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Full text of "Nuevas lecciones de botánica, puestas al alcance de toda clase de personas ; y con algunas reflexiones morales deducidas de los admirables fenómenos que se observan en el desarrollo de las plantas"

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ATj alcance de toda clase de personas; 


con algunas reñeiiones morales 

deducidas de los admirables fenómenos quo 
se observan en el desarrollo 

DE LAS PLANTAS. 


Por el Sr* Profesor D. 

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Impreso por ITIamiel F. ütcdoudasv 

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Es propiedad del Editor, y no puede 
reimprimirse sin su consentimiento. 





^JONICAMENTE el deseo de que se generali- 
cen los conocimientos en la Botánica, ramo de la 
Historia natural tan interesante como útil, es lo que 
me lia determinado á dar publicidad á la presente 
obra, persuadido justamente del agrado con que se- 
rá vista, por todas aquellas personas, para quienes 
no les son indiferentes los progresos de nuestro rico 
y fértil país, fijándose en sus producciones, y valori- 
zando la importancia de esta clase de mejoras, las 
que se han visto hasta ahora por desgracia, con bas 
tanto desden. Ademas, se ha procurado unir la cla- 
ridad á la concisión, ligando al mismo tiempo la 
Ciencia con las grandes verdades de la Religión y 
de la Moral: verdades tanto mas necesarias en la 
época actual, cuanto que es una de las cosas que en 
mi concepto mas se necesitan para afirmar la ver- 
dadera creencia, origen de tantos beneficios. 

Si por medio de esta obra se consigue el aumen- 
tar la ilustración y la moralidad, quedarán satisfe- 
chas las intenciones del Editor. 

gP. 3%. 3%. 



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Flores apparuerunt in torra nostra. 
(Cánt. de Cánt.) Las flores aparecie- 
ron en nuestra tierra. (Cántico de loi 
Cánticos.) — Salomón. 

^^kanue, magnífico, admirable es el Señor en to- 
das sus obras.... Coeli enarrant gloriam Dei.... 
Los cielos publican su gloria, dice el Real Profeta. — 
En efecto, Lectores, si recorremos la vasta eslen- 
sion de las cosas creadas, desde la humilde vcrbcci- 
lla que hollamos con los pies, hasta los inmensos 
globos de luz que ruedan sobre nuestras cabezas, 
veremos el orden, la armonía y el conjunto mas sa- 
bio, brillando en todas ellas, prueba inconcusa de 
la sabiduría de nuestro Dios. Observando los mus- 
gos, esas pequeñas plantas que se crian en nuestras 
paredes, los lichenes, que viven adheridos á las ro- 
cas, y los árboles mas corpulentos que hay en los 
bosques, nos confirmarémos mas y mas en esta 
aserción. La estructura de los dos primeros es 
muy sencilla, la de los segundos muy complicada: 
pero ambos están sujetos á unas mismas leyes, y 
ambos desempeñan las mismas funciones durante 
su vida, con la diferencia de que los primeros apé- 
n as viven unas cuantas horas, varios dias, ó alguno* 


G 


meses, y los segundos necesitan para su desarrollo 
siglos enteros. 

En confirmación de esto mismo, dice un ilustre 
Autor: (*) “Aunque es difícil dar una difiniciou tal 
de los vegetales que pueda aplicarse á las formas 
tan variadas que presentan, porque v. g. ¿qué dis- 
tancia tan inmensa no existe entre los Encinos, y 
el Plátano de nuestros bosques, y los lichcnes in- 
crustados sobre las rocas cuya apariencia es la ríe 
una simple corteza? ¿Entre los Arboles de las flores- 
tas y el humilde musgo que cubre las paredes? Sin 
embargo, estas producciones tan diversas pertenecen 
al mismo reino, es decir, son vegetales. Y si á pri- 
mera vista parece haber un espacio inmenso entre 
estos seres tan diversas, examinándolos con mas 
atención se verán reunidos bajo el nombre de plan - 
tas: y podemos conocer esos pasages, y esos tintes 
casi insensibles que hay desde la materia verde 
(parenchimia) compuesta de granulaciones esparci- 
das* hasta los Cipreses ó el Casiano de Indias; en 
una palabra, hasta el vegetal mas perfecto.” 

En el libro de Job so leen estas espresiones. . . . 
“¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los funda- 
mentos de ía tierra? Dímelo si puedes. ¿Conoces 
á fondo todas las propiedades de los cuerpos y los 
diversos estados á que puedo reducirlos? ¿Eres ca- 
paz de sondear las profundidades de mi sabiduría y 
¡a inmensidad de mi poder? ¿No sabes que nada 
es imposible al que en un instante hizo salir la luz 
de las tinieblas, y el universo de la nada, y que 
cambia las sustancias con la misma prontitud con 
que las crió, que dice, y todo es hecho? lio aquí la 
esplieacion de multitud de fenómenos que presencia- 
mos diariamente, y de los que no podemos dar una 
razón satisfactoria.... Ellos se verifican porque 

(*) Richard refiriéndose á un art. del diccionario de 
Historia natural. 


lo lia dispuesto el que dice y todo es hecho, mas cla- 
ro, el que es Omnipotente, y cuyo nombre es Santo. 

Continuando la comparación de las plantas, po- 
demos dar otras pruebas de la sabiduría de nuestro 
Dios, refiriendo su distribución y crecimiento. La 
diversidad en sus producciones es una de las causas 
de la fisonomía particular que presenta el paisage 
en las diferentes partes del mundo, tratándose de 
la vegetación.... Así es que los países del Norte 
están cubiertos de inmensos bosques de pinos y sa- 
binos, y en que abundan también los Abedules; sien- 
do muy diferente de la de las regiones templadas, 
en que' los bosques son menos abundantes, y ofre- 
cen mas variedad en las especies que los compo- 
nen. . . Aquí no hay mas relación con la vegetación 
fastuosa y variada de los países tropicales en don- 
de las condiciones climatéricas favorecen y entre- 
tienen el desarrollo continuo de una vegetación que 
no cesa jamas. Estas diferencias no son menos 
grandes cuando se compara la vegetación de los 
llanos con la do las montañas: y en estas no hay ni 
las mismas especies, ni frecuentemente los mismos 
géneros, ú medida que se eleva á mayores alturas, 
viéndose que las plantas aparecen con nuevos ca- 
ráctercs .... Así es como dice Richard (*). ‘A me • 
dida que se avanza de los polos hacia el Ecuador, 
se vé que la vegetación toma diversos caracteres. 
Pobre y reducida á un corto número de especies 
bastante ruines, y detenida de alguna manera en 
su desarrollo, por los rigores del clima en las reglo- 
nes polares, se hace mas rica y mas variada á me- 
dida que se separa de unas regiones tan poco favore- 
cidas. La suma de las especies se hace mas con- 
siderable; nuevos géneros y nuevas familias se ma- 
nifiestan frecuentemente para desaparecer un poco 


(*) Elementos de Botánica. Ultima cdiccion. — 1840. 


e 

mas léjos, de manera que 6 distancias dadas la ve- 
getación general de una región es enteramente di- 
ferente de la de otro país formando verdaderas zo- 
nas, caracterizadas por la reunión de un cierto nú- 
mero de vegetales que les imprimen por lo común 
una fisonomía particular. — Las diferencias son algu- 
nas veces de tal manera marca ias, y estos cambios 
se efectúan de un modo tan regular, que á csceprinn 
de un corto número de especies en que su naturale- 
za particular les ha permitido vivir en todos los 
climas; las grandes divisiones geográficas del globo 
están caracterizadas por una vegetación que les es 
propia.” 

¿Y que prueba todo esto, sino que hay una mano 
creadora y sabia que ha dirigido á la naturaleza en 
sus diversas producciones? ¿ü por ventura sosten- 
dremos que es obra del acaso el que se verifique to- 
do esto en que hay un orden tan regular v tan ma- 
ravilloso siendo solo efecto de la casualidad? De 
ninguna manera. — Nosotros confesamos la exis- 
tencia de Dios, así como su sabiduría v su Omnipo- 
tencia; no solo porque nos lo ha revelado la fé 
cristiana, sino porque estamos convencidos de ello, 
al estudiar Jas producciones naturales. Toda obra 
supone la existencia de un Autor, y al ver la mul- 
titud de obras tan magníficas y tan variadas como 
hay en el mundo visible, ¿no confesaremos la exis- 
cia de un Ser Supremo? 

Con razón San Pablo, el mejor intérprete de la 
Filosofía de Jesucristo, como le llama el Abate 
Lamourclte, se espresa así en una de sus Epístolas: 
“Invisibiüa Dei, per cea quae facta sunt intelecta 
conspiciuntur.” — “Las cosas invisibles de Dios, las 
ha conocido nuestro entendimiento por las que han 
sido hechas:” ó en otro sentido, por las cosas que 
han sido creadas, y que pertenecen a! tiempo.” 

Eu cuanto al crecimiento de los vegetales que es 


9 

ei segundo objeto de que vamos á tratar, es admi- 
rable d la verdad ver el mecanismo por medio del 
cual se verifica, y los fenómenos que se producen. — 
Entra las plantas se distinguen tres grandes clases, 
unas que al tallecer producen un solo cotiledón, (*) 
las otras dos cotiledones, y últimamente algunas que 
carecen de ellos; dándoseles bajo esta consideración 
los nombres de monocotilcdones , dicotiledoncs y aco- 
tiledoncs. 

El crecimiento de los últimos es muy sencillo, por- 
que estando compuestos de un simple legido celu- 
lar, ó sea de celdillas ó alveolos sobrepuestos loa 
unos á los otros, se alimentan por medio de los po- 
ros radicales ó espnngi/las que están colocadas en 
las estremidades de la raíz; ab-orviendo el aire, el 
agua, y los demas elementos que se encuentran en 
los diversos medios en que se propagan; y á falta 
do estas raicillas presentan unos cuerpos absorven- 
tcs que se han llamado chupones, y que desempe- 
ñan el mismo oficio. 

Los segundos, es decir, los monocotiledones, en cu- 
ya composición entran ya les casillos, crecen sola- 
mente cu altura, pues que si se siembra por ejemplo 
una semilla de palmero en circunstancias favorables, 
se verá al desarrollarse que produce una multitud 
de hojas, que después de algún tiempo se alargan y 
se caen; dejando no obstante sus bases permanentes, 
y formando una especie tic gavilla ó mazorca, cu- 
yo fenómeno reproduciéndose á proporción que la 
planta sigue creciendo, al cabo de algunos años, se 
verá como compuesta de varias piezas articuladas 
y reunidas: resultando de aquí la altura tan consi- 
derable que presentan estos vegetales, respecto de 


(*) Parte de la semilla carnosa y llena de jugo, que pir- 
ve para alimentarlo en su primera edad, y que se convier- 
te después en hoja. — Nota del Autor. 


10 

lo corto de sus bases; como sucede con el cocos nu- 
cífera ó sean los Cocoteros. 

Por último, los dicotiledones , cuya estructura es la 
mas complicada, porque observando sus troncos se 
ven compuestos de varias capas ó zonas sobrepues- 
tas unas á las otras, y que han recibido diversos 
nombres, siendo la mas esterior la epidermis , cutí- 
cula bastante delgada y trasparente, llena de una 
porción de poros en su esterior y que cubre todos 
los órganos del vegetal: las capas corticales , com- 
puestas de muchas celdillas alargadas, y formando 
una especie de encaje; la cubierta herbácea , que pre- 
senta el tegido celular y la parenchimia: el líber, 
parte realmente viviente del vegetal, formada por 
varias láminas adheridas las unas á las otras. El 
cuerpo leñoso, que consta de la albura ó sea la falsa 
madera aun no elaborada: y la madera, resultado de 
la reunión de muchas fibras compactas y duras, y 
cuya organización aunque es la misma de la albura 
se diferencia por el color que es mas oscuro, por su 
peso, solidez y consistencia, que es mucho mayor, y 
por los vasillos que la recorren, cuyas eslrenndades 
se hallan obliteradas á causa de la edad. Sigue la 
médula, que ocupa el centro del vegetal y está encer- 
rada en el canal ó estuche medular; siendo la sus- 
tancia de la médula, blanda y suave; de un aspecto 
verdoso ó blanquizco, elástica y correosa; comuni- 
cándose con el esterior por medio de prolono-noio- 
nes llamadas irradiaciones, ó raijos medulares. 

Supuestas estas espiraciones manifestaremos que 
el crecimiento se verifica en dos sentidos: es decir, 
en diámetro y en altura. 

Respecto de la primera se han propuesto varias 
hipótesis por los fisiologistas, siendo la mas proba- 
ble la de Mirbel, que lo atribuye a la renovación 
sucesiva del líber en albura, y de ésta en madera por 
medio del cambium, sustancia gomosa que se desli- 



-11 

za cutre la corteza y el liber. — Así es como cada 
año se forma una nueva capa, pudiéndose juzgar de 
la edad del vegetal, por el número de estas que se 
presentan en su base. En cuanto al crecimiento en 
altura se verifica porque al desarrollarse un dicoti- 
lodo-n, lo primero que ap: rece es la raicilla en for- 
ma de un m'amcloncito cónico que al piincipio es in- 
diviso, y después forma varias fibras que se cstion- 
den ú lo largo del terreno, y alargándose por la par- 
te superior la plántula ó íallito, forma una especie 
de cono alargado, terminando en una yerna estacio- 
naria; y reproduciéndose cada año, iguales fenóme- 
nos, resulta después de algún tiempo que el tronco 
fie los árboles cata compuesto de varios conos, sien- 
do su base mucho mas cstensa que la de los mono- 
eotücdoncs, y disminuyendo hacia su altura en diá- 
metro. 

Comparando la edad de los ái bolos, se vó que 
hay unos que necesitan varios años para su comple- 
to crecimiento, y otros lian menester siglos enteros 
para su desarrollo. Así los enormes Boabads (* ) 
de la Magdalena (Adansonia digitada) y cuya exis- 
tencia se hace remontar á seis mil años, lia sido ne- 
cesario pase todo csic espacio tic tiempo para que 
lleguen á su perfección, y otro tanto sucede con nues- 
tros Ahur hueles de Chapnltepec (Scluibertia disli- 
chn) que son testigos de tantas geno aciones. 

Asi vemos que desaparecen a nuestros ojos las 
mas sorprendentes maravillas sin fijar siquiera nues- 
tra atención, porque como dice Mr. Jélian en su 
obra titulada Indagaciones sobre las armonías da la 
creación-, ‘•el hombre vive distraído, indiferente en 
medio de las maravillas que lo rodean; el hábito ó 
la eonstumbre le ha hecho olvidar aún los senti- 
mientos de admiración. En vano la naturaleza ha 


(*) Boabads. — Pan de mono. 


12 


descorrido delante de él sus encantos y sus tesoros, 
y en vano es testigo cada día de sus mas sorpren- 
dentes fenómenos, porque no vé nada; y á sus ojos 
no son mas que efectos vulgares, a cuya presencia 
permanece insensible: y el rayo de la luz del dia 
que viene desde los cielos cada mañana á herir su 
pupila, no le llama mas la atención que el grano 
de arena que se precipita á sus pies.” 

Tal es el objeto del presente tratado, manifestar 
en compendio las maravillas de la naturaleza, ha- 
ciendo fijar nuestra atención en objetos tan sorpren- 
dentes como los que abraza el estudio de los vege- 
tales, siendo la consecuencia que deduciremos do 
todo esto, el persuadirnos de la bondad y sabidu- 
ría del Ser Supremo, cuya gloria se ha manifestado 
eu todas sus obras. 



LECCION 1. a 


HISTORIA DE LA BOTANICA. 

La botánica es un estudio de todos los tiempos, 
de todas las edades y de todos los hombres; pudién- 
dose decir, que entre las ciencias naturales ninguna 
merece ser cultivada, ni lo es en efecto mas que es- 
ta. Satisfaciendo al entendimiento por las numero- 
sas aplicaciones que subministra á las artes, á la 
economía y medicina, y ofreciendo á la curiosidad 
objetos de estudio tan variados como divertidos, 
tiene la ventaja sobre las demas partes de la histo- 
ria natural de poderse estudiar en cualquiera parte, 
sin dispendio, y como por vía de entretenimiento. 
Los seres de que se ocupa, esparcidos con profusión 
en la superficie de la tierra, son unos de sus mas bo- 
llos ornamentos. Creados para servir á la vez al 
sosten de la vida y á sus goces, ofrecen los vegeta- 
les motivos de admiración de cualquier manera que 
se les considere: su modo de vida, su estructura in- 
terior, los medios con cuyo auxilio se reproducen, 
sus formas esteriores, las modificaciones que pre- 
sentan sus órganos, el modo con que se encuentran 
distribuidos en la capa del globo que habitamos, las 
funciones que ejercen y la utilidad que nos produ- 
cen, viene á ser para nosotros un objeto de continua 
meditación. 

No es de estrañar, por tanto, el que en todo tiem- 
po se haya tratado de conocerlas leyes que presiden 
á los fenómenos á que se halla ligada su existencia. 



14 

Nacida de las primeras necesidades de los hombres 
y reducida en su origen á un pequeño número de 
hechos aislados, lia llegado á hacerse con el trascur- 
so de los siglos una ciencia tan vasta, que la vida do 
un hombre consagrado enteramente ásu estudio, no 
es bastante para profundizarla y enterarse de to- 
dos sus promenores. 

Esta ciencia á cuyo adelantamiento lian concurri- 
do tantos genios, y que ha inspirado rasgos tan elo- 
cuentes al Filosofo Ginebrino, se cultiva en nucs- 
tros.dias con el mayor éxito y de la manera mas 
racional. En efecto, en el siglo en que vivimos, si- 
glo de ilustración, no se lleva otro objeto en la ad- 
quisición de los conocimientos que la utilidad posi- 
tiva que pueda sacarse de ellos, y bajo este respec- 
to, sin duda, la Botánica es la que llena completa! 
mente estas indicaciones, por los beneficios quo nos 
resultan de sus aplicaciones tan numerosas. 

El conocimiento de los vegetales no hn sido es 
traño a ningún país ni á ningún tiempo, sino me ! 0 
lia os tendí do á todos los hombres, pues que s c f^p. 
ligado á sus primeras necesidades: así os que el ah 
mentarse, vestirse, ponerse al abrigo de la intempe- 
rie y de los agentes estertores que se oponían á su 
conservación y bienestar, les obligaron. sin duda ú 
dirigirse ú las plantas que adecuadas á sus deseos 
sc las ofrecía abundantemente- la naturaleza en fa' 
supeifieie de la tierra. 

Por otra parte, siguiendo la historia de los progre- 
sos de esta ciencia, se llega á una época en que do 
la reunión de una multitud de hechos esparcidos y 
aislados en su origen, coordinados después, hicieron 
nacer una ciencia distinta. 

Salomón ha sido el primero que conoció la im- 
portancia de establecer divisiones primarias en to- 
dos los seres creados, y así es como lo indica en un 
párrafo del libro de los Reyes. “Et disputavit (dice) 


15 

super lignis, á ccclro quoe cst in Líbano, usque ad 
hyssopum qua cgreditur de pariete, el dissuerit de 
jumentis, et volucribus, et reptilibus, et Ptseibus.” 
(Reg. III. IV. V. 33.) (*) 

Consultando á los historiadores profanos se vé á 
la Botánica basta en los tiempos fabulosos ser hon- 
rada entre los Dioses, los héroes, los poetas y los 
reves. Esta ciencia fue enseñada á los Griegos por 
Hércules de Tobas, que hizo plantar en algunas re- 
giones el olivo y el álamo, dando su nombre á va- 
rios cuerpos simples. (Heracles) El Centauro Chi- 
ron, Esculapio y sus dos hijos (Hoiner llliad) He- 
siodo, el mismo Homero, Hipócrates &c.,han culti 
vado la ciencia de los vegetales trasmitiéndonos 
sus descubrimientos, y agregando sucesivamente 
nuevas nociones que han hecho ú la Botánica lina 
ciencia importante desde casi la misma época en 
que los hombres comenzaron ú civilizarse. Aristóte- 
les (384 años. Antes de J. C.) escribió sobre las 
plantas, pero fijándose mas bien en los ponnenotes 
de la ciencia que en sus generalidades y su fisiolo- 
gía. 

Teophrasto, discípulo do Aristóteles, (310 años. 
Antes de J. C.) confirmó la opinión de su Maestro 
sobre la insensibilidad absoluta de los vegetales; en- 
señó á conocerlos, y propuso respecto de su clasifi- 
cación, un método fundado en la propagación en el 
lugar de su nacimiento, en los usos que de ellos pue- 
dan hacerse, en la consistencia de sus semillas, y en 
el jugo propio de cada vegetal. (Theophras. hist. 
plant. XV\ lib. De Causis plantarían. Yí. 1 ib.) 

Dioscorldes (que floreció en tiempo de Nerón) 


(*) Y disputó acerca de los árboles, dosde ei Cedro que 
hay en el Líbano basta el hisopo que se cria en las paredes; 
disertando respecto de los jumentos, délos volátiles, y de 
los Peces.” (Libro 3.° de los Reyes cap. 4. ° párraf. 33.) 


16 

trabajó también con muy buen éxito, dividiendo las 
plantas en cuatro clases: l.° las aromáticas; 2. ° 
las alimenticias; 3. ° las medicinales; 4. ° las vene- 
nosas. (Materia médica VI. lib. Francolín. 1508.) 

Plinio puede decirse que fué entre todos los es- 
critores de la antigüedad el que ha escrito mejor so- 
bre los cuerpos organizados. — Enriquecido con los 
descubrimientos de sus predecesores, nos presenta 
reunidos una porción de vegetales ya conocidos, 
embelleciendo sus descripciones con todos los ador- 
nos de un estilo florido, pero Plinio así como los de- 
mas botánicos de su tiempo, manifestando la utili- 
dad de la Ciencia, ignoraba los medios de facilitar 
su estudio. 

Desde el tiempo de Plinio hasta el siglo XV la 
Botánica permaneció confundida con la materia 
médica y la medicina, y por consiguiente sin hacer 
progresos de interes. En esta época el botánico 
Cuba la sacó del estado de abyección en que se ha- 
llaba; y hacia mediados del siglo siguiente, las obras 
de Gessner sobrepasaron á las de Plinio; Lónicer 
descubrió el género que lleva su nombre (Lonicera 
caprifolium) separándola de la Dodonea, y publi- 
cando 310 plantas colocadas en 29 clases; por úl- 
timo, Cesalpino diú el primer modelo de un método 
botánico y de una clasificación regular. 

Después se vieron aparecer las obras de Clusio 
de Dalechanps, de Porta, de Gerard, de los herma- 
nos Bauhin y Magniolt, tan conocidos por el Pinax 
y otros muchos que prueban los adelantos de la 
ciencia. 

Bajo el reinado de Enrique IV se estableció en 
Montpellier un Jardín en que J. Robin cultivó las 
plantas que algunos viajeros habían importado de 
la América, mas en el reinado de Luis XIII se hi- 
zo en París un establecimiento semejante. 

El catálogo de las especies ascendía á 2,000 y 


17 

desde esta época hasta que apareció el ilustre Tour- 
nefort, muchos hombres célebres como Ray, Mori- 
sseu &c., enriquecieron la Botánica con nuevos mé- 
todos, y un gran número de especies. 

En el siglo XVI apareció uno de los mas distin- 
guidos botánicos, José Pitón de Tournefort, quien 
dio el modelo de un primer sistema fundado en los 
caracteres que ofrecen las plantas por su duración 
y por la forma de sus corolas, y clasificó mas de 
10,000 plantas que se hallan descritas en su obra 
titulada: Institutiones rei herbaria. 

Siguiendo el orden cronológico vemos en el año 
1731 al gran Linnco, naturalista de primer orden y 
Padre do la ciencia, inventar su sistema sexual en 
que se hallan coinpi andidos todos los vegetales que 
se conocen y que puedan conocerse en lo sucesivo, 
pues no hay uno solo que no deje de tener su colo- 
cación en este admirable sistema. Ademas, Linnco 
simplificó las largas frases de que había usado Tour- 
nefort, y asignó á cada planta un nombre genérico 
y otro específico, impuestos todos ellos con la ma- 
yor claridad y precisión. 

A Linneo han succedido hombres capaces de con- 
tinuar sus trabajos, y aunque se hayan separado 
mas ó menos de su método, ha sitio sin perder de 
vista á este gran Maestro. 

Bernardo Jussicu, digno sosten de la gloria de los 
Botánicos franceses, puede decirse que entre los 
naturalistas observadores, es el que ha profundizado 
mejor las relaciones de los vegetales entre sí, em- 
pleando mas do 50 años en estudiar sus afinidades. 
Adanson y Gerard habían presentado en sus obras 
una especie do indicaciones sobre el método natu- 
ral, mas estaba reservado á Antonio Lorenzo de 
Jussieu el hacernos conocer este método en toda 
su ostensión, habiéndolo emiquecido con un gran 
número de observaciones que publicó en 1789 bajo 


18 

el título de Genera plantarum, obra llena de clari- 
dad, de elegancia y de filosofía. 

En seguida han aparecido en la escena Botánicos 
muy célebres como Richard, Dutrochet, Link, Mar- 
tius, Brogniart, Mirbel, De-Catrdolle, Augusto de 
Saint-Hilaire, le Maout, y otros que han puesto á 
la ciencia en el estado mas perfecto que hoy se co- 
noce, pues dedicados enteramente á su estudio, la 
han enriquecido con las mas importantes observa- 
ciones, contribuyendo demasiado á ello, los viages 
de Ilumbolt y Bonplant, las publicaciones de Kunt, 
las obras de Sprengel, las de Ruiz y Pavón, la inte- 
resante de Gaertner, (*) el Prodromus de De-Can— 
dolle; las de la Gasea Botánico español, las de Ca- 
vanilles, y las de nuestro muy apreciable y distin- 
guido Profesor D. Vicente Cervantes, primer Cate- 
* filático de Botánica en México, y que en unión fio 
los Srcs. Scssé y Hocino, formaron la Flora Mexi- 
cana inédita, que desgraciadamente hasta ahora no 
se ha podido publicar. 

Mas volviendo á los vegetales, ellos merecen ba- 
jo todos aspectos la atención del hombre, porque ase- 
guran su existencia y embellecen su habitación. Nos 
inspiran la impresión mas dulce, con la variedad de 
sus formas y hieren nuestros sentidos de la manera 
mas viva y agradable con sus colores y su suave 
olor. A esLas sensaciones se agregan lo's recuerdos 
del suelo en que nacimos, se escita el amor patrio, 
V á esto se junta la memoria da la casa paterna, do 
nuestros hermanos, do nuestros amigos, y do todo 
Jo que forma los encantos de la sociedad; pudiéndo- 
nos servir de consuelo en medio de nuestros disgus- 
tos, la contemplación del hermoso cuadro do la na- 
turaleza, porque el hombre se encuentra satisfecho 
cuando puede vivir libremente en medio de los bos- 
ques, y respirar entre las flotes, 

( *) De fructibus et seminibus en 4. tom. 


19 

En cuanto á sus aplicaciones la Botánica es indis- 
pensable para el Médico, porque le presenta los mas 
útiles productos en los principios inmediatos que 
contienen las plantas; para el Agricultor que sabe 
sacar partido de ellas; para el Artesano, para el Tin- 
torero, para el Perfumero, el Licorista &e„ y aun el 
Geólogo no conocerá con perfección todos los ra- 
mos que abraza su ciencia, sin los conocimientos 
botánicos. 

El comercio so lia servido igualmente de ella pa- 
ra trasportar sus efectos, de modo que la China nos 
envía su Té y su Ruibarbo, sus espigas y sus aro- 
mas; la América produce el Café, el Cacao y la 
Azúcar, y la Europa lo dá en cambio su Trigo y sus 
vinos esquisilos; así es como por este medio se au- 
mentan nuestros goces y la vida parece que se am- 
plía por la actividad y los conocimientos. 

Do manera que una ciencia que al principio 
no contaba mas que con un corto número de hechos 
aislados y de objetos conocidos, hoy abraza mas de 
100,000 plantas descritas, sin mencionar los muchos 
géneros y especies nuevas que hay en nuestro fértil 
y hermoso continente, y que si se incluyesen, dice el 
sabio y [profundo Dc-Candolle, pasarían de 200,000 
las que resultaran. ( # ) ¿Y qué indica todo esto? Que 
hay un Dios providente y sabio, que vigila constan- 
temente sobre las necesidades del hombre para pío- 
veerlas con abundancia y con provecho. El ha si- 
do el que ha inspirado siempre los conocimientos á 
tantos sabios como han florecido en diversas épo- 
cas y que se han entregado con ardor al estudio de 
las ciencias naturales, y nosotros podemos aprove- 
charnos de lo luminoso de sus escritos, bendiciendo 
al misino tiempo al que es el autor de todo lo creado. (*) 


(*) Teoría elemental. — Introducción. 



20 


LECCION 2. a 

IDEA. GENERAL DE LAS TLANTAS. 

Los vegetales ó plantas (Vegetabiliae, plantae,) 
son unos seres organizados y vivientes, dotados de 
la facultad de reproducir su especie, aunque care- 
cen de sensibilidad y movimiento voluntario. To- 
man de la atmósfera, del agua, del suelo, ó en una 
palabra, de los medios en que están colocados, los 
alimentos necesarios para el crecimiento de sus ór- 
ganos, reproduciéndose por cuerpos que nacen en 
bu superficie esterna, ó en su interior. 

La vida de las plantas se compone de dos funcio- 
nes, la nutrición y la reproducción. 

Estas dos funciones mas ó menos complicadas en 
la serie vegetal, re ejecutan por medio de partes q lIe 
se llaman órganos. Así es que las raíces y las ho- 
jas son los principales órganos de la nutrición, v los 
estambres y ptstilos comprenden á la reproducción. 
Si tomamos una planta compuesta del mayor nú- 
mero de órganos posible, veremos que los que sir- 
ven á Ja nutrición y. á la reproducción, constituyen 
dos series; primero un eje ú órgano central; segun- 
do, órganos laterales ó apendieulares que nacen de 
las partes laterales del eje. Este puede ser simple 
ó ramificado, largo ó corto. 

Aunque esencialmente el mismo en todas las par- 
tes de la planta, lleva diferentes nombres según el 
lugar que ocupa, ó los caracteres especiales que pre- 
senta. Así en una planta anual llegada á lo sumo 
de su desarrollo como en la Alelía por ejemplo (Clie- 
ranthus cheiri) reconocerémos fácilmente los órga- 
nos de la nutrición, el eje, y los apéndices. El pri- 
mero se compone de dos partes, la una acídense, 
de color verde, ramosa y que se eleva perpendicu- 
lamiente al suelo, y es el Tallo y sus ramos; y la 


21 

otra que profundiza en la tierra siendo una continua- 
ción inmediata de la precedente, y que se continua 
con ella misma sin distinción, y es la cepa ó cuerpo 
de la raíz. Sobro el tallo nacen los órganos apen • 
dioulares por lo regular verdes y planos, muy va- 
riados en sus formas, y estos son las hojas. Bajo la 
cepa ó continuación subterránea del tallo, ó en sus 
ramificaciones se desarrollan órganos apendiculares 
bajo la forma de filamentos capilares, y son las fibras 
radicales, cuya reunión constituye el cabello ó la raíz 
propiamente dicha. Por último, el punto de contac- 
to entre la raíz y el tallo, se llama su cuello ó nudo 
vital. 

Las hojas y las fibrillas radicales, son los princi- 
pales órganos de la nutrición, absorviendo V ela- 
borando los fluidos alimenticios. El eje no es otra 
cosa sino un sustentáculo que está encargado de es- 
tablecer la comunicación entre estas dos series 
de órganos, y puede faltar algunas veces ó estar re- 
ducido á una suma pequenez como sucede en las 
plantas llamadas acaules, v. g., el Llantén (Planta- 
go mnjus.) 

Los principales órganos apendiculares del fallo, 
como hemos dicho, son las hojas, órganos planos, 
membranosos de color verde &c., y que nacen en 
los ramos (divisiones del tallo) en el mismo tallo, y 
aun en la raíz. 

En la parte inferior del tallo, las hojas se aproc- 
siman unas á las otras, constituyendo frecuentemen- 
te lo que se llama rocelas, siendo en general enteras 
y sin presentar denteiladuras. Este aproximamiento 
de las hojas en la base del tallo, tiende ú dar vigor á 
la vegetación en los primeros tiempos de la vida de 
la planta. 

El punto en donde las hojas salen del tallo, y es- 
tá ligeramente hinchado, se llama nudo. Los espa- 
cios que hay entre los diversas hojas del tallo se 



22 

nombran entrenudos ó mentales. Estos son tanto 
mas prolongados, cuanto las plantas son mas vigo- 
rosas. 

A medida que las hojas van creciendo toman di- 
versas formas, y sus márgenes que al principio eran 
enteros, después presentan muescas, dientes 6 recor- 
taduras. ¡Su mucha variedad ha servido para ca- 
racterizar las especies, y su estudio, aunque com- 
plicado, es de! mayor interes por esta misma razón. 

Las que se presentan en la baso de las cnulinas y 
cuyo tamaño es mas pequeño, se llaman estipulas; 
así como las que acompañan á las llores se dicen 
bracteas. Si nacen inmediatamente de la semilla 
serán seminales, así como radicales, cantinas &c' 
según el parage de su inserción. 

También pueden presentar tres posiciones dife- 
rentes sobre el tallo: serán alternas, cuando estén 
colocadas alternativamente en diferentes puntos* 
opuestas, cuando nazcan una en frente de otra for- 
mando un plano horizontal, y verticiludas, cuando es- 
tén rodeando al tallo circularmente. 

Hay otras muchas modificaciones que presentan 
Jas hojas, y que estudiaremos después para hacer- 
lo con mas detención. 

Las flores presentan una disposición semejante ú 
la de los ramos, manifestándose ya en el axilar de 
las hojas, ya en la estremidad de los mismos ramos. 

La flor para las personas es! rañas á la ciencia es 
aquella parle del vegetal que brillando en muchos 
de ellos con los colores mas vivos, y exhalando deli- 
ciosos perfumes, forma uno de lo S adornos mas 
bellos de la naturaleza, fijando toda su atención las 
cubiertas florales; mas para el Botánico lo que cons- 
tituye esencialmente la flor es la presencia de los 
órganos sexuales, siendo para él de una importan- 
cia secundaria los tegumentos que ia rodean. Así 
dijó Linneo Jlos ex anillara et sligmata nascitur, si- 


23 

vz tegumento, adsint, sive non. “La flor proviene 
de la antera y el estigma, haya ó no tegumentos.” 
l£l instruido Mr. Douy, dice, hablando de las flo- 
res y refiriéndose á Phylibert. (*) “Todo este apa- 
rato de órganos, todaestaserie.de fenómenos quo 
hemos considerado sucesivamente contemplando 
las raiccs, los tallos, las yemas y las hojas, han dis- 
puesto nuestra alma á las grandes emociones que 
vá á produdir sobre ella la escena magnífica de la 
aparición de las flores. Hasta ahora hemos tocado 
al pórtico de la vegetación; por medio de las flores 
llegaremos á penetrar al santuario misterioso don- 
de se cumplen las mas sorprendentes maravillas.” — 
“La naturaleza se ha manifestado con fausto res- 
pecto de los vegetales en los órganos destinados é 
la reproducción, colores seductivos, perfumes sua- 
ves, elegancia en los contornos, delicadeza en los 
tegido.-, gracia en el desarrollo y en el porte; todos 
estos atributos quo se han prodigado á las flores 
aun las mas comunes, hacen del tiempo de la flora- 
ción, un momento de aparición brillante, de triunfo; 
y constituyen la época mas grandiosa de su vida.” 
Las flores [rueden ser completas ó incompletas, 
hermafroditas ó unisexuales, desnudas, neutras ó 
abortivas. Las primeras son las que llevan los ór- 
ganos sexuales rodeados de una doble cubierta (perl- 
anthio ó perigono doble) las segundas carecen de 
algunas de ellas; las terceras llevan ambos sexos; 
las cuartas solamente uno de ellos, pudiendo ser 
masculinas ó femeninas, según el órgano que con- 
tengan. Por último, las neutras cuando aborta 
alguno de sus órganos como sucede en lu Bola de 
nieve. (Variedad del Viburnum opulus.) 

La cubierta estertor de la flor llamada calix, pro- 


(*) Nuevo Manual de Botánica, — Cap. VII. 1846.— 
París. 



24 

viene de la corteza de la planta; y las partes de que 
consta se nombran sépalos. La que sigue inmedia- 
tamente, es la corola originada del libar, su tegido 
es mucho mas delicado que el del cáliz, y sus par- 
tes son los pélalos. 

El estambre es el órgano masculino, que consta 
del filamento, especie de hilo bastante delgado, y la 
antera, pequeña cajita que contiene el polen ó polvi- 
llo, fecundante. 

El pistilo que ocupa el centro de la flor, es el ór- 
gano femenino; su base está formada por el germen 
ú ovario, en donde están contenidos los óvulos ó se- 
millas rudimentales-, el estilo , prolongación filiforme 
y el estigma que forma su parte superior compues- 
to de mamelones ó papilas impregnadas por lo re- 
gular de un humor viscoso. 

El modo con que se verifica la fecundación es 
muy sencillo. Desprendiéndose el polen conteni- 
do en las anteras por medio de la ruptura de sus 
partes, cae sobre el estigma, y pasando al través 
del estilo, llega al gértnen, en donde anima los óvu- 
los que se encuentran allí, convirtiéndolos en ver- 
daderas semillas. 

La posición de los estambres y pistilos es tan 
acomodada para esta operación, que en las llores col- 
gantes el pistilo es mucho mayor que los estambres; 
y al contrario en las erectas; razón por la que siem • 
pro se verifica este acto tan necesario para la re- 
producción. 

