J. f- -'i - » i'- tr % ^ ~ 4 » » * ^ •* - > ' - . *■ k * ' V y \bí *'•■*■ ■ i i^ • * t.. m VIAGE i LAS REGIONES EQUINOCCIALES DBL NUEVO CONTINENTE. IV. X LAS REGIONES EQUINOCCIALES BEL NUEVO CONTINENTE, HECHO EN 1799 HASTA l8o4, POR AL. DE HüMBOLDT Y A. BONPLAND , REDACTADO POR ALEJANDRO DE HÜMBOLDT; CONTINUACIÓN INDISPENSABLE AL ENSAYO POLÍTICO SOBRE EL REINO DE LA NUEVA ESPAÑA, POR EL MISMO AUTOR. CON MAPAS GEOGRÁFICOS Y FÍSICOS. TOMO CUARTO. PÁRIS9 EN CASA DE ROSA, CALLE DE CHARTRES, N» 12, Antes gran patio del Palacio Real, j calle de Montuensier, n» 5. 1826. 7/ Í4 ^ '-íl VI AGE A LAS RECxIONES EQUINOCCIALES PEÍ. NUEVO CONTINENTE. LIBRO OCTAVO. CONTINUACIÓN IIRL CAPÍTULO VEINTE Y CUATRO. B.'tjo Orinoco entre !a embocadura del rio Apure y de la Angostura, capital de la Guayana española. Los archivos de Caracas están llenos de me- morias relativas á la necesidad de mudar de sitio la capital de la Guayana. Según los partes é in- formes oficiales que se me han comunicado re- sulta haberse propuesto una vez volver á la for- taleza ó vieja Guayana : otra colocar la capital junto á id gran boca del Orinoco ( diez leguas al 2 LlBUO VIH. oeste del cabo Barima en el confluente del rio Aguirre), y otra de transladarla á 25 leguas mas abajo de la Angostura en la hermosa llanura que ocupa la población india de San Miguel. A la gran dificultad que encuentran los bu- ques de Europa para subir el Orinoco hasta laAn- gostura , se añade la circunstancia perjudicial á la industria agrícola de ver el centro del comer- cio colocado mas arriba del punto en que las orillas del rio ofrecen el mayor incitativo para la actividad de los, colonos. No es tampoco cierto que la ciudad de la Angostura ó Santo Tomas de la Nueva Guayana haya sido fundada en el mismo sitio en que principiaba el cultivo en 1 764 pues que en aquella época, así como en el dia, se encontraba encerrada la gran masa de la po- blación de la Guayana en las misiones de los capuchinos catalanes situadas entre el rio Caroni y el Cuyuni. Este distrito, que es el mas impor- tante de toda la provincia y en el que el ene- migo puede procurarse toda especie de socorros, está defendido ó al menos reputado como tal por la vieja Guayana , pero de ningún modo por las fortificaciones de la nueva ciudad de Angostura. CAPÍTÜtO XXIV. 3 El terreno que se propuso §p. las inmediacio- nes de San Miguel está un poco al este del con- fluente de Coroni , y por consiguiente entre el mar y la parte mas habitada. Trasladando mas abajo la capital de la provincia junto á la embo- cadura del Orinoco, conforme al deseo del señor Pons, habrá menos que temer la proximidad de los caribes^ fáciles á alejarlos de allí, que la po- sibilidad que tendria el enemigo en cercar la plaza y penetrar en lo interior de la provincia por las pequeñas bocas occidentales del Orinoco, llamadas los Caños de Macareo y Manamo. En. un rio en que empieza á formarse el delta á ¿^6 leguas del Océano, la posición mas ventajosa de una ciudad pende de dos intereses , á saber, el de la fuerza militar y el del comercio é industria agrícola. El comercio exije que la ciudad esté lo mas próximo posible á la embocadura Boca de Navios, y la seguridad militar hace preferir un sitio sobre la formación del delta al oeste del punto en que el cario Manamo se separa del tronco principal y comunica por divisiones mul- tiplicadas con las ocho bocas secundarias [bocas chicas) entre la isla de Cangrejos y la embocadura /| LíBRO VIJÍ. del rio Guarapiche. Las situaciones locales de la vieja y nueva Guayana llenan esta última condi- ción y la de la antigua ciudad tiene ademas la ventaja de cubrir hasta cierto punto los hermo- sos establecimientos de los capuchinos catalanes del Caroni. Estos establecimientos podrian ata- carse desembarcando en la orilla derecha del Brazo I malaca; pero la embocadura del Caroni, en donde las piraguas se resienten del movimien- to de las aguas, en el Salto de Caroni^ está de- fendida por los fortines de la vieja Guayana. Las ideas de estabilidad se aseguran cada vez mas sin conocerse en la existencia de una capital por mas pequeña que sea; y si el interés del comercio exijiese una mudanza parcial, se podría en lo sucesivo conservar la Angostura como punto de administración y centro de los negocios, y cons- truir otro puerto mas inmediato á la embocadura del Orinoco , del mismo modo que la Guaira es el puerto ó embarcadero de Caracas y como Vera- Cruz puede serlo algún dia de Jalapa. Para pre- servar el pais, entre la capital y el puerto ó em- barcadero de la Boca grande, de una invasión enemiga debería fortificarse las orillas del Ori- CAPULLO XXIV. 5 üoco conforme á un sistema de dcleiisa adaptado á la naturaleza del. terreno, por ejemplo en Inia- taca ó Zacupana, en Barranca ó San Rafael (en donde el caño Manamo se separa del tronco prin- cipal), en la vieja Guayana, en la isla Fajardo (al frente de la embocadura del rio Garoni) y en el confluente del Mamo. La mayor parte de las costas de la América del sur están defendidas por una cadena de monta- ñas que se extiende de oeste á este y que separa el litoral de los llanos de la Nueva Andalucía , Barcelona, Venezuela y Varinas. Puede decirse que estas costas han fijado exclusivamente la atención de la metrópoli, pues que ya se encuan- tran allí seis plazas fuertes provistas de una ex^ célente y numerosa artillería; á saber, Cartagciía de Indias, San Carlos de Maracaibo, Porto-Ca- bello, la Guaira, el Morro de Nueva Barcelona y Cumaná. Las costas orientales de la América española, las de la Guayana y Buenos Aires son bajas y sin defensa, y ofrecen al enemigo atrevido la facilidad de penetrar en lo interior del pajs hasta el reverso oriental de las Cordilleras de la Nueva Granada y de Chile, La dirección del Rio 6 LIBRO Vlíl. de la Plata, formada por el Uruguay, el Paraná y Paraguay obliga al ejercito invasor cuando quiere dirigirse hacia el este , á atravesar los bambas hasta Cordova ó Mendoza; pero la del bajo Orinoco y sus dos grandes desaguaderos, el Apure y el Meta presenta, al norte del ecuador y en forma de un paralelo , un camino de ríos que facilita el transporte de las provisiones y vi- veres. El que se halla dueño de Angostura se adelanta á su arbitrio hacia el norte á los llanos de Cumaná, Barcelona y Caracas, hacia el nor- oeste , á la provincia de Varinas, y hacia el oeste á las de Casanaro y aun hasta el pie de las mon- tañas de Pamplona , Tunja y Santa Fé de Bogotá. Las llanuras del Orinoco, Apure y Meta separan por si sola la provincia de la Guayana española déla región rica, populosa y bien cultivada que está contigua al litoral. Las plazas fuertes de Cu- maná, La Guayra y Porto-Cabello protegen poco esta región contra los desembarcos que se hacen en la costa septentrional. La ciudad de Angostura en los primeros años ée su fundación no tenia relación alguna con la Metrópoli y los habitantes se contentaban coH; CAPITULO XXIV. '^ hacer un cortísimo comercio de contrabando en comestibles secos y tabaco con las Antillas, y por el Rio Cuyuni con la colonia holandesa de Es- quebo ; sin embargo de que no se recibían en- tonces directamente de España el vino, aceite y harina, tres objetos de importación los mas de- seados. En 1771, algunos negociantes enviaron la primera goleta á Cádiz, y desde esta época los cambios directos con los puertos de Anda- lucía y Cataluña se han hecho muy activos. La población de Angostura ^ después de haber es- tado mucho tiempo abatida , se ha aumentado considerablemente desde el año de 1786, y sin embargo durante mi permanencia en la Guayana ^ En 1768, Angoslura ó Santo Tomas de la Nueva Guaya- na no tenia sino 5oo habitantes [Caalin, p. 63). Un empa- dronamiento hecho en 1780, contenia i5i5 (á saber, 455 blancos, 449 negros, 363 mulatos y zambos y 246 Indios). El año de 1789 subió la población á 4590, y en 1800 á 6600 almas {Listas officiales mss.). La capital de la colonia inglesa de Demerary, la ciudad de Strabock, cuyo nombre apenas se conoce en Europa, dista 5o leguas al sudeste, de las bo- cas del Orinoco, y contiene según Bolín gbrock cerca de 10,000 habitante?. 8 LIBKO Yllf. estaba aun muy lejos de igualar á la de Stra- bock, que es la ciudad inglesa mas próxima. Las bocas del Orinoco tienen una ventaja sobre to- dos los puertos de Tierra -Firme y ofrecen las comunicaciones mas prontas con la península. La navegación de Cádiz á Punta Barima se hace algunas veces en 1 8 y 20 días. La vuelta á Eu- ropa es de 3o á 35 dias , y estando como están colocadas estas bocas al viento de todas las islas, las embarcaciones de Angostura pueden mante- ner un comercio mas ventajoso con las colonias de las Antillas, que la Guayra y Porto- Cabello. También los negociantes de Caracas han sido siempre celosos de los progresos industriales de la Guayana española; y como Caracas ha sido hasta ahora la residencia del gobierno supremo, el puerto de Angostura ha sido tratado con mas indiferencia aun que los puertos de Cumaná y Wueva Barcelona. Por lo que respecta al comer- cio interior, el de la provincia de Varinas es el mas activo. Esta provincia envía á Angostura , muías , cacao , añil , algodón y azúcar en cambio de los productos de la industria manufacturera de Europa. He visto salir lanchas muy largas CAPÍTULO XXIV. » 9 cayo cargamento estaba valuado eii ocho ó diez mil duros. Estas suben inmediatamente el Ori- noco hasta Cabruta, después el Apure hasta San Vicente y finalmente el rio Santo Domingo hasta Torunos, que es el embarcadero de ¡Nueva Va- rinas. La pequeña villa de San Fernando de Apure cuya descripción he hecho mas arriba , es el depósito de este comercio de rios que podrá ser mas considerable por la introducciotí de los barcos de vapor. La orilla izquierda del Orinoco y todas las bo- cas de este rio á excepción de la grande Boca de Navios pertenece á la provincia de Cumaná , y esta circunstancia ha sugerido hace mucho tiem- po el proyecto de fundar o Ira ciudad al frente de Angostura (en donde se halla hoy la batería de San Rafael) para exportar sobre el terreno mis- mo de la provincia de Cumaná sin atravesar el Orinoco, las muías y comestibles secos de los lia- nos. ¿Y para que levantar en las orillas del Ori- noco dos ciudades rivales, apenas separadas una de otra 4oo toesas? Hasta ahora he hecho la descripción del paia que hemos recorrido durante una navegación lo ' LIBRO VIII. de ríos de 5oo leguas : réstame pues dar á cono- cer el corto espacio de 3" á 52' de longitud que separa la actual capital de la embocadura del Orinoco. El conocimiento exacto del delta y del curso del Rio Carony interesan al mismo tiempo á la hidrografía y al de los Europeos ; y para po- der juzgar de la extensión y configuración de un pais cortado por los brazos del Orinoco y sujeto á inundaciones periódicas , he debido examinar las posiciones astronómicas de los puntos en que terminan la cumbre y los brazos extremos del delta. El señor Churruca encargado con don Joaquin Fidalgo, de reparar las costas septen- trionales de Tierra Firme y las islas Antillas, ha determinado la latitud y longitud de la boca de Manamo, de Punta Baja y la Vieja Guayana. Las memorias del señor Espinosa nos han hecho conocer la verdadera posición de Punta Barima, de manera que, modificando las longitudes abso- lutas conformes á las reducciones sobre Puerto España de la isla de la Trinidad y sobre el cas- tillo San Antonio de Cumaná ( dos puntos pre- cedentes de mis propias observaciones y juiciosas investigaciones del señor Ollmanns ) , creo pre- CAriTULO XXIV. 1 1 Sentar datos suficientemente exactos. Debemos esperar que, en una navegación no interrum- pida, se fije algún dia por medios cronométri- cos las diferencias de los meridianos entre Puerto- España y las pequeñas bocas del Orinoco, entre San Rafael (la cumbre del delta) y Santo Tomas de Angostura. He apoyado esta última posición sobre Cumaná, y (por el confluente de Apure) sobre Caracas y Puerto-Cabello. » Cuando un navio , que viene de lo ancho , quiere entrar en la embocadura principal del ' Véanse los resultados de mis investigaciones ; Punta Ba- ríma, orilla oriental de la boca grande {Boca de Navios del Orinoco) reducida sobre Cumaná, conforme á mis observa- ciones absolutas 62° 20' 10". He debido detenerme ¿62° 25' porque los navegantes españoles han salido de la isla de la Trinidad y porque he fijado la longitud del Angostura coh- forme á la de Cumaná, uno de los puntos de América, cuya posición reposa sobre datos los mas ciertos. — Boca de Ma- namo casi la mas occidental de las bocas chicas, del Orinoco, 64° 44'« — '^íí'í Rafael, cerca del punto en que el caño Ma- namo, que forma las bocas chicas, se separa del tronco prin- cipal 64° 18'. — Vieja Guayana, j64° 4^' (la latitud obser- vada en tierra por Churucca es 8° 8' 24") casi la misma que !a latitud de Angostura, que he encontrado de 8" 8' 11"), 12 LlBIiO VIH. Orifjoco, la Boca de Navios debe tomar conoci- miento de tierra eij la Punta Barima. La orilla derecha ó meridimial es la mas elevada y la roca granítica pasa el terreno cenagoso, á poca distancia en el interior de las tierras, entre el caño Barima, Agiiire y Cuyuni. La orilla iz- quierda ó septentrional del Orinoco, la que se prolonga por el delta, hacia la boca de Mariusas: la Punta Baja es extremadamente baja, y no se distingue á lo lejos sino por los grupos de Cocos mauritias que hermosean el pasage. Este árbol es el Sangoutier del pais de que sacan ha- rina de pan de Yuruma, y lejos de ser un coco litoral, como el Chamerops humilis, el coco co- mún, y el lodoicea de Comerson, el Mauritia sube como el coco de Pantanos^ hasta el naci- miento del Orinoco. Cuando hay inundaciones, ofrecen estos ramilletes de Mauritia con las ho- jas en forma de abanico el aspecto de un bosque que sale del seno de las aguas. Cuando el nave- gante atraviesa de noche los canales del delta del Orinoco se asombra al ver los crecidos fuegos que iluminan las puntos ó cimas de ios cocos, que sirven de habitaciones á los Guaraones (Ti- CArÍTuro XXIV. i3 vitiras y Ouaravetis de Ralegh) suspendidas en los troncos de los árboles. Estos pueblos tienden esteras al aire; las llenan de tierra y encienden sobre una carnada de arcilla el fuego necesario para sus urgencias domes licas. Hace siglos que deben su libertad é independencia política al terreneo movedizo y pantanoso que recorren en tiempo de sequía y sobre el cual ellos solos an- dan con seguridad cuando están aislados en el delta del Orinoco y en su morada sobre los ár- boles adonde el entusiasmo religioso no condu- cirá jamas probablemente Stylitos ' americanos. Ya he hecho presente en otra parte que el coco mauritia, drboi de vida de los misioneros, no so- lamente procura á los Guaraones una habitación segura, durante las grandes crecidas del Orinoco sino que les ofrece también en sus frutos esca- mosos su tutano harinoso, su jugo abundante 1 Secta fundada por Simeón el Sisanite natural de la Siria que pasó 57 años en contemplación mistica sobre cinco co- lumnas, la última de las cuales tenia 56 codos de alio. Los saucti coliunnares intentaron establecer en Alemania, en el pais de Tréves, sus claustros aéreos ; pero los obispos se opusieron á tan extravagantes y tan peligrosas empresas. l4 LIBRO VIII. en materias azucarosas y en fin en las fibras de sus pedículos, alimentos, vino é hilos á propo-^ sito para hacer cuerdas con que fabrican las hamacas. Estos hábitos de los indios del delta del Orinoco se encontraban en otro tiempo en el golfo de Darien ( Uraba ) y en la mayor parte de terrenos inundados entre el Guarapiche y las bocas del Amazona. Es seguramente curioso ver en el grado mas bajo de la civilización humana la existencia de una población entera depender de una sola especie de coco, semejante á estos insectos que no se alimentan sino de una misma flor y de una misma parte de un vegetal. Doblada ya la Punta Barima y entrando en la misma madre del Orinoco , no tiene esta de an- cho, sino Soootoesas. Otras valuaciones mayores ¡que se han hecho y aun se hacen, proceden del error que cometen los pilotos midiendo el rio en una línea que no es perpendicular á k dirección de la corriente. Muchos pilotos están persuadidos que los Ca- ños de Cocuina, Pedernales y Macareo, por los que se hace el cabotage con la isla de la Trinidad, han ganado de fondo en estos últimos años y que CAPÍTULO XXIV. I 5 el rio tiene cierta tendencia á separarse de la Boca de Navios y arrojarse hacia el noroeste. Antes del año de 17G0 era raro que embarca- ciones que calasen mas de diez ó doce pies de agua se empeñasen entre los pequeños canales del delta ; pero ya ha desaparecido en el dia el miedo á las pequeñas embocaduras del Orinoco, y aun los navios enemigos , que jamas han nave- gado en estos sitios, hallan ya en los indios Gua- raones, guias diligentes y ejercitados. La civili- zación de esta población, que por su posición puede compararse á los indios INhengahibas ó Igaruanas de las bocas del Amazona , es de una alta importancia para todo gobierno que quiera hacerse dueño del Orinoco. El flujo y reflujo se hacen conocer en el mes de abril, cuando el rio está mas bajo, hasta mas allá del Angostura á distancia de mas de 85 le- guas en el interior de las tierras. En el confluente del Carony, á 60 leguas de las costas , se elevan las aguas por la contra marea un pie y tres pul- gadas. Es preciso no confundir estas oscilaciones de la superficie del rio, ni esta suspensión del curso o regular y uniforme. La cesación de las brisas, la entrada de las lluvias y la fre- cuencia de las explosiones eléctricas son fenóme- nos que se encuentran unidos por vínculos in- mutables. El 1 3 de julio llegamos al pueblo de Nuestra Señora del Socorro de Cari , la primera de las misiones Caribes que dependen de los Padres Misioneros observantes del Colegio de la Purisima Concepción de Propaganda Fide en la Nueva-Bar- celona, conocido con el nombre de Colegio de Piritú; nos hospedamos , como teníamos de cos- tumbre , en el convento, porque, ademas de nuestros pasaportes del Capitán general de la provincia , teníamos recomendaciones de los obispos y del guardián de las misiones del Ori- noco. Desde las costas de la Nueva-California CAPITULO XXV. 99 hasta Valdivia y ia embocadura del Rio de la Plata , extensión de dos mil leguas , pueden vencerse todas las dificultades dé tan largo viaje si se tiene la protección del clero americano. El poder que este cuerpo ejerce , está demasiado bien establecido para que un nuevo orden de cosas pueda trastornarle en mucho tiempo. Mu- cho se asombró nuestro buen guardián de que « unas gentes del ¡Norte de Europa llegasen á su convento desde las fronteras del Brasil por el Rio- Negro del Orinoco y no por el camino de la costa de Cumaná. » Mas de 5oo Caribes encontramos en el pueblo de Cari y otros muchos en las misiones inme- diatas. Es un aspecto curiosísimo ver un pueblo, en otro tiempo errante, afecto al suelo hace poco y diferente de todos los otros indios por su fuerza física é intelectual. En ninguna otra parte he visto una raza entera de hombres mas altos ni de estatura mas colosal. Los hombres están generalmente mas cubiertos en América que las mugeres. Estas no llevan mas que el guajuco ó perizoma en forma de faja y aquellos un pedazo . loo LIBRO IX.. de tela azul turquí casi negra desde lag caderas hasta las rodillas, pero tan ancha, que cuando la temperatura baja hacia la noche, los Caribes se cubren con ella las espaldas. Como tienen el cuerpo pintado de onoto ' sus grandes caras , de un color bronceado y pintorescamente tra- peadas, parecen á lo lejos á las antiguas estatuas de bronce. El modo de cortarse el pelo los hom- bres es muy caracteristica y se parece al de los frailes ó monaguillos : se afeytan una parte de la frente , lo que les hace que ella parezca mas grande. Un mechón de pelo cortado en círculo comienza muy cerca de la coronilla de la ca- beza. Esta semejanza que tienen los Caribes con los frailes no es el resultado de la vida de las mi- siones, ni debida, como falsamente se ha dicho, al deseo que tienen de imitar los indígenos á sus amos los Padres de San Francisco. Las tribus, que han conservado su salvaje independencia entre el nacimiento del rio Carony y el del Rio Branco, se distinguen por este mismo cerquillo ^ En Caribe se llama bichet esta pintura. CAriTLlLO XX.V. 101 de frailes j, que en el descubrimiento de América los primeros historiadores españoles atribulan ya á los pueblos de la raza Caribe. Cuantos hom- bres hemos visto de esta misma raza, sea na- vegando en el Bajo-Orinoco, sea en las misiones de Piritú, se diferencian de los demás indios, no solamente por su alta estatura, sino también por la regularidad de sus facciones. Tienen la nariz menos ancha y menos aplastada , los juanetes menos sacados y la fisonomía menos feamente construida. Sus ojos , que son mas negros que los de las otras hordas de la Guayana, anun- cian inteligencia y aun podria decirse la cos- tumbre de la reflexión. Los Caribes tienen gra- vedad en sus maneras y algo de triste en sus mi- radas , como se encuentra generalmente entre la mayor parte de los primitivos habitantes del Nuevo-Mundo. La expresión de severidad que ofrecen sus facciones se aumenta singularmente por la manía que tienen de teñirse las cejas con el suco del Caruto , de agrandarlas y de unirlas ambas : algunas veces se hacen manchas negras particularmente en la rara para parecer mas 1Ó2 LltiRO IX. fieros. Los tnagiátrádos de la Villa, el Gobernador y los Alcaldes, que son los únicos que tieneh de- reclib de llevar grandes bastones , vitiiéron á vi- sitarnos. Habia entre eli'ós indios tan jóvenes que lió pasaban de diez y ocho años , pues que la elec- ción solo depende de la voluntad de los misio- neros. Estábamos admirados de volver á encon- trar estos Caribes, pintados de onoto, aquel aire de importancia, aquella mesurada compostura, aquellas maneras frias y desdeñosas que se en- cuentran á las veces entre los empleados en el antiguo continente. Las mugeres Caribes son menos robustas y mas feas que los hombres y suportan casi todos los trabajos, tanto domés- ticos como del campo. Nos pedian ellas con ins- tancia alfileres que, por falta de faltriqueras, colocaban bajo su labio inferior penetrándose la piel de modo que la cabeza del alfiler que- dase en lo interior de la boca, costumbre que han conservado desde su primer estado salvaje. Las jóvenes se pintan de encarnado y á excepción, del guajuco están enteramente desnudas. Los indios de las misiones del Piritú fijaban CAPÍTLLO XXV. 105 tanto nuestra atención cuanto que pertenecen á un pueblo que, por su audacia , por sus empre- sas guerreras y por su espíritu mercantil, ha te- nido una gran influencia sobre el vasto pais que se extiende desde el ecuador hacia las costas sep- tentrionales. En todas las partes del Orinoco habiamos encontrado los recuerdos de las excur- siones hostiles de los Caribes que en otro tiempo se extendieron desde el nacimiento del Carony y del Erato hasta las orillas del Ventuari , del Atacavi y del Rio-Negro. La lengua de los Caribes se propagó por esta razón en aquella parte del mundo y aun ha pasado (como la de los Lenni- Lenapes ó Algonquines y la de los Natchez ó Mus- kogcos al este de los Alleganis) á tribus que no tienen el mismo origen. En medio de los Llanos de la América septen- trional una nación poderosa, que ha desaparecido ya, ha construido fortificaciones circulares, cua- dradas y oclügonas, muros ó paredes de 6000 teo- sas de largura, túmulos de 700 á 800 pies de diáme- tro, y de 1.40 de altura , ya redondos, ya con mu- chos pisos que contenian millares de esqueletos, K>4 LIBRO IX. de hombres menos altos y mas rechonchos qu^ los actuales habitantes de aquellas regiones. Otros huesos envueltos en telas que parecen á las de las islas de Sandwich y Fidji se encuentran en las grutas naturales del Kentucki. ¿Que se ha hecho de aquellos pueblos de la Luisiana, ante- riores á los Lenni-Lenapes, á los Shawones y quizá á los Sioux (Nadowesses Narcota) del Misuri que se han fuertemente mongoUzado, y que, según su propia tradición se cree haber ve- nido de las costas del Asia? En los llanos de la América meridional, como he dicho mas arriba , apenas se encuentran cerros lieclios d mano y en ninguna parte obras de fortificación análogas ó parecidas á las de Ohio. Sin embargo en una vasta extensión de terreno, tanto en el Bajo- Orinoco como en las costas de Caisiquiare y en- tre el origen de los rios Esquibo y Rio Branco hay rocas de granito que están cubiertas de figuras simbólicas. Al oeste, a la espalda de los Andes, nada parece ligar la historia de Méjico con las de Cuudinamarca y del Perú ; pero en las llanuras del este una nación belicosa , largo tiempo dominante , ofrece en sus facciones y CAPÍTULO XXV. ]i05 conslitiicion física los vestigios de un origen ex- trangero. Los Caribes conservan tradiciones que parecen indicar algunas comunicaciones antiguas entre las dos Americas. Un tal fenómeno merece una atención particular, cualquiera que sea el grado de embrutecimiento y de barbarie que las Europeos hallaron á fines del siglo quince entre todos aquellos pueblos no montañeses del Nuevo Continente. Si es verdad que la mayor parte de los salvajes , como parece probarlo sus lenguas, sus mitos cosmogónicos, y una immensidad de otros indicios, no son mas que razas degradadas, reliquias ó restos escapados de un naufragio co- mún , es sumamente importante examinar los caminos por donde estos restos han sido trans- portados de uno á otro hemisferio. La bella nación de los Caribes solo ocupa hoy una parte muy pequeña de los paises que habi- taba, cuando se descubrió la América. Las cruel- dades cometidas por los europeos la han hecho desaparecer de las Antillas y de las costas del Da- rien, al paso que, sometida al régimen de las misiones, ha formado villas populosas en la pro- vincia déla Nueva Barcelona y de la Guayana Es- Iü6 LIBRO IX, jiañola. Yo creo que pueden calcularse á 35,ooo los Caribes que habitan los Llanos del Piritú y las márgenes del Carony y del Cuyuni. Si se aña- diesen á este número los Caribes independientes que viven al oeste de las montañas de Cayena y de Pacaraymo , entre el origen del Esquibo y del Rio Branco, se obtendrían quizá 4o,ooo in- dividuos de raza pura sin mezcla alguna de otras indígenas. Insisto tanto mas sobre estas nociones, que antes de mi viage se acostumbraba hablar de los Caribes como de una raza enteramente ex- tinguida. I No conociendo el interior de las co- lonias españolas del continente, se suponia que las pequeñas islas de la Dominica , de Guada- lupe, y San Vicente habían sido la mansión prin- cipal de esla nación de que ya no existen (en to- das las Antillas orientales ) sino esqueletos ^ pe- ' Ensayo político. Tom. I, pag. 83. ^ Estos esqueletos se han descubierto en )8o5, por cl ca- ballero Cortés, de quien he tenido ocasión de hablar antes por sus importantes observaciones geológicas. Dichos es- queletos se hallan engastados en un marmol ó piedra de CAl'lTÜLO XXV. I 07 trificados ó mas bien envueltos en una calcárea de madréporas. Según esta suposición los Ca- ribes habrían desaparecido en América como los Guauchos en el archipiélago cíe las Cananas. El nombre de los Caribes que encuentro por la primera vez en una carta de Pedro Mártir de Anghiera, se deriva de Calina y de Caripuna ha- biendo transformado las I y p en r y b. ^ Es tam- madréporas que los indios llaman ingenuamente cons- trnidas ó fabricadas por Dios y que como el traverlino de Italia cubre festos de algunos vasos y otras obras hunnanas. Los SS"' Dauxion Lavaysse y el doctor Konig han sido los primeros que han hecho conocer en Europa este íenómeno que lia fijado la atención de los geólogos. ' Los Galibisó Calibitis, los Palicuresy los Acocuas acos- tumbran también á cortarse el pelo como los frailes y á po- ner ligaduras á los niños para hacer engordar ó hinchar las pantorrilias, y tienen la misma predicción por las piedras verdes, que entre los pueblos caribes del Orinoco. Hay también en la Guayana francesa unas veinte tribus, que son diferentes de loyGalibis, á pesar de que se quiera probar, por su lenguage ó dialecto que tienen el mismo origen que aquellos. 108 LIBRO IX. bien muy notable que este nombre, que Colonib oyó de boca de los pueblos de Haití , se encuentre en los Caribes de las islas y entre los del conti- nente. De Carina ó Calina han formado Galibi (Caribi), denominación con que se conocia una nación de una estatura mucho mas pequeña que los habitantes del Cari, pero que hablaba uno cié los innumerables dialectos de la lengua Ca- ribe. Leyendo con atención los autores españoles del siglo 16, se ve que las naciones caribes se ex- tendían entonces sobre 18° á 19° de latitud, desde las islas Vírgenes al este de Puerto Rico hasta las bocas del Amazona. El otro prolongamiento ha- cia el oeste , toda la cadena <^ostera de Santa Marta y Venezuela parece menos cierto. Sin em- bargo López de Gomera y los mas antiguos his- toriadores llaman Caribuna, no como se ha he- cho después , el país que media entre el naci- miento del Orinoco y las montañas de la Guyana francesa , sino los llanos pantanosos entre las em- bocaduras uelo de.los Llanos ó Pampas^no qs generalmente -reconocida por los colonos que le habitan ; y -este es un. problema que no puede resolverse de una manera general. La mayor parte de las sábanas de ,Yenez«elíi 102 LIBRO IX. no tienen la ventaja de las de la América sep- tentrional que están atravesadas longitudinal- mente por tres rios grandes; á saber, el Misuri, el Arkansas y el rio vermejo ó rojo de Natchi- toches : la« sábanas de Araure de Calabozo, y del Pao están cortados transversalmente por los afluentes ó desaguaderos del Orinoco , cuyos mas principales (el Cari, el Pao, el Acaru y el Manipare) tienen muy poca agua en la estación de sequía. No prolongándose estos afluentes ó desaguaderos hacia ei norte, quedan en el centro de los llanos vastos terrenos ( bancos y mesas) de una espantosa aridez. Las partes occidentales , fertilizadas por el Portuguesa, ei Masparro y el Orivante, que por los muy próximos afluentes de estos tres rios, son las únicas susceptibles de cultivo. El suelo es una arena mezclada de greda cubierta por una capa de guijarro cuarzoso : el terreno vegetal, que es el origen principal de la nutrición de las plantas, es allí sumamente del- gado, y no aumenta nada con la caida de las ho- jas que sin embargo de ser menos periódica en los bosques de la zona tórrida, lugar tiene en aquel CAPÍTULO XXY. l33 punto como en los climas templados. Desde miles (le años están los Llanos desprovistos de árboles y de malezas; algunas palmeras esparcidas en la sábana añaden muy poco á este hydrure de car- bono y á esta materia extractiva que, segiin las experiencias de Saussure, de Davy y de Bracon- not, fertilizan el terreno. Muchas culturas aisla- das existen ya en medio de estos pastos en que se han encontrado aguas corrientes ó algunas mazorcas de palmeras Mauritas. Estos cortijos ó haciendas, al rededor de las cuales han sembrado maíz, y plantado yuca, se multiplicarán conside- rablemente si se llegan á aumentarlos árboles y arbustos. La aridez y el excesivo calor de las mesas no dependen únicamente del estado de su superficie y de la reberveracion local del suelo ; su clima está modificado por las regiones adyacentes y por la llanura entera , de que Jas mesas hacen parte. Los progresos que la vegetación de los grandes árboles y el cultivo de las plantas dico- liledones han hecho en las inmediaciones de las villas , por ejemplo al rededor de Calabozo y del I 34 LIBRO IX. Pao, prueban lo que se ganaría en los llanos ata- cándolos, por pequeñas porciones cercándolos j^ocO á poco y dividiéndolo con sotos y canales de riego. Quizá se conseguirla disminuir la in- fluencia de los vientos que esterilizan el suelo, si estas divisiones se hiciesen en grande, de 8 á lo fanegas de tierra, plantando en ellas semilleros de Páidiüm, de Crotón, de Casia ó de Tamarindo que gustan de lugares secos y abiertos ¿aireados. Estoy lejos de creer que los hombres hagan desaperecer jamas las sábanas por entero, y que los Llanas^ útiles á los pastos y al comercio de ganados, sean nunca cultivados como los valles de Aragua ú otras partes próximas á las costas de Caracas y Gumaná; pero estoy firmemente persuadido que una considerable porción perderá, á fuerza de tiempo y bajo una favorable administración á la industria, el aspecto salvaje que han con- servado desde la primera conquista de los Eu- ropeos. Estas mudanzas progresivas, estos aumentos dé población no solamente añadirán la prospe- ridad de aquellas regiones, sino que ejercerán CAPITULO XXV. 1.