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PO CANALES (uo reeniow e)
SXUZ le EN
DE LA ÓPOwAL Must”
SOCIEDAD CIENTÍFICA
| ARGENTINA
ADOPTADOS PARA. SUS PUBLICACIONES POR LA
ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES
Dirrcror : CLARO C. DASSEN
ENERO 1932. — ENTREGA Il. TOMO CXIII
FN D1 CE
OrTTo GoTrTsCHALK, Líneas de influencia y estática natural.................... 5
P. MAGNE DE La CROIX, Eyolución del galope tralsversO.......o.ooooooooo.o.. 38
CarLos Ruscont, Dos nuevas especies de mustélidos del piso ensenadense Gri-
sonella Hennigi n. sp. et Conepatus mercedensis praecursor subsp. D......... 42
Notas varias. MI Consreso Científico ¡AMmericadO.. o omielta ooo lel e ao o a 46
0 ocur Canosa a aa Do d.C 46
on mero mercadeo laa a Osa risa Ro 46
ON C7 Do Brbliosraftía. o... No o A UA 47
A Y á
BUENOS AIRES
IMPRENTA Y CASA EDITORA « CONI »
684 — CALLE PERÚ — 684
1932
JUNTA DIRECTIVA
(1931-1932)
Presidentes e. ninio AE Doctor Nicolás Lozano.
Vicepresidente 19 ........o..... Ingeniero Nicolás Besio Moreno.
Vicepresidente 20......o.o...... Ingeniero Pedro Aguirre. :
Secretario de AcCtas............ Ingeniero Juan José Carabelli.
Secretario de correspondencia. . Profesor José F. Moifino.
Mesonero e AR SO ae Ingeniero Juan José C. Mosca.
Protesoneros Is od Io Doctor Abel Sánchez Díaz.
Bibliotecario ...... a e Doctor Luis E. Ruata.
Ingeniero Juan A. Briano.
Ingeniero Emilio Rebuelto.
Doctor Isidoro Ruiz Moreno.
Vocales on O Deo (Ingeniero, general Arturo M. Lugones.
Doctor Juan Nielsen.
| Doctor Adolfo T. Williams.
|. Doctor Santiago Barabino Amadeo.
ADVERTENCIA. — Los colaboradores de los Anales — personalmente responsables de la tesis sus-
tentada en sus escritos — que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos. deben solicj-
tarla por escrito. Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los manuscritos. corres-
pondencia, etc., se enviarán a la Dirección, Cevallos, 269. — La DIRECCIÓN.
/
ANALES
SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA
COMISIÓN ESPECIAL DE LOS «ANALES»
Matemáticas
Ingeniero y doctor Claro C. Dassen
Fisica
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Química
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Ciencias Naturales
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Ciencias Geográficas
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Higiene e Ingeniería sanitaria
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Ingeniero Antonio Paitoví
Ciencia de la Educación
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ANALES
DE LA
EDAD CIENT
ADOPTADOS PARA SUS PUBLICACIONES POR LA
ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES
DIRECTOR : CLARO C. DASSEN
TOMO CXIII
Primer semestre de 1932
BUENOS AIRES
IMPRENTA Y CASA EDITORA « CONI »
684 — CALLE PRRÚ — 684
1932
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18 A
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E
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL
Por OTTO GOTTSCHALK
Ingeniero mecánico de la Academia Superior de Industrias
del Estado de Sajonia, en Chemnitz, etc.
RÉSUMÉ
Lignes d'influence et Statique Naturelle. — L'auteur établit les bases analyti-
ques de ses procédés mécano-statiques qui ont, non seulement une utilité pratique,
mais aussi un portée scientifique; car elles enseignent et font, pour la premiere
fois, une analyse du concept naturel de la statique, concept qui, jusqu'a présent,
est usuellement traité et enseigné au moyen de détours abstraits non nécessaires.,
INTRODUCCIÓN
Las líneas de influencia de tensiones en estructuras elásticas, son
curvas geométricas definidas que se interpretan fácilmente en térmi-
nos sencillos algebraicos a base del concepto mecánico; con este
mismo concepto conducen además a cálculos directos, lógicos y natu-
rales de resistencia que evitan los rodeos acostumbrados artificiales
de la estática abstracta clásica.
En el análisis mecánico de estructuras que he desarrollado y hecho
visible en el Continostat (Anales, t. XOVI, págs. 177 y sigs. y t. XCIX,
págs. 175 y sigs.) se producen líneas de influencia de tensiones des-
plazando modelos elásticos en la sección cuyas tensiones se piden.
Para calcular, por ejemplo, los momentos flectores en la sección E del
pórtico ABC de un entrepiso de fábrica, producimos una rotación
«1» en E por medio de la grampa «2» del Continostat; resulta el
momento flector M, inmediatamente como la suma de productos de
las varias cargas con sus respectivas ordenadas en escala del plano y
en dirección de la carga; así, por ejemplo, la carga horizontal H de
presión de viento o de oscilaciones de máquinas habría que multipli-
6 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
carla con 0,20 metros (fig. 1) siendo ésta la distancia por que oscila
automáticamente de un lado la contrarregla en los pies de columnas.
Podemos pues considerar aquella parte de la línea de influencia que
corresponde a cada tramo de una estructura elástica, como una cinta
flexible que se hace girar en el extremo cercano a la sección despla-
EYTREPISO DE FABRICA.
e
M¿=-062P-031P+035P+400P
+020H
Figura 1
zada y se retiene en el otro extremo. Esta deformación la analizamos
considerando cada tramo (fig. 6b) como una viga con cargas flectoras,
que corresponden a los momentos flectores reducidos según la teoría
de Mohr en la estática clásica, las cuales disminuyen uniformemente
desde el extremo girado y hasta el extremo retenido.
Considerando así las líneas de influencia como una suma de posl-
bles curvas que la estructura puede formar en verdad, llegamos a las
relaciones sencillas y de gran valor práctico, que se detallan más
abajo.
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 7
1. DESPLAZAMIENTOS
Pídanse las tensiones en una sección E de una viga (fig. 24) que
posiblemente pueden producir una destrucción en E, vale decir, la
separación u otro movimiento recíproco de las partes a la izquierda y
a la derecha de E en varias maneras distintas :
Figura 2 Figura 3
1* Movimiento axial (fig. 20) por una distancia s, producido por
tracción o compresión en E y quedando las superficies B/ y B” para-
lelas una a otra y sin desplazarse transversalmente la una con res-
pecto a la otra;
2* Movimiento transversal (fig. 2c) por s, correspondiendo a una
fuerza cortante en E y que no produce movimiento axial ni giratorio;
S ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
3" Movimiento giratorio (fig. 2d) — al rededor de E sin separación
C
longitudinal o transversal en E.
Otros modos de desplazamientos pueden descomponerse en los tres
elementos de movimientos indicados.
Por los desplazamientos indicados se deforma la estructura elástica
a la cual pertenece E, de modo que cada punto L de la estructura
recorre un camino cuyo largo en dirección de la fuerza aplicada en
dicho punto L corresponde a la influencia de semejante fuerza sobre
las tensiones en E, vale decir, su ordenada en cualquier sección L
proyectada sobre la dirección de una fuerza que actúe en L indica la
tensión que en E produce la unidad de la fuerza.
2. LÍNEAS DE INFLUENCIA DE LA VIGA SIMPLE
La sección E encuéntrese en una viga simple AB de largo l y en
distancias a y 4=l— a de A y B respectivamente (fig. 3a). Los des-
plazamientos unitarios mencionados en el capítulo I producirán las
líneas de influencia pala tracción y compresión T, (fig. 3b), para corte
(fig. 3c) Oo reacción siendo a/=0 (fig. 3b) y momentos flectores M,
en E (fig. 3e).
Suponiendo que semejantes separaciones sean producidas por una
fuerza : P=/Py —1- P,? que actúe en distancias b de A y U=1— b
de B entonces la compensación del trabajo = fuerza "X camino exige :
T,
Ts = PyO — Pys luego ia 1 (ie. 30) (1)
H
b' Ms Dé
(b>a): Vas =Py>5 s luego Yy==R>m==35 (fig. 3C)
l Bl
| (2)
b Va b E
(16< a): Vas = —Py> 8 luego Y=+==-—>5 (fig. 30)
l Py l
b R b
Rs =Py= 8 luego === == Mesa (E)
l 1
a b' ME DA
: == — o Y = — = — fl A
(bd > a): M, > JE ye luego y Pp, 7 (fig. Se)
b M "D a
064 MPa luego Y == e (fig. Se)
a l Es l
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 9
Las ecuaciones (1) a (4), interpretan relaciones puramente geomé-
tricas que fácilmente pueden leerse directamente en las figuras y que
conducen a procedimientos gráficos sencillos no apreciados hasta
ahora.
3. SUPERFICIE DE INELUENCIA DE LA VIGA SIMPLE
Cuando las cargas que solicitan la viga AB (fig. 3) son repartidas,
tenemos que determinar la ordenada media y,, con la cual hay que
Figura 4
multiplicar las cargas para conocer su influencia. En la viga simple
cuyas líneas de influencia consisten de líneas rectas, la ordenada
media y,, de cada parte continua es igual a la ordenada en el centro
10 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
de gravedad de la carga. Con las designaciones de la (fig. 4) resultan
los siguientes valores de Y, :
Valores de Y = F/l en la viga simple
Cargas :
G (tig. a) D (fig. 4D) D, (fig. 40) D, (fig. 4d)
Fuerzas cortantes :
San | 0 1 a? il 0 1 ar?
E E =([1=4= A = 15 == 1
> ¿(1 ,) a a a E ) a ;
l il 1
(dl IA al EL E 1
Momentos flectores :
l aa ZO a a? a a?
) pe HE py E 2 => == E O
es 31 A E 3 = 3 E 3 ,)
l l l l l
O q 1 ES vn 6
o 4 6 8 S (6)
o l 00! a 1 DOE a z a? E (0 z a?
AO 21 O a Je ( 3 l
4. LA VIGA RESTRINGIDA. TRAMOS CARGADOS Y DE TENSIÓN
La viga AB forma parte de una estructura, por ejemplo : de un
pórtico (fig. 5). Una rotación unitaria en E produciría desplazamientos
según O0'AE'BD”, indicado en línea cortada en la figura 5, si la estrue-
tura fuese apoyada en A y B solamente. Puesto sin embargo que hay
que volver a doblar C/ hasta C, y D” hasta D, resulta CAE'BD, como
línea de influencia de los momentos flectores M5.
Según enseña la figura 5, los varios tramos forman curvas conti-
nuas con excepción del tramo AB, a que pertenece la sección E y
que resulta una curva quebrada. Designamos, pues, AB el tramo de
tensión, los demás tramos cargados y recordamos que las partes de
la línea de influencia que corresponden a los tramos cargados se
obtienen girando las vigas en los extremos; en el tramo de tensión
actúa, además, el desplazamiento libre AE'B, mientras que la conti-
nuidad en A y B produce movimiento hacia atrás de E” hasta E”,
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 3Lal
Presentando de este modo los desplazamientos suponemos que las
proyecciones de las partes de un tramo sobre su posición original
queda constante. Nótese que la exactitud de los procedimientos me-
cánicos visibles, con modelos del Continostat, descansa justamente en
el hecho de que la variación de semejantes proyecciones queda rela-
he |
E
De A
HI
Figura 5
tivamente reducida, aún para deformaciones considerables de los
mismos tramos. Así mismo supongamos que la sección quede cons-
tante dentro de cada tramo; el efecto de variación de sección como,
por ejemplo refuerzos en los apoyos y de curvaduras será tratado en
otra oportunidad.
5. EL ELEMENTO DE CURVAS DE INFLUENCIA (f,0 6 0, f”)
Para analizar los desplazamientos descriptos en el capítulo IV,
consideremos según la figura 6a, una viga elástica AB sostenida en
A y en B, por ejemplo, con dos grampas del Continostat y rotados los
extremos por otras dos exteriores de modo que la tangente en B de-
termina en la perpendicular en A un segmento cualquiera £ mientras
que la tangente en A queda horizontal (fig. 6a).
Según Mohr, resulta la flecha y en distancia de A como momento
flector bajo cargas flectoras de acuerdo con la figura 6b.
Y A
y=35 (le — 0) == (7)
; al
siendo en el centro para => 1:
ed
e.
O (8)
ya)
12 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
l 2
en los puntos tercios parta b= y u' = 3! E
Za 4
100 e, UR (9)
3 <el 3 pa!
x iS 13 YA E E .
t,/f=-47 o | e
to/F=8/27 Ya 427
Ex E= 43 Y a
Figura 6
y en general para abscisas simétricas e y 0" =l—%w:
Yz e
Y (10)
/
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 13
Í. 4 , E
La tangente A en distancias x de A, cuya expresión es la superf
cie de cargas flectoras de0azx:
ta =7 (3 — 21). (11)
Los segmentos de tangentes t, y t¿ como momentos estáticos de las
superficies de cargas flectoras con respecto a A y B
27 (12)
Suponiendo un empotramiento en B en vez de en A, según la figu-
ra 6, habrá que substituir x' a e en las ecuaciones (7) a (12).
La superficie de influencia que determina la línea de influencia AB
con el eje original AB resulta, recordando la ecuación (8) :
A a TU E
E== | (00%) de == (13)
Además de las relaciones sencillas (7) a (13), nótense las siguientes
propiedades de las líneas de influencia (£, 0) del tramo cargado AB,
empotrado en A :
: E l
El punto de inflexión se encuentra en a del apoyo empotrado A;
e
/
La tangente en el centro pasa por A y en 7 sobre B;
2 :
La tangente en 3 l es horizontal;
La relación entre dos ordenadas simétricas es igual a aquella de
sus distancias respectivas del empotramiento A.
6. FORMA GENERAL DE LÍNEAS DE INFLUENCIA (f, f”)
La línea general de influencia continua f, f”, según la figura 7, se
se
componen de dos elementos de curvas f, 0 y 0, f”, resultando, según
la ecuación (7) :
14 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Haciendo m == o sea /=mfP”, resulta :
Ya MA (15)
MA
>
———
Figura 7
La tangente = en distancia « de A según la ecuación (11) :
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 15
Los segmentos de tangentes t, y t, según la ecuación (19) :
0? A a
A
Dan? 0 (a — 2) a
a ar = (3 o
Para las secciones en el centro y en los puntos tercios resultan
relaciones especialmente sencillas :
1 | 1 1 E
Ma Ma ES ta =J". (18)
as e
La == 345
3 3
e. de
== == (SH
(19)
e 0 2 VEU E lo
ce EN OT (2f +/ de E
A O
LE RYO
La superficie de influencia de las cargas flectoras según la figura 56:
9
F=04/)=3M. | (20)
Para el tramo exterior siendo el apoyo A libre resulta f= 2f”, o
sea m = 2, y
oa” 2 A a A
A Do o”
eS qe
A o (120. (21)
: : A
Para el tramo exterior con apoye libre en B con P=5f", o sea
ed
1
10 =) resulta :
2
an Ya + 2e 30? — (?
pescan / / == Be t.= Po
16 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
La ordenada máxima de la línea de influencia resulta de t, = 0 de
la ecuación (16) en
l e E
=> E om — 2 +|/m: —m +1 1] (23)
Ñ 1
para m = 7 = 1, resulta « => 1;
l
para mi= 2, resulta +=:
ES
l 2
para m= 0, resulta « = 5 US SD e 3 le
TABLA I
Ordenadas de líneas de influencia
x 2 (O! al
7 a O E
0,05 0,95 0,0024 | 0,0451
0,10 0,90 0,0090 - 0,0810
0,15 0,85 0,0191 0,1083
1 5
E A 0,0231 0,1157
0,20 0,80 0,0320 0,1280
0,25 0,75 0,0468 0,1406
0,30 0,70 0,0630 0,1470
1 2
5 3 0,0741 0,1481
0,35 0,65 0,0796 0,1478
0,40 0,60 0,0960 0,1440
0,45 0,55 0,1130 0,1361
0,50 0,50 0,1250 0,1250
x' 0 de ax? E ata
q 7 TS O
Y A A AMAS (> SE ly
> f !
En general : m==
f mM
E il 8
IO A A 2) == > (2 + u)f=5 (24 E 0!) h
yd) 0)
Empotrado en Am. se: Yi a Sal en a 0 ol
: A Ls q. ;
y,=h; YU Ya, =V'; a ON
2 3 3
=D
Sn de)
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 1
1
7. RELACIONES ENTRE ORDENADAS
Sea y, la ordenada en x, de A y x,'de B; se pide la ordenada y, en
$
x, de A. Con m =*, resulta la ecuación (14):
>]
y, = (meo, -- ca
A e eS a LE
Y. =(Mmxv.,ta. A > => = E Vs. 24
Y a a (24)
Conociéndose la ordenada y, =h en el centro de AB, resulta en
»
A
otra sección n cualquiera en 2, :
MO A
a —= 1,
o m- 1 ls
y al revés:
) m-—-1 E
py => === 0
mo, +xe;/ See
Siendo conocida la ordenada y, = Y; = 1 resulta otra ordenada
Cualquiera en x,
A A Id
Wa == 1 a
A O a
27 m-—-1
<= .
por ejemplo en el centro y, =h ==» —— 1.
: Ll de 16 m>+2
a
Para tramos exteriores con apoyo libre en A o en B, respectiva-
: : 1
mente, vale decir m = 2 respectivamente m=
<=
2%, —- Ca UA > —|- DC Lalo! (25)
Ya = ———= * —= Vio resp. Y, = == * —= Y 1 (25
ZE, —- Ace DA 0 — 20, Aa
Para tramos exteriores con empotramientos en A respectivamente
B, o sea mM= 09 respectivamente mM = 0
AA e
AA a 76 0) resp. Ja
Ora DA
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXI5S o 2
18 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
S. TANGENTES EN APOYOS e E
En la práctica mecano-estática generalmente se conocen las orde-
nadas; según la ecuación (14) pueden calcularse f y /” conociéndose
dos de estas ordenadas. Siendo y, e y. las ordenadas en distancias 2,
y x, le A respectivamente 2, =1l— *e, y 1 =l— 2, Es B resultan,
según la ecuación (14):
== ao” (26)
A ENEE y PE ISA WO AA o
y Ya0,*0 1 — Y 044091?
mity,
o (ma, le x.)
(27)
ly,
==
0 (mae, + e,)
Con las ordenadas y, e y, en abcisas simétricas, vale decir 2, =x,'
y 2, =«, resulta en las ecuaciones (27) :
m==_=“% - . (25)
Siendo y UU a
3 3
a
0 O Aa e A
a al
Conociendo la ordenada h en el centro y cualquier otra ordenada y
en x de A respectivamente x= | — x de B resulta :
y —8Shax” . y —Shxoe” Shx?x'— yl*
m= Di A ps EA == OO
SN Y o! (e — x*) ae! (e — e”)
Según la ecuación (26) tenemos en caso de empotramiento en A. es.
decir m=o>o0 :
Siendo, en cambio, el apoyo en A libre, o sea m = 2 resulta, según
las ecuaciones (26) y (27) :
2y,P 0 y, 0
E (He) a
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 19
Conociendo la ordenada y; = h y la tangente t;, en el centro, tene-
mos, según la ecuación (18) :
Ff= 4h — 2% Ff'= 4h — 2%). (30)
|
2
9. PUNTOS FIJOS
La superficie de cargas flectoras de las líneas de influencia f, /”
puede componerse de las superficies de cargas flectoras de las líneas
de influencia f, 0 y 0,7”. A base de la figura 6b obtenemos pues el
diagrama (fig. 7d) de cargas flectoras cuyo punto nulo resulta en dis-
tancia de A :
a a E ol
IO SS
Ay
y al revés
93
e l
m =p = -* (31)
ps :
Para los miembros de estructura a la izquierda de B, ¿es indepen-
diente de la intensidad de las rotaciones y se lo llama por esta posi-
ción fija como el punto fijo correspondiente al sistema a la izquierda
de B girándose en B.
Conociéndose las ordenadas y, e y, en x, y x, resulta :
EDEN
Y a e y 0)
E En 2Wa (32)
?
a As
EA O
DA
y para ordenadas simétricas, siendo e, =/— x, tenemos :
Y (21 — 21) —Y. (UH 21) :
. (39)
3 (Y, — Ya)
Ay)
es decir, para las ordenadas 1 e 2 en los puntos tercios :
5i—4V 1
a==.=
0 9
20 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Conociendo en cambio 4 ye =h y una ordenada cualquiera y, en 2,
resulta, según la ecuación (32) :
3%, (11 — 10,7) h — 3UY, y
aah Py) E
y especialmente conociéndose y, = h e y, =1, resulta :
2 3
E 811 — 64h 1
- 9—Sh 18
e O A
Siendo conocidos f e yy =h resulta m =% = y luego :
a | FS
O a [
2 A O 34
MO a pe
Nota. — Conociéndose en la estática clásica, para cargas fuera de
AB, los momentos flectores M, y M, en A y B respectivamente, re-
sulta la distancia del punto fijo de A :
A
A
y
y por ende :
LM -2M,
AS DE
y
all
My = Ma. (35)
4 M
10. ORDENADAS SIMÉTRICAS Y GRUPOS DE ORDENADAS
La viga AB de un tramo cargado sea cargada por dos cargas con-
centradas iguales en x, de A y de B, siendo 2, =2”,, y 4. =l—0e',;
se pide la ordenada media y,, con la cual hay que multiplicar la carga
total 2P para conocer su influencia (fig. Sa).
Según la ecuación 14, tenemos :
AE
Un => Ue + Yw) == rn = E (36)
Para v pares de cargas simétricas tenemos pues :
all
a 5 (Oya, qe 0, $ 0. + 08) (37)
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 21
Cuando actúan (n-1) cargas iguales de modo que dividen el largo
l de la viga en n partes iguales de : de largo cada una (fig. Sb) resulta
según ecuación 36 y siendo y, =h :
h l / € $
Y =0— Dg => 0 — Da
+3 (n— 3) +... + de > > 0 an >).
nm
35P
Figura 8
Desarrollando las series resulta :
y 21 il
alo a (38)
p n— 1 AO
O SCa :
=> > 3 4 5 6 OO Partes
Mel — Boer Se Book. .,.>SoB Carga
¡$
'
09)
[7
ph
| bn
=*
o
E
QU
“o|
22 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Cargándose una viga (fig. Sc) en secciones equidistantes alternada-
mente así que :
l l l :
M1 ==> %,=3 > My = D =>... Un = (n= 1) —
n n n - Ñ
n— 1 n— 3 n— 5 l
así == l, 06% A E l, det == l o... 0 =—= —.
n 7) ñ =D
resulta
Y dd sd
Um => === 3 . Noa h (39)
2
n= 12 4 6 S 10 ...oomedias partes
ñ
> PB=DR2B. SB ADOS OS CAMOaS
ad
Vo 1 3 19 ll: TEN 2
ad Li TO A
Para los dos modos de distribución de cargas (fig. Sh y Sc) el resul-
tado difiere muy poco del de la carga uniformemente repartida de la viga
cuando la distancia entre cargas resulta menor que ñ
11. SUPERFICIES DE INFLUENCIA Y ORDENADAS MEDIAS
DE TRAMOS CARGADOS
Para cargas repartidas es necesario conocer la superficie de influen-
cia F del tramo cargado lo de la parte a del tramo (fig. 9) o sea la
ordenada media Y, = 7 respectivamente Y, = —; expresándose me-
a
cánicamente F es la superficie que determina la cinta curvada con su
posición original dentro del largo cargado, vale decir, que y,, es el
valor con el cual hay que multiplicar la carga repartida para conocer
la tensión que produce.
Para una carga G uniformemente repartida sobre un largo parcial
lA
c (fig. 9a) la integración de la ecuación (14) (m =5) da la superficie F
y por ende :
C
2
[c (41 — 30) f —- (61? —8cl + 3e?) £']. (40)
Y» "==
m C
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 23
Para largos parciales e iguales c en los dos extremos (fig. 9D)
Lat)
n= IA (41)
Figura 9
Siendo la carga G- uniformemente repartida sobre un largo parcial
(SEDAN 20:
A RT
F == ds (0 =—= 6lc? => 4c*)
Sl
F 9 2cc'
o (+ B ) (42)
Para un largo cualquiera d (fig. 9 d) resulta a base de la ecuación (40):
O O
Para una carga repartida sobre la mitad izquierda de AB resulta :
h bm-+11
AI
12 m->+1
24 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
y para la mitad derecha :
Multiplicando las ordenadas del elemento de curvas, ecuación (7),
con las ordenadas variables (fig. 4) de cargas e integrando estos pro
ductos obtenemos para las varias formas de cargas repartidas en tra-
mos cargados (figs. 4 y 9):
TABLA Il
Ordenadas medias de líneas de influencia (fig. 6) : Ym =>
Formas de cargas ás A
tid En general
AS Libre en A |Empotrado en A
(f =2f') (f =.0)
Unif G an Je 2 1 2
MOM E = 5 === = =>
A 3) al ar Ll 0
: LE, 11 11 11 11
G,, Mitad central oa: »==+x == E ==!
UH 13" A
$ 20 13 26 13 26
G, ter DEIA == o A A
, rcio centra E == 27 3 o h 108% 37 h
2 qe 5 3 5 5
Triángulo (centro) D .. =— =- ==h == h
gulo (centro) EI) = EN SR
al 3 1 1 1
» (apoyo) D... O EN=> 0 2 e mo
il 12m 12m + 8 2 32 1 4
» derecha D,..| =(3f + 2f”) = hi =f=>3>h —f==i
o a
: , il: 8m + 12 7 28 1 8
» izquierda D..| — (2 3) = ———hl =f==—Í —f=zm
E ? 30 FT A) m +1 . 607 45 15 a
12. COEFICIENTES COMPARATIVOS PARA CARGAS SIMÉTRICAS
Las relaciones sencillas que hemos determinado en los capítulos
10 y 11, nos permiten calcular las tensiones para cualquier forma de
carga conociéndolas para una forma; por lo tanto en el futuro será
suficiente establecer las fórmulas y tablas para una sola forma de
repartición simétrica de cargas, preferentemente para una carga con-
centrada en el centro del tramo, para conocer también los valores
correspondientes para todas las demás formas de cargas, por ejemplo
multiplicándolas con los coeficientes de la siguiente tabla.
Conociéndose pues los momentos flectores o fuerzas de continuidad
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 25
en los extremos de un tramo producidos por cargas G, D, P, 2P, ete.,
hay que multiplicarlos para conocer los valores para las otras formas
de cargas con los siguientes coeficientes :
TABLA IL
Coeficientes comparativos de cargas simétricas (figs. £ y 9)
E D P 2P. 3P 4P op, 3P» 4P-
MI ra Sad = == 2 3 4. 5 4. 6 8
5 3 8 15 24 9 19 03
a 1 E = E pe E a Le SE
4. 2 3 4 5) 4 6 S
4 6 DD 96 9 3 38)
Dt E 1 o 3 : Es En
5 5 15 20 5 155 10
2 5 16 3) 16 3 19 3Lil
Po E ES 1 ca > Se E e
3 6 9 2 5 2, A 9 + 4
(5 - - 97
as A O O o A
lo] SS 16 7% 5) 9% 16 64
13. LÍNEAS DE INFLUENCIA DE MOMENTOS FLECTORES
EN TRAMOS DE TENSIÓN
Las líneas de influencia de momentos flectores en una sección E cual-
quiera de un tramo de tensión pueden descomponerse en «dos movl-
mientos, es decir, la rotación unitaria E (según fig. 3e) y la rotación
opuesta en los apoyos (según fig. 5); consecuentemente resultan para
las líneas de influencia de los momentos flectores en E las siguientes
relaciones (fig. 10 (ver ecuaciones (6) y (14) :
: NA
EL NS == ren (ef — 0'f”)
y 1
a >
A (P— af — uf”) (44)
a 090”
O wf”)
a E
La ordenada en el centro es : h == — h” =< — l”, siendo a = d!.
sd
Las superficies de influencia E =y,,. resultan como diferencias
72 .
entre las ecuaciones (6) y (43) según sigue :
26 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
TABLA IV
n]
Ordenadas medias, Y TÚ para momentos flectores de tramos de tensión (45)
Momento > e EA 2 0 Ú
de repartición de carga 2 l 2
2 61 2 l 3 a
Uni ; 5h — — — 2h —= — =h— — (3a! — 1
Uniforme G....... 3 h a (3a — l) 3 h 2 + E a )
2 a? 2 1.013 a! a (1 -+ a (1-5 a)
ANI A NERD Ea Io > dE % IAS y Leia
Priángulo D,...... 3 h E 3 h e 0000
E S a a y Ne ar l a ar
rán Dr 3 e —a' (+ a)) 3 Ll — 24 3 y SE
Priá D dl l A
SO IN e E 12 Pa PU == puna 2
Priángulo D (centro) 6 l sE (a a”) 6 0 94 6 5 :
io 1 de ji y l ji ) ale
Priángulo B (apoyos) 2 h — 37 o 2 3
AAA
¡iz
Figura 10
14. LÍNEAS DE INFLUENCIA DE FUERZAS CORTANTES
EN TRAMOS DE TENSION
Según las figuras 2c y 3c obtenemos la línea de influencia de fuer-
zas cortantes en sección cualquiera E entre A y B convenientemente
desplazando en dirección transversal A y todos los apoyos a la iz-
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 27
quierda de A una distancia cualquiera AA'—=e en relación a B y a
los apoyos a la derecha de B (fig. 11).
El eje de referencia pasa horizontalmente a la izquierda de E por
A”, a la derecha de E por B; las ordenadas en dirección del desplaza-
miento son positivas, las contrarias son negativas.
Figura 11
Según la figura 11 y ecuaciones (12) y (14) resulta para la parte
A'E/B de la línea de influencia para s = 1
06 a! x z
JS <> 1 Sl qu + af”)
, , (46)
x CX . z
Va 1 1 (2 —- af”)
(>
En el centro de AB tenemos :
Y, = h= hr — h”
y por lo tanto : 2
$
EE A A
6) ñ
pal
Según las ecuaciones (5) y (21) resulta la ordenada media de la
línea de influencia :
A = Ym — Ym” = ol $ a Sn ln S.
<d Y € Z Y
Nota. —s en los cálculos mecánicos es un largo cualquiera. En los
cálculos analíticos hágase s = 1.
28 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
TABLA V
Py
Ordenadas medias Yms a OS cortantes en tramos de tensión
s
Centro
C tia Fuerza cortante 1 a=0 0=
¡AQ '“epartida NUS Ñ AS
Jarga repartida Ys Carga a=: ERA 1018
G 2h. l—6a Nal NA O O
G uniforme :>+......... .*—- ===—z2 | 3 +*zl=- 2:
l 3 Ss 61 SS 3 3 Ss OoOES 6
A 2D, 2 h a? ES | 20 2 h
D, triángulo en B:—.. FS == =< Ss = 3" =1l
l DNS US DU sde 3 Ss 3 Ss
2D 2 /h a!? 2 h DS A O
07 l el <=
D, triángulo en A : —— FS l-=— EE : F.== a
l 31s lle NS LISTS 31358 3
: 1 2D
D triángulo en os o
l 010 12 — 244” Sh 5h il
a <= ="=- === 2135 =
<3 6 s 1212 OSO OS liz
Ss l 5h P— 24a*? 5h 5 3) Le 1
Q = =0= == = =0= -—
2 ES 1212 6 s 12 scan a
15. RIGIDEZ RELATIVA DE UN TRAMO
Volviendo a considerar el elemento de curvas de influencia tratado
en el capítulo V, o,” o m= z = (), lo reproduciremos en el Conti-
nostat, según figura 12a. Cue otra forma f, f” resulta aflojando
la cinta doblada en B hasta que la tangente en este punto sea z.
obteniendo la curva cortada (fig. 124). Según la figura 120, cediendo
F : A ;
en B po atloja la tangente en A de 97 asi que para obtener la tan-
) ad ¿UY
an
a 2
gente" (fig. 124) se necesita solamente la da parte de fuerza,
vale decir la rigidez relativa de AB es, con m ez :
>
1M
Ui== — —
e)
yA)
S
: (48)
M
vo = 1 —
Rs
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 29
Si la rotación originaria se produjera en B, el coeficiente de rigidez
sería : , *
WM= ===> siendo MV a
Figura 12
707)
Considerando en el concepto de la estática clásica E y 7 como las
: = M
reacciones de las superficies de momentos reducidos == y
M, = Si resulta :
e Ml y Mal o MI Ml
o a
Aflojando pues la cinta elástica en B equivale a agregar un triángulo
A'B'B” (fig. 126) a la superficie de momentos A'BB*, vale decir, se
TA Y
reducirá M, para obtener la misma reacción sp como sin el triángulo.
Resulta pues
2 sl E f' Mis 2 — MM
Ms 2m-—1
30 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
>)
y si la rotación se originara en B, siendo m! ='), tendríamos :
ER pa 5 M 2m — 1
M,=2 (204 —1)É; M2 0 Mo a
: A
16. RELACIÓN DE M 0 EN DOS TRAMOS CONVECINOS
Sean AB y BC dos tramos convecinos de una viga continua de
>)
sección cualquiera (fig. 134); la relación = en A produce en BO una
A e mM:
curva M, =7 resultando la flexibilidad del tramo HO : —. Supri-
2 UB
E
na Deal
PL, /2l C
B| = e
my + Fa Jfo Ar
Figura 13
miendo los apoyos a la derecha de B resultaría la curva ABC? dibu-
Un
21,
apoyos por la derecha de C a su sitio original, la tangente en B gira
jada en línea cortada, siendo UC! = - Volviendo Ca € y todos los
en relación a la rigidez relativa, resultando :
la E N, Ed Na
Flo aa Na 10, E Ns
2 a
: Fl: 0
PRI O 2 2
Fa
21, - 0, + M,
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 31
manalaf!
21, (0,N, + N,)
a —=
(49)
- E 1
Nota. — Si el apoyo en CU estuviese libre, m, => 1. =
ad
Be] cc
2N,
pa]
My = == —
3N, + 4M,
y si por el contrario estuviese empotrado, m, =0, v,=1,
Ma
10 == .
: 2 (N, —- M,)
Nótese que la simple ecuación (49) corresponde al teorema de tres
Momentos (Clapeyron) de la estática clásica.
17. VIGAS CONTINUAS
Sea A, B, €, D, ..., en la figura 14 una viga continua l,, l,, l;, ..., CON
7)
1
apoyos firmes y que en A sufra una rotación'—+ Partiendo desde D,
1
a : /
la ecuación (49) nos permite establecer los coeficientes m = 7 en los
tres tramos; en la figura 140, se los ha indicado para apoyo libre en
D, en la figura 14c empotrado en D. Los tramos situados más allá de
D ya no influyen en el tramo AB; así resulta para 1, =M,=M,,
siendo la viga :
Ly Í. Í,
M, = añ Us MAA U, m, = 57
1 iZ 0d
= ES 200 UA ORAR PE pra O90aQo
preci. 3 a 0,286 E 0,2692
, 1 E Cid: E
Empotrada en D. 0 il TE 0,250 a 0,2667
32 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
vale decir, en el tercer tramo para m, ya una diferencia tan sólo de 1
por mil.
En general, cuando la viga se prolonga más alla de D, es suficien-
Sm, 1/2 (14302 [405)
Ya 1-1/2(14302/41)
a b)
ES
|
mM,“ 2 (1402/13) a)
4. EN Y, 4-4/2(1402/05)
US » Ja (Ven, +0 SS
Ñ
|
t
Y =4=1,/2
Figura 14
temente exacto para el tramo AB suponer medio empotramiento en
1
co sea m, = d resultando
48,
0 50
1N, + SN, 20
mM ==
Y
Cuando la rotación origina por la derecha en D se emplea »Y 7
e
É :
en vez de m = 7 debiendo resultar m <= 1
18. ESQUELETOS
Sea ABODE (fig. 15) una cruz completa de esqueleto, cuyos extre-
mos ACUDE conserven su posición. Doblando A de la viga AB de s
hasta A”, conservando su grado de empotramiento en A, se produce en
B una rotacion a la que resisten las otras vigas y columnas a medida
2 V
de su rigidez —, resultando pues :
n
Y,
LE »,
S V, VOS Vs
e — a le
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 3
8
Í, E
ADA (51)
1 e E a O
a De e an Ny e =
mm, Ma
A Ms
M, a m,
o.
Fals Filo Fl,
Figura 15
Una rotación e en el apoyo A (fig. 15) de%, equivalente a un des-
Lal 1
plazamiento de tangentes en B de s y con la rigidez v= 1 transfor-
mará la ecuación (51) como sigue :
A A | (52)
A EA
Para la viga ABC sin columnas, vale decir, v,=,=0 resulta
pues :
igual como la ecuación (49).
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIIL 3
34 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
19. EJEMPLOS PARA LA APLICACIÓN PRÁCTICA
Ejemplo 1”. — Una cabriada de iglesia, libremente apoyada (fig. 16),
de 10,40 metros de luz, soporta una carga uniforme de G. — 22 tone-
Figura 16
ladas y una triangular D = 14 toneladas; se pide el momento flector
M y la fuerza cortante S en AE
l
Para a = 7 según (6) :
y l espectivamente o E a
== == ll resy 12 e (EA A A
a l AA 96
E) la
M=>3, X 10,4 X 22 + ¿XX 10,4 X 14 = 44,4 tim.
Según (5)
dl: a 1 JE a
> oi 5 =- respectivamente Vi 5 l —4XS 1) =3
1 ==
1 3
S=X 2243 X 14= 10,5%.
Ejemplo 2. — La viga empotrada (fig. 17) soporta una carga trian-
egular D; se desea conocer el momento flector en el apoyo izquierdo M,.
Rotando de «1» en A, es decir, f' = | resulta, según (8):
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL : 30
y por ende, para D, según (43):
Para una carga concentrada P en x (fig. 17) resulta, según (7) :
Mm, == -1P==-P.
termal L
O
E
34 0 Tte»
É A Mp E
Figura, 17
Ejemplo 3%. — En una viga continua de cinco tramos iguales, el
momento flector máximo producido en el centro del segundo tramo,
por cargas uniformes G en cada tramo resulta (!) :
máx. M.. =0,07871G.
Se quiere saber el momento máximo posible para cargas 3P en los
puntos cuartos en vez de las G.
La influencia de continuidad en el centro del segundo tramo es:
il
E O E —- 0.0781) l= 0,046531,
y por lo tanto por la tabla IT para cargas 3P :
” 15 ñ a 7.
VE AÑ xX0,04631 = 0,1731
máx. M¿ = (0,500 — 0,173) IP = 0,3271P.
(*) GOTTSCHALK, Construcciones de hormigón armado, página 23.
36 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Ejemplo 4%. — En la viga (según el ejemplo 3%) resulta el momento
flector máximo en el tercer apoyo : máx. M,= 0,111/G; se pide el
momento flector máximo posible para cargas triangulares D.
Según la tabla III :
== 7 OO == — DD
Ejemplo 5%. — La viga ABC (fig. 18), continua sobre dos aberturas
l, y l,, queda ligada con la columna interior BD de altura l,; se pide
el momento flector M,, para la carga uniforme G,, tomando en consi-
deración solamente las deformaciones producidas por momentos flec-
tores.
Figura 18
Rotando de x1» BA en B hasta BA”, y siendo AA'=1l1, y luego
volyiendo a levantar A” hasta A resulta, según (51):
: Va
siendo : —=0 y U == la = 05
N,
la la
E ll 1 a NM
14 [+ A
Mande n, (N, -— M3)
, y
y como (según tabla II) y, => resulta :
Gl, 1
WM. A
9 qa N¿N,
A Ni (Ne | Ma)
Ejemplo 6”. — La misma viga con columna, supuesta en el ejemplo
anterior, esté prolongada en A de una distancia 1, y empotrada en D
(fig. 19).
eN”
LÍNEAS DE INFLUENCIA Y ESTÁTICA NATURAL 37
Se pide el momento flector Mp.
Desplazamos BA de l hasta BA”, siendo AA'=1l, y luego restituí-
mos A' a A. Para la viga AB resulta (según fig. 14c) :
. My 1 1 1
MA a v/=1l == X-=
2(N, NJ) 4 , ;
UA A a NS
“ m,=0 De : Me e
| Vis a 4 / Ii E pda
JP
| : Y 3 'l y 3
a E
ES
al E % E Y
N fa
Figura 19
además en la (51) :
3 Va
De == Ue =1 +
4 DM,
,
Cl
, S 3 1
il MN —=
JE OS eS ab z
: l
F => -
: (NN,
2, (4n, + 3Mm,)
A
Ym == AO E 48
dl,G 1
M, E — : AS ”
48 1 (NN;
2n, (4, — 33)
Ara == Mao
5
Mp == 5 79 GE
mientras que, según el ejemplo 5” (fig. 18) :
Buenos Aires, 30 de julio de 1930.
EVOLUCIÓN DEL GALOPE TRANSVERSO
PoR P. MAGNE DE LA CROIX
RÉSUMÉ
Evolution du galop transverse. — L'auteur expose que de récentes observations
lui ont démontré que le galop du chat, bien que transverse, comporte, quand il
est rapide, deux temps de suspension, et constitue une deuxieme forme du galop
transverse. 1 résulte done de ceci que le galop du chat de 1'ile de Man doit étre
un galop transverse, troisieme forme; et que, parallelement a 1"évolution du galop
rotatoire, il existe une évolution du galop transverse.
