A! TA A tera el ja a $ ies FAA AAA AA A] HERA AAA TA % vr DA Y ...a pa 5 .. ss a % eos FOR * s 933 ' * yt O rar a 1.1. A ' 4 $ ' 4 ' AMARA SA A 13111710: ' Pin, JE A TA DE o ES ES E NUCES CHILENAS IMPRESO A EXPENSAS DE LA ACADEMIA CHILENA. LaS.Gr Masi4y VOCES CHILENAS DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL QUE PUDIERAN INCLUIRSE EN EL DICCIONARIO DE LA LENGUA CASTELLANA Y PROPONE PARA SU EXAMEN A LA ACADEMIA CHILENA J. T. MEDINA SANTIAGO DE CHILE IMPRENTA UNIVERSITARIA Bandera 130 1917 DOS PALABRAS A MODO DE PRÓLOGO os españoles, al hallar un mundo nuevo, encontraron en él hombres nuevos, animales, peces, plantas y flo- res que les eran desconocidas. A las que de estas cosas nue- vas para ellos tenían alguna semejanza con las que existían en España, les dieron los mismos nombres: observación que hacía ya el P. Acosta, respecto de las frutas, diciendo: «A muchas de estas de Indias los primeros españoles les pusieron nombres de España, tomadas de otras cosas a que tienen alguna seme- janza, siendo en la verdad diversísimas»; estableciendo asi desde ese momento una confusión que aun hoy en gran parte perdura en el habla vulgar y que la ciencia ha ido poco a poco deshaciendo, hasta señalar a cada una de ellas el verda dero lugar que les corresponde en el orden de la naturaleza. Pero aquellas que eran del todo diferentes de las que ellos conocían, forzosamente tenían que designarlas con los nom- bres que les daban los aborígenes americanos, y cuando no lograron saberlos, hubieron de limitarse a describirlos por sus cualidades características, relacionando, en cuanto les fué po- 6 VOCES CHILENAS sible, sus analogías o diferencias con las que les eran fami llarer. No faltaron desde los primeros años del descubrimiento curiosos observadores que fueron consignando en sus relacio- nes o en sus obras algunas noticias acerca delos seres que poblaban los reinos animal y vegetal americanos que se les presentaron a la simple vista como más extraños comparados con Jos que ellos conocían. A Colón y sus compañeros les llenó de sorpresa el ver que los indios andaban con tizones encendidos en la boca, que no eran otra cosa que el tabaco, y sabido es que el gran genovés, además de los hombres del Nuevo Mundo, llevó también a España, pintados papagayos de los que poblaban sus selvas. Así fué como paco a poco se 'ueron incorporando en el habla castellana y enriqueciéndola ciertas voces americanas, primeramente de las islas nueva- mente descubiertas, como areito, bejuco, buhio, cacique, canoa, macana, etc., y más tarde las que procedían del continente mismo. En el limitado campo de las presentes apuntaciones, esto es, de las palabras que en Chile se conocen procedidas de los reinos animal y vegetal, recordaremos que Pedro Mártir de Anglería, el primero de los historiadores del Nuevo Mun do, habló ya en su carta de 29 de abril de 1494 del maiz, que llamó «trigo con que los indios hacen el pan»; de las piñas, que el rey Fernando fué el primero que probó en España; del cacao y del chocolate, del aji, las batatas, los cocos, la yuca, la pita, del mamey y de los cucuyos. Siguióle después en la descripción de los animales y plan. tas el gran cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, que en una fecha tan cercana al descubrimiento como el año de 1535, publicó una obra especialmente destinada a tratar en sumario de la natural historia de las Indias, que en la parte que a los chilenos puede interesar recordó también la piña, el guayabo, el guayacán, que el Diccionario acogió bajo el nom- bre de guayaco; la tonina, la tuna y la jaiba (que aun no apa- rece en el léxico oficial); y luego después, cuando escribió su Historia General, describió el aji, el alcatraz, la barata (aun no consignada, a no ser por la designación de «cucaracha de Indias», bajo la voz fótula); la batata, el pájaro carpintero, PRÓLOGO Y que se decía pito en España, pero que no aparece bajo tal nombre en el Diccionario; el cardón, que se da como sinóni- mo de cardencha, o sea de la carda que llamamos, tomando la parte por el todo; la guayaba, la llama, el maguey, el maní, la niqua, la papa (cambiada sin fundamento alguno y con pres cindencia de su etimología indígena, en patata); el sagí, el tabaco, la tuna, el vagre (escrito ahora con bh e incorporado por fin en la última edición del léxico) y de la yuca. López de Gómara fué tanto más retórico cuanto menos cu- rioso que Oviedo en materia de vocablos indígenas (como que no puso jamás los pies en América) y apenas si recuerda la nigua y las «chinches con alas», las vnchucas, que aun no aparecen en el léxico; si bien pudo hablar del tomate, cuya procedencia mexicana, ya que historió a Cortés, debió re- cordar. Cieza de León apuntó la tuna, también de aquel país; la coca, la gallinaza o gallinazo, como se dice generalmente; las papas y las paltas; el guanaco, la vicuña, el paco y la viscacha. Agustín de Zárate menciona el alcatraz y es el primero que habla del cóndor, que hoy aparece al cabo en el léxico con el acento que le corresponde. Siguiendo siempre el orden cronológico, tenemos a conti- nuación al gran médico y naturalista Nicolás Monardes, que describió y dibujó el armadillo, por el ejemplar que disecado conservaba en su casa en Sevilla, Gonzalo de Molina, y que está ya en el léxico bajo su nombre harto más conocido de quir- quincho, aunque sin establecer su sinonimia ni su etimología; la coca, la guayaba, la piña, la que llamó «yerba del sol», de origen peruano, como el pazco, que también estudia, y que el Diccionario, dándolo como de procedencia chilena, lo describe bajo el nombre de pazote, forma en que nadie lo conoce aquí. Don Bernardo de Vargas Machuca en su Milicia y descrip- ción de las Indias, impresa en Madrid en 1599, trata del cacao, la coca, el capuli, el cóndor, el guanaco, el molle, la piña, la tuna y la vicuña; y casi al mismo tiempo que aquella obra salía a luz la Historia natural y moral delas Indias del P. José de Acosta, que a su espíritu observador, añadía el estar bien preparado para tratar de esas materias, por haber residido no ro) VOCES CHILENAS poco tiempo en el Perú y en México, y que así pudo hablar con perfecto conocimiento del cacao, del camote, capolies, coca, coco, cuy, cóndor, chinchilla, flor del sol, frísoles y pallares (voz esta última que acaba de entrar en el léxico como «judía del Perú»); de la granadilla, del guanaco, del guayacán, maguey, molle; del maíz moroche (incorporado en el léxico en su forma corriente de morocho): de la palta, la papa y sus derivados culinarios chuño y locro (que también consulta ahora el léxico); de la piña (que nadie, sea dicho de paso, llama en estas partes con el nombre brasileño de ananús); la tuna y el tunal, la vís- cacha, la vicuña y el zapallo, que aun no logra la suerte de otras voces de hallar el sitio que tan justamente le correspon- de en el habla castellana. De dos frutas de Chile habla tam- bién el curioso jesuíta: la frutilla y los coquillos, nuestros co- quitos; y con él se cierra el número de los escritores que de cosas americanas trataron hasta finalizar el siglo XVI. El XVII puede decirse que pasó, si exceptuamos la obra del cronista Antonio de Herrera, escrita muy a sus principios y que con- tiene la noticia de algunas plantas americanas, y por lo que a Chile toca, la muy curiosa que da de la teca de los araucanos, único cereal que hasta hoy haya desaparecido del globo terres- tre; si exceptuamos ese libro, digo, pasó sin que la literatura general aportase dato alguno a la lexicografía americana, sien- do necesario esperar hasta los últimos años del XVIII para ver aparecer el Diccionario geográfico de la América de don Antonio de Alcedo, en el que muy de propósito se insertó al final una nomenclatura de voces indígenas de ella, con sus respectivas definiciones, que en la parte que a Chile interesa, por tratarse de las que aquí son conocidas, contiene las si- guientes: Calaguala, camote, cachanlagua, chinchilla, chirimoya, coca, condór (de donde sin duda el acento, originado quizás de un yerro de imprenta, que se ha mantenido durante tiempo en el léxico); coyote, —de donde cidra coyote, por alcayota,—vOz me- jicana de significado genérico que se da a las producciones de la tierra; cucaracha, culén, cuy, chonta, diuca, durazno, que tal procedencia le atribuye; gallinazo, guayaba, guayacán, loro, lucíma (con el acento grave), llama, mad?, maguey, mattén, maíz, PRÓLOGO 9 maní, maqui, molle, murtilla, níspero, que como sinónimo ame- cano de zapotillo nos da el léxico; pájaroniño, palta, papas, papaya, pericote, picaflor, piña, pique o ñiqua, pita, piuquén, puma, quinchamali, tral (que escribe trillos), tutuma, viravira, vizcacha, zapallo (con y) zancudo, zapote. Tenemos, pues, así, que por primera vez salen a plaza las vo- ces chilenas diuca, madt, maitén, maqui, puuquén, quinchamalí y tral; que de las otras de tal procedencia contenidas en esa enu- meración ya veremos que lo estaban de antes. Por lo que he podido averiguar, la primera alusión a un pro ducto natural, una planta, de Chile se encuentra en la obra de Monardes ya recordada, en el siguiente párrafo de la carta que Pedro de Osma y Xara y Cejo le escribió desde Lima a 26 de diciembre de 1568, que dice así: «El año de cincuenta y ocho, en Chile se cortaron ciertos indios presos las pantorri- llus para comérselas, y las usaron para ello, y lo que es roás de admiración, que se pusieron en lo cortado ciertas yerbas, y no les salió gota de sangre; y lo vieron esto muchos enton- ces, en la ciudad de Santiago, presente el señor don García de Mendoza, que fué cosa que admiró a todos». Y es lástima que no se expresara el nombre de tan maravi- llosa planta, cuya virtud corre parejas con la de aquella otra de que hacen mención el P. Rosales y Gómez de Vidaurre, «que ablanda el hierro de modo que puede manejarse con las manos del mismo modo que la cera!» Después de esto, se impone el tratar de los que en ese orden de nuestro país han escrito, y pues se ha nombrado a Hurtado de Mendoza, luego ocurre a los puntos de la pluma el nombre de don Alonso de Ercilla, que estuvo en Chile cerca de tres años y que aquí escribió gran parte de su 4rau- cana, según de todos es sabido, en la cual es de creer que se hallaran algunas noticias de los objetos naturales de esta tie- rra. ¡Desilusión profunda! Ya Humboldt achacaba al poeta su falta de observación de la naturaleza del país en que se desa- rrollaron las hazañas de los héroes de su epopeya, reproche que repetía después don Miguel Colmeiro, llegando a decir que, en materias de botánica, aun le superaba don Diego de Santisteban Osorio, el pedestre continuador de su Araucana, 10 VOCES CHILENAS yen verdad que les sobra razón para ello. Esa obra, salvo unas cuantas voces americanas, como son, apó, bejuco, cact- que, canoa, chaquira, escaupil, inca, llauto, mangle, palla, vi- cuña, en todo lo demás bien manifiesta que, en ese orden, bien pudo ser escrita por alguien que no hubiese salido de Madrid. Así, de animales, habla del león, del tigre, de la onza, del pardo, de los venados; en términos poéticos, de la golon- drina y del ruiseñor (Progne y Filomena); en igual forma, de «la mustia Clicie» (el girasol o nuestra maravilla); de plantas, apenas si de la frutilla de la murta y de las ovas marinas; y en cuanto a flores, de las que se daban en España: El blanco lirio y encarnada rosa, Junquillos, azahares y mosquetas, Azucenas, jazmines y violetas. Pero, chilena, ni una sola! Sin duda que en esto le hizo ventaja nuestro Pedro de Oña, que comprendió cuánto gana- ría su relato con insertar en él vocablos que propendiesen a darle el conveniente sabor local, según tuvo cuidado de adver- tirlo en su prólogo al lector, al prevenir que en sus versos iban «mezclados algunos términos indios, no por cometer barbarismo, sino porque, siendo tan propria dellos la materia, me pareció congruencia que en esto también le correspondiese la forma»; cuidando, además, de aclararlos en notas que puso a ellos al final de su obra. Y así fué cómo y por qué habló en ella de apó, callana, cóndor, chaquira, chicha, huincha, llanto, macana, muday, pérper, pillán, ulpo y yole, y, dentro del orden de voces de que tratamos, de la cortadora, del madi, del molle y del pacay, nombre que da a un árbol de que se hacía el me- jor carbón, que perdura en el Perú y en algún lugar geográ- fico y que hoy ya no se conoce en Chile, en cuanto yo sepa. De los otros poetas que escribieron de las guerras de Chile, Alvarez de Toledo menciona el pangue, y Mendoza Monteagudo el lanco, pero sus obras permanecieron inéditas hasta nuestros días. Poca cosa es todo esto, como se ve, y no puede uno menos de sorprenderse también al notar que el P. Alonso de Ovalle, tan chileno que era, al paso que se extiende en pintar con PRÓLOGO 11 subidos colores la fertilidad del suelo de este país en producir las plantas europeas frutales y la hermosura de los arboles a que se daba los mombres que tenían en Europa, como el roble, el laurel, el avellano y otros; de las flores del viejo mundo que aquí se cultivaban en los jardines y de las que espontáneamente, de allí procedidas, habian invadido los campos, de las propias de la tierra apenas si habla del quin- chamali, del culén y de la cachanlagua (que describe sin nom: brarla), la patagua,—hoy ya colocada en el léxico, —el peugnu (peumo), el maqui, el molle, el huigán (huingán), la murtilla, el quelu (queule) y la frutilla; el luche y el cochayuyo; de las aves, la lloica (loica), el peucu (peuco) y el qulten (queltehue); de los mariscos, los choros, los locos y los picos: y de los animales, el cuy, el guanaco y el quirquincho. Verdad es que, ya casi medio siglo antes, Alonso González de Nájera había escritosu Desengaño yreparo dela guerra de Chale, obra en la cual se enunciaban algunas aves y unas pocas plantas de este país; de aquéllas, el alcatraz, el piuquén y el traro, la vandurria, y el flamenco, que debo recordar por el curiosisimo dato que respecto de estos pájaros da, cual es, que eran «según dicen en aquella tierra, nuevamente aportados a aquellas ma- rinas»; de los mariscos, describe el pico, y del reino vegetal, la frutilla, la murtilla, el maquí, el quinchamali, la pichoa, la quinua, el maguey, el pangue, los quiscos y los coleos (colihues). De los cronistas anteriores a él que escribieron en prosa, Góngora Marmolejo, el más notable, sin duda, de ¡os del siglo XVI y el que más de cerca sigue a Ercilla, no contiene, como éste, ni una sola línea respecto a las producciones naturales chilenas, si exceptuamos las perdices y los halcones (sin sus nombres chilenos), demasiado ocupado en referir los sucesos de la guerra araucana, que era, ciertamente, lo primero en un tiempo en que por causa de ella los españoles se jugaban la vida casi a diario; y Mariño de Lobera, el otro de los cronistas de esa época, cualquiera diría, al ver la enunciación que con- signa de las aves y plantas de Chile, que describe una pro- vincia de España, excepción hecha de cuando, al hablar de la ciudad de Valdivia, dice que «es abundosa de todos los man- tenimientos que siembran los indios para su sustentación, así 12 VOCES CHILENAS como maíz, papas, quinua, madi, ají y frisoles»; y cuando enumera el cor, (corecore), lanco, cutlén (culén), la lepichoa (pi- choa) y otras tres plantas que llama qguedanque, chopeichope y megue, que no se sabe hoy en día cuales sean; y de «unas ma- tas de una vara de altura, de tal calidad, que cayendo en ellas el rocío, a ciertos tiempos del año se sazona de manera, que se vuelve en sal menuda», fenómeno sobre el cual Gómez de Vidaurre había de llamar también la atención más tarde. Por los días en que el P. Ovalle daba a la prensa en Roma su libro, otro jesuíta, el madrileño Diego de Rosales, estaba empeñado en escribir aquí una Hestoria general del Reino de Chile, en la cual dedicó varios capítulos a los animales, aves y plantas del país, estas últimas, sobre todo, que constituían a su decir, y con razón, la botica de los naturales, dándonos en sus descripciones noticias preciosas acerca de los nombres indígenas de muchas yerbas y de sus virtudes medicinales, hasta ahora sólo en pequeña parte aprovechadas, cuya enu- meración llegaría a ser fatigosa por lo extensa, pero que se verá consignada en hartos lugares de este opúsculo. Y así en seguida, durante el siglo XVIII, todos los cronis: tas, cual más, cual menos, Córdoba y Figueroa, Núñez de Pi- neda, Olivares, Gómez de Vidaurre, Carvallo y Goyeneche, alguna noticia consignaron, sobre todo el penúltimo de los nombrados, de las producciones naturales de Chile, que que- daron punto menos que sepultadas en el olvido por no ha- berse impreso esas obras hasta nuestros días. No así la del sacerdote francés Luis Feuillée, a quien le fué dado visitar las regiones vecinas a Concepción en un viaje de estudio rea- lizado en 1710, cuando con el cambio de política seguido por España con el acceso al trono de Felipe V estos remotos paí- ses se abrieron al comercio de la Francia. Publicó Feuillée su Relation du voyage, ete., en París, en 1714, dando en ella a conocer al mundo sabio algunas plantas chilenas con descrip- ciones científicas y láminas grabadas en cobre, cuales fueron, aunque con graves yerros en los nombres, como no pudo me- nos de ser para un oído extranjero: (cullé) culén, clincín, chan- ce-laguén (cachanlagua), ¿llen, itíu, ligtu (liuto), llaupanke PRÓLOGO 13 (pangue), nillgue (nillue), pichua (pichoa), pillabilcum, quellgón, tupa, y alguna otra. Pero, por muy apreciable que para su tiempo y el reducido terreno explorado fuera la obra del sabio francés, no puede compararse con la que nuestro compatriota el abate don Juan Ignacio Molina dió a la estampa en italiano en 1737, vertida que fué en el año siguiente al castellano por Arquellada y Mendoza, en la que, al par de una clasificación cientifica, so- bre todo en lo referente a las plantas conforme al sistema de Linneo, se consignaron abundantes noticias de las produc: ciones naturales de Chile, mínimas en verdad, comparadas con la riqueza de nuestra flora, pero tan estimables, por lo demás, que hasta hoy se consultan y se leen siempre con agrado. Otra fuente valiosa de información para el estudio de Jas plantas chilenas se debió a los botánicos españoles Ruiz y Pa- vón, cuyos trabajos se dieron a luz por el Gobierno de la Pe- nínsula, con suscripciones recogidas en toda América, en cua- tro volúmenes en gran folio, con el título de Flora Peruviana et Chtilensts, en los que, junto con descripciones acabadas, se puede disfrutar de la vista de las especies en láminas ad- mirablemente grabadas y de tamaño casi siempre del na- tural. Como es obra escasa ni adquirible aun a mucho cos- to, no está de más que apunte aquí los nombres indigenas de plantas chilenas que en ella se consignan, algunas de las cua- les ya no se conocen con los que en aquel tiempo llevaban. Tomo l: achira; amor seco: incolae nuncupant, quoniam fructus transeuntium vestibus adhaerent. Arguenilla (Jovella- na punctata). Broquín (y no proquín, como dice Feuillée). (Acaena argentea). Cabellos de ángel (Cuscuta corymbosa). Ce- badilla; congona; chachaul o arguenita (Calceollaria rugosa); chonta; nebú o avellano (Quadria heterophyla); Pagnhin (el palquín de Feuillée), el pañil o parguín; (Buddleja globosa). Pangue; piñol (Embotherium dentatum); sandia-lahuen (Ver- bena multifida); voquí (Cissus striata): «Nomen non solum omni plantae scandenti, sed metaphorice etiam obtrectationi- bus chilenses applicant». Tomo Il: Capulí (Physalis pubescens), que no es el árbol de 14 VOCES CHILENAS que habla el Diccionario, pero que trae Salvá. Quinchamali: unuperguén (Campanula filiformis). Tomo HI: Cardón o puya: codocozpu (Myoschilos oblongaj: id est, fructus cujusdam animalis amphibii, a Molina mus coipus dicti, quia ejus fructibus praesertim nutritur». Cop? hue: chilco o thileo; chupón (Bromelia sphacelata); «vulgo chupón, et fructus chupones». Guadalahuén, «id est, yerba de la apostema». (Gmuallipatagua (Villaresia mucronata); esto es, «el arbol del huillin». Zetriho o ¿tíu (Loranthus verticilla- tus); ¿lleu, (Anthericum caeruleum); 2llmu (Conanthera bifo- lia); liutu, ligtu, según Feuillée; lúcumo (Achras lucuma) «et fructus lúcumas appellantur». Lun o liun o sietecamisas (Ste- reoxylon revolutum), «quia cortex in laminulas septem, te- nues dipescituir»; mattén: ñaipa; quila, vulgo zarzaparrilla (Herreria stellata). Durante la primera mitad del siglo XIX aparecieron tara- bién en las obras de viajeros extranjeros, una que otra des- eripción de animales y plantas chilenos, siendo de hotar entre ellas, por la especialidad de su tema, las Plantae rariores de Bertero, publicadas por A. Colla, libro en el que se habla de la cebolleta (Ornithrogalum aequipetalum, y del oreganallo (Grar- doquia obovata); pero ni todas juntas encierran una imíni- ma parte siquiera del material que abarca la gran obra de don Claudio Gay, que honraría a cualquiera nación, de escaso valor en su parte histórica, a no ser por los documentos que la ilustran, como no podía menos de ser, pero verdadero mo- numento científico en su conjunto, del estudio de las produc- ciones de la naturaleza en Chile, en su parte botánica espe- cialmente, que es la que constituye su riqueza. Gay vivió en Chile por muchos años, viajó por todo el pais, oyó y acogió de boca del pueblo los nombres de las especies que había de describir científicamente, dejándonos, así, una de las mejores y más abundantes fuentes de información con que contamos para el estudio lexicográfico, materia de estas notas, y que se completa por los trabajos sobre la historia natura) de Chile que realizó después el sabio doctor don Rodulfo A. Philippi, mi amado maestro que fué, cuya memoria debemos conser- var los chilenos con la gratitud que merecen su desinterés, PRÓLOGO 15 su amor sin límites al trabajo y su bondad nunca desmentida, siempre tan claro como conciso en sus descripciones, que he de seguirlas con preferencia a todas. Alguna mención merecen también para nuestro objeto el estudio acerca de las plantas medicinales de Chile del doctor don Adolfo Murillo, y los varios de don Carlos Reiche sobre nuestra botánica, especialmente el que dedicó a las malezas de Chile. Tal era el caudal de fuentes escritas (para no hablar de otras de menor importancia) que existía cuando el doctor don Ro- dolfo Lenz comenzó la publicación de su Diccionario Etimo- lógico, terminado de imprimir en 1910, vasto arsenal de nom:- bres indígenas chilenos, tratados con método cientifico, abun- dantísimo en citas de las fuentes atendibles y lleno de obser- vaciones casi siempre muy atinadas, que habrían sido de más fuerza, en cuanto se refiere a la parte castellana, si no estuvie. sen emitidas a veces con cierta acrimonia... Cierto es también que los medios de información de que de ordinario se valió, cuando faltaban los testimonios escritos, cuáles eran, los datos que le suministraron sus jóvenes alumnos chilenos, pecan en ocasiones por yerros de pronunciación, que su calidad de ex- tranjero no le permitió siempre salvar, y que el método a que se ajusta en la escritura de las voces, que le lleva a de- sechar siempre la y para reemplazarla por la h, no puede acep- tarse como norma invariable; pero todo eso es nada, comparado con lo mucho, mnchísimo de provecho que de su obra puede sacarse. Honra asimismo de nuestras letras es el Diccionario de Chilenismos de mi doctísimo compañero de Academia, don Ma- nuel Antonio Román, cuyo tomo IV, que comprende hasta la letra Q, acaba de publicarse. No escaseaban, en verdad, los estudios sobre nuestros chi- lenismos, que por ser bien conocidos, no necesito enumerar; pero todos ellos resultan de poco alcance comparados con este libro, por las muchísimas voces y frases que contiene de nues- tra habla, en las que se nos enseña a distinguir lo correcto de lo que no lo es, con ejemplos y digresiones filológicas que acusan tanto su saber como su tesonera labor, siempre llevando 16 VOCES CHILENAS por norte tan ciego respeto al léxico oficial, que conoce hasta en sus minucias, como seguramente nadie le profesa en la pro- pia España. Con tales elementos de trabajo, ha sido fácil apuntar las voces chilenas que pudieran incorporarse en el Diccionario, — que hubiéramos aumentado en muchas más a no prescindir de aquellas menos conocidas o de uso puramente regional, — y bien poco lo que he puesto de mi cosecha; y para que la Real Academia disponga de los medios de información, reuni- dos, eso sí, en pocas líneas, que acrediten aquella pretensión, he anotado el nombre científico que corresponde a cada una de esas voces, para manifestar prima facie que son especies diversas de por sí; los pasajes de antiguos cronistas que las recuerdan, para exhibir su antigúedad, llevando las citas sola- mente hasta donde he creido que basten al intento; una des- eripción, tomada de los naturalistas, del animal o planta de que se trata; en cuanto ha sido posible, su etimología, de or- dinario araucana; y finalmente, la referencia a los Diccionarios de Lenz y Román en que se pudieran hallar más detalles rela- tivos a esas voces. Presentado así éste que llamaría banquete chileno de tres- cientos y tantos platos, la Academia elegirá entre ellos los que guste, que, me imagino, será en su mayor parte, puesto ¿ue están llamados a enriquecer nuestra lengua de lo que da buen indicio la tendencia ya claramente manifestada en su última edición del léxico, incorporando en ella voces chilenas que en las anteriores no figuraban, y si ya tienen lugar en él, como no puede menos de ser, tantas americanas, y entre ellas, las chilenas que en este momento recuerdo, como son, frutilla, frutillar, murtilla, mote, palque, patagua, etc., ¿por qué dudar de que en una edición venidera no se dé cabida a tantas otras no menos acreedoras a ese título? VOCES CHILENAS QUE PUDIERAN INCLUIRSE EN EL DICCIONARIO DE LA LENGUA. A Achira. f. (Canna indica). Planta de nuestros jardines, que alcanza a más de un metro de altura, con flores rojas o amarillas, epiginas, con un solo estambre petalóideo, cuya antera es de una sola celdilla, sin aroma, con rizomas gruesos, feculáceos. Es originaria de América, y en Chile era ya conocida a me- diados del siglo XVII, pues el P. Rosales habla de ella para preconizar la virtud madurativa de sus raices. Parece ser la que en España llaman cañacoro: pero en abono de su nombre americano cuenta con la autoridad de Arona en el Perú, de Granada en la Argentina y de Uribe en Colombia. Su etimo- logía es quichua. En Chile han hablado de ella Ortúzar, Cañas y Lenz. Tráela Zerolo. agachadera. f. (Geobamon nigrofasciatus). Avecilla que se halla en las cordilleras de la provincia de Santiago, siempre más allá de los mil metros de altura. Vié- nele su nombre de la costumbre que tiene de apacharraree. 