INSTRUCCION PRIMARIA SUPERIOR. rROQKAlIA ESPECIAL DE LAS ESCUELAS DE NI AS. TRATADO ELEMENTAL DE fL(iEicyLiBiini()íiTi(;iiLT[iy ESCRITO PARA LAS ALUMNAS DK LAS ESCUELAS PRIMARIAS SUPERIORES POR LUIS G. LEON, Catedr.ítico de Física, por oposicidn, en la Escuela Nacional Preparatoria. UNAM 21044 INSTITUTO DE GEOLOGÍA - CU MEXICO LIBRERIA DE LA VIUDA DE CH. BOURET. 45^Avenida del Cinco de Mayo— 45- SB406 L46 1909 UNAM 21044 INSTITUTO DE GEOLOGÍA - CU se-'VLri c /®< 3 ? «os 1 * CION PRIMARIA SUPERIOR. ■ 05 : ; PROC.P.AMA ESPECIAL DE LAS ESCUELAS DE NliíAS. TRATADO ELEMENTAL DE FLORlCULIÜlli I lORTlCüiTÜRA BSCRITO PARA LAS ALUMNAS DE LAS ESCUELAS PRIMARIAS SUPERIORES POR LUIS G. LEON, Catedrático de Física, por oposición, en la Escuela Nacional Preparatoria. E3X)ICX03:T. MEXICO LIBRERIA DE LA VIUDA DE CH. BOURET. 45 — Avenida del Cinco de Mayo — 45. 1909 a virtud el polen tuca al óvulo y éste adquiere la ¡iropiedad de transformarse en se- milla. Los insectos pre.stan grandes servicios en el fenómeno de la fecundación. Las flores y los frutos tienen muchas ajilicaciones en la me- dicina y en la industria. 27 CAPITÜLO III. LOS TIESTOS, LOS ABONOS Y EL RIEGO. Empezaremos por hablar de los tiestos ó macetas que se emplean para cultivar las plantas de flores, hermosas por su aspecto ó por su aroma. Los vasos pueden ser de barro cocido 6 de madera. Se encuentran de todos tamaños y de muy distintas figuras, siendo la más común la de cono truncado. Ge- neralmente son tan altos como anchos de boca, y tienen en el fondo un agujero para la salida del agua sobrante del riego. Los cajonea son de forma cuadrada 6 rectan- gular y las paredes deben estar bien ensambladas para que no se abran por la acción de la humedad. Varias son las condiciones que se requieren para el cultivo y buen desarrollo de las plantas. Se pueden re- ducir á dos grupos: el 19 relativo al terreno, riego y abo- nos, y el 29 á todas las manipulaciones como el picado, despuntamiento, hibridación, multiplicación por acodos, injertos, poda, etc. La tierra no solamente tiene por objeto sostener á la planta sino que también sirve para suministrarle las substancias nutritivas que contiene. Estas pueden agre- garse á la tierra por medio de los abonos ó de la tierra mantillosa. Según las diversas clases de abonos las tie- rras se han dividido eo; tierra de jardín, de bosque ó de hojas, de turba y arena blanca. La' tierra de brezo ó mantillo de bosque se obtiene no de la superficie del suelo, sino de una capa que se en- cuentra á 25 centímetros de profundidad. 28 ' ’ La ÍtmÚ blanca se utiliza para hacer más ligera la tierra áe turba. Siempre se tendrá cuidado, si se quiere obtener bue- nos resultados, de dejar descansar á la tierra por algún tiempo, durante el cual se abonará para dar lugar á la fermentación producida por dichos abonos, pues nunca se debe comenzar la plantación si no ha terminado aquélla. Loa abonos se dividen en orgánicos ó naturales y quí- micos. Los primeros resultan de los desechos ya de ori- gen animal, ya vegetal, como el estiércol y el guano, y los segundos son como los nitratos, sulfatos, etc. Entre los primeros el mejor es el estiércol de caballo ó de asno, pues no es tan frío y graso como el de la vaca, ni tan cálido como el llamado 'palomina. El guano, que como se sabe, resulta de las deyeccio- nes de pájaros, tiene una acción muy enérgica sobre las plantas Entre los abonos químicos so puede emplear con muy buenos resultados el nitrato de sosa en la dosis de 40 á £0 gramos por litro de agua para las plantas leño,sas y de 5 á 10 para las herbáceas. La siguiente fórmula, llamada de .Jeannel, se ha em- pleado con gran ventaja para abonar la tierra. Se com- pone de: Nitrato de amoníaco ordinario... . . 3S0 gramos Bifosfato de amoníaco .. 