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Full text of "Almacen y biblioteca completa de los niños, ó, Dialogos de una sabia directora con sus discipulos de la primera distincion ..."

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Digitized  by  the  Internet  Archive 

in  2012  with  funding  from 

University  of  North  Carolina  at  Chapel  Hill 


http://archive.org/details/almacenybibliote02lepr 


ALMACÉN 

DE  LOS 

NIÑOS. 
T  O  M.    a 


Z  o  7x  1  Va. 

JI     JA  O  T 


ALMACÉN 

Y  BIBLIOTECA   COMPLETA 

DE  LOS  NIÑOS: 

Ó     DIÁLOGOS 

DE   UNA    SABIA  DIRECTORA 

CON      SUS       DISCIPULAS 

DZ   LA    PRIMERA    DISTINCIÓN. 

En  los  quales  se  hace  pensar ,  hablar  ,  i  obrar  a  las 
jóvenes  Señoras ,  según  el  genio  e  inclinaciones 
de  cada  una.. 

Representanseles  los  defectos  de  su  edad  ,  i  se  les 
demuestra  de  qué  modo  pueden  corregirlos, 
aplicándose  tanto  a  formarles  el  corazón  ,  como 
a  iluminarles  el  espíritu. 

Se  les  da  un  Compendio  de  la  Historia  Sagrada, 
de  Fábula ,  i  de  la  Geografía  ,  8cc,  todo  él  lle- 
no de  Reflexiones  útiles  ,  i  de  Cuentos  morales 
para  entretenerlas  agradablemente. 

Escrito  en  nn  estilo  sencillo  ,  /   acomodado  a  proporcicn 
de  sus  pocos  años  en  el  Idioma  Francés 

POR  MADAMA  DE  BEAUMONT, 

/  traducido   al  Castellano 
POR    D.    MATHIAS    GUITET. 

Con  las  Ucencias  necesarias. 

En  la  Oficina  de  D.    Manuel  Martin  ,   calle  de 

la    Cruz  ,   donde    se  hallará, 

M  DCC  LXXVL 


ALMACÉN 

DE  LOS  NIÑOS. 


DIALOGO   X. 


Jornada  octava. 
^ya.^^^*%  Uenos    días   ,    mis 


Señoras.  Hoi  quie- 


% 

ti 


B 


^¿  ^*  ro  teneros  entrete- 

¿f>^í^^  nidas      contándoos 
ün  cuento  mui  bonito  que  leí  ayer. 
Hubo  una  vez  un  Rei  ,  que  ama- 
ba con  exceso  a  uña  Princesa  ^  pe- 
ro no  pudiendo  casarse  con  ella  por 
estar  encantada ,  consultó  a  una  En- 
,  cantadora  sobre  el  modo  de  impedir 
.^lu,  A  iij  o 


á  AxM  AC  EíT 

p  veneer  este  embarazo.  Dixole  ella: 
Vos  sabéis  que  la  Princesa  tiene  un 
grueso  gato  a  quien  estima  mucho: 
el  que  tuviere  maña  para  pisar  la  cola 
de  este  gato  será  únicamente  el  que 
podrá  lograr  su  casamiento.  Pare- 
cióle al  Príncipe  fácil  esta  empresa; 
i  resuelto  a  machucar  la  cola  del  ga- 
to antes  que  dexarsela  pisar  ,  mar- 
chó derecho  al  Palacio  de  su  Dama 
con  este  designio.  El  gato  (  a  el  que 
llamaban  Galán )  se  presentó  a  su  vis- 
ta maullando  ,  como  lo  tenia  de 
costumbre  ,  i  ensanchándose  de  lo- 
mos ;  i  levantando  el  Rei  entonces 
im  pie  ,  lo  dexó  caer  a  su  parecer 
encima  de  la  cola  ;  pero  Galán  ro^ 
deandola  con  una  ligereza  increible, 
dexó  burlada  su  intención.  Conti- 
nuó por  ocho  dias  la  inútil  preten- 
sión de  machucar  esta  fatal  cola, 
mas  ella  se  le  escapaba  siempre  ea 

un 


un  instante  como  si  estuviese  lle-^ 
na  de  azogue.  Por  último  habiendo, 
una  vez  sorprendido  al  gato  estando, 
durmiendo  ,  le  afirmó  fuertemente  el 
pie  sobre  ella  ,  i  el  gato  dispertó 
entonces  dando  unos  maullidos  asom- 
brosos. Convirtióse  improvisamente 
en  un  hombre  agigantado ,  i  miran- 
do al  Príncipe  con  los  ojos  llenos 
de  furor  ,  le  dixo  :  Te  casarás  coa 
la  Princesa  pues  has  deshecho  el  en-_ 
canto  que  lo  estorvaba  ,  pero  yo  me 
vengaré.  Tendrás  un  hijo  ,  que  será 
siempre  desdichado  hasta  el  momen- 
to en  que  conozca  que  es  mui  lar-, 
ga  su  nariz  5  i  si  tu  revelares  esta; 
amenaza  morirás  al  punto.  A  la  vis- 
ta de  este  hombre  (  que  era  un  En- 
cantador )  se  sorprendió  el  Príncipe, 
pero  la  amenaza  le  hizo  reir  ,  i  di- 
xo interiormente  :  Mi  hijo  podrá 
echar  de  ver  su  defecto  si  no  fuerQ 

Aiv         cié- 


4  AlM  AC  ETT 

ciego  o  manco.  Con  efecto  habíeti^r  j 
do  el  Príncipe  hablado  a  la  Prince-^^  j 
sa   celebró  con  ella  su  casamiento,  ^  | 
pero  la  vida  del  Rei  fue  corta  por¿>  | 
que  murió   dentro  de   ocho  meses,'  ' 
i  un  mes  después  parió  la  Reina  un 
Príncipe  a  quien  puso    por  nombre 
peseo.  Tenia  ojos  grandes  ,  azules, 
i  mui  hermosos  :  su  boca  era  boni- 
ta i  pequeña ,  pero  la  nariz  era  tan^ 
grande  que  le  cubria  la  mitad  de  la 
cara.  Quedó   la  Reina  inconsolable 
al  verla  5  pero  deseando  sus  Damas 
moderar  su  excesivo  sentimiento  la 
dixeron  que  no  era  tan   grande  co- 
mo ella  creía  5  que  a  la  verdad  era 
una  nariz  a  la  Romana  ^  pero  que 
las  Historias  traían  repetidas  noticias 
de  que  todos  los  Héroes  habian  te- 
nido larga  la  nariz.  Como  la  Rei- 
na amaba  con  exceso  a   su  hijo  se 
agradó  mucho  de    esta  especie  ,  í 

des- 


i>E    Niños.  5 

después  la  misma  costumbre  de  mi- 
rarla hizo  que  llegase  a  no  parecer- 
le  disforme.  Criaron  al  Príncipe  con 
gran  cuidado  5  i  qúando  ya  rom- 
pió a  hablar  de  nada  se  trataba  mas 
que  de  satirizar  en  su  presencia  a 
todos  los  que  tenian  la  nariz  cor- 
ta ,  i  solo  se  permitian  a  su  lado 
aquellas  personas  que  la  tenian  al- 
go semejante  a  la  suya  ,  tanto  ,  que 
varios  de  los  Cortesanos  con  el  de- 
seo de  obsequiar  a  la  Reina  i  al 
Príncipe  ,  se  empleaban  con  afán 
en  tirar  muchas  veces  al  dia  las  na- 
rices de  sus  hijos  a  intento  de  ha- 
cérselas crecer  ;  pero  por  mas  que 
lo  deseaban  era  inútil  su  trabajo, 
pues  respecto  de  Deseo  parecían  siem^ 
pre  chatos.  Instruíanle  en  la  Histo- 
ria quando  fue  de  mas  edad  5  i  to- 
das las  veces  que  se  ofrecía  tratar 
de  algún  Príncipe  grande  ,  o  alguna 
^  her. 


€  AXMACEN 

hermosa  Princesa  se  suponía  que  ha** 
bian  tenido  la  nariz  larga.  En  su  quar-  - 
to  había  porción  de  pinturas  ,  i  en^ 
todas  se  veían  narices  disformes, 
de  modo  que  se  acostumbró  el  Prín- 
cipe tanto  a  mirar  como  perfección 
la  longitud  de  la  nariz ,  que  por  una 
Corona  no  hubiera  dexado  quitar 
de  la  suya  una  sola  linea.  Luego 
que  llegó  a  veinte  años  se  pensó 
en  casarle  ,  i  a  este  fin  se  le  pre- 
sentaron los  retratos  de  varias  Prin-. 
cesas  5  entre  los  quales  eligió  el  de 
Querida.  Era  esta  hija  de  un  Rei  po- 
deroso de  quien  debia  heredar  mu- 
chos Reinos  ;  pero  Deseo  estaba  tan 
pagado  de  su  hermosura  ,  que  solo 
ella  era  lo  que  llevaba  su  atención^ 
Esta  Princesa  a  quien  él  hallaba  tan 
amable  ,  tenia  sin  embargo  una  na-: 
riz  pequeña  i  regazada  ,  que  aun-* 
que  agraciaba  su  semblante  ,  puso  ^ 
::i  los 


los  Cortesanos  en  un  embarazo  ter-^ 
ribíe.  Ellos  estaban  tan  acostumbra- 
dos a  burlarse  de  las  narices  peque- 
ñas ,  que  algunas  veces  se  reían  in- 
advertidamente de  las  de  la  Prince- 
sa \  pero  Deseo  ,  que  sobre  este  pun- 
to era  demasiado  escrupuloso  ,  des- 
terró de  la  Corte  dos  de  ellos ,  que  ha^ 
bian  atrevidamente  satirizado  la  na- 
riz At  Querida  ,  i  con  este  exemplo 
los  demás  aprendieron  a  moderar- 
se. Hubo  uno  que  dixo  al  Príncipe 
^n  cierta  ocasión  ,  que  a  la  verdad 
tic  podía  ser  amable  un  hombre  que 
tuviese  pequeña  la  nariz  ,  pero  que 
esta  hacia  diferente  efecto  en  la 
hermosura  de  la  muger  ^  i  añadió; 
4:iue  cierto  Sabio  le  habia  asegurado 
haber  leido  en  un  antiguo  manus- 
crito Griego  ,  que  la  bella  Cleopa-- 
tra  tuvo  regazada  la  nariz.  El  Prín- 
cipe lleno  de  gozo  con  esta  noticia^ 

hi- 


*  Almacbnt 

hizo  un  magnífico  regalo  al  que  s6 
la  habia  dado  5  i  en  efecto    desparl 
chó  embajadores  a  pedir  esta  Prin- 
cesa   en    casamiento.  Habiéndosela 
concedido  salió  él  a  recibirla  a  dis- 
tancia de  tres  leguas  de  su  Corte,  i 
estimulado  del  gran  deseo  que  te- 
nia de  verla  ^   pero    al  tiempo  de 
acercarse  a  besarla  la  mano  ,  se  Vió 
descender  al  Encantador  por  el  aire, 
el  qual  robó  a  su  vista  a  la  Prínce^  ] 
sa  ,  dexandole  en  el  mayor  descon-^  ¡ 
suelo.   Protestó    entonces  Deseo  no 
volver  a  su  Reino  hasta   haber  en^ 
contrado  a  Querida  5  i  sin  permitir  : 
que  le  acompañase  ninguno   de  sus 
Cortesanos  montó   en  un  buen  ca-  ] 
bailo  ,  ¡  dexando  a  este  la  elección 
del  camino  que  debia  de  seguir ,  echó 
a  caminar  por  una  estendida  llanu-- 
ra  por   la  qual  anduvo  todo  el  di« 
sin  encontrar  Pueblo  ni  casa  alguna. 

Cer- 


DE    Ñilbos,  ^ 

Gerca  de  noche   quando  ya  se  ha- 
llaban casi  muertos  de  hambre  Amo 
i  caballo  vio  el  Principe  una  caber- 
na  en  la  qual  habla  luz.  Habiendo 
entrado  en  ella  vio  una  Viejecilla, 
que  a  su  parecer  pasaba  de  cien  años, 
la  qual  queriendo  ponerse  sus  ante- 
ojos para  mirar  al  Príncipe  trabajó 
mas  de  dos  horas  para  hacerlos  tener 
sobre  su  nariz,  porque  era  sumamen- 
te corta.  Dieron  ambos  a  un   tiem- 
po una  gran    carcajada  de  risa  al 
verse  ,  i  exclamaron  :  ¡  O  i  qué  do- 
nosa nariz  !  La  mia  lo  es  mas  que 
la  vuestra ,  dixo  Deseo  a  esta  Vieja 
(  que  era  una  Encantadora)  pero  de-r 
xando  para  quien  son  nuestras  nari-r 
ees  5  os  agradeceré  me  deis  alguna 
cosa  que  comer  ,  i  lo   mismo  a  mi 
•pobre  caballo ,  pues  venimos  muer» 
tos  de  hambre.  Con  mucho  gusto, 
dixo  la  Encantadora  5  porque  a  pCr 
.   -  5iar 


fo  AtMAiCEN:  I 

I 

sar  de  la  ridiculez  de  vuestra  naríf^' ! 
sois  quando  menos   hijo  del   mépé 
de  mis  amigos.  Yo  amé  al  Reí  vuesí 
tro  Padre  como  a  un  hermano  ,  i 
a  la  verdad  tenia  müi  bien  forma*^ ! 
da  su  nariz.  ?  Y  a  la  mia  qué  le  fal*> 
tSL  para  serlo  ?  dixo  Deseo.  Nada, 
antes  le  sobra  mucho  ,  respondió  la 
Encantadora  5  pero  esto  no  se  opo- 
ne al  carácter  de  hombre   de  bienj 
í  asi   nada  importa  que   tengáis  la 
nariz   larga.  Como  os  iba  diciendo: 
yo  fui    amiga  de  vuestro  Padre  ,  i 
este  Príncipe  en  aquel  tiempo  venia 
a  verme  con  freqüencia :  yo  enton-* 
ees  era  mui  linda  ,  según  me  deciaj 
pero   quiero  contaros   la  conversa-» 
cion  que  tuvimos  la  úitima  vez  que 
me  vio  ¡  Ah    Señora  !   dixo   Deseo 
advertid  que  no  he  comido,  en  to-f 
do  el  dia  ,  tratad  de  darme  de  ce* 
nar ,  i  después  os  escucharé  congus»    | 

to. 


jDE  N ritos.  ít 

to.  j  Pobre  mozo  !  tenéis  razón  ,  yo 
me  había  olvidado  de  eso  :  voi  pues 
a  daros  la  cena  ,  i  mientras  dura  os 
contaré  mi  historia  en  quatro  pala- 
bras 5  porque  no  gusto  de  mucha 
prosa  5  teniendo  por  menos  tolera^ 
ble  una  lengua  larga  que  una  pro- 
longada nariz  5  i  me  acuerdo  muí 
bien  que  quando  yo  era  niña  se 
admiraban  todos  de  ver  que  no  era 
picotera  ,  lo  qual  se  lo  celebraba» 
mucho  a  la  Reina  mi  Madre ,  por- 
que no  obstante  la  situación  en  que 
me  veis  soi  hija  de  un  gran  Reí. 
Mi  Padre....  Vuestro  Padre  comería 
quando  tuviese  hambre  ,  dixo  el 
Príncipe  ,  interrumpiéndola.  No  hai 
en  eso  duda  ,  añadió  la  Encantado- 
ra ,  i  vos  cenaréis  al  punto  5  pero 
antes  quiero  deciros  solamente  que 
mi  Padre....  Y  yo  no  quiero  es- 
cucharos mientras  no  ceno  ,  replica 
^.^  el 


j»  Almacén 

el  Príncipe  lleno   de  ira  5  bien  que 
trató    de  moderarse  por  su  misma 
necesidad  ,  i  dixo  a  la  Encantadora: 
No  dudo  que  el  placer  que  recibiré 
al  oíros   podra  hacerme  olvidar  la 
hambre,  pero  mi  caballo  ^  que  no 
puede    entenderos  ,  necesita  comer 
alguna  cosa.  Repulgóse  la  Encanta- 
dora con  este   cumplimiento  ,  i  res- 
pondió :  No  quiero  que  esperéis  mas. 
Llamó  pues  a  sus  criados  ,  i  añadió: 
Sois  mui  lindo  i  mui  amable  a  pe- 
sar de  la  incomparable  disformidad  de 
vuestra  nariz.  Mala  peste  te  venga  con 
mi  nariz ,  dixo  el  Príncipe  en  su  inte- 
rior 5  mi  Madre  debió  robarle  lo  que 
falta  a  la  suya  :  si  no  fuese  tan  ur- 
gente mi  hambre  dexaria   al    punto 
a  esta  Vieja  habladora,  que  cree  no 
haber  sido   picotera  quando  era  ni- 
ña :  a  la  verdad  que  para  no  cono- 
cer los  propios  defectos  es  preciso 

ser 


hÉ  Nrños.  iy 

^er  demasiado  locos :  esto  es  lo  que 
produce  el    haber  nacido  Princesa, 
pues  por  está  causa  la  lian  echado 
a  perder  los  lisongeros  ,  haciéndo- 
la creer  que  hablaba  poco.  En  tan- 
to que  el  Príncipe  reflexionaba  de 
este  modo  ponian  lá  mesa  los  cria- 
dos., i  él  se  admiraba  de  ver  que 
ja  Encantadora  les  hacia  mil    pre- 
,guntas  a  cada  instante  sin  mas  fun- 
.damento  que   su   degeo   de   hablar  5 
,,pero  lo  que  rííás  le  pasmaba  era  ver 
que  a  cada  palabra  que  la  Vieja  de- 
,cia  alababa  su  discreción  su  Cama- 
,^rera.  Por  mi  vida ,  decia  él  (  sin  de- 
ixar  de   comer  )  que  estol  encanta- 
.^do  de  haber  venido  aqui :  este  exem- 
,^  pío  me  advierte  que  he   hecho  mui 
bien  en  no  escuchar  a  los  lisonge- 
ros: ellos  nos    alaban  desverganza- 
idamente   ,  í    nos    ocultan   nuestrüsi 
.  defectoa  *^  cambiándolos   en  perfec- 
Tom.IL  B  eio« 


>'8  AX-M-ACEN 

ciones.  Por   mi   parte    no  seré^mas 
engañado  ,  pues  que  a  Dios  gracias 
conozco  mis  faltas  :  i  efectivamente 
sentia    que  los  que  habían    alabado 
su  nariz  le  hablan  burlado  ,  asi  co- 
mo lo   hacia  entonces  la  Camarera 
de  su  Ama  ,  pues  veía  el  Príncipe, 
que   de  rato  en    rato  volvia  a  otra 
parte  la   cara  para  reírse  de  ella. 
Comía  él  sin  cesar  ,  i    no    hablaba 
^una  palabra  5  pero  quando  ya  se  ha- 
llaba  algo   satisfecha  5   le  dixo   la 
Encantadora  :  Mí  Príncipe,  ladeaos 
"Un  poco,    os  ruego  ,  pues   con    la 
sombra   de  vuestra   gran    nariz  no 
veo  lo   que  como  :  hablemos  ahora 
de    vuestro   Padre.   Quando   él  era 
pequeño    iba  yo  a  su  Corte  5    pero 
ya  ha  quarenta  años  que  estoi  reti- 
rada en  esta  soledad  :   decidme  ¿de 
qué  modo   se    vive   actualmente  en 
dia  ^  gustan  aun  las  Dama$  de  cor- 

rer-* 


,         DE   Nll^  o  S.     .^  19 

rerlo  todo  ?Ea  mi  ^  tiempo  se  las 
veia  en.un  mismo  día  en  las,  tertu- 
lias, en  las  comedias  ^  en  los  pa- 
seos ,  en  el  baile.  *  *  ¿  ¡  Qué  sea  tan* 
larga  vuestra  nariz  !  Yo,  no  puedo 
dexar  de  extrañarla  por  mas  que  la 
miro*  Por  cierto  ^  Señora  >,  dixo  De- 
seo  ^  que  yo  estol  complacido  con 
ella^  i  sentirla  siií  'duda  que  fuese 
mas  cof  tá ;  i  pues  á  vos .  nada  os  im- 
porta qué  sea,  coifíofuése  os  suplico 
dexeis ;  esa  conversación^:  ¡  Oh  \  ya 
veo  que  os  doi  pesar. ^  mi  pobre  Dc?- 
j^í?  5  replicó  la  Encantadora^^  i  no  es 
esto  Id; que  yo  procuro  5  al  contra-^, 
rio  soi  una  de  vuestras  amigas  ,  i 
apeteíco^  serviros^  pero  no,  obstan- 
te me  choca  vuestra  riam  ^  no  vol- 
veré a  hablar  mas  de, ella  ,. i  me ^  es- 
forzaré a  creer , que  sois  f omo  ;  aun-, 
que  si  he  de  decir  la  verdad  y  con 
la  tela'  que  se  gastó  en  ella  j^ddiaa 
Bij  ha- 


20  Almacén 

haberse  hecho  tres  mui  razonables^ 
Como  ya  Deseo  había  cenado  se  lie* 
gó  por  fin  a  irritar  tanto    con    las 
conversaciones   perdurables   que   la 
Encantadora  entablaba  sobre  su  na- 
riz,  que  montó  en  su  caballo  ,  i  se 
fue   de    alli.  Continuó  su   viage  ^    i 
por    donde   quiera   que  iba  notaba 
que  todos  tenian  que  hablar  de  su 
nariz  ,  i  él  los  tenia  a  todos  por  lo- 
cos ,  porque  estaba  tan  hecho  a  que 
se  alabase  su  nariz  de  perfecta ,  que 
jamás  llegó  a  persuadirse  que  era  lar- 
ga. La  Vieja  Encantadora  ,  que  de- 
seaba serle  utü  ,   se  anticipó  a  en- 
cerrar a  Querida  en  un  Palacio  de 
cristal,  el  qual  puso  en   el  camina 
por  donde  iba  el  Príncipe.  Este  trans- 
portado de   alegría    al  verla  quiso 
romperlo  ,  pero  le  fue  imposible  5  í 
queriendo  por   lo   menos    acercarse 
para  hablarla  ,  ella  por  su  parte  ar- 
■  .-.i  ii  a  ri- 


p  E  N  I  ñ  o  s.  m 

rimó  la  mano  al  cristal  :  él  deseó 
besársela  5  pero  fueron  inútiles  sus 
diligencias  ,  pues  de  qualquier  mo- 
do que  lo  intentaba  siempre  le  im- 
pedia la  nariz  el  que  acercase  la 
boca.  Conoció  entonces  por  la  pri- 
mera vez  su  demasiada  longitud  ,  i 
ladeándola  con  la  mano  acia  un  la- 
do ,  dixo:  Forzoso  es  conocer  que 
mi  nariz  es  mui  larga.  A  este  punto 
cayó  en  tierra  hecho  pedazos  el  Pa- 
lacio de  cristal  5  i  la  Vieja  (  que  se 
dexó  ver  trayendo  a  Galán  de  la 
mano)  dixo  al  Príncipe;  Confesad 
las  grandes  obligaciones  que  me  de- 
béis :  por  mas  que  yo  quisiese  dar- 
ps  a  entender  el  desmesurado  ta- 
maño de  vuestra  nariz  no  hubierais 
jamás  conocido  el  defecto  a  no  ha- 
iberos  servido  de  embarazo  para  lo 
que  apetecíais.  Es  constante  que  ef 
4nior  proptó  nos  oculta  las  defor- 

Biij  m* 


52  .Almacén 

midades  de  nuestra  alma  i  cuerpo ;  ¡^ 
par  mas  ^ que  ia  razan  procure  r  cor- 
rernos el  velo  I  no  '  pos    desengaña- 
ínos  hasta  el  momento  en  ^  que  este; 
mismo  amor  propio    las    encuentra^ 
conti-arias  a-  nuestros  intereses.  jDe- 
ff^í?í(  cuya;  nariz  se  había  reducido  a; 
ün  tamaño  regular  yse  aprovechó  de 
esta  lección  :  casó  con  jQuerida^  i  vir 
vio  feli^  con  ella  muchos 'años.'    ^  ''-^^ 
^  Est ejTam a.  Con  rázondccis  que  esc 
cuento  %smui  bonito^  pero  Señora 
Aya^  ¿  Es  posible' que  no  se  conoz- 
can los  defectos'  propios  ?  Yo  he'  es- 
tado siempre  creida  que  no  soi  her- 
niosa ,  i  si  me  dixeranvlo  contrario  , 
pensaría  que  'se  burlaban  de  mi.     ^     . 
■Aya.'  Vuestro-  amor    propio    os 
ha  dicho  que   no  sois   bella  5  ¿pe- 
ro yo  apostaré  que  no  creéis  que  §oÍ3 
fea?  -^       >'-v^^  •  -    -^  t    •  í.-    üK  :^v^ 

Estefanía.  Quando   me    miro  aí 

■    ,-    ■  ,  ..-■---    -  ^     '  ■-  es- 


DE     Nli50S.  'i23 

espejo  veo  que  soi  fea  5  pero  ha- 
biéndome dicho  repetidas  veces ,  que 
soi  de  las  feas  que  agradan  ,  estoi 
persuadida  que  soi  a  un  tiempo  fea  i 
agradable. 

JyalDQ  ese  modo  ,  querida  mia^ 
si  algún  loco  lisongero  os  dixese, 
que  sois  bonita  V  creriais  de  luego 
a  luego  que  se  burlaba  de  vos  ,  pe- 
ro si  él  repitiera  lo  mismo  muchas 
veces  ,>endriais  por  fin  a  creerlo.  El 
olvidar  los  defectos  es  cosa  mui  facil^" 
a  menos  que  tengamos  una  amiga  fiel, 
que  nos  los  advierta.  Repitamos  ahor 
ra  nuestras  historias.  Comenzad  vos, 
Stñov'd  Melchora. 

Me  ¿chora.  Jacob  SimsihsL  mas  a  Jo^ 
seph  que  a  los  otros  hijos  ,  no  solo 
porque  era  mas  honrado  que  ellos, 
sino  porque  era  hijo  de  su  amada 
Rachel\  ^cw  sus  hermanos  le  abor** 
ietiari  por  varios  motivos¿^  Un  dia' 
B  iv       *       con- 


sif  Almacén 

contó  éí  a  su  Padre  una  mala  ac-^ 
cioíi  que   sus  hermanos  habían  he^ 
cho  5  i    esto   indispuso  su    espiritu. 
En  otra  ocasión  íes  dixo  Joseph  :  So*- 
né  que  estábamos  en  un  campo  ha- 
ciendo manojos  de   espigas  ,  i  que 
todos  los  vuestros  se  Humillaban  de. 
lante  del  mió.  Soñé  otra  vez ,  que 
el  Sol ,   la  Luna  ,  i  once  Estrellas 
se  abatian  a  mi   presencia.  Aunque 
Jacob  comciai  que  Dios  enviaba  es-í 
tos  sueños  a  Josepb ,  le  riñó  sin  em- 
bargo porqué  los  revelaba,  i  le  di- 
xo :  ¿Crees  tu  que  tu  Madre  ,  yo  ,  í 
tus  hermanos  seremos  siervos  tuyos  ? 
Los  demás  hijos  de  J^^^^  estaban  He- 
nos de  enojo   contra  Joseph'^  i    un 
dia  que  ellos  se  hallaban  bien  distan-- 
tes^con    sus    ganados    envió   jaco¿^ 
a  Joseph  a  saber  de  su  salud,  i  vién- 
dolo venir  ,  dixeron:  Ved  aqui  nues- 
tro Soñador ,  matémosle.  Ruhh,  qtref 

no 


no  era  tan   malo  como  los  demás, 
replicó:  No  le  matemos  ,  sino  ar- 
rojémosle en  una  Cisterna  ;  i  esto  lo 
dixo  con  intención  de    volver  a  la 
noche  a  sacarlo.  Hicieronlo  asi  5  i 
habiéndose  después  dividido  lo$  hi- 
jos de  Jacob ,  algunos  de  ellos  vien- 
do venir  unos  Mercaderes  que  pasa- 
ban a  Egipto  5  sacaron  a  Jaseph  de 
la  Cisterna,  I  Ip  vendieron  a   estos 
Mercaderes  por  ^scÍ^vo.  Rubén  ^  que 
ignoraba  esto,  vino   a   la   noche  a 
sacarlo  de  alli ,  i  fue  tanto  el   sen- 
timiento que  tuvo,  de  hallarse  sin  él, 
que  no  pudo  contener  el  llanto.  Sus 
hermanos  llenaron  de  sangre  la  ro- 
pa de  Joseph  ,  i  la  enviaron  a  Jficob^ 
haciéndole  creer  que  una  fif  ra  lo^  ha- 
bía devorado ,  i  esto  le  ocasionó  un 
excesivo  pesar, 

Carlota.  Aya  mia ,  ¿debemos  creer 
á los  sueños? 


«f  A  1  M  A  CE  U 

^y^.  No  ,  querida   mia  :  esta  es? 
la  mayor  necedad  del  mundo:  Ver-? 
dad  es  que  Dios  se  ha  servido  al- 
^P"^?  Yfcés  de  los'  sueños  parama- 
nifestar  ?q  ypluntad  a'  sus  siervos  ■; 
pero  no  somos  tan  buenas  que  po^ 
damos  esperar    semejantes    favores! 
Por  otra  parte  eso  sucede  rara  vez, 
t  soJQ  eii  asuntos  de  la  mayor  con- 
seqi^encía.         '  '     '  •  '•'  '     r    •    ■•  ■  *- ; 
"Me/chora.  Señora  Aya  ,  yo  cq-^ 
nozco  cierta  Señora  ,  que   declara 
I0.5  sueños  de  todos.    Derrama  uní 
porción  de  café  sobre  una  mesa  ,  i 
después  de  haber  hecho  una  explica-- 
cion  de  este  café  derramado,  dice  a 
sus  amigas  todo  lo  que  las  ha  de  su- 
ceder. Esta  es  la  Señora  :: :   ' 

Aya.  No  es  necesario  ,  querida 
mía,  nombrar  las  personas  de  quie- 
nes se  refieren  cosas  que  no  son  bue-  , 
ñas.  Esa  Señora  es  una  necia,  i  por 

lo 


DE  Ni Ñ  os.  27 

0  mismo  conviene  que  callemos  su^ 
lómbre.^  Conservad  esto  en  vues- 
:ra  memoria  ^  niñas  mias":  solo  Dios, 

1  no  •  otro  '  algbnó  sabe  lo  que '  está 
por 'suceder  :  luego  será  bien  ne- 
:ia  la  ^que  crea-,  que  se 'puede 
precisar  a  Dios  a  que  lo  revela  to-- 
das  las^  veces  que  ¿e  derraiiíe'  una 
taza  de  café.  Las  personas  de  jui-- 
cio  deben'  burlarse  de  semejantes  su-^ 
persticiónes,  '^ '-''    '    "'■'''  '  '^^  •'"''^' 

y ^ Estonia,  Señora  Aya  :  ¿sucede 
isin  eiiibargo  alguna  vez  lo  que  se  re- 
fiere 4¿Jqs  sueños  ?    '       '''   .   •  ^  ^ 
Aya.  Una  vez  entre  mil  por  ca^- 
sualidad  ; '  i    por  lo'  mismo  es  una 
locura  alegrarse  ni  entrisltecerse  por 
causa  de  un  sueño.  Vanibs  ,  Señora 
Carlota^  ,  ^  continuad    la  historia  de 
Joséphl  '      '       '  '    ■    -^    •■■■-     '-  ■■ 
,    Carlota.  Los  Mercaderes  que  com-^ 
praron  a  Joseph  lo   vendieron  a  un 
"      .       .  gran 


*8  AlMACEN  i 

gran  Señor  de  Egipto,  que  se  11a-- 
maba  Vutifar.  Viéndose  esclavó  re- 
solvió servir  fielmente    a  su  Amo 
i  por  este  medio  ganó  la  gracia  de 
este  Señor.   La    muger  de  íutifm 
era  perversa  ,  i  quiso  obligar  a  7o-' 
seph  a  que  hiciese  traición  a  su  ma- 
rido  ,  pero  Jeseph  no  quiso  jamás 
executar  esta  v\\  acción.  Ella  vién- 
dose ultrajada  de  su  resistencia    di- 
xo  a  su  marido,  que  '¡oseph  era  un 
perverso,  que  intentaba  hacerle  trai- 
cjon  ^  1  I>utifar  ignorando    que  su 
muger  era   una  calumniadora    hizo 
meter  en  la  cárcel  a  Jsssph. ,  don- 
de permaneció  largo  tiempo  5  peroi 
el  Alcaide  de  ella  movido  de  su  vir- 
tud le  franqueó  enteramente  su  amis- 
tad. Hallábanse  en  la  misma  prisión 
dos  Oficiales  del  Rei  de  Egipto, ,  lla- 
mado Fharaon :  el  uno  era  Copero' 
.  suyo:  esto  es  ,  eí  que  le  servia  lá 

be- 

i 


jfebida  ,  i  el  otro  su  Panadero  :  quie- 
ro decir  ,  el  que  le  amasaba  el  pan; 
El  Copero  dixo  a  Joseph  :  Yo  he  so- 
fiado  que  tenia  unas  hermosas  ubas, 
i  que  habiendo  exprimido  el  jugo 
de  ellas  en  un  vaso  bebía  el  Rei  el 
ugo  de  estas  ubas.  Ese  Sueño  quie- 
fe  decir  ^  dixo  Joseph ,  que  el  Rei 
os  perdonará ,  i  os  volverá  el  car- 
^o  que  teníais.  Quando  volváis  a 
la  Corte  ,  os  ruego  intercedáis  con 
1  Rei  para  que  me  haga  soltar  de 
sta  prisión  donde  estoi  sin  culpa, 
íl  Panadero  dixo  también  a  Joseph': 
3oñé  que  llevaba  sobre  mi  cabeza 
ana  cesta  llena  de  tortas  ,  i  que  los 
pájaros  venían  a  comerlas.  Respon-r- 
iióle  Joseph  :  Ese  sueño  significa, 
tjue  moriréis  ahorcado  ,  i  que  los 
pájaros  comerán  vuestro  cuerpo.  Su- 
cedieron estas  cosas  del  mismo  mo-r 
do  que  Joseph  las  habia  predicho; 

pe- 


¿o  Almacén 

pero  quando  el  Copero  volvió  a  1 
Corte  se  olvidó  de  su  amigo  Josepi. 
que  quedaba  en  la  cárcel. 
^^i'^i^Ya  veis  5  Señoras  rr.ias  5  qu 
estos  sueños  i  ;  los  otros  de  que  an 
tes  tratamos  los  envío ,  el  Señor 
joseph  para  que  por  eílos  fuese  co 
nocida  su  inocencia ,  siendo  este  ui 
milagro  que  Dios  obraba  para  re 
compensarle  i  hacerle  feliz. ,  Lueg 
no  debemos  persuadirnos  qué  el  Se 
¿or  haga  estos  milagros  sin  necesi- 
dad ,  ni  que  sin  ella  quiera  descubrí 
a  los  hombres  lo  venidero^  i  asi  repii 
to ,_  que  es  una  locura  grande  quere 
interpf etaf  los  sueños ,  y  las  que  tie-; 
nen  juicio  se  Büflárí  de  quanto  acercí 
de  esto  se  les  dícéé  .   > 

,  Serafina,  J^2im\z  ^  yo  me  irrite 
contra  el  Copero  ,  que  olvidó  al  po< 
tre  Joseph  útnáo  su  amigo. 

