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Full text of "Almanaque de las porteñas para el año 1898"

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Digitized  by  the  Internet  Archive 

in  2010  with  funding  from 

University  of  Toronto 


http://www.archive.org/details/almanaquedelaspoOOcast 


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ENOS-slIRES  ^ 


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ANO   XVII 


ALMANAQUE 

DE   LAS 

PORTEÑAS 

PARA  EL  AÑO 

1898 

Dirigido  por  M.  CASTILLA  PORTUGAL 

cox  la  colaboración- 
De  la  señora  Carolina  Freyre  de  Jaimes 
y  DÉ- 
LOS señores  Ambrosetti  ÍJ.  B.),  Amicis,  Arredondo  (M.  F.),  Balaguer, 
Barra  (E.  de  la),  Bvrtrina,  Beaubourg,  Castilla   Portugal  (Ed.), 
Castilla    Portugal   (Fco),    Castilla  Portugal  AL,   Cirio  (E.  N.)j 
Darío  iRlbeni.  Daudet  i  A.  i,  Delgado,  Díaz  (Leopoldo),  Fació  J.  A.  i, 
Ghiraldo   (A.),    García,   Mérou    AL  i,    Godoy   (R.    J.i,    Gutiérrez 
N Ajera,  Holmberg  (Ed.),  Iglesias.  Jaimes  Freyre  (R.),  Lemaitre, 
López  Quijarro,   Marti.nto   iD-°  D.),  Mendes  (C),  Mohr  (L.  A.), 
Navarro  González,  Obligado  (R.i,  Palacio  (M.  del),  Pérez  Nieva, 
Podestá     (G.),   Pórcel     (A.    de),     Ramos    Carrion,    Reina,     Riva 
Palacios,    Rosas    (José),     Taboada     (L.),    Thivars,    Tourgueneff, 
Urbina,  Villafañe  (M.)  Villafañe  (S.  I.) 


Dibujos  del  artista  argentino  Sr  CARLOS  CLERICE 


mz4*t 


LIBRERÍA    Y    PAPELERÍA 

PRUDENT    HN0S   Y    MOETZEL 

Sucasores  de  C.  M.  JOLY  y  Cia 

(Casa  fundada  en  18 í8) 

219-791,    Calle    de    la    Victoria,    795*797 

BUENOS  -  AIRES 


ÍNDICE    LITERARIO 


Ambrosetti  (J.  B.  i.  Fantasmas   del  bosque ,.   .  95 

Amicis  'E.  del  Del  álbum  de  un  padre 60 

Arredondo  (M.  F.i.  Croquis 57 

Balaguer  (V.).  Después  del  baile 36 

Barra  (E.  de  la).    Esclavitud - 77 

Bartrina  (J.  M.).  Intimas íQ 

Beaubourg  (M.).  La   moral  de  Bebé 33 

Castilla  Portugal  (Ed°).  Una  aventura 79 

—  —         (Fco).  El  tiempo 29 

—  —         (M.).  Un  bautismo 37 

Cirio  (E.  X.).  Erna  y  Sabino 31 

Darío   (Rubén i.   Margarita 62 

Daudi.t  (A.).  El  espejo 

Delgado  (S.).  Pro-patria.. 90 

Díaz  (Leopoldo).  Autógrafo 1  ■ 

—  —  Claro   de   luna 28 

—  —  Rimas 85 

Fació  (J.   A.).  Impotencia 23 

Freiré  de  Jaimes   (C).  Acuarela 21 

García  Mérou  (M.).  ¡Evohé! 52 

GtiiBALito  (A.).  En  el  mar 75 

Godoy  (R.).  Noche  de  luna "/■', 

Gutiérrez  Nájera.  Amor 39 

HOLMBERG  iEd.i.  La  Porteño 43 

Iglesias  (S.).   Una  de  tantas 106 

Jaimes   Freiré  (R.)-  Castalia  bárbara 20 

Lemaitre  iJ.í.  Myrrlia 63 

López  Quijarro.  Entre  cielo  y  tierra ."Ji 

Martinto  (Ds°  D.).  Poemas 35 

Mendes  (G.).   Los  rubíes \1 

Mohr  (L.  A.)-  I'i  memorian 87 

Obligado  (R.).  Hojas 26 

Palacio  (M.  del).  A  una  niña 59 

—  —         El  verano 91 

Pérez  Nieva  (A.).  El  Wl  y  el  10Í0 83 

Podestá  (G.).   Los  musiquillos 2  i 

Pórcel  (A.  dei.  Felicidad 69 

Piamos  Carrión.  Fanny.    .  .   .  , 68 

Reina    M.).  Andalucía 82 

—  —       Baile  de  máscaras 106 

Piivv  Palacios.  Luz  y  sombra 89 

Rosas  (José).  El  águila  y  la  serpiente 4o 

Taboada  ÍL.).  Del  diario  de  un  infeliz 103 

Thivars  (M.j-  Una   buena  gratificación 98 

Tourgüeneff.  Balada  rusa 53 

Urbina    L.  G.  .  Hamlet ,  97 

Villafañe  (M.).  Desvarío i. 

—  (S.  I.).  Conseja 55 


EL  ANO  1898 

SEGUNDO  DESPUÉS  DEL  BISIEST0.365  DÍAS;  52  SEMANAS  Y  UN  DÍA 


Años  no  bisit  -'  >E  labrervtien?  SSdía» 
82,83,85, 


fil.rero  tiene  29   d 


LA  CRONOLOGÍA  PARA  1898 


tL  ano  18<)8  de  la  era  vulgar  (que  pr 
tai  Calendario  Gregoriano,  establecido  en 
corresponde  al  año  : 

6511  del  período  Juliano  de  Scaliger.  que  com- 
prende todos  los  licnipos  históricos. 
5898  de  la  creación  del  mundo,  según  los  ral- 
culos  bu-a'!  >s  arados. 
402  del   descubrimiento  del  Rio  de  la  Plaia 

por  SolK. 
303  de  la  primera  fundación  de  Buenos- 

por  D.  Pedro  de  Mendoza 
3IS  de  la  segunda  por  D.  Juan  Caray. 
310  de  la  Corección  Gregoriana. 


ncipia  con  el  nacimiento  de  J.-C.  en  el 
octubre  de  l"í82,  el  único  legal  desde  '1800) 


1828  de  la  destrucción  de  Jerusalem. 
1313-1314  de  la  Hégira.  El  año  1314  h  t  empeza- 
do el   viernes  12  de  junio  de  1 
aü'j  1315  empieza  el  miércoles  2  dejunio 
de  lá'.ií,  según    el   uso    de  Conslauti- 
nopla. 
92  de  la  loma  de  esta  ciudad  por  los  ingleses 
y  su  reconquista, 
nuestra  regeneración  política. 
82  de  nuestra  independencia 


Comienzo  de  las  Estaciones. 


-       RIO   BOREAL 


HEMISFERIO   AUSTRAL 


Primavera.  I -IJ  marzo  u  9  ti.  so-m.  m. 

Verano  I2I  junio  a8h.50m.iu. 


Otoño. 
Invierno. 


HEMISFERIO  BOREAI 


HEMIsI'LKIO  AUSTRAL 


Otoño, 
invierno. 


íí  sept  á  8b  1?  111.  t. 
21  dic.  á  2  h.  *2  111.  t. 


Primavera. 
Verano. 


Meses  de  >'l   días.  —    Enero, 
marzo,  mayo,  julio. 
octubre,  diciembre 


Mitad  del  año. 


Í  Meses   de   30   días.    —    Abril, 
junio,  setiembre,  diciembre. 
28  i  ías.  —  Febrero. 


El  año  comienza  el  viernes  1°  de  enero  y  termina  el  viernes  31  ce  diciembre. 


Los  días  más  cortos  del  año. 

FECHAS 

SOL 

DURACIÓN 
del  crep 

DURACIÓN 

- 

Pone  se. 

Civil. 

Asti  0. 

Oía  solar. 

loche  ful  ir. 

Noche  civil 

10  iuni     .   • 
fl    -      ... 
12    -       ... 

6h.  45  in. 
6      *5 
tí      45 

4  li.31  m. 
1      31 
i      31 

3üni. 
30 

i') 

Ih.32m. 
1      32 

1      32 

. 

14  h.  14  m. 

li      n 

1.      u 

10  h-  4S  111. 

lu      ;; 

13  h.  lí m. 
13        14 
13       11 

Los  días  más  largos  del  año. 

10  diciembre- 1 
M         - 

11  — 

Ih.  Í2m. 
i      11 

í      23 

6h.  4Cm.i 

V 
6      i-i 

31  m.  | 
31 
1 

lh.4»m.| 
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1      1>      | 

lili.  24  m. 
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11       25 

9  h.  36  111. 1 

9        35 

9        M       1 

15  h.26m. 
13       27 

8  h.  3í  m. 

S       33 

—  4  — 

*  Eclipses  en  1898. 

i. o  Eclipse  parcial  de  Luna,  el  7  de  Enero,  visible  parte  en  Buenos-Aires. 
La  Luna  sale  después  del  principio  del  eclipse.  Fin  á  las  9  h.  y  6  m.  de  la 
tar  Je. 

2.°  Eclipse  total  de  Sol,  el  22  de  Eaero,  invisible  en  Buenos-Aires. 

3.°  Eclipse  parcial  de  Luna,  el  3  de  Julio,  visible  parte  en  Buenos- Aires. 
La  Luna  sale  después  del  principio  del  eclipse.  Fin  á  las  6  h.  y  32  m.  de  la 
tarde. 

4.°  eclipse  anular  de  sol,  el  18  de  Julio,  invisible  en  Buer.os-Air?s. 


Fiestas  movibles. 

Septuagésima,  ó  de  Febrero.  —  Ceniza.  23  de  Febrero.  —  Pascua  de 
Resurrección,  10  de  Abril.  —  Rogaciones,  16,  17  y  18  de  Mayo.  —  Ascensión, 
19  de  Mayo.  —  Pascua  del  Espíritu  Santo,  29  de  Mayo.  —  Santísima  Trini  lad, 
5  de  Junio.  —  Corpus  Christi,  9  de  Junio.  —  Primer  domingo  de  Adviento, 
27  de  No\iembre.  

Témporas. 

Marzo 245 

Junio 1     3     4 

Setiembre 21  23  24 

Diciembre 14  1(5  17 


.Cómputos  eclesiásticos. 

Áureo  número 

Epacta 

Ciclo  solar 

Indicción  romana 

Letra  dominical 


Santos  Patrones  de  los  pueblos  del  Plata. 

Buenos-Aires San  Martin 11  de  Novirmbn 

Entre-Ríos San  Miguel  Arcángel 29  de  Se l i 

Santa-Fe.. San  Gerónimo JO  de  Seti 

Juiuy N  S.  J.  C.  en  su  Transfiguración.  6  de  Ago*t.. 

San  "luán San  Juan  Bautista     21  de  Junio. 

Salta San  Felipe 1»  de  Mavo 

Tucumán.      San  Miguel  Arcángel 29  de  Setiembre. 

Córdoba      San  Gerónimo 30  de  Setiembre. 

Corrientes San  Juan  Bautista 24  de  Junio. 


Catamarca ídem.  .  .      .... 

Rioja La  fiesta  de  todos  los  Santos    .  . 

Santiago Santiago.  

Mendoza Nuestra  Señura  de  las  Mercedes. 

San  Luís San  Luis 

Estado  Oriental  del  Uruguay.   .   .  San  Felipe  y   Santiago     .....     lo  dr  Mayo 

República  riel  Paraguay San  Blas.  ...  3  de  Fofi  er 

Las  dos  Américas Santa.  Rusa  de  Lima 30  de   \-   - 


ídem. 
lo  de  Xoviembr, 
lo  de  Mayo. 
21  de  Setiembre. 
-25  de  A. 


Advertencia  á  los  fieles. 

El  avuno  es  obligatorio  entre  nosotros:  en  la  santa  Cuaresma,  vigilias  de 
la  Natividad  de  N.  S.  Jesucristo,  la  de  Pentecostés  ó  Espíritu  Santo,  la  de 
san  Juan  Bautista,  la  de  los  apóstoles  san  Pedro  y  san  Pablo,  la  de  la  Asun- 
ción de  María  Santísima,  la  de  todos  los  Santos  y  las  cuatro  Témporas  del 
año ;  también  está  determinada  la  obligación  de  ayunar  en  todos  los  viernes 
y  sábados  de  las  cuatro  semanas  de  Adviento  para  los  rrue  no  observan  el 
ayuno  de  las  vigilias  reformadas. 

La  abstinencia  de  carnes  sólo  se  obliga  :  en  el  miércoles  de  Ceniza,  en  los 
viernes  de  Cuaresma,  miércoles,,  jueves,  viernes  y  sábado  Santos,  en  la  vigilia 
de  Pentecostés,  la  de  los  apóstoles  san  Pedro  y  san  Pablo,  la  del  Tránsito 
de  Nuestra  Señora  y  la  de  la  Natividad  de  Nuestro  Señor  Jesucristo. 


Notas.  —  Las  vigilias  reformadas  llevan  este  signo  *.  —  Los  días  de  tiesta 
de  ambos  preceptos  llevan  este  ifr.  —  El  del  patriarca  san  José,  único  de  oir 
misa  y  trabajar,  este  otro  f.  —  El  25  de  Mayo  y  9  de  Julio  son  fiestas  cívicas 


—  5 


EX  ERO  —  31    días  —  Sol  en  Acuario 


Sáb. 
Dom. 
Lúa 
Mar. 

Miér. 

Juev. 

Vier. 

Sáb. 

Dom. 

Lud. 

Mar. 

Miér. 

Juev. 

Vier. 

Sáb. 
Dom. 

Luu. 
Mar. 

Miér. 
Juev. 
Vier. 

Sáb. 

Dom. 

Lun. 

Mar. 
Miér. 

Juev. 

Vier. 

Sáb. 

Dom 
Luu. 


í<  LA  CIRCUNCISIÓN  DE  NUESTRO  SEÑOR  JESUCRISTO. 

s.  Isidoro,  obispo  y  mártir. 

s.  Florencio  y  sta.  Genoveva,  virgen  y  mártir. 

ss    Gregorio  y  Tito,  obispos. 

•  Vig.  y  Ab.t.  ss.  Telesforo.   papa  y  mártir,  y  Eduardo, 

rey. 
•í   LA  ADORACIÓN  DE  LOS   SANTOS  REYES. 
@  Luna  llena  á  las  8  y  8  m.  de  la  tarde. 
Abrense  las  velaciones.  —  s.  Juan,  mártir. 
ss.  Luciano,  Teófilo  y  Maximino,  mártires, 
s.  Fortunato  y  sta.  Basilia,  mártires. 

Nicanor,  mártir  y  Guillermo,  arzobispo. 
ss.  Higinio,  papa  y  Salvio,  mártires. 
s.  Benedicto,  obispo. 
ss.  Gumersindo,  papa  y  Leoncio,  obispo, 
s.  Hilario,  obispo. 

3J)  Cuarto  menguante  á  las  11  y  28  m.  de  la  mañana. 
ss.  Pablo,  papa  hermanos  y  Mauro,  abad. 
El  Sanio  nombre  de  Jrsús.  — -  ss.  Marco,  papa  y  mártir  y 

Fulgencio,  obispo, 
ss.  Antonio,  abad  y  Sulpicio. 
La  Cátedra  de  san  Pedro  en  Roma.  —  Santa  Liberata, 

virgen. 
s.  Canuto  y  sta.  Marta,  mártires. 
ss.  Sebastián  y  Fabián,  mártires. 
ss.  Fructuoso  y  Eulogio,  mártires. 
8  Lnna  nueva  á  las  3  y  8  m.  de  la  mañana. 
ss.  Vicente  y  Anastasio,  mártires. 
ss.  Ildefonso,  arzobispo  y  Raimundo  de  Peñafort. 
Nuestra  Señora  de  Betlehern,  Nuestra  Señora  de  la  Paz 

y  s.  Timoteo,  obispo  y  mártir. 
La  conversión  de  s.  Pablo,  apóstol  y  s.  Máximo, 
s.  Policarpo,  obispo. 
s.    Juan    Crisóstomo,    obispo    y    doctor,    y    sta    Paula, 

virgen. 
s.  Julián,  obispo  y  confesor. 

©  Cuarto  creciente  á  las  10  y  16  m.  de  la  mañana. 
La  Dedicación  de   esta  sta.  Catedral.  —   ss.   Valerio   y 

Francisco  de  Sales. 
s.  Hipólito,  mártir,  y  sta.  Martina,  virgen. 
s.  Pedro  Nolasco.  —  Indulgencia  de  40  hora*  en  la  Merced 


4  30 

6  51 

4  31 

6  51 

4  31 

6  52 

4  32 

6  52 

4  33 

6  52 

4  34 

6  52 

4  35 

6  52 

4  36 

6  52 

4  36 

6  52 

4  37 

6  52 

4  38 

6  51 

4  39 

6  51 

4  40 

6  51 

4  41 

6  51 

4  42 

6  51 

4  43 

6  51 

4  44 

6  50 

4  45 

6  50 

4  46 

6  49 

4  47 

6  49 

4  48 

6  49 

4  49 

6  48 

4  50 

6  48 

4  51 

6  47 

4  52 

6  47 

4  53 

6  46 

4  51 

6  46 

4  55 

6  45 

4  56 

6  45 

4  57 

6  44 

4  58 

6  43 

Conocerse  y  estimarse  es  amarse. 


—  6  — 


FEBRERO  —  2H  días  —  Sol  en  Piscis 


Mar. 

Miér, 

Juev 
Vier. 
Sáb. 


9 
10 
11 

12 

13 
14 
15 

16 

1" 
18 
19 

20 


21 
22 

23 

24 
25 

26 
27 


Dom, 

Lun. 
Mar. 

Miér. 

Juev. 
Vier. 
Sáb. 

Dom. 
Lun. 
Mar. 

Miér. 

Juev. 
Vier. 
Sáb. 

Dom. 


Luu. 
Mar. 
Miér. 

Juev. 

Vier. 

Sáb. 
Dom. 


28 1  Lun. 


•  Vigilia  y  Abstinencia.  —  ss.  Cecilio  é  Ignacio,  obispos 
y  mártires. 

t¡<  LA  PURIFICACIÓN  DE  NUESTRA  SEÑORA.  —  SS.  Firmo 

y  Cándido. 
ss.  Blas,  obispo  y  Laurentino.  mártires. 
ss.  Andrés  Corsino,  obispo  y  Donato,  mártir. 
ss.  Albino,  obispo  y  Francisco  de  Jesüs,  y   sta  Águeda, 

virgen  y  mártir. 
©  Luna  llena  á  las  2  y  7  m.  de  la  tarde. 
De  Septuagésima.  —  ss.    Teófilo  y   Saturnino,  mártires  y 

sta  Dorotea,  virgen  y  mártir, 
ss.  Romualdo,  abad  y  Ricardo,  rey. 
La  Fiesta  de  la  Oración  de  X.  S.  J.  en  el  monte  Olívete. 

ss.  Juan  de  Mata,  confesor,  Lucio  y  Ciríaco,  mártires, 
s.  Alejandro,  mártir  y  santa  Polonia,  virgen  y  mártir. 
ss.  Irineo  y  Amancio  y  sta.  Escolástica,  virgen, 
ss.  Félix,  mártir  y  Saturnino. 

ss.  Damián  y  Modesto  y  sta.  Eulalia,  virgen  y  mártir. 
©  Cuarto  menguante  á  tas  S  ij  18  m.  de  la  larde. 
De  Sexagésima.  —  s.  Benigno,  márt.,  y  sta    Catalina,  vire:', 
ss.  Valentín,  presbítero  y  Zenón,  mártires. 
La  Conmemoración  de  la  Pasión  de  N.  S.  Jesucristo.  — 

s.  Faustino  y  sta.  Jovita,  mártires, 
ss.  Gregorio,  papa  y  Elias,  profeta. 
ss.  Rómulo,  mártir  y  Julián, 
ss.  Simeón,  obispo  y  Claudio,  mártires. 
ss.  Gavino  y  Marcelo,  mártires. 

#  Luna  nueva  á  las  3  y  24  m.  de  la  tarde. 

De  Quinquagésima.  —  Indufgencia  d".  40  horas  en  las 
Catalinas,  ss.  Eleuterio,  obispo  v  Nemesio,  mártires. 
[CARNAVAL. 

ss.  Félix,  obispo  y  Fortunato,  mártires. 

La  Cát.  de  s.  Pedro  en  Antioq.,  sta.  Margarita. 

de   Ceniza.    —   Abstinencia   y  principio   del   ayuno  de   la 

Cuaresma.  —  ss.  Pedro  Damián,  obispo  y  Policarpo. 
s.  Matías,  apóstol.  —  s.  Modesto  y  sta.  Primitiva,  mártires. 
Abstinencia.  —  La  fiesta  de  la  Corona  espínea  de  Xue>tro 

Señor  Jesucristo.  —  ss.  Sebastián,  Aparicio.  Cesáreo. 
Abstinencia.  —  N.«  S.a  de  Guadalupe.  —  s.  Alejandro,  ob. 
1°  de  Cuaresma.  —  De  Quadragésima.  —  s.  Baldomero. 
@  Cuarto  creciente  á  las  6  y  57  m.  de  la  mañana. 
ss.  Justo  y  Rufino,  mártires  y  s    Romano. 


Sohalf 

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5    0 

6  41 

5    1 

5    2 
5    4 

6  40 
6  39 
6  38 

5  !1 
5  i2 

5  13 

5  14 
5  15 
5  16 
5  17 


6  37 


6  36 
6  36 

6  35 
6  35 
6  34 

6  32 
6  31 

6  29 
6  28 

6  26 
6  25 
6  25 
6  24 
6  24 


6  23 
6  22 
6  21 

6  20 

6  18 


5  22  6  17 


6  16 

6  15 


5  25lo  14 


Uno  ama  generalmente  aquello  que  lo  hace  sufrir. 


MARZO 


Sol  «mi  Aries 


CL?/U."r/ 


Mar. 
Miér. 
Juev. 
Vier. 

Sáb. 
Dom. 

Lun. 

Mar. 
Miér 

Juev 
Yier. 

Sáb. 

Dom, 

Lun. 

Mar. 
Miér. 
Juev. 
Vier. 

Sáb. 

Dom. 

Lun. 

Mar. 
Miér. 
Juev . 
Vier. 

Sáb. 
Dom. 
Lun. 
Mar. 

Miér. 
Juev. 


s.  Rudecindo,  obispo. 

Témp.  Abst.  —  s's.  Lucio,  Heraclio,  mártir  y  Florencio. 

ss.'  Emeterio  y  Caledonio,  mártires. 

Témpora.  Abstinencia.  —  La  fiesta  de  la  Lanza  y  Clavos  de 

Nuestro  Señor  Jesucristo.  —  s.  Casimiro,  confesor. 
Témpora.  Abstinencia.  —  ss.  Adrián  y  Eusebio.  mártires. 
2o  de  Cuaresma.  —  Reminiscere.  —  ss.  Olegario,  obispo  y 

Victorino,  mártir, 
sto.  Tomás  de  Aquino,  doctor. 
(¿}  Luna  llena  á  las  5  y  12  m.  de  la  mañana. 
ss.  Juan  de  Dios,  fraile  y  Apolonio,  mártir. 
Abstinencia.  —  sta.  Francisca  Romana,  viuda. 
s.  Melitón  y  los  40  mártires. 
Abst.  —  La  Fiesta  de  la  Sábana  de  N.  S.  Jesucristo.  — 

ss.  Zacarías,  padre  de  s.  Juan  Bautista  y  Eulogio,  márt. 
Abstinencia.  —  s.  Gregorio,  papa  y  doctor. 
3o  de  Cuar.  —  Oculi.  —  ss.  Leandro,  ob.  y  Macedonio,  mrs. 
stas.  Florentina,  virgen  y  Matilde,  reina. 
~   Cuarto  menguante  á  las  3  y  31  m.  de  la  mañana. 
ss.  Raymundo,  arzobispo  y  Arislóbulo. 
Abstinencia.  —  sta.  Isabel,  madre  de  s.  Juan  Bautista. 

Patricio,  obispo  y  sta.  Gertrudis,  virgen. 
Abst.  La  fiesta  de  las  cinco  Llagas  de  N.  S.  Jesucristo.  — 

ss.  Gabriel,  arcángel  y  Alejandro,  obispo. 
Abstinencia.  —  f  El  patriarca  s.  José.  —  Indulg.  de  40  horas 

en  San  Telmo. 
4o  de  Cuaresma.  —  Loelare.  —  s.   Braulio,  obispo  y  sta. 

Eufemia,  virgen.  —  OTOÑO. 

Benito,  abad. 
0  Luna  nueva  á  las  4  y  21  m.  de  la  mañana. 
ss.  Deo  gracias,  obispo  y  Octaviano. 
Abstinencia.  —  s.  Victoriano  y  sta.  Teodosia,  mártires. 

Vig.  y  Ab-t.  —  ss.  Agapito,  obispo  y  Dionisio. 
Abst.  —  La  fiesta  de  la  precios.  Sangre  de  X.  S.  Jesucristo. 

>&  LA  ENCARNACIÓN  DEL  SEÑOR.  —  s.  Ireneo.  obispo. 
Abstinencia.  —  ss.  Manuel,  Marciano  y  Braulio,  obispo. 
de  Pasión.  —  s.  Ruperto,  obispo. 
ss.  Sixto,  papa  y  Doroteo,  mártir, 
ss.  Cirilo  y  Pastor,  mártires  y  Eustaquio, 

Cuarto  creciente  á  las  3  y  24  m.  de  la  mañana. 
Abstinencia.  —  s.  Juan  Clímaco,  abad. 

Benjamín  y  sta.  Balbina. 


Sóbale 

5  26 

5  27 
5  28 

5  29 
5  29 


sepont 
6  12 
6  11 
6  10 


6    7 


5  30  6 
5  31  6 


5  32 
5  33 
5  33 

5  34 

5  35 
5  36 
5  37 

5  38 
5  39 
5  39 

5  40 

5  41 

42 
5  43 

5  43 

4í 


G 

3 

6 

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5 

59 

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54 

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52 

5  51 

5  49 

5  48 

5  47 
5  45 


44 
43 
41 

40 
38 
37 
36 
34 

33 
31 


fácil  arrepentirse  que  perdonar. 


ABRIL  —  SO  días  —  Sol  en  Taurus 


Vier. 


Sáb. 
Dom. 

Lun. 
Mar. 


Miér. 
Juey. 
Vier . 
Sáb. 
Dom. 

Lun. 
Mar. 

Miér. 
Juev. 

Vier . 

Sáb. 

Dom. 

Lun. 
Mar . 

Miér. 

Juev. 

Vier. 

Sáb. 

Dom, 

Lun. 

Mar. 

Miér. 

Juev. 

Vier. 
Sáb. 


Abstinencia.  —  Los  siete  Dolores  de  María  Santísima.  — 
La  impr.  de  las  Llagas  de  sta.  Catalina  de  Sena.  —  s.  Ve 
nancio.  ob.  y  m.  —  La  Sagrada  ceremonia  de  la  Reseña 
en  la  sta.  Iglesia  Catedral.  —  Se  ganan  muchas  indulg. 

Abstinencia.  —  ss.  Urbano,  obispo  y  Francisco  de  Paula. 

de  Ramos.  —  La  traslación  de  sta  Rosa  de  Lima  y  s.  Benito 
de  Palermo. 

santo.  —  s.  Isidoro,  arzobispo. 

santo.  —  s.  Vicente  Ferrer.  —  Ind.  de  40  h.  en  Sto.  Domingo 
cuando  se  celebre  su  función.  —  sta.  Irene,  virg.  y  márt. 

&  Luna  llena  a  las  5  y  3  m.  de  la  tarde. 

santo.  —  Abst.  —  ss.  Sixto,  papa  y  mártir  y  Celestino. 

santo.  —  Abst.  —  ss.  Epifanio,  obispo  y  Rufino,  mártir. 

santo.  —  Abst.  —  ss.  Dionisio,  obispo  y  Máximo,  mártir. 

santo.  —  Absl.  —  stas.  Casilda  y  Mana  Cleofé. 

%>  PASCUA  DE  RESURRECCIÓN  DE  N.  S.  JESUCRISTO.  — 
ss.  Ezequiel  y  Pompeyo,  mártires. 

de  Pascua.  —  ss.  León,  papa  y  doctor  y  Felipe,  obispo. 

de  Pascua.  —  ss.  Zenón  y  Damián,  obispo. 

g)  Cuarto  menguante  á  las  10  y  12  m.  de  la  mañana. 

ss.  Hermenegildo  y  Justino,  mártires. 

s.  Pedro  G.  Telmo.  —  Ind.  de  40  h.  en  tu  iglesia,  cuando  se 
celebre  su  fiesta.  —  ss.  Tiburcio  y  Valeriano,  mártires. 

s.  Máximo  y  sta.  Anastasia,  mártires. 

ss.  Toribio  de  Liebana,  obispo  y  Cecilio,  mártir. 

de  Cuasimodo.  —  s.  Aniceto,  papa  y  la  beata  María  Ana 
de  Jesús. 

ss.  Ireneo,  obispo  y  mártir  y  Amadeo,  confesor. 

ss.  Jorge,  obispo,  Vicente  y  Rufino,  mártires. 

4k  Luna  nueva  á  las  6  y  4  m.  de  la  tarde. 

s.  Serviliano,  mártir  y  sta.  Inés,  virgen. 

ss.  Anselmo,  obispo  y  doctor  y  Simeón,  obispo  y  mártir. 

ss.  Sotero  y  Cayo,  papas  y  mártires  y  Teodoro. 

ss.  Jorge,  Gerardo  y  Fortunato,  mártires. 

ss.  Honorio,  obispo  y  Fidel  de  Samga,  mártir. 

s.  Marcos,  evangeliste.  —  Letanías  mayores. 

ss.  Cleto.  Marcelino,  papa  y  mártir,  y  Pedro,  obispo. 

ss.  Toribio,  arzobispo  y  Pedro  Almengor,  mártir. 

(££  Cuarto  creciente  á  las  9  y 48  m.  de  la  larde. 

ss.  Prudencio,  arzobispo,  Vital  y  su  esposa  sta.  Valeria. 

ss.  Pedro,  mártir  y  Paulino,  obispo. 

sta.  Catalina  de  Sena.  —  Indulg   de  40  horas  en  tu  iglesia. 


Sal  ule 

MpiH 

5  51 

5  30 

5  52 

5  29 

5  53 

5  27 

5  53 

5  26 

5  54 

5  2o 

5  55 

5  23 

5  56 

5  22 

5  56 

5  21 

5  57 

5  19 

ó  58 

5  18 

5  59 

5  11 

6    0 

5  15 

6    0 

5  14 

6    1 

5  13 

6    2 

5  12 

6    2 

5  10 

6    3 

5    9 

6    4 

5    8 

6    5 

5    tí 

6    6 

5    5 

6    7 

5    4 

6    7 

5    3 

6    8 

5    2 

6    9 

5     1 

6    9 

5    0 

6  10 

4  o* 

6  11 

4  57 

6  12 

4  56 

ñ  13 

4  55 

6  13 

4  54 

Cada  uno  goza  ele  la  felicidad  según  su  alma. 


-  9  — 


MAYO 


31    días  —  Sol  en  Cicniinis 


Dom 

Lúa 

Mar. 

Miér. 

Juev. 

Vier. 

Sáb. 

Dora. 

Lun. 

Mar. 

Miér. 

Juev. 

Vier. 

Sáb. 

Dom. 

Lun. 

Mar. 
Miér. 

Juev. 


Vier. 

Sáb. 

Dom 

Luu. 

Mar. 

Miér. 

Juev. 

Vier. 


Sáb. 
Dom. 

Lun. 
Mar. 


El  patronato  de  San  José.  —  ss.  Felipe  y  Santiago,  apóst 

ss.  Atanasio,  obispo,  Germán  y  Celestino,  mártires. 

La  invocación  de  la  sta.  Cruz  y  s.  Alejandro,  mártir. 

s.  Silvano,  obispo  y  mártir  y  sta.  Ménica. 

s.  Pió  V  y  la  conversión  de  s.  Agustín. 

q?)  Luna  llena  á  la»  2  y  17  m.  de  la  mañana. 

El  martirio  de  s.  Juan  evang. ,  ss.  Juan  Damián  y  Lucio. 

ss.  Benedicto,  papa  y  Estanislao,  obispo  y  mártir. 

La  aparición  de  s.  Miguel  arcángel.  Ind.  plenaria,  viiitando 
su  parroquia  confesado  y  comulgado  —  s.  Dionisio,  obispo. 

s.  Gregorio  Xacianceno,  obispo  y  doctor. 

ss.  Antonio,  arzobispo  y  Cirilo,  mártir. 

ss.  Mamerto,  obispo  y  Fabiano,  mártir. 

3J)  Cuarto  menguante  á  las  5  y  19  m.  de  la  tarde. 

ss.  Domingo  de  la  Calzada,  Xereo  y  compañeros,  mártires. 

ss.  Segundo,  obispo  y  mártir  y  Pedro  Regalado. 

ss.  Sabino  y  Bonifacio,  mrs.,  palr.  menores  de  esta  ciudad. 

ss.  Isidro,  labrador,  Tortuato  é  Indalicio. 

Rogaciones.  —  ss.  Ubaldo  y  Peregrino,  obispos  y  Juan 
Ñepomuceno. 

Rogaciones.  —  s.  Pascual  Bailón  y  sta.  Restituía,  virsr.  y  mr. 

^  Vig.  y  Abst.  —  Rogaciones.  —  ss.  Venancio  y  Félix  de 
Cantalicio. 

%  LA  ASCENSIÓN  DEL  SEÑOR..—  s.  Pedro  Celestino,  papa 
y  sta.  Prudencia. 

<$  Luna  nueva  á  las  8  y  42  m.  de  la  mañana. 

s.  Bernardino  de  Sena. 

s.  Timoteo,  obispo. 

stas.  Rita  de  Casia  y  Quiteria,  virgen  y  mártires. 

ss.  Desiderio,  abad  y  Vicente,  presbítero. 

ss.  Rubustiano,  mártir  y  Florencio,  confesor. 

ss.  Gregorio  VII,  papa  y  Urbano.  —  FIESTA  cívica. 

ss.  Felipe  Neri,  Heraclio,  mártir  é  Isaac. 

Vig.  y  Abst.  —  s.  Juan,  papa  y  mártir  y  sta.  María  Mag- 
dalena de  Pazis. 

@  Cuarto  creciente  a  la  0  y  57  m.  de  la  tarde  (media  dia). 

Vig.  y  Abst.  —  ss.  Justo,  Germán  y  Emilio,  mártir. 

■i  PASCUA  DEL  ESPÍRITU  Santo.  —  lndulg .  de  40  h.  en 
Montserrat.  —  ss.  Máximo,  obispo  y  Alejandro,  mártir. 

de  Pascua.  —  ss.  Fernando,  rey  y  Félix,  papa. 

de  Pascua.  —  s.  Pascasio  y  stas  Angela,  Mericia  y  Pe- 
tronila. 


Solóle 

Jt  por  t 

6  14 

i  53 

6  15 

4  52 

6  16 

4  51 

6  17 

4  50 

6  17 

4  49 

6  18 

4  48 

6  19 

4  47 

6  20 

4  46 

6  20 

4  40 

6  21 

4  45 

6  22 

4  44 

6  23 

4  43 

6  23 

4  42 

6  24 

4  42 

6  25 

i  41 

6  26 

4  40 

6  26 

4  39 

6  27 

6  28 

6  28 
6  29 
6  30 
6  31 
6  31 
6  o2 
6  33 

6  33 

6  34 

6  35 
6  35 


4  39 
4  38 


37 
36 

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35 
34 

4  34 

33 

4  33 
33 


6  36 1 4  32 


La  alegría  en  la  mujer  es  la  luz  de  su  belleza. 


10  — 


Jl\IO  —  SO  días  —  Sol  en  Cáncer 


9 
10 

ti 

12 
13 

14 
15 
16 

H 

18 

W 

20 

21 


Miér. 

Juev. 
Vier . 

Sáb. 
Dom. 

Lun. 
Mar. 
Miér. 

Juev. 
Vier . 

Sáb. 

Dom. 

Lun. 

Mar. 

Miér. 

Juev. 

