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NUEVAS LECCIONES
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ATj alcance de toda clase de personas;
con algunas reñeiiones morales
deducidas de los admirables fenómenos quo
se observan en el desarrollo
DE LAS PLANTAS.
Por el Sr* Profesor D.
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Impreso por ITIamiel F. ütcdoudasv
calle de las Escalerillas ISo. 3.
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Es propiedad del Editor, y no puede
reimprimirse sin su consentimiento.
^JONICAMENTE el deseo de que se generali-
cen los conocimientos en la Botánica, ramo de la
Historia natural tan interesante como útil, es lo que
me lia determinado á dar publicidad á la presente
obra, persuadido justamente del agrado con que se-
rá vista, por todas aquellas personas, para quienes
no les son indiferentes los progresos de nuestro rico
y fértil país, fijándose en sus producciones, y valori-
zando la importancia de esta clase de mejoras, las
que se han visto hasta ahora por desgracia, con bas
tanto desden. Ademas, se ha procurado unir la cla-
ridad á la concisión, ligando al mismo tiempo la
Ciencia con las grandes verdades de la Religión y
de la Moral: verdades tanto mas necesarias en la
época actual, cuanto que es una de las cosas que en
mi concepto mas se necesitan para afirmar la ver-
dadera creencia, origen de tantos beneficios.
Si por medio de esta obra se consigue el aumen-
tar la ilustración y la moralidad, quedarán satisfe-
chas las intenciones del Editor.
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Flores apparuerunt in torra nostra.
(Cánt. de Cánt.) Las flores aparecie-
ron en nuestra tierra. (Cántico de loi
Cánticos.) — Salomón.
^^kanue, magnífico, admirable es el Señor en to-
das sus obras.... Coeli enarrant gloriam Dei....
Los cielos publican su gloria, dice el Real Profeta. —
En efecto, Lectores, si recorremos la vasta eslen-
sion de las cosas creadas, desde la humilde vcrbcci-
lla que hollamos con los pies, hasta los inmensos
globos de luz que ruedan sobre nuestras cabezas,
veremos el orden, la armonía y el conjunto mas sa-
bio, brillando en todas ellas, prueba inconcusa de
la sabiduría de nuestro Dios. Observando los mus-
gos, esas pequeñas plantas que se crian en nuestras
paredes, los lichenes, que viven adheridos á las ro-
cas, y los árboles mas corpulentos que hay en los
bosques, nos confirmarémos mas y mas en esta
aserción. La estructura de los dos primeros es
muy sencilla, la de los segundos muy complicada:
pero ambos están sujetos á unas mismas leyes, y
ambos desempeñan las mismas funciones durante
su vida, con la diferencia de que los primeros apé-
n as viven unas cuantas horas, varios dias, ó alguno*
G
meses, y los segundos necesitan para su desarrollo
siglos enteros.
En confirmación de esto mismo, dice un ilustre
Autor: (*) “Aunque es difícil dar una difiniciou tal
de los vegetales que pueda aplicarse á las formas
tan variadas que presentan, porque v. g. ¿qué dis-
tancia tan inmensa no existe entre los Encinos, y
el Plátano de nuestros bosques, y los lichcnes in-
crustados sobre las rocas cuya apariencia es la ríe
una simple corteza? ¿Entre los Arboles de las flores-
tas y el humilde musgo que cubre las paredes? Sin
embargo, estas producciones tan diversas pertenecen
al mismo reino, es decir, son vegetales. Y si á pri-
mera vista parece haber un espacio inmenso entre
estos seres tan diversas, examinándolos con mas
atención se verán reunidos bajo el nombre de plan -
tas: y podemos conocer esos pasages, y esos tintes
casi insensibles que hay desde la materia verde
(parenchimia) compuesta de granulaciones esparci-
das* hasta los Cipreses ó el Casiano de Indias; en
una palabra, hasta el vegetal mas perfecto.”
En el libro de Job so leen estas espresiones. . . .
“¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los funda-
mentos de ía tierra? Dímelo si puedes. ¿Conoces
á fondo todas las propiedades de los cuerpos y los
diversos estados á que puedo reducirlos? ¿Eres ca-
paz de sondear las profundidades de mi sabiduría y
¡a inmensidad de mi poder? ¿No sabes que nada
es imposible al que en un instante hizo salir la luz
de las tinieblas, y el universo de la nada, y que
cambia las sustancias con la misma prontitud con
que las crió, que dice, y todo es hecho? lio aquí la
esplieacion de multitud de fenómenos que presencia-
mos diariamente, y de los que no podemos dar una
razón satisfactoria.... Ellos se verifican porque
(*) Richard refiriéndose á un art. del diccionario de
Historia natural.
lo lia dispuesto el que dice y todo es hecho, mas cla-
ro, el que es Omnipotente, y cuyo nombre es Santo.
Continuando la comparación de las plantas, po-
demos dar otras pruebas de la sabiduría de nuestro
Dios, refiriendo su distribución y crecimiento. La
diversidad en sus producciones es una de las causas
de la fisonomía particular que presenta el paisage
en las diferentes partes del mundo, tratándose de
la vegetación.... Así es que los países del Norte
están cubiertos de inmensos bosques de pinos y sa-
binos, y en que abundan también los Abedules; sien-
do muy diferente de la de las regiones templadas,
en que' los bosques son menos abundantes, y ofre-
cen mas variedad en las especies que los compo-
nen. . . Aquí no hay mas relación con la vegetación
fastuosa y variada de los países tropicales en don-
de las condiciones climatéricas favorecen y entre-
tienen el desarrollo continuo de una vegetación que
no cesa jamas. Estas diferencias no son menos
grandes cuando se compara la vegetación de los
llanos con la do las montañas: y en estas no hay ni
las mismas especies, ni frecuentemente los mismos
géneros, ú medida que se eleva á mayores alturas,
viéndose que las plantas aparecen con nuevos ca-
ráctercs .... Así es como dice Richard (*). ‘A me •
dida que se avanza de los polos hacia el Ecuador,
se vé que la vegetación toma diversos caracteres.
Pobre y reducida á un corto número de especies
bastante ruines, y detenida de alguna manera en
su desarrollo, por los rigores del clima en las reglo-
nes polares, se hace mas rica y mas variada á me-
dida que se separa de unas regiones tan poco favore-
cidas. La suma de las especies se hace mas con-
siderable; nuevos géneros y nuevas familias se ma-
nifiestan frecuentemente para desaparecer un poco
(*) Elementos de Botánica. Ultima cdiccion. — 1840.
e
mas léjos, de manera que 6 distancias dadas la ve-
getación general de una región es enteramente di-
ferente de la de otro país formando verdaderas zo-
nas, caracterizadas por la reunión de un cierto nú-
mero de vegetales que les imprimen por lo común
una fisonomía particular. — Las diferencias son algu-
nas veces de tal manera marca ias, y estos cambios
se efectúan de un modo tan regular, que á csceprinn
de un corto número de especies en que su naturale-
za particular les ha permitido vivir en todos los
climas; las grandes divisiones geográficas del globo
están caracterizadas por una vegetación que les es
propia.”
¿Y que prueba todo esto, sino que hay una mano
creadora y sabia que ha dirigido á la naturaleza en
sus diversas producciones? ¿ü por ventura sosten-
dremos que es obra del acaso el que se verifique to-
do esto en que hay un orden tan regular v tan ma-
ravilloso siendo solo efecto de la casualidad? De
ninguna manera. — Nosotros confesamos la exis-
tencia de Dios, así como su sabiduría v su Omnipo-
tencia; no solo porque nos lo ha revelado la fé
cristiana, sino porque estamos convencidos de ello,
al estudiar Jas producciones naturales. Toda obra
supone la existencia de un Autor, y al ver la mul-
titud de obras tan magníficas y tan variadas como
hay en el mundo visible, ¿no confesaremos la exis-
cia de un Ser Supremo?
Con razón San Pablo, el mejor intérprete de la
Filosofía de Jesucristo, como le llama el Abate
Lamourclte, se espresa así en una de sus Epístolas:
“Invisibiüa Dei, per cea quae facta sunt intelecta
conspiciuntur.” — “Las cosas invisibles de Dios, las
ha conocido nuestro entendimiento por las que han
sido hechas:” ó en otro sentido, por las cosas que
han sido creadas, y que pertenecen a! tiempo.”
Eu cuanto al crecimiento de los vegetales que es
9
ei segundo objeto de que vamos á tratar, es admi-
rable d la verdad ver el mecanismo por medio del
cual se verifica, y los fenómenos que se producen. —
Entra las plantas se distinguen tres grandes clases,
unas que al tallecer producen un solo cotiledón, (*)
las otras dos cotiledones, y últimamente algunas que
carecen de ellos; dándoseles bajo esta consideración
los nombres de monocotilcdones , dicotiledoncs y aco-
tiledoncs.
El crecimiento de los últimos es muy sencillo, por-
que estando compuestos de un simple legido celu-
lar, ó sea de celdillas ó alveolos sobrepuestos loa
unos á los otros, se alimentan por medio de los po-
ros radicales ó espnngi/las que están colocadas en
las estremidades de la raíz; ab-orviendo el aire, el
agua, y los demas elementos que se encuentran en
los diversos medios en que se propagan; y á falta
do estas raicillas presentan unos cuerpos absorven-
tcs que se han llamado chupones, y que desempe-
ñan el mismo oficio.
Los segundos, es decir, los monocotiledones, en cu-
ya composición entran ya les casillos, crecen sola-
mente cu altura, pues que si se siembra por ejemplo
una semilla de palmero en circunstancias favorables,
se verá al desarrollarse que produce una multitud
de hojas, que después de algún tiempo se alargan y
se caen; dejando no obstante sus bases permanentes,
y formando una especie tic gavilla ó mazorca, cu-
yo fenómeno reproduciéndose á proporción que la
planta sigue creciendo, al cabo de algunos años, se
verá como compuesta de varias piezas articuladas
y reunidas: resultando de aquí la altura tan consi-
derable que presentan estos vegetales, respecto de
(*) Parte de la semilla carnosa y llena de jugo, que pir-
ve para alimentarlo en su primera edad, y que se convier-
te después en hoja. — Nota del Autor.
10
lo corto de sus bases; como sucede con el cocos nu-
cífera ó sean los Cocoteros.
Por último, los dicotiledones , cuya estructura es la
mas complicada, porque observando sus troncos se
ven compuestos de varias capas ó zonas sobrepues-
tas unas á las otras, y que han recibido diversos
nombres, siendo la mas esterior la epidermis , cutí-
cula bastante delgada y trasparente, llena de una
porción de poros en su esterior y que cubre todos
los órganos del vegetal: las capas corticales , com-
puestas de muchas celdillas alargadas, y formando
una especie de encaje; la cubierta herbácea , que pre-
senta el tegido celular y la parenchimia: el líber,
parte realmente viviente del vegetal, formada por
varias láminas adheridas las unas á las otras. El
cuerpo leñoso, que consta de la albura ó sea la falsa
madera aun no elaborada: y la madera, resultado de
la reunión de muchas fibras compactas y duras, y
cuya organización aunque es la misma de la albura
se diferencia por el color que es mas oscuro, por su
peso, solidez y consistencia, que es mucho mayor, y
por los vasillos que la recorren, cuyas eslrenndades
se hallan obliteradas á causa de la edad. Sigue la
médula, que ocupa el centro del vegetal y está encer-
rada en el canal ó estuche medular; siendo la sus-
tancia de la médula, blanda y suave; de un aspecto
verdoso ó blanquizco, elástica y correosa; comuni-
cándose con el esterior por medio de prolono-noio-
nes llamadas irradiaciones, ó raijos medulares.
Supuestas estas espiraciones manifestaremos que
el crecimiento se verifica en dos sentidos: es decir,
en diámetro y en altura.
Respecto de la primera se han propuesto varias
hipótesis por los fisiologistas, siendo la mas proba-
ble la de Mirbel, que lo atribuye a la renovación
sucesiva del líber en albura, y de ésta en madera por
medio del cambium, sustancia gomosa que se desli-
-11
za cutre la corteza y el liber. — Así es como cada
año se forma una nueva capa, pudiéndose juzgar de
la edad del vegetal, por el número de estas que se
presentan en su base. En cuanto al crecimiento en
altura se verifica porque al desarrollarse un dicoti-
lodo-n, lo primero que ap: rece es la raicilla en for-
ma de un m'amcloncito cónico que al piincipio es in-
diviso, y después forma varias fibras que se cstion-
den ú lo largo del terreno, y alargándose por la par-
te superior la plántula ó íallito, forma una especie
de cono alargado, terminando en una yerna estacio-
naria; y reproduciéndose cada año, iguales fenóme-
nos, resulta después de algún tiempo que el tronco
fie los árboles cata compuesto de varios conos, sien-
do su base mucho mas cstensa que la de los mono-
eotücdoncs, y disminuyendo hacia su altura en diá-
metro.
Comparando la edad de los ái bolos, se vó que
hay unos que necesitan varios años para su comple-
to crecimiento, y otros lian menester siglos enteros
para su desarrollo. Así los enormes Boabads (* )
de la Magdalena (Adansonia digitada) y cuya exis-
tencia se hace remontar á seis mil años, lia sido ne-
cesario pase todo csic espacio tic tiempo para que
lleguen á su perfección, y otro tanto sucede con nues-
tros Ahur hueles de Chapnltepec (Scluibertia disli-
chn) que son testigos de tantas geno aciones.
Asi vemos que desaparecen a nuestros ojos las
mas sorprendentes maravillas sin fijar siquiera nues-
tra atención, porque como dice Mr. Jélian en su
obra titulada Indagaciones sobre las armonías da la
creación-, ‘•el hombre vive distraído, indiferente en
medio de las maravillas que lo rodean; el hábito ó
la eonstumbre le ha hecho olvidar aún los senti-
mientos de admiración. En vano la naturaleza ha
(*) Boabads. — Pan de mono.
12
descorrido delante de él sus encantos y sus tesoros,
y en vano es testigo cada día de sus mas sorpren-
dentes fenómenos, porque no vé nada; y á sus ojos
no son mas que efectos vulgares, a cuya presencia
permanece insensible: y el rayo de la luz del dia
que viene desde los cielos cada mañana á herir su
pupila, no le llama mas la atención que el grano
de arena que se precipita á sus pies.”
Tal es el objeto del presente tratado, manifestar
en compendio las maravillas de la naturaleza, ha-
ciendo fijar nuestra atención en objetos tan sorpren-
dentes como los que abraza el estudio de los vege-
tales, siendo la consecuencia que deduciremos do
todo esto, el persuadirnos de la bondad y sabidu-
ría del Ser Supremo, cuya gloria se ha manifestado
eu todas sus obras.
LECCION 1. a
HISTORIA DE LA BOTANICA.
La botánica es un estudio de todos los tiempos,
de todas las edades y de todos los hombres; pudién-
dose decir, que entre las ciencias naturales ninguna
merece ser cultivada, ni lo es en efecto mas que es-
ta. Satisfaciendo al entendimiento por las numero-
sas aplicaciones que subministra á las artes, á la
economía y medicina, y ofreciendo á la curiosidad
objetos de estudio tan variados como divertidos,
tiene la ventaja sobre las demas partes de la histo-
ria natural de poderse estudiar en cualquiera parte,
sin dispendio, y como por vía de entretenimiento.
Los seres de que se ocupa, esparcidos con profusión
en la superficie de la tierra, son unos de sus mas bo-
llos ornamentos. Creados para servir á la vez al
sosten de la vida y á sus goces, ofrecen los vegeta-
les motivos de admiración de cualquier manera que
se les considere: su modo de vida, su estructura in-
terior, los medios con cuyo auxilio se reproducen,
sus formas esteriores, las modificaciones que pre-
sentan sus órganos, el modo con que se encuentran
distribuidos en la capa del globo que habitamos, las
funciones que ejercen y la utilidad que nos produ-
cen, viene á ser para nosotros un objeto de continua
meditación.
No es de estrañar, por tanto, el que en todo tiem-
po se haya tratado de conocerlas leyes que presiden
á los fenómenos á que se halla ligada su existencia.
14
Nacida de las primeras necesidades de los hombres
y reducida en su origen á un pequeño número de
hechos aislados, lia llegado á hacerse con el trascur-
so de los siglos una ciencia tan vasta, que la vida do
un hombre consagrado enteramente ásu estudio, no
es bastante para profundizarla y enterarse de to-
dos sus promenores.
Esta ciencia á cuyo adelantamiento lian concurri-
do tantos genios, y que ha inspirado rasgos tan elo-
cuentes al Filosofo Ginebrino, se cultiva en nucs-
tros.dias con el mayor éxito y de la manera mas
racional. En efecto, en el siglo en que vivimos, si-
glo de ilustración, no se lleva otro objeto en la ad-
quisición de los conocimientos que la utilidad posi-
tiva que pueda sacarse de ellos, y bajo este respec-
to, sin duda, la Botánica es la que llena completa!
mente estas indicaciones, por los beneficios quo nos
resultan de sus aplicaciones tan numerosas.
El conocimiento de los vegetales no hn sido es
traño a ningún país ni á ningún tiempo, sino me ! 0
lia os tendí do á todos los hombres, pues que s c f^p.
ligado á sus primeras necesidades: así os que el ah
mentarse, vestirse, ponerse al abrigo de la intempe-
rie y de los agentes estertores que se oponían á su
conservación y bienestar, les obligaron. sin duda ú
dirigirse ú las plantas que adecuadas á sus deseos
sc las ofrecía abundantemente- la naturaleza en fa'
supeifieie de la tierra.
Por otra parte, siguiendo la historia de los progre-
sos de esta ciencia, se llega á una época en que do
la reunión de una multitud de hechos esparcidos y
aislados en su origen, coordinados después, hicieron
nacer una ciencia distinta.
Salomón ha sido el primero que conoció la im-
portancia de establecer divisiones primarias en to-
dos los seres creados, y así es como lo indica en un
párrafo del libro de los Reyes. “Et disputavit (dice)
15
super lignis, á ccclro quoe cst in Líbano, usque ad
hyssopum qua cgreditur de pariete, el dissuerit de
jumentis, et volucribus, et reptilibus, et Ptseibus.”
(Reg. III. IV. V. 33.) (*)
Consultando á los historiadores profanos se vé á
la Botánica basta en los tiempos fabulosos ser hon-
rada entre los Dioses, los héroes, los poetas y los
reves. Esta ciencia fue enseñada á los Griegos por
Hércules de Tobas, que hizo plantar en algunas re-
giones el olivo y el álamo, dando su nombre á va-
rios cuerpos simples. (Heracles) El Centauro Chi-
ron, Esculapio y sus dos hijos (Hoiner llliad) He-
siodo, el mismo Homero, Hipócrates &c.,han culti
vado la ciencia de los vegetales trasmitiéndonos
sus descubrimientos, y agregando sucesivamente
nuevas nociones que han hecho ú la Botánica lina
ciencia importante desde casi la misma época en
que los hombres comenzaron ú civilizarse. Aristóte-
les (384 años. Antes de J. C.) escribió sobre las
plantas, pero fijándose mas bien en los ponnenotes
de la ciencia que en sus generalidades y su fisiolo-
gía.
Teophrasto, discípulo do Aristóteles, (310 años.
Antes de J. C.) confirmó la opinión de su Maestro
sobre la insensibilidad absoluta de los vegetales; en-
señó á conocerlos, y propuso respecto de su clasifi-
cación, un método fundado en la propagación en el
lugar de su nacimiento, en los usos que de ellos pue-
dan hacerse, en la consistencia de sus semillas, y en
el jugo propio de cada vegetal. (Theophras. hist.
plant. XV\ lib. De Causis plantarían. Yí. 1 ib.)
Dioscorldes (que floreció en tiempo de Nerón)
(*) Y disputó acerca de los árboles, dosde ei Cedro que
hay en el Líbano basta el hisopo que se cria en las paredes;
disertando respecto de los jumentos, délos volátiles, y de
los Peces.” (Libro 3.° de los Reyes cap. 4. ° párraf. 33.)
16
trabajó también con muy buen éxito, dividiendo las
plantas en cuatro clases: l.° las aromáticas; 2. °
las alimenticias; 3. ° las medicinales; 4. ° las vene-
nosas. (Materia médica VI. lib. Francolín. 1508.)
Plinio puede decirse que fué entre todos los es-
critores de la antigüedad el que ha escrito mejor so-
bre los cuerpos organizados. — Enriquecido con los
descubrimientos de sus predecesores, nos presenta
reunidos una porción de vegetales ya conocidos,
embelleciendo sus descripciones con todos los ador-
nos de un estilo florido, pero Plinio así como los de-
mas botánicos de su tiempo, manifestando la utili-
dad de la Ciencia, ignoraba los medios de facilitar
su estudio.
Desde el tiempo de Plinio hasta el siglo XV la
Botánica permaneció confundida con la materia
médica y la medicina, y por consiguiente sin hacer
progresos de interes. En esta época el botánico
Cuba la sacó del estado de abyección en que se ha-
llaba; y hacia mediados del siglo siguiente, las obras
de Gessner sobrepasaron á las de Plinio; Lónicer
descubrió el género que lleva su nombre (Lonicera
caprifolium) separándola de la Dodonea, y publi-
cando 310 plantas colocadas en 29 clases; por úl-
timo, Cesalpino diú el primer modelo de un método
botánico y de una clasificación regular.
Después se vieron aparecer las obras de Clusio
de Dalechanps, de Porta, de Gerard, de los herma-
nos Bauhin y Magniolt, tan conocidos por el Pinax
y otros muchos que prueban los adelantos de la
ciencia.
Bajo el reinado de Enrique IV se estableció en
Montpellier un Jardín en que J. Robin cultivó las
plantas que algunos viajeros habían importado de
la América, mas en el reinado de Luis XIII se hi-
zo en París un establecimiento semejante.
El catálogo de las especies ascendía á 2,000 y
17
desde esta época hasta que apareció el ilustre Tour-
nefort, muchos hombres célebres como Ray, Mori-
sseu &c., enriquecieron la Botánica con nuevos mé-
todos, y un gran número de especies.
En el siglo XVI apareció uno de los mas distin-
guidos botánicos, José Pitón de Tournefort, quien
dio el modelo de un primer sistema fundado en los
caracteres que ofrecen las plantas por su duración
y por la forma de sus corolas, y clasificó mas de
10,000 plantas que se hallan descritas en su obra
titulada: Institutiones rei herbaria.
Siguiendo el orden cronológico vemos en el año
1731 al gran Linnco, naturalista de primer orden y
Padre do la ciencia, inventar su sistema sexual en
que se hallan coinpi andidos todos los vegetales que
se conocen y que puedan conocerse en lo sucesivo,
pues no hay uno solo que no deje de tener su colo-
cación en este admirable sistema. Ademas, Linnco
simplificó las largas frases de que había usado Tour-
nefort, y asignó á cada planta un nombre genérico
y otro específico, impuestos todos ellos con la ma-
yor claridad y precisión.
A Linneo han succedido hombres capaces de con-
tinuar sus trabajos, y aunque se hayan separado
mas ó menos de su método, ha sitio sin perder de
vista á este gran Maestro.
Bernardo Jussicu, digno sosten de la gloria de los
Botánicos franceses, puede decirse que entre los
naturalistas observadores, es el que ha profundizado
mejor las relaciones de los vegetales entre sí, em-
pleando mas do 50 años en estudiar sus afinidades.
Adanson y Gerard habían presentado en sus obras
una especie do indicaciones sobre el método natu-
ral, mas estaba reservado á Antonio Lorenzo de
Jussieu el hacernos conocer este método en toda
su ostensión, habiéndolo emiquecido con un gran
número de observaciones que publicó en 1789 bajo
18
el título de Genera plantarum, obra llena de clari-
dad, de elegancia y de filosofía.
En seguida han aparecido en la escena Botánicos
muy célebres como Richard, Dutrochet, Link, Mar-
tius, Brogniart, Mirbel, De-Catrdolle, Augusto de
Saint-Hilaire, le Maout, y otros que han puesto á
la ciencia en el estado mas perfecto que hoy se co-
noce, pues dedicados enteramente á su estudio, la
han enriquecido con las mas importantes observa-
ciones, contribuyendo demasiado á ello, los viages
de Ilumbolt y Bonplant, las publicaciones de Kunt,
las obras de Sprengel, las de Ruiz y Pavón, la inte-
resante de Gaertner, (*) el Prodromus de De-Can—
dolle; las de la Gasea Botánico español, las de Ca-
vanilles, y las de nuestro muy apreciable y distin-
guido Profesor D. Vicente Cervantes, primer Cate-
* filático de Botánica en México, y que en unión fio
los Srcs. Scssé y Hocino, formaron la Flora Mexi-
cana inédita, que desgraciadamente hasta ahora no
se ha podido publicar.
Mas volviendo á los vegetales, ellos merecen ba-
jo todos aspectos la atención del hombre, porque ase-
guran su existencia y embellecen su habitación. Nos
inspiran la impresión mas dulce, con la variedad de
sus formas y hieren nuestros sentidos de la manera
mas viva y agradable con sus colores y su suave
olor. A esLas sensaciones se agregan lo's recuerdos
del suelo en que nacimos, se escita el amor patrio,
V á esto se junta la memoria da la casa paterna, do
nuestros hermanos, do nuestros amigos, y do todo
Jo que forma los encantos de la sociedad; pudiéndo-
nos servir de consuelo en medio de nuestros disgus-
tos, la contemplación del hermoso cuadro do la na-
turaleza, porque el hombre se encuentra satisfecho
cuando puede vivir libremente en medio de los bos-
ques, y respirar entre las flotes,
( *) De fructibus et seminibus en 4. tom.
19
En cuanto á sus aplicaciones la Botánica es indis-
pensable para el Médico, porque le presenta los mas
útiles productos en los principios inmediatos que
contienen las plantas; para el Agricultor que sabe
sacar partido de ellas; para el Artesano, para el Tin-
torero, para el Perfumero, el Licorista &e„ y aun el
Geólogo no conocerá con perfección todos los ra-
mos que abraza su ciencia, sin los conocimientos
botánicos.
El comercio so lia servido igualmente de ella pa-
ra trasportar sus efectos, de modo que la China nos
envía su Té y su Ruibarbo, sus espigas y sus aro-
mas; la América produce el Café, el Cacao y la
Azúcar, y la Europa lo dá en cambio su Trigo y sus
vinos esquisilos; así es como por este medio se au-
mentan nuestros goces y la vida parece que se am-
plía por la actividad y los conocimientos.
Do manera que una ciencia que al principio
no contaba mas que con un corto número de hechos
aislados y de objetos conocidos, hoy abraza mas de
100,000 plantas descritas, sin mencionar los muchos
géneros y especies nuevas que hay en nuestro fértil
y hermoso continente, y que si se incluyesen, dice el
sabio y [profundo Dc-Candolle, pasarían de 200,000
las que resultaran. ( # ) ¿Y qué indica todo esto? Que
hay un Dios providente y sabio, que vigila constan-
temente sobre las necesidades del hombre para pío-
veerlas con abundancia y con provecho. El ha si-
do el que ha inspirado siempre los conocimientos á
tantos sabios como han florecido en diversas épo-
cas y que se han entregado con ardor al estudio de
las ciencias naturales, y nosotros podemos aprove-
charnos de lo luminoso de sus escritos, bendiciendo
al misino tiempo al que es el autor de todo lo creado. (*)
(*) Teoría elemental. — Introducción.
20
LECCION 2. a
IDEA. GENERAL DE LAS TLANTAS.
Los vegetales ó plantas (Vegetabiliae, plantae,)
son unos seres organizados y vivientes, dotados de
la facultad de reproducir su especie, aunque care-
cen de sensibilidad y movimiento voluntario. To-
man de la atmósfera, del agua, del suelo, ó en una
palabra, de los medios en que están colocados, los
alimentos necesarios para el crecimiento de sus ór-
ganos, reproduciéndose por cuerpos que nacen en
bu superficie esterna, ó en su interior.
La vida de las plantas se compone de dos funcio-
nes, la nutrición y la reproducción.
Estas dos funciones mas ó menos complicadas en
la serie vegetal, re ejecutan por medio de partes q lIe
se llaman órganos. Así es que las raíces y las ho-
jas son los principales órganos de la nutrición, v los
estambres y ptstilos comprenden á la reproducción.
Si tomamos una planta compuesta del mayor nú-
mero de órganos posible, veremos que los que sir-
ven á Ja nutrición y. á la reproducción, constituyen
dos series; primero un eje ú órgano central; segun-
do, órganos laterales ó apendieulares que nacen de
las partes laterales del eje. Este puede ser simple
ó ramificado, largo ó corto.
Aunque esencialmente el mismo en todas las par-
tes de la planta, lleva diferentes nombres según el
lugar que ocupa, ó los caracteres especiales que pre-
senta. Así en una planta anual llegada á lo sumo
de su desarrollo como en la Alelía por ejemplo (Clie-
ranthus cheiri) reconocerémos fácilmente los órga-
nos de la nutrición, el eje, y los apéndices. El pri-
mero se compone de dos partes, la una acídense,
de color verde, ramosa y que se eleva perpendicu-
lamiente al suelo, y es el Tallo y sus ramos; y la
21
otra que profundiza en la tierra siendo una continua-
ción inmediata de la precedente, y que se continua
con ella misma sin distinción, y es la cepa ó cuerpo
de la raíz. Sobro el tallo nacen los órganos apen •
dioulares por lo regular verdes y planos, muy va-
riados en sus formas, y estos son las hojas. Bajo la
cepa ó continuación subterránea del tallo, ó en sus
ramificaciones se desarrollan órganos apendiculares
bajo la forma de filamentos capilares, y son las fibras
radicales, cuya reunión constituye el cabello ó la raíz
propiamente dicha. Por último, el punto de contac-
to entre la raíz y el tallo, se llama su cuello ó nudo
vital.
Las hojas y las fibrillas radicales, son los princi-
pales órganos de la nutrición, absorviendo V ela-
borando los fluidos alimenticios. El eje no es otra
cosa sino un sustentáculo que está encargado de es-
tablecer la comunicación entre estas dos series
de órganos, y puede faltar algunas veces ó estar re-
ducido á una suma pequenez como sucede en las
plantas llamadas acaules, v. g., el Llantén (Planta-
go mnjus.)
Los principales órganos apendiculares del fallo,
como hemos dicho, son las hojas, órganos planos,
membranosos de color verde &c., y que nacen en
los ramos (divisiones del tallo) en el mismo tallo, y
aun en la raíz.
En la parte inferior del tallo, las hojas se aproc-
siman unas á las otras, constituyendo frecuentemen-
te lo que se llama rocelas, siendo en general enteras
y sin presentar denteiladuras. Este aproximamiento
de las hojas en la base del tallo, tiende ú dar vigor á
la vegetación en los primeros tiempos de la vida de
la planta.
El punto en donde las hojas salen del tallo, y es-
tá ligeramente hinchado, se llama nudo. Los espa-
cios que hay entre los diversas hojas del tallo se
22
nombran entrenudos ó mentales. Estos son tanto
mas prolongados, cuanto las plantas son mas vigo-
rosas.
A medida que las hojas van creciendo toman di-
versas formas, y sus márgenes que al principio eran
enteros, después presentan muescas, dientes 6 recor-
taduras. ¡Su mucha variedad ha servido para ca-
racterizar las especies, y su estudio, aunque com-
plicado, es de! mayor interes por esta misma razón.
Las que se presentan en la baso de las cnulinas y
cuyo tamaño es mas pequeño, se llaman estipulas;
así como las que acompañan á las llores se dicen
bracteas. Si nacen inmediatamente de la semilla
serán seminales, así como radicales, cantinas &c'
según el parage de su inserción.
También pueden presentar tres posiciones dife-
rentes sobre el tallo: serán alternas, cuando estén
colocadas alternativamente en diferentes puntos*
opuestas, cuando nazcan una en frente de otra for-
mando un plano horizontal, y verticiludas, cuando es-
tén rodeando al tallo circularmente.
Hay otras muchas modificaciones que presentan
Jas hojas, y que estudiaremos después para hacer-
lo con mas detención.
Las flores presentan una disposición semejante ú
la de los ramos, manifestándose ya en el axilar de
las hojas, ya en la estremidad de los mismos ramos.
La flor para las personas es! rañas á la ciencia es
aquella parle del vegetal que brillando en muchos
de ellos con los colores mas vivos, y exhalando deli-
ciosos perfumes, forma uno de lo S adornos mas
bellos de la naturaleza, fijando toda su atención las
cubiertas florales; mas para el Botánico lo que cons-
tituye esencialmente la flor es la presencia de los
órganos sexuales, siendo para él de una importan-
cia secundaria los tegumentos que ia rodean. Así
dijó Linneo Jlos ex anillara et sligmata nascitur, si-
23
vz tegumento, adsint, sive non. “La flor proviene
de la antera y el estigma, haya ó no tegumentos.”
l£l instruido Mr. Douy, dice, hablando de las flo-
res y refiriéndose á Phylibert. (*) “Todo este apa-
rato de órganos, todaestaserie.de fenómenos quo
hemos considerado sucesivamente contemplando
las raiccs, los tallos, las yemas y las hojas, han dis-
puesto nuestra alma á las grandes emociones que
vá á produdir sobre ella la escena magnífica de la
aparición de las flores. Hasta ahora hemos tocado
al pórtico de la vegetación; por medio de las flores
llegaremos á penetrar al santuario misterioso don-
de se cumplen las mas sorprendentes maravillas.” —
“La naturaleza se ha manifestado con fausto res-
pecto de los vegetales en los órganos destinados é
la reproducción, colores seductivos, perfumes sua-
ves, elegancia en los contornos, delicadeza en los
tegido.-, gracia en el desarrollo y en el porte; todos
estos atributos quo se han prodigado á las flores
aun las mas comunes, hacen del tiempo de la flora-
ción, un momento de aparición brillante, de triunfo;
y constituyen la época mas grandiosa de su vida.”
Las flores [rueden ser completas ó incompletas,
hermafroditas ó unisexuales, desnudas, neutras ó
abortivas. Las primeras son las que llevan los ór-
ganos sexuales rodeados de una doble cubierta (perl-
anthio ó perigono doble) las segundas carecen de
algunas de ellas; las terceras llevan ambos sexos;
las cuartas solamente uno de ellos, pudiendo ser
masculinas ó femeninas, según el órgano que con-
tengan. Por último, las neutras cuando aborta
alguno de sus órganos como sucede en lu Bola de
nieve. (Variedad del Viburnum opulus.)
La cubierta estertor de la flor llamada calix, pro-
(*) Nuevo Manual de Botánica, — Cap. VII. 1846.—
París.
24
viene de la corteza de la planta; y las partes de que
consta se nombran sépalos. La que sigue inmedia-
tamente, es la corola originada del libar, su tegido
es mucho mas delicado que el del cáliz, y sus par-
tes son los pélalos.
El estambre es el órgano masculino, que consta
del filamento, especie de hilo bastante delgado, y la
antera, pequeña cajita que contiene el polen ó polvi-
llo, fecundante.
El pistilo que ocupa el centro de la flor, es el ór-
gano femenino; su base está formada por el germen
ú ovario, en donde están contenidos los óvulos ó se-
millas rudimentales-, el estilo , prolongación filiforme
y el estigma que forma su parte superior compues-
to de mamelones ó papilas impregnadas por lo re-
gular de un humor viscoso.
El modo con que se verifica la fecundación es
muy sencillo. Desprendiéndose el polen conteni-
do en las anteras por medio de la ruptura de sus
partes, cae sobre el estigma, y pasando al través
del estilo, llega al gértnen, en donde anima los óvu-
los que se encuentran allí, convirtiéndolos en ver-
daderas semillas.
La posición de los estambres y pistilos es tan
acomodada para esta operación, que en las llores col-
gantes el pistilo es mucho mayor que los estambres;
y al contrario en las erectas; razón por la que siem •
pro se verifica este acto tan necesario para la re-
producción.