A^^a.  Las  gentes  de  Cortes  se  mué 

vert 


DE  Ni  ños.  gi 

ven  poco  de  lá  amistad  ,  mi  querida: 
ellos  piensan  solo  en  el  modo  de 
agradar  al  Rei  para  hacer  su  fortu- 
na ^  i  aütíque  algunas  veces  os  digan 
que  son  amigos  vuestros  ^  i  que  de- 
sean serviros ,  se  olvidarán  de  vos 
en  el  mismo  punto  qué  ¿s  separéis 
de  su  presencia.  Por  ésto  pues  no 
debemos  creer  sus  promesas  mien- 
tras no  estemos  asegurados  de  qué 
son  virtuosos  5  i  es  dichoso  el  que  no 
necesita  de  ellos/      _       ,      ^  . 

Este/ama,  Pues  qué  ,  ¿todas  esas 
Señoras  que  van  a  la  Corte  son  en- 
gañosas? 

^■'  Aya.  ISIo  ^  quevidsL  mía:  no  to-^ 
dos  los  que  van  a  la  Corte  son  gen-^ 
tes  de  Corte.  Por  gentes  de  Corte 
se  entienden  aquellos  que  tienen  la 
amistad  del  Príncipe ,  i  que  queriendo 
hacer  en  virtud  de  ella  su  fortuna,  tie- 
nen celos  de  quantos  se  acercan  a  su 
Amo,  Es" 


Estefanía.  Si  yo  fuese  amada  d^ 
la  Princesa ,  o  de  la  Reinarme  pare- 
Ce  que  aunque  otra  lo  fuese  igual- 
mente no  seria  esto  causa  para  que 
yo  obrase  mal ,  antes  gustaria  infini- 
to de  servir  a  todos. 

Aya,  Vos  lo  pensáis  asi  ^  pero  de- 
béis saber  que  la  amistad  delosPrín- 
cipes  cambia  el  corazón  ,  i  que  para 
cons^ervar  un  buen  corazón  en  la 
Corte  es  necesario  ser  quatro  veces 
mas  virtuosa  :  pero  volvamos  a  nues- 
tra historia.  Notad,  Señoras  mías, 
que  ^oseph  obedeció  fielmente  a  su 
Amo ,  i  lo  propio  al  Alcaide  de  la 
cárcel,  no  obstante  que. ^1  no  había 
nacido  para  ser  esclavo;  por  cuya 
conducta  adquirió  su  amistad. 
.  ikf^n/:^.  Señora  Aya,  ^J osepb  pcr^f 
maneció  siempre  en  la  cárcel  ? 

Aya.  No,  querida  mía.  La  Señora 
Me  le  hora  va  a  proseguir  su  historíaé 


?  Melchor  a.  Soñó  Pharaon  un  dia, 
que  veía  siete  hermosas  Vacas ,  cu- 
ya gordura  causaba  contento  al  mi- 
rarlas ^  i  que  al  mismo  tiempo  veía 
otras  siete  Vacas  tan  flacas ,  que  so- 
lo tenian  el  pellejo  i  los  huesos, 
las  quales  comieron  a  las  siete  gor- 
dal Habiendo  dispertado  el  Rei  hi^ 
zo  buscar  los  hombres  mas  sabios 
de  Egipto  para  que  interpretasen  es- 
te sueño  :  pero  como  Dios  no  les  ha- 
bla revelado  a  ellos  su  significación, 
Ao  pudieron  hacerlo.  Acordóse  en- 
tonces el  Copero  de  Joseph  ,  i  noti- 
ció al  Rei ,  que  él  habia  explicado 
su  Sueño  i  el  del  Panadero.  Hicie*» 
ronlo  venir  ,  i  dixo  al  Rei :  Señor, 
las  siete  Vacas  gordas  significan  que 
vendrán  siete  años  ,  en  los  quales 
se  cogerá  mucho  trigo  ^  pero  tras 
de  estos  vendrán  otros  siete  en  que 
no  se  cogerá  ,  i  estos  serán  las  sie- 
Tom.  IL  C  te 


%4  Almacén  Í 

^  i 

íe  Vacas  flacas  ,  que  se  comerán  las  : 
gordas.  Dixo  el  Rei  á  Joseph  :  Tu,  ' 
que  has  conocido  el  mal  es  nece-  ; 
sario  que  des  el  remedio  ;  yo  te  doi 
facultades  para  que  hagas  en  mi  Rei- 
íio  todo  quanto  quieras.   Hizo  pues 
joseph  construir  unas  grandes  casas^ 
i  quando  todo   el  mundo  tuvo  he^ 
cha  su  provisión   de  trigo  compró 
él  todo  lo   restante  ,    i  lo  encerró 
en  las  casas  que  habia  fabricado.  Al 
fin  de  los  siete  años  estas  casas  es- 
taban llenas  de  trigo  :  ignoraban  to^ 
dos  el  motivo  que  para  hacer  esto  te- 
nia Joseph ,  pero  no  tardaron  mucho 
en  conocerle^  pues  fenecidos  los  siete 
años  el  trigo  que  se  habia  sembra-  , 
do  no  nació  ,  i  los  Egipcios  se  vie- 
ron precisados  a  ir  a  comprar  el  tri- 
go del  Rei ,  que  estaba  bajo  la   di-^ 
reccion  de  Joseph.  Pharaon  habiendo 
comprendido    los   grandes   talentos 

de 


dcjoseph  5  le  hizo  el  mayor  Señor 
de  su  Reino. 

María.  ¡Ah  qué  contenta  estoi  de 
ver  al  pobre  Josepb  fuera  de  la  cár- 
cel !  Señora  Aya  ,  ruegoos  que  me 
digáis  :  ¿Envió  a  decir  a  su  Padre, 
que  vivia  aún? 

^  Aya.  Esto  lo  veremos  en  la  pri- 
líiera  ocasión  :  ahora  solo  tenemos 
tiempo  para  repetir  nuestra  Geogra- 
fia.  Vosotras  os  acordaréis  bien  que 
encontramos  cinco  grandes  partes  al 
Nord  de  la  Europa  ,  i  que  hai  qua- 
tro  al  Mediodía  :  explicádselas  a  es- 
tas Damas ,  Señora  Serafina. 

Serafina.  Al  Oí/e^í  se  encuentra  la 
Francia  ,  cuya  Capital  es  Varis.  Al 
'Est  de  la  Francia  se  ve  la  Alemania.^ 
'cuya  Capital  es  Víena.  Al  Nordest  de 
la  Alemania  está  la  Polonia  ,  su  Capi- 
tal Cracowía.  Al  Sud  de  la  Polonia  se 
halla  la  Ungria^ác  que  Buda  es  Capi- 
tal. C  ij  Aya. 


^€  Al  m  a  c  e  n? 

Ayaj  Ademas  de  estas  quatro  pafj. 
tes  principales  de  la  Europa  ^  tn  él 
medio  se  encuentran  otros  tres  Pai^ 
ses  al  rededor  de  Francia.  El  Paí^ 
Bajo  al  i\r¿?r¿/  :  la  Suisa  al  E^í :  i  la 
Saboya  también  al  Est  ^  pero  mas  al 
lado  del  Sud  que  la  Suisa.  =3up 

•     Estefanía.    ¿Quales  son  propia- 
mente los  Países  Bajos  ?  o  ■  .    i  r 

-4y¿3!.  Esta  extensión  de  País-f  que 
está  entre  la  mar  del  Nord  ,  laFra/7- 
i^i¿? ,  i  la  Alemania ,  llamada  asi  por 
€star  situada  acia  la  mar  ,  i  por  ser 
el  terreno  llano  en  la  mayor  parte 
de  los  Paises  ,  i  en  otras  poco  ele-^ 
vado.  Se  les  distingue  en  País  Ba^ 
jo  Setentrionala,  los  Protestantes^  i 
en  País  Bajo  Meridional  sl  los  Cathá-* 
lieos.  A  los  Paises  Bajos  Setentriona^' 
les  ,  o  Protestantes  se  les  han  dado 
dos  nombres  :  el  de  Provincias  Uni-^ 
das  ,  porque  se  unieron  de  concier-i 

.  tó 


to  para  negar  la  obediencia  al  Reí 
de  España  su  dueño  5  i  el  de  Holan^ 
da  de  la  principal  de  estas  siete 
Provincias  ;  cuya  Capital  es  la  Ciu- 
dad de  ^;«^í^r^^;^. 
í^i  Carlota.  ¿Es  cierto  que  estas  Pro- 
vincias no  tienen  Rei?  ! 
Aya,  Sí  ,  querida  mia.  Esta  es 
una  República  :  esto  es ,  un  Estado 
gobernado  por  muchas  personas^por- 
que  quando  en  un  Estado  hai  una 
sola  persona  que  le  gobierna  ,  en 
este  caso  este  Estado  se  llama  Mo^ 
narquía. 

'^Estefanía.  ¿No  se  les  da  otro  nom- 
bre a  los  Países  Bajos  Cathólicos'i 
-  Aya.  Sí,  querida  mia.  Llámanse 
también  La  Flandes  ,  del  nombre  dé 
una  de  sus  principales  Provincias. 
£ste  País  pertenece  actualmente  a 
tres  Soberanos  :  al  Rei  de  Francia^ 
a  la  Reina  de  Ungria^,  i  a  los  Esta^ 
"^'^  Ciij  dos 


gS  Alma  ce  it 

dos  Generales.  La  parte  correspon^'J 
diente  al  Rei  de  Francia  se  llama  Lcb 
Flandes  Francesa  ,  cuya  Capital  es 
Lilla.  La  respectiva  a  la  Reina  de 
Ungria  se  nombra  La  Flandes  Aus- 
triaca  ,  i  su  Capital  es  Bruselas :  i  la 
perteneciente  a  los  Estados  Generales 
se  llama  La  Flandes  Holandesa.  Es- 
to lo  veis  todo  distintamente  demos- 
trado en  el  segundo  Mapa  de  Flan-^ 
des  de  Athlas  metódico. 

Marta.  ¿Y  qual  es  la  Capital  de 
Saboya%  > 

Aya.  Chamberí.  Este  es  un  País 
lleno  de  montañas  ,  cuyas  cumbres 
están  siempre  llenas  de  nieve  ,  i  sus 
valles  continuamente  ciados  :  perte- 
nece a  un  Príncipe  llamado  Rei  de 
Cerdeña.  La  Capital  de  la  Suisa  es 
Berne.  Este  Pais  es  el  mas  alto  de 
"Europa  ,  i  es  un  Estado  de  los  mas 
libres  del  mundo.   Se  compone   de 

tre- 


DE  Ni55osv  39, 

trece  Cantones  o  Provincias  ,  i  de 
algunas  otras  Provincias  aliadas  e  in- 
dependientes las  unas  de  las  otras, 
i  forman  entre  todas  una  poderosa 
República.  A  Dios  Señoras  ,  apren- 
ded bien  vuestras  lecciones  en  tan- 
to que  yo  me  dedico  a  buscaros 
un  cuento  para  la  primera  vez. 

DIALOGO  XI. 

Novena  Jornada. 

Estefanía.  O  Eñora  Aya  ,  yo  ten- 
j^  go  una  bonita  his- 
toria que  contar  a  estas  Señoras, 
que  por  lo  menos  no  es  cuento, 
la  qual  acaban  de  escribirsela  a  mi 
Madre  en  una  Carta  que  recibió 
ayer  ,  i  ha  sucedido  en  París  a  una 
Señora  que  Madre  conoce. 

C  iv  Aya. 


40  A  L  M  A  C  E  ir 

Aya.  Estas  Señoras  i  yo  la  oíré-^  ^ 
mos  con  gusto.  i   ínjo  ?,r>0rj^ ' 

.   Estefanía.  Quando  Madre  estu-*  ; 
vo  en  París  conoció  a  una  Señora^  ' 
que  tenia  una   hija  llamada  Mada- 
ma Julia.  Esta  Doncella  es  la'  me-^ 
jor  del  mundo  ,  pues  jamas  ha  he-^ 
cho  daño  a  nadie  ,  ni  aun  a  los  a*¿  ; 
nimales  ,  pues  siente  ver  matar  una 
mosca.  Vio  que  unos  muchachos  iban 
un  dia  a  echar   al    rio  un    perro, 
que  llevaban  atado  con  i^na  sogáj 
i  aunque  este  perro  era  mui  feo  ,  i 
estaba    todo  cubierto  de  lodo  ,  sin 
embargo  Julia  tuvo   piedad  de   él, 
i  dio  un  scheling  a  los  muchachos 
porque    le    diesen   el    perro.    Pre-*' 
guntóla     entonces     su     Camarera: 
¿Para   qué   queréis    ese   perro?   él  i 
es  despreciable.  Asi  es  ,   dixo  Ju--  j 
lia  ,  pero  también  es  desdichado  ,  i  ! 
si  yo  le  abandono  nadie  tendrá  pie- 
dad 


dad  dé  éí.  Hizolo  lavar ,  i  metién- 
dole en  su  coche  lo  llevó  a  su  ca- 
sa. Dábanla   todos    brega  sobre  el 
perro  ,  pero  esto  no  fue  obstáculo 
para  que  ^F^//^  haya  conservado  mas 
ha  de  tres  años  a  este  pobre  animal. 
Habrá  ocho  dias  que  estando  ella  en 
su  cama  ya  medio  dormida  saltó  a 
ella  el  perro  ,  i  a  toda  priesa  la  ti- 
raba de  la  manga  ,  ladrando  al  mis- 
mo tiempo  tan  fuertemente  ,  que  la 
obligó  a  dispertar.  Tenia  en  su  quar- 
to  una  lamparilla  ,  a  cuya  luz  pudo 
observar  que  su  perro  quando  ladra- 
ba miraba  acia  debajo  de  la  cama. 
Julia  llena  de  miedo  se  levantó  al 
punto  5  i  abriendo  la  puerta  dio  vo- 
ces a  los  criados  ,  que  por  fortuna 
no  estaban  aún  dormidos.  Acudie- 
ron pues  5  i  encontraron  debajo  de 
la  cama  un  ladrón  can  un   puñal, 
el   qual  confesó   que   su  intención 

era 


i 

42  Almacén 

era  matar  a  esta  Dama  durante  la 
noche  ,  i  quitarla  sus  diamantes.  De 
este  modo  su  pobre  perro  la  salvó 
la  vida. 

Aya.  Con  razón  decis  ,  querida 
nwa  ,  que  vuestra   historia  es  muí 
bonita.  No  es  dudable  que  la  pie^ 
dad  aun  con  los  brutos  es  señal  de 
un  corazón  benigno  i  generoso  j  i 
para  mi  es  mui  loable  la  reflexión 
de  vuestra  Madama  Julia  :  Este  per, 
ro  no  es  hermoso  ,  pero  es  desdi- 
chado. Todo  el  que  es  infeliz  se  ha- 
ce respetable  a  una  persona  compa- 
siva j  i  por  lo  mismo  las  gentes  de 
honor  tratan  con  dulzura  a  sus  cria- 
dos i  operarios. 

María.  ¿Esas  gentes  son  todas  in- 
felices? 

Aya.  Poneos  vos  en  su  lugar ,  mi 
buena  amiga.  Vuestra  Aya  (  por  e- 
xemplo)  tenia  en  otro  tiempo  cria- 
dos 


PE  Ni$ío».  43 

dos  a  quien  mandar  ,  i  era  de  ellos 
obedecida  ,  pero  su  actual  pobreza 
la  tiene  hoi  precisada  a  servir  a  otros; 
i  esto  ya  veis  que  ha  de  producir- 
la sentimiento.  Los  otros  demesti- 
cos  que  jamas  han  sido  ricos  no  son 
desdichados  si  tienen  buenos  Amos; 
pero  si  estos  les  riñen  sin  causa ,  los 
desprecian  ,  i  los  hablan  con  aspe- 
reza ,   en  este  caso  dicen  interior- 
mente :  Mi  pobreza  me  hace  infe- 
liz ,  pues  por  ella  me  veo  precisa- 
I  do  a  servirá  unas  gentes  perversas, 
'  que  sobre  maltratarme  me    hablan 
'  como  si  fuese  un  esclavo  ,  no  obs- 
tante ser  ellos  criaturas  de  mi  mis- 
ma especie.  Los  mejores  Amos  tie- 
nen caprichos  a  veces  ,  que  hacen 
a  sus   domésticos  desdichados  :    es 
necesario  pues  tener  de  ellos  piedad, 
porque  por  esta  causa  tienen  harto 
que  tolerar  estas  pobres  gentes ,  que- 


44  AxAf^CEN 

tro  Mozo  de   silJa  se  ven  por  esas 
ca^es  expuestos  al  agua  ,  al  viem" 

bienfhr-^""  '^"'^  que  vos  estáis 
bien  abrigada  en  vuestro  coche  ,  o 

en  vuestra  silla.  Tienen  ademas  otr'os 
n»Imotivosdepesar,  i  sería  cruel, 
dad  el  aumentárselos.  Lo  propio  di- 
go de   todos  aquellos  que   se   ven 
preasados  a  trabajar  para  sustentar,  i 
se      es  necesario  cuidar  mucho  de 
no  hacerles  mas  infelices  de  lo  que 
elosson   Porexemplo:Sivosen! 
Víais  a  llamar  a  un  pobre  oficial ,  i  I 
después   de  haber  venido  le  hacéis 
esperar  dos  horas  ,  o  le  hacefs  de- 
cir que  se  vaya ,  i  vuelva  en  otra  oca, 
sion  ,  porque  entonces  no  tenéis  o- 

portunidad  de  hablarle:  ¿no  cono, 
ceis  que  mientras  va  i  viene  no  tra^ 
^aja  :  que  le  hacéis  perder  inutil- 
nientí  el  tiempo  :  que  k   precisa- 


reis 


i>E    Ni  líos.  45 

reís  a  trabajar  de  noche  para  con- 
cluir su  obra  ,  sin  loqual  no  tendrá 
que  comer  ?l  ¿No  es  pues  excesiva 
crueldad  hacer  todas  estas  cosas? 

Estefanía  Lo  cierto  es  que  en  na- 
da de  eso  st  piensa ,  Aya  mia.  Yo 
hago  ir  i  venir  tres  o  quatro  ve- 
ces a  mi.Zapatero  i  a  mi  Sastre  an- 
tes de  tomar  la  incomodidad  de  pro- 
barme la  cotilla  o  los  zapatos  :  i 
me  costará  casi  siempre  lágrimas  el 
acordarme  de  esto  en  lo  succesivoj 
pero  por  lo  que  hace  a  los  domés- 
ticos 5  Señora  Aya  ,  son  ellos  tan  im-^ 
pertinentes  5  que  con  dificultad  mue- 
ven a  compasión. 

\.Aya.  QxxtTiádL  mia  ,  los  malos 
^mos  son  regularmente  los  que  ha- 
cen a  los  criados  malos  :  como  vo§ 
no  los  amáis ,  ellos  tampoco  os  a- 
¡tnan  a  vos  :  os  sirven  por  la  necesi- 
pad  que  tienen  de  vuestro  dinero^ 
;  pe- 


4$  .Almacén  ^ 

pero  al  mismo  tiempo  maldicen  str 
pobreza  porque  los  obliga  a  servin 
Yo  no  olvidaré  jamas  16  que  la  Se^ 
ñora  B...  aconsejaba  a  una  niña  mui 
amable  que  perdió  ,  i  que  hubiera  i 
podido  en  adelante  servir  de  mo^ 
délo  a :  todas  las  Señoras : ."  Si  que^ 
3,  reis  estar  bien  servida  ,  querida 
3j  mia  ,  obrad  de  suerte  que  vuestros 
5,  domésticos  os  sirvan  con  gusto  ,  i 
^y  no  por  interés  :  que  no  piensen  en 
^5  el  salario  que  les  dais,  sino  en  la 
,5  complacencia  que  hallarán  en  ser* 
„viros.  Vituperad  como  un  crimen 
^5  una  palabra;  dura  ,  porque  lo  se- 
55  rá  respecto  de  ellos  :  que  conozcan  i 
^5  en  vuestro  semblante,  i  por  vuestras  j 
^5  palabras ,  que  les  vivís  agradecida: 
35  de  que  cumplen  con  su  obligación: 
„  que  os  interesáis  en  sus  adelanta- 
35  miémoslos  compadecéis  en  sus  en- 
,5  fermedades  i  en  sus  aflicciones.  Sí 

„si- 


DE  Niños.  ^7. 

j^  siguiereis  mis  consejas  vuestros  do-e 
5  mésticos  os  mirarán  como  a  una 
5  madre  ,  os  tendrán  respeto ,  i  quer-^ 
5  rán  mas  bien   ganar   quatro  gui-i 
,  neas  en  vuestra  casa  que  ocho  en 
,  otra."  Ved  aqui ,  niñas  mías  ,  lo 
-que  esta  respetable  Señora  aconseja- 
ba a  su  hija  5  i  esta  Doncella  habia 
practicado  de  tal  modo  las  leccio- 
'nes  de  su  Madre  ,  que  era  adorada 
de  toda  la  casa.  Acostumbraba  de- 
cirles :  Os  suplico  que  hagáis  esto 
u  aquello  :  les  daba  gracias  por  los 
mas  pequeños  servicios  que  le  ha- 
cian  con  un  semblante  dulce  i  agrada-r 
ble  5  i  quando  se  veía  precisada  a  re* 
prenderlos  lo  executaba  sin  reñir ,  de 
suerte  que  ellos  temian  desagradar- 
la 5  i  quando  murió  lo  sintieron  del 
mismo  modo  que  si  cada  uno  hu- 
biese perdido  un  hijo  suyo, 
í    Estefanía.  Júioxdi   bjen  ,    Sejaora 

Aya: 


4?  AXMÁCHN 

Aya  :  yo  quiero  parecerme  a  esta 
Señora ,  i  s^  buena  respecto  de  mis 
criados  a  pesar  de  mi  Aya  ^  que  me 
riñe  quando  les  hablo, 
■  Aya.  Tiene  razón  en  eso  ,  que-? 
rida  mia.  Es  justo  ser  buena  con 
los  domésticos  ,  pero  no  es  necesa-? 
rio  femiliarizarse  con  ellos  ,  porque 
esto  será  motivo,  para  que  os  pier- 
dan el  respeto.    >  ,1  ;, 

Carlota.  ¿Y  qué  es  familiarizarse: 
con  los  domésticos  ? 

Aya.  Hablarlos  sin  necesidad,  reír, 
retozar  con  ellos ,  preguntarles  no- 
vedades 5  i  contarles  lo  que  se  ha 
hecho.  r 

Melchora.  Señora  Aya:  quanto  ha- 
béis dicho  hace  Madre  con  su  Ca- 
marera ,  la  cuenta  todo  lo  que  se  ha 
hecho  ,  i  ella  la  riñe  a  veces  como 
s¡  Madre  fuera  una  niña  chiquita. 

Aya.  En  prioier  lugar  ,  querida 


mía, 


i>E   Ni  ^  os\  44 

ihía  ,  no  es  necesario  que  refiráis  lo 
que  hace  vuestra  Madre,  mayormen- 
te quando  vos  creéis  que  lo  que 
ha  executado  no  es  bueno.  En  se- 
gundo lugar  vuestra  Madre  tiene  ra- 
zón para  hacer  lo  que  hace.  Ha  vein- 
te años  que  tiene  esa  Camarera  :  sa- 
be que  ella  sobre  amarla  mas  que  a 
quanto  hai  en  el  mundo  resiste  el 
ir  a  servir  a  otras  Señoras  ,  no  obs- 
tante qué  la  ofrecen  mayores  utili- 
dades: que  quando  está  vuestra  Ma- 
dre enferma  se  queda  muchas  no- 
ches sin  dormir  esta  pobre  muger 
por  hacerla  la  guardia  5  i  por  otra 
parte  conoce  que  siempre  le  ha  da- 
do buenos  consejos  sin  lisongearla 
jamas.  Quien  logra  la  felicidad  de 
tener  un  doméstico  de  esta  clase  de- 
be mirarlo  como  a  un  amigo,  i  desi- 
mularle  la  libertad  que  se  toma  de 
reprendernos  uí  qual  vez-  ,  porque 
Tom.  IL  D  se 


fQ  D  E    .N  I  Ñ  O  S,    , 

se  <?ofloce,  qii^,^s  efecto  de  cariño^ 
i  que  lo  hace  por  nuestro  bien :  pe^, 
ro  seinejantes  criados  son  raros  ,  i 
por  lo  mismo  no  se  puede  decir  ea 
general,  que, es  malo  familiarizarse 
con  ellos.  Mas  los  domésticas  me 
han  hecho  olvidar  de  una  bonita 
historia  ,  que  gueí-ia  deciros  :  La  Sc-^ 
ñQva,  Serafina  os  la  contará  jy,  pties  la 
leímos  ambas  anoche.  -vr:  -.  r. 

Serafina^  Perdióse  up[  caminante 
en  un  bosque  cerca  de  noche  ,  i 
habiendo  visto  una  caberna  se  en- 
tró a  esperar  el  dia  siguiente  :  un 
momento, después  yió  venir  acia  la 
misma  caberna  un  León  ,  i  se  llenó 
de  temor  creyendo  que  lo  devoraría. 
Este  León  andaba  en  tres  pies  ,  te- 
niendo el  otro  levantado.  Acercóse 
al  .viagero  mostrándole  una  espina 
que  en  él  tenia  clavada  ,  i  habién- 
dosela sacado  el  hombre  hizo  jiras 


D  E     N  I  fí  o  S,  5*1 

su  pañuelo  ,  envolviendo  con  ellas 
el  pie  del  León  ,  i  este  en  agrade- 
cimiento le  acariciaba  como  si  fue- 
se un  perro  ,  sin  hacerle  daño  al- 
guno. Continuó  su  viage  el  caminan- 
te la  mañana  siguiente  ^  i  por  ha- 
ber cometido  un  crimen  algunos 
años  después  fue  condenado  a  ser 
hecho  pedazos  por  las  fieras.  Pusié- 
ronlo a  este  fin  en  un  sitio  llamado 
Arena  ^  i  soltaron  contra  él  un  fu- 
rioso León  ,  que  corriendo  al  punto 
para  devorarle ,  se  detuvo  a  mirar  a 
este  hombre  luego  que  estuvo  jun- 
to a  él.  Habiéndolo  conocido  por 
el  mismo  que  le  sacó  la  espina,  se 
llegó  a  él  meneando  la  cabeza  i  la 
cola  ,  dándole  a  entender  con  esto  el 
placer  que  tenia  en  haber  vuelto  a 
verle.  El  Emperador  sorprendido  del 
caso  hizo  venir  ante  sí  al  hombre, 
i  le  preguntó  si  conocía  a  aquel 
D  ij  León; 


51  AX  MACEN 

León :  el  reo  le  contó  su  historia  ,  i  I 
el  Emperador  le  concedió  la  vida.  1 
Carlota.Pucs  que  ,  ¿veian  los  Em-,  | 
peradores  morir  a  los  criminales?  esO:  i 
me  parece  que  era  crueldad. 

Aya.  Si  ^  querida  mia:  pero  lo  quei 
hai  en  eso  de  mas  abominable  es  ,. 
que  las  Señoras,  i  todas  las  gente* 
de  calidad  concurrían  a  ver  estos  es- 
pantosos expectáculos  con  el  mismo 
empeño  que  si  fuesen  a  la  ópera  o 
a  la  comedia  5  i  le  servia  también  de 
diversión  el    ver   combatir    a   unos 
hombres  nombrados  Gladiatores ,  los 
quales  se  destrozaban  por  el  interés, 
María.  Aj/a  mia  ,  yo  os  confie- 
so que    estoi  gustosísima  de   no  ha- 
ber nacido  entre  ese  vil  Pueblo.   El 
otro  dia  reñian  dos  hombres  frente 
de  mi  ventana  ,  i  no    quise   ni  aun 
mirarlos  5  pero  mi  criada   me  ase-, 
guró  que  estaba  mui  complacida  de, 

ver- 


DE    Niños*  S^ 

verlos^  porque  jamas  se  le  habia 
proporcionado  igual  ocasionj  i  des- 
de entonces  no  la  tengo  cariño  algu- 
no. ¿Qué  motivo  hai  para  que  a  esas 
gentes  no  se  les  impida  el  combatir- 
se ?  Si  yo  fuese  Reina  los  haría  me- 
ter en  lá  cárcel. 

Estefanía.  Y  yo  también  ,  amiga 
íTiia:  pero  hai  gentes  que  lejos  de 
eso  los  provocan  al  combate.  El  otro 
dia  yendo  en  mi  coche  vi  a  uno  que 
mordia  el  brazo  de  su  compañero 
como  si  fuese  un  perro ;  i  empecé  a 
exclamar ,  i  vituperar  la  insolencia 
He  los  que  estaban  alli  ,  porque  no 
estorvaban  a  esos  hombres  el  que  se 
hiriesen. 

Aya.  Con  razón  tenéis  horror  a 
estas  cosas,  queridas  niñas  mías.  Pe- 
ro ya  es  tarde  ,  tratemos  de  decir 
nuestras  historias :  comenzad  vos^Se- 

íiora  Melchora- 

.^^  Diij  Me!-- 


H  Almacén 


Melchora.  Jacob  tenía  ,  cbttio  ya  i 
sabéis.  Señoras  mias,  muchos  hijos,  i 
y  gran  número  de  criados^  pero  no  '' 
teman   trigo  de   que  hacer   pan  ,  i  ! 
habiendo  sabido   que  se  vendia  en  | 
Egipto ,  dixQ  a  sus  hijos  :   Tomad  i 
dinero,  i  caminad  a  Egipto  a  com-  j 
prar  trigo.  Partieron   pues,  diez  de  ! 
ellos,  1  quedóse  Jacob  con  el  pequeño 
Benjamín.  Llegaron  a  Egipto,  i  ha- 
biéndose presentado  ante  Joseph^  no 
le  conocieron  5  pero:  él  los  conoció  a 
ellos  muí  bien ,  i  mostrándoles  un  fin-, 
gido  enojo,  les  dixo:  Vosotros  sois 
^spias  ,  i   venis  a  cometer  en  este 
País  alguna  traición  contra  el  Rei. 
Humilláronse  todos  en  su  presencia, 
1  le  respondieron  :  Señor  ,  nosotros 
no  somos  espias  ,  somos  hermanos, 
hyos  de  un  mismo  Padre.  Tenemos 
aun  otro  hermanito  ,  que  quedó  en  su 
compañía ,  i  tuvimos  otro  ,  que  mu- 
rió 


rió  mucho  tiempo  ha.  Sois  unos  men- 
tirosos,  replicó  3^^?'^^^^  5  i  no  os  cree-- 
ré  en  tanto  que  a  ese  otro  pequeño 
hermano   que   tenéis  no  lo  traigáis 
aquí.  Ellos  entonces  (  como   no  ha- 
blan conocido  a  su  hermano  Josephi^ 
persuadidos  a  que  este  no  entendería 
sulenguage)  dixeron  entre  sí:  Dios 
nos  castiga  por  haber  muerto  a  nues- 
tro pobre  hetmano  Josepb^Q[\XQ  nos 
pedia    tuviésemos  de  él  <íom pasión. 
Joseph^  que  no  habia  olvidado  aun 
la  lengua  dé  su  País  ,  los  entendió 
muibien  ,  i  les  dixo  :  Andad  ^  vol- 
ved a  casa  de  vuestro  Padre  ,  i  traed- 
me  al  pequeño  Benjamín  :  entre  tan- 
to detendré   a  uno   de  vosotros  en 
la  carcelV  i  le  haré  morir  si  no  dais 
la  vuelta.  Volvieron  pues  a  su  Pa- 
dre lós^  nueve  hijos  de  Jacob  '^  i  ha- 
biendo encontrado   en  sus  sacos  el 
dinero  con    que   hablan  pagado  el 
Div  tri- 


^  Almacén  j; 

trigo  (porque  Joseph  habia  mandada 
se  Its  volviese  a  meter  en  ellos)  qucT 
daron  aturdidos.  Contaron  a  su  Padre 
esta  aventura  5  y  5Fí2(7¿?¿  se  resistía  ^ 
dexar  ir  a  Benjamín'^  mas  después  qu^ 
consumieron  todo  el  trigo  les  fue  ne^^ 
cesado  dar  la  vuelta.  Entonces  Ju-^ 
das  ,  el  mayor  de  los  hijos  de  Jacolr^ 
dixo  ,  que  él  respondía  de  su  menor 
hermano,  i  Jacob  lo  dexó  partir. 
Aya.  Continuad ,  Señora  Maria. 
Marta.  Llenóse  Joseph  de  gozó 
con  la  vista  de    su  joven  hermano  • 
1  haciendo  sacar  a  Simón  de  la  car^ 
cel  ,   mandó    a  su  Intendente  ,  qu^ 
condujese  aquellos  estrangeros  a  su 
casa  ,  porque  queria  comiesen  en  stf 
compahia.  Ellos  se  asustaron  al  oir 
esto  ,  i  dixeron  al  Intendente:  Aun4 
que  nosotros  ignoramos  el  modo  ed 
qu«  pudo  suceder  ,  lo  cierto  es   que 
encontramos  en  nuestros  sacos  el  di-^ 


ne- 


DE    Ni  ^  oí.  ^7 

ñero  que  en  el  viage  anterior  ha4- 
biamos  dado  por  el  trigo.  Ei  Inten^ 
dente  les  respondió  :  Sosegaos,  yo 
recibi  vuestro  dinero  ,  i  nada  os 
pido.  Llegó  Josepb^iUs  preguntó 
por  la  salud  de  Jacob  ;  pero  al  ver 
a  su  hermano  Benjamín ,  que  era  co- 
mo él  hijo  á^Rachei ,  no  pudo  con^ 
tener  las  lágrimas,!  para  disimularlas 
tuvo  que  retirarse  por  un  corto  rato. 
Habiéndose  sentado  después  a  la  me- 
sa se  le  dio  a  Benjamín  una  por-^- 
cion  de  comida  cinco  veces  mayor 
que  a  los  otros.  El  dia  siguiente 
mandó  Joseph  a  su  Intendente  les 
diera  el  trigo  ,  ordenándole  que  al 
mismo  tiempo  hiciese  introducir  en 
el  saco  de  Benjamín  una  hermosa 
copa  de  oro  en  que  bebia.  Quan- 
do  estaban  ya  algo  distantes  los  hi- 
jos de  Jacob  salió  en  su  busca  el 
Mayordomo  5  i  les  dixo  :  Sois  ynos 


^8    .  A  L  M  A  C  EN 

ladrones  >  i  unos  perversos:  mi  Am\ 
os  íia  recibido  en  su  casa  con  m\ 
imponderable  amor  ,  i  vosotros  eij 
recompensa  le  lleváis  hurtada  su  co<: 
pa  de  oro.  Todos  a  una  voz  res- 
pondieron :  Nosotros  no  somos  ca- 
paces de  executar  tan  indigna  ac- 
ción ,  i  si  nos  encontráis  la  copa 
consentimos  ser  esclavos  de  vuestro 
Amo  :  i  habiendo  vaciado  al  puntt 
sus  sacos  encontraron  la  copa  en  el 
de  Benjamín.  Volvieron  pues  ante, 
Josepb  ,  i  este  les  dixo  :  No  es  jus-' 
to  que  los  inocentes  padezcan  poi¡ 
el  culpado  5  id  vosotros  con  vues- 
tro Padre,  i  el  ladrón  quedará  poi 
esclavo  mió.  Entonces  arrojándose 
Judas  a  los  pies  de  Joseph  ,  le  res.| 
pondió  :  Señor,  ya  os  ruego  soseguéis 
vuestro  enojo,  i  permitáis  quedé 
yo  por  esclavo  vuestro  en  lugar  de, 
Benjamín  y  porqm  si*  mí  Padre  noi 


vie- 


BE    N  I  N  O  s,-  59 

xriese  volver  sin  él  moriría  de  pesar. 
ÍN"q  pudo  Joseph  reprimir  mas  sus  lá- 
grimas, i  haciendo  retirar  a  todos 
los,  que  alii  estaban.,  dixo  a  sus  her- 
oíanos  :  Yo  soi  vuestro  hermano  Jo- 
'seph  Si  quien  vendisteis  :  no  tengáis 
cuidado  por  esta  causa  ,  que  yo  os 
perdono.  Dios  lo  permitió  asi  para 
que  yo  pudiese  aliora  daros  el  trigo. 
Habiendo  sabido  Pbaraon  en  este  in- 
,:ermedio  ,  que  Joseph  tenia  alli  a 
sus  hermanos  se  complació  mucho 
:an  esta  noticia  ,  i  le  dixo  :  To- 
Tiad  carros  ,  i  enviad  a  buscar  a 
iTuestro  Padre :  yo  quiero  que  ven- 
ya  a  Egipto  con  su  familia  ,  i  le  da- 
fé  el  mas  fértil  País  para  que  le  habi- 
\t.Joseph'al  punto  envió  a  sus  herma- 
ios  a  buscar  a  sxxVdiÁttJacoby  habien- 
iplos  antes  regalado  mucho  ,  i  prin-* 
íipalmente  a  su  hermano  Benjamin^ 

Ayun  Gonlinuad ,  Señora  Car/ota.  . 
•4.  Car^ 


^O  A  t  M  A  G  E   N^ 

Carlota.  Llegaron  a  su  Padre  li^ 
hijos  de  '^acob  ,  i  le  dixeron:  Regó 
vcijaos,  vuestro  hijo  Joseph  vive  tq 
da via  :  él  es  en  Egipto  un  Gran  Sei 
ñor  ^  i  tiene  bajo  de  su  mano  loi 
granos  de  todo  aquel  Reino.  N( 
quería  3^^í7(?^  creer  esta  noticia  5  pé 
ro  luego  que  vio  los  presentes  dii 
gracias  a  Dios  llorando  de  gozo  j:] 
se  puso  en  camino  para  ir  a  ver  i 
su  amado  \\\]o  Joseph.  Este  despucí 
de  haber  abrazado  a  su  Padre  \i 
presentó  al  Rei ,  el  qual  le  pregun- 
tó qué  edad  tenia.  Tengo  ciento  i 
treinta  años  ,  respondió  ^acob  ,  i 
los  dias  de  mi  viage  sobre  la  tierri 
han  sido  cortos  ,  i  llenos  de  pesái 
res.  P bar aon  dio  a  Jacob  i  a  sus  h^ 
jos  un  hermoso  País  abundante  dé 
pastos  para  sus  ganados^  i  en  él 
vivió  después  muchos  años.  Antes 
de  morir  predixo  a  sus  hijos  iodo 
-  »■•  -     .   ■  I0 


D  E    N  I  íJ  O  s.  6x 

o  que  había  de  sucederles  ^  asegu- 
rando a  su  hijo  Judas^  que  recáe- 
la en  su  casa  la  corona  ,  i  no  sal- 
Iria  de  ella  jamas.  Sus  huesos  fue- 
pn  conducidos  después  a  la  sepui- 
ura  de  sus  Padres  ,  porque  él  habia 
lecho  que  Joseph  con  juramento  le 
)freciese  hacerlo  asi.  Vivió  Joseph 
lun  muchos  años  ,  i  como  le  habia 
•evelado  Dios ,  que  los  descendientes 
ie  Jacob ,  nombrados  Israelüas  ,  sal- 

frian  algún  dia  de  Egipto,  hizo  ju- 
ar  a  sus  hijos  ,  que  conducirían  con- 
iigo  sus  huesos  ,  i  los  colocarían  cer-- 
.:a  de  los  de  Jacob, 

Estefanía..  A  la  verdad,  Aya  mia, 
jue  no  he  podido  dexar  de  llorar  al 
)ir  esta  historia.  Joseph  obró  como 
lombre  de  honor  en  perdonar  a  sus 
Hermanos  ,  habiéndole  tratado  ellos 
:an  cruelmente. 