He emprendido, hace ya algún tiempo, investigaciones sobre la
anatomía comparada con el objeto comprobar las modificaciones con-
secutivas a los varios andares; estas investigaciones no están toda-
vía bastante adelantadas para ser publicadas en su conjunto, pero
estaba obligado a señalarlas, porque son ellas que me llevaron a
comprobar la existencia de una evolución del galopé transverso pa:
ralela a la del galope rotatorio. ;
En general, las modificaciones anatómicas que he observado hasta
ahora se han ligado con la evolución de los andares de un modo tan
lógico, que me asombró a mí mismo; sin embargo, me encontré con un
hecho que no me parecía cuadrar bien con mi filogenia.
Como mi amigo, el distinguido paleontólogo Lucas Kraglievich, es-
taba estudiando el esqueleto del carpincho de Monte Hermoso (Pro-
tohydrocherus perturbidus), se encontró con un alargamiento de la ti-
bia, que en los animales unsuiculados y subungulados vivos (1) había
comprobrado existir sólo en los que adoptaban la segunda forma del
galope rotatorio, lo que indicaba que este alargamiento principiaba
(1) No había estudiado todavía, bajo este punto de vista, los huesos de los gatos.
EVOLUCIÓN DEL GALOPE TRANSVERSO 39
en ellos cuando los animales se ponían a emplear el tiempo suplemen -
tario de suspensión. Pero el carpincho de Monte Hermoso era, sin em-
bargo, relacionado con animales vivos que empleaban el galope trans-
verso y sus huesos presentaban características propias del empleo
de este galope.
Anteriormente a esta comprobación, otro hecho me había extrañado:
Los gatos, salvo uno a lo que creía, empleaban todos el galope trans-
verso; y el que parecía hacer excepción, el de la isla de Man (Pelis
domestica ecaudata), según el recuerdo que guardaba de las observa-
ciones que había podido hacer del natural — desgraciadamente mucho
tiempo antes de emprender mis búsquedas sobre la filogenia de los
andares — me parecía emplear la tercera forma del galope rotatorio,
pues estaba seguro que poseía sólo el tiempo de suspension suple-
mentario. |
Resultaba de eso un hecho extraño : que animales clasificados en la
misma especie (el gato de la isla de Man es clasificado felis domestica,
como los otros gatos domésticos) se ubicaban en dos puntos tan dis-
tantes en la evolución de la locomoción, que había que admitir una
diferenciación muy antigua que no podía cuadrar con tal clasificación.
Estos hechos — que en un principio no relacionan entre sí — me
parecían en contradicción con mi filogenia, con la cual sin embargo
cuadraban bien todas las otras observaciones tan numerosas que
había hecho.
Leyendo de nuevo, poco ha, Animals in motion, de Muybridge, me
detuve en un pasage que, hasta ahora, no había fijado mayormente mi
atención ; en él, este autor señala que el gato puede mezclar, a su ga-
lope saltos producidos por los miembros posteriores.
Miré el film de galope de gato que da este autor, pero no obtuve
así la luz completa; pues en este film, que el autor mismo califica de
irregular, el animal, al trote en el principio, da un salto que es se-
guido de una salida al galope; para apreciar si este salto pertenece 0-
o no al galope, habría que verlo incluído en el galope ; me decidí pues
a tomar films de gatos a este andar.
Dichos films me 1evelaron que el gato, en un galope moderado, ga-
lopa como el caballo, pero con livianos movimientos giratorios (1);
emplea, pues, en este caso, el galope transverso (2) con un solo tiempo
(1) La observación del natural me reveló este último detalle.
(2) «Galope transverso» y «galope rotatorio» son las denominaciones dadas
-por Muybridge. Gossart llama el galope transverso sencillamente galope, y el ro-
4( ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
de suspensión, el primitivo (centrípeto); al tomar más velocidad, el
mismo animal llega a emplear el galope transverso con dos tiempos
de suspensión, el primitivo (centrípeto) y el suplementario (centrí-
fugo).
Resulta de ahí dos hechos importantes :
1 Que, como lo había previsto, son los movimientos giratorios de
los miembros, mucho más que el orden de imposición al suelo de és-
tos, que permiten el adelante de los posteriores sobre los anteriores.
2% Que paralelamente a la evolución del galope rotatorio; existe
una del galope transverso, que no había notado hasta ahora, este ga-
lope posee, pues, como el rotatorio, una forma primaria en la cual se
Fig. 1. — La gata «Negrita» al galope transverso (o diagonal) forma secundaria
debe guardar la subdivisión en variedades : A con movimientos recti-
líneos de los miembros, y B con movimientos giratorios; una forma
secundaria y una terciaria; como el galope transverso, forma secun-
daria, no ofrece movimientos giratorios tan marcados como los de la
variedad B de la forma primaria, creo que deriva de la variedad A,
mientras que es de la variedad B que sale el phylum de los galopes
rotatorios.
Se debe pues modificar, en lo que a galopes de carrera respecta,
mi cuadro filogenético (1) en la forma que se expresa en la página
siguiente.
He hablado para el galope transverso, no solamente de una forma
secundaria, de la que acabamos de comprobar la existencia, sino tam-
tatorio, galope desunido; quizá una denominación mejor que las anteriores con-
sistiría en llamar al galope transverso galope diagonal y al rotatorio galope la-
teral.
(1) MAGNE DE La CROIX, Filogenia de las locomociones cuadrupedal y bipedal, en
Anales de la Sociedad científica argentina, C. A., tomo CVITI, página 383.
/
EVOLUCIÓN DEL GALOPE TRANSVERSO 41
bién de una forma terciaria; es que, en efecto, la forma terciaria debe
existir representada por el galope del gato de la isla de Man, galope
que posee sólo el tiempo de suspensión suplementario (centrífugo); y
esto viene a explicar lo que me parecía tan ilógico, pues el gato de
Man resulta así emplear el galope que en la eseala filogenética sigue
inmediatamente al galope empleado por los demás gatos.
Andares bipedale: Andares cua drupedales
AICOLCHET
GALOPE HOTATORIO
Forimaia Cerca ria
GALOPE TRASVERSO
forma tercrara
| GALOPE ROTATORIO
Forma se JURA LG
pi y ICALOPE£ TRASVERSO
E S forma segun daria
' : GALOPE ROTATORIO
a ; á NÍorma pritrnara
e
A al
AN És GALOPE TRASVERSON War. B
E E form :
A a 2 primaria Va e A i
ÉS hy
o Dn 9
de <= /88
Ga (op e Qu ES
| -en 5 £/empos SS
0 SE
Figura 2
Estas observaciones vienen a hacer lógico el caso del carpincho de
Monte Hermoso, pues si este animal ha empleado el galope trans-
verso en su forma secundaria, es muy lógico que presente, a la vez,
particularidades osteológicas propias al galope transverso y al em-
pleo de dos tiempos de suspensión.
DOS NUEVAS ESPECIES DE MUSTÉLIDOS DEL PISO ENSENADENSE
<« GRISONELLA HENNIGI» N. SP.
ET « CONEPATUS MERCEDENSIS PRAECURSOR « SUBSP. N.
Por CARLOS RUSCONI
RÉSUMÉ
Deux nouvelles especes de mustélidés de l'étage ensénadien « Grisonella Hennigi »
n. sp. et «< Conepatus mercedensis praecursor» n. subsp. — L'auteur donne la
description des restes mandibulaires de ces deux especes, provenantes des riches
gisements de la zone des récifs du rio de le Plata entre Saavedra et Anchorena et
qui n'avaient pas été encore mentionnées pour la partje inférieure de la forma-
tion pampéenne.
Los ricos yacimientos existentes en la zona de los arrecifes del río
de la Plata, desde Saavedra hasta Anchorena, han sido y son aún re-
corridos por estudiosos en procura de materiales fosiles que la erosión
de las aguas pone constantemente al descubierto. De estas localida-
des, el señor Federico Hennig ha hecho una valiosa colección de ver-
tebrados fósiles hallados, en su mayor parte, en el piso enseñadense.
Yaen otra oportunidad me ocupé de algunas piezas que ese señor me
ofreció gentilmente para su estudio; ahora, revisando otra parte de la
misma colección, me encuentro con algunos restos mandibulares perte-
necientes a dos nuevas especies de géneros de mustélidos diferentes,
que no habían sido citados todavía para la parte inferior de la forma-
ción pampeana, y éstos son :
Subfam. MUSTELINAE
? Grisonella Hennigi n. sp.
? Grisonella Hennigi, La Semana Médica, vol. XXXVIII, n2 53, p. 2045,
1931, nomen nudum.
Tipo : Porción mandibular del lado derecho, provista del m, y el
alvéolo del m, número 650, colección Hennig. Localidad, Olivos; piso
ensenadense, plioceno superior.
DOS NUEVAS ESPECIES DE MUSTÉLIDOS DEL PISO ENSENADENSE 43
Hasta hace poco eran desconocidos los restos de hurones en la for-
mación pampeana, pues ni en la grande obra publicada por el doctor
Ameghino en 1889, ni en trabajos posteriores, los ha mencionado.
Ahora, con la presencia de estos carnívoros en nuestras formaciones
loesoides (como ya lo presumió Ameghino, a base de descubrimien-
tos análogos realizados por Lund en ciertas cavernas brasileñas), el
problema paleogeográfico adquiere más Importancia, porque con la
imigración de mamíferos pliocénicos procedentes de Norte América,
no solamente llegaron aquí los pecaties, tapires, es milodontes. caméli-
dos, etc., sino también carnívoros relacionados con el grupo de los
mustélidos. Nuestro sabio mencionó restos de estos animales tan
sólo en el piso platense, cuya fauna, como se sabe, está íntimamente
vinculada a la que vive actualmente en diversas regiones del país;
pero los nuevos descubrimientos obligan ahora
a concederles a esos animales mayor antigiiedad
de la que se creía.
La dificultad de obtener materiales de huro-
nes actuales de procedencia exacta, ha sido en
parte salvada por los especímenes de Grisone-
Fig. 1. — Fragmento man-
lla? huronax con que me obsequió el distinguido — dibular de 2Grisonella
paleontólogo profesor Kraglievieh, procedentes ed o
de la provincia de Santiago del Estero. Estos
animales son de cráneo algo más pequeño que otros de mi colección,
que presumo provengan de la provincia de Buenos Aires.
La porción mandibular fósil (fig. 1), es sensiblemente más fuerte o
robusta que la de los especimenes de Santiago del Estero y su altura,
detrás del molar carnicero, es de 10 milímetros. Se distingue, además,
por la presencia de un proceso aliforme óseo invertido hacia arriba,
que nace en el borde inferior de la rama, y más o menos en la mitad
de la fosa masetérica; esta fosa, por otra parte, es más profunda que
la de los individuos actuales. El único diente existente en la mandí-
bula fósil es el m, o:-carnicero, bien conservado y levemente más ro-
busto que el de aquellos ejemplares; su diámetro anteroposterior es
dle S milímetros, y detrás de éste hay solamente un pequeño alvéolo.
El estado del fósil no permite obtener otros detalles de importan-
cia; pero con materiales más completos se podrá saber también si sus
caracteres eran solamente específicos o se trata de un género nuevo
que pudo haber estado vinculado con el que agrupa a nuestros huro-
nes menores, o bien con alguno de los géneros pliocénicos norteame-
TICAnNoOS.
44 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Subfam. MELINAE
Conepatus mercedensis praecursor subsp. 1.
Conepatus mercedensis praecursor, La Semana Médica, vol. XXXVIII, p.
2045, 1931, nomen nudum.
Tipo : Porción de rama mandibular del lado izquierdo con los dos
últimos molares, número 651, colección Hennig. Localidad, Ancho-
rena, piso ensenadense.
Caracteres de la subespecie : Molar carnicero tan largo como el de
Conepatus mercedensis, pero mucho mas angosto que el de ésta y O. cor-
dubensis ; M, mayor que el de los más grandes especímenes vivientes.
Con el nombre de Priodon mercedensis fandó Ameghino, en Journal
de Zoologie (1875, pág. 527), una forma fósil del grupo de los zorrinos
hallada en el pampeano superior de la localidad
de Mercedes, provincia de Buenos Aires. Des-
pués, en el trabajo en colaboración con Gervais
(1880, pág. 28), dichos sabios pasaron la especie
al género Conepatus. En 1889, página 323, nues-
Fig. 2. — Fragmento man- PO gran paleontólogo la recuerda con el nombre
dibular de C. merceden- le Mephitis mercedensis; y, finalmente, en su tra-
a a bajo de 1906 aquella especie la refirió al género
Conepatus, que es precisamente el que corres-
ponde ahora a nuestros zorrinos, y Meplitis que se diferencia por
(En tam. nat.)
algunos caracteres dentarios, agrupa especies que habitan la zona
central y norte de América.
Los más antiguos zorrinos fósiles argentinos habían sido mencio-
nados por Ameghino, tan sólo del piso bonacrense; y no recuerdo que
otros autores hayan observado vestigios de estos animales en la base
de la formación pampeana, como es el caso de dos porciones mandi-
bulares que recogió el señor Hennig de los citados arrecifes del río
de la Plata.
El fragmento mandibular fósil tipo (fig. 2), indica ser un animal
cercano a Conepatus suffocans actual; pero el diente carnicero es le-
vemente más robusto y notablemente mayor el último, o sea el m.. Jl
espacio ocupado por estos dos órganos mide 12,5 milímetros, y 11,5
en los más grandes especímenes actuales de mi colección. Los diáme-
tros anteroposterior y transverso del m, de la forma fósil miden 9
y 4,8 milímetros; mientras en O. mercedensis 9 por 6 respectivamente.
Tanto el diámetro anteroposterior como el transverso del m,, de C.
mercedensis praecursor, tienen 3,8; y el de los individuos adultos
DOS NUEVAS ESPECIES DE MUSTÉLIDOS DKL PISO ENSENADENSE 45
actuales, por lo regular, 2,5 milímetros de longitud máxima. La altu-
'a de la rama, en relación a otras mandíbulas actuales que poseen
un diente carnicero del mismo volumen, es bastante baja; su altura
delante del m, alcanza a Y milímetros y su espesor 3,8.
La presencia de este último diente, muy pequeño en los individuos
vivientes y de mayor tamaño en el representante fósil del piso enseña-
dense, me da motivos para suponer que ese órgano ha ido reduciéndose
a través de las épocas geológicas; y por consiguiente, Conepatus mer-
cedensis praecursor, de mayor antigúiedad que las especies fósiles
conocidas hasta ahora, y por el último molar de gran tamaño, sospe-
cho que pudo haber sido más bien la forma precursora de €. suffo-
cans y menos probable de C. Humboldti, que es otra especie viviente
pero de menor talla.
En la colección Hennig hay otra mandíbula que yo atribuyo a la
nueva subespecie; es de construcción grácil y solamente mantiene
el p,. El espacio ocupado por los 5 alvéolos molariformes es de 20
milímetros, y 24,5 el de toda la serie, contando los alvéolos incisivos.
La primera de las especies se la dedico a mi amigo el señor Fede-
rico Hennig, en homenaje a las atenciones que me dispensa para la
consulta del material fósil de su colección.
No me ha sido posible examinar la especie fósil O. primaevus, fuan-
dada por Burmeister y existente en el Museo de Historia Natural
de Buenos Aires, pues, como es sabido, su actual director, antepo-
niendo sus pasiones a los intereses científicos generales, me ha ce-
rrado las puertas de esa Institución.
BIBLIOGRAFÍA
AMEGHINO, F., Contribución al conocimiento de los mamiferos fósiles de la Repúbli-
ca Argentina, en Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba,
volumen VI, Buenos Aires, 1889.
ÁMEGHINO, F., Les formations sedimentaires du Crétacé supérienr et du Tertiaire de
la Patagonie, en Anales del Museo de Historia Natural de Buenos Aires, vo-
lumen VIIT, Buenos Aires, 1906.
BDURMEISTER, G., Description physique de la République Argentine, volumen III,
Buenos Aires, 1879.
GERVAIS, H. y AMEGHINO, F., Los mamiferos fósiles de la América del Sur, pági-
nas 1-225, París-Buenos Aires, 1880.
MrERrCcrERaAr, A., Observación relativa a Mephitis fossilis, eu Revista del Museo de La
Plata, volumen 11, páginas 82-83, La Plata, 1891.
Luxb, P. W., Blik paa Brasiliens Dyreverden, etc., Copenhage, 1841.
Buenos Aires, junio 1% de 1931.
NOTAS VARIAS
Vil Congreso Cientifico Americano
La Embajada de Méjico ha hecho saber que se ha postergado la rea-
lización de dicho Congreso, hasta el mes de noviembre de 1933.
Doctor Carlos Bruch
Nuestro distinguido colaborador ha sido honrado con el premio
«Francisco P. Moreno », que le fué entregado por el Museo de La
Plata el 21 de noviembre próximo pasado en presencia de numerosos
profesores. Nuestros Anales estuvieron representados en la persona
de su Director. :
Unión Íbero-Americana
Se instalará en breve en un nuevo local, donde proyecta reali-
Zar una exposición de la prensa de las repúblicas hispanoamerica-
nas. A tal efecto, invita a todos los periódicos argentinos a remitir
ejemplares diversos, correspondientes a las fechas que se estime opor-
tano y con los datos ilustrativos que se considere pertinentes para
formarse una idea, la más completa posible, tanto del desarrollo como
de las condiciones actuales de cada periódico. La sede actual es :
Madrid, Duque de Medinaceli S.
BIBLIOGRAFIA
Levi-Crvrra, TuLLIO, Applicazioni astronomiche degli invarianti adiabatict.
Folleto de 28 páginas (18.5 X 26). Extracto de las Actas del Congreso In-
ternacional de Matemáticos de Bolonia. Ancora sul moto di un corpo di
massa variabile, Y páginas (19,5 X 28), tirada aparte de una nota publica-
da en Rendiconti della Reale Accademia nazionale dei Lincei. Sulle curve
analoghe al circolo osculatore quando si passa da tre a quattro punti infi-
nitamente vicini (en colaboración con G. Fubini). Folleto de 20 páginas
(21,5 X 28,5), tirada aparte de un trabajo publicada en Annali di Mate-
matica pura ed applicata.
El ilustre profesor de la Universidad de Roma, autor de estos trabajos, ha
tenido a bien obsequiarnos con las tiradas apartes referidas. En el primer
trabajo, después de recordar los grandes progresos realizados, con un esque-
ma tan maravillosamente sencillo como lo es la ley de la gravitación uni-
versal, tanto del punto de vista teórico como del práctico, se refiere a la
necesidad de introducir a esa ley algunas hipótesis adicionales de carácter
estadístico y de probabilidad, que permitan encarar ciertos problemas de la
astronomía. El artículo tiene por objeto demostrar, con dos ejemplos apro-
piados, cómo se puede apreciar, la influencia de las perturbaciones, particu-
larmente lentas, haciendo intervenir el elemento estadístico con un criterio
simple y general, bien codificado. Previamente se hace un recuerdo de la
noción de invariante adiabática introducida por Ehrenfest. El primer pro-
blema tratado es el de dos cuerpos de masa variable; el otro es el de dos
cuerpos gravitantes y rodantes.
En el segundo trabajo se ocupa nuevamente el profesor Levi-Civita de
una cuestión ya tratada por él con anterioridad, haciendo, en primer lugar,
simplificaciones sugeridas por un colega, y justificando ciertas afirmaciones
que había, al principio, admitido sin discusión. Se trata del caso de un pla-
neta sobre el que caen meteoritos, o de un cuerpo que irradia.
En cuanto al tercer trabajo, escrito en colaboración con el profesor G. Fu-
bini, de Turín, se ocupa de lo siguiente : así como en un punto de una curva
queda definida una tangente y una circunferencia osculadora, es posible exa-
minar los tipos de curvas de mayor contacto con la dada. Así lo hacen los
autores llegando a interesantes resultados. — CO. O. PD.
48 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
LORIrAa, GINO, Hlogio del libro. Un folleto de 15 páginas (17 X 24,50). Ti-
rada aparte de un discurso publicado en Atti della Societa Ligustica di
Scienze e Lettere di Genova (vol. X, fase. 1), Pavia, 19831.
Se trata del discurso inaugural del año académico 1931 pronunciado por
el eminente profesor de la Universidad de Génova. El autor, después de
recordar divertidas anécdotas relativas a otras épocas, a su juventud, a su
pasión por la lectura, hace con motivo de la contemplación de una biblio-
teca una loa al intelecto humano, a sus triunfos, a sus descubrimientos pot-
tentosos. ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿ Ádónde vamos? etc. Rinde
más adelante el profesor Loria un recuerdo, un culto a José Mazzini, y con-
tinaando el hilo de su discurso habla de aquellos que han pregonado la
necesidad de menos libros y de más acción. Dice más adelante que existe
sin duda, una «crisis de absorción» de parte del público: la falta de es-
pacio, por la reducción de los alojamientos modernos; la falta de tiempo
causado por la complicación cada vez mayor de la vida humana. Agrega
que hay un enemigo aún más peligroso para el libro : «el periodismo »;
recuerda que, un siglo ha, cuando el periodismo estaba aún en su infancia,
asediado por la Iglesia, tiranizado por gobiernos tímidos, Leopardi había
predicho ya la maravillosa carrera ascendente del periodismo :
... lo gazzette, anima e vita
delluniverso, e di sapere a questo
ed all'etá ventura unico fonte.
Pero el profesor Loria no admite que el libro esté llamado a perecer; ter-
mina su discurso con las siguientes palabras: « Desalojemos de nuestra
mente, señores, toda preocupación a ese respecto; las linotipos continuarán
obrando en pro del alivio de la humanidad doliente, hasta el día en que,
aumentando cada vez más la demanda del público, necesario será substi-
tuirlos por medios más poderosos; en consecuencia, las bibliotecas seguirán
recogiendo los productos del ingenio humano menos efímeros que los diarios
cuotidianos. Y, por lo mismo, si de acuerdo con la previsión de los astró-
nomos el sol, exhausto, dejara algún día de enviar sus rayos resplandecien-
tes; cuande se haya apagado el último eco de nuestras luchas, de nuestras
victorias y de nuestras derrotas; cuando no haya ya quien recuerde nues-
tras alegrías y nuestros dolores; el fragmento cósmico que hoy nos hospeda
seguirá su carrera a través de los helados espacios interplanetarios, lle-
vando consigo miles de millones de documentos escritos por aquellos que
constituyeron una raza noblemente inquieta, muerta con la angustia de no
haber podido penetrar el misterio que la rodeaba, pero orgullosa de haber
podido dominar en su propio provecho las fuerzas brutas de la naturaleza,
de haber con la pluma, con el pincel, con el cincel, con el sonido o con el
canto, alcanzado los más altos peldaños de la ascensión humana ». — O.
le
SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Dr. Pedro Visca +.
Dr. Mario Isola +.
- Dr. Germán Burmeister 7.
Dr. Benjamín A. Gould +.
Dr. R. A. Philippi +.
Dr. Guillermo Rawson -.
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Aguilar, Rafael ..........
Amaral, Afranio do.......
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Arteaga, Rodolfo de....
Avendaño, Leonidas......
Álvarez, ANtenor... 2...
Ballore, Montessus de.....
Baturra e RS
Bodenbender Guillermo..
Bolívar, AA CIO
Bonarelli Guido..........
Borel Emos e
Backhmann, Carlos J......
Bruc Canos. o Ae
Cabreras Blasio.
Carbajal, Melitón M......
Carvalho, José Carlos de.
Catalán, Miguel A.......
Cort. José io. ia aida
Dabbene, Roberto........
Davila Ruben as
Dalevuelta, Jacobo.......
Escomel, Edmundo.......
ant: Michel Le
González del Riego, Felipe.
- Greve, Federico..........
Guevara, Alejandro.......
Gjertsen Hjalmar, Fredik.
Hadamard, Jacobo.......
Hassler, Emilio..... E
Hauman, Luciano........
Hoerning,' Carlos.........
Liar-y Haro, Luis.......
Kinart, Fernando ........
Kraglievich, Lucas.......
Krinin, Demetrio
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Lima.
Sgo.del Estero.
Santiago.
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Madrid.
Gubbio (It.).
París.
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Madrid.
Mendoza.
La Plata.
Santiago.
México.
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París.
Paraguay.
Bruxelles.
Santiago.
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Amberes.
Montevideo.
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Langevin, Pablo .........
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Mi o
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Morand US a sa
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NisenDhorvab a ao
Pereira d'Andrade, Lencaster
Pérez Aranibar, Aug. E...
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Perrine, Carlos D.....
Potter: Carlos Rda e
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Recaséns y Girol, Sebastián
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Sklodonska, Curle........
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IMOLBLEA VILO oa e
Vitoria, Eduardo.........
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Ing. Guillermo Marconi.
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Sto. Domingo.
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Lima.
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México.
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México.
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Milán.
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Lima
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Sgo. de Chile.
Barcelona.
Madrid.
Antofg. (Ch.).
Génova.
Lima.
Waáshington.
Col.Un.N.York
París.
Lima.
Madrid.
Lima.
Oslo (Norueg,.)
Lima.
México.
México.
Roma.
Barcelona.
Adamoli, Pedro A.
Aguilar, Félix.
Aguirre, Pedro.
Albarracín, Carlos M.
Alcaraz, Ramón A.
Amadeo, Tomás.
Anchorena, Juan E,
Anastasi, Camilo.
Añón Suárez, Vicente.
Aparicio, Francisco de.
Arroyo, Rufino.
Aráoz Alfaro, Gregorio.
Arce, Manuel J.
Arditi Thompson, Horacio.
Arnaudo, Silvio J.
Ávila Méndez, Delfín.
Aztiria, Ignacio.
Babini, José.
Bado, Atilio A.
Bancalari, Agustín.
Baidaff, Bernardo Ig.
Bachmann, Ernesto.
Balbiani, Atilio.
Balmes de Llamas, José.
Barabino Amadeo, Santiago.
Barbieri, Antonio.
Barilari, Mariano J.
Barrancos, Leonidas A.
Berdoy, Pedro A.
Beretervide, Roberto.
Berrino, Juan B..
Besio Moreno, Nicolás.
- Bianchi Lischetti, Ángel.
Blaquier, Juan.
Bolognini, Héctor.
Bonorino Udaondo, Carlos.
Bontempi, Luis.
Bordenave, Pablo E.
Bosisio, Anecto J.
Bonanni, Cayetano.
Bottaro, Juan C.
Botto, Alejandro.
Botto, Armaudo P.
Bozzini, Luis (h.).
Breyer, Adolfo (h.).
Breyter, Marcos.
Briano, Juan A.
Bullrich. Jorge M.
Bunge, Juan C.
Buontempo, Guillermo.
Busso, Eduardo B.
Butty, Enrique
Caillet Bois, Teodoro.
Calandra Raúl A.
Camus, Nicolás.
SOCIOS ACTIVOS
Canale, Humberto.
Canter, Juan.
Carabelli. Juan José.
Carbone, Esteban.
Carbonell, José J.
Carelli, Humberto H.
Caride Massini, Pedro.
Carette. Eduardo.
Carli, Félix J. D.
Casares, Jorge.
Cassai, Godofredo.
Cassagne Serres, Alberto.
Castellanos, Alberto.
Castello, Manuel F.
Castex, Mariano: R.
Castiñeiras, Julio R..
Castro Escalada, Martín.
Chanourdie, Enrique.
Chelía, Francisco.
Chiarizia, Eduardo.
Chiodín, Alfredo $.
Celasco, Juan L.
Céspedes, Guillermo.
Cock, Guillermo.
Colmo, Alfredo.
Cremona, Andrés V.
Curti, Orlando P.
Curutehet, Luis.
| Damianovich, Horacio.
D'Ascoli, Lucio.
Dassen, Claro C.
Dasso, Héctor.
Dasso. Ricardo L.
Debenedetti, José.
De Cesare, Elías Alfredo.
Dellepiane, Luis J.
Demarchi. Marco.
Díaz. Emilio C.
Dieulefait, Carlos E.
Doello-Jurado, “Martín.
Dobranich, Jorge W.
Domínguez. Juan A.
Dubecg, Raúl E.
Duhau, Luis.
Dupont, Enrique.
Durañona y Vedia, Agustín.
Durrieu, Mauricio.
Escudero, Adolfo.
Escudero, Pedro. E
Fernández, Alberto J.
Fernández Díaz, A.
r
Figini, Angel.
Fischer, Gustavo Juan.
Fossa-Maneini, Enrique.
Frenguelli, Joaquín.
Galtero, Alfredo.
Gallardo, Ángel.
Gandolfo, José $.
Gandolfo, Juan B.
García, Lucio A.
Gascón, Alberto.
Géneau. Carlos E.
Gerardi, Donato.
Gez, Juan W.
Ghigliazza, Sebastián.
Giagnoni, Bartolomé E
González, Juan B.
Gradin, Carlos.
Greslebin, Héctor.
Grieben. Arturo.
Gurewitsch, Marco.
Gutiérrez, Avelino.
Gutiérrez, Ricardo J.
Hermitte, Enrique.
Herrera Vegas, Marcelino.
Hicken, Cristóbal M.
Hickethier, Carlos F
Hofmann, Herbert.
—Holmberg, Adolfo D.
Hoxmark, William.
Hoyo, Arturo.
Imaz, Ignacio.
Isetta, José.
Ivanissevich, Ludovico.
Jacobacci, Jaime.
Jorge, José M.
Labarthe. Julio.
Lagunas. Simón.
Laroo, Esteban.
Lasso, Alfredo L.
Latzina, Eduardo.
Lea, Allan B.
Leguizamón Pondal, Martuo.
3
Lezica, Fernando de.
Lignieres, José.
Loyarte, Ramón G.
Lizer y Trelles, Carlos A.
Lombardi, Alberto.
López. D. José.
Lorenzetti, Miguel V.
Lozano, Nicolás.
Lugones, Arturo M.
Madrid, Enrique de.
Magnin, Jorge.
Magnin, Félix J.
Mallol, Emilio.
Mamberto, Benito.
Marcó del Pont, Enrique.
Marchionatto, Juan B.
Marchisotti, Alfredo €.
10
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NTREGA IN. TOMO CXIII
de conferencias. (1930)
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Las hana cuaternarias en la Patagonia y
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(1931-1932) S 2 E
Presidente...
Vicepresidente 10 ..... o Ad
Vicepresidente 20....0.oooo.o....
Secretario de actas............
Secretario de correspondencia...
Tesorero sx
OTTO OOO OO ORT ROS OACI
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MOCU LOSE ASAS A O
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X
Ingeniero Juan José Carabelli.
Ingeniero, $
Doctor Nicolás Lozano.
Ingeniero Nicolás Besio Moreno.
Ingeniero Pedro Aguirre.
Profesor José F. Molfino. ps E
Ingeniero Juan José C. Mosca. SS a
Doctor Abel Sánchez Díaz. :
Doctor Luis E. Ruata. :
Ingeniero Juan A. Briano. .
Ingeniero Emilio Rebuelto.
Doctor Isidoro Ruiz Moreno. |
general Arturo M. ppones:
Doctor Juan Nielsen. ; :
Doctor Adolfo T. Williams. + 1
Doctor Santiago Barabino Amadeo.
ADVERTENCIA. — Los colaboradores ae los Anales — personalmente responsables de la tesis sus-
tentada en sus escritos — que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos, deben solici-
tarla por escrito. Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los mamuscritos, Ccorres-
pondencia, etc., se enviarán a la ción Cevallos, 269. — La DIRECCIÓN.
4
d
_Maresca, Antonio J.
Marolda, Ismael C.
Marotta, Pedro F.
Massini, Carlos.
Mayol, Jorge J. A.
Méndez, Julio.
Meoli, Gabriel.
Mercante, Víctor.
_Mercau, Agustín.
Mermoz, Fco. Alberto.
Mey, Carlos V. y
Molíino, José F',
Molina Civit, Juan.
Moreno, Evaristo V.
Móbring, Walther.
Mosca, Juan José C.
Mouchet, Enrique.
- Moyano, Manuel.
Mulhall, Jaime.
Nágera, Juan José.
Natale, Alfredo.
Negrete, Lucía.
- Negri, Mario L.
Nicola, Carlos de.'
Nielsen, Juan.
' Oliveri, Alfredo E.
Ortiz de Rosas, Jorge.
Otamendi, Rómulo.
Otamendi, Gustavo.
Outes, Félix F.
Paez, José Ma.
Page, Franklin Nelson.
SOCIOS ACTIVOS (Continuación)
Paitoví y Oliveras, Antonio.
Parodi, Edmundo.
Parodi, Lorenzo R.
-Pasman, Raúl G.
Pauly, Antonio.
Pastore, Franco.
Páquet, Carlos.
Paz Anchorena, José M.
Peirano, Santiago S.
Péndola, Agustín. (h.).
Pérez Hernández, Ángel.
Pestalardo, Agustín.
Piana, Juan $. '
Piazza Vallejo, Licurgo.
Pini, Aldo S..
Quartino, José N.-
Quiroga, Pedro KR.
Raimondi, Alejandro.
Raffo, Bartolomé M.
Ramaccioni, Danilo.
Rebuelto, Emilio.
Rebuelto, Antonio.
Reece William, Asher.
Renaeco, Ricardo.
Repetto, Blas Ángel.
Rissotto, Atilio A.
Rodríguez Aravena, Santos.
Roffo, Juan.
Rojo, Dario Juan.
Roldán, Raimundo.
Rokotnitz, Otto.
Rospide, Juan.
Rossell Soler, Pedro A.
Ruata, Luis E.
Ruiz Moreno, Isidoro.
Sabaría, Enrique.
Sabatini, Ángel.
Sagastume Berra, Alberto E.
Salomón, Hugo.
Salomone, Gabriel A.
Sánchez Díaz, Abel.
Sánchez, José R.
Sánchez, Gregorio L.
Sanromán, Iberio.
Santángelo, Rodolfo.
Saporiti, Héctor J.
Sarhy, Juan PF.
0
Savon, Marcos A.
Scala, Augusto.
Schaefer, Guillermo PF.
Sehnack, Benno J.
Sehmiedel, Ottomar.
Schneidewind, Alberto.
| Schoo Lastra, Oscar.
Selva, Domingo.
Senet, Rodolfo.
Senillosa, Juan Antonio
Sheaban, Juan F.
Sivori, Pedro Nicolás.
Silva, Leonidas L.
Solari, Miguel A.
Soler, Frank L.
Sobral, Arturo. :
Sorrentino Diana, Eduardo.
Spinetto, David J.
Spota, Víctor J.
Spurr, Ricardo.
Storni, Segundo R.
Tamini, Luis Augusto.
Tarragona, José.
Tedeschi, Virgilio.
Tello, Eugenio.
Torre Bertueci, Pedro.
Torello, Pablo.
Trelles, Rogelio A.
Ubeda, Lola.
Urondo, Francisco Enrique.
Urdapilleta, Wenceslao.
Vallebella, Colón B.
Valentini, Argentino.
Vallejo, Segundo E.
Vanossi, Reinaldo.
Varela, Rufino (h.).
Varela Gil, José.
Vernengo, Roberto.
Veyga, Francico de.
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eo
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MO OR E
CICLO DE CONFERENCIAS
(1950)
LAS GLACIACIONES CUATERNARIAS EN LA PATAGOMA Y TIERRA DEL FUEGO
Y SUS RELACIONES CON LAS GLACIACIONES DEL HEMISFERIO BOREAL (1)
ESTUDIO GEOCRONOLÓGICO
POR EL DOCTOR CARL C. ZON CALDENIUS
RÉSUMÉ
Les glaciations quaternaires dans la Patagonie et la Terre du Feu et ses rap-
ports avec les glaciations de l'hemisphére boréal. — Aprés quelques considéra-
tions sur la période quaternaire et sur les données acquises relativement a cette
période, qui comprennent dix huit millénaires, l'auteur parle d'une nouvelle mé-
thode de recherches géochronologiques qu'il a employé pendant trois années
d'explorations au Sud argentin. Quelques antécédents sont d'abord rappelés,
puis des détails des voyages dle l'auteur mentionnés. La topographie, la géologie
et la nature en général de la Patagonie, sont maintenant connues; on en donne une
longue et minutieuse description. L*auteur en conclue que, gráce á ses observa-
tions astronomiques basées sur les excavations de dépóts glaciaires, á couches
nommées en suedois «ársvarv », les variations annuelles de la radiation solaire
doivent étre ésales sur toute la Terre. Les dépóts glaciaires á «arsvarv » nous
offrent ainsi un gigantesque thermographe.
El período cuaternario, la era geológica en que vivimos y en la
cual se ha advertido la primera aparición indudable del hombre, em-
pieza con una fuerte declinación del clima que se caracteriza por una
enorme expansión de los ventisqueros, época a la que se ha dado el
nombre de « Tiempo glacial». A ningún otro período se le ha podido
hacer objeto de estudios tan minuciosos como a éste. Sus grandes
ventisqueros han grabado su propia maravillosa historia en las rocas,
en los grandes bloques erráticos y en el suelo en todos aquellos países
que cubrieron, dándonos así una posibilidad única para seguir su des-
arrollo desde su origen hasta su desaparición total.
(1) Conferencia con proyecciones luminosas dada en la Sociedad Científica
Argentina el día 24 de julio de 1930.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIIL 4
50 ' ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Aunque los documentos geológicos de la época glacial son más
completos que los de las épocas geológicas más remotas, son general-
mente fragmentarios, como todos los documentos geológicos; lo cual
unido a la poca eficacia de los métodos de investigación usados ge-
neralmente y que no permiten sacar conclusiones verdaderamente
concretas, explica la divergencia de opiniones existentes sobre el nú-
mero de las glaciaciones cuaternarias en diferentes regiones. El nue-
vo método de investigación geocronológico establecido por el sabio
sueco Gerard de Geer, significa un gran progreso hacia el perfeccio-
namiento de los métodos geológicos de investigación.
Con las investigaciones geocronológicas ya realizadas se ha obte-
nido una geocronología exacta en conexión con la cronología histó-
rica. Por el momento, se extiende esa geocronología hasta 18.000
años antes de nuestro siglo, incluyendo el tiempo total para la des-
aparición del hielo cuaternario sobre la península escandinava. Los
más importantes sucesos del desarrollo geográfico en ella durante
esa época se llevan fechados, y lo que es especialmente digno de
mencionar, determinado, año por año, el retroceso del borde del hielo.
He tenido el placer de introducir en este país esta clase de inves-
tigaciones. Durante tres años — desde el 1925 hasta 1928 — he hecho
exploraciones en la Patagonia y la Tierra del Fuego para estudiar el
desarrollo de las glaciaciones cuaternarias por cuenta de la Direc-
ción general de Minas, geología e hidrología. Gracias al interés que
el director general de esa repartición, doctor José M. Sobral, ha de-
mostrado por estos estudios y para el mejor conocimiento de los de-
pósitos cuaternarios del país en general y el apoyo que ha prestado a
mis investigaciones, me hallo en disposición de dar un primer resumen
sinóptico del desarrollo geográfico, durante el período cuaternario de
la parte de la Argentina que he estudiado. Me limitaré en esta oport-
tunidad a las glaciaciones cuaternarias y a las conclusiones respecto
a sus relaciones con las glaciaciones del hemisferio boreal. |
No es mucho decir que la geología cuaternaria sudamericana hasta
el presente ha sido un poco desatendida, en comparación de la aten-
ción que se ha dedicado a las formaciones anteriores. Las regiones
mejor conocidas son, sin duda, Patagonia y Tierra del Fuego. Me
permitiré recordar el viaje del explorador sueco Otto Nordenskjóld
durante los años 1895 hasta 1987 por Tierra del Fuego y la parte
más austral de la Patagonia. A él debemos nuestro primer conocl-
miento fundamental de la extensión del hielo cuaternario en esas
regiones. Han aportado también importantes contribuciones al cono-
CICLO DE CONFERENCIAS 51
cimiento de los depósitos cuaternarios en la Patagonia y Tierra del
Fuego otros hombres de ciencia, pero nos llevaría demasiado lejos
analizar más de cerca el trabajo de cada uno de ellos. Baste decir que
hanjuntado y publicado informaciones, muy interesantes, sobre la ocu-
rrencia de morenas terminales, de lagos glaciales ya vaciados, de te-
rrazas lacustres y marinas levantadas, etc., etc., pero sus investiga-
ciones no han llegado a permitir la construcción de un cuadro de
conjunto sobre el desarrollo geográfico durante y después del tiempo
glacial.
Francisco Moreno el gran geógrafo argentino y jefe de la comisión
de límites entre la Argentina y Chile, levantó mapas excelentes sobre
la región de la cordillera patagónica desde 38% hasta 522 de latitud
sur. Estos mapas en escala 1:200.000 me han posibilitado abarcar
un eficiente examen global sobre las demarcaciones de las glaciacio-
nes y gracias a ellos pude realizar mis investigaciones en la medida
que lo he hecho. El resultado más importante del levantamiento de
la comisión de límites argentina en el sentido geológico cuaternario
fué: que la línea divisoria de las aguas se halla en gran extensión al
Este de las altas cumbres de la cordillera. Moreno demostró que si-
eguen sobre las morenas terminales de las glaciaciones cuaternarias y
que ellas estancan los grandes lagos patagónicos en el Este. En los
mapas sinópticos sobre la extensión del hielo publicados primera-
mente por Sievers y Skottsberg y recientemente por Briiggen, se ha
tomado la línea divisoria de las aguas como el límite más oriental del
hielo, con excepción de la región más austral de la Patagonia y de la
Tierra del Fuego, donde las observaciones de Nordenskjóld y más
tarde del doctor Guido Bonarelli han permitido una determinación
más detallada de este límite.