18 VOCES CHILENAS Alcatraz. m. El Diccionario lo da como sinónimo de pelícano; muy bien; pero se pregunta si no vendrá su etimología del latín ono- crotalus, duda que no puede caber cuando se sabe que tal voz es de procedencia americana, que registraron Oviedo, Zárate, y en Chile González de Nájera: «Hay... otros pajarazos grandes como gansos, a que llaman alcatraces...» Pág. 35, segunda edi- ción. Alfilerillo f. (Scandiz chilensis). «...las plantas más abundantes son... una de peine de ve- nus, llamada vulgarmente loiqui-lahuén o alfilerillo, de que gustan mucho los animales.» Molina. «Llámase así, porque del centro de las hojas nace uno como pistilo, en forma de al- filer.» Román. Algarrobilla. f. Pruto del arbusto llamado algarrobo (Balsamocarpum brevt folium). «Las algarrobillas son los únicos [frutos] que se usan en las curtidurías. Los arbustos que producen estas legumbres o vainas, se hallan en las provincias de Atacama y Coquimbo, huvendo la costa. Su cantidad últimamente ha disminuído, porque los troncos se usan de leña y las vainas se agarran en proporción tan desmesurada (hasta en estado verde), que la reproducción de la planta se dificulta cada año más.» Reiche. Angelito. m. (Charadrius trifasciatus). Ave zaticuda, de la familia de los carádridos, de unos 18 centimetros de largo, con plumaje coloreado de un gris de tierra por el dorso, y blanco inferiormente (de donde el nom- bre con que se le distingue); tiene sobre la frente una faja negra y estrecha, sobrepuesta por otra más ancha y blanca, y un medio collar negro en la parte inferior del cuello. Habita las costas desde las de Santiago hasta las del Perú. Avellano. m. (Guevina avellana). Diverso del europeo. Arbol de la familia de las protáceas, de hojas alternas, coriáceas, pinadas, pinas doblemente aserra- DE TOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 19 das, cortamente pecioladas, ovaladas, subcordiformes. Flores blancas de a pares, en racimos axilares. Fruto: nuez, llamado avellana, comestible. Azulejo. m. (Carcharias glaucus). Pez chileno, «que tiene como cuatro pies de longitud; la cabeza y el cuerpo son de un hermoso color azul, más obscuro en el dorso; las aletas dorsales, pectorales y la caudal son también azules; las ventrales y anales tienen un tinte mucho más claro; lo demás del cuerpo es azulado.» Román. Gay Jo clasifica como especie diversa del tollo. «En cuanto al nom- bre castellano, observa Román, debería cambiarse por azulenco o azulado». B Bailahuén. m. (Haplopappus baylahuen). Planta compuesta, de las tubulifloras, que crece en la pro- vincia de Atacama, «con hojas cuneadas en la base, oblongas, con las márgenes crespas y desde el medio aserradas; son de consistencia rígida y barnizadas.» Así Reiche. Se da como re- medio contra la puna o soroche. Su etimología es ciertamente indígena, alterado el primer componente tazln, traspirar, en batla; y lvawert, remedio. Lenz, n. 1439. Bailarín. m. (Elanus dispar). Ave de rapiña bastante común en las provinciás centrales de Chile, y se le halla también en el Uruguay y en el Brasil. Corresponde a la especie que en España se llama neblí. «El macho adulto es de un color blanco limpio, en la parte inferior del cuerpo; en la espalda, de color negro, y el resto de la parte superior del cuerpo, exceptuando la cabeza, es de un color gris claro, más cargado en unas partes que en otras .. Su nombre vulgar le viene muy bien, en atención a su cos- tumbre de mantenerse en un mismo punto en el espacio, batiendo rápidamente las alas cuando ha logrado ver algún 20) VOCES CHILENAS animalito que puede servirle de alimento. Los movimientos que hace cuando se mantiene así en el aire, son sumamente rápidos y se asemejan a un baile.» Reed. Barata. f. «Nombre vulgar que se da en Chile a la cucaracha o blata de los naturalistas. Salta a la vista que es corrupción de esto último.» Advertiremos, con todo, que el nombre de cucaracho se aplica en Chile a un coleóptero de la familia de los carabus, negro, que vive en la tierra en lugares húmedos. Es, así, muy diverso de la barata, que es un ortóptero. Belloto. m. (Bellota Mierst1). «Arbol chileno, perteneciente a la familia de las lauríneas. Produce una nuez silvestre que sirve de alimento a los anima- les. Vea la Academia si ha llegado el caso de admitirlo en su Diccionario.» Román. «El belloto es un árbol hermoso, de la cordillera de la costa en la provincia de Aconcagua.» Reiche. - Blanquillo. m. (Latilus jugularis). «Pez chileno, de trece a quince pulgadas de longitud y de color rojizo, más o menos pardo sobre el dorso y plateado bajo el vientre. Merece admitirse en el Diccionario. Llamamos también blanquillo, m., un durazno parecido al de Zaragoza, pero de cáscara y corteza blancas.» Román. Boldo. m. (Boldoa fragans). Arbusto o árbol siempre verde, de la familia de las moni- miáceas, diclino dioico, de hojas pecioladas, opuestas cruzadas, ovalado-elípticas, coriáceas, ásperas, enteras y aromáticas: son medicinales. Flores blancas en racimos axilares. Fruto: drupa amarilla, comestible. «... aunque en esto se le aventaja la corteza del boldo...» Córdoba y Figueroa: «Los labradores llaman boldo a esta últi- ma especie, y se valen de su corteza para sahumar las vasijas en que envasan sus vinos.» Molina. «El boldo es de mucha y apacible fragancia en la corteza, hojas y fruto, y éste, que es DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 21 semejante en el color a una aceituna verde e igual en el tama- ño, es de un dulce muy gracioso; su huesecillo, por la dureza, color y figura, es de mucho aprecio para cuentas de rosario.» Olivares. «El boldo, cuyos carpidios son unas pequeñas drupas co- mestibles, últimamente recomendado como remedio en las en- termedades del hígado». Phillippi. Lenz, n. 69. Román: «Ya es tiempo de que el Diccionario acoja esta voz». Zerolo trae, erradamente, boldo y bolduw como especies diver- sas, y boldoa como planta originaria de México. De las hojas del boldo, cuya eficacia en las enfermedades hepáticas está hoy perfectamente comprobada, se extrae la boldina. Bollén. m. (Kagenelia oblonga). Arbusto o arbolito de altura de tres a cuatro metros, de la famiiia de las Rosáceas, lampiño, siempre verde, de hojas co- riáceas, oblongas, a veces trasaovadas, obtusas o agudas, con dientes glanduliformes poco marcados. Inflorescencias axila- res; fruto folículo. «El hollén es un árbol que da la hoja muy parecida a la del belloto, da la flor a modo de una estrella, y allí cría en los rayos de la estrella una telita blanca, delgada como papel.» Rosales. «En las playas del país crece también otro árbol graude y de bellísimo aspecto, llamado bollén, el cual me pa- rece un verdadero veneno. Sin embargo, en ciertas circuns- cias críticas usan los médicos de los polvos y de sus renuevos disueltos con agua, administrándolos como vomitivo y como purgante, pero no pasando la dosis de medio escrúpulo, por cuanto estos polvos son uno de los eméticos más terribles que se conocen en el reino vegetal.» Molina. «Las hojas de estos ár- boles son semejantes por la figura a las del limón, pero el color es más vivo, y especialmente las del hollén, que son de un verde luciente y muy alegre.» Gómez de Vidaurre. Lenz, n. 1459, que escribe esta voz con v. Puesto que no hay certidumbre de su etimología araucana y todos los escrito- res emplean la hb, conservamos esta letra. Así también Román, 22 VOCES CHILENAS quien dice: «Aboguen los naturalistas porque sea admitida en el Diccionario». Boqui. m. (Lardizabala biternata). «Género de plantas sarmentáceas, de las cuales la más común en Chile es el voqui (vitis striata) colorado de las provincias centrales y meridionales.» Phillippi. Con tal nombre designa el abate Molina a las yedras en general, voz que encuentra su semejante en los bejucos. Así, dice Rosales: «.. para atarlos y ¡juntarlos [haces de enea, totora...] ha proveído Dios de unas sogas naturales que llaman boqui, largas y delgadas, flexibles y de mucha fortaleza y duración en el agua. Hállanse colga- das de los árboles en abundancia, que como yedra trepan por ellos, de que también hacen gruesas imaromas torciendo unas sogas con otras...» Ya se ve por esto, según decía, que el hoquí es como el bejuco. «El boquí nace en los bosques más sombríos y húmedos, en donde serpenteando al rededor de los árboles, sube hasta la rama más alta...» Molina. Su etimología es araucana. Lenz, n. 1460, que escribe con », ajustándose a su proceden- cia indígena; pero ya el propio Febrés tradujo boquz, y así es- cribieron Rosales y Molina, seguidos en esto por Román. Véase CÓGUIL. e Caballo del Diablo. m. (Bacunculus phyllopus.) Ortóptero, de que hay varias especies en Chile; tiene la ca- beza pequeña y oblouga, con ojos fascetados y salientes, el cuerpo alargado, cilíndrico, sin alas ni elitros; antenas largas, filiformes y patas bastante largas y sencillas. Vive en los árbo- les y al andar parece un palito que se mueve. «El vulgo, siguiendo la antigua y errónea opinión deatribuir al espíritu maligno todas las cosas que parecen mal hechas llama caballo del diablo a esta especie....» Molina. «Nuestros rústicos, que probablemente han bautizado el Bactería con el pomposo nombre de caballo del diablo, por su DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 23 figura extraña y deforme, tienen respecto a él creencias las más absurdas.» Medina. Los ¿msectos enemigos, ete, lug. citado. Oviedo lo llamó cervatica, que el léxico define langostón. Cabello de ángel. m. (Cuscuta speciosa.) Bajo tal designación trae el Diccionario el «dulce de almibar que se hace con la cidra cayote», pero falta el nombre de esta convolvulácea, parásita, que trepa sobre los árboles y cubre sus copas con sus ramas y flores. «Todas las especies tienen tallos rojizos o amarillentos, desprovistos de hojas verdes, que por medio de raices adventicias (chupadores) explotan al pa- trón.» Reiche. Cabinza. f. (Mendosoma coerulescens y Fernandeziana.) Es pequeño, apenas de unas cinco pulgadas de largo, con toda la parte superior del cuerpo pardusca y la inferior pla- teada, con seis o siete líneas longitudinales obscuras a lo largo de los flancos; de forma oval, boca medianamente hendida, con quijadas iguales en largo; el ojo es mediano y se halia a casi igual distancia entre la punta del hocico y el opérculo. «Cabiínza, que es el nombre vulgar, debe figurar en el Die- cionario.» Román. Lenz, n. 166, que escribe cavinsa y apunta otras varian- tes, pero no la que damos, quees la más ajustada a su pro- nunciación. Cachampa. f. (Mugil cephalus.) «Pez parecido a la liza, que se cria en la desembocadura de algunos de los ríos de Chile.» Roman. Según Delfín, tal nombre se daría al pez cuando no alcanza aún su entero desa- rrollo. Lenz, n. 76, escribe cachamba, cuya etimología cree con razón que será probablemente quichua; al menos el segundo componente champa, tal como lo entendemos, —y en esto se: guimos a Román, —«el césped con tierra;> y el segundo sería, quizás, la partícula araucana cad, muy mucho; resultando así, «muy abundante en las champas.>» 24 VOCES CHILENAS Cachanlagua. f. (Erythraea chilensts). Rosales escribe cachalagua: Molina y Córdoba y Figueroa, cachanlaguén; Olivares, canchalagua. Amunátegui, Al través del Dicc. Hay que corregir cachanlagua, que es la forma corriente y la que más se ajusta a su etimología araucana: «cachán, dolor de costado; cachanlahuén, la centáurea, hierba conocida, amar- ga y fresca.» Así Febrés, y así también Lenz y Román. Jachudito. m. (Culicivora parvulus). Llamado también torito por las dos plumas sobresalientes que adornan su cabeza a manera de pequeños cuernos. Abun- da en Chile y se le halla asimismo en Patagonia. Pertenece este pajarillo a la familia de los tiránidos; sobre la cabeza tiene largas plumas negras y manchadas de blanco en el medio, que se elevan en forma de cresta o cuernos, — cachos, que se dice en América, —de donde su nombre; tiene de 11 a 12 centímetros de largo, su plumaje es pardo oliváceo por encima y blanco inferiormente, hasta dar en amarillento hacia la cola. Cague. m. (Anser antarcticus). En araucano, del cual procede esta voz, se escribe caghe, según Febrés, que Molina convirtió en cage y otros también malamente en cage. «El cague es una especie de oca que habita los mares de Chiloé, y euya particularidad consiste en la absoluta diferen- cia de color que se nota entre el macho y la hembra, porque aquél está vestido de blanquísimas plumas, y tiene pico y pies amarillos, y ésta es totalmente negra, y sus pies y pico son pardos.» Molina. Lenz, n. 87; Román, I, 512. Tanto el cague, como el piuquén, el canquén y el gansillo de que hemos de hablar, pertenecen al género bernicla de los palmípedos. El Diccionario incluvó en la penúltima edición la voz barnacla, sacada, evidentemente, de ese género y apli- cada a un «pato marino de Hibernia.» Véase PIUQUÉN. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 25 Cáhuil. m. (Larus dominicanus). «Las gaviotas en Chile se llaman algunas veces cúhual y chille.» Philippi. El doctor Lenz escribe caguil, pero advierte que «no está seguro si no es más bien cáhuil.» Tal es, en efecto, la forma verdadera, y con ella registra Asta-Buruaga en su Diccionario la aldea y laguna así llamadas. Es voz indígena onomatopéyica. Román, I, 512. Cala. £. (Cala aethiopica). La flor de la cala, muy conocida en Chile, aunque no es in dígena del país. El Diccionario, observa Román, ha admitido el nombre de la planta, pero se ha olvidado de consignar el de su flor, que así se llama. Seguramente de la forma que re- viste el pistilo de esta flor, procede la cala de la medicina ca- sera. Calabazo. mn. Llámase así el tiesto que se forma de la calabaza una vez madura y despojada de sus semillas, y con tal nombre era conocido en Chile por lo menos desde mediados del siglo XVIL Núñez de Pineda escribe (Cautiverio feliz, p. 1401 <... y nos brindamos con algunos licores que las mujeres habían traído en sus calabazos...» Véase ZAPALLO. Callampa. f. El hongo comestible que en España llaman setas. La que es venenosa (?) se denomina en Chile callampa del diablo: en Es- paña, cagarria y crespillar. Rodríguez y Zerolo, advierte Lenz, escriben malamente cayampa. Es voz de procedencia quichua. No creemos, como Román, que tal chilenismo no merezca mención en el Diccionario. Caminante. m. (Certhilauda cunicularia). Pajarillo dendrocoláptido, de unos 15 centímetros de largo, de cuerpo esbelto, con el pico tan largo como la cabeza y lige 26 VOCES CHILENAS ramente encorvado; el plumaje de un color gris rojizo, que se armoniza perfectamente con el del suelo, las alas medianas, la cola corta y los tarsos largos. «...en Chile no hay ninguna de las alondras propiamente tales; los caminantes se aproximan, sin embargo, mucho a ellas.» Philippi. «Encuéntrase comunmente esta ave en medio de los caminos buscando coleópteros, de que se alimenta. Su- mamente familiar, se le ve marchar adelante de las personas y caballos, y sólo cuando se está a muy pequeña distancia, se decide a tomar el vuelo.» Gay. lsto explica, observa Lenz, el nombre castellano caminante. Lenz, nm. 1505, da la forma caminanche, como vocablo cas- tellano en boca de indios. Román, E, pp. 244 y 514. Canastero. m. (Sinallavis sordida). Avecilla así llamada por la habilidad con que fabrica su nido colgado de los arbustos en forma de un alargado canasto, Otras especies de este mismo género reciben en Chile los nom- bres de comecebo, trabajador y bullicioso. «De un bruno ceni- ciento por cima, y por bajo de un ceniciento obscuro; los carri- llos y la garganta amarillentos; la barba es blanquizca; una leve ceja amarillenta se extiende desde los respiraderos nasa- les hasta la nuca; pico y pies de un bruno obscuro. Longitud total: 8 pulgadas.» Gay. Román, Í, p. 518, para canastero. Canelo. m. (Drymis chilensis). «Hay un árbol célebre de los indios en este reino, que ellos le llaman en su lengua hoyque (léase vcoyghe, forma araucana) y los españoles canelo, porque se parece al canelo que hay en Zuamaco, de las provincias de Quito, como lo notó Francisco de Gómara en la Historia general de las Indias. Está muy au- torizado de los naturales, así porque sirve de salvoconducto de unas provincias a otras, como de estandarte en las confe- deraciones de paz... Y demás de servir a estos indios de lo que a los romanos la oliva, es singularmente dedicado al de- monio, el altar de sus sacrificios y el trono de sus oráculos y / DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL Li respuestas.» Rosales. «...que salían al camino a recebirlos con canelos, que son insignias de paz...» Núñez de Pineda, p. 336. «Los chilenos llaman do¿yhe y los españoles canelo. Su tronco tendrá cincuenta pies de alto y echa las ramas contrapuestas de cuatro en cuatro en forma de cruz; sus hojas son grandes, alternantes y parecidas a las del laurel real; las flores blancas, cuadripétalas y olorosas, y las bayas ovales y de un color ne- gro azuludo...» Molina. «El canelo ha sido asi llamado por los españo!es, porque se asemeja en todo al árbol de que se saca la cunela oriental. Los indios lo llaman ho2ghe.» Gómez de Vi: daurre. Hoy sólo se conoce con el nombre de canelo. Lenz, n. 1458. Román: «El canelo chileno pertenece a la familia de las magnoliáceas y no debe confundirse con el de Ceilán, perteneciente a las lauríneas y único que figura en el Diccionario.» Capi. m. Se dice especialmente de la vaina tierna de las legumino- sas, como porotos, arvejas, ete. Su etimología es araucana. Febrés: «cape, vainitas tiernas o porotos nuevos con valhias.» Lenz, bh. 135. Román, Il, 258. Cardón. m. Cardonal. wn. Cardón, planta. Cardonal, sitio poblado de cardones. Estos vocablos deben admitirse, opina Román. Advertiré que Oviedo (l, 312), llamó eardones a nuestros (pUiscoSs. Véase CHAGUAL. Canquén. m. (Anser poliocephalus). Es el más hermoso de los gansos silvestres de Chile. Jl macho tiene Ja cabeza y la parte superior del cuello de color ceniciento; la región inferior del pescuezo, el pecho y las plu- mas de la cola, bermejas; las patas negras y anaranjadas. La hembra, que es un poco más pequeña que el macho, tiene fajas negras en el pecho, en el dorso, las espaldas y la parte inferior del cuello. 22€ VOCES CHILENAS Abunda mucho en Chiloé, donde con frecuencia se le ve domesticado en los corrales. Viene del araucano canqueñ, que registra Febrés. Lenz, número 132, con citas de Gay, Maldonado y Fonck- Véase PIUQUÉN. Carpinterito. m. (Picus melanocephalus). «...los pájaros carpinteros... unos son negros con abultado copete en la cabeza y del tamaño de una codorniz...» Molina. Voz que trae el Diccionario, pero no el diminutivo carpinteri- to, que se aplica al Picus melanocephalus. «.. y los demás van también, como el carpinterito, que pica en los árboles para extraer de su seno carcomido el propio sustento, a dar guerra, en unión con sus aliados los sy»fus, a los inagotables pulgones.» Medina, ubt supra. Cata. £ (Psittacus erytrifrons). «La catita de Chile, que se extiende hasta Magallanes...» Phillippi. Es una especie de papagayo pequeño. Tenemos por probable que su etimología venga de catalin:- ca o catalnica, como solía llamarse antaño en España a las cotorras. Así lo cree también Román. Asimismo se le conoce con el nombre de yahuilma. Catanga. f. (Megathopa villosa). Una especie de pololo (véase esta voz) de color verde. Lenz, n. 152, opina que su etimología puede ser araucana, del verbo catan, agujerear, porque efectivamente este coleóp- tero vive durante el estado de larva en agujeros que horada en los troncos carcomidos de los árboles; pero no es así, pues el Inca Garcilaso nos enseña que acatanca quiere decir esca- rabajo, «nombre con mucha propriedad compuesto deste nom- bre aca, que es estiércol, y deste verbo tanca (pronunciada la última sílaba en lo interior de la garganta) que es empujar: acatanca quiere decir el que empuxa el estiércol.» Lib. II, cap. V. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 29 Caucha. f. (Eringium rostratum). Esta planta es de la familia de las umbeliferas, con hojas rÍ- gidas, casi todas radicales, angostadas en la base, lanceoladas, de hasta veinte centímetros de largo. Considérase como anti- doto, aunque al parecer sin fundamento, contra la picadura de la araña venenosa de Chile. Lenz, n. 158, que cree, con razón, que la etimología de esta voz debe ser araucana. Cauchau. m. «El cauchau es fruta de la luma (véase esta voz), semejante en la figura y gusto a la murtilla, con la diferencia de ser negra; hacen de ella los indios bebida que luego embriaga...» Olivares. El doctor Leuvz adopta la forma cauchahue. Preferimos atenernos a la de Olivares, a quien corresponde la prioridad al escribirla. Cauque. m. (Cyprinus caucus). «Es muy regalado de pescado, principalmente de robalos, cauques, truchas, lenguados y pejerreyes.» Rosales. «De peces menores o conocidos en otros mares o propios de éste, son varias las especies, como de... cauques...> Olivares. Lenz, n. 172, que cita también los testimonios de Córdoba y Figueroa, Molina y Carvallo. La etimología de esta voz es, indudablemente, araucana: kauke. Rosales, como se ve, distingue entre el cauque y el pejerrey; según Román (I, p. 522) aquel nombre se da en muchas par tes de Chile y se aplica al pejerrey grande, de lomo plateado, «aunque algunos naturalistas pretenden que es otro pez pare- cido a éste.» Cedrón. m. (Lappia citriodora). «Planta de la familia de las verbenáceas, olorosa y medici- nal. Aunque originaria del Perú, se produce abundantemente en Chile. Debe figurar en el Diccionario.» Román. 30 VOCES CHILENAS Cebolleta. f. (Ornitogalum aequipetalum). Habla de ella y la describe Bertero en sus Plantae rartores, publicadas por A. Colla. Centella. f. (Ranunculus muricatus). «Planta perenne, ranunculácea, pelada, con los tallos cor- tos, derechos o tendidos. Hojas radicales, casi orbiculares, tri- lobuladas, acorazonadas... Flores solitarias, aparentemente opuestas a las hojas, actinomorfas. Las flores con cinco péta- los, de un amarillo pálido.» Reiche. Planta del sur de Euro- pa, que se ha convertido en maleza en los sitios húmedos de Chile. Cineraria. £ «Planta de jardín y de la cual hay en Chile muchas varie- riedades; flor de esta planta. Es la misma que describe el Dic- cionario Enciclopédico Hispano- Americano; pero que todavía no ha sido admitida en el de la Academia.» Román. Ciruelillo. m. «Arbol con flores de color de escarlata muy hermosas.» «Merece admitirse.» Román. Véase NOTRU. Clarín. m. «Las conocidas planta y flor de nuestros jardines designa- das con este nombre se llaman en castellano guisante de olor.» Román. Convendría admitir tal voz como chilenismo. Clonqui. m. (Xanthium spinosum). La fruta o semilla de esta planta y de otras sus congéneres: que es enteramente análoga, aunque muchisimo más pequeña que la que da la cardencha (en Chile simplemente carda), que Febrés, traduciendo su nombre araucano concúll, llamaba cepacaballo, y que en España, según Román, se dice arzolla; pero nos parece que se acerca más al cadillo. En todo caso, no se habla de que así se llame al fruto, o sea, nuestro clonqui. Lenz, n. 173. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 31 Cochayuyo. m. (Durvillea utilissima). «De estos troncos nacen unas vainas muy largas, de más de tres y cuatro varas, y algunas anchas de cuatro, seis y ocho dedos: éstas llaman cochayuyo, y son de dos suertes y espe cies...» Ovalle. «...éstos andaban vestidos de unas mantas largas, con los cabellos largos, y los que no los tenían, los traían postizos de cochayuyo...» Pineda y Bascuñán, p. 361. Lenz, n. 182, que cita otros comprobantes de Molina, Cór doba y Figueroa, Gómez de Vidaurre (que escribe cochayuyu), Arona, Palma y Rodríguez. Viene del quichua, en sus dos componentes: kocha, laguna; y yuyu, el nabo, en general, hortaliza. Observa Román: «No basta el nombre genérico de alga u ova que nos dan todos los Diccionarios para designar nuestro cochayuyo, que es planta marina especial y comestible... Como el nombre se usa en todo Chile y otras partes y no tiene equi- valente en castellano, creemos que debe admitirse en el Dic- cionario tal como lo trasmitieron los aborígenes chilenos». Cóguil. m. (Lardizabala biternata). Es el fruto de la coguilera o boquí (escrito también roque), enredadera vcluble de hojas biternadas glabras, enteras o festonadas o trilobuladas. Flores masculinas en racimos, lus femeninas solitarias. Fruto: baya amarilla cilíndrica, comesti- ble. Familia de las Lardizabaláceas. De origen araucano, en cuya lengua se escribe cohgill, según Febrés. Entre la gente del pueblo se pronuncia malamente colle; en Molina y Gómez de Vidaurre, de quienes la tomó Zerolo, cogul, todo a consecuencia de no observar el valor de la araucana, que se aproxima al de la u francesa. «La más útil de todas estas especies es el cogul... Luego que llega a la copa, se pasa al árbol más inmediato, o baja perpendicularmente, volviendo a subir y a bajar tantas veces, enredándose consigo mismo y con los demás voquis, que for- ma una especie de confusión de cuerdas pendientes muy pa- recidas a los aparejos de un bajel... Su fruto es una baya de uba pulgada de grueso y de seis o siete dedos de largo, dentro 32 VOCES CHILENAS de la cual se contiene una pulpa blanquecina, mantecosa y de sabor agradable.» Molina. Celebrado en poesía (Vial Solar, El caballero de la gloria, Santiago de Chile, 1916, 3.%, p. 53): el grano de oro del maizal florido, del cóguil dulce el fruto suspendido... Lenz, n. 186. Román dice: «Encárguense los naturalistas de describirlo con todos sus pormenores; nosotros sólo pedire- mos que su nombre sea incluído en el Diccionario.» Véase BOQUI. Coicoy. m. (Cystignathus Bibroni?). Cierta especie de sapo muy pequeño y saltador. Lenz, n. 188, que considera tal voz de origen araucano. En araucano: kotwwilla, cierto sapo. «Sin duda por el grito o canto que le es propio y que parece repetir la voz coy, se llama así en Chile un sapo pequeño que tiene en la espalda unas cuatro protuberancias que parecen otros tantos ojos, por lo cual lo llaman también sapo de cuatro ojos.» Román. Coihue. m. (Fagus Dombeyo. Arbol de la familia de las Fagáceas, de hojas aovado-lanceo- ladas, romboidales, coriáceas, glabras, ligeramente pecioladas. doblemente aserradas; flores de a tres en un pedúnculo. «...el cohue crece desde Chillán para el sur, y aun en la isla de Chiloé, árbol inmenso, cuya madera ez apenas inferior a la del roble pellín.» Philipp. De origen araucano, voz registrada por Febrés, y mal escrita por varios autores, entre otros, por Pérez Rosales: «...debió su salvación al asilo que encontró en un carcomido cozgie...»; si bien más adelante está correctamente: «pasé en el rústico apo- sento que me proporcionó el hueco tronco de un gigantesco cotrhue...>» También le recuerda Vial Solar, obra citada, p. 148: DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 33 El majestuoso colhue se estremece a los golpes de hachas y de espadas, y no se abate... Lenz, n. 190. «Su nombre, araucano en su origen, observa Román, debe figurar en el Diccionario.» Coipo. m. (Myopotamus coipu). «Los coipus se parecen mucho al castor y salen aún menos del agua, pero tienen la cola larga, casi cilindrica.» Philipp. «El copú es un topo o rata acuática del tamaño de la nutria, a la cual se parece mucho en la construcción de su cuerpo y en el color de su pelo; tiene las orejas redondas; el hocico lar- go y cubierto de mostachos; las patas cortas y la cola gruesa, mediana y peluda.» Molina. «Otro animalejo hay llamado coipú, que en el pelo y obras se parece a la nutria; en la he- chura, a la raposa terrestre.» Rosales. Por asimilación de vocales, hoy se dice siempre co/po, tal como escribía esta voz Olivares: «el coipo y el guillín son ani- males anfibios.» Zerolo, siguiendo casi seguramente a Molina, escribe erradamente acentuada esta voz. Su etimología es araucana: «coypu, animal de río como gato.» Febrés. Lenz, n. 193. «Su nombre debe tener cabida en el Dicciona- rio.» Román. Coirón. m. (Andropogon argenteus). «El coirón es muy conocido por ser tan semejante al espar- to.» Rosales. Y su conocimiento data entre nosotros de tan antiguo, que Cortés Ojea menciona esta gramínea en la Rela- ción del viaje que hizo al Estrecho de Magallanes en 1557. Hállase en Zerolo. Lenz, n. 194. Román dice: «Gramínea muy abundante en Chile, de hojas duras y punzantes, y usada para techo de casas en los campos. Su nombre debe tener cabida en el Diccio- nario.» Colegial. m. (Lichenops perspicillatus). Vive esta avecita en todo Chile a orillas de los ríos y lagu- nas de agua dulce. Se le suele designar también con el nombre (3) 34 VOCES CHILENAS de runrún; el que se le da generalmente procede, según es de creer, del color de su plumaje, por cuanto en él imita el traje que antiguamente usaban ciertos colegiales en Chile, con la beca roja. Pertenece a la familia de los tiránidos y es ave dimórfica, pues el macho, de plumaje negro en gran parte, es de color rojo acanelado por encima, y la hembra, un poco menor que el macho, toda ella es cenicienta. Tiene de largo de 13 a 14 cen- tímetros. Coliguacho. m. (Tabanus o Pangonia depressus). «Muy común en la provincia de Valdivia, en donde la lla- man coliguacho, negro, con los bordes laterales del coselete y el extremo del abdomen cubierto de pelos anaranjados.» Phi- lippi. Febrés, seguido por Gay, escriben colliguacho. El doctor Lenz cree que «tal vez los dos elementos del nombre y quizás el compuesto mismo, vienen del quechua: colicol y huacho.» En mi concepto, tal nombre vendría de colú, rojo, y huacho, voz esta última que implica la idea de solo, y que se habría aplicudo al insecto de que se trata por tener una franja única amarilla en el extremo del abdomen, todo de color negro. Posi- blemente sería designado así por las tropas peruanas que lle- garon a poblar a Valdivia a mediados del siglo XVII. «Es digno de figurar en el Diccionario.» Román. Colihue. m. (Chusquea). La forma primitiva fué coleo; así González de Nájera escri- bía: «Llaman los indios a estas cañas, coleos, y los nuestros cañas bravas,» y así también Rosales: «y losindios de guerra, aunque haya mucha nieve, pasan poniéndose unos zapatos que hacen de coleos...» Molina la convirtió en colin: «La caña más digna de observación entre cuantas merecen con propie- dad este nombre, es la sólida chilena, de la cual se encuentran varias especies... comprendidas todas ellas bajo el nombre general de coliu.» Los indígenas decían culiu, según lo esta- blecen los padres Valdivia y Febrés, si bien este último ad- vierte que «las llamadas colehues tienen otro nombre en arauca- DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 30 no.» Olivares dijo col2hues, que es el término usado hoy: «...se ponen de una a otra margen, distante uno de otro pocas varas, y armados con unas cañas sólidas aguzadas, que en su idioma llaman coligies...>» De tal forma proceden los derivados col2gual, encoliguado y encoliguar. Lenz, n. 199. «Debe admitirse en el Diccionario.» Román. Colilarga. f. (Synallaxis aegythaloides). «Dase este nombre en las provincias centrales de Chile, a varias especies de pajarillos insectívoros pertenecientes al gé- nero Synallaxis de los ornitólogos. En la provincia de Chiloé se designa con este mismo nombre otra especie originaria de sola aquella región, que lleva en Ornitología el nombre de sylviothorynchus Desmurti. Es un pajarillo elegante, cuya cola lleva dos plumas dos veces más largas que todo el cuerpo. En el Diccionario aparecen el rabilargo y el rabo de junco, pájaros muy parecidos o iguales al nuestro. Decídanlo los especialis- tas.» Román. Por mi parte, añadiré que entra dentro del género que en España llaman paro, a que pertenecen los que allí se designan con los nombres de alionín, herrerillo y pájaro moscón; pero el nuestro es diverso de todos ellos: «de color gris bermejo por cima, su capucha bermeja, estriada de negro, con una es- pecie de collar de estrías detrás de la nuca; alas de un bruno obscuro; cola negra, muy recortada; la garganta blanca; los carrillos y los costados del cuello, variados de manchas blan- cas y brunas; el pecho y su medio de color gris; los pies ne- gros. Longitud tota!, 8 pulgadas.» Gay. Colliguay. m. (Coliguaya odorifera). Arbusto de la familia de las Euforbiáceas, aromático, de hojas alternas, elíptico-lanceoladas, obtusas mucronuladas, aserradas, glandulosas en los dientes, coriáceas, pecioladas; cápsula triédrica. «El colliguay, arbusto común en nuestras provincias cen- trales, cuya leña da un olor agradable al quemarse » Phi- lippi. «El coliguay es una mata de una vara de alto y su raíz, 36 VOCES CHILENAS partida, echa una leche tan venenosa, que los indios de esta tierra enherbolan con ella sus flechas.» Rosales. «Y el tronco del colliguay echado en el fuego, exhala un olor agradable a rosa, que no lastima la cabeza.» Molina. «Lo mimo hace la madera del colliguay, pero su fragancia luego se disipa.» Oli- vares. e Zerolo registra la forma coliguayo; Lenz quiere que se diga colihuaz, porque tal es, según dice, la pronunciación que ha oído entre el pueblo. Preferimos atenernos a los testimonios de los autores que escriben colliguay. Voz de procedencia araucana, aunque no registrada en los diccionarios de esa lengua. «Puede admitirse en el Diccionario.» Román. Congona. f. (Seperomia inaequalifolia). Hierba glabra, ascendente, de la familia de las Piperáceas y originaria del Perú; con hojas verticuladas, pecioladas, en- teras, algo pestañosas en la punta; las inferiores obovadas y las superiores espatuladas o líneo-espatuladas; Hores en espi- gas terminales. «La congona, que es una yerba que mascada huele mucho y se parece a la verdolaga.» Rosales. Planta de origen peruano, de muy frecuente cultivo en Chi le, sobre todo entre la gente del pueblo. Lenz, n. 223. Copihue. m. (Lapageria rosea). La Hor verdaderamente nacional de Chile y que al decla- rarse tal, según de ello se trata al presente, bien pudiera lle- var al pie la siguiente inscripción latina de Ruiz y Pavón: «Planta ad hortorum ornamentum insigni pulchritudine sua comendatur,» y que en idioma araucano se llama copiu, como aparece en los diccionarios de esa lengua, aunque no aplicada a la flor propiamente tal. Así escribía todavía Molina, acen- tuando el vocablo: «De esta clase [arbustos sarmentosos| es el coptú, el cual lleva una flor de tres pulgadas de largo, com- puesta de seis pétalos, y cuyo color -es un bellísimo carmesí manchado interiormente de blanco.» «La forma copthue, ob- DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 37 serva Lenz, (n. 232) es el singular analógico sacado de copi hues, que es el plural normal de copin...