Aya.  Después   de    la    muerte .  de 
facob  temieron  sus  hermanos  ,  que 
:  hi- 


6a  A?L  M  A  c  te  N  . 

había  de  procurar  vengarse^  pei^ 
él  los  aseguró  ,  repitiéndoles  cof 
freqüencia,  quesu  esclavitud  hábil 
sucedido  por  voluntad  de  Dios  ,,  i| 
que  él  los  habia  perdonado  de  todc 
corazón.     i?pioq^  itrihi: 

Serafina..  Yo  admiro  ,    Aya  mia,! 
la  sabiduria  del  Señora,  que  se  sirve| 
a  veces  de  la  malicia  de  los  hom^| 
bres  para  llevar  ;  al  fia  sus  designios^ 
¿Quien  no  habia  de  pensar  que  eráj 
Josepb  infeliz  en  tener  tan  perver- 
sos hermanos  ;, en  ser  vendido  co-í 
mo  un  esclavo  :  en  ser  acusado  poí^j 
la  muger  de  PutipAar^imsct  mo^i 
tido   en  una    cárcel?   No  obstantéi 
SI  todos  estos  trabajos  no  le  hubie-i 
ran  sobrevenido  ,  no  hubiera  canse- 
guido  el  placer  de  salvar  a  Egipto 
i  a  su  familia  ,  ni  el  de  perdonar  a 
ms  hermanos. 

Car/ota.  Pues  qué  ¿se  halla  com- 

pía- 


I)  E     N  I  Ñ  o  S,  63 

placencia  en  perdonar  a  los  que  nos 

tracen  malí 
Aya,  Si  ^  querida  mía  :  este  es  el 
ayor  placer  que  puede  haber  en 
_  mundo  :  juzgadlo  por  vos  mis- 
na.  Yo  supongo  que  estáis  mui  eno- 
ada  contra  mi ,  que  me  llenáis  de 
njurias  ,  que  me  quitáis  mi  caudal, 
|ue  me  quebráis  los  ojos  ,  i  que  des- 
)ues  que  vos  habéis  executado  to- 
lo esto  en  perjuicio  mió  os  encuen- 
Iro  en  un  bosque  cercana  a  mori- 
os de  hambre: ,  i  os  socorro  vuestra 
lecesidad  dándoos  de  comer:  ¿nodi- 
riáis  entonces  :  yo  soi  perversísima 
m  haber  hecho  mal  a  una  persona 
:an  buena  ? 

Carlota.  Me  hacéis  llorar  con  so- 
o  decirlo.  Os  protesto  que  tendría 
sumo  dolor  de  haberos  ofendido  tan- 
to ,  i  después  de  pediros  perdón, 
rrocuraria  haceros  tanto  bien  que 
por 


Éíf-  A-LM  A  C  E  1*   '•  í 

1 1 

por  él  olvidaseis  mis  iniquidades. 

Aya.  Ya  conocéis  vos,  querida  mia, 
quanta  sería  mi  aiegria  al  ver  vues- 
tra enmienda.  Esto  me  producirla  sin 
duda  mas  placer  que  el  mal  que  con 
vengarme  podia  haberos  causado. 

Estefanía,  Pero  si  lejos  de  agra- 
deceros el  pan  que  le  hubieseis  da- 
do,  continuase  aun  la  Señora  Cario-' 
ta  haciéndoos  mal,  en  este  caso  no 
tendríais  el  placer  de  ver  su  en- 
mienda. 

Carlota,  Señora ,  yo  os  aseguró, 
que  no  es  tanta  como  creéis  mi  per- i 
versidad,  i  que  jamas  pensarla  h^cer 
mal  a  esta  Señora  ,  habiendo  sido  xm^ 
buena  para  mi. 

Estefanía  abrazando  a  Carlota. 

Lo  sé  mui  bien  ,  querida  mia  :  i  lo 
que  yo  digo  es  solamente  una  suposi- 
^^^^^  Aya..\ 


■-'■  Aya..  Pues  aun   suponiendo    que 
la   Señora  Carlota  o  otra  qualquie- 
1  ra  continuase  no  obstante  en  ser  per- 
\  versa  ,  siempre  que  yo  la  hubiese  da- 
,  do  bien  por  mal ,  me  resultaria  la  sa- 
tisfacción de  estar  gustosa  de  mi  pro- 
;  ceder.  Este  placer  es  el  mayor  que 
puede  haber  ,  i  nuestros  enemigos 
no  nos  lo  pueden  quitar, 

Serafina.  Aya  mia  ,  ¿  permitís  que 
,  yo  cuente  a  estas  Señoras  una  histo- 
ria mui  bonita  de  que  me  acuerdo? 

:  Aya.  Sí,  querida  mia,  consumo 
gusto. 

Serafina.  Hubo  un  hombre  nom- 
brado Licurgo ,  que  dio  Leyes  a  una 
Ciudad  llamada  Esparta.  Estas  leyes 
eran  repugnantes  a  un  joven  que 
k  aborrecía  ,  el  qual  habiendo  da- 
do un  golpe  con  un  palo  al  Legis- 
lador ,  le  sacó  un  ojo,  Dixo  a  Li^ 
curgo  entonces  el  Pueblo  de  Esparta-'. 

Tom.IL  E  To- 


iS6  Almacén 

Tomad  ese  perverso  mozo  ,  i  castí-» 
gadlo  a  vuestra  voluntad.  Me  com-^ 
plazco  ,  dixo  Licurgo  ,  i  le  castigaré 
de    un  modo    que  asombre  al  Uni- 
verso. Condujolo  pues  a  su  casa,  i 
en   ella  le  trató  como  si  fuese  hijo 
suyo.  Repetíale  con  freqüencia ,  que 
nada  era  para  él  de  mayor  gusto  que 
perdonar  a.  sus  enemigos,  i  ser  dul- 
ce i  honrado  ^  i  el  mancebo  estimu- 
lado de  su  bondad  ,  trató  de  hacer-» 
se  tan  bueno  como  él  si  le  fuese  po- 
sible-    A  la  verdad  este  generó  de 
venganza  que  tomó    Licurgo  /dexó 
asombrado  a:  todo  el  Pueblo  5  pero 
el  mancebo  hs  dixo  :  Su  castigo  ha 
sido  mas  severo  de  lo  que  pensáis:'  1 
si,  me.  hubiera  hecho  morir  solo  hu-»  , 
bier a  tenido  que  penar  un  solo  mo- 
mento, 5  pero  ea    virtud  de  su  con- 
ducta tendré  que  tolerar  toda  mi  vi-- 
da  el.  diolor  de  haberle  sacado  el  ojo.. , 
'■■■  i  Aya. 


DE   Ni  i?  OS.  S'/ 

Aya.  Esa  historia  es  mui  bella  ,  i 
vos  la  habéis  explicado  mui  bien, 
Digamos  ahora  algo  de  la  Geografia. 
pues  ya  es  tarde.  Os  tengo  prome- 
tido decir  los  nombres  de  las  partes 
át  Europa  ,  que  se  hallan  al  Sud  ^  i 
en  que  hai  cinco  principales.  Por- 
tugal se  encuentra  al  Sud-Ouest.  Al 
Est  de  Portugal  España.  Al  E^íde 
España  hai  un  grande  mar  llamado 
el  Mediterráneo  ,  i  al  otro  lado  de 
este  mar  se  hállala  Italia ,  que  guar- 
da la  figura  de  una  bota.  Al  Est  de 
Italia  se  encuentra  la  Turquía  de  Eu-- 
ropa.  Y  al  Nord-est  de  la  Turquía  de 
Europa  está  la  Pequeña  Tartaria^  La 
Capital  de  Portugal  es  Lisboa  :  la  de 
'España  Madrid  :  la  de  Italia  Roma: 
IsidQ  Turquía  Consfantimpla  5  i  no  la 
tiene  la  Pequeña  Tartaria^ ,  porque 
sus  Pueblos  viven  en  tiendas  ,  como 
lo  practicaba  Abraham. 

>  Eij  Ma^ 

I   ■■■■  ^       . 


'  6S  Almacén  i 

*  I 

María.  Aya  mía  ,  la  Señora  *$V-1 
r afina  dixo  una  palabra  ,  que  yo  noi 
comprendo.  ¿Qué  quiere  decir  uhi 
Legislador  ? 

Aya.  Un  hombre  que  establece 
Leyes  5  y  como  Licurgo  dio  las  Le- 
yes a  la  Ciudad  de  Ej-^^rrí^  ,  se  di- 
ce que  es  Legislador. 


DIALOGO  XIL 


Jornada  Jécima. 


•V.  ' 


Car /ota.  OEfiora  Aya  ,  yo  he  en-*> 
j     r.  )^  contrado  en  un  libro- 

todo  quanto  vos  nos  habéis  referi- 
do de  la  Geografia  5  i  muchas  mais 
cosas  que  he  aprendido  de  memoria. 
Aya.  ¿  Y  qué  nombre  tiene  ese 
libro?  houu\ 

Car^ 


t)B  Nisros.  69 

Carlota.  Geografia  de  Mr ^J.Palaí^ 
ret ,  i  esto  es  mui  fácil  en  este  libro. 
-  Aya.  Es  constante  ,  niñas  mias: 
este  es  el  mejor  libro  de  Geografía. 
que  hasta  hoi  se  ha  visto  para  las 
Señoras  jóvenes.  Es  necesario  que  to- 
das rogueis  a  vuestras  Madres  ,  que 
os  le  compren.  También  compuso 
las  Cartas  de  que  nos  servimos  ,  i 
son  excelentes. 

Melchora.  Yo  os  aseguro  ,  Seño- 
ra Aya  5  que  las  estimo  mas  que  las 
mias  ,  porque  están  todas  tiznadas. 
Quando  mi  Maestro  busca  en  ellas 
'  el  nombre  de  alguna  Ciudad  tarda 
un  quarto  de  hora  en  encontrarle 
aunque  tenga  puestos  los  anteojos. 
\  'Aya.  Consiste  en  que  incluyen  un 
sin  número  de  nombres.  Veamos 
pues  lo  que  la  Señora  Carlota  ha 
aprendido  de  memoria. 
<    Carlota.  He  aprendido    a    viajar 

E  iij         so- 


70  A  L  M  A  C  E  I^ 

sobre  todos  los  mares  de  la  EuropaJ 
Luego  que  paso  los  estrechos  salga 
a  un  mar  ,  que  está  al  Est  de  la  £«- 
ropa  ,  llamo  el  mar  de  Asofj  o  del 
Azabache,  Salgo  de  este  por  el  Es-» 
trecho  de  Casa  ,  i  entro  en  el  mar 
Negro,  Separóme  del  mar  Negro  ]por 
el  Estrecho  de  Constantinopla  ,  i  me 
encuentro  en  el  mar  de  Mármara,  Sal-^ 
go  de  este   por  el  Estrecho  de  los 
Dar  dáñeles  ,  i  entro  en  el  Mediterra^ 
neo.  Entre  Italia  i  Sicilia   encuentra 
el  Estrecho  o  Pharo  de  Mecina,  Entre 
las  Islas  de  Córcega  i  Cerdeña  ,  que 
también  están  en  el  Mediterráneo  ha- 
llo el  Estrecho  de  Bonifacio,  Desvio-^ 
me  del  Mediterráneo  por  el  Estrecho 
de  Gibraltar  ,  i  me  introduzco  en  el 
gran  Occeano,  Entrt  Francia  i  Ingla- 
terra encuentro  la  Mancha  o  Canal 
Británico.  De  alli  paso  el  Pas  de  Ca- 
iais  5  que  asimismo  se  llama  Estrecho 

de 


í  DE    Ni?? os.  /F 

I 

de    Douvre,  Después  a  la  mar  del 
Nord ,  o  de  Alemania.  Y  últimamen-' 

i  te  paso  por  el  Sund  ,  i  entro  en  el 
mar  Báltico.       -vííí: 

Aya.  Descansad  ,  querida  mía, 
que  habéis  hecho  un  dilatado  viage. 
Carlota.  Y  no  estoi  mui  fatigada. 
Para  la  primera  vez  aprenderé  no 
solo  los  nombres  de  todas  las  Mon- 
tañas de  Europa^  sino  también  los  de 
todos  los  Golfos. 

Aya.  Esto   será  mui  bien  hecho: 

i  i  yo  ahora  para  recompensaros   os- 

i  diré  un  bonito  cuento. 

I      Hubo  una  vez  una  Señora  ,  que 

I  tenia  dos  hijas  :  la  primera  ,  que  era 
bella  como  el  Sol  ,  i  tenia  una  con- 
dición amable  ,  se  llamaba  Aurora: 
i  la  segunda  ,  que  era  tan  hermosa 
como  su  hermana  5  aunque  maligna, 
i  de  unas  perversas  entrañas  ,  se  lla- 
maba Amada.  La  Madre  habia  sido 

E  iv         mui 


7^  Al  MAC  EX 

muí  linda  ,  mas  su  edad  se  iba  ya 
desviando  de  ia  juventud  ,  i  esto  la 
producia  un  sumo  pesar.  Aurora  te- 
nia diez  i  seis  años  ,  i  Amada  tenia 
splos  doce  ,  por  cuya  causa  su  Ma- 
dre ,  que  sentía  que  la  tuviesen  por 
vieja  ,  resolvió  dexar  su  País  donde 
todos  la  conocian  5  i  para  despreri- 
derse  de  su  hija  mayor  (  porque  no 
se  viese  que  tenia  una  hija  tan  gran- 
de )^  dispuso   enviarla    al  campo  ,  i 
pasó  con  la  menor  a  establecerse  en 
otra  Ciudad ,  en  la  qual  estendió  la 
voz  ,  que  esta  solo  tenia  doce  años, 
i  que  quando  la  tuvo  era    ella  de 
quince  escasos.   Entre  tanto  mandó 
que  Aurora  fuese  llevada  a  un  País 
mui  distante  ,  i  el  que  la  conduela 
viéndola  dormida  la  dexó  en  un  es- 
peso bosque  donde  hablan  parado  3 
descansar.  Quando  ella  despertó  ,  i 
vio  que  estaba  sola  echó  a  llorar. 


!Dií  Nr^os.  73 

Era  cerca  de  noche,  i  habiéndose 
levantado  trató  salir  de  aquel  lugarj 
pero  lejos  de  encontrar  el  camino, 
se  enredó  mas  en  el  bosque.  Por 
último  vio  a  larga  distancia  una  luz, 
i  caminando  acia  ella  llegó  a  una 
pequeña  casa  a  cuya  puerta  llamó. 
Salió  a  abrirla  una  Pastora  ,  i  esta  la 
preguntó  qué  buscaba.  Madre  mia, 
díxo  Aurora  :  yo  os  ruego  tengáis 
piedad  de  mi  ,  i  permitáis  me  re- 
coja en  vuestra  casa  ,  porque  si  me 
quedo  en  el  bosque  seré  sin  duda 
comida  por  los  lobos.  Con  mucho 
gusto  ,  respondió  la  Pastora  ,  mas 
decidme  :  ¿  qué  causa  ha  habido  pa- 
ra que  estéis  a  estas  horas  en  este 
desierto  ?  Contóle  Aurora  su  histo- 
ria ,  i  añadió  :  No  soi  sobradamen- 
te desdichada  en  tener  una  Madre 
tan  cruel !  ¡  No  hubiera  sido  mejor 
morir  luego  que  sali  al  mundo  ,  que 

vi. 


1 

74  Almacén  ■ 

vivir  para  ser  maltratada  de  este 
modo!  ¿Qué  he  hecho  yo  contra 
Dios ,  para  que  me  haya  reducido 
a  esta  miseria  ?  Hija  mia  ,  replicó 
la  Pastora  ,  nosotras  jamas  debemos 
murmurar  contra  Dios  :  él  es  todo 
poderoso  ,  es  sabio  :  él  os  ama  ,  i 
por  lo  mismo  debéis  creer  ,  que  si  i 
ha  permitido  vuestra  desgracia  ha 
sido  por  vuestro  bien  :  confiad  en 
el  Señor  ,  i  vivid  segura  de  que  es 
el  protector  de  los  buenos  ,  i  que 
las  cosas  de  pesar  que  hs  ocurren 
no  siempre  son  por  desgracia.  Que- 
daos pues  en  mi  compañía  ,  yo  os; 
serviré  de  Madre  ,  i  os  amaré  co- 
mo si  fueseis  mi  hija.  Condescen-- 
dio  Aurora  gustosa  a  esta  oferta  ,  i 
el  dia  siguiente  la  dixo  la  Pastora: 
Iba  a  poner  a  vuestro  cuidado  un 
corto  rebaño  ,  pero  temo  daros  en 
esto  pesar  :  tomad  en  su  lugar  una 

rué- 


DE    NlfíOS.  TS 

rueca  ,  i  os  entretendréis  hilando. 
Madre  mia ,  replicó  Aurora ,  yo  soi 
!una  doncella  de  calidad  ,  i  no  sá 
trabajar.  Tomad  pues  un  libro  ,  aña- 
dió, la  Pastora.  No  gusto  de  leer ,  res- 
pondió Aurora  con  el  semblante  en- 
cendido de  vergüenza  ,  por  el  te- 
mor de  que  la  estrechase  a  confe- 
sar ,  que  no  sabia  leer  como  era  ne- 
cesario ;  pero  últimamente  viendo 
que  le  era  forzoso  la  declaró  la  ver-» 
dad  ,  diciendo  :  No  quise  aprender 
a  leer  quando  era  pequeña  ,  i  des- 
pués que  fui  grande  no  he  tenido 
dempo  para  ello.  ¿  Habréis  según 
eso  tenido  que  atender  a  grandes 
ocupaciones  i  negocios  ?  Sí ,  Madre 
nia  :  Por  la  mañana  me  paseaba  con 
nis  amigas ,  por  la  tarde  me  com- 
ponía 5  iba  a  nuestra  tertulia  ,  des- 
pués a  la  ópera  i  a  la  comedia  ,  i 
por  la  noche  iba  al  baile.  No  se  os 
I.  v:.^  pue- 


7^  Al  MAC  EN 

puede  negar  que  teníais  grandes  ocu^ 
paciones  ,  dixo  la  Pastora  ,  i  es  di 
creer  que  no  viviríais  jamas  con  dis- 
gusto. Perdonadme  ,  Madre  mia. 
respondió  Aurora  ,  que  quando  esta- 
ba un  quarto  de  hora  sin  compa- 
ñía (lo  que  me  sucedía  rara  vez)  me 
aburría  de  muerte  ,  i  mucho  maj 
quando  íbamos  al  campo  ,  porque 
entonces ,  por  entretenerme  en  algo, 
pasaba  todo  el  día  componiéndome 
i  volviéndome  a  descomponer.  ;De 
ese  modo  ^  añadió  la  Pastora ,  ¿  esta- 
ríais con  poco  gusto  en  el  campoí 
Lo  propio  me  sucedía  en  la  Ciudad, 
dixo  Aurora.  Sí  jugaba  perdía  mí  di- 
nero :  si  concurría  a  una  tertulia  solía 
ver  en  ella  a  mis  compañeras  mejor 
portadas  que  yo,  lo  qual  me  era  mui 
doloroso  :  si  iba  al  baile  solo  trataba 
de  buscar  defectos  a  las  que  baila-t 
ban  mejor  que  yo  5  i  en  una  pala- 
bra 


DE  Ni^os.  fy 

-ibra  ,  jamas  he  tenido  un  dia  sin  pe- 
inar. Pues  no  volváis  a  quejaros  de 
.[la  providencia  ,  respecto  que  habién- 
doos traido    a   esta  soledad  os    ha 
..quitado  mas  disgustos  que  placeres, 
i  esto  no  es  lo  mas:  vos  hubierais 
sido  en  lo  succesivo  mas  infeliz  aún; 
porque  en  fin  la  juventud  no   dura 
-siempre :  el  tiempo  del  baile  i  de  la 
comedia  se  pasa  :  la  que  llega  ala 
vejez  5  i  no  obstante  quiere  andar 
siempre  de  tertulia  en  tertulia  se  ex- 
pone a  ser  burlada  de  las  jóvenes. 
!  Por  otra    parte  ni  se  atreve  a  bai- 
lar por  esta  misma  causa  ,  ni  menos 
a  componerse  ,  i  entonces  es  consi- 
guiente no  solo  'su  feterno  disgusto, 
•sino  que  se  contemple  en  un  esta- 
do deplorable.  Pero  Madre  mia,  di- 
xo  ,  Aurora  ,  para  estar  sola  no  hai 
aguante  :  el  dia  parece  un  año  quan- 
do  se  pasa  sin  compañia.  No  tenéis 
I'    '  ra- 


78  Almacén 

razón,  querida  mia  ,  yo  estol  aqu! 
sola  ,  i  los  anos  me  parecen  tan  cor- 
tos como  los  dias*  Si  vos  gustáis  os 
enseñaré  un  secreto  para  que  jamas 
estéis  disgustada.  Esto  será  para  mi 
de  mucha  complacencia  ,  dixo  Au-? 
rora  :  vos  podéis  gobernarme  como 
os  pareciere  conveniente  ,  satisfechai 
de  que  deseo  obedeceros.  La  Pasto- 
ra aprovechándose  de  la  buena  vot 
luntad  de  Aurora  la  escribió,  en  un 
papel  todo  quanto   debia    executarj; 
i  esrai)a  el    dia  repartido  entre  lai 
oradon  5  la  lectura  ,  el  trabajo  ,  ii 
el  paseo.  Como  no  habia  xelox  ei|j! 
este  bosque  no  sabia  Aurora  la  hora 
querrá  ,  pero  laJPastora  la  eoaoci^í| 
por  el  Sol.  Llatmí  un  áidi  2i  Aurora^^ 
para  que  viniese  a  comer  ,  ella  di-r 
xo':-  Madre  mia  ^  vos   coméis  muí  ' 
temprano  ,  há  mui  poco  tiempo  que  ' 
nos  levantamos.    Há    sin   embargo 

dog  ! 


DE    Niños.  79 

dos  liaras  ,  respondió  la  Pastora  ,  i 
.nos  levantamos  después  de  las  cin- 
IG05  pero  quando  se  ocupa  el  tiem- 
ipo  utilmente  pasa  breve  ,  i  nunca 
¡enfadaé ^//r(?r^  complacidísima  de  no 
experimentar  disgustos  se  aplicó  de 
bdb  corazón  a  la  lectura  i  al  tra- 
ibajo  y  i  se  encontró  mil  veces  mas 
feliz  en  medio  de  sus  ocupaciones 
campestres,  que  en  la  Ciudad.  Co- 
tiozco:  mui  bien  ,  dixo  ella  a  la 
Pastora  ,  que  quanto  Dios  obra  es 
2n  beneficio  nuestro.  Si  no  hubie- 
se mi  Madre  sido  injusta  i  cruel 
:^nmigo  hubiera  iquedado  yo  en  mi 
ignorancia  siempre  ,  i  la  vanidad, 
ú  ocio  i  el  deseo  de  agradar  me 
lubieran  hecho  perversa  i  desdicha-* 
daj  Habia  un  año  que  estaba  Au^ 
mra  en  la  soledad  con  la  Pastora 
quando  el  hermana  del  Rei  vino  a 
cazar   adonde  ella  apacentaba  sn$ 


8o  ArMACETf  ¡ 

ganados.  Lldimihas^  Ingenuo  .^  i  erSÍ 
el  mejor  Príncipe  del  mundo ;. pera 
el  Rei  su  hermano  ,  que  se  llamaba 
Furbin  ,  en  nada,  le  era  semejante, 
porque  su  mayor  gusto  le  fundaba 
en  engañar    a  sus  vecinos  ,  i  arrui- 
nar a  sus  vasallos.  Ingenuo  embele- 
sado  con  la  hermosura  dt  Aurora  y 
le  dixo  5  que  si  queria  casarse  con 
él  se  tendria  por  feliz.  Parecióle  m 
ella  sumamente  amable  el  Principe; 
pero  como   sabia  que  una  doncella 
cuerda  no  debe  escuchar  á  los  hom- 
bres quando  les   dicen  estas  cosas,, 
le  dixo  :  Señor  ,  si  habláis  de  veras,  v 
id  i  tratad  eso  con;  mi  Madre,  quei 
es  una  Pastora,  que  habita  en  da  ca-i 
sa  que  alli  abajo  veis ,  i  si  ella  gus-í 
tase  que    seáis  mi   Esposo  no  haré 
yo  por  mi  parte  repugnancia  ,  pues 
su   capacidad  i  cordura  hacen  que- 
jamas  la   desobedezca.  Yo  iré  mui 


'I 


DE   Niños.  8f 

gustoso  ,  doncella  hermosa ,  respon- 
dió Ingenuo  ,  i  os  pediré  a  vuestra 
Madre  ,  pero  contra  vuestro  gusto 
jamas  me  casaré,  porque  puede  dar- 
se eí  caso  de  que  su  condescenden- 
cia sea  para  vos  pesar  ^  i  quiero  an- 
tes morir  que  disgustaros.  Un  hom- 
bre que  piensa  con  tanto  juicio  ,  di^ 
xo  Aurora  ,  es  virtuoso  ,  i  una  don- 
cella no  puede  ser  desdichada  coíi 
el  que  tiene  virtud.  Ingéíiuo  se  des- 
pidió de  Aurora  ,  i  habiendo  habla- 
do sobre  el  mismo  fin  a  la  Pasto- 
ra conoció  esta  su  bondad ,  i  con- 
descendió gustosa  en  su  casamiento. 
Prometió  él  que  volvería  dentro  de 
tres  dias  ,  i  acordaron  que  Aurora 
estuviese  en  compañía  de  la  Pasto- 
ra para  que  el  Príncipe  la  viera  5  i 
habiéndola  dado  por  prefida  su  ani- 
llo se  despidió  el  mas  contento  del 
inundo.  Estaba  Aurora  impaciente 
'Torn,  Jl\  F  por 


i'2  Almacén 

por  volver  a  la  Casería  :  habíale  el 
Príncipe  parecido  tan  amable  ,  que 
sentía  que  aquella  a  quien  llamaba 
Madre  le  hubiese  acaso  despedido, 
pero  sacóla  de  su  cuidado  la  Pastora, 
díciendola  :  No  porque  Ingenuo  es 
un  Príncipe  he  consentido  en  vues- 
tro casamiento  ,  sino  por  ser  el 
hombre  mejor  del  universo.  Aurora 
esperaba  con  impaciencia  la  vuelta 
del  Príncipe  ,  pero  el  segundo  dia 
después  de  su  partida  andaba  apa- 
centando por  el  campo  su  ganado, 
i  cayó  en  tan  mala  sazón  en  una 
cambronera  ,  que  se  lastimó  toda 
la  cara.  Miróse  después  en  un  ar-i 
royo  5  i  como  le  corria  la  sangre  por 
toda  ella  se  causó  a  si  misma  hor- 
ror. Fuese  a  su  casa  ,  i  al  entrar 
dixo  a  la  Pastora :  ¡No  soi  harto  in- 
feliz! Ingenuo  vendrá  por  la  maña- 
na 5  i  me  despreciará    sin  duda    al 

ver 


D  E  Ni iS  o  s.  83 

verme  tan  horrible.  La  Pastora  son- 
riéndose  la  respondió  :  Esa  caida  se- 

!  rá  por  vuestro  bien,  pues  que  Dios 
lo  ha  permitido  :  vos  conocéis  que 
él  os  ama ,  i  que  sabe  mejor  que 
vos  lo    que    os    conviene.    Conoció 

I  Aurora  su  falta  (  que  lo  es  sin  duda 
murmurar  contra  la  providencia )  idi- 
xo  en  su  interior:  Si  el  Principe  Inge-^ 
fiuono  quisiere  casarse  conmigocree« 
re  que  hubiera  sido  desgraciada  en  su 
compañía.  No  obstante  la  Pastora 
la  lavó  la  cara ,  i  le  sacó  varias  es- 
pinas que  se  le  hablan    clavado  en 

.  ella.  La  mañana  siguiente  estaba ^//^ 
rora  espantable  por  habérsele  hin- 
chado la  cara  tanto,  que  no  se  le 
veian  los  ojos.  A  las  diez  del  dia 
oyeron  que  habia  parado  a  su  puer- 
ta  una  carroza  ,  pero  en  lugar  de 
Ingenuo  vieron  apear  al  Rei  Furbin^ 
Un  Cortesano  de  ios  que  habían  sa- 


84  A  L  M  A  C  E  i* 

lido  a  caza  con  el  Príncipe  dio  no- 
ticia al  Rei  de  que  su  hermano  tra^H 
taba  de  casarse  con  una  hermosa 
doncella  que  habia  visto  en  el  cam- 
po ;  i  Furbin  dixo  al  Príncipe  :  Sé 
bien  vuestro  atrevimiento  en  haber 
querido  casaros  sin  mi  permiso  5  i 
para  castigaros  resuelvo  casarme  yo 
con  esta  doncella ,  si  fuese  tan  her- 
mosa como  se  dice.  Entró  pues  en 
casa  de  la  Pastora  ,  i  preguntándola 
por  su  hija  le  respondió  mostrándo- 
sela ,vedla  alli.  ¿Quien?  ¿Ese  mons- 
truo? replicó  el  Rei:  ¿No  tenéis  otra  il 
a  la  qual  ha  dado  mi  hermano  su 
anillo?  Vedlo  aqui  en  mi  dedo  ,  di- 
xo Aurora.  Oyendo  esto  dio  el  Rei 
una  gran  carcajada  de  risa  ,  dicien- 
do :  Aunque  no  habia  creido  tu- 
viese mi  hermano  tan  ruin  gusto^ 
pero  me  complazco  en  poder  casti- 
garle. Mandó  a  la  Pastora  ,  que  so^ 

bre 


B  E     N  I  í5  o  S.  §5 

bre  la  cara  de  Aurora  echase  un  ve- 
lo ,  i  haciendo  venir  alli  a  Ingenuo^ 
le   dixo  :  Hermano  mió  ,  pues   vos 
amáis  a  la  bella  Aurora  yo  quiero 
que  al  punto  os  caséis  con  ella.  Y 
yo  no  quiero  engañar  a  nadie  ,  di- 
xo esta  doncella  quitándose  el  velo: 
mirad   mi  cara  ,   Ingenuo  :  de   tres 
dias  a  esta  parte  me  he  puesto  hor- 
rible: ^queréis  sin  embargo  casaros 
conmigo  ?  A  mis  ojos  parecéis  aho- 
ra mas  agradable  que  nunca  ,  dixo 
el  Príncipe  ,  porque  conozco  que  hai 
aun  mas   virtud  en  vos   de  la   que 
yo  pensaba.  Dióla  entonces  su  ma- 
no ,  iFurbin  se  reia  de  todas  veras. 
Mandó  que  ;se  casasen  al  punto  ,  i 
hablando  con  Ingenuo ,  le  dixo :  Pues 
sabéis  que  yo    no    gusto   de  mons- 
truos   podéis  quedaros  con    vuestra 
Esposa  en  esta  cabana  ,  con    pro- 
hibición  que    os    hago   da    entrar 
F  iij  ^n 