Vier. 
Sáb. 

Dom. 

Lun. 
Mar. 


Miér. 
Juev. 
Vier. 


25.  Sáb. 

26  Dom. 

27  Lun. 
28|  Mar. 
29  Miér. 

301  Juev. 


Témpora.  —  Titular  de  la  santa  Iglesia  de  esta  ciudad.  — 
ss.  Segundo,  mártir  y  Fortunato,  confesor. 

s.  Marcelino  y  compañeros,  mártires. 

Témpora.  —  s.  Isaac,  confesor  y  sta.  Paula,  virgen. 

®  Luna  llena  á  las  9  y  55  m.  de  la  mañana. 

Témpora.  —  s.  Francisco  Caraciolo  y  sta.  Saturnina,  m. 

LA  santísima  trinidad.  —  ss.  Marciano,  Doroteo  y.  Ni- 
canor, mártires. 

s.  Norberlo,  obispo  y  sta.  Paulina,  mártir. 

ss.  Pablo,  obispo,  Pedro  y  compañeros,  mártires. 

Vig.  y  Abst.  —  ss.  Salustiano  y  Victorino,  mártires. 

ih  CORPUS  Christi.  —  ss.  Primo,  Feliciano  y  Vicente,  m. 

s.  Zacarías,  mártir,  y  sta.  Margarita,  reina. 

©  Cuarto  menguante  á  la  1  y  47  m.  de  la  mañana. 

s.  Bernabé,  apóstol. 

ss.  Juan  de  Sabagún,  Nazario  y  compañeros,  mártires. 

s.  Antonio  de  Padua. 

ss.  Basilio,  obispo  y  Eliseo,  doctor  y  profeta. 

ss.  Vito  y  Modesto,  y  sta.  Crecencia,  mártir. 

ss.  Aureliano,  obispo  y  Juan  Francisco  de  Regis.  —  In- 
dulgencia de  40  /loras  en  el  Colegio. 

El  Sagr.  Cor.  de  J.  —  ss.  Manuel,  Nicandro  y  Mariano,  m. 

ss.  Ciriaco,  Marcos.  Marcelino  y  sta.  Paula,  mártires. 

•  Luna  nueva  á  la  0  y  3  m.  de  la  mañana  {media  noche j. 
El  purí.imo  Corazón  de  Mana.  —  ss.  Gervasio  y  Protasio. 

mártires,  y  sta.  Juliana,  virgen. 
s.  Silverio,  papa  y  sta.  Florentina,  virgen. 
s.  Luís  Gonzaga.  —  [nd  plenaria por  asistir  á  la  misa  solemne 

que  se  celebra  en  honor  del  santo  en  la  iglesia  Catedral. 

—  INVIERNO. 
ss.  Paulino,  obispo,  Albano  y  Fabio,  mártires. 

•  Vig.  y  Abst.  —  ss.  Zenón  y  Apolinario  y  sta.  Agripina. 
í«  LA  NATIVIDAD  DE  SAN  JUAN  BAUTISTA^  —  lnd.  de  40  h. 

en  su  iglesia.  —  s.  Fausto  y  compañeros,  mártires. 
ss.  Eloy,  obispo  y  Guillermo,  abad, 
ss.  Juan  y  Pablo,  mártires. 

(§;  Cuarto  creciente  á  la  0  y  37  de  la  mañana  [media  noche). 
ss.  Zoilo,  mártir  y  Ladislao,  rey. 

•  Vig.  y  Abst.  —  ss.  León,  papa  é  Ireneo,  obispo. 
■i  San  PEDRO  y  San  pablo,  APÓSTOLES.  —  Indulgencia 

de  40  horas  en  la  Catedral. 
La  conmemoración  de  s.  Pablo,  apóstol  y  sta.  Emiliana,  m. 


Solsile 

6  37 
6  37 
6  38 

6  38 

6  39 
6  39 
6  40 
6  40 
6  41 
6  41 

6  42 
6  42 
6  43 
6  43 
6  43 

6  44 
ó  44 

6  44 

6  45 

6  45 

6  45  - 
6  45  ' 
6  45  - 

6  46 

6  46  ■ 

Ü  46 

6  46 
6  46 

6  46 
6  46 

Eí  .jne  pmrtla  su  boca  guarda  su  alma. 


11  — 


JULIO 


31    días  —  Sol  en  León 


1 

Vier. 

2 

Sáb. 

Q 

Dom. 

4 

Lun. 

5 

Mar. 

6 

Miér. 

7 

Juev. 

8 

Vier. 

9 

Sáb. 

10 

Dom. 

11 

Lun. 

12 

Mar. 

13 

Miér. 

14 

Juev. 

15 

Vier. 

16 

Sáb. 

17 

Dom. 

18 

Lun. 

19 

Mar. 

20 

Miér. 

21 

Juev.- 

22 

Vier . 

23 

Sáb. 

'24 

Dom. 

25 

Lun. 

26 

Mar. 

27 

Miér. 

28 

Juev. 

29 

Vier. 

30 

Sáb. 

31 

Dom 

ss.  Secundino,  Casto,  obispos  y  Julio,  mártir. 

La  Visitación  de  Nuestra  Señora  y  s.  Martiniano,  mártir. 

—  La  fiesta  de  Nuestra  Señora  de  los  Desamparados. 
($)  Luna  llena  á  las  4  y  55  m.  de  la  larde. 
La  festividad  de  la  Santísima  Sangre  de  N.  S.  Jesucristo. 

ss.  Ireneo,  Jacinto,  Trifón  y  Eulogio,  mártir. 
La  traslación  de  las  reliquias  de  nuestro  patrón  s.  Martín, 

obispo  y  s.  Laureano,  arzobispo, 
s.  Miguel  de  los  Santos  y  sta.  Filomena,  virgen. 
ss.  Rómulo,  ob.,  el  sto.  profeta  Isaías  y  sta.  Lucia,  mártir. 
ss.  Fermín,  obispo,  Claudio  y  Sinforiano,  mártires, 
sta.  Isabel,  reina  de  Portugal. 

s.  Cirilo,  ob.,  y  sta.  Natalia,  virg.  y  m.  —  FIESTA  CÍVICA. 
$  Cuarto  menguante  á  la  0  y  26  m.  de  la  larde  (inedia  dia). 
ss.  Jamario,  Félix,   Felipe,    Silvano,  Alejandro,    Vital  y 

Marcial,  mártires,  lujos  de  sta.  Felicitas, 
ss.  Pió,  papa  y  Cipriano,  mártires, 
ss.  Juan  Gualberto,  abad  y  Félix,  mártir, 
s:  Anacleto,  papa  y  mártir. 

ss.  Buenaventura,  obispo  y  doctor  y  Cirilo,  mártir, 
s.  Enrique,  emperador. 
Nuestra  Señora  del  Carmen. 
El  triunfo  de  la  Santísima  Cruz.  —  Indulgencia  de  40  horas 

en  la  Concepción  y  en  Montserrat.  —  s.  Alejo,  confesor. 

stas.  Donata  y  Segunda,  mártires. 
Q  Luna  nueva  á  las  3  y  30  m.  de  la  larde. 
s.  Camilo  de  Lelis,  fundador  y  sta.  Sinforosa,  virgen. 
s.  Vicente  de  Paul.  stas.  Justa  y  Rufina,  virgen  y  mártir, 
ss.  Jerónimo,  Emiliano,  Elias,  profeta  y  sta.  Liberata,  virg. 
ss.  Víctor  y  Feb'ciano,  márti 
sta.  Maria  Magdalena  y  s.  Teófilo. 
^  Ayuno.  —  ss.  Apolinarío,  obispo  y  mártir  y  Liborio. 

Francisco  Soidaño.  —  Indg.  de  40  h.  en  San  Francisco. 
Santiago,  apóstol,  s.  Cristóbal  y  sta   Valentina. 
(t£  Cuarto  crecien'.e  á  las  9  y  23  m.  de  la  mañana. 
sta.  Ana,  madre  de  Nuestra  Señora,  y  s.  Jacinto,  mártir. 
ss.  Pantaleón  y  Sergio,  mártires  y  sta.  Natalia, 
ss.  Inocencio,  papa,  Nazario  y  Acacio,  mártires, 
sta.  Marta,  virgen  y  s.  Faustino,  mártir, 
ss.  Abdón,  Senén  y  sta.  Máxima,  mártires, 
s.  Ignacio  de  Loyola,  fund.  —  Ind.  de  40  h.  en  su  iglesia. I 


Solsalej  sepon» 

(i  40 ¡4  37) 


6  46 


6  45 

6  45 
6  45 
6  44 
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6  44 


35 


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6  40 

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6  39 

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6  37 

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6  30 

0  3.3 

6  34 

6  33 


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43 
46 
47 
47 
48 
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49 

7,i  I 
4  7.1 

32 


En  el  matrimonio,  cada  uno  de  los  contrayentes  conoce  admirablemente  I 

del  otro, 


ACiOSTO  —  31    días  —  Sol  cu  Virgo 


1  Lun. 

2  Mar. 

3  Miér. 

4  Juev. 

5  Vier. 
3  Sáb. 

7  Dom 

8  Lun. 


Mar. 

Miér. 
Juev, 
Vier. 

Sáb. 
Dom 
Lun. 
Mar. 

Miér, 
Juev, 
Vier 
Sáb. 
Dom 


Lun. 
Mar. 

Miér, 
Juev. 
Vier. 
Sáb. 
Dom 
Lun. 

Mar. 


31  Mier 


Pedro  Advincula,  Domiciano  y  Rufo,  mártires. 
fí?)  Luna  llena  á  la  0  y  12  m.  de  la  mañana  (media  noche). 
Ntra.  Señora  de  los  Angeles,  ss.  Esteban,   Pedro  de  O., 

Alfonso  y  sta.  María  de  Lemos.  —  Jubileo  de  Porciúncula. 
La  invoc.  de  s.  Esteban  protom.,  s.  Eufronio  y  sta.  Lidia, 
sto.  Domingo  de  Guzmán,  fund.  —  Indg.  de  40  h.  en  su  igl. 
Nuestra  Señora  de  las  Nieves. 

La  transfiguración  de  N.  S.  Jesucristo,  s.  Sixto,  p.  y  mr. 
ss.  Cayetano,  fundador,  Pedro  y  Julián,  mártires. 
ss.  Ciríaco,  Eleuterio  y  compañeros,  mártires. 
■^  Cuarto  menguante  á  la  1  y  56  m.  de  la  mañana. 
*¡  Ayuno.  —  ss.  Justo  y  Pastor,  herm.  —  Ind.  de  40  horas 

en  las  Catalina*. 

Lorenzo,  mártir  y  sta.  Paula,  virgen  y  mártir. 
ss.  Rufino,  obispo  y  Tiburcio.  y  sta.  Susana,  mártires, 
sta.  Clara,  v.  y  f. ,  Patrona  mere,  de  eúa  ciudad  en  acción  de 

gracias  por  su  reennq.  —  Indulg.  de  40  horas  en  San  Juan. 
Vig.  y  Abst.  —  ss.  Hipólito,  Casiano  y  sta.  Elena,  mártires 
s.  Eusebio,  mártir. 

►£<    LA  ASUNCIÓN  DE  MARÍA  SANTÍSIMA. 
ss.  Roque  y  Jacinto. 

9  Luna  nueva  á  las  6  y  17  m.  de  la  mañana. 
ss.  Anastasio,  Bonifacio  y  sta.  Liberata,  mártires. 
ss   Floro  y  Agapito. 

ss.  Luis,  obispo,  Julio  y  Andrés,  mártires. 
ss.  Bernardo,  abad  y  doctor  y  el  sto.  profeta  Samuel, 
ss.  Joaquín,  padre  de  Nuestra  Señora.  —  ¡nd.  de  40  hura» 

en  San  Francisco.  —  stas.  Anastasia,    Ciriaca  y  Juana. 

—  Francisca  Premiot. 
ss.  Hipólito  y  Marcial,  mártires. 
<  Ayuno.  —  ss.  Felipe  Benicio  y  Restituto. 
(£  Cuarto  creciente  á  las  4  y  15  m.  de  la  tarde. 
ss.  Bartolomé,  apóstol  y  Romano,  obispo, 
ss.  Julián  y  Ginés,  mártires  y  Luís,  rey  de  Francia. 
ss.  Ceferino,  papa,  Ireneo  y  Adriano,  mártires. 
s.  José  de  Calazáns,  el  Dardo  de  sta.  Teresa,  virgen, 
ss.  Agustín,  obispo  y  doctor,  y  Bibiano. 
^  Vig.  y  Abst.  —  La  degollación  de  s.  Juan  Bautista,  sta. 

Cándida,  virgen. 
■í<  SANTA  ROSA  DE  LIMA,  viuda,  Patrona  principal  de  esta 

América  Meridional.  —  Indg.  de  40  h.  en  Santo  Dominjo 
f?i  Luna  llena  á  las  8  y  34  m.  de  la  mañana. 
|ss.  Ramón  Nonato  y  Robustiano.  —  Ind.  de  40  h.  en  la  Merced 


Solíale 

6  32 

6  31  ■ 
6  30 
6  29 
6  28  • 
6  27 
6  ¿6 
6  25  ■ 

6  24 
6  23  i 
6  22  . 

6  21  . 
6  20 
6  19  : 
8  18 
6  17 

6  16 
6  14 
6  13 
6  12 

6  11 

6J0 
6    8 

6    7 
6    6 
6    5 
6    3 
6    2 

6    1 

6    0 

5  58 

La  virtud  de  los  hombres  es  el  arrepentimiento  y  la  de  las  mujeres  el  olvido. 


-  13  - 


SETIEMBRE  —  .'{O  días  —  Sol  en  Libra 


Juev. 
Yier. 
Sáb. 
Dom. 

Lun. 

Mar. 

Mier. 
Juev. 

Vier. 

Sáb. 

Dom. 

Lun. 
Mar. 

Mier. 


Juev. 
Vier. 
Sáb. 
Dom, 

Lun. 

Mar. 
Mier. 

Juev. 
Vier. 
Sáb. 

Dom 

Lun. 
Mar. 
Mier 

Juev 
Vier 


ss.  Sixto,  obispo  y  Gil,  abad. 

ss.  Antonio,  mártir,  Esteban,  rey  y  sta.  Máxima,  mártir. 

Sandalio.  stas.  Serapia  y  Eufemia,  mártires. 
stas.  Rosa  de  Viterbo  y  Rosalía,  virgen  y  s.  Silvano,  márt. 

—  Indulgencia  de  40  horas  en  Sun  Francisco. 
ss.  Lorenzo  Justiniano  y  Victorino,  obispos, 
ss.  Fausto  y  Eugenio,  mártires. 

gj  Cuarto  menguarle  á  la-  6  y  34  m.  de  la  tarde. 

■  Vig.  y  Abit.  — s.  Juan.  márt..  y  sta.  Regina,  virg.  y  márt. 
í<  LA  NATIVIDAD  DE  MARÍA  SANTÍSIMA^  —  i.  Adriano.  — 

Indulgencia  de  40  horas  en  San  Juan  y  Sin.  FrancUco. 

s.  Jerónimo,  mártir;  sta.  María  de  la  Cabeza  y  la  beata 
María  Ana  de  Jesús. 

ss.  Nicolás  de  Tolentino,  Félix  y  Lucio,  obispo.  —  InliU 
gencla  de  40  h^tai  en  MonUerral. 

El  dulce  nombre  de  María.  —  ss.  Emiliano,  obispo,  Profco 
y  Jacinto  bermauos,  mártires. 

ss.  Serapio  y  Leoncio,  mártires. 

ss.  Eulogio,  obispo  y  Amaro. 

La  exaltación  de  la  Santísima  Cruz.  —  ss.  Cornelio  y  Ci- 
ríaco, obispo?.  —  Indulgencia  dj.  40  horas  e  t  el  Socorro. 

4  Luna  nuera  á  las  7  y  53  m.  de  la  tarde. 

Laapar.  de  ato.  Domingo  de  Guzmán  en  Soriay  sta  Meíitona. 

ss.  Cornelio  y  Cipriano,  mártires. 

s.  P.  Arbués  y  la  impr.  de  las  llagas  de  s.  Francis-  o  de  Asís. 

La  conmemoración  de  los  Dolores  de  Nuestra  Señora.  — 
s.  Tomás  de  Villdn  y  sta.  Sofía,  mártires. 

s.  Genaro  y  compañeros,  mártires. 

■  Ayuno    —  s.  Eustaquio. 

Témpora.  —  s.  Mateo,  apóstol  y  evangelista. 

@;  Cuarto  creciente  á  las   lo  y  23  m.  de  la  larde 

s.  Mauricio  y  compañeros,  mártires.  —  PRIMAVERA. 

Témpora.  —  ss.  Lino,  papa  y  mártir  y  Constancio. 

Témpora.  —  Nuestra  Señora  de  las  Mercedes.  —  s.  Gerardo, 

obispo  y  mártir.  —  Indiligencia  de  40  horas  en  su  iglesia. 
sta.  María  de  Cervellón  (Socorro;  y  Aurelia,  virg.  y  márt. 

—  Indg.  de  40  A.  en  la  Merced,  donde  se  celebra  ¡u  fiesta. 
s.  Cipriano  y  sta.  Justina,  mártires. 

ss.  Cosme  y  Damián  hermanos,  mártires. 
s    Wenceslao,  mártir  y  el  beato  Simón  de  Rojas. 
(f)  Luna  llena  á  /as  6  y  54  m.  de  la  larde. 
La  dedicación  de  s.  Miguel  are.  —  Ind.  de  40  h  en  su  iglesia. 
s.  Jerónimo,   doctor.   Patrón  principal  de  esta  diócesis.  — 
s.  Honorio  y  sta.  Sofía,  viuda.  —  Indulgencia  de  40  horas. 


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5  20 

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5  23 

5  23 
5  24 
5  25 

5  23 


5  35 

5  21 

5  ;  9 

5  30 

5  27 
5  26 

5    ,1 

El  recuerdo  del  hombre  que  uno  ha  odiado,  dura  mas  tiempo  qu<;  la  memoria 
que  ba  querido. 


5  25  5  33 

24  5  33 
5  23  5  34 

i 

5  17  jó  3tí 


—  14  — 


OC  TU  BUJE  —  31   días  —  Sol  eu  Escorpión 


15 

16 
17 
18 
19 

20 

•21 

22 
23 

24 

25 
26 
2" 
28 

29 

30 
31 


Sáb. 
Dora 

Lun. 
Mar. 

Miér, 

Juev. 

Vier. 

Sáb. 

Dom. 

Lun. 

Mar. 
Miér. 
Juev. 
Vier. 


Sáb. 

Dom 
Lun. 
Mar. 
Miér, 
Juev. 
Vier. 

Sáb. 

Dom. 

Lun. 

Mar. 

Miér. 

Juev . 

Vier. 

Sáb. 

Dom. 

Lun. 


s.  Remigio,  obispo. 

Jubileo.  —  Nuestra  Señora  del  Rosario.  —  ss.  Angeles 

custodios  y  Eleuterio,  mártir, 
ss.  Maximiano  y  Cándido,  mártires, 
s.  Francisco  de  Asís,  fundador.  —  Indulgencia  de  40  horas 

en  su  Iglesia. 
ss.  Froilán,  obispo.  Plácido  y  Victorino,  mártir. 
ss.  Bruno,  fundador,  y  Emilio,  mártir. 
f¿)  Cuarto  menguante  á  la  1  y  48  m.  de  la  larde. 
s.  Marcos,  papa  y  sta.  Justina,  viuda.  —  Indg.  de  40  horas 

en  Santo  Domingo  del  Santísimo  Sacramento. 
s.  Demetrio,  mártir  y  sta.  Brígida,  virgen  y  mártir. 
s.  Dionisio,  obispo  y  mártir*y  el  sto.  patriarca  Abraham. 
La  fiesta  de  la  Maternidad  de  María  Santísima.  —  ss.  Fran- 
cisco de  Borja,  Luis  Beltrán  y  Paulino,  obispo. 
ss.  Nicasio,  obispo,  y  Fermín. 

Ntra.  Sra.  del  Pilar  en  Zaragoza,  ss.  Prisciano  y  Edisto. 
ss.  Eduardo,  rey,  Fausto  y  Marcial,  mártires. 
ss.    Calixto,    papa  y   mártir,   Evaristo   y   sta.   Fortunata, 

bermanos. 
#  Luna  nueva  á  las  8  y  21  m.  de  la  mañana. 
La  fiesta  de  la  Pureza  de  María  Santísima.  —  sta.  Teresa 

de  Jesús,  virgen,  ss.  Bruno  y  Fortunato,  mártires. 
ss.  Martiniano,  Saturnino  y  Nereo,  mártires, 
s.  Florentino,  obispo  y  mártir,  y  sta.  Eduviges,  viuda. 
ss.  Lucas,  evangelista  y  Justo,  mártir. 
ss.  Pedro  de  Alcántara  y  Lucio,  mártir. 
ss.  Feliciano,  ob.  y  m.,  Juan  Cancio  y  stas.  Irene  y  Saula. 
s.  Hilarión,  abad,  sta.  Úrsula  y  compañeras,  virs.  y  mrs. 
{g£  Cuarto  creciente  á  las  4  y  52  m.  de  la  mañana. 
ss.  Felipe,  obispo,  Severo  y  sta.  María  Salomé. 
ss.  Pedro  Pascual,  obispo  y  mártir  y  Donato,  obispo. 
s.  Rafael,  arcángel. 

ss.  Gabino,  Crisanto  y  sta.  Daria,  mártires, 
ss.  Evarispo,  papa,  Servando  y  Germán  bermanos,  mártires. 
^  Ayuno.  —  s.  Fruto  y  sta.  Sabina,  mártir. 
ss.  Simón  y  Judas  Tadeo,  apóst.,  y  sta.  Cirila,  virg.  y  mr. 
cg  Luna  llena  á  las  8  y  1  m.  de  la  mañana. 
ss.  Narciso,  obispo,  Cenobio,  Farón  y  sta.  Eusebia,  mártir. 
ss.  Marcelo,  Claudio,  mártir  y  Lucain. 
^  Vig.  y  Absl.  —  s.  Nemesio  y  su  hija  sta.  Lucila,  márt., 

s.  Quintín,  mártir. 


Sclsale 
5  15 

5  13 
5  12 

5  11 

5    9 
5    8 


4  56 
4  55 

4  54 
4  52 
4  51 
4  50 
4  48 

4  47 


45 
44 
43 
42 
41  6 


4  40 
4  39 

38 


seponi 
5  38 

5  39 
5  39 

5  40 
5  41 
5  42 


5  43 

5  43 
5  44 

5  45 
5  46 
5  47 
5  47 

5  48 


49 
50 

51 

52 

5  52 

5  53 

54 

55 
56 

57 

58 

59 

0 

1 


6    1 
6    2 

6    3 


Nunca  trata  el  sabio  de  vengarse  de  sus  enemigos  :  deja  ese  cuidado  á  hi  vida. 


15  — 


\OVlElIISilE 


30  días  —  Sol  cu  Sagitario 


Mar. 
Miér. 

Juev. 

Vier. 
Sáb. 

Dom. 
Lun. 
Mar. 
Miér. 

Juev. 
Vier. 

Sáb. 

Dom. 
Lun. 
Mar. 
Miér. 
Juev, 
Vier. 

Sáb. 

Dom. 
Lun. 


Mar. 

Miér. 

Juev. 

Vier. 

Sáb. 

Dom, 

Lun. 
Mar. 
Miér, 


«í»  LA  fiesta  DE  TODOS  LOS  SANTOS.  —  ss.  Cesáreo  y 

Benigno,  mártires. 
La  conmemoración  de  los  fieles  difuntos.  —  ss.  Ciríaco  y 

Eudoxio,  mártires. 
Los  innum.  márts.  de  Zaragoza,  stas.  Eustaquia  y  Silvia. 
ss.  Carlos  de  Borromeo,  arzobispo  y  Nicandro,  ob.  y  márt. 
ss.  Félix,  Eusebio,  mrs.,  Zacarías  y  el  bto.  Martin  de  Porres. 
^)  Cuarto  menguante  á  la  i  10  y  11  m.  de  la  mañana. 
ss.  Severo,  obispo  y  mártir  y  Leonardo,  confesor. 
ss.  Florencio,  obispo  y  Amaranto,  mártir, 
ss.  Severo  y  Victorino,  mártires. 
La  dedicación   de  la  Basílica  del  Salvador  en  Roma.  — 

ss.  Teodoro  y  Alejandro,  mártires. 
5  Vig.  y  Abst.  ss.  Andrés  Avelino,  Trifón  y  sta.  Ninfa,  m. 
>í  S.  MARTÍN,  obispo.  Patrón  principal  de  esta  diócesis.  — 

ss.  Victoriano  y  Valentino.  —  Ind  de  40  h.  en  la  Catedral. 
ss.  Martín,  papa  y  mártir.  Rufo,  obispo  y  Diego  de  Alcalá. 
%  Luna  nueva  á  las  8  y  4  m.  de  la  tarde. 
ss.  Antonio,  Germán,  mártires  y  Estanislao  de  Kosca. 
Patrocinio  de  Ntra.  Sra.  —  ss.  Cleinentino  y  Serapio,  mr. 
ss.  Eugenio,  ob.  y  mr.,  Leopoldo  y  sta.  Gertrudis,  virg. 
ss.  Rufino,  Marcos  y  Valerio,  mártir. 
ss.  Gregorio,  taumaturgo,  y  Víctor. 

La  dedicación  de  la  Basílica  de  los  stos.  Apóstoles  s.  Pe- 
dro y  s.  Pablo.  —  s.  Máximo,  obispo, 
s.  Ponciano,  papa  y  mártir  y  sta.  Isabel,  reina. 
(D  Cuarto  creciente  á  la  0  y  48  m.  de  la  larde  (med'a  dia). 
ss.  Félix  de  Valois  y  Octavio,  mártir. 
La  presentación  de  Ntra.  Sra.  —  ss.  Alberto  y  Honorio,  mr. 

—  Indulgencia  de  40  horas  en  San  Miguel  y  en  la  Piedad 

por  su  titular. 
sta.  Cecilia,  virgen  y  mártir. 

s.  Clemente,  papa  y  mártir  y  sta.  Lucrecia,  virgen  y  mártir, 
s.  Juan  de  la  Cruz  y  sta.  Fermina,  virgen, 
sta.  Catalina,  virgen  y  mártir. 

Los  despojos  de  Na  Sa.  —  ss.  Pedro  Alejandrino  y  Fausto. 
Io  de  Adviento.  —  ss.  Facundo,  Primitivo  y  Acacio. 
Ó?i  Luna  llena  á  la  0  y  23  m.  de  la  mañana  [media  noche). 
ss.  Gregorio  III,  papa  y  Mansueto. 
^  Ayuno.  —  ss.  Saturnino  y  Filomeno. 
Ciérranse  las  velaciones.  —  s.  Andrés,  apóstol  y  sta. 

Justina,  virgen  y  mártir. 


solsiU 
4  37 


36 

33 
34 
33 

32 
31 
30 

30 

29 

4  28 
4  27 

27 
26 
25 
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24 

23 
23 


4  19 


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6    4 


6  9 
6  10 
6  11 

6  12 
6  13 

6  14 
6  15 

6  16 

6  17 
6  18 
6  19 
6  20 

6  21 
6  21 

6  22 


4  22 

6  23 

4  21 

6  24 

4  21 

6  23 

4  21 

6  26 

4  20 

6  27 

4  20 

6  28 

4  20 

6  29 

4  20 

6  30 

4  20 

6  31 

6  32 


Los  buenos  amos  hacen  los  buenos  criados  :  ¿  Que  extraño  es  pues,  que  sean  c>tos  u'timos 

tas  raros  ? 


16  — 


DICIEMBRE  —  31   días  —  Sol  en  Capricornio 


s.  Mariano,  sta.  Cándida,  mártires  y  sta.  Natalia. 
Ayuno  para  las  penónos  que  no  guardan  las  vigilias  reform. 

s.  Silvano  obispo  y  mártir  y  sta.  Bibiana,  virgen  y  mártir 
ss.  Francisco  Xavier,  Crispin  y  Claudio,  mártires. 
2°  de  Adviento.  —  s.  P.  Crisólogo,  ob.  y  sta.  Bárbara,  virg 
s.  Sabas,  abad  y  sta.  Crispina,  mártir. 
g>  Cuarto  mtnguante  á  las  5  y  49  m.  de  la  mañana. 
s.  Nicolás  de  Bari  y  sta.  Dionisia.  —  Indulgencia  de  40  h. 

en  su  iglesia. 

•  Vig.  y  Abil.  —  ss.  Ambrosio,  obispo  y  Policarpo,  mártir. 
§  LA  INMACULADA   CONCEPCIÓN   DE  MARÍA  SANTÍSIMA. 

—  ss.  Sifronio.  obispo  y  Macario,  mártires, 
stas.  Leocadia  y  Valeria,  virgen  y  mártires. 
Nuestra  Señora  de  Loreto.  —  stas.  Georgina  y  Eulalia. 
3o  de  Adviento.  —  ss.  Dámaso,  papa  y  Daniel  Estelita. 

Donato  y  sta.  Emerenciana,  virgen. 
Luna  nueva  á  las  7  y  26  m.  de  la  mañana. 
sta.  Lucia,  virgen  y  mártir. 

Témpora.  —  ss.  Nicasio.  obispo  y  Arsenio,  mártires. 
ss.  Ireneo,  Cándido  y  Fortunato,  mártires. 
Témpora.  — Ayuno.  —  ss.  Eusebio,  ob.  y  Valentín,  márt 
Témpora.  —  Ayuno.  —  ss.  L'izaro,  ob.  y  Floriano,  mártir. 
4°  de  Adviento.  —  La  espectación  de  Nuestra  Señora. 
^  Cuarto  creciente  á  las  11  y  5  m.  de  la  tarde. 
ss.  Nemesio  y  Ciriaco,  mártires, 
sto.  Domingo  de  Silos  y  sta.  Liberata,  mártir. 
s.  Tomás,  apóstol.  —  VERANO. 
Demetrio  y  Floro,  mártires. 
El  beato  Nicolás  Factor  y  sta.  Victoria,  virgen  y  mártir. 

•  Vig.  y  Abst.  —  ss.  Gregorio,  Luciano  y  Cenobio,  márt. 
í"  LA   NATIVIDAD    DE    NUESTRO  SEÑOR  JESUCRISTO.  — 

sta.  Anastasia,  virgen  y  mártir. 
s.  Esteban,  protomártir. 
©  Luna  llena  ó  las  7  y  23  m.  de  la  tarde. 
s.  Juan,  apóstol  y  evangelista. 

Los  santos  Inocentes,  ss.  Teodoro  y  Castor,  mártires. 
ss.  Tomás  Cantuariense,  ob.  y  m. ,  y  el  sto  rey  profeta  David. 
(£  Citarlo  creciente  á  las  3  y  10  m.  de  la  larde. 
Severo.  Honorio  y  Donato,  mártires. 

•  Vig.  y  Abst.  s.  Silvestre,  papa  y  stas.  Paulina  é  Hilaria, 
mártires. 


1 

Juev. 

2 

Vier. 

3 

Sáb. 

4 

Dom. 

5 

Lun. 

6 

Mar. 

7 

Miér. 

8 

Juev. 

9 

Vier. 

10 

Sáb. 

11 

Dom. 

12 

Lun. 

13 

Mar. 

14 

Miér. 

15 

Juev. 

16 

Vier. 

17 

Sáb. 

18 

Dom. 

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2ii 

Mar. 

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Miér. 

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Juev. 

23 

Vier. 

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Sáb. 

25 

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26 

Lun. 

27 

Mar. 

28 

Miér. 

29 

Juev. 

30 

Vier. 

31 

Sáb. 

Solsile 

\t 

4  19 

6 

4  19 

6 

4  19 

6 

4  19 

6 

4  19 

6 

4  19 

tí 

4  19 

6 

4  19 

6 

4  19 

6 

4  19 

6 

4  19 

6 

4  19 

0 

4  20 

6 

4  20 

6 

4  20 

(3 

4  20 

6 

4  20 

0 

4  20 

G 

4  21 

6 

4  22 

6 

4  22 

tí 

4  23 

tí 

4  24 

R 

4  24 

6 

4  25 

tí 

4  25 

tí 

4  26 

6 

4  2tí 

tí 

4  27 

tí 

4  28 

6 

4  29 

tí 

El  í¡ue  gasta  lodo  lo  que  gana,  cslá  siempre  al  bonde  de  la  miseria. 


LA    DEFINICIÓN    DE    LA    FELICIDAD 

(DE  MI  COLECCIÓN   DE  AUTÓGRAFOS) 

La  felicidad  es  una  palabra  injuriosa  con  que  los  hombres  de  buen 
istómago,  insultan  á  los  dispépticos.  D.  D.  Martinto. 

La  felicidad  es  el  amor,  único  ideal  cpie  puede  realizarse  en  la  vida. 

Martin  Coronado. 

feliz  es  no  tener  ni  odios  ni  remordimientos. 

Leopoldo  Djaz. 

La  felicidad  es  personal  u  general.  En  su  primer  carácter  es  sub- 
etiva,  reside  en  nuestro  interior  :  es  la  conformidad! 

La  felicidad  general  es  convencional  y  se  forma  de  la  acumulación 
le  pequeñas  infelicidades  individuales. 

Belisario  J.  Montero. 

La  verdadera   felicidad  reside  en   Dios ;  la  felicidad  terrena  es  su 
eflejo.  Isaac  Larrain. 

ieliz  es  querer  serlo  :  querer  es  poder;  luego  la  felicidad  está 

de  todos de  todos  los  (pie  saben  dirigir  su  voluntad. 

José  María  Oller. 
Por  copia  con/brmt  : 

M.  Castill  .  Portugal. 

._  _, 


LITERATOS    ARGENTINOS 


LEOPOLDO    DÍAZ 


—  19  — 


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-73 


03 

SU 

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CASTALIA    BARBARA 

EL    MAL 


I 
Canta  Lok  en  la  oscura  región  desolada 

Y  hay  vapores  de  sangre  en  el  canto  de  Lok. 
Allá  Hymir  apacienta  su  ño  de  hielo 

Que  obedi  jantes  que  tiemblan  —  la  voz  del  pastofl 

Canta  Lok  á  los  Vientos  helados  que  pasan, 

Y  hay  vapores  de  sangre  en  el  canto  de  Lok. 

II 
Densa  bruma  se  cierne.  En  las  rocas  abruptas 
La  ola  ronca  se  estrella  con  sordo  fragor. 
En  su  dorso  sombrío  se  mecen  los  barcos  salvajes 
Del  guerrero  de  rojos  cabellos,  huraño  y  feroz. 
Canfa  Lok  á  las  oías  oscuras  que  pasan, 

Y  hay  vapores  de  sangre  en  el  canto  de  Lok. 

III 
El  guerrero  de  rojos  cabellos  no  busca 
Los  tesoros  que  guardan  los  senos  de  Niord  ; 
Al  país  de  las  nieves  eternas  lo  lleva  su  barca 

Y  una  mano  invisible  y  maldita  conduce  el  timón. 
Canta  Lok  á  la  muerte  que  ríe  á  su  paso, 

Y  hay  vapores  de  sangre  en  el  canto  de  Lok. 

Ricardo  Jaimes  Freyre. 


ACUARELA 


-s^- 


Cuando  se  apaga  el  sol 
ii  Occidente,  hay  aquí,  en 
pedazo  de  tierra  ale- 
lada del  centro  mundano, 
mu  punió  nuo  refleja  y  co- 
pia aquel  paraíso  cantado 
por  los  poetas  antiguos. 

Un  añoso  árbol  cuya 
copa  se  pierde  entre  las 
nubes,  extiende  sus  ramas 
color  de  esmeralda  en  una 
vasta,  vastísima  extensión, 
produciendo  una  sombra 
pálida  y  dulce  que  imita 
arabescos  y  dibuja  las  más 
raras  y  pintorescas  imá- 
genes. Sombra  impacible 
y  fresca  de  donde  brotan 
efluvios  voluptuosos  y  va- 
ga© como  armonías  perdi- 
das los  acordes  lejanos  del 
viento  que  mueve  los  ár- 
boles, que  trae  los  susurros 
de  las  aguas  y  el  eco  de 
los  cantos  del  labrador 
que  abre  los  surcos. 

