. I mirá que no solo quiero, que hablemos en esto con la plática del entendimiento, mas también con la do la voluntad. Porque, ya sabéis, que hai una Fé sin obras, la cuál, es Fé muerta, i que no basta para llevarnos al ziclo: o otra, enamorada, i enzendida con caridád, que no se contenta, ni queda satisfecha, sin ponér en obra aquello que cree. Esta es, la que, de verdad, salva a los hombres, i la que, con suavísimo yugo, los trac afizionados a si, e sabjctos a los que quiero. Bién veo, que me entendéis, e por éso voi ade- lanto. En el primero, dezís: que creéis en Dios Padre, Todo-poderoso, Criadór del ziclo, i de la tierra. ¿Que es, lo que vos sacáis de aquí?
Del primér Articulo do la Fe, i de la plática,
■ i uso d'él. ■ 'iii¡..:;;¡ .{:■ M,.,;
CAPITULO IX. ' ;.
Ambrosio. Esta es la primera entrada, para tonór notizia, i conozimiento de Dios. Porque, como Kl sea una cosa tan grande, c tan incom- prehensible, i esté lejos nuestro entendimien- to, de poderlo alcanzar; dá se nos, esta puerta de las criaturas, para que, por ellas, vengamos en algún conoszimiento de quien Él es. Confo-
30 «S. DEL TRIMÉn ARTÍCULO %
saraos Ic, por de infinito poder : por Criadór del ziclo, i de la tierra, i do todo lo que en olla se enzierra. En estas palabras damos a entcndór, c confesamos, cómo es el • Aulór de todo: Se- - ñór de todo: Gobernador, i Proveedor de todo. Conoszcmos, e confesamos su poder, en haber Foi. 25. criado f una cosa tan grande, i tan maravillosa. Su bondád, en haberlo querido hazór, sin ha- berlo Él menester, ni pre tender interese nin- guno. Su sabiduría, en el órden ¡ conzicrío qac le puso: i en guiár lo, c sustentárlo, como lo. sustenta, cguia. Su grande niagnifizcnzia, i bo- nefizios, i lo que el Hombre le debo; pues hizo todo esto por amor d'él. Su misericordia; pues con tantas ofensas como le habernos hecho, e hazemos, nunca, por eso, lo muda ni desbarata, sinó que deja salir sü'sol, sobre justos, i peca- dores.
Dionisio. Muí bitn me parezc lo que habéis dicho. Mas querría mucho saber, d'csa considc- razión, que vuestro entendimiento en este ar- ticulo haze, qué es lo que alcanza a vuestra vo- luntad: porque no puede ser, que uno considere, e tantee tán bien, eso que vos habéis dicho , sin . que su voluntád dé grandes señales, si no está mui cndureszido, i mui apartado de Dios.
Ambrosio. Lo que los otros hazen, yo no lo sé: mas diré, lo que mi Maestro me enseñó, i lo que yo tengo por costumbro.
Dionisio. Pues no quiero yo mas d'eso. i
1 Tal vez, dcha leerse as(: Señor de todo,» etc. «Como es El, Antór de todo, ' ,
?A DE LA FÉ. 9? 31
AMnnosio. Cnanrlo pienso en esto podór tán grande, quedo l;\n eraharazado, que no sé mas, sino adorár, c rcvcren/Jár, dentro do mi cora- zón, a quien tan gran podór, i majeslAd alcanza. Por otra parte, me toma grande temór: e parés- zcme,quc estoi como temblando, i encojido, do pcnsár, si algún di a, por mi culpa, tengo de provocár tán grande poder contra mi.
Dionisio. I ése temór ¿no os cntristeze mucho?
Ampuosio. No me onlristezc, cuando quiera, que con todas mis fuerzas, he trabajado por ser- vir a Dios. Antes , pasado aquél primér mo- vimiento de tcmór, me alegro mucho, i se so- siega en grande manera mi corazón.
Dionisio. Eso quiero que me digáis.
Ambrosio. Porque conozco, que quien esto crió, i mostró en ello'tán grande poder; me ( FüI. 2r,. convidó con ello mismo, para quó Lo conociese, o Lo .siguiese : i en lodo , i por todo , me fuese a El. Veo, que lo crió para mi, e para que me aprovechase d'cllo: veo, que me trata como Se- ñór, i como Padre: luego Comienzo a sentir el raayór plazcr del mundo, en pensar, que tengo un Señor, c un Padre , que tánto puede i que esto podér, me es, como un lugar sagrado j a donde yo en mis trabajos me acoja: i que puós es de mi, Padre, i de mí, Señor, se empleará para mí, cuando quiera, que yo lo hubiere menester. Alegróme, asimismo, en considerar, que esta bondád , que Él mostró , en criár todo este mun- do; la mostrará mui mejor, en desterrár la mali- ziii de mi pecado, cuando quiera, quO yo, con verdadera voluntád se lo suplicare: i me comu-
32 'íS. DEL rniMÉR AniícuLO. ?5 iiicnrA sus dones, i lúcncs, para que yo Le sirva, c agrade. I, con eslo, tomo gran esfuerzo, c confianza, para contra el Demonio, contra el in- fierno, i contra el pecado. Cuando considero mi poco sabér, i zcgucdád, i me paro a mirár cómo ni sé, de mí propio, por qué camino tengo de guiar lo que deseo, ni por cuál, tongo de estor- bár lo que huyo; ni sé lo que me conviene de- sear, ni cuAl mo saldrá a mejór, el sí, o el nó; loque deseo, o lo que temo; — acuerdóme luego del sabor, d'estc Señór, que yo creo: c, do có- mo es Hazedór del zielo, i de la tierra, i que por su Providenzia, e sabér, es todo rcjido: i luego, encomiéndome a Él : c sigo las pisadas do su voluntád, notificada por su palabra: con es- tárzierto, i seguro, que no apartándome d'Él, todo se ha do azertár. I, que cualquiera cosa que salga, aquello es lo azertado, i lo que a mí mas convenia. D'esta manera, cada vez que co- mienzo a rezár el Credo, parcsze, que en solo este primér Artículo, rczibe mi corazón grande esfuerzo, gran plazér, i confianza: como tengo tal Señór, tal podér, tal bondad, tal misericor- dia, i tal sabér de mi parte. Foi. 27. Dionisio. Verdaderamente, vos, habéis de- clarado mui hién, la teórica, i la plática del pri- mér Artículo de la Fé. Dios le dé el galardón al Maestro, que tan bién os lo enseñó: pués que no solo os mostró, a que lo dijésedes, sinó, a que mui despázio lo consideráscdes, o la manera con que habíades do aplicár vuestra voluntád a él. Porque, ziertamente, mas os aprovechará un Credo, rezado d'esta manera, que mil, mui
•A DE LA. FÉ J5 33
apresurados. Mas, quiero que me digáis una co- sa, i aun (los. La primera, ¿si hazeis esa consi- derazión, cada vez que lo rezáis?
Amuiíosio, Ninguna vez me paro á rczár, que no piense todo eslo, aunque algunas vczes, con mcjór disposizión , i con mas cspñzio, que otras.
DioNi.sio. ¿No os pone fastidio, pcn.sár siem- pre una misma cosa? ^ <
Amurosio. Si pornía, si yo no tuviese, mas de una vez, nczcsidád d'ello; i si no sacase siempre nueva gananzia. Mas, como sea mi mi- seria tan grande; pocas cosas se me ofrcszen, en que no haya menester considerar esto, para con- formarme con la Yoluntád de Dios : para enca- minarlas siempre en su servizio: i cstár conten- to , con lo que de su mano saliere, i tenerlo por mcjór. I, paresze, que nunca vez pienso en es- to, que no me dá Dios á conoszór, ¿'estas cosas, mas do lo que hasta allí, alcanzaba.
Dionisio. Huélgome de oíros eso. Mas, la otra cosa, que os quería preguntár, es: ¿qué remedio tenéis, cuando vos veis, que una cosa va, a vuestro pareszér, bién guiada, e que jus- tamente dcbría de suzedér de otra manera de lo que suzcdc ?
AjiBnosio. En ese caso, esfuerzo me, i ase- guro, conlaF6: que, por eso, en el prinzipio del Articulo .entré creyendo : i así, zierro los ojos ami voluntád, c ami razón; ca mi sabór, e a mi deseo; i soi zicrto, que, aunque yo no lo en- tienda, ello vá bi6n guiado; pues yo lo puse en • las manos f del Señór: i así me contento, con lo FoI. 28. que Él quiere.
3
34 '¿^ DEL PHIMÉR artículo ^
Dioxisio. Muibién me habéis declarado, có- mo se entiende, o cómo se ha do creer, i plati- cir, el primer Artículo; i cuáles serán aquellos, que conformaren sus obras, con la fó d'él. Jlas, para entenderlo mas perfectamente, haze mucho al caso ver, quien* son los que contra él pecan: para que de los unos, i de los otros, colijamos complidamente , la guarda, i plática d'él.
Ambrosio. Pecan contra él, lo primero: los que creyci'on que liabia muchos dioses, no siendo Él mas de uno. Los idólatras, que en lugar del verdadero Dios, adoraron, i atribuyeron esta honi-a, a los Demonios, o a las Criaturas. Pe- can, los que niegan la Providencia Divina, i d¡- zen, que Dios [no] - tiene cuidado, de guiár, i rcjir nuestras cosas. Los que atribuyen el con- teszimiento d'cUas a la Fortuna, o a los liados: o a otras vanidades, que ellos han imajinado. Los Filósofos, que dijeron, que Dios no había criado el mundo. Los agoreros, i hechizeros, i supersti- ziosos,que, dejado el saber de Dios, quieren saber por otro camino las cosas: que dejado su podér, se quieren socorrér de otro podér: que teniendo por mcjór lo que ellos querían 3, que lo que Dios quiere, buscan otros caminos, i voluntades, para que la suya se cumpla, ya que veen, que la de Dios , manda otra cosa : i quieren ganár con su- perstiziones, e invcnziones malas, la voluntad do los Demonios, creyendo, que de allí sacarán, lo que no pueden sacár, de la justa voluntád de
í Véase la Nota, páj. 10. ^ Falta CSC [no] , en el im- preso antiguo : nczesario, a
mí vér. 3 querrían (.').
"A DE LA FÉ. S 35
Dios. Pecan, los que desesperan, o por tristezas,
0 por pecados, o por desastres, i malos contcs- zimicntos : porque no creen, de verdad, en el podór, c en la misericordia; i en el sabér, i en la bondad, que confesamos,' que hai en Dios.
- Dionisio. No digáis mas, cuanto á este Ar- ticulo, que yo estoy bien satisfecho. Porque, f Fol. aunque haya mucho mas que dczir, i mucho d'ello os podria yo preguntar: para vos, basta lo que habéis entendido : cuanto mas, que quien hasta ahí llegare, verá que está descubierto ca- mino, para poder ir mucho mas delante, si el quisiere. Quiero que paséis al segundo Articulo.
Del segundo Articulo de la Fé: i del misterio de la Trinidad, i ' ¡' ^ ■ '
CAPITULO X. ■ .
A.MDRosio. El segundo Articulo es: Creér en Jesu Cristo, único Hijo de Dioá, Señor nuestro.
1 aquí comienza la segunda parte del Símbolo.
. Dionisio. Pareszo me, d'esas palabras, que jlamastes en el.primór Articulo, a Dios, Padre; dando a entender, que tenía Hijo: lo cuál pa- reszo agora, por este .segundo Artículo mas cía- - ramente, i vos no dijiste? palabra azcrca d'cso. : Ajinnosio. Ansí es verdád. Porque mi Maes- tro me lo enseñó d'csta manera: diziendo, que en estos Artículos, poco A poco, se va decla- rando el misterio de la Trinidád, i que era bién dilatarlo. Porque, aunque 'sea vcrdády que la ^sentcnzia del primer Articulo es, que hai una
36 * DEL SEGUNDO AnTÍCULO J"?
Persona, que es Dios Padre, disliata de otra Persona, que es Dios Hijo, c que esto se nos dó a cntendér por aquella palabra Padre; pareszc, quG fu6 bién no tratarlo allí tan por entero, hasta que llegásemos a tratár de otros Artícu- los, cspezialmonto d'estc segundo, e que que- dase para este segundo Artículo, de donde mas claramente se colije la razón, de sor Padre eter- no: i do confesarlo nosotros por tal: pues con- fesamos, que tiene naturál, i eterno Hijo. Dionisio. Cuanto a este punto, mui bién me Foi.30. habéis satisfecho del Articulo. Quiero agora quo me digáis, cómo lo entendéis, C el prove- cho que sacáis d'él.
Ambrosio. En este segundo Articulo confesa- mos, que aunque Dios sea uno, simple, i de una sustanziu, i ser; es trino en personas. Quiero dezír, que hai una naturaleza divina, la cuál con un mismo ser, i un poder, i una vo- luntád, i un amor, i querér; está en tres per- sonas, e que estas no son mas de un Dios: por- que no tienen mas de un Ser, i un Poder, e una Voluntád. I, para ser muchos Dioses habia de tenér cada uno su sér, c su podér distincto de los otros, como vemos que es en los hombres, i en todas las otras cosas. I porque esto, ni e?, ni puede ser, en la Sanctisima Trinidad, no es mas de un Dios , aunque sean tres las personas: ni hai otra difcrenzia entre ellas, sino que la una es Padre, porque enjendra eternalmente a su bendito Hijo: i la otra os Hijo, porque es eternalmente onjendrado por una manera mui exzelentc, e quo tvasziende nuestro entendimicn-
íft. DE LA FÉ. ?» 3*
to: i la toi'zera es Espíritu Sanólo , porque pro- zedc do las dos primeras, Padre, ¡ Hijo, tam- bión por una manera inefable. Del cuál tambión tenemos en el Credo, su articulo distincto, don- de se cumple, del todo, la confesión d'eslo mis- terio.
Dionisio. Mucho me habéis contentado ; por- que habéis dicho lo que basta, que el verdadero cristiano, entienda d'óste misterio; i en lo de- • mas lo adore, i reverenzie, dentro do su cora- zón, sin que su entendimiento so desmande, a volár sin Alas, i a lugár que está tan alto, que mas es, para poner relijión, i acatamiento, i espanto, que para despertár curiosidád. Agora pasád adelante.
Ambrosio. Digo, quo on este segundo Artículo, confesamos, que el Padre eterno, que es la pri- mera persona en la Trinidád, tiene un Hijo, r Foi. también eterno, e igual con él, enjcndrado de su substanzia: al cuál llamamos Verbo, o Pala- bra divina, i eterna, pol-quc es enjcndrado por vía de entendimiento, conoszióndose el Padre a si mismo: de donde se produzc aquella notizia, e im.'^jen suya, que es de infinita porfc?,ión, i bondad, la cuál es su Hijo. A esto mismo Hijo envió el Padre eterno, al mundo, a que se hi- zicse Hombre, i remediase los hombres, que estaban perdidos, i para siempre desterrados del zielo. I de aquí es, que (\ este mi.?mo, quo por la razón que agora dije, llamamos Verbo, i imíjen del Padre, considerándólc hecho hombre, ¡remediador, i Señór nuestro, lo llamamos Jesu
38 ÍR. DEL SEGTODO ARTÍCULO ^
CniSTO. Porque Jesús, quiero dczir Salvaclór: i el Padre eterno quiso que tuviese este nomln-e, i mandó por el ánjel , que lo Ihmason Jesús, porque Él liabia de salvar a los hombres, de la captividád, i miseria del pecado, i tornír nos a la grázia de su Padre, i á los bienes, i heren- zia del ziclo. Cristo, quiero dczir UnjiJo, que ■vale tanto como Rei. Porque, antiguamente, cuando á uno hazian Rei, lo unjían, como agora lo coronan. Por esto nombre se nos dá mas cla- ramente á entender el primero, que dije, que era Jesús, ó Salvadór; i la dignidad, e ofizio, que nuestro Redcmptór para con nosotros tiene, que es, ser nuestro Rei i Señor: c como tal nos favorcze, nos ama, nos gobierna, i rijo: nos de- fiende, e ampara, de nuestros enemigos. I ansí, estar en su Reino, no es otra cosa, sino se? redi- midos, i librados por Él: ser defendidos del De- monio, del pecado, e de la muerte: csíár en un Reino de paz, c de pcrd'ín, con su Padre. I aquél es morador d'cste Reino, i vasallo d'esto Rei, que, de verdád, e de todo coi'azún lo con- fiesa, e le conosze por su Rei, por su Señor, i Remediador: que verdaderamente cree, que por .32. Él es libj'C de la subjezión, c captivcrio del Demonio: que tiene su voluntad, i su corazón, aparejado c presto, para servirle: i, que éste solo, tiene por todo su bién, por su buena ven- tura, i buena dicha: que nunca consiente en consejo, ni traizión, contra sus Leyes, i Manda- mientos: que cuando quiera, que ve el Man- damiento de su Rei, lo pone sobre su corazón,
DE LA FÉ. S 30
i lo obcdeszc, c lo cumple, e adonde quiera, que lo llaman *, va: e, en aquello entiende, que sabe, que contenta, c aovada, a su Rei, c Scñór.
Dionisio. Do suerte, que según lo que habéis dicho, la suma d'este segundo Artículo es, creer, que el Padre zclcstiál, el acuerdo, o eterno Con- sejo, envió al Hijo, a que se hizicsc verdadero hombre, e asi hecho hombre, i compañero de los hombros, los librase, c sacase, del yugo, i subjezión del Demonio, les alcanzase perdón, e paz de su Padre, fuese su Capitán, su Rei , i Se- ñór, para que con su favor, puedan ser defendi- dos, i que no tornen á la miseria, i captividád del pecado: puedan tener fuerza, c aliento, para servir á su Rei, i obcdcszcr sus Leyes, i Manda- mientos. Lo cuál todo, me pareze mui bién di- cho, i entendido, e conforme a laEscriptura. So- lamente quiero, que me digáis, qué gusto, qué sentimiento tenéis , cuando rezando el Credo (pues que cada dia lo rezáis) hazcis memoria d'este segundo Articulo.
De la Considcrazión , i plática del segundo Artículo.
CAPITULO Xí.
AMnnosio. Losque verdaderamente son siervos, i vasallos dotan buón Rei, creo yo, que sentirún cosas, que yo no las sabré dczir, por m tener joiio 33.
' llamad: o se refiere a Ins le llama el Scñór , allí ra el
Leyes , i Mandamientos Di- cristiano. Todo sale a un
vinos: o es errata, por /Mmo: mismo sentido, es dezlr : a donde Quiera que
40 ÍR. DEL SEGUNDO ARTÍSi'LO
tan empleado mi corazón en su servizio, como sería razón. Mas diró, lo que yo, con mi flaque- za, hago : o, aun esto, no sé si sabré dezlr. En este Articulo, mo acude a la momería, cada vez que lo rezo, cuasi lo mismo, que en el prime, ro, aunque este m.c despierta, a mi parcszér, con mayor fuerza, que el otro. Porque en el pri- mero, considerábalas mcrzcde.s, i dones, que Dios nos habla dado en criarnos, e sustentarnos: i lodos los otros bienes, que este mundo tiene. Mas, en este segundo, represéntaseme, otro mui mayor don, c mcrzcd: que és, habernos dado Dios a su mismo Hijo, para que nos reme- diase, e alumbrase, de toda la zeguedád, i mi- seria, en que por nuestra culpa habíamos caído. Muchas Yczcs, cuando pienso en esto: i miro, cuán adelante va la bondad, i misericordia de Dios, de lo que los hombres pudieran azcrtár a pedir, o a pensár: — i considero, por otra parte, lo que todos hazemos: a lo menos, lo que yo hago: i me acuerdo de mis pecados, i malda- des: e, aun, de haberme habido, floja, i dcpcui- dadamente, en servir a tal Señor:— me toma tan grande vergüenza, e afrenta de mí mismo; que mo paresze, que querría huir de mí , por no verme: i algunas vezes me toma tan gran ene- mistád comigo, que querría hallár quien mo vengase de mi. I tengo en poco , a los que me tratan bien, e como que me enojo con ellos, porque no me conoszen, i * me hazen el trac-
1 Parczc, que debería de- (amiento , no como quien yo ztr : • i no me hazcn » etc., o soi » bien : «á me liazen el tra-
'•<^ DE LA TÉ. ^ U
lamicnto como quien yo soi. Todas las cosa?, que bien me suzedcn , me parczc, que me con- denan: c que las guían, i buscan mis pecados, para testigos contra mi : c para que sea mayor mi perdizión, i dcsagradezimiento. Cuando al- gunas vczes, tras pensAr este Artículo, e con- fesión que yo mismo hago, so me ofrcpze en la memoria, el día en que tengo de parcFzér en la prcscnzia f do Dios, para ser juzgado; con- Foi, tesze desatinarme lánto, que no parcszo sinó, que, desde agora, busco adonde me meta, i es- conda. I póncsc me tan grande confusión en el corazón, i en el entendimiento, i en la lengua, i aun pienso, que en el rostro: que muchas ve- zes, por grande cspázio, no lo puedo desechár de mí: porque me parcsze, que no tengo de te- ner lengua con que respondór; i que tenerla, seria mui mayór desvergüenza: pues, hablando la verdad , e estando en Juizio donde no tiene lugár la mentira, no podría yo dezír, sinó, que no creí verdaderamente este Artículo : c silo creí, fué con una fó muerta, i desalmada , pues no quise rczibir a Jesu Cristo, Hijo de Dios vivo, por mi Señor, sinó que lo deseché, i tuve en poco: porque, o vivo engañado, o el no ngra- doszér, ni servir dsta merzéd, es, como no que- rerla, ó desecharla. Mas cuando yo busco per- dón para mis pecados, o remedio para cualquier trabajo que sea, súijitamento parcsze, que oslo mismo Artículo me muda, i pone al revés. Por- que veo que para tan grandes males , i culpas, como son las mías, e para tanto trabajo, i mi- seria, me hizo Dios tan grande merzéd, como
h1 DEL SEGUNDO ARTÍCULO ^
fué darme A su Hijo, para qnc fuese mi Scñór, c mi amparo: luego me parcszc, que Él me guia, i me lleva de la mano, delante su Padre, i que responde, i lialtla por mí : que es mi aho- gado, ¡me defiende, como mi Señor, i Redemp- tór: i que cubre mi vergüenza, i conTusión, con los méritos, i servizios, que a su Padre hizo. I esta considcrazión, i fé, que en este Articulo tengo, muda mis desconfianzas, en esperanza: c mis tristezas , en alegría : e mis desasosiegos en reposo. I si yo no fuese tan ruin, i tan flojo, nunca salgo d'estc juizio , que comigo hago, cuando' pienso en este Articulo, sin merzcdcs Foi.35. nuevas, i señales de amistad: que es aliento, i deseo, para servir d tal Señor: i enemistad, i deseo de venganza, contra el Demonio, c contra el pecado.
Dionisio. Verdaderamente, vos haheis dado bién a entender, que quiere dczir el Artículo, c cómo se ha de creer: c la obligazióu en que pone a los hombres. I no me espauto, que la considcrazión, e confesión d'él, desatine vues- tro entendimiento, i el de todos los hombres cristianos : i le ponga todas esas confusiones, esos desasosiegos, i alteraziones, que dozís: an- tes me espanto, de los que nunca pasan por ellas : porque aquél es verdaderamente loco, que nunca siento esas locuras; i bién parcszc, que cuando haze la confesión d'este Articulo, lo reza como picaza, sin parar mientes en lo que dize que cree: pues nunca coteja, ni haze compara- zión , de sus culpas, a tales merzcdcs: de, quien es él, i quien el Señor, que le dieron: do lo
°A DE LA. FÉ. ?» 43
mal, ' que so aprovecha d'cllo, siendo tesoro tan rico: del doscuido de la -vida, en que vive, con la cuenta que lo han de pedir. Porque si 61 hiziose oslo, por cndurcszido que estuviese , por insensible que fuese, le pornla todo esto grande espanto: lo acarrearía tan gran confusión, i ver- güenza, que de verso tan congojado, e acosado, buscase camino para volverse, c encomendarse, a quien confiesa que es su Señor , i que le fué dado del Padre, para remedio de todos sus ma- les. I estas' alterazioncs, i desasosiegos, le ha- rían ahorrcs/,6r la vida pasada, i que tomase d'ella escarmiento, i aviso para lo porvenir: i haüaría en .Icsu Cristo, nuestro único Señor, puerto de paz , i sosiego , i de viva, i segura fó, para adelante. ¡O cuán bien, que lo habéis di- cho, i como habéis dado á entender, como, por su misma boca , se condena el mal hom!ire, que estando apartado de la verdadera f é , de la ver- dadera obedicnzia, ^ i amór del Rcdcmptór, i Foi. Scñór del mundo, dize, que cree, i se enco- mienda en Él , i que es su verdadero Scñór ! I no mira el desventurado, que 61, no es su va- sallo: ni su siervo: pues tiene pensndas, i ur- didas, i vivas dentro de su corazón, mil malda- des, i traiziones, contra el que dize, que es su Se- ñór. ¿Cnnipadczo se esto, entre Señór, o siervo, si, do verdáil, el uno es Señór, e, de verdad, el otro es siervo? Grande es la zeguedád, i dos- ventara, del que, en esto, no para mientes. ¡Bendito sea el Señór, c debéis le dar inünilas
* En el impreso antiguo dize «del mal».' pero parczc errata.
Vi «.DEL SEGUNNO ARTÍCULO ^
gi-iizias, que os ha dado eso conozimicnto : que, do su mano es (creédmc en esto), i no, de vues- tra cosecha! I no os tengáis, por eso, en mas que los otros, sino, por mas obligado, [ij encar- gado con mayores deudas. Digo os, que me hol- gara, de detenerme mas en esto, porque es muí dulzo: i muí rica esta palabra, o palabras: Jesu Cristo, Hijo de Dios, Señor >'üESTno: i hai mil cuentos de cosas , que considerár, i rumiar en olla. Mas vase haziendo tarde, i tenemos mucho de que tratár. Solamente me declar'ád esta pa- labra «único», i luego, iremos adelante.
Ambrosio. Esta palabra se refiere a la otra, en que dijimos, qne era «Hijo » : c quiere dczír, que es, un solo, natural Hijo, del eterno Padre: a difercnzia de los hijos adoptivos, que son todos aquellos , que por la sangre del Hijo naturál son adoptados, i rezebidos, en amor, i grózia del Padre.
Dionisio. Bien está oso. I podéis añadir: que ansí como el Padre tiene un solo Hijo naturál; ansí nosotros na tenemos, sinó un soi.o Señór, i Mediadór de nuestras culpas, que es el único Hijo del Padre: el cuál nos fuó dado, para que media- se entre nosotros, i Él : e fuese Autór do nuestra rcdcmpzión, i remedio. I d'csla doclarazión, se veo manifiestamente, cuales son los que pecan Foi. 37. contra este segundo r Artículo, i cómo se peca. Porque, asi como dijistcs, que pecaban contra el primer articulo, todos aquellos, que busca- ban remedio, ni otra cosa alguna, sinó en Dios, i mediante los caminos que Él permite , como Gobernador, i Provcedór de todas las cosas: así
"A DE LA l-É. 4")
pecan contra el segundo todos aquellos, que buscan otra entrada, c confian en otra cosa, pa- ra con Dios, sino es, su Unijénito Hijo. Señor nuestro. De suerte, que el que cree, que Dios le perdonará por otra cosa, fuera de su Hijo : el que le pido dones del zielo , por otro m6rito : el que le pide, que lo rísziba en su grázia, e le haga heredero del zielo, alegando otra cáusa al- guna: el que le pide verdadera paz, verdade- ra justizia, dentro de su ánima, e no pone toda su confianza, para alcanzar esto, en el Hijo; — este no será oido del Padre, [i| poca contra este segundo Articulo. I, por esto, no penséis, que van fuera de aqui, las orazionos que hazc la Iglesia, i los sanctos d'clla : ni otras bue- nas obras. Porque, bien entendido todo esto, son pedazos, i sobras, de la riqueza de Jesu Cristo, i todo so atribuye a Él , i, si tiene valor, es por El. I ansi, siempre en nuestra intenzión, e en nuestra fe, ha de ir El, en la delantera, i en Él se ha de ponér la confianza. I d'csta manera, apro- vecha lo que sus miembros hazen , e piden , por la virtud, que resziben, de cstár unidos, o in- corporados con Él. De aqui veréis , que so peca contra este Artículo, confiando en nuestras pro- prias obras, ensoberbcziéndonos d'ellas, pen- sando, que por nuestras industrias, o nuestro vdlér, somos mas, i tenemos mas parte con Dios, que los otros : que , por ellas habemos de ser sanctos: que, por nuestras solas fuerzas, nos habemos de aventajár, i contentár a Dios, que nos tenga por justos, e nos dé el zielo. Porque esto, es no entrár por Jesu f Cristo, unijénito Foi. as.
4G DEL TERZEHO ARTÍCULO 7»
Hijo de Dios : ni tomarlo por Señor. iMuclio ha- bernos do trabajar, por hazér buenas obras, i servir mucho a Dios: mas, no solo las obras, i los Écrvizios, mas también el trabajár para ello, e quererlo hazér; lo habernos de alrilmír a Jcsu Cristo nuestro Señor, nuestro Salvador, i Rei: — i tcnér por sabido, i zierto, que todos, son dones recaudados para nosotros, por mérito su- yo : i quo todos los bienes , que nos vienen del Padre, nos vienen por medio d'Kl : i que Él es nuestra justizia, nuestra confianza, nuestro bien obrár, i nuestro agradar á su Padre , e no estri- bar en otra cosa, listo es ser Rei , i Señor nues- tro. Agora dezid el tcrzcro Artículo.
Del tcrzero Articulo de la F¿, i de la considcra- zión, i uso d'cl.
CAPITULO XII. .'■ ■
Ambrosio. El terzcro Articulo es : que fué con- zebido del Spiritu Sancto: i naszió de María Vir- jen. T, ansí este, como todos los mas de los que se siguen; son declarazión del segundo: porque declaran mucho, de las propiedades de nuestro Rcdemptór Jcsu Cristo; i nos dan mayor cono- zimieiito de su persona; i cuentan lo que por no- sotros hizo; i por qué camino, nos fué dado por Señor, i Redcmptór; i a qué fin habernos de lle- gár, siguiéndolo. En este terzcro, se nos enseñan dos cosas, lambas hazea mucho al caso, para conoszér su grandeza, i para despertarnos, a ser- le agradezidos, i subditos. La primera, es, ser
°A PE I.-V. FK. 9» 47
hecho por nosolros verdadoro Hombro. La segun- da, su ¡nozcnz.ia, i pureza. Sabemos, que es ver- dadero hombro, ansí como lo es cualquiera de los otros hombres, porque tomó nuestra natu- raleza, c se vistió de nuestra carne, toman- foI. 30. dola de verdadera madre, i mujer, como son las otras mujeres. Easí, el que solamente era Hijo de Dios, i solamente tenia naturaleza Di- vina: después fué dicho, verdadero Hijo de hom- bre, c tenor también ánima, i cuerpo, como nosotros: su inozcnzia, i limpieza, se manincsta, enque no fué conzebido como son los otros hom- bres; sinó (por favór del zielo) por obra, i indus- tria del Spiritu Sancto. Porque todo lo que el poder de naturaleza no podía alcanzar, lo suplió la Omnipotenzia Divina, formando aquél Cuerpo sanctisimo, c dándole verdadera ánima en el vientre de laVirjen, sin que hobicsc defecto alguno, para que no fuese verdadero hombre.
Dionisio. De suerte, que la Virjen, allí, sir- vió con su sangre, i carne bendita: de donde fué formado aquél sanctisimo Cuerpo: lo demás, todo es obra de Espíritu Sancto. I ansi , por par- te de lo que tomó de la madre, es verdadoro hombre: por parte de ser conzebido por Spiritu Sancto, quedó sin raíz, ni sospecha de pecado: sin la subjezión, i condenazión, en que son con- zobidos los otros hombres. Tenemos, pues, Se- ñór, i Rcdciuptór, que, por parte de Dios, tiene la misma saiiclidád do su Padre: por parte de hombre, es sandísimo, c innozentísimo, por ser sancta, i por Espíritu Sancto, su conzepzión. Tal, por zierto, convenía que fuese, el que ve-
'iS If. DEL TF.n7.EnO ARTÍCULO
nia A de?terrár el pecado de los ho.mbros; el qiio venia A falisfa^^ór, por olios; el que con darles parte de su sanctidád, i limpieza, los ha- bla de sanctiñcár, i limpiAr, c pararlos tales, qiic agradasen, i pareciesen hién á su Padre. TAI convenía que fuese Xquél , a quien habernos de tener siempre delante los ojos para imitalle: a cuyo blanco habomos de encaminar; e endcre- Foi. 40. zár todos nuestros pensamientos, i obras, para que, d'esta imitazión e seguimiento, se nos pe- gue a nosotros limpieza. No quiero, en esto, pa- sát mas adelante: sinó, que me digáis, cómo consideráis, vos, este Articulo, para aprovecha- ros d'él.
A.MBitosio. Lo que mi Jilaestro me enseñó es, que cada vez qufe lo rezase, pusiese los ojos en la limpieza de la humanidad de nuestro Re- demptór, i considerase, que asi como ftl e? lim- pio, i sin mácula, ni zentclla de pecado, ansí quiere que nosotros trabajemos con todas nues- tras fuerzas, de llegarnos a l'.l con grande fó : i que poniendo en Él toda nuestra confianza, lo su- pliquemos, que nos favorezca, para dosechár de nosotros la fuerza, c podór del pecado: nos dé spiritu de limpieza, que purgue nucsfros cora- zones, nuestros pensamientos, i obras: i que ansí, por nuestra parte, lo trabajemos, con obras, i con voluntad. Porque ansí como VA fué conzebido, por obra de Spiritu Sancto, i no por la manera, que son todos los otros hijos de Adam; ansí quiere, que los suyos renazcan otra vez, e que rcnunziando el linaje de Adam , quie- ro dezir, la subjezión del pecado, que por este
DE LA FÉ. 49
caminónos vino; nazcamos en Jcsu Crislo, por favór, i inspirazión de Spirilu Sánelo. Do dónelo nos \iene la fuerza, que dije, para rcnunziár el pecado, o salir de su subjezión, c enemistarnos con 61. Porque, el que d'esta manera nasze, des- de aquél punto , es dicho hijo de Dios, por razón de la imitazión, que liene, con la limpieza de su Unijénito Hijo, por la fe, que en Él tiene, i por haberse en Él ejecutado el efecto de la Ro- dempzión, que \ino a hazér de los hombres. I, luego, este nuevo naszimicnto, le pone nuevo corazón, i nueva voluntád, con que tiene gran- de fe con nuestro Redemptór Josa Cristo: grande amor con que pone en obra, todo lo que sabe, f que Él manda.
Dionisio. De eso mismo, que habéis dicho, terneis, vos, ya sacada regla para conozér, cuán- do no cumplo bién, el hombre, con ese Articu- lo, c Confesión, que haze; c cuándo le falta viva fe para con lil.
Ajiimosio. Ansí es verdAd, porque cuando quiera, que el hombre, huye d'esta limpieza, i d'esta jenerazión espirituál , i la tiene en poco, e estima en mas, el ruin linaje de la carne, i sus obras, i se contenta con estarse, en ser hijo de pecado;— es señál, que tiene en poco, aque- lla limpieza de la humanidad de nuestro Re- demptór: que no la acata ni revcrenzia : pués no la quiere imitár: i, en cuanto es en si, des- echa, i aparta de su ánima, aquella jenerazión espirituál, que por el Spiritu Sancto, los fieles de Jesu Cristo, nuestro Redemptór, alcanzan. Pa- resze mas claramente el pecado d'estos tales, i 4
50 ÍP. DEL TEnZERO AUTÍCUI.O f'
lo poco en que tienen, en el corazón, la confe- sión, que hazen con la boca; cuando quiera, que secretamente, en su corazón, o, por la Palabra de Dios, o por otras ocasiones, i razones, el Es- píritu Sancto los llama, i los convida, i les rue- ga, que resziban d'Él, aqueste nuevo naszimien- to, i jcnerazión spirituál; que aborrezcan el pe- cado, i la suziedád d'61, e amen la limpieza del Redemptór, de la cuál, Él les comunicará, para si se quieren llegár a Él; que se muden en el corazón, i en las obras, e resziban, de su mano, uno como nuevo ser, con que sean bccbos her- manos de Jesu Cristo, nuestro Redemptór; por- que, ansí como Él fué conzebido por obra de Spiritu Sancto, por virtud, i fuerza divina, ansí, d'esta misma fuente, les viene á ellos, esta es- pirituál jenerazión, i adopzión; — i el que estas vozes, i estos ruegos del Espíritu del ziclo tiene en poco; i el que estos llamamientos, e ocasio- nes, que para ello le ponen delante, desecha; pareszc, que con grande afrenta habría de hazér Pol. 42. la Confesión ' d'este Artículo , i confundirse con- sigo mismo, pues conüesa con la boca, lo que tiene, en tan poco, en el corazón.
Dionisio. Bien me habéis satisfecho. Sola- mente os falta, para cumplir este Articulo, 16 de la virjinidád de nuestra Señora. Dczidme, qué es, lo que zerca d'esto', os ensoñaron.
Ambrosio. En este Artículo, donde se trata de la verdadera conzcpzión de nuestro Redemp- tór, se trata también de su Madre. En lo cuál, pretende la Iglesia enseñarnos: Lo primero, ser nuestro Redemptór, verdadero hombre, i su hu-
"A DE LA. FÉ. 1^ ■j[
mauidád sanctisima, no fantástiga ni finjida, sino zierta, i verdadera; pues le dá verdadera mujer, por madre, i nos la señala por nombre. Lo segundo, haze, todo esto, mucho al caso, para lo que yo dije , del misterio de la limpieza del Redcmptór, e de la que vino a obrár en nosotros. Porque, ansí como fué conzcbido por Spiritu Sancto, i por obra Divina; ansí la Madre, fué limpia, fué de inestimable castidád, entera i virjen, e cual la halló, tal la dejó, i quedó para siempre jamás ^. I , ansí como en ser ver- dadera mujér, conozemos, ser la humanidad del Hijo, zierta, i verdadera, ansí, en todo lo demás, se nos dá a entendér, ser esta misma humanidad, innozentisima, i limpísima: pues tan lejos, c tán desterradas van de su conzep- zión, e naszimiento, todas las zircunstanzias de la jenerazión carnál, e su Madre, de las otras madres todas. Dásenos también aviso del mis- terio de la limpieza, que en nosotros viene a obrár: i cuáles, quiere Él, que seamos, c ha- zernos de su mano, si nosotros no lo desechá- remos, i fuéremos perezosos en ello. Convída- nos también este Artículo, a que consideremos la limpieza, e sanctidád, que la Virjen debía ta- nér, pues fué escojida para madre de tal Hijo, c que en ella ^ se obrase tan grande misterio. foI. Pone nos la, como dechado para que miremos en ella, i la procuremos de imitár, e seguir: i entendamos, cuánto agrada a Dios, la limpieza,
t Asi en el antiguo impreso. primero, del Evanjcliode San *Par.-iesto, léase el ver- Mateo, siculo x'iltimo, del Capitulo
52 i* DEL TEnZERO ARTÍCULO
i caslidád: para que conozcamos, engrandezca- mos , o alabemos , las marabillas , c poder del Scñór; c da se nos, aquí en la Virjen un instru- mento para todo esto. I ansí, como a cosa tan sancta, nos humillamos, la acatamos, i estima- mos tanto, i cngrandcszemos en ella, las obras, i marabillas de Dios.
Dionisio. Basta esto, pues el tiempo nos va faltando, dezíd del cuarto Articulo.
Del cuart-o Artkulo de, la Fe: i de sus Consideraziones.
CAPITULO XIII.
Amurosio. El cuarto Artículo es: creer, que el unijénito Hijo de Dios, después de sór hecho verdadero hombre, verdaderamente murió por nosotros, siendo scntenziado por Pónzio Pilato,
0 fué puesto en verdadera sepultura, como ver- daderamente muerto.
Dionisio. Declarád me el entendimiento d'eso,
1 el provecho que nos vino ; i la plática , i obra d'ello.
Ambrosio. Entiéndese que Jesu Cristo, nues- tro Rodemptór, aunque no podía morir, en cuan- to era Dios; murió en cuanto era hombre, i por la manera, que mueren los otros hombres : que, por los grandes tormentos que le dieron, se apartó su ánima sanctísima, de su cuerpo : por- que esto es morir. La c.iusa d'esto, se puede tratar, i considerar de muchas maneras. Si la consideramos por parto del consejo divino, fue:
'/^ DE L.\ FÉ. ?» 53
que el Padre eterno quiso, que los hombres Foi. -n. fuesen remediados, o Él satisfecho de la ofensa, que lo habían hecho; por vía de un prézio in- estimable, de un sacrifizio grandísimo, c do in- finito valor, que fuese paga, i satisfazión, para Él; i, para los hombres, perdón, i justizia. Por parte de la humanidad de Cristo, nuestro Scñór, fué su voluntad, que su Padre fuese satisfecho, e que en su humanidád verdadera, e verdade- ramente d'el linaje de Adán, i parentesco de los hombres ; se hiziese venganza, de las ofensas, i pecados, de los hombres , contra la majestád di- vina del Padre, i que de aquí resultase perdón e justizia para los mismos hombres, de cuyo linaje Él se había hecho: i, que fuese su sangre, un vivo, i perpetuo sacrifizio, lleno de innozenzia, de jus- tizia, i de valór, ofrezido delante los ojos de su Padre, por parte, i para perdón do los hombres, pecadores, e condenados. I para que esto se efectuase, el mismo Redcmptór, o Scñór, se ofrcszió, de entera, i libre voluntád, a la muer- te. Porque , el mundo , no tenía poder para dár- sela, si Él no quisiera". Por parte de los hom- bres, la cáusa d'esta muerte, fu6 su maldad, i Iralzión d'ellos : porque no pudieron sufrir la justizia de nuestro Redcmptór, tuviéronle invi- dia, aborrcsziéronla, i persiguiéronla. No pudie- ron sufrir su reprehensión, su palabra, e su verdad. No quisieron caér de su tiranía, i esti- ma, ni que el mundo fuese desengañado. I ansí, se juntaron para dársela, con grandísima cruel- dád, e rabia, los sazerdotes, i letrados de la Lei, los Pontifizes, i relijiosos d'ella, los tirano.^,
54 'A DEL CUARTO ARTÍCULO N
c gobernadores del pueblo, Heredes, i Pónzio Pilato. Porque, los primeros temieron, que el pueblo habia de venir en conoszimiento , cómo Cristo, nuestro Redemptór, dezia verdad, i ellos no la dezian : cómo falsaban la palabra de Dios: Fol. 45. cómo teniendo f ofizio de cnscñár vcrdád, i vir- tud, e reprehender mentira, i pecado; eran ellos los mas injustos, e mayores pecadores: como engañaban al pueblo , enseñándole vanas con- fianzas , locas, i perdidas rclijiones, enderezadas a sus deseos, a su eslima, i tiranía, e provecho, sacadas de sus imajinaziones, i no de la doctrina cristiana. Los otros, temieron también sus rei- nos «, tuvieron la vida, i palabra d'Él, por escán- dalo, por locura, i desvarío. Fué la m.uerte tan cruél, para que conozcamos, cuán injusto es el mundo en sus justizias , cuán ziego en sus pa- reszcres, cuán amigo de sus venganzas, cuán captivo de sus apetitos! Como no tiene medida, ni conosze misericordia, ni sabe qué es justizia; i que esto anda, i se ejecuta, donde quiera que no hai conozimiento, ni palabra do Dios, i rei- nan pecados, i vizios: fué con tanta zircunstan- zia de afrentas, e de tormentos, para que co- nozcamos, cuán grande, i hondo era, aquél pié- lago de la voluntad, i amór, que tenía de servir a su Padre, i cumplir su voluntád, i remediar a
1 Hai aquí elipsis. La frase toda, es asi. o Los otros te- mieron perder sus reinos.» Es dczfr: Los Ecguladores del mundo , los Prlnzipcs ; se unieron con los Sazerdotes
Judíos , al nazér nuestro Sc- ñír Jcsu Cristo , i después; para perseguir la doctrina de .Icsús , que temían , i .iborre- zlan.
DE LA FÉ. ?> 55
nosotros: — i, para que tomasen ejemplo, los que le quisiesen ' seguir, de lo que han de es- perár del mundo, i la fé, que haa de tenér, cuando se hallaren en trabajos, i afrentas, po- niendo los ojos en lo que Él padcszió. Fué en cruz, tendido, e enclavado en ella; para que en- tendamos, i consideremos, el misterio, que alli se obró, que fu6 cruzificár, i matár, el podér, i tiranía del pecado, que en nuestra carne reina- ba: mortificarla, i quitallc, aquellas malas fuer- zas: para que reinase el Spiritu, o la prinzipál jenerazión , de que, poco ha, hablábamos : para que ya, no sea por parte del podér del pecado, sinó de nuestra flojedád, i culpa, si de nosotros se enseñoréare. Fué sepultado: ''lo primero, Foi. « para que mas manifiesta fuese su muerte, c después , su Resurreczión : lo segundo , para que supiésemos, cuán hasta el cabo, llegó el quitar el podér a la maldád de nuestra carne, cruzificando la suya, que era innozcnte : pues no paró hasta ponerla en la sepultura, que es declararnos, cuán venzida nos la dejó. El prove- cho todo, que so ha dicho. Él nos lo ^ dejó ga- nado: no queda, sinó, que nosotros sepamos, i procurémos usár d'él, para que no lo perdamos i Él se quede con su riqueza, i nosotros con nuestra perdida. Usarémos del, cuando quiera que confiando en Él, i pidiéndole favór, mortifi-
» Sogiilr a Cristo, \'oluntá- riamcntc, presupone la snn- iidád, e inviolahilidád , de una completa liberlád hcll- jiosa; aumiiic sean pcrse- Euidos I por los poderes riel
mundo , los que guiernn se- guirle. No se manda al que- rér, ni a la volunt id humana, en su purera, sinó por solo Dios.
' los : en el impr. antiguo.
56 DEL CUAUTO ARTÍCULO %
cáremos las malas obras de nuestra carne , to- mando primeramente fuerza en la fé, o en el spíritu que nos dá; c luego, trabajando nosotros de castigarla, con los ayunos, i disziplinas, e ejerzizios, que conosziéremos que son menestér. Porque esto es imitár el misterio de los marti- rios, con que su carne sanctlsima fué alormcn* tada i cruzificada; no cansarnos basla ponerla en la sepultura, que quiere dezir, hasta que sea verdadera la muerte, c nosotros la traigamos debajo de los piés, i vcnzida, c ella 'no venza a nosotros.
Dionisio. Yo os digo, que el que esto os en- señó, lo debía do tener bién pensado, i aun : pedido a Dios, que se lo enseñase. D'estos tales hombres, querría yo, que hubiese muchos, que no contentos con parár en lo que la letra sue- na, emplean su fé, su amor, i su voluntád, i deseo, en los misterios, que el espíritu del zie- lo pretendió en todas esas cosas. I, si hobiera tiempo, no creáis, que dejáramos tan presto, cosa tan dulzo, i tan buena: que, también yo dijera, lo que Dios me ha dado a entendér d'cUo, c lo que en la Sagrada Escritura, median- Foi. 47. te su grázia, he rumiado. Mas no hai tiempo, e lo que vos habéis dicho es tánlo, cuanto plega áDios, que todos los cristianos cnlicndan. Mas V quiero sahér, corrió tenéis tan en la memoria, todo lo que os enseñó.
Ambrosio. Dos cosas fueron ocasión, que me quedase mucho d'ello^ en la rnémoria. La primera, porque, allende de haberme lo enseñado , me lo tornaba á repetir, cada vez, que veía, que yo
^ DE LA FÉ. ^ [lT
obraba al contrario d'ello, o mo habia * descui- dadamente. La segunda, porque me lo hizo to- do escribir, porque no solo me aprovechase a mi, mas pudiese también comunicarlo con otros.
Dionisio. Tuvo mui grande razón: i nosotros vamos adelante, porque habéis bién concluido, con el Articulo de la muerte de nuestro Rc- demptór: Ya vos tornéis en vuestros pnpelcs, i también en la memoria, de que manera obran los pecadores, contra la fé, i confesión d'cstc Articulo : que será, cada i cuando, que los hom- bres, no pusieren todo su esfuerzo, i confianza, en la muerte, i sangre del Redemptór, i no pen- saren , que ésta sola 2, es su satisfazión. I cuan- do por miedo de peligros, de infamias, i de muerte, i de juizios de hombres, aflojaren en la vcrdád, i en lo que conozen que es volunt;\d de Dios. Pecarán también, contra el misterio d'esic Articulo, según que, vos, mui bien lo declaras- tes: los que tienen tan regalada, i tan estimada su carne, quo aunque conoszen, que de allí so recresze mucho daño, i perjuizio para su spi- ritu, i, que si la castigasen, i maltratasen, no estaría tan mandona, ni tan señora, ni ternia tantas fuerzas, ni Ímpetus; no, por eso, la cas- tigan, ni le hazen desabrímicnto alguno (tanto les duele enojarla) : antes la dejan cstár en vi- zios, i torpedades. Ansí mismo pecarán, ios que viendo (como muchas vezes se veejquecon casti-
• me habla : quicrR dczlr: me condúzta. Ilahérse aquí tiene la azcpziiin de , cnndu- iii sc : portarse : ó prozedér.
3 Obsérvese a<~ai la Dor- trina de la .Iiistificazirtn, con- forme a la de Yaldés.
53 'A DEL CUARTO ARTÍCULO ?•
garla, i sojuzgarla, con ''ejcrzizios de peniteiizia, i mortificazión, van cada dia de bién en mejór; al mejór tiempo la dejan [de castigar, i sojuz- gárj, ' la vuelven a regalar, i contcntrir: teniendo en menos estima, el pecado cometido contra Dios, que el desabrimiento que ellos pueden res- zebir. Porque estos no la ponen en la sepultura ni la subjetan, e meten debajo los pies, como venzida, i esclava. Ansí, que todos los que en tales tranzes, i ocasiones, como estos, que he dicho, se vieren puestos; deben luego acudir a la Confesión, que en el «Credo» hazen: e parar en este Articulo por algún espázio : e pedir se, a si mismos cuenta, qué quiere dezir: «pades- zió el Redemptór del mundo, sentenziado por Pónzio Pilato: fué muerto, i sepultado.» I, que lo creen ansí. I, a mi cargo, que se afrenten, i avergüenzen , de confesár, que creen esto , i que no obran conforme a ello. Pasdd adelante.
Del quinto Articulo de la Fe, i de la plática d'él.
CAPITULO XIV.
Ambrosio. El quinto Artículo es: Creér, que deszendió a los infiernos.
Dionisio. Esto quiero, que me digáis, en bre- ve. Porque es Articulo de grande admirazión, i
i Lo que va en 1 1 , no se lee, en el impreso antiguo. Lo añadí, porque se sobre- entiende ; i por parczermc, que falta, o por elipsis, o por
descuido.
* Véase la Ep. a los Rom., . vi , 4.: i la Ep. a los Colos. ü, 12.
'A DE LA l-É. ?í oO
de glande misterio: Que el Hijo de Dios, no contento con morir por nosotros, e morir tal muerte , quisiese aún deszendér a los infiernos. Grande debe de ser, el misterio, i la razón d'csto.
AjiEROsio. Las mismas palabras oí dezir mu- chas vezes , a mi Maestro : i dezia tras esto , que le pareszia, que ninguna cosa habia hecho Dios, que tan grande, e tan zierto remedio tuviese, para alguna enfermcdád corporal. Como era, el que la considerazión, i fé d'este Articulo '' te- Foi. nía, para una enfermedad espirituál, de que muchos hombros, de los que juzgamos, i tene- mos, por mejores; son continuamente atormen- tados. Deziame : que el entendimiento d'este Ar- ticulo era , que el ánima de nuestro Señor, en- tretanto, que su cuerpo quedó en la cruz, i fué puesto en la sepultura, por aquellos tres días; deszendió al lugár, en que los Padres, i Fieles, que con esperanza, e fé de su venida, habíau muerto, estaban detenidos. I esto era, porque aun no era ofreszido el gran SacriGzio, que ha- bía de abrir el zielo, e hazér libre, e franca, la vista de Dios; que era la sangre del RcJcmplór. I que los sacó de allí, quebrantando aquellas cárzelcs: alumbrando aquellas tinieblas: toman- do la posesión del Reino, i victoria contra el De- monio. I que en esto se parezia manificstamcn- Ic la profundísima humildád de Cristo, nuestro Redemptór, e la séd, que tenia, de la salud, i redempzión de los hombres, i la grande volun- tad, e afizión, con que por ellos murió: pues escapado ya de la cruz, i afrentas, en que los malos lo habían puesto, dejando su cuerpo de
co 'A DEL QUINTO artículo '%
túl maubra tralado; empicó luego el ánima, en tánta humildád, que bajó en ella al Iníierno. Porque, aunque Él, no dcszendicsc allá, como culpado, sinó como Vcnzedór, i triunfador; en fin, fué scñál de su grande humildad, i amor (pudiendo , con su mandado, qncbrantár las puertas del Infierno), ir El mismo, o bnjAr, al lucár tan desterrado del zielo : a !a fealdad, i obscuridAd de la cárzel del Demonio, e que pará él, había hecho, e diputado. I enirár en aquél lugir, donde cstóbau detenidos los que habían tenido su fé: i con su misma voz, i palabra, darles las buenas nuevas, alegrarlos con su vista, sacarlos de allí con su mano, espantár con su prescnzia al Demonio, entrarlo en su Foi. 50. mismo '■Reino, abrirle, i quebrantarlo sus puer- tas, para que quedase, como saqueado, i des- pojado, c sin poder, e sin Reino. Doziamc, que sola esta considerazión bastaba, para afrentar, i quebrantar, todas las soberbias del mundo: e para que tuviesen los hombres (que emplean sus vidas en servir a Dios, i en hazér bién A sus prójimos) en mui poco, todo lo quehazían: por mui livianas todas las afrentas, i trabajos, que se les recrezicáon : i que se condonasen , pól- mui soberbios, cada vez , que presumiesen, que hazian algo. I que aquellos, que íe cánsaban, i paraban, pensando, que bastaba, i era algo, lo que habían hecho, Contentándose, i onsoberbe- ziéndose d'cUo; pecaban propiamente contra la verdadera confesión, i sentimiento d'este Ar- ticulo. I que el verdadero aprovecharse d'él, era pensar, que todos los trabajos , e obras, que
por scrvizio de Dios, i Lién del prójimo, se re- creszen, son muí livianos: abajar, e humillár sus pensamientos, i corazón: e cstár ziortos do la volimtád, o cuidado, que el Rcdemplór del mundo tiene , de los que en esta vida, se enco- miendan en Él, pui's tanto tuvo, de los que tanto tiempo había, que eran muertos.
Dionisio. ¡1 qué de cosas, que se pudieran ahidezir, de los que por una nonada, que ha- zen, se ponen luego á descansar: i que desdeñan de entendér, por sus mismas personas, en mu- chas cosas de las que son obligados, e ' ense- ñando, que basta encomendarlas a otros, c que no es razón, que ellos se bajen , i empleen en todo :
Mas esto, es materia honda, i no haze mucho al caso para vos. Dezid el Artículo que se sigue.
A>n5Rosio. La otra parte d'este Articulo es, creer, que , al terzero día de su muerte rcsus- zitó: que su ánima sanctisima se tornó a juntar con su cuerpo: i Vivo, i Glorificado, salió de la sepultura, para nunca f mas morir.
Dionisio. Dezidme el entendimiento d'cse Ar- ticulo, i el misterio d'él.
Amtíropio. El entendimiento es: que como el Redcmptór del mundo murió, para salisfazcr por los hombres, no consintió su eterno Padre, que pasado el terzero día, que fué término bastante, para que se viese, ser verdadera su muerte, i
1 Asi en el impreso anti- guo. Pero, o sobra la conjun- zión e , o hai que corrcjir el tenso, 1 luór , e enseñan. Por lo dcmís, cl Autór, con esta
exclaraazión, ali'.ie a Ins TrA- zercs eclesiásticos , Papas, Prelados , Jcncrnlcs jesuíti- cos , i Eclesiásticos ai'itcri?a-- dos de toda espczio.
C2 Sff. DEL QUINTO ARTÍCULO ?í
fuese mas admirable su Resurreczión ; quédase mas entre los muertos, sino tornarlo a vida in- mortdl, e gloriosa: pues Él se había ofreszido a muerte tan cruél, i tan deshonrada: i que cono- ziese el mundo, quien era Aquél a quien habla condenado, i tenido en poco. El misterio es, que ansí como Él resuszitó verdaderamente, nr.si spiritualmcnte resuszitó con Él, nuestra vida, i nuestra justizia, e nuestra paz; e que esto es, [el] fructo, que de su muerte sacamos: i, que como su morir, e sus trabajos, fueron para pa- rár, en tan doriosa, i triunfante Resurreczión; ansí nuestras peuitenzias , e nuestras obras, han de ser, para salir venzedorcs, i señores del pe- cado, que es nuestra verdadera muerte: i creer que en el día del Juizio, resuszitaremos en cuerpo, i ánima, como Él resuszitó. Porque los miembros, han de seguir en todo ' a su cabeza. E los que do tal manera pelean, que salen con gi-ande victoria contra el pecado, e grande pro- pósito , i perseveranzia contra 61 ; son los que se aprovechan de la plática d'csto Artículo. E los qué son tan poco constantes, que luego tornan a caér; son los que guardan mal, el uso d'él: pues resuszitan, para tornár luego a morir, i no, para larga, i perpetua vida.
Dionisio. Bién está declarado. I también os dina, vuestro Maestro, el conzierto, que tienen estos misterios, i victorias del Redemptór: i, cómo destruyó , i venzió , todos nuestros ene-
i E?ta es la prande dificul- tadn en el Cap. x!x, 21— 22, tid para el Cristiano. Esta de s. Mateo: i Cáp. t, 21-22, la que entristezió al jóvon zi- de s. Marcos.
V. DF. La té. ^ G3
migos, i deshizo, las pérdidas, i captividadcs, on quG calmos por el ^ pecado. Porque, on dcr- ramár su sangre, destruyó nuestro pecado, i rompió la obligazión, que contra nosotros tenia, satisfaziendo cumplidamente , con esto mismo, a su Padre. En ser cruzificada su carne sandí- sima, i muerta; se venzió el poder, i maldád, de la nuestra, i nos dió podér para venzerla. En bajár ai infierno, quitó el poder al Demonio, i lo echó de la tiranía, i Reino, que tenía ocupa- do. En rcsuszitár, venzió nuestra muerte, e le quitó todo el mal, i veneno, que tenia. De ma- nera, que quedaron destruidos nuestros enemi- gos todos: Carne, Pecado, Infierno, Demonio, i Muerte. Para que veáis, si es bién, que viva descuidado, quien tales benefizios ha reszibido, i tiene de dár cuenta d'ellos. Pasamos a lo que resta.
Del sexto Articulo de la Fé . CAPITULO XV.
Ambrosio. El sexto Artículo es: creér, que subió a los zielos, e está asentado a la diestra de Dios Padre.
Dio.Nisio. Dczid de ese, como de los otros.
Ajinnosio. Como Cristo, nuestro Rcdcmptór, en cuanto hombre, en este mundo, trabajó tan- to, e murió en servizio de su Padre, predican- do su palabra, e sujustizia,i su verdad, i le ganó el Reino de los hombres, reconziliándolos, i poniéndolos debajo de su jurisdizión, i paz; —
C'l "A DEL SESTO AIITÍCULO ^
ansí el Padre, después do haberlo resuszitado, en pago d'estos servizios, lo sube al zielo, c le entrega el Reino del mundo, e lo asienta a su diestra: que quiero dezir; hazerlo Rei, i Señor de todo: e le pone allí silla, para que, desde el Foi. 53, zielo, ' lo mande, i lo rija todo, pues que todo lo ganó. I para esto tiene el podór, i voluntád de su Padre, ganado, e de su parte : i por esto, scdize.estár asentado a su diestra: asentado como Rei, i Señór : e a la diestra , por el favór, que tiene d'Él, i señorío, i poder, sobre todas las criaturas. I, en subir Él, es para nosotros, zierto argumento, i señal, que también ha de ser aquél , nuestro fin , c paradero , si en lo demás , lo siguiéremos. Enséñasenos también, en este misterio, la manera en que nos ha- bemos de habér con Él, que es adorarlo en espíritu Pues que ya quitó la carne de nues- tra presenzia, entiéndese que- le habernos de servir con cosas spirituales: que es, dándole nuestro corazón, e nuestra voluntád: teniendo verdadera, e viva fe, en todas sus palabras, i promesas. Porque, donde esto hai, luego todas las obras, que d'ello manan, son espirituales. I dándole, de verdad, el corazón, c teniendo con él zierta fé, luego se pone en obra, la plá- tica d'este Artículo, i misterio, que es, no ha- zer fundamento, ni ponér nuestra afizión en las cosas de la tierra , sinó emplearnos , del todo, en las del zielo. Porque si confcsam.os, de ver-
* *Los verdaderos adnr'n- en rspirilii, i verdad.» San dores , adorarán al Padre, Juán. Cap. 1. 23.
DE LA FÍ;. ?5 ^ Cr>
(lúcl, ^[uc nunslro Rodr mptór .Icsu (Irislo os nucs- lio tesoro; c si es vcrdád, como lo es, que don- de est;l nuestro tesot-o, allí está nuestro corazón, sigúese, manifiestamente, que nuestra afizión, e prinzipAl amór/no estará' en las cosas de la tierra, sino en las del ziclo. Las cosas del ziclo son aquellas, que el Redemplór vino á obrar en el mundo, que son, justizia, i f 6 : enemistad contra el pecado, i victoria contra 61, contra el Infierno, i contra la muerto. I el hombre, que confesando, que el Señór, que lo redimió, está en el zielo, i asentado a la diestra del Padre, (ione su cuidado puesto, i empleado, en las co- sas /" de la tierra, e d'ollas quiere sor favores- Foi- ■/.ido, i estimado, n socorrido en sus Iralmjos; esto obra contra la plática d'cste Artículo, i no van conformes sus obras, con la confesión, que haze, l)ucs que estando su Rci , i su bien, en el ziclo, liene él puesto su amór en la tierra : i teniendo, de su parte, tanto favór, como es estár su Sc- Fiór, i Redemptór, a la diestra del Padre, se abaja él, i azívila tanto, que pido favór, i socor- ro, a las miserias e vanidades del mundo, i en ellas está confiado, i allí pone su esperanza. Esto os, lo que mi maestro me enseñó en este Ar- tículo.
Dionisio. Hizo mui bién en enseñaros ' lo ansi. I porque basta para entendór eso, pasad al séptimo Artículo.
1 En el antiguo: ensenarnos lo. . , .v, .; '
GG
Del scplimo Arlicuh de ¡a Fe: i del t/so, i consi- derazión d'él.
• CAPITULO XVI. ■ U-';-s--'<: •
■' AMTinosin. Rl séptimo Arliculo es, qno lia do venir dcpdc allí , a ju;^g>'\r vivos, i muertos.
DIO^•ISIO. Quiero ver, como entendéis eso. ■ ' Amiírósio. ' Dos promesas lifii, en la sagrada Escritura, devenir nuestro Rcdemptór Jcsu Cristo ni mundo. La una, para redimirlo. La otra, prtra juzgarlo. La primera fué, en grande humildad,
■ ' e mansedumbre , e en gran menosprecio , que d'Él tuvo el mundo. La segunda será , con gran podér, i mnjeslád, e con ])oncr al mismo mun- do, muí grande espanto, i temor. Porque el Padre eterno, en pngo dé luibér su Unijónito Hijo redimido los hombres, i haberse bajado, a serjU7;gado, i senlenziado de hombres, [quiso, que fuese Kl, Juez de los mismos hombres J para que por su scntetizia, e palabra, los malos sean condenados, c los justos heredados, en las promesas, i bienes de su Reino. Esto, se espc-
Foi. 55. ra, que será al i' fin del niundo, i que después, no habrá mas jenerazión de hombres: ni mas 'naszcr ni morir: sinó, que los malos, su quc-
1 En cl impreso .intigiin, faU.i aquí algo, conozida- mrnlc por olviJo del impre- sor, r.ira r.-mc:ll.ir n.=ítn, i q\U' la frase lia^-^a geni ido ; se Mlpll' Im .|llr v.i ciilrc 1 1.
mándnln , (Ir. otra obr.i dtl Pr. Constanlinu, intitulada:
DOCTHINA r.lLIUSTIANA , CtC.
,\rvírñ. Vi'npf, cii ella,
cl füliu 2oH, viicllu.
DK LA I'É. 67
(lai'An en pcrpótua miseria, i los buenos, en perpetua gloria.
Dionisio. Muí bién lo habéis declarado : i bión parcszc este consejo, cosa de las manos, i de la justizia de Dios. Que, pués su Hijo, i Re- demptór nuestro , tanto padezió por los hom- bres, i les predicó la voluntád do su Padre, c el camino, para ganar el Reino del ziclo; sea hecho Rei, i Soñór, e .Tuéz do los mismos hom- bres. I quiero dcziros yo agora, lo que muchas vczes pienso, cuando me viene esto Artículo a la memoria. I es, que, por una parto, me alegro mucho, e asi juzgo que lo han de hazúr todos los cristianos, viendo que tan de nuestra parte tenemos el Juéz, que es el mismo que murió por nosotros : i que es grande mcrzód, como de verdád lo es, la que en esto se nos ha hecho. Por otra parte me toma grandísimo espanto, i tcmór, cuando veo la vida, que vivimos: i las obras, que hazemos: c lo que debemos al Señór, que nos ha de juzg;\r. I, que de tal manera se ha de haber en este Juizio , que el prinzipál res- pecto, que se hade tenér, es : a que la Majcstád de su Padre, sea satisfecha, i su justizia quede cumplida, i que sus enemigos sean castigados. I, que ansí como en su muerte quiso derramar .su sangro, por el zel», que tenía, de la honra de su Padre, i para que los hombres quedasen perdonados, i libres; ansí en esta otra venida, no quiere, que estas dos cosas .se deshagan, ni aparten : sinó, que el que se hallare enemigo de .su Padre, sea tratado como tal: e el amigo, i servidor, reine perpetuamente con Kl. Por csu,
08- °A \m, SKPTiMO AiiTÍ(;i:i,o 7'» nos dejó avisados, de ciián eslrccha cuenta so nos ha de pedir, que aun de las palabras üzio- sas,hadc habér juizio, c razón. I, de aquí es, Foi. DC. f que no me espanto, que esté, tal día como este, en la Sagrada Escritura, jiublicado por tan temeroso. Porzicrto, sola la imajinazión pono espanto. ¡Un Juizio, donde han de parcszér to- das las .criaturas del zielo , las del inliorno, c las de la tierra (Ánjeles, Demonios, i Hombres), en prescnzia de la santísima Trinidad : el Juez, ol mismo, que murió por nosotros : la cuenta , pa- labras, obras, i pensamientos! No sé cómo vivi- mos tan descuidados. Mas, veamos: ¿dijo os, algo, vuestro Maestro , del tiempo en que había de ser?
Amiírosio. Dijomc, que lo temiese, como si, cada dia, hobiese de sor: mas, que pensar en ol cuilndo *; no lo hizicso. Porque dejó nuestro Redemptór Jcsu Csisto, puesto siicnzio en olio. 1 dijo: que era un socretn , que no se comunica rá nadie: que su Padre lo tenia zeri'ado en su pecho.
Dionisio. Dijo mui bien. Solamente resta quo- dcclareis, qué quiere dezir, cuando dize , que ha de juzgár vivos, i muertos; qué entendéis, vos, alli, por vivos, i por muertos. I luego di- réis, lo que dehc hazér el hombre, para que la confesión d'estc Artículo, le sea sánela, i pro- vechosa.
A>amúS!o. Por vivos, podemos ontendór. los que en aquél tiempo so hallaron vivos: i por
I QuivTQ .Icv:ir : mus , que ¡leitsár, en náiiilu seria , etc.
V, DE i,A ri':. 5^ GO muertos, los ([110 por toilo el tiempo de ánies liol)iercn muerto. O podemos de/.ir, que muer- dos, quiere dezir, los que serán condenados; i vivos, los justos, i salvos. Porque los unos, ir:in a perpélua muerte : i los otros, a perpetua vida. I , en este Articulo , según que mi Maestro me dijo, i después yo he oido, i Icido; se da doc- trina, i enseñamiento, do temór, para los bue- nos, i para los malos. Porque los unos, conzibcn temór, i relijión, i rcvorenzia mui grande, de contemplar la majcstAd, e poder, con que el Hijo de Dios ha de pareszór aquél dia: f i humi- Foi. liándose, delante de su misericordia, teniendo en poco sus obras, i acusando sus pecados; ponen toda su confianza en la .sangre, i bondad, del que primero los redimió, i eslónzcs los ha de juzgár. A los malos, que solamente saben fcmér los castigos, i penas, tambión les es medizina, la considerazión d'cstc Articulo, si del todo no quieren ser perdidos, i reprobados. Porque mu- chas vczes contesze, que viendo el pecador el tormento, que le estA aparejado, aunque no ame á Dios, por solólo que en ello le va, co- mienza a poner freno á sus malas obras, i desea, i procura de seguir otio camino, i poco á poco, con los favores del ziclo, llega a amár, i a scrviral Señor, de corazón, i de voluntád. Poi'qne la Mi- sericordia divina es tan grande, que por muchos caminos, i maneras, se comunica a los hombres. I asi , los que esta confesión menosprezian , i tie- nen cu poco, i pareszc, que con las obras la deshazcn , i niegan; propiamente son nquollos, on cuyos corazones, nunca entra luieno, ni nial
70 DEL SÉrXIMO AUTÍCULO ^
temor, sinó, que con gran desenfrenamiento, i monosprczio de los castigos con que Dios los tiene amenazados, viven, i sosiegan en sus mal- dades.
Dionisio. Muí bién lo tenéis entendido: ¡i pluguiese a Dios, que no fuese tan grande la multitud d'cstos burladores, que vos habéis di- cho! i tales se deben dczir, pues parcsze, que se ríen do los castigos, i penas, que la justizia, i potenzia do Dios, tiene aparejados para los ma- los. ¡I, qué d'ellos hai, que buscan maneras, i caminos para ten6r esto en poco; dizicndo en' sus corazones, i, aun a las vczes, por palabras: Que el Día del Juizio, va mui á la larga: que hai mil siglos de íiquf allá: i, que cuando él venga, ya cada uno estará en su lugñr: que no ha de ser tan riguroso, como el Evanjclio lo Foi. 53. pinta! Antes, '' creen ellos, que aquél Día, ha de ser para mayór misericordia, i perdón: i, que todo lo demás, so dize, para espantarnos, por- que no vivamos tan mal. Estas, todas son blas- femias, hechas, e dichas, contra la confesión, que d'este Artículo, la Iglesia Católica hazc. Son soberbias, de los vanos, i endureszidos enten- dimientos, que no quieren entender mas, do lo que su locura, i bajeza les enseña. I es bien, que sépanlos desventurados: lo primero: que cuan- to mas aquél Día se tarda, tánto es pcór para ellos, i scñdl de mayór rigór, i castigo, si se descuidan , i perseveran en sus pecados. Lo se- gundo : que, aunque de todos los que vivimos, cada uno, haya pasado, primero, por su par- ticulár juizio; aquel Dia hade ser tal, que el
tR. DK LA rÉ. 55 71
Demonio, que tantos años ha, que está, coikIc- naJo; dosclc agora, i desde entonzcs, lo teme, ¡ tiembla de pensar en él. El cuál, ha de ser allí juzgado, con todos sus ministros , i amigos *. I porque esto basta, digamos del octavo Artículo, donde comienza la terzera parle del Símbolo, porquera dejistcs, como se dividía en tres Par- tes, i la razón d'cUo. I, cómo algunas opora- zioues, de las que- Dios en nosotros obra, puesto caso, que sean hechas por todas las tres Perso- sonas de la sandísima Trinidád, unas de ellas se atribuyen a una persona, i otras a otra, por razón de la manera de la produzión, i orden, que en sí tienen. I, pues esto ya está dicho, i habernos tracfado, en la primera parte, de las obras, que atribuimos al Padre, i en la segunda, do las que se atribuyen al Hijo; dezíd, agora, en esta terzera, del Spírilu Sánelo, i de lo que se le atribuye.
Dd octavo Articulo de la Fé: i de la considcrazióu, i uso d'él.
CAPITULO XVIl.
Ammiosio. El octavo Artículo es, creer en foI. 59. el Spírilu Sancto. I este comprehende dos cosas. Lo primero , que del Padre , i del Hijo, prozedc una terzera persona, que, verdaderamente, es
l Aluiic a los malos Minis- Ju.ín de la Cruz, murho des- tros, i Trcdicadorc? : a los pués : ¡"¡uc Jcsu Cristo es faisos Amigros del Evanjclio. mui poco conozido de los qtie Al mismo propósito dijo san se licncn por sus Amigos."
7-2 DEI. OCTANO .UITÍGL'I.U
Dios: (le un mismo sor, i liorulád, i ¡utlúr, qiu; Jas dos primci'ns. I aquí so acaba de con fosar el misterio de b sancta Trinidad, en que creemos ser tres Personas , i un solo Dios verdadero.
Dionisio. ¿I'or qué, veamos, llamáis a csla ter- zera Persona, Espíritu Sancto, pues que cada una d'ellas es espirita? ■»
Amcuosio. No le llamamos Spiritu Sancto, por esa razón : porque ya se tiene por sabido, que estas personas son spiritii : i que Naturaleza divina, no es cosa corporál, sino espiritual: sinó llamámos le Espíritu Sancto, por la manera de su produzión. Porque, asi como á la segunda Persona, le llamamos Hijo, por sor cnjendrado; asi a la terzera, lo llamamos Espíritu, por ser aspirado, o por otra razón mas palpable, i mas clara, páralos que no son tan cjcrzitados en es- tudio de letras, i es, por la obra que le atribui- mos, que en nosotros haze, que es, inspirar en nosotros : o, para hablar mas claro, darnos vida .'ípirituAl. Porque, si vivimos spiritualmcnto, cu la vida que Dios quiere , que vivamos, que es, en su amor i grázia; es por un aliento, i un spintu de vida, que del Sancto Spiritu nos viene. I asi se entiende la segunda parte, que dije, que este Artículo compiehendia , que os: creer, que todo nuestro biéa, todas las obras con que agrada- mos, i servimos al Señór, vienen por favor, por enseñamiento, i por virtud, que del Espirita Sancto nos viene.
Dionisio. Todo lo habéis dicho mui Lién. Mas, sola una cosa quiero, que me rcsfiondais, i ser- virá, para que mas se declare cslo, que agora
'A DE La té. ?•
(lojistes. rrimcro tractainos, como toJa nuoslra f confianza, i nuestro bien era del Hijo, i VA Foi. co. era, nuestra Redcmpzión , i nuestra Juslizia: i agora, me parcsze, que lo dais todo al Siiiritu Sancto. Quiero ver como declaráis esto. Porque hazc mucho al caso para entender la grandeza d'estos misterios, i para ver las muchas mara- billas, que Dios nuestro Señór, por nosotros ha obrado.
Ajínaoslo. Verdád es, que en declarár esto, se da mucha lumbre a nuestro entendimiento, i nuestra voluntad so despierta, para el agrades- zimicnto, i servizio de tan grandes mc-zodes : i así me lo enseñó mi maestro, i conforme a lo que él me dijo responderé. 1, hión entendido, lo que en los otros Artículos se dijo , poco es menester, para que esto de agora se entienda. La obra de nuestra redempzión prinzipalmcnte es de la Trinidid toda: porque de consejo, i do voluntad, de todas tres personas, vino el Ilijo al mundo, i .se hizo hombre: i hecho hombre, murió por nosotros, i satisfizo por nuestras cul- pas , i fué sacrifizio, para que la Trinidád Sanc- tisima, quedase aplacada, i satisfecha, i perdo- nándonos, nos rezibiese en su amor, i grazia. Mas, porque solo el Hijo, es el que incarnó, i solo Él , fué el Sacrifizio ; por esta manera , se lo atribuye particularmente nuestra Redempzión, i salud. I porque tcnér verdadero conoszimiento, i fé, de las cosas, que el Hijo hizo por nosotros, i de lo que nos dejó dicho, i mandado, i cum- plir con aquél anió^ con aquella limpieza, i bon- dad, que se requiere, que tengamos; no es cosa
74 'A DEL OCTAVO AiniGULO ?í
du nuestras fuerzas, sino fie los dones, i favores, que del Espíritu Sancto nos vienen, i a Él se atnbuycn , aunque prozcdan de toda la Trinidód; viene a que di?an:os, i confesemos, por esta con- siderazión, que todo nuestro bien , i nuestra v¡- dá, depende de la grázia d'Él. I asi dezimos, quo Foi. Gl. nuestra Redempzión, por primera i prinzipál f au- toridád, es de laTrinidád sanctisima: i porhabér por nosotros, muerto el Hijo, es de Cristo nuestro Rederaptór , como por medio, i sacriíizio: i, por alumbrarnos, para conozcr todo esto, i damos fuerza, para agradszcrlo, i seni-irlo; dezimos, que todo nuestro bien, i spirituál vida, depende de los dones del Spiritu Sancto.
Dioxrsio. lincho me habéis contentado, i con harto claras palabras', habéis satisfecho. I ansí es todo verdad^ que el medio de nuestra Rcdemp- zión, i la satisfazión por nosotros, es el Hijo. Mas, cumplir con lo que su Evanjclio nos man- da , no podemos, por ser tan para poco , si el Es- píritu d'el zielo, no nos esfuerza, i nos sustenta. I asi, lo que en este Artículo, se atribuye al Es- píritu Sancto , es, que nos dá aliento para que reszibamos á Jesu Cristo : porque, aunque Él se nos dio, no le sabríamos nosotros tomar, ni se- guir, sin Spiritu Sancto. De suerte, que en buéa romanzo , querrá dezir nuestro Artículo (allende de la confesión , que hazemos, de la tcrzera per- sona de la Trinidad sanctisima) , que confesamos también, que nuestras fuerzas son flacas; i que creemos verdadera, i zicrtamentc, que ningún bién habría en nuestros corazones, con que, de vcrdid , agradásemos, i sirviésemos á Dios; si
DE LA FÉ. 9S 75
por el Espíritu Sancto, no nos fuese comunica- do. I, de aquí se vce : quien son los que en la obra, i voluntád, confirman esta confesión: quien son los que van contra ella, en sus he- chos, aunque la publiquen por la boca. Aquellos conformarán su vida , i su corazón , con la fó, i confesión d'oste Artículo, que desconfiaren de todas sus fuerzas, i se encomendaren en labon- dád, i misericordia divina, para que con su Spi- ritu lo guie, i haga, que sus ánimas, sus pen- samientos, i obras, estén vivas, en servizio de suMajestád: i faqucUosJ, que por mucho, que ellos trabajan, no, por eso se f ensoberbeszcn, Poi. ni tienen en mas, ni hazen mayór estima do su podér. Irán al revés d'esta confesión , las obras de muchos, que ántes que ningún bién hagan, están sobérbios, i contentos de lo que han de hazér, teniendo esperanza, i scguridád, de sus proprias fuerzas. I otros, que después que han hecho alguna cosa-, que tenga color de bien , o, que , de vcrdád lo sea ; vienen a deshazerlo to- do, con atribuirlo a sí mismos, i dentro de sus corazones S darse la honrra, e victoria d'cUo. También pecan contra esto Articulo, los que es- timan en poco, los dones, que del Spiritu Sanc- to les vienen, i los desechan, i contradizcn,, como son aquellos, que muchas vezes son lla- mados, i avisados, d'estc Espíritu, i esforzados para la pcnitcnzia, i camino del Evaniclio; i
• Imiiorl.mtisimo aviso. Den- tro de nuestros corazones. Comento bello del paso, qiic Icpmos en s. Lucís , capltu- 1'. xvü, versículo 10. Dentro
de nosotrns, debemos Icnér \ esa pcrsiiasicm : poi que los que dizen , i tin hiizcn , snu Fariseos.
7() ÍR, DE LÜS DO.NKS 7?
dios, mjnospreziándolo, i Jcspidióndolo de si, porfían en su mala vida. Los cuales, parczc, que han tomado porfia con el Spíritu Sancto, Él a llamarlos, i ellos a hazcrsc sordos. Mas, pués quü habernos dicho, que el Splritu divino, me- diante sus dones, gobierna, i da vida a los jus- tos, los llama, i esfuerza, i sustenta, en el ca- mino del Evanjelio; quiero, que me digáis, que es lo que tenéis, azerca d'csto, entendido: cuán- tos, i cuales, son estos dones. Porque haze mu- cho al caso, para que el cristiano tenga mas clari- dad , i zertidumbrc d'cstas cosas todas.
De la razón, i usu de los dones del Espíritu Sánelo.
CAPITULO XVIII.
Ambrosio. Los dones del Rpiritu Sancto son l.antos; que seria mui larga cosa contarlos, i aun, según lo que a mi me pareszc , no croo , que ha- brá, quien bastase para ello. Comunmente, según Foi. G3. a mí me cnseñáron, f eyo después he entendido, se reduzen a siete. Porque , en pocas palabras, podamos tener comprehendida tanta mullitúd de bienes.
Dionisio. Bién dezís, i en lo uno, i en lo otro azertais. Solamente quiero, que me nom- bréis esos dones, e digáis, como los entendéis. Porque luego se verá, cuán grande es el número de las merzedes, que el Spiritu Sancto nos co- munica.
AMnnosio. Los nombres d'estos dones son:
'A DEL ál'iuITf SANClÚ. /» 77
don (le Sahiduria, do l'lntcndimionto , do Gonso- jo, de Fortaleza, de Sxienzia, de Piedad, de Te- mor de Dios.
DiONSiio. Siete son esos, que habéis dicho: seguildos agora por orden.
Ajinnosio. El don de la Sahiduria es, la que ha mciicstór el ánima, para conozór la l)(]nd;id de Dios , i las obras, con que quiere sei- servido. I este don, las imprime en ella, i le haze, que las conozca, i las ame, i tome gusto, i sabor en ellas. El segundo, don del Entendimiento, es, una lumbre, i una claridad, que el S[úrjtu Sáne- lo dá , a los corazones humanos, para que, viendo el Evanjelio, i palabra divina, lo entien- dan, i conozcan, lo que Dios, en ella, manda, c quiere. El terzero, don de Consejo, es un aviso, que el Spiritu Sancto da, a quien El es servido, para hallar remedio, i Consejo, en las dudas, i trabajos , en que el hombre , o su pró- jimo , se hallare puesto. El cuarto, es Foi-talcza, que es un esfuerzo, i una constanzia, dada con- tra los impedimentos, que se ofreszcn a los hombres, para estorbarlos, i desviarlos, del complimicnto del Evanjelio. El quinto es Szi- cnzia , la cuál es dada , a los verdaderos Enso- ñadores de la palabra de Dios, i que para edi- ficazión de la Iglesia, ti atan :a Escriptura divi- nad El sexto es Piedád, con que el ánima, rc-
i Nótele bien. No tionrn rl don (le la Zitnzia, Ins que iin son F.nitciiaíioreit vcrdn- itero.i : i t.Tli-s no >on, los ijiic nsati lie l.is l'.sf ricuras pan fino iliviTSos, ([lie el de rili- l¡Ciir a la cii ij-p-g-a'iÚM , n
pnrzión de sccniilnrr's f-.iAa de .Icsnirisln, mirslr.i í^c''\'''r, ((IIP liai cpir^iilí <^ por In- da 1.1 liorra : a la Iclc^ia , a I.-i CnnSTi-g-azión , o rmnion, di' ri istinnos fi^ Ir"..
78 'A DEL NONO ARTÍCULO ^
zibc limpieza: aíizión con Dios : cncmistád con el pecado : [don] con el cuál , es sanctificada: Foi. G4. adornada de simplizidád: enamorada ^ de las co- sas del zielo: descosa de alcanzarlas. El sép- timo , e último , os , Tcmór , que es un conti- nuo cuidado, una relijión, un acatamiento, i rezclo, en las cosas, que portcnczen a la glo- ria , i voluntad de Dios : como pienso , que ya dije , cuando respondí a los primeros Artículos.
Dionisio. Es verdád: i por eso, i porque sería cosa mui larga, hablár mas particularmente, de estos dones, no quiero, que al presente, trac- temos d'ello: aunque la materia es tál, que hai bien que dczír en ella, i tan nezesaria, i tan sabrosa, que de mui buena voluntád, empleara yo parte del tiempo en ella. Mas no quedará así: que un día, os verneis acá despazio, i tractare- mos de solo esto. Agora, dczid adelante.
Del nono Arliculo de laFé: i de la Considerazión i uso d'cl.
CAPITULO XIX.
AMBfvOsio. El noveno Artículo es: creer, que hai una Iglesia Católica, i Sancta, sanctiCcada por favor, i obra del Spíntu Sancto, como habe- rnos dicho.
Dionisio. ¿Qué quiere dezír Iglesia, i Sancta, i Oatólica?
A.MRi\osio. Iglesia, quiere dezir, tanto como Aijuntamicnto , ó Congrcjazión: i asi, a toda la congregazion , de todos los cristianos, adonde
DE L,V VÉ. 7'J
quiera que cslón rcpai'lidos , llamamos Iglesia. Porque, aunquó cslén mui apartados unos de otros, por convenir lodos en una fé, en un bap- tismo, i en una obediencia de Jesu Cristo, nues- tro Rcdcmptór, los llamamos Iglesia. Dezimos, que es Sancta, porque los que están ayuntados en un Cuerpo místico, i son miembros d'6!, tie- nen por Cabeza, a nuestro Rcdemptór Jesu Cris- to: i son sanctificados por Spiritu Sancto. Llá- mase Católica, a difercnzia de las Congrcgazio- nes Zismáticas, i de las de los herejes. Porque Foi. 63. estas se apartan , i hazeti división do la verda- dera fe, i obedienzia, de nuestro Redcmptór: i porque comprchendamos la Iglesia de todos tiempos, de todos lugares, i de todas nazioncs, que tienen una misma Fé
Dionisio. Todo lo que babeis dicho, me pa- reze bien. Mas quiero .«abér, a donde ponéis a los Ciistianos, que son pecadores, i no quieren salir de sus pecados. Porque estos, no todos se- rán ¿ismálicos, ni herejes, ni tampoco veo, que sei'án de la compañía de la Iglesia Sancta, sien- do tan malos; ni miembros del Cuerpo de nues- tro Redcmptór, pues Él no los tiene por suyos.
Amiikosio. Estas palabras, «Iglesia Sancta,» tienen dos significazionos. Por la una, entcndo- 'mos, la congrcgazión do todos aquellos, que
l Zicriamontc. Poroso, di- jo el Liriiioiiso ; Lo que EN Ton\s partes: lo que sikm- 1-hf:: In que por tohüs, se ha creiilo: valo^rci dnilrra, i pro- pinmcnlr , es ral/ilico. C.it''i-
Con qnc tlcrcclio se a|iplli.!.i, a si propirx, ca/ó/icn, una ¡inr te, si acaso, de la Ii^-losia Uni- versal , excluyendo las oirás; es lo que no os fazil conipreu- dcr : ni tamiioro , la infalihi- liilinl.
80 DEL NONO \nTÍCUI.O 9»
confiesan In Fe Calóüca, i partizipan en los Sa- cramentos: aunque haya entre ellos algunos, rjne en sus corazones tengan pecado, i no oslón juntos con Dios, por caridád, i por grázia. 1, d'esta manera, solamente están fuera d'csta Iglesia, los infieles, herejes i descomulgados. En los demás, súfrese, que estó, por este tiem- po, la paja, junta con el grano. Por la otra sig- nificazión , solamente son entendidos los miem- bros verdaderamente sanctificadns, no solo por la profesión de la Fé , mas por grázia del Spiritu Sancto, i mediante ella, unidos con su cabeza. 1 d'osto habla mas claramente la segunda parte del Articulo, que es, de la Comunión de los Sanctos.
Dionisio. Bien dezis: i harta mi.=eria tienen, los que teniendo nombre de miembros de tan sánelo Cuerpo, ala verdad, no son, sinó podri- dos, i sin obedienzia, e sin amór. I aunque to- davía tienen estos mas aparejo, para vulvér al verdadero camino, que los herejes, que primero dijistes, por la doctrina, que oyen, i por no es- tar I' metidos en tan grandes errores; todavía es • gran lástima d'ellos: i querría mucho sabér, qué corazón tienen, o que es lo que sienten, cuando vienen a confesároste Articulo, i dizen, que creen, que hai, acá en la tierra, una compañía, o Iglesia^ a quien el Spiritu Sancto comunica sus dones, i les da limpieza, i sanctidád: i sn-
' Así rl imprcs" anligfun. ], ino p.ircic , errata, por, hf gran lá^lima. El Dr. Cons- laiUino. como en otro^
[la'ios. lili os f>\]ili'/.ito. i ach c-
dr no lo es , a mi ver. Por Cabeza., en lodo el paso, (vra- se adelante) entiende a Cris- to. Lo que entiende por Igle- sia sánela, \i-3'c addanic.
DE LA. VÉ. 81
bicudo ellos, que no tienen parte en esta com- pañía, sinú que sóndela otra, que tiene otra cabeza, que es el demonio, i tiene enemistad, i bando, con el Redemptór del mundo: por zier- to, grande razón sería, que el que en tan mal csUido se halla, i, rezando, llega á la confesión d'este Artículo, se aicmorizafc, i turbase con- sigo mismo , i no pasase con tan gran descuido por él, como muchos, creemos, que pasan. Esto Artículo convida, i avisa, a todos los cristianos, a que miren mucho , por la paz, i concordia, de la Iglesia : que tengan en gran revercnzia , i aca- tamiento, al. estado, i doctrina d'clla: i favorez- can, i miren mucho, por los que sirven a Dios, i dan buen ejemplo á los otros: i que no pongan, ;i estos tales, estorbo, ni escándalo ninguno. Porque, los que lo contrario hazcn, pecan con- tra este artículo. Ya, vos, habréis oido, i vues- tro Maestro os lo enseñaría, cuánto ofenden es. tos a Dios, i cuán amenazados están en la Sa- grada Scriptura. Mas, varaos adelante, i dezid el Artículo que se sigue.
A.Mnnosio. Lo que se sigue es parto d'cstc mismo Artículo, que es: crc6r la comunión de los sanctos : i en esta parte se trata mas propria- mcntc, de la sanctidád de los miembros de la Iglesia como comenzó á dezir, en la parte que prczedió. Porque todos los que son miembros de la Iglesia, que dijimos «sancta,» tienen una comunicazión con Gristo, nuestro Redemptór, i
* La primera acotazión, en el impreso antig^uo,(lizc
ro, en lugar <lc nono, que lie inicsln, piir pnrc7.crinc crrala,
O
82 'A ütíL NONO .MlTÍCL'l.u' ?» ^
Otra consigo mismos: con Él, la tiimoa, como con Cabeza, porque lodos convienen, en que- rerle ^ servir con una fé, i una caridad, i una obedícnzia, i una parüzipaz.ión de Sacramentos. Consigo mismos, porque obedcszicndo á su ca- beza, no puede dejar de?hahér grande amislád, i gran conformidad entro ellos. I asi, con mui grande liberalidad, i amor, se comunican entre si, los bienes espirituales, i temporales, que tienen: rogando unos, por otros, favoreszién- dose: usando, entre si, de viva, i cnzendida ca- ridád.