Sin embargo, como en algunos casos no podría 
suceder, la naturaleza les ha proporcionado á las 
plantas otros medios de reproducción que se llaman 
artificiales; como las estacas, los acodos, los inger- 
tos, V otros de que hnblarémos después. 

El fruto es el ovario llegado á su perfecta madu- 
rez. Consta del pericarpio, cubierta estei ior, y la 
semilla que contiene el embrión donde están todas 


25 

las parles de la planta, aunque en estado rudimental. 

La semilla se compone de el pc> bpcrma, ó sea 
su cubierta propia; y de la almendru, en donde es- 
tá encerrado el embrión. 

Ademas de todo esto hay en el vegetal el pedún- 
culo, que sostiene la flor; los nectarios , órganos ac- 
cesorios que llevan un jugo meloso; y el receptáculo, 
lugar en donde están implantadas ó que sirve de 
sosten á todas las parles de la flor y del fruto. 

Para concluir hablaremos de los Invernáculos . 
que es el último de los órganos de la nutrición, así 
como también se dirá algo de la Inflorescencia; por- 
que no habiendo seguido hasta ahora un órdon ri- 
gurosamente metódico en la esposicion de los órga 
nos relativos al vegetal, nos ha parecido tratar de 
ellos en este lugar. 

Los Invernáculos ó Conservatorio, son unas par- 
tes de la planta que contienen el rudimento de la 
yerba y fructificación, preservándola del velo y de- 
mas daños esteriores. Se cuentan las yemas, que 
presentan la forma de botones; componiéndose de 
rudimentos de hojas, de estípulas, de la corteza y 
demas partes del vegetal: esteriormente son esca- 
mosas y en el interior están cubiertas de una borra 
ó tomento bastante espeso. La figura varia según 
la parte á que dan origen, y nacen en el axilar de los 
ramos (es decir en el ángulo que forman) dando naci- 
miento á las hojas, á las limes ó á los dos órganos 
reunidos Los cultivadores hacen bastante uso de' 
esto conocimiento para la poda de los árboles, y pa- 
ra darles la dirección y forma que les conviene. 

til lurrion, es una especie de invernáculo que 
semeja á una granulación y (pie produce diversos in- 
dividuos, como se observa en la raíz de las papas 
(solanum lubcrosum.) 

El bulbo ó cebolla y los bulbillos, pertenecen á la* 
plantas vivaces y dan origen á renuevos que se con- 


26 

vierten en nuevos vegetales. Las liliáceas, como la 
azucena (lilium candidum) la cebolla común (alium 
cepa) &c., pueden servir de ejemplo. Y en los helé- 
chos, (*) esos cuerpecillos esí'eriodales que cubren la 
parte inferior de las exfoliaciones llamadas por los 
botánicos esporulos, son unos verdaderos bul bi líos 
(bulbilli.) 

La Inflorescencia, es el modo ó la disposición 
particular en que están las flores. Puede ser sen- 
cilla ó compuesta, según que los pedúnculos ó cabi- 
llos que llevan las flores, se dividan ó no; y por el 
lugar donde nacen, será radical, cuulhia, ramea, 
axilar, terminal, &e. Se llaman flores en cabezuela, 
cuando nacen muchos pedúnculos cortos de un mis- 
mo punto, y forman una especie de globo ó esfera. 
En umbela, cuando afectan la figura de un para- 
sol; en ramillete cuando se acercan á dicha fio Uí ' a 
&o., teniendo otras muchas modificaciones scmjn' 
el número de los piesesillos y las divisiones que 
presentan: así es que tenemos la espiga, | a toba ¿ 
tirso, la panoja, el espádice, y otras. 

¡A que reflexiones no dan margen todas las ideas 
que acabamos de indicar! — Solo el hombre ilus- 
trado, el observador profundo, que no se contenta 
con ver las cosas superficialmente, sino que las con- 
.sidera en toda su ostensión, puede conocer la sa- 
biduría de estas combinaciones. 

Ve desplegarse ante sus ojos un cuadro encanta- 
dor, cuyos vivos colores hieren mas al corazón que 
á los sentidos. Parece que le hablan, que le indi- 
can reconozca la bondad del Supremo Artífice que 
dispuso todas las cosas de una manera tan perfecta, 

(*) Plantas que presentan un tallo sencillo, algunas ve- 
ces articulado y la fructificación en espiga, ó en cf dorso de 
la fronde (exfoliaciones.) Curso de Batánica do D. M. B. 
pág. 66. 


27 

que dió á cada plañía los órganos precisos para el 
desempeño de sus funciones, y que doló á cada ani- 
mal del instinto ó de la inteligencia necesaria para 
cumplir perfectamente con su destino; que aun á 
los cuerpos brutos á quienes negó la vida, el movi- 
miento y la sensibilidad, los ordenó con leyes tan 
precisas, tan fijas y tan invariables, que contribu- 
yen también por su parte á hermosear á la natura- 
leza, y á mantener ordenadamente la armonía mas 
perfecta. 

Bendigamos, pues, á esa Providencia, y confe te 
mos con Jesucristo, que el hombre no debe afanar 
se por ninguno de esos bienes transitorios y perece- 
deros, sino únicamente contemplarlos. “Ño andéis 
afanados, dice el mismo Señor cu su Evangelio, di- 
ciendo qué comeremos, ni qué nos vestiremos: mi 
lad las aves dpi campo, los lirios del valle, que no 
trabajan ni hilan, y sin embargo ni Salomón con to- 
da su sabiduría se vistió como uno do ellos: buscad 
primeramente el reino de Dios y su justicia, y to- 
das estas cosas se os darán como por añadidura. 
Bástele al dia su propio afan, añade por último.” 

LECCION 3. « 

CLASIFICACION V DIFERENCIA QUE PRESENTAN 
LOS CUERPOS. 

La Botánica y sus divisiones. 

Todos los cuerpos de la naturaleza se dividen en 
organizados ó cuerpos vivientes: v en anorgánicos 
ó brutos. Como en la primera de estas divisiones 
sé comprenden las ¡llantas y los animales, resultan 
las tres secciones á que llamó Linneo reinos, distin- 
guiéndolos por medio del siguiente aforismo. (*) Mi- 


(*) Linneo. — Filosofía botánica, En sus aforisraos. 



23 

neralia crcscunt, vegctabilia crcscunt et vivum; ani- 
malia crcscunt, vivum, ct sentíum. “Los minerales 
crecen, los vegetales crecen y viven, los animales 
crecen, viven y sienten.” 

En cuanto al modo de crecer, los minerales lo ve- 
rifican por justa position, es decir, por la agregación 
de partículas similares y homogéneas, obedeciendo 
únicamente á la fuerza de atracción: los animales y 
vegetales lo hacen por intus-succion, ó introducción 
de las sustanciasen el interior: los primeros lo efec- 
túan por aberturas ó bocas que les sirven para in- 
troducir los materiales necesarios á su nutrición has- 
ta el estómago, centro común de esta función, en 
donde las partes verdaderamente alimenticias se 
elaboran arrojándose el resto hacia fuera; y l os se . 
gundos lo hacen por medio de los poros que tienen 
esteriormente. Resulta, pues, que las raíces v las 
hojas son los órganos especialmente destinados para 
la absorción en las plantas; las primeras lo verifican 
por medio de las raicillas, tomando los principios 
alimenticios de las sustancias del terreno en donde 
se hallan; y las segundas de los productos de la at- 
mósfera, y de los gases que so encuentran en ella 
cuya función se efectúa por socara inferior en don- 
de se encuentran las glándulas, los pelos y demas 
órganos propios para dicho objeto; así como la cara 
superior está destinada para la exhalación. Puede 
confirmarse esta doctrina por medio del sio-iiiento 
esperimento. Si se colocan varias hojas sobre el 
agua, dice Bonet, cambiando artificialmente sus ca- 
ras, se verá que las que están colocadas por su par- 
te inferior, permanecen por mas tiempo frescas que 
tas que lo están por la superior, con lo que se prue- 
ba el uso para que están destinadas ambas superfi- 
cies. 

La fuerza de absorción es tan considerable que 
es superior a! peso de la atmósfera, como lo ha pro- 


29 

bado Hales, por medio de un tubo colocado debi- 
damente sobre una Parra , resultando de aquí, que 
la columna de Mercurio ba subido á 3S pugladas. 
Y en igualdad de circunstancias es mayor la absor- 
ción ejercida por las raices, que la de las hojas; sin 
embargo, que en algunas plantas crasas como los 
Nopales, (Cactus) los cuales se dan bien en terrenos 
pedregosos, la absorción délas hojas es mucho mayor. 

En cuanto á la circulación de los jugos, en los 
vegetales hay una especie de ella, repartiéndose la 
savia por todos sus órganos, con la diferencia de 
que carecen de centro de circular-i' n, ó sea el 
corazón, y pueden dividirse en vatios seres vivien- 
tes, cosa que no se verifica en los animales escoplo 
en algunos de ellos de clase inferior. 

Por lo que hace á la respiración, las plantas ca- 
recen de verdaderos pulmones, y las sustancias ar- 
rojadas por unos y otros, es decir, animales y vege- 
tales, difieren esencialmente, pues la de los primeros 
es el oxígeno, y la de los segundos el gas acido car- 
bónico. 

Respecto del sistema ne> vioso. los vegetales están 
dotados de fibras contráctiles bastantemente elásti- 
cas, y fuertemente higromélricas, que forman su te- 
gido: mas no hay razones para concederles un ver- 
dadero sistema nervioso , como ha pretendido Dutro- 
chet. 

Por lo que hace á la composición química, los ve- 
getales constan esencialmente de oxígeno, hidróge- 
no, y carbono, y en los animales abunda mas el 
azoeto. Comparando los cuerpos inorgánicos con 
los organizados en cuanto á su composición, en los 
primeros entran todos los elementos de la materia, 
pero de manera que uno ó dos de ellos los forman; 
mas en los segundos solo se presentan algunos, y 
los compuestos que resultan son ternarios ó cuater- 
narios por lo menos. 



30 

Si se trata por último de los cuerpos brutos, ve- 
remos que constand'o de partes homogéneas, y no 
estando sujetos á la destrucción ni á la muerte, per- 
manecerían eternamente esas masas inmensas, su- 
puesto que no contienen ningún principio de altera- 
ción; mas pueden pasar á otro estado por agentes que 
los ataquen, ó por esos grandes cataclismos que ha 
habido en el mundo como el Dilubio v otros: y como 
que ellos forman las rocas, las montañas, los terre- 
nos, y todo lo que constituye la armazón de nues- 
tro globo, vienen á ser estos trastornos para el mun- 
do, lo que Jas guerras y las conquistas en lo políti- 
co, que circunscriben ó varían los límites naturales 
de una región ó de un país. 

Se dá el nombre de Historia natural al conoci- 
miento de los objetos comprendidos en las tres sec- 
ciones ó ramos de que liemos hablado, dividiéndose 
por lo misino en Mineralogía, ó sea el conocimicn 
to de los minerales: en Zoología que comprende el 
de los animales, y en Botánica que enseña á cono- 
cer los vegetales ó plantas, de cuyo objeto nos va- 
mos inmediatamente á ocupar. 

La Botánica es. tina ciencia que tiene por objeto 
el conocimiento de los vegetales, es decir, qtte nos 
enseña á conocerlos, distinguirlos y clasificarlos. 

So divide en botánica propiamente dicha, <3 botá- 
nica general, qne solamente se ocupa de los vege- 
tales considerados de tina manera universal. La 
botánica orgánica, ó física veleja!, en qtto ya se con- 
sidera á las plantas como seres organizados y vi- 
vientes, nos enseña á conocer su estructura, el mo- 
do de acción propio á cada uno de sus órganos, las 
funciones que estos desempeñan, las alteraciones 
que puedan sufrir, y las relaciones que unen los 
unos á los otros. Esta parte de la batánica es del 
mayor interes, porque muchos anatómicos y nstolo- 
gistas como Dutrochof, Link, M ii be), Richard, Gi— 


31 

randin y Juiilet &c., se han dedieado á perfeccio- 
narla, y con una multitud de observaciones impor- 
tantísimas, han conseguido hacer desaparecer la con- 
fusión y el caos que reinaba antiguamente sobre uno 
do los ramos mas amenos y divertidos de la ciencia 
de las plantas. 

Finalmente, la Botánica aplicada se ocupa de las 
relaciones que existen entre el hombre y los vege- 
tales, aplicándose á diversos usos, como sabremos 
después. 

Se subdivide el primer ramo en Glosolagia , ó sea 
el conocimiento de los términos propios para desig- 
nar los diversos órganos de las plantas. La Taxo- 
nomía , ó aplicación de las reglas generales de cla- 
sificación al reino vegetal: se comprenden en ella 
los diversos sistemas ó métodos que se han inventa- 
do para clasificar las plantas. Y la pli ¡logra fia, ó 
descripción de los vegetales indicando sus partes. 

El segundo Rompiendo la Organograjia, ó des- 
cripción de los órganos. Fisiología, tratado de las 
funciones de las plantas, las que desempeñan du- 
rante sn vida: la Geografía botánica, que se ocupa 
de conocer el modo en que están naturalmente dis- 
tribuidos los vegetales; y la Paleología, que se versa 
acerca de las enfermedades, ó diversas alteraciones 
que pueden sufrir las plantas. 

En cuanto á la Botánica aplicada, puede serlo á 
la Medicina, tratándose de las plantas dotadas de 
virtudes medicinales; y se llamará Botánica médi- 
ca: á la Agricultura por medio del cultivo y mejora 
de lor terrenos, así como del conocimiento de las 
plantas cereales, tcstiles, &c. y será la Rural; y 
puede aplicarse á la economía doméstica y á las ar- 
tes, denominándose Económica, ó industrial. Por 
último, también se aplica á la Geología, en razón 
de las diversas plantas fósiles que se han encontra- 
do en los terrenos y sirven pata caracterizarlos. 



32 

El estudio de la Botánica, se hace en nuestros 
dias, de la manera mas fructuosa y mas conforme 
á su objeto, merced á los adelantos que han introdu- 
cido algunos genios creadores que aparecen de cuan- 
do en cuando para ilustrar y para iluminar con sus 
luces, las tinieblas en que las ciencias so hallan á 
veces como sumergidas. Sin despreciar el men- 
tó del inmortal Carlos Linnco que fue quien zanjó, 
por decirlo a-d, las bases y fundamentos de la cien- 
cia; debemos al ilustre De-Candolle, cuya pérdida 
llorarán siempre los sabios, el haberla adelantado de 
una manera tan marcada: así comn.á los Sí es. Jtts- 
sieu, Adriano, Mr. Lo Maout, nuestro tan conocido 
y citado Richard Achiles, su padre Claudio y tam- 
bién otros muchos que seria largo referir. 

He dicho que hoy se hace un estudio mas con- 
forme á su objeto, porque no consiste la Botánica en 
conocer solamente el nombre de cada planta, como 
se espresn muy bien el sabio Cavnnillcs, quien en la 
página VIII de su obra impresa en Madrid en 1802 
después de indicar la necesidad de conocer los ór- 
ganos de Jos vegetales, y las funciones a que están 
destinados &c., trae estas nobles palabras: “así pues, 
no se ieduce la Botánica á la nomenclatura de las 
plantas como creen algunos que confunden al cm- 
perismo con la ciencia: ni set a botánico el que re- 
tenga los nombres de las plantas, y las reconozca á 
primera vista: sino aquel solamente que las conozca 
por sus caracteres, que sepa observar con cuidado 
todos sus órganos, y descubrir el sitio donde deba 
ponerse cada planta, en el orden natural, ó en el 
sistema fundado con solidez.” 

l)e donde infiero que hoy que se ha fijado toda la 
atención de los botánicos en estudiar la estructura 
de los vegetales, y conocer á fondo sus relaciones 
por medio del método defamilias naturales, es cuan- 
do se ha llenado el objeto que ántcs indiqué. 


33 

El Sr. Blanco, en la introducción al estudio de las 
plantas, en la página 32, refiriéndose al Sr. de Rojas 
Clemente, (edición de Madrid del año de 1845) 
confirma esto mismo, y dice así: “Mientras la his- 
toria natural de los vegetales no sea mas que una 
lista metódica de sus caracteres, acompañada tal vez 
de algunas citas que á nada suelen conducir, del 
nombre ó nombres que les dan algunos, y de una 
indicación de ios sitios en que se les ha visto, del 
tiempo en que florecen y fructifican, nadie podría 
vindicarla completamente de la futilidad, aridez y 
monotonía, que ó retraen de su estudio á muchos 
buenos talentos, ó les obligan á mirarla con desden. 
Ya es tiempo de que aspiremos á engrandecerla y 
hacerla respetar estendiendo nuestras indagaciones á 
las latitudes, alturas, esposiciones, temperamentos, 
terreno, vatmósferaen que vive cada planta; ásu or- 
ganización, propiedades y usos, y en suma, á cuantas 
relaciones pueda tener con los demos seres y fenó- 
menos del Universo. Entonces sí que nos conducirá 
la Botánica á grandes é importantes resultados, y 
deberá esperarse llegue á ser muy pronto tan esac- 
ta como las matemáticas, tan sublime v profunda 
como la astronomía, tan útil como la agricultura, y 
tan encantadora como la misma naturaleza.” 

¡Qué de provecho podemos sacar, qué de utilidad 
y cuanto gusto, si nos aprovechamos de los sabios y 
luminosos escritos publicados por los Autores que 
acabamos de citar! Uno de los pumos seguramen- 
te mas difíciles de la ciencia, es el estudio de las 
gramíneas, y el délas criplogamas : (*) y principal- 
mente las últimas presentan suma dificultad para su 
clasificación y determinación por la pequeñez de sus 
órganos, asi como por la carencia absoluta de los 

(*) Bodas ocultas, ó ¡llantas en que no se distinguen los 
órganos sexuales ála simple vista. 


3 



34 

sexos en alguna de ellas; razón por la que los bol tí- 
nicos modernos las han dado el nombre de Agamas, 
que quiere decir, falta absoluta de bodas. 

Pues bien, en cuanto á este objeto, tenemos la 
obra del sabio Yaucher sobre las Algas de agua 
dulce, (confervas) escrita con la mayor precisión y 
claridad; y posteriormente el Sr. Páyer (1850) ha 
dado á luz un tratado especial sobre las criptoga- 
mas que es seguramente el mas completo que se ha 
escrito hasta ahora, habiendo dedicado para su for- 
mación diez años consecutivos de su preciosa vida. 

También la escasa obra inglesa de J". Stackhouse, 
titulada: Nereis británica, y cuya adquisición debe- 
mos á la generosidad del Sr. conde déla Cortina y 
Castro, en que se ocupa el autor de los Fucos (*) 
que crecen en las islas británicas, descritos con mu- 
cha precisión y dibujados con la mayor esactitud, 
con sus colores naturales, es una mejora demasiado 
importante para la ciencia de las plantas. 

Seria cansar la atención de mis lectores, seguir 
refiriendo los adelantos que ha tenido la Botá- 
nica; y solamente indicaré que los que deseen ad- 
quirir alguna instrucción sobre ella, así como res- 
pecto de los demas ramos de Historia natural, lean 
el Jardín de las Plantas, obra publicada por Cur- 
mer, la Morphofogía vegetal de Augusto de Saint 
Hilaire; el Diario general de conocimientos útiles 
tanto agrícolas, como botánicos, por Mr. Lemaire; 
y las obras de Le Maout del año pasado de 1852, 
pudiendo agregarse también la Enciclopedia de 
Historia natural del mismo año. 

De modo que, nos convenceremos de las dulces 
emociones que causan á nuestra alma los verdade- 
ros conocimientos, y el amor á la sabiduría, tribu- 


(*) Especie de Criptogamas. Por lo regular de una con- 
sistencia blanda, y que imitan las formas de los animales. 


35 

tundo justamente un testimonio de ternura y agra- 
decimiento al que formó al hombre del todo de la 
tierra (limo terrae) adornándolo al mismo tiempo 
con el don de la inteligencia, „para abrazar lo bue- 
no y desechar lo malo.” (Isaías Cap. 7.) 


LECCION 4. 

ESTRUCTURA ANATÓMICA DE LOS VEGETALES. 

Si se examina á la simple vista, ó mas bien con el 
auxilio de un microscopio la organización interior 
de un vegetal, se verá que está compuesto de celdi- 
llas con paredes delgadas y diáfanas de una suma 
pequenez, ya regulares ó irregulares; y de tubos ó 
vacillos cilindricos, esparcidos ó reunidos en hace- 
cillo. Estas dos formas elementales que componen 
las plantas, se han llamado tegido celular y legidu 
vascular, no siendo sino modificaciones diferentes 
que están reunidas de una manera conveniente y 
que constituyen lo que debe entenderse por tegido 
vegetal. 

Tegido celular. — Este tegido se compone de 
una reunión de celdillas contiguas las unas á las 
otras, de paredes delgadas, trasparentes y llenas de 
poros ó tambjen hendiduras, por las cuales las cel- 
dillas se comunican entre sí. Su forma es variable 
según las resistencias que esperimentan: cuando su 
desarrollo se hace libremente, como en la médula, 
los frutos carnosos &c., ellas son ordinariamente ó 
esferoidales ó exagonales, y por el contrario alar- 
gándose, forman prismas exaedros cuando están 
comprimidas. 

El tegido que resulta de la reunión de las celdi- 
llas se designa por el adjetivo ulricular, ó bien por 



36 

-el sustantivo parenchimia. Las formas mas comu- 
nes de las celdillas poliédricas ó ele muchos lados, 
son las siguientes: 1. p el cubo ó dado; 2. p la co- 
lumna prismática ó de cuatro lados, y en la que la 
altura escede á las otras dimensiones; 3. p la forma 
tabular, es decir, la de un prisma en que por el con- 
trario la altura no llega á las otras dimensiones, y 4» 
el dodecaedro. Sin ver las celdillas aisladas se pue- 
de hasta cierto punto llegar á conocer su forma pol- 
la inspección comparada de los cortes horizontal y 
vertical del legido. No hay necesidad de agregar 
que las celdillas no presentan jamas una regulari- 
dad geométrica absoluta; pues que ellas pueden es- 
tar aisladas las unas de las otras, y cada una for- 
mar una pequeña vejiguilla de paredes distintas, de 
manera que contrariamente á lo que han pensado 
muchos botánicos cuando dos celdillas están conti- 
guas, la membrana que las separa está formada de 
dos láminas separables. Entre las celdillas ramosas 
existen casi constantemente meatos, ó espacios con- 
siderables, á los cnalc-s se ha darlo el nombre de la- 
gunas, que ofrecen por lo regular bastante analo- 
gía y pro poro ion en sus partes componentes. Tam- 
bién Mr. Mirbel ha observado que muchas celdillas 
pueden reconocerse por medio de poros bastante 
distintos, y por lo regular rodeados de un anillo pe- 
queño. 

Los utrículos que componen el tegido celular, 
contienen en su interior corpúsculos ovoides ordina 
riamenlc verdes, y que se han llamado globulinas; 
estos son pequeñas vejiguillas que encierran en su 
interior otros granos mas pequeños nombrados gló- 
bulos, y que ú su vCZ y P or un crecimiento progre- 
sivo, rompen la vejiguilla que los encierra y forman 
otras tantas pequeñas vejigas que contienen granu- 
laciones que se desarrollan como las precedentes; y 
de aquí se origina el crecimiento de] legido celular. 



37 

Observando el desarrollo de la Marchantía (*) se 
lian descubierto tres tipos diferentes: 1. ° las nuevas 
celdillas, pueden desarrollarse en la superficie es- 
tenor y libre de las celdillas ya formadas, y se lla- 
ma extra utricular: 2. ° las celdillas pueden origi- 
narse entre los utrículos ya existentes, y es la Ínter 
utricular; 3. 50 En fin, de la pared interna de cada 
utrículo puede nacer un gran número de otros utrí- 
culos que terminan por absorver y hacer desapare- 
cer en gran parte al utrículo madre, en el que ellos 
se han desarrollado; esta es la formación intra utri- 
cular. 

Descomponiendo un vegetal por medio de la ma- 
ceracion ó con el uso del escarpelo, se llegan á ob- 
tener partes sumamente pequeñas que no toman 
ninguna división ulterior sin una alteración definiti- 
va.^ A esta parte pues, se les ha dado los nombres 
de tegiclo vegetal y órganos elementales. 

Tegido vascular. — Este tegido se compone de 
láminas del tegido celular enrolladas sobre sí mis- 
mas, de manera que forman tubos ó celdillas mas ó 
múnos alargadas sucesivamente unas después de 
otras, y cuyos diafracmas han desaparecido. Estos 
son los que recorren las diferentes partes del vegetal, 
y llevan el aire y los Huidos necesarios á su exis- 
tencia. Sus canales se unen por frecuentes anas- 
lómasis ó variaciones de dirección, y constitu- 
yen la red vascular. Su calibre por lo regular es 
cilindrico, algunas veces oval ó anguloso; y sus pa- 
redes son poco trasparentes, de un cierto* espesor; 
y mas resistentes que las láminas del tegido celular 
que los forman, estando dispuestas siempre en 
la dirección del eje de la planta. Estos vasillos 
presentan siete modificaciones principales. 


(*) Planta de las Criptognmas, compuesta puraments 
del tegido celular. 



38 

].« Vasillos en sarta, ó moniliformes. — Son 
unos tubos porosos, estrechados de distancia en dis- 
tancia, y divididos por diafracmas llenos de aguje- 
ros pequeños. Se les encuentra principalmente en 
el punto de unión de la raíz y del tallo, del tallo y 
sus ramos &c. Pueden ser sencillos ó ramificados, 
y sirven según Mirbel para hacer pasar la savia do 
íos vasillos gruesos del tallo á los de los ramos. 

2. 03 Vasillos punteados ó porosos. — Representan- 
do unos tubos continuados que ofrecen un gran 
número de poros dispuestos regularmente eri líneas 
trasversales. Estos vasos se anastomasean fre- 
cuentemente entre sí y se observan en las raíces, 
nervios de las hojas, y en todas las [jarles por don- 
de circula fácilmente, según Mirbel, la savia. Los 
vasos punteados son los que adquieren un volumen 
mas considerable, y generalmente aun á lasimple vis- 
ta se puede percibir su conducto interior. 

3. c Los vasos radiados, anidares, hendidos, ó 
falsas traqueas. — Son unos tubos cortados por hen- 
diduras trasversales; son lo mismo que las traqueas 
Jos principales conductos de la savia en todas las 
partes del vegetal; observándose perfectamente en 
Ja madera cuyo tegido es flojo v blando, y en parti- 
cular en la balsamina de ¡os jardines. (Impasicns 
balsamina) Vulg. Chinos ó Belenes. 

Los vasos radiados están constituidos por una 
serie de utrículos prolongados, terminados y ajusta- 
dos unos sobre otros por una pared oblicua ó por fi- 
bras terminadas en cono. 

4 Las traqueas. — Son tubos formados por 
una lámina argentina, trasparente y elástica, arro- 
llada en espiral, y cuyos bordes se tocan osada- 
mente, sin contraer sin embargo adherencia. Es- 
tos vasos parecen aislados en el tegido del vegetal, 
y se observan sobre todo en los nuevos vastagos, 
sea al rededor de la médula, ó sea en el centro de 
los filamentos leñosos, 


so 

Las traqueas se comparan liabitualinente con el 
resorte de los tirantes; y sus formas han sido descri- 
tas de diferente modo. Parece, según las observa- 
ciones mas esactas, que este hilo es siempre sólido, 
pero que varía de forma según los sitios y las partes 
en que se ha tomado: á veces es aplanado en forma 
de cinta, denso generalmente, y su corte presenta un 
círculo, una elipse ó un cuadrilátero. Cuando se tira 
ligeramente de la traquea rola, los agújelos de la 
espiral se separan uno de otro, y el filete se desarro- 
lla como el del elástico del tirante sometido á igual 
acción. Cuando se rompen con cuidado las ramas 
tiernas del saúco por ejemplo (sambueus nigra) 
se vé á veces el fragmento inferior quedar suspen- 
dido del superior por medio de unos hilos tan tenues 
que apénas puede percibirlos la vista; estos son los 
de las traqueas desarrolladas, en oposición á las de 
los demás vasos espirales que no lo son. 

5. Vasillos mixtos . — Son los que en los dife- 
rentes puntos de su trayecto, presentan alternativa- 
mente la estructura de los vasos monili formes, po- 
rosos, hendidos ó traqueas. 

G. n Los vasos prtpios Jaculíferos ó depósito de 
jugos propios, que son unos tubos cortos no porosos, 
y llenos de un jugo que es particular á cada espe- 
cie de vegetales. De-Candolle admite cinco espe- 
cies, á saber: receptáculos vexieulares, en caecum ó 
ciegos, tubulosos, fasciculares ó en hacesillo, y ios 
accidentales, encontrándose en la corteza, en la mé- 
dula &c. 

Los vasos lactil íteros son tubos membranosos que 
comunican libremente entre sí por ramas trasver- 
sales, de modo que su reunión parece una verdade- 
ra red. Estos vasos son al principio cilindri- 
cos, regulares y muy delgados; mas tarde, en- 
grosándose conservan á veces la forma cilindrica, ó 
se abultan á trechos, cuyo abultamiento puede ser 



40 

temporal durante la vida. La cavidad interna pue- 
de no ser también igual en todo, aun cuando el cilin- 
dro sea regular esteriormente,.y ofrecer de distancia 
en distancia estrecheces. 

Schultz supone, que con la edad se efectúa una 
estrangulación en los puntos correspondientes á es- 
tas estrecheces debajo de los abultamiontos y en 
las encrucijadas ó encuentros, y mas tarde una di- 
visión completa, entonces los lactilíferos, en lugar 
de una cavidad continua, presentan una serie de 
cavidades separadas unas de otras por otras tantas 
articulaciones y les llama entonces articulados 

7. rt Los vasos simples ó savúsicos, son tubos de 
volumen variado, que tienen paredes delgadas, opa- 
cas y sin poros; están frecuentemente ramificados 
y anastomaseados entre sí, y sirven para la circula- 
ción de la savia. 

Los vasos de que hemos hablado se reúnen fre- 
cuentemente entre sí para formar hacecillos prolon- 
gados, soldados por el tegido celular, y conocidos 
con el nombre de fibras, en oposición á la parle 
blanda compuesta casi enteramente del tegido celu- 
lar, que se llama parencliimia. 

El origen de todos estos vasos ha sido, lince mu- 
cho tiempo, un punto de discusión acerca del cual 
no han podido quedar de acuerdo los botánicos. Mir- 
bel es el que ha dado últimamente alguna luz sobre 
este punto oscuro de la fisiología vegetal, con su 
trabajo acerca del desarrollo de la marchantía. Se- 
gún el, I03 diferentes va^os ó tubos que se observan 
en las plantas, han tenido muy probablemente por 
punto de partida un origen común, un utrículo. 

Esto no difiere en nada de todos aquellos, en me- 
dio de los cuales está colocado, y sin embargo, por 
el desenvolvimiento y por la edad, se trasfovma de 
tantos modos, que admite las formas de los otros, que 
aunque semejantes no gozan absolutamente de las 


41 

mismas propiedades; y que hay algunos que, sin que 
se pueda reconocerlos por ningún carácter esterior, 
tienen la facultad de poderse modificar bajo la in- 
fluencia de ciertas causas, y aun de cambiar ente- 
ramente de naturaleza. Asi la celdilla que goza de 
la propiedad de poder llegar á ser un tubo hendido 
ó una traquea, no .ofrece nada esteriormente que la 
distinga de las demas. Esta es susceptible de cre- 
cer con nuevos caracteres como las demas partes 
de la planta, á consecuencia de la asimilación de 
los materiales que le dá la nutrición. 

Ademas, se encuentran en casi todas las plantas, 
pelos y glándulas. 

Las glándulas son unos óiganos formados por un 
tórrido celular muy lino, en el cual se ramifican un 
(rnm número de vasos. Están especialmente des- 
tinadas á separar do ia masa de los líquidos un flui- 
do particular á cada vegetal. Sus usos y su estruc- 
tura tienen la mayor onalogía con los de ios anima- 
les, y varia» mucho haciendo distinguirse las glándu- 
las vexiculares , globulares, ulriculares, papilares, &jC. 

Los pelos son órganos filamentosos mas ó menos 
delicados, V que parece sirven para la exhalación y 
absorción. ‘ Generalmente no son sino los conduc- 
tos cscretorios de las glándulas, sobre las cuales es- 
tán colocados. Pocas plantas están desprovistas de 
pelos; se observan sobre lodo, en las que viven en 
lugares secos y áridos, y parece que sirven entonces 
para aumentar la superficie absorvente. Cuando 
los pelos se hallan en gran número en un órgano, se 
llama pubescente. La forma de los pelos varia mu- 
cho, lo cual les ha hecho llamar simples, ramosos, en 
cabezuela, en hisopo &lc. Están generalmente for- 
mados de celdillas mas ó menos prolongadas ó de 
muchas colocadas sucesivamente, ó en fin, de un nu- 
mero mayor ó menor, agrupadas de diversos modos. 

¡Que estructura tan sencilla la de los vegetales, 


L 


42 

pero al mismo tiempo que maravillosa! Un solo 
elemento, el tegido celular es el que forma las di- 
versas modificaciones que presentan las plantas en 
su estructura anatómica. Observándolo con el mi- 
croscopio, se ven las celdillas y los vasillos de un 
aspecto cristalino, es decir claras, trasparentes y diá- 
fanas: los vasillos monil ¡formes parecen globulillos 
de cristal ensartados unos en otros: las traqueas se- 
mejan á un resorte brillante en donde se reflejan los 
colores del iris; y las lagunas nos representan la 
imagen de una superficie tersa, comparable con la 
que se encuentra en los lagos. Todo el conjunto 
forma una masa esponjosa como los copos de la nie- 
ve cuando cae á torrentes; y no puede menos de 
confesarse viendo tales combinaciones de la mate- 
ria, que hay una cosa superior á la naturaleza en- 
tero, y que solo Dios es capaz de dar tales formas 
á los elementos que entran en ia composición de los 
vegetales. 

Así es como se eleva nuestro espíritu hasta el in- 
menso trono donde- descansa la divinidad, y desde 
cuyo asiento dirige tiernas miradas ú los hombres; 
así como un padre amoroso contempla á sus hijos 
adorados, porque Dios es asequible á los ruegos de 
los mortales, no es un Dios indiferente á la suerte 
de los imperios y de las potestades, así como á los 
clamores de cada hombre en particular. Lo que 
no3 importa es hacernos dignos de que nos dispen- 
se mas y mas sus bondades; cumplir con su Ley, 
observar estrictamente sus sabios preceptos, v fijar- 
nos en ese principio de la vida eterna que consiste 
en temerlo, y en amar á nuestros semejantes del mis- 
mo modo que él ha amado á sus hijos. De esta ma- 
nera lo dio á entender á sus discípulos los Apóstoles 
el mismo Jesucristo. “Amao3,unos á los otros (les 
dijo la noche de la cena) así como yo os he amado,” 
tíe aquí el gran mandamiento que os doy.” 


43 

Es tan necesario finalmente el lijarse en este prin- 
cipio, que sin él no hay, ni puede haber verdadera 
sabiduría; pues como dice Fenelon comparándolo 
con los rayos luminosos: “el (pie no lia visto esta luz 
pura, es tan ciego como el que lo es de nacimiento: 
pasa su vida en una profunda noche como los pue- 
blos á quienes no alumbra el sol en muchos meses 
del año: cree ser sabio y es insensato, todo cree ver- 
lo y no ve nada, y muere por fin sin haber visio co- 
sa alguna, ó cuando mas ha llegado á entrever os- 
curidades, falsas luces, vanas sombras y fantasmas 
que nada tienen de realidad.” 


LECCION 5.° 


ÓRGANOS LIE LA NUTRICION. 

La nutrición en los vegetales se efectúa como he- 
mos dicho, por medio de los numerosos poros que 
hay en su e-terior y estos se dividen en radicales 
y corticales ó s toma tes (*) siendo los últimos los de 
mas importancia. El profesor Amici los considera 
como unos senos colocados en el espesor de la epi- 
dermis, y rodeados de un anillo elástico que les sir- 
ve de horde. So contraen ó dilatan según el esta- 
do de la atmósfera, es decir, según la mayor ó me- 
nor cantidad de humedad que contiene el aire; y 
correspondiendo sus espacios ó huecos á celdillas 
llenas de gases, sirven para establecer la comunica- 
ción entre todas ellas; y también para la exhalación 
del oxígeno, porque se ha observado que en las par- 
tes donde no los hay, como en la corola, no tiene lu- 
gar este efecto. Los radicales aunque de menos 
importancia sirven sin embargo para la absorción 


(*) De sloma boca. 



44 

insensible, pues que colocados en las últimas estre* 
midades de la raíz comunican con el tallo las ma- 
terias que absorven, y puede probarse su efecto, su- 
mergiendo la planta en un líquido de color con lo 
que se verá su paso al través de los vasillos en un 
espacio corto; bastando también el regar una plan- 
ta marchita para convencerse de ello; pues en vir- 
tud de la succión se pondrá erecta á poco tiempo 
de haber practicado la operación. De aquí resulta 
que las raines y las hojas son los órganos de la nu- 
trición; las primeras la verifican absorviendo el 
agua, el aire y demas principios que se hallan en 
los terrenos: y las segundas la alimentan por los 
oroduclos de la atmósfera estantío en inmediato 
contacto con ella. 

Las sustancias absorvidas por las plantas, son el 
agua y sus elementos, el aire, el oxígeno, el ázoe, 
el gas acido carbónico, algunas tierras minerales, y 
varias sales. El agua obra de varias maneras, des- 
componiéndose ella misma, y subministrando con 
sus elementos los principios inmediatos de lo-, ve- 
getales; y también como disol vente de otras sustan- 
cias. 