Sin embargo, como en algunos casos no podría
suceder, la naturaleza les ha proporcionado á las
plantas otros medios de reproducción que se llaman
artificiales; como las estacas, los acodos, los inger-
tos, V otros de que hnblarémos después.
El fruto es el ovario llegado á su perfecta madu-
rez. Consta del pericarpio, cubierta estei ior, y la
semilla que contiene el embrión donde están todas
25
las parles de la planta, aunque en estado rudimental.
La semilla se compone de el pc> bpcrma, ó sea
su cubierta propia; y de la almendru, en donde es-
tá encerrado el embrión.
Ademas de todo esto hay en el vegetal el pedún-
culo, que sostiene la flor; los nectarios , órganos ac-
cesorios que llevan un jugo meloso; y el receptáculo,
lugar en donde están implantadas ó que sirve de
sosten á todas las parles de la flor y del fruto.
Para concluir hablaremos de los Invernáculos .
que es el último de los órganos de la nutrición, así
como también se dirá algo de la Inflorescencia; por-
que no habiendo seguido hasta ahora un órdon ri-
gurosamente metódico en la esposicion de los órga
nos relativos al vegetal, nos ha parecido tratar de
ellos en este lugar.
Los Invernáculos ó Conservatorio, son unas par-
tes de la planta que contienen el rudimento de la
yerba y fructificación, preservándola del velo y de-
mas daños esteriores. Se cuentan las yemas, que
presentan la forma de botones; componiéndose de
rudimentos de hojas, de estípulas, de la corteza y
demas partes del vegetal: esteriormente son esca-
mosas y en el interior están cubiertas de una borra
ó tomento bastante espeso. La figura varia según
la parte á que dan origen, y nacen en el axilar de los
ramos (es decir en el ángulo que forman) dando naci-
miento á las hojas, á las limes ó á los dos órganos
reunidos Los cultivadores hacen bastante uso de'
esto conocimiento para la poda de los árboles, y pa-
ra darles la dirección y forma que les conviene.
til lurrion, es una especie de invernáculo que
semeja á una granulación y (pie produce diversos in-
dividuos, como se observa en la raíz de las papas
(solanum lubcrosum.)
El bulbo ó cebolla y los bulbillos, pertenecen á la*
plantas vivaces y dan origen á renuevos que se con-
26
vierten en nuevos vegetales. Las liliáceas, como la
azucena (lilium candidum) la cebolla común (alium
cepa) &c., pueden servir de ejemplo. Y en los helé-
chos, (*) esos cuerpecillos esí'eriodales que cubren la
parte inferior de las exfoliaciones llamadas por los
botánicos esporulos, son unos verdaderos bul bi líos
(bulbilli.)
La Inflorescencia, es el modo ó la disposición
particular en que están las flores. Puede ser sen-
cilla ó compuesta, según que los pedúnculos ó cabi-
llos que llevan las flores, se dividan ó no; y por el
lugar donde nacen, será radical, cuulhia, ramea,
axilar, terminal, &e. Se llaman flores en cabezuela,
cuando nacen muchos pedúnculos cortos de un mis-
mo punto, y forman una especie de globo ó esfera.
En umbela, cuando afectan la figura de un para-
sol; en ramillete cuando se acercan á dicha fio Uí ' a
&o., teniendo otras muchas modificaciones scmjn'
el número de los piesesillos y las divisiones que
presentan: así es que tenemos la espiga, | a toba ¿
tirso, la panoja, el espádice, y otras.
¡A que reflexiones no dan margen todas las ideas
que acabamos de indicar! — Solo el hombre ilus-
trado, el observador profundo, que no se contenta
con ver las cosas superficialmente, sino que las con-
.sidera en toda su ostensión, puede conocer la sa-
biduría de estas combinaciones.
Ve desplegarse ante sus ojos un cuadro encanta-
dor, cuyos vivos colores hieren mas al corazón que
á los sentidos. Parece que le hablan, que le indi-
can reconozca la bondad del Supremo Artífice que
dispuso todas las cosas de una manera tan perfecta,
(*) Plantas que presentan un tallo sencillo, algunas ve-
ces articulado y la fructificación en espiga, ó en cf dorso de
la fronde (exfoliaciones.) Curso de Batánica do D. M. B.
pág. 66.
27
que dió á cada plañía los órganos precisos para el
desempeño de sus funciones, y que doló á cada ani-
mal del instinto ó de la inteligencia necesaria para
cumplir perfectamente con su destino; que aun á
los cuerpos brutos á quienes negó la vida, el movi-
miento y la sensibilidad, los ordenó con leyes tan
precisas, tan fijas y tan invariables, que contribu-
yen también por su parte á hermosear á la natura-
leza, y á mantener ordenadamente la armonía mas
perfecta.
Bendigamos, pues, á esa Providencia, y confe te
mos con Jesucristo, que el hombre no debe afanar
se por ninguno de esos bienes transitorios y perece-
deros, sino únicamente contemplarlos. “Ño andéis
afanados, dice el mismo Señor cu su Evangelio, di-
ciendo qué comeremos, ni qué nos vestiremos: mi
lad las aves dpi campo, los lirios del valle, que no
trabajan ni hilan, y sin embargo ni Salomón con to-
da su sabiduría se vistió como uno do ellos: buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y to-
das estas cosas se os darán como por añadidura.
Bástele al dia su propio afan, añade por último.”
LECCION 3. «
CLASIFICACION V DIFERENCIA QUE PRESENTAN
LOS CUERPOS.
La Botánica y sus divisiones.
Todos los cuerpos de la naturaleza se dividen en
organizados ó cuerpos vivientes: v en anorgánicos
ó brutos. Como en la primera de estas divisiones
sé comprenden las ¡llantas y los animales, resultan
las tres secciones á que llamó Linneo reinos, distin-
guiéndolos por medio del siguiente aforismo. (*) Mi-
(*) Linneo. — Filosofía botánica, En sus aforisraos.
23
neralia crcscunt, vegctabilia crcscunt et vivum; ani-
malia crcscunt, vivum, ct sentíum. “Los minerales
crecen, los vegetales crecen y viven, los animales
crecen, viven y sienten.”
En cuanto al modo de crecer, los minerales lo ve-
rifican por justa position, es decir, por la agregación
de partículas similares y homogéneas, obedeciendo
únicamente á la fuerza de atracción: los animales y
vegetales lo hacen por intus-succion, ó introducción
de las sustanciasen el interior: los primeros lo efec-
túan por aberturas ó bocas que les sirven para in-
troducir los materiales necesarios á su nutrición has-
ta el estómago, centro común de esta función, en
donde las partes verdaderamente alimenticias se
elaboran arrojándose el resto hacia fuera; y l os se .
gundos lo hacen por medio de los poros que tienen
esteriormente. Resulta, pues, que las raíces v las
hojas son los órganos especialmente destinados para
la absorción en las plantas; las primeras lo verifican
por medio de las raicillas, tomando los principios
alimenticios de las sustancias del terreno en donde
se hallan; y las segundas de los productos de la at-
mósfera, y de los gases que so encuentran en ella
cuya función se efectúa por socara inferior en don-
de se encuentran las glándulas, los pelos y demas
órganos propios para dicho objeto; así como la cara
superior está destinada para la exhalación. Puede
confirmarse esta doctrina por medio del sio-iiiento
esperimento. Si se colocan varias hojas sobre el
agua, dice Bonet, cambiando artificialmente sus ca-
ras, se verá que las que están colocadas por su par-
te inferior, permanecen por mas tiempo frescas que
tas que lo están por la superior, con lo que se prue-
ba el uso para que están destinadas ambas superfi-
cies.
La fuerza de absorción es tan considerable que
es superior a! peso de la atmósfera, como lo ha pro-
29
bado Hales, por medio de un tubo colocado debi-
damente sobre una Parra , resultando de aquí, que
la columna de Mercurio ba subido á 3S pugladas.
Y en igualdad de circunstancias es mayor la absor-
ción ejercida por las raices, que la de las hojas; sin
embargo, que en algunas plantas crasas como los
Nopales, (Cactus) los cuales se dan bien en terrenos
pedregosos, la absorción délas hojas es mucho mayor.
En cuanto á la circulación de los jugos, en los
vegetales hay una especie de ella, repartiéndose la
savia por todos sus órganos, con la diferencia de
que carecen de centro de circular-i' n, ó sea el
corazón, y pueden dividirse en vatios seres vivien-
tes, cosa que no se verifica en los animales escoplo
en algunos de ellos de clase inferior.
Por lo que hace á la respiración, las plantas ca-
recen de verdaderos pulmones, y las sustancias ar-
rojadas por unos y otros, es decir, animales y vege-
tales, difieren esencialmente, pues la de los primeros
es el oxígeno, y la de los segundos el gas acido car-
bónico.
Respecto del sistema ne> vioso. los vegetales están
dotados de fibras contráctiles bastantemente elásti-
cas, y fuertemente higromélricas, que forman su te-
gido: mas no hay razones para concederles un ver-
dadero sistema nervioso , como ha pretendido Dutro-
chet.
Por lo que hace á la composición química, los ve-
getales constan esencialmente de oxígeno, hidróge-
no, y carbono, y en los animales abunda mas el
azoeto. Comparando los cuerpos inorgánicos con
los organizados en cuanto á su composición, en los
primeros entran todos los elementos de la materia,
pero de manera que uno ó dos de ellos los forman;
mas en los segundos solo se presentan algunos, y
los compuestos que resultan son ternarios ó cuater-
narios por lo menos.
30
Si se trata por último de los cuerpos brutos, ve-
remos que constand'o de partes homogéneas, y no
estando sujetos á la destrucción ni á la muerte, per-
manecerían eternamente esas masas inmensas, su-
puesto que no contienen ningún principio de altera-
ción; mas pueden pasar á otro estado por agentes que
los ataquen, ó por esos grandes cataclismos que ha
habido en el mundo como el Dilubio v otros: y como
que ellos forman las rocas, las montañas, los terre-
nos, y todo lo que constituye la armazón de nues-
tro globo, vienen á ser estos trastornos para el mun-
do, lo que Jas guerras y las conquistas en lo políti-
co, que circunscriben ó varían los límites naturales
de una región ó de un país.
Se dá el nombre de Historia natural al conoci-
miento de los objetos comprendidos en las tres sec-
ciones ó ramos de que liemos hablado, dividiéndose
por lo misino en Mineralogía, ó sea el conocimicn
to de los minerales: en Zoología que comprende el
de los animales, y en Botánica que enseña á cono-
cer los vegetales ó plantas, de cuyo objeto nos va-
mos inmediatamente á ocupar.
La Botánica es. tina ciencia que tiene por objeto
el conocimiento de los vegetales, es decir, qtte nos
enseña á conocerlos, distinguirlos y clasificarlos.
So divide en botánica propiamente dicha, <3 botá-
nica general, qne solamente se ocupa de los vege-
tales considerados de tina manera universal. La
botánica orgánica, ó física veleja!, en qtto ya se con-
sidera á las plantas como seres organizados y vi-
vientes, nos enseña á conocer su estructura, el mo-
do de acción propio á cada uno de sus órganos, las
funciones que estos desempeñan, las alteraciones
que puedan sufrir, y las relaciones que unen los
unos á los otros. Esta parte de la batánica es del
mayor interes, porque muchos anatómicos y nstolo-
gistas como Dutrochof, Link, M ii be), Richard, Gi—
31
randin y Juiilet &c., se han dedieado á perfeccio-
narla, y con una multitud de observaciones impor-
tantísimas, han conseguido hacer desaparecer la con-
fusión y el caos que reinaba antiguamente sobre uno
do los ramos mas amenos y divertidos de la ciencia
de las plantas.
Finalmente, la Botánica aplicada se ocupa de las
relaciones que existen entre el hombre y los vege-
tales, aplicándose á diversos usos, como sabremos
después.
Se subdivide el primer ramo en Glosolagia , ó sea
el conocimiento de los términos propios para desig-
nar los diversos órganos de las plantas. La Taxo-
nomía , ó aplicación de las reglas generales de cla-
sificación al reino vegetal: se comprenden en ella
los diversos sistemas ó métodos que se han inventa-
do para clasificar las plantas. Y la pli ¡logra fia, ó
descripción de los vegetales indicando sus partes.
El segundo Rompiendo la Organograjia, ó des-
cripción de los órganos. Fisiología, tratado de las
funciones de las plantas, las que desempeñan du-
rante sn vida: la Geografía botánica, que se ocupa
de conocer el modo en que están naturalmente dis-
tribuidos los vegetales; y la Paleología, que se versa
acerca de las enfermedades, ó diversas alteraciones
que pueden sufrir las plantas.
En cuanto á la Botánica aplicada, puede serlo á
la Medicina, tratándose de las plantas dotadas de
virtudes medicinales; y se llamará Botánica médi-
ca: á la Agricultura por medio del cultivo y mejora
de lor terrenos, así como del conocimiento de las
plantas cereales, tcstiles, &c. y será la Rural; y
puede aplicarse á la economía doméstica y á las ar-
tes, denominándose Económica, ó industrial. Por
último, también se aplica á la Geología, en razón
de las diversas plantas fósiles que se han encontra-
do en los terrenos y sirven pata caracterizarlos.
32
El estudio de la Botánica, se hace en nuestros
dias, de la manera mas fructuosa y mas conforme
á su objeto, merced á los adelantos que han introdu-
cido algunos genios creadores que aparecen de cuan-
do en cuando para ilustrar y para iluminar con sus
luces, las tinieblas en que las ciencias so hallan á
veces como sumergidas. Sin despreciar el men-
tó del inmortal Carlos Linnco que fue quien zanjó,
por decirlo a-d, las bases y fundamentos de la cien-
cia; debemos al ilustre De-Candolle, cuya pérdida
llorarán siempre los sabios, el haberla adelantado de
una manera tan marcada: así comn.á los Sí es. Jtts-
sieu, Adriano, Mr. Lo Maout, nuestro tan conocido
y citado Richard Achiles, su padre Claudio y tam-
bién otros muchos que seria largo referir.
He dicho que hoy se hace un estudio mas con-
forme á su objeto, porque no consiste la Botánica en
conocer solamente el nombre de cada planta, como
se espresn muy bien el sabio Cavnnillcs, quien en la
página VIII de su obra impresa en Madrid en 1802
después de indicar la necesidad de conocer los ór-
ganos de Jos vegetales, y las funciones a que están
destinados &c., trae estas nobles palabras: “así pues,
no se ieduce la Botánica á la nomenclatura de las
plantas como creen algunos que confunden al cm-
perismo con la ciencia: ni set a botánico el que re-
tenga los nombres de las plantas, y las reconozca á
primera vista: sino aquel solamente que las conozca
por sus caracteres, que sepa observar con cuidado
todos sus órganos, y descubrir el sitio donde deba
ponerse cada planta, en el orden natural, ó en el
sistema fundado con solidez.”
l)e donde infiero que hoy que se ha fijado toda la
atención de los botánicos en estudiar la estructura
de los vegetales, y conocer á fondo sus relaciones
por medio del método defamilias naturales, es cuan-
do se ha llenado el objeto que ántcs indiqué.
33
El Sr. Blanco, en la introducción al estudio de las
plantas, en la página 32, refiriéndose al Sr. de Rojas
Clemente, (edición de Madrid del año de 1845)
confirma esto mismo, y dice así: “Mientras la his-
toria natural de los vegetales no sea mas que una
lista metódica de sus caracteres, acompañada tal vez
de algunas citas que á nada suelen conducir, del
nombre ó nombres que les dan algunos, y de una
indicación de ios sitios en que se les ha visto, del
tiempo en que florecen y fructifican, nadie podría
vindicarla completamente de la futilidad, aridez y
monotonía, que ó retraen de su estudio á muchos
buenos talentos, ó les obligan á mirarla con desden.
Ya es tiempo de que aspiremos á engrandecerla y
hacerla respetar estendiendo nuestras indagaciones á
las latitudes, alturas, esposiciones, temperamentos,
terreno, vatmósferaen que vive cada planta; ásu or-
ganización, propiedades y usos, y en suma, á cuantas
relaciones pueda tener con los demos seres y fenó-
menos del Universo. Entonces sí que nos conducirá
la Botánica á grandes é importantes resultados, y
deberá esperarse llegue á ser muy pronto tan esac-
ta como las matemáticas, tan sublime v profunda
como la astronomía, tan útil como la agricultura, y
tan encantadora como la misma naturaleza.”
¡Qué de provecho podemos sacar, qué de utilidad
y cuanto gusto, si nos aprovechamos de los sabios y
luminosos escritos publicados por los Autores que
acabamos de citar! Uno de los pumos seguramen-
te mas difíciles de la ciencia, es el estudio de las
gramíneas, y el délas criplogamas : (*) y principal-
mente las últimas presentan suma dificultad para su
clasificación y determinación por la pequeñez de sus
órganos, asi como por la carencia absoluta de los
(*) Bodas ocultas, ó ¡llantas en que no se distinguen los
órganos sexuales ála simple vista.
3
34
sexos en alguna de ellas; razón por la que los bol tí-
nicos modernos las han dado el nombre de Agamas,
que quiere decir, falta absoluta de bodas.
Pues bien, en cuanto á este objeto, tenemos la
obra del sabio Yaucher sobre las Algas de agua
dulce, (confervas) escrita con la mayor precisión y
claridad; y posteriormente el Sr. Páyer (1850) ha
dado á luz un tratado especial sobre las criptoga-
mas que es seguramente el mas completo que se ha
escrito hasta ahora, habiendo dedicado para su for-
mación diez años consecutivos de su preciosa vida.
También la escasa obra inglesa de J". Stackhouse,
titulada: Nereis británica, y cuya adquisición debe-
mos á la generosidad del Sr. conde déla Cortina y
Castro, en que se ocupa el autor de los Fucos (*)
que crecen en las islas británicas, descritos con mu-
cha precisión y dibujados con la mayor esactitud,
con sus colores naturales, es una mejora demasiado
importante para la ciencia de las plantas.
Seria cansar la atención de mis lectores, seguir
refiriendo los adelantos que ha tenido la Botá-
nica; y solamente indicaré que los que deseen ad-
quirir alguna instrucción sobre ella, así como res-
pecto de los demas ramos de Historia natural, lean
el Jardín de las Plantas, obra publicada por Cur-
mer, la Morphofogía vegetal de Augusto de Saint
Hilaire; el Diario general de conocimientos útiles
tanto agrícolas, como botánicos, por Mr. Lemaire;
y las obras de Le Maout del año pasado de 1852,
pudiendo agregarse también la Enciclopedia de
Historia natural del mismo año.
De modo que, nos convenceremos de las dulces
emociones que causan á nuestra alma los verdade-
ros conocimientos, y el amor á la sabiduría, tribu-
(*) Especie de Criptogamas. Por lo regular de una con-
sistencia blanda, y que imitan las formas de los animales.
35
tundo justamente un testimonio de ternura y agra-
decimiento al que formó al hombre del todo de la
tierra (limo terrae) adornándolo al mismo tiempo
con el don de la inteligencia, „para abrazar lo bue-
no y desechar lo malo.” (Isaías Cap. 7.)
LECCION 4.
ESTRUCTURA ANATÓMICA DE LOS VEGETALES.
Si se examina á la simple vista, ó mas bien con el
auxilio de un microscopio la organización interior
de un vegetal, se verá que está compuesto de celdi-
llas con paredes delgadas y diáfanas de una suma
pequenez, ya regulares ó irregulares; y de tubos ó
vacillos cilindricos, esparcidos ó reunidos en hace-
cillo. Estas dos formas elementales que componen
las plantas, se han llamado tegido celular y legidu
vascular, no siendo sino modificaciones diferentes
que están reunidas de una manera conveniente y
que constituyen lo que debe entenderse por tegido
vegetal.
Tegido celular. — Este tegido se compone de
una reunión de celdillas contiguas las unas á las
otras, de paredes delgadas, trasparentes y llenas de
poros ó tambjen hendiduras, por las cuales las cel-
dillas se comunican entre sí. Su forma es variable
según las resistencias que esperimentan: cuando su
desarrollo se hace libremente, como en la médula,
los frutos carnosos &c., ellas son ordinariamente ó
esferoidales ó exagonales, y por el contrario alar-
gándose, forman prismas exaedros cuando están
comprimidas.
El tegido que resulta de la reunión de las celdi-
llas se designa por el adjetivo ulricular, ó bien por
36
-el sustantivo parenchimia. Las formas mas comu-
nes de las celdillas poliédricas ó ele muchos lados,
son las siguientes: 1. p el cubo ó dado; 2. p la co-
lumna prismática ó de cuatro lados, y en la que la
altura escede á las otras dimensiones; 3. p la forma
tabular, es decir, la de un prisma en que por el con-
trario la altura no llega á las otras dimensiones, y 4»
el dodecaedro. Sin ver las celdillas aisladas se pue-
de hasta cierto punto llegar á conocer su forma pol-
la inspección comparada de los cortes horizontal y
vertical del legido. No hay necesidad de agregar
que las celdillas no presentan jamas una regulari-
dad geométrica absoluta; pues que ellas pueden es-
tar aisladas las unas de las otras, y cada una for-
mar una pequeña vejiguilla de paredes distintas, de
manera que contrariamente á lo que han pensado
muchos botánicos cuando dos celdillas están conti-
guas, la membrana que las separa está formada de
dos láminas separables. Entre las celdillas ramosas
existen casi constantemente meatos, ó espacios con-
siderables, á los cnalc-s se ha darlo el nombre de la-
gunas, que ofrecen por lo regular bastante analo-
gía y pro poro ion en sus partes componentes. Tam-
bién Mr. Mirbel ha observado que muchas celdillas
pueden reconocerse por medio de poros bastante
distintos, y por lo regular rodeados de un anillo pe-
queño.
Los utrículos que componen el tegido celular,
contienen en su interior corpúsculos ovoides ordina
riamenlc verdes, y que se han llamado globulinas;
estos son pequeñas vejiguillas que encierran en su
interior otros granos mas pequeños nombrados gló-
bulos, y que ú su vCZ y P or un crecimiento progre-
sivo, rompen la vejiguilla que los encierra y forman
otras tantas pequeñas vejigas que contienen granu-
laciones que se desarrollan como las precedentes; y
de aquí se origina el crecimiento de] legido celular.
37
Observando el desarrollo de la Marchantía (*) se
lian descubierto tres tipos diferentes: 1. ° las nuevas
celdillas, pueden desarrollarse en la superficie es-
tenor y libre de las celdillas ya formadas, y se lla-
ma extra utricular: 2. ° las celdillas pueden origi-
narse entre los utrículos ya existentes, y es la Ínter
utricular; 3. 50 En fin, de la pared interna de cada
utrículo puede nacer un gran número de otros utrí-
culos que terminan por absorver y hacer desapare-
cer en gran parte al utrículo madre, en el que ellos
se han desarrollado; esta es la formación intra utri-
cular.
Descomponiendo un vegetal por medio de la ma-
ceracion ó con el uso del escarpelo, se llegan á ob-
tener partes sumamente pequeñas que no toman
ninguna división ulterior sin una alteración definiti-
va.^ A esta parte pues, se les ha dado los nombres
de tegiclo vegetal y órganos elementales.
Tegido vascular. — Este tegido se compone de
láminas del tegido celular enrolladas sobre sí mis-
mas, de manera que forman tubos ó celdillas mas ó
múnos alargadas sucesivamente unas después de
otras, y cuyos diafracmas han desaparecido. Estos
son los que recorren las diferentes partes del vegetal,
y llevan el aire y los Huidos necesarios á su exis-
tencia. Sus canales se unen por frecuentes anas-
lómasis ó variaciones de dirección, y constitu-
yen la red vascular. Su calibre por lo regular es
cilindrico, algunas veces oval ó anguloso; y sus pa-
redes son poco trasparentes, de un cierto* espesor;
y mas resistentes que las láminas del tegido celular
que los forman, estando dispuestas siempre en
la dirección del eje de la planta. Estos vasillos
presentan siete modificaciones principales.
(*) Planta de las Criptognmas, compuesta puraments
del tegido celular.
38
].« Vasillos en sarta, ó moniliformes. — Son
unos tubos porosos, estrechados de distancia en dis-
tancia, y divididos por diafracmas llenos de aguje-
ros pequeños. Se les encuentra principalmente en
el punto de unión de la raíz y del tallo, del tallo y
sus ramos &c. Pueden ser sencillos ó ramificados,
y sirven según Mirbel para hacer pasar la savia do
íos vasillos gruesos del tallo á los de los ramos.
2. 03 Vasillos punteados ó porosos. — Representan-
do unos tubos continuados que ofrecen un gran
número de poros dispuestos regularmente eri líneas
trasversales. Estos vasos se anastomasean fre-
cuentemente entre sí y se observan en las raíces,
nervios de las hojas, y en todas las [jarles por don-
de circula fácilmente, según Mirbel, la savia. Los
vasos punteados son los que adquieren un volumen
mas considerable, y generalmente aun á lasimple vis-
ta se puede percibir su conducto interior.
3. c Los vasos radiados, anidares, hendidos, ó
falsas traqueas. — Son unos tubos cortados por hen-
diduras trasversales; son lo mismo que las traqueas
Jos principales conductos de la savia en todas las
partes del vegetal; observándose perfectamente en
Ja madera cuyo tegido es flojo v blando, y en parti-
cular en la balsamina de ¡os jardines. (Impasicns
balsamina) Vulg. Chinos ó Belenes.
Los vasos radiados están constituidos por una
serie de utrículos prolongados, terminados y ajusta-
dos unos sobre otros por una pared oblicua ó por fi-
bras terminadas en cono.
4 Las traqueas. — Son tubos formados por
una lámina argentina, trasparente y elástica, arro-
llada en espiral, y cuyos bordes se tocan osada-
mente, sin contraer sin embargo adherencia. Es-
tos vasos parecen aislados en el tegido del vegetal,
y se observan sobre todo en los nuevos vastagos,
sea al rededor de la médula, ó sea en el centro de
los filamentos leñosos,
so
Las traqueas se comparan liabitualinente con el
resorte de los tirantes; y sus formas han sido descri-
tas de diferente modo. Parece, según las observa-
ciones mas esactas, que este hilo es siempre sólido,
pero que varía de forma según los sitios y las partes
en que se ha tomado: á veces es aplanado en forma
de cinta, denso generalmente, y su corte presenta un
círculo, una elipse ó un cuadrilátero. Cuando se tira
ligeramente de la traquea rola, los agújelos de la
espiral se separan uno de otro, y el filete se desarro-
lla como el del elástico del tirante sometido á igual
acción. Cuando se rompen con cuidado las ramas
tiernas del saúco por ejemplo (sambueus nigra)
se vé á veces el fragmento inferior quedar suspen-
dido del superior por medio de unos hilos tan tenues
que apénas puede percibirlos la vista; estos son los
de las traqueas desarrolladas, en oposición á las de
los demás vasos espirales que no lo son.
5. Vasillos mixtos . — Son los que en los dife-
rentes puntos de su trayecto, presentan alternativa-
mente la estructura de los vasos monili formes, po-
rosos, hendidos ó traqueas.
G. n Los vasos prtpios Jaculíferos ó depósito de
jugos propios, que son unos tubos cortos no porosos,
y llenos de un jugo que es particular á cada espe-
cie de vegetales. De-Candolle admite cinco espe-
cies, á saber: receptáculos vexieulares, en caecum ó
ciegos, tubulosos, fasciculares ó en hacesillo, y ios
accidentales, encontrándose en la corteza, en la mé-
dula &c.
Los vasos lactil íteros son tubos membranosos que
comunican libremente entre sí por ramas trasver-
sales, de modo que su reunión parece una verdade-
ra red. Estos vasos son al principio cilindri-
cos, regulares y muy delgados; mas tarde, en-
grosándose conservan á veces la forma cilindrica, ó
se abultan á trechos, cuyo abultamiento puede ser
40
temporal durante la vida. La cavidad interna pue-
de no ser también igual en todo, aun cuando el cilin-
dro sea regular esteriormente,.y ofrecer de distancia
en distancia estrecheces.
Schultz supone, que con la edad se efectúa una
estrangulación en los puntos correspondientes á es-
tas estrecheces debajo de los abultamiontos y en
las encrucijadas ó encuentros, y mas tarde una di-
visión completa, entonces los lactilíferos, en lugar
de una cavidad continua, presentan una serie de
cavidades separadas unas de otras por otras tantas
articulaciones y les llama entonces articulados
7. rt Los vasos simples ó savúsicos, son tubos de
volumen variado, que tienen paredes delgadas, opa-
cas y sin poros; están frecuentemente ramificados
y anastomaseados entre sí, y sirven para la circula-
ción de la savia.
Los vasos de que hemos hablado se reúnen fre-
cuentemente entre sí para formar hacecillos prolon-
gados, soldados por el tegido celular, y conocidos
con el nombre de fibras, en oposición á la parle
blanda compuesta casi enteramente del tegido celu-
lar, que se llama parencliimia.
El origen de todos estos vasos ha sido, lince mu-
cho tiempo, un punto de discusión acerca del cual
no han podido quedar de acuerdo los botánicos. Mir-
bel es el que ha dado últimamente alguna luz sobre
este punto oscuro de la fisiología vegetal, con su
trabajo acerca del desarrollo de la marchantía. Se-
gún el, I03 diferentes va^os ó tubos que se observan
en las plantas, han tenido muy probablemente por
punto de partida un origen común, un utrículo.
Esto no difiere en nada de todos aquellos, en me-
dio de los cuales está colocado, y sin embargo, por
el desenvolvimiento y por la edad, se trasfovma de
tantos modos, que admite las formas de los otros, que
aunque semejantes no gozan absolutamente de las
41
mismas propiedades; y que hay algunos que, sin que
se pueda reconocerlos por ningún carácter esterior,
tienen la facultad de poderse modificar bajo la in-
fluencia de ciertas causas, y aun de cambiar ente-
ramente de naturaleza. Asi la celdilla que goza de
la propiedad de poder llegar á ser un tubo hendido
ó una traquea, no .ofrece nada esteriormente que la
distinga de las demas. Esta es susceptible de cre-
cer con nuevos caracteres como las demas partes
de la planta, á consecuencia de la asimilación de
los materiales que le dá la nutrición.
Ademas, se encuentran en casi todas las plantas,
pelos y glándulas.
Las glándulas son unos óiganos formados por un
tórrido celular muy lino, en el cual se ramifican un
(rnm número de vasos. Están especialmente des-
tinadas á separar do ia masa de los líquidos un flui-
do particular á cada vegetal. Sus usos y su estruc-
tura tienen la mayor onalogía con los de ios anima-
les, y varia» mucho haciendo distinguirse las glándu-
las vexiculares , globulares, ulriculares, papilares, &jC.
Los pelos son órganos filamentosos mas ó menos
delicados, V que parece sirven para la exhalación y
absorción. ‘ Generalmente no son sino los conduc-
tos cscretorios de las glándulas, sobre las cuales es-
tán colocados. Pocas plantas están desprovistas de
pelos; se observan sobre lodo, en las que viven en
lugares secos y áridos, y parece que sirven entonces
para aumentar la superficie absorvente. Cuando
los pelos se hallan en gran número en un órgano, se
llama pubescente. La forma de los pelos varia mu-
cho, lo cual les ha hecho llamar simples, ramosos, en
cabezuela, en hisopo &lc. Están generalmente for-
mados de celdillas mas ó menos prolongadas ó de
muchas colocadas sucesivamente, ó en fin, de un nu-
mero mayor ó menor, agrupadas de diversos modos.
¡Que estructura tan sencilla la de los vegetales,
L
42
pero al mismo tiempo que maravillosa! Un solo
elemento, el tegido celular es el que forma las di-
versas modificaciones que presentan las plantas en
su estructura anatómica. Observándolo con el mi-
croscopio, se ven las celdillas y los vasillos de un
aspecto cristalino, es decir claras, trasparentes y diá-
fanas: los vasillos monil ¡formes parecen globulillos
de cristal ensartados unos en otros: las traqueas se-
mejan á un resorte brillante en donde se reflejan los
colores del iris; y las lagunas nos representan la
imagen de una superficie tersa, comparable con la
que se encuentra en los lagos. Todo el conjunto
forma una masa esponjosa como los copos de la nie-
ve cuando cae á torrentes; y no puede menos de
confesarse viendo tales combinaciones de la mate-
ria, que hay una cosa superior á la naturaleza en-
tero, y que solo Dios es capaz de dar tales formas
á los elementos que entran en ia composición de los
vegetales.
Así es como se eleva nuestro espíritu hasta el in-
menso trono donde- descansa la divinidad, y desde
cuyo asiento dirige tiernas miradas ú los hombres;
así como un padre amoroso contempla á sus hijos
adorados, porque Dios es asequible á los ruegos de
los mortales, no es un Dios indiferente á la suerte
de los imperios y de las potestades, así como á los
clamores de cada hombre en particular. Lo que
no3 importa es hacernos dignos de que nos dispen-
se mas y mas sus bondades; cumplir con su Ley,
observar estrictamente sus sabios preceptos, v fijar-
nos en ese principio de la vida eterna que consiste
en temerlo, y en amar á nuestros semejantes del mis-
mo modo que él ha amado á sus hijos. De esta ma-
nera lo dio á entender á sus discípulos los Apóstoles
el mismo Jesucristo. “Amao3,unos á los otros (les
dijo la noche de la cena) así como yo os he amado,”
tíe aquí el gran mandamiento que os doy.”
43
Es tan necesario finalmente el lijarse en este prin-
cipio, que sin él no hay, ni puede haber verdadera
sabiduría; pues como dice Fenelon comparándolo
con los rayos luminosos: “el (pie no lia visto esta luz
pura, es tan ciego como el que lo es de nacimiento:
pasa su vida en una profunda noche como los pue-
blos á quienes no alumbra el sol en muchos meses
del año: cree ser sabio y es insensato, todo cree ver-
lo y no ve nada, y muere por fin sin haber visio co-
sa alguna, ó cuando mas ha llegado á entrever os-
curidades, falsas luces, vanas sombras y fantasmas
que nada tienen de realidad.”
LECCION 5.°
ÓRGANOS LIE LA NUTRICION.
La nutrición en los vegetales se efectúa como he-
mos dicho, por medio de los numerosos poros que
hay en su e-terior y estos se dividen en radicales
y corticales ó s toma tes (*) siendo los últimos los de
mas importancia. El profesor Amici los considera
como unos senos colocados en el espesor de la epi-
dermis, y rodeados de un anillo elástico que les sir-
ve de horde. So contraen ó dilatan según el esta-
do de la atmósfera, es decir, según la mayor ó me-
nor cantidad de humedad que contiene el aire; y
correspondiendo sus espacios ó huecos á celdillas
llenas de gases, sirven para establecer la comunica-
ción entre todas ellas; y también para la exhalación
del oxígeno, porque se ha observado que en las par-
tes donde no los hay, como en la corola, no tiene lu-
gar este efecto. Los radicales aunque de menos
importancia sirven sin embargo para la absorción
(*) De sloma boca.
44
insensible, pues que colocados en las últimas estre*
midades de la raíz comunican con el tallo las ma-
terias que absorven, y puede probarse su efecto, su-
mergiendo la planta en un líquido de color con lo
que se verá su paso al través de los vasillos en un
espacio corto; bastando también el regar una plan-
ta marchita para convencerse de ello; pues en vir-
tud de la succión se pondrá erecta á poco tiempo
de haber practicado la operación. De aquí resulta
que las raines y las hojas son los órganos de la nu-
trición; las primeras la verifican absorviendo el
agua, el aire y demas principios que se hallan en
los terrenos: y las segundas la alimentan por los
oroduclos de la atmósfera estantío en inmediato
contacto con ella.
Las sustancias absorvidas por las plantas, son el
agua y sus elementos, el aire, el oxígeno, el ázoe,
el gas acido carbónico, algunas tierras minerales, y
varias sales. El agua obra de varias maneras, des-
componiéndose ella misma, y subministrando con
sus elementos los principios inmediatos de lo-, ve-
getales; y también como disol vente de otras sustan-
cias.