^5 lambien una influencia útil sobre el estado mo- ral y político. Los llanos fornaan mas de dos ter- cios de esta parte de Venez^uelc^ ó sea la antigua Capitanía general de Caracas, que está situada al norte del Orinoco y del Rio Apure. Luego, en tiempo de turbulencias civiles, los vastos lla- nos ó desiertos por su soledad y por la abun- dancia de víveres que ofrecen sus inumerables ganados , sirven de asilo y apoyo al partido que quiera levantar el estandarte de la revolución. Grandes guerrillas pueden mantenerse allí y hostigar é impacientar á los habitantes del litoral entre quienes se encuentran concentradas la ci- vilización y las riquezas agrícolas. Si el Bajo-Orinoco no estuviese suficiente- mente defendido por el patriotismo de una po- blación robusta y aguerrida , el estado actual de los Llanos haria doblemente peligrosos los efectos de una invasión extrangera sobre las costas occidentales. La defensa de los llanos está intimamente unida á la de la Guayana española ; y hablando mas arriba de la importancia militar de las bocas del Orinoco, he demostrado que las l36 LIBRO IX. fortalezas y baterías con que se ha guarnecido la costa septentrional desde Cumaná hasta Car- tagena , no son los verdaderos baluartes de las provincias unidas de Venezuela. Al lado de este interés político se coloca otro igualmente impor- tante y mas durable aun. Un gobierno ilustrado debe ver con sentimiento que las costumbres de la vida pastoril que entretienen la ociosidad y la holgazanería , reinan sobre mas de los dos tercios de su territorio. La parte de la población de la costa que refluye anualmente hacia los L/útnos para esta- blecerse ó fijarse en los hatos de ganado ^ y cui- dar en ellos los rebaños , hacen un paso retro- grado en la civilización. ¿Como poner en duda que los progresos de la agricultura , la construc- ción, de villas en donde hay agua corriente, no atraerían unas sensibles mejoras en el estado » Especie degrangería compuesta de cobertizos ó sote- chados que sirven de habitación á los hateros y peones pa- ra el rodeo, es decir á los hombres que cuidan , ó mas bien que inspeccionan los rebaños semi salvajes de caballos y bueyes. CAI'ÍTULO XXV. l37 moral de los habitantes de las alturas y llanos? La suavizacion en las costumbres , el gusto de una existencia sedentaria y las virtudes domés- ticas penetrarían allí con los trabajos agrícolas. A los tres dias de marcha empezamos á notar la cadena de montañas de Cumaná que separan los LlanoSj ó como se oye á menudo decir allí « los llanos son como un mar de yerbas » de las costas de las Antillas. Si el Bergantín tiene mas de 800 toesas de alto puede vérsele ( aun no supo- niendo sino una refracción ordinaria de tt del arco ) á mas de 27 leguas marinas de distan- cia ; pero el estado de la atmósfera nos ocultó el hermoso expectáculo de esta cadena de mon- tañas. Mostrábase al principio como un banco ó mesa de bruma ó garúa que ocultaba las es- trellas inmediatas del polo á su salida y postura : este montón de vapores parecía agrandarse poco á poco, condensarse, tomar un color azulado y limitarse por rodeos y tortuosidades inmovibles. Lo mismo que observan los marinos al aproxi- marse á una tierra nueva, se presenta al viagerc en la orilla de la llanura. El horizonte empezaba l58 LIBRO IX, á ensaiieliarse hacia el norte y la bóveda celeste ya no parecía reposar á igual distancia cu el siiiek> cubierto de gramíneas. El 25 de julio llegamos á la ciudad de Nueva Barcelona, menos cansados del calor de los L/a/íí^s á que estábamos acostumbrados mucho tiempo hacia , que de los vientos de arena, cuya pro- longada acción causa grietas dolorosas en la piel. Qácla siete meses que, viniendo de Cumaná á Caracas, habíamos arribado por algunas horas en el Morro de Barcelona , peñasco fortificado que, del lado de la villa de Pozuelos, solo por una lengua de tierra, depende del coatiuente. Hallamos la mas afectuosa acogida y todo el esmero de una agradable y cumplida hospita- lidad en casa de un negociante llamado don Pedro Lavie , francés de origen. Acusado este de haber dado asilo al desgraciado España cuando estaba fugitivo en estas costasen 1796, fué llevado de orden de la Audiencia y conducido preso á Caracas. La amistad del gobernador de Cumana y la memoria de los servicios que había hecho á la iudustria naciente de aque! país contri- CAPITULO XXV. 109 buyéron mucho , para que ie pusiesen en li- bertad. Nosotros tratamos de consolarle en su prisión y tuvimos la satisfacion de volverle á ver en el seno de su familia : pero sus males físicos fueron agravados durante su detención y sucum- bió sin ver resplandecer estos dias de la inde- pendencia americana que su amigo don José España habia pronunciado al momento de su suplicio. « Yo muero, decia este hombre amol- dado para ejecutar grandes proyectos, muero ignominiosa pero inocentemente; mis conciuda- danos recojerán dentro de poco mis cenizas y mi nombre resucitará con gloria. » Estas termi- nantes y notables palabras fueron pronunciadas en la plaza pública de Caracas el 8 de mayo 1799 y me han sido contadas el mismo año por una infinidad de personas, unas que tanto abomi- naban los proyectos de España , como otras ge- mian por su desgraciada suerte. Ya he hablado antes de la importancia del comercio de la Nueva Barcelona. Esta pequeña ciudad que en 1790 apenas tenia 10,000 habi- tantes y en 1800 mas de i(>,ooo, fué fundada l4o LIBRO IX. por un conquistador catalán , llamado Juan ürpin, en i6v3^ se trató entonces de llamar á toda la provincia la Nueva Cataluña , pero fué en vano. Como en nuestros mapas se indican muy á menudo dos ciudades, Barcelona y Cu- managoto , en vez de una , ó se miran estos dos nombres como sinónimos, será útil aclarar la causa de este error. En la embocadura del Rio Neveri había antiguamente una ciudad india construida en i588 por Lucas Fajardo bajo el nombre de San Cristoval de los Cumanagotos j que solo estaba habitada por indígenos venidos de las salinas de Apaicuare. Urpin fundó en 1 607, á dos leguas de la interior de las tierras con al- gunos habitantes de Cumanagoto y muchos ca- talanes la ciudad española de Nueva Barcelona. Por espacio de treinta y cuatro años, los dos ayuntamientos vecinos se hicieron quejas siem- pre renacientes, hasta que en 1671 el gober- nador Ángulo llegó á persuadirles se reuniesen en un tercer territorio, que es el que ocupa hoy la ciudad de Barcelona, y cuya latitud es, según mis observaciones de 10" 6> 52". La antigua CAPÍTULO XXV. l4l de Cumanagoto es célebre en el pais por la Virgen del Tutumo llamada la milagrosa imagen de María Santísima del Socorro j, hallada, dicen los indios, en un tronco hueco de un tutumo. Esta virgen fué trasladada procesionalmente á Nueva Bar- celona ; pero cada vez que el clero estaba des- contento de los habitantes de la nueva ciudad, se huia de noche y volvia al tronco del árbol á la embocadura del rio. Este prodigio no cesó sino cuando se construyó un gran convento (el colegio de la Propaganda) para habitar en él los frailes de San Francisco. Mas arriba hemos visto que en un caso semejante, el obispo de Caracas hizo colocar la imagen de Nuestra Señora de los Valencianos en los archivos del obispado y quedó allí treinta años bajo llave. El clima de Barcelona es menos cálido que el de Cumaná, pero húmedo y algo malsano en la estación de las lluvias. Al sudoeste de Nueva Barcelona, á dos leguas de distancia, se eleva una alta cadena de montañas arrimada al Cerro del Bergantin que es visible en Cumaná. Este sitio es conocido bajo el nombre de las aguas \l^'A Í.FBRO EX. caliéntele Los indios de Nueva Barcelonq con- ducen la leña al mercado de un modo muy extraordinario : arrojan al rio dos gruesos leños de zigopliyllum y de Coesalpina y el propietario de 'la 'leña con sus hijos mayores nada, acá y allá para hacer marchar los pedazos de leña que ^tan retenidos por las tortuosidades de las orillas Ija ciudad de Barcelona no tiene, como Gumaná, un barrio de indios, y si se ven allí algunos de ellos, son habitantes de las misiones inmediatas 'ó de las cabanas esparcidas en el llano. Embarcamos nuestras colecciones de plantas, nuestros instrumentos y nuestros monos y espe- rábamos hacer por un tiempo delicioso una tra- 'vesía muy corta desde la boca del rio Neveri á Cumaná; pero apenas)habiamos llegado al canal estrecho entre el continente y las peñascosas rocas de la Borracha y de las Chimanas, encon- -tramos con grande admiración un buque ar- :iiiado, que al mismo tiempo que nos llamaba xon la bocina disparó desde muy lejos algunos tiros de fusil sobre nosotros, erant marinos per- tenecientesiá un corsario de Halifax. Nuestras pro- CAPÍTULO XXV. 145 testaciones no tuvieron efecto alguno y nos condu- jeron á bordo del corsario que, fingiendo no conocer los pasaportes que el gobernador de la Trinidad daba para el comercio ilicito , nos de- claraba buena presa. Como tengo alguna prác- tica en expresarme en inglés, entré en negocia- ción con el capitán para no ser conducido á la Nueva Escocia y le rogué me pusiese en tierra en la costa inmediata. Mientras que yo trataba defender mis derechos y los del propietario de la canoa en la cámara del capitán, oí ruido sobi:e el puente y vinieron á hablar al oido al capitán quien me dejó con un aire consternado. Por fortuna nuestra una 'corveta inglesa (el sloop el Harwk) cruzaba también en aquellas aguas; hizo señales para llamar al capitán del corsario y este no apresurándose á obtemperar, la corveta disparó Un cañonazo y envió lin guardamarino á nuestro bordo. Este que bonito y político era un joven me hizo esperar que la canoa cargada de cacao nos seria entregada y que por la mañana siguiente continuarimos nuestra marcha. Me propuso al mismo tiempo le acompañase y me asegura l44 LIBRO IX. que su comandante el capitán John Garnier, de la marina real , me ofrecería un albergue mas agradable que el que encontrarla en un buque de Halifax. Agradecí mucho y accepté las atentas ofertas y fui colmado de toda suerte de atenciones por parte del capitán Garnier. Continuamos nuestra travesía al día siguiente y quedamos asombrados de la profundidad de los canales entre las islas Caracas donde la cor- beta maniobraba casi rasando las rocas ; y á las nueve de la mañana nos encontramos delante del golfo de Cariaco que sirve de rada á la ciudad de Cumaná. Nos apresuramos á dirijirnos á casa del gober- nador don Vicente Emparan cujas recomenda- ciones y constante solicitud nos habian"sido tan útiles durante el largo viage que acabábamos de terminar. Nos buscó en el centro de la ciudad una casa que era quizá demasiado elevada|en un pais expuesto á violentos terremotos, pero sumamente cómoda para nuestros.instrumentos. Pasamos agradablemente del 3 al 5 de no- viembre en la península de Araya, situada al otro CAPÍTULO XXY. 145 lado del golfo de Cariaco enfrente de Gumaná. Fray Juan González y el tesorero don Manuel Kavarrete, que nos habían ilustrado con su» consejos desde nuestra primera llegada á aquellas costas, nos acompañaron en nuestra pequeña excursión. Desembarcados cerca del cabo Gáney visitamos de nuevo la antigua salina convertida en lago por la irrupción del mar, las hermosas ruinas del castillo de Araya y la montaña cal- cárea del Barrigón que, por su escarpadura del lado del oeste, es de muy difícil acceso. La laguna chica es una ensenada rodeada de montañas cortadas á pico y que solo se unen al golfo de Gariaco por un canal estrecho de 25 brazas de fondo, formado por el efecto de un temblor de tierra. Una pequeña playa parece pro- bar que el mar puede perderse allí en las tierras como sucede en la costa opuesta de Gumaná. La península de Araya, que se estrecha entre los cabos de Mero y de las Minas hasta i4oo toesas de ancho, tiene algo mas de 4000 > junto á la Laguna chica contando de un mar á otro. Te- mamos que atravesar esta distancia poco consi- IV. 10 i.\6 LIBRO IX. derable para hallar el alumbre nativo y para llegar al cabo de la Punta de chupar upara. Lo que hace difícil el camino es el no haber nin- guna senda abierta y el estarse obligado á salvar ó saltar entre los precipicios demasiadamente profundos, algunas puntas de rocas enteramente peladas y desnudas. El punto culminante tiene cerca de 220 toesas de altura; pero las montañas, como sucede siempre en los istmos peñascosos, ofrecen formas muy extravagantes. Las Tetas de Chacopota y Cariaco, situadas á la mitad del camino entre la Laguna chica y la villa de Cariaco, son verdaderos picos que se considerarían aisla- dos, vistos desde la plataforma del castillo de Cumaná. No hay en aquel país tierra vegetal sino á 3o toesas de altura sobre al nivel del mar, y algunas veces no llueve allí durante quince meses, y sin embargo si inmediatamente des- pués de la florescencia de los melones, calabazas y sandías, caen algunas gotas de agua, estas úl- timas producen frutos de 60 á 70 libras á pesar de la sequía aparente. Llegamos demasiado tarde á la laguna chica CAPITULO XXV. , /. 147 para poder vigitar otra ensenada que está situada mas al este y célebre bajo el nombre de Isi Laguna grande ó del Obispo^ y nos contentamos con ad- mirarla desde el alto de las montañas que la dominan : después del Ferrol y Acapulco quizá no habrá otra de una configuración mas extraor- dinaria : es un golfo interior de dos millas y media de largo del este al oeste y de una milla de ancho. Las rocas de micaesquita, que forman la entrada del puerto, no dejan paso libre mas que en una anchura de 260 toesas; pero por todas partes se encuentran i5 á 25 brazas de fondo. Es muy probable que el gobierno de Cu- mana sacará ventajas algún dia de este golfo interior y del de Mochima, situado á ocho leguas marinas al este de la mala rada de la Nueva Bar- celona. Quedamos solo dos semanas en Cumaná para aprovecharnos de un buque americano que car- gaba en Nueva Barcelona carne salada para la isla de Cuba. Separámonos de nuestros amigos de Cumaná el 1 6 de noviembre para hacer por la tercera vez la travesía de la embocadura del l4S LIBKO IX. golfo de Cariaco á Nueva Barcelona. La noche estaba fresca y hermosa, y no fué sin bastante emoción que vimos por la última vez el disco de la luna que alumbraba la cumbre de los coco- teros que rodean las orillas del Mazanares. Nues- tra vista quedó largo tiempo fija en esta blan- quecina costa en que solo una vez habiamos tenido que quejarnos de los hombres. La brisa era tan fuerte que en menos de 6 horas ancla- mos cerca del Morro de Nueva Barcelona, en donde hallamos el buque que debia conducirnos á la Havana y que estaba pronto á hacerse á la veía. CAPÍTULO XXVI. Ensayo político de las provincias de Venezuela. — Extensión del territorio. — Población. — Producciones naturales. — Comercio exterior. — Comunicación entre las diversas provincias que componen la república de Colombia. "Antes de dejar las costas de Tierra-Firme y de entretener al lector de la importancia política de la Isla de Cuba, que es la mayor de todas les Antillas, reuniré bajo un punto de vista todo lo que puede hacer apreciar con justicia las fu- turas relaciones de la Europa comerciante con las Provincias Unidas de Venezuela : Al publicar, después de mi regreso, el Ensayo político sobre Nueva España, hice conocer una parte de los materiales que poseo sobre la riqueza territorial de la América del Sur. El cuadro comparativo de la población, agricultura y comercio de todas. l5o IIBRO IX. las colonias españolas fué redactado en una época, en que la marcha de la civilización estaba entrabada por la imperfección de las instituciones sociales, por el sistema prohibitivo y por los demás funestos extravíos de ciencia del gobierno. Después de haber yo manifestado los inmensos recursos que los pueblos de las dos Américas , gozando de los beneficios de una sabia libertad, podrán hallar en su posición individual y en sus relaciones con la Europa y Asia comerciantes, una de las grandes revoluciones que agitan de cuando en cuando la especie humana ha mu- dado el estado de la sociedad en los vastos paises que he recorrido. La parte continental del Nuevo Mundo se halla hoy como dividida entre tres pueblos de origen europeo ; el uno y el mas poderoso , es de raza germánica ; los dos otros pertenecen por su lengua, su literatura y sus costumbres, á la Europa latina. Las partes del antiguo mundo que mas se adelantan hacia el oeste , la península iberia y las islas británicas son también las que sus colonias han ocupado mas extensioTí ; pero cuatro mil leguas de costas CAPITULO XXVI. l5l habitadas por los solos descendientes do los Es- pañoles y Portugueses atestan la superioridad que, en los siglos i5 et 16 habían adquirido los pu"^- bles insulares por sus expediciones maritiiuas sobre el resto de los pueblos navegantes. Pueue decirse que sus lenguas, propagadas c.esde la California hasta el Rio de la Plata, tanto á espal- das de las Cordilleras como en los bosques, de la Amazona son monumentos de gloria nacional que sobrevivirán á todas las revoluciones políticas. Los habitantes de las Américas portuguesa y española forman en este momento una duplicada población que la de la raza inglesa. Las pose- siones francesas, holandesas, y dinamarquesas del INuevo Continente son de muy poca exten- sión; pero para completar el cuadro general de los pueblos que podrán influir sobre el destino del otro hemisferio, no debemos olvidar los co- lonos de origen slavo que intentan establecerse desde la península de Alaska hasta la California , ni aquellos africanos libres de Haiti que han cumplido la profecía hecha por el viagero mi- lanés Benzoni en i545. La posición de los Afri- iSz LIBRO IX. canos en una isla 2 veces mayor que la Sicilia, eo medio de Mediterráaeo de las Antillas, aumenta &u ipiportancia política. Todos los amigos de la humanidad hacen votos por el desarrollo de una civilización que después de tantos furores y tanta sangre, adelanta ó progresa de una manera ines- perada. La América rusa parece hasta ahora menos á una colonia agrícola que á estas facto- rías que los Europeos han establecido, con el mas grande perjuicio de los indígenos, en las costas del África : pues que ella solo ofrece puestos militares , estaciones de pescadores y cazadores siberios. Es sin duda un fenómeno chocante hallar el rito de la iglesia griega esta- blecido en una parte de la América y ver dos naciones que habitan las extremidades orientales y occidentales de la Europa, Rusos y Españoles, ser iimílrofes en un continente á donde ellas han llegado por caminos oj)uestos ; pero el es- tado casi salvaje de las despobladas costas de Ochotsk y de Kamtschatka, la falta de socorros dados por ios puertos del Asia y el régimen adoptado hasta aquí en las colonias slávas del capítulo XXVI. i53 Nuevo Mundo son trabas que las tendrán por largo tiempo en la infancia. Resulta de esto que si en las observaciones y exámenes de economía política se habitúa uno á mirar solo las masas se conocerá que el continente americano está dividido, propiamente hablando, en tres grandes naciones de raza inglesa, española y portuguesa. La primera de ellas (los Anglo- Americanos) es también, después de los ingleses de Europa, la que cubre con su pabellón la mayor extensión de los mares. Sin colonias remotas, su comercio ha tomado un aumento que ninguna otra nación del antiguo mundo ha podido alcanzar, si no es el que ha comunicado en eí nbrte de América su lengua , el brillo de su literatura , su amor al trabajo, su pasión por la libertad y ima parte de sus instituciones civiles. Los colonos ingleses y portugueses solo han poblado las costas' opuestas á Europa; los Es- pañoles por el contrario han pasado desdé el principio de su Conquista la éadena de los Andes y se han establecido hasta erí' las regiones' mas occidentales , en dónde, en Méjico, en Cundi- i 54 LIBRO IX. namarca , Quito y Perú han hallado los vestigios de una antigua civilización, naciones agrícolas, é imperios florecientes. Esta circunstancia, el au- mento de una población indígena , y serrana , la posesión casi exclusiva de las grandes riquezas metálicas y las relaciones comerciales estable- cidas desde el principio del siglo 16 con el ar- chipiélago indio han dado á las posesiones es- pañolas de la América equinoccial el carácter que les es propio. En las regiones del Este , caí- das en suerte á los colonos ingleses y portugue- ses, eran los naturales pueblos errantes y caza- dores , y lejos de formar allí una porción de la población agrícola y laboriosa , como en las lla- nuras del Anahuac , en Guatemala y en el Alto- Peru , se han retirado generalmente á la aproxi- mación de los blancos. La necesidad del trabajo, la preferencia dada al cultivo de la caña de azú- car, del añil y del algodón , la avaricia que acom- paña y degrada con frecuencia la industria , han producido este infame comercio de negros, cuyas resultas han sido igualmente funestas á los dos mundos. Idizmente en la parte continental de / capítulo xxvr. i55 la América española , es tan poco considerable el número de los esclavos africanos que , compa- rándole con el de la población servil del Brasil ó con la de la parte meridional de los Estados- Unidos , se encuentra en la proporción de i á 5. Todas las colonias españolas, sin excluir las islas de Cuba y Puerto Rico no tienen, en una exten- sión ó sea superficie que excede al menos de un quinto á la de Europa , tantos negros como el solo estado de la Virginia. Los Españoles Ameri- canos ofrecen en la unión de Nueva España y Goatemala el único ejemplo, en la zona tórrida, de una nación de ocho millones de habitantes gobernados por leyes é instituciones europeas, que cultivan á la vez la caña de azúcar, el cacao, el trigo, y la viña, y casi sin tener esclavos arran- cados al suelo africano. La población del Nuevo Continente excede muy poco á la de Francia , ó Alemania : la de los Estados-Unidos ha doblado en el espacio de veinte y cinco años ; y en Méjico ha duplicado también en menos de cuarenta y cinco años , aun bajo el régimen de la metrópoli. Sin entre \ l56 LIBRO IX. garse á esperanzas muy lisongeras sobre el por- venir, puede admitirse que en menos de siglo y medio igualará la población de América á la de la Europa. Esta noble rivalidad de la civilización, de las artes industriales y del comercio, lejos de emprobrecer, como tan á menudo quiere pro- nosticarse , el antiguo continente , á expensas del nuevo , aumentará las necesidades del con- sumo, la masa del trabajo productivo y la acti- vidad de los cambios ó permutas. La fortuna pública, que es el patrimonio común de la civi- lización, se encuentra, después de las grandes revoluciones que sufre el estado de las socie- dades humanas, diferentemente repartida entre los^ pueblos de los dos mundos : pero el equi- librio se restablece poco á poco, y es una preo- cupación funesta , y aun diré impía , el consi- derar como una calamidad para la vieja Europa la prosperidad creciente de cualquiera otra por- ción de nuestro planeta. La independencia de las Américas no contribuirá á aislarlas, antes bien las, aproximará, á los pueblos antigua- mente ci^rilizados. El comercio tiende á unir lo CAPÍTI LO XXVI. l5f^ que hace mucho tiempo se ve separado por ' una celosa poHtica. Hay mas : la uaturaleza de la civilización va siempre cundiendo adelante sin apagarse por eso en el lugar donde nació. Su marcha progresiva del este al oeste , y del Asia á Europa no prueba nada contra este axio- ma. Una luz viva conserva su resplandor aun cuando alumbra un mayor espacio. El cultivo intelectual , origen fecundo de la riqueza nacio- nal se comunica inmediata y seguidamente pro- pagándose sin dejar el sitio que primero empezó á ocupar. Su movimiento no es una emigración : si nos ha parecido tal en el oriente, es porque unas hordas de bárbaros se han apoderado del Egipto , del Asia menor y de esta Grecia, en otro tiempo libre, y cuna abandonada de la civiliza- ción de nuestros antepasados. El embrutecimiento de los pueblos es el re- sultado de la opresión que ejerce el despotismo interior ó un conquistador extrangero , y va siempre acompañado de un empobrecimiento progresivo y de una disminución de la fortuna pública. Estos inconvenientes y peligros se des- l58 LIBRO IX. tierraii por instituciones libres y fuertes adapta- das á los intereses de todos ; y la civilización creciente del mundo , la concurrencia del tra- bajo, y la de los cambios ó permutas no arruinan los estados, cuyo bien estar procede de un ma- natial común y natural. La Europa productriz y comerciante se aprovechará del nuevo estado de cosas que se introduce en la América espa- ñola , como se aprovecharía , por el aumento de consumo, de los acontecimientos que hiciesen cesar la barbarie en Grecia, en las costas septen- trionales del África y en los demás paises sujetos á la tiranía de los Otomanos. Nada hay mas ter- rible para la prosperidad del antiguo continente como la prolongación de estas luchas intestinas que detienen la producción disminuyendo al mismo tiempo el número y las necesidades de los consumidores. Esta lucha que empezó en la América española seis años después de mi partida llega poco á poco á su fin. Muy en breve vere- mos pueblos independientes, regidos según for- mas de gobierno muy diversas , pero unidos por la memoria de un origen común, por la uni- cArÍTULO XXVI. i5g formidad del idioma y las necesidades que hace nacer siempre la civilización , habitar las dos cos- tas ú orillas del Océano Atlántico. Podria decirse que los inmensos progresos que el arte del nave- gante ha hecho, han unido las mares. El Océano Atlántico se presenta á nuestra vista bajo la for- ma de un canal estrecho que ya no aleja mas del Nuevo Mundo á los estados comerciantes de Europa, que en la infancia de la navegación alejó del Mediterráneo á los Griegos del Pelopo- neso de los de Jonia, de la Sicilia y de la Cine- raica. He juzgado oportuno recordar aquí estas con- sideraciones generales acerca de las relaciones futuras de los dos continentes, antes de trazar el cuadro político de las provincias de Vene- zuela, cuyas diferentes razas de hombres he he- cho ya conocer igualmente que las producciones espontáneas y cultivadas, las desigualdades del suelo y las comunicaciones interiores. Estas pro- vincias, gobernadas hasta 1810, por un Capitán general residente en Caracas, están reunidas ac- tualmente al Virreinato de la Nueva-Granada ó l6o LIBRO IX, Santa Fé, bajo el nombre de la república de Co- lombia. No anticiparé la descripción que des- pués daré de la Nueva-Granada; pero para hacer mas útiles mis observaciones sobre la estadística de Venezuela á los quieran juzgar de la impor- tancia política de aquel pais y de las ventajas que puede ofrecer aun al comercio de Europa, su estado poco avanzado de cultura , pintaré las Provincias-Unidas de Venezuela en sus intimas relaciones con Cundinamarca á la Nueva-Gra- nada como haciendo parte del nuevo estado de Colombia. Esta cálculo comprenderá necesaria- mente cinco divisiones ; la extensión , las pro- ducciones, el comercio, y las rentas públicas. Hallándose indicada una parte de los datos , que servirán para formar este cuadro, en los capítu- los precedentes, podré ser conciso en la enun- ciación de los resultados generales. M. Bonpland y yo hemos pasado cerca de tres años en los países que forman hoy el territorio de la repú- blica de Colombia ; á saber diez y seis meses en Venezuela y diez y ocho en la Nueva Granada, habiendo por una parte atravesado este terri- capítulo XXVI. 161 torio en toda su extensión desde las montañas de Paria hasta la Esmeralda en el Alto-Orinoeü y hasta San Carlos del Rio-Negro situado junto á las fronteras del Brasil ; y por otra parte desde el Rio Sinu y Cartagena de Indias hasta las mon- tañas nevadas de Quito, en el puerto de Guaya- quil en las costas del Océano Pacifico y en las riberas del Amazona en la provincia de Jaén de Bracamoros. Una tan larga mansión y un viage de 1 3oo leguas marinas en lo interior de las tier- ras y de las cuales, 65o en botes ó canoas, me han proporcionado un conocimiento bastantemente exacto de las circunstancias locales; y sin embargo no me atrevo á lisonjearme de haber recojido sobre Venezuela y la Nueva-Granada materiales estaditicos tan numerosos y tan seguros como los que me ha proporcionado una permanencia mas corta en Nueva-España. Hay menos inclinación á discutir cuestiones de economía política en paises puramente agrícolas y que ofrecen mu- chos centros del poder, que en donde la civiliza- ción está concentrada en una gran capital y donde el inmenso producto de las minas acos- IV. 1 I i62 iir>Ro IX. tumbra á los hombres á la evaluación numérica de las riquezas naturales. En Méjico y Perú he hallado en los documentos oficiales una parte de los datos que deseaba proporcionarme. No sucedió lo mismo en Quito, en Santa Fé y en Ca- racas en donde el interés por las averiguaciones y exámenes estaditicos no se desenvolverán sino por el goce de un gobierno independiente. Los que se han habituado á examinar las cifras antes de admitir la verdad, saben que, en los estados libres nuevamente fundados gustan exagerar y ponderar el aumento de la fortuna pública , al paso que en las antiguas colonias se aumenta la lista de los males que son todos atribuidos á la influencia del sistema prohibitivo. Es casi ve^i- garse de la ufietrópoli ei exagerar la estagnación del comercio y la lentitud de los progresos de la población. No dudo /| LIBRO IX. Unidos ; porque situados estos últimos bajo la zona templada, y desprovistos de altas cadenas de montañas, ofrecen un inmenso espacio de pais fácil á someterse al cultivo. Las hordas de Indios cazadores reculan delante los colonos á quienes aborrecen y delante de los misioneros meto- distas que contrarian su gusto por la ociosidad y holgazanería. No hay duda en que, en la Amé- rica española, la tierra mas fecunda produce en la misma superficie mayor masa de substan- cias nutritivas, y que en las llanuras de la región equinoccial el trigo produce de 20 á 24 por uno ; pero las Cordilleras en que hay grietas ó que- bradas casi inaccesibles, llanos desnudos y ári- dos , selvas que resisten á la hacha y al fuego y una atmósfera llena de insectos venenosos, opon- drán por mucho tiempo poderosos obstáculos á la industria y á la agricultura. Los mas robustos y mas emprendedores colonos no podrán ade- lantar en los montuosos distritos de Mérida, de Antioquía y de los Pastos, en los Llanos de Ve- nezuela y del Guaviare; en los montes del rio de la Magdalena , del Orinoco , y de la provincia de CAPÍTULO XXVI. l65 !as Esmeraldas, al oeste de Quito, como haa ex- tendido sus conquistas agrícolas cu los llanos al este de los Alleganis, desde el origen del Chio, del Tenesco y del Alabama hasta las márgenes del Misuri y del Arkansas. Teniendo presente la narración de mi viage al Orinoco se apreciarán los obstáculos que una naturaleza poderosa opone á los esfuerzos del hombre en los ardientes y húmedos climas. Grandes superficies del terreno están desprovistas de aguas en Méjico; las lluvias son allí muy raras y la falta de rios navegables debilita y animora las comunicaciones. Como la antigua población indígena es agrícola y como lo ha sido mucho tiempo antes de la llegada de tos españoles, los terrenos que sonde un acceso y de una cultura mas fácil tienen ya sus propie- tarios. Se encuentran allí menos comunmente que se cree en Europa, países fértiles y de una vasta extensión que están á la disposición del primer ocupante ó susceptibles de ser vendidos por lotes ó porciones á beneficio del Estado, Resulta de esto que el movimiento de la <:olo- nizacion no puede ser tan rápida y tan libre en l66 LIBRO IX. todas ias partes de la América española, como lo ha ha sido hasta aquí en lias provincias occidentales de la Union ánglo-ameiricana. La población de efeta Union se tompoüe de blancos y negros que arrancados á su patria , ó nacidos en el Nuevo- Mundo, han sido los instrumentos de la industria de los blancos. En M^ico, Goatemala, Quito y Perú existen por el contrario en nuestros dias más de cinco millones y naedio de indígenos dé 'í^iía bronceada que, á pesar de los artificios em- pleados para desiñdianizarlo» , su aislamiento ^arfe forzado, parte voluntario, su adhesión á lóá antiguos usos y su desconfiada inflexibilidad de carácter les impedirán aun por lai^o tiempo |>'articipar de los progresos de la prosperidad pública. Insisto sobre estas diferencias entre los estados libres de la América templada y los de la Amé- rica equinoccial para manifestar que estas út- timas tienen que luchar coíi obstáculos que de- penden ifé úh porción física y moral , y para réc(5Tdcñr '^e los paises, ador^adc/s por ta tikttt- ráléza de las mas diversas y itííis precioáfts jp"i^O- capítulo XXVI. 167 ducciones, 110 son siempre susceptibles de ua cultivo fácil, rápido y uniformemente extendido. Si se mirasen los límites que puede alcanzar la población como únicamente despendiente de la cantidad de subsistencias que la tierra puede producir, los mas simples cálculos probarían la preponderancia de las sociedades establecidas en las bellas regiones de la zona tórrida; pero la economía política ó la ciencia positiva de los gobiernos se desconfia de los números de vanas abstracciones. Sábese que, por la multiplicación de una sola familia, un continente ep otro tiempo desierto, podria en el espacio de ocho siglos, contar ocho mil millones de habitantes , y sin embargo estas valuaciones fundadas en la hipó- tesis de la constancia duplicativa en los veinte y cinco ó treinta arlos, son desmentidas por la historia de todos pueblos ya avanzados en la car- rera de la civilización. Los destinos que esperan á los Estados libres de América española son muy imponentes para que necesitemos hermo- searlos con ol prestigio de las ilusiones y do cál- culos Quiméiicos. l68 LIBRO IX. ÁREA y^ POBLACIÓN. - Para fijar la aten-- cion del lector sobre la importancia política de la antigua Capitanía general de Venezuela em- pezaré por compararla con las grandes masas en que se agrupan hoy les diferentes pueblos del Nuevo Continente; porque elevándose á miras generales puede uno lisongearse de dar algún interés sobre el detalle de los datos estadisticos que son los elementos variables de la prospe- ridad y del poder nacional. Entre los 54 millones de habitantes que ocupan la vasta superficie de la América continental ( en este número se com- prenden los indígenos salvajes é independientes), se distinguen, según las tj'cs razas preponderantes^, ]6 millones en las posesiones de los Españoles- Americanos, lo millones en las de los Anglo- Americanos, y casi cuatro millones en las de los Portugueses- Americanos. Las poblaciones de estas tres grandes divisiones están actualmente en la proporción áe[\,2\, i ; mientras que la extensión de la superficie en que se encuentran estas pobla- ciones son como los números i , 5, o, 7, i . La Área de los Estados-Unidos es casi de una cuarta parte CAPÍTULO XXVI. 169 mayor que ía de Rusia al oeste del Oural; y la Amé- rica española es también una cuarta parte mas ex- tensa que la Europa entera. Los Estados-Unidos ^ tienen la misma población que la América es- pañola y su extensión y territorio es mas de la mitad mas pequeño. El Brasil contiene, hacia el este, paises talmente desiertos que, en una extensión un tercio mas pequeña que la su- . (1) Para evitar circunlocuciones fastidiosas continuaré designando ó en esta obra á los paises habitados por los Españoles-Americanos con el nombre de America Española, á pesar de las mudanzas políticas que han sobrevenido en el estado de las colonias. Nombraré también Estados-Uni- dos sin añadir de la América septentrional , al pais de los Anglo- Americanos , aun cuando se hajan formado otros nuevos Estados-Unidos en la América meridional. Es difi- cultoso hablar de pueblos que hacen un papel tan grande en la escena del mundo , y que carecen de nombres colec- tivos. La palabra Americano no puede aplicarse ya á solo los ciudadanos de los Estados-Unidos de la América del Norte, y seria de desar que esta nomenclatura de las na- ciones independientes del nuevo continente pudiese fijarse de una manera cómoda, harmoniosa y precisa á un mismo tiempo. lyO LIBRO IX. pcrficie de la América española , su población está en razón de i : á 4« El siguiente cuadro contiene los resultados de un ensayo que he hecho, en unión con M. Mathieu, miembro de la Academia de ciencias y del despacho de lon- gitudes, para valuar por medios precisos la ex- tensión de la superficie de los diferentes estados de la América. Para este objeto nos hemos ser- vido de mapas que hemos rectificado, según los datos que hemos publicado en la Recopilación de observaciones Astronómicas. Nuestras escalas han sido generalmente demasiado grandes por no descuidar espacios de 4 ¿ 5 l^^^^s cuadradas, y hemos creido llevar la precisión hasta este punto para no añadir la incertidumbre de la medida de los triángulos, trapecios y tortuosidades délas costas, á la que resulta de la incertidumbre de los datos geográficos. CAPITULO XXVÍ. 171 GRANDES DIVISIONES POLÍTICAS. I. Posesiones de los Españoles- Americanos Méjico ó Nueva-España. . . . Goatcmala Cuba y Puerto Rico í Venezuela .... ' Colombia. < Nueva Granadaiy ' Quito, ..... Perú Chile Buenos Ayres en leguas cttad. de 20 algiacio equinoccial' 371,380 -5,830 16,740 4,43o 33,700 58,25o 41,420 14,24*^ 126,770 POBLACIÓN. (1823.) 