El aire cede también la parte de oxígeno que con- 
tiene, el que combinándose con ef'earbono que hay 
en las plantas, dá nacimiento al gas acido carbóni- 
co, función indispensable para que se verifique la 
nutrición. 

El ázoe, se cncuntra en mucha abundancia en la 
naturaleza; porque lo contiene el aire atmosférico; 
v también en los abonos de las tierras mezclado con 
él humus, ó tierra vegetal: penetrando en este esta- 
do á todos los órganos de las plantas, aunque lo re- 
tienen en corta cantidad. 

Las sustancias minerales, los oxides y ¡as sales, 
las lleva en disolución el agua de que se forma en 
su mayor parte la savia ó linfa del vegetal; y aun- 



que algunas de las últimas no son indispensables pa- 
ra la nutrición, sirven corno exitantes de la fuerza 
vegetativa, así el hydroclorato de sosa ó sal común 
conviene á las plantas marinas, el lampote (he- 
lianthus villosus) no se cria bien sino en terrenos 
cargados de yeso; y la borraja (borago oííicinalis) 
contiene nitrato de potasa. 

Las raíces sirven para fijar al vegetal en la tier- 
ra. ó en otro medio en que crezca naturalmente, su 
parte superior se llama cuello ó nudo vital ; la inter- 
media cepa, y la inferior se conoce con el nombre 
de raicilla. La diferencia que presenta este órga- 
no respecto de los demas, es que crece en una di- 
rección opuesta á la de! tallo y nunca toma el color 
verde aun cuando este espuesta á la acción de la 
luz, lo cual sí sucede con los tallos subterráneos, que 
fácilmente loman este color. 

En cuanto á la parte media ó cepa, las raices se 
dividen en iurmosas y fibrosas, según que esta se 
compone de una sustancia sólida, ó presenta va- 
rias fibras. 

Por la figura las raices pueden ser globosas, oblon- 
gas, en forma de buso, cónicas &c. 

Por la superficie y ramificaciones: serán lisas ó 
ásperas , granulosas, tuberculosas, tuberoso -péndu- 
las; fibroso- sencillas, fibroso ramosas, articuladas y 
otras. 

Por la dirección: perpendiculares, horizontales, 
rastreras ó tendidas, y cundidoras. 

Por el lugar donde nacen. La mayor parle se 
crian en la tierra, mas hay algunas que pertene- 
cen á las aguas, como la mayoría de las plantas 
acuáticas: otras viven sobre las rocas, en las pare 
des ó en los muros; y por último, otras aun mas es- 
traordinarias viven implantadas cn'otros vegetales, 
lo que les ha valido el nombre de parásitas. 

Con respecto á la duración, las raices pueden ser 


I 


46 

leñosas perennes, ó anuales, según lus plantas á que 
pertenecen. 

A escepcion de algunos hongos y lichenes, que 
se nutren por medio de los órganos que liemos lla- 
mado chupones; todas las demas plantas están pro- 
vistas de raíz. 

El tallo es el órgano que naciendo inmediatamen- 
te de la raíz, sostiene los ramos, las hojas, y demas 
partes del vegetal. Ya dijimos en el Prólogo de 
esta obra, que según el número de cotiledones, así 
reciben distintos nombres las tres grandes clases en 
que se dividen los vegetales: agregarémos solamen- 
te las especies que abraza cada una de ellas en par- 
ticular. 

Los tallos de los acotilcdones, (véase el prólogo) 
son unos pedúnculos ó bohordos bastante sencillos 
que han recibido diversas nombres como oído Sur- 
culus, T/ia/us, Cormus, ó Anabises, Hipha, Loru- 
lurn, y Slipes. Alas en general se llama Cormus, 
toda parte de las plantas criptogamas que está fue- 
ra de tierra, escepto la fructificación. 

En los monocotiledoncs se conoce el Estipe do 
todos los palmeros, ó mas bien tallo en columna de 
De-Candolle (caulis columnatas) y la caña de todas 
las gramíneas como el maíz, el trigo y el arroz &c. 
Ademas hay la cañuela, el tallo en vaina; el /ccus, 
ó receptáculo orbicular que lleva en la parte supe- 
rior un bulbo, y en la inferior produce raicillas co- 
mo la nzuzena (lilium candidum) y la rhizoma, tallo 
subterráneo que pertenece á plantas vivaces como 
el lirio (iris sambucina) y el sauce de Salomón (con- 
valaria poügonatum.) 

En los dicotiledones tenemos únicamente el tallo 
propiamente tal que en las yerbas ó plantas herbá- 
ceas se llama tallo ( caulis ) y en los árboles, tronco 
(trunous) y que v:i disminuyendo de diámetro des- 
de su base hasta su altura, y se divide en su parte 
superior en muchos ramos. 


47 

Los tallos se diferencian por sus partes: en senci- 
llos cuando carecen de ramos, ó presentan muy cor- 
to número en su estremidad; y ramosos cuando se 
dividen en varios brazos. Seián hojosos los que lle- 
ven este órgano, y aphilos los que carezcan de ellas. 

Por la figura el tallo puede ser rollizo, comprimi- 
do, de dos Jilos y anguloso-, cuyos nombres solos bas- 
tan para indicar su definición. 

Respecto del anguloso es necesario distinguir el 
número de ángulos que presenta y se llamará trian- 
gular ó de tres ángulos; cuadran guiar dj-c. 

En la superficie, el tallo será lampiño, áspero, 
velloso , peloso , cerdoso, borroso, glauco, pinchudo, es- 
pinoso, alado, estriado, y surcado, agregándose tam- 
bién el articulado. 

En cuanto á la dirección será tendido, rastrero, 
cundidor, incorporado, erguido, ondeado, trepador, 
y voluble. 

Por la ramificación, ahorquillado , azpado. arrumi- 
lletado, desparramado; y según la posición délos ra- 
mos, estos pueden ser alternos, opuestos, verlicilados, 
colgantes y péndulos. Y por la consistencia leñoso, 
peremne ó herbáceo. Para medir el tamaño se to- 
ma por tipo una unidad cualquiera, v. g. la vara, 
para que sirva de término de comparación; refirien- 
do á ella toda sus fracciones como la media vara, la 
cuarta, la tercia &c. 

Ya definimos las hojas en la lección 2. a hablan- 
do de las partes del vegetal, y dijimos también sus 
principales divisiones: indicarémos aquí otras va- 
rias que se establecen por los botánicos y que son 
igualmente importantes que aquellas. 

Por la disposición respectiva. Ademas de las 
hojas alternas y opuestas, las hay también en hace - 
sillo, amontonadas, acipresadas ó recargadas, como 
las de los Pinos &c. 

Por la dirección, son erguidas, revueltas y tam- 



48 

bien horizontales como en la mayor parte de las 
plantas. 

Por la inserción serán apezuñadas, abroqueladas , 
sentadas, apoyadas, abrazaderas perfoliadas, traba- 
das ó reunidas, escurridas , y en forma de vaina co- 
mo en la Rosilla (cornelina tuberosa). 

Por el contorno, la Iroja es circular, arredondada, 
aovada ó en forma de huevo, trasobadu , díptica, cs- 
palulada, en forma de cuña y oblonga. 

Por la figura; lanceolada, linear, alesnada, capi- 
lar, triangular, rhombea, de hechura, de delta, an- 
gulosa, arriñonada, acorazonada, aflechada, en for- 
ma de alabarda, runcinada, almenada , con oregi- 
llas, muy partida, ó hendida en gajos, laciniada, ro- 
sada, sinuosa y otras. 

Por el margen, será entera, dentada, festonada, 
pestañosa &c. 

Por la punta Roma, escolada, y otras modifica- 
ciones que puede presentar. 

Por la superficie: desnuda, lampiña, lustrosa, &c. 

Por la sustancia y hechura, avitelada, escamosa, 
con glándulas, espinosa de tres caras, en forma do 
espada como la flor de Mayo (crinun nngustifo- 
lium) &c. 

En cuanto á la composición hay diversos grados 
según ei número de hojuelas y divisiones del pezón 
común, las que pueden verse con alguna ostensión 
en mi obra de Botánica, titulada. “Nuevo curso 
elemental” (1840.) pág. 41. Así como también lo 
que sigue, hablando de la ncrvacion; carácter muy 
importante hay para la determinación de las fami- 
lias naturales y coordinación do nuevos géneros. 

Por último, se incluyen entre los órganos de la 
nutrición los Jnvei'nácvslbs de que ya hemos habla- 
do en la lección 2. a 

Tal es en resumen lo relativo á los órganos in- 
dispensables para la conservación de la vida en el 


49 

vegetal: vida que aunque no es tan estensa en sus 
goces como la de les animales, sirve sin embargo 
para que puedan las plantas desempeñar convenien- 
temente el fin para que fueron destinadas. Las gran- 
des funciones de la nutrición y reproducción, se ve- 
rifican por un aparato de órganos que son de lo mas 
adecuado que pueden imaginarse para llenar su ob- 
jeto. Absorviendo las raíces los jugos de la tierra 
y elaborándolos do un modo particular, los trasmi- 
ten al tallo: éste puesto en contacto con las hojas 
y en relación con la atmósfera, absorve sus produc- 
tos que elaborados pasan á todos los órganos del 
vegetal y forman los jugos propios. 

Estos varían cti cada vegetal siendo ya resinosos, 
balsámicos ó lechosos, como en las Coniferas, Bal- 
súrnineas y Chicoreaceas. Luego que la savia lia 
perdido una parte de sus productos, se forman por 
medio de la deyección las gomas, las resinas y to- 
dos los principios particulares que contienen las 
plantas. Así es como van sufriendo los vegetales 
diversas modificaciones basta llegar á su completo 
desarrollo. 

Mas comparando la vida aun de los animales con 
la del hombre ¡qué diferencias tan marcadas no en- 
contramos/' La mayor perfectibilidad respecto de 
ésta solo se encuentra en él. La posición vertical 
en que se mantiene, y que le permite dirigir sus mi- 
radas hacia el Cielo, pudiendo contemplar la divini- 
dad esa multitud de goces y de placeres que le pro- 
porciona su imaginación cuando está bien dirigida: 
y esa facultad que tiene de pensar y de poder re- 
correr en un momento toda la historia; de viajar 
por todos los países, de reconocer sus diversos usos 
y costumbres; de conversar con todos los hombres, 
de manifestarles sus ideas por medio del lenguaje; y 
de poder estudiar, en fin, las diversas producciones 
de la naturaleza, forman del hombre un ser privile- 

4 


50 

giado superior á todos los animales. Es por último 
un destello de la divinidad, una imagen perfecta de 
Dios, pues que atendiendo á su origen vernos que 
ha sido creado á su imagen y semejanza. “Facia- 
my hominem ad imaginen! et similitudinem nostram. 
(Gen. cap. l.° y 26.) 

LECCION G. p 

ÓRGANOS DE LA REPRODUCCION. 

Los órganos de la reproducción comprenden los 
de la floración ó sea la flor-, y los de la fructifica- 
ción, ó sea el frulo y la semilla. Ya liemos dicho 
que tienen que desempeñar las mas alias funciones; 
pues su objeto es propagar las razas, conservando 
las especies y mantener de esta manera el orden 
admirable de la creación. 

Son de dos especies, el órgano masculino ó es- 
tambre, y el femenino ó el pistilo-, ambos se hallan 
encerrados cuando la flor es completa en la corola, 
la cual está rodeada esteriormente del cáliz. Ya 
liemos hablado de ellos en la lección 2 al dar una 
idea general de las plantas, así como del modo con 
que se efectúa la fecundación. 

Nos ocuparemos de las diferencias y modifica- 
ciones que presentan. 

El cáliz puede ser periantio, de parí, al rededór, 
y anlhos flor, que es el que rodea inmediatamente 
ías flores: el involucro, cáliz que dista de las flores, 
y está situado hijo do la umbela; la trama ó amen- 
tko, especie de receptáculo común á varias flores cu- 
biertas de escamas; la esputa, cáliz membranoso que 
so hiende longitudinalmente: la gluma, cáliz com- 
puesto de varias hojuelas llamadas ventallas, y que 
termina en una punta aguda que es la arista; la ca- 
peruza, especie de cubierta en que termina la fruc- 


51 

tificacion cíe los musgos: y la golilla ó voloa, anillo 
que rodea el áslil de los hongos. 

En cuanto al número de piezas y Jlorcs que abra- 
za, el cáliz puede ser de una ó varias; en el primer 
caso se llamará monophylo, ó monosepalo; y en el 
segundo polysepalo. 

El que contenga una sola flor será propio, y co- 
mún el que lleve muchas. 

También será sencillo ó doble, reforzado, apiña- 
do, desparramado &c. 

Con respecto al germen es libre, cuando eslá si- 
tuado bajo de él, y sin adherencia alguna: y adhe— 
r.entc, cuando está encima del gérmen y adherido á 
él, v. g., en la Yedra (Convolvulus Iponiffia) y en la 
Capa de San José (mnolhcra longifolia.) 

Por lo que hace á la figura presenta varias for- 
mas que se indicarán en la descripción como tubu- 
loso labiado, cónico &c. 

Y por la duración será caedizo, caduco, y perma- 
nente. 

La corola, es el tegumento interior del perigono 
doble. Se diferencia por el número de piezas de que 
se compone; llamándose monopetala ¡a que consta 
de una sola, y que si presenta hendiduras no llegan 
hasta la base: polipétala, es la que consta ríe varias 
piezas. Por la regularidad ó irregularidad, por la 
figura &«., se distinguen igualmente. 

Entre las monopetalas regulares tenemos la 
panulada, la embudada, la cu forma do salvilla, la 
de rueda, y la globosa. 

En las irregulares, la labiada, y la personada. 

En las polypetalas regulares, la rosacea, la acla- 
velada, la aurífera ó cruciforme, la amariposada, 
y por último la anómala. 

Por la inserción según que esté encima, al rede- 
dor, ó debajo del gérmen le llamaremos epigina; 
perigina ó hipoginu. 


G2 

Y en cuanto á su duración será caduca, caediza 
y persistente.. 

El estambre se distingue en cuanto al número de 
filamentos desde uno hasta mil: y por la figura se- 
rán capilares, alesnados, cilindricos ózc. 

Por la proporción serán iguales ó desiguales. Por 
la conexión, "libres ó reunidos. 

Por la situación, estarán adheridos al cáliz, ó á la 
corola, al pistilo ó al receptáculo. 

Respecto de la antera, se tiene en consideración 
su número y las celdillas que presenta. 

Por lo que hace al polen, se encuentra ya reuni- 
do en masas que se llaman polynicas ó en forma do 
granos. 

Los granos del polen, observados ai microscopio, 
parecen compuestos de una membrana delgada, li- 
sa ó rugosa: en este último caso está cubierta de 
una capa viscosa, que no existe cuando es lisa. 

Esta viscosidad del polen, puede servir para ca- 
racterizar las familias, como ha observado Gnillo- 
min,' así las Malvaceas, Cucurbitáceas, Synnnlhe- 
reas áse., tienen un polen esférico v viscoso; y en 
las Gramíneas, Solanáceas, Escrofularins y otras, 
el polen es pulverulento, elíptico y no viscoso: es- 
te polen está marcado de un surco longitudinal ca- 
racterístico, y es constantemente amarillo ó rojo. 

Cuando el polen pulverulento se pone en agua, 
los granos viscosos se abren y trasudan un líquido 
mas denso que el agua, en el cual se perciben otros 
granitos pequeños y verdosos, á que se ha dado el 
nombre de favila. 

En algunas familias como las Orchideas, el po- 
len se presenta en unos granos pequeños, reunidos 
en una especie de red, ya farinoso, ó ya formando 
una masa compacta que está envuelta en una mem- 
brana delgada, que termina en un prolongamiento 
llamado caudtcula. 


53 

El pistilo, según se ha dicho, es el órgano feme- 
nino. Por lo que hace al ovario, se considera su fi- 
gura, llamándolo oblongo , globoso, &c. y también 
será pedicclado : y con respecto a su posición, alto ó 
bajo. 

El estilo será capilar, rollizo, alesnado, trígono , 
claviforme, hueco, ó petuloide: mayor ó menor que 
la corola-, por su número podrán ser uno, dos ó mas-, 
por la dirección vertical, inclinado, ó encorvado-, y 
por las divisiones sencillo, bijido, trífido &c., por la 
conexión reunidos ó separados: y por la duración 
caducos, y pea sis lentes, y alguna vez crecientes co- 
mo en el Clcmatis. 

En cuanto al estigma, es plumoso, en forma de 
pincel, escotado, globoso, ahorquillado, pediendo ser 
trifulo, tetrafido &e. Y también será radiado y 
permanente. 

El fruto se compone del pericarpio y de la se- 
milla. En el primero se considera la cubierta es- 
tenor que se llama epicarpo, la parte media gene- 
ralmente carnosa ó parenehimatosa que es el sarco- 
carpo, y la interior donde están alojadas las semi- 
llas ó el endocarpo. 

Ademas hay la columniUa central, adonde están 
apoyadas las semillas: los disipimcnlos, tabiques ó 
entretelas que dividen la cavidad de las semillas; 
estos pueden ser completos, cuando separan toda la 
cavidad, é incompletos cuando no la dividen sino en 
parte; y las ventallas, partes esteriores en que está 
dividido e! fruto, y por las cuales ha de abrirse: de 
donde resulta que hay frutos que tienen esta facultad, 
y se llaman dehiecsenles, y otros que no se abren y 
son los indeliiecsentes ó uniloculares, porque no pre 
sentan mas que una cavidad. Tenemos un buen 
ejemplo de todas estas partes en el loloachc (Datu- 
ra slramonium.) 

La semilla consta del episperma, y la almendra 


54 

en su interior contiene el embrión, cuerpo organiza- 
do que encierra todas las partes de la planta, aun- 
que en estado rudimental: á veces está rodeado de 
otro cuerpo intermedio que se llama endospertna. 

La semilla se alimenta por el trophosperma, y 
presenta en el esterior una mancha ó impresión que 
es el lunar cilio ó careta: hay un agújenlo en su par- 
te superior que se llanta Onphalode , y que según 
Mr. Turpin sirve para conducir los jugos alimenti- 
cios al interior de la semilla; en uno de sus lados 
presenta una parte saliente efecto de los vasillos 
que no se han ramificado y este es el vusiducto ó 
ráphe llamándose ombligo interno la parte en que 
termina. Ademas, en su parte inferior hay un agú- 
jenlo pequeño que se nombra micropila y sirve pa- 
ra conducir los cordones pistilares hasta el embrión, 
con el objeto de fecundar la semilla. 

El embrión se compone de la raicilla, la plumilla 
y el cuerpo coti/edonario; á veces la plúmula se di- 
vide en dos partes, el talliea y la gómala, esta pro- 
duce las primeras hojas del vegetal. La dirección 
del embrión puede se v recta, encorvada, desigual &c., 
según que la estrernidad cotiledonaria corresponde 
ó no, al ombligo, cuya impresión está mareada con 
la careta, formando ésta la base de la semilla. 

El trophosperma presenta algunas divisiones que 
se llaman podospermas (pies de la semilla) y este 
cuerpo disminuyo constantemente de volumen por 
la germinación; al contrario de lo que sucede con el 
embrión que sigue creciendo. 

Siendo el receptáculo la parte que sirve de sos- 
ten ú las demas de la flor y del fruto, sus caracteres 
están fundados en la figura y superficie, y su estu- 
dio es de bastante interes para el conocimiento de 
la "ran familia do las Synnnthereas ó compuestas, 
que forman mucha parte del reino vegetal, y que 
abundan tanto en nuestro país, siendo tan útiles por 


55 

las propiedades tónicas estomacales y nervimas que 
contienen. 

En cuanto al vilano , apéndices que presenta la 
semilla, unas veces se halla acompañada por el cá- 
liz propio do su flor, que es la semilla coronada por 
el cáliz (semen coronatum) como en la Ambarina 
(Scabiosa atropurpúrea) otras presentan pelos sen- 
cillos (vilano peloso) ó se ramifican (vilano plumo- 
so) otras varias pajas ó aristas (vilano pajoso ó aris- 
tado) y otras, las impresiones que semejan ó las de 
los panales, (vilano favoso.) 

Esto es lo mas importante que hay que conside- 
rar en los órganos de la reproducción; y respecto 
de sus funciones nos ocuparemos especialmente de 
ellas en lo de adelante. 

Para concluir será oportuno hacer la siguiente re- 
flexión. — ¿Quién ha podido inventar un mecanismo 
tan preciso en esta clase de órganos de manera que 
desempeñen tan perfectamente sus funciones? ¿Có- 
mo so podia imaginar que unos seres fijos siempre 
en el lugar donde nacen y que carecen de voluntad 
propia, que no tienen conocimiento de su existencia, 
que no saben lo cpio es el placer ni el dolor, podían 
multiplicarse lo mismo que los seres dotados de 
otras facultades? La naturaleza, ó por mejor de- 
cir, Dios es quien ha hecho que las plantas en su 
mayoría reúnan los dos sexos para suplir estos in- 
convenientes; las ha colocado en la posición mas 
ventajosa para que se verifique este acto de la re- 
producción; y cuando los sexos están separados, las 
corrientes de las aguas, los vientos, los insectos, y 
otros muchos animales conducen el polen fecundan- 
te para que se perpetúen las especies: aun en algu- 
nos casos particulares que hasta ahora no habían 
podido esplicarse, admite Achiles Richar, la opi- 
nión del aura polynuris, emanación particular dota- 
da de las mismas propiedades que el polen, y tam- 


56 

bien se esplica porque una sola fecundación basta 
para muchas generaciones, como sucede con las 
hembras del pulgón que es del género Aphis, y ais- 
ladas estas so ve que un solo acto basta para ¡a re- 
producción en nueve casos, y otro tanto sucede con 
las plantas por analogía. En fin, algunos árboles 
que permanecen infecundos no dejan poreso de mul- 
tiplicarse, verificándolo por otros medios, que se lla- 
rnan artificiales. De todo esto infiero ¡o que dice 
oturm hablando del sentido de la vista, y esclama 
por úllimo, “¿el qué hizo el ojo, acaso será ciego?” 
Asi digo yo, ¿el que ha formado á las plantas con tal 
sabiduría se podrá llamar necio? De ninguna ma- 
nera. Es claro que no. 


LECCION 7. * 

fisiología, vegetal considerada en globo. 

Después que hemos examinado todas las partes 
del vegetal y sus 'pormenores, después que hemos 
contemplando las raíces y los tallos, las hojas c in- 
vernáculos, las flores y los frutos, haciendo una enu- 
meración particularde los caracteres que presentan, 
pasaremos á iratar de las funciones que tienen que 
desempeñar duran'e su vida, y el modo con que lo 
verifican, que es el objeto de la fisiología vegetal. 

Objeto grandioso, al par que contemplativo, por- 
que estudiando cada una de las funciones en los ve- 
getales, de esas funciones interesantísimas que se 
verifican tanto para la conservación de la vida, co- 
mo para la propagación de la especie; el modo con 
que nacen, crecen, se desarrollan, se reproducen y 
mueren; y el conocimiento de los órganos propios, 
do los órganos especiales que están destinados para 
este efecto, hacen que su estudio sea uno de los mas 


57 

bellos y entretenidos, que satisfaciendo al entendi- 
miento por la multitud de hechos observados y por 
la facilidad y prontitud con que se demuestran, así 
como por sil claridad y sencillez, forman de este ra- 
mo de la B itánica, como he dicho antes, un estudio 
no solamente interesante sino divertido. 

Muchos fisiologistas distinguidos han ilustrado la 
ciencia con sus luminosos escritos, mas entre estos 
llaman la atención algunos de ellos. Mr. Girardin 
que no solamente reúne los conocimientos botánicos 
mas profundos, sino que es un Químico do bastante 
notabilidad, ha escrito un Manual de Botánica, en 
que se encuentra una fisiología vegetal que está al 
nivel de los últimos descubrimientos que hay hoyen - 
Europa, y cuya obra hemos consultado en su mayor 
parle. Bailar d , ese hombre sabio que lia escrito 
indistintamente sobre todos los ramos do la historia 
natural, y en todos ellos con el mayor acierto, ha 
publicado un Manual de Fisiología, aplicada á la 
Agricultura y á las Artes, tan bien escrito y tan se- 
lecto, que aunque ocupa un corto volumen, allí es- 
tá contenido todo lo que presenta mayor interes 
respecto de la ciencia. 

En este luíjar creo que será oportuno hacer una 
pequeña digresión, porque yaque he hablado de 
dos compendios escritos por Autores de tanta ta- 
ma y nombradla como los ya citados, esta será la 
ocasión de recomendar lo útil que son las obras ele- 
mentales. 

Un buen compendio, debe ser un tratado que 
contenga todo lo relativo á la Ciencia, dicho en 
pocas palabras y sin cansar la atención del lector; 
deberá estar escrito con mucho método, con clari- 
dad y precisión; lográndose sin duda con una obra 
de esta clase, el aprovechamiento del discípulo, 
y el ponerlo en estado de que por sí pueda ade- 
lantar cuanto sea posible, y comprender después 


5S 

que haya estudiado las bases, lo mas sublime, por 
decirlo así, de la Ciencia: los grandes escritos de 
ios Autores mas clásicos que han tratado la ma- 
teria, profomosiori y que forman esos grandes vo- 
lúmenes que decoran nuestras Bibliotecas: pero 
de otra manera, es decir, no comenzando do lo co- 
nocido á lo desconocido, como dice Condillac, esco- 
giendo v. g. por obras de texto para enseñar en las 
lecciones de las cátedras, obras de gabinete, no se 
logrará en mi concepto (puede ser que me equivo- 
que) todo el fruto que desea obtener un Maestro de- 
dicado esclusivarnenle al adelanto de los discípulos. 

Yo lo sé muy bien por esperieucia. En mas de 
ocho años que llevo de tener el honor de dirigir la 
Cátedra de Botánica, he palpado los buenos efectos 
que me ha producido el haber escrito un libro de 
texto para la enseñanza, en que procuré compendiar 
todos los ramos de la Ciencia, y cuva obra aprobó 
la Junta facultativa del colegio para dicho objeto: 
pues bien, yo en el corto espacio de tiempo que du- 
ra el curso, he podido formar jóvenes alumnos bas- 
tantemente adelantados, que no hubieran podido por 
otro método aprovechar seguramente lo que han 
conseguido por el indicado antes. 

En Europa, donde los adelantos son cada dia 
mayores, de- manera que dá gusto ciertamente, y 
causa una verdadera satisfacción y complacencia 
ver el empeño y dedicación que allí se tiene por las 
Ciencias naturales; aun allí mismo se aprecian de- 
masiado las obras elementales, asignándose premios 
cuantiosos para sus escritores, y todavía á pesar de 
CS..O, se quejan de la falta de esta clase de obras que 
son tan útiles. 

Seguiremos haciendo mención de otros varios 
Botánicos y Fisiologistas. 

Mr. Raspa.il se fijó principalmente en la Quími- 
ca para escribir su Fisiología, y ¿quién negará que 


59 

su obra en esta parte es de lo mas profundo y beiio 
que se lia escrito? El atlas que la acompaña, y en 
que se ven dibujados todos los órganos del vegetal 
y sus diversas modificaciones: esa multitud de lami- 
nas que representan las figuras y formas diversas de 
los tegidos; y los teoremas que sienta el autor en su 
texto refiriéndose áella, y ese modo de demostrarlos 
matemáticamente, hacen de esta obra una Botáni- 
ca puede decirse enteramente nueva, á lo ménos en 
cuanto á su método, y tanto mas si se atiende á 
la esplicacion de las figuras contenidas en el mismo 

atlas. . 

Siento mucho no poder decir otro tanto respec- 
to del sistema que sigue cu la clasificación de los 
vegetales, es decir, en la Taxonomía , porque su sis- 
tema es demasiado complicado, muy difuso, y bas- 
tante difícil de comprender en mi concepto; y co- 
mo respecto de esto debe preferirse en mi humilde 
opinión el que presente mayor sencillez y claridad; 
es'a es la razón porque siempre sera mas ventajoso el 
del Inmortal Carlos [naneo, que como vetemos des- 
pués reúne estas cualidades, y creo que el do Raspail 
es precisamente lo contrario; al monos hasta alioiayo 
no se que haya sido adoptado. 

Boucharilñt . es un Autor universal, no solo res- 
pecto de las Ciencias naturales, sino también con 
respecto á la Medicina y á la Farmacia, y su Fisio- 
logía contenida en los Elementos que escribió de 
Historia natural, en la parte botánica, es aunque 
corta muy bien escrita, y no hemos dudado el con- 
sultarla también. 

Dumeril, en la última cdiccion que ha publicado 
de su historia natural, trae algunas palabras tan 
bien dichas y tan esactas, que puede decirse que 
es lo grande en lo mínimo, ó que abraza en su cor- 
to espacio, lo que otro hubiera dicho en uno mucho 
mayor. 



60 

Juillet, colaborador de Girardin escribió un Dic- 
cionario razonado de Botánica, y la parte fisiológi- 
ca la trata perfectamente bien, y Jourdan, en su Dic- 
cionario polígloto de los términos propios de las 
Ciencias naturales, en la palabra Fisiología (Fisio- 
gie) trae un artículo de bastante ínteres. 

Por último, De-Candoile (Augusto Priamo) y Ri- 
chard (Achules) son los que han tratado la materia 
con mas profundidad. Referiremos algunas de sus 
observaciones. 

Siendo una de las cuestiones mas importantes en- 
tre los fisiologistas la causa primitiva de la ascen- 
sión de la savia, y el modo con que se verifica, cues- 
tión sobre la que se han vertido multitud de opinio- 
nes, pues unos han creído que debia referirse al 
enrarecimiento del aire por el calor; otros lo han 
atribuido al vacío que se- forma en el interior de los 
vegetales: varios lo han querido esplicar por la ac- 
ción del endomosis, ó absorción, en una palabra, por 
la capilaridad, &c. Pues bien, cu medio de todas 
estas opiniones se ha convenido en que depende 
de! organismo particular de los vegetales impulsa- 
do por la fuerza vital-, tuerza que aunque descono- 
cida en sus causas produce todos los electos fisioló- 
gicos. En comprobación de esta verdad, se han he- 
dió observaciones en una planta acuática que abun- 
da mucho en nuestras acequias, que es del género 
chara, y tipo de una familia que lleva su nombre. 
Se ha visto que siendo la savia de color, asciende 
por los vasillos inmediatos al cuerpo leñoso, y prin- 
cipalmente por los vasillos simples; y otro tanto su- 
cede con el clielidonium majus, llamado vulgarmen- 
te Amapola amarilla. Estas interesantes observa- 
ciones hechas con el mayor cuidado, lian dado por 
resultado que, la teoría de ios antiguos que consis- 
tía en suponer que la ascención de la savia se ve- 
rificaba por la corteza, ha sido falsa. 


01 

También lia podido conocerse que la ascensión 
y descenso de la savia, no solamente se verifica en 
la totalidad del vegetal, sino aun en las cavidades 
mas pequeñas que presentan sus órganos; pues se 
ha visto que hay unos corpúsculos de color, llama- 
dos globulillos, en que se verifica este electo. 

Ya se habían hecho varias indagaciones sobre 
esto por Bonaventura Corli, botánico Italiano; mas 
pasaron desapercibidas basta que el Profesor Schult 
en Bcrlin, las repitió con muy buen éxito; y última- 
mente Richard, valido do su exelente microscopio, 
ha venido á confirmar lo que pensaron aquellos sa- 
bios. 

En la Marcanlía, planta del orden de las Crip- 
ta "avias v cuya esttuciura consta del simple tegido 
celular, "se han podido observar en ella los linca- 
mientos de su tegido y el modo con que se desarro- 
lla, marcando el "paso de los vegetales de un orden 
á los de otro orden superior en organización. Otro 
tanto ha sucedido con el género Mucor. 

El sabio Brogniant, trae en su grande obra sobre 
las indagaciones de las plañías fósiles, representada 
la anatomía del Equiselumjluviale, del Columnare 
V otros, en que se percibe cotí la mayor claridad la 
"estructura interior de dichas plantas, cuyo género 
ha servido de tijpn para fundar la familia. Lo mis- 
mo sucede respecto de los heléchos fósiles, en que 
hace un estu lio particular de las nervaciones de las 
hojas, proveyéndonos de caracteres indispensables 
para la clasificación. Porque la anatomía de las plan- 
tas está ligada de tal manera con la fisiología, que 
ambas forman un conjunto, un todo el inas comple- 
to, pudiéndose auxiliar mutuamente; así es que la 
mayor parte de los anatómicos distinguidos han si- 
do también fisiulogistas. 

¿Y qué diremos de Mr, Lecoq, compañero tam- 
bién de Girardin y Juillet? Que su Botánica es un 



62 

precioso tratado en que la parte fisiológica está es- 
crita con método y mucha claridad. 

El plan que nos proponemos seguir en el estudio 
de la Fisiología, es el siguiente. Tomando una plan- 
ta en estado rudimental, es decir una semilla, la co- 
locaremos en circustancias favorables para su desar- 
rollo, y esto formara la primera época de su vida, 
ó sea la germinación. 

Después !u seguirémos en su crecimiento ulterior, 
cuando tome ya las sustancias para su aumento, de 
la tierra y de los cuerpos que la rodean y formará 
la nutrición, comprendiendo una serie de funciones 
que estudiaremos sucesivamente. Luego llegará 
otra éppca mas importante en que el vegetal tiene 
que desempeñar las funciones de la reproducción, y 
estas comprenden la floración, fructificación, madu- 
ración y diseminación: Por último, el vegetal su- 

fre durante su vida diversas alteraciones que se co- 
nocen con el nombre de Patkología vegetal, ó como 
le llama De-Candoile, Nosología, voz en mi con- 
cepto mucho mas propia porque no espresa senti- 
miento. Estas ocasionan su ruina y decaimiento y 
también la muerte; punto donde terminarémos la 
Fisiología. 

¡Qué cuadro tan encantador, que hermoso y que 
divino nos ofrece el reino vegetal en esta parte de 
la Botánica! ¿Quién no se sentirá animado á em- 
prender su estudio seriamente solo por la contem- 
plación de las maravillas tan grandes como ofrece? 
¡Mas cuánto mayor interes adquieren éstas para el 
hombro religioso que en todo ve impresa la mano 
del Señor, el dedo divino que señala á cada cosa el 
destino que le conviene! Gracias sean dadas á eso 
nuestro Dios, que formó del mundo una habitación 
hermosísima, un palacio magnífico para que el 
hombre viviese en él durante su vida, y pudiese des- 
pués glorificarle, dando á las plantas las formas mas 


63 

gallardas, los olores mas suaves, los colores mas be- 
llos, y las propiedades mas útiles y benéficas que so 
pudieran imaginar. 

LECCION 8. p 

GERMINACION, NUTRICION Y CRECIMIENTO. 

Se entiende por germinación, el acto por el cual, 
el embrión animado de la fuerza vital que le es pro- 
pia, se desembaraza de las cubiertas seminales, se 
muestra á la luz, y termina por hallar en sí misino 
los materiales necesarios para su desarrollo ulterior, 
l’aia que esto se verifique son indispensables las cir- 
cunstancias siguientes: 1. p Semilla fecundada y 
madura: 2. p presencia del agua: 3. H presencia del 
aire: 4. p presencia del calor; 5. p en fin, ausencia 
de la luz. 

Que la semilla debe estar fecundada y madura es 
una cosa bastante clara, porque se concibe muy bien 
que sin estas circunstancias no podría producir nue- 
vos individuos, en razón fie que los gérmenes que 
permanecen infecundos carecen de embrión, rudi- 
mento en que como hornos dicho, se hayan conteni- 
das todas las partes del vegetal. (*) 

El agua es tan indispensable que sin ella no po- 
dría verificarse la germinación, pues se ha visto que 
semillas que han estado guardadas por mucho tiem- 


(*) Conviene advertir que las semillas no se han de sem- 
brar después de pasado mucho tiempo de la fecundación, 
porque en este caso pierden su virtud germinativa como su- 
cede con el cacao, la aceituna y otras que abundan en mate- 
rias oleosas; sin embargo, las leguminosas y gramíneas, pue. 
den conservar esta propiedad por mucho tiempo, como so 
lia visto con algunas de ellas que han permanecido muchos 
aüos en lugires secos y puestas en. contacto con la humedad 
han germinado. 



64 

po en lugares secos, no lian podido desarrollarse, lo 
cual se ía efectuado luego que se han puesto en 
contacto con la humedad. Y aunque es cierto que 
les conviene cierta cantidad, esta no debe ser escesi- 
va porque entonces determina la putrefacción de 
las semillas, pues que aun las plantas acuáticas no 
germinan estando sumergidas en el agua, sino que 
á la hora de la germinación se presentan fuera del 
mismo líquido. (*) 

El aire también es indispensable para la germi- 
nación, porque sin la presencia del oxígeno, no se 
puede verificar el desprendimiento del gas ácido 
carbónico, función indispensable para que tenga 
efecto el desarrollo del embrión. 

El modo con que obra el oxígeno es el siguiente. 
Tomando una parte del carbono que contiene el pe- 
rispermaj) los cotiledones cuando son crasos, y com 
binándose con él, forma un volumen igual al suyo de 
gas ácido carbónico, é interrumpido el equilibrio 
que hay entre las partes componentes se alteran lo3 
elementos de la fécula, se establece una fermenta- 
ción y se produce una sustancia amilácea y lechosa 
que es muy á propósito para alimentar al tierno 
embrión en su primera edad, esto dura hasta que 
la plúmula sale á luz, y encontrando ya otra cia- 
se do alimentos cesado el desequilibrio, se convier- 
te la sustancia emulsiva en un principio sacarino, 
resinoso, gomoso &c., según la naturaleza de la 


(*) Girartlin hizo nacer las habichuelas ó frijoles del her- 
bario do Tourncfort, que habían estado guardadas por cien 
años, y se lia visto nacer e| trigo de espigas sepultadas en una 
alacena por mas de 20 anos, lo que prueba que solo les fal- 
taba la acción de la humedad para germinar. 