300 ,, Nitrato de potasa .. 260 ,, Bifoefato de cal .. 50 ,, Sulfato de hierro .. 10 „ lOf 0 gramos 29 Como se sabe, el agua es Otro de los elemea pensables para las plantas, pues disolviendo lal cias contenidas en el suelo facilita la absorción, necesario saber cuál es el agua que mejor qué hora debe efectuarse el riego. ciencias Respecto de lo primero, debemos prohibir enteramente el uso del agua de pozo, porque á su baja temperatura se agrega la presencia de substancias nocivas á las plantas y su poca aereación; tienen también una acción nociva las ferruginosas y sulfurosas. El agua de las lluvias es la que mejor conviene para las plantas; la de los ríos es igualmente buena por las materias orgánicas que contiene y las minerales que to ma de los terrenos por donde pasa. En cuanto á la hora del riego que, sin duda alguna, ■ejerce gran influencia en el desarrollo y crecimiento de ios vegetales, las horas mejores son en la noche, pues cuando se riega en las primeras horas de la mañana, so- bre todo en los países cálidos, poco después comienza una evaporación rápida, y además de establecerse un des. equilibrio de temperatura entre la parte del vegetal que está dentro de la tierra y la parte que se encuentra en contacto con la atmósfera, se pierde gran cantidad del agua. No así en los climas fríos adonde es muy conveniente efectuar el riego en la mañana temprano ó al medio día pal a impedir que durante la noche tengan gran hume- dad, porque un frío excesivo perjudicaría á las plantas. Respecto de la cantidad de agua no se les pondrá sino la que sea enteramente indispensable para empapar bien la tierra: se conoce fácilmente cuando la necesitan dan. do un golpecito en la maceta; si se produce un sonido se- 30 co se regará, y si no, es que la planta no necesita toda- vía del riego. Es también muy útil el regar las plantas desde las ho- jas, pues además de facilitar sus funciones respiratorias y transpiratorias, la planta necesita de esa humedad pa- ra contrarrestar la sequedad producida por la evapo- ración. Entre los instrumentos más útiles para el riego tene- mos: la regadera común, la jeringa y la bomba-jeringa; esta última, además de la ventaja que tiene de elevar á gran altura el agua, pues alcanza unos doce metros, po- see la de lavar perfectamente la planta, dada la fuerza y la presión con que cae. Es conveniente, de vez en cuando, limpiar las plantas sirviéndose de una esponja empapada en agua. El cultivo en macetas exige tanto cuidado como el cul- tivo en el terreno de un jardín. Se recomienda ahuecar la tierra y deshacer la costra que se forma en su su- perficie. Las operaciones del cultivo diario comprenden los riegos frecuentes, la destrucción de insectos y la lim- pieza de las partes secas ó dañadas de las plantas. No hay que olvidar que la tierra debe renovarse cuan- do menos cada dos años, y que en otoño hay que aña- dir un peco de mantillo á las macetas. RESUMEN. Los vasos para siembras pueden ser de barro cocido ó de ma- dera, y su forma más común es la de cono truncado. La tierra no sólo sostiene la planta, sino tiene por objeto su- ministrarle lo.s jugo.s necesarios. Las tierras se han dividido en tierras de jardín, de bosque 6 de hojas, de turba y arena blanca. 