16,785,000 6,800,000 1,600,000 800,000 785,000 2,000,000 1,400,000 1,100,000 2,3oo,ooo II. Posesiones de los Portugueses Americanos (Brasil) 256,990 4,000,000 ÍII. Poiscsioriés de lOs Ataglo Ame- ricanos (Estados Unidos) . . i74,3oo IO,2'-í0,O0O EXPLICACIÓN. Yó he encontrado la extensión de toda la Aiiíé- rica meridional , tomando por limite la extren^i- dad oriental de la provincia de Panamá , do 571,290 leguas cuadKidas, de las cuales la pari.< 1^2 LIBRO IX. española, es decir, la Colombia (sin el istmo de Panamá y la provincia de Veragua ) , el Perú , Chile y Buenos- Aires (sin las tierras magallanes), comprenden 2^1,7741. c; las posesiones portu- guesas ^56,990 1. p; las Guayanas inglesas, ho- landesas y francesas 1 1 ,020 1. c ; y las tierras pa- tagónicas al sur del Rio-Negro 01,206 1. c. Los siguientes números que indican grandes exten- siones de superficie, pueden servir de término de comparación : Europa 5o4,7O0 1. c; imperio ruso en Europa y Asia 6o3,i6o 1. c; parte euro- pea del imperio ruso, 1 58, 116 1. c : Estados- Unidos de América 174,010 1. c. Todas estas evaluaciones están hechas en leguas cuadradas de 20 al grado ecuatorial ó de 2855. He adop- tado esta medida en la Relación histórica de mi viage por qué las leguas marinas, de tres millas cada una , serian mucho mas fáciles á introducir uniformemente como medida geográfica en los pueblos comerciantes de la América española , que las leguas legales y leguas comunes de Es- paña, que son de 26 7 y de 19 al grado. En mi Ensayo político sobre el reino de Nueva-España^ CAinfULo XXVI. 175 están indicadas las superficies en leguas cuadra- das de 2 5 al grado al modo de la mayor parte de las obras estadísticas publicadas en Francia. Recuerdo estos datos, porque muchos autores modernos, al copiar las evaluaciones de super- ficies que contiene mi Ensayo político j, han con- fundido en sus reducciones las leguas de 25 al grado con las leguas marinas y geográficas ; con- fusión tan deplorable como la de las escalas ter- mométricas centígradas y octogesimales. Al lado de un elemento invariable, como lo es el del área que depende del grado de exactitud de las cartas, he puesto otro elemento bien incierto que es el de la población. Los datos siguientes aclararán este punto que, con razón, ha podido llamarse por mucho tiempo plenum opus aíew. Hay números en el estudio de la economía po- lítica como hay elementos de la meteorología y tablas astronómicas; los cuales adquieren pro- gresivamente precisión y lo mas comunmente es menester detenerse á los números limites. 1^4 LIBRO IX. A. PaBLACíON. MÉJICO. Creo haber probado ya en otro lugar, segiiii datos positivos, que en i8o4 la población del Virreinato de Nueva-España, inclusas las Provincias internas y Yucatán , pero no la Capi- tania general de Goatemala , ascendia por lo me- nos á 5,840,000 habitantes, entre ellos 2,600,000 indígenos de raza bronceada; 1,000,000 de Es- pañoles mejicanos, y 76,000 Europeos. Enun- cié también ( Ensayo politico, tomo I ) , que en 1808 la población debia aproximarse á seis millones y medio, entre los cuales los dos quintos ó 3,260,000 eran indios. Las guerras intestinas , que han agitado durante largo tiem- po las intendencias de Méjico, de Vera-Cruz, de Valladolid y de Guanajuato , han retardado sin duda los progresos de este aumento anual de ki población mejicana que, durante mi permanen- cia en aquel pais , era mayor de 1 5o, 000. La re- lación de los nacimientos con la de la población parecia ser de 1 á 1 7 y la de los muertos con la población de 1 á 3o. Admitiendo solamente por CArÍT*JLO \XVI. l'/J 18 años un aumento de un millón de habitantes creo haber valuado bastante alto los efectos de estas agitaciones populares que han iuterruni- pido el cultivo y beneficio de las minas , el co- mercio y la agricultura. Las observaciones y exámenes hechos en el mismo pais han pro- bado que las evaluaciones , á que yo me he fijado hace 1 2 años , no se apartan mucho de la ver- dad. Don Fernando Navarro y Noriega ha publi- cado en Méjico los resultados de un trabajo extenso sobre el número de los curatos y misiones de Méjico : valúa, en 1810, la población del pais á 6,128,000 [Catálogo de los curatos que tiene Nueva-España i8i3, pag. 08, y Hespuesta de un Mejicano al n° 200 del Universal,, pag. 7). El mismo autor á quien su empleo de [contador de los ramos de arbitrios) pone en estado de exami- nar los datos estadísticos sobre los mismos lu- gares , piensa ( Memoria sobre la población de Nueva-España , Méjico 1 8 1 4 y Seminario político y literario de la Nueva-España^ n 20, pag. 94) que en 1810 la población de la Nueva-España, sin comprender las provincias de Goatemala , se componía de los elementos siguientes. 176 LIBUO IX. 1 ,097,928 Europeos y Españoles Americanos. 5,676,281 Indios. 1,358,706 Castas, ó de raza mixta. 4,229 Eclesiásticos seculares. 3,112 ídem. . . . regulares. 2,098 Religiosas. 6^122,554 Inclinóme á creer que Nueva-España tiene actualmente cerca de siete millones de habi- tantes; y esta es también la opinión de don José Ponte Arzobispo de Méjico y prelado respetable que ha recorrido una parte muy considerable de su Arzobispado y que yo he tenido el honor de volver á ver hace poco tiempo en Paris. GUATEMALA. Este pais, que hasta ahora se ha designado como reino, comprende los cuatro obispados de Goatemala, de Leen, de Nicaragua, de Chiapa, ó Ciudad-Real y de Comayagua ú Honduras. Un padrón hecho en 1778 por el go- bierno secular y que me ha sido comunicado por el caballero don Rafael de Barrio diputado á Cortes en Madrid antes de la declaración de capítulo XXVI. l'J'^ de la independencia de Méjico, no daba sino una población de ^97,214 habitantes ; pero don Domingo Juárros, el sabio autor del Compendio de la historia de Guatemala ^ publicado sucesiva- mente en 1809 y 1818 ha probado (T. I, pag. 9 y 9 1 ) que este resultado es ínuy inexacto. Los padrones hechos en la misma época , de orden de los obispos daban mas de un tercio de pobla- ción de mas. Durante mi mansión en Méjico se estimaba, según los documentos oficiales, la po- blación de Goatemala, en donde los indios son sumamente numerosos, á 1,200,000 : pero las personas instruidas de las localidades la valúan en el dia á 2,000,000. Deseando yo atenerme siempre á cantidades que tengande menos, CMevXo solo una población de 1,600, 000 habitantes. CUBA y PUERTO-RICO. La población de la grande isla de Puerto-Rico es poco conocida, y ha aumentado mucho desde 1807, en cuya época solo se contaban i36,ooo habitantes inclusos 1 7 , 5oo esclavos. El padrón de 1 8 1 1 ha dado como lo hemos visto mas arriba 600,000 habitantes, if. 13 l'jS LIBRO IX. comprendiendo en ellos 212,000 esclavos (Z)o- cumentos de que hasta ahora se compone el expe- diente sobre los negros de, la isla de Cuba:, Madrid, 1817, pag. 159). En otro documento oficial mucho mas reciente {Reclamación hecha por los Representantes de Cuba contra la ley de aranceles^ Madrid, i8si, pag. 6.) la población total está estimada á 630,980 almas. COLOMBIA. Las siete provincias, cuya reunión formaba en otro tiempo la Capitanía general de Caracas, tenian á principios del siglo 19, en el momento en que estalló la revolución, cerca de 800,000 habitantes, según los materiales que yo he recojido. Estos materiales no son un em- padronamiento total hecho por el poder secular; sino valuaciones parciales fundadas en parte so- bre los padrones de los curas y de los^ misio- neros y e|i parte sobre las consideraciones de consumos y de la cultura mas ó menos adelan- tada. Algunos empleados de la intendencia de Caracas y particularmente un hombre muy ins- truido en el ramo de rentas, ó de hacienda, don Manuel Navarrete oficial de la tesorería real en CAriTULÜ XX Vi. l'JC) Cuiiianá tuvieron la bpndad de ayudarme en este trabajo, que ofrece un gran interés por la época á que se remonta. Este es ,un punto de partida, al cual podrá algún día compararse el aumento de la población desde la conquista de la independencia y de la libertad. Es de presumir que este aumento no podrá hacerse sentir sino cuando la paz vuelva á aquellas hermosas regio- nes. Seria posible que al momento en que pa- rezca esta obra sea la población algo menor que en 1800. Los ejércitos no han sido muy nume- rosos , pero han desolado las regiones mejor cul- tivadas del litoral y de los valles inmediatos. El temblor de tierra de 26 de marzo de 1812, las fiebres epidémicas que han reinado en 1818, el armamento de los negros tan imprudentemente favorecido por el partida realista , la emigración de muchas familias^ decentes , á las Antillas y una larga estagnación del comercio han aumen- tado la miseria pública. almas. Provincias de Cumaná y de Barcelona. 110,000 Poseo los resultados de un empadro- namiento hecho en 1792 que á los me- l8o LIBRO IX. Suma anterior ..... 1 1 o,ooo nos está equivocado de | que da 86, o83 almas, comprendidos 42,6i5 Indios; á saber 27,787 de doctrina ó habitantes de los pueblos que tienen un cura se- cular y 14,828 de mis'wn ó gobernados por frailes misioneros. Yo cuento en 1800 por la provincia de Gumaná ó Nueva Andalucía 60,000 ; y por la pro- vincia de Barcelona 5o,ooo. Provincia de Caracas . 570,000 En 1801 se contaban en el valle de Cancagua ysábanas de Ocumare 3o, 000; en la ciudad de Caracas y valles de Cha- cao, Petare, Manches y los Tecas 60,000; Puerto-Cabello, la Guaira y todo el li- toral desde el cabo Codera hasta á Aroa 25,000; valles de Aragua 52, 000; Tuy 20,000; distritos de Canora, Bar- quesimeto, Toruyo y Guanare 54, 000; 480,000 CAPÍTULO XXVI. 181 Suma del otro lado . . . 480,000 San Felipe, Nirgua, Aroa y los llanos inmediatos 34, 000 ; llanos de Calabozo, de San Carlos, de Araure y de San Juan Bautista del Pao 40,000. Estas evalua- ciones parciales, que abrazan casi todas las partes habitadas, solo dan un total de 5 1 5,000. Provincia de Coro. .' 32, 000 Provincia de Maracaibo (con Mé- rida y Trujillo). . . . ^ . . . 140,000 Provincia de Varinas. ...... "^5,000 Provincia de la Guayana 4O5OO0 Un padrón de 1 780 cuyos resultados ^^ encontrado en los archivos de An- gostura ( Santo Tomas de la Nueva Guayana) daba 19,616 habitantes; á saber, i,479 blancos, 16,499 indios, 620 negros, 1018 pardos y zambos. Isla de la Margarita 18,000 Total. . . . 785,000 \82 LIBRO IX, Es posible que, aun á la ¿poca en que yo me fijo, la población de las dos provincias de Caracas y Maracaiboy la de la isla de la Margarita estuviese algo exagerada ; sin embargo M. Deponsque tiene parte en los padrones ó matriculas que los curas presentan á los obispos, estima la sola provincia de Varinas á 5oo,ooo almas [y ¿age d Tierra- Firme j, tomo I, pag. 177.)- En la provincia de Maracaibo son los pueblos sumamente nume- rosos tanto al rededor del lago, como en las montañas de Merida y Trujillo. Sobre los 780,000 á 800,000 habitantes que puede suponerse en la Capitanía general de Caracas en 1800, habría probablemente 1 20,000 indios de raza pura. Algunos documentos oficiales dan á la provincia deCumaná fl5,ooo (de los cuales cuentan 10,000 en solo las misiones de Caripe); á la provine! de Barcelona 5o, 000 ; 24,700 de ellos en las misiones de PiritúJ; á la provincia de la Guayana 34,000 (á saber, 17,000 en las misiones de Ca- rony ; 7,000 en las del Orinoco y cerca de 10,000 que viven en el estado de independencia en el Delta del Orinoco y en los montes. ) Bastan estos CAPÍTULO XXVI. i83 (latos para probar que el número de indios bron- ceados en la Capitanía general no es el de 72,000 ni 280,000 como por error lo han dicho Dcpons ( tomo I , pag. 178. ) y Malte-Briin Geog. (tomoV, pag. 549.)' El primero de estos autores que, solo estima la población total á 738,000 almas en vez de 800,000, ha ponderado singularmente el número de esclavos, pues que cuenta 2 1 8,4oo en su tomo I, pag. 241 cuyo número es cuatro veces mayor que el verdadero. Según las eva- luaciones hechas por tres personas perfecta- mente instruidas de las localidades, don Andrés Bello , don Luis López, y don Manuel López Fa- jardo habia en 1812, 62,000 esclavos alo mas de los cuales 10,000 en Caracas, Chacao , Petare, Mari- ches, Guarenas, Guatire, Antimano La Vega, Los Teques, San Pedro y Budare. 18,000 en Ocumare (las sábanas) Jaré, Santa Lucia , Santa Teresa , Marín , Cauca- gua , Capaya , Tapipa , Tacarigua , l84 LIBRO IX. Mamporal , Panaquire , Rio Chico , Guapo , Cupira , y Curiepe. 5,600 en Guayos, San Mateo, Victoria, Ca- gua, Escobal, Turmero, Maracay , Guacara, Guigue , Valencia, Puerto Cabello y San Diego. 3,000 en la Guaira, Choroni, Ocumare, Chuao y Burburata. 4,000 en San Carlos, Kirgua, San Felipe, Llanos de Barquesimeto , Carora , Tocuyo , Araure , Ospinos , Guanare, Villa de Cura , San Sebastian y Ca- labozo. 22,000 en Cumaná , Nueva Barcelona, Va- rinas , Maracaibo y en la Guayana es- pañola. El número de los Españoles Americanos no monta probablemente mas que á 200,000 : y * el de los blancos nacidos en Europa á 12,000; de donde resultaría para toda la antigua Capi- tanía general de Caracas la proporción de ^'^ de CAPÍTULO XXVI. l85 castas mixtas (mulatos, zambos y mestizos) ^ de Españoles Americanos (blancos criollos) ^ de Indios , ^ de negros y ^ Europeos. En cuanto al reino de la Nueva-Granada re- cuerdo las matriculas y padrones de 1778 que han dado á la Audiencia de Santa Fé 747,641; y á la de Quito 551,799. Luego suponiendo solo omitido 7 y no añadiendo mas que 0,0 18 de au- mento anual, resulta, por las mas moderadas suposiciones en 1800, por cima de dos millones. M. Caldas, por otra parte muy instruido del es- tado político de su patria, contaba ya en 1 808 tres millones [Semanario de Santa Fé, n" 1 , pag. 2-4}. pero es de temer que este sabio haya ponderado mucho el número de los Indios independientes. Yo he hallado, después de un maduro exafnen de todos los materiales que obran en mi poder, que la población ,de la república de Colombia será actualmente de 2,785,000 almas. Este cál- culo es mas moderado que el del Presidente del Congreso que le fija en su proclamación de 40 de Enero de 1820, al número de tres millones, y medio de habitantes ; pero es algo mayor que el itíG LIBllO IX. que se ha publicado oficialmente en la Gaceta de Colombia en lo de febrero de 1823, que yo he sabido por los diarios de Buenos-Aires. DEPABTAMENTOS. PROVINCIAS. POBLACIÓN. ÍCumané 70,000 Barcelona 44,000 Urtnoco. / I Guayana 455OO0 I Margarita i5,óbó'' 174*000 • 4 Caracas*,. . * 35o,ooo Fenezuela. 1 \ VarÍDas t'_.- -v.y. 80,000; 430,000 ( Coro 3o,ooo ) Trujillo 33,400 • Sulla. \ I Mérida 5o,ooo '^ Maracaibo 48,700 162,100 Estos tres departamentos forman la antigua capitanía general de Caracas con una población de 766,100 almas. CAPÍTULO XXVI. 18" UEPAKIAMENTÜS. PROVINCIAS. POBLACIÓN. /Tunja. 200,000 Bajaca. l^'''"'' »5o,ooo I Pamplona ^5,000 ICasanare 19,000 444íOoo pogot'» 172,000 Cundinamarca. /^"''O^"'»- • ' 104,000 I Mariquita. 45^000 ^Neiva 5a,ooo 371,000 Cauca. I ^^P^'^y^'^ ^71,000 ^ <^h0C0 32,000 193,000 í Cartagena 170,000 Magdalena. ) Santa Marta 62,000 ( Rio Hacha ^^000 339,000 En la misma época de 1822 se contaban por dos provincias de Colombia, cuyos diputados no habian llegado aun al Congreso l88 LIBRO IX. DEPARTAMENTOS. PROVINCIAS. POBLACIÓN. Panamá 5o,ooo Veragua. 3o,ooo í 80,000 Los cuatro departamentos de Boyacá, Cundi- namarca , Cauca y Magdalena forman , con Pa- namá y Veragua, la antigua Audiencia de Santa Fé; es decir, la Nueva-Granada sin compren- der, la Presidencia de Quito. Población total 1,527,200 habitantes. Quito. . i'v. ; i . . . aSojOoo Quixos y Macas-. .... o5,ooo —Antigua I Cuenca 78,000 Presidencia / Jaén de Bracamoros . . - i5,ooo ^deQuito. \ Mainas 56,ooo(!) Loja . , .•.'■';•';■"'. . . . 48,000 Guayaquil. : .'/. • - • 90,000 55o,ooo Resulta de estos datos de la Gaceta oficial de Colombia jior lo que respecta á las grandes di- misiones del antiguo virreinato de Santa Fé : .; CAPÍTULO XXVI. 189 PROVINCIAS. P0BLA.CI05. Venezuela 766,000 Nueva Granada 1,327,000 Quito 55o,ooo 2,645,000 Esta evaluación total se acuerda á casi -^ con la que yo había publicado hace doce años en mi Ensayo político sobre la Nueva -Granada , tomo II , pag. 85 1 . Ella no se funda sobre una verdadera matricula ó padrón, pero si «sobre los partes que los diputados de cada provincia han hecho al Congreso de Colombia para re- dactar la ley de elecciones. » El Argos de Buenos- Aires, n° 9, noviembre áe 1822, pag. '5, y Colombia beihg á statistical Account o f tliat Country 1822, tomo 1, pag. 375. No habiendo podido ser con- sultados ni oidos los diputados de Quito, por el Congreso , la población de esta Presidencia habrá probablemente sido estimada muy baja: en la Gaceta oficial se la da casi la misma que en 1778 al paso que la evaluación de la Audien- cia de Santa Fé prueba , en 43 años, un aumento 190 Lie no IX. de mas de -¡^o» Es preciso esperar que un padrón ó matricula hecho con exactitud quitará bien pronto las dudas que enunciamos sobre la esta- dística de Colombia ; y me parece probable que á pesar de las devastaciones de la guerra , se en- contrará la población total á mas de 2,900,000 habitantes. PERÚ. La evaluación de la población indicada en el estado no es demasiado grande. Las obras impresas en Lima (Guia política del Virreinato del Perú para el año de 1 795, publicada por la so- ciedad académica de los amantes del pais) esti- maron la población , hace treinta años , á un millón de almas, en esta forma 600,000 Indios, 240,000 mixtos , y 40,000 esclavos. La parte ha- bitada del pais tiene solo una superficie de 26,220 leguas cuadradas y una grande y fértil parte del Alto-Perú pertenece desde 1778 al vir- reinato de Buenos-Aires. CHILE. Un padrón hecho en 181 3 da 980,000 almas, pero el caballero Yrizarri, que ocupa un empleo muy importante en el gobierno de CAPÍfULO XXIV. 191 Chile, piensa que la población es ya de 1 ,200,000 habilautes. BUEJNOS-AIRES. Según los documentos ofi- ciales comunicados á M. Rodney, uno de los comisarios que el Presidente de los Estados- Unidos envió al Rio de la Plata en 1817, la po- blación era de dos millones, sin comprender 965,000 Indios. El número de los indígenos es sumamente considerable en el Alto Perú , es decir en las Provincias de la Sierra, que perte- necen al Estado de Buenos-Aires. Las matriculas oficiales estimaban solos los Indios á 1 3o, 000 en la provincia de Buenos-Aires : á 25, 000 en la de Cordova : á 37 1 ,000 en la intendencia de Co- chabamba : á 23o,ooo en la del Potosí , y á 1 54, 000 en la de Charcas. Se contaban 400,000 habitantes de todas castas en la sola provincia de la Paz. De estos datos resulta que en algunos dis- tritos el padrón abrazaba todas las castas; en otros solo á los blancos , mestizos y mulatos , con exclusión de los indígenos bronceados ó par dos. Luego escojiendo solo las ocho provincias igS LIBRO IX. de primer rango que son Buenos-Aires, Cordova^ Cochambamba, Potosí, Charcas^ Santa Cruz, La Paz , y Paraguay , obtenemos ya una población de i,So5,ooo almas. Las provincias y distritos de Tucuman , de Santiago del Estero , del Valle de Catamarca, deRioja, de San Juan, de Men- doza, de San Luis, de Jujuy, y de Salta faltan en esta suma ; y las cuales , según otras matri- culas, contienen cerca de 35o, ooo almas sin incluir los Indios, por cuya razón no puede ponerse en duda que el antiguo virreinato de Buenos- Aires ó de la Plata tendrá dos millones y medio de habitantes de todas castas. Las muy minuciosas evaluaciones hechas por M. Brac- kenridge , secretario de la misión de los Estados- Unidos en Buenos - Aires y publicadas en una obra llena de vistas filosóficas, dan á solo el Alto-Perú; es decir á las cuatro intendencias de Charcas , Potosí , la Paz y Cochabamba una po- blación de 1,716,000 almas. ESTADOS-UINIDOS. La población de estos, según el aumento observado hasta aquí , debe CAPITULO XXVI. igS ser de 10,220,000 habitantes comprendiendo 1,623,000 esclavos. Se encontraba esta pobla- ción en 1700 de 262,000 incierta. 1755 — 1,046,000 Ídem. ^11^ — 2,141,307. 1790 — 3,929,328 (primer padrón cierto). 1800 — 5,3o6,o32. 1810 — 7,239,903. 1820 - 9,637,999. Este último padrón da 7,862,28a blancos ; 1,537,568 esclavos y a38,i49 libres de color. Según un trabajo muy interesante , publicado por M. Harvey, resulta que el aumento decenal de la población de los Estados-Unidos ha sido, desde 1790 á 1820, sucesivamente de 35, de 36 1 y de 32 9 por ciento. El retraso que se expe- rimenta en el aumento no es aun, por diez años, sino de 2 á 3 por ciento, ó de ^ del aumento total. BRASIL. La población del Brasil se habia fija- do hasta ahora á 3 millones; pero la evaluación IV. i3 194 LIBRO I\. que yo doy en el estado, se funda en documen- tos oficiales inéditos que debo á la bondad de M: Adrien Balbi de Yenecia á quien una larga mansión en Lisboa ha puesto en estado de ade- lantar y descubrir mucho sobre la estadística de Portugal y de las colonias portuguesas. Según la relación hecha al rey de Portugal, en 1819, sobre la población de sus posesiones de ultramar, y según los diferentes estados dirijidos por los ca- pitanes generales , gobernadores de provincias (con arreglo á los decretos del Rio Janeiro de 22 de agosto y 3o de septiembre de 1816), tenia el Brasil en 1818 una población de 3,617,900 habi- tantes en esta forma. 1,728,000 negros esclavos {pretos captivos). 843,000 blancos [brancas) . 426,000 libres (mestissos, mulatos, ma- malucos, libertos). 202,000 esclavos [mulatos captivos). 169,500 negros libres [pretos foros de to- das as nacoes africanas). 3,617,900 CATÍTULO XXVI. 1^5 Como todos los padrones ó matriculas no se han hecho en una misma época, pueden conside- rarse los estados íormados al efecto como rela- tivos á los años de 1816 y 1818. El aumento de la población del Brasil debe sin embargo haber sido considerable en los últimos 4Ó 5 años, tanto por el aumento natural ó el exceso de los naci- dos, como por la funesta introducción de los negros africanos. Según los documentos pre- sentados á la Cámara de los Comunes en Londres en i8ai se ve que, desde 1" de Enero de 1817 hasta 7 de Enero de 1818, recibió el puerto de la Bahía 6070 esclavos, el del Rio Ja- neiro i8,o32 y en el corriente del mismo año re- cibió este último 19,802 negros; bajo cuyo con- cepto no dudo que la población del Brasil suba en la actualidad á cuatro millones. M. Correa creia que, según los empadronamientos antiguos que él pudo examinar con esmero y cuidado, la población del Brasil era en 1776 de 1,900,000 almas y la autoridad de este hombre de estado era de un peso muy grande. Un plan de pobla- ción traido por M. de Saint-Hiíaire correspon- lg6 LIBRO IX. dial del Instituto, estima la del Brasil en 1820 á 4,396, 1 32 habitantes ; pero en este plan , como lo observa muy bien el sabio Tiajero, el número de indios salvajes y catequizados (800,000) y de los hombres libres (2,488,743) es singular- mente exagerado , al paso que el de los esclavos (1,107,389) está disminuido (Véase d Velozo de Oliveira Estadística del Brasil en los Annaes Fluminenses de sciencias 1822 , tomo 1 , § 4)- Habiendo continuado en estos últimos afios las laboriosas observaciones y necesarios infor- mes sobre la población de los nuevos estados de la América española, sobre la de las Antillas y sobre las tribus indias que andan errantes en las dos Américas, creo poder probar de nuevo y trazar el cuadro de la población total del Nuevo Mundo por el año de 1823. CAPITULO XXVI. »97 I. AMÉRICA CONTINENTAL AL MORTE Y EL ISTMO DE 1 Panamá 19,955,000 Canadá inglesa 55o,ooo Estados Unidos .... 10,525,000 Méjico y Goatemala. . 8,400,000 Veragua y Panamá . . 80,000 Indios independientes tal vez 400,000 II. AMÉRICA INSULAR.. 2,826,000 Haití (Santo Domingo) 820,000 Antillas inglesas. . . . 7'j7,ooo Antillas cspafíolas (sin la Margarita) .... 925,00a Antillas francesas . . . 219,000 Antillas holandesas di- namarquesas, etc. • . 485,000 ni. AMÉRICA CONTINEN- TAL AL SUR DEL ISTMO DE Panamá 12,161,000 Colombia (sin Veragua y Panamá 2,705,000 Perú 1,400,000 1,100,000 Chile Buenos Ayres a,3oo,ooo Las Guayanas inglesa , holandesa y francesa 236,000 Brasil 4,000,000 Indios independientes quiza Total (en 1823). . 420,000 34,942,000 l()b LIBRO IX. La población total del archipiélago de las An- tillas no es probablemente menor de 2,85o,ooo, aunque la distribución parcial de esta población entre los diferentes grupos de i^las pueda sufrir algunas mudanzas según nuevos informes. Estas verificaciones son necesarias para los habitantes libres de las Antillas inglesas , jDara la parte es- pañola de la república de Haití y para Puerto- Rico. B. ARl/A. Es casi supertluo recordar las precauciones que hemos empleado, M. Mathieu y yo, para el cálculo de las superficies , sea descomponiendo las figuras irregulares de los nuevos estados en trapecios y en triángulos bien acondicionados ^ sea midiendo las sinuosidades ó rodeos de los limites exteriores por medio de pequeños cuadros traza- dos sobre papel transparente ó sea rectificando miapas de grandes escalas. A pesar de estas pre- cauciones las operaciones de este género pueden dar resultados sumamente diversos i ' según que los mapas de que se sirven, han sido construidas CAriTULü XXVI. írc)í) ¿obre diilos atronómicos que no son igualmente precisos ; 2° según que se han trazado las fron- teras conforme á las diversas pretensiones de los estados limítrofes; 5° según que, reconociéndola legalidad de los límites y admitiendo que estos han sido astronómicamente determinados con una suficiente precisión, se excluye de la área que debe valuar las comarcas ó .regiones entera- ihente inhabitadas ú ocupadas por pueblos sal- vajes. Es fácil concebir que la primera causa obra con preferencia sobre la medida de super- ficie donde las fronteras se dirijen , como por ejemplo en el Perú , á lo largo de las Cordilleras , del norte al sur : es conocido que los errores en longitud son mas frecuentes y mayores que los de latitud ; sin embargo estos últimos harían va- riar mas de 4, 600 leguas cuadradas el área de ía república de Colombia si se supusiese, como en otro tiempo , en la frontera meridional de la Guayana española y del Brasil, el fortín de San Carlos del Rio-Negro colocado bajo el ecuador; fortín que yo he hallado por las observaciones hechas e¡Q el p^íi^co de Cuíímacari por r 55' /\\ 200 tIBRO IX. de latitud boreal. La segunda causa de incerti- dumbre, y la que tiene relación con las contes- taciones políticas sobre los límites , es de una alta importancia en todas partes en que el territorio portugués está contiguo al de los Españoles Americanos. Los mapas manuscritos trazados en el Rio Janeiro ó en Lisboa, en nada se parecen á los que se han construido en Buenos- Aires y Madrid. En el capitulo XXIII he hablado de estas interminables operaciones intentadas por las Comisiones de limites que han estado durante 4o años establecidas en el Paraguay, en las ribe- ras ü orillas de Caqueta y en la Capitanía gene- ral del Rio Negro. Los mas importantes puntos de discusión están , según el estudio que yo he hecho de esta grande controversia diplomática , entre el mar ^ y el rio Urugay, las orillas del ^ Desde la usurpación del territorio de Montevideo por los Portugueses, los límites entre el estado de Buenos-Ayres y el Brasil han experimentado grandes mundanzas en la banda oriental ó provincia Cisplatina, es decir, en la orilla septentrional del rio de la Plata, entre la embocadura de este rio, y la margen izquierda del Uraguay; y la costa del CAPÍTULO XXVI. 201 Guaray y de Ibicuy, las de Iguazu y del rio de San Antonio ; entre el Paraná y el rio Paraguay, las márgenes del Chichuy, al sudoeste de la for- taleza portuguesa de Nova Coimbra ^ ; sobre las Brasil, desde los So" á los 34° ^c latitud austral se parece ala de Méjico, entre Tamiaga, Tampico y el rio del Norte. Está formada por dos penínsulas estrechas detras de las cuales se hallan formadas grandes lagunas y pantanos de agua sa- lada (Laguna de Pathos y la de Merim). Hacia la extremi- dad meridional de esta última, en que entra el rio deTahim, (lat. 52° 10') se encuentran los dos marcos portugueses y españoles. La llanura entre este rio y el Chuy se conside- raba como un territorio neutro. El fortín de Santa Teresa (lat. 55° 58' 52" según el mapa de don José Várela), que es el puesto ó deslacamento mas septentrional que tenían los es- pañoles en la costa del Océano atlántico, se halla al sur del ecuador, • Nova Coimbra (lat. ig' 55') es un presidio fundado en 1775 y probablemente el establecimiento portugués mas meridional en el rio Paraguay. En los diferentes mapas por- tugueses y españoles han fijado muy constantemente cOmb frontera, entre el Paraná y el Paraguay hacia el este de Ja- guari (Menici Monici), gran afluente ó desaguadero del Pa- raná; hacia el oeste ya el Chichuy (Xexuy) y el Ipane, junto á la antigua misión de Beletn (lat. 25° 32') ya el 202 LUJPiO IX. fronteras orientales de las provincias españolas 4e Chiquitos y de los Mojos, las orillas del Agua- peliy,¡ del Yauru:, y de Guapore , un poco al este del istmo que separa los afluentes del Paraguay y del Rio de la Madeira cerca de Villa-Bella ( lat. 1 5* o')' ; al sur y al norte de la Amazona , el ter- reno enteramente desconocido, entre el Riq de la Madeira y el Rio Javary (lat. 10° t - 11 aust. ) ; los llanos entre el Putumayo y el Japura , y en- tre el Apoporis , que es un afluente del Japura y el Naupes qu« entra en el Rio-Negro ; los bos- (jties al sudoeste de !a misión de la Esmeralda , entre él Mevacá, el Pacimoni v el Cababuri ; en fin la parte septentrional del Rio Branco y de la üyaricuera entre el fortin portugués de San Joa- quín y el nacimiento del rio Carony (lat..,5;".