Estos esperiinentos confirman nuestra teoría de que es in- 
dispensable el agua para el desarrollo dol embrión en las se- 
millas, porque remojando sus cubiertos las dispone para que 
ee puedan abrir. 


65 

planta, y comienza entóneosla segunda época de su 
desarrollo, esto es, la nutrición. 

Sabido esto, puede esplicarse muy bien la acción, 
del ctiloro en el aumento de la fuerza vegetativa se- 
gún se ha comprobado por diversos esperirnontos 
hechos por el sabio Barón de Humbolt, pues que se- 
millas que habían resistido á otros medios, regadas 
con una disolución de chloro se han visto germinar 
con bastante rapidez, y es que descomponiendo el 
chloro al agua, y formando ácido chlorídrico, pone 
en libertad al oxígeno que combinándose con el car- 
bono de la semilla, forma el gas ácido carbónico y 
pone en movimiento á los gérmes para que se pue- 
dan desarrollar. Otro tanto sucede con el ácido ní- 
trico, y otros que producen efectos análogos por me- 
dio de su disolución en el agua común. 

Lo que confirma enteramente que el oxígeno sir- 
ve para la germinación, es el que, colocadas las se- 
millas en el vacío, en el gas ázoe, en el hydrógeno, 
&c., en una palabra, en todo otro gas que no haya 
sido el oxígeno, no han dado señales de vida. Vea- 
mos ahora, pues, como obra el calor. 

La temperatura tiene la mayor influencia respec- 
to de la vegetación, porque cada planta requiero un 
cierto grado de calor, aun que la temperatura mas 
conveniente es entre los 10 á 30 grados de calor ad 
mosférieo. El calor obra como estimulante de las 
fuerzas vitales, como diluente de todas las sustan- 
cias que lleva en disolución y dilatando al mismo 
tiempo los vasillos para que pueda circular en ellos 
la savia con mas facilidad. Y como el calor con- 
viene mas á las plantas que el frió, cuando están los 
vegetales á una temperatura bajo de cero, no dan 
señales de vida; sin embargo, en medio de los hie- 
los pueden conservarse algunas plantas, como los 
trigos (triticum) que en varias partes de Europa y 
hacia el Norte se dan con bastante lozanía. 

5 



G6 

La ausencia da la luz es necesaria para la ger- 
minación, porque su presencia la daña, y se ha ob- 
servado que se hace mejor en la oscuridad. Saus- 
sure cree que este daño proviene del esceso de ca- 
lor que comunica á la semilla; mas De-Candolle, 
Mirbel y otros, piensan que como la luz favorece la 
descomposición del gas ácido carbónico, daña im- 
pidiendo la formación de este gas, tan necesario pa- 
ra la germinación, como hemos visto. 

Sembrada una semilla en las circunstancias favo- 
rables para su desarrollo, lo primero que aparece 
luego que se han roto las cubiertas seminales por 
efecto de la humedad, es la raicilla en forma de un 
mamcloncito cónico, que siendo al principio indivi- 
sa, luego se estimule formando vaiias ramificacio- 
nes á lo largo del terreno; la plómela que estaba 
detenida por los cotiledones se manifiesta á la luz y 
dá naeiminento al tallo, las hojas, las flores y los 
frutos. Luego que aparecen las primeras hojas 
que no son otra cosa que los cotiledones eslendidos, 
queda terminada la germinación, y ya comienza la 
planta la segunda época de su vida, es decir, la nu- 
trición. 

Esta se verifica por una serie ó consecuencia de 
diversas funciones, tomando del terreno ó otro me- 
dio en que se hallan colocados los vegetales, los ali- 
mentos necesarios para su desarrollo: lo verifican 
por las raíces y por las hojas como hemos dicho, y 
las substancias absorvidas son el agua y sus elemen- 
tos, el aire &c., según se ha indicado en la lección 
5 . 

Luego que se ha formado la savia ó jugo alimen- 
ticio por c rnsccuencm de la absorción, y elnbora- 
dose en cada uno rio los órganos del vegetal, pierde 
una parte de su sustancia, y dá lugar á lo que se 
llama perdimiento . Este se efectúa de tres mane- 
ras, por traspiración ó emanación acuosa ó va poro- 
sa, por exhalación, y por deyecciones. 


La emanación acuosa ó vaporosa, se verifica en 
razón directa de las superficies y es mayor de dia 
que de noche; y principalmente desde las seis ú ocho 
de la mañana hasta las doce del dia. En las noches 
calurosas es mas sensible que cillas húmedas y l'rias, 
y por supuesto lo es también mucho mayor en 
la primavera que en el invierno; contribuyendo á 
que se disminuya la caida anual de las hojas, con 
cuya acción se despoja el vegetal de alguno de sus 
principios. Por úliimo, varía en las diversas plan- 
tas según su duración y crecimiento. 

En el curso elemental de Botánica escrito por mi, 
especialmente para la enseñanza, se dan varias 
pruebas de la existencia de esta función y de las 
modificaciones que presenta. (Véase la pág. 138.) 

La espiración consiste en el desprendimiento de 
los gases y otros finidos aerienses, cuyos efectos se 
pueden conocer porque algunos de ellos son infla- 
mables, como la atmósfera que se forma al rededor 
de la Fraximla (Dictamos albus) y que fué obser- 
vado por el hijo de Linneo. 

Las deyecciones, s in la causa de los olores, que 
consisten en las emanaciones particulares del cuer- 
po que los produce; y también las gomas, las resi- 
nas, y ademas varios jugos que contienen las plan- 
tas, ya ácidos, azucarados y viscosos; materias 
que le son innecesarias y que las arroja hacia el 
esterior. El color glauco de los tallos, hojas y 
otras partes del vegetal; el morado que presentan 
las ciruelas do España (prunus doméstica) y las 
materias sacarinas de los nectarios ó jugo meloso 
de las plantas, se esplican muy bien por medio de 
las deyecciones. Y en suma, ¡o que se ha llamado 
antiguamente antipatía de las plantas, no es otra 
cosa que. la acumulación de ciertos jugos dañosos 
para algunos vegetales y que impiden su desarrollo 
y propagación en ese terreno. 


68 

En cuanto á la causa primitiva de la ascensión 
de la savia se han propuesto varias hipótesis: mas 
ya hemos dicho lo que hay sobre esto de paticular 
y el modo por medio del cual se verifica. (Véase 
la lección 7. £3 ) 

Resulta de todo lo espuesto el crecimiento, serie 
de fenómenos que se verifica en los cuerpos siem- 
pre que aumentan deestension, masa y volumen. Se- 
gún las grandes clases de vegetales que se conside- 
ran, varía este acto de la vegetación como puede 
verse en el prólogo de esta obra, al tratar del cre- 
cimiento. 

¿Por qué, puede preguntarse, las semillas de las 
gr-amineas y ¡as que abundan en fécula amilá- 
cea-, que son bastantemente alimenticias, conser- 
van por mucho tiempo la facultad de germinar? 
¿Por qué no perecen prontamente ó se corronv- 
peu como la mayor parte de las demas semi- 
llas y en particular las oleosas? ¿No os una provi- 
dencia que sirviendo estas plantas para alimentar 
al hombre y los demas animales, conserven por esta 
misma razón su virtud germinativa? Así es en 
efecto: Dios ha hecho una especie de escepcion res- 
pecto de ellas, ó les ha concedido mas bien este 
privilegio, para llenar una función tan importante 
como es el proveer á sus criaturas del primero V 
mas necesario alimento, el pan ; así como también 
el que sirvan para la formación de los pastos tan 
preciosos para los otros animales. 

Con razón en los libros santos, se nos da una 
prueba de esa Providencia tan paternal, que se cs- 
t/ende á todos los hombres, designada por estas su- 
blimes espresiones. “Yo amo á los que me aman, 
y ios que de mañana velaren á mí me hallarán." 


39 


LECCION 9. y 

rLORACION, REPRODUCCION Y MADURACION-. 

La floración ó anthcsis, es la espansion completa 
de las flores, y la época en que se verifica varía en 
cada vegetal, dependiendo de diversas causas físi- 
cas, y siendo la primera y principal el movimiento 
de los líquidos en el interior de las plantas, pues 
■que es una circunstancia indispensable para la flo- 
ración el que la savia circule lentamente; asi es que 
las plantas de una región caliente trasportadas á 
otra que lo sea menos, florecerán en el segundo año, 
porque el calor que es bastante para escitar la irri- 
tabilidad no hace que se produzcan las flores; tam- 
bién un árbol que ha sufrido un largo viaje no pro- 
duce flores inmediatamente, quizá porque con el 
movimiento se acelera el curso de la savia, lo que 
impide el que su ascención se baga con lentitud. 

Como la aparición de las flores varia en cada ve- 
getal, esto ha dado origen al Calendario y al Relox 
de Flora, colocando las plantas, según los meses, 
ó las horas en que florecen; mas como la tempera- 
tura y todas las demas circunstancias físicas y lo- 
cales influyen en este caso, es claro que variaián los 
Calendarios según el país en donde se escriban, por- 
que no es lo mismo nuestro clima que el de Fran- 
cia, ó el de Inglaterra por ejemplo. 

Entre las flores hay algunas que viven puramen- 
te unas euantns horas, y luego perecen, y estas son 
las efímeras-, otras abren y cierran sus corolas á 
ciertas horas del dia, ó de la noche, y son las jjie— 
teóricas-, distinguiéndose en diurnas v nocturnas: y 
la mayor parte de las Sinanthercas tienen esta pro- 
piedad, influyendo tanto el estado de la atmósfera 
que una especie de Mercadela (Caléndula pluvialis) 
se cierra cuando ha de llover á otro dia, y al con- 



70 

t i-ario se abre cuando el tiempo es seco; habiendo 
conseguido yo el verla abrir ó cerrar introducién- 
dola en el agua, y sacándola fuera de ella para co- 
locarla por un corto espacio cu el sol. 

Otras aparecen en ciertos tiempos del año gene- 
ralmente á la misma época, y se llaman cqitinoxia- 
les, porque parece que igualan el tiempo; y por úl- 
timo las estacionales, son algunas que se desarro- 
llan en algunos meses como el Trípccohim majus 
(Mastuerzo) lo flor conocida vulgarmente por Flor 
de Mayo (Crinum angustifoliuin) y otras; siendo la 
mayor parte propias de la primavera; y por eso á 
está época se le ha llamado la estación de las flores. 

Varias son las causas que influyen en la comple- 
ta espansion de las flores, pudiéndose contar entre 
estas el movimiento de los líquidos en el vegetal, el 
calórico, la electricidad, y sobre todo la luz, porque 
es la mas influente; habiendo conseguido De-Can- 
dolle y Bary de Saint Vicente, abrir las flores que 
únicamente lo verificaban de din, durante la noche, 
por medio de una luz fuerte artificial. 

La floración dura hasta que está terminada la fe- 
cundación, y si nos parece que esta varia, comparada 
con la duración de las flores, es porque aquella, se 
verifica mas ó menos prontamente, y en algunas con 
la mayor celeridad como en la Campanilla (Cam- 
pánula mediun) en la que cuando se abre la flor ya 
se está verificando, ó se ha verificado ya la fecun- 
dación. 

La reproducción puede hacerse de dos maneras, 
por fecundación, y sin fecundación, ó sea por varios 
medios que se llaman artificiales. 

La fecundación entre las plantas es la acción que 
ejercen los unos sobro los otros, los estambres y pis- 
tilos para producir semillas capaces do perpetuar 
la especie, . 

Supuesto que ¡os pistilos encierran los óvulos ru- 


71 

dimentales de las semillas, estos son los que deben 
ser los órganos femeninos, y por consiguiente los 
estambres son los órganos masculinos. 

El modo con que se obra la fecundación es tras- 
mitiéndose el polen de las anteras pasando al tra- 
vés del estigma y del estilo, hasta los óvulos ó semi- 
llas rudimentales para convertirlas en verdaderas 
semillas. Los fenómenos que se producen en este 
acto, son bastante notables, ejecutando diversos mo- 
vimientos tanto los estambres como el pistilo; lo que 
se percibe muy bien en las plantas acuáticas como 
en el Nenúfar (Ninphaea alba) y en la YaJlisnaria 
espiralis; desarrollándose los pedúnculos de las llo- 
res masculinas y saliendo fuera del agua para poder 
depositar el polen en las femeninas, y efectuándose 
después el crecimiento dentro del mismo líquido que 
es donde se maduran los frutos. 

Un Poeta amigo de la naturaleza, ha descrito es- 
te singular fenómeno en los siguientes versos llenos 
de gracia: 

Bajo sus hondas rápidas esconde 
El Ródano violento, 

Durante al menos la mitad del año 
Una dichosa planta, 

Cuyo vastago crece y se levanta 
En la estación feliz de los amores, 

Y á gozar sale encima de las aguas 
Del padre de la luz los resplandores. 
Inmóviles los machos, en el fondo 
Hasta entonces sujetos, 

Rompiendo el nudo débil, y velones 
Apresurados salen y anhelantes 

A buscar desolados sus amantes 
En amores ardiendo, sobre el rio 
Enamorando están á su nlbedrio; 

Y aun parece también que de Himeneo 
Luce toda la pompa y el recreo, 


n 

Mas después que de Venus 

Pasó el tiempo feliz, la plañía entonces, 

Recogiendo las hojas se retira, 

V bajo de las aguas solo aspira 
A fomentar en soledad profunda 
De sus semillas la virtud fecunda.— 

Castel. — P oema Je las Plantas. 


Aunque la fecundación parece que está sujeta á 
circunstancias menos favorables en las dores unisec- 
suales; sin embargo, la naturaleza las ha provisto de 
medtos a proposito para que puedan verificarla, co- 
mo hemos manifestado ya en la reflexión moral cor- 
respondiente a la lección G. P 

Luego que se ha verificado la fecundación, todos 
los jugos de la planta se dirigen al ovario coñ el ob- 
jeto de que se desarrolle completamente 

Dos son las causas que Influyen en el desarrollo 
de los ovarios, la mayor o menor traspiración v la 
detención de la savia á causa de ¡os ¡nano ,i ' ^ 
denles. Con el objeto de evitar la m- mf ° SCen ' 
bren los frutos, ó encierran en cantistas, v pm-a'lo 
segundo, se hacen ligaduras en el mismo áVb f Los 
jare finaros fundado, en esto, encierran en can arito 
de boca pequeña los frutos del granado ¿m, ¡cu 
granatum) de esta manera evitan la traspiración y 
constguen que todos los jugos que debían emp^em- 
se en otras partes del vegetal, se dirijan á es. . 
to, y logran por este medio que las granadas líe " 0 
que han madurado, (rompiendo el cántaro) apareé 
can de un tamaño muy crecido y los granos nerfee 
tatúente bien dados y de un sabor muy gustoso. 

Se llama fructificación, al paso de I ovario ál de 
fruto perfecto; y maduración, á los cambios Quími- 
cos que se operan en los órganos desde este momen- 
to hasta la dispersión de las semillas. Lue-m que 
se ha verificado Ja fecundación, el ovario se preseq- 


73 

ta lleno do un tegido celular, delicado, homogéneo 6 
impregnado do un licor claro y trasparente, mas 
luego que los óvulos comienzan á percibirse, se ma- 
nüiestan cambios bastante notables; hay un tegido 
laxo y húmedo cti el centro, y firme y craso en el 
esterior, constituyendo entonces la sustancia de 
los óvulos; manifestándose después cambios mas im- 
portantes, pues los lincamientos vasculares se cier- 
ran y entrelazan, llenándose de una sustancia blan- 
quizca ó verdosa; el tegido aumenta de volumen, y 
bien pronto llena el interior del óvulo, formando un 
nuevo ser, es decir, el JLmbrion. 

Esto va creciendo por su parte, lo mismo que los 
demás órganos que forman el pericarpio y la semi- 
lla, constituyendo de esta manera el fruto perfecto. 

Comparando los árboles silvestres con los culti- 
vados, se ve que los segundos han perfeccionado 
sus frutos, por medio de cambios químicos que se 
efectúan en ellos. Los frutos que maduran en el 
árbol, lo verifican por medio de las sustancias que 
les comunica él mismo; mas no por cambios quími- 
cos como acontece con los que lo verifican por se- 
parado, y si nos parece que han perdido la acritud 
que tenían, es porque la materia sacarina se ha 
formado á espern-as de la goma y de la madera, que 
son las que abundan en los que aun están verdes, 
de manera que la azúcar se forma á espensas de la 
jgomn y de la parte leñosa. En los primeros domi- 
na el color verde, y en los segundos el amarillento, 
que nos indica su perfecta madurez. 

La función indispensable para que se verifique la 
maduración, es el desprendimiento del gas ácido car- 
bónico. como ha observado Beiard, que ha escrito 
un trabajo especial sobre esta materia; y en el ca- 
so presente so efectúa combinándose el carbono de 
la madera, ó de la parle leñosa con el oxígeno que 
contieno el aire atmosférico. Lo contrario sucede 


74 

en las semillas, por lo que conviene sembrarlas in- 
mediatamente que se fecundan, porque de lo con- 
trario se endurecen por la gran cantidad de carbo- 
no que contienen. 

En cuanto á los medios artificiales por que se 
reprocudon las plantas sin fecundación, pertenecen 
mas bien á la Agricultura, que á la Botánica; sin 
embargo, daremos una idea general de ellos para 
concluir. 

A mas de los medios naturales, como bulbos uto., 
se reproducen sin fecundación los vegetales por los 
siguientes. 

Renuevos . — Estos son unos ramos tiernos que se 
levantan de las raíces de los árboles y los arbustos, 
ó también de las yerbas, y que enterrados dan na- 
cimiento á nuevas plantas. 

Retoños . — Son los renuevos que salen del cuello 
de la raiz, y producen otros individuos como la Fre- 
sa (Fragaria vosea.) 

Mugrones . — Son una especie do renuevos que 
terminan en una yema, y son susceptibles de pro- 
ducir raiccs, hojas &c. 

Acodos. — Son los renuevos que resultan de la 
unión de dos ramos ó brazos de un árbol, y pueden 
hacerse de dos maneras, ó rodeando la base de tier- 
ra y regándola después para que allí mismo cric 
raíces, ó formando una ligadura en el mismo árbol, 
para queso acumule allí la savia descendente; y 
también para facilitar la operación, se usa de unas 
macetitas ó vasijas de hoja de lata abiertas á lo lar- 
go para que llenas de tierra puedan aplicarse en la 
base del vegetal, á que se lian nombrado emüudillos. 

La teoría de los acodos, consiste en la analogía 
de organización que presentan los tallos y las ral- 
ees, pudiendo artificialmente cambiarse la posición 
de un árbol v conseguirse que ambos órganos se 
conviertan los unos en los otros, 


75 

Las estacas 6 plantones. — Son unos brazos ente- 
ramente separados del tronco: se colocan en la tier- 
ra para que allí enraícen, v conviene que sean sa- 
nas y vigorosas, conservando algunas yemas esta- 
cionarias que deben quedar fuera de tierra cuando, 
se les plante, con el objeto de que puedan desarro- 
llarse las hojas, ramos y demas parles del vegetal. 

Ingertos . — Se entiende por esta palabra tratán- 
dose de la reproducción de los vegetales, la implan- 
tación de un vegeta! en otro, llamándose sujeto 6 pa- 
drón, aquel en que se implanta, é ingerto el implan- 
tado. Los modos con que se practica varían mu- 
chísimo, llamándose do aproximación, de púa, de 
escudete, da corona &e.,mas en lodos ellos se re- 
quiere que los individuos ingertablcs conserven la 
mayor analogía, que entren en savia en la misma 
época poco masó menos, que tengan sus vasillos c! 
mismo diámetro, bastante analogía en la organiza- 
ción, y que sean por lo menos do una misma fami- 
lia natural, y por consiguiente los de un mismo'gé- 
ñero y especie serán mas convenientes. 

Adornas tic esto, el libar del padrón lia de coin- 
cidir con el del ingerto, y se han de cubrir después 
de practicada la operación, con unos lienzos des- 
pués de untados con el barro que se llama de inge- 
ridores. 

¡Cuantos motivos de admiración hacia el Ser Su- 
premo, produce en nosotros la contemplación del 
hermoso cuadro de la naturaleza! Las relaciones 
que los unen entre sí á estos diversos cuerpos, ya 
los inorgánicos, ya los organizados y vivientes, to- 
dos forman una cadena compuesta de diversos es- 
labones, cuyo término es el hombre, como gefe su- 
premo de la creación y á quien están sujetas y por 
quien han sido cicadas todas las cosas. 

Mas fijáhdonos en las plantas por un momento, 
6 indagando las diversas modificaciones que sufren 



?G 

los frutos, v. g., pasando por diversos tintes desde el 
verde obscuro ó bastante cerrado, ltasta el amarillo 
limón, ó amarillo claro ¡que de modificaciones presen- 
tandesde que se fecundan hasta la completa disper- 
sión de las semillas! ¿A qué debe atribuirse su colora- 
ción particular? ¿A qué ese gusto tan diferente, y 
esos sabores tan deliciosos algunos, otros tan amar- 
gos ó tan insípidos? En una palabra, tan varios. 
Dos opiniones hay acerca de lo primero: unos lo 
atribuyen á la influencia de la luz, es decir, á la di- 
versa refrangibilidad de los rayos caloríficos según 
las sustancias sobre que obran, ó las diversas su- 
perficies que presentan los cuerpos; y otros á los 
corpúsculos nerviosos ó de color, según la opinión 
de Dutroehct. 

Mas por lo que toca á la variedad de los sabores, 
puede decirse únicamente, que las diversas elabora- 
ciones de la savia según ¡os órganos, y esas modi- 
ficaciones particulares que forman los jugos propios 
de cada vegeta!, es el origen qne dá nacimiento á 
estos fenómenos: pues aunque De— Candolle opina 
que el jugo alimenticio es ci mismo en todos los ve- 
getales, y que esas diversas alteraciones que sufre, 
no le hacen cambiar de naturaleza, creo que esto 
se debe entender que es en cuanto á su naturaleza 
primitiva, pues que la savia debe ser idéntica en to- 
dos los vegetales; pero que sufre modificaciones di- 
versas, en oso no hay duda, puesto que se nos ma- 
nifiesta tan variable en lodos los vegetales, cuando 
ha sido completamente elaborada, pues que aunque 
es cierto que tiene bastante analogía en lodos los 
géneros, y aun en las especies de una misma fami- 
lia natural, no es lo misino con respecto á las ua— 
riedadea, supuesto que eso es puntualmente lo que 
las constituye. 

De todo o-to debemos concluir, qne el Autor Su- 
premo de la naturaleza, se ha manifestado pródigo 


77 

respecto de los tesoros que lia concedido A los hom- 
bres en medio de su miseria, y que si en las cosas 
naturales es tan liberal, ¿qué será respecto de aque- 
llas que son de otra esfera, y que las lia reservado 
para recompensar al justo, de una manera supera- 
bundante inundándolo de gozos eternos? Por eso 
debemos cantar con el Profeta las maravillas del 
Altísimo (magnalia Dei) como dice él mismo. 


LECCION 10. 

. DISEMINACION, V ALGUNAS IDEAS SOQUE. LA TATUO- 
LOGIA VEGETAL. 

La diseminación es el acto por el cual el fruto 
llegado á su perfecta madurez, se desunen las par- 
tes que lo componen, y arroja las semillas que con- 
tiene en su interior, de donde se infiere que sola- 
mente pueden verificarlo los frutos pluriloculares, 
ó de muchas celdillas, porque los que constan de 
una sola, carecen de partes que puedan abrirse. 

Como una gran diseminación era indispensable 
para que se propagasen las plantas, la naturaleza 
las lia provisto de medios para que puedan verifi- 
carlo. 

En efecto, la fecundidad de algunas plantases 
asombrosa como sucede en el Tabaco y la Ama- 
pola, pues que se han llegado á contar hasta 32,000 
ó 360,000 semillas en cada pié. 

La suma elasticidad de los pericarpios, el que 
muchos de ellos tienen la forma de paracaídas, ter- 
minando las semillas en vilanos; y la fuerza con que 
se abren algunos de ellos, arrojando las semillas á 
grandes distancias, son otros tantos medios de lle- 
gar a obtener esto fin. 

Las corrientes de las aguas,, los vientos, v otra 



78 

porción de circunstancias de esta especie, contribuí 
yen también á la propagación, transportando las se- 
millas de varias plantas desde un continente áotro, 
como sucede con el Arcadium occidentale, que lia 
sido llevado basta la Noruega, 

El hombre mismo, y varios de los animales, co- 
mo las ratas, cuervos &c., contribuyen también á la 
diseminación, pues que varias semillas que se hallan 
provistas de ganchos se adhieren á la ropa, á los 
vellones de los carneros &c., y do esta manera se 
transportan; y en cnanto á lo segundo, todos los fru- 
tos que se eseapati á la voracidad de los animales 
indicados, quedan generalmente enterrados bajo de 
tierra, y allí es donde se multiplican. 

De todo esto se debe concluir, que la naturaleza 
ha proveído á las plantas de todos los medios nece- 
sarios para su engrandecimiento y propagación. 

Aunque la Pnthologin vegetal tiene por objeto el 
conocimiento c!e las diversas alteraciones ó enfer- 
medades que afectan á las plantas; parece mas pro- 
pio á la esactitud de! lenguaje el llamarle Noso- 
logía, como dice De-Candnlle, porque esta última 
voz no espresa sentimiento, lo cual es mas adecuado 
á la naturaleza del vegetal. 

Las diversas alteraciones que sufren las plantas 
dependen de la mala calidad de! suelo en que na- 
cen, de la suma abundancia ó escasez de humedad, 
de la grosura del terreno, del desarrollo de muchas 
plantas parásitas, y en íin, do otra multitud de cau- 
sas que alteran mas ó ménos la vitalidad de estos 
seres. 

Para poderlos clasificar se lian imaginado diver- 
sos sistemas mas ó menos perfectos, mas ó ménos 
estensos ó complicados, aunque cuando se ha que- 
rido seguir exactamente una comparación metódica 
entre los animales v vegetales, se ha dado origen á 
muchos errores corriendo tras de quimera?; porque 



79 

ciertamente hay bastante diferencia 
ciases de seres, sin embargo que tic 
de contacto para que puedan com 
esactiiud. 

Nosotros, prescindiendo de estas cucsliongBdSTtSfNACiaN r 

mos una idea de las enfermedades mas común® dfiN c i a s 
las plantas, y los modos de combatirlas eficazmente. 

La traspiración escesiva ó falta da humedad, es 
lo que acontece por lo regular á los árboles, obser- 
vándose cuando se marchitan sus hojas, secándose 
antes de tiempo. Si esto se verifica cuando la tier- 
ra está bastante húmeda, y los frutos se desprenden 
antes de la época oportuna, puede sospecharse que 
el mal proviene de algún vicio en el terreno. 

La traspiración escesiva puede consistir en que 
un árbol esté plantado en un terreno demasiado ar- 
cilloso, y en este caso se cura mezclándole alguna 
arena para hacerla menos fuerte, y producir una 
savia proporcionada á la especie que debe alimentar. 

La falta de humedad puede provenir de no haber 
tenido riego en mucho tiempo; ó de que el agua so 
infiltra por el terreno antes de que las plantas pue- 
dan absorverla; lo primero se remediará dándole un 
ric'-m inmediatamente, y para lo segundo se mezcla 
á la tierra la arcilla suficiente para impedir la infil- 
tración. 

La plétora ó plenitud. Se insinúa por la caída 
estemporánea de las hojas, porque los frutos se pu- 
dren antes de llegar á su completa madurez. Se 
logra la curación abriendo zanjas inmediatas al ár- 
bol para que faciliten el desagüe, y usando de los 
mismos medios que para las tierras fuertes, es de- 
cir, mezclándoles otras sustancias que puedan dis- 
minuir su robustez. 

La úlcera gangrenosa 6 la gangrena: proviene 
de la mala elaboración de la savia, y se manifiesta 
en una hinchazón ó tumor que levanta en parte la 



80 

corteza esterior, conteniendo un humor corrosivo, 
capaz de inficionar á las plantas inmediatas. 

Cuando se cncuentia en los ra nos pequeños se 
cortarán estos; si es en el tronco ó tallo, es necesa- 
rio cortar toda la parte cancerosa hasta encontrar la 
madera, quedando así la úlcera limpia; y cubrién- 
dola después con el barro d cmgeriilores, ó también 
con lo que usan los Franceses y á- que llaman un- 
güento, compuesto de Pez negra 28 partes, para 
100. Pez blanca ó de Borguña 28. Cera amari- 
lla ó de Campeche 10. Sebo 14. Ceniza cernida 
idem: total 100. 

La exfoliación ó derrama, consiste en un corri- 
miento de humores que salen por la corteza v se 
evita con detenerlo, pues en este caso se cierra la 
herida naturalmente. 

Excreciones. —Cuando estas provienen de una 
ligera detención de la savia, en nada perjudican, 
porque robusteciendo aquella parte, se impide su 
efecto; mas cuando provienen de insectos, enton- 
ces son sumamente perjudiciales, y lo que conviene 
es destruirlos, usando para esto de la agua ele jabón, 
de tabaco, ó de otras, porque con regar las plantas 
con frecuencia se consigue dicho objeto. 

ha fractura 6 desgaje, acontece cuando se sepa- 
ra algún ramo, y lo que debo hacerse es unirlo y 
ligarlo si e-tá enteramente separado; mas si no, 
basta juntarlo y hacer una especie de liga ó atado 
cubriéndolo con barro para que se suelde. 

Las plantas parásitas. Son muy perjudiciales por- 
que las hay como la que viene á ser una especie 
de paztle ó heno (Tidlantia capillaris) que forma una 
ligadura en los árboles tan fuerte, que les impide el 
paso á los jugos, y resulta de aquí que perecen; y 
otras también los van debilitando por las sustancias 
que Ies roban, y no tardan en hacerlos perecer: por 
lo que debe cuidarse de que no se crien estas plan- 


81 

tas, ó de destruirlas en caso de haber crecido v 
fructificado. 

En cuando á los animales tenemos la Oruga, el 
Pulgón, las Hormigas, el Chinche, los Caí (icoles y 
Babosas, y el Barrenillo ; así como también entre 
los cuadrúpedos, el /uiíomdel Campo, el Topo, y la 
Ardilla. 

Todos estos son muy perjudiciales y es indispen- 
sable el perseguirlos en todas épocas y acabar con 
ellos enteramente. Los que deseen tener algunas 
ideas mas acerca de esto, pueden ver el tratado es- 
pecial que sobre el cultivo de los Bosques y Arbo- 
lados escribí y publiqué en un cuaderno el año pró- 
ximo pasad». 

A primera vista parece que las plantas deben es- 
tar sujetas á mayor número de accidentes que los de- 
mas seres orgánicos, porque pt ivadas de sensibilidad 
y de movimicn to voluntario, careciendo de los me- 
dios necesarios para precaverse de las enfermedades 
y no pudiendo hacer uso deesa multitud de recursos 
que tienen varios animales, y sobre todo el hombre 
para mitigar los padecimientos; parece repito, á pri- 
mera vista que debían perecer á cada momento in- 
vadidas de tantas causas como están obrando cons- 
tantemente para queso verifique su destrucción. 

Mas si se considera la sencillez de su composición, 
el número tan limitado de sus funciones en compa- 
ración de las que ejercen otros seres de distinta 
clase; y en fin, el hallarse rodeados de todas las.sus- 
tancias que forman .su nutrición y crecimiento, se 
verá que el número de causas que se oponen á su 
conservación es bien pequeño. Por otra paite, lo 
limitado de su existencia en muchas de ellas, co- 
mo sucede en las plantas anuales, y ese corto espa- 
cio en que tienen que recorrer todos los periodos 
de la vida vegetativa, lineen que el orden regular 
de sus funciones se ejecute con bastante uniformi- 

6 


82 

dad y sin las alteraciones consiguientes á una or- 
ganización complicada. 

Bien podemos sacar por consecuencia de todo lo 
que llevamos asentado, que Dios es admirable en 
todas las obras de sus manos, y que no hay una so- 
la que deje de ser bien acabada y que deje de cum- 
plir perfectamente con su destino. 

Con razón en el sagrado libro del Génesis, des- 
pués de haber descrito Moisés con la mayor subli- 
midad y sencillez la aparición del globo que habita- 
mos, después que nos ha hecho formar una justa 
idea del cielo y de la tierra, saliendo déla nada con 
solo la fuerza de su palabra; despees que nos ha he- 
cho conocer toda su magnificencia y toda su gloria, 
esclama al fin de cada una de estas cosas. “Et vi- 
da Deus quod esset bonum.” “Y vió Dios que es- 
to era bueno.” Palabras que nos espresan mejor 
que lo que pudiera hacerlo un largo discurso, toda 
la bondad, toda la Omnipotencia, toda la complacen- 
cia de nuestro Dios. 


LECCION 11. 

CARPOLOGIA, Ó SEA LA CLASIFICACION DE LOS 
FRUTOS. 

Varios han sido los Autores que se han dedicado 
á la clasificación de los frutos, y entre ellos muy 
particularmente Desveaux, Mirbel, Richard, y so- 
bre todo Gaertner, que ha escrito un tratado especial 
sobre los frutos y las semillas “de fructibus et se* 
minibus;” obra en cuatro tomos grandes con las des- 
cripciones en latín, y representados los objetos en 
una multitud de láminas gravadas con la mayor 
esactitud. 

Todas estas clasificaciones han tenido por bases la 


83 

reunión de varios tipos ó especies principales, y á las 
que pueden referirse todos los individuos que se co- 
nozcan en lo sucesivo: mas como antiguamente so- 
lo se habían fijado en los caracteres esteriores ó en 
circunstancias frecuentemente estrañas á su natura- 
leza íntima, las clasificaciones fueron imperfectas, 
porque no podían menos de participar de este mo- 
tivo: mas hoy que se ha conocido que estos carac- 
teres deben estar fundados en la organización inter- 
na mas bien que no en las formas esternas, es cuan- 
do se ha llegado^- perfeccionar uno de los ramos 
del mayor interes para la Ciencia. 

En nuestro país especialmente, donde la riqueza 
de la vegetación es tan abundante, y donde se en- 
cuentra tanta abundancia de frutos, que muchos de 
ellos aun no están clasificados ni se conocen sino 
imperfectamente, es de la mayor importancia esta 
clase de trabajos; siendo de desear, por tanto, que 
algunas personas de conocimientos científicos y en- 
tusiastas al mismo tiempo, se dedicasen á escribir 
una Carpología del país, ó sea una clasificación de 
los frutos de México, prestando así uno de los mas 
importantes servicios que pudieran hacerse en el 
ramo de Botánica ó Ciencia de las Plantas. 

Quizá se logrará este pensamiento mió con el 
tiempo, y tendré la satisfacción de regocijarme con 
una especie de trabajo nuevo hasta ahora en este 
género, y de la mayor importancia, repito. 

Entre las varias clasificaciones carpológicas que 
se han hecho, la mas sencilla es la de Richard. 

Este Autor divide los fi utos en simples, múltiplos, 
V agregados ó compuestos. Los primeros son los 
que provienen de un solo pistilo que pertenece á 
una sola flor, los segurados provienen de vatios pis- 
tilos pertenecientes también á una flor, y los terce- 
ros de varios pistilos que forman diversas flores, 
pero que están reunidos de tal manera, que resulta 


84 

como si fuera un solo fruto. Por ejemplo, en e! 
Durazno tenemos un fruto simple, en la Rosa y la 
Manzana un múltiplo. Y en la Riña y la Fresa, 
uno compuesto. 

En cuanto al espesor del sarcocai po, según está 
mas ó menos desarrollado, los frutos se llaman secos 
ó carnosos, dividiéndose en dehieesentes ó indehiec- 
sentes, según que tienen la facultad de abrirse 6 de 
permanecer cerrados enteramente. 

Por lo que hace al número de semillas, serán mo- 
nospermos aquellos que contengan una sola; oligos- 
permos los que consten de un corto número, y po- 
lispermos, los que tienen muchos. Ademas se lla- 
man pseudospermos, cuando su pericarpio ó cubier- 
ta propia de la semilla está de tal manera adherida 
á la semilla misma, que no se puede separar fácil- 
mente. 

Tales son los principios establecidos por el Autor, 
quien descendiendo ya á las especies, las distribuye 
del'modo siguiente. 

PRIMERA SECCÍOI». 

Frutos sécos indehiecsenles. 

Los caracteriza el que su cubierta propia está 
adherida fuertemente á la semilla, y son monosper- 
mos ü oligospermos, pero de ninguna manera de 
muchas semillas ó polyspe'rmos. 

Se cuenta la Cariopse, fruto seco, indehieesente, 
monospermo, que proviene ríe un gérmen alto, aun- 
que rara vez bajo, con la cubierta propia tan ínti- 
mamente ligada, que no puede separarse con faci- 
lidad. Pueden servir de ejemplo las semillas del 
Trigo, del Maíz, del Centeno, y en general todas las 
gramíneas presentan este fruto, sirviendo de carác- 
ter para distinguirlas. 

La ake.ua, fruto seco, 'indehieesente, monospermo. 


85 

que proviene de un germen bajo, y cuyo tegumen- 
to propio puede separarse mas fácilmente de la se- 
milla. Por lo regular se halla cubierto por el vila- 
no, como sucede en el Diento de León , ó lechugui- 
lla (Leontliodon laraxacum o Taraxacum dens leo- 
nis. Toast.) en la Escorzonera, en el Lampote &c., y 
en todas las singenesistas. 