> «La voz copihue debe, pues, ingresar en el Diccionario ofi cial.» Román. Coquito. m. El fruto de la palmera chilena, de que hablaba ya el P. Acosta: «Estos cocos que digo serán del tamaño de un me- loncete pequeño; otros hay que llaman coquillos y es mejor fruta y la hay en Chile; son algo menores que nueces, pero más redondos.» Tomo I, p. 250, ed. de Madrid, 1790, 8.2 De ellos hace también mención el cronista Antonio de He- rrera y el P. Ovalle los describe así: «... la mesma naturaleza parece que da a antender su preciosidad en la variedad de cubiertas con que los envolvió, porque, lo primero, rodeó la carne de dentro con un hueso más duro que el de la almen- dra y la nuez; luego le puso una gruesa tela o capa tejida como de estambre, de color verde y amarillo, y tan fuerte, que aun cuando está fresca, se rompe difícilmente, y el coco que no le despidió a su tiempo, es más fácil quebrarle que des- nudarle de ella. Críanse pegados a un racimo, que tendrá más de mil, y éste se engendra dentro de una como concha cerra- da, que va creciendo juntamente con el racimo, hasta que llegando ya éste a sazón, engruesa de manera, que no ca- biendo dentro de su claustro, la hace reventar y rompe en dos partes, que quedan como dos barcos, cada uno de más de una vara de largo y dos palmos de diámetro por lo más ancho, y el racimo todo amarillo, que es muy de ver, queda colgando hasta que, sazonándose la fruta, se viene al suelo...» El Diccionario trae esta voz coquito como sinónima de cu culí, pero haría bien, me parece, en consultar también la acepción que le corresponde en Chile. Corecore, m. (Geranium rotunda folium). Planta citada ya por Mariño de Lobera con sólo el nombre de cor?, y a la que probablemente aludía Rosales al decir que las raíces de coro eran excelente remedio para el pasmo, y así, con alteraciones más o ménos variadas, aparece en otros escri- 38 VOCES CHILENAS tores. Es hierba usada en la medicina casera y muy abun- dante en todo Chile, con flores pedunculadas dos a dos, muy pequeñas, que se acercan al color de rosa; cáliz velludo, con sépalos terminales espinudos; pétalos enteros, obtusos; carpe- los peludos, y con hojas radicales redondeadas, divididas en siete lóbulos. Florece durante gran parte del verano. Lenz opina que su etimología debe ser araucana. Coronta, f. Corazón de la mazorca del maíz ya desgranado. Voz usada también en el Perú (Arona y Palma), de donde procede: en quichua ¿'oronta. Así se llamaba en Chile por lo menos desde mediados del siglo XVIII, en cuya forma la trae Febrés al traducir el equivalente castellano maslo, anticuado hoy, según el léxico. Observa Román la confusión que en éste se nota respecto de las definiciones de los provincialismos españoles carozo, garojo y tusa, que responden a la forma castellana ¿uro, y continúa así: «Comparando el número de personas que usan cada una de estas voces con el de los que usan a coronta, que son varias repúblicas de Sud-América, y considerando que esta voz es mucho más antigua, comoquiera que de América pasó el maíz a Europa, creemos que la Academia no debe ya vacilar un momento sino apresurarse a recogerla para la próxima edición del Diccionario.» Corontillo. m. (Escallonmia ¿llinita). «Planta del género de las saxifragáceas, del género escallonta. Se llama ¿llinita, por la resina de que aparece como untada... El nombre de corontillo es porque su flor, en forma cilín- drica y áspera, semeja una coronta. Es planta medicinal para enfermedades del hígado y su nombre debe figurar en el Dic- cionario.» Román, I, p. 531. Arbusto de uno a dos metros de altura, de la familia de las Saxifragáceas, pelado, resinoso, muy oloroso; hojas rígi- das, barnizadas en la cara superior o en ambas, glanduloso- punteadas por debajo, oblongas, trasaovado oblongas o trasao- DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 39 vado-lanceoladas. almenado-dentadas, de 3 a 5 centimetros de largo; cápsula lampiña, trasovoide-turbinado. Cortadora. f. Yerba que se cría en lugares húmedos, con hojas largas y angostas, de bordes ásperos y cortantes. Las hay de varias especies en Chile, pero la más frecuente es la que nuestro pueblo llama cortadera y cuyos tallos, desmenuzados en tiras angostas, aprovecha para torcer y fabricar cuerdas y sombre- ros. Román la ha consignado bajo el nombre vulgar, si bien correctamente escrito debe ser cortadora, eu cuya forma la empleó Pedro de Oña en su Arauco domado (canto IV) en un pasaje doblemente curioso porque habla de las demás hierbas similares que los españoles encontraron al desembarcar en la isla de Quiriquina: Quién el desierto albergue trastornando En término más breve que de un hora Cargado vuelve y crespo de totora Do están las camaradas aguardando; Quién con la verde juncia ramorando; Quién con la paja seca cortadora; Quién por allá cubierto de carrizo. Más erizado asoma que un erizo. Y en nota puesta a esa voz cortadora, agrega: «Especie de paja como cuchillos. » Enredadera voluble, de la familia de las Liliáceas, con ho- jas alternas aovadas, acuminadas, coriáceas, cortamente pe- cioladas; flores rosadas o rojas, acampanadas; fruto, baya ama: rillo. «Parece, añade Román, que no hay en castellano otras vo ces propias (citando la juncia y la chufa y el papiro) para deno- minar estas especies chilenas...: en vista de esto, debe admi- tirse en el Diccionario nuestra cortadera», o cortadora, digo yo. Coscoroba. f. (Cyenus coscoroba). Especie de cisne así llamado, que se distingue del que ha- bita en las provincias centrales de Chile en que tiene el cuello más corto y todo blanco: es también más pequeño. Vive en 40 VOCES CHILENAS las regiones del sur y abunda en esa misma latitud de la Ar- gentina. «El nombre vulgar con el cual debe entrar en el Diccionario» es onomatopéyico. Román, I, p. 533. Corvinilla. f. (Corvina trispinosa). Dase el nombre de corvinilla en Chile, ya al pez indicado con aquella designación científica, ya a otras dos especies del género Umbrina. Con el más generalmente conocido, se re presenta un pez de unas quince pulgadas de longitud, de un verde blanquizco por cima y plateado por bajo, que, como su nombre lo indica, tiene alguna semejanza con la corvina. Cuca. f. (Ardea coco1). «Tenemos varias especies de garzas en Chile: la cuca... La ave que en Europa se llama garza se parece muchísimo a la cuca, pero es más chica.» Philippi. La cuca es ave zancuda, de la familia de los ardeidos, con ojos rodeados de una piel calva, de tal modo que parecen que están situados en el pico mismo, dándole así un aspecto muy estúpido. Es más grande que la garza europea, y ceni ciento azulada como ésta, con las plumas grandes de las alas negras, y en la cabeza con un penacho del mismo color, el cual es más largo en el macho. Ave que debe su nombre, probablemente, a su graznido. Regístrala Román. Cuchareta. £. (Platalea ajaja). Se da este nombre a un ave zancuda, de pico largo, recto, muy aplanado horizontalmente v ensanchado en forma de cu- chara en el extremo. Pertenece a la familia de los plataleidos, y es de color generalmente rosado, con la cabeza, el cuello y el pecho blancos. Aunque se halla esparcida por las dos Amé: ricas, sólo de cuando en cuando suele encontrarse algún ejem- plar en Chile. «Hay en América y también en Chile, una especie de espá- tula de color de rosa o rojo muy subido, llamada planeta en el país.» Philippi. Es la misma conocida con el nombre más general de cuchareta, traducción que el pueblo ha hecho en DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 41 esa forma por serle mucho menos conocida la espátula, a la cual se parece bastante el pico de esa ave. Planeta procedería de la pequeña plana que usan los alba ñiles, a la cual se asemeja también el pico de la cuchareta. Román, I, p. 534. Cueculí. m. «Los peruanos y el Diccionario de Zerolo hacen femenino este nombre; nosotros lo hacemos masculino.» «Es paloma sil- vestre del tamaño de la doméstica, aunque más esbelta y aristocrática en su corte. Es de color cenizo y alrededor del ojo lleva una bellísima órbita azul subido. Como todos los nombres onomatopéyicos, en la primera etapa de su formación, cuculí imita directamente el canto del ave, sin sílaba de más o de menos, de esas que la eufonía o la analogía gramatical van añadiendo o cercenando a las palabras de este origen, a medida que se labran con el trascurso del tiempo. El canto de esta paloma es tan bello y tan rotundo, los golpes de su pecho tan acompasados, que es muy solicitada para la jaula, donde se cría perfectamente, no obstante lo arisco y soberbio de su carácter.» Arona. «Y en esta cita, concluye Román, tiene la Academia los datos suficientes para la aceptación de este vo- cablo.» Culén. m. (Psoralea glandulosa). Arbusto de la familia de las Leguminosas, oloroso, las hojas y los cálices glandulosos; hojas casi de un decimetro de largo, con tres hojuelas lanceoladas, u oval lanceoladas, acuminadas, tiernas y de un verde claro; flores en racimos axilares; corola blanco-azulada o purpurina. Medicinal. «El culén es un arbusto indígena apreciado como remedio casero.» Philippi. «La segunda yerba sea la que llamamos albahaquilla y los indios culén.» Ovalle. «El culén es provecho- sísimo para muchos remedios; llaman a esta mata los españo- les albahaquilla, por la semejanza que tiene a la albahaca de Europa en lo que toca a la forma y a la figura de las hojas, si bien muy contraria en el olor y en el sabor y diferente en las virtudes.» Rosales. «...porque estaba [el valle] sembrado de 42 VOCES CHILENAS espesos arbolitos de culenes, que nosotros llaniamos albaha- quillas del campo.» Núñez de Pineda, p. 77. «El culén es árbol pequeño, sus hojas semejantes a la albahaca.» Olivares. Adviértase que nadie en Chile la conoce hoy por el nombre de albahaca o albalaquilla, a que aluden aquellos autores. Voz de origen araucano, de la cual ha salido el colectivo culenar. Lenz, n. 263, que cita también, entre los modernos, a Vicu- ña Mackenna, a Barros Arana, a Bello, que usó de esa voz en verso, y a Amunátegui. Al través del Diccionario, pp. 235 y siguientes. Concluye Román: «No hay más remedio que in- cluir en el Diccionario su verdadero nombre araucano (culén), que es el que le damos en Chile...» Y otro tanto opina respec- to a culenar. Culpeu. m. (Canis culpen). Culpeu, «raposa grande», nos dice Febrés; de donde su ori gen netamente araucano. «Hay muchas y diferentes raposas, con diversos nombres; a las muy grandes llaman culpeu.» Ro- sales. «El exlpeu es una zorra grande, que sólo se distingue de la común en la magnitud, en el color, que es más fusco, y en la cola, que es larga, derecha y poblada de pelos cortos hasta su extremidad, como la del perro común.» Molina. Lenz, n. 266; Román escribe culpeo, y dice respecto de esta voz que «debe pasar al Diccionario.» Cuncuna. «Sus larvas [de las mariposas] llamadas orugas y en Chile cuncuna.» Philippi. Es voz netamente araucana. Febrés: cun- enna, un gusano del todo parecido a los de seda, menos en el color y en morder.» Se usa también en la República Argenti- na. En Chile se aplica especialmente a la larva de la mariposa que se cría en los álamos. Lenz, n. 277. Hállase en Salvá, que define esta voz: «Gusa- no de Chile, parecido a los de seda.» Román cree que corresponde en todo a la oruga castellana, si bien agrega que «será difícil desterrar de Chile el popular nombre de cuncuna, que es usado por toda clase de personas, DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 43 mientras que el de oruga sólo es conocido de las personas muy instruidas.» Pero añadiremos más: la oruga es cualquiera larva en forma de gusano. al paso que la cuncuna es la que está cubierta de pelos, a modo de ortigas, como ya lo advirtió Febrés. Es, por tanto, una clase especial, aquella que hace daño al tocarla. Curagua. f «Bien que para esta operación [de tostar el maiz' prefieren otra especie que llaman curagua, que aunque mucho menor en todas sus partes, se hincha de tal modo en el baño de are- na, que adquiere un volumen mucho mavor que los otros, y da una harina más ligera y más blanca...» Molina. «A este fin [de hacer harina] destinan la especie de maíz que llaman curagua, la cual aunque en todas sus partes sea más pequeña, con el reventar que hace con el calor de la arena, ad- quiere un volumen dos veces más grande que el otro, y rinde uba harina más blanca y más ligera y muy de gusto de las personas del más delicado paladar...» Gómez de Vidaurre. Zerolo aplica esta voz a cierta «especie de maiz del Brasil.» Llámase en Chile curagiizlla al sorgo, de cuyas paniculas se hacen generalmente las escobas. Según Lenz, n. 285, la etimología araucana de curagua (que escribe curahua) vendría de cura, piedra, y de hua, maiz, «es decir, maíz (duro como) piedra.» «Curagua debe admitirse, observa Román, ya que designa una cosa que no tiene otro nombre en castellano.» Cururo. m. (Poephagomys ater). Ratón del campo, de un color negro uniforme y brillante, que vive en cuevas que fabrica en los cerros con muchas ra- mificaciones, haciendo en ocasiones el trafico peligroso para las caballerías. Lenz, (n. 295) cree que la voz procede del araucano y que será onomatopéyica. 341 VOCES CHILENAS Cuy. m. (Caviía Cobaya). «Otro género hay de conejitos..., pero son domésticos y se llaman cuyes, que son también muy regalados y de mejor vista, porque son de varios colores y manchas...» Ovalle. «Discurren por el campo ciertos conejitos llamados cuyes, blancos y pardos y otros negros y blancos...» Rosales. Molina, que describe a este roedor con el nombre de lepus minimus, advertía que en su tiempo se aplicaba en América el nombre de cuy a varias especies de animales pequeños, «semejantes a los conejos, que son, vor lo general, del género de la cavia». Consignan esta voz Alcedo los lexicógrafos peruanos y La- fone en la Argentina. Tráela también Zerolo. En Chile, Car- vallo, Rodríguez, Gay, Philippi, Lenz-y Román, de quien son las palabras que siguen: «En toda la América del Sur es cono- cido con el nombre quichua cui, que ya debe escribirse a la castellana, cuy, e incluirse en el Diccionario, porque no es propio que en España sigan diciendo, como en tiempo de la conquista, conejillo (o cochinillo de Indias...). El plural caste- llano, como se ve, no puede ser otro que cuyes; el femenino, que entre la gente educada es invariable, porque el nombre es epiceno, tiende entre el pueblo a la forma cuya...» Ch Chacay. m. (Discaria trinervis). Arbusto pelado, de la familia de las Ramnáceas, con las ra- mas algo colgantes, desprovistas de espinas o a veces termina- das en espinas; hojas elípiticas o lanceolado-oblongas, obtusas, cortamente mucronuladas, de uno a dos centímetros de largo; flores solitarias o ternadas; por fruto, tres coquillos. Voz de origen araucano, que Febrés traduce: «un árbol conocido». Con el plural chacayes se conocen en Chile una hacienda de campo y un riachuelo, denominados, sin duda, así por abundar en sus vecindades esta planta. Román cree que el chacay parece ser la aladierna castella- na; pero no es posible olvidar que se trata en este caso de una planta chilena, conocida y designada por los indígenas con un nombre característico. Lenz, n. 306. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 15 Chagual. m. (Puya coarctata). «Bromeliácea grande con troncos escamosos y flores verdo- sas, muy frecuente en los cerros del centro». Lenz, m. 316. El tronco se llama especialmente cardón y porsus fibras se parece al corcho, al que suple en ocasiones. En el Perú y la Argentina se conoce con la ligera variante de chaguar, que es la forma que le corresponde en la lengua quichua, de que pro- cede. Y así también trae esta voz Zerolo. Chamico. m. (Datura stramontum). «El chamico, planta narcótica usada en la medicina, cuyo origen es problemático.» Philippi. Conocida con tal nombre en México, Cuba, Perú y Argentina, y en Chile por lo menos desde mediados del siglo XVII, pues la menciona Rosales. «El chamico, puesta la semilla en las muelas dañadas v cuando se enchamican, que es una enfermedad que azonza a uno dán- dole el chamico, se quita con moler porotos crudos...» Es de procedencia quichua, en cuya lengua se llama chamimcu o chamicu. Lenz, n. 336. Champa. f. Román dió ya a conocer los equivalentes castellanos de esta voz, que son, raigambre, barbas, cesped, cepellón, tepe, que aquí son del todo desusadas y se reemplazan por champa, que viene del quichua ch'ampa: el cesped con tierra. Se usa tal vocablo en el Perú, en el Ecuador y Argentina. Chanchito. m. (Oniscus). Dópodo, de color plomizo, que vive en la tierra y que al ser tocado se envuelve, formaudo una bola. Tendrá un cen- tímetro de largo. Es difícil atinar con la etimología que le corresponda; tal vez, diminutivo de chancho, como se llama eu Chile al puerco. Lenz cita los testimonios de los Padres Febrés y Havestadt, que escriben respectivamente, chanchu y chancu como términos castellanos usados en Chile a mediados del si- glo XVIII. También se da este nombre en Chile a cierta avecilla pare- 46 VOCES CHILENAS cida a la rara (véase esta voz), descrita por los naturalistas con la designación de Chlorospiza fruticeta. Chañar. m. (Gourliea decorticans). «En la misma provincia se dan los árboles que llaman cha- ñar; dan una fruta como ciruelas zaragocíes cop un hueso dentro como hueso de aceituna; la carne es algo dulce, al modo de azufaifa; el árbol se da en los montes secos y es del tamaño y hechura del olivo y se le parece en las hojas; es espinoso como el cidro y su cáscara es amarilla.» Rosales. «Los habitantes del país conocen las lúcumas silvestres bajo los nombres de bellota, queule y chañar...>». El chañar arroja un tronco de treinta pies de alto, poblado de ramas espinosas y de hojas casi ovales y sin pezoncillo, sus frutas son redondas como las del queule, mantecosas y de muy buen sabor...» Molina. El nombre Chañar aparece ya en los documentos de la épo- ca de la conquista, pues en una información de testigos levan- tada en 1557 se menciona varias veces el lugar de ese nombre, situado no lejos de Copiapó. Medina, Documentos inéditos. t. XXVII, p. 121 y 124. Aun permanece su nombre, y cam biado también en Chañaral y en su diminutivo Chañarcallo. Lenz, n. 348. Chaura. f. (Gauttheria crespitosa). Arbusto de las ericáceas, con frutos comestibles, parecidos a la murta. «La provincia se llamó Chauracaguín, por nacer allí muchas matas llamadas chaura.» Rosales. Hay otra espe- cie que no se come, y es la que Febrés y Hernández definen respectivamente: «Chaura, una murta que no se come.» «Chaura, mata rosada que da murtilla, pero no comestible.» Lenz, n. 370. Chépica. f. (Paspalus vaginatus). «La chépica es una yerba pequeña, sus hojas al modo de las de la zanahoria.» Rosales. «...grama, aquí chépica.» Oli vares. En araucano, de cuyo idioma procede, se llama ched- pica. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 47 Lenz, n. 376, y Sup. II, donde observa con razón que «el sustantivo chépica se usa generalmente como colectivo, y rara vez en plural.» Derivado: chepical; y compuesto deschepicar. Véase este ejemplo de aquel derivado: «Encontrarás una aguada que tiene un chepical muy grande.» Jotabeche. Cualquiera que sea el nombre castellano de esta maleza, el de chépica es tan generalizado en Chile, que no es posible omitirlo. Chequén. m. (Eugenia chequen). Arbusto de las mirtáceas, cuyas hojas son elíticas, atenua- das en los extremos, de un mismo color porambos lados y puntadas en el inferior. Se extrae de ellas una droga que se halla en el comercio y es conocida científicamente con el nom- bre de chequentina. Febrés define: «chequeñ, un arrayán blanco»; va había di- cho antes el P. Valdivia, que tal voz araucana era cierta espe- cie de arrayán. Lenz, n. 378. Chercán, na. f. (Troglodytes platensis). Esta diminuta avecilla, de movimientos sumamente gracio- sos y de canto por extremo alegre, que frecuenta especial- mente las enredaderas de las casas de nuestros campos, deriva su nombre del araucano chedcañ. Aproximándose a esta for- ma, el P. Rosales dice: «...los ruiseñores, que aquí llaman chedcan...» La generalmente usada hoy es chercán. Este pajarillo, incluído en la familia de los troglodítidos, es uno de los más pequeños de Chile, pues su longitud no pasa de 9 centímetros; tiene el plumaje muy tupido y blando, de un color rojo castaño en el dorso y claro debajo, con rayas trasversales negruzcas. Su vuelo es corto y está en continuo movimiento; saltando de acá para allá, lleva casi siempre la cola levantada; prefiere a los bosques, los parajes cubiertos de matorrales, y casi no bay ninguno como él que viva tan cerca del hombre, haste penetrar confiadamente en las casas. Es in- sectívoro y uno de los principales bienhechores de la agricul- 48 VOCES CHILENAS tura, porque destruye prodigiosas cantidades de insectos, ara- ñas y otros animalillos nocivos. Lenz, n. 350. «La hembra se llama chercana,» advierte Ro- mán. «Ambos nombres deben entrar en el Diccionario». Chilca. f. (Baccharis). «Tenemos en Chile muchas especies del género, notable por ser dioico, todas arbustos y subarbustos, conocidas con los nombres de... chilca, chilquilla, etc.» Philippi. «La chilca es una yerba muy conocida, de una vara de alto y muy melosa.» Rosales. «La hierba o mata que llaman chillea, calentada en una cazuela de barro, hace maravillosos efectos en las coyun- turas donde ha entrado frío...» Inca Garcilaso. Tráela también el P. Velasco, en su Historia del Reino de (Quito, como lo advierte Román, quien añade que «debe entrar en el Diccio nario Académico en forma de chilca, que es la única caste- llana.» «...jamás habría nadie dudado de que la gran cantidad de pez que se saca en Coquimbo de la célebre chilca, que es una especie de conicia u orégano, no fuese una resina destilada de algún arbolillo.» Molina. Su etimología, tanto puede ser araucana, como quichua o almará, pues en las tres lenguas se registra esta voz. Probable- mente, fué introducido su nombre en Chile en tiempo de la conquista incásica. Lenz, n. 390. Derivado: chilcal, paraje abundante de chicas. Chileo. m. (Fuchsia magellanica). Arbusto lampiño, de la familia de las Anagráceas, de re- nuevos rojos; corteza amarillento-cenicienta, que se despren- de fácilmente en placas; hojas pecioladas, ovaladas u oval- lanceoladas, acuminadas, denticuladas; flores colgantes con el cáliz rojo y la corola violácea; fruto, una baya roja, comes- tible. «Semejante al granado es el chilco en las hojas y en la esta- tura, y para el mal de orina es la mexor medicina que se halla...» Rosales. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 49 Lenz (un. 391) cree que ha debido existir una voz semejante en araucano, y en efecto, en el Diccionario de Hernández está en la forma chillco, tomada de Febrés, quien la anota como «hierba fresca medicinal y sirve [a los indios| para teñir sus mantas.» «Es muy común en la mayor parte de Chile el th2lco o chileco de los campesinos.» Philippi. Y aquella primera forma sería la netamente indígena. Después de esto, observa Román, no queda sino pedir a la Academia que incluya en su Diccionario la voz ch2lco (fucsia silvestre), con que se conoce en todo Chile una de las plantas y flores más hermosas de nuestra flora de costa, lo cual hizo que algunos la llamaran jazmín del Papa, como puede verse en Gay.» Chilla. f. (Canis Azarac). «En Chile hay dos especies de zorras, la zorra pequeña o chilla, y la grande o culpeo.» Philippi. «Hay muchas y dife- rentes raposas, con diversos nombres; a las muy grandes lla- man culpeu...; a las pequeñas, chilla.» Rosales. «La chilla o zorra montaraz.» Molina. Es voz araucana. Lenz, n. 398. «El nombre chilla es general en Chile y debe entrar en el Diccionario,» dice Román. Chincol. a. (Fríngilla matutina). Pajarillo que frecuenta los poblados, de cantar agradable, parecido al gorrión europeo, muy común y conocido en Chile. Lenz (n. 406) cree que debe de ser voz araucana, aunque no se halle en los diccionarios, por cuanto existe entre nosotros el lugar llamado Chincolco: agua del chiíncol. «La hembra se llama chiíncola.» Román. Advertiré, con todo, que los araucanos llaman a esta aveci- lla pueldiuka. Chinchimén. m. (Lutra felina). «... el chinchimén o chungungo, gato de mar...» Philippi. «El chinchimén es un animalejo que tendrá 20 pulgadas de largo, midiéndolo desde la punta del hocico hasta el origen 4 50 VOCES CHILENAS de la cola. Diéronle los españoles el nombre de gato marino.» Molina. Es voz araucana, que se halla en Febrés. Lenz, n. 410, y Román, Il, 38. Chingue. m. (Mephitis chilensis). «El chingue... todas las especies son negras, rayadas de blanco, y tienen en las manos uñas fuertes y cavadoras.» Phi- lippi. «Además de estas diferencias de vulpejas, se halla aquí otra muy notable; llamase chinigue... Es pequeña, de negro y blanco, con velloso cuerpo y dilatada de cola; hace su alber- gue en las cavernas de los riscos; si alguna vez la encuentran los perros en la campaña y no puede escaparse por sus pies, viéndose ya en el último riesgo de la vida, los rocia con ori- nes y otra evacuación de humor, tan pestilencial y hediondo, que los desalienta e inficiona el aire por muy grande trecho al rededor...» Rosales. El chingue... tiene eun Chile la misma estatura que un gato común, y su color es un color azulado, menos sobre la espalda, en la cual tiene una lista de manchas redondas y blancas, que se extienden desde la frente hasta la cola...» Moliua. «El chingue es una zorra pequeña taraceada de blanco y negro con hermosa proporción; se de- fiende de los que intentan cogerlo con la inmundicia de su orín, que es en extremo fétido.» Olivares. Es voz araucana, que castellanizada parece de una sola ter- minación, por más que alguien haya escrito chinga, por la hembra del chingue. Lenz, n. 410. Román cree que el nombre castellano de nues- tro chingue, moefta, viene del italiano; la última edición del Diccionario la deriva del neerlandés muf, pero, puesto que se trata de una voz de procedencia de la América del Sur, única región del globo en que habita este mamífero, opino por que no se debe prescindir del nombre que aquí se le da, derivado del araucano chinghe, que registra Febrés. Los cronistas es- pañoles que primeramente describieron este animalejo no le señalaron ninguno. PP. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL Chinita. f. (Coccinella). : Pequeño coleóptero del género indicado, «que en Chile se llaman chinitas.» Philippi. Lenz, n. 405, sexta acepción, en la cual la traen también Zerolo y Román. «La chinita (Coccinela connexa), con toda su pequeñez causa grandes destrozos entre los pulgones, y no hay. nadie quien no aprecie sus asiduos cuidados en la policía de los vegetales, impidiendo que esos huéspedes nocivos tomen un incremento poco conveniente.» Medina, Los ¿insectos enemigos en Chale, en la revista Sud- América, Santiago, 1813, p. 7107. Chirguatera. f. Sinónimo de molinera. Véase esta voz. Chirihue. m. (Grithagra brevirostris). Avecilla que se encuentra en grandes bandadas en ciertas épocas del año en los terrenos cultivados, común en todo el país, cuyo nombre, sin duda de origen araucano proviene del grito peculiar que tiene. «Por encima es de color aceituna obs- curo y las plumas marcadas de una raya morena en medio; los escapularios, las alas y remigias de un negro obscuro, bor- deados ampliamente de ceniciento oliváceo; el ovispillo es verdoso; la garganta, el pecho, el abdomen y las cubiertas in- feriores de la cola son amarillos; pico y patas brunos.» Gay. Lenz, n. 431. Román quiere que se escriba chir¿gíe, «para uniformarlo con la terminación femenina.» Choclo. m. «... cada caña [de maiz] carga ordinariamente tres o cuatro mazorcas, o como en dicho reino dicen, choclos, bien grandes y perfectamente granados.» «¿Qué harían ellos, cuandos los velan... sin tener un trapo con que cubrir sus carnes, ni un pedazo de pan, ni aun tal vez un choclo de maíz para matar su hambre?» Ovalle. Lenz, n. 436. Román, después de advertir que el Dicciona- rio ha admitido el equivalente mexicano elote, con más razón D2 VOCES CHILENAS debió hacerlo respecto de choclo, dice, «que se usa en más na- ciones y tiene en su favor más respetables autoridades. » Voz corriente en Colombia, Ecuador, Perú y Argentina, de que ya han hablado los lexicógrafos de esos países. Tráenla también Salvá y Zerolo. Viene del quichua y aimará. Choco. ca. «Especie de perros, chicos de cuerpo, de lana crespa y abundante, muy nadadores y aficionados al agua, de la cual afición les viene, sin duda, el nombre de perros de agua, con que en España se conocen.» %. Rodríguez. Con el mismo nom- bre de chocos se designan también estos perros en la Argenti- na v en el Perú (Lafone y Arona). Respecto a la etimología de esta voz, al paso que Lenz opina que se «trata de varias palabras que se han confundido y contaminando» y que el elemento fundamental es el castellano zoco, nota que en qui- chua existe la voz ch'acu, que Middendorf define «perro crespo de aguas», que seguramente es la misma palabra que el perua- no y chileno perro choco. Román deriva la etimología de tal voz del verbo araucano chocón, «entumirse de frio y agua.» Sea como quiera, no podrá negarse que la voz choco, que en Chile ha pasado a significar también a la persona de cabello corto y ensortijado, sobre todo si por ser roma y arremangada de narices y de facciones recogidas, se asemeja a los perros de que se trata (Rodríguez), es de uso corriente entre nosotros y puede, por tal causa, figurar, al menos, como chilenismo. Cholgua. f. (Mytilus chilensis). «En las cholguas se crían perlas y algunas de buen crien- te.» Córdoba y Figueroa. «También son comunes er aquel mar las llamadas cholgua...» Molina. Error manifiesto en el nombre, pues, sin el uso general, en araucano, de donde pro- cede, es chollhua. Molusco muy parecido al choro, del cual se distingue por su menor tamaño y el color más pálido de su carne. Lenz, n. 442, que cita también bajo el número 195 la voz colhue, asimismo de un molusco de concha blanquecina, en araucano collhue, que Febrés traduce «unos choros de cáscara pi) DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL o. blanca.» Y bajo la voz chollhua «cáscara de choros blancos.» Román acepta también a'colhue; pero, en verdad, basta comps- rar las dos definiciones de Febrés para caer en cuenta, al meno- tal mie parece, que ambas voces significan una misma cosa, y en el hecho eso es lo que ocurre. Aplicando lo dicho a cholgua. concluiremos con Román: «Como el molusco existe y sólo se conoce con este nombre en todo Chile, es tiempo ya de admi- tirlo en el Diccionario.» Chonta. f. (Juanita australis). «Las islas de Juan Fernández producen una especie de pal- ma llamada chonta, cuyo tronco es interiormente cóncavo como el de todas las demás palmas, negro y más duro que el ébano.» Molina. Lenz, n. 447 y Román, quienes notan que la etimología de esta voz proviene del quichua chunta. Regístranla también Tobar, en el Ecuador y Arona, en el Perú. Alcedo la descri- bió, advirtiendo que esta palma abunda en todos los bosques de América, y los botánicos españoles Ruiz y Pavón la incor- poraron, asimismo, en su Flora. «Hay, pues, sobradas razones, apunta Román, para que esta voz figure en el Diccionario, por lo menos como americanismo.