^',j- iiíi f)b::hi¡;{\ oibígsiq ao 89 (^r.S "(»t*.lBl} cidniJn[J«voVT ' Mboi mboy (lat. 29" 27? ) eafrente de la aii&i,enid.estruida dp Itatiny, ya (lat, i9':35(J, ei m,M/:íf)d!ego,ó jVlbotctyj.oer;?^ ^e la destrujdíi. .d^.^er^p^ qyeQtjp^s. ,^e§ s^ afluen.tes.|9 deeaguíider^ ,de ..^a^pyjJJíij .oritíiil;al..^el. , l^r.^gua^. El lifnií« inas próxiiHode Nova Coitubraj.el del rio- de Mbojmboy, ha sido bastaíit;e generalmente conocido como proyisiona| pntfe el jftrasil, y.el.aatiguQ Vijrreinftí) de Buíjnos Aires. CAPITLLO XXVI. 200 5° 4^' ). Se han colocado algunas piedras de mar- eo para designar el límite entre la América es- pañola y la América portuguesa adornándolas con la pomposa inscripción de Fax et justicim oscuiatíB sunt. Ex pactis finium regundorum Ma- trili Idibus Jan. 1750; pero jamas ha podido obtenerse la unión de estos puntos distantisimos unos de otros, ni la fijación definitiva de los lí- mites y su reconocimiento solemne. Todo lo que se ha hecho hasta hoy ha sido provisional, y las dos naciones vecinas , sin renunciar á la exten- sión de sus derechos , se mantienen prealable- mente en un estado de pacifica posesión. Hemos recordado antes que si se llegase á substituir al portage, ó arrastradero de Villa Bella ( i5°4) entre el rio de la Madeira y él rio Paraguay, un canal de 55óo toesas de largura » i ,A,Í^, |iOi"ta§;e .:(,^ar^rfflíVj«^ ^está, propiameoíe^hablaní^o^, entre los ríos Aguapehy y Alegre, el primero de los cuales entra en el Jauru, que es un afluente ó desaguadero del Pa- raguay, y «lée^undo cae encl Guaporé, que lo es del rro de la Madeira: El origen ó nacimiento del rio Tapayos está también muy inmediato á Villa Bella y al del Paraguay. Este ÍS> í ao4 LIBRO IX. se encontraria abierta una navegación interior entre la embocadura del Orinoco y la del rio de la Plata , y entre la Angostura y Montevideo. La dirección de los grandes rios en el sentido de los meridianos ofrecería quizá un limite natural entre las posesiones españolas y portuguesas ; lí- mite que seguirian el Orinoco, el Casiquiare, el Rio-Negro, las orillas del Amazona, sobre una lar- gura de 20 leguas, el rio de la Madeira, el Guaporé, el Agapehy,elJauru, el Paraguay, y el Paraná ó rio de la Plata y formarian una línea de demarcación de mas de 860 leguas. Los Americanos Españoles poseen, al este de este límite, el Paraguay y una parte de la Guayana Española ; los Portugueses Americanos han ocupado, al oeste, el pais, entre el Javary y el rio de la Madeira, y entre el Putumayo y al nacimiento del Rio-Negro. No solamente se ha adelantado la civilización desde las costas del Brasil y del Perú hacia las regiones distrito que forma un istmo terrestre entre el Amazona y el Rio de la Plata, será algún dia de la mayor importancia papa el comercio interior de la América meridional. capítulo XXVI. 2o5 centrales, sino que también ha penetrado por otras tres vias; á saber por el Amazona, el Ori- noco y el rio de la Plata; ha subido á los afluen- tes de estos tres rios y sus ramificaciones secun- darias. Del aumento de estos caminos y sus di- versas direcciones ha resultado una configura- ción de territorio y una tortuosidad de fronteras tan difícil de determinar astronómicamente como desventajosa al comercio interior. A estas dos causas de la incertidumbre de las evaluaciones de las superficies que acabamos de analizar, á los errores de la geografía astronómica y á las discusiones sobre los limites, se añade una tercera causa que es la mas importante de todas. Cuando se habla del área del Perú, ó de la antigua Capitanía general de Caracas puede dudarse si estos nombres designan solamente los paises en que los Españoles Americanos han hecho establecimientos y que por consecuencia dependen de su gerarquia política y religiosa, ó si deben añadirse á los paises gobernados por los blancos (por corregidores, gefes de puestos mi- litares y misioneros) los montes ó selvas y las 206 LIBRO IX. sábanas en parte desiertas, ó parte habitadas por salvajes , es decir por pueblos indígenos y libres. Hemos visto arriba que algunos errores fáciles de suponer, en lo interior de las tierras , ya en latitud, ya en longitud pueden » en fronteras de 1 Yo valuó solamente los errores de longitudes relativas, por ejemplo, las diferencias de longitud entre las costas y el valle del rio Mamore, ó del Alto Javarí , y no hablo del error ó equivocaciones de las longitudes absolutas que algu- nas veces exceden 5" á 4% sin influir en la medida de las superficies. La nueva determinación que he dado de la lon- gitud de la ciudad de Quito (8i 5' So" al occidente de París) han causado en los mapas mas modernos una mu- danza considerable en la parte occidental de la América. Esta determinación difiere de o° 5o' 3o" déla longitud adop- tada hasta mi regreso á Europa {Conocim. de los tiempos para el año de i8o8, pag. i36). La anchura de la América meridional entre Cayena y Quito es, según d'Anville, de 3o leguas marinas mas pequeóas. De las desigualdades de las mudanzas parciales nacen las errores y equivocaciones de longitudes relativas que alteran el cálculo de la área. La Cruz Olmedilla, cuyo grande mapa ha sido copiado y sucesivamente desfigurado, colocaba muy al este de f grado de Santa Fé de Bogotá, de 2° '- San Garlos del Rio CAPITULO XXVI. 207 joo leguas, aumentir ó disminuir las superficies de los nuevos estados de 12,000 leguas cua- dradas ; pero las mudanzas mas importantes nacen de las líneas de demarcación que se tiran algo arbitrariamente entre los terrenos regular- mente habitados y los terrenos desiertos ó re- corridos por tribus salvajes. Los limites de la civilización son mas difíciles de trazar que los límites políticos. Algunas pequeñas misiones go- bernadas por frailes, que se hallan dispersas á lo largo de un rio, son por decirlo así, los pues- tos avanzados de la cultura europea, que colo- cados por cuadrillas ó bandas estrechas y tor- tuosas se adelentan á mas de cien leguas de dis- tancia en medio de los montes y desiertos. ¿ Debe contarse como territorio peruviano, ó colum- biano todo lo que se encuentra entre estos Negro, de \ la embocadura del Apure. La distancia de Cu- maná á la misión de la Esmeralda, en el Alto Orinoco esta valuado por la Cruz 1 \ mas pequeña. Antes de mi viage se figuraba en general, todo el sistema de los rios del Orinoco j del Rio Negro de 1° á )" ^ de lat. mas al sur y de 2° de longitud mas al este. 2o8 LIBRO IX. pueblos ó aldeas aisladas, entre estas cruces plantadas por los frailes de San Francisco y ro- deadas de algunas cabanas de indios? Las hordas que andan errantes en los confines de las misio- nes del Alto-Orinoco, del Carony, del Temy, del Japura, del Mamoré, afluente del Rio de la Ma- deira, y del Apumirac, afluente del Ucayal, ape- nas conocen la existencia de los hombres blancos, é ignoran que los paises que ellos poseen desde tiempo inmemorial están encajados, según el dogma político del territorio cerrado, en los lí- mites de los estados de Venezuela, de la Nueva- Granada y del Perú. En el estado actual de cosas, no hay conti- guedad de establecimientos cristianos sino sobre un número pequeño de puntos. El Brasil no toca á Venezuela sino por la banda de las misiones del Kio-Negro, del Casiquiare y del Orinoco, y al Perú por las misiones del Alto-Marañon y por las de la provincia de Mainas, entre Loreto y Tabatinga. Los diversos estados del Nuevo-Mundo están unidos por lenguecitas de tierra propias para el cultivo. Entre el Rio-Branco y el Carony, CAPÍTULO XXVI. 209 entre el Javary y el Guallaga, el Mamore y las montañas del Cuzco, unos terrenos, que son habitados por salvajes, y que nunca han sido recorridos por blancos, separan como brazos de mar interiores las partes civilizadas de Venezuela, del Brasil, y del Perú. La civilización europea se ha propagado como rayos divergentes desde las costas, ó las montañas vecinas á ellas, h^cia el centro de la América del sur; y la influencia de los gobiernos disminuye á medida que se aparta del litoral. Algunas misiones enteramente de- pendientes del poder monacal y habitadas por la sola raza de indígenos pardos ó bronceados for- man una vasta cintura al rededor de las regiones antiguamente devastadas, y se encuentran estos establecimientos cristianos entre el lindero de las sábanas y montes, entre la vida agrícola y pastoril y la vida errante de los pueblos ó nacio- nes cazadoras. En los mapas hechos en Lima no se extiende el terreno de las provincias mas orien- tales (Tarma y Cuzco) sino hasta las fronteras del Gran Para y de Matagroso : llaman Perú á solas las partes sujetas al régimen de los blancos lY. 14 2 10 LIBÍ\(i) il¿i.;> ( tierras conquistadas ) y designan al restó con. las denominaciones vagas de países desconocidos, co- marca desierta, tierra de indios salvajes é infieles. El Perú entero, extendiéndole hasta los límites portugueses, tiene l\i,[\20 leguas marinas cua- dradas al paso que, desfalcando los paises sal- vajes y desconocidos entre las fronteras del Bra- sil y las orillas orientales del Beni y del ücayale, solo se hallan 26,320 /. c. Muy pronto veremos que en el antiguo Virreinato de Buenos-Aires ■, llamado hoy Estados Unidos del Rio de la Plata, las diferencias son mucho mas grandes. Tam- bién pueden darse al Brasil 267,000 leguas cua- dradas, si se calcula toda la superficie del pais desde las costas hasta las márgenes del Mamore y Javary, ó 1 1 ,80o/. c. si solo se comprende hasta el curso de los rios Paraná y Araguay, excluyendo de la área del Brasil, la mayor parte de las pro- vincias de Matogroso, del Bio- Negro y de la Guayana portuguesa, tres provincias dependien- tes que tienen mas de un tercio de la extensión de la Europa. Eesulta de estas consideraciones que no debe CArJTCLO .XXVI. 2 I 1 sorprender que dií'erentes geógrafos que calculan las superficies con una precisión igual y, según mapas suficientemente buenos, hallen resultados que diferencien de un cuarto, de un tercio y aun de la mitad. Las regiones desiertas ó habitadas por indígenos independientes no tienen limites fáciles de fijarse; las misiones se adelantan ó ex- tienden hasta al medio de los países salvajes siguiendo los rios. Varian las superficies calcu- ladas según que se evalúa el pais ya conquistado por los misioneros, ó que se añaden los montes y selvas que se encuentran interpuestos á estas conquistas. Asi es que la falta de harmonía que se observa entre el cuadro ó plan precedente y el que calculo M. Oltmanns en 1806 procede de la exclusión de los -¡mises no sujetos al régimen de los blancos. Las antiguas evaluaciones son nece- sariamente mas pequeñas que las nuevas que ofrecen el área total. Reduciendo las leguas co- munes á leguas marinas, solo contaba yo en mi Ensayo -político sobre la Nueva-España (tom. II, pag. 85 1 ) 299,810 leg. cuad. de 20 al grado, por toda la América española; 50,628 ix Venezuela ó 2 I '2 LIBRO IX. la antigua Capitanía general de Caracas; 41529! leg. cuad. al Perú habitado (según las fronteras que indica el mapa de las intendencias publicado en Lima por D. Andrés Baleato); i4?447 ^^o- cuad. á Chile y 91,528 á las provincias unidas del Rio de la Plata , ó el antiguo virreinato de Buenos-Aires. Lo que acabo de exponer acerca de los cálcu- los de las superficies de la América Española y sobre las causas que los hacen variar, se aplica igualmente al territorio de los Estados-Unidos , que se ha terminado al oeste , en diferentes épo- cas, por el Misísipi , por las montañas peñasco- sas y las costas del Océano pacífico. El territorio del Misuri y el de Arkcansas han sido durante largo tiempo sus fronteras hacia el oeste ; y se parecen bajo este punto de vista á la provincia de Chiquitos de la América del Sur. En los cua- dros que presento hoy, he adoptado un método de cálculo diferente del que he seguido hasta aquí, evaluando la extensión de terreno que la población creciente de cada estado llegará á ocu- par por la continuación de los siglos. Las líneas CAPITUIO XXVI. 2 15 divisorias han sido adoptadas tales como , según las tradicciones recibidas y los derechos que da una larga y pacífica posesión , se encuentran trazadas en los mapas y manuscritos españoles y portugueses que poseo. Cuando los mapas de ambas naciones diferenciaban considerablemente unos de otros, se han salvado estas diferencias tomando la mitad de los resultados obtenidos. Los nombres á que me he fijado en el prece- dente estado, indican por consiguiente el máxi- mum de superficie ofrecido á la industria de los estados de Colombia ' , del Perú , ó del Brasil ; * En la declaración del Congreso de Venezuela , fecha 1 7 de diciembre de 1819; declaración que es considerada como ley fundamental de la república de Colombia está estimado el territorio de dicha república (en el art. 2.) á ii5,ooo leguas cuadradas sin que^ añada el- valor de ellas. Si son, como es 'probable, leguas marinas, la estimación es de 25,000 leguas. Para esto habrán sin duda consultado algu- nos mapas que no estaban rectificados según las observa- ciones astronómicas hechas en las fronteras del sur y del este. Todas las evaluaciones de orea publicadas hasta aqui en los nuevos estados de América son muy inexactas , exceptuando 2 ¡4 LIBRO ÍX. pero como á una época dada, la fuerza politica de los estados depende menos de la relación de su extensión total con el número de los habi- tantes, que del grado de concentración de la mayor parte de la población , he evaluado con separación las partes habitadas y las inhabitadas. He titubeado tanto menos en seguir esta marcha cuanto que algunas personas respetables^ que ha- cen parte de los nuevos gobiernos establecidos en la América Española, han deseado conocer para las necesidades de la administración inte- rior, las superficies parciales y totales. Es muy probable que las denominaciones de las pro- vincias sufran algunas mudanzas todavía , como regularmente sucede en todas las sociedades nue- vamente formadas. Antes de llegar á un estado de equilibrio y de estabilidad se hacen siempre diferentes combinaciones ; y si este género de innovaciones ha sido menos frecuente en los Estados-Unidos, al menos al este de los Alle- ganis , no debe atribuirse la causa solo al carac- los datos parciales de la Abeja m^genüna (1822, n" 1, pag. 8) diario interesante publicado en Buenos-Aires. CAI'ÍTILO XXVÍ. '2 l5 ter nacional , sino á la feliz posición de las co- lonias angloamericanas que , gobernadas desde su origen por excelentes instituciones políticas , han tenido la libertad antes que la indepen- dencia. rsUEVA-ESPANA. La superficie de esltí vasto pais ha sido calculado con mucho esmero por el Señor Oltmanns, según los límites que indica mi mapa grande de Méjico. Habrá probable- mente muy pronto algunas mudanzas en el norte de San Francisco y de la otra parte del Rio del Norte , entre la embocadura del Rio Sabina y del Colorado de Tejas. Las aserciones que he consignado en mi mapa de Méjico, publicado en 1809, relativamente á la identidad del Rio JNapestle, y del de Pecos, con los que, en la Lui- siana, tienen los nombres de Arckansas y de Rio- Rojo de JNatchitoches, han sido plenamente jus- tificadas por el Viage del Mayor Pike , que se ha dado á luz en Filadelfia en 1810. GUATEMALA. Este pais tan poco conocido, contiene las provincias de Chiapa , Goatemala , 2l6 LIBRO IX. Vera-Paz, ó Tezulutlan, y Honduras, Nicaragua, Costa-Rica ' con las ciudades de Comayagua , Omoa y Trujilio. Las costas de Goatemala se extienden en el mar del Sur desde la Barra de Tonala (lat. 16" 7', long. 96° 39' ) y al este del Golfo Dulce de Costa-Rica. Desde este punto re- monta sucesivamente la frontera al norte, cos- teando la provincia colombiana de Veragua ha- cia el Cabo de Careta ( lat. 9° 35', long. 84" 4^' ) al oeste del hermoso puerto de Boca del Toro; al N. N. O. lo largo de la costa hasta al rio de Blewfield ó de Nueva Segovia (lat. 1 1° 54', long. 85" 25' j, en el territorio de los indios Mosqui- tos; háeia el i\. O. lo largo del rio de la Nueva Segovia durante 4o leguas ; y en fin hacia el N. ai cabo Gracias á Dios y el Puerto de Trujilio. Desde el cabo Camarón , la costa de Honduras dirijida al O. y al N. forma la frontera hasta la embocadura del rio Sibun (lat. 1 7° 1 3', long. 90° I Juarros, Compendio de la Historia de Goaíemala impreso en 1819, lomo I, pag. 5, 9, 5i , 56; tom. II, pag. 59. ..'osé Cecilio Valle, Periódico de la Socialad económica de Goatemala , tomo I, pag. 38. CAPÍTULO XXVI. 217 40') desde donde esta frontera sigue el curso del Sibun al E. atraviesa el rio Sumasinta , que entra en la Laguna de Términos , se prolonga hacia el Rio de Tabasco ó Grijalva hasta las montañas que dominan la ciudad india de Chiapa y vuelve al S. O. para reunirse á las costas del mar del Sur en la Barra de Tonalá. CUBA Y PUERTO-RICO. La área está calcu- lada en cuanto á Puerto-Rico según los mapas del Depósito hidrográfico de Madrid, y en cuanto á la isla de Cuba , según el mapa que yo he he- cho en i82o,fui^ado en mis propias observacio- nes astronómicas y en el conjunto de los datos publicados hasta hoy por los señores Ferrer, Ro- bledo , Lemaur, Galiano y Bauza. COLOMBIA. He aquí los límites actuales de la república de Colombia , según los informes que he tomado en aquellas regiones particular- mente en las extremidades meridionales y occi- dentales, es decir en el Rio-Negro , en Quito , y en la provincia de Jaén de Bracamoros , costas septentrionales del mar de las Aiilillas desde la 2l8 LIBRO iX. Punta Careta ( lat. 9° 36', long. ¿54° 4>^' ) 5 en la frontera oriental de la provincia de Costa-Rica, que pertenece al Estado de Goatemala, bástalos rios Moroco y Pomarun « , al este del cabo Nas- ^ Reina todavía mucha incerñdumbre sobre la posición astronómica de este punto, que es el mas ocidental de la Colombia. Las longitudes, entre la embocadura del Orinoco y la Guayana inglesa, están tan mal determinadas que no se les ha ligado entre si por medios croQÓmetricos. La boca del Rio Pomaroum ó Fumaron depende de la posición de la punta Barima y de la del rio Esquibo. Luego el cabo Barima se encuentra medio grado mas al este sobre eí mapa grande de la América meridional publicado por M. Arrowsmith. Este geógrafo indica con bastante precisión á Puerto España en la isla de la Trinidad (65° 5o') pero, él hace de 1° 52' la diferencia en longitud entre Puerto España y Puerto Barima, diferencia que solo es de 1° 5i'y que ha sido fijada con mucha precisión por las operaciones de Churruca en su tom. YIII, pag. 373, y Espinosu, Me- morias de los Navegantes Españoles^ tom. I, n° 4? P^g- 80, 82. La orilla sudeste de la embocadura del Orinoco está por 8" ¿io' 55" de latitud, y 62° 25' de longitud. Si se determina la embocadura del rio Esquibo por la diferencia general- mente adoptada ( i° 22— i''3o) con el cabo Barima hallará cAriTULO XXVI. 219 sau. Desde este punto de la costa (lat. 7° 35', long. 61° 5'^), se dirije la frontera de Colombia por el Esquibo casi á 60" 55', que es poco mas ó meaos la po- sición en que la fija M. Buache en el Mapa de la Guayana (1797), mapa que indica muy bien (62° 28') la longitud del cabo Barima. Muchos marinos, por ejemplo el ca- pitán Tuckey, creen el ?iiedio de la embocadura del rio Esquibo en 60° 52' — 60° 4i'> y es muy probable que esta embocadura se haya referido á la posición de Surinam ó á la de Stabrock, floreciente capital de Demarary. La estima tiende por otra parte , en estas costas en que el corriente se dirije con violencia al N. O. , á disminuir las diferencias de longitud cuando se navega de Cayena al Cabo Barima y á la isla de la Trinidad. La longitud de la embocadura del pequeño rio de Moroco, situado cerca de la de Fumaron y sirviendo de frontera entre la colonia inglesa de la Guayana y el territorio de la Colombia, depende de la longitud del rio Esquibo del que dista, hacia el oeste, según Bolingbroke de 45', y según otros mapas recientemente publicados de 5o' á 55". Un mapa manuscrito, que yo tengo, de las bocas del Orinoco, solo da 2 5. Resulta ^e estas minuciosas discusiones que la longitud de la boca de Pumarom oscila entre 60° 35' y 61° 20'. Repito aquí el deseo, ya en otra parte enunciado, de que el gobierno haga ligar cronomicamente, y por una navegación no interrumpida, 220 LIBRO IX. medio de las sábanas donde se elevan algunos }3equeños peñascos graníticos primero al S. O. y después al S. E. hacia el confluente del rio Cuyuni con el Musuruni, y donde en otro tiem- po se encontraba un destacamento holandés en- frente del Caño Tupuro '. Atravesando el Masu- rini , el limite sigue las orillas occidentales del Esquibo y del Rupunuri hasta al punto en que la Cordillera del Pacaraimo { por los 4° ^^ lat. boreal) abre paso al Rio Rupunuri, que es un desaguadero del rio Esquibo ; siguiendo después la ladera austral de la Cordillera que separa las aguas del Caroni de las del rio Branco, se dirije sucesivamente hacia el O. por Santa Rosa al origen del Orinoco; hacia el S. O. al na- la boca del Esquibo, el cabo Nassau, la Punta Barima (la Vieja Guayana y la Angostura), las bocas chicas del Orinoco, Puerto España y Punta Galera, que es el cabo nordeste de la isla de la Trinidad, 1 No debe confundirse este destacamento con el antiguo puesto español, llamado destacamento de Cayuni, en la orilla derecha del rio de este nombre en el confluente del Curumu. CAPÍTULO XXVI. 22 1 din'fento del rio Mavaca y del Idapa ( lal. 2% long. 68'), y atravesando el Rio-Negro, á la isla de San José (lat. r 58', long. 6cf 58') cerca de San Car- los del Rio-Negro; hacia el O. S. O. por llanuras enteramente desconocidas , al Gran Salto del Yupura^ ó Cagueta j situado cerca de la embo- cadura del rio de los Engaños (lat. aust. o" 35' ); y en fin por un retroceso extraordinario, hacia el S. E. , al confluente del rio Yaguas con el Pu- tumayo ó Iza ( lat. 3° 5' aust. ) ; punto donde se tocan las misiones españolas y portuguesas del Bajo Putumayo, y desde el cual la frontera de la Colombia se dirije al S. atravesando el Ama- zona cerca de la embocadura del Javarí entre Loreto y Tabatinga , y alargando la orilla orien- tal del Rio Javari hasta á 2" de distancia de su confluente con el Amazona ; al O. atravesando el ücayale y el rio Guallaga, que es el último en- tre los pueblos de Yurimaguas y de Lamas (en la provincia de Maynas 1° ü5' al sur del con- fluente del Guallaga con la Amazona); al O. N. O. atravesando el rio Utenbamba, cerca de Bagua chica, enfrente de Tomependa. La frontera se •2 2 2 LIBRO IX. ensancha desde Bagua ai S. S. O. hacia un punto del Amazona ( lat. 6° 5' ) , situado entre los pueblos de Choros, y Cumba, entre Colíuc y Cujillo un poco mas abajo de la embocadura del rio Yaucan ; y vuelve después al O. atravesando el Rio de Chota hacia la Cordillera de los An- des, cerca de Querocotillo, y al ]N. N. O. exten- diéndose y atravesando la Cordillera entre Lan- daguate y Pucará , Guacabamba y Tabaconas , Ayavaca y Gonzanama (lat. 4" i3', long. 81° 55'), para alcanzar la embocadura del rio Tumbez (lat. 3° 23' long. 82° 47')- La costa del Océano pacífico limita el territorio de Colombia sobre 1 1° de lat. hasta la extremidad occidental de la provincia de Veragua ó al cabo Burica (lat. 8** 5'bor.,long. 10° 18'): desde este cabo sedirije la frontera hacia el norte, atravesando el ancho istmo, que forma el continente entre Costa Rica y Veragua , y se junta con la Punta Careta en la costa del mar de las Antillas al oeste del lago de Chiriqui, de donde partimos para dar la vuelta á este inmenso territorio de la república de la Colombia. r.AÍMTCLO SXVÍ. 2 2Ó Estas indicaciones pueden servir para recti- ficar los mapas, de los cuales j, aun el mas mo- derno que se ha publicado bajo los auspicios del S"' Zea y que se asegura haber sido construido según los materiales que yo he recojido i, señalan muy vagamente el estado de una larga y pacifica posesión entre naciones límitrofes. Se acostumbra a considerar como española toda la orilla austral del Japura desde el Salto Grande hasta el Delta interior del Abatiparana, donde está colocado, sobre la orilla septentrional de la Amazona, un mareo de Limite^ piedra que los astrónomos por- tugueses han hallado por lat. 2° 20' y long. 69" 62'. [Mapa manucristo del Amazona por don Fran- cisco Requena y comisario de limites por S. M. G. 1783. ) Las misiones españolas de Jupura ó Ca- queta, llamadas comunmente misiones de los Andaquíes j solo se extienden hasta el rio Caguán^, que es afluente del Japura , por bajo de la misión destruida de San Francisco Solano. Todo el resto » Colombia from Humboldt and other recent uuthorities, London , iSaS. 324 LIBRO IX. del Japura al sur del ecuador, desde el rio de los Engaños y la Grande Catarata , está en la po- sesión de los índigenos y de los portugueses. Estos tienen aun algunos establecimientos en Tabocas , San Joaquin de Cuerana y en Curatus; el segundo al sur de Japura y el tercero sobre su afluente septentrional el Apoporis , á cuya boca, según los astrónomos portugueses por i° i4' de lat. austral y 71* 58' de longitud (siempre al este del meridiano de Paris) los comisarios es- pañoles quisieron poner en 1780 la piedra délos limites , lo que indicaba la intención de no con- servar el marco del Abatiparana. Los comisarios portugueses se opusieron á que se tomase por frontera el Apoporis, pretendiendo que, para cubrir las posesiones brasilenses del Rio Negro, era preciso colocar el nuevo marco en el Salto grande delJapura (lat. aust. o* 33', long. 76'' o'). En el Putamayo ó Iza, las misiones españolas mas meridionales llamadas las misiones bajas ^ servidas por religiosos de Popayan y de Pasto , no se extienden hasta el confluente déla Amazona sino solamente hasta 2° 20' de lat. austral, que CAPÍTULO XXVr. 225 es en donde están situadas las aldeas de Marive, San Ramón y la Asumpcion. Los portugueses son dueños de la embocadura del Putumayo ; y los religiosos de Pasto están obligados , para llegar á las misiones del Bajo -Putumayo , á bajar el Amazona hasta por bajo de la boca del Ñapo á Pevas, á avanzar al norte por tierra hasta la Quebrada ó Caño de Yaguas y entrar por este al Rio Putumayo. Tampoco podria considerarse como límite de la Nueva Granada la orilla iz- quierda del Amazona desde la Abatiparana (long. 69° 32') hasta al Pongo de Manseriche, en la extremidad occidental de la provincia de Maynas. Los portugueses han tenido siempre la posesión de las dos orillas hasta al este de Loreto (long. 71' 54') ; y hasta la posición de Tabatinga, al norte del Amazona , donde está el último des- tacamento portugués , prueba suficientemente que la orilla derecha del Amazona , entre la boca del Abatiparana y la frontera junto á Loreto, ja- mas ha sido mirada por ellos como perteneciente al territorio español. Para probar también que no es la orilla meridional de la Amazona la que, IT. i5 3a6 LIBRO IX. desde la embocadura del Javarí hacia el oeste, hace límite con el Perú , basta que yo recuerde la existencia de los numerosos pueblos de la pro- vincia de Maynas situadas sobre el Guallaga hasta mas allá de Yurimaguas , 28 leguas al sur de la Amazona. La tortuosidad extraordinaria de la frontera entre el Alto-Rio Negro y el Amazona , nace de haberse introducido los portugueses en el Rio Japura, subiéndole hacia el N. O. , al paso que los españoles han bajado el Putumayo. El límite peruviano pasa el Amazona desde el Ja- vari, porque los misioneros del Jaén y de Maynas, viniendo de la Nueva-Granada, han penetrado en estas regiones casi salvajes por el Chinchipe y el rio Guallaga. Calculando la superficie de la república de Colombia, según los límites que acabamos de trazar, se encuentran 91,952 leguas cuadradas de 20 al grado ; á saber : CAPITULO XXVI. 22' DIVISIONES POÚTICAS. LEGUAS cuadiadat. LEGUAS cuadradas. 35,701 58,y52 Nueva Andalucía ó Cu- 1,299 1,564 18,793 G52 5,140 2,678 3,548 27 Nueva Barcelona Delta del Orinoco. . . . Guayana española Caracas Maracaibo Isla de la Margarita {sin la Laguna) 91,952 Cualesquiera que sean las mudanzas que ex- perimenten aun las divisiones territoriales de Venezuela, sea según las variables necesidades de la administración interior, sea por el deseo de las innovaciones, tan activo siempre en épocas de una regeneración política, el exacto conoci- miento de la área de las antiguas provincias ser- 228 LIBRO IX. vira para evaluar aproximativamente la de las nuevas. Considerando con atención las divisiones hechas de diez años á esta parte, se conoce fácil- mente que en los diferentes ensayos y experien- cias que se han practicado para reconstruir ó regenerar las sociedades se han combinado siempre los mismos elementos hasta poder lograr que el equilibrio sea sólido y estable. Límites parciales. A.) ANTIGUA CAPITANÍA GENERAL DE CARACAS. a) Gobierno de Cumaná, comprendiendo las dos provincias de la Nueva-Andalucía y de Bar- celona, es algo mas pequeño que el estado de la Pensilvania, que tiene 46,000 leguas cuadradas, de 69,2 al grado. El límite al sur y sudoeste está formado por el curso del Orinoco hasta su boca principal ' , llamada boca de navios ; y al norte I He calculado sin embargo separadamente el delta casi inhabitado del Orinoco, entre el brazo principal y el Ma- CAPÍTULO XXVI. 229 lo está por las costas del Océano atlántico y del mar de las Antillas desde 62° 2b' de long. hasta la embocadura del rio Uñare (long. 67° Sg'). Desde esta embocadura hacia el sur, el límite que hay entre Caracas y la provincia de Barce- lona sigue su oiijen por el montuoso pais , si- tuado al oeste del Pueblo dePariaguan, y se dirija después sobre el Orinoco, entre la embocadura del rio Suata y la del rio Caura, ^4' ^ ^ste de Alta Gracia, que los mapas antiguos llaman Ciudad-Real. He fijado en mi cálculo la longitud de este punto del Orinoco (Atlas, lam. XV. ) re- duciéndola á la de la boca del Caura; la cual está casi por 68" 3' al oeste del meridiano de Paris. Otros geógrafos, por ejemplo López en su mapa de la provincia de Caracas, hacen pasar el límite al Raadal de Camiseta, 8 leguas al este del rio Caura. En un mapa manuscrito que yo copié en los archivos de Cumaná , está indicada la ñamo Grande, que es el mas occidental de las bocas chicas. Este pantanoso delta tiene tres veces la extensión media de cualquier departamento ó provincia de Francia. 