La Polakena, fruto que proviene de la reunión de 
varias akenas, y que se dita Diakenu, Triakeno, 
Pcntakeno &e., según el número que presente. Te- 
nemos un, ejemplo de lo primero en las Umbelíferas, 
como la Zanahoria y otras; de lo segundo en la 
Euphorhia y su familia correspondiente; y délo 
tercero en las Arali ceas. 

La Sámara, fruto uni ó plurilocular, membrano- 
so, comprimido, y que termina en unas prolonga- 
ciones á manera de alas, como sucede en ios Fres- 
nos, en que es de una pieza; de dos en el Arce, pre- 
sentando otras tantas membranas, y suele haberlo 
hasta de cinco. 

La glande, fruto bajo, plurilocular, indehiccsente, 
que proviene de varios gérmenes, pero por aborta- 
miento resulta de una sola celdilla; en su estremi- 
dad se observan los dientes del cáliz, y está cubier- 
to en parte ó en su totalidad por un involucró lla- 
mado cúpula. Se presenta en c! encino, el castaño, 
V en toda la familia establecida por Richard, y de- 
nominada Capul f eras. 

La carcelilla, fruto prurilocular, indehiccsente y 
seco, que contiene muchas semillas; estando acom- 
pañado generalmente de una bractca. Ejemplo, la 
filia. (Tilia americana.) 

Y el fruto gimnohasico (ó base de la hembra) 
conjunto de varios írulos ó akenas reunidas y sol- 
dadas por la base, y deprimidas en el centro que es 
de donde proviene el pistilo. Como en la Borraja 
(Borago officinalis.) 


86 


SEGUNDA. SECCION. 

l .° — Fruías secos dchicsenlcs. 

Entre estos se enumera: el hollejo ó folículo’, fru- 
to seco, membranoso, r¡uc se hiende longitudinal- 
mente y contiene las semillas que son muchas ad- 
heridas á una columnilla central (placenta ) Puedo 
observarse c! Venenillo (Asclepias linea ris) el To la- 
yóte (Asclepias Doughosii) el Pcincololotc (Asclepias, 
&e.) Siendo notable en el fruto de estas plan'as el 
vilano sedoso que presentan, y que es hermosísimo. 

La vaina ó siliqua ; fruto soco, dehiecscnie, mu- 
cho mas largo que ancho; formado de dos ventallas 
y otras tantas suturas; y dos trophospermas longi- 
tudinales, teniendo las semillas adheridas alternati- 
vamente á ambas suturas, como en la Alalia, el 
Nabo, la Mostaza, y otras varias plantas peí fene- 
cientes á la familia de las cruciferas. (Tetradina- 
mia silicuosa de Linnco.) 

La vainilla ó silículu : fruto que presenta los mis- 
mos caracteres que el anterior, con la diferencia de 
la forma, pues que en sus dimcnciones es tan largo 
como ancho. Ejemplo, el lepidio. (Tetradinamia 
siliculosa Linneo.) 

La legumbre, es un fruto soco, indehieesente, do 
dos ventallas, y que contiene las semillas adheridas 
á una sola sutura, como por ejemplo, los chícharos 
el Frijol &c. Algunas veces la legumbre está hin- 
chada y como llena de aire, según se observa en 
la Crotalaria; otras se compone de varias piezas 
y está como articulada llamándose lomenlacea ; y 
por último, es indehieesente 3' con los disipimentos 
transversales, como en la Cañafistola (Cassia fístu- 
la) lo cual forma una escepcion de la ¡egla general. 

El pixidio ó caja de Jabón, es un fruto globoso, 
compuesto de dos partes, y que se abre transver- 


87 

salmente llevando en su interior muchas semilla?: 
su parte superior se llama opcrculo, y la inferior an- 
p lloro. Nos presenta un ejemplo la unagálide (Ana- 
gallis) y el Beleño (Hyosevamus niger.) 

El elaterio es un fruto que consta de una ó va- 
rias celdillas, y cuyas ventallas se abren con elas- 
ticidad arrojando las semillas con fuerza, como se 
ve en la Balsámina ó I/npatiens, y en la Euphor- 
bia. 

La caja (cápsula) es un nombre genérico que so 
aplica á todos los frutos membranosos ó leñosos que 
constan de varias ventallas: de una ó mas celdillas, 
v en que el número de semillas es variable, siendo 
por lo regular polyspernias. 

Puede servir de ejemplo la Amapola (Papaver 
Rheas.) 

2. ° — Frutos Carnosos. 

Están caracterizados por el sarc.ocarpo mas ó 
menos desarrollado, aunque siempre lo presentan 
bastante, y constan de una sola ceñidla, siendo uni- 
loculares, aunque el número de disipimentos y de 
semillas es variable. 

Se cuentan las especies siguientes: 

La drupa ó pruna : fruto carnoso, de una celdilla, 
cuvo saroocarpo está bastante desarrollado, y que 
contiene en su interior una semilla osea. Ejemplo, 
el Durazno, el Ahuacate, la Aceituna, &e. 

La nuez. Presenta los mismos caracteres que la 
Drupa, con la diferencia de que el sarcocurpo está 
menos desarrollado. Ejemplo: las nueces comu- 
nes. (Juglans regia). 

El Nuculano, fruto carnoso que presenta en su 
interior varios huesecillos ó drupas como el Zapote 
prieto (Diospyros nigra.) 

La Balaucia : fruto carnoso y jugoso, cuya cu- 
bierta esterior es coriácea y membranosa, teniendo 


86 " 

eñ su interior varias celdillas también membranosas 
y las semillas revestidas de una carnosidad, presen- 
tando los dientes del cáliz en sil e&lremidad, como 
todos los finitos de germen bajo. En la Granuda 
y todas las verdaderas Myrtaceas tenemos un 
eje til pío. 

La ¡Visperidia, fruto carnoso cuya cubierta esté- 
rior está sembrada de una porción de glándulas, que 
contienen aceite esencial, ó interiormente muclms 
céldülas membranosas c m las semillas rodeadas 
dé un simio mas <3 menos ácido. Ejemplo: la na- 
ranja, el limón, &c. 

La Pe ponida. Fruto carnoso con las semillas 
cuyos trophospermas parietales están diseminados 
en el interior y fuertemente adheridos á las semillas: 
en el centro se halla una oquedad que no debe con- 
siderarse como celdilla, porque no está cubierta ó 
tapizada por el endocarpo, y porque no se forma 
sucesivamente ó á proporción que el fruto se vá 
desarrollando, sino que aparece muy pronto en 
cierta época. Este fruto es c! que caracteriza á las 
Cucurbitáceas, como la Calabaza, el Melón, &c. 

La baya. Es para los frutos carnosos lo que la 
cápsula para los secos; es pulposo ó jugoso, y tie- 
ne las semillas alojadas en desorden interiormente. 
Puede piesentar <3 no disipimentos, dividiéndose ba- 
jo esta consideración en verdadera ó falsa. Y pue- 
den servir dé ejemplo la Tarta y el Tomate. 


TERCERA SECCION. 

Frutos múltiplos. 

El Syricarpo: fruto qtle está jbrmado de otros va- 
rios que pueden ser indehieesentes y secos, como 
en la Magnolia (Yoloxochilt) ó carnosos como en 
la Chirimolia. La Melónida de Richard. Pornunm 


89 

de Linneo. Fruto que proviene de un germen bajo, y 
está formado por el considerable desarrollo dol cá- 
liz, en cuya estrernidad se ven los dientes que lo co- 
ronan; y por la razón de estar constituido por este 
desarrollo del cáliz, no se lia incluido entre los fru- 
tos carnosos. Las melunidns pueden ser de dos 
maneras; ó de pepita, cuando el endocarpo es mem- 
branoso como sucede en la Manzana, ó de hueso, 
cuando aquel es de consistencia muy dura, como en 
el Tcjocole (Texocotl, Cratagus mejicano.) 

Este fruto es eselusivamente propio de la familia 
de las Rusuceas. 


C BAIITA SECCION. 

Frutos agregados ó compuestos. 

El cono ó estróbilo', fruto formado de muchas sá- 
maras ó abenas reunidas, cubiertas por escamas le- 
ñosas, y pareciendo que constituyen uno solo; sien- 
do característico de la familia de las Coniferas, co- 
mo el Pino, el Sabino, &o. 

La Sorose, (de Soror hermana) fruto constituido 
por el conjunto de muchas cárpelas ó bayas mame- 
lomadas, como se ve en la Fresa , la Pina y otros 

vegetales. 

Y el Spcone, que consta de un involucro aplasta- 
do y ovoide que contiene en su interior una porción 
de huesos que pertenecen á otras tantas drupas, re- 
sultantes de muchas (lores femeninas, como sucede 
en el 1 ligo y la üorstenia (Contrayerba.) 

Esto es lo que generalmente se sabe acerca de 
los frutos en las plantas fanerógamas, ó aquellas 
cuyos órganos son visibles; mas respecto de las 
Criplogamas, sin embargo de las muchas observa- 
ciones que se han hecho para indagar ó conocer á 
fondo esta clase de órganos, aun se tropiezan con 




90 

muchas dificultades; sin embargo, haremos mención 
de aquellos que tienen relación con los que hemos 
descrito, llamando perisporo, al pericarpio ó parte 
esterior; y espórulos, á los órganos reproductores, 
siendo estos de una suma pequenez, y de una figu- 
ra bastantemente variable, como puede observarse 
en la parle inferior de las esfoliaciones de los He- 
léchos. 

Todas estas diversas clasificaciones que he indi- 
cado antes, y que lian servido para ordenar esa 
multitud de frutos que producen las plantas, siendo 
algunas al parecer bastante cstensas como la de 
Dcsveaux, que cuenta mas de 40 especies; aun no 
son suficientes para poder referir á ellas todos los 
frutos que hasta hoy se conocen, y los que puedan 
conocerse en lo sucesivo. ¿Y qué prueba todo es- 
to? que los sistemas, las clasificaciones, los méto- 
dos &c., no son mas que caminos de hormiga que 
el hombre ha trazado para poder medio entenderse; 
pero que la naturaleza, superior á todo, se burla de 
sus luces, se sobrepone á los descubrimientos, y que 
siendo siempre la Maestra y Señora, ella es fa que 
dicta y cumple sus leyes; esas leyes tan fijas y tan 
invatiables como lo es el Creador que se ias impu- 
so; pero leyes que muchas veces no podemos son- 
dear ni conocer, y nos contentamos npánas con in- 
terpretarlas á nuestro modo. ¡Insensatos! ¿Aca- 
so criticamos á esa Providencia admirable, porque 
no conocemos sur caminos? Somos semejantes á 
los niños que sin poder dar aun razón eircustancia- 
da de las cosas, las murmuran y las desprecian. 

Mas esa Providencia brilla siempre en todas las 
obras de sus manos; en ese conjunto admirable que 
llamamos Universo; en todas y en cada una de sus 
partes. 

Bajo otra consideración, si descendemos á cada 
individuo en particular, á cada hombre; veremos 


01 

que hasta allá se esliendo su dominio, y que se fija 
de tal manera en sil cuidado, que parece no tener 
otro objeto mas que él. Por eso en las Escrituras 
■santas so nos dice: “¿Acaso puede una madre cari- 
ñosa y tierna, olvidarse de su hijo que tiene en los 
brazos? Pues sin embargo, aun cuando ella se ol- 
vida: c, yo nunca os dejaré, ni os abandona) é.” 
(Isaías, Profeta.) 

Palabras consoladoras enlodas ¡as ciicunstan- 
cias de la vida y que vemos confirmadas diaria- 
mente en cada uno de nosotros. Así es en verdad. 


LECCION 12. 


DISTRIBUCION DE T.AS r LAUTAS EN l.A SUPERFICIE 
DEL GLODO QUE HABITAMOS. 

La geografía botánica tiene por objeto la distti- 
bucion de los vegetales en ia superficie del globo, ó 
sea el conocimiento de las circunstancias físicas y 
locales que influyen en su desarrollo. 

Aunque crecen bajo diversas temperaturas, sin 
embargo, la fijeza en el suelo que los vió nacer, la 
buena ó inala calidad del terreno en que nacen, la 
aproximación de otros vegetales cuyos jugos ¡Hie- 
den dañar su existencia, y otra porción de condi- 
ciones indispensables para su propagación y creci- 
miento, son las causas de que jamas puedan ser 
Cosmopolitas. 

Debemos distinguir desde luego lo que se entien- 
de por habitación y por estación. Es una observa- 
ción bastante común la que se dirige á fijar los lu- 
gares en que crecen con vigor ciertos vegetales y 
en que abundan mas especialmente. Así, v. g , las 
plantas que ocupan las lagunas, los estanques, los 
ríos, los acequias &o„ lars llamamos acuáticas', co- 
mo las que se ciian bien en los llanos, las monta— 



92 

ñas y otros varios pnrages, han recibido el nom- 
bre de terrestres: esos lugares ¡mes, constituyen su 
habitación. Mas esta puede ser mas ó menos es- 
tensa, y por lo mismo el parage en donde se en- 
cuentran reducidas, es la estación. 

Hay pues plantas cuyas semillas trasportándose 
á grandes distancias no forman aglomeraciones, ni 
se dan con abundancia en un mismo punto, y á es- 
tas son á las que se ha ciado el nombre de es- 
parcidas 6 raras, en contraposición á las que forman 
varios grupos, y que están reunidas y como vivien- 
do en sociedad, las cuales han recibido el nombre Je 
Sociales. 

Las circunstancias que influyen en el desarrollo 
(lelas plantas son la humedad, el calor, la electrici- 
dad, la luz y otras: en una palabra, todos los agentes 
esteriores ó físicos que constituyen el estudio de la 
Meteorología. 

La humedad atmosférica tiene la mayor influen- 
eir sobre la vegetación, ya sea que el agua obre en 
estado de vapor ó en el de niebla, tocando solo las 
partes aerienses; 6 que condensada en lluvia pe- 
netre en ei terreno donde se hallan las plantas. Es 
tanto mas seca la atmósfera, cuanta menos humedad 
presentad suelo sobre que desoanza, ó que se ¡talle 
ámayor profundidad, como también cu las altas tetrn 
poraluras que producen necesariamente tina pron- 
ta evaporación; mas aunque una baja temperatura 
disminuye la evaporación, otra mas elevada puede 
favoreciendo la humedad y convirtiéndose en vapor, 
encontrar causas que tiendan á mantenerla en este 
estado, y lle vando estos vapores á mayor grado, dan 
lugar á esos grandes aguaceros que se observan en- 
tre nosotros en los meses de Julio y Agosto. 

La inmediación de los mares cuando se combina 
con la dirección de los vientos y dirige los vnpox es 
formados en su superficie, viene á ser un manantial 


93 

de humedad para las Islas, así como también los la- 
gos y otros depósitos de agua loes para los continen- 
tes, obrando de una manera semejante: y á esto se 
agrega los riachuelos que forma la nieve derretida 
de las altas montañas cuya cúspide se halla cubierta 
de nieves perpetuas. 

Se ha dicho que el calor es una emanación, ó sea 
el resultado del calórico, obrando en la vegetación 
como diluente do lodos ¡os jugos y líquidos que con- 
tiene el vegetal facilitando su ascención, porque sa- 
bemos que el calórico tiene la propiedad de dilatar 
todos los cuerpos, al mismo tiempo que trata de equi- 
librarse, y por eso donde hay una baja temperatura, 
allí se encuentra un gran auuinulumieuto de calóri- 
co sacado de los cuerpos inmediatos con el objeto 
de restituir la pérdida que se ha sufrido, v á esto es 
lo que los físicos lian dado el nombre de calórico 
oculto, ó latente. 

Supuestos estos principios manifestaremos el mo- 
do con que so distribuye el calor, según la posición 
de los lugares. Aquellos que están situados sobre 
la linca ecuatorial, icciben mas directamente la in- 
fluencia de los rayos solares, mas á proporción que 
se van separando do esta linea, la oblicuidad de los 
rayes es mucho mayor hasta hogar al máximun en 
los polos. Según las diversas zonas, así también es 
mayor ó menor el grado de calor, de manera que 
en la zona tórrida hace un calor tan considerable, 

, que por eso ha recibido este nombre, influyendo de- 
masiado en la vegetación, porque siendo sabido que 
el calor es mas conveniente para las plantas que el 
frió, claro es que la vegetación se presenta aquí con 
trincha mas fuerza y vigor. Así sucede en nuestro 
•fértil v estenso continente colocado bajóla zona tór- 
rida, y principalmente en las regiones intertropica- 
les y en un suelo virgen es donde la vegetación pre- 
senta la mayor abundancia, las formas mas galanas 


94 

y seductoras, y toda clase de plantas pueden darse 
con abundancia y profusión. 

En las zonas templadas no hay tanto calor como 
en la tórrida , pero sí participan de su calor por la 
inmediación á ellas, aunque se encuentre templado 
por el mucho frió de las glaciales. La vegetación 
aunque no es tan rica, ni tan variada como en la an- 
terior, sin embargo abunda en fertilidad. 

Respecto de las zonas glaciales, puede decirse que 
es una región desgraciada en donde la vegetación 
está reducida á un pequeño y corto número de plan- 
tas bastante pobres y ruines, cubiertas de una borra, 
ó de un tomento bastante espeso, con el objeto de 
precaverlas de ese frió intenso que reina en esos 
climas, y en la Isla Spizbergs hacia el grado SO de 
latitud Norte, solamente crecen 30 especies de plan- 
tas. 

Mas la progresión ss conoce bien, dirigiéndose de 
Norte á Sur, pues que en Laponia cerca del 70 ° 
hay 500, en Islán di a hacia el G5 ° 550, en Suiza 
1,300, en Prusia 2,000, en el Píamente 2,800, en 
Jamaica 4,000, y en Madagascar 5,000. 

Respecto rlc la electricidad, y de la luz, en cuan- 
to á la primera ya hemos indicado la influencia que 
tiene en la vegetación, pues que se ha visto durante 
las tempestades desarrollarse de una manera consi- 
derable los vegetales, de modo que no puede du- 
darse de que á ella se deben muchos de los fenóme- 
nos que presentan las plantas, y que contribuye en 
gran manera para su completo crecimiento y desar- 
rollo. 

La luz tiene una grande acción sobre el desarro- 
llo de las plantas, pues que es la causa primitiva de 
la solidez de sus tegidos. de la coloración de sus par- 
tes, y de la formación de sus jugos propios, aumen- 
tando su fuerza de succión y entreteniendo la tras- 
piración acuosa que casi es nula en la oscuridad. 



05 

Así es que toda plañía privada de luz se cria débil, 
sus tallos se adelgazan y termina por perecer. En 
razón de esto acontece, que los vegetales a! parecer, 
por una especie de instinto buscan la luz, y dirigen 
muchos de ellos casi constantemente sus corolas ha- 
cia los rayos luminosos. La naturaleza es quien les 
ha impuesto esa necesidad de buscar la luz. 

Ya hemos visto en la Fisiología, el papel tan im- 
portante que desempeña la hrz, descomponiendo el 
gas ácido carbónico en las plantas, produciendo la 
fijación del carbono, y arrojando el oxígeno hacia el 
esterior, función indispensable en lodos los actos ve- 
getativos para que se verifique el crecimiento. 

Por lo que hace á su distribución sucede lo mis- 
mo que con el calor, pues que se halla desigual y 
diferentemente distribuida según la posicion^de los 
lugares en la superficie del globo, recibiéndola mas 
directamente los que están bajo la línea ecuatorial 
que I os que se hallan situados en los trópicos ó ha- 
cia el círculo polar. 

Ln cuanto á las montañas reciben mas luz que 
los valles á quienes lineen sombra, así es que las 
plantas que crecen en las primeras son en ge- 
neral mucho mas corpulentas que las de los segun- 
dos, encontrándose en estos todos los vegetales que 
requieren sombra y humedad. 

Los agentes físicos de que acabamos de hablar, 
combinados en cierta dosis, ó en cierta proporción 
forman lo que se llama clima, porque fácil es inferir 
que no á todas las plantas les conviene un mismo 
elimo, y así es que se encuentran diferencias muy 
considerables según las zonas en que los vegetales 
ge crian como hemos dicho ya. 

Cuando se multiplican las estaciones, y cuando la 
temperatura varía, entonces se forma lo que se ha 
Jamado una región, que no es otra cosa, sino la reu- 
nión de varios climas que presentan analogía entre 


96 

sí, como sucede en las regiones ecuatoriales , equi- 
noxiales. intertropicales, -&e. .. .. 

Pasaremos á hacer una reseñado ladisti ibuciou de 
los vegetales según los terrenos ó lugares donde se 
crian, podiendo elividirestosen dos clases, acuáticos y 
terrestres: los primeros son los mares y sus playas, los 
ríos y los riachuelos, los estanques y demas lugares 
inundados y cenagosos, y los segundos comprenden 
los llanos y las montañas y todos los terrenos que 
por su posición no se hallan debajo de las aguas, ó 
solamente esperimentan intimidaciones accidentales. 

Lugares marítimos ó acuáticos. 

Bn el mar se encuentran plantas hasta en los pa- 
rages mas profundos del Océano y aun en el fondo 
de los valles que rodean las islas, pudiéndose com- 
putar su profundidad en 4,500 varas de las nues- 
tras. Las plantas marinas son liehenes y otras des- 
provistas de raíces, y cuya succión se verifica 
por medio de chupones semejantes á los hocicos de 
las sanguijuelas. Se hallan cubiertas de poros muv 
laxos, siendo su consistencia blanda y acuosa; las 
formas mas espresndas y las hojas tiernas, rojizas y 
azulejas, participando del sabor salado de las aguas. 
Como están alimentadas en una temperatura casi 
igual, son muy sensibles rd frió. 

Las playas que están compuestas de arenales, 
presentan plantas de un.tcgido firme, craso, y resis- 
tente. Entre estas plantas, se halla la salicornía y 
la salsola, la cal marina, y el cardo corredor; (ery- 
nium mnritimum) cuyo tinte es glauco. 

Las fuentes y los riachuelos alimentan plantas 
cuyo follagc tieno un verdor agradable, y sus pro- 
piedades son antiescorbúticas. 

Las márgenes de los ríos presentan plantas que 
pertenecen á la f’amila de los Juncos, Sabinos, Car ■ 



07 

rizos y otras, variando sus hojas en las formas des- 
de lineares, hasta aovadas ó anchamente lanceoladas. 

Los lagos, que pueden considerarse brazos de 
ríos, contienen los mismos vegetales. 

Alas lagunas que comprenden lodos los terrenos- 
inundados durante las aguas, y que se secan y dis- 
minuyen en el estío, pueden agregarse los estanques 
(Slagna) y las zanjas, las tierras fangosas, (loei uli- 
ginosi) y las turbas (pulíales caepitosce) aunque es- 
tas últimas vanan un poco en las especies de plan- 
tas que contienen. 

Los vegetales que se encuentran en ellas, tienen 
un follage triste: se distinguen estas plantas por su 
sabor acre y nauseabundo, y en las acequias prin- 
cipalmente se hallan los tusílagos y todas las plaú- 
tas de la familia de las cyperaceas, que se conocen 
con el nombre de Tule. Ademas hay la lentejilla de 
agua (Lemma de Linneo) que cubre la superficie, 
varios Eupatorios en sus orillas, el chichilacaztle. 
(Pistia straliolis) &c. 

Lugares terrestres. 

Las plantas que pertenecen á estos lugares y prin - 
cipalmente las de las Montañas, tienen un aspecto 
muy diverso de las de los lugares acuáticos, varian- 
do de forma, consistencia y color desde la profun- 
didad del mar, do los ríos y lagos, hasta las cimas 
áridas y secas de las rocas mas altas, cuya circuns- 
tancia indicó Linneo en un solo aforismo. “Plantac 
diversae indicant altiiu dinem perpendicularem ter- 
rae.” (L. Plujl Bot.) “Las plantas varían (dice) se- 
gún la diversa altura á que se encuentran respecto 
del nivel del mar.” 

En cuanto á los suelos que convienen á las plan- 
tas terrestres, se observa que en los parages áridos 
crecen las mas suculentas como los Cactus, (Nopa- 

7 



98 

les) y Aloes y también los lichenes, cuyas raíces so 
adhieren á las rocas mas duras, y son propios de los 
terrenos pedregosos. Las plantas alpinas, son las 
que crecen en las montañés cubiertas de nieve. Y 
en los lugares de pastos, hacia las costas, en los va- 
lles, y en las márgenes de los ríos se hallan especies 
muy numerosas de la familia de las gramíneas, y 
otras que se recogen en tiempo do las cosechas, v 
se les ha llamado Cereales. Sirviendo ambas de ali- 
mento al hombre y á otros animales heoiboros, y 
principalmente al ganarlo. 

Los campos incultos convienen á las plantas que 
requieren sequedad y aridez, como el Serpol, la Ar- 
temisa, una especie de Alfalfa (Medicago falca ta) y 
otras; masen los campos culticados hay una porción 
de plantas también cereales como el trigo &c. 

El suelo de los Bosques es á propósito para todos 
los vegetales que requieren sombra y frescor, dis- 
tinguiéndose los verdaderos bosques de las Selvas 
(Sylvae.) Los primeros son menos fértiles y esten- 
sos que los segundos: alimentan un gran número de 
Sabinos, Pinos y otros árboles resinosos, así como 
también Arbustos de la familia de las Rosaceas; y 
los segundos siendo mas estensns, son propios de los 
vegetales, que como liemos dicho, requieren sombra 
y fresco, reputándose entre ellos los Encinos, Ali- 
sos, Fresnos, y todos los árboles grandes llamados 
de Bosque, á cuya sombra crecen las plantas de 
primavera, contándose entre ellas algunas veneno- 
sas, como la Cicuta y la Belladona. 

El sabio De-(Jaudo!!e se propone hablar de la 
división adoptada por él, en climas, estendiéndose 
hasta 10, que son los que se cuentan actualmente; 
mas los límites de nuestro escrito no nos permiten 
estendernos en una materia que por su impor- 
tancia no podemos menos de hacer algunas indica- 


99 

ctones, con io que creo cumplimos non nuestro ob- 
jeto . 

Así para terminar, haremos observar que en 
las calzadas de las inmediaciones de México, se 
hallan con mucha abundancia los Alamos blancos , 
(Populus alba) el Sauce mexicano (Salix Bomplan- 
d i n a II.) y el Arbol del Perú, (Sehinus molle) y 
principalmente en la calzada de Guadalupe se en- 
cuentran algunas variedades de este último que he- 
mos tenido ocasión de observar; ademas de otra 
multitud de plantas que crecen en los alrededores 
de la Villa, y con especialidad siguiendo la orilla 
del rio. 

¿No es admirable en efecto ver cómo se han pro- 
pagado las plantas, cómo se han ido diversificando 
sus especies, y cómo por fin han llegado á cubrir 
toda la superficie del globo? Ademas de esto, ¿qué 
sabularia y que inteligencia no se debe atribuir al 
Creador de ellas, puesto que las ha colocado en las 
circunstancias mas favorables para su desarrollo? 
¿Y que si ha permitido la destrucción de algunas 
especies, es con el objeto de la propagación de otras 
mucho mayores para perpetuar el orden admira- 
ble de la Creación, haciendo que las unas contribu- 
yan con sus despojos á la vivificación de las otras? 
¡Oh, que sabiduría! ¡Oh que inteligencia! Mas ha- 
ciendo una comparación entre los vegetales y noso- 
tros mismos ¿no es verdad que de esta manera nos 
convenceremos mas íntimamente de su ternura y su 
bondad? ¿No es cierto que así como á las plantas las 
lia colocado en los lugares mas á propósito para su 
propagación, á nosotros nos lia hecho nacer en un 
país cristiano, nos ha prodigado toda clase de auxi- 
lios espirituales, nos ha hecho crecer y fortificar en 
la virtud, ya con el ejemplo de nuestros buenos Pa- 
dres, Maestros y Directores, ya con el de tantas per- 
sonas piadosas c ilustradas que han contribuido pa- 


10Ü 

ra nuestra instrucción, y que nos han corroborado 
en nuestros buenos propósitos, ya con la protección 
inmediata de Dios, que constantemente nos sostiene 
de su mano? ¿l-’or qué pues no llamos unos frutos 
opimos y buenos, unos frutos sazonados y perfectos, 
como de’bia esperarse de tales antecedentes; en una 
palabra, unos frutos dignos de penitencia? 

La respuesta la ha dado el Salvador del mundo, 
hablando en la parábola del Sembrador: “porque 
la semilla (dice) cayó entre piedras y espinas, y las 
piedras v las espinas la sofocaron,” porque no ha 
caido en buena tierra que diese ciento por uno, y so- 
obtuviera la vida eterna. 

Procuremos, pues, corresponder á nuestra voca- 
ción que es la de ser Santos, y entóneos claremos 
frutos que resalten- en los futuros siglos. Vitam 
venturi seculi, como decimos en uno de los artícu- 
los fundamentales de nuestra creencia. 


LECCION 13. 

TAXONOMIA, SISTEMAS Y METODOS 

Hemos dicho que la Taxonomía es la aplicación 
de las. leyes generales de clasificación al reino vege- 
tal. Se han imaginado según esto, diversos siste- 
mas ó métodos para clasificar las plantas: fundán- 
dose los primeros en la consideración de uno ó va- 
rios órganos, como el de Linneo, ó en la reunión de 
caracteres que presentan todas las partes de las 
plantas según la relación que tienen entre sí, como 
en el método de familias naturales de Antonio Lo- 
renzo Jussieu. 

En efecto, sin un orden, sin un método progresivo 
y natural, era imposible llegar á conocer todas las 


101 

plantas que cubren la superficie del globo; era pre- 
ciso un guia que fuese seguro para penetrar en ese 
caos insondable, y que como el hilo de Ariadna nos 
sirviese para salir del laberinto que forman esa mul- 
titud de seres esparcidos con profusión en toda tú 
tierra. 

Mas al principio las clasificaciones fueron bastan- 
te imperfectas, pues que se tomó el orden alfabético, 
y se hizo uso de las diversas consideraciones que 
tuvieron los botánicos según la importancia queda- 
ban á cada órgano; asi es que unos la fundaron en 
las rutees, otros en los tallos, otros en las hojas; 
aquellos en la s flores, &c. 

Pero en el siglo XVI, Gcssner fué el primero 
que conoció la necesidad de recurrir á los órganos 
de la floración y del fruto, para llegar á una clasifi- 
cación esnota, y entrevio al mismo tiempo que las 
plantas podían reunirse en grupos formando por de- 
cirlo así una especie do sistema que después dió por 
resultado el melado de familias naturales. 

Mas para adquirir el conocimiento de todas las 
parles de las plantas, lia sido preciso analizar un 
gran número do vegetales, y desde entonces se ha 
conocido la necesidad de aproximar tinos á otros-, 
cu aquellos cuyas parles presentan mas relaciones, 
y á estas reuniones ó agrupamientos se ha dado el 
nombre de clasificaciones botánicas. » 

“Cuanto mas crece el número de plantas conoci- 
das, dice Mr. Bouehardat, tanto mas conoce nues- 
tro espíritu la necesidad de disponerlas en grupos 
que puedan abrazarse bajo un solo punto de vista. 

lie aqni el origen de todas las clasificaciones; po- 
ro estas clasificaciones una vez creadas presen- 
tan para el estudio de los objetos clasificados, una 
ventaja inmensa, la de poder ir á buscar la descrip- 
ción y el nombre de un objeto que por primera vez 
ge nos presenta, y ofrecen, según los medios emplea- 


102 

dos para establecer sus bases, diferencias importan- 
tes que interesa hacer conocer.'’ 

Es cierto que una clasificación puede estar fun- 
dada sobre un pequeño número de caracteres de los 
objetos que se clasifican, como puede estar sobre el 
mayor número posible, Ln c! primer caso, se cla- 
sificarán fácilmente objetos que se conocerán muy 
poco, y en el segundo, serán clasificados los objetos 
después de haber estudiado stj estructura entera con 
el mayor cuidado. Se concibe pues, une entre es- 
tos dos modos opuestos de agrupar los vegetales, 
puede existir un gtan número que participará mas 
ó menos del uno ó de! otro. Los que se aproxi- 
man mas al primero, han Yccibido el nombre de 
Métodos artificiales 6 Sistemas, y los que se acer- 
can mas al segundo, han sido llamados Métodos na- 
turales. 

La clasificación de Linnco se halla en el primer 
caso, la de Jussieu en el segundo, y el método de 
Tournefort participa casi igualmente del uno y del 
otro. Entre ei considerable número de clasifica- 
ciones que bajo el nombre de sistemas y métodos 
han obtenido á su vez mayor ó menor celebridad, 
nos ocuparemos principalmente de los tres indica- 
dos, agregando también el de De-Cnndolle, por ser 
una modificación de el de Jussieu, hallándose ya 
bastante es!ood¡do,,y habiéndose publicado sus ubi as, 
que están escritas bajo ei misino método. 

Cuando se quieren adquirir conocimientos posi- 
tivos, no debe adoptarse indiferentemente un méto- 
do cualquiera, pues si no se toma el partido pru- 
dente ele estudiar los mas notables, debe darse siem- 
pre la preferencia á aquel que está fundado sobre 
todos ios caracteres de los objetos que se clasifican, 
y principalmente sobre los mas constantes. La ma- 
yor ó menor constancia de los caracteres que ofre- 
cen los diversos órganos de las plantas, ha llamad' 


103 

la atención de los botánicos, y han sido necesarios 
todo3 los trabajos de los que han vivido hasta fines 
del siglo XVIlí, para llegar á conocer que, con pe- 
queñas escepciones, las partes del vegetal que pre- 
sentan los caracteres mas invariables en las plantas 
congéneres, pueden ser enumeradas en el orden si- 


guíente; 




l.° 

La 

semilla y sus partes. 


2.° 

El 

pericarpio y sus parles. 


3. ° 

El 

pistilo, los estambres y su 

inserción. 

4. ° 

La 

corola, y el cáliz. 


5. o 

La 

inflorescencia. 


G. ° 

La: 

s hojas, las escamas, &c. 


7. ° 

La 

raiz, y el tallo. 


Se puede también decir que á los 

ojos de la na 


turaleza este es el orden que presenta la mayor im- 
portancia. 


Sistema natural y artificial. — Especies, géneros, 
familias <S¡-c. 

Antes de entrar en los pormenores de la marcha 
que se ha de seguir para agrupar los vegetales, de 
modo que en seguida se clasifiquen naturalmente, 
es importante definir lo que dehe. entenderse por in- 
dividuo, variedad , género, familia y clase, á fin de 
conocer bien sus diversas acepciones. 

Individuos . — Esta palabra tiene una significa- 
cion muy sencilla, pero que un ejemplo dará á co- 
nocer mejor que una definición. Si se considera 
un bosque de pinos ó de encinas, un rebaño de bue- 
yes ó de carneros, una reunión de hombres t^-c , ca- 
da pino ó encina, cada buey ó carnero, cada hom- 
bre &o„ tomado aisladamente, es un individuo de 
las especies que se llaman pino, encina, buey, car- 
nero, y hombre. Los individuos son, por consi- 


104 

guíente cada uno de los seres de que se compone 
la especie en general, considerados aisladamente. 

Espacies . — Aunque es bastante difícil dar una de- 
finición rigurosa de lo que los Nauralistas han lla- 
mado especie, sin embargo, lo que acabamos de de- 
cir del individuo, debe dar una idea de lo que mas 
generalmente se entiende por la palabra especie. 
La especie es en el reino orgánico la reunión uc los 
individuos que poseen los mismos caracteres y que 
se reproducen siempre con las mismas cualidades. 

Obeservamos también que los individuos que for- 
man la especie, pueden multiplicarse y producir 
otros individuos, enteramente semejantes, que go- 
zan igualmente de la propiedad de reproducirse 
sin ninguna alteración esencial. 

Variedades. — Por esta palabra deben entenderse 
aquellos individuos que se alejan del tipo primitivo 
de la especie por caracteres de poca importancia, 
pero que conservan siempre los mismos caracteres 
esenciales. En botánica, según Lomeo, la variedad 
es una planta que ha sufrido algunas mudanzas por 
causas accidentales, como el clima, la naturaleza 
del suelo, el calor, los vientos &c. Así un tallo 
mayor ó menor, las hojas mas ó menos anchas, v 
mas ó menos profundamente recortadas, y las flo- 
res de color diferente, sencillas ó dobles, no son ca- 
racteres específicos, y no anuncian sino simples va- 
riedades. 

Géneros . — La reunión de las especies que tienen 
entre si ut.a semejanza evidente en sus caracteres 
interiores y en sus forreas esleriores, constituye lo 
que se llama gé.neins. Se ve, pues, que los géneros 
son relativamente á las especies lo que estas últi- 
mas son á los individuos y aun á las variedades. 
Los caracteres sobre que se fundan los géneros es- 
tán tomados de consideraciones de un orden supe- 
rior á aquellas según las cuales se establecen las 


105 

especies, y dependen de la organización de alguna 
parte escencial. 

En el reino vegetal, de la forma principalmente 
ó de la disposición de las diversas partes de ¡a fruc- 
tificación, sacan los botánicos los caracteres por los 
cuales <|uieren establecer los géneros. Pero el nú- 
mero y valor de estos caracteres, están lejos de ser 
los mismos en todas las familias para sil estableci- 
miento. Así es (¡no un carácter de la mavor im- 
portancia en cierto grupo, viene á ser casi nulo en 
otro. De manera que en las gramíneas, las Umbe- 
líferas y las Crucijeras. l-<s caracteres que distin- 
guen los géneros son tan poco considerables en 
otras familias, que apenas servirían para diferenciar 
las mismas familias entre si. 

En general, se puede considerar como realmente 
bueno y natural todo género que reúne especies 
que tienen de común entro sí la modificación de 
los órg: nos que constituye el carácter esencial, 
y que se parecen por su aspecto y por sus formas 
esteriores. 