í^  Almacén  1 

en  la  Corte  ;  i  montando  luego   en 
su  carroza  marchó  dexando  a  Inge- 
nuo transportado  de  alegría.  Ahora 
bien  ,  dixo   la  Pastora  ,  ¿  os  juzgáis 
aun    desgraciada  por  haber   caido? 
A  no  haberos  sobrevenido  este  con- 
tratiempo el  Rei  se  hubiera  agrada- 
do  de  vos  ^  i  si  hubierais  rehusado 
su  casamiento  hubiera  hecho  morir 
a  Ingenuo.   Tenéis    razón  ,    Madre 
mia  j  pero  no  obstante  yo  estoi  esr 
pantosamente  fea  ,  i  temo   que  esr 
tá  el  Príncipe  pesaroso  de  haberse 
casado  conmigo.  No  lo  creáis ,  di- 
xo Ingenuo  :  qualquiera  se  acostum- 
bra al  semblante  de  una  fea  ,    perp 
no  es  posible  acostumbrarse  a  unas 
propiedades  perversas.  Yo  estoi  en-  : 
cantada   con  vuestro  modo  de  pen- 
sar ,  dixo  la  Pastora  ^  pero  Aurora 
será  bella  todavía ,  i  una  agua  que 
tengo  la  curará  la  cara.  Efectivámer»- 
-  >  te 


BE  Niño  s.  S7 

m  en  virtud  de  ella  el  semblante 
de  Aurora  pareció  como  antes  den- 
tro de  tres  dias  ^  pero  el  Príncipe  te- 
meroso de  que  su  indigno  iiermano 
pensase  en  robársela  si  llegaba  a  ver- 
i  la  5  la  rogó  que  traxese  siempre  pues- 
¡  lo  el  velo.  Furbin  deseoso  de  ca- 
sarse mandó  que  varios  Pintores  le 
trajesen  retratos  de  las  mas  hermo- 
sas Damas  5  i  habiéndose  apasiona- 
do del  de  Amada ,  hermana  ¿^Auro- 
ra ,  la  hizo  conducir  a  la  Corte  ,  i 
celebró  con  ella  el  casamiento.  Au-^ 
rora  se  alteró  mucho  con  la  noticia 
de  que  su  hermana  era  Reina  ,  i  no 
osaba  salir  de  casa  ,  conociendo  su 
perversidad  ,  i  el  mucho .  aborreci- 
miento que  la  tenia.  Dentro  de  un 
año  tuvo  Aurora  un  hijo  a  quien  lla- 
mó Hermosodia  ,  i  le  amaba  con  ex- 
ceso. Quando  este  niño  empezó  a 
hablar  descubrió  tanto  talento  que 
r    .  F  iv  era 


^^  Almacén 

era  toda  la  alegría  de  svs  Padr  J 
listaba  un  dia  a  Ja  puerta  de  la  c? 
sa  con  su  Madre  ,  i  habiéndose  que- 
dado .esta  dormida  se  halló  sin  su 
hyo    quando   dispertó.    Prorrumpid 
entonces  en  grandes  exclamaciones, 
1  corrió  todo  el  bosque  inútilmente 
en  busca  de  él ,  i  aunque  la  Pasto- 
ra  la  trajo  a  la  memoria  que  nada 
sucede  que  no  sea  por  nuestro  bienJ 
hallo  suma  dificultad  en  consolarla! 
t-l  día  siguiente  fue  quando  ella  se 
VIO  precisada  a  confesar  que  la  Pas. 
tora  tema  razón.  Furéin  i  su  muger: 
llenos  de  rabia  porque  no  tenían  hi^i 
JOS  resolvieron  dar  muerte  a  su  so,  i 
iJrino ,  1  enviaron  Soldados  para  que  i 
ío.  pusiesen  en  execucion  ;  pero  su' 
deseo  fue  inútil ,  porque  no  ¡es  fue 
posible    dar   con    él.    Viendo    pues 
que  no  le   encontraban   pusieron  a 
ifjgemo  i  a  su  muger  en  una  barca,.í 


pa 


I)  E     N  I  Ñ  o  S.  % 

para  no  tener  jamas  noticia  de  elíos, 
los  entregaron   a  ia  furia   del  mar. 
Esta  fue    ia  ocasión  en  que    creyó 
lAuroraáthisí  considerarse  desgracia- 
fda  5  pero  la  Pascora  la  repetia  siem- 
,pre  que  Dios  nunca  dexa  de  obrar 
lo    mas  conveniente.  El  tiempo  es- 
taba sereno, i  la  barca  navegaba  con 
I  tranquilidad:  por  último  abordaron 
|ia  una  Ciudad  situada  a  la  orilla  del 
mar  en  ocasión  que  el  Rei  de  ella 
se  hallaba  en  guerra.  A  esta  Ciudad 
I  pues  pusieron  sitio  los  enemigos  el 
dia  siguiente ,  i  como  Ingenuo  tenia 
un  valor  grande  pidió  al  Rei  le  con- 
cediese  tropas    con   que  él   pudiese 
hacer  algunas  salidas.  Habiéndoselo 
concedido  tuvo  la  felicidad  de  ma- 
tar al  Sitiador  .  i  sus  Soldados  vien- 
do muerto  a  su  Gefe  se  pusieron  en 
huida.  El  Rei  sitiado,   que  no  tenia 
succesion ,  agradecido  al  servicio  que 


^l;.í 


^  Almacén 

Ingénuo^  le  habla  hecho  le  ado^^ 
pop   hijo.  Quatro  años  después  si 
«upo  que  Furbin  había  muerto  de 
pesar  de  verse  casado  coií  una  mu 
ger  iniqua;  i  el    Pueblo  estimulad 
del  aborrecimiento  que  la  conserva- 
ba la  había  arrojado  de  la  Ciudad 
enviando    Embajadores   a   Ingenuo. 
ofreciéndole  la  Corona.  Embarcóse 
pues  con  su  muger  í  la  Pastora  5  i 
habiéndoles   sobrevenido  una   tem- 
pestad que  les  hizo  naufragar  ,  pu- 
dieron salvarse  en  una  Isla  desierta. 
JNo  se  afligió  Aurora  en  esta  oca- 
sión ,  porque  era  ya  sabia  a  fuerza 
de  experiencias,  i  creyó  que  por  su 
'bien  haoia  Dios  permitido  este  nau- 
tragio.  Para  que  ios  navios  que  pa- 
sasen pudiesen  acudir  a  darles  socor- 
ro pusieron  a  la  orilla  del  mar  un 
delantal  de  la  Pastora  en  lo  alto  de 
un  palo ,  que  los  avísase.  Cerca  de 


no> 


D  E      N  I  Ñ  o  S.  91 

lOche  vieron  venir  acia  ellos  una 
iiuger^  que  traia  un  niño  consigo, 
-i  qual  luego  que  Aurora  le  vio  lo 
•zonoció  por  su  Hermosodia  ^  i  ha- 
biendo preguntado  a  esta  muger  don- 
le  habia  adquirido  aquel  niño  ,  res- 
pondió ,  que  su  marido  ,  que  era 
corsario  ,  le  había  robado;  pero  que 
labiendo  naufragado  cerca  de  aque- 
la  misma  Isla ,  habia  podido  salvar- 
le ella  con  el  niño  que  tenia  en  sus 
trazos  entonces.  Dos  dias  después 
ios  navios  que  buscaban  por  la  mar 
los  cuerpos  de  Ingenuo  i  Aurora  cre- 
yendo que  hubiesen  perecido ,  descu- 
3rieronel  lienzo  blanco  ,  1  acercán- 
dose a  la  Isla  condujeron  a  su  Reino 
al  Rei  i  a  su  í^miúdi..  Aurora  no  vol- 
vió jamas  a  quejarse  de  ningún  con- 
liratiempo  que  le  ocurriese  ,  sabiendo 
l^apor  experiencia  propia  que  las  que 
nos  parecen  desdichas  son  regular- 
¿  men" 


92  A  L  M  A  C  E  ly  \ 

mente  causas  de  nuestra  felicidadl 
Estefanía.  Os  aseguro  ,  Señai^ 
Aya  ,  que  he  recibido  suma  impa 
ciencia  por  todas  las  desdichas  d 
Aurora  ,  i  que  no  podia  persuadirm 
a  que  sucediesen  por  su  bien. 

Carlota.  Por  lo  que  hace  a  mi.cre 
que  el  parecerme  largo  el  dia  consis 
te  en  ser  yo  una  perezosa ,  i  que  n 
gusto  de  trabajar. 

Aya.  Tenéis  razón  ,  querida  mía 
el  día  solo  es  largo  para  los  perezo 
sos  :  SI  queréis  que  nunca  os  enfadi 
conviene  que  tengáis  como  Aurora 
un  papel  donde  todas  las  horas  esté 
distribuidas  utilmente  5  i  a  cada  um 
os  daré ,  Señoras  mias  ,  si  gustáis ,  ui 
pequeño  reglamento  ,  que  os  hará  pa. 
recer  los  dias  cortos. 

Estefanía.  Con  mucho  gusto    Se 
ñora  Aya.  ' 

Todas  juntas.  También   nosotraí 

que- 


J)  E     N  I  15  o  Í5.  ^l 

lucremos  cada  una  el  suyo. 
¡  A^a.  Sea  en  hora  buena  :  en  to- 
bando el  thé  le  trabajaremos  ,  i  an- 
(es  la  Señora  María  nos  dirá  su  his- 
bria. 

i    María.  Los  hijos  de  ^acob  ,  que 
(e  nombraban  Israelitas  ,  tuvieron  un 
(!opioso   número  de    descendientes  , 
íe  los  quales  se  formó  un   dilatado 
?ueblo.     Mucho     tiempo      después 
kro    Rei    llamado     también    Vha-- 
Yaon  ascendió  al  Trono ,  i  Joseph  ha- 
la  muepto   antes  que  este  Rei  na- 
iese.  Este    perverso  Rei    queriendo 
^iacer  perecer  a  los  Israelitas  los  pre- 
cisaba a   trabajar  construyendo  Ciu- 
dades ,  pero  quanto  mas  trabajaban 
se  hallaban  mas  robustos  ,  i   tenian 
mas  hijos ;  por  lo  qual  Pharaon  ,  que 
solo  pensaba  en  destruirlos  ,  mando 
que  fuesen  arrojados  ai  Nilo  todos 
los  hijos  varones  que  nacieren  de  los 
-1..  .  •.  lí- 


94  Almacén  | 

Israelitas.  Habiendo  tenido  un  hij 
mui  hermoso  un  hombre  de  la  Tri 
bu  de  Leví  su  Madre  le  ocultó  po 
tiempo  de  tres  meses  5  mas  temerc 
sa  de  que  por   fin  se  lo   descubrid 
sen  ,   hizo  una  cestita,4  metiendi 
al  niño  dentro   de   ella  lo  conduji 
a  la  orilla  del  Nilo  donde  lo  dexó 
ordenando  a  su  hija  Maria  perma- 
neciese  en  aquel  sitio  para  observaí 
lo  que  con  él  sucediese.  A  corto  ra* 
to  vino  a  bañarse  la  hija  de  Pha^ 
raon  ,  i  descubriendo  la  cestita  man- 
dó a  una   de  sus  Damas  la  cogiese. 
Habiendo  visto  en  ella  a  este  her-^ 
moso  niño  se  compadeció  de  él  ,  ¡¡ 
resolvió  salvarle..  Oyólo  Maria  J]^\ 
dixo  :  Señora  ,  yo  conozco  una  mu- 
ger  ,  que  si  gustáis  podrá  criarlo: 
fue   pues    a   dar  aviso    de    todo    a 
su  Madre  ,    i  la   Princesa  habiendo 
puesto    a  este  niüo    el  nombre  de 

Moi^ 


D  E     N  1  Ñ  OS.  9^ 

Moisés  ,  le  dio  por  Ama  a  su  misma 
vladre  ignorando  que  lo  fuese. 

Aya.  Continuad  ,  Señora  Carlota. 
'  Carlota.  Quando  Moisés  fue  gran- 
le  la  hija  de  Pharaon  lo  adoptó  por 
iiijo  suyo  ,  i  él  era  un  gran  Señor; 
í)ero  las  riquezas  ni  los  placeres  de 
k  Corte  no  fueron  capaces  de  ha- 
berle olvidar  a  sus  hermanos  los 
Israelitas.  Vio  un  dia  que  uno  de 
íUos  era  maltratado  por  un  Egipcio^ 

Moisés  quitó  a  este  la  vida  ,  que 
il  queria  quitar  al  Israelita ,  i  ocul- 
andolo  debajo  de  la  arena  le  pare- 
ño  que  nadie  le  habia  visto.  El  dia 
siguiente  viendo  reñir  a  dos  Israe-- 
litas  ,  les  dixo  :  ¿Por  qué  reñis? 
V"osotros  sois  hermanos  ,  i  es  jus- 
to que  viváis  en  paz.  Uno  de  estos 
Israelitas  le  replicó :  Y  vos  j  por  qué 
os  metéis  en  eso  ?  Sois  acaso  núes* 
tro  Juez?  ¿ Pensáis  tal  vez  matarme 

hoi 


96  Alm  ACEiNr 

hoi  a  mi  como  ayer  matasteis  a 
Egipcio  ?  Como  Moisés  estaba  per 
suadido  de  que  nadie  le  habia  vis- 
to matar  a  aquel  hombre  se  dex( 
poseer  del  temor  ;  i  habiendo  des 
pues  sabido  que  el  Rei  le  queria  ha 
cer  morir  se  huyó  a  otro  País.  Can- 
sado de  lo  mucho  que  habia  cami- 
nado se  sentó  cerca  de  un  pozo  pa- 
ra tomar  aliento  ,  i  estando  alli  vi( 
venir  siete  doncellas  ,  que  eran  to 
das  hijas  de  un  mismo  Padre  llama 
do  Jetro  :  estas  sacaban  agua  de. 
pozo  para  dar  de  beber  a  sus  gana- 
dos; pero  unos  Pastores  que  llega- 
ron  poco  después  quisieron  desviar- 
las ,  i  fueron  defendidas  de  Moisés^ 
Dieron  ellas  vuelta  a  su  casa  ,  i  ha 
biendo  referido  a  su  Padre  lo  que  le^| 
habia  pasado  ,  les  dixo  Jetro  :  ¿  Poi 
qué  pues  no  habéis  rogado  a  ese  honv 
bre  que  viniese  a  tomar  un  bocadc 

COI 


i 


con  nosotros  ?  Condujolo  él  a  su  ca*- 
sa  ,  i  después  le  casó  con  una  de  su¿ 
hijas  ,  que  se  llamaba  Sephora. 

Aya.  Continuad,Señora  Melchor  a. 

Melchora,  Andaba  un  día  Moisés 
pastoreando  los  ganados  de  Jetro  su 
.suegro  5  i  llegó  hasta  el  monte  Oreb. 
Vio  entonces  una  Zarza  que  ardia, 
i  no  se  quemaba  :  acercóse  a  ella 
Mí?/^e^  admirado  de  esta  maravilla, 
i  oyó  una  voz  que  le  dixo  :  Quí- 
tate los  zapatos,  porque  este  lugar 
está  santificado.  A  estas  palabras  se 
humilló  Moisés  con  el  rostro  hasta  la 
tierra  ,  i  continuó  la  voz  :  Yo  soi 
el  Dios  de  Abraham  ,  de  Isaac  ,  i  dé 
Jacob :  he  oido  los  clamores  de  mi 
Pueblo  ,  que  está  en  Egipto  ,  porque 
los  Israelitas  son  Pueblo  mió  ^  i  por 
lo  mismo  te  mando  vuelvas  a  ellos 
para  libertarlos  ,  i  tu  le  dirás  que 
vas  de  mi  parte.  Señor  ,  dixo  MoU 
:  Tom.  IL  G  sés. 


•98  Almacén- 

^és  5  ya  ignoro  vuestro  nombre :  ¿co-^ 
mo  pues  podré  decírselo  ?  Yo  soi  eíi 
que  soi  ,  respondió  la  voz  :  ve  ,  i 
preséntate  a  JPharaon  ,  i  pidele  per- 
miso  para  conducir  mi  Pueblo   al 
desierto  a   fin  de  que   me  ofrezca 
sus  sacrificios  por  tiempo  de  tres  dias. 
Replicó  Moisés ,  i  dixo :  Señor ,  Pha-^ 
raon  no  querrá  creerme  ,  i  me  ha*^ 
rá  morir.  Yo  estaré  contigo  ,  aña- 
dió la  voz  ,  i  te  daré  poder  para 
hacer  milagros.  Arroja  en  la  tierra 
Ja   vara    que    tienes   en   tu    mano. 
Obedeció  Moisés  ,  i  la  vara  fue  con-^ 
vertida  al  punto  en  una  serpiente^ 
Moisés  huía  de  miedo  ,  pero  la  voz 
le  dixo  :  Coge  esa  serpiente  por  la 
cola ,  i  al  instante  volverá  a  ser  va- 
ra. Aunque  sucedió   esto   del  mis- 
:mo  modo  que  la  voz  lo  habia  pre- 
dicho,  no  se  aseguraba  Moisés.  Man^ 
4óle  k  voz  que  metiese  la  mano  en 


.su 


DB    Niño  sf¿w  99 

su  serio,  i  se  le  cubrió  de  lepra  5  i 
habiendo  vuelto  a  meter  en  el  seno 
esta  mano  leprosa  la  sacó  sana.  Co- 
noció Moisés  por  estos  prodigios,^ 
que  era  Dios  el  que  le  hablaba  ,  pe- 
ro no  se.resolvia  sin  embargo  a  ir 
a  presentarse  a  Pharaon  ^  i  dixo :  Bien 
sabéis  vos  ^  Señor  ,  la  torpeza  de  mi 
lengua  ,  i  que  toda  mi  vida. he  te- 
nido suma  dificultad  en  pronunciar, 
la  qual  se  ha  aumentado  desde  que' 
estoi  hablando  con  vos.  La  voz  res-* 
pondió  :  ¿  Quien  ha  hecho  la  len- 
gua del  mudo  i  del  que  habla  ?  ¿No 
sol  yo  1  Ve  pues ,  yo  estaré  en  tu 
boca ,  i  enviaré  después  a  tu  hermano 
Aaron ,  que  habla  con  facilidad  :  es- 
te saldrá  a  recibirte  ,  i  te  servirá  de 
Interprete.  Dexó  pues  Moisés  el  mon-^ 
te  para  volver  a  Egipto ;  i  Aaron  sa-^ 
lió  a  recibirle  al  camino  como  Dios 
se  lo  habia  predicho. 

Gij  Es^ 


loo  Almacen^ 

Estefanía.  ¡O  Dios  mió  ,  í  quan 
buena  es  esta  historia  de  la  Sagrada 
Escritura!  Yo  me  estaria  oyéndola 
dias  i  noches. 

Melchor  a.  Señora  Aya  ,  quisiera 
que  me  explicaseis  qué  quiere  decir 
Yo  soi  el  que  sol. 

Aya.  Quiere  decir  :  Yo  soi  Dios 
por  mi  mismo  ,  i  sin  ayuda  de  na- 
die :  siempre  he  sido  i  siempre  seré. 
Todo  lo  que  hai  sobre  la  tierra  es 
nada  en  mi  comparación.  Los  Em- 
peradores ,  los  Reyes  ,  los  Conquis- 
tadores ,  los  Nobles  i  los  Ricos  na- 
da son  delante  de  mi.  Todo  esto 
no  subsiste  sino  por  mi  voluntad,; 
i  todo  el  mundo  es  menos  en  mi 
presencia  que  un  grano  de  mosta-i 
za.  Yo  soi  solo  ,  i  soi  todo  lo  que 
hai  de  bueno  ,  de  grande  ,  de  sabio, 
de  poderoso  ,  de  amable  ,  i  de  justo. 

Estefanía.  Pero  Señora  Aya,  aun-. 
-  '/\  que 


¿eNi^os.  ioi 

que  vos  decís  5  que  no  hai  otro  que 
sea  sino  Dios  ,  me  parece  sin  em- 
bargo que  yo  soi  también  alguna 
cosa.  La  tierra ,  el  Sol ,  i  los  hom- 
bres son  alguna  cosa  también  :  ¿co- 
mo pues  se  puede  decir  que  no  hai 
sino  Dios  que  sea? 

Aya.  Con  vuestro  permiso  ,  que- 
rida mia.  Verdad  es  que  vos  sois 
alguna  cosa  ,  i  que  tenéis  ser  ,  pero 
este;  ser  que  tenéis  os  le  ha  presta- 
do Dios  :  él  es  a  quien  pertenece^ 
í  quien  puede  quitároslo  en  un  mo-í- 
mentó.  Si  yo  os  prestase  mi  bata 
no  podríais  decir  que  esta  bata  era 
vuestra :  ahora  pues  :  vuestro  cuer- 
po ,  vuestra  alma  ,  vuestro  espíritu, 
vuestros  parientes ,  vuestras  riquezas, 
i  en  una  palabra  todo  loque  tenéis, 
es  de  Dios  :  él  es  el  que  os  lo  ha 
prestado  ,  i  no  hai  otro  sino  Dios, 
que  jamás  haya  dado  ni  prestado 

G  iij         co- 


102  AXMACEÍÍ 

cosa  alguna  ,  porque  nadie  era  an¿^' 
les  que  él :  de  él  viene  todo  quan-¿ 
to  existe  5  i  él  es  dueño  de  todo 
quanto  tiene  ,  i  de  todo  lo  queda, 
qnt  es  d^cir ,  de  todo  quanto  exis-J' 
te.  Veis  pues  ,  niñas  mias ,  ¿quan  dig* 
no  es  de  reconocimiento  i  de  amor? 
Nosotras  amamos  a  los  que  nos  ha- 
cen bien  j  pues  ahora :  Dios  nos  ha 
dado  quanto  tenemos ;  él  es  nuestro 
Padre  ^  nuestroDueño ,  nuestro  Bien-' 
Jbiechor  ,  i  nos  ama  como  a  hijos 
suyos  :  ¿no  seriamos  demasiado  per- 
versos si  rehusásemos  amarle  i  obe- 
decerle? 

'  Serafina,  Por  lo  que  a  mi  hace. 
Aya  mia  5  confieso  que  no  puedo 
fjexar  de  te  nblar  de  respetó'  quan- 
do  leo  las  historias  que  estas  Seño- 
xas  acaban  de  referir, 
.  ^ya.  Hacéis  muí  bien  ,  hija  mia;' 
nosotras  somos  tan  pequeñas  delait' 
.  -  ^  ti 


í>E   Niños.  io¡ 

te  de  Dios  que  no  podemos  estar 
,bastantemente  penetradas  de  respe- 
to en  su  presencia.  Dios  está  en: 
todas  partes  ,  pero  lo  está  de  un 
modo  particular  en  los  Templos  i 
lugares  de  oración.  Es  pues  gran 
¡pecado  faltarle  al  respeto  en  estos 
ilugares  ,  el  hablar  ,  reir  ,  i  volver 
I  la  cabeza.  Es  asimismo  pecado  o«- 
|rar  sin  atención.  ¿Qué  diríais  voso- 
|lras  ,  Señoras  mias  ,  si  vieseis  que 
¡lina  pobre  muger  pedia  permiso  pa- 
ja  hablar  al  Rei  ,  i  que  estando  en 
isu  presencia  a  fin  de  pedirle  una 
gracia  le  volvía  la  espalda  ,  i  se 
echaba  a  reir  ,  o  se  ponia  a  hablar 
¡con  sus  criados, 

Marta,  Yo  diria  que  era  una  lo-^ 
ca  5  X  yo  soi  también  loca  algunas 
veces  5  porque  mientras  estoi  de  ro-^ 
dillas  hablando  con  Dios  vuelvo  la 
cabeza-  sin  atender ,  ni-  pensar  en  lo 

G  iv  que 


104  ALMA.CEK 

que  digo  5  pero  procuraré  enm^m4 
darme ,  i  antes  de  ponerme  a  or^rl 
me  tomaré  un  instante  para  pensai^t 
que  voi  a  hablar  con  Dios.  vá 

Aya.  Si  hiciereis  eso  yo  os  ase-^tl 
guro  que  ni  aun  os  pasara  por   láí 
imaginación   el  deseo  de  volver  Istij 
cabeza.  La  costumbre  de  pensar  com 
freqüencia  que  estamos  en  la  presen-^ 
cia  de  Dios   es  excelente  ,   porque! 
solo  somos  malos  quando  nos  olvi- 
damos de  esto.  Si  antes  de  mentir j, 
de  encolerizarse  ,  i  de  entregarse  ai¡ 
la  glotonería  se  pensase  asi.  Yo  vor 
a  cometer  estos  delitos  en  la  presen**; 
cia  de  Dios:  su  Magestad   me  está« 
viendo  ,  él  aborrece  a  los  perversosy, 
i  puede  castigarlos  ,  i  tal  vez   me  i 
castigará  a  mi  en  el  momento  que 
los  cometa  :   si  como  digo  se  pen^ 
sase  de  este  modo  nadie  se  atreve- 
ría a  cometer  estas  culpas.  ADíos^ 


DE    Nl^OS.  105 

Señoras  mias :  yo:::: 

María.  Señora  Aya  ,  antes   que 
IOS  separemos  quisiera   que  me  ex- 
DÜcaseis  una  cosa  que  no  entiendo. 
5e  nos  ha  dicho  que   el  Padre   de 
Moisés  era    de    la  Tribu  de  Leví: 
-Qué  cosa  es  una  Tribu? 
[nAya.  Tribu  quiere  decir  Familia, 
l^osotras   sabéis  bien  ,   niñas    mias, 
jue  Jacob  tuvo  doce   hijos.  De  es- 
tos doce  hijos  pues  se  hicieron  do- 
.:"é  Familias  ,  que  se  llamaron  Tribus, 
[i  son  estas  :  Rubén  ,  Simeón  ,  Leví^ 
Judd;lsacár  ,  Zabulón  ,  Dan  ,  Gad^ 
Ascer  ,  Nephtali  ,  Joseph  ,  i  Benja-- 
min.   Estas  son  las  doce  Tribus  de 
Israel .,  que  es  como  decir  las  doce 
Familias  que  dimanaron   de  Jacob'^ 
pero  como  este   adoptó   dos  de  loa 
hijos  de  Joseph  ,  llsan^dos  Manas és^ 
i  Ephraim  ,  estos  hicieron  dos  me- 
dias Tribus  o  Familias  ,  que  repre- 
sen- 


*0^  AtMACEN  I 

sentaron  la  Tribu  de  Joseph.  eJi 
es  lo  que  vos  deseáis  saber ,  Seno 
ra  María  5  pero  quando  me  interí 
rumpisteis  iba  a  deciros  que  noso 
tras  iremos  a  comer  al  campo  pa- 
sado mañana  ,  i  si  viniereis  tempra 
no  iremos  juntas  a  pedir  el  permi- 
so a  vuestras  Madres  :  esto  supuesto; 
espero  me  hagáis  saber  mañana  & 
os  iiabeinos  de  esperar.       •  .  r 

DÍALOGoTxra 


Jornada   XL 

^^-  "T^Urante  el  camino ,  Seño^  | 

JLJ  ras  mias  5  voi  a  contar- 

ps  un  bonito  cuento  que  he  leído  eai 

cierta  parte. 


Cusn^ 


DE      NiSfOÍ.  Í07 

Cuento  de  los  tres  Deseos- 
Hubo  una  vez  un  hombre  pobre^que 
'estaba  casado  con  una  muger  mui 
)onita.  Estaban  ambos  sentados  a  la 
lumbre   en  una  noche  de  invierno, 
i  entretenian  el  tiempo  ponderando 
la  felicidad  de  algunos  vecinos  su- 
yos <,  que  eran  mas  ri<:os  que  ellos. 
¡¡O  si  sqIo  pendiese  de  mi  voluntad 
tener  quanto  desease  !  dixo  la  mu- 
ger 'y  sería  yo  mucho  mas  rica  que 
I  todas  esas  gentes  :  i  yo  lo  propio, 
añadió  el  marido.  Quisiera  que  es- 
tuviésemos en  el  tiempo  de  las  En- 
cantadoras ,  i  encontrar  una  que  me 
otorgara   todo    quanto'   la    pidiera; 
En  el  punto  que  concluyó  estas  pa- 
labras vieron   dentro  de  su  quarta 
una  hermosísima  Dama  ,  que  les  di- 
xo :  Yo  soi  Encantadora ,  i  prome- 
to 


ip8  Almacén 

•i 

to  concederos  las  tres  primeras  coi 
sas  que  deseáis  5  pero  luego  queha- 
yais  deseado  estas  tres  cosas  ñadí 
mas  os  he  de  otorgar.  Desaparecití 
con  esto  la  Encantadora  ,  i  marido 
i  muger  quedaron  sumamente  per- 
plejos. Por  mi  parte  dixo  ella  ,  pues 
SOI  la  dueña  ,  sé  bien  lo  que  he  de 
pedir :  al  presente  nada  deseo  ;  pe^j 
ro  me  parece  que  lo  que  hai  mas 
apreciable   es  el  ser  bella  ,  rica ,  i< 
noble.  La  que  tuviere  esas  tres  co- 
sas ,  añadió  el  marido ,  puede  sin 
embargo  estar  enferma  ,  tener  pesa- 
res ,  I  morir  moza  :  mejor  es  desear 
una   larga    vida ,  alegría ,  i  salud,. 
¿iJe  que  sirve  una  larga  vida  sien- 
do pobre  ?  replicó  la  muger  :    eso 
solo  servirá  para  ser  desdichados  mas ., 
largo  tiempo.    A  la  verdad  que  la  j 
Encantadora  debió  haber  prometido 
concedernos  una  docena  de  Dones^ 

pues 


BK   Ni ^0  8.  109 

)ues  por  lo  menos  tengo  necesidad 
le  otras  tantas  cosas.  Asi  es  ,  dixo 
íl  marido  ,  pero  tomemos  tiempo,^ 
i  examinemos  de  aqui  a  mañana  por 
a  mañana  las  tres  cosas  de  que  mas 
lecesitamos  ,  i  después  se  las  pedi- 
émos.  Yo  quiero  pensarlo  toda  la 
loche  ,  continuó  la  muger  ,  i  en  tan- 
o  tratemos  de  calentarnos  ,  que  ha- 
le  frió.  Dicho  esto  tomó  las  tena- 
as  ,  i  compuso  la  lumbre  ;  i  como 
ió  que  habia  muchos  carbones  bien 
;ncendidos  dixo  inadvertidamente: 
'^ed  aqui  una  buena  lumbre  :  yo 
uisiera  tener  una  vara  de  morci- 
lla para  que  cenásemos  ,  i  facilmen- 
e  pudiéramos  asarla.  No  bien  hubo 
icho  esto  quando  cayó  una  vara  de 
lorcilla  por  la  chimenea.  Peste  cai- 
a  sobre  la  glotona  con  su  morci- 
la  ,  dixo  el  marido  :  ¿no  ha  teni- 
o  un  bello  dese^  ?  ya  solo  nos  res- 
tan 


íio  Almacén  ; 

-  í 

tan  otros  dos  5  i  yo  estói  tan  irríj 
^  tado  que  quisiera  que  ella  tuviest 
esta  morcilla  en  la  punta  de  su  n^i 
riz.  Conoció  al  punto  que  él  eri^ 
aun  mas  necio  que  su  muger  ,  poriij 
que  en  virtud  de  este  segundo  dése 
se  pegó  la  morcilla  a  la  punta  d) 
la  nariz  de  esta  pobre  de  tal  mo| 
do  5  que  por  mas  que  trabajó  no  1| 
fue  posible  arrancarla  de  ella.  ¡Aij 
desdichada  de  mi !  exclamó :  tu  ere| 
un  perverso  en  haber  deseado  qu| 
esta  morcilla  se  haya  puesto  a  l\ 
punta  de  mi  nariz.  Yo  te  juro ,  que; 
rida  muger  mia  ,  replicó  el  marido 
que  no  supe  lo  que  me  dixe  ,  peni 
ya  no  tiene  remedio  :  voi  a  deseai 
muchas  riquezas ,  i  con  ellas  te  marj 
daré  hacer  un  estuche  de  oro  pan 
ocultar  esa  morcilla.  Guardaos  bie: 
de  eso  ,  interrumpió  ella  ,  antes  mi 
quitaré  yo  la  vida   que  reduciri» 


DE   Nríío's.  til 

■vivir  con  esta  morcilla  en  mi  na- 
iz.  Creadme  a  mi ,  i  pues  aun  nos 
esta  otro  deseo  dexadle  a  mi  cuida- 
lo  ,  o  de  lo  contrario  me  arrojaré 
lor  esta  ventana.  Dichas  estas  pala- 
ras  corrió  a  ponerlo  en  execucionj 
>ero  el  marido  ,  que  la  quería  bien, 
i  dio  voces  diciendo :  Detente  ,  es- 
losa  mia  ,  yo  te  permito  que  de-^ 
ees  lo  que  fuere  tu  voluntad.  Aho- 
a  bien  :  deseo  ,  dixo  ella ,  que  esta 
lorcilla  caiga  a  tierra.  Cayó  con 
fecto  ,  i  la  muger ,  que  era  discre- 
i ,  dixo  a  su  marido  :  La  Encanta- 
ora  se  ha  burlado  con  razón  de 
osotros  :  tal  vez  hubiéramos  sido 
ifelices  siendo  ricos,  mas  que  aho- 
a  lo  somos  siendo  pobres  :  creed- 
le ,  amigo  mió  :  tomemos  pues  las 
osas  como  Dios  gusta  enviárnoslas^ 

en  tanto  cenemos  nuestra  morci- 
ia  ,  que  es,  lo  que  únicamente  nos 

^  .  ha 


ha  quedado  de  nuestros  deseos.  M 
marido  conoció  que  su  muger  tenL 
razón  ,  i  cenaron  ambos  alegremen- 
te sin  volver  a  pensar  en  aquella 
cosas  que  habian  tenido  intención  d 
desear. 

Serafina,  Esta  muger  deseaba  un; 
docena  de  Dones ,  i  sin  embargo  poi 
dia  haber  sido  desdichada  :  por 
xemplo  :  Si  hubiera  deseado  unM 
buena  comida ,  necesitaba  tener  bue- 
nas ganas  de  comer  ,  i  moderación 
para  no  comer  tanto  que  le  hiciesi 
daño  5  i  ved  ahí  tres  deseos  para  um: 
sola  comida. 

María.  Si  yo  tuviese  para  desear 
algo  apetecerla  al  punto  ser  la  maí 
sabia  del  mundo. 

Aya.  Pero  eso  solo  no  seria  bas 
íante  :  necesitabais  ademas  desea) 
hacer  un  buen  uso  de  vuestra  sabi 
duría  ,  porque  sin  esto  podría  servi; 

pa 


i>  E  N  iñ  o  §.  rij 

tpara  haceros  mas  necia ,  mas  per- 
(versa  ,  i  mas  orgullosa. 