Dionisio. Flabeislo dicho tan bien, que me pa- resze,que en tan pocas palabras, no lo azertára yo á dezir mejor. No resta sinó, que tengáis grande cuidado, de vivir siempre en esta cari- dad, i largueza, con vuestros prójimos todos, prinzipalmentc con los que viérodes, que son amigos de Dios: porque ya terneis visto, cuan mala cuenta dará d'cstc articulo, ol que enso- herbcszido do sus bienes espirituales, se alzare con ellos, i quisiere, para si solo, la sanctidád: i el que, por codizia de los temporales, dejare de favoreszér la gloria, la fé, i la obedienzia del Redemptór del mundo , i el acrcszeutamiento de sus fieles *. Dezid adelante.
' Tlai , me paifzn , en e¡!,is palabras, ziorta fuerza de in- Icnzión.para rrprobir justa- mente , la falíl maíniiiiaria de errores, que tienen que
sognirsc , de Enscñadores , i Cleros , i Ordenes vque ven- den, lo que enseñan, i orde- nan: i licnon , eso, por oflzio lucrativo , i S'tnlo a la vez.
83
Del Jézimo Arliculo de la F¿. CAPITULO XX.
Ambrosio. El dézimo Articulo es: creer que hai remisión de pecados. Enlióndeso, que en esta vida, que, vivimos, por la Londád, i misericor- dia de Dios, i por la sangre de nuestro Re- demptór, puede uno alcanzar perdón de todos sus pacados, por muchos que haya hecho, i ma- la vida, que haya vivido: i que puede tornár a la amistad, i grdzia del Sefiór, la cuál había perdido por el pecado.
Dionisio. Por zicrto, esc es un Articulo de grande consolazión para los hombres: i, que yo
no sé cómo, os azcrtase a dezu-, el plazér, que foi.cs. tengo en mi corazón, cada vez, que me acuerdo d'esto. Porque, por una parte, me esfuerzo mu- cho, para pelear contra mis pecados, i ruinda- des: por otra, tengo gran consolazión de pensar, que muchos, que han andado mucho tiempo, perdidos, i desterrados de la grázia, i amor de Dios, tornaron a cobrar este hién, i a ser per- petuamente bienaventu.'-ados. Mas, sobre todo, me alegro mucho, por parte de la honra de Dios, i de la sangre de su Hijo, i Señor nuestro: por- que, me parcszc, que ninguna cosa hai, que tanto la magniPieste ', ni que tnnto nos descubra, cuán grande es el valor, i prézio, que delante de los ojos del Padre, alcanzó la sangre del Re-
' Así en el impreso .inlig-uo. por, manipesle.
81 ".f. DEL UNDÉCIMO AHTÍCÜLO
dcmplór, como en dejár abierta csla puerta, por donde, cada vez, que el pecador se volviese a Él, pudiese ser perdonado, de todos sus pecados, por grandes, i abominables, que fuesen. I, porque ya vos teméis entendido, que los que mas gra- vemente pecan contra este Articulo, son aque- llos, que por la muchedumbre de sus pecados, desesperan, o desconfían de la misericordia de Dios; dezíd adelante.
Del undézimo Arliculn de la Fe.
CAPITULO XXI.
Ambrosio. El Artículo onze es: creer la Ro- surreczión de la carne. Entióndcse, que ánles, que seamos juzgados, habernos todos de rcsuzi- tár, en cuerpo, i en ánima, i que esta carne que vemos ir a la sepultura , i tornarse polvo, ha de tornár a su mismo ser, i á la compañía del áni- ma, conque primero estuvo junta, i nunca mas apartarse d'ella.
Dio.Nisio. Esta es una de las cosas, que mas espantó á los Filósofos, i sabios del mundo: porque quién no tiene don de Fé, no puede bién Folio 69. entender las marabillas de f Dios. Mas en esto el bu6n cristiano, no tiene mas que dudár, ni pensar, sinó cre6r, que quien tuvo tanto podér, que pudo criár el mundo de nada, i hazér el cuerpo del Hombre de im poco de tierra; lo po- drá resuszitár, después de muerto, cuando Él fuérc servido. Dezíd del último Artículo.
85
Del úUimo Articulo de la Fe. CAPITULO XXII.
Amiirosio. El iiUimo artículo es: crcór, que dará Dios, a los que en este mundo le hobicron servido, i se hobicron sabido aprovcchár de la sangre de su Hijo, una vida eterna que nunca haya ' de tener fin, teniéndolos en su corupa- ñia, donde gozarán en cuerpo, i en ánima, de aquellos bienes, que Él les tiene prometidos. I, que los malos , durarán para siempre, padeszien- do en sus cuerpos, i ánimas, los tormentos, i penas, que mereszieron sus obras.
Dionisio. Bendito sea Dios, que os ha dado grázia, para que entendiésedcs tan bién, la Su- ma de nuestra Fe, i aunque, como, vos, habéis apuntado, de la doctrina de la Fó, se podría sa- cár la de las obras , i por lo que cada uno con- fiesa, que cree, podría bien conoszér, lo que es obligado a hazér, i cuando lo deja de cumplir; mas porque, esto no lo alcanzaron todos tan cla- ramente, bién será, que ya que habemos dicho de lo que toca a nuestra Fé, digamos también de la doctrina de las obras : la cuál está escripta en los Diez Mandamientos, que Dios dió a su Pue- blo, donde Él declara cómo quiere ser servido: i esto, tan llana, i abiertamente, que ningún hombre, por poco que sepa, puede dcjár de en-
1 Ponjo haya , porque el imprcío, me parnzc crrat-i. había, o auia , del anligim
SG 'A DEL ÚLTIMO artículo /?
tenderlo. I pues no es de creer, sinó que quien tan bién os enseñó lo que hasta aquí habeir.os FoJ. 70. platicado, f no menos haría en todo lo demás; quiero que me digáis brevemente, qué es el fin, c intenzión d'estos Mandamientos: i después, particularmente, me los declaréis, cada uno por si. ,
Ambrosio. El fin d'estos Mandamientos es, que el hombre, en todas sus obras, asi las inte- riores, como exteriores, sirva al Señór, que lo crió; i sean todos sus hechos, un traslado, de su bondad, i limpieza. Esta voluntód de Dios, Délos Dioz está declarada, por Diez Mandamientos. Porque mandamien- estos comprchendcn en si, todas las obras, en que el hombre, en esta vida, puede ocuparse, ó lamayór parte d'ellas, i son plática, i cjecuzión dados. de la Fé, i por donde se conosze, si es zierta, i verdadera. Estos Mandamientos . dió el Scñór a Moisén, escriptos en dosTabl.is ele piedra. En la primera, estaban los tres, que prir.zipalmente, perteneszen á la relijión, a la gloria, i honrra de Dios. En la segunda, los siete, que pertenes- zen al prójimo, i son como ramos, que naszen de la raíz de los tres primeros.
Dionisio. Esto está mui bién dicho. I, por tanto, dezid del primér Mandamiento, porque los llevemos todos por orden.
tos de la Leí, i del fin para que faeron
87
Del primer Mandamiento de la Lei : i de las costas que comprehende. ' ■
CAPITULO XXIII. , • •■•■^
AMnnosio. VA primór Manrlnmionto es'. No turnas Dioses ajenos delante de mí Dionisio. ¿Qué quiero dczir esto? AMniiOFio. Por este Mandamiento pide Dios: que tenga el hombre, toda su fé, i todo su amor, puesto en Él. I diólo a entender por estas palabras. Porque, como el hombre vive en este mundo, nezesitado, luego busca, de dónde pue- da ser remediado, i dónde ponera su Fé, i con- FúI fianza. I, de aquí, nazió la Idolatría, que los Jentiles tu\icron, buscando, i adorando, falsos Dioses, de quien pensaba:n, que hablan de ser favoreszidos, i amparados: — i la que los malos cristianos tienen, cuando ponen su esperanza en sí mismos, o en otros hombres; o en su sa- ber, en su podér, en sus fuerzas, i riquezas. Cuando aman tanto los cosas d'cste mundo, que olvidan el amór, i fé, que en solo Dios debían tener. Porque, todo esto, es una manera de ido- latría; i ponér en su corazón Dioses extraños, i falsos, en prescnzia del Dios verdadero, que, solamente, habia de ser adorado, i amado. Esto
I i\o tcndrñs dioses ajenos rarlrc Casp/ir AsU'lc, se Ice:
delnile de mí. [F.\o(\o c. XX. o ¿CuAl es el prim/'r Mnn-
V. 3.). Así tradujo el Pariré Anmiento de la Lei de Dios?—
Scio , conforme al texto He- i R. — Amar a Dios sobre Indas
breo , i como Ir.idnju Cona- las cosas." Vc.iso liicg-o, taiitino. — I-ji el Catczismo del
88 "¿s DEL rniMKn mandamiento ?• todo es proliibido, on ostc primér Mandamien- to. El cuál, nos enseña, i manda : que a nn solo Señor honrremos, i conozcamos por Dios : a Él solo, amemos, como a cosa de infinita bondád: en Él solo, pongamos nuestra esperanza: a Él solo, pidamos remedio, como a Cíiusa, i Fuente, de nuestros bienes : a Él solo, tengamos por ver- dadero: i a todos los otros, en quien las jcntes perdidas confian; por mentira, i por engaño Que sepamos, que los que a Él se allegan , son, los verdaderamente bi6n librados, i favorcszi- dos: i todos los que d'Él se apartan, i en otra co.?o esperan, son perdidos, i burlados, como hombres que siguieron la vanidad, i buscaron ; salud en ella.
Dionisio. A marabilla me habéis contentado ,en la declarazión d'estc Mandamiento: que es tal, i tan grande, que del cumplimiento d'cl, depende toda la bienaventuranza del hombre : i de no cumplirlo, su miseria, i desventura. Mu- cho me entristezco, cuando pienso la exzclcnzia d'este mandamiento, i el caso, que Dios hnze d'cl: i cuando miro los cristianos, que, con la boca, no saben confesar mas de un Dios, i dizen, que Éste solo, es el verdadero, i que todo Foi.72. lo domas, es engaño, i mentira; i por otra parte, tienen su corazón, hecho templo de ¡do- los, ¡ Dioses falsos. De soberbia, do riquezas.
I Kn los C.alczi<;mo5 espa- ñoles, pndrl.i, fin riesgo , pn- ncrse todo lo qiic antezc-ilo , i lo iiuc siegue ; para que lo ru- miasen bien los miles , i mi-
les, lie españoles, afiliados en Coiradlas , Coros , Confcren- ziaf , Asoziaziones , Obras, Medallas, Flores , Inslilutos, Ordenes , ele.
^ DE LA LEI. je 89
de linajes, do avarizia, de deleites, de afizioncs, i amores locos: i en todas estas cosas, o en al- gunas d'cllas, tienen empleado su amór, i su esperanza. De allí depende su contentamiento: i en ella andan desvelados, con grande cuidado, i dilijenzia, como si alli estuviese todo su bién. Quien le preguntase a uno d'estos: "¿Vos, her- mano, habéis oído el primér Mandamiento? ¿Adoráis Dioses ajenos?» Respondería, «que no,» i aun con grande enojo. ¡Quién pudiese, con ellos, que considerasen las palabras, con que este Mandamiento está escripto : para que vie- sen , cuán grande cosa es cumplirlo , i lo mu- cho, que en él se demanda: para que viesen, si adoran Dioses estraños! Ya, vuestro Maestro, os diría, como unos Mandamientos son afirma' iivos, i otros negativos. Porque unos, entran mandando , que se haga alguna cosa : otros, en. tran vedando , como este primero. En el cuál aunque comenzó afirmando, diziendo: »Yo soi tu Dios; o mandó, luego, prohibiendo, i dizien- do: «No temás Dioses ajenos delante de mi.» .Muchas razones hai, d'esto, que seria cosa larga traerlas. Para el presente, basta una, i es: que esta manera de mandamientos negativos , es mas clara, que otra: porque com.prehende to- dos los tiempos presente, pasado, i porvenir: i despierta mas, la memoria, del hombre, para conoszimiento de su pecado. Esta es la causa, por qué los mas de los Mandamientos, están dados d'esta manera: aunque ninguno haya» afirmativo , que no le corresponda su negativo, que le ayude a dcclarár; i ningún negativo, deje
90 «S. DEL rniMÉn mandamii;nto 7» de tenéf enzcrrado, on si, un afirmativo. Mas, Foi. 73. estimas expresa la negazión, por la razón, f que ya dije de los tiempos, l asi, cada vez, que el mandamiento negativo, viene a la memoria del hombre, se ha de acordár, no solo del tiem- po presente, i porvenir, mas también del pasa- do: i mirar, si en algún tiempo ofendió, i pro- curar la enmienda, i remedio. El ejemplo, está claro en esto mandamiento, cuando so dió' ál Pueblo de los .ludios: porque diziéndoles estas palabras, se les dió a entender un mandamiento afirmativo, que aquí estA enzorrado. Que tuvie- sen al Señor, por su Dios, i allende d'csto, que supiesen que ellos, i todas las .lentes, que en al- gún tiempo, habían ' puesto en otros su con- fianza, le habían ofendido, i cometido gran Irai- zión, contra su Majestad. I, en ninguna manera, quería compañía, ni que, con ütro, sb repartiese la confianza, ni el amor, ni la fó. I así, comun- mente se declara muí bién este Mandamiento, para que todos lo entiendan, dizicndo: Que ame- mos a Diossobri todas las cosas. Porqué, quien asi le amare, todas lasdejari por Él, cuando fuere menestór, i ninguna - habrá, por quien lo deje, ni olvide. Hai muchas jentes, tan mal enseñadas, i que con tanto descuido miran estas cosa? , que ofendiendo a Dios de mil maneras, i poramór dé mil vanidades , cuando los preguntan , ¿si aman a Dios, sobre todas las cosas? responden: que sí porzicrto: engañados de una imajinazión, en
• Auin , en el antiguo im- lucR-n. re.so. Pero C3 errata por 2'Ninguna.. auian, ó habían, como se vcc
"A nr; t,.\ lki. ?5 ^' ,
que piensan , que Icnclle conzebido por Grande, i poi- Poderoso, i por Hermoso, i por Justo, e Misericordioso; i porque no le blasfemarían, ni renegarían; que esto es amarle sobre todas las cosas. 1 no miran los pecadores, que aquí, no dan nada do su casa, i si dan, dan la imajina- zión, noel corazón: porque para amarlo, i te- nerlo, de verdád, por tál; cuál ellos dizcn que es : requiérese, que haya en su corazón, una es- tima grande de Dios, con que les parezca cosa FoI. mui fea ofenderle, o apartarse d'Él. I, que estas cosas todas, i estas exzclenzias, que juzgan de Dios; las miren', no como en co-^a muerta, ni cosa pintada; sinó como en cosa viva, i de grande majcstád, i bondád. De suerte, que esta hermo- sura, les lleve tras si los ojos, i el corazón. Yo confieso, que según la flaqueza del hombre, se- gún su ruin metál , i zcguedád, junto con la con- trariedád, que el Demonio, i el Mundo, i la Car- ne, le hazen; difizil CQsa es, cumplir con este Mandamiento: i tñn difizil, que es nezcsario, paradlo, particulár .socorro del ziclo. Mas, cslo, no saca do culpa los hombres: antes, los ha- bía de desportár, para poner mayór dilijenzia, ¡ andár siempre en gran cuidado, para no apar- tarse d'él. ¿No os paresze, a ros, que seria mala escusa, que en un camino peligroso, i lleno de ladrones, se fuese uno por él, sin armas, ni apa- rejo ninguno, para poderlo pasár: que, yéndose durmiendo, se quejase después, que lo habían robado: i que echase la culpa, que él tenia, n los ladrones, i a la aspereza del camino, siendo esto mismo, lo que le obligaba, a que fuese
02 'A DEL PniMÉR MANDAMIENTO ?»
mas proveído? Grande es este Mandamiento: no hai duda d'ello: mas grandes son las industrias, i caminos, con que Dios nos despierta, para que Le amemos: i mui mayores los favores, que, después de despertados, nos da, para ponerlo en efecto. ¿Cómo queréis, vos, que se levante el corazón del hombre, a enamorarse de Dios; pues tán poco, considera sus obras, tán poco, para mientes, en su hermosura, tánto descuido tiene en pcnsár en las cosas todas, de donde ha de naszér el amor, i por donde habernos de ser despertados, a pedir favor, i grázia, con que Le amemos? Cosa paresze de gran espanto, ver, que un hombre, no ame a Dios: mas, de mu- chos hombres, no me espanto, que no lo amen: Foi. 75. porque, si les preguntáis, ¿qué es, lo que tie- nen pensado de Dios? no saben dár m-ás razón, que de lo que nunca vieron, ni oyeron dez!r. Los que desean emplcái' su amór, en ton grande cosa como es Dios; gran dilijcnzia ponen, en snhér nuevas d'Él, en habór informazión de sus obras. Apartan su pensamiento de vanidades, empleándolo, en considerár las muestras, que todas las cosas criadas, dan, del sabér, de la bondád, de la misericordia divina. I si esto bas- ta, para que muchos conzibiesen en su corazón grande estima del nombre, i obras del Señór, ¿qué hará, el que considerare, i mirare con atcnzión, al Hijo de Dios, hecho hombre, envia- do por el Padre; puesto en la Cruz, i muerto, i rcsuszitado, para salud de los hombres? Yo os digo: que me espantaría yo mucho mas, que de ninguna cosa monstruosa del mundo, de quien.
«. DE LA. LEI. J6 93
en eslo, alcnLamente pensase, i no se fuese lue- go a Dios, i le pidiese favor, para cmplcár en Él, todo su corazón, toda su voluntad, i todo su amór. Mucho quisiera poder detenerme en esta materia , porque es el fundamento, en que todas las obras del cristiano estriban: sinó, que el tiempo no nos dá lugár. Mas, algún dia, con ajiida de Dios, trataré yo esto mui de espázio, para que veáis, cuán grande cosa, i cuan peco conoszida, de los pecadores, es, laque este pri- mer Mandamiento nos enseña; i lo mucho que debemos á Dios, por solo mandarnos, que le amemos. Basta, agora, que quede asertado, que la guarda d'él, consiste, en que uno ame a Dios, en tal m^anera, que procure ser informado de las cosas que Él quiere, i de las que abcrreze: i con grande dilijenzia, i alegre corazón, ponga en obra, las que sabe, que quiere; i tenga ene- mistad, i huya, de las que sabe, que le ofenden: — i que cuando alguna d'cstas tales, trujore * al- gún falso color de bondad, o de contentamiento, o de provecho ; piense, luego, cuán mas hermo- sa, i mas provechosa f cosa, es amár a Dios, i contentarle, i servirle; ! así zcrrará los ojos a lo otro todo. Agora dezid , vos , la manera, en que este Mandamiento se quiebra: porque esto, dá mucha claridad, i haze, que se entienda cum- plidamente. I podréis comenzár, por las obras con que se cumple, i luego, pasareis a las otras, que le son contrarias.
* Sobre esta Voz , véase el jiñas S-'i, i 56., i nótese lo q^se •DUlo^ de la LetgTa," p»- Jize Vaidés en la 56.
94
De las obran, con que el primér Mandamiento se cumple.
CAPITULO XXIV.
Ambrosio. Como Dios soa, una cosa de gran bondad, i de grán remedio, señaladamente es ofendido de aquellos , que le quitan la honrra, que á tan gran bondád se debe, i ponen su con- lianza, en cualquiér otra cosa, de las que Él no permite. Porque, como primero respondí, los Mandamientos, son la plática, i la esecuzión, de laFé. I este primero, contiene las obras del pri- mer Articulo, en que creemos en Dios Padre Todopoderoso, Criador del zielo, i de la tierra. I las mismas obras, con que se pone en obra, la verdadera F6 de aquél Articulo; son las que este Mandamiento nos pide. I las mismas, que con- iradizen a aquél Artículo, e hazen, en los que las obran, que les quedo, solamente una fé muerta, i sin virtud; son las que este primér Mandamiento, vieda *, e condena. De aquí es, que así como cuando dezimos, que creemos en Dios, Todopoderoso, Criador del zielo, i de la tierra, somos avisados, que ni confiemos en otro podér, 7ii en otra bondád, ni en otro saber, ni en otra justizia, así, en este Mandamiento, nos en- señan, que le amemos de todo corazón: que corresponda nuestro araór, i agradcszimiento, á aquél coTioszimicnto, i fé, que el primér Artículo
J vicJa, en vez. Je veáa¡ que ahora «Iczimoa.
V. DE 1,A Li;i. ?3 'Jó nos enícñó. De donde se sigue, que las oLrns d'cstc Mandamicnlo, son las mismas del Arlicu- lo. Creerle, i acatarle, f servirle, poner, en Él, Foi. 77. toda la esperanza, nimca dud.ir de su poder, i de su misericordia: i amarle, en las nezesidades, con grande , i zicrla confianza : ohedeszcrle con mucho contentamiento, i plazér: buscar su glo- ria: rcszcbir alegría, de las cosas en que Él se sirve; e pesár, cu las que su hazen contra su Mandamiento, i servizio: posponér, i menospre- ziár todas las cosas, antes que ofenderle, ni pa- sar sus Mandamientos: i, para recojerlas en bre- ve, digo: que, todas estas obras, se cnzierran, en fé , i en caridad ; i en esperanza, i temór. Las Obrss cnntra- obras contrarias son, confiár el hombre, en su rias ai primer proprio saber: gloriarse de lo que puede, i en la ^i^"'^-'""»'"'''- muchedumbre de sus riquezas : dej.ir el servizio do Dios, por contentár los Prlnzipcs, i Poderosos del mundo: tener en mas el mal, que estos pueden hazér, que la ira, i el castigo del Señor. Son contra este mismo Mandamiento, las sectas, i opiniones, que derogan, al podér, al saber, a la bondad, e misericordia Divina Pecan, contra él, los que siguen superstiziones, i los que con- fian, que obligarán a Dios, con algunos ritos ó zorimonias, mas, que con fé, i con amor: los que están tan amigos de sus maldades, que me-
1 Quien lc!> cstn , i lo q>ie f ¡gue , i lo apruebo ; no lla- mará Vicario de Cristo, a na- die : ni Sagrados, n los Cáno- nes: ni Sacrosanto al Conzl- lio de Trento: ni Sanio, al Oftiio de nucinúr humbres: ni
Infalible, a ninpiina T^losia, o rcunii')n de crislimos fali- bles: ni Compañía de Jesús, a los que imperan, i comen , i avasállanoste mundo, prome- tiendo otro.
90 Ifs DEL SEGUNDO ??
nosprezian el castigo de Dios, ¡ viven como se- guros del juizio, que sus obras merczen: los que desesperan: i, por c! contrario, los que po- nen su confianza en sí mismos, i en las obras de su juslizia : los que menosprezian la palabra de Dios, i se apartan d'cUa, o por intereses, o por miedos , o por escándalos.
Dionisio. Parcszeme, que no es menester que pongáis mas ejemplos : que los puestos, bastan. Pasád al Mandamiento segundo.
Del segundo Mandamiento de la Lei.
CAPITULO XXV.
Foi. 7S. A.MBnosio. f El segundo Mandamiento es : No tomarás su Nombre en vano. Eslc se sigue, tras el primero, con mui grande conzierto, i razón. Porque, en el primero, fué instruido nuestro co- razón, de cómo había de honrrár a Dios, i de cómo lo había de acatár, i servir. Este segundo, comienza a tratar, de las muestras de fuera, por las cuales, el Señór suele manifestar, lo que en su ánima tiene. I porque la mas propincua se- fiál es, la de la lengua, ensáñasenos, por este Mandamiento, que no tomemos el Nombre de Dios en vano. I, aunque sea así, que el que de verdád amare a Dios, en su corazón, tel-ná siem- pre mucho cuidado, de nunca ofenderle con las palabras; dásenos este Mandamiento, para ma- yór abundánzia, i mayor declarazión , condcszcn-
1 Véase, (ólio 112. "Doclrino Cn'í/íaiia» por el Aulór.
'A MANDAMIENTO. >• 'd7
diendo, en todo, la Divina majestad, con nues- tra grande pesadumbre , i rudé/,. Da se , por via de negazión , diziendo : no tomarás su Nombre en vano; por las razones, que ya dije. Mas ha- bernos de entender, luego, el Mandamiento afir- mativo, que en este negativo está enzerrado. Porque como el hombre tenga á Dios en su cora- zón, por fuerza es, que haya de hablar d'Él : e asi, somos enseñados, por la aíirmazión, que este Mandamiento tiene, que zclebremos su sancto Nombre , loándole , magnificándole, dán- dole grázias : manifestándole, i invocándole, para ser socorridos d'Él ; confesando, que somos su- yos, i que esta es nuestra bienaventuranza. Tras esto , habernos de considerár , el man- damiento negativo , en que se nos manda, que este Nombre, no lo tomemos en vano: porque, aunque él, no sea mas de una voz, es significa- da por ella, la Majestád divina, a quien es ende- rezada nuestra confesión, e a quien se ha de te- ner tan grande respecto. Tomar este Nombre, en vano, no quiere f dezír otra cosa, sino to- Foi. marlc para aprovecharnos d'Él, en cosas no buenas : o para hablar mal de aquello, que signi- fica, que es Dios: o para alguna cosa vana, i de ninguna imncrtanzja, con mcnosprezio, i poca reverenzia d'Él La razón d'esto es: porque co- mo el Señór sea, summa Verdád, summa Sabi-
t Temo , que eslo , no se considera bién, en España. Si se consirjerase , se supUmiría e! Juramento, en las Cortes: i en los Tribunales zivilcs, eclesiásticos , i militares : i,
en las calles , no resonaría tan inzesantc , la espantosa blasfemia, que en zcnlenarcs de bocas resuena , á cada pa- so , i que no puede escribirse, sin liorrór.
7
98 f. DEL SEcrsno ^
diiría, i d'Kl nos vengan todos los bienes, i no haya otra cosa en el mundo, en quien podamos tenér esperanza, ni debamos de confiár, ni es- perar socorro; — no debe de ser nombrado, en- tre los hombres, sinó para semejantes cosas. Esto es, para darle grázias: para pedirle con- sejo: para que nos ampare, i favorezca: para despcrtár, i atraer a los hombres, a conozimicn- to díl : para testimonio de la verdad , i favor, de nuestros prójimos: finalmente, para que, de nuestras palabras, se conozca, la estima que d'ÉI tenemos en el corazón. De aqui está claro, cuales son las propias obras d'este Mandamien- to, por la parte, que es afirmativo, o que en- zierra en si afirmazión; i cuales son las que lo Obra* del se- contradizen , por la razón , que es negativo. Las Sn^enJ-T*" P"™°^^ invocazión del sancto Nombre de Dios, parala cuál, es meneslér tener fé, i co- noszimiento, de su unijónito Hijo, Cristo nuestro Redemptór. Porque nuestra indipnidid es tan grande, i de tal manera nos condena la con- zienzia de nuestros pecados , que ningunos bie- nes osaríamos pedir, ni Csperár, sinó tuviésemos Medianero, cuya dignidád sea tal, que podamos confiár en ella, cuál es, la del Redemptór del mundo. De donde se sigue, cuánto ha de ser ensalzado , i reverenziado su Nombre : i cómo, juntamente, se entiende de la doctrina d'este ' segundo Mandamiento. Es también obra d'este prezepto, hazér grázia al Señor. Esta es una profesión exteriór, que nasze del primér Man- Foi.80. damiento. Porque, asi como allí, ' somos in- formados : que le conozcamos por Criadór, por
* KASDAinESTO. 99
Salvadór, i for Autor de todos los bienes, i, por tanto, se le deLc crandisimo agradesziiciento, i obedienzia; asi se nos manda aquí, que demos testimonio d'esto, entre loshombrcsy gloriando nos de tal Scñór, confesando sus beneOzios, e inzitando a los otros, para que lo conoz- can: qae lo teman: lo crean: i esperen en Él. Item : es obra d'cste segundo Mandamiento, alabár al Señor, por todo lo que su Majcstád ha- ze , agora sea para nosotros próspero , agora sea adverso: confesando, que la prosperidad viene, por su misericordia , i la adversidád por nues- tros pecados: i pedirle siempre remedio, para las cosas que tocan a su gloria, i para nuestra salvazión, i sustentamiento. 1 así, son obras d'este Mandamiento, todas las crazioncs, que la Iglesia en el ofizio di%-ino haze : i las que hazen los miembros d'eüa, particularmente. Será tam- bién obra de este mismo Mandamiento, evitár, i perseguir las blasfemias i todas las cosas por donde el Nombre del Seüór es maltratado, i des- acatado entre las jentes: como son, la pocare- verenzia, que se tiene a su palabra, i a las co- sas sanctas. Es propria * obra d'este Mandamien- to, usár del sancto >'ombre de Dios, i traerlo por testimonio, para socorro de la verdád, que
t Por Cite paso vemos, qoc ys en tícmpo del Dr. Cons- tantino , eran comunes , en Espara las bloifémias, a qne se alaHc en una Nota ante- riór. ni Doctor aboya aqni, por perteguirlas. ¿Cómo? ¿PciagTiiendo a lo» Hasfe- 90tí Asi, no se desanai^
el mil. Otro remedio bai mas radical. ¡Por tlasfemo, lan- bién , persignieion , i quema- ron al Doctor I
' Esto no es zierto, a mi pareicr. Ko ¡trwr. Sapiimfr, en iodo Mf», e) juramento, es obra de este MaaáamieDto.
Obras contra- rias del se- gundo Man- damiento.
100 DEL SEGUNDO /*
importa, i está on peligro; para la nezcíidád del prójimo , o para !a de la república: i cuando es menestér, para la gloria, i lionrra del Señór. Las obras, que son contra este Mandamiento, son , las que propriamente son contrarias, i ene- migas a estas. No invocar a Dios: no dar Le grázias: invocar Demonios, i cosa? de supersti- zión: sembrar falsa doctrina, ó defenderla: de- pravar, i calunmiár la verdadera: no enseñar la verdad, cuando la vocazión lo pide: no socor- rer, con * esta misma verdad, cuando es me- nester: negarla verdad, i desamparar la confe- sión de Dios, ni por dádivas, ni por intereses, ni por persecuciones, ni tormento, ni muerte. Pecan, contra este Mandamiento, los que se alaban a si mismos, i se atribuyen los dones de Dios, i quieren, que no a Él, sinó a ellos, se den las grázias por lo que son , o por lo que bazcn. Los que por falta de pazienzia, se maldizeu, i llaman el nombre de Dios, no para ser favoreszidos, sinó para ser maltratados d'Él. Los que lo toman, para maldezir a otros, i para otras semejantes execraziones; habiéndolo do llamár, para amparo, i para remedio de todos. Pecan, los que lo mezclan en conjuros, o en en- salmos, donde hai nombre del Demonio, o de superstizión , o de vanidád: porque habiendo de ser en Él solo, la confianza, lo acompañan con cosas vanas, o diabólicas. Pecan, asimismo, los que lo llaman, o usan d'Él, para pedirle cosas ilízitas. Los que lo traen en la boca, con false-
1 En vez de, con esla , pareze , que debería dezír, a esta.
°A MANDAMIENTO. ?• lOÍ
dad, c hipocresía, para, mas a su salvo, encu- brir algún mal, o daño, que hazcn, o mala vida que tienen, o engañar a otros, para que los ten- gan por sánelos, o para fin de otros intereses. Pecan también, los que usurpan este Nombre, o las palabras de la Escriplura, i de cosas sáne- las, para cosas de burla, pará óosas deshones- tas, para mezclarlas eon fábulas: para dczír do- naires, o mosirár, que no las creen, o que las tienen en poco. No pecan menos, los qiio tratan la doctrina divina, con cosas rio hurlas, para agradár a la vana jcntc, con vanas imajinazio- nos, i con mezclado falsedad Pocnn gravisi- mamentelos perjuros, que traen la summa ver- dad en testimonio de su mentira, i la quieren confirmár con ella, i aprovecharse de la relijión del otro , para blasfemia del nombre divino, f 82- Pecan los que tienen mal afecto, i mala costum- bre de jurár, sin propósito, i sin nozcsidád, para cosas vanas, i de ninguna importanzia, sinó con temeridád, i menosprczio del juramento.
Dionisio. Ya se puede ver, por lo que habéis dicho, cuál es la verdadera doctrina, d'cstc sc-
* '>Los que, en un renfildn, lian vintaih un cnamnrarlo dislntiiio , í, rn otro , hazcn un sr.nnonzico cris/iano, que es nn coiiirnto, i un Tcqnio, oírle, o /í-í//e.>i— Podría aña- dirse, nlií, ron Zurvantos: pues hai maniricsla alusiiín, mn parcZc , en ése paso , a¡ gran rt>pucsto, i casi riqueza inagulable, del ramo de nues- tra Literatura poética anti- RUR , que comprende Farsas, Autos, Rclazioncs , Historias,
Ilomarzcs, Canziones , Tro- vas , i Santorales , i Loas, i Zcrt.Amcnc« , a lo divino , i burlesco ; donde, a raudales, derramaron copia de sales in- jcniosas los poetas antiguos de líspaoa : i Ioí imitaron, después, sin escrúpulo, ni modo, liasla nuestros prime- ros Poetas flóri;;os, mas en- cumbrados, que vinieron, des- pués que acababan los Inqui- sidores, de martirizár al Doc- tor Constantino.
102 'A DEL TERZERO ^
gundo Mandamiento: i conténtame mucho, esta manera, que lleváis, de dar la razón, del orden d'estos mandamientos, i por qué uno, ?e sigue tras otro. Asimismo, aquella explicazión, de có- mo el negativo, presupone su afirmativo : i los ejemplos, que ponéis, de por parte de afirmati- vo, i de negativo: i parézcmc, que lo debéis de seguir en lodos. Porque, aunque parezca pro- lijo, i pesado, i contezca, que una misma cosa, so repite en muchos mandamientos, i, a las ve- zcs, en uno; hazc mucho al caso esto, para los que no son tan ejerzitados, i han menester mui gran dcciarazión : i que se dcszienda con ellos mui a lo particulár. Seguí, agora, vuestra doctri- na, I dezid del terzero mandamiento.
Del ierzero Mandamiento de la Leí, i último de la primera Tabla.
CAPITULO XXVI. .
Amdrosio. K1 terzero Míindamiento, en orden, es el último de los tres, de la primera Tabla, en que se acaba de enseñar, e instruir el hom- bre, en cómo se ha de haber en el servizio, i honrra del Señór.
Dionisio. Dcclarád mas eso.
AirBROSio. Quiero dezir , que en el primer Mandamiento, se dijo, qué tal, hablado sér el corazón del hombre, para con Dios: en el se- gundo, qué tales, han de ser sus palabras: en el terzero, se dize, qué tales han de sér todas las obras.
'A 1U.^DA3IIEST0. S 103
D.'osisro. Esto quiero , que me declaréis mas llanamente: porque este Mandamiento, es, de la sanctiGcazióa de la üesta: i, por esta parte,
pcrteneze solamente, a la honrra de Dios. fiiL Quiero, agora, que me digáis, cómo aquí el hombre es 'enseñado, en qué manera se ha de haber en todas las otras obras. O, si entendéis, solamente de las obras, que pcrteneszen a la re- relijión, i honrra de Dios
AjffiROsio. Lo que yo entiendo * d'esto, cuan- do mi Maestro me lo enseñó, es: qae no es otra cosa « sanctificár las fiestas , i sinó habér ziertos días, que los Fieles, serialan, i ofreszen al culto divino : el cuál consiste , en que la Iglesia, con- curra, a las públicas zerimonias, que san sta- tuidas, i señaladas, para que esteriormente. Dios sea reconoszido, acatado, i reverenziada ; i muestren todos los fieles la obedienzia, que en esto tienen, i con bueno, i sancto ejemplo, se provoquen unos á otros. Que en estos tales días, señaladamente, sea honrrado, llamado, e invo- cado, i servido, con palabras, i con obras, de verdadera fé , i de verdadera caridád : i que, en ellos, la Iglesia se junte a oír la palabra Divina, ^ por la cuál ha de ser alumbrada, i guiada, en todas las otras cosas. I, por esto, se dize, que en este Mandamiento, es instituido, el hombre, de cómo se ha de habér, en todas las otras co- sas, para con Dios. Porque, no solo es enseña-
l Todo este periodo , atri- buido a Dionisio, está con- fuso : pero , no he ereido lízi- to, el Toriarle, modificándole,
a mi Tolmtád con an ñ. Le he dejado, paes, intacto.
' Pareze, q:ie debería de- zir, enlindl.
104 'A Dtr. TKUZEÜÜ ^
do, en cómo lo lia de honrrár cxferiorraente; cómo ha de tener ziei to culto, i zerimonias, con que, en la congregazlón de los otros, dé señal, i profesión de su Fé; cómo lo ha de confesár; cómo lo ha de llamár, e invocár, para ser ampa- rado, i favorezido d'Él; — mas también, avisa- do, i enseñado, que en estos tales dias, ova ' la doctrina, i palabra de Dios, de la cuál, ha do deprender, el verdadero uso, i fin, de todas las otras obras.
Dionisio. Muibién habéis declarado, qué quiere dezlr, «sanctiQcar la fiesta:» i qué quiero dezir, «ofrezerlo al Señór.» Mas quiero también que me digáis, por qué sa manda, que en este tál Fo!. 84. dia no se haga obra servil: i qué quiere dezlr, obra servil.
Ambrosio. Obra servil es aquella, en que mío trabaja, o haze trabajár a otro corporalmente, sin la nezcsidád, o caridad, (porque, muchas vezes, se puede, i debe permitir, semejante tra- bajo); sinó, por solo respecto, de ganar algo, o por tener en poco, lo que la Iglesia, en los tales dias, haze. Estas obras prohibió Dios, en el día del sábado, no, porque entonzes, de sí, fuesen malas, ni agora lo sean; sinó porque el hombre, se hallase desembarazado, para la verdadera, i spirituál sanctificazión de la fiesta. Porque como 61 está en este mundo, como en destierro, i para ser mantenido, en él, del trabajo, i sudor de sus manos, da se le lugar, en los otros dias
4 Oya', por oiga. Vea, ca- paña^ para que se congrega da uno de los Fieles , en Es- )&s días festivos.
'A MANDAMIENTO. 7» " 105
para que trabaje, i busque, lízitos, i honestos módios, con que pueda mantenerse ^ a sí, i a su familia, i socorrer, al que tuviere iiezesidád, i que no lo robe, ni lo adquiera, por maldád, ni por engaño. Mas, porque entendiendo siempre, en esto, i empleándose, del todo] en' el cuidado del cuerpo, i do lo que a esta presente vida per- tenesze, podría suzedcr, que se olvidase de Dios, i de la vida spirituál , la cuál es nczcsária, para gozár de otra mejor, i mas verdadera, i mas lar- ga vida; — señálasele, zierto tiempo, i día, el cuál, sea como dezmado, i ofreszido a Dios, en que se desembarazo, de todos los otros cuida- dos, [i] extcriór, c interiormente, baga rcconos- zimiento , al Señór, que lo crió , i lo sustento, en este mundo, i le tiene prometidos, grandes, i eternos bienes. I, que para esto, se junte con los otros miembros, de la Iglesia donde se ha- llare, en scñál, que tiene, una misma obcdien- zia con ellos: resziba doctrina, i mantenimiento spirituál, para su ánima: vaya enseñado , para obrár todas sus cosas, con fé, i obedienzia del Señór : sococorra la nczesidád de sus prójimos: Fui ofrezca sacrifizios spiritualcs de orazión, i de grázias: conosziendo, i confesando, que, por su pecado era perdido , i condenado desde su na- zimiento: i que los trabajos d'esta vida, i los sudores, i ejerzizios de sus manos, eran ira de Dios, i maldizión de su pecado: i, que por me- dio de Jcsu Cristo, Unijénito Hijo suyo , Rcdemp. tór, i Señór nuestro, se ha vuelto todo, al revés: que su pecado es perdonado: i la cruz, i tra- bajo, de su destierro, es tornada en bondizión»
lOC DEL TERZEnO J§
si ól la quiero sufrir en pazicnzia, i en fé, i amór del Scñór. I , que , do aqui, conozca cuan- to debc[a| Aquél, que no solo lo sustenta, i lo bcndize, en los trabajos d'cstc mundo , mas, al fin d'ellos, lo espera, con quietud, i holganza, que nunca ha de tener fin.
Dionisio. Ilabeislo declarado, mui a mi con- tento, i mui verdaderamente, i, zicrtamcntc, aquella es verdadera fiesta, i donde verdadera- mente se huelga, en la cual se hizicren tales considerazioncs, tan dulzes, i tan sabrosas: i de donde tanta recrcaziún, i descanso, se lleva, para el trabajo de los otros días. I agora se en- tiende mcjór, lo que al prinzipio dejistes: Que aunque esto Mandamiento, paresze, que sola- mente contiene, las obras, que perteneszcn, al culto, I honrra de Dios; tiene también doctrina, i enseñamiento, de todas las obras del hombre. Pues en semejantes días, se haze una como pro- visión de doctrina de conoszimicnto , i alivio, para todos los trabajos, i todas las obras, en que el hombre ha de pasár esta vida. Grandes miste- rios tiene este mandamiento, mui spirituales, i mui provechosos. No sé, si vuestro Maestro, os dijo algo d'ellos.
Ajicaosio. Dijomc, quo aquí estaban enzerra- dos grandes secretos: mas, que por cstónzes, no quería tratúr d'ellos, hasta que yo estuviese rol. 80. cjerzitado en la guarda do este Mandamiento, conforme í le declarazión, que 61 me daba, que es, esta misma, que he hecho.
Dionisio. Hizo mui bién, i mui azertada- mcntc; porque hai muchos, que luego quieren
í< MANDAMIENTO. ?» 1 07 1
sabór, i ponór en obras, las cosas mui subidas de spíritu, i de grandes sentimientos, dejando de cumplir, lo que los mandamientos de Dios, a la letra, i claramente, piden. I, no solo deján- dolo de cumplir, mas siendo mui inhábiles, para las tales obras, i aun burlando d'ellas, i tcnión- dolas en poco. Vuestro Maestro os aconsejó mui bión, que os cjcrziteis, en la ejccuzión d'cstc Mandamiento, según la dcclarazión, que él os dió: que dcspuós, todo eso otro, se puede entcn- dér, i en tiempo, que so saque, d'ello, verda- dero provecho. Porque, a hazerlo al rcvós, como muchos lo hazen, ni quedariades con lo uno, ni con lo otro, sinó con engañár a vos mismo, i a otros. Agora , dezídme las obras, con que este Mandamiento se guarda, i las contrárias, con que deja de ser guardado.
Ambrosio. Las obras de este I\Iandamiento obras aoi ter- sen: oír la palabra de Dios: favoreszér al minis- ^^au- trod'ella: usár de los sacramentos rectamente: provocár a otros con su buen ejemplo : concur- rir, en los días de la Fiesta, al oGzio divino: te- ner ejerzizio de orazión, de obras de caridád, i de sanctos, i buenos ejemplos. Las obras contra obras contrá- él, son: menosprézio de la palabra do Dios: de riasaitcrzcro las públicas zerimonias : no usár de los sacra- '^^^"'ian"'-"''»- montos: usár indebidamente d'cUos: instituir re- lijiones vanas, i supersliziosas: dár malos ejem- plos, el dia de la Fiesta, para que otros no hagan lo que son obligados en semejantes días: hazér obras serviles, que embarazan , e impiden al hombre, para hazér aquello, a cuyo fin, prin- zipalmente, la Fiesta es instituida.
i 08 "ifs DEL CUAÍlTO MANDAMIKMO ?í
Dionisio. iVo es mcncstór, quo paséis adelan- te. Solamcnle, me responded, a una cosa: i es, ¿qué juzgáis, yos, de muchos, que, aunque en el día de la Fiesta no trabajen, ni dejan de oír misa, vemos, cuán mal oyen la misa, i cudn sin fructo, i cuan peor el sermón? I aquella hora, i aun lo mas del día, so les pasa, en vanos pensamientos, en feos, i torpes ejemplos, en dar, en todas sus cosas, grandes muestras de su locura, en juegos, en blasfemias, en glotone- rías *; i en otras muchas cosas, que están, por nuestros pecados, tan públicas, i sabidas, que no esmenestér, que yo aquí las repita. ■
Ambrosio. Digo, que aunque [aj aquellos ta-' les, la Iglesia no los castigue, porque pareze, que cumplen, con lo exterior d'este Mandamien- to; tienen otro Juéz, que los castigará; i a quién darán cuenta del spirituál cumplimiento, de la sanctiñcazión de la Fiesta.
Dionisio. No es menester', que gastéis mas palabras: que por lo que habéis diclio , se conos- ze, que lo tenéis mui bien entendido. Dezíd del cuarto Mandamiento. ■ ' ■ ■"' • ••
Del cuarto Mandamiéntó de la Lei , i 'primero, de la segunda Tabla.
CAPITULO XXVII.. ^^.iii;7 ..j.-:,.^
Amdrosio. En el cuárto Mandamiento , co- mienza la segunda Tabla, en la cuál, el hombre
I Glutonen'as, en el antiguo impreso , por arciismo.
'.A DE i.A i.ni. ?» 109 es enseñado, en cómo se ha de liaLér, con los otros hombros. Qué respecto los lia de tcnór. Qnk obras ha de hazór. I de cuáles, so ha do guardar, para no ofenderlos. I, porque lo prinzipál, que entro los hombres conserva la paz, i el orden que Dios les ha puesto, es la obedienzia, i sin esta, ningún otro bién podría tenór lugar; co- mienza a tratar, d'ella, el cuarto Mandamiento, i primero, d'esta segunda Tabla: en el cuál, el Señor nos manda, que honrremos a nuestros ^o'- Padres. I, porque este vocablo honrrár , tiene mui grande significazión , mándasenos aqui, que no solo les tengamos obedienzia, así liviana- mente, sino, que les tengamos, un grande res- pecto, i acatamiento: como a instrumentos, a quien Dios escojió, para darnos sér en este mun- do. I asi, nos habernos de preziár, i conten- tar d'ellos , de cualquier linaje, i condizión, que sean, como de cosa dada, i escojida de la mano de tal Señor, e para tan grandes fines, i efectos. Ilabómoslos do socorrór, en sus nczesi- dades, e trabajos, con grande amór, i pazienzia, si, alguna vez, nos fueren difiziles, i enojosos. Porque, en esta honrra, que aquí se nos pide, se enzierra un singulár agradeszimionto, que habernos de tener á nuestros Padre?, e una paga igual, de lo que por nosotros hizieron. Ellos nos cnjcndraron, i después de Dios, nos die- ron sér: criaron nos, i sustentáron nos, con grande trabajo, i cuidado, i con mucho su- frimiento, de nuestra niñéz, i de nuestras igno- ránzias, i pesadumbres. Justo es, que resziban de nosotros, iguál, i aun mayor benefizio, si
tío "A DEL CUAniO MVND.UIIENTO ^
mnyór lo pudiese haber, que el ser que d'ellos rcszcbimos. Que, como ellos nos amaron, los ameraos: como tuvieron grande cuidado de nos- otros, asi lo tengamos d'ellos: que los sustente- mos, como nos sustentaron: i que tengamos siempre en la memoria, cuántas cosas nos su- frieron, i con cuánto amór, i pazicncia: i co- nozcamos, que ningún trabajo, ninguna pesa- dumbre, nos pueden dár, con su pobreza , con sus enfermedades, con su condizión, o con su edád; que pueda igualár, con el que nosotros les dimos, i con todas las ignoránzias, i porfías, i desvarios, que suelen acompañár, la primera edád en que nos criaron. I que, sobre todo, re- I. so. •verenzlcmos en olios , aquella ^ superioridad, que Dios quiso, que tuviesen sobre nosotros.
Dionisio. Hasta ahí, todo está bien dicho: resta que digáis, si este Mandamiento se extien- de a otras personas algunas, o solamente com- prehende, ú los Padres naturales.
A cuales personas se ha de cxlcndér, lo que pide el cuarto Mandamiento.
CAPITULO XXVIII.
Aotrosio. Como este Mandamiento sea de obedienzia, i no de cualquier obedienzia, s¡- nó de aquella, que es menester, para con- scrvár el conzierto, i paz, que Dios tiene pues- ta, i pide, que haya entre los hombres; cla- ro está que se extenderá, a todos aquellos, que, para este fin, son superiores, i como pa-
«. DE LA LEI. 9» 111
dvcs. I asi habernos de cntendór, que cu esto Mandamiento, está mandado , que honrrcmos, i obedezcamos, a nuestros superiores todo?. Que los vasallos, obedezcan a sus Reyes, a sus Se- ñores, a sus Ministros, i a sus Justizias: la mu- ■ jór, al marido : los siervos al Señór: los diszípu- los, lionrren, i sean agradcszidos á sus Maestros: i todos estos, a los Perlados, i Ministros de la Iglesia, por quien son encaminados, i enseña- dos, para el conosziraiento, i servizio de Dios. Porque, todos estos, tienen razón , i ofizio de padres, para con los otros. Los Prinzipes i Jli- nistros de la Justizia, nos substentan en paz , i en concordia: el Perlado, paresze, que cnjendra do nuevo al subdito, enseñándole fó, i cono- zimiento, del servizio del Señór: el Maesiro, pa- resze, que da, uno como nuevo ser, al diszipulo: el Señór, es como padre de su familia: i asi se puede ir discurriendo, por todos los demáí. I, por esto, no solo se Ies debe honrra, i aca- tamiento de exteriores zerimonias, mas tam- Foi. bién de lengua, de comedimiento, do rcconos- zér la superioridád, i ventaja, que Dios les quiso dár: de no perseguir, e infamar sus faltas, si al- gunas les conosziéremos: de tener respecto, i es- tima, al oOzio, i cargo que tienen.
Dionisio. Satisfecho habéis, a mi pregunta. I aunque esta materia, se podría asaz dilatár, i no sin mucho provecho ; no seré sinó mui bre- ve, en dczir mi pareszér, azerca d'olla, pués el tiempo , no da lugar a otra cosa. Mui bién apuntastcs la razón, porque todos aquellos, que nombrastes , son comprehendidos en este Man-
112 'A DEL CUARTO JrAXDAMIEíCXO ^
damienlo, que es, por la imitazióu, i razón, que tienen de padres. I asi, la honrra, que este Jlandamicnto dizc, que ss les debe; tiene tres grados, los eualos, diré yo, njora, algo mas claro , que vos , aunque todo se puede sacAr de vuestras p.alabras. El primero es : que habernos de acatar, i estimaren mucho, la prosenzia de Dios en ellos, dándole muchas grázias, por tal providenzia, e misericordia, como usa con nos- otros, en darnos aquellos, por sus Ministros. ' Porque, todos los que, vos, dcjistes, no son, sinó unos Ministros del Señor, que representan su prescnzia , su autoridad, i su favor ; i a quien Él ha cometido sus vezes. Porque el oGzio de Dios es, darnos ser: hazernos merzéd de conos- zimiento, de fé, i de amor, para con Él mismo: dar nos sustentamiento en esta vida: industriar- nos, para el remedio de nuestros trabajos : ad- ministrarnos paz, i justizia. De lo cuál todo. Él haze Ministros, a aquellos, de quien, vos, he- zistes menzión. I a.si, so les debia, el primér grado de honrra, que yo dije :como, aque- llos, que representan, la hondád, i presenzia del Señor : i ésta habernos de reverenziár en ellos, i tenerla siempre en nuestra memoria. El se- Foi. 91. gundo grado de ''honrra, que a estos todos, se les debe, es, obedienzia: como a persona
i Asi el impreso antiguo, i no pienso , que sea errata, por personas. Por lo demás, jiara cuanto ha dicho , i va Hiziendo el Dr. en este Capí- tulo sobre Pastores, i Mitiis- Iros , i la honrra, que mcre-
zcn ; todo ello , se entenderá nr-jór , leyendo con ríefen- zión, clCapítuloX, del Evan- jelio do s. Juán, donde , al rebatir nuestro Señór , la ira- putazión, que se ¡o hizo en el IX, 24, de ser un impos-
5S. HE LK LEI. ?» 113
a quien Dios dió dignidád, i supcrioricLid sobre nosotros: i dones de sabiduría, i de podér: i de las cosas , de que tenemos nczcsidád. I supli- carle, que siempre los envió talos, que bagan el ofizio para que son enviados: quo los conser- vo, i guarde, como a instrumentos, i ministros de su Providenzia. El terzcro grado de honrra es: no disminuir su autoridild, infamándolos, por los defectos que en ellos conosziéremos, o a nos- otros se nos antojaren. Antes, conoszcr, que si faltas hai en ellos; nuestros pecados, i ofensas, han mereszido, que no los tengamos m.cjorcs: i sufrirlos, en pazienzia, como la cruz puesta por mano del Señór, sobre nuestros hom.bros, para aviso, i castigo, de nuestras maldades. I, zierta- mente, importaba mucho, que este Prezepto, por ser (si bi6n lo consideramos) jcnerál a toda obc- dienzia, fuese mui tractado, i mui enseñado, a todo jénero de hombres. Mas, quiero acabar, con dczir solam.ente una cosa, que no creo, a vues- tro Maestro se le olvidó, i es: que asi como este Prezepto pide obcdienzia, a toda manera, i suerte de hombre, por la forma, i manera que habcmos declarado; asi por un secreto camino ^
l ír; muestra con c=n alcgriría pnslorúl, qvio nada buscaba, sino jl bcccrizio del pueblo: que Kl fué el verdadero Pas- tór, i Mesías: que los que se llamaban Pastores , i exco- mulgaban, a los que le rcco- nnzlan por el Mesías; eran cnscñarlorcs falsos, c impo<i- tnrcs, que lejos de buscar Kl, su interés rropio, romo liazc un impostor -. buscaba solo el bién del pueblo, i daba por
ellos la vida: i que solo mc- rczen cl nom_brc de Pnsíores, los quo de Kl lian aprendido, i prcdiran su docirina.
1 Gran fuerza tiene, a mi ver, este modismo del Doc- tór. Porque, sentando, que es- te iirc:c¡!ln de la ohcdtcnzin, es un .^errctn inndn Ican^innj de e.rijtr ipcdirl, >m dchúr im- preszindiblc de los Supurio- res; — vino a dezlr a Carlos V, i a Felipe II., i a los Prcla-
S
114 DEL CUAUTO ÍFANDAMIETO
pido a todos los Superiores, la manera, en qiio so han de haber con los súliditos. De manera que no es menos obligado, a este Mandamiento, el padre, al hijo; i el superiór, al subdito; i el ma- rido, a la mujer: i el señor, al siervo; que, por lo contrario: aunque, por otra considcrazión: la cuál está cubierta en el mismo Mandamien- to. Porque, cuando se dize, que el hijo lionrrc, i obedezca al padre; cntióndese, que es por ra- zón del ofizio, que el padre tiene para con el hijo, que es no solo ser padre natural, mas tam- bién, tenér cuidado de su crianza, i de sus Fol, 92. costumbres: f do cjerzitarlo en virtud, i conos- zimiento de Dios. Donde claramente, hablando con el hijo, se le pide, al padre, ofizio del Pa- dre. I, en pedir al subdito que obedezca, i honrrc al Perlado, se le dá a entender al Per- lado, los dones, que ha de tenér, para ser Per- lado. La dilijenzia, la szienzia , i el zclo, que se ha de hallár, en el Pastor; de las ánimas que tiene a cargo. Esto es, lo que también a él, se ' le pide, en este Mandamiento: lo cuál, si no tiene, sepa, que no es llamado de Dios, para tal ofizio. Por este mismo camino, se le pide al Prinzipc lo que se requiere, para el gobierno, para la justizia, i la paz de sus vasallos. I, al Mi- nistro de la justizia, la szienzia, i guarda de las Leyes: la fiél cjccuzión de laverdád. Por ésto camino, podríamos ir discurriendo por el ma-
dos, i a los Tciílogos autori- zados de su tiempo: "Por secreto modo, me es pcmi- lido , llariiir viicslra nlcn- lión: mirád bión, lo que ha-
zcis, c'c.»— Véase adelante. Pero ellos, no hizieron mas, que cojér, i prender, i matar a¡ Doctor.
cuarto m damicntn
DE lA LEI. ?» 115
ritió pnra con la miijór: i por todoK los estados. Mas, porque pasemos adelanto, i porque esto basta, para quien tanta afizión tiene, de guar- dar los Mandamientos de Dios, como, vos, mos- tráis; acabaremos con que, vos, en breve sum- ma, contéis algunas de las obras, que este Mandamiento requiere, i los pecados, que con- tra él se cometen : como habéis hecho en Ins otros Mandamientos.
Ambrosio. Las obras d'este Mandamiento '^'^"s son, las que, en summa, se han dicho, en la explicazión d'él , que es , no solo tener cxtc- riór acatamiento, mas también interior, a los padres naturales ; a los espirituales: i ministros del Evanjelio; a los Prínzipes , i Gobernadores de la paz i justizia temporál : las mujeres , a sus maridos: i Siervos, al Señor. Perqué, lo- dos estos, son ministros de su Providcnzia, [mándasenos J • los obedezcamos, hasta en tan- to, que manden, cosa contra el servizio suyo. Porque , en mandando esto , luego dejan de ser sus ministros. Donde mas claramente se en- tiende, cuánto quiere Dios, que los honrrc- Foi.03. mos , cuando no mandan , cosa contra su servi- zio. Pecan contra esto Mandamiento , los que obras contr.i- menosprczian a sus padres : los que se afrentan ['^^ del linaje, o bajeza de ellos: los que los niegan, por hazersc de otro linaje, o por otro cualqu¡6r interese : los que no los obedezca , en lo que justamente mandan: los que les responden des-
Mandamiento
' Se suple isa voz, por tal- descuido, o errata , en el ini- tár, o, otra semejante, por preso antiguo.
tlG "f. DFX ciiAnro mandamiento ?? acatadamente: los quo, on presencia, o en au- scnzia, lial)lnn fnal d'cllos; los que descu- bren ?us faltas: los que hurlan, i escarncszcn d'ellos: los que menospre/ian sus razones, i au- toridád : los que los desamparan en los trabajos, ¡ nczesidadcs. Pecan, los subditos, que menos- prezian las Leyes de los Superiores: que les niegan los tributos, que se les deben , o los de- fraudan en la paga d'ellos: los que los infa- man, i son causa, quo el pueblo los mcnospre- zic: los que son scdiziosos, i alborotadores con- tra ellos. Con estos mismos pecados, quebran- tan la guarda de este Mandamiento, los quo los cometen, contra los ministros de la Iglesia. To- do esto so entiende, según la parte de la auto- ridad, e jurisdizión, que cada uno, tiene sobre su subdito. Porque, en una manera, es la del marido, con la mujer: en otra, la del maes- tro, con el diszipulo: en otra la del padre, con el hijo. Aunque a todo?, jcncralmcnte, se les debe, acatamiento, i gratitud. I si algunas dife- -renzias bai, de unas obedienzias, aotra.s, serán mui lijeras de conoszér, al que tiene afizión a guardar el Jlandamiento de Dios. Los Superiores pecan, si no guardan la regla, que, en el prin- zipio dije. El padre, que no tiene cuidado de criAr a su liijo: que no lo ama, como a fructo, que Dios le dió: que no lo encamina, e indus- tria, a que obedezca los Mandamientos de Dios. El Prínzipe, que pone injustas leyes: que no Foi. üi. haze ejecutar las justas, que, con tiranía, toma lo que no le deben los subditos: que permite malos ministros : que se deja corrompér por
^ DE LA LEI. ?S 117
favores, por gr;\zia, o por desamór, o por dádi- vas, o por intereses. Por estos mismos caminos, ofenden los otros Ministros. I, de aquí se veo, por que manera lo quebrantan, los Perlados eclesiásticos, menosprcziando la szienzia, que han mcncstér para el gobierno de sus ovejas: permitiendo que sean mal apazentadas: tenien- do mas cuidado de los bienes temporales, que do los spirituales
Dionisio. Lo dicho, me parezo, que basta, para el entendimiento d'cste prczcpto. Aunque, según yo veo, que vos, lo entendéis, bién me pareze, que podriades pasar adelante. Dezid del quinto Mandamiento.
Del quinto Mandamiento de la Lei.
CAPITULO XXIX.
A.Miinosio. El quinto Mandamiento es: No matarás. Este tiene su razón, i orden, como los otros, que habemos dicho: porque, propriamen- te, tras el Mandamiento déla obedienzia, viene, el que nos enseña, lo que en particulár debe- mos hazér, con todos los hombres de cualquier suerte, i condizión que sean -. I porque lo quo los hombres mas aman , i mas estiman ; de las cosas
i El Doctor parpzc aquí se- ñalar tres pecados frccuontcí, en un Prelado malo : mcnos- prczio de la Biblia: quitár esc pasto del alma , a sus subdi- tos : codizia, junta con ambi- zión.
* Con lo'hs los hom- bres, etc. Nótese, alil, el distintivo del rristiani-mo ; el cristiano , dehc amnr , t no perseguir, al que no tiene por tal. Léase bien.
118 "/i DEL QUINTO MANDAMIEN'íO ^
d'cstc mundo, es la vida; por eso, se pone cslc Mandamiento en la delantera, en que fsej nos manda : que a ninguno de nuestros prójimos quitemos la vida, por nuestra propria auto- ridád ».
DiONisiO. ¿Por qué dezís, eso, de nuestra au- toridad? Porque, pareszo, que dais a entender, ' que por ajena autoridád, podría , alguno, matar a otro.
Ambrosio. Asi es la verdád. Porque el que es ministro de la Justizia, puede, por autoridád .05. de la Lei, o de su Superior, quitár la vida a otro. Mas esta no es particular venganza de al- guno , sinó de toda la república, a la cuál, con- viene castigár, e quitár de sí, los malos, c pcr- judiziales miembros , que pervierten, en ella, la paz, i la justizia, i servizio de Dios. Estos son justamente castigados, porque, quebrantan, i raenosprczian, el cuarto Mandamiento de la obedienzia, que agora dijimos, con grande desa- sosiego, i daño, de la república, i de lo que Dios quiere, i ordena : i , d'esta manera de matar, no habla nuestro Mandamiento: porque esto so en- zierra, eii la pena, que mcrcszen muchos, de los que quebrantan el cuarto, i primero d'esta segunda Tabla. En este, solamente se trata de la particular venganza, que muchas vczes los hombres, por su propria autoridád, quieren to- már. Por este Mandamiento, no solo es prohi- bido matár al hombre extcriormcntc, mas tam-
i por la ojrnn, tampoco: mulgado ya el Kvarjclio, c añadiría yo. La vida de un Buena Nueva. Sirva esta Ko- hombre , es inviolable, pro- ta, para lo que iigue.
?S DF, LA LEI. 9t 110
bién los afectos,' i pasiones' del corazón, de donde se suele rccrczcr la voluntad, i obra, de matár: porque, prohibido el efecto, es vista ser prohibida la cáusa. Las pasiones, de donde pro- zede la voluntad, o obra, de ser homizida, son: ira, soberbia, invidia, avarizia, deseo do ven- ganza, o de otros intereses, a que nuestra mala inclinazión nos atrae. Todos estos malos afectos son, por este prezepto, prohibidos, como cau- sas, i despertadores de tan mala obra, como es el homizidio. I, porque de tan malas cáu- sas, ningunos efectos pueden naszér, que tam- bién no sean malos; son también vedados , por esta misma razón, la infamia de mi prójimo; el hablar de manera, que atraya, a otros, en ira, o menosprezio d'él. Finalmente, nos obliga, este Mandamiento, a que ni con obras, ni con len- gua, ni con ocasión, ni voluntád; seamos per- judiziales, o dañosos f a los hombres La raíz i Foi. 9g. fundamento, del mal, que de un hombre viene a otro, naszc en el corazón: de allí, se encamina a la lengua, i a las manos, i a todas las otras obras, por donde el hombre os maltrae tado do su prójimo. Por esta razón, hnbcmos de enten- der, que prinzipalmente, son prohibidas en este Mandamiento, todas cualesquiér pasiones , que pueden encaminár el corazón del hombre, a cualquiér daño, i perjuizio do otro. Quiere Dios, entre los hombres, grande concordia, i
1 Pccapazitonbii'n, los qtio fox i. los hombres con fus
jnzgan, perFig^uiencIo, a otros obrn:^, i sns Icnqnnt; rn Ins
por rdusasfie rclijion; si son, ocasiones, i con la volunlád. o no, per judiziales, i daño-
120 » DEL QUINTO MANDAjriENTO
amistád, i grande libcralidád, i largueza do los unos, para con los otros. Porque como todo el mundo, sea criado por causa del hombre, i el mismo mundo, no sea, sinóun traslado, ¡ muestra del amór, i de la benefizcnzia de Dios; en ningu- na otra cosa mas, se puede conoszér este amór, i esta liberalidád, i largueza de Dios, que en la paz, i en la concordia de los hombres, que Él crió , para ser conoszido en ellos. Porque , con ella, dan a entendór, que son siervos, i vasallos, de un mismo Señór; que reconoszen una mis- ma fuente, ¡orijen de todos sus bienes. I, por el contrai-io, con la discordia , i enemistád, pa- reszo que quieren dezir, que no son todos de una casa, ni viven debajo de una misma obedionzia; pues no imitan todos a un Señór, ni le pares- zen, en la paz, para que los crió; ni en la mag- nifizenzia, que con todos ellos ha usado. Do aqui es, que los que mas procuran, por la con- servazión d'esta paz, i raayór pazienzia tienen, porque no sea deshecha, ni rompida, mas zier- tos, i mas conoszidos siervos, son del Señor: i así, testifica d'ellos, nuestro Rcdcmptór, en el Evanjelio:— «Bienaventurados los paziñcos: por- que estos, serán llamados hijos de Dios.» Bien- aventurados los mansos; porque ellos, poseerán Fol.97. la tierra.»— Dando f a entender, que estos so- los, responden, i aprueban, como verdaderos hijos: estos dan testimonio, de quien los crió, en el mundo representando aquella bondád, aquella paz, i concordia, que so requiere, que tengan los hijos de un mismo Padre, i de tal Padre: ellos solos, usan del dominio de la
"A DE L\ LEI. 9S 1'21
tierra , según la condizión , i fin , para que les füc entregada. I asi, los que rompen, i mc- nosprczian esta paz, i que ninguna cosa quie- ren sufrir, ni hazcr, por respecto de la con- servazión d'ella; son como deshazcdores , i afrentadores do la obra de Diós; i dados, i sen- tenziados , por enemigos suyos : porque en cuan- to en ellos es, borran , i desbazcn, el traslado, con que Dios en este mundo, mas representado, i conoszido es.
Dionisio. Cuanto, que, si d'esta manera, vos, entendistes , todo lo que vuestro Maestro , os en- señó: yo os digo, que no estáis mui lejos, de ser tan Maestro como él. Quiera Dios, que con aquella aüzión lo pongáis en obra, con que, pa- rcsze, que lo dezis. No quiero, que paséis mas adelante, en esto, sinó, que me digáis, las obras afirmativas de este Mandamiento, i luego, las negativas: porque, este Mandamiento, aun- que es negativo, no estará sin su afirmativo. Esto, no es para mas, de para que se dé, una mui llana, i fazil cxplicazión, de los Mandamien- tos: que, a la vcrdád, bién mirado, todo se cn- zierra en la declarazión que dais d'ellos.
Ambrosio. Este Mandamiento , aunque vaya ohras ,m dado por via de negazión, diziendo: «No mata- 1"'"^'^' rás :» sigúese d'cl, manifiestamente, que inclu- ye en sí afirmazión : porque probibicndo los malos afectos del corazón, que son en perjuizio del prójimo; es visto, pedir buenos, i provecho- sos afectos , para el mismo : i, probiliicndo ma- las palabras, i obras, es visto, pcdii'Ins buenas. I asi, /■ las obras d'cste Mandañiicntü, perla i-ci.os.
122 DEL QUINTO MANnAMlKNTO ^
parto afirmativa, son: buen z.elo, ilc los bie- nes de su prójimo: perdón do todas las injurias: pazicnzia, i sufrimiento en ellas: socorro en las nczcsidadcs : rogár a Dios, que lo ampare , i lo favorezca, en los bienes del cuerpo, i del áni- ma. Señaladamente, en este Mandamiento, es encomendada la pazicn/.ia, sin la cuál, no so puede conservar, la paz, i concordia, entre los hombres. Pedir al Señór, socorro para todo esto: porque el corazón humano, do su propria raíz, i naturaleza, es soberbio, i mal sufrido, i ami- go de verse vengado. Suplicarle, con toda hu- mildad, que , para esto caso, haga nuestro cora- zón, tán largo como Él lo pide: que nos- dé, mansedumbre para con nuestros prójimos: es- tudio', i dilijenzia, do paz, i concordia, con ellos mismos: largueza para mcnospreziár todo aquello, que, en esto, pusiere estorbo. Que no I domos mal, por mal: sino, quo antes, por el mal, demos bión. Quo reguemos, por nuestros enemigos: i que confiemos, de la gi'an bondad, i misericordia do Dios , que los ha de convertir,, Obras con- i encaminar a buen fin. Las obras d'eslc mismo irarias al Mandamiento, por la partc , quo OS negativo. O, damic°nio7' ^^^^ hobVlc mas propriamentc, aquellas, por donde 61 es, quebrantado, i mcnosprcziado, son: ira, i rcncór, con el prójimo : invidia: deseo de alguna venganza: palabras injuriosas, en au- scnzia, o en prcscnzia: cscripturas, con que lo infamen, i afrenten. Ser calumniadór do sus pa-
1 Esluriio, aquí, tiene la iiicliitazión, deseo, amór, :\zcp2iún lalina, de, afnióii,
DE LA LKI. % 123
labras, o de sus obras: scrmalsin, para contra úl: dar consentimiento o consejo, para contra ello: poder le socorrer en sus nozcsidadcs, i no hazcrlo. Pecan contra este Mandamiento, los que hazen hechizos, o dan bebedizos, de donde se rccrcszo daño para la salud, o juizio, de poi. .,9. los hombres: las madres, que matan, en el vientre, a sus hijos; o hazcn cosas, con que estorban el conzebimiento d'ellos: los que se matan a sí mismos; o, por malos rejimientos, por gula, i desenfrenamiento, o, por otras por- fías, o superstiziones, azelerau su muerte, o cortan miembros de su cuerpo: los ministros de la justizia, que no por solo zelo d'ella, sinó con crueldad, i menosprezio de los hombres, la po- nen en ejecuzión.
Dionisio. No digáis mas, que harto sería de rudo, quien por las reglas, que habéis dado, no sacase las que dejais. Dczid del sexto j\Ian- damiento. I, pues que comcnzastes, a dar la ra- zón del conzicrto, i orden, que hai entre ellos; diréis, porqué éste, se sigue tras este otro, del no matar, como hasta aquí habéis hecho.
Del sexto Mandamiento de la Lei.
CAPITULO XXX.
A.^InR0SI0. El sexto Mandamiento es: uNo co- meterás adulterio.» Es negativo, como el pasa- do, mas tiene también su afirmativo.
Dionisio. Luego declarareis eso punto. Dú- zid, agora, de lo primero.
124 'A DEL SEXTO MANDAMIENTO ?»
AMnnosio. La cosa, qup, dcspuós de la vida, el liomhro mas eslima, i ama; es la mujer, que. tiene consigo , juntada por matrimonio : i asi lo muestra la cxpcricnzia, en todos aquellos hom- bres que no desvarían de la razón. Este amor, mandó Dios, que hobicsc, entre el hombre, i la muj6r: i puso grande inclinazión, i grandes prendas para ello Porque, de ninguno hazc tanta conüanza el hombre , como de su propria mujer: i la mujer de su proprio marido. Ko solo tienen la \ida, i la casa, juntos; mas todos los bienes, i trabajos, son, entre ellos, comunica- Foi. 100. dos, /■ i como unos : i sobre todo, la igual parte, que tienen eu los hijos, si Dios se los da. De aquí es, que después de quitar Lívida, al hom- bre; la mayór injuria, que se le puede hazcr, es tomarle su mujer, o, a la mujer tomarle el marido. Porque es quebrantar, i deshazér aque- lla grande amistád, i gran fe, que entre ellos hai. Por esto, este Mandamieto, de «no cometer adulterio,» se sigue luego tras el otro, do «no matarás. » I asi como el quebrantamiento del otro, es grande mcnosprezio de la obra de Dios; así lo es este, de la fé, que Él quiso, que hobie- se, entre el hombre, i la mujer. De la zertinidád, que a cada uno dió, para que conoziesc su pro- prio hijo, i tuviese cargo d'él, como de cosa tan suya; i del sacramento grande, que, por esto, es signiücado, que es, el espiritual matrimonio
1 Váyaso nolan(!o , enlodo rrilrcamcntc soslcnidas, por
cslo , cuán fuertes razones la fuerza de los gobiernos.
BC desprenden, naturalmenlo, Véase. Ep. I. a Tiiiiolco.
contra las leyes humanas, Cap. iv. 3. del zclibalo, prescritas , i sa-
DE LA I.EI. ?! 125
(le entre Cristo, nuestro Redempfór, i la Iglcsin, que t\ redimió. De lodo esto linzc burla , i es- carnio, el que quebranta este Mandamiento.
Dionisio. Pasta eso, que habéis dicho, para que entendamos, cuan grande mal es, no guar- dar este Mandamiento. Mas, es menester, que paséis mas adelante, i nos digáis, si solamente es defendido por este Mandamiento, tom.-lr la mujér ajena, o el marido ajeno; o, también otras cosas, por donde los hombres, algunas ve- zes, veemos, que han cometido fealdades, ¡ tor- pedades.
Ambrosio. Por esto comenzó a dezír, que este Mandamiento, aunque es negativo, contiene en si, un afirmativo, i según ambas maneras, so ha de considerar, para ser bien entendido. Por- que, cuando se prohibe el adulterio, prohíbese, por el consiguiente, la raiz donde * esta mala obra nasze: como dije en este otro Mandamiento de no matár:» porque si la raiz no fuese mala, no se daría por malo, el fructo que d'cUa .salo. I quien avisa, que se /" guarden del fructo, como f»!- de cosa mortífera, i pestilenziál; da a entender la maldad, que la raíz, en si, tiene. I asi digo, que en este Mandamiento, es prohibido, el áni- mo, que es mal inclinado , i consontidór de cosa deshonesta, i fea. I a.si, es vedada aquí, toda obra, i todo consentimiento, con que la hones- tidad, i limpieza, os quebrantada, de cualquier manera, que sea. Porque es vedado todo des- enfrenado apetito: i todo aquello', que fuere en-
> Dónde, por d'oniic, o de dizc: «do sale .i mover Erticr- doiide. As(Fr. Luis de León, ra, por, de donde saV, etc.
<.)br.-is dd soxio man- (lamicnti).
flbras con- trárias al sexto Man- damiento.
12C> r/:. DEL SEXTO M.\NnA>:iENTO
cnmin.ldo, ó tuviere pcmojanza , o rastro, de lo que solamente es permitido, a los qnc están juntados en lejitimo matrimonio. 1 asi, en el Mandamiento afirmativo, quo este negativo con- sigo trac, se nos demanda en este caso, toda limpieza de cuerpo, i do Anima. Porque, como el ánima, sea casa, i posada de Dios, i el cuer- po, lo sea del ánima; quiere Él, que todo ello, esté sailctiñcado a su servizio, i limpio, i puro, como conviene a casa, donde tal Scñúr, dizc que quiere morar. Por esto en este Mandamiento, so nos demandan castos, e limpios pensamien- tos: la vista, i todas las muestras, que de nos- otros salieren : las palabras, que habláremos: las cónversazioncs, que tuviéremos, todas, con ho- nestas señales, i ejemplos. I, que no demos ocasión, que por nuestra culpa, i descuido, juz- gue nadie otra cosa de nosotros. I estas son las obras', por donde este mandamiento es guarda- do, por la parte de su afirmazión.
Dio.MSio. Dczid las otras, por donde es me- nospreziado, i rompido; que serán las contrá- rias de las que agora dejistes.
Ambrosio. Así es verdad. Las Obras contrá- rias a este Mandamiento son: pensamientos tor- pes: hablas encarriinadas á ello: muestras, o mirár deshonesto; tcnér tracto, o conversazión, con jenfc, que livianamente es atraída, a seme- jantes pláticas: darles f ocasión a alguna li- viandad: dar consentimiento en semejantes co- sas; favoreszerlas; o dejarlas de estorbár. Pe- can, contra este Mandamiento, las madres, i padres, que no dan grande ejemplo de honesti-
'A DE LA LEI. /S \'2~
t\fu\ ;\ sus hijos: qnfi no ponen dilijcnzia on giianlai-los. Las que dpjnn a sus hijas anclár dos- inandaJas, por donde se los puede recroszér in- con viniente alguno. Los que tienen súbd¡l,o.<í deljajo do su mano, ¡ en esto caso no tienen la vijilanzia, sobre ellos, que es menester. El ma- rido , que con sú propria tfiujcr, usa desenfrena- da, e ilizltamente, nO según la rcverenzia, que el matrimonio les permite. Los que, por comi- das, ¡ regalos, dejan creszér en su cuerpo, las fuerzas, e tiranía do su rum apetito. Los que usan de gal.is, i otras semejantes cosa?, para esto fin; para paroszér bión, i provocar en sí, o en otros, estas tales locuras. Los que hazon In mismo, con músicas: con scripturas do vanida- des. Los que las componen, i escriben. Los hi- pócritas, que debajo de palabras sanctas, i de cosas do rclijión, encubren, i crian pensamien- tos feos; i con tales achaques, tienen convcr- saziofiós, i compañas peligrosas. Pecan también, gravemente, los que por alguna compaña, o convcrsazión , sufren , que haya sc.'^ndalo , e in- famia d'ello, entre la jente: porque, en este caso, no basta tener uno limpio su corazón, sinó, que es menester, que, en cuanto en si es, eslorbc el pcrjuizio, de su fama, o de la ajena.
Dionisio. No quiero, que por agora, gaste- mos mas tiempo en esto: aunque, por zierlo, vos, lo habéis dkho, de lal manera, que no solo, a vos, se deben muchas grázias, por ello; mas también a vuestro Maestro: i, aun no sé, si mas prinzipalmcntc , que a Tos. Pues os en- señó, que tratváscdcs de tal materia, tan limpia,
128 'A DEL SÉPTIMO MANDAMIENTO
Fol. 103. i inii castamente, sin f meteros en otras tor- pcdadcs, lie que niuclios, liazen mui gran- des, i mui largas pláticas, i mui sin provecho porque, por nuestros pecados, mas se sabe, d'ello, que os mcncstér; i solamente hablár en ello, es afrenta. Vos dejistcs, en summa, lo que haze al caso: i encarczistes mui bión; la viji- lánzia, que en esto caso, todas las jentes deben traér sobro sí, por ser la flaqueza humana tan grande^^, i los peligros, tántos, i tan a la mano. Lo demás, sépanlo los confe.<íores , para cuando fuere menester. Vos, dezíd del séptimo Man- damiento, do la manera que habéis dicho, do todos los otros.
Dd séptimo Mandamiento de la Lci. CAPITULO XXXL
Amurosio. El séptimo Mandamiento es : «No Imrtarás.» Este, también es negativo, i tiene su afirmativo : sigúese, en orden, tras este otro, de que agora dijimos. Porque, después de la mujér, lo que mas ama el hombre, son todos los otros bienes, como son los hijos, i los bienes temporales, i lo que pareszc , que va en corapa-
1 KI Doctór aUidp, aquí, a i-sos «Artes de onszEMnAD» i|uc tanto abundan en Espa- ña: ronifipor ejemplo: uArle tic bifn rniifcsár : assi pura el confciór, como para el pe- nitcnle : hecha pnr el licve- reiiiio Maestro Pedro Ciruelo. M.n.Xlviü. Sevilla. Svo.o i vtrcs, n\ucbo mas obszcnos
aun. La enmienda, de esto, en nuestros tiempos, la mani- fiesta', en sus muchas cdi/io- ncs'í el obxzenisimo : '•¡¡cdo práctico, i Fntil de haz.i'r una Cnnfcsifin jct!rr/tl.--Com- puesto por el V. Pedro Cala- tayful , Misionero de la Com- ruíiia de Jesús; que es una verdadera Spintria.
•«í. DE I.A LEI. ^ 120
ñia d'esto; por esta razón, en este Mandamien- to, so nos dizn: que no tomemos, a otro, lo que es suyo. En esto, tiene lugár, la misma ra- zón, que en los otros Mandamientos dijo, para mayor, i verdadera e.xplicazión d'ellos. 1 es, que, prohibiendo el hurto, se sigue luego, que son también prohibidas las raizcs, de donde sa- le el hurtar. Esta es, la avarizia: la cobdizia de las cosas ajenas: la invidia d"ellas: el me- nosprezio de quien las tiene. I, por el contra- rio, se nos manda, la dispusizión, que en este caso, en nuestro corazón, habernos de tener, que es el íilandamiento afirmativo, que el nega- tivo, trae en su compañía, i lo presupone. Es- ta dispusizión, es una buena, i larga volun- ^oi. io4. tád. de alegrarnos, de los bienes de nuestros prójimos: que seamos, en esto, sanos, i libera- les : ¡ que estemos t;in lejos , de pesarnos de los bienes ajenos; que estemos aparejados, para dar de los nuestros, cuando ocurriere la nczesidád. Quien esta dispusizión tuviere, tiene aparejo mui fazil, para el cumplimiento de las obras d'este prezepto, por la parte, que enzicrra en si un afirmativo. Las obras conlrárias a él, son, tomar alguna cosa de la hazicnda ajena, contra la disposizión, i mandamiento, délas leyes: robár loshijos ajenos, sosacarlos, i persuadirlosparaque hagan alguna cosa mal hecha; o que no obedezcan a sus padres: rcszcbir d'ellos alguna cosa estando en podér de los padres, i tutores. La misma cuen- ta es, de los siervos, i mujeres casadas. Pecan contra este Mandamiento , los que no obedeszen las sentenzias de los Juezes, que tienen .lutori-
i
130 ora, séptimo mandamiento ?í
(lád do juzgír: los que Iracn pleitos injustos: los que injustamente los dilatan : los que encubren las scripluras, i el camino, por donde se podría saber la verdád : los que son consejeros, 1 mi- nistros d'cUo: los que alegan mentira, i false- dad, i se aprovechan d'ella : los que no pagan cumplidamente, las rentas de los Prínzipes, i délas Repúblicas, fi] los diezmos ' de las igle- sias: los Señores, que no pagan á los criados, o les dilatan las pagas, con daño, i detrimento d'ellos, los que no pagan, a tiempo; o lo alar- gan, o pleitean, por traér á los otros, a ta- les conziertos, que pierdan, do lo que so les debía: los Prínzipes, que tiránicamente lle- van, lo que no se les debe, que no emplean, lo que justamente se les debe, en aquello para que es. Lo mismo [digo], de los Perlados ecle- si.isticos. Pecan los juezcs, o ministros de ofi- 105. zios públicos, que llevan mas derechos de lo que se les debe; o usan de ai te?, im añeras, por donde los otros se los den. Los que faisán, o mezclan las cosas que venden: o dan uno poi- otro: o no tál, cual debía de ser, conforme a las leyes, que sobre ello están puestas; con pala- bras, con pesos, i medidas falsas, i de otras muchas maneras. Los que usan de contractos usurários, e injustos. Los que, contra derecho,
i La conlribiizit'in ilcl /))>;- mo , no fxi>to, lir hecho, i existo en el Catctismn, que se enseña en tod.'i^ las ]■>- ciielns do K^paña : que es anoniilía ridicula, i vcrponzo- sa. El [)ic:.nio , os , solo , o, fué Leí juilnica. Nuestra Lei
nueva, o Cristiov/i , ivpiifrna, 1 ccm-lrna loítn clase ilc con- Irihuzión re¡i]wxa, Torzada. Todo lo que den , los cristia- nos , por motivo de relijiñn, o culto ; debe ser vo/iirilnrin. TxlüPredicadórdcIF.vanjelio, lehe nianlenerse í su cesta.
"A DK LA LEI. J5
131
1 vcrdád, votan en Cabildos, en Juizios, o Ayun- tamientos. Los que admiten personas indignas, o las prefieren a otras , para ofizios eclesiásticos, o seglares. Los Juezes, que permiten malos ofi- ziales, que dañan lo que hazen, o -lo menosca- ban: porque estos, son todos, ladrones do la república «. Así lo son, los que llevan salá- rios de la república, o délas personas d'ella, por cargos, para los cuales, ellos no son sufi- zientes. Los hipócritas: los que con íinjidas san- tidades, con milagros falsos, o con mentiras, i vanos induzimientos, i muestras; engañan la jente simple, i comen la limosna, que había de ser, de los pobres. I, según la cosa es, de mas calidád, o de mayór importanzia; asi será ma- yór, el pecado, i el hurto. Pecan, los que con palabras, o otras maneras, quitan á otro la fa- ma, i son causa, que no alcanzo, lo que pudiera alcanzár, por la mala obra de los que lo estor- baron indebidamente. Pecan, asimismo, los que no socorren la nezcsidád de su prójimo, cuando lo vcen en ella: porque tal puede ser la neze- sidád, que sea, quitarle su hazienda. Porque, en aquél tal caso, como cosa própria se le debía, i no era, el que le había de socorrér, sinó, uno como depositario, para proveerle, en viéndole en tal nezesidád. Finalmente, pecan contra este Mandamiento, los que desconfian de la verdád, do la bondad , c misericordia de Dios, por donde vienen á socorrerse, i a remediarse por malos t rol. loo.
» Este mal, continúa , en nfilcs de jiisllzi.i, son lo que aumento, en toda España : i en la versión Vulgata se dizr, Je tal manera, que los tribu- s]>eltiiirn Iníroniim.
132 'A oni. sí;PTiMO mandamiento medios, i malos consejos Porque, de aqui, naszc el hurtar, i el querer usurpár lo ajeno, por tantas, ¡ tan malas maneras.
Dionisio. Aunque, azcrca d'csto Mandamien- to, no hobiéradcs dicho, sinó esta postrera ra- zón; bastara, para que yo viera, cuan bién, os lo enseñaron, i cuán bión lo cnlcndistos vos. Porque, ziertamente, este demasiado cuidado, que tiene el hombre pecador, de su honrra, i de lo que ha menester, i de lo que ha de dejar a sus herederos; es la fuente, de donde mana tanta codizia, i tantos i tan graves males. Que, si él, se confiase verdaderamente, de la palabra, que Dios le tiene dada; de su Sabiduría, de su Providenzia, i de su Misericordia; entendería, i ternia por zierto, que Dios lo substentaria, i lo remediaría en sus nczesidadcs, con solamente, que él, usase de lizitos, i justos medios. I, cual- quiera cosa, que en esto le suzcdicse, aunque él, por estónzcs, no alcanzase a entenderla cum- plidamente, la ternia por buena, como a cosa guiada por el consejo del Señor, i salida, de la mano do su verdád , e misericordia. Mas , como los pecadores, i mundanos, tienen por mejór azertado su consejo, que el de Dios; escojen mas, para sí, lo que ellos desean: que, lo que Él les da : creen , que al mejor tiempo les falta- rá. Que si van por el camino de Dios, ternán flaco substentamiento sus cdifizios, e imajina- ziones: que no durarán, i darán consigo en el suelo. Por esto, póncnles columnas, de sus
1 Pcrfoctamonte diclio , i tristemente zierto.
'A DE LA LEI. ?S 133
obras; afirmanlas con sus astúzias, e invenzio- nes, creen, que serán uias durables, i firmes, con sus urdimientos, i robos, que con lo que Dios manda, i permite. De aquí nasze, que no hai fidelidad entre los hombres: que los Supe- ''iores, se desmandan tanto, céntralos inferio- res: los inferiores, contra los superiores : Que ni se guarden leyes, ni se tenga respecto f á i-oi.ioi. verdad, ni justizia: que ninguna cosa esté segu- ra, de la cobdizia, i maldád humana: que ni baste deudo, ni amistad, para poner un poco de freno en esto: ni la relijión de los templos, ni cosas sagradas, para que no haya tantos sacri- lejios públicos, i secretos; claros, i disimulados. Como hurtos de la plaza, i de las otras contrata- ziones, i casas. Ya, yo me iba desmandando, a mas de lo que el tiempo sufre: por tanto, qué- dese para mas espázio; i pasád al octavo ]\Ian- damiento.
Del octavo Mandamiento de la Lei.
CAPITULO XXXII.
■ i' '
Ambrosio. El octavo Mandamiento es: «Xo hablarás contra tu prójimo, falso testimonio. ■> Este, i los dos últimos, que se siguen; son una mal fazil, i clara exposizión de todos los pasa- dos. En este, se prohibe el daño, que viene de un hombre, a otro, por respecto do la lengua. Esto tiene prinzipál lugar, en los Juizios, don- de se dá grande fé, al testigo, i al .Tuéz, i los dichos d'estos, tienen grande peso, i autoridád,
13-1 'A DEL OCTAVO MANUAMIENTO
i depende d'cllos , grande cosa, para el perjui- zlo, o provecho de los hombres, asi en la vida, como en la fama, como en la hazienda. Por es- ta razón, es aquí mandado, particularmente, que el hombre no diga falso testimonio, contra su prójimo. Dizclo, el testigo, que falsa, o ca- lumniosa, o mañosamente, dizo su dicho; i por cualquier manera, que sea, es encubridor de la verdád, que debria dezír. Dizelo, el que lo pre- senta, s¡ lo entiende. El que se lo persuade. I el Juéz,. o Ministro, que lo sufre; o, lo disimula, 6i lo conoze. Dize falso testimonio, el Juéz, que tuerze la Leí : que encamina maliziosamen- • i.os^ te las palabras, f para alguna de las partes: -^.que no quiere ser informado de la verdád: que no pone dilijenzia para saberla. Dize falso testi- monio, el Notario, que trastrueca las palabras, o no las pone, o las pone, de otra manera, que son dichas; a fin, que la verdád no sea sabida, o por favoreszér mas a una parte, que a otra. Dize falso testimonio, el Prinzipe, o Superior, que no castiga tales maldades , ni provee, cuan- to en si es, para que no las haya.
Dionisio. Contento estoi, de lo que habéis di- cho, azerca de los Juizios. I bién creo yo, que si los hombres, del todo entendiesen, cuán gra- ve es, este pecado do dezír falso testimonio, no andana tan vulgár, como por nuestros pecados vemos, que anda. Porque, bi6n mirado, es un atrevimiento contra Dios, no, así de cualesquie- ra, sinó de dezirle, que miente, o hazér, que sea tenido por mentiroso; que es lo mismo. Quiero que veáis esto, mas claramente, para
«. DE LA I,EI. 7» 135
quo, mas de vcrdád, aborrezcáis este pecado, i procuréis, que otros lo aborrezcan. Dios os el sabidór de toda vcrddd: i Él salie, quien la trac- ta, i quien no. Él es un Oráculo, a quien habe- rnos de acudir, a que nos la diga; pues Él es, verdadero Juéz d'ella. Quiso Él, que tuviésemos en tánto , al hombre , por ser hecho, a su seme- janza, i como Lugár-tenicnte suyo, en la Tier- ra; que nos dijo, i mandó, que preguntásemos al hombre esta verdid ; que en lo que alcanzase d'ella, 61 nos la diria. E así quiero, que al Juéz vayamos *, para sabér la verdid de la justizia : i, que al testigo preguntemos, la verdad de cómo pasa el hecho: i asi, de los otros i\Iinistros. I estos, dizeÉl, que dirán la verdád. Pues, si es- - tos , a quien Dios me envía, i me dize , que están en su lugar; la encubren, o la tornan al revés, i de verdád, hazen mentira, i de mentira verdád; esto, f ¿no es querér hazér a Dios mcnl iroso, i Foi.ion. desmentir su verdád, i el camino, i orden que Él dió, para que se supiese? Mucho mas pudiera dezir, azcrca d'esto; mas su tiempo se verná, siendo Dios servido d'ello, como creo yo, que lo es. Dezidme, vos, agora, si esto Mandamiento, tiene también su afirmativo, i si se extiende a mas, que en los Juizios: porque no dejéis el or- den, que hasta aquí habéis guardado, que me ha parcszido muí bién.