Ordenes v familias . — Haciendo páralos géne- 
ros lo que para las especies, es decir, aproximan- 
do aquellos (pie conservan aun los caracteres comu- 
nes, se establecen los órdenes si no se atiende sino 
á un solo carácter, y las familias ú órdenes natura- 
les, si se.nproximau los géneros según los caracteres 
ofrecidos por todas las partes de su organización. 

Así Linneo en su sistema sensual, reuniendo ios 
géneros que tienen el mismo número de estilos ó 
de estigmas, forma los órdenes. Jussieu por el 
contrario, aproximando unos á otros los géneros 
que presentan la misma organización cti sus semi- 
llas, en su fruto, y en las diversas partes de sus flo- 
res v la misma disposición en los órganos de la ve- 
getación, compone una familia natural. 

Clases — Ultimamente las clases que son el pri- 


106 

mer grado de división en una clasificación cualquie- 
ra, se componen do cierto número de órdenes ó de 
familias naturales reunidos por un carácter mas ge- 
neral y mas lato, pero siempre propio á cada ser 
que forma parto de la clase. Según Linneo en su 
sistema, lia formado una clase de todos los géneros 
que tienen cinco estambres; esta clase se divide en 
cierto número de órdenes según que los géneros 
tienen uno, des, tres, cuatro, cinco, ó mas estilos ó 
estigmas. 

Del mismo modo que Jussicu ha formado en su 
método de familias naturales quince clases, cuyo 
carácter esencial está fundado en el modo de in- 
serción de los estambres ó de la corola monopetala 
estaminífera. 

Método natural— Comprendidas estas diferentes 
definiciones, veamos por que medio podemos lle- 
gar á los varios grupos que conducen al método na- 
tural: desde luego supongamos que despees de ha- 
ber estudiado cierto número de especies, se hava 
aprendido á conocer la achicoria (chíeorium) le- 
chuga (lactuca) la cerraja (sonchus) &r. Se ha- 
brá observado, al hacer la anatomía de todas sus 
partes en ios géneros indicados, cuanta analogía 
tienen estas plantas, y desde entonces re ha debi- 
do reunirlos en un grupo que se designará cort un 
nombre colectivo ó de familia, (chicoriaccas) gru- 
po en el cual vendrán á colocarse las plantas que 
ofrezcan la misma serie de caracteres. 

Ahora entre las plantas que se han e tediado ge- 
neral e individualmente, obsérvese la analogía que 
presentan entre sí el cardo (carduus) el cártamo 
(carthamus) la centaura mayor (centaura) &c.: pues 
bien, por el mismo espíritu que ha conducido 
al a^rupamienlo anterior, se vendrá á reunir en 
otro grupo (carducens) todas estas plantas así co- 
mo las que tengan caracteres semejantes. 


ÍOT 

Estas [llantas presentarán algunos tic ios caracte- 
res de las chicoriaccds; pero diferirán de ellas por 
otros menos manifiestos. 

Si se conocen el girasol (cosmos) el áster (áster) 
ó reina Margarita , la Caléndula &e., será imposi- 
ble dejar de colocarlas en otro grupo análogo a las 
cbicoriaceas y á las cardúceos por los caracteres 
que presenta la semilla, el pericarpio y los órganos 
sensuales, diferenciándose sin embargo por la dispo- 
sición de las flores que son radiadas. 

Pero estas tres divisiones ofrecen todas por ca- 
racteres connives una semilla única de emb'ion di— 
cotiledón, un pericarpio ó un ovario infero monos- 
permo, cinco andic-ras soldarlas todas por sus lados 
formando un tubo &c. 

La imaginación las abrazará al momento bajo un 
punto de vista, y hará de ellas un solo grupo mas 
general que se designará con el nombre colectivo 
de plantas synanlhereas. 

Por otra parte, si se han analizado también la es- 
cabiosa ó ambarina (scabiosa) el cardo de cardar 
(dipsacus fullonum) y otras plantas que presentan 
entre sí bastante número de relaciones y que se 
lian agrupado bajo el nombre de plantas dipsáceas, 
se ve que ofrecen con las synanlhn cas y otros mu- 
chos vegetales-, ílgunas analogías. tales como, 1. c un 
embrión dicotiledon; 2. : un pericarpio infero mo- 
nospermo-, 3. ° una corola monopetala &e. Podrá 
pues, designarse el conjunto de todos los vegetales 
que ofrecen e-tos caracteres bajo una nueva deno- 
minación mas colectiva que las anteriores, tal por 
ejemplo com» esta: dicoliledunes ti e corolas mono- 
peíalas epi giras. 

Finalmente, reuniendo sucesivamente de este mo- 
do, según los caracteres menos numerosos pero de 
mayor importancia, una cantidad mas considerable 
de plantas, se llegan á comprender bajo el nombre 


103 

de dicoliledones, todas las que tienen una semilla de 
embrión dicotilcdon; se designarán riel mismo mo- 
do bajo el nombre de monocotiledoncx , aquellos cu- 
yo embrión no tiene sino un solo cotiledón, y bajo 
el nombre de acotiiedcnies, todas las que carecen 
de ellos. 

Las bases del método natura! aplicadas á la bo- 
tánica, se lian discutido y desenvuelto con gran ta- 
lento por el botánico mas eminente de nuestra épo- 
ca, De-Ciindolle. 

En su Teoría elemental , es en donde se hallan sa- 
bias investigaciones, de las cuales las principales 
condiciones, que se reducen á un pequeño número 
de principios son los siguientes: 

I. “Los seres organizados, compuestos entre 
sí presentan grupos mas ó menos numerosos, los 
cuales hacen parte de otros mas generales, v son 
divisibles en grupos secundarios.” 

II. “Cada grupo está sometido á dos clases de le- 
yes generales: I. ° la simetría, ó el grupo regular 
según el cual están dispuestos sus órganos, y 2 o 
la succión durante la vida, de donde resultan con 
frecuencia desórdenes en la ley fie la simetría, que 
hacen que esta simetría ó regularidad orgánica sea 
muchas veces invertida ó disfrazada ;f nuestros 
ojos por circunstancias tan pronto accidentales co- 
mo mas ó menos constantes, según las conse- 
cuencias mas ó menos directas defeonjunto de la 
organización.'' 

III. “Estas circunstancias son, 1 . = e | ahortamien- 
lo parcial de ciertos órganos; 2. 0 los cambios en su 
magnitud; su forma su consistencia, su apariencia 
&e., y 3. 3 las soldaduras naturales, ya entre las 
parles de un mismo órgano, ya entreóiganos próxi- 
mos y trias órnenos análogos, así como también en 
cuarto lugar debe tenerse presente las alteraciones 
que pueden hacer desconocer la verdadera natura' 
loza de los órganos.” 


109 

IV. "Pur consiguiente todo el arte de la clasifica- 
ción natural de los seres organizados consiste en 
apreciar estas circunstancias modificadoras, y en 
hacer abstracción para descubrir el verdadero tipo 
simétrico de cada grupo, del mismo modo que el 
mineralogista tiene por objeto esencial en la cris- 
talografía, separar las formas primitivas de los 
cristales, en medio de las formas secundarias y Con 
frecuencia innumerables que los revisten, y así como 
el astrónomo liace abstracción de todas las peí turba- 
ciones de los astros para distinguir su verdadero 
curso.” 

Guiados de tales principios, espondtcmos los sis- 
temas y métodos mus generalmente establecidos en 
el orden cronológico en que han aparecido, pudién- 
donos servir de materia para la lección siguiente. 

Mas antes do concluirla que estamos tratando, se- 
rá bueno hacer una pequeña reflexión sobre la im- 
portancia de los métodos. En efecto, ¿cómo podría 
penetrarse en ese caos, en ese laberinto que forman 
por decirlo así, esa multitud de seres que habitan 
nuestro globo? ¿Cómo podrían llegar á conocerse 
los individuos, cada planta en particular, ca- 
da vegetal con sus caracteres distintivos? Uni- 
camente los sistemas, los métodos que han agru- 
pado los vegetales que tienen entre si la mayor 
analogía, y que de esta manera, de los individuos 
han formado las especies , de estas los géneros , do 
¡os géneros las clases, órdenes &o., es como se lia 
podido llegar á alcanzar un perfecto conocimiento 
de unos seres tan varios, como tan multiplicados 
en su ostensión. Por otra pai te, solo los métodos 
han podido darle al Botánico los verdaderos cono- 
cimientos en la ciencia, porque no solo le han faci- 
litado su estudio, sino que le han hecho conocer las 
relaciones que unen entre sí unos á los otros estos 
diversos seres. 


110 

En cuanto á las aplicaciones, por este medio es 
como lian podido conseguirse, es decir, conseguir el 
saberlas con esactitud; peque se ha observado en 
general, según dice Ricard, ‘ que las plantas de una 
misma familia natural tienen probablemente las 
mismas propiedades médicas,” y por consiguiente 
los mismos usos, corno se observa en las legumino- 
sas, malvaceas y cruciferas-, conteniendo las prime- 
ras varios principios gomosos, resinosos, &.c., las se- 
gundas un muscílago que se emplea en los usos tanto 
internos como estemos, resultando de aquí que sus 
propiedades son altamente sedativas y calmantes; y 
las terceras contienen nitrato de potasa y otros 
principios que pueden usarse con bastante ventaja. 
Y de aquí inferiremos que se pueden hacer sustitu- 
ciones en algunas de ellas: mas no así en otras co- 
mo, v. g., en las solanáceas , entre las que se encuen- 
tran plantas ríe un uso tan inocente y saludable co- 
mo son las papas (solanum tuberosum) y hay tam- 
bién la mandragora y la belladona (Atropa) vene- 
nos fuertemente activos á que debe agregarse la 
yerba mora (solanum nigrum.) Y así puede decirse 
de otras varias familias como las umbelíferas &c. 

Por consiguiente, solo un estudio profundo de la 
Botánica os ío que nos conducirá al conocimiento 
esacto de los objetos que abraza, auxiliados siem- 
pre y sin perder de vista, ya los sistemas ó ya los 
métodos. 

¡Cuantas gracias no debemos dar al Ser Supremo 
por habernos conducido al conocimiento perfecto de 
las plantas, de unos seres tan útiles como agradables! 
Sí, estot conocimientos ilustran nuestro entendi- 
miento, cultivan nuestra memoria, hacen fijar nues- 
tra atención, V nos conducen por último al trono de 
la Suprema Magestad, reconociendo sus atributos y 
su grandeza, por medio de la contemplación de las 
cosas creadas. “Invisibllla Dei (ha dicho San Pa- 


1 1 1 

IjIo) per aea quae facía sunt intelecta conspicintur.” 
“Las cosas invisibles de Dios las conoce nuesiro 
entendimiento por las qne han sido hechas.” He 
acpií la consecuencia que debemos sacar. 


LECCION 14. 

CONTINUACION DE LA ANTERIOR. 

El sistema de Tuui nefort, apareció en 1 694 y fuá 
adoptado por un gran número de sabios, entro los 
cuales se cuenian á Shérarde, Plumier, Falugí, y 
otros. 

Las consideraciones ó bases sobre que está fun- 
dado, son las siguientes: 

1. rt El tamaño y la dirección de los tallos. 

2. La reunión ó separación de las corolas. 

3. 3 >Su presencia ó ausencia. 

4 . 33 Su regularidad ó irregularidad. 

5. El número de pélalos «le que constan. 

Bajo tales consideraciones ha distribuido las plan- 
tas en veinte y dos clases de la manera siguiente. 

SECCION 1. 13 

Yerbas confiares sencillas. 

4 

CLASE 1. — CAMPANIFORMES. 

Yerbas de corola mnnopetala regular, que en su 
forma imitan la figura de una campana, como la 
Campanilla, ó la de un cascabel, como el Brezo 
(Erica.) 

CLASE 2. — INFUNntBULIFORMES. 

Yerbas de corola monopetala regular, que imita 
la forma de un embudo, de una antigua salvilla, ó 



112 

la de una rueda. Gomo el Tub(ico y el liclioh opiOy 
y la Borraja. 

CLASE 3. — PERSONADAS. 

Corola monopctala irregular, semejante á una 
antigua máscara ó gola de loro. Ijüs perritos (An- 
lirrliimun) 

CLASE 4. rt LABIADAS. 

Corola monopctala irregular, con los labios abier- 
tos Ejemplo, el Romero (Ros marinos ofiieinalis.) 

CLASE 5. a CRUCIFERAS. 

Corola polypetala regular, compuesta de cuatro 
pétalos opuestos. La alelía (Clieyranlbus.) 

CLASE 6. " — ROSACEAS. 

Corola polypetala regular, formada de 3 á JO 
pétalos reunidos en un centro común. La Rusa. 

CLASE 7. UMBELÍFERAS. 

Corola polypetala regular, aunque á veces los ilú- 
talos son desiguales, en número de 5 y la inflores- 
cencia en parasol. La zanahoria. 

CLASE 8. n — CARYOrUYLADAS. 

Corola polypetala regular, compuesta de cinco 
parles ó pélalos con las (muelas muy largas. El 
clavel (Dianthus.) 

CIASE 9. K — LILIACEAS. 

Flores de corola por lo regular polypetala, ó de 
seis pétalos, también de tres, y á veces uno con 6 
divisiones. La azuzena , el tulipa , y el jacinto. 



113 


<-'I*ASí¡ 1 0.— PAFILONACEAS Ó LEGUMINOSAS. 

Corola polypetala irregular, á manera de maripo- 
sa. El chícharo. 

CLASE 11. ANÓMALAS. 

Comprende todas las plantas herbáceas, cuya co- 
rola es polypetala irregulary no amar iposada. La 
violeta. 

II. Yerbas con jlorcs compuestas. 

CLASE 12. FLOSCULOSAS. 

Flores monopetalas de corola epygina, con cinco 
divisiones y ios estambres reunidos. Ejemplo, , el 
Cardo. 

CLASE 13. — SEMIFLOSCULOS AS. 

Flores monopetalas de corola irregular, tubulosa, 
y que se hiende lateralmente. Ejemplo. El Dien- 
te de León. 

CLASE 14. RADIADAS. 

Flores compuestas de ambas cordillas. Ejem- 
plo. La Margarita. 

III. Plantas apétalas. 

CL ASE -1 5 — --APETALAS. 

Plantas cuyas llores carecen de verdadera coro- 
la. El Maíz. 

CLASE 16. — APETALAS SIN 7 FLORES. 

Plantas desprovistas do órganos sexuales aparen- 
tes y de cubiertas florales. Como el poly podio, y 
los heléchos. 

S 


114 


CLASE 17. APETALAS SIN FLORES NI FRÜTOS. 

Corresponden á esta clase los Hongos y los 
Musgos. 

SECCION 2. 

Arboles. 

GLASE 18. APETALOS. 

Arboles ó arbustos desprovistos de pótalos, Co- 
mo las Coniferas. 

CLASE. 19. AMENTACEAS. 

Arboles apétalos con flores en amento. Pueden 
ser monoicos como el Encino , ó dioicos como los 
sauces. 

CLASE. 20. MONOPETALOS. 

Arboles de corola monopetala regular ó irregular, 
como el Madroño, &c. 

CLASE. 21. l’OLYPETALOS REGULARES. 

De corola polipétala rosacea. Cuino el peral, el 
naranjo, &c. 

CLASE. 22. — POL ATETALOS IRREGULARES. 

Aq uellos cuya corola es papilonacea ó amaripo- 
sada. Como la Acacia &c. 

Tal es en resumen el sistema de Tournefort, sis- 
tema que presentó la inmensa ventaja de ser el pri- 
mer modelo do una clasificación metódica y que 
sirvió para clasificar mas de diez mil plantas conte- 
nidas en la obra de su autor, titulada: ■‘Institutio- 

nes rei herbante.” Mas hubiéronsele notado algu- 
nos inconvenientes, tales como el de que sus princi- 
pales fundamentos descanzan en la duración y la- 


115 

maño de los tallos, así como en las diversas formas 
de la corola; respecto de lo primero, es un ca- 
rácter tan variable que basta solo el clima para al- 
terarlo, porque v. g., el Ricino ó higuerilla, es una 
planta herbácea en Líuropa, y entre nosotros es 
fructifcosa y aun arbórea, y así de otras muchas; y 
por lo que hace á las formas de las corolas en la 
monopetaln, regular, tubulosa, se confunden tanto 
estas, que es muy difícil distinguir la campanulnda 
de la intundibuliforme; en cuyo caso no se puede 
determinar si la planta pertenece á la 1. a ó á la 
2. a clase del sistema. 

Motivos han sido estos para que se abandonase 
y le sustituyera el de Linneo, que vamos á esplicar. 

Casi á mediados del siglo XV III, es decir, en 1734 
fué cuando el Sabio Linneo dió á luz su sistema 
sexual. La sencillez, la claridad y el orden brillan 
en todo su método, presentando entre otras la in- 
comparable ventaja de que por él no solo pueden 
clasificarse todas las plantas conocidas hasta hoy, si- 
no todas las que puedan descubrirse en lo sucesivo. 

Partiendo del principio de que todas las plantas 
sin cscepcion alguna están provistas do sexo, peni 
que en unas son aparentes ó visibles, y en las 
otras no, divide desde luego los vegetales en dos 
grandes secciones. 1. a Plantas cuyos órganos son 
visibles á que llamó Phanerogamas. (1) 2 . a Plan- 
tas cuyos órganos sexuales no pueden percibirse á 
la simple vista ó Criplogamns. (2) Observando 
luego que los sexos pueden estar reunidos en una 
misma flor ó separados en varias, llamó herma- 
froclitas á las primeras, y uvisecsuales a las segun- 
das, pudiendo estas subdividirse como hemos dicho 


(1) Bodas públicas. 

(2) Bodas ocultas. 


116 

en otra parte, en masculinas ó femeninas, según que 
ilevcn estambres ó pistilos. 

Las clases que comprende el sistema son 24, cu- 
yos fundamentos descanzan en el número, propor- 
'cion, conexión, y situación de los estambres y pis- 
tilos. Su formación es muy sencilla, pues basta to- 
mar, cuando se trata de forma rías mas de las clases el 
nombre ordinal griego, á que se agrega la palabra 
cmdria , de aner, anchos varón, ó estambre. Así, 
v. g., quiero yo formar la clase 5. del sistema, 
pues uniré á la voz penta 5 la palabra antlria, y re- 
sultará la clase Pcntandria, es decir, 5 estambres. 

Las veinte primeras clases de 1 sistemo son de flo- 
res hermafrociitas, las tres siguientes, unisexuales V 
la veinticuatro es la Criptogamia. (*) 

En las primeras clases solamente se atiende al 
número como pasamos á esponer. 

1. ” Clase. — Monandria. Un estambre. Como 
se ve en la Cana de Indias v en la Lojiccia . 

2. a Clase. Diandria. Dos estambres. El jaz- 
mín, y el Muille. 

3. a Clase. — Triandria. Tres estambres. El li- 
rio, &e. 

4. a Clase. — Tctrandia. Cuatro estambres. La 
ambarina y el cardo de cardar. 

5. Clase. — Pentandria. Cinco estambres. El 
floripondio. 

6. ■ Clase. Exandria. Seis estambres. La azti- 
rena, y la flor de Santiago ó Momio de Santiago. 

7. a Clase.— Eptandria. Siete estambres! El 
Castaño de Indias. 

8. - Clase.— Octnndria. Ocho estambres. Los 
aretes ó fuc/isia. 

9. a Clase. — Enneandria. Nueve estambres. El 
Ahuacate. 


(*) Clase que comprenden las segundas. 


117 

10. ” Clase. — Diez estambres. El Clavel. La 
marmota. 

11. Ciase. — Dodecandria. De once, hasta diez 
y nueve estambres. La yerba carmín, y la yerba 
del cáncer. 

12. ” Clase. — Icosandria. Veinte ó mas estam- 
bres adheridos al cáliz. Ejemplo, La Rosa. 

13. ” Clase. — Polvandria. Muchos estambres 
■adheridos al receptáculo. El Ranúnculo, La Ane- 
mona. 

Por la proporción. 

14. ” Clase. — Dydinamia. Cuatro estambres, dos 
mayores que los otros dos. Los perritos. 

15. ” Clase. — Tetradinamia. Seis estambres, 
cuatro mayores que los otros dos. Alalia . 

Por la conexión. 

Estambres unidos por los filamentos. — Clase 16. 
Monadclphia. Varios estambres reunidos en un so- 
lo cuerpo. La Malva. 

17. ” Clase. — Diadelphia. Los estambres for- 
mando dos cuerpos. El chícharo de olor. 

18. ” Clase. — Polyadelphia. Los estambres en 
vai ios cuerpos. La Arañuela. (Hipericum.) 

Estambres unidos por las anteras. 

19. ” Clase. — Syngenesia. Cinco estambres 

reunidos por las anteras, formando un tubo. El lam- 
pote, y el Maíz de Teja (Ilelianthus.) 

Por la situación. 

20. ” Clase. — Gynandria. Estambres que nacen 
del pistilo. La flor de la Pasión. 

Flores unisecsuales. 

21. ” Clase.- — Monoesia. Flores masculinas y fe- 


118 

meninas en un solo pié ó individuo. Ejemplo, e! 
Maíz. 

22. K Clase. — Dioecia. Flores masculinas y fe- 
meninas en distintos piés. El Sauce. 

23. Clase. — Polygamia. Mezcla de flores her- 
mafroditas con unisecsuales. Como el Fresno, y ei 
Higo &c. 

24. ” Clase. — Criptogamia. Plantas cuyos ór- 
ganos sensuales son invisibles. Y. g. los Hongos, 
los Rehenes &c. 

La formación de los órdenes no es menos senci- 
lla que la de las ciases, pues que consiste en la adic- 
ción de la palabra gyne hembra ó pistilo, al nu- 
meral grigo. Así, una planta que tenga un pistilo 
se llamará Monngynia de monos uno, y gyne hem- 
bra como hemos dicho. 

En las 13 primeras clases se toman los órdenes 
del número de pistilos del modo siguiente. 

La que tiene un pistilo será Monogynia. 

La de dos, Dyginia, 

I)e tres. — Trvginia. 

De cita tro. — Tctragy nia. 

De cinco: — Pcntagynia. 

De seis. — Exagynia. 

De siete.- — Eptagynia. 

De ocho. — Octogy nia. 

De nueve. — Enncugynia. 

De diez. — Decagyuia. 

Y de muchas. — Poligynia. 

En la clase 14 Didinamia se han establecido dos 
órdenes, fundados en la presencia ó ausencia del 
pericarpio. 

1. ° Semillas cubiertas ó encerradas en un peri- 
carpio Angiosperniu. 

2. ° Semillas desnudas ó cuatro ukenas en el 
fondo del cáliz Gynosperma. 


119 

En la clase 15 Tetradinamia, hay también do 3 ór- 
denes fundados en la forma del fruto. 

1. ° Plantas cuyo fruto es una silicua. SHÍc¡uasa. 

2. ° Plantas cuyo fruto es una silicula. Silicufosa. 

En la ](», 1? y 18 Monadelphia, Diadelpliia y 

Polyadelphia, se toman los órdenes del número 
de estambres aplicándoles los nombtes de las clases 
anteriores, asi, v. g.,una Monadelphia que tiene cin- 
co estambres será Monadelphia Pentandria, la que 
tenga diez Decandria, aquella que muchos, Polyan- 
drin, y asi de los demas. 

En la clase 11) Syngenesia, hay seis órdenes, fun- 
dados en la fertilidad ó esterilidad de ios flósculos 
o semiflósculos de que se compone la flor, llamán- 
dose: 

1. ° Polygamia igual. Cuando los flósculos ó 
semiflósculos son hermafroditos fértiles. 

2. ° Polygamia superflua. — Cuando ios fiel cen- 
tro ó disco son Inr.n ifroditos fértiles y los del ra- 
dio femeninos y también fértiles. 

3. 0 Polygamia fustranca. — Cuando los del cen- 
tro son fértiles, y los del radio neutros. 

4. ° Polygamia necesaria. Ili u el caso de que los 

de! centro sean masculinos, y los del indio femeni- 
nos fértiles, necesitando por consiguiente de la hem- 
bra unisexual para fecundarse. 

5.° Polygamia Segregada. — Siempre que ade- 
mas del cáliz común, cada corolilla tiene su cáliz 
particular. 

G. c Monogamia. — Cuando se presenta el carác- 
ter de tener las anteras unidas en cilindro en una 
flor sencilla. 

En la 20, 21 y 22 Gynandria , j\lonoecia, y Dioe- 
cia se toman los órdenes del número y consideracio- 
nes de los estambres, sucediendo lo mismo que en 
la Monadelphia V siguientes, que se les aplica el 
nombre de las clases anteriores. Tenemos un ejem- 


120 

pío en la Calabaza que es Monoecia Singenesia ; en 
la Acalipka Monoecia Monadelphia &c. Y así en 
las otras dos. 

En la 23 Polijgamia, corno su carácter esencial 
es la reunión de varias flores ya hermnfrodltas ó 
unisexuales, esto puede verificarse en uno, dos, ó tres 
piés din tintos, y por sonsiguiente sus órdenes son la 
Monoecia y la Dioecia,ú que se agrega la Trioecia 

Por ultimo, la 24 Criplogamia, se divide en 4 
órdenes que los modernos lian considerado como 
grupos ó familias distintas, y son los Hongos, (1) 
Algas, (2) Musgos (3) y Heléchos. (4) 

Cada vez que se contempla el orden admirable 
del Universo, no puede ménos el hombre agradeci- 
do, que tributar un justo respeto de reconocimiento 
hacia el Criador de todas las cosas, por haberlas dis- 
puesto de una manera tan sabia. ¿Quién sino él pu- 
do haber impreso esos movimientos de atracción y 
de repulsión en todos los cuerpos para que mutua- 
mente se mantuviesen las fuerzas del equilibrio- y 
esta misma fuerza si la contemplamos obrando mi- 
tre las moléculas ó partes mas pequeñas de la ma- 
teria y á que llamamos afinidad, no es cierto que 
obra de una manera análoga? ¿Quién pudo haber 
dictado sino él, esas leyes tan fijas y tan invaria- 
bles que como heñios dicho otra vez se encuentran 
tanto en los seres inorgánicos como en los organi- 
zados y viviente»? & 


(1) Plantas desprovistas de hojas de consistencia corcho- 
sa o tuberosa, y cargadas de un polvo alojado en Jos mismos 
pliegues, poros o tubos. 

.(2) Fructificación en forma de glóbulos, da conos ó lóbu- 
los que se abren en cuatro o mas válvulas que contienen un 
polvo fijado á filamentos frecuentemente elásticos 

(3) Fructificación en urnas pediccladas, sentadas y fre- 
cuentemente cubiertas. 

( 4 ) Fructificación en espigas, ó en el dorso de la fronde. 


121 

¿Quién pudo haber pintado al bello Colibrí con 
esos matices ian hermosos como los que presenta?' 
¿Quién á las gayas flores que tapizan nuestros jardi- 
nes, y quién á la tímida y cándida Doncella pudo 
imprimir ese pudor y esas gracias que la adornan? 
¿Quién ha dado vida y movimiento á este vasto uni- 
verso y á todos esos globos de luz que giran en sus- 
órbitas? Unicamente el Señor, ese Dios grande y 
escalente, ante cuyo nombre tiembla la tierra espa 
vorida .... Su nombre es el Señor. . . . ¿Pero cómo 
podremos comprenderlo? — ¡Ah! esto es imposible- 

porque es infinitamente superior á nosotros Así 

es que en las Escrituras, al dar un testimonio á Moi- 
sés de su grandeza únicamente dice: "Ego sum qui 
sum et concilium meum eum impiisnon cst.” Yo soy 
el que soy, y mi consejo no se halla con los impíos.” 
Admiremos, pues, su grandeza, ya que no nos es 
permitido abrazarla, y amémosle de la-manera que 
lo ha dicho. “Amarás a! Señor tu Dios, con todo 
tu corazón, con todo tu espíritu, y con todas tus 
fuerzas.” (Luc.) 


LECCION 15. 

CONTINUACION. 

El método de Jussieu que se publicó el año de 
1789 está fundado en las consideraciones siguientes. 

1. a El valor de la importancia relativa de los 
órganos comparados entre sí. 

2. K El conocimiento de las circunstancias que 
pueden hacer desconocer su verdadera naturaleza. 

3. p La valuación déla importancia que debe 
atribuirse á cada órgano según el punto de vista ba- 
jo el cual se considere. 

Respecto de lo primero, es claro que no todos los 


122 

órganos tienen igual valor, así es que, para clasifi- 
carlos será bueno observar sus funciones. Entre es- 
tas hay dos de la mayor importancia, la nutrición ó 
sean los órganos indispensables ¡jara la conserva- 
ción déla vida, y la reproducción, ó la conservación 
de la especie; pues bien, aunque á primera vista 
no es fácil decidir cual de estas dos funciones tan 
importantes es de mayor interes, nos decidiremos ñor 
la que nos es mas conocida, es decir, la reproduc- 
ción. Según esto, podían graduarse la importancia 
de los órganos de esta manera. 

1. ° El embrión, como el último objeto de las 
funciones vitales. 

2. ° Los órganos sexuales que son el medio. 

3. ° Las envolturas de! embrión. 

• 4. ° El cáliz y la corola. 

5. ° Los órganos accesorios como el nectario, las 
bract.cas, &c. 

De lo segundo, conviene estudiar cuidadosamente 
las div ei sas aitoi aciones que pueden sufrir los órga- 
nos, tanto en su estructura como en sus funciones, 
para poderlas apreciar. Estas pueden provenir de 
los abortos, tanto por exeso como por defecto, ó por 
las escrccencias ó degeneraciones particulares que 
puedan hacer dcscónoe.er su verdadera naturaleza. 

Lo teiceio paia valorizarlo es necesario atender á 
la esti ucturn íntima de los órganos no teniendo sin 
embargo igual importancia para cada observador, 
aunque bajo este punto de vista, y atendiendo á las 
consideraciones mas generales, pueden clasificarse 
de la manera siguiente. 

I • ° La existencia que dá un carácter positivo. 

2. ° La posición relativa ó absoluta. 

3. ° El número relativo ó absoluto. Siendo de 
mas importoncia este que el relativo. 

4. ° El tamaño relativo ó absoluto. 

fi, ® La forma, 6. ° El uso, 7. ° La duración 


123 

8, ° Las cualidades sensibles como el color, el olor 
y otras. 

En cuanto al mecanismo para la formación délas 
clases, atiende el autor en primer lugar á la estruc- 
tura del embrión, y divide desde luego los vegetales 
en Acoliledoncs, Monocotiledones, y ¿ Dicotiledónea, 
según que carecen do estos órganos presentan tuto 
solo, ó tienen dos. Para la segunda serie de carac- 
teres que es lo que forma las clases propiamente di- 
chas, atiende á la inserción de los estambres, á la 
posición de la corola respecto del ovario, y á otras 
de que trataremos en seguida. 

La 1. p clase se llama Acotüedoma, y compren- 
de todas las plantas que Linneo colocó en la últi- 
ma de su sistema ó sea la Criptogamia , ub 

Para los Monocotiledones hay tres clases, según 
la inserción de los estambres, llamándose Monohy- 
pogynia, Monoperiginia, y Munoc.pigynia , según 
que los estambres están debajo al rededor ó enci- 
ma del ovario. 

Los Dicotiledones siendo los mas numerosos, ne 
cesitan mayor número de clases para su distribu- 
ción, así es que se han colocado según las siguientes 
consideraciones. 

Atendiendo á que hay un cierto número que ca- 
recen de corola, á estos se les ha llamado apétalos, 
y forman tres clases según la inserción de los estam- 
bres, y suti la Epislaminea, Perlstaminea, é Iíypos- 
taminea. 

Otros presentan una corola monopetala, (ó sea 
de una sola pieza) y no pudiendo atenderse en este 
caso á la inserción de los estambres, pues es sabido 
que toda corola monopetala (con muy pocas escep- 
ciones) siempre lleva los órganos masculinos y por 
esta razón se ha llamado corola estaminífera; se 
atiende á la posición de la corola misma respec- 
to del ovario; pudiendo ser epigina, periginia, 


é hipogynia, y de aquí las clases 1 ericorolina 
Enicorolina, c Hypncorolina; ademas de esto, la 
Epicorolinu puede presentar los estambres reuni- 
dos ó separados, y formará por consiguiente las cía. 
ses Epicorolina Sinanlkereu (ó estambres reunidos) 
v Epicorolinu Corysanlherca (ó estambres libres.) 

En cuanto á los do corola polipétala que son tam- 
bién muchos, se atiende á la inserción de los estam- 
bres, y formaremos las clases Peripclulada, Eplpe- 
talada, é lhj pop titulada. 

Todas estas clases de que hemos hablado, com- 
prenden plantas (escepto la primera) hermafroditas 
ó monoclinas, y la última está destinada especial- 
mente para las unisecsuales, recibiendo el nombre 
do Diclina. Resultan pues, 15 clases; una para los 
Aeoliledones; 3 para los Monocotiledones; y 1 1 pa- 
ra los Dicotiledones. 

El método de De-Candollc, no es mas que una 
modificación del de Jussieu, habiéndose fundado es- 
te Autor en la estructura anatómica de los vege- 
tales, dividiéndolos desde luego en Vasculares ó 
Cotyledoncs, y en Celulares ó Acolyledones. Los 
primeros son los que constan de vasillos, y crecen 
en dos sentidos, es decir, en altura y en diámetro; y 
los segundos se Componen del simple tegido celu- 
lar, y solo crecen en un sentido ó sea en altura. 
Los Vasculares pueden ser exogenos (1) ó dicolyle- 
dones, y endógenos (2) ó monocotiledones. Los exo- 
genos presentan el perigono doble 6 simple, lla- 
mándose en este último caso Monoclamides (3). 
Los de perigono doble se subdividen en Talamiflo- 
ros, ó sea que consten de pétalos separados inser- 
tos en el receptáculo. Calicijloros. — De pétalos li- 

(1) Do eat-ftiera. y ¿reos-tierra. 

(2) De endom, dentro, y /¡feos-tierra. 

(3) Una sola cubierta. De monos una, y clámide, cu- 
bierta ó capa. 


135 

bres, ó soletados y unidos al cáliz: y Corolifloras . — • 
De pétalos soldados á una corola gamopelcila, in- 
serta sobre el receptáculo. Comprenden también 
4 Cohortes, cuyos caracteres son: i a Carpetas, ó 
frutos pequeños en número considerable, ó estam- 
bres, opuestos á los pétalos: 2. a Carpetas soli- 
tarias ó soldadas entre sí, placentas parietales: 3. w 
Ovario solitario, placenta central: 4. n Fruto gyn- 
nobasico. Los endógenos son I' hanerogamos , ó 
Criplogamos, y los Celulares óAcotyledones, son 
Pholiaceos y secsnales, ó Aphylos y sin sexo. 

O tros varios Autores como Loiseleur de Long- 
champ, Mnrqui. Claudio Richard, Lentibudoir &c., 
se han dedicado á reformar ya el método de Tonr- 
nefort, ya el sistema de Linueo, ya el de Jussieu 
&c.; mas los princincipales que están en uso son los 
(¡ue acabamos de mencionar. 

Ya que hemos tratado de los caracteres propios 
y adecuados que han servirlo para establecer las 
grandes clases del reino vegetal, daremos una rápi- 
da ojeada á la historia de los primeros tiempos li- 
jándonos principalmente en el pueblo hebreo, por- 
que así como en los vegetales nos es indispensable 
el conocer las bases que han servido de norma pa- 
ra su coordinación entre los hombres, estudiaremos 
aunque sea por un memento aquel pueblo que 
es el que ha servido de luz al género humano, 
puesto que ha sido el depositario de la religión, y 
de las leyes que después se eslendieron por todo e*i 
universo, y en cuyo seno se efectuó una revolución 
tan notable, cuanto que de enmedio de él nació el 
Mesias ó Salvador que vino, por decirlo así, á re- 
generar á todo el mundo. 

Los Asirios, los Persas, los Caldeos, y los Medos 
son Jas naciones mas antiguas que se conocen; pe- 
ro en el pueblo hebreo, es decir, en su historia os 
donde encontramos el origen del primer hombre, 


126 

su caída y su restablecimiento, el Diluvio universal’ 
la ley natural establecida entre los Patriarcas, la 
escrita dada por Moisés, y últimamente la de gra- 
cia, publicada y sancionada por el mismo Jesucristo. 