Carlota.  Y  yo  desearia  ser  la  me- 
jor de  todas  las  niñas  ,  porque  temo 
que  he  de  ser  mas  mala  aun  de  lo 
que  soi.  , 

4ytíf,  Ese  deseo  es  perfectamente 
fcueno  ,  i   nada    tiene  de  reprensi- 
ble ,  pero  demás  de  esto  hai  en  él 
.lina  ventaja    que   vos  no  ; conocéis. 
Yo  supongo  que  quisierais  ser  her- 
mosa, rica  ,  o  tener  qualquiera  otra 
felicidad,  pero  por  mas  que  lo  de-» 
searais  toda  vuestra  vida  no  por  eso 
seriáis  jamas  ni    mas  bella ,  ni  ma$ 
rica.  Semejantes  deseos  nada  nos  ade-r 
lantan  ^  mas  al  punto  que  verdadera-» 
mente  deseamos  ser  buenas  i  virtuo- 
sas, comenzamos  a    serlo   efectiva- 
mente. Reparad ,  niñas  mias ,  en  e»^ 
tas  palabras  :  jQuando  se  desea  ver* 
dader amenté  ,  que  es    decir  ,  quan- 
^^Mm.n.  H  do 


do  se^^hmm  Ifis  ^diligenciad  |>afá 
serlo  ,  i  guando  =  se  "'pone  a  este 
fin  todo  el  cuidado  necesario,  por- 
que aun  ierítre  los  rnás  perversos^ 
ninguno -^%át  qitó  ^^'no  deseen  fiia!4^[ 
cerse  virtuoso  con  tal  que  ésta 
nó  le  cueiste  trabajo  alguno  j  'í)ero 
sh  desea  vef4aderaímeftté  hacerse'  "btífe^ 
^0  pone  dé  su  parte  los  medios  ^^ 
potmtíés'  para  ella  Decidme  ^  Señora 
CarJoM%  '|no  es-asi-que  deseafe  ser 
buena  de  iref:íente  para  íio  tener  ftopP 
na  de  corregir  l^uéstrósdéfectttó^H^  ' 
^  Carlota.  Sm  duda 'alguna  , 'S^efio- 
ra  Aya  >  |)árecé- c^ue^^^adivinaí^^  La 
dificultad  que  a  mi  parecer  ténáré'erí 
hacerme  dócil  es '  la  que  mié  klé^ríiá* 
ya :  es  verdad  qué  -pongo  a  esté^^írí-^ 
tentó  mucho  cuidado^ ^-pero^in  erii-^ 
bargo  caigo  en  mil'  faltas  a  cada  p^al-^ 
«o  ,  i  temo  que  OQ  hé  dé  corregirme 
jamas;  -  -■•-•^■^    -^  ''--l^  r^^.-r..\:>  , 


I>  JE     N.l.ÜO',Sm'  315 

i  .  Aya.JLa.  pereza^  amiga  piafes 
quien  produce  este  temor  en  vos  : 
tened  por  sin  duda  gue  el  que  re- 
para sus  defectos  j^e  corrige  siem- 
pre.. Si  vos  emprendieseis  viage  pa- 
ra jr.  a  üCe/^j^/z^g-íí?»  ^  i  cayeseis  de 
instante  en  instante  tardariais  sin 
duda  largo  tiempo  en  andar  el  ca- 
mino f  pero  al  fin  líegariais  v^.  fene- 
cerle ,  con,  tal  que  tuvieseis  el  cui- 
i  .dado  de  levantaros  5  pero  si  por  el 
contrario  dixeseis  :  Yo  caigo  fre- 
,  qüentemente  ,  el  levantarme  me  cues- 
ta un  trabajo  grande  ,  ^i  asi,vquiero 
iquedarme  en  ti^rr^  ,  en /este,  caso 
^s  ciertísimo  que  im)  llegar iamo^  ja- 
illas  allá.  Lo  mismo  nos  sucede  en  el 
.viage  que  hacemos  ipara  adquirir  la 
, virtud:, nosotras  ll^g^riamos a  poseer* 
Ja  algua  dia  si  por  pere?^  npjnQs,qjUe- 
xdaramos  ^p ^1  s^eíp*- ^  i  a,Ví\í>(.1  a£ 

^v=,  .     '    Hij     '     ^'  ''   "re^ 


tí6  Al  ívrÁ  c  E 11  ||j 

rezosa  ,  Señora ,  porque  gusto  de 
trabajar  ,  i  aprender  de  memoria ,  i 
sé  una  grande  lección  de  Geografia. 

Aya.  Aun  la  que  guste  de  traba- 
jar 5  i  aprender  puede  ser  perezo- 
sa ,  pero  de  una  pereza  de  espíritu, 
que  es  dañosísima  porque  quita  el 
ánimo.  Veamos  pues  esta  lección  de 
Geografia  que  habéis  aprendido. 

Carlota.  He  aprendido  todas  las 
Montañas  déla,  Europa  ^  los  princi- 
pales Ríos ,  Penínsulas  ,  i  Isthfnos. 

Aya.  Informadnos  ahora  de  las 
Montañas ,  i  de  las  Penínsulas  ^  pues 
de  los  Ríos  nos  informaremos  quan- 
do  hablemos  de  los  Países  por  don- 
de corren. 

Carlota.  En  la  Gran  Bretaña  en-> 
trt  Inglaterra  i  Escocia  se  encuen- 
tra el  monte  Cheviot.  Las  monta- 
fias  Hofrines  están  entre  la  Noruega 
iHSfiecía»  Los  montes  Pirineos  en» 

trflf 


PE  Niños. .  117 

tré  Francia  i  España.  Los  Alpes  en- 
tre Francia  ,  Saboya^  i  Italia.  El 
Apenino  atraviesa  la  Italia  5  i  en  la 
Hungría  se  encuentra  el  monte  Cíí»- 
prach. 

Hai  en  Europa  .  dos  Penínsulas^ 
que  tienen  Ithsmos :  la  una  en  la 
Moré  a  al  5í/¿/  de  la  Europa  en  la 
Turquía  Europea  ,  i  se  junta  a  la 
tierra  firme  por  el  Isthmo  de  Co- 
r/«ía.  La  otra  es  la  Crimea  al  iV¿?rá 
del  mar  Negro ,  i  se  junta  a  la  tier- 
ra firme  por  el  Isthmo  de  Precop. 
Dícese  que  la  Jutlandia ,  que  es  del 
Rei  de  Dinamarca ,  es  también  Pe-^ 
nínsula. 

Aya.  Animo  ,  querida  mia ,  que 
habéis  de  ser  breve  una  hábil  Geo- 
gráfica. Veamos  ahora  si  estas  Seño- 
ras saben  sus  historias.  Comenzad, 
Señora  Maria.  .ti 

Mari  a.  Moisés  i  Aaron  se  presen- 
il iij  ta- 


118  Almacek^  1 

taron  dL'Pharaon  yi  le  díxeront  Éllj 
Dios  Eterno  te  manda  dexes  ir  a  su 
Pueblo  al  desierto  para  que  le  ofrez- 
ca un  sacrificio.  Pbaraon  respondió t|j 
Yo  no  conozco  al  Dios  Eterno.  Estfl 
te  perverso  Rei  envió  a  llamar  a  los  ; 
Superintendentes    de  las   obras  que ' 
hacian  los  Israelitas  y  i  les  dixo :  Au-  ' 
mentad    el  trabajo    de  ese  Pueblo, ; 
pues   la   cortedad    de  su  fatiga  les 
da  tiempo  para  pensar  en  ir  al  de- 
sierto. Dióse  pues  a  los  Israelitas  mdis  ; 
trabajo  del  que  podian  hacer  ,  i  los 
castigaban  quando   no  habian  fene- 
cido su  tarea.  Viéndose  I05  Israeli-^Á 
tas  mas  infelices  que  antes  dixerotí  | 
s.' Moisés:  Vos  sois  la  causa  de  núes-  I 
•  tra  desdicha  :   ¿  por  qué  habéis  di^  i 
-cho  a  Pbaraon   que  nos  dexe  ir  al  | 
.desierto?   Moisés   dixo  entonces  al] 
Señor  :  Vos  veis  que  más  hermanos 
están  irritados  contra  mi.  El  Seiior 
-i  le 


B,E;N  I  Ñ  os..  XI9 

le  respondió  :  Yo  soi  el  Dios  de 
Abraham^  de  It^^í:  ,  i  áQ  Jacob  :  ya 
daré  a  los  Israelitas  la  tierra  de  C^-^ 
naan^quQ  es  el  mejor  País  del  mundo: 
volved  a  Pharaon  i  Aaron  hará  pro-' 
digios  en  su  presencia.  Míí/^^j'  i  Aaron 
fueron  entonces  a  buscar  a  Pharaon^ 
\  hdhítnáo  Aaron  arrojado  su  vara  en 
tierra  fue  convertida  en  dragón.  Los 
Máxicos  del  Rei  convirtieron  también 
sus  varas  en  dragones  5  pero  el  de 
Aaron  comió  a  los  dragones  de  los 
Magos.  Después  tocó  Aaron  con^ 
vara  las  aguas  del  M/aji  estas  fueron 
corwertidas  ^n  sangre  ,  quedando 
tan  fétidas ,  que  hicieron  niorir  to-? 
dos  los  peces ;  pero,  conao  los  Ma*^ 
gos  volvieron  también  el  agua  en 
sangr^  no  quiso  Bharaon  áQ,^3Lt,'íX  a, 
los  Israelitas  i    ^ 

^  ¿jAyf^i  Continuad  ,  ^motd,  Melchor  a. 

,,j  Melchor  a.  Mandó  después  Dios  a 

Hiv  Aa^ 


tío  A  L  M  A  C  EUf 

Aaron  estender  SU  vara  ,  i  vino  sol 
bre   Egipto  una   gran    cantidad  dí 
Ranas /las  quales  entraban   en    la¿ 
casas  ,  en  las  camas ,  en  los  hornosil 
i  hasta  eri  la  sala  del  Rei.  Pharaonl 
dixo  entonces  a  Moisés  :  Ruega  a  ti] 
Dios  que  haga  morir  a  estas  RanasJ 
i  dexaré  ir  a   los  Israelitas.  Rogo 
Moisés  al  Señor,  i  murieron  las  Ra- 
nas 5  pero  Pharaon  no  quiso  cümplií 
su  promesa,  i  Dios  envió  succesi- 
vamente  a  Egipto  uña  infinita  mul- 
titud  de  piojos  :   después  de    estos 
animales   envió   un  grueso  granizo, 
qué  mataba  hombres  i  brutos.  En- 
vió también  plaga  sobre  todos  los 
hombres  ,  i  a  mediodía  no  se  veia 
claridad  alguna  ,  porque  la    tierra  i 
estaba    cubierta    de  una    espantosa 
niebla  5  pero  estas  cosas  no  se  éx:i 
perimentaban  en  el  País  de  los  Is^ 
raelitas  j  i  sin  embargo  Pharaon  no 

qui- 


BE   N  I  i5  O  g.  i^i 

quiso  darles  libertad.  Entonces  dio 
(Dios  a  Moisés  estos  órdenes :  Cada 
familia  de  los  Israelitas  tomará  un 
cordero  o  un  cabrito  ,  i  le  matarán 
el  dia  catorce  de  este  mes,  frotando 
con  la  sangre  de  él  todas  sus  puer- 
tas :  este  cordero  o  cabrito  debe  ser 
lasado  ,  i  comido  con  pan  sin  levadu- 
Ira  ,  i  lechugas  amargas :  es  necesario 
¡que  lo  coman  todo  ,  i  si  les  sobrase 
falgo  conviene  que  lo  quemen.  Esta 
;cena  la  comeréis  de  pie  derecho  ,  de 
j priesa  5  i  en   trage  de  caminantes, 
i  porque  os  voi  a  sacar  de  Egipto  :  i 
Itodoslos  años  celebraréis  esta  liber- 
Itad  por  tiempo  de  siete  dias  comien- 
do pan  sin  levadura. 
'     Aya.  Continuad  ,  Señora  Carlo-^ 

ta.         ^'^^(^m^k^ 

Carlota.  Habiendo  entendido  los 
Israelitas  por  boca  de  Moisés  i  Aaron 
la  voluntad  del  Señor  hicieron  quan- 

ío 


t 
ir*»*  Almacén.  * 

:tQ^  s€  les  ordenó.  A  la  med^a.  n^i 

che  ^nvió  Dios  su  Ángel  ,  el  q4 

mató  los  hijos  primogénitos  de    Iq 

Egipcips  desde  el  hijo  del  Reí  has 

ta  el  del  esclavo,  sin   que  ^luries 

alguno  en  las  casas  cuyas  puertas  cí 

taban  rociadas  con  la    sangre  de 

cordero  o  del  cabrito.  En  esta  ocan 

tsion  Pbaraon^  i  el  Pueblo  híciero^ 

grandes  llantos  ,  i  dixeron  a,  Ips  íy, 

raelitas  :  Idos  quanto  antes  .^í  rc^j 

gad  a  Dios  por  nosotros.  Los  Israe, 

//í^^   habian  pedido   de  orden    d^^ 

Señor  prestados  a  sus  vecinos   lp¿ 

vasos  de  oro  i  plata  ,1  se  los.  llevar 

ron  consigo.  Estaban  tan  apresurados 

que  llevaron  su  masa  para  hacer  pan 

antes  que  tuviese  levadura;  Quando 

salieron  de  Egipto  los  Israelitas  eran¡ 

seiscientos  mil  hombres ,  sin  contar 

las  mugeres   ni  los  niños.  Mandóles 

Dios  que  jamas  descasen  de.  comer 


CS'^ 


DE   Niños.;  125 

?te  cordero  todos  los  años  5  pero  les  . 
rohibió  quebrar  ni  uno  de  sus  hue- 
oa,nidar  de  él  a  ninguna  que  hq 
iese<2Írcunciso.  ,  ol  n^.-. 

María.  Señora  Aya,  ¿los  hijos 
.e  íír^e/  volvieron  a  los  Egipcios  los 
asos  de  oro  i  plata  que  les  habiaa 
)restado?.  ,^íf)lb 

Aya.  Na  ,  querida  mía.   r 
:  ,María^  ¿Luego  eran  Ladrones? 
I  Aya.  Debéis  tener  presente  que 
os  Reyes  de  Egipto  habian  hecho 
Irabajar  coma  esclavos  a  los  Israe- 
ítas  ,  sin  haberles,  pagado  su  traba*- 
o  :   ellos  habian  construido  muchas 
Ciudades  en  el  País  de  los  Egipcios^ 
■  Dios ,  que  es  justo^  quiáo.  que  los 
Egipcios  les  píagasen  a  su  pesar  y  i 
por  esto   fue  por  lo  que  les  imandó 
Ipidiesen  prestados  estos  vasos  ,  sia  . 
advertirles  que  jamas  tendrían  opor-  , 
f unidad  de.  volverlos  :   i.  aunque  es 


tH  Al m  a  c  e  k  | 

presumible  que  ellos  ignoraban^ 
volverían  o  no,  es  constante  <p 
aunque  hubieran  sabido  que  no  hii 
bian  de  volver  no  hubieran  pecadij 
porque  Dios  ,  que  és  dueño  de  to 
do ,  les  habia  dado  estos  vasos.  J 
Dios  no  se  los  hubiera  dado  pai 
pagarles  con  ellos  su  trabajo  hubie 
ran  pecado  en  tomarlos  por  sí ,  poj 
que  no  es  lícito  tomar  cosa  algún 
a  otra  persona  aun  quando  nos  debit 
se  dinero^  "  o>:I 

■^^Estefanía.  Suplicóos,  Señora  Aya 
me  digáis  ,  ¿  qué  cosa  sea  la  circum 
cisión^  ' 

^>'^.  Era  una  ceremonia  que  Dio 
habia  establecido  para  los  hijos  dd 
los  Israelitas  ,  i  era  la  señal  que  loi 
distinguía  de  las  otras  Naciones  5 
quando  alguh  estrangero  quería  ha- 
cerse Israelita,  o  Judio,  que  es  k 
propio,  practicaba  esta  ceremonia. 
"^  Car- 


Carlota.  ¿Y  qué  era  una  ceremo^ 

ia? 
^y^.  Tenían  diversas,  niñas  mias: 

ior  exemplo  :  lesera  preciso  co-^ 
ler  el  Cordero  Pasqual  de  pie  de- 
echo  en  trage .  de  caminantes  ,  con 
echugas  amargas  ,  i  un  bastón  en 
^a  mano.  Este  bastón  ,  estas  lechu- 
[ras  ,  i  estos  trages  eran  ceremonias. 
\  Serafina.  Ayaniia  ,  yo  me  acuerdo 
fiaber  leido  en  la  Sagrada  Escritura, 
ijue  Dios  mandó  2i  los  Judíos  le  ofre- 
ciesen sus  Primogénitos. 

Aya.^o  iba  a?  decíroslo  V  querida. 
Mo  solamente  se  los  ofrecían  ,  sino 
jue  se  los  daban  al  Señor,  l^  Pa-^ 
tires  ademas  de  esto  teniati  preci 
Sion  de  rescatarlos ',  i  daban  en  cam- 
bio de  sus  hijos  ün-  cord^rb^-<>  dos 
tórtolas.  .Bhsoj;^ 

Estefanía.  Señora.  Ayá^,  p  soi 
Primogénita  ,  i  gi  hubiera  nacido  en 
^'iV;  j  aquel 


aquel  tiempo  me*;  hahtm^  ^^dii 
ofrecido  al  Señor.  ^  ¿ 

r  ^  f.I^^;  ;¥os  misma  ^debéis  'BfreceTi 
eomo^  primicias  de  la  familia.  V; 
mos  ,  niñas  mias^  á  comer  ^i  despui 
iremos  a  pasear^ljar-dia. 


^rCmff^a.  íOEñpra  Aya ,  en  .toda  I 
•  ^ '  .  f-^^-:  J^  noí?he  he  podido  dor 
miPr.M^  han  dado  lína  bonita  tstam 
pa  '^  i  01^  ,Jian ,  dicho  <}ue  quando  m 
U^mUqmis^  me  coq^aréis  una  bonitü 
fábuja^ci'íyo  xm  e;stpi  deshaciendo  pp 
saberla. 

:     4y^>  SmoTSL  Sera^a^  acercaps , 
ri^^eíSÍ^.fxpJicar .€sta  estampa.     .,  | 


BE   N  i  i5  O  ^.  Í27 

Cdrlota:  Pero^  -Señora  ysí'  V09 
(Cuitáis  los  nombres  ,  ¿como  queréis 
[ue  ella  los  adivine? 

Aya.  No  necesita  ella  leer  los 
lombres  para  conocer  los  persona-^ 
;e$  que  están  en  esta  estampa.  Quan-^ 
lo  se  sabe  bien  la  Historia  i  la  Fá- 
»üla  se  adivinan  todáis  las  pinturas  • 
as  tapicerias  5  i  las  estampas  :  alio- 
a  lo  veréis.     tíj|no'>  /  oiirrnoq 

-Serafim.  Esté^i^íejí  f  í  está  bueñafc 
luger  cuyos  vestidos  están  táft  üsk^ 
os  sdrt  marido  i  ttiügér  yi  se  llama^ 
on  Filemon  i  Baucis.  Este  honfÉifé 
;randé  y  qüá  tiené^  ito^ánso  etitrie^«us 
^iern^as ^s'Jupiter  ,  ,'a  quien  los  Pá^ 
;ános  llamaban  Dío^  deí  Cieio*^  ies^ 
b  otro  que  se  halla  a 'su  lado^es  «u 
lijó  Mercurio  ,  que  era  Embajador 
e  los  Dioses  5Í  protector  de  losMeí'* 
aderes  i  Ladrones^;»    í^b)¿{i<t>u  u^dmi 

CíirM^í  Pero^  quefídá  m^\  i'S 

qué 


n%9  A  L  M  A  C  E  If ; 

qué  modo  habéis    podido/  a4ívhi| 
^^i'^,      •  .  ■,.  ■  ,  .  ;-,.  •  •  ■•■  J 

Serafina.  En  esos  dos  viejos  pi( 
di^ra jhaber  dudado  ,  aunque  ere 
que  siempre  habría  caido  en  quie 
eran  ^  pero  este  ganso  que  está  rcj 
fügiadp  entre,  las  piernas  de  Jupité 
hubiera^,  sido  capaz  de  hacerme  cq| 
«oc^r;  la,  estampa.  Si  mi  Aya  me  | 
permite  yo  os  contaré  esu  fábuÍ| 
i  veréis  despiie$¿que  nos  es  difícil  4 

aíiiviqar.  .^     .,   ;    ;V;;^  ;  ^  ;.:r,.'n^  ';•■■; 

.i:i^a.  Cpp.sumcf    gusto  i^i  <perid| 

zú<fS€^r afina.  ^Júpiter  i  Meincurw  tol 
matón  un  dia  figura  humana  ^  i  hí|.i 
bi^njdp  echado,  a  caminar  llegaro' 
m^noQh^  a  un  gran  Pueblo  d^nd 
pidieron  acqgida  ppr  caridad,  per 
iip4ie  quiso  írecQgerlos.  Después  d 
haber  llamado  inútilmente  ,  ^  toda 
U^¿  j)»6rt^,f^,^pn  a  ipa, jpegu^ 


DE   Niños;  129 

eabafia  cubierta   con  paja  i  ramas 
de  árboles  cuyo  dueño  era  un  po- 
bre anciano  ,  que  vivia  pacificamen^ 
te  con  Baucis  su  muger.  Los  Dio- 
ses les  suplicaron   que  les  permitie- 
sen pasar  la  noche   en  su  cabana, 
i  estos  buenos  viejos  se  lo   conce- 
dieron con  toda   voluntad.  Filemon 
rogó  al  punto    a   Baucis  calentase 
^gua  para  lavar  los  pies  a  estos  es- 
trangeros  ,  i   la    buena  muger  de- 
seando   encender    con  brevedad  la 
lumbre  hizo  pedazos  algunas  ramas 
de  las  que   cubrían  su  pequeña  ca- 
sa ,  i  por  no  tener  fuelles  sopló  el 
fuego   con  su  boca.  Luego  que.  ej 
agua  estuvo  caliente  cogió  Filemon 
¡pn  artesón  de  madera  ,  que  estaba 
¡sujeto  a  ia  pared  con   una   clavija, 
|i  mientras  él  se  ocupaba  en  lavar 
|los  pies  de  los  huespedes  lavó  Bau-- 
\cis  la  mesa  ,  i  la  frotó  después  con 
,Tom.IL  I  yer- 


tgó  Ar  M  AG  EN' 

yerva  buena  para  darle  buen  óíé 
i  sucesivamente ,  porque   estaba  a^ 
^o  coja  ,  metió  un  pedazo  de  tej 
debajo  de  uno    de  los  pies  de  est 
mesa.  No  habiá  sillas  en   esta   po 
i)re  casa  ,1  era  preciso  sentarse  so 
bre  un  banco  ,  i  para  que  el  asien  i 
tú  no  estuviese  tan  duro   puso  en 
tííñsL  de  él  un  pedazo  de  tapiz  viei 
jo  con  que  cubria  su  cama  los  dia 
rñas  solemnes.  Trajo  del  huerto  una 
ciruelas  en  una  hoja  de   parra  ,  ur, 
«poco  de  miel  en  un  plato  quebra- 
do  por  el   medio  ,  i  un  pedazo  d^i 
queso.    Sentáronse  todos  a  la  mesaj 
i   Filemon  pidió   a   los    estrangeroj? 
perdón  por  la  cortedad  del  agasajo. 
Acordóse  improvisamente  que  tenia, 
nn  ganso  ,  i  queriendo  matarlo  pa- 
♦ra  dar  mejor  cena  a  sus  huespedes^^ 
'$e  levantaron  él  i  su  muger  para  ir 
a   cogerlo  ,  pero    este   animal  sé 
^ '-  •  ^  -  '  •         lesi 


ITE      Nlí?  OS.  131 

les  escapaba  ya  acia  una  parte  ,  ya 
acia  otra  ,  i  las  buenas  gentes  can- 
sados de  correr  estaban  empapados 
en  sudor.  Por  último  el  ganso  se 
refugió  entre  las  piernas  de  Júpiter-^ 
í  entonces  dixo  este  Dios  a  Filemonv 
Yo  estoi  agradecido  de  vuestra  ca- 
ridad ,  seguidme  a  lo  alto  de  esta 
gran  montaña  ,  i  de  repente  se  les 
mostró  rodeado  de  luz  ,  i  lo  pro- 
pio Mercutio.  Luego  que  estuvieron- 
sobre  la  montaña  les  dixo  Júpiter:^ 
Mirad  acia  vuestra  espalda.  Obede- 
cieron ,  i  notaron  que  ya  el  Pue- 
blo no  se  veía  ,  sino  en  lugar  de^ 
él  una  gran  porción  de  agua  ,  por-^ 
que  Júpiter  en  castigo  de  la  dureza 
I  de  sus  habitantes  habia  convertido 
en  un  Lago  aquel  Pueblo  ^  i  a  to- 
dos ellos  ios  habia  anegado  5  pero 
en  medio  de  este  Lago  se  dexaba 
ver  la  pequeña  casa  de  los  buenos 

lij  vie- 


132  AlmaceN'  , 

viejos  esenta  de  la  inundación.  Go4 
mo  ellos  eran  piadosos  se  afligieron 
por  la  desgracia  de  sus  vecinos,  no 
obstante  que  estas  gentes  los  hablan 
tratado  mal.  Díxoles  Júpiter  :  Pe- 
didme una  gracia  en  recompensa  ,  i 
yo    os    la    concederé.    Consultaron 
ellos  un  corto  rato  entre  sí ,  i  des- 
pués dixo  Filemon  a  Júpiter  :  Pues^ 
tenéis  la   bondad  de  querernos  reTíl 
compensar    transportad    sobre   esta 
montaña   nuestra   pequeña  casa  ,  i 
convertidla  en   un  Templo  en  que 
seáis  adorado  :  que  yo  sea  vuestro^ 
Sacerdote  ,  i  Baucis  vuestra  Sacer-í 
dotisa  5  i  haced  que  nuestra  muer-* , 
te  sea  a  un  mismo  tiempo ,  para  que 
yo  no  experimente  el  dolor  de  lio-! 
rar  a  mi  querida  Baucis ,  i  tllai^  nd»! 
derrrame  lágrimas  por  su  fiel  Filemon.\ 
Condescendió  Júpiter  a  una  preten-/. 
sion  tan  justa  ^  la  casa  fue  conver- 
tí- 


DE    Niños.  133 

tída  en  un  Templo  ,  i  las  buenas 
gentes  vivieron  en  paz  muchos  años. 
Un  dia  5  que  estaban  sentados  delan-* 
te  de  la  puerta  de  este  Templo  pon- 
derando los  favores  de  que  eran  deu- 
dores a  los  Dioses  ,  Filemon  quiso  le- 
vantarse ,  pero  vio  que  sus  piernas 
estaban  transformadas  en  un  tronco. 
Quiso  Baucis  acudir  a  socorrerle  ,  i 
halló  que  ocurria  en  ella  la  misma 
transformación.  Despidióse  pues  de 
su  querido  Filemon  ,  i  le  habló  en 
tanto  que  conservó  el  uso  de  la  voz, 
pero  subiendo  poco  a  poco  la  corteza 
los  envolvió  enteramente  ,  i  quedaron 
convertidos  en  dos  hermosos  árbo- 
les 5  que  después  permanecieron  siem»- 
pre  a  la  puerta  del  Templo. 

Vosotras  5  Señoras  mias ,  compren- 
déis mui  bien  ,  que  habiendo  leido 
esta  fábula  no  es  difícil  explicar  la 
estampa. ■■..  ■  ^^lob  zvr¿  -;  / 

liij  Es^ 


ÍI34  Al  M  Ac  e'n 

:  Estefanía.  [  Yo  conozco  asi  m  isñS^ij 
que  la  Señora  Serafina  está  siempr^i 
desconfiada  de  sí  propia.  Si  yo  hu-^ 
biera  dicho  otro  tanto  hubiera  que-»' 
•dado  llena   de    satisfacion.  > 

-  Aya.  Eso  pudiera  haberos  sucedij 
do  dos  meses  há  ,  pero  estoi  ciertal 
•de  vuestra  corrección.  La  Señora^ 
'Serafina  tiene  justa  razón  para  es^! 
tar  gloriosa  por  haber  explicado  esrf i 
ta  fábula  :  esto  prueba  que  tiene  una' 
memoria  feliz  5  pero  esta  memoria' 
no  es  ella  quien  la  ha  adquirido}! 
que  es  un  regalo  de  Dios.  «il 

Estefanía.  Yo  sé  bien  que  su  me^l 
moria  es  regalo  de  Dios  ,  perel 
su  aplicación  para  aprovecharse  del 
ellas  es  digna  de  alabanza.  .    I 

í 
Serafina  abrazando  a  Estefanía.^ 

Vos  sois  demasiado  buena  en  pew< 

•"•^7l  '■■ú'l  san 


DE    Nl^OSL  J35 

ar  tan  favorablemente  de  mí.  r 
I  Aya.  Yo  esto  gustosísima  de  ver^ 
{  la  Señora  Estefanía  tan  trocada. 
2n  otro  tiempo  ,  querida  mia  ,  hu-^ 
Dierais  recibido  pesar  ,  i  tenido  ce-, 
os  de  la  memoria  de  vuestra  com^ 
jañera  ,  i  al  presente  os  produce  es- 
jO  satisfacción  i  complacencia.  Cor-, 
agiendo  vuestro  orgullo  habéis  des- 
¡errado  la  envidia  ,  i  todos  los  pe-í 
lares  que  ella  os  causaba.  Os  habéis 
(lecho  amable  á  vuestras  compañe-r 
fas  ,  las  quales  están  gustosísimas  coQ; 
mestra  vista  ,  porque  lejos  de  dar- 
as  motivos  de  sentimiento  os  em- 
)leais  en  decirlas  cosas  de  compla-; 
:encia.  t  Es  verdad  5  querida  mia, 
me  vuestro  corazón  está  ahora  mas: 
50ZOS0  que  lo  estaba  anteriormente?; 
.  Estefanía.  Sí  Señora  ,  sin  embar- 
¡Q  que  hagp;  aun  bastantes  desacier-> 
os :  por  exeijiplo  :  todavía  no,  he> 
^í\.}  liv        per- 


í$6  A  Imagen 

perdonado  a  Mrlord....  que  díxc 
q|ue  yo  era  una  peste. 
•  Aya.  ¡  Como  asi  ,  niña  mia  !  Es- 
té es  el  hombre  a  quien  en  el  mun. 
do  debéis  mayores  obligaciones  :  ha- 
ceos justicia.  Milord  tenia  razón  ,m(| 
esto  no  ós  lo  dixo  por  aversión  :  al 
contrario  ,  él  os  ama  ,  i  tiene  lar-i 
gas  noticias  de  vuestra  conversión: 
tres  dias  ha  que  dixo  que  si  conti- 
nuabais como  habéis  comenzado  se- 
réis la  muger  mas  amable  de  Lon- 
dres. 

Estefanía.  Señora  Aya  ,  ^  es  malo; 
estar  contenta  de  lo  que  Milord 
dixo  ? 

Aya.  No  ,  querida  mia  :  debe- 
mos procurar  agradar  a  todo  el  mun-i 
do  5  con  tal  que  esto  sea  por  nues- 
tras virtudes  ,  i  nada  hai  tan  indigno, 
como  el  decir  :  A  mí  nada  se  me 
da  de  que  me  desprecien. 
"  ^  Caf" 


i>E    Ni^os;  137 

Carlota.  Esa  necedad  la  he  dicho 

yo  bastantes  veces  ^  pero  lo  cierto 

es,  Señora  Aya  ,  que  no  lo    sentía 

át  ese  modo  ,  i  solo  lo    decia  por 

despecho  i  rabia  ,   i  por  dar  pesar 

ia^  mi   Directora  i  a  mis  hermanas. 

[r.^Aya.  Raro    modo    de    venganza 

Shabiais  elegido  :  eso  es  lo  propio  que 

!si  pegaseis  fuego  a  una  hermosa  ca- 

I  sá  vuestra  para  quemar  la  caballe- 

>  riza  inmediata   de    vuestro   vecino^ 

^pero  ya  estáis  corregida  ,  i  asi  no 

hablemos  mas    de    esto.   Repitamos 

¡ahora  nuestras   historias. 

^' María.  Antes  ,  Señora   Aya  ,  os 

suplico  os  sirváis  de  explicarme  dos 

\  palabras  que  no  he  entendido.  ¿  Qué 

quiere  decir  un  Huésped,  i  qué  sig- 

inifica  un  Lago? 

^^Aya.  Esta  palabra  Huésped  tiene 
¿os  "^significaciones  :  a  veces  quiere 
decir  una  persona  que  da  en  su  casa 


538  Almacén 

posada  i  comida  ,  i  entonces  el  due-i 

fío  del  Mesón    se  llama   Huespede 

Otras  veces  significa  aquellas  perso^ 

ñas  que   vienen    a   comer  i  dormií 

a  nuestras   casas  5  i  por  eso  en   I3 

tabula  de  Filemon  i  Baucis  se  llaman 

huespedes  Júpiter   i  Mercurio.   La 

benora  Serafina  os  ejcplicará  aho-: 

ra  qué  cosa  sea  un  Lago  ,  diciendo- 

os  al    mismo   tiempo  la   diferencia^ 

que   hai  entre  los  Mares  \  los  Rios,^ 

Jas  Riveras  ,  i  los  Lagos, 

Serafina.  Una  Mar  es  una  gran- 
de porción  de  aguas  que  no  salen, 
de  su  recinto  ,  i  que  por  lo  mismo 
no   corren  como  los  Rios. 

Maria.  ¿Luego  los  Rios  corren? 
'  Aya  ^  Si  ,  querida  mia  :  corren  o» 
caminan  continuamente.  Poneos  so- 
bre el  puente  de  IVesminster  ^  i  \e^ 
réis  que  la  agua  no  se  está  paraday 
sino  que    va  siempre  acia   el   lado, 

del 


DE   Niííoí;.  ^3^ 

del  puente  de  Londres. 
i  Melchora.  Ruegoos  me  digáis  ¿  de 
donde  vienen  los  Rios? 
\  ^;y¿í.  Salen  ordinariamente  délas 
montañas  ,  i  corren  sin  cesar  hast^ 
que  encuentran  otro  rio  en  que  sp 
pierden  ^  pero  quando  por  no  en- 
contrar otro  en  su  camino  llegaa 
hasta  la  mar  ,  entonces  se  les  nom-, 
bran  Rios  caudalosos  ,  i  conservan 
por  lo  común  su  nombre  hasta   la 

mar. 

Carlota.  Yo  no  comprendo  lo  que 

fiecis ,  Señora  Aya. 
^.  Aya.  En  viendo  una  Carta  lo 
comprenderéis.  Aqui  veis  este  gran 
rio  nombrado  Rhone  :  ved  alli  otros 
muchos  rios  que  vienen  a  perderse 
en  él  5  i  ved  allá  sobre  todo  dos 
grandes  llamados  el  Saona  ,  i  el  Ise- 
re.  Desde  que  estos  rios  llegan  a 
unirse  con  el  Rhone  no  son  mas  el 

Sao- 


i4<5  AiMACEigr 

'II 

Saona  ,  i  el  Isere  ,  sino  únÍGamentl 
el  Rhone  ,  el  qual  corre  después  lai 
go  trecho  ,  i  por  fin  entra  en  la  mai 
Quando  el    Rhone  llega  a  la  ma 
se  le  nombra  aún  el  Rhone  5  i  po 
esto  es  por   lo   que  se   llama   Ri 
caudaloso  ,  porque  como  digo  con 
serva  su  nombre  hasta  la  mar.  H 
dicho  que  esto  sucede  ordinariamen 
te  ,    pero   no    siempre  ,  porque  e 
Rhin  5  que  corre  al  Ouest  de  la  Ale- 
mania no  llega  hasta  la  mar  ,  i  s< 
pierde  antes    en  la  arena.   Ved  la. 
P^g-  S?"-  i  58.  tom.  I.  de  la  nueva  Intro' 
duccion  a  la  Geografía  moderna ,  i  eni 
contraréis  en  ella  los  principales  Rio;i 
de  la  Europa.  Señora  Serafina  de- 
cid qué  cosa  es  un  Lago  ,  i  quan^ 
tos  Lagos  grandes  hai  en  Europa,  j 
Serafina.  Un  Lago  es  como  ura 
pequeña  mar  ,  porque  sus  aguas  no 
corren.  En   la  Moscovia    hai    dos: 

el 


DE    Nl^  OS.  I4X 

ú.  Lago  Onega  ,  i  el  Lodoga  :  uno  al 
Síor-dest  de  la  ¿"///^¿^ ,  que  llaman  el 
^ago  de  Constancia  :  i  otro  cerca  de 
Genova ,  nombrado  el  Lago  de  Ge- 
wva  :  el  Rio  Rhone  pasa  por  el  me- 
lio  de  este  último  Lago. 