Ambrosio. Esto Mandamiento se sigue, pro- obras iici oc- priamcntc, tras este otro; porque aquí se pro- |b„°ic.nto!""'
1 7fl»iM, en el antiguo im- raismo, tal vpz, por rdi/nniM. preso. Pareze errata , o ar- i ■
I3Ü T\F.]. 'i'Kn/.Rno MANnA,Mii:;iNTO % liibc el (laño, quó, por palabras, puede ha7.ér ol hombro A su prójimo, Tietio también su afirma- tivo: poi-quc piclú siniplizidád do cofazón, íuii- mO libre , i desembarazado de toda malizia , i dc lodo ñial respectó : que , a no faltar esto, no ha- bría falso testimonio. Quiere Dios, que tengamos un juizio simple, con que no feenténzicmos an- tes de tiempo , ni echemos las cosas, a la peór parte: que con tener pruderizia de serpientes, para huir toda ocasión, i vclár siempre sobro nosótl-os; tengamos juntamente , para con nues- tros prójirftoá, simplizidád de palomas: que sinta- mos los trabajos de nuestros hermanos: que favo- rezcamos Sús cosas : que hablemos siempre bión d'ellos, i, cilcubramos, en cuanto en nosotros fuere, sus faltas. I asi, es este Mandamiento afa-mativo *. I, por la parte, que es negativo, so veda toda palabra Cn que el prójimo puede ser ofendido; i por esto habernos de cntendél', que no solo son prohibidos los falsos testimonios, que en Juizio, se pueden dezir; mas también "los de fuera de Juizio. Finalmente, osle Man- damiento, propriamentc, es un freno, para la lengua, pará que nunca se desmande á hrtblár en daño do otro ; Porque la cosa , que los hom- Foi. lio. bres, Trías á mano tienen, i de que mas f lijcra- mcnle usan , és la lengila , i así es la cosa , sobre que menos vijilanzia tienen ^ i con que mas presto dañan a sú prójimo» Ella es instrumento
1 En cl impreso antiguo dizc : » I .is¡ ni este Man- damiento vepalivo , oten Pe- ro , hai errata manificíla : i
he cnrrejido, es, i, afirmati- vo : i'orquc , parcze , que eso pcndría aqui cl A itíf.
'A DE LA I.EI. S 137
(le la ira, i de la soberbia: de la lisonja, i de la vanagloria: todo esto, va en un punto, a parar allí. Estas son las armas, con que mas presto nos vengamos; c siendo la cosa, con que mas daño hazemos; es el daño, en que, entre todos los otros, menos estimamos, i de que menos nos correjimos. Esta es la causa, por qué nos dió Dios, este particulár prezepto, para rcco- jimiento de la lengua. I asi no solo pecan contra el, los que dizcn falscdúd en el Juizio, que son los que arriba dije; mas los que la dizen fuera d'cl, de cualquier m.anera, que sea. Pecan, los que descubren las faltas de sus prójimos, i ba- zen, que las sepan, i entiendan, los que no las sabian. Porque dado caso, que digan en ello vcrdád, todavía, el descubrirlo^ trae consigo zierta manera de falsedad. Porque es, contra el Mandamiento de Dios : i contra la Lei , que ex- presamente dize, que, lo que uno no quiere para si, no lo quiera para otro : i contra el De- recho natural, que encubre el secreto, con quo el otro puede ser dañado, sin recrezcrsc *, de dezirlo, otro mayór provecho, que de callarlo: como es, en el Juizio, en los casos, que se per- mite, i debe dezir. De aquí se conoze, que pe- can contra este Mandamiento, los que presumen de grandes reprchendedorcs, i dan a entender, que tienen gran enemistád con los vizios. Por- que nunca hazen, sino dezír mal, de los que tienen ofizios en las repúblicas: de los que es- tán en mas altos, i señalados lugares , contando
* Sm recraersc , equivale a <' cuando no se rccreic.'-
138 'A DEL OCTAVO MANDAMIENTO ?»
cuentos, i fábulas d'cllos: porque el ofizio de tratárde las faltas ajenas, es proprio de los Su- periores que tienen cargo de castigarlas, i de los Fol. 111. Predicadores, quo las han de rcprchcnd(^r, f i enseñar el camino de la enmienda d'ellas. I aun estos, no han do ser tan atrevidos, i (an desaca- lados, como algunos scprézian de ser. sinó con aquella templanza, i con aquella considerazión, i uso, que la divina Escriptura enseña. De suer- te, que pecan contra este mandamiento, todos los murmuradores, i deslenguados: todos los mentirosos: i todos los hipócritas, que tienen uno, i finjen otro; que hazon muestras, i apa- ricnzias, para que los estimen en mucho; que hablan, de manera, i para fin, que entien- dan, ¡presuman los otros, grandes cosas d'ellos; que los prefieran, i tengan, en mas, que a otros': porque, todo esto, es querér engañar, i jénero de falsedad. Aquí también entran los vanagloriosos, i los lisonjeros; porque todo esto, tiene mui gran parentesco, con la mentira, i con el fin que ella pretende. Pecan también los Predicadores, que dizen, i tratan mentiras, en el pulpito: i alegan, i declaran la Scriptura, o otras cosas, con falsedád 2. Finalmente, todos aque- llos, que dizen mentira. Dionisio. Digo os, que habéis tocado una cosa,
í Alurlc a 1.1 jonlc de alto bonete. Ésta puso, con exacto emblema, la cstátiia de su Ca- beza, pisando un globo dcl.i- piz lizuli. Ahora, en España, se aventaja mucho, en poder, por haberse multiplicado la
pohlazión :, pero , en tiempo del Uoclór , esc poder, que era grande también , estaba menos desflorado , o menos acanallado , que hoi. I lo que sifruc, les cuadra igualmente. 3 IJai bastantes de estos.
DE LA LEI. ?5 139
sobre quo habia bien que hablar: que es: eso del mentir de los Predicadores : lo cuál yo no - pudiera creér, si d'cUo no tuviera tanta cxpc- rienzia. Mas, /,qui6n habia de crcór, que subia nadie, al lugár de Jesu Cristo, que es la misma verdád, a dezir mentira; i, sin grandisimo es- tudio, i dilijcnzia, para no ca6r en ella? Di6n dijistes, poco ha, en cuan poco teníamos el daño de la lengua; i cuán grandes daños se hazcn con ella. Mas dejemos esto, que es negozio, lar- go de entender: i declaradme, vos, lo que, ago- ra en las últimas palabras dejistes : que toda mentira, era pecado contra este Mandamiento. Porque, hai mentiras, quo no son en perjuizio de nadie : i paresze rézia cosa condenarlas todas, por pecado. ^ Fi^I- H'-'-
Ambrosio. Verdád es, que asi lo dije: mas hai mui grande diferenzia, de ser pecado mortál, a ser pecado veniúl. I, para esto, mi Maestro me dijo, que los Teólogos, ponían tres difcrcnzias Tres maneras de mentira. La primera manera es, cuando la de mentira, mentira es en daño del prójimo, o con intenzión d'ello; i esta, siempre es pecado mortál, si la intenzión no fuese de tal manera encaminada, i el daño tan liviano, que lo excusase. La segunda es, cuando, ya que sea mentira, no es, sinó para aprovechar a alguno, sin quo de allí resulte daño á otro, ni haya tal intenzión; i cnton- zes es pecado veniál. La tcrzcra manera es, la mentira de burla, que no es, sinó por plazcr, i no por daño do nadie; i esta también es pecado veniál: i lo mejór seria huirlo: i la costumbre d'ello, sabemos, que suele en-
l'lO 'A DEL XONO, I DÉZIMO
cnminár oíros vizios, i otras mentiras de mas calidád.
Dionisio. Bién me habéis satisfecho: i dicho habéis lo que basta, para el entendimiento, i obra d'estc prezepto. Dczid, agora, de los que se siguen.
Del nono, i dézirno Mandamiento de la Lei. CAPITULO XXXIII.
.^Mcnosio. Tras este, se sigue el nono, i dé- zimo, que es: «No cobdiziarás la mujer de tu prójimo,» i este es el nono : i el dézirno es: «No cobdiziarás su hazicnda.» Van así juntos, porque la declarazión d'ellos, \'a por un mismo camino: tanto, que muchos dijeron, que estas dos scn- tcnzias, no hnzian mas, de un soló Mandamien- to. Mas la iglesia tiene ya costumbre de divi- dirlos, i de ponerles número de diéz.
Dionisio. Bién me parcsze lo que habéis di- Foi. 113. cho: aunque todavía os quiero preguntdr una f cosa, que podría ponér escrúpulo, no solo, a vos, mas, a otros, mas avisados en estas cosas, que, vos. I es, que parcsze, que estos dos Man- damientos son aquí, demasiados. Porque el nono, está tractado, i declarado, en el sexto, donde es prohibido el adulterio; i el dézirno, en el sépti- mo, donde se nos manda, que no hurtemos. 1. como allí, vos, muibién dejistes; aquellos Man- damientos, aunque son negativos, incluyen, en si,- otros afirmativos: i no solo, piden limpieza de manos, i de obras defuera, mas también del
MANDAMIENTO. 141
corazón. ¿Qué razón, veamos, os dijo, a vos, vuestro Maestro, por donde se sabe, que estos dos Mandamientos últimos son supérfluos'^
Ajronosio. Verdad es, que la sentenzia d'estos dos, está metida en el sexto, i séptimo: mas, no por esto, se concluye, que estos dos sean su- pérfluos. La razón, que mi Maestro me dijo, es: Kazón por que la rudeza del hombre, para entender las co- ''"'^
, . dieron los dos
sas de Dios, es lan grande, i la mclinazion, tan
' ^ ' Ultimos Man*
inzitada, i poderosa, para contradezir las; que damicntos. es menester mui grande, i mui manifiesta de- clarazión, para que las entienda, i para que quede convcnzido, i no pretenda ignoranzia, ni busque excusas en ellas. Por esta razón, se po neu estos dos últimos Mandamientos: los cua, les, son una breve declarazión de los pasados- mui manifiesta, i sin dubda, o contradizión algu- na. Porque, aunque sea verdád, i la razón así lo enseñe; que en aquellos Mandamientss sexto, i séptimo, i en todos los que habemos dicho, no solo se pida la limpieza de las manos, i de las obras exteriores, mas también la del corazón, i nos obliguen, á que no tengamos, ni demos ca- bida en él, a ningún mal consentimiento, antes lo tengamos fortaleszido con mui buenos, i .sanc- íos pensamientos; — aunque, esto, comocomen- zé adezir, sea así verdád; está como secreto, Foi. ii4. i encubierto , i no dize , expresamente , que ten- gamos limpio el corazón. Porque, como las obras exteriores, son las que mas dañan, i ofenden al prójimo, i de solos los pensamientos de uno, nunca otro reszibiría mal, i estas tales obras, son lasque están subjetas á nuestro jui-
'A nr.h nono, i décimo 'A zio, i en quo nosotros podemos scntcnziAi-, i no podemos cntrAr, ni juzrír el corazón del hom- bre; pusiéronse en todos los Mandamientos, que de la segunda Tabla habernos dicho , clara, e dis- tintamente, porque esta es justizia, que toca a los hombres, i la que ellos conoszen, e piden. La otra, que es de la limpieza del corazón, que es justizia de Dios, que Él lapide, i Él solo laconoze, i quiere, que aunque la otra baste, para con los hombres, no basta para con Él; pónese algo mas obscura, i sácase por razón, de que Dios, no solo quiere, que no sean orcn- didos los hombres, sinó también, que delante los ojos de su ¡Majestad, no haya pensamiento feo, ni malizioso, ni enemigo do su prójimo. Porque asi como los benefizios, i obras, de quo Él nos haza merzéd, salen de una larga, i be- nignísima voluntád, llena de amór, i de mise- ricordia; asi quiere, que sean las nuestras, sin que haya diversidád, o ünjimicnto, entre las obras, i el corazón. Mas, como al prinzipio dije, la rudeza do los hombres, es grande, para tan grande cosa, i la inchnazión mui mala, i fázil- mente buscará alguna excusa, diziendo: que 61 no entendía estas subtilczas, i que era pe- dirlo cosas mui demasiadas: i, que puós Dios, no las había puesto, distinctamente en sus Man- damientos, no era do crcér, que obligaba a ' ellas, ni que ponía sobre nuestros hombros, tan grande carga. Por esto , en estos dos últimos Mandamientos, se le pone expresa- mente, «que no cobdizie la mujer, ni los Foi. ii.'i.' bienes de su prójimo.» Donde está ^ claro, quo
.I'l2 'A. ViF.L NONO, I DÉCIMO 'A
7A0, i en que nosotros podemos scntcnziái-, i no podemos cntrAr, ni juzgár el corazón del hom- bre; pusiéronse en todos los Mandamientos, que de la segunda Tabla habernos dicho , clara, e dis- tintamente, porque esta es justizia, que toca a los hombres, i la que ellos conoszen, e piden. La otra, que es de la limpieza del corazón, que es justizia de Dios, que Él lapide, i Él solo laconoze, i quiere, que aunque la otra baste, para con los hombres, no basta para con Él; pónese algo mas obscura, i sácase por razón, do que Dios, no solo quiere, que no sean ofen- didos los hombres, sinó también, que delante los ojos de su ¡Vlajestád, no haya pensamiento feo, ni malizioso, ni enemigo de su prójimo. Porque así como los benefizios, i obras, de que Él nos haza merzéd, salen de una larga^ i be- nignísima voluntád, llena de araór, i de mise- ricordia; asi quiere, que sean las nuestras, sin que haya diversidád, o ünjimicnto, entro las obras, i el corazón. Mas, como al prinzipio dije, la rudeza de los hombres, es grande, para tan grande cosa, i la inchnazión mui mala, i fázil- mente buscari alguna excusa, diziendo: que 61 no entendía estas subtilczas, i que era pe- dirlo cosas mui demasiadas: i, que pues Dios, no las había puesto, distinctamente en sus Man- damientos, no era do crcér, que obligaba a ' ellas, ni que ponía sobre nuestros hombros, tan grande carga. Por esto , en estos dos últimos Mandamientos, se le pone expresa- mente, «que no cobdizie la mujer, ni los Foi. u.'i; bienes de su prójimo.» Donde está claro, que
MANDAMIENTO. ^ ' 1 43
se le pide limpieza de voluntdd, i de corazón.
Dionisio. Tal sea mi vida, cómo, vos, lo ha- béis declarado. Mas, qué diréis a esto, que yo agora dubdo, i es: que, parcsze, que- solo so pide esta limpieza, para el sexto, i séptimo Man- damiento, de no adulterár; i de no hurtár: so- bre los cuales, pareze^ que solamente hablan estos dos postreros, de no cobdiziár la mujer, ni hazicnda del prójimo. ¿Qué diremos do los otros Mandamientos? ¿No requieren tambión, limpieza de corazón?
Ambrosio. Si requieren, i tambión hablan d'ellos, estos dos Mandamientos. De los de la primera Tabla, no hai que tractir: que clara- mente piden pureza del corazón, pues el pri- mero, entra diziendo, que amemos a Dios, de toda nuestra voluntád, i de todo nuestro cora- zón. Pues, los de la segunda Tabla, todos es- tán enzorrados, en estos dos postreros: porque el dózimo, dize, que «nocobdizie el hombre, cosa alguna de aquellas, que son proprias de su prójimo. Pues quien no le cobdiziare quitfir la I mujór, ni nada de aquello, do que Dios le ha hecho merz6d, i dádoselo por suyo; claro está, que ni le cobdiziard quitár la fama, ni la vida, ni la hazienda, ni- otra cosa alguna. De manera, que en mandar, que estó nuestro corazón, puro d'eslos dos malos apetitos, que son, torpedád, i deshonestidad de la carne, de cualquier ma- nera, que sea, i codizia do cosas ajenas; se nos manda, que lo tengamos puro, en todos los Mandamientos de la segunda Tabla.
Dionisio. Yo me doi por bién respondido. I
l 'li ». DEL NONO, I DÉZIMO
para que veáis, cuant.'i razón toncis, en lo que habéis dicho; considcrád en el Evanjelio, las opiniones, que en esfc caso, los fariseos tenían: i veréis, que aun dcspuós de serles tan notifica- dos, i tan repetidos, esos dos prezcptos; todavía, Foi. lio. creían, que bastaba cumplir f los Mandamien- tos de Dios, con las obras de fuera : i, que aun- que bebiese malizia en el corazón , no , por eso, serían condenados, con que, la tal malizia, no saliese, a ponerse en obra. De aquí naszia aque- lla arroganzia, i soberbia grande, que consicru tenían, de ver, que los otros hazían obras, que se las pudiesen ver, i juzgár los hombres, por malas; i , que ellos no las hazían : teniendo por ' cosa mu¡ liviana, o de ninguna tacha, ni culpa, la malizia de su corazón, de quien Dios era tes- tigo. I, por nuestros pecados, aun agora, que por la palabra, i doctrina de Cristo, Rcdcmptór nuestro, tanta luz tienen estas cosas; se halla Jíncrodeso- todavía, cntre los hombres, este malvado jé- bcriiiíi, i do h!- ^q^q ¿jg hipocresía; de muchos, que on las pciítTosa "^^ obras, que se pueden acá juzgár, tienen grande vijilanzia: grande composizión i conzierto: i, en el secreto do su corazón, tienen gran des- conzierto, i revuelta de ruines intcnziones, de
I Compnsizirtn, aquí, cqui- valo a comjwalurit : i el Dnc- lór va rctr.itando lo? mismos clérigos, de alto bonete, mcn- zionados en una ÍÑota prczc- dcnte. I tan importante le parezió (i con razón) el re-
trato , que puso arolaziún a marjcn, parí mcj.'lr tild.ir a esos írics, soberbios, i peli- grosos hipócritas. Nótelos de fríos: mas solo en Ja apa- ricnzia, pues un Poeta nues- tro, dizc de ellos :
Jente, cjue está fría, i quema. Cuál caldo de zorra artera. ¡Guarda fuera !
1Í4 'A DEL NONO, I DÉZIMO ^
para que veáis, cunntA razón tcncis, en lo que habéis dicho; consitlerñd en el Evanjclio, las opiniones, que en este caso, los fariseos tenían: i veréis, quo aun después de serles tan notiQca- dos, i tan repetidos, esos dos preceptos; todavía, Pol. iiG. creían, que bastaba cumplir f los Mandamien- tos do Dios, con las obras de fuera : i, que aun- que hobiesc malizia en el corazón , no, por eso, serían condenados, con que, la tal malizia, no saliese, a ponerse en obra. De aquí naszia aque- lla arroganzia, i soberbia grande, que consijro tenían, de ver, que los otros hazían obras, que se las pudiesen ver, i juzgár los hombres, por malas; i, que ellos no las hazían : teniendo por ■ cosamui liviana, o de ninguna tacha, ni culpa, la malizia de su corazón, de quien Dios era tes- tigo. I, por nuestros pecados, aun agora, que por la palabra, i doctrina de Cristo, Rcdcmptór nuestro, tanta luz tienen estas cosas; so halla Jíncrodcso- todavía, entre los hombres, este malvado jé- borbia.idohi- j^(,[.q lüpocrcsía; de muchos, que en las pcl^Jríi's^a obras, que se pueden acá juzgár , tienen grande vijilanzia: grande composizión i conzierto: i, en el secreto do su corazón, tienen gran des- conzierto, i revuelta do ruines intcnziones, de
I CompnsizWn, aquí, oqui- trato , que puso acotazión a
vale a composliirn : i cl Doc- marjcn, pan mcj.'^r tiUlAr a
liír va retratando lo' mismos eses fríos, soberbio?, i pcü-
clérigos, de alto bonete, mcn- grosos hipócritas. Notólos do
zionados en una Nota prcze- fríos: mas solo en la apa-
dente. I tan importante le ricnzia , pues un Poeta nucs-
parezió (i con razón) cl re- tro, dize de ellos ;
Jente, que está fría, i quema,
Cuál caldo de zorra artera. ¡Guarda fuera !
'A MANDAMIENTO. 7» 145
soberbivis, Je ¡nvidias, i de semcjanLes apetitos, i deseos. Lo cuál, ellos tienen en poco, con que no sean entendidos, i condenados del mundo. I , no solo tienen soberbia d'esto, para con los hombres, mas aun para con Dios; porque les paresze, que todo aquello que ellos tienen en su corazón, es una nada, o cosa mui liviana de ser despachada, i perdonada : que los otros, llevan camino de ser perdidos, i ellos, de ser gana- dos: que la cuenta, para con los hombres, es mui pesada: la que, solamente, para con Dios, es mui liviana: que si justos hai en el mundo, ellos son: que los otros son claramente malos. ¡Qué de inconvinientcs, se les recreze, de aqui, a estos miserables hombres: cuán mal tienen entendido la justizia, i juizio de Dios: qué ziegos andan en sus caminos! De donde viene que no se conozcan, i que no pongan dilijcnzia, en des- echár, i venzér, la ^ maldad de su corazón : que Foi- no pidan a Dios, perdón de su pecado, tan ver- daderamente como so habla de pedir. Zicrta- mente, lijera cosa es, alcanzár de Dios, perdón, e misericordia de sus culpas, si él lo pide, de verdad. .Mas, ha de estár desengañado, i tonér por cosa sabida, que tan de verdad lo ha de pe- dir, el que tiene la malizia en el corazón, como el que la tiene en las manos : i por tan conde- nado, i perdido, se ha de dár, por su parte, i por todo cuanto él mereze. Es, este tal, menos escandaloso i menos dañoso, para los próji-
• Me parcze, que tiene ra- 7.<Sn el Doctor, diziendo : que, lot tales, son menot etcania-
losoí: pero que ñola tiene, añadiendo ^ que son mtnot dañosos.
10
146 'A DEI. NONO, 1 DÉCIMO ?•
inos, i para la república: yo asi lo confieso: mas, no se ha do cngañAr, por aquí, ni dojár do conozér, que es abominable, i condenado, en el juizio de Dios: salvo, si no tiene, en poco, ser visto, CMi tendido, i conoszido de Diosj i en mu- cho, i por cosa miii rézia , ser conoszido de los hombres; como, a la verdád, lo piensan algu- nos. Lo cuál, ¿qué otra cosa es, sinó poca esti- nia, blasfemia, i menosprózio, de la presenzia de Dios ; i temór , i revorcnzia de los hombres? Compárase, el pecadór con los que tienen maldades, i pecados, en las manos, i en la len- gua, i en las cosas exteriores, que acá, de fue- ra, parezen: i no se habia de comparar, sinó, con los que no las tienen, ni en las manos, ni en el corazón; ni en lo claro , ni en lo secreto; que le parezen, en lo que juzgan los hombres, mas no, en lo que juzga Dios. Ni ba de ser tan desconfiado, de la misericordia de Dios, ni de la eficázia de su palabra, que no crea, que hai mucbos d'cstos tales, en quien se ejecuta, i ha- ze su obra, el misterio del Evanjelio, i la san- gre dclRedemptór. Estos, ha de pensár, que son los justos: i, que 61, no lo es: i en el aca- tamiento, i memoria d'ellos, se había de confun- dir, i humillár, dentro de su pensamiento. No Foi. 118. quiero, en esto, alargarme ^ mas: sinó tornár a vuestra dcclarazión, que me parcsze, que bas- ta, para el entendimiento d'estos dos últimos Mayórcxicn- Mandamientos. Aunque, no dejaré de deziros dos sión , i deci.v cosas, azcrca d'ellos, que sé que os agradarán,
1 Es dczi'r ; ése recad6^, ra : i revuelto, i dcsconzerta- que va rotralíindo , compiles- io , en su intcriór : el frió , i lo , i conzcrlailo , ¡lor de fue- peligroso hip(^crit.i.
•A MANDAMIENTO. 147
i OS harán harto provecho, con el ayuda del Se- "^'^^n. <i<^ lo» ñór. La primera sea: que estos dos Mandamien-
. , . .. , , Mandamien-
tos, tienen una zierla considerazion sobre el
sexto, i séptimo, do quién hablábamos, allende de lo que, vos, habéis dicho; que .sirve para mayór extensión, i entendimiento d'ellos: i es: que en estos dos prezeptos, se nos viedan unos ziertos acometimientos, que la justizia humana no condenaría; i nos enseñan el uso, de la zicr- ta i verdadera caridád. Quiero declararlo por ejemplos, porque mejór lo entendáis. Claro estxl que si uno, contrata con otro, i solamente lo engaña en la mitád del justo prézio ; que el Juóz, no mandará deshazér aquél contracto, ni que la parte agraviada, sea satisfecha. Mas, esto, por la Lei de Dios, que está dada, en el último Man- damiento, no deja de ser pecado. Item: hai uno, que no quiere hurtar la casa, o la heredád de su prójimo; mas desea, que el otro se la ven- diese, aunque el otro fuese engañado, i perdi- doso, en ello, con tal que 61 ganase: o codizia verlo, en tanta rezesidád, que se la venga a vender, o empeñár. I asi, hai muchos hombros, que procuran, o desean las cosas ajenas, no hurtándolas, mas, a lo menos, sin tenér respec- to al daño, que al otro se le podría rccreszér d'ello. Muchos ejemplos podría ponór d'esla ma- nera: en procurar los criados ajenos, los hijos, para casamientos, i otras cosas asi; sin tenér cuenta, con las pérdidas, i afrentas, en que trae a sus prójimos, con aquellas tales obras. Las cuales, el mundo, i la justizia humana, no scn- tenzia por hurto, i, a la verdád, son contra Foi.iio.
.148 DEI. NONO, I nÉCIMO 9»
rl dézimo Mandamiento, que , verdaderamente, estrecha la cobdizia de los hombrea, i ensancha la Lei de la caridad, i es propriamcnte declarado por el otro mandamiento, qne dizc: «Amarás al prójimo como a tí mismo:» i por la otra regla: «No desees, para otro, lo que no quieres para ti.» Otro ejemplo , de « no cobdiziarAs la mnjór ajena.» Muchos hai, que no desean la mujer de su prójimo, para adulterár con ella: mas, a lo menos, desean, que, por alguna vía, dejase de ser mujer del otro, i lo fuese suya, aunque el otro perdiese en ello: teniendo en poco, la perdida de su hermano, con tal, que a él se le recrezca gananzia. Esto todo es contra estos dos Mandamientos: quiero dezír, contra la lei déla verdadera caridád, que manda, que nadie haga, contra otro, lo que no querría, que fuese hecho contra si. Bién sé, que estos dos mandamientos, que son Lei de caridád, como ya he dicho; a los hombres carnales , i que no tienen experionzia, en su corazón, de la liberalidad, i alegría, que la caridád consigo trae; se les hazen muy gra- ves, e mui pesados. Mas, no es de marabillár: que asiles es, todo el Evanjelio, i el yugo de Jesu Cristo. Los hombres bien pueden buscár sus provechos : mas no han de buscár, en ellos, las pérdidas de sus prójimos. I, para que mas a vuestro plazér, entendáis estos dos Mandamien- tos; acordaos, de lo que el Evanjelista sant Juán dize en su Canónica, i veréis cómo, en zierta manera, es exposizión para ellos. Dize allí ':
Véanse los versículos 15. Epístola de 9. Juan. 16 del Capitulo ii. de la I.
MANDAMIENTO. % 1-i'J
"que no amemos al mundo, ni a las cosas d'él: porque lo que hai en el mundo, no es, sinó co- dizia de' carne, i codizia de ojos, i soberbia de vida.» Aquí dize: «que no codizicmos la mujér ajena, ni las cosas de nuestros prójimos.» Don- de Si bién lo miráis > hallareis en sant Juán, foI. 120. lo mismo, que en estos últimos mandarrtirntos. Mas dejémoslo agora, porque seria cosa larga tratarlo. Lo otro, de que dije, que osansaria; es: PirticuUr que aquí somos amonestados, qútí peleemos con a>''so, que es- la mala cobdizia, e inclinazión que heredamos '"f M.mda-
■ ' ■ i . 1 , • 1 míenlos dsin.
del pecado : que la procuremos de traer debajo de los piés: i que cada dia varaos ' ganando tierra con ella. Porque, a descuidarnos en esto, grande es el peligro que corrcrtios, i grandes irtconVi- nientes son los que, d'ésta mala raiz, se nos ■pueden rccrczór^ Porqué, d'esta codizia, nazen todas las otras malas codiziáS: i, si nosotros nos dormimos para cdn ella; ella nunca duerme para con nosotros. I todo lo qUe, con nucsti'O descui- dó, se afiade, a ella, de fuórzas; áe añado tam- bién de dÍGcultád, de trabajó'; i de peligro, á las niles'tl-as: de dimínüzióh, i de enfriamiento, a los favores, c inspirazioilGs, que , del Séñór, rc- zebimós. Esto he qderido deziros, para que en- tendáis este éccrbtó Aviso, que, estos dos Man- damientos, nos'dah : pórq'uc'como son, de mano de la misericordia del Eterno Padre, vienen lle- nos de lümbre, i Qi¡ rémedios. Contra las calitc- las de nuestro ertémigo, r^iie, con tanta dilijen- zia, i cuidado; busc.i' nucstl-a perdición. Agora,
( Vamos, por vayamos, i ' i'', ■ ;'■ ! .'¡'fíl^; 't!;.
,150 'ií. AHREVIAZIÓN BE LOS
rúe. dczld , qu6 mas ós dijo , vuestro Maestro, azerca de los diéz Mandamientos.
AMonosio. No me dijo otra cosa, mas de encomendarme, que los tuviese siempre en la merúoria: que me recrease en pensár en ellos, i los tuviese por regla, c guia, de todos mis pen- samientos, i obras.
Una breví ,■ i compendiosa resoluzión de. la doclri- ■ na, que hasta aqui se ha tractado.
CAPITULO XXXIV. ; .,
Dionisio. Tal ''Maestro depare Dios, a todos los que quisieren ser diszipulos , do la doctrina del Evanjelio. Ese postrero aviso, procurad, vos, de cumplir, que yo os digo, que no es tán poco lo que os enseñó, i aqui habéis dicho, como, por ventura, a vos, os pareze. ¡Pecador de mí! ¿i, que mas, os había do dezír? Vos, habéis tracta- do, aquí, en la declarazión del Símbolo, la ma- teria de la Fó, i, de lo que ol hombre ha de creer, Platicastes mui bi6n , cómo se habla do sentir, i estimár cada articulo. Después, sacas- tes d'ellos, como de raíz, el fruto de las buenas obras; i hezisteslas, exámcn, i pruebas, i mani- festazión de los diéz Mandamientos. Luego trac- tastos, esto mismo, mas palpablemente, por los Diéz Mandamientos, para que ninguno, por rudo, i rústico que fuese, dejase do entender,, el camino, i regla, de bién obrár: porque la ma- nera, con que lo tractastes primero, era cosa mas subtíl. I holgué me a marabilla, de ver.
'A DIKZ MANDAMIENTOS. ?» 151
que muchas vezes deziddcs, en los Mandamien- tos, lo mismo que habiadcs dicho en el Símbo- lo; i do la grande concordia, que hai , entre la una, ¡ la otra doctrina, entre la de la Fe, i de las Obrds: i cómo se baja la divina Sabiduría, a querer tractár con los rudos, i bajos homlircs conforme a su capazidííd. Dividistes los Man- damientos, mui avisadamente, en dosTablas. En
Í la primera, dijistes, que se trataba, de cómo nos hablamos de haber particularmente con Dios nuestro Señor, en las cosas de su honrra, i glo- : ria. En la segunda, de cómo nos habemos do haber, con el prójimo. Distes la razón por qué' los mas d'cstos Mandamientos, eran dados por j via de negazión: i cómo, los que eran afn-mati- I vos, incluían en sí, otro negativo : porque e] I que manda una cosa, es claro, que próhibe lo j contrário d'ella. Dejistcs también, í que cada Foi. i uno de los negativos, incluíá un afii'mntivo: 1 porque no quiere Dios, que nuestra cánima (cuya ¡ capazidád es tan grande , como, de posada, que i fué hecha, para que. Él mismo, morase en ella) ; esté vazia: sinó, que eche de si todo mal , i se pueble,: i guarnez'ca, de todo bién; Do donde se vce, cómo, do todas partes, nos zercan , i ve- lan, la misericordia, i mandamientos del Sefiór: echando de nosotros, todas otras, i pensamien- tos fobs: i bastcziéndonos , de hermosura, de fé/ de fortaleza; i de amor suyo. Posistcs ejemplo, en las unas, i en las otra? obras: en las qué habíamos de tdmár, i en las que ha- blamos de dejár; para que todo quedase mas claro,! no hobicsc nadie, que sé pudiese que-
lo2 "A ADREVIAZIÓN DE LOS /*
jar, que no lo entendía. I aunque los ejemplos no fueron, todos los que se pudieran traér; bas- tan aquellos, que pusistes, para regla, i conos- zimiento, de todos los otros. E yo os zcrtifico, que quien aquellos pusiere por obra, él tenga afizión a obrár los demás, i que no alegue, que no los entiende; porque él los conoszerá, i al- canzará mui bién. No resta mas, azarea d'esto, sino la Abueviazión , que Cristo, nuestro Re- dcmptór, hizo d'estos Diéz Mandamientos, para que veáis, por cuantas maneras, nos enseña la misericordia divina, que, lo que, para unos, dize, en breve; dizc, para otros, mui largo; condeszendiendo a todas nuestras rudezas, e in- habilidades, como vistes, vos, en lo mismo, que habéis dicho del Símbolo , i de los Man- damientos.
Abreviazión de los Diez Mandamientos, en dos.
CAPITULO XXXV.
Dionisio. En el Evanjelio, abrevió nuestro Rcdemptór, todos los diéz Mandamientos, en Dos: «En amár a Dios: i al prójimo:» hazien- Foi. 123. do f fuente, i raíz,xil amór de todos nuestros pensamientos, i obras: porque, dónde éste no hobiere, siempre hai pereza, i pesadumbre en el obrár: siempre falsedad, i hipocresía: i nun- ca, en ello, se pretende, verdadero bién, sino falsos, i engañosos intereses Mas, donde el
1 Todo esto, i cuanto si- amór cristiano, presupone, guc, azerca de la Lei del impre52Índiblcmcnte,L\CoM-
» DIEZ MANDAMIENTOS. 153
amor es el que manda, e guia las cosas; siem- pre las endereza , a la cosa amada : siempre a darle contentamiento: siempre, es ella, el prin- zipál fin, que se busca: nunca sabe estar olvida- dizo, i estéril: i todo se le haze liviano de obrar: en todo tiene verdadera confianza de lo que ama ; porque la raíz de donde nasze , es la Fé. Veis aquí, la causa, porqué nuestro Redcmptór dijo: que en estos dos Mandamientos, de «amár a Dios," i a amár al prójimo;" consistía la Lei, i los Profetas. Porque, quien ama a Dios, siempre confiará en Él ; terná grande, i continuo cuida- do, de servirle : acatará dentro de su corazón, i temerá, aquella grande, e divina Majestád: deseará, i procurará, que todos le conozcan, i le den gloria: convidará, para ello, con pala- bra, i con ejemplo: i ninguna cosa rehusará, de las que tocan a la relijión, i servizio, de tal Se- ñor. Por este mismo camino, quien amare a su prójimo; a mi cargo, que nunca le quite la vida: ni le quite la mujér : ni le robe la hazicnda: ni le ofenda en la fama ; ni le desampare en la nezesidád, ni haga cosa contra él, de las que él viere, que no es razón, que se hagan, contra sí mismo Veis aquí, una mui breve, i mui clara
FLETA, E INMOLADLE LIDEH-
tAd Reluiosa. Ni el amár, ni la relijión cristiana , pue- den exijirse, á la fuerza. V'o- lunlád forzada , no es volun- tad. Sin ésta, no hai cristia- nismo.
1 Lnp inquisidores, al Doc- tór Constantino , le quitaron la vida: (la mujér no, por- que no la tenia) : le robaron
la hazienda : le ofendieron en la fama: hizicron, que, todos, le desamparasen, en la neze- sidád : e hizicron contra él, cuanto pudieron , i cu.mto ellos , no hubieran querido, que se hiziese con ello-; , a nn estár locos. ¡Amaron los In- quisidores, al Dr. Constanti- no? ¿Fueron cristianos, nun- ca, los Iiiquisidores?
^ DIEZ MANDAMIENTOS. 153
amór es el que manda, e guia las cosas; siem- pre las endereza, a la cosa amada; siempre a darle contentamiento: siempre, es ella, el prin- zipál fin, que se busca: nunca sabe estar olvida- dizo, i estéril: i todo se le haza liviano de obrar: en todo tiene verdadera confianza de lo que ama ; porque la raíz de donde nasze , es la Fé. Veis aquí, la causa, porqué nuestro Redemptór dijo: que en estos dos Mandamientos, de «amár a Dios," i a amár al prójimo;» consistía la Lei, i los Profetas. Porque, quien ama a Dios, siempre confiará en Él : terná grande, i continuo cuida- do, de servirle : acatará dentro de su corazón, i temerá, aquella grande, e divina Majestád: deseará, i procurará, que todos le conozcan, i le den gloria: convidará, para ello, con pala- bra, i con ejemplo: i ninguna cosa rehusará, de las que tocan a la relijión, i servizio, de tal Se- ñor. Por este mismo camino, quien amare a su prójimo; a mi cargo, que nunca le quite la vida: ni le quite la mujér : ni le robe la hazicnda: ni le ofenda en la fama ; ni le desampare en la nezesidád, ni haga cosa contra él, de las que él viere, que no es razón, que se hagan, contra sí mismo Veis aquí , una mui breve, i mui clara
FLETA , E INMOLADLE UDEtl-
TÁD Relijiosa. Ni el amár, ni la relijión cristiana , pue- den exijirsc, á la fuerza. Vo- luntád forzada, no es volun- tad. Sin ésta, no hai cristia- nismo.
i Lop inquisidores, al Doc- tór Constantino , le quitaron la vida: (la mujér no, por- que no la tcnlal : le robaron
la hazicnda : le ofendieron en la fama: hizicron, que, todos, le desamparasen, en la neze- sidád : e hizicron contra él, cuanto pudieron, i cuanto ellos , no hubieran querido, que se hiziese con ellos , a no estár locos. ¡Amaron los In- quisidores, al Dr. Constanti- no? ¿Fueron cristianos, nun- ca, ¡os líiquisidore»?
V. DIIÍZ MANDAMIENTOS. 153
amór es el que manda, e guía las cosas; siem- pre las endereza, a la cosa amada; siempre a darle contentamiento: siempre, es ella, el prin- zipál fin, que se busca: nunca sabe estar olvida- dizo, i estéril: i todo se le haze liviano de obrar: en todo tiene verdadera confianza de lo que ama ; porque la raíz de donde nasze , es la Fé. Veis aquí, la causa, porqué nuestro Redcmptór dijo: que en estos dos Mandamientos, de «amár a Dios,') i » amár al prójimo;" consistía la Lei, i los Profetas. Porque, quien ama a Dios, siempre confiará en Él : terná grande, i continuo cuida- do, de servirle : acatará dentro de su corazón, i temerá, aquella grande, e divina Majestád: deseará, i procurará, que todos le conozcan, i le den gloria: convidará, para ello, con pala- bra, i con ejemplo: i ninguna cosa rehusará, do las que tocan a la relijión, i servizio, de tal Se- ñor. Por este mismo camino, quien amare a su prójimo; a mi cargo, que nunca le quite la vida: ni le quite la mujér : ni le robe la hazicnda : ni le ofenda en la fama : ni le desampare en la nezesidád, ni haga cosa contra él, de las que él viere, que no es razón, que se hagan, contra si mismo Veis aquí, una mui breve, i mui clara
rt ETA, E INMOLADLE LIDEH-
tAd Reltjiosa. Ni el anuir, ni la relijión cristiana , pue- flon exijirsc, á Ja fuerza. Vo- luntád forzada , no es volun- tad. Sin ésta, no hai cristia-
1 LoB inquisidores, al Doc- tór Constantino, le quitaron la vida: (la mujér no, por- que no la tenia) : le robaron
la hazicnda : le ofendieron en la fami: hizicron, que, todos, le desamparasen, en la neze- sidád : e hizicron contra él, cnanto pudieron , i cuanto ellos , no hubieran querido, que se hiziese con ellos , a nn estár locos, i Amaron los In- quisidores, al Dr. Constanti- no? ¿Fueron cristianos, nun- ca, los Inquisidores?
I54 "A AfiREVIAZlÓN LIE I.OS 7»
í^xposizióii de los Mandamientos divinos: pai a que si algdno dijere, o se excusare, con alegár, que es prolija cosa, tratarlos; difizil, i obscura de cntcn- dór; lo toméis, luego, ¡i Lis niailos, con dczii': que ame, verdaderamente a Dios, i vcrdadcra- menté a su prójimo: i, que pregunte, i haga .124. testigo, a su mismo corazón, i conzienzia, si f' aquél amór es verdadero, i zierto; o si es flaco, si es solapado, c finjido. I, que, con solo esto, enten- derá todos los Di6z Mandamientos : i conoszerá, si los cumple, o no los cumple: sin quo alegue, la flaqueza de su memoria, o cortedad de su en- tendimiento, para tan larga ¡lezión. Concluire- mos, en esta materia, con avisaros, a que ten- gáis atcnzión a esto, que yo, agora, diré. Lo pri- mero: que entendáis, que estos Mandamientos,, todos están metidos, en el primór Articulo de la Fe, en que confesamos, que creemos en Dios. Porque como allí tractastes, i mui bien : el que vcrdadcramcilto, Creé en Dios; acátale, confor- me a la tal crcenzia : conforme a cUá, se confia d'Él: tiene por bueno, i sancto, lo que le man- da, i, como tal, lo pone por obra. I, a no ser asi,' no podríamos dezir, que aquella Fó , seria viva, sinó muerta, i como cosa sin ánima. De' suerte, que la fé, i amór del Señór; han de acompa- ñAr todas las cosas del, hombre; i ser como vida, i ánima d'ellas; para que se pueda dezir, que, verdaderamente, cumple sus Mandamientos, i que se efectuarán en 61, las prümesas, que con- sigo traen. Esto es lo que, por mas claros tcT- minos se suele dezir: que el que quiere cun'i- plir los Mandamientos de Dios, los ha de obrar
Sí. DIEZ MANDAMU-NTUS. 7» i 55
por amor suyo : i este ha de sér el prinzipál fin, que en sus obras ha de tenér. De suerte, que si ama al prójimo, no ha de sér, por sus antojos,
0 afizioncs mundanas; sino porque es obra de Dios , criada a su semejanza : i por cuyo respec- to, Él crió el zielo, i la tierra, i le tiene guar- dados, i prometidos, infinitos, i eternos bienes. Ha de pensár, cuan fea, i abominable cosa es, aborreszér, á quien Dios ama: quitarle los bienes, que Él le envia: ofcndór a quien Él guarda, i tiene su Carta de amparo, i seguro. Asi que, este
es el fin, a quien so han ^ de referir, o ondcrc- Foi. 12.1. zár, la obedienzia, i guarda, de los Mandamien- tos: que es, guardarlos, por obedienzia, i por amor de Dios: i, si asi no se haze, la guarda d'ellos no es cumplida, ni perfecta. Provechosa materia es esta, en grande manera: e si Dios fuere servido, yo la trataré, con vos, algún día, bien a la larga. Lo segundo, que quiero, que noteiá es: que cuando os paresziere, que habéis trabajado en el cumplimiento, de algunos de los Mandamientos, a que el Señor nos obliga; nun- ca quedéis, tan contento de lo que habéis hecho; que le dejéis de pedir perdón de vuestras faltas,
1 suplicai'le, que supla Él, con su grande mise- ricordia, li escaséza de vuestras obras, de vues- tra fé, i de vuestro amor: porque, todo este edifizio, cuan grande es; basta para: minarlo, i dár, con él, en el suelo, un poquito de soberbia, i zegueddd. I, bi6n dije, zeguedád, porque no hai cosa tan ziega en el mundo , como la sober- bia Parézome, que habernos tractado, un ra-
' I aun, por eso , quizá, no hai en el mundo, hombrci
156 °A AcnEViAEiÓN Dt: los 9» zonable pedazo, de la doctrina cristiana; i de lo que nos ha de dar la vida, para que fuemos criados. I, aun también, me paresze, que se nos va hazicndo tarde ¡ i podría ser, que la hora de comér se os pasase. Véd, Señór Compadre, lo quo mandáis, que se haga : si tenéis gana de comér, dejaremos nuestra Plática, para la tarde; ¡ sino pasaremos un poco adelante.
Patiuzio. a vos, querría yo, Señór, que no se os hiziese de mal, que, de mí, os digo, que me pareze, que estoi olvidado, no solo de comér, mas de todas las cosas del mundo : i que aunque estuviese aquí un año, ninguna mudanza senti- ría en esto. Otro tiempo, solíanme pareszér, es- tas cosas, largas, i prolijas: agora, doi infinitas grázias a Dios, que me ha despertado la ham- bre, de lo que yo mas nezesidád tengo. Esto es Foi. 126. lo que agora '' yo siento: aunque no se ha de hazér sino lo que vos, Señór, mandáredes.
Dionisio. En el nombre do Dios: que d'estos tales trabajos, yo no me canso. Tornemos, hijo Ambrosio, a nuestra razón, pues que vuestro padre, tanta hambre tiene d'ella. Esto todo, que hoi habemos platicado, ¿paresze os, a vos, que es cosa mui lijera de hazér, para las fuerzas del hombre; o que tiene alguna dificultád, i que no es tan fazil, como a algunos les paresze? ¿Dijo os, vuestro Maestro, algo d'csto?
Ambrosio. SI dijo : i aun mandóme, que nun-
mus ziegos, que nofotro?, Ins mas de los españoles. Espa- ña , en su soberbia , oprimió gran parte de la tierra , sin
conozér donde estaba la ver- dadera grandcz.i •, i cuál era la lonblo rcputazión. Hoi c» befa de la Naziones.
'A DIEZ MANDAMIENTOS. ?» 157
ca lo apartase de mi memoria: sinó, que vol- viese muchas vezes a ello, como a cosa que era la llave de toda la salud del hombre. Dijome que los Mandamientos de Dios, eran una cosa Cuán grande mui alta, i de grande hermosura, i bondiid : i cshmhabiii-
, . , i n • 1 f'ád del hom-
que las fucfzas humanas eran tan flacas, i ha- Lian quedado tan maltratadas del pecado; tan amigas, e inclinadas, a las cosas de la tierra; que no se podían levantár, al amór de lo que Dios manda, ni al verdadero cumplimiento de sus Prezeptos, para que lleguemos a alcanzár, la promesa de su bienaventuranza, sin favor, i gráziasuya. Dljome también, que su misericor- dia es tan grande, que, conosziendo nuestra mi- seria, nuestra grande falta, i pobreza; dá su favór, i socorro, con grande liberalidád. I, que j cuanto mas nosotros conoszcmos , lo que nos I falta , cuanto mas nos congojamos, i añijimos d'ello; tanto mas Él se alarga, en remediarnos, i i socorrernos. I, que para todas nuestras miserias, ¡ i señaladamente , para esta, que es la mas prin- zipál de todas; no habla en el mundo mayór ali- vio, ni cosa, a que con tanto provecho nos poda- mos acojér, como es la Orazión. I, que estas Lasarmasdei son las prinzipales armas del cristiano, i el ca- cristiano, la . mino, para alcanzár de la misericordia del Se- ñór, lo que nos quitó el Demonio, por su ma- lizia.
I5S
Prosigue ' la materia de la inhabilidád de las fuerzas humanas: i de la nezesidád del favor de Dios.
CAPITULO XXXVI.
Comparazioti, en que se de- clara, la po- qucdid, i mi- seria, que el hombre, de si proprio tion«.
Dionisio. Verdadcramenle , no paresza, sinó que sabíadcs lo que yo deseaba, según habéis azcrtado a responder tan conforme, a lo que yo echaba menos, en todo lo que habernos tracta- do i deseaba , que se hablase d'esto , antes , que nuestra plática se acabase. Mui bión azertó vuestro Maestro, a guiaros en esto: cncares- ziendo os, primero, la miseria, i poquedád del hombre, para poder levantarse al cumplimien- to de lo que Dios le pide: i alcanzár, por este camino, los bienes que le ha prometido. I, creed- me, que ni él, ni yo, ni nadie del mundo, basta a cncarezcros sufizientemente, en este caso, de qnu agora hablamos; la inhabilidád, i desventura del hombre: i cuán grande es la nezesidád, que tiene, del favor de Dios. Dezid- me, por vuestra vida, ¿no terniadcs por gran- de miseria, que un hombre, tuviese grandísima nezesidád de com6r, i que supiese zertisima- montc, que, si comiese, viviría; i , que, a no comér, tenía en las manos la muerte, i, que, con ser esto asi como he dicho , este , no tu- viese que comér, ni industria para buscarlo, ni hallase quien se lo diese, ni lo hobiese en el mundo? ¿No os pareszeria, esto, el estremo de toda mala ventura? Pues, c.^perá: i veréis otro
«. DE LA ohazión. ?í 159 mayor. Imajiná, que se halla un tan grande Amigo d'este hombre, i que tanta piedád ha te- nido d'él, que, con un zicrlo artifizio, le halla de comér mui abastadamente , i, hallado, se lo trae, i se lo pone delante, i le dize, que coma: i que, entónzes, el triste hombre, f no tuviese rol. i2s. fuerza para comer, ni pudiese abrir la boca , ni hobiese en 61, punto, ni rastro de apetito, para ello: i, esto todo, viendo el manjár delante, i traido por industria de aquél su tan erando Ami- go. Pues, esta es la miseria del hombre, para con Dios: i mui mayór, i mui sin comparazión, como luego podréis ver. Tiene nezesidád el hom- bre para vivir vida del zielo, vida, que nunca se acaba, e vida bienaventurada, de comér, un manjár, que ni él lo sahc buscár, ni hai quien se lo pueda traer, ni lo hai en la tierra toda. Esto es: saber la voluntád de Dios: qué es aquello, con que Él, seria contento, i servido: qué po- drían hazér los hombres, para ganar aquella vi- da , que Él solo , puede dar ; i escapar de muerte miserable, i eterna. Esto, no lo puede alcanzár el hombre, sin sabér la voluntád de Dios, i sin con- formarse con ella : porque, esto solo, es el cami- no, para esta vida que él busca: i todos los otros, que él atinase; todas las imajinaziones, que para esto hiziese; lodos los que le pudiesen cnsefiár, los hombres, de la sabiduría del mun- do ; todos serían caminos do perdizión , i de ale - jarlo do Dios, i guia para la muerte. Viene cs- tonzes, el mismo Authór do la vida : i descubro al hombre este secreto: i usando con él, de aquella su grande misericordia, dizcle: «Cata
ICO "A nr„soi.uziüN ?S
aqui , lionibro, dóndo te traigo manjar de vida: cala aquí, el secreto de mi voluntád: come, i vivirás: creo, en Mi ^ verdaderamente : confíate solamente de Mi : pon en Mi , toda esperanza: conténtate, i alógrate comigo solo; aunque todo lo otro te falte : aqui te descubro el secreto de las obras con qué Yo soi servido : con que quiero, que des muestra, en el mundo, do que eres mió : con que representes en él, que eres Foi.129. hechura de mis manos, i des nuevas de quien so;, i de mi bondád, e limpieza: gobiérnate, en lodos tus hechos, por el Memoriál d'estos Man- damientos; i no hayas miedo de perderte, que, por ellos, se camina, a mi Casa, i a mi Reino. Por tanto, está bién avisado: que no te apartes de mi Voluntád , ni olvides cosa de lo que pido, que, en esto, está tu remedio.» Grande es, esta misericordia, deque el Scñór usa con el hom- bre, i no hai lengua, que la pueda cxplicár. I, ¡o desventura grande de los hombres, que no la conoszen, i que no entienden, cuántas, i cuán continuas grázias se deben, a la bondád del Señor, por solo querernos dar Mandamien- tos, en que nos descubre, i da a entendér, que se quiere servir de nosotros; i en qué manera se quiere servir! Mas, está tal, el miserable hombre , para esta merzéd ; como el otro, qu6 dézia , para el manjár corporál, que su amigo le traía. Ni tiene fuerza, para estos Mandamientos, ni apetito, para ellos: sino un desmayo, i una pesadumbre, que no se puede dezír. "Come, hombre, d'este manjár de vida.» «Señór, no puedo." «Mira, que no puedes vivir, siné^, »
TIF, lA OnAZIÓN. ?S 1C1
"Aunque sea asi la verdad, no tengo fuerzas para comerlo.» ¡0 j^ramlc miseria de hombre: que le han traído la vida, a las manos, i cstii en el, tan apoderada la muerte, que no se puedo apro- vechAr de la vida! ¿No es, este caso, mas tris- te, i mas de llorár, que el primero de la com- parazión, que puse? Si, por zicrto, i tanto mas triste, i mas de llorár, cuanto es, la una vida, mayór, que la otra. Porque la vida de acá, corta es, i presto se ha de acahár: i poco va, que so acabe algo mas presto; o, de una manera, m.as que de otra*: pues, son tan livianos, los bie- nes de que puede gozár , por larga que sea. Mas, la vida, de que tratamos, que es vida eter- na, vida de gozar de Dios, i de bienes, que no saben tener f fin : esta es la que se ha de Foi. i.in. llorár, si se pierde. Mas, si le preguntasen al hombre (i pongamos, que fuese Dios, el que se lo preguntase) : ollombrc triste, ¿qué es la cau- sa, que trayéndote la vida a las manos , no la tomas? ¿Quién te puso en tanto desmayo, i fla- queza?» No podria respondér, con vcrdád, otra cosa, sino dezir: «Señor, yo mismo, me metí en esta desventura , i fui causa de mi perdizión, i justamente quedo perdido. Vos me pcdis, co- sas de vuestro servizio, cosas de amaros, i de confiar en vos : yo me meti en servizio del De- monio: yo me aparté de vuestra obedienzia: i coníié en vuestro enemigo: el cuál me ha parado tal, cual estoi: i tan grandes son las reliquias,
' F-n loj calabozos infectos, de Sevilla, murió martirizado i sacrilegos de la Inquisizión el Dr. Constantino II
il
I62 "A DE LA DOCrniNA ^
de aquella primera cnfcrmedád , que no só, Se- ñor, serviros. Pedisine cosas de vucslra grázia, i amistad : lodo esto perdí, cuando me aparté de Vos.» «O, hombre, pues para que conozcas, cuán grande es, mi Misericordia, i cuanto es, lo que me debes; mira, lo que quiero hazcr con- tigo, que, no solo, quiero traerte la vida a las manos, mas el apetito también , que te falta, i las fuerzas, que tu no tienes. Tú estáis, fuera de mi grázia , i de aquí naszcn tus grandes ma- les. Yo te quiero volver a ella, i que sea todo, a mi costa: darte los bienes, i que seas capaz d'ellüs. I, porque en las obras de mi misericor- dia, no quede mi justizia ofendida; Yo quiero buscar un camino, con que todo quede entero, Yo satisfecho , i tu remediado'. Yo quiero dar mi Hijo, por ti; para que pague lo que tu debías, i que sea entera satisfazión para Mí; i, para tí, entero remedio. Mira, cuán caro cuestas, de volver a Mi , i lo que, de aquí adelante, me de- bes, sobre todo lo que debías. Tu, te hezistc mi enemigo, i saliste de mi grázia: Yo quiero dar a mi Hijo, por tí, cuyos servizios, sean - tales, i tan en mi grázia, que con la que a El le so- brare, podrás tu vivir , i cobrar lo que perdiste. Por las obras , i méritos d'Ksto, i por lo mucho.
• Al tr.ntár aquí, el Doc- trfr, de pste profundo, o mas bién , insondable nsimto , de la Justificazión , i Hcdcnzirtn lium.ma, jior medio de Cris- to ; 3C olvidó , me parcze, de que es inexplicable. Biín comprende, la razón huma- na , que el hombre, por ni
so jiií'fie^. "i se salva : que nesnifn un .Salv.^dúh : po- ro , mas allá , no llcgr» , sin¿ . por Fe.
2 Scnn , puede , que si-,i errata, por scr/in: pues habla de Cristo, arunziando su vi- da cbmo hombre. Téase, que, luego, Jizc." agradaTá.
"A DE LA ohazión. 9» 1G3 que me agradará; te daré Yo fuerzas, i grázia, con que me sirvas, i tornes a mi amistád." ¿Qué os parcsze, d'csta misericordia, de que Dios ha usado con el hombre? ¿Parészcos, que le que- da obligado; que es razón, que le de grázias, por ello; que busque su Ilonrra, i su Gloria, i su scrvizio; que debe de cono7,6r, la grande ne- zesidád, que tiene, de la Grázia, i favor del Se- ñor; que debe de confesar su pobreza, i falta, para que Él, cada dia, reparta, i le envié de la fuente d'esta misericordia? _!
Dc¡ valor, i 7iczes)dád de la Orczión: i de la cficázia, i condizioncs d'ella.
CAPITULO XXXVIl.
He traido esto para que entendáis , la gran- de nczesidád , que el hombre tiene , de !a ora- zión : lo mucho en que la debe estimar, como a cosa de grande, é incomparable provecho: i como a instrumento eñcazisimo , para traór, ca- da dia, el remedio, que de parte de Dios, ya está ganado. D'csto mismo, que he dicho, co- noszercis la dispnsizión , i aparejo, que, para la orazión, se requiere; la manera, que ha de tc- nér ; i el fin , que en ella se pretende: para que veáis, que no me he alargado en balde, en esta mi comparazión. De donde notareis, que una de Disrcfízión las dispusiziones, que para ella es nezcsaria, es raraiaOr.v un grande conoszimiento , que el hombre ha de tener de sus faltas, de sus poquedades, e mise- rias: un desconfitár de sus proprias fuerzas : un
104 "A DE LA. DOCTniNA 7*
confesiír su prandc inhábil ¡il;id , i pobrozn . Tras esto, una verdadera fé, con que oslé zicrto, que rol. 132. lodos los liicnes que a élic faltan, están abun- dantisimamcnlc atesorados, en la misericordia del Scfiór, panados por los móritos, i sangre, do nuestro Rcdemptór Jesii Cristo. De aquí, le lia de naszér, una grande confianza , que pues tal prenda tenemos, i tal Mediador hai, entre el hombre, i Dios ; no se debe de dubd.ór, sinó que la orazión será oida, i que azeptará nuestras petiziones, por Jesu Cristo, Hijo suyo, i Señór nuestro, quien, antes que lo tuviésemos, tuvo tan grande afizión a nuestro remedio, que lo en- vió para él. Tras esto, está claro de conoszér las grandes grázias, que , en la Orazión, le debemos dar, por tan cncareszidas merzedes: i que no de- bemos pedir, en ella, cosa que sea contra su scr- vizio , i gloria , sino , que esta , vaya siempre en la delantera. Pues, trayendo a este fin, todo es- to, que he platicado, digo: que el camino, que primero ora tan difizil, de parte del hombre, pa- ra el cumplimiento de lo que Dios quiere , i para alcanzar su bienaventuranza; es hecho tan fazil, por Jesu Cristo, Redemptór, i Señór nuestro, que no queda excusa, que el hombre pueda ponér, para no ponerlo en obra. 1 digo, que c? mu i bién, i mui nezesario, que so le encarezca al hombre, la dificultád , que hai , de parte suya , para • los Mandamientos de Dios; para que conozca, de dón- de ic vino la faziüdád ; i la agradezca , a quien se
< Mas claro cslan'a, si c!i- (■ por errata, falt.i os.n vm jcsc : «para cumplir los Man- rumplir, o otra semejante, damicnlos: ctc.i> Por elipsis,
1C6 "A DE LA DOCTRINA
cíe io3 ofiíios los ofizios divinos, que cada dia veis, i el oflzio divinos. sazcrdotál. Quiera el Señór, por su infinita mi- sericordia, remediar lo que, en esto, falta; i iX^ proveér siempre su Iglesia de tales Oradores, que, para con Él sean parte, para aplacár, la ira, que los pecadores provocan. Eién veo, que, para muchas cosas de las que he dicho, se re- j quiere, mayor dcclarazión de la que yo lie dado:
mas pienso, que, vos, estaréis, en esto, tan bién enseñado, que supliréis mucho de lo que, por no detenernos tanto, yo he dejado do dezir: por- que seria cosa mui larga, dezir la cosa dos ve- zes; dezid, vos, agora, lo que azerca d'esto de- prendistes.
Ambrosio. Lo que yo, en eso, puedo dezir, es - casi lo mismo, que agora he oído: aunque no con tanta hrevedád, ni por t<nn buenos térmi- nos, como esto.
Foi. 131. Do la prcparazión , i condizioncs , ^ que sa requieren, para ¡a Orazión.
CAPITULO XXXVIll.
Para que la Orazión sea mas azertada, requié- rese preparazión, o que tenga zicrtas condizio- Primcra con- "GS, quc cs lo mismo. Lo primcro, se requiero: .lizi.'m de la que no oremos, en confianza nuestra, ni con Orazión. pensar, que, por nosotros, habernos de ser
presente, lo que antes dijo, mo él deja dicho antes), por
I lo que luegfo dize ; carezen, culpa, do los llamados sazer-
cnterarncnlc, la mayor parte dotcr. NiUcse el rrmrdio, quo
de los llama,dos cristianos, espera, quo es el único. del manjár de la orazión (co-
V- DE LA ORAZIÜÍ). ^» 167
oídos; sino en conCanza de la misericordia de Dios, i en la verdád de su palabra; haziendo el fundamento de nuestra orazión, a Jesu Cristo, Scñór, i Rcmediadór nuestro. Él es el inlerzcsór, por cuyo respecto somos oídos, por quien nues- tras pctizioncs son azeptadné. Esía fu6 la volun- tád del Eterno Padre, de no oír a hombre del mundo, sinó por medio de su (mico Hijo. De suerte, que habernos de tcnér por sabido, que, en su nombre, i no en otro, habernos de ser oídos : i , que Él , es altar, en que se ¡ha de ofrezcr este spirituál sacrifizio. Lo segundo, CoiuJ^iiJn se- que es menester para orar, es, grande atenzión, p-'"'^^' <^'^ i rcverenzia. Porque, no es otra cosa la Orazión, 0^"'°"- sino una plática con Dios, ó con Jesu Cristo su Hijo, Hombre, i Dios verdadero. Pues, aquí habemos de considerar, cuanto desacato seria, si hablásemos con un PHnzipc de los do la tier- ra, hablar sin atenzión, i conzierto: sin mirar, muí bien, lo que dijésemos; sin tcnór le aca- tamiento: sin pesár nuestra pctizión: i sin estar mui despiertos, para ver lo que respondía: i en que no se nos cayese palabra, que fuese en de- servizio suyo , o que le pudiese enojár. Asimis- mo, si fuese nuestra plática, con alguno de los Sabios del mundo; procuraríamos que todo lo que hablásemos, fuese mui conzcrtado, i me- dido, i mui pensado, i estudiado. Pues, si esto, se ha do hazér con los Prinzipcs, i Sabios do la tierra, i con quien no se puede aventurar, sinó cosas de la tierra; cuanto mas se debo hazér, F"I. con el Poder, i Sabiduría divina, con quien va- mos a negoziár co.sas de tan grande peso; i que
168
DE I.AS CONUIZlOXEí %
La tcrzera condiziún de la ornzión.
Cuarta con- dizión de la Orazión.
sabemos que nos está oyendo con grandísimn atenzión. Debe, pues, el que ha de orár, reco- jcrsc todo en si : i hablír, en su Orazión, con la Majcstdd divina, con el mayór acatamiento, i humildád, que él pudiere. La terzera condizión, que la Orazión" ha de tenér, es: que sea en spí- ritu. Quiero ' dezir, que salga de corazón: i que no solo ore la boca , sino que, dentro del ánima, tengamos cnzcndida nfizión, con la cuál demos vida A la Orazión , que hazemos; i la ^ hagamos, en cuanto es en nosotros, que represento nues- tra pctizión, i deseo, delante de Dios. El cuál oye, mui mas presto, i se inclina a la simplizi- dád, i ánsia, del corazón humilde ; que á las palabras, i razonamientos polidamente compues- tos. I esto, me dijo mi Maestro, que era, lo que el Redcmptór enseña en el Evanjelio: que nos recojamos para orár, i entremos en nuestro re- traimiento: i allí, en aquél lugár escondido, nos verá, e oirá el Eterno Padre. Este secreto, i re- traimiento es; cuando para hablar con la Majcs- tád divina, echamos de nuestro corazón el es- truendo de los deseos, i de los cuidados munda- nos; cuando, en el sosiego, de pcnsár, que el Señor, que nos mandó orár , oirá nuestra pcti- zión; con sancto atrevimiento, i confianza, des- pertamos nuestra ánima, nuestro deseo, i neze- sidád, a que en aquél silenzio, i soledád, se le manifieste, i dé cuenta de si. La cuarta condi- zión, que la Orazión requiere, es: que sea he-
i Quiere en el anliguo im- preso an'.iguo : i aunque se preso. sufre cl caso tcrzcro ; creo
* Le hagamos: en cl im- liai errata, por M.
Dli LA OUAZIÓ.N. 100
cha con fé. Esta us, una gran conOauza, que el hombre ha de tenér, que os oido. Esta, para ser zicrta, i viva, no ha de hazér fundamento, en el valór, i merczlmiento de! que pide, sinó en la inGnita Londád de Dios, que para mas manifes- tarse, fué servida de prometer que estaba i' Vox.vic. siempre aparejada, para rcmediár las nczcsida- des, i trabajos de los hombres, i comunicarse con ellos. De manera, que el proprio ofizio d'csta confianza es: conozér, i tener por zierto, que aunque por nuestras culpas somos perdidos, i no tenemos, ni podemos alcanzar cosa, por don- de merezcamos ser oídos en nuestros trabajos, i remediados en ellos; la grandeza de la divina bondád, por habernos dado al Redomptór del mundo, para que nos redimiese, i salvase; nos hazeziertos, que siempre nos oirá, i remediará, pues que así lo prometió, por respecto d'Él, i el Interzesór, i Sacrifizio , que por nosotros se ofreszió, está siempre vivo. Es, asimesmo^ el ofizio d'esta fé, hazér, que después de la Ora- zión no quedemos incrédulos, ni congojados; ni escudriñemos, si fuera mejor, que nuestra Orazión fuera de otra manera azcptada: que las cosas nos suzedieran de otra suerte: que había otro remedio mejór, que ul que Dios ha dado: que es pasado el tiempo, i la sazón, i que ya no podemos ser remediados. Estas cosas todas son señales, no de fé, sinó de curiosidad, i sabidu- ría humana: i deque pensamos, que nosotros tenemos mas cuidado do nosotros mismos, i sa- bemos mas, lo que nos cumplo, que Diós. La fé, hade zcrrár los ojos, i ponerlo todo en la
170 DL" LAS CONDIZIÜ.NES
m;ino ilol Señúr: i canudo liobiéronios tentado los módios lizilos . que ella misma nos permite, i nos dá, por instrumcnlof de su providcnzia; ponér en nosotros, con cualquier cosa que su- zeda, una seguridad, i conlcntamicnlo, con quo estemos zicrtos, que pues nos remitimos a la bondad de Dios; pues parczimos delante d'Él; i hezimos nuestra suplicazión ; ello va bión enca- minado; i que no nos quede mas de confiar lo que no entendemos de su infinito saber, pues, que tenemos por zierto, que nunca su miscri- ■ i-ui. 137. cordia f sabe faltar su palabra. Lo quinto que (¿uinia coiiiii- lia de tener el que ora, es, pazicnzia. Porque mu- zión de la chas Yczes Dios dilata las mcrzcdes, que le pe-
Orazión. ^ ■ l c-
dimos, o para probar nuestra fe, para ver, si por tardarse aquello, acometemos a buscar el reme- medio, por ilizitos, i malos caminos; o para que mas conozcamos nuestra nczcsidád, i mas esti- memos sus dones, i para enzendér en nosotros mayor hcrvór de orazión ; o porque asi cumplo .1 nosotros; o por otras cosas, que Él sabe. Esta virtud es mui nezesaria en la Orazión , para que conserve el fructo d'ella, i la tentazión no nos quito tanto bién de entre las manos: por- que hai muchos, que, para un poco de tiempo, se disponen a orár, ponen grande cficázia en ello, i sufren mucho trabajo: solameulc no saben sufrir la dilazión. I esto les haze desmay.ár , i perder todo lo ganado, si algo habían ganado.
Dionisio. ¡Aún si supiéscdes bién, cuanta vcr- i!;id habéis dicho! Contczc eso, muchas vezes, en toda suerte de petiziones, i mas en aquellas, con que los hombres procuran bienes espiritua-
Di; LA OIIAZIÓN. /* 171
les, i dones de Dios. Conoszcn, i creen , que los liai en otros : tómales cobdizia d'cllos; supli- canlo a Dios: cjerzítansc en la Orazión: i en viendo, que, en un poco de tiempo, no alcanzan lo que piden, que, en ocho dias, no son otros; luegodesmayan, i desconfian; i ni queda Orazión, ni queda fe, ni cosa que le parezca: para que veáis, qué haze allí, la falta de la pazienzia. Mas, no quiero agora estorbaros : pasad adelante, en vuestras condiziones.
Ambrosio. La sexta condiziones: que sicm- Sexta conji- prc nos guardemos mucho, de pedir en la Ora- ^'^ zión, cosa contra el servizio de Dios : i que nun- ' " ' ca dejemos de hazcr esta salva, i suplicármui de verdád a la Majestád divina, que no permita, que, por ocasión /"nuestra, ella sea ofendida, Foi. 138. ni desacatada. La séptima condizión os: que nos .Scpt-.-na con- guardemos de obrar, con las manos, o de tener <iizi5n de u en el corazón, cosa, que provoque la ira del Se- . ñor, a quien vamos a pedir raerzedcs, i que use de clemenzia con nosotros; porque esto seria, deshazér, por una parte, lo que procuramos ha- zér, por otra. Sinó, que pongamos mucha dili- jenzia, en que con buenas, i sanctas obras, ayu- demos nuestra Orazión, i no haya contradizión en nosotros, entre las palabras, i hechos. La ociava con- octava cosa, que se requiere, es: que siem- dizión de ¡a pre, nuestro prinzipál deseo, nuestra prinzi- O"^''^"- pál Orazión, ipetizión; sea encaminada a bie- nes spirituales , i acosas, que nos encaminen a Dios: i que de tal manera pidamos aquello do que en este mundo tenemos nczesidád; i las cosas, a que, en esto, mas la caridad nos con-
172 1)K LAS OIIKAS, I nOMPAÑÍA ^
villa; que siempre vay.i lo primero en l;i delan- tera, i supliquemos niui deverdád, que nunca la Misericordia divina consienta, que lo que para pasar este mundo pedimos, haga daño, o impe- dimento, a los bienes, que son menester, para poder alcanzi'ir el otro.
De las buenas obras, que han de acompafíár la Ovazión.
CAPITULO XXXIX.
Dionisio. Quiero os atajar ahí, que Lién veo, que aunque el camino que habéis comenzado, es algo largo , vos lo andáis de tal manera, que sin perderos en él , lo podriadcs llegár al cabo. Mas esto no se haze, para que tratemos las cosas tan a la larga, ni para que aquí comprehenda- mos, todos los jéneros de Oraziún; que esto, mayor espázio requiere. Basta por agora, que yo conozca, cuan bién fundado estáis en todo, Foi. 130. i que por la bondad de Dios, tenéis prinzi- pios, con que, cuando fuere mencslér, podéis pasár adelante, a muchas cosas, que agora de- jaremos de tratar: porque, -ya que el tiempo es breve, lo gastemos en lo mas nezesario. Una cosa quiero que tornemos a repetir , porque siendo mui nezesaria para la orazión , veo, que, por nuestros pecados, muchos la dejan atrás. 1 porque á nosotros no contezca otro tanto, será bién, quo un poquito tratemos d'ella: que yo se, que os aprovechará, üejistes : que las bue- nas obras, han de acompañar la orazión : i de-
'A UE LA onvziós. 1*3 jislosmui grande vcrdád. I, para que lo veáis bión claro, mirá en la divina Scriptura, en cuantos lugares, i con cuanta cficázia, nos en- comienda, juntamente con la orazión, el ayu- no, i la limosna, para que seamos oídos. Po- dcislo ver en Esaías, i en otros muchos lugares, asi del Nuevo, como del Viejo Tcslamcnto. La razón d'esto, está nuii clara para cualquiera, que está ejerzitado en el artifizio, que la divina Scriptura usa: porque lo prinzipál, que en la Orazión pretendemos es, provocar la divina Ma- jestad, a que haya misericordia de nosotros, ¡ alargue la mano de sus inünitos bienes, para el remedio de nuestras nezesidades. También la verdadera orazión, o el que verdaderamente ora, no es inlcrcsál para sí solo, ni quiere so- lamente para sí el remedio; ni busca daño de nadie. ¿No es esto asi? Pues con la limosna se Cndn prove- humilla el hombre; i profesa todo esto, cuando, '^^'■^^^ '■'^ con pedir la misericordia del zielo, no niega él, Jlj^^j/razi'-.n la que puede hazér en la tierra: i es, como si dijese a Dios: "Señor, no quiero yo vuestras misericordias, para alzarme con ellas : porque ladrón seria si tal hiziese: que, vuestras son, i no mías. No las quiero, para daño de mis her- manos, pues las mereszen ^ ellos, mejor que Foi. ito. yo. D'estas de que. Vos, me habéis hecho mcr- zéd, quiero repartir; en scñál, i protestazión, que, como hechura vuestra, uso de misericordia: co- mo. Vos, siempre la usastes comigo. I no per- mitáis, Vos, sobre mi, tánto mal, que con mis mismas obras, yo me condene, yendo a pediros misericordia, no usándola con mi prójimo.» Veis
174 DE LAS ODUAS , I COMPAÑÍA ^
aquí cómo , por la limosna, so nos di. aquí a cn- tcndér, totlas las obras do que somos obligados L.1 comrañra al prójimo. Vengamos al ayuno, ¿rs'o habéis di- dciAyunocon ^j^^ -^^ orazión, requiere atenzión, requiere
la Ornzi.^n. . • , , • , ,
rcvcrenzia, requiere ucrvór, i oirás muchas co- sas? Pues todo esto estorba muchas rezes la carne, con cstAr mas regalada, de lo que .'^oría razón. Para esto es grande remedio, la absti- nenzia, i el ayuno. Con que, en cuanto en nos- otros es, no le permitimos ' , que esté, tan enlo- dada, en los cuidados, i deleites d'este mundo, que nos lleve allá por fuerza nuestro corazón, i ocupe nuestra memoria, i sea una enemiga, i coatradezidora de los bienes del spiritu; i que con su fortaleza, i ferozidád, esté siempre a la puerta, como para resistirles, i defenderles la entrada, o para echarlos de casa. Tomád pues, vos, mi consejo: o (para mejor dezír) el de la divina Scriptura : i siempre, con vuestra orazión, anden las Obras de Caridád, según la posibili- dad Dios os diere. Siempre lenéd vela sobre vos, para que no se ensoberbezca vuestra carne, i se haga como bestia indomable, con los regalos del mundo. I dejá[dj hazér a Dios, que Él hará suofizio, i no será en balde vuestra orazión. Acabaremos en esta materia, con que me res- pondáis primero, a algunas dubdas, que se me han ofreszido, de las condizioncs, que de la orazión dejistes. Es la primiOra : queme pareszc, que distes a entender , que el que ha de orár,
i Ai! el impreso antiguo: mitamos.» mas parc7.c errata por per-
'A DE LA OHAZIÚN. 175
lo ha de f hnzér, con fi'-, i con cspcranf.a, i con caricUid. Pues, si asi es, ¿qué remedio lo que- dará al pccadúr, que está sin estos tres done«: o, hablando mas claro, que no estii en grázia, sino en pecado? ¿Cómo orará este tal? porqué, según vuestras reglas, de solos los justos es la Orazión. La segunda duhda naszc d'esta, i es: que dejistcs, que la Orazión lia de ser, en her- vor de Spiritu. No creo yo, que entendéis vos, que este hervor, sea solamente de spiritu hu- mano, sino de spiritu, que es don del zielo. Pues si el pecador no lo tiene, ¿cómo orará en él? Respondedme a estas dos cosas, que no son para que vos estéis sin salisfazión para ellas.
De ¡a Orazión del Jvsto , i de la del pecador : i de la diforenzia que entre ellal^] hai.
CAPITULO XL.
Ambrosio. La zierta, i la eíicáz Orazión, o? la del Justo, que es, la que va con fé, i con esperanza, i con caridad. I en estas otras ' vir- tudes, se incluyen todas las condizioncs, que yo puse, i son como fuentes d'ellas: porque la fé, da confianza a la Orazión: la caridad, la cn- zicndo: i la esperanza, le da pazienzia, i la subs- lenta. Mas, con lodo esto, no excluimos de la Orazión a los Pecadores, porque ellos son , los que mas nezesidád tienen d'ella. Aquellos peca-
I «Otras,» dize el impreso por otros. n «I pii oslas trrs antiguo: mas parczc errata, virtudes, etc.»
17G °A DE LA On.VZIÜN DEL JUSTO ^
dores no tienen parto con la Orazión , que se huelgan con sus pecados, i desean vivir en ellos; i que están tan lejos do querér el remedio; que, pareze, i aun es asi, que aunque se lo die- sen, como muchas vczes se lo dan; no lo toma- rían. Mas el pccadór, que siente su pecado, i le acusa, i condena su misma conzienzia, i Foi. U2. querría salir d'ól ; este, bien puede /'orár, prin- zipalmente con orazión con que pida a Dios per- Cuái ha (!c dón, i fin de su pecado. I, tenga por zierto, que scriaOrarián auH aqucllo quo cntonzcs haze, es, porque la del pecador, poderosa mano de Dios le ha despertado a ello.
I como su misericordia no tenga fin , i siempre se inclino a los pobres, i nezesitados de su re- medio; no cansándose el pccadór, no dejará ella do hazér su ofizio , que es alumbrar, i re- mediar, i proseguir lo que comenzó, aunque el pecadór no lo merezca : i despertará en él zen- tella de spiritu , que pelee contra el pecado, i poco a poco, o como fuere servido, le comen- zará a dar de sus dones, los cuales, aunque al prinzipio no sean tan creszidos, por ser de la mano de Dios, son de inestimable valór. 1 como tengan grados, lo prinzipál, que se ha de pedir, es el augmento d'ellos; i que el Señór, que tan- ta misericordia tuvo, que puso zentella de sus dones a donde el Demonio tenia su casa ; que comenzó a desperLár, donde tan gran sueño ha- bía ; que previno con su grázia , al vasallo del ■ pecado; Él la acrcziente, i llegue a cumplido fin, hasta que en el ánima en que esto se comen- zó, la fó, i la esperanza, i la caridád, hagan su ofizio. Eslonzes la Or.izión d'oslc tal será eficáz.
I
'A I DEL PECADOR, 177
será de verdadero fructo, porque , para ella, no tiene puertas * el ziclo, por llevár las condizio- nes todas, que yo, al prinzipio, propuse.
Dionisio. ¡O, cómelo habéis dichobién:i en cuán pocas palabras habéis tractado de la Orazión del Pecador, i de la diferenzia, que hai, de la d'él, a la del Justo : i, sobre todo, i lo que mas me ha contentado, cuán grande es la mi- sericordia de Dios! Bendito, i alabado sea Él, para siempre jamás: que así sabe remediár, lo que el Demonio , i nosotros dañamos. Veamos, qué dezis, a la segunda cuestión.
Ambrosio. De la respuesta de la primera, se saca la de la segunda. Porque í claro está, que Foi. 143. cuando yo dije, que la verdadera Orazión había de sér en hervor de corazón, i de spíritu, no entendía, que era solamente de spíritu de las fuerzas, e industria del hombre, sinó de spíritu del zielo, que es don de Dios, i don de verda- dera Orazión. Mas, entiéndese, que así como el pecadór, de quien agora dije, oró, aunque no de tal Orazión, como el Justo; i despertado, i guiado del Señór, i substentado de la mano de su grande misericordia, llegó a tcnér Orazión justa, i eficáz; así el que se siente sin espíritu de Orazión, i conosze, que por sus pecados le falta; debe pedirlo al Señór, como él pudiere, i conozér, que aún aquél pedirlo , i desearlo, es cosa de Dios, i señál, que su misericordia lo vie- ne a buscár, i no contradezirla ni rehusár de se-
í Es dczir: no tiene puer- cas !■ zerradaS" el zielo,» es indudable, que elDoctór usó, ahí , de una elipsis elegante.
en su tiempo. Las puerta» se ponen, o tienen, para ettir zerradas.
12
178 °A DE LA ORAZIÓN DEL JUSTO ?»
guir por donde lo guian. I el Señor que comenzó, hará tanto en él, que le dé yerdadcro spiriLu de Orazión, si el mismo hombre no lo estorba con su pecado, i neglijcnzia. Aunque es menester mui grande atenzión, para no contentarse tem- prano, i pensár, que ya han llegado a aquel es- píritu, i hervor, antes que con muchas Icguns lleguen a él.
Dionisio, Verdád es eso. Mas , tiempo es , que demos fin a esto, i que me respondáis, qué manera de Orazión, os parcsze a vos, que ha- brá, que tenga todas las condiziones, que ha- bernos dicho : porque ellas son tales, i tan bue- nas, i nuestra ignoranzia tan grande; que pien- so, que habrá pocos, que la sepan guardar, i que no se engañen en muchas d'ellas. I se- ria mui grande cosa, que hobiesc una Orazión, de tal manera compuesta, que la tuviésemos como guia, i como dechado, para conformar- nos con ella. ¿Sabéis, vos, que haya alguna, que contenga todo esto?
Ambrosio. Sé, que hai muchas en los Profetas, i en los Salmos , i en toda la sagrada Escriptu- Foi. 144. ra, las cuales, como son f de hombres sanc- íos, i que tenían spiritu de Dios , llevan mui grande conzierto , i son como las quiere el Se- Oriziñn, que fiór. Mas, teucmos una en el Evanjc'io, que en nuestro senór jjjyj brevcs palabras, contiene todas aouellas,
enseno. 11,
que ha de tenér una verdadera, i .sancta Ora- zión. Esta es la que Ciisto, nuestro Redemptór, enseñó a sus Diszipulos, que comunmente lla- mamos, la Orazión del Palcr noster, porque asi comienza ella.
'A DEL PATER NOSTER ^ 1 70
Dionisio. Ahí os quena yo traér, i paresze- mc, que lie azertaJo a guiaros a ello. Por zier- to , Orazión enseñada por tal Maestro , ella será bién azertada: e yo os aseguro, que nunca deje do púr oida , si pór culpa nuestra no fuere. I , no es posible, sino que sea grandísimo tesoro, pues socorrió con él, el Redemptór del mundo , a los hombres, que Kl redimió, i que viven en este destierro, i en tan gran nezcsidád de Orazión, i do azertada Orazión. E yo soi tan afizionado a ella, que aunque os dé algún trabajo, me habéis de hazér plazér de dezirme , la Declarazión , que vuestro Maestro os dió : que yo sé, que ni él de- jaría de dárosla; ni, vos, la tcrneis olvidada.
Ambrosio. Una declarazión me dió d'ella, aun- que no tan larga como quisiera. Mas prometióme de extenderla mas, cuando yo estuviese algo mas ejerzitado.
Dionisio. Todo eso me parcsze bién, c ya de- seo, que comenzeis.
Ambrosio. Esta Orazión enseñó nuestro Re- demptór a sus Diszipulos, que le dijeron, que los enseñase a orár, como sant Juán habia he- cho a los suyos. Él les dijo : que orasen d'csta manera : «■ Pater noster , qui es in Ccvlis: sanctifi- Pntei- noster. cctur riomnn tuum. Adveniat regnum tuum. Fiat voluntas iua : !:icul in ccclo, et in tcrra. Panem msinnn quotidianum * d<x nobis liodie , el dimitte
i Hn I.\ "niblia Sacra Vulnaía ctilionis Sixli Quin- li Poní. Max. Iiusu recngnita alque cdila. Romeo Ex Typo- grapfiia Apostólica Vaticana a.D.XCIU, . en la páj. 8r,9,
columna scgundn, r. primern, se pone : Pnncm nostnim supcnubstanlialem da nohis tlodie.-< Pero la pAjina 921, columna 1.', r. dezimo quin- 10 . se pone : «Pauem nos-
180 'A DE I,\ ORAZIÓN. S
tiobis dcbila nosira: ^icul ct nos diniiitiuius debí- torilius nostris. Kl ve nos inducas in Icnlationrni. Sed libera 7ws a malo. Amen» Foi. nr,. Dionisio. Eso mismo dczíd en romanzo.
Ambrosio. « Padre nuestro , que eres en los zielos : sanctificado sea el tu nombre. Venga el tu Reino. Hágase tu voluntád en la tierra, asi como se haze en el zielo. iXuestro pan el do ca- da día danos lo hoi. I perdónanos nuestras deu- das, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. I no nos traigas en tentazión , sino lí- branos del mal. Amén. »
Dio.Nisio. Hasta ahí , todo está mui bueno. Co- menzád a declararla: que no creo, que haréis menos en esto, que en todo lo que hasta aquí. Divi5ión de Amdrosio. De diferentes maneras suclcn mu- la ürazión. ^y^^^ dividir esta Orazión. Mi Maestro dividió la en siete petiziones, e dijo , que esta era la común división, que los doctores sanctos seguían.
Dionisio. Muí buen conzierto lleváis: i pues que vais por ahí, quiero , que no solamente me declaréis cada una de esas petiziones, mas tam- bién cada palabra d'ellas : porque ya, vos, veis, que no habrá en ella, no digo palabra, mas ni silaba, que no enzierro en si, grandísimo teso- ro, i misterios de grande vcnerazión. Algunos aplican estas siete petiziones , a los siete días de la semana. Mas, no hai agora nezcsidád de traer algo d'cso: solamente proseguí vuestras petizio- nes, i vuestra declarazión.
Irum cotidianum áa voiis ho- de texto ¡rrecnsnble para los rfitf.'i Zito esta edizión, por- Católicos -Romanos. Impre- que Tiene considtrada en la sión de Aldo , el menór , aun- clase de Biblias Canónicas, o que sin su nombre.
181
De la Declarazión de la primera parle de la Orazión.
CAPITULO XLI.
Amurosio. La primera palabra de nuestra Orazión es: «Padre» i este os el nombre, con que en ella nombramos, e invocamos a Dios. En esta palabra, antes que adelante pasemos, se nos encomiendan muchas de las condizio- nes, que dije de la f Orazión: la de la fé, la foi. U6. de la pazienzia, la do la Caridad, i de la espe- ranza : Porque llamár a Dios, «Padre;» i no padro. solo padre por creazión, como es de todos los hombres , i de todas las criaturas , sino con zierta particularidád , i privilejio, como padre de hijos de adopzión; es cosa de tanta digniddd, que ningún entendimiento criado, basta a en- gnandezerla. Porque, siendo hijos de perdizión, echados, i desterrados de su Reino: por el deu- do , que, su Hijo, con nosotros tomó; por la sangre que derramó; nos reconzilió consigo , i nos reszibió por hijos , i nos dió tan grande li- zenzia, como es, que le llamamos «Padre.» De manera, que este nombre de padre, según esta signiOcazión , no lo ha de usurpár, sino aquél, a quién Jcsu Cristo , nuestro Rcdemptór lo en- seña, i le descubre , este secreto : Quiero dezir, a quién * cree en Él, i lo conoszc por Redemp-
» El verbo usurpAr, .inte- la azepzión de usar, o valerse rior, que también rijo este 3C- de. I aquí, o Uai que quitír f,undo «a quien;" tiene alii la prcposizii5n , i Icér, «quién
182 íff. DL L\ DlCCLAUAZrÓN f»
tór. Esto es lo que dize sant Juán: * « dió podér, de ser hijos de Dios , a los que creen en el nom- bre de Jesu Cristo, verdadero Hijo de Dios. » Por esta manera tAn privilejiada , llamar a Dios con nombre de n Padre ; » cosa fuera digna de gran- dísimo castigo, si solamente fuera salida del atrevimiento del hombre. Jlas, como sea lizen- zia, que Él mismo nos dá; i Cristo, Redcmptór nuestro, i autor d'esta grande reconziliazión, la conCrma, i nos convida a ella; con grande, i zierta confianza, lo podemos hazér. Así canta la iglesia : « amonestados do mandamientos de sa- lud, e informados de divino aviso; osamos dczír: «Padre nuestro, que estás en los zielos, etc.» - De todo esto se sigue, lo que yo dije, de la fé, i confianza , que babemos de tener de alcanzár lo que pidiéremos, pues pedimos a nuestro Pa- dre: i que Él nos convida , i manda, que lo lla- memos así. La esperanza, aunque se dilate, pues Fol. 147. debemos ^ tcnér por zicrto, que no es por no quererlo dai-, pues es nuestro Padre, sino por- que nos ama como a hijos, i sabe si nos está bién lo que pedimos, ó no; i cuándo^ i en qué manera nos está bién. La pazienzia, para cuando nos castigare, i pidiéndole regalos, por ventura nos diere azotes: pues es nuestro Padre, el que
cree en Él ; " o suponer una de las frecuentes elipsis u.'sa- saJas por el Doctor, rreficro lo primero, por partzcrmc lo mas naturál. La errata, a mi ver , provino del primer " a quien.» Leo, pues: ./Quiero ÚQZír, quien cree en Kl, etc.» 1 Véase el Capitulo prime- \ ro, vers. i'¿. del Evaiijclio de
s. Juán.
2 Palabras Iraduzi.las lite- ralmente del Canon de la Mi- sa . « i'ra-eeptis .«alut.-lribus móriti, ct divina in^ititutiiine formíli, audcmus díccre. Pa- tcr nostrr qui es in coclis: etc. i> Véase J/w,Ta/« liomnnum, etc. Mníriti M.DCC.LXIX. piji- na 27Ó. de la Kdizit^n en Kvo.