En mi primera campaña, durante el verano de 1925 hasta 1926, me
dirigí a la región entre 42 y 43% de latitud sur, donde exploré dete-
nidamente los valles del lago Epuyén y del río Corintos. El verano
de 1926 hasta 1927 visité la región al Este del Seno Skyring y realicé
largos viajes de reconocimiento a lo largo del estero Última Espe-
ranza, en el valle del río Gallegos, y a lo largo del estrecho de Ma-
vallanes. Hacia el fin del verano hice una pequeña excursión a Tie-
rra del Fuego, alcanzando el lago Fagnano, el que, según mi opinión,
debiera denominarse con su antiguo nombre indígena lago Cami,
como único nombre geográfico que conserva la tradición de los Onas.
En Tierra del Fuego dediqué principalmente mi atención al estudio
de las turberas, practicando en ellas las primeras perforaciones para
52 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
poder reconstruir su desarrollo y sacar conclusisnes sobre el cambio
dlel clima posterior al tiempo glacial. Mi tercera compaña, el verano
de 1927 hasta 1928, fué en parte un viaje de reconocimiento para levan-
tar las morenas terminales cuaternarias tanto del lado occidental de
la cordillera entre Santiago de Chile y Ancud como del lado oriental
entre San Carlos de Bariloche en el lago Nahuel-Huapí y Tapi-Aikue
en el valle del río Coile, y también una recorrida a lo largo de la
costa atlántica para estudiar el cambio de nivel cuaternario. Efectué
el trayecto de la Patagonia en un pequeño automóvil Rugby de cua-
tro cilindros que en el otoño al terminar el viaje en Carmen de Pata-
gones registró 16.320 kilómetros. Me detuve un corto tiempo en el
lago Buenos Aires para hacer investigaciones geocronológicas.
Me acompañaron en mis tres viajes mi señora y el señor J. Román
Guiñazú, geólogo de segunda de la Dirección de Minas. En el primer
viaje tomó también parte como ayudante el señor I. Rafael Cordini
y aprovecho esta oportunidad para agradecerles su eficaz coopera-
ción por el buen éxito del trabajo y en especial a mi infatigable com-
pañero de tareas señor Guiñazú, no solamente por todas las atencio-
nes que siempre me ha dispensado, sino también por las muchas
discusiones ricas en iniciativas.
La topografía, la geología y la naturaleza en general de la Pata-
gonia son ya conocidas. Así pues, recordaré solamente que la parte
oriental, en general, se constituye de mesetas escalonadas hasta una
altura de 800 metros sobre el nivel del mar y compuestas por la for-
maciones terciarias y cretáceas. Al oeste se levanta bruscamente la
cordillera de los Andes con sus montañas de rocas eruptivas forma-
ciones sedimentarias fuertemente plegadas. Las cumbres alcanzan
alturas de 3300 a 3400 metros sobre el nivel del mar. Sus partes
prominentes están en gran extensión cubiertas todavía por el hielo y
de sus mayores capas continuas una se extiende al oeste del lago
Buenos Aires y la otra entre los 45% y 52% de latitud sur.
Sobre las zonas de las mesetas reina un clima seco y semi árido
que solamente permite una vegetación escasa y pobre, la estepa pa-
tagónica en sus diferentes formas, mientras que dentro de los valles
andinos las precipitaciones son abundantes y crece una vegetación
exuberante, representada en el Oeste por el bosque chileno con su ri-
queza dle especies y más al Este por los diferentes bosques de Fagus.
El límite de la nieve inclínase en dirección hacia el sur. En el la-
do oriental de la cordillera a los 40% de latitud sur, se le encuentr:
todavía a una altura 2100 metros mientras que en la Tierra del Fue-
CICLO DE CONFERENCIAS : 53
go baja hasta 900 metros. Muchos de los glaciares de la parte cen-
tral y austral de la Patagonia liegan por el oeste hasta el borde del
Pacífico y lo mismo ocurre en la costa sur de la Tierra del Fuego.
Sucede siempre que las primeras impresiones son las que mejor
se fijan en nuestra imaginación y por eso, a pesar de haber realizado
varios viajes por la cordillera patagónica, a través de su estepa a
caza de morenas terminales y de depósitos glacilacustres y de ha-
berme familiarizado con sus panoramas, ora grandiosos y magníficos,
ora románticos, las experimentadas en el primero de ellos son las que
más se han grabado en mi memoria. Fué en la primera quincena de
noviembre que llegué al lago Epuyén, en plena primavera encanta-
dora de la cordillera patagónica. Muy lejos, fuera de Ja cordillera,
en la región de las mesetas, en la estepa entre el río Chico y el arro-
yo Norquineó encontré los primeros rastros de las glaciaciones cua-
ternarlias, primeramente sólo en forma de fragmentos de pequeños
bloques erráticos, quebrados por la insolación y de varias clases de
rocas cristalinas, de la cordillera; más adelante en forma de terreno
ondulado, de bajos espaldones de bloques y de pedregullo acompa-
nados por insignificantes terrazas de arena y pedregullo. No tenía la
certeza, aunque lo supuse el instante, de que aquellas acumulaciones
precarias fueran los restos fuertemente erodados de las morenas ter-
minales cuaternarias más antiguas y más empujadas hacia adelante.
Después de haber considerado en otras ocasiones la soliflucción pa-
tagónica, como factor morfológico y de haber visto la confusión ca-
tastrofal producida por los fuertes vientos patagónicos, ayudados
por una insolación muy intensa sobre las acumulaciones morénicas
mucho más jóvenes, comprendí bien claramente, cuán agradecidos de-
bemos estar de quealgunos lugares aislados la erosión haya dejado
tanto de las acumulaciones marginales glaciales más antiguas, como
para poder adjudicarles un certificado concreto de procedencia.
Llegados al valle longitudinal del arroyo Norquincó, que se dilata
fuera de los promontorios de la cordillera, lo hallé en gran extensión
ocupado por restos de potentes terrazas glacifluviales e importantes
morenas terminales que en arcos semi-circulares cercaron en otros
tiempos la desembocadura de una brecha, «la puerta de Apichig »
abierta en la muralla de los promontorios. La primitiva topografía
elacial está aquí tan bien conservada que peculiarmente indica el
carácter de las "acumulaciones, pero el arroyo Norquincó y anterior-
mente los ríos del hielo cortaron en pedazos y arrastraron grandes
partes de estas acumulaciones marginales, las cuales llenaron por
54 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
completo esta parte del valle, pero de las cuales solamente quedan
aquí y allá a lo largo de las paredes fragmentos aislados. Los cortes
muestran un material muy descompuesto por la acción del tiempo,
indicando, en cierto modo, que estas morenas terminales se han for-
mado durante una época remota del tiempo gracial. Pertenecen a
una glaciación mucho más reducida que aquella señalada por los res-
tos morénicos sobre la meseta situada más al Este, y estoy dispuesto
a considerar que representan el límite de una glaciación aparte.
Continuando nuestro viaje hacia el Oeste penetramos en los valles
de la cordillera. Los rasgos de la glaciación son aquí bien visibles.
El fondo del primer valle longitudinal «El Maitén>» al oeste del
valle del arroyo ÑNorquincó, está cubierto por acumulaciones glaciflu-
viales, en las cuales el río Chubut, que nace aquí ha cortado un cau-
ce ancho pero llano. La ladera occidental del valle presenta una con-
tinuidad de circos glaciales, pero la ladera oriental no tiene rasgos
de glaciación local sino que ha sido claramente librada del hielo des-
pués de una glaciación más antigua que la de la ladera opuesta. El
bosque andino trepa muy alto en las cavidades de las montañas so-
bre la ladera occidental, pero tanto en los derrumbes de la ladera
oriental como en el fondo del valle predomina la estepa patagónica.
'A la desembocadura del vallede Epuyén, en un valle transversal,
que por el oeste linda con el valle del Maitén nos encontramos fren-
te a una verdadera sensación. En dirección al valle de Epuyén se
eleva la superficie del sedimento glaci-fluvial, el material se vuelve
más grueso cambiando desde el pedregullo hasta los rodados, y desde
allí se abren en forma de abanico numerosos lechos de ríos secos,
cortados con poca profundidad en el relleno glaci-fluvial del valle.
Es un cono de transición de un modelo tan ideal que parece recor-
tado de un compendio y tan bien conservado que asombra no encon-
trar aún en acción las agencias que lo depositaron. De la planicie de
este sedimento se levantan restos menguados de crestas de morenas
terminales, que según parece han pertenecido a un círculo morénico
que cerró el valle, pero que ha sido destruído y erodado al acumu-
larse el sedimento glaci-fluvial circundante. Este sedimento se ad-
hiere a dos grandes arcos de morenas terminales, los cuales 2 kiló-
metros más adentro del valle se levantan 100 metros sobre la plani-
cie sedimentaria y encierran el valle en dos amplios semi-círculos.
Hasta el pie de estas morenas continúa la mezquina vegetación ze-
rófila, pero sobre los espaldones morénicos la flora andina sale a
nuestro encuentro con sus bosques de corpulentos árboles, y si no
U
CICLO DE CONFERENCIAS 919)
existiera esta abundancia de vegetación podría esperarse hallar aún
del otro lado de las morenas el borde del hielo. Tan bien conservada
está la topografía primitiva glacial que mejor no se la ve frente a los
glaciares actuales. Pero en vez del glaciar desaparecido se abre ahora
desde la cresta de las morenas que forman, puede decirse, el umbral
de la puerta del mundo alpino-andino, un hermoso panorama que
abraza la inmensa cordillera y el lecho vacío del glaciar, en el cual los
arroyos actuales han grabado sus profundas cicatrices. Por el oeste
se levantan las altas cumbres brillantes de nieve y de hielo y 400 me-
tros más abajo de las morenas luce el lago Epuyén como una gran es-
meralda engarzada entre las enormes mesetas de los cerros Cholila
y Pirque.
En las cercanías del lago Epuyén las rocas conservan aún el sello
del hielo de forma típica aborregada, que son bien raros en la Pata-
gonia y se hallan solamente en casos excepcionales al Este de las mo-
renas terminales contemporáneas con las ya mencionadas.
El nmímero de las cintas de morenas terminales que hemos observado
al este del lago Epuyén son cuatro: la primera sobre la meseta entre el
río Chico y el arroyo Norquincó; la segunda en el valle del arroyo Nor-
quincó, cerrando la puerta Apiechig; la tercera y la cuarta cerrando el
valle del lago Epuyén. Las tres últimas habían sido recorridas ya por
el señor Rigal. Estas cuatro cintas morénicas indican las principales
oscilaciones del hielo patagónico y por la importancia que tienen
para el desarrollo geagráfico quiero llamarlas sistemas de terminales
MOYENAS.
Durante mi largo viaje de reconocimiento en el verano de 1927
hasta 1928, penetré tan al oeste en los valles de la cordillera como
me fué posible, para determinar la situación y el número de sus sis-
temas morénicos. Hallé de nuevo los mismos cuatro sistemas de mo-
renas terminales, encontrados en mi primer viaje.
Más al sur, donde la glaciación había tenido más intensidad, estos
sistemas morénicos alcanzaron un desarrollo y una extensión consi-
derablemente mayor. En configuración y situación varían mucho
naturalmente.
Cada valle muestra una nueva perspectiva, pero siempre tienen
de común que ambos sistemas morénicos internos poseen una estrue-
tura glacial considerablemente más fresca que los dos extremos y
en casi todas partes el externo llega sobre las mesetas, mientras los
- demás están localizados a menores alturas dentro delos valles trans-
versales, cada cual con su correspondiente generación de valles. En
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ENLA PATAGONIA y TIERRA DeL FUEGO
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Una compilación de observaciones
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POR CARL C: ZON CALDENIUS
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5 100 150 200 25p km
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TE?
58 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
algunos casos pareció que uno o varios de estos sistemas morénicos
no estuviera representado, pero pudo siempre comprobarse que ha-
bían desaparecido, porque un sistema más joven los había sobrepu-
jado. El externo fué hallado únicamente en las ocasiones en que las
condiciones se presentaban favorables para su conservación y si en
este sistema están incluídos dos o más lo pasaré por alto. En el ad-
junto mapa sinóptico están esquematicamente marcados los cuatro
sistemas morénicos. Los sistemas contemporáneos están unidos con
líneas llenas o cortadas que siguen el probable contorno del hielo
entre los valles durante las diferentes glaciaciones. Notamos que en
cada uno de los valles transversales de alguna importancia los siste-
mas morénicos están representados casi por completo.
Los lugares donde las morenas no están bien conocidas han sido
indicados por rayas oblicuas. En la mayor parte de estos casos la
'ausa de esta incertidumbre ha sido la falta de oportunidad para vi-
sitarlos. Guiado por la situación de las morenas observadas y la to-
pografía, tal como aparece dibujada en los mapas publicados, sea
por un lago, una punta, o una cuesta he podido admitir la existencia
de morenas terminales y en los lugares donde estas suposiciones me
parecían bien fundadas les he permitido figurar en el mapa.
El lago Buenos Aires y el lago San Martín son abrasados e inter-
ceptados en su extremo Este por los espaldones del cuarto sistema
morénico, mientras que los demás sistemas se componen de grandes
acumulaciones más afuera en forma de herraduras. En los lagos Bied-
ma y Argentino el sistema morénico más joven desaparece por de-
bajo de las aguas cerca del centro, mientras que los espaldones del
tercer sistema ponen dique al extremo Este de estos dos lagos. Las
dos angosturas del estrecho de Magallanes son ocasionadas por los es-
paldones de los dos sistemas morénicos internos que ya fueron esta-
blecidos por Bonarelli, quien también como lo hiciera antes Nordensk-
Jóld, consideró las grandes morenas del cabo Vírgenes como el Imite
extremo de las glaciaciones. Estas morenas pertenecen sin embargo
al segundo sistema, porque fuera de ellas y hacia el norte existen
restos aunque muy destruidos de las morenas del primer sistema, lo
que indica que el glaciar del estrecho de Magallanes quizá alcanzara
hasta la desembocadura del río Gallegos. No estoy perfectamente se-
guro respecto de la continuación de las dos morenas externas de la
Tierra del Fuego, porque el mal tiempo reinante durante mi viaje, en el
otoño de 1927, hizo imposible una excursión a la esquina noroeste «le
la isla. Pero su situación debe ser aproximadamente la que indica
CICLO DE CONFERENCIAS 59
mi mapa. La meseta entre el estrecho de Magallanes y el valle entre
las bahías Inútil y San Sebastián ha sido atravesada por el hielo.
- — Paralos etnógrafos ha sido todo un problema explicarse el modo
cómo llegaron a la isla de la Tierra del Fuego los Onas que no po-
seían canoas ni otro medio de transporte por agua. Seguramente
ellos juntamente con el guanaco y demás animales terrestres han de
haber atravesado los puentes, que en otros tiempos formaron las more-
nas terminales cuaternartias, sobre el Estrecho de Magallanes. Pronto
voy a mostrar que el más interno de estos puentes morénicos ha
existido hasta un tiempo relativamente reciente.
Antes de terminar con los sistemas de morenas terminales en la
Patagonia, quiero agregar que entre el sistema más interno y la mo-
renas de los glaciares actuales existe, por lo menos, otro más de al-
guna importancia, el quinto, aunque está en general más intima-
mente ligado a la glaciación actual.
La identificación de un sistema morénico de un valle con otro no
podria considerarse como exacta si no estuviese fundada en otros
datos que los ofrecidos por la situación y el aspecto de las mismas
morenas.
El grado de descomposición del material y el estado de conserva-
ción de la topografía primitiva — tan a menudo contemplados para la
determinación de la contemporaneidad — tiene solamente una impot-
tancia muy relativa para solucionar el problema, porque el efecto de
de estas agencias depende de la situacion y la propensión de las
morenas para su acción. Pero un medio infalible para tal identifica-
ción lo proporciona la investigación geocronológica que se basa, co-
mo mencioné, sobre los estratos anuales de los depósitos acuwmula-
dos por los ríos de hielo, en los lagos glaciales. Antes de exponer los
resultados geocronológicos obtenidos por mis investigaciones en la
Patagonia, creo conveniente recordar con breves palabras este mé-
todo y algunos de sus resultados principales.
Durante la estación cálida brota mucha agua de la superficie de
un glaciar que va a juntarse en un sistema de arroyos y ríos los
cuales alcanzan grandes dimensiones. Durante la estación fría la
formación de agua de derretimiento cesa y los ríos se hielan o se se-
can casi completamente. Muchas veces estos ríos de deshielo llegan
al borde del glaciar por tuneles horadados por el agua corriente en-
tre el hielo y el terreno.
Cuando el derretimiento es muy intenso estos tuneles se llenan
completamente de agua corriente, funcionan como tubos, pero cesa-
60 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
do aquél se puede transitar por ellos, quedando casi totalmente en seco.
Los ríos de deshielo son conocidos por la alta ley del material sus-
pendido que llevan. La diferencia enorme en el caudal de los ríos da
a sus depósitos en los lagos donde desembocan, un sello singular.
Cuando los ríos se agotan acaban, en los lagos, las corrientes cau-
sadas por ellos, de manera que el sedimento más fino, la arcilla co-
loidal, se va al fondo y forma sobre el material más grueso, acumu-
lado anteriormente, durante el período del derretimiento, un delgado
estrato de arcilla finísima, que por el tamaño de su grano más fino
y por los minerales que la componen, obtiene un color más obsuro
que el estrato del material más grueso. Los dos estratos constituyen
un cerco anual del depósito glacilacustre y dicho cerco anual se de-
nomina con una antigua palabra sueca «darsvarv » estrato anual. El
término varve, como designación de esos estratos anuales, ha sido in-
corporado a la literatura geológica alemana e inglesa. Me parece
conveniente adoptarlo también al castellano.
Especialmente dos sabios suecos, los profesores Gerard de Geer y
A. G. Hógbom, son quienes, por medio de sus investigaciones, han
establecido el carácter de los varves como varves anuales. Más tarde
de Geer fundó en los varves anuales su geocronología exacta, con la
cual él y sus cooperadores, han podido determinar el tiempo del re-
troceso del hielo cuaternario sobre la península escandinava. El
principio de esta clase de investigación es, someramente, el siguiente :
Midiendo el espesor de los varves, anuales en diversos perfiles y co-
locando estas medidas en diagrama en la misma sucesión en que es-
tán acumulados los varves es posible reconocerlos de un lugar a
otro, porque la proporción relativa en la variedad de su espesor se
mantiene a grandes distancias.
Acumulados en un lago, frente al borde de un glaciar en retroceso,
cada nuevo varve anual se extiende sobre el anterior ocupando tam-
bién la faja dejada al descubierto por el hielo en su retroceso durante
el año. En consecuencia, un diagrama referente a un perfil, en el
cual el hielo retrocedió más temprano, contiene en su parte inferior
un número mayor de varves que aquel en que el borde del hielo se
retiró más tarde; y esta diferencia en el número de los varves indica
los años empleados por el retroceso del borde del hielo entre los dos
pertiles.
Ante el Congreso geológico internacional de Estocolmo en 1910,
de Geer resumió así, en una conferencia, los resultados obtenidos de
la investigación geocronológica que varios años atrás había realizado
CICLO DE CONFERENCIAS 61
con ayuda de más de 20 estudiantes de las universidades de Esto-
colmo y Upsala.
Transcurrieron aproximadamente 5000 años mientras el gran hie-
lo que cubrió la península escandinava durante la última glaciación
se retiraba desde el extremo austral de Suecia hasta el norte, donde
quedó tan reducido que ya no desempeñó papel alguno climatérica-
mente, aun cuando existieran todavía grandes restos en la región
boreal del país. La parte central de Suecia está cruzada por una se-
rie de grandes morenas terminales, que tienen su continuación tanto
en Noruega como en Filandia; y la oscilación del borde de hielo du-
rante la formación de ellas duró 700 años. Las medidas geocronoló-
gicas demuestran que el derretimiento anual del hielo disminuye y
que las fajas anualmente descubiertas por él eran cada vez más es-
trechas al acercarse el borde a la región de las morenas terminales,
las cuales marcan, por consiguiente, una importante mutación del
clima durante el período en que el hielo desapareció definitivamente
de la península escandinava. Todavía no se conoce bien la situación
de las morenas terminales que limitaban el hielo escandinavo durante
la última glaciación, pero de todos modos, éste llenó completamente
la depresión báltica y cubrió una extensa parte de Alemania. Según
los estudios allí practicados, parece que hay por lo menos tres sis-
temas de morenas terminales de los cuales el más septentrional, la
morena báltica, se prolonga sobre las islas danesas.
La conexión entre la cronología histórica y la geocronología de la
arcilla glacial fué efectuada por el doctor Ragnar Liden, uno de los
cooperadores de de Geer, quien encontró que los sedimentos de los
ríos postelaciales, en los grandes valles del norte de Suecia, se cons-
tituyen de estratos anuales. Éstos estuvieron en un tiempo aco:
modados en los tfjords del mar Báltico, pero por efecto del gran
levantamiento de la tierra en esas regiones después del tiempo gla-
cial, son ahora accesibles en las barrancas de los actuales ríos. No
me es posible, en este momento, entrar en los interesantes detalles de
esta investigación que requirió sels a siete años. Por ella se compro-
bó que han transcurrido 8700 años desde el tiempo en que el borde del
hielo cuaternario se hallaba en el Norte de Suecia hasta nuestro siglo; y
de haber error, éste no puede pasar de 100 años.
La geocronología fundada por de Geer y Liden se llamó Escala
geocronológica sueca.
S1 damos ahora una ojeada a la época del derretimiento del hielo
sobre la Escandinavia constatamos que el borde del hielo empezó a re-
62 ANAIAS DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
tirarse de la morena terminal central hace más o menos 10.000 años
y de la próxima anterior, la morena baltica, hace unos 18,000 años.
A cierta altura de su investigación, de Geer creyó haber descu-
bierto que era posible reconocer los varves con ayuda de los diagra-
mas, en distancias muy grandes. Cuando, en el año 1918, se publi-
caron los resultados de algunas investigaciones geocronológicas de
Finlandia y Noruega, se evidenció que la conformidad era tan exac-
ta, que él logró fechar con gran éxito algunos de estos diagramas de
los países vecinos.
Naturalmente, tal identificación de los varves sobre grandes dis-
tancias es sólo posible con diagramas de perfiles minuciosamente
elegidos y donde la sedimentación se ha producido sin influjo per-
turbador accidental. Mas, es preciso que los diagramas contengan
un número bastante grande de varves y demuestren combinaciones
definidas y características.
En perfiles que cumplen estas condiciones, hay motivo para pre-
sumir que el espesor del varve, o sea la cantidad de sedimento acu-
mulado durante el año, registre la cantidad de agua del derretimien-
to del año, lo cual depende de la cantidad de calor exigido por el
mismo derretimiento, es decir : la radiación de calor anual del Sol.
En tal compulsación de la radiación solar en el espesor de los vat-
ves, de Geer vió la explicación de la gran semejanza que mues-
tran los diagramas de varves de perfiles tan lejanos el uno del otro
como Aardal en la costa Noruega, Lina cerca de Estocolmo y Leppa-
koski en el medio de Finlandia.
En el año 1920 inició de Geer la investigación geocronológica en
la región del hielo cuaternario, en Norte América.
El doctor Ernst Antevs de la Universidad de Estocolmo y Mr.
Chester A. Reeds del American Museum of Natural History, las han
proseguido y por el momento han medido alrededor de 5.500 varves
anuales de los depósitos elacilacustres cuaternarios en Estados Uni-
dos y Canadá. De Geer ha comparado los diagramas obtenidos, con
los de Suecia encontrando una semejanza tan grande y con tantos
detalles que, según él, la única explicación debe ser la contempora-
neidad de los varves que componen los diagramas, donde la coinci-
dencia abraza hasta el 80 Ó6 90 %/, del número.
La principal dificultad para el buen éxito de la realización de in-
vestigaciones geocronológicas en la Patagonia y Tierra del Fuego
es ofrecida por la escasez del material sobre el cual se basan. Al ini-
ciar mis exploraciones no podía guiarme por ninguna noción de ya-
CICLO DE CONFERENCIAS 63
cimientos de depósitos glacilacustres con varves en la parte argen-
tina de la Patagonia.
Los lagos glaciales cuaternarios estaban ubicados entre el borde
de los glaciares en retroceso, por el oeste, y los colosales espaldones
de las morenas terminales, por el este. La mayor parte de estos la-
gos se han vaciado por completo, como en los valles «16 de octu-
bre », del río Frías, del río Pico, del río Corcovado y del río Corintos,
pero se puede decir que algunos de ellos todavía existen aunque muy
reducidos. Los lagos San Martín, Viedma y Argentino deben en gran
parte su actual extensión — como lo ha demostrado Quensel —a los
diques de hielo que los glaciares del gran hielo patagónico restante,
oponen en los valles de la cordillera central al oeste de ellos.
Los lagos glaciales se regeneraron en los valles patagónicos des-
pués de cada glaciación o mejor dicho después de cada nueva osci-
lación importante de los glaciares; y en cada una de estas regenera-
ciones, sus orillas orientales quedaban cada vez más al oeste y a una
distancia que correpondía al ancho de la zona de las nuevas more-
nas terminales. Al este del lago Argentino puede observarse que las
acumulaciones del tercer sistema morénico han sido empujadas va-
rios kilómetros sobre depósitos glacilacustres de la época del retro-
ceso anterior. En Epuyén existen las mismas condiciones respecto
al cuarto sistema, cuya morena del fondo dentro del antiguo lecho
elaciar con espesor de más de 18 metros descansa sobre depósitos
elacilacustres anteriores.
En el valle del río Coile tanto las morenas terminales del cuarto
como las del tercer sistema están superpuestas sobre depósitos gla-
cilacustres anteriores.
De los últimos lagos glaciales quedan aún terrazas litorales y va-
lles de desagiie en buen estado de conservación, estos últimos tan
magnificamente desarrollados que casi no tienen igual, mientras que
restos de sus fondos o con depósitos, otrora muy espesos, son muy ra-
ros hoy día y generalmente han sido llevados por erosión de los arro-
yos y de los ríos post-glaciales.
El desagiie del último lago glacial Epuyén se abrió camino hacia
el Pacífico sobre la ladera oriental del cerro Pirque, cortando un gran-
dioso y profundo valle que ahora comunica el valle de Epuyén con
el valle del Bolsón, situado más al oeste. ;
Los lagos glaciales San Martín tenían sus desagiúes por un valle,
actualmente seco, que conduce del término sudoeste del lago al valle
del río Shehuen.
64 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
El lago glacial Viedma desaguó primeramente en dirección al va-
lle del río Shehuen cortando un valle ancho e importante. Durante
el avance del glaciar que dió por resultado la cuarta morena termi-
nal, se abrió el desagiie hacia el sur, en el valle por el cual corre su
actual desagiie, el río Leona, hacia el lago Argentino. |
Las barrancas y las islas del estrecho de Magallanes consisten en
erandes extensiones de depósitos glacilacustres. Las morenas termi-
nales que cruzaron el valle estancaron lagos glaciales hasta niveles
muy altos sobre el nivel del mar. Las angosturas del estrecho han
sido primitivamente desagiies de Jos lagos glaciales.
Durante mi primera campaña, 1925 hasta 1926, encontré poco al
Oeste de la cuarta morena terminal, en el valle del río Corintos, un
hermoso perfil con más de 550 varves anuales de una terraza glaci-
lacustre que es ahora casi el único resto, y muy insignificante, del de-
pósito glacilacustre de los grandes lagos glaciales que ocuparon los
valles de los ríos Corrintos, Esquel, Percey y Fetaleufú al retroceso
definitivo del hielo. Para alcanzar el perfil en una escarpada barran-
da de 116 metros de altura, fué menester cortar una picada, en la
maraña del valle de un arroyo; y para poder medir los varves anua-
les tuvimos que cavar todo un sistema de escaleras. Los varves anua-
les son aquí muy espesos pero su estructura demuestra que fueron
acumulados en un rincón tranquilo y a un lado del curso de la co-
rriente en el lago glacial, lo que me produjo la impresión de que, en
efecto, los espesores dle estos varves debían registrar en la mayor
proporción posible las cantidades alternativas del agua del derreti-
miento y por consiguiente, despertaron la esperanza de que su diagra-
ma debía ser válido para otros varves acumulados bajo circunstan-
cias igualmente favorables. |
En el verano de 1927 hasta 1928 medí algunos perfiles geocronoló-
gicos en el lago Buenos Aires, en el depósito glacilacustre inmedia-
mente detrás de la cuarta morena terminal. La primera noticia de
los varves en este lugar me la dió el doctor Sobral quien los encon-
tró durante su visita al lago en abril de 1927. Ellos son relativa-
mente accesibles en las barrancas del río Fénix Chico, que ha cor-
tado un ancho valle en el fondo del antiguo lago glacial.
Los varves en las partes superiores de los perfiles que medí se
constituyen de una arcilla fina que evidentemente es un sedimento
dle derretimiento del hielo que más fielmente debe registrar el factor
climatológico. Los perfiles incluyen 740 varves.
Para averiguar si los lagos glaciales del río Corintos y del lago
CICLO DE CONFERENCIAS 65
Buenos Aires eran contemporáneos, como suponía, comparé los dia-
gramas de sus varves y encontré una gran semejanza.
La coincidencia se extiende casi a todo el número de los varves y
es particularmente hermosa al respecto de los 300 varves superiores,
donde se caracteriza por tantos detalles que la única explicación po-
sible es la contemporaneidad de los varves. En la parte inferior la
coincidencia de ellos es también convincente; pero la intercalación
«dlel material volcánico y zonas de aplastamiento y plegamiento en el
perfil del lago Buenos Aires da a esta parte de su diagrama una ca-
racterística propia. La distancia entre ambos perfiles es de 400 ki-
lómetros.
En el lago Epuyén medí varios perfiles de varves en el depósito
elacilacustre, que allá, como recordamos, está superpuesta por las
acumulaciones morénicas del cuarto sistema y en consecuencia re-
presenta los restos del fondo de un lago glacial, existente durante la
oscilación del glaciar en que se retiró de la tercera morena terminal,
para luego avanzar y formar la cuarta. Con mi investigación geocro-
nológica puedo afirmar que el glaciar no sólo retrocedió, sino que al
aproximarse al extremo Este del actual lago Epuyén volvió a avanzar
y también que allí la duración de la oscilación fué de unos 200 años.
En laguna Blanca, al este del seno Skyring, el fondo de uu lago
glacial, entre la tercera y la cuarta morena terminal, se halla en ex-
celente estado de conservación y consiste en arcilla fina donde he
medido 850 varves, todos de poco espesor y que han sido acumula-
dos, evidentemente, en agua profunda y tranquila. En la parte supe-
rior el espesor de los varves aumenta, indicando que la desemboca-
dura del río del hielo se acerca nuevamente, lo cual significa que el
glacial avanza de nuevo y que la cuarta morena, aquí como en Hpu-
yén solamente marca una oscilación del glaciar durante una misma
glaciación. Como presumía que el lago glacial de laguna Blanca fue-
-Ta contemporáneo con el lago elacial de Epuyén comparé los diagra-
mas de sus varves, para ver de encontrar alguna semejanza.
No abrigaba mucha esperanza, porque el depósito glacilacustre de
Epuyén está en gran extensión aplastado y plegado por la presión de
la morena sobrepuesta y por el nuevo avance del hielo, pero después
de algunos días de búsqueda hallé la conexión entre los diagramas.
Descontamos una gran zona de plegamiento de los varves de Epu-
yén, es la coincidencia tan buena que nos autoriza la conclusión de
la contemporaneidad de los varves. La distancia entre el lago Epu-
yén y laguna Blanca es de 1100 kilómetros.
AN "SOC. CIENT. ARG. — T. CXILL )
66 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Prescindimos, por el momento, de las demás conclusiones intere-
santes del desarrollo geográfico de esas regiones, que podemos basar
en la comparación de los diagramas mencionados, y observamos so-
lamente que la investigación geocronológica en cuatro puntos im-
portantes, Epuyén, río Corintos, lago Buenos Aires y laguna Blan-
ca, desde casi el extremo norte hasta casi el extremo sur de la gla-
ciación continua cuaternaria patagónica, ha confirmado la identifi -
cación de los dos s:stemas morénicos internos.
Como la estructura de los varves de los perfiles del río Corintos y
de la laguna Blanca era tal que los diagramas en su mayoría debían:
registrar, el cambio anual de la radiación solar los envié, tan pronto
como los hube obtenido, a de Geer, para que él procediera a su com-
paración con la escala geocronológica sueca. Con gran sorpresa de
Geer encontró una clara semejanza entre los diagramas patagónicos
y los de los varves de Suecia de épocas aproximadas a las que se su-
ponía. No me es posible entrar a analizar detalladamente las coinci-
dencias entre los diagramas de ambos hemisferios, pero la semejanza
comprende el 80 */, de los varves del perfil del río Corintos, y es ma-
yor aún entre los correspondientes diagramas suecos y los varves de
laguna Blanca, donde 90 */, concuerdan con la escala geocronológica
sueca.
De la semejanza ostentada en los diagramas de ambos hemisferios
sacó de Geer la conclusión de que los varves que los componen son
contemporáneos.
Es claro que el sincronismo de los varves no puede ser completa-
mente exacto, puesto que la estación cálida en el hemisferio austral es
simultánea con la fría en el boreal, pero una sucesión de años de una
radiación solar más intensa y en consecuencia un aumento de calor
a nuestro planeta debe registrarse en los estratos del derretimiento
del hielo en ambos hemisferios. No es pues tan inverosimil, como.
pudo creerse en el primer momento, el que sea posible identificar los
varves anuales de ambos hemisferios formados durante un mismo año.
Con la ayuda de perfiles escrupulosamente elegidos, es un hecho ya.
Un ligero examen de las semejanzas que ofrecen entre si los dia-
gramas patagónicos y de las que ostentan las conexiones transatlán-
ticas, da como resultado una diferencia esencial que, a primera vista,
parece quizá incomprensible. Mientras que los diagramas patagó-
nicos se siguen los unos a los otros solamente con pequeñas inte-
rrupciones de varves que no coinciden, la conexión transatlántica
contiene en varias partes series bastante largas de varves, donde la
CICLO DE CONFERENCIAS 67
semejanza entre los diagramas de ambos hemisferios es muy poca o
no existe.
Prescindiendo de la influencia, puramente local, sobre la acumu-
lación del sedimento, como vaciamiento de los lagos glaciales, erup-
ciones volcánicas, erosión del fondo de los lagos, etc., etc., que hu-
bieran de influir en igual grado alterando el curso normal de los
diagramas, sea de una misma o de diferentes regiones de glaciación,
se halla una explicación satisfactoria de las desproporciones de los
diagramas transatlánticos conectados en los diferentes climas loca-
les, que pueden intervenir con mayor o menor intensidad sobre el
derretimiento del hielo, aumentando o reduciendo aquella cantidad
del agua del deshielo que se tendría si la radiación solar hubiera ae-
tuado directamente.
Me parece que las coincidencias transatlánticas descubiertas, son
en realidad mejores de lo que pudiera esperarse conociendo todos los
factores que puedan obrar desfavorablemente para una compulsación
fiel de la radiación solar en el espesor del varve.
Para la comparación de los diagramas en busca de las conexioues
transatlánticas, de Geer se vale de las series de varves de la escala
geocronológica sueca de tamaño aproximado los cuales evidente-
mente han sido acumulados en épocas no solamente de radiación
solar normal sino también bajo regulares circunstancias sedimenta-
rias. Estas series compuestas por un número diferente de varves se
han demostrado como un instrumento muy sensible para las cone-
xiones transatlánticas debiendo ser primeramente colocados en sus
posiciones respectivas para luego poder hallar la semejanza entre las
series intercaladas de varves de espesores máximos o mínimos.
Es evidente que la semejanza expresada en el porcentaje de los
varves de los diagramas indica muy obscuramente la coincidencia en
que se basa la conexión transatlántica pero es difícil hallar otra ex-
plicación más adecuada para señalar esta semejanza.
El principal resultado de la investigación geocronológica es la con-
temporaneidad demostrada de las glaciaciones cuaternarias en los he-
misferios boreal y austral. La cuarta morena terminal patagónica co-
rresponde a la morena central de la península escandinava y la tercera
morena patagónica a la gran morena báltica. Podemos ahora designar
estas morenas contemporáneas con los nombres comunes geocronológicos :
«morena gotiglacial» a la penúltima, de una edad de 18.000 años, y
<fimglacial» a la última, de una edad de 10.000 años.
Respecto de aquellas morenas que, en el norte de Europa, corres-
68 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
ponden alos dos sistemas morénicos externos patagónicos, me obliga
la prudencia a no pronunciarme por ahora, pero puedo adelantar que,
muy luego quizá, tengamos distinta orientación — una vez terminada
la investigación geocronológica que ha iniciado Guiñazú de los var-
ves de un depósito glacilacustre fuera de la morena supuesta goti-
glacial del lago Nahuel Huapi (1).
Nuestra conclusión de la contemporaneidad de las glaciaciones en
los hemisferios boreal y austral y nuestra identificación de las mo-
renas fini y gotiglaciales en la Patagonia, nos llevó a otras dedu-
ciones; y una de ellas nos descubrió un detalle muy importante que,
una vez que sea conocido por investigaciones geocronológicas dentro
de otras regiones de las glaciaciones cuaternarias, ampliará conside-
rablemente nuestro conocimiento del género de las grandes muta-
ciones del clima y Ja influencia que ellas ejercieron sobre el hielo,
dentro de esas regiones.
La conexión del diagrama del río Corintos con la escala geocrono-
lógica sueca evidencia que el hielo en el norte de la Patagonia em-
pezó su retroceso de las morenas finiglaciales más de 200 años antes
que el de Escandinavia. El avance del pequeño glacial en Epuyén,
después del retroceso de la morena gotiglaciar, parece iniciado apro-
ximadamente 100 años antes que el del glaciar del seno Skyring,
considerablemente más importante. La explicación de estas aparen-
tes anomalías es muy sencilla. Un glaciar es un tardío indicador del
clima. El efecto de una mutación del clima no se experimenta de in-
mediato en la traslación del borde de un glacial.
Si consideramos el caso del mejoramiento del clima, es preciso que
haya desaparecido primeramente el exceso de hielo amontonado en
el glaciar durante la peor época. Este exceso es naturalmente mayor
cuanto más grande es el glaciar y su diferencia entre el de una vasta
capa de hielo como un «inlandice» semejante al de Escandinavia y
el de un glaciar de valle como el de Patagonia debe ser grandísima.
La parada de los glaciares en las líneas de demarcación que seña-
lan las morenas terminales tienen, como vemos, sólo una contempo-
raneidad relativa, pero causada por olas de frio, sin duda, contem-
poráneas; y ya las investigaciones geocronológicas nos han facilitado
ciertas indicaciones definidas de su largo.
(1) En el mapa he denominado estos sistemas « deniglacial » e « initioglacial » ;'
el primer término, según las morenas probablemente correspondientes en el nor-
te de Europa; y el segundo propuesto por mí como denominación del sistema más
antiguo.
CICLO DE CONFERENCIAS 69
En la Patagonia, la formación de las morenas finiglaciales fué pre-
cedida por una gran oscilación de los glaciares más pronunciada
cuanto más local era la glaciación, mientras que el hielo escandinavo
avanzaba muy poco.
En el norte de la Patagonia la oscilación de los glaciares fué tan
erande que sin previo conocimiento de la semejanza de las condicio -
nes en el sur con las de la Escandinavia uno se inclina hablar de dos
glaciaciones. La investigación geocronológica ha podido dar la pala -
bra decisiva.
Cuando aparecen nuevas ideas haciendo época, despiertan siempre
ellas la oposición. Así también ha ocurrido en este caso. Se ha acen-
tuado, y con razón, que las combinaciones de variaciones que los
diagramas de los varves pueden exponer, son limitadas, y se ha agre-
gado que serían tan limitadas que las conexiones transatlánticas
resultarían aventuradas si no completamente imposibles. Por fin,
se ha insinuado que la escala geocronológica sueca contiene tantas
variaciones puramente locales que no sería conveniente usarla en
su actual estado para conexiones sobre distancias muy grandes.
Mi respuesta a todas estas objeciones es que ellas son hasta cierto
punto fundadas, tratándose de un pequeño número de varves, pero
no así al tratarse de diagramas de varves tan numerosos como los
que hacemos cuestión aquí. Un matemático norteamericano ha in-
vestigado las combinaciones de las variantes en el espesor de los
varves y ha llegado al resultado de que ellas son de tal índole que las
concordancias transatlánticas sólo pueden explicarse por su contem-
poraneidad. La misma experiencia se hace empíricamente durante la
búsqueda de las conexiones, comparando los diagramas con los miles
y miles de varves de la escala geocronológica sueca, y respecto a su
utilidad para las conexiones transatlánticas creo poder disipar estas
aprehensiones exponiendo el siguiente caso de mis investigaciones en
este país.