23o LIBRO IX. frontera junto á Miiitaco , en la boca del rio Ca- brutica, tres leguas al este del rio Pao. Los go- biernos de Cumaná han pretendido extender su jurisdicción mucho mas allá del rio Uñare hasta al rioTuy y aun hasta al cabo Codera. Este límite, que es el mas occidental, aumentaria á la pro- vincia de Barcelona una extensión de 4oo leguas cuadradas que contiene el J^alle de la Pascua^ y que La Cruz y Caulin indican en sus mapas con las palabras de : terreno que se disputan las dos -provincias de Barcelona y Caracas. En mi estima- ción áfiXArea he seguido la frontera del rio Uñare porque determina el estado de posesión actual entre las provincias limítrofes. El gobierno de Cumaná contiene cuatro ciudades, que son Cu- maná, Cariaco, Cumanacoa, y Nueva-Barcelona, y cuatro villas llamadas Aragua, la Concepción del Pao, la Merced y Campano : Piritú y Mani- pare pretenden también el título de villas. Otras nuevas se crearán probablemente en las orillas del golfo de Paria, llamado vulgarmente Golfo triste y en las márgenes del Areo y de Guara- piche, que son puntos que ofrecen grandes ven- CAPÍTULO XXVI. 25 1 tajas á la industria comercial de la Nueva Anda- lucía. b) GuAYANA ESPAÑOLA, tal como estaba adminis- trada antes de la revolución del 5 de julio de 1 8 1 1 por un gobernador residente en la Angostura ( Santo Tomé de la Nueva-Guayana) , tiene mas de 225,000 millas inglesas cuadradas y excede por consecuencia al área de todos los estados atlán- ticos en esclavos y el Mariland , la Virginia, las dos Carolinas y la Georgia. Mas de -¡^ de esta provin- cia están todavía incultos y casi inhabitados. Los límites al este y al sur, desde la boca principal del Orinoco hasta la isla de San José del Rio- Negro, han sido señalados describiendo la con- figuración general de la república de Colombia. Al norte y al oeste los limites de la Guayana es- pañola son, primero el Orinoco, desde el cabo Barima hasta San Fernando de Atabapo, y des- pués una línea que se dirije del norte al sur de San Fernando hacia un punto situado i5 le- guas al oeste del fortin de San Carlos. Esta línea atraviesa el Rio Negro un poco mas arriba de 2^2 LIBRO IX. Maroa. La frontera nordeste, y la de la Guayana inglesa, merecen la mayor atención á causa de la importancia política de las bocas del Orinoco, que he discutido ya en el capitulo 24 de esta obra. Las plantaciones de azúcar y de algodón, hablan ya, bajo el gobierno holandés, pasado mas halla del Rio Pamarom ; y se extendían hasta la otra parte del embocadero del pequeño rio Moroco, donde hay un puesto militar (Véase el mapa muy interesante de las colonias del Esquibo y de Demerari publicado en 1798 por el mayor F. de Bouchenroeder. ). Los Holandeses, lejos de reconocer el rio Pamarom ó el Moroco como limite de territorio, ponian este límite en el rio Barima, por consiguiente cerca del embocadero mismo del Orinoco , y tiraban de allí una línea de demarcación del N. N. O. al S. S. E. hacia el Cuyuni , y aun también ellos habían ocu- pado militarmente la orilla oriental del pequeño rio Barima antes que los Ingleses ( 1 QQ^ ) hu- biesen destruido las fortificaciones de la Nueva Zelandia y del Nuevo Middelbourg sobre la orilla derecha del Pamarom. Estas fortificaciones y CAPITULO XXVI. 235 las del Kik«over-al (mira por todas partes al re- dedor ) en el confluente de Cuyuni , Masaruni y Esquibo no han sido restablecidas. Individuos que han estado en aquellos lugares me han ase- gurado, mientras estaba en Angostura, que este pais al oeste del Pamarom , cuya posesión será un dia contestada entre la Inglaterra y la repú- blica de Colombia, es pantanoso, pero de la mayor fertilidad. Las Ciudades de la Guayana, ó mas bien los lugares que tienen privilegios de vil- las y ciudades son : Angostura, Barceloneta, Úpa- la, Guirior ( un simple puesto militar á la con- fluencia del Paraguamusi y del Paragua, afluente del Carony) Borbon, Real Corona ó Muitaco, La Piedra, Alta Gracia, Caycara, San Fernando del Atabapo , Esmeralda y algunas cabanas indianas al rededor de una iglesia. c) Provincia de Caracas de 61,000 millas in- glesas cuadradas, por consiguiente cerca de y mas pequeña]que el estado de Virginia. Límite boreal: el mar de las Antillas, desde el embocadero del rio Uñare, long. 67' 69' hasta mas allá del rio 234 UBRO IX. Maticores (long. 73" 10') hacia el golfo ó Saco de Maracaybo, al este del Castillo de San Carlos. Límite occidental : una línea dirijida hacia el S. , entre el embocadero del rio Motatan Tocuyo y el Páramo de las Rosas, entre Bocono y Guanare; hacia el E. S. E. , entre la Portuguesa y el rio Guanare ó el Caño de Ygucs^ afluente de la Por- tuguesa, hace la frontera de las provincias de Varinas y de Caracas; al S. E. , entre San Jaime y Urituca, hacia un punto de la orilla izquierda del rio Apure enfrente de San Fernando. Límite meridional : en primer lugar el rio Apure, desde lat. 7° 54% long. 70° 20' hasta su confluente con el Orinoco , cerca del Capuchino ( lat. 7° 37', long 69° 6') ; y después el Bajo-Orinoco , hacia el este, hasta la frontera occidental del Gobierno de Cumaná, cerca del rio Suata, al este de Alta- Gracia. Ciudades : Caracas, La Guayra, Porto- Cabello, Coro, Nueva Valencia, INirgua, San Felipe, Barquesimeto, Tocuyo, Araure, Ospinos, Guanare, San Carlos, San Sebastian, Villa de Cura, Calabozo y San Juan Bautista del Pao. CAPÍTULO XXVI. 235 d) Provincia de Varillas, de una armde52,ooo millas inglesas cuadradas, un poco mas pequeña que el estado de Kentucky. Límite oriental : de la extremidad sur del Páramo de las Rosas y de los manantiales del rio Guanare, hacia el S. E., al Cario de Ygues, de aquí entre el rio Portuguesa y el rio Guarico , hacia el E. S. E. al emboca- dero del Apure ; después al S. lo largo de la orilla izquierda del Orinoco, de lat. 7° 36' al embocadero del rio Meta. Límite meridional : la orilla septentrional del Meta hasta mas allá de las Rochellas de Ghiricoas entre las bocas del Caño Lindero y del Machacare ( quizá long. 70° 45' ). Límite occidental : de la orilla izquierda del Meta, al ]N. O. , por medio de las llanuras de Casanare , entre Guardualisto y la villa de Arauca , después al N. N. O. mas arriba de Quin- tero y del embocadero del rio Nula que desagua en el Apure cerca del rio Orivante, hacia los manantiales del rio Canagua , y hacia el pie del Páramo de Porquera. Límite septentrional : falda sudeste de la Cordillera de Mérida, desde el Páramo de Porquera entre la Grita y Pedraza, 336 LIBRO IX. hasta el barranco de Lavellaca , en el camino de los callejones, entre Varinas y Mérida, y de aquí á los manantiales del rio Guanare, situados al N. N. O. de Boconú. Ciudades : Varinas, Obispos, Boconó, Guanarito y Pedraza. Comparando mi mapa de la provincia de Yinaras con los de la Cruz, de López y de Arrowsmith, se echará de ver la confusionque ha reynado hasta ahora en este laberinto de rios que forman los afluentes del Apure y del Orinoco. e) Provincia de Maracaibo (con Trujillo y Mérida) de 42,5oo millas inglesas cuadradas, un poco mas pequeña que el estado de New-Yorck. Limite boreal : costa del mar de las Antillas , desde el Caño de Oribono ( al oeste de Rio Ma- ticores) hasta el embocadero del Rio Calancala, un poco al este del Gran Rio del Hacha. Limite occidental : una línea dirijida de la costa , pri- mero al S. , entre la villa de Reyes, llamada tam- bién Valle de Upar, y el pequeño grupo de mon- tañas (Sierra de Perija ) que se eleva al oeste del lago dtí Maracaibo, hacia el Rio Catatumbo ; CAPÍTULO XXVÍ. 237 después al este de Salazar al Rio Sulia, un poco mas arriba de San Faustino : en fin al E. al Pá- ramo de Porquera , situado al N. E. de la Grita. Los límites meridionales y orientales se prolongan al sur de las montañas nevadas de Mérida al través del barranco de Lavellaca , al pie oriental del Páramo de las Rosas , hacia los manantiales del Rio de Tocuyo , y de allí , entre la emboca- dura del Rio Mosatan y la ciudad de Carora , hacia el Caño Oribono , como acabamos de in- dicar, descubriendo las fronteras de las pro- vincias de Varinas y de Caracas. La parte mas occidental del Gobierno de Maracaibo que com- prende el cabo La Vela, se llama la Provincia de los Cajiros (Guahiros) á causa de los indios salvajes de este nombre que viven en ella, desde el Rio Socuyo hasta al Rio Calancala. Hacia el sur se halla la tribu independiente de los Co- cinas. Ciudades: Maracaibo, Gibraltar, Trujillo, Mérida, y San Faustino. B) Antiguo Virreinato DE laNueva-Granada; incluyendo la Nueva-Granada propiamente dicha 238 OBRO IX. (Cundinamarca) y Quito. Los límites occiden- tales de las provincias de Maracaibo , de Varinas y de la Guayana circunscriben el lerritorio del Virreinato hacia el este; al sur y al oeste; las fronteras son las del Perú y del Goatemala. Re- cordaremos solo aquí , para rectificar los yerros de los mapas que el Valle de Upar ó Villa de Reyes , Salazar de las Palmas , el Rosario de Cu- cuta , célebre por la residencia de la asamblea constituyente de Colombia, en el mes de agosto de 1821, San Antonio de Cucuta , la Grita , San Cristoval y la Villa de Arauca, así como los confluentes del Casanare con el Meta y del Ini- rida con el Guaviare, pertenecen á la Nueva-Gra- nada. La provincia de Casanare dependiente de Santa-Fé de Bogotá se extiende hacia el norte hasta la otra parte del Orivante. Al nordeste , la provincia mas oriental de la Nueva-Granada, llamada Provincia del Rio Hacha, está separada de la provincia de Santa Marta por el Rio Enea. En 1814, el Rio Guaytara dividía la provincia de Popayan de la presidencia de Quito á la que pertenecía la provincia de los Pastos. El istmo CAPÍTULO XXVI. 239 de Panamá y la provincia de Veragua han sido en todo tiempo del distrito de la Audiencia de Santa-Fé. Perú. Valuando á 4ij5oo leguas cuadradas (de 20 al grado) el área del Perú actual, han tomado por límite al este : 1" el curso del Rio Javary, de 6" á 9° i de latitud meridional ; 2° el paralelo de 9° \ prolongado del Javary hacia la orilla izquierda del Rio Madeira y cortando su- cesivamente otros afluentes del Amazona, á saber; el Jatahy (Hyutahy), el Jurua , el Tefe, que pa- rece ser el Tapy de Acuña, el Coary y el Puruz; 5* una línea que remonta primero el Rio Ma- dura, y depues el Mamore, desde el Salto de Theotino hasta al Rio Maniquí ' , entre el con- fluente del Guapore ( Ytonamas de los Jesuítas) I Véase el raro mapa de las Misiones de Mujos de la com- pañía de Jesús, 1715. El Rio Maniquí al cual los geógrafos han hecho hacer un gran papel en la fábula del lago de Ro- gagualo y de las ramificaciones del Beni , se reúne al Jacu- mapor el cual M. Haenke ha venido del pueblo de los Reyes al Río Mamore. 24o LIBRO IX. y la migion de S'^. Ana (poco mas ó menos, por los 1 5° r de lat. ) ; 4° ^1 curso del Maniquí si- guiendo hacia al oeste y prolongando una linea al Rio Beni, que los geógrafos han creido ser un afluente, ya del Rio Madeira, ya del Rio Puruz ; la orilla derecha del Rio Tequieri que desagua en el Beni, mas abajo del pueblo de Reyes, y de los manantiales del Tequieri, una linea que atra- viesa el Rio Ynambari, se dirige al S. E. hacia las altas Cordilleras i de Yilcaonota y de Lampa y divide los distritos peruvianos dePaucurtambo y de Tinta del distrito de Apolobamba y de lago de Titicaca (Chucuito) ; 6° desde los 16° de lat. austr. la cordillera occidental de los Andes oril- la , hacia el este , la extensión del lago de Ti- ticaca, y divide, bajo el paralelo de 20°, los afluentes del desaguadero de la pequeña laguna de Paria y los del Rio Pilcomayo de los torrentes ^ Los partidos de Puacartambos y de Tinta son de la in- tendencia de Cuzco. El distrito de Apolobanda y el llano de la laguna de Titicaca son del antiguo virreinato de Bue- nos-Aires. CAPÍTULO XXVI. 541 que se desaguan en el mar del sur. Según estos límites, el Perú tiene hacia el norte (hasta Javary) 200, hasta al Rio de la Madeira y el Mamore 260 leguas de anchura siguiendo la dirección de los paralelos ; pero hacia la extremidad meridional la anchura media del pais no tiene ya mas de 1 5 á 18 leguas. El partido de Tarapaca (de la inten- dencia de Arequipa) está junto ai desierto de Atacama, donde la embocadura del Rio de Loa, que la expedición de Malaspina coloca á los 21* 26' de lat. austr. , forma la línea de demarcación entre el Perú y el virreinato de Buenos-Ayres, Quitando al Perú las cuatro intendencias de La Paz, de Charcas ó La Plata de Potosí y de Cochabamba, se han sujetado á un gobierno que reside sobre las orillas del Rio de la Plata, no solo provincias, cuyas aguas corren hacia el sud- este, y las extensas regiones donde nacen los afluentes del Viayala y de la Madeira ( tributarios del Amazona) , sino también el sistema interior de rios que, á espaldas de los Andes y en un valle longitudinal , terminado en sus dos extre- midades por las cadenas de montañas de Porco y 34^? IIBRO IX. de Cuzco, alimentan el lago alpino de Titicaca. A pesar de estas divisiones arbitrarias , los re- cuerdos de los indios que habitan las orillas del lago y las regiones frias de Oruro , de La Paz y de Charcas se dirijen mas á menudo hacia el Cuzco, centro de la antigua grandeza del Imperio de los Incas , que hacia las sábanas de Buenos- Ayres. Se ha separado del Perú la meseta de Tiahuanacu donde el Inca Maita-Capac encontró edificios y estatuas gigantescas, cuyo origen re- montaba ó subia mas allá de la fundación de Cuzco. Tratar de borrar así los recuerdos histó- ricos de los pueblos, es no querer ya llamar Grecia á las orillas del lago Copáis. Esperamos que en las numerosas confederaciones de los estados que se forman en nuestros dias, las líneas de demar- cación no serán fijadas únicamente según el curso de las aguas, sino que al trazarlas, se consultaran también los intereses morales de los pueblos. La partición del Alto-Perú debe inspirar pesares á todos los que saben apreciar la importancia de la población indígena sobre las mesetas de los Andes. Si se tira una línea desde la extremidad CAVÍTULO XXVÍ. 2A5 meridional de la provincia de Maynas ó desde las orillas del Guallaga, al confínente del Apu- rimac y del Beni (que dá principio al Rio ücayala) , y de allí al oeste del Río Yücabamba y de la meseta del Paucartamba, hacia el punto donde la frontera sudeste corta el Rio Ynambari, se divide el Perú en dos partes desiguales : la una (de 26,220 leguas cuadradas) es el centro de la población civilizada, y la otra ( 1 5, 200 leguas cuadradas) es salvaje y casi enteramente des- poblada. Buenos-Ayres. Los editores de la excelente obra periódica, titulada El Samanario, (T. 1, p. 111) dicen con razón que en las riberas de la Plata nadie conoce los verdaderos límites del an- tiguo verrcinato de Buenos-Ayres. Entre el Paraná y el Rio Paraguay, entre los manantiales de este último Rio y el Guapore, que es un afluente de la Madeira, estos límites son disputados por los Portugueses; y hacia el sur se duda si deben ex- tenderse mas allá del Rio del Diamante (Abeja Argentina 1822, n" 1, p. 8, j n" 2 , p. 55). En ¿44 LIBRO IX. líiedio de estas iiicertidumbres que están aumen- tadas aun por la partición del Paraguay y de la Provincia Cisplatina, he calculado ei área del inmenso territorio del virreinato según mapas esr paiiolas formadas antes de la revolución de 1810. Por el lado del este, el primer marco está si- tuado al N. del fuerte de Santa Teresa al embo- cadero del Piio Tahym; desde aquí los límites se dirijen : al N. IN. O. hacia los manatiales del Ibicuy y del Juy (cortando el Urugay por 2 7° 20') al confluente del Paraná y del Yguazu; al N. á lo largo de la orilla izquierda del Paraná hasta lat. aust. 22*40'; au N- O. siguiendo el Ivineima hacía el Presidio de Nova Coimbra (lat. 19° 55') fundado en 177^; al N. N. O., cerca de Villa Bella y el istmo que separa las aguas del Aguapchy (confluente del Paraguay] de las del Guapore; hacia la unión de este último rio con el Mamore debajo del fuerte del Principe (lat. austr. 1 1° 54' 46') ; al S.O. subiendo el Mamore y el Maniquí, como lo hemos indicado mas arriba, cuando hemos trazado los límites del Perú y del Virey- nato de Buenos-A yrcs. Entre los 21' 26' y 25" 54' ♦ capítulo XWl. 2^'^ de latr. aust. (entre el Rio de Loa y Punta de Guacho), el territorio del Virreinato se extiendo mas allá de la Cordillera de los Andes, y ocupa, sobre 90 leguas de largo , las costas del Mar del Sur. Es aquí que se halla el desierto de Atacama con el pequeño puerto de Cobija, que un dia será tan útil para el commercio de las produc- ciones de la Sierra ó del Alto-Perú. Hacia el oeste está la cordillera occidental de los Andes hasta 37° de lat. ; y hacia el sur , el Rio Colo- rado llamado á veces Desaguadero de Mendoza (lat. 39° 56'), ó, según autoridades mas recientes, el Rio Negro que separa Buenos-Ayres del Chile y de la costa Patanique. Como seria posible que el Paraguay, la pro- vincia entre Rios y la Banda Oriental ó provincia Cisplatina ^ quedasen separadas del estado de Buenos-Ayres , he creído deber calcular separa- damente el área de estos paises en litigio. He ha- ^ La extensión del terreno comprendido entre el mar, el Rio de la Plata, el Uruguay, las misiones y la capitanía ge- neral brasilense del Rio Grande. 24^ LIBRO IX, ♦ liado en los límites del antiguo virreinato, entre el Océano y el Rio Uruguay, 8960 leguas cuadra- das marinas ; entre el Uruguay y el Paraná ( pro- vincia entre Jiios), 681^8 1. c. ; entre el Paraná y el Rio Paraguay (provincia (^el Paraguay pro- piamente dicha) 74^4 !• c. Estas tres partes al este del Rio Paraguay, desde la iNueva-Coimbra hasta Corrientes y al este del Piio Paraná desde Corrientes hasta Buenos-Ayres, forman un espacio de 23,202 leguas cuadradas ^ casi 1 ^ mayor que la Francia. Resulta de estos cálculos, por las tres partes de que se compone el antiguo virreinato de Buenos-Ayres, comprendidas 18,000 1. c. de Pampas ó sábanas : Región del Norte ó Alto Perú , desde el Tequieri y Mamore hasta Pilco- mayo, entre los 1 5° y 2 1" de latitud austral 57,020 ^ Cerca de 36,3oo leguas cuadradas de 26 al grado, y no 5o, 263 leg. como se ha dicho en los diarios de Buenoj- Aircs» CA.PÍTULÜ XXVÍ. 347 Suma anterior S-^jOao Región del Oeste, ó pais entre el Pil- comayo , el Paraguay, el Rio de la Pliita , el Rio Negro y la Cordillera de los Andes, Tarija, Jujuy, Tucu- man , Cordova, Santa-Fé, Buenos- Ayres , San Luis de la Punta y Mendoza 66,5 18 Región del Este, es decir, todo lo que está al este del Rio Paraguay y del Paraná 20,232 126,770 El gobierno de Buenos-Ayres , ocupando las 5,o54 1. c. que se hallan entre el Rio Colorado y el Rio ¡Negro, podria indemnizarse en parte de las pérdidas que está amenazado de experimen- tar hacia el nordeste. Los llanos patagónicos ofrecen, hasta el estrecho de Magellanes , otras 3 1,206 leguas cuadradas, de las que cerca de los dos tercios tienen un clima mucho mas templado que lo que se cree generalmente. La 248 LlBBO IX. bahía de San José podría provocar muy bien el deseo de alguna potencia marítima de Europa. En la parte del virreinato de Buenos-Ayres, ocupada por los Brasileños, al este del Uruguay, es menester distinguir ' entre los limites reco- nocidos antes de la ocupación de la provincia de las Misiones j al norte del Rio Ibicuy, en 1801, y los límites según el tratado hecho, en 1821, en- tre el Cabildo de Montevideo de la capitanía de Rio Grande. La provincia de las Misiones se halla entre la orilla izquierda del Uruguay, el Ibicuy, el Toropi (que es un afluente de este último), la Sierra de San Xavier y el Rio Juy (afluente del Uruguay). Su territorio se extiende aun un poco mas allá del Juy, hacia los llanos, donde está situada la misión mas septentrionnal de San Ángel; mas allá hay bosques habitados por in- dios independientes. Cuando la alianza entre la España y la Francia, incitó ala Inglaterra, en el ^- Estas noticias se fundan en notas manuscriia? que M. Augnsíe de Saint-Hilaire ha recojido allí misoio y que yo debo á la amistad con que él rae honra. CAPÍTLLO XXVI. 2/19 mes de febrero de 1801 , á hacer declarar a ios Portugueses la guerra á la España, la provincia española de las misiones fué fácilmente invadida. Las hostilidades no duraron largo tiempo; y aun^ que la corte.de Madrid contestase la legitimidad de la ocupación, las misiones quedaron en poder de los Portugueses. El tratado de 1777 debia ser- vir de base á los limites entre el Virreinato de Buenos-Ayres y la capitanía de Rio Grande. Estos límites estaban formados por una línea que se extiende del Rio Guaray (el Guaney de Arrov^s- mith ), y de los manantiales de los pequeños rios Ibirapuita, Nanday é Ibycuimerim , que desa- guan en el Ibicuy : después, siempre hacia el sudeste, á los manantiales del ílio Negro {afluente del Uruguay), y atravesando el lago Mcrin al em- bocadero de Itahy, vulgarmente llamado Tahym. Es en este embocadero que se hallaba, sobre la costa del mar, el marco portugués mas austral. El pais, entre el Tahym y el ilio Chuy, un poco al norte de Santa Teresa, estaba neulral y se lla- maba Campos neutrates ; pero en 1 8o4 , á pesar de las convenciones diplomáticas, la mayor parle aSo LIBRO IX. estaba ya ocupada por labradores Portugueses, La invasión de la España por los Franceses y las revoluciones de Buenos- Ayres han dado á los Bre- sileños la facilidad de extender sus conquistas hasta el embocadero del Uruguay? de manera que los nuevos limites interiores entre el anti- guo Brasil y los paises nuevamente ocupados han sido fijados, en 1821, sin la intervención del congreso de Buenos - Ayres , por los dipu- tados del cabildo de Montevideo y de la capi- tanía de Rio Grande. Se ha convenido en que la provincia Cisplatina del Brasil (la Banda oriental. según la nomenclatura geográfica de los Espa- ñoles) seria limitada al norte por el confluente de Uruguay con el Arapay (Ygarupay d'Arrows- mitli) ; al este por una línea que, empezando en la Angostura, 6 leguas al sur de Santa Teresa, pasa por los pantanos de San-Miguel , sigue el Rio San Luis hasta su embocadero en el lago Meiin, se prolonga sobre la ribera occidental de este, á una distancia de 800 toesas, pasa por el embocadero del Rio Sabuaty, sube hasta el del Rio Jaguarao, sigue el curso de este rio hasta CAPITULO XXVI. 131 Cerras de Acegoiia, atraviesa el Rio Negro, y va á juntarse, inclinándose siempre hacia el nor- oeste, con el Rio Arapuy. El espacio incluso en- tre el Arapuy y el Ibicuy, límite meridional de la provincia de las misiones, pertenece á la capi- tanía de Rio Grande. Los Portugueses-Brasileños no han tratado todavía de formar establecimien- tos en la provincia entre Rios ( entre el Paraná y el Paraguay), país asolado por Artigas y Ra- mírez. En las sábanas (pampas) que, parecidas á un brazo de mar, se extienden de Santa-Fé al norte, entre las montañas del Brasil y las de Cordova y de Jujuy ' , los límites naturales de las intenden- cias de Potosí y de Salta , es decir del Alto-Perú y de Buenos-AjVres, parecen confundirse entera- mente. Chichas y Tarija están considerados como 1 Esta ciudad según M. lledhead (^Memoria sobre la dilata- ción del aire atmosférico ; Buenos Aires, 1819, pag. 8 y 10) tiene 700 toesus de elevación sobre el nivel del mar. Ya la altura absoluta de la ciudad de San Miguel de Tucuman es, según las medidas barométricas del mismo auíor (habitante de Salto) de 360 loeías. 232 LIBRO IX. las provincias mas meridionales del Alto-Perú ; los llanos de Manso entre el Pilcomayo y el l\io Grande ó Vermejo ^ asi como Jujuy, Salía y Tu- cuman, pertenecen al Estado de Buenos-Ayres propiamente dicho. El límite del Alto-Perú no es ya hacia el este sino una línea imaginaria trazada al través de sábanas inhabitadas. Corta, este limite, !a cordillera de los Andes al trópico del Capricornio, y de allí atraviesa luego el Ilio Grande, 26 leguas mas abajo de Santiago de Cotagayta; después el Pilcomayo, 22 leguas mas abajo de su confluente con el Cachimayo que viene de la Plata ó Chuquisaca, y en fin el rio Paraguay por los 2" 5o' de latit. austral. Aun cuando la extensión del lago Titicaca y la parte montañosa del Alto-Perú, donde reina el idioma del Inca, llegase á reunirse de nuevo al Cuzco, los llanos de Chiquitos y del Chaco bien podrían quedar reunidos al gobierno de los Pampas de Buenos-Ayres. * El verdadero uombre de este rio, cuyas oriílas eslab y lom. II, pag. 83 i. 2 54 LIBRO IX. sobre la costa oriental, los primeros han ade- lantado de un grado de latitud el paralelo del Rio Negro y del puerto de San Antonio. La capital de Santiago de Chile está situada sobre una mésela que tiene casi la misma elevación que la ciudad de Caracas ^ BRASIL. Los límites meridionales de Colom- bia , orientales del Perú , y septentrionales de Buenos-Ayres determinan la extensión del ter- ritorio brasileño hacia el norte, hacia q1 oeste y hacia el sur. Para calcular el area^ rae he servido de mapas manuscritos que me han sido comunicados por el gobierno de Rio Janeiro, en la época de las contestaciones diplomáticas que habían Jiecho nacer, en cuanto á las Guayanas francesa y portuguesa, la muy vaga extensión del articulo 8 del tratado de Utrecht y del articulo 1 07 del acto del congreso de Yiena 2, Tirando una I Según M. Bauza, 409 toesa?, que son trescientas toesas mas bajo que la ciudad de Mendoza, en la ladera de la Cor- dillera de los Andes {Notas manuscritas de don Luis Née bo- tánico de la expedición de Malaspina). ^ Los límites brasilienses han sido examinados en el go- CAPÍTULO XXVI. 255 línea del norte al sur por el embocadero del rio de los Tocantinos y siguiendo el curso del Ara- bierno del rio Negro por los astrónomos José Joaquín Vic- torio da Costa, José Simoens de Carvalho, Francisco José Lacerda y Antonio Luis Pontcs; y en el gobierno del Gran Para, sobre todo entre el Araguari y el Calsoene (Rio Car- sewene del mapa de las costas de la Gaayana publicado por el depósito de marina en 1817), por el astrónomo José Simoens de Carvalho y el coronel de ingenieros Pedro Alexandrino de Souza. Los fianceses han extendido largo tiempo sus pretensiones hasta mas allá del Calsoene cerca del cabo Norte. El límite se encuentra en el día reculado hasta la embocadura del Oyapok. El principal desaguadero el Tanopi y el Tamouri, que es un afluente de aquel, se jun- tan á una legua de distancia (por 20° 5o' de lat. ) del ori- gen del Maroni ó mas bien de uno de sus brazos ó ramales, el rio Arauna junto al pueblo de los indios Aramichauns. Como los Portugueses querían trazar el limite entre los vertientes del Oyapok y del Araguari han hecho examinar Gon cuidado, por el coronel 5e Scuza, la latitud del naci- miento de este último rio, y la han hallado mas septentrio- nal que su embocadura, lo que hubiera hecho colocar la frontera en el paralelo del Calsoene. El nombre del Ilio de Yicentc Pincon, hecho célebre por las grandes contestncio- 256 LIBRO I¥. guay, 4o leguas al oeste de Villaboa, hacia el punto, donde el rio Paraná corta el trópico de nes diplomáticas, ha desaparecido de los mapas. Según un antiguo mapa manuscrito porlugués , que yo poseo y que ofrece las costas entre San José de Macapa y el Oyacok, el Rio Pincon seria idéntico al de Calsoene. Yo sospecho que los términos ininteligibles del articulo 8 del tratado de Utrecht ( «da línea del Rio Japor ó Vicente Pincon que debe cubrir las posesiones del Cabo y del Norte» ) se fundan en la denominación del cabo Norte, dada algunas veces al cabo Orange, M. de la Condamine, á cuya sagacidad nada csca.- TpsL,had\choyaen\a Relación de su viage aUmazona, p. 199. «los portugueses tienen sus razones para confundir la ba- hía (?) de "Vicente Pincon junto ala embocadura occidental del Rio Arawari (Araguari), lat 2° 2', con el Rio Oyapok, lat. 4° i5'. La paz de Utrecht hace de ambos un solo rio.» Esta latitud 2° 2' uniría el rio imaginario de Vicente Pincon del Majacari y del Calsoene, pero le alejaría casi un grado del Araguari que está á lat. boreal i* i5'. M. Airowsmith, cuyo mapa que ofrece excelentes materiales en cuanto á la embocadura del Amazona, coloca el Río de Vicente Pincon al sur del Majucare en el mismo sitio en que se pierde en una bahía, enfrente de la cual está situada la pequeña isla Turu- ri, lat. 1" 5o'. Como el Araguari comunica con el Matarioy CAPULLO X.VVl. 2^1 Capricornio, se divide el Brasil en dos partes. La mas occidental , que comprende las capita- nías del Gran -Para, del Rio Negro y de Mato Crosso , es casi inhabitada y no ofrece estable- cimientos Europeos sino sobre la orillas de los grandes ríos, á saber el rio Negro, el rio Branco, el Amazona y el Guapore que es un afluente del rio Madeira. Tiene 1 58, 1 56 leguas cuadradas ( de 20 al grado), mientras que la parte oriental, inclusas la capitanías de las costas, Minas-Geraes y Goyaz, tiene ii8,83o leguas cuadradas. Mis evaluaciones están conformes con las de M. Adrien Balbi, que cuenta 2,25o,ooo millas cuadradas de Italia ( 2 5o,ooo 1. c. marinas ) por todo el imperio Brasileño, excluyendo, como yo lo he hecho, la provincia Cisplatina y la de las Misio- nes , al este de Uruguay [Ensayo estadístico sobre elPortugal,t.ll, p. 229). forma al nordeste una especie de delta al rededor de los ter- renos inundados de Carapoporis, es muy posible que M. de la Condamine haya considerado el pequeño rio que desem- boca enfrente de la isla de Tururi como el brazo occidental del Araguari. IV. 17 258 LIBRO JX. ESTADOS-UNIDOS. Yo habia ya hecho re- marcar en otra obra [Ensayo político , tom. I, p. i53) que la superficie del territorio de los Estados-Unidos era bastante difícil de evaluar en leguas cuadradas después de la adquisición de la Luisiana, cuyos limites al norte y al oeste han quedado mucho tiempo inciertos. Hoy dia estos limites se hallan fijados por la convención hecha en Londres el 20 de octubre 1818, y por el tratado de las Floridas firmado en Washington el 22 de febrero 1819: he creido por consiguiente poder someter esta cuestión á nuevas investiga- ciones. Me he dedicado á este trabajo con tanto mas cuidado cuanto que la superficie de los Estados-Unidos , desde el océano Atlántico hasta el mar del sur, está valuada por autores muy recientes á 125,400, á 107,800, á 173,400, á 2o5,5oo, y á 238, 400 leguas marinas cuadradas de 20 al grado, y que en medio de estos datos diversos , cuyas incertidumbres llegan á mas de 100,000 leguas cuadradas, es decir á seis veces mas que el área de la Francia, me parecía imposible elegir un resultado con que puedan CAPÍTULO xxvr. 259 compararse las superficies de los nuevos estados libres de la América española. El mismo autor ha dado algunas veces y en diferentes épocas, distin- tas valuaciones del mismo territorio suponiéndole limitado por los dos mares, por el cabo Halteras y el rio Colombia, por las bocas del Misísipi y el lago de los bosques. M. Melish ha valuado los Estados-Unidos en el mapa de 1816, á 2, 469, 35o millas cuadradas (de 69,2 al grado) de las que el solo territorio del Misouri tiene, 1, 58o, 000. En sus Travels tlirough tlie United States of Ame- rica, 1818, p. 56 1, se fija á 1, 883, 806 millas cuadradas, de las cuales territorio de Misouri tiene 985,25o. Después en el mismo Geografical description of tke United States_, 1822, p. 17 au- menta de nuevo este número hasta 2,076,410 millas cuadradas. Estas diferentes opiniones so- bre la extensión de la superficie de los Estados- Unidos no puede ser atribuida á los diversos modos con que se han trazado los limites : la mayor parte de las equivocaciones con respecto al aj'ea de los territorios entre el Misísipi y las Montañas peñascosas, entre estas montañas y las 26o LIBRO IX. costas del Mar del Sur, provienen de simples errores de cálculos. Encuentro, tomando la me- diana de varias valuaciones en las mapas de Arrowsmith, de Melish, de Tardieu y de Brué: I. lU. c. deao al grado. I Al este del Misisipi 77*6^4 ó 950,000 square miles. a) Parte atlántica al este de los Alleghanis . ....... 27,084 ó 324,000 square miles. Se ha prolongado la cordi- llera de los Alleghanis al norte, hacia Plattsbourg y Montreal, al sur, siguien- do el Apalachicola ; de suerte que la mayor parte de la Florida, pertenece á esta porción atlántica. b ) Entre los Alleghanis y el Mi- sisipi 60,620 ó 606,000 square miles. 77,684 capítulo XXVI. 261 Suma anterior 77,684 11 Al oeste del Misísipi 96,622 ó i,i56,8oo square miles. a ) Entre el Misísipi y las mon- tañas peñascosas inclusos los lagos. . 72,531 ó 868,400 square miles, b ) Entre las montañas y las cos- tas del Mar del sur, to- mando por límites austra- les y boreales los paralelos de 42° y 49». ( Territorio del Oeste ) . . . 