>» Choro. m. (Mytilus chorus). «Hay [mariscos] de los que en nuestras costas se hallan, como son erizos, mosellones o almejas, que cada uno es ma- yor que diez de los de España, de excelente comida, especial. mente los mosellones, a que allá llaman choros...» González de Nájera. «Es también muy regalado marisco el que llaman choros.» Ovalle. «Muy abundante es en toda esta costa un ma- risco que se llama choro, encerrado entre dos conchas cubier- tas de una costra negra; por una parte son largas y anchas, y por otra rematan en una punta redonda; sírvenles a los indios de cucharas y de cuchillos para cortar, donde no alcanzan hierro.» Rosales. «... los muchachos y chinas andaban de or- dinario, por vía de entretenimiento, mariscando y pescando con redes y trasmallos, que con gran facilidad sacaban cho D4 VOCES CHILENAS. : ros...»-Núñez de Pineda, p. 329. «JEl choro tiene cerca de siete pulgadas de largo y tres y media de ancho...» Molina. Lenz, (n. 452), citando a Middendorf, le atribuye una etimo- logía quichua, chhurn. «Usada esta voz por todos los ehilenos, por los historiadores antiguos y por los naturalistas, tiene ya pleno derecho a figurar en el Diccionario.» Román. Choro maico:lámase asia los muy pequeños que se hallan fuera del agua asentados en las peñas, y que, por tal causa, no llegan a desarrollarse. De ahí su significado araucano de «im- perfecto». Choroy. m. (Psittacus rectirostris). «En América hay muchas especies de loros, de la cuales tres en Chile: el ehoroy y la catita...» Philippi. «Los papagayos de paso son el choroy...; tiene la parte arriba del cuerpo verde, el vientre ceniciento...» Molina. Su etimología es araucana: choroy. Lenz, (n. 453) que al afirmar que hoy en la región central de Chile «se dice más bien catita» por el choroy, creemos se equivoca, pues ambas voces corresponden a diferentes espe: cies. Román, IH, 51. Chucao. m. (Pleroptochus rubecula). Pajarillo de 16 a 17 centímetros, de plumaje bruno rojizo, que pasa a ferruginoso en la garganta y en el pecho (de donde su designación científica). Prefiere los sitios más obscuros y retirados de los bosques. En araucano se llama chucau. Es tenido por los indios y hasta por los campesines en Llanquihue como pájaro de buen o mal agúero. Es ave peculiar a Chile. Lenz, n. 456. Román, II, 52. Chucho. m. (Noctua pumila).: Voz que la gente culta pronuncia de ordinario chuncho, pero que en araucano es chuchu, cambiado hóy por los indios en chucho, según afirma Gay, y con tal forma es conocida en los campos. Es la más pequeña de las lechuzas y tiénesela por de mal agúero. De chuncho proviene el verbo achunchar, que DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 919) se dice de lo que trae mala sombra, o por avergonzarse, co- rrerse. Lenz, n. 462. El Diccionario de Autoridades definió esta voz «Ave noc- turna semejante al mochuelo,» refiriéndose a Covarrubias, que «le da la etimología por ia figura onomatopeya de la voz chuchú.» Fundado en tales antecedentes, Román niega al vo- cablo una derivación araucana, suponiendo que los indios lo tomaron del castellano; si bien, a nuestro entender, tratándose de una voz onomatopéyica, nada se opone a que también la tuvieran los araucanos en su lengua. Chuchoca. f. «Luego que el maíz adquiere su madurez, le guardan los indios, para sustentarse en el invierno, de dos modos distintos, porque, o le dan una ligera cochura, y entonces le llaman chuchoca...» Molina. «Cuando el maíz se ha puesto duro, lo dejan madurar para cosecharlo y susténtase de él en el invierno, en una de dos maneras; porque, o le dan un ligero cocimiento al horno, le rompen gruesamente, en cuyo estado lo llaman chuchoca, o 10 dejan entero y crudo.» Gómez de Vidaurre, p. 110. Es voz que tanto puede proceder del quichua, como del aimará, y aun del araucano, pues Febrés dice: chuchoca o cu- narquén. Regístrala Zerolo y se halla empleada en muchos autores y lexicógrafos americanos, que cita Lenz bajo su nú- mero 463. Y, pues, como advierte Román, «aunque el pueblo pronuncia aquí, a veces, chichóca y en el Ecuador chuchuca, en el Perú y la Argentina, chuchoca, «en esta forma debe en- trar en el Diccionario.» Chupón. m. (Bromelía sphacelata). «El chupón, en nuestras provincias del sur, con frutos co- mestibles.» Philippi. «...y Otras especies muy afines de las bromeliáceas, dan los chupones... Los frutos chupones se hallan amontonados en ca- bezuelas del porte de un puño de hombre y están ocultos entre brácteas anchas y puntiagudas...» Reiche. 56 VOCES CHILENAS Su etimología, según Lenz (n. 481), no sería otra que la de un derivado castellano de chupar, porque los frutos dulces de esa planta se chupan. «También se llama chupón (y esto sí que debe admitirse), una planta chilena... «yerba grande, cespitosa, con hojas linea: les, muy espinosas en su borde; espigas de flores sésiles muy cortas, escondidas entre las hojas, multifloras, con las brácteas color castaño, corolas rosadas; bayas muy sabrosas. Común en las provincias del Sur.» Philippi. Baya o fruto de esta planta, que se come chupándolo; de donde le ha venido el nombre.» Román. Churrín. m. (Seytalopus obscurus). Churín, escribe Philippi, pero debe ser churrín. Avecilla que habita desde Magallanes hasta las provincias centrales, y que se eleva a bastante altura en la cordillera. Es una especie de chercún. Véase esta voz. Su nombre es también onomato- péyico. Es el pajarillo teroptóquido más pequeño que hay en Chile, pues no pasa su longitud de 10 centímetros. Como lo indica su nombre especifico obscurus, sa plumaje es negro lustroso, con reflejos metálicos azulados. Habita los parajes húmedos, en las vecindades de los bosques, y se mantiene de insectos que busca en las plantas. Lenz, n. 484. D Daudá. f. (Flaveria contrayerba). «Planta anual, de treinta o sesenta centímetros de alto, en- teramente lampiña, con hojas opuestas, lanceoladas, triner- vias; cabezuelas reunidas en pequeños corimbos compactos de tres a cinco florecillas tubulosas, amarillas; invólucro de” tres a cuatro hojuelas. Bastante común en Chile, sirve princi- palmente para teñir de amarillo. En medicina se la usa como un ligero estimulante en los casos de digestiones perezosas, y como emenagoga.» Philippi. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL DT Proviene del araucano daldal, en cuya forma la empleó ya el P. Rosales. Lenz, n. 494, y Román, que advierte que se parece a la es- pañola contrahierba y al eupatorio. Dengue. m. (Meirabilis jalapa). Planta que se cultiva en los jardines, y da comunmente flores rojas y con las cuales refregándolas en las mejillas se pintan las campesinas; de sus semillas, sacadas la corteza, hacen tam- bién un aceite de color blanco: ¡utilísima, como se ve, para el tocador barato...! Descríbela Gay: «Planta herbácea, vivaz, con tallo de como dos pies de alto, nodoso, ramoso, erguido, glabro o muy vello- so. Hojas opuestas, pecioladas, ovaladas, acuminadas, a veces algo carnosas, obtusas por la base o subcordiformes, muy agudas en la punta, enteras, glabras o apenas pestañosas en sus contornos, de una a cuatro pulgadas de largo, sin incluir el pecíolo, que mide seis a doce líneas. Flores cortamente pe- dunculadas, reunidas de tres a seis en fascículos terminales. Perigonio tubuloso-campanulado, de como una pulgada de largo, purpúreo, amarillo o blanco sin olor.» Flor de esta plan- ta, añade Román. Debe proceder de la misma voz castellana dengue, aplicada a la flor, y deahí a la planta, por la facilidad con que se mar- chita. Dicha. f. (Soliva sesstlis). Llevan el nombre de dicha varias yerbas con hojas y frutos espinosos. Philippi describe así la especie que apuntamos: «Planta anual muy pequeña, con hojas pinatífidas, lóbulos tria- quinquelobados, lacinias lineares, con cabezuelas axilares sésiles. Muy común en Chile. Es singular porque su estilo es persistente y se vuelve leñoso y punzante. No tiene vilano.» Hizo ya de ella mención Rosales: «Otra yerba llamada dicha- lahuén (por yerro de imprenta laquén) es buena para estancar las cámaras de sangre, cocidas sus raíces en agua». Procede el nombre del araucano dichon o duchon, ensartar omo con lanza, y de ahí ducho, achupalla, según Febrés. 58 VOCES CHILENAS Lenz, n. 501, que registra también el diminutivo dich:- llo, aplicado a varias umbelíferas con hojas o frutos punzan- tes. Román cree que el nombre puede ya figurar en el Dic- cionario, así como también dichillo. Dihueñe. m. Del araucano d¿hueñ, hongo parásito de los robles, en cuya acepción es de uso general en Chile. Es, propiamente, el hon- go que se cría en aquellos árboles, que es comestible y de que los indios fabrican también cierta especie de chicha. «El roble, dice Rosales, es árbol alto, copado, que lleva una fruta que llaman diguen, de el tamaño de un puño, sin hueso ninguno, toda ella esponjada y los poros llenos de un licor dulce como almíbar, con que la fruta parece un buñuelo na: tural; su color es entre blanco y amarillo.» «Sobre sus ramas tiernas [las del roble] se forman ciertas excrecencias, que lla- man d¿hueñes, blanco-rojas, al principio todas lisas, y después forman hojas amarillas cuasi redondas, en cuyo estado es co- mún encontrar dentro un gusano. Estos dihueñes llegan a tener más de una pulgada de diámetro, son dulces y delica- dos... y los comen con delicia los campesinos. Tienen tantos en una rama que cuasi forman un racimo.» Gómez de Vi. daurre. Lenz, n. 503, y Román, Il, p. 148. Adviértase que el hongo que nace en los colihues es tam- bién comestible, pero que en araucano se llama changle. Diuca, f. (Fringilla diuca). «La diuca canta con grande armonía al primer albor del día...» Córdoba y Figueroa. «...la diuca, su canto es delicio- so, especialmente al amanecer, viviendo alrededor de las casas, al modo que los gorriones, cuyas propiedades tiene.» Molina. «La diíuca, ave de color celeste, poco mayor que un jilguero, canta al comenzar el día...» Olivares. Hállase asi- mismo en Alcedo, y don Andrés Bello la incorporó al lengua- je poético en su Oda al 18 de Septiembre. DE LOs REINOS ANIMAL Y VEGETAL 9 ¡Día feliz! cuando asomó la aurora sobre la agigantada cabeza de los Andes, y la díuca te cantó la alborada. Voz de procedencia araucana, que en su aumentativo cas- tellano diucón se aplica también a un pajarillo que se parece mucho a la diuca y es un poco más grande (Taenioptera py: rope). Lenz, n. 506, y Román, que trascribe íntegra la descripción de esta avecilla que trae Gay; «para que la Academia, dice, se forme idea cabal de este pajarillo y admita su nom:- bre en el Diccionario» bastará con bosquejar aquí: de color gris apizarrado, barba y garganta blancas, con una lista lon- gitudinal del mismo color por medio del vientre hasta las cu- biertas inferiores de la cola, llameadas de bermejo. Mide siete pulgadas. Doca. £. (Mesembrianthemum chalense). Planta de la familia de las aizoáceas, que crece en los are nales de la costa desde Coquimbo hasta Valdivia, y cuyos fru: tos son comestibles, aunque un tanto purgantes; tienen gusto a grosellas. Lenz, n. 507, considera esta voz de etimología a todas luces araucana. Román cree que bien puede ser gallego, la dióica de Cuveiro. Véase Doxa en el Diccionario del P. Au- gusta. Dormilón. m. (Muscisazicola macloviana). Nombre de. una avecilla muy abundante en Chile, y cuya área de habitación se extiende desde Magallanes hasta el Perú. Se la halla también en Jas Islas Malvinas. Derívase, probable- mente, su nombre vulgar de la actitud tranquila en que suele permanecer por algún tiempo cuando se la observa. Este pajarillo chileno pertenece a la familia de los Tiráni- dos; su cuerpo, de cerca de 17 centímetros de largo, es de co- lor ceniciento bruno; tiene el pico relativamente delgado y un poco más corto que la cabeza, la cola larga, que mantiene en continuo movimiento, y las alas con la primera y segunda re- 60 VOCES CHILENAS migias mucho más prolongadas que las otras. Se le encuentra en loz sitios húmedos, y fabrica su nido entre las hierbas altas. E Enredadera del suspiro. Parece ser la que el Diccionario llama de campanillas. Flor de la misma planta: acepciones ambas que podrían conside- rarse como chilenismos. Estoquillo. m. (Malacochaete riparia). Planta de la familia de las ciperáceas, con el tallo triangu- lar y cortante, que crece en lugares húmedos; diminutivo del nombre de la similar española conocida con el mombre de estoque. 2omán, Il, p. 315 F Fjofío. m. (Elainea albiceps). Nombre de un pajarillo bastante abundante en Chiie, que debe su designación a su canto triste y agudo, en que parece repetir las sílabas fío, fío. Pertenece a la familia de los Tirá- nidos; es de tamaño de 13 a 15 centímetros; su plumaje es verde oliváceo, que tira a ceniciento en el dorso y al gris blan- quizco en el vientre; y su nota distintiva consiste en una cres- ta de color blanco detrás de la cabeza, de donde su designa- ción de albiceps. Vive de insectos y habita casi toda la América Meridional, con excepción de Colombia. Lenz, n. 516, y Román, que transcribe un hermoso e inspirado artículo publicado en una revista acerca de la vida de este pajarillo, que se cree ha dado su nombre al famoso rio Biobío. Véase VIUDITA. Flor del Caracol. «También se encuentran allí... la flor de el caracol...» Mo- DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 61 lina. Es una enredadera de procedencia extranjera. (Lathirus caracala). Flor del lazo. «Planta de jardín, de bulbo y parecida a la azucena. Da una flor blanca, aterciopelada, salpicada de rojo y de tres hojas (pétalos) retorcidas para afuera como la flor de lis heráldica.» Román: Flor de esta planta. Flor de la pasión. «Así se llama aquí la pastonaria, que ha recibido su nombre porque han creído encontrar en la flor los instrumentos de la Pasión de Cristo. Los estigmas son los cla- vos; la corona de hilos, la corona de espinas; el ovario pedice- lado, el cáliz; las anteras, las heridas; los zarcillos, los látigos.» Philipp. «La flor de esta planta se llama también en castellano gra- nadilla o muruculla.» Román. Flor de la perdiz. «La oxalis lobata de los naturalistas y el rimu de los araucanos. «Floramarilla que comen las perdices, » dice Febrés; y Philippi agrega que es «sin tallo, con un pe- queño bulbo, hojas trifolioladas, y flores amarillas, que her- mosean los pastos en otoño desde Santiago hasta Valdivia.» Flor de la perla. (Symphorcarpus racimosus). Así llamada porque sus frutos, redondos, blanquecinos, semejan perlas. Flor de la pluma. «Enredadera de las más crecidas y pode- rosas (Wisteria chinensis).» «Arbusto trepador de la “hina, con hojasimparipinadas y flores grandes moradas, muy fragantes, que se ve con frecuencia eu los jardines de Chile.» Philippi. Frutilla. f. (Fragaria chilensis). El Diccionario dice: «En algunas partes de América, fresa.» No hay tal, ni es dado confundir a ésta con aquélla, ni aun con el fresón. Y siendo esto así, habrá que cambiar también la definición de frutillar que es sitio donde se crían las fruti- llas y mo las fresas. Ejemplo del uso de frutillar: «...porque de la suerte que entre nosotros se benefician las viñas, de la propia y aun con más cuidado labran ellos sus frutillares, porque hacen pasa mucha cantidad de ella para sus bebidas.» Núñez de Pineda, Cautiverio feliz, p. 495. Convendría también añadirla voz frutillero, el que la cul- tiva o la vende. 62 VOCES CHILENAS G Gallinaciega. f. (Caprimulgus bifasciatus). Esta avecilla, llamada también bocón y plastilla en Chile, por la forma de bosta de vaca que afecta y su color, se hall: en todo el país y también del otro lado de los Andes en la pro- vincia argentina de Mendoza. Distínguese la hembra del ma. cho, principalmente en que, en lugar de la faja blanca que éste tiene en el pecho, la de aquélla es amarilla. «Las gallinascieyas son aves solitarias. y nocturnas; sola- mente en la primavera se las suele encontrar en parejas... Durante la noche son excelentes voladoras, pero en el día vue- lan con un vuelo incierto y corto...» «Para procurarse su ali- mento les ayuda mucho su boca, que es muy hendida, y unos pelos negros dirigidos hacia adelante, semejantes a cerdas ne- gras, que tienen en la base del pico, y una secreción viscosa que tienen dentro de la boca, la que durante el vuelo llevan abierta.» Gay. Román la apunta bajo el nombre de plastilla. Gallina trintre. Que se dice también, naturalmente, del pollo o del gallo, que tiene el plumaje crespo, como si estuviera vuelto al revés. Es voz que han estudiado Rodríguez, Cañas y Lenz. Su etimología es araucana: thinthz. «Me refiero a las gallinas rizadas o trintres... mo me cabe duda de'que hay en ese tipo sangre propia del continente americano...» Castelló, Curso de Avicultura, p. 130. Gallineta. £. Unico nombre con que es conocida en Chile la gallina de Guinea, y, según entiendo, en otros paises americanos en que se la ha propagado. Gansillo. m. (Bernicla dispar). Ganso silvestre de Chile, notable por su marcado dimortfis- mo sexual, hasta el punto de que muchos naturalistas han con- DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 63 siderado especies diversas al macho de la hembra. Ésta tiene todo su plumaje superior de un pardo gris, con visos metáli- cos, y aquél ostenta la cabeza y el cuello blancos, y tiene en el lomo, el pecho y los flancos fajas ondeadas negras, de modo que estas partes aparecen como escamadas. Vive en las lagu- nas de la cordillera de los Andes de las provincias centrales de Chile. Guairabo. m. (Ardea naevia). «El guairabo y el chuid también son nocturnos.» Córdoba y Figueroa. Lenz escribe Huairavo y huairavillo (por la especie más pequeña de esta ave zancuda nocturna), y respecto de su eti- mología observa, que, aunque falta tal voz en los diccionarios araucanos, pudiera relacionarse con algún verbo de esa len- gua. Román cree que se trata de un nombre onomatopéyico, como parece lo natural cuando se ha oído el graznido del guairabo. Descríbelo así Philippi: «Plumaje muy variado; cabeza, dorso y escapularios negros, con visos bronceados; el macho adulto tiene tres plumas blancas... que desde la nuca caen por bajo del cuello unas tres a cuatro pulgadas; el obispillo, las alas y la cola, de color blanco, la frente, los lados hasta lo superior de la cabeza, la garganta, la delantera del pescuezo y todo el resto del cuerpo por bajo, de un blanco puro...; pico negro, con la base amarilla; iris rojo, sanguineo. Longitud: total 21 pulgadas y seis líneas.» Guanaco. Ca. Falta en el léxico el nombre de la hembra, y no parecería demás incluir a guanaquear, que empleó ya Febrés y que es corriente en Chile por cazar guanacos. (ruanaquero se dice también por el que se dedica a este ejercicio. Convendría, apunta Román, que el Diccionario admitiera ambos vocablos, al menos como chilenismos. Guarén. m. Nombre que se da a la rata más grande que existe en Chile, 64 VOCES CHILENAS que vive de ordinario a orillas de las corrientes de agua, en las que encuentra su alimento en los sapos y ranas; es gran na- dador y cuando se le observa, para despistar atraviesa sumer- gido grandes espacios de agua. Al paso que Lenz estima que la etimología de esta voz debe de ser araucana, Román ve en ella un origen francés y acaso castellano, procedida de agua, de donde aguareno y por afére- sis, guareno O quarén. Sea comoquiera, es término correntísi- mo en Chile. Guaucho. m. (Baccharis concava). «Arbusto de las costas de Chile, de hoja menuda y gruesa, y que, por ser resinoso, arde en estado verde.» Román, que esto dice, refiriéndose a la descripción que de la planta trae Gay, cree que su etimología bien pudiera venir de wcau, valle y chod, amarillo. Véase Waurro enel Dic. del P. Augusta. Guayacán. m. (Porlieria hygrometrica). Arbusto de la familia de las Zigofiláceas, con ramas torcidas, cortas; hojas paripinadas, de cinco a nueve pares de pinas, li- neales oblongas, obtusas y de cuatro a cinco milímetros de lar- go; flores solitarias axilares; fruto, cápsula morada. «Esta misma duración conserva también el guayacán en el mar...» Solórzano, Política Indiana, lib 1, cap. IV, n. 14, dando como autoridad a Monardes en el capítulo del Guazaco. «El guayacán se cría en los montes y cordilleras, y así toma de ellos lo duro, pesado y denso de su madera...» Ovalle. «Hallase otro árbol llamado guayacán en los términos de la ciudad de Santiago, cuya madera es fortísima y dura para obras de dura, curiosas y perpetuas, y es eficaz remedio para el hu- mor gálico bebiendo el agua cocida de sus astillas.» Rosales. Citan también al guayacán Córdoba y Figueroa y Olivares, Alcedo, etc. El anotador de Fernández de Oviedo advierte que «la Academia de la Lengua lo describe con el nombre de gua- yaco, que recibió en España durante el siglo XVI, al aplicarse a la medicina.» Pero bien se deja entender que por lo menos se trata de dos diversas especies. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL Guevín. m. (Guevina avellana). <... guevín, árbol hermosísimo, cuyo fruto se come y se pa- rece algo por su gusto a la avellana verdadera.» Philippi. De muy diversas maneras se ha escrito esta voz. Molina y Gómez de Vidaurre, gevuin; Carvallo, guehuín; Lenz, guevuin. Preferimos la forma empleada por Philippi, que la da como corriente, y responde, por lo demás, a la primera que dice Febrés le corresponde en araucano: gerin. Véase AVELLANO. Guillaye. m. Llámase así el fruto de los quiscos, que suele venderse en los mercados. Tiene bastante semejanza con el higo chumbo lla- mado en América tuna, que da el nopal. Debe entrar en el Diccionario, opina Román, que escribe el vocablo con h). Lenz ha oído, indudablemente, mal esta voz, cuando la escribe guya- ve Cree este lexicógrafo que tal voz procede de los conquista- dores, que así denominaron el fruto del quisco por cierta se- mejanza que reviste con la guayaba; por mi parte, me inclino a pensar que proceda del araucano giyun, «estrujar como or deñando» por la manera como hay que comer el fruto de que se trata. H Hierbaloca. f. (Astragalus elatus) Pertenece a la familia de las Papilionáceas y se halla en las cordilleras de Santiago. «Arroja unos vástagos de figura an- gular, que tendrán pie y medio de alto, y cuyas hojas contra- puestas, de hechura de lanzas, enteras, carnosas y de color ceniciento, tienen una pulgada de largo y están pegadas a las ramas sin ningún género de pezón.» Reiche. «Entre unos pastos tan excelentes, se crían dos o tres plan- tas harto dañosas a los ganados, siendo la más perjudicial y nociva la que metonimícamente llaman allí yerba-loca, porque cuantos animales la comen, y con particularidad los caballos, se enfurecen sobremanera.» Molina. «Es también conocida en Chile por nociva y muy pernicio (5) 66 VOCES CHILENAS sa, la que allí llaman metonimicamente yerbaloca, porque cuando los animales, y particularmente los caballos, comen de ella, vienen furiosos como los locos.» Gómez de Vidaurre. Hierba del sapo. f. (Myriophylum verticillatum). Acuática, de la familia de las Halorragidáceas, con todas las hojas de igual forma, verticiladas, sésiles, pectinadas con las lacinias delgadísimas; monoica; a veces algunas flores her- mafroditas. Higuerilla. £ (Xanthim italicum). Planta anual, de la familia de las Compuestas, áspera, ro- busta ramosa, hojas pecioladas, aovado-triangulares, algo lobu- ladas; diclina monoica; de treinta centímetros a un metro cincuenta de altura; los frutos rodeados por un invólucro cu- bierto de pelos rígidos y de púas terminadas en gancho. Es originaria del Sur de Europa y abunda bastante en la región de la costa vecina a Valparaíso. En araucano se la llama trun. Huala. f. (Podiceps). «Los grebos tienen el pico recto, puntiagudo, alas cortas, pero aptas para el vuelo; a la vista no tienen cola, y las patas echadas tan atrás, que al andar han de tenerse en situación vertical. La membrana natatoria es profundamente escotada entre los dedos. Viven en las aguas dulces, y hay varias espe- cies en Chile, que llaman hualas, hualitas, pimpollos, blanqui- llos.» Philipp. Celebrada por Sanfuentes en sus Leyendas Nacionales: Oís de rato en rato como exhala su lúgubre gemido alguna huala. Su etimología es araucana; huala, «unos patitos,» traduce Febrés. Lenz, n. 559. Román da como hipotética cierta etimo- logía castellana, que tenemos por improbable, y escribe guala. Hualputa. f. (Medicago). «Otras especies [de alfalfa] originarias de la Europa Meri- DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 67 dional, son ahora una maleza de nuestros Campos, y se cono: cen por el nombre de hualputa.» Philippi. «Las plantas más abundantes en aquellos prados son: el trébol vulgar, que los indios laman gualputhe, y de que hay once o doce especies.» Molina. «Esta abunda mucho en los prados, valles y dehesas, y mucho más el trifolio o trébol, llamado por los indios gualputa.» Gómez de Vidaurre. «Trébol rastrero», lo definió Marty Caballero, aunque cometiendo el error de hacerlo m. y de escribirlo en la forma gualputra, que es la menos usada en Chile,» observa Román. «Lo mismo repitió el Dicc. de Zero- lo.» 1d. Lenz, n. 565, que escribe el vocablo con h, que parece lo correcto en vista de su probable etimología araucana, cuyos componentes serían huall y putha. Hualtata. f. (Senecio hualtata). Hierba de los pantanos, de la familia de las Compuestas, perenne, robusta, peluda, cuando nueva, en la punta; tallo ci- líndrico, hueco; hojas muy grandes, glabras, las inferiores pecioladas, las tallinas, abrazadoras, y las superiores sésiles; cabezuelas numerosas, con flores amarillas. Hualle. m. (Fagus obliqua). «Arbol que puede alcanzar a 50 metros de altura, de hojas caedizas, aovadas oblongas, oblicuas, doblemente aserradas, de dos y medio a cuatro centímetros de largo; invólucro poco erizado. Su madera es muy pesada, dura, preciosa para cons- trueciones.» Philippi. Viene del nombre araucano hualle: «roblecito pequeño,» según traduce Febrés. Lenz y Román. El P. Augusta duda que sea término araucano, y dice que en Panguipulli lo lla- man allfis-kachu. Huañil. m. (Proustia pungens). «El huañil, arbusto común en las provincias centrales, sin- gular porque las ramitas de la inflorescencia se vuelven espi- nas.» Philippi. 