Para la conexión del diagrama del río Corintos, de Geer se vió obli.
gado a asumir que, en una parte de éste, faltaran tres varves y que
en tres partes diferentes faltara uno, como puede leerse en su publi-
cación. Para el no iniciado, quizá, una tal admisión pareciera aven-
turar toda la conexión; pero para aquél que está interiorizado de
estas investigaciones y conoce sus dificultades, semejantes admisio-
nes son ciertamente audaces, pero fundadas.
A pesar de todo el cuidado y diligencia adoptado en las medicio-
nes, varves aislados suelen escapar a ellas, porque los rasgos de los
YY ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
escurrimientos y los aplastamientos que los han destruído no han
aparecido tan distintamente como para ser observados, pero que in-
queridos por las conexiones, han sido hallados a menudo por nuevas
investigaciones. En el perfil del río Corintos me encontré con varias
zonas de escurrimiento que logré vencer.
Al río Corintos no he tenido oportunidad de volver, pero al com-
parar el diagrama del perfil del lago Buenos Aires con el del río Co-
rintos encontré que los varves inqueridos por de Geer estaban allí re-
presentados.
En vez del varve 843, que de Geer presumió ausente, falta en el
diagrama del río Corintos el varve 861, pero respecto a los demás
varves ausentes en este perfil, según de Geer, 876 y 993 y los tres
varves 1047 hasta 1049 él había dado precisamente en el blanco. Me
parece que la profecía de de Geer, hecha desde el Instituto geocro-
nológico de Estocolmo, no hubiera podido cumplirse si las combina-
ciones de varves en que la conexión se basa no fueran tan significati-
vas que permiten las comparaciones, autorizando las conclusiones
sacadas es decir : que las semejanzas de los diagramas geocronológl-
cos en cuestión significan la contemporaneidad de sus varves anuales.
Con lo expuesto creo haber demostrado que en los depósitos gla-
ciales con varves, la naturaleza nos brinda un gigantesco termógrafo.
De periódicas mediciones directas de la radiación solar disponemos
desde solamente hace unos 10 años, por los observatorios de Mount
Wilson y Mount Whitney en los Estados Unidos. En los varves anua-
les tenemos un medio para extender una curva solar hasta 15.000 años
atrás por lo menos, y quizá pronto alcance un tiempo todavía más
remoto. No es preciso acentuar la importancia de esto.
Ahora podemos afirmar, gracias a nuestras observaciones astronó-
micas fundadas en las excavaciones de los depósitos glaciales con
varves, que las variaciones anuales de la radiación solar deben ser
las mismas sobre toda la Tierra, y mis investigaciones aquí han dado
indicaciones definidas sobre la duración de los períodos, con carácter
de mutaciones del clima.
LA TÉCNICA. BASE DE LA DIPLOMACIA.
EN LAS CATARATAS DEL IGUAZÚ (1)
POR EL ING%0 CARLOS WAUTERS
Ex presidente del Centro Nacional de ingenieros; Ex profesor en la Facultad
de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires;
Representante del Gobierno Argentino al 3* Congreso Científico Latino Americano
celebrado en Río de Janeiro (1905), etc.
RÉSUMÉ
La Technique, base de la diplomatie, aux Cataractes de l'lguazú. — Pour le spé-
cialiste, 1'étude de l'aménagement des forces hydrauliques de la grande chute
de 1'Iguazú est prématurée : un pays qui, comme 1'Argentine, oublie ses propres
ressources intérieures d'énergie, ne peut envisager, de premier abord, une instal-
lation de jurisdiction internationale aussi importante que celle-lá. Le résultat des
longues études officielles pratiquées confirme cette impression.
Le régime de la riviére est tres irrégulier et le rendement de toute usine for-
cément réduit; le transport de la force á grande distance prime sur son prix de
revient a destination et exige, a plus forte raison, une régularité plus parfaite
du régime d'écoulement de ses eaux. L'auteur rappelle que l'étude d'un fleuve
doit comprendre celle de son bassin hydrographique. La rive brésilienne, aux
abords de la chute, n'a pas été relevée. De sorte que 1'étude officielle n”est que
préliminaire et trés incomplete.
D'ailleurs, la division du volume des eaux en parties égales pour les deux rive-
rains est une simple hypothéese dépourvue de valeur. En effet, nos traités inter-
nationaux ont établi la ligne de thalweg, qui, en droit international, est la plus
précise frontiere définitive. Il n'est plus question d'adopter la ligne moyenne,
ou d'admettre toute autre convention par raison d'analogie ou autre circons-
tance quelconque. La ligne de partage n'a pas été fixée á travers le superbe
amphitéátre qui sert de déversoir á la grande chute; et le volume d'eau, ou la
proportion du total qui appartient a 1"Argentine, est encore inconnu malgré les
grosses dépenses faites et les nombreuses années perdues.en études mal dirigées.
Les résultats sont donc décourageants.
L*étude intégrale du bassin supérieur s'impose. La régularité du régime des
eaux, par la construction de barrages, modifiera radicalement 1?aspect du proble-
(1) Conferencia dada en los salones de la Sociedad el 30 de octubre de 1930.
12 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
me; et la difficulté du transport a grande distance en subira l'influence favorable
d'une facon prépondérante. L*auteur prévoie l'existence d'une solution favorable
de cette étude d'ensemble, avec d'innombrables avantages pour le Brésil, tou-
jours bien supérieurs á ceux que peut obtenir 1'Argentine qui ne s'est pas encore
préoccupé sérieusement de l'aménagement de ses importantes forces hydrauliques.
Toutes les nations, surtout depuis la guerre, ont compris le besoin d'utiliser
les eaux internationales, non seulement pour assurer les exigeances cróissantes
de la navigation mais bien pour tirer parti de ses applications industrielles et:
pour le captage de force a bon marché. De nombreuses conventions réaffirment
les principes établis á ce sujet par le traité de Versailles; et si cela peut s*obte-
nir pour 1"Europe d*aprés guerre, il ne peut pas en étre autrement dans les pays
nouveaux, ou l1'entente cordiale peut parfaitement aboutir á des études d'associa-
tion d'intérets de haute valeur pour l'avenir.
L'Institut de Droit International, dans sa séance de Madrid, en 1911, a inter-
dit 1*emploi du courant sans consentement du voisin et dans celle de la Havanne,
en 1928, une proposition pour réduire la question á une reconnaissance d'indem-
nité n”eut pas de succes. L*auteur de la présente étude a soumis a la Seconde
Conférence Mondiale de l"Éuergie, tenue a Berlin en 1930, le projet d'une con-
vention générale pour faciliter la désignation de commissions techniques inter-
nationales mixtes qui permettent une étude, en commun, pour dresser les bases
précises que les conditions physiques, géographiques et hydrologiques révélent, et
permettre, au moment voulu, l'intervention diplomatique définitive pour arréter
lexécution des travaux, la formation des capitaux nécessaires, lexploitation des
installations, la distribution des bénéfices, etc.
Apres avoir fait ressortir que comme le Brésil est un pays riche en forces
hydrauliques admirablement bien distribuées sur son vaste térritoire, c'est á
1'Argentine qu'intéresse l'étude de la question que pose Iguazú, l'auteur signale
le grand intérét économique que représente, pour le pays, le fait de restreindre
la consommation de charbon qui nous vient du dehors et nous exige l'exportation
de gros capitaux. Nous pourrions les destiner a l1'amortissement des installations
que l'aménagement de nos forces réclame et qu'une seule génération d'usagers
se chargerait d*incorporer a notre avoir domanial.
Nuestra posición independiente en el ejercicio de la profesión, ya
sin vínculo alguno de carácter oficial, nos permite abrir juicio impar-
cial acerca del problema planteado por el aprovechamiento del salto
del Iguazú. Nuestras apreciaciones son de carácter estrictamente
técnico, sugeridas por el estudio sereno del tema, con absoluta pres-
cindencia del aspecto político o jurídico que pueda ofrecer, de modo
que no tienen otro alcance que el puramente personal que revisten.
No se ha publicado el pliego oficial conteniendo las instrucciones
entregadas a la comisión de técnicos que han estudiado el terreno
para señalarle normas de procedimiento, o fijarle el alcance de su
misión. En cambio, el informe final, que ha circulado con profusión,
trasluce un pesimismo muy marcado sobre los resultados prácticos
CICLO DE CONFERENCIAS 718
de la investigación realizada. Ello demostraría que la Dirección ge:
neral de navegación y puertos, en asunto un tanto ajeno a sus acti-
vidades corrientes, habría encarado el problema en términos dema-
siado restringidos, o que la comisión técnica les ha dado una inter-
pretación muy limitada.
No hay profesionai en la Argentina — como no debe liaberlo en el
Brasil — que no haya considerado prematura la realización de obras
destinadas a utilizar la energía disponible en aquel salto de jurisdic-
ción internacional, antes de utilizar las otras fuentes de energia lhi-
dráulica de que disponen ambas naciones en su propio territorio, de
amplia e indiscutible soberanía. No es entonces sorprendente, en
cuanto se refiere a la Argentina, aquel pesimismo oficial que sólo ha
confirmado opiniones generalizadas.
- Cien causas diversas contribuyen a despreocuparla de su riqueza,
netamente nacional, en energía hidráulica, distribuida con bastante
regularidad en su territorio; y no obstante ser ésta diez veces mayor
que la que puedan proporcionarle los saltos internacionales, entre los
cuales no es el Iguazú el de mayor potencia. Ello no es, por cierto,
razón suficiente para no formular estudios ilustrativos, cuya utilidad
se hará efectiva en el futuro.
En cuanto a pesimismo no debe haber pasado diversamente en el
Brasil, donde los aprovechamientos hidroeléctricos, numerosos €
importantes ya, han contribuído a formar un selecto cuerpo de inge-
nieros especializados en la materia, para cuyo ilustrado criterio no
pueden haber pasado desapercibidos los aspectos característicos del
salto internacional que nos ocupa.
La tarifa básica para la energía de origen hidráulico entregada al
consumo importa una simple retribución de servicio que no atribuye
valor propio a la materia prima usada, esto es al agua. En aquel
coste unitario predomina, para el caso del Iguazú, la influencia deci-
siva del transporte a larga distancia, dado el estado actual de su
técnica en constante evolución de progreso. El aumento de la poten-
cialidad de la fuente, no sólo puede influir en la reducción directa del
coste dle ese transporte, sino afectar la parte de precio que corres-
ponde al servicio prestado por la misma usina hidroeléctrica. La re-
gularización del régimen del río introduce, probablemente, en la so-
lución del problema, un eficaz factor de eficiencia cuyo alcance real
convendría conocer.
Así, pues, el estudio realizado, en su aspecto hidráulico, debe con -
siderarse de carácter preliminar, y como tal, muy incompleto. Ni si-
74 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
quiera señala la necesidad del estudio integral de la hoya hidrográ-
fica del río que falta por completo, indispensable según surge de
aquel mismo estudio y que debió constituir la conclusión más con-
creta y precisa de todo el proceso seguido hasta la fecha. Para ha-
blar del Iguazú hay que empezar por conocerlo; y un río no se co-
noce sino estudiando su hoya en todas sus características hidrológi-
cas e hidrométricas.
1
LA FRONTERA DIVIDE El. VOLUMEN DE AGUA Y EL CONDOMINIO
Del Pacífico ha llegado, pocos meses atrás, una noticia halagieña
para toda la América. Dos naciones hermanas han cumplido una
eran misión histórica al reconciliarse después de medio siglo de ar-
diente polémica. Es ejemplo saludable para desvanecer las últimas
diferencias surgidas del proceso originario de nuestras nacionalida-
des. Marca el procedimiento a seguir en el futuro para sellar, dentro
de la mayor armonía, las convenciones que requiera el desenvolvi-
miento de sus respectivas actividades.
En general, hay que reconocer lealmente que la mayor parte de
los conflictos han nacido de un deficiente conocimiento técnico pre-
vio de las cuestiones que los tratados procuraban resolver. De aquí
la evidente tendencia del derecho internacional público moderno de
buscar en la técnica que sea aplicable a cada caso concreto, el más
sólido fundamento de sus postulados, principios y acuerdos.
Los técnicos, en efecto, son tales cuando estudian los hechos do-
minados por la ética del perito honesto, sin cuidarse del interés di-
recto de las partes; sólo así surge la verdad, una e indivisible. Sobre
ella, los intereses en juego pueden levantar su juicio fundado y no
encubrir ya sorpresas en la aplicación de doctrinas más o menos en-
contradas, o de principios más o menos discutibles. Sólo la equidad
y la justicia prevalecen cada vez más respetadas.
Por suerte, la Argentina ha terminado satisfactoriamente la de-
marcación de sus fronteras internacionales de montaña. En las flu-
viales, en todos los tratados firmados, ratificados o no a la fecha, ha
adoptado un criterio uniforme, consignando, con la amistosa confot-
midad del vecino, la línea de thalweg para separar las soberanías
respectivas. :
El thalweg en alemán, o vaguada del valle en castellano, línea tra-
CICLO DE CONFERENCIAS TO
zada por los puntos más bajos que señalan su mayor pendiente y que
sigue el curso natural de las aguas que caen al mismo, es más pro-
piamente «el eje del thalweg, la línea del curso del río formada por
la continuación no interrumpida de las sondas más profundas »,
cuando se encara la definición para un río internacional en que el
uso predominante de las aguas es para fines de navegación. Así lo
exige el internacionalista Nys en fórmula equivalente a la de Calvo,
para el cual «la línea se estimará como pasando por la parte más
profunda y como por el centro mismo de la corriente del río, sin aten-
der a si este punto está más o menos inclinado a una de las orillas ».
Ésta es la línea más precisa en el derecho internacional público,
porque interesa a los ribereños tener soberanía, dominio y jurisdic-
ción con todos sus accesorios hasta el thalweg, la línea de las mayo-
res profundidades que, de preferencia, siguen los barcos. La línea
media de los antiguos tratados, o las arbitrarias posteriores, no tienen
sino un valor histórico convencional; y los tratadistas modernos
aceptan, justifican y recomiendan la de thalweg que traduce la doc-
trina más a propiada al río navegable, porque la han definido previa-
mente los técnicos con toda exactitud.
En el caso del río Iguazú el tratado celebrado en 6 de octubre de
1898 para completar, por «acuerdo amigable y directo » el trazado
de la línea divisoria con el Brasil, en la parte fijada por el laudo arbitral
del presidente Cleveland en 1895, ha establecido, sin referencia al-
guna al uso de las aguas para la navegación, el thalweg como línea di-
visoria en todo su curso. Tal es lo que determina claramente el ar-
tículo 3” al decir textualmente: « De la boca del río San Antonio la
línea seguirá por el thalweg del río Iguazú hasta su desembocadura
en el río Paraná, perteneciendo a la República Argentina la margen
meridional o izquierda del mismo río Iguazú y al Brasil la septen-
trional o derecha. » Otro tanto establece el artículo 1% para el límite
en la vertiente del río Uruguay, demostrando que ha dominado un
criterio uniforme, a este respecto, en el acuerdo recordado.
No hay, pues, confusión posible: el thalweg separa las dos sobera-
nías. No cabe buscar interpretaciones por analogía, en cuanto a la
línea divisoria. No hay para qué referirse al caso del tratado de Gan-
te, del 24 de diciembre de 1814, que aclarando el de 3 de septiembre
de 1783, firmado en París, para establecer la frontera entre el Cana-
dá y los Estados Unidos, repite a porfía las frases through the mid-
dle con expresa referencia a la línea media del espejo de agua y a la
navegación, along the middle of the River, o bien of the Lake.
76 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
La soberanía representa para el estado, dentro de su territorio li-
mitado por las fronteras, el derecho de dominio y jurisdicción en el
subsuelo, la tierra firme, los lagos, los ríos, el espacio aéreo; el de
usar y percibir sus productos, de disponer de su territorio con execlu-
sión de otras naciones; en una palabra, de mandar en él como poder
absoluto. Por eso en el Niágara, como la frontera del tratado dejaba
el 95 por ciento del volumen total de las aguas en el salto de las cata-
ratas en territorio del Canadá y sólo el 5 por ciento restante a los Es-
tados Unidos, éstos tuvieron que respetar los hechos naturales con-
sagrados y reconocidos, celebrando un acuerdo en mayo 13 de 1910,
para mejorar su proporción en la derivación del agua. Se fijó en algo
más del 35 por ciento a mérito de otras compensaciones ofrecidas
por los Estados Unidos y aceptadas por el Canadá.
Es así como el nuevo tratado adjudicó 566 metros cúbicos por
segundo para el territorio estaduense y 1019 metros cúbicos por se-
egundo para el canadiense, utilizados ya en la proporción de 557 y
1019 respectivamente. Alcanzado así el límite de utilización admi-
sible, las necesidades crecientes del consumo reclaman una deriva-
ción suplementaria de 283 metros cúbicos por segundo por cada lado,
con lo que vendrá a ser de 2231 metros cúbicos por segundo en total,
dejando todavía 2000 metros cúbicos por segundo en el río para sa-
tisfacer las exigencias de la activa navegación en el mismo. El con-
venio internacional necesario se discute actualmente en las asam:-
bleas políticas competentes.
En el Iguazú no podemos proceder en forma distinta. No nos inte-
resa, por ahora, saber si pasa mayor volumen de agua sobre los sal-
tos de la costa vecina o de la nuestra. La frontera divide y separa el
caudal de agua en dos partes iguales o no. El técnico debe precisarlo
con toda exactitud, sin cuidarse de saber a quién ha favorecido la
naturaleza, dentro del texto expreso del acuerdo de las altas partes
contratantes. No se ha discutido si las islas del territorio vecino son
más numerosas, de mayor área o más valiosas que las nuestras: la
frontera no ha cuidado el detalle, porque el laudo arbitral y el tratado
que lo aclaraba, se propusieron no empequeñecer la solución de un
alto propósito de armonía internacional contemplando cuestiones su-
balternas. |
Si los ingenieros que han estudiado el aprovechamiento hidro-
eléctrico del salto del Iguazú han supuesto un reparto de la energía
disponible por partes iguales, no han comprometido con ello los in-
tereses de la Argentina; no estaban autorizados para hacerlo. De-
CICLO DE CONFERENCIAS 7
nuncian que no han podido estudiar la costa vecina porque el técnico
que los acompañaba, representante del Brasil, no tenía instrucciones
para permitirlo. En tal forma, ellos tampoco, sin previo estudio ni
instrucciones fundadas en su resultado, pueden atribuir a ese supuesto
otro alcance que el de una simple hipótesis para orientar sus cálculos
y reflexiones, y poder formular sus conclusiones de carácter pura-
mente preliminar.
El derecho argentino es idéntico al brasileño en el Iguazú. La
frontera divide la catarata en dos tramos bien definidos y separa sus
vertederos e islas, así como el volumen de agua que corresponde a
cada uno de los vecinos. Como en el Niágara, vendrá aquí la solu-
ción respetando líneas de división de definición distinta, porque son
diferentes los tratados que las establecieron. Es lo que ha reconocido,
por otra parte, una de las más altas autoridades técnicas del Brasil
y a la vez descollante figura de la política nacional, el ingeniero doc-
tor Paulo de Frontin, senador y director de la Escuela politécnica de
Río de Janeiro que tuvimos el honor de conocer y admirar personal-
mente en 1905, en su carácter de director de las obras de apertura
de la gran avenida Central de la hermosa capital, hoy avenida Río
Branco. Una operación, de índole esencialmente técnica, debe preci-
sar los extremos del problema, para evitar supuestos e hipótesis des-
tinados a introducir confusiones lamentables, en asunto perfecta-
mente definido por acuerdo de las partes contratantes y que, de
común acuerdo, sólo los técnicos deben establecer directamente en
el terreno.
TI
EL ESTUDIO TÉCNICO PRELIMINAR LLEGA A CONCLUSIONES
DESCONCERTANTES
Hay que reconocer que el propósito perseguido por el decreto ar-
gentino del 24 de julio de 1919 no se ha llenado satisfactoriamente.
La Dirección general de navegación y puertos del ministerio de Obras
públicas de la nación fué autorizada para realizar estudios que per-
mitieran determinar la potencia efectiva de las caídas del Iguazú; y
a completarlos, con los de orden técnico y económico indispensables,
para fundamentar un anteproyecto de utilización y transporte de
esa potencia hasta los grandes centros de consumo del país.
Los resultados, después de varios años de investigaciones, son
78 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
francamente deplorables. La energía hidroeléctrica que, antes de la
gran guerra, se obtenía a precio seis veces menor que la térmica, re-
sultaría, en este caso, de igual coste que la obtenida en una super-
usina térmica situada en Buenos Aires, en su propio puerto y que
consumiera combustible importado.
Con el proyecto elaborado sería siempre indispensable establecer
aquí una usina térmica auxiliar para95.000 kilowatios y prever la capa-
cidad reguladora diaria asegurada con un embalse proyectado de sólo 2
metros de altura y 4,5 hectómetros cúbicos de capacidad, a efectos de
neutralizar los períodos críticos del régimen del río y responder a las
modalidades del consumo diario en Buenos Aires que alcanza un pico
máximo de 250.000 kilowatios. El gasto previsto pasa de 200.000.000
de pesos moneda nacional: comprende 500.000 de pesos moneda na-
cional para la presa que sólo ocuparía con el remanso de las aguas
el cauce mismo del río, arriba del salto, 24.000.000 de pesos moneda
nacional en la usina térmica auxiliar en esta capital, 48.000.000 de
pesos moneda nacional para la usina hidroeléctrica en el Iguazú y el
saldo, de más de 125.000.000 de pesos moneda nacional, para la línea
de transmisión. Nótese que para obtener en Buenos Aires aquellos
mismos 250.000 kilowatios sin usina térmica sería necesario dispo-
ner en el Iguazú de 600 metros cúbicos por segundo, siempre bajo la
base de utilizar la mitad del caudal total de aguas.
El río Iguazú es de régimen netamente pluvial. Su hoya hidrográ-
fica de 62.000 kilómetros cuadrados recibe 2000 milímetros de preci-
pitaciones meteóricas anuales, con un acentuado derrame que alcan-.
za al 50 por ciento. Sus aguas resultan de régimen irregular, como lo
son aquellas precipitaciones ; y el caudal oscila desde un mínimo me-
dido de 238 metros cúbicos por segundo, calculado como posible de
209, hasta 4743 metros cúbicos por segundo observado, también cal.
culado como posible de 12.500 metros 'cúbicos por segundo, vale de-
cir con relación de máximo a mínimo de 61. Es fácil, entonces, com-
prender que la potencia disponible pase de 170.000 a 7.000.000 HP,
con una media probable de 1.450.000 HP, correspondiente a un cau-
dal medio probable de 1971 metros cúbicos por segundo, aun cuando
el observado sólo haya sido de 1746 metros cúbicos por segundo, re-
sultado de los aforos realizados en muy pocos años.
No necesitamos otros elementos para justificar los resultados al-
canzados con los estudios hechos. La influencia preponderante del
caudal de agua sobre el valor de la potencia es mayor que la debida
a la altura del salto. Si aquél es irregular, como en todo río de régi-
CICLO DE CONFERENCIAS 79
men pluvial, debe buscarse la regularización del mismo para resolver
el problema de la utilización intensa del salto. Ello es tanto más ne-
* cesario cuanto que el transporte, a 1200 kilómetros para servir los
grandes centros de consumo actual, no sólo resulta costoso, sino que
reduce la energía utilizable en proporción apreciable.
En el Iguazú, no hay propiamente, <«hulla blanca » que utilizar,
ateniéndonos a la definición que Bergés dió a la que le proporciona-
ban los deshielos de los Alpes, regularizadores incompletos de régi-
men. Aquí es más propiamente «hulla verde o amarilla », pues la
abundante vegetación subtropical de la hoya sólo atenúa, en forma
limitada, el anormal derrame pluvial, sin alcanzar a detener los arras-
tres arcillosos que colorean las aguas de las crecidas. Son, además,
aguas que ningún lago retiene ni regula en el recorrido superior del
río de más de 1300 kilómetros ; aguas que bajan desde los 900 metros
de altura sobre el nivel del mar, casi 8500 metros antes de las catara-
tas, pero de las cuales más de 160 metros se pierden en varios saltos
distribuidos en la hoya hidrográfica superior, escalonados en todo el
curso que sólo sirve de frontera en sus 115 kilómetros inferiores y en
cuyo tramo está situada la mayor catarata, o mejor dicho, la más co-
nocida, ya que existen algunos otros saltos notables por su altura y
belleza, como el Santiago y el Ozorio entre los superiores.
El coeficiente de utilización en el aprovechamiento del Iguazú, en
sus condiciones actuales, resulta ínfimo al extremo de ser prohibiti-
vo bajo el punto de vista económico, más que todo en razón de un
factor ajeno al salto mismo. El transporte de la energía disponible a
larga distancia complica la solución del problema. Y así se presentan
dos cuestiones íntimamente vinculadas, cuyo estudio y solución debe
interesarnos por igual.
No es admisible que auspiciemos, sin reservas, la creación de usi-
nas térmicas, a base de consumo de combustible que no tenemos en el
país, cuando al mismo tiempo, los países que lo tienen en sus propias
entrañas tratan de ahorrarlo, resolviendo, sin escatimar esfuerzos ni
rehuir cuantiosas inversiones, el aprovechamiento intensivo y Cre-
ciente de sus fuentes de energía hidráulica, por limitadas que parez-
can. Con más razón se esmeran en esta empresa, considerada de inte-
rés público, los países que, como Italia por ejemplo, importan todo el
carbón que cousumen, al igual de la Argentina.
.
30 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
¡001
DEBE REALIZARSE UN ESTUDIO INTEGRAL
DE LA HOYA HIDROGRÁFICA
El Iguazú no ha perdido sus caracteres de río por el hecho de ser
internacional, esto es separar dos estados y estando a la definición
que de ellos se formuló en el congreso de Viena en 1815 y que tuvo
en cuenta, más propiamente, el uso de las aguas para la navegación.
La clasificación de «río de interés internacional » adoptada más tar-
de en la conferencia de «Comunicaciones y tránsito» de Barcelona
en 1921, para subrayar la diferencia que existe entre el dominio de
un río y el uso de sus aguas para la navegación, no altera la situa-
ción creada en el Iguazá por el tratado de 1898 al que nos hemos re-
ferido al principio.
Aquellas convenciones contemplan ríos navegables. Nuestro trata-
do, en cambio, fija una frontera fluvial, sabiendo ambas partes con-
tratantes que no hay navegación sino en un corto tramo que ni
siquiera se menciona en el texto del mismo. El río debe, pues, ser es-
tudiado por el técnico con absoluta independencia de su clasificación
en el derecho internacional, interesándole reconocer que, por ser de
régimen pluvial, es irregular; y que, en tal caso, sólo cabe una solu-
ción racional para hacer posible su utilización provechosa. La regu-
larización del régimen por la construcción de embalses compensado-
res, ubicados en los sitios señalados por la misma naturaleza como
más apropiados.
Desde luego, la extensa hoya hidrográfica superior debe presentar
varios de éstos. Surgirá la necesidad de formular estudios compara-
tivos para elegir los emplazamientos mejores, o más económicos, 0
que a la vez satisfagan plenamente necesidades locales o regionales.
Es de toda evidencia que la regularización de régimen, al pasar del
caudal crítico de 200 metros cúbicos por segundo y acercarse al gas-
to medio de 1900 metros cúbicos por segundo, ya que sería probable-
mente imposible alcanzarlo totalmente, beneficiará especialmente los
intereses de la mima hoya, evitando los daños y perjuicios de las
inundaciones, o normalizando todos los usos posibles de las aguas, 0
haciendo viables otros nuevos. Con todo ello el Brasil se beneficiará
en más alto grado que la Argentina, como consecuencia lógica de su
soberanía indiscutible en la hoya, y la circunstancia de recorrerla el
CICLO DE CONFERENCIAS. 81
río por un trecho doce veces mayor que el internacional, y disponer
también, de doce veces mayor desnivel, con un coeficiente de utiliza-
ción comparable en la producción de energía.
No interesa saber aquí, si el Brasil repetiría frente a la Argentina
la tesis que Bolivia opuso a Chile con motivo del uso de las aguas
del río Mauri, que no es navegable. El Iguazú es de uso .internacio-
nal, afñuente principal de una arteria navegable como el Paraná; y
además, alimento exclusivo del salto de posible uso internacional di-
vidido en dos partes por la frontera del tratado de 1598. Aun cuan-
do en la hoya hidrográfica sostuviera, y con justa razón, su soberanía
nacional exclusiva, la regularización de régimen que se impone para
cualquier aprovechamiento inteligente, ningún perjuicio causaría a
los vecinos, sino muy al contrario : son ventajas comunes las que de
ella deben esperarse, sin entrar a juzgar, por ahora, la proporción del
beneficio derivado para uno u otro de ellos.
Es muy cierto que si el Brasil, para llenar sus propias necesidades,
se viera en el caso de regularizar el régimen de las aguas del Iguazú,
se beneficiarían todos los aprovechamientos inferiores, inclusive los
de la Argentina. Pero es aquél un país tan privilegiado por la abun-
dancia de agua y con un sistema orográfico tan apropiado para facili-
tar la creación de saltos cuando no existen naturales, que se balla,
en gran parte de su inmenso territorio, en condiciones de habilitar-
los en los mismos centros de consumo ya poblados, sin necesidad
de recurrir al costoso transporte desde grandes distancias.
Por otra parte, la población de la hoya del Iguazú es escasa toda-
vía; y para satisfacer sus propias necesidades resulta muy remota la
oportunidad de aquella regularización del régimen del río, o de algu-
no de sus afluentes. Si sus hoyas vecinas no necesitan tampoco de
esos recursos porque tienen los propios, esa oportunidad se hace aún
más remota; y por ende, la Argentina no puede esperar aquella ini-
ciativa del país hermano, puesto que no le resulta necesario, por el
momento, aun cuando no le sea perjudicial. Y esa situación perdura-
rá por varias generaciones, sin duda alguna.
En cuanto a la Argentina, su centro actual de consumo de energía,
uso único que de las aguas del Iguazú le interesa, por ahora al me-
nos, está ciertamente distante del salto aprovechable. Pero aquél se
desplazará en un porvenir que no debemos suponer muy remoto, port-
que Buenos Aires no podrá, sin duda, seguir concentrando, sin me-
«dlida, población y actividades, especialmente las industriales que se
verán en el easo ineludible de acercase al mismo centro de produc-
AN SOC. CIENT. ARG. — T. CXIII 6
82 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
ción de sus respectivas materias primas fundamentales, nobles y mál-
tiples en la zona de Misiones y circundantes. La población empieza
a comprender las ventajas del transporte por agua y el índice de su
crecimiento en nuestra mesopotamia es sugerente. El fomento bien
entendido hará surgir esas regiones un tanto olvidadas. El despobla-
do que existe hoy, entre el Iguazú y Buenos Aires, desaparecerá cier-
tamente antes que el Brasil sienta la necesidad de poblar la hoya hi-
drográfica del Iguazú.
Una circunstancia especialísima para la Argentina se presenta en
nuestra zona misionera. Se ha afirmado que la región es interesante
bajo el punto de vista de la explotación de sus yacimientos de hierro
y por la existencia de abundantes bosques para hacer posible la reduc-
ción de los minerales. El transporte por agua, de materias primas O
de productos elaborados, contribuirá al éxito de una industria nueva
en el país, de carácter fundamental y que, previos los estudios indis-
pensables, puede resultar de gran importancia nacional.
No olvidemos que las industrias electrometalúrgicas y electroquí-
micas son las que consumen la mayor proporción de la energía pro-
veniente de la explotación de saltos de agua. En Suecia, por ejemplo,
el estado construye las grandes usinas por su cuenta, vende la ener-
cía a precio de coste y así fomenta industrias esenciales para la pros-
peridad de la nación. En 1925, el 75 por ciento de toda la energía
consumida en ese país provenía de instalaciones hidráulicas. El estu-
dio integral del Iguazú comprende el de estas posibilidades indus-
triales.
Vale decir que por muchas causas, y entre las principales, la ma-
yor escasez de fuentes de energía y la menor extensión territorial en
zonas de fácil acceso fluvial navegable, para la Argentina el aprove-
chamiento del Iguazú se impondrá con más premura que para el Bra-
sil; no hay razón para ocultarlo o disimularlo. Se ha demostrado que
en el mismo litoral fluvial tenemos otras fuentes de energía de explo-
tación posible mayores que la del Iguazú. Y por otra parte, en el in-
terior del país, con absoluta soberanía de dominio, existen más de
treinta millones de HP utilizables, distribuídos con bastante regula-
ridad, aun cuando predominen las fuentes andinas alimentadas con
deshielos y con enormes lagos reguladores de régimen en la región
del sur.
Es preciso ir formando la conciencia nacional respecto a estos pro-
blemas. Sostener, por ejemplo, como se ha hecho oficialmente, que el
transporte del carbón hasta nuestros puertos es indispensable para
CICLO DE CONFERENCIAS 83
impedir el alza de los fletes marítimos que gravitan sobre la exporta-
ción de los productos de nuestras industrias madres, importa desco-
nocer que los vapores que hacen ese transporte, con tarifas siempre
más altas que para otros productos en razón de los riesgos y peligros
que entraña, vuelven casi siempre vacíos a su destino, sin llevar ce-
reales. El alza en los fletes, según se ha publicado últimamente, pro-
viene de la dificultad de acceso a nuestros puertos y de la deficiencia
en la organización de sus servicios de explotación.
Por otra parte, aun cuando así no fuera, el valor del carbón consu-
mido en usinas térmicas dentro del país, es capital substraído al tra-
| bajo nacional y factor desfavorable en nuestra balanza de pagos in-
ternacionales. Es razón que bastaría por sí sola para hacernos preferir
siempre la energía de origen hidráulico a la térmica, aun a igualdad
de precio, si no hubiéramos cometido, por falta del estudio integral
del problema que se planteaba y con toda la anticipación necesaria,
el grave error de conceder la construcción de grandes usinas térmi-
cas en el mismo puerto de la capital. Ello nos impone, ahora, alcan-
zar precios más reducidos para poder conquistar el mercado del gran
consumo de energía : en la lucha tendrá que triunfar la causa nacional.
Recuérdense, además, las penurias de todos nuestros servicios pú-
blicos explotados a base de consumo de energía durante la guerra
mundial y el encarecimiento inusitado del único combustible que nos
quedaba disponible, la leña, de evidente insuficiencia para el gran
consumo en tales casos. Las usinas térmicas entrañan un error para
el país ; la nación debe buscar, por todos los medios a su alcance, la
forma de reemplazarlas, ya que no puede suprimirlas, en razón de la
demanda creciente de energía que el progreso reclama cada vez en
mayor escala.
No nos sorprendamos de las cifras. Nuestros técnicos han calculado
que no pasarán diez años sin que el gran centro consumidor de energía
en el país exija anualmente tres mil millones de kilowatios hora que en
usinas térmicas consumen un millón y medio de toneladas de carbón,
que a 20 pesos moneda nacional por tonelada, representan un gasto
anual de 30.000.000 de pesos moneda nacional que salen del país. Si
nuestros saltos ahorran este gasto en materia prima, las obras pueden,
por este solo concepto, insumir 500.000.000 de pesos moneda nacio-
nal : su interés y amortización de 6 por ciento, por ejemplo, compensa
aquel desembolso anual. En aquella forma el capital queda perdido
para la Argentina; en esta otra, el esfuerzo de una sola generación
incorpora las obras al patrimonio nacional, totalmente amortizadas.
34 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
IV
PROBABILIDAD DE HALLAR UNA SOLUCIÓN VENTAJOSA
Para la Argentina el estudio del aprovechamiento del salto del
Iguazú no puede, ni debe perder actualidad. Las características hi-
dráulicas del río no escapan a las reglas corrientes de la hidráulica
general que señalan normas para ese estudio y para deducir del mis-
mo sus aplicaciones prácticas, independientes de la clasificación polí-
tica o administrativa del río. La diplomacia debe intervenir si el río
es de interés internacional, pero en la hora oportuna. El problema
técnico que se plantea es el primero que debe encararse con sereni-
dad y sin apaslionamientos, para no lesionar intereses encontrados que
deben transformarse, si los hubiere, en concordantes : el técnico pue-
de hallar siempre esos puntos de coincidencia.
La civilización tiende a reemplazar, en todas partes, las zonas mi-
litares por otras industriales, cuyo desarrollo y progreso hacen surgir
necesidades imprevistas que los descubrimientos modernos despier-
tan con mayor frecuencia. Los conflictos de vecindad no se provocan,
en general, sino por falta de previsión oportuna. El entendimiento es
siempre posible a base de exponer las situaciones respectivas crea-
das, en sus términos reales y verdaderos. Los técnicos son los aseso-
res indispensables para precisar las negociaciones definitivas; pero
deben, previamente, estudiar los problemas a ventilar, fundándose
en el conocimiento objetivo de los hechos y no en simples conjeturas.
En el caso del Iguazú, las descripciones comparativas frecuentes
que se hacen de sus saltos, provocan un interrogante muy justificado.
En efecto, cuando se habla de «la visión maravillosa» que ofrece al
turista, de «la belleza incomparable » del panorama y «del volumen
de agua que se precipita», volumen que se asegura mayor que en los
saltos del Niágara y del Victoria, se hacen afirmaciones que dan la
sensación de que la regularización de esa masa de agua resulta em.
presa fantástica. Se publican fotografías múltiples y se reproducen
cifras comparativas frecuentes que, sin embargo, la justifican. Así se
escribe que en el Niágara y en el Victoria hay un caudal 35 por cien-
to menor que en el Iguazú y que se precipita desde mayor altura sólo
en el salto africano.
De tal modo, la catarata del lguazú aparece de mayor importan-
cia, pero clasificada sólo de « Pintoresca », mientras que el Niágara
CICLO DE CONFERENCIAS 85
resulta la « Poderosa » y « Asombrosa » la de Zambeze. En otros tér-
minos, el Iguazú no es más que pintoresco, cuando el Niágara con
menor descarga y menor altura resulta salto poderoso; y con igual
descarga pero doble altura el salto Victoria es asombroso. ¿ Cómo ex-
plicar estas contradicciones que el turista traduce en su clasificación
de impresión simplista, sin profundizar conceptos ni extremar la sín-
tesis de sus comparaciones ?
La comisión técnica argentina, en su estudio preliminar, ante el re-
sultado de sus investigaciones, no ha insinuado siquiera la posibili-
dad de hallar en el análisis integral del problema hidráulico plantea-
do, la solución impuesta por la naturaleza. Se justifica, entonces, que
puedan abrigarse dudas respecto a la posibilidad de una sistematiza-
ción como la requerida en el caso que nos interesa.
El Niágara es el emisario de cuatro grandes lagos reguladores de
régimen : su derrame es menor que el del Iguazú, pero más uniforme.
La hoya hidrográfica del Duero español es mayor que la del Iguazú ;
pero su derrame medio anual sólo es el 10 por ciento. Las com-
paraciones no pueden ser excluyentes, porque cada caso presenta sus
características propias; ni por el volumen del derrame ni por la ex-
tensión de su hoya, resulta único ni extraordinario el Iguazú en
materia de aprovechamientos hidroeléctricos resueltos con provecho,
en el estado actual de su técnica.
Si bien el Iguazú descarga en el año, en régimen irregular, de 53 a
60 kilómetros cúbicos de agua, presenta dos crecidas durante ese
tiempo, en febrero y octubre, de mayor valor absoluto esta última,
con una bajante acentuada en mayo ; y dos crecidas menores en ene-
ro y agosto. Los técnicos, analizando las modalidades del régimen.
dentro de las reservas impuestas por el corto período de observacio-
nes disponibles hasta la fecha, afirman que, durante 180 días hay
caudal superior 4 1540 metros cúbicos por segundo, esto es superior
al gasto característico medio anual y que sólo es inferior a 900 me-
bros cúbicos por segundo durante tres meses, con algunos períodos
críticos cortos, con no menos de 250 metros cúbicos por segundo,
muy extraordinariamente de 200 metros cúbicos por segundo. Eso
equivale a establecer que para normalizar el gasto en 1500 metros
cúbicos por segundo, por ejemplo, sin alcanzar el aprovechamiento
del medio observado ya de 1746 metros cúbicos por segundo, ni el
probable de 1971 metros cúbicos por segundo, bastaría hallar empla-
zamientos apropiados para una reserva integral de 10 a 15.000 hee-
tómetros cúbicos.
86 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Ello no resulta imposible ni mucho menos inverosímil. Los citados
técnicos adelantan que, probablemente, en el mismo salto del Iguazú
una presa de 20 metros de altura sería suficiente para embalsar agua
en cantidad de 2000 hectómetros cúbicos. La falta de levantamientos
en la costa brasileña impide afirmarlo. Si así fuera, siempre que el te-
rreno lo permitiera por su configuración topográfica y toda vez que la
capacidad de la hoyada aumentara fuera de toda proporción con la al-
tura del agua retenida, con una presa de 50 metros tendríamos una
reserva de 12.000 hectómetros cúbicos, y de 18.000 con una de 60
metros.