24,091 ó 288,400 square miles. Territorio de los Estados- Unidos entre los dos Océa- nos , 2,086,800 square miles ^ ó 174,306 Todo el territorio de los Estados-Unidos, desde el Océano- Atlántico hasta el Mar del Sur, es por consiguiente un poco mas grande que la 262 LIBRO IX. Europa al oeste de la Rusia. La parte atlántica solo puede ser comparada á la España reunida con la Francia ; la parte entre los AUeghanis y el Misísipi , á la España reunida al Por- tugal, á la Francia y á la Alemania; la parte al oeste del Misísipi, á la España reunida á la Francia, á la Alemania, á la Italia, y á los reinos Scandinaves. El Misísipi divide por consiguiente los Estados-Unidos en dos grandes porciones de las que, la primera, ó la oriental, que hace pro- gresos rápidos en la cultura y en I3 civilización, incluye el área de Méjico ; la otra, la occidental, que es casi enteramente salvaje y despoblada, incluye el área de la república de Colombia. En las investigaciones estadísticas que se han hecho sobre varios paises de Europa se han sacado consecuencias importantes de la com- paración de la población relativa que ofrecen las provincias marítimas y las provincias del inte- rior. En España » estas conexiones de población ' Antillon, Geografía astronómica, natural y política, 181 5, pag. i45. CAPÍTULO XXVI. 263 son como de 9 á 5; en las Provincias Unidas de T^enezuela, sobre toda la antigua Capitanía ge- neral de Caracas son como de 35 : i. Por pode- rosa que sea la influencia del comercio sobre la prosperidad de los estados y sobre el descubri- miento intelectual de los pueblos no hay razón para atribuir, en América como en Europa, á esta sola causa las diferencias que acabamos de señalar. En España y en Italia si se exceptúan los llanos fértiles de la Lombardía, las regiones del interior son; áridas, montañosas ó elevadas en forma de mesetas : las circunstancias meteo- rológicas de que proviene la fecundidad del ter- reno, no son idénticas en la zona litoral y en las provincias del centro. En América, la coloniza- ción ha empezado generalmente por las costas, y no adelanta, hacia el interior, sino lentamente: tal es la marcha progresiva en el Brasil y en Venezuela. No es, sino cuando las costas son malsanas, como en Méjico y en la Nueva Granada, ó arenosas y sin lluvia, como en el Perú, que la población se ha concentrado sobre las montañas y sobre las mesetas del interior. Estas circuns- :¿(l4 LIBRO ]X. taiicias locales y muchas otras aun, han sido demasiado descuidadas en las discuciones sobre la suerte futura de las colonias españolas ; dan un carácter particular á algunos deestos países, cuyas analogías del estado físico y moral son menos patentes que lo que se cree comunmente. Los dos territorios que han reunido en un solo cuerpo político, la ^ueva-Granada y Venezuela considerados respecto á la distribucioii de la po- blación^ ofrecen la mas completa oposición. Sus capitales (y la posición de estas anuncia siempre en que zona la población se ha concentrado mas) están situadas á distancias tan desiguales de las costas comerciales del Mar de la Antillas, que, para encontrarse bajo el mismo paralelo con Santa-Fé de Bogotá, la ciudad de Caracas tendria que ser transplantada hacia el sur, al confluente del Orinoco con el Guaviare en donde está si- tuada la misión de San Fernando de Atabapo. La república de Colombia es, con Méjico y Goatemala, el solo Estado de la América es- pañola que ocupa al mismo tiempo las costas opuestas á la Europa y al Asia. Desde el cabo CAl'llLLü WVI. 26 J Valia á la extremidad occidental de la provincia (ie Veragua , hay /joo leguas marinas ; y desde el (leBurica al embocadero del Rio Tumbez hay 260. El litoral que posee la república de Colombia sobre el mar de las Antillas y sobre el Océano- Pacífico, iguala por consiguiente en largura el descubrimiento de las costas , desde Cádiz hasta Dantzick ó desde Ceuta hasta Jaffa. A este ina- preciable recurso para la industria nacional , se une otro, cuya importancia no ha sido suficien- temente reconocida hasta ahora. El istmo de Panamá pertenece al territorio de Colombia : si esta lengua de tierra fuese atravesada por buenos caminos y poblada de camellos, podria servir de portage al comercio del mundo, aun cuando los llanos de Cupica, la bahía de Mandinga, el Rio Chagre no ofrecieran la posibilidad de un canal capaz para hacer pasar los barcos que van de Europa á la China ó de los Estados-Unidos á la costa nordeste de América. Examinando en el curso de esta obra la in- fluencia que bajo todas las zonas ejerce la con- figuración del pais ( es decir, su relieve y la forma ^66 LIBRO IX. de sus costas ) , los progresos de la civilización y los destinos de los pueblos, he manifestado mu- chas veces las desventajas que presentan estas grandes masas de continentes triangulares que , como el África y la mayor parte de la América del sur están desprovistas de golfos y de mares interiores. JSo podría ponerse en duda que la existencia del Mediterráneo ha estado inti- mamente ligada al primer vislumbre de la cul- tura humana de los pueblos del occidente y que la forma articulada de las tierras, la fre- cuencia de sus gargantas y el encadenamiento de las penínsulas han favorecido el cultivo de la Grecia, de la Italia y aun de la Europa entera, al oeste del meridiano del Propon tides. La no interrupción de las costas en el Nuevo Mundo, y la monotonía de su prolongación rectilínea son extraordinarias y chocantes, particularmente en Chile y Perú. El litoral de la Colombia ofrece formas mas variadas y golfos espaciosos que , como los de Paria, de Cariaco, de Maracaibo y del Darien, estaban ya en la primera descubierta, mejor poblados que el resto y vivificaban la per- CAPÍTULO XXVI. UG'] muta de las producciones. Este mismo litoral tiene la ventaja incalculable , y única que ofrece el Nuevo Continente, de ser bañado por el mar de las Antillas, que es una especie de mar con muchas salidas , y cuyas riberas opuestas perte- necen á los Estados -Unidos, á la república de Colombia, á Méjico y á algunas potencias ma- ritimas de Europa, y da lugar á un sistema de comercio particular y enteramente Americano. El sudeste del Asia con su próximo archipiélago, el golfo arábigo y el estado del Mediterráneo , en tiempo de las colonias Fenicias y Griegas , han manifestado de cuan feliz influencia es para la industria comercial y para la cultura intellectual esta proximidad de costas opuestas que no tienen las mismas producciones y que son habitadas por naciones de razas diversas. La importancia del mar interior de las Antillas , que Venezuela adorna hacia el sur, se aumentará todavía por el crecimiento progresivo de la población en las orillas del Misísipi , puesto que este rio, el del Norte y la Magalena son los únicos navegables que recibe el mar de las Antillas. La profundidad sGS L[BF,0 IX. (lo los ríos de América, sus maravillosos brazos, y el empleo de los barcos de vapor facilitado por la proximidad de los bosques y selvas , compen- sarán hasta cierto punto los obstáculos que la dirección uniforme de las costas y la configura- ción general del continente oponen al desenvol- vimiento de la civilización. Comparando, según los cuadros que hemos presentado mas arriba, la extensión del suelo, y la población absoluta, obtendríamos la analogía de estos dos elementos de la prosperidad pública; analogía que constituye la población relativa de cada Estado del Nuevo-Mündo, y hallaríamos, en Méjico, por cada legua marina cuadrada, 90; en los Estados-Unidos , 58 ; en la república de Colombia, 3o; en el Brasil, i5 habitantes, cuan- do la Rusia asiática ofrece 1 1 , y todo el imperio ruso, 87. La Suecia con la Noruega , 90 ; la Rusia » 1 La área de la Rusia Europea, sin la Finlandia y el Gran Pucado de Varsovia , era en i8o5, según las tablas estadi?- ticas de M. Hassel (Umriss der Europ. Staaten, toni. I, p. 10), de 558,000 leguas cuadradas de 20 al grado, con 36,400,000 almas de población; la área de toda la Rusia era.. CAPÍTULO XXVI. a6c) Europea, 020; la España , 760 ; y la Francia 1 j'jS. Pero estas evaluaciones de población relativa apli- cadas á paises de una extensión inmensa y cuya mayor parte está enteramente despoblada, no ofrecen sino abstracciones matemáticas poco ins- en el mismo año, según las mismas tablas, de fío3, 160 le- guas cuadradas, y 40,000,000 de población. Estas valuaciones darían solo 264 y 66 habitantes por legua cuadrada. Supo- niendo con M, Balbi (Véanse sus interesantes informes y observaciones sobre la población de Rusia en el Compendio de Geografía universal, p. i45 y i65, y el Ensaco estadístico sobre el Portugal, tomo II, p. 255), la arca de la Rusia Eu- ropea con la Finlandia y el reino de Polonia era de i6(),4oo leguas cuadradas ; la de toda la monarquía rusa en Asia y en Europa, de 686,000 leguas cuadradas; y las poblacio- nes absolutas en 1822, y de 48 y 54,000,000, se encuen- tran 285 y 78 habitantes por legua cuadrada. Según las observaciones que yo he hecho recientemente sobre la área de la Rusia, me fijo en cuanto á todo el imperio , inclusos los antiguos reinos de Kasan y de Astrakhan , d excepción del gobierno de Perme, á i5o,4oo leguas cuadradas, lo que dá las poblaciones relativas de Sao y 87 enunciados en el texto. Véase también Gaspari, Vollst. Haadib. der Erdb, B. XII, pag. 210. 270 LIBRO IX. tructivas. En paises uniformemente cultivados » en Francia , por ejemplo , el número de los ha- bitantes sobre una legua cuadrada , calculado por departamentos, no es generalmente sino de la tercera parte mayor ó inferior que la población relativa de la suma de todos los departamentos. Aun en España las diferencias al rededor de la ^ Área de la Francia sin compreader la Córcega, ha sido valuada en 1817, por la dirección del cadastro, á 51,902,062 hectares, ó 6190 miriametros cuadrados, ó lo que es lo mis- mo, 26,278 leguas comunes cuadradas de aS al grado. M. Coquebert de Mombret, cuenta por la Córcega 44^ le- guas cuadradas comunes, 017, 101 leguas cuadradas marinas de 20 al grado. Siendo la población en 1820, de 30,407,907, se encuentran 1778 habitantes por legua cuadrada marina. El grandor medio de un departamento de Francia es de 198 leguas cuadradas marinas ; y población media de 553,6oo. El número de los habitantes por legua cuadrada es , en cuanto á la mayor parte de los departamentos, 1000, 1200, 2400 y ii6oo. Tomando el medio entre los cincos departa- mentos y gobiernos mas poblados y los menos poblados de la Francia y de la Rusia, se obtiene la proporción del mínima y de máxima de población relativa, en el primero de estos paises — 1 : 5, 7 ; en el segundo — 1:11. CAPITULO XXVI. 271 mediana no llegan, fuera de algunas excepciones, siiTO de la mitad al doble. ^ En América, al con- trario, no hay sino los Estados atlánticos (de la Carolina del sur á ¡New-Hampshire) cuya pobla- ción empieza á extenderse con alguna uniformi- dad. En esta parte, que es la mas civilizada del Nuevo Mundo, cuentan, por legua cuadrada, de 1 5o á 900 habitantes , mientras que la población relativa de todos los Estados atlánticos conside- rados en masa , es de 2¿^o. Los extremos ( la Carolina del Norte, y el Massachusets) no es- tan sino en la proporción de i á 7, casi como en Francia ^ donde los extremos (en los departa- ^ Antillon , Geografías p. 141. 2 En la Francia continental , exceptuando la Córcega ; pues que el antiguo departamento del Liamone es menos poblado todavía que el de los Altos Alpes. El departamente del Norte tenia, en 1804, sobre 178 leguas cuadradas de 20 al grado, una población de 774,^00 almas, y en 1820, de 904,500. El departamento de los Altos Alpes tenia en el mismo año, sobre 160 leguas cuadradas, una población de 1 1 8,322 almas , y en 1 820, de 1 2 i,4oo. Hay pues en estos 372 LÍBRO IX. mentos de los Altos-Alpes y del Norte ) eslan también en la proporción de 1 : 6, 7. Las dife- rencias al rededor de la mediana que, en los países civilizados de Europa^ están generalmente dos departamentos por legua cuadrada marina, 5o82 y ^58 habitantes. I La Europa, limitada por el Jaik, las montañas del Ou- ral y el Rara, tiene 504,700 leguas cuadradas marinas. Suponiendo 190,000,000 hab. , se encuentra una pobla- ción relativa de GSg por legua cuadrada, que es algo menor que la del departamento de los Altos Alpes y algo mayor que la de las provincias interiores de España. Comparando este medio total de GSg con los medios parciales de los paises europeos que no tienen menos de 600 leguas cuadradas, se obtiene, excluyendo solamente la Laponia y cuatro gobier- nos rusos (Arcángel, Olonez, Wologda y Astrakhan), con respecto á las regiones mas desiertas de la Europa, i6o; y para las mas poblados 2,400 almas por legua cuadrada. Estos números dan la proporción de los extremos — 1 : i5. Según mis últimos cálculos, tiene la América desde el cabo de Hornos hasta el 68" de lat. bor. , inclusas las islas An- tillas, i,i84j8oo leguas cuadradas marinas; y apreciando su población, como lo hemos hecho arriba, á 34>284>ooo, apenas se obtienen 29 habitantes por legua cuadrada. Lúe- CAPÍTULO XXVI. 270 reducidas á límites bastante cortos, exceden, por decirlo así, toda especie de medida en el Bra- go, para hallar una superficie continua de 600 leguas cua- dradas, que sea al mismo tiempo la mas poblada de toda la América, es preciso recurrir á la altura de Méjico, ó á una parle de la Nueva Inglaterra , en que tres estados contiguos el Massachusels, Rhode-Island y Conneclicut, ofrecían en 1820, sobre i5!,5o4 millas cuadradas inglesas, una pobla- ción absoluta de 881, 5g4, por consiguieíile cerca de 840 almas por legua cuadrada marina. Entre las islas Antillas, cuya población es muy concentrada, solo podrían escojerse las Grandes-Antillas, porque las pequeñas (ó islas Caribes del este) desde Culebra y San Thomas hasta la Trinidad solo tienen entre todas ellas 587 leguas cuadradas. La Ja- maica tiene casi la misma población relativa que los tres estados de la Nueva-Inglaterra que acabamos de citar; pero su área solo es de 5oo leguas cuadradas. Santo-Domingo (Hait¡),que es cinco veces mayor que la Jamaica, no tiene mas que 266 habitantes por legua cuadrada y su población relativa apenas llega á la del estado de New-Hampshire, No rae aventuraré á indicar la fracción que puede suponerse como mínimum de la población relativa del Nuevo-Mundo, por ejemplo en las sábanas, entre el Meta y el Guaviare, ó en la Guayana española, entre la Esmeralda, el Rio Ere- vato y el Rio Caura, ó en íin en la América scpíentrional, IV. 18 274 LIBRO IX. SÍ!, en las colonias españolas, y aun en la confe- deración de los Estados-Unidos, considerando esta última en su total extensión. En Méjico , encontramos algunas intendencias (la Sonora y Durango) que tienen de 9 á i5 habitantes por legua cuadrada , mientras que otras , sobre la meseta central , tienen mas de 5oo. La población relativa de los paises situados entre la ribera oriental del Misisipi y los Estados atlánticos apenas llena á 47 > cuando la de Connecticut, de Rhode-Island y del Massachusets es de mas de 800. Al oeste del Misisipi , como en lo interior de la Guayana española, no hay dos habitantes por legua cuadrada , sobre extensiones mayores que la Suiza ú la Bélgica. Lo mismo sucede en estas regiones que en el imperio Ruso, en que la población relativa de algunos gobiernos asiá- ticos ( Irkutzk y Tobolsk ) está , con respecto á entre el origen del Misoury y la Laguna de los Esclavos. Es probable que la relación de los extremos hallada en Europa, como 1 : i5, sea en el Nuevo-Mundo, aun excluyendo los llanos ó Pampas, al menos como 1 : 8000. capítulo XXVI. 276 la de las partes europeas mejor cultivadas, en la proporción de 1 : 3oo. Las enormes diferencias que presenta en los paisas de nueva cultura, la proporción entre la extensión territorial y el número de los habi- tantes, hacen necesarias las valuaciones parcia- les. Cuando se sabe que Nueva- España y los Estados -Unidos, considerando el conjunto de su extensión de 76,000 y 174,000 leguas cua- dradas marinas , ofrecen 90 y 58 habitantes por legua cuadrada, no se hace una idea exacta de la distribución de la población de que pende la fuerza política de los pueblos, así como no se tendría una noción precisa del clima de un pais ; es decir, de la repartición del calor entre las diversas estaciones por solo el conocimiento de la temperatura media del aüo entero ». Si se I Apartariáme mucho de mi objeto si llevase mas lejos esta comparación para discutir hasta qué punto pueden ilustrar- nos los medios totales sobre el modo de repartir, sea la tem- peratura, sea la población de un pais. En otra parte he tra- tado ya de probar que el sistema de los climas europeos, la 276 LIBRO IX. despojase á los Estados-Unidos de todas sus po- sesiones al oeste del Misísipi , su población seria, en vez de 58, de 121 por legua cuadrada, por consiguiente mucho mayor que la de la INueva- España : quitando á este último pais las Provin- cias internas (al norte y al nordeste de la Nueva- temperatura media de los inviernos no empieza á realizarse por bajo del punto de congelación sino donde la tempera- tura media del año entero baja á menos de 10° del termó- metro centígrado. Cuanto mas pequeños son los medios anuales, tanto mas grande es la diferencia entre las tem- peraturas del invierno y del verano. La débil población re- lativa de un pais, que es de una extensión muy conside- rable, indica bastante generalmente este estado de cultura naciente que es la causa de una gran desigualdad en la re- partición de la población. Los climas que Buffon , con la propiedad de expresión que caracteriza su estilo, ha llamado climas excesivos (los climas del interior de los continentes en que unos inviernos crudos suceden íi veranos muy calo- rosos), corresponden, por decirlo asi, á poblaciones desi- gualmente acumuladas; y dos fenómenos de una natura- leza enteramente diferente ofrecen analogías muy nota- bles, cuando se las considera como simples valores cuan- titativos. CAFÍTÜLÜ XXVI. 277 Galicia) se encontrarían, en vez de 90 almas, 1 90 por legua cuadrada. Hé aquí los datos parciales en cuanto á Vene- zuela y la Nueva Granada, según los números que nos parecen mas exactos : República de Colombia. . . . 3o por isg. mar. cuad. Seis veces mayor que la Es- paña, casi de una misma extensión que los Estados- Unidos al oeste del Misísipi. Área: 91,930 1. c. Pobla- ción absoluta : 2,785,000. A. Nueva-Granada (con la pro- provincia de Quito). ... 54 Cerca de cuatro veces mayor que ía E&paña. Área : 58,25o 1. c. Pobla- ción absoluta : 2 miliones. B. Venezuela ó la antigua Ca- pitanía general de Caracas. 23 Mas de dos veces mayor ^7^ LIBRO IX. que la España, de una ex- tensión casi igual á la de los Estados atlánticos de la América del Norte. Área : 33,700 1. c. Pobla- ción absoluta : 785,000. a. Cumand y Barcelona. ... 37 Área: 3,5 1 5 1. c. Pobla- ción absoluta : 128,000. b. Caracas (con Coro). . . 81 Área : 5,i4o 1. c. Pobla- ción absoluta : 420,000. c. Maracaibo (con Mérida y Trujillo ) 4o Área : 3,548 1. c. Pobla- ción absoluta ; 140,000. d. Varinas 28 Área : 2,678 I. c. Pobla- ción absoluta : 75,000. e. Guayaría ( española ) . . . 2 Área : 18,795. Población absoluta : 40,000. capítulo XXVI. 279 Resulta de este cálculo que las provincias de Caracas, Maracaibo, Cumaná y Barcelona, es decir, las provincias marítimas del norte, son las mejor pobladas de la antigua Capitanía ge- neral; pero comparando esta población relativa con la de Nueva-España , en donde las dos solas intendencias de Méjico y de la Puebla, sobre una extensión apenas igual al Área de la provincia de Caracas, ofrecen una población absoluta que excede á! la de toda la república de Colombia , estamos viendo que dos intendencias mejicanas que, bajo la proporción de la concentración del cultivo, no ocupan sino la 7* ú 8* clase (Zaca- tecas y Guadalajara) cuentan mas liabitautes por 1. c, que la provincia de Caracas. El término medio de la población relativa de Cumaná, Bar- celona, Caracas y Maracaibo, es 56; luego como de 6,200 leguas cuadradas, es decir la mitad déla extensión de estas cuatro provincias, son llanos ^ » La área de los llanos de estas cuatro provincias es de 6219 leguas cuadradas de 20 al grado. Hé aquí datos pro- pios para juzgar del estado agrícola de estas regiones en a8o LIBRO IX. casi desiertos, se encuentra, descontando el área y la corta población de los blancos, 102 habi- que, los llanos ponea grandes obstáculos á ios progresos pobiacioQ. Provincia de Cumaná» Parte montuosa de Caripe y Cordilleras del litoral 393 1. c. Llanos ó sábanas i558 Inclusas 652 J. c. del delta pantanoso del Orinoco. Provincia de Barcelona, Parte un poco montaosa y florestas hacia el norte : . . 223 Llanos i34i 1 564 Provincia de Caracas. Parte montuosa 1820 Llanos, inclusos Carora y Monai 3320 5i4i Estos cálculos me dan 6219 I. c. de llanos ó sábanas, de la cuales i3o están al oeste del Rio Portuguesa. Luego los líanos de Varinas, entre este rio, el Apure y las montañas capítulo XXVI. 281 tantes por J. c. Una modification análoga da á solo la provincia de Caracas una población re- lativa de 208; es decir solamente de \ menor que la de los Estados atlánticos de la América del Norte. Como los datos numéricos no son instruc- tivos en todas las materias de economía política, sino por la comparación con hechos análogos, he examinado con cuidado lo que, en el estado actual de los dos continentes, puede conside- rarse como una población relativa pequeña ó muy mediana en Europa, y como una población relativa muy grande en América, y no he esco- de Pamplona, de Mérida y del Páramo de las Rosas, tienea 1664 leguas cuadradas; de lo cual resulta que la inmensa extensión de los llanos comprendidos entre la Sierra Nevada de Mérida, el delta de las bocas chicas habitado por los In- dios Guaraons y las márgenes septentrionales del Apure y del Orinoco, presentan un área de 7^55 1. c. igual á la mitad de la extensión de España. La población actual de las sába- nas de Caracas, de Barcelona y de Cumand , parece elevarse, á causa de algunas ciudades populosas que allí se encuen- tran esparcidas, á mas de 70,000 habitantes. 2S'2 LIBRO IX. jido hasta ahora ejemplo alguno sino entre pro- vincias que tienen mas de 600 1. c. de superficie continua, para excluir las acumulaciones acci- dentales de población que se encuentran al re- dedor de las grandes ciudades, como, por ejem- plo, en las costas del Brasil, en el valle de Méjico, en las alturas de Santa-Fé de Bogotá y del Cuzco ó en fin en el archipiélago de las Pequeñas Antillas (la Barbada, la Martinica y San-Tomas), cuya población relativa es de 3oo á 4? 700 habitantes por legua cuadrada é iguala por consecuencia las de las partes mas fértiles de la Holanda, de la Francia y de la Lombardía. mínimum de EüBOPA. Los cuatro gobiernos me- nos poblados de la Rusia Eu- ropea. Archangel . . . lOp.i.c Olonez 42 MÍ.XIIUVAI DE AMEUICA.. La parte central de las in- tendencias de Méjico y de la Puebla '. De mas de . . . iSoop'-':- En los Estados- » ¿Hay una parte de los Estados-Unidos de 600 a 1000 leguas cuadradas, cuya población relativa exceda el inaxi- CAPITULO XXVI. 285 Wologda y As- p. 1. c. Unidos, eiyisis- p^ trakhan . . . 52 sachusets , pe- La Finlandia . . io6 ro teniéndose- Laprovincia me- lo 522 1. 0. de nos poblada de superficie. . . 90 España, Cuen- Masachussets, ca 5ii Rhocles Island mam de Nueva-España, que es de i3,ooo habitantes por le- gua marina cuadrada 6 de 109 por milla cuadrada de C9, 2, al grado? La población relativa de Massachusets que es de 75,5 por milla cuadrada, y que se considera como muy grande, me ha hecho dudar hasta aqui. Para examinar esta cuestión, seria preciso poder comparar la área de un cierto número de condados limítrofes con los registros de pobla- ción publicados por el congreso de Washington. La pobla- ción relativa de los estados de New-York, de Pensilvania y de Virginia no parecen tan pequeños (de 240, de 204 y de 168 por legua cadrada marina) sino por que repartiendo uniformemente la población sobre toda la extensión del territorio, es preciso contar las regiones en parte desiertas que cada estado posee al este de los Alleganis, regiones que influyen sobre la media total casi á la manera de los Llanos de Caracas y de Cumaná. De las 1 1,000 leg. cuad. que con- tiene el Egipto, no hay, según M. Jomar, mas que i4o^ habitadas. 84 LIBRO IX. El ducado de £,<í- p. 1. c. y Connectlcut p.l. e. nebourg (k can- juntos .... 840 sa de los bre- Toda la inten- zos) 55o dencia de la El departamento Puebla. . . . 540 menos poblado Toda la inten- de la Francia dencia de Mé- continental (Al- jico 460 tos Alpes). . . 758 Estas dos intendencias Me- Departamentos jicanas tienen cerca del tercio de la Francia de la extensión de la Francia medianamente y población suficiente ( en poblados ( los 1833 tenian cerca de 2 ,800,000 de la Creuse, almas) para que los ciudades del Var y de de Méjico y la Puebla no de- TAude). . . . i3oo jen influir sensiblemente so- ♦ bre laspoblaciones relativas. Parte septentrional de la provincia de Caracas (sin los llanos). ao8 Este cuadro nos enseña que las partes que se miran hoy como las mas pobladas de América , exceden á la población relativa del reino de Na- varra, de la Galicia y de Asturias* quienes de Por legua cuadrada marina se encuentra en el reino de capítulo XXVI. 285 toda la España, después de la Guipúzcoa y ei reino de Valencia, cuentan mas habitantes por legua cuadrada : sin embargo este máximum de la América está por debajo de la población re- lativa de la Francia entera (1778 p. 1. c. ), y no seria mirada en este último pais , sino como una población muy mediana. Si de toda la su- perficie de la América echamos la vista sobre el objeto que nos ocupa, especialmente en este capítulo, á saber, sobre la Capitanía general de Venezuela hallamos que la mas poblada de sus divisiones, que es la provincia de Caracas, con- siderada toda, sin excluir las Llanos, no tiene to- davia la población relativa del Teneseo y que esta misma provincia, excluyendo de ella los Llanos, ofrece en su parte septentrional en mas de 1 800 Valencia 1860; en la Guipúzcoa 2009: pero no teniendo mas que Sa leg. cuad. , debe ser excluida según los princi- pios que he adoptado en este género de observaciones. La Galicia tiene una población absoluta de s, 400,000, y el reino de Valencia, que solo tiene la mitad de la área ó ex- teusion de la Galicia, cuenta 1,200,000 habitantes. fiSQ LIBRO IX. leg. cuad. la población relativa de la Carolina del Sur. Estas 1800 leguas cuadradas, centro de la industria agrícola , son dos veces mas habitadas que la Finlandia ; pero son aun de un tercio menos que la provincia de Cuenca, que es la mas despoblada de España. No puede uno de- tenerse en este resultado sin entregarse á senti- mientos penosos. Tal es el estado en que la po- lítica colonial y la sin razón de la administración pública han puesto hace tres siglos á un pais, cuyas riquezas naturales rivalizan con todo lo que hay de maravilloso sobre la tierra que, para hallar uno que sea igualmente desierto, es preciso dirijir sus miras hacia las regiones heladas del norte, ó al oeste de los montes Alleganis, hacia los bosques del Tenneseo en que los primeros roces ó cultivo no empezaron hasta hace siglo y medio. La parte mas cultivada de la provincia de Ca- racas, la extensión del lago de Valencia, llamado vulgarmente los valles de Aragua ' contaban en 1810 cerca de 2,000 por legua cuadrada; luego ^ Estos valles tienen solo 3o leg. cuad. de superficie. CAPÍTULO XXVI. 287 suponiendo solo una población relativa cuatro veces mas pequeña y descontado de la superficie de la Capitanía general cerca de 24,000 leg. cuad. como ocupadas por los Llanos y por los bos- ques de la Guayana , que ofrecen grandes obstá- culos á los trabajos agrícolas , se obtendrían también , por las 9,700 leg. cuad. restantes, una población de 6,000,000. Los que, como yo, han vivido largo tiempo bajo el hermoso cielo de los trópicos no encontrarán nada de exagerado en estos cálculos ; pues que, para la porción mas fácil de someter al cultivo, solo supongo yo una población relativa igual á la que existe en las intendencias de la Puebla y de Méjico » que están llenas de áridas montañas y se extienden hacia las costas del mar del Sur sobre regiones casi enteramente desiertas. Si los territorios de Cu- maná, Maracaibo, Barcelona, Caracas, Varinas y la Guayana tienen la felicidad de gozar algún » Estas dos intendencias tienen sin embargo enire sí 5,620 leg. cuad. de extensión, y una población relativa de 5o8 habitantes por legua cuadrada marina. 