'A DE L.\ Oll.VZlÓ.N. 9» 133
nos castiga. La caridád, i amór, que le debe- mos, como hijos, pues que lo llamamos Padre. La rcYcrenzia, i acatamiento, el tcmór, i la atenzión, que habernos de tcnér con Él. Por esto mismo nombre , es avisado el pecadór de sus malas obras : del grande juizio que espera, pues siendo el enemigo de Dios, se atreve á dezír, « Padre.» No entran en su Reino , sinó sus hijos: i los que no son d'este Reino , no son sus hijos: ni son de su Reino , sinó los que le obcdoszen, c sirven. I el que no lo haze, toma este nombre do «Padre,» en vano: con el cuál se había de confundir, i huir de sí mismo, i de sus pecados. I, así como no hai en el mundo, ni podemos pen- sár, cosa a quien tan propriamente pertenezca este nombre de "Padre," como a Dios; pués no solo nos dió ser, mas después de perdidos, nos rejeneró , á costa de la muerte, i pasión de ?u unijénito Hijo, heredándonos en una misma he- renziaconÉl; así no habernos do llamár Padre, a otro, que a Él, en la tierra: en quien ponga- mos toda nuestra confianza, i a quien demos la honrra, i agradezcamos todo lo que somos, i es- peramos ser: procurando en todos nuestros pen- samientos, i obras, que parezcamos hijos de tal Padre. Sigúese en la Orazión : « nuestro. i «Padre >'i¡csiro. nuestro.» Llamár a Dios, «Padre mió,» singular- mente; a solo Jesu Cristo, nuestro Redemptór, conviene: porque Él solo es hijo naturál, i nos- otros adoptivos. A nosotros conviene llamarle, «Padre nuestro : » porque todos ' somos, de una
1 Todos los hombres: asiá- europeos, o(.zeánico«. Todos, ticos, africanos , americanos, Lo mismo el id('>Iatra, el ju-
184 ^ DE LA ENTRADA
Fol. 148. misma f manera, hijos suyos, igualados en una adopzión. I en esta palabra, «nuestro» es avi- sado el hombre, con que caridád, i humildád, ha de orár: no diferenziándose, ni ensobeibes- zióndose, sobre los otros hombres, pues confie- sa, que son sus hermanos, i que todos, son hi- jos de un mismo Padre. Por tanto, debo mirár, s¡ los tracta como a hermanos; o si los menos- prezia como a siervos; o les haze obras de ene- migo. Si conosze, que son iguales con él , i re- demidos con igual prezio, por la misericordia de un Padre. De aquí también se saca, cuán sin contenzión habemos de orár, cuán sin invidia, i sin particulares intereses. IS'o hai mió, ni para mi, en toda esta Orazión : sinó nosotros, i, para nosotros. De donde se entiende, que el prinzipál título , por quien esta Orazión se haze , es en nombre de la Iglesia. Siempre se ha de pedir la prosperidád d'ella, i ningún don, ninguna mcrzéd spirituál, ni temporil, ha de dcmandár el cristiano, que no quiera por partizioncro en ella, a su pró- Que eres en jimo. Sigucsc cn la Orazión, «que eres en los zic- loi líelos. ]Qg_„ ggi^j^ partícula, juntamente, se nos des- pierta la confianza: i somos avisados cuán grande- mente habemos de sentir do Dios, a quien tene- mos por Señór, i Padre. En todas partes está Dios, i no tiene lugár diputado, que estando en él, deje de estár en los otros. Mas, por una zicrta considerazión, señalámosle por morada el zielo.
dio, el mahometano , que el buenos , o malo!" hijos. Víase
cristiano. Todos los hombres. el Carítulo VI, 32 , 33, del II
I Dios solo, sabe , i conoze, de Cronic. o Paralip. cuáles, entre ellos, eon loi
V. DU LA ORAZIÚN. S I
como liigár de grande exzclencia, i hermosura: de grande majcstúd , i podér, de grande abiin- danzia de bienes: de seguridád , i perpetuidcáJ. Por manera, que así como en las cosas de acá, por el cdifizio de una casa, juzgamos muclio, del podér, i riqueza de un Señór; asi las cosas del zielo, nos despiertan considcrazión, de la grandeza i majestád de Dios: i confesamos / por roí. uo. esta palabra, la miseria de los que estamos en la tierra: cuan nezesitados estamos de bienes, cuán subjectos á peligro, i mudanza : i que todo esto nos ha do ser remediado, i por la mano del Se- ñór, que nos quiso dar a entender por » el zie- lo,» que tiene el lugár para sus hijos, de seguri- dád, de perpetuidád , de grandes, i eternos bie- nes. Convídanos esta misma palabra, a que nos acordemos, de cómo el zielo es nuestra propria ^ orijen , ¡ naturaleza : pues el Señór, que habita en él, nos crió para su casa: i para tenernos siempre en su compañía: i que por culpa, i pe- cado nuestro, estamos desterrados d'él , i en lu- gár de tanto trabajo, i peligro. I asi, debemos de sospirár, por volvér a él, i procurár con toda di- lijcnzia , que nuestros pensamientos, i obras se conformen con este deseo. Hasta aquí, escomo entrada, i prohemio de la Orazión: tras el cuál, se sigue luego la primera pctizión, en que ha- blando con Dios, i con nuestro Padre , pedimos: « sea sanctiücado el tu nombre.»
186
Fol. 150.
De la primera pclizión de la Orazión.
CAPITULO XLII.
Por el « nombre de Dios,» en este lugár, ha- bernos de entender el mismo Dios; la notizia, la gloria, i honrra d'Él. Pedir que sea sanctiiicado su nombre, no es otra cosa, sino pedir, que sea conoszido por quien es, i honrrado, i servido, conforme a tal conoszimicnto. Este es deseo de verdaderos hijos, que ponen en la delantera do todo, la gloria, i honrra del Padre: i esto es, lo que prinzipalmente, i ante todas cosas procu- ran. Aquí, se han de considcrár dos cosas. La primera, el grande fuego, i deseo, que ha de habér en nuestro corazón, que Dios sea conos- zido: que todas las jentes, adoren i' su Nombre,
liizeio de la j aicanzeu a conoszér, cómo Él solo, es el ver-
fanctificazión del Kombre
dadero Señór: como, en Él solo, está todo el re- dei ScñiJr. modioj i la dilijenzia que do nuestra parte, ha- bernos de poner para esto. De muchas maneras es Dios deservido, i desconoszido. Entrelas na- zioncs, que no profesan la relijión cristiana, es blasfemado su nombre; pues lo es el de su Hijo: i sabemos, que quien no honrra al Hijo, no honrra al Padre. D'ellos, ponen su confianza en falsos profetas: d'ellos, en ídolos, i cosas cria- dos: otros, en vanas, i perdidas snpcrstizioncs. Entre los que confiesan , que Lo conoszen , i creen, hai muchos, que tienen las obras mui conli'árias de las palabras: i que, no solo Le ofenden; mas son causa de grande escándalo,
V- DK LA Or.AZIÓN. ?• 187
para los infieles, i ocasión, que juzguen por nuestras obras, la crccnzia que tenemos. Para todo esto, se Lo pide, al mismo Señór, que sea sanctificado su Nombre: i no se ha de pe- dir esto, sin grande sentimiento, i zelo, de que É! no sea, verdaderamente acatado, i servido; i sin grdndC; i cnzendido deseo d'ello. La otra co- ai mismo Si- sa, que se ha de considerar, es, que la misma ñúrsciepidc honrra, i sanctificazión que deseamos, que Él "nctifica- tenga, i que nosotros le demos; la pedimos a ¡^(XmoT^do Él mismo, para que la encamine, i haga que dar. llegue a efecto. En lo cuál se nos enseña: que ni es de nuestras fuerzas, honrrarlo, i sanctiíi- carlo, ni de nuestro juizio azertar el cómo: sinó, que Él ha de dar el favór, para lo uno, i para lo otro *. No Le podemos nosotros servir, por nues- tro solo juizio, no con nuestro espíritu, o imaji- nazión. Él es, el que nos ha de avisar do lo que le agrada: i enviar en nuestros corazones, aliento, i espíritu d'ello: i darnos con su palabra, notizia, como cada dia nos dá, de lo que quiere, que ha- gamos para servirlo: i enviarnos, de su mano, fuerzas para que lo pongamos /" en obra. A nos- p,^, otros perteneszc pedir a su Jlajestád todo esto, i pedirlo, como hombres nezesitados d'ello, i en- zendidos, i congojados, del deseo de su gloria. Per- tencze ponér de nuestra pai-fe, para ello, grande solizitúd, i dilijcnzia: i procurar, que los dones, que para esto pedimos a Dios, no nos sean dados
1 Todorslo, i lo que si- en parliciilár la Romana, a
giic , me p.irfzc , nnn conde- sns Lid'irjias, Cánones, i lii-
nazión impliV.ila , de la fuer- üialcs. Comienzan, |nies, pur
za , o aiiloridid compulsiva, tío saber el slgnificndo del
que dan las .«celan cristianas, Padre pívj:?t/!0.
18S 'A Dt; I,A SKüUNDA I'K'M^IÓN ?»
en vano. 1, como los pecados solos', sean los qnc Le ofenden, i los verdaderos enemigos de la honrra , i sancliCcazión de su Nombre; debe el que esta petizión hizicre, tomár grande cnemis- tád con ellos: huir do su compañía, como de enemigos, i estorbadores, de aquella sanctifica- zión, que fil pide: i pedir al Scñór, que des- pierte, i lleve adelante, esta enemistád, en 61, i en todos los hombres; pues cntonzes so podrá dezir, «que es sanctificado su sanctisimo Nom- bre;» cuando en los hombres no reinare pecado, sinó sanctidád, c justizia. Esta es, la primera pe- tizión, que Cristo, nuestro Redemptór , quiso, que pidiósemos al Padre : dándonos ejemplo en si mismo, que tuvo siempre esto por fin, i nin- guna cosa rehusó, a que, para ello, no se ofres- ziese.
Ds la segunda petizión da la Orazión.
CAPITULO XLIII.
Orden que SigucsG la segunda petizión, que es: «Venga cst» orazión cl tu Roino. ■) En la cuAl , sc doclara mas, la pH- liene. mera. Porque, entre otras exzelenzias, que esta
Orazión tiene, es esta una : que siempre, lo que se sigue, es, como mas clara, i mas viva expo- Dos maneras sizión de lo que prezedió. No pedimos, aquí, el de Reino. Roino coH quc Dlos reina sobre todas las criatu- ras , como Autór , i Scñór d'cllas : porque este Reino, ni va, ni viene: siempre es, i nunca ha de tenér fin. Tiene otro reino particular, que es
l NAtcsc bilin. Le ofenden den las difcrcnzias de cultos, tolos los pecados. No le ofcn-
'A DE LA OnAZIÓN. S 180
de glázia, i de ^ gloria: en el cuál solamente snn fo'- contados, aquellos que tienen su spiritu, i es- tán en su grázia, i amór. A estos rije Él , con una jurisdizión mansísima, i amorosa, con domi- nio de suavísimo yugo. Ampáralos, con grande misericordia: líbralos, de todos les peligros: tic- neles hechas mcrzedes, de mui grandes privilo- jios, i cscnzioncs: porque los ha libertado de la jurisdizión del pecado, de la muerte, i del in- fierno. El tributo, de los vasallos d'cstc Reino, es de amór, i confianza : i la misma suhjezión d'él, es la libertád i franqueza. Esto es Reino de grande paz, donde todo se contrata con amór, i fé. D'estc Reino son todos aquellos, que ver- daderamente sirven a Dios; i que procuran, do no perdér la libertád , que Cristo , nuestro Re- dcmptór, i Señór, les ganó. Pedir la venida d'este Reino, no es otra cosa sinó pedir, que este Reino se augmente, i vaya siempre en crcs- zimiento : pedir abundanzia de paz, de spiritu, de fé, de amór, i de todos los dones del zielo: pedir diminuzión de todo lo que a esto contra- dize, i estorba; i victoria contra ello. Muchas cosas son, las que tienen cnemistád con este Reino: pues la tienen el demonio, el mundo, i la carne; señores tán poderosos; que tántos va- sallos tienen; que tántas artes de guerra saben; que tan diestros , i ejcrzitados son en engaüár. Por esto, pedimos al Señór, en esta segunda pe- tizión, que «venga su reino : « que haya muchos, que Le conozcan: muchos, que Le sirvan: mu- chos, que resistan, á los que pelean contra este Reino: que haya constánzia en las adversida-
100 "A DE LA SEnUNDA PETIZIÓN
(les fidclidád en tratár las cosns do Dios: que no nos alzcnios con sus bienes : que no nos los alribuyamos: a Él solo, los pidamos: a Él solo los agradezcamos: El solo, queramos, que reine Foi. 153 sobre nosotros: que su voUmitád, sea nuestra Lei: su palabra, nuestra lumbre: sus Manda- mientos, nuestra alegría: su ser suyos, nuestra riqueza: el padeszér por Él, nuestra gloria. El fin, i remate d'cstc Reino, es la bienaventuran- za, que Él tiene prometida, a los que, en este mundo, Le tuvieren por Eei : la cuál suplica- mos, que también venga. Esto es, que pedimos perseveranzia , para alcanzarla: i que la l\Iaj es- tad divina, azclcrc la conversión de todas las jentes: haga, que todos lo conozcan, i sirvan; para que se azerque la posesión del zielo, donde tengamos seguridad, que nunca mas será ofen- dido:" donde estaremos libi-cs, de tanto adver- sário como, en este mundo, tenemos, para sa- carnos d'cstc Reino: donde, en una concordia, cu una voz, lumca zescmos de loarle, do darle grázias, por tantas merzcdes, como nos hizo, en hazernos suyos. Esta petizión está también llena La Caridad ^'^ grandísima caridád, para con nuestros her- quecstapcu- manos , i prójimos; pues que no solo suplica- zirtn tiene. mosenclla, quG en esta vida reziban spíritu del zielo, con que sean vasallos d'este Reino, i sus .-'inimas sean libradas de pena eterna, i he-
* Cii.uirlo PC consideran tas zircunstanzias az.-irnsas , en que el Doctír escribía tndo esto ; se encuentra en ello, nn interús vivo, i animado, jiara
leerlo, i releerlo de nuevo: i para penetrarse liond.amcnte, de la verdad , que en todo es- to se contiene.
"A DE i,\ on vziÓN. ?• 191 redadas de zclestiales bienes: mas también pe- dimos, que so azcrquc el cinriplimiento del Rei- no, por el cuál, sean librados de las miserias, i congojas d'esLe mundo : de la pobreza, en que muchas vczcs so vccn : de la lirania, que padcs- zen: de los trabajos, i adversidades, a que esta miserable vida, está, cada dia, eubjecta: para que no solo sus ánimas, mas también sus cuer- pos, estén fuera de tantos peligros.
De la tcrzera pctizión de la Orazión.
CAPITULO XLIV.
I porque la venida de este Reino consiste en lo que Dios tiene mandado que so cumpla: si- gúese, luego, la terzera pelizión, que dezi- Foi. 154. mos: «Hágase tu voluntád, en la tierra, así como se bazo en el zielo.» Esta voluntád, es aquella, que Él tiene notificada por su palabra: i la que quiso, que su unijénito Hijo, i rcdemptór nues- tro, nos predicase, para que baziendo nosotros aquello, que Él dize, que quiere; alcanzemos los bienes, i hcrcnzia, que nos tiene prometi- dos. I porque, para esto, hai tanta flaqueza, i contradizión, en nosotros: suplicárnosle., humil- mente , que pues nosotros, de nuestra natu- raleza, somos ziegos, i errados; Él por su infinita bondád e misericordia, encamine nuestras cosas, enderezo nuestros corazones, i obras, de tal ma- nera; que se cumpla siempre su voluntad, i lo que nos tiene mandado, i que por su único Hijo nos reveló : lo cuál , todo es para gloria suya , i
102 'A DE LA TEn/.EnA PETIZIÓN S
provecho nueslro. El orijindl, de la Iglesia ño acá, es la Iglesia, que está en el zielo: a ella ca- minamos, i a ella habernos de tomñrpor decha- do, de lo que habernos de hazór acá. Por oso, pedimos al Señor, que encamine, i ordene, que asi cumplamos acá su voluntad; como escum- cumplida en el zielo: que, pues nos quiere para juntarnos con los que están allá; haga, que les parezcamos, en el contentamiento, que tienen con todo aquello, que Él quiere. Aqui , si bien lo miramos, i si de verdád , i de corazón, es la orazión, que hazemos; confesamos muchas co- Dcciarazián d' sas , i pc^imos remedio de todas ellas. Lo pri- ísta petizión. mero, confesamos nuestra inhabilidád, para cosa tan alta, como es la voluntád de Dios: la ruin inclinazión, i contrariedad, que tenemos, para consentir cosa tan buena: la ignoránzia, que tenemos, para saber lo que nos es provechoso, o dañoso: la zeguedád, i soberbia de nuestra sa- Fói. 155. biduria, cuando se atreve a pedirlo que no sabe, si lo quiere Dios: el regalo, i delicadez, de nuestra carne , para no sufrir desabrimiento, ni cosa, que ella juzgue por mal : la falta que te- nemos de fé, para contentarnos con lo que nues- tro misericordioso Padre quiere: i de pazienzia, para sufrirlos trabajos, i tentaziones, que vinie- ren de su mano. Todos estos males nuestros, confesamos, i protestamos: i do todos pedimos remedio, cuando dezimiOs: «hágase, Scñór, vues- tra voluntád en la tierra, como se haze en el 7,ielo:» i es tanto como si dijésemos. «Piadosísimo Padre, cuya bondad, i poder, como cosa, que es infinita, no puede ser entendida, ni alcanzada:
"A DE LA ORAZIüN. ?• 193
nosotros, a quien, vos, liabcis tenido por bien, do llamarnos, vuestros hijos: Confesamos lui- milmcnte delante vuestra Majcst/id , que na hai , ni puede haber, ni puede caber en enten- dimiento criado, cosa mas justa, ni mas sábia, ni mas hermosa, que es vuestra voluntad, i aquello que, Vos, queréis. Confesamos también, que ella, es el camino, para llegír a gozaros. No podemos esconder de vuestra sabiduría, ni, tampoco, queremos nocí r, cuánta contradizión hai en nosotros, para tan grande bién: cuanta ignoranzia, para lo que nos cumplo: cuanta zcgucdád, en nuestros ojos, para cosa tan her- mosa; cuan regalados nos tiene esto mundo: cuan poco sufrimiento tenemos : cuan mal nos confiamos de Vos. Suplicamos os, Señór, que Vos, nos encaminéis de vuestra mano, a tanto bién, como es el cumplimiento do vuestra vo- luntad: Vos, enmendéis, nuestras locas peti- zioncs, i nuestros vanos deseos: i nunca per- mitáis , que se cumpla ni venga a efecto , cosa quesea contra lo que. Vos, mandáis. Si fuere mcnestér castigos; desdo aquí, Señor, los pedi- mos ': — i, pues vuestra liberalidád es tánta, también, Señór, demandamos , la pazicnzia, para ellos. Nunca oyais ^ las petizioncs de nuestra carne, que es loca, i ziega: desde aqui, las re- vocamos todas: i siempre se cumpla, lo que
'I Estas tatfdicas súplicas, tal vez, las haría sonar desde los pvilpitos, mas de una vez, en los templos do PcvUla , la voz elocuente del Dr. Cons lamino. I , a l'.icgo : en esa
misma Sevilla miirió el Doc- tor, atormentado, i calumnia- do, dentro de los calabozos de la Inquisizión. 2 Onnis, ynr niftnis.
DE LA OKAZIÓN. 193
nosotros, a qiiion, vos, habcis tenido por bién, de llamarnos, vuestros hijos: Confesamos hu- milmcnte delante vuestra Majcst/id , que n& hai , ni puede haber, ni puede caber en enten- dimiento criado, cosa mas justa, ni mas sabia, ni mas hermosa, que es vuestra voluntád, i aquello que, Vos, queréis. Confesamos también, que ella, es el camino, para llegAr a gozaros. No podemos esconder de vuestra sabiduría, ni, tampoco, queremos ncgír, cuánta contradizión hai en nosotros, para tan grande bién: cuanta ignoranzia, para lo que nos cumple: cuanta zeguedád, en nuestros ojos, para cosa tan her- mosa: cuan regalados nos tiene este mundo: cuan poco sufrimiento tenemos : cuan mal nos confiamos de Vos. Suplicamos os, Señór, que Vos, nos encaminéis de vuestra mano, a tanto bién, como es el cumplimiento de vuestra vo- luntád: Vos, enmendéis, nuestras ¡ocas peti- ziones, i nuestros vanos deseos: i nunca per- mitáis , que se cumpla ni venga a efecto , cosa quesea contra lo que. Vos, mandáis. Si fuere mcnestér castigos; desde aquí. Señor, los pedi- mos *: — i, pues vuestra liberalidad es tánta, también, Señór, demandamos , la pazicnzia, p:íra ellos. Nunca oyais ^ las petizioncs de nuestra carne, que es loca, i ziega: desde aquí, las re- vocamos todas: i siempre se cumpla, lo quo
■« Estas fatídicas súplicas, tal vez, las haría «¡onár rlcsdc 1-15 pulpitos, mas de una vez, en Ins templos de Sevilla , la voz elociienlc del Dr. Cons tantino. I , a luego : en esa
misma Sevilla muñó el Doc- tor, atormentado, i calumnia- do, dentro de los calabozos : de la Inqnislzión. * Oyais, por nii)i:is.
I9-Í "A VK I,\ CUARTA I'ünZlÓN S
quiere vilcflr.i boiklád. En el ziclo, Señor, no ha¡ quien no quiera lo que Vos, queréis: no ha! cosa, que le resista. Asi, Señór, os pedimos, con ÍGfni(lo,' i eonos/.inniento do nuestras faltns, una zentella, de aquól contenínmicnto, tan azeria- áo : de aquélla confianza tan segura : de aquella snítldui'iá, que asi alcanza a conoszéi-, que nin- guna cosa hai buena, ningúnh 'cosa hermosá, sinó la que vuestra sancta , i misericordiosa vo- liírtlad quiere. 11 Esto es, lo que, en summa, con- tfcnó t?lá terzcrá pótizióu. Por que en ella, pe- dimós'verdádéi-a mortificazióri de la carne; i de nuestros firoprios afectos, que son la fuente, de donde tnanan todos los inconvinientcs , i estor- bos, que he dicho.
' ' ■ De la cuarta pelizión de Jn Orniión '. ■
.■\'.\ .-'.lA -CAPITULO XLV;
Siguése la cuarta, que es. iiNiiestró pan, el de cada día, dánoslo hoi.» Hasta aquí habe-^ mo8 pedido todo aquello, que es tncncslór, para ; ■ ser rtioradores del Reino del i',ielo; i verdaderos hijos- de Dios. Agora tíos enseña 'di Redemptór, démandár aquellas cosas, cuVa '.falta nos podi-ia ponéf gran- impcdirtieíiló, pdra cálcanzai'lo; i ser ocasión de grandes caldas. Pói- esta cánsA,' pe- dimos aqui, la nezesaria subsLentnziiiu , que es DoB maneras « cl pan cotidiano.» Dos maneras bai de pan, <ic pan cotí- significíldas cn nuestra pctizión:,i del uno, i del otro, tenemos nezesidád, para que seamos subs- tentados en esta vida, on .servizio del Señór. El
«. DE LA OHAZIÓN. ?5 19')
un pnn es spiiituál, con que la vidn de fé, que es vida f ?pir¡tu;\l , sea cada dia esforzada, para que siempre vaya en creszimiento, i no venga en diminuzión ; o a que • la perdamos del todo. Estopan, es Jcsu Cristo, nuestro Rcdcmptór: pan de vida, que fué enviado del zielo.para sermanjár, i substentazión de nuestra ánima, i librarnos de eterna muerte. Este nos es comu- nicado, mediante su palabra * : por lo cuál , pe- dimos aquí, lo primero, i prinzipál, continuo, i zierto ministerio, de la palabra de Dios: que nos sea siempre exhortada , i predicada, i nunca sintamos falta d'clla. Pedimos Ministros que re- Pan partan este pan azertadamenle: no corrompido, '""'^ ni mezclado con levadura de vanidades huma- nas : cuya dilijenzia, cuyo zelo, i obras, nos des- pierten, i amonesten, para el cumplimiento de lo que debemos I, porque ni el que planta, ni el que riega , es algo, si el Señór no da cres- zimiento; demandamos, juntamente, eficazia para la palabra: que el Spiritu del 2ielo, la asiente de tal manera en nuestros corazones; que ejecuto aquellos afectos, para que ella fué enviada; i alcanzemos el spirituál mantenimien- to de grázia, que el Redemplór nos ganó. Es tAn grande la pesadumbre de nuestra carao, táu
I Aif ol imprcíu .nntiguo. Parczrn «obrlir las T07cs , n que : l dcbér dezir : eo la per- damos del Indo.» — Tal vez, pnr mn de las utiinlcs elipsis del Aiitór, se Fobrccnlicndc; «o venffit a .íurerf^r, que U perdamos,» etr.
5 Nótese hicn la doclrina del Doetúr.
3 La dcFcrip7.i'^n, aquí he- clin, de los M¡i\¡slros, o Pre- dieadorcs del Evanloüo, la sacrt el Doctór, justamente, de la cotidiana caren2Í.% , que de ellos hai : i de la nfzesl- dád cotidiana de pedirlos, al líniro , que los ordena , i dn: .1 .Tesu Cristo solo, por su ts- piritu.
DE hK ORAZIÓN. ?5 19')
un pnn es spiriUiál, con que la vida de (6, que es vida /" spirituál, sea cada dia esforzada, para que siempre vaya en creszimiento, i no venga en diminuzióii; o a que • la perdamos del todo. Estopan, es Jesu Cristo, nuestro Redcmptór: pan de vida , que fué enviado del zielo , para ser manjár, i substentazión de nuestra ánima, i librarnos de eterna muerte. Este nos es comu- nicado, mediante su palabra por lo cuál , pe- dimos aquí, lo primero, i prinzipál, continuo, i zierto ministerio, de la palabra de Dios: que nos sea siempre exhortada , i predicada, i nunca sintamos falta d'ella. Pedimos Ministros que re- partan este pan azertadamenle: no corrompido, ni mezclado con levadura de vanidades huma- nas : cuya dilijenzia, cuyo zelo, i obras, nos des- pierten, i amonesten, para el cumplimiento de lo que debemos I, porque ni el que planta, ni el que riega , es algo, si el Señór no da cres- zimiento; demandam.os, juntamente, eficazia para la palabra: que el Spiritu del zielo, la asiente de tal manera en nuestros corazones; que ejecute aquellos afectos, para que ella fué enviada; i alcanzcmos el spirituál mantenimien- to de grázia, que el Redemptór nos ganó. Es tán grande la pesadumbre de nuestra carne, tán
I Aif ol imprcíu .nnliguo. 3 La dcr cripzií^n , ftqut he-
Parczni soliríir la'i Tn7cs , a cli.i, de tos Mijúslros, o Prr-
jKe : 1 dcbér (lozír : eo la per- diradorcs del Evanitlio, la
damos del Indo.» — Tal vez, sacrt el r)oct(^r, justamente,
pnr nna de las usiinlcs elipsis de li cotidiana caronzia , que
del Aiitór, se sobrccnlicndc; de ellos hai : i de la nfzesl-
«o venffft a su:edér, qnc \k dád cotidiana de pedirlos, al
pordamos,» rU. único, qvic los ordena , i dn:
' Nótese hicn la doctrina a .Tesii Cristo solo, por su fcs-
dfl Dorf.ir. piritu.
lOG "A DE i,A cuAiiTA pi:tizión ?• grande nuestro dcymnyo; que si, c.iilarlia, no fuese esforzada nuestra fó, con la mano del Se- ñor: pocos pcrmanezerlan en esta vida, que es vida de spirilu, i dejustizia del ziclo. I, como naturalmente seamos desconfiados, fázilmentc caeríamos en grandes faltas, si nos hallásemos sin aquello, que naturalmente es mencstór. Pan de subs- para pasár la brevedad d'esta vida. I esta es la teniazWn cor- j-azón , por donde juntamente pedimos , la sus- tentazión de la vida corporal, que es la otra ma- nera de pan, que en esta petizión va metida. Larga, i de inmensa liberalidéd, es la mano de ;Foi. 153. nuestro soberano f Padre, para repartir a sus hijos d'este pan : pues, vemos, que por todo el mundo lo derrama, i que no lo niega, a bue- nos, ni a malos. Mas, mándanos nuestro Maes- tro, i Señor, que lo ])idamos; para que enten- damos de dónde nos viene; i a quien le habe- rnos de agradcszér: i, que sopamos, que si lo tenemos, no lo debemos a nuestros trabajos, e industrias, sinó al Padre zelesliál, a quien toda naturaleza sirve, i obedeszo; i por cuyo man- damiento obra, o deja de obrar, en nuestro ser- vizio. I, aunque esto sea asi, no por eso habcmos de dejár de trabajár, ni de buscar los médios, i caminos, que para nuestra substentazión 1^1 nos ha dado. Porque esto sería tentarlo, i dar a entender, que no conoszemos, cómo estamos en tierra de trabajo, i de destierro; i subjefes, a que vivamos en este mundo, del sudor de nuestras manos; seria blasfemar i menospre-
> No se considera esto asi, en Espaüa. Para ser caballe-
ril, i para ser santo, un c-p.l- ñúl, lo primero, que haze, ei
DE LA ORAZION. V' 197
íiAr SU pi'ovidcnzia, la cu¿l , Él nos dio, para instrumento de su misericordia, i bondad, i nos despierta con olla, a que lo conozcamos, i sir- vamos. Do donde habernos de tomAr aviso, que todo se lo habcmos de agradeszér: que lodo es suyo i todo se lo debemos: las mcrzcdes, las industrias, i caminos por donde nos vienen. Pe- dimos, «el pan de cada día,» i que «nos lo dé, [jara hoi.D No pedimos para muchos años: como infieles, ni como tasadores de nuestra vida: ni pedimos cosas supéríluas, ni grandes, ni dema- siados aparatos; sinó , solamente, «el pan cuo- tidiano,» i que nos lo dé, para el dia presente. No es, esta, nuestra patria, i naturaleza: ni ha- bernos de quedar aquí. No son d'esta tierra, nuestros proprios plazeres, i honrra: para que pidamos cosas sobradas, que sirvan mas para fáustos, i sobérbias, para vanagloria, i vanos deleites; que para nczesaria substcntazión de jentc, que va de camino, f i que va a gozár de bienes, i de posada que no tiene comparazión. Si tenemos para hoi; aun no sabemos, si sere- mos vivos mañana : i si lo fuéremos; en la mano donde esta nuestra vida, están también todos los bienes, i todo lo que es menester para ella. El Señor, que nos la alargó, alarga juntamon'e, con ella, el amparo, i substentaziún. .\qui nn se entiende, que habemos de cstár oziosos, i que ningún cuidado habemos de tenér de nos-
li.izcrsc nn perfecto liolgri- zán: .-iboininár Inda cl.isf Je trabajo nianuál , i corporál: vivir a rosta ajena : oprimir.
i\c mil modos, al que gmic el pan, con su sudr'r: i degra- darle también.
198 íff. DE LA CUARTA PETIZIÓN ^
Oíros, ui de nuestra familia: sino es, una jiru- iiibizión, del demasiado cuidado; de la demasia- da ambizión , que muchos tienen; confiando mas en sus industrias, que en la misericordia divina; teniendo tán poca fé, qucpiensan, que, a cada paso, les ha de faltar Dios, i que supli- rán ellos esta falta con su falla de confianza, i De la Cari- sobra de solizitúd. Es también de notar, que en la dádd'esupc- petizión no dpzimos, ndcómelo » si nó, «dánoslo;»
como quien pide para muchos. 1 asi es, que no ha de pedir nadie, para sí solo, sino juntamen- te para su prójimo. De donde está claro, cuan mal pedirá, el que pidiere, para subjectár, o para hazér ventajas, a otros, o para que estén ellos, mas nezesitados, que él Para todos, pi- de cada uno: i jenerál, es este cuidado: i, como yo pido para los otros; asi los otros para mi: porque esta orazión, i pctizión, la enseñó, el que tuvo tanta caridád, que murió por sus ene- migos : i, en toda ella, van las señas d'esto. Con- sidere, pues, el que pide, si pide bién; que pide para todos: i, que si rezibe; asimesmo, rezibe para todos. Salvo, sino pide con ima fé, i res- zibe con otra -. I si una es, como ha de ser, la fé del orár, i del reszebír: debe también de pen- sar, como negará a su prójimo, cuando lo viure
f Muchos piden así. Aiir, desde ül i'.v'ilpito, se enrorgau Ptidre-nucsíros, par.i una nc- icsidád : que no es ctra cosa, que una 'tentcija privada:" 6 una ufcntnja departido.^
^ Xo se coDZibe, según es- to ; cómo pueda orár bien, ron csla Orazión del Padre
nuestro, c) amitro de la guer- ra , c! traficante de esclavos, el fautór directo, o indirecto, de cualqiiiér jcncro Je pcrsc- cuzión rclljiosa ■, i otros seme- jantes violadores de la paz , i libcrlád, i seguridád del hom- bre, bu semcj.mte, i prójimo.
*A DE I.A ORAZIÓN. S l'JO
en iiezesidad , lo que demandó, i rcszibió para él. Porque, si el otro, fué neglijentc en pedir; basta, que él, haya pedido para ambos: i, si Foi.i--:o. pidió, i no se lo dieron en sus manos; diéron- selü en las d'este otro, a quien hizieron dcposi- táriod'ello, i terzero para que se lo diese. Estas, i otras muchas considernziones ', debe de Imzér, en esta pelizión, el cristiano, porque es doctri- na, i profesión, que los hombres, para con sus prójimos, han de tcnér. La quinta petizión es. • Perdona nos, nuestras deudas, asi como nos- otros, perdonamos a nuestros deudores.»
De la quinta petizión de la orazióji.
CAPITULO XLVL
El prinzipál impedimento, que podíamos te- nér, para no alcanzár, lo que al Padre zelestiáh tenemos pedido ; o (ya que alguna cosa alcanzá- semos) para no poseerlo, ni gozarlo, con su Bendizión; sería, Loncrlo enojado, i cstár fuera de su grázia. Por esto, en esta quinta petizión pedimos, que perdone nuestras faltas, i pecados: que, esto es, lo que por ndéudas," liabemos de entender aquí. Nuestra flaqueza, es mui grande: nuestro esforzarnos, mui desmayado: de aquí viene, que sean mui continuas estas caídas: i si por algunas d'ellas, o, por mui muchas, que fuesen; la divina Misericordia, zcrrase la puer- ta: ¿quién seria aquél, tan .lusto, que escapase
1 Véase la considefazión DiÉ7., de Valdós. LXXI. , en las Ziento , i
2üO "A DE LA QL'INTA l'ETIZIÜ.N f>
de ser condcnndo? El Rcdcmptór del mundo, no^ dlzc: que pidamos perdón, de nuestros pecados, i deudas: senil es, luego, que siempre está abierta la puerta, para quién, de verdad, lo pi- diere. Enséñanos, juntamente, con esto; que >Solo el perdón del eterno Padre, es el que nos libra, enteramente, de los pecados: i nos deja desadeudados : porque no hai en el mundo, quien nos pueda dar Carta de liberlád, de tál déuda, si. Él solo, no I, si este '' perdón, no tuviésemos; no hai cosa, que pudiésemos hazér, que montase alguna cosa, para que dejásemos de ser deudores. Llamárnosle «perdón suyo,» i no " paga nuestra: » porque, si en estas tales deudas, fuésemos tractados con rigór de justi- zia, i no con blandura de misericordia; Él se quedaría Justo, i nosotros deudores, i condena- dos. Con esta misma petición , somos amonesta- dos a la penitenzia, i a la memoria de nuestros pecados; i a que conozcamos cucán abominable cosa es, ofcndér á tal Señór, i tal Padre: i que con grande, i firme propósito, de enmendar lo porvenir; pidamos, de lo pasado, perdón-. So- mos juntamente avisados, de las cotidianas fla- quezas, i caídas de pecados veniales; i de la ne- zesidád, que tenemos, de la continua orazión. Dize mas: «así como nosotros, perdonamos a
1 Cuando los csp.iñoks, quieran enicndér bien esto, ontónzes comenzarán, me pa- /ezc , a moralizarse, i a arrc- penürsc también cíe su mal vivir, i (Ic su ¡lefir ronftnr, en la absnUizii'm , o en la Bula, n condonazión, de otro cpiizA
]v6r, que ellos.
2 Un zékbrc Sevillano, acostumbraba hazcr esta ora- zión. 'I Perdone tu miscricor- dta , ¡o que ful : reforme íu ¡irAzia , lo e¡uc soi: ílirija tu sabiduría, lo que seré. »
•A DE l.A OtlAZlÓN. 7» 20[
nuestros deudores. -i Rézia cosa seria, i grande menosprczio de laMajcstód divina, que le pidié- semos que perdonase nuestras grandes culpas, i ■ ofensas; i que no perdonásemos nosotros, a nues- tros hermanos, las livianas que d'cllos podemos reszebir: porque, en comparazión de las otras, no pueden dejár de s6r mui livianas. Casa de grandísima concordia, es la Iglesia Cristiana*, entre los hijos, con los padres, i los hermanos, entre si mismos. De parte do nuestro Padre, zierta, i segura tenemos la paz: pues nos dize, que le pidamos perdón de nuestros desacatos , i ofensas ; que Él lo dará , i tornará a soldar con su misericordia, i mansedumbre, la paz, que fué quebrada por nuestra culpa. — Pues asi, será mías verdadero hijo suyo aquél, por quien no quedare, que sea hecha concordia, entre los hor- - manos. Aquél, de verdad, procura, i haze la concordia, i paz, que de buén corazón, i volun- tád, perdona la deuda al deudor: / i, si el otro Foi. Iü2. perseverare en su culpa, alómenos, el que perdona, ya se ha mostrado hijo del zclcstiál Padre, pues, por su parte, no ha faltado el per- dón. No habernos de csperár , para pcrdonár nuestras deudas, que nos den , d'ellas, satisfac- zión : porque ya no seria perdón, sinó paga. An- tes, habernos de considerár, de la manera con que el Señór perdona nuestras deudas, i culpas, i lo que seria de nosotros, si usase con aquél rigór de que algunos usan con sus heimanos, demandando entera satisfazión, i paga, i aun,
I España es Casa , de per- discordia, pclua, i grandísima, i jcncrál
202 DE LA QUINTA PETKIÓN ?»
a las vczcs , pasando adelante. No tiene menos caridád estó petizión, que todas las otras pasa- das, antes, la tiene mayór, si, de verdád, va pedida. Porque así como en las otras demanda- mos, no particularmente, cada uno, para si solo, sinó, cada uno para todos; así lo hazemos en esta, i en aquello, de que mayór nezesidád tie- nen todos, que es que le sean perdonados sus pecados. Pues, ¿cómo se puede hazér, que yo pida, 'de verdadero corazón, i sin falsedád, i mentira, perdón para mis hermanos, si no hago loque, a lo menos, es en mi mano, que es, perdonarle lo que él me debe, i la ofensa, que me ha hecho? Si, de verdád, pido para él, ¿por qué no le doi la parte, que tengo, de aquello que pido? En esta petizión, no entendemos, que han de ser deshechos lo scon tractos, que no son contra caridád, i que la justizia humana tiene aprobados: porque, eso, es mui dislincta cosa, i antes son, si bi6n se usa d'cllos , para concor- dia, i paz, de los hombres. Ni entendemos tam- poco, que los Majistrados, i Ministros de la re- pública, han de dejar de castigár los dclictos: porque eso no sería perdonar las déudas, sinó favorcszér los pecados, i caér en mayores culpas. Dionisio. Parészeme, que habéis, con eso, Foi. 163. acabado esta quinta petizión: ^ i quiero os yo preguntar una cosa, antes que paséis a la sexta. ¿Qué os paresze , que deben hazér, los que es- tán enemistados con su prójimo, i desean ven- ganza d'él, i rezan esta Orazión? Porque, a lo menos, no podrán ellos dezír, que les sean per- donadas sus déudas, como ellos perdonan las
' /
y. DE LA ORAZIÓN. fi 203
suyas: i, si lo dizen, está claro, que ellos mis- mos se condenan. I, aun yo he visto muchos que consejan, que estos tales, no digan esta pe- tizión, ni toquen en olla: i he visto también, quien sigue este consejo, i que se guardan de dezirla, como de alguna cosa mui mala. ¿Qué dezís, vos, a esto?
AMBnosio. También mi Maestro me contó, que habia visto eso mismo : e yo después acá, lo he visto. Lo que él me dijo, diré. Los que de- sean venganza de su prójimo, claro está, que su Orazión es en vano, pues no son hijos verdade- ros del Padre, a quien piden, con nombre de hijos; ni oran con fé, ni con caridád, sino con boca, i corazón mentiroso. Mas, dejár de dezlr, aquella parte de la Orazión, de quién yo agora hablé; es vanidád: porque él lo haze, temiendo, que si la dize, le condenarán por ella, i no le perdonarán sus pecados; i creyendo, que en las otras petizioncs es oído: i no quiere serlo en esta. I engáñase el pecadór, de muchas mane- ras. Lo primero, ya él no ora, como diszipulo de Jesu Cristo, nuestro Señór, pues no ora, co- mo Él le mandó: antes, falsa * la Orazión , que Él le enseñó, i quita d'ella, lo que le paresze. De donde se sigue, que el Padre no la azeptará; pues no es la que su hijo enseñó. Lo segundo, engáñase en que teme la condenazión, que haze contra sí, con la boca; i no, la que haze con el corazón. I piensa el loco, que Dios no ha de en-
I Ya conozeri el lectór, a solo, de negro, 1 pardo, los Casuistas aludidos aquí. * Falsea, dezimos ahora. Muchof son ; i no veslidos,
204 DE LA SEXTA PETIZlÓN
tendér su corazón, i que entenderá, lo que di- jere con la lengua. Lo terzero, en que se en-
164. gaña es: que cree, que las otras petiziones, f serán oídas; i no quiere, que aquella lo sea. I las otras no lo serán; como petiziones, nodo hijo, si nó de siervo malo, i traidor; i será oída aquella, aunque él la hurte, i la deje de dczir: porque no le serán perdonados sus pecados, pues él no perdona a quien le ofende. Vcrdád es, que hai algunos, que tienen rencór con sus prójimos, i tienen tan endureszidos sus corazones, que no los pueden tan fázilmen- te desechár de si: mas pésales d'ello: i quer- i'ian que su corazón fuese mudado, i entretanto,
, abstiénense de hazér mal a su prójimo, con obras, o con palabras, ya que no se abstienen en el corazón. Estos tales, justamente pueden hazér esta Orazión, i pedir en ella, victoria con- tra sus pasiones: i el Señórlos oirá, i dará spi- ritu bueno, á quien lo echare menos, i con co- noszimiento d'ello lo demandare.
Dionisio. La respuesta ha sido mui buena. Dezid de la sexta petizión. ■
De la sexta petizión de la Orazión.
CAPITULO XLVII.
Amiíhosio. La sexta es. «No nos traigas en tentazión. « Para el entendimiento de esta, es me- nestér, que sepamos, que Dios, muchas vczes prueba a los suyos, para que ellos mismos en- tiendan , si están firmes en su fe , o si son , co-
DE LA ORAZIÓN. 9» 2Ü5
mo (le prestado, entretanto, que ninguna adver- sidád los conlradize. Muchas vezes también cas- tiga los pecadores, viendo que van desmandados, i que es menestér azote, pava que tornen en si, i conozcan , cómo van huidos de la Casa de su Padre. Ninguna d'estas tentaziones, es mala: Dos maneras antes, la una, j la otra, son mui provechosas:, tentazión. i son enviadas a los hombres, con grande mi- Foi. ir.o. sericordia, de que el Señór usa con ellos. Por- que de ser probados en la cruz, mui grandes prevechos les vienen, si ellos mismos, no los quieren perdér. Esto es mui claro, pues es tam- bién claro, que el que persevera en la tentazión. i por ella no es mudado; sale con mayor rique- za , con mayór conoszimiento de la divina bon- dád: enamorado, para darle muchas mayores grózias: i bastezido de nuevos dones, i nuevas merzedes. Si cae, conosze su flaqueza: pierde los brios, que tenia, de estimarse de siervo de Dios: pide fuerzas, de nuevo: humíllase : i con- fúndese, en fsi mismo, por habér caido: está, para lo de adelante, mas avisado, i conosze me- jór el peligro: i de dónde le ha de venir el es- fuerzo, i el venzér. Del castigo que el Señór nos envia por nuestras culpas, i pecados, los mismos pecadores tenemos grandisima nezesi- dád: porque sin él, podría ser, que zebados de la prosperidád del mundo , i del buén suzeso do nuestras culpas; las siguiésemos, a rienda suelta, i del todo nos perdiésemos. Así qué, la una, i la otra; es misericordiosísima tentazión; i que si alguna vez no nos suzede bién, es por sola nuestra culpa, i obstinazión': que, en ellas^
2Ü6 'A DK LA SEXTA I'ÉTIZIÓÑ ?5
no bai sinó nianáedumbi-e, i vozcs con que nuestro Padre nos llama, para llegarnos mas a Sí, o volvernos si vamos huyendo. D'estas maneras de tenta/Jón, no se entiende la peti- Tentaiiones zión, que hazemos. Hai otras tentaziones. que m»)»!.^ . gQjj Demonio, ¡ del Mundo, i de la Carne.
Estas, como son de mala raíz, siempre tiran a ■ mal fin, i el propósito del Demonio, no es sinó derribarnos, ¿'estas, suplicamos a Dios, que nos libre. I tdnto es, dezir: « no nos traigas en ten- tazión;» como dezir: Señór, aunque estas tenta- ziones no sean de las vuestras (pórquo, Vos, no tentáis para derribár, ni matár, sinó para levan- Foi.166. ta,.^ r i ¿jij. xiáo), mas, porque ninguna cosa se puede haz^r, sin permisión, i consentimiento vuestro; suplicamos a vuestra infinita clemen^ zia, que no dé lugar, a que estos enemigos nuestros, usen do su podér, ! fuerza, contra ilo.sotros. Vos, Señór, i Padre nuestro, sabéis cuán poderosos son ellos, i cuán flacos somos nos- otros: cuánta es la enemistád, que el Demonio nos tiene : cuánta es su diiijenzia, para des- truirnos. No consienta vuestra misericordia, que seamos tentados por él : i, si lo fuéremos, que de tal manera seamos favoreszidos, que no sea- mos venzidos en la tentazión, sinó que loque él Comienza, para nuestro mal, se encamine, para nuestro bién, i para que él quede venzido, , i nosotros venzedores.» Esta es nuestra petizión: en la cual habernos de conoszér, cuan sin fuer- zas estamos, do nuestra parte, para resistir al
t Volvernos, aquí; en la vér." Forma Aí/5/ liebrca.v Bicpzián de, nhazprnos vol-
'A DE LA ORAZION. ^ 207
Demonio, i a sus tentaziones, i pedir siemiire socorro del zielo, para la victoria; si nuestros pecados mereszieren, que seamos tentados: o el Señór por esta misma cáusa, lo permitiere.
■ D¿ la séptima petizión de la Orazión. 1 •
•:.:. / . CAPITULO XLVIH.
La séptima, i última petizión es : «Líbranos del mal.» Esta, no solo es una mas abundante declarazión , de la petizión , antes d'ella; mas es una summa, ó recapitulazión , de toda la Ora- zión, en que pedimos : que seamos guardados de todo aquello, que nos pudiere encaminar, a deservir, i olvidár, á nuestro Santísimo Padre El prinzipál «mal,» que en esta petizión habe- rnos de entendér, es, el Demonio: i luego, todas las obras, que d'él salen. Él es malo: i autor do todo mal: í a él habernos de tenér por la prin- zipál fláusa de nuestros niales. Él causó nuestro f pecado : él es el autór de la muerte : el urdió foI. 167 la condenazión de los hombres: i no es otro su ejerzizio, sino procurár nuestros males: no solo los del ánima, mas los del cuerpo también. De aqui habernos de tomar aviso, que cuando nues- tro prójimo noshiziere algún mal; luego le per- donemos por ello: i que antes tengamos piedád, i lástima d'él, que rencor, i mal querenzia, por- que cayó en las manos de nuestro enemigó, a quien habemos de pasár todo nuestro enojo, i
I Nólcse , que únicAifadnlí lulo el Docfór. A Dios solo. • Dios solo , atribuye este ti-
208 'A DE LA SKPTIMA PETIZIÜX S
cncmistád, por haberlo enlazado en sus redes. Do manera, que cuando dezimos: «líbranos del mal,» ninguno pide solamente para si, sino para todos los prójimos, como en las otras petizio- nes. I no solo pedimos, en ello, ser librados de la pena, que de los otros hombres nos viene; mas, que ellos sean libres de la culpa en que incurren, ofendiéndonos: que es el mas verda- dero mal. I, como del Demonio, como de capi- tal enemigo nuestro, salgan muchas vezcs las discordias, las guerras, las postilenzias, las he- rejías, i zismas, con otros muchos males, i por su cáusa nos hayan venido; pedimos aquí, tam- bién ser librados de todo ello; i pazienzia, para cuando por nuestros pecados, nos viéremos en cualquiera cosa d'estas. I esto es, lo que esta pe- tizión también añade sobre la que prezedió : por- que hai algunos trabajos, que por cuanto los per- mite el Señor para prueba , i enmienda nuestra; es * tentazión saludable , i enderezada, para tal fin. Mas, en cuanto el Demonio los busca, para : vengarse de nosotros, i llevarnos a mayór mal; suplicamos al Señór, que nos libre d'ellos, con todos los otros, que siempre vienen acompaña- dos de grandes pecados, como cosas de la incli- nazión, i propriedád del Demonio; cuales son al- gunos de los que agora yo dije. I porque nuos- Foi. 1C8. tro enemigo, ^ aunque tiene grande deseo do dañarnos, no tiene mas podér, para ello, de cuanto por la mano de Dios le es permitido; su-
* Asi el impreso intiguo Parczc , que deberla dezír " soa tentazión,:» rcGriéndo
se a trabajos, mejor que u prueba. ■ >'■'"■' i
íí. DE LA 0RAZ1ÓN. ?8 209
plicamos aquí, que no le dejo andár suelto, sinó que siempre lo tenga atado : porque si él libre se viese, ningún bién espirituál, ni temporál, nos dejarla. Tanta es la enemistád que con nos- otros tiene. Concluye la Iglesia esta Orazión, con esta partícula «Amén.» Esta voz es por quien D'csta paia- pedimos confirmazión de todas nuestras petizio- ^""^ nes: i suplicamos, que no nos estorben nuestros pecados aquello, que por la Divina misericordia nos es prometido: sinó, que todo,' sea zicrto, c • ürme. Con este «Amén,» confirma Dios sus pro- mesas: i porque la flaqueza de nuestra fé, siem- pre es mui grande; socorre Él, con afirmár, i jurar, que será zierto lo que promete: i esta re- pitimos nosotros, pidiendo la misma confirma- zión, que, para; mas esforzarnos, Él tuvo por bién de hazér. I aquí tiene fin la Orazión.
Dionisio. Razón tuvistes de dezlr, que quisié- rades la Declarázión mas larga : porque , de cosa tan buena, cuanto mas tuviérades fuera mejór. Mas lo que habéis dicho es tán zierto, i de tan sancto, i verdadero espíritu, qué me parcsze, que basta, para que tengáis regla zierta, de ejerzizio tan saludable, i tan nczesa'rio, como es la Orazión. ¡O, marabilloso Dios, i cuán grandes señales , dió el Redemptór del mundo , de ser la misma Sabiduría divina, i Hijo unijénito, del Eterno padre! En esta tan breve Orazión, ¡ quó de misterios, qué do cosas de tan grande admi- razión colejió! ¿Qué hombre del mundo, ni qué multitud de hombres,*, d^ cuantos ha habido,
1 Estoi en cslo. I ojalá no tablezidose dogmáticamente, íc hubieran compuesto, ni es- tantas Litúrjias , i Rituales, i
14
210 . ÍS. DK LA Sl'íPTnU PETIZIÓN ?t
n¡ habrá on el mundo azcrLni'á asi, a cntcndúr sus proprias nezesidades , como Él aquí laé pin- tó? ¿Quién asi azertara a demandar el reríiédio? Bién pareszG, que era Múdioo, que venía & rcme- roi. 169. diarlas, /■ pues así las supo entendér, i así las supo curar. ¡O, quién viese, por todos los cris- tianos, entendida, i platicada esta Orazióu, si- quiera como, vos, la habéis- declarado! Mas, por nuestros grandes pecados, no hai cosa mas des- echada. No quiero estorbar nuestra plática, con descubriros aquí el dolór, que siento i la gran- de razón, que d'ello tengo. I también, porque no quieroy que tan, temprano eomenzeis a enten- der, lo que el tiempo, i él mundo, osenseña- ' rán. Quiera el Señór, que sea. para grande pró* vecho vuestro, Dezídmff, agora, si os enseñó cSEo vuestro Maestro, alguna otra Or&zión : o,' si oá dijo', que rezáscdes otras; porque, sabéis, fjuo hai múchas, i mui mas estimíidas, i que esta, por marabilla la rezan ; a lo menos con los sen-* timieiitos, que, vos, aquí habéis dicho. Porqué^ los que mas devotos le son, en media hora, re- zan trezientas, o Cuatrozientas*; i los líienos entienden el latín d'ellai tíi aün, el ronianze tampcco. / . ;
Formularios de Oráziónes, Ilt- patítico, i píófurtdo. ñas de todo lo mas corrosivo. 2 1 tatfibién Un millón de
de nuestras malas pasiones: Ave-Nanas , rezan algunos,
llenas do sensualidad, di ín poco tiempo. Véase el Qui
ódio, do soberbia, .do intolc-( jote. Capllulo XXVI, fo-
ranzia! ' lio 05 , columna 2.*, Kdiziún
1 Este doKr, por ver el de Lisboa del Año 1695.—
destino, que aguarda, a la Paso quitado, en ía Edizión
mal enseñada juventud; C8 de ICOS.
•211
De la Ilcgla, que d'csta Orazión se naca, para conoszér todas las otras.
CAPITULO XLIX.
Ambrosio. Lo que en este caso me dijo, es: que la Orazión, mas consistía en sentenzia, i en fé , i en spíritu ; que no en guardár siempre un orden , i conzierto de palabras • : i que la Ora- zión, que tuviese la misma sentenzia , que esta; i tuviese las mismas condiziones, i con ellas fuese hecha; que, en valór, era esta misma Ora- zión, aunque diíirieso en los vocablos, i en el orden d'ellos. I, que d'esto, se podían ponér muchos ejemplos de las oraziones de la Sagra- ' da Scriptura, como yo pienso, que dije, cuando comenzamos esta materia, Mas, que si hobiese f alguna que no tuviese estas condiziones, i esta Foi. 170. sentenzia; que era mui distincta Orazión. I que, por lo menos era cosa en que no podíamos , ni debíamos confiár. I, que esto bastaba, para que huyésemos d'ella.
Dionisio. No hai mas que dezir: i vuestro Maestro os enseñó, como hombre mui prudente, i mui cristiano. ¡Sánelo Dios! El que no pide, lo que en esta Orazión se pide, i con las condi- ziones que se pide ; ¿a quién sigue, por Maestro, pues que no sigue al Maestro, i Redemptór de los hombres? ¿Quién le descubre la voluntad
* «Non vox, sed Tolum: non música córdula, sed cor : non clainor , sed. amor, pulsat in aure Dei,»
212 «.DE h\ RLCAPITÜLAZIÚN, I SUMA 9»
(1p1 Padre, si el hijo no se la declara? ¿Qué de- fecto halla en Él, que lo ponga en nezesidád de buscar enmendador * : o qué cosa puede pedir, justamente, para el ánima, i para el cuerpo; para esta vida, i para la otra; para la gloria, i - honrra de Dios, que aquí no esté pedida, i sanc- Rccapiiui.v lamente podida? ¿Qué mas quiere, de conoszér zión , i suma, q\ g,.;\n podér, i majcstúd do Dios; su grande c dciaOrazit'm. j^ef^^jig ¡j^isp,.¡(,ordia , en haberlo reszibido por hijo: de pedirle sanctificazión de su Nombre, i que él sea de los sanctificadorcs: que todo el mundo lo conozca, quo todos lo sirvan, i se gloríen de x\n mismo Padre: que venga su Rci- nOj i resziban todos aquél yugo dé amór: que desechada la tiranía del Demonio, i del pecado, con grande paz, i concordia, hagan en la tierra su volunt'id, como es hcchíi en el zielo: que se le dé, en esta vida, todo lo que es nczcsario, • de bienes spirituales, i corporales: que perdone nuestros pecados: que nos libre de malas tenta- ziones, i de todas adversidades: quo no permi- ta, que el Demonio nos dañe, ni ejecute su de- seo contra nosotros? ¿Qué mas quiere? ¿Qué aflizión, o qué caso particular se le puede ofres- zér, que no hallo, en esta Orazión, materia, i Foi.iíi. regla, para platicarlo con Dios? Bién dojistes. í Las palabras pueden sér de muchas maneras: , porque Dios, en estas cosas, no está atado a una manera de palabras: las razones, bién pueden
1 Esto , i cuanto sig^uo , en caer fázilmcnte , en sacríle-
!a rccapitulazWn , me parcze sro : en enmendadór de la
concluyeme. El que usa otra Doctrina de nuestro Señor
Orazirtn , q\ie ésta ; puede Jesu Cristo,
"A DE LA ORAZIÓX. 213
llcvár diversa composizión : mas la doctrina, la materia , las reglas, i condiciones do la Orazión; el spiritu, i fé d'ella; sacarse tiene, todo esto, de ésta, que nos enseñó, el Enseñadór del mun- do. Aunque, de mí, os digo: que soi tan afizio- nado a las palabras, que el Evanjelio, i toda la Scriptura usa; que nunca me querría apartar d'ellas: ni me hallo, a^dezlr otras: aunque no sea tan nezesario, que siempre se haya de lia- zér. Mas la flaqueza do los hombres es tanta; que cada día es venzida: Ja ignoranzia, i la mala confianza, tan grande; que muchas vezes, toma uno por otro; i mil vezes, es engañado, en lo mismo que cree, que mas azierta. Las cáu*- sas, i maneras d'estOy andando el tiempo, con ayuda del Señór, las platicaremos; para que se cumpla el deseo, que tenéis, de tener esta Ora^ zión tractada mas a la, larga: porque mucho queda que dczir, i muchos misterios se nos des- cubrirán : ,que no nos los negará la misericordia de nuestro Padre. Tractaremos también, cómo se saca de aquí, i cómo se reduze, otra parte de Orazión, que llaman contcmplazión porque en esto nadie os engañoi ; Guíelo Dios, para sanctiOcazión de su sancto. Nombre. Con todo, olvidado se me había, de preguntaros, qué' re- medio hai para cosa tan larga, como seria; si cada' vez ss bebiese de rezar ol «Pacer ncstcr," con todas estas consideraziones, que aquí habe-
I Lo que Juán de Valdés llamaba «sus dos Libros fa- voritos: Orazión 1 i. Consi- dcrazión p> promcUa ol Doe- lór Constanlino examinar ade-
lante, con toda extensión. El, i Valdós (aunijuc no aparezca, a primera rislal. se confor- man, en •ponsamicntó, lo que • en dóctrihi,- : ■ ■ ■
214 °A DE LA RECAPITULAZIÓN, I SUMA S
mos platicado. Porque, aunque sean mui bue- nas, i mui sanctas, hai muchos que tienen por dcvozión , de rezarlo muchas vezes : i como, vos, lo habéis dicho en una sola , se gastaría buen espázio de tiempo.
Ambrosio. Sé yo , que aunque no so hiziescn Fol. m. estas considcrazioncs, ''mas de una vez, ora fuesen mas cortas, ora mas largas; sería cosa mui provechosa para los que rezan esta Orazión. Para los que ponen su devozión , mas en tasas de números, que en spíritu de fé; yo no sé, qué remedio hai
Dionisio. Bién. Dejemos agora estos: i deje- mos también los oziosos, que sobrándoles el tiempo, para lo ^no, i para lo otro, ni hazen ' * uno, ni otro. ¿Qué diréis de aquellos, que están ocupados en trabajos, i ejerzizios nozesarios? ¿Qué harán estos, para cosa tan larga?
A.MDROsio. No, por fuerza, estas considera- ziones, han de ser siempre tan largas, ni siem- pre tan cortas. Mas, parészeme, que todo cris- tiano, que oye la doctrina del Evanjeho; debe de tenér entendida la sentenzia d'esta Orazión, i sabér que la ha de rezár, con la fé, i condi- ziones, que he dicho. I el que ésto tuviere de una vez entendido, i asentado en su corazón; él holgará de habitiiírse a ello : i ningún ejcrzizio, ni trabajo, lo podrá tanto ocupár, que alguna vez, i aun muchas vezes, no pueda envolvér todo esto en un breve movimiento, i sospiro de
1 El remedio, t.ilvez,es, soluta, prezeptuada en el aquí, la obediensia, exacta, Evanjcliode s. Mateo, VI. 7. i COrdUl, a la prohibizión ab- Véase allí el remedio.
5ft DU LA CONI-ICSIÓN. ?» 1 5
Su corazón , i con una saeta do fé , eii\ iarlo de presto al zielo, donde el Padre de misericordia lo desenvolverá, i entenderá bién' a la larga, por breve , que haya sido acá. Esto, me p'aresze, que pueden hazér todos, aun en las mismas lloras de la ocupazión : i mucho mas, en las que ellos, para tal obra escujiercn. : ' • Dionisio. Con eso, quiero que acabemos, lo que toca a esto de la Orazión: porque, aunque con brevcdád,' mucho es lo que habéis dicho: espezialmente para quien quisiere mirarlo con intenzión de aprovecharse d'ello. Quisiera, que pasáramos a la doctrina de los Sacramentos mas, estaréis ya cansado, i estas cosas quieren reposo: mayormente para los prinzipios. Direis- Tne, agora, en pocas f palabras, qué manera fo(. 173. . tencis en la Confesión, i en la comunión, i en el oir de la misa. Lo demás, quedarse ha, para otro dia, como materia mas larga, i aun no tan ■ nezesaria, ni tan ; cotidiana. Dezid, primero, de la Confesión. '
De la Confesión: en que brevemente sa Irada, lo mas prinzipál d'ella.
•■ • r CAPITULO L. -í'
Ambrosio. En la materia de la Confesión , me dijo mi Maestro, que habla de considerar: cuán ' en creszimiento va siempre, para con los hom- bres, la misericordia de Dios; pues dejó podér a
i Posterga eso, azert.id.i- esenziáiraento prczisa. mente. ís'o la haze doctrina
216 "A DE LA CONFESIÓN 9S
' los ministros do la Iglesia, para que, con \'¡Ya voz, i en Nombre suyo, absolviesen al bombro de su pecado, i lo diesen por libre, e quito, i que Él daba la tal absoluzión, porzicrla, i fir- me, i que, por tal, la pasaría en su juizio. Esto es cosa *, que asi como pone gran admirazión, asi ha de obligarnos mucho. Grande admirazión despierta^ pensar, que tan zierto es el perdón de nuestros pecados, ganado por la muerte, i pasión del Redemptór del mundo ; tan eücáz , i poderosa, es aquella misma muerte para él; tanta la sed del Redemptór, que lo alcanzcmos; tan grande su afizión, i amór, para consolár, i alegrar nuestras conzienzias, i hozór las ziertas d'esto; que dejó poder á los hombres, para que, en nuestra presenzia, nos viésemos absolvér de nuestras culpas : con nuestros oídos oyésemos aquella voz de perdón de nuestros pecados : de reconzíliados con nuestro soberano Padre ; de zíertos herederos del zielo : i que este poder sea tan sin dubda , sea tan averiguado; como si nos llevasen al zielo, i alli lo oyésemos, ( o, con una voz de allá nos lo revelasen: pues deszen- dió de allá el Hijo de Dios, que dió este podér en la tierra De aquí nos naze una obligazión, de procurár, con mui grande dilijenzia, que ten- gamos muí pocas vezes nezesidád (i mejór sería, que nunca la tuviésemos) de tal juizio, i perdón
t Esto, lo que es , es una cosa entcramcnlc falsa , a mi parczér; i enteramente desti- tuida do fundamento. Solo Dios puedo absolver : i cono- zér al absuelto. La absolu-
zión del Sazcrdote , es un se- g-uro , insegurísimo.
2 Pero el Doctor, debió, ahí, dezír, a quienes. Es dc- 2i> : que lo dió , a los Após- toles.
DE LA CONFESIÓN. 9» 217
como este. Pecadores son todos los hombres: por tales se han de corfcsár, i tcnór, por sus or- dinárias flaquezas, i poquedades: i cosa extraña sería, en el mundo, habér hombre en él, que no tuviese, no digo uno, mas muchos pecados veniales: mas, es la misericordia de Dios, tan sin medida, que considerando muestra miseria, i la caríie, que con nosotros traemos, i el mun- do donde vivimos; quiso hazér jenerál perdón d'ellos, diziendo, que aunque eran ofensas su- yas; Él tenia por biénj que por ellas, no fuése- mos condenados a pena eterna, ni apartados de su grázia. Por este perdón, de tanta misericor- dia, no se dá atrevimiento .a los hombres, para que no se les dé nada do pecár venialmente. Pecados ve- Perdón es este, parala flaqueza: que no aire- niales, vimicnto, o menosprezio, para la voluntád. Bas- ta el nombre de ofensa de Dios, para que la obra. nos parezca fea, i procuremos de huir d'ella. Otra manera de pecados hui , los cuales Pecados mor- llamamos mortales, que cada uno d'ellos, es un 'í»'cs. crimen salido de la malizia de nuestra volun- tád, i del menosprezio del mandamiento de Dios, . por cuya causa somos apartados de su grázia, i condenados a muerte pcrpótua. Estos son , la propria materia de la confesión, i del sa- cramento de la penitenzia : que de los otros pri- meros, nadie puso obligazión : aunque el que los quisiere confesár, mui bién lo puede hazér, i bién lo pueden absolvér d'ellos; i sacramento será : lo cuál no puede ser, donde no bebiese Poi. 175. uno, , ni otro pecado. I sacrilejio cometería el Ministro, que en tal caso, absolviese, porque,
218 'A DE LA CONFESIÓN. S
ser dcsaLado, culpa, i ligadura presupone. Digo, pues, que deben los hombres procurár, con gran dilijenzia, que nunca haya en ellos, con- 2¡enzia, i condennzión de pecado, que les obli- gue a pareszér en tal juizio : que es, el pecado mortal: porque mejor es, estár sano, que estár en nezesidád de buscar la medizina, aunque la haya. I a qui^n Dios tan grande merzéd, como esta, hiziese, que, en el tiempo, que los fieles suelen acudir a este sacramento, so hallase sin esta tan mala carga; podría él también (i débe lo de hazér, por no dár ocasión de escándalo) , pa- reszér delante del ^linistro de la Iglesia, i hazér confesión de los pecados veniales: e sinó tomár algún consejo con él , o dczir, como él venia a mostrdr su obedicnzia: i esto mismo puedo ha- zér, las vezcs. que a él le pareszicre , si hallare provecho d'ello. Mas la flaqueza e miseria de los hombres es tanta, que pocos se hallarán, que alguna vez no sientan, el juizio, i condénazión, d'esta malaventurada culpa. La doctrina, que, en este caso, mi Maestro me dió, es : que si , al- guna vez, mi desastre fuesQ tan grande, i tan mal recaudo hubiese puesto en mi ánima; que la dejase afear, con semejante ofensa de la ma- jestad, i bondád Divina; luego, con grande án- sla, i dilijenzia búscasela medizina. Esta, me dijo, que se hallaba, en la misma Bondád ofen- dida: i que en ninguna otra parte so puede ha- llár ». Que, dentro de mi corazón, considerase
» Se habla descaminado el ñas humanas, sobre la Con- Doctór, acudiendo a doclri- fcsión, i absoluzión. Aquí ya,
'A DE LA CONFESIÓN. S 219
quién era Aquél, contra quien había errado, i cuyo Mandamiento habia tenido en tan poco: Confesión a Cuán grande su poder para destruirme : cuan in- digna su bondad, de ser deservida, i desacatada: cuánta era la obligazión, que tenia, para ser- virle : pues, no solo era mi Señór, mas era f mi Foi. i76. verdadero Padre, i me habia redomido, i com- prado, para que gozase d'ÉI: cuan grande trai- dor habla sido, pues habia destruido tan gran- des bienes, como me habia dado en podér; i que, como hombre condenado, i juslisimamente condenado, me pusiese delante d'Él, e dijese. «Señór mió: Dios, i Redemptór mió: de cuyo podér no puedo huir: con vergüenza, i rostro de Sentimiento malhechór, parezco delante. Vos : no tengo qué ''<='p«"<í°- alegár, ni con qué excusarme: aquí traigo mi corazón , donde los ojos de vuestra bondád, vean pintada la traizión, i la maldád, que contra Vos cometí. Bién conozco, cuan fea cosa es, para pa- reszér delante de Vos: mas vengo llamado de vuestra misericordia, que por todo el mundo dá vozes, buscando los traidores como yo. Ella, Se- ñór, me ampare , de vuestra justísima ira. ¿Qué haré yo. Dios mió; adonde iré; con qué ojos me podré mirdr; si vuestra misericordiosa ma- no, no borra tan abominable figura, como, en mí, dejó mi pecado? ¿Adonde parezera, quien, en lugár de la imájen de vuestra hermosura, Cómo se ha lleva la de vuestro enemigo? Por quien Vos sois, '^^ P'^'^'f P"- Scfiór: por la gloria de vuestro Nombro: por la ^^"^
parcze , volver a entrar en el damos por ahsoluzi3n, confe- camino de las Escrituras, lia- sándonos a Él solo , con ver- no, i seguro. A Dios solo acu- dadero arrepentimiento.
2-20 DE LA CONFESIÓN
sangre, que vuestro Unijénito Hijo derramó en - 'la cruz: por los scrvizios, que os hizo: por aquól grande contentamiento, que d'El, i do sus obras tenéis: os suplico, que no permitáis, que parta yo, condenado, de vuestra presenzia. No me .1-, ■ hallo sin vos, Señór, i Dios mió: i agora que mo faltáis; .conozco lo que perdí. Tornadme a fiár de vuestros bienes: que la confusión, i peligro en qué me he visto, me deja tan escarmenta- do; que porné mejor recaudo, de aquí adelanto, Conoszimicn- en ellos. Yo mc conozco por mas flaco, i peór to de si mis- pensaba : i , como a tal, me dád favor,
mo. , , ,
para que no me vea yo, mas desterrado de vues- Foi.177. •, tra grazia. )i Avisóme también, que cuando Conoszimien- Comenzase a sentir, semejante dolór de mi po- to de la' mi- cado; que entendiese que la mano del Señór, P^"""*^'* ^* me despertaba: i su misericordia, me venia a buscár : i me traía en conoszimiento de mi per- dizión: i que ella era, la que me ponía a mí mismo, delante de mis ojos; para que viese la grande traizión, que había cometido. Que me asiese, d'este misericordioso socorro, i pasase adelante en mi penitenzia: i me aprovechase de tan grande bién, como es, comenzar a conoszér mi pecado, i ser despertado para ello. I, que cuando asi me hobiese confesado a Dios, que to- .das las cosas conosze; i esto, con el mayór dolór que yo pudiese, haziendo clara, i descubierta condenazión de mi maldad, sin escusas, ni ro- deos: estonzes buscase un ministro, que no tu- viese tal familiaridád, i amislád comigo , que, Confesión al por ella, me pudiese lisonjear, o haberse mas iglesia. blandamente de lo que seria razón. En el cuál,
5ft DE LA CONFESIÓN, Ji 221
me dijo ([uo para tal caso, han de concurrir to - Cnü ha ie das estas cosaá (i que tal lo procurase de habér) ^er d Minls- que son: szicnzia para desengañarme, i conos- z6r las calidades, i fuentes do mis pecados j i darme zierto aviáo, í consejo, para el remedio d'ellos. Zelo de la gloria de Dios: i dé la salud de los hombrefe, para que no le estorbe la pere- za, i se haya, en ello,, ncglijentemente. Que no pretendá de mi, cosa alguna, mas de la penitén" zia de mis pecados, para que el Señór sea glori- > ficado, e yo no me pierda. Que tenga prudenísia, para haberse comigo de tal manera, que, en lugárde darme aviso, no me descubra maneras de pecados j que seria mcjór que no las supie- se Que, delante de este, yo me acusase, i con- fesase, con grandísimo deseo, i con suplicarlo a Dios, que azertase a descubrirme, i manifestar- me,, cual yo era; i que por tal fuese conoszido, f i tractado; estando aparejado para ponér mi foI.178. corazón delante, si pudiese ser: porque clara, c distinctamente, pudiese ver, quién habia sido, para con el Sefiór, que "me crió, i redimió. Quo como so ha estonzes pensase en mí, i se me representase, de considerár que pareszia delante de un juizio, donde el De- coníeaión. ' monio era el aCusadór, i mí conszienzla el tes- tigo; i que yo no podía negár mi nialdád : i el Juéz mostraba leí clara, i expresa, por donde yo debía de ser condenado a penas eternas, i a íjue Dios me tuviese, i tratase para siempre , co- mo a enemigo. quo visto este juizio, yo con- sintiese en la condenazión de mi culpa; i confc-
» Véa»c la Nota, eh la pajina 12S.
222 'A DG LA CONFESIÓN. J6
La confianza gago qufi aqucUo mcreszía: mas, quo de cjecu- quo el peca- ^^^^^ scntcnzia en mí ; vo apelaba para Jesu Cristo, IIijo de Dios, vivo Bemediadór de los hombres: para alcgár delante su Majcstád, la muerte que por mi padeszió: los servizios, quó hizo a su Padre: para que, por ellos/ Él con su misericordia me amparo, i me libre de la tira- nía del Demonio, que con sed de mi pbrdizíón, rae había, seguido para que pecase ; i ahora me sentenziaba, i condenaba por ello. I qüe la me- moria d'este Juizio tan misericordioso: la pa- labra del Redemptóí del mundo, me esforzase mucho: que le diese infinitas grázias, por habér dado tál podér a la Iglesia , i a sus ministros, * que con clara voz en nombre d'Él, me perdo- como ha do nase mi culpa, i me tornase a su amistád. Que salir el hom- gaüese de allí, escupiendo, i maldiziendo mi pe- bre, de la con- j . . 1 1 1 • • 1 T
fcsión cado: i pusiese delante mis ojos el peligro, en
: queme había visto: aquél riguroso Juizio, én que el Demonio mo acusaba, i me condenaba, por mí misma conszienzia : el trueque, que ha- bia hecho, en dejar Scñór, que con tanta man- sedumbre, e misericordia, perdonaba la trai- zión cometida contra Él; por el que con tanta Foi. 179. crueldád buscaba mi pordizión, f por lo que so había hecho por contentarle. Que reinase; de ahí adelante, siempre, en mi corazón, una enemis- tád con el Demonio, un agradeszimiento con el Señór, una dilijeiizia para no volver a nczcsidád de semejante confesión. Porque la misericordia divina, no mereze ser menospreziada, i tenida en poco, por tan fázilmento comunicarse, i es- tar siempre aparejada para ello : antes , por esa
^ DE LA CONFESIÓN. 9» 223
misma razón, dobe de ser mas acatada, i ado- rada con tanta rcvcrenzia; que huyamos de tc- n6r nczesidád de pareszúr delante d'ella, como menospreziadorcs, i ofendedores suyos. Esta es la doctrina de mi Maestro, para cuando en tal nezesidád me viese.
Dionisio. No permita Dios, que os veáis en ella. Mas, cuanto a la doctrina, por zierto,él habló mui bién : i en eso, que habéis dicho (aun- que con grande brevcdád) está todo lo bueno, i zierto, que en este caso se puede dezir. ¿Dijo os, por ventura, que era bueno, que confesáse- des, muchas vczcs, un mismo pecado?
Ambrosio. Dijome, que no era nezesario, que el pecado, solo una vez cometido, se confesase muchas vezes. Mas, que algunos habia, que sa- caban provecho', de tornarlo a confesár; i otros, que sacaban daño : i , que esto unas vezes era, por parte d'ellos; otras por parto del ministro. Que, en este tal caso, el confcsór, si es pruden- te, conoszerá, a cuál conviene lo uno , i a cuál conviene lo otro.
Dionisio. No erró en eso, que dijo. Bién será, que digáis de la Comunión.
Del sacramento de la Eucharistia^ i Comunión.
CAPITULO LI. «
AMcaosio. La Comunión es el sacramento del
* En este Capítulo , como en el antcriór , manto no c» de la Biblia, ni del cristianis- mo , lo faca , i toma el Doc-
tór. de aquella zionzia , cuyo emcilema era su Bonete de Doctrtr en Teolojía.
í'2'¡ 4S. DE LA COMLTKÓIN. ?»
cuerpo, i sangre del Rcdcmptór del mundo, lis- ' Fot. 180. mui diferente cosa, del sncramento ^ de la pc- Ladi/ercnzia, nitcnzia : porque cl de la penitenzia, reconzilia que hai entre ^ estaban perdidos: esto otro, no es,
estos dos SI- . , , ... , . .
cramentos. ^"^'^ V^^'^ 'OS ya rcconzuiados , 1 que no tienen conszicnzia de pecado mortal. Porque en este sa- cramento se representa, que comemos a la me- sa de nuestro mismo Señór, con los otros cria- dos suyos; i que el manjár d'esta mesa es cl pan; que es cuerpo, i sangre del Señór. Pues, ¿cómo ha de llegar a comerlo, el que no está en grázia del Señór, ni es de la compañía de los otros criados, que andan en su servizio? Añade, este tal, traizión, sobre traizión : pues viviendo en deservizio de su Señór, desvergonzadamente ^ viene a asentarse a su mesa, como si fuese de los que le sirven : engañando a los compañeros, que lo juzgarán por tal, i creerán, que sirve al Señór, zierta, i verdaderamente. Estos tales, es- peran grande, i espantoso juizio sobre si, cuál les está prometido.
Dionisio. Dejemos esos : i hablád de los otros, que trabajan con todas sus fuerzas, por no apar- tarse de la grázia de su Señór, i su conzienzia no los acusa de ese pecado, que, vos, dezis; ni tie- nen su voluntád determinada de obedeszér, en tal caso, al Demonio, i apartarse de los Man- damientos de Dios: antes desean ser favorezidos, (de tal manera, que nunca lo ofendan: i lo tra- bajan, i ponen por obra, en cuanto es en si. ¿Qué os pareszc d 'estos? Para quién es AMBROSIO. Esos son , los que han de ser ex- la Comimión. hortados, i admitidos a este sacramente: porque
'A DE LA COMUNIÓN. JS 225
son , los que el Redemptór convida , a que co- man a su mesa.
Dionisio. Pues, quiero , que me digáis el uso, d'cstc tan admirable sacramento : i cómo os pa- resze, a vos, que se debe de reszcbir: si serán muchas, o pocas vezes. Dezid alo primero: i después diréis a lo segundo.
Ambrosio. A lo primero digo , que este sacra- mento, es un memoriál , i representazión , de Foi. isi. la muerte , i pasión de nuestros Señór Jesu Cris- considerazión to. Su pasión tuvo dos cosas : una visible, i otra del sacramen- invisible. La visible; por cuanto padeszió públi- todciaiur. camente , i a los ojos de los hombres : declaran- do Él, i manifestando por su palabra, cómo pa- deszia por ellos. La invisible fué, que secreta- mente obró victoria contra el pecado , i contra la muerte; i alcanzó virtud, i poder, para que nuestra carne fuese mortificada, i venzida: i lo comunicó a los hombres, para que alcanzasen victoria de todo esto. Pues, d'esta misma mane- Dosusosd'e»- ra, el sanctisimo sacramento, con que estapa- *° sacramca- sión es representada , tiene dos usos : el uno es cxteriór, i el otro interior. El exteriór es, con- cun-ír los miembros de la Iglesia , a la zelebra- zión d'este misterio sanctisimo, con grandísima reverenzia, i acatamiento, considerando, que es representazión de la muerte del Redemptór: i no reprcsentazión, así como quiera, sinó donde se halla el mismo cuerpo * , que fué enclavado en la cruz, i la misma sangre, que fué derra- mada : que son zertisimas prendas , de nuestra
* Sobre todo esto, véanse las observazioncs.
15
* DE LA. COMUNIÓN. ?• "225
son, los que el Redomptór convida, a que co- man a su mesa.
Dionisio. Pues, quiero, que me digáis el uso, (Veste tan admirable sacramento : i cómo os pa- resze, a vos, que se debe de reszebir: si serán muchas, o pocas vezes. Dezid alo primero: i después diréis a lo segundo.
Ambrosio. A lo primero digo , que este sacra- mento , es un memoriál , f i representazión , de Foi. i8t. la muerte , i pasión de nuestros Señór Jesu Cris- considerazión to. Su pasión tuvo dos cosas : una visible, i otra del sacramen- invisible. La visible; por cuanto padeszió públi- t» ¿«^ camente, i a los ojos de los hombres: declaran- do Él, i manifestando por su palabra, cómo pa- deszia por ellos. La invisible fué, que secreta- mente obró victoria contra el pecado, i contra la muerte; i alcanzó virtud, i poder, para que nuestra carne fuese mortificada, i venzida: i lo comunicó a los hombres, para que alcanzasen victoria de todo esto. Pues, d'esta misma mane- Dosusosd'e»- ra, el sanctisimo sacramento, con que estapa- ^= s^ramen- sión es representada, tiene dos usos: el uno es exteriór, i el otro interior. El exteriór es, con- cun-ír los miembros de la Iglesia, a la zelebra- zión d'estc misterio sandísimo, con grandísima rcvercnzia, i acatamiento, considerando, que es representazión de la muerto del Redemptór: i no representazión , así como quiera, sinó donde se halla el mismo cuerpo ' , que fué enclavado en la cruz, i la misma sangre, que fué derra- mada : que son zertisimas prendas , de nuestra
• Sobre todo esto, véanse las observazioncs.
15
226 de la comunión 92
Redempziüu, i de nuestro bión. Hazér, en este concurso, profesión de como creemos, i confe- samos, que, por la muerlc del Hijo do Dios, Dios i hombre \erdadcro, fuemos * redimidos, e libertados de la captividád del Demonio, i he- chos herederos del zielo. Es tambión pane d'es- ' te uso cxtcriór, reszcblr visiblemente el cuerpo i sangre del Redomptór del mundo; en que da- mos a eutendór, i confesamos, que, por su muer- . te, tenemos vida: que Él es, el spirituál man-
. jár, que destierra nuestra muerte, i nos comu- nica un vivir del zielo, desanctidád, i justizia, - i redempzión. En esto mismo confesamos tázita, i aun expresamente, el vinculo de la caridad, Foi.asi. que con nuestros hermanos tenemos, i el f Re- demptór nos dejó encomendado en la zena, c ■ instituziónd'este sacramento: pues concurrimos a una mesa igualmente, e igualmente se nos re- parte un pan, de un mismo Señór. I, quien- ; d'estas cosas se aparta, o en ellas está falso; no lleva camino de azertár en el uso, e instituzión. Uso invisible d'estc Sacramento. El interiór uso es, los spiri- d'esu sacra- tuales. cfectos, que obra, en aquél, que con ver- mcnto. dadora fe, e dignamente, loreszibe: esto es, - ser efectuado secretamente, en nosotros, aque- llo, que exteriormcnto profesamos, i agora acabé de dczír. Que nuestra fé sea fortaleszida , nues- tra carne mas mortificada, pues la juntamos con la del Redemptór del mundo, que fué sanc- tísima, e innozentisima: que crezca la enemis-
1 Fuemos, por fuimos , es errata, mas bien en el anti- un arcaísmo , que me pnrczc ¡juo impreso. ... un ■
SS. DE' LA COMUNIÓN, >» 227
tád contra el pecado; el amór, i la obodienzia, de los mandamientos de Dios: que sea enzen- dida la Cariddd para nuestros prójimos; pues la muerte do quien bazemos memoria, i a dondo vamos a reszebir -vida, fué obra de tan exzesiva caridád, i de amór do la salud do los hombres. '. ■ Dionisio. Según eso, que habéis dicho, no será malo continuilr muchas vezcs este sacra- mento : ¿qu6 03 pareze, o yos, d'esto?- -■ Ambrosio. Así 'os yerdád : que no, es malo, sinó bueno, si azertadamente se haze. Antigua^ mentó, mayór cuidado habia de reszebirlo, que agora: mas como se fué enfriando la caridád pntre los hombres , fuese enfriando también el uso del sacramento d'clla: por lo cuál la Iglesia acordó, de no obligár a los fieles, a que lo res- zibiesen , mas de una vez en el año : porque no fuese cáusa, su descuido d'ellos, de volverles en pecado, la obligazión de mas vezes: aunque, pon esto, no zerró la puerta, a quien quisiese allegarse a él, con mayór continuazión. Las mis- mas condizionGs quó sé requieren para el que llega muchas vezes, f se requiere para el quo FoI. i83. llega una; i el uño no debe de juzgar al otro: pues, que cada uno, se puede aprovechár, i enr- riqueszcr, de la pasión del Redemptór del mun- do. El que mui mucho lo continuare, debe de como se ha considerár, que pues este sacramento es de gran- do continuár disima paz; no lo haga él,, sacramento dees- cándalos, i contenziones; pués es de grande hu- °' mildúd; no lo haga de soberbia, i arroganzia: pues es misterio de simplizidád, i verdad; no lo haga de hipocresía ; pues es de verdaderos, i
228 "A DE LA COMUNIÓN. ?S
ciertos fructos; no lo haga, por su culpa de fan- tástigos, i engañosos *. Debe de tomár consejo, con ministro zeloso de Dios, que tenga tién en- tendida la zertinidád de la doctrina, i el fin, para que nuestro Redemptór instituyó este misterio. A este tal debe de descubrir su conzienzia, i su corazón, sin que nada d'él encubra, i seguir el pareszér, que le diere, porque éste le avisará del verdadero uso de la zena del Señór : de como se puede aprovechár d'él , aun el dia que corporal- mente no lo rezibiere: conoszerá, como llega: si saca verdaderos fructos, o solamente aparen- tes, i falsos; e distinctos de aquellos, para que esto fué ordenado. I, como este tál ministro, hobiere bién considerado todo esto , i le conse- jare, que siga su continuazión; sígala mucho en buena hora: que grandes bienes ganará en ello. Esta es la doctrina, que mi Maestro me dió, azerca d'este sacramento.
Dionisio. Bién se pudiera alargár mas en ella, i no se perdiera nada: mas su tiempo se verná. I mucho mas habéis dicho, de lo que pensáis: porque vuestro maestro quiso daros esta materia, en que andando el tiempo, veréis, que tenéis bién que pensár. Lo del oir de la misa, no se nos olvide.
« Véase la Nota 1., en la pájina 51. Por lo demás, el Doctór en esos renglones, describe exactamente , aque- llas personas , que comulgan todos los días , aun ahora, en Españ.> : i a los que nuestras
jentes del pueblo, con aquella propiedád particulár de sus idiotismos, llama, por des- confianza de su relijión : el lío comulga ; o la tía comul- ga : seffún el sexo.
229
De cómo se debe oír la Alisa, i el Sermón
CAPITULO Ul. f . ■ Fol.181.
Ambuosio. La doctrina del oír de la misa, es la misma, con la que dije, del uso exteriór del misterio del altár ; aunque pasa mas adelante, porque hai también su uso spirituál del mismo sacramento. La misa tiene dos consideraziones jenerales; que, particulares, muchas mas tiene. De las jenerales, dize mi doctrina, que es la pri- mera, entender, que la misa, es una viva re- presentazión de la pasión del Redemptór del mundo, como ya dije. La segunda es, que tiene grande doctrina, espezialmcnte , en la Epístola, i en el Evanjelio, que en ella dizen. Lo que yo hago es, procurar de Uevár Lién leido el Evan- jelio, i la Epístola de aquél dia: i aun, si hallo algunos de mis compañeros, o otros, que me quieran oir, se lo leo en un Libro que tengo de los Evanjelios , en romanze*, en que lo suelo leér a la jen te de casa, la noche de antes, o aquella misma mañana. I ruégeles, que lo escu- chen, i lo encomienden a la memoria, i que miren cuanto nos va en ello. En la iglesia, ovo * la misa, con la mayor atenzión, que yo puedo: i apartándome de los que hablan , i estorban a los otros, con sus pláticas. Estol mui atento a
1 Puede alndír al Libro de año , etc." c impreso en Se-
Frai Ambrosio de Montcsi- ~ villa en el A. 1543.
nos, intitulado : •Epístolas, i ' Oyó, por oigo. Etanjclios , para todo c!
230 «S. DE LA MISA. 9S
]a doctrina do la Epístola, i del Evanjclio: i su- plico a Dios con la mayor aOzión, que según mis pobres fuerzas yo alcanzo, que quite de mi ánima todo estorbo, i todo embarazo: i me ponga oídos de verdadera fé con que oiga la doctrina, que su Hijo descubrió al mundo: que así como ella es cosa tan rica, i tan poderosa, i de tan gran sua- vidád, así me dé luz, con que la conozca, i saber conque la estime, i prézie: i gusto conque sienta su dulzedumbre : i amor , con que la ponga en Fói. iSü. obra. Encomiendo a mi memoria, f lo que prin- zipalmente -veo, que me toca: para particular- mente tornár a pensár en ello : como si es al- guria cosa, que me avisa de lo que yo ignoraba; » o de faltas en que suelo caer; o de remedio para mis pasiones; i nótelo con la -mayór atenzión, ParticuUr que puedo. Después d'csto, paso mí pensamien- considcrazión gacriüzio quo cl Rcdemptór del mimdo
hizo de Sí mismo, en el árbol de la cruz, i doi infinitas grázias al Eterno Padre, que fu6 ser- vido, que fuésemos rescatados , i vueltos en su grázia, i amór, por tan grande, c inestimable prézio : i que tan grande sacrifizio, fuese ofres- zido por nosotros. Suplicóle, que no permita quo le seamos desagradeszidos; i que como siervos desconozidos , i ziegos, nos volvamos a captivár, en la miseria de nuestras culpas. Llamo al Re- demptór del mundo, pidiéndole, con el mayór conoszimiento do mis flaquezas, que yo puedo, que, pues, su muerte, fué nuestra redcmpzión, fué nuestra vida, o victoria; que tenga por bión, de eñtrár en mi ánima, dando le vida de fé , de caridad, de conoszimiento de mis culpas: de po^'
°A DEL SERMÓN. 9» 231
dér contra el pecado : que Él le sea manjár de vida, i de espirituál sustentamiento. Tras esto, Tcrzcro fruto oigo las oraziones, que en la misa se dizcn; i J''»""^». como yo mejor sé , ruego al Señor, que de' tal manera encamine las cosas, que tocan a su glo- ria, i a su servizio; que nuestros pecados no estorben los bienes, que su misericoi-dia nos tiene prometidos: sinó, que sea zierto, i firme, lo que su summa Verdád tiene dicho : i que las oi-azioncs de su Iglesia lleguen , i sean azepta- das, en el acatamiento de su Majestád. Si hai Como se ha sermón, no lo dejo de oír, ni de tornarme a to- <i« már- cuenta de lo que he aprovechado aquél dia. Si hai muchos sermones, procuro siempre oir, al que con menos interese de su hazienda, i de su gloria, i con menos respecto, ' del vano fói. 18G. contentamiento del mundo, predica la palabra de Dios i que con mayor zelo, i mas scnzilia pureza, la tracta. A estos tales, (cuando quiera, que yo puedo) los oigo con grande atcnzión, i dilijenzia, i con mucha reverenzia de la pala- bra que predican. La prinzlpál manera que ten- go, para aprovecharme, es notár señaladamen- te, algunas cosas. Lo primero, lo que toca a los
1 De lo que an,.czedc , se infiere claramente , al pare- zér, que el Doclór Constan- tiao, presupone en lodos los predicadores de su tiempo, los pecados rcjiufínantcs do codisia , ombizión , vananlo- ría, 1 (i£Ía/oii(ín, o lisonjcría. I creo exacto su juízio, salva una, que otra exzepzión, que confirman la regla jcncrál. El Obispo de Salamanca en el
año de 1733, o séase , el In- quisidúr D. Felipe Bertrán; pensaba igualmente , que el Dr. Constantino, azerca de los Predicadores de su tiem- po Véase su Pastorál, a ¡os Predicadores: o , a lo menos, las zitas , que hago de ella en las Obscrraziones. Asi hazc 300 años, que se evanjcliza, a la mísera España , por sus clérigos, i véase la f ij. 235.