El aire cede también la parte de oxígeno que con-
tiene, el que combinándose con ef'earbono que hay
en las plantas, dá nacimiento al gas acido carbóni-
co, función indispensable para que se verifique la
nutrición.
El ázoe, se cncuntra en mucha abundancia en la
naturaleza; porque lo contiene el aire atmosférico;
v también en los abonos de las tierras mezclado con
él humus, ó tierra vegetal: penetrando en este esta-
do á todos los órganos de las plantas, aunque lo re-
tienen en corta cantidad.
Las sustancias minerales, los oxides y ¡as sales,
las lleva en disolución el agua de que se forma en
su mayor parte la savia ó linfa del vegetal; y aun-
que algunas de las últimas no son indispensables pa-
ra la nutrición, sirven corno exitantes de la fuerza
vegetativa, así el hydroclorato de sosa ó sal común
conviene á las plantas marinas, el lampote (he-
lianthus villosus) no se cria bien sino en terrenos
cargados de yeso; y la borraja (borago oííicinalis)
contiene nitrato de potasa.
Las raíces sirven para fijar al vegetal en la tier-
ra. ó en otro medio en que crezca naturalmente, su
parte superior se llama cuello ó nudo vital ; la inter-
media cepa, y la inferior se conoce con el nombre
de raicilla. La diferencia que presenta este órga-
no respecto de los demas, es que crece en una di-
rección opuesta á la de! tallo y nunca toma el color
verde aun cuando este espuesta á la acción de la
luz, lo cual sí sucede con los tallos subterráneos, que
fácilmente loman este color.
En cuanto á la parte media ó cepa, las raices se
dividen en iurmosas y fibrosas, según que esta se
compone de una sustancia sólida, ó presenta va-
rias fibras.
Por la figura las raices pueden ser globosas, oblon-
gas, en forma de buso, cónicas &c.
Por la superficie y ramificaciones: serán lisas ó
ásperas , granulosas, tuberculosas, tuberoso -péndu-
las; fibroso- sencillas, fibroso ramosas, articuladas y
otras.
Por la dirección: perpendiculares, horizontales,
rastreras ó tendidas, y cundidoras.
Por el lugar donde nacen. La mayor parle se
crian en la tierra, mas hay algunas que pertene-
cen á las aguas, como la mayoría de las plantas
acuáticas: otras viven sobre las rocas, en las pare
des ó en los muros; y por último, otras aun mas es-
traordinarias viven implantadas cn'otros vegetales,
lo que les ha valido el nombre de parásitas.
Con respecto á la duración, las raices pueden ser
I
46
leñosas perennes, ó anuales, según lus plantas á que
pertenecen.
A escepcion de algunos hongos y lichenes, que
se nutren por medio de los órganos que liemos lla-
mado chupones; todas las demas plantas están pro-
vistas de raíz.
El tallo es el órgano que naciendo inmediatamen-
te de la raíz, sostiene los ramos, las hojas, y demas
partes del vegetal. Ya dijimos en el Prólogo de
esta obra, que según el número de cotiledones, así
reciben distintos nombres las tres grandes clases en
que se dividen los vegetales: agregarémos solamen-
te las especies que abraza cada una de ellas en par-
ticular.
Los tallos de los acotilcdones, (véase el prólogo)
son unos pedúnculos ó bohordos bastante sencillos
que han recibido diversas nombres como oído Sur-
culus, T/ia/us, Cormus, ó Anabises, Hipha, Loru-
lurn, y Slipes. Alas en general se llama Cormus,
toda parte de las plantas criptogamas que está fue-
ra de tierra, escepto la fructificación.
En los monocotiledoncs se conoce el Estipe do
todos los palmeros, ó mas bien tallo en columna de
De-Candolle (caulis columnatas) y la caña de todas
las gramíneas como el maíz, el trigo y el arroz &c.
Ademas hay la cañuela, el tallo en vaina; el /ccus,
ó receptáculo orbicular que lleva en la parte supe-
rior un bulbo, y en la inferior produce raicillas co-
mo la nzuzena (lilium candidum) y la rhizoma, tallo
subterráneo que pertenece á plantas vivaces como
el lirio (iris sambucina) y el sauce de Salomón (con-
valaria poügonatum.)
En los dicotiledones tenemos únicamente el tallo
propiamente tal que en las yerbas ó plantas herbá-
ceas se llama tallo ( caulis ) y en los árboles, tronco
(trunous) y que v:i disminuyendo de diámetro des-
de su base hasta su altura, y se divide en su parte
superior en muchos ramos.
47
Los tallos se diferencian por sus partes: en senci-
llos cuando carecen de ramos, ó presentan muy cor-
to número en su estremidad; y ramosos cuando se
dividen en varios brazos. Seián hojosos los que lle-
ven este órgano, y aphilos los que carezcan de ellas.
Por la figura el tallo puede ser rollizo, comprimi-
do, de dos Jilos y anguloso-, cuyos nombres solos bas-
tan para indicar su definición.
Respecto del anguloso es necesario distinguir el
número de ángulos que presenta y se llamará trian-
gular ó de tres ángulos; cuadran guiar dj-c.
En la superficie, el tallo será lampiño, áspero,
velloso , peloso , cerdoso, borroso, glauco, pinchudo, es-
pinoso, alado, estriado, y surcado, agregándose tam-
bién el articulado.
En cuanto á la dirección será tendido, rastrero,
cundidor, incorporado, erguido, ondeado, trepador,
y voluble.
Por la ramificación, ahorquillado , azpado. arrumi-
lletado, desparramado; y según la posición délos ra-
mos, estos pueden ser alternos, opuestos, verlicilados,
colgantes y péndulos. Y por la consistencia leñoso,
peremne ó herbáceo. Para medir el tamaño se to-
ma por tipo una unidad cualquiera, v. g. la vara,
para que sirva de término de comparación; refirien-
do á ella toda sus fracciones como la media vara, la
cuarta, la tercia &c.
Ya definimos las hojas en la lección 2. a hablan-
do de las partes del vegetal, y dijimos también sus
principales divisiones: indicarémos aquí otras va-
rias que se establecen por los botánicos y que son
igualmente importantes que aquellas.
Por la disposición respectiva. Ademas de las
hojas alternas y opuestas, las hay también en hace -
sillo, amontonadas, acipresadas ó recargadas, como
las de los Pinos &c.
Por la dirección, son erguidas, revueltas y tam-
48
bien horizontales como en la mayor parte de las
plantas.
Por la inserción serán apezuñadas, abroqueladas ,
sentadas, apoyadas, abrazaderas perfoliadas, traba-
das ó reunidas, escurridas , y en forma de vaina co-
mo en la Rosilla (cornelina tuberosa).
Por el contorno, la Iroja es circular, arredondada,
aovada ó en forma de huevo, trasobadu , díptica, cs-
palulada, en forma de cuña y oblonga.
Por la figura; lanceolada, linear, alesnada, capi-
lar, triangular, rhombea, de hechura, de delta, an-
gulosa, arriñonada, acorazonada, aflechada, en for-
ma de alabarda, runcinada, almenada , con oregi-
llas, muy partida, ó hendida en gajos, laciniada, ro-
sada, sinuosa y otras.
Por el margen, será entera, dentada, festonada,
pestañosa &c.
Por la punta Roma, escolada, y otras modifica-
ciones que puede presentar.
Por la superficie: desnuda, lampiña, lustrosa, &c.
Por la sustancia y hechura, avitelada, escamosa,
con glándulas, espinosa de tres caras, en forma do
espada como la flor de Mayo (crinun nngustifo-
lium) &c.
En cuanto á la composición hay diversos grados
según ei número de hojuelas y divisiones del pezón
común, las que pueden verse con alguna ostensión
en mi obra de Botánica, titulada. “Nuevo curso
elemental” (1840.) pág. 41. Así como también lo
que sigue, hablando de la ncrvacion; carácter muy
importante hay para la determinación de las fami-
lias naturales y coordinación do nuevos géneros.
Por último, se incluyen entre los órganos de la
nutrición los Jnvei'nácvslbs de que ya hemos habla-
do en la lección 2. a
Tal es en resumen lo relativo á los órganos in-
dispensables para la conservación de la vida en el
49
vegetal: vida que aunque no es tan estensa en sus
goces como la de les animales, sirve sin embargo
para que puedan las plantas desempeñar convenien-
temente el fin para que fueron destinadas. Las gran-
des funciones de la nutrición y reproducción, se ve-
rifican por un aparato de órganos que son de lo mas
adecuado que pueden imaginarse para llenar su ob-
jeto. Absorviendo las raíces los jugos de la tierra
y elaborándolos do un modo particular, los trasmi-
ten al tallo: éste puesto en contacto con las hojas
y en relación con la atmósfera, absorve sus produc-
tos que elaborados pasan á todos los órganos del
vegetal y forman los jugos propios.
Estos varían cti cada vegetal siendo ya resinosos,
balsámicos ó lechosos, como en las Coniferas, Bal-
súrnineas y Chicoreaceas. Luego que la savia lia
perdido una parte de sus productos, se forman por
medio de la deyección las gomas, las resinas y to-
dos los principios particulares que contienen las
plantas. Así es como van sufriendo los vegetales
diversas modificaciones basta llegar á su completo
desarrollo.
Mas comparando la vida aun de los animales con
la del hombre ¡qué diferencias tan marcadas no en-
contramos/' La mayor perfectibilidad respecto de
ésta solo se encuentra en él. La posición vertical
en que se mantiene, y que le permite dirigir sus mi-
radas hacia el Cielo, pudiendo contemplar la divini-
dad esa multitud de goces y de placeres que le pro-
porciona su imaginación cuando está bien dirigida:
y esa facultad que tiene de pensar y de poder re-
correr en un momento toda la historia; de viajar
por todos los países, de reconocer sus diversos usos
y costumbres; de conversar con todos los hombres,
de manifestarles sus ideas por medio del lenguaje; y
de poder estudiar, en fin, las diversas producciones
de la naturaleza, forman del hombre un ser privile-
4
50
giado superior á todos los animales. Es por último
un destello de la divinidad, una imagen perfecta de
Dios, pues que atendiendo á su origen vernos que
ha sido creado á su imagen y semejanza. “Facia-
my hominem ad imaginen! et similitudinem nostram.
(Gen. cap. l.° y 26.)
LECCION G. p
ÓRGANOS DE LA REPRODUCCION.
Los órganos de la reproducción comprenden los
de la floración ó sea la flor-, y los de la fructifica-
ción, ó sea el frulo y la semilla. Ya liemos dicho
que tienen que desempeñar las mas alias funciones;
pues su objeto es propagar las razas, conservando
las especies y mantener de esta manera el orden
admirable de la creación.
Son de dos especies, el órgano masculino ó es-
tambre, y el femenino ó el pistilo-, ambos se hallan
encerrados cuando la flor es completa en la corola,
la cual está rodeada esteriormente del cáliz. Ya
liemos hablado de ellos en la lección 2 al dar una
idea general de las plantas, así como del modo con
que se efectúa la fecundación.
Nos ocuparemos de las diferencias y modifica-
ciones que presentan.
El cáliz puede ser periantio, de parí, al rededór,
y anlhos flor, que es el que rodea inmediatamente
ías flores: el involucro, cáliz que dista de las flores,
y está situado hijo do la umbela; la trama ó amen-
tko, especie de receptáculo común á varias flores cu-
biertas de escamas; la esputa, cáliz membranoso que
so hiende longitudinalmente: la gluma, cáliz com-
puesto de varias hojuelas llamadas ventallas, y que
termina en una punta aguda que es la arista; la ca-
peruza, especie de cubierta en que termina la fruc-
51
tificacion cíe los musgos: y la golilla ó voloa, anillo
que rodea el áslil de los hongos.
En cuanto al número de piezas y Jlorcs que abra-
za, el cáliz puede ser de una ó varias; en el primer
caso se llamará monophylo, ó monosepalo; y en el
segundo polysepalo.
El que contenga una sola flor será propio, y co-
mún el que lleve muchas.
También será sencillo ó doble, reforzado, apiña-
do, desparramado &c.
Con respecto al germen es libre, cuando eslá si-
tuado bajo de él, y sin adherencia alguna: y adhe—
r.entc, cuando está encima del gérmen y adherido á
él, v. g., en la Yedra (Convolvulus Iponiffia) y en la
Capa de San José (mnolhcra longifolia.)
Por lo que hace á la figura presenta varias for-
mas que se indicarán en la descripción como tubu-
loso labiado, cónico &c.
Y por la duración será caedizo, caduco, y perma-
nente.
La corola, es el tegumento interior del perigono
doble. Se diferencia por el número de piezas de que
se compone; llamándose monopetala ¡a que consta
de una sola, y que si presenta hendiduras no llegan
hasta la base: polipétala, es la que consta ríe varias
piezas. Por la regularidad ó irregularidad, por la
figura &«., se distinguen igualmente.
Entre las monopetalas regulares tenemos la
panulada, la embudada, la cu forma do salvilla, la
de rueda, y la globosa.
En las irregulares, la labiada, y la personada.
En las polypetalas regulares, la rosacea, la acla-
velada, la aurífera ó cruciforme, la amariposada,
y por último la anómala.
Por la inserción según que esté encima, al rede-
dor, ó debajo del gérmen le llamaremos epigina;
perigina ó hipoginu.
G2
Y en cuanto á su duración será caduca, caediza
y persistente..
El estambre se distingue en cuanto al número de
filamentos desde uno hasta mil: y por la figura se-
rán capilares, alesnados, cilindricos ózc.
Por la proporción serán iguales ó desiguales. Por
la conexión, "libres ó reunidos.
Por la situación, estarán adheridos al cáliz, ó á la
corola, al pistilo ó al receptáculo.
Respecto de la antera, se tiene en consideración
su número y las celdillas que presenta.
Por lo que hace al polen, se encuentra ya reuni-
do en masas que se llaman polynicas ó en forma do
granos.
Los granos del polen, observados ai microscopio,
parecen compuestos de una membrana delgada, li-
sa ó rugosa: en este último caso está cubierta de
una capa viscosa, que no existe cuando es lisa.
Esta viscosidad del polen, puede servir para ca-
racterizar las familias, como ha observado Gnillo-
min,' así las Malvaceas, Cucurbitáceas, Synnnlhe-
reas áse., tienen un polen esférico v viscoso; y en
las Gramíneas, Solanáceas, Escrofularins y otras,
el polen es pulverulento, elíptico y no viscoso: es-
te polen está marcado de un surco longitudinal ca-
racterístico, y es constantemente amarillo ó rojo.
Cuando el polen pulverulento se pone en agua,
los granos viscosos se abren y trasudan un líquido
mas denso que el agua, en el cual se perciben otros
granitos pequeños y verdosos, á que se ha dado el
nombre de favila.
En algunas familias como las Orchideas, el po-
len se presenta en unos granos pequeños, reunidos
en una especie de red, ya farinoso, ó ya formando
una masa compacta que está envuelta en una mem-
brana delgada, que termina en un prolongamiento
llamado caudtcula.
53
El pistilo, según se ha dicho, es el órgano feme-
nino. Por lo que hace al ovario, se considera su fi-
gura, llamándolo oblongo , globoso, &c. y también
será pedicclado : y con respecto a su posición, alto ó
bajo.
El estilo será capilar, rollizo, alesnado, trígono ,
claviforme, hueco, ó petuloide: mayor ó menor que
la corola-, por su número podrán ser uno, dos ó mas-,
por la dirección vertical, inclinado, ó encorvado-, y
por las divisiones sencillo, bijido, trífido &c., por la
conexión reunidos ó separados: y por la duración
caducos, y pea sis lentes, y alguna vez crecientes co-
mo en el Clcmatis.
En cuanto al estigma, es plumoso, en forma de
pincel, escotado, globoso, ahorquillado, pediendo ser
trifulo, tetrafido &e. Y también será radiado y
permanente.
El fruto se compone del pericarpio y de la se-
milla. En el primero se considera la cubierta es-
tenor que se llama epicarpo, la parte media gene-
ralmente carnosa ó parenehimatosa que es el sarco-
carpo, y la interior donde están alojadas las semi-
llas ó el endocarpo.
Ademas hay la columniUa central, adonde están
apoyadas las semillas: los disipimcnlos, tabiques ó
entretelas que dividen la cavidad de las semillas;
estos pueden ser completos, cuando separan toda la
cavidad, é incompletos cuando no la dividen sino en
parte; y las ventallas, partes esteriores en que está
dividido e! fruto, y por las cuales ha de abrirse: de
donde resulta que hay frutos que tienen esta facultad,
y se llaman dehiecsenles, y otros que no se abren y
son los indeliiecsentes ó uniloculares, porque no pre
sentan mas que una cavidad. Tenemos un buen
ejemplo de todas estas partes en el loloachc (Datu-
ra slramonium.)
La semilla consta del episperma, y la almendra
54
en su interior contiene el embrión, cuerpo organiza-
do que encierra todas las partes de la planta, aun-
que en estado rudimental: á veces está rodeado de
otro cuerpo intermedio que se llama endospertna.
La semilla se alimenta por el trophosperma, y
presenta en el esterior una mancha ó impresión que
es el lunar cilio ó careta: hay un agújenlo en su par-
te superior que se llanta Onphalode , y que según
Mr. Turpin sirve para conducir los jugos alimenti-
cios al interior de la semilla; en uno de sus lados
presenta una parte saliente efecto de los vasillos
que no se han ramificado y este es el vusiducto ó
ráphe llamándose ombligo interno la parte en que
termina. Ademas, en su parte inferior hay un agú-
jenlo pequeño que se nombra micropila y sirve pa-
ra conducir los cordones pistilares hasta el embrión,
con el objeto de fecundar la semilla.
El embrión se compone de la raicilla, la plumilla
y el cuerpo coti/edonario; á veces la plúmula se di-
vide en dos partes, el talliea y la gómala, esta pro-
duce las primeras hojas del vegetal. La dirección
del embrión puede se v recta, encorvada, desigual &c.,
según que la estrernidad cotiledonaria corresponde
ó no, al ombligo, cuya impresión está mareada con
la careta, formando ésta la base de la semilla.
El trophosperma presenta algunas divisiones que
se llaman podospermas (pies de la semilla) y este
cuerpo disminuyo constantemente de volumen por
la germinación; al contrario de lo que sucede con el
embrión que sigue creciendo.
Siendo el receptáculo la parte que sirve de sos-
ten ú las demas de la flor y del fruto, sus caracteres
están fundados en la figura y superficie, y su estu-
dio es de bastante interes para el conocimiento de
la "ran familia do las Synnnthereas ó compuestas,
que forman mucha parte del reino vegetal, y que
abundan tanto en nuestro país, siendo tan útiles por
55
las propiedades tónicas estomacales y nervimas que
contienen.
En cuanto al vilano , apéndices que presenta la
semilla, unas veces se halla acompañada por el cá-
liz propio do su flor, que es la semilla coronada por
el cáliz (semen coronatum) como en la Ambarina
(Scabiosa atropurpúrea) otras presentan pelos sen-
cillos (vilano peloso) ó se ramifican (vilano plumo-
so) otras varias pajas ó aristas (vilano pajoso ó aris-
tado) y otras, las impresiones que semejan ó las de
los panales, (vilano favoso.)
Esto es lo mas importante que hay que conside-
rar en los órganos de la reproducción; y respecto
de sus funciones nos ocuparemos especialmente de
ellas en lo de adelante.
Para concluir será oportuno hacer la siguiente re-
flexión. — ¿Quién ha podido inventar un mecanismo
tan preciso en esta clase de órganos de manera que
desempeñen tan perfectamente sus funciones? ¿Có-
mo so podia imaginar que unos seres fijos siempre
en el lugar donde nacen y que carecen de voluntad
propia, que no tienen conocimiento de su existencia,
que no saben lo cpio es el placer ni el dolor, podían
multiplicarse lo mismo que los seres dotados de
otras facultades? La naturaleza, ó por mejor de-
cir, Dios es quien ha hecho que las plantas en su
mayoría reúnan los dos sexos para suplir estos in-
convenientes; las ha colocado en la posición mas
ventajosa para que se verifique este acto de la re-
producción; y cuando los sexos están separados, las
corrientes de las aguas, los vientos, los insectos, y
otros muchos animales conducen el polen fecundan-
te para que se perpetúen las especies: aun en algu-
nos casos particulares que hasta ahora no habían
podido esplicarse, admite Achiles Richar, la opi-
nión del aura polynuris, emanación particular dota-
da de las mismas propiedades que el polen, y tam-
56
bien se esplica porque una sola fecundación basta
para muchas generaciones, como sucede con las
hembras del pulgón que es del género Aphis, y ais-
ladas estas so ve que un solo acto basta para ¡a re-
producción en nueve casos, y otro tanto sucede con
las plantas por analogía. En fin, algunos árboles
que permanecen infecundos no dejan poreso de mul-
tiplicarse, verificándolo por otros medios, que se lla-
rnan artificiales. De todo esto infiero ¡o que dice
oturm hablando del sentido de la vista, y esclama
por úllimo, “¿el qué hizo el ojo, acaso será ciego?”
Asi digo yo, ¿el que ha formado á las plantas con tal
sabiduría se podrá llamar necio? De ninguna ma-
nera. Es claro que no.
LECCION 7. *
fisiología, vegetal considerada en globo.
Después que hemos examinado todas las partes
del vegetal y sus 'pormenores, después que hemos
contemplando las raíces y los tallos, las hojas c in-
vernáculos, las flores y los frutos, haciendo una enu-
meración particularde los caracteres que presentan,
pasaremos á iratar de las funciones que tienen que
desempeñar duran'e su vida, y el modo con que lo
verifican, que es el objeto de la fisiología vegetal.
Objeto grandioso, al par que contemplativo, por-
que estudiando cada una de las funciones en los ve-
getales, de esas funciones interesantísimas que se
verifican tanto para la conservación de la vida, co-
mo para la propagación de la especie; el modo con
que nacen, crecen, se desarrollan, se reproducen y
mueren; y el conocimiento de los órganos propios,
do los órganos especiales que están destinados para
este efecto, hacen que su estudio sea uno de los mas
57
bellos y entretenidos, que satisfaciendo al entendi-
miento por la multitud de hechos observados y por
la facilidad y prontitud con que se demuestran, así
como por sil claridad y sencillez, forman de este ra-
mo de la B itánica, como he dicho antes, un estudio
no solamente interesante sino divertido.
Muchos fisiologistas distinguidos han ilustrado la
ciencia con sus luminosos escritos, mas entre estos
llaman la atención algunos de ellos. Mr. Girardin
que no solamente reúne los conocimientos botánicos
mas profundos, sino que es un Químico do bastante
notabilidad, ha escrito un Manual de Botánica, en
que se encuentra una fisiología vegetal que está al
nivel de los últimos descubrimientos que hay hoyen -
Europa, y cuya obra hemos consultado en su mayor
parle. Bailar d , ese hombre sabio que lia escrito
indistintamente sobre todos los ramos do la historia
natural, y en todos ellos con el mayor acierto, ha
publicado un Manual de Fisiología, aplicada á la
Agricultura y á las Artes, tan bien escrito y tan se-
lecto, que aunque ocupa un corto volumen, allí es-
tá contenido todo lo que presenta mayor interes
respecto de la ciencia.
En este luíjar creo que será oportuno hacer una
pequeña digresión, porque yaque he hablado de
dos compendios escritos por Autores de tanta ta-
ma y nombradla como los ya citados, esta será la
ocasión de recomendar lo útil que son las obras ele-
mentales.
Un buen compendio, debe ser un tratado que
contenga todo lo relativo á la Ciencia, dicho en
pocas palabras y sin cansar la atención del lector;
deberá estar escrito con mucho método, con clari-
dad y precisión; lográndose sin duda con una obra
de esta clase, el aprovechamiento del discípulo,
y el ponerlo en estado de que por sí pueda ade-
lantar cuanto sea posible, y comprender después
5S
que haya estudiado las bases, lo mas sublime, por
decirlo así, de la Ciencia: los grandes escritos de
ios Autores mas clásicos que han tratado la ma-
teria, profomosiori y que forman esos grandes vo-
lúmenes que decoran nuestras Bibliotecas: pero
de otra manera, es decir, no comenzando do lo co-
nocido á lo desconocido, como dice Condillac, esco-
giendo v. g. por obras de texto para enseñar en las
lecciones de las cátedras, obras de gabinete, no se
logrará en mi concepto (puede ser que me equivo-
que) todo el fruto que desea obtener un Maestro de-
dicado esclusivarnenle al adelanto de los discípulos.
Yo lo sé muy bien por esperieucia. En mas de
ocho años que llevo de tener el honor de dirigir la
Cátedra de Botánica, he palpado los buenos efectos
que me ha producido el haber escrito un libro de
texto para la enseñanza, en que procuré compendiar
todos los ramos de la Ciencia, y cuva obra aprobó
la Junta facultativa del colegio para dicho objeto:
pues bien, yo en el corto espacio de tiempo que du-
ra el curso, he podido formar jóvenes alumnos bas-
tantemente adelantados, que no hubieran podido por
otro método aprovechar seguramente lo que han
conseguido por el indicado antes.
En Europa, donde los adelantos son cada dia
mayores, de- manera que dá gusto ciertamente, y
causa una verdadera satisfacción y complacencia
ver el empeño y dedicación que allí se tiene por las
Ciencias naturales; aun allí mismo se aprecian de-
masiado las obras elementales, asignándose premios
cuantiosos para sus escritores, y todavía á pesar de
CS..O, se quejan de la falta de esta clase de obras que
son tan útiles.
Seguiremos haciendo mención de otros varios
Botánicos y Fisiologistas.
Mr. Raspa.il se fijó principalmente en la Quími-
ca para escribir su Fisiología, y ¿quién negará que
59
su obra en esta parte es de lo mas profundo y beiio
que se lia escrito? El atlas que la acompaña, y en
que se ven dibujados todos los órganos del vegetal
y sus diversas modificaciones: esa multitud de lami-
nas que representan las figuras y formas diversas de
los tegidos; y los teoremas que sienta el autor en su
texto refiriéndose áella, y ese modo de demostrarlos
matemáticamente, hacen de esta obra una Botáni-
ca puede decirse enteramente nueva, á lo ménos en
cuanto á su método, y tanto mas si se atiende á
la esplicacion de las figuras contenidas en el mismo
atlas. .
Siento mucho no poder decir otro tanto respec-
to del sistema que sigue cu la clasificación de los
vegetales, es decir, en la Taxonomía , porque su sis-
tema es demasiado complicado, muy difuso, y bas-
tante difícil de comprender en mi concepto; y co-
mo respecto de esto debe preferirse en mi humilde
opinión el que presente mayor sencillez y claridad;
es'a es la razón porque siempre sera mas ventajoso el
del Inmortal Carlos [naneo, que como vetemos des-
pués reúne estas cualidades, y creo que el do Raspail
es precisamente lo contrario; al monos hasta alioiayo
no se que haya sido adoptado.
Boucharilñt . es un Autor universal, no solo res-
pecto de las Ciencias naturales, sino también con
respecto á la Medicina y á la Farmacia, y su Fisio-
logía contenida en los Elementos que escribió de
Historia natural, en la parte botánica, es aunque
corta muy bien escrita, y no hemos dudado el con-
sultarla también.
Dumeril, en la última cdiccion que ha publicado
de su historia natural, trae algunas palabras tan
bien dichas y tan esactas, que puede decirse que
es lo grande en lo mínimo, ó que abraza en su cor-
to espacio, lo que otro hubiera dicho en uno mucho
mayor.
60
Juillet, colaborador de Girardin escribió un Dic-
cionario razonado de Botánica, y la parte fisiológi-
ca la trata perfectamente bien, y Jourdan, en su Dic-
cionario polígloto de los términos propios de las
Ciencias naturales, en la palabra Fisiología (Fisio-
gie) trae un artículo de bastante ínteres.
Por último, De-Candoile (Augusto Priamo) y Ri-
chard (Achules) son los que han tratado la materia
con mas profundidad. Referiremos algunas de sus
observaciones.
Siendo una de las cuestiones mas importantes en-
tre los fisiologistas la causa primitiva de la ascen-
sión de la savia, y el modo con que se verifica, cues-
tión sobre la que se han vertido multitud de opinio-
nes, pues unos han creído que debia referirse al
enrarecimiento del aire por el calor; otros lo han
atribuido al vacío que se- forma en el interior de los
vegetales: varios lo han querido esplicar por la ac-
ción del endomosis, ó absorción, en una palabra, por
la capilaridad, &c. Pues bien, cu medio de todas
estas opiniones se ha convenido en que depende
de! organismo particular de los vegetales impulsa-
do por la fuerza vital-, tuerza que aunque descono-
cida en sus causas produce todos los electos fisioló-
gicos. En comprobación de esta verdad, se han he-
dió observaciones en una planta acuática que abun-
da mucho en nuestras acequias, que es del género
chara, y tipo de una familia que lleva su nombre.
Se ha visto que siendo la savia de color, asciende
por los vasillos inmediatos al cuerpo leñoso, y prin-
cipalmente por los vasillos simples; y otro tanto su-
cede con el clielidonium majus, llamado vulgarmen-
te Amapola amarilla. Estas interesantes observa-
ciones hechas con el mayor cuidado, lian dado por
resultado que, la teoría de ios antiguos que consis-
tía en suponer que la ascención de la savia se ve-
rificaba por la corteza, ha sido falsa.
01
También lia podido conocerse que la ascensión
y descenso de la savia, no solamente se verifica en
la totalidad del vegetal, sino aun en las cavidades
mas pequeñas que presentan sus órganos; pues se
ha visto que hay unos corpúsculos de color, llama-
dos globulillos, en que se verifica este electo.
Ya se habían hecho varias indagaciones sobre
esto por Bonaventura Corli, botánico Italiano; mas
pasaron desapercibidas basta que el Profesor Schult
en Bcrlin, las repitió con muy buen éxito; y última-
mente Richard, valido do su exelente microscopio,
ha venido á confirmar lo que pensaron aquellos sa-
bios.
En la Marcanlía, planta del orden de las Crip-
ta "avias v cuya esttuciura consta del simple tegido
celular, "se han podido observar en ella los linca-
mientos de su tegido y el modo con que se desarro-
lla, marcando el "paso de los vegetales de un orden
á los de otro orden superior en organización. Otro
tanto ha sucedido con el género Mucor.
El sabio Brogniant, trae en su grande obra sobre
las indagaciones de las plañías fósiles, representada
la anatomía del Equiselumjluviale, del Columnare
V otros, en que se percibe cotí la mayor claridad la
"estructura interior de dichas plantas, cuyo género
ha servido de tijpn para fundar la familia. Lo mis-
mo sucede respecto de los heléchos fósiles, en que
hace un estu lio particular de las nervaciones de las
hojas, proveyéndonos de caracteres indispensables
para la clasificación. Porque la anatomía de las plan-
tas está ligada de tal manera con la fisiología, que
ambas forman un conjunto, un todo el inas comple-
to, pudiéndose auxiliar mutuamente; así es que la
mayor parte de los anatómicos distinguidos han si-
do también fisiulogistas.
¿Y qué diremos de Mr, Lecoq, compañero tam-
bién de Girardin y Juillet? Que su Botánica es un
62
precioso tratado en que la parte fisiológica está es-
crita con método y mucha claridad.
El plan que nos proponemos seguir en el estudio
de la Fisiología, es el siguiente. Tomando una plan-
ta en estado rudimental, es decir una semilla, la co-
locaremos en circustancias favorables para su desar-
rollo, y esto formara la primera época de su vida,
ó sea la germinación.
Después !u seguirémos en su crecimiento ulterior,
cuando tome ya las sustancias para su aumento, de
la tierra y de los cuerpos que la rodean y formará
la nutrición, comprendiendo una serie de funciones
que estudiaremos sucesivamente. Luego llegará
otra éppca mas importante en que el vegetal tiene
que desempeñar las funciones de la reproducción, y
estas comprenden la floración, fructificación, madu-
ración y diseminación: Por último, el vegetal su-
fre durante su vida diversas alteraciones que se co-
nocen con el nombre de Patkología vegetal, ó como
le llama De-Candoile, Nosología, voz en mi con-
cepto mucho mas propia porque no espresa senti-
miento. Estas ocasionan su ruina y decaimiento y
también la muerte; punto donde terminarémos la
Fisiología.
¡Qué cuadro tan encantador, que hermoso y que
divino nos ofrece el reino vegetal en esta parte de
la Botánica! ¿Quién no se sentirá animado á em-
prender su estudio seriamente solo por la contem-
plación de las maravillas tan grandes como ofrece?
¡Mas cuánto mayor interes adquieren éstas para el
hombro religioso que en todo ve impresa la mano
del Señor, el dedo divino que señala á cada cosa el
destino que le conviene! Gracias sean dadas á eso
nuestro Dios, que formó del mundo una habitación
hermosísima, un palacio magnífico para que el
hombre viviese en él durante su vida, y pudiese des-
pués glorificarle, dando á las plantas las formas mas
63
gallardas, los olores mas suaves, los colores mas be-
llos, y las propiedades mas útiles y benéficas que so
pudieran imaginar.
LECCION 8. p
GERMINACION, NUTRICION Y CRECIMIENTO.
Se entiende por germinación, el acto por el cual,
el embrión animado de la fuerza vital que le es pro-
pia, se desembaraza de las cubiertas seminales, se
muestra á la luz, y termina por hallar en sí misino
los materiales necesarios para su desarrollo ulterior,
l’aia que esto se verifique son indispensables las cir-
cunstancias siguientes: 1. p Semilla fecundada y
madura: 2. p presencia del agua: 3. H presencia del
aire: 4. p presencia del calor; 5. p en fin, ausencia
de la luz.
Que la semilla debe estar fecundada y madura es
una cosa bastante clara, porque se concibe muy bien
que sin estas circunstancias no podría producir nue-
vos individuos, en razón fie que los gérmenes que
permanecen infecundos carecen de embrión, rudi-
mento en que como hornos dicho, se hayan conteni-
das todas las partes del vegetal. (*)
El agua es tan indispensable que sin ella no po-
dría verificarse la germinación, pues se ha visto que
semillas que han estado guardadas por mucho tiem-
(*) Conviene advertir que las semillas no se han de sem-
brar después de pasado mucho tiempo de la fecundación,
porque en este caso pierden su virtud germinativa como su-
cede con el cacao, la aceituna y otras que abundan en mate-
rias oleosas; sin embargo, las leguminosas y gramíneas, pue.
den conservar esta propiedad por mucho tiempo, como so
lia visto con algunas de ellas que han permanecido muchos
aüos en lugires secos y puestas en. contacto con la humedad
han germinado.
64
po en lugares secos, no lian podido desarrollarse, lo
cual se ía efectuado luego que se han puesto en
contacto con la humedad. Y aunque es cierto que
les conviene cierta cantidad, esta no debe ser escesi-
va porque entonces determina la putrefacción de
las semillas, pues que aun las plantas acuáticas no
germinan estando sumergidas en el agua, sino que
á la hora de la germinación se presentan fuera del
mismo líquido. (*)
El aire también es indispensable para la germi-
nación, porque sin la presencia del oxígeno, no se
puede verificar el desprendimiento del gas ácido
carbónico, función indispensable para que tenga
efecto el desarrollo del embrión.
El modo con que obra el oxígeno es el siguiente.
Tomando una parte del carbono que contiene el pe-
rispermaj) los cotiledones cuando son crasos, y com
binándose con él, forma un volumen igual al suyo de
gas ácido carbónico, é interrumpido el equilibrio
que hay entre las partes componentes se alteran lo3
elementos de la fécula, se establece una fermenta-
ción y se produce una sustancia amilácea y lechosa
que es muy á propósito para alimentar al tierno
embrión en su primera edad, esto dura hasta que
la plúmula sale á luz, y encontrando ya otra cia-
se do alimentos cesado el desequilibrio, se convier-
te la sustancia emulsiva en un principio sacarino,
resinoso, gomoso &c., según la naturaleza de la
(*) Girartlin hizo nacer las habichuelas ó frijoles del her-
bario do Tourncfort, que habían estado guardadas por cien
años, y se lia visto nacer e| trigo de espigas sepultadas en una
alacena por mas de 20 anos, lo que prueba que solo les fal-
taba la acción de la humedad para germinar.