Apesar  de  su  encanto, 
no  es  el  punto  preferido 
por  los  que  habitan  en 
derredor  de  este  añoso  ár- 
bol, cuya  copa  besan  las 
tempestades  y  cuyas  ramas  filtran  al  través,  tantos  pálidos  rayos 
de  oro  y  recogen  murmurios,  himnos  y  plegarias. 


-  22  - 

—  ¡Es  hermoso,  sin  duda,  pero  es  tan  triste!  dice  la  humanidad 
alegre,  la  que  vive  entre  las  risas,  los  cantos  báquicos  y  los  con- 
ciertos en  que  flotan  ninfas  invisibles  y  visiones  sensuales. 

Ciertas  almas  decrépitas  encerradas  por  un  extraño  contraste  eni 
cuerpos  de  una  brillantez  incomparable,  exclaman  al  verlo.  ¡Cuánta 
belleza  perdida,  cuánta  inmensa  soledad!  La  soledad  se  hizo  para; 
el  amor,  esa  gloria  efímera,  esa  nada  exótica  que  se  vá,  que  se  fué, 
que  existe  en  el  poema,  en  la  leyenda,  en  las  historias  del  pasado, 
pero  no  ya  entre  la  humanidad  que  se  consagra  al  goce. 

Y  pasan,  pasan  en  torno  del  añoso  árbol,  saboreando  sus  quime- 
ras, aspirando  sus  efluvios,  sintiendo  sin  quererlo  el  flujo  y  reflujo 
de  emociones  desconocidas  y  cogiendo  entre  los  dedos  fríos  las  ex? 
tremidades  de  sus  ramajes  verdes  humedecidos  por  las  corrientes, 
saturados  de  electricidad,  empapados  del  universo  del  amor. 

¡  Ciegos !  niegan  el  amor  donde  todo  habla  de  él,  en  el  follaje 
mecido  por  el  viento,  en  los  cendales  de  oro  que  esparce  el  sol,  en 
las  aguas  del  pequeño  lago  donde  se  hunden  tristemente  las  imá- 
genes vagas  que  cruzaron  el  éter. 

¡  Niegan  el  amor,  y  bajo  ese  árbol  añoso  se  cantaron  himnos 
febricitantes,  se  deshojaron  tantas  flores  candidas  y  divinidades 
tiernas  y  apasionadas  siguieron  en  su  ruta  misteriosa  al  ídolo!... 

Y...  alguien  ha  oido  y  todavía  se  consérvala  huella  en  ese  tronco 
añoso  que  respetaron  los  siglos,  alguien  ha  oido  en  una  noche  silen- 
ciosa en  la  que  podia  escucharse  el  paso  de  una  nube  por  el  azul 
del  cielo,  el  estampido  de  una  arma  que  un  hombre,  no  un  poeta 
enfermizo  ni  un  adolescente,  perdido  el  ensueño  por  que  amaba  un 
ensueño,  aplicó  á  sus  sienes  pálidas,  para  huir  de  la  realidad,  de. 
esa  fría  realidad  en  que  la  filosofía  mata  el  ideal ! 


Marzo,  1897. 


Carolina  Freyre  de  Jaimes. 


IMPOTENCIA 


Quizás  en  suave  lira  yo  pudiera 
El  arrullo  imitar  de  la  paloma, 
O  poner  en  mis  versos  el  aroma 
Que  despide  fragante  primavera. 

Tal  vez  á  la  sonrisa  placentera 
Que  en  labios  como  pétalos  asoma 
Hasta  mi  lengua  tímida  el  idioma 
De  las  plácidas  musas  acudiera. 

A  tu  divino,  á  tu  gentil  portento 
Aun  pudiera  tornarse  el  pensamiento 
En  mariposa  azul  con  alas  de  oro... 

Sólo  hallo  con  pesar  que  no  podría 
Vaciar  en  una  estrofa  el  alma  mia 
Para  lograr  decir  como  te  adoro  ! 


Costa- Rica,  188Q. 


Justo  A.  Fació. 


LOS    MUSIQUILLOS 


A  Manuel  Castilla  Portiu 


I 


Junto  con  la  primavera,  las  llores  y  los  pájaros  han  llegado  tar 
bien  los  musiquillos,  los  niños  vagabundos  que  recorren  las  grandí 
capitales     recreando    á    la     multitud     con     sus     canturías    y    sus 

violines Son    las   únicas    golondrinas    que   nos    envia  la   vieja 

Europa  ;  pichones  implumes  que  el  huracán  de  la  miseria  ha 
arrojado  lejos  del  nido  maternal.  Flacos,  macilentos  y  haraposos. 
van  por  las  calles  cantando  sin  concierto  y  sin  compás  ;  sus  voce* 
finas  é  inciertas  parecen  remedar  una  queja,  y  el  canto  sollozante 
de  las  aves  que  huyen  de  la  nieve  y  buscan  en  otras  riberas  el  cala 
de  un  sol  mejor. 

Si  alguna  vez  los  halláis  á  vuestro  paso,  dadles  por  Dios  una 
limosna.  Ellos,  agradecidos,  tocarán  sus  violines.  y  os  harán  oir 
una  canción  de  amor 

II 

Los  musiquillos,  solitos  y  pensativos,  caminan  con  los  instrumen- 
tos debajo  del  brazo,  contemplando  las  vidrieras,  y  mirando  lo* 
patios  de  las  casas  ricas.  Han  salido  muy  de  mañana,  y  han  recorri4 


—    '17)   — 

do  en  vano  casi  toda  la  ciudad.  Sus  dedos  están  ya  cansados  de 
tanto  tocar,  y  sus  pies  doloridos  so  niegan  á  dar  un  paso  más.  En 
sus  rostros  demacrados  se  adivinan  sombras  extrañas :  tienen 
hambre.   En   sus  ojos  hundidos  se  vé  una  melancolía  infinita  y  se 

retrata  la  profunda  tristeza    de  un   recuerdo En   una  ignorada 

aldea  de  Bretaña,  en  la  gloriosa  Francia,  han  quedado  sus  viejos 
padres,   pobres    labradores    que    aran    constantemente    la   dura    é 

infecunda  tierra Antes  que  ellos  vuelvan  pasará   la  Muer 

allí,  y  se  llevará  todo  lo  que  dejaron  al  partir... 

En  el  nido  vacío   entrará  la  nieve,  y  el  viento  helado  del  in\ 
apagará  el    último    eco   de  la   canción  maternal.    1.  junios 

piensan  que  es  preciso  volver,  sin  acordarse  que  aún  no  pueden 
volar.  Entonces,  siguen  andando  y  cantando  sin  concierto  y  sin 
compás 

III 

Estamos  en  el  lluvioso  otoño.  Los  árboles  se  deshojan,  y  en  los 
ramajes  escuetos,  solloza  el  viento  de  abril.  En  mayo  hará  frío  y  en 
junio  helará.  Los  calles  están  silenciosas  y  enfanga*  modo 

que  no  se  pueden  transitar.  Las  vidrieras  se  vén  húmedas  y  vacías; 
las  puertas  cerradas  y  las  ventanas  mudas.  En  el  cielo  lívido  no 
hay  más  que  nubes  de  tormenta.  El  sol  desaparece  temprano  y  sus 
crepúsculos  amarillos  son  muy  monótonos  y  tristes.  A  la  ot 
la  ciudad  parece  un  cementerio.  Las  campanas  tañen.  El  fuego 
arde  en  la  estufa  de  los  ricos.   Las  damas  tienen  abrigos  de  pieles 

y  sus  niños  hermosas  cunas  y  calientes  abrigos Pero  ellos,  los 

vagabundos,  no  tienen  ni  fuego,  ni  pieles,  ni  hogar,  ni  abrigos,  ni  pan. 

Los  portales  que  les  sirven  de  refugio,  están  mojados  y  los  asilos 
cerrados.  ;.  Será  preciso  morir?:  Dios  mío!  Ya  no  hay  llores,  ni 
pájaros,  ni  estío  :  todo  agoniza  y  muere 

Y  el  cierzo  helado  <1"1  invierno  que  quema  las  manos  y  penetra 
los  huesos,  ha  ahuyentado  á  los  musiquillos  y  ha  hecho  enmudecer 
sus  instrumentos.  Los  débiles  pajaritos  que  cayeron  del  nidn  h  in 
tenido  que  huir  a  otras  ritieras  en  busca  de  un  sol  mejor. 

Cuando  vuelvan,  junto  con  la  primavera,  los  pájaros  y  las 
llores,  dadles  si  los  encontráis  á  vuestro  paso,  una  limosna  poi 
Dios...  Ellos,  sonriendo,  agradecidos,  locarán  sus  viejos  violines  y 
os  harán  oír  una  canción  de  amor 

'  rERÓNIHO    I'e', 

AhriL  1897. 


■fí  O  J  A  S 


¿  Ves  aquel  sauce,  bien  mío. 
Que  en  doliente  languidez 
Se  inclina  al  cauce  sombrío, 
Enamorado  tal  vez 
De  las  espumas  del  río  ? 
¿  Oyes  el  roce  constante 
De  su  ramaje  sediento, 

Y  aquel  suspiro  incesante 
Que  de  su  copa  oscilante 
Arranca  tímido  el  viento  ? 
Mañana,  cuando  sus  rojas 
Auroras  pierda  el  estío, 
Lo  verás,  húmedo  y  frío, 
Ir  arrojando  sus  hojas 
Sobre  la  espuma  del  río. 

Y  que  ella,  en  rizos  livianos 
Llevando  la  hoja  caida, 

La  selva  cruza  y  los  llanos. 
Para  dejarla  sin  vida 
En  los  recodos  lejanos. 
¡Ah!  cuan  ingrata  serias, 

Y  cuan  hondo  mi  dolor, 

Si  estas  hojas,  que  son  mías, 
Abandonara,  ya  frías, 
Como  la  espuma,  tu  amor  ! 
Rafael  Obligado. 


BELLEZAS    AMERICANAS 


ÍBEETHOVEN 


N  alta  noche  la  canción  serena 
Trae  en  su  giro  vagabundo  el  viento, 
Como  ráfaga  triste  de  un  lamento 
Que  allá,  en  el  fondo  del  pasado  suena. 


Oh!  cual  traduce  la  profunda  pena 
La  amarga  soledad  del  pensamiento, 
La  breve  dicha,  el  hondo  sufrimiento 
Con  frase  vaga  de  misterios  llena! 


Sobre  las  teclas  pálidas  del  piano. 
Desgranando  su  nota  cristalina 
Parece  una  libélula  tu  mano. 


Y  tu  frente  de  anémona  se  inclina 
Al  evocar  del  ruiseñor  germano 
La  sollozante  vibración  divina. 

Leopoldo   Díaz. 


EL,     TIEMPO 

Le  lernas,  cette  image  mobile 
De  rimmobile  éleraité. 

J.  B.  Rousseau. 

Tamas  he  conseguido  tener  un  reloj  arreglado  ;  me  pesa  la  nece- 
sidad de  darle  cuerda  periódicamente  y  aunque  comprendo  la  utili- 
dad relativa  de  esa  máquina,  nunca  la  habría  yo  inventado  aun 
teniendo  para  ello  la  capacidad  necesaria.  Me  fastidia,  Sin  poderlo 
remedia,  esa  minuciosa  división  del  tiempo  por  horas  y  porminj- 
o-  me  parece  ver  un  avaro  que  cambia  su  oro  por  monedas  de 
cobre  para  después  gastarlas  una  por  una.  Esas  divisiones  son  auto 
más  quiméricas  cuanto  que  ni  el  espacio  ni  el  tiempo,  pueden  tener 
uña  duración  absoluta,  sino  simplemente  relativa:  un  día  puede 
arrastrarse  más  lentamente  que  un  mes;  un  mes  escaparse  más  rá- 
Sdoque  un  día;  el  mismo  camino  que  hoy  nos  parece  corto  y  rápido 
en  otro  tiempo  nos  daba  una  idea  de  los  desiertos  mtermmables  de 

la¿irüempo  debe  juzgarse  como  las  medidas  de  capacidad,  no  por 
sus  dimensiones  eLriores,  sino  por  lo  que  el  contiene       ay    a   día 
laro-o  que  encierra  menos  acontecimientos  que   tal  fugaz   minuto 
hav  taíaño  que  si  se  le  espurgase  como  se  practica  con  las  n. 
quitándola  cascara,  las  fibras  inútiles  y  las  películas  amargas. 
quedaría  reducido  á  ciertos  días. 

El  tiempo  puede  compararse  á  una  gota  de  agua  de  jabón,  qu 
sopfada  por  un  canuto,  se  hincha  y  llega  á  hacerse  tan  granel 


—  30  — 

¡a  caben  de  un  niño;  ella  es  tanto  más  grande  cuanto  más  hueca 
esta;  asi  el  tiempo,  mientras  menos  lleno  es  más  largo  —  Hay  ho- 
ras en  nuestra  vida  durante  las  cuales  hemos  vivido  más  que  en  todo 
el  resto  de  nuestros  días. 

Por  otra  parte    esas  divisiones  del  tiempo  matemáticas  y  falsas  á 
la  vez,  han  quitado  mucha  poesía  á  nuestro  lemmaje 

¿hVZléndf°Si  Y  *?*  reI°jeS'  para  desi^n^r  c¡«*«"  V*¿  del 
día,  se  d.na  :  el  sol  se  levanta  tras  de  los  álamos.  Esto  despertaría 
ideas  risueñas  y  graciosas.  Merced  á  los  relojes  se  nos  dice:  son 
las  seis  de  la  mañana. 

Más  tarde,  en  lugar  de  pensar  que  el  sol  se  mira  en  el  estanque 
se  piensa  en  que  las  dos  manecillas  del  reloj  se  encuentran  sobré 
un  numero  doce  en  cifras  arábigas  ó  romanas. 
Por  la  tarde  dice  uno  :  son  las  seis. 

Sin   los  relojes  nos   veríamos   obligados   á  hacer   lodos  los  días 
nuevas  observaciones. 

El  sol  desaparece  detrás  de  las  nubes  enrojecida* 
No  hay  ya  en  el  ciclo  sino  una  tinta  de  oro  pálido 
Los  árboles  dibujan  sus  sombras  en  el. horizonte. 
El  viento  no  hace  ya  ruido  en  el  follaje. 
Los  pájaros  han  cesado  de  cantar. 
Ya  se  oyen  los  gritos  del  mochuelo,  ele  ,  etc 

Además  el  reloj  pone  una  especie  de  premeditación  en  lodos  los 
actos  de  nuestra  vida;  es  un  tirano  que  nos  prescribe 'el  hambre  la 
sed,  el  sueno,  el  reposo  y  el  trabajo;  es  también  un  reproche  conti- 
nuo para  nuestra  exactitud :  jamás  he  consultado  un  reloj  sin  aocr-  - 
cibirme  de  que  estoy  en  retardo  de  una  ó  dos  horas,  que  va  no  debe 
esperárseme  o  que  han  comido  sin  mí,  ó  que  mi  portero  me  hará 
tocar  seis  o  siete  veces. 

En  consecuencia,  yo  que  como  cuando  tengo  hambre,  que  duermo 
cuando  mis  ojos  se  cierran,  que  trabajo  cuando  tengo  necesidad  me 
abindono  a  la  vida  sin  inquietarme  poco  ni  mucho  de  la  hora  que 
puede  ser;  y  cuando  tengo  reloj  por  imitar  á  los  demás,  nunca  cuido 
de  arreglarlo  :  no  obstante,  estoy  seguro  de  que  sin  contar  nís  d  as 
ni  mis  horas,  no  viviré  por  eso,  más  de  prisa  ni  más  despido  que 
cualquiera  otro  y  hallaré  mi  cuenta  cabal  al  fin  de  la  vida 

México,  18-2.  FraNCISC0  Castilla  Portugal. 


HBHBOK 


EMA     Y     SABINO 


Erna  y  Sabino  se  amaban 
Con  ese  amor  sin  secretos, 
Sublime,  que  el  alma  guarda 
Como  un  divino  precepto. 
Amor  inocente,  puro, 
Franco,  tierno,  verdadero, 
Que  nace  y  se  desarrolla 
Entre  la  luz  de  un  ensueño, 
Que  vive  lejos  del  mundo, 
Que  hace  de  la  vida  un  templo 
Consagrando  á  sus  encantos 
Un  altar  dentro  del  pecho. 


Fueron  amigos  de  niños, 
Amigos  juntos  crecieron, 
Sus  gustos  eran  iguales, 
Iguales  sus  sentimientos. 
Como  dos  plantas  que  nacen 
Juntas  en  un  mismo  suelo 


Y  el  perfume  de  sus  hojas 
Mezclan  sin  temor,  sin  celo, 
Así  Erna,  niña  hermosa, 
Sabino,  mancebo  apuesto, 
Confundieron  el  perfume 
De  la  flor  de  sus  afectos. 


Dicen  :  que  al  ir  ante  Dios, 
A  cumplir  su  santo  anhelo, 
Murió  Erna,  y  tras  sus  huellas 
Fué  Sabino,  el  leal  mancebo. 
Trocándose  en  un  instante, 
Cediendo  á  fallo  severo 
El  blanco  cendal  de  novia 
Por  negro  crespón  de  duelo. 

Cuentan  :  que  desde  entonces, 
Los  vecinos  de  ese  pueblo, 
Ven  en  las  noches  de  calma 
Dos  estrellas;  según  ellos, 
Son  de  Sabino  y  de  Erna 
Las  almas  que  de  allí  huyeron 
Buscando  una  unión  más  grande  : 
La  unión  eterna  del  cielo. 

Emilio  X.'  Cuno. 


LA  MORAL  DE    BEBÉ 


(DIÁLOGO   PUERIL) 


L\  Abuela.  —  Habia  una  vez  un  muchachito,  que  era  muy  des- 
abediente  y  que  se  llamaba  Saturnino.  —  Siempre  se  metia  los  dedos 
sn  la  nariz  y  daba  mal  ejemplo  á  su  hermanita... 

Bebé.  —  Y  ¿  cómo  se  llamaba  su  hermanita  ? 

La  Abuela.  —  Se  llamaba  Sofía. 

Bebé.  —  ¡  Ah  ! 

La  Abuela.  —  Entonces  ,  cierta  ocasión  que  se  habia  metido 
mucho  los  dedos  en  la  nariz... 

Bebé.  —  Díme,  abuelita,  ¿  es  malo  meterse  los  dedos  en  la  nariz  ? 

La  Abuela.  —  ¡  Oh,  es  malísimo  !  Eso  dá  pena  al  buen  Dios... 

Bebé.  —  ¿Tiene  narices,  el  buen  Dios,  abuelita? 

Lv  Abuela.  —  Tiene  todo  lo  que  el  quiere  ;  hijo  mió. 

Bebé.  —  ¿  Sus  narices,  son  grandes  como  las  mias  ó  como  la 
pirámide  de  Mayo  ? 

La  Abuela.  —  Más  grandes,  amigo  mió.  Ño  tienen  límites. 

Bebé.  —  ¿  Qué  quiere  decir,  no  tener  límites,  abuelita? 

La  Abuela.  —  Hijo  mió,  eres  muy  joven  para  comprenderlo...  Te 
lo  explicaré  más  tarde. 

Bebé.  —  Entonces,  cierta  ocasión  que  se  habia  metido  mucho  los 
ted  s  en  la  nariz... 

I. a  Abuela.  —  Sacó  de  ellas  una  gran  serpiente  que  le  dijo... 

Bebé.  —  Y  ¿  tú  tigncs  una  gran  serpiente  en  la  nariz,  abuelita  Y 

3 


—  34  — 

La  Abuela.  — No,   hijito,    solamente   la   tienen    los   niños   des- 
obedientes. 

Bebé.  —  Y  ¿  el  buen  Dios  ? 

La  Abuela.  —  Tampoco. 

Bebé.  —  Yo  no  tengo  una  serpiente  en  la  nariz,  ¿verdad? 

La  Abuela,  —  No,  tu  eres   un  niño  razonable,   juicioso,   que -no 
pones  tus  dedos  donde  no  debes  ponerlos. 

Bebé.  —  Sí,  abuelita,  precisamente  los  pongo  donde  no  debo...' 
¡  donde  no  debo  ! 

La  Abuela.  —  ¡  Cielos  !  Y  ¿  adonde  los  pones  ? 

Bebé.  —  No  es  ciertamente  en  mi  nariz... 

La  Abuela.  —  Y  ¿  á  donde,  entonces,  desgraciado  ? 

Bebé.  —  ¿  Adonde  ? 

La  Abuela.  —  ¡  Responde  pronto  ! 

Bebé  (bajando  los  ojos).  —  En  el  armario  donde  guarda  mamá  los 
dulces. 

Mauricio  Beaubourg. 


ENTRE    CIELO    Y   TIERRA 


¿  Quién  eres,  ángel  bello 
Que  pesaroso 
Fuera  del  mundo  tiendes 
Tus  alas  de  oro? 
¿  Cuál  es  tu  pena  ? 
¿De  quién  huyes?... 

—  Del  hombre  : 
Soy  la  Inocencia. 

Y  ¿  lú  quién  eres,  ángel 
Que  de  los  cielos 
Con  inmortal  sonrisa 
Bajas  sereno? 
¿  Cuál  es  tu  patria  ? 
A  ¿  quién  buscas  ?... 

—  Al  hombre  : 
Soy  la  Esperanza. 

S.  López  Quijarro. 


POEMAS 


Sentado  en  mi  lecho,  y  un  libro 
De  tristes  memorias  abierto  en  las  faldas, 
Quería  copiar  un  poema 
Que  guardo  en  un  negro  rincón  de  mi  alma. 

No  sé  que  terribles  ideas 
Herían  mi  frente  cual  gotas  de  lava, 

Y  apenas  recuerdo  que  sólo 

El  libro  en  mis  manos,  temblando,  apretaba. 

Las  horas  huyeron,  con  ellas 
Huyó  de  mi  frente  la  negra  borrasca, 

Y  sólo  en  el  libro  desierto 

Quedaron  dos  huellas  de  llanto  grabadas. 

Entonces  hallé  que  era  inútil 
Fundir  las  ideas  en  huecas  palabras, 
Pues,  más  que  un  poema  de  genio, 
En  ciertos  instantes,  nos  dice  una  lágrima. 

D*°  D.  Martinto. 


—  30  — 


7& 

DESPUÉS    DEL    BAILE 


Ño  tornes  más  al  baile.  De  tu  vesce 
El  inhonesto  escote  dibujaba 
Los  orbes  de  tu  seno,  que  cien  ojos 
Con  lúbrico  apetito  devoraban. 
¡Y  luego  ese  tumulto  que  enardece! 

Y  ese  hervor  d  5  la  sangre,  que  arreb  a  ta ! 

Y  esa  abrasante  atmósfera,  que  altera ! 
,  Y  el  wals,  la  polka,  aturdidoras  danzas 
En  que  al  com;ás  de  t'atig  inte  orquesta 
Se  revuelca  la  turba  atarantada, 

Y  en  que  cualquiera  tu  flexible  talle 
Con  sus  manos  sacrilegas  enlaza 

Y  á  los  ojos  del  nombre  que  te  alora 


En  brazos  te  columpia  por  la  sala! 
No  vuelvas  más  al  baile.  Sacrificas 
Ese  tesoro  de  ilusiones  castas 
Que  encerraron  de  tu  alma  en  el  santuario 
Los  recuerdos  benditos  de  tu  infancia. 
No  tornes  más  al  baile,  vida  mía, 
Ambos  á  dos  en  seductora  holganza 
Las  nochespasaremos,  nuestras  minos 
En  contacto  magnético  enlazadas, 
Mis  ojos  en  tus  ojos,  comu'gando 
De  nuestro  amor  purísimo  en  las  aras 
Por  las  manos  uniéndose  ios  pechos, 
Por  los  ojos  besándose  las  almas  ! 
Víctor  Balaguer.- 


PRO    PATRIA! 


La  integridad  peligra.  ¡  Hasta  se  teme 
Que,  después  de  unos  dares  y  tomares, 
El  invasor  audaz,  destruya  y  queme 

Cortijos  y  olivares ! 
¡Al  arma,  vive  Dios!...  Vibra  guerrero 

El  toque  de  corneta, 

Y  tiembla  de  coraje  el  pueblo  entero 
Calada  en  el  fusil  la  bayoneta. 

La  patria  sacrifica  á  la  metralla 
La  vida  de  sus  hijos. 

Y  muere  sobre  el  campo  de  batalla 

Honrosa  y  dignamente ¡  la  canalla 

Que  no  tiene  olivares  ni  cortijos! 

Sinesio  Delgado. 


Vil    9&VVISV6 


A   mi  hija  Fanny. 


La  escena  se  desarrolla  en  casa  de  un  amigo  mió  á  donde  me 
encuentro  en  ese  momento  :  su  hija  mayor,  la  simpática  Teresita, 
festeja  el  quinto  ó  sexto  bautismo  de  su  hijita,  una  preciosa  rubia, 
de  biscuit,  que  mueve  brazos  y  piernas  y  cierra  juiciosamente  los 
ojos,  cuando  su  mamita'  la  coloca  en  la  posición  horizontal. 

Es  María  Teresa,  la  muñeca,  una  preciosa  criatura.  Su  adorable 
carita  encuadrada  en  un  nimbo  de  oro  finísimo,  parece  formada  de 
leche  y  pétalos  de  rosa  ;  sus  azules  ojos,  por  lo  oscuros,  de  cobalto,  y 
su  boquita,  apenas  abierta,  deja  ver  una  hilera  de  menuditos  pedazos 
de  marfil,  avezados  á  las  golosinas  que  su  mamá,  demasiado  débil, 
le  prodiga  para  calmar  su  llanto. 

Después  de  largos  coloquios  y  maduras  reflexiones  sobre  el  menú 
de  la  colación  á  que  debían  hacer  honor  los  invitados,  diez  ó  doce 
chicuelos,  bulliciosos  y  alegres,  una  vez  concluida  la  ceremonia  del 
bautismo,  la  dueña  de  la  casa,  de  acuerdo  con  la  madrina,  una  des- 
pierta morocha  de  ocho  abriles,  dispuso  que  se  compusiera  de  lo 
siguiente  :  Varias  tajadas  de  salame,  mortadela,  y  otros  fiambres 
colocados  en  bandejas  de  papel  y  rodeados  de  aceitunas;  un  las- 
cado frito  por  la  misma  madrina,  en  la  cocina  económica  que  posee 


—  38  — 

Teresita  ;  un  pastel  relleno,  regalo  del  padrino  ;  bombones,  pedazc 
de  dulce  confitado,  ciruelas,  pasas,  almendras  y  otra  porción  de  g< 
losinas  que  los  convidados  respetaban  á  duras  penas,  devorando!; 
anticipadamente  con  los  ojos. 

Fué  un  verdadero  problema  la  cuestión  del  arreglo  de  Mar 
Teresa,  para  ir  á  la  iglesia.  —  Una  de  las  amigas  de  Teresita,  tra 
uno  de  los  cajones  del  lavatorio  de  la  mamá  de  estay  en  él,  r-i-vuel 
y  en  desordenada  confusión,  pude  admirar  las  infinitas  prendas  c 
que  hace  uso  la  coquetería  femenina. 

Cofias,  baberos,  gorras,  corpinos,  calzones  con  puntillas,  camisi 
de  color,  trajes  de  casamiento,  de  teatro,  de  casa,  adornados  con  p 
samanería,  llenos  de  abalorios,  todos  ellos  restos  de  las  evolucioni 
del  gusto  ó  de  los  posibles  de  la  mamá  de  Teresita,  pues  casi  podr 
decirse  que  cada  uno  de  los  trajes  que  ésta  guardaba  en  su  roper 
estaba  representado  en  el  revuelto  guardaropa  de  la  muñeca,  mod 
ficado  por  la  fantasía  de  su  dueña  ó  por  la  interpretación  que  dabp 
lo  que  veia  hacer  ó  discertir  á  su  mamá,  con  la  modista. 

Por  fin  la  elección  recayó  en  un  traje  color  marrón,  adornado  ■ 
terciopelo  granate,  y  en  una  gorrita  de  encajes,  y  pueden  usted* 
creer  que  cuando  se  me  presentó  Teresita  y  su  comitiva  llevam 
á  su  hija  para  el  bautismo,  me  quedé  enamorado  de  la  distincid 
y  elegancia  con  que  habia  sido  adornada  la  rubieeita. 

Varios  banquitos  y  unos  cajones  vacíos,  colocados  en  el  patio 
la  casa,  al  lado  de  algunos  tiestos  conteniendo  plantas,  fueron  l 
carruajes  en  que  la  concurrencia  se  trasladó  á  la  iglesia.  La  ilusí> 
resultaba  completa,  pues  no  faltaron  ni  los  tumbos,  ni  el  ruido  de  1 
pisadas  de  los  caballos,  ni  las  interjecciones  de  los  cocheros.  —  U 
vez  transcurrido  cierto  tiempo,  que  los  chicuelos  creyeron  necesai 
para  llegar  hasta  la  iglesia,  todos  se  dirigieron  á  un  rincón  d 
patio,  y  allí,  encima  de  una  de  las  plantas,  tuvo  lugar  la  ceremoni 
—  La  madrina,  llevando  en  brazos  á  su  tierna  ahijadita,  se  aproxi 
á  uno  de  los  invitados,  monigote  de  nueve  años,  que  se  preste 
desempeñar  el  papel  de  oficiante,  y  sacándole  la  gorrita  á  Mal 
Teresa,  esperó  á  que  éste  pronunciara  las  palabras  sacramentah 
No  sé  que  palabras  refunfuñó  éste  entre  dientes,  sólo  pude  oir  q 
concluyó  su  oración  con  estas  :  Domino  Dio  nostro.  Amen,  y  que  1 
concurrentes  encontrando  larga  la  ceremonia,  cuchicheaban  por 
bajo. 

Ej.hó  el  improvisado  Bautista,  agua  encima  de  la  cabecita  de 
muñeca  :  la  madrina  simuló  algunos  débiles  quejidos,  volvió  á  c 


—  39  — 

locar  su  gorra  á  la  nueva  cristiana  y  los  asistentes  se  precipitaron  á 
la  mesa,  ya  arreglada  y  dispuesta.  —  No  faltó  á  este  simulacro  de 
bautismo,  caricatura  de  los  que  á  diario,  celebran  las  personas 
mayores,  ni  el  consabido  grito  de  «  padrino  pelado  »,  «  padrino 
pelado  »,  que  los  chicuelos,  repetían  con  esa  inconveniencia  ado- 
rable, que  los  hace  tan  temibles. 

M.  Castilla  Portugal. 


<£^  SXi 


Para  aliviar  á  aquellos  que  destierra 

Y  darles  la. esperanza  y  el  consuelo, 
Dios  puso  las  mujeres  en  la  tierra 

Y  derramó  los  astros  en  el  cielo. 

Dio  luz  al  valle  y  á  los  bosques  bruma, 
Nieve  á  los  montes  y  á  los  soles  llama; 

Y  á  la  entreabierta  flor,  dijo  :  ¡  Perfuma  ! 

Y  al  corazón  de  las  mujeres  :  ¡  Ama  ! 

M.  Gutiérrez  Nájera. 


—?Síí±ptjr^¿^^S>^-- 


W  r 


\f&0? 


EL  ÁGUILA   Y   LA   SERPIENTE 

FÁBULA 


A  una  águila  poderosa 
Volar  hacia  un  monte  vio 
Cierta  serpiente  envidiosa; 
Y  arrastrándose  afanosa 
También  al  monte  subió. 


Veces  mil  la  suerte  ciega, 
Caprichosa  se  doblega 
Ante  los  hombres  más  viles, 
Y  adonde  el  águila  llega, 
Llegan  también  los  reptiles. 
José  Rosas. 


23  5^2  «CP  33  *^~»  <^  ^ 


Rie,  en  el  hermoso  hoyuelo 
Un  beso  quiero  enterrar, 
Luego  ponte  seria,  y  nadie, 
Nadie  lo  conocerá. 

Graba  bien  esta  máxima  en  tu  mente, 
Consuelo  del  mortal  atribulado  : 
No  hay  bien  como  el  ageno  y  el  pasado; 
No  hay  mal  como  el  propio  y  el  presente. 

Joaquín  M.  Bartrina. 


CELEBRIDADES    ARTÍSTICAS 


LOS  RUBÍES 
(Versión  de  M.  Castilla  Portugal). 

A  mi  hermano  Eduardo. 

Vi  en  cierta  ocasión  á  un  joven  loco  que  rompia  guijarros 
en  el  camino,  no  por  oficio  sino  por  manía.  Tomaba  una  á 
únalas  piedrecitas,  las  golpeaba  con  un  martillo  y  vivamente, 
con  indefinible  ansiedad,  escudriñaba  los  pedazos,  los  revol- 
vía, arrojándolos  después  á  lo  lejos,  con  aire  abatido. 

—  ¿Qué  busca  usted  en  esos  guijarros?  pregúntele. 

—  El  filón  del  oro,  que  debian  contener  —  respondióme; 
pero  no  lo  encuentro  nunca,  ¡oh!  nunca. 

Me  dio  lástima. 

—  Es  bien  triste,  repuse,  mientras  que  él,  interrumpiendo, 
su  tarea,  agregó  : 

—  Mucho  más  triste  era  en  otro  tiempo,  en  que  yo  en  lugar 
de  romper  piedras  en   los  caminos,  rompia  rubíes.  Iba  de: 
mujer  en  mujer,  lleno  de  tristeza  y  cólera.  Tomaba  sus  co- 
razones, de  doncellas,  de  esposas,  de  cortesanas.  Todos  eran 
rojos  pero  todos  estaban  duros  y  helados,  semejantes  á  rubíes 
crueles;  y  era  en  vano  que  yo  al  herirlos  con  el  mío,  hiciera 
abrir  esos  corazones;  nunca  encontré  en  ellos,  el  filón  de 
amor  que  hubieran  debido  contener;  nó,  jamág,  ¡oh,  jam  ás  !  j 

Catulo  Mexdés. 


LA     PORTENA    * 


MU-ntras  el  hombre  ejercita  sus  facultades  en  el  sentido  de  modi- 
ficar los  animales  domésticos  ó  los  plantas,  hace  elección  artificial; 
pero  el  hombre  mismo  es  susceptible  óV  variación,  es  capaz  de 
realizar  con  su  propia  especie  esas  acumulaciones  de  selección  de- 
que hablábamos  al  ocuparnos  de  la  rosa  disciplinada. 

En  las  deliciosas  páginas  que  van  á  leerse  y  que  fuer 
por  Pablo  Mantegazza  á  propósito  de   la  mujer  portefia,  y  que,  en 
general,  puede  decirse  que    se   refieren  á  la  mujer  i,   hay 

motivos  para  un  estudio  interesante,    aplicado    al  principio  de  la 
selección  sexual. 

*  Del  libro  Cárloi  Rubedo  Darwin,  ¡»jv  el  D«  Ed.  L.  Holmberg. 