232 '«^ DEL SEKMÓN ?•
misterios de lo que el Señór lia hecho por nos- otros, i está tractado en su Scriptura. Esto ha- ga, para que mi ánima so levante con admira- zión, i cngrandcEzimicnto de las cosas do Dios, lo adore, i acate con mayór reverenzia ; i conoz- ca lo que le debemos, i procure de empleár en Él solo, toda su fé, i todo su amor. Tras esto, noto lo que toca a mis obras, i a los avisos, que es menestér tenér para ellas. Entro en cuenta comigo, i afréntome a mí mismo, cuando veo, que, he oido muchas vezes una cosa; i que no tengo mas mejoría, ni enmienda por ello. Luego encomiendo a mi memoria, todo aquello, que me enseña, i me despierta, para entendér las astuzias del Demonio; las falsedades, i engaños . V de mi misma carne; la hipocresía, i soberbia con que mina; los peligros, que de parte del mun- do, i de mis prójimos, se me pueden ofrezér. En el fin, suplico al Señor, que asiente su palabra en mi corazón: ruego por toda la Iglesia: i por ' los ministros del Evanjelio , que alcanzen szien- zia, i spiritu, para tan grande cosa, como tie- nen a cargo : i que sus obras sean tales , que no solo, con la palabra, mas con todo lo quahizie- ren; edifiquen, i exhorten, a los que los oyen. Torno en la noche , a repetir todo esto; i asi me encomiendo -al Señór.
Dionisio. Hasta aquí, tenía yo pensamiento, de examinaros en esta primera plática. Bendito sea el Señór, que, así se ha acordado de vos. Pol. IBT. que en vuestra primera edád os haya hecho ' tan grandes merzedes. Verdaderamente, si yo no tuviese tan grande confianza en su infinita
DEL SERMÓN. ^ 233
misericordia, que es lo prinzipál; i después, en \uestra dilijcnzia; yo tcrnia grande miedo de vos, porque scriades digno de grandísimo casti- go, si le fuésedes desagradezido. Él, por su infi- nita clemcnzia, os guarde, i tenga de su mano, para que no le seáis traidór, ni desconozcáis tan grandes bienes como de su misericordia tenéis reszebidos I, hago os saber, que por mui afi- zionado, que Le seáis; por mucho, que os con- tentéis en servirle; es mui poca cosa, en com- parazión, de lo que adelante veréis, i de lo que Él os comunicará, si perseveráis en su amor. A vuestro maestro sois en grande cargo: i siem- pre le tenéd grande reverenzia, como a vuestro mismo padre. I, veamos : ¿esta doctrina, no la cscrebistes toda? No os tengo yo a vos, por tan perezoso, que dejásedes cosa d'ella.
AsiBROsio. Toda la tengo por escripto, ansí como aquí la he dicho : i enmendada de mano de mi Maestro.
Dionisio. Eso bien. Agora os id, con la ben- dizión del que os crió, i os hizo tan grandes merzedes: i dezid en casa, que aderezen de co- mér, que pasa ya de hora. I, mirúd, queme vengáis a ver muchas vezes: que holgaré mu- cho con vos*.
¿Qué os parcze, Señór Compadre, de lo mucho, que debéis a Dios. Por zierto, aun- que no hobiéradcs reszebido, de su mano, otra
« Si, como es posible, diri- c.^rzclcs de los Inquisidores;
jió el Dr. Constantino , estas i al sabór, o qriizá ver, que-
palabras. alguna vez, auno mados sus liuosos , i cfijic 1 de sus diszípulos ; 1 cuánta . ^ Hc puesto aquí párrafo
pena , no debicj sentir este, ¡que no tiene la ed. ant.) por
al sabér que había muerto el haberse ido Ambrosio, i que-
Doclór, martirizado en las dár solos Dionisio i Patrizio.
234 fín he la uogtuina ?•
merzéd, después ile haberos redemido, sino da- ros esto hijo; dcbíades de andur desvelado, i buscando noches, i días, en qué servirle. ¿En poco tenéis, que, de tan temprano, éste co- mienze a conoszér a Dios; i tan de verdad co- noszido? ¿Quéhiziéradcs, si en los años, que ha, lo viérades Privado de algún Prínzipe? Que vaya FjI. 188. . el mundo para quien es, con sus privanzas, i sus riquezas. El verdadero Prinzipo, es Dios: i verdadera privanza es esta : i conoszéd lo que tenéis, i a lo que estáis obligado.
Patrizio. Él sea gloriOcado, i bendito, por todo: i me dé el conoszimiento, i luz, que me falta: aunque, con mi pobreza, bién entiendo las grandes merzedes , que Él siempre me ha ' hecho, i sobre todas, esta, tan señalada. Espero ' en su misericordia, que los otros niños meno- res , han de seguir las pisadas d'estc. De mí , os zertifico , que muchas vezcs, cuando le oigo esta doctrina (porque algunos días' se la hago dezir toda : así para que él la tenga en la memoria, como para que los otros niños, i la jente de ca- sa, la oyan, i se afizionen a tales obras, i no ú cosas de vanidades) muchas vezes, como digo; pareze, que me toma un grande espanto, pues- to que no se lo doi a entender, porque no se ensoberbezca : i quedo corrido comigo mismo. ¡Sancto Dios! ¿I , qué es esto? ¿qué castigo es, el que yomerezco¿ ¡Que esto mozuelo, conozca a Dios, i lo ame, i lo sienta en su corazón; i que yo me esté, como una cosa perdida! ¡Que sepa este, lo que yo no sabia, cuando él nas/Jó; que esté tan firme en iu fé: que entienda tan
'A CRISTIANA. S 235
de raiz lo que cree: que alcanzo la grandeza Je aquellos misterios, i así tenga su corazón en ellos! ¡Que tenga tan estudiados sus Mandamien- tos, tán declarados, i tan distinctos : que de tál manera se desvele , por cumplirlos : tán amigo ^ del bi6n de sus prójimos: tan aparejado para sufrirlos, i perdonarlos! ¡Que sepa, asi, loque ha de pedir al Señór : i esté tan contento con su voluntad : que su confesión sea tan prove- chosa: tán verdadera su comunión: que se apro- veche de la misa: que tenga tanta alenzión a la doctrina del Evanjelio: que ande siempre ba- ziendo provisión, para creszér en el bién, para ^ Foi. 189. apartarse del mal : que siempre ande buscando estos avisos: i, sobre todo, que lo tenga todo por tan lijero, i tan fázil, que no paresze, sinó que se come las manos tras ello! ¡E yo, con Conoszimien- mis canas acuestas, que me confiese a cabo de todeioshom- un año; i esto, a palos: que comulgue, sin sa- ^.T ber qué es, ni para qué (i asi saco el provecho vanidád. d'ello): que no se halle, en mí, mejoría en un año, masque en otro! Voi a misa: vengo de misa: rezo a bulto, i lo mas presto que puedo, i con la menos atenzión. Lo demás, preguntaldo a un alárabe. Oigo el sermón , i escojo siempre el mas vano , i el que menos desabrimiento dé, a mi conszienzia, i que mas parlería tenga. Si oigo del Reino de Dios, i del yugo de Josu Cris- to: de cuán sabrosa cosa es servirle: pareszeme nuevas venidas de lejos : i así, se me pasan: o, como cosas en que va poco. No ha asomado la cruz, con zient leguas; cuando ando muerto de miedo d'clla; hombre sin confianza, c sin pala-
236 i-iN DE f,A nocxniNA í*
bra de Dios Todo es, mi plazér: mis vanidades: mi hazienda: mi honrra : mis negozios: mis in- tereses; i esto, con nombre de cristiano, i, aun con presumpzión d'ello, si os plaze I, el por qué, es: que ha mucho tiempo, que tengo por costumbre, de hazér ziertas cosas, que me pa- reszían a mí, que bastaban para ello : i , no solo me pareszia a mí; mas a otros, que saben mas que yo*. Las cuales, verdaderamente, dejo do nombrár, de vergüenza, porque no veáis, en qué ponemos los tales como yo, la cristiandád; i pensamos, que somos, de los que ha de ponér Dios, cabe los serafines: i que haría grandísimo yerro, si otra cosa fuese. Pues, no ha de ser así: yo os prometo, que habcmos de mudár el ' pellejo, cueste lo que costare I, aunque por vuestra doctrina, i por lo que he visto d'este Foi. 100. mi hijo. Dios me f ha comenzado a despertár, i procuro de irme enmendando; no estoi con- tento con lo hecho : adelante ha de pasár esto: que para ruindad tan envcjeszida mucha cosa es menester. Vos, Señór, prestad pazicnzia: que aqui me habéis de tener los mas de los días, no solo, para que mui de espázio platiquemos, lo
I Pintura exacta , de los españolea , que so llaman, a su antojo, ckistianos , i pre- sumen mucho de serlo. La causa de eso, la dize ense- guida.
í Clérigos, Frailes, Teó- lopos,
3 Mas de treszicntos años liaze , que oslo se escribió ; i hasta ahora, no han mudado los españoles el pellejo do
hipocresía, con que disfrazan su irrolijion. Si{;uen creyén- dose con derecho a la ploria, por sér tcrzíarios , cortcsano.i de María , do su corazín , de sus Flores , adoradores de sanVizcnte de Paul, de santa Filomena, de la medalla mi- lagrosa , de la medalla do Cliina, de la sangre, del co- razón, etc., etc., etc.
"A CRISTIANA. N -231
que hoi aquí se ha tractado ; mas para que pa- semos mucho adelante. Porque quiero que mi corazón comienze a sentir las grandezas de Dios, i se despierto, i desvele, en la profundidad de los misterios, que por nosotros ha obrado: para que mas conozca mi ingrititúd, i con mas amór, i lijereza, siga su Lei, i sus Mandamientos, i esté mui avisado d'ellos, i aun bien aparejado para lo que viniere, si la Divina misericordia nos quisiere castigrir, i ponér en cruz; que es- tonzes se vee, quien es cada uno. Esto me ha- béis prometido muchas vezes: obhgado sois a cumplirlo.
DioMsio. Que eso, i mucho mas, se hará por vuestro servizio: pues es todo para gloria de Dios: agora id con su bendizión.
Patrizio. El quede con vos.
m m
neo (/razias.
238
191. El f Sermón que nuestro Señór Jcsu Cristo ' hizo en el monte. Traduzido en caste- - llano por el doctór Constantino.
Con la mayor brevedad que nos fué posible, comprehcndimos, en cstaSumma, todo lo prin- zipál, i lo nezesarid, que Id doctrina cristiana contiene: teniendo respecto, a que ni la proli- jidad del volumen, pusiese fastidio, a quien lo quisiese leér; ni la brevedád diese ocasión, para , que dejásemos de tractár cosa, que fuese de mucha importanzia. De manera, que podemos dczír, que si en las palabras es breve, en la sentenzia es mui largo. Será nezesario, que mu- chos do los que lo leyeren, incurran en diver- sos estrcmos, por cáusa de la diversidád, que ellos ternán en sí mesmos A unos, pareszerá cosa breve, a otros cosa pesada. Juzgaranla por breve, los que cjerzitaren la doctrina cristiana, solamente con imajinazión ; i midieren la gran- deza, i hermosura d'ella, por la sobrehaz, i pintura de fuera. De fuerza es, que estos tales, la hora que se persuaden , que son cristianos, suplan, i añadan , en gusto de palabras, lo que les falta de gusto de obras. Tenerla han, por pesada, los que la acometieren a obrar, con sola la liviandad de su corazón, i con prcsumpzión de sus proprias * fuerzas. Mas aquellos, que con considerazión, i con fé, de la grandeza d'osta
1 Hiwmcs, otra edizión. ^ proiihs , oU\ c¿'.7.'um.
?í DE EL MONTE. ?í ' 239
doctrina, la tomaron en las manos; ¡ con pedir • el favór al Sefiór, que la manifestó en el mundo, la quisieren estudiár, i ponér en efecto; de cada palabra d'ella, sacarán larga lezión, en que su pensamiento se emplee: i el ejeríizio de las mis- mas obras, les ofrezerá • grande * experienzia para conozerla, i para conoszerse. Las obras del verdadero cristiano Son tales, que ellas mismas í descubren , que ftoii enseñadas del zielo : i que Foi. 192. lio pueden ser piiestas én efecto, sin favór venido de allá : i que tienen' por' contrários, por estor- bo, i por enemigos, la carne, i la misma flaque- za del hombre, las leyes, i costumbes del mun- do, las astúziás, i podér del Demonio. De lo cuál se sigue, manifiestamente, ser verdád lo que habernos dicho, que fel uso d'estas tales obras, haze grande maestro al cristiano, que, de verdád, i con zierto ánimo las acoriietc: i le enseña la grandeza de la doctrina : lo saca de grandes dubdas lo desen^'uelve de grandes marañas: le avisa de su flaqueza: í le humilla en su cofazóh : dale conoszimiento de las indus- trias, í cautelad, de sus enemigos: púnelo en nezesidád de pedir continuo socorro: i dale gran- de, i zierto sentimiento d'él. A este tal , cual- quiera doctrina cristiana, por breve quesea, le dará ocasión de grande , i de larga materia, pa- ra el entendimiento, i para las obras. Verdád es , que los que a este estado han llegado, sue- len tomár tanto contentamiento en la conside-
1 Ofrcsccrá : olra cd.
2 espcrienzia : otra cd. , i
íuegó conoscerla. ' 3 dudas, ot. cj.
240 °A DEL SEnMÓN DEL SEÑÓft ?»
razión , i contcmplazión de la Lci divina , que cualquier libro les paresze corto: i la misma sed , que tienen, les haze buscár avisos, para lo que ignoran, c diversidades de cosas, que los despierten a mayór conoszimiento, lo cuál yo no desalabo, antes me paresze mui bién. Otros hai, que, agora sea por parte de su rudeza, ago- ra por otra ocasión; leen, i oyen , muchas cosas, ' . que no las entienden: i que tienen nezesidád do mucha diversidád, i manera de doctrina, aunque la sentencia sea una : para que lo que, por una manera, les es obscuro, por otra les sea claro. Los unos, i los otros, tienen mui grandísima * nezesidád de Icér, i oír, cosas fir- mes, i do zierta doctrina, porque con el buén deseo de azcrtár, no den consigo en caminos Foi. 193. perdidos : / i que en lugár de mayores avisos, tropiczen en mas zcguedád. Para este fin, i con este mismo intento, ya tenemos prometido otro mas largo, i mas copioso tractado, el cuál, con ayuda de nuestro Seüór Jesu Cristo, cuyo favór, señaladamente , para estas tales cosas , es menes- tór; saldrá presto .a luz. Solamente , queremos aquí, que el lector, quede desde agora avisado, que, aunque muchas cosas de la divina Scrip- tura*, así del viejo, como del nuevo Testamen- to, parezcan entre sí diferentes .doctrinas; Ja mayor parte de aquellas , vienen a reduzirse, a la que ,en este libro tractamos : i esta es el fin,
1 grande : en otra cd. 3 parcscnn cnírc si de di-
2 ScTiptura ,ansi ; en otra f érenles: en otra ed. cdizidn.
'A EN EL MONTE. 9» 241
i el intento, i la prueba d'ellas. Ejemplos po- dríamos poner, en muchas cosas de los sacriü- zios: ea muchas, que los profetas tractaron : en muchas histórias; i en muchos psálmos. Lo cuál todo, aunque muchas vezes parezca, que con- tiene, entre sí, diferentes doctrinas, unas de otras; a la verdád, después de entendido el in- tento, i uso d'ello; se vee, no ser otra cosa, lo uno, i lo otro, sino el cumplimiento de los Man- damientos de Dios, con todo lo demás, que va scripto en esta breve Summa. Dejáremos los ejemplos d'esto, para lugár de muyór espázio; i pomemos solamente uno, que es, el Seujión, que nuestro Redemptór Jesu Cristo hizo en el Monto: donde está comprendida toda esta doc- trina, aunque por mui diferentes palabras. Dife- rentes son, al parezér * ; mas quien lo conside- rare, conoszerá claramente, no ser otra cosa, sinó una exhortazión eíicazisima ; i una viva de- clarazión do la Lei , i Mandamientos de Dios: tal, cuál convenía, que fuese dada, por su uni- jénito Hijo, luz, i Redemptór *, de los hombres. Por ser enseñada por tal Maestro, i conlcnór en si, tan grande perfeczión, i aviso; seria razón, que la tuviese el cristiano, mui familiar;' f i la Foi. metieso en su corazón , teniéndola por continuo dechado do sus pensamientos , i obras. Pares- zióme, que sería bién ponerla, al fin d'este li- bro, para que se vea la conformidád de lo que 61 contiene, con la doctrina del Redemptór; L
* Olr.i cd. parescer. ' luz , i redempción : en
ulra ed.
16
i'sl sicn.>rÓN m:\. snSón ?»
(|ii(í se.i ellacl cx.'imcn, i la prueba, la dcclara- zion , i la luz, do todo lo que los hombros dije- len. Bión entiendo, que requeria mas copiosn docliua/.ión , do la que al presente so lo puctlo dar : mas el mismo libro tracta la mayór parte de toda ella, i por los mismos caminos, i las mismas iutenzioncs; porque a esto se tuvo fin, ^ cuando escribíamos este Catezismo. Lo cuál verá claramente el lector, si atentamente lo conside- rare, i fuere estudioso deponerlo en obra. Este Sermón, entre todos los que nuestro Redemptór predicó, rcsplnndeszo, como sol entre las estre- llas, por las zircunslánzias con que fué predica- do; por los misterios, que en él se declaran; por la luz, que da a la Lei; por lo que descubre do la voluntad divina; por la entereza, que pide al cristiano; por la muestra, que da, 'de la obra de las manos do Dios, i cuáles, quiere Él, que sean los que se llaman suyos; por el destierro, i condenazión, que pone, a la prudenzia, i ambi- zión de la carne, en querer siempre zegár i tov- zór la verdad, i grandeza, de la Palabra divina. I asi ', los sanctos Doctores, predicaron siempre esto Sermón; como cosa tan grande, i tan im- portante; proponiéndolo por summa , i recapitu- lazión , de toda la doctrina Evanjélica , i por fin, i paradero , de las obras del Cristiano. Por el poco lugar, que agora tenemos, i la brevedad, que este libro demanda ; solamente traduzire- mos, de latin en roman^.e, los tres Capítulos de sant Mateo, en que este sermón está comprc-
1 ansi: cu (itra o.l.
"A EN EL MONTE, f* 243
hendido: poniendo, primero, algunos avisos,
que darán luz al leclór, f para que, con mas pro- Foi. ios.
Yccho la lea.
f El primero ' aviso es : que nuestro Re- demptór, en este Sermón, descubre cómo la hi- pocresía, i prudenzia carnál; torzieron mucha parlo do la Lei de Dios, por dár mas freno a sus apetitos, con mala, i dañosa seguridád, déla conszienzia, i del corazón, de los que quieren en este mundo vivir a su voluntád ; i después, alcanzár el otro.
^ Sea el segundo aviso : que nuestro Re- demptór da a entender, en esta doctrina, que a cualquiera, que la quisiere poner en obra; le seguirá luego, compañía de cruz, i que se le recrezerán * grandes molestias, por parte de la carne, i del mundo, i del demonio.
f El terzero aviso sea: que la exzelenzia d'esta doctrina, convida al hombre a que se co- nozca; i tenga en poco, sus proprias fuerzas; i vea, cuán diferente cosa es, lo que el Señór le demanda, de la vanidád de su corazón: i con este conoszimiento, acuda a la fuente de la mi- sericordia, 1 en todas sus obras pida favór, i so- corro, al Authór de tan sancta Lei.
C El cuarto aviso es: que, esta doctrina se ha do entendér con libertad de spíritu : quiero dczlr, que , no todo lo que ella enseña, se ha do cumplir, así ' al pié de la -letra, asiéndose, a la fuerza, i rigór, desolas las palabras: porqué, éstas, pónense para leczión i para aviso del
1 primér : en otra ed. 1 recrescer»n : en otra cd.
3 anH : en otra ed.
4 leción: tra ed.
lf~ sr:nMnN dkl sii.Ñón S corazún, i no, para qnc snporsliziosamontc sean pucslas en obra. Orijoucs fué rcproliendido, quo, por cumplir lo que csLa doctrina manda, nunra. ■ quiso tonér dos ropas: lo cuál, si él hazla eií- perstiziosamente, creyendo, que de oti'a mane- ra no se podría cumplir el Evanjelio; está claro, que era error. Mas, si él lo hazía, con libertad de spiritu (como se debe de pensAr de tan oxzc- lente varón); no erraba en ello. Lo que esta doc- trina demanda, es: que el corazón del hombro tonga en si, aquella libcralidúd, i aquella lar- Fni 193. gueza, /"que aquí so le pide. Porque, cuando él la tuviere, el mismo spiritu , la fé, i la cari- dád ; le enseñarán, i le avisarán, la medida do ^ las obras, en la cuál , ni será escaso, ni super.'^- tizioso; porque tiene en el corazón liberalidád para todo, i sabrá, que la Lci de Dios, allí haze su fundamento , i de alli saca las obras. Eslon- zes tiene el hombre libertad de spiritu , cuando está informado su corazón , de verdadera fé, i do verdadera caridád: i obedezo * con alegre áni- mo: i sirve con grande amór: lo cuál, lo bazo suavemente * obediente : lleno de caridad , i de obras: dotado de buén ejemplo: confiado en la misericordia de Dios: i sin servidumbre de su- perstizión.
^ El quinto aviso es : que nuestro Redemp- tór. teniendo considerazión, al desmayo, i fla- queza do los hombres, i a los grandes trabajos, que se les recreszen, de querer guardár la Lei
1 oiieilcscc: "lT!í cá. errata í\u suniamnile , i no,
2 suamenle: en otra ud., <]f snnueiiieiile. que me li.vze dudar , si será
«. EN EL MONTE. 9» 245
lio Dios, i nunca volver atrás; los exhorta, i los anima, con magnificas promesas ; enseñándolos, cómo, por aquellos caminos, que el mundo juz- ga por miserables, i trabajosos ; se alcanzu la bienaventuranza en el zielo: i cuan diferentes son los juizios, i pareszér del mundo, del juizio, i paroszcr de Dios, azerca de aquellos que pactes- zen on esta vida, no apartándose de los Man- damientos, i Lei del ziclo.
f VA sexto aviso es: que para el cumplimion- , lo d'esta doctrina, debe el hombre ponér los ojos, en quien ¡a predicó en el mundo, Jesu Cristo, Redemptór, i Señor nuestro. En todo lo habernos de tomár por dechado, por ejemplo, i por esfuerzo nuestro. Él es, el que nunca so apartó de la voluntad de su Padre. El es, el pcr- donadór de todas las ofensas, i injurias, que el mundo le hizo. Él , aquél Piélago de caridad, sin medida, para amigos, i para enemigos. Él, f el poi. u;. perseguido por la verdad, i por la justizia: para que de la injustizia, que contra Él usó el mun- do , resultase justizia para nosotros. É!,'cntrÍ5- ieszido para que nosotros fuésemos alegres. Él, el que lloró nuestra perdizión, i nos redimió * a costa suya. Él mismo, es aquél, en quien el Padre eterno, como en cabeza , i mayorazgo de los hombres, puso todas las bienaventuranzas: para que estuviésemos ziertos, que si le pares- ziamos, en la obedienzia, le pareszcriamos tam- bién en el premio. Oigámosle, pues, como a En- scüadór, i como' Manifestador, de los secretos, i
l i mis redimió lan a cosía snj/t : en otra cii
246 SERJIÓS DEL SEÑOR 5
voluntád de su Padre. Sigamos Le, como a guía, i como a ejemplo de todo bién. Favorezca- mos nosd'Él, como de fuente de nuestros bienes, como de interzesór, i Abogado nuestro: i siempre en nuestra Orazión, vaya adelante su meres- zimiento, su muerte, i su sacrifizio: para que asi « como nosotros oimos por Él, la voluntád, i Lei do 6u Padre ; así * en Él , i por Él , seamos oídos.
Sigúese el Sermón del Señor en el Monte:
Matthei. V.
Viendo Jesús las compañas , subió en el Monte , i como se hobiese ^ asentado, alle- gáronse a Él sus Diszípulos, i , abriendo su boca, enseñábales*, diziendo.
I. ^ Bienaventurados los pobres en el spl- rilu, porque d'ellos es el Reino de los zielos. T Pobres en spiritu , los humildes.
U. ^ Bienaventurados los mansos , porque ellos heredarán la tierra.
III. ^ Bienaventurados los que lloran , por- q,ue ellos serán consolados.
IV. Bienaventurados los que tienen ham- bre, i sed, de justizia : porque ellos reszi-
Foi 198 birán hartura.
1 antl : en otra ed. eanj'Ca.
2 utiue ;bubtese I : en otra
•J^ EN EL MONTE. » 247
^ Bienaventurados los misericordiosos, A porque ellos alcanzarán misericordia.
^ Bienaventurados los limpios do cora- \ zón, porque ellos verán a Dios.
^ Bienaventurados los pazíQcos : que > ellos serán llamados hijos de Dios.
^ Bienaventurados los que padezen per- ^ secuzión por la justizia, porque d'ellos es el Reino de los zielos. .
T Padcszcr por la justizia, es, ser perseguido por obras justas, i verdaderas.
^ Bienaventurados sois, cuando os in- juriaren los hombres, i os persiguieren , i dijeren muchos males, contra vosotros: i esto dijeren, por mi cáusa, i mintiendo. Alegráos, i gozáos, porque vuestro premio, abundante es en los zielos. D'esta manera persiguieron a los profetas, que fueron ante de vosotros.
T Házese, aquí, diferenzia, de cuando padesze el hombre por su culpa, a cuando padeszc sien- do innozente: i los que le persiguen, mienten en sus injurias, i acusazión.
^ Vosotros sois la sal do la tierra : i si la sal pierde su sabór', ¿con qué podrá ser salada? Para ninguna cosa aprovecha, de ahí adelante, sinó para que sea fuera alan- zada, i pisada de los hombres.
248 SERMÓN DEL SEÑÓU ^
I Señálase el oGzio , las propriedades, i con- diziones, que ha de tener el Perlado, i Ministro del Evanjelio *.
^ Vosotros sois luz del mundo : no pue- de la ziudád, que está edificada en. el mon- te, ser escondida ; ni enziendenMa candela, - i la. ponen debajo del aimüd, sino sobre el candelero, i da luz a todos los que están en casa. De tal manera resplandezca vues- tra luz, delante los hombres, para que vean vuestras buenas obras, i den gloria a vues- tro Padre, que está en los zielos.
XII. ' ^ No penséis, que fué mi venida, para destruir la Lei, o los Profetas. No vine para destruir, sinó para cumplir. Digo os, de ver-
Foi. 190. dád, ante pasará el zielo, ^ i la tierra, que una jota, o un punto de la Lei , se deje de cumplir , basta que todas las cosas sean hechas.
XIII. ^ Cualquiera, pues, que quebrantare uno d'estos Mandamientos pequeños, i asi, lo enseñare a los hombres; pequeño será 11a-
1 No, mo parezc. Scíiálaic, aquí, el cfizio de (odoí ¡os .cristianos, que deten impe- dir la putrcfaczión del mun- do, i ser así la sal de él. Si los ct islianos , so hazen in- dignos de su nombre, i voc.-i- zión , i cspiritualmcntc cor- rompidos ; ya no pueden vol- ver a iaionarse ; por lo mis-
mo, que no tienen ensoñado- res , ni Rufas, en la tierra. Su Ensfñadór único , Cris- to. Él es , su único Maestro, i Pastíjr : el Espíritu de Cris- to, tu gnla. Los cristianos to- dos , ilcbcn ser (o no serán nislianosj , cnscñadorcs , i g'ilas, i sal , i tu: , de la tierra.
* EN EL MONTE. 249
mado en el Reino de los zielos. El que obra- re , i enseñare , este será llamado grande en el Reino de los zielos.
T La autoridád , que tiene la palabra de Dios, i la pena de quien la falsa, i le quita sus quilates.
^ Digo os, de verdád, que si no fuere XlV. mayór vuestra justizia i que la de los Scri- bas, i Phariseos, no podéis enlrúr en el Reino de los zielos.
í La diferenzia, que hai, de la verdadera sanctidád, a la que los hipócritas tienen.
^ Oído habéis, que fué dicho a los an- xv. tiguos, «no matarás : cualquiera, que ma- tare, quedará obligado a juizio. » Yo digo, a vosotros: que cualquiera , que se airare contra su hermano, será obligado á juizio. Cualquiera , que dijere contra su hermano apuntamiento de injuria , será obligado a oonzilio. Cualquiera que le dijere loco , será obligado a la llama del Infierno.
T Por juizio, entiende aqui el Juzgado, donde había pocos juczes, i era'liviana la pena. Por oon- zilio, entiende el Juzgado, donde todos los Juc- zes juzgaban , como en cosa de mas cualidád. Añade nuestro Redemptór, sobre estos dos jui- zios, el tormento del infierno.
I Pues, si llevares tu ofrenda, al altár, xvi. c ahí te viniere á la memoria , que tu pró- jimo tiene alguna razón de enojo, contra lí;
250 » SEKJlüN DEL SEÑÓn. 9»
deja allí la ofrenda delante del allár, i ve, i reconzüiate primero con lu hermano: i, cuando esto hayas hecho , ven , i ofresze lu ofrenda. ,
T Este es, cncareszimiento, i verdadero loor de la Carid.kl : en que se declara, que ella ha de ir en la delantera, para todas las buenas obras, como uno de los mayores, i mas prinzipales fun- damentos de todas ellas.
XVII. T Conziértate con tu adversario , do presto, entre tanto, que estuvieres en el ca- mino con él : porque , por ventura , lu con-
i'oi. üoo. trário, f no te lleve delante del Juéz , i el Juéz te entregue al ministro, i seas metido en la cárzel. DIgote de verdád, que no sal- drás de all!, hasta que hayas pagado, hasta el último cuatrín,
^ En esto se nos enseña, con cuánta dilij<;n- zia, habernos de procurár, que no se rompa la caridád: i el peligro, que, de no hazerlo, nos puede venir. Pónese por ejemplo, señaladamen- te, la materia de los pleitos: que suelen ser oca- siones, de muchos males. Son en él , particular- mente reprehendidos, los deudores avarientos, que no quieren pagar lo que deben, sin pleitos, i sin contiendas. Es ejemplo universál para mu- chas otras cosas.
XVIII. T Oístes , que fué dicho á los antiguos. «No cometerás adulterio.» Yo digo a vos- otros: que todo aquél , que mirare a la mii-
"A EN EL MONTE. N 251 '
jer para cobdiziarla , ya cometió adullerio contra * ella, dentro de su corazón. Pués, si tu ojo derecho, fuere escándalo para tí, sácalo , i lánzalo ^ fuera. Porque mejor te será , que uno de tus miembros perezca; que ser todo tu cuerpo ¿chado en la llama del infierno. I si tu mano derecha, te escan- dalizare; córtala i alánzala de tí: mejór te será, que perezca uno de tus miembros, que ser echado todo tu cuerpo en el In- fierno.
T Enséñanos el Redemptór: que el orijen , i fuente de los pecados, está en los corazones : i que estos habernos de tener limpios : porque no aprovecha guardar las manos de la mala obra, si no guardamos el corazón del mal deseo. Mánda- nos, juntamente, que con grande dilijenzia evi- temos las ocasiones do los pecados, aunque sea con desabrimiento, i con costa nuestra.
^ Dicho está. «Cualquiera, que des- xix. echare a su mujér , de lo carta de quita- zión,» Yo digo a vosotros , que todo aquél, que dejare a su mujér, s¡ no fuere por cáusa de fornicazión, haze, que ella sea adúltera: i el que se casare con ella, comete adul- lerio.
< con ella: en otra cd. S corta le la: en otra cd.
* i alánzalo : en otra ed.
"■jÍ SEUIKÍN DliL SEiÑÓn ?5
Enséñasenos, en esto, la grande concordia del matrimonio: i con cuanta caridad, ¡ pazicn- zia, se deben de sofrir entre si, el marido, i la mujer: i con cuanta dilijenzia se ha de pro- Foi. üOi. curar f la pnz. 1 Nótase, asimesmo cuan in- disoluble vinculo es este: cuanto ama Dios la sancta compañía de los junctados en matrimo- nio: pues, ninguna cosa permito que la rompa, sino solo ^ el adulterio. De lo cuál, habernos de entender, cuán abominable cosa es, este crimen, para delante los ojos de la Majestad divina. XX. ^ Ilcm , habéis oído que fué dicho a los antiguos: «No te perjurarás, i cumplirás con el Soñór lo que jurares.» Yo digo a vosotros : que en ninguna manera juréis: ni por el zielo, porque es trono de Dios: ni [)or la tierra , porque es estrado de sus piés : ni por Jerusalém , porque es ziudúd del gran Re¡. Ni jurarás tampoco, por tu cabeza, porque no es en tu poder, hazcr un cabello blanco , ó negro.' Será vuestro ha- blar: «Ansí es:» o, «no es ansí.» Lo que de mas d'esto se añade, de mala raíz pro- zede.
^ Prohibense, en esta doctrina, los lomera- rios juramentos, i que so hazen sin justo fin, i sin justa causa, i enséñase nos, junctamenle,
' aiifrír: en nUa cd.
- ansi mismo: en olr.i cd.
5 stilii : en otia c(l.
• *A EN EL MONTE ?8 253-
(jun ol juramento hecho, por justa causa S lia (le ir cncaminailo a gloria ilc Dios : i , por esto, no habernos do jurár por otro nombre, sino por el /suyo: porque esta es gloria, i dignidad , que a Él solo, so le debe.
^ Oído habéis, que fué dicho. «Ojo por XXI. ojo: i diente, por diente.» Yo os digo, a vosotros :. que no resistáis al mal: antes, si alguno te diere una bofetada , en tu mejilla derecha, ofrézele la otra. I al que quisiere contendér contigo, por pleito, i llevarte tu sayo, déjale también la capa. I, si alguno le llevare, por espázio de mil pasos; ve con él dos mil. AI que te pidiere, darás: no des- echarás , al que te pidiere emprestado.
1 A.1 prinzipio, dijimos la manera, con que se han de tomár estos encareszimientos: porque son doctrina para el corazón : el cuál ha de es- tiir tan liberal, i tan ensanchado, i tan informa- do de cariddd, que nunca se determine de dár mal, por mal: ni a vengar su propria injuria: i que esté aparejado para todas aquellas obras, que aquí se ponen: i para ponerlas * ansí cu efecto, antes que admitir'ofensa de Dios, i que- brantamiento de sus Mandamientos. Cumplir las obras, así a! pié do la letra, no es siempre nn-
t Xo liiii ciiisa jiisU, que ju.-lifi.iiic ti juramento. Ni me parcze, (arísaismo dc- xir, (|iie todo juramrnto, rstá
vedado, ahí en la iloctrina do Cristo; cJara, i terminan- temente. ' poneüas : tn otra ed.
254 SEUMÓN DEL SEÑOR 9»
Fol. 202. zcsario: sinó f en el caso, que habernos dicho: i obligarnos nosotros mcsmos a ello, seria su- perstizión. Es el encareszimieuLo tan grande, porque habla con el corazón , i con la disposizión del i'inimo ; al cuál no se le pono tasa en la Lci de Caridad.
XXll. ^ Oído habéis, que fué dicho. «Amarás a tu pi'ójiino, i aborrezerás a tu enemigo.» Yo * os digo a vosotros : amád a vuestros enemigos: orádbién, a los que os maldi- zen: hazéd bién, a los que os aborrezen: hazéd orazión, por ios que os perjudican , i los que os persiguen: porque seáis hijos de vuestro Padre, que está en los zielos : El cuál, deja salir su sol, sobre buenos, i so- bre malos : i envía lluvia sobre justos, i so- bre injustos. Porque , si solamente amáre- des, a aquellos , que os aman, ¿qué premio tenéis por ello? ¿Por ventura, no hazen esto mesmo 2, los publícanos? I si solamente sa- ludáredes, i tractáredes amigablemente, a vuestros hermanos , ¿qué cosa de ventaja liazeis? ¿Por ventura , no hazen esto mismo los publícanos? Seréis, pues, vosotros, per- fectos, como es perfecto vuestro Padre, que está en los zielos. T Clara es, esta doctrina, del amor que debo
* Yo (ligo : en otra cd.
^ mismo: en otra cd.
°A DE EL MONTE. 9» 255
tenéi* d cristiano, con amigos , i Cón eneúiigos; aunque, én las obras, mui obscura es, por lo poco que se platica. La persuasión, que para ello, nuestro Redemptór propone; es de si, eficazísi- ma: pues nos pone por ejemplo, a su Padre zo- lestiál: que a ningunó tracta como a enemigo, siendo ofendido de íodós. A Él habernos de imi- tár, si queremos prcziarnos d'este nombre do hijos suyos. ' '
T CAPITULO VI. XXUI.
Mirád bién , que no hagáis vuestra li- mosna, en presenzia de los hombres, para ser vistos d'ellos: porque, de otra manera, no tenéis premio de mano de vuestro Padre, que está en los zielos. De manera, que cuan- ' do tu hizieres limosna, no vaya la trompeta pregonándolo, delante de tí; de la manera que lo hazen los. [. hipócritas , en las con- F01.203. gregaziones, i conventículos, para ser de los hombres glorificados. Digo os , do vor- dád , que ya tienen su galardón. Empero, lá, cuando hizieres limosna, no sepa tu mano izquierda , lo que haze tu derecha: porque tu limosna sea en secreto : i tu Pa- dre, el que lo vee en secreto, Él te lo pa- gue en pública plaza^ ..
^ No se prohiben, en estadotrina, los bue- nos ejemplos: sinó enséñasenos, cuAn peligroso
25G 5R. SERMÓN DEL SEÑÓU ?»
i cuán ordinario vizio es, el de la vanagloria: i cómo, esta polilla, suelo muchas vezes acompa- ñar las limosnas, i buenas obras: i ser el fin, que muchas personas pretenden por ellas. La malizia de nuestro corazón es tanta, que debe- mos estar siempre avisados, do guardarnos, do la ocasión de la vanagloria : la cual suele pro- zedér, comunmente, de las lisonjas, i loores, de los otros hombres. I asi es sano consejo, que las limosnas , i buenas obras que los hombres j;; suelen luego encareszér, o loár con palabras; las hagamos secretamente: i quien este consejo, me- nosprezia, menosprezia la doctrina de Jesucristo, que sabe mejór, que nosotros mesmos *, lo que conviene para nuestra salud, i lo que cáusa la enfermedad.
XXIV. T ■ Semejantemente, cuando orares, no serás como los hipócritas , porque estos sue- len estár orando en los ayuntamientos, i rincones de las plazas, para quo los vean los hombres. Digo os, deverdád, que tienen su galardón. Tú, cuando oras, entra en tu retraimiento , i zerrada tu puerta , haz ora- zión a tu Padre, en oculto : i tu Padre, que lo vee en oculto , te dará , en público , el premio.
^ La misma pestilenzia de vanagloria , que suele dañár las obras de caridád, hechas en fa- '•vór del prójimo, suele también ser destruizión
1 avsl : en otra ed.
' mimo* : en otra ed.;.
'A EN EL MONTE. 257
para las otras » obras del culto divino: como es, de la orazión, en quien nuestro Rcdemptór pono ejemplo. Mucha mayór vanagloria es , la que suele pelear , i venzér por este camino , que por otro alguno de las otras obras. Así* dize, en otra parte, nuestro Redemptór : que comían los Fariseos, las casas de las viudas, con título do sanctidád; el cuál ellos adquirían, vendiéndose por hombres de larga orazión; para esto enseña el Hijo de Dios, / que huigamos de semejante F0I.201. vizio: i no demos ocasión a vana lisonja, ni a vanagloria.
^ Cuando oráredes , no gastéis muchas XXV. palabras, como hazen los jentiles , pensando, - que por hablár mucho , serán oidós. No seáis, pués, semejantes a ellos, porque bién sabe vuestro Padre , aquello , de que vos- otros tenéis nezesidád , ante que Le pidáis. Orareis , en esta forma. Padre nuestro , que estás en los zielos : tu nombre sea sancti- ficado. Venga el tu Reino. Ansí se haga, en la tierra, tu voluntád , como se haze en el zielo. Nuestro pan, de cada dia , danos lo hoi. I perdónanos nuestras déudas, ansí co- mo nosotros perdonamos a ' nuestros deu-
1 F.n el antiguo impreso do 1551., qiic C8 mi orijinál, di- ze, por errata, probablemen- te , para las obras. Pero en la edizión del cjcmplár, que se conserva en Dublin, dize: paro las oirás obras.
2 Ansí, en otra ed.
3 Fa'Ua la preposizirtn a, en el impreso antiguo ; pero claramente por errata. Véase 'la pájina 180, i c! fólio íii, en el ejcmplár de la otra cd.
258 '<R SERMÓN- DEL SEÑÓH. ?»
dores, l no nos traigas en' tehtazión. Sino . líbranos del' mal. Amén. Porque si' pei'doná.- redes sus pecados , a los hombres ; el Padre zelesliál perdonará a vosotros. Mas, si vos- otros no perdonáredes a los hombres sus
. pecados; ni vuestro Pádí-e perdonará, a vos- otros, los vuestros. ■
. V lista es doctrina del valór, i eücázia de la Orazión. Enséñasenos, aquí, como-, no por mu- chas palabras son los hombres mas oídos, sinó por . , ser la- Orazión hecha con mayór fó, con mayór conoszimiento, i con mayór humildád: i que la ^ largura déla Orazión, mas se mide por el cora-í zón, que por la mu'ltiplícazión de palabras. Dá- nos forma, i manera, cómo habernos de orár: de donde se saca cuán grande debe de ser, la estima, que habernos de tcnór do esta breve Ora- zión que el Redcmptór del mundo enseñó : cuya declarazión pusimos arriba en este presente Li- bro; según que Dios nos lo dió a entendér.
XXVI. ■ . ^ Cuando ayunáredes , no seáis ifistes ' " cómo los hipócritas, los cualos demudan sus jestos, para que los hombres veaii, que ayunan. Digo os, de verdád ,'que tienen su galardón. Mas , tú , cuando ayunares , unjo tu cabeza , i lava tu rostró,. porljüé los hom- bres no vean, quo- ayunad", 'sihd tu Padre, el que está en oculto : i tu' Padre , el que
ÍR. EN EL JIONTE. S 259
lo vee , en secreto , te dará la paga , en pú- blico.
T Lo mismo ensena aquí, azerca del ayuno, que enseñó, f primero azerca de la limosna, i Foi. 200. de la orazión: que huigamos la hipocresía, i va- nagloria, i estima del mundo; porque no ven- gamos a zebarnos , i a contentarnos con esto: i esto mismo, se nos dé por premio. Es regla je- nerál, para el fin, que ha de pretendér el hom- bre, en sus obras.
^ No alleguéis, vuestros thesoros, en la xxvil. tierra , donde * la carcoma , i la polilla cor- rompen 2; i donde los ladrones cavan , i hurtan : mas ponéd vuestros thesoros en el zielo , donde ni la carcoma , ni la polilla corrompen \ i donde los ladrones no cavan, ni hurtan : porque donde estuviere vuestro thesoro , allí estará vuestro corazón.
T Jenerál doctrina es, para todas nuestras obras: — quo no las encaminemos, a intereses de la tierra: porque todo esto es perezedero, i sub- jecto a grandes, i ziertos peligros. Que busque' mos los bienes del zielo , que en ninguna ma- nera se pueden perder.
^ La candela del cuerpo es el ojo. De xxvill. manera, que si tu ojo fuere simple, será res- plandeszieote todo tu cuerpo. Mas , si fuere malo tu ojo, todo tu cuerpo será tenebroso.
I adonde: en otra c<l.
2 corrumpen : en otra ed.
EN EL MONTE. >» 259
lo vee , en secreto , te dará la paga , en pú- blico.
T Lo mismo enseña aquí , azerca del ayuno, que enseñó, f primero azerca de la limosna, i Foi. 200. de la orazión: que huigamos la hipocresía, i va» nagloria, i estima del mundo; porque no vcn- gomos a zebarnos, i a contentarnos con esto: i esto mismo, se nos dé por premio. Es regla je- nerál, para el fin, que ha de pretendér el hom- bre, en sus obras.
I No alleguéis, vuestros thesoros, en la xxvil. tierra , donde * la carcoma , i la polilla cor- rompen 2; i donde los ladrones cavan , i hurtan : mas ponéd vuestros thesoros en el zielo , donde ni la carcoma , ni la polilla corrompen 2; ¡ donde los ladrones no cavan, ni hurtan : porque donde estuviere vuestro thesoro, allí estará vuestro corazón.
T Jenerál doctrina es, para todas nuestras obras:— que no las encaminemos, a intereses de la tierra: porque todo esto es perezedero, i sub- jecto a gi-andes, i ziertos peligros. Que busque • mos los bienes del zielo , que en ninguna ma- nera se pueden perder.
^ La candela del cuerpo es el ojo. Do XXVIII. manera, que si tu ojo fuere simple, será res- plandesziente todo tu cuerpo. Mas , si fuere malo tu ojo, todo tu cuerpo será tenebroso.
1 adonde: en otra cd.
2 corrumpcil : en otra ed.
260 'A SERMÓN DEL SESÓA. 9»
Pues, si la lumbre, qbe es en ti, ^on ti- nieblas; las mismas tinieblas, ¿qué tan gran-' des serán ?
' t' Con hermosa comparazión' declara, cuán grande nezesidád tenemos, que la intenzión de ' nuestro ánimo est6 simple, derecha, i conforme, con la voluntád de Dios, j.cofi la obedienzia de sus Mandamientos: i cómo, de la simplizidád, i caridád, d'esta tal intenzión, resulta válór, i lustre, á todas las otras obras: i, por el contra-
' V.'': rio, cuando ésta está torzida; todo lo de más está tcsrzido;, i obscuro , por mücho que procu- remos pintarlo, en las obras i! muestras de fuera. ., ■ • • ■■ . ' ' - i • • ■ '
. XXIX ■ 1" Ninguno puede servir a dos Señores; porque o aborreszerá el uno,' i amará al otro; o allegará se al uno, i.m.enospreziará al otro. No podéis servir a Dios, ¡ a las ri- quezas.
«f Demuestra cuán grande peligro es el de la avarizia: i cómo, por causa ¿'ella, muchos se olvidan de Dios, i de la guardu de sus Man- damientos. Estos son aquellos, que sin la regla, i sin la medida, con que Dios permite, que bus-
^ quemes lo nczesario; ponen su afizión, i sucs-
Foi. 200 peranza^ en la hazienda: i pnreszc que hazert , d'ella otro Dios; i así * la qbedeszen, i tienen
por tal, como en competenzia, i eu igualdád^ del verdadero Dios, i verdadero Sefiór.-
1 ansí : en otra cd.
. ». EN EL MO.NTE. S Í2G1
^, Por tanto , os digo, que no seáis so- xxx. lízitos, para vuestra vida, de lo que habéis de comér, i habéis de bebér: ni, para. vues- tro cuerpo , de lo que habéis do vestir. ¿Por ventura, no es la vida, mas , que el man- jár ; i el cuerpo mas , que la vestidura? Volved los üjos , a las aves del zielo , que ni siembran , .ni cojen , ni amontonan en las trojes , i vuestro Padre zelestiál , les dá de comér. ¿Por ventura, no sois vosotros, mas aventajados, que ellas? ¿ Quién de vosotros, con su solizitüd, puede añadir un cobdo a su estatura? De la vestidura, también, ¿para qué tenéis congoja? Parád mientes, en los lirios * del campo , cómo creszen , sin tra- bajár, ni hilár; i digo os, de verdád, que ni Salomón , en toda su gloria , fué vestido como uno d'estos. Pués, si el heno del cam- po, que hoi es, i mañana lo echan en el horno, así lo viste Dios; ¿cuánto mas, a vosotros, hombres de poca fé? Asi ^ que, no tengáis congoja , diziendo , ¿ qué come- remos ; o , qué beberemos ; o , con qué nos
i lirios , por lilios , o osu- scnns; c» una de aquellas corrupziones de vocablos, do las cuales , i su jeneralidád, 8c ven ejemplos , en nuestra lengua , i en otras. Asi tam-
bién, todos dizcn Canál di ta Mancha , i nd Canál de la ¡langa, que es lo recto : por venir do antiguo , corrompida la interpritazión. ' Ansí, en otra ed.
262 "A SERMÓN DEL SEÑÓR ?í
■■ cubriremos? Porque, estas cosas todas , los jentiles las buscan. Sabe bién vuestro Padre zelestiál , que d'estas cosas todas , tenéis nezesidád. Buscád, pues, primero, el Rei- de Dios, i su justizia, i estas cosas todas,' se os añadirán. Así * que , no seáis solizi-, tos, para mañana: porque el, día de ma- ñana será solízito, para sí mismo. Bástale al día su fatiga.
T. No nos mandan, ni nos permiten, en esto, que vivamos oziosos, sinó, prohibense los de-' masiados cuidados, que naszen de infidelidád, i desconfianza. Los jentiles, como hombres sin fé, i sin verdadero conoszimiento, piensan, que si ellos, con su propria dilijenzia, no adquieren , todas las cosas; Dios no tcrná cuidado de dárse- Foi. 207. las. Elh(5rabre fi6I, ha de pensár, que Dios lo crió: i que crió, para él, todo lo restante del mundo : i que Él tiene cuidado de substentarlo: i que el mismo cuidado, que hoi tiene d'él; lo temá mañana, i los otros días. De manera, que haiemos de tenér fé, que nuestra dilijenzia, i solizi túd, no es otra cosa, sinó un alargar las manos, para tomár lo que el Señór nos envía: i que Él es, el que lo cría, i lo adereza todo, i lo envía a nuestra casa , para que con ello seamos substentados en esta vida. Nuestro prinzipál cui- dado, i prinzipál dilijenzia, ha de ser, buscúr el Reino de Dios, i su justizia; i todo lo de mas,
« Ausi : en otta cd.
"A EN EL MONTE. 263
de que tuviéremos nezcsidád , so nos añadirá. El Reino de Dios, i la justizia d'Él , es, buscár su gloria, i obedeszcr en todo sus Mandamien- tos: i que, en esto, se ejerzíte, i se emplee, nuestra prinzipál dilijenzia i quien nos hiziere, tan grande merzéd, que nos dé justizia del ziclo, i nos haga obedientes, i conformes a su volun- tá'd; El mesmo • nos dará lo que es menos, i lo que no fué criado para otro fin, sinó para que, en esta vida, nos aprovechásemos d'ello. Si no alcanzáremos, d'esto, lo que pide la vanidad, i la demasiada codizia * del mundo, a lo menos, alcanzaremos lo que la Misericordia divina sabe, que mas nos conviene , i que menos nos estor- bará, para el camino del zielo.
^ CAPITULO VII. XXXI.
. No juzguéis , porque no seáis juzgados. No condenéis , porque no seáis condenados. De la manera con que juzgáredes, seréis juz- gados : i con la medida, que midiéredes, os medirán ¿Por qué estás atento a la pajue- la , que está en el ojo de tu hermano ; i no vees la viga, que está en tu ojo? ¿Cómo, veamos , dirás a tu hermano: « Espera, sa- caré una pajuela de tu ojo;» teniendo, tu una viga en el tuyo? Hipócrita, alauza, pri-
1 tiiismo : en otra cd,
2 cohdicia : en olta é\.
'■i midirón. en otri ed.
264 "A SERMÓN DEL SEÑOR ?•
mero, la viga de tu ojo : i estónzes verás, para sacár la pajuela , del ojo de lu her- mano.
^ Es, aquí, reprehendido el temerario juizio do los hombres, en juzgár, i condcmuár, las intcnziones, i obras de sus prójimos Vizio es abominable, i de que, séñaladamentc, usan los hipócritas: cuyo olizio es, ser juezes, i rcpre- hendedores, de todos los otros; pensando, quo por este camino alcanzarán ellos mayór estima. Amenázalos el Señór, que verná sobre ellos, Pol. 203. aquella / manera de juizio de que ellos usan contra sus prójimos.
XXXII. ^ No deis, lo que es sancto , a los per- ros : ni alanzeis vuestras piedras preziosas, ante los puercos : porque ; por ventura , al- guna vez los puercos no las pisen con sus piés : i los perros vueltos contra vosotros, os despcdazen.
1 Enséñanos la manera, con que se. han de tractár los misterios sagrados, i la. doctrina do laScriptura: i la sancta prudenzia, quo en esto se ha de tenér: i cuan indignos son muchos, do ser partizipantes de semejantes bienes.
XXXIII. ^ Pedid , i daros han , buscád , i halla- reis: llamád, i abriros han: porque todo aquél , que pide, rezibe * : i el que busca,
i Es dczlr : jiizg-ár, í con- denár, lemerarinmeulc. , a otros , por de peores intenzio- ncs , i obras ; que las del que
juzga.Tencrse por mejor que otros , es juizio temerario. ^ rescibe: en otra cd.
ÍP. EN EL MONTE. 2G5
halla: i al que llama, le abren. ¿Por ven- tura , hai entre vosotros algún hombro, que pidiéndole su hijo pan, le dá una piedra; o . . que si le pidiere un pez, le dé una serpien- te? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenos dones a vuestros hijos; ¿cuánto mas, vuestro Padre , el que está en los zie- ios, dará buenas cosas , a quien se las pi- diere?
1 Mándanos, que pidamos, con grande, i zicr- ta confianza, diziendo, que somos hijos: i que Dios es nuestro Padre : i que no nos negará lo que el Padre debe de dar al hijo, que mucho ama. Dize : que nos dará bienes, i no males: en lo cuál se nos enseñan junctamente dos co- sas. La primera, que pidamos lo que es justo, i lo que es bueno; i no lo injusto, ni malo: pues que pedimos a Padre, que es tan justo, i tan sancto. La segunda, que conozcamos, cuánta es la misericordia del Padre zelestiál , para con nosotros: pues, siendo nosotros tales, que pedi- mos cosas malas, i que no nos convienen; Él no nos quiere dar, sinó lo que es bueno, i lo que nos conviene.
^ Todo aquello, que queréis, vosotros, XXXIV. que hagan los otros hombres, con vosotros mesmos * , aquello mesmo ^ hazéd vosotros con ellos : porque esto es la Lei , i los Pro- phetas.
1 mismos: en otra ed. ' 2 mismo: eii otra cd.'
2G6 !A SERMÓN DEL SEÑÓR- 9»
1^ Esta es la grandeza del Evanjclio : i verda- dera regla de nuestras obras. Si estas palabras trajesen los hombres escripias en sus corazones, Foi. 209. i midiesen con ellas todos sus hechos; de ' otra manera andaría el mundo: otro ejemplo darían los cristianos : i otra estima ternian d'ellos las otras naziones. Parezerían ' verdaderos hijos del Padre zelestiál de quien ellos se prezian : i ver- daderos diszipulosde Jesu Cristo, verdadera luz del mundo. De un Emperadór se lee, que, pre- guntando por la Leí , que los cristianos tenían; le fué respondido, que guardaban, esta Leí que nuestro Redcmptór aquí pone: a lo cuál, él re- plicó, que no podia ser mala jente, lo que tenia tal Leí.
XXXV. ^ EotrAd por la puerta angosta , por- que ancho, i espazioso, es el camino, que lleva a la perdizión, i muchos son los que entran por él. Porque es angosta la puerta, i es estrecha la carrera , que lleva a la vi- da : i pocos soü los que la hallan.
1 Aviso grande es este , i terrible amenaza, para los descuidados, i holgazanes, i para los qué junctamente * quieren vivir conforme a la anchura de sus apetitos: i tenér seguro el zielo, a su parcszér. Dízese aquí, que la puerta es an- gosta, i el camino es estrecho: porque los hom- bres de su propria naturaleza, i inclinazión, es- tán cargados de muchos vanos deseos, i vanos cuidados: los cuales, es menester, que sean cor-
1 Parescei ian: en oUa cd.
2 juntameníe : cu olía cd.
íft EN EL MONTE. S 2G7
tados, i desechados, para que esto camino se pueda andár: Porque, de otra manera, no es posible que vayan por él.
^ Guardaos, atenlamente, de los falsos XXXVI. Prophetas , que vienen a vosotros , con ves- tiduras de ovejas, i son lobos robadores, de dentro : por sus fructos los conoszerois. ¿Por ventura, cojen uvas, de las espinas; o hi- gos, de los abrojos? Pues, d'esta manera, todo buén árbol , da buenos fructos: ¡ el ár- bol podrido, da malos fructos. No pufede el buén árbol bazér malos fructos; ni puede el mal árbol , bazér buenos fructos. Todo árbol , que no haze * buén fructo , es cor- tado , i echado en el fuego :!por sus obras, pués los conozereis ^.
1 Si esta regla siguiesen los hombres,' no se- rian tantas vezes engañados , de vanos Enseña- dores, i de vanas doctrinas.
No todo aquél, que me dize: Señor, XXXVII. Señór: entrará en el Reino de los zielos: sinó el que hiziere la voluntád de mi Padre, que está en los zielos. Muchos me dirán en aquél día: Señór, Señór, ¿no prophelizamos '' foi. 210.
1 Fme: en la ed. de 1531: 2 En eslcrárrafo xxxvi. el
l>eru, en utra, Afljí. I donde, ¡lucS, lUtimo, no está en la
aquí , so vonc Biemprc fruc- cdizión de 15C1 , pero si , en
tos, frítelo : la otra edizíón, olta.
algmi.T ve» /'rw/M, /^rií/fl. • .;
268 í^, SERMÓN DEL SEÑÓR ^
en nombre luyo ; no alanzamos, en tu Nom- bre, demonios; i hezimo,?, en tu Nombre, mu- chas marabillas? Estonzes, responderles he: Nunca os conozi : aparláos de rní, los que obráis maldád.
^ Pues todo aquél, que oye estas mis palabras, i las pone en obra , aseme- jarlo he, a un varón sábio , que edificó su casa sobro una peña : i deszendió la llu- via, ¡ vinieron los ríos, i soplaron los vien- tos, i combatieron en aquella casa, i no cayó, porque estaba fundada sobre piedra,. Por el contrario : todo aquél, que oye estas mis palabras, i no las pone en obra; será asemejado a uh'hombre loco, que edificó su casa sobre arena , i deszendió la lluvia , i vinieron tos ríos , i soplaron los vientos , i hizieron ímpetu sobre aquella casa, i cayó: i fué grande su caída.
T Jenerál doctrina es esta: que pone diferen- zia, entre la verdadera confianza que han de le- nérlos hombres; i la vana que muchos tienen para ganar el ziolo. Cosa es de admirazión, ver: ¡cuán olvidado está, este aviso tan grande, que, para cosa tan grande, nuestro Redemptór nos enseña; i cuan perdido está, en este caso, el mundo:' cuán lleno de vanidád, i de vanos En» senadores! Dejemos esto: porque es mui au-
V. EN EL MOMTE. ?» 26'.)
gosto el lugár, para deplordr, perdizión tan grande'.
*[ • rconles¿íó, quo como estas palabras acabase Jesús , se' espantaron las compañas de sd Doctrina ; porque los enseñaba, como quien tiene poteslád , ¡ no como los Scribas.
^ Esta difercnzia, que aquí se pone, de la autoridad, que mostraba el Redemptór del mun- do, en su doctrina; a la que, en la suya, mos- traban los Scribas, i Phariseos; es, que ellos enseñaban tradiziones i como hombres, que no tractaban sinó enseñamiento de hombres, i en todo ello, se hablan, como jente, quo pre- tendían cpntentár al pueblo: tenérhonrra, i va- nagloria : i otros muchos, intereses. Cristo, nuestro Redemptór, enseñaba la pureza de la Scriptura: tractábala con tanto spirilu, i tanta verdád, que bién pareszia cosa del zielo. No buscaba vano favór, ni que lo siguiese la vana jente. En todo ello mostraba, que ni rehusaba peligro, ni pretendía interese: sinó que so- lamente f amaba la verdád: la gloría de su Pa- dre., i la salud de los hombres, aunque en ello perdiese la vida Estas eran las condiziones
' Rebosa, desgraziadamcn- ^ sus Iradizioncs , en otra
te, on íxactitiid , 1 Tcrdid, ediziiin.
esa cxclamaziún sentida, del 3 Aqiil acaba este Discur-
Dr. Constantino : rcrquc Ks- so , sobre el Sermón en el
paña sigTiellcna de v.inidád, Monte, en la edizión , de
1 de vanos Enseñadores; cuyo donde tomé las variatitea quo
Interés no es otro , que el de van apuntadas, al pie de pá-
ahuyentar toda luz de r.van- jiña. Lo mismo suzcde en el
jelio, toda enseñanza directa, cjcmplir , que se conserva en
i -libro de las Escrituras, toda Bruselas. Víanse las OnsER-
doctrina no amasada -por elír vaziones. rig-os.
XXXVIII.
270 'A SliltMÓN DKI, SEÑOR.
lid Maestro d'csta grande doctrina: i nezesaria cosa es, que los diszipnlos d'olla Ío imiten, si (¡uieren salir con el fin , que les es prometido. Una de las prinzipales razones , por donde mui pocos alcanzan esta verdad, i pcrfeczión evan- jélica (dado que conozcan, que es nezesaria co- sa, para ir al ziclo, i en alguna manera se dis- pongan para conseguirla)', es, el poco conos- ziraiento, i la liviana considerazión con que la miden. Porque si ellos pesasen hión la grandeza d'esto , que el Redemptór de la vida enseña : cómo, por esta doctrina pide al hombre, i quiere plantárenél, una renovazión de la imajen, i semejanza, en que fué criado: una imitazión de la divina bondad: una mortificazión do aquellas malas raizes, i plantas, que el demonio, i el pecado , sembraron en él : si , por otra parte, pesasen, cuán levantada cosa es esta, sobre sus fuerzas: cuán poseídos quedaron del demonio, por el pecado: cuanto los ha dañado su mala costumbre: cuán grande es la contradizión , que hazc la carne, i el demonio, i el mundo, para que no alcanzcn esta grande merzéd : cuán grande iiezesidád tienen , de fucrzn[sl * del ziclo, para salir con esta tal empresa: 'cuan flacamente las piden: cuan escasamente las toman : cuánto se les deshazen entre las manos, por su proprio descuido, i por su ingratitud;— ziertamenle, no andarían tan seguros, ni estimarían en tan po- co, esta doctrina, ni se proveerían tan mal. para
\. fuerza, solo, en el im- siRue luego , líquierc aquf el
preso antiRUO : pero, pareze, pluril. ........ „
irrala, inic5 el las piden, qai: • ' ■ • /
EN KI. MONTE. 9í 271
SU cumplimiento. Mas, os lAnta nuestra mise- ria, tanta nuestra zeguedád; que ni estimamos la grandeza de la doctnna: ni sabemos, ni que- remos conoszér el fin que por ella se alcanza. Antes, nosotros mesmos, nos dejamos engañar: consentimos, i procuramos, que la grandeza, i pureza d'csta verdad, sea aguada con falsos en- tendimientos. De manera, que siendo ella d;ida para mortificazión, i destruizión de todas obras de carne; permitimos que sea acompañada , -i rejida, con sabiduría, i prudenzia carnal: sien- do el camino del zislo; lo queremos encamir.Ar por la tierra: trayendo grande aspereza, contra todos los estorbos d'este camino; la queremos ablandar , i pegarle de nuestra costumbre , i nuestro regalo: siendo cosa altísima; la quere- mos tractár como cosa baja : exzediendo a nues- tras fuerzas; acometemos a cumplir, con nues- tra flaqueza, i nuestro descuido; trayendo ella guerra, contra los intereses de la carne, i del mundo; f queremos hazér paz, entre nuestros Foi. 212. intereses, i ella. Hazémonos espantados, i es- candalizados de lo que pide: i con nombre de fa- voreszér a nosotros, juntamos, i- nos hazemosde un bando, con quien mas la contradize. Ser, todo lo dicho verdád : claramente nos lo enseña el poco fructo, que en nosotros haze, esta di- vina sabiduría, que el Redemptór del mundo nos enseñó. Ser las causas d'este poco fructo, las que habemos señalado; cualquiera hombre que quisiere ponér mientes en ello, i entrar en cuenta consigo mcsmo; lo conozerá fázilmente. El remedio sería, el que es único,' i nezesário:
272 'A SERMÓN DEL SE.ÑÓII ^
pedir a Dios cnnopzimiento pani entender, cuan- to nos va, en alcanzar la grandeza d'esta doclri- na: para que, conozido esto, trabajásemos do ponerla en obra , pidiendo al Scñór favór para ello. La primera cosa, que nos ha de encaminár en la estima de lo que en este Sermón, el Re- demptórdel mundo nos enseñó, es: la conside- razión de la misma persona que lo enseñó. No puede dejár de ser grande, e inestimable bién, para el hombre,- el secreto que el Eterno Padre descubre por la boca de su unijénito Hijo. Apar- tarso debe de todos los otros caminos , de todos los avisos, que la sabiduría del mundo ha da- do; el que tiene nom'bre ' de cristiano. En éste solo, hade poner los* ojos: porque todos los otros son contrarios, o supérfluos , para alcan- zár la verdád. Este solo, es el zierto, i el neze- sario: i en quien se debe emplear toda la dili- jcnzia, todo el estudio, i toda la vida: así como el Redemptór de la vida, gastó todo el tiempo do su Icgazióu, en enseñár a los hombres osta sa- biduría. Lo segundo, que ha de considerar el hombre cristiano, es : lo mucho que le costó al Hijo de Dios, predicár esta verdád en el mundo, pués le costó la honrra, i la vida: i tanta con- tradizión halló en la tierra, para estorbar el conoszimiento d'ella. Do aquí ha de colejír el hombre, que acometér a ser cristiano, es aco- metér grande cosa : que pués sigue a Jesu Cris-
' ' ' Lo que va cr.trc los <'.os '••, CflA rcpctiJn en renglón Uuplica'io, en la cdizii'm del l'-51 que reimprimo. Vívan-
se las obscrrazioncs. I nó- tese, con mucha atenzióni: lo ijiic dize el Doctór.
íff. EN EL MONTE. 273
to. Hijo de Dios, en la doctrina; ha de estár aparejado para pareszerlo en los peligros, que, por ella, se le recrcszieren. Cuando esto tuviere bién entendido, entenderá, luego, la grande guerra, que le ha de hazér el mundo, si qui- siere llegar al cabo, lo que su Maestro le dejó enseñado. Cuánta dilijenzia ha de ponér el de- monio, cuanta solizitúd la carne, para que esto no se ponga en efecto. Estará prevenido contra el escándalo, que nezesariamente se le recre- zerá ; para poderlo mejór vSnzér, i pasár ade- lante, con tan grande empresa. Pedirá fuer- Fái. 2i3. zas, i favór del'zielo, para ponér en obra, la sabiduría que de allá viene revelada, i para quien, la tierra, está tan rebelde, i tan ziega. Con estos médios, penetrará por todos los peli- gros: i con la compañía do Aquél, que en todo lleva la delantera, alcanzará el fin, que por la summa Verdád está prometido a los tales. Esta misma Doctrina, ha de tenér el hombre por ni- vél, i por regla para medir la cualidád de sus obras, para tomarse cuenta del camino que lle- va: i, pués se prézia de nombro de cristiano, i por este título se piensa salvár; entendér qué tanto, corresponde, en el hecho, con el nom- bre. Si es cristiano, zierto está, que le convie- nen estas bienaventuranzas predicadas por la boca del Redemptór: i con las mismas condi- ciones, que las predicó. Mire, pues, cuando se contentare de pensár que es cristiano; qué tanto tiene de pobreza despíritu: qué tanto alcanza de desconfianza de si mesmo : de poca estima de sus obras : porque, por ventura, no se alegre 18
27 4 V. SEnMÓN DEL SEÑÓn. ?»
con imajinazión falsa, i, crea, rjuc ha do ser bienaventurado en la tierra, i en el zielo : te- niendo su corazón rico de propria confianza, i de proprio contentamiento : lo cual, esta doctri- na no sufre, ni adfmite verj ' dadei'a prosperi- dád de la tierra. Compare sus obras, i sus pen- samientos, con esta Doctrina: i mii'o, quó parto tienen de la mansedumbre, que el Rcdemptór del mundo predicó; i por cuya razón prometió a los mansos, la posesión de la tierra. Mida, con esta misma Regla, la carga de la cruz, que Dios le tiene repartida: mire bién cómo la sufie: porque a los entristezidos con tristeza de sancta, i misericordiosa cruz, les es prometido el verda- dero consuelo. Finalmente, el uso d'esta sancta, i grande Doctrina, para el verdadero cristiano, es, traerla siempre en la memoria, i en el cora- zón, para espejo, i toque de sus pensamientos, i obras : para aplicarla continuamente a su vida, i conoszér por ella, lo que le falta: i procurár, de ir cada día crcziendo en la bondád , i perfec- zión, que el Señór le pide.
•A Fin de la Summa de doctrina cristiana, 9» compuesta por el Doctór Constantino: impresa en Sevilla por Cristoval Álvarez: a xxviii de Marzo Año de 1551.
1 En el impreso antiguo dd año 1551 , que me Birve de orijinál, la llana primera del fólio 213 , acaba ron las vo- zes , ni adn ; i la segunda llana vuelta comienra con la
media palabra « dailera», co- mo ahí va. Falta, pues, algo, por culpa del improsór. He suplido, loque va entro I I; pero nada mas, que a la ven- tura.
275
' Tabla de los Capítulos contenidos en este foi.2h. Coloquio de doctrina cristiana.
^ Capitulo primero: de la obligazión de cnseñár la doctrina cristiana: i del descuido que en esto hai. Folio. * i.
1 Capitulo II. De la zerimonia del Baptismo. Fólio IV.
1 Capítulo 111. De la malizia de los hombres. Fólio VII.
^ Capitulo IV. De cuán mal son ense- ñados los niños, en nuestro tiem- po. Fólio X.
1 Capitulo V. Del prinzipio del exá- men de la doctrina cristiana. Fólio. XIII.
1 Capítulo VI. Del sacramento del Baptismo , i de lo que alcanzamos en él. Fólio XVI.
^ Capitulo VII. De la división, i Sum- ma de la doctrina cristiana; Fólio.. XIX.
1 Capítulo VIII. Del conoszimiento de Dios. Fólio ;. XX.
1 Capítulo IX. Del primero Artículo de la Fe. Fólio XXIV.
1 Capitulo X. Del segundo Artículo de laFé. Fólio XXIX.
1 Capítulo XI. De la considerazión , i práctica del segundo Articulo. Fólio. XXXII.
1 Capítulo XII. Del terzero Artículo de la Fé , i de la considerazión, i uso del. Fólio XXXVIIL
• Indica los fúlios antiguos, quoTan acotados en las már-
Jcnes : no las pájíiias de ís<a reimpresión.
276 TADLA. }*
1 Capítulo XIII. Del cuarto Artículo de la Fó, i de sus consideraziones. Folio XLIH.
1 Capítulo XIV. Del quinto Artículo de la Fó, i práctica d'él. Fólio XLVIII.
^ Capitulo XV. Del sexto Artículo do la Fé. Fólio LlI.
1 Capitulo XVI. Del séptimo Artículo: i del uso, i considcrazión d el. Fólio. Lllll.
1 Capítulo XVII. Del octavo Artículo déla Fé, i de la considerazión , i uso d'él. Fólio LVIII.
1 Capitulo XVIII. De la razón, i uso, de los dones del Spíritu Sancto. Fólio LXII,
1 Capitulo XIX. Del nono Artículo de f la Fé, i de la considerazión, i uso d'él. Fólio LXI-V.
j Capítulo XX. Del dézimo Articulo de la Fé. Fólio LXVII.
1 Capítulo XXI. Del undézimo Articulo de la Fé. Fólio LXVIII.
1 Capítulo XXII. Del último Artículo de la Fó. Fólio LXIX.
1 Capitulo XXIII. Del primér Man- damiento déla Lei. Fólio LXX.
1 Capítulo XXIV. De las obras con que el primero Mandamiento se cumple. Fólio LXXVI.
^ Capítulo XXV. Del segundo Man- damiento de la Lei. Fólio LXXVII.
1 Capitulo XXVI. Del torzero Man- damiento de la Lei. Fólio LXXX/I.
•A TABLA. 9í 277
1 Capítulo XXVII. Del cuarto Man- damiento (le la Lei. Folio LXXXVII.
1 Capitulo XXVIII. A cuales personas se ha (le entendér, lo que pide el cuarto Mandamiento. Fólio LXXXIX.
1 Capitulo XXIX. Del quinto Man- damiento de la Lei. Fólio XCIV.
1 Capítulo XXX. Del sexto Man- damiento do la Lei. Fólio XCIX.
1 Capítulo XXXI. Del séptimo Man- damiento do la Lei. Fólio ClII.
1 Capitulo XXXIi. Del octavo Man- damiento do la Lei. Fólio GVII.
^ Capitulo XXXIII. Del nono, i dézimo Mandamiento de la Lei. Fólio CXII.
1 Capítulo XXXIV. Una breve, i com- pendiosa resol uzión de los diez Mandamientos. Fólio GXXI.
1 Capítulo XXXV. De la abreviazión de los X. Mandamientos. Fólio. . . . CXXII.
1 Capítulo XXXVI. Dondo se prosigue la materia de la inhabilidád de las fuerzas humanas, i de la nezesidád del favór de Dios. Fólio CXXVII.
1 Capitulo XXXVII. Del valór, i neze- sidád de la Orazión: i de la eficázia, i condiziones d'ella. Fólio CXXXI.
1 Capitulo XXXVIII. De la prepara- zión, i condiziones que se requieren para la Orazión. Fólio CXXXIV.
i f Capítulo XXXIX. De las buenas Foi. 2i6.
obras, que han de acompañar a la Orazión. Fólio CXXXVIII.
278 TABLA. íí
T Capitulo XL. Do la Orazión del Jus; to, i de la del Pecadór : i de la di- ferenzia que entro ellas hai. Folio.. CXLI. 1 Capitulo XLI. De la declarazión de la primera parte de la Orazión.
Fólio CXLV.
1 Capítulo XLII. De la primera peti-
zión de la Orazión. Fólio CXLIX.
1 Capitulo XLIII. De la segunda peti-
zión de la Orazión. Fólio CLI.
1 Capitulo XLIV. De la terzera peti-
zión de la Orazión. Fólio CLIII.
^ Capítulo XLV. De la cuarta petizión
déla Orazión. Fólio CLVI.
1 Capítulo XLVI. De la quinta peti- zión de la Orazión. Fólio CLX.
1 Capitulo XLVII. De la sexta peti- zión de la Orazión. Fólio CLXIV.
1 Capitulo XLVllI. De la séptima pe- tizión de la Orazión. Fólio ' CLXVl.
1 Capítulo XLIX. De la regla, que de la Orazión del Pater noster, se saca , para conozér todas las otras. Fólio. CLXIX. 1 Capítulo L. De la Confesión: en que brevemente se tracta lo prinzipál
d'ella. Fólio CLXXII. -
1 Capítulo LI. Del Sacramento de la
Eucharistía, i Comunión. Fólio.. .. CLXXIX. 1 Capítulo LII. De cómo se ha de oír
la Missa, i el Sermón. Fólio CLXXXIV.
El Seioión del SeSór en el Monte.
Fólio CXGVII.
^ Laus Dco,
CATECISMO.
/
177/4
279
|A.L ' REVEnENDÍSlMO SeÑÜR DoN JüÁN FERNANDEZ Fol. 2. TeMUÑO, OdISPO DE LeON, ETC.
■ Si no tuviera expcrienzia, de cuán bién tiene entendido, Vuestra Señoría, la condizión del estado en que Dios le ha puesto; cuan grande cosa es presidir en Iglesia Cristiana, i liazér ovejas para el Sumo Pastór, Jesu Cristo : no de- jara de dezir aquí mi parezér, azerca de lo que requiere este ofizio, tan deseado de muchos del mundo, i entendido de tan pocos. Mas, como estoi zierto , de lo que azerca d'este jéncro de cruz, vuestra Señoría, alcanza; i cuán pesada tiene esta obligazión, que está puesta sobre un hombre , para que contra todo el estorbo de Sa- thanás, sea medio por donde la sangre del Hijo de Dios, haga verdadero fruto en los otros hom- bres; no gastaré, en esto, mas tiempo de lo que basta , para dezír, cuanto es el contentamiento, que de esto me cabe : para en cuyo testimónio, como hombre que poco puede, sirvo con lo poco que puedo.
Aunque es pequeño el servizio, si él no per- diera por culpa mia; no dejara de conoszér, que, para el fin a que va enderezado, era de mayór estima, que otros muchos de mas apa- renzia. Mas, como la luz de la Palabra Divina, pasa por las tinieblas de los tales como yo: pa- reze, que pierde, en esto, mucho de su res- plandór. Como quiera, que ello sea. Vuestra Señoria, terná respecto a la cualidad de la obra, i a la voluntad con que yo la ofrezco. Para lo cuál, allende de otras muchas obligazioncs, f Foi.a.
280
. bastaba ver, que Vuestra Señoría, siempre ha manifestado tAnto deseo, que la jcnte sea in- dustriada, f^n los Prinzipios, i Summa, de la doctrina cristiana; i que hagan costumbre, i há- bito', en el entendimiento, i en la obra d'ella. A la verdád, nunca la Iglesia tuvo tan grande ne- zesidád de esto , como agora tiene : ni pienso, que hai remedio tan prinzipál, para tornár las cosas á su bu6n prinzipio. Para esto servirá este pequeño Cathezismo : conforaiado en la breve- ^ dád, en la simplizidád, i llaneza, con la capa- zidád de los niños, i de cualquiér condizión de jente. Aunque sea este Librito, común a toda la Iglesia Cristiana, particularmente lo es, para la de Vuestra Señoría, por haberlo tantas vezes ^ pedido: por la obligazión del autór: i, lo prin- zipál de todo, por la mucha dilijenzia, que en aquella sancta iglesia se ha de ponér : por lo mucho que ha de fructificár en olla: i por el ejemplo que ha do dar a otras , mediante el fa- vór de Dios. El cuál, por su infinita misericor- dia, tenga por bién de visitár sus ovejas; i con- servar á Vuestra Señoría, en este sancto propó- sito, por muchos años.
^ Lo que este Gatezismo contiene, es lo si- guiente.
I. Un breve Aviso d'el conoszimiento, que ha de tener el Cristiano.
II. LaDeclarazión de los Artículos de la F6.
III. La Declarazión de los diéz Mandamientos. VI. La La Declarazión de la Orazión del Patcr
nosler.
V. El Uso de los Sacramentos.
*A CATE2ISM0 CRISTIANO. 9» 281
La f primera cosa que ha de entendér el Cris- Foi. 4. tiano, es: que nasze privado de la grázia, i amistód de Dios : condenado a estár desterrado de su presenzia, en la vida, i en la muerte, para siempre jamás.
Esta condenazión es, porque pecaron nues- tros primeros padres, engañados por el demo- nio, i pecamos nosotros en ellos. La grázia que ellos perdieron , perdimos también nosotros.
Hijos somos de traidores, i sentenziados por tales. Imitadores somos de sus malas obras, fal- tos nos hallan de la justizia, que ellos des- echaron , i con obligazión de tenerla. Pér- dida fué, en que cayeron, para si, i para su li- naje todo.
Tuvo tanta misericordia Dios, de los hombres, que envió su Unijénito Hijo, al mundo, para que se hiziese hombre.
Naszió de madre virjen: enseñónos el camino del zielo : murió por nosotros en cruz.
El sacrifizio de la sangre , i la muerte que ofrezió por nosotros, aplacó la ira del Padre; i hizo, que por aquella humildád, ¡ sacrifizio tan innozente , fuese nuestra culpa perdonada, i vueltos los hombres en la primera amislád.
Este perdón, i este bcneüzio, se nos comu- nica en el Sacramento del Baptismo : alli es des- terrada la culpa, i nos es dada la grazia. Habe- rnos de entendér, i creér, que ansí como el agua tiene virtud para limpiár el cuerpo, f de fuera, po¡_ 5^
I Asi la ediziún antigua. Parezc , que csUrla mejor,
• hallamos.*
282 'A. CATEZISJIO >!
ansí la pasión d'el flijo de Dios, tiene virtud para limpiár el ánima, i la limpia allí.
En este sacramento cumple con nosotros el Señor, lo que nos tenia prometido, por medio del sacrifizio, i de la interzesión de su Hijo: i nosotros azeptamos la merzéd, i Le prometemos, de no serle mas traidores. Dcspedimonos del primér estado: prometemos de ser obedientes A los Mandamientos divinos, i de contradezir al demonio, que nos engañó, i do serle siempre enemigos.
Renovados con esta Grázia, i esforzados con este Beneñzio, i siendo tan poderosos, que te- nemos a Dios de nuestra parte; quedamos en obligazión de cumplir lo que prometimos. No podemos ponér excusa, pues que somos perdo- nados: i nos dan fuerza, i esfuerzo, para ven- zér a nuestro enemigo el demonio, si nosotros mismos no queremos desechar las armas, i de- jarnos venzér: como nuestros Padres hizieron.
Como hombres renovados, i hechos otros, ha- bernos de ser imitadores del nuevo Hombre, que nos redimió *. Han de ser limpios nuestra áni- ma, i nuestro cuerpo: nuestros pensamientos, i nuestras obras.
La limpieza del ánima consiste, en que ten- gamos verdadero conoszimiento de Dios, i de las merzedes que nos ha hecho , i cada día nos ha- ze, i ha de hazér. Que tengamos aviso de su
t Léase, en la Epístola II, a los Corintios, en el canllu- lo V. el vers. 17.; i en el 19. "el mundo'," señala , que rc-
conzilic^, a lodos los hombres, si voluntário.s se renuevan, i admiten la rcconziliazión.
CRISTIANO. ?! 2S3
voluntad, i de lo que nos manda: i nuestro co- razón esté enamorado de sus Mandamientos, i asi los ponga por obra, i tenga en í poco todos FoI. 6. los trabajos, que por esto, se le recreszieren. I que d'estas raizes salga fructo de sanctificazión, para el cuerpo , i de buén ejemplo para nuestros prójimos.
Los artículos de la Fó, sirven para lo primero: para dar lumbre á nuestro entendimiento, en la verdadera notizia, i conoszimiento, de quién es Dios, i de la grandeza de sus beneflzios, i de sus obras, i marabillas.
Los Diéz Mandamientos sirven para lo segun- do : para declararnos lo que el Señór quiere de nosotros, de nuestros pensamientos, de nuestro corazón, i de nuestras obras.
La Orazión , sirvo para pedir todo esto : paiM alcanzár remedio contra nuestras flaquezas: para demandár perdón de lo que faltamos, para que, pues cada día estamos en tan grandes peligros; cada dia seamos ¡favorezidos, esforzados, i con- solados, para salir con victoria.
En los sacramentos, damos testimonio, de cómo somos miembros de una Sancta Iglesia, i de cómo nos preziamos de serlo, teniéndole en todo grande obedienzia. Somos con ellos favore- zidos, i esforzados, de grande virtud para todo lo bueno, i para enemistad, i contradizión de' todo lo malo.
Agora se seguirá todo esto, por orden: i después, su Declarazión.
284
IR CATEZISMO 9S
^ El ^ Credo en Latín.
Credo in Deum Palrem omnipotenlem : crcato- rcm cccli et terroB. Et in Jesum Chuisttim, plium ejus um'cum : Dominum nosírum. Qui conccpius est de Spiritu Sancto. Natus ex Maria Virginc. Passus sub Pontio Pílalo: crucifíxus, morluus, et sepultus \est]. Descendit ad inferas, Tertia die resurrexit a rnoríuis. Áscendit in ccelum : sedct ad dexteram Dei Patris omnipotentis. Inde venturus est indicare vivos et mortuos.
Credo in Spiritum Sanctu7n. Sanctam Eccle- siam Caiholicam. Sanctorum Commiinioncm. Re- missioncm peccatorum. Carnis resurreclionem. Et vitam eternam. Amen,
El Credo en Romanze,
Creo en Dios Padre, todo poderoso: Criadór del zielo, i de de la tierra. I en Jesu Cristo, su único Hijo, Scñór nuestro ». El cuál fué conze- bido por Spiritu Sancto, i naszió de Maria Vir- jen. Padezió debajo de Ponzio Pilato : fué cru- ziücado, muerto, i sepultado. Dcszendió á los infiernos. I, a terzero dia, resuszitó de los muertos. I subió al ziclo, i está sentado a la diestra del Padre , todo poderoso. I , de allí , ha de venir a juzgár los vivos, i los muertos.
1 Fr. B. Carranza da Mi- randa (en su Catczismo : An- vers. 1558 , al fol. G ( traduze cBto asi : • / en Jcíu Cristo
su Dijo , un soto Scilór nues- tro : » tomándolo del Credo Nizeno.
CRISTIANO. >S 285
Creo en el Spiritu Sancto. I la Sancta Iglesia Cathülica. La Comunión de los Sanctos. El per- /'de los pecados La resurreczión de la carne, ¡ la vida perdurable. Amén.
03=* f Siguense los Diéz Mandamientos. roí. s.
El primero os:
«Amár a Dios, sobre todas las cosas.» El segundo.
«No jurdr su santo Nombre en vano.» - El terzero.
■ «Sanctificár las Bestas.» El cuarto.
«Honrrár padre, i madre.» El quinto. «No matár.» El sexto. «No fornicár.» El séptimo. «No hurtar.» El octavo.
«No levantár falso testimonio.» El noveno.
«No desearás la mujér de tu prójimo.» El dézimo.
No desearás los bienes ajenos.»
1 La Orazión del Pater nostcr en Lalin.
Pater noster, qui es in ccelis. Sandiícehir no- men íwum. Adveniat Rcgnumtuum. Fiat voluntas tua, sicut in cceIo , el in térra. Panem noslrum quotidianum da nobis liodie. El dimitte nobis de-
i Carranza dize: «i, por cuál añade , i no toma, ni del virtud de los Sacramentos, la Credo Nizcno : ni del llama- Teraisión de los pecados : » lo <lo de los Apóstoles.
286 'A CATEZISMO ?S
bita nostra, sicut et nos dimitlúnus dcbitoribus nostris. Et ne nos inducas in tentationem. Sed li- bera nos a malo Amen.
1 El Paler nosler en Romanze.
Padre nuestro, que eres en los zielos. Sancti- Gcado sea el tu Nombre. Venga el tu Reino. llá- gase tu voluntád en la tierra, ansí como se hazo en el zielo. Nuestro pan, el de cada día, dá- noslo hoi. I perdónanos nuestras deudas; ansí como nosotros perdonamos a nuestros deudores. I no nos traigas en tentazión : sino líbranos del mal. Amén.
FÓi. 9. ^ Declarazión del Símbolo , que contiene los Artículos de la Fé.
El Símbolo, en que están comprehendidos los Artículos déla Fé, se divide en tres partes, conforme a las tres personas de la sanctísima Trinidad, que en él están nombrados: Padre, i Hijo , i Spíritu Sancto.
A la persona del Padre, se atribuyen ziertos Artículos: otros a la persona del Hijo : otros a la persona del Spíritu Sancto.
Aunque hazemos menzión de tres personas, no habernos de creer, que hai tres Dioses: por- que no hai mas do un Dios. El Padre es Dios, i el Hijo es Dios, i el Spíritu Sánelo es Dios: í no hai mas de un solo Dios: porque no hai en las tres Personas mas de un ser, i de un poder, i de una voluntád. Por esta misma razón son igua-
«, CRISTIANO. J< 287
Ies entre si, ¡ con concórdia de un mismo ser, ¡ de un mismo poder, criaron , i gobiernan el mundo.
Todos los Artículos del Símbolo, son doze: i si quisiéremos dividir dos d'ellos, en otros dos, como algunos hazen, serán quatorze: i todo sale a una cuenta.
^ El primero Arliculo es:
«Creo en Dios Padre , todo poderoso, Criadór del zielo, i de la tierra.»
Crcér esto, es, tenér conoszido , i asentado en nuestro corazón, que hai un Dios, que siempre fué, i siempre será. El cuál es de infinito po- dér, de infinita bondád, i de infinito sabér. El mismo ' crió el zielo, i la tierra: i dió prinzi- pio í i ser, a todas las criaturas. Él es, el quo FoI. lo. lo sustenta, i lo gobierna todo. Ninguna cosa, se haze contra su voluntád. Por su Providenzia es encaminado todo : i es ejecutado por su que- rér. Todos los bienes nos vienen de su mano. Él nos guarda, i nos ampara: i tiene cuenta con nuestras obras, para pagar a cada uno se gún obrare.
Esta Fe, ha de estár tan segura, i tan zierta en nuestra ánima; que ni la vida, ni la muerte, ni los bienes, ni los males, nos aparten un puntó d'ella.
Cuando nombramos este nombre «Padre,» ha- bémonos de acordár déla Primera persona de la -
4 Tal vez, deba leerse, «Kl mismo. " Véase luego , i la
Nota en la píjina 30 de este
tomo.
CRISTIANO. 5< 287
les entre si, ¡ con concórdia de un mismo ser, i de un mismo poder, criaron , i gobiernan el mundo.
Todos los Artículos del Símbolo, son doze : i si quisiéremos dividir dos d'ellos, en otros dos, como algunos hazen, serán quatorzo: i todo sale a una cuenta.
1 El primero Articulo es:
«Creo en Dios Padre , todo poderoso, Criadór del zielo, i de la tierra.»
Creér esto, es, tenér conoszido , i asentado en nuestro corazón, que hai un Dios, que siempre fué, i siempre será. El cuál es de infinito po- dér, de infinita bondád, i de infinito sabér. El mismo ' crió el zielo, i la tierra: i dió prinzi- pio í i ser, a todas las criaturas. Él es, el quo foI. lo. lo sustenta, i lo gobierna todo. Ninguna cosa, se haze contra su voluntád. Por su Providenzia es encaminado todo : i es ejecutado por su que- rér. Todos los bienes nos vienen de su mano. Él nos guarda, i nos ampara: i tiene cuenta con nuestras obras, para pagar a cada uno se gún obrare.
Esta Fe, ha de estár tan segura, i tan zierta en nuestra ánima; que ni la vida, ni la muerte, ni los bienes, ni los males, nos aparten un puntó d'ella.
Cuando nombramos este nombre «Padre,» ha- bémonos de acordár déla Primera persona de la
» Tal vez, deba leerse, «Kl Nota en la pájina 30 de este mismo. II Véase luego , i la tomo.
288 'A CATEZISMO 5
Trinidád : la cuál tiene Hijo enjendrado eter- nalmento, poruña manera do jenerazión, que trasziende nuestro sabér; i juntamente es Dios, con su Padre.
Habómonos tambión de acordár, cómo, por otra manera mui diferente, por habernos cria- do, i por sustentarnos, es Padre do todos nos- otros que nos ama i nos provee en todos nues- tros trabajos: i nos tiene aparejados grandes bienes, si le sirviéremos como Él manda.
Es también, nuestro Padre Espiritual, por ha- bernos dado su Unijénito Hijo, para que se hi- ziese hombre, i fuese hermano nuestro: de don- de resulta, que somos hijos adoptivos suyos, enjendrados espiritualmente.