Estos esperiinentos confirman nuestra teoría de que es in-
dispensable el agua para el desarrollo dol embrión en las se-
millas, porque remojando sus cubiertos las dispone para que
ee puedan abrir.
65
planta, y comienza entóneosla segunda época de su
desarrollo, esto es, la nutrición.
Sabido esto, puede esplicarse muy bien la acción,
del ctiloro en el aumento de la fuerza vegetativa se-
gún se ha comprobado por diversos esperirnontos
hechos por el sabio Barón de Humbolt, pues que se-
millas que habían resistido á otros medios, regadas
con una disolución de chloro se han visto germinar
con bastante rapidez, y es que descomponiendo el
chloro al agua, y formando ácido chlorídrico, pone
en libertad al oxígeno que combinándose con el car-
bono de la semilla, forma el gas ácido carbónico y
pone en movimiento á los gérmes para que se pue-
dan desarrollar. Otro tanto sucede con el ácido ní-
trico, y otros que producen efectos análogos por me-
dio de su disolución en el agua común.
Lo que confirma enteramente que el oxígeno sir-
ve para la germinación, es el que, colocadas las se-
millas en el vacío, en el gas ázoe, en el hydrógeno,
&c., en una palabra, en todo otro gas que no haya
sido el oxígeno, no han dado señales de vida. Vea-
mos ahora, pues, como obra el calor.
La temperatura tiene la mayor influencia respec-
to de la vegetación, porque cada planta requiero un
cierto grado de calor, aun que la temperatura mas
conveniente es entre los 10 á 30 grados de calor ad
mosférieo. El calor obra como estimulante de las
fuerzas vitales, como diluente de todas las sustan-
cias que lleva en disolución y dilatando al mismo
tiempo los vasillos para que pueda circular en ellos
la savia con mas facilidad. Y como el calor con-
viene mas á las plantas que el frió, cuando están los
vegetales á una temperatura bajo de cero, no dan
señales de vida; sin embargo, en medio de los hie-
los pueden conservarse algunas plantas, como los
trigos (triticum) que en varias partes de Europa y
hacia el Norte se dan con bastante lozanía.
5
G6
La ausencia da la luz es necesaria para la ger-
minación, porque su presencia la daña, y se ha ob-
servado que se hace mejor en la oscuridad. Saus-
sure cree que este daño proviene del esceso de ca-
lor que comunica á la semilla; mas De-Candolle,
Mirbel y otros, piensan que como la luz favorece la
descomposición del gas ácido carbónico, daña im-
pidiendo la formación de este gas, tan necesario pa-
ra la germinación, como hemos visto.
Sembrada una semilla en las circunstancias favo-
rables para su desarrollo, lo primero que aparece
luego que se han roto las cubiertas seminales por
efecto de la humedad, es la raicilla en forma de un
mamcloncito cónico, que siendo al principio indivi-
sa, luego se estimule formando vaiias ramificacio-
nes á lo largo del terreno; la plómela que estaba
detenida por los cotiledones se manifiesta á la luz y
dá naeiminento al tallo, las hojas, las flores y los
frutos. Luego que aparecen las primeras hojas
que no son otra cosa que los cotiledones eslendidos,
queda terminada la germinación, y ya comienza la
planta la segunda época de su vida, es decir, la nu-
trición.
Esta se verifica por una serie ó consecuencia de
diversas funciones, tomando del terreno ó otro me-
dio en que se hallan colocados los vegetales, los ali-
mentos necesarios para su desarrollo: lo verifican
por las raíces y por las hojas como hemos dicho, y
las substancias absorvidas son el agua y sus elemen-
tos, el aire &c., según se ha indicado en la lección
5 .
Luego que se ha formado la savia ó jugo alimen-
ticio por c rnsccuencm de la absorción, y elnbora-
dose en cada uno rio los órganos del vegetal, pierde
una parte de su sustancia, y dá lugar á lo que se
llama perdimiento . Este se efectúa de tres mane-
ras, por traspiración ó emanación acuosa ó va poro-
sa, por exhalación, y por deyecciones.
La emanación acuosa ó vaporosa, se verifica en
razón directa de las superficies y es mayor de dia
que de noche; y principalmente desde las seis ú ocho
de la mañana hasta las doce del dia. En las noches
calurosas es mas sensible que cillas húmedas y l'rias,
y por supuesto lo es también mucho mayor en
la primavera que en el invierno; contribuyendo á
que se disminuya la caida anual de las hojas, con
cuya acción se despoja el vegetal de alguno de sus
principios. Por úliimo, varía en las diversas plan-
tas según su duración y crecimiento.
En el curso elemental de Botánica escrito por mi,
especialmente para la enseñanza, se dan varias
pruebas de la existencia de esta función y de las
modificaciones que presenta. (Véase la pág. 138.)
La espiración consiste en el desprendimiento de
los gases y otros finidos aerienses, cuyos efectos se
pueden conocer porque algunos de ellos son infla-
mables, como la atmósfera que se forma al rededor
de la Fraximla (Dictamos albus) y que fué obser-
vado por el hijo de Linneo.
Las deyecciones, s in la causa de los olores, que
consisten en las emanaciones particulares del cuer-
po que los produce; y también las gomas, las resi-
nas, y ademas varios jugos que contienen las plan-
tas, ya ácidos, azucarados y viscosos; materias
que le son innecesarias y que las arroja hacia el
esterior. El color glauco de los tallos, hojas y
otras partes del vegetal; el morado que presentan
las ciruelas do España (prunus doméstica) y las
materias sacarinas de los nectarios ó jugo meloso
de las plantas, se esplican muy bien por medio de
las deyecciones. Y en suma, ¡o que se ha llamado
antiguamente antipatía de las plantas, no es otra
cosa que. la acumulación de ciertos jugos dañosos
para algunos vegetales y que impiden su desarrollo
y propagación en ese terreno.
68
En cuanto á la causa primitiva de la ascensión
de la savia se han propuesto varias hipótesis: mas
ya hemos dicho lo que hay sobre esto de paticular
y el modo por medio del cual se verifica. (Véase
la lección 7. £3 )
Resulta de todo lo espuesto el crecimiento, serie
de fenómenos que se verifica en los cuerpos siem-
pre que aumentan deestension, masa y volumen. Se-
gún las grandes clases de vegetales que se conside-
ran, varía este acto de la vegetación como puede
verse en el prólogo de esta obra, al tratar del cre-
cimiento.
¿Por qué, puede preguntarse, las semillas de las
gr-amineas y ¡as que abundan en fécula amilá-
cea-, que son bastantemente alimenticias, conser-
van por mucho tiempo la facultad de germinar?
¿Por qué no perecen prontamente ó se corronv-
peu como la mayor parte de las demas semi-
llas y en particular las oleosas? ¿No os una provi-
dencia que sirviendo estas plantas para alimentar
al hombre y los demas animales, conserven por esta
misma razón su virtud germinativa? Así es en
efecto: Dios ha hecho una especie de escepcion res-
pecto de ellas, ó les ha concedido mas bien este
privilegio, para llenar una función tan importante
como es el proveer á sus criaturas del primero V
mas necesario alimento, el pan ; así como también
el que sirvan para la formación de los pastos tan
preciosos para los otros animales.
Con razón en los libros santos, se nos da una
prueba de esa Providencia tan paternal, que se cs-
t/ende á todos los hombres, designada por estas su-
blimes espresiones. “Yo amo á los que me aman,
y ios que de mañana velaren á mí me hallarán."
39
LECCION 9. y
rLORACION, REPRODUCCION Y MADURACION-.
La floración ó anthcsis, es la espansion completa
de las flores, y la época en que se verifica varía en
cada vegetal, dependiendo de diversas causas físi-
cas, y siendo la primera y principal el movimiento
de los líquidos en el interior de las plantas, pues
■que es una circunstancia indispensable para la flo-
ración el que la savia circule lentamente; asi es que
las plantas de una región caliente trasportadas á
otra que lo sea menos, florecerán en el segundo año,
porque el calor que es bastante para escitar la irri-
tabilidad no hace que se produzcan las flores; tam-
bién un árbol que ha sufrido un largo viaje no pro-
duce flores inmediatamente, quizá porque con el
movimiento se acelera el curso de la savia, lo que
impide el que su ascención se baga con lentitud.
Como la aparición de las flores varia en cada ve-
getal, esto ha dado origen al Calendario y al Relox
de Flora, colocando las plantas, según los meses,
ó las horas en que florecen; mas como la tempera-
tura y todas las demas circunstancias físicas y lo-
cales influyen en este caso, es claro que variaián los
Calendarios según el país en donde se escriban, por-
que no es lo mismo nuestro clima que el de Fran-
cia, ó el de Inglaterra por ejemplo.
Entre las flores hay algunas que viven puramen-
te unas euantns horas, y luego perecen, y estas son
las efímeras-, otras abren y cierran sus corolas á
ciertas horas del dia, ó de la noche, y son las jjie—
teóricas-, distinguiéndose en diurnas v nocturnas: y
la mayor parte de las Sinanthercas tienen esta pro-
piedad, influyendo tanto el estado de la atmósfera
que una especie de Mercadela (Caléndula pluvialis)
se cierra cuando ha de llover á otro dia, y al con-
70
t i-ario se abre cuando el tiempo es seco; habiendo
conseguido yo el verla abrir ó cerrar introducién-
dola en el agua, y sacándola fuera de ella para co-
locarla por un corto espacio cu el sol.
Otras aparecen en ciertos tiempos del año gene-
ralmente á la misma época, y se llaman cqitinoxia-
les, porque parece que igualan el tiempo; y por úl-
timo las estacionales, son algunas que se desarro-
llan en algunos meses como el Trípccohim majus
(Mastuerzo) lo flor conocida vulgarmente por Flor
de Mayo (Crinum angustifoliuin) y otras; siendo la
mayor parte propias de la primavera; y por eso á
está época se le ha llamado la estación de las flores.
Varias son las causas que influyen en la comple-
ta espansion de las flores, pudiéndose contar entre
estas el movimiento de los líquidos en el vegetal, el
calórico, la electricidad, y sobre todo la luz, porque
es la mas influente; habiendo conseguido De-Can-
dolle y Bary de Saint Vicente, abrir las flores que
únicamente lo verificaban de din, durante la noche,
por medio de una luz fuerte artificial.
La floración dura hasta que está terminada la fe-
cundación, y si nos parece que esta varia, comparada
con la duración de las flores, es porque aquella, se
verifica mas ó menos prontamente, y en algunas con
la mayor celeridad como en la Campanilla (Cam-
pánula mediun) en la que cuando se abre la flor ya
se está verificando, ó se ha verificado ya la fecun-
dación.
La reproducción puede hacerse de dos maneras,
por fecundación, y sin fecundación, ó sea por varios
medios que se llaman artificiales.
La fecundación entre las plantas es la acción que
ejercen los unos sobro los otros, los estambres y pis-
tilos para producir semillas capaces do perpetuar
la especie, .
Supuesto que ¡os pistilos encierran los óvulos ru-
71
dimentales de las semillas, estos son los que deben
ser los órganos femeninos, y por consiguiente los
estambres son los órganos masculinos.
El modo con que se obra la fecundación es tras-
mitiéndose el polen de las anteras pasando al tra-
vés del estigma y del estilo, hasta los óvulos ó semi-
llas rudimentales para convertirlas en verdaderas
semillas. Los fenómenos que se producen en este
acto, son bastante notables, ejecutando diversos mo-
vimientos tanto los estambres como el pistilo; lo que
se percibe muy bien en las plantas acuáticas como
en el Nenúfar (Ninphaea alba) y en la YaJlisnaria
espiralis; desarrollándose los pedúnculos de las llo-
res masculinas y saliendo fuera del agua para poder
depositar el polen en las femeninas, y efectuándose
después el crecimiento dentro del mismo líquido que
es donde se maduran los frutos.
Un Poeta amigo de la naturaleza, ha descrito es-
te singular fenómeno en los siguientes versos llenos
de gracia:
Bajo sus hondas rápidas esconde
El Ródano violento,
Durante al menos la mitad del año
Una dichosa planta,
Cuyo vastago crece y se levanta
En la estación feliz de los amores,
Y á gozar sale encima de las aguas
Del padre de la luz los resplandores.
Inmóviles los machos, en el fondo
Hasta entonces sujetos,
Rompiendo el nudo débil, y velones
Apresurados salen y anhelantes
A buscar desolados sus amantes
En amores ardiendo, sobre el rio
Enamorando están á su nlbedrio;
Y aun parece también que de Himeneo
Luce toda la pompa y el recreo,
n
Mas después que de Venus
Pasó el tiempo feliz, la plañía entonces,
Recogiendo las hojas se retira,
V bajo de las aguas solo aspira
A fomentar en soledad profunda
De sus semillas la virtud fecunda.—
Castel. — P oema Je las Plantas.
Aunque la fecundación parece que está sujeta á
circunstancias menos favorables en las dores unisec-
suales; sin embargo, la naturaleza las ha provisto de
medtos a proposito para que puedan verificarla, co-
mo hemos manifestado ya en la reflexión moral cor-
respondiente a la lección G. P
Luego que se ha verificado la fecundación, todos
los jugos de la planta se dirigen al ovario coñ el ob-
jeto de que se desarrolle completamente
Dos son las causas que Influyen en el desarrollo
de los ovarios, la mayor o menor traspiración v la
detención de la savia á causa de ¡os ¡nano ,i ' ^
denles. Con el objeto de evitar la m- mf ° SCen '
bren los frutos, ó encierran en cantistas, v pm-a'lo
segundo, se hacen ligaduras en el mismo áVb f Los
jare finaros fundado, en esto, encierran en can arito
de boca pequeña los frutos del granado ¿m, ¡cu
granatum) de esta manera evitan la traspiración y
constguen que todos los jugos que debían emp^em-
se en otras partes del vegetal, se dirijan á es. .
to, y logran por este medio que las granadas líe " 0
que han madurado, (rompiendo el cántaro) apareé
can de un tamaño muy crecido y los granos nerfee
tatúente bien dados y de un sabor muy gustoso.
Se llama fructificación, al paso de I ovario ál de
fruto perfecto; y maduración, á los cambios Quími-
cos que se operan en los órganos desde este momen-
to hasta la dispersión de las semillas. Lue-m que
se ha verificado Ja fecundación, el ovario se preseq-
73
ta lleno do un tegido celular, delicado, homogéneo 6
impregnado do un licor claro y trasparente, mas
luego que los óvulos comienzan á percibirse, se ma-
nüiestan cambios bastante notables; hay un tegido
laxo y húmedo cti el centro, y firme y craso en el
esterior, constituyendo entonces la sustancia de
los óvulos; manifestándose después cambios mas im-
portantes, pues los lincamientos vasculares se cier-
ran y entrelazan, llenándose de una sustancia blan-
quizca ó verdosa; el tegido aumenta de volumen, y
bien pronto llena el interior del óvulo, formando un
nuevo ser, es decir, el JLmbrion.
Esto va creciendo por su parte, lo mismo que los
demás órganos que forman el pericarpio y la semi-
lla, constituyendo de esta manera el fruto perfecto.
Comparando los árboles silvestres con los culti-
vados, se ve que los segundos han perfeccionado
sus frutos, por medio de cambios químicos que se
efectúan en ellos. Los frutos que maduran en el
árbol, lo verifican por medio de las sustancias que
les comunica él mismo; mas no por cambios quími-
cos como acontece con los que lo verifican por se-
parado, y si nos parece que han perdido la acritud
que tenían, es porque la materia sacarina se ha
formado á espern-as de la goma y de la madera, que
son las que abundan en los que aun están verdes,
de manera que la azúcar se forma á espensas de la
jgomn y de la parte leñosa. En los primeros domi-
na el color verde, y en los segundos el amarillento,
que nos indica su perfecta madurez.
La función indispensable para que se verifique la
maduración, es el desprendimiento del gas ácido car-
bónico. como ha observado Beiard, que ha escrito
un trabajo especial sobre esta materia; y en el ca-
so presente so efectúa combinándose el carbono de
la madera, ó de la parle leñosa con el oxígeno que
contieno el aire atmosférico. Lo contrario sucede
74
en las semillas, por lo que conviene sembrarlas in-
mediatamente que se fecundan, porque de lo con-
trario se endurecen por la gran cantidad de carbo-
no que contienen.
En cuanto á los medios artificiales por que se
reprocudon las plantas sin fecundación, pertenecen
mas bien á la Agricultura, que á la Botánica; sin
embargo, daremos una idea general de ellos para
concluir.
A mas de los medios naturales, como bulbos uto.,
se reproducen sin fecundación los vegetales por los
siguientes.
Renuevos . — Estos son unos ramos tiernos que se
levantan de las raíces de los árboles y los arbustos,
ó también de las yerbas, y que enterrados dan na-
cimiento á nuevas plantas.
Retoños . — Son los renuevos que salen del cuello
de la raiz, y producen otros individuos como la Fre-
sa (Fragaria vosea.)
Mugrones . — Son una especie do renuevos que
terminan en una yema, y son susceptibles de pro-
ducir raiccs, hojas &c.
Acodos. — Son los renuevos que resultan de la
unión de dos ramos ó brazos de un árbol, y pueden
hacerse de dos maneras, ó rodeando la base de tier-
ra y regándola después para que allí mismo cric
raíces, ó formando una ligadura en el mismo árbol,
para queso acumule allí la savia descendente; y
también para facilitar la operación, se usa de unas
macetitas ó vasijas de hoja de lata abiertas á lo lar-
go para que llenas de tierra puedan aplicarse en la
base del vegetal, á que se lian nombrado emüudillos.
La teoría de los acodos, consiste en la analogía
de organización que presentan los tallos y las ral-
ees, pudiendo artificialmente cambiarse la posición
de un árbol v conseguirse que ambos órganos se
conviertan los unos en los otros,
75
Las estacas 6 plantones. — Son unos brazos ente-
ramente separados del tronco: se colocan en la tier-
ra para que allí enraícen, v conviene que sean sa-
nas y vigorosas, conservando algunas yemas esta-
cionarias que deben quedar fuera de tierra cuando,
se les plante, con el objeto de que puedan desarro-
llarse las hojas, ramos y demas parles del vegetal.
Ingertos . — Se entiende por esta palabra tratán-
dose de la reproducción de los vegetales, la implan-
tación de un vegeta! en otro, llamándose sujeto 6 pa-
drón, aquel en que se implanta, é ingerto el implan-
tado. Los modos con que se practica varían mu-
chísimo, llamándose do aproximación, de púa, de
escudete, da corona &e.,mas en lodos ellos se re-
quiere que los individuos ingertablcs conserven la
mayor analogía, que entren en savia en la misma
época poco masó menos, que tengan sus vasillos c!
mismo diámetro, bastante analogía en la organiza-
ción, y que sean por lo menos do una misma fami-
lia natural, y por consiguiente los de un mismo'gé-
ñero y especie serán mas convenientes.
Adornas tic esto, el libar del padrón lia de coin-
cidir con el del ingerto, y se han de cubrir después
de practicada la operación, con unos lienzos des-
pués de untados con el barro que se llama de inge-
ridores.
¡Cuantos motivos de admiración hacia el Ser Su-
premo, produce en nosotros la contemplación del
hermoso cuadro de la naturaleza! Las relaciones
que los unen entre sí á estos diversos cuerpos, ya
los inorgánicos, ya los organizados y vivientes, to-
dos forman una cadena compuesta de diversos es-
labones, cuyo término es el hombre, como gefe su-
premo de la creación y á quien están sujetas y por
quien han sido cicadas todas las cosas.
Mas fijáhdonos en las plantas por un momento,
6 indagando las diversas modificaciones que sufren
?G
los frutos, v. g., pasando por diversos tintes desde el
verde obscuro ó bastante cerrado, ltasta el amarillo
limón, ó amarillo claro ¡que de modificaciones presen-
tandesde que se fecundan hasta la completa disper-
sión de las semillas! ¿A qué debe atribuirse su colora-
ción particular? ¿A qué ese gusto tan diferente, y
esos sabores tan deliciosos algunos, otros tan amar-
gos ó tan insípidos? En una palabra, tan varios.
Dos opiniones hay acerca de lo primero: unos lo
atribuyen á la influencia de la luz, es decir, á la di-
versa refrangibilidad de los rayos caloríficos según
las sustancias sobre que obran, ó las diversas su-
perficies que presentan los cuerpos; y otros á los
corpúsculos nerviosos ó de color, según la opinión
de Dutroehct.
Mas por lo que toca á la variedad de los sabores,
puede decirse únicamente, que las diversas elabora-
ciones de la savia según ¡os órganos, y esas modi-
ficaciones particulares que forman los jugos propios
de cada vegeta!, es el origen qne dá nacimiento á
estos fenómenos: pues aunque De— Candolle opina
que el jugo alimenticio es ci mismo en todos los ve-
getales, y que esas diversas alteraciones que sufre,
no le hacen cambiar de naturaleza, creo que esto
se debe entender que es en cuanto á su naturaleza
primitiva, pues que la savia debe ser idéntica en to-
dos los vegetales; pero que sufre modificaciones di-
versas, en oso no hay duda, puesto que se nos ma-
nifiesta tan variable en lodos los vegetales, cuando
ha sido completamente elaborada, pues que aunque
es cierto que tiene bastante analogía en lodos los
géneros, y aun en las especies de una misma fami-
lia natural, no es lo misino con respecto á las ua—
riedadea, supuesto que eso es puntualmente lo que
las constituye.
De todo o-to debemos concluir, qne el Autor Su-
premo de la naturaleza, se ha manifestado pródigo
77
respecto de los tesoros que lia concedido A los hom-
bres en medio de su miseria, y que si en las cosas
naturales es tan liberal, ¿qué será respecto de aque-
llas que son de otra esfera, y que las lia reservado
para recompensar al justo, de una manera supera-
bundante inundándolo de gozos eternos? Por eso
debemos cantar con el Profeta las maravillas del
Altísimo (magnalia Dei) como dice él mismo.
LECCION 10.
. DISEMINACION, V ALGUNAS IDEAS SOQUE. LA TATUO-
LOGIA VEGETAL.
La diseminación es el acto por el cual el fruto
llegado á su perfecta madurez, se desunen las par-
tes que lo componen, y arroja las semillas que con-
tiene en su interior, de donde se infiere que sola-
mente pueden verificarlo los frutos pluriloculares,
ó de muchas celdillas, porque los que constan de
una sola, carecen de partes que puedan abrirse.
Como una gran diseminación era indispensable
para que se propagasen las plantas, la naturaleza
las lia provisto de medios para que puedan verifi-
carlo.
En efecto, la fecundidad de algunas plantases
asombrosa como sucede en el Tabaco y la Ama-
pola, pues que se han llegado á contar hasta 32,000
ó 360,000 semillas en cada pié.
La suma elasticidad de los pericarpios, el que
muchos de ellos tienen la forma de paracaídas, ter-
minando las semillas en vilanos; y la fuerza con que
se abren algunos de ellos, arrojando las semillas á
grandes distancias, son otros tantos medios de lle-
gar a obtener esto fin.
Las corrientes de las aguas,, los vientos, v otra
78
porción de circunstancias de esta especie, contribuí
yen también á la propagación, transportando las se-
millas de varias plantas desde un continente áotro,
como sucede con el Arcadium occidentale, que lia
sido llevado basta la Noruega,
El hombre mismo, y varios de los animales, co-
mo las ratas, cuervos &c., contribuyen también á la
diseminación, pues que varias semillas que se hallan
provistas de ganchos se adhieren á la ropa, á los
vellones de los carneros &c., y do esta manera se
transportan; y en cnanto á lo segundo, todos los fru-
tos que se eseapati á la voracidad de los animales
indicados, quedan generalmente enterrados bajo de
tierra, y allí es donde se multiplican.
De todo esto se debe concluir, que la naturaleza
ha proveído á las plantas de todos los medios nece-
sarios para su engrandecimiento y propagación.
Aunque la Pnthologin vegetal tiene por objeto el
conocimiento c!e las diversas alteraciones ó enfer-
medades que afectan á las plantas; parece mas pro-
pio á la esactitud de! lenguaje el llamarle Noso-
logía, como dice De-Candnlle, porque esta última
voz no espresa sentimiento, lo cual es mas adecuado
á la naturaleza del vegetal.
Las diversas alteraciones que sufren las plantas
dependen de la mala calidad de! suelo en que na-
cen, de la suma abundancia ó escasez de humedad,
de la grosura del terreno, del desarrollo de muchas
plantas parásitas, y en íin, do otra multitud de cau-
sas que alteran mas ó ménos la vitalidad de estos
seres.
Para poderlos clasificar se lian imaginado diver-
sos sistemas mas ó menos perfectos, mas ó ménos
estensos ó complicados, aunque cuando se ha que-
rido seguir exactamente una comparación metódica
entre los animales v vegetales, se ha dado origen á
muchos errores corriendo tras de quimera?; porque
79
ciertamente hay bastante diferencia
ciases de seres, sin embargo que tic
de contacto para que puedan com
esactiiud.
Nosotros, prescindiendo de estas cucsliongBdSTtSfNACiaN r
mos una idea de las enfermedades mas común® dfiN c i a s
las plantas, y los modos de combatirlas eficazmente.
La traspiración escesiva ó falta da humedad, es
lo que acontece por lo regular á los árboles, obser-
vándose cuando se marchitan sus hojas, secándose
antes de tiempo. Si esto se verifica cuando la tier-
ra está bastante húmeda, y los frutos se desprenden
antes de la época oportuna, puede sospecharse que
el mal proviene de algún vicio en el terreno.
La traspiración escesiva puede consistir en que
un árbol esté plantado en un terreno demasiado ar-
cilloso, y en este caso se cura mezclándole alguna
arena para hacerla menos fuerte, y producir una
savia proporcionada á la especie que debe alimentar.
La falta de humedad puede provenir de no haber
tenido riego en mucho tiempo; ó de que el agua so
infiltra por el terreno antes de que las plantas pue-
dan absorverla; lo primero se remediará dándole un
ric'-m inmediatamente, y para lo segundo se mezcla
á la tierra la arcilla suficiente para impedir la infil-
tración.
La plétora ó plenitud. Se insinúa por la caída
estemporánea de las hojas, porque los frutos se pu-
dren antes de llegar á su completa madurez. Se
logra la curación abriendo zanjas inmediatas al ár-
bol para que faciliten el desagüe, y usando de los
mismos medios que para las tierras fuertes, es de-
cir, mezclándoles otras sustancias que puedan dis-
minuir su robustez.
La úlcera gangrenosa 6 la gangrena: proviene
de la mala elaboración de la savia, y se manifiesta
en una hinchazón ó tumor que levanta en parte la
80
corteza esterior, conteniendo un humor corrosivo,
capaz de inficionar á las plantas inmediatas.
Cuando se cncuentia en los ra nos pequeños se
cortarán estos; si es en el tronco ó tallo, es necesa-
rio cortar toda la parte cancerosa hasta encontrar la
madera, quedando así la úlcera limpia; y cubrién-
dola después con el barro d cmgeriilores, ó también
con lo que usan los Franceses y á- que llaman un-
güento, compuesto de Pez negra 28 partes, para
100. Pez blanca ó de Borguña 28. Cera amari-
lla ó de Campeche 10. Sebo 14. Ceniza cernida
idem: total 100.
La exfoliación ó derrama, consiste en un corri-
miento de humores que salen por la corteza v se
evita con detenerlo, pues en este caso se cierra la
herida naturalmente.
Excreciones. —Cuando estas provienen de una
ligera detención de la savia, en nada perjudican,
porque robusteciendo aquella parte, se impide su
efecto; mas cuando provienen de insectos, enton-
ces son sumamente perjudiciales, y lo que conviene
es destruirlos, usando para esto de la agua ele jabón,
de tabaco, ó de otras, porque con regar las plantas
con frecuencia se consigue dicho objeto.
ha fractura 6 desgaje, acontece cuando se sepa-
ra algún ramo, y lo que debo hacerse es unirlo y
ligarlo si e-tá enteramente separado; mas si no,
basta juntarlo y hacer una especie de liga ó atado
cubriéndolo con barro para que se suelde.
Las plantas parásitas. Son muy perjudiciales por-
que las hay como la que viene á ser una especie
de paztle ó heno (Tidlantia capillaris) que forma una
ligadura en los árboles tan fuerte, que les impide el
paso á los jugos, y resulta de aquí que perecen; y
otras también los van debilitando por las sustancias
que Ies roban, y no tardan en hacerlos perecer: por
lo que debe cuidarse de que no se crien estas plan-
81
tas, ó de destruirlas en caso de haber crecido v
fructificado.
En cuando á los animales tenemos la Oruga, el
Pulgón, las Hormigas, el Chinche, los Caí (icoles y
Babosas, y el Barrenillo ; así como también entre
los cuadrúpedos, el /uiíomdel Campo, el Topo, y la
Ardilla.
Todos estos son muy perjudiciales y es indispen-
sable el perseguirlos en todas épocas y acabar con
ellos enteramente. Los que deseen tener algunas
ideas mas acerca de esto, pueden ver el tratado es-
pecial que sobre el cultivo de los Bosques y Arbo-
lados escribí y publiqué en un cuaderno el año pró-
ximo pasad».
A primera vista parece que las plantas deben es-
tar sujetas á mayor número de accidentes que los de-
mas seres orgánicos, porque pt ivadas de sensibilidad
y de movimicn to voluntario, careciendo de los me-
dios necesarios para precaverse de las enfermedades
y no pudiendo hacer uso deesa multitud de recursos
que tienen varios animales, y sobre todo el hombre
para mitigar los padecimientos; parece repito, á pri-
mera vista que debían perecer á cada momento in-
vadidas de tantas causas como están obrando cons-
tantemente para queso verifique su destrucción.
Mas si se considera la sencillez de su composición,
el número tan limitado de sus funciones en compa-
ración de las que ejercen otros seres de distinta
clase; y en fin, el hallarse rodeados de todas las.sus-
tancias que forman .su nutrición y crecimiento, se
verá que el número de causas que se oponen á su
conservación es bien pequeño. Por otra paite, lo
limitado de su existencia en muchas de ellas, co-
mo sucede en las plantas anuales, y ese corto espa-
cio en que tienen que recorrer todos los periodos
de la vida vegetativa, lineen que el orden regular
de sus funciones se ejecute con bastante uniformi-
6
82
dad y sin las alteraciones consiguientes á una or-
ganización complicada.
Bien podemos sacar por consecuencia de todo lo
que llevamos asentado, que Dios es admirable en
todas las obras de sus manos, y que no hay una so-
la que deje de ser bien acabada y que deje de cum-
plir perfectamente con su destino.
Con razón en el sagrado libro del Génesis, des-
pués de haber descrito Moisés con la mayor subli-
midad y sencillez la aparición del globo que habita-
mos, después que nos ha hecho formar una justa
idea del cielo y de la tierra, saliendo déla nada con
solo la fuerza de su palabra; despees que nos ha he-
cho conocer toda su magnificencia y toda su gloria,
esclama al fin de cada una de estas cosas. “Et vi-
da Deus quod esset bonum.” “Y vió Dios que es-
to era bueno.” Palabras que nos espresan mejor
que lo que pudiera hacerlo un largo discurso, toda
la bondad, toda la Omnipotencia, toda la complacen-
cia de nuestro Dios.
LECCION 11.
CARPOLOGIA, Ó SEA LA CLASIFICACION DE LOS
FRUTOS.
Varios han sido los Autores que se han dedicado
á la clasificación de los frutos, y entre ellos muy
particularmente Desveaux, Mirbel, Richard, y so-
bre todo Gaertner, que ha escrito un tratado especial
sobre los frutos y las semillas “de fructibus et se*
minibus;” obra en cuatro tomos grandes con las des-
cripciones en latín, y representados los objetos en
una multitud de láminas gravadas con la mayor
esactitud.
Todas estas clasificaciones han tenido por bases la
83
reunión de varios tipos ó especies principales, y á las
que pueden referirse todos los individuos que se co-
nozcan en lo sucesivo: mas como antiguamente so-
lo se habían fijado en los caracteres esteriores ó en
circunstancias frecuentemente estrañas á su natura-
leza íntima, las clasificaciones fueron imperfectas,
porque no podían menos de participar de este mo-
tivo: mas hoy que se ha conocido que estos carac-
teres deben estar fundados en la organización inter-
na mas bien que no en las formas esternas, es cuan-
do se ha llegado^- perfeccionar uno de los ramos
del mayor interes para la Ciencia.
En nuestro país especialmente, donde la riqueza
de la vegetación es tan abundante, y donde se en-
cuentra tanta abundancia de frutos, que muchos de
ellos aun no están clasificados ni se conocen sino
imperfectamente, es de la mayor importancia esta
clase de trabajos; siendo de desear, por tanto, que
algunas personas de conocimientos científicos y en-
tusiastas al mismo tiempo, se dedicasen á escribir
una Carpología del país, ó sea una clasificación de
los frutos de México, prestando así uno de los mas
importantes servicios que pudieran hacerse en el
ramo de Botánica ó Ciencia de las Plantas.
Quizá se logrará este pensamiento mió con el
tiempo, y tendré la satisfacción de regocijarme con
una especie de trabajo nuevo hasta ahora en este
género, y de la mayor importancia, repito.
Entre las varias clasificaciones carpológicas que
se han hecho, la mas sencilla es la de Richard.
Este Autor divide los fi utos en simples, múltiplos,
V agregados ó compuestos. Los primeros son los
que provienen de un solo pistilo que pertenece á
una sola flor, los segurados provienen de vatios pis-
tilos pertenecientes también á una flor, y los terce-
ros de varios pistilos que forman diversas flores,
pero que están reunidos de tal manera, que resulta
84
como si fuera un solo fruto. Por ejemplo, en e!
Durazno tenemos un fruto simple, en la Rosa y la
Manzana un múltiplo. Y en la Riña y la Fresa,
uno compuesto.
En cuanto al espesor del sarcocai po, según está
mas ó menos desarrollado, los frutos se llaman secos
ó carnosos, dividiéndose en dehieesentes ó indehiec-
sentes, según que tienen la facultad de abrirse 6 de
permanecer cerrados enteramente.
Por lo que hace al número de semillas, serán mo-
nospermos aquellos que contengan una sola; oligos-
permos los que consten de un corto número, y po-
lispermos, los que tienen muchos. Ademas se lla-
man pseudospermos, cuando su pericarpio ó cubier-
ta propia de la semilla está de tal manera adherida
á la semilla misma, que no se puede separar fácil-
mente.
Tales son los principios establecidos por el Autor,
quien descendiendo ya á las especies, las distribuye
del'modo siguiente.
PRIMERA SECCÍOI».
Frutos sécos indehiecsenles.
Los caracteriza el que su cubierta propia está
adherida fuertemente á la semilla, y son monosper-
mos ü oligospermos, pero de ninguna manera de
muchas semillas ó polyspe'rmos.
Se cuenta la Cariopse, fruto seco, indehieesente,
monospermo, que proviene ríe un gérmen alto, aun-
que rara vez bajo, con la cubierta propia tan ínti-
mamente ligada, que no puede separarse con faci-
lidad. Pueden servir de ejemplo las semillas del
Trigo, del Maíz, del Centeno, y en general todas las
gramíneas presentan este fruto, sirviendo de carác-
ter para distinguirlas.
La ake.ua, fruto seco, 'indehieesente, monospermo.
85
que proviene de un germen bajo, y cuyo tegumen-
to propio puede separarse mas fácilmente de la se-
milla. Por lo regular se halla cubierto por el vila-
no, como sucede en el Diento de León , ó lechugui-
lla (Leontliodon laraxacum o Taraxacum dens leo-
nis. Toast.) en la Escorzonera, en el Lampote &c., y
en todas las singenesistas.