—  44  - 

—  ¿  Ha  visto  usted  á  la  Porteña  ?  —  No,  no  he  visto  de  ella  ni  el 
rostro,  ni  la  mano,  ni  el  pié.  Apenas  si  he  percibido  su  sombra 
cuando  daba  vuelta  la  esquina  de  la  calle  :  pero  de  seguro  que  es 
una  americana,  una  Porteña.  Ninguna  otra  mujer  de°este  mundo 
habría  plegado  el  cuerpo,  recogido  el  vestido  de  esa  manera-  nin- 
guna hija  de  Eva  habría  sabido  con  tanta  elocuencia  de  mímica 
con  mayor  templanza  de  movimientos  perversos,  deciros  :  Sov  la 
delicia  y  el  tormento  del  hombre. 

la  Porteña  tiene  sangre  andaluza  en  sus  venas  ¡  posee  todas  las 
seducciones  de  la  gracia  y  del  ingenio,  v  aunque  las  disimula  está? 
dotada  de  todas  las  cualidades  físicas  que  los  árabes  exigen  del  sexo 
femenino.  Despide  el  perfume  de  una  flor  de  invernáculo  que  más 
se  adivina  que  se  siente;  maneja  los  infinitos  artificios  indefinibles 
de  la  mas  difícil  de  las  artes,  así  como  la  más  peligrosa,  que  consiste 
en  despertar  deseos,  en  ser  y  no  ser;  en  hacer  que  el  hombre  gire 
en  alguno  de  los  círculos  del  Paraíso  que  no  recorrió  Dante  en  el 
cual  el  tedio  dista  tanto  de  la  alegría  como  de  la  impaciencia.  Pero 
al  mismo  tiempo,  bajo  aquella  atmósfera  emanada  de  la  civilización 
y  cargada  con  la  experiencia  de  los  siglos,  se  esconde  la  mujer  la 
hija  de  Eva,  que  en  la  robustez  de  las  formas,  en  el  vigor  de  'las 
carnes,  promete  ser  excelente  madre  y  no  menos  excelente  esposa 
Las  vestiduras  del  arte  son  inferiores  á  las  perfecciones  de  la  Natu-  ' 
raleza  y  bajo  el  artificio  de  la  señorita  se  oculta  la  estatua  de  Venus 
que  ningún  escultor  desdeñaría  reconocer  por  obra  de  su  cincel 

la  gracia  tiene  entre  las  debilidades  femeniles  :  ignóralas 
jaquecas,  las  convulsiones,  la  palidez  cerúlea  de  nuestra  lenta  asfixia 
europea.  El  viento  y  el  sol  acariciaron  su  tez,  y  su  seno  destinado 
por  la  Naturaleza  para  dar  asilo  á  la  primera  existencia  del  hombre 
fue  sacudido  á  menudo  por  el  violento  andar  del  caballo  en  la  llanura 
Ls  un  fruto  cuya  forma  embelleció  el  cultivo  v  avivó  la  fragancia  • 
pero  en  el  cual  el  sabor  agreste  y  natural  se  conserva  puro  v  sin 
mezcla.  . 

El  cabello  de  la  Porteña  es  negro  y  luciente:  tiene  la  frente  espa- 
ciosa, ojos  renegridos,  grandes  y  sombreados  con  larguísimas  pes- 
tañas ;  su  nariz  guarda  un  término  medio  entre  la  petulancia  de  la 
Irancesa  que  mira  hacia  arriba  y  la  majestad  de  la  española  que  se 
encorva  demasiado  hacia  abajo  ;  su  boca  es  pequeña  y  poco  sensual. 
bu  mirada  di  provocativa  ni  enteramente  casta,  es  más  bien  orgu- 
llosa  ;  pero  de  una  clase  de  orgullo  que  no  humilla,  porque  puede 
vencerse,  mirada  más  intrépida  sin  duda  que  la  de  las  europea, 
todas  ;  que  sena  desfachatada  si  no  fuese  tan  franca  :  es  la  mirada 
Tuerte  por  herencia  y  no  por  conquista  de  una  naturaleza  poderosa 
reposada,  segura  de  sí  misma  v  á  veces  irónica 

El  cuerpo  de  la  Porteña,  es  siempre  airoso,  aun  cuando  la  acom- 
pañe un  rostro  sin  hermosura.  Entre  la  turba  infinita  de  mujeres 


—  45  - 

se  distingue  el  cuerpo  de  la  argentina  por  su  porte  constantemente 
noble  y  resuelto.  Menos  plástica  que  la  holandesa,  menos  vaporosa 
que  la  francesa,  su  piel  es  encendida  y  morena  cubriendo  carnes  de 
bronce,  que  sólo  la  muerte  es  capaz  de  destruir.  Las  lineas  curvas 
de  todo  su  cuerpo,  no  las  debe  al  arte  de  la  modista,  sino  á  la  estruc- 
tura de  su  conformación,  y  como  no  provienen  del  capricho  variable 
de  la  moda,  son  inmutables  y  permanentes  como  la  Naturaleza. 

La  mujer  Porteña  promete  más  pasión  que  la  que  en  realidad 
abriga  en  sí ;  es  menos  móvil  y  maleable  que  la  francesa ;  no  posee 
la  sólida  cultura  y  el  sentimiento  religioso  de  la  inglesa  ;  pero  es 
más  mujer  que  ambas.  Lo  que  no  sabe,  lo  adivina  ;  poco  le  importa 
aquello  que  no  comprende  ;  amable  en  la  ignorancia  como  en  la 
cien' ia,  sabe  embellecer  la  sociedad  que  la  rodea  con  su  franca  ale- 
gría, propia  de -quien  está  seguro  de  su  poder;  enamora  con  su 
gracia  sin  artificio,  conquista  con  su  noble  atrevimiento,  y  sabe 
conservar  los  trofeos  con  el  constante  intlujo  de  la  belleza.  Es  la 
Venus  griega  embellecida  con  el  barniz  de  la  civilización  moderna. 

La  mujer  Porteña  toca  el  piano  regularmente,  habla  el  francés  j  , 
el  inglés  y  el  alemán.  Idolatra  las  modas,  los  paseos  y  el 
teatro.  La  sociedad  le  dá  derecho  á  exigir  un  culto  casi  divino,  y  por 
lo  tanto  exige  del  marido  mucho  lujo,  mucho  dinero,  muchas  emo- 
ciones. Pero  si  la  fortuna  adversa  la  empobrece,  sabe,  como  todas 
las  de  su  sexo,  conservar  el  caudal  de  su  belleza  en  medio  de  la  hu- 
mildad de  su  vestido.  Señora,  desde  niña,  de  sus  gustos  é  inclina- 
ciones, no  soporta  que  la  impongan  un  marido,  y  está  segura  de  que 
no  la  venderán  como  á  una  esclava,  puesto  que  no  tiene  obligación 
de  llevar  dote  al  matrimonio.  Como  mujer  es  más  virtuosa  que  mu- 
chas otras,  dando  así  la  razón  á  la  célebre  sentencia  de  Piousseau. 

La  mujer  argentina  cria  generalmente  sus  hijos;  domina  al  hombre 
con  la  fascinación  de  su  belleza  y  exige  mucho  porque  también  dá 
mucho.  Ella,  sin  otro  argumento  que  su  propia  naturaleza,  desmiente 
á  los  autores  europeos  de  novelas,  que  atribuyen  á  las  criollas  una 
excesiva  riqueza  de  apetitos  sensuales.  La  concupiscencia,  más  que 
de  la  fuerza  de  los  sentidos,  es  fruto  bastardo  de  la  corrupción,  y  la 
naturaleza  robusta  es  de  sobra  más  inocente  que  la  impotencia  des- 
templada. 

La  argentina  tiene  mucha  parte,  aunque  indirecta,  en  los  aconte- 
cimientos de  su  país,  á  causa  de  que  los  hombres  dan  gran  precio  á 
la  más  pasagera  de  las  sonrisas.  Ella,  sin  duda,  sabrá  hacer  mejor 
uso,  que  hasta  aquí,  de  esa  iníluencia  poderosa,  dulcificando  las 
costumbres,  y  concediendo  más  mérito  al  ingenio  y  al  saber  que  á  la 
riqueza. 

Entre  todas  las  hijas  d  •  Eva,  la  Porteña  tiene  menos  derecho  que 
ninguna  otra  mujer  de  este  mundo  para  maldecir  la  Providencia  que 
ha  sido  con  ella  tan  oenerosa. 


-  40  - 

Hasta  aquí  el  espiritual  escritor  italiano.,  y  yo  por  mi  parte  debo 
agregar :  que  la  Porteña,  por  cuanto  en  la  provincia  de  Buenos- 
Aires  hay  más  población  extranjera  y  por  esto  mismo  en  mayor 
grado  en  la  capital,  sufre  modificaciones  visibles  de  día  en  día,  de 
tal  manera  que  va  á  llegar  una  época  en  que  las  Porteñas  serán 'tan 
lindas  y  tan  graciosas  que  tendrá  que  venir  otro  Mantegazza  á  cantar 
la  maravilla.  Aquí  ya  no  hay  tipo  propio.  Xo  hay  inás  que  algo 
precioso  indefinible.  En  algunas  provincias  argentinas  se  conservan 
todavía  los  rasgos  hispano-arábigos  con  cierta  pureza  étnica  que 
permite  á  veces  hasta  referir  á  tal  ó  cual  tipo  de  España  el  de  sus 
habitantes.  Ello  va  á  desaparecer,  sin  duda  alguna,  como  está  suce- 
diendo en  Buenos-Ajres  y  también,  aunque  en  menor  grado,  en  el 
Rosario. 

En  algunos  países  de  Europa  hay  dote,  y  como  la  dote  es  para  la 
mujer,  allí,  una  garantía  de  W  %  de  probabilidades  de  obtener  ma- 
rido, este  mira  en  mucho  la  dote,  de  donde  resulta  que  la  selección 
de  caracteres  personales  se  halla  en  parte  limitada  por  un  obstáculo 
enérgico  :  el  dinero. 

Aquí  no  existe  la  dote  como  institución  civil,  pero  ello  no  está  pro- 
hibido seguramente,  ni  por  el  hecho  de  tener  fortuna  ha  de  carecer 
de  grandes  ventajas  personales  una  mujer. 

Mas.  como  en  general  interviene  en  nuestro  país  un  agente  pode- 
roso, cual  es  el  equilibrio  de  las  voluntades,  el  amor  recíproco,  en 
relación  con  la  selección  de  belleza,  inteligencia  y  gracia,  la  resul- 
tante de  esta  media  de  selección  es  un  tipo  bello,  inteligente  y 
gracioso. 

El  elemento  perturbador,  nosotros  los  feos...  Pero  esta  cuestión  se 
complica  demasiado. 

La  teoría  queda  expuesta. 

Ediardo  L.  Holmberg. 


^^ 


^^O 


Tengo  sobre  mi  mesa  una,  escultura 
Pulida  en  blanco  mármol  de  Carrara, 
Venus  llena  de  luz  y  de  hermosura, 
Con  blondos  rizos  y  sonriente  cara. 

Y  aunque  carecen  de  fulgor  sus  ojos, 
De  perfume  su  boca  provocante, 
Su  tez  marmórea  de  matices  rojos... 
Cuando  la  miro,  la  contemplo  amante. 

Tornando  anoche  de  un  festín,  la  mente 
Por  alcohólicos  gases  trastornada, 
Entré  en  mi  alcoba  y  me  senté  á  su  frente 
Envolviéndola  en  lúbrica  mirada. 


¡Qué  hermosa  estaba!  Mi  cabeza  loca 
Empezó  á  desvariar,  falta  de  seso. 
Besos  pedia  su  sonriente  boca  : 
Aproximé  la  mía  y...  ¡  la  di  un  beso  ! 


—  48  — 

Y  otro!  Y  otro  después!  Trémulo,  incierto, 
Las  cuencas  de  sus  ojos  contemplaba. 
Me  parecia  que  aquel  busto  yerto 
Se  llenaba  de  vida  y  me  miraba! 

—  Te  amo,  te  adoro,  Venus,  —  la  decía. 
Habíame,  tu  silencio  me  impacienta. 
Y  besaba  otra  vez  su  boca  fría 
Que  aplacaba  mi  sed  calenturienta. 

Ratos  después,  doblando  la  cabeza 
Por  los  vapores  del  alcohol  rendido, 
Muy  junto  al  pedestal  de  la  belleza 
Pulida  en  mármol,  me  quedé  dormido. 

Llegó  el  día.  La  luz  de  la  mañana 
Me  despertó  besándome  en  la  frente. 
Al  travéz  del  cristal  de  la  ventana 
Vi  á  la  aurora  surgiendo  en  el  Oriente. 


Y  á  Venus  junto  á  mí,  siempre  hechicera, 
Que  aunque  reia,  con  severo  ceño 
Parecia  decirme:  —  Calavera, 
He  velado  las  horas  de  tu  sueño. 

Máximo  Villafaxe. 


EL  ESPEJO 

(Versión   de   M.  Castilla   Portugal). 


A  mi  madre. 

Blanca  y  rosada,  como  flor  de  almendro,  llegó  á  los  países 
septentrionales,  una  criollita  de  quince  años,  procedente  del 
país  de  los  colibríes,  traída  por  un  viento  de  amor...  Los  de 
su  país,  le  decían  :  No  te  vayas,  hace  mucho  frío  en  el  conti- 
nente. Te  matará  el  invierno.  Pero  la  criollita  no  creia  en  el 
invierno  y  no  conocía  el  frío  sino  por  haber  tomado  sorbetes  ; 
además  estaba  enamorada  y  no  tenia  miedo  á  la  muerte... 
Y  hela  aquí,  que  desembarca  en  el  país  de  las  brumas,  con 
sus  abanicos,  su  hamaca  y  su  jaula  de  dorados  barrotes, 
llena  de  pájaros  de  su  tierra. 

Cuando  Bóreas,  el  viejo  del  Norte,  vio  venir  á  esta  flor  de 
las  islas,  que  en  un  rayo  le  enviaba  el  Mediodía,  tuvo  lástima 
y  pensando  que  el  frío  no  haría  sino  un  bocado  con  la  mucha- 
chíta  y  sus  colibríes,  se  dio  prisa  á  encender  su  gran  sol 
amarillo  y  se  vistió  de  verano  para  recibirlos...  La  criollita 


—  oU  — 

cayó  en  la  trampa  :  creyó  que  ese  calor  del  Norte,  pesado  ; 
brutal,  duraría  siempre;  que  esa  eterna  verdura  sombría  er¿ 
verdura  de  primavera  y  suspendiendo  su  hamaca  en  el  fond< 
del  parque,  entre  dos  pinos,  se  abanicaba  todo  el  día,  me 
ciéndose  confiada. 

Y  decia  riendo  :  —  Hace  mucho  calor  en  el  Norte;  —  per< 
después  de  un  rato  de  reflexión,  agregaba  algo  inquieta 
—  ¿Por  qué  en  este  extraño  país  las  casas  tendrán  los  muro: 
tan  espesos  y  en  todas  las  piezas  habrá  tapices  y  pesada: 
coleaduras?  —  ¿  Qué  objeto  tendrán  esas  grandes  estufas  dt 
loza,  esos  montones  de  leña  que  se  apilan  en  los  patios  ? 
esas  pieles  de  zorro  azul  que  adornan  los  abrigos  que  duer- 
men en  el  fondo  de  los  armarios?...  Pobre  chiquita,  biei 
pronto  vá  á  saberlo. 

Una  mañana  la  criollita  se  despertó  tiritando.  El  sol  hí 
desaparecido  y  del  cielo  oscuro  que  parece  haberse  acercad( 
por  la  noche  á  la  tierra,  cae  por  copos  una  pelusa  blanca  j 
silenciosa,  como  la  que  hay  debajo  de  los  algodoneros.. 
¡  He  ahí  el  invierno!  Ya  llegó.  —  El  viento  silba,  las  estufa: 
roncan.  —  Los  colibríes  no  gorjean  ya  en  la  gran  jaula  d< 
dorados  barrotes.  —  Sus  alitas  de  color  azul,  rosa,  punzó  3 
verde-mar,  permanecen  inmóviles  y  dá  pena  verlos  acurru- 
cados unos  contra  otros,  aletargados  y  entumecidos  por  e 
frío.  Allá  abajo  en  el  fondo  del  parque  la  hamaca  tiembh 
llena  de  escarcha  y  las  ramas  de  los  pinos  parecen  de  crista! 
hilado...  La  criollita  tiene  frío  y  no  quiere  salir  más. 

Acurrucada  como  uno  de  sus  pajarillos,  pasa  su  tiempo  ai 
lado  del  fuego,  ocupada  en  mirar  la  llama  y  en  forjarse  ur 
sol  con  sus  recuerdos.  Vuelve  á  ver  todo  su  país,  en  la  grac 
estufa  luminosa  y  ardiente  :  los  largos  muelles,  llenos  de 
sol,  junto  con  la  rubia  azúcar  de  caña  que  chorrea  y  los  gra- 
nos de  maiz  que  flotan  en  un  polvo  de  oro:  después  las  sies- 
tas del  medio  día,  las  cortinas  de  vivos  colores,  las  esteras 
de  paja,  las  soberbias  noches  estrelladas,  las  moscas  de  luz 
y  las  miríadas  de  alitas  que  zumban  entre  las  flores  ó  en  las 
mallas  de  tuf  de  los  mosquiteros. 

Y  mientras  que  así  sueña  delante  del  fuego,  los  días  de 
invierno  se  suceden,  cada  vez  más  cortos  y  sombríos.  Todos 
los  días  amanece  un  colibrí  muerto  en  la  jaula;  ya  no  que* 
dan  sino  dos,  que  parecen  dos  vedijas  de  plumas  verdes  que 
se  erizan  unas  contra  otras  en  un  rincón 


—  51  — 

Esa  mañana  la  criollita  no  ha  podido  levantarse.  Como  á 
in  barquichuelo  sorprendido  por  los  témpanos  del  Norte,  el 
río  la  estrecha,  la  paraliza.  La  oscuridad  reina  y  su  cuarto 
stá  triste.  La  escarcha  se  ha  apoderado  de  los  vidrios  y  ha 
mesto  en  ellos  un  espeso  tapiz  de  seda  mate.  La  ciudad  pa- 
ece  muerta  y  en  las  calles  silenciosas  sólo  se  percibe  el 
ilbido  lamentable  del  viento... 

En  su  cama,  la  criollita  para  distraerse  hace  lucir  las  len- 
ejuelas  de  su  abanico  ó  pasa  el  tiempo  mirándose  en  los 
spejos  de  su  país,  adornados  con  plumas  indias. 

Cada  vez  más  breves  y  sombríos,  se  suceden  los  días  de 
ivierno.  La  criollita  languidece  y  se  desespera  entre  sus 
ortinas  de  encaje.  —  Lo  que  le  causa  más  profundo  pesar, 
s,  que  desde  su  cama,  no  puede  ver  el  fuego.  Le  parece 
ue  ha  perdido  á  su  patria  una  segunda  vez...  De  cuando  en 
uando,  pregunta:  —  ¿Hay  siempre  fuego  en  la  estufa?  —  Sí, 
hiquita.  ¿No  oyes  el  chisporroteo  de  la  madera?  —  ¡  Oh!  sí, 
uiero  verlo.  —  Pero  por  más  que  se  inclina  fuera  de  la  cama, 
o  puede  verlo  y  se  desespera. 

Una  tarde  que  pálida  y  pensativa,  tenia  su  linda  cabecita 
n  el  borde  de  la  almohada,  y  sus  ojitos  buscaban  siempre 
sa  hermosa  llama  invisible,  se  aproximó  su  amigo  y  tomando 
no  de  los  espejos,  le  dijo  :  — ¿Quieres  ver  el  fuego,  queridita 
lía?  Pues  espera.  —  Y  arrodillándose  delante  de  la  es- 
ifa,  trató  de  enviarle  con  el  espejo  un  reflejo  de  la  mágica 
ama  :  —  ¿Puedes verla?  —  ¡Nó!  no  veo  nada. —  ¿Y  ahora?... 
-¡Nó,  todavía!...  Y  al  breve  rato,  recibiendo  en  pleno  ros- 
ro  un  rayo  de  luz  que  laenvuelve,  la  criolla  gozosa  exclama: 
-  ¡Oh!  ahora  la  veo...  y  muere  sonriendo  con  dos  llamitas 
n  el  fondo  de  sus  ojos. 

Alfonso  Daudet. 


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i  EVOHÉ ! 


I  Evohé !...  Vamos  amantes, 
A  los  llanos 
Donde,  ávidas  y  jadeantes, 
Corren  desnudas  bacantes 
Persiguiendo  á  los   silvanos... 


El  sátiro  nos  espera 
En  la  sombra... 
Brilla  un  sol  de  primavera 
Sobre  la  fresca  pradera... 
¡Vamos  á  la  verde  alfombra!.. 
;  Evohé!  Despierta,  h  ermos 
La  mañana 
Abie  su  cá'iz  á  la  rosa, 

Y  en  el  baño  pudorosa, 
Acteón  sorprende  á  Diana... 

Sobre  e!  cristal  de  la  fuente 
La  arboleda 
Se  refleja  mansamente... 
Pasa  una  sombra  sonriente: 
;  La  blanca  sombra  de  Leda!. 
Todo  rebosa  armonía, 
Luz  y  encanto; 
Todo  inspira  la  alegría, 

Y  el  ave  en  la  selva  umbría 
Eleva  al  cielo  su  canto.. 


Martín  García  Mérou. 


BALADA    RUSA 

(Versión  de  M.  Castilla  Portugal' 


A  Amelia  D.  de  C.  P. 

Quería  tanto  á  su  Nora,  que  no  podia  estar  un  día  sin  verla, 
y  ella  amaba  de  tal  suerte  á  su  Iván,  que  para  enviarle  una 
sonrisa  y  un  beso  en  la  punta  de  sus  lindos  dedos,  cuando 
acertaba  á  pasar,  permanecía  constantemente  ocupada  en  su 
trabajo,  delante  de  la  ventana  en  el  caserón,  triste  y  sombrío. 

En  el  caserón  triste  y  sombrío,  la  ventana  por  donde  veia 
pasará  Iván,  se  oscureció  un  día,  porque  el  invierno  llega 
presto  en  Rusia,  y  llenando  los  vidrios  de  arabescos  de  es- 
carcha, destruyó  toda  su  dicha;  pero  Nora  hacia  derretir  los 
arabescos  de  escarcha  con  su  aliento  ó  escribía  en  ellos  el 
nombre  de  sus  pensamientos. 

Escribía  el  nombre  de  sus  pensamientos  tan  amenudo,  que 
su  padre  sorprendió  el  secreto,  y  en  la  noche,  á  pesar  de  la 
nieve  y  el  frío,  llevó  á  su  hija  al  confín  de  las  estepas  de  la 
Finlandia.  De  suerte  que  el  día  siguiente,  en  lugar  del  rostro 
delicioso  de  Nora,  rodeado  de  los  arabescos  de  escarcha,  no 
vio  Iván  sino  una  ventana  cerrada. 

No  vio  sino  una  ventana  cerrada  el  día  siguiente  y  los  su- 
cesivos ;  entonces,  lleno  de  angustia  se  dirigió  á  la  hechicera 


-  54  — 

Kirsba.  para  saber  en  que  lugar  habian  llevado  á  su  amada. 

Para  saber  en  que  lugar  estaba  su  amada  fué  á  consultar 
á  la  hechicera:  —  Vuelve  á  tu  casa,  le  dijo;  en  la  puerta  te' 
espera  un  droschky;  no  te  inquietes  por  nada,  el  caballo  teí 
conducirá  á  donde  quieres  ir;  cuida  únicamente  de  volver 
antes  de  ponerse  el  sol. 

Vuelve  antes  de  ponerse  el  sol,. le    habia  dicho  la  hechi- 
cera; pero  habiendo  encontrado    sola  á   su  amada,  en  unal 
casita  del  bosque,  se  olvidó   de  la  recomendación  hasta  la] 
noche,  y  al  darle  los  últimos  besos  llenos  de  promesas  y ; 
proyectos  para  el  porvenir,  vio  que  el  sol  se  hundia  en  el 
negro  bosque  de  abetos,  que  debia  atravesar  á  su  regreso. 

Debia  atravesará  su  regreso  un  negro  bosque  de  abetos; 
subió  apresuradamente  en  el  droschky;  el  caballo  partió  all 
gran  trote  sin  oírse  sus  pasos  sobre  la  nieve  y  en  el  dintel  de 
su  puerta,  Xora,  sonriendo,  la  enviaba  besos,  gritándole:/ 
—  Vuelve  pronto. 

Vuelve  pronto,  repetía  Nora,  mientras  el  caballo 'princi- 
piaba á  salvar  el  lindero  del  negro  bosque  de  abetos  y  los 
lobos  saliendo  de  sus  madrigueras,  seguían  al  vehículo, 
lanzando  lúgubres  aullidos. 

Aullaban  lúgubremente,  manteniéndose  á  distancia,  por- 
que el  sol  aparecía  todavía  como  una  gran  mancha  roja 
á  través  de  las  ramas  ;  pero  de  pronto  la  mancha  roja  desa- 
pareció é  Iván,  acordándose  de  la  recomendación  de  Kirsba 
la  hechicera,  apuró  á  su  caballo,  que  galopaba,  galopaba, 
seguido  de  toda  la  manada  de  lobos. 

Seguido  de  toda  la  manada  de  lobos,  fué  inútil  que  el  po- 
bre caballo  galopara,  no  se  volvió  á  ver  á  Iván ;  y  á  la  puerta 
de  la  casita,  allá  en  las  estepas  de  la  Finlandia,  la  pálida 
Nora,  viene  á  interrogar  á  menudo  al  bosque  con  la  mirada, 
pero  jamás,  el  negro  bosque  de  abetos  ha  revelado  su  secreto. 

TourCtüeneff. 


CONSEJA 

En  medio  de  la  Pampa  se  levanta 
Un  rancho  en  ruinas,  triste,  abandonado, 
Que  combaten  los  vientos  y  las  lluvias 
Y  en  las  noches  alumbran  los  relámpagos; 
En  las  obscuras  noches  del  invierno 
En  que  va  la  tormenta  por  los  campos, 
En  las  obscuras  noches  en  que  gime 
Como  alma  en  pena,  el  combatido  rancho! 

Viejos  árboles,  troncos  carcomidos, 
Acá  y  allá,  —  los  unos,  coronados 
De  sus  verdes  ramajes,  los  más  viejos, 
Tristes,  doblando  sus  deshechos  ramos, 
Se  alzan  en  torno,  entre  cegadas  zanjas, 
Altas  malezas  y  raleados  cardos,  — 
Se  alzan  en  torno;  y  en  la  noche  gimen 
Todos  igual  que  el  combatido  rancho. 


> 


—  56  — 

En  la  negrura  de  la  noche  envueltos. 
Moviendo  sus  ramajes  desgreñados, 
Semejan  almas  ó  fantasmas  negros, 
En  macábrica  danza;  y  á  los  rayos 
De  la  pálida  luna,  en  otras  noches, 
Vestidos  todos  de  cendales  blancos, 
Inmóviles,  dormidos,  arrebujan 
En  negra  sombra  al  solitario  rancho. 

En  las  ardientes  siestas,  cuando  brillan 
Los  horizontes  con  fulgor  fantástico, 
Extraños  duendes,  misteriosos  seres, 
Se  alzan  y  cruzan,  se  disipan  rápidos  ; 
Mientras  de  pronto,  entre  el  yuyal  espeso 
Se  asoman  rostros  y  convulsos  brazos, 

Y  en  vibradora^  ondas  de  ancho  río 
Flotar  parecen  árboles  y  rancho  !.., 

Lugar  fatal,  de  tétricas  leyendas 
Que  van  de  boca  en  boca  por  los  campos, 
Con  religioso  horror,  desde  el  camino 
Lo  ve  al  pasar,  signándose  el  paisano. 
Cuando  la  tarde  llega,  —  de  esas  tristes 
Tardes  de  obscuras  brumas  y  nublados, 
Desde  lejos,  medroso,  el  pasajero, 
Mira,  y  se  aleja  del  sombrío  rancho. 

Y  dicen  que  en  las  noches  más  serenas, 
Cuando  dormita  el  viento  entre  los  pastos. 

Y  la  bruñida  luna  desde  el  cielo 
Viste  de  plata  los  silentes  campos, 
Se  oyen  suspiros  y  gemidos  tristes, 
De  una  mujer  el  obligado  llanto, 

Y  ladridos  de  perros  invisibles, 
Embrujados  guardianes  de  aquel  rancho! 

Segundo  J.  Vill afane. 


CROQUIS 


A  Alberto   Ghiraldo. 

A  lo  lejos,  en  el  aire  sin  rumores,  se  apagaban  los  lánguidos 
faques  de  la  retreta,  la  triste  fanfarria  de  los  clarines,  los  ecos  de  los 
tambores,  las  resonancias  todas  del  campamento,  y  en  el  cielo  de  la 
noelie  las  primeras  estrellas  se  encendian. 

En  el  campo,  poco  antes  desierto,  bajo  el  horizonte  infinito,  las 
carpas  de  inmaculada  blancura,  los  pabellones  de  relucientes  fusiles, 
toman  ahora  sus  hileras  simétricas,  bruscamente  alineados  sobre 
aquel  agitado  mar  de  sombras. 

Una  niebla  sutil  envolvía  los  ámbitos,  y  en  las  crestas  de  la  sierra, 
cuya  línea  quebradiza  se  borraba  á  lo  lejos,  algunas  pequeñas  nu- 
bes cargadas  de  agua,  rompían  sus  encajes. 

Una  humareda  pesada  y  lenta;  una  enorme  nube  gris  llenaba  el 


—  58  — 

aire,  y  al  rededor  de  rada  hoguera  se  agrupaban  los  soldados,  des- 
tacándose las  manchas  negruzcas,  apenas  iluminadas,  de  sus  cuerpos 
que  desaparecían  en  los  enormes  capotes...  Y  cada  vez  languidecía 
más  y  más  la  melancólica  sonata  de  los  clarines,  ei  redoble  agitado 
de  los  tambores,  los  rumores  todos  del  campamento. 

Ilübia  cerrado  la  noche. 

L(  s  centinelas  con  sus  fusiles  al  hombro  cubrían  las  líneas  de  los 
cuarteles,  caminaban,  ó,  terciando  el  arma,  se  detenían;  las  avanza- 
das se  retiraban  á  distancia  destacando  sus  fieles  imaginarias,  los 
rondines,  en  sus  briosas  cabalgaduras,  cruzaban  y  se  perdían  silen- 
ciosos, agobiados,  recorriendo  las  descubiertas  del  ejército. 

De  vez  en  cuando  el  campamento  brillaba  como  de  día;  las  foga- 
tas levantaban  sus  altas  llamaradas,  sus  viboreantes  lenguas  rojizas, 
que  el  viento  enardecía  y  avivaba;  —  las  hogueras  estallaban  en 
ardientes  chisporroteos,  y  por  encima  de  todo,  la  eterna  humareda, 
una  humareda  colosal,  una  vertiginosa  ola  negra  rodaba  por  la  tierra 
envolviéndolo  todo. 

A  la  luz  vacilante  de  los  fogones,  en  la  gran  llanura  triste,  coro- 
nada por  los  cerros  que  enlutaban  el  cielo,  asomaban  las  tiendas  de 
campaña,  se  extendían  las  blancas  carpas  de  la  tropa,  centelleaban 
las  pequeñas  luces  del  ejército,  y  el  campamento,  hormigueante, 
rumoroso,  se  iluminaba,  resplandecía.,  interrumpiendo  la  monotonía 
abrumadora  del  paisaje. 

Dos  soldados,  dos  muchachos  de  dorado  bozo,  ágiles,  diestros, 
cuyos  ojos  lagrimeaban  por  efecto  del  humo,  soplaban  á  ras  del 
suelo  un  montón  de  leña  verde:  otros  dos,  de  apacible  rostro,  lo-J 
cuaces,  alegres,  sentados  en  cuclillas,  removían  una  antigua  histo- 
rieta que  hacia  desternillar  de  risa' ala  compañía  entera;  un  cabo  de 
ancha  y  reluciente  gineta,  repasaba  con  la  manta  el  fondo  de  su  es- 
cudilla; un  sargento  de  cara  grave  y  estirada  hurgoneaba  con  sus 
ojos  los  trozos  del  puchero  que  bailaban  en  una  colosal  olla  de  agua 
hirviendo... 

Allá,  al  resplandor  de  una  fogata  inmensa,  la  artillería  extendía 
su  línea  en  la  desbordada  marea  de  las  tinieblas :  algunas  piezas 
aparecían  claras  y  distintas,  otras  perdidas  en  la  oscuridad  con  sus 
armones  chatos  y  largos,  —  mientras  que  la  infantería  estiraba  en 
la  sombra  sus  hileras  infinitas  por  entre  la  niebla  color  de  humo 
que  iba  subiendo  lentamente,  y  la  caballería,  movediza  y  confusa, 
se  agazapaba  en  la  inmensa  noche... 

Unos  infantes,  haciendo  rueda,  escuchaban  los  melódicos   acordes 


-  59  - 

de  un  wals  en  la  guitarra,  que  el  sargento  del  piquete,  un  mocetón 
de  tostado  rostro,  tocaba  á  las  mil  maravillas;  —  otros  más  prácticos 
devoraban  con  los  ojos  y  con  los  dientes  un  magnífico  costillar  que 
se  doraba  al  calor  de  las  brasas,  en  tanto  que  el  trompa  de  la  com- 
pañía, un  muchacho  barbilampiño,  enclenque,  cejijunto,  que  levan- 
taba las  notas  de  su  clarín  hasta  el  ciclo,  hacia  oir  su  voz  aguarden- 
tosa, entonando  las  décimas  del  combate  de  Puente  Alsina,  —  y  el 
cabo  ranchero,  —  un  cabo  del  tercio  franco,  —  cuyo  uniforme  desa- 
parecía en  una  mancha  de  grasa  y  de  tierra,  —  tocaba  un  aire  en  el 
acordeón,  á  cuyo  compás  danzaba  el  resto  del  piquete... 

Después...  se  apagan  las  luces,  las  fogatas  se  extinguen,  y  en  la 
tristeza  infinita  de  la  noche,  vibran  las  últimas  notas  de  los  clarines. 

Marcos  F.  Arredondo. 


A     UNA     NINA 

Qué  nada  encuentras  me  dices 
Entre  las  obras  de  Dios, 
Ni  como  el  mar  tan  profundo, 
Ni  tan  bello  como  el  sol, 
Basta  hace  poco,  bien  mío, 
Lo  mismo  pensaba  yo; 
Mas  por  obra  y  gracia  tuya       -» 
He  cambiado  de  opinión. 
De  cuanto  profundo  y  bello 
Tiene  vida,  forma  ó  voz, 
Lo  más  bello  son  tus  ojos, 
Lo  más  profundo  mi  amor! 

M.  del  Palacio. 


DEL  ÁLBUM   DE   UN   PADRE 

Qué  grandes  niveladores  del  corazón  humano  son  los  niños  ! 

Hay  una  pobre  mujer  con  un  niño  en  brazos  sentada  en  el 
escalón  de  una  puerta,  que  ve  pasar  una  señora  en  coche  con  otro 
niño  sobre  las  rodillas.  El  niño  de  la  señora  está  vestido  de  tercio- 
pelo, el  suyo  cubierto  de  andrajos  :  aquel  lleva  un  bulto  de  juguetes, 
el  suyo  no  ha  visto  jamás  ninguno  ;  aquel  come  confites,  el  suyo  un 
pedazo  de  pan  negro.  Sin  embargo,  de  las  miradas  que  las  dos 
mujeres  cambiaron  sobre  sus  propios  hijos,  las  que  expresaban  un 
sentimiento  de  envidia,  eran  las  de  la  señora.  La  pobre  mujer  lo 
advirtió,  y  exclamó  con  estremecimiento  de  orgullo  : 

—  ¡  El  mío  es  más  hermoso  ! 

*  * 

A  isa  edad,  nada  más  bello  que  verlo  correr. 

La  '-arrera  del  niño  tiene  algo  parecido  á  los  saltos  de  la  pelota  de 
goma,  del  bamboleo  del  borracho  y  de  los  movimientos  de  la  hoja 
arrastrada  por  el  viento.  La  criaturita  se  escapa  de  la  sillita,  se 
lanza  fuera  de  la  habitación,  tropieza  con  el  gato,  derriba  una  silla, 
enfila  un  corredor,  y  patalea  revolviendo  todo  con  las  manos,  de 
cuarto  en  cuarto,  seguido  de  la  madre,  hasta  el  rincón  más  lejano 


-  61  - 

de  la  casa,  donde  se  refugia  detrás  de  un  sato  de  viaje,  y  allí  inte¡;ta 
la  última  resistencia,  para  arrancar  una  concesión  al  enemigo... 

¡  Ah,  todo  en  vano  ! 

¡  Es  preciso  dejarse  lavar  la  cara  ! 

•  Qué  gran  deleite  aquel  de  maltratar  á  un  niño  y  cubrirlo  de 
«túpenos  !  Eres  un  muñeco,  eres  pesado,  eres  rechoncho,  eres  feo  ; 
comes  como  un  buey  y  duermestomo  un  topo  ;  eres  un  ignorantón 
y  un  infame  que  me  robas  la  paz  y  me  haces  condenar  el  alma  :  el 
mejor  ló  mejor  dicho  el  peor)  día  te  doy  una  paliza,  que...  no  te 
quiero,  te  echo  fuera  de  la  casa,  tendrás  mal  fin,  eres  un  presidario 
en  estado  de  canuto,  malvado,  pérfido,  eres...  ¡  mi  vida  !  ¡  Te  adoro! 