Aya.  Esto  hará  hoi  nuestra  lee- 
:ion  de  Geografía.  Señora  María  ,  de- 
idnos  vuestra  historia. 
^  Marta.  Quando  Moisés  i  los  Ir- 
aelitas  ^ntr2ií:on  en  el  desierto  or- 
enó  el  Señor  a  su  Ángel  los  con- 
lujese.  Por  el  dia  caminaba  delan- 
i  de  ellos  en  una  Nube ,  i  por  la 
oche  en  una  Columna  de  fuego ,  que 
ps  alumbraba.  Entre  tanto  pesaroso 
^haraon  ,  por  haber  dexado  ir  a  este 
^ueblo  5  que  trabajaba  en  su  pro  ve - 
ho  ,  juntó  un  Exercito  grande ,  i 
^lió  en  su  seguimiento.  Asustados 
^s  Israelitas  con  la  vista  de  los 
egipcios  5  dixero»  a  Moisés»  i  ¿  Por 

qué 


qué  nos  has  conducdio  a  este  SíM 
sierto  a  perecer  de  un  golpe  ?  ¿  NI 
fuera  major  habernos  dexado  en  Egip 
to  ?  ¿  Os  pareció  que  faltarían  se^ 
pulcros  donde  enterrarnos  despue! 
de  nuestra  muerte  ?  Animólos  Moi-\ 
sés  a  que  pusiesen  su  confianza  eij 
Dios  5  i  rogó  al  Señor  tuviese  piel 
dad  de  su  Pueblo,  Entonces  el  Ann! 
gel  del  Señor  ,  que  estaba  delante 
de  los  Israelitas  ,  se  puso  a  su  espal- 
da  ,  metiéndose  entre  ellos^  i  lo; 
Egipcios  :  acia  el  lado  de  aquello; 
habia  claridad  ,  porque  los  alumbra 
ba  la  Columna  de  fuego  ^  pero  a; 
lado  de  estos  solo  habia  una  Nube, 
que  les  impedia  ver  a  los  Israelitas 
porque  esta  Nube  era  como  une! 
espesa  niebla.  Moisés  por  orden  dej 
Señor  levantó  su  vara  sobre  el  Maíi 
Rojo  ^  i  al  punto  este  Mar  se  abrid 
en  dos  quedándose  el  agu^  en  el.  ai; 

n 


re  de  ambos  lados  como  dos  muros^ 
de  modo  que  podian  pasar  sin  mo- 
jarse por  el  medio.  Los  Israelitas  lo 
pasaron  en  todo  e]  resto  de  la  no-^ 
che  5  i  los  Egipcios  creyeron  que 
podrían  pasarlo  del  mismo  modoj 
pero  quando  todos  estuvieron  den- 
tro de  la  Mar  con  Pharaon  su  Reí 
^^olvieron  a  su  lugar  ias  aguas  que 
pstaban  en  el  aire  ,  i  anegaron  a  to- 
ios  los  Egipcios  ,  sin  que  ni  aun  uno 
:e  salvarse.  Entonces  Moisés^  Aaron  i 
}u  hermana  Maria  cantaron  con  el 
Pueblo  un  Cántico  de  alabanzas  al 
jeñor  5  que  les  habia  librado  de  las 
guanos  de  sus  enemigos. 

Aya.  Continuad  ,  Señora  Carlota. 

Carlota.  Los  Israelitas  llegaron  3 
a  lugar  donde  las  aguas  eran  tan 
margas  que  no  podian  beber  de 
:llas  ,  i  comenzaron  a  murmurar 
QiiivB,  Moisés  j  pero  este  santo  hom-- 

bre 


144  Al  M  ace'n  i 

bre  lejos  de  impacientarse  por  se 
ingratitud  clamó  ai  Señor.  Mandó- 1 
le  Dios  que  echase  en  estas  aguaí 
cierta  madera  ,  e  improvisamentt 
se  pusieron  dulces.  Succesivament( 
entraron  los  Israelitas  en  un  grand<, 
desierto  ,  donde  no  hallando  cosí, 
alguna  que  comer  5  volvieron  a  mur-, 
murar  ,  diciendo  :  %  Porqué  nos  hají 
sacado  de  Egypto  donde  nos  senta-i 
bamos  cerca  de  nuestras  ollas  llenan  1 
de  viandas  ?  Nos  has  conducido  í, 
este  desierto  para  que  en  él  perez 
camos  de  hambre  ?  Clamó  Moysés  %. 
Dios  5  i  el  Señor  hizo  caer  un  graii 
rocío  sobre  la  tierra  ,  i  sobre  estr 
rocío  unos  pequeños  granos  semei 
jantes  al  granizo  :  Moisés  hablandc 
con  el  Pueblo,  dixo :  Ved  ai  el  pan  quíi 
Dios  os  envia  :  para  cada  persona 
recogeréis  una  medida  ,  sin  necesi- 
dad  de   guardar    de   un    dia   para 

otro 


DE  Ni  ^  O  s,  145 

otro.  El  Pueblo ,  que  no  había  vis- 
to jamas  cosa  igual  a  estos  peque-^ 
ños  granos  ,  los  llamó  Manná  ,  los 
quales  tenían  el  gusto  a  buñuelos 
cocidos  con  miel ,  cada  uno  se  dio 
priesa  a  recogerlos  ;  pero  algunos, 
que  desobedeciendo  a  Moisés  guar- 
daron de  ellos  para  el  dia  siguien- 
te ,  quedaron  sorprendidos  al  ir  a 
comerlos  la  mañana  succesiva ,  por- 
que habiéndose  corrompido  estaban 
todos  llenos  de  gusanos.  Entre  tan- 
itó  dixo  Moisés  de  parte  de  Dios  al 
Pueblo  :  Recogeréis  cada  uno  una 
medida  por  tiempo  de  cinco  días 
consecutivos  ,  pero  el  dia  sexto  de- 
béis recoger  dos  medidas  ,  una  de 
las  quales  se  mantendrá  fresca  i  bue- 
ija  para  el  siguiente  dia ,  porque  en 
el  séptimo  no  caerá.  Este  séptimo 
dia  será  consagrado  al  Señor  ,  i  en 
él  no  se  trabajará.  Las  cosas  suce- 
.  Tom.  IL  K         die- 


146  Al  MAC  JEN  ij 

dieron    como    las    había    predicho¡ 
Moisés  i  i  el  Manná ,  que  se  corrom-* 
pia  de  un  dia  para   otro  en  la  du-* 
ración  de   toda  la  semana  se  con-^ 
servaba  bueno  el  dia  del  Señor ,  cir-^i; 
yo  séptimo  dia  fue  llamado  Sabaath 
Mandó  también  Moisés  a  Aaron  re- , 
cogiese  una  medida  de  este  Manná ,  i  ¡ 
le  guardase  para  testimonio  del  mila-  1 
gro  que   había  hecho  Dios  por  los  I 
Israelitas  ,  los   quales  lo  comieron 
por  tiempo  de  quarenta  años  5  pe* 
ro  aquellos  que  eran   perezosos  ,  i 
no  gustaban  de  levantarse  tempra- 
no no  lo  comían  ,  porque  el  Manná. 
se  derretía  al  Sol  ,   i  por  esto  l^s 
€ra  precio  anticiparse  a    su  salida 
para  hacer  la  provisión. 

Aya.    A  vos  os    toca  5    Señora 
Melchora. 

Me/chora.  Habiendo  pasado  a  o*- 
tro  sitio  los  Israelitas  l^s  faltó  aguaj 


I 


ú E  Ni íí  ó  s\  14^ 

>  olvidando  todos  los  milagros  que 
por  ellos  habia  hecho  el  Señor,  di-, 
xeron  a  Moisés :  ¿Por  qué  nos  sacas-^ 
te  de  Egipto ,  i  nos  has  traido  aqui  á 
morir  de  sed  con  nuestras  familias  i> 
ganados?  Moisés  les  respondió  :  No> 
murmuráis  contra  mi ,  sino  contra  eL 
Señor  ;  mas  no  obstante  voi  a  ro^ 
garle  os  provea  de  agua.  Con  efec- 
to de  orden  de  Dios  golpeó  con  su 
i  vara  una  roca  ,  i  salió  de  ella  gran^ 
'  cantidad  de  agua.  Después  hubo  ua 
Rei  nombrado  Amalee  ,  que  vino  con- 
en  poderoso  Exército  a  combatir  a 
los  Israelitas  ,  i  Moisés  ordenó  a  Jo-^ 
sué  escogiese  Soldados  de  entre  el- 
Pueblo  5  i  fuese  a  encontrarse  con' 
j^malec.  En  tanto  que  duraba  la  ba- 
I  talla  Moisés^  Aaron  ^  i  H^/r  subieron 
sobre  la  montaña  ,  i  Moisés  oraba 
al  Señor  con  las  manos  levantadas 
al  Cielo  5  pero  habiéndosele  aansa^ 

Kij  do 


148  Almacén  ¡ 

do  los  brazos  se  vio  precisado  a  ba-iíi 
jarlos  ,  i  los  Israelitas  que  habían  si-^ 
do  vencedores  mientras  Moisés  tenia 
levantadas  las  manos,  fueron  bati- 
dos  después   que  los  bajá.  Viendof 
él  esto  se  estrivó  sobre  una  piedra,^ 
i  Aaron  i  Hur  le  sustentaban  cada 
uno   un  brazo  ,    con    lo   qual    los 
Amakcitas  ^  vasallos  de  Ama/ec  ^sQí;: 
vieron  obligados  a  volver  la  espal- 
da. Dios  declaró  una  guerra  per  pe-* 
tua  a  los  Ama/ecitaSj  i  mandó  aMoh 
sés  escribiese  todas  estas  cosas*         1 

Estefanía.  ¿Esas  historias  son  to-^i 
das  verdaderas  ,  Señora  Aya  ?  Ellas 
son  tan  asombrosas  ,   que  con  difi-»;j 
cuitad  pueden  creerse. 

Aya.  Parece  que  habéis  olvidado^ 
querida  mia  ,  que  nada  es  imposible  I 
a  Dios. 

Estefanía.  Yo  losé,  Señora,  pe-n 
ro  bien  pudiera  Moisés  haber  escrita. 

to- 


DH  Nrí?os.  I4<> 

todas  estas  cosas  no  siendo  ciertas. 

i  No  digo  que  sean  falsas  ,  pero  deseo 

que  me  expliquéis  de  qué  modo  pue- 

(de  asegurarse  que  son  verdaderas. 
^  ^ya.  Yo  lo  haré  con  mucho  gus- 
to ,  querida  mia  ,  porque  estoi  muí 
complacida  viendo  que  ademas  de 
escuchar  como  una  muger  de  razon^ 
queréis  que  se  os  den  pruebas  de  lo 
que  se  os  refiere  ,  que  es  el  modo 
;  de  no  ser  engañada.  Nosotras  cree- 
mos que  Dios  puede  obrar  prodigios^ 
i  queremos  saber  si  obró  los  que 
escribió  Moisés :  ¿No  es  esto  lo  que 
me  preguntáis? 

'  Estefanía.  Efectivamente  ,  Seño- 
ra Aya. 

^  Aya.  Si  Moisés  hubiera  escrito 
mentiras,  los  Israelitas^  que  no  eran 
mui  contemplativos^  le  hubieran  dado 
con  un  Mentís,  i  le  hubieran  dicho: 
¿Por  qué  afirmáis  que  hemos  pasado 

Kiij  el 


*5®  Almacbn^^ 

el  Mar  rojo  ,  i  comido  el  Manndqm 
c^ía  del  Cielo  ?  ¿Por  qué  decis  qaé 
ieste  Manná  no  podía  conservarse  de 
un  dia  para  otro  durante  cinco  dias^ 
i  que  se  conservaba  el  sexto?  ¿Por' 
qué  decis  que  habéis  hecho  salir  agua  íI 
de  una  roca  ?  Nosotros  somos  seis^ 
cientos  mil  hombres  ,  i  hubiéramos 
^isto  todas   esas  cosas  si  hubieran 
sido  ciertas  :  andad  que  sois  un  en-^ 
ganador  ^  i  un  impostor  ,  i  ni  aun 
jnereceis  que  se  os  escuche.  i 

Si  pusiesen  en  los  papeles  de  no-i 
:vedades  ,  que  habia  caido  ayer  una^- 
lluvia  de  fuego  sobre  toda  la  Ciudad 
át  Londres ,  ¿no  era  forzoso  que  di- 
xeseis :  El  que  ha  escrito  ese  papel 
es  un  solemne  mentiroso  :  si  eso 
fuera  cierto  nosotras  lo  hubiéramos 
visto  :  ¿no  es  verdad  que  en  los  pa- 
peles que  aparecerían  mañana  se 
burlarían  de  este  hombre?  .  ,t 


f  •  Melchor  a.  Sin  duda  alguna  ,  Se-r 
ñora  Aya. 

^ya.  Pues  ahora.  Si  este  hombre 
después  de  esto  os  dixese  :  Vos  sa- 
béis que  yo  he  sido  quien  ha  hecho 
caer  este  fuego  :  mi  poder  es  gran^^ 
de  ,  i  por  lo  mismo  debéis  obedecer- 
me :  ¿qué  le  responderiais  a  esto? 
.  Marta.  Le  diria  yo :  sois  un  extra-- 
vagante ,  i  lejos  de  obedeceros  sería 
mas  acertado  enviaros  a  Vedman  (*) 
con  los  Locos. 

;  Aya.  Ahora  pues  ,  querida  mía: 
Los  Israelitas  nada  de  esto  respon-. 
dieron  a  Moisés  5  ¿i  por  qué  ?  Por- 
que ei'os  habian  visto  los  milagros 
que  Dios  habia  hecho  ,  i  de  que 
Moisés  les  hablaba. 

Serafina.  Aya  mia  ,  permitid  que 
también  haga  yo  una  reflexión  :  Sí 
,    ^  Kiv         Moi-: 

'  (*)  Casa  de  Locos.  :* 

c. 


^S2;  Almacén 

Moisés  hubiera  escrito  una  historia 
forjada  a  su  antojo ,  de  creer  es  que 
no  hubiera  introducido  en  ella  lo  que 
le  sucedió  quando  vio  la  cambrone- 
ra ,  que  ardia  i  no  se  quemaba.  Moi-^ 
sés  en  este  caso  no  mostró  mucho 
valor  :  escusóse  repetidas  veces  ,  i 
decia  con  freqüencia  que  hablaba 
con  dificultad.  Si  él  no  hubiese  que^ 
rido  escribir  la  verdad  ,  me  parece 
que  hubiera  dicho  :  Al  punto  que 
Dios  me  habló  le  dixe  animosamen- 
íe  :  iré  a  libertar  a  mi  Pueblo  sin 
tener  temor  a  Pharaon. 

Aya.  Vuestro  reparo  es  excelente, 
querida  mia  :  quando  un  hombre  es- 
cribe una  historia  ,  i  confiesa  en  ella 
los  desaciertos  que  ha  hecho  se  pue-, 
de  juzgar  con  seguridad  que  este 
hombre  no  miente  ,  porque  si  fuese 
un  embustero  mentirla  a  su  favor  ,  i 
para  decir  bien  de  sí  veréis  que  en 

la 


*^M 


m^ 


ío    succesivo    prosigue    confesando 
sus  faltas. 

Estefanía.  No  obstante  yo  he 
oido  decir  a  un  Caballero  ,  que  Moi^^ 
isés  era  un  hombre  desarreglado  ,  i 
que  jamas  habia  hecho  milagros. 
Decía  también  que  el  Mar  rojo  se 
retira  de  tiempo  en  tiempo  sin  pro- 
digio ,  i  que  Moisés  ,  que  lo  sabia 
habia  escogido  este  tiempo  para  pa- 
sarlo. 

Aya.  Era  necesario  que  fuese  mui 
hábil  para  que  justamente  no  dura- 
se el  pasage  de  los  Israelitas  mas 
que  hasta  el  tiempo  en  que  la  mar 
debia  volver  a  su  lugar  a  fin  de  que 
los  Egipcios  fuesen  anegados.  Era 
también  necesario  que  los  Egipcios 
fuesen  grandes  ignorantes  ,  porque 
en  fin  ellos  no  habitaban  lejos  del 
Mar  rojo.  Si  este  se  retiraba  de  tiem- 
po   en    tiempo   debia    saberse  mui 

bien 


154  Almacén^ 

bien  en  Egipto  ,  i  se  hubieran  guar, 

dado  de  entrar  en  este  mar  sabien-. 

do  evidentemente  que   iban  a  ane- 

garse  en  él.  Si  volviereis  a  ver  a  es< 

Caballero  decidle  esto ,  i  preguntad-i 

le  si  sabe  algún  secreto  para  que  nc 

se    derrita   la    manteca   estando  al, 

fuego  :  él  dirá  que  no  ,  i  os  añadid [ 

rá  5  que  en  el  séptimo  dia  de  la  se-rl 

mana  no  derrite  el  fuego  a  la  man-. 

teca  :  burlaráse  entonces  de  vos  ,  ii 

replicará  que  los  días  qo  son  de  esen-i 

cia  alguna  para  eso  :  que  la  natu^í 

raleza  de  la  manteca  es  derretirse,: 

i  que  por  esta  causa  se  derrite.  En.i 

este  caso  responderéis  vos :  Pues  aho-» 

ra  bien  ,  Señor.   La  naturaleza  delí 

Manná  era  corromperse  :  los  dias  na 

eran  para  esto  esenciales,  i  respec^t 

to  que  se  conservaba  el  dia  de  Sa^\ 

haut ,  preciso  es  que  esto  fuese  por  i 

milagro  ,  como  lo  sería  también  et 

que 


BE    Ni??(5s.  '155 

que  la  manteca  no  se  se  derritiese 
al  fuego  el  séptimo  dia. 

Melchor  a.  Por  mi  parte  ,  Señora 
Aya  5  estoi  creida  que  los^sraelitast 
eran  sumamente  ingratos  en  murmu- 
rar continuamente  contra  Moisés^c^uQ 
tan  grandes  favores  los  habia  conse- 
guido del  Señor  intercediendo  por 
.ellos.  '  -^ 

\jAya.  Es  constante  ,  querida  mía; 
ípero  nosotros  no  somos  menos  in-^ 
gratos  que  ese  Pueblo  ,  pues  desobe- 
decemos a  Dios ,  sin  embargo  de  los 
repetidos  milagros  que  cada  dia  ve^ 
mos.  '' 

'  Carlota.  Esos  milagros  yo  no  los 
he  visto  jamas,  ' 

•^  Aya.  Abrid  /querida  mia  ,  los 
ojos  ,  i  mirad  el  Sol ,  la  Luna  ,  i  la^ 
Estrellas  :  mirad  la  tierra  ,  la  mar  ,  í 
miraos  a  vos  misma.  Nosotras  esta-^ 
mos  rodeadas  de  milagros  ealos  qua? 

les 


Í5^  AlMACETT 

les  no  reparamos  porque  los  vemo; 
diariamente.  Este  Sol  ,  que  desde  e 
principio  del  mundo  alumbra  a  lo: 
hombres ,  está  colocado  precisamen- 
te como  conviene  para  que  nos  se< 
útil :  si  estuviera  mas  alto  no  podrií 
calentar  la  tierra :  si  mas  bajo  ,  abra 
saria  a  ella  i  a  nosotras  :  ¿no  es  pue 
un  milagro  que  al  fin  de  tan  Jargc 
tiempo  subsista  siempre  en  la  misma 
altura?  ^ 

Serafina.  Yo  he  oido  decir  que 
hai  un  País  de  donde  está  el  Sol  mas 
inmediato  que  de  nosotros ,  i  que  en 
él  hace  un  calor  insoportable. 

Aya.  Esto  sucede  en  África ,  er 
el  medio  de  la  América^  i  al  Snd  de  la 
Asia  ^  pero  este  calor  no  es  insopor- 
table ,  puesto  que  en  estos  Paises 
hai  gentes  que  lo  resisten  :  esto  no 
obstante  es  un  milagro.  Dios  ,  que 
destinó  estas  gentes  a  vivir  en  estos 

Pai- 


Países  ardientes  ,  los  proveyó  de 
merpos  capaces  de  sufrir  este  calor, 
por  lo  mismo  los  que  nacen  en 
os  parages  donde  tn  África  i  Amé^ 
Hca  hace  tanto  calor  se  conservan 
¡anos  en  ellos  ,  pero  los  estrangeros= 
enferman  alli.  Yo  pudiera  estar  re- 
iriendoos  toda  mi  vida  los  mila- 
jros  que  Dios  hace  cada  instante  por 
|Os  hombres ,  i  mis  dias  serian  cortos 
especto  del  infinito  número  de  ellos, 
ñas  no  quiero  por  ser  tarde  seña- 
laros hoi  mas  que  uno. 
I  Ved  sobre  la  Carta  de  África  es- 
e  País  llamado  Egipto  :  en  él  hace 
excesivo  calor  ,  i  sin  embargo  no 
llueve  alli  jamas  ,  o  quando  mucho^ 
•ara  vez. 

j  Estefanía.  ¿Pues  como  pueden  vi- 
^ir  esas  pobres  gentes  ,  quando  si 
¡altase  la  lluvia  no  produciria  co- 
alguna  la  tierra  ,    ni  trigo  ,  ni 

yer- 


x^B  Almacena 

-i 
yerva  ^  ni  coles  ,  ni  ensalada ,  ni  frU' 

^as&c?  I 

:  Aya.  Asi  es  ,  querida  mia  5  perci 
sin  embargo  se  encuentran  todas  esa 
<^osas  en  Egipto.  Dios  ,  que  no  quisd 
que  lloviese  en  este  País  situó  en  él 
ese  gran  rio  que  miráis  ,  a  quiei 
nombran  el  Nilo.  Este  sale  todos  lo;l 
2U10S  de  su  lecho ,  i  por  muchos  me-j 
ses  cubre  todas  las  tierras  de  Egip-| 
tp  5  pero  lo  que  hai  de  mas  singu  I 
kr  es ,  que  las  aguas  del  Ni/o  lle- 
van en  sí  un.  lodo  o  limo  ,  que  la^ 
hace  mas  aptas  para  fructificar*  Púeíj 
ahora  os  pregunto  yo  ,  niñas  mias| 
gestei  no  es  un  gran  milagro  ?  Si  el 
Thamesis  se  rebosara  i  cubriera  poí 
muchos  meses  a  Inglaterra  en  cada 
un  año  se  anegaría  la  tierra  respec-l 
to  que  en  ella  llueve  lo  suficiente 
para  hacerla  fértil  ,1  darla  toda  el 
agua  que  necesita»   ¡Sola  ea  Egipto 

e£ 


i)E   Nií5os¿  159 

J3S  donde  no  llueve  ,  porque  el  M-* 
\o  es  bastante  para  proveerle  de  agua. 

0  qué  cosa  tan  admirable ! 
María,  Pero  ,    Señora  ,  quando 

as  aguas  del  JVf/í?  se  esparcen  por 
Egipto  ¿anegarán  todas  las  Ciudades? 
!  Aya.  l!^o^  hija  mia  ,  porque  estáti 
US  Pueblos  construidos  en  lugares 
levados  ,1  para  pasar  de  unos  w 
ítros  tienen  puentes.  A  Dios ,  Seño- 
as  :  yo  me  he  entretenido  con  la 
conversación  ^  i  es  ya  demasiado 
arde. 

1  Marta.  Tenia  mil  cosas  que  pre- 
juntaros  5  pero  será  en  otra  ocasión. 


iup^i 


día* 


i6o  Almacén 

1  III  ininimniowi 

DIALOGO  XV. 


>i 


4 


y  ornada  XIIL 

íMaría.  OEñora  Aya  ,  hoi  teng< 

pjfT^-^'      j^  muchas  cosas  que  pre 

guntaros  si  me  lo  permitís,  .i 

Aya.  Con  mucho  gusta ,  queridi 

xnia. 

María  Querria  saber   de    dondtj 

viene  la  lluvia.  á 

-^Aya.  De  los  mares,  de  los  riosi 

í.  de  todas  las.  aguas  que  hai  sobni 

la  tierra. 

Marta.  ¿Os  burláis  de  mi ,  Señorí 
Aya  ?  El  agua  que  está  en  la  mai¡ 
i  en  los  rios  ¿como  puede  subir  ail 
Cielo? 


Jj0  Señora  Aya  destapan^Q  (a  -, 
Cafetera, 

Asi  como  el  agua  que  está  en  e&^ 
ta  Cafetera  ha  subido  a  la  tapadera: 
ya  veis  que  llega  hasta  arriba  ,  sien-* 
cjp  asi  que  solo  se  le  echó  agua  hasta 
la  mitad.  Quando  esía  agua  empie^ 
za  a  calentarse  observáis  que  exhala 
ll:Umo. :  .piies .  ahora  ;  esto  que  os  pa-^ 
rece  humo  es  la  parte  mas  delicada 
jdel  agua,  la  qual  se  llama  vapor, 
[i  es  sumamente  3Uíil.  El  calor  pue^ 
fdel  Sol  atrae  incesantemente  las  parr 
íes  mas  delicadas  del  agua  :  estas 
suben  por  el  aire  en  vapores  ,  i  el 
aire  las  sostiene  quando  son  en  cori- 
ta cantidad  5  pero  quando  hai  una 
porción  considerable  no  puede  ya 
soportada ,  i  entonces  el  agua  romp^ 
d  aire  ,  i  cae  en  la  tierra. 


$6%  Al^'M-A^C  E  iC   ^ 

Estefanía.  Señora  Aya,  yo  creía 
que  el  aire  no  podía  sostener  cosa¡ 
alguna  :  el  aire  es  como  nada ,  por- 
que yo  he  querido  mirarle  al  rede- 
dor de  mí  5  i  no  le  he  visto. 

Aya.  La  falta  no  está  en  el  airej 
querida  mia  ,  sino  en  vuestroís  ojos^ 
que  no  son  suficientes  para  verlo; 
Hai  infinitas  cosas  que  nosotras  na 
las  vemos  ,  i  que  existen  sin  embar-^ 
go;  por  exemplo:  ¿Veis  vos  en  es4 
ta  sala  un  gran  polvo?  ^1 

Estefanía.  No  Señora ,  yo  no  vett 
polvo  alguno  5  pero  es  porque  no  10 
hai^  sm  í:  1 

Aya.  Levantaos,  querida  mia,  i<l| 
i  mirad  en  lo  último  de  la  sala  el 
sitio  donde  da  el  Sol ,  i  veréis  si  hai, 
o  no  polo.  *íj 

.    Estefanía.    Si   Señora  ^  i  hai  uri 
gran  número  de  cosas  pequeñas  que 
se  mueven  sin  cesar. 
ni  .-^    Aya. 


.  Aya^  Esas  cosas  pequeñas  se  nomw 
bran  átomos ,  de  las  gualejs  está  po-^ 
blado  el  aire  ,  pero  las  partes  del 
aire  son  mucho  mas  finas  ,  i  mas  pe- 
¡güeñas  ,  i  esta  es  I4  razón  porque 
no  lo  veis. 
^Carlota.  Yo  gustaria   mucho  ver 

I  de  qué  color  es  el  aire. 

Melchor  a  riéndose.  Pues  qué  ¿  el 
aire  cuyas  partes  son  tan  pequeñas 
puede  tener  color?  ^ 

Aya.  Si ,  niñas  mias  :  levantad  al 
Cielo  los  ojos  :  ¿de  qué  color  es?  ^ 
i,    María.  Azul.  .i 

y  Aya.  Pues  biea  querida  :  eso  que 
vos  llamáis  Gifelo  e$^  el  aire  ^  qué  «e 
une  i  aprieta   en  Icr  alto  :  vos  na 

i  veis  los  átomos  en  los  sitias'  donde 
no  da,  el  Sol ,  porque  están  distan«^ 
tes  los  1  unos  de  los^  otros^  i  son 
mui  pequeños  5  p^rp  ;  voi  a  traer  una 
cantida^d  de;  ellg^.^,  lisiarán .  entonoei 

Lij  mas 

i 


164  A  L  M  A  C  E  JÍ  i 

mas  apretados,  i  los  veréis.  La  Se-*, 
ñora  Aya  coge  una  escoba ,  i  barre  M 
sala.  Í-! 

Estefanía.  ¡  Ah  Señora  Aya  ,  i  qué 
polvo!  yo  no  veo  la  luz  porque  él 
me  ciega. 

Aya.  Veis  no  obstante  el   polvo 
i  los  átomos  ,  que  es  una  misma  qq^ 
sa,  porque  como  yo   he  hecho  le- 
vantar una  gran  porción  se  tocaii 
todos  estos   granos  de  polvo.  Tarn^j 
Í>oco  veis  el  aire  que  os  rodea  ,  por- 
que sus  parte-s  no  están  apretadaái 
las   unas  contra  las    otras  5    pero 
quando  las  partes  del  aire  se  juntan 
en  lo  alto  entonces  las  veréis.  Vcíij 
a   echar  vina  de  Porto  en  un  vaso  | 
para    haceros  comprender  esto  poíri 
un  exemplo.  Ya    vús^  quan  encen-¿  | 
dida  está  :  tomaré  ahora  una   gota  | 
con   xtá  'deda,  i  la  echaré  sobre  mi , 
gañueto: ;.  ved  ahiQf g  ,  niñas  mias:^ 


^eétt  vino  no  está  tan  encedido  e^ 
mi  pañuelo  como  en  el  vaso  ,  por- 
que como  en  este  hai  mayor  canti-^. 
dad  de  partes  están  en  él  mas  apre- 
tadas i  mas  juntas  entre  sí  ,  que  en 
mi  pañuelo.  Esta  hebra  de  seda  que 
veis  parece  separada  menos  encar- 
nada que  en  la  madeja  por  la  misma 
razón. 

í  Estefanía.  Ahora  bien  ,  Señora 
Aya  :  yo  supongo  que  es  el  aire 
un  cuerpo  compuesto  de  un  gran 
número  de  partes  azules  ,  pero  no 

!  concedo  que  ese  cuerpo  cuyas  par- 
tes son  tan  débiles  pueda  sostener  al 
agua  ,  que  es  mas  pesada ,  i  cuyas 
partes  son  bastantemente  gruesas, 
pues  yo  las  veo. 

•^y^-  ¿Como  asi,  Señora  Estefa^ 

i  nía  ?  Vos  seréis  sin  duda  Física  con 
el  tiempo.  Un  pajaro  es  mas  pesa- 
do que  el  aire  ^  i  el  aire  le  sostie- 
Lüj  nc 


#66  A  L  M  A  c  ff  ir 

fie  sin  embargo.  ¿No  habéis  entrada ' 
en  un  jar  din    después  de  una  grart 
lluvia?  'íni\ 

Estefanía.  Si  Señora.    ^^ 
f    ^jv^a:.  ¿Y  no  habéis  observado  qu6 
quedan  suspensas  gotas  de  agua  erl 
todos  los  bordes  de  las  ramillas  i  de 
las  hojas?  ;  M  no^m^  i.t)>.¿« 

Estefanía.  Si  Señora,  i  me  he  pa^- 
irado  a  mirarlas  mayormente  quandoi 
Jas  da  el  Sol,  porque  entonces  las 
gotas  que  hai  sobre  las  hojas  me  pa- 
recen diamantes. 

Aya.  ¿Y  qué  os  parece  que  sos-*| 
tiene  todos  estos  diamantes  en  ell 
•borde  de  las  hojas  ,  el  aire,  que 
fPor  conseqüencia  es  mas  pesado  que 
ellos  ,  pero  al  fin  la  pequeña  bolaj 
•de  agua  se  engruesa  a  causa  de  que 
;cl  resto  de  agua  esparcida  por  la i 
hoja  o  las  ramas  se  une  con  la  pe- 
queña bola  ,  i  entonces  haciéndose 

es- 


D  E    Ni  rt  os.  ■  h^f 

esta  mas  pesada,  que  el  aire  lo  rom- 
.pe  ,  i  cae  en  tierra. 
c     Estefanía.  Ahora  lo  comprendo 
claramente.  El  agua  es  sin  duda  mas 
pesada  que  el  aire  quando  hai  igual 
cantidad  de  aire  i  agua  5  pero   esto 
no  se  opone  a  que    una  gran  can- 
tidad  de    aire  pueda    sostener   una 
corta  porción  de  agua  ;  asi  como  al 
navio  de  que  anteriormente  nos  ha- 
íbeis  hablado  5  el  navio  en  sí  es  mas 
;  pesado  qne  el  agua  ;  pero  como  de- 
bajo de  él  hai  una  considerable  can- 
tidad de  agua,  esta  lo  lleva,  i  lo 
sostiene. 

Aya.  Justamente  ,  querida  mía. 

María.  Señora  Aya ,  vos  dixisteís 
ia  la  Señora  Estefanía^  que  ha  de  lle- 
gar a  ser  Física.  2,  Es  pues  preciso 
,qúe  las  Señoras  sepan  esta  ciencia? 
^  ^o  creta  que  soflo  los  Doctores  de- 
bían saberla*  jv!'^  J 
- '-.ll                           L  iv         ■  Aya. 


>á68  At'  M  A  c  É  íí      - 

•    Aya:  Querida  mía ,  en  Inglés  Ha 
man  Doctor  Físico  a  un  hombre  que 
•cura  las  enfeímedades  \  pero   no  es| 
asi  en  Francés ,  pues  a  este  hombre 
se  le  llama  Médico;  Un  remedio  se 
llama  Físico  en  Inglés  ^  i  en  Francés 
una  Medicina*  La  palabra  Física  en 
Francés  quiere  decir  una  Ciencia  que 
enseña  a  conocer  todos  los  cuerpos. 
15n  Físico  pues  es  un  hombre   que 
rconoce  la  naturaleza  del  aire  ,  dal 
Fuego  ^  del  Agua  ^  i  de  la  Tierra: 
conoce  también  los  cuerpos   de  losi 
Jlombres  i  de  los  animales ,  los  árbo- 
les ,  las  plantas ,  las  flores  ,  los  mi- 
nerales i  los  metales  5  i  las  Señoras 
pueden  saber  todo  ^sto. 
>     Carlota,  ¿Qué  se  entiende  por  \o^\ 
minerales  i  los  metales  ?  ^ 

Aya.  El  oro ,  la  plata,  d  cobre,, 
í  las  otras  cosas  que  se  crian  en  la 
tierra. 


Alma  c  é  n  169 

María.  ¿Pues  qué  ,  se  cria  en  la 
derra  el  oro  ? 

,  Aya*  Si  querida  mía  ;  pero  noso- 
tras habernos  hoi  hablado  ya  bastan- 
te de  la  Física :  continuaremos  en  la 
primera  ocasión*  Ahora  quiero  con- 
taros una  pequeña  fábula  ,  i  después 
repitirémos  nuestras  historias. 