La Polakena, fruto que proviene de la reunión de
varias akenas, y que se dita Diakenu, Triakeno,
Pcntakeno &e., según el número que presente. Te-
nemos un, ejemplo de lo primero en las Umbelíferas,
como la Zanahoria y otras; de lo segundo en la
Euphorhia y su familia correspondiente; y délo
tercero en las Arali ceas.
La Sámara, fruto uni ó plurilocular, membrano-
so, comprimido, y que termina en unas prolonga-
ciones á manera de alas, como sucede en ios Fres-
nos, en que es de una pieza; de dos en el Arce, pre-
sentando otras tantas membranas, y suele haberlo
hasta de cinco.
La glande, fruto bajo, plurilocular, indehiccsente,
que proviene de varios gérmenes, pero por aborta-
miento resulta de una sola celdilla; en su estremi-
dad se observan los dientes del cáliz, y está cubier-
to en parte ó en su totalidad por un involucró lla-
mado cúpula. Se presenta en c! encino, el castaño,
V en toda la familia establecida por Richard, y de-
nominada Capul f eras.
La carcelilla, fruto prurilocular, indehiccsente y
seco, que contiene muchas semillas; estando acom-
pañado generalmente de una bractca. Ejemplo, la
filia. (Tilia americana.)
Y el fruto gimnohasico (ó base de la hembra)
conjunto de varios írulos ó akenas reunidas y sol-
dadas por la base, y deprimidas en el centro que es
de donde proviene el pistilo. Como en la Borraja
(Borago officinalis.)
86
SEGUNDA. SECCION.
l .° — Fruías secos dchicsenlcs.
Entre estos se enumera: el hollejo ó folículo’, fru-
to seco, membranoso, r¡uc se hiende longitudinal-
mente y contiene las semillas que son muchas ad-
heridas á una columnilla central (placenta ) Puedo
observarse c! Venenillo (Asclepias linea ris) el To la-
yóte (Asclepias Doughosii) el Pcincololotc (Asclepias,
&e.) Siendo notable en el fruto de estas plan'as el
vilano sedoso que presentan, y que es hermosísimo.
La vaina ó siliqua ; fruto soco, dehiecscnie, mu-
cho mas largo que ancho; formado de dos ventallas
y otras tantas suturas; y dos trophospermas longi-
tudinales, teniendo las semillas adheridas alternati-
vamente á ambas suturas, como en la Alalia, el
Nabo, la Mostaza, y otras varias plantas peí fene-
cientes á la familia de las cruciferas. (Tetradina-
mia silicuosa de Linnco.)
La vainilla ó silículu : fruto que presenta los mis-
mos caracteres que el anterior, con la diferencia de
la forma, pues que en sus dimcnciones es tan largo
como ancho. Ejemplo, el lepidio. (Tetradinamia
siliculosa Linneo.)
La legumbre, es un fruto soco, indehieesente, do
dos ventallas, y que contiene las semillas adheridas
á una sola sutura, como por ejemplo, los chícharos
el Frijol &c. Algunas veces la legumbre está hin-
chada y como llena de aire, según se observa en
la Crotalaria; otras se compone de varias piezas
y está como articulada llamándose lomenlacea ; y
por último, es indehieesente 3' con los disipimentos
transversales, como en la Cañafistola (Cassia fístu-
la) lo cual forma una escepcion de la ¡egla general.
El pixidio ó caja de Jabón, es un fruto globoso,
compuesto de dos partes, y que se abre transver-
87
salmente llevando en su interior muchas semilla?:
su parte superior se llama opcrculo, y la inferior an-
p lloro. Nos presenta un ejemplo la unagálide (Ana-
gallis) y el Beleño (Hyosevamus niger.)
El elaterio es un fruto que consta de una ó va-
rias celdillas, y cuyas ventallas se abren con elas-
ticidad arrojando las semillas con fuerza, como se
ve en la Balsámina ó I/npatiens, y en la Euphor-
bia.
La caja (cápsula) es un nombre genérico que so
aplica á todos los frutos membranosos ó leñosos que
constan de varias ventallas: de una ó mas celdillas,
v en que el número de semillas es variable, siendo
por lo regular polyspernias.
Puede servir de ejemplo la Amapola (Papaver
Rheas.)
2. ° — Frutos Carnosos.
Están caracterizados por el sarc.ocarpo mas ó
menos desarrollado, aunque siempre lo presentan
bastante, y constan de una sola ceñidla, siendo uni-
loculares, aunque el número de disipimentos y de
semillas es variable.
Se cuentan las especies siguientes:
La drupa ó pruna : fruto carnoso, de una celdilla,
cuvo saroocarpo está bastante desarrollado, y que
contiene en su interior una semilla osea. Ejemplo,
el Durazno, el Ahuacate, la Aceituna, &e.
La nuez. Presenta los mismos caracteres que la
Drupa, con la diferencia de que el sarcocurpo está
menos desarrollado. Ejemplo: las nueces comu-
nes. (Juglans regia).
El Nuculano, fruto carnoso que presenta en su
interior varios huesecillos ó drupas como el Zapote
prieto (Diospyros nigra.)
La Balaucia : fruto carnoso y jugoso, cuya cu-
bierta esterior es coriácea y membranosa, teniendo
86 "
eñ su interior varias celdillas también membranosas
y las semillas revestidas de una carnosidad, presen-
tando los dientes del cáliz en sil e&lremidad, como
todos los finitos de germen bajo. En la Granuda
y todas las verdaderas Myrtaceas tenemos un
eje til pío.
La ¡Visperidia, fruto carnoso cuya cubierta esté-
rior está sembrada de una porción de glándulas, que
contienen aceite esencial, ó interiormente muclms
céldülas membranosas c m las semillas rodeadas
dé un simio mas <3 menos ácido. Ejemplo: la na-
ranja, el limón, &c.
La Pe ponida. Fruto carnoso con las semillas
cuyos trophospermas parietales están diseminados
en el interior y fuertemente adheridos á las semillas:
en el centro se halla una oquedad que no debe con-
siderarse como celdilla, porque no está cubierta ó
tapizada por el endocarpo, y porque no se forma
sucesivamente ó á proporción que el fruto se vá
desarrollando, sino que aparece muy pronto en
cierta época. Este fruto es c! que caracteriza á las
Cucurbitáceas, como la Calabaza, el Melón, &c.
La baya. Es para los frutos carnosos lo que la
cápsula para los secos; es pulposo ó jugoso, y tie-
ne las semillas alojadas en desorden interiormente.
Puede piesentar <3 no disipimentos, dividiéndose ba-
jo esta consideración en verdadera ó falsa. Y pue-
den servir dé ejemplo la Tarta y el Tomate.
TERCERA SECCION.
Frutos múltiplos.
El Syricarpo: fruto qtle está jbrmado de otros va-
rios que pueden ser indehieesentes y secos, como
en la Magnolia (Yoloxochilt) ó carnosos como en
la Chirimolia. La Melónida de Richard. Pornunm
89
de Linneo. Fruto que proviene de un germen bajo, y
está formado por el considerable desarrollo dol cá-
liz, en cuya estrernidad se ven los dientes que lo co-
ronan; y por la razón de estar constituido por este
desarrollo del cáliz, no se lia incluido entre los fru-
tos carnosos. Las melunidns pueden ser de dos
maneras; ó de pepita, cuando el endocarpo es mem-
branoso como sucede en la Manzana, ó de hueso,
cuando aquel es de consistencia muy dura, como en
el Tcjocole (Texocotl, Cratagus mejicano.)
Este fruto es eselusivamente propio de la familia
de las Rusuceas.
C BAIITA SECCION.
Frutos agregados ó compuestos.
El cono ó estróbilo', fruto formado de muchas sá-
maras ó abenas reunidas, cubiertas por escamas le-
ñosas, y pareciendo que constituyen uno solo; sien-
do característico de la familia de las Coniferas, co-
mo el Pino, el Sabino, &o.
La Sorose, (de Soror hermana) fruto constituido
por el conjunto de muchas cárpelas ó bayas mame-
lomadas, como se ve en la Fresa , la Pina y otros
vegetales.
Y el Spcone, que consta de un involucro aplasta-
do y ovoide que contiene en su interior una porción
de huesos que pertenecen á otras tantas drupas, re-
sultantes de muchas (lores femeninas, como sucede
en el 1 ligo y la üorstenia (Contrayerba.)
Esto es lo que generalmente se sabe acerca de
los frutos en las plantas fanerógamas, ó aquellas
cuyos órganos son visibles; mas respecto de las
Criplogamas, sin embargo de las muchas observa-
ciones que se han hecho para indagar ó conocer á
fondo esta clase de órganos, aun se tropiezan con
90
muchas dificultades; sin embargo, haremos mención
de aquellos que tienen relación con los que hemos
descrito, llamando perisporo, al pericarpio ó parte
esterior; y espórulos, á los órganos reproductores,
siendo estos de una suma pequenez, y de una figu-
ra bastantemente variable, como puede observarse
en la parle inferior de las esfoliaciones de los He-
léchos.
Todas estas diversas clasificaciones que he indi-
cado antes, y que lian servido para ordenar esa
multitud de frutos que producen las plantas, siendo
algunas al parecer bastante cstensas como la de
Dcsveaux, que cuenta mas de 40 especies; aun no
son suficientes para poder referir á ellas todos los
frutos que hasta hoy se conocen, y los que puedan
conocerse en lo sucesivo. ¿Y qué prueba todo es-
to? que los sistemas, las clasificaciones, los méto-
dos &c., no son mas que caminos de hormiga que
el hombre ha trazado para poder medio entenderse;
pero que la naturaleza, superior á todo, se burla de
sus luces, se sobrepone á los descubrimientos, y que
siendo siempre la Maestra y Señora, ella es fa que
dicta y cumple sus leyes; esas leyes tan fijas y tan
invatiables como lo es el Creador que se ias impu-
so; pero leyes que muchas veces no podemos son-
dear ni conocer, y nos contentamos npánas con in-
terpretarlas á nuestro modo. ¡Insensatos! ¿Aca-
so criticamos á esa Providencia admirable, porque
no conocemos sur caminos? Somos semejantes á
los niños que sin poder dar aun razón eircustancia-
da de las cosas, las murmuran y las desprecian.
Mas esa Providencia brilla siempre en todas las
obras de sus manos; en ese conjunto admirable que
llamamos Universo; en todas y en cada una de sus
partes.
Bajo otra consideración, si descendemos á cada
individuo en particular, á cada hombre; veremos
01
que hasta allá se esliendo su dominio, y que se fija
de tal manera en sil cuidado, que parece no tener
otro objeto mas que él. Por eso en las Escrituras
■santas so nos dice: “¿Acaso puede una madre cari-
ñosa y tierna, olvidarse de su hijo que tiene en los
brazos? Pues sin embargo, aun cuando ella se ol-
vida: c, yo nunca os dejaré, ni os abandona) é.”
(Isaías, Profeta.)
Palabras consoladoras enlodas ¡as ciicunstan-
cias de la vida y que vemos confirmadas diaria-
mente en cada uno de nosotros. Así es en verdad.
LECCION 12.
DISTRIBUCION DE T.AS r LAUTAS EN l.A SUPERFICIE
DEL GLODO QUE HABITAMOS.
La geografía botánica tiene por objeto la distti-
bucion de los vegetales en ia superficie del globo, ó
sea el conocimiento de las circunstancias físicas y
locales que influyen en su desarrollo.
Aunque crecen bajo diversas temperaturas, sin
embargo, la fijeza en el suelo que los vió nacer, la
buena ó inala calidad del terreno en que nacen, la
aproximación de otros vegetales cuyos jugos ¡Hie-
den dañar su existencia, y otra porción de condi-
ciones indispensables para su propagación y creci-
miento, son las causas de que jamas puedan ser
Cosmopolitas.
Debemos distinguir desde luego lo que se entien-
de por habitación y por estación. Es una observa-
ción bastante común la que se dirige á fijar los lu-
gares en que crecen con vigor ciertos vegetales y
en que abundan mas especialmente. Así, v. g , las
plantas que ocupan las lagunas, los estanques, los
ríos, los acequias &o„ lars llamamos acuáticas', co-
mo las que se ciian bien en los llanos, las monta—
92
ñas y otros varios pnrages, han recibido el nom-
bre de terrestres: esos lugares ¡mes, constituyen su
habitación. Mas esta puede ser mas ó menos es-
tensa, y por lo mismo el parage en donde se en-
cuentran reducidas, es la estación.
Hay pues plantas cuyas semillas trasportándose
á grandes distancias no forman aglomeraciones, ni
se dan con abundancia en un mismo punto, y á es-
tas son á las que se ha ciado el nombre de es-
parcidas 6 raras, en contraposición á las que forman
varios grupos, y que están reunidas y como vivien-
do en sociedad, las cuales han recibido el nombre Je
Sociales.
Las circunstancias que influyen en el desarrollo
(lelas plantas son la humedad, el calor, la electrici-
dad, la luz y otras: en una palabra, todos los agentes
esteriores ó físicos que constituyen el estudio de la
Meteorología.
La humedad atmosférica tiene la mayor influen-
eir sobre la vegetación, ya sea que el agua obre en
estado de vapor ó en el de niebla, tocando solo las
partes aerienses; 6 que condensada en lluvia pe-
netre en ei terreno donde se hallan las plantas. Es
tanto mas seca la atmósfera, cuanta menos humedad
presentad suelo sobre que desoanza, ó que se ¡talle
ámayor profundidad, como también cu las altas tetrn
poraluras que producen necesariamente tina pron-
ta evaporación; mas aunque una baja temperatura
disminuye la evaporación, otra mas elevada puede
favoreciendo la humedad y convirtiéndose en vapor,
encontrar causas que tiendan á mantenerla en este
estado, y lle vando estos vapores á mayor grado, dan
lugar á esos grandes aguaceros que se observan en-
tre nosotros en los meses de Julio y Agosto.
La inmediación de los mares cuando se combina
con la dirección de los vientos y dirige los vnpox es
formados en su superficie, viene á ser un manantial
93
de humedad para las Islas, así como también los la-
gos y otros depósitos de agua loes para los continen-
tes, obrando de una manera semejante: y á esto se
agrega los riachuelos que forma la nieve derretida
de las altas montañas cuya cúspide se halla cubierta
de nieves perpetuas.
Se ha dicho que el calor es una emanación, ó sea
el resultado del calórico, obrando en la vegetación
como diluente do lodos ¡os jugos y líquidos que con-
tiene el vegetal facilitando su ascención, porque sa-
bemos que el calórico tiene la propiedad de dilatar
todos los cuerpos, al mismo tiempo que trata de equi-
librarse, y por eso donde hay una baja temperatura,
allí se encuentra un gran auuinulumieuto de calóri-
co sacado de los cuerpos inmediatos con el objeto
de restituir la pérdida que se ha sufrido, v á esto es
lo que los físicos lian dado el nombre de calórico
oculto, ó latente.
Supuestos estos principios manifestaremos el mo-
do con que so distribuye el calor, según la posición
de los lugares. Aquellos que están situados sobre
la linca ecuatorial, icciben mas directamente la in-
fluencia de los rayos solares, mas á proporción que
se van separando do esta linea, la oblicuidad de los
rayes es mucho mayor hasta hogar al máximun en
los polos. Según las diversas zonas, así también es
mayor ó menor el grado de calor, de manera que
en la zona tórrida hace un calor tan considerable,
, que por eso ha recibido este nombre, influyendo de-
masiado en la vegetación, porque siendo sabido que
el calor es mas conveniente para las plantas que el
frió, claro es que la vegetación se presenta aquí con
trincha mas fuerza y vigor. Así sucede en nuestro
•fértil v estenso continente colocado bajóla zona tór-
rida, y principalmente en las regiones intertropica-
les y en un suelo virgen es donde la vegetación pre-
senta la mayor abundancia, las formas mas galanas
94
y seductoras, y toda clase de plantas pueden darse
con abundancia y profusión.
En las zonas templadas no hay tanto calor como
en la tórrida , pero sí participan de su calor por la
inmediación á ellas, aunque se encuentre templado
por el mucho frió de las glaciales. La vegetación
aunque no es tan rica, ni tan variada como en la an-
terior, sin embargo abunda en fertilidad.
Respecto de las zonas glaciales, puede decirse que
es una región desgraciada en donde la vegetación
está reducida á un pequeño y corto número de plan-
tas bastante pobres y ruines, cubiertas de una borra,
ó de un tomento bastante espeso, con el objeto de
precaverlas de ese frió intenso que reina en esos
climas, y en la Isla Spizbergs hacia el grado SO de
latitud Norte, solamente crecen 30 especies de plan-
tas.
Mas la progresión ss conoce bien, dirigiéndose de
Norte á Sur, pues que en Laponia cerca del 70 °
hay 500, en Islán di a hacia el G5 ° 550, en Suiza
1,300, en Prusia 2,000, en el Píamente 2,800, en
Jamaica 4,000, y en Madagascar 5,000.
Respecto rlc la electricidad, y de la luz, en cuan-
to á la primera ya hemos indicado la influencia que
tiene en la vegetación, pues que se ha visto durante
las tempestades desarrollarse de una manera consi-
derable los vegetales, de modo que no puede du-
darse de que á ella se deben muchos de los fenóme-
nos que presentan las plantas, y que contribuye en
gran manera para su completo crecimiento y desar-
rollo.
La luz tiene una grande acción sobre el desarro-
llo de las plantas, pues que es la causa primitiva de
la solidez de sus tegidos. de la coloración de sus par-
tes, y de la formación de sus jugos propios, aumen-
tando su fuerza de succión y entreteniendo la tras-
piración acuosa que casi es nula en la oscuridad.
05
Así es que toda plañía privada de luz se cria débil,
sus tallos se adelgazan y termina por perecer. En
razón de esto acontece, que los vegetales a! parecer,
por una especie de instinto buscan la luz, y dirigen
muchos de ellos casi constantemente sus corolas ha-
cia los rayos luminosos. La naturaleza es quien les
ha impuesto esa necesidad de buscar la luz.
Ya hemos visto en la Fisiología, el papel tan im-
portante que desempeña la hrz, descomponiendo el
gas ácido carbónico en las plantas, produciendo la
fijación del carbono, y arrojando el oxígeno hacia el
esterior, función indispensable en lodos los actos ve-
getativos para que se verifique el crecimiento.
Por lo que hace á su distribución sucede lo mis-
mo que con el calor, pues que se halla desigual y
diferentemente distribuida según la posicion^de los
lugares en la superficie del globo, recibiéndola mas
directamente los que están bajo la línea ecuatorial
que I os que se hallan situados en los trópicos ó ha-
cia el círculo polar.
Ln cuanto á las montañas reciben mas luz que
los valles á quienes lineen sombra, así es que las
plantas que crecen en las primeras son en ge-
neral mucho mas corpulentas que las de los segun-
dos, encontrándose en estos todos los vegetales que
requieren sombra y humedad.
Los agentes físicos de que acabamos de hablar,
combinados en cierta dosis, ó en cierta proporción
forman lo que se llama clima, porque fácil es inferir
que no á todas las plantas les conviene un mismo
elimo, y así es que se encuentran diferencias muy
considerables según las zonas en que los vegetales
ge crian como hemos dicho ya.
Cuando se multiplican las estaciones, y cuando la
temperatura varía, entonces se forma lo que se ha
Jamado una región, que no es otra cosa, sino la reu-
nión de varios climas que presentan analogía entre
96
sí, como sucede en las regiones ecuatoriales , equi-
noxiales. intertropicales, -&e. .. ..
Pasaremos á hacer una reseñado ladisti ibuciou de
los vegetales según los terrenos ó lugares donde se
crian, podiendo elividirestosen dos clases, acuáticos y
terrestres: los primeros son los mares y sus playas, los
ríos y los riachuelos, los estanques y demas lugares
inundados y cenagosos, y los segundos comprenden
los llanos y las montañas y todos los terrenos que
por su posición no se hallan debajo de las aguas, ó
solamente esperimentan intimidaciones accidentales.
Lugares marítimos ó acuáticos.
Bn el mar se encuentran plantas hasta en los pa-
rages mas profundos del Océano y aun en el fondo
de los valles que rodean las islas, pudiéndose com-
putar su profundidad en 4,500 varas de las nues-
tras. Las plantas marinas son liehenes y otras des-
provistas de raíces, y cuya succión se verifica
por medio de chupones semejantes á los hocicos de
las sanguijuelas. Se hallan cubiertas de poros muv
laxos, siendo su consistencia blanda y acuosa; las
formas mas espresndas y las hojas tiernas, rojizas y
azulejas, participando del sabor salado de las aguas.
Como están alimentadas en una temperatura casi
igual, son muy sensibles rd frió.
Las playas que están compuestas de arenales,
presentan plantas de un.tcgido firme, craso, y resis-
tente. Entre estas plantas, se halla la salicornía y
la salsola, la cal marina, y el cardo corredor; (ery-
nium mnritimum) cuyo tinte es glauco.
Las fuentes y los riachuelos alimentan plantas
cuyo follagc tieno un verdor agradable, y sus pro-
piedades son antiescorbúticas.
Las márgenes de los ríos presentan plantas que
pertenecen á la f’amila de los Juncos, Sabinos, Car ■
07
rizos y otras, variando sus hojas en las formas des-
de lineares, hasta aovadas ó anchamente lanceoladas.
Los lagos, que pueden considerarse brazos de
ríos, contienen los mismos vegetales.
Alas lagunas que comprenden lodos los terrenos-
inundados durante las aguas, y que se secan y dis-
minuyen en el estío, pueden agregarse los estanques
(Slagna) y las zanjas, las tierras fangosas, (loei uli-
ginosi) y las turbas (pulíales caepitosce) aunque es-
tas últimas vanan un poco en las especies de plan-
tas que contienen.
Los vegetales que se encuentran en ellas, tienen
un follage triste: se distinguen estas plantas por su
sabor acre y nauseabundo, y en las acequias prin-
cipalmente se hallan los tusílagos y todas las plaú-
tas de la familia de las cyperaceas, que se conocen
con el nombre de Tule. Ademas hay la lentejilla de
agua (Lemma de Linneo) que cubre la superficie,
varios Eupatorios en sus orillas, el chichilacaztle.
(Pistia straliolis) &c.
Lugares terrestres.
Las plantas que pertenecen á estos lugares y prin -
cipalmente las de las Montañas, tienen un aspecto
muy diverso de las de los lugares acuáticos, varian-
do de forma, consistencia y color desde la profun-
didad del mar, do los ríos y lagos, hasta las cimas
áridas y secas de las rocas mas altas, cuya circuns-
tancia indicó Linneo en un solo aforismo. “Plantac
diversae indicant altiiu dinem perpendicularem ter-
rae.” (L. Plujl Bot.) “Las plantas varían (dice) se-
gún la diversa altura á que se encuentran respecto
del nivel del mar.”
En cuanto á los suelos que convienen á las plan-
tas terrestres, se observa que en los parages áridos
crecen las mas suculentas como los Cactus, (Nopa-
7
98
les) y Aloes y también los lichenes, cuyas raíces so
adhieren á las rocas mas duras, y son propios de los
terrenos pedregosos. Las plantas alpinas, son las
que crecen en las montañés cubiertas de nieve. Y
en los lugares de pastos, hacia las costas, en los va-
lles, y en las márgenes de los ríos se hallan especies
muy numerosas de la familia de las gramíneas, y
otras que se recogen en tiempo do las cosechas, v
se les ha llamado Cereales. Sirviendo ambas de ali-
mento al hombre y á otros animales heoiboros, y
principalmente al ganarlo.
Los campos incultos convienen á las plantas que
requieren sequedad y aridez, como el Serpol, la Ar-
temisa, una especie de Alfalfa (Medicago falca ta) y
otras; masen los campos culticados hay una porción
de plantas también cereales como el trigo &c.
El suelo de los Bosques es á propósito para todos
los vegetales que requieren sombra y frescor, dis-
tinguiéndose los verdaderos bosques de las Selvas
(Sylvae.) Los primeros son menos fértiles y esten-
sos que los segundos: alimentan un gran número de
Sabinos, Pinos y otros árboles resinosos, así como
también Arbustos de la familia de las Rosaceas; y
los segundos siendo mas estensns, son propios de los
vegetales, que como liemos dicho, requieren sombra
y fresco, reputándose entre ellos los Encinos, Ali-
sos, Fresnos, y todos los árboles grandes llamados
de Bosque, á cuya sombra crecen las plantas de
primavera, contándose entre ellas algunas veneno-
sas, como la Cicuta y la Belladona.
El sabio De-(Jaudo!!e se propone hablar de la
división adoptada por él, en climas, estendiéndose
hasta 10, que son los que se cuentan actualmente;
mas los límites de nuestro escrito no nos permiten
estendernos en una materia que por su impor-
tancia no podemos menos de hacer algunas indica-
99
ctones, con io que creo cumplimos non nuestro ob-
jeto .
Así para terminar, haremos observar que en
las calzadas de las inmediaciones de México, se
hallan con mucha abundancia los Alamos blancos ,
(Populus alba) el Sauce mexicano (Salix Bomplan-
d i n a II.) y el Arbol del Perú, (Sehinus molle) y
principalmente en la calzada de Guadalupe se en-
cuentran algunas variedades de este último que he-
mos tenido ocasión de observar; ademas de otra
multitud de plantas que crecen en los alrededores
de la Villa, y con especialidad siguiendo la orilla
del rio.
¿No es admirable en efecto ver cómo se han pro-
pagado las plantas, cómo se han ido diversificando
sus especies, y cómo por fin han llegado á cubrir
toda la superficie del globo? Ademas de esto, ¿qué
sabularia y que inteligencia no se debe atribuir al
Creador de ellas, puesto que las ha colocado en las
circunstancias mas favorables para su desarrollo?
¿Y que si ha permitido la destrucción de algunas
especies, es con el objeto de la propagación de otras
mucho mayores para perpetuar el orden admira-
ble de la Creación, haciendo que las unas contribu-
yan con sus despojos á la vivificación de las otras?
¡Oh, que sabiduría! ¡Oh que inteligencia! Mas ha-
ciendo una comparación entre los vegetales y noso-
tros mismos ¿no es verdad que de esta manera nos
convenceremos mas íntimamente de su ternura y su
bondad? ¿No es cierto que así como á las plantas las
lia colocado en los lugares mas á propósito para su
propagación, á nosotros nos lia hecho nacer en un
país cristiano, nos ha prodigado toda clase de auxi-
lios espirituales, nos ha hecho crecer y fortificar en
la virtud, ya con el ejemplo de nuestros buenos Pa-
dres, Maestros y Directores, ya con el de tantas per-
sonas piadosas c ilustradas que han contribuido pa-
10Ü
ra nuestra instrucción, y que nos han corroborado
en nuestros buenos propósitos, ya con la protección
inmediata de Dios, que constantemente nos sostiene
de su mano? ¿l-’or qué pues no llamos unos frutos
opimos y buenos, unos frutos sazonados y perfectos,
como de’bia esperarse de tales antecedentes; en una
palabra, unos frutos dignos de penitencia?
La respuesta la ha dado el Salvador del mundo,
hablando en la parábola del Sembrador: “porque
la semilla (dice) cayó entre piedras y espinas, y las
piedras v las espinas la sofocaron,” porque no ha
caido en buena tierra que diese ciento por uno, y so-
obtuviera la vida eterna.
Procuremos, pues, corresponder á nuestra voca-
ción que es la de ser Santos, y entóneos claremos
frutos que resalten- en los futuros siglos. Vitam
venturi seculi, como decimos en uno de los artícu-
los fundamentales de nuestra creencia.
LECCION 13.
TAXONOMIA, SISTEMAS Y METODOS
Hemos dicho que la Taxonomía es la aplicación
de las. leyes generales de clasificación al reino vege-
tal. Se han imaginado según esto, diversos siste-
mas ó métodos para clasificar las plantas: fundán-
dose los primeros en la consideración de uno ó va-
rios órganos, como el de Linneo, ó en la reunión de
caracteres que presentan todas las partes de las
plantas según la relación que tienen entre sí, como
en el método de familias naturales de Antonio Lo-
renzo Jussieu.
En efecto, sin un orden, sin un método progresivo
y natural, era imposible llegar á conocer todas las
101
plantas que cubren la superficie del globo; era pre-
ciso un guia que fuese seguro para penetrar en ese
caos insondable, y que como el hilo de Ariadna nos
sirviese para salir del laberinto que forman esa mul-
titud de seres esparcidos con profusión en toda tú
tierra.
Mas al principio las clasificaciones fueron bastan-
te imperfectas, pues que se tomó el orden alfabético,
y se hizo uso de las diversas consideraciones que
tuvieron los botánicos según la importancia queda-
ban á cada órgano; asi es que unos la fundaron en
las rutees, otros en los tallos, otros en las hojas;
aquellos en la s flores, &c.
Pero en el siglo XVI, Gcssner fué el primero
que conoció la necesidad de recurrir á los órganos
de la floración y del fruto, para llegar á una clasifi-
cación esnota, y entrevio al mismo tiempo que las
plantas podían reunirse en grupos formando por de-
cirlo así una especie do sistema que después dió por
resultado el melado de familias naturales.
Mas para adquirir el conocimiento de todas las
parles de las plantas, lia sido preciso analizar un
gran número do vegetales, y desde entonces se ha
conocido la necesidad de aproximar tinos á otros-,
cu aquellos cuyas parles presentan mas relaciones,
y á estas reuniones ó agrupamientos se ha dado el
nombre de clasificaciones botánicas. »
“Cuanto mas crece el número de plantas conoci-
das, dice Mr. Bouehardat, tanto mas conoce nues-
tro espíritu la necesidad de disponerlas en grupos
que puedan abrazarse bajo un solo punto de vista.
lie aqni el origen de todas las clasificaciones; po-
ro estas clasificaciones una vez creadas presen-
tan para el estudio de los objetos clasificados, una
ventaja inmensa, la de poder ir á buscar la descrip-
ción y el nombre de un objeto que por primera vez
ge nos presenta, y ofrecen, según los medios emplea-
102
dos para establecer sus bases, diferencias importan-
tes que interesa hacer conocer.'’
Es cierto que una clasificación puede estar fun-
dada sobre un pequeño número de caracteres de los
objetos que se clasifican, como puede estar sobre el
mayor número posible, Ln c! primer caso, se cla-
sificarán fácilmente objetos que se conocerán muy
poco, y en el segundo, serán clasificados los objetos
después de haber estudiado stj estructura entera con
el mayor cuidado. Se concibe pues, une entre es-
tos dos modos opuestos de agrupar los vegetales,
puede existir un gtan número que participará mas
ó menos del uno ó de! otro. Los que se aproxi-
man mas al primero, han Yccibido el nombre de
Métodos artificiales 6 Sistemas, y los que se acer-
can mas al segundo, han sido llamados Métodos na-
turales.
La clasificación de Linnco se halla en el primer
caso, la de Jussieu en el segundo, y el método de
Tournefort participa casi igualmente del uno y del
otro. Entre ei considerable número de clasifica-
ciones que bajo el nombre de sistemas y métodos
han obtenido á su vez mayor ó menor celebridad,
nos ocuparemos principalmente de los tres indica-
dos, agregando también el de De-Cnndolle, por ser
una modificación de el de Jussieu, hallándose ya
bastante es!ood¡do,,y habiéndose publicado sus ubi as,
que están escritas bajo ei misino método.
Cuando se quieren adquirir conocimientos posi-
tivos, no debe adoptarse indiferentemente un méto-
do cualquiera, pues si no se toma el partido pru-
dente ele estudiar los mas notables, debe darse siem-
pre la preferencia á aquel que está fundado sobre
todos ios caracteres de los objetos que se clasifican,
y principalmente sobre los mas constantes. La ma-
yor ó menor constancia de los caracteres que ofre-
cen los diversos órganos de las plantas, ha llamad'
103
la atención de los botánicos, y han sido necesarios
todo3 los trabajos de los que han vivido hasta fines
del siglo XVIlí, para llegar á conocer que, con pe-
queñas escepciones, las partes del vegetal que pre-
sentan los caracteres mas invariables en las plantas
congéneres, pueden ser enumeradas en el orden si-
guíente;
l.°
La
semilla y sus partes.
2.°
El
pericarpio y sus parles.
3. °
El
pistilo, los estambres y su
inserción.
4. °
La
corola, y el cáliz.
5. o
La
inflorescencia.
G. °
La:
s hojas, las escamas, &c.
7. °
La
raiz, y el tallo.
Se puede también decir que á los
ojos de la na
turaleza este es el orden que presenta la mayor im-
portancia.
Sistema natural y artificial. — Especies, géneros,
familias <S¡-c.
Antes de entrar en los pormenores de la marcha
que se ha de seguir para agrupar los vegetales, de
modo que en seguida se clasifiquen naturalmente,
es importante definir lo que dehe. entenderse por in-
dividuo, variedad , género, familia y clase, á fin de
conocer bien sus diversas acepciones.
Individuos . — Esta palabra tiene una significa-
cion muy sencilla, pero que un ejemplo dará á co-
nocer mejor que una definición. Si se considera
un bosque de pinos ó de encinas, un rebaño de bue-
yes ó de carneros, una reunión de hombres t^-c , ca-
da pino ó encina, cada buey ó carnero, cada hom-
bre &o„ tomado aisladamente, es un individuo de
las especies que se llaman pino, encina, buey, car-
nero, y hombre. Los individuos son, por consi-
104
guíente cada uno de los seres de que se compone
la especie en general, considerados aisladamente.
Espacies . — Aunque es bastante difícil dar una de-
finición rigurosa de lo que los Nauralistas han lla-
mado especie, sin embargo, lo que acabamos de de-
cir del individuo, debe dar una idea de lo que mas
generalmente se entiende por la palabra especie.
La especie es en el reino orgánico la reunión uc los
individuos que poseen los mismos caracteres y que
se reproducen siempre con las mismas cualidades.
Obeservamos también que los individuos que for-
man la especie, pueden multiplicarse y producir
otros individuos, enteramente semejantes, que go-
zan igualmente de la propiedad de reproducirse
sin ninguna alteración esencial.
Variedades. — Por esta palabra deben entenderse
aquellos individuos que se alejan del tipo primitivo
de la especie por caracteres de poca importancia,
pero que conservan siempre los mismos caracteres
esenciales. En botánica, según Lomeo, la variedad
es una planta que ha sufrido algunas mudanzas por
causas accidentales, como el clima, la naturaleza
del suelo, el calor, los vientos &c. Así un tallo
mayor ó menor, las hojas mas ó menos anchas, v
mas ó menos profundamente recortadas, y las flo-
res de color diferente, sencillas ó dobles, no son ca-
racteres específicos, y no anuncian sino simples va-
riedades.
Géneros . — La reunión de las especies que tienen
entre si ut.a semejanza evidente en sus caracteres
interiores y en sus forreas esleriores, constituye lo
que se llama gé.neins. Se ve, pues, que los géneros
son relativamente á las especies lo que estas últi-
mas son á los individuos y aun á las variedades.
Los caracteres sobre que se fundan los géneros es-
tán tomados de consideraciones de un orden supe-
rior á aquellas según las cuales se establecen las
105
especies, y dependen de la organización de alguna
parte escencial.
En el reino vegetal, de la forma principalmente
ó de la disposición de las diversas partes de ¡a fruc-
tificación, sacan los botánicos los caracteres por los
cuales <|uieren establecer los géneros. Pero el nú-
mero y valor de estos caracteres, están lejos de ser
los mismos en todas las familias para sil estableci-
miento. Así es (¡no un carácter de la mavor im-
portancia en cierto grupo, viene á ser casi nulo en
otro. De manera que en las gramíneas, las Umbe-
líferas y las Crucijeras. l-<s caracteres que distin-
guen los géneros son tan poco considerables en
otras familias, que apenas servirían para diferenciar
las mismas familias entre si.
En general, se puede considerar como realmente
bueno y natural todo género que reúne especies
que tienen de común entro sí la modificación de
los órg: nos que constituye el carácter esencial,
y que se parecen por su aspecto y por sus formas
esteriores.