* 

También  el  cariño  hacia  los  niños  tiene  su  furia.  Un  verdadero 
padre  siente  en  ocasiones  algo  de  antropófago  y  querría  habitar  en 
casa  aislada,  para  poder  saciar  su  hambre  sin  que  acudieran  los 
vecinos  á  los  gritos  de  la  víctima.  ¿  No  chilles,  has  entendido  ? 

—  Mi  deber  es  amarle,  y  el  tuyo  dejarle  besar  en  la  cabeza,  en  los 
ojos,  en  la  boca,  en  el  pecho,  en  el  cuello,  mientras  me  quede 
aliento.  ¡Grita,  grita  !  ¿  Qué  me  importa?  Con  tal  que  yo  me  sacie... 

—  ¡  Ah  !  ¡  Si  no  tuviera  miedo  de  ahogarte  !  ¡  Bah,  está  estrilo  : 
un  día  ú  otro  te  mato  ! 

Esta  mañana  paseaba  por  la  habitación  con  el  extendido  sobre  los 
brazos,  como  en  una  cuna.  Tenia  los  ojos  cerrados  y  dejaba  colgar 
la  cabeza  y  las  piernas.  La  criada  exclamó  :  —  Parece  muerto.  — 
Estas  palabras  me  helaron  la  sangre  en  las  venas.  Me  puse  á  pensar 
qué  seria  de  mí  si  se. muriese.  Me  volvería  loco.  Y  permanecí  largo 
rato  sumido  en  estos  pensamientos. 

Tomaría  en  brazos  el  niño  muerto,  —  pensaba,  —  saldría  de  casa, 
atravesaría  la  ciudad,  saldría  al  campo,  y  de  prisa,  de  sendero  en 
sendero,  de  pueblo  en  pueblo,  de  día,  de  noche,  al  aire,  á  la  lluvia, 
mudo,  infatigable,  estrechando  con  las  manos  rígidas  aquel  cuer- 
pecito  frío,  hasta  llegar  en  medio  de  una  llanura  inmensa  y 
siniestra  donde  lanzaría  al  viento  en  seguida  tal  sollozo,  que  se 
rompería  mi  existencia  en  pedazos,  estallando  de  dolor. 

E.  DU  Amicis. 


Margarita 


Recuerdas  que  querías  ser  una  Margarita 
Gautier?  Fijo  en  mi  mente  tu  extraño  rostro  está, 
Cuando  cenamos  juntos,  en  la  primera  cita, 
En  una  noche  alegre  que  nunca  volverá. 

Tus  labios  escarlatas  de  púrpura  maldita 
Sorbían  el  champaña  del  fino  baccarat; 
Tus  dedos  deshojaban  la  blanca  margarita 
«  Sí...  nó...  sí...  nó...  »  y  sabias  que  te  adoraba  ya! 

Después  ¡oh  flor  de  Histeria!  llorabas  y  reías  ; 
Tus  besos  y  tus  lágrimas  tuve  en  mi  boca  yo ; 
Tus  risas,  tus  fragancias,  tus  quejas,  eran  mías. 

Y  en  una  tarde  triste  de  los  más  dulces  días, 
La  muerte,  la  celosa,  por  ver  si  me  quenas, 
Como  á  una  margarita  de  amor,  te  deshojó! 

Rubén   Darío. 


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(CUENTO  ROJO) 
(Versión     de    M.    Castilla    Portugal) 

A  Eugenio  C.  Moetzel. 

Las  prisioneros  comparecieron  delante  del  procónsul,  lo  que  causó 
gran  decepción  á  Myrrha ;  el  funcionario  se  contenió  con  pregun- 
tarles si  profesaban  la  fé  de  Cristo  y  los  condenó  á  ser  pasto  de  los 
leones,  en  el  gran  circo. 

—  ¿Estará  allí  el  emperador?  preguntó  Myrrha  á  uno  de  los  car- 
celeros. 

—  Nunca  falta  á  ninguna  de  estas  fiestas,  respondió  el  interpelado. 
Una  gran  alegría  iluminó  el  rostro  de  la  joven,  ese  rostro  pálido  y 

diáfano,  á  donde  apenas  había  espacio  para  los  grandes  ojos  ar- 
dientes de  pupilas  violetas  y  para  la  pequeña  boca  siempre  en- 
treabierta por  la  lijera  opresión  de  un  angelical  deseo; se  encon- 
traba perpleja. 

Quería  cumplir  su  voto,  muriendo  por  tan  gran  culpable,  pero  al 
mismo  tiempo,  la  idea  de  la  muerte  la  asustaba,  pensando  en  que 
su  suplicio  agravado  por  esta  circunstancia,  seria   más  meritorio  y 

eficaz,  dejando  de   ser  doloroso En  fin  no  sabia  que  pensar 

Algunas  veces,  la  asaltaban  súbitos  terrores;  no  podia  comprender 
por  qué  causa  Nerón  no  le  inspiraba  horror.  Vivía  en  una  fiebre  y  en 
un  ensueño  perpetuos,  no  oyendo  ni  viendo  nada  de  lo  que  la  rodeaba. 

El  viejo  Gafixto,  consideraba  este  estado  con  inquietud.  Hacia 
largo  tiempo  que  la  joven  no  habia  vuelto  ;'i  hablarle  del  emperador 


—  u  — 

Xeron.  —  Pero  conocia  bien  que  no  la  ocupaba  otro  pensamiento 
se  preguntaba  si  era  necesario  no  ver  en  esa  extraña  preocupaeió 
sino  un  milagro  de  la  caridad.  Y  no  se   atrevía  á  interrogarla,  ttl 
miendo  ser  inhábil  para  escudriñar  esa  alma,  turbándola  al  menc 
contacto. 

La  víspera  del  suplicio,  después  de  la  oración  vespertina,  que  lo 
condenados  pronunciaban  reunidos,  Myrrha  dijo  en  voz  alta: 

—  Roguemos  por  el  emperador  Nerón. 

Los  cristianos  titubearon  un  instante.  Pero  Calixto,  el  sacerdote 
pensó  que  su  inquietud  era  injustificada  :  Myrrha  era  más  santa  qu 
todos  ellos. 

Y  dio  principio  á  la  plegaria  por  el  emperador,  y  los  otros  cristia 
nos  la  recitaron  con  él. 

Sucedió,  que  al  oir  esto,  un  carcelero  que  se  encontraba  cerca  d 
la  puerta  (era  un   Galo  muy  alto  y  muy  rubio),   se  puso  á  llorar 
suplicó  á  Myrrha,  le  explicara  la  religión  de  Cristo. 

Al  día  siguiente,  fueron  conducidos  los  cristianos,  á  una  prisió 
baja,  situada  en  la  parte  inferior  del  anfiteatro  del  gran  circo. 

Mvrrha  veia  á  través  de  las  rejas,  la"  arena  resplandeciente  de  lu 
y  sobre  las  gradas  que  se  ensanchaban  circularmente,  todo  un  pue 
blo  sentado  :  senadores,  caballeros,  soldados,  plebeyos,  vestales 
cortesanas;  vestidos  con  capuchones  de  lana,  con  túnicas  de  coló 
leonado,  con  manípulos  de  seda;  una  multitud  bulliciosa  y  movediz 
bañada  de  movibles  reflejos  rojos  por  los  velos  que  flotaban  soste 
nidos  por  cuerdas,  en  la  parte  superior  del  circo. 

Notó,  enfrente,  la  parte  inferior  de  los  pesados  tapices,  que  colgó 
ban  del  estrado  imperial,  y  un  poco  más  allá,  detrás  de  rejas,  en  un 
semi-oscuridad,  leones  que  se  paseaban  sin  descanso. 

Los  demás  condenados,  rezaban  prosternados  por  grupos  ó  s 
abrazaban  antes  de  morir.  — - •  Y  en  aquella  vecindad  de  !a  muert( 
aunque  permanecía  firme  su  voluntad,  algunos  lloraban,  sollozabar. 
ó  eran  sacudidos  por  grandes  temblores.  Timoteo  y  Calixto,  los  ani 
maban.  —  Timoteo  les  decia  :  Sellar  la  fé  que  nos  anima  con  nueslr 
sangre,  desafiando  la  cólera  impotente  del  impio  es  un  gran  goce 
Esta  sangre  caerá  sobre  él.  —  Una  vez  más  los  tiempos  están  próxi 
mos.  Y  ¿  qué  representa  un  instante  de  sufrimiento  en  cambio  de  un 
vida  eternamente  dichosa?  Imbécil  y  cobarde  es,  el  que  rechaza  € 
cambio. 

Y  Calixto  :  ¡  Oh  hermanos  míos,  Dios  os  contempla!  ¿Qué  es  des 
pues  de  todo,  la  muerte  que  os  espera,  sino  la  del  cazador  sorpren 
dido  en  el  bosque?  Marcharemos  juntos,  tan  fuertemente  unidos  e 
un  mismo  pensamiento  de  amor,  que  no  sentiremos  ni  las  garras  E 
los  dientes  de  las  fieras.  Y  Dios,  con  nuestra  sangre,  llevará  á  cab 
grandes  cosas.  —  Vosotros  fundareis  con  vuestra  muerte,  la  felicida> 
y  la  paz  de  la  humanidad  futura. 


—   6o  — 

Pero  Myrrha,  agena  á  todo  lo  que  la  rodeaba,  permanecía  aparte 
parada  cerca  de  las  rejas. 

Varios  beluarios  •  abrieron  simultáneamente  la  puerta  de  la  prisión 
y  la  de  la  jaula  de  los  leones;  y  un  gran  silencio  reinó  de  repente 

Myrrha  entró  la  primera  en  la  arena.  Vio  al  emperador  sobre  su 
estrado;  y  con  paso  rápido  y  firme,  se  dirijió  directamente  á  él 

Es  necesario  que  me  vea,  pensaba,  y  ha  de  ser  cerca  de  él  que 
rendiré  mi  alma  para  salvar  la  suya.  ' 

Calixto  la  seguia,  tan  rápidamente  como  le  permitían  sus  achaques 

Los  leones  habían  salido  de  la  jaula:  y  deslumhrados  en  el  primer 
momento,  por  la  luz,  súbito  se  habian  detenido  los  unos,  y  los  otros 
daban  vueltas  sin  rumbo,  rastreando  la  arena. 

Myrrha  con  los  ojos  lijos  en  Xerón,  caminaba  siempre.  —  Medio 
inclinado  hacia  uno  de  sus  compañeros,  el  emperador  sintió  esa  mi- 
rada y  se  volvió.  Creyó  que  la  joven  venia  a  implorar  su  Gracia  y 
animó  su  rostro  una  sarcástica  sonrisa. 

Pero  la  joven  llegó  hasta  el  pié  del  estrado,  sin  pronunciar  una 
palabra,  ni  levantar  sus  manos  unidas:  y  allí  inmóvil,  continuó  cla- 
vando en  él  sus  ojos. 

Sus  sueltos  cabellos,  caian  sobre  sus  espaldas  y  un  girón  de  su 
vestido  descubría  su  busto  delicado. 

Nerón,  avanzó  un  poco  su  cabeza  de  Dios  bestial  v  una  chispa 
fugaz  se  encendió  bajo  sus  pesados  parpados.  Se  levantó  y  llamando 
por  su  nombre  al  jefe  de  los  beluarios;  hizo  la  señal  de'  gracia. 

Uno  de  los  leones,  habia  visto  á  Myrrha  y  se  aproximaba  á  gran- 
ies  pasos 

Entonces,  el  viejo  Calixto,  que  habia  comprendido  el  ademán  del 
emperador,  tomo  á  Myrrha  entre  sus  delgados  brazos,  v  la  empujó 

hacia  el  léon  con  todas  sus  fuerzas 

Jllio  Lemaitre. 
1  Esclavos  encargados  ele  las  fieras  en  el  circo. 


—  66  — 

EPIGRAMAS 

Un  amigo  pide  á  otro  informes  de  cierto  notario. 

—  Puedes  fiarte  de  él.  Su  familia  ha  sido  de  notarios  constante 
mente.  Figúrate  que  er.  sus  protocolos  es  donde  obra  el  original  de 
Antiguo  Testamento. 

Gedeón  asiste  á  la  boda  de  un  amigo  suy 

Después  de  celebrarse  el  banquete  llega  el  momento  de  los  brinda 
y  Gedeón  exclama  : 

—  ¡  Brindo  por  el  novio,  deseando  que  pueda  repetir  muchas  vece 
esta  fiesta  ! 

Después  de  oir  á  un  bravo  coronel  la  relación  de  grandes  combates 
le  pregunta  una  señorita  : 

—  I  En  qué  momento  necesitó  usted  armarse  de  más  valor  '. 

—  Señorita,  en  el  momento  de  casarme. 


—  ¡Adiós  !  no  vuelvas  más,  porque  mi  tía 
Se  opone  á  nuestro  amor,  caro  Atilano. 

—  Y  ¿  por  qué.  vida  mia? 

—  Porque  vistes  de  invierno  en  el  verano. 

J.  Gros. 


Los  que  creen  que  el  dinero  lo  hace  todo  suelen  estar  dispuesto 
á  hacer  cualquier  cosa  por  el  dinero. 


Entre  dos  amigos  : 

—  ¡  Estoy  rugiendo  de  ira  '. 

—  ¿  Qué  tienes  ? 

—  |  Matilde  me  ha  engañado! 

—  I  De  veras? 

—  Sí.  Y  ¡pensar  que  me  costaba  300  pesos  mensual 

—  Pues  creo  que  te  habria  engañado  lo  mismo  por  mucho  menos 


A  los  quince  días  de  casado  se  le  murió  la  madre  política  á  ui 
amigo  nuestro. 

Al  poco  tiempo  hizo  grabar  en  la  lápida  mortuoria  la  siguienti 
inscripción  : 

i  ¡A  la  mejor  de  las  suegra 


—    In 


PESARES 


FANNY 


De  nácar  es  su  ¡Vente 
Sob  de  oro  sus  cabellos 

Y  sus  azules  ojos 
Pedazos  son  de  cielo. 

Yo  la  aguardo  ádis'anii 
Con  los  brazos  abiertos 

Y  ella  bácia  mi  se  acerca 
Gritando  y  sonriendo, 
Como  un  ángel  sin  alas 
Que  en  breve  paso  incierto 
C. minar  no  supiera 

Por  el  mundano  suelo. 

La  dulce  golosina 
Despierta  su  deseo 

Y  viene  á  darme  en  cambio 
Un  dulcísimo  beso. 

Y  quiere  bablar  y  en  torpe 
Gracioso  balbuceo 
Expresión  incompleta 
De  un  virgen  pensamiento, 


Con  elocuencia  ext  aña 
De  voces  y  de  gcs'os, 
Me  dice  muebas  cosas...  . 
Que  yo  no  las  comprendo. 

Mi  nombre  lo  prenuncia 
C'  n  un  penoso  tsfueizo, 
Traducido  á  ese  iJioma 
De  angelical  acento 
En  que  bay  sólo  vocales 
De  sonidos  abiertos; 
Dulce  idioma  que  torpes 
Los  bonibres  no  entendemos 

Y  que  es  rumor  y  lisas 

Y  íLÚsica  y  gergeos. 

Más  —  |»y!  —  que  breves  ¡  asa 
Lros  a 

Y  olvidará  ese  idioma  de  los  ciel- 

Y  ya  mujer,  bablándome  en  el  m: 

He  de  entenderla  mecos! 

Miguel  Ramos  Carrí 


:!;■: 

■  -  Sm 

FELICIDAD  !! 


i 

«La  señora  de  Olivares  tiene  el  agrado  de  invitar  á  usted 

la  Soirée  q''C  ofrece  á  sus  relaciones  ei  sábado  veinte  del 
)rriente  ». 

La  joven  señora  de  Méndez  leyó  la  invitación  y  pasó  á  su 
sposo  la  rosada  tarjeta  dando  un  gran  suspiro  é  interrogan- 
te con  la  mirada. 

Alfredo  Méndez  la  leyó  á  su  turno,  arrojó  la  tarjeta  sobre 
i  escritorio  y  exhalando  un  suspiro  parecido  al  de  su  mujer, 
i  absorbió  en  sus  pensamientos  meditando  sobre  aquel  con- 
icto  que  surgía,  oscureciendo  su  llena  luna  de  miel. 

De  pronto  interrogó  : 

—  ¿Cuánto  necesitarlas,  Luisa,  para  ir  á  este  baile? 

—  Pero  Alfredo,  yo  no  tengo  nada,  no  podria  arreglarme 
on  menos  de  quinientos  pesos. 

El  joven  se  extremeció  siatiendo  calosfríos  de  enfermo  y 
rincipió  á  descargar  furiosos  golpes  con  el  corta  papel  sobre 
>s  libros  de  pastas  rojas  que  se  acumulaban  sobre  la  mesa- 
scritorio. 

—  ¡  Quinientos  pesos!  exclamó,  ¿de  dónde  los  saco?  yo  no 
aego  á  la  alza,  y  fuego  nuestra  instalación  en  esta  nueva 


—  70  — 

casa  ;  la  enfermedad  de  mi  madre,  han  concluido  con  nues- 
tras pequeñas  economías.  A  menos  de  hacer  deudas? 

—  Oh!  Alfredo,  interrumpió  Luisa,  tu  sabes  que  soy  razo- 
nable, no  hablemos  más  de  ir  á  ese  baile,  pero  es  necesario 
encontrar  una  forma  para  cumplir  con  las  apariencias,  no 
crean  nuestras  relaciones  que  hacemos  una  vida  oscura  y 

pobre. 

Alfredo,  sin  escuchar,  miraba  sorprendido  á  su  mujer  y 
abria  los  ojos  desmesuradamente. 

Hubo  un  momento  de  silencio  en  el  cual  pensaba  que  era 
un  verdadero  sacrificio  el  que  le  imponía  su  condición  social 
y  que  él  no  teniendo  derecho  de  privar  á  su  mujer  de  los 
placeres  del  gran  mundo. 

—  Ya  lo  encontré,  dijo  Luisa  después  de  algunos  instantes, 
la  víspera  del  baile,  en  presencia  de  algún  amigo  tuyo,finjiré 
un  ataque  y  la  excusa  será  suficiente  para  cortar  de  golpe 
todos  los  comentarios. 

Ambos  convinieron  en  esto  y  no  se  volvió  á  tratar  el  asunto. 

II 

Algunos  días  después  Alfredo  se  despedía  de  su  esposa 
que  apoyada  en  la  baranda  del  vestíbulo  le  hacia  algunos 
encargos  para  el  regreso. 

El  joven  bajaba  ya  la  escalera  cuando  Luisa  dio  un  pequeño 
grito  y  vaciló.  Alfredo  tuvo  tiempo  para  recibirla  en  sus 
brazos  y  llevarla  á  su  dormitorio;  mientras  el  criado  corre  á 
casa  del  médico,  inquieto  Alfredo  interroga  á  su  mujer  que 
no  hace  ningún  movimiento. 

—  Luisita,  querida  mia,  estás  realmente  enferma? 
Luisa,  abre  los  ojos  y  después  de  asegurarse  de  que  están 

solos,  abraza  á  Alfredo  diciéndole. 

—  Pero  no,  ya  sabes  que  esto  es  lo  convenido 

Llega  el  médico  y  la  señora  de  Méndez  se  queja  de  dolores 
en  el  cuerpo,  en  la  cabeza,  enfin,*de  un  malestar  general  que 
no  la  deja  respirar. 

El  doctor  toma  el  pulso,  medita,  escribe  su  receta  y  ordena 
el  reposo  más  absoluto ;  y  Alfredo  sale  á  anunciar  á  sus  rela- 
ciones la  desgraciada  nueva. 

Hubo  una  especie  de  romería  en  casa  de  la  señora  de  Méndez. 


—  71  — 

Todas  sus  amigas  la  visitaron  y  se  convencieron  de  su  en- 
fermedad, tratando  de  consolarla  por  el  pesar  que  ella  mani- 
festaba de  no  poder  asistir  al  baile  de  Olivares. 

—  Y  tu  vestido,  hijita,  ¿cómo  es? 

A  la  idea  de  este  vestido,  causa  de  esta  falsa  situación,  los 
ojos  de  Luisa  se  llenaron  de  lágrimas  y  respondió  con  voz 
alterada. 

—  Mi  vestido  es es  blanco. 

—  ¿De  qué? 

—  De gaza  de  seda. 

—  Ay !  qué  pena,  qué  desgracia;  decian  en  coro  todas  las 
señoras  fingiendo  una  tristeza  falsa,  sin  embargo  pensaban 
que  una  linda  mujer  y  una  elegante  toilette  menos,  era  favo- 
rable para  ellas. 

III 

El  baile  está  en  todo  su  esplendor.  Aquella  es  una  reunión 
magnífica:  mucha  seda,  muchas  joyas,  mucha  luz,  mucho  de 
convencional  y  de  efímero ;  cuando  se  presenta  Alfredo  Méndez 
de  modesto  frac,  y  se  llega  á  felicitar  á  los  dueños  de  casa. 

El  señor  Olivares,  un  viejo  de  patilla  blanca  y  figura  sim- 
pática, deplora  la  ausencia  de  la  señora  de  Méndez  que  com- 
para á  una  flor  arrancada  del  más  delicioso  ramillete  de  su 
sociedad. 

Su  mujer  le  lanza  una  desdeñosa  mirada  y  se  dirije  a  un 
grupo  de  donde  partían  exclamaciones  de  pena. 

—  ¿De  qué  se  trata  amigas  mias? 

—  Oh!  nada,  señora,  hablábamos  de  Luisa  y  del  desgra- 
ciado incidente  que  le  ha  impedido  lucir  su  precioso  vestido. 

—  De  ¿veras?  dijo  la  señora  de  Olivares,  y  como  era  su 
toilette? 

—  Blanca. 

—  De  gaza. 

—  Lindísima  I 

—  Ideal!! 

—  Pues  lo  siento,  dijo  esta,  pensando  interiormente  que 
Luisa  era  hermosa  y  atraía  todas  las  miradas  y  alegrándose 
del  accidente,  dio  impulso  á  su  envidia  que  se  manifestó  en 
gestos  desdeñosos. 


IV 

Cuando  Alfredo  volvió  del  baile,  encontró  á  Luisa  dormida 
sobre  el  diván  de  su  pequeña  Balita,  con  un  sueño  de  niño. 
Se  detuvo  contemplando  con  cariño  á  su  mujer.  —  Qué  des- 
gracia, se  dijo,  quinientos  pesos!  Para  qué?  Para  vestirla  y 
hermosearla  y  que  recree  la  vista  de  ese  mundo  sediento  de 
placeres.  Oh !  talvez  hubiese  sido  el  principio  de  una  trajedia. 
Esa  fragilidad  de  la  mujer,  es  como  el  cristal  en  manos  torpes. 
¿Quién  sabe  si  esta  noche  en  el  baile,  algunos  de  esos  liber- 
tinos elegantes,  prendado  de  su  hermosura,  al  movimiento 
de  una  danza,  la  hubiese  deseado  y  estrechándole  el  talle, 
hubiera  sentido  placer? 

Alfredo  extremeciéndose  con  sus  propios  pensamientos, 
llevó  las  manos  á  la  cabeza  para  apartarlos  y  luego  con  una 
tierna  sonrisa  en  los  labios,  arregló  sobre  una  mesita  el  con- 
tenido de  un  paquete  que  traia.  Encendió  dos  ó  tres  picos  de 
gas,  dando  así  un  aire  de  fiesta  á  su  salita,  se  volvió  hacia 
Luisa,  y  dijo  en  alta  voz. 

—  La  señora  está  servida. 

Y  la  joven  creia  soñar,  cuando  abriendo  los  ojos  vio  la  im- 
provisada cena,  de  pastelillos,  bombones  y  una  botella  de 
champagne. 

El  uno  junto  al  otro  se  sentaron,  comieron  con  apetito,  con 
entusiasmo,  Alfredo  refiriendo  las  impresiones  del  baile  y 
Luisa  escuchando  é  interrogando  con  interés. 

Cuando  él  champagne  hubo  teñido  de  rosa  el  animado 
rostro  de  Luisa:  Alfredo  estrechándola  en  sus  brazos  le  dijo 
al  oido.  con  una  expresión  de  amor.  —  Has  hecho  un  verda- 
dero sacrificio,  tú  eres  hermosa  y  eres  buena  —  rara  avis. 

Agustín  de  Pórcel. 


LTO& 


Entre  cendales  de  rosadas  nubes 
Que  deshacía  soñolienta  el  aura, 
Por  el  tapiz  del  azulado  espacio 
Mostró  la  luna  sus  facetas  májicas. 
Las  copas  de  los  árboles  sintieron 
Los  besos  de  su  luz,  y  entre  las  ramas 
El  ruiseñor  cantó,  sueños  de  dicha 
Llevando  al  sitio  en  que  mi  amor  velaba 


Las  flores  desprendiendo  sus  perfumes 
Y  abriendo  sus  corolas  de  escarlata, 
La  o-lorieta,  en  que  vernos  prometimos, 
Envolvieron  en  célica  fragancia. 
Después  sentí  tus  pasos...  y  á  lo  lejos 
Se  diseñó  tu  vestidura  blanca... 
Te  arrojaste  en  mis  brazos  y . . .  en  tu  boca, 
Mis  labios  al  posar,  te  entregué  el  alma. 
Rodolfo  G.  Godov. 


—  74  _ 
EN     EL     TRANVÍA 

(18  ASIENTOS) 


2.  £n  /a  derecha  hay  sitio. 


J.  ^"/7  /í  derecha  cabe  uno 


EN   EL  MAR 


i 

Una  onda  alcanza  á   otra  onda  y  las  dos  forman  un  himno.   El 
himno  eterno,  la  canción  inmortal  á  cuyo  son  marcha  el  mundo. 

¡  Oh  mar  eterno,  mar  de  siempre  !  En  el  seno  de  tus  olas,  de  tus 
olas  que  rugen,  que  blasfeman,  que  maldicen  y  tiemblan,  este  ser 
miserable  se  siente  más  grande,  se  siente  más  fuerte,  se  siente  más 
hombre.  ¡  Oh  .mar  eterno,  mar  de  siempre  !  Cuando  en  medio  de 
las  sombras  el  casco  cruje  estremecido  por  tus  fuerzas,  cuando  en 
medio  de  las  sombras  entonas  el  canto  de  tus  iras  mientras  el  | 
espera,  este  ser  miserable  se  siente  más  grande,  se  siente  más  fuerte, 
se  siente  más  hombre  ! 

Y  entonces  pienso  en  los  vagabundos  de  la   Cierra,  pienso  f 
parias  del  mundo,  pienso  en  todas  las  miserias,    pienso  en   tod 
desgracias,  pienso  en  todos  los  dolores,  pienso  en  todas  las  tris1 
y  al  verte,  soberbio,  amenazante,  levantarte  airado,  creo  que  eres  tú 
el  vengador  que  corre  rápido  á  barrer  la  tierra  para  lavar  sus  llí 


—  76  — 

;  Qué  alma  grande  no  te  admira  ?¿  Qué  lira  no  te  ha  cantado? 
¿  Qué  poder  tu  no  has  vencido?  ¡  Oh  mar  eterno,  mar  de   siempre  ! 

II 

E<  la  hora  del  silencio.  Es  la  hora  del  recogimiento.  Es  la  hora  de 
la  soledad.  Es  la  hora  en  que  se  elevan  en  la  sombra  esas  voces 
misteriosas  que  contestan   á  las  que  cantan  en  nuestros  corazones. 

Navegamos  por  un  mar  de  fósforo.  Cada  ola  parece  un  monstruo 
coronado  de  luz.  La  estela  que  deja  el  barco  semeja  plata  hirviendo 
en  un  crisol.  Las  algas  luminosas  quedan  flotando  largo  rato  sobre 
la  superficie  del  agua  produciendo  un  fenómeno*  curioso.  Yo  estoy 
sobre  cubierta  apoyado  en  la  borda  del  buque.  Miro  el  mar  y  pienso 
en  Byion  y  en  Demarlino. 

Olas  de  sombra  y  luz  ¿  á  dónde  vais?  —  ¿  Lo  sabéis  acaso? — ■ 
Empujadas  por  el  viento  allá  vais  cantando,  ora  límpidas,  serenas,  la 
canción  de  la  esperanza,  ora  turbias  y  bravias  la  canción  de  la  deses- 
peración  ó  el  exterminio.  Así  nosotros,  olas  del  mar  humano, 
cruzamos  el  mundo  empujados  por  el  viento  de  las  pasiones,  pul- 
sando las  notas  de  todos  los  cariños  y  de  todos  los  odios. 

¡  Oh,  vosotros  los  grandes  de  la  tierra!  ¿  De  qué  vale  vuestro 
orgullo  ?  ¿  De  qué  vuestra  vanidad  ?  Fortuna,  gloria,  valor.  Todo 
es  nada  ¡  oh  !  mar !  ante  tu  grandeza  infinita. 

III 
Allá  en  lo  alto,  sobre  la  frente  del  cielo,  las  nubes  se  arremolinan 
fiando  la  tempestad.  Los  relámpagos  cruzan  de  pronto  abriendo 
el  seno  de  las  nubes.  Fuego  en  el  cielo  y  fuego  en  el  mar.  ¡  Qué  cuadro ! 
Poetas,  artistas,  soñadores,    locos,   todos  los  que  sintáis  la  idea 
agitarse  en  vuestros  cerebros,  cuando,  estéis  desesperados,  arrojaos 
sobre    los    mares,    lanzaos    sobre   sus    aguas  ;    ante    su    majestad 
quedaréis  mudos  y   el  olvido  caerá  sobre  vuestras  almas  atormen- 
como  cae  la   lluvia  sobre  un  campo  en   llamas.  La  contem- 
plación de  la    naturaleza   absorbe   por  completo  nuestros  sentidos. 
Casi  estoy  por  creer  que  hasta  el  amor  desaparece  ante  la  majestad 
de  su  grandeza. 

;  Oh  mar  eterno,  mar  de  siempre  !  Ya  he  hablado  contigo,  ya  he 
escuchado  tus  querellas,  Mañana,  peregrino  del  mundo,  volveré  á 
surcar  tus  ondas.  Que  ellas  me  saluden  como  aun  viejo  conocido. 

Alberto  Ghiraldo. 


ESCLAVITUD 


~i.-~&  i  "X~ 


1 

—  Ah  !  déjame  partir;  mira.,  ya  asoma 

El  alba  en  el  «  Iriente. 

—  •  Un  beso  más,  mi  amor  ! Este  otro  toma  .. 

En  él  va  mi  alma  ardiente  I 

—  Ah  !  déjame  partir;  mi  madre  espera!... 

La  siento  suspirar. 

—  Aguarda  que  la  aurora  linsonjera 

Nos  venga  á  acariciar 

II 

—  Mis  párpados  se  cierran,  fatigado 

Desfallecer  me  siento. 

—  Ven  conmigo  hasta  el  bosoue,  y  á  mi  lado 

Descansa  y  cobra  aliento. 

•  Aparta  I  De  mi  madre  siento  ahora 

El  triste  sollozar. 
_  ¡  Gocemos  de  la  vida,  que  esla  hora, 
Mi  amado,  de  gozar  ! 

111 

—  Han  corrido  los  años  y  me  veo 

En  tus  brazos  prendido, 
Presa  infeliz  de  tu  voraz  deseo. 

¡  Calla  !  ¡  Tu  me  has  perdido  ! 


¡  Paso,  Sirena!  —  ¡  Atrás  el  temerario  !. 


,  Dónde  intentas  marchar  ? 
—  ¡  De  mi' madre  al  sepulcro  solitario 
Déjame  ir  a  llorar  1 


la  Barra. 


uikia  A^^KnriiiK^ 


Un  día,  llegando  á  casa,  me  encontré  con  una  invitación 
para  un  baile  de  máscaras,  que  ofrecía  á  sus  relaciones  una 
excelente  familia  que  veraneaba  en  X***.  Me  apresuré  á  res- 
ponder al  amable  convite  y  por  el  camino  encontré  á  varias 
personas,  que  se  dirigían  á  donde  yo  iba;  entre  ellas  noté 
á  una  máscara  que  caminaba  sola,  como  si  buscara  acom- 
pañante, y  me  aproximé  á  ella,  con  esa  encantadora  y  peli- 
grosa libertad  que  Memo,  cual  un  rey  pródigo  nos  concede, 
entablando  sobre  la  marcha,  una  conversación  que  se  pro- 
longó en  animado  crescendo,  hasta  que  llegamos  á  la  quinta 
de  los  señores  de  C... 

Al  llegar,  nos  separamos,  pero  al  poco  rato,  divisé  á  mi 
desconocida,  sola  siempre,  que  parecía  buscarme.  La  aven-» 
tura  comenzaba  á  interesarme,  tanto  más  cuanto  que  me  había 
cautivado  su  agradable  conversación  y  á  la  luz  de  los  focos 
eléctricos,  pude  observar  que  la  mascarita,  vestida  con  una 
saya  de  satín  cubierta  de  encajes,  que  dejaba  ver  apenas  un 
pié  digno  de  calzar  el  escarpín  de  la  cenicienta,  poseía  una 
cabellera  blonda,  adornada  de  un  florido  sombrero  de  paja, 
cuyas  alas  luchaban  en  vano  con  los  rizos  adorables  de  dora- 


—  80  — 
dos  reflejos  y  cubrían  en  parte  dos  orejas  diminutas  y  arisJ 
tocrálicas.  Su  rostro  ¡oh  desgracia!  estaba  completamente] 
cubierto  por  una  máscara  de  cera,  que  no  permitia  ni  adivi- 
nar sus  inefables  encantos;  yo  los  suponia  tales,  teniendo 
en  cuenta  los  que  dejo  apuntados.) 

Su  espiritual  conversación  me  tenia  embelesado  y  vino  á 
despertarme  de  mi  dulce  ensueño,  la  orquesta,  que  nos  arras- 
tió  en  alas  délas  cadencias  del  wals  y  del  pas  dé-quatM 
Embriagado,  con  la  cabeza  que  ya  no  me  pertenecía,  le  re- 
pelí mil  banalidades  con  las  cuales  quise  hacerla  comprender 
que  seria  con  gusto  su  esclavo.  Ella,  con  esa  coquetería  innata 
de  su  sexo,  me  respondió  al  punto  que  no  creia  le  dijera  lo 
mismo  sin  careta.  —  Me  despojé  de  la  mia,  esperando  que 
ella  hiciera  otro  tanto,  pero  viendo  defraudadas  mis  esperan- 
zas, me  ratifiqué  en  lo  dicho. 

Mi  vanidad  creyó  percibir  un  lijero  temblor  y  mi  imagina- 
ción la  contempló  ruborosa  al  ver  mi  sinceridad. 

¡  Oh,  que  fugaces  son  las  dulces  horas  de  la  humana  felici- 
dad!  En  aquel  momento  sus  lánguidos  y  enamorados  ojos,  á 
través  de  la  horrible  careta,  me  prometieron  un  mundo  de 
dichas,  cuyo  recuerdo  conservo  en  el  alma,  como  se  guarda 
la  flor  predilecta  entre  las  hojas  de  un  libro. 

Se  hacia  la  atmósfera  pesada  á  causa  de  la  temperatura 
de  la  agitación  del  baile.  Salimos  al  jardín  y  en  sus  enarena- 
dos senderos  bordados  de  boj,  continuamos  nuestro  interrum- 
pido paseo.  La  suave  brisa  de  la  noche  me  calmó,  y  ya  mas 
tranquilo,  insistí  porque  se  despojara  mi  compañera  de  ese 
obstáculo  insufrible  para  mi  impaciencia,  haciéndole  pre- 
sente que  era  inútil  crueldad  de  su  parte,  ocultarme  sus 
gracias  por  más  tiempo. 

—  Usted  se  arrepentirá,  me  contestó;  es  mejor  conservar 
las  ilusiones  el  mayor  tiempo  posible.  No  quisiera  perder  á 
tan  gentil  compañero,  una  vez  que,  cerciorándose  de  mi  feal- 
dad no  vea  en  mi  sino  uno  de  esos  chascos  tan  frecuentes  en 


—  81  — 

el  carnaval,  bendita  institución  que  nos  permite  disfrazarnos 
de  distinto  modo  que  el  resto  del  año... 