Cuando confesamos, que es Todo-poderoso, habernos de considerár la reverenzia, que se de- be de tcnér á tan grande Majestád.
Habemos mucho de temér de ofender a tan grande Señór, que con sola su palabra puede destruir el mundo. Ha de habór grande alegria Foi. 11. en nuestros corazones, de ver, que os lan grande el podér del Señór, que nos crió , i nos rije, i tiene su guarda. Con esta alegria, nos habemos de Uegár a Él , obedeziéndole en todos sus Mandamientos, no enojándole, ni dessirvicn- dole: temiendo siempre el castigo de su mucho podér: i con grande seguridád, que siempre nos defenderá, si nosotros no le ofendemos: i amán- dole, como se debe de araár Señór, i Padre tan poderoso, i tan justo, i tan bueno.
*. CmSTIAKO. Jt
1 El segundo Articulo es : flCircér en Jesucristo su único 'Hijo, Señor
nuestro.* > .1 < ■ : ■ i^
■ Aqui comienzaila segunda parte:,- en que se. hazo mcnzión del Hijo: dol cuil dijimos, quo es Dios, juntamente con su Padre:-es imájon, i, sabiduría suya, énjendrado eternalmentc. Lla- márnosle Jesús, que quiere dezir, Salvadór: por- que salvó el mundo *. Llamárnosle Cbisto, que quiere dezir; Unjido : porque le unjió el Padre, para Reí Espiiutdál de los hombres. Llamámoslo SEÑón NUESTRO, iporque nos redimió: i porque es nuestra defensa^i nuestro Juéz. Dizese Unico Hijo de Dios, porque Él solo, es Hijo natural del Eterno Padre: i los otros son espirituales, i de adopzión. / . • • , : ' ■
En la confesión d'este Artículo,' habernos de tenér grande revérenzia a la persona de Cristo, nuestro Rcdemptór. Habémonos de alegrár mu- cho, de tenér tal Señór, i de pi-ocurár de cum- plir, todo lo que Él nos mandó *, pues que nos ha de juzgár. Habernos de dár siempre grázias al Padre, que nos quiso hazér tan. grande mer- zéd, í de darnos su Hijo unijénito, para Benefi- zios tan grandes como d'Él nos vienen.
1 Verdád , a mi parezér, importantísima. Víase 11. Epístola do s. Pablo a los Corintios. Capítulo "V. 19: i los zinco versículos anterio- res. Léase todo íl paso, ver..
sículos 14-19, i se verá la iril.- portánzia suma de esta vcrr díd, ziertamentc católica.
» Véase XI. Ep. Cor.V. 15, i 17. Nótese la voz Beneflzios de Cristo. ,
19
?00
iS. OATEZISMO >»
^ El terzero Articulo de la Fc'es:
«Que fué coiizebido do Spíritu Sancto, i nas- zió de María Virjcn.»
Quiere dezir esto: que el Hijo de Dios, siendo Dios, se hizo hombre, i que fué conzebido en el vientre de su Madre por distinto médio de todos los otros hombres : por una manera, que la ' potenzia infinita de nuestro Señor quiso obrár: la cuál nuestro entendimiento no sahe, ni puede comprehendér. Tuvo madre sandísi- ma, i Virjen : porque, para ser hombre, no tuvo otro padre, sinó el mismo, que tiene, i siempre tuvo en el zielo; de quien es, i fué eternalmente enjendrado. Tomó verdadera car- ' ne de la Virjcn, i fué, i es verdadero hom- bre, enjendrado en tiempo por el mismo Padre, que habcmos dicho, con cuya voluntád, i po- dér, fué hecha aquella conzepzión en las secre- tas entrañas de la madre santísima.
Para redimir a los hombres naszidos en peca- do, era menestér, que nos redimiese, hombro no subjcto a pecado. Todos somos de linaje de traidores, i, por ese mismo caso traidores. Con- venia, que el hombro, que nos hubiese de li- brár, fuese do nuestro mismo linaje, para pa- gar por nosotros: i enjendrado de tal manera, que no tuviese parte, ni hcrcnzia de la traizión. Tal es nuestro Redemptór Jesu Cristo, cuya madre es Virjen, cuyo Padre es Dios. Ansí como la humanidád estaba en Él unida con la divini- Fol. 13. dád; ansí era morada de toda limpieza, de toda innozenzia, i de toda santidad.
•A CRISTIANO. >•
291
La misma confesión de este Artículo nos a\isa de la grande estima en que debemos tener la huraanidád de nuestro Redcmptór, i de cómo la habernos de seguir, i ponér por ejemplo, i por dechado en nuestras obras todas. Él es, nuevo hombre, i enjendrado de nueva manera: razón es, que nosotros, por imitár Le, i mediante el favór, que por Él alcanzamos, seamos nuevos hombres ' : i que desechemos , en todo, las reli- quias, i condiziones, del viejo pecado, hazien- do nueva vida de obedienzia a lo que nuestro Señór manda : i de nuevo ejemplo de sanctas obras.
- ^ El cuarto Articulo es:
«Creér, que el Hijo de Dios, después de ser hecho hombre , murió por nosotros : i fué sen- tenziado porPonzio Pilato, cruziGcado, i muer- to, i puesto en la sepultura.»
La declarazión d'esto es : Que como nosotros estábamos en enemistád de Dios , por razón de nuestro pecado; su unijénito Hijo, quiso pagár nuestra déuda, ofreziéndose por sacriüzio do nuestra culpa, i derramando por nosotros su sangre. Su muerte no fué forzada: porque nadie era poderoso para dársela contra su voluntad, por cuanto era verdadero Dios. Él mismo, quiso morir, por obedezér a su Padre, cuya voluntúd era, que do esta manera fuésemos redemidos. Ofrezió liberalmente su sangre, porque quedá- semos perdonados, i la ira del Padre aplacada.
i II. Corint. V. 17. Véase;
29Í 'A oatkzismo Jí
Sentenziólo Ponzio Pilato por falsas acusazioncs de los Judíos: i por contentarlos en ello, sen- Füi. 14. tdnziólo f a muerte de cruz, muerte cruel, i do grande infamia, para dar a entendér, que moría por hombres mui pecadores: i lo mucho que se humilló , por ensalzar a nosotros. Fué puesto en la sepoltura, públicamente, para que mas noto- ria fuese su muerte, i mas conoszida su rcsur- rezión. i
• Cuando este Articulo confesamos, habernos de cono.szér, cuán grande fué, i es, nuestra mal-- dád; pues tan caro fué el remedio: cuán grande la misericordia del Padre Eterno, en dar por nosotros su hijo;- cuán grande la obedienzia, i misericordia del mismo Hijo, pues con tanta li- ^ beralidád obedczió, i se ofrezió a la cruz. Habe- rnos de procurár de ser mui agradezidos a todo .esto: pues ningún agradezimiento puede ser tan grande, que iguale con la minima parto. ;
Habernos de considerár, que pues tan grande fué el prezio de nuestra redempzión, ninguna otra cosa bastaba, para ser redimidos. . Por esto, habcmos de ponér toda nuestra confianza, en. esta muerte, i en este «acrifizio: ofrezerlo cada día en nuestras oraziones, i en nuestras obras, i conoszimiento : confesando, que solo esto es nuestro remedio, i poniendo en ello nuestra esperanza toda. ■ .
El quinto Articulo es:
«Creér, que deszendió a los infiernos: i que después d'esto subió a los zielos. »
•A cniSTiAKO. S 293 La dcclarazión es esta. Desdo el prinzipio. del mundo, luego que pecaron los hotnbres; prome- tió Dios de dar a su Hijo, para nuestro remedio r i esta promesa, por ser salida de la Verdad di- . vina, aprovechaba a los que, en fé d'cUa, vi- vían, i morían, i por este Sacrifizioy que habla Foi. de venir, pedían perdón de sus petados, i hazian penitcnzia d'ellos. Mas cómo aun- no ora puesta en obra, la venida, i muerte del Redemptór; estábase el zielo zerrado: ií aquellos Fieles que ansí morían, eran depositados en zierto lugáV; que en este Articulo se llama -infierno. Al cuál deszendió el ánima de nuestro Redemptór, junta con la Divinidad, dejando el cuerpo en la.sc- poltura : quebrantó aquella cárzel, i sacó do aquella obscuridád, aquella santa jonle: ale- gróla con su presenzia, que tan deseada tenían: llevólos consigo al zielo, cumpliendo con: ellos todo lo que de tantos años antes estaba prome- tido.
Con la confesión d'este Articulo, debemos jun- tamente considerar, cuán verdadero es Dios en su palabra: cómo nunca falta a los suyos: cuán gran- de fué la misericordia del Redemptórdel mundo, que en acabando de morir, i pasar tranze, tan ri- guroso, estando su cuerpo en la sepoltura, bajó Él a las honduras de la íierra-, áibusciir, i con- solár sus amigos, i a ser Éi, mismo el mensa- jero de la Buena nueva de su redempzión. Ha se de dcspertár nuestro corazóa al agradczimíen- to, i servizio, de tan grande anlór: a tener veri dadera conüanza, que nunca su remedio-, ños podrá faltár, si nosotros no faltamos.- t-
294 'A OATEZISMO /*
La segunda parte d'estc Articulo es: «Creer, que rcsuzitó de entre los muertos.» Quiere de- zír, que después, que su Anima santísima, junta Foi. 16. con laDivinidád, sacó f los santos Padres del Limbo, se tornó a juntár con el cuerpo, con quien también la Divinidád estaba junta; i se tornó todo, a la compañía en que primero esta- ba, i resuszitó con vida inmorlál, i gloriosa, i de mayór exzolenzia, que se puede pensar, Dando nos a entendér , que ansí como Él fué librado de todos aquellos trabajos, ansí seremos nosotros librados del pecado, i de la muerte, i de todas nuestras aflicziones, si le quisiéremos imitár en la obedienzia, i en las obras de jus- tizia.
• 1 El sexto Articulo es : y :"
aCreér, que subió a los zielos, i que está asen- tado a la diestra de Dios Padre. »
La intelijenzia d'estc Articulo es: Que después de pasados cuarenta días, en que aparezió a sus diszipulos resuszitado; subió al ziclo, como a lugár debido por premio de lo que babia hecho. I alli reina, i es Señor de los hombres que re- dimió: i está asentado a la diestra del Padre: quiere dezir, cuán favorozido es del Padre Eter- no: cómo tiene el gobierno de la Iglesia: i es premiado con grandísima honrra, i con bienes inestimables. '
Cuando este Articulo nos viniere a la memo- ria, como es justo que venga muchas vezes; no 'habernos de pensar, que nuestro licdemptór está en el zielo gozando de aquellos bienes, i olvidado
ÍP. CRISTIANO.. ?! 295
de nosotros por quien padezió: tantos trabajos: antes, habernos de creér, que el mismo deseo, i cuidado, que tuvo de nuestra salud, cuando anduvo por el mundo ) tiene agora, a la diestra del Padre. Ansi como estónzes oyó a los afliji- dos; i tuvo grande misericordia /" d'ellos; ansí Foi. 17. los oye agora, para remediarlos, i favorezerlos. Como en aquél liempo anduvo con nosotros en carne, i en presenzia corporál ; ansi anda agora i..-, ,en espíritu, con su providehzia, i, su misericor- dia, buscándonos, i guiúndonos, para que sal- gamos de nuestros pecados, i ganemos los bie- nes, que nos prometió. . .
..^ El séptimo Articulo es:
«Que el mismo Redemptór, que subió a los zielos, ha de venir, desde allí,, a juzgúr vivos, i -muertos.».
■ El entendimiento, d'este Artículo es: Qué, pasado el tiempo, que Dios tiene determinado, que vivan los hombres en este mundo; verná el fin de todos ellos: i que estonzes nuestro Señor Jesu Cristo deszenderá del zielo , como Él mis- mo lo contó a sus diszipulos, i juzgará a todos los que estónzes estuvieren en el mundo, i mu- rieren en aquella sazón, i a todos los pasados hasta aquel punto. : ' i .
.i Juzgará por el . Evanjelio , que predicó: pi- diendo cuenta de cómo lo cumplió cada uno: i el que en este examen fuere hallado justo,, sei'á scntenziado por tal, ¡ "llevado al Reino del zielo. El que fuero hallado falto, seíá Conószido, allí,
296 'A CATE2ISM0 S*
por quien fué, ¡ condenado a las penas del in- fierno, para siempre jamás D'esta scntenzia no hai apelazión. ni puede lenór remedio, porque el Padre tiene scnaladó por Juóz, 'a su Hijo, i dado por hecho lo que Él hiziere. ' ' "■
• : En este Articulo habernos de conoszér, cuán grande es el cuidado, i la cuenta.i que nuestro •Redemptór tiene con nosotros en este mundo;
.13. pués ha do ser después Juéz, i Juez justí- simo. Juntamente habernos de entender, que, ansí como nos amó para morir por nosotros; i como nos ama "para procurár, que no nos torne- mos a nuestra perdizión; i como tiene miseri- cordia para perdonarnos, si nos quisiéremos vol- vér a Él; — ansí el dia, que nos Juzgare, será rigurosísimo, i bravo contra los pecadores, que 'no quisicron' hazér'pcnitenzia,- ni'guardár el Evanjelio, que Él predicó. Debemos, pués, de tal manera aprovecharnos aquí de su misericor- dia, que después no caigamos en las manos do su justizia : i tener siempre dolante de nuestros ojos este juizio. -
^ El octavo Articuló es:
■■■ «Confesar, i creer, la persona del Espíritu Sancto.»
I aquí comienza la terzera parte del Símbolo. ■ Dijimos, que había Padre, que era Dios: i, que había Hijo, 'quo támbicrt era Dios como el Padre, í por nosótros se hizo hombre: agora de- zimos, que hai Espíritu Sancto, que es Dios, el cual prozedc del Padre, i del Hijo: i todas tre.s
-•A cniSTiANO. 'A 297 personas no son mas de un Dios, como ya está .declarado. A esta terzera persona del Spiritu Sancto, so Id atribuye la obra de dar lumbre a nuestros entendimientos, para el conoszimiento, i aviso, de la santa Dotrina: i la de dcspertdr nuestros corazones, enzcnderlos, i esforzarlos, para buenos, i santos pensamientos, i ipara bue- nas obras. Muchos son los dones, que le atribu- ye la Divina Escriptura, i que de su mano nos vienen : mas, para mas fázilmente retenerlos en la memoria, se reduzen a siete, que son: don de Sabiduría, para cónoszér la bondad f de Dios: don de Entendimiento, para que nos aproveche- mos de la palabra Divina: don de Consejo, para venzér los engaños de nuestra carne, i las astú- zias del Demonio : don de Fortaleza, para perse- -verár enlo bueno:. don de Szienzia, para el. en- señamiento de nuestros prójimos : don de Pie- dad, con que nuestra ánima se afizione a nuestro Señor, que nos crió, i nos haze tantas merze- des: don de Temór, para tenerle grande revc- renzia, i grande obedienzia a sus Mandamientos.
No nos habernos de contentar con confesár este Articulo con la boca solamente, sinó, con tenerlo en eí corazón, i pedir continuamente, que el Espíritu divino more en nuestras ánimas; i las alumbre, las alegre, i las csfuei-ze, i las haga siempre creszér, de bién, en mójór: i pos- poner todas las cosas d'este munda., al servizio suyo, i a su gloria. .; :
1 El nono Articulo es: ' n Creér^ que hai Iglesia Gathólicra ;■ i Sánela.»-
'208 "A CATEZISMÜ S
Cuya dcclarazión es: que de los hombres redc- midos por la muerte de nuestro Rcdemptór, i enseñados con su Evanjelio , hai en el mundo una Congregación, que conservan la grázia, que por el Espíritu Sancto les fué dada: la fé de lo que se predicó por los Sanctos Apóstoles: i la guarda do los Mandamientos divinos Cuando afirmamos, que hai esta Congregazión, no que- remos, dezír, que, por fuerza, estos hombres " justos, hayan d'estár en una compañía, ó en una morada, zerca unos de otros. Porque dado, que .- ; esté el uno, mui muchas leguas d'el otro; son Foi.20 de una misma Congregazión , i de una f misma Iglesia. I aquello, que los junta, i los haze unos; no es zercanía de lugar, sinó conformidád db ' una fé , de un taptismo , do una obedienzia de Evanjelio, de una grázia, i sanctificazión d'el Es- píritu Sancto.
Llamamos a osla Iglesia, «Sancta;» porque por su fé, i sus obras, son todos los miembros d'ella, azeptns á Dios, i juntados con Él, en grandi.sima amistad. Llámase «Cáthólica,»^ por- que donde quiera que estén los tales miembros, son miembros de un mismo cuerpo místico; i espirituil, cuya cabeza es Cristo,' ntíestro Re- demptór. Con el cual están juntos, por la razón que ya tenemos declarada, i, entre sí mismos, están unidos con una misma fé, i una misma ca- ridad, sin que errór, ni herejía, los divida en- tre si.
1 Nótese bien la definí lión, ahí, do iglesia católica
i I véase la Ñola puesta "> cnla pájina79. '
» cniSTiANü. ?5 290 Cuando confesamos, que hai esta tal Iglesia, queremos dezlr, que nunca, do estos tales hom- bres santos, i justos, habrá totalmente falta: sinó, que siempre habrá algunos d'ellos, pocos, o muchos : porque esta honrra quiere el Padre Eterno dar a su Hijo : que siempre haya en la tierra, quien se aproveche de su Benefizio: i la conozca : i le dé grázias por ello.
Lo que la memoria, i confesión de este Ar- ticulo, ha de obrár en nosotros, es: ponernos grande deseo, de ser de esta santa compañía: pro- curarlo con todas nuestras fuerzas, pidiendo a nuestro Señór favór para ello : i por ninguna cosa d'el mundo , admitir pensamiento , ni obra, que nos aparte de tan santa congregazión , a quien el Redemptór del mundo, tiene prometi- das tan grandes merzedes. Esto que agora diji- mos, es la declarazión de la segunda f parte foI. d'este mismo Articulo: si no lo queremos hazér, Articulo por sí: en que confesamos, la Commu- nión de los Santos. Una misma sentenzia es, de- zír, Cathólica; i dezlr, Communión de los Sánelos.
^ El dézimo Articulo es :
• Que hai remisión de pecados.»
Queremos dezir, que la muerte del Hijo de Dios, i Señór, i Redemptór nuestro; no solo al- canzó perdón para los pecados de los que hasta alli hablan sido; — sinó, que para todos los hom- bres, en cualquier tiempo que sean, fué sufi- ziento: do tal manera, que aunque muchas ve- zes hayan ofendido al Señór; si hizieren peniten-
300 « TATEZIb.MO S
zid d'cUo, i verdaderamente pidieren perdón; les scráil perdonados sus pecados todos: porque siempre está ^ixn la virtud del Sacrifizio, que
se ofrczió por nosotros. • • , i ;
• Estp Articulo, no noába do dar atrevimienta, para que tengamos en poco el pecado, ni .no$ descuidemos en 61 : porque esto es do hombres mui desagrade/idos, i provoca mucho la ira de Dios. Cuanto mas aparejado estuviere al perdón, i mayór fuere la misericordia; tanto mas nos ha de ponér obligazión de no ofendér ni enojár, a Señórtan bueno. •• • •■ • : -
',í: El Articulo pnzeno es: . ;.
^ . íCreér, que hai Resurrezión de carne.» - :Cuya intelijenzia es : que no solo nuestras ánir
; ..■ ; mas han de gozár de la bienaventuranza del zie- lo, si guardáremos lo que nos es mandado, i verdaderamente sirviéremos al Señór; mas que nuestros cuerpos se han de juntár con ellas, i en una compañía que nunca so acabe , estarán
Foi. 22. en perpétua gloria. I aunque parezca '' ansi, que nuestra carne se corrompe, i se deshaze, convirtiéndose en tierra, después de la muerte, el podér de Dios es tan grande, que la puede tornar á su mismo sér:: i ansí lo hará. De mane- ra, que los buenos vayan .en cuerpo, i en. áni- ma al zielo; i los malos vayan .en cuerpo, i en ánima, a las penas eternas.;. ■ . ¡; : ;■•
: ri - '.íflivn;-) ;]'•■ ,--<vj
■:¡-»ii i •; : ; / ;', ú' .-iO i-ví nr::,.ii f .;-,/: iÍ -. :T '
cniSTiANO. S
301
, • . .. .1 Eldozeno Articulo ex: ...
■ «Que dará Dios, a los que le hubieren sen'ido,' viflá sin finVii ■' ' ' ' ' ■ "
' 'Que Vivirán en uii'a vida iicnáven turada, lle- na demayores iiencsj'que podemos imajinár: en compañía , - i en amistád, del Scfiór, que nos' crió, i nos libró: con conoszimiento de las gran- des merzedes, cjue d'Él rezebimos. Lo cuál sórá cdusa, que transportados en grande espanto, i en grande gloria, siempre le estemos loando, i glorificando. ■ ' ' '
• Aquí' sé ácábán los Artículos de la Fé, los cuales (según que al prinzipios dijimos) , sirven para la notizia, i el conozimiento, que habernos de tenér de Dios, i de sus marabillas, i de sus bcneCziosj i de la obligazión , que tenemos para servirle. Agora se dirá de los Diéz Man- damientos. .■ ■ . ■ i
Sigúese Já" Veclarazi'ón de tos Diez Mandamiéniós.
La voluntád de Dios, en lo que pcrteneze a nuestras obras, i a la manera en que le habe- rnos de servir; está manifestada, i declarada, en los Diéz Mandamientos. Estos habemos de tenér por regla, para todo lo que pensáremos, i todo lo que hiziéremos. De manera, que el verdadero uso d'ellos será : tcnér una jcncrál determinázión,' en ■ nuestro coi-azón , de no foI.23. quebrantár ni uno d'ellos, por cosa que se nos ofrezca de prospevidád, ni de adversidád. • ■ • '"' ■
Flabémoslos de- tenér en nuestra memoria; i
302 'A CATECISMO /5
cuando nuestro pensamiento, nuestro deseo, o nuestra obra, no fuese manifiestamente lizita, i honesta ; luego habernos de acudir al Man- damiento que trata d'ello; i examinarlo , i mi- rar, si en alguna manera nos apartamos de lo que allí Dios nos tiene mandado. I si viéremos, que no conforma con el mandamiento, sinó. que por la tal cosa, se quebranta la regla que allí está puesta; habernos de conoszér luego, que nuestro Señór, sería gravemente ofendido con tal obra, o tal pensamiento: i apartarnos d'ello, como de cosa abominable: quedando con- tentos de haberlo huido, i desechado de nos- otros; sin hazér estima ni caso, de la pérdida, ni afrenta, que, por ello, se nos siguiere, v Estos Diéz Mandamientos, se dividen en dos partes. Los tres primeros, van mas particular- mente enderezados a la honrra, que, habernos de dar a Dios, en nuestro corazón, i en las obras defuera: los otros siete, tratan de las obras que habemos de tenér, para con nuestros pró- jimos : en lo cuál quiere también nuestro Se- ñór, que tengamos limpieza en el corazón , i en lo que de fuera se manifiesta.
^ El primer Mandamiento es :
«Amar a Dios sobre todas las cosas.»
Quiere dezir: que, de conoszérle quién es, habemos de considerár, cuán justa cosa es amár, a Señór tan poderoso, tan sábio, tan justo, i Pol. 24. tán bueno : i que ( este amí)r sea tan grande, que exzeda al amór de todas las otras cosas : que
'A CRISTIANO. S 303
lodo quede atrás, i esta vaya adelante. Habernos de sentir en nuestro conoszimicnto, i en nues- tro corazón , una grande obligazión de amarle de tal manera : i de empleár en 61 todas las fuer- zas de nuestro amór: i tenér mucho conten- tamiento, de estár obligados a esto, con grande deseo de hazér todo lo que Él manda, i, en nin- guna cosa, desagradarle.
Si se ofreziere alguna de las pérdidas del mun- do, menospreziarla con grande ánimo, antes que ofenderle en un punto : porque de otra ma- nera, mas amaríamos lo que perdemos, que a - Él. Cualquier trabajo, que se nos recresziere, por su servizio, darlo por mui bién empleado: pues se sufre por tal Señór.
Las obras con que, jeneralmente , este Man- damiento se pone en efecto, son, deseo que su gloria vaya adelante, i que sea conoszido por quien Él es, i servido como tal. Favorczér a todo lo que es en su servizio : contradezír a todo lo que le dessirve: llamarle, en todas las nczesi- dades, como a Solo, i verdadero Remediadór d'ellas. Darle grázias, i darle gloria, por todas las cosas: i por el cumplimiento de su voluntád. Tenér, en todos los trabajos, grande pazienzia. Esperár siempre en El, con grandísima confian- za. Conoszerlo, i confesarlo por verdadero, i por justo en todas sus cosas. Demandarle perdón, de todos los defectos, i todas nuestras culpas. Hazér verdadera penitenzia de haberle ofendido: temerle, como a tan bueno , ¡ justo Señór: pro- vocár f a los otros (para que le conozcan, i que poi. le sirvan) con ejemplo, i con dilijenzia.
30í 'Á CATECISMO
Las obras, con que se quebranta éste Man* ünmiento, son las contráriasa las que habemoa- dicho : temer poco su castigo : estimdr éií pocó' su reverenzia: conGúr en cosas *, que son con- tra SLl voluntád : en fuineS obras: en' supersti-' ^íiones, i hechizerlas: i eh fávór dél Demohiófr otras cosas, que se pueden entendér, por las que ya habernos dicho. ' "' - - -
•' ■ ■ ■ ^ El segundo Mandamiento' c$:' "■ '
«No tomir el santo Nombre de Dios en vaho.» ■ Es nuestro Señór, suma verdád, i Favoreze* dór de quien es verdadero:' i enétriigó de la mentira, i de la falsedád. tíl 'que jura bu Nom- bre, es como si Lé trajese por testigo dé lo que dizc: i ofrózcso al castigo que rrier'eze;' si ñó dizé verdád. De aqui es, que este Nombre, pot" dondé lodos entendemos, i significámos cósií tan grande, i tan poderosa como es Dios; no se ha de pronunziá'r por riuestra lioca, para false- dád, ni para mentira: porque es grande atre- vimiento, i grande traizión, querér encubrir nuestro engaño , i nuestra falsedád ; con autori- dad de la Suma Verdád: i qderór, por esto mismo camino, engañár a nuestro prójimó. No se ha de traér, tampoco, para cosas de burla, ni para cosas de poca importanzia , aunque digamos "verdád en ellas. Solamente habernos de usár
■ t Este C3 un Aríso inipor- ' tanla idolauta , guiiolaMa^\ tanto : particularmente para arlolaíria , como reina. , nosotros los españoles, entre
3R CRISTIANO. Jí 305
(l'el tal juramento *, cuando la caridád ansí lo pidiere, i fuere cosa verdaderamente convenien- te a nuestros prójimos; o nos lo demandare, quien tuviere autoridád para ello. Porque es- tonzes es darle gloria, i llamár su verdád, para f lo que en si es verdadero. Hase de hazér con Foi. ir., ánimo deliberado, i que entienda lo que haze, como en cosa de grande reverenzia, i de grande majestád. • . , . - 1, ..
Ansí como habernos dé huir d'el juramento, i de tomár para tal fin el Nombre de nuestro Señór, si no fuere en los casos que habemos dicho; ansí lo habemos de traér en la boca, para llamarle : para darle grázias : para conso- lár, i exhortar con Él , a nuestros prójimos : por- que este es el verdadero uso , que el cristiano ha de tenér de tal nombre. I, por lo que se há dicho, se entiende porqué obras, es cumplido este Mandamiento, i por qué obras, es que- brantado. / •: ; ' ': : ■ - ' ' ' :
, ^'El terzero ñíandamienlo es: .
. «Sanctificár la Fiesta*.». ' ' ''Lo cuál habemos de entender en esta manera: Vivimos en el mundo con mucho trabajo, y en diversas ocupaziones; según que la justa voca- zión, i estado de cada uno, le demanda, i le obliga. \r.- ;\ :
1 Páríicme; qüe debemos ' Ño ¡urorfioS, pues, de nihpún .ilonemo» inojór,,alo dicho j -.mado: con perdón dclDoctór. por nuestro Scnór . según re- * Nótese bién el uso del fleré s. Mateo, capitulo V. 31. , singnlát! alusivo solo al Do- «Pero Yo os üigo: que de , .mingo, o día del reposo. .
NOÍCÚN MODO JUREra.» CtC. ' '
20
/
30C 'A- CATDZISMO ^•
Tenemos juntamónLo nczcsidácl, ilc alcalizar verdadera noLizia de la palabra de Dios, i dolo que su Santa Voluntad quiere. Habernos de en- tender, i tratar, el uso de los santos sacra- mentos: habernos de convenir en uno, con los ::; otros miembros de la Iglesia, donde, unos a otros nos exhortemos, i nos conozcamos, i de- mos testimonio' de lo que creemos, i de lo que- seguimos: dando muestras de la obedienzia, que a la Iglesia, i a sus Ministros tenemos; teniendo conformidad en unas mismas zerimonias, honr- rando con públicas muestras a nuestro Señór. " ) Para esto se diputan, i se apartan, ziertos días . en que nos eropleemos en lo que está dicho: Foi. 27. desembarazándonos f de todas las otras cosas, que, para ello , nos podrkin poner impedimenta alguno. ', ■ . i ' ' ' ■
• Para.que esto verdaderamente sé cumpla, hn de zesár nuestro cuerpo', i nuestra ánima, de las otras ocupazioncs: i emplearse todo, en lo que tenemos ya declarado: en lo cuál damos a entender, que nos descuidamos de todas las co- sas, porque todo lo tenemos seguro, si nos em- pleáremos en verdadero conoszimiento , i cum- plimiento de ■ la voluntad de Dios. Cúmplese verdaJeramonte este Mandamiento,' cuando no solo se cumple con las muestras' de fuera, sinú qub también se cumple con el corazón , i con el ejerzizio espiritual : cuando olmos la palabra díi Dios: cuando nos hallamos, juirlamente con los oíros; en el ofizio divino: cuando íio estorba-'! raos a nuestros prójimos , antes les damos buén ejemplo , para lo que han de hazér; cuando nos
«. CRISTIANO. ^ 307
tomamos cuenta do nuestras mismas obras: cuando consideramos lo que debemos a Dios, i la doctrina, que en tales días, la Iglesia nos en- seña : cuando crtmcndamós nuestros defectos: cuando pasamos mas adelanto en el bien : cuan- do favorczemos , i encáminamos< el servizio de Dios : cuando coñ verdadera , i santa orazión, pedimos perdón do nuestros pecados; llamamos a Dios, que nos guie, M le encomendamos nues- tras cosas todas, para que las encamine en su sanio servizio. >■'■■•! • . .. ■ Las obras con "que este mandamiento se que- branta, i de qué nos debemos de guardár mu- cho, son: tener en lánto las cosas f corpo- Foi. rales, i las ganánzias d'ellas; que dejemos de ponérenobra, ló' que habemos dicho: empleár nuestros pensamientos ,- i nuestros ejerziziós , en tales cosas, que embarazan, i dañan, el verda- dero uso espirituál de la fiesta : tratar cosas tan santas como habenios declarado , con tanto me- nosprczio,.i ruin ejemplo; que ni para otros, ni para nosotros, saquemos provecho. ' En los ejerziziós,'! trabajos corporales, la ca- ridád,ii la Iglesia, que siempre la sigue; dis- pensa algunas vezes, según son las nezcsidades. I, el mismo fin por- donde se dispensa, convida a quo'juntamentG'feea nuestro Señor alabado, i llamado para todoi'
-" En este-' tcrzero' Mandamiento, so acaban los de' la Primera' Tabla : los cuales, cómo está ya dicho , prinzipalmcnte van enderezados a la glo- ria de Dios. En él Primero, dijimos > qué tál ha- bía de ser el corazón; del Cristiano; En el Según-
30$' 'A CATEZtPMO, Tí •
f]o , cuAl habia do ficr RU( Icní^ua. En oí tci zoro, qu;U.eá han de sel- todas las otras obras ,■ en que^ se ha de ocirpár: i.-de qüó manera laé ha díí encaminar; i con qué coúoszimiento de todo lo que perteneció a la rclijiórt-quc sigue.- : ! : n-, , Los Mandamientos do la Segunda Tabla>soit' los siete, que nos dan aviso do las obras,: que habernos de tenór) para con nuestros prójimúSi,
D'estos, 09 el Cuarto; ti Primero; en que é& nos manda: «Que honrremos "a nuestros padres.»;
Ouiere dezir, que los tengamos en mucho, pcfes que Dios loS escojió por instrumentos para Foi. 29 darnos sor., , No solo habernos de ' honrrdr , ai ' ; padre,, i\ madre, que nos enjendraron; masa todos aquellos» que nos son dados poritiíiyorés,' para enseñamos : para administrarnos paz, i jus- tizia. A todos los hombres somos en grande obli- gazión , pues que son nuestros prójimos; mas a los que habernos dicho/ se les debe particulál- respecto i acatamiento; Este honi-rár, no solo ha • de ser en lo do fuera > mas de dentro, ha de har, bér grande estima, i grande, respecto : no solo ha de ser de palabra; líias de obras,' según que el estado de cada uno Requiere j-.í hós iione obll-
gaziÓn.,, :. ,;; \'i->y\Í .;'!f:ff?!<; /.TÍJIj
,;■ Cúmplese este Mandamiento^ cüando quiera] que con humildes palabras intratáremos ailospa* dres que nos enjendraron : cuatido los sufriérd-i mps, con grande pazierlzia ;' cuando, los obcde- ziéremos en todas las. cosas jüStas; cuañdo los socorriéremos en sus nezesidades, "aunque nos cueste .grande trabajo :r,;tüando les fuéremos agi-adezidos, de lo que [p'ori" nosotros hiziéron>
«. cniSTUNO. a i309 dando nos ser, i criando nos: cuando a los Pro- lados, i Ministros de la Iglesia, los acatáremos, i los obedeziéremos , en los enseñamientos de la santa doctrina; i los estimáremos en mucho, te- niéndoles grande respecto : cuando no los me- nosprcziáremos, i, disfamáremos, por sus defec- tos; cuando A los otros Ministros tuviéremos el acatamiento, que su dignidád requiere; i los su- friéremos como a cosa puesta de mano de Dios: cuando tuviéremos particulár agradezimiento , a todo el otro jénero de Superiores (que nos en- señaron, i favorezieron en el cargo, que de nos- otros tenían), reconosziendo lo que les debemos.
Por f las obras, contrarias a las que se han puj. 39. dicho, se quebranta este mandamiento. Por de- zir malas palabras a nuestros padres: por no obedezerlos: por no favorezerlos en sus traba- jos: por huir d'ellos, no queriendo reconoszér la grande obligazión que tenemos, para estimar- los en mucho, i servirlos en todo. Por menos- preziár los Ministros de la Iglesia: por burláx* d'ellos, i tener en poco el ofizio, que tienen; por los defectos que en ellos halláremos. Por menos- preziár también los ministros de la justizia, por dar ocasión , que sean tenidos en menos. Por ser desagradezidos á todo jénero, de los que nos han tenido en cargo, i de cuya mano, nos ha venido algún bien para nuestras ánimas, o para nues- tros cuerpos.
1 El quinío Mandamiciilo es:
«No multarás.»
A todos los hombres crió Dios, i los hizo her-
310 'ÍS. CATECISMO
manos unos de otros. Quiere , que como her- manos vivan en grande conformidad. Cometo mui grande pecado , aquél que la quiebra. I si uno fuere tan malo , que diere ocasión , a que •esta tal amistád se rompa; el otro ha do tener tánta pazicnzia, que lo sufra, i en cuanto es en 'si, huiga de la culpa, que el otro tiene, tra- tando de tal manera las cosas, que no se rom- pan'por su parte las leyes de la caridád, a la justizia pública, antes permite*, i manda, que castigue a los culpados: en lo cuál, no solo no -se quebrantan las leyes de la caridád, antes se cumplen: porque, d'esta manera, es defendida Foi.31. la concordia, i la paz, i amparada /" la innozen- zia: todo lo cuál perezería, si la maldád de los hombres tuviese lizenzia, para poner en efecto sus ruines intenziones. ■ ■ ■
Pídenos este Mandamiento, que tengamos co- -razón amigable/i caritativo, con nuestros pró- jimos todos, que les perdonemos, de buena vo- ■luntád, las injurias, que nos hizioren: que ten" •gamos sufrimiento, i pazicnzia para todo esto; la cuál dará nuestro Scñór , si de verdád se la demandáremos. No solo habemos de perdonar- los, mas amarlos, como si fuesen amigos nues- tros: socorrerlos en sus nczesidades, i pedirá Dios para ellos, lo que pedimos para nosotros.
Son contrários a este Mandamiento, el rencor contra nuestros prójimos : el deseo de venganza: las injurias de obras, o de palabras: la calum-
Así aparczu, en la cdi- tuarii ast-.—nlns le'jcs lie la ^ z'ión antigua. Yo suprimiría caridád. A la Juslizia píibli- i'sc anles, por errata , i pun- ca pcrmile, i manda, etc.-
^ CRISTIANO. 9» 311
iiia, i la mentira contra ellos: el favor, o mal consejo, para dañarlos: la invidia de sus bie- nes: finalmente, todo aquello,- que clara, o en- cubiertamente, les hiziere perjuizio. El motarse uno a sí mismo, o tratárse de tal manera, que se le cause la muerte. Porque como el hombre sea cosa de tan grande dignidád, han lo de fa- vorczér los otros hombres, conforme a lo que Dios tiene mandado: i no ha de quitár nadie la vida a otro, ni a sí mismo; sinó remitirlo todo en las manos de quien lo crió : ni le ha de ha- zér injuria, pues que tan grande ■ Señor es, el que lo favoreze.
1 El sexto Mandamiento es :
•No cometerás adulterio. »
En este Mandamiento, se declara la voluntad, •que Dios tiene, azerca de nuestra limpieza, en nuestros pensamientos, i en nuestras obras; en nuestra ' ánima, i en nuestro cuerpo. Permi- fo\.í2. tió • Dios al hombre compañía de mujér, con l:i cual se pudiese juntár, con bondizión suya, en santo ayuntamiento de matrimonio. Quiso dar, a cada uno do los que de tal manera se junta- ' rcn, compañero para los trabajos, i para todo aquello en que Él quiero ser servido. Permitióle honesto uso, para la multiplicazión del linaje humano, i para el acreszcntamiento de la santa Iglesia. Este es el prinzipál fin del matrimonio
1 u o r llenó Dios al hom- del zclibato eclesiástico, no
f;re,ctc.n sería expresión mas permitió al Doctor ponér or-
cxada. Véase el Capitulo II, , ienó.
V. 18. del .léncsis. Xa IxA ' ■•
3\'¿ '5í> CATEZiSMO 5
i con este conoszimiento se han de juntár, i vivir en 61 los fieles. Fuera d'esto, ninguna otra cosa es lízita; i comete grande pecado, quien, con solo el pensamiento que sea, acomete a tomir la compañía ajena» Cuando el adulterio nos es prohibido, dAsenos juntamente a cntendér, que cualquiera otro uso de torpedid, nos es también defendido No solo es defendido en las obras, mas es defendido en los consentimientos de lavo- luntád. Lo uno, i lo otro, quiere limpio nuestro Señór, i en nada quiere que seamos feos, ni de- lante de los hombres, ni delante d'Él. Todos nuestros ejemplos, nuestras muestras, nuestras pláticas; han de ser encaminadas, a que no dén otra muestra, de la que habemos dicho. ^ Son prohibidos por este Mandamiento, todos los ayuntamientos, que no son de santo, i de lejitimo matrimonio: las palabras, i las señas, que tienen aparenzia, o dan ocasión de torpe- dád alguna: las conversaziones con jente livia- na: los consentimientos en pláticas, o en mués-' tras de vanidád: el descuido consigo mismo, ' con los que tiene a cargo, para dejarles soltura con que ' se encaminen a tales cosas: en con- Fui. 33. clusión, todo aquello, que hade afeár nuestro pensamiento, o nuestro cuerpo , para que no po* damos parezér limpios en el Juizio de Dios, i en el de la jente.
1 El séptimo Mandamiento es :
«No hurtarás.» ^ Reparte Dios, en este mundo, los bienes lem-
« ilcfendido : en azepzián de proMHdo : vedado.
CRISTUNO. 5 313
porales, según lo quiere su volunlád: la cuál, es tan santa, i tan justa; qtie no puede haber en ello yerro, n¡ nos podemos querellár de lo que, en este caso, haze: porque, allende de ser ab- soluto Señór, i libre, para dar, i quitár, lo que quiere; juntamente es tan misericordioso para con nosotros, que siempre nos gula, por el ca- mino que mas nos conviene , si no somos tan porfiados, que determinadamente, queramos per- dernos. Con este presupuesto , i con este conos- zimiento, habemos de tcnér por bueno, que nuestros prójimos tengan aquello, que la libera- lidád de nuestro Señór les hubiere dado. Nues- tras nezesidades , remediarlas hemos con nues- tro trabajo, i con lizitos medios, sin tomár a nuestros hermanos su hazienda, contra su vo- luntád: porque esto seria no tener por bién he- cho lo que Dios haze.
Cúmplese este Mandamiento, cuando tenemos larga, i buena voluntád, con que nos alegramos de los bienes délos • nuestros hermanos, con que damos grazias a Dios, que se los encaminó, i le rogamos, que se los conserve, si han de ser camino de su salvazión : Cuando seguimos las reglas de caridad, en ayudarlos; i favorezerlos en ello.
. Las obras con que este Mandamiento í es Fol. .34 quebrantado, son: Invidia, i pesár, de los bie- nes de nuestros prójimos : deseo , que los pier- dan, i vengan á menos: dar favor, o consejo, para contra ellos: tomarles de su hazienda, o de
1 los, aquí, parczc rcdundiintc.
314 'A CATEZISMO ?5
cualcsqaiér otros bienes; o por nuestras manos,
0 por nuestras industrias, o nuestros consen- timientos, no permitiéndolo ellos: negár lo que debemos: pleitearlo, i trampearlo: engañara alguien, o llevár mas de. lo que se nos debe: hazér contratos usurarios, o injustos: introduzír costumbres tiránicas ': negár el socorro al po- bre, que lo ha menester: inventar maneras no llzitas, ni provechosas para la república, con que la jcnte sea engañada, ! disipe su hazienda: encubrir la verdád con que nuestros prójimos han de ser aprovechados, i favorezér la mentira.
■ ^ El octavo Mandamiento es:
«No dirás contra tu prójimo falsó testimonio. »
El hombre os traslado de Dios: i por eso, ha de ser simple, i verdadero, en todas sus cosas, lia de tener cuidado, que sus palabras, sean limpias de toda falsedád, i de todo engaño. Cuau- do la verdád estuviere encubierta, i fuere cosa digna de ser manifestada; hala de manifestar: Considerando, que no solo tiene por juéz * a los hombres, mas que tiene por Juéz á Dios. Todas sus palabras han de ser apazibles, i sin perjuizio para sus prójimos : porque la lengua es uno de ios prinzipales instrumentos, que Dios nos dió,
1 con que mas bién podemos hazér.
Es quebrantado este Mandamiento: por ser el
1 Costumbres tiránicas son, entre otras: las Quintas: ci estanco de la sal: la lotería: los Consumos , i Puertas : la alcabala : las gabelas sobre
hercnzias, sobre enterramien- tos: los sclliis.i') timbres, has- la para rcsiiirár , etc. — Véase también mas aJel.ante. •2 JuciCS, debería dezir.
'A CRISTIANO. "?» 315
hombre falso testigo: por persuadir a otro, que lo sea: por escurezérla verdád, con palabras, Foi. i mañas: por descubrir las faltas de nuestros -prójimos, i traerlos en infamia, o en alguTia pérdida. Quebrántanlo, los murmuradores, i des- lenguados: hipócritas : i los autores de cualquier engaño, o falsedád, para (mediante estos me- dios) alcanzar lo que no merezcn, ni les viene [de] derecho. Ansí mismo, lo quebrantan, los que persuaden, i atraen a otras personas, para que hagan algún agravio, o sin justizia. Final- mente es contra este mandamiento, todojénero de mentira: i dado que haya algunas mentiras tan livianas, i tan sin perjuizio de nuestros pró- jimos, que no son pecado mortál ; a lo menos, son veniál. I lo mejór, i ló mas seguro, es, apar- tarnos de tal costumbre, en cuanto pudiéremos: porque allende de ser pecado veniál, la costum- bre de semejante oOzio; suele encaminár los hombres, a mayores inconvenientes.
, -. : • 1 El nono Mandamiento es:
.^j «No cobdiziár la mujer del prójimo.»
/ el dézimo es: .
' '«No cobdiziár su haziénda.»
La dcclarazión d'estos va junta; porque un mismo es el intento que pretenden. Estos dos Mandamientos son , para prohibir la cobdizia de nuestro corazón : para que sepamos, que alli es- tá la raiz del pecado: i que ni mas, ni monos, ofendemos a Dios, cuando consentimos en la
316 'A CATEZISJIO )S
voluntad ; que si lo pusiésemos en la obra: cuando no queda por efectuár, sinó porque nues- tras fuerzas no bastan para tal efecto. De mane- ra, que estos dos Mandamientos, son como una glosa de todos los otros, para que de todos ellos Foi 3G. tengamos f mui perfecta declarazión. Muchos hubo, quü les parczía, que cumplían con lo que les era mandado; si no pusiesen en obra el pe- cado, ejecutándolo exteriormente : i hazían mui poco caso de tenerlo en el deseo, i en el con- sentimiento del corazón. Contra estos hablan derechamente, los dos últimos Mandamientos, en que se nos dize, que no codiziemos la mujer de nuestro prójimo, dentro de nuestro corazón: ni codiziemos las cosas de su hazicnda , ni cosa de lo que. le perteneze : porque no solo han de estár nuestras manos limpias, para con él; mas también lo ha de estár nuestra voluntád. En ha- zerse aquí menzióa de la mujer, i de la hazicn- da de nuestro hermano; habernos de colijir la misma razón , para todas las otras cosas : en to- do, habernos de estár sin codizia de dañarle, i con ánimo aparejado de favorezerle, i de hazerle bién, i de cumplir con él, en todas las cosas, las santas leyes de la caridád, que Dios nos tiene mandadas.
En estos dos Mandamientos ha de conoszér el hombre, la grande limpieza que nuestro Señór le demanda; para que mire cómo vive en este mundo, i la cuenta que ha de dar de sí : ha de considerar que no tiene por juezes a los hom- bres (aunque les ha de tener mui grande respec- to, ¡ huir d'cscandalizarlos), sinó, que tiene por
CRISTIANO. H - 317
Juéz á Dios, quo penetra los corazones: ha de ^ pensár, que en todas sus obras lo está mirando, i teniendo cuenta, de qué voluntad salen, i si" son früctos de buena raiz; porque, por alli lo han de juzgár, i hazér el exámen de lo que es.
Estos ^Eou los Mandamientos con que la bon- Foi. 37'. dád Divina , nós tiene manifestada su voluntád. Kstos hade tenér el hombre entendidos, ¡ ru-, miados, i amados en su corazón: como cosa mui preziosa, dada por la mano de quien lo quiere salvár,i nó lo quiere salvár por otro ca- mino. Ha de teriér por averiguado, que el De- monio, i el Mundo, i la Carne, han de ponér dilijenzia mui grande, para que no los cumpla. Lo que ha de hazér es, resistirles poderosamen- te, i procurár de venzerlos, teniendo en poco todos jos daños, que lo pueden hazér, aunque sean pérdidas de bienes del mundo, aunque sean tormentos, i trabajos mui grandes, aunque sea pcrdéf la vida. Considere, que estos que aqui le persiguen, i le quieren engaüár, por una par- te ofreziéndole muchos regalos, i por otra mu- chas pérdidas; no han de ser después sus jué- zes, sinó sus acusadores, i sus enemigos: i que El que le pone estos Mandamientos, es el que le ha de juzgár, i le ha de juzgár por ellos, i defenderle, de todo lo que le hiziere contradi* zión, si él los hubiere cumplido, r. Débc de pensár, i traér a su memoria conti- nuamente, que allende de servir a tan grande, i a tan btién Señór con las obras, que en estos Mandámientos le son demandadas; no le sirve sin grande premio: i que en el otro mundo le
318. 'A. CATEZISMO ?»'
(lani gloria, que no tenga fin, teniéndolo siem- pre cn.su compañía, regalado i favorezido, co- mo a cosa mui amada. I en este mundo, lerná cargo de su innozcnzia, i de su juslizia, i favo- rezerá sus propósitos, i porná amparo a sus des- Foi. 38., zendicntcs, cuando su infinita sabiduría f juz- gare, que es el proprio' tiempo do cumplir su palabra. ' ' . : i , ; ■ : .
•.En esto ha de ponér siempre 'los ojos, -como en fin, i paradero de -todas las obras, para que se alegre, i se esfuerzo en ellas. Tenga en los trabajos pazienzia, i persevere, i vaya creszien- do en el bién: si lo uno le congojare; conside- re, que es cosa breve,:! perezedera: i que lo que se espera por buenas obras, i por el bufen cora- zón,; no tiene fin. Para que el- plazór, que de aquí nasziere, venza toda la otra tristeza, i no \ desmaye en su buen camino.' i ■ ' I Si midiere. la regla d'estos Mandamientos san- tos, con la poquedád de sus fuerzas, como la de- be medir; si comparare, entro si, estas dos co- sas, de, la una partCj la hermosura de las obras, que le son demandadas, i. de' otra parte, la feal- dád, que muestran sus inclinazioncs, i los re- sábios de su corazón;' no se espante, ni deses- pere, porque bién sabe el Señór , que le puso estos 1 Mandamientos, que' el grande poder del pecado, inhabilitó al. hombre para' cumplirlos de tal cumplimiento, i- obra, que, por ello, haya de. volvér en la primera amistád. Con fuerzas ajenas los ha de cumplir, que no con las suyas: las i ajenas, son poderosas, porque son las de •Dios :; son ziertas , porque son ganadas con la
CRISTIANO. 9»' 319,
sangre de su Uiiijénito Hijo, cuyo Sacrifiüio al- canzó esto favor, para que no nos perdamos; sino que nos esfuérzen, i nos den aliento d'cl zielo, i el Epíritu Sancto nos guie, i sea con nosotros, para cumplir lo. que nos es demandado : paral que nuestras obras, de malas, que habían de^ ser por nuestro pecado, se toi-ncb en buenas, por la grázia f que nos ha ganado Jesu Cristo,' Foi. nuestro Redemptór: para que nuestro corazón, de feo, se torne hermoso: i do las malas incli-' naziones, i del mal rastro que dejó en jéljel pe-, cado, se mude en buenos deseos: pelee contra lo ■ malo , i lo' venza; i abraze, i siga lo bueno. De . ^ suerte, que estos Mandamientos, se han de con- siderár con grande humilidád, de parte 'de nos- otros mismos, i de lodo lo que podemos: co-. nosziendo, que seríamos perdidos, si con solas nuestras fuerzas nos dejasen , para ponerlos en obra. Por parte de quien nos los pide , hanse de^ considerár, con grandísima fé, teniendo por cosa zierta, que el Demonio, nuestro enemigo, es venzido; i venzido por Jesu Cristo, Redemptór, i Sefiór del mundo : i venzido para fin , que no nos pueda vcnzér, si nosotros no queremos con- sentir, en ia perdizión: sinó que allegándonos con verdadera humilidád, i pidiendo favór a nuestro Señór, para la justizia, i limpieza, que nos demanda, en las obras, i en el corazón *; ¡ no huyendo nosotros .de lo que nos dieren,
1 Limpieza en el corazón, de habér cristianismo, sin pu-
i tlmi>iesa en ¡as otras: he reza de corazón , i pureza de
ahí el distintivo del verdade- obras. . . , , . ro cristiano. No hai, ni pue- ' ■ > ,• Uin' xí^r./.i .
320 'A CATEzrsMO ^
sinó abrazándolo, i queriéndolo, como a cosa mui estimada; aunque con trabajos, i contradi- ziones, en fin, saldremos con grande Vitoria. , Son tan grandes nuestros defectos, i nuestras flaquezas, i tantos los impedimentos, que por muchas partes se nos ofrczcn ; que seria grande mnrabiUa, hallarso quien cumpliese estos Man- . damientos tan perfectamente, como serla justo que los cumpliésemos : mas es tanta la miseri- cordia Divina, que si nosotros tuviéremos, apa- rejada, i verdadera voluntad para ponerlos en obra , i aplicáremos nuestras fuerzas a ello , de
Foi.40; manera f que ni por nuestra traizión, ni por nuestra flojedad , se deje de hazér lo que se re- quiere do los otros defectos pequeños, que ha-
' zen, i son ocasión, que no llegue todo a colmo, se nos da perdón, i so liaze grázia d'ellos: no por nosotros, sino por Jesu Cristo, nuestro Re- demptór, cuya justizia es tan grande, para delante de los ojos del Padre, que de sus so- bras, ¡ demasías, se suplen nuestros defectos: ' porque su justizia, es nuestra justizia, para que^ si no fuéremos malos, la podamos alegár en el juizio Divino.
- Todos estos Mandamientos dichos, se vienen a enzerrár en dos, para que con niayór fazilidád los podamos comprehendér/ i traér a nuestra memoria. Estos son; .
«Am.ír a Dios Bobue todas las cosas. I al pró- jimo COMO A nosotros mismos.»
Quien ama a Dios sobre todas las cosas , por ninguna le dejará de obedezér : i ninguna le do-
°A CRISTIANO. 9» 321
Icrú tanto, que no la estime en miü poco, por no dejár al Señór a quien ama, ni hallarse de- jado d'Él. Este amór produzirá en él, grandísi- mos frutos de verdadera confianza: que todos co- nozcan al verdadero Señór : que todos Lo obe- dezcan, i le den gloria: para esto servirá, con obras, i con ejemplos, cuando fuere menestér.
Quien ama al prójimo, como a si mismo; no le quitará la vida, ni la mujer, ni la hazicnda, ni la honrra , ni la fama : ni le hará agravio, ni sinjustizia: ni le dejará de favorezér, cuando lo viere en nezesidád. Estas dos cosas, que habe- rnos dicho, son el verdadero examen, de la guar- da de los Mandamientos. ^ Considerár, si ama- Fui- mos a Dios sobre todas las cosas, o si hai alguna por quien Le dejemos: mirár, si hazemos por^ nuestros prójimos, lo que querríamos que se hi' ziese por nosotros mismos.
Ya dijimos cuan dificultoso era todo esto para nuestras fuerzas : i cómo la victoria seria zierta, si do verdad pidiésemos a Dios el favór; i de ver- dád nos aprovechásemos d'él.
Para esto, prinzipalmente . i para todas las otras nezesidades, que en el destierro d'este mundo se nos ofrezen; es el prinzipál remedio, la OnAzióN. Estas son las verdaderas armas , con que se defiende el cristiano, de todas las adver- sidades que le persiguen : i con que alcanza de Dios la zertinidád, i cumplimiento, de lo que le es prometido: porque en ella nos humillamos, como nezesitados: pedimos con gran confianza de la suma bondád, i con zertinidád do lo que el Señór nos tiene prometido. De suerte, que si 21
322 "A CATEZISMO 9»
nosotros no dañamos nueetra Orazióii, o con nuestra soberbia, o con nuestra desconfianza, o con ser en ella traidores, i falsos, quo dczimos una cosa con la boca , i tenemos otra en el co- razón, hablando de una manera, i obrando de .otra; — no hai cosa, de las que verdaderamente nos han de encaminár alpún bien, que, por esto medio de la Orazión, no la alcanzemos, i tenga- mos segura.
La mayor causa por donde muchas cosas su- zcden desastradamente á los hombres , i lo que pareze que tenía buenos prinzipios, tiene malos Foi. 42. fines; i quo de la prosperidád, f salgan las ad- versidades; de los plazeres, prozedan tristezas; lo que parezía, que iba bión encaminado, ca- rezca de buén paradero ; — es: por no ir guia- do, ni pedido con Orazión. Porque las cosas, que van sin ella, llevan compañía de soberbia nuestra, llevan vana confianza; ziegas, i guiadas por nuestra propria voluntád, i por nuestra sa- biduría: van sin buena dicha, i sin luz, pues quo no van pedidas á la Fuente de todos los bienes, que es Dios, ni encomendadas a Él, ni confiadas de su bondád.
Muchas vezes, en la Orazión, se mezclan su- perstiziones, i cosas al revés del camino, que el verdadero cristiano debe, seguir: i como el Demonio conoszc,. cuan grande remedio tene- mos en esta obra; procura de engañarnos en ella, para que ya que usáremos d'ella, usemos desvariadamente, i con tan grandes defectos, que no consigamos verdadero fructo , sino cosas de burla, i de falsedád.
CniSTUNO. ?•
323
Para que ninguna d'estas cosas, se entremcUi en nuestra Orazión, debemos de seguir, por re- gla, la doctrina que nuestro Redemptór azerca d'esto nos enseñó : poniendo la Orazión, que por su misma boca pronunzió, por ejemplo, i por dechado , por donde encaminemos todas nues- tras petiziones : de tal manera, que la Orazión, que no tuviere la fé, ni la confianza, que aque- lla nos muestra; la que demandare otras cosas; la que nos llevare por otro camino; la que mez- clare otras condiziones; habemos de tenér por zierto, que no es provechosa Orazión, antes es muí dañosa: porque ni en ella se busca la gloria de Dios, ni el cumplimiento de f su Voluntád, Foi. «. ni se piden verdaderos bienes; ni se haze con- fianza de quien se debe hazór.
Para que esto mejór se entienda, será bién, que tengamos entendidas las condiziones de la verdadera Orazión: i que, después, declaremos la que el Evanjelio nos tiene enseñada.
Lo primero : No ha do pedir el hombre en con- fianza suya, sinó en confianza d'el Hijo de Dios, Jesucristo, nuestro Redemptór, que es nuestro Abogado, i nuestro Sacrifizio, i por quien somos oidos. Esto nos encomienda Él, cuando dize, « que pidamos en su Nombre. » I la Iglesia ansí lo pide, i protesta en fin de sus Oraziones, el nombre de nuestro Señór Jesu Cristo. Lo segun- do: es menester, que tengamos grande reveren- zia , i grande atenzión ; mirando mui bién lo que dezimos, i considerando con quien hablamos: no olvidándonos, ni descuidándonos en ella, como . se suele hazér, en las cosas que poco importan.
32Í 'A C.VTEZISMO S
Lo terzuro : habernos de orár, de corazón, afizio- nadaincnle, i con vcrdád; jiroponiondo nuestro deseo delante de Dios, con sentimiento de lo que hazemos. I esto se llama , orár en espíritu: por- que tálafizión, i lal sentimiento, es don, dado de la mano de nuestro Sefiór, i lumbre, i guia d'cl Espíritu Sancto. Lo cuarto r habernos de orár con fé: quiere dezir, que buhemos de tenér con- fianza, que si nos conviene lo que pedimos, i es para nosotros verdadero bien ; se nos dará; i ha- bernos de remitir el cómo, i el cuándo, en la bondád, i en la sabiduría del Señór á quien lo pedimos. Lo quinto : habernos de tenér grande Foi. 44. pazienzia, f si, por caso, se dilatare el cumpli- ^ miento de nuestra petizión, considerando, cuán tomejór conosze lo que nos conviene; i cuánto mejor sabe la bondád de nuestro Señór, el tiem- po en que nos conviene, que nosotros mismos. Lo sexto: que siempre supliquemos en nuestra Orazión, que seamos encaminados a no pedir cosa, en que nuestro Señór haya de ser ofendi- do: i si acaso por ignoranzia lo pidiéremos; que no se cumpla nuestra petizión. Lo séptimo: ha- bernos de ayudar nuestra Orazión , con nuestras buenas obras; porque, hazerlo de otra manera, seria atrevimiento mui grande; i burlar de tan santa cosa, como es hablár, i tratar con Señór tan poderoso. Lo último de todo, habernos de poner siempre en la delantera los bienes espiri- tuales, como cosa do que prinzipalmente nos ha- bernos de aprovechár: i que todas las otras cosas sirvan i vayan encaminadas paráoste fin.
Ilaze mucho al caso, para que nuestra üi azión
"A cuiSTUNO. 9» 325 sea azopta, que no la acometamos a secas: sino, que según nuestras fuerzas , llevemos en la de- lantera, i en su compañía, otras buenas ayudas; prinzipalmcnte, de limosna, i de ayuno : porque, esto , humilla verdaderamente al Cristiano : i si verdaderamente va hecho, * maniOéstase mucho en ello, la vcrddd de su Orazión.
La verdadera Orazión, ha do tenér, por raí- zes, Fé, i Caridid, i Esperanza: las cuales cosas, solamente tienen los justos. Mas el pecador, que desea salir del pecado, i lo conoszc por malo, i está aparejado para la penitenzia; bién puede, i debe de orár: prinzipalmente, pidiendo f al Foi. 45. Señór, verdadero aborrezimiento de tan grande mal : lumbre para conoszcrlo: fuerzas para des- echarlo. I prosiguiendo en esta pctizión, i ayu- dándose por todas partes; Diosleoii-á, i le dará las verdaderas armas, de la verdadera Orazión, para en lo de adelante.
1 Declarazión de la Orazión del Pater nuster.
La Orazión del fPater noster», de quien ha- bernos hablado, se divide, comunmente, en siete Petiziones : en las cuales, estiln enzorrados nuestros bienes todos, espirituales, i corporales, l, por esto, dijimos primero, que ésta, érala verdadera regla, do todas las Orazioncs.
1 Si fl lector dosca iccor- <lár cómo 30 liazc el verdade- ro ayuno, i la venltnlera ora- iifm ; lea con ntcnzii5n lnll.^
el Capihilo LVIII. (le Isaías. Sabrí, entónrcs, cómo 6e de- be nyunár.
326
If. CATEZIbMO >•
1 La primera petizión es:
nPadrc nuestro, que estás en los zielos, sanc- ficado sea eP tu Nombre. »
En esta petizión pedimos, que Dios sea co- noszido, glorificado, acatado, obedezido, i ser- vido ; como es razón que lo sea tan grande, i tan bu6n Señór.|Esto es lo primero do nuestra Ora- zión, como cosa mas prinzipál. Esto se le pide á Él mismo, porque solo Él, es el que lo ha de guiár: i solo Él, es el que nos puede dar lum- bre, i fuerzas, para que se haga. No seriamos nosotros para tan grande cosa, si Él no nos en- ^ . caminase para hazorlo.
Llamárnosle «Padre», porque nos crió, i nos dió ser: porque dió su Hijo por nosotros, para que fuésemos redemidos, i santificados, i tor- nados en hijos espirituales suyos. La lizenzia, para que le llamemos «Padre,» Él nos la dió. Nuestro pecado nos la habia quitado : i el mismo Señór, dando A su Hijo por nosotros, nos la res- Foi. 46. tituyó. ' Habernos de tenér confianza en Él, como en verdadero Padre : habernos de acudir a Él, con nuestros trabajos, como á Padre, que nos quiere mucho. Como á tál. Le debemos de servir, i de honrrár: tenerle grande revercnzia, i grande lemór: sufrirlo, si nos castigare: i te- nér grande pazienzia, conosziendo, que es castigo de verdadero Padre ^ i qne nos castiga por en- mendarnos, i porque no nos perdamos.
Llamárnosle «Nuestro;» porque Padre natu- ral, es de solo su Unijénito Hijo, i Redemptór
?R. CRISTIANO. >• 3'27-
nuestro. Padre espirituál, es de todos aquellos, que se quieren aprovechár del Sacrifizlo de su único Hijo. Igualados estamos todos, en este caso, si los unos, no nos queremos apartar de los otros. Todos somos hermanos : i quien, con soberbia de ventaja, hiziere estaOrazión, en lo que piensa , i en su intenzión; no dize verdád, cuando dize «nuestro», pues que dá a entendér en su pensamiento, que es mas «suyo,» que de los otros '. Igualados estábamos todos, en el pe- cado: no hai razón, para que nos ensoberbezca- mos. Con amór de nuestros hermanos, sin invi- dia para con ellos , habemos de pedir. En com- pañía de la Iglesia, ha de ser nuestra Orazión: i ansí habemos de confesar, que en fé, i en la congregazión d'ella. Oramos. I esto es loque quiere dczir, ('Nuestro. «
Cuando dezimos, «que estás en los zielos;» habemos de entendér, cuán poderoso es, cuan rico, para darnos bienes: cuán seguras están to- das sus cosas, i cuán seguras están las nuestras, pues están en su podér : cuan hermosa , i cuan abastada es la casa, que nos f tiene aparejada, Foi. si no nos apartáremos de servirle.
Primet-a Petizión de la Orazión.
Cuando dezimos, «Sanctificado sea el tu Nom- bre; » no habemos de echár esta carga a nuestros
1 Dezir, t Padre nuestro," africano, asiático, americano, c Ir a robir imatór, al herma- o ozcánico ; equivale a escar- no nuestro, o al hijo de núes- nezér á nuestro Podre, i bur- tro Padre , solo porque es larnos de la Orazión.
328 CATEZISMO J8
hciinanos, i huir nosotros d'clla. Si, de vcrdád, lo dezimos, pongamos en obra lo que deseamos. Seamos de los primeros, i demos ejemplo a to- dos los otros: provoquemos á los que no lo ha- zeri.'i sigamos á los que lo hazen.
Estonzes Lo sanctiücaremos verdaderamente, cuando para este tal fin nos juntáremos, con los que siguen la obedienzia de sus mandamientos: cuando favoreziércmos todas las cosas, que son para gloria suya: cuando empleáremos nuestra industria, nuestra dilijenzia, i, si fuere menes- ¡ tér, todo lo que mas tuviéremos, para suser- vizio : cuando contradijéremos, lo que va contra Él, estorbándolo, en cuanto en nosotros fuere: cuando nos apartáremos de los que. Le desobe- ■ dezen: cuando aborreziéremos tales obras, i tal compañía, aunque, por ello, háyamos de pade- zér. Estonzes, podemos estár mui ziertos, que nuestra Orazión es verdadera, i que es oída; por- que oramos como verdaderos miembros de la santa Iglesia. . ■. : ; - . .
1 La Segunda Petizión es:
«Venga el tu Reino. » No se puede alcanzar el cumplimiento de la Primera, sin, el cumplimiento d'csta Segunda. No puede ser verdaderamente sanctificado el Santo Nombre de Dios; si su Reino, no viene a Foi. 48. nosotros. / Entiéndese esta petizión, del Reino espirituál, con que nuestro Señor reina sobre nuestras ánimas : teniéndole nosoti'os por nues- tro Rei, ipornuesU-o Juéz: sirviéndole, i acá-
» CRISTIANO. % 329
tándole, como a tal. Este «Reino, ha de venir de su mano, porque Él es, el que nos ha de favorc- zér para ello: Él es, el que nos ha de dar fuer- zas, i lumbre, para que le obedezcamos. Solos los Justos, son los verdaderos subditos d'este Reino, porque solos ellos, son gobernados por sus Leyes , i por sus Mandamientos. Estos son favo- rezidos como vasallos de tal Señór. Cuando pe- dimos, que venga este Reino; queremos dezir, que nuestro deseo es, que haya multiplicazión de Justos: que la doctrina del Evanjelio, se vaya extendiendo por todo el mundo : que los hom- bres alcanzen perfecta luz: que oigan la pala- bra de nuestro Redemptór Jesu Cristo, i oyén- dola, la obedezcan: para que, d'esta manera, este Reino se vaya haziendo mayór, i se nos vaya azercando el día, en que habemos de ser • juzgados, i el Reino de nuestro Redemptór ha de ser perfectamente cumplido, i los Justos han de gozár de la segura posesión de sus bienes; entrando resuszitados, i tornados, ¡1 la compañía de cuerpo, i ánima, para reinár en el zielo por siempre, sin fin.
Si verdadero es nuestro deseo, cuando esto pedimos , habemos de poner dilijenzia mui gran- de, en que, nosotros mismos, seamos verdaderos vasallos del Reino de quien hablamos: que todo nuestro contentamiento, i nuestra buena ven- tura, sea tenér tal Señor, por Rei: obcdezér a sus Leyes, i a sus /'Mandamientos: gozár do Foi. 49. sus privilejios: i esperár paga tan grande como Él tiene prometida.
330
CATEZIS.MO S
1 La terzera Petizión es: / . '
■ «Hágase tu Voluntád en la tierra , ansí como se haze en el zielo.»
Estonzes reina nuestro Señor en nosotros, según el Reino espirituál, que en esta Orazión entendemos, cuando los Mandamientos de su santísima Voluntád, son cumplidos por nosotros mismos. I porque los que están en el zielo, no tienen ellos otra cosa, que mas estimen, que cumplir todo lo que les es mandado; son per- fectos, i seguros vasallos d'este Reino, i allí es el Reino espirituál de nuestro Señór, perfecto i cumplido. Pedimos, (i debérnoslo de' pedir con grande zelo) que las voluntades de los que en la tierra vivimos, imiten á las de aquellos, que están en el zielo: que, como ellos obedezcn con tan grande amór, sirven con tan grande alegría; ansí nosotros desechemos la pesadumbre , ven- zamos los estorbos : para que perseverando en esto, con favór de nuestro Rei, lleguemos á. es- táren la compañía, i en la seguridad de los mis- mos, que en el zielo, le sirven, i le obedezen.
Esto habemos de pedir, para nosotros, i para todos: trabajarlo por nuestra parte: i servir de ejemplo, i de exortazión, i do toda dilijenzia, para que este Reino sea grande: para que, pués es uno el Señór, sean unos los vasallos: puós Él es tan grande, sea el Reino mui grande: pués que tiene tantos bienes, sean para muchos: pués que todos Le debemos tanto, todos Le sirvamos: pués que nos hizo, para que fuésemos suyos, no
'A CRISTIANO. 9» 331
salgamos por nuestra culpa , de í tan rica casa, foI. so. i de la posesión de tan grande bién.
Pués que pedimos, que se haga su Voluntád, habernos de subjetár a ella la nuestra : conos- ziendo , que Él , sabe mucho mejór lo que nos conviene, que nosotros lo sabemos: que Él nos quiere mucho mas, que nosotros nos queremos: ¡ con este presupuesto , habernos de eslár con- tentos con lo que do su mano viniere: porque, a ser de otra manera , nuestra petizión irla mez- clada con falsedád.
1 La cuarta Petizión es:
«Nuestro pan, el de cada dia, dánoslo hoi.»
Como tiene nuestro Dios providenzia , i cui- dado, para salvarnos, ¡ darnos gloria, i nos no- tifica sus Mandamientos, para que queriendo nosotros servirle , seamos dignos de parezér en su presenzia, i de ser vasallos de aquél grande Reino, que su Hijo nos ganó ; ansí tiene cuidado de sustentarnos en esta vida : porque de otra mano, ni de otra casa, ningún bién nos puede venir. I porque esta vida es corta, i la zeguedád que tenemos, juntada con la abundanzia de los . bienes de la tierra, nos es, a las vezes, cáusa, que perdamos la vida eterna ; no demandamos en esta Petizión, cosas mui peregrinas, ni no- vedades d'ellas, sino, «pan,» que quiere dczir, común, i ordinario sustentamiento: conforme al estado de la penitenzia en que estamos puestos: no pedimos para soberbias, ni para ambizioncs, sino pedimos, lo cotidiano: no pedimos para
332 «P. CATEZISMO 5
muchos años, porque uo sabemos, s¡ los vivire- mos: i dado que los vivamos, el mismo Señor, que nos mantuvo un día, so queda, para mante-
Foi. 51. ncrnos los otros, con aquél mismo podér, i con la misma misericordia. Si de otra manera pidié- semos, daríamos a entender que desconfiábamos, i que temíamos la venida de algún tiempo en que a nuestro Dios le faltase lo que agora tiene, o Él faltase a nosotros.
I porque en todo lo que pedimos, han de ir en la delantera los bienes espirituales; pedimos también juntamente el mantenimiento del pan del zielo, que es, predicazión de la Palabra di- vina: uso de los sánelos sacramentos: verdadera
^ intolijenzia de todo, conforme á la voluntad de quien nos lo envía. r -i; :
^ La quinta Petizión es: -
«Perdónanos, nuestras deudas, an si como nosotros perdonamos a nuestros deudores.»
Estas déudasson nuestros pecados, de quien pedimos perdón á nuestro Señor, para que no nos ponga estorbo, en la entrada del Reino del zielo. Da nos a entendér esta petizión, cuan grande nezcsidád tenemos de perdón : i que no tenemos otro medio, sino solo este, para podér parezér limpios en el juizio Divino; i que este re- medio, solamente nos puede venir de la mano de Dios: i que no hai otra cosa en el mundo, con que se pueda suplir. Convídanos, ansí mismo, a grande humildad : pues >1 Rcdcmptór del mun- do, que tán bién nos conosze, dizc, que pida-
'A cnisTiANO. ?! 333 mos siempre pordún de lo que debemos. Sefiál es, que sabu, que somos deudores, pues que t.nl aviso nos da, i tal Mandamiento nos pone. Nues- tra Conszienzia, ha de estAr siempre libre do pecado mortal, que es, determinado consenti- miento, de quebrantár el Mandamiento del f FüI. 5'¿ ziclo. De los otros defectos, i pecados veniales, habemos de poner mucha,dilijenzia, para escu- sarlos : i con todo esto, hábemos de tcnér por ziorto, ser nuestra flaqueza tanta, que siempre estamos envueltos en ellos: no los habemos de tener en tan poco, que dejemos de pedir perdón, pues no los tiene en tan poco, el Señór, que nos redimió, cuando nos manda, que pidamos per- dón para ellos.
Esto mismo que pedimos, nos obliga a que perdonemos tí nuestros prójimos, si en algo nos oíendieron: porque serla grande soberbia, pedir perdón a nuestro Señór; i nosotros no querér pcrdomlr. Una de las mayores cosas, que pode- mos llevar delante de Dios, para pedir perdón do nuestros pecados, es, habér perdonado nosotros las injurias , que de nuestros hermanos hubiére- mos rezebido. I esto nos enseña la potizión: i pues ella lo dize, verdád sera.
1 La sexta Peíizión es:
«No nos traigas en tentazión.»
Nuestra flaqueza esmui grande, i el Demonio muisolizito, para engañarnos: inzítanos a so- berbia, procura de despertar en nosotros ira, avarizia, codizia de bienes ajenos, feos deleites,
334 °A CATEZISMO ?S
i deseos de carne. De todo esto, i de lo que tiene semejanza con ello, suplicamos a nuestro Seüór, que nos libre: que no permita, que estas cosas se despierten en nosotros: ni que el Demonio nos haga guerra con ellas. I, que si por razón de nuestra flaqueza, en algo fuéremos tentados; salgamos venzedores de todo, i con mayór aviso, i con mayores fuerzas, para lo de adelante. Foi. 53. También f nos enseña esta Petizión, que tenga- mos verdadera humildád, i conoszimiento , de • lo poco que podemos ; pues el Redemptór nos manda pedir: que no seamos traídos en tenta- zión : sino que seamos amparados , i defendidos de todo.
También pedimos aquí , que cuando nuestro Señor nos tentare por adversidades, i trabajos; si con la una mano quisiere castigamos , i pro- bdr quien somos; con la otra, nos favorezca, para darnos victoria.
T La séptima Petizión es:
üLibranos del mal.» '
Esta Petizión, va asida con la pasada, en que pedíamos , que no fuésemos traídos en ten- tazión.
De todo jénero de mal , que nos puede enca- minár, o ser ocasión para apartarnos de la ver- dadera obedienzia de nuestro Señor; pedimos aquí, que seamos librados.
El autor, i prinzipio de todos los males, es el Demonio : él es , el que procura nuestro peca- do, i el que quiere nuestra perdizión , i el que
'A cnisriANo. % 335 causa en el mundo mui grandes males, grandes discordias, i errores. De todo esto suplicamos a nuestro Padre Zelestiál, que, por su grande mi- sericordia, seamos librados: que ni el Demonio tenga parte en nosotros , ni nos venza , para que pequemos, ni siembre disensiones entre los fie- les-: sino que con grande victoria, salgamos de lodos los trabajos, con alegre esperanza, i zierlo conozimiento del Señór por quien somos libra- dos, dándole grázias, i gloria por ello.
Habemos de tener por zierto , que si la Ora- zión de los Justos, en esta parte, no fuese oída; no tcrnian cuenta los males, que nuestro ene- migo í el Demonio, ejecutaría en nosotros: i, foI. m. que todo lo que no haze, es, porque se lo impide la bondád del Señór, que inclina sus orejas a esta petizión, que la Sancta Iglesia suplica. «.\mén.»
Concluyese esta Orazión, con este vocablo Amén, por el cuál confirmamos, lo que dezimos, i nos anunziamos bién , de parte de Dios, te- niendo, en lodo, por zierta su santa Palabra: Porque, con este mismo vocablo suele Él, con- firmáren la Divina Escriptura, lo que nos pro- mete. Estemos nosotros ziertos, para con Él; que seguros podemos estár, de estár zierto Él, para con nosotros.
Esta Orazión ha de ser la Regla de todas las que hiziéremos. Aquí, pedimos gloria, para nuestro Señór: ansí la habemos de pedir en las otras: aquí, lo confiamos todo, de su justísima Voluntad, i de su grande misericordia; ansí lo habemos de hazér, en las otras: aquí, nos hu-
336 » CVTEZISMO. 9S
millamos, con conozimionto de nosotros mis- mos, con pedir perdón de nuestros pecados, con perdonár nosotros a nuestros prójimos : no ha de contradczir a esto, ninguna de las otras Orazio- nes: aquí, no hai superstizión, ni nombres vanos, ni petiziones locas, ni cosas inventadas, i tasa- das, por invcnziones do jcntc atrevida, ni por caminos secretos, como algunos procuran.
De todo esto habernos de huir: porque, en mucho d'cllo, hai clara maldád, i engaño mui Tnanifiesfo. I en mucho, también, de lo que la. simple jente no conosze; hai encubiertas supers- tiziones, i mui locas confianzas
La Orazión, quehabemos declarado, nos en- seña el verdadero fin de lo que nos í conviene: a Quién, i por qué razones, lo debemos pedir. Clara es, i sin mezcla d'engaño: enemiga es, de todas las mañas, que el Demonio usa. Tememos por regla zierta, que la Orazión, que contradi- jere a esta; es mala, i de mal maestro, i dañosa para los hombres.
<[ Sigúese, de Iok Sacramentos
Tiene la Iglesia sus Sacramentos, con que somos enseñados, i favorczidos : los cuales, han de ser tenidos de nosotros en mui grande reve- rcnzia. Habernos de tener mui mucho cuidado de usar d'ellos debidamente, i de huir de todo mal
1 Indica, sin duda, el iu- vadas, de IraGcár con la rc-
sondablc caudál de las devo- lijiiín.
ziones, inventadas por los 2 Sobre esta Dúclrina d«
hombres entregados .il rcpro- Sacramentos. Víanse las Ob-
lo scntidn, o a las ¡irtcs mal- scrvazioncs.
<ft CRISTIANO. J* 337
uso: porque sería incurrir en grande ofensa de nuestro Señór , i menospreziár las grandes mer- zedes , que Él nos ha hecho. No trataremos aquf, sino de los mas prinzipalcs, i que son mas co- munes a los cristianos todos.
í Del Sacramento del Baptismo.
El Baptismo es la puerta por donde entramos en la Iglesia, como ya al prinzipio dijimos. Allí somos reconziliados, i vueltos en la grázia, i en laamistád del Señór, que teníamos airado con- tra nosotros. Habernos de entendér, que lo que allí se bazo, no solo es zerimonia de fuera, sino, que allende d'esto, secretamente en nuestra áni- ma, se nos comunica, fé, i caridád, i esperanza: que son unas vestiduras espirituales, con que parezemos hién delante de Dios. Perdónasenos nuestro pecado , i póncse silenzio al Demonio, para que ya no nos pueda acusár d'él: por cuanto somos redemidos , i limpiados , i nuestra culpa es deshecha. Lo f mismo, que de fuera se haze, Foi. 56. nos amonesta de los efectos, i obras espirituales, que no podemos verlas, sino con ojos de fé. Amonéstanos juntamente, de la obligazión que nos queda, para no volvér mas al pecado. Aili nos limpian, pgr de fuera, con agua: i dizen, que nos baptizan en el nombre del Padre, i del Hijo, ¡ del Espíritu Santo, Todo esto junto, las palabras, i el agua; es el Sacramento. Lo cuál tiene virtud por la muerte de nuestro Rcdemp- tór Jesu Christo, i por la limpieza, que Él nos ganó. Házese menzión de todas las tres personas: 22
338 ilR CATEZISMO ?!
del Padre, que quiso dai- su Hijo: del Hijo, que se quiso liazér hombre, i murió por nosotros: del Espíritu Sánelo, a quien se atribuye el alumbrarnos, i esforzarnos, para todos los bie- nes espirituales. Porque sepamos, que toda la santísima Trinidíd, de un acuerdo, i de una vo- lunliid, está de nuestra parte, para perdonarnos nuestro pecado, i darnos el Reino del zielo, si perseveráremos en aquél estado , i en la guarda de aquellos bienes.
•Las zerimonias, que la Iglesia usa, también despiertan allí grande aviso de lo que rezibimos, i de lo que debemos hazér. Cuando ponen al ni- ño una candela en la mano, es, dar a entendér, que le es comunicada una luz , con quo- venza la tiniebla, i zeguedád^del pecado: enseñándole con esto mismo, que la palabra de Dios, es lum- ^ bre, que en este mundo le ha de guiár, i a quien debe de seguir en todos sus hechos : i que no hai otra claridad, que pueda valcrle, porque to- do lo demás, es engaño, i es tiniebla. La ro- Foi. 67. pita f blanca, que lo ponen, le es unaamones- taziüu , i una como divisa de la innozenzia, que saca de allí: encargándole, que la guarde, para parezér con ella en el Juizio d'el Redeptór, por- que sin esta, no le conoszerá, ni consentirá que se llame suyo. La sal , que le ponen en la boca, es, para desportarlo, i darle a entendér , que re- zibe allí un don de Sabiduría, no de Sabiduría del mundo , sino, de otra, quo es d'el Evanjelio: con cuya obedienzia, ha de salár, i dar sabór a todas sus obras, para que parezcan bien, en el' acatamiento de Dios/como obras de hijo suyo, i
°A cniSTUNO. 5*
339
que obcdczc sus Mandamientos. Son llamados compadres, i testigos, que en nombro do la Sancta Iglesia, respondan por él, i lo reziban en su gremio, i en su compañía con ofrezimiento de tenerlo por hijo cspirituál, i por hermano de todos: i de rcduzirlo a la memoria, lo que pro- metió en el Baptismo, i enseñarle el camino por donde lo ha de guiár. Lo prinzipál , i nezcsario, d'este Sacramento, consiste, en solas las pala- bras, en que dizen, que lo baptizan en nombre del Padre, i del Hijo, i del Espíritu Santo; i en el agua que derraman sobre él. Todo lo demás, zerimonias son de la Iglesia, i avisos mui san- tos, de lo que allí espiritualmente se haze, i de la obligazión , que al Cristiano le queda, en agra- dezimiento de tan ^ande merzód.
Cuando la nezesidád no deja tanto espázio, basta lo prinzipál, i esenziál del Baptismo: em- pero, cuando hai tiempo para todo, en mucho se ha de estimár, hazér representazión en la Igle- sia, i ofrczér públicamente al niño, o quien Foi. 58. quiér que sea, por uno de tan santa compañía, i mostrando allí, la obedicnzia, que se le debe, i haziendo protestazión , que de allí adelante, ha de ser de aquella manada, i se obliga a ser obe- diente, como verdadero hijo.
Si después de baptizado uno, pecare pecado^ que le aparte de la compañía, i de la grazia de Dios, i tuviere tan poco cuidado en el tesoro que había ganado, que lo haya dejado perder; no es menester tornarse a baptizár, ni se debe de ha- zér: porque basta aquella protestazión, que una vez se hizo, i haberle abierto la puerta de la
'¿\0 'Á CATEZISMO S
Iglesia, para que se lo comunicase el valor de l;t sangre del' Redcmptór del mundo: El remedio es, cstonzcs, la penitenzia: con la cuál üc torna a cobvár, lo que va se había perdido.
f Del Sacramcnio de la Penitenzia.
El sacramento de la Penitenzia, esolverda' dero camino, páralos caldos, i apartados de Ja grazia,i de la amistad del Soñór, Para que la Penitenzia sea verdadera, ha de hahér verdadero conoszimiento de pecado, i de cómo ofendimos con 61, tan grande, i tan poderoso Señór, i de quien tcniamos rezcbidas, tan grandes merzedes. Habernos de confesár, primeramente, en nuestro corazón ; que justamente seriamos condenados a penas eternas, si con estrocho rigór de justizia se pesase nuestra maldad. Habemos de tcn^r poF cosa abominable, i fea, el pecado que co- metimos, doliéndonos con verdadero dolór, de habór caído en tan grande yerro : no solo por e! Fo!. 5a. infierno, que merezemos, sino, prinzipalmcnte, f porhabér ofendido a la infinita bondad, a lajus-' tizia, i a la misericordia de nuestro Dios: siendo tan malos, i tán desagradezídos, que quesimos mas contentár al Demonio, nuestro enemigo, i ganár el infierno, por contentarlo, jquc servir a quién nos crió, i dió por nosotros, su unijénito Hijo, i nos ha repartido tan grandes bienes. 1 que siendo cuales fuimos, en ofenderlo, nonos quitó luego la vida, i nos condenó a penas éter* ñas: antes nos dilató el tiempo, esperándonos a penitenzia : "avisándonos con su palabra: i lla- mándonos con mil ocasiones. ' ■ ■ ■■ -'. '•'
"A CRISTIANO. 9» 351
:. Cuando este conoszimiento , i esle dolor, os verdadero, luego pone grande confusión en el pccadór, i lo afrenta consigo mismo, i despierta firme propósito, de no volvér mas a tan grande peligro, ni ofendér al Señor, i al Padre a quien tanto debe: luego procura de dcsechár los viejos caminos, do cortár todas las raizes, de donde salió tan mal fructo : luego enziende grande de- seo de tornár.a la primera amistúd, i a la paz, i .reposo de la conszienzia.
Este dolor, i este sentimiento, aunque por parte del pecado sea mui grande, no ha de deses- perár, ni ha de cntristezér al pecador, en tanta manera, que piense, que no hai salida. Luego ha do recurrir, i traer a su memoria, cómo el Re- • -demplórd'el mundo, que está a la diestra del ¡Padre, todavía tiene voluntád de darle remedio, todavía le busca para este fin. Debe de conside- .rár, que el Sacrifizio, que por nosotros se ofre- zió en la cruz; siempre tiene su valór , i su yida, •i su virtud, para recobrarnos : no es tan corto su ¡poder, ,/ ni tan de tasada estima , qun perdiese FüI. go. su virtud, por ningunos pecados, que haya en el mundo : ni que basten nuestras maldades a .ponerle tasa, si nosotros mismos, no queremos -perseverár en ellos.
Esta tal considerazión , i lafó, que azerca d'esto, la Divina Escriptura, i nuestra madre la Iglesia, TIOS tienen enseñada; ha de despertar en el pecador confianza muí grande, que habrán misericordia d'el, i le perdonarán sus pecados. Nú ha de estribár esta conlianza, en las cosas que él haze, .ni puede hazér; sino en la grande
342 ÍP. CATüziSMO y»
riqueza ilc la sangre de Jesu Chrülo , Rcdemptór, i Señór nuestro, i en el contentamiento, que el Padre Eterno rezibía para siempre , con ella, cuando se ofrezió en la cruz, por redempzióu de los pecadores.
Lo que, de su parle, el pecadór ha de Uevár, es, el conoszimiento, que habernos dicho i el dolór de habér ofendido a la suma Bondad : la enmienda para lo de adelante. Porque, sin esto, no podría hallar lugár en 61, la misericordia Di- vina: ni él ternia camino por donde pedirla. Junto con esto, ha de ser toda su confianza en aquél sacrifizio, que él estonzes ofreze, mediante lafé.que lleva. Conoszicndo juntamente, que * esta lumbre, con que ha visto su "perdizión; este entendér su maldád; este dolerse de sus peca- ■. dos; este bueno, i determinado propósito, para to demás de la vida; todo esto, le fué enviado, \ por la misma mano de Aquél, a quien demanda perdón.
Todo esto, que habernos dicho, azerca de ja penitenzia del pecadór, ha de ser tan zierto, i tán poderoso, que le ponga grande cobdizia de Foi. 61. tornár ala unidád de la Iglesia, f i de oír allí la voz de cómo es perdonado, i tornado al nú- mero de los verdaderos hijos , i a, la partizipa- zión , i prendas, do los Sacramentos.
Para esto, no es menestér, que parezca de- , lante de toda la muchedumbre de los Celes: la Iglesia tiene puestos sus ministros, para que en lugár d'ella, oigan á los pecadores: les miren las enfermedades: les apliquen la medizina: les declaren, si llevan mal camino, o si lo llevan
íR. cnisTiAiNO. ?• 3'i3 bueno: les den zcrtinidád de' lo uno, o zerlini- dád de lo otro.
Con esto, no se ha de descuidar el penitente, on tanta manera, que deje de buscar antes buén •Ministro, ¡ buen módico para su Anima que malo, i do poco cuidado, i sin intelijcnzia del ofizio quo tiene: cuanto soil mayores l.is llagas, tanto se debe buscár mas experto medico, .
Delante, pues, del Ministro, se presente el pccadór; i sin trapaza, ni engaño, manifieste su conszienzia, con ánimo, i deseo simple, que sus llagas sean entendidas, i remediadas.. Cuando, con confesión verdadera, hubiere manifestado su enfermcdád, i el conoszimiento, í el dolór, i propósito, que tenemos dicho; el buén Ministro le declarará, cómo la misericordia de Dios lo admite en su guarda, i le perdona todo lo pasa- do, i le torna a confiár grandes bienes, como a hijo mui amado, protestando, de darlos cada día mayores,' si 61 no volviero atrás. Esto lo ,es mandado al buén Ministro , que haga en tal caso : como también le es mandado , que lo scn- •tenzie por perdido, i por condenado, si no lle- vare lo que habemos dicho.
Este •/■ juizio, que entre el Ministro, i el pc-
,1 «A este propósito dize •Ávila: Escojéd, uno cnlrc "mil : i yo digo , entre dlíz 'mil: porque se hallan mu- "clios menos , que pensamos, •que sean capazos de este ■ • nflzio." — Esto 80 leo en la Vida Devota, que tradujo (¿ucvcdo. I lo mismo, enla i que mas escrupulosamente, tradujo Cabillas Don-Yogüe.