Ordenes v familias . — Haciendo páralos géne-
ros lo que para las especies, es decir, aproximan-
do aquellos (pie conservan aun los caracteres comu-
nes, se establecen los órdenes si no se atiende sino
á un solo carácter, y las familias ú órdenes natura-
les, si se.nproximau los géneros según los caracteres
ofrecidos por todas las partes de su organización.
Así Linneo en su sistema sensual, reuniendo ios
géneros que tienen el mismo número de estilos ó
de estigmas, forma los órdenes. Jussieu por el
contrario, aproximando unos á otros los géneros
que presentan la misma organización cti sus semi-
llas, en su fruto, y en las diversas partes de sus flo-
res v la misma disposición en los órganos de la ve-
getación, compone una familia natural.
Clases — Ultimamente las clases que son el pri-
106
mer grado de división en una clasificación cualquie-
ra, se componen do cierto número de órdenes ó de
familias naturales reunidos por un carácter mas ge-
neral y mas lato, pero siempre propio á cada ser
que forma parto de la clase. Según Linneo en su
sistema, lia formado una clase de todos los géneros
que tienen cinco estambres; esta clase se divide en
cierto número de órdenes según que los géneros
tienen uno, des, tres, cuatro, cinco, ó mas estilos ó
estigmas.
Del mismo modo que Jussicu ha formado en su
método de familias naturales quince clases, cuyo
carácter esencial está fundado en el modo de in-
serción de los estambres ó de la corola monopetala
estaminífera.
Método natural— Comprendidas estas diferentes
definiciones, veamos por que medio podemos lle-
gar á los varios grupos que conducen al método na-
tural: desde luego supongamos que despees de ha-
ber estudiado cierto número de especies, se hava
aprendido á conocer la achicoria (chíeorium) le-
chuga (lactuca) la cerraja (sonchus) &r. Se ha-
brá observado, al hacer la anatomía de todas sus
partes en ios géneros indicados, cuanta analogía
tienen estas plantas, y desde entonces re ha debi-
do reunirlos en un grupo que se designará cort un
nombre colectivo ó de familia, (chicoriaccas) gru-
po en el cual vendrán á colocarse las plantas que
ofrezcan la misma serie de caracteres.
Ahora entre las plantas que se han e tediado ge-
neral e individualmente, obsérvese la analogía que
presentan entre sí el cardo (carduus) el cártamo
(carthamus) la centaura mayor (centaura) &c.: pues
bien, por el mismo espíritu que ha conducido
al a^rupamienlo anterior, se vendrá á reunir en
otro grupo (carducens) todas estas plantas así co-
mo las que tengan caracteres semejantes.
ÍOT
Estas [llantas presentarán algunos tic ios caracte-
res de las chicoriaccds; pero diferirán de ellas por
otros menos manifiestos.
Si se conocen el girasol (cosmos) el áster (áster)
ó reina Margarita , la Caléndula &e., será imposi-
ble dejar de colocarlas en otro grupo análogo a las
cbicoriaceas y á las cardúceos por los caracteres
que presenta la semilla, el pericarpio y los órganos
sensuales, diferenciándose sin embargo por la dispo-
sición de las flores que son radiadas.
Pero estas tres divisiones ofrecen todas por ca-
racteres connives una semilla única de emb'ion di—
cotiledón, un pericarpio ó un ovario infero monos-
permo, cinco andic-ras soldarlas todas por sus lados
formando un tubo &c.
La imaginación las abrazará al momento bajo un
punto de vista, y hará de ellas un solo grupo mas
general que se designará con el nombre colectivo
de plantas synanlhereas.
Por otra parte, si se han analizado también la es-
cabiosa ó ambarina (scabiosa) el cardo de cardar
(dipsacus fullonum) y otras plantas que presentan
entre sí bastante número de relaciones y que se
lian agrupado bajo el nombre de plantas dipsáceas,
se ve que ofrecen con las synanlhn cas y otros mu-
chos vegetales-, ílgunas analogías. tales como, 1. c un
embrión dicotiledon; 2. : un pericarpio infero mo-
nospermo-, 3. ° una corola monopetala &e. Podrá
pues, designarse el conjunto de todos los vegetales
que ofrecen e-tos caracteres bajo una nueva deno-
minación mas colectiva que las anteriores, tal por
ejemplo com» esta: dicoliledunes ti e corolas mono-
peíalas epi giras.
Finalmente, reuniendo sucesivamente de este mo-
do, según los caracteres menos numerosos pero de
mayor importancia, una cantidad mas considerable
de plantas, se llegan á comprender bajo el nombre
103
de dicoliledones, todas las que tienen una semilla de
embrión dicotilcdon; se designarán riel mismo mo-
do bajo el nombre de monocotiledoncx , aquellos cu-
yo embrión no tiene sino un solo cotiledón, y bajo
el nombre de acotiiedcnies, todas las que carecen
de ellos.
Las bases del método natura! aplicadas á la bo-
tánica, se lian discutido y desenvuelto con gran ta-
lento por el botánico mas eminente de nuestra épo-
ca, De-Ciindolle.
En su Teoría elemental , es en donde se hallan sa-
bias investigaciones, de las cuales las principales
condiciones, que se reducen á un pequeño número
de principios son los siguientes:
I. “Los seres organizados, compuestos entre
sí presentan grupos mas ó menos numerosos, los
cuales hacen parte de otros mas generales, v son
divisibles en grupos secundarios.”
II. “Cada grupo está sometido á dos clases de le-
yes generales: I. ° la simetría, ó el grupo regular
según el cual están dispuestos sus órganos, y 2 o
la succión durante la vida, de donde resultan con
frecuencia desórdenes en la ley fie la simetría, que
hacen que esta simetría ó regularidad orgánica sea
muchas veces invertida ó disfrazada ;f nuestros
ojos por circunstancias tan pronto accidentales co-
mo mas ó menos constantes, según las conse-
cuencias mas ó menos directas defeonjunto de la
organización.''
III. “Estas circunstancias son, 1 . = e | ahortamien-
lo parcial de ciertos órganos; 2. 0 los cambios en su
magnitud; su forma su consistencia, su apariencia
&e., y 3. 3 las soldaduras naturales, ya entre las
parles de un mismo órgano, ya entreóiganos próxi-
mos y trias órnenos análogos, así como también en
cuarto lugar debe tenerse presente las alteraciones
que pueden hacer desconocer la verdadera natura'
loza de los órganos.”
109
IV. "Pur consiguiente todo el arte de la clasifica-
ción natural de los seres organizados consiste en
apreciar estas circunstancias modificadoras, y en
hacer abstracción para descubrir el verdadero tipo
simétrico de cada grupo, del mismo modo que el
mineralogista tiene por objeto esencial en la cris-
talografía, separar las formas primitivas de los
cristales, en medio de las formas secundarias y Con
frecuencia innumerables que los revisten, y así como
el astrónomo liace abstracción de todas las peí turba-
ciones de los astros para distinguir su verdadero
curso.”
Guiados de tales principios, espondtcmos los sis-
temas y métodos mus generalmente establecidos en
el orden cronológico en que han aparecido, pudién-
donos servir de materia para la lección siguiente.
Mas antes do concluirla que estamos tratando, se-
rá bueno hacer una pequeña reflexión sobre la im-
portancia de los métodos. En efecto, ¿cómo podría
penetrarse en ese caos, en ese laberinto que forman
por decirlo así, esa multitud de seres que habitan
nuestro globo? ¿Cómo podrían llegar á conocerse
los individuos, cada planta en particular, ca-
da vegetal con sus caracteres distintivos? Uni-
camente los sistemas, los métodos que han agru-
pado los vegetales que tienen entre si la mayor
analogía, y que de esta manera, de los individuos
han formado las especies , de estas los géneros , do
¡os géneros las clases, órdenes &o., es como se lia
podido llegar á alcanzar un perfecto conocimiento
de unos seres tan varios, como tan multiplicados
en su ostensión. Por otra pai te, solo los métodos
han podido darle al Botánico los verdaderos cono-
cimientos en la ciencia, porque no solo le han faci-
litado su estudio, sino que le han hecho conocer las
relaciones que unen entre sí unos á los otros estos
diversos seres.
110
En cuanto á las aplicaciones, por este medio es
como lian podido conseguirse, es decir, conseguir el
saberlas con esactitud; peque se ha observado en
general, según dice Ricard, ‘ que las plantas de una
misma familia natural tienen probablemente las
mismas propiedades médicas,” y por consiguiente
los mismos usos, corno se observa en las legumino-
sas, malvaceas y cruciferas-, conteniendo las prime-
ras varios principios gomosos, resinosos, &.c., las se-
gundas un muscílago que se emplea en los usos tanto
internos como estemos, resultando de aquí que sus
propiedades son altamente sedativas y calmantes; y
las terceras contienen nitrato de potasa y otros
principios que pueden usarse con bastante ventaja.
Y de aquí inferiremos que se pueden hacer sustitu-
ciones en algunas de ellas: mas no así en otras co-
mo, v. g., en las solanáceas , entre las que se encuen-
tran plantas ríe un uso tan inocente y saludable co-
mo son las papas (solanum tuberosum) y hay tam-
bién la mandragora y la belladona (Atropa) vene-
nos fuertemente activos á que debe agregarse la
yerba mora (solanum nigrum.) Y así puede decirse
de otras varias familias como las umbelíferas &c.
Por consiguiente, solo un estudio profundo de la
Botánica os ío que nos conducirá al conocimiento
esacto de los objetos que abraza, auxiliados siem-
pre y sin perder de vista, ya los sistemas ó ya los
métodos.
¡Cuantas gracias no debemos dar al Ser Supremo
por habernos conducido al conocimiento perfecto de
las plantas, de unos seres tan útiles como agradables!
Sí, estot conocimientos ilustran nuestro entendi-
miento, cultivan nuestra memoria, hacen fijar nues-
tra atención, V nos conducen por último al trono de
la Suprema Magestad, reconociendo sus atributos y
su grandeza, por medio de la contemplación de las
cosas creadas. “Invisibllla Dei (ha dicho San Pa-
1 1 1
IjIo) per aea quae facía sunt intelecta conspicintur.”
“Las cosas invisibles de Dios las conoce nuesiro
entendimiento por las qne han sido hechas.” He
acpií la consecuencia que debemos sacar.
LECCION 14.
CONTINUACION DE LA ANTERIOR.
El sistema de Tuui nefort, apareció en 1 694 y fuá
adoptado por un gran número de sabios, entro los
cuales se cuenian á Shérarde, Plumier, Falugí, y
otros.
Las consideraciones ó bases sobre que está fun-
dado, son las siguientes:
1. rt El tamaño y la dirección de los tallos.
2. La reunión ó separación de las corolas.
3. 3 >Su presencia ó ausencia.
4 . 33 Su regularidad ó irregularidad.
5. El número de pélalos «le que constan.
Bajo tales consideraciones ha distribuido las plan-
tas en veinte y dos clases de la manera siguiente.
SECCION 1. 13
Yerbas confiares sencillas.
4
CLASE 1. — CAMPANIFORMES.
Yerbas de corola mnnopetala regular, que en su
forma imitan la figura de una campana, como la
Campanilla, ó la de un cascabel, como el Brezo
(Erica.)
CLASE 2. — INFUNntBULIFORMES.
Yerbas de corola monopetala regular, que imita
la forma de un embudo, de una antigua salvilla, ó
112
la de una rueda. Gomo el Tub(ico y el liclioh opiOy
y la Borraja.
CLASE 3. — PERSONADAS.
Corola monopctala irregular, semejante á una
antigua máscara ó gola de loro. Ijüs perritos (An-
lirrliimun)
CLASE 4. rt LABIADAS.
Corola monopctala irregular, con los labios abier-
tos Ejemplo, el Romero (Ros marinos ofiieinalis.)
CLASE 5. a CRUCIFERAS.
Corola polypetala regular, compuesta de cuatro
pétalos opuestos. La alelía (Clieyranlbus.)
CLASE 6. " — ROSACEAS.
Corola polypetala regular, formada de 3 á JO
pétalos reunidos en un centro común. La Rusa.
CLASE 7. UMBELÍFERAS.
Corola polypetala regular, aunque á veces los ilú-
talos son desiguales, en número de 5 y la inflores-
cencia en parasol. La zanahoria.
CLASE 8. n — CARYOrUYLADAS.
Corola polypetala regular, compuesta de cinco
parles ó pélalos con las (muelas muy largas. El
clavel (Dianthus.)
CIASE 9. K — LILIACEAS.
Flores de corola por lo regular polypetala, ó de
seis pétalos, también de tres, y á veces uno con 6
divisiones. La azuzena , el tulipa , y el jacinto.
113
<-'I*ASí¡ 1 0.— PAFILONACEAS Ó LEGUMINOSAS.
Corola polypetala irregular, á manera de maripo-
sa. El chícharo.
CLASE 11. ANÓMALAS.
Comprende todas las plantas herbáceas, cuya co-
rola es polypetala irregulary no amar iposada. La
violeta.
II. Yerbas con jlorcs compuestas.
CLASE 12. FLOSCULOSAS.
Flores monopetalas de corola epygina, con cinco
divisiones y ios estambres reunidos. Ejemplo, , el
Cardo.
CLASE 13. — SEMIFLOSCULOS AS.
Flores monopetalas de corola irregular, tubulosa,
y que se hiende lateralmente. Ejemplo. El Dien-
te de León.
CLASE 14. RADIADAS.
Flores compuestas de ambas cordillas. Ejem-
plo. La Margarita.
III. Plantas apétalas.
CL ASE -1 5 — --APETALAS.
Plantas cuyas llores carecen de verdadera coro-
la. El Maíz.
CLASE 16. — APETALAS SIN 7 FLORES.
Plantas desprovistas do órganos sexuales aparen-
tes y de cubiertas florales. Como el poly podio, y
los heléchos.
S
114
CLASE 17. APETALAS SIN FLORES NI FRÜTOS.
Corresponden á esta clase los Hongos y los
Musgos.
SECCION 2.
Arboles.
GLASE 18. APETALOS.
Arboles ó arbustos desprovistos de pótalos, Co-
mo las Coniferas.
CLASE. 19. AMENTACEAS.
Arboles apétalos con flores en amento. Pueden
ser monoicos como el Encino , ó dioicos como los
sauces.
CLASE. 20. MONOPETALOS.
Arboles de corola monopetala regular ó irregular,
como el Madroño, &c.
CLASE. 21. l’OLYPETALOS REGULARES.
De corola polipétala rosacea. Cuino el peral, el
naranjo, &c.
CLASE. 22. — POL ATETALOS IRREGULARES.
Aq uellos cuya corola es papilonacea ó amaripo-
sada. Como la Acacia &c.
Tal es en resumen el sistema de Tournefort, sis-
tema que presentó la inmensa ventaja de ser el pri-
mer modelo do una clasificación metódica y que
sirvió para clasificar mas de diez mil plantas conte-
nidas en la obra de su autor, titulada: ■‘Institutio-
nes rei herbante.” Mas hubiéronsele notado algu-
nos inconvenientes, tales como el de que sus princi-
pales fundamentos descanzan en la duración y la-
115
maño de los tallos, así como en las diversas formas
de la corola; respecto de lo primero, es un ca-
rácter tan variable que basta solo el clima para al-
terarlo, porque v. g., el Ricino ó higuerilla, es una
planta herbácea en Líuropa, y entre nosotros es
fructifcosa y aun arbórea, y así de otras muchas; y
por lo que hace á las formas de las corolas en la
monopetaln, regular, tubulosa, se confunden tanto
estas, que es muy difícil distinguir la campanulnda
de la intundibuliforme; en cuyo caso no se puede
determinar si la planta pertenece á la 1. a ó á la
2. a clase del sistema.
Motivos han sido estos para que se abandonase
y le sustituyera el de Linneo, que vamos á esplicar.
Casi á mediados del siglo XV III, es decir, en 1734
fué cuando el Sabio Linneo dió á luz su sistema
sexual. La sencillez, la claridad y el orden brillan
en todo su método, presentando entre otras la in-
comparable ventaja de que por él no solo pueden
clasificarse todas las plantas conocidas hasta hoy, si-
no todas las que puedan descubrirse en lo sucesivo.
Partiendo del principio de que todas las plantas
sin cscepcion alguna están provistas do sexo, peni
que en unas son aparentes ó visibles, y en las
otras no, divide desde luego los vegetales en dos
grandes secciones. 1. a Plantas cuyos órganos son
visibles á que llamó Phanerogamas. (1) 2 . a Plan-
tas cuyos órganos sexuales no pueden percibirse á
la simple vista ó Criplogamns. (2) Observando
luego que los sexos pueden estar reunidos en una
misma flor ó separados en varias, llamó herma-
froclitas á las primeras, y uvisecsuales a las segun-
das, pudiendo estas subdividirse como hemos dicho
(1) Bodas públicas.
(2) Bodas ocultas.
116
en otra parte, en masculinas ó femeninas, según que
ilevcn estambres ó pistilos.
Las clases que comprende el sistema son 24, cu-
yos fundamentos descanzan en el número, propor-
'cion, conexión, y situación de los estambres y pis-
tilos. Su formación es muy sencilla, pues basta to-
mar, cuando se trata de forma rías mas de las clases el
nombre ordinal griego, á que se agrega la palabra
cmdria , de aner, anchos varón, ó estambre. Así,
v. g., quiero yo formar la clase 5. del sistema,
pues uniré á la voz penta 5 la palabra antlria, y re-
sultará la clase Pcntandria, es decir, 5 estambres.
Las veinte primeras clases de 1 sistemo son de flo-
res hermafrociitas, las tres siguientes, unisexuales V
la veinticuatro es la Criptogamia. (*)
En las primeras clases solamente se atiende al
número como pasamos á esponer.
1. ” Clase. — Monandria. Un estambre. Como
se ve en la Cana de Indias v en la Lojiccia .
2. a Clase. Diandria. Dos estambres. El jaz-
mín, y el Muille.
3. a Clase. — Triandria. Tres estambres. El li-
rio, &e.
4. a Clase. — Tctrandia. Cuatro estambres. La
ambarina y el cardo de cardar.
5. Clase. — Pentandria. Cinco estambres. El
floripondio.
6. ■ Clase. Exandria. Seis estambres. La azti-
rena, y la flor de Santiago ó Momio de Santiago.
7. a Clase.— Eptandria. Siete estambres! El
Castaño de Indias.
8. - Clase.— Octnndria. Ocho estambres. Los
aretes ó fuc/isia.
9. a Clase. — Enneandria. Nueve estambres. El
Ahuacate.
(*) Clase que comprenden las segundas.
117
10. ” Clase. — Diez estambres. El Clavel. La
marmota.
11. Ciase. — Dodecandria. De once, hasta diez
y nueve estambres. La yerba carmín, y la yerba
del cáncer.
12. ” Clase. — Icosandria. Veinte ó mas estam-
bres adheridos al cáliz. Ejemplo, La Rosa.
13. ” Clase. — Polvandria. Muchos estambres
■adheridos al receptáculo. El Ranúnculo, La Ane-
mona.
Por la proporción.
14. ” Clase. — Dydinamia. Cuatro estambres, dos
mayores que los otros dos. Los perritos.
15. ” Clase. — Tetradinamia. Seis estambres,
cuatro mayores que los otros dos. Alalia .
Por la conexión.
Estambres unidos por los filamentos. — Clase 16.
Monadclphia. Varios estambres reunidos en un so-
lo cuerpo. La Malva.
17. ” Clase. — Diadelphia. Los estambres for-
mando dos cuerpos. El chícharo de olor.
18. ” Clase. — Polyadelphia. Los estambres en
vai ios cuerpos. La Arañuela. (Hipericum.)
Estambres unidos por las anteras.
19. ” Clase. — Syngenesia. Cinco estambres
reunidos por las anteras, formando un tubo. El lam-
pote, y el Maíz de Teja (Ilelianthus.)
Por la situación.
20. ” Clase. — Gynandria. Estambres que nacen
del pistilo. La flor de la Pasión.
Flores unisecsuales.
21. ” Clase.- — Monoesia. Flores masculinas y fe-
118
meninas en un solo pié ó individuo. Ejemplo, e!
Maíz.
22. K Clase. — Dioecia. Flores masculinas y fe-
meninas en distintos piés. El Sauce.
23. Clase. — Polygamia. Mezcla de flores her-
mafroditas con unisecsuales. Como el Fresno, y ei
Higo &c.
24. ” Clase. — Criptogamia. Plantas cuyos ór-
ganos sensuales son invisibles. Y. g. los Hongos,
los Rehenes &c.
La formación de los órdenes no es menos senci-
lla que la de las ciases, pues que consiste en la adic-
ción de la palabra gyne hembra ó pistilo, al nu-
meral grigo. Así, una planta que tenga un pistilo
se llamará Monngynia de monos uno, y gyne hem-
bra como hemos dicho.
En las 13 primeras clases se toman los órdenes
del número de pistilos del modo siguiente.
La que tiene un pistilo será Monogynia.
La de dos, Dyginia,
I)e tres. — Trvginia.
De cita tro. — Tctragy nia.
De cinco: — Pcntagynia.
De seis. — Exagynia.
De siete.- — Eptagynia.
De ocho. — Octogy nia.
De nueve. — Enncugynia.
De diez. — Decagyuia.
Y de muchas. — Poligynia.
En la clase 14 Didinamia se han establecido dos
órdenes, fundados en la presencia ó ausencia del
pericarpio.
1. ° Semillas cubiertas ó encerradas en un peri-
carpio Angiosperniu.
2. ° Semillas desnudas ó cuatro ukenas en el
fondo del cáliz Gynosperma.
119
En la clase 15 Tetradinamia, hay también do 3 ór-
denes fundados en la forma del fruto.
1. ° Plantas cuyo fruto es una silicua. SHÍc¡uasa.
2. ° Plantas cuyo fruto es una silicula. Silicufosa.
En la ](», 1? y 18 Monadelphia, Diadelpliia y
Polyadelphia, se toman los órdenes del número
de estambres aplicándoles los nombtes de las clases
anteriores, asi, v. g.,una Monadelphia que tiene cin-
co estambres será Monadelphia Pentandria, la que
tenga diez Decandria, aquella que muchos, Polyan-
drin, y asi de los demas.
En la clase 11) Syngenesia, hay seis órdenes, fun-
dados en la fertilidad ó esterilidad de ios flósculos
o semiflósculos de que se compone la flor, llamán-
dose:
1. ° Polygamia igual. Cuando los flósculos ó
semiflósculos son hermafroditos fértiles.
2. ° Polygamia superflua. — Cuando ios fiel cen-
tro ó disco son Inr.n ifroditos fértiles y los del ra-
dio femeninos y también fértiles.
3. 0 Polygamia fustranca. — Cuando los del cen-
tro son fértiles, y los del radio neutros.
4. ° Polygamia necesaria. Ili u el caso de que los
de! centro sean masculinos, y los del indio femeni-
nos fértiles, necesitando por consiguiente de la hem-
bra unisexual para fecundarse.
5.° Polygamia Segregada. — Siempre que ade-
mas del cáliz común, cada corolilla tiene su cáliz
particular.
G. c Monogamia. — Cuando se presenta el carác-
ter de tener las anteras unidas en cilindro en una
flor sencilla.
En la 20, 21 y 22 Gynandria , j\lonoecia, y Dioe-
cia se toman los órdenes del número y consideracio-
nes de los estambres, sucediendo lo mismo que en
la Monadelphia V siguientes, que se les aplica el
nombre de las clases anteriores. Tenemos un ejem-
120
pío en la Calabaza que es Monoecia Singenesia ; en
la Acalipka Monoecia Monadelphia &c. Y así en
las otras dos.
En la 23 Polijgamia, corno su carácter esencial
es la reunión de varias flores ya hermnfrodltas ó
unisexuales, esto puede verificarse en uno, dos, ó tres
piés din tintos, y por sonsiguiente sus órdenes son la
Monoecia y la Dioecia,ú que se agrega la Trioecia
Por ultimo, la 24 Criplogamia, se divide en 4
órdenes que los modernos lian considerado como
grupos ó familias distintas, y son los Hongos, (1)
Algas, (2) Musgos (3) y Heléchos. (4)
Cada vez que se contempla el orden admirable
del Universo, no puede ménos el hombre agradeci-
do, que tributar un justo respeto de reconocimiento
hacia el Criador de todas las cosas, por haberlas dis-
puesto de una manera tan sabia. ¿Quién sino él pu-
do haber impreso esos movimientos de atracción y
de repulsión en todos los cuerpos para que mutua-
mente se mantuviesen las fuerzas del equilibrio- y
esta misma fuerza si la contemplamos obrando mi-
tre las moléculas ó partes mas pequeñas de la ma-
teria y á que llamamos afinidad, no es cierto que
obra de una manera análoga? ¿Quién pudo haber
dictado sino él, esas leyes tan fijas y tan invaria-
bles que como heñios dicho otra vez se encuentran
tanto en los seres inorgánicos como en los organi-
zados y viviente»? &
(1) Plantas desprovistas de hojas de consistencia corcho-
sa o tuberosa, y cargadas de un polvo alojado en Jos mismos
pliegues, poros o tubos.
.(2) Fructificación en forma de glóbulos, da conos ó lóbu-
los que se abren en cuatro o mas válvulas que contienen un
polvo fijado á filamentos frecuentemente elásticos
(3) Fructificación en urnas pediccladas, sentadas y fre-
cuentemente cubiertas.
( 4 ) Fructificación en espigas, ó en el dorso de la fronde.
121
¿Quién pudo haber pintado al bello Colibrí con
esos matices ian hermosos como los que presenta?'
¿Quién á las gayas flores que tapizan nuestros jardi-
nes, y quién á la tímida y cándida Doncella pudo
imprimir ese pudor y esas gracias que la adornan?
¿Quién ha dado vida y movimiento á este vasto uni-
verso y á todos esos globos de luz que giran en sus-
órbitas? Unicamente el Señor, ese Dios grande y
escalente, ante cuyo nombre tiembla la tierra espa
vorida .... Su nombre es el Señor. . . . ¿Pero cómo
podremos comprenderlo? — ¡Ah! esto es imposible-
porque es infinitamente superior á nosotros Así
es que en las Escrituras, al dar un testimonio á Moi-
sés de su grandeza únicamente dice: "Ego sum qui
sum et concilium meum eum impiisnon cst.” Yo soy
el que soy, y mi consejo no se halla con los impíos.”
Admiremos, pues, su grandeza, ya que no nos es
permitido abrazarla, y amémosle de la-manera que
lo ha dicho. “Amarás a! Señor tu Dios, con todo
tu corazón, con todo tu espíritu, y con todas tus
fuerzas.” (Luc.)
LECCION 15.
CONTINUACION.
El método de Jussieu que se publicó el año de
1789 está fundado en las consideraciones siguientes.
1. a El valor de la importancia relativa de los
órganos comparados entre sí.
2. K El conocimiento de las circunstancias que
pueden hacer desconocer su verdadera naturaleza.
3. p La valuación déla importancia que debe
atribuirse á cada órgano según el punto de vista ba-
jo el cual se considere.
Respecto de lo primero, es claro que no todos los
122
órganos tienen igual valor, así es que, para clasifi-
carlos será bueno observar sus funciones. Entre es-
tas hay dos de la mayor importancia, la nutrición ó
sean los órganos indispensables ¡jara la conserva-
ción déla vida, y la reproducción, ó la conservación
de la especie; pues bien, aunque á primera vista
no es fácil decidir cual de estas dos funciones tan
importantes es de mayor interes, nos decidiremos ñor
la que nos es mas conocida, es decir, la reproduc-
ción. Según esto, podían graduarse la importancia
de los órganos de esta manera.
1. ° El embrión, como el último objeto de las
funciones vitales.
2. ° Los órganos sexuales que son el medio.
3. ° Las envolturas de! embrión.
• 4. ° El cáliz y la corola.
5. ° Los órganos accesorios como el nectario, las
bract.cas, &c.
De lo segundo, conviene estudiar cuidadosamente
las div ei sas aitoi aciones que pueden sufrir los órga-
nos, tanto en su estructura como en sus funciones,
para poderlas apreciar. Estas pueden provenir de
los abortos, tanto por exeso como por defecto, ó por
las escrccencias ó degeneraciones particulares que
puedan hacer dcscónoe.er su verdadera naturaleza.
Lo teiceio paia valorizarlo es necesario atender á
la esti ucturn íntima de los órganos no teniendo sin
embargo igual importancia para cada observador,
aunque bajo este punto de vista, y atendiendo á las
consideraciones mas generales, pueden clasificarse
de la manera siguiente.
I • ° La existencia que dá un carácter positivo.
2. ° La posición relativa ó absoluta.
3. ° El número relativo ó absoluto. Siendo de
mas importoncia este que el relativo.
4. ° El tamaño relativo ó absoluto.
fi, ® La forma, 6. ° El uso, 7. ° La duración
123
8, ° Las cualidades sensibles como el color, el olor
y otras.
En cuanto al mecanismo para la formación délas
clases, atiende el autor en primer lugar á la estruc-
tura del embrión, y divide desde luego los vegetales
en Acoliledoncs, Monocotiledones, y ¿ Dicotiledónea,
según que carecen do estos órganos presentan tuto
solo, ó tienen dos. Para la segunda serie de carac-
teres que es lo que forma las clases propiamente di-
chas, atiende á la inserción de los estambres, á la
posición de la corola respecto del ovario, y á otras
de que trataremos en seguida.
La 1. p clase se llama Acotüedoma, y compren-
de todas las plantas que Linneo colocó en la últi-
ma de su sistema ó sea la Criptogamia , ub
Para los Monocotiledones hay tres clases, según
la inserción de los estambres, llamándose Monohy-
pogynia, Monoperiginia, y Munoc.pigynia , según
que los estambres están debajo al rededor ó enci-
ma del ovario.
Los Dicotiledones siendo los mas numerosos, ne
cesitan mayor número de clases para su distribu-
ción, así es que se han colocado según las siguientes
consideraciones.
Atendiendo á que hay un cierto número que ca-
recen de corola, á estos se les ha llamado apétalos,
y forman tres clases según la inserción de los estam-
bres, y suti la Epislaminea, Perlstaminea, é Iíypos-
taminea.
Otros presentan una corola monopetala, (ó sea
de una sola pieza) y no pudiendo atenderse en este
caso á la inserción de los estambres, pues es sabido
que toda corola monopetala (con muy pocas escep-
ciones) siempre lleva los órganos masculinos y por
esta razón se ha llamado corola estaminífera; se
atiende á la posición de la corola misma respec-
to del ovario; pudiendo ser epigina, periginia,
é hipogynia, y de aquí las clases 1 ericorolina
Enicorolina, c Hypncorolina; ademas de esto, la
Epicorolinu puede presentar los estambres reuni-
dos ó separados, y formará por consiguiente las cía.
ses Epicorolina Sinanlkereu (ó estambres reunidos)
v Epicorolinu Corysanlherca (ó estambres libres.)
En cuanto á los do corola polipétala que son tam-
bién muchos, se atiende á la inserción de los estam-
bres, y formaremos las clases Peripclulada, Eplpe-
talada, é lhj pop titulada.
Todas estas clases de que hemos hablado, com-
prenden plantas (escepto la primera) hermafroditas
ó monoclinas, y la última está destinada especial-
mente para las unisecsuales, recibiendo el nombre
do Diclina. Resultan pues, 15 clases; una para los
Aeoliledones; 3 para los Monocotiledones; y 1 1 pa-
ra los Dicotiledones.
El método de De-Candollc, no es mas que una
modificación del de Jussieu, habiéndose fundado es-
te Autor en la estructura anatómica de los vege-
tales, dividiéndolos desde luego en Vasculares ó
Cotyledoncs, y en Celulares ó Acolyledones. Los
primeros son los que constan de vasillos, y crecen
en dos sentidos, es decir, en altura y en diámetro; y
los segundos se Componen del simple tegido celu-
lar, y solo crecen en un sentido ó sea en altura.
Los Vasculares pueden ser exogenos (1) ó dicolyle-
dones, y endógenos (2) ó monocotiledones. Los exo-
genos presentan el perigono doble 6 simple, lla-
mándose en este último caso Monoclamides (3).
Los de perigono doble se subdividen en Talamiflo-
ros, ó sea que consten de pétalos separados inser-
tos en el receptáculo. Calicijloros. — De pétalos li-
(1) Do eat-ftiera. y ¿reos-tierra.
(2) De endom, dentro, y /¡feos-tierra.
(3) Una sola cubierta. De monos una, y clámide, cu-
bierta ó capa.
135
bres, ó soletados y unidos al cáliz: y Corolifloras . — •
De pétalos soldados á una corola gamopelcila, in-
serta sobre el receptáculo. Comprenden también
4 Cohortes, cuyos caracteres son: i a Carpetas, ó
frutos pequeños en número considerable, ó estam-
bres, opuestos á los pétalos: 2. a Carpetas soli-
tarias ó soldadas entre sí, placentas parietales: 3. w
Ovario solitario, placenta central: 4. n Fruto gyn-
nobasico. Los endógenos son I' hanerogamos , ó
Criplogamos, y los Celulares óAcotyledones, son
Pholiaceos y secsnales, ó Aphylos y sin sexo.
O tros varios Autores como Loiseleur de Long-
champ, Mnrqui. Claudio Richard, Lentibudoir &c.,
se han dedicado á reformar ya el método de Tonr-
nefort, ya el sistema de Linueo, ya el de Jussieu
&c.; mas los princincipales que están en uso son los
(¡ue acabamos de mencionar.
Ya que hemos tratado de los caracteres propios
y adecuados que han servirlo para establecer las
grandes clases del reino vegetal, daremos una rápi-
da ojeada á la historia de los primeros tiempos li-
jándonos principalmente en el pueblo hebreo, por-
que así como en los vegetales nos es indispensable
el conocer las bases que han servido de norma pa-
ra su coordinación entre los hombres, estudiaremos
aunque sea por un memento aquel pueblo que
es el que ha servido de luz al género humano,
puesto que ha sido el depositario de la religión, y
de las leyes que después se eslendieron por todo e*i
universo, y en cuyo seno se efectuó una revolución
tan notable, cuanto que de enmedio de él nació el
Mesias ó Salvador que vino, por decirlo así, á re-
generar á todo el mundo.
Los Asirios, los Persas, los Caldeos, y los Medos
son Jas naciones mas antiguas que se conocen; pe-
ro en el pueblo hebreo, es decir, en su historia os
donde encontramos el origen del primer hombre,
126
su caída y su restablecimiento, el Diluvio universal’
la ley natural establecida entre los Patriarcas, la
escrita dada por Moisés, y últimamente la de gra-
cia, publicada y sancionada por el mismo Jesucristo.
Un pueblo en quien se encuentra el origen de la
religión verdadera, es muy notable, cuando todos
los demás estaban entregados á la idolatría, 6 sea
el culto de los falsos dioses. Aludiendo á esto dice
el célebre Augusto Nicolás: ‘-Considerando desde
luego al pueblo judio en la antigüedad, es imposible
defendernos del asombro que nos causa este hecho
colosal de todo un pueblo, de una nación, superior
á las demas por su antigüedad, atravesando todos
los siglos en el seno de la idolatría, y de la univer-
sal depravación y guardando intacto el depósito de
la ley natural, de la religión primitiva, de la creen-
cia y del culto de un Dios único, espiritual, santo,
misericordioso, padre y juez de todos los hombres,
tal en fin como es el verdadero Dios que hoy adora
toda la tieira, y que toda la tierra ignoraba enton-
ces. L 01 olía paite los judíos no er-an menos car-
nales ni grosetos que las demas naciones, sino que
por el contrario estaban quizá mas espuestos á de-
jarse deslucir por los atractivos de la imaginación y
mas propensos á caer en el error. Y sin embargo
tuvieron la idea de un culto puramente espiritual.
Y no solamente la tuvieron sino que la practica-
ron públicamente. Asi es que el autor ántcs cita-
do se espresa con relación á esto en los términos
siguientes. “¿Cómo solo los judíos (pregunta) se
habian librado del naufragio universal déla razón?