Comprendí  que  no  era  galante  insistir  más  y  agradecí  ínti- 
mamente á  la  mascarita,  de  cabellera  blonda,  cuyos  rizos 
adorables  desbordaban  de  su  florido  tocado,  y  cuyo  pié  digno 
de  calzar  el  escarpín  de  la  cenicienta,  ap  enas  asomaba  debajo 
de  la  saya  de  satín  cubierta  de  encajes,  —le  agradecí,  repito, 
me  evitara  el  desagradable  papel  del  héroe  de  Alejandró 
Dumas,  y  preferí  conservar  de  su  fisonomía  una  idea  suave 
é  indecisa.  Difícil  será  que  yo  vuelva  á  encontrarla,  pero  me 
consuelo  pensando  que 

La  ilusión  que  se  sueña  encanta  el  alma, 
La  ilusión  que  se  toca  hace  llorar. 

Eduardo  Castilla  Portugal. 


ANDALUCÍA 


Cielo  brillante,  fuentes  rumorosas; 
Ojos  negros,  cantares  y  verbenas: 
Altares  adornados  de  azucenas; 
Rostros  tostados,  perfumadas  rosas. 

Bellas  noches  dé  amor  esplendorosas  ; 
Mares  de  plata  y  luz,  brisas  serenas; 
Rejas  de  nardos  y  claveles  llenas; 
Serenatas-,  mujeres  deliciosas. 

Cancelas,  orientales  miradores; 
La  guitarra  y  su  triste  melodía; 
Vinos  dorados,  huertas,  ruiseñores. 

Deslumbradora  y  plácida  poesía... 
Hé  aquí  el  pueblo  del  sol  y  los  amores, 
La  mañana  del  mundo  :  ¡  Andalucía! 

Manuel  Reina. 


Sí  señor,  ¡sí!  ;  Todas  nos  sabemos  de  memoria  el  ->01 
y  el  1040 ! 

—  ¡Me  parece  que  se  permite  usted  hablar  en  tono  epi- 
gramático ! 

—  ¿Por  qué,  señor? 

—  ¿O  es  que  la   compañía  va  á  poner  limitación  al 
servicio  ? 

—  ¡Ha  sido  un  desahogo  mío  I  ¡Perdone  usted! 

—  ¡Está  usted  perdonado!  ¿  Y  la  comunicación7 

—  ¡Ah,  si! 

—  ¡Vamos.  - '  Ti <:» j-i t ;i ,  vamos! 

11 

—  ¡Jures  tá,  Matilde! 

—  Yo  soy. 

—  ¡Qué  gane  tenía  de  oir  tu  voz! 

—  ¡Pero  si  anoche  la  oiste! 

—  ¿Anoche'?  ¿No  fué  hace  un  siglo  ? 

—  ¿  Tanto  me  quieres  '. 

—  ¡Con  toda  mi  alma!  ¡Solo  á  tu  lado 
comprendo  la  vida!  Adorándote  como  se 
adora  á  una  imagen,  perpetuamente  de 
rodillas:  contemplando  tu  cara  con  una 
íijeza  de  fanático,    en    éxtasis  continuo! 

bien?  —  ¡Muy  bien!  ¡Tanto  como  Luís  reniega  del  teléfono! 
Hay  invento  más  hermoso7 

—  |  Qué  lo  ha  de  haber!  ¡Tu...  ¡se  rne  resiste  pronunciar  la  palabra 
ue  me  recuerda  que  no  eres  libre!  ¡  Luís  no  sabe  lo  que  se  pesca! 
«—  ¡Llaman  á  la  campanilla!  ¡  Visita  tenemos!  ¡Adiós,  Enrique  I 


—  84  — 

—  ¡Adiós,  ídolo  mío!  Una  petición  antes  de  marcharte.  —  ¡Mán- 
dame un  beso! 

—  ¿  Pero  estás  loco  ? 

—  ¡De  amor  por  tí! 

¿  Cómo  quieres  que  te  lo  mande  ? 

—  ¡Besa  la  caja  de  resonancia,  la  planchita  sobre  que  hablas  1 
I  Así !  i  He  sentido  tu  aliento!  ¡  Gracias  ! 

¡Ay!  ¡Pues  haz  lo  mismo  tú! 

■  Ahí  va!  Es  up  sistema  muy  imperfecto,  pero  mientras  llega  la 

ocasión  en  que  me  los  des  de  verdad... 

¡No,  no,  esa  ocasión  no  llegará  nunca!  ¡Este  cariño  es  pura- 
mente ideal  y  honrado!  Mi  desgracia  es  la  que  me  ha  hecho  oirte. 
pero  no  esperes  que  pasen  las  cosas  de  aquí !  ¡Adiós! 

—  ¿Te  vas  enojada? 

¡No!  ¡Pero  no  me  gusta  que  tengas  esos  pensamientos! 

—  ¡Perdóname!  ¡Te  amo  tanto! 

—  ¡  Y  yo  á  tí ! 

—  ¡Antes  de  irte  repite  el  ósculo!  ¡  Por  teléfono  no  me  lo  negarás! 

—  ¡No,  por  teléfono  no!  ¡Toma  ! 

—  ¡Gracias,  gracias!  ¡Hasta  luego! 

—  Hasta  luego. 

III 

A  las  tres  ¿eh?  ¡No  te  olvides  de  la  hora! 

-Olvidarme!  ¡No  repitas  esa  horrible  palabra!   ¡  Olvidarme  de 

quien  ten<n>  siempre  presente  ante  los  ojos  de  mi  alma!  A  las  tres  en 
punto  estaré  paseando  frente  al  hotel,  oculto  en  las  sombras,  aguar- 
dando que  la  dicha  me  abra  sigilosamente  esa  cancela  que  ha  de 
brindarme  con  el  acceso  directo  al  cielo. 

Ya  sabes!  Una  luz  agitada  tres  veces  ala  obscuridad! 

Y  entonces  me  aproximo  á  la  reja  y  sigo  á  la  doncella.  ¡  Quién 

pudiera  suprimir  hoy  la  tarde  y  la  noche  y  hacer  que  llegase  ense- 
guida la  madrugada!  —  Lo  mismo  pienso  yo,  pero  llegará  al  fin. 

—  ¡  Mucha  prudencia,  Enrique  ! 

—  ¡  Toda  y  aún  más  de  la  necesaria  ! 

IV 

—  ¡Central!  Con  el  1040.  ¡He  llamado  tres  veces  ! 

—  ¡  Es  que  el  10Í0  no  contesta  ! 

—  ¡Antes  funcionaba  mejor  este  hilo  ! 

—  ¡Antes  sí,  pero  ahora  no!  ¡Nada,  es  inútil!  ¡No  responde  nadie  1 

—  ¿Habrá  algún  cruce  ? 

—  ¡Probablemente!  ¡Aunque  más  bien  será  qne  se  ha  gastado  ya 
el  alambre!  ¡A  los  que  funcionan  mucho  les  sucede  eso! 

—  Pues  el  mío  no  ha  funcionado  minos  y  sin  embargo  ! 

Alfonso  Pérez  Nieva. 


-  85 


-Sxg,— 

Como  esas  tristes  olas 
Que  ruedan  en  las  playas, 
Y  luego  se  deshacen 
En  transparentes  lágrimas, 
Así  son  nuestras  vidas, 
Así  son  nuestras  ansias! 

Como  la  brisa  leda 
Del  bosque  entre  las  ramas, 
Acariciando  nidos, 
De  aromas  embriagada, 
Así  las  dichas  huyen, 
Asi  los  sueños  pasan! 

Nos  quedan  los  dolores, 
?  (  í-  (t  i  <  (  (  i¡  las  l  ci  i  üí(  as, 
Las  luchas,  las  tinieblas, 
Las  noches  en  el  alma, 
Sin  que  la  aurora  anuncie 
Que  vuelve  la  mañana  ! 

Leopoldo  Díaz 


^■■¿£c^ 


—  86  — 
EPIGRAMAS 


Un  miembro  de  la  Sociedad  Protectora  de  Animales  llama  á  su 
criada. 

—  Catalina  —  le  dice  —  ¿por  qué  permites  que  las  moscas  de- 
voren á  ese  pobre  perro  ? 

—  Porque  es  preciso  ofrecerles  alguna  expansi  ón. 

—  Podrías  darles  otra  cosa.  Deja  abierta  la  azucarera  . 

—  ¡Eso  no  I  ¿Qué  seria  entonces  de  las  hormigas  ? 


Al  regreso  de  un  viaje  de  boda  : 

Ella  ícon  pasión  i  —  ¿Te  acordarás  siempre  de  nuestro  delicioso 
viaje  por  Suiza  ? 

El  (con  tranquilidad)  —  ¡Siempre!  ¡Te  lo  juroí  ¡  En  mi  vida  he 
visto  cuentas  tan  caras  ! 


Las  mujeres  toman  de  la  moda  atractivos,  que  serian  defectos  si  la 
Naturaleza  se  los  hubiese  otorgado. 


Dijo  el  doctor  á  Librada  : 

—  Vengo  de  ver  á  Don  Gleto. 
Su  esposo,  y  no  tiene  nada. 
Y  ella  exclamó  consternada  : 

—  ;  Ay,  doctor,  guarde  el  secreto  ! 

S.  Lozano. 


Un  individuo  se  quej-a  de  las  calaveradas  de  su  hijo. 

—  Deberías  reprenderle  severamente  —  le  dice  un  amigo. 

—  Es  inútil;  no  hase  caso  más  que  de  los  necios. 
El  amigo  cariñosamente  : 

—  Pues  bien,  ¿quieres  qué  yo  le  hable? 


Después  del  dinero,  el  fastidio  hace  aún  más  matrimonios  que  el 
amor,  y  no  son  por  cierto  los  peores. 


Entre  marido  y  mujer  : 

—  Confiesa,  Juan,  que  no  me  quieres.  Cuando  nos  casamos  era 
otra  cosa.  Entonces  me  comías  ;i  besos. 

—  Es  verdad. 

—  Y  ¿  por  qué  no  ahora  '.' 

—  Porque  ahora  no  puedo  digerirte. 


IN  MEMORÍAM 


Humanidad!...    no    eres 
más  que  una  vana  palabra '. 

La  religión  católica  ha  consagrado  un  día  delaño  á  la  me- 
moria de  los  muertos.  Esa  consagración  se  señala  por  una 
fecha,  del  calendario  cristiano,  llevando  su  signo  correspon- 
diente :  •£  Día  de  difuntas.. 

En  la  marcha  del  tiempo,  ese  viajero  infatigable  á  quien 
se  le  ha  pretendido  marcar  el  paso,  nos  es  dado,  con  tal 
motivo,  contar  otro  aniversario  de  los  tantos  que  el  hombre 
ó  la  humanidad  celebra,  si  bien  diferenciándose  este  de  los 
demás,  por  no  referirse  á  invento  útil,  á  antecedente  histórico, 
á  singular  natalicio  v  tampoco  corresponder  á  cabo  de  ano, 
para  todos  y  cada  uno  de  los  muertos,  por  los  que  las  cam- 
panas del  templo  llamarán  á  orar!... 

Es  que  la  fecha,  de  cada  fallecimiento,  tiene  aniversario 
particular,  para  toda  persona  ó  familia  doliente,  y  ese  no  es 
el  significado  que  se  quiere,  para  el  que  entonces  se  conme- 
mora. Ese  recuerdo,  no  es  para  nombre  determinado;  es 
para  todos  los  que  murieron,  para  todos  los  que  no  existen  ! 
Es  aniversario  de  la  comunidad. 


Hay  en  él  algo  humano  y  universal,  en  principio,  que 
excluye  todo  personal  egoísmo. 

Es  sentimiento  individual  y  es  recogimiento  colectivo,  que 
se  traduce  en  general  y  público  dolor. 

Es  de  humanidad,,  en  el  espíritu  de  fraternal  solidaridad, 
que  lleva  á  los  vivos,  á  doblar  su  cuerpo,  en  tierna  solicitud, 
sobre  la  tumba  solitaria  de  los  que  terminaron  su  jornada  de 
la  vida! 

Es  lágrima  de  amor  —  sin  barreras  —  que  cayendo  sobre 
la  tierra  que  nos  arra  nca  un  día  lo  que  otro  nos  diera,  une  el 
alma  á  la  materia,  en  el  misterio  de  la  divina  creación! 

Y  sin  embargo,  en  el  silencioso  recinto  de  los  cementerios, 
no  impera  la  armonía  de  ese  humano  amor,  ni  reina  la  igual- 
dad que  debiera  consagrar  la  muerte! 

Allí  mora  también  la  vanidad  del  poderoso  que  sobrevive 
al  poderoso  que  ha  rendido  la  muerte,  en  los  suntuosos  asilos 
destinados  á  guardar  la  podredumbre  de  los  vivos,  igual  á  la 
podredumbre  de  los  pobres! 

La  sociedad  lleva  allí  sus  distingos,  en  la  perdonable  pre- 
tensión de  mantener  sus  divisiones,  más  allá  de  la  tumba!... 

Cada  categoría,  en  la  vida,  se  señala  en  la  muerte  por  el 
sepulcro  que  guarda  sus  despojos!... 

La  soberbia  de  los  que  quedan,  parece  protestar  así  contra 
la  abrumadora  nivelación  de  los  que  fueron. 

Es  la  grosera  insolencia  del  dinero,  que  profana  allí  como 
perturba  en  todas  partes,  la  paz  y  la  armonía  de  las  humanas 
relaciones,  por  las  diferencias  que  crea,  las  fealdades  que 
perpetúa.  Los  muertos  ricos  tienen  palacios;  los  pobres 
muertos  el  inquilinato  de  siempre  :  la  fosa  común,  el  osario 
sujeto  á  la  eterna  amenaza  de  desalojo!... 

Para  los  restos,  sin  nombre  y  sin  urna,  no  hay  tierra  sa- 
grada!... Sólo  llevan  inscripciones  los  que  fueron  grandes... 
los  que  fueron  pequeños,  no  tienen  ni  derecho  siquiera  al 
signo  de  la  redentora  cruz  !... 

Con  misa  y  responsos  se  entierra  á  los  que  dejaron  fortuna. 
En  silencio  y  sin  rezos,  son  sepultados  aquellos  que  sólo 
dejan  deudos  en  la  miseria!... 

Humanidad!...  Humanidad,  no  eres  más  que  una  vana 
palabra ! 


-  89  - 

Quien  no  encuentre  el  nombre  de  los  suyos,  en  los  regis- 
tros gráficos  de  la  propiedad  —  el  mundo  de  los  vivos  —  no 
o  busque  en  las  lozas  de  los  sepulcros  —  el  mundo  de  los 
nuertos  —  porque  estará  confundido  en  la  turba  anónima 
[ue  forma  el  hombre  sin  hogar  y  sin  patria  en  la  tierra 
nisma  de  sus  padres,  paria  de  todas  las  edades  y  huérfanos 
le  todos  los  tiempos  ! 

Falta  á  la  nivelación  común,  la  ley  que  aún  no  ha  dictado 
¡1  amor  fraternal  y  debe  consagrar  el  sentimiento  de  la  hu- 
mana solidaridad,  como  culto  á  Dios  y  reconocimiento  de  su 
livina  justicia. 

En  tanto,  humanidad  no  serás  más  que  una  vana  palabra! 

Luís  A.   Mohr. 


LUZ    Y    SOiMBRA 

Negro  estaba  y  sombrío  el  firmamento 

Y  tu  me*  lo  mostrabas. 

—  Asi  tengo  —  dijiste  —  el  pensamiento. 

Y  era  porque  dudabas. 

De  bella  tarde,  en  apacible  calma 
Otra  vez  me  decías  : 

—  Como  ese  cielo  azul,  tengo  yo  el  alma. 

Y  era  porque  creías. 

Luz  es  la  fé,  mi  bien,  sombra  la  duda, 

Y  en  amoroso  anlielo 
Ya  le  darán,  si  tu  pasión  ayuda 

Luz  á  tu  cielo. 

Vicente   Riva  Palacio. 
Klexicaí    . 


—  90  — 

DESPUÉS  DEL  WALS 


Tiembla  tu  mano  al  estrechar  la  i 
Y  hay  sombras.de  tristezas  en  tas  oj< 
Habla,  mi  bien,  ¡quién causa  tus  enoje 
Oiga  yo  de  tu  acento  la  armonía. 
¿Te  agobia  el  peso  de. nupcial  cadeai 
¿  Soportas  de  un  tirano  el.  férreo  jw§ 
Habla,  responde,  di,  dó  está  el  verdtif 
¿Qué  puedo  hacer  por  tí? 

—  Pagar  la  cei 

E.  Navarro  Gonzalvo 


■"  >»ft®* 


ANÉCDOTAS 
(De  Fernández   Bremón). 

Al  hacer  el  inventario  en  casa  de  un  tuerto,  encontraron  vari 
ojos  de  cristal. 

—  ¿Entre  qué  objetos  clasificamos  esos  ojos?  — ■  preguntó    i 
dependiente. 

A  lo  que  repuso  el  escribano  : 

—  ¿Son  de  cristal?  En  la  vajilla. 


listaban  hablando   de   Consuelo,    hermosa   rubia,    que  llama 
atención. 

—  ¿Qué  edad  tendrá?  —  pregunté  á  doña  Agustina. 

—  Casi  ninguna  —  me  contestó :  —  figúrese  usted  si  será  joveí 
que  se  pone  años  todavía. 


Puso  el  sastre  Fantasía 
En  su  puerta  este  letrero  : 
Aquí  se  hacen  con  esmero 
Trajes  al  guste  del  día. 

Y  una  muy  guasona  mano 
Escribió  debajo  así  : 
«  A  gusto  del  día.  sí, 
Pero  no  del  parroquiano.  » 


EL     VERANO 


Ahora  sí  que  ha  llegado. 
'  Ya  comprenderán   ustedes  que   me  refiero  al  verano,  la  Hermosa 
estación  de  los  baños,  las  flores  y  las  erupciones  cutáneas. 

La  primera  medida  que  han  tomado  la  mayor  parte  de  los  habitan- 
tes de  Buenos-Aires,  ha  sido  repasar,  con  ojo  avizor,  la  ropa  <iel 
verano  pasado.  .  , 

Yo,  por  mi  parte,  he  descubierto  un  terno  de  lanilla  en  Duen 
uso,  aunque  un  tanto  arrugado,  y  me  lo  he  puesto,  lleno  de  orgullo, 
para  demostrar  que  soy  de  los  que  viven  al  día  en  todos  sentidos. 

¡  Vestir  de  verano  ! 

Esta  es  la  primera  medida. 

La  segunda  la  toma  el  sastre  cuando  llega  la  ocasión. 

—  ¡  La  tremenda  ocasión  I  —  que  dice  un  padre  cargado  de  Hijos. 
En  cambio,  hay  familias  que  esperan  el  cambio  de   temperatura 

con  sangre  fría. 

Y  es  porque,  al  frente  de  ella  (de  la  familia.;.^'!!?,  agora.-  una 
señora  hacendosa,  de  esas,  que  ponen  flamante  y  como  salido  de  la 
tienda  cualquier  género,  por  usado  que  este. 

—  ¡  Román!  — dicen   al  marido.  —  supongo   que   habrás  n< 
el  cambio  de  estación.  •  " 

—  |  Bastante  !  Figúrate  que  aquel  divieso  que  tu  sabes  lia  e 
zado  á  colorear  de  un  modo  alarmante  y  á  picar  de  un  modo  mas 
alarmante  aún.  .  ' .      .  .    ,  « 

—  Ya,  va  te  he  oido  esta  noche  :  ¡  parecías  un  guitarrista  .  1  .o.» 
ahora  no  se  trata  de  diviesos,  sino  de  aligerar..... 

—  ¿La  sangre?  perfectamente  ;  me  someto  sin  chistar  a  tus  pro- 
cedimientos, que  se  reducen  á  lo  de  siempre  ;  comer  poco 

—  ¡  Calla,  tragón  !  siempre  piensas  en  lo  mismo. 


—  92  — 

—  Pues,  ¿  en  qué  he  de  pensar  ? 

—  En  la  ropa  hombre  de  Dios,  en  la  ropa  ;  por  dentro,  compóni 
telas  como  puedas  y  quieras,  pero  por  fuera,  has  de  arreglarte  u 

poco.  3 

—  Y  un  mucho. 

—  Al  efecto,  he  repasado  la  ropa,  y  después  de  echarte  uno 
cuchillos  piramidales  en  los  pantalones  del  traje  azul  marino  h. 
quedado  este  como  nuevo. 

—  ¿  Como  nuevo  ? 

—  Ya  lo  creo. 

—  Pero  mujer ¡  si  ese  dichoso  trajecito  lo  estrené  el  año  de  í 

liebre  amarilla  ! 

—  ¡  Amarilla  me  pongo  cuando  me  replicas! 

hac~Ír      s!ria?mejor  °Iue  me  Pusiese  aquel  traje  perla  que  estren 

—  ¿Y  los  niños  ? 

—  ¿  Cuáles  ? 

—  Los  nuestros,  hombre,  los  nuestros 

—  Supongo  que  no  les  pondrás  mi  trajecito. 

—  Pues  supones  mal.  Mira,  á  Anicetito  le  he  hecho  una  cazadoni 
de  los  pantalones,  y  a  Eudaldo  un  saquito  con  el  chaleco  :  pues  ;  I 
con  el  chaqué?  \  íeses  qué  corpino  he  arreglado  para  Eulalia  I 
i  que  gracioso  !  oí 

he7hoPdeeSmiíopama,dÍtala  graC¡a  qUG  me  C9USa  el  reparto  íue  haí 

—  ¡  Eres  un  mal  padre  ! 

—  ¡  Eh,  poco  á  poco  ! 

—  Un  padre  tiene  el  deber  de  desnudarse  por  dar  de  vestir  si 
vastagos •  "  * 

—  Eso  no  pasa  de  una  figura pero  ¡  calcula  la  que  haré  yo! 

ensenando  el  cutis  interno  de  mi  persona... 

—  No  enseñarás  nada,  ¡  pornográfico  !  Pues  qué  ;  te  parece  cm< 
no  te  caen,  bien  el  traje  azul  marino  ?  6       P  q 

—  Él  podrá  caerme,  pero  yo  á  él  lo  dudo.  Además,  me  oprietoi 
mucho,  ya  veras  como  pareceré  un  embutido  animado...  . 

A  pesar  de  las  protestas,  se  cumple  la  voluntad  de  la  dueña  de 
tasa,  y  Koman  luce  el  terno  que  le  marca  las  que  en  un  tiempo 
fueron  formas  muy  aceptables.      *  ueiupu 

Los  niños  pasean  las  transformaciones  del  traje  perla  v  se  so- 
brelleva el  verano  con  cierta  estrechez  por  parte  del  padre  pero 
con  relativa  holgura  pecuniaria,  gracias  á  lo  que  ahorran  las- 
mañosas  manos  de  la  jefe  de  familia 

;  Oh  maravillas  de  la  economía  doméstica  ' 

cuLSín  ri^í^8    á<al§ÚD  PaPá   °íue    y°   me   sé  de  memoria 
euando,  durante  días  y  mas  días,  ove  el  eterno  : 

—  1  apa,  hay  que  pagar  el  traje  verde  ! 

—  Papa,  he  encargado  ya  el  traje  azul. 

—  Esposo,  te  aviso  que  me  hago  un  traje  rosa  y  un  matinée  creml 

tanta  E!!?1?       i  U6n  Sf  °r  envueIto  en  aquel  arco-iris  !  Entre 
tanta  baraúnda  de  colores,  el  porvenir  se  le  presenta  muy  ne^ro. 


—  93  — 

Pero  la  decencia  y  el  calor  combinados  tienen   ciertas  exigencias 

i  lodo  punto  ineludibles. 

Otro  de  los  temas  favoritos  de  conversación  es  el  baño. 

El  baño  de  mar.  » 

Ya  empiezan  los  tanteos  cariñosos  : 

Eduardito,  supongo  que  iremos  á  Mar  del  Plata,  ¿  eh  ? 

—  Es  posible. 

—  ¿  Posible  nada  más  ?  Dime  que  es  seguro.  ¡  Ah  qué  delicia  ! 

mar,  la  playa,  el  hotel,  la  playa  de  los  ingleses 

—  ¡  A  esos  temo  ! 

—  Yo  en  el  agua,  tú  en  la  orilla 

—  Sí,  con  el  agua  hasta  el  cuello. 

Nó,'  no  te  pongas  serio,  Eduardito  ;  los  baños  de  mar  son  muy 

jcesarios 

Y  así  sigue  el  tanteo,  durante  el  cual  el  marido  se  tienta  la 
jlsa  y  vacila. 

Vamos,  que  sin  hallarse  en  la  playa,  está  flotando  entre  dos  aguas. 
Por  fin,  sucumbirá. 
E  irá  al  fondo. 

Su  cara  esposa,  nunca  más  cara  que  en  verano,  sera  el  peso  que 
;  hará   sumergir 

Y  á  fe  que  la  cosa  se  remedia  fácilemente. 

—  ;  Queréis  baños  de  mar  !  —  decia  un  padre  á  su  descendencia 
-  ;  .Riereis  agua  salada  ?  Pues  bueno  :  con  echar  unos  puñados  de 

alen  el  lavadero,  está  resuelto  el  problema.  ¿  Queréis  oleaje? 

ues  vo.  con  estas  manos,  agitaré  la  superficie  tranquila  del  lava- 
ero,  .'...v  la  ilusión  será  completa.  Así  pues,  no  se  hable  más  del 
sunto  y.....  ;  al  agua  patos  l 

De  donde  se  deduce  que  lo  que  hace  falta  en  esta  época  es  contor- 
uidad. 
\  No  se  puede  ir  al  mar  ? 
¡Pues  manos  á  la  regadera  ! 

Y  gracias. 

Manuel  oel  Palacio. 


—  9í  — 


-¿Aje  com/tdas  3  cenar? 
-¿(.chiquilla:  pero  te  advierto  que  yo 
no  como  mas  que  carne  humana 


~TeH'9°  ño dr/guez.¿ jura  Vd  decir  Ja 
verdad,  nada  más  que  /a  verdad? 
-Impostóte,  Sr  Magiélrado.Soy anda  luz. 


2  tyfJSÍ'eWtfffi '?  ?*"*'*  Cu*ndo 
-  Pues  saltar  de alegria.mi  sargento. 


2^ 

—¿Donde  luíste  anoche  ? 
-A  la  Liga  de  la  Protección  Maciona/ 
-Por  eso  sin  duda  he  ha  lia  do  una  ' 
liga  de  señora  en  tu  bolsillo 


FANTASMAS  DEL  BOSQUE 

I.  —  La  Leyenda  de  la  Caá-Tari. 

¡da  de  la   Yerba. 

Esta  interesante  leyenda,  india  en  su  origen,  y  modificada 

etues   en  la  época  de  la  dominación  jesuítica   es  exclusiva 

e  los  Yerbales  Paraguayos,  y  sus  protagonistas  son  los 

"preñarte  de  ella  la  debo  a  la  amabilidad  de  mi  partieu- 
ar°  migPo  lo*  Eloy  Kodhíguez,  yerbatero  ^  Tacurú- P a, a 
costa  paraguaya  del  Alto  Paraná),  y  su  complemento  lo  he 
ecogidoen  los  yerbales,  de  boca  de  los  mineros,  los  que 
ienen  por  esta  1  eyenda,  un  gran  respeto  supersticioso  ;  de 
aodoqSenohasido  poco  el  trabajo  que  me  ha  costado  el 
poder  reuniría  á  fuerza  de  trozos  dispersos,  usando  de  mu- 


i   la 
ada 


"ha  paciencia  y  hasta  fingiendo  credulidad. 

Dos,  acompañado  por  san  Juan  y  san  Pedro,  bajó  a 
tierra  y  se  puso  á  viajar.  Un  día,  después  de  una  jorn. 
eno  a    llegaron  á  casa  de  un  viejito,  padre  de  una  hrja 
oven  y  bella,  á  quien  queria  tanto  que,  para  que  se  conser- 
vara siempie  .mecente,  fue  á  vivir  con  ella  y  su  mujer  en 

i  Sfi««o-  es  un  término  ywbatero,  empleado  en  el  Pawgnaj,  que 
.ar  a car  apeone,  qj  van  diredamente  al  monte  a  desgajar  la 
t  L  ye  ba  mate!  y  á  eslía  operación  se  llama  :  trabajo  de  mmm 


—  96 


medio  de  un  bosque  espeso,  en  donde  aún  no  habia  penetra 
do  hombre  alguno. 

El  viejito  era  sumamente  pobre  ;  pero,    á  pesar  de  eso 
tratándose  de  forasteros,  los   hospedó  lo  mejor  que  pudo 
mato  en  su  obsequio  la  única  gallina  que  tenia,  y  se  la  sirj 
de  cena. 

Al  ver  esta  acción,  y  cuando  quedaron  solos,  Dios  pregunte 
a  san  Pedro  y  a  san  Juan  qué  harían  ellos  en  su  luear°á  le 
que  contestaron  ambos  que  premiarían  largamente  al  vieiito 

Dios,  entonces,  lo  hizo  llamar,  y  le  dijo  estas  palabras '. 
t  Tu  que  eres  pobre,  has  sido  generoso ;  yo  te  premiaré  por  esto 
Tu  poseen  una  hija  que  es  pura  é  inocente  y  á  quien  quiere* 
mucho  ;  yo  la  haré  inmortal,  para  que  jamás  desaparezca  de 
la  tierra. 

Y  Dios  la  transformó  en  la  planta  de  la  yerba  mate,  y  desde 
entonces  la  yerba  existe,  y,  aunque  se  corte,  vuelve  á  brotar. 

Pero  los  mineros  dicen  que,  en  vez  de  transformarla  en 
yerba  la  hizo  dueña  de  la  yerba,  y  que  existe  aún  en  los 
yerbales,  ayudando  á  los  que  hacen  pacto   con  ella 

El  minero  que  quiere  hacer  pacto  con  la  Caá- Tari,  espera 
la  bemana  banta,  y  si  está  cerca  de  un  pueblo,  entra  á  la 
iglesia  y  promete  formalmente  que  vivirá  siempre  en  los 
montes,  se  amigará  con  ella,  jurando  al  mismo  tiempo  no 
tener  trato  alguno  con  otra  mujer. 

Hecho  este  voto,  se  encamina  al  monte,  depositando  en 
una  mata  de  yerba  un  papel  con  su  nombre  y  la  hora  en  aue 
volverá  para  encontrarse  con  ella. 

(  El  día  de  la  cita  el  minero  debe  tener  gran  presencia  de 
animo,  pues  la  Caá- Ven  í,  para  probar  su  valor,  antes  de  pre 
sentarse,  lanzara  sobre  él  víboras,  sapos,  fieras  y  otros  ani- 
males propios  del  monte,  sin  otro  objeto  que  el  de  probarlo 
^  En  recompensa  de  su  serenidad,  se  aparece  la  Caá-Vari 
joven,  hermosa  y  rubia.  Entonces  el  minero  renueva  sus 
juramentos  de  fidelidad  y  desde  aquel  día,  cuando  va  á  cor- 
tar yerba,  cae  en  un  dulce  sueño,  durante  el  cual  la  Caá  Vari 
le  prepara  el  rairo  «  con  diez  y  ocho  á  veinte  arrobas  de  peso, 


—  97  — 

acompañándole  al  despertar,  y  ayudándole  á  sostenerlo  por 
detiás,  hasta  llegar  ala  balanza.  Como  la  Caá-Yarí  es  invi- 
sible para  todos,  menos  para  él,  se  sube  sobre  el  rairo, 
aumentando  así  su  peso,  al  entregarlo.  De  esta  manera  la  ga- 
nancia del  minero  es  mayor,  pues  trabaja  á  tanto  la  arroí>a. 

Pero,  pobre  del  minero  que  le  sea  infiel  con  otra  mujer! 
La  Caá- Vari  despechada  no  perdona,  mata. 

Y  cuando  algún  minero  guapo  muere  en  los  yerbales  de 
cualquier  enfermedad,  si  él  ha  sido  de  carácter  taciturno, 
!or  compañeros  se  susurran  al  oido  :  Traicionó  á  la  Caá- i  a?  i! 
La  Caá-Yarí  se  ha  vengado  * ! 

Esta  leyenda,  mezcla  de  profano  y  de  sagrado,  salta  á  la 
vista  que,  en  su  origen,  no  debió  ser  así,  pues  la  primera 
parte  ha  de  haber  sido  agregada  posteriormente. 

El  bosque  se  presta  para  las  leyendas,  y  raros  son  los 
países  en  que  abunda,  que  no  posean  algunas,  y  hasta  una 
misma  se  modifica  muchas  veces  de  provincia  en  provincia, 
3omo,  por  ejemplo,  esta  de  la  Caá  Vari,  que  en  el  Brasil  toma 
el  nombre  de  Caá-Pora,  que  sin  variar  el  nombre,  sufre 
modificaciones  considerables,  según  las  distintas  regiones. 

Juan  B.  Ambrosetti. 

1  lndlil  es  decir  que  el  que  liene  pacto  etn  la  Caá-Yarí,  guarda  el  más 
«rotundo  secreto. 


HAMLET 


Allá  vá mudo  y  triste  en  la  suprema 

Lucha  que  agita  pensamiento  insano, 
Pertinaz  pensamiento  que  inhumano 
Ciega  sus  ojos,  y  su  frente  quema. 

Ser  d  no  ser,  terrible  es  el  problema, 
Y  él  quiere  penetrar  tan  hondo  arcano; 
por  eso  estruja  ron  crispada  mano 
El  libro  aquel,  de  su  venganza  emblema. 

La  que  yace  á  sus  pies  blanca  guirnalda 
Por  el  amor  tejida,  se  deshoja  : 
Su  negra  capa  Ilota  por  la  espalda 

Ruge  su  pecho  de  odio  y  de  congoja  : 
Mata,  y  sucumbe  al  fin  en  sangre  envuelto. 
¡  El  problema  fatal  está  resuelto! 

Luis  G.  Urbina. 


UNA   BUENA  GRATIFICACIÓN 


La  escena  représenla  el  comedor  de  la  familia  Cernícalo.  —  Mu 
blaje  lujoso,  pero  de  mal  gusto.  —  La  se/'iora,  que  .espera  á 
marido  para  comer,  principia  á  impacientarse.  —  Al  fin,  site 
la  campanilla... 

La  Señora.  No  llega  muy  temprano  que  digamos...  En  fin,  Josefi 
sirva  usted  la  sopa.  (El  "marido  entra,  muy  pálido  y  fatigado  y 
deja  caer  delante  de  su  cubierto.  Su  mujer  lo  observa  ansiosamen, 

El  Marido,  gimiendo.  ¡Qué  desgracia!  ¡Qué  espantosa  desgrac' 

La  Señora.,  sirviendo  la  sopa.  ¿Qué  ha  sucedido'.'' 

El  Marido.  ¡  Mi  cartera! 

La  Señora.  ¿Tu  cartera? 

El  Marido.  ¡La  he  perdido! 

L\  Señora,  dejando  caer   la  cuchara.  ¡Tu  cartera!  ¿Has  perd 

tu  cartera? 

El  Marido.  ¡  Con    cincuenta  billetes  de  cien  pesos,  que  acababa 

sacar  del  Banco ! 

Lv  Señora.  ¡Con  cincuenta  bille...  (Sofocada.)  La  semana  an 
rior,  el  señor  pierde  un  paraguas  nuevecito;  hoy  extravia  la  carie: 
Con  cincuenta  bille...  (Completamente  sofocada. j  ¿Adonde?  ¿Con: 
¿  Cuando  ? 

El  Marido.  ¿  Ac  aso  puedo  saberlo  ? 

La  Señora.  ¡Nunca  sabe  nada! ...  Vaya  un  modo  de  conducir. 
¡Ah!  tenia  razón  mi  buena  madre  cuando  me  repetia  :  ¡Tu  mar 
no  pasa  de  ser  un   imbécil ! 

El  Mvrido,  humildemente.   Todavía  tengo  alguna   esperanza, 
dirección  está  adentro...  Tal  vez  la  persona  que  la  haya  encontrado 


—  99  - 

La  Señora,  con  punzante  ironía.  Te  la  devolverá...  Agregando  los 
intereses  al  6  0/0  ¿no  es  cierto?  [Encogiéndose  de  hombros.)  No  di- 
gas disparates...  Si  tú  te  encontraras  cinco  mil  pesos  en  la  calle 
¿los  devolverías? 