Fábula  del  Pescador ,  i  el  Ca- 
minante. 

rlubo  tiñá  vez  un  hombre  pobre^ 
de  exércicio  Pescador,  el  qual  no  te- 
nia mas  bienes  que  una  humilde  ca- 
bana a  la  orilla  de  un  rio.  En  este 
rio  hábia  pocos  peces  ,  i  por  esta 
razón  era  escasísima  su  ganancia: 
apenas  se  mantenia  de  otra  cosa  que 
de  agua  i  pan ,  i  no  obstante  esta- 
ba contentísimo  con  su  pobreza  ,  por- 
que no  deseaba  mas  que  lo  que  te- 
,niá.  Habiéndole  ocurrido  un  dia  de- 
seo 


IJO  A  Ir  M  A  C  E  N* 

seo  de  ver  la  Ciudad  resolvió  poner-! 
lo  en   práctica  el  dia  siguiente  por  i 
la  mañana.    Apenas  habla  acabadai 
de  determinar  su  viage  quandó  én^ 
contró  con  un  Caminante  ,   que  lé 
preguntó  si  habria  cerca  de  alli  al- 
gún   pueblo    donde    pudiese    hacet 
tránsito  aquella  noche.  Tres  leguas^,} 
respondió  el  Pescador  ,  i  es  dema$ia-^ 
do  tarde  :  si  queréis  quedaros  en  bii 
cabana  yo  os   la   ofrezco  de  buena 
voluntad.  Aceptada  la  oferta  por  el 
Caminante  ,  el  Pescador  deseoso  de 
agasajarle  encendió  fuego  ,  i  puso  a 
cocer   algunos    pequeños    peces  ,  i 
mientras  se   proporcionaba  la  cen^í 
entretenía  el  tiempo  cantando  ,  r¡- 
yendo  ,  i  ostentando  un  humor  ale- 
gre. El  huésped  le  dixo  :  Feliz  sois; 
pues  que  podéis  divertiros  :  yo  da- 
rla quanto  poseo  en   el  mundo  por 
estar    tan    contento   como   vos.  ¿If" 

que 


DE     Ni  ñ  os.  17Í 

íjué  os  lo  impide?  respondió  el  Pes^ 
cador :  a   mi   nada    me    cuesta   mi 
alegría,  ni  he  tenido  jamas   motiva 
de  tristeza.  ¿Tenéis  vos  algún  pesar 
que   no    permite  que    os    alegréis? 
¡  Ai  de  mi !    continuó  el  Caminan- 
te ,  todos  me  tienen  por   el  mas  di- 
choso de  los  hombres  :  yo  fui  Mer- 
cader 5  i  ganaba  mucho  caudal  ,  pe- 
ro no   lograba  un  momento  de  re- 
poso.   Temia  siempre    que   me    hi- 
ciesen banca  rota  :  que  se  echasen  a 
perder  mis  mercaderías :  que  naufra- 
gasen los  navios  que  tenia  en  la  mar, 
i    huyendo    de  esto  me   separé  del 
comercio  para  ensayarme  a  una  vi- 
da mas   tranquila.  Compré  un   em- 
pleo en  el  Palacio  Real ,  i  a  breve 
tiempo  logré  agradar  al  Príncipe  ,  i 
-habiendo  llegado  a  ser  su   favorecí- 
xio  créia  que  ya  podía  estar  gusto- 
•so^  péró  no  tardé  mucho  en  cono- 
cer 


-i7^  Almacén 

cer  que  era  mas   bien  esclavo  qu^ 
favorecido  del  Rei  :  necesitaba  a  ca-^ 
da    momento  renunciar  mis  inclina-» 
eiones  para  seguir  las  suyas.  El  Ama^ 
l>a  la  caza  ^  i   yo  el  reposo  5  i  sia 
embargo  estaba  precisado  a  correr 
en  su  compañia  por  los  bosques  to«' 
do  el  dia:  llegaba  a  Palacio  suma- 
aliente  fatigado  ,  i  deseoso  de  acos- 
tarme ,  pero  no   podia  executarlo; 
la  Dama  del  Rei  daba  un  baile  o  uri 
banquete  al  qual  me  hacia  el  honó¿ 
de  convidarme  para  hacer  la  corte 
ítlRei:  yo  iba  rabiando  ^  i  solo  m^ 
servia  de  algún  consuelo  la  amistaái 
del  Príncipe.  Ha  cerca  de  quince  dias- 
que este  puso  al  cuidado  de  un  Se- 
ñor de  su  Corte  dos  asuntos  graves,. 
i   al  hablarle  le  manifestó  un    sem- 
blante dulce  i  agradable  5  confesanr 
do  después  que   le   tenia  por  hom^ 
bre  de  bien:   desde    este  punto  me' 

tu- 


li  E  N I  í$  O  s.  f 73 

tuve  por  perdido  ,  i  no  he  podido 
pegar  los  ojos  diferentes  noches  coa 
este  cuidado.  Interrumpió  el  pesca- 
dor entonces  a  su  huésped  ,  i  le 
dixo  :  i  El  Rei  os  ha  mirado  des- 
pués con  desagrado  a  vos  dexando 
de  estimaros  ?  No  por  cierto  ,  res- 
pondió este  hombre ,  antes  me  tra- 
ta con  mas  amistad  que  la  acostum- 
brada 5  pero  no  obstante  debéis  co- 
nocer que  su  amor  no  es  ya  para  mi 
¿olo  ,  mayormente  quando  todo  el 
mundo  publica  que  este  Señor  ha  de 
venir  a  ser  su  segundo  favorecido  5  1 
vos  no  ignoráis  que  esto  es  intole- 
rable, i  por  lo  mismo  he  pensado 
morir  de  sentimiento.  Ayer  noche 
me  retiré  a  mi  quarto  lleno  de  tris- 
teza  ,  i  quando  me  vi  solo  no  pu- 
de contener  el  llanto.  A  este  pun- 
to se  apareció  delante  de  mi  uh 
hombre  grande,  cuya  fisonomía  era 

ex* 


174*  A  L  M  A  C  E   N  ¡ 

excesivamtnte  agradable  ,  i  me  dixoj 
Azael ,  yo  tengo  piedad  de  tu  mi- 
seria :  si  quieres  vivir  tranquilo  re4 
nuncia  el  amor  a  las  riquezas  ,  i  ej 
deseeo  de  los  honores.  Ai  de  mi] 
Señor,  dixe  yo  a.  este  hombre  ,  la 
deseo  de  todo  mi  corazón  :  ¿  pero 
de  qué  modo  podré  conseguirlo  Í 
Dexa  la  Corte  ,  añadi(5 ,  i  camina 
dos  dias  consecutivos  por  el  primei| 
camino  que  se  ofrezca  a  tu  vista; 
la  locura  de  un  hombre  te  prepara 
un  expectáculo  capaz  de  curar  par 
ra  siempre  tu  ambición.  Después  quf 
hayas  caminado  los  dos  dias  vuelví 
atrás ,  i  cree  firmemente  que  no 
penderá  de  otro  que  de  ti  el  vivi^^j 
después  gozoso  i  tranquilo.  Ya  heí 
caminado  un  dia  entero  en  cumpli-^i 
miento  de  lo  que  este  hombre  mt§j 
ha  ordenado  ,  i  caminaré  también 
ínañana  ,  pero  dudo  conseguir    el 

rer. 


DE    N  I  i5  O  s.  i'jf 

reposo  que  me  ha  prometido.  > 

El   Pescador  habiendo  oido   esta 
historia  no  pudo  dexar  de  admirar- 
se de  la  locura  de    este  ambicioso, 
que  hacia  depender  su  felicidad  de 
las  palabras  i  miradas  del  Príncipe, 
dixo    pues   al     Caminante  :  Gustaré 
mucho  de  volver  a  veros  ,  i  saber 
vuestra  curación :  concluid   vuestrp 
yiage  ,  i  dentro  de  dos  dias  volved 
a  mi  cabana.  Yo  hago  también  via- 
ge  a  la  Ciudad  donde  jamas  he  cst 
tado ,  i  creo  que  han  de  divertirme 
con  exceso    los  muchos    desórdenes 
:  que  debe  haber  en  ellas.  Mal  lo  pen- 
I  sais  5  replicó  el  Caminante ;  puesahor 
;  ra  sois   feliz    no  procuréis   haceros 
desdichado  :  al   presente  os  parece 
1  -suficiente  vuestra  cabana ,  pero  des- 
;  pues  que  hayáis    visto  los  Palacios 
!  de  los  Grandes  la  tendréis  por  mui 
I  pequeña  i  demasiado  mezquina  ;e§r 
s  tai$ 


iyS  Al  macen  -^ 

tais  contento  con  vuestro  vestido  J' 
porque  os  cubre  ,  pero  os  lastima- 
rá el  corazón  quando  hayáis  mirado 
las  sobervias  galas  de  los  ricos.  Se- 
ñor ,  dixo  el  Pescador  a  su  huésped, 
aprovechaos  de  esas  bellas  razones 
para  no  disgustaros  quando  se  miré 
o  hable  a  los  otros  :  el  mundo  a- 
bunda  d^  gentes  que  aconsejan  é\ 
los  demás  no  pudiendo  ellos  correa 
girse  a  si  misn^os.  El  caminante  no 
tuvo  que  responder  ,  mayormente 
isabiendo  que  no  es  buena  política 
contradecir  a  ninguno  en  su  misma 
casa.  En  efecto  el  dia  siguiente  con*, 
íinuó  su  viage  al  mismo  tiempo  que: 
el  Pescador  dio  principio  al  suyól 
Al  fenecer  los  dos  dias  el  camÍÁ 
Tiante  Azael  volvió  a  la  cabana  sin 
haber  encontrado  cosa  alguna  extra-, 
ordinaria  :  halló  al  Pescador  sentada 
u  SU  puerta  apoyad*  h  cabezj^.sor- 
"^  bjre 


bre^  snis' manos  ,  i  fijados  íó^  ojos 
€n  la  tierra.  ¿  En  qué  pensáis  ?  lé 
preguntó  AzaeL  En  que  soi  desdi-4 
jchado  5  respondió  el  Pescador  ,  1 
añadió  5  ¿  Qué  delitos  he  cometido 
contra  Dios  para  que  me  haya  he- 
^ho  tan  pobre  habiendo  una  inmen-i 
sa  multitud  de  hombres  riquísimos 
^  contentos?  Dexóse  ver  en  este  pun- 
to el  hombre  que  habia  mandado  a^ 
Azael  caminar  los  dos  días  (  que; 
era  un  Ángel )  i  hablando  con  el 
Pescador  ,  dixo  :  ¿  Por  qué  no  se-* 
,  guiste  los  consejos  de  Azael  "i  Laí 
!  vista  de  las  magnificencias  de  la  Giu-^ 
dad  ha  producido  en  %i  la  avaricia!' 
i  la  ambición :  ellas  te  han  robadd 
la  alegría  i  la  paz :  modera  pues  tus  ^ 
pasiones  ,  i  volverás  a  hallar  estas 
preciosas  ventajas.  Eso  es  mui  facii 
I  de  decir  5  pero  el  hacerlo  es  para 
mi  imposible,  y  siejada  mi  mayor  sqxí^ 
iSTom.  11.  M  ti- 


t^S  Al  MACE  Ni 

(imientó    lá  reflexión    de  que  será 
siempre  desdichado  ,  a  menos  que  j 
l)ios  disponga  mudar  mi   constitu-t 
don.  Esto  sería  para    tu  perdición^  I 
añadió  el  Ángel :  créeme  i  no   de^  i 
sees  mas  délo  que  tienes.  Por  mas  i 
que  digáis  no  impediréis  que  yo  de-* 
$ee  otra  fortuna.  Dios   oye  algunas 
Veces  los  ruegos  de  los  ambiciosos^ 
ého  el  Ángel  ,  pero  con  enojo  ,  i 
para  su  castigo.  ¿Ya  vos  qué  os  im-i 
porta?  respondió  el  Pescador  5  si  yo 
no  tuviera  que  desear  se  me   daria 
niui  poco  de  vuestras  amenazas.  Pues; 
tu  quieres  perderte  yo  lo  consien-  j 
to  ,  dixo  el  Ángel  :  puedes  deseap 
tres  cosas  ,  i  Dios  te  las  concederá; 
El  Pescador  lleno  de  alegria  deseó 
que    su  cabana  fuese  transformada; 
en  un  manífico  Palacio  ,  i  al  pun-» 
tQ  se  verificó  su  deseo :  después  qu© 
buho  adoürado  este  Palacio,  deseó  que 

el 


el  ^pequeño  rio  que  corria  por  de-* 
lante  de  su  puerta  se  trocase  en  urí 
estendido   mar  5  lo  que  sucedió  al 
momento.  Restábale  el  tercer  deseo^ 
í    habiéndose    supendido    un    corto 
I  rato  deseó  por  fin  que  m  barquilla 
se  convirtiese  en  un  navio   grande 
cargado  de  oro  i  de  diamantes.  Lúe- 
■  go  que  vio  este  navio    corrió   a   él 
:  para  reconocer  las  riquezas  de  que 
^  habia  conseguido  hacerse  dueño  5  pe- 
'  ro  no  bien  hubo  entrado  en  él  quan- 
í  do  se  levantó  una  borrasca.  El  Pes- 
'  cador  quiso  volverse  a  la  orilla  ,  mas 
¡  no  halló  medio ,  i  entonces  fue  quan- 
i  do  maldecia  su  ambición  :  ¡  pesares 
inútiles  !  El  mar  lo  sepultó  con  to- 
\  das  sus  riquezas  ,  i  el  Ángel  dixo  a 
Azael  :    Aprende  a  ser  cuerdo  coa 
este  exemplo  :  el  fin  de  este  hom- 
bre es  casi  siempre  el  de  todos  los 
ambiciosos  :  la  Corte  donde  resides 
^  Mij  aho- 


i  8o  .?AiMaceíi 

ahora  es  un  mar  famoso  parar  láí> 
tempestades  i  los  naufragios  5  pueá  | 
puedes  al  presente  tomar  puerto  no,' 
aguardes  a  hacerlo  quando  te  sea 
imposible  conseguirlo.  Azael  asusta^ 
do  prometió  obedecer  al  Ángel ,  i 
cumplió  su  palabra.  Dexó  la  Corte^ 
i  habiéndose  ido  a  vivir  al  campoD 
casó  con  una  doncella  mas  virtuosa: 
que  hermosa  i  acaudalada  de  bienes. 
Lejos  de  pensar  en  aumentar  su¿ 
grandes  riquezas  solo  se  aplicaba  a 
gozarlas  con  moderación  ,  distribu-^ 
yendo  lo  sobrante  entre  los  pobres. 
Hallábase  entonces  feliz  i  contento^ 
i  tributaba  diariamente  gracias  a  Dios 
porque  le  habia  curado  de  la  ava-; 
ricia  i  la  ambición  ,  que  habian  em^!^ 
ponzoñado  hasta  alli  toda  la  felicK 
dad  de  su  vida.  i^  : 
;:  Serafina.  ¿  Es  posible  que  la  ambi^ 
cion  hacíalas  gentes  tan  desdichadas?; 

- ^  i-".  .       ^^- 


-rL4y¿í,  Preguntad  a  la  Señora  E^- 
tefama  quanto  tuvo  que  tolerar  en 
el  tiempo  que  estaba  únicamente  po-^ 
seida  de  agradar  ,  de  ser  alabada,! 
hacer  brillar  su  espíritu. 
-í:  Estefanía:  A  la  verdad  que  era 
bien  infeliz  ,  Señora  Aya  :  Si  veía 
en  la  tertulia  de  Padre  alguna  Se- 
ñora a  quien  se  tratase  con  agasa-^ 
}o  i  atención  me  indisponía  de  muer- 
te, porque  me  parecia  que  me  usur- 
paba a  mi  las  atenciones  que  usa- 
ban con  ella  ,  i  esto  hacia  que  yo 
la  aborreciese.  ¿  Queréis  creer  ,  Se- 
ñora Serafina  ,  que  estaba  freqüen- 
temente  irritada  contra  vos  ? 
i  Serafina.  ¿Y  por  qué,  querida  mia? 
ü  Estef ama.  VorquQ  me  era  insufri- 
ble el  ver  que  valláis  masque  yo^  pero 
actualmente  podri  aseguraros  que  os 
amo  de  todo  corazón ,  i  lejos  de  sen- 
tirlo me  complazco  quando  os  alaban.¿ 
i  .  Miij        *S^- 


i82  Almacén^ 

.  Serafina.  Yo  os  lo  agradezco  in- 
finito 5  pero  es  biea  cierto  que  scr^ 
riáis  una  ingrata  si  no  lo  hicierais 
ési  ,  porque  siempre  os  he  querida 
con  exceso,  A 

r  Aya.  Poco  tiempo  nos  queda  pa- 
ya repetir  nuestras  historias ,  i  nues-i 
tra  Geografía,  Comenzad  pues  Seño-f 
ra  María.  j,  mu 

Marta.  Jetro ,  Suegro  de  Moisés^ 
noticioso  de  los  grandes  milagros 
que  habia  obrado  Dios  por  media 
de  su  yerno  ^  vino  a  verle  trayendo-Ȓ 
le  a  su  muger  i  dos  hijos  que  teniay 
i  echando  de  ver  que  Moisés  se  ocu* 
paba  todo  el  dia  en  oir  los  negocios: 
del  Pueblo  le  dixo  :  Si  continuáis  en 
esta  fatiga  vendréis  a  perderla  salud: 
creedme ,  i  escoged  los  hombres  más 
honrados  ,  que  escuchen  al  Pueblo^ 
ios  den  cuenta  de  todos  sus  negocios^ 
Siguió  Moisés  este  consejo ,  i  habiea'^ 
'  ..  ?!:  X  .  do 


DÉ    Ni  ^6 i  i§§ 

do  regalado  a  su  Suegro  sé  separó  de 
éLLIegarón  después  los  Israelitas  cer- 
ca del  Monte  Sinai ,  i  dixo  el  Señor  á 
Moisés:  Sube  sobre  ese  monte  ,  pero 
que  el  Pueblo  no  se  aproxime  porque 
morirá.  Subió  pues  Moisés  al  Monte 
Sinai ,  i  apareció  en  él  la  Magestad 
de  Dios.  El  monte  estaba  circundada 
de  humo  ,  del  qual  salia  un  espantoso 
trueno:  hallábase  todo  lleno  de  fue- 
go i  de  relámpagos ,  i  en  medio  de 
estos  fuegos  fue  donde  dio  el  Señor 
a- Moisés  los  diez  Mandamientos  que 
ordenaba  para  su  Pueblo,  a  fin  de  ma* 
nifestarle  que  era  un  Dios  poderoso^ 
que  sabría  vengarse  ,  i  castigar  a  los 
que  le  desobedeciesen  :^  i  estos  diez 
Mandamientos  que  entonces  dio  el 
Señor  a  su  Publo  son  los  mismos^ 
que  nos  han  enseñado,  i  repetimos 
diariamente  en  nuestras  oraciones. 
:   Jya.  €omxm2íáScñov3LMe¡choraJ^ 

Miv       Mel- 


^Me^lohom.  JEl  Señor  llatiió  otra  vei 

^iMoisés  sobre  el  monte  donde  per-^ 

mapeció  quarenta  dias  i  quarenta  no^ 

^hes  ,  i  durante  este  útm^Q  le  diíS 

las  leyes  para  su  Pueb'o  ,  mandado-t 

le  que  hiciese  para  su  Magestad  un£i 

fs.TQ3, ,  i  un  Tabernáculo  ,  explican-? 

dolé  la  traza  con  que  esta  Arca  debi^ 

l^r.iconstruida  ,  i  lo  que  debía  hacer-t 

$e  quando  le  sacrificasen  alguna  cosa¿ 

Mandóle  igualmente  destinase  ^  Aa-- 

ron  i  a,  sus  l)ijps  para  que  fuesen  los 

Sacrificadores  i  gfandejs  Sacerdotes^ 

Pero  mientras  J&í);V^  hablaba  coa> 

Píos  como  ünamigp  arptro  los  I^r^?^-^  i 

utas  olvidando  Iqs  milagros  que  pof) 

ellos  habla  obrado elSegor,  dixeron a) 

Aaron  :  Dadnos  Dioses  qomo  los  queí 

^stán  en  Egipto  para  que  caminen  de*i 

iante  de  nosotros ,  pprque  a  Moisés  nO) 

sabemos  lo  qpe  ha  sucedido.  Aarom 

temiendo  que  el^Pu^bioig  ii^atase  les 

^■■■■..■^       ■,:  ^A  di^ 


áixo:" Traédmelos  pendientes  de  las 
íorejas  de  vuestras  mugeres  i  vuestras 
hijas.  Ellos  se  apresuraron  a  llevarle 
ias  joyas  ,  i  Aaron  les  hizo  un  becer- 
ro de  oro  al  qual  adoraban  diciendo: 
Este  es  el  Dios  que  nos  ha  sacado  de 
3Egipto.El  Señor  dixo  a  Moisés  ,  que 
estaba  sobre  el  monte.  El  Pueblo  es- 
tá cometiendo  un  crimen  :  voi  a  ha-* 
eerlo  perecer  ,  i  te  daré  en  su  lugar 
otro  Pueblo.  Moisés  respondió:  Se- 
ñor ,  acordaos  de  Abrakam  ,  de  Isaac ^ 
i  de  Jacob  ,  i  perdonad  a  este  pobre 
Pueblo  ,  o  borradme  del  Libro  de  la^ 
vida  antes  que  lo  destruyáis.  Solo  los 
perversos  serán  borrados  del  Libro  de 
la  vida  ,  dixo  el  Señor  ;  no  obstante 
yo  perdono  a  ese  Pueblo.  Bajó  en- 
tonces Moisés  del  monte  con  las  Ta^ 
Elas  de  piedra  ,  en  las  quales  habia 
Bios  escrito  por  sí  mismo  su  Lei  por 
todos  sus  Jados,  5  i  habiendo  visto  que 


i8<?  Almacén 

los  Israelitas  bailaban  al  rededor  del 
becerro  de  oro  se  arrebató  de  enojo 
de  tal  forxna  que  arrojó  las  Tablas  a* 
fiuelo  ,  i  las  hizo  pedazos»   Después 
reprendió  a  Aaron  con  aspereza  ,  i 
echando  el  becerro  en  el  fuego  le  re- 
dujo a  polvo ,  el  qual  hizo  beber  al 
Pueblo  mezclado  con  la  agua.  Des- 
pués llamó  a  los  descendientes  de  Le- 
vi ,  i  \ts^  dixo  :  Yo  os  mando  de  par^* 
te  de  Dios  ,  que  tomando  vuestra  es- 
pada  atraveséis  todo  el  campo  de  una 
parte  a  otra  ,  i  matéis  a  quantos  en- 
contrareis a  la  diestra  i  a  la  siniestra 
sin  perdonar  a  vuestros  parientes! 
amigos.  Obedecieron  los  hijos  de  Le-^ 
vi ,  i  mataron  tres  mil  hombres.  Des-^ 
pues  dixo  a  los  Levitas  :  el  Señor  o5 
bendecirá  porque  habéis  executado  su 
sentencia.  Succesivamente  se  encerró? 
Moisés  en   su  Tabernáculo   a  cuya' 
puerta  se  puso  la  nube  donde  estabaí 

el 


DE  Ni í5  os.  187 

él  Señor ,  i  los  Israelitas  habiéndose 
despojado  de  sus  buenos  vestidos  se 
humillaron  contra  la  tierra  a  fin  de 
alcanzar  la  misericordia  de  Dios.  ^ 
M^n^í.  Señora  Aya ,  acción  terri- 
ble fue  matar  tres  mil  hombres. 
:•    Aya.  Todos  los  Israelitas ,  queri- 
(da  mia  ,  merecían  la  muerte  :  ellos 
hablan  prometido   observar   la   Lei 
del  Señor  ,  que  condenaba  a  muer-^ 
te  a  todos  los  que  adorasen  ídolos, 
i  usó  de  una  gran  piedad  en  no  casti- 
gar mas  que  á  tres  mil  hombres.  Yo 
estoi    segura  que  permitirla  que  los 
hijos  de  -Leví  solo  matasen  a  los  mas 
culpados.  Continuad  ^Señora  Carlota. 
^    Carlota.  Volvieron   a    murmurar 
contra  el  Señor  los  hijos  de  Israel  .,1 
dixeron  ¿Por  que  habemos  dexado  a 
Egipto    donde    teniamos    hermosos 
pescados  ,  i  donde  comíamos  buenas 
cebollas  ?  Nosotros  estamos  ya  can- 


^88  Ax^Á'cEN 

sados  de  ver  solamente  el   Mamé. 

Sintió  tanto  Moisés  la  ingratitud  de 

este  Pueblo  respecto  de  Dios  ,  que 

rogó  al  Señor  le  diese  la  muerte  para 

«o  ver  su  perversidad.  Consolóle  el 

Señor  ,  i  envió  a  los  Israelitas  una 

gran  cantidad  de  codornices  ,  a  cuya 

vista  recibieron  imponderable  alegría, 

i  comieron  de  ellas  con  codicia  5  pe-^ 

ro  tenian  aún  la  carne  entre  los  diem 

íes  quando  quitó  Dios  la  vida  a  un 

grande  número  de  ellos.  Moisés  tuvo 

todavía  otro  motivo  de  pesar  :  Aa^ 

ron  i  su  hermana  Maria  se  burlaron 

de  él  porque  su  muger  era  Etiopisa,' 

pero  Dios  tomó  a  su  cargo  la  vengan-»^ 

za  de  Moisés  :  su  hermana  se  llenó 

de  lepra  ,  con  la  qual  permaneció  sie^ 

te  dias  ,  i  Moisés  tuvo  necesidad  de 

rogar  por  ella  al  Señor.  Después  en-C 

vio  Moisés  Exploradores  al  País  quei 

Dios  habia  prometido  a  Abraham  ,  h 

•  -  es- 


estos  trajeron  de  ella  un  racimo  de 
abas  tan  grande  que  se  necesitaban 
ios  hombres   para  llevarlo.  Dos  de 
ístos  Exploradores  fueron  Caleb  ,  i 
fosué ,  los  quales  exórtaron  al  Pue- 
blo a  que  fuese  a  un  País  ,  que  era 
tan  excelente  ,  pero  los   otros   Ex- 
ploradores dixeron  :  Es  verdad  que 
m  esta  tierra  corre  leche  i  miel ,  pe- 
co está  habitada  de    hombres   mas 
Fuertes  que  nosotros  ,  i  hai  Gigan- 
tes ,  que  nos  matarán  a  nosotros  ,a 
nuestras  mugeres  ,  i  a  nuestros  hi- 
jos. Oido  esto  por  los  Israelitas  ex- 
clamaron :  i  Para  qué  nos  han  saca-* 
do  de  Egipto  ?  Necesitamos  nom- 
brar un  Gefe  que  nos  vuelva  a  con- 
ducir a  él.  Y  porque  Josué  i  Caleh 
lo  resistían  quisieron  matarlos  a  pe-»: 
dradas.  Moisés  i  Aron  se  humilla-* 
ron  para  pedir  perdón  a  Dios  ,  pero* 
el  Señor  les  dixp  :.  E^te  Pueblo  Jia 

mur- 


ipa  Almacén*; 

murmurado  diez  veces  contra  mi ,  Ji 
yo  juro  en  mi  enojo  ,  que  morirá  en' 
este  desierto  donde  permanecerá  qua- 
renta  años.  Después  que  todos  ellos 
hayan  muerto  entrarán  sus  hijos  en 
la  tierra  prometida  con  Josué  i  Cu-4 
leb  5  que  han  creido  mis  palabras, 
pero  los  otros  ,  que  han  visto  los 
milagros  que  por  ellos  he  obrado ,  i 
no  obstante  han  desconfiado  de  mí, 
dexarán  sus  cadáveres  en  este  desier-' 
to.  Entonces  el  número  de  Jos  hom- 
bres pasaba  de  seiscientos  mil.  ;  | 
lEiStefanía.  Verdaderamente  ,  SeJ 
ñora  5  que  los  Israelitas  me  irritaa 
con  sus  murmuraciones.  ¿  Como  eran* 
tan  brutos  que  se  exponian  a  la  ira 
del  Señor  conociendo  su  poder?  ¿Co-' 
mo  podían  adorar  la  figura  de  un  be- 
cerro 5  i  decir  :  Este  es  el  Dios  que»' 
nos  ha  sacado  de  Egipto?  :\ 
Aya.  i  Nosotras ,  querida  mia ,  so*.-  i 
I    :                                          mos 


mos  acaso  menos  perversos  i  menos 
ciegos  que  los  Israelitas  quando  des*- 
obedecemos  al  Señor  ?  siendo  constan- 
te que  arrojará  en  el  infierno  a  los  ma-» 
[os  ,  a  los  mentirosos  ,  glotones  ,  co-  ^ 
iéricos ,  i  desobedientes  a  sus  Padres  i 
parientes ,  a  los  impios  con  los  pobres, 
i  los  envidiosos  ,  a  los  que  hablan 
mal  del  próximo  ,  a  los  que  se  vengaa 
de  sus  enemigos ,  i  se  alegran  del  mal 
E[ue  les  sobreviene  ?  Nosotras  sabemos 
todo  esto  5  niñas  mias ,  i  sin  embarga 
no  ponemos  las  diligencias  necesarias 
para  corregirnos  de  nuestras  malas 
costumbres  ,  siendo  estas  las  que  a-, 
traen  sobre  nosotras  la  ira  de  Dios, 
i  las  que  nos  conducirán  al  infierno. 
Reflexionemos  bien  sobre  esto  ,  Se- 
ñoras ,  i  nada  dexemos  por  hacer  pa- 
ra destruir  nuestros  vicios.  Como 
son  ya  las  siete  no  tenemos  hoi  tiem-^ 
po  para  hablar  de  la  Gs.Qgrafiax  ea 

ia 


m 


r5r2  .Ai'&rA'cEic 

ta   primera  vez  comenzaréiims  pROffi 
ella  nuestra  lección. 

■ '  -  -,-    —  "^- 

DIALOGO   XVI. 

Jornada    XIV. 

¿^y^i.  XJRometl  que  comenzaria- 
Jy  moshoiporlaGe^^gr^^^í. 
Hablaremos  pues  de  las  Islas  Británié 
€MS.  Esas  son  dos  ,  como  ya  hemos 
dicho  ,  una  grande  ,  i  otra  pequeña. 
En  la  grande  hai  dos  Reinos  ;  la  I//*^ 
glaterra  ^  ci<x^  está  al  Sud  de  la  Isla; 
i  la  Escocia  al  Nord.BiyídesQ  la  I«-| 
glaterra  en  quarenta  Provmcias,  que 
c-oa  doce  que  comprende  el  Princi-| 
pado  de  Gales  hacen  todas  cincuenfj 
ta  i. dos.  La- Capital  de  este  Reina! 
es  Londres  sobre  el  Thamesis  ,  en  \w 
Provincia,  de  Midles^3¡i.a\  S^dest  dq 
^1  '  U 


DB     Nl5í08.  193 

la  Inglaterra.  En  sus  principios  se 
llamó  este  Reino  Albion  ,  i  los  habi- 
tantes del  País  fueron  sojuzgados  pri- 
meramente por  unas  gentes  nombra- 
dos Bretones.  Habiendo  pasado  Julio 
Cesar  a  Inglaterra  sujetó  una  parte  de 
este  Reino  j  pero  hasta  el  tiempo  del 
Emperador  Domiciano  no  fueron  los 
Romanos  absolutos  dueños  de  él.  Aun- 
que los  Romanos  fuesen  dueños  de  In- 
glaterra vivian  los  naturales  del  Pais 
según  sus  leyes  i  costumbres  ,  i  te- 
man  asimismo  muchos  Reyes  ,  por 
que  la  Isla  comprendía  muchos  Rei- 
nos 5  pero  los  Soberanos  de  ella  co- 
nocían el  poder  de  los  Romanos.  Los 
Escoceses ,  que  habitaban  la  Irlanda^ 
o  la  Ibernia ,  se  unieron  a  los  Pictes^ 
i  se  apoderaron  de  la  parte  de  la  Is- 
la que  está  al  Nord  llamada  Escocia. 
Estos  fueron  expelidos  por  los  Roma- 
nos 5  pero  las  turbaciones  del  mismo 
Tom.  11.  N  Im- 


i 


194  AXMACEN  I 

Imperio  Romano  les  dieron  opoi^tu-^  | 
nidad  para  restablecerse  bajo  la  doír 
minacion  de  un  Príncipe  nombrado  ? 
Fergos.  Después  de  este  tiempo  hubo 
una  guerra  casi  continua  entre  los  ; 
Bretones  (  asi  nombrados  los  Pueblos  j 
de  esta  Isla  )  i  los  Escoceses  unidos  I 
con  los  Pictes  ;  i  para  librarse  del  fu- 
ror de  estos  construyeron  los  Breto^ 
nes  una  muralla  que  separaba  su  País 
del  de  sus  enemigos  ,  de  la  qual  aun  : 
se  ven  fragmentos ;  pero  esto  no  im- 
pidió que  los  Escoceses  los  redujesen 
a  la  última  extremidad.  Vieronse  pues 
obligados  a  llamar  en  su  socorro,  a  ; 
los  AngloSaxones  venidos  de  la  Isla 
de  Angelen^  i  establecidos  entonces  en 
Frisa  5  los  quales  los  socorrieron  al 
punto,i  de;9pues  se  hicieron  dueños  de 
ellos  5  pero  parte  de  los  Bretoes^  que 
pudo  refugiarse  en  las  montañas  del 
País  de  Gales  adquirieron  alli  la  re-   , 

pu- 


DE     Nl«OS.  195 

putacion  de  invencibles  ,  i  otros  se 
retiraron  a  la  pequeña  Bretaña.  Los 
Saxones  ,  que  habían  echado  a  los 
Bretones  de  Inglaterra ,  fueron   echa- 
dos después  de  ella  por  [osBaneses^i 
estos    la   poseyeron   tranquilamente 
bajo  de    la    dominación   de   su   Rei 
Canuto  ;  pero  sucesivamente  volvié- 
ronlos Ingleses  a  poner  sobre  el  tro- 
no a  Eduardo  ,  que  era  de  la  sangre 
de  sus  Reyes.  Después  de  la  muerte 
de  este  último  Rei,  Guillermo  Duque 
de  Normadla  ,  que  pretendía  ser  su 
heredero  ,  se  hizo  dueño  de  Inglater^ 
ra  ,  i  dio  principio  al  Reinado  de  los 
Príncipes  Normandos.  Consecutiva- 
mente los  de  la  Casa  de  Anjou  nom- 
brados Platagenetes ^ocup2LVon  el  tro- 
no ,  que  pasó  después  de  ellos  a  la 
Casa  de  los  Stuardos ,  i  se  halla  al 
presente  en  la  Casa  de  Brunswik. 
María.  Señora  Aya  ,  esa  lección 

Nij  es 


ipfi  Almacén 

es  dificultosísima.  -  ks 

Aya.  Es  verdad  ,  querida  mia ,  pe* 
ro  estas  cosas  que  pertenecen  a  vues- 
tro País  conviene  que  las  sepáis,  por- 
que es  vergonzoso  no  tener  una  per- 
fecta instrucción  de  la  Historia ,  i  de 
la  Geografía  del  País  nativo.  Para 
que  no  se  nos  olvide  lo  que  acabo  de 
decir  nos  repetirá  la  Señora  Serafina 
a  lo  menos  los  nombres  de  los  diver- 
sos dueños  de  Inglaterra. 

Serafina.  Los  Bretones  fueron  los 
primeros  que  subyugaron  a  los  habi- 
tantes de  esta  Isla  5  i  los  Romanos  so- 
metieron a  los  Bretones.  Mientras  los 
Kohíanos  hacian  en  otra  parte  la  guer- 
ra sometieron  el  País  los  Anglo-Sa- 
Kones  5  i  estos  fueron  destronados  por 
los  Daneses.  Consecutivamente  reina- 
ron en  esta  Isla  los  Principes  iV¿rw/7«- 
dos  ,  después  losP/atagenetes:  a  es^ 
tos  succedieron  los  StuardoSy  i  a  Jos 
/  Stuar- 


Stuardos  la  Casa  de  Brunswih 

Aya.  Maravillosamente  ,  querida 
mia.  Ya  os  dixe  que  Canuto  Prínci- 
pe Danés  habia  poseído  la  Corona 
de  Inglaterra.  ¿  La  Señora  Serafina, 
no  sabe  alguna  cosa  de  este  Príncipe? 
Serafina.  Sé  una  bella  historia ,  i 
voi  a  contársela  a  estas  Señoras. 