¿Cómo ellos solos se habían sostenido en la cumbre
de la verdad primitiva, y habían resistido á esa pen-
diente, á esa tendencia de la condición humana ha-
cia el error, ellos que eran mas antiguos que todos
los demás pueblos, y que por lo mismo hubieran de-
bido envejecer y corromperse mas pronto? ¿Ellos
127
que por lo (lemas no eran naturalmente menos gro-
seros ni menos carnales, ni ménos atacados de aque-
lla enfermedad moral que roe interiormente á todos
los mortales? Y obsérvese que entre ellos este culto
tan elevado, tan puro, se practicaba sin pretenciones
v sin distinción, (pie era el culto vulgar, el culto
diario: obsérvese ademas que se ha mantenido al
través de todas las viscisitudes políticas y sociales,
bajo la ley de familia, bajo la teocracia, bajo la re-
pública, bajo la monarquía, bajo la dictadura, en la
paz y en la guerra, en la libertad como en la servi-
dumbre, en la patria como en el destierro, y que se
ha conservado de la misma manera hasta el fin, es
decir, hasta que el Cristianismo salido de su seno,
vino ¿ derramar sobre el inundo una luz mas viva,
absorviéndole en su inmenso seno.”
“Para esplicar (continúa) semejante fenómeno de
la verdad de la conservación religiosa en este pue-
blo, es preciso recurrir ú esc mismo medio por el
cual se había comunicado á la tierra, es decir, pol-
la revelación de la Divinidad.”
Sus palabras efectivamente son concluyentes, y
yo no lie querido privar á mis lectores de este be-
llísimo trozo de una obra tan selecta como la que
lie citado.
La consecuencia que debemos sacar de lo que
llevamos asentado, es el que cada pueblo, cada na-
ción en particular tiene sus caracteres propios que
sirven para darla a conocer; pero que ningún pue-
blo puede gloriarse de haber conocido la verdadera
religión en toda su pureza como el pueblo judío.
Pueblo que después se dispersó según los altos
decretos de Providencia, pero que en su misma dis-
persión lleva las señales patentes de lo que fué, por-
que conserva un libro (el libro de Moisés) que su-
ple en él, al ara, al Santuario, á la ley, y á todas las
instituciones que conservaba. Por eso en el Exo-
,123
do se dice. “Non fecit talliter omni nalioni.” “No
se ha obrado un prodigio semejante en ninguna na-
ción.” Pues bien, á este puebio desgraciado que
no quizo aprovecharse de un tesoro tan precioso co-
mo poseía en medio de los suyos, lia sustituido el
Puelo Cristiano, al cual nosotros pertenecemos.
Por tanto, debemos tributar mil afectos de júbilo
ú ese Dios grande y exelente que por una de sus
multiplicadas misericordias nos llamó para que. for-
másemos el verdadero pueblo, escogido entre todos
Jos pueblos, y en donde se efectúa el verdadero y
el Santo Sacrificio del Altar.
LECCION 1G.
Usos (le los Vegetales.
El uso de los vegetales por el hombre, data pre-
cisamente la época de sus primeras necesidades.
En electo, alimentarse, vestirse, ponerse al abrigo de
Ja intemperie y de los (lemas daños csterioros, le hi-
cieron dirigirse á las plantas como lo mas adecuado
á sus deseos, pues que la naturaleza providente
las ha colocado en toda la superficie del globo, no
solo con el objeto de proveer á todas estas indica-
ciones, sino también para proporcionarle placeres
y goces, al mismo tiempo q UC para curar sus en-
fermedades, pues como dice Richard “no hay segu-
ramente otra clase de cuerpos que le proporcionen
mayores ventajas en la economía doméstica, y en
la Medicina, como los vegetales.”
Descendiendo ahora á los pormenores del uso
que puede hacerse de ellas en la Agricultura, en
la Economía doméstica, y principalmente en el Ar-
te de curar, examinaremos sus propiedades gene-
129
rales, distinguiéndolas según las partes de que cons-
ta el vegetal.
Usos de las raíces.
Entre las raices hay algunas que son alimenti-
cias, y sirven en la Economía doméstica, como la
Zanahoria (Daucus Carota) los Nabos (Brasica
napus) el Camote (Convólvulos batatas) y el Beta-
bel ó remolacha (Beta vulgaris) do que también se
estrae la azúcar. Otras sirven para afirmar los ter-
renos movedizos porque se ramifican en varios
sentidos como sucede con el Carrizo (Arundo do-
nax) y la Jara (especie de Lobelia.) Con la del
Olivo (Olea Europea) se hacen cajitas muy her-
mosas por lo bello de las vetas que presenta. Y
en la tintura se usa de la Rubia (Rubia linctorum)
de la Buglosa ó lengua de Buey (Anchusa officina-
lis) del Azafrán (Crocus salivus) y otras muchas.
Por último, en la Medicina se emplean las raices
por los principios que contienen. Así v. g. entre
las mucilagino-'as ó amiláceas incluiremos las Mal-
vas, la Consuelda mayor, la Giama <J-c. Entre las
dulces la regaliza, y el Polipodio. Entre las lige-
ramente amargas la Zarzaparrilla , la Quinad la
Bardana, y la Romaza. Entre los aromáticas, la
Valeriana, la Serpentaria, la Angélica, y el Hele-
nio. Entre las amargas la Gcnliana, el Ruibarbo,
el Colombo, la Polygula, y la Chirivia silvestre.
Entre las acerbas la Bistorta y la Tomentila. En-
tre las acres y nauseabundas la Ipecacuana, la
Asar abacara, el Heleboro tanto el blanco como el
negro, y la Jalapa.
De esta manera vemos que lo que á primera
vista parece tan despreciable como son las raices
por hallarse comunmente ocultas bajo de tierra y
presentar un aspecto tan sencillo, viene á ser una
cosa de la mayor utilidad y provecho. Y si con-
9
i'3b
tiimamoS mas adelánte, nos confirmaremos sin du-
da en la csaclitud de esta idea.
Usos dé los tallos y cortezas.
El uso de la madera en las artes y en la Econo-
mía, es de la mayor importancia y utilidad, pudién-
dose decir, que bajo este punto de vista ninguna
parte de los vegetales puede competir con la que
aquella nos presenta.
Pues que los buques, las habitaciones, los mue-
bles, las máquinas, instrumentos &e., son cosas en
que se emplean los troncos de los árboles, y mu-
chos tallos de las plantas herbáceas sirven de ali-
mento al hombre y á los animales, siendo muy no-
table la caña de azúcar, por el producto que lleva
su nombre, y que es tan notable por el gran consu-
mo que se hace de la azúcar en el país, y también
porque produce el aguardiente conocido con el
nombre de chinguirito. La cola de caballo ó el
equisétum arvensc, sirve para limpiar y pulir los
metales.
Algunas maderas se emplean en la tintura, for-
mando un ramo de especulación bastante conside-
rable como son el Palo de Campeche , el Sándalo
rojo , y el Brasil.
La corteza del encino, y todas las que contienen
el Omino, sirven para curtir los cueros; y este mis-
mo principio hallándose en algunos frutos y preci-
pitando el sulfato de fierro ó alcaparrosa, produce
la tinta negra de que se usa para escribir y para la
tintura. Hay otros principios en los vegetales co-
mo las resinas y las gomas, que son demasiado úti-
les y benéficos.
En cuanto á la medicina, pueden clasificarse del
modo siguiente: cortesas y maderas amargas. —
La simarruba, la Cuassia, y todas las especies de
Quina. — astringentes. — -El Encino, el Zumaque, y
131
el Castaño de Indias . — aromáticas. — La Canela, la
Corteza de Wiutor, el Sarsnfras, y el Gaayacan.
Usos de los bulbos y yemas.
Hay varios que se emplean en la Economía do-
méstica, como el Espárrago y otras. Diversas es-
pecies de Cebollas, el Puerro, la Ascalonia &c., y
también la Papa, (Solanutn luberosum) que se usa
como alimento nutritivo.
En la medicina se bace uso de algunas yemas,
preparándose una cerveza medicinal con las del Pi-
nus picueu, las de la Escita marítima que - son diu-
réticas; y las del Colcbico de Otoño, así como las
del Ajo son antihelmínticas. Los tubérculos de va-
rias Orohideas principalmente del Orchis macúlala,
se lavan en agua caliente, se secan, y molidos produ-
cen la harina de Salep, propia para alimentar los es-
tómagos débiles.
Usos de las hojas.
Hay muchas hojas que sirven de alimento en la
economía doméstica, entre las cuales contamos la
Col, el Apio, las Acederas, las Espinacas, las Verdo-
lagas, y otras. Y cuino estas mismas pueden em-
picarse para diversos usos, se ha multiplicado su
cultivo. En las Artes las hojas del Maguey sirven
sus fibras para construir los costales, las mantas, las
cuerdas, y en una palabra, lodo lo t|ue se conoce con
el nombre de Jarcia. En cuanto ú la tintura pocás
son las hojas que presentan unos tintes firmes, sin
embargo, las del Añil ( indigofera ) dan un hermoso
color azul
Por lo que respeta á los usos médicos son emo.
dientes, la Altea, y las Acelgas . — tónicas y seda-
tivas, el trébol la verónica, y la Centaurea . — dia-
foréticas, la Borraja, la Contrayerba y la Espi-
nosilla (hoitzia coccínea.) — exitantes. Él Naranjo:
132
la ycrbabuena tanto la rizada, como la de sabor áepi-
mienta, la Salvia los Berros, y la Codearía. — ve-
nenosas, la Cicuta, el Tob.ache, el Tabaco, la Bella-
dona, y la Dijitalia roja. — purgantes, la Ipecacua-
na, el Sen d e Alejan dría, la Graciola, y el Espanta-
lobos ó Collutea.
Usos de los frutos y semillas.
En los frutos y en las semillas se hallan una por-
ción de principios de cjue puede usarse con la ma-
yor ventaja en las diversas necesidades de la vida
del hombre.
El Trigo, el Maíz y el Arroz, puede decirse que
forman el principal mantenimiento de los pueblos,
y bajo esta consideración todas las plantas que per-
tenecen á la familia de las gramíneas, y do las cua-
les varias han recibido el nombre de cereales, son ali-
mento del hombre y de los animales hervivoros en
su pasto ordinario. En la economía se usa del j Un-
razno, de la Pera, las Manzanas, los Melones, el
Mamey, &c.
XjJ aceituna, el cacahuate y otras plantas oleagi-
nosas producen escelentes aceites. Y varias espe-
cies del capsicum , a que se da el nombre de chile,
sirven para condimentar algunos manjares v es de
un uso ordinario entre nosotros en las personas po-
bres. La uva da por espresion el vino, y por des-
tilación el aguardiente. —También el jugo propio del
Agave americana ó Maguey pioduce el pulque. En
algunas paites como en Sun Luis, se fabrica el vino
colorado del zumo de la tuna, y se hace también
una miel siendo ambas cosas muy recomendables
para las afecciones pectorales. Así como de las
Manzanas, ele las Peras &c., se elaboran vinos ge-
nerosos á que se da el nombre de cidra.
El interior de varios pericarpios de las legumino-
sas contiene una sustancia acídula ó agridulce, al-
133
gunas veces nauseabunda que goza de propiedades
laxantes, uoino el Tamarindo y la Cañafistola. Lo
que se ha llamado Pinguica , que es el Arctostaphy-
los piuigens Kunt, y que abunda en nuestras sier-
ras es agridulce, y goza de propiedades diuréticas
que producen los mejores efectos en los cálculos y
males de la orina.
Ln el limón, la naranja &c., se halla el acido cítri-
co casi en estado de pureza.
Las semillas no son menos nutritivas que los pe-
ricarpios, como se observa con las gramíneas. Las
de la Linaza , las del Membrillo y otras, abundan en
museílago y son emolientes. Hay muchos pericar-
pios y semillas que se conocen por el principio es-
timulante aromático que contienen, por lo que se les
ha dado el nombre de carminantes, como el Anís, el
Hinojo, el Culantro &c., y otras al contrario son
refrescantes por la acción emoliente y sedativa que
ejercen en la economía animal, como la Calaba-
za, el Pepino y otras. Ademas tenemos el Café, el
Tée y el Chocolate, bebidas que sirven para el des-
ayuno, producidas por las semillas de la Coffaea
arabica, de la The a y de la T/ieobroma cacao. Así
como hay otras que dan diferentes aceites y que
sirven para teñir como el achote (Bixa Orellána.)
Creo que con lo espuesto se puede formar aun-
que sea una ligera idea de los muchos usos para que
sirven las plantas, pudiéndonos aprovechar de estos
conocimientos, va sea en utilidad nuestra, ó ya tam-
bién en beneficio de los demás.
I’ara concluir esta materia, haremos observar que
asi como en la Botánica no basta conocer los nom-
bres de las plantas y saber las partes deque cosían
sirio que es necesario hacer uso de estos mismos co-
nocimientos y ponerlos en práctica para poder
apreciar debidamente su utilidad, otro tanto sucede
con la Religión y la Moral.
134
Los preceptos que ellas nos imponen no son pu-
ramente especulativos, las máximas que nos dan no
sirven únicamente para entretenernos ó para dis-
traernos, ni mucho menos para halagar nuestia imít r
ginacion ó nuestras pasiones, sino para correspon-
der al glorioso título que llevamos de Cristianos, y
para que puestas en práctica nos ejercitemos en la
virtud, pudiendo después algún dia, recibir el pre-
mio que ellas nos indican.
Asi, v. g., el amor al prójimo, el perdón de las in-
jurias, la abnegación de nosotros mismos, y la re-
nuncia completa de los bienes que nos rodean, son
ciertamente virtudes muy sublimes que solo la Re-
ligión cristiana nos ha hecho comprender; pero vir-
tudes que es necesario practicar para ser buenos y
perfectos, como dijo Jesucristo. “b>cd pues voso-
tros perfectos como vuestro padre celestial es per-
fecto.” Mas si estas doctrinas nos parecen duras, V
consultando á nuestro amor propio, y á nuestras
pasiones ofendidas, esclamarnos como los caí’arnai-
tas, cuando el Señor les hablaba de su divinidad:
“Dnrus est lúe sermo et quis potest cum a u el i re?”
“Dura es esta palabra, y quién la puede oir? Con-
testémosle con San Pedro “Señor á quién iremos?
Tú tienes palabra de vida eterna, y nosotros lientos
creido y conocido que tú eres el Cristo, el Ilijo de
Dios.” Cuando la ley humana está en oposición
con la Divina debemos preferir constantemente la
Última, aunque sea á costa de nuestro icposo y de
nuestra comodidad, porque fijándonos siempre en los
bienes eternos, nos persuadiremos que á ellos úni-
camente hemos de aspirar.
135
LECCION 17.
Plantas fúsiles. Su clasificación, distribución y
terrenos donde se hcui encontrado.
La palabra fósil, significa generalmente toefo lo
que puede cstraersc de la tierra, y pertenece al rei-
no minera!; mas los naturalistas la han restringido
aplicándola á los cuerpos que fueron organizados y
que se encuentran mas ó menos transformados en
otra sustancia. Así resulta que puede haber ani-
males fósiles, y plantas fósiles, pudiendo servir pa-
ra caracterizar los terrenos según las especies que
se hallan de unos ú otros. Fijándolos en los vege-
tales, que es nuestro objeto, haremos conocer los di-
versos estados en que pueden hallarse. Estos se
presentan de un modo muy diverso del que tenian
cuando estaban vivos aunque conservan sus formas
primitivas modificadas por la presión á que han cs.-
tado sometidos, ó por las variaciones que han su-
frido cu su naturlcza; cu muy pocos casos se con-
serva la estructura íntima de estos vegetales, sin
embargo de los cambios efectuados en la sustancia
de su composición, ó porque las mismas sustancias
se hayan modificado ligeramente. En el primerea-
so vemos impresiones ó moldes cubiertos de una ca-
pa orgánica, convertida aunque no siempre en car-
bón: en el segundo son verdaderas plantas petrifi-
cadas, y en el tercero, toda la planta está ligera-
mente carbonosa, y pasa á ser Lignita, conservando
la mayor parte de los elementos que la componen.
En resumen, cuando solo hay infiltraciones inorgá-
nicas de fierro ó manganesa y representan mhorisa-
ciones, se les ha dado el nombre de Dendritas, (f)
en el caso de haber pasado á otro estado cnteramen- (*)
(*) Arbol piedra.
m
te diverso ei vegetal, convirtiéndose v. g. en 0| ajo,
ó en Agata, se conoce con la denominación de A i-
lolita, (1) y por último, siempre que se presenta con
un aspecto puramente carbonoso lia recibido como
digimos antes el de Lignito. (2)
Atendiendo á las partes del vegetal que se lian
encontrado conservadas, llamaremos Carpolitos á
los frutos en este estado, Antkolitos, á las limes, y
Phylolilos , á todas las dermis partes de las plantas.
Por lo que hace á la clasificación de los terrenos,
cosa que es indispensable para entender esta mate-
ria, indicaremos únicamente ¡a división mas común
de Primitivos, tic Transición, Secundarios, Tercia-
rios, y por último los Igneos, ó formados entera-
mente por el fuego.
En los primeros que son los que constituyen el
suelo primitivo no se hallan truculentos de rocas
preexistentes, ni mucho menos cuerpos organizados.
Los segundos forman el pasage ó la transición á los
que les siguen, y su carácter es la intercalación de
sustancias que han sido acarreadas de los primeros,
algunos restos orgánicos, y rocas análogas á las de
la serie procedente, como formando el paso á los
terrenos de las formaciones subsecuentes. Los ter-
ceros constituyen los terrenos secundarios propia-
mente dichos, que presentan materias acarreadas
alternando con rocas sedimentosas, y restos orgá-
nicos que pertenecen á plantas, Pescados, y Mollus-
cos de los que hoy existen. Los cuartos cuya for-
mación es mas reciente, comprende los terrenos ter-
ciarios, encontrándose restos orgánicos que tienen
todavía mucha mas analogía con los que hoy viven;
ademas so hallan esqueletos de Pájaros, y de Rep-
tiles, cosa que no habíamos encontrado en los ante-
(1) ¡Madera p'edra.
(2) Carbón piedra.
i.
137
riores. Por último, los cuartos son distintos de los
anteriores llamándolos ígneos, por estar formados
por el fuego de los antiguos volcanes, tales son los
de Traeliyta, Basalto, y Lava.
Todos estos terrenos se subdividen en grupos que
considerados en sí misinos, se presentan como gran-
des masas minerales diversamente estralificudus, es-
to es, masas parciales sobrepuestas unas á otras, pa-
ralelas entre sí. formando capas simples ó compues-
tas que lian recibido diversos nombres según su an-
tigüedad relativa, la materia dominante que entra
en sti composición, &c.
En cuanto á los terrenos primitivos ya hemos di-
cho que no presentan restos orgánicos dé ninguna
especie; mas por lo que hace á los Pizarreños com-
prendidos entre los de transición, se halla en cuan-
to á vegetales fósiles una ú otra impresión de plan-
tas criptognmas como los heléchos y otras.
En los secundarios va abundan estos restos, co-
menzando por depósitos arenáceos, tales como la
Arenisca riel carbón de piedra, la roja, abigarrada,
la de piedras de talla, 3' la verde, separadas por de-
pósitos calcáreos: la caliza del alro ó alpina, la de
las conchas, el Lias, y la Oolitica, terminando con
la creta.
Luego siguen los terciarios comenzando por con-
glomerados y Areniscas, diversas calizas. Arcillas,
Margas &c. A esta clase de terrenos so les ha da-
do el nombre de Parisienses. Los jurásicos, son los
que sirven para indicar ciertos depósitos que han
servido de término do comparación, por encontrar-
se en las inmediaciones del Jura, Por último, el
suelo terciario comprende los terrenos que se lla-
man Moderno s, producidos por los Volcanes actua-
les, los depósitos de los Mares y Lagos, y el gran
aterramiento del Diluvio que fué lo que dio origen
al actual suelo vegetal. (Para completare! estudio de
139
estas materias, puede consultarse mi nuevo curso ele-
mental de Botánica pog. 372. Y también para es-
tudiar detenidamente los caracteres de las familias
naturales de las plantas y poderlas comparar con
las de los vegetales fósiles vease la Obra que publi-
qué sobre este objeto el ario de 1851, titulada. “Las
familias naturales de las plantas ó Resumen de sus
principales caracteres.”)
La historia de los vegetales que en diversas épo-
cas han sido encontrados en las capas de la tierra,
la determinación de sus relaciones con las plantas
que habitan aun nuestro globo, y el modo con que
las diversas formas vegetales se han sucedido des-
de las épocas mas remotas en que nosotros halla-
mos restos de su presencia hasta nuestros dias, es
ciertamente uno cíe los puntos mas interesantes de
la historia de la naturaleza. Así es que, de mas de
un siglo á esta parle, la presencia de estos restos
vegetales en diferentes capas de la tierra, habian
llamado la atención do los sabios, y la corta analo-
gía que existe entre la mayor parte de estas planta?,
y as que crecen en los climas del N. hnbia sorpren-
dido a muchos observadores. Antonio de Jussieu
fué uno de los primeros que hizo notar la diferencia
que hay entie los vegetales que se encuentran en
las minas de carbón (de lYuille) y los que crecen en
estos climas, y la analogía que presentan por el
contrario cori los de las regiones ecuatoriales.
Durante el último siglo”, muchas memorias re-
partidas en las colecciones de las academias, hicie-
ron conocer algunos hechos interesantes relativos
á este objeto; otros autores tratando de la Oritog-
nosia (" ) de los paises que encerraban un gran nú-
mero, dieron figuras aunque bastante imperfectas,
tales fueron Ludy, Mylius, Volmann, &c. (*)
(*) Conocimiento de las piedras 6 minerales.
139
Entre los Botánicos, Scheuc.Iizer fué el único que
hizo un estudio especial, y su Hcrbai ium diluvia -
num contiene diversas figuras, poco esactas, res-
pecto de un gran número de plantas fósiles. Pero
el estado imperfecto de la Botánica y la carencia
puede decirse completa do la geología, hacinn el
estudio de estos fósiles una ciencia sin inteics y sin
generalidad: cada sabio no podía dar mas que figu-
ras mas ó menos esactas como he dicho de los res-
tos qnc había encontrado y proveer así ele hechos
aislados sin ligazón y sin comparaciones. Estando
la botánica regida por sistemas artificiales, y ape-
nas esclarecida por la anatomía vegetal bastante
atrasada, no se poseían sobre la mayor parte de los
vegetales exóticos, sino nociones muy incompletas,
ni podia conducirse en la mayor parte de los casos
sino á determinaciones casi aprpximativas de los
restos imperfectos que se encontraban en estado de
fósil. Aun al presente en que la anatomía vegetal
ha sido el objeto de los estudios de tantos sabios;
ahora que el método natural, agrupando las plan-
tas según la reunión de sus relaciones ha facilitado
enteramente las determinaciones de este género,
aun nos encontramos embarazados continuamente
por la dificultad misma que presenta el estado de
los restos fósiles y el conocimiento imperfecto que
se tienen aun de muchos vegetales vivientes. No-
sotros no debemos pites reprochar con justicia á los
sabios del siglo pasado de no haber llegado á un
objeto tan difícil como la determinación de estos
fósiles.
Un gran espacio de tiempo (cerca de medio si-
glo) so pasó sin que apareciese ningún trabajo im-
portante sobre esta materia, hasta que en 1804 la
Flora del antiguo mundo de Mr. Schloteim llamó
la atención de los naturalistas sobre este ramo de la
ciencia.
140
Figuras mas perfectas, descripciones pormenori-
zadas y hechas con la precisión del estilo botánico,
y en fin algunas tentativas de comparación con los
vegetales vivientes, manifestaron que esta parte de
la historia natural era susceptible de tratarse como
los otros ramos de las ciencias, y puede decirse
que si el autor hubiera establecido una nomencla-
tura para los vegetales que describió, su obra ha-
bría sido la base de todos los trabajos que después
se han hecho sobre el mismo objeto. A pesar de
este primer paso, la historia de los vegetales fósiles
permanecía aun estacionaria durante algunos años,
y puede asegurarse que en el transcurso de este
tiempo los sabios de Alemania, de Inglaterra, de la
Suiza, de América y de Francia, dirigieron al mis-
mo tiempo sus estudios sobre este objeto; porque
eri el espacio de pocos años se vieron aparecer en
estos diversos países numerosos trabajos sobre los
vegetales fósiles; tales fueron en Alemania las obras
de los Sres. Sternberg, Rhode, Martius, y los suple-
mentos de Schlotheim: en Inglaterra los de
Parkinson, de Mr. Artis, sin hablar de muchas me-
morias contenidas en las transaciones geológicas o
en las descripciones de diversas regiones: en Sui-
za las memorias de los Srcs. I'Iilson y Agardh, en
América la gran memoria de Mr. Sléinhauer, y en
Francia, yo podría citar algunas memorias, dice
Brogniart, “en las cuales no procurado manifestar
los principios que me parecían deber dirigir el estu-
dio de este ramo de las ciencias, aplicándolos á al-
gunos casos particulares."
Tales son las principales obras publicadas re-
cientemente sobre la historia de los vegetales fósi-
les, las que pueden mirarse como formando la base
de nuestros conocimientos sobre este objeto: mas
aquí espondremos únicamente 'los principios ó los
hechos que contienen, sin salir de los límites de es-
141
te escrito, puriiendo consultarse la obra publicada
en la actualidad por Mr. AJ. Brogniart, y cuyo tí-
tulo es “Historia de los vegetales fósiles, ó indaga-
ciones botánicas y geológicas sobie los vegetales
encerrados en las diversas capas del globo.” (2. vol.
en 4. c con ISO á 200 láminas) &e.
Los cuerpos organizados fósiles en general, pue-
den considerarse bajo tres puntos de vista diferen-
tes: 1. ° Bajo la relación de su determinación, de
su clasificación, V de su analogía con ¡os seres exis-
tentes: 2. ° Bajo la relación de su sucesión en las
diversas capas del globo: 3. ° Como indicantes del
estado del globo en la época en que ellos existieron,
y pudiéndonos proveer de datos mas ó menos preci-
sos sobre la temperatura, sobre la ostensión de los
continentes y de las aguas, y sobre la naturaleza
del suelo y de la atmósfera que sirvieron para su
nutrición, &c.
Estos tres órdenes de consideraciones deben nece-
sariamente succderse en el orden que indicamos
aquí, siendo las últimas una consecuencia de los re-
sultados á que nos conducen las primeras.
Determinaciones é historia botánica de los vege-
tales fósiles.
Antes de pasar al examen especial de las diver-
sas familias de vegetales que lian sido encontradas
en estado de fósil, debemos examinar en general
cuales son los medios de llegar á su determinación:
las dificultades que esta determinación presenta, co-
mo pueden evitarse los errores en que podría in-
currirse, y en fin el grado de certidumbre de estas
determinaciones, poique todas nuestras consecuen-
cias serian falsas ó dudosas, si la determinación de
los fósiles que les sirve de base, fuese en sí misma
inexacta: haremos en seguida conocer el método
142
que hemos adoptado para enumerarlos de una ma-
nera científica, y las reglas que nos han dirigido en
la nomenclatura que hemos establecido.
Los vegetales que encontramos en estado de fó-
sil no se hallan jamas enteros, sino que son en la
mayor parte de los casos órganos aislados: tratán-
dose desde luego de determinar hasta qué punto el
conocimiento de un solo órgano puede conducir-
nos á la determinación de los demas, y por consi-
guiente á la de la misma planta. Estos prin-
cipios no pueden establecerse ele una manera ge-
neral, y es necesario aplicarlos según las clases
de los vegetales, y la naturaleza de sus órganos.
Los vegetales pueden dividirse en cinco ó seis
grandes clases, de las que cuatro sobre todo son
muy distintas, y comprenden la mayor parte de las
especies actualmente existentes, y estas son: las liga-
mas, las criptogamas, los monocoliledon e s , y los di-
cotiledones. Los órganos de los vegetales" pueden
por su parte dividirse en dos órdenes; los que sirven
para la nutrición del individuo, y los que concurren
á su reproducción.
Entre las plantas vivientes, los caracteres de gé-
neros, de familias y aun de clases, están casi ente-
ramente fundados en los órganos de la reproducción-
En el estado de fósil, al contrario, tío se hallan
por lo regular mas que los órganos de la vegeta-
ción y sobre todo, los tallos ó las hojas. Es nece-
sario pues, determinarlos procurando siempre pre-
sumir con alguna certidumbre la estructura de los
órganos reproductores, con respecto á los de la nu-
trición, y decidir cuales son los casos en que pode-
mos llegar á este resultado con mas precisión.
Los seres, se hacen mas perfectos ó complicados,
(porque estas dos espresiones son casi sinónimas)
y sus órganos en general mas independientes unos
dé otros, ó por el contrario, son mas sencillos, y los
143
órgános q\ic los componen, mas dependientes entre
sí, bajo la relación de su estmctura. Así en los ve-
getales, la estructura de los órganos de la vegeta-
ción, las hojas por ejemplo están ligadas de una
manera mas íntima, ó á lo menos mas aparente á
la de los órganos de la fructificación en lus oriptó-
gamas, que en los monocotiledónes, y en estos, mas
que en los dicotyledop.es, de tal manera, que la for-
ma y la disposición de las nervaciones, pueden fre-
cuentemente, en las primeras conducirnos á reco-
nocer los géneros ó especies, y en los segundos á
distinguir algunas familias, mientras que en los úl-
timos no pueden conducirnos á los mismos resulta-
dos sino en ciertos casos.
Con los órganos de la fructificación sucede lo con-
trario, esto es, que habiendo servido de base ú la
formación de los géneros y de las familias en las
plantas fanerógamas, y presentando muchas mas
variedades en estas plantas, nos conducen con mas
facilidad a su determinación que ningún otro órga-
no, siempre que estén en tan buen estado que pue-
dan distinguirse sus diversas parles.
Podemos pues, con mas frecuencia, y con mas
certidumbre llegar á la determinación de las fami-
lias y de algunos géneros entre las Criplógamas,
por medio de los caracteres que presentan los tallos
y las hojas. En las fanerógamas, no sucede lo mis-
mo, pues que no podremos llegar á determinaciones
precisas, en la mayor parte de los casos, sino por
medio de los frutos ó de las otras parles de la fruc-
tificación.
Pero en estos dos casos, es necesario no limitar-
se á una comparación superficial ni á la simple ana-
logía de las formas esteriores, por lo regular enga-
ñosas.
Los vegetales á cscepcion de las ágáritas, y algu-
nas criplógamas están formados del tegido celular
144
y de vasillos acompañados del tegido fibroso, que
constituyen el verdadero esqueleto de los órganos,
y determinan sus formas esenciales, que el tegido
celular no hace frecuentemente mas que disfrazar.
Por tanto, á la disposición de los hacecillos libro-vas-
culares que constituyen los nervios de las hojas y
las partes leñosas de la madera, es necesario con-
siderar con una atención muy lija, para determinar
las verdaderas relaciones de los vegetales entre sí.
Desgraciadamente este estudio aunque difícil en sí
mismo respecto de los vegetales vivos, adquiere una
dificultad cafi insuperable en el estudlo.de los fósiles.
Es necesario por lo mismo tratar de hallar en las
formas esteriores, indicios de esta distribución de
los vasillos, y dar mas importancia á estos indicios,
que á otros caracteres mas sensibles, pero menos
esenciales.
Por otra parle, es necesario también un hábito
muy grande en el examen do los vegetales fósiles,
paia evitar los errores á que podrían conducirnos
los cambios que la planta lia esperinientado pasan-
do ái estado de fósil; asi pues, es preciso 1. ° deter-
minar los cambios debidos á la influencia de la pre-
sión: 2. c examinar si faltaría la muestra algunas
de las partes que constituyen esta porción "do la
planta en estarlo viviente, si su corteza por ejemplo
existe, ó si únicamente hay un núcleo interior é im-
perfecto: 3. c asegurarse de si la muestra represen-
ta la misma planta, o su contraprueba ó impresión
en la roca que la rodea.
Después de este examen minuicioso, se puede en
general, determinar la forma real del órgano que lia
sido conservado en estado de fósil, y tener la certi-
dumbre de que no tenemos á la vista sino un frac-
mento incompleto é indeterminable de que es nece-
sario hacer una especie ó un género particular.
En seguida se debe tratar de determinar cual es
145
la parte de la planta que se ha conservado, ya sea
solamente el tallo, este con sus hojas, ó estas solas;
las flores, el fruto, ó la semilla.
Después buscando on la distribución de los vasi-
llos ó en la forma esterior que dan á los órganos
los caracteres propios ¡tara hacer reconocer las gran-
des clases del reino vegetal, se llegará fácilmente en
la mayor parte de los casos, á determinar la posi-
ción de la planta fósil, en una de estas clases. La
determinación de las familias y de los géneros está
fundada sobre caracteres particulares, que nosotros
no podemos esplicaraquí en todos sus pormenores;
pero se ve por lo que llevamos espuesto, que fiján-
dose bastantemente en los caracteres realmente im-
portantes de cada órgano, se conoce bien la reu-
nión del reino vegetal, y siguiendo una marcha ana-
lítica que es difícil de trazar ventajosamente, se lle-
gará así á esoluir un gran número de seres, entre
los cuales se pueden buscarlas analogías de la plan-
ta fósil que se estu tía, y aproximarla mas ó ménos
á aquellos que nosotros conocemos, y cerca de las
cuales debe colocarse.
El método que hemos adoptado para clasificar y
denominar estos fósiles, está fundado igualmente so-
bre estas relaciones mas ó ménos íntimas entre las
plantas fósiles y las vivientes.
Si la analogía entre una planta fósil y una plan-
ta viviente es tal, que las diferencias no sean sino
variaciones de que son susceptibles los individuos de
una misma especie de este gérero entre las plantas
vivientes, las consideraremos como idénticas, y en-
tonces deberá llevar el mismo nombre con el epíte-
to de fósil ; pero para que esta identidad pueda ad-
mitirse, es necesario, ó conocer toda la planta en es-
tado de fósil, ó por lo ménos un órgano esencial, y
cuyas variaciones sean importantes y enteramente
10
146
distintas de una especie ú otra, sin que la indentidad
permanezca dudosa.
Si la planta fósil presenta caracteres específicos
que la distinguen, pero que no difiere mas de las
especies vivientes, que lo que estas especies se di-
ferencian entre sí, debe considerarse como una nue-
va especie del mismo género; si las diferencias sop
un poco mayores, pero el órgano que se presenta,
no es de una importancia tal que puede creerse que
esta planta debe diferir de las otras plantas del mis-
mo género, por todos sus órganos esenciales, se cani
biará solamente la terminación del nombre del gé-
nero en icos ó i ¿as, así v. g. al Zamia se llamará Za-
mitas-, al Thuya, Tkuyitas, al Lycopodium, hisopo •
ditos, &c.
Por el contrario, si una planta fósil, aunque pre-
sente muchos de ios caracteres esenciales de una
familia, difiere sin embargo mas ó inénos por otra
parte, en cuanto al órgano que lia pasado al estado
de fósil, de todos los géneros conocidos de esta la-
mina, cuanto estos géneros difieren entre sí, en-
tonces se dirigirá el observador á considerarla co-
mo constituyendo un genero nuevo, enteramente dis-
tinto de los géneros actualmente existentes.
Hay también otros casos en que los órganos con-
servados en estado de fósil, no tienen ninguna rela-
ción con los caracteres que han servirlo para esta-
blecer los .eneros entre las plantas vivientes de la
misma familia; y entonces catamos obligados para
facilitar la clasificación de las especies y su deter-
minación, á establecer géneros artificiales, fundados
sobre otros caracteres, y esto es lo rpie se ha verifi-
cado en la gran familia de los Heléchos.