El  Marido,  herido  en  su  probidad.  ¿Por  qué  no?  Si  fueran  valores 
nominales... 

La  Señora.  ¿Pero  billetes  de  banco?... 

El  Marido,  con  desesperación.  ¡  Ay  de  mí!  Daria  de  buena  gana  la 
mitad  de  lo  que  habia  en  la  cartera,  al  que.. . 

La  Criada,  entrando.  Señor,  un  hombre  desea  hablar  con  usted... 
por  asuntos  de  dinero... 

La  Señora.  Llega  á  buen  tiempo...  Diga  usted  que  el  señor  ha  sa- 
lido. 

La  Sirvienta.  De  dinero  que  trae  al  señor...  Una  cartera... 

El  Marido,  dando  un  sallo.  ¡Mi  cartera!...  ¡Que  entre!  ¡que  entre 
inmediatamente.  (La  sirvienta  hace  pasar  á  un  pobre jdiablo.) 


El  Pobre  Diablo.  Es  una  cartera  que  me  he  encontrado  abajo,  de- 
lante de  la  puerta... 

El  Marido,  arrancándosela  de  las  manos.  ¡Es  la  misma!  (Con 
efusión.)  ¡  Ah!  querido  amigo,  cuan  reconocido  le  estoy!  Crea  usted 
que  no  trata  con  un  ingrato  y  yo... 

La  Señora,  con  acritud.  En  lugar  de  entregarte  á  ridículos  tras- 
portes, deberías  verificar  si  no  falta  nada. 

El  Marido,  con  repentina  frialdad.  ¡Es  cierto!  {Abre  la  cartera  y 
cuenta  el  dinero.)  Uno,  dos,  tres...  treinta  y  nueve...  cuarenta  y 
uno...  cincuenta.  ¡Todos  están;  no  falta  ninguno! 

La  Señora,  con  aire  de  duda.  ¿Estás  seguro  que  no  eran  sino  cin- 
cuenta ? 

El  Marido.  ¡Diablo  !  á  menos  que  se  haya  equivocado  el  cajero... 


—  100  - 

La  Señora.  Lo  que  muy  bien  puede  suceder...  {Suspirando.)  En  finí 
cuando  se  es  bastante  tonto  para  perder  la  cartera  hay  que  resig- 
narse á  hacer  un  sacrificio. 

El  Marido.  No  hablemos  de  eso.  [Dirigiéndose  el  pobre  diablo.) 
Veamos,  amigo  mió,  quisiera...  [Busca  algo  en  su  bolsillo.) 

La  Señora.  ¿Qué  buscas? 

El  Marido,  siempre  buscando.  Dinero  con  que  gratificar  á  este 
buen  hombre.  [Sacando  de  la  cartera  un  billete  de  cien  pesos.) 
¿Tiene  usted  cambio? 

El  Pobre   Diablo,  protestando  por  fórmula.  ¡Oh!  no  vale  la  pena 

que... 

El  Marido,  insistiendo.  ¡Sí!  sí!  Entonces  ¿no  tiene  usted  cambio? 
Quiero  absolutamente  que  acepte  -usted  alguna  cosa.  [Llamando.) 
Josefina! 

La  Sirvienta.  ¿Señor? 

El  Marido,  con  el  tono  de  un  hombre  que  no  se  fija  en  gastos. 
Josefina,  lleve  usted  á  este  buen  hombre  á  la  cocina...  Dele  usted 
un  vaso  de  vino.  (El  pobre  diablo  se  retira  sin  confundirse  en  agra- 
decimientos.) 

La  Señora,  corriendo  detrás  de  la  sirvienta.  Dale  del  vino  común, 
¿entiendes?  (Volviendo.)  Me  parece  bastante  bien  pagado.  Después 
de  todo  no  ha  tenido  sino  que  subir  la  escalera. 

El  Marido,  dando  vueltas  á  la  cartera.  Y  hubiera  debido  lavarse 
un  poco  las  manos. 

La  Señora.  ¿Qué  dices? 

El  Marido.  No  ves  que  me  ha  manchado  mi  cartera  con  sus  ma- 
nos asquerosas.  ¡Una  cartera  de  15  pesos! 

La  Señora,  amargamente.  Poco  le  importa,  al  muy  animal,  después 
que  se  ha  bebido  nuestro  vino. 

El  Marido.  ¿Qué  sinvergüenza? 

La  Señora.  ¿Y  su  aspecto?  ¿No  has  notado  su  cara  patibularia? 

El  Marido,  inclinando  la  cabeza.  Un  tipo  que  no  seria  muy  agrá 
dable  encontrar  por  la  noche,  seguramente. 

Miguel  Thiyars. 


CREPÚSCUL O 


—  102  — 
DEL     DIARIO     DE     UN     INFELIZ 


¿  Por  qué  se  ceba  en  mí  la  desventura  ?  —  ¿  Por  qué  ? 

¿  Qué  he  hecho  yo  para  queme  trate  así  la  Providencia  ? 

Yo  soy  un  hombre  de  buenas  costumbres  ;  yo  no  fumo,  ni  bebo 
vino,  ni  me  entrego  á  otros  placeres  que  rechaza  la  moral :  y  sin 
embargo,  casi  siempre  me  sacan  cortos  los  pantalones  ó  hago  la 
digestión  con  mucho  trabajo  y  tengo  un  aliento  bastante  desagradable. 

Para  colmo  de  desventuras  estoy  enamorado  de  Serafina  y  ella  no 
se  decide  á  corresponderme. 

Ayer  tuve  un  día  fatal.  Fui  á  visitarla  v  se  me  enredaron  los 
pies  en  el  felpudo  del  pasillo,  cayendo  de  bruces  sobre  doña 
Cayetana,  la  mamá  de  Serafina,  que  habia  salido  á  abrir. 


—  ¡Bruto!  me  dijo  la  pobre  señora,  llevándose  las  manos  al 
ojo  derecho. 

—  Perdone  usted,  contesté  yo  con  acento  suplicante. 
Serafina  me  lanzó  una  mirada  de  hiena  y  fué  á  socorrer  á    la 

mamá,  que  tenia  el  ojo  á  medio   abrir  y  exhalaba  hondos  quejidos. 

Entre  Serafina  y  yo  conseguimos  que  abriese  el  ojo.  ¡  Qué 
desgracia !  Se  le  habia  quedado  como  una  almeja  por  efecto  del 
golpe,  y  Serafina  comenzó  á  dar  gritos  y  á  dirigirme  denuestos. 

-—  ¡  Por  usted  suceden  estas  cosas !  ¡  Por  usted  va  á  quedar  des- 
figurada mi  mamita  I 


-  103  - 
L  Serafina,  tranquilícese  usted  ;  no  es  nada  lo  del  ojo,  decia  yo 

jdo  aturdido. 

_  Vava  usted  i\  buscar  un  médico,  ¡pronto. 

_  •  Ay  !  exclamaba  doña  Cayetana  tirándome  pellizcos  y  dándome 
>atadas  silenciosas.  , 

_  Tomé  el  sombrero  para  dirigirme  á  la  calle,  pero  en  la  escalera 
ropecé  con  un  chico  de  siete  años,  que  subía  conduciendo  unas 
pellas,  lo  derribé,  y  fué  á  rodar  hasta  el  portal,  donde  quedo  boca 
irriba  hecho  una  rana. 

Salió  la  portera  furiosa  gritando  : 

—     Hijo  de  mi  corazón  !  ¿  Quién  te  ha  hecho  caer  ? 

_  Ese    señor,   contestó   el  muchacho  vertiendo   Ingrimas    como 

Ta 'portera,    lo    primero  que   hizo,    fué    pegarme    con   el    puño 


cerrado  en  la  boca  del  estómago  ;  después   llamo  al  marido,  que  es 
un  albañil  muv  irascible,  y  entre  los  dos  me  querían  matar. 

\  duras  penas  conseguí  desprenderme  de  sus  garras  y  llegue  a 
ca<a  del  médico,  que  en  aquel  instante  se  dedicaba  a  regañar  con 
su  suegra  y  tuvo  que  suspender  la  operación  para  recibirme. 

—  ;  Qué  hay  ?  me  dijo  malhumorado. 

—  Que  venga  usted  á  casa  de  doña  Cayetana,  corriendo. 

—  ;  Se  va  á  morir  ? 

—  Todavía  no,  pero  tiene  un  ojo  echado  á  perder. 

—  Que  se  lo  saque. 
. 'Jesús' 

_  ¡  Ea!  Yo  no  puedo  ir  allá  porque  estoy  resolviendo  cuestiones 

de  familia. 

—  Pero 


—  104  — 

—  Le  daré  á  usted  una  receta  de  un  cocimiento  de  mi  invención 
para  que  se  bañe  el  ojo.  - 

Y  extendió  una  receta. 

Yo  corrí  á  la  botica  y  dije  al  farmacéutico  : 

-•  Hágame  usted  esta  medicina  inmediatamente. 

El  aludido  miró  la  receta  y  preguntó  : 

—  ¿  Trae  usted  frasco  ? 

—  No,  señor  ;  póngalo  usted. 

—  Eso  será  si  quiero. 

—  ¡  Naturalmente  I 

—  Porque  yo  no  admito  imposiciones. 

—  Hace  usted  bien,  dije  yo. 

fueTzfaU,vÍS^!meH  ^  UnaSÜla  ;   Per°  me  deJ'é  caercon  demasiada 
iueiza  y  la  nize  pedazos. 

dpEl!nbtÍlCfnrÍ°  lanZ<?  "^  interÍección    y  vino  hacia  mí  furioso.  Yo 
de  un  salto,  me  coloqué  en  la  puerta  de  la  botica,  á  tiempo  que' 
entraba  un  sacerdote     Chocamos   ambos,  y  el   sace  dote  fuí  á  dar 
con  la  cabeza  contra  la  vidriera,  rompiendo  un  cristal 
Irritóse  de  nuevo  el  boticario  ;  yo  di  mis  disculpas;  al  sacerdote 

TolZZtZt    rr111"16  "^  l0S/°S  P°r^  Se  le  ha¿ian  -redad 
los  manteos  en  las  piernas  y  además  tenia   la  cara  tapada  con  el 

sombrero  de  teja    y  restablecida  la  calma,  esperé   que^e  hicLa 
la  medicina  para  el  ojo  de  doña  Cayetana. 

tr¡dor ^  eStá '  dÍJ°  ^  b0tÍCar¡o  col°cando  una  botella  sobre  el  mos- 

—  ¿  Cuánto  debo  ?  pregunté  tímidamente. 

—  Cinco  pesos. 

á  ltabofenaÚnÍC°  bÍüete  q"e  HeVaba  en  d  b0lsÜl0  y  l0  Puse  J*unt0 

deTra^gÍ-uT:0  "^   ^  ^^  ;  deS*Ues'  dirigiéndome  una  mírala 

—  ¡  Este  papel  es  falso  ! 

—  ¿  Falso  ? 

—  ¡  Vaya  usted  á  engañar  á  otra  parte  I 

—  Pero 

paía  n^da^1,  V?*  ^  ^  ah°ra  e$te  cocimien^  <l™  no  me  sirve 

—  No  se  apure  usted.  Yo  lo  pago. 

—  Pues  venga  otro  dinero. 

Iré  por  él  Y  no  p¿rm¡to  usted  caballero 

m°on^yafainsaa.PerS°na    "'    ^    **    ^    ne^Z' 

El  cura  y  el  boticario  se  miraban  como  dudando  de  mi  honradez 
Aquello  me  sublevó   la  sangre,  y  salí  de  la  botica  dispuesto  á  ir  á 


-  105  — 

mi  casa  y  desvanecer  las  dudas  de  aquellos  dos  individuos  con  un 
papel  legítimo  y  flamante. 
Pero  en  el  camino  tropecé  con  un  compañero  de  oficina. 

—  Me  vas  á  hacer  un  favor,  le  dije. 

—  ¿  Cual  ? 

—  Prestarme  cinco  pesos.  Tengo  que  recoger 

—  Xo  me  digas  más.  Toma. 
Y  me  dio  un  billete. 

Con  él  me  fui  ;'i  la  botica.  Allí  estaban  el  cura  y  el  boticario 
poniéndome  como  ropa  de  Pascua. 

—  Se  conoce  que  es  un  bribón,  decia  el  primero. 

—  Un  tunante,  anadia  el  segundo. 

—  ¡  Hay  cada  pillo  por  ahí  ! 

En  aquel  momento  entraba  yo,  y  revistiéndome  de  la  mayor 
solemnidad  y  dirigiendo  á  ambos  una  mirada  altiva,  arrojé  el  papel 
sobre  el  mostrador  diciendo  : 

—  Aquí  están  los  cinco  posos. 

El  boticario  los  miró  atentamente  ;  el  cura  se  puso  los  anteojos 
para  inspeccionarlos  á  su  vez,  y  ambos  con  acento  de  profunda 
sorpresa,  exclamaron  á  dúo  : 

—  ¡  También  son  falsos  ! 

¡  Y  lo  eran  efectivamente  ! 

I.i  ís  Taboada. 


UNA    DE   TANTAS 


La  vi  vender  periódicos  de  noche 
Cuando  era  niña  candorosa  y  pura, 
En  esa  edad  en  que  el  pudor  augura 
Que  va  el  capullo  á  desdoblar  su  broch  •. 
Luego  que  fué  mujer  hizo  un  cíerroche 
De  cinismo  procaz,  y  en  su  tucura, 
Vendiendo  su  honradez  y  su  hermosura 
Por  el  fangal  del  mundo  andaba  en  i 
Pero  pasó  su  expléndida  belleza 
Como  pasa  la  nube  de  verano  : 
Hoy,  cubierta  de  canas  su  cabeza, 
No  encuentra  un  ser  que  en  su  ruindad  repare; 
Sólo  escucha  al  tender  la  seo  mano 
Que  el  mundo  la  contesta  :  a  Dios  te  ampare  » 
Santiago  Ioles 


Til 

1 


-# 


BAILE     DE     MASCARAS 


El  salón,  por  deliciosas 
Mujeres,  se  halla  adornado ; 

-tuche  dorado 
Lleno  de  piedras  preciosas. 
¡  Oh  brillante  diversién! 

perfumes,  colores. 

llamantes  y  flores. 
En  lujosa  <  onfusión  ! 
Los  brilladores  leflejos 
De  los  ojos  de  las  bella? ; 
La  luz.  salpicando  estrellas 
En  los  grandioso- espejos; 
Log  tapice»,  las  pinturas, 

-   ntes  tocados, 
Las  alfombras,  los  brocados, 
Las  correctas  esculturas, 
Los  rojlnes  orientales,      . 
Las  blondas,  la  gentileza 
De  las  damas,  la  riqueza 
De  mármoles  y  cristales, 
El  raso,  perlas  y  tul, 
Plumas,  risas  y  fragancia, 
Forman  de  la  hermoK; 
Un  mundo  de  oro  y  azul. 


Allí  se  ve  al  caballero 
Feudal,  al  cinto  la  espada, 
Ostentando  la  celada 

Y  la  rota  del  guerrero, 
Prodigando   madri^ 

A  una  linda  jardinera 
De  rizada  cabellera 

Y  pupilas  celestiales. 
Allá,  un  alegre  estudiai.te 
Uaila  con  una  sultana; 
Aqui,  tina  lista  aldeana 

Se  burla  de  un  almirante. 
Allí,  un  grave  capuchino  - 
De  mirada  ten* 

Y  barba  blanca  y  sedosa, 
Baila,  en  raudo  torbellino, 
Con  una  bella  gitana 
Que  luce  negra  mantil'a, 

Y  exhibe  la  pantorrilla 
Cajo  la  falda  de  grana. 
Mirad,  mirad  aquel  clown 
En  brazos  de  alta  señera; 
Yed  aquí,  esta  labradora 
Bailar  con  un  infanzón. 
Allá,  marcha  un  mosquetero 


Con  una  monja  del  braz  ■; 
Mirad,  en  estrecho  lazo, 
Fna  reina  y  un  torero. 
Allí,  un  astrónom  <  gira 
Bordado  el  manto  de  estrellas 
En  derredor  de  las  bellas 
Aquel  trovador  suspira. 

Y  se  encuentran  confundidos 
Payasos,  reyes,  gitagos, 

¡    •    moros  y  cristianes, 
Guerrero-,  frailes,  bandidos, 
Monjas,  maga»,  bailarinas 
Labradoras  y  princesas, 
Rusas,  gitanas,  inglesas, 
Moras,  gallegas  y  chinas. 

Y  en  medio  de  este  ruido. 

íta  locura  y  afán, 
Del  espumante  champán, 
Se  oye  el  báquico  estampido. 

Y  vestido  de  escarlata, 

Y  ceñida  la  tizona, 
Mefistófeles  entona 
La  sublime  serenata. 

Mahcel  REINA. 


sena 


sxa  st    03  Lm  o^fc  ££>  <á^  ^o 


Yo  tengo  un  culto  inmenso 
Por  una  beldad  que  adoro, 
Que  sólo  de  ella  estoy  suspenso 
Dando  mi  vida  por  su  decoro. 

Es  tan  grande  mi  cariño, 
Es  tan  puro,  es  tanto... 
Que  desde  inocente  niño, 
Fué  mi  amor  sacrosanto. 

Porque  es  mi  reina,  mi  diosa, 
Es  la  beldad  más  divina, 
La  mujer  más  hermosa 
La  República  Argentina!! 

CARLOS    P.    I 


INSPIRACIÓN 


Resplandece  el  rubor  en  tu  mirada, 
La  púdica  verdad  vibra  en  tu  acento 
Cual  si  fuera  tu  alma  inmaculada 
Del  sol  de  la  inocencia  el  firmamento! 

La  voz  del  huracán  tempestuoso 
No  turbará  jamás  tus  oraciones, 
Que  en  tu  pecho  tranquilo  y  generoso 
Sólo  viven  las  dulces  emociones! 

Deidad  de  la  dorada  cabellera  ; 
Seductora  promesa  de  mi  anhelo, 
En  tus  ojos  de  luz  de  primavera 
Y  en  tu  sonrisa  de  bondad  de  cielo. 


Hay  un  mundo  de  paz  y  de  ventura 
Que  enseña  las  virtudes  más  austeras 
Y  ellas  serán  de  mi  conciencia  pura 
Las  leyes  inmutables  y  severas! 

José  V 


PlM. 


VIDA   PRACTICA 


RECETAS    ÚTILES 


r  Para  limpiar  los  trajes  y  vestidos  de  lana.  —  Se  hacen 
hervir  250  gramos  de  hojas  de  tahaco  en  3  litros  de  agua  de 
lluvia;  en  esta  decocción  hirviendo  se  moja  el  cepillo,  y  se 
cepilla  en  todos  sentidos  el  paño;  en  último  lugar  se  cepilla 
en  el  sentido  del  hilo,  luego  se  tiende  la  prenda  sin  escurrirla 
y  cuando  está  casi  seca  se  plancha  por  el  revés. 

Los  cuellos  de  las  americanas  se  limpian  muy  bien  con 
este  procedimiento. 

Limpieza  de  las  esponjas.  —  Póngase  la  esponja  en  una 
jofaina  y  exprímase  encima  el  zumo  de  un  limón. 

Échese  luego  agua  hirviendo  y  déjese  veinticuatro  horas. 

Después  se  saca  la  esponja  y  se  lava  con  agua  fría. 

Para  dar  á  la  esponja  un  color  pajizo,  métasela  un  rato  en 

una  disolución  de  sal  de  acederas  y  lávese  luego  en  agua  fría. 

Para  limpiar  los  pañuelos  de  seda.  —  Para  hacer  volver 

al  estado  de  nuevo   un  pañuelo  de   seda  blanco  ó  de  color, 

basta  mojarlo,  frotándole  constantemente  en  claia  de  huevo. 

Cuando  el  pañuelo  está  suficientemente  limpio,  se  lava  con 

agua,  que  se  cambia  hasta  que  quede  clara,  sin  traza  alguna 

de   suciedad.  Se  deja  secar  ligeramente  el  pañuelo,  en  un 

paño  limpio  y  se  plancha  cuando  aún  esté  algo  húmedo. 

f  Para  limpiar  el  paño  y  otras  telas.  —  La  siguiente  receta 

devuelve  á  la  ropa  por  muy  usada  que  sea,  el  aspecto  de  su 


—  110  — 

primitivo  estado  y  constituye  uno  de  los  secretos  del  ofici 
del  tintóreo  : 
Hágase  la  solución  siguiente  : 

Esencia  de  trementina  .    .   .  264  30 

AmoDÍaco 190  20 

Alcohol  ordinario  ;90°}.   .    .  250  30 

Éter  ordinario 22  50 

Éter  acético 22  50 

Agua  pura 250  20 

1.000  00  partes  en  volumen. 

Déjese  la  ropa  que  se  quiera  limpiar,  bañada  durante  un; 
hora  en  esta  solución  ;  enjuagúesela  después  con  agua  limpi; 
y  póngase  á  secar. 

Para  perfumar  la  ropa.  —  Se  recogen  flores  odoríferas,  j 
después  de  secarlas  á  la  sombra,  se  las  echa  polvo  de  nue* 
moscada  y  clavillos.  Se  hace  una  bolsita  de  tafetán,  se  llena 
con  ellas  y  se  mete  entre  la  ropa. 

Para  lavar  la  ropa  económicamente.  —  En  40  gramo; 
de  trementina  se  disuelven  5  gramos  de  esencia  de  sal  d« 
amoníaco. 

Esta  mezcla  se  echa  en  agua  caliente  y  se  agita  bien.  DeS' 
pues  se  agregará  á  esta  agua  150  gramos  de  jabón. 

Conservación  del  calzado.  — Untando  de  tiempo  en  tiempc 
el  cuero;  con  el  aceite  mineral  conocido  por  valvolina,  sí 
consigue  conservarlo  por  largo  tiempo.  Al  efecto,  debe  exten- 
derse con  un  pincel  en  las  suelas  de  los  zapatos,  una  vez  poi 
semana;  operación  que  además  de  conservarlos,  disminuye 
su  permeabilidad,  preservando  los  pies  de  la  humedad. 

Cola  para  la  madera  que  resiste  al  a&ua.  —  Se  mezcií 
la  cola  ordinaria  y  derretida  con  aceite  de  linaza  secante,  y 
cuando  se  quiera  encolar  la  madera  se  calentará  el  sitio 
donde  deba  ponerse  la  cola  caliente.  Después  de  seca  la  cola, 
resistirá  bien  dentro  del  agua. 

Cola  para  pegar  el  marmol.  —  Con  polvos  de  mármol, 
pasados  por  un  tamiz  fino,  mezclados  con  cola  fuerte  derre- 
tida y  pez,  dando  á  esta  mezcla  el  color  que  se  quiera,  se 
pegan  los  mármoles  rotos  ó  desportillados. 

Para  limpiar  los  marcos  dorados.  —  Échese  agua  varias  y 
repetidas  veces  sobre  las  molduras  doradas,  hasta  que  se  la 
vea  caer  limpia,  pero  sin  frotarlas  con  esponja  ni  lienzo,  por 
fino  que  sea,  pues  quitaría  el  oro. 

Manera  de  apagar  el  petróleo  rápidamente.  —  Si  se  tiene 
en  cuenta  la  facilidad  con  que  ocurren  terribles  accidentes 
debidos  á  una  imprudencia,  y  la  dificultad  que  existe  en 


—  111  — 

poder  apagar  el  petróleo  una  vez  inflamado,  toda  vez  que 
echándole  agua  para  apagarlo  arde  con  más  intensidad,  la 
presente  receta  será  de  útil  aplicación,  en  aquellos  casos  en 
que  no  pueda  disponerse  de  mayores  elementos.  —  Basta 
verter  un  poco  de  leche,  sobre  la  lámpara  inflamada,  para 
que  cese  el  fuego  como  por  encanto.  —  Garantimos  la  efica- 
cia de  esta  receta. 

Desinfección  de  las  habitaciones.  —  Para  conseguir  una 
desinfección  absoluta,  poco  costosa  y  que  no  deteriora  los 
muebles,  basta  colocar  en  varios  platos,  mil  gramos  de  amo- 
níaco y  dejarlo  evaporar  lentamente.  —  Al  cabo  de  dos  horas 
los  microbios  del  cólera  y  de  la  fiebre  tifoidea  desaparecen, 
y  después  de  ocho  los  de  la  difteria. 

Dolor  de  oídos.  —  Mézclense  las  sustancias  siguientes  : 

Clor.il  alcanforado 5  gramos. 

Glicerina 30        — 

Aceite  de  almendras  dulces  ...     10       — 

Tómese  un  tapón  de  algodón  embebido  en  la  mezcla  ante- 
rior é  introdúzcase  en  la  oreja  enferma.  El  dolor  más  agudo 
cesa  inmediatamente. 

Contra  los  puntos  negros  de  la  piel.  —  Lociones  con  : 

Agua  de  rosas 10  gramos. 

Alcohol 10       — 

Glicerina 10       — 

Bórax 5       — 

Después  friccionar  con  : 

Alcohol  rectificado SO  gramos. 

Alcohol' de  lavanda 10       — 

Jabón  negro 40        — 

Para  curar  la  tos.  —  Recomendamos  especialmente  la 
siguiente  receta  para  la  cura  radical  de  la  tos. 

Jarabe  de  brea 30  gramos. 

Jarabe  de  belladona lü       — 

Jarabe  de  malvabisco 20       — 

Mézclese  y  tómese  una  cucharada  cada  cuatro  horas,  con 
un  poco  de  agua  tibia. 

Gargarismo  para  evitar  la  fetidez  del  aliento.  —  Muy 
recomendable  es  la  fórmula  siguiente  : 

Agua  destilada  hirviendo  ....     250  gramos. 

Tintura  de  mirra 10       — 

Azúcar  blanco. . 20       — 

Con  tres  ó  cuatro  gárgaras  por  día,  desaparecerá  comple- 
tamente la  fetidez  del  aliento. 


—  lia  — 

Agua  para  limpiar  los  dientes.  —  La  mejor  fórmula  y 
también  la  más  económica,  es  la  siguiente  : 

Alcohol 500  gramos. 

Anís  verde 25        

Esencia  de  menta 10    gotas. 

Clavo  de  especia 25        — 

Cochinilla 2        

Hágase  macerar  durante  quince  días  y  fíltrese. 

Coldcream.  —  Cosmético  que  se  usa  como  objeto  de  toca- 
dor para  suavizar  el  cutis,  y  también  como  excipiente  en 
algunas  pomadas.  Su  preparación  es  la  siguiente  : 

Aceite  de  almendras  dulces.  ...  64  gramos. 

Esperma  de  ballena 8  — 

Cera  blanca 4  — 

Agua  de  rosas 24  — 

—     de  nafta 8  — 

Glicerina 8  — 

Boi'ato  de  sosa 1  — 

Se  hacen  fundir  juntos,  á  un  calor  suave,  el  aceite,  la  es- 
perma de  ballena  y  la  cera;  cuando  la  mezcla  está  á  medio 
enfriar,  se  le  incorpora,  agitándolo  continuamente  hasta  su 
completo  enfriamiento,  el  agua  de  rosas  y  de  nafta,  en  las 
que  se  ha  disuelto  previamente  el  bórax  y  la  glicerina. 

Manera  de  preparar  el  punch.  —  El  punch  es  una  mezcla 
de  cognac,  kirsch,  té  y  azúcar. 

La  manera  clásica  de  prepararlo  consiste  en  quemar  en  un 
pucherito  ó  un  vaso  de  metal  el  cognac  y  el  azúcar.  Cuando 
la  llama  pierde  su  tono  azulado,  particular  de  todo  alcohol 
que  ai  de,  se  deja  apagar  (basta  para  ello  no  agitar  más  el 
líquido),  y  se  añade  una  tercera  parte  de  té  un  poco  fuerte, 
muy  caliente,  y  dos  cucharadas  de  kirsch. 

Jarabe  de  horchata.  —  Se  toma  una  libra  de  almendras 
dulces,  otra  onza  de  amargas;  se  echan  en  agua  hirviendo 
y  se  retiran  del  fuego  cuando  suelten  los  hollejos  fácilmente; 
se  ponen  en  agua  fría  á  medida  que  se  vayan  pelando ;  déjense 
secar,  y  se  machacan  en  un  mortero  de  piedra,  añadiendo  de 
cuando  en  cuando  una  cucharada  de  agua  y  azúcar  en  polvo. 
Después  de  bien  desleída  la  pasta,  se  añade  poco  menos  de 
media  azumbre  de  agua,  se  pasa  el  todo  por  un  paño,  se  cuece 
y  clarifica  una  libra  de  azúcar;  échese  encima  la  leche  de 
almendras,  retírese  al  primer  hervor,  añádase  una  cucharada 
de  agua  de  flor  de  naranjo,  déjese  enfriar  en  la  misma  vasija 
y  póngase  en  botellas. 

Bizcochos.  —  Bátanse  claras  de  huevos  hasta  que  tomen  la 
consistencia  de  la  nieve;  aparte  se  balen  las  yemas  con  azú- 


—  113  — 

car  en  polvo,  á  razón  de  onza  y  media  por  huevo,  y  se  mezcla 
con  una  onza  por  huevo  de  harina  de  flor;  en  esta  pasta  se 
echan  las  claras,  ya  batidas  como  se  ha  dicho,  meneándolo 
hasta  que  el  todo  se  haya  mezclado  bien. 

Pocillos  de  chocolate.  —  Hiérvase  leche  y  sazónese  como 
se  ha  dicho  ;  rállese  un  poco  de  chocolate  que  se  cocerá  aparte 
en  un  poco  de  leche  ;  mézclese  todo  en  seguida  y  cuezase  junto 
después  de  haberlo  tamizado  como  de  ordinario. 

Pasta  de  repostería.  —  Échense  en  el  torno  de  pastas 
500  gramos  de  harina ;  en  medio  se  hace  un  hoyo  y  en  él  se 
echan  450  gramos  de  azúcar  cernida,  dos  huevos  enteros 
ó  tres  ó  cuatro  claras,  ocho  gramos  de  goma  de  adraganto 
disuelta  en  un  poco  de  agua  tibia  y  un  poco  de  agua  de  aza- 
har;  mézclese  primero  todo  esto  con  el  azúcar  y  después  con 
la  harina;  trabájese  perfectamente  esta  pasta  con  las  manos, 
y  háganse  fondos  para  piezas  montadas  ;  es  más,  se  pueden 
montar  piezas  enteras  coloreando  una  parte  de  la  pasta;  pe- 
gúese con  goma  arábiga  disuelta  en  el  agua,  y  se  hace  secar 
ai  horno  muy  suave. 

Crema  batida  a  la  Chantilly.  —  Prepárense  cuatro  vasos 
de  crema  de  leche  fresca,  échense  en  una  fuentecita  honda, 
que  se  pondrá  al  fresco  ó  en  hielo ;  cuando  se  quiera  trabajar, 
agregúeseles  un  polvito  de  goma  de  adraganto  y  bátanse  con 
una  batidera  para  bizcocho  durante  un  cuarto  de  hora  por  lo 
menos;  cuando  está  bastante  firme,  escúrrase  en  un  tamiz, 
para  endulzarla  luego  en  una  cacerola  ó  en  una  fuente  honda 
con  125  gramos  de  azúcar  íino  ;  cuando  se  quiera  servir, 
agregúense,  si  se  desea,  dos  cucharadas  de  ron  ó  marras- 
quino. 


—  lli  - 


OBRAS  ÚTILÍSIMAS  PARA  LAS  FAM1LUS 


S  m/n 
Breteuil.  El  cocinero  europeo, 
ó  el  mejor  y  el  más  mo- 
derno de  todos  los  libros  de 
cocina.  1  t.  con  lám.  .  .  .  4  » 
Cocinero  perfecto  (el).  Tra- 
tado de  cocina  y  pastelería.  0  80 

Cocina  (la)  moderna.  Tratado 
completo  de  cocina,  paste- 
lería, repostena,  etc.  Co- 
cina española,  extranjera 
v  americana.  1 1.  ilustrado.  3  50 

Diccionario  de  cocina,  ó  nuevo 
cocinero  americano  en  for- 
ma de  diccionario.  1  t. 
en  4° 8     » 

Figueredo.  El  arte  culinario. 
Escuela  de  cocina  y  paste- 
lería moderna.  1  t 2  50 

El  libro  de  las  familias.  Con- 
servación de  sustancias  ali- 
menticias, carnes,  huevos, 
pescados,  aumentado  con 
una  colección  de  recetas 
útiles,   i  t 3  50 

Manual  del  confitero  y  paste- 
lero, que  comprende  la  ma- 
nera de  hacer  toda  clase 
de  pastillas,  jarabes,  azú- 
cares, compotas,  conservas, 
marínela  -as,  jaleas,  etc. 
1  t 3     » 

Verdadera  cocina  criolla.  Con- 
tiene 272  recetas  para  pre- 
parar    diferentes     platos.   * 
1  t »  60 


$  m/n 

Cortés  y  Morales.  Diccionario 
doméstico,  tesoro  de  las 
familias,  ó  repertorio  de 
conocimientos  útiles ;  con- 
tiene más  de  4.000  fórmu- 
las, preceptos  ó  recetas  de 
fácil  ejecución.  1  t 22     » 

Pastelero  (el)  moderno.  Noví- 
simo manual  de  pastelería, 
comprende  1,000  fórmulas 
usuales  para  la  confección 
de  toda  clase  de  pastelería. 
1  t 3     D 

Dufaux.  Lo  que  amos  y  cria- 
dos deben  saber;  conside- 
raciones morales  y  condi- 
ciones materiales  que  de- 
ben tenerse  reciproca- 
mente. 1  l 3     » 

García  Balmaseda.  La  mujer 
laboriosa.  Novísimo  ma- 
nual de  labores,  que  com- 
prende  los  [«rimeros  rudi- 
mentos de  costura,  hasta 
los  más  frivolos  labores  de 
adorno.  1  t.  con  láminas.   .  2  50 

Martín  Educación  de  las 
madres  de  familia .  i    t.    .  3     » 

Monitor  de  la  bordadora.  Ma- 
nual de  toda  clase  de  labo- 
lel  bello  sexo;  contie- 
ne 86  grabados  y  24  lámi- 
nas coloreadas.  1  t.    ...  7     » 

Verdadera  cocinera  argentina. 
Tratado  de  cocina,  paste- 
lería y  fabricación  de  lico- 
res, i  t »  60 


J  .     GOL  F F  E 

EL  LIBRO  DE  COCINA 

La  mejor  obra  que  se  ha  publi- 
cado sobre  el  arte  culinario.  Enseña 
á  confeccionar  toda  clase  de  platos, 
desde  la  cocina  casera,  hasta  los 
más  selectos  y  complicados  de  la 
gran  cocina. 

Edición  adornada  con  163  graba- 
dos y  25  láminas  cromo. 

1  tomo   encuadernado.  $  m/n  30  » 


ENCICLOPEDIA     CULINARIA 

Alcachofas  rellenas.  —  Quitarles  las  hojas  exteriores. 
Cocerlas  en  agua  y  sal. 

Rellenarlas  con  un  picadillo  de  ajos,  perejil  y  pan  rallado. 
Ponerías  á  fuego  lento  en  una  cazuela  con  manteca. 
Tapar  la  cazuela  con  una  tapadera  cubierta  de  rescoldo. 
Servirlas  en  cuanto  estén  tostadas. 

Apio  á  la  burguesa.  —  Se  expurgará  sin  cortarlo  y  se  lim- 
piará perfectamente  con  agua. 

Póngase  luego  á  cocer,  durante  media  hora,  en  agua  hir- 
viendo, con  un  poco  de  sal. 

Retírese  y  sumérjase  en  agua  fría. 

Estrújese  en  una  servilleta. 

Espolvoréese  con  harina. 

Póngase  de  nuevo  al  fuego  con  una  cucharada  de  manteca 
y  caldo  del  puchero. 

Sazónese  y  sírvase  después  de  espumado. 

Bogas  en  papel.— Ásense  las  bogas  en  parrillas,  envueltas 
en  papel  untado  de  aceite  ;  hágase  una  salsa  blanca  con  un 
puñado  de  harina  y  manteca  fresca,  añadiendo  yerbas  finas 
y  zumo  de  limón  ;  esta  salsa  debe  servirse  aparte,  bien 
caliente,  y  las  bogas  aparte  en  un  plato. 