Un pueblo en quien se encuentra el origen de la 
religión verdadera, es muy notable, cuando todos 
los demás estaban entregados á la idolatría, 6 sea 
el culto de los falsos dioses. Aludiendo á esto dice 
el célebre Augusto Nicolás: ‘-Considerando desde 

luego al pueblo judio en la antigüedad, es imposible 
defendernos del asombro que nos causa este hecho 
colosal de todo un pueblo, de una nación, superior 
á las demas por su antigüedad, atravesando todos 
los siglos en el seno de la idolatría, y de la univer- 
sal depravación y guardando intacto el depósito de 
la ley natural, de la religión primitiva, de la creen- 
cia y del culto de un Dios único, espiritual, santo, 
misericordioso, padre y juez de todos los hombres, 
tal en fin como es el verdadero Dios que hoy adora 
toda la tieira, y que toda la tierra ignoraba enton- 
ces. L 01 olía paite los judíos no er-an menos car- 
nales ni grosetos que las demas naciones, sino que 
por el contrario estaban quizá mas espuestos á de- 
jarse deslucir por los atractivos de la imaginación y 
mas propensos á caer en el error. Y sin embargo 
tuvieron la idea de un culto puramente espiritual. 
Y no solamente la tuvieron sino que la practica- 
ron públicamente. Asi es que el autor ántcs cita- 
do se espresa con relación á esto en los términos 
siguientes. “¿Cómo solo los judíos (pregunta) se 
habian librado del naufragio universal déla razón? 
¿Cómo ellos solos se habían sostenido en la cumbre 
de la verdad primitiva, y habían resistido á esa pen- 
diente, á esa tendencia de la condición humana ha- 
cia el error, ellos que eran mas antiguos que todos 
los demás pueblos, y que por lo mismo hubieran de- 
bido envejecer y corromperse mas pronto? ¿Ellos 


127 

que por lo (lemas no eran naturalmente menos gro- 
seros ni menos carnales, ni ménos atacados de aque- 
lla enfermedad moral que roe interiormente á todos 
los mortales? Y obsérvese que entre ellos este culto 
tan elevado, tan puro, se practicaba sin pretenciones 
v sin distinción, (pie era el culto vulgar, el culto 
diario: obsérvese ademas que se ha mantenido al 
través de todas las viscisitudes políticas y sociales, 
bajo la ley de familia, bajo la teocracia, bajo la re- 
pública, bajo la monarquía, bajo la dictadura, en la 
paz y en la guerra, en la libertad como en la servi- 
dumbre, en la patria como en el destierro, y que se 
ha conservado de la misma manera hasta el fin, es 
decir, hasta que el Cristianismo salido de su seno, 
vino ¿ derramar sobre el inundo una luz mas viva, 
absorviéndole en su inmenso seno.” 

“Para esplicar (continúa) semejante fenómeno de 
la verdad de la conservación religiosa en este pue- 
blo, es preciso recurrir ú esc mismo medio por el 
cual se había comunicado á la tierra, es decir, pol- 
la revelación de la Divinidad.” 

Sus palabras efectivamente son concluyentes, y 
yo no lie querido privar á mis lectores de este be- 
llísimo trozo de una obra tan selecta como la que 
lie citado. 

La consecuencia que debemos sacar de lo que 
llevamos asentado, es el que cada pueblo, cada na- 
ción en particular tiene sus caracteres propios que 
sirven para darla a conocer; pero que ningún pue- 
blo puede gloriarse de haber conocido la verdadera 
religión en toda su pureza como el pueblo judío. 

Pueblo que después se dispersó según los altos 
decretos de Providencia, pero que en su misma dis- 
persión lleva las señales patentes de lo que fué, por- 
que conserva un libro (el libro de Moisés) que su- 
ple en él, al ara, al Santuario, á la ley, y á todas las 
instituciones que conservaba. Por eso en el Exo- 


,123 

do se dice. “Non fecit talliter omni nalioni.” “No 
se ha obrado un prodigio semejante en ninguna na- 
ción.” Pues bien, á este puebio desgraciado que 
no quizo aprovecharse de un tesoro tan precioso co- 
mo poseía en medio de los suyos, lia sustituido el 
Puelo Cristiano, al cual nosotros pertenecemos. 

Por tanto, debemos tributar mil afectos de júbilo 
ú ese Dios grande y exelente que por una de sus 
multiplicadas misericordias nos llamó para que. for- 
másemos el verdadero pueblo, escogido entre todos 
Jos pueblos, y en donde se efectúa el verdadero y 
el Santo Sacrificio del Altar. 


LECCION 1G. 

Usos (le los Vegetales. 

El uso de los vegetales por el hombre, data pre- 
cisamente la época de sus primeras necesidades. 
En electo, alimentarse, vestirse, ponerse al abrigo de 
Ja intemperie y de los (lemas daños csterioros, le hi- 
cieron dirigirse á las plantas como lo mas adecuado 
á sus deseos, pues que la naturaleza providente 
las ha colocado en toda la superficie del globo, no 
solo con el objeto de proveer á todas estas indica- 
ciones, sino también para proporcionarle placeres 
y goces, al mismo tiempo q UC para curar sus en- 
fermedades, pues como dice Richard “no hay segu- 
ramente otra clase de cuerpos que le proporcionen 
mayores ventajas en la economía doméstica, y en 
la Medicina, como los vegetales.” 

Descendiendo ahora á los pormenores del uso 
que puede hacerse de ellas en la Agricultura, en 
la Economía doméstica, y principalmente en el Ar- 
te de curar, examinaremos sus propiedades gene- 


129 

rales, distinguiéndolas según las partes de que cons- 
ta el vegetal. 

Usos de las raíces. 

Entre las raices hay algunas que son alimenti- 
cias, y sirven en la Economía doméstica, como la 
Zanahoria (Daucus Carota) los Nabos (Brasica 
napus) el Camote (Convólvulos batatas) y el Beta- 
bel ó remolacha (Beta vulgaris) do que también se 
estrae la azúcar. Otras sirven para afirmar los ter- 
renos movedizos porque se ramifican en varios 
sentidos como sucede con el Carrizo (Arundo do- 
nax) y la Jara (especie de Lobelia.) Con la del 
Olivo (Olea Europea) se hacen cajitas muy her- 
mosas por lo bello de las vetas que presenta. Y 
en la tintura se usa de la Rubia (Rubia linctorum) 
de la Buglosa ó lengua de Buey (Anchusa officina- 
lis) del Azafrán (Crocus salivus) y otras muchas. 

Por último, en la Medicina se emplean las raices 
por los principios que contienen. Así v. g. entre 
las mucilagino-'as ó amiláceas incluiremos las Mal- 
vas, la Consuelda mayor, la Giama <J-c. Entre las 
dulces la regaliza, y el Polipodio. Entre las lige- 
ramente amargas la Zarzaparrilla , la Quinad la 
Bardana, y la Romaza. Entre los aromáticas, la 
Valeriana, la Serpentaria, la Angélica, y el Hele- 
nio. Entre las amargas la Gcnliana, el Ruibarbo, 
el Colombo, la Polygula, y la Chirivia silvestre. 
Entre las acerbas la Bistorta y la Tomentila. En- 
tre las acres y nauseabundas la Ipecacuana, la 
Asar abacara, el Heleboro tanto el blanco como el 
negro, y la Jalapa. 

De esta manera vemos que lo que á primera 
vista parece tan despreciable como son las raices 
por hallarse comunmente ocultas bajo de tierra y 
presentar un aspecto tan sencillo, viene á ser una 
cosa de la mayor utilidad y provecho. Y si con- 

9 


i'3b 

tiimamoS mas adelánte, nos confirmaremos sin du- 
da en la csaclitud de esta idea. 

Usos dé los tallos y cortezas. 

El uso de la madera en las artes y en la Econo- 
mía, es de la mayor importancia y utilidad, pudién- 
dose decir, que bajo este punto de vista ninguna 
parte de los vegetales puede competir con la que 
aquella nos presenta. 

Pues que los buques, las habitaciones, los mue- 
bles, las máquinas, instrumentos &e., son cosas en 
que se emplean los troncos de los árboles, y mu- 
chos tallos de las plantas herbáceas sirven de ali- 
mento al hombre y á los animales, siendo muy no- 
table la caña de azúcar, por el producto que lleva 
su nombre, y que es tan notable por el gran consu- 
mo que se hace de la azúcar en el país, y también 
porque produce el aguardiente conocido con el 
nombre de chinguirito. La cola de caballo ó el 
equisétum arvensc, sirve para limpiar y pulir los 
metales. 

Algunas maderas se emplean en la tintura, for- 
mando un ramo de especulación bastante conside- 
rable como son el Palo de Campeche , el Sándalo 
rojo , y el Brasil. 

La corteza del encino, y todas las que contienen 
el Omino, sirven para curtir los cueros; y este mis- 
mo principio hallándose en algunos frutos y preci- 
pitando el sulfato de fierro ó alcaparrosa, produce 
la tinta negra de que se usa para escribir y para la 
tintura. Hay otros principios en los vegetales co- 
mo las resinas y las gomas, que son demasiado úti- 
les y benéficos. 

En cuanto á la medicina, pueden clasificarse del 
modo siguiente: cortesas y maderas amargas. — 
La simarruba, la Cuassia, y todas las especies de 
Quina. — astringentes. — -El Encino, el Zumaque, y 


131 

el Castaño de Indias . — aromáticas. — La Canela, la 
Corteza de Wiutor, el Sarsnfras, y el Gaayacan. 

Usos de los bulbos y yemas. 

Hay varios que se emplean en la Economía do- 
méstica, como el Espárrago y otras. Diversas es- 
pecies de Cebollas, el Puerro, la Ascalonia &c., y 
también la Papa, (Solanutn luberosum) que se usa 
como alimento nutritivo. 

En la medicina se bace uso de algunas yemas, 
preparándose una cerveza medicinal con las del Pi- 
nus picueu, las de la Escita marítima que - son diu- 
réticas; y las del Colcbico de Otoño, así como las 
del Ajo son antihelmínticas. Los tubérculos de va- 
rias Orohideas principalmente del Orchis macúlala, 
se lavan en agua caliente, se secan, y molidos produ- 
cen la harina de Salep, propia para alimentar los es- 
tómagos débiles. 

Usos de las hojas. 

Hay muchas hojas que sirven de alimento en la 
economía doméstica, entre las cuales contamos la 
Col, el Apio, las Acederas, las Espinacas, las Verdo- 
lagas, y otras. Y cuino estas mismas pueden em- 
picarse para diversos usos, se ha multiplicado su 
cultivo. En las Artes las hojas del Maguey sirven 
sus fibras para construir los costales, las mantas, las 
cuerdas, y en una palabra, lodo lo t|ue se conoce con 
el nombre de Jarcia. En cuanto ú la tintura pocás 
son las hojas que presentan unos tintes firmes, sin 
embargo, las del Añil ( indigofera ) dan un hermoso 
color azul 

Por lo que respeta á los usos médicos son emo. 
dientes, la Altea, y las Acelgas . — tónicas y seda- 
tivas, el trébol la verónica, y la Centaurea . — dia- 
foréticas, la Borraja, la Contrayerba y la Espi- 
nosilla (hoitzia coccínea.) — exitantes. Él Naranjo: 


132 

la ycrbabuena tanto la rizada, como la de sabor áepi- 
mienta, la Salvia los Berros, y la Codearía. — ve- 
nenosas, la Cicuta, el Tob.ache, el Tabaco, la Bella- 
dona, y la Dijitalia roja. — purgantes, la Ipecacua- 
na, el Sen d e Alejan dría, la Graciola, y el Espanta- 
lobos ó Collutea. 

Usos de los frutos y semillas. 

En los frutos y en las semillas se hallan una por- 
ción de principios de cjue puede usarse con la ma- 
yor ventaja en las diversas necesidades de la vida 
del hombre. 

El Trigo, el Maíz y el Arroz, puede decirse que 
forman el principal mantenimiento de los pueblos, 
y bajo esta consideración todas las plantas que per- 
tenecen á la familia de las gramíneas, y do las cua- 
les varias han recibido el nombre de cereales, son ali- 
mento del hombre y de los animales hervivoros en 
su pasto ordinario. En la economía se usa del j Un- 
razno, de la Pera, las Manzanas, los Melones, el 
Mamey, &c. 

XjJ aceituna, el cacahuate y otras plantas oleagi- 
nosas producen escelentes aceites. Y varias espe- 
cies del capsicum , a que se da el nombre de chile, 
sirven para condimentar algunos manjares v es de 
un uso ordinario entre nosotros en las personas po- 
bres. La uva da por espresion el vino, y por des- 
tilación el aguardiente. —También el jugo propio del 
Agave americana ó Maguey pioduce el pulque. En 
algunas paites como en Sun Luis, se fabrica el vino 
colorado del zumo de la tuna, y se hace también 
una miel siendo ambas cosas muy recomendables 
para las afecciones pectorales. Así como de las 
Manzanas, ele las Peras &c., se elaboran vinos ge- 
nerosos á que se da el nombre de cidra. 

El interior de varios pericarpios de las legumino- 
sas contiene una sustancia acídula ó agridulce, al- 


133 

gunas veces nauseabunda que goza de propiedades 
laxantes, uoino el Tamarindo y la Cañafistola. Lo 
que se ha llamado Pinguica , que es el Arctostaphy- 
los piuigens Kunt, y que abunda en nuestras sier- 
ras es agridulce, y goza de propiedades diuréticas 
que producen los mejores efectos en los cálculos y 
males de la orina. 

Ln el limón, la naranja &c., se halla el acido cítri- 
co casi en estado de pureza. 

Las semillas no son menos nutritivas que los pe- 
ricarpios, como se observa con las gramíneas. Las 
de la Linaza , las del Membrillo y otras, abundan en 
museílago y son emolientes. Hay muchos pericar- 
pios y semillas que se conocen por el principio es- 
timulante aromático que contienen, por lo que se les 
ha dado el nombre de carminantes, como el Anís, el 
Hinojo, el Culantro &c., y otras al contrario son 
refrescantes por la acción emoliente y sedativa que 
ejercen en la economía animal, como la Calaba- 
za, el Pepino y otras. Ademas tenemos el Café, el 
Tée y el Chocolate, bebidas que sirven para el des- 
ayuno, producidas por las semillas de la Coffaea 
arabica, de la The a y de la T/ieobroma cacao. Así 
como hay otras que dan diferentes aceites y que 
sirven para teñir como el achote (Bixa Orellána.) 

Creo que con lo espuesto se puede formar aun- 
que sea una ligera idea de los muchos usos para que 
sirven las plantas, pudiéndonos aprovechar de estos 
conocimientos, va sea en utilidad nuestra, ó ya tam- 
bién en beneficio de los demás. 

I’ara concluir esta materia, haremos observar que 
asi como en la Botánica no basta conocer los nom- 
bres de las plantas y saber las partes deque cosían 
sirio que es necesario hacer uso de estos mismos co- 
nocimientos y ponerlos en práctica para poder 
apreciar debidamente su utilidad, otro tanto sucede 
con la Religión y la Moral. 


134 

Los preceptos que ellas nos imponen no son pu- 
ramente especulativos, las máximas que nos dan no 
sirven únicamente para entretenernos ó para dis- 
traernos, ni mucho menos para halagar nuestia imít r 
ginacion ó nuestras pasiones, sino para correspon- 
der al glorioso título que llevamos de Cristianos, y 
para que puestas en práctica nos ejercitemos en la 
virtud, pudiendo después algún dia, recibir el pre- 
mio que ellas nos indican. 

Asi, v. g., el amor al prójimo, el perdón de las in- 
jurias, la abnegación de nosotros mismos, y la re- 
nuncia completa de los bienes que nos rodean, son 
ciertamente virtudes muy sublimes que solo la Re- 
ligión cristiana nos ha hecho comprender; pero vir- 
tudes que es necesario practicar para ser buenos y 
perfectos, como dijo Jesucristo. “b>cd pues voso- 
tros perfectos como vuestro padre celestial es per- 
fecto.” Mas si estas doctrinas nos parecen duras, V 
consultando á nuestro amor propio, y á nuestras 
pasiones ofendidas, esclamarnos como los caí’arnai- 
tas, cuando el Señor les hablaba de su divinidad: 
“Dnrus est lúe sermo et quis potest cum a u el i re?” 
“Dura es esta palabra, y quién la puede oir? Con- 
testémosle con San Pedro “Señor á quién iremos? 
Tú tienes palabra de vida eterna, y nosotros lientos 
creido y conocido que tú eres el Cristo, el Ilijo de 
Dios.” Cuando la ley humana está en oposición 
con la Divina debemos preferir constantemente la 
Última, aunque sea á costa de nuestro icposo y de 
nuestra comodidad, porque fijándonos siempre en los 
bienes eternos, nos persuadiremos que á ellos úni- 
camente hemos de aspirar. 


135 


LECCION 17. 

Plantas fúsiles. Su clasificación, distribución y 
terrenos donde se hcui encontrado. 

La palabra fósil, significa generalmente toefo lo 
que puede cstraersc de la tierra, y pertenece al rei- 
no minera!; mas los naturalistas la han restringido 
aplicándola á los cuerpos que fueron organizados y 
que se encuentran mas ó menos transformados en 
otra sustancia. Así resulta que puede haber ani- 
males fósiles, y plantas fósiles, pudiendo servir pa- 
ra caracterizar los terrenos según las especies que 
se hallan de unos ú otros. Fijándolos en los vege- 
tales, que es nuestro objeto, haremos conocer los di- 
versos estados en que pueden hallarse. Estos se 
presentan de un modo muy diverso del que tenian 
cuando estaban vivos aunque conservan sus formas 
primitivas modificadas por la presión á que han cs.- 
tado sometidos, ó por las variaciones que han su- 
frido cu su naturlcza; cu muy pocos casos se con- 
serva la estructura íntima de estos vegetales, sin 
embargo de los cambios efectuados en la sustancia 
de su composición, ó porque las mismas sustancias 
se hayan modificado ligeramente. En el primerea- 
so vemos impresiones ó moldes cubiertos de una ca- 
pa orgánica, convertida aunque no siempre en car- 
bón: en el segundo son verdaderas plantas petrifi- 
cadas, y en el tercero, toda la planta está ligera- 
mente carbonosa, y pasa á ser Lignita, conservando 
la mayor parte de los elementos que la componen. 
En resumen, cuando solo hay infiltraciones inorgá- 
nicas de fierro ó manganesa y representan mhorisa- 
ciones, se les ha dado el nombre de Dendritas, (f) 
en el caso de haber pasado á otro estado cnteramen- (*) 


(*) Arbol piedra. 


m 

te diverso ei vegetal, convirtiéndose v. g. en 0| ajo, 
ó en Agata, se conoce con la denominación de A i- 
lolita, (1) y por último, siempre que se presenta con 
un aspecto puramente carbonoso lia recibido como 
digimos antes el de Lignito. (2) 

Atendiendo á las partes del vegetal que se lian 
encontrado conservadas, llamaremos Carpolitos á 
los frutos en este estado, Antkolitos, á las limes, y 
Phylolilos , á todas las dermis partes de las plantas. 

Por lo que hace á la clasificación de los terrenos, 
cosa que es indispensable para entender esta mate- 
ria, indicaremos únicamente ¡a división mas común 
de Primitivos, tic Transición, Secundarios, Tercia- 
rios, y por último los Igneos, ó formados entera- 
mente por el fuego. 

En los primeros que son los que constituyen el 
suelo primitivo no se hallan truculentos de rocas 
preexistentes, ni mucho menos cuerpos organizados. 
Los segundos forman el pasage ó la transición á los 
que les siguen, y su carácter es la intercalación de 
sustancias que han sido acarreadas de los primeros, 
algunos restos orgánicos, y rocas análogas á las de 
la serie procedente, como formando el paso á los 
terrenos de las formaciones subsecuentes. Los ter- 
ceros constituyen los terrenos secundarios propia- 
mente dichos, que presentan materias acarreadas 
alternando con rocas sedimentosas, y restos orgá- 
nicos que pertenecen á plantas, Pescados, y Mollus- 
cos de los que hoy existen. Los cuartos cuya for- 
mación es mas reciente, comprende los terrenos ter- 
ciarios, encontrándose restos orgánicos que tienen 
todavía mucha mas analogía con los que hoy viven; 
ademas so hallan esqueletos de Pájaros, y de Rep- 
tiles, cosa que no habíamos encontrado en los ante- 


(1) ¡Madera p'edra. 

(2) Carbón piedra. 


i. 


137 

riores. Por último, los cuartos son distintos de los 
anteriores llamándolos ígneos, por estar formados 
por el fuego de los antiguos volcanes, tales son los 
de Traeliyta, Basalto, y Lava. 

Todos estos terrenos se subdividen en grupos que 
considerados en sí misinos, se presentan como gran- 
des masas minerales diversamente estralificudus, es- 
to es, masas parciales sobrepuestas unas á otras, pa- 
ralelas entre sí. formando capas simples ó compues- 
tas que lian recibido diversos nombres según su an- 
tigüedad relativa, la materia dominante que entra 
en sti composición, &c. 

En cuanto á los terrenos primitivos ya hemos di- 
cho que no presentan restos orgánicos dé ninguna 
especie; mas por lo que hace á los Pizarreños com- 
prendidos entre los de transición, se halla en cuan- 
to á vegetales fósiles una ú otra impresión de plan- 
tas criptognmas como los heléchos y otras. 

En los secundarios va abundan estos restos, co- 
menzando por depósitos arenáceos, tales como la 
Arenisca riel carbón de piedra, la roja, abigarrada, 
la de piedras de talla, 3' la verde, separadas por de- 
pósitos calcáreos: la caliza del alro ó alpina, la de 
las conchas, el Lias, y la Oolitica, terminando con 
la creta. 

Luego siguen los terciarios comenzando por con- 
glomerados y Areniscas, diversas calizas. Arcillas, 
Margas &c. A esta clase de terrenos so les ha da- 
do el nombre de Parisienses. Los jurásicos, son los 
que sirven para indicar ciertos depósitos que han 
servido de término do comparación, por encontrar- 
se en las inmediaciones del Jura, Por último, el 
suelo terciario comprende los terrenos que se lla- 
man Moderno s, producidos por los Volcanes actua- 
les, los depósitos de los Mares y Lagos, y el gran 
aterramiento del Diluvio que fué lo que dio origen 
al actual suelo vegetal. (Para completare! estudio de 


139 

estas materias, puede consultarse mi nuevo curso ele- 
mental de Botánica pog. 372. Y también para es- 
tudiar detenidamente los caracteres de las familias 
naturales de las plantas y poderlas comparar con 
las de los vegetales fósiles vease la Obra que publi- 
qué sobre este objeto el ario de 1851, titulada. “Las 
familias naturales de las plantas ó Resumen de sus 
principales caracteres.”) 

La historia de los vegetales que en diversas épo- 
cas han sido encontrados en las capas de la tierra, 
la determinación de sus relaciones con las plantas 
que habitan aun nuestro globo, y el modo con que 
las diversas formas vegetales se han sucedido des- 
de las épocas mas remotas en que nosotros halla- 
mos restos de su presencia hasta nuestros dias, es 
ciertamente uno cíe los puntos mas interesantes de 
la historia de la naturaleza. Así es que, de mas de 
un siglo á esta parle, la presencia de estos restos 
vegetales en diferentes capas de la tierra, habian 
llamado la atención do los sabios, y la corta analo- 
gía que existe entre la mayor parte de estas planta?, 
y as que crecen en los climas del N. hnbia sorpren- 
dido a muchos observadores. Antonio de Jussieu 
fué uno de los primeros que hizo notar la diferencia 
que hay entie los vegetales que se encuentran en 
las minas de carbón (de lYuille) y los que crecen en 
estos climas, y la analogía que presentan por el 
contrario cori los de las regiones ecuatoriales. 

Durante el último siglo”, muchas memorias re- 
partidas en las colecciones de las academias, hicie- 
ron conocer algunos hechos interesantes relativos 
á este objeto; otros autores tratando de la Oritog- 
nosia (" ) de los paises que encerraban un gran nú- 
mero, dieron figuras aunque bastante imperfectas, 
tales fueron Ludy, Mylius, Volmann, &c. (*) 


(*) Conocimiento de las piedras 6 minerales. 


139 

Entre los Botánicos, Scheuc.Iizer fué el único que 
hizo un estudio especial, y su Hcrbai ium diluvia - 
num contiene diversas figuras, poco esactas, res- 
pecto de un gran número de plantas fósiles. Pero 
el estado imperfecto de la Botánica y la carencia 
puede decirse completa do la geología, hacinn el 
estudio de estos fósiles una ciencia sin inteics y sin 
generalidad: cada sabio no podía dar mas que figu- 
ras mas ó menos esactas como he dicho de los res- 
tos qnc había encontrado y proveer así ele hechos 
aislados sin ligazón y sin comparaciones. Estando 
la botánica regida por sistemas artificiales, y ape- 
nas esclarecida por la anatomía vegetal bastante 
atrasada, no se poseían sobre la mayor parte de los 
vegetales exóticos, sino nociones muy incompletas, 
ni podia conducirse en la mayor parte de los casos 
sino á determinaciones casi aprpximativas de los 
restos imperfectos que se encontraban en estado de 
fósil. Aun al presente en que la anatomía vegetal 
ha sido el objeto de los estudios de tantos sabios; 
ahora que el método natural, agrupando las plan- 
tas según la reunión de sus relaciones ha facilitado 
enteramente las determinaciones de este género, 
aun nos encontramos embarazados continuamente 
por la dificultad misma que presenta el estado de 
los restos fósiles y el conocimiento imperfecto que 
se tienen aun de muchos vegetales vivientes. No- 
sotros no debemos pites reprochar con justicia á los 
sabios del siglo pasado de no haber llegado á un 
objeto tan difícil como la determinación de estos 
fósiles. 

Un gran espacio de tiempo (cerca de medio si- 
glo) so pasó sin que apareciese ningún trabajo im- 
portante sobre esta materia, hasta que en 1804 la 
Flora del antiguo mundo de Mr. Schloteim llamó 
la atención de los naturalistas sobre este ramo de la 
ciencia. 


140 

Figuras mas perfectas, descripciones pormenori- 
zadas y hechas con la precisión del estilo botánico, 
y en fin algunas tentativas de comparación con los 
vegetales vivientes, manifestaron que esta parte de 
la historia natural era susceptible de tratarse como 
los otros ramos de las ciencias, y puede decirse 
que si el autor hubiera establecido una nomencla- 
tura para los vegetales que describió, su obra ha- 
bría sido la base de todos los trabajos que después 
se han hecho sobre el mismo objeto. A pesar de 
este primer paso, la historia de los vegetales fósiles 
permanecía aun estacionaria durante algunos años, 
y puede asegurarse que en el transcurso de este 
tiempo los sabios de Alemania, de Inglaterra, de la 
Suiza, de América y de Francia, dirigieron al mis- 
mo tiempo sus estudios sobre este objeto; porque 
eri el espacio de pocos años se vieron aparecer en 
estos diversos países numerosos trabajos sobre los 
vegetales fósiles; tales fueron en Alemania las obras 
de los Sres. Sternberg, Rhode, Martius, y los suple- 
mentos de Schlotheim: en Inglaterra los de 
Parkinson, de Mr. Artis, sin hablar de muchas me- 
morias contenidas en las transaciones geológicas o 
en las descripciones de diversas regiones: en Sui- 
za las memorias de los Srcs. I'Iilson y Agardh, en 
América la gran memoria de Mr. Sléinhauer, y en 
Francia, yo podría citar algunas memorias, dice 
Brogniart, “en las cuales no procurado manifestar 
los principios que me parecían deber dirigir el estu- 
dio de este ramo de las ciencias, aplicándolos á al- 
gunos casos particulares." 

Tales son las principales obras publicadas re- 
cientemente sobre la historia de los vegetales fósi- 
les, las que pueden mirarse como formando la base 
de nuestros conocimientos sobre este objeto: mas 
aquí espondremos únicamente 'los principios ó los 
hechos que contienen, sin salir de los límites de es- 


141 

te escrito, puriiendo consultarse la obra publicada 
en la actualidad por Mr. AJ. Brogniart, y cuyo tí- 
tulo es “Historia de los vegetales fósiles, ó indaga- 
ciones botánicas y geológicas sobie los vegetales 
encerrados en las diversas capas del globo.” (2. vol. 
en 4. c con ISO á 200 láminas) &e. 

Los cuerpos organizados fósiles en general, pue- 
den considerarse bajo tres puntos de vista diferen- 
tes: 1. ° Bajo la relación de su determinación, de 
su clasificación, V de su analogía con ¡os seres exis- 
tentes: 2. ° Bajo la relación de su sucesión en las 
diversas capas del globo: 3. ° Como indicantes del 
estado del globo en la época en que ellos existieron, 
y pudiéndonos proveer de datos mas ó menos preci- 
sos sobre la temperatura, sobre la ostensión de los 
continentes y de las aguas, y sobre la naturaleza 
del suelo y de la atmósfera que sirvieron para su 
nutrición, &c. 

Estos tres órdenes de consideraciones deben nece- 
sariamente succderse en el orden que indicamos 
aquí, siendo las últimas una consecuencia de los re- 
sultados á que nos conducen las primeras. 

Determinaciones é historia botánica de los vege- 
tales fósiles. 

Antes de pasar al examen especial de las diver- 
sas familias de vegetales que lian sido encontradas 
en estado de fósil, debemos examinar en general 
cuales son los medios de llegar á su determinación: 
las dificultades que esta determinación presenta, co- 
mo pueden evitarse los errores en que podría in- 
currirse, y en fin el grado de certidumbre de estas 
determinaciones, poique todas nuestras consecuen- 
cias serian falsas ó dudosas, si la determinación de 
los fósiles que les sirve de base, fuese en sí misma 
inexacta: haremos en seguida conocer el método 


142 

que hemos adoptado para enumerarlos de una ma- 
nera científica, y las reglas que nos han dirigido en 
la nomenclatura que hemos establecido. 

Los vegetales que encontramos en estado de fó- 
sil no se hallan jamas enteros, sino que son en la 
mayor parte de los casos órganos aislados: tratán- 
dose desde luego de determinar hasta qué punto el 
conocimiento de un solo órgano puede conducir- 
nos á la determinación de los demas, y por consi- 
guiente á la de la misma planta. Estos prin- 
cipios no pueden establecerse ele una manera ge- 
neral, y es necesario aplicarlos según las clases 
de los vegetales, y la naturaleza de sus órganos. 

Los vegetales pueden dividirse en cinco ó seis 
grandes clases, de las que cuatro sobre todo son 
muy distintas, y comprenden la mayor parte de las 
especies actualmente existentes, y estas son: las liga- 
mas, las criptogamas, los monocoliledon e s , y los di- 
cotiledones. Los órganos de los vegetales" pueden 
por su parte dividirse en dos órdenes; los que sirven 
para la nutrición del individuo, y los que concurren 
á su reproducción. 

Entre las plantas vivientes, los caracteres de gé- 
neros, de familias y aun de clases, están casi ente- 
ramente fundados en los órganos de la reproducción- 

En el estado de fósil, al contrario, tío se hallan 
por lo regular mas que los órganos de la vegeta- 
ción y sobre todo, los tallos ó las hojas. Es nece- 
sario pues, determinarlos procurando siempre pre- 
sumir con alguna certidumbre la estructura de los 
órganos reproductores, con respecto á los de la nu- 
trición, y decidir cuales son los casos en que pode- 
mos llegar á este resultado con mas precisión. 

Los seres, se hacen mas perfectos ó complicados, 
(porque estas dos espresiones son casi sinónimas) 
y sus órganos en general mas independientes unos 
dé otros, ó por el contrario, son mas sencillos, y los 


143 

órgános q\ic los componen, mas dependientes entre 
sí, bajo la relación de su estmctura. Así en los ve- 
getales, la estructura de los órganos de la vegeta- 
ción, las hojas por ejemplo están ligadas de una 
manera mas íntima, ó á lo menos mas aparente á 
la de los órganos de la fructificación en lus oriptó- 
gamas, que en los monocotiledónes, y en estos, mas 
que en los dicotyledop.es, de tal manera, que la for- 
ma y la disposición de las nervaciones, pueden fre- 
cuentemente, en las primeras conducirnos á reco- 
nocer los géneros ó especies, y en los segundos á 
distinguir algunas familias, mientras que en los úl- 
timos no pueden conducirnos á los mismos resulta- 
dos sino en ciertos casos. 

Con los órganos de la fructificación sucede lo con- 
trario, esto es, que habiendo servido de base ú la 
formación de los géneros y de las familias en las 
plantas fanerógamas, y presentando muchas mas 
variedades en estas plantas, nos conducen con mas 
facilidad a su determinación que ningún otro órga- 
no, siempre que estén en tan buen estado que pue- 
dan distinguirse sus diversas parles. 

Podemos pues, con mas frecuencia, y con mas 
certidumbre llegar á la determinación de las fami- 
lias y de algunos géneros entre las Criplógamas, 
por medio de los caracteres que presentan los tallos 
y las hojas. En las fanerógamas, no sucede lo mis- 
mo, pues que no podremos llegar á determinaciones 
precisas, en la mayor parte de los casos, sino por 
medio de los frutos ó de las otras parles de la fruc- 
tificación. 

Pero en estos dos casos, es necesario no limitar- 
se á una comparación superficial ni á la simple ana- 
logía de las formas esteriores, por lo regular enga- 
ñosas. 

Los vegetales á cscepcion de las ágáritas, y algu- 
nas criplógamas están formados del tegido celular 


144 

y de vasillos acompañados del tegido fibroso, que 
constituyen el verdadero esqueleto de los órganos, 
y determinan sus formas esenciales, que el tegido 
celular no hace frecuentemente mas que disfrazar. 
Por tanto, á la disposición de los hacecillos libro-vas- 
culares que constituyen los nervios de las hojas y 
las partes leñosas de la madera, es necesario con- 
siderar con una atención muy lija, para determinar 
las verdaderas relaciones de los vegetales entre sí. 
Desgraciadamente este estudio aunque difícil en sí 
mismo respecto de los vegetales vivos, adquiere una 
dificultad cafi insuperable en el estudlo.de los fósiles. 

Es necesario por lo mismo tratar de hallar en las 
formas esteriores, indicios de esta distribución de 
los vasillos, y dar mas importancia á estos indicios, 
que á otros caracteres mas sensibles, pero menos 
esenciales. 

Por otra parle, es necesario también un hábito 
muy grande en el examen do los vegetales fósiles, 
paia evitar los errores á que podrían conducirnos 
los cambios que la planta lia esperinientado pasan- 
do ái estado de fósil; asi pues, es preciso 1. ° deter- 
minar los cambios debidos á la influencia de la pre- 
sión: 2. c examinar si faltaría la muestra algunas 
de las partes que constituyen esta porción "do la 
planta en estarlo viviente, si su corteza por ejemplo 
existe, ó si únicamente hay un núcleo interior é im- 
perfecto: 3. c asegurarse de si la muestra represen- 
ta la misma planta, o su contraprueba ó impresión 
en la roca que la rodea. 

Después de este examen minuicioso, se puede en 
general, determinar la forma real del órgano que lia 
sido conservado en estado de fósil, y tener la certi- 
dumbre de que no tenemos á la vista sino un frac- 
mento incompleto é indeterminable de que es nece- 
sario hacer una especie ó un género particular. 

En seguida se debe tratar de determinar cual es 


145 

la parte de la planta que se ha conservado, ya sea 
solamente el tallo, este con sus hojas, ó estas solas; 
las flores, el fruto, ó la semilla. 

Después buscando on la distribución de los vasi- 
llos ó en la forma esterior que dan á los órganos 
los caracteres propios ¡tara hacer reconocer las gran- 
des clases del reino vegetal, se llegará fácilmente en 
la mayor parte de los casos, á determinar la posi- 
ción de la planta fósil, en una de estas clases. La 
determinación de las familias y de los géneros está 
fundada sobre caracteres particulares, que nosotros 
no podemos esplicaraquí en todos sus pormenores; 
pero se ve por lo que llevamos espuesto, que fiján- 
dose bastantemente en los caracteres realmente im- 
portantes de cada órgano, se conoce bien la reu- 
nión del reino vegetal, y siguiendo una marcha ana- 
lítica que es difícil de trazar ventajosamente, se lle- 
gará así á esoluir un gran número de seres, entre 
los cuales se pueden buscarlas analogías de la plan- 
ta fósil que se estu tía, y aproximarla mas ó ménos 
á aquellos que nosotros conocemos, y cerca de las 
cuales debe colocarse. 

El método que hemos adoptado para clasificar y 
denominar estos fósiles, está fundado igualmente so- 
bre estas relaciones mas ó ménos íntimas entre las 
plantas fósiles y las vivientes. 

Si la analogía entre una planta fósil y una plan- 
ta viviente es tal, que las diferencias no sean sino 
variaciones de que son susceptibles los individuos de 
una misma especie de este gérero entre las plantas 
vivientes, las consideraremos como idénticas, y en- 
tonces deberá llevar el mismo nombre con el epíte- 
to de fósil ; pero para que esta identidad pueda ad- 
mitirse, es necesario, ó conocer toda la planta en es- 
tado de fósil, ó por lo ménos un órgano esencial, y 
cuyas variaciones sean importantes y enteramente 

10 



146 

distintas de una especie ú otra, sin que la indentidad 
permanezca dudosa. 

Si la planta fósil presenta caracteres específicos 
que la distinguen, pero que no difiere mas de las 
especies vivientes, que lo que estas especies se di- 
ferencian entre sí, debe considerarse como una nue- 
va especie del mismo género; si las diferencias sop 
un poco mayores, pero el órgano que se presenta, 
no es de una importancia tal que puede creerse que 
esta planta debe diferir de las otras plantas del mis- 
mo género, por todos sus órganos esenciales, se cani 
biará solamente la terminación del nombre del gé- 
nero en icos ó i ¿as, así v. g. al Zamia se llamará Za- 
mitas-, al Thuya, Tkuyitas, al Lycopodium, hisopo • 
ditos, &c. 

Por el contrario, si una planta fósil, aunque pre- 
sente muchos de ios caracteres esenciales de una 
familia, difiere sin embargo mas ó inénos por otra 
parte, en cuanto al órgano que lia pasado al estado 
de fósil, de todos los géneros conocidos de esta la- 
mina, cuanto estos géneros difieren entre sí, en- 
tonces se dirigirá el observador á considerarla co- 
mo constituyendo un genero nuevo, enteramente dis- 
tinto de los géneros actualmente existentes. 

Hay también otros casos en que los órganos con- 
servados en estado de fósil, no tienen ninguna rela- 
ción con los caracteres que han servirlo para esta- 
blecer los .eneros entre las plantas vivientes de la 
misma familia; y entonces catamos obligados para 
facilitar la clasificación de las especies y su deter- 
minación, á establecer géneros artificiales, fundados 
sobre otros caracteres, y esto es lo rpie se ha verifi- 
cado en la gran familia de los Heléchos. 