Canuto  estaba  un  dia  a  la  orilla  del 
mar  con  toda  su  Corte  ,  i  sus  Corte- 
sanos 5  que  eran  (como  suele  suceder) 
linsonjeros  ,  le  dijeron  que  él  era  el 
Rei  de  los  Reyes  ,  i  el  dueño  de  la 
mar  i  de  la  tierra.  Canuto  ,  que  era 
cuerdo  i  religioso  ,  quiso  burlarse  de 
estos  aduladores  haciéndoles  ver  que 
tenia  demasiado  talento  para  ser  en- 
gañado de  sus  necios  discursos.  Do- 
bló pues  su  capa  ,  i  sentóse  encima 
de  ella.  Era  esto  en  tiempo  del  flujo 
de  la  mar  :  esto  es ,  quando  la  mar  sale 
de  su  lecho  para  venir  sobre  la  tierra, 

Niij  i 


198  Almacén 

i  hablando  con  el  mar  dixo  Camtól 
Yo  soi  tu  dueño  ,  i  la  tierra  donde 
estoi  es  mia  :  te  mando  que  no  pases 
de  donde  estás  ,  ni  llegues  a  mojar<* 
me  los  pies.  Todos  los  que  le  oye- 
ron discurrieron  que  el  Rei  deliraba^ 
pues  creía  que  la  mar  habia  de  obe- 
decerle. Sin  embargo  como  la  mar  se 
habia  adelantado  sin    cesar  llegó  a 
mojar  los  pies  del  Monarca.  Levan- 
tóse entonces  Canuto  ,  i  dixo  a  los 
lisonjeros :  ¿Creéis  ahora  que  soi  yd 
el  dueño  de  la  mar  ?  Conoced  a  vis- 
ta de    esto    que    es  limitadísimo  el 
poder  de  los  P.eyes  ,  i  que  solo  Dios^ 
es  el  verdadero  Rei,  pues  por  él  son « 
gobernadas  el  Cielo  ,  el  mar  ,  i  lat 
tierra. 

Carlota.  Señora  Aya  ,  ¿es  cierto • 
que  la  mar  saie  de  su  lecho  o  de  sw 
lugar? 

Aya.  Sí  5  querida  mia ,  cada  día 

dos 


DE  Ni  ^  os.  ipcx  , 

dos  veces  ,  i  se  retira  otras  tantas  5  i 
como  jamas  dexa  esto  de  suceder  se 
sabe  justamente  la  hora  en  que  sale 
de  su  sitio  5  i  la  en  que  se  vuelve 
a  él. 

Carlota.  ¡Ah  Dios  mió ,  qué  cosa 
tan  singular  !  ^Y  qué  es  lo  que  le 
obliga  a  salir  ,  i  retirarse  ? 

Aya.  Yo  a  la  verdad  no  lo  sé  muí 
bien  ,  querida  mia  ,  pero  he  oido 
decir  a  los  doctos  ^  que  la  Luna  opri- 
me al  aire ,  i  que  este  aire  oprimido 
oprime  al  rhar  ,  i  es  el  que  lo  hace 
salir  por  todos  lados. 

María.  Yo  no  comprendo  cosa 
alguna  de  todo  esto. 

Aya.  Voi  a  explicároslo  ,  querida 
mia.  Ya  veis  esta  palangana  que  es  - 
tá  llena  de  agua :  suponed  que  esto 
es  la  mar  ,  i  que.  este  platillo  que  yo 
tengo  5  i  que  es  mas  pequeño  que  la 
palangana,  es  el  aire  que  se  mantie- 

N  iv  ne 


áoo  AlmaceíT 

ne  solo  encima  de  la  mar  :  suponed 
también  ahora  que  alguna  cosa  em- 
pujase a  este  platillo  forzándole  a 
tocar  el  agua  que  está  en  la  pa- 
langana 5  apenas  pues  que  llegase 
a  tocarla  se  rebosarla  el  agua  por 
todas  partes.  ¿  Lo  veis  (*)  niñas 
mias? 

María.  Ahora  lo  comprendo  bien. 
Señora  Aya  :  ¿  pero  como  puede  la 
Luna  oprimir  a  la  mar  ?  Ella  no  es 
otra  cosa  que  una  grande  antorcha. 

Aya.  Os  engañáis  ,  querida  mia: 
la  Luna  es  una  tierra  como  la  nuestra: 
ella  recibe  los  rayos  del  Sol ,  i  esto 
es  lo  que  hace  que  nos  parezca  como 
una  grande  antorcha. 

Melchor  a.  Señora  Aya ,  ¿  i  es  eso 
cierto  ?  tal  vez  diréis  esas  cosas  para 
burlaros  de  nosotras.  La  Luna  es  mui 

,uulii)u;;i>q    t^m  ^tí  pe- 

(*)  Mete  el  platillo  en  la  palangana. 


pequeña :  ella  está  en  el  aire ,  i  cami- 
na :  ¿como  pues  puede  .ser  una  tier- 
ra como  esta  en  que  nosotros  habi- 
tamos? 

Aya.  Vos  creéis  que  la  Luna  es 
pequeña  ,  pero  os  engañan  vuestros 
ojos  :  lo  cierto  es  que  es  mui  grande. 
¿No  habéis  visto  el  Gallo  que  está 
.sobre  la  Iglesia  de  S.  Pablo?  El  os 
parece  del  tamaño  de  un  pollo  sien- 
do grueso  como  un  carnero.  Mire^ 
mos  al  campo  por  la  ventana:  aquel 
hombre  que  veis  tan  distante  os  pare- 
ce pequeño  como  un  niño:  ¿i  por 
qué  ?  porque  está  mui  retirado.  Quan- 
do  las  cosas  se  miran  de  lejos  parecen 
pequeñas  ;  i  por  eso  la  Luna  como 
está  tan  desviada  engaña  nuestra  vis- 
ta a  causa  de  la  misma  distancia.  De< 
cias  que  la  Luna  está  en  el  aire,  i 
que  camina  en  torno  :   ¿  sabéis  vos, 
querida  mia,  que  la  tierra  donde  no- 

so- 


-  1 

502  AXMACEN 

sotras  estamos  está  también  suspen^ 
dida  en  el  aire  ,  i  voltea  sin  cesar? 
Estefanía.  Permitidme  que  os  di- 
ga que  queréis  experimentar  ,  si  no- 
sotras somos  tan  necias  que  creemos 
cuentos  de  los  que  sirven  para  dor- 
mirse en  pie.  La  tierra  seguramente 
no  voltea ,  porque  si  volteara  lo  sen- 
tiríamos nosotras. 

Aya.  ¿No  habéis  estado  jamas  en 
un  barco ,  querida  mia  ? 
Estefanía.  Sí  Señora.  <.       * 

Aya.  ¿Y  no  habéis  observado  que 
parece  que  el  barco  está  fijo  ,  i  que 
la  tierra  ,  las  casas  i  los  árboles  son 
los  que  andan  i  se  huyen? 

Estefanía.  Verdad  es  5  aunque  yo 
jamas  habia  parado  en  eso  la  aten- 
ción. Quando  voi  en  el  coche  por  el 
campo  también  creo  que  se  huyen 
los  árboles. 

Aya.  Lo  que  queréis  decir  es  que 

creéis 


DE    Nllff  0$.  203 

creéis  verlo  ,  porque  la  tierra  ,  los 
árboles,  i  las  casas  se  están  en  su  lu- 
gar, i  el  coche  i  el  barco  son  los 
que  andan   i   os  llevan.  Quando  el 
tiempo  está  sereno  vais  sentada  tran- 
quilamente en  el  barco  sin  moveros, 
i  si  está  bien  cerrado ,  i  vos  vais  dor- 
mida ,- creéis  que  estáis  en  vuestro 
quarto.    Pues  de  este  mismo  modo 
vos  estáis  sobre  la  tierra :  esta  voltea 
velozmente ,  i  como  os  lleva  sobre  si 
"sin  í^ntirlo  vos  ,  durante  este  viage 
osfa'rece  que  veis  correr  al  Sol,sien- 
do  asi  que  es  él  el  que  está  fijo  en  su 

lugar. 

Serafina.  Esa  es  cosa  bien  smgu- 
lar  ,  pero  ya  la  concibo  algo. 

Aya,  Ved  ahí  lo  que  hace  los  días 
i  las  noches.  La  tierra  tarda  veinte  1 
quatro  horas  en  dar  la  vuelta :  quan- 
do ella  nos  pone  en  frente  del  Sol, 
es  de  dia  ,  i  quando  nos  lleva  al  la- 
do 


*®4  AlMACEN 

do  opuesto  es  de  noche.  , 

Estefanía.  Yo  creía  que  el  Sol  se 
acostaba  todas  las  noches  en  la  mar 
porque  asi  lo  he  leido  en  los  Meta- 
morfoseos. 

Aya.  El  Sol  siempre  alumbra:  Se 
acuesta  para  nosotros  :  quiero  decir,  i 
que  dexamos  de  verle,  pero  al  mis-  ■ 
mo  tiempo  se  levanta  para  los  Pue- 
blos de  Ame'rica  :  esto  es  ,  que  ellos 
comienzan  a  verle  alternativamente. 
Como  los  antiguos  no  conocieron 
la  América  ignoraron  que  era  la  tier- 
ra redonda  ,  i  que  estaba  habitada 
toda  al  rededor  como  voi  a  hacér- 
oslo ver  en  un  globo. 

Estefanía.  Señora  Aya;  ¿los  que 
habitan  debajo  de  este  globo  cami- 
nan con  los  pies  acia  arriba ,  i  la  ca- 
beza acia  abajo  ;  porque  según  dexa 
percebirse  en  el  sus  pies  i  los  nues- 
tros se  encontrarian.  , 

Aya. 


DJS   Nifí  os.  20¡ 

'  Aya.  Cierto  es  que  se  encontra-* 
rian  nuestros  pies  i  los  suyos  5  pero 
sin  embargo  ellos  tienen  como  noso- 
tros los  pies  en  tierra  ,  i  la  cabeza 
acia  el  Cielo.  La  tierra  es  como  una 
bola  del  tamaño  de  una  nuez  encer- 
rada en  otra  bola  grande  como  esta 
sala.  Suponed  pues  que  esta  peque-, 
fia  bola  se  sustenta  en  el  aire  en 
medio  de  esta  misma  sala  ,  i  que  hai 
una  mosca  encima  de  ella  ,  i  otra  de- 
bajo :  i  es  verdad  que  estas  moscas 
tendrian  ambas  la  cabeza  acia  la  bo- 
la grande,  que  es  el  Cielo  ?  La  tierra 
está  rodeada  del  Cielo  asi  como  la 
yema  de  un  huevo  está  rodeada  de 
la  clara  :  figuraos  que  esta  clara  del 
huevo  es  el  aire ,  i  la  cascara  el  Cie- 
lo :  ¿comprendéis  bien  esto  ,  niñas 
mias  ? 

Melchora.  Maravillosamente ,  Se- 
ñora Aya :  solo  en  una  cosa  hallo  di- 

fi» 


5o6  .AXMACEN 

ficultad  ,  i  e§  ¿como  puede  la.peque- 
fía  bola  mantenerse  por-si  en  medio 
de  Isigrsindc^jfyjh  ^  ^  ■  ^  u^^i'^ 

Aya.  Del  mismo  modo  que  la  y.e- 
pia  del  huevo  se  mantiene  sola  en 
medio  de  él  sin  mezclarse  con  la  cía-; 
ra  que  la  rodea  ,  no  obstante  que  pa-^ 
rece  mas  pesada.  Oid  ^  niñas  mias: 
LoscSabios  han  dicho  muchas  cosas 
para  probar  los  medios  de  que  Dios 
se  sirve  para  sustentar  la  tierra  en  el| 
aire  ,  pero  yo  no  soi  capaz  de  en4| 
tenderlas  bien  ,  i  lo  mismo  vosotras: 
hasta  que  sepamos  que  Dios  lo  ha 
querido  asi,  i. que  esto  es  tan  seguro 
que  no  podemos  dudarlo,  porque  hal 
habido  muchos  viageros  que  han  da- 
do vuelta  al  mundo  ^  i  esto  prueba 
que  está  en  el  aire.  Pero  ya  hemos 
hablado  bastante  de  la  Física :  la  Se- 
ñora Estefanía  va  ahora  a  contaros} 
una  bonita  historia  que  la  oí  anteayer' 

.      "'  I 


DE      Nidios.  %0J 

.  Estefanía.  Un  hombre  que  se  pa-^ 
seaba  por  el  campo  miró  a  las  enci- 
nas ,  que  son  unos  árboles  grandes ,  i 
llevan  un  fruto  pequeño  llamado  be- 
llota ,  que  no  tiene  mas  grueso  quei 
el  dedo  pulgar.  Vio  también  una  plan- 
ta mui  pequeña  que  tocaba  en  la  tier- 
ra ,  i  esta  llevaba  calabazas  quatro 
veces  mas  gordas  que  su  cabeza.  Es- 
te hombre  dixo  interiormente :  Creo 
que  si  yo  me  hubiese  hallado  en  lu- 
gar de  Dios  hubiera  ordenado  mejor 
las  cosas  :  hubiera  hecho  que  la  ca- 
labaza procediese  de  este  árbol  gran- 
de ,  i  la  bellota  de  esta  pequeña  ra- 
ma. En  tanto  que  pensaba  de  este 
modo  le  acometió  un  fuerte  deseo  de 
dormir  ,  i  porque  hacia  sol  se  acostó 
a  la  sombra  de  la  encina :  mientras 
dormia  se  levantó  viento  ,  el  qual 
hizo  caer  una  bellota  sobre  la  punta 
^e  su  nariz ,  i  le  dispertó.  Exclamó 
i  es- 


ioS  Almacek 

este  hombre  entonces  diciendo  :  Con- 
fieso que  soi  un  bruto  ,  i  que  Dios 
tiene  justas  causas  para  haber  orde- 
nado las  cosas  como  lo  están  :  ¿  Qué 
hubiera  sido  de  mi  si  la  calabaza  hu- 
biera estado  pendiente  de  la  encina? 
al  caer  me  hubiera  roto  la  cabeza. 
Este  hombre  fue  en  adelante  mas 
cuerdo  ,  i  solo  se  empleaba  en  ad- 
mirar la  sabiduría  con  que  Dios  ha- 
bía arreglado  el  Universo  ,  sin  vol- 
ver a  hablar  de  las  cosas  que  no  es- 
taban hechas  según  sus  cortas  luces. 

Serafina.  Yo  creeo  que  tendría  su- 
ma complacencia  en  aprender  la  Fí- 
sica. Los  que  la  saben  no  pueden 
vivir  disgustados  aun  quando  no  ten- 
gan otra  cosa  en  que  emplearse  que 
en  admirar  las  obras  de  Dios. 

Aya.  Decis  muí  bien  ,  querida 
mía.  También  yo  tengo  pensamien- 
tos de  estudiar  esta  bella  Ciencia; 


i  después  que  vos  sepáis  las  otras  co- 
sas que  os  son  necesarias  ps  enseñaré 
quahtóhübiere  aprendido,  pero  an-? 
tes  es predso' que  sepsis, bien  la  His- 
toria. Veamos  si  la  ^eapra  Ma^m 
conserva  en  la  menjoria  1^  suya,  i  ., 
María.  Tres  Israel¡t^§  íipmbrádo^ 
Core  j  Datan  í  /Ibiron'^Q  sublevaron 
contra.  J\íoisés  j  i  enyoIyie|:on  a  4os-t^ 
cientos  1  cincuentas  hombres  en  ^  su 
revolución,  Estabap  ^u^xo§os  i  ofen-r 
didos  dé  que  solo  /í^^jTí?;^  i  si^s  hijp$ 
tuviesen  la  facultad  de  qfrecer  incieiir 
so  iai  Señor  5.  sin  reflexionar  que;  era 
Dios  el  que  asi  Ip  liaipia  prdenado. 
Dixeron  grandes  vitü per ips  a,  Moisés^ 
i  eáte  por  mar^dátp  del  S.enpr  íii^p  a 
estos  hombres:  Tpmad  cada  uno  un 
incensario  con  perfumes  ^  i  Dios  ma^. 
nifestará  los  que  ha  escogido,  Hi-^ 
zo  también  Moisés  qut  tpmasQAaron^ 
el  incensano;^  i  después  por  prden 


aiO  AlMACENf 

del  Señor  h^bló  al  Pueblo  ,  i  les  dl^ 
xo  :  Separaos  de  Core^  Batan  ^lAbi-^ 
ron  ú  no  queréis  que  tal  vez  os  cas- 
tigué Dios  con  ellos ,  i  añadió :  Sí 
éstas  gentes  que  resisten  obedecer  al 
Señor  mueren  de  una  muerte  natu- 
ral ,  podéis  creer  que  yo  soi  un  per- 
Verso  ,  i  que  ÍDios  no  me  ha  envia- 
do 5  pero  si  se  abre  la  tierra  debajo 
de  sXis  pies  ,  i  caen  vivos  en  el  abis- 
mo entonces  conoceréis  que  os  ha- 
blo de  parte  del  Señor.  Apenas  de- 
seó Moisés  de  hablar  se  abrió  la  tier- 
ra, i  tragó  a  Core\  Batan^  í  Abiron 
Con  todas  sus  familias ,  i  el  fuego  por 
disposición  de  Dios  abrasó  a  los  dos- 
cientos i  cinquenta  hombres  que  te- 
man los  incensarios.  Después  mandó 
el  Señor  a  Moisés  tomase  estos  incen^ 
safios ,  e  hiciese  planchas  para  cubrir 
el  Altar,  a  efecto  de  que  ellas  (  aña- 
dió el  Señor)  acuerden  a  los  hijos 

de' 


de  Israel,  que  otro  que  no  sea  de  la 
descendencia  de  Aaron  no  debe  acer-* 
carse  al  Altar  para  ofrecerme  incien-^ 
so.  Murmuraban  sin  embargo  los  Is^ 
TMelitas  contra  Moisés  iAuron^dicieñ'^ 
do  que  ellos  habian  causado  las  muer- 
tes de  aquellas  gentes ,  i  habiendo  es- 
tas murmuraciones  irritado  al  Señor, 
dixo  a  Moisés  i  a  Aaron :  Separaos 
de  ese  Pueblo  ,  porque  voi  a  hacerle 
perecer.  Entonces  dixo  Moisés  2ls\x 
hermano  :  Poned  al  punto  el  perfu- 
me en  vuestro  incensario,  i  corred 
al  medio  del  Pueblo  para  apaciguar 
la  ira  del  Señor.  Obedeció  Aaron  a 
Moisés ,  i  deteniéndose  entre  los  vi- 
vos ,  i  los  que  Dios  acababa  de  ha-¿ 
cer  morir  sosegó  su  ira.  Habiendo  si- 
do catorce  mil  i  setecientos  hombres 
los  que  en  esta  última  ocasión  pere^ 
cieron  en  castigo  de  su«  murmura- 
ciones. 
^  O  ij  fi^r-  ^ 


:  Carlota^.  Bios  mío  ,  [qué  historia 
tan  terrible  J;  todo  el  cuerpo  se  me 
estremece^  Señora  Aya.  Nosotras  so-e 
mos  felices  V  porque  el  Señor  no  ha-< 
ce  ya  castigos  tan  tremendos  :.sola 
oírlos  catisá;espanto¿i<ií-fi  r\oli^:^!jo  ib 
-v>4y^.  ©^  ahora    tan  justo  ¡: 

l^n  enemigó  de  los  perversos  cóma- 
lo era  en  aquel  tiempo,  queridas  ni-í 
fias  mias  :  aquellos  que  no  quieren  o^ 
fcedeeer  sus.  Mandamientos  si  ahora 
üo  son  sepultados  vivos  en  los  infier** 
pos  lo  serán  sin  duda  después  de  sit 
muerte  ;  i  esto  debe  imprimir  viva?^ 
uaentc  en  nuestras  almas  el  horror  i  at 
crimen,  i  el  temor  a  Dios.  A  Dios 
i  al  pecado  es  únicamente  a  quien  dew 
bemos  temer  según  estas  palabras  de^ 
Jesu  Christo:  JV¿?  temáis  a  aquellos 
que  no  pueden  matar  sino  al  cuerpo^ 
perotemed  alque  puede  perder  al  cuer^  v 
po  i  a  la  alma^  i  precipitarlos  en  el  in-*> 


t)í:^Ni:No's.  M^ 

•  Melchor d.  Pefb  Señora  ,  se  dice 
qu^é^Dios  es  tan  bueno  ,  él  no  obsií 
táfíte  castiga  rigurosamente  a  los  ma- 
los.    ■  .l<^iX''^       ''A.   I      iJ     'íVili      L      '.í.  -..        ■..';) 

'  Aya.  Eá  pótqüe  tambleíi  es  justí-- 
simo ,  queridas  mias.  Dios  manifies- 
ta su  bondad  a  los  hombres,  dando^ 
les  buenos  pensamientos  para  que  o- 
bren  bien  :  remordimientos  quando 
obran  mal :  los  da  mucho  tiempo  pa- 
ra íq^ue  se  arrepientan  i  corrijan  5  pe-* 
ro  si  ellos  rehusan  executarlo ,  i  per- 
severan en  su  maldad  y  cómo  ci  Se- 
ñor es  justo  es  absolutamente  nece- 
sario que  los  castigue.  El  Rei  es  bue- 
no ,  niñas  mias,  i  sin  embargo  con- 
siente la  muerte  de  los  malos  ,  i  sería 
él  mismo  perverso  si  perdonase  a  to- 
dos los  delinqüentes,  porque  en  es- 
te caso  nadie  se  atreverla  a  salir  por 
las  calles.  Los  pobres  matarian  a  los 
ricos  por  quitaríes  su  caudal :  aque- 

Oiij  líos 


\ 


Í14  A  1/  M  A  C  E  K 

líos  a  quienes  se  les  hubiese  hecha 
el  menor  agravio  matarían  asus  ca:e-i 
niigos-  Los  hombres  $e  verían  preni 
cisados  a  vivir  en  los  bosques  con.laj 
fieras,  i  el  .Rei  sería  causa  de  todos 
estos  desórdenes  por  su  falsa  bonda<fc 
.  Carlota.  Yo  os  aseguro  ,  Señora 
Aya ,  que  quiero  corregirme  entera?4 
mente.  Hasta,  hoi  he  sido  perversa 
por  no  haber  pensado  tddas  esas  co-» 
sas :  aunque  h^  ?lc¡dQ  la  Sagrada  E3--1 
critura  ha  sido  sin  atención:  quando 
sobre  ella  s^  hacen  cuidadosas  refle- 
xiones es  fie^^es^rio  ser  locas  para  cxn. 
ponerse  a  la  ira  de  Dios. 

Aya.  ¿  Veis  como  este  Señor  as? 
ama,  querida  mia?  Estos  buenos  pen* 
samientos,  éstas  excelentes  resolucio- 
nes Dios  es  quien  os  las  envia.  ¿Nó. 
seréis  pues  sumamente  culpable  en  ol-- 
vidarlas?  Vamos  Señora  iMelchora^ 
decid  vuestra  historia,  jj^:' 


DJÉ  Ni  ñ  o  s.  21  ¡ 

Melchora.  Queriendo  Dios  hacef 
ver  a  los  Israelitas ,  que  habia  esco- 
gido a  Aaron  por  Sacerdote  suyo  hi- 
zo decir  al  Pueblo  por  boca  de  Moi-* 
sés^  que  los  Gefes  de  todas  las  Tri- 
bus de  Israel  llevasen  una  vara  cad^ 
uno  a  su  presencia.  Obedecieron  ellos, 
í  el  dia  siguiente  lavara  ácAaronhsL^ 
bia  brotado  flores,  botones ,  i  almen- 
dras. Entonces  dixo  Dios  :  Yo  he  es- 
cogido a  Aaron  i  su  familia  para  que 
sean  mis  Sacrificadores :  ninguno  si-* 
no  ellos  podrá  ofrecerme  incienso, 
pero  les  doi  a  los  hijos  de  Levi  para 
que  cuiden  de  las   cosas  que  me  se- 
rán consagradas  ,  los  quales  se  man- 
tendrán de  lo  que  se  me  ofrezca,  \ 
tendrán  la  décima  parte  de  los  ani-' 
males  i  de  los  frutos  de  la  tierra.  Des-, 
pues  fueron  los  Israelitas  di  parar  a  un 
lugar  donde  no  habia  agua ,  i  volvie- 
ron a  murmurar.  Moisés  i  Aaron  se 
O  iv  hu- 


ii5  Álm  ACEjt  á 

Ihuimllaron  delante  del  Señor,  quíetí  ; 
Hixo  a  Moisés :  fomsi  tu  vara  i  y^  \ 
con  tu  hermano  Aaron  átiá  Já  roca: 
&  presencia  de  todo  el  PüéWd  habla-^ 
Hsa  la  roca,  i  élk  té  dára  ágüa.  Moi^  ' 
^ár  i^¿ír¿7/i5  jühtaróri  él  Pueblo  ,  pero 
ho  dbedetíerdn  sertcillárheñte  eí  or-Í  | 
den  del  Señor ,  i  eh  lugar  dé  Hablar  a 
la  rdcá  la  gólpéafoil  dos  Veces  con 
^ü  vara.  Entonces  dixó  píos  á  Moisés 
í  a  Aaton:  Porque  ño  hábeísi  creído 
á  la  voz  del  SéñOf  monVéis  éntram- 
feos  antes  de  entrar  éh  lá  tierra  pro- 
metida :  i  habiendo  máíldado  a  7lí¿/- 
^ésqut  subiese  sobre  d  nioritecoh  su 
hermano  Aaroñ  i  Éleazar  su  sobrino, 
hijo  del  mismo  Aarón ,  ordenó  Dios  a,    \ 
kstQ  st  quitase  sus  vestidos  dé  Gran    '' 
Sacerdote,  i  los  diese  a  su  hijo  por-- 
que  iba  a    morir.   Obedeció    Aaron 
ál  Señor  ,  i  murió  al  punto.  Murmu- 
raron otra  vez  los  israelitas  contra 

Dios, 


.>E  Niños.  .ÍM7 

Bíos  5  i  el  Señor  para  eastigatlos  en* 
VIO  contra  ellos  Serpientes  abrasado* 
ras  5  pero  habiéndose  arrepentido  el 
Pueblo  mandó  Dios  a  Moisés  hiciese 
lana  Serpiente  de  metal ,  i  la  coloca-^ 
se  en  alto  diciendo  :  Los  que  estu*» 
viesen  mordidos  i  mirasen,  a  esta  Ser- 
piente serán   sanos  al  punto.  Entre 
tanto  los  hijos  de  Israel  pidieron  per-* 
miso  a  los  Reyes  inmediatos  para  pa- 
¿ar  por  sü  Pais^  prometiendo  no  ha-^ 
¿er  daño  alguno  ^  i  pagar  hasta  el 
agua  que  bebiesen  5  pero  no  habien-^ 
¿ú  querido  estos  Reyes  concedérselo 
dixo  í)Íos  a  los  Israelitas  :  cómba*^ 
iidlos  ,  i  con  mi  ayuda  los  venceréis* 
Obedecieron  al  Señor ,  i  consiguieron 
grandes  victorias. 

Mar  id.  Moisés  i  AaroB  no  érán 
de  los  perversos  ^  i  sin  embargo  los 
castigó  Dios  severamente  por  una  co* 
sa  que  parecia  de  poca  monta.  ¿  Qué 

niai 


mal  hábian  hecho  dios  én  golpear  lé  ' 

roca ?•■''"  '--•       :  :-ü  2oiii>  j.u.'íüqi  os . 

'    iíyd!.  Habían  incúrricJb  sín  áucfá 
en  una  falta  notable  por  haber  des- 
confiado del  poder  de  Dios,  que  léi 
dixo  mandasen  á  la  roca  que  les  diei  : 
se  agua  ,  i  ellos  ért  lugar  de  obede-  \ 
cer  ciegamente  al  Señor  dixeroneni  ' 
tre  SI :  Si  mandamos  a  la  roca  qu^ 
nos  dé  agua  no  lo  hará  ,  pero  goli 
peandola  como  yá  lo  hemos  hecha 
otra  vez  lá  dará  sin  duda.  Yo  confie- 
so que  está  falta  no  es  tan  grande  co- 
mo la  de  adorar  el  becerro  de  oro 
pero  Dios  castiga  el  pecado  sea  déla 
clase  que  se  fuese.  Toda  la  diferencia 
que  hai  es  que  los  perversos  que  pe- 
can por  malicia  los  castiga  en  k  otra 
vida  arrojándolos  al  infierno ,  i  a  los 
buenos ,  que  pecan  por  flaqueza  ,  i  se 
arrepienten  de  haber  pecado,  los  cas- 
tiga en  esta  por  medio  de  las  enfer- 


me- 


mcdades,  de  la  pérdida  de  sus  bienes, 
de  la  de  sus  parientes  i  amigos.  Obra 
Dios  como  un  buen  Padre,  que  para 
corregir  a  sus  hijos  lesda azotes  u 
otros  castigos.  trrtn    '•; 

.  Estefanía.  jY  es  esa  la  razón  por- 
que quando  Dios  está  enojado  contra 
un  hombre  empobrece  este  ,  ciega,  a 
le  suceden  otros  infortunios? 

Aya.  Quando  envía  ésos  trabajos 
a  los  malos  es  para  castigarlos  ,  i  al 
mismo  tiempo  para  procurar  su  cor- 
rección ,  porque  las  aflicciones  nos 
hacen  acordar  de  Dios,  i  en  estos  ca- 
sos dice  Dios  al  corazón  de  los  per-- 
versos:  ved  lo  que  ganáis  en  des- 
obedecerme: yo  soi  poderoso  para 
haceros  desdichados  ,  quitándoos  las 
cosas  de  vuestro  gusto:  pedid  socor- 
ro a  vuestro  caudal  a  quien   amáis 
mas  que  a  mi:  pedídselo  a  vuestros 
amigos  por  quienes  a  mi  me   dexais; 


«20  •     AtMAGí«M 

pues  veis  ^ue  todas  las  criaturas  m 
pueden  impedir  que  yo  ,os  castigue  i 
dexad  las  criaturas  ^  i  volveos  a  mi  í 
que  SOI  vuestro  Dios;  Por  mas  ingra"*  : 
tos  que  hayáis  sido  ,.yo  que    sei 
vuestro  buen  Padre  riada  deseo  mas 
que  perdonaros  ^^  si  quérers  conver^ 
tiros.  Yosoiquieti  llamo  a  vuestras 
puertas  ,  abrídmelas  pues.  Este  tra« 
bajo  que  acaba  de  sucéderos  ,  i  que 
tos  m,rais  cortio  intolerable  ,  es  na* 
da  comprado  con  los  maiesi  que  su- 
trireis  en  la  otra  vida  si  no  os  en^ 
raendaís.  Tened  piedad  de  vos  mis^ 
mos  :  renunciad  el  pecado  ,;  i  vues- 
tras malas  costumbres :,  haceos  dulce 
i  piadoso :  amad  la  oración,  i  sed  jus- 
to para  con  los  otros.  Yo  os  lo  ad- 
vierto,  i  os  doi  tiempo  para  que  os 
cornjais  ^  pero  dentro  de  poco  tiem- 
po no  tendréis  ni  un  solo  minuto  : 
moriréis  ,  i  entonces  no  seré  ya  pa- 


ra 


DE  Niños/  221 

ra  vos  un  Padre  lleno  de  ternura,  si-^^ 
no  un  Juez  terrible.  ¿Lloráis ,  Seño-^ 
ra  Carlota  1 

Carlota.  S¡  ^  Señora  Aya :  Dios 
me  ha  acordado  todo  eso  freqüen^ 
temente  ^  i  yo  no  he  hecho  caso  :  os; 
aseguro  que  jamas  he  cometido  al^ 
guna  falta  grande  sin  haber  sido  cas-» 
tigada  ^0  ^1  mi§mQ  dia  goa  ^Igua  pe^. 
sar.  .  ■     .     -   ■  "'^í 

Aya.  Esa  es  señal  de  que  Dios 
os  ama  mucho ,  querida  amiga  mia  5 
pero  no  endurezcáis  vuestro  corazón, 
porque  después  de  haber  sido  tan  pia-» 
doso  para  vos  será  un  Juez  terrible^ 
La  Señora  Estefanía  me  preguntó  al 
mismo  tiempo  ,  si  los  trabajos  que 
Dios  envia  a  los  hombres  eran  la  se-^ 
fial  de  estar  Dios  enojado  con  ellos. 
Acabo  de  deciros  que  los  envia  a  los 
malos  para  convertirlos  ,  i  también 
a  los  buenos  para  que  se  corrijan^  i 


222  Almacén  c 

para  castigarles  las  ligeras  faltas  en  í 
que  incurren  ,  i  algunas  veces  paral 
probar  su  virtud ,  i   darles   motivo  \ 
para  que  sean  mejores.  Quando  tene- 
mos todo  lo  que  deseamos  es  fácil' 
olvidar  a  Dios ,  pero  como  dexo  di^  j 
cho  quando  estamos  en  la  afliccionij 
i  reconocemos  que  las  criaturas  na 
nos  pueden  socorrer  entonces  recur-í 
rimos  a  Dios,  Yo  me  acuerdo  ,  nU- 
fias  mias  ,  que  quando  era  pequeña 
lenia   un  Maeátro  de  escribir   bien* 
rigoroso  :  este  me  reñia  sin  cesar  por 
mas  que  yo  me  aplicaba  de  todo  co- 
razón. El  era  el  azote  de  que  Dios 
«e   servia  para    castigar  mis  faltas! 
Quando  habia  yo  obrado  mal  me  den 
cia  a  mi  misma  :  bien  reñida  seré 
por  el  Señor  Jorge  (  este  era  el  nom- 
bre del  Maestro)  i  entonces  rogaba 
a  Dios  eficazmente  ablandase  el  espí-v 
ritu  de  este  hombre.  El  Señw  oia* 

al- 


DE     N  I  Ñ  O  ff.  223 

algunas  veces  mi  súplica,  pero  la  ma- 
yor parte  de  ellas  era  castigada:  lo  es» 
cribia  todo  al  revés ,  i  como  él  se  que- 
jaba de  esto  a  mi  Madre  ,  esta  me 
prohibia  el  salir  de  casa ,  solo  a  mis 
hermanas  se  les  permitía  pasearse. 

Serafina.  ¿Y  vos  qué  hacíais  enton- 
ces ,  Aya  mia  ? 

Aya.  Lloraba  a  menudo  como  una 
loca,  pero  algunas  veces  ofrecía  tam- 
bién a  Dios  esta  mortificación ,  por- 
que sabia  bien  que  si  estaba  inocente 
por  mi  escritura  no  lo  estaba  en  al- 
gunas otras  cosas  que  Madre  ignora- 
ba, i  que  sin  duda  me  las  hubiera 
castigado  si  hubiese  tenido  noticia 
de  ellas.  Señora  Carlota ,  vos  no  ha- 
béis dicho  vuestra  historia ,  i  ya  es 
mui  tarde ,  esto  será  para  la  primera 
ocasión. 

Vin  del  Tomo  segundo. 


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viít  í.}iíO  ^  yiíJt^M^^  ¡m   B  or¿o  ib  c^ 
í:Í:t:   •  (■'o^  ^iws.o  oh  iii¿a  i:>  iiíairfo 

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