Aun cuando la construcción de un solo embalse suele ser preferi-
ble, bajo el punto de vista económico, a la de varios de capacidad con-
junta equivalente, la solución más acertada para que la regularización
de régimen produzca beneficios máximos, en todo el recorrido de
aguas abajo y desde los puntus elegidos para emplazamiento de los
diques, será probablemente la última : es cuestión que resultará del
estudio de toda la hoya. Su reconocimiento previo permitiría orienta-
ciones interesantes al respecto y los estudios comparativos ulteriores
darían luego soluciones más precisas.
Son obras que siempre resultarán importantes. Para formarse idea
de su coste es indispensable poder formular antes los proyectos res-
pectivos. Pero de todos modos, para juzgar de su oportunidad y de
los beneficios que se derivarían de su construcción, basta calcular lo
que representarían para nuestra economía nacional : los que alcanza-
rían al Brasil son mucho mayores y de todo orden.
La potencia en los ejes de las turbinas vendría, redondeando ei-
fras, de 1.200.000 HP, o sea de 850.000 kilowatios en las barras de
la usina generadora, construída en el salto. Su transporte a Buenos
Aires daría una potencia de 660.000 kilowatios, con pico admisible
doble y factor de carga de 0,5 en día de consumo máximo. Aquella
energía representa más de 7000 millones de kilowatios en el año de
consumo permanente y en el salto, lo que equivale a un consumo de
carbón de 3.500.000 toneladas, que al precio de 20 pesos moneda
nacional la tonelada, importa un gasto anual de 70.000.000 de pesos
moneda nacional, calculado al pie de la misma usina.
El ahorro anual de combustible representa el interés y amortiza-
ción a 6 por ciento de un capital invertido en obras de 1150 millones
(le pesos moneda nacional. Aun cuando calculáramos la economía de
combustible con energía transportada con pérdida a Buenos Aires,
resultaría una inversión de 60.000.000 de pesos moneda nacional anua-
CICLO DE CONFERENCIAS 87
les, que justifican obras de 1000 millones de pesos moneda nacional.
Repitamos que el combustible consumido es un drenaje anual y
permanente de capital perdido para el país, mientras que las obras
que lo suprimen quedarían amortizadas en pocos años, definitivamen-
te incorporadas al patrimonio nacional. Véase cómo el problema a re-
solver es de aquellos que no deben arredrarnos : su propia magnitud
indica la necesidad del estudio integral que pregonamos y que consi-
deramos imprescindible como paso previo a toda otra gestión.
Tampoco debe ser antecedente que nos alarme el hecho de que
una empresa, como la Hispanoamericana de electricidad, haya he-
cho realizar algunos reconocimientos y estudios, desistiendo de eje-
cutar obras en el Iguazú y resolviendo la construcción de una gran
usina térmica en el puerto de esta capital. Las cuestiones internacio-
nales son de tramitación demasiado penosa para empresas industria-
les apremiadas por las necesidades de su clientela. No pueden em-
barcarse en problemas de la índole del que se presenta a resolver en
el Iguazú. Al gobierno corresponde ventilar el programa amplio que
allí debe resolverse, y no reclamar la intervención de empresas sino
en el momento de las realizaciones concretas e inmediatas. Sus inte-
reses no son exactamente los del estado que debe resolverlos, en sus
fundamentos técnicos previos y esenciales, con sus propios profe-
sionales y no con los de empresas interesadas. Tampoco habrá que
extrañar que opusieran, ahora, reparos a nuevos estudios comple-
mentarios que pudieran revelar la posibilidad de ejecutar obras de
competencia, frente a sus propias instalaciones en explotación.
V
ANTECEDENTES INTERNACIONALES
Felizmente existen ya valiosos antecedentes que han señalado el
procedimiento a seguir en el caso del Iguazú, aun cuando se trate
aquí del aprovechamiento de sus aguas para usos distintos y ajenos
a la navegación, preocupación exclusiva en los acuerdos y tratados
internacionales de la centuria pasada. Casi a un siglo de distancia,
los Estados Unidos de Norte América y el Canadá, precisamente
por esto, perfeccionaron en 1910 su tratado anterior relativo al Niá-
gara. El progreso industrial de los dos países reclamaba, no sólo en-
carar el uso de las aguas para mejorar la navegación sino para la pro-
88 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
ducción de energía hidroeléctrica: los contratantes no alteraron los
conceptos fundamentales del antiguo tratado, ni modificaron la fron-
tera que fijaba, sino que zanjaron dificultades para la explotación ul-
terior de la energía allí disponible, entrando resueltamente en el terre-
no de las compensaciones recíprocas, por acuerdo directo y amigable.
En términos ya más generales, el tratado de Versalles en 1919,
reglamentó la utilización industrial de los ríos internacionales como
el Elba, Oder, Vitava, Meno, Danubio, Rhin y el Mosela, porque
los acuerdos anteriores sólo habían previsto los intereses de la nave-
eación. Instituyó comisiones internacionales para fiscalizar la apli-
cación de las convenciones establecidas y perfeccionar la utilización
más amplia de las aguas. )
Después de la guerra mundial y al amparo de estas saludables en-
señanZas, Suecia y Noruega hacen lo mismo por convenio mutuo.
Más tarde, Alemania y Luxemburgo acuerdan el aprovechamiento
del caudal de los ríos fronterizos de Our e Irsen, construyendo un
enorme embalse compensador, con alto dique para formar un extenso
pantano que cubre varias aldeas y granjas reconstruídas en la ve-
cindad, invirtiendo en las obras más de 500.000.000 de francos,
aportados por ambas naciones y por una empresa que se asegura la
explotación de una de las mayores usinas hidroeléctricas de Europa.
Más recientemente, en 1927, España y Portugal, después de apa-
sionados debates, sostenidos durante más de 20 años, y eliminadas
las divergencias felizmente Zanjadas tras laboriosas negociaciones
celebradas en Lisboa, han firmado un tratado para la utilización de
los saltos internacionales del río Duero, fronterizo en corto tramo.
Su hoya hidrográfica, en España, cubre 79.097 kilómetros cuadrados;
y como el régimen de sus derrames es irregular, se construyen varios
embalses en el mismo río y en algunos de sus afluentes, invirtiendo
400.000.000 de pesetas. La regularización del régimen de aguas perml-
tirá utilizar 655.000 HP en España y 285.000 HP en Portugal. Una
serie de compensaciones recíprocas se han tomado en consideración:
el tramo internacional se ha dividido en dos secciones de distinta
longitud y de diferente desnivel. Se crea una comisión internacional
para aplicar el convenio, formada por tres delegados de cada nación,
llevando al arbitraje las diferencias que surjan, siendo el superárbi-
tro un jurisconsulto, designado por el Tribunal permanente de jus-
ticia de La Haya, para los asuntos de carácter jurídico, o por un inge-
niero, nombrado por el Instituto politécnico de Zurich, si la materia
objeto de la discusión fuera de carácter técnico.
CICLO DE CONFERENCIAS 89
Otro caso, si bien limitado al objeto primordial de atenuar los de-
sastrosos efectos de las inundaciones, nos presenta la hoya del Ohio
en Estados Unidos de Norte América, en la cual una de las tributa-
rias, la del Miami con 11.000 kilómetros cuadrados de superficie y cre-
cidas calculadas, para 1913, en 10.700 metros cúbicos por segundo,
resuelve la regularización para un caudal supuesto de 40 por ciento
mayor, o sea para 15.000 metros cúbicos por segundo aproximada-
mente, con la construcción de cinco embalses reguladores.
Recordemos, para terminar, el dique Hoover, recién empezado, en
el cañón Boulder, curso superior del río Colorado, al oeste de los
mismos Estados Unidos de Norte América, muro de 210 metros de
altura, construído para formar un pantano de 38.000 hectómetros cú-
bicos de capacidad, regular descargas hasta de 8500 metros cúbicos
por segundo, utilizar 1.250.000 HP de fuerza motriz, regar más de
400.000 hectáreas nuevas, con un presupuesto previsto de 165.000.000
de dólares a invertir en siete años de trabajo. Resuelta la financiación
con el concurso del gobierno federal, el de varios estados interesa-
dos, municipios, ciudades y grandes compañías, con mayor razón
puede resolverse oportunamente nuestro caso, con el aporte de po-
derosas empresas concesionarias, amparadas por dos naciones como
las nuestras, una vez que se hayan realizado verdaderos estudios
completos.
No necesitamos más ejemplos: la amistosa disposición de las altas
partes contratantes y el sincero propósito de proceder en armonía,
permiten hallar siempre soluciones convenientes. La Argentina tie-
ne, por otra parte, un antecedente en su haber que, si bien no se re-
fiere al uso de aguas, se adoptó para fijar, en su propio territorio, el
mejor trazado de un ferrocarril hacia Bolivia. Su prolongación desde
Salta o Jujuy hasta la frontera, muy discutida entonces, dió margen
a un convenio internacional para acordar la designación de una co-
misión de estudios que se formó con tres ingenieros, dos argentinos y
uno boliviano para el trazado en territorio argentino; y dos bolivianos
y uno argentino en territorio boliviano. En esta forma sencilla e in-
terviniendo técnicos fué zanjada la disidencia, promovida dentro del
país por intereses regionales encontrados pero que podía afectar al
país vecino; en definitiva, se adoptó para la prolongación de nuestra
red ferroviaria hacia el norte, el trazado por la quebrada de Huma-
huaca hasta la Quiaca, en la misma frontera, y hasta Tupiza, en ple-
no territorio de Bolivia.
90 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
ol
SE IMPONE EL ESTUDIO INTEGRAL POR UNA COMISIÓN
TÉCNICA INTERNACIONAL
El Instituto internacional reunido en Madrid en 1911, ocupán-
dose de la explotación de los ríos internacionales, declaró que nin-
gún país ribereño podía utilizar la corriente sin consentimiento del
vecino. En otros términos, estableció una restricción al concepto de
la soberanía amplia, de tal modo que no puede realizarse obra algu-
na sin el acuerdo previo de las partes interesadas. Y como al mani-
festar su oposición, el colindante no está obligado a justificarla, aque-
lla norma de procedimiento representa «un poder negativo », según
se ha sostenido con acierto.
Al pretender substituirla por una fórmula jurídica que, a la vez
que garantice el derecho de todos, refuerce y estimule el progreso
sin oponerle trabas, en la conferencia de la Habana, celebrada en
1928, se procuró consagrar un principio de más amplia libertad de
acción, sujeta al pago de indemnización de perjuicios al ribereño
opuesto, si los hubiera, interviniendo un árbitro en el caso de falta
de conformidad de partes en su apreciación.
La docta asamblea se consideró inhabilitada para adoptar una
convención obligatoria, de términos demasiado generales y en mate-
ria tan delicada, pues dejaría al ribereño interesado el cuidado de
juzgar de las conveniencias del otro. El procedimiento era demasia-
do compulsivo para que pudiera prosperar; no es lo mismo ejecutar
obras que verificar simples estudios.
Ante esta situación, particularmente desventajosa para las nacio-
nes poco pobladas y con escasos intereses creados, en cuyos territo-
rios no ha habido oportunidad ni recursos para practicar estudios
que, en las antiguas y más evolucionadas, se practican y multiplican,
y se hacen públicos sin reparo alguno, hemos considerado indispen-
sable buscar la forma de facilitar el estudio previo de los problemas.
hidráulicos de interés común a dos o más países vecinos, simple re-
levamiento de hechos realizados por comisiones mixtas internaciona-
les, sin entrar a proyectar obras, por necesarias o convenientes que
resulten para una u otra de las partes, esto es limitando su alcance
de modo que las soberanías respectivas queden ampliamente respe-
tadas.
CICLO DE CONFERENCIAS 91
Al efecto, y procurando una solución de carácter general que pro-
teja esta legítima aspiración de todos los países despoblados por
igual, hemos sometido una ponencia a la Segunda conferencia mun-
dial de la energía, reunida este año en Berlin, recomendando al con-
sejo ejecutivo quiera llevarla a la consideración de la primera confe-
rencia internacional de derecho público que se celebre.
Basta recordar, para justificar nuestra ponencia, que el concepto
del río de interés internacional que se definió en la Conferencia de
comunicaciones y tránsito de Barcelona, en 1921, bajo el punto de
vista exclusivo de los intereses de la navegación, crea entre todos
los estados de la hoya hidrográfica respectiva una comunidad, si no
de soberanías, al menos de intereses mucho más extensos que los
exclusivos de la navegación, en todas las otras aplicaciones indus-
triales modernas de las aguas.
Los estados superiores derraman libremente sus aguas sobre los
inferiores, causando daños y perjuicios que las necesidades del pro-
greso imponen limitar. No puede ello alcanzarse sino en base al es-
tudio previo e integral de toda la hoya, con absoluta independencia
de las fronteras que puedan separar soberanías distintas, y para
determinar, en su hora, las convenciones jurídicas y diplomáticas
necesarias para la ejecución de obras, fundadas ya en proyectos com-
pletos y definitivos, y sin que en ellos puedan introducirse conjetu-
ras y sutilezas que no caben en cuestiones internacionales lealmente
ventiladas.
A falta de esta convención general, en el caso concreto que nos
ocupa, interesa a la Argentina el estudio integral del problema hi-
dráulico que se plantea en el Iguazú, toda vez que el preliminar rea-
lizado demuestra que la solución verdadera sólo puede alcanzarse
encarándole en toda su amplitod. Una comisión técnica internacio-
nal, designada de común acuerdo y como resultado de las gestiones
diplomáticas previas del caso, puede limitar su acción al estudio de
orden pura y exclusivamente técnico, sin avanzar juicio alguno, que
podría resultar prematuro e infundado sobre la realización de obras
a ejecutar por una u otra de las naciones vecinas, o por las dos a la vez.
De los resultados que permitan alcanzar aquel estudio objetivo de
los hechos, relevados en el terreno, surgirán las bases para un acuer-
do futuro, tanto más fácil de concertar entonces, cuanto que no exis-
ten intereses industriales creados, ni en la región argentina del Igua-
Zú, ni en la extensa hoya hidrográfica superior del río. En el terreno
de las compensaciones recíprocas habrá, sin duda, concesiones de una
92 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
y otra parte; pero sin sopresas y con pleno conocimiento de los he-
chos, estudiados de buena fe y con toda imparcialidad por la comisión.
La técnica habrá ofrecido a la diplomacia el más sólido de sus fun-
damentos para concretar las cláusulas del tratado que se proponga
la realización de obras, para el aporte y financiación del capital a
invertir, para el reparto de los beneficios alcanzados, para su admi-
nistración y explotación ulterior, para despertar la iniciativa pri-
vada, ebc.
Sólo un mal entendido puede justificar que el Brasil prohibiera,
con fuerzas armadas, el relevamiento de la costa vecina, vigilando
constantemente los trabajos de los profesionales argentinos en el
Iguazú, y ocupando un oficial del ejército las embarcaciones con que
realizaban sus estudios, desde el momento que se internaban en
aguas de jurisdicción brasileña. Los estudios sin acuerdo previo no
se explican porque resultan incompletos e inútiles ; con la anticipa-
ción necesaria, debe gestionarse la autorización para realizarlos de
común acuerdo y con toda la amplitud que hemos señalado necesa-
ría, y que el estudio preliminar demuestra indispensable.
Aquellas precauciones del país hermano resultan inexplicables.
La confraternidad invocada con frecuencia debe exteriorizarse con
hechos, cuando se trata de satisfacer intereses concurrentes que no
resultan antagónicos, y no con meras fórmulas literarias. Con las re-
sultas de un estudio integral de un problema común no se invaden
soberanías. Precisamente para respetarlas en toda su integridad,
corresponde el estudio imparcial de los factores técnicos en juego,
ya que el aprovechamiento de los recursos naturales es problema de
esencia técnica.
La humanidad reclama la utilización máxima de estas riquezas,
sin detenerse ante fronteras puramente convencionales. Los técnicos
son los llamados a buscar los puntos de coincidencia en el juego de
intereses encontrados, para permitir a los estadistas las soluciones
políticas y diplomáticas más acertadas y para sellar en la mayor ar-
monía los resultados alcanzados, sin desmedro alguno para las sobe-
ranías respectivas. Es un alto espíritu de justicia inmanente y de
conveniencias recíprocas que preside la solución de estos conflictos,
siempre más aparentes que reales, precisamente por falta de estudio
previo y sereno de los hechos.
BIBLIOGRAFÍA
JEANS, JAMES, Le Mystérieur Univers. Versión francesa del texto inglés por
M. Billaudel y J. Rossignol. Un tomo, in 8% (14 X 19), 172 páginas,
3 láminas y dos figuras en el texto. Precio : 20 francos. Hermann « Cía.
Paris, 1931.
Sir James H. Jeans autor de este libro, desarrolló su contenido en la Con-
ferencia Rede dada en la Universidad de Cambridge en noviembre de 1930.
En el prefacio se hace presente que las nuevas enseñanzas de la astronomía
y de la física están llamadas a producir cambios inmensos en nuestra con-
cepción del conjunto del Universo y de nuestras ideas sobre la vida humana.
El asunto depende, finalmente, de la discusión filosófica, pero es menester
que la ciencia diga previamente todo lo que sabe respecto de los hechos
establecidos y de las hipótesis provisorias.
He aquí los títulos de los diversos capítulos : El Sol que se muere. El
Mundo nuevo de la Física Moderna. Materia y Radiación. La Relatividad y
el Éter. En las Aguas Profundas. Contienen estos capítulos breves discu-
siones admirablemente esbozadas de diversas cuestiones científicas. En el
primero, critica aquellas teorías astronómicas y físicas, según las cuales
habríamos caído por error en un Universo no hecho para la « vida » y a
todas luces indiferente y hasta hostil a ella.
El segundo capítulo termina con esta afirmación : «Es así como empeza-
mos a sospechar que vivimos en un universo compuesto de ondas y exclusi-
vamente de ondas, a diferencia de la concepción antigua que veía en él una
colección de fragmentos materiales indeformables, en los que las ondas de
radiación aparecían de cuando en cuando como simples incidentes. » Las
conclusiones más esenciales del tercer capítulo son que la tendencia de la
física moderna es reducir el universo entero a ondas, y sólo a ondas, exis-
tiendo dos tipos de éstas : las cautivas que llamamos materia, y las libres
llamadas radiaciones o luz. La destrucción de la materia se produce, y ese
proceso consiste simplemente en la liberación de la energia ondulatoria en-
cerrada, con la que puede ella propagarse a través del espacio. Esas concep-
ciones reducen el universo entero a un mundo de luz, potencial o real.
El capítulo sobre la Relatividad y el Éter termina comparando el Univer-
so en su nueva concepción, en términos simples y familiares, de acuerdo
94 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
a la Teoría de la Relatividad, a una burbuja de jabón cuya superficie estu-
viese arrugada irregularmente. « El Universo no correspondería al interior
de la burbuja sino a la superficie de la misma, sólo que la burbuja Universo
debiera ser de cuatro y no dos dimensiones : tres correspondientes al espa-
cio y una al tiempo, y la substancia que ha servido para inflar la burbuja,
o sea la película de jabón, una mezcla íntima de espacio vacío y de tiempo
puro. » El último capítulo, llevado sobre un plano diferente de los anterio-
res, contiene simplemente las interpretaciones que el autor, ajeno, según él
mismo alega, al reino del pensamiento filosófico, cree deber atribuir a los
hechos científicos y a las hipótesis discutidas en los anteriores capítulos del
libro. La última reflexión es la siguiente : « De nuestro esfuerzo, difícil re-
sulta concluir, como capital resultado, que la ciencia moderna tenga algo
que decirnos; quizá, al contrario, haya que concluir que la ciencia deberá
renunciar para siempre a pronunciarse. En sus numerosos meandros, el río
de los conocimientos vuelve a pasar demasiadas veces por el mismo lugar. »
Según expresan los traductores del libro del profesor Jeans, si éste, en
el Prefacio de aquél, ha manifestado temores respecto de falta de originali-
dad en lo expuesto, estos temores resultan hoy esfumados ante el éxito, sin
precedentes, obtenido. James Jeams comparte en Inglaterra con Arthntr
Eddington, una maestría sin igual en el difícil arte de los símiles inespera-
dos y justos con los que consiguen iluminar mediante una luz maravillosa-
mente intensa las cuestiones más delicadas y abstrusas.
Luevi-Crvrra, T., Sui getti liquidi. Un folleto (17 < 24), 20 páginas. Extraído
del Rendiconti del Seminario Matematico e Fisico de Milano. Librería
Cesare Tamburini. Milán, 1931.
Relativamente a los chorros líquidos, el problema matemático correspon-
diente, ha podido, para el caso ideal de dos dimensiones, ser tratado me-
diante la representación conforme. En ese sentido debe señalarse la contri-
bución personal de Cisotti. Pero más árduo es el caso real que comporta tres
dimensiones; aun cuando se dispone de las ecuaciones generales a derivadas
parciales y las condiciones relativas a los límites que definen el problema,
no se disponía hasta ahora de ninguna consecuencia específica respecto del
modo de andar longitudinal del chorro. Todo se limitaba a la apreciación
tosca (que prescinde de tomar en cuenta la naturaleza hidrodinámica del
fenómeno) admitiendo la hipótesis simplista de que el movimiento de las
partículas líquidas se producía como si estuviesen ellas completamente dis-
gregadas.
En este artículo, el profesor Levi-Civita indica cómo puede tomarse en
consideración la presión, en el caso de chorros de muy pequeño espesor
respecto de su longitud asimilables así a simples líneas materiales. Los re-
sultados obtenidos resultan conformes con la experiencia.
Primero se hace un recuerdo histórico y el planteo del problema. Siguen
BIBLIOGRAFÍA 95
después preliminares geométricos. Luego la ecuación de la continuidad; la
resultante de las presiones; la analogía con el movimiento de un hilo flexible
e inextensible; la relación suplementaria que caracteriza el régimen lineal ;
el sistema diferencial que define el régimen lineal (variable o permanente)
de los chorros; la discusión del sistema precedente en base al teorema de
existencia; el régimen permanente; la formación de un chorro de acuerdo
a condiciones invariables relativa al orificio. Finalmente, se indican hechos
experimentales que confirman la teoría expuesta.
WAUTERS CARLOS, En torno al problema del dique de San Roque, conferencia
pronunciada el 9 de mayo último en el salón de grados de la Univer-
sidad nacional de Córdoba. Un folleto en 8% (18 < 27) conteniendo
43 páginas, 6 figuras en el texto y una lámina fuera de texto. Imprenta
de la misma Universidad, 1931.
Tanto la naturaleza del recinto elegido, que presupone un auditorio nu-
trido de técnicos bien empapados del asunto por tratarse de un discutido
problema local, como la larga, fecunda y notoria actuación profesional del
conferenciante, bastarán para destacar lo interesante de esta conferencia,
cuya síntesis procuraremos esbozar, aunque dificulte nuestra tarea la omi-
sión de las valiosas ilustraciones gráficas contenidas en el texto.
La exposición del ingeniero Wauters es en esencia, una severa crítica al
proyecto presentado por la última comisión de tres ingenieros civiles, de-
signada en 1928 por el gobierno de Córdoba, proyecto aprobado por dicho
gobierno y que consiste en un dique tipo gravedad de hormigón, con capa-
cidad de 200 hm* para reserva, más otra de 150 hm* destinada a retener
las crecidas y regular su evacuación en forma compatible con el caudal que
puede admitir el cauce del río Primero frente a la ciudad.
Comienza por encontrar infundada e injustificada esta separación de ca-
pacidades, surgida de conceptos equivocados y graves fallas del estudio hi-
drológico del problema, el cual no se ha iniciado hasta la fecha. Hasta aho-
ra — agrega — no se ha dado un diagrama del régimen medio anual del río
Primero, a pesar de ser éste un elemento trascendental para la solución
del problema.
Con los mismos datos y cifras de la comisión — con las reservas del caso
que le merecen — deduce el gasto medio normal en año medio y el cau-
dal integral medio para los semestres secos y húmedos, los consumos, pér-
: didas, etc.; y valiéndose de balances prolijos, va obteniendo la capacidad
del embalse que bastaría, en cada período, para asegurar un aprovechamien-
to integral.
Por otra parte, anota que el río Primero tiene períodos críticos tan lar-
gos que hacen inútil una reserva exagerada, por cuanto resultará consumi-
da por la evaporación, antes de podérsela aprovechar; y por tanto, el coste
de una mayor altura de muro con tal objeto, será dinero perdido. Así la
96 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
misma comisión estima que sólo 268 Im? del derrame anual del río son apro-
vechables y el resto debe perderse irremisiblemente.
Para aprovechar estos 268 hm”, la comisión impone un dique nuevo de
45 metros de altura que costará, con las obras complementarias requeridas,
20.000.000 pesos. En cambio, con el dique viejo — vuelto a su estado an-
terior alas perjudiciales «obras de emergencia» que defraudaron en 100
hm?” al riego de 1930 —aprovechando su capacidad de 200 hm”, se conseguiría
lo mismo, a condición de manejar juiciosamente las salidas, evitando alma-
cenamientos estériles; de poner el cauce frente a la ciudad en condiciones
de evacuar 400 m*/seg (como lo insinúa la misma comisión) y aun 600 m”/seg
si fuera necesario; y en una palabra de proceder conforme a las enseñanzas
prácticas que han dejado los.40 años de explotación del dique actual.
Abona este aserto, un extenso análisis de cifras, datos y gráficos ilustra-
tivos que le sirven además para destacar que en nivgún caso peligra la se-
guridad de Córdoba por causa de su dique rehabilitado.
Sobre aprovechamiento hidroeléctrico, hace notar que el obtenido por el
dique nuevo en nada superará al que puede conseguirse con el antiguo re-
habilitado y explotado racionalmente. Tampoco justifica que los intereses |
creados del riego, que son primordiales, se sapediten a un servicio subsi-
diario como es el industrial, tal cual lo hace la Comisión al fijar descargas
uniformes que sólo favorecen el producido de las usinas, sin contemplar las
acentuadas variaciones que imponen los aprovechamientos agrícolas según
el proceso vegetativo de los cultivos.
En último caso, si Córdoba necesitara aún más energía, puede obtenerla,
de otras fuentes — dique río Tercero por ejemplo — donde no existen to-
davía creados esos intereses agrícolas que aquí tienen ya viejo arraigo y
reclaman su subsistencia y mejoramiento con derecho inalienable. — 4. X.
Y ÉLITA - WoYCIÉKOUSKI, J. DE, Organisation et prospérité de Uindustrie,
specialement celle de l"automobile. Un tomo en 8% (14<23), 176 páginas,
París y Lieja. Librería Béranger, 1931. |
El autor, ingeniero y miembro titular de la Sociedad de los ingenieros
del Automóvil y del Comité nacional de la Organización francesa, se ha
propuesto escribir este libro en forma tal que esté al fácil alcance de los
industriales, manteniéndose siempre en el terreno industrial; además, y es
lo esencial del libro, se encara en él el factor tiempo como el principal del
punto de vista de la industria : pone en evidencia cuán importante es fa-
bricar con esmero, sin descuidar la cuestión precio ni el producir lo máximo
en el mínimo tiempo, o sea asegurar al negocio un gran rendimiento.
Después de una introducción explicativa, los capítulos sucesivos tratan
respectivamente de: Preliminares. Calidad y precio. Nuevas tendencias de
venta. Plan de la organización general. Obligaciones de los diversos servi-
cios. Estudio del tiempo. Trabajo a la cadena. Rendimiento. Obligaciones
de la Dirección. Conclusiones. Bibliografía.
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SOCIEDAD CIENTÍFICA
O ARGENTINA
A ADOPTADOS PARA SUS PUBLICACIONES POR LA
ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EXACTAS, FISICAS Y NATURALES
Dirrcror : CLARO C. DASSEN
MARZO 1932. — ENTREGA HIT. TOMO CXITI
E [N.D 1 OE
y no | - | :
JOSÉ ARAMBURO, Cálculo de los azimutes de líneas geodésicas y tablas conexas
: fararuso delineante as ao li oa O 97
E Notas biográficas relativas al ingeniero Arambur0....ooooccooccrocinc..... 131
; Comunicaciones y notas científicas : Sur la sommabilité absolue des intégrales
divergentes par la méthode de Cesáro, par J. C. VignaUX.............o.. 134
Sobre la transformación generalizada de Laplace, por J. C. Vignaux....... 136
a Notas varias teo octor alo as et es aio ee ds 138 S
E 'ARUTOMIO A LOS O RIOS o ola ls ao lado cole a daa a oa da Ornelas -140 e
ADA eo iS O SO E A E o a O 141
——_——— A A —
ye | BUENOS AIRES
IMPRENTA Y CASA EDITORA « CONI »
da 684 — CALLE PERÚ — 684 ”
¿ 1932
0
tarla por escrito. Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los manuscritos, corres--
..
JUNTA DIRECTIVA
de (1931-1939) e de E a
Pro ; =3 : E
Presidente aoeiodó ei Lorccca Doctor Nicolás Lozano. o a.
Vicepresidente 10 : Ingeniero Nicolás Besio Moreno. A
Vicepresidente 20. “Ingeniero Pedro Aguirre. —— :
Secretario de actas.......... .. Ingeniero Juan José Carabelli.
Secretario de correspondencia.. Profesor José F. Molfino.
Tesorero ... o Ingeniero Juan José C. Mosca.
Protesorero..... o Doctor Abel Sánchez Díaz.
Bibliotecario... 0... Doctor Luis E. Ruata. | E E
Ingeniero Juan A. Briano. ; e
Ingeniero Emilio Rebuelto.
¡ Doctor Isidoro Ruiz Moreno. |
Vocales. e Ingeniero, general Arturo M. Lugones.
S > a Doctor Juan Nielsen. AS :
E | Doctor Adolfo T. Williams. :
| Doctor Santiago Barahino Amadeo.
ADVERTENCIA. — Los colaboradores de los Anales — personalmente responsables de la tesis sus-
tentada en sus escritos — que deseen tirada aparte de 50 ejemplares de sus artículos, deben solici-
pondencia, etc., se enviarán a la Dirección, Cevallos, 269. — LA DIRECCIÓN.
CÁLCULO
DE LOS
AZIMUTES DE LÍNEAS GEODESICAS Y TABLAS CONEXAS
PARA USO DEL INGENIERO (5)
POR EL INGENIERO HIDRÁULICO Y CIVIL JOSÉ ARAMBURO
RÉSUMÉ
Calcul des azimuts des lignes géodésiques. Tables connexes á l'usage des ingé-
nieurs. — L'auteur dévelóppe le calcul des azimuts d'une géodésique qui fait
partie du tracé du chemin de fer de Metán a Barranqueras, ligne qui a 294 km.
de longueur. Dans un pays comme 1”Argentine, possédant des plaines tres gran-
des (la boréale, la pampéenne et partie de haute plaine patagonique), les vuies
ferrées couvrent des distances suivant des lignes exactement droites. Or, dans
Vétude d'un tracé de chemin de fer en ligne droite, l'ingénieur doit résoudre le
suivant probleme de géodésie : les coordonnées géographiques de deux points A
et B de la surface de la Terre étant données, calculer et transporter les azimuts
correspondants de la géodésique qui les joint.
Les difficultés, jadis tres grandes, relatives á la détermination des longitudes
géographiques ont été, depuis peu, résolues par la radiotélégraphie; quant aux
latitudes, c*est toujours la méthode de Gauss qui est sans rivale. Les coordonnées
géographiques étant déterminées, il faut résoudre ensuite le susdit probleme des
azimuts; et les doutes commencent, tant en ce qui touche linterprétation des for-
mules, que sur le caractere de l'opération á exécuter sur le terrain. La présente
monographie se propose d*éclaircir les points qui offrent, aux ingénieurs non spé-
<ialisés, le plus de doutes. Elle contient aussi des points de vue originaux, quoique
non trascendants, hors du champ des applications pratiques.
(+) El presente trabajo del ingeniero Aramburo nos fué entregado por él, hacia
fines del año 1930. La abundancia de material nos hizo demorar su publicación,
y en estas circunstancias se produjo inesperadamente la muerte de su autor, el
26 de mayo de 1931. Las mismas dificultades, y otras surgidas después, han sido
causa de que, contra nuestra voluntad, recién ahora pueda publicarse el trabajo.
Aprovecharemos para agregar al final una breve noticia biográfica relativa a su
malogrado autor. — C. C. D.
AN SOC. CIENT. ARG. — T. CXIII 7
98 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
INTRODUCCIÓN ;
Las Tablas numéricas que figuran al final de la presente monogra-
fía pueden ser de alguna utilidad a los agrimensores que deban cal-
cular y replantear líneas rectas de gran extensión, y también a los
ingenieros que estudian trazados de nuevas Jíneas ferroviarias; en
veneral, a todos los que ejecuten extensas mensuras o demarcaciones
con el auxilio de instrumentos topográficos.
Hay, en el país, líneas ferroviarias con partes en línea recta de
muchas decenas de kilómetros, y aun centenas. Especialmente quere-
mos referirnos al tramo de 294 kilómetros que forma parte del ramal
dle Metán a Barranqueras, puesto que en el presente trabajo nos
ocupamos extensamente del cálculo delos azimutes de dicha línea
recta.
En las líneas del F.C. B. A. P., del F.C.O., del F+C%óS., etc. hay
largos tramos en línea recta. En las extensas llanuras semidesiertas
del norte argentino, los ramales ferroviarios construídos hace 20 6
30 años, son grandes líneas rectas. Sin ríos, ni montañas, ni pobla.
ciones, otra línea distinta de la recta no habría tenido razón de ser.
El trazado, ya estudiado, de Campo Gallo al norte, hasta empalmar
con el ramal de Metán a Barranqueras, es una línea recta; también
lo es el que partiendo de Donadeu empalmará en otro punto de aquel
ramal; líneas rectas también son, en gran parte, los trazados estu-
diados de Tostado a General Pinedo y de Joaquín V. González a
Pichanal; y aun hoy, y por muchos años, nuevas líneas rectas de
eran extensión se estudiarán y construirán.
Los ingenieros a quienes toque estudiar tales trazados, pueden
sacar algún provecho de la lectura de la presente monografía. La
materia aquí tratada no es sencilla. Cuando ella se estudia por vez
primera, entendido que sobre la base de los conocimientos astronó-
mico-geodésicos aprendidos en la Facultad, ocurren dudas que exigen
larga meditación. Una sola duda puede conducir a un error, tal vez
irremediable luego; y esta duda no se debe pensar en aclararla en la
tienda de campaña, porque no hay peor ambiente para la meditación
que el de la vida en campamento ambulante de una comisión de
estudios.
Personal. — En los desarrollos matemáticos del artículo LV conté
con la valiosa ayuda del doctor Alberto E. Sagastume Berra, mi suce-
CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS 99
sor en el cargo de Secretario general de la Facultad de ciencias físico-
matemáticas de La Plata.
En la construcción de las tablas numéricas obtuve la colaboración
del agrimensor Federico G. Costas y del señor Eduardo $S. Broudeur,
empleados técnicos de la División de construcciones por contrato de
los Ferrocarriles del Estado.
Estas mismas Tablas fueron por segunda vez cuidadosamente revi-
sadas por la profesora en matemáticas doña Ana M. Lasa de Aram-
buro. |
Quiera cada uno de los nombrados recibir este nuevo testimonio
del agradecimiento de un sincero servidor suyo.
I
EL AZIMUT DEDUCIDO DE LAS «FÓRMULAS
DE LOS INGENIEROS GEÓGRAFOS »
Con las notaciones de la figura 1, las fórmulas de los ingenieros geó-
Es») ) A y Y
grafos son (') :
d=2—P.Kcos7—(Q.K* sen? z (1)
; R.K sen x
0 =0- : , (2)
COS Y
4
1
2! = 1802 =- 2 — (w — 0) Sen <= O —= q), (3)
YA
con
pio
(LL —=.e* sen” om) :
e asen 1” (L + e cos? 2), (+)
1 1 ART e? sen? Om
Q=> 62 0m E 6? COS? 9.) (5)
a E SO a Ll ) Ad
1
(1 — e? sen? 0)?
R == 7 se 9 6)
asen l
y siendo :
fi
E e)
AU (o =+ si ),
amd
(C) R. BourGrois et H. NoIREL, Géodésie élémentaire, páginas 341 y 342.
100 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
a, el semi-eje mayor de la Tierra, igual a 6.378.249 metros, según
el elipsoide de Clarke (1880); y
e, la excentricidad del meridiano, igual a 0,08226889.
El valor de K, según la (2), es
E (w — 0) COS y!
O == ==
LK sen
Este valor de K, colocado en la (1), da :
? pl IEA
¡a Y
(o w)? COS? <
- Sen” a, E
(w — wm) COS y”
K sen o
— P cos a. — Q
A Ss
2? sen? a
E
Solo
Figura 1
la que conduce, previas reducciones, a :
Ro=oe 1 Q
CLA === — — (0 — 0) Cos q. 1)
= Po'—oucosY/ P. El )
Siendo, según las (4), (5) y (6):
R 1
Pocos o.
y
1
a —= 19 0 sen 1”,
Pa +2
CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS 101
la (4) se transforma, finalmente, en :
—
e
1 o0—=0U
4 4
1 -|- e? cos? Om wm! (4)
seca! —-7 62 9 sen 1” (w0— 0) COS;9, -(S)
lJ
CUA
8)
que resulta cómoda en las aplicaciones numéricas. Para facilitar más
aun los cálculos, hemos preparado las tablas que damos y explicamos
más adelante.
Ejemplo numérico (*). -- Hallar los azimutes de una línea geodésica,
dadas las coordenadas geográficas de sus puntos extremos. Sean :
o =—20933/258. 1 =63%2420/85
== — 26941163 w=60%44'46"35.
Por lo tanto :
o = el =-+1207'50/5 = + 407075
Um — — 262 Deza 1)
w —w =— 22395475 = — 957475.
Cálculos preparatorios
log sen 9. = 1,6437406"
log C0s 7 = 1,9532061, log cos? sn = 1.9064122
log 68 0, = 1,6905345"
log seco! =0,0489217, log eos /= 1,9510783
log (o —4) = 3,6096478
log(wW—w) = 3,9811161”
log e? = 3,8304712, log? cos? qm = 3,7368834
loesen 1 == 6, 6555749.
(1) Este problema numérico pertenece al caso real que nos planteó el estudio
del trazado de la línea férrea de Metán a Barranqueras. Eu esta línea, cuya
construcción se ha terminado a mediados del año 1930, hay una «recta» de
293,9 kilómetros. Determinados y replanteados cuidadosamente los dos azimutes
de la geodésica, se abrieron sendas « picadas », las que al encontrarse poco más
o menos a mitad de camino, acusaron una desviación total de 107,95 metros.
Alargaríamos demasiado esta cita si diéramos el análisis de las causas que con-
dujeron a esta desviación total. De todos modos, cabe afirmar que este error
supera escasamente al que podía esperarse de los errores de determinación de las
coordenadas geográficas y de la calidad del instrumental empleado en el replanteo
de la línea.
102 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Cálculo de y (fórmula (S))
log lg — q) =3,6096478 log (1 |e* cos? em) =0,0023631 |
log sec =0,0489217 log (w' — w) = 3,9811161" |
3,6585695 3,98347992" |
3,9834792 |
1,6750903" = log (— 0,4732497).
colog 2 = 1,6989700
log 48 4 =1,6905345"
log sen 17. =6.6855749
log (u — w) =3,9811161”
log coso =1,9510785
2.0072740 =1l0g 0,0101689.
Luego :
ete a = — 0,4732497 — 0,0101689 = — 0,4834186
1,6843233"
7 = — 649120071 = 295947'59"9.
log cte x
!
Para hallar o/ aplicamos la fórmula (3), llamada fórmula de la con-
vergencia de los meridianos. Los cálculos pueden disponerse como
sigue :
a == OOOO LO
+- 1802
415%47/599
— 3602
115%47'59%9
log (o — w) =3,9811161”
lost. == 1,6437406"
3,6248567 = log 110156
a =».11403/44 5
¡ql
FÓRMULA DE COMPROBACIÓN DE CLARKE
Sea que se empleen las «fórmulas de los ingenieros geógrafos » ul
otras para determinar los azimutes 2 y 2 de una geodésica, siempre
CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS 103
convendrá someter los resultados a la comprobación que debemos «
Clarke.
Si llamamos f y (£” los azimutes del arco de círculo que, sobre una
esfera, une los puntos de latitudes o y <”, con diferencia de longitud
Ao, resulta, siguiendo a Clarke (*), que :
e pKEN
SS FE 5) Sen 7,008” 2 SeN y COS” 9. (9)
a
Veamos cuál es el máximo valor del producto sen y Cos? a Sen 9 Cos” y
"
al que llamaremos P por comodidad :
P =P (a, 9).
Los valores de z y ¿ qne dan máximo o mínimo, vienen determina-
dos por las ecuaciones :
JP JP
—— == 0 y — == 0
dx do
con la condición de que :
AO el 0 2
d1d0 dx? 09*
Eo Pp 92
P es máximo cuando la o la 3 50m ambas menores que cero.
70 a
4
de.
La > ¡igualada a cero da :
0.4
cos? ¿— 2 sen? 2 c0s a = 0,
de donde
y, por lo tanto :
La IP
O
'
igualada a cero da :
de donde :
() A. R. CLARKE, Tratado de Geodesia, capítulo V, artículo 3%, Madrid, 1910.