En fin, hay porción de plantas que podemos de-
terminar bien, como pertenecientes á una délas
grandes clases del reino vegetal, sin que podamos
reconocer la familia en la que deben colocarse, sea
147
Por falta de datos suficientes, sea porque ellos de-
ben constituir nuevas familias: en este caso, las co-
o oaremos cerca de las familias conocidas, y al fin
og la clase, á las que ellas pertenecen.
Tal es el método, dice Mr. Brogniort, que hemos
adoptado para separarnos lo menos posible del que
está admitido entre los vegetales vivientes, y para
indicar sin embargo las dudas que nos quedan so-
bre muchos puntos que impiden esclarecer las par-
les todavía oscuras y dudosas de esta ciencia.
Ahora daremos una rápida ojeada á la reunión
del reino vegcial fósil, siguiendo este método, y li-
mitándonos á la esposicion de las clases y de las fa-
milias; enumerando los géneros ó las especies que
hasta ahoia han podido clasificarse, v corresponden
á diveisos terrenos cuyas descripciones pormenori-
zadas, y la representación de sus figuras se encon-
trarán en la “Historia de los vegetales fósiles del
mismo Mr. Ad. Brogniart.”
Hemos dicho que el reino vegetal puede dividir-
se naturalmente en seis grandes clases, á saber:
1. ° Las Agamas.
2. ° Las Criptogamas celulares.
3. ° Las Criptogamas vasculares.
4. ° Las Fanerógamas gymnosperntas.
5. ° Las Fanerógamas monocotylcdonas.
0. ° Las Fanerógamas dic'otyledonns.
Ln este mismo orden examinaremos los vegeta-
les fósiles que pasamos á enumerar.
CLASE 1.»
Agamas.
Vegetales formados del tegido celular, y cuyos
órganos reproductores, aun cuando existan, son des-
conocidos.
143
FAMILIA t. rt CONFERVAS.
Vegetales formados de filamentos simples, ó ra-
mosos v articulados, que crecen en el agua. Com-
prende al género confercitos, que se encuentra en
terreno de creta y sedimento superior.
FAMILIA 2. ALGAS.
Vegetales acuáticos, de fronde continua membra-
nosa, carnosa y coriácea, plana ó cilindrica, con cel-
dillas mas ó ménos grandes y formadas á veces de
falsas nervaciones: órganos de la fructificación que
consisten en cápsulas reunidas en el inter ior de los
tubérculos colocados en la superficie de la fronde
ó en semínulas, esparcidas ó reunidas por grupos en
el mismo tegido de esta fronde. Esta familia abra-
za diez géneros que se han encontrado en terrenos
de carbón. Jurásicos &c., así como en varias espe-
cies de calizas.
CLASE 2. a
Criptógcimas celulares.
Vegetales compuestos del tegido celular, y cuyos
órganos reproductores, son distintos, es decir, per-
ceptibles por medio del microscopio.
FAMILIA 3. c MUSGOS.
Esta familia solamente comprende al género Mu-
sitos que se encuentra en terrenos de agua dulce.
CLASE 3.
Criptógamas vasculares.
Vegetales compuestos de vasillos, y cuyos órga-
149
nos reproductores son distintos, pero muy poco co-
nocidos.
FAMILIA 4. EQUISETACEAS.
Esta familia caracterizarla principalmente por
los tallos estriados y articulados, abraza dos géne-
ros que se encuentran cu terrenos de carbón, caliza
grosera, Lias, Oolita inferior, Antliracita, y arenis-
ca abigarrada.
FAMILIA 5. a IIELECIIOS.
Para caracterizar la familia de los heléchos, se
atiende casi siempre á las frondes, aunque alguna
vez, no se presentan masque tallos como sucede en
la sigilaría. Se compone ríe trece géneros que se
hallan en terrenos do transición y en diversas ca-
pas de los secundarios.
FAMILIA 6. rt MARCILIACEAS.
La constituye hasta ahora el género Splienophy~
lum , que presenta sus hojas en forma de cuña, y
pertenece al terreno de carbón.
FAMILIA 7. CHARACEAS.
Familia formada del genero Chara , de cápsula
ovoide con cinco ventallas rodeadas en espiral, y se
halla en terreno de sedimento superior.
FAMILIA 8. LYCOPODIACEAS.
Vegetales por lo común de tallos dicótomos, ho-
jas insertas al rededor del tallo ó en dos series, y en
algunos, con una ó tres nervaciones; distinguiéndo-
se el género cardiocarpcni por sus frutos comprimi-
dos y acorazonados. Abraza siete géneros que se
hallan comunmente en el terreno de carbón.
150
CLASE 4.
Fa ncróga m as gy mnospermas.
Plantas cuyos órganos se hallan desnudos y reci'
ben directamente la influencia del pélen.
FAMILIA 9. rt CYCADEAS.
Esta se compone de cuatro géneros de ho|as pi-
nadas, y «le los tallos llamados AL/ntelia, que for-
forman el quinto, hallándose los primeros en ter-
renos de Ooüta inferior, y caliza del Jura, en el de
creta, en el de sedimento medio y en la Arenisca
de Lias, así como e! último en la caliza de las con*
chas y de Portland.
FAMILIA lo. CONIFERAS.
Las plantas de esta familia se caracterizan regu-
larmente por la forma de sus frutos, pero en otros
casos, es necesario atender á la disposición de sus
hojas. Consta de nueve géneros que se han encon-
trado en los feríenos siguientes! do sedimento su-
perior, de caliza del jura, arenisca abigarrada, y
Oolita inferior.
CLASE 5. «
Fanerógamas- monocotyledona¡>.
FAMILIA 11." NAYADES.
Esta se compone en sutotalidad de plantas acuá-
ticas, ya de agua dulce, ya salobre ó marina. Cons-
ta de tres géneros, inclusos los tallos que forman el
Gaulinitos , se hallan en terrenos do agua dulce, en
el do glauconia arenosa, y Lias, así como en la ca-
liza grosera.
151
FAMILIA 12. rt TALMEROS.
Se lia caracterizado atendiendo á los tallos, á las
h ijas y á los frutos (¡ue se han encontrado en esta-
do de fósil, pero solamente se lian clasificado con
certeza, seis géneros, uno por el tallo, cuatro por las
hojas, y otro por el fruto que se han hallado en la
Caliza grosera inferior, en terrenos de carbón, y el
último en el de sedimento superior.
FAMILIA 13 . a LILIACEAS.
De esta familia se han encontrado tallos, hojas y
flores, que han formado cuatro géneros, esto es, uno
del tallo, dos de las hojas, y otro de la flor. El pri-
mero en el terreno de glauconia arenosa, los segun-
dos, en el lacustre y arenisca abigarrada, y el últi-
mo, en el de sedimento superior.
FAMILIA 14. K CANNEAS.
No consta mas que del género cúnnnpln/litos, de
hojas enteras, sencillas y atravesadas por el nervio
central muy fuerte y con las inervaciones secunda-
rias, oblicuas y paralelas. Esie se ha encontrado
en el terreno de carbón.
Antes de concluir esta clase debemos advertir,
que entre los monocotyledones fósiles, se han en-
contrado tallos, hojas, inflorescencia y aun frutos
que no presentando caracteres bastantes para su co-
locación en determinada familia, se consideran como
de la clase, aunque de familia incierta.
CLASE G. ^
Fanerógamas dicotiledonas.
No obstante los numerosos restos vegetales de
esta clase que se hallan en los terrenos terciarios,
152
pocos hay reducidos á familias conocidas, siendo los
frutos los que particularmente han conducido á su
determinación, que es como sigue:
FAMILIA 15. AMENTACEAS.
Se conocen de una manera cierta por sus frutos
en amento, tres géneros, y á demas otros cuatro que
todavía se consideran dudosos, todos ellos encon-
trados en terrenos de sedimento superior.
FAMILIA 10. rt YÜGLANDEAS.
En esta se conocen cuatro especies de nueces fó-
siles bien caracterizadas, y pertenecientes al géne-
ro Yuglans, que se han encontrado en terrenos de
sedimento superior.
FAMILIA 17. a ACERINEAS.
Los frutos de una especie de Arce, hallados en ter-
reno de Lignito, de sedimento superior en las inme-
diaciones de Francfort, constituye esta familia, con
solo el género Acer; pues algunas hojas trilobadas
que acompañan al fruto, son sin duda de la misma
planta.
FAMILIA 18. NYNPIIACEAS.
Se conoce de esta familia una Ninphca fósil re-
cogida en las inmediaciones de París, en terreno la-
custre superior, y otra especie ó variedad remitida
á Mr. Brogniart de las cercanías de Narbona.
VEGETALES DE CLASE INCIERTA.
En el terreno de carbón, se encuentran vegetales
fósiles bastante notables, y de tal modo diferentes
de los que se conocen actualmente, que es muy difi-
153
cil saber en que clase se han de colocar; así es quo
solamente por los caracteres que presentan, ha po-
dido Mr. Brogniarl establecer cuatro géneros sin
asignarles la clase á que deban corresponder.
Hasta aquí la clasificación; pero para adquirir co-
nocimientos mas estensos en esla materia, que no
hemos hecho mas que indicar, pueden consultarse
las obras del mismo Mr. Brogniart que-es lo ma3
completo que hasta ahora tenemos, aunque lo es-
puesto basta para formar alguna idea de la llura ve-
getal fósil, conservada en las diversas capas que
lbrman la costra sólida de nuestro globo, como en
el Hervaiio del mundo primitivo.
Estos interesantes descubrimientos, así como el
estudio de los restos vegetales antidiluvianos, y el
de los animales fósiles, son los que lian puesto á la
Geología en el estado do adelanto en que hoy se ha-
lla, para poder dar razón, físicamente del modo con
que se formó la tierra que habítanos, pues por su
medio so csplicun diversos fenómenos de ios que
precedieron al estado actual en ¡pie nos encontra-
mos: siendo muy digna de notarse, la admirable
coincidencia que se observa entre estos últimos des-
cubrimientos, y la sencilla, pero exacta relación de
Moisés en el i 1 1 ro del Génesis, escrito con tantos si-
glos de anterioridad, v á cuyo sentido (dice Bory
de Snt. Vinccute) la historia natural presta todo el
apoyo de sus verdades. Una ligera reseña nos com-
probará este aceito.
Siete espacios de tiempo llamados días, (*) fue—
(*) La palabra tlia, yom en hebreo, dice el erudito Autor
de la obra titulada. Cristo ante el siglo, no significa precisa-
mente el espacio comprendido entre la salida y la puesta del
sol; la lengua hebrea la usa muchas veces para indicar un
tiempo determinado cualquiera. Moisés no podia llamar
dia, según nuestra actual ecepcion, épocas en que los astros
luminosos no existían rodavía El sol no existió hasta el
154
ron bastantes en esta misteriosa historia para la eje-
cución de un plan magnifico, de que el género huma-
no fue el complemento. La voz del Criador resono en
las tinieblas que cubrían la Faz del abismo, y la luz bri-
lla: la materia fué removida; el movimiento comien-
za y el primer dia para ella. Entonces, sucesiva-
mente e! tiempo fué marcado por la revolución de
los cuerpos celestes, lanzados en las vastas órbitas
que se les habían trazado; los mares comienzan a
bramar en las concavidades que les circunscribe el
arijo ó la tierra: las plantas adornan esta tierra que
deja de ser árida: los peces animan las aguas, I° s
pájaros del ciclo les succeden, los animales del cam-
po y de las selvas, nacen á su vez, y por último,
aparece el hombre.
Tal es el orden en que c-1 Historiador sagrado
nos refiere la Creación, comenzando por mani-
festarnos, que al principio la tierra era informe y
vacía, un caos; y que el espíriritu de Dios era lleva-
do sobre las aguas. Veamos abura, lo que la cieif
cia del siglo en que vivimos nos enseña.
Dos son las opiniones mas generalmente admití-
cuarto de los dias mencionados; y por otra parte el Génesis
usa también del nombre dia, para todo el tiempo en que el
Señor hizo el cielo y la tierra: de aquí se infiero, que esta
palabra espresa on la historia de la creación, periodos sin
duración determinada.
Vease también sobre las diversas significaciones de la voz
dia, la nota que acerca de ella, trae la versión do la Biblia
llamada de A mal ; pero sobre t odo, los estudios filosóficos so-
bre el cristianismo de Augusto Nicolás, quien después do
haber demostrado, como debe entenderse la palabra d;a, con-
cluyo diciendo: “Ademas, semej inte cspiicacion no es
nueva, ni nos la iia sugerido el deseo de hacer concordar la
cosmogonía judaica, con la ciencia Geológica: cnconlrá-
mosla aducida ya on los escritos do los grandes Doctorea
de la Iglesia. Tal es en efecto, la opinión de San Agustín
de San Ambrosio, do Orígenes: opinión que abrazó igual-
mente Bossuct” &c.
155
das en la actualidad, por los Géologos respecto de
la formación de nuestro globo; los unos como Wer-
ner y toda su escuela, la atribuyen á las disolucio-
nes acuosas de la materia, ó elementos de los terre-
nos; y los otros piensan que esta materia,, en esta-
do de masa ineandccente, se fué enfriando por el
movimiento de rotación que se le imprimió, basta
lomar la forma esferoidal que tiene la tierra, y for-
marse la primera película sólida de la costra que
habitamos, conservando hasta ahora el calor central,
que mas fuerte rd principio en la superficie, debió
producir los gases atmosféricos, y el enfriamento ó
condensación «lo estos en el espacio, la enorme can-
tidad de agua á que deben su origen las grandes for-
maciones llamadas do sedimento. Estos dos siste-
mas (¡ue so lian querido personificar con los nom-
bres de Neptunianos, y Platonianos, lian sido admi-
tidos últimamente por varios Géologos formando de
entrambos uno misto, y por cuyo mecho espücnn las
diversas formaciones observadas en los terrenos.
Se ve pues, «¡ue tocios convienen en el punto de par-
tida, esto es, en que al principio la tierra estubo cu-
bierta enteramente por las aguas, como dice el tes-
to sagrado.
En cuanto ni orden ele sucesión, la ciencia ad-
quirida por las observaciones, nos muestra que de-
bió pasar un espacio largo de tiempo, entre la con-
solidación da las capas primitivas de la tierra y la
aparición de la vida en su superficie; así como en
la creación de las diversas especies de plantas, y las
diferentes razas de animales, y por último, entre estos
y la creación del hombre, l.as pruebas son irrecusa-
bles, pues que las capas son el producto de una su-
cesión lenta de efecto»-, y ]<>s restos de las plantas,
y animales consei vados en muchas de ellas, mani-
fiestan una prodigiosa sucesión de generaciones dis-
tintas aunque no encontremos medios de calcular-
la duración do las épocas en que se vetificaron.
156
Ya hemos tenido ocasión de observar en la lec-
ción que precede, que en los terrenos llamados pri-
mitivos, ninguna señal se encuentra de la existencia
de seres organizados, y que en los fie transición que
les siguen inmediatamente, comienzan á percibirse
ya las impresiones de algunos vegetales fie los mas
sencillos en su organización, tales como los llele-
chos y otros así que son los primeros que aparecen
sobre la naturaleza muerta, digamos asi; mas en las
fot macionos sucesivas, esto es, desdo ios terrenos
secundarios, la vida se muestra ya inas claramente
en la existencia de varios vegetales de organización
mas complicada, y en la presencia posterior de res-
tos de animales, primero los acuáticos ó habitantes
de las aguas, después los esqueletos de diversos pá-
jaros, sin que aparezca todavía, ningún animal de la
tena, hasta las formaciones de época posterior en
que v a se encuentran las osamentas de mamíferos
asi
terrestres y cuadrúpedos; sie
i j ,u r c '« i «¡ siendo de notar que asi
ñ nt-on^ 6 ' CS C ° m ° ' os an ’ m,| les, sucesivamente, y
a proporción que se acerca al suele actual, van te-
, ' mas an *'ilogia con los que ahora viven, v por
ultimo qL1 e ningún resto humano en estado dg “fósil,
se halla rn todas las capas observadas hasta el dia,
esc e los terrenos primarios bástalos terciarios ó
de sedimento superior; de donde se infiere natural-
rneme el orden en que los seres precedieron unos á
otios, y que el hombre fu 6 la última y mas perfecta
de las obras de la creación.
Compútense ahora estos hechos consignados en
. LUUal^llilUUo
colegien, que apénas lleva medio siglo
el
la ciencia G
dejiaber comenzado, con lo que se escribió en
í. de los lloros del Penihaleuco hace mas de tres
mil años, y lio podrá menos de reconocerse, la ins-
piración de Moisés, en la esactitud de su relato, en
una materia desconocida a! saber humano hasta
nuestros días.
157
La ligera reseña que nos propusimos hacer aquí,
no nos permite examinar la relación del orden en
que el ilustre naturalista Mr. Cuvier, observa la apa-
rición de los seres, en las diversas capas de la tier-
ra, en su discurso sobre las revoluciones del globo :
pero su coincidencia, en general, es tal con la del
Historiador Hebreo que Augusto Nicolás, después
de comparadas en varios puntos, esclama admira-
do. ‘-¿Quién es el que habla? ¿es Moisés? ¿es Cu-
vicr? la confusión es completa.” Tal es la confor-
midad que les encuentra.
Terminaremos esta rellexion manifestando, con
el mismo Augusto Nicolás, que si en el siglo pasa-
do la Re!i' r on y las observaciones de la ciencia fue-
ron objeto de desprecio para los incrédulos: “dicho-
samente va no es permitido en el dia mofarse así,
ni de la úna ni de la otra, porque ambas se han en-
contrado en el campo de la observación, y se han
abrazado en el regazo de la verdad.”
CONCLUSION.
Diversidad de formas en los vegetales, y esta-
bilidad de sus especies.
La variedad de las plantas (dice un Autor) no es
el entretenimiento de un ser caprichoso que se com-
place en prodigar un vano lujo en sus obras, así co-
mo el hombre voluptuoso, ávido de los homennges
del vul"o. desplega en sus vestidos la diversidad de
sus mistos, y adorna á toda costa su pasagera ha-
bitación.
Si la naturaleza varía hasta lo infinito sus pro-
ducciones, también es constante en sus variedades.
La Rosa que destinó Alcibiades para adornar el se-
no de su Dama, no difiere de la que el amor con
153
mano tímida viene á ofrecer en tributo á las her-
mosas de nuestros dias, y el Lirio que mecía su no-
ble tallo en los jardines de Alcinous, esparcía los
mismos perfumes que el que forma el adorno de los
nuestros. Sin osla fijeza inalterable, ¿cómo podría
el hombre distinguir la cicuta venenosa que debe
huir, y recoger la saludable Camomila que ha de
aliviar á su padre ó á su esposa? ¿Cómo podría el
escrutador de la naturaleza determinar las mas pe-
queñas particularidades de los musgos aun los mas
delicados, y encontrarlos en perfecta conformidad
con los que otro observador recojo en la cstremi-
dad opuesta del globo? ¿Cómo podrían correspon-
derse, entenderse y darse muestras de simpatía al
través del Océano que los separa; de la cadena de
montanas, que elevan entre ellos sus inaccesibles
cúspides? ¿Podríamos indicar con seguridad las
plantas cuyo comercio forma el gusto de todos los
ia i tan tes de la tierra, las que pertenecen á la
Agricultura, y las que forman el dominio de la far-
macia, si su conformación dependiese de la casua-
i< at , \ si sus propiedades fuesen tales, que pudie-
ran confundirse &e ?
. Entendiendo el círculo de estas ideas sobre la va-
riedad i!e los vegetales, contemplaremos la vegeta-
ción que presenta la Isla de Java, y que es cierta-
mente comparable con la de nuestro fértil y esten-
so continente por su fuerza y vigor. Las plantas que
hay allí (dice el Dr. Reinwimlt) presentan una
ostensión de mas de 2.300 millas cuadradas, y re-
ciben aun un crecimiento considerable de las mon-
tanas que se elevan desde 10 hasta 1.200 pies de
altura sobre el nivel del mar. Todas estas monta-
nas están cubiertas de espesos bosques, á los que se
les puede aplicar con bastante propiedad el epíteto
de majestuosos, porque casi no se encuentra un so-
lo árbol que tenga menos de 100 pies de altura.
159
En ciertas entradas estos árboles se hallan tan
tupidos, que el viagero no puede penetrar sin abrir-
se camino por en medio de ellos corlándolos con el
hacha, y al través de las plantas volubles y enre-
daderas vé los troncos de los árboles cubiertos por
una infinidad do vegetales parásitos. El suelo es
á veces insuficiente para contener una vegetación
tan abundante; asi es que las plantas crecen mezcla-
das las unas sobre las otras, millares de vegetales se
disputan la savia que mana de los árboles, y se en-
trelazan por todos bulos tomando multitud de for-
mas diferentes. Eas plantas trepadoras dan vuel-
ta al rededor de cada ramo, y ningún rayo del sol
puede percibirse en medio de la espesa sombra que
entre sí forman. Considerando las dimensiones
que adquiere cada individuo, tendremos tina obser-
vación suficiente para llenarnos de admiración,
pues que se encuentran verdaderas gramíneas de un
tamaño colosal: los Bambas presentan en su in-
terior huecos capaces de formar una cueva, cuyos
tallos se pueden convertir en toneles, en canales, ó
conductos para las aguas, y también en pozos, ha-
llándose estos vegetales tan unidos, que forman co-
mo un bosque de pinos y sabinos. Las plantas vo-
lubles. el Calamita, la Urania, la Nauclea &c., casi
presentan el grueso de un brazo ó de una pierna,
y semejantes á serpientes, se enrollan al rededor
de los árboles, llegando á enhuecarse sus troncos,
y formando surcos profundos. Nada detiene el
curso de una vegetación incesante; las plantas todas
so sticcedcn en su floración, pues que durante las
estaciones todas, viven, crecen, y dan fruto por si-
glos enteros. Allí vemos los enormes Boabads
de la Africa (Adansonia) desarollándose en tron-
cos do un grueso y de una altura prodigiosa; sien-
do testigos de centenares de años, y en las selvas
se encuentra el Bombax, el Algodonero de los In-
160
gleses , (Goslpyum) y otra multitud de plantas co-
mo el Ficus Bcnjamina, el clástica, <S¡-c. (*)
Tal es la bella descripción que hace el autor ci-
tado y que vemos reproducida entre nosotros en
diversos puntos del país en que habitamos, envidia-
ble por su abundancia y por su fertilidad.
¡Cuantas gracias debemos tributar al Hacedor
Supremo por haber hermoseado la mansión en que
nos hallamos, con esa multitud de plantas tan bellas
como agradables! /Peto de que manera correspon-
deremos á esta gratitud tan justa? ¿Que será lo que
Dios exija de nosotros? Toda la doctrina cristiana,
toda la moral evangélica está reducida á estas pa-
labras del Apóstol San Pablo. “La voluntad de
Dios es esta, vuestra santificación: que os absten-
gáis de los placeres ilícitos, que sepa cada uno de
vosotros poseer su cuerpo con santificación y ho-
nor, no saciando la concupiscencia como las gentes
Que ignoran á Dios: y que ninguno oprima, ni pon-
ga asechanzas á su hermano acerca de sus intere-
ses, porque el Señor es vengador de todas estas
cosas, como ya os hemos dicho y testificado. Por-
que Dios nonos llamó á la inmundicia, sino á la
santificación en Jesucristo.” (San Pablo á los Tesa-
lonicences, cap. 4. °
1851 y *2 Urn ° f Hortic s °°- of L °ndon t. IV. p. 239. Año
FM
101
ES PLIC ACION DE LAS LAMINAS.
LAMINA 1. a
Porte, ó aspecto de los vegetales .
DICOTILEDONES.
Fig. j.rt — gauoc de Babilonia ó Sauz llorón
(Salix babilónica. Lin.)
Fig. 2. ” — Sabino muy elevado ó Cedro del Lí-
bano. (Pinus Cedrus.)
Fig. 3. — Dionea atrapamoscas. (Dionaea mus-
nípula.)
Fig. 4. — Encina. (Quercus ilex.)
MONOCOTILE DONES.
Fig. l. rt — Palmeros (Fénix dactilífera.)
Fig. 2. — Caña de Indias ó Coyol (Canna In-
dica.)
Fig. 3. * —A gave ó Maguey (Agave americana.)
Fi". 4. ” — Aloe ó Zabila (Áloe perfoliata.)
Fig. 5. a — Caña de azúcar (Sacharum offici-
nale.)
LAMINA 2. rt
Organos elementales.
Fig. I. — Utrículos que no han esperimentado
ninguna persion, y entre los cuales los intervalos ó
rneat.es son muy distintos.
Fig. 2. p — Utrículos deformados por su presión
mutua y cuyos intervalos son poco distintos.
Fig. 3. — Utrículos fuertemente comprimidos
162
uiius contra otros, y cuyos meatos son invisibles, y
encierran granulaciones amiláceas.
Fig. 4. K — Utrículos alargados unidos á algunos
otros, de fotina cúbica, conteniendo todos ellos
granulaciones verdes.
Fig. 5. “—Corte transversal de una hoja de Azu-
cena blanca (Lilium candidum) que presenta deba-
jo, la capa de utrículos que forman la cutícula; en 1 o
alto la cutícula de la cara inferior, sobre la oue s c
observan los stómatcs; y entre estas dos capas es-
teriuies hay utrículos alargados, separados íiccuen-
temente por grandes meatos.
Fig. 6. Utrículos muy gruesos, con meatos
distintos. Tres de ellos están cubiertos de siénta-
les (como se ve en una luz fuerte) y el tercero ó
luz )*° r CSta CCI ‘ a<1 ° ( como se manifiesta á media
^ ^ ' C °' te vertical de utrículos muv grue-
stómTte? Capa Superior Presenta la cutícula y un
tomón, r S ;"r U ' n ? Ul ° S de f!ivei ' sos tamafios, fuer-
temente comprimidos unos contra otros v que ro-
deati una hachea que está desarrollada.’ ' q
- ' Fiaebéa muy gruesa, rodeada toda-
la me mbrana que la conserva enrollada en
espiral.
Fig. 10.— Corte longitudinal de un vegetal fibro-
so, que presenta utrículos comprimidos unos contra
Í^K« Uy J£ "T lOS SOn " lv¡sibles > y que envuelven
tracheas, fibrillas punteadas, y fibrillas rayadas.
LAMINA 3. «
Dicotiledones. Desarrollo de la semilla, ó sea la
germinación.
Fig. 1. rt — Semilla de la Haba (Fabn communis)
cubierta de su derma. (II) el hilo (Hilum) (R) la
Raíz levantando la derma.
1G3
Fig. 2. a — La misma privada de su derma. (Cot.)
Cotiledones. (R) Raiz.
Fig. 3. — La misma que carece de la derma, y
uno de los cotiledones separado para manifestar al
descubierto la primer yema de la planta. (R) Raiz.
(Cot.) Cotiledones.
Fig. 4 . a — Haba que presenta su embrión ger-
minando, y su derma rota por la raiz.
Estas cuatro figuras tienen el embrión encorvado.
Fig. 5. p — Embrión anular, que encierra el albu-
men.
Fig. 6. p — Corte longiludional de un fruto de la
maravilla (Mirabilis dichotoma) engruesado. (S)
Base persistente del tubo de los sépalos. (Y) Em-
brión encorvado que rodea el albumen. (A)
1' ¡g- 7. p — bruto de la maravilla como en la Fig.
6. 53 (T) Porción del tallo (Coll.) cuello. (R) Raiz.
Fig. y. p — Germinación de la misma planta mas
avanzada. (Cot.) Cotiledones. (T) Tallo. (II) Raiz.
(Coll.) cuello
Fig. 9.“ — Semilla de la Higuerilla (Ricinus
Communis) del tamaño natural.
Fig. 10. — La misma, cortada á lo largo y en su
grueso. (R) Raiz. (Cot.) Cotiledones.
Fig. 11. — Semilla de la Calabaza (Cucúrbita pe-
po) manifestando las- tres membranas de su derma.
Esteriórmente la Exodérmu , interiormente la Endo-
derma, y entre las dos la Mesoderma, descubriéndo-
se en la parte de arriba el embrión desnudo.
Motiocoliledones.
Fig. 12.— Germinación de la gloriosa, (Yuca) (G)
Semilla. (R) Raiz. (Cot.) Cotiledones. (Coll.) Cue.
lio. (H) .hoja.
Fig. ]3. — Camela de la cebada aventada (hor—
dium vulgare.) (C) Cárpela. (C) Porción del estigma.
164
(Y) Embrión de que se ha levantado una porción de
la cárpela de la derma. . ~ ... .
p¡„. i 4 . — Embrión déla misma. (Cot.) Cotiledo
ñas. °(R) Raices todavía cubiertas (muy engrue-
' Fig. 1 5. — Cárpela de la ceba da, cortada al través.
(R) Raiz. ...
Fig. 16 .— Embrión recto (Y) en el albumen. CV
LAMINA 4. “
Organización ele los Dicotiledones.
Fig. 1. a — Representa una figura ideal para ha-
cer comprender la trasmutación sucesiva de la cor-
teza y de la madera. Ella nos presenta el corte de
un tallo do dos años, formado de dos capas de corte-
za que se estienden desde la parte esterior á la in-
terior, y de dos capas de madera, cuya formación
se verifica desde dentro hacia fuera. Las capas
corticales tienen sus utrículos estoriormente, así co-
mo las fibras que son de igual edad. Lo contrario
sucede respecto de la madera.
Fig. 2. “ — Corte transversal y longitudinal de
una porción del tallo leñoso de los djeotyledoncs.
Esteriormcnte hay la corteza formada por diez capas
corticales muy aproximadas y distintas, l’or den-
tro, diez capas también leñosas numeradas según el
orden anual de su formación, desde el interior al es-
tenor. Las líneas que parten del centro en forma
de radio, hasta la circunferencia sobre el corte trans-
versal son los prolongamientos utriculares que se
encuentran en placas de color oscuro sobre el corte
longitudinal.
Fig. 3. “ — Fragmentos de la corteza, que presen
ta dos yemas con hojas, y otras con señales ovalad a
transversalmente, que son las Lente cillas.
Fig. 4. “ — Lentecidas ovales en el sentido longi-
tudinal.
1G5
Fig. 5. “ — Corte longitudinal de una semilla, que
presenta un embrión dieotiledon, encorvado y encer-
rado en el albumen.
Fig. (i. “ — Embrión dieotyledon privado de sus
cubiertas. [R] Raiz [Cot.] Cotyledones.
Fig. 7. w — Embrión dieotyledon muy tierno de
una leguminosa. [R] Raiz. [H. Cot.] hojas cotiledo-
narias [H. Simp.] hoja simple y lisa que costa de
una sola hojuela. [H. Comp.] Hoja compuesta de
muchas hojuelas
Fig. 9. 50 — Hoja de nervaciones ramificadas y pi-
nadas.
9. P — Hojas de nervaciones palmeadas.
Fig. 10. — Flor de las Cruciferas. [S] Sépalos li-
bres en número de cuatro, así como los pétalos. [P]
Fig. 11. — La misma de quien se han separado los
sépalos y los pétalos, á fin de manifestar los estam-
bres libres entre sí y sin adherencia con uinguna
otra serie de órganos. En el centro hay dos carpe-
las unidas, en donde se ha descubierto parte deles-
tilo, y todo el estigma.
Fig. 12. — Flores cuyos sépalos [S] están unidos
por su base, casi como los estambres, (E) y en el
centro las cárpelas unidas. (C) La flor cortada lon-
gitudinalmente manifiesta el punto en donde están
fijados los cordones alimenticios de las semillas.
Ademas hay un anillo carnoso, que no tiene adhe-
rencia con las cárpelas, sino que rodea su base, y
es el Intermedio.
Fig. 13. — Estambres [E] adherentes al tubo de
los pétalos [P] con los cuales alternan.
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INDICE
V3e \as mate-vías, que se contienen en
esta O 'ova.
• Páginas.
ADVERTENCIA, , 3
Introducción ....... 5
Distribución de ios vegetales en general 71
Crecimiento en las plantas bajo. la misma conside-
ración .......... g
LECCION 1. p — Historia de la Botánica 13
LECCION 2. p — Idea general de las plantas... 20
Organos de la nutrición. Id.
Descripción general de las hojas. 21
De las flores. 22
Modo de verificarse la fecundación &c 24
Invernáculos ó conservatorio....... 25
Inflorescencia 26
LECCION 3. p — Clasificación y diferencia que
presentan los cuerpos, 27
Composición química,,,, 29
Divisiones de la Historia natun !, 30'
Divisiones de la Botánica. id.
Reflexiones sobre el estudio de la Botánica. .... 32
LECCION 4. p — Estructura anatómica, de los
vegetales 35
Tejido celular
Tejido vascular. 37
Páginas .
Div ersas formas de los vasillos
Glándulas y pelos 41
LECCION 5. p — Organos de la nutrición, con-
siderados especialmente 43
De la raíz 45
Del tallo 40
Diferencias del tallo 47
Diferencias de las hojas DI-
LECCION 6. p — Organos de la reproducción. 50
Del cáliz Id.
De la corola. 51
Del estambre 52
Del pistilo 53
Del fruto Id.
LECCION 7. - — Fisiología vegetal considerada
en globo 56
Cuestiones fisiológicas 00
LECCION 8. p — Germinación, nutrición y cre-
cimiento 63
Del agua Id.
Del aire G4
Déla temperatura G5
De la luz.. 6G
De la traspiración, la espiración y deyecciones. G7
LECCION 9. p — Floración, reproducción y ma-
duración 69
Modos de verificarse la reproducción 70
Causas que influyen en el desarrollo de los ovarios. 72
Medios artificiales de propagación. * 74
• Página»
LECCION 10. — Diseminación y algunas ideas so-
bre la pathología vegetal 77
De las enfermedades de las plantas 79
Animales nocivos 81
LECCION 11. — Carpología ó sea la clasificación
de los. finios . . . 82
Frutos secos indeliiecsentcs 84
Frutos secos dehieesentes. ...... 86
Frutos .carnosos 87
Frutos múltiplos 88
Frutos agregados ó compuestos 89
LECCION 12. — Distribución de las plantasen la
superficie del globo que habitamos 91
Circunstancias que influyen en el desarrollo de las
plantas 92
Aspecto de la vegetación en las diversas zonas. . 93
Climas diversos 95
Lugares marítimos ó acuáticos 96
Lugares terrestres 97
LECCION 1 3. -Taxonomía, Systemas, y Métodos 100
Systema natural y artificial. 103
Individuos Id.
Especies 101
Variedades y géneros Id.
Ordenes 3' famillias. 105
Clases id.
Método nuUral 106
Bases del método natural aplicadas á la Botánica. 108
LECCION 14. — Continuación de la anterior.... 111
Páginas.
Clases del systema de Tourncfort 111
Sistema de Lianeo 115
LECCION 15.- — Terminación de esta materia. . 121
Método de Jussieu Id.
Método de Do-Candolle 124
MECCLON 1G. — Usos de los vegetales. ...... . 128
Délas raices .. 229
De los tallos y cortezas igg
De las hojas. igj
De las yemas jd.
De los frutos. .......... jgg
LECCION 1.7. — De los vegetales fósiles 135
Su clasificación y distribución ]41
Conclusión..
Esplicacion de las láminas. 102
ERRATAS MAS NOTABLES.
En la página 15, línea 2, dice, qua léase: quae.
En la página 41, línea 19, dice, analogía léase:
analogía.
En la página 48, línea 8, dice, trasobada léase:
trasovada.
En la página 50, línea 4 y 5, dice, Faciamy léa-
se: Faciamus.
En la misma página, línea 6, dice, capítulo 1. °
y 2G, léase: Capitulo 1.® Versículo 26.
En la página 51, línea 11, dice, libre léase: libre.
En la página 50, línea 11, dice, ullimo léase: úl-
timo.
En la página 120, línea 22, dice, moléculas léa-
se: moléculas.
En la página 129, línea 24, dice, los léase: las .
En la nota de la página 153, línea 6 de la mis-
ma nota, dice, ecepcion loase: acepción.
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