31 Los abonos se dividen en orgílnicos ó naturales y químicos. Entre los primeros el mejor es el estiércol de caballo: entre los segundos el nitrato de sosa. No es conveniente regar las i'lantas con agua de pozo. Se aconseja verificar el riego en la noche en tiempo de calor y en la mañana temprano en tiempo de frío. Xo basta regar la tierra, sino que e.s necesario lavar toda la llanta. CAPITULO IV. MULTIPLIC.'tClÓN DE LAB PLANTAS. La multiplicación de los vegetales puede ser de dos maneras: natural y artificial. Llámase natural la que se obtiene por medio de las semillas, y artificial la que se hace por acodo, por estaca ó por injerto. De las semillas hay algunas que pierden pronto su fa- cultad germinativa y es necesario ponerlas inmediata- mente en condiciones de asegurar esta germinación, y aunque en la mayoría de los casos se debe imitar á la naturaleza, no siempre es conveniente hacerlo. Para aque- llas semillas de germinación muy rápida se ha inventa- do la estratificación, procedimiento por medio del cual se impide que durante el invierno germine la planta, sin que por eso pierda esa cualidad: para obtenerla se hun- den las semillas unos 5 ó 6 centímetros en una tierra húmeda, poco fértil y á la que se ha añadido una poca de arena: todo se coloca en macetas ó cajones. AI termi- nar el invierno, el hueso podrido y roto se les cae y que- da la semilla lista para plantarla inmediatamente. 32 La regla general para enterrar la semilla es: que la tierra ■con que se le cubre esté en proporción con la magnitud de aquélla, y sobre todo que no le falte la luz, ni el calor, ni el aire, que son elementos indispensables para la vida I de los vegetales. ' Las semillas pequeñas bastará cubrirlas con una lige- I ra capa de tierra después del riego, mientras que las gran- des necesitarán de 12 á 60 centímetros, según su consis- , tencia. Las siembras deberán hacerse en la época en que la naturaleza lo indica, pues se sabe que cada estación fa- vorece la multiplicación y crecimiento de determinadas plantas. Los árboles reproducidos por semillas viven mucho más tiempo, pero tardan más en dar frutos y son más pequeños que los reproducidos artificialmente. El acodo consiste en colocar una rama con yemas en condiciones de que enraice, ó bien hacer que las raíces produzcan ramas y separarlas cuando tengan vida propia, > Si se desea que una yema echa raíces, se coloca en un lugar húmedo y al abrigo de la luz; y si al contrario, se I quiere que las raíces produzcan ramas, se colocan en un lugar bien aereado y bajo la influencia de la luz. Los acodos pueden ser de dos clases: sencillos y com- plicados. Los primeros se hacen con los renuevos ó hi- juelos que nacen cerca de la raíz y que después se sepa- ran para plantarlos en otro .sitio. El acodo en arco se hace del modo siguiente: se toma una rama bastante larga y encorvándola se introduce en ¡ el suelo unos 10 ó 16 centímetros de profundidad, dejan- do el extremo fuera del suelo: cuando ya ha echado raí- I ces se va cortando poco á poco la rama hasta separarla ^ enteramente del tronco. I 33 El acodo por estrangulación es semejante al anterior, nada más que se le pone un alambre en el centro de la parte que está enterrada para detener la savia y favore- cér así la pronta formación de raíces. El acodo de maceta se hace con las ramas más altas metiéndolas en una canastita de mimbre llena de tierra la cual se conserva siempre húmeda por medio de un pedazo de franela que va á dar á una olla que contiene agua y que se encuentra colgada junto á la canastita; por un efecto de capilaridad, el agua humedece la tie- rra. La multiplicación por estaca puede ser de diversas ma- neras, pero una de las más empleadas es la siguiente: se toma una rama que contenga yema y se la introduce en terreno húmedo y aereado, y poco después comienza á echar raíces; este es el procedimiento llamado de estacas ■de siembra. Las que se conocen con el nombre de ramos ordinarios son aquellas que se toman con cuatro yemas cuando me- nos, dos que se introducen en el suelo y otras que que- dan fuera. Pero el método que se emplea con magníficos y sor- prendentes resultados es el de los injertos. Consiste en fi- jar una yema de una planta en una rama del vegetal con que se va á injertar, el cual, sirviéndole de sostén, le comunica parte de la savia que él toma directamente