I , digo yo , que si cada cató- lico-romano ¡que son , los que usan la confesión auricuLIr) ha de escojtr uno, cnlrc dii'2 mil, para confesarse : í tiene mucho pcUpro, si escojo mal, BCgun tradujo CubiUns ; en- tonzcs, li) mcjór para él, se- rá , confesarse a Dios soto, pero de veras : arrepentirse; e ir, i no pecár mas. ■
344 3P. CATEZISMO J<
nitcntc pasa; no lo ha do tenér ol hombre en tan poco, que le parezca, que lo ha, con el sa- zerJoto solo. Sepa, que no vaabsuelto por au- toridád privada, i por solamente aquél , quó le absolvió; sino, que lo es comunicado esto be- ncfizio, por autoridád del Hijo de Dios, en cuyo lugár está su Ministro. Cuenta habernos de ha- zór, que parezcmos, delante de toda la Iglesia, i que con autoridád de toda ella, cuan grande es, nos es declarado nuestro perdón. No quiere ella, que nuestros pecados sean manifiestos, sino a uno solo: mas, para el absolvér, i para el perdonar, quiere que sea tan grande, i tan es- timada la autoridád del Ministro, como, si de toda ella, fuese. :
Ansí como el malo, que no llevó el conos- zimiento, ni las cosas de quehabemos tractado; debe de salir mui triste , i con tenerse por apar- tado de los bienes del zielo, porque hizo engaño al Ministro, no diziendo la verdad, o , si la dijo, ha oído sentenzia, cual sus obras merezen ; ansí, el otro que usó de la scnzillcz, que tenemos de- clarada, i llevó en su corazón lo que ya está pla- ticado; debe de salir dt allí con grandísima ale- gría: con mucha estima del bién que lleva: i con mui cnzendida codizia, de nunca perderlo.
1 Del sánelo sacramento del Altár.
Para los hijos perdonados, i vueltos en amis- tad, tiene la Iglesia otro Sacramento, que es, el cuerpo, i la sangre de nuestro Redcmptór Jcsu Christo.
' Ift CRJSTUNO. J5 345
' '•• Quiso Él dejár esta prenda en el mundo, para mayór zertinidád del amór, que nos tiene, i mayor obligazión f de lo que Le debemos. Fué Fol. su misericordia servida, que quedase acá, coa nosotros; para que entendiésemos cuanto ama ' nuestra compaaia : para que nos fuese un con- tinuo esfuerzo, i sustentazión contra el pecado. Dejólo, debajo de espezie de pan, i de vino; pa- ra que entendamos, que ansí como el pan, i vino materiál, sustentan la vida corporál del hombre, i le dan ordinario esfuerzo; ansí el cuerpo, i la . sangi-e del Redemptór, sustentan a la vida espiri- tuál, i le comunican mui grandes fuerzas. Como en la mesa donde se hallan padres , i hijos , o compañeros, es el pan i vino, común a todos, i señál de grande amistád , entre los que están allí; ansí el Sacramento del altár, es para los de una misma compañía. Protestamos, i damos a entender, cuando, lo rezibimos , que todos los que tenemos parte en este santo convite, somos, entre nosotros , hermanos : nos amamos como tales: somos hijos de un mismo Padre: i vivimos cu una obcdienzia. I, por esto, tiene nombre de comunión: porque todos comunicamos en las cosas , i en la manera, que se ha declarado.
De aquí se conosze, que no son dignos d'estc manjár, los que no aman verdaderamente a sus prójimos: ni los que por tcnór pecado en su co- razón, so han despedido de ser hijos de Dios, i de ser miembros de la santa Iglesia. Traizión es
1 Como esto me parczo un sabér, i picdád como fué el desaliño, siunto verlo aquí Dr. Constantino, escrito por un hombre de ,
316
■Jft CATEZISMO ^
la que haxen, cnjuntarsfi con los otros, con fal- sa, i atrevida disimulazion : i, no solo no ganan • ■ los bienes, que allí se reparten; mas añaden nuevo pecado, i nueva condcnazión.
Foi. 64. Lo prinzipál ' de la Comunión, es, f ofrezer- le, i rezibirle spiritualmente por la fé, ¡ por la limpieza do corazón, de que habernos tratado: mas, no, por esto, salimos de obligazión de to- marlo en el santo altár, porque es vm bien so- bre otro. I ansí la Iglesia nos tiene mandado, que por lo menos, una vez en el año lo rezibamos. Mas con todo esto, es mui buén consejo, conti- nuarlo mas vezes, para creszimiento de mayo- res bienes, i para mas ordinaria memoria, de lo
^ que debemos. Ea tres cosas se ha de tenér gran- de atenzión, azerca del uso d'este Sacramento, por ser él de tan grande dignidad, i de tan grande importanzia. La primera es, la limpieza con que a él ha de llegar el cristiano, conside- rando, que se asienta a una misma mesa cou el Redemptór del mundo : reduziendo a su memo- ria, que es sacramento de paz, i de concordia entre todos los fieles: para que, ansí, la tenga él coa todos, perdonando las injurias, siguiendo en todas sus obras verdadera , i sancta caridad, para con sus prójimos. La segunda cosa, es, que no ha de llevár en su corazón malizia determi- nada de pecado: porque, para los hijos es este manjár, i no para los enemigos. Donde hai cons- zienzia dañada, mas mal haze, que* provecho.
1 Por ;o qao =c si^ic , se conoze , qae falUn aquí , ¡as vozes : « del Sacramenlo : • o
por elipsis, o por omisión.
2 La copia dizc ie, por, 'pie.
•A CBISTIANO. ?! 347
Donde el corazón está determinado de tener obedienzia a los Mandamientos divinos, i ene- mistad con las malas obras; allí pone él verda- dera salud, dando creszimiento en lo bueno: desterrando, ¡ quitando fuerzas, -a. las tentazio- nes esprirituales, para que , cada día , sean me- nores, dándonos remedio contra nuestras fla- quezas: porque, para los que esto padezen, es mas propria f esta medizina : no hai porque se Foi. 65. aparten d'ella: que medizina es de misericordia, cuyo ofizio es, quitar los desmayos, que quedan a los que sanaron. Lo tcrzero, que ha de tenér, es, entendér el verdadero uso d'este sacramento: considerár los verdaderos frutos, que son los que habemos dicho, para que no se engañe, i lo engañen; i por cosas de verdadera salud, hallo fructos de falsa aparenzia,
1 Del oír la Misa, i Sermón, i de las otras cosas, que los Crislianos tienen en uso, i deben seguir.
Entre las cosas en que el Cristiano debe ser ejerzitado, prinzipalmenté en los días de fiesta, ■ es: oir Sermón, i oir Misa. Azerca d'esto, no nos habertlos de contentár, con cumplir, solamente en lo exteriór, i dezlr, que nos hallamos allí: por que si no se haze mas d'esto, aunque sea ansí ver- dád, que aquella obedienzia .nos excuse para el castigo; mui poco fructo es el que se saca; i, a las vezes, se saca daño, por las i-uines cosas, que se entremeten entre los que no buscan vei'- dadero provecho. Debemos mirar, que estas dos cosas , de que la Iglesia siempre hizo tan grande
348 */. catezisjio ^
caso; no serán táii livianas, como algunos las juzgan, ni de poco fundamento, ni enderezadas, para tan flaco provecho, como muchos sacan.
El Sermón es una continua lezión de lo que debemos hazér, con reduzir nos a la memoria, la obligazión que tenemos a. nuestro Señor: i declara nos cl daño do nuestro pecado : es un avisarnos, para lo malo, i esforzarnos, paralo Ppi.ce. bueno. Do lo cual todo, tenemos mucha- /" ne- zcsidád, porque es mui grande nuestra flaqueza, i nuestro olvido mui ordinario: i el Demonio, i el Mundo, i la Carne, siempre traen guerra con nosotros, para zegarnos, i hazér que nos apárte- nlos del verdadero camino.
Remedio tan grande como es, cl de la palabra Divina, cosa tan encomendada, de la boca de nuestro Redemptór, i por todos sus diszipulos; debe de ser codiziada con grande voluntád, bus- cada con dilijénzia, i oida con mucha atenzióñ. Debe de acudir el Cristiano al Sermón que mas ^ le descubre sus enfermedades, que mejores, i mas ziertas medizinas le pone, que mas lo apar- ta de lo malo , i mas lo esfuerza para lo bueno, que mayór espanto le pone para lo uno, i mayo- res álas, para lo otro. Esto tomará por regla, pa- ra conoszér la doctrina, i entrar en cuenta, con sigo mismo, del provecho que rezibe. Cuanto mas frío se sintiere, tanto debe de poner mas dilijénzia en oír la verdád, humillánd,ose, i co- nosziendo, que por sus grandes maldades, i por la dureza de su corazón , no haze impresión en cl, la palabra do Dios, ni cl Espíritu del zielo, halla entrada en su ánima. Procurando la en-
°A cniSTiANO. S 340 inienda de sus obras, pidiendo a nuestro Scñór, que destierro la pcrtinazia de su voluntúd, i le dé lumbre, para quo conozca verdaderamente los muchos bienes de que le es encargo, i los males en que está envuelto.
Recorrerá su memoria, i mirará atentamen- te las llagas de su Conszicnzia: i aquella palabra, o parte dol Sermón, que mas a su propósito hazc, i mas remedio lo pone; rocojerála con fo1.67, mucha atcnzión: guardarla ha, como cosamui^ preziada : traerla ha muchas vczes a su pensa- miento, usando d'ella para su salud.
Cuando viere, que habiendo muchas vezes oido el remedio de su pecado, no, por eso, tu- viere mas enemistad para con él , ni hubiere puesto mayór dilijenzia para echarlo de si ; en- tenderá, que la ira de Dios es mui grande contra el tal hombre, i mui grande su obstinazión para resistir, i zerrár la puerta a los favores del zielo. Debe este tal pecadór, conzcbír grande temór d'esto, i con mui grande dilijenzia buscár la en- mienda, antes que venga el juizio de Dios, i to- mándolo tan mal proveído, ejecute, contra él, la áentenzia, que merezen sus obras.
Estas son las reglas, que ha de seguir cada uno, para oír la santa doctrina de los Sermones: este es el provecho , que ha de buscár, i la ma- nera de conoszerlos. Do lo cuál podemos fázil- mcnte entendér , con cuánta atcnzión habcmos de cstár, cuánto habemos de huir do vanas con- sejas, pcrjudizíales i no pcrjudiziales, tapando los oídos a todo, esperando, con grande deseo; la palabra del Redcmptór del mundo, ih.iziendo
350 «. CATEZISMO 9S "
cuenta, que Él mismo , es el que nos la enseña, porque ansí lo dejó dicho, que el que oyese a su verdadero ministro, a Él oía que ansí -sería premiado , si obedeziesc , i castigado si no obe- dezicse.
No ha de salir de su casa el Cristiano, para oir el Sermón, con el descuido que sale, para las cosas oziosas : Con sentimiento ha de ir de su Foi. 68. nezesidád : con reverenzia f de la doctrina, que le han de enscüár : con encomendarse, de ver- dadero corazón, a nuestro Señór, que lo alum- bre , i le abra camino , para ponerla por obra.
1 De la Misa.
Ansí como el día de la fiesta es diputado pa- ra ofr la palabra de Dios; también lo es, para que se oiga el Ofizio Divino, prinzipalmcnte el de la Misa. Antiguamente, en semejantes días, comulgaban todos los que se hallaban presentes: manifestando en ello, la caridád, i concordia, que entre ellos había: mas, ya que tan buena costumbre es perdida, debe de procurár el Cris- tiano, de aprovecharse de la Comunión espiri- tuál, i de gozar del provecho para que tan santo ofizio fué instituido.
La misa, en lo prinzipál d'ella, es una repre- scntazión * de la muerte , i pasión , de nuestro
1 No sé, si aludirá el Doc- tór a lo que Icemos , en el Cap. X, 16, de s. Lucas; donde nuestro Señór, habló con sus Apóstoles, i verdade-
ros ilinislros suyos, aunque
no clérigos.
2 ¿Ciímo pudo escribir eso el Doctór! A m(, la misa me parczc Farsa.
íR cniSTiANo. 9* 351 .
Scfiór Jesu Cristo : conforme a lo que Él nos dejo mandado : qué hizióscmos memoria de su muerte, hasta que, Él viniese a juzgarnos. Él, en su última zena, distribuyó ' su cuerpo, i su san- gre, a sus sanólos diszípulos: declarando, por eslo mismo, como entregaba a toda la Iglesia el fruc- to de su Pasión : dejándonos por prenda d'csto, lo mismo que * iba a ofrczér. Ilazemos memoria do todo esto en la zelebrazión de la misa, donde con represcntazión de su santa Muerte , i d'el grande amór que nos tuvo; se nos comunica manjar espirituál , para la vida del ánima : como ya está declarado.
D'esto que tenemos dicho, hade sacár el hombre fiél, el entendimiento, de cómo se ha de hahér, i f de qué cosas ha de buscár, cuando conviniere a la representazión , i memoria , de zerimonia tan sancta. Debe de considerár, que están, allí, el cuerpo, i la sangre del Redemp- tór, i la memoria de su Pasión : i con mui gran- de sentimiento, ofrezér este Sacrifizio delante del Eterno Padre, para grande gloria de su Unico Hijo, i d'el mismo Padre, que lo envió al mun- do: pidiendo perdón de sus proprios pecados: es- fuerzo, i aliento, para siempre, i en todas las cosas, obedezér, i servir, por virtud d'este ofre- zimiento que se hizo en la Cruz. Porque aunque una sola uez murió el Redemptór del mundo, i
> El pan , i el vino , fud lo que distribuyó : i a todos : i dijo : que con ambas cosas, significaba su cuerpo , i su sangre. (Veaso , luego ; una tola vei). "Este es mi cuerpo*
(q. d. esto signipca mi cuer- po) i no es lo mismo que dc- zlr : esle es, etc. Esio, no es iguál a Este.
' La copia dize de, corrijo que.
352 ?R CATEZISMO >5
no tiene mas, la muerte, podér en Él, cada día podemos rcnovár esto Sacrifizio, ofreziéndolo con viva fé, i para el mismo fin, que fué pri- mero ofrczido, que es para perdón de pecados, i para alcanzar el espíritu del ziclo, que nos alumbre, i nos favorezca. I aunque, no siempre comulguemos allegándonos al allAr, habemos de tenór por zierto, que esta es verdadera comu- nión espirituál, i no habemos de quedár sin ella, porque este es el prinzipAl fin, para que la misa se dizc Uno de los prinzipales efectos en que se conoszerá esta comunión espirituál , será la caridád para con nuestros prójimos, ayuntándo- nos con ellos con vínculo de grande amór: con perdonarlos, sien algo nos han ofendido: con usár con ellos de aquellas obras, i de aquella in- tenzión, que el Redemptór del mundo nos dejó mandado.
Dicho habemos el prinzipál fin, por donde conviene el Cristiano a este Sancto Oñzio, al cuál debemos f do acompañár, con Orazión por toda la Iglesia: con pedir verdaderos Ministros, que nos alumbren , i enseñen el verdadero Ca- mino, por donde nuestro Sefiór quiere ser ver- daderamente servido: i suplicár, por la multi- plicazión de los üeles, i por la paz, i salud do todos, llanso de oír atentamente la Epístola, i el Evanjelio *, tomando de allí, mcdizina, i es- fuerzo, para lo que debemos hazér.
1 No so diría un.i sola mi- sa, me parezc , el día en que se prohibiese absolutamente, rczibír dinero por dezlrlas.
Como Rcprescntazión la pa- gan los espectadores.
' Que dizen en lengua ex- traña. - ■
»."cnisTiANO. S 353 Cosa de tan grande seso , i de tan grande im- portánzi.i, no so ha de oír con liviana atenzión, ni con descuidos, ni derramamientos, a cosas de vanidád: porque estamos en templo santo, de- dicado no para cjerzizios do burla, sino, para la memoria de los grandes Benefizios, que nos han sido comunicados, i cada dia se nos comunican, por la bondád, i misericordia Divina.
El efecto, que d'estas cosas, i de todas las otras zerimonias, que la santa Iglesia usa, debe de sacár el Cristiano, es, el que ya muchas vezes tenemos señalado: estudio, i dilijenzia mui gran- de, para la limpieza de corazón, i limpieza de Obras : porque todo sirve de aviso , i de enseña- miento, para este fin. La obedienzia exteriór, muestra es de la ¡nteriór: i disziplina, i conzier- to , que a esto nos encamina.
Debemos de ser obedientes, en lo de fuera, prinzipalmente a la Iglesia, por quien somos en- señados, i rejidos: porque ansí lo manda nues- tro Señór: que con todo lo que somos, lo que pareze, i lo que noparezo, demos testimonio, que somos suyos. Juntamente con esto habernos de tener sabido, que si de dentro no tenemos verdadera justizia, i lo que f en este Catezismo foI. 7i. se nos enseña; todo lo exteriór * por mui apa- rente que sea, no nos puede remediar, para que no seamos Condenados. Mas débese do seguir, por el ejemplo , que so debo de dar a nuestros prójimos: i porquo, sobre la nuldád, que tene-
• Aquí, rae pareze, viene a zión, o aglomerazión de zere- dcmostrár el Doctór, que la raónias, sinmasvalór, que Mita, es nna Bepietcota- para la cozina de los clérig-os.
n
354 'A CATEZISMO S
mos, no añadamos otro pecado de desvergüenza, iíle racnosprozio. Del buen color, que de fuera mostramos , i que viéremos en los otros; habe- rnos de tomár amonestazión, de la obligazión' que tenemos, para lo de dentro, i afrentarnos con nosotros mismos, de cómo no la cumpli- mos. Esto es el fin que de todas buenas muestras de fuera, tiene, i debe tenér el Cristiano: i no para que haya de ponér confianza en ello, pen- sando, que podrá suplir la falta de todo lo de- más, qne tenemos platicado.
No puede dejar el buén árbol de produzir bue- na fruta, i también hermosas flores. Ansí, el que en su corazón es justo, no lleva camino, sino que mostrará grande obedienzia, i provo- cará con buén ejemplo; i en todas sus co- sas tcmá color de hombre, que teme á Dios, i que tiene respeto á sus mayores, i a todos sus prójimos.
El malo , ya que carezca de la verdadera bon- dad , no debe de ser tan atrevido , que en lo de fuera, pueda ser juzgado por lo que es. Siga lo que en esto tenemos dicho, i para el fin que tenemos dicho, i no para engañar al mundo: pre- tendiendo intereses injustos con su hipocresia.
D'esta doctrina, juntamente con la que se di- jo, de la guarda de los Mandamientos, i Artícu- los de la fé, i del uso de la Orazión; se colije - Foi. 72. cuál ha de ser la vida, ^ i trato del hombre, que quiere ser premiado de la mano de Dios, para con todos los otros hombres. Colijese cuá- les han de ser sus pláticas, i sus conversazio- ncí, su hábito, i todo ci conzierto de todas sus
'A CRISTIANO. 5
353
cosas. Todo esto ha de Ir sin muestra de sober- bia, ni vanidad, ni de invidia, ni de menospré- zio de sus hermanos : todo con ejemplo de cor- dura, i de honestidád, i de temór de Dios, i de vida de cristianos.
Los de mas edád, han de dar a los otros ejem- plo, criando á sus hijos con estas costumbres: amonestando, i enseñando a todos con buén pa- rezér, i con reprehensión, i con mansedumbre.
Los de menos edád , han de conoszér la obli- gazión , (jue deben de tenér para seguir a los otros, i que no los excusa la mozedád, del gran- de cargo, que tienen "al buén ejemplo, i a ser cristianos. De esta manera, i para este fin/tie- nen de tratár las madres, a las hijas : procuran- do lo primero, que entiendan el fin para que son naszidas , i lo que prometieron en el Daptis- mo : i la verdadera guarda, i cumplimiento d'ello. Lo segundo, que no den ocasión, a que los prójimos tengan que juzgar, siquiera porque en sus juizios no pequen: antes, conviden en todo, a que alaben a Dios, por ver, como res- ^landeze en tales edades, la obedienzia de sus ?. 'andamientos.
Enseñado d'esta manera el cristiano, prosi- guiendo por este camino, terna vida quieta, i segura. Porque aunque el mundo le ponga tro- pezaderos, i le haga guerra con muchos trabajos; la confianza que hubiere puesto en f nuestro fo1,73. Señor, el conoszimiento de su misericordia le dará páz en su corazón : i con alegre', i con es- forzado ánimo, pasará por todo lo d'esta breve vida , esperando el cumplimiento de lo que le
356 íff. CATHZISMO S
está prometido: el cuál no puede faltár, pues no falta él, en el obedezór.
La mas frecuente considerazión , que el cris- tiano debe hazér, i de donde sacará mui grandes provechos, es, la continua memoria de labora de la muerte: no para entristezcrse, ni para des- mayarse, ni para descuido, ni aborrezimiento, de lo que tiene a cargo , como muchos hazen: por lo cuál tienen por mal agüero , el nombre de la muerte, i nunca quieren pensár en ella: de donde resulta que nunca traten sus cosas, como hombres que han de morir.
Muí distinto es el camino, que enseña nues- tra doctrina: porque en la Considerazión de la » muerte halla, el Cristiano, plazér, conosziendo en esto, cuan breves son los trabajos: r que por cosa de tan poca dura, no es razón que perda- mos nuestra pazienzia, ni nos apartemos punto, de lo que nos tienen mandado: Considerando también, como se azerca el estado en que goza- remos de Dios, i nunca mas Le desserviremos; sácase también temór, para que no nos tome la muerte en ruin estado, descuidados de la cuen- ta, i en peligro de perdernos. Despiértase freno contra la avarizia, contra la soberbia, i contra la ambizión: enjéndrase fastidio de los malos, i prohibidos plazeres, i de las cosas con que esto inundo nos quiere detener, i engañár; cuando Foi.74. tenemos considerazión, que hade f venir la muerto, i que ha de venir mui presto.
Dado que la carne tema, por su naturál fla- queza, i rehuse aquesta memoria, i deseche de si tales pensamientos; habérnosla de habituar, a
•A CRISTIANO. ?• 3rt7
que mientras pcór le parezca, mas atentamente lo piense, i lo trate, hasta que haga costumbre a que no ponga tanta violenzia para no pensár en ello. El espíritu es, el que se ha esforzar con lasconsidcraziones ya dichas, i ponór freno a la carne , para que no se desmande con el olvido: i oiga siempre esta dotrina, i lo sea como un azote [con] que la andan castigando, encami- nándola siempre al bien, i apartándola del mal.
Esta considerazión , i memoria, de ser la muerto cosa tan zierta, i el tiempo do su venida ser tan inzierto; debe de ser grande causa, para que el Cristiano tenga de tal manera proveídas sus cosas, ansí las d'este mundo, como las del otro, que en la hora, que Dios le llamare, no tenga otro ncguziü en que se embarazo, sino solamente en dar grazias a quiert le llama, i lo ha llegado a aquél punto: i encomendarle su áni- ma, para que según Él tiene prometido, le llevo en su compañía.
Grande yerro es, esperár a tal punto, para perdonár el hombre a sus enemigos , i para co- noszér la grandeza de sus pecados, i hazér la pe- nitenzia, que es obligado. Ese engaño, suele ir acompañado con otro, en los hombres que tie- nen poco cuidado de cosa tan grande: porque no solo aguardan * las cosas do su ánima, para cuando ya no tengan hora de vida; mas aguar- dan también todos los negózios de su hazienda, ^ de sus cuentas, i de sus restituziones. Lo FoI. 75.
\ aguardan , aquí, i luego; o licnc la azepzión do guar- dan, o debe 8cg:uír8elc la par-
tícula en: aguardan en hi cosas : o, guardan las cosos de tu ániwa, etc.
358 "A CATliZISMO ?•
cuál suele dar grande desasosiego en tal punto: i despertár guerra, en el tiempo, que mas paz había do haber: i mas escuridAd, cuando mas luz: i mas desasosiego, cuando mas reposo.
Dado caso, -íjue supiésemos, cómo i cuando nos habla de venir la muerte , i el espázio que nos habia de dar, lo cuál es imposible , que en esta vida se sepa, según la común orden que Dios tiene puesta; sería mui grande locura, aguardár a juntár las cosas de los testamentos, ¡ las revueltas, i declaraziones de las bazien- das, con los negózios del ánima, i de lo que se debe a Dios: cuanto mas, estando tan inziertos del tiempo , i de la manera en que habemos de morir.
Si el cristiano siguiere verdaderamente lo que enseña esta doctrina, azerca de la vida, i de la muerte; podrá tener vida pazifica, i mas rica, que ninguna de las do los Prínzipes de la tierra. Esperará la muerte, con poco temór : rezibirla ha, cuando venga, como cosa de grande merzéd, de la mano de nuestro Señor: I alcanzará la posesión de los bienes, que solamente puede dár. El que por su grande misericordia, nos los tiene prometidos, í Fin del Caíezismo Cristiano. Ordenado por el Doctor Constantino.
CONFESIÓN f
DE UN PECADÓn, DELANTE DE JESUCRISTO REDEMPTÓR, 1 JUEZ . DE LOS HOMBRES. \
La cuál servirá para exhortár, a cualquier otro pecador, a verdadera penitenzia, i darle doctrina de muchas consideraziones, azei-ca del couoszimiento de si mismo, i de lo que debe a Dios, i de como ha de invocár la ' misericordia Divina siguiendo, en todo, por luz, i por ' regla, lo que para cada cosa d'estas, la Sancta Scriptura nos tiene ensciiado.
360 'A CONFESIÓN %
Delante del Juizio de Vuestra misericordia pa- rezco, unijcnito Hijo de Dios, dado por mano del Eterno Padre, para ser prózio, i redcmpzión: para ser Sacriüzio, i Juez de los hombres.
Vengo, Señor, para que me oigáis, no de mi justizia, sino de mis pecados: no de mis dere- chos, sino de mis culpas, i de las grandes ofen- J sas, que yo he cometido, no solo céntralos hombres, mas contra la majcstád, i bondad, e misericordia de vuestro Padre.
Traen me, por una parte, como forzado, las penas, i tormentos del Infierno, que mis mal- dades anunzian dentro de mi corazón. Por otra, rae llama vuestra Misericordia; i conoszér, aun- ^ que mui tarde, quién habéis sido. Vos, para mi, Foi. 77. i quien he sido yo, para Vos.
Acusado vengo por mi conszienzia: condem- nado por ella misma, constreñido por los tor- mentos de mi mismo conoszimiento : a dezír, i a Confesár, delante de los hombres, delante de los ánjeles, en presenzia de la tierra, en pre- senzia del zielo, en el audienzia de Vuestra Majestád, i de la justizia Divina; que justamente merezco ser condemnado a perpétuo destierro de los bienes del zielo, i a la perpétua miseria de la servidumbre, i compañía de Sathanás.
Redcmptór, i.Señór mió: acabado era mi pleito, si solamente fuera, vuestro Juizio, Juizio desentenziár, i de condemnár pecadores. ¡Ai de mi, sime hobieran de juzgár los Anjeles: sime hobiera de juzgar yo mismo! ¡Desdichada, i mal aventurada mi suerte , si en confesando yo mis culpas, i déudas, hubiera de ejecutár mi acre-
'A CONFESIÓN. 361
cdór: si, sabida mi maldad, no semo dioramas dilazión: si, en no teniendo qué respondón, lue- go fuera pronunziada por justa, la acusación de mis adversarios: si, en no teniendo con qué pa- gir, luego fuera metido en la cárzel, ni arbitrio de mi enemigo! Quesistes, que esta, fuese jus- tizia de la tierra , porque no se aventura a per- der por eila, sino solamente tierra.
Mas, como en la otra. Señor,' se aventura a perder el zielo, i se aventura a perderos, a Vos; ordenó vuestra bondad , que supiesen, para tal caso, nuevas Leyes de justizia, sacadas de la grandeza de vuestra misericordia, en la cuál, así fuesen vuestros caminos, distintos de los del mundo, como el zielo es de la tierra.
Bendito seáis Vos, Señór; i alaben os para siempre, los que os saben conoszér: que tal foI. 78. es vuestro Juizio: que vcnistcs a esto mundo, no para condemnár pecadores , sino para salvár pe- cadores: que siendo Justo, sois Juéz, i Abogado del reo, i enemigo de quien le acusa: que su- fristes tantos trabajos, i fuistes en tantas mane- ras tentado, para que mayores prendas tuviése- mos de Vuestra misericordia: que sois Santidad para el malo: justizia para el culpado : paga, i satisfazión para el que no tiene : sabiduría para el engañado , i para responder por el que no sabe.
Esto, quede Vos sé, Redemptór mió, me trae a Vos. Este conoszeros por tal: esto, ha podiilo mas comigo; que el conozér, quien yo soi, para no osar parezér delante de Vos.
¿Por dónde comenzaré, Señór, a dar cuenta.
362 íP. co.Ni-Ksiü.N. ?♦
tic mis maulados: quó camino scguiró , para que se puedan mcjór entender los desastres de mi vida?
Bién veo, Rodcmptór mió, que todo lo sabéis Vos: mas qucrriame yo conoszér, por mejór co- noszeros a Vos. Bién entiendo, que no se puede , hazcr summa, de la muchedumbre de mis peca- dos, porque se han multiplicado, sobre los ca- bellos de mi cabeza, i sobre las arenas, que es- tán en el mar. Mas a lo menos, querría espa- ziarme algún tanto, por alguna parte do mis miserias, para que así como en otro tiempo, me recreé con mis culpas, asi en este de agora, llo- ren mis ojos, i mi corazón, viendo el estrago , que yo mismo he hecho , en los bienes , que Vos me distes.
Dadme, Señór, ojos con que me vea: i fuerzas, con que pueda sufrir a considerarme. Porque tantas, i tales son mis maldades, que yo mismo rol. 79. me avergüenzo de conoszerlas por mías ; i acometo a remediarme con otra maldad, des- mintiendo, i negando a mí mismo, como si pu- diese hallárotro yo, que no fuese tan culpado. Con todo esto veo, Señor, que es tanta vuestra misericordia, que zerrando yo los ojos a la pre- scnzia de mis pecados; tenéis los vuestros, abier- tos , i atentos , a todos ellos.
Bién parcsze, Redemptór del mundo, que mi- ráis llagas, para sanarlas: pués, siendo ellas tan feas, no os ponen fastidio, i sufrís a poner en ellas, la limpieza de vuestras manos. Guiadmc, Señór mió, i tracdmc con Vos, porque, a solas, no sabré conúszerme, Vuestra Compañía me
'A CONFESIÓN. ?» 363
porná esfuerzo, para que jjücda sufrir a mirar- me. Tencdmc, porque no huya yo de mi mismo. Sustentadme, porque no desespere. Mandád al Demonio, que calle, hasta_ que, Vos, respondáis, por mí.
Tiempo fué, Señór, cuando yo no era : distes- . me ser, i formdstcsme, en el vientre de mi ma- dre. Allí me pusistcs imajon, i representazión vuestra, i capazidád para vuestros bienes. Nin- guna cosa hubo tan menuda, ni tan imperfecta en mi ser, que no fuese encaminada por Vues- tro sabér, i por Vuestra industria, hasta que lle- gase a su perfeczión.- Con grande marabilla, i con favór de Vuestra mano , salí al mundo , en que fui reszebido , i recreado , con el regalo de vuestra Providenzia.
Halléme desnudo, i vestístesme: sin fuerzas, i sustentástesme : i en todo, distes a entcndér, que en sola la confianza de Vuestra misericordia nazia, i que ésta, nunca me había de faltár. . Antes que pudiese sentir mi perdizión, estaba perdido : i d'el vientre de mi madre f saqué el Foi. so. pecado: que era la suerte, que me cabía, por ser de linaje de Adám. Esta es la riqueza, que heredé de mis padres: desnudéz, i pecado. En todo, me rezibió Vuestra misericordia en sus manos: socorristesme, Señór, en mi pobreza; i librástesme de mis males. Hezislesmo rico, i hermoso: desterrastes mi fcaldád, de mi ánima: limpiástes me con el água, que, Vos, teníades clarificada, por la limpieza de Vuestra sangre.
Depositistes en mi los bienes, que yo mas había menester, que mas me hazian vuestro,
3()4 'A cu.\Ki:siiiN. S
que mas me libraban de mi Enemigo , que mas miedo le ponían, que mas zierlas prendas eran de mi bienaventuranza. Si no me pusiera silen- zio Vuestro saber , i la confianza, que en Vos, Señór, tengo, viéndome como me veo; no de- jara yo también de dezír: «¡Oh, si me hubieran llevado, desdo allí, a la scpoltura !: » ' Porque se pudiera dezir, que el ser, era para mis bienes: i para mis males, i mis pecados, fuera, como quien no tuvo ser!
Mas no quiero ser juéz de vuestra gloria, pues que tan poco la he procurado: ni de vuestra Vo- luntád, pues es la misma juslizia. Ser\istes os, Señór, de mi; i fui vuestro, el tiempo que no tuve habilidad, para dejarlo de ser. Estuvieron ^ vuestros bienes enteros en mi, entretanto, que yo no tuve la llave d'ellos. No duró mas mi inno- zenzia, de cuanto no tuve ojos pam la malizia.
Cuando dormí, puedo dezír, que fui vuestro: cuando desperté, para conoszeros, no quise, Señór, miraros. Cuando mas os habia de seguir, me di mas priesa para huir de Vos. Afizionéme a Foi.81. mi perdizión: a ^ rienda suelta corri con ella: entreguéle vuestros bienes, para que los trac- tase i los disipase, como quien ella era; i como quien yo era. Con todos vuestros enemi- gos me junté, como si dependieran todos mis bienes, de seros mas vezes traidór. Yo mismo tapé mis ojos, zerró mis oídos, i mis sentidos, para no cntendér cómo estaba en vuestra Casa: cómo era vuestro , el zielo que me alumbraba,
I véase en .Job. on esta voz.
* No está clara , la copia.
°A CONFISIÓN. S 3()L)
la tieiT.i que me sostenía: cómo era ladrón do todo, dcsconozido, i traidór a vuestra Bondad, desvergonzado a vuestra misericordia, atrevido a vuestra justizia. I asi, dormia seguro, como si entendiera en serviros, i me aprovechara de todo, para el fm que. Vos, me lo distes.
1 Primer Mandamiento.
Convidándome tantos Bcnefizios Vuestros, a que os amase de todo mi corazón; a que emplease mi voluntád en serviros; despertase mis fuerzas todas, para el cumplimiento de aquellas obras con que queréis, que se señalen, los que son hechos a vuestra semejanza; a todo me hize sor- do. Abrí las puertas, a vuestros enemigos, i mios; la posada, que era para solo Vos, consen- tí, que se poblase de injurias, i de desacatos, contra vuestra Majestad. Donde yo había de res- zebír, la bienaventuranza de vuestra mano; re- zebi la malaventura, i la tiniebla de Sathanás. D'esta manera, Señór, aderezaban, i aparejaban mis maldades, lugár, para vuestros bienes. D'esta manera, tuve guardada la imajen, que impri- mistes en mi. Nopareszia, sino que me iba la vida, i mil vidas, en que no me conosziéscdcs, cuando, Señór, me buscásedes. 'Habiéndome, Foi.82. Vos solo, criado; Vos solo, redimido; Vos solo, buscádome en mis miserias, para libertarme d'ellas; dependiendo do sola vuestra bondád, la eternidád, e infinidad, de tanto bién pava mí; tantos Dioses di, a mi corazón, cuantos eran ios intereses de mis maldades.
366
Sf. CONFESIÓN. ^
1 Idolatría Spiriluál.
Si me pregantais, Dios mió, quién soi; no podré yo respondér, que * soi de los hijos de Jsraól, del linaje de Abrahám , escojido para ser vuestro. Mi raíz, Señor, es de la tierra do Ca- naán : mi padre es Amorreo , i mi madre Hetca. Soi de los que afearon las obras de vuestras ma- nos : de los que en grande manera provocaron vuestra ira : de los que olvidados de vuestros Beneñzios, se quisieron alzár con ellos; sin amár vuestra bondad, sin temér vuestra justizia : de los que adoraron sus deleites, sus soberbias, i ^ desvergüenzas: de los que siguieron Demonios, i les consagraron sus ánimas, i les pidieron fa- vór para sus deseos. No sé , otros hombres con qué compararme, sino aquellos, a quien, Vos, sentenziastes por tales, i cuyas obras, yo sé que seguí; pues di a mis apetitos, i malas cobdizias, i a quien los favoresziesc; la obedicnzia, i la re- verenzia, que se había de dar, a Vos solo. A los otros falsos Dioses, finjidos, i reverenziados en mis pecados, i mis cobdizias; daba yo lo zierto de mi corazón : a Vos, que solo sois verdadero Dios, i solo mi Dios; daba lo falso, i lo menti- roso. A ellos, llamaba, de verdad: a Vos, lla- maba do burla. En ellos [ ponía J mi zierta es- peranza : en Vos, la vana esperanza. Llamábaos, Pol. 83 i huía de Vos. Dezía, que érades f mi Dios, i mentía. Pedios favór, para mis traiziones, come-
' rff , en la copia, en vez de que.
«. CONFESIÓX. ?f 367
t.ilas contra Vos mismo. Deziaos, que favorezié- sedes , lo que yo no fiaba de vuestras manos. De tal manera os llamaba, parálales obras, i tales fines; que se atrevía la desvergüenza, i blasfemia de mi corazón, a querér, que fuése- des, Vos, como yo.
1 Segundo Mandamiento.
Siendo, lo secreto del ánima, tal, no pudo te- nér mejor sér, el uso de mi palabra. Como os llamaba Señór, en el corazón, así os llamaba en la boca. En lo uno , era falso, para con Vos : en 10 otro, para con Vos, i para con los hombres. Aprovechémc de vuestro Nombre, para pareszór, que era vuestro, i para mis intereses. La cos- tumbre me llevó la lengua a Vos, estando mi corazón tan lejos de Vos. Llamé os, sin verda- dera fé : pedios socorro , sin verdadera esperan- za: usé de vuestro Sancto Nombre, como de cosa vana , i para cosas do vanidád : fueron mis ora- ziones sin fructo : Invoqué os, i llevóse el aire mi sacrifizio, porque trataba con Vos, no guar- dando os fé, ni palabra, i queriendo, que la guai-dásedes. Vos, comigo. Siendo vuestro Sanc- to Nombre, el memoriál, que yo había de traér, para conoszér quien. Vos, érades, con quien yo me había de despertar, donde quiera que lo oyese; con que yo habla de despertár, i ense- ñár a otros, el temór, i reverenzia, que todos os deben; tractélo como a Nombro do vanidád, para desacato de vuestra MajesUid, i Grandeza, i dando ocasión a otros muchos, que liizie?cn lo
3G8 "A CONFEálü.V. JS
mismo que yo : como si no bastaran , a mi cora- zón, solamente mis maldades.
Foi. 8í. r ^ Terzero Mandamiento.
Señalastcs me días, en que yo me señalase cómo era Vuestro: que en tales tiempos diese testimonio, de cómo, todo tiempo, * os servía: . en que deprendiese vuestros Mandamientos, i las Leyes de vuestra justizia. En que tractase con mi corazón, la grandeza de vuestro podér, de vuestra bondád, ¡ de vuestra misericordia: el camino por donde me perdí: i el que. Vos, hallastes, para buscarme, deszendicndo del zie-* lo, a morir por mi vida, a ser perseguido, i des- honrradodel mundo, porque quedase yo honr- rado, delante de vuestro Padre.
Por mil maneras, me declarastes, que no me hezistes, ni me enrriquezistes , para mi solo: sinó, para que repartiese, con todos los otros, de lo mucho, que me habíades dado: que en- señado yo de Vos, enseñase a otros: llamado, los llamase : los avisase con mis palabras : los provocase con mis ejemplos: siguiese, i estima- se en mucho, la compañía de los que sou vues- tros, i mo preziase de ser uno d'ellos. Por nin- guna parte, me dejó vuestra misericordia sin remedio : i por todas, me dejó sin excusa. Pro- veístcsTie, de lo que en esta corta, i miserable vida, es nezesario, para pasarla: para que el trabajo de lo que ha menestér el cuerpo, no es-
1 "Me parczc, que debería dczir : en lodo tiempo.
CONl-ESIÓK. ?s 3G0
torbaso al ánima en su holganza: para que tu- viese tiempos, en que, olvidado de todo, sola- mente me acordase de Vos : para que , de espal zio, os conosziese , i de espazio. Señor, os llama- se: para que sintiese la fiesta, í experimentase ;cl reposo de Vuestras Obras, en mí : para llevar provisión do fé, do amór, de esperanza, i de caridád, con que me sustentase, i me defen- diese f en mis peligros, i mis trabajos: para Foi. 85. que en la cruz d'esta tan cansada vida, me re- crease, i estuviese en fiesta con Vos. — ¿Qué diré, Señór, aqui? ¿Quó cuenta daré, d'esto cargo? Vos sabéis ínis graves culpas, i deudas, las cuales yo no puedo sabér, según es el peso, i número d'ellas.
Dedicáronse á mi vanidád, las Fiestas, que solo habían de ser dedicadas, a vuestro Nombre, i servizio. Fueron plazeros de mi locura, los que solamente habían de ser, de llamaros, i de conoszeros. En lugár de sacár lumbre , saqué zeguedád: en lugár de llamaros. Os alejé de mí: habiendo do convidar a otros, les estorbé yo el camino, con mis palabras, i obras. Huí de los que eran vuestros, i fué mi fiesta, con ^•uestros enemigos. I como si fuera vuestra Es- cuela leczión para aborreszeros; ansí sacaba yo el'fructo. Ponía, como enemigo vuestro, una cruz en vuestros hombros, fabricada por mis maldades, en el día, qué Vos me convidábades, á que tuviese fiesta con Vós. "
^ Cuarto Mandamiento.
Quien a Vos, Señór, desconozía, i menospre- 24
370 íP. CONTESION.
ziaba, que sois tanto mas de estimár, i mayór que todo; claro será de juzgár, que tanto caso haria, de lo que pusistes en Vuestro lugár.
Vos, que juntamente con \uestro Padre, for- mastes tierra, i ziolo para mi : que me distes ser, i me sacastos a luz: que fuistes mi Padre, en criarme: mi Sacrifizio, para rediminnc: que me cnjendrastes, de nuevo, a costa de vuestra ' sangre: que sois lumbre, para guiarme: Aboga- do para responder por mt: Vos cuyos BcneQzios, i Misericordias para librarme de perdizión , ni
Foi. 8fi. pueden ser contadas, ni encareszidas: — habéis sido Vin desconoszido, i tan negado de mi cora- zón: tan menospreziado de mis palabras; tan
^ , desacatado de mis obras: — ¿Cómo no lo habían de ser los padres, que solamente fueron minis- tros para darme el cuerpo, i traerme a esta bre- ve vida? ¿De qué mayores no huiría, quien tan- to huyó de Vos? ¿De cuya juridizión no se sal- dría, quien se quiere salir de la Vuestra? ¿A. quién no mcnospreziaria, quien, a Vos, menos- preziaba? ;,Qué temería, quien no temía Vues- tra Justizia? ¿Qué bienes agradeszeria, quien los Vuestros no agradeszia? ¿Por dónde se movería, a tenér reverenzia a otros, quien, con tantos benefizios, nunca se movió a tenerla a Vos?
Viví, como si yo mismo me hubiera criado: como si ningún favór, hobiera reszebido de otros, sin lei, i sin supcriór: soberbio, i desagrades! zidoatodos: hecho juéz de aquellos, de quien yo habla de ser juzgado. Teniendo nezcsidád do quien me favoresziese, de quien me rijiese, i me gobernase, de quien me pusiese freno, i me cas-
\
°A CONFESIÓN. J5 371
ligase mis grandes solturas; de todo me quise eximir. ' "
Quise que nadie pusiese impedimento a mis apetitos: abürrezl loda lei de justizia: en todo quiso ser tirano. ■ . .
j . . . ■' • r, ir. ■■■
.■i '.M^ .. ^ Quinto Mandamiento. / '-)'>
Como procuré, que mi corazón malvado, i de su nazimiento traidór, no tuviese á quien temér, ni por cuyo respecto, tuviese vergüenza; con- sentí, que se desmandase, en menosprezio, i aborreszimiento de mis prójimos : no curando do considerar, que eran obra de vuestras manos, como' yo lo era: criados para el mismo fin: rc- demidos por vuestra sangre:' sustentados ^ por FoI. 87. vuestra misericordia: dotados, i privilejiados, con grandes merzedes vuestras : de quien Vos; Señór, érados servido, i el mundo era aprove- chado. Desechábalos, i teníalos en poco: vengá- bame de las nonadas, que desplazfan a mis locos antojos. No trayendo en mi memoria, cuánto.Vos, les perdonábades i los esperábades, i cuanto per- donábades, i esperábades a mi mismo. Las inju- rias, que yo hazla a otros, pareszianme cosa li- viana: la paja, que se movía a mi descontento, era cosa intolerable. ¡Tan grande es la tiranía, que entró en tan triste, i tan miserable corazón!
' ■ ■ :^ Sexto Mandamiento. ■'• í
• Siendo, Vos, la hermosura , en quien yo había de empleár mi ánima, i pensamientos : habiendo
372 'A CONFESIÓN. S
cn ol mundo tal onlun , t¡ü conzicrlo dü vuestras criaturas, que dan nuevas tan grandes, . i tan ziertas, do lo que. Vos, sois; cónsenti derramar jpis ojos, por la flor de la vanidád: enminú con grande descuido, sinzerrárlas puertas í\ mi cu- razón: sin conozér, ni medir, cómo, mi apetito, hazia cosa raui fca^ lo qu.o,'Yos\ "hczistes her- moso: cómo hazlan torpe, mis pensamientos, lo quo. Vos, criasles para ser limpio. Quemélne, sin quo lo, sintie^?: : esperé, lo quo -había de huir: bebí , venenos mortales, en vueltos > i di?i' • anulados, en Talsa miél, i sabiendo quc los,be-: bia.,:Perd¡me.¡ con Ja soltura : ¡.cuando probé a remediarme, descuidóme en la medizinfi. Ló quo
\ h^yici do^curár CPn¡ espinas, quería untar con , ..j blanduras. Andaba; 011; el mismo camino dóndb me perdí j; i ,ng temía mi perdizión : amenazaba a mis. enemigos; ¡ emperezaba cuándo mo se-»
Fol.ss. guian. /; En tales, Igcuras eraxfizón, que cayese, quien por tantas, i tules maneras, se había apar- tado de Vos. Vos nic.quoriades todo limpio:. yo quería ser todo feo; i pensaba de ser limpio^ sin Imír de.la fealddd.! No-paró tíii locura en esto: quo; por:todo lo; yfidado,i qüiso soltarse, i' lod6 -. lo. quiso tirar)izár.,r,r[ .; ,.,:.) r. ; !.-.:,fí i .; -."p , n-ii'i
,;: . ^ ScpHmo Mandamidnlo . ' j. .• 9 í.t-
Repartistes el mundo a los hombres, i todos los bienes d'él, ccmO Señor tan justo,"" i tan liberal, i que ninguna nezesidád teniades de tales rique- zas:,pi había tasa a vuestra Potcnzia, j SoJbidu- riíi,,pa>-a,no m.uUiplicarla a. la medida', que Vos
'A CONFESIÓN, fi 373
fluisiéseJcs. No me quise contentár, con la parle que me cupo : siendo yo tal, que si don mis obras so hubiera de tenér cuenta; ninguna cosa de cuantas criastes, había de qucdár cu mis manos. Si se mirara como usaba, de lo que me distes; era robadór, i disipadór de todo. Perla medida, í pór la brevedád d'esta miserable vida, baátábdme la menór parto: i todo lo demás eran sobras depo- sitadas en mí, para ajenas nezcsidados. Por la, cruz, i por el destierro, en que mi pecádo rto puso, bastábame, i - era regalo mu¡ grande, el trabajo de mis manos. Por vuestra bondad, vuestra largueza, i sabiduría; debiera yo do en- tendér, que me dábades, lo que me convenía, i que no podía dar buén fruCto, lo adquirido pór otras manos. Mas yo, jigante en mis pensartiefi- tos, todo cuanto hai en el mundo quóría, i óorrt-' prehendla corí olios. Guardaba las manos, de la» haziendas, i dignidades ajenas; i no paraba mientes, cómo me dejaba abierta la puerta de mi soberbia, á la cuál , parézieran poca cósa mil mundos. Consentí zegár mis ojos: descuídeme, f Foi.89. en tenérmelos así; para que no viesen , quien era yo, para que no me sobrase, el mas olvida- do rincón do la tierra; i a cuantos había re- partido vuestra mano, i con cuánta justizia, aquello que poseían. No sabía hazér diferenzia, de lo que se alcanza con vuestra Voluntad, a lo que da la malizia del mundo : en todo consen- tía, que se zcbasen, mis vanidades, i mi Tiogne- dád. Contentábame con ser justo, para cóll los hombres; sin mirár, i sin cstimár, cómo Vos, sabíadcs, que era ladi-ón.
374
CONFESIÓN.
1 Octavo Mandamiento.
No solo me levanté, i me engrandeszi en un jéncro de bienes, mas para todos los bienes, i males del mundo, hize espázio en mi locu- ra. Trataba con medidas falsas, como engaña- dór, i como mentiroso. Para mí, tomaba mu- cho: a los otros daba poco. Juntamente men- tía para mis defectos , i para las bondades de otros. Habiendo de andár, á cubrü- la afren- ta de mi prójimo , i a que no la descubriese; ningún remedio ponía, bailándola descubierta. Era injusto, i demasiado, para mis sobras : injus- < to, i demasiado, para las faltas ajenas. Procura- ba que se añadiese en mí, pensando como hom- bre vano, que habla yo de creszér, con lo que a los otros faltaba. Daba mas crédito a mis pró- prias lisonjas, que a las verdades ajenas.
1 Noveno, i Dezimo Mandámicnto.
Las cosas, que vuestra Justiziapusoen ajenas manos, i las entregó por próprias de quién las tenia; ¡ cuántas vezes las miró por suyas, la ma- la raíz de mi corazón ! ¡ Cuántas vezes con un malvado descuido, se dejó soñár, que andaba eiTada vuestra Providenzia pues había echado Fol. 00. en otra parte, lo f que a mi bién pareszía, sin hazerme señór de todo! Para todos los males, me hallé velando: i para todos los bienes, dor-
» NB. NB.
'A CONFESIÓN. Jí 375
mido. Nunca, para estos, tuvo mas de unos fla- cos prinzipios, i luego me cansé en ellos: por- que, como venían de vuestra Mano, uunca les daba buena posada. Para las maldades fui por- fiado: i cuando no puse las manos, di lugár, ¡ me descuidé, para que tractasen con ellas mis devaneos. No consistiendo mi buena suerte en otra cosa, sinó, en que vuestra Bondád, i Sabi- duría, rae pusiesen Leyes, i Mandamientos, que fuesen candela para mis pi6s, lumbre para mis caminos, con lo cuál, yo tuviese seguridád, que había cosas de que, Vos, érades servido; — escojí mas, soberbia esenzión de todos: sin querér considerár, que lo que yo tomaba por libertád, era ser esclavo, i captivo de la ignoranzia, i de la miseria en que el Demonio me puso.
1 ÁTliculos de la Fé.
■ Prcziábame mucho delaFé.i de la palabra, que, Vos, en el mundo predicastes; i no entraba en cuenta comigo, para ver, cuánto faltaba de lo que fuera oía, i confesaba con las palabras, para lo que debiera yo de sentir dentro de mi corazón.
Afirmaba que Vuestro Eterno Padre, junta- mente con Vos , i con el Spiritu Sancto, criastes el zielo, i la tierra: manifestando en esta tan grande obra, i llamando a los hombres, a que couosziesen , ser vuestro Podré infinito : vuestra Misericordia , sin término : vuestra Bondád , i vuestra Hermosura, sobre todo lo que se pue- do descár, ni pensár : vuestra Sabiduría, confor-
376 °A CONFESIÓN. S
rae a la medida de vuestro Poder : vuestra Pro- Foi. 91. videnzia sin descuido, i sin defecto: \'uestro Amparo , tan seguro, i tan zierto, tan duradero, i tan firme , como la mi.=;ma tierra , el mismo zielo, que hezistes para este fin.
Todo esto me pareszía claro : i así había de ser ello, para convcnzerme, i llevarme á la obe- dienzia de vuestra Palabra , i á la seguridád de vuestras Promesas. Mas, ¡loco, i perdido de mi, que tenía la traizión dentro de mi ánima , i no la sentía!
Dubdaba si habiades de cumplir comigo; i andaba a buscár remedio, i seguridád, por mis mañas, de lo que dubdaba de Vos. Pensaba de hallar en lugares diversos , i derramados, lo que no quería buscár en Vos solo. No me preziaba de rico, i de favoreszido, por lo que tenía depo- sitado en Vos; i contentábame con lo poco que pensaba robaros, alzándose con ello mi corazón, sin conoszór, que era vuestro, i que mucho mas tenía yo enVos, si os lo quisiese pedir. Vos, á con- vidarme con vuestra grandeza, a atemorizarme, con tan grande Podér, si os negase : Yo, a nun- ca acabár de entender, cuán poderosa era vues- tra Bondád , para mis regalos, i vuestra ira para . mis castigos.
¡Quién pudiese, Señór, Uorár siquiera un poco de lo que sería razón , aquél sueño, aquél reposo, i seguridád que perdí; por no confiarme de vuestras manos, por no irme tras vuestra sa- biduría, por no tractarme como hijo de tan rico, i de tan poderoso Padre!
I, sobre todo: ¡Haberlo trocado, por tan gran-
°A CONFESIÓN. JS 377
de desasosiego, en mi corazón; dejándolo andár vagabundo por la miseria d'csta pobre vida: bus- cando seguridad donde no la había : favór en los enemigos : zcrtinidád, donde todo es ^ falso: Foi. vcrdád, donde no hai sinó engaño: libertád, donde todo es subjezión, i captiverio!
Siendo Criadór, i Sustentadór del mundo, con vuestro Padre, en unidád de una esenzia, i de un Dios: conoszicndo, que la primera merzéd liabia sido tan mal empleada en mis manos; to- mastes, Señór, nuevo ofizio para mi : de ser mi Salvador, i de ser mi Reí : de librarme de todos los peligros, i desastres en que yo mismo me habla puesto : i de ser siempre mi Capitán , i mi Defensór, para que no tomase a caér en ellos. Yo, como hombre sin juizio, sin sentimiento de mis proprios males, sin conoszimiento * de vuestra Misericordia; ni estimé mi primera per- dizión, ni agradezl vuestros Dcneüzios, ni escar- menté en la primera pérdida, ni tomé el reme- dio para las otras.
Nombrábaos por nombre de Salvadór mió; i tenía todavía asidas las manos, en mi misma perdizión. Llamábaos mi Rei , i mi Defensór; i burlaba de vuestras leyes , salíame de vuestra jurisdizión, i desamparaba vuestra bandera. I teníame tan loco , el engaño de mi pecado , que confesando, que Vos sólo erados mi Rei; Vos sólo mi Salvadór; como me avisára mi misma conszienzia, de la mentira que confesaba; — rc-
1 conoszimieiiío, aquí tionc coiioaimicnlo. mas bien la azepzión de re-
°A CONFESIÓN. H 377
de desasosiego, en mi corazón; dejándolo andár vagabundo por la miseria d'esta pobre vida: bus- cando seguridad donde no la habla : favór en los enemigos : zcrtinidád, donde todo es '' falso: Foi. verdád, donde no hai sinó engaño: libertád, donde todo es subjezión, i captiverio!
Siendo Criadór, i Sustentadór del mundo, con vuestro Padre, en unidád de una esenzia, i de un Dios: conosziendo, que la primera merzéd había sido tan mal empleada en mis manos; to- mastes, Señór, nuevo ofizio para mi : de ser mi Salvadór, i de ser mi Rei : de librarme de todos los peligros, i desastres en que yo mismo me habla puesto : i de ser siempre mi Capitán , i mi Defensór, para que no tomase a caér en ellos. Yo, como hombre sin juizio, sin sentimiento de mis proprios males, sin conoszimiento * de vuestra Misericordia ; ni estimé mi primera pcr- dizión, ni agradezL vuestros Bcneüzios, ni escar- menté en la primera pérdida, ni tomé el reme- dio para las otras.
Nombrábaos por nombre de Salvadór mió; i tenia todavía asidas las manos, en mi misma perdizión. Llamábaos mi Rei , i mi Defensór; i burlaba de vuestras leyes , salíame de vuestra jurisdizión, i desamparaba vuestra bandera. I teníame tan loco , el engaño de mi pecado , que confesando, que Vos sólo érades mi Rei; Vos sólo mi Salvadór; como me avisára mi misma conszienzia, de la mentira que confesaba; — rc-
1 conosiimiento, aquí tionc conotiimicnto. mas bien la azepzión de re-
378 °A CONl'ESIÓN.
mediaba mis temores, con mil vanas confianzas, mui distintas, i raui apartadas, de lo que. Vos, me enseñastes, i de lo que, Vos, sois.
Habiendo sido tanta la soberbia del hombre, que quiso ser como Dios; tuvistes tanta miseri- cordia do su caída, que os bajastcs. Vos, no solo, a ser como hombre, mas, á ser verdadera- mente hombre: no solo hombre, mas el mas bajo de los hombres : tomando hábito de sier-
Fol. 93. vo, para darme a mi libertád. Para que f por el camino de vuestra clemenzia i sabiduría, alcan- zase el hombre, mucho mas de lo que por su soberbia, i por su ignoranzia, habia acometido, sin poder salir con ello; i entregándose, por el
^ mismo caso, en las manos del Demonio, para que fuese amo él, i quedase captivo d'él; des- teiTado de vuestra presenzia, sentenziado con vuestra ira , siervo de quien le engañó , pues quiso tomár su consejo, para desobedeszér, i desacatar la majestád , i justizia de Vuestro Pa- dre, De tal manera conzertastes, lo que él no supo guiár; que podemos dczir, i es verdád, que el hombre es verdadero Dios, pues que. Vos, sois verdadero hombre: que ya, todos los hombres, tienen habilidad, i lizenzia, para ser como Dios, pués son vuestros hermanos por el linaje, i Vues- tro Padre, los llama, i Vos, los llamáis, a que sigan vuestras pisadas: a que sean como Vos: a que imiten vuestra obedienzia, i vuestra justi- zia, i vuestra bondád: para que de verdád, se pueda dezír, que son hijos de Dios, i naszidos de Dios. ¡Malaventurado el hombre , que, por otras manos , quiere granjear sus bienes , pues tanta
íft. CONFESIÓN. ?• 379
ventaja haze , lo que vuestra misericordia le da, a lo que sabe pedir su soberbia!
Cómo os haya yo agradeszido estas merzedes; el conoszimiento, que d'ellas he tenido; Vos, Señór, lo sabéis mui bién. I, ¡ojalá, lo supiese yo, para que huyendo de mi, mo llegase a Vos! Porque sobre todas mis maldades, i miserias, todo cuanto alcanzo, i siento, de la grandeza de mis pecados , es lo menos, que d'ellos tengo.
¡Tántos años ha, Señór, que os hizistes hom- bre por mí, bajando os tanto, por levantarme! Foi. oi. Yo, f siempre ensoberbezido de ser como Dios, — no por el camino que Vos me enseñastes, sino por el mismo en que me perdí, — obedes- ziendo a vuestro enemigo, i tomando competen- zia con Vos; ¿qué otra cosa era, sinó ésta, la que la soberbia de mi corazón emprendía, cuan- do me quería rejir, por mi proprio sabér; — re- mediarme, por mis caminos, dar contentamien- to, i regalo, ala porfía, i desobcdienzia, que es- taba en mí, contra Vos?
Para los otros, era un gusano, i todos enten- dían de mí, mi poquedád, i bajeza : para solo yo, para mis pensamientos, i mi juizio , era mi Dios: pues en tanto olvido ponía lo que érades, Vos, para mí ; i a lo que Os bajastes por mí.
Dezendistes a ser hombre, i nuevo hombre; del mismo linaje de Adám, i sin la culpa do Adám : porque así convenia a vuestra grandeza, i con venia a nuestra justizia *. Tomastes la huma- nidid, i nazistes de madre Virjen, para que, en
1 justiiia, aquí, por jMíifieazión.
CONFESIÓN. N 379
ventaja haze , lo que vuestra misericordia le da, a lo que sabe pedir su soberbia!
Cómo os haya yo agradeszido estas merzedes; el conoszimiento, que d'ellas he tenido; Vos, Señór, lo sabéis mui bién. I, ¡ojalá, lo supiese yo, para que huyendo do mi, me llegase a Vos! Porque sobre todas mis maldades, i miserias, todo cuanto alcanzo, i siento, de la grandeza do mis pecados , es lo menos, que d'ellos tengo.
¡Tintos años ha, Señór, que os hizistes hom- bre por mí, bajando os tanto, por levantarme! Fol. oi. Yo, f siempre ensoberbezido de ser como Dios, — no por el camino que Vos me enseñastes, sino por el mismo en que me perdí, — obedes- ziendo a vuestro enemigo, i tomando competen- zia con Vos; ¿qué otra cosa era, sinó ésta, la que la soberbia de mi corazón emprendía, cuan- do me quería rejir, por mi proprio sabér; — re- mediarme, por mis caminos, dar contentamien- to, i regalo, ala porfía, i desobedienzia, que es- taba en mí, contra Vos?
Para los otros, era un gusano, i todos enten- dían de mí, mi poquedád, i bajeza : para 'solo yo, para mis pensamientos, i mi juizio , era mi Dios: pues en tai^to olvido ponía lo que érades, Vos, para mí ; i a lo que Os bajastes por mí.
Dezendistes a ser hombre, i nuevo hombre; del mismo linaje de Adám, i sin la culpa do Adám : porque así convenia a vuestra grandeza, i convenia a nuestra justizia Tomastes la huma- nidád, i nazistes de madre Virjen, para que, en
l Justiiia, aquí, por jMíificaiión,
380 CONFESION. ?5
todo, nos favorcziéscdes , i fucsedes , en todo, tal hombre, cual era razón que fuese, el que, siendo hombre, era Dios. Llaraástesnos a ser nuevos hombres, para que con el privilejio, i fa- vór, que vuestra compañía nos daba, desecháse- mos la culpa heredada do nuestros padres, i to- másemos nuevo prinzipio , i nuevo mayorazgo en Vos: para que, como habíamos traido la imá- jen del viejo hombre, i del culpado ; trajésemos después, i representásemos, la del nuevo, i del innozente. Yo, amigo de mi vejéz , aOzionado, i contento de mis viejas culpas , como si bien rae hubiera ido en ellas; contentábame, con que fuéscdes, Vos, innozente, i quedarme yo culpa- FqI. 9o. do ; sin mirar, que no solo me perdía f i era el daño para mí ; mas que hazia grande injuria a Vuestra bondád, en desecharla, i dejarla sola, habiendo venido a buscár a mi.
Poblóse toda la tierra de Vuestro Espíritu, i de la renovazión que. Vos, trajistes al mundo: de- jaron tantos la servidumbre, i el trajo viejo, para vestirse de la nueva juslizia, que, Vos, dábades a los hombres. Yo me quedaba en mis viejos ma- les, cndureszido, i hecho cadadiapeór: mas ol- vidado de Vos, i de lo que pudiera ser yo, si qui- siera responder a la voz con que me liamábades, i á las merzcdes que me hazíades. Para que no quedase, al Demonio, derecho, ni calumnia con- tra mi justizia: para que la injuria, i el desacato, cometido contra la Majestád, i mandamiento du Vuestro Padre, quedasen enteramente perdona- , dos; para que mayores prendas tuviese yo , de lo que hazíades por mi,- i de lo que tenia en Vos;
CONFESIÓN. S 381
para que la grandeza de la obligazión, me lleva- se, Señór, a serviros: pusiese álas a mi ánima, para buscaros : — quesistes morir por mí , muerte afrentada,. i cruél, cu podér de Juczes injustos, atormentado , i deslionrrado, en presenzia del mundo : todo para mi derecho;, todo para dar a cntendór , cuánto estimábades mi remedio, pues que tal prózio Os costaba , i tan do voluntád lo ofrcsziades. No tenia ya el Demonio parte , ni de- , recho para acusarme : no , el mundo, para ven- zerme : no , la carne , para sujetarme : porquo to- do To venzistcs.' Vos, para que yo lo hallase ven- zido.. El SacriOzio de Vuestra Sangre, me hazla libre: Vuestro Espíritu, i favór, quedaba en mi compañía; para que la traizión, que traía con- migo, por las reliquias de mis viejos males , no me. bastase í. a engañar, ni venzér, si no mo Foi. og. quisiese engdñár yo miámo, i me dejase venzér. • • Habiendo ya muerto mis enemigos, con Vues- tra muerte, yó mismo les daba vida, para que me mataren dé nuevo : yo les daba el cuchillo, i las armas , que les habiades ya, Vos, quitado: dando testinlonio, en todo, que me hallaba me- jór con mi perdizión , que con el remedio, que. Vos, me distes.' '
: No acordándome de las injurias, i afrentas, que padezistes por mi, del tractamiento, que os hizo el mundo, de la. injustizia, que usó con Vos, do la pobreza en' que me buScastes, de la pazienzia con que lo' sufristes , de la clcmenzia con jque perdonastcs a yuestroa enemigos; — quise yo apartarme tanto de Vos, que, injurian- do yo a todos, nadie injuriase a mi: que, ne-
382 ÍP. CONFESIÓN. ?í
gada vuestra verdád, prevalesziese , i fuese honrrada mi mentira: i que fuese, en todo, mas privilejiada mi culpa en el mundo, que fué Vuestra sanctidád, Vuestra bondád, i Vuestra innozenzia.
Resuzitastes, Señór, para Vuestra gloria, i para la mía. Rcsuzitó Vuestro podér, Vuestra honrra, i Vuestra justizia: i juntamente resuszi- taron con Vos, los bienes, que de Vuestra ma- no, para mi habiades traído.
Yo, amadór de mi grande sueño ; halléme me- jór, a estar muerto, que a resuszitár con Vos: a quedarme acá, con mis enemigos, que a pa- reszér en Vuestro triunfo, delante de Vuestro Padre. ;
Asentado a la diestra de Vuestro Padre, don- de lo meresze Vuestra obedienzia, i los sérvi- zios, que le bezistcs; allí no me tenéis olvidado: allí sois Interzesór, i Abogado, para favoreszer- me : i el mismo cuidado tenéis de mí , que tu- Foi. 97. \istes en la cruz, cuando moristes f por mi remedio.
Yo, ziego para este conozimiento : sordo, i loco, para esta fé : ingrato para estas mcrzedes: nunca di -verdadero fin a mis males, ni verdade- ro prinzipio a mis bienes: nunca acabé de ponér los ojos, en esta esperanza, i en la obligazión, que tenía para serviros, i morir por Vos; es- tando sobre todo tan zierto de la paga, que ha- béis de dár, a los que quisieren ser vuestros.
.\ndaba en la compañía de Vuestra Iglesia: aprovechábame de nombre de vuestro: usur- paba vuestras mcrzedes, como si de verdád
•A CONFESIÓN. JS 383
fuera vuestro: no conosziendo, que tal cosa donde, Vos, sois la cabeza, i que está sanc- tiücada con Vuestra sangre; no admite, para los verdaderos bienes, a los tales como yo: i que cuanto mas yo la engañaba, mas engañaba a mi mismo. En todo ful tan endurezido, que ni me quise obligar por los benefizios, ni me ate- morizó por los castigos, i las amenazas, con que nos avisa vuestra justizia. Nunca entró en mi corazón, verdadero temór de vuestro Juizio, porque no quería entendér la grandeza de mi pecado.
Si yo, Señór, conosziera, cuán poca nezesi- dád teniades, Vos, de mis bienes: cuán poco montaba para la grandeza de vuestra Casa , es- tár o no estár en ella, una nada como yo: si considerara, por otra parte, mis atrevimientos, i ofensas contra Vuestra Majestád : cuán dañoso era, para los vuestros: cuán estorbadór de la gloria, que ellos os daban: — temiera vuestro Juizio, i pusiera algún término en mis pecados. Mas como era ziego para lo uno, ansí lo era para lo otro. De no conoszorme a mí prozedía, que tampoco os conoziese a Vos. Do no sabér esti- mar la grandeza de vuestra Misericordia f na- Fol. zía, que no estimase la de vuestro Juizio, i de vuestra justizia. Encaminábase, de aquí, mi locura, i mi perdizión: porque, cuando. Vos, me buscábades con los regalos, me hazla yo mas soberbio, i consideraba menos, de qué ma- no podriafnj venir. Cuando me llamábades con los castigos , estonzes me endureszla mas, como malo, i rebelde esclavo.
384 'A coxFijsióN ^
Con tan grandes zeguedades , con tan grandes ignornnzias do Vos, i de mí, con tan grande olvido de vuestros bienes, i tanto menosprézio do vuestros azotes; no podían ser mis peniten- zias, sino mui falsas: doradas con falso oro: aparejadas para ser llevadas del primer viento, i primer peligro con que me tentaso el Demo- nio, o la concupiszenzia de mi corazón. — Si yo edificara sobre Vos, que sois firme Piedra: sobre conoszimiento de quien Vos sois, de vuestra Misericordia, i de vuestra Justizia: no bastaran todas las tempestades del mundo a llevarme: porque me defendiérades Vos. Mas como edifi- qué sobre arena, con hermoso ediüzio en el pa- reszér, i falso en los fundamentos; estaba mi ^ caída zierta, como era cosa zierta, que había de ser combatido. Con tantas caídas, nunca escar- menté, ni quedé mas avisado, paraponér mejor fundamento en mi enmienda, i en mi peniten- zia. — Seáis Vos, Scñór, bendito: i bendito el Padre , que os envió : que perdiéndome yo , co- mo oveja loca; i apartándome de vuestra ma- nada por tantos, i tales caminos, por todos mo habéis buscado, porque no llegase al cabo mi perdizión. Pues que me habéis esperado, claro está, que rae buscábades. Pues que tantas ve- zes, como mi enemigo me vió en sus manos, no Fói. 99. me llevó; zierta cosa es, Señór mío, que lo atábades. Vos, las manos. Él tenia ya su ganan- zia, i no tenía mas, que esperár» Vos sois, el que me esperábades, porque no me perdiese yo.
Aquí vengo a vuestro Juizio: i hasta que, Vos, habléis a mi corazón, i le digáis, cómo sois su
^ CONFESIÓN. ?• 385
salud, i su remedio; no podré désechár los gran- des temores, quo do la conszienzia de mi peca- do prozcden. Perdidos son mis esfuerzos: la grandeza del peligro , ha hecho que se descubra la vanidád do mis confianzas: la zertinidád do mis muchas, i grandes maldades, no puedo de- jar do temér el rigór do vuestro juizio.— Gonvcu- zidas son mis locuras : i la brevedad do mis días, pone a mi ánima grande pavór, porque ■ sabe, en qué se han gastado los años, en que me esperábades para que os conosziese, i amase. ¡Fucronse, como humo, los muchos! ¡Ai do mí, si no me aprovecho, délos pocos, que me quedan !
Miro, por una parte, vuestra bondád; i por otra, mis pecados. Oigo, de vuestra Palabra, cuán enemigo sois de maldád. Conozco, por la experienzia, los castigos que vuestra Justizia ha hecho en el mundo, en señál del aborreszimien- to, que tenéis con el pecado. Miro la cárzcl del infierno aparejada para el Demonio, i para los que imitasen sus obras. Como veo que soi uno d'ellos, no queda sosiego en mi carne, ni queda lumbre en mis ojos; porque espero cada hora la muerte, que me ha de presentár en Vuestro Juizio. Con todo esto, puede tanto vuestra Mise- ricordia, que me trae a Vos. Porque, aunque se han manifestado mucho las obras de Vuestra , ira, contraía maldád del pecado; mucho mas so han manifestado f las de vuestra Clemenzia, Foi. loo. para librár a los hombres d'él. — Castigár- al ■ mundo , porque os ofende ; no os cuesta mas do mandarlo : remediarlo, porque no se pierda, cos- 25
■ 38G ■ "A CONFESIÓN. ^
tó OS, Señor, Vuestra sangre, derramada en . cruz, por manos de aquellos mismos por quien, ' Vos, la ofresziades, i la derramábades. Para mostrár el rigór de vuestra Juslizia, hezistcs obras de grande poder, i obras de Dios: para * la grandeza de vuestra Misericordia , hezistes os hombre: tomastes nuestra flaqueza: sufristes muerte, i afrentas, para dárnoslas por prendas del perdón de las primeras.
Pues que Vos, Señor, no queréis que me pier- da, aunque yo me haya perdido, vengóme a .Vos. Vengo, como el Hijo Pródigo, a buscar el buén tratamiento de vuestra casa: habiendo co- noszido con grande experienzia de mis pérdidas, i de mis daños, cómo son mis enemigos, todos aquellos, por quien yo dejo de serviros. — Por mucho que la conszicnzia de mis pecados me acuse : por mucho mal, que yo sepa do mi : por mucho temór, que me pone vuestro Juizio: no puedo dcjár de tener esperanza, que me habéis de perdonai- : que me habéis de favoreszér, para que nunca mas, me aparte de Vos. — ¿No tenéis. Vos, dicho, Sefiór, i jurado; que no queréis la muerte del pecador? ¿que no rezebis plazér, en la perdizión do los hombres? ¿No dezis, que no venistes a buscár justos, sino pecadores? ¿no, a los sanos, sino a los enfermos? ¿No fuistes. Vos, castigado por los pecados- ajenos? ¿No pagastes, por lo que no hezistes? ¿No es, Vuestra sangre, sacrifizio, para pei-dón de todas las culpas del li- Fol. 101. naje humano? ¿No es verdad, que f son mayores
- 1 Quiere ciezír : • para mostrar ¡a grandeza rfí;»ctc.
'A CONFESIÓN. 9» 387
vuestras riquezas, para mis bienes, que toda la culpa, i miseria de Adám, para mis males? ¿No llorastes. Vos, por mi; pidiendo perdón por mi; i Vuestro Padre os oyó? ¿Pues, quién ha de qui- tár de mi corazón, la confianza de tales pro- mesas?
Si yo, Señór, hubiera naszido solo en el mun- do; ó, si yo solo fuera pecadór, i todos los otros justos; no dcjárades, Vos, de morir por mí: pues no teniades nezesidád de los otros, ni do de mi. I tal soi yo , i tales han sido mis obras, que pusieran como fuerza a vuestra Misericor- dia, a que no solo muriérades, mas que mu- riérndcs con la misma muerte, i con las mis- mas zircunstanzias, con que moristes por to- dos: para que vuestra Misericordia se mos- trara mayór, i mis prendas fueran mayores. — Quiero, Seaór, hazér cuenta (i no mentir^ en hazerla), que yo solo tengo nezesidád délos bienes, que repartistes á todos. Ya que todas las culpas sean mias; Vuestra muerte es toda mía. Ya que yo haya cometido los pecados de todos, bién osaré confiár de Vos, que es vuestro Sacri- fizio, i vuestro Perdón, todo mío , aunque lo sea de todos.
Este es el día, Señór, en que. Vos, mas mos- trareis quien sois. Esta es la obra de que, Vos, os podréis preziár delante de Vuestro Padre, i delante de todo el zielo, como de obra de vues- tras manos. — Pues que sois médico, i tal Mc- ■ dico ; aquí tenéis llagas, i tales, que solo, Vos, las podéis sanár. Aquí cstá'toda la destruizión, i todos los males, que han podido hazér en mí,
3S8 'A CONFESIÓN. ^
vuesfros enemigos, i mios. Pues que sois salíuJ, i salud cual es la mano de vuestro Padre» que Os [laj diój áqul están enfermedades dosambara- Foi. 102. das, i desafiuziadas do todas las otras tncdi- zinas del üiundo. Pues que sois Salvador; aquí está tál perdizión, que si, Vos, la remediáis, co- noszerán vuestros enemigos, i vuestros amigos, biéu claramente, Quién sois. Pues que sois Sa- biduría venida del zielo a la tierra; aquí poddis, Señór emplearla, donde no hai mas sábér, de saberse perdér, por apartarse de VoS. Pues que sois Redempzión; aquí está un captivo en podér de mil tiranos, quü le ban robado grandés ri- quezas, i lo tienen en mil tormentos, i le apare- jan otros mayores. Pues que sois Sánctificazióu, i Hermosura, aquí está líi torpcdád, i fealdádj de las obras del Demonio: quitádla, Señór, i vc- ráse quien sois. Pues que sois Misericordia, ¿dón- de se piiedc olla mejor mostrár, que donde bai tánta miseria? Pues qiio sois Juéz, para juzgár el mundo, ¿a quién podéis mejór condcmnár, qui^ al Demonio que me persigue; i a la acusn- zión que hie pone; i a las tráiziones con que me engaña?
Tal soi yo, que todo cuanto. Vos, soisj es Uie- nestcr para mi^ Tal f5ois Vos, Sei^ór, i tantá so- bra tenéis de todo; que líon sola una gota de cada cosa, quedaré libre del todo. Si me pai-áro a pensar con quien de los que os ofendierón s<^- rá biéu 'que me 'compare; sé que me hallanV mas culpado , ¡ más ingi-at;o tjue todos lospeca- ' doVosi Negaron Os, los nrestrosj mas duróles paco ci nxígár, i mucbo la üonfcsióTi : la traíziún
°A CONFESIÓN. ?! 389
fué mui breve, i la fidelidád mui largn. Yo soi de los que., desde el prinzipio, os negaron, i os persiguieron, hasta poneros en cruz: no permita vuestra Clemcnzia que sea de los que os blasfe- maron, i escarnezicron f en ella, ¡ nunca de- roi.ios, jaron de blasfemaros. Baste , Señór , que os vcndi, como Judas, por aljatidos, i viles pré- zios. Baste, Señór, que siei)do de vuestra compa- iiia, era ladrón de vuestra liazienda, i que el agradeszimiento de tantas merzedes, fué sej-os traidór, como élj sin que vaya tanto adelante, .que desesperado de vuestra Misericordia, para siempre" me pierda: siendo mui mayór, maldad la postrera, de no confiar de Vos, que la prime- ra, de haberos vendido. — No permita vuestra sangro, pues la derramastes por mí, que mis pecados pasen mas adelante: pues seria éste, el postrero escalón de mi perdizión.
Desacatado se han, contra vuestra Justizia: es- carnezido han vuestras obras: abofeteado han, vuestro sanctp rostro: coronado Os han d'cspinas: hcclio han burla, de vuestro Dcino : gritado Os han por las calles: enclavado os han en la cruz: j, por último refrijerio, os han dado hiél, i vi- nagre. ¿Cómo puedo yo negar esto, Redemptór mió? ¿Para qué tengo de esjierár, a que me ha- gan confesár esto , los tormentos de mi castigo, pues bastan, i sobran, los de mi culpa, i de mi conszienzia, para que lo confiese?
Soliarne ínarabiljár, déla mald.id de los que Os cruziíicaron; cuando estaba tán ziego que no me veía, como estaba entre ellos, en la misma obra : cuando no paraba mientes, en las traizio-
390 'A CONFESIÓN ?»
ncs de mi corazón : en el ejemplo de mis malas obras: en el poco tcmór de vuestro Juizio : en el desprezio de vuestros Mandamientos : en la poca estima de vuestra Misericordia. Porque si yo, estónzes me conosziera; viera la corona de espi- nas en mis manos, para vuestra Cabeza: los cla- .104. vos, para poneros en Cruz: i la bebida que Os daba, con el poco caso que bazía, de lo que ,por mi sufriades. Pasár mas adelante d'esto, se- ria np tener remedio. Siquiera, el espanto de vuestro Juizio, la ira de vuestro Padre, -contra los que os menosprezian, me haga zesár, i de- zir, que verdaderamente sois Hijo de Dios. Basta ser ladrón, i malhcchór; hasta estár zerca de Vos. Tiempo es ya, de pedir remedio.
Señór: acordaos de mí, pues que estáis en vuestro Reino. No tengo mas que alegár, para mi justizia, de conoszér cuan injusto soi. No tengo con qué moveros, sino con que veáis mis grandes miserias. No tengo mas derecho, para el remedio de vuestra mano, sino, no tenér otro remedio. — De mi parte, no hai otro sacriíi- zio, sino mi spiritu atribulado, i mi corazón afli- jido: i aun este no tuviera, sino me hobiérades despertado, para que conoszieso mi grande pe- ligro.
El sacrifizio, que yo he mcncstér, que es el de Vuestra Sangre, i de vuestra Justizia; Vos, Señór, me lo daréis, para que lo ofrezca yo.
Crii''id nuevo corazón on mi: rcnovád en mis entrañas, spiritu de verdadero conoszimiento: esfuerzo para serviros : para venzcr a mis cno- migos: para meaospreziár mis pérdidas todas:
'A CONFESIÓN. 7t 391
pues ningún bién puedo perdér, quedando en vuestro servizio. , ' ■ • .
Convertidme, Seüór> i quedaré de verdád con- vertido : porque, eslónzes será Yerdadcra mi pe- nitcnzia; cuando, Vos, me castigdredes con vues- tra mano: me atemoijizáredcs con vueslro Jui- zio : me revcldrcdes mi perdizión. Estonzes que- daré yo con verdadera enemislód del pecado; cuando , Ves, quedáredes con migo, para guar- darme./Queda mi carnp en mi compañia, gran- de, i verdadera enemiga. El Demonio me ha de tentár mas, cuanto mas me llegare á Vos. El mundo está lleno de lazos, para tornarme a prendér. Dádme, Vos, Spñór, espíritu tan prin- zipál, i tan poderoso; que mortifique verdade- ramente la rebelión , i contradizión de mi carne, para que, ya que hable, no sea obedcszida: ya que acometa, no venza. Dcjád tal gusto de Vos, en mi ánima; que los manjares primeros, le pa- rezcan tan amargos, como ellos son.
Bién sé, Redemptór, i Señór mió, que me te- neis oído. Vos sabéis mis nezesidades, mui me- jor, que yo las entiendo. Mas sentís. Vos, mis trabajos, que los siento yo. Mayores son mis pe- ligros, que yo los sé encareszér, ni temér. ^'o tengo de que dubdár de Vos, ni de la misericor- dia, que prometistes, a los que se dejasen ha- Uár de Vos. El temor, i la dubda, que tengo, de mí mismo es: que de Vos, seguro cstoi. 1 tal sois Vos, Señór; tánto procuráis mi salud; que conzibo grande fé , que no me habéis de dejar; ni habéis de permitir, que se pierda, por mi parte, lo que tan zierto está de la vuestra.
392 *A CONFESIÓN. ^
Dádme el alegría, que, Vos, soléis dar, á lúá que de verdád se vuelven a Vos. Hazéd, que sicntá mi corazón el ofizio de Vuestra Jlisericor- dia : la unzión con que soléis untar las llagas de los que sanáis: porque sienta yo, cuán dulze es, el camino do vuestra Cruz; i cuán amargo fuó aquél en que me perdí. , ■ ' ''\
í Fin de la Coíifcsión. compuesta por el Doctor Constantino.
393
EpIsTOLA DEL BIENAVENTURADO SANT BERNARDO: Fol. 106. DE LA PERFECTIÓN DE LA VIDA.
Si complidnmcnte quisieres hazér lo que te cumple; es nezesario. quo hagas dos cosas. La primera, que te apartes de todas las cosas tran- sitorias, i quo no hagas mas caso d'ellas, que si no fuesen. La segunda, que de tal manera te dés a Dios; que ninguna cosa digas, ni hagas, sino lo que firmemente creyeres, que le plaze. Lo primero harás d'esta manera: que por todas las maneras, que pudieres, te envilezcas, pen- sando que no eres nada: i que creas, que todos son buenos, i mejores que tú, i que mas agrá- i dan a Dios. I que cualquiera cosa, quo vieres, o oyeres hazér a personas relijiosas, i de buena fama; que pienses que se hazo con buena inten- zión, aunque te parezca al contrario: porque muchas vezes, esta hum^a sospecha, se enga- ña. A. ' ninguno desagrades: ni hables cosas en tu alabanza, aunque mas familiár tuyo sea, con quien las hablares. Antes trabaja de encubrir tus virtudes, que tus vizios. De ninguno hables mal, aunque sea verdad, i cosa manifiesta: i esto, sino fuere en la confesión ; cuando de otra manera, no pudieres manifestár tu pecado Con mejor voluntád oye, cuando alguno fuíre alabado, que cuando fuere vituperado. Cuando habla-
1 Al ninguno-, en la edizión (le Sevilla del a. 154r>, Mas, pareze, e-rala clara : pues no cabe , ahí , el al del ttliuil la-
tino.
2 Est.i me preze lójica mala, i onticristiano.
394 » Epístola ?5 ~
res, tus palabras sean pocas, i de mucha substanzia, i de cosas de Dios. Si alguno ha- blare contigo cosas vanas, cuan presto pudie- res, acorta la habla: i pasa a otras palabras, que sean servizio de Dios. Cualquiera cosa, que le acaezca; si fuere próspera, no te alegres: si con- traria, no te entristezcas: piensa que todo es nada, i alaba a Dios. Cuanto mas pudieres, te recojo : i entiende con dilijenzia, en lo que mas te ha de aprovechAr. Huyo las hablas, cuanto pudieres: porque mejor es callár que hablar. Cuando vieres alguna cosa, que te desagrada, si - fueres en culpa, enmiéndate. Et si vieres alguna cosa, que te dé plazér; mira, si cabe en ti, i guárdalo: i sino, procura de enmendarte: i d'es- Foi. 107. ta manera, te sean todas las f cosas, como es- pejo, para llevarte á lo bueno, i apartarte de lo malo. De ninguna cosa murmures con nadie: nunca afirmes, ni niegues cosa, con porfía:. mas de tal manera te rije, que nadie se ]iueda que- jar de tí. Huye de ser risueño: i no te hallen presto para las cosas de risa. En todos tus di- chos, ten tal manera, que sean sin mucha de - tcrminazión. • ' ,
•[ Lo segundo, que has de hazcr, es orár, con gran devozión, en las horas convenibles; i, que de día, i do noche, pienses en tu corazón , lo que ■ruegas a Dios: i aquello, pongas por obra con dilijenzia: i piensa, en cuanta gloria est.án los Sánelos a quien le encomendares i. Tres cosas.
1 "A'o ícndrás Dioses nje- s. Bem-irdo en loi EscrifBs
1WS (ie.lnnlc lie mi', se Ice en del Dr. Constantino, pimso,
ül Exodo X.K, 3. — I, como no que no tradujo él , esta Epís-
sc lee frase iguál a esa de toUi.
«R. DE s. Bernaudo. ?» 395 ten siempre en la memoria: qué fuiste: qué eres: quién ' serás. Que fuiste un poco de 'vil materia hedionda. Que eres una casa de estiér- col podrido. Que serás mánjár de gusanos. Tam- bién imajina la cruel pena de los que están en "cl infierno : i cómo nUhca se acabará: i que por tan poco tiempo de deleite,- tantos males pnsañ para siempre. Imajina también la perpétua glo- ria del paradiso *, que nunca lerná fin. I en cuán breve tiempo la ganaron. I cuánto llanto, i dolór; ternán aquellos, que, por tan pequeña cosa, tan- ta gloria perdieron. I cuando alguna cosa te des- agradare , piensa, que si estuvieses en el infier- no, muchos mas males que esos, pasarías: i asi podrás sufrir todo lo que te acaeziere por amór de 'Christo. Cuando tuvieres alguna cosa que te agrade, o la deseas tcnér, piensa, que si estu- vieses en el paradiso , aquello, i cuanto mas qui- sieses, tendrías. Cuando fuere fiesta de algún sancto, párate apensár, cuantas cosas sufrió por amór de Dios, i cuan brevemente pasaron, i cuán eternos gozos alcanzó por ello. También piensa, cuán presto se pasaron los tormentos de los buenos, i los gozos de los malos: i cómo, los buenos, con estos tormentos, alcanzaron gloria eterna: i los malos con sus breves, i no debidos deleites, la pena eterna. Cuando te venzierc la pereza, imajina con dilijenzia, i piensa, el tiem-
1 Por lo fiuc antczedo , i signe, parozc, que dchtil.i dezír qud, i no quión como el eontexto lo requiere.
2 faradyso, en la edizión anticua del 1515 : i lo mismo
liicpo : tomada la vuz latina. Niicreo, quesea errata por j}íiralso, o parn'jso ; a pesar de que en el liiriiunario de la Arademia, no se rojistre la voz Paradiso. ■
306 "A Ei'ibToi.A
rol. IOS. po que pierdes : f i cómo , los que están en las penas infernales, si tuviesen todo el mundo por suyo, lo darían, pou un poquito del tiempo que perdieron. Cuando algunas tribulaziones to vi- nieren, piensa, como los que están en la bien- aventuranza, ya no las tienen. I cuando no ha- llares consolaciones, considera, cómo los que es- tán en el Infierno, carezcn de toda consolazión *. Cada dia , cuando te fueres ;'i dormir, examina con diiijenzia, tu conszicnzia : qué es lo que pensaste, o dijiste, o heziste aquél dia: i de qué manera, el espázio de tiempo, que te fué dado, para ganár la gloria, lo gastastes: i si bien; ala- La á Dios: i, si mal, i con neglijenzia; jime tu ^ pecado, i el dia siguiente, luego lo confiesa. Si alguna cosa pensaste, o dijiste, o heziste, que te remuerda la conszicnzia; no comas basta que lo confieses.
Esto te digo, en fín : que imajines dos ziuda- des: una do todos cuantos tormentos se pueden pensar; i esta es el infierno: otra, de toda Ja consolazión, i alegría que so puede imajinár; j ' esta, que es el paraíso 2; i que de nezcsidád, has de ir, á la una de estas : i lo que te puede llevár a la una, i lo que te puede llevár a la otra.
Zierto soi, que si guardares bién, lo que aquí to escribo '; que el Spíritu Sancto, que te mues- tra a tí, i a todos; morará contigo, i te enseñará perfectamente, a hazér lo que te he dicho: i, para que bién lo guardes , ninguna cosa d'ello
1 Consocion , por errata, guíente, cu el imp. antiguo , por liabér 2 paraijso : la a. ed. puesto el la, en el renglón si- 3 escriuio: en el iirrp. ant
"A DK s. Beunaudo. S 397 mcnosprézies. I continúa muchas vezcs a Icér esla mi carta: i cuando hallares haber hecho lo que te he escripto ; alaba a Dios que es piadoso, i misericordioso , por todos los siglos de los siglos. ■ AMEN.
FINIS.
^ DOCTRINA QUE MUESTRA, foi. ido. como ■ cada uno debe rcjir, i gobernár su casa: ordenada por sant Bernardo. Adizionada, i vuelta, do latín, en castellano, por el Maestro Navan-o, Canónigo de la sancta Iglesia de Sevilla.
t Estos folios se refieren al conserva en la líibliolcca Je ejemplár de la cdizión de la la Triniftód, en Dublin. '• Sumrt de fíocírina , que se
DOCTRINA QUE MUESTRA, foi. i&o. como cada uno debe rcjir, i gobernár su casa: ordenada por sant Bernardo. Adizionada, i vuelta, do latín, en castellano, por el Maestro Navan-o, Canónigo de la sancta Iglesia de Sevilla.
t Estos fñl ¡os se refieren al conserva en la Uibliolcca Je ejemplár de la cdizión de la la TrinMd, en Dublin. '• Suma de fíoc trina , que se
t EPÍSTOLA SILVESTRE DE BERNARDO-
DiRijiDA A UN Caballero, que le rogó que lk diese informazión, cómo había de gobernar su casa: en romanze. Adizionada por el Maestro Martin Navarro, Canónigo de la Sancta Iglesia de Sevilla: dirijida a los íim reverendos se- ñores DeAn, -i Cabildo, de la dicha Sancta
IGLESIA.
PRÓLOGO.