65 VOCES CHILENAS Su etimología debe ser araucana, aunque no está tal voz en los diccionarios. Lenz, n. 582, que cita en comprobante los testimonios de Murillo y de Saavedra. Suele escribirse guañtl. Así Román, que aboga porque esta vozsea admitida en el léxico. Véase Wan1ILkELEN en el Diccio- nario del P. Augusta. Huemul. m. (Cervus antisiensis o chilensis). «En Chile hay sólo dos especies de ciervos: el huemul, con cuernos ahorquillados, que se halla desde el Perú hasta Ma- gallanes en los lugares abiertos de la alta cordillera.» Phili- ppi. «Hay también corsos pequeños o venados, que los chile nos llaman pudú, y otros animales semejantes a los ciervos, que en la lengua de los indios se llama guamul.» Rosales. La descripción que de este ciervo da Molina es del todo ima- ginaria y conforme a ella se dibujó en el escudo nacional de Chile. También es errada la que trae Zerolo bajo la voz guennl. Viene del araucano, huamul, según el P. Valdivia, si bien Lenz (n. 621) cree que también huemul «es forma primitiva india.» «Actualmente, dice, a este respecto, Román, todos es cribimos huemul y el Dicc. no podrá menos de aceptarlo.» Véase el curioso e interesante artículo sobre la Sinonimia del huemul, publicado por el doctor Philippi en las pp. 377- 388, de la revista Sud- América, Santiago, 1873. Hállasele en poesía. Vial Solar, ob. cit., p. 68: al huemul que alza su cabeza alrosa de caprichosas crines adornada.. Huevetero. m. (Circus macropterus). Ave de rapiña que habita gran parte de la América del Sur y se la encuentra también en la región central de Chile, aunque en todas partes escasea. Philippi. Su plumaje, bastante vistoso, está sujeto a muchas varia- ciones, pero lo que siempre lo distingue es tener una mancha blanca en forma de collar debajo de los ojos. Prefiere para DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 569 vivir los lugares pantanosos. Es de doble tamaño que el rar? Véase esta voz. Huévil. m. (Vestia lyciordes). «Debe también tener aquí algún lugar el matorral que lla man huévil, que usan por medio de lavativas en las calen- turas ardientes.» Gómez de Vidaurre. Es una planta sola- nácea, de gusto por extremo amargo; alcanza unos noventa centímetros de altura, es lampiño «con hojas apretadas, casi sésiles; oblongas enteras, pedúnculos biacuadri-floros, corola embudada, tubulosa, amarilla, cápsula oblonga.» Proviene sin duda del araucano, aunque no figura en los diccionarios de esa lengua. Los araucanos lo llaman yefilico, yefiilkcon ¿felkoñ. «Sea lo que fuere de su etimología, merece estar en el Diccionario.» Derivado: huevilina, nota Román. Lenz, n. 629. Huilte. mm. El tallo del cochayuyo cuando está en vía de crecimiento y antes de ramificarse, que es comestible, en la forma que recor- daba el P. Ovalle: «Al pie dellas [peñas] se crían unas raíces, de donde nace un tronco como la muñeca, que llaman ulten [que en algunas provincias de Chile suelen llamar hoy ulte), éste se corta, y estando un poco al fuego, se monda como un tronco de lechuga, o como el de alcachofa, aunque tiene muy diferente sabor.» El uso más constante exige hoy huzlte, voz evidentemente, araucana, aunque no consignada en los léxicos de esa lengua. Lenz, n. 640, y Román, III, p. 156: «La voz debe admi- tirse en el Diccionario, porque representa algo que no puede tener otro nombre en castellano, por no ser conocido de los españoles.» Huille. m. (Leucoryne). Género del cual existen en Chile varias especies de la fami- lia de las Liliáceas, que se distingue por su «perigonio hipocra- terimorfo; tres estambres fértiles alternan con tres estériles, que se parecen a una glándula claviforme.» «Es muy común, TO VOCES CHILENAS añade Philippi, en la primavera, en las provincias centrales, la leucoryne ¿xioides.» Vicuña Mackenna ha empleado el plu ral huillis, de la forma huilli, con que también se conocen estas plantas: «Los huillis vienen después, sobre sus tallos de medio metro, balanceándose en el aire, que llenan de per- fume.» La etimología de esta voz es seguramente araucana. Lenz, n 641, y Roman, II, p. 156. Huillín. m. (Lutra Huidobria). «El huillín, que el abate Molina tomó equivocadamente por un castor...» Philippi. «Entre los animales anfibios que aquí conocemos, uno es el que los indios llaman huzllón..., que los españoles llaman nutria.» Rosales. Su etimología araucana se comprueba por el aserto del P. Havestadt. Lenz, n. 643, que enumera los autores que traen la voz en sus diferentes variantes ortográficas. «...Como la especie chilena no es en todo igual a la nutria, conviene incluir el vocablo en el castellano.» Román. Huillipatagua. f. (Vallarezza mucronata). Arbol de la familia de las Icacináceas, con ramas amarillo. vellosas cuando nuevas; hojas ovalado-oblongas, muy tiesas, mucronadas, con el borde espinoso dentado en las que salen de los brotes de los troncos viejos; peciolos cortos y gruesos; inflorescencias terminales; pétalos amarillos; fruto, drupa ovoide. «La guallipatagua tiene la hoja que se equivoca con la yerba del Paraguay.» Córdoba y Figueroa. «Lá guilliapatagua dicen muchos ser la misma yerba del Paraguay, que se da aquí más elevada y frondosa y de efectos más eficaces...» Olivares. «Durante una carestía de la yerbamate se había recomendado el uso de las hojas de la hurllipatagua...» Reiche. Su etimología araucana la da Febrés: huylz, la uña, patagua. «la patagua de uñas», «porque sus hojas, advierte Lenz, n. 644, tienen el borde espinoso, que tiene cierta semejanza con uñas O garras.» DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 71 Huingán. m. (Duvaua dependens). «Arbusto siempre verde, inerme o poco espinudo, con flores muy pequeñas, blancas, dispuestas en racimos axilares, y fru- tos negruzcos, de una y media o dos líneas de diámetro, con color de enebro. Se cría en los lugares secos desde Coquimbo hasta Osorno, y su resina tiene mucha fama contra las frac- turas, hernias, etc.» Philippi. Pertenece a la familia de las Anacardiáceas, y de ella, a las Zumaquíneas. «Los campesinos hacen una especie de chicha de los frutos del huingún y del molle.» Philippi. «Otras frutas de árboles ordenan los indios al mismo fin, como huingán (escrito giin- gan), molle, maqui...» Olivares. La ortografía de esta voz en Rosales es varia; así, por ejemplo, dice: «El quigún es árbol alto y copado, que da por frutos unos granos menudos, muy sabrosos, dulces y olorosos, de que hacen una chicha muy suave, que parece aloja.» Ovalle: «otra [bebida] hacen del que llaman huigán, y los españoles molle, que es del color y figura de pimienta, y el árbol que la lleya no es muy crecido, pero carga más que hojas.» Lenz, n. 649. Román: «Bien puede admitirse en el Diccio nario de la Academia.» Huiña. f. (Felis tigrina). «La guiña, un poco más grande que el gato doméstico, lla- mada también guiña o gato montés...» Philippi. «La guiña es de un color atabacado, graciosamente variado de manchas ne- gras redondas, las cuales se extienden hasta la cola.» Gómez de Vidaurre. Y en la misma forma guiña, Molina (que tam- bién escribe gina), Carvallo, Gay y Philippi, como se ha visto. Huina, dice Román, que opina porque tal voz es corrup- ción del castellano fuina; Lenz, a la inversa, la supone proce- dente del araucano, relacionándola con huyrán, que significa tenderse de largo a largo; etimología que no acepta el P. Augusta. Huira. f. Es la tira de la corteza de ciertos árboles, especialmente del 72 VOCES CHILENAS maqui y del espino, que se emplea para atar a modo de cuer- da o que trenzada sirve para formar cordeles. Observa Román que esta voz nada tiene que ver con el ár- bol gítira, que trae el léxico, y en cuanto a su etimología, que bien pudiera tener su origen en »2ra, «tira de tela, badana o vaqueta.» Rodríguez y Lenz piensan que viene del verbo araucano huyrun, desollar, mondar; y esto es lo que tengo por más probable. Vial Solar ha llevado a la poesía este vocablo (ob. cit., p. 57): La victima inocente maniatada por los flexibles y apretados lazos de verdes huiras en los tiernos brazos, espera sin saberlo.. Huiro. m. Las ramas largas del cochayuyo, a modo de lazos o cordeles, algunas hasta de varios metros de largo, y menos generalmen- te las de otras algas marinas de las fucáceas. Es, a nuestro juicio, de procedencia indígena, probablemen- te quichua, uzru o viru, aplicado en su origen a la caña del maiz, y por extensión, por la forma que afectan, a estas ra- mas de algas. Véanse en Lenz y Román las acepciones que en otras naciones americanas se da al giro y giira. «Pedi- mos, dice ese último autor, la admisión de esta voz.» Jaiba. f. «... Los cangrejos marinos son notables entre los mariscos por su delicado sabor, las jazbas...» Molina. Es un crustáceo semejante al que en España llaman cámbaro y cabrajo. «Cuanto a la etimología de jaiba, dice Pichardo, observa Román, quees voz indígena (de Cuba), sin explicar nada más. » Oviedo la trae como voz corriente: «langostas, cangrejos, waybas, camarones», (libro XIII, cap. I). Como en tal acepción se usa en varios países de América, es justo que la acepte ya el Diccionario.» Da DE LOS REINOS ANIMaL Y VEGETAL Yi Jerguilla. f. (Aplodactylus punctatus). «Las jerguillas son particulares a Chile. Pez osteacanto del orden torácico, tiene una sola aleta dorsal y los radios infe- riores de las pectorales libres.» Philippi. «Basta con esto, dice Román, para que lo acepte el Diccionario.» Su longitud total es de 11 pulgadas, llega a pesar cuatro y cinco libras y es uno de los buenos pescados chilenos. Jote. m. (Cathartes aura). Ave de rapiña bastante parecida al gallinazo, aunque un poco más grande, y con el cual no debe confundirse. Ambos viven en la mayor parte de la América del Sur, especialmente en las vecindades de las costas. Discrepan los autores acerca de la procedencia de esta voz: Gay opina porque bien puede venir del baile llamado jota: Lenz, que del idioma mexicano; Román, que es posible que se derive de aligote, buitre, en ciertas regiones de Aragón. El Diccionario consigna la voz aura como sinónima de ga- llinaza, (que en Chile y en Lima, donde tanto abunda, es mas- culino), tomándola, evidentemente, del lenguaje cubano, en el cual así se llama al gallinazo. Por el nombre técnico que corres- ponde al jote, parece que de ahí vendría la denominación acep tada por el léxico. L Lahue. m. (Roterbe bulbosa). «Planta pequeña, bulbosa, con flores bastante grandes, azu- les, parecidas a las del lirio.... Los bulbos se comen.» Phi- lippi. Córdoba y Figueroa escribía lagíe: «comida gustosa...» Otros dicen hoy lahui, pero es de preferir la forma usada por el antiguo cronista de Chile, cambiada la y en h. Román, quien advierte que la planta es muy conocida de Chillán a) Sur; Lenz, n. 686, que cita los varios testimonios de autores que, en una grafía más o menos diversa, la dan como VOZ ATAucana. 14 VOCES CHILENAS Lanco. m. (Bromus stamineus). «...pero también hay en la tierra yerbas medicinales, como el lanco para heridas...» Mariño de Lobera. «El lanco es una yerba de grande virtud, muy semejante a la grama.» Rosales. Hierba celebrada en poesía por Pedro de Oña: Con lanco, yerba de ellos usitada, Que en Chile por cualquier lugar se cría; y por Alvarez de Toledo en el Purén indómito: Los caballos sin freno sueltos pacen La verde grama y granujento lanco, Yerbas que dondequiera en Chile nacen... Lenz, n. 692, quien añade que se llama también «yerba de los perros», porque los perros enfermos la comen mucho.» Sup. II. Román, que copia la siguiente descripción de Phi- lippi: «Especie perenne, cespitosa, cuya paja alcanza a 60 centímetros de alto; la panoja es grande, floja; las espiguillas, muy comprimidas, de 16 a 26 milímetros de largo, con cuatro o seis flores; la pálea inferior tiene 10 a 13 milímetros de largo, y su arista, Sa 10.» Latúe. m. (Lycioplestum puberulum). «Latúe, palo de los brujos, arbusto de las provincias de Val- divia y Chiloé, con dos espinitas en las bases de las hojas, y con flores bonitas; es muy venenoso, sobre todo la corteza.» Philippi. Su etimología es araucana. Lenz, n. 698. Laucha. f. (Mus musculus). «...y el ratoncillo, llamado laucha en Chile...» Philippi. Los araucanos decían laucha o llaucha; voz que, pro- bablemente, tomaron del quichua ucucha, mombre que, se- gún el Inca Garcilaso, se daba en el Perú a «los ratones de los chicos». Por más que en castellano tengamos el ratón, no es- taría de más consignar como chilenismo esta voz laucha, única con que se conoce al mus musculus. Lenz, n. 700; Román, que considera simplemente incorrec- ta tal voz. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL Lengua. f. Llámase así en Chile a cada uno de los ovarios (cinco) del erizo de mar; comida exquisita y muy rica en fósforo. Lengua de gato: nombre que se da también al relbún. Véase esta voz. Lengua de loro: llámase así a la flor de una orquídea chile- na (Chloraea) por la semejanza que con ella reviste; tiene «raí- ces fasciculadas; las tres hojuelas del cáliz casi iguales; el ginostenio alargado... El labelo tiene con frecuencia verru- gas o pelos o lacinias en forma de hoz o lamelas.» Philippi. Lengua de vaca: planta chilena de la familia de las Alismá- ceas (sagittaria chilensis), de la que se conocen dos o tres es- pecies. Román, III, p. 289. Liguano. na. Carnero liguano, y de ahí montura liguana, etc. Se da aquel nombre al producto híbrido del cabro con la oveja, cuya lana es áspera, larga y de color plomizo, más resistente y fuerte que la del carnero. Proviene el nombre, muy probablemente, de la provincia de la Ligua, donde debió de tener origen aque- lla mezcla. Lenz, n. 1601, que establece la etimología araucana de ligua: «maiz blanco». Niégase ahora que exista tal cruzamiento híbrido, pero, cierto o no, el hecho es que l¿iguano, en la acepción dicha, es corriente en Chile y no hay con que reemplazarla. Lile. m. (Graculus Graymardi). Pato l¿le es una especie de cuervo de mar, muy común en la costa de Chile. Lenz, n. 711, cree que esta voz se deriva probablemente de una araucana de igual significado, aunque no se registra en los diccionarios; si bien está ahora comprendida en el del P. Augusta. Véase YECO. 16 VOCES CHILENAS Lingue. m. (Persea lingue). «...el l2ngue, excelente madera, la corteza muy buena para curtir, común en nuestras provincias del sur.» Philippi. En tal forma se halla esta voz en Carvallo y Goyeneche, y en Rosales con la de l¿gue y lige, ajustándose con esta última en un todo al nombre del árbol en araucano. El língue pertenece a la familia de las Lauríneas, es árbol grande v hermoso, con hojas eliticas, aovadas y el perigonio tomentoso, bermejo. Tal es el que crece en las provincias del sur de Chile; el de las centrales, dice Phillippi, «tiene las hojas más acumivadas en su base, más pálidas en la cara inferior, el perigonio blanco y sedoso.» Su madera es excelente para muebles, y la corteza se usa para curtir las pieles. «Así, pedi- mos, dice Román, que se admita este vocablo con las dos acepciones de árbol chileno (ya descrito y clasificado), y cor- teza de este árbol.» Lenz, n. 719. Litre. m. (Litrea venenosa). «Es muy conocido el /¿tre, de tan maligna sombra, que si bien por ser tan frondoso y copado, convida a ella; pero es tal, que luego que uno se pone debaxo della, se hincha y en- tumece disformemente, y mucho más los que manosean la corteza, madera o las ramas.» Rosales. Con el mismo nombre lo trae Córdoba y Tigueroa, y así también Philippi: «el litre, que a pesar de su nombre y del miedo que le tiene mucha gen- te, parece ser dañino sólo en casos particulares y excepciona les.» Con la forma lit¿ lo menciona Olivares, y Molina con la de lithi. De este último es la siguiente descripción: «El /¿thi, que se encuentra en todo el reino de Chile, es una especie de laurel de mediana altura, que echa las hojas alternativas, ova- les, rugosas, de más de una pulgada de largo, y de un color verde que toca en oscuro, cuyas hojas, aunque harto peque- ñas, y cuyas frutas se parecen enteramente a las del laurel común.» Procede del araucano, en cuyo idioma se llama como lo es- DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 17 cribe Molina. Alcedo describe el árbol bajo el nombre de pl co, advirtiendo que en Chile se le da el de l¿thy. Lenz, n. 720. De la familia de las Anacardáceas. Descríbelo Philippi: «arbusto y aun árbol grande, con hojas enterísimas, marginadas, muy nerviosas, flores amarillas nu- merosas, reunidas en panoja, drupas amarillentas del tamaño de un grano de pimienta.» «Es indispensable, dice Román, que el Diccionario admita la voz litre con las acepciones de árbol chileno y enfermedad que produce su sombra o su con- tacto.» Liuto. m. (Alstroemeria Ugtu). «Esta planta, que los indios llaman luto... la raíz produce cierta pulpa o tubérculo que, cocido, es de muy buen alimen- to.» Molina. Liutu escriben Córdoba y Figueroa y algún otro autor moderno; y así también Zerolo al hablar de la voz chuño. Pertenece esta planta a la familia de las Amarilídeas; tiene «las flores umbeladas, de color de rosa, con las hojuelas del perigonio oblongas-lanceoladas. De las provincias centrales y sobre todo de Concepción. De sus tubérculos se prepara el chuño de Concepción.» Philippi. Román cree que su etimología puede ser del araucano /¿gh, blanco, y tue, la tierra, con pérdida de la e final inacentuada. «Excusado parece decir, agrega, que la voz luto debe entrar en el Diccionario.» Lenz, n. 721. Loco. m. (Concholepas peruviana). «Pertenecen también a este marisco en concha Jos que lla- man locos.» Ovalle. «... mereciendo particular estimación el lozo, por el buen sabor de su carne, que es blanca y un poco dura... Este múrice tiene cuatro o civeo pulgadas de alto; su concha es casi oval y está llena de nudos y puntas.» Molina. «La misma variedad hay en los peces testáceos, entre cuyas especies los de nombres castellanos o indios de más blanda 18 VOCES CHILENAS pronunciación, son el piur, la taca, el pico de papagayo, el loco...» Olivares. Febrés da el nombre como araucano. Lenz, n. 723. «Como, según parece, dice Román, (y así es la verdad) no hay completa igualdad entre nuestro loco. y el pie de burro español, convendría admitir el vocablo...» Loica. £. (Sturnella militaris). «La loica es muy notabie por el rojo vivo de su garganta, y abunda en Chile.» Philippi. «Dos pajarillos hay, entre otros,...; el segundo se dice loica; es canelado, de puntas negras, el pecho vestido de finísima escarlata...» Rosales. «... la loica y el tordo, que es de tanto cariño a su dueño, que, suelto, vuelve al amor de su prisión.» Córdoba y Fi- gueroa. «La loica es un pájaro algo mayor que los estorni- pos...; el macho es de color gris oscuro, manchado de blan co, a excepción de la garganta y del pecho, que son de color de escarlata; el color general de la hembra es un gris más claro, y el de su pecho, un rojo pálido y desleído.» Molina, Ovalle escribió la voz de manera algo diversa: «los pájaros que llaman los indios lloicas son muy célebres entre ellos.» En tal forma, alternando con loica, aunque ambas escritas con y, se encuentra en el Calepino araucano de Febrés. Des- de la octava edición del Diccionario de la Real Academia apa- reció lloíca, forma que está errada. Véase Amunátegui, Al tra: vés, ete. En la décimacuarta, al mencionar esa voz, la du como sinónima de pardillo, al cual con efecto se parece, pero son dos especies diversas bien estudiadas. «Debe, pues, la Academia, concluye Román, enderezar el entuerto, escri biendo loica como provincialismo de Chile, dándole su etimo- logía araucana y describiendo el pájaro como distinto del pardillo, pechirozo o pechicolorado.» González de Nájera nos informa que el nombre que le die- ron en un principio los españoles fué el de comendador, «por- que tienen todo el pecho de color de un muy encendido car- mesÍ.» Lenz, n. 725. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 19 Lora. f. «Hembra del loro. Papagaya y cotorrera nos da solamente el Diccionario, siendo que lora es más suave de pronunciar y que tiene el uso de todo Chile. En Colombia, Costa Rica y el Perú dicen también lora, pero como única forma para desig- nar la hembra y el macho. Más natural y lógico es el uso chi- leno.» Así Román. Lúcuma. f. «Y como por este tiempo hay tanta abundancia de legum- bres..., particularmente membrillos... y otro género que lla- man lúcumas de que se hacen regaladas viandas...» Ovalle. «En este género de membrillos hay una especie particular lla- mada lúcuma,... la cual es siempre dulce, de figura cónica algo umbilical, de color naranjado no menos afuera que por den- tro...» Molina. «No sé si efectivamente se usa este nombre», dice Lenz; pues si se usa y es fácil distinguir este membrillo dulce del agrio, en que tiene (la corteza verdosa y la carne menos compacta y más oscura. A esta clase se aproxima el membrillo agrio corcho. Llámase más generalmente con este nombre al fruto del lúcumo. Véase esta voz. Lúcumo. m. (Lucumo obovata). Arbol muy hermoso, originario del Perú, que se cultiva en Chile en las provincias del norte y especialmente prospera bajo el clima templado de Quillota. A su fruto, de todos cono- cido y gustado de muchos, se llama hoy día lúcuma. El lúcumo pertenece a las familia de las Sapotáceas; tiene las hojas «casi membranáceas, trasaovadas, adelgazadas hacia el pecíolo; fruto del tamaño de una manzana pequeña, globu- lar, verde, con carne amarilla; semillas muy parecidas a las del castaño de la India. Es del Perú, pero se cultiva en las pro- vincias del norte de la República y hasta en Santiago.» Philippi. El Inca Garcilaso nos habló ya de su fruta, «que los indios llaman rucma, dice, y los españoles lucma...» Su etimología parece ser más bien aimará que quichua. Lenz, n. 731. SU VOCES CHILENAS Luche. m. (Ulva latissima). «Críase en toda la costa una yerba a manera de escarolas que llaman luche, la cual se arranca de las peñas donde cre- ce... y puesta a secar al sol, se hace unos panes grandes que se estiman por gran regalo... porque sirve para muchos géne- ros de guisados...» Ovalle. «Criase en las peñas una yerba que se llama luche, de cuarta o tercia, más o menos, crecida por primavera, que es su tiempo, y entonces se arranca de ellas, y seca es vianda gustosa.» Córdoba y Figueroa. «En las rocas del mar chileno crece bajo del agua una yer- ba que llaman luche, cuyas hojas son bislungas, lisas y de un verde muy oscuro. Los nacionales del país comían dicha yer- ba frita, o con la carne, y gustándola los españoles, se ha ex- tendido entre ellos su uso, de tal suerte, que no sólo se interna en el Reino sino que se lleva al Perú, y en todas partes se re- cibe con aprecio... Forman de ella unos grandes panes, y du- ran mucho tiempo sin corromperse ni descomponerse.» Gó- mez de Vidaurre. El mismo nombre de esta alga marina se ha dado a varias plantas acuáticas: luche de río, luchecillo. Lenz, n. 732, que en apoyo del empleo de esta voz por autores modernos, cita el siguiente pasaje de la Historia de Santiago de Vicuña Mackenna: «Albas ninfas, las unas como las espumas del mar, morenas y encantadoras; Venus, nacidas del luche, las otras.» Es voz araucana que trae Febrés en sus formas luche y luche. Luma. £. (Myrtus luma). Arbol de la familia de las Mirtáceas, que puede llegar a veinticinco metros de altura; con los renuevos, los peciolos y pedúnculos pubescentes; hojas pecioladas, elíptico-oblongas, o bien aovado-oblongas, atenuadas en ambos extremos; ramas axilares, con dos o seis flores; fruto, una baya lampiña globo- sa, comestible. «... luma, con la madera dura y preciosa...» Philippi. «Mu- chos otros árboles hay en este reino particulares dél, de ma- deras excelentes, y duras como un hierro, como el boldu,... luma.» Rosales. «... la luma, que puede competir con la for- DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL s1 tísima tiga de Filipinas...» Córdoba y Figueroa. «En lo restan- te del reino se encuentran... la luwma, especie de mirto...>» Molina. Podrían multiplicarse las citas de textos en que apa: rece empleada esta voz de origen araucano, pero no debemos omitir la de los marinos españoles Juan y Ulloa: «El puerto de Valdivia es poco frecuentado de las embarcaciones del Perú por su corto comercio, reduciéndose éste a alguna made- ra de luma que se lleva al Callao, la cual, por no tener nudos, sirve para varas de calesas, y otros destinos donde se requiere de semejante calidad.» Noticias secretas de América, p. 46. Lenz, n. 736. «Es voz que debe entrar en el Diccionario sin duda alguna...» Román. Con el diminutivo lumilla se conoce también en Chile una planta, asimismo de las mirtáceas, que se halla en las islas de Juan Fernández. Ll Llaca. f. (Didelphus elegans). De los marsupiales, «la especie más chica, dice Philippi, es la que se halla en Chile; es del tamaño de un ratoncito y se llama laca o comadreja.» «¿Vendrá del quichua llaclla, cobar- de, tímido», se pregunta Román. Llaullau. m. Hongo comestible. «Los habitantes antiguos de Chile usa- ban toda clase de fruta azucarada y, por lo tanto, susceptible de fermentación: el maqui, la frutilla, el molle, la murtilla, los frutos de la luma y hasta un hongo (una especie de cyttaria) llaullau, eran de uso corriente.» Reiche. Lenz, n. 7155, que da a esta voz como seguramente de pro- cedencia araucana, y lo prueba Román trayendo a cola- ción a Febrés, quien dice: «laulau o llaullau: fruta que da el coyhue.» Llaupangue. m. (Francoa sonchifolia). «Plantas vivaces, que tienen las hojas amontonadas en la base, liradas, peludas, y tallos en forma de bohordos, con flo- (6) 82 VOCES CHILENAS res bastante grandes, rosadas o rojas, de modo que se cultivan en los jardines. La raíz contiene mucho tanino.» Philippi. «Con el zumo, dice Espinoza, se hace tinta, que sirve para teñir el pelo.» Cítanla todos los botánicos chilenos, a contar desde Feuillée. Lenz, n. 7156, y Román, que están de acuerdo en su etimo- logía araucana: llagh, parte o pedazo, +-pangue, esto es, pedazo de pangue o medio pangue. Lleivún. m. (Cyperus). Nombre vulgar de varias ciperáceas, que se crían en luga- res húmedos y que se emplean, sobre todo las que tienen tallos largos, a guisa de cuerdas para atar los sarmientos de las vides, y para hacer lazos, si bien, como nota Reiche, no son muy resistentes. El acento parece vacilar en esta voz; preferimos el agudo, que tenemos por el más corriente. Los lexicógrafos chilenos están de acuerdo, como no puede menos de ser, en que tal voz es araucana; aunque discuerdan en la manera de interpretarla. «Será araucana, pero no la co- nozco», me escribe el P. Augusta. Lleuque. m. (Podocarpus andina). Arbol de la familia de las Taxáceas, de hojas tiesas linea- les, puntiagudas en los extremos, lustrosas en la cara supe- rior, glaucas en la inferior y con el nervio medio muy salien- te; inflorescencias femeninas axilares; semilla verde drupácea, globosa , Su madera es estimadísima para muebles y entablados. «El lleuque... los frutos están dispuestos en pequeños raci- mos, y parecidos en forma y tamaño a pequeñas guindas y tienen una carne comestible.» Philippi. Sin duda de origen araucano, aunque faltaba la voz en los diccionarios, que está ahora en el del P. Augusta: lleuke. En cambio, nota Román, sele ve en algunos nombres toponímicos». Lluellucha. f. «Planta de la familia de las nostoquinas, que son unas ge- latiras orgánicas que encierran glóbulos o hilos, sencillos o DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL s3 ramosos, continuos o articulados. El llucllucha o cassuro (nostoc vesiculosum), que se cría en el Perú, se usa como alimento. (Philippi).» Román, quien advierte que la voz es quichua: llulluchha: ova de los charcos. Torres Rubio. M Macha. f. (Solen macha). «La macha, cuya concha tendrá de seis a siete pulgadas de largo, está variamente pintada de celeste y de pardo » Molina. Molusco comestible, conocido con este nombre araucano desde los primeros tiempos de la conquista, pues se le encuentra ya citado en la Relación del viaje de Cortés Ojea al Estrecho de Magallanes, en 1557; y lo han recordado después Rosales, Núñez de Pineda y Gómez de Vidaurre, quien se expresa así: «De este mismo género lay otras que llaman machas..., aun- que gustosas, son duras y su figura es longitudinal, porque tienen de cinco a seis pulgadas de largo, y ocho a nueve lí- neas de ancho, por lo que algunos las llaman navajuelas. > Tiene este molusco semejanza con el que el Diccionario lla- ma navaja. La voz es araucana: macha, que Febrés traduce: «cierto marisco.» Lenz, n. 785. Román, que copia la descripción de Gay (Zoo- logía, t. VIIL, p. 369). Machuelo. m. (Clupea maculata). Pez de color azul verdoso por el dorso, con tintes dorados y manchitas verdes poco marcadas; «la parte superior del vien- tre y los flancos son de un blanco plateado, con unas veinte manchas grandes, verdes, y de forma más oblonga; las aletas son uniformemente morenas; pero la dorsal y la caudal tienen un viso dorado, sobre todo la primera. Longitud total: llega a un pie.» Gay. Madi o Melosa, f. y m. (Madia mellosa). El mad: es planta anua de la familia de las sinanteras, su- borden de las tubilifloras: sus tallos, que alcanzan a tres o cuatro pies de alto, son velludos, revestidos de hojas oblongas, s4 VOCES CHILENAS también velludas, muy viscosas; sus flores son amarillas y nacen en lo alto del tallo. «El madi o la melosa, muy común en todo Chile. Las semi- llas dan un aceite muy bueno para la comida.» Philippi. «El mantenimiento (de los indios] es harina de trigo, cebada o maiz tostado, mezclada con mad, semilla sabrosa, la cual es todo su matalotaje o cocaví, como ellos le llaman.» Nájera. «También tenía la tierra muy buen aceite, que se hace de una semilla llamada mad?, y es de muy buen sabor, aunque ya se saca muy poco, porque el de olivas ha llenado la tierra.» Ovalle. «El madí es una semilla que da una yerba de media vara de alto, y molida la semilla da un aceite tan bueno y tan gustoso para comer como el de oliva.» Rosales. Núñez de Pi- neda emplea la forma made, v. g., en este pasaje, que cito es- pecialmente porque en él aparecen también las voces frutilla, quínua y uminta, que hoy llamamos invariablemente uma: «Lo segundo que me pusieron delante, fueron dos zurrones de fru- tilla seca y bien pasada, y otros dos de harina tostada de maiz, revuelta con quínua y made, con unos bollos en medio de poro- tos, linaza tostada y otras legumbres gustosas de que ellos usan por regalo, dos docenas de rosquetes de huevos y otras dos de panes de maíz, que llaman umintas y nosotros tamales...» Pag. 288. «El madi es una planta de cuya semilla se saca un aceite bueno para comer.» Molina. Tal voz araucana ha sido empleada también en poesía por Pedro de Oña (Arauco do- mado, canto XII): Sacáronle piñones, avellanas, Frutilla seca, madi enharinados, con la siguiente nota respecto al significado de tal voz arauca- na: «Mad: es una semilla vegra, que seca y molida se hacen de ella unas bolas envueltas en harina; son de gran regalo y sustento para los indios.» Lenz, n. 789. Román, III, p. 383. Maitén, m. (Martenus boaria). «A esta pequeña familia (Colastrineae) pertenece nuestro martén, árbol de los más hermosos.» Philippi. «El mattén es DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL so muy pomposo, de linda y apacible sombra, la hoja semejante al sen...» Rosales. «El maitén es un árbol hermosísimo y siempre verde...: las muchas ramas que arroja forman una bellísima copa; sus hojas, ya contrapuestas y ya alternativas, son dentelladas y punteadas por ambos extremos, espesísimas, de un verde alegre y brillante...: lleva unas flores monopéta- las, en forma de campanillas y de color de púrpura, pero tan pequeñas, que no se distinguen a muy corta distancia...» Mo- lina. «El mattén es un árbol de copa muy hermosa, la hoja de un verde desmayado, que nunca se le cae...; es tenido por el sen.» Olivares. Descríbelo también Alcedo, y don Andrés Bello lo ha celebrado en poesía: Donde, en vez del movimiento de políticos vaivenes, susurrar óyese el viento, entre robles y maitenes. Y Vial Solar en su obra citada (p. 33:) El maitén que en sus ramas retenía al ave desalada y pasajera... Su etimología es araucana. Lenz, n. 796 y Román III, 559: «La etimología es el araucano maghtinm o mañtun... No hay para qué advertir que el Dicc. debe apresurarse a recoger este vocablo con sus deri- vados,» que son: martenal, sitio poblado de maitenes, y mai- tencillo (jonidium parviflorum): «subarbusto de pocas pulgadas de alto, con flores pequeñas, blancas o rosadas, de la familia de las violáceas. » Mallico. m. (Psychropila andicola). Algunos escriben maillico o mellico, del araucano melico, «hierba medicinal.» (Febrés). En Chile se conocen varias especies de esta planta de la familia de las Ranunculáceas, que forman la sección de las phychrophila, caracterizada por estar dotada de pedúnculos radicales unifloros y hojas con apéndices, que viven en las ve- cindades del Estrecho de Magallanes y en las partes elevadas de la Cordillera de los Ardes; «su raíz, dice Philippi, se con- s6 VOCES CHILENAS sidera como un remedio excelente contra los dolores de estó- mago y la neumatosis.» Mango. m. (Bromus mango). A lasacepciones de esta voz que trae el Diccionario conven- dría añadir la de la gramínea así llamada, que los antiguos indios de Chile cultivaban como cereal y de que hacían una especie de pan que llamaban covque. «El mango parece que es el único cereal del globo que se perdió completamente por [su falta! de cultivo; pero parece posible que investigaciones posteriores por naturalistas competentes hagan reaparecer aquella gramínea interesante.» Y así se asegura hoy, ha su- cedido ya. Traen esta voz araucana Febrés: «magu, un centeno que tenían antes que viniesen los españoles;» y Havestadt. Tam- bién Gómez de Vidaurre. Lenz, n. 518; Román, II, p. 413, y Cavada, que dice que en “Chiloé se da este nombre a «una clase de pasto indi- gena.» Manzanillón. m. (Anthemis cotula). Planta anual, de tallo ramoso, de olor bastante pronuncia- do, aunque desagradable; con cabezuelas solitarias en el ex- tremo de las ramas, pedunculadas; de color blanquecino amarillento. Maleza sumamente abundante en todo Chile y de procedencia europea. Reiche, p. 24. Mañehue. m. (PFissurella speciosa). «Mañehue: molusco del género de los escabriones, que se llaman mañehues en el sur de Chile, y que tienen una concha formada de una fila de ocho piezas con un borde coriáceo. Hay en Chile muchísimas especies y muy grandes.» Philippi. «Otro género de marisco llaman mañegues y está encerrado en dos conchas redondas, de la figura de los que sirven de modelo para los nichos de los retablos.» Ovalle. Con la misma orto- DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL s7 grafía aparece en Rosales, pero la verdadera es la que dan Philippi, Gay, Román y Lenz, n. 8253. Procede del araucano. Mañíu. m. (Saxegothea conspicua). «Arbol de la familia de las Taxáceas, con hojas lineales apiculadas, tiesas, cortamente pecioladas, debajo con dos lí- neas glaucas separadas por el nervio medio; conos globosos del tamaño de un garbanzo, con escamas gruesas y tubércu- los afuera. «El mantu es un árbol de especie de alerce, que se halla en la cordillera, pero más correoso; es blanco, oloroso, recio y correoso; hácense de él instrumentos músicos muy so- noros, como son vihuelas, arpas...» Rosales. «El mañín (que tal es su ortografía correcta,) crece desde el Nuble para el sur.» Philippi. De evidente procedencia araucana, aunque tal voz no se registraba en los léxicos, hasta ahora, que se halla en el del P. Augusta. Lenz, n. 825. Román dice: «No necesitamos recomen- darlo a la Real Academia, sobre todo si toma en cuenta que la madera de mañíu se anuncia y vende públicamente en todo Chile.» También recomienda este autor la voz mañaigal, sitio o lugar poblado de mañíns. Maqui. m. (Aristotelia maque). «El maquí es un arbolito siempre verde, de diez a doce pies de alto, rollizo, lampiño, con cáscara lisa; las hojas son opues- tas o sub-opuestas, aovado lanceoladas; las flores son de un amarillo bajo, completas, dispuestas en racimito en la axila de las hojas; el fruto tiene de dos a tres lineas de diámetro; es redondo, liso, muy morado...» Gay. «Otros árboles se llaman maques y son muy hermosos y frescos.» Ovalle. «El maque es árbol mediano y de corteza lisa, la hoja como la morera, algo más gruesa y glutinosa.» Rosales. Y en tal forma en la generalidad de los cronistas; si bien Molina escribe maquí, que es la única en que hoy se co- noce. El nombre se aplica al árbol, cuya corteza y varillas se emplean en industrias domésticas, y a su fruto, que se usa rola] VOCES CHILENAS como astringente en medicina casera y en la preparación de los vinos para darles color. Al fruto propiamente es el que llaman los indios maqui, voz que ya en tiempo de Febrés se consideraba incorporada al castellano. Zerolo y el Diccionario de la Academia (décimatercia edi- ción) acentúan malamente la voz; en la última se ha suprimi- do, y debe, pues, restablecerse bajo su verdadero nombre y significado. Lenz, n. 8 ; Román, II, p. 431. Matapiojo. m. (Libellula). «El neuróptero llamado en otras partes doncellita de agua.» Philippi. «Feo es el nombre de matapiojos, dice Roman, pero tiene el uso de Colombia y de Chile por lo menos; por lo cual convendría aceptarlo.» «El insecto perfecto es el ser más ino: fensivo que cabe; no tiene armas de ningún género y nO es raro verlo envuelto entre los despojos que la araña amontona en su tela. Es, en su forma general, como un matapiojo...