288 LIBRO IX. dia, como estados federados, buenas instituciones provinciales y municipales , no se precisará siglo y medio para que tengan seis millones de habi- tantes. Aun con nueve millones no tendrá toda- vía Venezuela ó la parte oriental de la república de Colombia una población mas considerable que la Vieja-España ¿ y como dudar que la parte de este pais mas fértil y mas fácil de cultivar; es decir, las 10,000 leg. cuad. que quedan, descon- tando las sábanas ó Llanos^ y los casi impene- trables bosques entre el Orinoco y Casiquiare no puedan, bajo el hermoso cielo de los trópicos, mentener tantos habitantes como 10,000 leg. cuad. de Extremadura, de las Castillas y otras provincias llanas de España? Estas predicciones nada tienen de aventuradas en tanto que se fun- dan sobre analogías físicas, y en las fuerzas pro- ductivas del suelo ; pero para abandonarse en- teramente á la feliz esperanza de que se vean cumplidas, es preciso poder contar con otro elemento menos fácil de sujetar al cálculo, que es esta prudencia y sabiduría de los pueblos que calma las pasiones odiosas, ahoga el germen de CAVÍTULO xxvr. 28c) la discordia civil y da consistencia á instituciones libres y fuertes. Pi'Oducciones. Cuando se abraza de un golpe de vista el suelo de Veneziiela y de la Nueva- Granada se ve que ningún otro pais de la Amé- rica española proporciona al comercio tal va- riedad y tal riqueza de producciones del reino vegetal. Añadiendo las cosechas de la provincia de Caracas á las de Guayaquil se encuentra que la república de Colombia ofrece por sí sola todo el cacao que actualmente necesita la Europa; v esta misma unión de Venezuela con la Nueva- Granada ha puesto en las manos de un solo pueblo la mayor parte de la quina que exporta el Nuevo-Continente. Las templadas montañas de Mérida, Santa-Fé, Popayan, Quito y Loja producen las mas hermosas calidades de corteza febrífuga que se conocen liasla ahora. Podría yo aumentar las listas de estas preciosas produc- ciones con el café y el añil de Caracas , tan cé lebres hace largo tiempo , en el comercio , con el azúcar , algodón ^ harinas de Bogotá , la ipe-' 290 LIBRO IX. cacuana de las orillas de la Magdalena , el tabaco de Varinas , el cortex angosturcB de Caroni , el bálsamo de las llanuras de Tolú , los cueros y carnes secas de los Llanos ; las perlas de Panamá, del rio Hacha y de la Margarita y últimamente con el oro de Popayan y la Platina que se en- cuentran en abundancia en Choco y Barbacoas; pero según el plan que me he propuesto debo ceñirme á la antigua Capitanía general de Ca- racas. Como en los capítulos precedentes he tra- tado de cada cultivo ó producción en particular, solo me queda ahora que recordar aquí, bien que sucintamente, los datos estadísticos que se refieren á la época pacífica que ha precedido inmediatamente á las agitaciones políticas de aquel pais. Cacao. Producción total 193,000 fanegas á 1 10 libras españolas, de las cuales exporta Ve- nezuela (inclusa la via del comercio ilícito) 145,000 fanegas. Valor total 5 millones de pesos fuertes : número de árboles en 1814 cerca de 1 6 millones. Es el cacao lo que ha dado en otro tiempo mas celeridad á esta parte de Tierra- eAPiTUio XX TI. 291 Firme : su cultivo disminuye á medida que au- mentan los del café , del algodón y del azúcar, y marcha del oeste al este. No solamente es el cacao importante como objeto de comercio ex- terior sino también como alimento del pueblo. La consumación interior aumentará por conse- cuencia con la población; y es preciso esperar que los propietarios de los cacahuales encontra- rán bien pronto nuevos fomentos en el progreso de la prosperidad nacional. El cacao de las pro- vincias de Caracas, Barcelona y Gumaná, cuyas mas célebres calidades son las de Uriticú (cerca de San Sebastian) , de Capíricual y de S. Boni- facio, es muy superior al de Guayaquil; y solo cede al de Soconusco y de Gualan, cerca de olmos , que apenas entra en el comercio de Eu- ropa. Café. Las pequeñas mesetas de 260 á 4^0 toesas de altura que con frecuencia ofrecen las provincias de Caracas y de Cumaná (en las cor- dilleras del litoral y de Caripe) proporcionan parages templados y sumamente favorables á este cultivo. Cuando en 181a la producción no 2Q2 LIBRO IX. contaba aiin mas que 28 años , subia ya á 60,000 quintales sobre el consumo del café en Europa. algodón. El de los valles de Aragua , Mara- caibo y golfo de Cariaco es de excelente calidad; pero la exportación media no era hasta 1 809 sino de 2 millones -^ de libras. Azúcar. En el principio de este siglo se en- contraban hermosas plantaciones en los valles de Aragua y del Tui, cerca de Guatire y del Cau- rimare , pero la exportación era casi nula. En el curso de esta obra he fijado con frecuencia la atención del lector sobre la preponderancia que el cultivo de las producciones coloniales en el continente de la América Española va adquirir progresivamente sobre el de las islas Antillas de poca extensión. Añil. Este cultivo sumamente importante de 1787 á 1898 ha disminuido mucho mas que el del cacao y solo se sostiene ventajosamente en la provincia de Varinas (por ejemplo entre Mija- gualo y Yega de flores ) y en las orillas del Ta- chira. El valor del añil de Caracas montaba en capítulo XXVI. agí) tiempos mas felices á 1,200,000 pesos fuertes. Era en la Guayra en 1794 de 900,000 libras, y en 1809 de 7,000 zurrones. Tabaco. El de Venezuela no solamente es muy superior al de Virginia, sino que solo cede en calidad al de la isla de Cuba y del Rio Negro. El establecimiento de la renta real en 1777 ha im- pedido el desenvolvimiento de este ramo, que pudiera ser de tanta importancia para el comercio de Varinas , de los valles de Aragua y de Cuma- nacoa. El producto total de la venta del tabaco al principio del siglo 19 era de 600,000 pesos fuertes. Cuando el rey de España declaró, bajo el ministerio de Don Diego Gardoqui , por su real cédula de 3i de septiembre de 179Í2, que consentirla á librar al pais del estanco , se pro- puso substituirle por una capitación general , el monopolio de la fabricación de aguardientes de caña u otros impuestos no menos vejatorios. Estos proyectos se frustraron y el estanco del tabaco continuó. Cereales. Según las nociones de localidades 294 LIBRO IX. muy vagas y muy imperfectas , se trata de buscar frecuentemente contrastes entre las partes orien- tales y occidentales de Colombia, y se asegura que Nueva-Granada es un pais de minas y de trigo y Venezuela lo es de producciones coloniales. Ha- ciendo estas distinciones algo arbitrarias, no se considera en Nueva-Granada sino la tierra fría y templada es decir las comarcas, cuya tempera- tura media « del año es de 1 3" y 1 8", 5 centeci- * Entre 8oo y i6oo toesas de altura sobre el nivel del mar. Puede ser seguramente sorprendente que en la Amé- rica equinoccial , se llame pais frió á regiones cuya tempe- ratura del año es superior á la de Milán y de Montpellier; pero debe tenerse presente que en estas dos ciudades, la temperatura media de los veranos es de aa", 8, y 24% 3; al paso que en Quito, por ejemplo, los dias están general- mente todo el año en i5°, 6, y 19", 3, y las noches entre 9" y 11. El calor ne pasa jamas alli aa°; y el frió + 6° ter- mómetro centígrado. Las tierras frías en la altura de Santa Fé (iS^S toesas), y de Quito (1492 t.), tienen durante todo el aúo, la temperatura del mes de mayo en Paris. Como la repartición del calor entre las diversas partes del año es tan diferente bajo la zona tórrida y b.ijo la zona templada, es mucho mas seguro, para dar una idea exacta del clima cArÍTULO XXVI. agS males ( las grandes mesetas montañosas de Quito, Los Pastos , Bogotá , Tunja , Velez y Leiva) , y se olvidan de que toda la parte septentrional y oc- cidental de la Nueva-Granada es un país bajo y húmedo que goza de una temperatura media de 26" á 28", y por consiguiente apta al cultivo de las producciones que se ha convenido en Europa llamar exclusivamente producciones coloniales. Venezuela (yo designo siempre bajo este nombre « de un lugar situado en la ÍDinediacion del ecuador, el com» parar esle clima con la temperatura de un solo mes de la región templada de la Europa. » Bajo este sentido se han servido también de la palabra Venezuela en la instalación del congreso en Angostura, el i5 de febrero de 1819, por la cual se reunieron los dipu- tados de Caracas, de Barcelona, de Cumaná, de Varinas y de la Guayana. Los mapas de la Cruz y de López dan como sinónimas las palabras : provincias de Caracas y de Vene- zuela. El capitán general residente en Caracas y goberna- dor del pais que comprende desde las bocas del Orinoco hasta el Rio Tachira, se llamaba capitán general de la pro- vincia de Venezuela y ciudad de Caracas. M. Depons, en su estadistica, distingue la Capitanía general de Caracas del ¡¿q6 libro IX, la antigua capitania general de Caracas) tiene también climas frios y templados y es un país de bananas y de trigo. Los cereales de Europa se cultivan ya en la montañas de Mérida y Trujillo (en la Punta y cerca de Santa Ana, al sud de Carachi) , en los valles de Aragua, cerca de la Victoria y de San Mateo y en el pais algo mon- gobierno de Venezuela que, según él, solo comprende la provincia de Caracas. La república de Venezuela , fundada el 1 1 de julio 1811 y restaurada el 16 de agosto de 181 3, fué unida á la república de Cundinamarca el 17 de de- cieuibre de 1819 bajo el nombre de Colombia y después de esta reunión , el nombre de Venezuela «e ha limitado de nuevo y'oficialmente en febrero de 1812 á un departamento ó distrito que comprende las provincias de Caracas y de Va- rinas. En medio de estas fluctuaciones hay peligro en con- fundir un pais dos veces mayor que la España, con otro que no es tan grande como el estado de Virginia, si no se de- termina con precisión el verdadero sentido con que se em- plea la palabra Venezuela. Mirando esta palabra como idén- tica coa la de Capitania general de Caracas , se obtiene un nombre colectivo para toda la parte oriental de Co- lombia, y se dirá Venezuela como se dice Méjico, Chile c Péru. capítulo xxví. 297 lañoso entre Tocuyo, Quibor y Barquesimeto , que forma la punta del arrastradero entre los afluentes ó desaguaderos del Apure ó del Orinoco y los del mar de las Antillas. En muchos de estos lugares (hecho bien digno de atención) está cul- tivado el trigo en alturas que no exceden de 270 á 3oo toesas sobre el nivel del mar, en medio de plantíos de árboles de café y cañas de azúcar, en sitios cuya temperatura media del año es al menos de 25". En la región equinoccial de Méjico y de la Nueva-Granada no se crian ó no producen abundantemente nuestros cereales sino á una al- tura en que su cultivo cesa» en Europa por los 42" y 4^° de latitud : pero en Venezuela y en la isla de Cuba por el contrario, el limite inferior del trigo h^]ai, del modo mas inesperado, hacia las ardientes llanuras de las costas. La produc- * A 900 y 1100 toesas de altura se ven desaparecer los campos de trigo y centeno en los Alpes marítimos y en Pro- venza. Véanse las experiencias sobre la temperatura que re- quieren las plantas cultivadas en mi obra de Distributiono geográfica plantarum, 1817, pag. 161. HgS LIBRO IX. cion d e los cereales de Venezuela es poco impor- tante Ihasta ahora; pues que en Barquesimeto y en la Tictoria no pasa de 12,000 quintales por afio ; y como estos mismos sitios , generalmente poco elevados , son también á proposito para el cultivo de la caña de azúcar, del café y del al- godón, no ha podido el del trigo tomar un au- mento considerable. La provincia de Caracas no es por otra parte la sola que ofrezca en Venezuela regiones ó tierras de climas templados en que el termómetro cen- tígrado baje de noche de 16° á 14° y 3un á 12° 5'. La provincia de Cumaná tiene también su parte montuosa que aunque poco visitada hasta este dia, podra llegar á ser bastante importante para algunos nuevos ramos de la agricultura equi- noccial. Como yo he corrido, con el barómetro en la mano, una gran parte de Venezuela, creo deber indicar aquí, bien que sucintamente, los parages que merecen el nombre de tierras tem- pladas » , muchas de las cuales , aunque muy • Debo hacer présenle aquí que, adoptando las denomi- CAPÍTULO XXVI. ' 299 propias para la producción de los cereales, son demasiado frias para el cultivo del café. Te- niendo esta enumeración un objeto puramente agrícola, nos limitaremos solamente á los altos valles ó mesetas de una extensión bastante con- siderable. El Páramo de Mucuchies que perte- nece á la Sierra Nevada de Mérida, la Silla de Caracas, en las Cordilleras del litoral, y el Duida, en las misiones del Alto-Orinoco, tienen 2,100, 1,340 y 1,280 toesas de elevación; pero estas montañas apenas ofrecen en sus faldas sitios sus- ceptibles de labor. Le mismo sucede en toda la hilera de altas montañas de caliza secundaria, de micaesquita, y de granito-gneiss que se ex- tiende á lo largo de la costa de Venezuela desde el cabo Paria hasta el lago de Maracaibo. Esta cadena costera no tiene masa bastante para ofre- naciones vagas de tierras calientes, templadas y frias, fijo las primeras entre las costas y 3oo toesas; las segundas entre 3oo y 1100, y las terceras entre 1100 y 2460. El último número, que es el del limite de las nieves perpetuas en la región equinoccial , indica el término de la vida vegetal. ^OO LIBRO IX. cer, á su espalda, de estas llanuras extensas que en Quito y Méjico reúnen todas las culturas de Europa. Los terrenos de climas templados (por consiguiente de mas de 3oq toesas) que ofrece la antigua Capilania general de Caracas son : i" la parte montañosa de las misiones Chaimas en la Nueva- Andalucía ; á saber el Cerro del imposible ( 297 toes. ) , los llanos del Cocollar y del Tumiriquiri (400-700) , los valles de Caripe (4i2 t. ) y el de la Guardia de S. Au- gustin (555 t. ) ; 2° las faldas del Bergantin entre Cumaná y Barcelona, cuya altura, poco exacta- mente conocida, parece exceder de 800 toesas; 5* la pequeña meseta ó llanura de la Venta grande entre la Guaira y Caracas (765 t. ) ; 4° el valle de Caracas (4^0 t. ) ; 5** el pais montuoso é inculto entre Antimano y la Hacienda del Tuy, ó el Higuerote y las cocuizas que se elevan casi á 85o toesas de alturas ; 6° las mesetas ó llanuras graníticas 'de Yusma (520 t. ) del Guacimo, de Guiripa, de Ocumare, y de Panaquire entre los Llanos y la cadena meridional de las montañas del litoral de Venezuela ; 7* la punta del arras- CAPÍTULO XXVI. 3ol tfadero entre los desaguaderos del mar de las Antillas y el Apure, ó el grupo de mesetas y colinas de 35o á 55o toesas , que une la cadena del litoral á la Sierra de Mérida y de Trujillo; á saber, la Montaña de Santa Maria, al oeste de Torito ; el Picacho de Nirgua, el Altar y las inmediaciones del Quibor, de Barquesimeto y del Tocuyo ; 8° la llanura ó meseta de Trujillo ( de mas de 4^0 t. ) y las tierras frías de los^ Páramos de las Rosas, de Boconó y de Niquitao; entre el nacimiento de los rios Motatan, Por- tuguesa y Guanure ; 9° todo el terreno montuoso que rodea la Sierra-Nevada de Mérida entre Pedraza, Lavellaca, Santo Domingo, Mucuchies, el Páramo de los Conejos, Bayladores y la Grita ( 700-1600 t. ); 10" tal vez algunos sitios de la Cordillera de la Parima que separa el Orinoco del Amazona , por ejemplo el grupo de montañas graníticas del Sipapo y de la Sierra Maraguaca. Como no he visitado con M. Bonpland la región fria de la provincia de Varinas , las faldas de la Sierra Nevada de Mérida y los Páramos al norte de Trujillo que, según la analogía de las obser- 002 LIBRO IX. vaciones que he hecho en los Andes de Pasta y de Quito, deben tener 1,700 y 2,100 toesas de elevación, no puedo juzgar de la extensión de los valles y de las mesetas que las regiones occiden- tales del Venezuela presentarán un dia al cultivo de nuestros cereales de Europa. No es como lo hemos ya hecho observar, el conocimiento de la altura absoluta de los picos, lo que puede alúmbranos sobre problemas de agricultura. Cuando, en Venezuela, los sitos, sometidos á la influencia bienhechora de un clima frió ó tem- plado, ofrecen faldas demasiado quebradas para ser labradas fácilmente, el precio de las harinas indígenas sube demasiado para rivalizar con las harinas de los Estados-Unidos de Méjico y de Cundinamarca, Así como en nuestro Mediterrá- neo , la Italia y la Grecia han sacado largo tiempo sus trigos de las costas opuestas de la Mauritania y del Egipto, asi también en el Mediterráneo de las Antillas, Venezuela y el litoral de la Nueva- Granada reciben hoy dia sus provisiones de ha- rinas de las costas opuestas de los Estados- Unidos. Don Manuel Torres valúa en una carta CAPITULO XXVI. 3o5 oficial dirijicla al secretario de Estado ;á Was- hington, la exportación de las harinas; de la América septentrional para Colombia á 20,000 barriles por año [Message from the Prest dent of the United States,, 1822, p. 4^)- En un estado de comercio libre , los progresos inmensos del arte de la navegación exponen las culturas indí- genas á concurrencias peligrosas con los paises mas lejanos. Los campos de la Crimea pnovéen de harinas á los mercados de Liornia y de Mar- sella : y los de los Estados-Unidos abastecen á la Europa : la meseta de Méjico, en tiempo de escasez, enviará las suyas á España á Portugal y á Inglaterra. Estando puestas en contacto unas regiones que apenas producen el 6° ó el 7°, cC'n otras que dan el 20° ó el 25" grano se complica el problema de utilidad de un cultivo por lo;s efectos variables de la fertilidad del terreno y del precio de jornales. La parte occidental de; Colombia (la Nueva-Granada) tendrá siempre,, por la masa de sus montañas y la extensión de sus mesetas, grandes ventajas con respeto á la producción de los cereales, sobre la parte oriental '3o4 LIBRO IX. de Colombia (Venezuela) ; de suerte que la con- currencia de las harinas del Socorro y de Bogotá que bajan por el Meta será temible para las re- giones situadas al norte del Orinoco. En donde las regiones templadas están son inmediatas á las calidas, entre 3oo y 5oo toesas de altura (como en los sitios templados de las provincias de Cumaná y de Caracas) los cultivos del azúcar, del café y de los cereales son á un tiempo posi- bles, y la experiencia prueba generalmente que prefieran las dos primeras como mas lucrativas. Quinquina. El Cuspare ó Cortex Angostura; de Carony, falsamente llamado quina del Ori- noco que se ha hecho célebre por la industria de los frailes Capuchinos-Catalanes, no es una ru- biácea como la Chinchona, pero sí una planta de la familia de las Diosmeas ó Rutáceas. Este pe- cioso vegetal no ha sido extraído hasta ahora sino de la Guayana española, aunque se halla también en Cayena. Ignoramos todavía á que género per- tenece el Cuspa ó quina de Cumaná j, pero sus propiedades eminentemente febrífugas podrán hacer de él un objeto de comercio importante- CAViTLLO XXVI. 5ob Hermosas especies de quina verdadera ( Cincho- i>ae , corollis hirsutis ) , comunes en la Nueva Granada han sido descubiertas en la parte occi- dental de Venezuela. La corteza febrífuga de la quina [buenas (juinas ó cascarillas), se coje so- bre una y otra falda de la Sierra Nevada de He- rida , en el camino de Varinas viejas al Páramo de Mucuchies, llamado camino de los Callejones, un poco mas arriba de la barranco de Lavellaca, asi como entre Viscucuy y la ciudad de Mérida r. Estas son hasta ahora, de entre todas las verda- deras quinas (Cichonse), las que se han encon- trado mas al este de la América meridional. No se conoce todavía especie alguna de Cinchona,, ni siquiera del genero vecino Exostema , en las montañas de la Silla de Caracas donde vegetan los Befaria, Aralia, Thibaulia y otros arbustos alpinos de las Cordilleras de la Nueva-Granada, ni en las montañas del Tumiriquiri , de Caripe y de la Guayana francesa -. Esta ausencia total de * Itinerarios manuscritos del señor Palacio Fajardo. * El pretendido chicona brasilense del herbario de Villoe- iT. ao 3o6 UBRO IX. los géneros Cinchona y Exostema sobre la meseta de Méjico y en las regiones orientales de la Amé- rica del Sur, al norte del ecuador (sí es verdad que es tan absoluta como lo que parece hasta hoy dia) sorprende tanto mas, cuanto que las islas An- tillas no faltan de quinas con corolas lisas y con estambres salientes. En el hemisferio austral, las partes templadas del Brasil tampoco han ofre- cido hasta ahora , á los botánicos viageros , sino muy pocas especies de verdadero Cinchona , gé- nero que su fruto se separa muy distintamente de los Macrocnemum. íSegun el hermoso descu- brimiento de M. Agustín de Saint-Hilaire , el Cinchona ferrugíneo se encuentra en las regiones templadas de la Capitanía de Minas-Geraes donde le emplean bajo la denominación de quina da Serra. Concluyendo esta noticia de las producciones vegetales de Venezuela , susceptibles de hacerse now, que tiene cálices tan largos como las corolas y vege- tan en las cálidas regiones del Gran Para, no es quizá sino un Machaonia. capítulo XXVI. 3o7 un día objetos de comercio, citaré todavía sucin- tamente el Cuasia -Simaruba del valle de Rio Caura; la Uñona febrífuga de Maypures conocida bajo el nombre de fruta del Burro ; la Zarra ó zar- zaparrilla de Rio Negro; el aceite del cocotero, árbol que puede mirarse como el olivo de la provincia de Cumaná ; las almendras aceitosas del Juvia (Bertholletia) ; las resinas y las gomas preciosas del Alto-Orinoco [Maní y Carafía); el caoutchouc, parecido al de Cayena ó subterrá- neo (dapiche); los aromas de la Guayana, como la haba de Tonga ó fruta del Coumarouma; el Pucheri ( Laurus Pichurim ) ; el Yarinacu ó la falsa canela (L. cinnamamoides), la vainilla de Turiamo y de las grandes Cataratas del Orinoco ; las hermosas substancias colóranles que los in- dios del Casiquiare reducen á pasta (Chica 6 Puruma) ; el bresilete ; la sangre de dragón j el aceite de María; las higueras de Indias que crian la cochinilla de Carora; la preciosa madera para la ebanisteria, como la caoba, el cedro, el Sic- kingia Erxthroxylon ( Aguatire rojo) etc. ; la soberbia madera de construcción de la familia 3o8 LIBUO IX. de los Lauríneos y de los Amyris ; los cordages del palmero Chiqíiichiqui tan notables por su ligereza. Hemos expuesto mas arriba , que en Vene- zuela, por una disposición enteramente parti- cular de los terrenos, las tres zonas de la vida agrícola , de la vida pastoral , y de la vida de los pueblos cazadores se suceden, del norte al sur de las costas hacia el ecuador. Adelantándose en esta dirección se atraviesan , por decirlo así , en el espacio, las diversas estaciones que el género humano ha andado en la seguida de los siglos caminando hacia el cultivo y echando los fun- damentos de la sociedad civil. La región litoral es el centro de la industria agrícola ; la de los llanos solo sirve para los pastos de los animales que la Europa ha dado á la América y que viven en ellos en un estado medio salvajes. Cada una de estas regiones tiene 7000 ú 8000 leguas cua- dradas; mas al sur, entre el delta del Orinoco, el Casiquiare y el Rio Negro, se propaga una vasta extensión de terreno, grande como la Fran- cia y habitada por pueblos cazadores , hórrida CAPITULO XlíVI. 009 sylvis paludibus foera. Las producciones del reino vegetal que acabamos de enumerar pertenecen á las zonas extremas; las sábanas ó llanos inter- mediarios en que se han introducido desde i548 los muchos caballos y bueyes, mantienen algu- nos millones de estos animales. Durante mi viaje la exportación anual de Venezuela, para solo las islas Antillas subia á 3o, 000 muías, 174,000 cue- ros de buey et 1 4o, 000 arobas (de 25 libras) de tasajo ^ ó carne seca y poco salada. No es por el progreso de la agricultura , ni por la invasión progresiva de los terrenos de pastos, sino mas bien por los desórdenes de toda clase y por la falta de seguridad en las propiedades, que los hatos han disminuido tan sensiblemente desde veinte ' La carne del lomo es corlada en lonchas delgadas. Un buey ó vaca adulta de un peso de aS arobas, solo da4ó 5 aro- bas de tasajo ó taso. Solo el puerto de Barcelona exportó, en 1792, para la isla de Cuba, 9^,017 arrobas. El precio medio es de 14 de reales de plata, y varia de 10 á 18 (el peso fuerte contiene 8 reales de plata). El señor de Urqui- naona evalúa en cuanto al año 1809, la exportación total de Venezuela á aoo,ooo arobas de tasajo. .^lO LIBhO IX. años á estaparte. La impunidad del robo deles cue- ros y el cúmulo de los vagabundos en las sábanas han sido el preludio de esta destrucción del gana- do, que las necesidades sucesivas de los ejércitos y los estragos que son inevitables en las guerras ci- TÍles, han aumentado de una manera horrorosa. El número de las cabras, de las que exportan el cuero, es muy considerable en la Margarita , en Araya y en Coro ; las ovejas no abundan sino entre Carora y Tocuyo. Como el consumo de la carne es inmenso en este país, la disminución del ganado influye mas que en cualquier otra parte sobre el bien estar de los habitantes. La ciudad de Caracas, cuya población estaba, en mi tiempo r? de la de París, consumia mas de la mitad de carne de buey de la que se consume anualmente en la capital de Francia. ' i El cuadro siguiente prueba cuan grandes son los consu- mos de carne en la» ciudades de la América del Sur inme- diatas á los Llanos : Ciudades. Aáoíí Población. Bueyes. Caracas 1799 . . . 45jOOO . . . 4o»ooo Nueva Barcelona.. 1800 . . . 16,000 • • • 11,000 CAPÍTULO XXVI. 5 I 1 Podría añadir á las producciones de los reinos vegetal y animal de Venezuela , la enumeración de los sitios de minerales, cuyo laboreo es digno de fijar la atención del gobierno; pero habiendo sido dedicado desde mi niñez á las obras practi- car de las minas, cuya dirección me habia sido con- fiada, yo sé cuan vagos é inciertos son los juicios que se hacen sobre la riqueza metálica de una co- marca según el simple aspecto de las rocas y el de Porto Cabello. . . i8oo . . . 9jOOo . . . 7,5oo (París i8ig . . . 714*000 . . . 70,800) En Méjico, cuya población es cuatro ó cinco veces mas pequeña que la de París, el consumo no excede de i6,5oo bueyes ni parece por consecuencia mucho mas grande que París; pero no debe olvidai-se i* que Méjico está situado sobre una altura cultivada en cereales y distante de los pastos ; 2° que esta ciudad cuenta entre sus habitantes casi ^ de indios bronceados que comen muy poca carne; y 3" que el consumo de Méjico, en carneros y puercos es de 373,000 y 3o, 000 cuando en Paris, á pesar de la enorme diferencia de población, solo ha sido en 1809, de 029,000 y de 63,000. Féase mi ensayo político sobre la Nueva España, «> 1 2 LIBRO IX. las venas en sus allanamientos. No se puede decidir sobre la utilidad de los trabajos, sino después de unos ensayos bien dirijidos por medio de pozos y de galenas : todas las investigaciones de esta clase que se han hecho bajo la dominación de la metrópoli , dejan la cuestión enteramente inde- cisa, y es con una ligereza muy vituperable que han esparcido hace poco en Europa las ideas mas ponderadas sobre las riquezas de las minas de Caracas. La denominación común de Colom- bia, dada á Venezuela y á la Nueva-Granada, ha sin duda contribuido á facilitar estas ilusiones. No puede ponerse en duda que las lavaduras de la Nueva-Granada han dado en los últimos años de tranquilidad pública, mas de 18,000 marcos de oro; que el Choco y Barbacoas ofrecen abun- dantemente la platina ; el valle de Santa Rosa en la provincia de Antioquia, los Andes de Quindiu y de Guazum, cerca de Cuenca, mercurio sul- furado; la meseta de Bagota (cerca de Zipacuira tom. I, p. 199. Noticias estadisticas sobre la ciudad de Pa- rts, por el señor conde de Ckabrol , iSaS, estado 72. CAl'ÍTULO XXVI. 0 1v> y de Canoas) el sal gema y la ulla; pero en ía misma Nueva-Granada, los verdaderos trabajos subterráneos sobre venas argentíferas y oríferas han sido hasta ahora muy raros. Estoy lejos de querer desanimar á los minadores de estos paises ; solo pienso que , para probar al anti- guo mundo la importancia política del Vene- zuela, cuya prodigiosa riqueza territorial está fundada sobre la agricultura y los productos de la vida pastoril, no es menester presentar, como realidades ó como conquistas de la industria, lo que no está fundado todavía, sino sobre es- peranzas y probabilidades mas ó menos incier- tas. La república de Colombia posee también sobre sus costas, en la isla de la Margarita, al rio Hacha, y en el golfo de Panamá pesquerías de perlas antiguamente célebres : sin embargo , en el estado actual de cosas, estas perlas son un objeto tanto insignificante, como la exporta- ción de los metales de Venezuela. No puede ponerse en duda la existencia de venas metá- licas sobre varias puntos de la cordilleras del litoral. Minas de oro y de plata han 'sido tra- 3^4 LIBRO IX. bajadas al principio de la conquista, en Buria, cer- ca de la ciudad de Barquesimeto, en la provincia de los Mariches, en Barata al sur de Caracas y en el Real de Santa Bárbara, cerca de la villa de Cura. Granos de oro se hallan en todo el terreno mon- tañoso entre el Rio Yaracui, la villa de San Felipe y INirgua , asi como entre Guigue y los Morros de San Juan. Durante el largo viage que hemos hecho M. Bonpland y yo, en el terreno de gra- nito-gneiss que corre el Orinoco , nada hemos visto que pueda fortalecer la antigua creencia de la riqueza metálica de esta región ; muchos in- dicios históricos hacen shr embargo casi cierta la existencia de dos grupos de terrenos oriferos , uno entre el nacimiento del Rio- Negro, del Vapes, y del Iquiare, y otro entre el del Es- quibo, del Caroni y del Rupunuri. Me atrevo á lisonjearme que si el gobierno de Venezuela quiere ocuparse de un examen profundizado de los principales sitios metálicos de su suelo, las personas encargadas de este trabajo encontrarán en esta obra nociones geognósticas que podrán serles de algún socorro porque están fundadas CAPÍTULO XXVI. 3l5 en un conocimiento circunstanciado de las lo- calidades. Hasta este dia no hay actividad en Venezuela sino un solo laboreo, el de Aroa. Que- daban en 1800 cerca de i5oo quintales de cobre de excelente calidad. Las rocas del Grunstein de las montañas de transición deTucutunemo (entre villa de Cura y Parapara ) contienen vetas de ma- laquita y de Pyrites cobrizo. Indicios de hierro sea ó creado , sea magnético de la cadena del litoral, el alumbre nativo de Chuparipari, la sal de Araya, el Caulin de la Silla, el Jave del Alto-Orinoco , el petróleo del Buen-Pastor, y el azufre de la parte oriental de la Nuevo Andalucía, merecen igualmente el interés de la administa- cion. Es fácil contestar la existencia de algunas sub- stancias minerales que presenten la esperanza de un laboreo lucrativo , pero es preciso mucha cir- Gonspeecion para decidir si la abundancia de los minerales y la facilidad de obtenerlos sufragan ó son bastantes para cubrir ios gastos. » Aun en la ^ En 1800, la maiiocleobradeunjorQalerOjó sea peón, que 3i6 iiBuo IX. parte oriental del sur de la América del Sur el oro y la plata se encuentran tan abundantemente diseminados que el geólogo europeo se queda pasmado; pero esta diseminación, estas vetas que se dividen y se estrechan , estos metales que solo aparecen por pequeños montones en forma de ríñones, hacen el laboreo muy costoso. El ejemplo de Méjico prueba por otra parte que el interés que se da á los trabajos de las minas no daña al cultivo agrícola , y que estos dos géneros de industriapueden excitarse simultanamente. La inutilidad de los ensayos intentados bajo la in- trabajaba la tierra, costaba en la provincia de Caracas tres reales vellón y la comida. Un hombre que , en los montes de la costa de Paria cortaba madera de construcción, era pagado en Cumaná de g á lo reales vellón cada dia sin la comida, ün carpintero ganaba diariamente en la Nueva- Andalucía de 30 á 24 reales vellón. Tres tortas de casava , que es el pan del pais, y que cada una tiene 2 1 pulgadas de diámetro, 1 7 línea de grueso y 3| libras de peso, costaban en Caracas un medio real de plata. Un hombre adulto no come diariamente mas que una de estas tortas, algunas ba- nanas, carne seca ó tasajo y papelón ó azúcar bruta. CAPÍTULO XXVI. 517 tendencia de Don José Avalo debe solo atribuirse á las personas empleadas por el gobierno español, que tomaban con gravedad la mica y la anfibolia por substancias metálicas. Si el gobierno tiene la constancia de hacer examinar la antigua capi- tanía general de Caracas durante una larga serie de años , y es bastante dichoso para escojer hombres tan distinguidos y beneméritos como los S'"Bussingault y Rivero, que establecen en este momento una escuela de minas en Bogotá y que á los conocimientos profundos en geognosia y química reúnen la práctica de los laboreos, deben esperarse los mas satisfactorios resultados. Comercio de renta pública. — La descripción que acabamos de dar de las producciones de Ve- nezuela y del desenvolvimiento de sus costas basta para hacer conocer la importancia de esta rica comarca. Aun en medio de las trabas del sistema colonial , el valor de la exportación de los productos de la agricultura y de las lavaduras de oro se elevaba en los paises, que actualmente están reunidos bajo la denominación de Repú- 5l8 LIBRO IX. blica de Colombia , á 1 1 ó i a millones de duros. La exportación de sola la capitanía general de Caracas , desprovista de metales preciosos que son el objeto de un laboreo regular, era (incluso el valor de ilícito comercio) al principio del siglo 19, de 5 á 6 millones de pesos fuertes. Cumaná, Barcelona, la Guayra, Puertocabello y Maracaibo son los puertos mas importantes de la costa; los que se encuentran mas situados al este tienen la ventaja de una comunicación mas fácil con las islas Yirgenes, la Guadalupe, la Martinica y San Vicente. La Angostura, cuyo verdadero nombre es Santo Tomé de la Nueva-Guayana , puede ser considerado como el puerto de la rica provincia de Varinas. El majestuoso, rio sobre cuyas orillas esta edificada la ciudad , ofrece por sus comunicaciones con el Apure , el Meta y el Rio-Negro, las mayores ventajas al comercio de Europa. Si se quiere formar una idea justa de la impor- tancia de Venezuela, bajo el concepto déla ex- portación y del consumo de las producciones del antiguo mundo, es preciso remontar á una época cAi'ÍTi'Lo xxyi. ó\g de paz exterior , que precede de 12 á 1 5 años á la revolución de la América Española; época en que el comercio de la Guayra estaba en su mayor esplendor. Hé aquí los resultados oficiales de los registros de la aduana que dan algunas luces sobre el estado comercial de estas regiones , y que no han sido publicados por los S'"Depons y Dauxion-Lavaysse, en sus viages á Tierra'jT'rme y d la isla de la Trinidad. I. Comercio de la Guayra en 1789. Importación valor i,525,go5 pesos fuertes, de los cuales los derechos importaron. . . i6o,5o4pí'- Exportación .... 2,352 .... 167,458 A. Importación : Efectos españoles 777,555 Id. extrangeros. . 748,35o B. Exportación: Oro y plata acuñados .... 103,177 Producciones 2,128,856 Entre los cuales: Algodón 1 70,427 ''■'"• Añil 718,295 Tabaco -joajiSa '^¿O LII5P,(i 1a. Cacao Café Cueros Píeles de gamo. ...... Tafiletes, ó cordobanes. . . io3,855'''°^s-^' 25,57 ii'''"'- 12,547 2,905 1,588 II. Comercio de la Guayra en 1792. Importación 3,5^3, 5i 1 Exportación valor 2,515,692 p- í- A. Importación de los puertos de América. . . 60,548 de España 1,855,278 de otras partes de Europa. . . 1,666,685 B. Exportación: Para España .... Para las colonias ex- trangeras. .... AÑÍL libras. ALGODÓN libras. CACAO íanegab. 100,592 CAFÉ libras. CUEROS piesas. 66y,82- IO,4o3 225,5o3 33,000 1 33,968 9,9^2 i5,332 70,896 686,229 2 58,5o3 100,592 148,900 86,228 — CAl'lTL'LO XXVI. v'>2 1 III. Comercio de la Guayra en 1794. A. Exportación: Para España . . . . Para las colonias ex- trangeras AÑIL ÁlGOBONi CACAO libras. libras. fanegas. 875,907 22,446 898,353 43 1, 658 III, i33 43i,658 111,133 CAFE libras. 3o7,o32 57,606 364,638 CUEROS piezas. 5,3o5 49,3oS 54,618 B. Importación : a Mercaderías y géneros. Españoles., Extrangeros de Europa 868,81a de los Estados-Unidos. 75,993 de las Antillas. . . . i5,4i5 1,11 1,709 p- f h Plata acuñada. 3,069,939 60 3» 129,929 lY. 522 LIBRO IX. (m ** o O Oí o W ta rt ts » • ^í}- ^JT fiS cfl M M ca & C ¿ M M u ■J CO fO en ^ 0 ce 0 en í^-l r^ 0 BS N *^ ;s t^ fC b) 2¿ ,1^ 0 M P U 0 'i t-^ 00 fO 3 » ^ A ^ ^ ^ -4 m ifí H ^^ ^^ 0 N 0 ^ •U • 0 «5 0 0 ki « 0 M >A «? ■< k4 fí" fT ^ V ;a CO 0 CO CO 0 írt 00 in en -^ u: c^ M ^ »n u -< u 1 0 »n 0 0 ' 00 * ín M i - 0 rt « qj w 0 Ul a 0 •4 .a tn fí" c^ ;a CO in «n ^a- >A irt pí o» 0 • fO M C75 CO kJ rS M M to o> «s cíi 00 c^ •< a 0 fí en , 0 0 .i na ■3 ^1 p 0 .s4 •13 3 s A CS S — IB te 0 V 0 n3 es 14 u b U C!0 ei (« «« Oh & 0. CAPÍTULO XXVI. 323 B. Importación : a de España, En productos nacionales 1,871,571 p- f- extrangeros 1,4295487 b de las colonias extrangeras de América »79jOoa Total de importación. . 