104 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
O sea :
] 1 SS
sen o = — COS” y —= ——+
Se Y) y 4 8
Con los precedentes valores se verifican las condiciones de máximo
para P. Resulta : |
4
o == Y
y el último término de la (9) queda así :
om | A
>?]o
ASS
a|A
ano
expresión que es prácticamente igual a cero, aun para distancias de
algunos centenares de kilómetros. |
Sea, como ejemplo, K = 300 km., con a = 63578 km :
loge: =5,6609424 log 8 = 0,9030900
log 300: =7,4313639 log 4 = 0,6020600
3,0923063 loga?. =11,4140535
log sen 1"= 6,6855749
— 7,6047784 7,6047784
5,48715279 =1l0g 0000031.
Luego, prácticamente es :
5 EE 10) N)
e a
Puesto que a -—]- a' es, en el :esferoide, igual a f —- f' en la esfera,
podremos aplicar la conocida analogía de Neper :
a
1
a z cos; (a — b)
tg (A + B)=ctg5 0 ,
cos y (a =— b)
a la suma a + a, lo que da : |
1
a cos (Y — q)
e e (10)
O + 0)
CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LINEAS GEODÉSICAS 105
Apliquemos esta fórmula de comprobación (*) al ejemplo numérico
desarrollado en el artículo primero.
Según fórmula
/ ==
)
!
(10) Según fórmula (3)
E
— 2533/2578
— 1%07'5012
= — 52%14'4271
Áw ==
Aw
a —
di
log cos (4 — q) =
1
log ctg = Ao ==
»
cmd
— 0233/5525
—26207'21"05
22393450
1919/47/25
1,9999789
1,6342612
1,6542401 y, =" 649120071
— 1,6437408 o! E Ad a la
1,99049953 2 | Y =118%49'44"4
8924/5178 5 +) = 8924/5272
Hay un error de 0/4 que, por su pequeñez, no vale la pena inves-
tigar.
¡00N
CÁLCULO RIGUROSO DE LAS GEODÉSICAS
El siguiente método de cálculo, del que daremos primero una expli-
cación sintética, pertenece « Clarke (?).
(1) Esta fórmula sólo nos permite comprobar si efectivamente se verifica que
la suma Y + 7! es igual a la suma £ 3/; luego, la comprobación no es suficiente.
ko) ¿ (E) Di)
(*) CLARKE, op. cit., capítulo VI, artículo 10.
106 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Sean : -
w, y 21, la longitud y la latitud geográficas del punto A;
we y 92, las correspondientes al punto A,; y
Áv = 0, — ws.
Las latitudes «reducidas » 2, y e, se deducirán de :
44
b
y
? a 9)
Lg Y = > t8 2», (12)
siendo a y b los semi-ejes mayor y menor del esferoide terrestre.
a=6,318.249 m.
elipsoide de Clarke, 1980.
b=6,356.515m.'
En el triángulo «auxiliar » (*) A,-polo-A, (fig. 2), Avw' tiene un valor
que se aparta poco «el que corresponde a la verdadera diferencia de
longitudes Av. La diferencia entre Av y Av' está dada por la fórmula :
e? CA A ca ;
Aw — Au = cos U | p =- 2 cs (22 9) seuo o)
De 63724 20,854 5"55 Dentro de un momento, definire-
B eS 253/2578 E 075 mos a U, 2 y z..
<< El cálculo de la (13) no es directo
puesto que no conocemos a s, dado
Á por :
Cos y = sen q,' sen q. +
D= 6044635 tz
p= 26411163 E o!9
+- COS 4, 0080, cos Aw” (14)
que, a su vez, depende de Ao”. Se
trata, pues, de un caso en que debe
aplicarse el método de las aproxima-
ciones sucesivas.
Sea Ao” un primer valor aproxi-
6 mado de Av”, es decir tal que
Figura 2
Av” = Ao + do,
estando du dado por
o]
e” To
de == cos 2, Cos 4, sen Av uo)
sen 2 sen s,
(*) CLARKE, op. cit., capítulo VI, artículo 10.
CÁLCULO DE LOS AZÍMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS 107
Y So POÍ :
COS 5, = Sen o, sen y, + Cos q, COS 9. Cos Av, (16)
donde el segundo miembro es conocido.
Si en primera aproximación corresponde a sel valor s,, tendremos :
COS 5, = Sen 6, Sen 9. + COS 9, COS q, COS Aw”. ET)
Restando la (16) de la (17) se obtiene, previa reducción :
1 — 5. = du cos 9,/ COS 9.' sen Áw Cosec 5), (18)
de la que deduciremos el valor de s..
Con s, y Av” obtendremos U y z, con bastante aproximación, por
medio de :
sen s, Cos U = cos 4, COS q. sen Aw” (19)
y
e seno Ue 20)
Y . 4
4 1— e? cos? U
El valor de Y saldrá de la fórmula :
cos 2 sen U = sen q.'. (21)
Finalmente, la ecuación (13) nos dará Ao”, necesario para resolver
el triángulo «auxiliar ».
El ángulo en A, del triángulo A -polo-A.,, es el azimut de la geodé-
sica tomado sobre el horizonte de A,. El azimut en A, es el azimut
de la misma línea, pero sobre el horizonte de este último punto. Cal-
eularemos ambos ángulos, que los llamaremos A, y A,, mediante las
conocidas analogías de Neper, que en el caso presente tomarán la
forma :
1
COS] (91 — 02!) :
OS ; Ao
a) a etg —
sones —- 02!)
(22)
1
sen=(4,/ — 92) ;
li ) Í 1 ) 0)
Ma (Ua — A,)= cto a
2 1 : o 2
Cos 9 o Ta )
Por último, la longitud s de la geodésica es :
s$s=Ac—+ B cos (22% — 0)sencs + Ucos (4 — 29)sen25 (23)
108
en la que :
Ejemplo. — Apliquemos este método de cálculo
numérico resuelto en el artículo primero.
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
A=a|l—e? p
B
e
al
al — € (12 — 311)
A — 1
ay 1 —e? (31)
al mismo ejemplo
Elementos para el cáleulo
a. =6,915.21£9 mM. log e? :
? é a l
E a log = = log 1 — er = 1,99852553 |
Y 295 l
6, =— 2533/2518 log te 2, = 1,6796104”
o. == 264111673 log tg o, = 1,7012935"
o= 2239/34"5 log sen Au = 2,6665350
log cos Aw = 1,9995320
ol =—25928'53"51. logtga” —1,6781357"
cy =— 2636/35/53 log tg o. = 1,6998188"
log cos 9. = 1,9555550
log cos 2. = 1,9513750
log sen 4, = 1,6336907"
log sen q. = 1,6511938”
Cálculo de 5, j
COS 5, = Sen q, Sen 9, — COS 4, COS ey COS Áw
log (sen /,' sen o”) = 1,2848845 sen o, sen o.” = 0,192 7012
log (cos 9,/00s 9, cos Ao) =1,9064620 cos 9,089, 'C0s Aw = + 0,8062356
log eos s, =1,9995380 COS 5, == 09930305
5 = 2938/32/22
ze ] d
log sen , =2,6637028 30 = 05250774
de
CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS 109
Cálculo de do
il
dw = e* cosec 2” sec 5? COS q," COS 9. Sen Aw
(3)
log e? cosec 2” = 2,84356653
1 o
log 3 Do = 0,00005153
log (cos 9, Cos y! sen Aw) = 2,5134650
log du == TAVTSS 20
E) )
du = 2014
Cálculo de As!
Ao” = Av + du
Nor =2239 34290
des = 26714
Aw” =2%40'00"64
Cálculo de 5,
5, — 6. = du COS e, COS y. sen Áv Coser s,
log du = 1,4173826
8
log (cos 2, eos 4, sen Au) = 2,5734650
4 4 )
log cosec 5, = 1,5362972
log (3, — 5,) = 1,3271448
o id So =— Aa
SN = 2938/3222
5, == 223009. 46
a USO OZ
oo
Cálculo de U
log (eos ¿,/ eos c,/) =1,9069300
log sen Av” = 2,6677345
log cosec s, =1,9009292
log cos U = 1.9099937
U A CIS MON
log sen U = 1,7653085
110 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Cálculo de Y
cos 2 sen U = sen o,
log sen o,” 1,6536907 ”
— log sen U =— 1,7653083
log cos Y = 1,8683824”
> = — 42%23'29"74
Cálculo de z?
l ersen? U
As 0)
7
log e? = 3,8304712 log 4 = 0,6020600
log sen? U = 1,5306 166 log (1 — e? cos? U) = 1,9980537
O 0,6001137
— 0,600115
log = oía
Cálculo de Ao”
e? ein ze
Aw' = Áw += cos U 2 p == 5) — — Os (2Y — 5,) sen s, |;
e sal
4 2 2
o bien, puesto que a a 5. y que Pa cosec 2” :
y RS Msn
e?
1
Aw' = Av + e? cos o, cos o, sen Au” cosec 2” sec 30 a
— e? cos 9, c0s o, sen Av” cosec 2 As 2 cos (2Y —5,).
2
Para simplificar, llamemos :
NÑ = e? cos o, COS y, sen Aw” cosec 2”
log N = 1,4155308 log N = 1,4155308
1 07 —
log seca, =0,0000521 logZ = 4,4599441
1) Za
os [1 E) =0.0006092 log eos (23 —:,) =2,6514330
log de 267254 =1,4191921 loz de 00003. = 299079
Aw' = Ao + 26725 = 2240'00"75
l0g cos (4, — a,)
1
¡102 Cos (4, + as)
| pS)
a = 90 — Da
| q 902 ANS y
NOS
il
log ete > Aw'
sd
1
sd
(A, => A,)
CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS
Cálculo del triángulo esférico (ver fig. 2)
= 6322324747
= 6431/0649
J
J
J
|
9240/00/75
= 1,9999790
1,9904995
89224'51780
—29 12/4428 :
6412'07'52
114-37'3608
4, + 4,
0; A >
1
5 (4, — 4)
1
NO
7
1
log ctg 7: Aw'
sd
1
log sen < (4, — 4.)
dd
l
J
=
Jet
127254/30"96
—1207/42"02
—0233'5101
1220/00/37
3,9932799"
1,6263519"
Jud) EE AR
—log sem (4, + 4,) =1,9554910
] EN
logte (A, — A) =1,6728609*
9 y)
AL
o (A, an A.,)
9591944728
Según la fórmula de comprobación de Clarke (fórmula (10), debe
1 E z pa
ser 7 (24 1) =89%24'5178 (véase página 105). s exactamente este
: 1
mismo valor el que acabamos de encontrar para S(A, -- Aj).
Como se ve, el cálculo riguroso de los azimutes de una línea geo-
désica, es numéricamente largo y complicado. Excusado decir que no
podemos compararlo formalmente con el concerniente a la sencilla
fórmula (S), por cuanto ésta deriva de las « fórmulas de los ingenieros
geógrafos » que nosotros hemos aplicado limitando su aproximación o
precisión a los términos de segundo orden en y.
De querer tener en cuenta los términos de tercer orden, nos val-
dríamos de la Tabla 28 de las Feographic Tables and formulas, edita-
112 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
das por la oficina de la United States Geological Survey (!), y de las
fórmulas sigutentes :
— Av = By cos a +- Oy? sen? a -- Dio? — Eh y? sen? a
Aw= Az sen a sec o”
1 Ao |
— Ag = Au sen A) (o + q”) sec > + TFAo*,
en cuyas fórmulas €s :
=0-+ Ae
v'=w+] Ao
al = 2 + Axa + 1809
sl
— do = Bx cos a — Cu? sen? y — Elx? sen? y
h = Bv cos a.
Los coeficientes A, B, C, D, E y F están dados, en función de c, en
la Tabla 28 (págs. 219 a 290) del libro citado.
En este mismo libro (pág. 293), se resuelve un ejemplo numérico
análogo al nuestro, y aunque los cálculos están allí dispuestos en
forma por demás concisa, fácil es darse cuenta que en rapidez y cla-
ridad, quedan muy a la zaga de nuestra fórmula (8).
Por si el lector quisiera aplicar las fórmulas precedentes de la U.
S. Geological Survey a nuestro ejemplo numérico (pág. 101), le adver-
timos que estas fórmulas obligan a calcular la diferencia entre el arco
y el seno de Aw, así como de y. Al efecto, trae el mencionado libro,
una tabla (la número 30) donde se dan los logaritmos de las diferen-
cias en función de los logaritmos de Au y x (?). Ahora bien, el mayor
logaritmo de Ao que registra la tabla es 3,856, mientras que en nues-
tro ejemplo numérico es log Au = 3,981...
A causa de esto, cabe otra advertencia más importante aún : para
alargar la tabla 30, o para calcular sin ella las diferencias entre arcos |
y senos de ángulos pequeños, débese tomar el arco de 1” por lo menos
con once decimales :
are 1/= 0,00000484814,
(*) Cuarta edición, Wáshington, 1924.
(2) Eu las Tablas se denominan az y sa las cantidades que nosotros venimos
llamando As y z.
CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS 113
o bien emplear la tablita a diez decimales que da Hoiiel al final de
sus difundidas Tables. De no hacerlo así, se corre el riesgo de encon-
trar que el logaritmo (a 7 decimales) del arco es menor que el loga-
ritmo del seno...
Así, pues, en nuestro caso pondríamos :
Av (en segundos de arco) X arc 1 = 957475 X 0,00000484814 =
= 0,046418516 radianes.
log Av en rad. =2,6666915
log sen Av = 2,6665350
Dif. logarítmica = 0,0001563
La mayor diferencia logarítmica que registra la tabla número 30
es 0,000877.
Ahora bien, el cálculo de los azimutes de las largas líneas rectas
que se presenten en el estudio de un trazado ferroviario, no exige el
empleo de las fórmulas geodésicas de precisión, las que sólo de paso
hemos transcripto, puesto que el replanteo de tales líneas se ejecuta
con instrumentos de campaña, esto es con los instrumentos propios
del ingeniero y no con los del geodesta. En consecuencia, no estable-
ceremos, en lo que sigue, nuevas comparaciones sobre la precisión de
diversas fórmulas geodésicas.
IV
EL ERROR AZIMUTAL DE LA GEODÉSICA, CALCULADO EN FUNCIÓN
DE LOS ERRORES COMETIDOS EN LA DETERMINACIÓN DE LAS
COORDENADAS GEOGRÁFICAS DE LOS DOS PUNTOS EXTREMOS.
Para hallar este error azimutal, partamos de la fórmula (8), en la
que si ponemos :
EN AN
-—1—+.e*c08? Qm
y
1 > 14
bB=368 Um sen 1 9
queda :
A sec y — B (w' — 0) cos o. (24)
—0 ,
AN SOC. CIENT. ARG. — T. CXIII 8
114 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Siendo o, 9, w y w” variables independientes entre sí, la diferencial
total de la ecuación (24) nos da :
1 do — de) (w0" — wm) — (du! — du) (o — y
A O Me —9)
sen? y (0 — w)?
o — q” sen o!
a
w — 1 COS? y
,
do — B (duo — dw) cos Y + B (w' — wm) sen yde”. (25)
? 4
Como se ve, hemos supuesto que los coeficientes A y B son rigu-
rosamente constantes, dentro de cada caso particular de diferencia-
ción. Ello es lícito, puesto que A y B no dependen más que de
ak
om == (e +0) y sólo admitiremos en o y e” variaciones (errores)
=—
pequeñas. De tenerse en cuenta las variaciones de A y B, correspon-
dería agregar a la fórmula anterior los dos términos siguientes :
, 2 , 2
O o €* Sec v' Sen” y COS O. Sen 0m
: í 7 : - y M - 7 M (do dy”)
(AV) (1 Ea e” COS” oO
w” — wm Cos Y sen 1” sen? a
4 COS” Om
=F (de — de”).
Fácil es notar que no vale la pena tenerlos en cuenta.
Pongamos en la (25):
NO == 0 0
y /
Mo=+«é= o.
4 4 4
y agrupemos convenientemente los términos de do, de”, de y du”, con
lo que se obtiene en definitiva :
A sec «' sen? y
e
Am
A ? e 2
YES (a, tg + 1) — Bn y sen ado | d+
Ao
+ | A sec Y sen? a — — B cos o! sen? a] du —
Aw?
, 2 Ap ? 2 /
— [A seco O sen? 2] do”. (26)
(y a
Ejemplo. — Siempre refiriéndonos al ejemplo numérico que veni-
mos desarrollando paso a paso, nos proponemos calcular ahora la
CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS 115
desviación azimutal probable dx, que puede esperarse de los errores
probables que afectan a las coordenadas geográficas (w, 4) y (w”, 9”).
De la aplicación de los cuadrados mínimos a un numeroso conjunto
de observaciones astronómicas, delas que no nos ocuparemos aquí ('),
resultó que las coordenadas geográficas dadas en la página 101, están
afectadas de los siguientes errores probables :
do =+0"75 — do =+037
dy =>+0/9 du =-+.0*083.
Busquemos dx con el auxilio de la fórmula (26).
Elementos para el cálculo
om == = 26207/21"0 SN = 1,9976368
log B = 6,0750790”
y =-—26%41'16/3 log sen q = 1,6523718”
log cos y! = 1,9510783
log tg o - =1,7012935"
log sec y = 0,0489217
a =—64*1200"1 log sen a = 1,9543964”
log sen? a = 1,9087928
do== 95745
= —0,04641849 radianes log Av = 2,6666910"
log Av? = 3,3333820
Ao== 407075
= — (0,01973434 radianes log Ag = 2,2952226"
log (Ao tg y + 1) =0,0042870
do =+ 0/75 log do = 1,8750613
dy =+ 079 log dy = 1,9542425
do =+ 555 log du = 0,7442930
dy =->+ 172 log du' = (,0791812
(4) En lo que respecta a la determinación de las longitudes geográficas, nos
permitimos indicar al lector nuestra monografía : Determinación de longitudes geo-
gráficas mediante el empleo de la radiotelegrafía. Su primera aplicación técnica en el
país, publicada en los Anales de la Sociedad Científica Argentina, tomo CI, páginas
11 y siguientes, y tomo CIT, páginas 59 y siguientes.
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
A sec p' sen” y
Cálculo de
Ao)
dz
logA =1,9976368
log sec o” = 0,0489217
log sen? « = 1,9087928
colog Av = 1,33330907
log do. =1,8750613
1,16372167 =l0g (— 14/58)
A sec y' sen? o
Cálculo de (Ap te y! + 1) dy!
los (E sec a! sen? a
Ao
log(AvtgoY +1) =0,0042870
log de! = 1,9542425
] = 1,2886603"
1,24718987 =108 (—
Cálculo de B sen y! seu? a Andy"
17/67).
logB =56,0750790"
log sen e =1,6523718"
log sen? « = 1,9087928
log Av =2,6666910”
log dy =1,9542425
8,2571771” =1l0g (07000...)
Az
Cálculo de A sec y! sen” o. E ze do
(1)
log (A sec y sen? a) = 1,95 99913
log As —3,29522261
colog Aw? = 2,6666180
log du = 0,7442930
1,6614849” = log (—
45/87)
CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS E
Cálculo le B cos y! sen? ado
log B =6,0750790”
log cos y? =1,9510783
log sen? a =1,9087928
logdo =0,7442930
6,6792431” =1l0g (07000...)
Cálculo de A sec y! sen? >
log del coeficiente de du! = 0,9171919”
log di! == 10) 079 13812
0,9963731” =1l0g (— 9/92)
Cálculo de B cos y! sen”? y do
log (B cos y' sen? a) = e 9349501”
log du/ = 0,0791812
6,0141313” = log de 0/000..
Si aplicamos a los errores de, de' du y du” los signos que procuren
la máxima variación numérica posible de dy, obtendremos :
da =14"58 +- 17/67 + 45/87 + 9/92= 88"14.
Si aplicamos nuevamente la fórmula (S), introduciendo previamente
en los valores de o, y, w y w' los errores do, de, do y du” que afectan
a aquéllos, obtendremos un nuevo valor a, que deberá diferir de y en
la cantidad do que acabamos de encontrar, es decir :
a, 20 + Az.
Como da lo hemos obtenido asignando a los errores do, do”, de y
du” los signos que dieran a dy el máximo valor numérico, con el mismo
criterio deberemos ahora proceder en la fórmula (S). Al efecto, sólo
,
10 — (1
U
4
A
=——> y es fácil ver que su mayor
es necesario preocuparse del factor
0d)
variación posible se obtiene disminuyendo (4 — q”) de la suma aritmé-
tica de + do, y aumentando (w' — w) de la suma aritmética du —— do”.
Luego, en la nueva aplicación de la (5), pondremos :
o — y =3+ 407015 — de — de =+ 407075 — 1/65 = + 4068/85
0 —w= — 957415 — due — dw = — 957415 — 6"15=— 9581/25.
118 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
He aquí el nuevo cálculo de y, que damos simplemente a título de
comprobación del resultado encontrado con la aplicación de la fór-
mula diferencial (26):
Cálculo de z, (fórmula (8))
log (e — ¿/) =3,6094716 log(1+ e? cos? gm) =0,0023631
log seco =0,0459217 log (w” — wm) = 3,9814221”
3,6533933 3,9831852"
-— 3,98378527
1,67460817 = log (— 0,4727244)
colog 2 1,69 9589700
log tg 0, _ 6905345"
log sen 17 =6,6855749
log (wu! — w) = 3,9814221”
log eos / =1,9510783
2,0075798 =1l0g (0,0101761)
Luego :
Cbg z, = — 0,4727244 — 0,0101761 = — 0,4829005
log etg a, = 1,68385727
0 = — 64%13'26/8
0 = — 64%12'0071 (pág. 102)
dy (difer.) = 1/26/71 =8677.
La fórmula diferencial (26) nos dió da = 8871.
V
EL ERROR AZIMUTAL, SUPUESTA LA TIERRA ESFÉRICA
En cuanto respecta al cálculo de la influencia que sobre x ejercen
los errores de, de”, de y du”, podríamos pasarnos sin la fórmula dife-
rencial (26) y admitir que la Tierra es esférica. Razonando entonces
sobre el triángulo esférico (fig. 3), nuestros datos serían :
a = 902 —y da == 075
bB=900—e€ ¿dh=+0"9 |
U= w—w dO= + (do + do”) => 6/75 (valor máx. numérico)
CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS MES,
Para hallar dB, la fórmula a aplicar será la que se obtenga diferen-
ciando la fórmula fundamental de la Trigonometría esférica. Los
desarrollos pueden seguirse en Clarke,
Op. Cit., páginas 55 y 56, donde se llega a:
— cos cesen Bda -- |
—- sen Adb — sen b cos AdC = sen ed B, _.1
SE
O sea : 00d
B SÍ
5 A
tec
sen A senbecosA _.
— QU, (27
1 sen C sen C a
que es una expresión más sencilla que
la (26) y suficientemente exacta. Hay un
pero : la (27) nos obliga al cálculo previo
de los azimutes A y B y de la longitud ce del arco de círculo máximo,
mediante el grupo conocido de fórmulas :
Figura 3
Cos (a —- b)
sen E (a — b)
il 1 2
vela Bb) A e O o ed
.S sen 5 (a + D)
y
1
1 2 sen (AD)
tg 50 = tg 5 (a — b) =
E e sena Bb)
Así, pues, la sencillez de la formula (27) es más aparente que real.
A título de comparación con la (26), apliquemos la (27) al mismo
caso numérico que venimos estudiando. Para el cálculo previo de A,
B y c, los datos son :
a = 6426/3472
b= 63%18'43/7
O= 2239/34"5
120
luego :
Luego :
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA :
A =114%44'55"2
1 ==
0 == ACA AZ
-=(a—b)= 0233/55/25
o =- b) = 6352/38/95
2 AN
1 |
Cálculo de 5 (A + B)
1 =
log Ctg > C = 1,6342657
1 dE
log cos ¿(a — b) ISS)
ll
colog cos 7 (4 4 b) —=0,5562392
fi
logtg (A+ B) =1,9905038
A EE) = 8924/5178
9 — ( dd pe
1
Cálculo de 3 (A — B)
Jl
log cte > 0 = 1,6342657
1 =o es
logsen (4 —b) —=3,9941855
il
colog sen (a by =0,0467940
1 No
log te=(A—B) =1,6752452
5
—(A — B) = 25200114
log sen A = 1,9581609
6404/5074 log cos A =1,6218301
log sen B =1,9539579
CÁLCULO DE LOS AZÍMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS 121
Cálculo de e
a de
log tg (a — b) = 3,9942067
alas e
log sen ¿(A + B) == 1 O
il
colog sen (A — B) = 0,5656680
log eto = 23628520
iD de
7. = MAS
C —= 2295910
log sen c = 2,6636471
log tg c = 2,6641090
Cálculo de dB (fórmula (27))
logsenB = 1,9539579
— logtgo =—2,6641090
1,2898489 = log 19,49
logsenA = 1,9581609
—logsenc == —2,6636471
1,2945138 =1l0g 19,70
logsenb = 1,9510783
logcos A = 1,6218301
cologsenec= 1,3363529
0,9092613 =1lo0g 8,11
Luego :
dB = 19,49da =- 19,70db -- 8,11dC
A NAO O == 14062
A 2 ES:
8,11 X 6/15 =54/74
. AB =87"09 (error máx. probable)
La fórmula diferencial (26) nos dió dy = 8871.
122 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Cálculo de la desviación lineal máxima. — Suponiendo que el azi-
mut de B estuviera realmente afectado del error máximo de 8771,
¿con qué desviación lineal llegaríamos al punto A, partiendo de B
con el azimut 295%47'599? (+).
Siempre sobre el supuesto de ser esférica la Tierra, a c = 2238'31/0
corresponde una longitud aproximada de 293,5 kilómetros, y la des-
viación lineal estará dada, también aproximadamente, por el siguiente
y sencillo cálenlo :
5,4
log tg 8771 = 4,62559
log (desv.) = 2,09320
Desviación máxima probable = 123,9 metros
que corresponde al 0,4 por mil de la longitud c.
VI
TABLAS PARA EL CÁLCULO DE LOS AZIMUTES
DE LÍNEAS GEODÉSICAS
La fórmula (S) :
1 o—o 1
ete a = 2 — =——— sec o! — ¿sen 17 t2 09m (w — wm) COS y”
5 1 e? cos? 9 W' — 0 2 o dde
es, evidentemente, de fácil aplicación. Con todo, los cálculos numéri-
cos pueden simplificarse más aun, si disponemos de una tabla que
nos dé, en función de on, el valor de los coeficientes
1
1 +] e? COS? om
sen 17 t2 0.
¡A
Fácil es construir esta tabla para valores de ¿,, variando de 5 en 5
minutos, lo que basta. Una tabla cualquiera de líneas trigonométricas
nos da los logaritmos de cos 0 y $8 2, y luego con log e? = 3,5304712
(1) Recuérdese el valor de % dado en la página 102.
E
CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS
todos los valores de 2, dados de 5 en 5
didos entre 20 y 50% sexagesimales, así como las diferencias logarít-
culares de los dos mencionados coeficientes.
Las tablas que damos a continuación, .... revisadas,
micas entre cada par de valores contiguos.
contienen los logaritmos de (1 —- e? cos? qm) y de 5
1 = : :
y log sen 1" = 6,3845449, poco cuesta ir obteniendo valores parti-
8 Om Sen 1” para
minutos 6 A1CO, y COMPpTen-
Tabla para el cálculo de los azimutes de líneas geodésicas
1 ROTA 1 7 , /
ctg ga 1 e cost pm : LEER sec p! is 3 8 Fm +. SON 1 (0 — 0)) : COS
da log (1 + e” cos? qm) | Diferencia |log 6 tS em sen 1) Diferencia
000! 0.0025878 7.9456108
20200 od 97 a 19619
5 .0025851 9475727 can
10 0025823 E 9495280 0
X a 27 y 19485
15 .0025796 - 9514765
A 28 di 19419
20 0025768 a 9534184 04SE
95 0025740 de 9553537 Ed
30 0025713 ñ .9572826 A
y dl 28 19924
35 0025685 a 9592050 O
40 0025656 he .9611210 10008
45 0025628 de 9630307 EY
50 0025600 Se 9649341 o
55 0025572 pe 9668313 50
21 00 0025543 $ 9687223 e
E 28 18850
5 0025515 de 9706073 as
10 0025487 de 9724862 do
15 0025458 9743591
E 29 18670
20 .0025429 9762261
E 28 18611
95 .0025401 03 9780872 A
30 0025372 E 9799424 OS
35 .0025342 : 9817919 z
29 z 18438
40 00253183 9836357
s _ 29 E 18381
45 .0025284 .9854738
E ES 30 18324
50 .0025254 99 .9873062 18269
55 0025225 20 9891331 AO
22 00 0025195 a 9909545 SER
5 0.0025166 7.99927703 S
30 ER ETTE 18105
124
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Latitud
22010"
189)
Om
1
¡[5
St
DD 0 NN Nn
CSS
¿e
log (1 + e? cos” om) | Diferencia [log ( tS cm Sen 1) Diferencia
ed 30 da 18050
.0025106 99 9963858 17998
0025077 30 _ 981856 17944
.0025047 30 1.9999800 177899
0025017 30 6.0017692 17840
.0024987 30 0035532 17789
0024957 31 0093521 17737
. 0024926 30 0071058 17687
.0024896 30 0088745 17686
.0024866 31 .0106381 17587
0024835 30 .0123968 175838
0024805 31 .0141506 17488
.0024774 31 .0158994 17440
0024743 30 .0176434 17398
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CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS
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14751
126 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
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CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS
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=]
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13170
127
128 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Latitud
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12794
CÁLCULO DE LOS AZÍMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS
Latitud
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43 00
a
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Rh Aa Al») 2) 2) pa) pa fa pa pa pl hb A
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12683
12666
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12646
12644
12643
12642
12640
12639
129
130
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Latitud
6)
1
44010"
47
m
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20
25
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39
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12637
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12635
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12634
12634
12633
12633
12633
12633
12634
12634
12634
12635
12635
12636
12637
12638
12639
12640
12642
126453
12644
12646
131
ano log (L + e? cos” 21) | Diferencia [log ( bg em sen 1) Diferencia
47050" 0.0013225 12 6 e 12697
48 00 .0013141 43 .4301075 12704
a : 212770 =
E a 49 a 12709
0 .0013056 43 oi AS
15 00301 19 á a 2 : 12717
20 .0012971 43 .4351918 19791
25 .0012928 49 ad 19726
30 0 do hs a 12730
35 o 19 .4 o 19735
=10 ) , 0RN89Q
40 .0512802 19 os 12740
5 9276 O
E de 43 O 19744
97 0012675 43 . a e 192754
49 00 .0012632 41 .4453818 12760
95 565
O
A OO a
E a eE 42 onedo 12776
95 SJ 217672
25 .0012422 49 Ed 19788
30 .0012380 19 .1530460 19794
de E e A 512954 pa) b
35 lia 19 o 19799
a o
a ion ES O ala
de : O 49 el. 12818
579) 00121 19 459 89 12895
50 00 0.0012127 6.4607314
Notas biográficas relativas al ingeniero Aramburo
Nacido en España el 5 de mayo de 1891, radicóse desde joven entre
nosotros. Cursó y aprobó en un año su bachillerato como alumno libre
del Colegio Nacional de La Plata. En cinco años cursó los estudios
relativos a la carrera de ingeniero hidráulico y civil de la Universidad
de aquella ciudad, en la que también siguió los cursos de Matemáti-
cas Superiores del Doctorado. Fué, en dicha Universidad, profesor
de Matemáticas del curso secundario y profesor auxiliar de Mecánica
y Geodesia de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas en la que
fué también profesor libre de Topografía y Secretario General. Con
motivo del desempeño de esos cargos dictó conferencias sobre diver-
sos temas técnicos como ser : Operaciones geodésicas en el trazado de
12 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
la línea férrea de Metán a Barranqueras; Las acciones dinámicas en
los puentes ferroviarios; La mécánica de los puentes flotantes, ete.
Relativamente a su práctica profesional apuntaremos lo siguiente,
no sin antes recordar su proyecto final para optar al título de inge-
niero hidráulico y civil que trataba de un Dique flotante de hormigón
armado para carenar buques de hasta 20.000 toneladas (400 pági-
nas de texto y 22 láminas), proyecto que fué honrado con las felicita-
ciones de la Mesa examinadora y con la impresión del trabajo.
Ingeniero ayudante en el Puerto de La Plata efectuó en tal carác-
ter mensuras, operaciones geodésicas y
proyectos de obras.
Como ingeniero ayudante en la cons-
trucción del ferrocarril de Metán a Ba-
rranqueras, fué encargado de las opera-
ciones gcodésicas, y del estudio hidráu-
lico y geológico del río Pasaje.
Como jefe de la Comisión de estudios
Avía Teray al Oeste (Ferrocarriles del
Estado), realizó cálculos de longitudes
geográficas por ocultación de estrellas
por la Luna, y por radiotelegrafía; Cál-
culo de latitudes por el método diferen-
cial de muchas estrellas de igual altura; Cálculo de los azimutes de:
una geodésica de 300 kilómetros, fijación precisa de dichos azimutes
sobre el terreno; Proyecto razonado del puente definitivo sobre el río
Pasaje.
Fué también ingeniero proyectista del Departamento Técnico de
los Ferrocarriles del Estado e ingeniero del Ferrocarril Provincial de
Buenos Aires. In este último carácter hizo especificaciones técnicas
para las obras del ramal Azul-Bahía Blanca; Proyecto de obras de
arte. Agregaremos, por último, que fué ingeniero jefe de la construc-
ción del ramal de Córdoba a La Puerta e ingeniero jefe de la División
de Construcciones por contrato de los Ferrocarriles del Estado.
Entre sas publicaciones, recordamos las siguientes :
En Revista de la Asociación Nacional de Ingenieros :
Determinación del tiempo con un altazimut, Y páginas y 2 láminas.
Las inundaciones del valle del vío Negro y las obras hidráulicas del Neu-
quén, 28 páginas, 4 fotografías y 2 figuras.
Peso que soporta el picadero más cargado de un dique de carena, 23 págl-
nas y 9 figuras.
CÁLCULO DE LOS AZIMUTES DE LÍNEAS GEODÉSICAS SO
La latitud obtenida con muchas estrellas de igual altura, 15 páginas y 1
lámina.
Hidráulica fluvial. Cálculo de caudales de creciente y otros temas. (Comen-
tarios a publicaciones de los ingenieros Soldano y Ballester), 20 páginas.
En Revista del Centro de Estudiantes de Ingeniería de La Plata :
Dinámica de los puentes ferroviarios, 108 páginas, 25 figuras y 3 planchas.
Conferencia inaugural de un curso libre de Topografía.
En Anales de la Sociedad Científica Argentina :
Determinación de longitudes geográficas mediante el empleo de la radiote-
legrafía. Primera y segunda parte, 100 páginas. |
Nuevo estudio sobre la determinación de las cargas que actuan en los pica-
deros de quilla de un dique de carena, 68 páginas y 17 figuras.
Cálculo de los azimutes de líneas geodésicas y tablas conexas.
En Contribución al estudio de las Ciencias Físicas y Matemáticas, serie
técnica, de la Universidad Nacional de La Plata :
Determinaciones de tiempo y latitud con un altazimut y un telescopio zenital,
185 páginas, 20 figuras y 3 láminas.
Puente ferroviario sobre el río Pasaje en la línea de Metán a Barranque-
ras, 126 páginas, 38 figuras y 15 láminas. E
En La Ingeniería :
¿ Ouál es el peso del riel económico ?
X
Trabajos inéditos :
La compensación de masas propulsoras en la locomotora de tres cilindros
clase 2-6-4 T del Ferrocarril del Sud, y análisis de las acciones dinámicas que
de tal compensación resultan, 130 páginas, 5 láminas, 24 figuras y 2 fotogra-
fías. (Presentado a la Academia nacional de Ciencias exactas, físicas y natu-
rales, en mayo de 1931.)
Teoría del dique flotante, 200 páginas, SO figuras y 16 fotografías.
El trazado y la construcción de la línea de San Juan a Jachal, 148 pági-
nas y 80 planos y fotografías.
Hombre laborioso, dotado de clara inteligencia, honorable como el
que más, ha perdido el país con la muerte prematura del ingeniero
Aramburo un muy valioso elemento.
EG. 0D:
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS
SUR LATSOMMABILITE ABSOLUE DES INTEGRALES DIVERGENTES
PAR LA MÉTHODE DE CESARO
PAR J. C. VIGNAUX
1. M. Chapman (*) a étendue la notion de sommation de M. Cesáro
aux intégrales divergentes et a démontré des tléoremes analogues a
ceux des séries divergentes sommables par ce procédé.
Dans cette Note, nous nous proposons d'introduire la notion de
sommation absolue (C, 2) et d'énoncer quelques théoremes analogues a
celui de M. Kogbetlianz pour les séries (?).
Nous dirons que Vintégrale divergente
0
Da (a) de 17
est sommable absolument par la méthode de Oesáro d ordre 3, ou som-
mable | 0,3 | avec la valeur S, s'il existe et est fini le
Pa a?
lim | p al TFWido=s
OSA
ou 9 est un nombre réel et positif.
2. On démontre les théoremes suivants :
I. Si Pintégrale (1) est absolument convergente avec la valeur $, elle
est aussi sommable |C,3 | avec la méme valeur.
On démontre aussi le théoreme
II. Si Pintégrale (1) est sommable | 0, 3| elle l'est aussi | 0,3 | toute-
fois que > 2, et avec la méme valewr.
La puissance de la sommabilité | 0,3
Pordre 2.
crolt avec la croissance de
(¿) On Non-Integral Orders of Summability of Series and Integrals (Proc. Lond.
Math.-Soc., 22 série, 9, p. 1, 1910):
(+) Comptes rendus, 178, 1924, page 295, et Bull. des Sc. Mathématiques (Darboux),
49 (1925).
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS 135
Le théoreme fondamental généralisant celui de M. Borel (') est:
TIL. Si les deux intégrales
| w (9) de, (1) et | v(x) de (2)
0 0
sont sommables |C,3| (23>0) et |0,2'| (> 0) respectivement avec les
valeurs u et v, Pintégrale produit
Soo a
| ds | u(e—t)v(0 dt (3)
0 0
est sommable [0,3 +-2'| aver la valeur u= uv (?).
De ceci résulte, comme cas particulier, le théoreme de M. Borel
sur le produit d'intégrales absolument convergentes, en faisant
==
Entfin, la généralisation du théoreme de G. Hardy s'énonce :
IV. Si UPintégrale |
| w (e) de (1)
0
est sommable (C, 0) (2 > 0) avec la valeur u et
v (e) de (2)
0
, Uintégrale
est sommable | O, 2
50 >
| do | u (e —t)o (1) dt (3)
9 0
est sommable [0,3 4-2 | avec la valeur w= uv.
Dans le cas particulier ¿=>2=0 on retrouve le théoreme de M.
G. Hardy (+).
Pour ¿== 0 et % =0, on a le résultat de M. Durañona y Vedia (*)
analogue á celui de Hardy et Littlewood (>) relatif au produit (une
série sommable (6, 5) par une série absolument convergente.
(*) E. BorEL, Lecons sur les séries divergentes. (Gauthier-Villars), page 104, Paris,
1901; G. H. HarDY, The multiplication of conditionelly convergent series. Lond.
Math. Soc. Proc. (2), (6), page 410, 1908.
(*) M. Chapman démontre que si les intégrales (1) et (2) sont sommables (C, 0)
eb (C, 9), lintégrale (3) est sommable (C,0-+ 0 +1). Loc. cit.
(*) Researches in the Theory of Divergent Series and Divergent Integrals (Quart.
Journ. Math., 35 (1903) : 22-66).
(+) Atti del Congresso Internazionale des Matematici (VI), tomo II, Bologna, 1928.
(5) Proceedings of the Lond. Math. Society, 2* série, volume II, 35, page 461, 19153.
SOBRE LA TRANSFORMACIÓN GENERALIZADA DE LAPLACE
POR J. C. VIGNAUX
Bien conocida es la analogía completa que existe entre la teoría de
la serie de Dirichlet
18
o) Ue para
1
y la integral de Laplace-Abel-Borel
Di = | E u (e) e “do, (1)
0
puesta de manifiesto sobre todo por Landau (*) y S. Pincherle (?).
M. H. Hardy y M. Riesz, en su obra The general Theory of Diri-
chlet's Series (*), introducen la integral más general
| aula cd: (2)
0
donde 4 (4) es una función real definida para >0 no decreciente
y derivable, y a la cual el doctor Sagastame Berra (*) extiende, si-
guiendo el método de Pincherle (*), las propiedades fundamentales de
aquélla.
Prosiguiendo esta analogía, vamos a dar aquí, algunos teoremas
relativos a la abscisa de convergencia simple y absoluta de la integral
general (2), análogas a los teoremas de Cahen, Schnee, Kojima, Fugl-
wara y Knopp, relativos a la serie general de Dirichlet (*).