En fin, hay porción de plantas que podemos de- 
terminar bien, como pertenecientes á una délas 
grandes clases del reino vegetal, sin que podamos 
reconocer la familia en la que deben colocarse, sea 


147 


Por falta de datos suficientes, sea porque ellos de- 
ben constituir nuevas familias: en este caso, las co- 
o oaremos cerca de las familias conocidas, y al fin 
og la clase, á las que ellas pertenecen. 

Tal es el método, dice Mr. Brogniort, que hemos 
adoptado para separarnos lo menos posible del que 
está admitido entre los vegetales vivientes, y para 
indicar sin embargo las dudas que nos quedan so- 
bre muchos puntos que impiden esclarecer las par- 
les todavía oscuras y dudosas de esta ciencia. 

Ahora daremos una rápida ojeada á la reunión 
del reino vegcial fósil, siguiendo este método, y li- 
mitándonos á la esposicion de las clases y de las fa- 
milias; enumerando los géneros ó las especies que 
hasta ahoia han podido clasificarse, v corresponden 
á diveisos terrenos cuyas descripciones pormenori- 
zadas, y la representación de sus figuras se encon- 
trarán en la “Historia de los vegetales fósiles del 
mismo Mr. Ad. Brogniart.” 

Hemos dicho que el reino vegetal puede dividir- 
se naturalmente en seis grandes clases, á saber: 


1. ° Las Agamas. 

2. ° Las Criptogamas celulares. 

3. ° Las Criptogamas vasculares. 

4. ° Las Fanerógamas gymnosperntas. 

5. ° Las Fanerógamas monocotylcdonas. 

0. ° Las Fanerógamas dic'otyledonns. 

Ln este mismo orden examinaremos los vegeta- 
les fósiles que pasamos á enumerar. 


CLASE 1.» 


Agamas. 

Vegetales formados del tegido celular, y cuyos 
órganos reproductores, aun cuando existan, son des- 
conocidos. 


143 


FAMILIA t. rt CONFERVAS. 

Vegetales formados de filamentos simples, ó ra- 
mosos v articulados, que crecen en el agua. Com- 
prende al género confercitos, que se encuentra en 
terreno de creta y sedimento superior. 

FAMILIA 2. ALGAS. 

Vegetales acuáticos, de fronde continua membra- 
nosa, carnosa y coriácea, plana ó cilindrica, con cel- 
dillas mas ó ménos grandes y formadas á veces de 
falsas nervaciones: órganos de la fructificación que 
consisten en cápsulas reunidas en el inter ior de los 
tubérculos colocados en la superficie de la fronde 
ó en semínulas, esparcidas ó reunidas por grupos en 
el mismo tegido de esta fronde. Esta familia abra- 
za diez géneros que se han encontrado en terrenos 
de carbón. Jurásicos &c., así como en varias espe- 
cies de calizas. 


CLASE 2. a 

Criptógcimas celulares. 

Vegetales compuestos del tegido celular, y cuyos 
órganos reproductores, son distintos, es decir, per- 
ceptibles por medio del microscopio. 

FAMILIA 3. c MUSGOS. 

Esta familia solamente comprende al género Mu- 
sitos que se encuentra en terrenos de agua dulce. 

CLASE 3. 

Criptógamas vasculares. 

Vegetales compuestos de vasillos, y cuyos órga- 


149 

nos reproductores son distintos, pero muy poco co- 
nocidos. 

FAMILIA 4. EQUISETACEAS. 

Esta familia caracterizarla principalmente por 
los tallos estriados y articulados, abraza dos géne- 
ros que se encuentran cu terrenos de carbón, caliza 
grosera, Lias, Oolita inferior, Antliracita, y arenis- 
ca abigarrada. 

FAMILIA 5. a IIELECIIOS. 

Para caracterizar la familia de los heléchos, se 
atiende casi siempre á las frondes, aunque alguna 
vez, no se presentan masque tallos como sucede en 
la sigilaría. Se compone ríe trece géneros que se 
hallan en terrenos do transición y en diversas ca- 
pas de los secundarios. 

FAMILIA 6. rt MARCILIACEAS. 

La constituye hasta ahora el género Splienophy~ 
lum , que presenta sus hojas en forma de cuña, y 
pertenece al terreno de carbón. 

FAMILIA 7. CHARACEAS. 

Familia formada del genero Chara , de cápsula 
ovoide con cinco ventallas rodeadas en espiral, y se 
halla en terreno de sedimento superior. 

FAMILIA 8. LYCOPODIACEAS. 

Vegetales por lo común de tallos dicótomos, ho- 
jas insertas al rededor del tallo ó en dos series, y en 
algunos, con una ó tres nervaciones; distinguiéndo- 
se el género cardiocarpcni por sus frutos comprimi- 
dos y acorazonados. Abraza siete géneros que se 
hallan comunmente en el terreno de carbón. 


150 


CLASE 4. 

Fa ncróga m as gy mnospermas. 

Plantas cuyos órganos se hallan desnudos y reci' 
ben directamente la influencia del pélen. 

FAMILIA 9. rt CYCADEAS. 

Esta se compone de cuatro géneros de ho|as pi- 
nadas, y «le los tallos llamados AL/ntelia, que for- 
forman el quinto, hallándose los primeros en ter- 
renos de Ooüta inferior, y caliza del Jura, en el de 
creta, en el de sedimento medio y en la Arenisca 
de Lias, así como e! último en la caliza de las con* 
chas y de Portland. 

FAMILIA lo. CONIFERAS. 

Las plantas de esta familia se caracterizan regu- 
larmente por la forma de sus frutos, pero en otros 
casos, es necesario atender á la disposición de sus 
hojas. Consta de nueve géneros que se han encon- 
trado en los feríenos siguientes! do sedimento su- 
perior, de caliza del jura, arenisca abigarrada, y 
Oolita inferior. 


CLASE 5. « 

Fanerógamas- monocotyledona¡>. 

FAMILIA 11." NAYADES. 

Esta se compone en sutotalidad de plantas acuá- 
ticas, ya de agua dulce, ya salobre ó marina. Cons- 
ta de tres géneros, inclusos los tallos que forman el 
Gaulinitos , se hallan en terrenos do agua dulce, en 
el do glauconia arenosa, y Lias, así como en la ca- 
liza grosera. 


151 


FAMILIA 12. rt TALMEROS. 

Se lia caracterizado atendiendo á los tallos, á las 
h ijas y á los frutos (¡ue se han encontrado en esta- 
do de fósil, pero solamente se lian clasificado con 
certeza, seis géneros, uno por el tallo, cuatro por las 
hojas, y otro por el fruto que se han hallado en la 
Caliza grosera inferior, en terrenos de carbón, y el 
último en el de sedimento superior. 

FAMILIA 13 . a LILIACEAS. 

De esta familia se han encontrado tallos, hojas y 
flores, que han formado cuatro géneros, esto es, uno 
del tallo, dos de las hojas, y otro de la flor. El pri- 
mero en el terreno de glauconia arenosa, los segun- 
dos, en el lacustre y arenisca abigarrada, y el últi- 
mo, en el de sedimento superior. 

FAMILIA 14. K CANNEAS. 

No consta mas que del género cúnnnpln/litos, de 
hojas enteras, sencillas y atravesadas por el nervio 
central muy fuerte y con las inervaciones secunda- 
rias, oblicuas y paralelas. Esie se ha encontrado 
en el terreno de carbón. 

Antes de concluir esta clase debemos advertir, 
que entre los monocotyledones fósiles, se han en- 
contrado tallos, hojas, inflorescencia y aun frutos 
que no presentando caracteres bastantes para su co- 
locación en determinada familia, se consideran como 
de la clase, aunque de familia incierta. 

CLASE G. ^ 

Fanerógamas dicotiledonas. 

No obstante los numerosos restos vegetales de 
esta clase que se hallan en los terrenos terciarios, 


152 

pocos hay reducidos á familias conocidas, siendo los 
frutos los que particularmente han conducido á su 
determinación, que es como sigue: 

FAMILIA 15. AMENTACEAS. 

Se conocen de una manera cierta por sus frutos 
en amento, tres géneros, y á demas otros cuatro que 
todavía se consideran dudosos, todos ellos encon- 
trados en terrenos de sedimento superior. 

FAMILIA 10. rt YÜGLANDEAS. 

En esta se conocen cuatro especies de nueces fó- 
siles bien caracterizadas, y pertenecientes al géne- 
ro Yuglans, que se han encontrado en terrenos de 
sedimento superior. 

FAMILIA 17. a ACERINEAS. 

Los frutos de una especie de Arce, hallados en ter- 
reno de Lignito, de sedimento superior en las inme- 
diaciones de Francfort, constituye esta familia, con 
solo el género Acer; pues algunas hojas trilobadas 
que acompañan al fruto, son sin duda de la misma 
planta. 


FAMILIA 18. NYNPIIACEAS. 

Se conoce de esta familia una Ninphca fósil re- 
cogida en las inmediaciones de París, en terreno la- 
custre superior, y otra especie ó variedad remitida 
á Mr. Brogniart de las cercanías de Narbona. 

VEGETALES DE CLASE INCIERTA. 

En el terreno de carbón, se encuentran vegetales 
fósiles bastante notables, y de tal modo diferentes 
de los que se conocen actualmente, que es muy difi- 


153 

cil saber en que clase se han de colocar; así es quo 
solamente por los caracteres que presentan, ha po- 
dido Mr. Brogniarl establecer cuatro géneros sin 
asignarles la clase á que deban corresponder. 

Hasta aquí la clasificación; pero para adquirir co- 
nocimientos mas estensos en esla materia, que no 
hemos hecho mas que indicar, pueden consultarse 
las obras del mismo Mr. Brogniart que-es lo ma3 
completo que hasta ahora tenemos, aunque lo es- 
puesto basta para formar alguna idea de la llura ve- 
getal fósil, conservada en las diversas capas que 
lbrman la costra sólida de nuestro globo, como en 
el Hervaiio del mundo primitivo. 

Estos interesantes descubrimientos, así como el 
estudio de los restos vegetales antidiluvianos, y el 
de los animales fósiles, son los que lian puesto á la 
Geología en el estado do adelanto en que hoy se ha- 
lla, para poder dar razón, físicamente del modo con 
que se formó la tierra que habítanos, pues por su 
medio so csplicun diversos fenómenos de ios que 
precedieron al estado actual en ¡pie nos encontra- 
mos: siendo muy digna de notarse, la admirable 
coincidencia que se observa entre estos últimos des- 
cubrimientos, y la sencilla, pero exacta relación de 
Moisés en el i 1 1 ro del Génesis, escrito con tantos si- 
glos de anterioridad, v á cuyo sentido (dice Bory 
de Snt. Vinccute) la historia natural presta todo el 
apoyo de sus verdades. Una ligera reseña nos com- 
probará este aceito. 

Siete espacios de tiempo llamados días, (*) fue— 


(*) La palabra tlia, yom en hebreo, dice el erudito Autor 
de la obra titulada. Cristo ante el siglo, no significa precisa- 
mente el espacio comprendido entre la salida y la puesta del 
sol; la lengua hebrea la usa muchas veces para indicar un 
tiempo determinado cualquiera. Moisés no podia llamar 
dia, según nuestra actual ecepcion, épocas en que los astros 
luminosos no existían rodavía El sol no existió hasta el 


154 

ron bastantes en esta misteriosa historia para la eje- 
cución de un plan magnifico, de que el género huma- 
no fue el complemento. La voz del Criador resono en 
las tinieblas que cubrían la Faz del abismo, y la luz bri- 
lla: la materia fué removida; el movimiento comien- 
za y el primer dia para ella. Entonces, sucesiva- 
mente e! tiempo fué marcado por la revolución de 
los cuerpos celestes, lanzados en las vastas órbitas 
que se les habían trazado; los mares comienzan a 
bramar en las concavidades que les circunscribe el 
arijo ó la tierra: las plantas adornan esta tierra que 
deja de ser árida: los peces animan las aguas, I° s 
pájaros del ciclo les succeden, los animales del cam- 
po y de las selvas, nacen á su vez, y por último, 
aparece el hombre. 

Tal es el orden en que c-1 Historiador sagrado 
nos refiere la Creación, comenzando por mani- 
festarnos, que al principio la tierra era informe y 
vacía, un caos; y que el espíriritu de Dios era lleva- 
do sobre las aguas. Veamos abura, lo que la cieif 
cia del siglo en que vivimos nos enseña. 

Dos son las opiniones mas generalmente admití- 


cuarto de los dias mencionados; y por otra parte el Génesis 
usa también del nombre dia, para todo el tiempo en que el 
Señor hizo el cielo y la tierra: de aquí se infiero, que esta 
palabra espresa on la historia de la creación, periodos sin 
duración determinada. 

Vease también sobre las diversas significaciones de la voz 
dia, la nota que acerca de ella, trae la versión do la Biblia 
llamada de A mal ; pero sobre t odo, los estudios filosóficos so- 
bre el cristianismo de Augusto Nicolás, quien después do 
haber demostrado, como debe entenderse la palabra d;a, con- 
cluyo diciendo: “Ademas, semej inte cspiicacion no es 

nueva, ni nos la iia sugerido el deseo de hacer concordar la 
cosmogonía judaica, con la ciencia Geológica: cnconlrá- 
mosla aducida ya on los escritos do los grandes Doctorea 
de la Iglesia. Tal es en efecto, la opinión de San Agustín 
de San Ambrosio, do Orígenes: opinión que abrazó igual- 
mente Bossuct” &c. 


155 

das en la actualidad, por los Géologos respecto de 
la formación de nuestro globo; los unos como Wer- 
ner y toda su escuela, la atribuyen á las disolucio- 
nes acuosas de la materia, ó elementos de los terre- 
nos; y los otros piensan que esta materia,, en esta- 
do de masa ineandccente, se fué enfriando por el 
movimiento de rotación que se le imprimió, basta 
lomar la forma esferoidal que tiene la tierra, y for- 
marse la primera película sólida de la costra que 
habitamos, conservando hasta ahora el calor central, 
que mas fuerte rd principio en la superficie, debió 
producir los gases atmosféricos, y el enfriamento ó 
condensación «lo estos en el espacio, la enorme can- 
tidad de agua á que deben su origen las grandes for- 
maciones llamadas do sedimento. Estos dos siste- 
mas (¡ue so lian querido personificar con los nom- 
bres de Neptunianos, y Platonianos, lian sido admi- 
tidos últimamente por varios Géologos formando de 
entrambos uno misto, y por cuyo mecho espücnn las 
diversas formaciones observadas en los terrenos. 
Se ve pues, «¡ue tocios convienen en el punto de par- 
tida, esto es, en que al principio la tierra estubo cu- 
bierta enteramente por las aguas, como dice el tes- 
to sagrado. 

En cuanto ni orden ele sucesión, la ciencia ad- 
quirida por las observaciones, nos muestra que de- 
bió pasar un espacio largo de tiempo, entre la con- 
solidación da las capas primitivas de la tierra y la 
aparición de la vida en su superficie; así como en 
la creación de las diversas especies de plantas, y las 
diferentes razas de animales, y por último, entre estos 
y la creación del hombre, l.as pruebas son irrecusa- 
bles, pues que las capas son el producto de una su- 
cesión lenta de efecto»-, y ]<>s restos de las plantas, 
y animales consei vados en muchas de ellas, mani- 
fiestan una prodigiosa sucesión de generaciones dis- 
tintas aunque no encontremos medios de calcular- 
la duración do las épocas en que se vetificaron. 


156 

Ya hemos tenido ocasión de observar en la lec- 
ción que precede, que en los terrenos llamados pri- 
mitivos, ninguna señal se encuentra de la existencia 
de seres organizados, y que en los fie transición que 
les siguen inmediatamente, comienzan á percibirse 
ya las impresiones de algunos vegetales fie los mas 
sencillos en su organización, tales como los llele- 
chos y otros así que son los primeros que aparecen 
sobre la naturaleza muerta, digamos asi; mas en las 
fot macionos sucesivas, esto es, desdo ios terrenos 
secundarios, la vida se muestra ya inas claramente 
en la existencia de varios vegetales de organización 
mas complicada, y en la presencia posterior de res- 
tos de animales, primero los acuáticos ó habitantes 
de las aguas, después los esqueletos de diversos pá- 
jaros, sin que aparezca todavía, ningún animal de la 
tena, hasta las formaciones de época posterior en 
que v a se encuentran las osamentas de mamíferos 

asi 


terrestres y cuadrúpedos; sie 


i j ,u r c '« i «¡ siendo de notar que asi 

ñ nt-on^ 6 ' CS C ° m ° ' os an ’ m,| les, sucesivamente, y 
a proporción que se acerca al suele actual, van te- 

, ' mas an *'ilogia con los que ahora viven, v por 
ultimo qL1 e ningún resto humano en estado dg “fósil, 
se halla rn todas las capas observadas hasta el dia, 
esc e los terrenos primarios bástalos terciarios ó 
de sedimento superior; de donde se infiere natural- 
rneme el orden en que los seres precedieron unos á 
otios, y que el hombre fu 6 la última y mas perfecta 
de las obras de la creación. 

Compútense ahora estos hechos consignados en 


. LUUal^llilUUo 

colegien, que apénas lleva medio siglo 


el 


la ciencia G 

dejiaber comenzado, con lo que se escribió en 
í. de los lloros del Penihaleuco hace mas de tres 
mil años, y lio podrá menos de reconocerse, la ins- 
piración de Moisés, en la esactitud de su relato, en 
una materia desconocida a! saber humano hasta 
nuestros días. 


157 

La ligera reseña que nos propusimos hacer aquí, 
no nos permite examinar la relación del orden en 
que el ilustre naturalista Mr. Cuvier, observa la apa- 
rición de los seres, en las diversas capas de la tier- 
ra, en su discurso sobre las revoluciones del globo : 
pero su coincidencia, en general, es tal con la del 
Historiador Hebreo que Augusto Nicolás, después 
de comparadas en varios puntos, esclama admira- 
do. ‘-¿Quién es el que habla? ¿es Moisés? ¿es Cu- 
vicr? la confusión es completa.” Tal es la confor- 
midad que les encuentra. 

Terminaremos esta rellexion manifestando, con 
el mismo Augusto Nicolás, que si en el siglo pasa- 
do la Re!i' r on y las observaciones de la ciencia fue- 
ron objeto de desprecio para los incrédulos: “dicho- 
samente va no es permitido en el dia mofarse así, 
ni de la úna ni de la otra, porque ambas se han en- 
contrado en el campo de la observación, y se han 
abrazado en el regazo de la verdad.” 


CONCLUSION. 

Diversidad de formas en los vegetales, y esta- 
bilidad de sus especies. 

La variedad de las plantas (dice un Autor) no es 
el entretenimiento de un ser caprichoso que se com- 
place en prodigar un vano lujo en sus obras, así co- 
mo el hombre voluptuoso, ávido de los homennges 
del vul"o. desplega en sus vestidos la diversidad de 
sus mistos, y adorna á toda costa su pasagera ha- 
bitación. 

Si la naturaleza varía hasta lo infinito sus pro- 
ducciones, también es constante en sus variedades. 
La Rosa que destinó Alcibiades para adornar el se- 
no de su Dama, no difiere de la que el amor con 


153 

mano tímida viene á ofrecer en tributo á las her- 
mosas de nuestros dias, y el Lirio que mecía su no- 
ble tallo en los jardines de Alcinous, esparcía los 
mismos perfumes que el que forma el adorno de los 
nuestros. Sin osla fijeza inalterable, ¿cómo podría 
el hombre distinguir la cicuta venenosa que debe 
huir, y recoger la saludable Camomila que ha de 
aliviar á su padre ó á su esposa? ¿Cómo podría el 
escrutador de la naturaleza determinar las mas pe- 
queñas particularidades de los musgos aun los mas 
delicados, y encontrarlos en perfecta conformidad 
con los que otro observador recojo en la cstremi- 
dad opuesta del globo? ¿Cómo podrían correspon- 
derse, entenderse y darse muestras de simpatía al 
través del Océano que los separa; de la cadena de 
montanas, que elevan entre ellos sus inaccesibles 
cúspides? ¿Podríamos indicar con seguridad las 
plantas cuyo comercio forma el gusto de todos los 
ia i tan tes de la tierra, las que pertenecen á la 
Agricultura, y las que forman el dominio de la far- 
macia, si su conformación dependiese de la casua- 
i< at , \ si sus propiedades fuesen tales, que pudie- 
ran confundirse &e ? 

. Entendiendo el círculo de estas ideas sobre la va- 
riedad i!e los vegetales, contemplaremos la vegeta- 
ción que presenta la Isla de Java, y que es cierta- 
mente comparable con la de nuestro fértil y esten- 
so continente por su fuerza y vigor. Las plantas que 
hay allí (dice el Dr. Reinwimlt) presentan una 
ostensión de mas de 2.300 millas cuadradas, y re- 
ciben aun un crecimiento considerable de las mon- 
tanas que se elevan desde 10 hasta 1.200 pies de 
altura sobre el nivel del mar. Todas estas monta- 
nas están cubiertas de espesos bosques, á los que se 
les puede aplicar con bastante propiedad el epíteto 
de majestuosos, porque casi no se encuentra un so- 
lo árbol que tenga menos de 100 pies de altura. 


159 

En ciertas entradas estos árboles se hallan tan 
tupidos, que el viagero no puede penetrar sin abrir- 
se camino por en medio de ellos corlándolos con el 
hacha, y al través de las plantas volubles y enre- 
daderas vé los troncos de los árboles cubiertos por 
una infinidad do vegetales parásitos. El suelo es 
á veces insuficiente para contener una vegetación 
tan abundante; asi es que las plantas crecen mezcla- 
das las unas sobre las otras, millares de vegetales se 
disputan la savia que mana de los árboles, y se en- 
trelazan por todos bulos tomando multitud de for- 
mas diferentes. Eas plantas trepadoras dan vuel- 
ta al rededor de cada ramo, y ningún rayo del sol 
puede percibirse en medio de la espesa sombra que 
entre sí forman. Considerando las dimensiones 
que adquiere cada individuo, tendremos tina obser- 
vación suficiente para llenarnos de admiración, 
pues que se encuentran verdaderas gramíneas de un 
tamaño colosal: los Bambas presentan en su in- 
terior huecos capaces de formar una cueva, cuyos 
tallos se pueden convertir en toneles, en canales, ó 
conductos para las aguas, y también en pozos, ha- 
llándose estos vegetales tan unidos, que forman co- 
mo un bosque de pinos y sabinos. Las plantas vo- 
lubles. el Calamita, la Urania, la Nauclea &c., casi 
presentan el grueso de un brazo ó de una pierna, 
y semejantes á serpientes, se enrollan al rededor 
de los árboles, llegando á enhuecarse sus troncos, 
y formando surcos profundos. Nada detiene el 
curso de una vegetación incesante; las plantas todas 
so sticcedcn en su floración, pues que durante las 
estaciones todas, viven, crecen, y dan fruto por si- 
glos enteros. Allí vemos los enormes Boabads 
de la Africa (Adansonia) desarollándose en tron- 
cos do un grueso y de una altura prodigiosa; sien- 
do testigos de centenares de años, y en las selvas 
se encuentra el Bombax, el Algodonero de los In- 


160 

gleses , (Goslpyum) y otra multitud de plantas co- 
mo el Ficus Bcnjamina, el clástica, <S¡-c. (*) 

Tal es la bella descripción que hace el autor ci- 
tado y que vemos reproducida entre nosotros en 
diversos puntos del país en que habitamos, envidia- 
ble por su abundancia y por su fertilidad. 

¡Cuantas gracias debemos tributar al Hacedor 
Supremo por haber hermoseado la mansión en que 
nos hallamos, con esa multitud de plantas tan bellas 
como agradables! /Peto de que manera correspon- 
deremos á esta gratitud tan justa? ¿Que será lo que 
Dios exija de nosotros? Toda la doctrina cristiana, 
toda la moral evangélica está reducida á estas pa- 
labras del Apóstol San Pablo. “La voluntad de 
Dios es esta, vuestra santificación: que os absten- 
gáis de los placeres ilícitos, que sepa cada uno de 
vosotros poseer su cuerpo con santificación y ho- 
nor, no saciando la concupiscencia como las gentes 
Que ignoran á Dios: y que ninguno oprima, ni pon- 
ga asechanzas á su hermano acerca de sus intere- 
ses, porque el Señor es vengador de todas estas 
cosas, como ya os hemos dicho y testificado. Por- 
que Dios nonos llamó á la inmundicia, sino á la 
santificación en Jesucristo.” (San Pablo á los Tesa- 
lonicences, cap. 4. ° 

1851 y *2 Urn ° f Hortic s °°- of L °ndon t. IV. p. 239. Año 


FM 


101 


ES PLIC ACION DE LAS LAMINAS. 


LAMINA 1. a 

Porte, ó aspecto de los vegetales . 

DICOTILEDONES. 

Fig. j.rt — gauoc de Babilonia ó Sauz llorón 
(Salix babilónica. Lin.) 

Fig. 2. ” — Sabino muy elevado ó Cedro del Lí- 
bano. (Pinus Cedrus.) 

Fig. 3. — Dionea atrapamoscas. (Dionaea mus- 

nípula.) 

Fig. 4. — Encina. (Quercus ilex.) 

MONOCOTILE DONES. 

Fig. l. rt — Palmeros (Fénix dactilífera.) 

Fig. 2. — Caña de Indias ó Coyol (Canna In- 

dica.) 

Fig. 3. * —A gave ó Maguey (Agave americana.) 

Fi". 4. ” — Aloe ó Zabila (Áloe perfoliata.) 

Fig. 5. a — Caña de azúcar (Sacharum offici- 
nale.) 

LAMINA 2. rt 

Organos elementales. 

Fig. I. — Utrículos que no han esperimentado 
ninguna persion, y entre los cuales los intervalos ó 
rneat.es son muy distintos. 

Fig. 2. p — Utrículos deformados por su presión 
mutua y cuyos intervalos son poco distintos. 

Fig. 3. — Utrículos fuertemente comprimidos 


162 


uiius contra otros, y cuyos meatos son invisibles, y 
encierran granulaciones amiláceas. 

Fig. 4. K — Utrículos alargados unidos á algunos 
otros, de fotina cúbica, conteniendo todos ellos 
granulaciones verdes. 

Fig. 5. “—Corte transversal de una hoja de Azu- 
cena blanca (Lilium candidum) que presenta deba- 
jo, la capa de utrículos que forman la cutícula; en 1 o 
alto la cutícula de la cara inferior, sobre la oue s c 
observan los stómatcs; y entre estas dos capas es- 
teriuies hay utrículos alargados, separados íiccuen- 
temente por grandes meatos. 

Fig. 6. Utrículos muy gruesos, con meatos 
distintos. Tres de ellos están cubiertos de siénta- 
les (como se ve en una luz fuerte) y el tercero ó 
luz )*° r CSta CCI ‘ a<1 ° ( como se manifiesta á media 

^ ^ ' C °' te vertical de utrículos muv grue- 

stómTte? Capa Superior Presenta la cutícula y un 

tomón, r S ;"r U ' n ? Ul ° S de f!ivei ' sos tamafios, fuer- 
temente comprimidos unos contra otros v que ro- 

deati una hachea que está desarrollada.’ ' q 

- ' Fiaebéa muy gruesa, rodeada toda- 

la me mbrana que la conserva enrollada en 

espiral. 

Fig. 10.— Corte longitudinal de un vegetal fibro- 
so, que presenta utrículos comprimidos unos contra 

Í^K« Uy J£ "T lOS SOn " lv¡sibles > y que envuelven 
tracheas, fibrillas punteadas, y fibrillas rayadas. 


LAMINA 3. « 

Dicotiledones. Desarrollo de la semilla, ó sea la 
germinación. 

Fig. 1. rt — Semilla de la Haba (Fabn communis) 
cubierta de su derma. (II) el hilo (Hilum) (R) la 
Raíz levantando la derma. 


1G3 

Fig. 2. a — La misma privada de su derma. (Cot.) 
Cotiledones. (R) Raiz. 

Fig. 3. — La misma que carece de la derma, y 

uno de los cotiledones separado para manifestar al 
descubierto la primer yema de la planta. (R) Raiz. 
(Cot.) Cotiledones. 

Fig. 4 . a — Haba que presenta su embrión ger- 
minando, y su derma rota por la raiz. 

Estas cuatro figuras tienen el embrión encorvado. 

Fig. 5. p — Embrión anular, que encierra el albu- 
men. 

Fig. 6. p — Corte longiludional de un fruto de la 
maravilla (Mirabilis dichotoma) engruesado. (S) 
Base persistente del tubo de los sépalos. (Y) Em- 
brión encorvado que rodea el albumen. (A) 

1' ¡g- 7. p — bruto de la maravilla como en la Fig. 
6. 53 (T) Porción del tallo (Coll.) cuello. (R) Raiz. 

Fig. y. p — Germinación de la misma planta mas 
avanzada. (Cot.) Cotiledones. (T) Tallo. (II) Raiz. 
(Coll.) cuello 

Fig. 9.“ — Semilla de la Higuerilla (Ricinus 
Communis) del tamaño natural. 

Fig. 10. — La misma, cortada á lo largo y en su 
grueso. (R) Raiz. (Cot.) Cotiledones. 

Fig. 11. — Semilla de la Calabaza (Cucúrbita pe- 
po) manifestando las- tres membranas de su derma. 
Esteriórmente la Exodérmu , interiormente la Endo- 
derma, y entre las dos la Mesoderma, descubriéndo- 
se en la parte de arriba el embrión desnudo. 

Motiocoliledones. 

Fig. 12.— Germinación de la gloriosa, (Yuca) (G) 
Semilla. (R) Raiz. (Cot.) Cotiledones. (Coll.) Cue. 
lio. (H) .hoja. 

Fig. ]3. — Camela de la cebada aventada (hor— 
dium vulgare.) (C) Cárpela. (C) Porción del estigma. 


164 

(Y) Embrión de que se ha levantado una porción de 

la cárpela de la derma. . ~ ... . 

p¡„. i 4 . — Embrión déla misma. (Cot.) Cotiledo 
ñas. °(R) Raices todavía cubiertas (muy engrue- 

' Fig. 1 5. — Cárpela de la ceba da, cortada al través. 

(R) Raiz. ... 

Fig. 16 .— Embrión recto (Y) en el albumen. CV 

LAMINA 4. “ 

Organización ele los Dicotiledones. 

Fig. 1. a — Representa una figura ideal para ha- 
cer comprender la trasmutación sucesiva de la cor- 
teza y de la madera. Ella nos presenta el corte de 
un tallo do dos años, formado de dos capas de corte- 
za que se estienden desde la parte esterior á la in- 
terior, y de dos capas de madera, cuya formación 
se verifica desde dentro hacia fuera. Las capas 
corticales tienen sus utrículos estoriormente, así co- 
mo las fibras que son de igual edad. Lo contrario 
sucede respecto de la madera. 

Fig. 2. “ — Corte transversal y longitudinal de 
una porción del tallo leñoso de los djeotyledoncs. 
Esteriormcnte hay la corteza formada por diez capas 
corticales muy aproximadas y distintas, l’or den- 
tro, diez capas también leñosas numeradas según el 
orden anual de su formación, desde el interior al es- 
tenor. Las líneas que parten del centro en forma 
de radio, hasta la circunferencia sobre el corte trans- 
versal son los prolongamientos utriculares que se 
encuentran en placas de color oscuro sobre el corte 
longitudinal. 

Fig. 3. “ — Fragmentos de la corteza, que presen 
ta dos yemas con hojas, y otras con señales ovalad a 
transversalmente, que son las Lente cillas. 

Fig. 4. “ — Lentecidas ovales en el sentido longi- 
tudinal. 



1G5 

Fig. 5. “ — Corte longitudinal de una semilla, que 
presenta un embrión dieotiledon, encorvado y encer- 
rado en el albumen. 

Fig. (i. “ — Embrión dieotyledon privado de sus 
cubiertas. [R] Raiz [Cot.] Cotyledones. 

Fig. 7. w — Embrión dieotyledon muy tierno de 
una leguminosa. [R] Raiz. [H. Cot.] hojas cotiledo- 
narias [H. Simp.] hoja simple y lisa que costa de 
una sola hojuela. [H. Comp.] Hoja compuesta de 
muchas hojuelas 

Fig. 9. 50 — Hoja de nervaciones ramificadas y pi- 
nadas. 

9. P — Hojas de nervaciones palmeadas. 

Fig. 10. — Flor de las Cruciferas. [S] Sépalos li- 
bres en número de cuatro, así como los pétalos. [P] 

Fig. 11. — La misma de quien se han separado los 
sépalos y los pétalos, á fin de manifestar los estam- 
bres libres entre sí y sin adherencia con uinguna 
otra serie de órganos. En el centro hay dos carpe- 
las unidas, en donde se ha descubierto parte deles- 
tilo, y todo el estigma. 

Fig. 12. — Flores cuyos sépalos [S] están unidos 
por su base, casi como los estambres, (E) y en el 
centro las cárpelas unidas. (C) La flor cortada lon- 
gitudinalmente manifiesta el punto en donde están 
fijados los cordones alimenticios de las semillas. 
Ademas hay un anillo carnoso, que no tiene adhe- 
rencia con las cárpelas, sino que rodea su base, y 
es el Intermedio. 

Fig. 13. — Estambres [E] adherentes al tubo de 
los pétalos [P] con los cuales alternan. 




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INDICE 

V3e \as mate-vías, que se contienen en 
esta O 'ova. 

• Páginas. 

ADVERTENCIA, , 3 

Introducción ....... 5 

Distribución de ios vegetales en general 71 

Crecimiento en las plantas bajo. la misma conside- 

ración .......... g 

LECCION 1. p — Historia de la Botánica 13 

LECCION 2. p — Idea general de las plantas... 20 

Organos de la nutrición. Id. 

Descripción general de las hojas. 21 

De las flores. 22 

Modo de verificarse la fecundación &c 24 

Invernáculos ó conservatorio....... 25 

Inflorescencia 26 

LECCION 3. p — Clasificación y diferencia que 

presentan los cuerpos, 27 

Composición química,,,, 29 

Divisiones de la Historia natun !, 30' 

Divisiones de la Botánica. id. 

Reflexiones sobre el estudio de la Botánica. .... 32 

LECCION 4. p — Estructura anatómica, de los 

vegetales 35 

Tejido celular 

Tejido vascular. 37 



Páginas . 

Div ersas formas de los vasillos 

Glándulas y pelos 41 

LECCION 5. p — Organos de la nutrición, con- 

siderados especialmente 43 

De la raíz 45 

Del tallo 40 

Diferencias del tallo 47 

Diferencias de las hojas DI- 

LECCION 6. p — Organos de la reproducción. 50 

Del cáliz Id. 

De la corola. 51 

Del estambre 52 

Del pistilo 53 

Del fruto Id. 

LECCION 7. - — Fisiología vegetal considerada 

en globo 56 

Cuestiones fisiológicas 00 

LECCION 8. p — Germinación, nutrición y cre- 
cimiento 63 

Del agua Id. 

Del aire G4 

Déla temperatura G5 

De la luz.. 6G 

De la traspiración, la espiración y deyecciones. G7 
LECCION 9. p — Floración, reproducción y ma- 
duración 69 

Modos de verificarse la reproducción 70 

Causas que influyen en el desarrollo de los ovarios. 72 
Medios artificiales de propagación. * 74 



• Página» 

LECCION 10. — Diseminación y algunas ideas so- 
bre la pathología vegetal 77 

De las enfermedades de las plantas 79 

Animales nocivos 81 

LECCION 11. — Carpología ó sea la clasificación 

de los. finios . . . 82 

Frutos secos indeliiecsentcs 84 

Frutos secos dehieesentes. ...... 86 

Frutos .carnosos 87 

Frutos múltiplos 88 

Frutos agregados ó compuestos 89 

LECCION 12. — Distribución de las plantasen la 

superficie del globo que habitamos 91 

Circunstancias que influyen en el desarrollo de las 

plantas 92 

Aspecto de la vegetación en las diversas zonas. . 93 

Climas diversos 95 

Lugares marítimos ó acuáticos 96 

Lugares terrestres 97 

LECCION 1 3. -Taxonomía, Systemas, y Métodos 100 

Systema natural y artificial. 103 

Individuos Id. 

Especies 101 

Variedades y géneros Id. 

Ordenes 3' famillias. 105 

Clases id. 

Método nuUral 106 

Bases del método natural aplicadas á la Botánica. 108 
LECCION 14. — Continuación de la anterior.... 111 


Páginas. 

Clases del systema de Tourncfort 111 

Sistema de Lianeo 115 

LECCION 15.- — Terminación de esta materia. . 121 

Método de Jussieu Id. 

Método de Do-Candolle 124 

MECCLON 1G. — Usos de los vegetales. ...... . 128 

Délas raices .. 229 

De los tallos y cortezas igg 

De las hojas. igj 

De las yemas jd. 

De los frutos. .......... jgg 

LECCION 1.7. — De los vegetales fósiles 135 

Su clasificación y distribución ]41 

Conclusión.. 

Esplicacion de las láminas. 102 


ERRATAS MAS NOTABLES. 


En la página 15, línea 2, dice, qua léase: quae. 

En la página 41, línea 19, dice, analogía léase: 
analogía. 

En la página 48, línea 8, dice, trasobada léase: 
trasovada. 

En la página 50, línea 4 y 5, dice, Faciamy léa- 
se: Faciamus. 

En la misma página, línea 6, dice, capítulo 1. ° 
y 2G, léase: Capitulo 1.® Versículo 26. 

En la página 51, línea 11, dice, libre léase: libre. 

En la página 50, línea 11, dice, ullimo léase: úl- 
timo. 

En la página 120, línea 22, dice, moléculas léa- 
se: moléculas. 

En la página 129, línea 24, dice, los léase: las . 

En la nota de la página 153, línea 6 de la mis- 
ma nota, dice, ecepcion loase: acepción. 



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