3,48o,o6o Derechos de entrada 7 de salida pagados á la aduana 587,317 LIBRO IX. O) Os %> ^ es ce Sh O cu ■a ■iM^^Hi vas^Ksva^w O O O sa O o o m U o •^ P '5. u CS 00 co o -4 r-3 c-o w .i. ^ r^ O co -s * ^^ N u j-i ín" -0 ■^ •■^ 1 H M -^ OV ro » -a tm 04 »M cü O OO iñ_ -4 (-1 ró" * in cS u o ■ 3 ro i o m v^ tn CS B 4) ;5 t^ M fO co 1 1 u -4 o ^ o w ^ ^a- M L^ 1 o o 00 cr> 1 1 es es ^ l^ ^ i t o « - 5fc *» ^ O L^ L^ 1 1 U-i uo M 1 ■< 1 in o vT in E ^ cÁ 00 in CTi en c: L^ es co ai ^s ^ - cl o o -< c^ in 1» 1 • T3 ?» co Uní atill o 2 -< 'O a " paña. Esta coló déla «5 v> tñ te> ui ° ^ t 1 n 56 í< íL u b, u :j3 i h « rj « ;i- i, SU iflmiHHUI ■Pi T"' CAPÍTULO XS.VI. 525 A. Importación, valor a de España 98,388 p.f. b del extrangero : de los Estados-Unidos 76,668 de las Antillas 38c),844 Total de importación. . . 664,800 Derechos de entrada y de salida pagados á la aduana 242, 160 Comparando estosdatos,sacadosdelos registros déla aduanado laGuayra, con los que yo poseo de los puertos de España, se ve que, según las decla- raciones de los navios , ha entrado siempre me- nos cacao de Caracas en España que lo que se ha embarcado en este páis para la Guayra. La dis- minución de las importaciones y exportaciones en 1797, no indica una decadencia de la indus- tria hasta el momento de la revolución ' ; sino * Hé aquí las principales épocas de esta revolución. La Junta Suprema de Veneiuela que declaró mantener los de- 326 LIBRO IX. el efecto del renovamiento de la guerra maríti- ma, habiendo gozado hasta entonces la España rechos del rey Fernando VIP, y que desterró al capitán general y á los miembros de la Audiencia, se reunió en 19 de abril de 1810. El congreso que sucedió á la Junta su- prema el 2 de marzo de 1811 declaró la independencia de Venezuela en 5 de julio de 181 1. El congreso tuTO sus se- siones en Valencia, en los Valles de Aragua, en marzo de 1812. El temblor de tierra, que destruyó la mayor parle de la ciudad de Caracas el 26 de marzo de lo mismo año , hiso de nuéTO á los Españoles señores del pais, en agosto de 1812. El general Simón Bolirar Tolvió á apoderarse de Caracas y entró en ella yictorioso el 16 de agosto del año siguiente. Los realistas se hicieron dueños de Venezuela en julio iSi4y de Bogotá en junio de 1816. £n el mismo año el general Bolívar desembarcó en la isla de la Margarita, en Ca- rupanoyenOcumare.El segundo congreso de Venezuela fué instalado en la Angostura el i5 de febrero 1819. La ley fun- damental, que reunió Venezuela á laNueya-Granadabajo el nombre de República de Colombia, fué proclamada en 17 de diciembre del mismo año. El armisticio concluido entre los generales Bolívar y Morillo es de a5 de noviembre de i8ao; la constitución de la República de Colombia data del CAPÍTULO XXVI. 327 de una feliz neutralidad. Los estados de la adua- na que acabo de dar de los cuatro años de 1 ■789, 179ÍI, 1794 y *79^ ofrecen por la mediana de las importaciones de la Guayra , que es el puerto principal de Venezuela, 3,678,000 de pesos fuer- tes y por la de las exportaciones a,5 17,000 pe- sos fuertes. Si nos atenemos á solo los años de 1793 y 1796 se encuentran para la exportación 3,060,000 pesos fuertes, mientras que los anos de guerra ofrecen solo un medio de 1,610,000 pesos fuertes. En 1 8og, y por consiguiente poco antes de la revolución de Caracas , la balanza del comercio de la Guayra parece haber sido poco di- ferente de lo que era en 1796. En un diario de Santa Fé de Bogotá {Semanario ^ t. 2 , p. 324), he encontrado un extracto oficial de los regis- tros de la aduana para los seis primeros meses 3o de agosto de i8ai,y el gobierno de los Estados-Unidos la reconoció el 8 de marzo de 1822. 528 LIBllO IX. del año d& 1809; durante cuyo semestre era la importación de España de 274? 2o5 pesos fuertes; del extrangero 768,705 p. f. : valor total de im- portación 1,042,910 p. f. La exportación para España era de 778,802 p. f. ; para el extrangero de 625,805 : valor total de exportación 1 ,403,607 p. f. Por consecuencia 2,700,000 p. f. pueden ser considerados como el término medio de la exportación de laGuayra al principio del siglo 19 en un año en que el pais gozó de una paz interior y exterior. ^ 1 He comunicado noticias circunstani3iadas y exactas sobre las mercaderías registradas en las aduanas de España para los puertos de Tierra Firme en 1795 á M. Dauxion-Lavaysse que las ha consignado en su Viage á la Trinidadf t. II, p. 4<54- Estas noticias, las saqué de una memoria muy ins- tructiva del conde de Casa Valencia sobre los medios de vi- vificar el comercio de Caracas. El señor Urquinaona (^Rel. docam. , pag. 3i) eslima la exportación de Venezuela en 1809 a 8 millones de pesos fuertes. CAPITULO XXVI. 0:>9 Los dos puertos de Cumaná y de Nueva Bar- celona en el momento déla revolución expor^ taban anualmente, incluso el producto del ¡lí- cito comercio, por el valor de 1,200,000 pesos fuertes, de los cuales 22,000 quintales de ca- cao, un millón de libras de algodón y 24,000 quintales de tasajo. Si á las exportaciones de la Guayra, de Cumaná y de Nueva Barcelona se añade un millón de pesos fuertes , como pro- ducto del comercio de la Angostura y de Mara- caibo , y 800,000 como valor de las muías y bueyes embarcados en Puerlocabello , Cam- pano y en otros puertecilos del Mar de las An- tillas, se halla que el valor total de los produc- tos exportados en la antigua capitanía general de Caracas es de seis millones de pesos fuertes. Es harto probable que el consumo de géneros de Europa y otras partes de la América era casi el mismo en los pacíficos tiempos que han pre- cedido á la revolución. Como nada hay mas vago que los pretendidos balances del comercio fun- dados en los registros de las aduanas, y que se iijnora si el contrabando aumenta el valor de los efectos registrados de un cuarto, de un tercio, IV. 22 53o LIBRO ÍX. Ó de la mitíid, no es sin interés el verificar los resultados que acabamos de obtener por la es- liniacion parcial de las necesidades de la pobla- ción. Por minuciosos cálculos hechos en los mismos parages en 1800, se ha hallado que el consumo de las producciones exlrangeras ' no era en el gobierno de Gumaná para cada indi- viduo adulto de la clase mas acomodada de los vecinos de ciudades, mas que de 1 02 pesos fuertes por año; por uu esclavo adulto 8 pesos fuertes; por niños no indios , menores de doce años '/i que yo he publicado en 1808. Solamente por las relaciones que he conservado • Exceptuó de ellas los útiles informes que M. David Ro- binson ha dado sobre los ancladeros de Huasacualco , del Rio San Juan y de Panamá. Mernoire on the mexican revo- lutioriy 1821 , pág. a63. Véase también Edimb. rev.^ 1810, enero. Jf'^alton en el Colonial Journal, 1817 (marzo y junio), Bibl. univers. de Gen., 1823, enero, pág. 47. Bi- blioteca ameiicana , tom. 1 , pág. iiS-iag. « La barra, en la embocadura del rio Huasacualco, tiene 28 pies de agua y ofrece un buen anclage, y el puerto puede admitir buques del mayor porte. La del Rio San Juan, en la costa oriental de Nicaragua , tiene doce pies de agua; hay en nn solo punto un paso estrecho de 25 pies de profundidad. En el Rio San Juan se cuentan 4 ó 6 brazas, y en la laguna de Nicaragua de 3 á 8 brazas (medida inglesa). Este rio es navegable para bergantines y goletas. » M. David Robhison añade que las costas occidentales del Nicaragua no son tan peligrosas como me las han pintado, durante mi navegación en el Mar del Sur, y que un canal que fuese á parar al Panamá tendría la gran desventaja de deberse continuar á dos leguas de distancia dentro del mar, porque solo hay algunos pies de agua hasta los islotes de Flanunco y Perico. 348 ' LIBRO IX. yo con los habitantes de las regiones qnc son menos visitadas, he podido adquirir algunos nuevos informes: sujetaréme pues aquí á las consideraciones mas importantes para la polí- tica y el comercio de los pueblos. Los cinco puntos que ofrecen la posibilidad de una comunicación de mar á mar se encuen- tran reunidos entre los 5 y los 18 grados de la- titud boreal, y todos ellos pertenecen por con- siguiente á los estados bañados por el Mar de las Antillas, á los territorios de las dos confede- raciones mejicana y colombiana , ó para em- plear los antiguas denominaciones geográficas, á las intendencias de Oajaca y de Vera Cruz, á las provincias de Ni^caragua, de Panamá y del Choco. Tales son: El istmo de Teíiuatstepec (lat. 16° - 18°) en- tre el origen del rio Chimanapa y el del paso que entra en el Iluasacualco ó Goazacoalcos. El istmo de Nicaragua (lat. 10°- ) 2°) entre el puerto de San Juan de INicaragua, en la emboca- dura del Rio San Juan , la laguna de Nicaragua y la cosía del golfo del Papagayo, cerca de los volcanes de Granada v do Bombacho. CAPÍTULO XXVI. 549 El istmo de Panamá (lat. 8° i5' - 9" 56'^. El istmo del Darien ó de Cupica (lat. 6" 4o'- El canal de la liÁspADunA, enlre el rio Aíralo y el de San Juan del Choco (lal. 4** 58' -5° 20'). Tal es la feliz posición de eslos cinco punios (el úllimo de los cuales quedará siempre redu- cido verisímilmente al sistema de navegación y comunicaciones ínleriores para barcos de poca capacidad), que oslan colocados en el centro del nuevo conlincnle á una distancia igual del cabo de Hornos y de la costa noroeste, célebre por el comercio de pieles. Todos se encuentran opuestos (enlre los mismos paralelos) á los ma- res de la China y de la India , circunstancia im- portante en los paragcs en que reinan los vientos alisios, y todos ellos son fácil mente abordables pa- ralosbuques que vienen d(; En ropa y de los Esta- dos Unidos desde quese conocen bien las posicio- nes del bajo Nuevo, del Roncador y de la Serrana, El istmo de Tehuanlepec, que es el mas sep- tentrional, y qe.e ya Hernán Cortés llamaba < 11 una carta de 5o de o( Inbro de 1 520 , dirigida al emperador Carlos Y , el secreto del caire cfw JDO LÍBKO IX. ha fijado tanto ia atención de los navegantes en estos últimos años, que el comercio de Vera Cruz , durante las turbulencias políticas de Nueva España, se ha repartido entre los puer- tecitos de Tampico , de Tuapan y Huasacualco *. Se ha calculado que , tomando el camino al rede- dor del cabo de Hornos, la navegación de Fila- delfia á Nutka y á la embocadura del rio Co- lombia, que casi es de 5,ooo leguas marinas» se disminuirla de 3,ooo leguas por lo menos, si el pasage de Huasacualco á Tehuantepec pudiese efectuarse por un canal. Como he tenido á mi disposición en los archivos del vireinato de Mé- jico las memorias de dos ingenieros * que han estado encargados de reconocer el istmo, he podido formarme una idea bastante justa de las circunstancias locales. Parece cierto que la linea de reinales ó ci- mas que forma la división de aguas entre los dos mares, está interrumpida por un valle transversal en que podria hacerse un canal de * Balanza del comercio marítimo de la Vera Cruz cor- respondiente al a>io de 1811 , pág. 19, n". 10. " Don Agustín Cramer y don Miguel del Corral. CArírrLO xxvi. 55 1 navegación. Se ha pretendido últimamente sos- tener que este valle se llenaba^ en tiempo de las grandes avenidas, de una cantidad de agua su- ficiente para permitir un paso natural á los barcos indígenas; pero ninguna indicación de este importante hecho he encontrado yo en los partes oficiales dirigidos al virey don Antonio Bucareli. Algunas comunicaciones semejantes existen sin embargo en tiempo de grandes inun- daciones entre las aguas de los rios San Lo- renzo y el Misísipi, es decir , entre la laguna Mi- chigal y el Rio de los Hiñeses. El canal de Hüa- sacualco , proyectado bajo la sabia administra- ción del conde de Revillagigedo , reuniría el rio Chimalapa y el del Paso, que es un desaguadero del Huasacualco. No tendría sino 16,000 toesas de largo, y según la descripción que da de él el ingeniero Cramer , que gozaba de una grande reputación, podria creerse que no ne- cesitaría esclusas ni galerías subterráneas , ni el uso de planos inclinados. No debe olvidarse sin embargo que ninguna jiivelacion baromé- trica ó geodésica se ha ejecutado hasta ahora en el terreno comprehendido entre los puertos 552 LIBRO IX. de Tehuantepec y San Francisco de Chlraa- lapa, entre el origen del Rio del Paso y los cerros de los Mijes. Un golpe de vista echado sobre el mapa que yo he trazado de estas regiones hace concebir que la dificultad de esta empresa, de que el gobierno de Méjico va á ocuparse próxi- mamente , consiste menos en la delineacion del canal que en los trabajos necesarios para hacer navegables, para grandes embarcaciones, el rio Chimalapa y los siete raudales que ofrece el Rio del Paso , desde el antiguo embarcadero , al norte de las selvas de Tarifa, hasla la embo- cadura del rio Sarabia cerca del nuevo embar- cadero de la Cruz. Debe temerse que en razón de la anchura total del istmo , que es de mas de 38 leguas, las vueltas y el estado de la ma- dre de los rios se opongan al proyecto de abrir un canal de navegación oceánica adaptado á los buques que hacen el comercio de la China y de la costa nordeste de la América: será sin em- bargo de la mayor importancia establecer una linea de navegaciojj interior ó perfeccionar el camino de tierra que pasa por Chibuitan y Pe- tapa. Este camino fué abierto y construida CAPÍTULO xxvr. 553 en 1798 y 1801 , y los añiles de Goatemala, la cochinilla y las carnes saladas han abundado copiosamente durante largo tiempo por esta via en el puerto de Vera Cruz y en la isla de Cuba. El istmo de Nicaragua y el de Cupica me han parecido siempre los mas favorables para esta- blecer canales de gran dimensión parecidos al Caledonio , que tiene io3 pies (medida fran- cesa) de ancho á línea de agua, sin contar las banquetas ó parapetos que contienen los derrum- bamientos , 47 pies de ancho á línea de fondo y 18 pies y medio de profundidad. Cuando se trata de una comunicación oceánica capaz de causar una revolución en el mundo comercial , debe pensarse en los medios que establecen un sistema de navegación interior por esclusas de í6 á 20 pies de ancho entre los bajoyeros, como en los canales del Languedoc, de Briare, de la Grande ünioa ó de Oliclide. Algunos de estos canales han parecido durante largo tiempo empresas gigantescas , y lo son efectivamente, si se les compara con canales de pequeña sec- ción, siempre que su profundidad media no pase de 6 á 7 y medio pies de Francia, y en ios 354 LIBRO IX. cuales no pueden navegar, como en el canal Ga- ledonio, los buques de comercio de gran tone- lage ni fragatas de 02 cañones. La posibilidad de este paso ó navegaciones sin embargo lo que se discute cuando sehabla del corte de un istmo en América. La pretendida unión de ios dos tnares , por el canal del Languedoc, no ha evi- tado un rodeo de mas de 600 leguas al rededor de lapeninsulaespañola,yporadmirablequeseaesla obra hidráulica, que recibe anualmeule 1,900 barcos chatos de 1 10 á 120 toneladas, solo se la debe considerar como un medio de transporte interior, porque dismiuuyebien poco el número de los buques que pasan el estrecho de Gibral- tar. No podia ponerse en duda que en cualquier punto déla América equinoccial, sea en el istmo de Cupica, sea en los de Panamá, Nicaragua ó Tehuantepec , la reunión de dos puertos vecinos, por un pequeño canal de 4 á 7 pies de hondo, baria nacer un gran movimiento en el comercio. Este canal obraria como un camino de hierro, y por muy pequeño que fuese, vivificaría y abre- viaría las comunicaciones entre las costas ame- ricanas occidentales y las de los Estados Unidos CAPÍTULO XXVI. 355 y de Europa. Si se ha preferido generalmente y aun en tiempo de guerra , para la exportación de los cobres del Chile , de la quina y lana de vi- cuña dei Perú y del cacao de Guayaquil, la larga y peligrosa travesía , al rededor del cabo de Hornos , al comercio de escala ó depósito de Panamá ó de Puertobello, hasidosoloen razón de ia falta de medios de transporte y de la ex- trema miseria que reina al rededor de las dos villas que estaban tan florecientes al principio de la conquista. Las dificultades que expongo aquí se aumentan todavía cuando se trata de hacer llegar géneros de Cartagena de Indias ó de las Sierras Antillas á Lima y Quito; pues que en la dirección del norte al sur , es preciso remontar el rio Chagre y vencer la rapidez y fuerza de su corriente , la de los vientos y las corrientes del Océano Pacífico. Canalizando el Chagre, empleando largos barcos de vapor , estableciendo caminos de hierro y introduciendo los camellos de Cana- rias , que durante mi viage habían comenzado á multiplicarse ya en Venezuela , y haciendo pe- queños canales en el istmo de Cupica ó en la 356 LIBRO IX. leDgua de tierra que separa el lago de Nicara- gua del Mar del Sur, se contribuirá á la pros- peridad de la industria americana , pero se in- fluirá muy indirectamente sobre los intereses generales de las naciones civilizadas. La direc- ción del comercio de Europa y de los Estados Unidos con la costa de las pieles (entre la em- bocadura del Colombia y el Rio de Cook) con las islas Sandwich , ricas en madera de sándalo, con la India y la China, no será alterada. Le- janas comunicaciones exigen el uso de navios de grande porte para poder cargar muchos gé- neros á un mismo tiempo, pasos ó tránsitos na- turales ó artificiales de una profundidad media de i5 á 17 pies, y una navegación no interrum- pida , es decir, que no dé lugar á ninguna des- carga de los buques. Todas estas condiciones son de rigor, y querer confundir los canales que por, sus dimensiones, solo sirven á íiici- lilar las comunicaciones interiores ó el cabo- tagc á lo largo de las costas, como sucede con los canales del Lánguedoc y de Clidc , cnlrc <;t Mediterráneo y el Océano Allánlico, entre vi i^Iar de irlanda y el dcí norle con los canales dt' CAPÍTULO XXVI. 357 esclusas que pueden recibir navios empleados en el comercio de Cantón, es echarse fuera de la cuestión. Seria imprudente, repito, comen- zar sobre un punto sin haber examinado ni ni- velado los otros , pues que los gastos en este género de obras no aumentan en la misma proporción que la sección de los canales y su anchura. La idea errónea que los geógrafos , ó por me- jor decir, los dibujantes de mapas han propa- gado hace algunos siglos, ya sobre la altura uniforme de las cordilleras de América , ya de su prolongación en puentes ó cimas continuas para salvar las pretendidas cadenas centrales, ha dado margen á creer harto generalmente que la unión de los mares era una dificultad mucho mas grande que la que debe suponerse en el dia. Parece que no hay cadenas de montañas, ni aun una punta de arrastradero ó línea de re- males sensibles ' entre la bahía de Cupica , las ' Estas expresiones no tienen relación sino con la facilidad con que se trazaría el canal. No ignoro que una subida muy lenta de t\o á 5o toesas puede , por su misma lentitud , ha- cerse insensible. He encontrado la plaza mayor do Lima ele- 358 LIBRO IX. costas del Mar del Sur y el rio Naipi que en- tra ea el Atrato, unas i5 leguas mas arriba de vada á 88 toesas sobre las aguas del Mar del Sur , y sin em- bargo yendo del Callao á Lima apenas se percibe esta di- ferencia del nivel , repartida á una distancia de una miiad menor de la de Cupica en el embarcadero del rio Naipi. La posición geográfica de Cupica es tan incierta como la del confluente ó desaguadero del Naipi con el Atrato ; y esta in- certidumbre parecerá menos extraña si se tiene presente que se extiende sobre toda la costa meridional del istmo de Pa- namá, y que el litoral, entre los cabos de Charambira y de San Francisco Solano, jamas ha sido costeado por marinos provistos de instrumentos precisos. Cupica es un puerto de la provincia poco conocida de Biruquete , que los mapas del Depósito hydrográjico de Madrid colocan entre el Darien y el Choco del norte. Esta provincia ha tomado su nombre del de un cacique , llamado Birú ó Biruquete , que reinaba en las tierras inmediatas al golfo de San Miguel, y que guerreó como aliado de los Españoles en i5i5 (Herrera, Dec, tom. 2, p. 8). Sobre ningún mapa español he encontrado el nombre de Cupica , pero sí el de Puerto Quemado ó Tupica, por los 7° iS'delat. ( Carta de las Antillas, 181 5. Carta de la costa occidental de la América, iSio). Un borrador manuscrito que poseo de la provincia del Choco confunde Cupica y rio Sabaleta, lat. 6» 3o'; sin embargo el rio Sabaleta , según las cartas del Depósito, está puesto al sur, y no al norte del cabo CAPÍTULO XXVÍ. 359 SU embocadura. Ei S' Goguneche, piloto viz- caíno, ha fijado la atención del gobierno des- de 1799. Personas muy dignas de fe, y que han hecho con él la travesía de las costas del Mar Pacífico al embarcadero del Naipi , me han asegurado no haber visto ninguna colina en €ste istmo de fango y que han gastado diez horas en atravesar este espacio. Don Ignacio Pongo ' me escribió en el mes de febrero de 1 So5 ; « Desdo que habéis subido el Rio de la Magdalena para pasar á Santa Fe y á Quito, no ceso de tomar informes sobre el istmo de Cupica; hay solo 5 ó G leguas de este puerto al embarcadero del rio Naipi, y todo este terreno es enteramente llano.» No puede dudarse, según los hechos que acabo San Francisco Solano , por consiguiente de 45' al sur de Puerto Quemado. Según la carta de la provincia de Carta- gena por don Vicente Telledo (Londres 1816), el confluente del rio Napipi (Naipi) está por los 6° 40' de lat. Debe espe- rarse que estas incertidumbres serán bien pronto quitadas por observaciones hechas en los mismos lugares. ' Amigo del célebre Blutis, y autor de una obrita sobre el comercio de quina {Noticias varias sobre las quinas oficina- les, Cart. de Indias , 1817), á quien he tenido ocasión de citar muchas vrcf5. 36o LIBRO IX. de referir, que esta parte del Choco septen- trional es de la mayor importancia para la solu- ción del problema que nos ocupa; para for- marse una idea justa de esta ausencia de mon- tañas en la extremidad meridional del istmo de Panamá, es preciso tener presente la armazón general de las Cordilleras. La cadena de los Andes está dividida bajo los 2* y 5° de latitud en tres eslabones '. Los dos valles longitudina- les que separan estos eslabones forman las ma- dres del Rio de la Magdalena y del rio Caura. El brazo oriental de las Cordilleras se inclina hacia el nordeste y se une por medio de las montañas de Pamplona y de la Grita á la Sierra ' Eslabón ó cordillera oriental, el de Suma Paz, de Chin- gasa y de Guachaneque, entre Neiva y el Guaviare , entre Santa Fe de Bogotá y el Meta; eslabón intermediario, el de Guanacas , de Quindlo y de Herveo, entre el Rio de la Magda- lena y el rio Caura, entre la Plata y Po payan, entre Ibaque y Cartago ; eslabón occidental entre el rio Caura y el rio San Juan, entre Cali y Novita, entre Cartago y el Tadó. (Véase mi Atl. geogr , lámina 24.) Este último eslabón, que separa las provincias de Popayan y del Choco, es generalmente muy bajo; se asegura sin embargo que se eleva mucho en la montaña de Tora. Pombo ele las Quinas, pág. 67. CAPÍTÜtO XXVf. 56 1 Nevada de M^TÍda y á la cadena costera de Ve- nezuela. Los brazos intermediarios y occiden- tales de Quindio y del Choco se confunden en la provincia de Antioquía entre los 5" y ^^ de la- titud y forman un grupo de montañas de una anchura muy considerable; grupo que se pro- longa por el valle de Osos y el Alto del Viento hacia Cácerés y los altos llanos de Tolú. Mas al oeste, en el Choco del norte , sobre la orilla iz- quierda del Alrato , descienden las montañas á un tal punto, que desaparecen enteramente en- tre el golfo de Gupica y el rio Naipi, Convcii- dria comprobar con precisión la posición as- tronómica de este istmo y la distancia de la embocadura del Atrato con su desaguadero con «1 rio Naipi \ Ignoramos si las goletas pueden subir hasta allí. ' La geografía de esta parte de América , entre las bocns del Atrato, el cabo Corrientes, el cerro del Tora y la vcf,a de Supia, está en el estado mas deplorable, á excepción de los trabajos hechos por don Manuel Restrepo, en la provin- cia de Antioquía, que son los únicos que ofrecen un cierto número de puntos, cuya posición ha sido fijada astronómica- mente. Cuéntanse desde Cupica hasta el cabo Corrientes, pnr IV. 2, i ."Ga LIBRO IX. Después del lago de Nicaragua, después de Cupica y de Huasacualco, está el istmo de Pa- namá que merece la mas seria atención y en el cual la posibilidad de formar un canal de nave- gación oceánica depende de la altura del punto de división y de la configuración de las costas, es decir, del maximun de su aproximación. Una kngua de tierra tan estrecha ha podido por su dirección escaparse á la influencia destructiva de la corriente de rotación ; la suposición de que la mayor altura de las montañas debe cor- responder al minimun de distancia de las cos- tas, no seria justificada, ni aun en nuestros dias, por los principios de una geología sistemática. Desde que he publicado mi primera obra sobre tierra, de 12 á 14 leguas marinas. De Quibdo (Zitara), que es la residencia del tenienie gobernador (porque el gobernador habita en Novita), hay de 7 a 8 dias de navegación. Es un error común á todas las castas modernas, á excepción de la delS' Talledo , el poner á Zitara 1° demasiado al norte, unas veces en la boca del mismo Atrato , y otras en su desaguadero ó confluente con el Naipi. Desde ^i^n Pablo, situado algunas leguas mas abajo delTado , en la orilla derecha del Rio San Juan, hasta QuiLdo ó Zitara no hay mas que un dia de camino. CAPITULO xAvr. or ? la unión de los mares, nuestra ignorancia ha &¡do desgraciadamente la misma cori' respecto á la elevación del remate ó punta que el^canal debe franquear ó abrir. Los S'*'' Bóus^ingault y Ribero , sabios viageros , han nivelado las Cordilleras, de Caracas á Pamplona y de allí á Santa Fe de Bogotá , con una precisión superior á todo cuanto yo he podido tantar en este gé- nero ; pero al nordeste de Bogóla desde los An- dfis de Quindio y de Antioquía, nivelados por el S' Restrepo y por mí, hasta la liaríiira dé Méjico, sobre 12° de latitud de la América Cen- tral, no se ha hecho ni una sola medida de al- tura desde mi regreso á Europa. Debe sentirse vivamente que, hacia- el medio del último siglo, algunos académicos franceses hayan atravesado el istmo de Panamá sin haber pensado en abrir ... '1 su barómetro en el punto de la división de las aguas. Algunas observaciones barométricas, re- feridas como por casualidad por Ulloa , me han enseñado sin embargo que de la embocadura del rio Chagre al embarcadero de Cruces, hay Una diferencia dq.nivcl de 210 á 240 pies. Sú- bese desde luego de la venta de Cruces á Pa- ÓG4 LICRO IX. iiamá , y se baja después por unos barrancos ha- cia el Mar del Sud. Luego es entre este puerto y Cruces que se encuentra el asiento ó punta de división que el canal debe pendrar, si se per- sistiese en la ¡dea de dirigirle por allí. Recor- daré que para disfrutar á un mismo tiempo de la vista de los dos océanos, bastaría que la* niootañas de la línea de puntas ó remates en el istmo tuviesen 58o pies de elevación, es de- cir, solamente un tercio de mas que la altura de Nauronze , en la cadena de Cordilleras que es el punto de división del canal del Languedoc. Luego esta vista simultánea de los dos mares está citada como una cosa muy (extraordinaria en algunas parles del isfmo , de donde me pa- rece debe concluirse que las montanas son ge- neralmente mas elevadas que loo toesas. Según algunas escasas indicaciones sobre la tempera- tura de estos lugares y sobre la geografía de las plantas indígenas, estaría dispuesto á creer que Ja punta, en el camino de Cruces á Panamá, no llega á 5oo pies de altura ' ; M. Robinson la su- * Por ejemplo , junto á Chepo y al pueblo de Penomene ( Misiones del cura don Juan Pablo Robles^, Las montañas CAPÍTULO xxvr. 565 pone de mas de 4oo pi^í>- Scgüii la aserción de otro viagero, que describe lo que ha visto con la mas ingenua sinceridad , las colinas de que se compone la cadena central del istmo están se- paradas las imasde las otras por valles « que de- jan un libre curso al paso de las aguas. » Luego es principalmente sobre el descubrimiento de estos valles transversales que deben ser dirigi- das las investigaciones de los ingenieros. En to- dos los paises se encuentran ejemplos de aber- turas naturales al través de las puntas. Las montañas entre los tios de Saona y del Loira , que el canal del Centro hubiera tenido que fran- quear, tenian 800 ó 900 pies de elevación ; pero una garganta ó interrupción de la cadena , cer- ca del estanque de Long-Pendu, ha ofrecido un suelo que es de 35o pies mas bajo. Si no estamos poco adelantados en el conoci- miento de las alturas del istmo de Panamá, los últimos trabajos del S' Fidalgo y de algunos otros parecen elevarse hacia la provincia de Veragua , donde se cultiva trigo en el distrito de Chirite del^Guaimi, cerca del pueblo de la Palma , misión de los franciscanos , depen- diente del colegio de propaganda de Panamá. 566 uBRo IX. navegantes españoles nos han dado á lo menos al^ gunos datos mas exactos sobre su configuración y elminimuní de su anchura. Este mínimum no es , como lo indicaban los primeros mapas del Deposito hidrográfico \ de i5 millas:, pero sí ' Véase mi Ensayo político. Comparando las dos cartas del Depósito hidrográfico de Madrid, cuyos títulos son Gatría esférica del Mar de las Antillas j de las costas de Tierra Firme , desde la isla de la Trinidad hasta al golfo de Honduras , 1806, y Cuarta hoja que comprehende la pro- vincia de Cartagena , 1819, se ve cuan fundadas eran las dudas que yo habla enunciado , i5 años hace , sobre la orien- tación relativa de los puntos mas impoEtantes de las costas meridionales y septentrionales del istmo. Antiguamente i^dou Jorge Juan, Viages en la América meridional, tom. i, pág. 99) se habia creído Panamá de 3i' en arco al oeste de Puertobello. La Cruz (1775) y López (1785) han seguido esta misma suposición que solo se fundaba en un estado ó lí¿ta de las direcciones de camino hechas con la brújula. Ya en 180-2 comenzaba López (^Mapa del rio de Tierra Firme, y. sus provincias de Veragua y Darien) á colocar Panamá á los 1 y' al este de Puertobello. He aquí otras diferencias de latitud de que dependen la anchura del istmo : Costa meridional entre las em- Carta de 181 g. Carta de 1817- bocaduras del Rio Juan Díaz y del rio Jucume, al este de Panamá , en el meridiano de la punta San Blas. 8° 64' 9'' a'' V. CAPITULO xxvr. o6n do 25 Vi millas (de 6o al grado) , es decir, de 8 '/ , leguas marinas ó 24,5 oo toesas; pues que las Costa septentrional , formando Carta de 1819. Carta de 1817. el fondo del golfo de Man- dinga ó de San Blas , al sud de las Islas Mulatas. 9° n' qf» 2-/ 5/ De esta diferencia de latitudes resulta , para el mínimum de la anchura del istmo, según la carta de i8o5, cerca de 1 4, 25o toesas; según la carta de 1817, cerca de 24)463 toesas. Punta San Blas, parte N. O.delgolfodeMandinga. 9'^ 3.V 9" 3/''/ No habiendo sido puesto este cabo al norte con la misma cantidad que el fondo del golfo , cerca do la embocadura del rio Mandinga , resulta que el golfo entra , segun la primera carta, de 24'; y, según la segunda , de 7'. Es probable que las mudanzas de latitudes que resulten de la última expedi- ción del S' Fidalgo deban atribuirse á la falta de hori- zontes artificiales , y á la dificultad de observar el sol con instrumentos de reflexión en medio de un grupo de islas y sobre una mar cuyo horizonte no es libre. Mas al oeste la anchura media del istmo , entre el castillo de Cha«^res Pa- namá y Puertobello, es de 14 leguas marinas; el mínimum de anchura (8 leguas) es dos ó tres veces mas pequeño que la del istmo de Suez, que M. le Pere encuentra de $9,000 toesas. 568 LIBRO IX. dimensiones del golfo de San Blas, llamado tam- bién ensenada de Mandinga, á causa del pe- queño rio de este nombre que desagua en él, han dado lugar á graves errores. Este golfo se adelanta de 17 millas menos en las tierras, que lo que se supuso en i8o5 al relevar el archi- piélago de las Islas Mulatas, Por mas con- fianza que parezcan merecer las últimas opera- ciones astronómicas sobre que se funda el mapa del istmo, publicado por el Depósito real de la marina de Madrid en 1817, no se debe olvi- dar sin embargo que estas operaciones no com- prehenden sino las costas septentrionales, y que estas parecen no haber sido nunca ligadas , sea por una cadena de triángulos, sea cronométri- camente (por el transporte del tiempo) á las costas meridionales. Luego el problema de an- chura del istmo no depende de la sola determi- nación de las latitudes. Fm DEL TOMO CUARTO. IMPRKNTA DAUMONT EN VERSAI-1.KS. NORTHEASTERN UNIVERSITY LIBRARIES DUPL - \ \f' 3 9358 01412154 2 5 18^.604 2J Hmboldt.,_AlexGnde.r fí i iViage a las regiones equ5.noccisles c \ nuevo continente hecho en 1799, 1800, 1 I 1802, 1803 y 1804 por.' A. de Humboldc y i 5. :'. ■^^'-/'. NORTHEASTERN UNIVERSITY LIBRARIES 3 9358 01412154 2