Consideremos la integral
| uae 0D do (1)
0
y pongamos
e
log | vw) de
a= lim: == si a>0 (2)
t—>>0 Zi (€)
(+) Ueber die Grundlangen der Theorie der Facultitenreihen Sitzungler. der K. bazer,
Ahkad. der Wissenschaften, tomo XXXVI, página 215. a
(%) 4nn. de V Ec. Normal Sup., tomo XXII (1904), página 56.
(?) Cambridge Tracts ir Math. and Math., Phy., número 18 (1915).
(+) Contribución al estudio de las Ciencias..., 5 (1931), página 853.
(E) El elementi della teoria delle funzioni analitiche, página 313 y siguientes, Bo-
logna, 1922.
(*) Véase HARDY y RIESZ, loc. cit.
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS 13
lo
== -
[—>>00 A (t)
sl a < 0. (3)
El número a es la absecisa de convergencia simple de la integral (1).
Estas dos fórmulas tienen una relación similar a las fórmulas de
Cahen y de Sehnee para la abscisa de convergencia de la serie de
Dirichlet.
Si 1 (t) =1, la (2) coincide con la fórmula dada por Landau y la (3)
con la de Pincherle.
Si ponemos .
t
- [E
log |
AL Tim
t—>>0 A (t)
[t
uo) de
d|
el número A, es la abscisa de convergencia simple. Esta fórmula es
análoga a la dada por Kojima para la abscisa de convergencia de la
serie de Dirichlet.
Más simple que la anterior es la siguiente :
log
a
| aa edo
0
Al
>> ni)
análoga a la de Fugiwara.
Si en las fórmulas anteriores, se toma en lugar del valor absoluto
de la integral, la integral del valor absoluto, resultan las fórmulas
correspondientes que dan las abscisas de convergencia absoluta.
La demostración de estos teoremas no ofrece dificultad siguiendo
el razonamiento de Pincherle para el caso de la integral simple (1).
En el caso que la serie Y u,e +? no es convergente, pero si sumable
0
con el proceso (C,2), Bohr, Riesz, Hardy, han dado fórmulas que
determinan la abscisa de sumabilidad (O, 2) (*).
Es interesante investigar, si para las integrales del tipo (1) y (2)
subsisten fórmulas análogas, cuando ellas son sumables (0, 3), esto es
cuando es finito el número
0 0 3 >
s = lím y UN la
(1 —>0>00 0 a
() Bour (H), Comptes-Rendus, tomo 148 (1909), página 75. Tesis doctoral, Cope-
uhague, 1910. Gott. Nachr (1909), página 247. Wiener Ber., tomo 119 (1910), pá-
gina 1391; M. Rrrsz, Comptes- Rendus, tomo 148 (1909), página 1658; G. H. HARDY,
Mess. Math., 40 (1911).
NOTAS VARIAS
Doctor Emilio Hassler
NUEVO MIEMBRO CORRESPONDIENTE DE LA SOCIEDAD
En la sesión que la Junta Directiva celebró el 17 de diciembre
último, el Secretario de correspondencia, profesor José F. Molfino,
presentó la moción de incorporar al doctor Emilio Hassler, como Mien:-
bro correspondiente de la Sociedad en la República del Paraguay,
fundándola de la siguiente manera :
Señor Presidente :
Hace quince días se encontraba de paso por Buenos Aires para San Ber-
nardino (Paraguay), de regreso de uno de sus periódicos viajes a Europa, -
el doctor don Emilio Hassler, uno de los más distinguidos cultores de la
ciencia botánica contemporánea, admirador y amigo de nuestro país, a cuyos
centros de investigación fitológica se encuentra vinculado, habiendo merecido
honores de parte de la Academia Nacional de Medicina y de la Sociedad
Argentina de Ciencias Naturales. Aunque su vasta obra se refiere, en su casi
totalidad, a la Flora sistemática y biológica del Paraguay, ella tiene su im-
portancia para el estudio florístico de una gran parte de nuestro país, dadas
las afinidades existentes entre la vegetación paraguaya y las del norte y nor-.
deste argentino. Hay, por otra parte, en la vida de tan insigne hombre de
ciencia, hechos que lo hacen una personalidad doblemente simpática al sen-
timiento argentino; fué él quien, en su carácter de médico, asistió, en sus
últimos momentos, a dos ex presidentes de nuestra República : Avellaneda
y Sarmiento, cuyos cadáveres embalsamó y acompañó, desde Dakar hasta
Río de Janeiro, el del primero, y desde Asunción hasta Buenos Aires, el del
segundo, siendo digno de notarse que, en ninguno de los dos casos, quiso
aceptar emolumento alguno por los servicios profesionales prestados.
El doctor don Emilio Hassler nació en AÁarau (Suiza) en el año 1858,
— IN
NOTAS VARIAS 139
graduándose de médico en 1881, en la Universidad de Zúrich. A los pocos
años hizo un viaje al Brasil, de donde pasó al Paraguay, ejerciendo su pro-
fesión en Asunción, actividad que tuvo que abandonar en parte, porque
aquella naturaleza privilegiada le atrajo sobremanera, decidiéndolo a la
recolección de materiales botánicos y a su estudio. Ya en el suelo natal ha-
bía sido uno de sus gustos favoritos.
Desde 1885 comienza, pues, su labor científica, que en estos momentos
continúa, a pesar de los años, con los entusiasmos de sus mejores tiempos.
El importante Herbario Hassleriano se encuentra depositado en el Museo
del Jardín Botánico de Ginebra y el número de especímenes que lo consti-
tuye pasa de los 80.000, entre fanerógamas y criptógamas vasculares. Hay
series distribuídas en los principales centros botánicos del mundo y en
nuestro país existen en el Instituto de Botánica y Farmacología de la Fa-
cultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires.
En la recolección y conservación de tanto material, tuvo el doctor Hassler
un eficaz colaborador en don Teodoro Rojas, oriundo del Paraguay; ambos
supieron afrontar siempre las dificultades que representa la recolección de
plantas en un clima cálido y otras molestias inherentes al medio. Hubo
expedición que rindió cerca de 10.000 ejemplares, lo que requirió imple-
mentos y bagajes considerables. Los especímenes están así maravillosamen-
te secos, los hay de conservación muy difícil (Cactáceas, helechos de más
de un metro de altura, inflorescencias de palmeras, etc.); colecciones den-
drológicas y carpológicas admirablemente preparadas; cortes de frutos,
cortezas, lianas con sus soportes, etc.; todo lo cual adjudica un valor ex-
traordinario al conjunto y da a conocer el criterio científico que presidió a
las exploraciones.
La lista bibliográfica del doctor Hassler, compilada en gran parte por
mí, comprende ochenta números y por ella puede apreciarse la magnitud
de su labor [cf. Physis, Revista de la Sociedad Argentina de Ciencias Natu-
rales, V (1922), pp. 332-337]. Plantae Hasslerianae es una obra fundamen-
tal, que contiene la enumeración casi completa de la flora fanerogámica y
pteridológica del Paraguay, la que, gracias a tan eminente investigador, es
una de las mejor conocidas de Sud América, habiendo colaborado en ella,
asimismo, varios especialistas de fama y el doctor Roberto Chodat, de Gine-
bra, también uno de los botánicos contemporáneos de mayor renombre.
Señor Presidente : Por todo lo que dejo expuesto, estimo que el doctor
Hassler reune relevantes. méritos como para poder figurar con honra en el
cuadro de nuestros miembros correspondientes. En este sentido formulo la
moción pertinente.
La propuesta del señor Molfino fué aceptada en forma unánime por
la Junta Directiva, habiendo respondido el doctor Hassler así a la
respectiva comunicación :
140 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
San Bernardino (Paraguay), 27 de enero de 1932.
Señor Presidente de la Sociedad Científica Argentina, doctor don Nicolás
Lozano.
Buenos Aires.
Hace ya días que recibí su nota y diploma, que me comunican la distin-
ción con que me honró esa docta Sociedad. El estado precario de mi salud
me impidió contestar a vuelta de correo ese honor, que aprecio en su
justo valor, viendo en él la recompensa de una labor casi cincuentenaria,
dedicada al estudio botánico y biológico de la región paraguaya, paranaense
y chacoense, que abarca indistintamente partes de la Argentina, Paraguay
y Brasil.
Una gran tarea queda todavía para llenar y completar las investigacio-
nes comenzadas por mí en el año 1885. ¿Tendré la salud necesaria para lle-
var adelante el programa que me impuse en aquel entonces? Felizmente,
en las generaciones argentinas no faltan elementos jóvenes y entusiastas
para proseguir lo que al veterano no le fuera más posible.
keitero mis gracias por la distinción de que fuí objeto y poniéndome a
disposición para todo lo que pudiera ser útil a esa Sociedad, me complazco
en saludar al señor Presidente con mi consideración más distinguida.
Dr. Emilio Hassler.
Antonio Alonso Ríos
EX-GERENTE DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Con motivo de los acontecimientos políticos acaecidos en España,
su patria, el señor Antonio Alonso Ríos que desempeñó durante seis
años, con eficiencia y corrección, la Gerencia de la Sociedad Cientí-
fica Argentina, ha hecho renuncia de su cargo, para radicarse defini-
tivamente en aquel país. Actualmente dedica sus actividades al campo
político y educacional, en el desempeño de cuyas tareas le auguramos
el mejor éxito.
BIBLIOGRAFÍA
Agenda Béranger para 1952. Un manual (9 X 14), 288 páginas de texto y
unas 90 de agenda propiamente dicho para cada día del año y notas.
Precio por correo en Buenos Aires, 18 francos. Librería Béranger. Pa-
rís, 1931.
Ya dos veces, en años anteriores, nos hemos referido al programa de estos
manuales. El relativo al año 1932 trata especialmente, en lo concerniente a
obras públicas, la cuestión del contralor del hormigón en el lugar mismo don-
de ha de emplearse. Un capítulo se ocupa de los ligantes hidráulicos; otro
trae un extracto del reglamento francés del 22 de enero de 1930 sobre el
empleo del hormigón armado, así como unos cuadros referentes a los tiem-
pos de carga y descarga de los materiales de construcción.
Varios problemas usuales relativos a mecánica termodinámica son trata-
dos, y facilitada su resolución práctica mediante cuadros apropiados. En
aeronáutica se trata del vuelo del avión el cálculo de su conformación y el
viraje. La parte « agenda » propiamente dicha trae muy útiles informacio-
nes dle carácter financiero. — €. C. D.
Marin VICUÑA, SANTIAGO, Ll Salitre de Chile (1830-1930). Un folleto (19 <
26), 15 páginas y una lámina. Editorial Nascimento. Santiago de Chile,
1931.
Esta Lreve « Memoria » del ingeniero Marin Vicuña expone claramente
los conceptos fundamentales sobre el salitre chileno. Resume, primero, las
características geológicas de ese importante producto mineral que, como es
sabido, constituye una de las principales fuentes de riqueza de la vecina
República.
Después de indicar la disposición estratigráfica en los terrenos salitrosos,
aborda el autor, muy sucintamente, la antigua cuestión, aún no del todo
resuelta, relativa al origen geológico del salitre, citando, entre otras opinio-
nes, la de la procedencia marina, rechazada hoy por la mayoría de los geó-
logos. Parecería que el autor se inclina hacia la teoría de la nitrificación de
las rocas, hipótesis que se acomodaría bien al estado actual de los conoci-
mientos científicos.
Signe una breve reseña histórica del uso del salitre, desde los rudimenta-
rios métodos de los indios hasta el moderno procedimiento de Guggenheim.
Considera después el autor, la política salitrera de los varios Gobiernos que
se sucedieron en Chile exponiendo datos estadisticos importantes que aqui-
142 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
latan el valor económico de la industria chilena. Siguen luego datos numé-
ricos sobre la producción chilena del salitre, la descripción de la formación
de la Compañía salitrera, y su lucha contra el salitre sintético alemán. El in-
cveniero Marin Vicuña se muestra muy optimista respecto del porvenir del
salitre chileno. Estamos en desacuerdo con este optimismo que consideramos
no concorde a los hechos reales, pero estimamos que el trabajo del ingeniero
Marin Vicuña es muy interesante lamentando su excesiva brevedad, para
tan importante argumento. — Y. J. D. Carl.
RIVAROLA, RODOLFO, Debe darse a la Ciudad y Distrito Federal su Gobierno
Civil. Un folleto (15 X 23), 15 páginas. Buenos Aires, Concentración
Republicana, Santa Fe 2088.
Transcribimos a continuación el Prefacio del distinguido autor :
Las páginas que siguen contienen el resumen de estudios y observaciones par-
ticulares realizados desde muchos años. Su exposición completa requeriría un
volumen que por ahora no puedo escribir. Al buen entendedor bastarán pocas
palabras para comprender que el asunto de la tesis que le ofrezco, debe ser con-
siderado en las circunstancias especialísimas, creadas por el gran desarrollo de
la Capital, la importancia de sus intereses locales y el hecho de tener por legis-
latura un Congreso, en que apenas tiene la sexta parte de la composición del
mismo en la Cámara de Diputados, y la décima quinta parte de los Senadores.
La oportunidad de que la Ciudad recobre el gobierno que tuvo bajo la Consti-
tución provincial, y perdió por la ley que la declaró Capital de la Nación, el 20
de septiembre de 1880, no se había presentado hasta el momento actual en que,
bajo la iniciativa y autoridad moral del Gobierno Provisional, será posible que
esta materia sea comprendida en el plan de reformas parciales de la Constitución
Nacional.
La Concentración Nacional Republicana, nombre que en la actualidad tiene la
agrupación iniciada el 18 de septiembre de 1930 (llamada primero Partido Nacio-
nal, luego Partido Nacional Republicano) limitada por el momento a organizarse
en la Capital, perseverará en su pensamiento. He colaborado en su iniciativa
partidista. Complacido de que la tesis contenida en este folleto, haya sido ins-
eripta en la plataforma de un partido político, ofrezco su explicación a todos los
ciudadanos de la Capital, con lo cual entiendo que no haya distinción por vínculos
en otros partidos, los cuales podrán asimismo considerarla y sostenerla para el
bien común de la Ciudad.
A continuación damos los títulos de los diversos parágrafos :
Hechos. Causas. Consecuencias político-electorales. Cómo rectificar la
Constitución. Proyecto para un título 11 de la Segunda Parte de la Consti-
tución Nacional. Título IT. Gobierno del Distrito Federal. Notas Comple-
mentarias de los parágrafos numerados.
Terminamos con una transcripción del proyecto :
Artículo 1%. — Compondrán el Gobierno del Distrito Federal que sea crea por
esta Constitución, la Junta de Representantes, la Junta de Administración y el
Tribunal de justicia;
BIBLIOGRAFÍA 1438
Artículo 2%, — Corresponde a la Junta de Representantes : a) ejercer una legis-
lación exclusiva en todo el Distrito Federal; b) compréndese en sus facultades la
de dictar las leyes pertinentes a la aplicación de los Códigos (art. 67 inc. 110);
c) compréndese asimismo el régimen municipal;
(Deroga en lo pertinente el art. 67, inc. 270 y el
86, inc. 30 de la Constitución y la ley orgánica
de la Municipalidad.)
Artículo 3%. — La Junta de Representantes se compondrá de sesenta miembros
elegidos por el sistema de representación proporcional, y tendrán los requisitos
personales establecidos para ser olegido diputado. Durarán cuatro años en el
cargo; y sólo por una vez podrán ser reelectos para el período inmediato;
Artículo 4%. — Corresponde a la Junta de Administración el cumplimiento y
ejecución de las leyes y ordenanzas que dictare la Junta de Representantes, y su
reglamentación sin alterar su espíritu;
(Deroga el art. 86, inc. 20 y el inc. 30 en las
funciones de administración civil.)
Artículo 5% — La Junta de Administración se compondrá de siete titulares ele-
gidos en la misma forma, tiempo, duración y requisitos que los representantes ;
Artículo 6%. — La Junta de Administración actuará con seis Secretarios, que
tendrán a su cargo el despacho de los asuntos de administración en cada uno de
los departamentos en que serán distribuidos ;
Artículo 7%. — El Tribunal de Justicia se compondrá de treinta jueces de única
instancia. Se dividirá por su reglamento interno en tantas Salas de tres y de
cinco miembros como lo requiriese el despacho de los asuntos. De sus fallos ha-
brá recurso de casación ;
Artículo 8% — Corresponde al Gobierno del Distrito Federal asegurar la ins-
trucción primaria;
Artículo 9% — La Junta de representantes, constítuída por primera vez, más
los diputados y senadores del Cougreso elegidos por la Capital, formarán la
Convención que dictará la Constitución del Distrito Federal.
WAUTERS, CARLOS, Origen y significado de las antiguas medidas de agua en
el interior regado. Un folleto de 34 páginas de 28 X 19 centímetros,
tirada aparte de la Revista de la Universidad de Buenos Aires. Im-
prenta de la Universidad, 1931.
El conocido autor hace una minuciosa investigación histórica para demos-
trar que los usos y costumbres que se invocan para justificar errores y
abusos en el reparto costoso de las aguas de riego y que se dicen tradicio-
nales e inconmovibles, no sólo desde los tiempos de la colonia sino desde
los incáicos anteriores, no han existido. Mal pueden admitirse como válidos
para oponer reparos interesados a las exigencias de la legislación moderna
que se impone implantar, cada vez con carácter de mayor urgencia, o a las
reglamentaciones administrativas del buen reparto de aguas de dominio
público, cuya utilización hace invertir capitales de importancia creciente.
Sienta asi, con sólida argumentación fundada en documentos de valor
indiscutible, que los conceptos básicos del reparto se alteraron al introducir,
144 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
en la legislación, equivalencias métricas; pues antes, desde siglos en Espa-
na, durante toda la Colonia en el virreynato y en todo el primer medio
siglo de nuestra vida independiente, no dominaba, en la materia, otra preo-
enpación que la distribución del agua en porciones, sin propósito de medir
caudales ni areas regadas. Estas porciones se servían a lleno completo o no,
hasta que, por escasez de agua, la reducción de su volumen imponía el ser-
vicio en turno o en mita, introduciendo el factor tiempo para fijar tandas de
valor muy variable, respetando el tradicional sistema proporcional, siempre
sin medida precisa de caudal. Es el sistema que, por otra parte, los conquis-
tadores encontraron adoptado, de antiguo, entre las razas aborígenes.
El ingeniero Wauters pasa revista a las leyes y ordenanzas más antiguas
que han llegado a nuestro conocimiento hasta la sanción de la ley que orde-
naba el uso del sistema métrico decimal en la república; y muestra que el
mismo criterio se adopta en ellas para separar porciones, empleando distin-
tas aberturas, de dimensiones y formas diferentes pero sin procurar medir
el gasto de agua que les corresponde. Establece así que el marco no fué
jamás medida de agua en España ni pudo serlo aquí, sinó un simple disposi-
tivo, más o menos apropiado para comparar porciones en un mismo reparto.
En cambio, al salir de la tiranía y organizarse el país, los que se habían
adueñado de las aguas públicas y legislaban sobre sus propios intereses,
adoptaron con amplio espíritu de tolerancia favorable a su causa, los dispo-
sitivos por medidas; y aumentaron discrecionalmente las equivalencias al
pasar al nuevo sistema métrico decimal, sin cuidarse de respetar los factores
del ambiente físico en que actuaban, la extensión regada, la clase de cultivo,
la naturaleza del suelo, el valor más o menos exigente del riego, etc.
De tal suerte, afirma el autor, «la anarquía del reparto por medidas no
fué defecto anterior sino posterior a esa transformación de sistema ». Como
es amplia la libertad de acción que ampara al Estado para establecer la re-
elamentación, científica y metódica, que debemos imponer en nuestros rega-
díos, para bien de todos, antes de complicar la organización del reparto que
se impondrá, cada vez más necesaria y exigente, con el crecimiento ineludi-
ble y fatal de los intereses valiosos que el regadío, por la acción combinada
del capital, del trabajo y del tiempo, promueve en la valorización del suelo,
puedo terminar su interesante estudio, escribiendo : « Es tiempo de corre-
gir el error cometido con intención interesada, introduciendo, en leyes y
reglamentos, las reformas necesarios y requeridas por el desarrollo de nues-
tros regadíos ».
El ingeniero Wauters agrega a nuestra incipiente bibliografía de investi-
cación científicohistórica, una valiosa contribución en materia de suma
importancia para el interior árido del país, en que el uso del agua crea de-
rechos y obligaciones regidos por leyes anticuadas, cuando no en abierta
contradicción con los conceptos fundamentales del Código Civil en vigencia,
leyes cuya reforma se impondrá muy luego. — £. $.
. Pedro Visca 7.
. Mario Isola +.
. Benjamín A. Gould 7.
RA E DIIppi
. Germán Burmeister cp.
q A ——
SOCIOS HONORARIOS
Dr. Florentino Ameghino >.
Dr. Carlos Darwin 7.
Dr. César Lombroso 7.
| Ing. Luis A. Huergo qee
Ing. Vicente Castro +. Ds
Dr. Juan J. J. Kyle 3.
z SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Dr. Carlos Spegazzini cp.
Ing.J. Mendizábal Tamborel +
Dr. Enrique Ferri 7.
Ing. Eduardo Huergo +.
Dr. Walther Nernst.
Dr. Eduardo L. Holmberg.
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Apmular, Ratael a... México. Lahille, Fernando ........
Amaral, Afranio do....... San Pablo. Lalgeyin, Pablo... ec
Ameghino, Carlos........ La Plata. =LUgO,: ADIÉTICO ea oe
arteaga, Rodolfo de..... Montevideo. TODO BLU aa :
: Avendaño, Leonidas...... Lima. Manzanilla, José Matías...
Álvarez, Antenor......... Sgo.dlel Estero. Mardones, Francisco......
Ballore, Montessus de... . Santiago. Magaña Peón, Pedro......
LA AS Berlín. Mena Ramón conos
Bodenbender Guillermo.. Córdoba. Molina, Enrique..... o
Bolívar, Ignacio ..... o. Madrid. Monjaráz, Jesús. mo...
Bonarelli Guido.......... Gubbio (It.). Morandi, Ls
OTE IO. 2... co ea a París. Moretti, Gaetano.........
Baclmann, Carlos J..... . Lima. Niúlsent Thorvalo os 20»
Duc Carlos. mos ains Olivos. Pereira d'Andrade, Lencaster
Cabrera, Blast. o tio. Madrid. Pérez Aranibar, Aug. E...
Carbajal, Melitón M...... Lima. Perrim, Lomás Gods,
Carvalho, José Carlos de. Río Janeiro. : Perrine, Carlos D..... ..
Catalán, Miguel A......: Madrid. - Eotter Carlos Motos
MOTOS. o Mendoza. Poirier, Eduardo.........
Dabbene,+Roberto........ La Plata. Pi y Suñer, Augusto..... :
Dávila, Rubén... ...c.... .. Santiago. Recaséns y Girol, Sebastián
_Dalevuelta, Jacobo....... México. Reyes Cox, Eduardo......
-—Escomel, Edmundo....... Arequipa (P.). | Revelli, Pablo............
IN A Lima. Rospigliosi y Vigil, Carlos.
González del Riego, Felipe. Lima. O Mere O ete:
Greve, Federico.......... Santiago. Shepherd, William R.....
Guevara, Alejandro....... Lima. Sklodonska, Curle........
Gjertsen Hjalmar, Fredik. Noruega. Tello Fui Oe
Hadamard, Jacobo....... París. Torres Quevedo, Leonardo.
Hassler, Emilio.......... Paraguay. UM st
Hauman, Luciano........ Bruxelles. Villalta, Jorge Blanco.....
Hoerning, Carlos......... Santiago. Villarán, Manuel Vicente. .
Hijar y Haro, Luis...:... México. Vélez, Daniel M..........
Kinart, Fernando ........ Amberes. Valle, Rafael Heliodoro...
Kraglievich, Lucas ....... Montevideo. VMOlMerra VO lle
E Moscou. Vitoria, Eduardo..+... o
.. Krinin, Demetrio
. Guillermo Rawson +.
". Carlos Berg .
". Valentín Balbín +.
Dr.
Estanislao S. Zeballos +.
Ing. Santiago E. Barabino +. | Dr. Alberto Einstein.
SOCIOS CORRESPONDIENTES
Ing. Guillermo Marconi.
Tarn (F.).
París.
Sto. Domingo.
Río de Janeiro.
Lima.
Santiago.
México.
México.
Concepe. (Ch.)
México.
Villa Colón (U).
Milán.
Noruega.
Nova Goa, 1. P.
Lima
México.
Córdoba. :
Sgo. de Chile.
Sgo. de Chile.
Barcelona.
Madrid.
Antofg. (Ch.).
Génova.
Lima.
Wáshington.
Col.Un.N.York
París.
Lima.
Madrid.
Lima.
Oslo (Norueg.)
Lima.
México.
México.
Roma.
Barcelona.
Adamoli, Pedro A.
Aguilar, Félix.
Aguirre, Pedro.
Albarracín, Carlos M.
Alcaraz, Ramón A.
Amadeo, Tomás.
Anchorena, Juan E.
Anastasi, Camilo.
Arón Suárez, Vicente.
Aparicio, Francisco de.
Arroyo, Rufino.
Aráoz Alfaro, Gregorio.
Arce, Manuel J.
Arditi Thompson, Horacio.
Arnaudo, Silvio J.
Ávila Méndez, Delfín.
Aztiria, Ignacio.
Babini, José.
Bado, Atilio A.
Bancalari, Agustín.
Baidaft, Bernardo Ig.
Bachmann, Ernesto.
Baulbiani, Atilio.
Balmes de Llamas, José.
Barabino Amadeo, Santiago.
Barbieri, Antonio.
Barilari, Mariano J.
Barrancos, Leonidas A.
Berdoy, Pedro A.
Beretervide, Roberto.
Berrino, Juan B.
Besio Moreno, Nicolás.
Bianchi Lischetti, Ángel.
Blaquier, Juan.
Bolognini, Héctor.
Bonorino Udaondo, Carlos.
Bontempi, Luis.
Bordenave, Pablo E.
Bosisio, Anecto J.
Bonanni, Cayetano.
Bottaro, Juan €.
Botto, Alejandro.
Botto, Armando P.
-Bozzini, Luis (h.).
Breyer, Adolfo (h.).
Breyter, Marcos.
Briano, Juan A.
Bullrich, Jorge M.
Bunge, Juan C.
Buontempo, Guillermo.
Busso, Eduardo B.
Butty, Enrique
Caillet Bois, Teodoro.
Calandra Raúl A.
Camus, Nicolás.
SOCIOS ACTIVOS -
Canale, Humberto.
'Canter, Juan.
Carabelli, Juan José.
Carbone, Esteban.
Carbonell, José J.
Carelli, Humberto H.
Caride Massini, Pedro.
Carette, Eduardo.
Carli, Félix J. D.
Casares, Jorge.
Cassai, Godofredo.
Cassagne Serres, Alberto.
Castellanos, Alberto. -
Castello, Manuel Y.
Castex, Mariano R.
Castiñeiras, Julio R.
Chanourdie, Enrique.
Chelía, Francisco.
Chiarizia, Eduardo.
Chiodín, Alfredo $.
Celaseco, Juan L.
Céspedes, Guillermo.
Cock, Guillermo. :
Colmo, Alfredo.
Cremona. Andrés V.
Curti, Orlando P.
Curutchet, Luis.
Damianovich, Horacio.
D'Ascoli, Lucio.
Dassen, Claro €.
Dasso, Héctor.
Dasso, Ricardo L.
Debenedetti, José.
De Cesare, Elías Alfredo.
Dellepiaue, Luis J.
Demarchi, Marco.
Díaz. Emilio C.
Dieulefait, Carlos E.
Doello-Jurado, Martín.
Dobranich, Jorge W.
Domínguez, Juan A.
Dubecq, Raúl E.
Duhau, Luis.
Dupónt. Enrique.
Durañona y Vedia, Agustín.
Durrieu, Mauricio.
Escudero, Adolfo.
Escudero, Pedro.
Fernández, Alberto J.
Fernández Díaz, A.
Figini, Ángel.
Fischer, Gustavo Juan.
Fossa-Maneini, Enrique.
Frenguelli, Joaquín.
' Galtero, Alfredo.
| Gerardi, Donato.
Gallardo, Ángel.
Gandolfo, José $.
'Gandolfo, Juan B.
García, Lucio A.
Gascón, Alberto.
Géneau. Carlos E.
Gez, Juan W.
Ghigliazza, Sebastián.
Giagnoni, Bartolomé E
González, Juan B.
Gradin, Carlos.
Greslebin, Héctor.
Grieben, Arturo.
Gurewitsch, Marco.
Gutiérrez, Avelino.
Gutiérrez, Ricardo J.
Hermitte, Enrique.
Herrera Vegas, Marcelino.
Hicken, Cristóbal M.
Hickethier, Carlos F-
Hofmann, Herbert. ¡
Holmberg, Adolfo D.
Hoxmark, William.
Hoyo, Arturo.
Imaz, Ignacio.
Isetta, José.
Ivanissevich, Ludovico.
Jacobacei, Jaime.
Jorge, José M.
Labarthe, Julio.
Lagunas. Simón.
Larco, Esteban.
Lasso, Alfredo L.
Latzina, Eduardo.
Lea, Allan B.
Leguizamón Pondal, Martno,
Lezica, Fernando de.
Lignieres, José. ”:
Loyarte, Ramón G.
Lizer y Trelles, Carlos A.
Lombardi, Alberto.
López, D, José. :
Lorenzetti, Miguel V.
Lozano, Nicolás.
Lugones, Arturo M.
Madrid, Enrique de.
Magnin, Jorge.
Magnin, Félix J.
Mallol, Emilio.
-Mamberto, Benito.
Marcó del Pont, Enrique.
Marchionatto, Juan B.
Marchisotti, Alfredo C.
Maresca, Antonio y.
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FINAL Mus?
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ARGE NTINA
ADOPTADOS PARA SUS PUBLICACIONES POR LA
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ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS BXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES
- Dreucror ; CLARO C, DASSEN
A
ABRIL 1932. — ENTREGA IV. TOMO CXIMI
R SCONT, La presencia. de aubbios a Ecaudata ») y de aves fósiles en el S E
ena ense de Buenos AirOs. Vo oocrononcanno coran 1 a
DE La Crorx, 1 Les deux o du ESI0p po e so DO. a
Lpudtádo de Rios, por do O. O ;
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JUNTA DIRECTIVA. 7
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Del Presidente e | det: Mela Losanos a
Vicepresidente 19... co... E Ingeniero Nicolás Besio Moreno.
Vicepresidente 20............. Img eniero Pedro Aguirre.
Secretario de actas............ Ingeniero Juan José Carabelli.. E
Profesor José F. Molfino.
Tesorero .l..oooo ooo como. 9. Ingeniero Juan José C. Mosca.
ProtesorerO...ocooocooccoo o... Doctor Abel Sánchez Díaz.
; BIDUOLECarTio lor Doctor Luis E. Ruata. |
a Ingeniero Juan A. Briano. E E
Ingeniero Emilio Rebuelto.
Doctor Isidoro Ruiz Moreno.
Locales Ea Ingeniero, general Arturo M. Lugones.
: | Doctor Juan Nielsen. de
' Doctor Adolfo T. Williams.
| Doctor Santiago Barabino Amadeo.
Secretario de correspondencia.
1 Y : q Ds es >
ale neia, éte., se enviarán a la Dirección. Cevallos, 3 269. — La DIRECCIÓN. -
la .
LA PRESENCIA DE ANFIBIOS (<ECAUDATA>
Y DE AVES FÓSILES EN EL PISO ENSENADENSE DE BUENOS AIRES
Por CARLOS RUSCONI
RÉSUMÉ
La présence d'amphibiens («Ecaudata») et d'oiseaux fossiles dans l'étage ensé-
nadéen. — Malgré que des vertébrés analogues aux anuriens ont vécu a des épo-
ques plus anciennes, la présence d*amphibiens de ce groupe n'avait pas encore été
signalée dans la faune de l'ensénadéen. Sons le nom de Ceratophrys ensenadensis
lauteur décrit une nouvelle espece dont une de principales caractéristiques est
d'avoir la sculpture de la surface supérieure du cráne constituée par de non-
breuses élévations osseuses á forme d'aiguilles, completement isolées entre
elles et done le caractere estinconnu chez les crapauds actuels de la province de
Buenos Aires. La nouvelle espece a été trouvée dans l'étage ensénadéen correspon-
dant au pliocene supérieur.
La presencia de anuros en la fauna del ensenadense de Buenos Aires
permanecía aún sin ser recordada. Se sabe, empero, que vertebrados
análogos vivieron, en la Argentina, en épocas más remotas. Los ves-
tigios fósiles descubiertos hasta ahora pertenecen a dos géneros dis-
tintos. Del primero (Bufo marinus) de la familia Bufonidae, que agrupa
a los sapos comunes, el doctor Ameghino exhumó restos de esta espe-
cie viviente en terrenos superficiales de la formación pampeana. Del
segundo género (Ceratophrys), o sea los escuerzos propiamente dichos
(familia Cystignathidae), el mismo autor reunió materiales fósiles de
la especie (Ceratophrys ornata) (Bell), en la parte superior de la for-
mación pampeana; y otros vestigios que halló en el piso hermosense
de la formación araucana los distinguió de la especie actual llamán-
dola Ceratophrys prisca (Ameghino, 1899, pág. 10).
Posteriormente, el doctor Rovereto se ocupó de anuros análogos
extraídos del piso recién citado y de ellos auspició tres subespecies
AN (SOC. CIENT. ARG. — T. CXLI 10
146 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
o variedades que denominó: Ceratophrys prisca subcornuta, CO. prisca
intermedia y O. prisca gigantea, y se diferencian de la actual por sus
tamaños y algunas otras particularidades. Estas plezas se encuen.
tran ahora en la colección del Museo de Buenos Aires pero no he po-
dido examinarlas por las razones que he expresado ya en artículos
anteriores.
De las medidas proporcionadas por Rovereto, cbservo que las de
O. prisca subcornuta se asemejan a las de la nueva forma, que daré a
conocer en seguida, pero difiere por otros detalles. Con estos motivos
le quedo muy agradecido a mi amigo el señor Federico Hennig quien
ha tenido la gentileza de permitirme el examen de los anuros fósiles
que forman parte de su colección privada.
Fam. CYSTIGNATHIDAE
Ceratophrys ensenadensis n. sp.
Ceratophrys ensenadensis, La Semana Médica, vol. XXXVIITI, n* 53, pág.
2046, 1931, nomen nudum.
Tipo : Parte del lado izquierdo de un cráneo adulto sin los prema-
xilares, número 480, colección Hennig. Localidad Olivos provincia de
Buenos Aires, piso ensenadense, plioceno superior.
Esta pieza perteneció a un animal adulto y de talla parecida a la
de nuestros batracios comunes (OC. ornata) que viven actualmente
por los mismos parajes y otros sitios del país. Su ancho wáximo
medido en el margen externo de ambas cavidades glenoides, debió
ser de unos 60 milímetros, en contra de 64 milímetros que mide el
ejemplar actual de mi colección. La distancia desde la punta de
los huesos nasales hasta la parte posterior del cóndilo de la espe-
cie fósil llega a 32 milímetros y sus huesos nasales son mucho más
robustos y extendidos hacia adelante que en la forma viviente. Otro
de los caracteres valiosos se refiere a la escultura de la superficie de
los huesos craneanos, pues sobre esa superficie se ven numerosos y
pequeños conos agujiformes terminados en una punta roma y leve-
mente más espesos que en su base; son de sección cilíndrica, están
distanciados unos de otros, y hay regiones como ser la línea media
en que esos elementos no existen. En cambio, la escultura de €.
ornata, se asemeja más bien a una superficie rugosa debido a que sus
LA PRESENCIA DE ANFIBIOS (« ECAUDATA ») - 147
conos son menos elevados, muy abundantes y casi siempre unidos
entre sí (véase figura).
La ornamentación de los batracios araucanos, según Rovereto, son
de una granulación continua y este detalle parece estar claramente
confirmado en las distintas figuras de la lámina XXII de su obra
citada. Por otra parte, la expansión del hueso jugal de las formas
hermosenses se proyecta mucho más atrás de una línea transversal
trazada imaginariamente sobre la cara posterior de los cóndilos occi-
pitales; en €. ensenadensis, esos procesos se encuentran casi al mismo
nivel de aquella línea, y por consiguiente son menos extensos. Final-
mente, la protuberancia ósea situada sobre los cóndilos occipitales de
la nueva especie es más prolongada ha-
cia atrás que en los escuerzos actuales.
En la misma colección hay otros dos
individuos procedentes dlel mismo piso
y localidad. Uno de ellos (paratipo, n”
481), comprende gran parte de los ma-
sllares, premaxilares, occipital y varios a, dibujo de la superficie craneana de
huesos. del esqueleto. algo incomple- Ceratopirys ensenadensis 1: sp.; d, el
A de C. ornata. Muy aumentados.
tos, que indican un animal de tamaño
parecido al anterior. La longitud mandibular de este individuo es de
45 milímetros. Los huesos del esqueleto, en general, son más gráci-
les pero tan largos como los del espécimen que we sirve de término
de comparación. El cúbitoradio tiene 20 milímetros de largo. La
longitud del ilíaco desde el borde anterior de la cavidad cotiloide
tiene 34, mientras que la del ejemplar actual es más corto y más
robusto el hueso. El sacro mide 21 milímetros de longitud y la pri-
mera vértebra (atlas-áxis) (?) tiene una extensión anteroposterior
de 10 milímetros.
Del segundo espécimen hay la parte posterior de los huesos occi-
pitales, escamosos, parietal y se trata de un individuo algo más
grande puesto que la anchura entre ambos cóndilos es de 12 en con-
tra de 10 milímetros que tiene el tipo. A la misma pieza de que me
ocupo se encuentra adherida, por una ganga calcárea, toda su columna
vertebral constituida de 7 vértebras distintas y ocupan en total 45
milímetros de longitud; el cuerpo de la primera gran vértebra mide
10,5 milímetros y las posteriores tienen término medio, solamente 5.
En la parte dorsal hay restos de la caparazón ósea, o hueso dermal
supraescapular con sus bordes rotos pero más extenso del que poseen
los especímenes actuales. En efecto, en el Museo de La Plata existe
148 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
un individuo de Oeratophrys ?ornata de gran tamaño cuyo cráneo tiene
un ancho transverso máximo de 76 milímetros y de 51 desde la punta
del premaxilar hasta el borde posterior de los cóndilos occipitales ;
sin embargo, la placa ósea supraescapular mide solamente 57 de
ancho por 28 de longitud. Ese mismo elemento en €. ensenadensis (no
obstante haber sido un animal de talla más pequeña que el citado más
arriba), la longitud de dicha coraza alcanza a 32 milímetros, y en
estado completo, debió ser seguramente, más larga.
Los tres individuos fósiles hallados en el ensenadense, a pesar de
las pequeñas diferencias de tamaño, poseen idéntica escultura, tanto
en la superficie del eráneo como en los huesos dermales, y este detalle,
unido a los que indiqué anteriormente me parecen suficientes como
para diferenciarlos de las formas extinguidas o existentes que me
son conocidas. A continuación doy las medidas del tipo, comparadas
con O. prisca subecornuta Rovereto:
O. ensenadenstis di
subcornuta
Ancho; total del Cráne0 let teta then Meteo parla a od da le 60 34
Distancia desde los cóndilos occipitales a la extre-
midadde los huesos nasales 392 =-
Ancho máximo de los cóndilos occipitales....... 10 —
Ancho mínimo de los huesos parietales......... 16 9
Espacio ocupado por los dientes del maxilar .... 23 aprox. 26
Diámetro anteroposterior de la órbita .......... 11 11
Distancia mínima entre el margen posterior de la
órbita y el extremo posterior del escamoso.... 14 17
AVES
Tampoco se conocían con certidumbre aves fósiles del piso ense-
nadense, como en realidad existen; pues en la colección del señor
Hennig he visto numerosos huesos de esqueletos pertenecientes a
aves familiarmente distintas. Algunos huesos son del tamaño de nues-
tra perdíz común, otros representan extremidades anteriores articu-
ladas, que han correspondido a pájaros relativamente pequeños. Del
banco calcáreo que se encuentra frente a las estaciones de Olivos y
Anchorena, el citado señor exhumó un interesante huevo fósil del
tamaño de los de la torcaza o de otra ave de talla más o menos pare-
cida; y tal descubrimiento tiene su relativa importancia porque esos
materiales eran desconocidos o muy escasos hasta ahora en aquellos
terrenos en que abundan restos óseos de aves fósiles, debido segu-
LA PRESENCIA DE ANFIBIOS (« ECAUDATA ») 149
ramente a su difícil preservación. El huevo es de figura oval, tiene
18 milímetros de longitud por 13 de ancho máximo; está algo carco-
mido por la erosión y su interior se halla rellenado con material
calcáreo muy consolidado.
Fam. RHEIDAE
Gen. ?RHEA sp.
Aunque de los restos citados más arriba y de otros que no men:
ciono he de ocuparme en otra oportunidad, sin embargo, indicaré que
en esos lugares, donde hoy se encuentra el estuario no solamente vivie-
ron en otros tiempos numerosos y variados grupos de mamíferos, sino
también ofidios, anfibios, quelónidos, fauna volátil y hasta aves corre-
doras. Me refiero en este caso a la existencia de un tarso-metatarso
de un avestruz del que se conserva la parte distal con las articulacio-
nes para los dedos bastante deterioradas. El hueso es mucho más
erácil que el de RKhea americana albescens Lynch Arrib. y Holmb., y
más aún con el de Heterorhea Dabbenei Rov. De su examen, y de nue-
vos materiales que han de aparecer, se podrá saber también qué aífi-
nidades tuvo ese resto con el género FKhea al cual lo refiero proviso-
riamente.