>» Medina, opúsculo citado. Mate. m. No se trata bajo este nombre de la yerba mate (Tlex para- guayensis), ni de la bebida que de ella se prepara, así llama- da, sino de «una calabaza, que llamamos mate en las Indias,» como observa el P. Ovalle, que, ya entera, o ya partida por medio, se usa entre nosotros, especialmente en los campos, a modo de vasija para acarrear el agua, o para vaciarla de un tiesto a otro. Marinero. m. (Ehyephenes). Insecto. «El género marinero, particular a Chile, puede es- conder su pico bastante largo en un surco del esternón entre las caderas, y tiene los pies anteriores mucho más largos que los demás. Se les ve andar lentamente en el tronco de los árbo- les, en cuyo interior viven las larvas.» Philippi. Su nombre les viene, indudablemente, de la costumbre que tienen de ir subiéndose por los troncos de los árboles. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 59 Matico. m. (Piper angustifolium). El Diccionario de la Real Academia hace esdrújula esta voz, acento que Ortúzar condenó ya como falso. Parece quea dicha planta alude el Inca Garcilaso con la que llama matecllu. Sería, entonces, de procedencia quichua. Mayu. m. (Edwardsia chilensis). Arbol de la familia de las Leguminosas; de poca altura, que crece especialmente en los montes de la costa de Chile, con hojas siempre verdes y flores amarillas muy vistosas. Rosales lo califica de hierba: «Y para lo mismo sirve la yerba que lla- man mayu.» Pero no así Molina: «... las cortezas y las hojas del mayu sirven para hacer una muy buena tinta de escribir.» Seguramente, y así opina también el P. Augusta, que Ja voz procede del araucano, aunque no se halla en los léxicos. En el sur los indios llaman a este árbol traftrafon. Lenz, n. 842; Román, III, 465. Melón, 1. Escrito: «el que tiene la corteza llena de señales o rayas a manera de letras.» Cita de Román, que completaremos di- ciendo que tal especie es particularmente apreciada por lo dulce, jugosa y sabrosa; su carne tira al verde pálido. Limenso: Muy pequeño, casi del tamaño de una lima, de donde su nombre, que Román no quiere que se acepte por considerarlo como corrupción de límenso, oriundo de Lima en el Perú. Es sumamente oloroso, amarillo, con vetas verdosas, y madura muy temprano. También se conoce en Chile el ají lómenso, que algunos han creído ser de una clase especial; pero no hay tal, pues su nombre se le aplica porque se envasa en una calabacita muy pequeña, parecida al melón l¿menso. A mi entender, el vocablo procede de líma, a la cual se ase- meja esta fruta en el tamaño, la forma y la fragancia. Melonhue. mm. Nombre usado especialmente en Chiloé y que se da a cier- tos moluscos gastrópodos del género trochus, de color muy 90 VOCES CHILENAS oscuro. Viene del araucano mulon, caracoles del mar, y hue, lugar: sitio en que abundan los caracoles, pasando así del todo a la parte. Román y Cavada. Mero m. (Dasycephala livida). Nombre que se da en Chile a una avecilla algo más grande que el zorzal, del araucano meru, que los españoles hemos convertido en mero, como el pez así llamado en la Península. «Dos pajarillos hay, entre otros, en que tienen depositados sus agíieros y abusiones estos indios, y cada uno es pequeño y del tamaño de un zorzal; el primero se llama meru, de color pardo...» Rosales. Lenz, n. 870; Román, que cita el mero de la cordillera. Michay. m. (Berberis). «El michay, amarillo, y de flor muy fragante...» Córdoba y Figueroa. Mencionan también este arbusto, Carvallo, Gay y el doctor Murillo. Lenz, n. 877, dice: «Del fruto los indios se aprovechaban para una chicha, que todavía se hace en Ñuble; infusión de hojas y frutos se usan contra inflamaciones; la raíz y la corteza para teñir de amarillo... » Su etimología es araucana, muchay, con el valor de u fran- cesa, de donde el vulgar michay, que Román no acepta, en vista de que Philippi advierte que tal planta es el bérbero español; pero, ciertamente que se trata de especie diversa, tanto, que en Chile tenemos más de veinte, y pues que con tal nombre es conocida entre nosotros, consérvese el vocablo por lo menos como chilenismo. Miñumini. m. (Rubus geordes). Nombre que en Chiloé se da a una especie de zarza de «tallo herbáceo, rastrero, hojas trifolidadas y frutos verdes o amarillentos, gustosos; única especie indígena, que se cría desde Valdivia hasta Magallanes.» Philippi. Román, que le da una etimología araucana, aunque advier- te que tal voz no la traen los diccionarios. Véase la voz meñu-piru en el del P. Augusta. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL : 91 Mitahue. m. Llámase así al fruto de la planta silvestre conocida general: mente con el nombre de pitra. Véase esta voz. Del araucano mútha, cosa burda, y hue, partícula de abun- dancia. Así Román. Véase META O MECHaN, en el Diccionario del P. Augusta. Mitihue. m. (Euxenta mitique). Arbusto de la familia de las Sinanteráceas, suborden de las tubilifloras, de que se conocen dos especies peculiares a Chile, ambas fruticosas y que se emplean para combatir la gonorrea. Varían los autores en cuanto a la grafía de esta voz; unos quieren que se diga maitríu, otros mitique; más cercana a su probable derivación araucana, parece la que empleamos, que es también la que Román dice haber oído. Molinera. í. (Upucerthia nigrofumosa). Avecilla de color café obscuro, con manchas blancas en el pecho, que vive a orillas de las corrientes de agua, y cuyo nombre le viene, por tal circunstancia, de hallársele con tre: cuencia en las cárcabas de los molinos. Dásele también el de churrete por la manera con que defeca, bajo cuyo nombre abo- ga Román porque se admita: prefiero el que apunto. Mollaca. f. Del quichua molle y aleca, chicha, a causa que de este fruto del quelo se hace una de las clases del licor así llamado. Es voz que se usa en las provincias del norte de Chile, aquellas que las primeras y más profundamente sufrieron la influencia in- " cásica. Lenz, n. 901, y Román, III, p. 532. Mollar. adj. Se conocen en Chile el higo y la uva mollar, según lo notó Román. Molle. m. (Schinus latifolius) Arbusto peludo o tomentoso, con ramas viejas morenas, de 92 VOCES CHILENAS la familia de las Anacardiáceas; hojas subcoriáceas o membra: nosas, con la laminia ovalada, u ovalado-oblonga, obtusa o un poco aguda v el borde irregularmente aserrado-dentado; inflo- rescencias axilares o extra-axilares, frutos violáceos. «Otra bebida hacen del que llaman huigún y los españoles molle, que es del color y figura de pimienta...» Ovalle. «El molle es un árbol que se cría con mucha lozanía en estas pro- vincias; es de moderada estatura y esparce mucho las ramas, vestidas de menudas y prolongadas hojas, como el lentisco, y nunca las pierde...» Rosales. «El peumo es fruta gustosa, el maque, el molle... aplican para sus bebidas los indios...» Cór- doba y Figueroa. «En lo restante del reino se encuentran... el molle...» Molina. Este árbol es diverso del que procede del Perú (Schinus molle) llamado vulgarmente en Chile pímiento, que han des- crito y celebrado Cieza de León y Alcedo, entre otros. El ori- ginario de Chile lo recuerda Pedro de Oña en su Arauco do- mado (canto XIII): Y en copas de madera no medianas Les dan licor de molle regalado... Su etimología es quichua: mullz. Lenz, n. 902. Román, que trae una larga cita del Inca Gar- cilaso sobre el árbol peruano de este nombre, pide que el Dic- cionario incluya la voz con las acepciones correspondientes a las dos especies. Monroy. m. «La sphinzx cestri es común en Chile. Su oruga la llaman monroy». Philippi. Vive en el palqui. «Como el nombre mon- roy, dice Román, es de uso general en Chile y hasta los mis- mos naturalistas lo aceptan, porque, según parece, esta oruga es exclusivamente chilena, debe también el Diccionario aco- gerlo en sus columnas.» Mostazal. m. «Terreno poblado de mostaza. Hace falta esta voz en el Diccionario.» Román. Usóla el P. Alonso de Ovalle: «...he DE LOS REINOS ANIMaL Y VEGETAL 05 andado muchas leguas por mostazales, que cubren los hom:- bres a caballo, donde nidifican las aves y se crían pájaros.» Mi residencia veraniega se halla en los lindes del pueblo de San Francisco del Mostazal. Mote. m. Román observa que la definición del Diccionario sólo com- prende el mote de maíz, y que faltan el mote de trigo (el más usado de todos); el mote de cebada (que corresponde de cerca al farro castellano); y el mote sancochado, sin otros menos acostumbrados. Muermo. m. (Eucryphia cordifolia). «Muermo, en Chiloé, ulmo, en Valdivia, es un arbol muy grande que da excelente leña y madera buena para varios usos.» Philippi. Tiene este árbol las «hojas cortamente pecioladas, oblongas, acorazonadas, lustrosas por encima, blanquizcas por debajo, y flores blancas de casi dos pulgadas de diámetro; su madera es bastante buena, y se busca principalmente para remos; su leña, excelente para quemar; la corteza sirve para curtir, etc.» Philippi. Lenz, n. 914, cree que el nombre es seguramente araucano, aunque no figura en los diccionarios, si bien se pregunta «si hay contaminación con castellano muermo.» Los indígenas llaman nulnu al ulmo. Mulita. f. (Hydrometra). «Las hydrometra, que llaman mulitas en Chile, de cuerpo alargado, con patas largas, corren en la superficie del agua, como si ésta fuese un cuerpo sólido, para cazar los insectitos de que se alimentan.» Philippi. También se da el nombre de mulíta, que trae ya Alcedo, a una especie de los armadillos. <...el geris chilensis anda y corre sin sumergirse en el líquido elemento... Mulitas los llaman en Colchagua, y en realidad que justifican su nombre, porque por los grandes grupos que forman y el color café obscuro de su cuerpo, son 094 VOCES CHILENAS cual las recuas que el arriero conduce por los caminos al sonoro toque del cencerro.» Medina, Los insectos enemigos en Chale, apud Sud- América, p. 119. Román observa que el diminutivo de mula es en castellano muleto, ta (mulo pequeño, de poca edad, o cerril). Multiflor. f. El Diccionario consulta el adjetivo multifloro. En Chile tenemos el sustantivo multiflor (que el vulgo pronuncia mala. mente mutiflor), nombre que se da a un rosal de los trepado- res, de flores de diversos colores, blancas, amarillas y rojas, según la variedad, y ala flor misma. «Parece ser, observa Román, la misma planta que Pichardo llama en Cuba milflo- res y milrosas, mombres que tampoco aparecen en el Diccio- nario.» Murtillo. m. (Ugni Molinae). «ll murtillo (de la familia de las Mirtáceas) es un arbusto bajo, siempre verde y de crecimiento social en las provincias desde Maule hasta Llanquihue y Chiloé. Sus frutos, las mur- tillas... son bayas de color purpúreo claro, que en un lado tira al blanco... Jl sabor de la pulpa blanca es dulce, aromático, recordando un tanto la trementina. Esta fruta, que sazona en los meses de marzo y abril, es una de las más deliciosas del país y de gran consumo en las provincias respectivas...» Reiche. N Nalca. f. Hablando del pangue, dice Philippi: «Sus pecíolos o nalcas se comen crudos, sirven para hacer helados y son muy refres- cantes.» Procede esta voz del araucano, que Febrés traduce: «lo que se come del pangue.» Lenz y Román tráenla también. Naranja capuchina. f. «Una variedad notable, expresa Philippi, es la naranja de DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 95 las capuchinas o de Lima, que tiene el fruto muy pequeño.» En Chile se destina especialmente para dulce. El nombre que se le da proviene, quizás, de que la primera planta, de donde han debido propagarse las demás, hoy relativamente vulgares, se cultivó en el huerto de las Monjas Capuchinas de Santiago. No es, evidentemente, la misma especie definida por el Die- cionario con el nombre de mandarina (conocida también entre nosotros) o tangerina, porque ésta, aunque también pequeña y aplastada, tiene la cáscara gruesa. Dase, asimismo, el nombre de capuchino al naranjo que la produce. Trae la voz Román. Natri, m. (Solanum tomatillo). Arbusto muy usado en la medicina casera por sus cualidades antifebrífugas, citado sólo por los botánicos modernos, si bien su nombre araucano indica que fué conocido por los indígenas. El natri, solanácea, «de dos o tres metros de alto, pubescen- te, con hojas mucho mayores, aovadas, oblongas, puntiagu- das, abunda en las provincias del centro y sur de Chile.» Lenz, n. 927. «No hay duda, dice Román, que debe ingresar en el Diccio- nario oficial.» Notru. m. (Embothrium coccineum). «Arbol mediano, de la familia de las Proteáceas, de hojas oblongas o lineares, muy enteras; flores numerosas, de un rojo vivo, dispuestas en pequeños corimbos flojos. Se cría desde el estrecho de Magallanes hasta el grado 35 latitud sur, y sería de gran ornato para cualquier jardín. Su madera es buena para obras de ornamento, y el decocto de sus hojas sirve en las afecciones glandulosas.» Philippi. «...notru, ciruelillo, con flores numerosas, del color escarlata más hermoso.» Philippi. Córdoba y Figueroa le menciona con el nombre de notul; pero Philippi y Murillo con el de notru; Lenz, n. 936, con el de notro, y así también Román. Preferi- mos la forma más usada y que corresponde de cerca a su eti- mología araucana notu o nothu. 06 VOCES CHILENAS Nueo. m. (Otus brachyotus). El nombre indigena de esta ave de rapiña nocturna, pare- cida a la lechuza, es nucu, que hoy, españolizada, se dice sólo nuco. Con tal forma le citan ya los antiguos cronistas; por ejemplo, Córdoba y Figueroa: «También previno la naturale- za que hubiesen algunas nocturnas, como... el nuco, que canta en melancólico metro»; y Olivares: «El muco y el chonchón, aves semejantes a las lechuzas en color y figura, y aborrecen la luz.» Lenz, n. 937, y Román, que copia ¿2 extenso la descripción que de este pájaro trae Gay. Ñ Nanculahuén. m. (Linum aquilinum). Vuélvese a presentar en esta voz la duda de si debe escri- birse con an o ñ y conoou. Si en araucano es hamculahuén (lo que nos ofrece todavía una tercera variante), cambiada sólo la m en n, debemos preferir la forma con que damos el nombre de esta hierba, llamada también retamilla entre los españoles. Está su descripción en Molina, quien dice que su significado indígena es el de «yerba medicinal del águila»: «arroja unos vástagos ramosos, con hojas alternadas, aguzadas y pequeñas, y lleva unas flores amarillas compuestas de cinco pétalos, asidos de dos en dos a un piececillo común, y su pis- tilo pasa a ser una cápsula membranosa y pentágona, que contiene varias semillas pequeñas. Los naturales emplean esta planta con buenos efectos en las fiebres intermitentes...» Lenz, n. 946: ñancolahuén. Román, lo mismo, pero quiere que en su lugar se diga retamilla. Nilhue. m. El rñilhue es planta anual, lechosa, con las hojas abrazado- ras espinosas y dentadas; las flores amarillas, liguladas, y las cabezuelas corimbosas. Esta maleza y otra especie llamada oleraceus, son comunes en Chile y se consideran de proceden- cia europea, por más que su nombre vulgar sea netamente DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAI 07 araucano.» Reiche. Las malezas que invaden los cultivos de Chale, p. 15. La Jacobaea Leucantemi de Molina, de la cual dice: «El Pa- dre Feuillé, cuya memoria será siempre grata a los chilenos, describe difusamente un gran número de plantas medicinales del reino de Chile, y entre las muchas que representa con la mayor exactitud en bellísimas láminas, se encuentran elegan- temente descritas la pachoa... y el ñilhue, del cual usan mucho para purificar la sangre.» Lenz prefiere la forma n+lhue, que en todo caso, cualesquiera que sean las variantes ortográficas de tal nombre, la más corriente es la que emplea la 7%, más ajustada a la etimología araucana, que sin duda le correspon- de. Así también Pérez Rosales: «El 22/hue, que sube a la altura de un hombre a caballo, ostenta un tallo tierno y jugoso, de dos pulgadas de diámetro...» Estimando Román que el ñilhue corresponde a la cerraja española, no quiere que se admita aquella voz; pero, ¿porqué nó, si su nombre araucano prueba que era conocido en Chile por los indios y con él le designan en el pais? Nipa. f. (Escallonia illinata). «La ñipa es un arbolito que crece como un estado y a veces estado y medio.» Rosales. Pertenece a la familia de las Saxi- fragáceas. Entre la gente culta se le da el nombre de verraco, por el fuerte olor que despide. En terrenos cultivados (de lo que soy testigo) adquiere un desarrollo extraordinario. Lenz, n. 962. Román no acepta la voz, suponiéndola equi- valente a la n2pa, que trae el Diccionario, pero no ha tenido presente que esta última corresponde a la familia de las pal- mas, que ni de cerca se aproxima siquiera al arbusto chileno de que se trata. Ñire. m. (Fagus pumilio). «Arbol de veinte metros de altura, pero que se muestra en forma de arbusto en las inmediaciones de las nieves eternas. Las flores masculinas, así como las femeninas, son solitarias; las hojas son elípticas, obtusas, profundamente aserradas, con los dientes obtusos, bífidos.» Philippi. US VOCES CHILENAS Tanto este autor como Gay, escriben ñtrre, pero la forma correcta es la que da Lastarria, ñire, que es con la que todos le conocen en el sar, como observa Román. Es indudablemente araucana, aunque no se halla en los vo cabularios de esa lengua, y parece muy aventurada la etimolo- sía de gurí, zorra pequeña, o gúren, que le señala ese último autor. El P. Augusta tiene la voz por araucana, aunque no la ha oído a los indígenas. ÑNocha. f. (Bromelia Landbeck:). Hierba chilena de la familia de las Bromeliáceas: «Las ho- jas casi desprovistas de espinas, las espigas paucifloras, el cá- liz blando, las flores blandas, frutos insípidos. Las hojas sir- ven para hacer sogas, canastos, etc. En los montes de Valdi- via.» Philippi. La etimología de la voz es araucana, que Febrés traduce «hierba de que hacen sogas.» Román y Lenz. Nuño. m. (Sisyrinchium). Planta de la familia de las Irídeas, «de que hay muchas es- pecies en Chile conocidas en el campo con el nombre de hual- mo y ñuño. Las raíces, que son fibrosas o fasciculadas, son bastante drásticas, y se pretende que las especies con flores rosadas son muy dañinas para los animales vacunos.» Adviértase que otros dicen nuño, (bajo cuya forma la trae 2omán), voz derivada del quichua nuñu, mamar, según lo ad- vierte el Inca Garcilaso en sus Comentarios Reales. Román cree que de ella se formó el araucano nuyu, que Febrés tra- duce «chupones que se comen.» Prefiero la forma vulgar ñuño, que se conserva en el topo- nímico Nuñoa, barrio suburbano de Santiago, que así se lla- maría por abundar en tiempos pasados allí esa planta. O Olivillo. m. (Xageneckia angustifolia). Diminutivo de olivo, nombre que se da en Chile a un ar- DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 99 bolillo de dos a tres metros de altura, de la familia de las Ro- sáceas, que, según aserto de Philipp1, es el que más se aproxi- ma a las nieves eternas. Tiene las hojas lineales-oblongas, o cuncado-lineales, agudas, rígidas, fuertemente aserradas, pe- sajosas cuando nuevas, hasta de siete centímetros de largo y uno de ancho. Román, que corrobora lo dicho con la siguiente cita de Ros- sel (Guía de Concepción): «su madera engruesa poco y crece muy derecho; se emplea en cercos.» También se da en Chile el mismo nombre de olzvillo a un árbol del sur del país, que se conoce igualmente con el de tique. Es el Aaextoricum punctatum, de la familia de las Eufor- biáceas, descrito que fué primeramente por los botánicos es- pañoles Ruiz y Pavón. Oreganal. m. «Sitio plantado de orégano; lugar donde abunda esta plan- ta. Falta esta voz en el Diccionario.» Román. Oreganillo. m. (Gardoquia Tilliesi. Arbusto de la familia de las Labiadas, velloso, con ramas rojizas; hojas pequeñas, lineares-oblongas u obovaladas, ob- tusas y angostadas hacia la base en pecíolo, enteras, borde encorvado, glabras y coriáceas; cáliz tubuloso de sépalos tu- bulados, corola un tercio mayor que el cáliz, peluda y roja. La trae Bertero en sus Plantae rariores, publicadas por A. Colla. Oveja. f. El Diccionario al hablar de esta voz en su tercera acepción, dice: «Chile. Llama, 3.* art.», esto es, que en Chile se deno- mina así a la oveja; información del todo inexacta, y tanto, que son contadas las personas que entre nosotros han visto siquiera ese cuadrúpedo peruano y boliviano en algún jardín zoológico. Debe, por tanto, suprimirse, como ya lo pidió Román. 100 VOCES CHILENAS Pp Paguacha. f. Nombre que se da a cierta especie de melón invernizo, de color verde y carne amarillosa, de tamaño mediano y achata- do; y se aplica también a una de calabazas de forma parecida. Viene del araucano pahua, que se dice de la hernia. Tráen- la Lenz, (n. 989, cuarta acepción) y Román; pero este último autor no la considera que merezca ser aceptada en el Diccio- nario, y la escribe con q. Paico. m. Está en el Diccionario como chilenismo, sinónimo de pazote, «voz americana». Adviértase que es quichua. Del paíico se extrae la paicolina, voz que «merece ser admi- tida en el Diccionario.» Román. Palhuén. m. (Adesmia arborea). Arbusto de la familia de las Papilioneáceas, tribu de las he- disáreas, «muy espinudo, de seis a ocho pies de alto, común en las provincias centrales» (Philippi), al que se da también el nombre de espanillo. Otros escriben palhuel, pero debe prefe- rirse como más general la que termina en a, por ser también más próxima a su derivación araucana, que es netamente tal, aunque no se halla en los vocabularios indígenas. Traen esta voz Lenz y Román. Palometa. f. (Caranz georgianus). “Pez comestible de las islas de Juan Fernández, parecido al jurel. Palpallén. m. (Senecio denticulatus). Arbusto de la familia de las Sinantéreas, suborden de las tubilifloras, «que puede alcanzara dos metros y más de altu- ra, con hojas aovadas, dentadas, más o menos cubiertas de un velio blanquecino, y corimbos multifloros de cabezuelas radia- DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 101 das, amarillas. Se cría desde Rancagua hasta Río Bueno.» Philippi. Es araucana la etimología de esta voz, (palpalén) aunque no se registra en los diccionarios Palpi. m. (Calceolaria thyrsiflora). Arbusto de la familia de las Escrofularíneas, «de unos trein- ta centímetros de alto, con hojas angostas, casi lineares, aserra das y flores amarillas, dispuestas en un tirso alargado. Se halla en las provincias de Coquimbo, Santiago y otras.» Philippi. Sus hojas son muy dulces. Su etimología, advierte Román, «puede ser el araucano pal, palo mediano, y pd, cosa espesa y también desparramada.>» Palqui. m. Aunque admitido en el Diccionario, falta darle su etimolo- gía, que es araucana, y añadir a la virtud que se le señala, que sus raspaduras se emplean como sudorífico y la planta para hacer jabón. Debería incluirse también, como lo indica Román, su de- rivado palquial, m., sitio poblado o abundante de palquis. Pallar, adj. y ú. m. en pl. pallares. (Phaseolus pallar). Cierta clase de frejoles conocida con este nombre en Chile y la Argentina (Catamarca) y procedente, según se dice, del Perú, en cuya lengua quichua así se llama en efecto. Con el mismo nombre le cita también Molina, que le señala como muy notable por el tamaño de sus granos, que son de cerca de una pulgada. Lenz, n. 1004, y Román, que trae el siguiente pasaje del Inca Garcilaso, citando al P. Acosta: «Yo no he hallado que los indios tuviesen huertos diversos en hortaliza, sino que cul- tivan la tierra a pedazos para legumbres que ellos usan, como las que llaman frisoles y pallares, que les sirven como acá gar- banzos y habas y lentejas.» La voz ha entrado en la última edición del léxico oficial y sólo resta advertir que se usa más en plural y que su etimología es quichua. 102 VOCES CHILENAS "angue. m. (Grunera chilensis). «... planta sin tallo, pero cuyas hojas alcanzan a veces a un tamaño extraordinario; los pecíolos se comen bajo el nombre de nalza, y la raíz muy gruesa, que contienen mucho tanino, se usa para varios objetos.» Philippi. «Planta grande, sin tallo, muy áspera; las hojas largamente pecioladas, a veces enormes, de uno y medio metro de diámetro, orbiculares, lobuladas; de su centro nace un bohordo cilíndrico, que lleva muchas espi- gas de flores; el fruto parece una pequeña drupa, porque el cáliz se vuelve carnoso, el pangue es muy común en los luga- res pantanosos, a lo largo de los arroyos, etc.» «Salía yo cada día en un barquillo que allí tenía, y iba el río arriba, de cuyas riberas traía cantidad de pencas de áspera comida, de unas grandes hojas mayores que adarga de una yerba llamada pangue, cuyas raices sirven allá a los nuestros de zumaque, para curtir los cueros.» González de Nájera. «El pangue, bien conocido por sus hojas, que son tan grandes, quej pueden servir de quitasol, se da en los cenagales como unas cepas gruesas.» Rosales. «La raíz de aquella planta vivaz, que los indios llaman el panke..., da un color negro bellísimo.» Molina. Forma que se cambió por la que tiene actualmente, se- gún lo notó ya Carvallo: «en lengua del país, corrompido panque, que debía ser panque.» Pangui escribio Péres Rosales: «La hoja de nalca o panguz, como la llaman en el norte, exce- de en tamaño los límites de la ponderación en Llanquihue...: una de las hojas midió tres varas y cerca de cuarta de diáme- tro...» Celebrada también en su Purén Indómito por Alvarez de Toledo, canto XIX: Allí se vió después desamarrado Y a una india taparle el cuerpo todo Con las hojas del pangue, de manera (Que nadie no le vió desde acá fuera. Mas él bien vido a todos claramente Desde el pantano adonde oculto estaba Y cómo por el rastro aquella gente Entre los mismo pangues le buscaba. De pangue se ha formado pangal: sitio donde viven agrupa: das muchas de esas plantas. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 103 Abundantísimas noticias de ella ha dado Vidal Gormaz en los Anales de la Universidad de Chile, t. XLV, p. 594. Sostiene con razón que el nombre único que hoy le corres- ponde es pangue. Lenz, n. 1009, y Román han invocado también la autoridad del poeta chileno recordado. Panul. m. (Ligusticum panul). Nombre indígena de una umbelífera herbácea de la cual se conocen por lo menos dos especies en Chile. Hierba lampiña, con tallo ramoso, surcado y trifurcado y con umbelas termi- nales; hojas pinatisectas con segmentos multífidos, lóbulos li- neules-agudos; pétalos blancos; fruto ovalado, con dos estilos reflejos. Febrés traduce esta voz araucana por apio. Lenz, n. 1011, y Román, «nombre que debe ya entrar en el Diccionario, es araucano...» Pañil. m. (Buddeleya globosa). «Arbolito de unos tres metros de alto, con hojas grandes, oblongas-lanceoladas, acuminadas, almenadas, arrugadas, cu- bierto de un bello amarillento afelpado en la cara inferior; flores anaranjadas, dispuestas en cabezuelas globosas, com- pactas. Sus hojas son muy vulnerarias, se usan en polvo o decocción para las úlceras, etc.» Philippi. Viene del araucano pagil, «mata medicinal, buena para cu- rar hinchazones, desconcertaduras, etc.» Lenz, n. 1014, y Román. Papa. f. Doma, derivado del araucano domo, mujer, o aplicado en sentido figurado a la madera que no tiene nudos. Una de las muchísimas especies y de las más conocidas y mejores, para no citar otras, que se cultivan en Chile. Observa Román: «La etimología de papa, no es el latín papa, comida, como dice el Diccionario, sino el quichua papa, raíz de comer conocida. (Torres Rubio). El Inca Garcilaso dice «que entrellas [las legumbres que fructificaban debajo de tierra] hay una que llaman papa: es redonda y muy húmida, 104 ' VOCES CHILENAS y, porsu mucha humidad, dispuesta a corromperse presto.» (Comentarios Reales, parte I, lib. V, cap. V). Como la planta es americana y consta que en quichua se llamaba y se llama papa, no hay para qué buscar su nombre en el latín.» Al testimonio de Garcilaso podrían agregarse algunos más sacados de los antiguos cronistas. De papa viene su derivado papal, m., terreno sembrado de papas. «Hace falta, continúa Román, esta voz en el Dicciona- rio, pues no se puede exigir a los americanos, que la usan casi uniformemente, el que la sustituyan con patatal o pata- tar, únicas que él registra.» Papilla. f. (Valerrana paprlla). Como su nombre lo indica, pertenece a la familia de las Va- lerianáceas; y el fuerte olor que despide su raíz, al ácido vale- riánico, así la permite clasificar desde el primer momento; su raíz es gruesa, carnosa, perpendicular, trasversalmente arru- gada. Crece la papilla (diminutivo de papa) en las provincias centrales de Chile. Pato correntero. m. (Merganetta armata). Pato silvestre de Chile, que habita las aguas torrento sas de la alta cordillera de las provincias centrales y que re- monta con maravillosa facilidad, de donde le ha provenido su nombre. Es notable también por el espolón robusto y agudo que tiene en las alas, lo que le ha valido el calificativo de ar- matus. El plumaje del macho está matizado con tres listas ne- gras en la cabeza. La hembra tiene toda la cima de ésta y la mitad anterior de las alas de un gris ligeramente apizarrado. Jergón grande (Dafila spinicauda), contrapuesto a jergón chico, que también se nombra en Chile. Aquél forma la espe- cie más común de las salvajes que habitan el territorio de Chile, y su área de extensión comprende asimismo al Perú y al Brasil. Pertenece a la categoría de los patos de «cola de fle cha», por lo puntiaguda que es, con dos rectrices del centro filiformes y prolongadas como lanzas, sobresaliendo mucho de las demás, por lo que ha recibido el nombre específico de spinicanda. Tiene cerca de 50 centímetros de longitud total, y DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 105 su plumaje es de un moreno bermejo, salpicado de manchas negras en el dorso, algo más claro en la parte inferior del cuerpo. Juarjual (Anas cristata). Pato silvestre de Chile, de mayor tamaño que el jergón grande, del que se distingue especialmente por la cresta que forman las plamas sobre la nuca. Su cabeza y pescuezo son de un flavo finamente salpicado de negro; el pecho y vientre de un flavo bermejo, la cola morena, y el pico y los tarsos ne- gros. Habita las provincias centrales de Chile. Tripoca (Erismatura ferruginca). «Pato tripoca, común en las lagunas de las provincias cen- trales. Su plumaje es muy diverso según la edad y la esta- ción. Se conoce también del Perú.» Philippi. Descrito por Gay, Zoología, VIII, p. 458. Lenz, n. 1388, quien se manifiesta dudoso, aunque sin razón, de que exista la forma trípoca, y añade respecto de la etimo- logía de esta voz: «Si tripoco es la primitiva, se podría anali- zar según Febrés: thúpun, pegar, aporrear, azotar, 4- co, agua; sería «pato azota-agua.» Debo advertir que, sin estas especies, se conocen también en Chile otras silvestres de anteojillo, capuchino, cuchara, gargantilla y real. Pejegallo. m. (Callorrhyncus antarcticus). «El pejegallo tiene cerca de tres pies de largo; su cuerpo es redondo y más grueso por el medio que por los extremos, cu- briéndole enteramente un pellejo azulado y desnudo de es- cama. Una cresta cartilaginosa, que, adornándole la cabeza, se prolonga cinco o seis líneas más allá del labio superior, le ha merecido el nombre de pejegallo...» Molina. Por su parte, dice Philippi: «cuerpo cónico, alargado, des- nudo; cabeza gruesa, voluminosa, en declive, con los ojos a los lados; el hocico con un apéndice o girón carnoso; la pri- mera aleta dorsal con el primer radio duro, la cola prolongada en un largo filamento.» Román hace notar que «es pez dis- tinto de los que el Diccionario llama gallo y papagayo.» 106 VOCES CHILENAS En este orden se distinguen también en Chile, el Pejeluna, m. (Mola mola); el Pejeperro, el Pejesol, el Pejesapo y el Peje- 20rr'a. Pejezorra. m. (Carcharias vulpes). Advierte Gay que el pejezorra es bastante común en Euro- pa y que con este nombre se le conoce también allí; pero el hecho es que no lo registra el Diccionario. Pertenece a la familia de los Selacienoides, alcanza a una longitud de ocho a diez pies, es de color verde aplomado, a no ser por debajo, donde tiene alguna mezcla de blanquizco; las aletas son un poco más obscuras; el cuerpo es fusiforme y pro: longado, la cabeza pequeña y redondeada, y la abertura de la boca se halla debajo del hocico, que es corto y obtuso; en las quijadas tiene dos hileras de dientes triangulares; ojos circu- lares y grandes con relación a la cabeza; la cola está dividida en dos lóbulos, el superior, muy largo y en forma de hoz, y el inferior corto, por extremo. Pelú. m. (Sophora tetraptera). Arbol o arbusto de la familia de las Leguminosas, con las ramas nuevas con tomento rojizo; hojas con diez a veinte pares de pinas trasaovado-orbiculares; flores en racimos; co- rola amarilla; legumbre con cuatro alas longitudinales denti- culadas. «De las provincias del Sur, merece un lugar en los jardines por sus hermosas flores doradas, y que tiene madera dura y preciosa.» Philippi. Lenz, n. 1032, y Román, que cree que su etimología araucana es posible que sea la misma de pilo. Los indígenas dicen pelupelu. «El palo es una planta leguminosa, de que hay dos especies, que viven a orillas de las aguas, de hojas menudas y ramas muy flexibles, con flores amarillas; y el de las lomas, de pe- queño tallo y sin uso.» Rossel, (tuía de Concepción. El nombre araucano es plz, que en la segunda edición del Vocabulario de Febrés aparece con la indicación de «arbusto DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 107 con flor amarilla; su cáscara es vomitivo eficaz, arranca apos- temas del pecho y costillas.» Román observa que «ninguno de nuestros naturalistas ha- bla de este arbusto,» debió decir, con ese nombre, pues el que le corresponde de verdad es el de pelí. Pellín. m. (Fagus obliqua). «El roble... y su corazón pellín... es casi el único árbol que bota sus hojas, de excelente madera para construcciones.» Philippi. «Es mucha la diversidad que hay de robles y mu- chos los que de ellos se aprovechan para los edificios, por ser tan fuertes, y principalmente el que llaman p+llín, que es colo- rado y se inmortaliza enterrado y dentro del agua, y en la hu- medad refina su nativo carmesí.» Rosales. Forma que se des- lizó tal vez por yerro de impresión, pues en otro lugar de su obra, el jesuíta madrileño escribe en la única conocida hoy: pellín. «Su nombre propio índico, advierte Gómez de Vidaurre es pellín, como también lo suelen llamar algunos.» Del nombre y cualidades de esta clase de roble procede el chilenismo apellinarse: endurecerse, dicho también metafóri- camente. Lenz, n. 1034, y Román. Pequén. m. (Noctua cunicularia), «... €l pequén, poco nocturno, que vive en cuevas de la tie- rra...» Philippi. «El pequén es un pájaro del género de las lechuzas, su estatura como la de un palomo; acostumbra abrir grandes agujeros en los campos rasos, donde hace su habita- ción...; su graznido, que es lúgubre e interrumpido, parece que profiere las sílabas de su nombre.» Molina. En araucano se llama pequeñ, según Febrés. Lenz, n. 1039, y Román. Perdiz cordillerana. m. Apenas necesito decir que nuestra perdiz es muy diversa de la europea, y más aún la cordillerana, que pertenece al gé- nero Attagis. Esta no sirve para comer, es mucho más peque- ña que la ordinaria, y, como observa Philippi, tiene las alas 10Ss VOCES CHILENAS puntiagudas y los tarsos robustos y reticulados por delante.» Su área de habitación está en lo alto de la cordillera de los Andes, y de ahí su nombre. Pericote. m. «Rata grande. Asi lo definió Marty Caballero como ameri- canismo, y así se usa por lo menos en Chile, en la Argentina y en el Perú. Convendría, pues, incluirlo en el Diccionario.» Román. Gay opinaba que esta voz perícote es netamente indígena, y cita varios pasajes de un manuscrito de fines del siglo XVII en que aparece empleada y que sería ocioso reproducir aquí. Péril, m. (Zessaria absinthioides). «La chilca, el péril y alguna que otra mancha de chépica y esparto brotan con mucha dificultad por entre aquel terreno suelto y cargado de costras salinas.» Pérez Rosales. «De la cual se sacaba en el tiempo del coloniaje en las provincias del norte una resina que se usaba en lugar de la brea europea, el género senecio, del cual hay unas 150 especies en Chile.» Phi- lippi. Cita la planta con el nombre de brea. Es una de las ma- lezas más perjudiciales, por la casi imposibilidad que hay para arrancarla de raíz; suele alcanzar hasta un metro de altura; sus hojas son alternas, con dientes en los bordes; las flores, de un color rojo pálido. En cuanto a su etimología, Román cree que pueda venir del inglés peril: acaso, del araucano penulu, marchitarse, por- que, en efecto, esa yerba se marchita apenas arrancada. Petaquito. m. (Tinochorus Orbignyanus). Una especie de las llamadas perdicitas en Chile, que habita las partes altas de la Cordillera de los Andes. El género a que pertenece se caracteriza por tener «las alas puntiagudas, los tarsos bastante delgados, y escutelados, es decir, que la membrana que lo cubre por delante parece formar escudo en su parte delantera,» y representa en Chile a las codornices de Europa. Philippi. Lenz, n. 1047; y Román. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 109 Peuco. m. (Buteo unicinctus). Del araucano peucu, ave de rapiña, parecida ul gavilán. «Muy semejantes a estos pájaros son otros que llaman peu cus.» Ovalle. «Hay otras aves rapaces y carniceros, singulares de esta tierra, como el peucu...» Rosales. Esa voz, castellanizada hoy, se dice peuco. El diminutivo peuquito corresponde a la especie llamada accipiter chilensis, peculiar de este país, que convendría no olvidar. Lenz, n. 1052, y Román. Peumo. m. (Cryptocaria peumus). «Otros árboles hay también frutíferos de los silvestres, y se llaman peugu; tienen la fruta colorada, un poquito más lar- guita y ovada que la avellana, la cual comen los indios coci- da con otros ingredientes.» Ovalle. Y así en esta forma peugu por regla general en los primeros cronistas, que tomaron la voz del araucano pegu, convertida hoy invariablemente en peumo, desde Molina acá: «el peumo comprende cuatro espe- cies distintas.» Advertiré, con todo, que en Núñez de Pineda, quizás por mala lectura del nianuscrito, salió con la variante pengu, que tengo por yerro de la imprenta. Vale la pena de leer el párrafo que dedica a este árbol: «Desmontamos de los rocines y a unos árboles vistosos los atamos, que cerca de la puerta hermoseaban el sitio y su contorno, por ser de calidad que todo el año conservan verde y vistosísima la hoja, demás de ser crecidos y copados; y cuando están con su fruta colo- rada, es a la vista apacible y deleitable; a éstos llaman pengus, que su sombra también es copiosísima y saludable de verano, y las hojas, batidas y oprimidas, despiden de sí un fragante olor y muy suave, y puestas en la cabeza, mitigan el dolor de ella causado del calor y de la fuerza que el sol tiene de verano. Y la corteza y fruta son medicinales para achaques del vientre y del estómago.» Pág. 85. «Es árbol bastante grande, de hojas aovadas, finamente re- ticuladas, que se cría en las provincias centrales de Chile...» Su cáscara sirve para curtir. El fruto, que cuando maduro es encarnado, tiene la forma de una aceituna, aunque un poco 110 VOCES CHILENAS menor; se come después de una ligera cocción (que de ordi- nario se hace en la boca misma) y tiene un olor característico. peculiar también a la madera y a sus hojas cuando ligeramen- te refregadas. «No cocer peumo en la boca», frase figurada, que se aplica a las personas que no saben callar a tiempo. Lenz y Román. Pico. m. (Balanus psittacus). Molusco llamado antiguamente p¿co de papagayo y hoy sim- plemente p¿co. «Pero el marisco de mayor estima, que entien do no se halla en nuestros mares, es uno a que llaman allá pico de papagayo, porque descubre por un agujero de la con- cha do está encerrado, un cierto pico». Nájera. «Los picos de papagayos son otro género de marisco muy regalado...» Ova- lle. «Hay otras no menos sabrosas, que llaman pico de papa- gayo, y aseméjase este marisco en la cobertura a un pedazo de peña acanalada. Dentro está la carne blanca como una le- che y ceñida de una costra en forma de pico de papagayo, por lo cual le pusieron este nombre.» Rosales. La verdad es que son las mandíbulas del molusco las que revisten esa forma. «Ls más común decir pico solamente, y asi debe entrar esta voz en el Diccionario.» Román. Pichi. m. (Fabiana imbricata). «Arbusto chileno de la familia de las Solanáceas, con flores bonitas, blancas, solitarias, muy numerosas en el extremo de los ramos tiernos; es muy común al pie de la cordillera.» Se le atribuyen cualidades anti-hepáticas y diuréticas. Viene de la misma voz araucana pichi, pequeño, poca cosa. 2omán, quien advierte que en la nueva edición de la Histo- ria del Paraguay, de Charlevoix, se llama a este arbusto «yer- ba de orina o meona.» De esta voz ha provenido su derivado p+chinal, sitio pobla- do de pichis, que Pérez Rosales escribió pichingal. «Puede admitirse como chilenismo,» advierte también Román. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 111 Pichihuén. m. (Umbrina ophacephala). «El pichihuén es uno de los peces más apreciados en Chile; se halla en la bahía de Coquimbo.» Philippi. Cítanlo también Gay y Reed, que escriben malamente pichiguén. Pertenece a los acantopterigios, orden de los torácicos. Alcanza a unas 16 pulgadas de largo. Su etimología es indudablemente arau- cana, tal vez de picht, pequeño, y huena, arriba. Lenz, n. 1065, y Román. Pichoa. f. (Euphorbia chilensis). «La pichoa, purgante que se debe usar con precaución.» Phi- lippi. «La pichoa es una yerba eficacisima para purgas... Su copa sigue al sol como la maravilla.» Rosales. Mariño de Lo- bera, primer autor en que aparece citada la planta, la llama lepichoa; pero hov sólo se conoce bajo aquel nombre. «Púrganse con la raíz de la yerba lechetrezna, a que llaman pichoa...» González de Nájera. Pertenece a la familia de las Euforbiáceas; «la raíz es pe- renne, gruesa y echa muchos tallos, largos, de cinco o seis pulgadas, poblados de hojas alternas, sésiles, ovaladas oblon- gas y acuñadas; se terminan en umbelas trífidas, con radios dicótomos; las cápsulas son lisas; hay una variedad lampiña y otra vellosa. La pichoa se cría casi en todo Chile, y desde el mar a la cordillera.» Philippi. Lenz, n. 1068, y Román creen que tal voz es araucana. Los indígenas la conocen hoy con el nombre de lafqueri-lawen. Pidén. m. (LRallus bicolor). «Por cima del cuerpo, desde el occipucio hasta el crupión, de color oliváceo, mezclado de bruno sobre las grandes cubier- tas alares; rernigias y rectrices morenas; por bajo, de un ceni ciento uniforme gris ferrugíneo; pico rojo sanguíneo en la base, azulado desde este punto hasta la primera mitad de su longitud, y verdoso en la última mitad hasta la punta; ojos de un rojo purpúreo; tarsos y pies rojos... Frecuenta las riberas y los sitios húmedos y se alimenta de gusanos o vegetales; su marcha es ágil y corre con velocidad; es sumamente tímido, y al menor ruido va a ocultarse entre la hierba...» Gay. 112 VOCES CHILENAS «Ll piúlén y el zorzal cantan al ponerse el sol, porque no falte música a su ocaso.» Córdoba y Figueroa. «El pidén, pá- juro de color pardo.» Olivares. Advierte Carvallo y Goyene- che que tal voz es indígena (piden, según Febrés) y que algu- nos españoles suelen llamarla gallimlla. Lenz, n. 1073, y Román. Pidulle. m. (Oxturus vermicularis). Llaman así en Chile a un pequeño gusano o verme, nemá- todo, que habita el intestino y produce prurito en el recto y anal, en los niños especialmente. La longitud del macho es de tres a cuatro milímetros, y la de la hembra de Y a 12. «Viene del araucano dulluy, lombriz, precedido de pu, signo de pluralidad, y convertido en pz, quizás por contaminación con pirhuén, del araucano pidhuiñ.» Román. Pilapila. f. (Modiola caroliniana). «Planta de la familia de las Malváceas, de tallo rastrero, a veces levantado, rollizo, algo surcado, ramoso, lampiño o un poco velloso, de dos o tres pies de largo y con nuevas raices junto al pecíolo de cada hoja inferior.» Gay. Se usa en medicina casera como refrescante de la sangre. El nombre es araucano, aunque Febrés lo trae como de cierta especie de corvina pequeña. Lenz, n. 1078, y Román. Pilgao. m. (Amphidesma solida). Molusco parecido a la taca, aunque de mayor tamaño, así llamado en Chiloé. «Esta especie, dice Gay, la más grande del género, es notable por su espesor, su forma orbicular, y, sobre todo, la coloración rosada de la charnela al interior. La concha es de un blanco amarillento. » Traen esta voz Lenz, Cavada y Román. «El nombre tiene forma de araucano, observa este último, pero no aparece en los diccionarios.» DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 113 Pilme. m. (Cantharis femoralis). «El pilme, negro, con los muslos rojos, causa a veces mu: chísimo daño en las huertas.» Philippi. «Se encuentra un escarabajo negro, de ocho líneas de largo, llamado pilmo, el cual arruina las plantas leguminosas.» Molina. Forma esta última del todo abandonada; en araucano es púlmi. Lenz, n. 1085, y Román. Pilpil. m. Llamado comunmente p+lpilboqui, pertenece al género Bo- quila, de las Lardizabáleas, común en las provincias del Sur; «tiene hojas simplemente trifoliadas, flores blanquizcas y bayas blancas, globosas, del tamaño de una arveja.» Philippi. Ya queda dicho el significado de boqui, y de ahí que Febrés tra: duzca: púlpul, cierto boqui, como lo nota Román. Pilpilén. m. (Haematopus palliatus). Ave zancuda, de la familia de los Carádridos, con pies que sólo tienen tres dedos y carecen de pulgar. El plumaje, mati- zado de negro y blanco a grandes manchas, le da extraordina- rio parecido al ostrero de Europa. El pico, más largo que la cabeza y comprimido lateralmente, es de color rojo de fuego, y sus tarsos, rojo claros. «Los ostreros... se conocen tres especies en Chile, con los nombres de pilpilén, tiratira.» Philippi. Es yoz indígena, de etimología onomatopéyica, por el grito de estas aves. Lenz, n. 1088. Pilvén. m. (Trichomycterus). Pez de agua dulce, muy parecido al bagre, aunque de tamaño mucho menor, “pues no excede de unos diez centí- metros. Lenz y Román estiman con razón que el nombre es arau- cano, aunque difieren en la etimología que pueda correspon- derle. (3) 114 VOCES CHILENAS Pillo. m. (Ciconia maguarta). Ave zancuda sumamente parecida a la grulla europea, pero que en Chile es muy escasa y vive en las regiones pantanosas más apartadas, destinada prontamente a desaparecer quizás. «Tenemos una especie en Chile muy parecida a la cigieña blanca de Europa, que se conoce en el país con el nombre de pillo.» Philippi. «El pallu es una especie de ibis, de color blan- co, variado de negro, que habita en los ríos y en las lagunas. Este pájaro es notable entre todos los acuáticos por la altura desproporcionada de sus patas, que tienen dos pies y ocho pulgadas de largo, comprendidos los muslos; y así dan los in- dios el sobrenombre de pillu a aquellas personas que tienen de un largo desproporcionado esta parte del cuerpo.» Molina. Lenz, n. 1091, y Román. Pillopillo. m. (Dafne pillopillo). «Pequeño árbol de forma piramidal, de flores blanquecinas dioicas. Su cáscara interior es muy vomitiva y purgante...» Philippi. El nombre es araucano, si bien no se halla en los dicciona- rios: pillupillu, sobre cuyo significado recuérdese lo dicho en el artículo precedente. Lenz, n. 1092, y Román. Pingopingo. m. (Ephedra americana). «El pingopingo, común en las provincias del norte y del centro. Pertenece a la familia de las Coníiferas, con flores y frutos parecidos a los de las Taxíneas, pero las ramas articu- ladas, con hojas opuestas, a veces parecidas a escamas.» En Rosales aparece la voz escrita con el cambio de g por e (que debe de haber sido la correcta, conforme a su etimología araucana probable). «El pinco-pinco, yerba de media vara de alto, que ni echa flor, ni hojas, ni semilla.» Lenz, n. 1097. Pintadilla. f. (Seyllium chilense). Escualo chileno, parecido al que el Diccionario describe con el nombre de lija, y que debe su nombre a que tiene el DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 115 cuerpo pintado de manchas redondas, de color obscuro; «tiene fístulas y alcanza apenas a dos metros,» observa Philippi. Román, que advierte que el léxico, bajo el artículo l¿ja, lo da como sinónimo de pintarroja. Pinuca. f. (Pínuca edalis). Holoturia que vive en Chiloé, de dos a tres pulgadas de largo y como de una de ancho, de cuerpo subcilíndrico, un tanto más grueso hacia el medio y adelgazado hacia las extre- midades; cuero grueso, coriáceo, boca pequeña, redonda y arrugada. Los habitantes de aquella isla lo comen después de asado en las brasas. Su etimología, dice Román, puede ser el araucano pinu, pa- jitas pequeñas, y cuhuy, gusanito largo y delgado. Piñón. m. (Araucaria imbricata). Describe el Diccionario bajo este nombre un arbusto de la familia de las Euforbiáceas que crece en las regiones cálidas de América, y convendría añadir el árbol chileno del mismo nombre, que ha pasado a llamarse así por el fruto que da, los piñones, en araucano pehuen, de que tomaron su denomina- ción los indios pehuenches, esto es, los que habitan del lado de las cordilleras, donde crece el árbol. «Es hermoso, densamen- te cubierto de hojas lanceoladas, con punta espinosa, aplica- das contra el tallo y las ramas.» Philippi. Vial Solar, en su citado libro, trae el derivado p2ñonal (p. 136:) los que se ocultan tras la obscura raya del alto piñonal del Nahuelbuta... Piquero. m. (Sula fusca). «El llamado piquero en Chile habita en la costa de Chile, Perú, etc., y de él proviene en su mayor parte el guano de las islas de Chincha». Philippi. Este palmípedo tiene el pico largo y puntiagudo (de donde procede su nombre), anda en grandes bandadas y habita las costas del Perú y Chile. «El nombre vulgar piquero, dice Ro- mán, debe entrar en el Diccionario.» 116 VOCES CHILENAS Pircún. m. (Anisomeria drastica). Dice el P. Rosales: «Es muy usada para purgas la yerba llamada pincíún laquén (pordahuén, hierba, en araucano). De todos conocida, por lo menos de nombre, en Chile. «Difieren las fitoláceas de las quenopodiáceas por tener cada flor varios pistilos, que pasan a ser frutitos carnosos. Á esta familia per- tenece nuestro parcón, purgante terrible.» Philippi. «Pequeño sub-arbusto, cuya raíz, semejante a un nabo grueso, casi siembre dividida en su extremidad, posee la vir- tud emética y purgativa en el más alto grado.» Murillo, citan- do a Bertero. Lenz, n. 1116, y Román, que propone otras etimologías, una de ellas «puede ser también el araucano +2rcón, cosa fría, por los efectos que produce su raíz como remedio.» Pirhuín. m. (Hirudo). «Se da este nombre a cierta especie de sanguijuelas que vi- ven en los remansos de los ríos o en las aguas dulces estanca- das, y también a la fasciola del hígado, llamada en Chile pir?- huén o pidihuin.» Philippi. Ambas formas y aun no menos de dos más, suelen usarse: opto por la que pongo, que es la que siempre he oído; la segunda 2, parece una simple afecta- ción. De dicha voz pirhuín ha nacido en Chile el verbo apir huinarse, que se dice del ganado afectado por este parásito. Lenz, n. 1117, y Román. Apenas se necesita advertir que la voz es netamente arau- cana. Pitao. m. (Pitavia punctata). Arbol chileno de la familia de las Zantoxileas, «de cinco o siete metros de altura, siempre verde, con hojas sencillas oblongo-aovadas, muy lampiñas, ligeramente aserradas, bas- tante grandes, y con flores blancas, dioicas, paniculadas; el fruto compuesto de cuatro drupas monospermas... Las hojas son resolutivas y antihelmiínticas. Otro nombre vulgar que tiene en Chile es canel¿llo.» Philippi. «La etimología es el araucano pithau o pithao, callo, porque el fruto del árbol se parece a un callo». Román. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 117 Pitihue. m. (Colaptes pitigus). «El pitiíhue se halla también en las provincias centrales». Philippi. «Los picos son de cuatro especies... el patín es del tamaño de una paloma, y su color pardo, manchado de blan co. Este pájaro no anida como los demás picos en los huecos de los árboles, sino en las márgenes de los ríos.» Molina. Su etimología, según lo advirtió Gay, proviene del grito o cauto de este pájaro. «No está en los diccionarios indios, ob- serva por su parte Lenz, pero es evidentemente mapuche: pitíu: de donde se deriva pitihue por el plural.» Los indígenas lc llaman pechin. Adviértase, con todo, que el Diccionario trae la voz pitío «silbido del pito o de los pájaros». Pitoitoy. m. (Totanus melanoleucus). Hay dos especies en Chile de esta ave zancuda de las cos- tas, cuya área se dilata por todas las de la América del Sur y del Norte: el pitoitoy grande y el chico, ambos de la familia de las zancudas y de formas esbeltas y graciosas. El plumaje, compacto y unido, es bruno por encima, y por debajo blanco, con manchas obscuras. Tiene el pico más corto y los tarsos más altos que el porotero, que luego mencionaré. Se halla siempre en las orillas de las aguas corrientes o estancadas, y al emprender el vuelo lanza el grito de que proviene su nombre. Lenz, n. 1129. «La etimología, observa Román, aunque parece araucana, no está clara.» Pitra. f. (Myrceugenta pitra). Que algunos escriben petra, apartándose de su etimología araucana pútha, es una mirtácea chilena «de ocho a diez pies de alto, pubescente y con muchas ramas, casi siempre también pubescentes, y las más tiernas cubiertas de vello rojizo. Hojas anchas, elípticas muy variables... Flores blancas, dispuestas en una especie de panículo axilar a lo largo de las ramas.» Gay. «La baya, que se llama mitahue, es negra, semejante a 118 VOCES CHILENAS la del arrayán, comestible y de un sabor agradable. Sus hojas y corteza son medicinales.» Román. Los polvos de pitra son de muy frecuente uso en la agricul- tura como insecticidas y constituyen un ramo de comercio de alguna importancia. La pitra corresponde, en ese orden, al pelitre español. Piune. m. (Lomatia ferruginea). De la familia de las Proteáceas, «las más veces queda ar- busto, algo desnudo, con hojas grandes, bipinatífidas, muy ele- gantes, cubiertas de vello color de orín por debajo, con racimos flojos de flores amarillas. Se cría en los montes un poco húme- dos de Valdivia y Chiloé. Usan la decocción para lepidias (im- digestiones).» Philippi. Se le dan también los nombres de huin- que y romerillo, de acuerdo este último con su designación araucana: piune, como lo advirtió Román. Piuquén. m. (Anser melanopterus). «En Chile hay cuatro especies silvestres [de gansos] de los cuales el canquén se ve con frecuencia en los corrales de An- cud; el gansillo es de las cordilleras, así como el piuquén y el cague de Chiloé y Magallanes.» Philippi. «El pruquén es una especie de abutarda mayor que la europea, de color blanco y cuya cabeza y cuchillos de las dos alas son cenicientas y ne- gras las primeras guías; la cola es corta y poblada de 18 plu- mas blancas; el pico es proporcionado y semejante al de la abutarda; los pies, de cuatro dedos bien gruesos.» Molina. «El piuquén-es ave grande como el pavo, su color blanquizco, su carne muy regalada...» Olivares. Hablan también de esta ave González de Nájera, Córdoba y Figueroa y Alcedo. Su etimología es araucana; piuqueñ. Lenz, n. 1140, y Román. Piur. m. (Pyura Molinac). «Las ascidias propiamente tales son de bastante tamaño y viven aisladas o agrupadas casualmente; a éstas pertenecen los piures de Chile, que muchas personas comen como un alimen- to muy delicado.» Philippi. «Entre los moluscos son notables DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 119 los piures, tanto por su figura, como por el modo con que alo- jan.» Molina. Varios otros autores hablan también de los piures, forma de plural que es la más corriente. Tal voz viene del araucano: piro. Lenz, n. 1141, y Román, que escribe píure, en singular. Platero. m. (Chlorospiza alaudina). No es raro en las provincias centrales de Chile y se le halla también en Bolivia. Es del tamaño de la d¿uca, y como ésta, pertenece a la numerosísima familia de los Fringílidos. Por en- cima, sobre un fondo pardusco obscuro, tiene manchas en forma de rayitas negruzcas; la garganta y el pecho, plomizos y el vientre y la parte interior de la cola, blancos. Abunda en los valles del interior de la Cordillera y anida en las ramas bajas de los arbustos pequeños. Su nombre le viene del color de su plumaje. Pocha. f. (Percichthys melanops). Llámase así una especie de trucha, de pequeño tamaño, muy espinuda, y por eso, aunque comestible, de poca estima. Es muy probable que tal nombre se le diera por su forma achata- da, del adjetivo pocho, cha, que se aplica a cierta clase de aluvias en Álava, según lo recuerda Román. Pololo. m. (Sulezpalpus elegans). Se aplica especialmente a esta especie de fitófagos por ser la más abundante en la región central de Chile. «Los sanjua- nitos o pololos de los chilenos pertenecen a esta sección.» Phi- lippi. Tiene la cabeza pequeña, el protórax con un surco longitu- dinal en el medio, y cubierto, como aquélla, de pequeñas ve- rrugas; los elitros son de color verde y no cubren el extremo del abdomen, que es ceniciento; patas anteriores, rojizas; me- dianas y posteriores, verdes; longitud, 1.5 cms. Viene del araucano, un tanto modificado. Véase Lenz, n. 1151. Este mismo autor cita el siguiente pasaje de un escritor chileno: «Comienzan a salir de entre las tejas los murciélagos y a revolotear los pololos en torno de los naranjos...» Rodri- 120 VOCES CHILENAS guez. La cueva del loco Eustaquio, p. 106. Ejemplo a que aña- diremos el siguiente: «La araña, encerrada en el sepulcro for- mado por los despojos de sus enemigos vencidos uno a uno, suspende su enrejado castillo entre las ramas de los árboles. Ahí, por un vuelo demasiado rápido, va a caer entre las redes un pololo...» Medina, opúsculo citado. «En esta acepción debe admitirse nuestra voz pololo.» Ro- mán. Polloila. f. (Podiceps Rolandiz). Pertenece al mismo género de las hualas, aves acuáticas de que ya se trató, pero su color es diverso. Escriben algunos, v.g. Rodríguez, polloyo. Lenz, n. 1153, cree que la etimología de esta voz debe de ser araucana, si bien falta en los diccionarios; pero Román opi- na que está formada de polla. Póquil. m. (Cephalophora glauca). Pertenece esta hierba u la familia de las Sinantéreas, subor- den de las tubilifloras, de un género particular a Chile, que comprende varias especies; «las de tallo por lo común senci- llo, con hojas superiores angostas; sésiles, tienen indistinta mente el norabre de póquil.» Philippi. «Póquil, que algunos llaman manzanilla cimarrona», dice Philippi. Feuillé con el nombre de poquall; poquell, Carvallo, y póquel, Zerolo. En araucano es pocull: una flor con que tiñen amarillo, expresa Febrés. Lenz, n. 1156, y Román. Poroto. m. «Alubia americana», se limita a decir el Diccionario. Viene del quichua purutu. Se da ese nombre en Chile a la planta, al fruto, y al guiso que de él se hace. Los hay de muchas espe- cies, pero las más conocidas son las que llaman bayos, burri- tos, caballeros, colorados, coscorrones, mantecosos, etc.; de los pallares ya se hizo mención. En tabla, los que no están toda- vía del todo granados, que suelen también designarse como verdes. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 121 De esta voz procede su derivado porotal, terreno sembrado de porotos. Véase para más detalles el libro de Román. De paso advertiré que el nombre de burritos se dijo prime- ramente en Chile horr2quitos; así lo afirma Gómez de Vidau- rre:... «prefieren a todas las especies, las que han llamado los españoles borriquitos, por lo aceitosos que ellos son. Estos son esféricos, en la grandeza de su género medianos, mitad blan- cos, mitad de color de burro, lo que les hizo dar el sobredicho nombre.» I, p. 118. Porotero, m. (Gallinago Paraguayae). Ave zancuda, de la familia de los Escolopácidos, de formas delgadas y largas, con el pico fino, prolongado y algo redon- deado en la extremidad. Por encima está matizado de negro, leonado y bruno; en el pecho tiene manchas de este último color, y sobre la frente cuatro fajas longitudinales, también brunas. Del grito que da, ha procedido su nombre. Abunda en todo Chile y en la Argentina. Es voz onomatopéyica, Poto. m. Criadilla de mar definió el Diccionario en su penúltima edición, «pólipo de figura globosa, hueco y pegado por un solo punto a las rocas, de las que se desprende fácilmente,» y ci- tando tal definición dice Román: «Los naturalistas dirán si es el mismo pólipo que en Chile se llama poto.» Pudú. m. (Cervus pudu). «El pudú o venado de Chile, la especie más pequeña del genero Cervus, que es bastante abundante en las provincias del Sur; el macho tiene un pequeño cuerno derecho, no ramifica - do.» Philippi. «El pudá es una cabra montés del tamaño de un choto o cabrito de seis meses de edad, de color pardo, y ar- mada de unos cuernos pequeños, de que carecen las hembras.» Molina. El nombre, indígena, era ya conocido en tiempo de 122 VOCES CHILENAS Rosales, que dice: «Hay también corsos pequeños o venados, que los chilenos llaman pudí...» Lenz, n. 1168. Puma. m. (Zelis concolor). El león de los españoles, que los indios de Chile llaman pay? «y en el Perú es conocido «con el de puma», advierte Molina, pero que corresponde en todo a la familia de los gatos. Véase la descripción de este carnicero en la obra de nuestro compa- triota. Lenz, n. 1178, y Román, que advierte que el Diccionario le da el género femenino, contra el uso general. Puya. £ Son varias las especies de esta planta de la familia de las Bromeliáceas, que se hallan en Chile. La puya coarctata, des- cubierta por Philippi, la describe así: «tallo de dos a tres metros, hojas tendidas o reflejas, blancas en la cara inferior, pétalos de un azul que tira al verde.» Viene del araucano punya, que Febrés traduce «cardones de que hacen boyas.» Observa Román: «Las tres lenguas dominantes en Chile, la española, la araucana y la quichua, han dado nombre a esta planta, y hasta geográficamente se ve la influencia de ellas, porque el nombre chagual domina en las provincias de Acon- cagua al Norte, cardón, en las del centro, y puya, en las del Sur.» Puye. m. (Atherina speciosa). Pez muy pequeño, que vive en la laguna de Villarrica: los indios los llaman puyes y los españoles cachuelos, dice Oliva- res. «En el río Toltén... se encuentra un pececillo nombrado puye.» Molina. Tal nombre, de origen araucano, es el único con que hoy se le conoce. Lenz, n. 1170, que da el singular puz, que parece no conve- nirle. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 123 Q Quelenquelén. mm. Son varias las especies de esta planta chilena, de la familia de lás Poligáleas; la stricta, «con racimos alargados de diez a catorce pequeñas flores rosadas, etc. Se crian en Chile y se conocen bajo el nombre de quelenquelén o clinclón. Su ralz es muy diurética; la Monnina, que es la más usada en medicina, se emplea especialmente para la curación de la gastralgia y dispepsia.» Murillo. Lenz, n. 1198, que, como Román, estiman que la voz es de procedencia araucana, aunque no están de acuerdo en su etl- mología. Los indigenas pronuncian kolenkelen. Queltehue. m. (Vanellus cayenensis). «La especie que tenemos en Chile es muy conocida con los nombres de queltehue o tregle, y se halla en toda la América del Sur.» Philippi. «Otro género de pájaros que llaman los indios qúlteu, tomando la denominación del modo de su canto, que suena así.» Ovalle. Véase la descripción que le consagra Molina, que lo llama theghel; si bien debe advertirse por lo tocante al nombre de este pájaro, netamente araucano y ono- matopéyico, que el P. Luis de Valdivia lo escribió, primero que todos, glteu, de donde el que hoy tiene de queltehue. El queltehue se utiliza en Chile para que limpie los jardines de los gusanillos, de que se alimenta, y, a la vez, de guardian, pues en cuanto ve algún extraño a la casa, de día o de noche, denuncia en el acto su presencia. Lenz, n. 1202, y Román, quien dice: «la forma queltehue... debe entrar en el Diccionario como chilenismo, y con referen- cia a frailecico o fratlecillo.» Quetru. m. (Anser patagonica o Micropterus cinereus). «En el sur de Chile hay un pato muy grande, con alas pe- queñas que no sirven para el vuelo, el quetru» Philippi. «Tel quethu (con aquella pronunciación) es del mismo género y casi de la propia magnitud y figura del pingiiino, del cual se dis- 124 VOCES CHILENAS tingue en tener las aletas absolutamente sin pelo, sus pies están divididos en cuatro dedos palmeados, y tiene vestido el cuerpo de una especie de pluma espesa, larga y de color ceniciento, y tan ensortijada y suave, que parece lana.» Mo- lina. (Juetho, en araucano, es cualquier cosa destroncada. Lenz, n. 1212, y Román bajo la forma quetro. Queule. m. (Adenostenum nitidum). «Acuérdome del quelu, que es una fruta muy dulce, peque- ñita, entre colorada y amarilla.» Ovalle. «El queul es un árbol de robusto tronco, que crece como el roble; es muy copado y da una fruta parecida al limón ceuti en el tamaño y más ama- rilla que él; cómese cruda o asada al rescoldo, y de cualquiera suerte es gustosa; el hueso es sólido y liso, del tamaño de una avellana; la madera es incorruptible, de que se hacen obras de ensambladura ..» Rosales. «Los habitantes del país conocen las lúcumas silvestres bajo los nombres de bellota, queule y chañar. El queule, que crece más de cien pies en alto, echa las hojas ovales, de seis o siete pulgadas de largo y de un color verde briilante; sus frutas son redondas, de un hermoso color amarillo...» Molina. Tal es la forma única que hoy prevalece. Alcedo escribe malamente feule. En araucano, del cual procede esta voz, se pronuncia queuli, según Havestadt, y queul, al decir de Febrés. Lenz, n. 1213, y Román. Quiaca. f. (Caldeluvia paniculata). Arbolillo de la familia de las Saxifragáceas, «de tres a seis metros de alto, con hojas sencillas, oblongas lanceoladas, ase- rradas; flores pequeñas, blancas, dispuestas en corimbo termi- nal compuesto. En las provincias del sur de Chile. Sus ramos flexibles sirven de zunchos para toneles.» Philippi. Algunos le llaman taca, pero prefiero la forma indicada por haber sido usada ya por Rosales, a quien siguen Cavada y Román. Los araucanos pronuncian kuyaka. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 125 Quila. f. (Chusquea quala). Pertenece a la familia de las Gramineas. «La quila de Val. divia, y sobre todo, la valdiviensis, es muy ramosa y trepa en los árboles hasta la al:ura de 30 y 40 pies; hace el monte jm- penetrable; del colihue de la Araucanía (chusquea coleu) los araucanos y pehuenches hacen sus lanzas.» Philippi. «Los nudos de la quila no distan más de un pie entre sí...» Molina. Vial Solar en su citada obra (pp. 39 y 148): con arte primitivo fabricaron sus sencillas y rústicas cabañas de duras quilas y ligeras cañas... y la quila salvaje se entrelaza a los enormes troncos y se abraza a ellos, como recia enredadera. En araucano se dice cúla. Lenz, n. 1217, y Román. De esta planta, enteramente análoga al dambúí malayo, exis. ten en Chile unas ocho o diez especies. Véase COLIHUE. Quilmay. m. (£chites chilensis). «(Quilmay, arbusto voluble (de la familia de las Apocineas, suborden de las Anapocineas); tallos cubiertos de un vello me- dio blanquizco; hojas cortamente pecioladas aovadas, de un verde subido, lustroso por encima; flores blancas, bonitas, axilares, en número de una a cuatro. Su raíz es medicinal. Común en las provincias del Sur.» Philippi. «El quilmay, entre las plantas trepadoras o enredaderas se distingue por sus hermosas flores, de las que hay gran variedad; sus hojas son grandes y lustrosas, muy parecidas en su forma a las de la camelia.» Rossel, citado por Román, quien añade: «El nom- bre tiene forma araucana, pero no aparece en los dicciona- rios.» Los indígenas pronuncian: kalmaz. 126 VOCES CHILENAS Quilo. m. (Muhlenbecchia sagittifolia). El quilo es «arbusto lampiño, con los ramos flexuosos, y aun volubles y trepadores; hojas obiongas, un poco asaeteadas; flores axilares o aglomeradas en una especie de racimo.» Phi- lippi. Se le clasifica en la familia de las Poligóneas. «En todo Chile se da la: mollaca o quiloquilo. El cáliz se vuelve carnoso con la madurez del fruto y se come.» Philippi. Arbusto vulgarísimo y conocido generalmente con sólo el nombre de quilo, de cuyas bayitas los indios hacían cierta es- pecie de chicha. Su etimología, dice Lenz, n. 1222, «es seguramente ma- puche; pero no está en los diccionarios.» Como lo nota Ro- mán, es sin duda la misma voz que el P. Ovalle escribió quelu, pues dice hablando de su fruta «que es muy dulce, pequeñita, entre colorada y amarilla, de que hacen una bebida demasiada- mente dulce.» Los indígenas pronuncian kelo y kelon. Ya se dijo que el fruto de este arbusto se llama mollaca. Quilquil. m. (Lomaria chilensis). «...quilquil, con frondes pinados, que tienen a veces casi un metro de largo, las pínulas son truncadas, casi acorazona- das en su base.» Philippi. Esta especie y otra con las pínulas sésiles en todo su ancho, que alcanzan hasta uno y medio me- tros de alto, proporcionan con su rizoma alimento a los indios en los años de escasez. Pertenecen a la familia de las Polipo- diáceas y son verdaderos helechos. «El nombre, advierte Román, es el araucano culcúl, mata que tiene roscas en la raíz, y, lavándose con ella las indias, dicen se ponen rojas.» Febrés Astraldi. Quiltro, tra. m. y £ Existe también el diminutivo qualtrillo, lla. «Sospecho que antes de la llegada de los españoles existiese en Chile el borbón pequeño llamado quiltho.» Molina. «Por el quiltro entienden [los indios] una casta de pequeños perros lanudos...» Gómez de Vidaurre. De estos perrillos, que Car- vallo y Goyeueche creía también que hubiesen existido entre los indios antes de la llegada de los españoles, no se conserva DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 127 raza especial, pero el nombre se aplica a todo perro pequeño y alcanza aún sentido figurado. Los antiguos eronistas ameri- canos afirman que los quiltros eran - mudos y que se podía golpearlos hasta la muerte sin que diesen un ladrido; los que se conservan entre los araucanos y patagenes semejan una raposa pequeña. Es voz que se halla entre los escritores modernos y que re- gistra también Zerolo. En su forma diminutiva encuentro empleada esta voz en un reciente artículo de Iris (doña Inés Echeverría de Larraín): «Dichosa tú—pensamos—que conoces la dentellada, mientras que a nosotras apenas si nos han ladrado qualtrillos misera- bles.» La Nación, 29 de julio de 1917. Lenz, n. 1227. «Por el mucho uso que tiene la voz queltro, dice Román, pedimos que sea admitida como chilenismo. » Opina este último autor que tal voz viene del catalán quisso y quitro; Lenz, que es araucana. Quillay. m. (Quillaja saponaria). Arbol o arbusto con la corteza cenicienta, de la familia de las Rosáceas, hojas coriáceas, elípticas, obtusas o poco agudas, entera o ligeramente dentadas, lamviñas, cortamente pecioladas; cáliz tomentoso por fuera, pétalos blanquecinos; fruto, folículo tomentoso. «Nuestro quillay, árbol muy interesante, porque su corteza contiene un principio particular, que se puede sustituir con ventaja al jabón.» Philippi. «Ll quillay es árbol crecido, con hojas menudas y muy fron- doso... Y remojada la corteza es como jabón para sacar man- chas, que las saca con gran facilidad... Es muy común y usada para lavarse la cabeza, porque hace una espuma, en re: volviéndola en el agua, que es como un jabón excelente, y da lustre y color al cabello, demás de limpiar la cabeza.» Rosales. «El quillay arroja un tronco bastante alto y derecho cubier- ta de una corteza gruesa y cenizosa... Pero Ja cualidad más apreciable que tiene este árbol para los chilenos, depende de su corteza, la cual, machacada y disuelta con agua, levanta tanta espuma como el más perfecto jabón.» Molina. 128 VOCES CHILENAS Con el mismo nombre es conocido también en la Argentina. Viene del araucano cullay. (Valdivia y Febres). Lenz, n. 1230, y Román. Quilloy. m. (Stellaria media). Planta anual de la familia de las Cariofíleas, «con tallos dé- biles, lampiños, a excepción de una línea longitudinal de pelos blanquizcos; hojas ovales, agudas, lampiñas; flores pequeñas, los pétalos de dos a tres misímetros de largo, iguales al cáliz. Maleza común en Europa e igualmente común en Chile.» Philippi. Havestadt la cita con el nombre de dellovkeillor y así tam- bién los naturalistas, pero en el común decir sólo quilloy, «y en esta forma, dice Román, puede entrar en el Diccionario.» Quinchamalí. m. (Queinchamaltum majus). Pertenece a la familia de las Santaláceas: «perigonio epígino, tubuloso, con limbo quinquéfido, caedizo, rodeado en su base de un calículo corto; un disco epígino en forma de anillo; fruto, una pequeña nuez. Hay varias especies en Chile, que se dife- rencian muy poco entre sí, conocidas bajo el nombre de quin- chamalí; son anuales, perennes y aun sufruticosas, todas muy lampiñas, con hojas lineares y flores amarillas, terminales, dis- puestas en espigas cortas, apretadas. Los campesinos beben el jugo exprimido o decocción contra los golpes o cuando lia y postemas, extravasación de la sangre, etc.» Philippi. «Y sea la primera la famosa yerba que llaman qguinchamali, la cual no se levanta “del suelo más de un ¡jeme...» Ovalle. la yerba llamada quinchamalí, la cual tomó este nombre de un cacique grande herbolario, que usaba della para muchas curas, y es célebre entre los naturales, y hoy de los españoles por sus virtudes particulares...; se levanta del suelo poco nue- nos de media vara, esparciéndose en delgadas ramas vestidas de menudas hojas con alguna semejanza a las hojitas del ro- mero. Cada ramita se corona de una hermosa flor en forma de capullo, rojo y naranjado, que todo el año conserva su ame- nidad y la viveza de sus colores. Críase en los valles y cerros, pero con más lozanía en las sierras altas...» Rosales. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 129 «Como el quinchamalí constituye un género nuevo, he teni- do por conveniente darle su nombre chileno.» Molina. González de Nájera: «Produce aquella tierra muchas y muy buenas yerbas medicinales, cuyas virtudes de gran parte dellas conocen los indios, con que hacen curas admirables, especial- mente en heridas, y en particular con una yerba llamada quin- chamalí, nombre de un cacique que halló su virtud.» Alcedo también la trae. Lenz, n. 1238, y Román que escribe quinchamal?. Quinchihue. m. (Zagetes minuta). «Planta anual, pelada, olorosa, de un verde claro. Tallo de- recho, rígido. Hojas opuestas, cabezuelas numerosas, peque- ñas, cilindricas, dispuestas en corimbos terminales. Flores amarillas...» Esta planta, latamente distribuida en toda la América del Sur, crece con preferencia en los huertos y viñas. El P. Rosales habla de las «ramas hediondas del quinchiu» como muy provechosas para la cura de las almorranas. Lenz, n. 1239, cuya etimología, dice, al tratar de esta voz, debe ser de procedencia araucana, aunque no se halla en los Diccionarios. Quingiiilla. f. (Chenopodium album). Planta anual, de la familia de las Quenopodiáceas, de tallos estriados de verde y blanco, con las hojas aovado-romboidales o lanceoladas, desigualmente sinuado-dentadas; inflorescen- cias formadas de flores muy pequeñas sésiles; perigonio de cinco hojuelas verdes; cinco estambres; fruto, una nuez mem- branosa. Es planta de procedencia europea, pero ignoro el nombre que lleve en España. El que tiene en Chile es diminutivo de quinua. Véase esta voz. Quintral. m. (Loranthus tretandrus). «En Chile y en toda la América caliente hay muchas espe- cies; y las del género loranthus, se llaman quintral, es decir, fuego, por el color rojo vivo de las flores del mayor número de las especies.» Philippi. M) 130 VOCES CHILENAS «El quintral es una yerba muy celebrada, la cual nace en los árboles y se hace una mata grande, que a veces coge gran parte del árbol en que nace, y los pájaros que se asientan en los árboles la siembran estercolando en ellos. Y es célebre porque'de su fruta, en llegando a sazón, sacan los muchachos la liga con que cazan los jilgueros.» Rosales. el ramo del qguintral que en viva llama se abraza al árbol del cual queda preso... Así Vial Solar en su obra citada, p. 94. Haállase consignada esta voz en Zerolo. Procede del araucano cúnthal. Lenz, n. 1242, quien observa que tal voz no se deriva de enthal, como dice Philippi, sino de cunchan «mancornar o emparejar con otro.» De este sustantivo procede el verbo aquintralarse y su de- rivado aquintralado, a, que se dice de los árboles y plantas que se cubren de éste u otro parásito vegetal. Román: » Alcedo escribe con + y dice: «Ave del reino de Chile que en el Perú llaman canclón,» y en el lugar respectivo canelón, donde expresa que esa ave «es semejante a la vandurria...>» Vari. m. (Circus cinereus). Ave de rapiña diurna, bastante común en las provincias centrales de Chile, y que se halla también en el Perú, la Ar- gentina y el Brasil, descrita por Gay (pág. 239), y que no debe confundirse con el bailarín o neblií chileno. Tiene el pico bastante pequeño y encorvado desde la base, y su plumaje, blando y sedoso, es gris ceniciento por encima, estriado trasversalmente de finas rayas bermejas por debajo, y con las cubiertas inferiores de la cola blancas. Vuela muy alto y se mantiene inmóvil en el aire, sin cambiar de sitio. Lenz, n. 1440, que no sabe si esta voz es de etimología araucana. Vatro. m. (Thypha angustifolia). Corresponde en todo y por todo a la totora. Suele pronun- ciarse hatro, pero debe preferirse la forma que apunto, por- que en araucano suena vatha. Lenz, n. 1441. Román: batro: «planta de la familia de las Tifáceas y parecida a la americana totora (admitida ya en el Diccionario), y a las españolas anea y espadaña. Reclamen por sus derechos los naturalistas.» Queda complacido el docto lexicógrafo. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 145 Vieja. f. (Clinus geniguttatus). Pez de un tinte moreno en la parte superior del cuerpo y en el abdomen blanquizco; de figura prolongada y compri- mida, con la cabeza del tamaño de la tercera parte del cuerpo; ojos salientes, cráneo llano y sin arrugas, con tentáculos cor- tos sobre las cejus; los dientes cónicos en ambas quijadas: Alcanza a unas cinco pulgadas de largo. Vive debajo de las piedras y su marcha es muy lenta, presentando sucesivamente uno y otro lado del cuerpo. Vinagrillo. m. (Oxalis rosea). Hierba sumamente común, cuyos tallos cortados secretan un licor blanquizco bastante agrio. Molina describió ya dos especies bajo el nombre de cullí, que es el que esta planta lleva en araucano, cambiada la ¿en e. Culli la llama también Carvallo y Goyeneche. Lenz, culle (n. 270). Prefiero con Román la voz vinagrillo, tanto por ser la más generalizada en Chile (yo, al menos, no he oído otra en el norte) y más de la indole del castellano. Vinchuca. f. (Reduvius mfestans). «Chinche alada, de casi una pulgada de largo, de cuerpo angosto, de patas alargadas. líste insecto, sumamente fasti- dioso, es bastante común en las provincias del norte de Chile y aun en ciertos lugares de la de Santiago, así como en la Re- pública Argentina.» Philippi. «...Otro insecto llamado vinchuca, del género de las chin- ches, mucho mayor que la ordinaria, y alada... Fastidia más las narices con su mal olor, que la misma chinche; en las casas que no tienen techo de bóveda y muy parejo, se anidan y desde allí se descuelgan a la noche.» Gómez de Vidaurre. «...los molestísimos enjambres de v2nchucas, que, cuando hartas de sangre, más parecen guindas que vinchucas.» Pérez Rosales. Hállase la voz en Zerolo. Lenz, n. 1455, quien estima que su etimología debe ser, pro- bablemente, quichua. (10) 146 VOCES CHILENAS Viravira. f. (Guaphalium viravira). «La viravira es una especie de... siempreviva muy aromá- tica y excelentísima para las fiebres intermitentes... Son tan sumamente lanudas las hojas de esta clase de yerba, que a la vista y al tacto no parece sino que están cubiertas de algodón; sus flores, que no pasan de cuatro, son compuestas, hilacho sas, de color de oro, y están situadas en los ápices de los ra- mos...» Molina. Descripción que copió casi al pie de la letra Alcedo. «La víravira, especie de nafalio muy aromático, es provechosísimo en las fiebres intermitentes, en los resfriados y constipados... Ama los lugares montuosos y áridos, pues donde se le ve vegetar mejor es en los montes pelados y en las barrancas peinadas...» Gómez de Vidaurre. Citas que po dría aumentar con varias otras. La etimología de esta voz es quichua. Lenz, n. 1454. Viudita. f. (Myobius albiceps). Pertenece a los Tiránidos; los colores desu plumaje son obscuros (de donde en parte también el nombre con que se le conoce) con ciertas manchas de tinte más subido en el pecho y vientre. Su pico, débil, corto y delgado, está guarnecido en su base de muchos pelos sedosos o barbas, que alcanzan casi hasta la punta. Es ave viajera y sus emigraciones periódicas cortas corresponden a los cambios de las estaciones, viviendo alternativamente en las alturas de la Cordillera durante el verano y en los valles de los llanos en el invierno. Insectívoro a las derechas, se apodera de cuanto bicho encuentra en el suelo o en las plantas. «Uno de los pájaros más comunes de Chile, cuyo grito me- lancólico se oye desde septiembre hasta abril y ha dado lugar al nombre con que se conoce en el país. Es igualmente común en el Perú y la República Argentina.» Philippi. Se le designa también con el nombre de vío-vío, o, como quieren otros, de fío- fío; voces que traducen bastante bien su canto, y de donde habría provenido el nombre del río Biobío, célebre en los anales de la guerra indígena, recordado por Ercilla en cuatro pasajes de su Araucana. DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 147 Y Yareta. f. (Laretia). Existen en las cordilleras de Chile varias especies de estas umbelíferas, que llegan a formar, agrupadas, un espeso tapiz verde; llámase de su nombre una cuesta que existe en la de Curicó. Produce una resina medicinal. Gay, Botánica, t. UI, p. S0. Respecto a su etimología, dice Lenz, n. ninguna voz castellana parecida, ha de ser de orígen indio.» Suele escribirse llareta. Prefiero la otra, pues así se dice también al estiércol de la llama, buen combustible, como lo es esta planta resinosa, y de alí, a juicio de Lenz, tal nombre, quichua o aimará. me be 12: «No habiendo Yeco. m. (Graculus brasilianus). «Tenemos varias especies de cuervos marinos en Chile, v. g., el yeco y el lile.» Philippi. Existe en araucano la voz, ligeramente alterada en el cas- tellano. « Yecu, dice Febrés, unos patos negros que llamamos cuervos.» Lenz, n. 1480. Yuyo. m. «Los yuyos, que es una planta muy parecida en la figura de su hoja, ramazón y aún en el gusto algo picante, al rábano, de que se sirven para mezclar con la carne.» Gómez de Vi- daurre. Es voz anotada por los lexicógrafos en Colombia, Perú, Ecuador y Argentina, ya en su forma yuyo, ya de yuyu. Se ha dicho que es el nabo: «el nabo, cultivado en Europa como planta oleífera, se ha hecho la maleza más común de Chile, adonde los campesinos la llaman yuyo»; pero más exac- to sería afirmar que no es ni más ni menos que «el amarillo jaramago» que crece en los derruídos muros del anfiteatro de Itálica. Podría admitirse al menos como americana. 145 VOCES CHILENAS Zancudo. 1. «Especie de mosquito muy común, que tiene muy largas las zancas, sumamente molesto, que da una picada muy dolo- rosa con el aguijón que tiene.» Alcedo. Su nombre hale venido, indudablemente, de esas zancas lar- gas de que habla Alcedo, y aunque vienea serni más ni menos que el mosquito, el hecho es que en Chile se le conoce gene- ralmente con aquél, Zapallo. m. «Los zapallos, que decimos calabazas en España.» Ovalle. Y antes que nuestro autor lo había declarado ya el P. Acosta: «Pues las calaba::as de Indias es otra monstruosidad de su gran- deza y vicio con que crían, especialmente las que son propias de la tierra, que allá llaman zapallos...» Palabras del jesuíta que copió a la letra, Gómez de Vidaurre. Trae también la voz Núñez de Pineda, pp. 159 y 175. El zapallo no puede confundirse jamás en Chile con la ca- labaza; ésta no es comestible (al menos cuando está en estado de madurez) y sirve solamente como vasija: el zapallo es car noso, más o menos dulce, y se come cocido o asado, y es el que en España se llama calabaza, siendo especialmente afa- madas, las de Ronda; nuestro calabazo es el calabacín penin- sular, conocido también, según el Diccionario, con el nombre de bototo, que da como americano. Gómez de Vidaurre estableció ya la diferencia que en Chile existe entre calabaza y calabazo. «Cultivan también las calabazas, tanto las de flores blan- cas, como las de flores amarillas. De la primera especie, que en su lengua llaman los indios guada, cultivan aún veinte y seis especies o a lo menos variedades constantes, algunas de las cuales dan frutos dulces y comestibles, y otras lo produ- cen amargo. De estos últimos merece particular mención la gran calabaza de sidra, o como en este Reiro comunmente se dice, calabazo, así llamado, porque los indios usan fermentar DE LOS REINOS ANIMAL Y VEGETAL 149 dentro de ellos su sidra. Son éstos, de ordinario, de figura có- nica, de mole tan grande, que no pocos pasan de tres cuartas de alto, y de capacidad tan vasta, que contienen más de me- dia arroba en medida de Castilla, de licor. Se sirven también de ellos en lugar de canastas... La especie mediana de estos mismos la cultivan para los usos domésticos, de platos, vasos de beber, etc., los pequeños para poner dentro de ellos el pi- miento molido.» P. 118. La voz zapallo se registra por los lexicógrafos argentinos y peruanos. Su etimología es quichua: sapallu. Derivado: zapallar. Lenz, n. 1489. Alcedo escribe la voz con z y la define: «Nom- bre genérico de muchas especies de calabazas, y particular- mente de una muy grande de color encarnado, que es comida general de la gente pobre, cocida con manteca y pimiento.» FIN us «$e .e pr “ur - «nl ae 388357 Medina, José Toribio Voces chilenas de los reinos animal y vegetal. LaS .Gr M4914v NAME OF BORROWER. DATE. Acme Library Card Pocket LOWE-MARTIN CO. LIMITED 204234 3 4: * 2.107 1.5019. O 7 e E E 4 27 : so J E] , nn... Pc , HEM 11590914 1)171%» A . y , e ,. MA RARA 7 PO at DS ee e A a lo? E] 7 Poza art eS ma Ñ 1 II MAA A A ñ A 1... , 11 ' 153 e. o. 2.1.2. NN Pr En Ñ 1231515 ess, .. .. 1d $4s A Bin. 8 4 ¿ i nes pá N A Lata «a E as us CAR z 3:93 2.4.4.3 $ .. an. 4 i ' . ' .*...4 2135 A] e 1LLRERAA 1.14... vs ss 1525 * ns s ' , * Y $