Eacalao  ccn  queso.  —  Deshojar  unos  trozos  de  bacalao 
cccido  en  agua  y  mezclarlos  con  una  salsa  Bechamel,  aña- 
diendo queso  de  Grtyere  y  de  Parma  rallado  y  un  polvillo  de 
moscada.  Colocarlos  en  un  plato  de  v  gratinar,  »  espolvo- 
1  ieándolos  con  queso  rallado  y  una  capa  de  miga  de  pan. 


—  116  — 

Rociarlos  con  manteca  derretida  y  ponerlos   al   horno  ó 
entre  dos  fuegos  hasta  que  forme  ligera  costra. 
Servir  caliente. 

Biftec  Chateaubriand.  —  Cortar  lonjas  de  solomillo  en  la 
porción  más  gruesa  de  unos  5  centímetros  de  espesor.  Gol- 
pearlas y  sazonarlas.  Rociarlas  con  aceite  y  dejarlas  en 
adobo  unas  cuantas  horas. 

Ponerlas  en  la  parrilla  á  lumbre  moderada,  dándoles  vuelta 
para  que  cuezan  por  igual. 

Sírvanse  sobre  una  «  maitre  d 'hotel,  »  rodeadas  de  patatas 
saltadas  ó  simplemente  fritas. 

Cabeza  de  ternera  frita.  —  Tomar  las  sobras  de  cabeza 
de  ternera  al  natural  y  calentarlas  ligeramente. 

Cortarlas  luego  al  través  y  sazonarlas  con  sal,  pimienta, 
perejil  picado  y  zumo  de  limón. 

Rebozarlas  en  pasta  de  freir  y  .ponerlas  á  buena  lumbre  en 
la  sartén,  provista  ya  de  fritura  caliente. 

Cuídese  de  freir  pocas  á  la  vez. 

Escurrirlas ;  cuando  estén,  espolvorearlas  con  sal  y  ser- 
virlas guarnecidas  de  perejil  frito. 

Chuletas  de  ternera  a  la  provenzal.  —  Después  de 
mechar  las  chuletas  con  tiras  de  pepinillos  y  filetes  de  an- 
choas bien  lavados,  se  sumergirán  en  aceite  de  oliva  por 
espacio  de  media  hora.  S¿  envolverá  luego  cada  chuleta  en 
dos  lonjas  de  tocino,  sujetándolas  con  un  hilo. 

Póngase  al  fuego  en  una  cacerola  con  manteca  (10  gramos 
por  chuleta),  yerbas  finas  y  perejil  picados,  sal  ypimenta. 

Remójense  con  una  taz.i  de  caldo. 

Obtenida  su  perfecta  cocción,  retírense  las  chuletas  y  cór- 
lense los  hilos  sin  descomponer  las  lonjas  de  tocino;  colo- 
qúense en  una  fuente. 

Déjese  espesarla  salsa  después  de  desengrasada,  y  viértase 
sobre  las  chuletas  en  el  acto  de  servir. 

Espárragos  guisados.  —  Se  doran  en  menteca  unos 
dientes  de  ajo  picados. 

Se  retiran  después,  sustituyéndolos  con  los  espárragos 
cocidos  en  agua  con  sal,  escurridos  y  cortados. 

A  medio  freir,  se  les  añ^de  pan  dorado  y  molido  con  los 
mismos  ajos  que  se  sacaron  de  la  manteca,  y  un  poco  de 
pimienta  y  clavo,  agua  del  cocimiento  de  los  espárragos,  ce- 
bollitas  cocidas,  vinagre  y  orégano. 

Cuando  se  haya  consumido  la  mayor  parte  del  caldo,  se 
rocían  con  aceite  y  se  sirve. 


—  117  — 

Huevos  nevados.  —  Póngase  á  hervir  en  una  cacerola 
medio  litro  de  leche,  dos  cucharadas  de  flor  de  naranja  y  60 
eramos  de  azúcar. 

Vayase  añadiendo  por  cucharadas  un  batido  de  seis  claras 
de  huevo,  y  remuévase  de  vez  en  cuando  para  que  cuezan  por 
todos  lados. 

Relírense  entonces  estas  claras,  déjense  escurrir  sobre  un 
tamiz  y  coloqúense  en  una  fuente. 

Se  baten  las  yemas  ;  se  echan  en  la  cacerola  removiéndolas 
con  la  leche  hasta  su  perfecta  trabazón,  y  se  vierte  sobre  las 
claras  rntes  de  servir. 

Judias  blancas  á  la  bretona.  —  Escaldar  y  escurrir  300 
ernmos  de  cebollas  picadas. 

-  Rehogarlas  en  la  cacerola  con  125  gramos  de  manteca,  y 
cuando  hayan  tomado  un  color  rubio,  añadirles  35  gramos 
de  harina,  sal  y  pimienta. 

Cinco  minutos  después  mojar  la  mezcla  con  un  litro  de 
caldo  y  dejar  que  cueza  durante  veinte  minutos,  meneando 
para  que  no  se  pegue. 

Añadir  luego  á  este  puré  un  litro  de  judias  blancas  muy 
cocidas  y  30  gramos  de  manteca. 

Hacerlas  saltar  un  minuto  y  servirlas. 

Macarrones  al  «  gratín  »  (de  vigilia).  —  Cocer  en  agua 
salada  300  gramos  de  macarrones  hasta  que  resulten  bas- 
tante blandos. 

Sacarlos  para  escurrirlos  y  colocarlos  en  una  cacerola, 
donde  se  trabarán  con  unas  cucharadas  de  salsa  Bechamel 
(de  vigilia),  incorporando  100  gramos  de  quesorallado,  mitad 
Gruyere  y  mitad  Parma. 

Colocarlos  luego  en  una  tartera  de  «  gratín,  »  espolvo- 
reándolos con  queso  de  Parma  y  pan  rallado  tostado. 

Paciarios  con  manteca  derretida. 

Ponerlos  á  tostar  á  fuego  suave  con  lumbre  encima  de  la 
tapadera. 

Mayonesa  de  salmón.  —  Cortar  en  ruedas  medio  kilo- 
gramo de  carne  de  salmón  sin  espinas. 
Sazonarlas  con  un  poco  de  sal. 
Disponerlas,  una  al  lado  otra,  en  la  parrilla  de  una  besu- 

euera.  ,    ... 

Mojarlas  con  un  medio  caldo  sencillo  en  ebullición. 

Dejar  que  el  líquido  dé  un  par  de  hervores  y  retirar  la  besu- 
euera  á  un  ángulo. 

Diez  minutos  después  sacar  las  tajadas  y  dejarlas  enlnar. 

Servirlas  en  la  fuente,  dentro  de   un  cilindro  de  gelatina, 


—  118  — 

sobre  un  lecho  de  salsa  mayonesa  y  coronadas  por  una  por- 
ción de  la  misma  salsa.  v  { 

me*teb°eSsca??'  ^  ^^  T  Se  rasPan  ?  ^van  perfecta- 
mente, escaldándolos  y  cociéndolos  luego  con  sal 

unüorc°oCl\COn  aCeÍte  en  eI  ^  se  ha>'a  frií0  cebolIa  y  tostado 
un  poco  de  harina. 

Con  ello  y  un  polvillo  de  pimienta  se  rehagan 

npnsP  qnlt0n!en  Un  Color  ro]0'  mó)ense  con  caldo  y  endúl- 
cense. Deben  hervir  muy  lentamente. 

^lsaCpc0S  yai  S'  íra,nsladan  á  la  fuente,  rodándolos  con  su 
salsa,  espesada  a  la  lumbre. 

tJrfn^l  ide  huevos  -  Tómese  media  docena  de  huevos,  un 
tercio  de  buen  queso  y  una  cucharada  de  manteca. 

Mll^SUe?  de  bien  batidos  los  huevos  se  les  añadirá  el  queso 
ranaao  y  la  manteca,  poniéndolos  á  fuego  vivo  y  removién- 
dolos con  una  cuchara  hasta  que  la  masa  quede  bien  espesa. 
reciente686  ^        y  en  basíante  cantidad  si  el  queso  fuese 

Pavo  trufado.  —  Córtense  unas  cuantas  trufas  en  peda- 
mos mas  o  menos  gruesos. 

t0„LaHnSe'  escurranse  y  pónganse  en  una  cacerola  con  man- 
cada0       n°  piCad0;  sal'  Pimienta  y  un  polvillo  de  nuez  mos- 

A  la  media  hora  de  cocción  introdúzcase  esta  mezcla  en  el 
pavo,  recientemente  desplumado,  vaciado  y  soflamado. 
t  Dense  unas  puntadas  á  la  abertura  y  consérvese  el  pavo  dos 
o  tres  días   en   sitio  bien  fresco  para  que  se  impregne  del 
sabor  délas  trufas.  ^  L     5 

Llegado  el  momento,  póngase  al  asador  cosa  de  hora  v 
media  y  sírvase  en  el  acto. 

Pierna  de  carnero  a  la  Perigord.  —  Cortar  en  forma  de 
dados  unas  cuantas  trufas  y  una  porción  de  lardo. 

-Mezclarlo  todo  con  sal,  especias,  perejil,  cebolleta  y  un 
diente  de  ajo,  todo  ello  muy  bien  picado. 

Cubrir  completamente  la  pierna  con  la  mezcla  antedicha 

Dejarla  envuelta  en  papel  durante  dos  dias,  cuidando  que 
no  la  tome  el  aire.  4 

Cocerla  á  lumbre  lenta  en  una  cacerola  con  su  jugo,  des- 
pués de  envolverla  con  lonjas  de  ternera  v  lardo;  una  vez 
cocida,  espumar  la  salsa,  vigorizarla  con  extracto  de  carne  y 
o6rvj  1 19.,  * 

Pollo  con  salsa  de  tomate.  -  Después  de  limpio  cha- 
muscado y  quitadas  las  patas,  el  cuello  y  el  esternón,  se  re- 


—  119  — 

llena  la  cavidad  con  unas  ruedas  de  limón  y  se  pone  al  fuego 
en  una  cacerola,  cubriéndolo  con  lonjas  de  tocino. 

Hágase  cocer  por  espacio  de  una  hora,  con  lumnre  tam- 
bién sobre  la  tapadera.  +  rtrY,Qfp 

Cuando  esté  en  sazón,  sírvase  con  una  salsa  de  tomate. 

Perdices  con  coles.  -  Se  cuecen  las  perdices  en  buenas 
ascuas.  Se  blanquea  una  col  de  tamaño  suficiente  y  se ^es  uta 
con  o;rasa;  cuando  todo  se  ha  cocido,  se  ponen  en  un  p  ato 
las  perdices,  se  corta  la  col  y  se  aderezan  os  pedazos  alre- 
dedor de  las  perdices  ;  se  guarnecen  las  coles  con  rodajas  ae 
salchichón  y  lonjas  de  tocino,  y  se  vierte  sobre  el  toda  la 
salsa,  que  se  ha  reducido,  añadiendo  un  poco  de  ju0o. 

Sesos  de  ternera  con  manteca  negra.  -  p^ancIu^los  en 
agua  hirviendo  con  bastante  sal  y  una  copa  de  vinagre. 

Sumergirlos  luego  en  agua  fría  muy  acidulada. 

Ponerlos  a  cocer  en  agua  y  vinagre  con  sal,  pimienta 
<*orda,  clavillo  y  un  ramito  compuesto.  ,        . 

Para  su  perfecta  cocción  deben  bastar  veinticinco  o  treinta 

m  Se  cortan  entonces  en  tajaditas,  que  se  ordenan  en   un 
plato  y  se  sirven  rociadas  de  manteca  negra  acidulada. 

Sopa  de  la  reina.  —  Tómese  la  piel  y  la  grasa  de  aves 
asadas. 

Macháquense  en  almirez  los  huesos  y  la  carne. 
Póngase  á  hervir  la  pasta  con  caldo. 
Incorpórese  en  seguida  miga  de  pan. 
Cuélese  por  tamiz.  j««.„ 

Agregúese  el  caldo  necesario  para  que  no  se  espese  dema- 
siado. 

Déjese  que  cueza  á  fuego  lento.  ; 

Al  ir  áf  servirla  se  le  añadirá  una  cantidad  proporcionada 
de  leche  de  almendras. 

Tarta  de  arroz.  —  Cocer  200  gramos  de  arroz  en  cantida- 
des iguales  de  agua  y  leche. 
Dejarlo  enfriar. 

Amasarlo  luego  con  400  gramos  de  harina,  200  de  manteca 
de  vacas  y  media  docena  de  huevos. 

Formar  con  ello  un  pastel  y  cocerlo  en  el  horno. 
Terminar  espolvoreándolo  con  azúcar  y  dándole  color  con 
la  pala  hecha  ascua. 

Ternera  á  la  provenzal.  —  Con  100  gramos  de  aceite 
fino,  sal,  pimienta  y  un  ramito  compuesto,  se  pone  el  trozo 
de  ternera  en  una  cazuela  á  lumbre  templada. 


—  120  — 

Hay  que  darle  vueltas  de  vez  en  cuando  para  que  tome 
coJor  por  igual. 

Así  que  esté  cocido,  servirlo  con  una  salsa  italiana  á  la  vez 
que  su  propio  caldo. 

„„Tír*íí?  C01?.  ques0  ~~  deparar  los  huevos  como  para 
una  tortilla  ordinaria  con  poca  sal  y  pimienta. 

Añadir  queso  parmesano  rallado,  revolver  bien  la  mezcla 
y  echarla  en  la  sartén  a- buen  fueo-o 

Antes  de  doblar  la  tortilla,  agregar  queso  al  interior. 

Dejar  que  tome  color  y  servirla. 

HpW  Ula^6  patatas  fritas   -  Fríanse  patatas  en  ruedas 

a     d    1     ^^  h'T  l0,S   huev°s>y  verterlos  por  encima, 

?ortíla  r?,i?n  5°CS  de  sa,'léngase  cuidado  devolver  está 
tortilla,  cuidando  de  que  no  se  queme. 

Dic^d^f «de  yerbaS  ^f8   ~  Se  añaden  ycrbas  finas  bien 

?  enterflm.nZt°nami1n.t(?  de  ™a  t0rlilla  aI  natural  >'  lo  demás 
es  enteramente  igual  alo  indicado  en  el  anterior  artículo. 

^ Zanahorias  á  la  «  maltre  d'hótel ».  -  Cortarlas  en  rue- 
E^urriTlaT  ^^  hirviend°  unos  siete  ú  ocho  minutos. 

grille  ¡ÚZUÜA  CaC6r0la  conmanteca>  «»J  -a  pul- 
Cocerlas  á  fuego  moderado. 

poco  de cafdohv?a  íediUCÍd°  SU   humedad>   garlas  con  un 

Relíense  v,VbarlaS  COn  manteca  amasada  con  harina. 

á  lf «  m  "i aVd    óToí86  mezcladas  ^on  100  gramos  de  manteca 


->\    - 


AGENCIA  GENERAL  DE  SUSCRICIONES 


A    TODOS    LOS 


PERIÓDICOS    DEL    MUNDO 


SUSGRICIONES    1 

La  Moda  Elegante. 

Guide  des  Couturiéres. 
El  Salón  de  la  Moda 
La  Margherita. 
L'Art  et  La  Mode. 
Moniteur  de  la  Mode. 

La  Estación  —  La  Saison. 

LE  PRINTEMPS,  LA  NOVITA,  LA 
COUTURIÉRE,  SALÓN  DE  LA  MODE, 
DER  BAZAR,  LE  COQUET,  LA  MODE 
ILLUSTRÉE,  JOUKNAL  DES  EN- 
FANTS,  LA  MODE  DE  STVLE,  ÚL- 
TIMA MODA,  LA  POUPÉE  MODELE, 
LE  LUXIi,  LA  MODISTE  UNIVER- 
SELLE,  MONITEUR  DES  DAMES 
ET  DEMOISELLES,  ETC.,  ETC. 


ER  MAN  EN  TES,    Á  : 

La  Ilustración  Española. 

Illustration  Francaise. 
Illustrazione  Italiana. 
Illustrated  London  News. 
Figaro  ¡Ilustré. 
Journal  amusant. 

La  Nature  —  Illustration. 

LE  MONDE  ILLUSTRÉ,  THE 
GRAPHIC,  THE  PUNCH,  REVUE 
DES  DEUX-MONDES,  NUOVA  AN- 
TOLOGÍA, LA  VIE  PARISIENNE, 
ILUSTRACIÓN  ARTÍSTICA,  LA  SB- 
MANA  MÉDICA,  BULLET1N  DE 
THÉRAPBUTIQUB,  LA  SEMAINE 
MEDÍCALE,   ETC.,   BTC,   ETC. 


122 


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NOVELISTAS  MODERNOS 
Colección  de  Novelas;  con  bonita  encuademación  en  tela 


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Belot.  Loca  de  amor.  1  t    .   .   .   .2.85 

—  Las  corbatas  blancas.  1  t.    .    .   2  25 

—  La  explotación  del  secreto,  i  t.   ¡2.25 

—  Una    luna  de   miel   en   Monte- 
Cario.  1  t 2  25 

—  La  pecadora.   1  t 2.25 

—  500  mujeres  para  un  hombre,  lt.  2.25 

—  Melinita.    1  t 2.25 

Bourget.  El  discípulo.  1  t 2.25 

—  Mentiras    1  t 2.25 

-    Cruel  enigma.  1  t 2.25 

—  Un  crimen  de  amor.  1  t.  .    .    .  í?.25 
Claretie.  Candidato.  1  t 2.25 

—  Roberto  Burat.   1  t 2.25 

—  La  casa  vacía.  1  t 2.25 

—  El  príncipe  Zilali.  lt 2.25 

—  Los  amores  de  un  interno.  2  ts.  4.50 

—  Juan  Momas.  1  t 2  25 

—  El  último  foso.  2  ts 4.50 

—  Noris.  1  t .  2.25 

—  La  fugitiva.  1  t 2.25 

—  La  querida.  2  ts 4.50 

—  El  señor  ministro    2  ts 4  50 

—  Santiaguito.  1  tr. 2.25 

—  l'n  diputado  republicano.   1  t.  2.25 

—  Una  mujer  de  gancho.  1  t.   .    .2.25 

—  El  hermoso  Solignae.  2  t.    .    .  4.50 
Collins.  La  pista  del  crimen.  2  ts.  4.50 

—  El  aparecido.  1  t 2.25 

Delpit.   Como  en  la  vida.  1   t.    .    .  2.25 

—  Desapareciia.  1   t 2.25 

Dumas.  Paulina  y  Pascal  Bruno.  1  t.  2.25 
Feuillet.  Los  amores  de  Felipe.  1  t.  2.25 

—  Va   matrimonio   en    la    aristo- 
cracia. 1  t 2.25 

—  El  viajero.  1  t 2.25 

Flaubert.  Salambó    1  t 2. ¿5 

Gaboriau.  El  capitán  Coutanceau.  2.25 

—  El  crimen  de  Orcival.  2  ts..    .  4.50 

—  La  canalla  dorada.  2  ts.   .    .    .  4  50 

—  El  legajo  n»  113.  2  ts 4  50 

—  Los  hombres  de  paja.  1  t.   .    .   2.25 

—  Lia  de  Argeles.  1   t 2.25 

—  El  veredicto.  1  t 2.25 

—  El  incendio  de  Yalpiusón.  1  t.   2.25 

—  Los  delatores.  1  t 2.25 

—  Los  amores  de  una  envenena- 
dora. 1  t 2.25 


8  m/>| 
Gaboriau.  Los  secretos  de  Chanip- 

doce.   1  t 2  2 

Gautier.  Fortunio.    1  t     .....   2.2 

—  Novelas  cortas.  1  t 2.2: 

Loti.  Mi  hermano  Yves.  1  t. .    .    .  2.2: 

—  Recuerdos  de  destierro.  1  t.    .   2.2: 

—  Japonerías  de  otoño.  1  t..    .    .  2.2. 

—  Historia  de  un  spahi.  1  t.    .   .2.2. 

—  El  casamiento  de  Loti.  1  t,.    .  2.2¡i 

—  Aziyadé.  1  t 2.2: 

—  Flores  de  hastío.  1  t 2.2: 

—  Madame  Clirvsanthéme.  1  t.  .  2.2; 
Malot.  Zyta  la  Saltimbanquis.  1  t.  2.2: 
Musset.    La  confesión    de   un  hijo 

del  siglo .  1  t 2  2: 

Ohuet.Las  señoras  de  Croix-Mort.  i  t.  2.2.' 

—  Sergio  Panine.   1  t 2.9 

Sand  (Jorge;.    Los  dos  hermanos.  2  2: 

—  Valentina,  lt 2.2." 

—  El  castillo  de  Flamande.    1  t..   2.2: 

—  Mi  hermana  Juina.   1  t.    .    .    .  2.2: 

—  Cesarioa  Dietrich.  1  t 2.2i 

—  Indiana.  1  t 2.2: 

—  Mauprat.  1  t 2.2* 

—  Juan  déla  Roca.  1  t 2.2; 

Sales.  Incendiario.    1  t 2.2." 

Silva.  Flores  y  perlas.  1  t 2.2c 

Theuriet.  Siempre  sola.  1  t.   .    .    .  2.2? 

—  Gertudris  y  Verónica.  1  t.   .    .  2.21 

—  Bravia.   1  t 2.21 

—  La  boda  de  Gerardo .  1  t.  .    .    .   2.21 

—  El  profesor  de  Tours.  1  t.    .    .  2.25 

—  Elena.  1  t 2  2r 

—  Amor    de  otoño.  1  t 2.2c 

—  El  diario  de  Tristón.  1  t. .  .  2.25 
Tolsto'i.  La  guerra  y  la  paz.  3  ts.  6.75 
Zola.  Su  Excelencia  Eugenio  Rou- 

góu.  2  ts 4.50 

—  El  vientre  de  París.  2  ts..    .    .   4.50 

—  La  confesión  de  Claudio.  1  t..  2.25 

—  La  fortuna  de  los  Rougón.  2  ts.  4.50 

—  La  conquista  de  Plassans.  2  ts.  4.50 

—  Teresa  Raquin.  1  t 2.25 

—  La  ralea.  1  t 2.25 

—  A  la  Dicha  de  las  damas,  i  t. .   2  25 

—  Anita  Micoulin.  1  t.    .    .    .   .    .   2.25 

—  Magdalena  Ferat.  1  t 2.25 

—  Nuevos  cuentos  á   Niñón.   1  t     2.25 

—  Los  misterios  de  Marsella.  2  ts.  4.50 


—  123  — 


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124  — 


Suscrición  anual. 


1LLUSTRATI0N 

L'Illustration  Fran<jaise  est  une 
publicatiOQ  trop  connue  pour  qu'il 
soit  néce?saire  d'en  faire  l'éloge ; 
c'est  le  plus  aocien,  le  plus  grand 
et  le  plus  eomplet  de  lous  les  jour- 
naux  illustrés. 

De  nombreux  supplémeots  sont 
publiés  pendant  le  courant  de 
l'aimée,  notamment  á  l'occasion 
du  Salón  et  de  Noel  tt  sont  distri- 
bués  uratuitemeat  aux  abounés. 

L'Illustration  est  done  un  Jour- 
nal d'art  et  d'aclualité,  et  en  outre, 
une  publication  littéraire  de  pre- 
mier ordre,  á  laquelle  collaborent 
les  écrivains  les  plus  en  vogue  de 
notre  époque. 

12  NÚMEROS  POR  AÑO 

Capital 0  14  oro,  ó  su  equivaleute. 

Interior fi  15     —  — 


LA    NATURE 

Revue  des  Sciences    et  de  leurs  applications  aux  Arts 

et  á  l'Industrie. 

Sous  la  direclion  de  G.   TISSAyBIER. 


La  Xalure  est  une  publication  d'une  utilité  incontestable 
pour  toute  personne  qui  désire  étre  au  courant  de  tous  les 
progrés  de  la  science;  de  méme  que  pour  ceux  qui  désirent 
profiter  d'une  lecture  agréable  et  á  la  fois  profitable. 

La  rédaction  de  cette  importante  publication  difiere  des 
autres  Revues  de  ce  genre  car  elle  est  á  la  portee  de  toutes 
les  intelligences,  et  que  de  nombreuses  gravures  soigneuse- 
ment  reproduites  donnent  au  lecteur  une  idee  tres  precise  des 
sujets  qui  y  sont  traites. 

Ó2   N'/MEROS   POR  AÑO 


Suscrición  anual. 


Capital #  8  oro,  ó  su  equivalente. 

Interior.. . .     $  9    —  — 


125 


Periódico  para  Señoras  y  Señoritas. 
INDISPENSABLE  EN  TODA  CASA  DE  FAMILIA 

LA  MODA  ELEGANTE,  publicación 
predilecta  de  las  damas  americanas, 
está  reconocida  como  la  más  com- 
pleta y  útil  de  las  Revistas  dedica- 
das al  bello  sexo.  Respondiendo  á 
elevados  fines  morales,  á  la  vez  que 
á  razones  de  decorosa  economía, 
ella  es  el  guía  discreto,  el  consejero 
íntimo  que  siempre  consultan  con 
fruto  las  señoras  y  las  señoritas, 
para  bacer  ó  dirigir  por  sí  mismas 
el  corte  y  confección  de  las  princi- 
pales prendas  destinadas  á  su  pro- 
pio uso,  ó  al  de  los  niños  de  la  casa, 
tarea  fácil  y  agradable  para  las  que 
se  aplican  á  utilizar  con  acierto  los 
numerosos  modelos  y  patrones  que 
publica. 

La  11  oda  Elegante  es  además 
un  completo  repertorio  de  educación 
para  las  señoritas,  en  lo  que  con- 
cierne á  toda  clase  de  labores.  Su 
lectura,  siempre  amena  é  instruc- 
tiva, está  inspirada  en  la  más  sana 
moral. 

Sale  á  luz  los  días  6,  ti,  22  y  80  de  cada  mes,  constando  cada 
uno  de  sus  números  de  doce  páginas,  con  selectos  grabados  de 
modas  y  labores;  artísticos  figurines  iluminados;  patrones  traza- 
dos al  tamaño  natural,  para  trajes,  abrigos,  etc. ;  hojas  de  dibujos 
para  bordados;  novelas,  crónicas  de  teatros  y  salones;  poesías; 
escogidas  piezas  de  música,  etc.,  etc. 

Precio  de  la  Suscrición  anual 

Capital #12  oro  ó  su  equivalente. 

Interior #13    — 


J 


—   120  - 

REVIE  EIVCYCLOPÉDIQIE 

RECL'EIL    UN1VERSEL    ET    UiDSTBB 

Paraissant  le  1er  el  le  ló  de  chaqué  mois. 


.     La  Revue  Encyclopédique  est  la  publication  la  plus  intéres- 

sante   comme  littérature,   beaux-arts,   sciences,  etc.   Chaqué 

numero  est  enrichi  de  splendides  portraits.  gravúres  musique 

etc.  1     ' 

Suscrición  anual $  1  oro. 


LI    RÍO  ©  [N  s>  I    dLLdDil3^ 

52  NÚMEROS  POR  AÑO 


Este  periódico  semanal  es  el  más  barato  y  uno  de  los  más  amenos 
que  salen  a  luz.  Contiene  infinidad  de  grabados  v  composiciones  ar- 
Snde  p    Da?0  *"  redactado  por  !itera'°*  <*e  fama,  bajo  la  direc- 

Suscrición  anual.      )      Capital g  oro  10    > 

í      Interior g     _  H     „ 


gMSM  ^ 


LE  MONDE   MODERNE 


grabado-. 


Esta   interesante    revista  literaria  se  publica 

todos   los   meses  y   forma   un   conjunto   de  las 

mejores  produce!  nes  literarias  de  autores  fran- 

;  cuyo  testo  es  acompañado  de  numerosos  y  hermosos 

Suscrición  anual o  6  oro. 


BLANCO   Y    NEGRO 

Revista  ¿lustrada. 


El  Blanco  y  Negro,  es  el  periódico  ilustrado  de  mayor  circulación 
de  b-pana;  su  parce  literaria  está  á  cargo  de  numerosos  v  brillantes 
escritora  y   la    parte    art.slica    es    debida  ál    lápiz    de   l¿s    meiorls 

¿li'ClSCílS.  " 

El  Blanco  y  Negro,  por  el  abundante  material  que  publica,  es  una 
revista  de  literatura  de  primer  orden  y  al  mismo  tiempo  un  interé- 
same semanario  de  actualidades;  que  también  tiene  la  ventaja  de 
ser  el  periódico  mas  económico  de  cuantos  se  publican. 

Suscrición  anual ¿'  4  oro . 


•27  — 


AN   SURTIDO 

DE 

ARTÍCULOS  DE  ESCRITORIO 

Y    DE 

LIBROS   E\  BLAXtO 


Útiles    de    Dibujos    y    de    Escuelas. 


Cuadernos  en  blanco  de  todas  clases. 
Cuadernos  de  escritora  y  de  dibujo. 
Cajas  de  compa.sc». 
Cajas  de  pinturas. 
Lápices  de  dibujo  y  de  colores 

Lapiceras  surtidas  de  todas  clases 
Plumas  de  fOO  clases  diferentes. 

Reglas  y  Escuadras  de  todas  dimensiones. 
Reglas  y  Tés  de  ludas  dimensiones. 
Decímetros,  chinches,  pinceles,  etc. 
nuestras  de  dibujo,  natural,  llores,  pai- 
sajes, de  adornos,  etc. 
Tinta  de  China  y  de  todos  colores. 
Libros   de   Escuela  :  Cari  illas,  etc. 
Tinteros  de  Bronce,  de  fantasía  y  de  Cristal. 

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A.  W.  FABER.  —  F.  BAUTIER. 

MARIÓN.  —  STRAUSS.  —  F.  DUBOURGUET.  —  G.  PELLETIER. 

PAPETERIAS    DE    RENAGE    Y    DE    VIDALON 


-  128  - 


LA  ILUSTRACIÓN  ESPAÑOLA  Y  AMERICANA 

.,^n"Uc!>'rnaChfn  EsP"°,a  7  Americana,  Revistare  Bellas  Artes,  Literatura  y  Aclua- 
Udade>  se  publica  cuatro  veces  al  mes,  constando  cada  uno  de  sus  números  de  diez  y 
seis  pagmas  ocho  de  ellas  con  selectos  grabados,  debidos  al  lápiz  v  al  buril  de  los 
ESEfZ Lf  ¡  ¿i  Consecuente  i  su  título,  que  es  al  propio  tiempovsu  programa,  los 
ÍLñ»n  iUL  'i  *í      "c,on  rePro'lucen  '°s  sucesos  importantes  que  excitan  ll  atención 

genera   en  el  mundo  entero,   cuadros  y  esculturas  notables  de  todas  .as  escuelas  "mo- 
?S?J?;?^  ar.<Iu.ltei;|tón"cos  antiguos  y   modernos;  retratos  de  ¡os  personajes  de  recouo- 
nnarnh  ^efiad'  etc, La  .^cción  literaria,  confiada  á  los  mas  distinguidos  escritores, 


ejecutadas  en  cromo-tipografía. 

Precio  de  la  Suscrición  anual  : 

Para  la  Capital S   12  oro  ó  su  equivalente. 

Para  el  Interior #13    —  


Imprenta  de  Poissy.  —  S.  LEJAY. 


LA  ESTACIÓN 

PERIÓDICO  DE  MODAS  PARA  SEÑORAS  Y  NIÑAS. 


/  7    ;^/f/MkS|IÍÍ!    Sil»" 

*¿WSt&  1      IR 

Agencia    General  para   la   República    Argentina 

LIBRERÍA  de  C.  M.  JOLY  y  Cía 

719-721.     Calle  Victoria.     725-727. 

BUENOS   AIRES. 


LA  ESTACIÓN 

PERIÓDICO  DE  MODAS  PARA  SEÑORAS  Y  NIÑAS. 


La  Estación  publica  al  año  24  Números 
con  más  de  2000  grabados,  conteniendo  mo- 
delos de  toda  clase  de  prendas  de  vestir  para 
señoras,  señoritas,  y  niños;  ropa  blanca,  canas- 
tillas  y   toda  clase  de  labores  de  señora. 

La  Estación  publica  12  hojas  de  patrones 
trazados,  con  250  patrones  de  tamaño  na- 
tural, con  suplementos  á  estos  mismos  patrones, 
que  reproducen  el  mismo  modelo  en  tamaño  reducido,  in- 
dicando de  una  manera  perfecta  y  fácil  de  comprender,  la 
disposición  de  las  diferentes  partes  del  modelo,  y  más  de 
250  dibujos  parabordados  y  labores  á  la  aguja,  &c;  además 
iniciales,  cifras  y  alfabetos. 

La  Estación  publica  36 
Figurines  iluminados  á  la 
aguada  sobre  cartulina  Bristol, 
y  12  Suplementos  extra- 
ordinarios (trajes  elegantísimos, 
alta  novedad  y  bordados  ilu- 
minados). 

La  Estación  se  publica  en 
doce  idiomas  y  la  tirada  total 
de  todas  las  ediciones  es  de 
482000  ejemplares. 


EL  MEJOR  GUÍA  DE  MODAS. 


La  Estación,  prescindiendo  de  la  parte  literaria,  se  dedica 
exclusivamente  á  la  Moda,  y  es  el  periódico  de  modas  más 
barato  y  más  leído. 

La  Estación  ofrece  á  sus  suscritoras  los  medios  de  rea- 
lizar   una    economía   sabia   y   prudentemente    calculada; 

permitiéndoles    ejecutar    ellas    mismas    todas    sus    prendas    de 
vestir,  las  de  sus  niños,  etc. 

La  Estación,  periódico  mil  y  mil  veces  consultado,  es  muy 
considerado, 

por  ser 
sumamente 
práctico  y 
económico. 
La  Esta- 


ción   se  pu- 
blica los  días 
i°  y    1 6    de 
cada  mes;  ca- 
da vez  haob 
tenido  una 
circulación 
mayor,  debi- 
da á  la  aco- 
gida  que    el 
bello  sexo  le 
dispensa,  ha- 
ciendo justi- 
cia á  la  pron- 
titud con  que  anticipa  los  últimos  caprichos   de  la  Moda,  á  los 
magníficos    figurines    iluminados    que    publica,    á  lo    escogido, 
ameno  y  variado  de  sus  artículos,  etc.  .  .  .,  todo  lo  cual  hace  que 

La  Estación  sea  el  periódico  indispensable,  tanto  á  las 
modistas,  como  necesario  á  las  familias,  por  las  muchas  ventajas 
que  ofrece. 

La  Estación  posee  además  la  ventaja  de  ser  el  periódico 
más  barato  de  todos  los  que  se  publican. 


Capital 


Suscrición  anual. 

$  oro  6   »  Interior 


$  oro   7    » 


LA  SAISON 

JOURNAL  ILLUSTRÉ  DES  DAMES. 

La  Saison  publie  24  mi/néros  par  a/i,  ornes  de  2000  gravures, 
12  planches  contenant  250  patrons  en  grandeur  naturelle  et 
250  modeles  de  crochet,  de  broderie  et  toutes  sortes  de 
travaux   pour  dames  et  demoiselles,  et  48  gravures  coloriées. 

La  Saison  est  certainement 
le  journal  des  Modes  le  plus  ré- 
pandu,  gráce  aux  avantages  réels 
qu'il  offre,  en  procurant  tous 
les  détails  et  renseignements  dési- 
rables  pour  pouvoir  confectionner 
soi-méme  autant  les  toilettes  riches 
que  le  unge  blanc  et  tous  les  effets 
nécessaires  aux  familles. 

L'accueil  favorable  que  cette 
jolie  publication  a  recu  de  ses 
nombreuses  abonnées ,  nous  a 
engagé  a  ne  reculer  devant  aucun 
sacrifice,  afin  que  La  Saison 
conserve  le  rang  qui  lui  corres- 
pond,  et  soit  sans  contredit  la 
revue  de  Modes  la  plus  complete, 
la  plus  elegante  et  la  plus  variée, 
et  également  celle  qui  doit  étre 
préférée  á  toute  autre  par  la 
modicité  de  son  prix. 


Precio  de  la  Suscrición  anual: 

Capital     .     .     I  oro  6   >^  Interior     .     .     .     $  oro  7 


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BRIEF 

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