Muí reverendos señores: porque la regla, ¡ ordeu del rejimiento de casa, que en grie- go se llama economía; es szienzia aparta- \ da de las otras; escribió sant Bernardo la Epís-
tola infra escripta, a un Caballero amigo suyo, de cómo se babia do rejlr; i moderar a si, i a su casa, i familia, en todas las cosas nezesarias al uso cuotidiano. La cuál, me pareszió que por-, quo fuese mas común a todos , como bién jenc- rál; se debia sacár en nuestro romanze, i Len- gua vulgár, con algunas adiziones ó glosillas; " declarando mas, i aplicando, la intenzión, ¡ sen- , • tido d'ella. Porque, como quiér que sant Ber- nardo fuese Letrado, i por su prudenzia, i discrc- Foi.151. zión, escribiese ^ lo prinzipál que era mencstér, para el rejimiento de Casa; pero * la experienzia de los hombres, i la diuturnidád del tiempo, que cada dia se adelgaza mas; dió cáusa, a quo en algunos pasos, la hobiesc de alargár, o declarár.
1 piro, .nqui, i en otras par- embargo; con lodo; no ois- te3,ücnol.-i azcpziún de sin tanto. .. .
•A PRÓLOGO. S 401
I poríjue laá petsórtas Eclesiásticas, espezial- mcntó los que residen en iglesias Catedrales, i pocó en sus casas; tienen mas nezesidád d'esta Orden, i aviso de vivir; me pareszió cosa conve- liente,- enderezárla a vuestras Mcrzedes, i a óada uno d'ellos: porque será dechado, i en- xemplo, para las otras personas seglares: i los que quisieren usár d'ella en la parte que lés ' tocare, i a su propósito hiziere; bién sol zierto, que sentirán descanso en sus personas i provecho ensuhazienda. Vuestras R. P. reziban mi volutád, i azeten lo que sant Bernardo dize,
quo es lo siguiente;
26
'A PRÓLOGO. 9í 401
I poríjue líiá persórtas Eclesiásticas, • espezial- mentó los que residen en iglesias Catedrales, i pecó en sus casas; tienen mas nezesidád d'esta órden, i aviso de vivir; me pareszió cosa conve- rtiente,- enderezárla a vuestras Merzedes, i a óada uno d'ellos: porque seri dechado, i en- xemplo, para las otras personas seglares: i lós que quisieren usár d'ella en la parte que les ' tocare, i a su propósito hiziere; ' bién sói zierto, que sentirán descanso en sus personas i provecho ensuhazienda. Vuestras R. P. reziban mi volutád, "i azeten lo que sant Befnardo ; • ' • ■ dize,
•■■^ 'que es lo siguiente.
26
402
Ruégasme, con mucha importunidád, que te enseñe doctrina saludable para la go- bernazión de tu casa : i cómo te has de tratar con tu familia. I aunque estos negozios mortales, por la mayór parle, estén subjetos a aczidenles de fortuna; no, por eso, los sábios varones dejaron do dar lei justa, i regla sancta, para que los hombres cuerdos , puedan vivir con buen conzierto i razón : i estén proveídos con remedios provechosos , para se defensár contra las desdichas, que pueden aconteszér.
Prosigue el Consejo.
^ El gasto de tu persona, i casa, sea menór, que tu renta, i facultad: que, sisón iguales, pue- den acaeszér casos sin pensar, i infortunios, por do te pierdas; i vivas penado, i abatido.
La moderazión es mui nezesnria: mas grave dolór será a tí, caér de tu estado; que, antes de caldo, recojerte con sabia prudenzia. Lo que gas- tas ' con el pobre, te será agradeszido: lo que gastas en auctoridád de tu estado, es honrroso: lo que gastas con vagamundos, es vituperable: lo que gastas con tus amigos, es conveniente a razón. El gasto suntuoso de núpzias*, desposó- las, rios; mas ^ es indizio de liviandad, que de ho- nór. En este articulo, ten por costumbre, de
1 Así: pareze que debía dezír, goslrs: i, lo mismo en los tres sigruicntes
2 dcminrias desposorios, dize la cdizión antigua; m.ts, a mi parczér, hai errata do-
ble: de unir dos vozes: i es- cribir mal una: pues minzias por núpzias , aun cuando so hay,% usado, serla un barba- rismo.
403
conferir siempre la agonía del gastár, con el trabajo del gandr. •
^ La comida de tus familias, sea moderada: antes coman manjares gruesos que delicados: don- de nasze la gula desordenada, que es un vizio in- corrcjible, que con (la vida) ' solamente se acaba. La gula, en el hombre, es una lepra incurable, que se acrezienta con el vivir. En los dias fes- tivos, i de páscuas, el comér sea algo abundante, i uo curioso: por manera, que satisfagas a la ne- zesidád, i no a la fantasía .
Aviso singular.
^ Procura, cuanto pudieres, que haya ¡ileito, entre la bolsa, i la gula. I cuando algo te pidie- re la gula, dile, que está embarazado, a pedi- miento de la bolsa. E si, por ventura, fueres compelido a sentenziár en esta causa, no seas ini- cuo juez: que, sabida la verdad, comunmente, la justizia es de la bolsa. Los testigos de la gula, son pobres: bajos: de racz condizión: i deponen, no jurados, ni llamados; salvo injeridos de su propia voluntad: los cuales son, golosina epicú- rea: vorazidád inhumana: sed artifiziosa: apetito desordenado. Cuanta autoridad tengan estos tes tigos, es muí notorio: que son parientes propín- eos, de brutos animales. Los de la bolsa, sonde mas crédito: el arca vazía : la troxe sin pan: la
« que con solamente se acá- dize, familias; puede habér
ha, se lee en la cdizión anti- errata por familiafrejs; si en
g-ua, por errata manifiesta de el MS. del Autór so escribió
omisión, de las vozes que ahí la voz abreviada, suplo. Antes, también, donde
m
despensa sin provisión: los siervos hambrientos: los mozos desnudos. Estos deponen do vista, i con mas aparcnzia. Claro está, por quién debes sentenzii'ir, si no eres apasionado Juez. Esto so entienda, con tal condizión, que la cobdizia no haya sido el Abogado déla bolsa: que en tal caso; ' - ■ la gula puede apclár de la sentenzia: i tu .debes admitir la apelazión: porque codizia, es raíz de males, que haze al hombre ser homizida de sí. \Avarizia es un tcmór de sor pobre: i este temór, ha.-!;e al avariento, que siempre viva en pobreza, como cuitado, i mezquino. Para una sola cosaos íitile el avaro: para adquirir con pena, i guardár con solizitúd, lo que otro ha de gastar con d¡- ^ soluzión.
V Dilijenzia, en el Señór, es virtud muí esti- mada. Sci Goüzito en sabér, qué voluntád te ten- gan tus sirvientes: i por qué manera te sirver.: si es de amor, o de temór, o de puro interese: ca el descuido en el gobernador, es un fuego cruél, que quema la casa por cuatro partes. El estado del neglijente es un alcázar viejo, que, en Füi. 153. breve, dará consigo /" en tierra. Mui pocas vezcs dilijenzia, i desdicha, se asientan a una mesa. Los infortunios, i pereza, suelen andár en com- pañía. Nunca vi mas vaha esperanza, que la del neglijente perezoso: espera, que Dios hará sus negozios, estándose él durmiendo con oziosidád: i no mira, lo que dize la Scriptura, «yo os man- do, que estéis apcrzcbidos, con vijilanzia.» Así que, se zicga, i vive engañado: contemplando lo que puede Dios, i no lo que manda. 1 Si tuvieres mucho pan en tus silos i cáma-
/i05
ras; no desees careslia d'ello, que serás Iiomi- zida de los pobres: venderlo has, cuando estuvie- re en tal prezio, que el pobre lo pueda comprar: de lo queda por ello, te haze grázia: lo que com- pra de tí, suyo es: lo cuál se le debe, por titulo de nezesidád. A tus amigos, i parientes, darlo has, por menór prezio : que l'amistúd, mejór se conserva, por buenas obras, que coa dulzes pa- labras: i conoze, por mui zierto, que mas zierto amigo es, el que te socorre callando, con parte de sus bienes, que el que, hablando, te ofreze toda su hazienda. No tengas por amigo Gél, al que te alaba en tu presenzia: que este es el oíi- zio de secreto engañadór. I cuando tu amigo te pidiere Consejo, procura de le dezir, lo quo conviene a la razón, i no a su voluntád. I avi- so te, que no digas, «hazéd esto:» que es dezir peligroso. Díle: «yo asi lo haría, si en tal caso me viese:» por que del buén Consejo, te darán pocas grázias: del malo, luego serás reprehendido. Si tuvieres enemigos, procura de audár acompañado con personas conozidas: aunque sea, de baja suerte, no lo tengas en poco, ni te descuides: que el tenór en poco al enemigo , ha salteado a muchos buenos, a traizión: ni te asegures, si fuere flaco, i callare, que su disimulazión , es mas de trégua, que de paz.
1 La mujer que tienes, si ea virtuosa, hónr- rala como discreto, que la tal, es corona de su marido. Empero, si no es tal, i supieres su trai- zión; este sabér, es herida incurable: mitigárse ha tu dolór, cuando supieres, que hai otra peor que la tuya, en fama, i vida, i condizión. li si
406
la tuya, es consuelo para otros, mas te valiera- no ser naszido, que casado. La pena justa, de la perversa mujer era, que viva la enterrasen. Si la quisieres correjir; digo te, que mejór se castiga con risa, que con palo: que si está endurezida, el castigo, pienso, la hará peór.
T Las vestiduras ricas, declaran la pobreza del seso. La ropa mui preziada, es causa de murmurazión, i envidia, a los vezinos. Procura Foi. 154. de ser estimado, por la bondád, i no por f el ves- tido. La virtud permaneze: el vestido acábase con vejéz. Grande infamia tuya es, que se diga con verdád, que vale mas, lo que traes a cuestas, qu'el mérito de tu persona.
1 Si fueres visitado de truhanes, avisóte, que estos son interzesores, i medianeros, que te quie- ren casar con una Señora, que se llama Pobreza: cuyos fijos son, nezesidád, i abatimiento: no des audienzia a sus palabras: que te zegarán, por tal manera; que la medizina con que has de sanár, es peór que la dolenzia. Prudente serías, si les pagases el salario, en la moneda de su servizio. El criado altivo, ¡ parladór, despídele de tu casa, que d'él no se espera, si no ser tu enemigo. I el siervo, que procura de contentarte, i de seguir tu apetito; aparta le de ti, que no te quiere bién, ni te dirá verdád. Pruébalo. En dia, que faga grande calór, di tú, que hazo frío: mira, cómo luego se conzei-tará con tu palabra. El siervo quo tiene vergüenza, en el rostro, humilde i dilijente, <¡ue procura de te dezír verdád; ámale como a hijo: porque es fiél, i zicrto en tu servizio. El siervo que te viniere con parlerías, mándale
407
castigar; que si le oyes, dará ocasión Jo turbar toda tu casa: i el escudero, que en tu presenzia te alabare, guárdate d'él, que quiere, con pala- bras, conprár tu fazienda.
^ Si quisieres edificár, mira que a esto ejer- ?Ízio te compela nczosidád, i no cobdizia, que no sabe ponér término en su inclinazión. El desor- denado deseo de edificár, acarrea, en breve, la venta de lo que has edificado. La torre acabada, i arca vazia: en este estudio, se aprende pru- denzia, aunque tarde, i a mucho daño de los que estudian en él. Si bebieres de vendér, no vendas el patrimonio, que heredaste: mejor es sufrir la hambre, que vendér lo de tus pasados; vendién- dolo, infamas a tí, i a ellos: a ti de pródigo, i perdido; i a ellos, de codizia desordenada: que (como se dize) nunca de bazienda mal ganada, gozó el terzero heredero . Cuando hobieres de comprár, no- compres en compañía de hombre poderoso: que te pornás en subjezión, o en dis- cordia, que son inconvenientes conozidos. E si en compañía de pobre, tuvieres alguna posesión, trata le bién, porque él no la venda, a otro mas poderoso, que tu, i pagues tu culpa, en la ma- nera que - ofendiste.
1 En el uso del vino, debes tenér modestia: escusa la embriaguéz, que empide el ofizio de razón: el beodo sola una cosahaze bién, que es caér en el lodo; pena justa de su pecado. Digo te, que la abstinenzia del vino, es prudenzia sin- gulái": i el que, entre muchos vinos í i banquetes, pol. 105. se demuestra modesto en el bebér; puede se de- zir, Dios terrenal, según ficzión de Poetas. E si
408
en algo exzedisto, i te sientes un poco alegre: fu- ye el consorzio, porque no sea conozida tu des- orden. Procura el sueño, antes que hables: que este vizio, mu¡ mal se escusa con palabras, por que ellas mismas le condenan, i con razón: fea cosa es la judicatura del vino, en el hombre mo- zo, i mui pcór en el gusto de la mujer.
í Cuando estuvieres enfermo, no llames al físico, que tiene mucha szienzia, i poca expe- rienzia: que, en este oCzio do curár, matando a unos, se aprende el sanár a otros. Procura mé- dico prudente, experimentado, atentado: mas amigo de esperar, que de concluir. E si quisie- re hazér en ti nuevo experimento, no lo con- sientas : ni cures mucho del que anda mui ves- tido, con joyas, i anillos: que aquellas cosas, no son para sanár, salvo para mas ganár. Vergüenza será a ti, dar pequeño salario, a quien trae con- sigo tantas riquezas.
^ Debes tener dilijenzia, en mirár algunas vezes, tus caballos, i muías: i no te confies de tus criados, que enojados contigo, ejecutan en ellos 5!u venganza. Los perritos de falda, presen- ta los, a las Reinas, i Señoras do Estado, para que, con ellos, tengan su pasatiempo. Los perros de caza, mas enojo traen, i daño; que dan pro- vecho, ni plazér.
*i Llegada la vejez, que es propincua al mo- rir; debes, en vida, ordcnár las cosas, que cum- plen a la salud de tu ánima: i de tal manera, que todas las cosas, asi ordenadas, en tu vida, sean apazibles al mundo, i a Dios azeptas: por que Él se acuerde de ti. I debes olvidár los hijos.
409
imujér; que es mui peligroso para este viaje. I, con salud, ordena tu testamento. No esperes la enfermedad, que muchas vezcs priva el sentido. I, primero, manda pagár lo que debes; espczial- mcnte, a tus criados. I, de lo que quedare, haz mandas pías, como cathólico. I elije, por cura- dór de tu ánima, a persona, que sepas, que tiene cargo de la suya. No cures de amigos, en este paso; salvo de siervos de Dios, a quien te debes encomendár. I deja tus hijos herederos tán pazl- ficos, que después de tus días, no se fagan ene- migos, por el repartir de tu liazienda. Esto se me ofrezió que dezír, en respuesta de tu pregunta; lo que fuere provechoso, reszibe lo, como de amigo: i lo que no es tal; reprehende mi igno- ranzia, i no mi intenzión.
FIN.
OBSERVAZIONES
SOBRE
ESTOS TRATADOS.
Suma de Doctrina Cristiana.
Si juzgámos por la ZéJula, o permiso para su impresión , que va en la hoja segunda de este tomo, fechada a 22 de Agosto del año 1548; es probable, que la edizión primera de la Suma, se hiziese áziael año de 1540, i tal vez acompañada, de alguna »Exposizión del primév Salmo. Bea- tas Vir.»
Como el Permiso, aquí reimpreso, comenzó a usarse el año 1551, i está al frente de la edi- zión, que me sirve de Orijinál; infiero, que acontezeria una cosa parezida, con el que sir- viese para la edizión primera de ella. Es dezir, que el Permiso primero, conzedido al Dr. Cons- tantino, parala impresión de sus Zinco Libros, se expedirla ázia el año de 1538, pues permisos, o privilejios semejantes, se daban siempre por diez años.
Siendo zicrto el supuesto, serán entonzes tres, las ediziones do la Suma , impresas en Sevilla: 1540.— 15 i5.— 1551.— I puede habér otras.
420 SP. OBSEnVAZIOXES. >f
De Ja cdizión de 1545 se conserva un ejemplár en la Biblioteca Bcál de Bruselas, cuyo Colofón se halla al pie de su folio clxxix, después de la palabra «vida», con la cuál finaliza en ella (igual- mente que en el ejemplár Dublinensc) el Sermón en el Monte, como se advierte en la Nota 3; puesta en la páj. 26'J. Para conservar la memoria jde esta cdizión, se reimprime cxactamentesu Por- otada, con el Colofón al respaldo. Véase la páj. 415. \ De la cdizión del año de 1551 so reimprime ^, también su Portada en la páj. 413, i al respal- ^ do, el Colofón. Es trasunto fiél dé la que tiene el ejemplár, que poseo, i que me ha servido de orijinálpara esta reimpresión, comoqueda dicho.
Además de las sevillanas, hai, pareze, otra edizión de Ambercs, por Martín Nuzio, sin año de impresión, i a esta ediziórt, pienso, que per- teneze el ejemplár incompleto de la Suma, que se conserva en la Librería del Colojio de la Tri- nidád, [Trinüy College], en Dublin. Esto mas bién, es conjetura, porque desgraziadamente, al ejemplár de Dublin le falta la Portada. Fál- tánle también las hojas desde el fólio 120, al fólio 134.— Está marcado en el Catálogo, con la señál GC, 00, 36; i con el título, «Coloquio de Doctrina Cristiana.n Mr. Thomás Noble Colé, copió, de este volumen, el Sermón en el Monte, i la Epístola Silvestre de Bernardo. Hizo su copia, letra por letra, palabra por palabra, renglón por renglón, i pájina por pájina: la concluyó el 31. Vllm. 1858: la colazionó, luego, dosvezescon el orijlnáí, palabra por palabra : i para mayór es- crupulosidád , la leyó con atenzión, i colazionó.
•A OBSEUVAZIONES. 9? 421
por terzcra vez, el 23. IXm. de 1858. i la envió a B. B. Wiffen ; i este incansable amigo , me la remitió bién encuadernada, entre otros MSS.> rezibiéndola yo el 21 . VlIIm. 1859.
Esta copia de Tliomas .Noble Colé, me ha ser- vido, para apuntár las variantes rejistradas al pie de lííijina, en las que va reimpreso el Ser- món en el Monte: i para reimprimir la Epístola des. Bernardo, que tradujo el Canónigo Martin Navarro, i la oudl es un medroso arrimó en tal cdizión. ■
El ejempldr de Dublin, le atribuyo a la cdi- zión de Amberes (que luego se verá menzionada por D. Nicolás Antonio) por el carácter de letra redonda: por el grabado de la cruziüxión, pues- to en el folio 150 primera llana, i que sirve de Portada a la Epístola Silvestre de Bernardo , i muestra ser do dibujo flamenco.
De estas tres ediziones de la Suju, de que ten- go conozimiento seguro, por los ejemplares que dejo zilados; he preferido, para su reimpresión, el cjemplár completo que poseo, de la edizión del año de 1551; porque entre ellos, claramente apnreze el mas ultimado, o el mas perfecziona- do, por su Autór.
No solo tiene este ejemplár el remate adizio- nado al comento del Sermón en el Monte; sinó, que, a este Sermón, ó Compendio incomparable, i verdaderamente zelcstiál, de la doctrina, i fi- losofía cristiana, no se le desdora, en el volu- men del a. 1551, con la contera impropia, por no dezir mas, de la Carta de Bernardo.
El mismo Constantino Ponze de la Fuente,
422 *. ODSEUVAZIONES. 9C
Doctór entre los hombres de su Escuela , entón- zes vciicradísimo, dizc ahi, pájina 241. — uPares- sziómo, que seria bien ponér la [doctrina del «Sermón en el MontcJ, al find'estc Libro, ■pava nque se vea la conformidád de lo que él con- «tiene, con la doctrina delRedcmptór; i quesea «ella, el examen, i la prueba, la declarazión, i Illa luz, de todo lo que los hombres dijeren.»
Do suerte, que estas palabras, parczcn un casi justo, i completo descargo, que da el Doctór Constantino, por habór escrito este Libro : i, al mismo tiempo, son una prueba, o muestra, de la rectitud de sus conozimientos cristianos.
Porque pareze innegable, que estampando él, por remate del Libro, quo habla compuesto so- bre doctrina cristiana, i su enseñanza, la traduc- zión del Sermón en ei. Monte; dijo claro a todos: que los libros para enseñár la Doctrina Cristiana, quo no se ajusten, i estén del todo conformes, con la doctrina clara, i explízita, i con el espí- ritu Divino, do este Sermón de nuestro único Enseñadór infalible; nada valen para nuestra en- señanza. En esto, Constantino azertó , i propia- mente fué Doctór. Es, como si hubiera acotado, ahi , aquellas palabras inspiradas, que leemos en el Capitulo segundó de la Carta de s. Pablo a los Colosenses, cuando les dize :
nCuidúd, de que no haya ninguno, que os arre- «bate [el entendimiento] por medio de su ñloso- nfia, i su vano engaño; [enseñándoos] según los «prczcptos de los hombres, según los rudimen- »tos del mundo, i no según Cristo. » • Pienso; pués, que Constantino de la Fuente,
«. ODSERVAZIONES. S 423'
para no soparár de su doctrina; Id piedra do to- que, en que nezeSáriamcnto habían de ensayarse los quilates de sú bondád; concluyó el Libro de la Suma ,: con el Seuíión en el Monte. I si en ediziones anteriores al año de 1551, tomo eti la del ejemplár, que se conserva en Diiblin, sigue al Sermón, esa Carta de s. Bernardo; 1 ésto se hizo con anuenzia del Doctór; el moliVo de esto fué, el indicado arriba con ¡. las. ivozes medroso arrimó. ;',u\\\ .'•■■>! r.\r-<\- ><■'•('■■■'. :.•'.:•■( i-i-'t
. El Maestro Martin Navarro , Canónigo de Sé- villa, fué quien trasladó la Epistola de s. Ber- nardo ,' como se nota en su encabezamiento se- gundo; pájina 400. Antes, el mismo Navarro, a ruego de la Marquesa de Montemayór, doña Isa- bél Enrriquez, escribió un opúsculd, que so in- titula Tratado dí:l Santísimo Nombre de Jesús, el cuál se imprimió en Sevilla; el año de 1525,- en 4.°, por Diego, o Jacobo Cromberger. — I Navarro tradujo también, según pienso, la Car- ta, Dé la Perfeczión de la Fida, reimpresa ahí en -lias pajinas 393 — 397. Nótese que en las Portadas antiguas de estas Obras del Dr. Cons- tantino j no se menzionan esas dos Cartas de san Bernardo. Tampoco én el Permiso para la impre. sión, qiie va reimpreso al prinzipio de este to- mo. I, desde luegó,'las hubiera suprimido en la edizión presente, a habérmelo permitido la con- servazión fiél ; de ; estos libros relazionados con ellas, por la amistád, i motivos, de' sus escri- tor es;'. í .•'.( .r.'.pj í ) r' o^ nl!fi'v;'):;-,ví-
- Navarro fu6 compañero,' i se mosiró; al pare- zér, amigo de:nuéstro Autór, i también, á su 27
424 OBSimvAZ IONES. ^
manera clericál¿ amigo de reforma rclijiosa, co- mo se desprende de las Cartas. Ambos temerosos (aunque por motivos diferentes) , de que apare- ■ zicndo los Escritos solos del Doctór, pudiesen hallár obstáculos, entre los conterráneos escru- pulosos; se dispusieron el uno a prestár, i el otro a admitir ese arrimo del nombre, i Cartas de s. Bernardo. ■ ' ■ ■ • '
Porque era nombre, el de s. Bernardo,- do muí buén sonido para los timoratos de España. Florczió en el siglo XII : fundó una nueva Orden monacál: fuó hombré de calidades eminentes, i de mucho zelo : nuestros pintores nos le pre- sentan mamando do los mismos pechos do la Virjen: fuó además perscguidór de los escritores de zclebridád, como se le víó contra Abelardo, i Amoldo de Brescia: so ocupó mucho de pa- siones humanas, en los movimientos perpétuos, que trajo, para abrumár con.anatemas, a cuan- tos le parezfan heterodoxos : sacrificó mucha jente con la invenzión horrible, i san.í^uinaria, de las Cruzadas: con su buena rcput-azión, i con el ardor qué solizitaba la condena de sus adver- sarios ) ganó siempre el asentimiento de los Jue- zes, e hizo sucumbir, bajo el peso de las preocu- paziones, i de los pro'zcdimicntcs irregulares, a las, personas que acusó: so- le canonizó -final- mente. ¿Qué mejór escudó ; pués, que una Epís- tola do 3. Bernardo, para un Libro del Doctór Constantino? : ■ i .
Mas acreditado ya el Libro, pudo bién salir, de nuevo, en el año de 1551, sin nezositár scme- jente arrimo: i así lerciiüprimió el Doctór, en las
obseuvaziones. J5 425 216 hojáSy ((ae van ahí reímprcsás, hasta la pá- jiña 278.
Eso baste, al presente, éri cnanto á las impre- siones antiguas de la SujíA DÉ Docíuii^a, cotia- puesta por el Autór. íiías respecto al quilatadór que lá puso; o séase, a su traduczión del Sermón UN BL Monte; áú obsórVárá, por lo que signe, que logró fjrovidenzialmentó sei" aprobado i reim'' preso, i aiín podríamos dezir casi mejorado, po^ los mismos proscribidorés de la memoria, i es-" critos, del Dr< Cohstaritifio. ' '
Hai üñ áuréó Librito Castellano, Cuya Portada copiaré literál:
-^«Libro llamado Ouiadip6cadof6S> en el cuál sé éniefía iodo lo qué el Criúiaixó debe hazér, dende el pfiñzipio dó su Converiióhj hdslá el fin déla Per* feczión.—Cómp'uéStO por él Reverendo Padre hai Luis de Gtánada de la Orden de s. Domingo.— ^ Impreso en Lisbóa, én cüSade Joánnes Blauio, de Colonia. 1556. Conprivilejío ñeá(,po)' dici Años.»
Es un tomito en dozavó^ prolongado, i cslre- " ch5, en la forma^ i tamaño de los vls^efes viejos; pero eii papél- buérióV e impresión clara, i que tiene 222 hojas, o folios. En la llana primera de lá hojá lé8, ácabá la «Regla de bién \'ivír:.) I a la vuelta, comienza el Apéndize, con una Carta del Padre Fr'. Tomás de Villanüeva, Arzobispo de Valenziá. Sigue líha «^cgla de Vida,»' alfolio 171, vuelto, por elReVercndo P&ivá Maestro Juári de Ávila. I en áeguida, al folio 1 76 ^'ucltó, CCk mienza el Sermók ntú SeRóíi Etí él MoN-fí', pre- puesto a él, ün Prólogo de poco rtaS de siete pá' jiñas. El Sermón, se reimpritne allf, con lijeras
426 «. ODSEIIVAZIONES.
variantes, en esta misma versión del Dr. Constan- lino. I repito, que se reimprime , casi mejorado, porque las Notas del Doctór, que intercaló ól, entre el texto, como, por ejemplo, las que van al pié de los párrafos xv. i xvii., se desglosan, en el Librito do Lisboa, i se las coloca en el Pró- logo, reimprimiendo sin interrupzión los tres Capítulos del Evanjclio. Además de las Notas del Dr. injeridas, se añaden en el Prólogo pensa- mientos mui acordes a los suyos. He aqui uno.
«Asi que, pues hasta aquí habernos oído a los «ministros de Dios; oigamos agora al mismo Dios, »quo habla por boca de su UnijénitoHijo: si hasta, naquf habemos bebido de los chorrillos de la sa- »biduria humana; bebamos agora do la misma iiFucnto de vida: i si teníamos en poco, las pa- «labras sahdas del pecho de un hombre mortál; «tengamos en mucho, las que salieron de aquél «almario, donde están enzorrados todos las teso-, «ros de la sabiduría, i szienziade Dios.»
■ Confróntense esas palabras, con las que leemos del Dr., en la pájina 245., corroboradas, luego, con las puestas en las pájinas 270-274., i se nota- rá conformidádl: ; '
■ En el Librito impreso en Lisboa, a la traduc- zión del Sermón en el Monte, del Dr. Constanti- no, se añaden los siguientes pasos notables, to- mados del Testamento Nuevo. Las palabras del Scñór, sobre las obras de misericordia, recorda- das en el Capítulo XXV. dos. Mateo.— Las que so / leen en el Capitulo x. del mismo, sobre la regla de perfeczión, i vida Apostólica. — Las del Sermón de sobre zena, que nos recuerdan los Capítulos
OUSERVAZIONES. JS 427
XV, xvi i xvii, de s. Juán.— Una paráfrasis de los capítulos do cartas de s. Pablo, por este orden: Capítulo xü. a los Romanos. Capítulos iv. , v., i vi. a los Efesios. — Capítulos iii., i iv. a los Fili- penses. — Capítulo vi, do la segunda a los deCo« rinto.— Cap. xi, do la misma. ■ En csteLibrito se omito el nombro del Doctór Constantino, al paso que se reimprimo uno de sus trabajos mejores, cual es la versión do los tres Capítulos do s. Mateo. El quinquenio trascur- rido desde el año de 1551, al de 1556., había inclinado ya la balanza, en aquellos lúgubres días, a favor do los Inquisidores, de suerte, quo no se atrevieron a estampár el nombro de Cons- tantino, los que su trabajo reimprimían.
' ' ' • Catezismo. ' ^ ■ ■ •■ ' ' ■
" De él no conozco mas edizióu, que la de An- vers, o Amberes, hecha en un tomo en Octavo español, el año 1556, cuya Portada reproduzco; -, i cuyas 108 hojas, o folios, van acotadas en las márjenes correspondientes de esto volumen, desde la pájina 279 a la 358.
El ejemplar, que me sirvo de Orijinál, se con- serva en la Biblioteca Reál de Bruselas. Tal vez (si antes no se imprimió en Sevilla) no haya mas edizión: i sea estala indicada' por R. G. Monta- no, [Edidit Calhcchismum in locis liberioribus:] en la pájina 295, de su Libro, Inquisitionis Hispanicac Artes; que reimprimí el año de 1857; i que puede confrontarse con la pájina 327, de ' la misma Obra en Castellano, que habia impreso
428 «. OBSERVAZIONES. ?í
en el año de 1851, a mi sola, i única costa, pues nunca he impreso Libro a expensas de nadie.
También el Catezismo salió arrimado a nom- bres de autoridad, pues lleva una Dedicatoria a un Obispo de León, i por adiziún finál, la Carta de s. Bernardo, que va en las pajinas 393-97, i que probablemente será trabajo del Canónigo Na- varro, traductór de la que acompaña a la Suma. A esta no le falta su Dedicatoria, porque la dirijió al Cardenál Loaísa: pero como i este ami- go de D. Felipe II., i educadór de D. Felipe III., se le conoze mejór, que al Obispo de León, no he creido nezcsario ocuparme de él. Mas como el Obispo, fué antes compañero del Dr. Cons- tantino, i se trataron con familiaridad, no pare- ze impertinente considerarle mas de zerca.
Don Juan Fernandez do Temiüo, fué naturál de la Puente de Valdevicjo, o, quizá, Valvieja, en el Arzobispado de Burgos. Entró en el Colcjio Mayór de S. Salvador de Oviedo, en Salamanca, en el año de 1524., i fué uno de los primeros Colejiales, que D. Diego Miguez de Vendaña Ga- nes, elijió para el establezimiento del referido Colejio. Fué Catedrático de Leyes en dicha Uni- versidád, i después, Vicario Jenerál de Sevilla, Canónigo, i Dignidád de Priór de la misma Igle- sia. En 10 del ix. mes, del año 1546 tomó pose- sión do aquél Arzobispado, en nombre de Don Fernando Yaldés: i en 10 del x. mes, siguiente, fué consagrado para la Iglesia de León, donde el Dr. Muñóz tomó posesión en su nombre, en 1(> del propio mes. Fu6 uno de los Obispos del Gonzilio de Tren-
OUSERVAZIONES. JS 429
to, de donde ya so había restituido a su Diózesi, en el año do 1553., en que el Dr. D. Diego de Covarrubias, Oidór de la Chanzilleria de Gra- nada, i electo Arzobispo de Santo Domingo, le dedicó sus Comentarios iíi Regulam , Pecca^ tum, etc. En la Portada dó esta Obra, fee grabaron, las armas del Obispo Temiño , i en la Epístola Dedicatoria, pondera elDr, Covarrubias, la gran- de aplicazión del Obiépo, al conozimiento, i reso- luzión, de los asuntos, i ncgozios, del Conzilio Tridentino, lasmuchás penalidades, que sufrió en su viaje, volviendo a España, no sin grave ries- go de la vida, i en fin, la virtud, erudizión, zelo por la república Cristiana, i otras prendas, que le hazian feliz, en el gobierno, i famoso en todo ol Reino de España. ^
B. Arias Montano, hizo mcmoriá de este Obis- po Temiño, cuando, al liablár, del talento de su propio Padre, dize en el Libro iv do Rhetórica, que Temiño guardaba sus cartas.
. ir. : . TesÜB mlU certus . - >
Tegminus, Lcglo Hesporiaa quo prasulo quondam Gaudcbat; namque nie mci tnonimcnta parentis Et spcctanda olim, et cunctU laudanda fercbat. Dli bis duodena dabatur epístola nostró . . A gcnitore, nolis variis depicta, occ una , Altorius, prtcterquan aut signa, aut nomina tantum Auctorem téstala suum sub úne tencbat.
•V' Murió el Obispo Tétriiño en el año de, 1557, i fué sct^ultado en la nave mayor de la Catedral, a la entrada del Coro; a Temiño sucedió Don Andrés Cuesta, desdé el año de 1558< hasta el de 1564. "
430 °A ODSERVAZIONES. 9»
, ' Por consiguiente, este Catezismo, qiie reim- primo de la única cdizión, que de él conozco^ se imprimió en Amberes, un año antes de la muerte áe\ Obispo Tcmiño, él cuál, muchas vczes había pedido al Dr. Constantino, que le escribiese. Véase la Dedicatoria. Como el Catezismo tiene solo 75, hojas, pequeñas, en la edizión antigua. (Véanse, en esta, las márj enes) se añadió, en otras 30 hojas la Contesió.x, i en 3 hojas, por medroso arrimo, la Carta de s. Bernardo, que va reimpre- sa,, en las pájinas 393-97. Azerca de la ■ '
. Confesión del Pecadór,
ocurre dezir, que tainpoco he visto, de ella, mas edizión Castellana, que laque acompaña al Cate- zismo i, por eso, va ahí reimpresa, en seguida, en las pájinas 359—392. > . • - En el tomo en folio, intitulado: fHisloire des Martyrs, etc., MDCVIII, que se divide en XII Libros, obra escrita por Juán Crespin (o Grcpin), i añadida por Goulart: en su Libro viii., al folio 501, vuelto, hai una Notizia del Dr. Constantino Ponze de la Fuente, que llena unas cuatro co- lumnas, i acaba en el folio 502, vuelto, donde comienza la — «Confessión d'unPecheur deuant Jesüs Christ Sauveur et Juge du Monde.» El tra- ductórfranzésdize de, ella: tcetahleau lequel nous prescntons maintenant auLecteur, l'ayans recouvrc dépuis n agüeres a la bojine heure, et traduit d'Espagnol en Frangois comme s'ensuit.n—l pone, en seguida, la Confesión, en unas catorze co- lumnas, finalizándola en.el folio , 506, . columna segunda. ■ .í .; ; ■ :■
». observaziones. 9S 431 Esta Obra, Historia dé los Mártires, (Histoire des Marlyrs) parezc la misma, que la que Daylo zita, en edizión del año de 1556, bajo el título de, Acia ü/aríi/rum, según 61, recuellis par Jean Crepin. I la misma también, que rcjistra Conm- do Gesnero, o su abreviadór Josias Simler, en la pájina 358, columna segunda, de su Bibliotheca (edizión de Zurich del año 1574); así: — «Joannes íCrispinus, Atrebas, coUegit et in publicum edi- idit Actiones etMonumenta eorum, qui a Vui- ))clef et Husso, ad nostram hanc ostatem pro nChristo mortui sunt. Geneuae. 1560.» ¡Juán nCrispin, natural de Arras, recojió, i publicó )iZas Actas, i Memorias de aquellos, que desde tíos tiempos de Wiclef, i Huss, hasta los núes- yitros, han muerto por la fé de Cristo. Jine- obra. 1560j.»
Se vé, que esa de Jinebra, es edizión posterior a la zitada por Bayle: i'que este llama Crepin, al que Gesner denomina Crispin, i yoCrespin. Para mi todo es uno: pero aduzco ambos nombres i ediziones, no solo por la minuziosidád reparable de los modernos, en ■ deletrcár los nombres de Autores,' con toda escrupulosidád; cuanto por no estár seguro, si el orijindl do la Historia, es latí- no, ó franzés, como pareze. : • Sea lo que fuere, la Confesión, en. íranzes, viene a confirmár aquella Opinión, que aduje ya en otro lugár, de un Concolega mió, antiguo Obispo de Albarrazín, de: i\'o haber cosa mas lejos de la traduczión, que lo traduzido. Todo el atrac- tivo del orijinál castellano desaparezc en ese traslado franzés de la Confesión, i de tal suerte,
432 ODSEHVAZ IONES. ?6
que la deja reduzida, a mi ver, a un montón de escombros .
I, sin embargo, esa misma traduczión franzesa: so reimprimió el año de 1760, én unas trezo hojas (pajinas 459-483), del tomo VI, Parte! y de la Miscellanea Groningana, recomendándola con estaespezio de preámbulo: «Lcctori benevo- ))lo communicare voluimus, cum ea [la Conte- oSiónJ ex idiomate Hispánico in Gallicum sit «transíala, atquc in Actis MartjTum Majoribus ))Lib. VIII, Fol. 502; et sqq. relata, unde eandcm nlectu atque severa * meditatione dignissimam, «excerpere, atque ne ejus obliteretur memoria, shuic Parti, bona tua, ut speramus, cum venia, xinserere volupe fuit.»
Entro los desastres literarios de nuestra des- venturada España, uno es, el que revelan esos renglones, el desprezio, o, si se quiere, el des- pego, o descuido de los extranjeros en Icér los libros españoles. Si en Groninga , o Groningen, los doctos de su Universidad, el año de 1760, hu- bieran buscado con ahinco el texto Castellano, do la CoNTESióN DEL Pecadúrj parozo, que le ha- brían hallado sin gran diíicultád, en el Libro del Catezismo, impreso en Aniberes el año de 1556. — Asi no la habrían reproduzido en la jerga fran- zesa, conque se la disfrazó, encubriendo todo su garbo naturál, i la viva ¡majen de ese pesáx con- movente, i exquisito, que, se descubro, i resal- ta, al punto, en las vozes castellanas, i en sus jiros, i colocazión.
I severa, ahi, quizá es errata por rcvcriK- •'"
» ODSERVAZIONES. ?• 433
Además de esas cuatro obras del Dr. Constan- tino, reimpresas en este volumen, a sabér; ■ «Suma de Doctrina Cristiana.» , «Sermón de nuestro Sefiór en el Monte.» oCatezismo Cristiano:» nConfesiún de un Pecadór.» Sabemos que dejó escritas, las siguientes: e impresa ya esta primera;
oDoctrina Christiana, en que está conprehen- ndida toda la información, que pertenece alhom- ifbro que quiere servir a Dios. Por el Doctor n Constantino. Parte Primera, de los artículos de »la.fé. [Aquí hai un escudo, o emblema de unión, ) »con la Orla: Concordia res parvae Crescunt.\ En i «Anvers.En casa de Juan Steelsio. AñoD.M.LIIII. »[Asl, en vez de MD.LIIIIJ. Con Privilegio Impe- »riál». — El Colofón dize: «Este libro siendo apro- libado por los Inquisidores de España, no tiene ne- - tzesidád, de otra aprobazión. Mas por satisfazér nal impresor, digo: que esmui católico, idegran- tidisima utilidád para cualquier Cristiano, que lo nleycre. — Frai Angel de Castilla:n —
aFué impreso en Annuers en Casa de Juan La- tió Año, — M.D.LIlIhu — Tiene este tomo, en 4." pequeño españól, 13 hojas de prinzipios, que ocupan la portada: Dedicatoria a Carlos V, 5 pAjinas; Prefazión, diez hojas: i luego 398 hojas ^ foliadas (796 pájinas). Cada pájina, cuando está llena: tiene 36 renglones de letra redonda, i metida: i cada renglón de 44 letras, mas o me- nos. Si Juán Stelsio, no es la misma persona que Juán Latió, el primero seria el que costease el Libro, que el segundo imprimió. ,4i1'íí;I¿íí. vr,-. •
434 «. OCSERVAZIONES. >í
Las Obras, quo no ho visto son: «Exposizión del primór Salmo do David, Bca- tus vir,i>
(«Discursos sobre los Libros do Salomón, Pro- verbios, Eclesiastes, i CantAr de Cantares.»
«Discursos, sobro el Libro de Jób.»
iiUn gran Libro, en quo trataba: Del estado do la Iglesia. De la verdadera Iglesia, i de la Iglesia del Papa, a quien llamaba Anticristo. Del Sa- cramento de la Eucaristía, i del invento de la misa. De la justificazión del hombre. Del Purga- torio, a quien apellidaba Cabeza de lobo. De las Bulas, einduljenzias. Do los méritos humanos. De la Confesión».— Este Libro, escrito todo do su puño i letra, i ahora, probablemente perdido, fué el que sirvió a los Inquisidores de Sevilla, para interrogarle, i obligarle a una declarazíón franca.
Además de esas obras, quizá existan manus- critos, dentro, o fuera de España, i arrumbados en algún rincón, vários dolos muchos Sermones, que predicó.
El Libro do la Exposizión del primer Salmo da David, pienso, c[ue se imprimió no solo por incluirse en la Lizenzia, con que se encabeza este tomo, sino por lo que dize Montes, en' su libro: Inquisitionis Ui.tpanicce Artes, paj. 295, (o pajina 327 de la traduczión), en las ediziones, que im- primí a costa mía, i sin pedir dinero a nadie Montes dize allí, que nos quedan del Dr. Constan- tino seis discursos, o sermones, sobre otros tantos
1 (luego se veri que lo ase- 2 lo mismo quo el Dtalos/0 gura D. Nicolás Antonio). de la Lengua i demás.
'A ODSERVAZIONES. S 435
versículos del Salmo primero de David, i aun los mas eruditos echan de ver en ellos la instruczión rara de aquél hombre, unida con un sumo artifizio en el dezir. »
Claro parcze, que dan a cntcndéresas palabras, que andaban impresos los Discursos, o Exposi- zión del Salmo, cuando los doctos, en jenerál, los podían considerár. Montes, además, habla de ellos, al enumerár las obras que aquí reimprimo: menzionando aparte las que aun no se habían pu- blicado, como el Job, i los Libros de Salomón, que Montes, i sus desterrados compañeros po- seían manuscritos, fuera de España, i que pen- saban dar a la estampa, en Heidelberga, o en otro sitio de su morada errante. Véanse, en Montes, la pájina 284 del latino, i 314 del caste- llano; i en él, la Nota.
Las notizias, que, azcrca del Dr. Constantino, trac la Uistoire des Martyrs, i que luego se reim- primieron en la Miscellanea Groningana, se copiaron verbalmcnte del prezitado Libro de! Montes; como ya las reimprimí r en los tomos V i Xin de mi Coleczión de Reformistas Anti- guos Españoles, donde el Lectór puede verlas . — I pues no se trata ahora de elojiár, i menos de Canonizár, al martirizado Doctór; recapitularé, lo que de él, i sus e.scritos, dizen los Doctores Ro- manistas, no sé con cuanto candor, i sinzeridád.
En la BibliothecaNova, de D. Nicolás Antonio, tomo I, pájina 256, columna 1.', i 2.*, edizióa de Madrid del año de. 1783, leemos lo siguiente: . «Constantino de la Fuente, naturál de San «Clemente, Diózesi de Cuenca, doctór Teólogo,
436 ^ oíSEnvAMONES, 7»
«i Predicadór dól Augusttsimo Enipcwdór Cárlú& )>V, ¡ del Piinzipc'D. Felipe/ cori el cuál pasó a Mlngkterm. Fué también Canónigo Majistíál dc »la santa Iglesia dc Sevilla: escribió) (N. B.), rt cuando aun no s& había despojado de su buen «j'utzto [cura nondum cxuissct búíiam ínentcmj, ))si creemos a Antonio Pos'sovino, i a loá 4uó for- t)ma.TÓn\a. BibUotheca; Ges7ieriand. ' ^ ■ ' ; ■ iiSummafn Chrísíian(t'doclrin(É. A.tóberes, éü «octavo, en lengua vulgár Española, según nota »cl Autór del Suplemento a la Biblioteca Gesne- vriana: el titulo Castellano dc lA Obraos, Suma «de doctrina Christiana: ala cuál só' añade: ElSer- yimón de Christo nuestro Redemptór en el Monte, ttraduzido por el mismo Autor, con declaraziones) »dedicada a Garzia dé Loaisa, Cardenál de la S. R. I. uarzobispo de Sevilla. En Amberes,' eü Casa de «Martin Nuzio, sin menzión del año.
«Expositionem In Psalmum I. Davidis: dlstri- «buida en -vi Pláticas. Amberes, por el mismo «Nuzio [IbidemJ. 1556. también en castellano, «según lo dizo el autór, que acabo de zitár: pero, ))sin embargo, pareze, que puede asegurarse, que «dicha Exposizión, sea del Salmo quincuajésimo; Mpues fazil es la equivoCíizión de I. poí L.
aílominis Peccatoris Confessionefii: A no ser, quo «sea la obra misma de la Exposizión del Psalmo Zierto es, que antes de las otras obras, áe «prohibo nominalmente ¡TWrtundíim] esta Confe- «sión, en. el Indize Expurgatorio Español.
tMagnum Cathechismum.)> [Doctrina CristianáJ.
y>Commenta/ria in Proverbia Salomonis, in Écle- *siasten, iñ Cántica Canticorum, i finalmenté, «rt
QBSERVAZIONES. 437
»/o6.— Todos los cuales Cbmentarios', alaba tam- xbién /orje Brando, cii sü Dibliotheca Officinalis.
«Por loque toca al Ecclcsiastes, alabó este Co- ))mcntario, Fabián Justiniano, en su Indize Uni- nversál, cometiendo^ sin embargo, un yerro en el •nombre del autór, pues él que nombra él allí, tConstantinus Forctius, es, Constanlinus Fontius »f Constantino de la FuenteJ: lo que advirtió ya, »ml paisano Juán Pineda, en el Capítulo XIII, «párrafo 6, de la Prefazión a sus doctísimos Co- omentarios, sobre este propio Libro Bíblico: i de «paso, refiere allí mismo, el íín lastimoso de «Constantino.
«Rodeado este Varón, con tantas dotes de doc- » trina, i apoyos do estimazión (para que nadie" «presuma sabér mas. de lo que del)e, sino que, •mas bién, tema, i se guarde de sí propio;) i caí- «do en herejías torpísimas; mientras estaba pro- aso, i viendo ya que iba a aparezér encausado «delante de todo el pueblo Sevillano, por após- «tata de lafé verdadera, se dió a sí mismo la «muerte, pomo presentarse vivo, cti eszena se- «mejantc. No pudó, sin embargo, librár a su ca- itdáver de las llamas vengadoras, suplizío a que «fue condenado en Sevilla el año de 1559. — •Azerca de lo cuál, véase a Luis Cabrera, en la «Historia de Felipe II Reí de las Españas, Libro «V, Capítulo iii.» •
Eso es cuanto dizo D. Nicolás Antonio: i pués 61 se refiere a su paisano Pineda, i nos remite al tomo de Cabrera; en' fé de ínjenuidád pondré aquí las palabras de ambos. '
Cojiendo el tomo, cuya Portada dize; "'"í '"■> " ' '-
433
°A ODSEnVAZIONES/ ^ ■
. t'Joanms de Pineda HispalcTisis e Societate Jesu in'Ecclesiasten Commenlariorum líber uniis, etc.- Parisiis. Apud Michaelem Sonnium. MDCXX.-Un tomo en folio de mas de 900 pájinas, a ;dós co« luranas: en las pájinas 29, i 30 del tomo, se halla er párrafo VI, Capitulo 13, que apunta D. N. An- tonio. I el Padre Juán de Pineda, al menzionár en él, que hai otros Expositores del Libro del Ec" clesiastés, que él no logró ver; remite a sus lec- tores al Libro 4." de la Biblioteca de Sixto Se- nense: a la Biblioteca Escrituraria de Anjel Boc- ea, al fin del Libro de Escritores Eclesiásticos, por el Cardenál Bellarmino: a las Notas de su Cofrade Andrés Scotto, a . las Melaphrasis de Gre- gorio Thauraaturgo: i, por último, ala Tábla, o Elenco de Autores Bíblicos, que al fin de su In- dize Universál, pone , Fabián Justiniano. Añado Pineda, que en esos Libros, se enumeran, poco másemenos, sesenía Intérpretes del Ecclcsiastes.'
En seguida nota, : «que el Fabián Justiniano, »así como es digno de glória, i alabanza, por ha- »bér dispuesto suindize Universál; así éste sería »obra mucho mas útil, si hubiese salido a luz, «trabajado con exactitúd, i dilijenzia mayores: «que siendo, como es, un trabajo impremedita- ))do, i atropellado, no solo hai en él muchas co- »sas triviales, i faltan ótras mui deseables; sino- «que tiene errores graves: o por la ignoranzia «de los amanuenses, o por la de otros ineruditos.» Para probár esto (dize el Padre Pineda), «que «basta ver el Breve Indizc de los Escritores: don- »dese leerá a Jansenio, que aunque escribió so- »bre elEcclesiásticOi .nunca tocó a\ Ecclesiastes:
5R, OBSEUVAZÍONES. 9» 439
la Roberto Shir-wode, quo tampoco escribió Co- tmentarios, sino, que solo trabajó una traduc- »zióu nueva, del Hebreo, del dicho Libro: a los «Comentarios do Hj-pólito, que jamás existieron: »a los Comentarios de Benito Arias Montano, que «nunca él imajinó; i quo solo escribió una Pará- ufrasis Poética, i nimiamente literál: a los tres' «Librillos escritos en españól por Diego de Este- >illa, solo por su título, de laVanidád del Mundo; Dcontando a su autór, impropiamente, entro los «intérpretes sagrados: — i, añade Pineda: que en nel dicho Indize de Fabián, se lee: —«Comentários »al Ecclcsiasícs de Constantino Forezio [Constan- »tini Foretij]; por un yerro í'ns/^'ne (señalado) »del Escritór, o del Impresór: yerro que se repi- »tió en el Libro del mismo Fabián: ^Comentario tde Sacra Scriptura, ejusque usu ac intcrpretiius, nRoriKB 1614»: adonde, en vez de Foretio, debió aponerse Fon/íum, «nam is Ule (prosigue) esí,' oConslantinus Fontius, damnalus auctor, qui cuín »ex Anglicana et Germánica Peregrinatione mul- utum Luiheraniccn scabici contraxisset , convexis- itsetquc eó unde profectus fuerat, non prim curari npoluity quám salutífero Sanctm Inquisilionis igno teius ossa, ante annos sexaginta, plus minusve, ytHispali publicó concremarentur. Scripserat vcró tnescio quas in Prouerbia et ' Ecclesiasten mcdita- ntiones», — [porque este es aquél Constantino déla nFuente, autór condenado, que habiendo contraído »mucho humór de sarna Luterana, en el viaje a In- fglaterra, i Alemania, i habiendo traido consigo «[la dicha sarnaj, al lugar de donde había partido »[es dezir ,a Sevilla], no pudo ser curada, sin que 28
440 °A OBSEnVAZIONES. ?í
»s6 quemasen públicamente sus huesos en Sevilla, tcon el fuego salutífero de la Santa Inquisizión, nanies del año 1560, poco mas o menos. Había vescriío [el Dr. CoustantinoJ, no sé que MeditaziO' unes, sobre los Proverbios, i el Ecclesiastes]. »
I prosiguiendo, en la manera poculi;ir a ellos, el Padre Pineda (que murió de 80 años, el de 1 637) en su candoroso, i caritativo exámen del Indize del Fabián, añade en tono de cariño: «que hai en «él otros no pocos errores de semejante laya [hujus «fariñas]: lo cual nota, no porque quiera zaherir 11 en nada al docto Fabián, benemérito de las letras; asino para que en trabajo tánto, tan honesto, i tán nutil, continúe con mas alegría; puliendo, liman- »do, añadiendo, quitando: etc.»
I sigue Pineda aconsejando al Fabián , que no seria de la Compañía, cuando no le califica con la voz nuestro, como hizo antes, con el que llama noster Andreas Scoiíus.— Mas basta lo aduzido, en comprobazión de la zita primera do D. Nico- lás Antonio, que nos indica luego, al fin de su Artículo, que veamos el Libro de Cabrera.
La Primera Parte de la Historia de Felipe U, Rei de España, de Luis Cabrera, se imprimió en Madrid en un tomo en folio de 1176 pájinas, el año 1619 por Luis Sánchez, impresór del Rei. Tiene el tomo una Portada grabada, donde apa- reze Felipe II materialmente representando al In- jenioso Hidalgo Manchcgo.— En este Libro, refi- riéndose al año de 1559, se lee, del D. Felipe, lo siguiente, en las pájinas 235.-36.
«Hizo su entrada en Valladolid, a ocho de Se- otiembre. Para el Castigo de los que en Lu.-
» OBSERVAZIONES. S 4 Í l
teranos CoventLculos publicaron la herejía, es- » tragando las vidas a los almas, hizo zelebrár «Auto al Santo Ofizio de la Inquisizión, i asistió- ule, teniendo su estoque en altó, el Conde de nOropesa, a quien toca. Acabado el Sermón, que «predicó D. Juán Manuél, Obispo de Zamora, nie- «to de D. Juán Manuél, el Bueno {!), deszendiente «del Infante D. Manuél, hijo del, Señor Rci de «Castilla D. Hernando el Santo; antes de leér las • culpas de los miserables delincuentes, le dijo »en voz alta, el Cardenál, de Sevilla D . Hcr- »nando de Valdés, Inquisidór jenerál, uDomine, tadjuva nos.« El Rei se levantó, i sacó la espa- ■>da, en señál de que con ella defendería la fé, líLuego el Arzobispo, leyó esta protestazión.
«Siendo por Decretos Apostólicos, i sacros Cá- «nones ordenado, que los Reyes juren de favo- «rezér la Santa Fé Católica, i Relijión Cristiana, j)¿V. M. jura por la Santa Cruz donde tiene su uReál diestra en la espada, que dará todo el favor nnezesario al Santo Oüzio de la Inquisizión, i a »sus Ministros, contra los herejes, i apóstatas, i xcontra lós que los defendieren, i favorczieren, i «contra cualquiera pei'sona, que directa, o indi- «rectameute, impidiere los efectos, i cosas del «Santo Ofizio, i forzará a todos los subditos, na- uturales, a obedezér, i guardár, las Constituzio- »nes, i Letras Apostólicas, dadas, i publicadas, «en defensión de la Santa Fe, Católica, contra »los herejes, i contra los que los creyeren, re- «zeptaren, o favorczieren?—! el Rei .dijo; «Assí »lo juro.» , . ' •
«Hallóse por esto presente a, ver llevár, i ■ en-
442 ^ OBSERYAzroNESi y»
«tregár al fuego muchos delincucnlcs, acompa- líñados de sus guardas de a pié, i de a caballo, nqüe ayudaron a la cjecuzión, i entré ellos, a Dón «Cdrlos de Sesé, noble, grande i pertinaz hereje, »que le dijo» ¿Cómo lo dejaba quemár? — i. res- «pondió: «Yó traeré leña, para quemár á mi hijo, »si fuero tart malo corto vós. a
«En Sevilla, quemaron en otro Atito do Inqui- iisizión zincuenta, i los huesos del Dotór Constan* »tino, porque so mató en la cárzel con ün cuchi- nllo, el Luterano, casado con dos mujeres, vi' B viendo ambas, i tomó el Orden Sazerdotál «también.»
Eso es cuanto arroja de sí, la cbraprohazión de las zitas hechas por D. Nicolás Antonio, do los Libros do Pineda, i Cabrera. — A este último (aun- que cuenta fábulas de viejas, sóbrela vida,' i muerto del Doctóf Constañtino), ni le creo ca- lumniadór, ni digno de rcfutazión. Constantino Ponzcde la Fuente casó con dos mujeres, (no co- mo él dize) : casó antes de ordenarse de clérigo: i añado yo, que tuvo una juventud borrascosa, i suelta. Pero también añado, que nazió i se crió en Éspaña, i en el siglo xvi. Lo tormentoso de sus verdes años, no influyó en contra suya, con Cabre- ra, i otros, hasta ácsjjuc's del bautismo de su verda- dero arrepentimiento.— Frei Lope Félix de Vega Carpió, casó dos vezes: tuvo tratos e hijos, con otras dos mujeres, estando ca&ado: derramó la san- gre humana^ en lanzes privados, i como soldado: escribió inmoralidad toda su vida, soltero, casado, i sazerdote: pero, como se honró con servizios s6- cretos, a los Grandes, i con servizios públicos , i
OnSERVAZIONES. S 443
secretos, a la Inquisizión, de quien fué familiár,
0 criado: le vemos, hoi mismo, zircundado, en esta España indefinible, de gloria; i comó santifi- cado. Se ha determinado por la Á(^adcmia de la Lengua, reimprimir todas las bizarrías pasmo r sas, de esle segundo, i sin primero, inagotable Tostado dó la poesia española, i de la prosa es- pañola: reimprimir la selva do sus Comedias, la maraña toda de sus relaziones milesias: i esto ji mas de habér consagrado su Casa como por prenda de culto: al idioma, que él usó, i que no quieren usáp los Académicos mismos : i ha- berle hecho unas Funerales, para descanso de su alma, mas de doszientos años después de su muerte. Ya nos dijq Iriarte, que
■ 'I'. . . ,.,.,í:; . ■; ■
,(Ui:!!'! ' i A triitár dé un gravísimo ncgozio -
.■r:r , : . ' Sojuataroi^ loa zánganos vm día, ote.
1 si bién todo eso importa poco; so trae aquí para probár, que al Doctór Constantino, le hu- biera elojiado sumamente Cabrera, como elojia a Felipe II, que casó cuatro vezes,' i tuvo otras distracziones amorosas; si el Doctór no se hubie- ra declarado, él mismo en su prisión, por hereje. Prueba también esto, lo que nos enseña el Capí- tulo xxiv, 14. de los «IIechos de los Apóstoles»: que pudo el Doctór Constantino, dar culto al Dios de nuestro padres, teniendo fé en todas las cosas escritas en la Lei; i en losProfetas, siguien- do el camino, qué él buen Cabrera llama herejía. Pero los arranques de Cabrera, i Pineda, i aun los del modesto, !! docto D, Nicolás Antonio,
444 ''a jddServa2iónés. ">»
qüo los ^ita comó infamantes a lá memoria del Doctór; traen a la mia, las palabras hotables, coll que D. Lorenzo Vander Hammen, i León, natu- ral de Madrid, i Vicario de Jubilós, Cn su libro intitulado Dom Felipe el Phuúén^té i el sine exem- plo MaximuSi segúü le califica, recuerda los mo- mentos de muerte, ád qucmadór de los huesos del Dr. Constantino, laspalabi-as son, entre otras, estas: • ■ ' • ■ ■ ■ ■ ; ■ '
"La muerte ■ no le quiso arrebatár de golpe; »sino hazerlc sentir primero, cómo los Prlnzipes 1 i Monarcas de la tierra tienen tan miserables, i »vergonzosas salidas de la vida, cómo los maspo- hbres d'ella: í en efecto, le acometió con ejérzito «innumerable de aczidentes, :unos de enfado, i «otros asquerosos, aun para mayores fuerzas su-, «periór. EraD. Felipe, en esta batalla, él mismo, )>el campo del combate, el combatiente, i el com- ubatido: i aunque se hallaba en tal estado, no le "Causaba la miseria presente, tanto horror Como )ilaporYenir..nepresentábalc la aprehensión fuer- ote, que en este discurso hazía, los abismos de la «justizia de Dios: la cuenta, tan por menudo, i »tan estrecha» que le había dár, de tantos días, «tintas aczioneS, tántos pueblos, tánta sangro »[NB.J perdida, i derramada: i quisiera antes nhabér nazido pobre pastór, que Reí de España, «o haber muerto en su juventúd: echando de ver »que no es pequeña prueba, de que Diós ama a »un hombre, el sacarle temprano, de las inco- «modídades , i aflicziones de la tierra.»
Puede ocurrirse a cualquiera, que en la carga de remordimientos, que ./ibrumabañ postreros,.
íR. OBSEnvAZiONES'. S 445 la conzienzia del infeliz, i atribulado Monarca: entre esa tanta sangre derramada, entre esc aguijón, de que Dios no /e ama6a ; se acordase D. Felipe de los Sermones, que desde el año do 1548, habla oido al Dr. Canstantino, i al Doctór Cazalla; i la retribuzión de muerte, con que les habla pagado sus advertenzias de vida.
Fázilmente se ilustrarla esta considerazión, no solo glosando, por enzima, vários pasos do los escritos del Dr. Constantino, como por ejem- plo, lapájina 348 de este tomo; sino copiando las defensas de muchos amigos do D. Felipe, i de sus postrimerías. Pero la digresión nezesaria, para la glosa, i las copias, además de larga, sería impertinente, i forzosamente ágria. . Basta eso: i continuemos en la tarea enojosa de examinár los frutos azerbos de critica literá- ria, que prozeden de la iniquidád del exclusivis- mo relijioso: repasemos, pués, en la memoria, las calumnias mas zercanas a nosotros, i los dic- terios do que fué blanco el Dr. Constantino, no- venta años haze, en tiempo de Cárloslll. ■
D. Franzisco Cerdá i Rico/ Abogado, Ofiziál de la Secretaria del Despacho Universál de In- 'dias, i Académico de la Historia; habiendo sido rezibido antes por Ofiziál de la .Biblioteca Reál, viendo las preziosidades, que constaban entonzes en ella, particularmente de buenos Autores Es- pañoles Antiguos; se dolió mucho, de que estos, se hallasen sepultados en el olvido, mientras de continuo se publicaban obras fútiles, i de las que el público no podía sacár provecho alguno'. Por esto conzibió el designio, de ir reimprimiendo
'i 4 6 «, OBSERVAZIONES. 9í
algunas de las antiguas, ¡lustrándolas con las notizias do sus Autores, i otras pertcnczicntes a la Historia literaria. Las primeras que publicó, a expensas de la Bil)liotcca Redi, fueron las que •compí-ehende este tomo: , ,
Alphonsi GarsiíE Jlíatamori hispalcJiUsel RJie- ' toris primara Cumpíutcnsi!: Opera Omnia, nunc primum in unum Corpus Coacta. Accedit Com- mcntarius de Vita ct Scrtptis Auctoris. Matriti Anno M.D.CC.LXIX. Tupis Andtcce Ramírez. Superiorun Permissu. o— Vno en A.° mayór: '28 hojas al prinzipio; i 700 pájinas. . En la hoja 13.' de las no pajinádas, una de las que contienen el Comentario del Sr. Cerdá i Rico sobro la Vida, i Escritos do su Héroe, dize así:
«Unum te monere visum cst, lector eradite, prius quam ulterius progrediamur intcgrum de Constantino Fontio damnatae memoria: altare elogium hinc penitus crasum : quod acquc boni' que consulas vohcmus. Fuit enim Constautinus homo vafer ac vcrsipellis ex eorum numero ,r> Qui Curios simulant et Bacchanalia vivunt. Nam scientia sua inflatus detracta impudenlim larva pestilentissimas hareses profiteri est ausus. Egre- gie ut solet omnia rem narrat Nic. Aktonius. Bi- blioth. Nov. vol. I. paj. 196.
[I, en seguida, trascribe, solo el pedazo último^ del Artículo de D. N. Antonio, que ya traduje, antes, entero, todo él de referenzias: i prosigue:]
«Sed cave ne maculam aliquam auctori nostro temeré inuras. Edita est enim Apologia anno MDLIII. quo tempore Constantinus bene de reli- >gione sentiré ómnibus videvatur, eaque ^rat apud
«. OD3ERVAZI0NES. ?• 447
oñincs nominis sui exisiimatio qualem descripsit Matamorüs. Nec aliter nos iuclicare sinit regii oratoris munus , quod tune oblinebat. Sed postea cum religione omnia illa animi ornamenta si~ muí amisit. Quod si tune }í\iaííOuvs ser ipsissel, non dubilo quin hominem hunc diris devovis- set, quemadmodum ex ipso auclorc evidcnícr pro- bare possumus.»— [Antes que prozedamos mas ade- lante. Lector erudito , nos pareze, que debemos advertirte una cosa, i es: qúé,' de aquí, hemos quitado enteramente lodo el elojio de Constantino de la Fuente, autor de condenada memoria: lo cuál queremos que apruebes , i lleves á bién. Por- que Constantino fué hombre tan astuto como tai- mado, del número de aquellos,
iiQue se aparentan Cúrios, 1 en Bacanales viven. •
Pues hinchado con su zienzia, quitada la máscara de su impudénzia , se atrevió a enseñár herejías peslilentisimas. Refiérelo, tan bien como suele con- tarlo todo, Nicolás Antonio, en su Biblioteca Nueva, tomo I. pájina 196. ■ ;
— Pone el pedazo último del Articulo, i continúa: Mas, guárdate de imponér temerariamente algu- na mancha infamante sobre nuestro Autor. Pués la apolojia se publicó en el año 1553 : época en la cuál a todos les parczia que Constantino opinaba bién azerca de rcUjión: i tal era la estima, que todos hazian de su nombre, cuál Matamoros des- cribió. Ni nos deja juzgar de otra suerte, el cargo qué tenia entonzes de Predicador del Rei. Pero después, junto con la relijión , perdió todos aque- llos ornatos del almá. Si entonzes hubiese escrito
I
448 il^ OIlSERVAZIONES. JS
Matamoros, no tengo duda, que hubiera inalde- zido a este hombre , como lo podemos probár, por las obras mismas del autór«\. etc.
Eso es cuanto se le ocurrió ponér a D. Fran- zisco Cerdá i Rico, en contra de la relijiosidád del Doctór Constantino. Su ocurrénzia me pa- rczo dcsnzcrtada, o impropia de un literato, por varias razones.
En primér lugár, tratando do reimprimir to- das las Obras del Maestro Matamoros, al cuál no podía ya consultar, por hazér casi dos siglos que había muerto; lo que cumplía a la injenuidád literaria, i al carácter de fidedigno humanista, i editor, que al parczcr ambizionaba D, F. Cer- dá; era el habép reimpreso lí Apolojia, confor- me a la edizión del año de 1553., i no darnos una edizión mutilada de ella. I al elojio del Doc- tór Constantino, que no le gustaba, pudo po- nerle por Nota condenatoria, cuanto creyese nezesario, para agradar a todas las sotanas, goli- llas, i faldas de España, que a D. Franzisco le pareziesen ortodoxas, i temibles.
Luego , ya que para condenár la memoria del Dr. Constantino, se apoya en la autoridád de D. Nicolás Antonio, trascribiendo un pedazo del Articulo de la Biblioteca Nueva; pareze , que el Sr. Cerdá, debia haberse hecho cargo, de lo que reza el pedazo antariór, que no trascribió; en el cuál D. Nicolás Antonio, aprueba, implizitamen- tc las obras, que aquí reimprimo, del Doctór; pues que dize, que las compuso, cum nondum exuisset bonam mentem, o , cuando aun no se ha- bía despojado de su, buén juizio.»
5R. ODSERVAZIONKS. S 449
■ I inui malo hubiera sido el del Maestro Mata- moros, si hubiera mudado de parezór, respecto al mérito del Doctórl Constantino, innezesaria- mcnte, i contra la verdád.
Convengo con el Sr. Cerdá, en que Matamo- ros hubiera (como dize) maldezido a este hombre, cuantas vczes se lo hubiesen ordenado los In- quisidores i porque eñ nuóstra monástica Espa- ña,- nada es docto, ni sazonado, en letras, si no obtiene antes el asentimiento, i firma, de los fa- náticos mas zerrados)— pero como las obras que al Dr. Constantino le granjearon su justa ala- banza, habían sido aprobadas por los Inquisido- res de España , no tenían nezesidád de otra apro- bazión, como dijo Frai Ánjel de^ Castilla, según vimos: ni Matamoros, por consiguiente, tenía que acudir a la inconsistenzia, de borrár esas alabanzas. I cuando en sn Apolojia, vemos elo- jiado al Obispo Osio, i al Arzobispo Frai Barto- lomé Carranza de Miranda; al mismo tiempo, que se abstuvo de elojiár, a Frai Luis Carvajál, «por no ofendér las zenizas del indignado Eras- mo/i) firati simul et indignabundi Erasmi manes a proposito deterruissentj, como dá a entcndór; — ^pareze naturál, que el paso de ISiApolojia, ex- purgado por el Sr. Cerdá, le hubiera dejado en su lugár Matamoros, con las salvedades, que dejó, el del Obispo Osio. . En lo que no es posible convenir con el se- ,ñór Cerdá, es, en aplicár al Doctór Constantino el verso de Juvenál: pues, a mi ver, estuvo tan lejos de aspirár a que le tuviesen por otro Cu- rio, ni por cualquiér otra antonomasia de virtud
I
hbú "A OBSERVAZIONES. >?
azendrada ; que en esto mismo volumen , desdo lá pójina 360 a la 392, tenemos la Confesión, no solo de aquellos pecados, i locuras de su juren- íúd, que le echaban en cara los quo callaban las propias , i las de otros; sino que -vemos al Doc- tor Constantino postrado enteramente, i sin mas esperanza, que en su Bcdentór : i le oímos cx- clamár ahí en la pAjina 388: «Tal soi yo, que todo cuanto, Vos, sois, csmencstér para mi. ^> — i en la 390, reconozerso, i dezir: «Z)e mi parte, no hai otro sacrifizio, sinó mi espíritu atribula- do, i mi corazón aflijido: i aun este no tuviera, si no me hubierais despertado para que conoziese mi grande peligro.» ' '
Este lenguaje, a lo menos, descubro unos sen- timientos conformes a los del Publicano, i no a los del Fariseo,— que rejistró s. Luoas xviii. 10 — 13. Descubrir el farisaísmo de otros, fué para ellos su pecado prinzipál. ■ • Con un criterio semejante al de Di F. Ccrdá, cojieron los Inquisidores aquel extraño Libro de Caballerías, i Perjurios, de D. Felipe II., quo nos dejó Calvete de Estrella, i que se imprimió en Amberes el año de 1552., i borraron en él los pasos siguientes : ' ■
Folio 5 vuelto: « El Doctór Constantino, mui ))gran Filósofo, i profundo Teólogo, i de los mas «señalados hombres en el pulpito, i clocuénzia, «que ha habido, de grandes tiempos acá, como »lo muestran bién claramente las obras que ha «escrito, dignas de su injenio.»
Folio 325 vuelto: «Pasóse la Cuaresma [del «año 1549.] en oir Sermones de los grandes Prc-
I
«. OBSERVAZIONES. ?* 451
ndicadores que en la Corte había, en espeziál nros, los cuales eran, el Doctór Constantino, el I-Comisario Frai Bernardo de Fresneda, el Doctór «Agustín de Cazalla, Predicadór del Emperadór, •exzelentísimo Teólogo, i hombre do gran doc- «trina, i clocuenzia.»
I en el folio 7 •vuelto, dejó notado: que cuan- do el año de ISíS., se embarcó Felipe II. en Cas- tellón: «el primero dia de Noviembre, que se nzelebra la fiesta de todos los Santos, salió el «Prínzipe a misa, a la Iglesia Mayór. Hízose el j nofizio divino con grande solemnidád, i predi- Bcó, tan singularmente como lo suele hazér «siempre el Doctór Constantino. u
I el mismo Calvete dize, «que el 2 de Noviom- »bre se embarcó Franzisco Duarte en la galera «Divicia del Prinzipe Doria. Venían con él,' el »Doctór Constantino, D. Diego Laso de Casti- olla, etc.» I como este embarque ocurrió en un invierno prozeloso, i tempestuoso por demás, i el día antes predicó el Doctór el Sermón, ahí aplaudido, i en ocasión tan solemne, sin duda seria notable, i preludio singulár de los otros Sermones, que predicó por última advertenzia a Felipe II., en la Cuaresma ya raenzionada, i en sazón tan peculiár. Pues pronunzió dichos Sermones delante de su Prinzipe, cuando éste recorría la Flandes, i la Holanda, como Domi- nios en que había de suzedér a su Padre : i cuan- do en cada zludád prinzipál de aquellas tierras, iba repitiendo con solemnes, fuertes, i claras palabras, juramentos clarísimos, de guardár, i mantenér los Fueros, leyes, i libertades, de sus
452 ^ OBSEUVAZIONES. ?8
naturales. — Unos diez años después de esto, su manifestaron las intenziones, i relijiosidád de ambas personas : el Doctor, i Predicador Cons- tantino murió, como ya -vimos, martirizado en las Cárzeles de la Inquisizión de Sevilla, por su manera de entendór, i amar el Evanjelio: i Fe- lipe II., faltando a todos sus juramentos, i a toda lei do humanidád, se ocupó con todo ahinco en mandar degoUár, quemár, i perseguir, por todas partes, a cuantos no pensaban, en relijión, como él dezia, que pensaba. Si aquí no recordamos las palabras: «Vosotros no sabéis de qué espí-
KITU HAJBEIS de SER : PORQUE EL IIuO DEL HOMBRE NO HA VENIDO PARA DESTRUIR LAS VIDAS DE LOS
HoxiDRES, SINO PARA SALVARLAS;» uo s6 cuando las recordaremos.
Aduzidas, a la letra, las zitas, i expurgos, de los adversários del Dr. Constantino ; pudieran copiarse, ahora, las palabras con que le ensal- zan, los que bién le querían : mas, por la mis- ma razón, que respeto, i amo, la memoria de Constantino de la Fuente, como la de cuantos fueron, i sean victimas de la persecuzión reli- jiosa, que los hombres en su locura, sanzionan sacrilegamente en sus Códigos con titulo do Le- yes sobre Relijión; por lo mismo, que miro como una lei inviolable para todo crisliano, la obser- vanzia de una completa libertad relijiosa; — m(i basta declararlo asi, i repetir al lectór, quo lo que pudiera leer aquí, en abono del Dr. Cons- tantino; lo hallará en los tomos V. i XIII. de los Reformistas Antiguos Españoles, i en las pajinas que se alegaron antes. ■; , ■ -'•i,-.;
«, OBSERVAZIONES. S 453
Solo importa coníirmár, lo que en ellos se dize, respecto a las Explicaziones, o Discursos, que el Doclór hizo en la Cátedra de Escritura, que instaló el Rectór Escobár en el Colejio de Ñiños de la Doctrina de Sevilla. Esas Explicazio- nes, o Lecziones, sobre los Proverbios, Ecle- siASTEs, CantAr de Cantares, i mitád de Job; existían todas manuscritas (i.recojidas por uno de sus mas zelosos oyentes , a quien Montes de- signa con la abreviatura Bab.), en Heidelbcrga, mas bién que dentro de 'España, en el año do 1567.: pues Montes dize; «cuando las publiquc- nmos, se verá, cuán atrás dejó a todos los que «hasta aquí escribieron algo azerca de aquellos «Libros, i se podrá juzgár con mas azierto, de «la erudizión suma de aquél hombre.» De ahí pareze inferirse, que Montes, i sus compañeros de peregrinazión, tenían consigo, i casi dispues- tos para la prensa, esos Discursos del Dr. Cons- tantino.—I cuando el propio Montes se duele, allí, porque el Doctór hiziese oposizión a la Ca- nonjía Majistrál , «por las importunas persuasio- nes, i ruegos de ziarto amigo, a quien ojalá no hubiese hecho tanto caso (pues aun estaría, tal vez, entre los vivos, si no le hubiera tenido esa defe- renzr'a);» — alude quizá al Canónigo Temiño, o al Canónigo Navarro.
Limitadas prinzipalmente estas Observaziones, a dar cuenta así de las Obras reimpresas en este tomo, como de otras del Autór, de las cuáles se hazen cargo sus adversários, i sus amigos: i ha- biendo acompañado esa cuenta, con las notizias mas indispensables de su persona, i de los ca-
454 ODSEUVAZIONES. S
SOS, i tribülaziones, que le cupieron en suerte;— las debía prolongár ahora, pasando primero, al examen de ambas cosas, i luego, a notár los puntos reparables, i dignos de considerazión en estos escritos. Pero dejo do hazerlo, no sé si mas por amor, o vizio de pereza, que por amór de brevedád. \ ■ ' '
Nada pierden, por esto, el Autór, i sus escri- tos: ni mi cortés lectór perderá maS de su tiem- po, si examinó todo el tomo: porque ya por si propio habrá formado su juizio.
Por mi parte, en cuanto al mérito literario, ¡ al arte de Escritór, pienso que puedo contarse, este nuestro, entre los mejores, i aplicárselo con toda verdád, lo que el año do 1610. escri- bía, azerca de nuestros aszéticos, el Cardenál Bentivoglio, diziendo en una de sus Cartas:
«Sonó valent'uomini veramente gli Spagnuoli nnelle composizioni spirituali; c non so come »la lingua ancora porta con se maggiór peso
«con la sua gi-a\itá per imprimcr lo coso »
I confirmándolo SíTorza Pallavicini, añade : «fan- »no vedere ció che raccontano, fanno credorc «ció che affermáno, incántano gli uditori : o tal «hora qucsta magia della lor lingua ó si potente, ícho se arrivano a farsi ascoltaret violentarlo a afarsi amare. Or la nazione Spagnuola, natu- uralmente ingegnosa, vivace, e gentile, abbon- >3da di tali uomini.»— /
El Doctor Constantino Ponze de la Fuente, es, a mi ver, entre esos, uno de los mejores escri- tores castellanos: porque si el Lenguaje so re- alza mas , cuando representa a los oyentes con
I
'A OnSERVAZIONES. ?» '(55
la mayor viveza, una clarísima Idea de lo quo la mentó esconde; la locuzión del Doclói-', que tán bién azertó a explicar sus pensamientos mas ocultos, sin mendigár vocablos obscuros, puede llamarse verdaderamente páuta, i modelo en nuestra lengua. I esta pareze prez distintiva dff cuatro Escritores Reformistas Españoles : Valdés, Pérez, Valora, i este. Confróntense con los Prln-, zipes del lenguaje castellano, a lo menos; con los mas conozidos : en Granada, en León, en Ma- lón de Chaide, i en otros muchos mas antiguos, i mas modernos que ellos; campea, si, con pu- reza el lenguaje castellano, i con elocuenzia también, i mas, elevada, que la de esos cuatro: pero en naturalidád de elocuzión, i de vozes, lie. van. los cuatro la palma. No se les descubro nunca el menór indizio de haber querido mode- Mr en todo el castellano, a la manera latina : ni el do'.habér buscado con dilijcnzia, o en las obras poéticas de sus tiempos, o en los Diczio- nários extraños, o en el capricho propio; vozes que cautiven por su armonía, o deslumhren por su belleza. Tratan solo de hazerse cntendér, has- ta del mas rudo; i de persuadir, con mucha templanza. No quieren arrebatár, ni cautivár con artifizio á sus lectores. ■
Pareze quo tenemos clara prueba de esto, con- trayéndonos solo al Dr. Constantino, i a lo que en este tomo se lee. Véase, sinó la pajina 240., donde el autór manifiesta deseo vivo, ante todo, de no extraviár a sus lectores por caminos per- didos: de que no lean cosas, que no entiendan: de: variár sus modos i explicaziones , solo para 29
456 °A onsEnvAzioxES. J»
quo lo qiío por una manera les fué oscuro , por otra les sea claro. I su intento lo efectüó con honra de su injenio, i en manera que muí pocos le compiten. En esa misma pajina 240., nótese, que viene anunziada la impresión de su libro, DoGiniNA. CtmtSTiANA, ya zitado. Pués confrort- tándole con la Suma de Doctrina, i a esta, luego/ con el Catezismo; se vó, que sin dejár absoluta- mente nada susLanziál, supo el Doctór abreviár, con azicrto sumo , la obra primera, on-la segun- da, i esta, después, en la terzera. Colazionando la Suma, con el Catezismo, s6 ven en éste, aun mas suzintas las infcrenzias Sacadas de los Man- camientos, i OnAziÓN DoMiNicÁti, para inculcar la santidid ci-ístiana : pero las infereriziaá, no so desvirtúan por lo suzinto; sino que mas bien lo compendioso las avigora. Después, hallo en to- das tres obras, una "belleza, si se quiere negati- va, pues consiste, en que no adolczen de una aberrazión; o desconformidad, que con la Doc- trina cristiana se nota por desgrazia, en todos los Catezismos, i libros españoles , que tratan do Doctrina Cristiana. Ni en las obritas del Doctór Constantino, ahí presentes, ni en la línayór quó compendian; no "se pone (véase lá pííjiná 383: renglón 2.); ala falibilidád hiimana, al hombre miserable, í mortál, i falible a cada paso; por Cabeza infalible de la Iglesia do nuestro Señór Jcsií Cristo i ni semejante miseria se nicnziona, ni aun para condenarla. En esto so distingue el Doctór de Calviuo, i Lutero, apesár de ser Teó- logo, i Canonista de la Iglesia do España, i ha- ber impreso sus Libros con la aprobazión de los
«. OBSERVAZIONES. 9» Í57
Inquisidores del castillo de Triana. I esa belleza negativa, -es, a mi parezér, no solo importante, sino santa. El Doctór Constantino es ritualista, i ahi es un admitidór, por consecuenzia, de esas doctrinas de bautismos, de sacramentos, de sa- crifizios, derivaziones todas de la Lei Antigua: pero el Doctór, no mancha esas pájinas, con la menzión mas leve de . abcrrazión tamaña. Des- preziár así, en semejante punto, toda coniro- versia, parcze una . gran belleza , en libros de enseñanza cristiana. .
Me permitiré, por último, alabár el don, que había rezibido el Autór, o, séase la propiedád de inferir, i diszernír, del exámen que haze de los Mandamientos, Orazión Dominicál , i Sermón en el Monte; la nezesidád de examinarse, a sí pro- pio : como lo haze en la Confesión del Pecador. 1 confesándose , después do ese cxámcn , se nos presenta Predicador, que enseña predicándose, i cumpliendo coa el debér de .examinarse a sí mismo. ■
Dijo bién un pcnsadór profundo : que la ex- zelenzia do la naturaleza humana, ! lo que dis- tingue al hombre de las criaturas inferiores, aun mas que la sola razón, es : que puede reüexionár sobre cuanto se obra dentro de él, i puede dis- zernír las inclinaziones de su alma / izerziorarse de sus propios ñnes.
Pues, ahora hién: no se le habria conzedido al hombre esta facultád que le distingue de exa- minarse a sí propio; si no se hubiera tenido el designio, de que esa lacultid la mantuviese en ejerziziohabituál. Es loi común de la prudenzia.
458 SR. OBSERVAZIONES. 7»
mirár bién por nuestros bienes, así espirituales) como temporales. Tenemos apetitos que domi- nár, imajinazión que sujetar, temperamento que reglar, pasiones que subyugar : i esta opcrazión interna, no puede efectuarse, ni podemos tcnór a raya nuestros pensamientos, ni dár a nuestras aüzioncs su inclinazión propia, ni preservár do una coutinua insurreczión a esta «republiquilla,» o a este «mundo abreviado» de nuestro cuerpo; ni podemos tenór sobre él, facultad moderadora, si no mantenemos en continuado ejerzizio, esta capazidád de diszernir, i esta facultad de inspcc- zionár. Sin una vijilanzia constante, la imajina- zión se nos volverá bandolera: la conzienzia una declarada rebelde. Esta vista interna, esto poder de introvisión,
0 de podernos inspeczionár, se nos conzcdió, para que tengamos una vela continua sobre nuestra alma. De la vijilanzia inzesante con los mo- vimientos internos de esas fructíferas semillas do aczión, de esos prinzipios prolíOcos de vizio,
1 virtud, dependerá la formazión, i aumento de nuestro carácter morál, i relijioso. Mas no basta una ojeada superfiziál , para una cosa tan profunda: una vista insegura, no llegará a penetrár cosa tan engañosa ; ni una mirada al acaso, cosa tan fluctuante como el corazón hu- mano.
Tenemos que cxaminár no solo nuestra con- ducta , sino nuestras opiniones : nuestras faltas, i también nuestras prcocupaziones: nuestras pro- pensiones, i también nuestros juizios. Nuestras acziones, se nos muestran de suyo ; i no rcquic-
«. 0U3ERVAZI0NES. 98 159
reii , que tan de zerca las escudriñemos , conio nuestras intcnziones.
Volvamos, pues, continuamente, como el Au- tor en la Confesión, a considcrár nuestro inte- riór; i asi combatiremos la zcguora de nuestro amór propio, que nos haze tragarnos las lison- jas ajenas. Al que no se lisonjea a si propio, no le dañará, de seguro, la ajena lisonja. Si exami- namos bién nuestros motivos, nos avergonzare- mos con frecuenzia, de que nuestras acziones se alaben. Examinemos lo que hazemos, pero mas el por qué lo hazemos, por cuál motivo, i con qué fin.
Acordémonos, sin embargo, que hai un exa- men de sí mismo, flctizio, ó espúreo, que mas que para alumbrar, sirve para zegár. Quien se considera con satisfaczión , por liabér abandona- do algún vizio notorio, o algún pecado habitual, que tenia; i por habér sustituido algunas fórmu- las, a una irrelijiosidád manifiesta: quien so complaze, entónzes, comparando lo que es, con lo que era ; se engaña a sí propio, examinándose al tenor solo de su conducta pasada, i no según la regla del Espíritu, i de las Escrituras. El re- cuerdo de habér dejado algún vizio, o de ha- bér adquirido alguna virtúd, alimentará nuestra vanidad : pero el habituarnos a examinár con- tinuamente nuestra maldád, a rumiar, digá- moslo así, nuestros pecados, aunque amarga, i penosa, será cosa útil, i segura. Solo po- demos conozér bién nuestro corazón, escudri- ñándole a fondo : i solo conoziendo nuestro co- razón , podemos reíormár nuestra vida. — Al cxa-
460 ODSERVAZIONES. ^
mende nosotros mismos, nos guía, el examen que hizo do si el Dr. Constantino en la Confe- sión del Pccadór. No despreziemos su ejemplo, i su aviso.
■ En cuanto a los sacramentos, i otras doctrinas ritualistas, que se enseñan, o adoptan en estos Escritos del Dr. Constantino; me parezen, cuan- do menos, cosas mui ajenas de la enseñanza de la relijión cristiana. Si adorár a Dios en espíri- tu, i verdad, es ser verdadero Cristiano, esto solo parezc lo único nczesario, i lo que debe úni- camente enseñarse al diszípulo , o seguidór de Cristo. — I en cuanto á la infalibilidád de aquellas Iglesias, que se componen de otros, que de ado- radores en espíritu, i verdad; estos mismos Escri- tos, en la. suerte desiguál que tuvieron, nos se- ñalan claramente lo que debemos pensar. Cuan- do los Inquisidores de España, no tuvieron a su Autór, por heterodoxo; los aprobaron, i alaba- ron, encarezidamente: i luego, cuando quema- ron los huesos, i calumniaron la memoria del Doctór, entonzes condenaron como pestilentes, estos mismos Escritos, que aprobaron antes como saludables. ¿Quó infalibilidád es esta? Segura- mente, que si nuestro Salvadór, hubiera suje- tado a los Cristianos, en todas las partes de la tierra, al dominio e inspeczión del Jefe de una Iglesia, de semejante infalibilidád; había im- puesto a un hombre un debór, que zicnto no podían descmpcñúr; i había escojido una de las formas de gobierno mas imperfectas que pudie- ran imajinarse. — Madrid Xllm. 1863.
Luis de Usóz i Rto.
..,-.f.:,„ i VÉ DE ERRATAS. ... .. -
o!' ' '. ' ■ .'í .«'•■'i
Hoja i.' Plana 1.* .r. .29 ..se sq. (Bórrese un se) Hoja 4. 'vuelta, r. .10. Léase así: «grandes christia- . nos: grandes i .constantisimos» — I en el r. 28 de la mismaléase: envcjcszidas
Paj. 17. r, 5. escrito . . escripto
Paj. 18. r. 20. . .nazido... . . . . . naszido ' *
Paj. 19. r. 26.. veamos.: ... . veamos, . ' ■
Paj. 20. r. l'i. . .ofre- ofres-
Paj. 22. r. . 4. resciba resziba
Paj. 25. r. {. connzi miento, conoszimknio
— — r. 9. e de i de
Paj. 26. r. 14. . lo . lo .
— — r. 31, . principales., prinzipales,-
Paj. 31. r. 28... hubiere hobiere :
Paj. 33. r. 29. e a......... . i a .
Paj. 40. r. 4. memeria memoria
Paj. 44. r. 25. ,Autór el Autór . ■
— — r. 29... asi ansí /,
Paj. 45. r. 8. causa cosa
Paj. 46. r. 14. el del •
Paj. , .48. r. 8. Bórrese el «;»
— — r. 18. asi ansí
Paj. 52. r. 9. dczíd i dczid
Paj. 56.- r. 8. no e no
— — r. 15. D'estos DVsos
Paj. 58. r. 4. la vuelven. . i la vuelven
Paj. 68. r. 5. Escritura... Escriptura.
Paj. 74. r. 12. agradezerlo. . agradeszcrlo
Paj. 85. r. 15. Fe, i Fe. I
Paj. 86. r. 12. i c
(
Paj. Taj. Paj. Paj. Paj. Paj.
Paj. Paj. Paj.
Paj. Paj. Paj. Paj. Paj. Paj.
Paj. Paj.
130. r. 20. ' i maneras
138. r. aparionzias. . aparcnzias
196. r. 18. le lo
202. r. 17 los contractos,
205. r. 17. ' bastcszido
215. r. 3. entenderá... extenderá Es errata de la Edizión antigua del 1551., que debió correjirse. ■ • . •' '
218. r. 4. les. los '
223. r. 15. solo sola
227. r. 31. ..• • mildád; arro-
ganzia:
286. r. 18. nombrados., nombradas 303. r. 1. adelante,... delante
320. r. 15. quiere. quiere;
338. r. 25. Redeptór.... Redemptór
342. r. 18. • to lo
359. r. 1. [Al marjen falta el Folio 76 de la Ed. Antigua.]
369. r. 20. saque saqué
375. r. 28. Podré. Poder
1 Es vergonzosa esta Fé de erratas : pero ma-* yor vergüenza sería el no rcjistrár las que se han notado. - . -
CONTIENE ESTE TOMO.
Suma de Doctrina Cristiana. Pajinas. 1—237.
Sermón de nuestro Señor en el Monte. 238—274.
Tabla de los Capitulos de la Suma. .. 27.5—278.
Catezismo Cristiano 279—358.
Confesión de un Pecador 359—302.
Carta de s. Bernardo 393—397.
Otra carta del mismo 399—409.
Tres Portadas antiguas 411 — 418.
Observazioues sobre los Tratados re- impresos 419 — 460.
- Se han omitido en las Observaziones, las zi- tas anunziadas en la Nota de la pajina 231., de la Pastoril del Inquisidor Bertrán; por haber omitido también lo que en ellas se puso, en un prinzipio, relativo a los Sermones del Doctór Constantino.
%3
I
.t::.;í;'r :. , ; . ..i, ■■;:;)■
.••■.'— .■;> ..i<' , . [y. /; ■ ': • -! •,!, iMnT.
:
"OSSIBUS EREPTJS RE^•OCAT L^T1TI\ MEDULLAS.n •
. • ' ^ ' ' • ;h
.'■M -Wh...... ...^^ ■■■ . V.T
n;i ri') ,!'■■:;.■; - " : ' ' V ' ••■ ; oi •.'rír-;
VVfRT
ROOBINDI-.