BIBLIOGRAFÍA
AMEGHINO, F., Sinopsis geológico-paleontológica (Suplemento), páginas 1-13, La
Plata, 1899.
— Revista Argentina de Historia Natural, volumen TI, Buenos Aires, 1891.
ROVERETO, G., Los estratos araucanos y sus fósiles, en Anales del Museo de Historia
Natural de Buenos Aires, volumen XXV, páginas 1-247 con 31 láminas,
Buenos Aires, 1914.
RuUscoNI, C., Lista de los vertebrados fósiles del plioceno superior, piso ensenadense,
en La Semana Médica, volumen XXXVIII, páginas 2042-2047, Buenos
Aires, 1931.
LES DEUX FORMES DU GALOP PITHÉCOIDE
PAR PAUL MAGNE DE LA CROIX
REÉSUMÉ
Dans ce travail l'auteur expose qu'il a constaté que certains petits singes em- -
ploient un galop autre que celui des papions, bien qu'ayant certaines relations
avec lui; ceci porte á deux les formes de galop pithécoide enregistrées par 1'auteur.
Il signale aussi les singuliéres pirouettes que font certains petits singes avant
de prendre le galop, et il expose les raisons pour lesquelles il croit que ces pirou-
ettes répondent a la nécessité, existante pour certains singes, de désorienter les
réflexes antéro-postérieurs du pas pour pouvoir prendre le galop.
Dans mon travail sur Los andares cuadrupedales y bipedales del
hombre y del mono (1), j'ai signalé un galop étrange que j'avais pu en-
registrer sur des papions chacmas (Papio porcarius); maintenant je
viens de noter, employé par de petits singes, un galop plus étrange
encore qui offre certaine parenté avec celui des papions, mais en di-
ffere cependant en bien des points, et offre des caracteres plus primi-
tifs; cette observation m'a prouvé que le galop pithécoide présente
plusieurs formes, au moins deux, que je désigneral par les noms de:
galop pithécoide, forme primaire (celui que je viens de constater ré-
cemment), et galop pithécoide, forme secondaire (celui que j'avals an-
térieurement enregistré sur des papions).
Cette breve indication générale étant donnée, passons a mes ré-
centes observations.
Le Dr. A. D. Holmberg, directeur du Jardin zoologique de Buenos
Ayres, ayant eu lheureuse idée de lácher en liberté, dans une petite
le du Jardin, un certain nombre de sajous (Cebus paraguayensis), je
fus surpris de constater que ces animaux employaient une sorte de
galop assez étrange;s il s'agissait d'un galop sans temps de suspension
vraiment marqué, et dans lequel l'animal prenait contact avec le sol
(1) La Semana Médica, número 48, 1929.
LES DEUX FORMES DU GALOP PITHÉCOIDE Ol
WVPabord par un antérieur; mon étonnement augmenta a constater que
certains de ces animaux employaient un moyen bien étrange pour
passer de leur pas habituel (pas pithécoide régulier) a ce galop; étant
au pas ils se dressaient sur leurs membres postérieurs; puis, levant
un de ces deux membres, ils exécutaient sur son congénere une pi-
rouette complete retombant au sol en quadrupedesime, pour poursul-
vre cette fois leur chemin au galop.
Fig. 1. — La pirouette qu'exécutent certains sajous pour desorienter leur reflexe du pas
pithécoide et prendre le galop
J'observais attentivement ces animaux et constatais que les indi-
vidus qui employaient cette étrange mancosuvre parfois Vexécutalent
sans prendre ensuite le galop, sans doute pour avoir changé d'idée
au cours de son exécution, mais que jamais ils ne prenaient le galop
VPautre facon.
Par contre, certains individus de la méme espece passaient du pas
au galop (une toute autre facon ; pour le faire, ils passaient de leur
pas régulier habituel á un pas irrégulier, conséquemment sans re-
flexes antero-postérieurs ; 1ls modifialent progressivement ce pas en
Fijo. 2. — Sajou au galop pithécoide forme primaire : a, poser de l'antérieur droit; b, poser
E) o
de Pantérieur gauche; ec, poser du postérieur gauche; d, poser du postérieur droit
direction du trot marché, allare que, du reste, 1ls n'arrivaientjamalsa
atteindre, restant toujours dans un pas ou les bipédes diagonaux
wétalent pas completement associés, á ee pas quí est celui que cel-
tains abimaux convertissent en allure normande («andadura caste-
llana» en espagnol); ces animaux prenalentle galop, et ce galop était
absolument le méme que celui que certains de leurs congéneres pre-
naient apres lPétrange pirouette.
Dans ce galop, c'est un antérieur qui touche terre le premier; puls
92 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Fig. 3. — Photographie d'un sajou se levant pour donner la pirouette qui lui permettra
de prendre le galop
Fig. 4. — Photographie de sajou au galop pithécoide de forme primaire (phase du galop E
correspondant a b du film 9)
LES DEUX FORMES DU GALOP PITHÉCOIDE 1553
vient au sol l'autre antérieur; apres c/est le postérieur diagonalement
opposé a Pantérieur qui touché terre le premier, qui vient enssuite
au sol; autre postérieur vient enfin marquer la dernierebattue.
Oe galop, comme tous les autres, peut étre galopé avec deux or-
dres différents d'1mposition de membres, suivant qw'il est initié par
un membre de droite ou de gauche; mais dans le cas de ce galop il
peut y avoir une petite hésitation pour savoir laquelle des variantes
sera appelée galop a droite et laquelle sera appelée galop a gauche.
En effet, les autres galops recoivent la dénomination a droite ou a
gauche, suivant que c'est un antérieur
droit ou un antérieur gauche qui tou-
che le sol en dernier. Mais dans le galop
quí nous occupe c est toujours un pos-
térieur qui touche le sol en dernier;
donc, cette regle ne peut lui étre appli-
quée, et nous appellerons galop a droite .
celui ou le pied droit postérieur touche
le sol en dernier, et galop a gauche
celui ou c est le postérieur gauche qui
marque la derniére battue. ES
Oe galop, comme les autres, . a des Fig. 5. — Papion au galop pithécoide
forme secondaire
variantes anormales qui sont acciden-
telles et jamais employées longtemps par lPanimal. Ces variantes
consistent á poser au sol, apres que le second antérieur a marqué
sa battue, le postérieur du cóté opposé (cest-a-dire, celui latéralement
opposé á Pantérieur qui a touché le sol le premier), au lieu de celui
du méme cóté comme cela est normal dans ce galop.
Dans mon mémoire sur les locomotions quadrupédale et bipédale de
Vhomme et du singe — cité au début de ce travail — j'ai parlé du ga-
-lop que j'avais enregistré sur des papions et j'ai signalé que ces ani-
maux, quand ils arrivent á prendre le trot marché, étant incapables
de convertir cette allure en trot sauté, prennent alors un galop en
deux temps dans lequel chaque battue est marquée par un bipede
diagonal, le temps de suspension ne se produissant quapres larrivée
des quatre membres au sol; dans ce galop la suspension est tres mar-
quée, mais surtout en hauteur, l'animal peut se projeter tres haut dans
Pespace, mais ne gagne que peu de terrain.
Nous avons vu que les sajous prennent leur galop — quej'ai vu em-
ployer depuis par d'autres petits singes — á une allure marchée irre-
guliere dans laquelle les bipedes diagonaux ne sont pas complete-
154 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
ment associés, l'antérieur venant au sol avant le postérieur; il s'agit
lá Vune allure marchée irréguliére qui précede immédiatement le
trot marché dans l'échelle évolutive.
Ce galop étant pris a une allure marchée qui précede immédiate-
ment celle a laquelle les papions prennent leur galop, je pensai im-
médiatement, apres avoir fait cette observation, a la relation qui de-
valt exister entre ces deux galops, á savolr que tous les deux pou-
valent se classer dans le groupe des galops pithécoides : le galop des
sajous représentant la forme primaire de ces galops, et celui des pa-
pions la forme secondaire (1).
Une observation ultérieure vint me confirmer dans cette opinion :
un jour je vis au zoologique un papion tres excité qui galopait sur
une barre de fer quí faisait le tour de sa cage; comme sur cette barre
il ne pouvait employer son galop habituel avec temps de suspension
si marqués, il en avait pris un autre, et celui-ci était celui que javais
vu employer par les sajous (2).
(Quant aux sajous valseurs, voici la conclusion a laquelle je suis
arrivé a leur sujet. Le pas pithécoide et le galop pithécoide premiere
forme, sont des allures régulieres avec reflexes antéro-postérieurs bien
fixés, elles doivent donc étre héréditaires. Il n'en est pas de méme
des allures marchées irrégulieres dans lesquelles interviennent des
actes conscients de P'animal; les animaux qui les emploient, souvent
sont des animaux en pleine évolution de lallure marchée, tel n'est
pas le cas des sajous, pour qui le pas pithécoide régulier est lPallure
marchée habituelle. Nos sajous valseurs doivent étre des individus
quí éprouvent certaines difficultés a se soustraire, au pas, au reflexe
antéro-postérieur héréditaire; ils ont aussi, héréditaire, le réflexe du
galop, mais ils n'arrivent pas á produire Pallure marché irréguliere
sans réflexes antéro-postérieurs, qui devraitles y conduire. Je crois,
done que pour vaincre cette difficulté 1ls se dressent, pivotent sur eux-
mémes pour désorienter le réflexe qui les géne, et cette pirouette faite,
le réflexe désorienté, ils peuvent alors, en toute liberté, partir au galop.
(1) Il est bon d'indiquer que : dans le galop pithécoide, forme primaire, l'ani-
mal pose entierement á terre le pied postérieur (le poser commencant par le ta-
lon) ; dans le galop pithécoide, forme secondaire, l/animal pose a terre seulement
lextrémité du pied postérieur. :
(2) Ce travail étant déja composé et préta paraítre, il me fat donné de pouvoir
observer de tout jeunes papions; ils ne galopaient pas comme leurs parents mais
comme les sajous, ce qui vint confirmer completement pour moi l*opinion que le ga-
lop pithécoide des sajous constitue une forme plus primitive que celui des papions.
CICLO DE CONFERENCIAS
(1930)
PERSPECTIVAS QUE OFRECE LA INDUSTRIA DEL PLOMO EN LA ARGENTINA
POR NILS A. LANNEFORS
RÉSUMÉ
Perspectives de l'industrie du plomh en Argentine. — Pendant le grande guerre,
l'industrie du plomb a été établie ici sur une grande échelle. Elle s'est ensuite
bien assise, de sorte que cette industrie — celle du pétrole exceptée — est
aujourd*hui la seule qui a pris un certain développement dans le pays. Les fon-
deries existantes ont pu, méme pendant les dernieres années, surpasser Jes chif-
fres de l'importation.
Il serait regrettable que cette marche en avant fut entravée par la manque de
mines économiquement exploitables.
La: méthode moderne de concentration, nommée « flotaison », contribuera a ce
que des mines á minerai complexes qui, par cause des difficultés du traitement
ne pouvaient auparavent entrer en compétence, puissent á présent travailler. La
construction de chemins, de fers et d'autres, aldera aussi les exploitations. Si on
ajoute á cela une bonne protection des douanes ainsi que le ferme propos de la
Direction Générale des Mines d'employer des méthodes modernes (géophysiques,
et spécialement la géoélectrique) pour la recherche des nouveaux gisement; on
peut espérer que, avant longtemps, le pays pourra se libérer absolument de 1'im-
portation du plomb et de ses minerais.
INTRODUCCIÓN
Conocidos son en la República Argentina un gran número de yaci-
mientos metalíferos. pero los que han dado motivo para una explota-
ción continua y provechosa, son pocos hasta el presente. En conse-
cuencia, el país se ha visto obligado a importar sus metales necesa-
(1) Conferencia dada con proyecciones luminosas, en el salón de la Sociedad
Científica Argentina, el 14 de agosto de 1930.
156 : ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
rios, situación en que se encuentra todavía, exceptuando el caso del
plomo, pues gran parte de su consumo es ahora producción nacional.
La gran guerra europea causó trastornos en los precios y en la
importación de los metales ; aumentó, por cierto, costara lo que cos-
tase, la importación del estaño, por ser éste un metal indispensable-
mente necesario para ciertos fines, pero en cuanto a los demás meta-
les, resultó que importantes industrias del país sufrieron los efectos
de la escasez de materias primas insubstituíbles, no sólo durante la
guerra, sino que también en el período de reajuste posterior. Fué pre-
cisamente durante esos años críticos que la industria del plomo fué
implantada en el país en escala de importancia.
Actualmente presenciamos que las naciones prestan especial aten-
ción a la política económica, en el sentido de amparar sus activida-
des industriales y comerciales y defender su economía. No hay nada
tan cierto, como que en esta defensa económica de un país desempe-
nan papeles importantísimos sus recursos naturales; y en vista de
ello he creído oportuno disertar sobre aleunos aspectos que ofrece la
minería y metalurgia de plomo en la Argentina, pues es la primera
industria minera que tuvo algún desarrollo en el país, si excluimos la
de petróleo.
LA INDUSTRIA NACIONAL DE PLOMO
Para la fundición de mineral de plomo están actualmente en acti-
vidad dos establecimientos : el de Villa Lugano en la capital federal
(fig. 1), y el de Mojotoro en la provincia de Salta (fig. 2). Una tercera
fundición existe cerca de la ciudad de Jujuy, pero ella está parali-
zada desde el año 1927; y las pequeñas fundiciones existentes en
otros lugares del país, o no trabajan, o lo hacen con irregularidad.
Ahora bien; para la elaboración del plomo, esto es, su transforma-
ción en objetos de uso directo, el país cuenta con varios estableci-
mientos, en la capital federal y en Rosario de Santa Fe, los cuales
adquieren el metal crudo, sea de las fundaciones nacionales, sea por
importación. Los artículos que producen son : caños y chapas, muni-
ciones, sifones, sellos, alambres para fusibles, soldaduras, cápsulas
para botellas, papel de plomo, minio, ete. ; y el plomo nacional, en la
mayoría de los casos, obtiene tan buena plaza como el importado.
La importancia alcanzada por la producción nacional de plomo
puede apreciarse contemplando el cuadro 1 y el gráfico en la figura 3,
donde observamos que desde su principio, más o menos en el año
IA
CICLO DE CONFERENCIAS 17
s
Fig. 1. — El establecimiento de fundición de plomo en Villa Lugano, Capital Federal
perteneciente a la Compañía Minera y Metalúrgica Sud Americana, de Buenos Aires
Fig. 2. — El establecimiento de fundición de plomo en Mojotoro, provincia de Salta, perte-
neciente a la Compañía Hispano Argentina de Minas y Metales, de Buenos Aires
158 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
1917, ha ido creciendo, hasta llegar en los últimos años a superar la
importación de plomo y sus manufacturados, habiéndose durante los
seis años, de 1924-1929, producido en el país, según los datos obte-
nidos, en conjunto 41.226 toneladas, e importado 39.083, vale decir : |
que la producción nacional era 51,3 por ciento del consumo. : |
CUADRO I
Importación, producción y consumo de plomo y manufacturados '
en la Argentina |
E o% E La ES e 25d |
se O ES = 3 Es [e ófa
A A Sa Sm. 15238 |
A US O AS o S SS |
E S IS Si E
1910 212 2 Es 8.212 EE
1911 12.030 ed E 12.030 añ |
1912 10.690 = — 10.690 —
(MN A be Ne 8.835 des |
1914 9.340 ES be 9.340 pe |
1915 7.305 se de 7.305 e
1916 8.544 EEN ds 8.544 pa |
1917 5.353 84 — 5.437 1.5 |
1918. 3.587 511 85 4.013 197
a 541 eS 5.869 9.2 |
1920 4.343 1705 10 6.038 28.3 |
1921 3.401 1780 E 5.181 Sus
1922... 3.034 3958 5 6.987 56.6
1923. 6.418 3871 14 10.275 37.6
1924. 7.677 5459 20 13.116 41.6
1925. 6.969 5754 8 12.715 45.3
1926... 3.760 8209 1 11.968 68.6 |
1927... 6.274 7106 27 13.353 53.2 [
1928. 8.641 6601 = a Ss |
1929... 5.762 (4) 8097 — (4) 13.859 58.4 |
(1) Según el Comercio exterior.
(2) Según la Estadística minera y datos proporcionados por el señor P. Chaus-
sette, director de la Compañía Minera y Metalúrgica Sudamericana, Sociedad
anónima. |
(3) Calculado a base de los datos sobre importación, producción nacional y
exportación, que figuran en este mismo cuadro.
(4) Datos proporcionados por la Dirección General de Estadística.
CICLO DE CONFERENCIAS 159
Por lo tanto, esta industria está bien encaminada, favorecida como
lo ha sido hasta ahora por un creciente consumo de plomo en el
país, representado en el año pasado por poco menos de 14.000 tone-
ladas contra unas 4000 0 5000 que era en un principio. Cuenta con
una decidida protección aduanera, sobre la cual me explayaré más
adelante, y a su desarrollo ha contribuído, como factor propicio, el
hecho de que los precios del plomo han venido cotizándose en alza,
durante gran parte del tiempo transcurrido después de la guerra.
Toneladas
18.000
18.000
PA O
AAA A
EN
AAA AA ll
ARE O A
AAA AD TE
AN
A ra ENE
A a ata
¡910 1912 1914 1916 1918 1920 1922 1924 ¡I20m 21928 1930
16.000
14.000 14.000
12.000
Fig. 3. — Gráfico de la importación y producción nacional de plomo y manufacturados
desde el año 1910 hasta 1929
¿ Cuáles son, pues, las condiciones que ofrece el país para un flore-
ciente desarrollo de esta industria y cómo responderán sus yacimien-
tos minerales a un aumento en la producción nacional de plomo ? No
cabe duda de que el consumo de este metal tomará incremento, pues
su uso principal es el de cañerías de plomo para edificios y la Argen-
tina cuenta con un constante aumento en su población y con la edi-
ficación en pleno desarrollo. Teniendo en cuenta además, las necesi.-
dades de chapas de plomo, municiones y demás artículos, no considero
arriesgado confiar en una demanda cada vez mayor.
RECURSOS MINERALES
Bajo tan favorable mercado sería sensible que las minas argenti-
nas no pudiesen responder a la industria que nos ocupa, pues ya
resulta insuficiente su capacidad productiva, viéndose las fundicio-
nes obligadas a importar, principalmente de Bolivia, elevadas pro-
porciones del mineral.
de
A
e
160 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
La figura 4 da una idea sobre la producción nacional de minerales
de plomo, según las cargas efectuadas en las estaciones de proceden-
cia. Antes de la guerra las cantidades transportadas eran insignifi-
cantes, y también después han sido pequeñas en comparación con las
exigencias de las fundiciones argentinas, cuyo consumo ha sido posi-
ble calcular en cifras aproximadas para los seis años de 1924-1929 a
base de las estadísticas existentes (véase fig. 4 y cuadro 2), con el
resultado de que la Argentina, en este lapso de tiempo, ha producido
en conjunto 28.017 toneladas de mineral de plomo e importado 40.605
toneladas, principalmente de Bolivia. Restando lo exportado : 5529
toneladas, obtenemos un consumo de 62.793 toneladas, o sea más del
doble de la producción nacional.
CUADRO Il
Importación y producción de minerales de plomo en la Argentina durante los 6 años
de 1924-1929. Cantidades aproximadas de mineral de plomo boliviano que pasó de
tránsito por la Argentina en el mismo lapso de tiempo, con destino al extranjero.
1 Aa Mineral de Boli-
TRA eE Producción e Consumo via en tránsito
E de Bolivia ; Exportación ;
Año nacional ñ nacional para el extran-
y otros países ON Toneladas (1) Toneladas (3) E 3
y o s (2 lado Jero (aprox.).
Toneladas (1) E
Toneladas
¡___..—_ — ¡E __ FR
1924 7.309 1.808 41) 8.706 3.300
1925. 8.380 3.961 2228 10.113 5.400
1926. 5.210 Sol 1149 12.432 9.200
MA 5.211 6.171 1682 9.700 10.300
MOS 6.603 2.924 264 9.263 7.600
1929. 7.892 (4) 4.782 95 (4) 12.579 13.000
40.605 28.017 5829 62.793 48.900
A título informativo he agregado al mismo cuadro las cantidades
dle mineral de plomo, que pasaron de tránsito por la Argentina durante
los mismos seis años, procedentes de Bolivia y con destino a otros
países, en total unas 48.900 toneladas. El hecho de que las minas
bolivianas suministraran simultáneamente, a las fundiciones argen-
(1) Según el Comercio Exterior.
(2) Según la Estadística Minera.
(3) Calculado a base de los datos sobre la producción nacional, importación y
exportación, que figuran en este mismo cuadro.
(4) Datos proporcionados por la Dirección General de Estadística.
CICLO DE CONFERENCIAS 161
tinas, una cantidad casi igual (véase el cuadro 11) da a entender que
ese país cuenta con apreciables fuentes de mineral de plomo.
Por lo que respecta a las minas argentinas y su producción hasta
el presente, el cuaaro MI indica, que la provincia de Jujuy ocupa un
Toneladas
14.000
14.000
¿ss MMS AO
ono pl ett ocio LAA 0000
a001 AS 0 O E can | E
6.000 are h A 6.000
oso AAA A ao
A A
1910 1912 1914 1916 91819207 1922. -"1924 19265 1928 1930
Fig. 4. — Gráfico de la producción nacional de minerales de plomo desde el año 1910 hasta 1929
y de la importación como también la exportación de iguales minerales en los seis años de
1924-1929.
lagar predominante, pues ha sido siempre la principal productora de
minerales de plomo; habiendo Salta, Los Andes, Mendoza y varias
otras provincias y territorios contribuído en forma variable y con
cantidades mucho menores.
CUADRO III
Mineral de plomo producido en las minas argentinas según la Estadística Minera
E Sh Son 2 Dn :
Se eo Esa o as E
S e == 1 ae elsa: (332 3
Año 5 "o 5 UN $ e A Aa nia +
as oa Saa á 3
5 o Ss a 242 e 2% > AS o
SS ON OSEA a, A E
MA 153 60 == 574 1387
Se 1021 —= 203 877 2101
O 62 = E 23 1185
O. 832 71 40 62 1005
O 3008 = 165 — 3037
1 645 60 42 = 747
(a lod 52 25 55 1296
10 E 1419 a 388 15 1808
IU 2829 176 933 23 3961
A A 260 644 493 8371
a 4378 194 1075 164 6171
| 2926 70 160 168 2924
1929....1 4260 29 64 429 4782
AN SOC. CIENT. ARG. — T. CXII 11
162 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
En la provincia de Jujuy existe gran número de minas, a ambos
lados de la línea férrea que une La Quiaca con la capital de la pro-
|
|
Fig. 5. — Casas e instalaciones de la mina « Bélgica », provincia de Jujuy
Fig. 6. — La usina de la mina « Bélgica », provincia de Jujuy
vincia. Hace algunos años empezáronse a intensificar los trabajos en |
varias de estas minas, como ser: en Pumahuasi, La Bélgica (figs. 5,6 |
y 7), y otras ubicadas al este y sudeste de la estación ferroviaria de |
CICLO DE CONFERENCIAS 163
Pumahuasi; en Pan de Azúcar (figs. S y 9) al oeste de Abra Pampa;
y en El Aguilar al oeste de Humahuaca (figs. 10 y 11). El resultado
2d
9
¿SER
ed
Fig. 7. — Las casas de administración y de los obreros de la mina « Bélgica »
provincia de Jujuy
Fig. 8. — Casas e instalaciones de la mina «Pan de Azúcar », provincia de Jujuy
fué un apreciable ascenso en la producción de estas minas, en los
- años 1925 y 1926, pero luego agotóse el mineral en una de las minas
y en otra son requeridas amplias instalaciones antes de poder iniciar
164 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
la explotación, y las demás no presentan todavía condiciones para
un aumento de consideración en su producción.
Fig. 9. — Casas de la mina « Pan de Azúcar », provincia de Jujuy
Fig. 10. — Una de las bocaminas de la mina «El Aguilar », provincia de Jujuy
De la provincia de Salta y del territorio nacional de Los Andes
no han venido mayores cantidades de mineral, pero actualmente atrae
especial atención el distrito minero de San Antonio de Los Cobres,
|
CICLO DE CONFERENCIAS 165
en el mencionado territorio, desde que se está activando la construc-
ción del ferrocarril que unirá la provincia de Salta con la república
de Chile. Según el itinerario, esta línea pasará por La Concordia,
Fig. 11. — Las casas de administración de la mina « El Aguilar », provincia de Jujuy
Fig. 12. — Vista general de las casas e instalaciones de la mina « Concordia »; aparece
el trazado del ferrocarril en construcción, territorio de los Andes :
antigua y conocida mina de plomo, plata y cobre (fig. 12) y la princi-
pal del distrito, con amplias instalaciones efectuadas en los años 1905
y subsiguientes, que dan una nota decorativa al paisaje para recreo
de los futuros viajeros (figs. 13, 14, 15 y 16). i
166 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Si el ferrocarril, como está proyectado, llega a tener una estación
al lado del pique principal de la mina (6g. 17), su ubicación resultará
favorable, y, en consecuencia, desaparecerá una de las causas de la
Figs. 13 y 14. — Casas e instalaciones de la mina « Concordia », territorio de Los Andes :
paralización de los trabajos, veinte años ha; me refiero a los eleva:
dos costos de transporte a lomo de mula.
Digo «una de las causas », pues otro serio obstáculo con que se
tropezó fué el tratamiento del mineral complejo de esta mina, que
CICLO DE CONFERENCIAS 167
consiste en una mezcla de varios sulfuros : galena, blenda, pirita de
hierro, calcopirita y tetraedrita con alta ley de plata. Pero ya está
Fig. 15. — El establecimiento de Pompeya, donde se efectuó la concentración del mineral de la
mina « Concordia ». La planta se halla ubicada a distancia aproximada de 8 kilómetros al SE
de la mina y al lado norte del río Chorrillos, territorio de Los Andes.
Fig. 16. — La estación hidroeléctrica perteneciente a la mina « Concordia » y situada a distancia
aproximada de 5 kilómetros al SO de la mina, territorio de Los Andes
resuelto el problema del tratamiento de minerales de esta índole,
pues por el moderno método de concentración, llamado fotación, se
logra, satisfactoriamente, no sólo extraer los sulfuros útiles de una
LOS ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
mina, sino también separarlos el uno del otro, y recuperar la plata y
el oro que contengan. q
Fig. 17. — Casas e instalaciones de la « Concordia ». En el centro aparece el caballete de hierro
sobre el pique principal de la mina, y a la derecha el lugar destinado a la futura estación
ferroviaria, territorio de Los Andes
Fig. 185. — Casas e instalaciones de la mina « Esperanza »; más a la derecha aparece
la bocamina, territorio de Los Andes
La flotación, efectuada en escala industrial, es un procedimiento
relativamente barato y da concentrados de leyes más altas que pue-
den cubrir costosos transportes. Es sin duda el método más apro-
l
l
|
CICLO DE CONFERENCIAS 169
piado para el mineral que viene de la mina de Concordia, pero en
todo esto interviene un factor muy importante, que siempre ha obs-
taculizado el desarrollo de la minería argentina, y es la insuficiencia
de los recursos minerales. La Concordia podría producir un máximo
de 6000 toneladas de mineral sin concentrar por año, con las siguien-
tes leyes como término medio :
PIO e O
Cobrenais setas 1.62
MA e a 4.65
a Aa 1.280 gr/tn
y se obtendrían, cada año como máximo, sólo los siguientes pro-
ductos :
Concentrado de plomo0o......... 800 tn
» A NN E 300
» COTA a 100
Mineral concentrado bra 1200 tn
lo que por sí sólo no constituiría la base económica para emprender
flotación y nuevos trabajos en esta mina, ya explotada hasta los 115
metros de profundidad.
Pero en este mismo distrito existen también otros yacimientos de
naturaleza igual o parecida al de La Concordia, algunos ya reconoci-
dos por labores, como por ejemplo, las minas : La Paz, El Recuerdo,
La Esperanza (fig. 18), etc.; y en virtud de que el servicio ferroviario
llegará pronto al distrito, motivando, con toda seguridad, nuevas
exploraciones mineras allí, me he ocupado detenidamente de este dis-
trito minero de San Antonio de los Cobres ; dado, además, los pro-
blemas especiales relacionados con la explotación de sus minerales
complejos. Una planta de flotación debe proyectarse con miras de abar-
car el distrito minero en su conjunto y con la intención de estimular
nuevas exploraciones, de modo que pueda operar más o menos sobre
la misma base que las fundiciones, es decir, abastecerse de minerales
de varias minas. Una colaboración, en este sentido, entre las empre-
sas fundidoras y flotadoras sería, sin duda, una solución acertada.
La provincia de San Juan posee numerosas y antiguas minas en la
sierra de la Huerta, algunas de las cuales han producido pequeñas
cantidades de mineral en los últimos años.
De San Rafael, Capitán Montoya, ete., en la provincia de Mendoza
han venido cantidades, hasta de 1000 toneladas de mineral de plomo
anuales, y para referirme a una mina que recién ha iniciado su explo-
170 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
tación, hago mención de La Victoria (fig. 19), contigua al cerro Huaye-
lón en el territorio del Neuquén, donde se explota un filón con galena
de altas leyes de plomo y plata. En su estado actual de desarrollo
rinde unas 500 toneladas de mineral por año, con perspectivas de
extender la extracción a filones próximos y así aumentar la produec-
ción.
Fuera de estas minas que contribuyen y han contribuído a la pro-
ducción nacional de plomo, se conocen también otros yacimientos,
Fig. 19. — El cerro Huayelón. En primer término se ve el galpón sobre el pique de la mina
« Victoria », territorio del Neuquén
trabajados y sin trabajar, en el territorio argentino; y no faltaría el
interés de explotarlos, si se comprobara que su magnitud y ubicación
responden a las exigencias económicas. Por ahora, estamos en una
situación en que las minas nacionales no alcanzan a cubrir las nece-
sidades del país, dependiendo, por consiguiente, su industria de plo-
mo de la importación, mientras no se descubran yacimientos de sufi-
ciente importancia.
FOMENTO DE LA MINERÍA DE PLOMO
Con la situación que dejamos definida, se plantea el problema de
las posibilidades de estimular y fomentar la minería de plomo en la
Argentina. En primer lugar trataré la cuestión arancelaria, y vere-
CICLO DE CONFERENCIAS 171
mos que por este lado hay poco o nada que hacer por ahora, pues la
industria que nos ocupa ha sido favorablemente colocada al res-
pecto.
Sobre el mineral de plomo que importan las fundiciones se paga
el 5 por ciento de derecho, tasa razonable cuyo aumento sería poco
justificado hasta tanto no se conozcan en el país yacimientos impor-
tantes. Ei mineral que se exporta, está gravado con sólo el 2 por
ciento de derecho, lo que naturalmente, facilita la exportación de
esta materia prima, pero por otro lado, facilita y favorece también la
búsqueda de yacimientos y, en virtud de ello, no hay mayores razo-
nes para aumentar la tarifa mientras no se exporte el mineral en ele-
vadas proporciones con perjuicio de la industria propia.
En cuanto al metal de plomo, se lo exporta sólo en casos excep-
cionales, y en insignificantes cantidades, a los paises vecinos; pagán-
dose, como sobre el mineral, el 2 por ciento, tasa que podemos con-
siderar equitativa.
Finalmente, respecto al metal importado tenemos un gravámen
aduanero de 32 por ciento ad valorem, sobre el plomo en lingotes y el
de escasa elaboración, y aún más sobre los manufacturados. Agre-
gando los demás costos de importación : flete marítimo, costos pot-
tuarios y ganancias, resulta que el plomo en lingotes por ejemplo
para ser importado de Londres y vendido en Buenos Aires, sufre en
total un recargo de unos 133 pesos moneda nacional la tonelada, o
sea un 50 por ciento de su valor medio en Londres en el año 1929,
como lo demuestran las cifras expuestas a continuación:
Pesos m/n
por tonelada métrica
de plomo
Precio medio del plomo en Londres en el año 1929 :
lb. 23,246 por tonelada inglesa de 1016 kilos; 1 lb.
igual 11,70 pesos moneda nacional.............. 267.70
Derecho de importación, 32 por ciento — 93 pesos mo-
neda nacional. Flete marítimo, costos portuarios,
ganancias, etc., 40 pesos moneda nacional ....... 135.00
BreciorensbBuenos Ares. o arado aaa 400.70
A favor del plomo nacional existe, por lo tanto, como ya lo he
dicho, una decidida protección aduanera, y los industriales argen-
tinos del ramo son los primeros en reconocerlo; pero sus estableci-
mientos están en la primera fase de su desarrollo y es cuando más
necesitan de este apoyo, y lo merecen también, como estímulo, por
ser sus actividades tan útiles al progreso económico del país, tanto
EZ ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
más cuanto que ellos demuestran gran empeño en buscar sus fuentes
de abastecimiento dentro mismo del país. Así merece ser elogiada
la Compañía Minera y Metalúrgica Sudamericana, propietaria del
citado establecimiento de fundición en Villa Lugano, como también
de varias de las minas de plomo de Jujuy, por sus costosos esfuerzos
pecuntarios en busca de yacimientos minerales aprovechables, tanto
en Jujuy, como en otras regiones del país.
Bien conocidos son los valiosos impulsos que aporta la red ferro-
viaria, a sus zonas de influencia, para toda actividad que pueda pros-
perar allí, y las empresas ferroviarias, tanto la del Estado como las
particulares, son dignas de elogio, pnes ellas reconocen siempre la
necesidad de fomentar la minería, acordando tarifas especiales. Pero
no debemos olvidar que a menudo las minas se hallan en lugares dis-
tantes y que no es posible trasladarlas sobre la vía férrea, como es
factible para actividades de otra índole, quedando inexplotadas,
muchas veces, por no justificar por sí solas, la construcción de los
ramales o caminos que hubieran de ensanchar las zonas de influencia
de los ferrocarriles.
ADELANTOS TÉCNICOS Y VENTAJAS QUE REPORTAN
Hablando sobre actividades industriales y problemas económicos
relacionados con ellas, debemos tener presente que los adelantos téc-
nicos varían siempre las perspectivas. Ya me he referido al método
Mamado flotación y su importancia para enriquecer minerales sulfu-
rados, especialmente los de composición compleja. No son pocas las
minas en el mundo que deben su prosperidad enteramente a este pro-
cedimiento, y a él se le atribuye en gran parte la baja notada en los
precios del plomo (fig. 20) y otros metales durante los últimos años,
o sea desde 1925, cuando la flotación empezó a adquirir mayores apli-
caciones, especialmente en Norte América.
A estos y otros progresos técnicos se han unido últimamente nue-
vos factores que han causado, para todos los metales, bajas muy pro-
nunciadas en los precios, hasta cotizarse actualmente en 18 libras
esterlinas, más o menos, la tonelada inglesa de plomo — precio no visto
desde que estalló la guerra — atribuyéndose estas fuertes declinacio-
nes, en gran parte, a las tentativas ficticias de mantener en alza los
precios, en momentos en que en realidad, reinaban en el mundo con-
diciones económicas que motivan descensos.
_A>A A-d[dLíIáA
CICLO DE CONFERENCIAS ES
Es la fluctuación de los precios, sobre todo, lo que causa mayores
perjuicios a los industriales y comerciantes, y las medidas modernas
tendientes a contrarrestarlas, estriban en unir y reorganizar a las
empresas de un mismo ramo industrial, con el fin de estabilizar la
producción de acuerdo con las demandas efectivas.
Oportuno es aquí llamar la atención, sobre otro mejoramiento téc-
nico de jos últimos tiempos : el progreso en los métodos geofísi-
cos empleados para buscar minerales. Se destaca muy en particular
el método geoeléctrico, que se utiliza hoy día con gran éxito, pudién-
dose con él no sólo localizar un yacimiento, si que también, en muchos
casos, indicar su magnitud y la profundidad en que se encuentra,
Libras esterlinas
por tonelada inglesa
de 1016 kilos.
45
a area
a AAN
a AAN
08 "EAU 00
20
45
Ni dies Ei
e a 10
PACA E dan 5
1900 1905 1910 1915 1920 1925 1930
Fig. 20. — Gráfico de las variaciones en el precio del plomo desde el año 1900 hasta el año 1929
descartando, además las esperanzas en cuanto a las regiones estériles,
lo que no es menos importante. Bien que ya son varias las minas en
el mundo que hoy cuentan con una explotación próspera y que hasta
hace poco no eran conocidas, las que a juzgar por la capa superficial
de terrenos estéril de que estaban cubiertas, con toda probabilidad,
no hubieran podido ser encontradas sin la ayuda del método geoeléec-
brico.
Su principio se funda en el hecho de que los minerales metalíferos
demuestran mucho mayor conductibilidad para la corriente eléctrica
que las rocas estériles. Al introducir, por ejemplo, una corriente
eléctrica en un terreno homogéneo, a saber: compuesto de rocas de
igual conductibilidad, se crea un campo eléctrico uniforme entre los
electrodos; en cambio, al introducirla en un terreno que encierra un
yacimiento metalífero, este cuerpo, aun cuando carezca de aflora-
miento, atrae la corriente eléctrica en mayor grado que la roca esté:-
174 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
ril circundante ocasionando así un campo eléctrico deformado e irre-
gular, cuyas anomalías pueden ser observadas y estudiadas sobre la
superficie del terreno, con instrumentos apropiados, y luego regis-
tradas sobre un plano, en una u otra forma. Prazando, por ejemplo,
las líneas equipotenciales, la forma de éstas revela, si el terreno
investigado encierra o no un cuerpo de superior conductibilidad,
naturalmente dentro de profundidades limitadas.
Debo hacer presente aquí que la galena, el mineral de plomo más
común, es uno de los minerales de mayor conductibilidad siendo por
consiguiente, uno de los más susceptibles para ser buscado y loca-
lizado por vía eléctrica. Propicios son también los minerales pirito-
sos y los de hierro: magnetita y hematita. Menos favorables se
demuestran la blenda, los minerales de manganeso, etc.
Posible es que algunos lugares en las provincias andinas no ofrez-
can un terreno muy apropiado para el procedimiento referido, por
las condiciones topográficas, o por las infiltraciones de agua salada,
que complican la interpretación de los resultados; pero los técnicos
en la materia tienen ya vasta experiencia, y no debe prescindirse de
someter los terrenos propicios a sus investigaciones y considera-
ciones.
La Dirección General de Minas intenta efectuar estudios geofísicos
en busca de minerales, siempre que le sean dotados los fondos nece-
sarios; y con mucha razón, pues, dado el estado actual de cosas, no
hay con toda seguridad, medida que sea más racional a favor de la
minería, y más digna del decidido apoyo de los poderes públicos, por
cuanto si se llegase a resultados positivos ellos podrían muy bien
impulsar el desarrollo de las industrias mineras, lo que significaría
un progreso en la defensa económica del país y un paso hacia la
introducción de nuevas actividades, cada vez más necesarias para
un desenvolvimiento sólido.
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS
UN TEOREMA SOBRE PRODUCTO DE SERIES SUMABLES
CON EL MÉTODO DE RIESZ
POR J. C. VIGNAUX
1. N. Obreschkoff en una Nota reciente de los OComptes-Rendus (*), des-
pués de introducir la noción de sumación absoluta con el método de
Riesz, demuestra un teorema sobre producto de series, que generaliza
el clásico teorema de Mertens. En esta nota propongo una extensión
análoga del teorema Ge Cauchy sobre producto de series absoluta-
mente convergentes.
El método de sumación dado por Riesz (?) que generaliza aquel de
Cesaro, consiste en reemplazar las medias aritméticas, por las medias
típicas. Sea la serie
Ja, (1)
1 s
y (A,) una sucesión tal que
NA NN E NA O ES
N—>00
pongamos
C, (0) ==) Uy = 4, — U, + ... + Um» Ml a
ln<w
IN
0,0 (0) = > A l 0, (8) (0 —tP dt (80)
0
In<Úw
donde v es una variable real y 3 un número real y positivo.
La media típica de Riesz, de tipo » y de orden 3 son
, 0,0 (w) y NS O
(to) = —_— == 1——| 4. =83.0 | (0 — t)—0, (6) dt
Led 0
0
() Sur la sommation absolue des series de Dirichlet, C. R., tomo 186 (1928), pá-
gina 356.
(*) Une méthode de sommation équivalente a la méthode des moyennes arithmétiques,
C. R., tomo 152 (1911); E. H. HarbY Y M. Rirsz, The general theory of Diri-
chlet?s series (Cambridge Univ. Press, 1915).
Y «LA
176 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
y se dice que la serie (1) es sumable (R, 1, 2) con suma s si
lím 0) (0) =5S.
m1 —>0>0
ÉS
Si An =N, el método (RK, a, 5) coincide con el (€, 2) y para 5=0,
con la convergencia ordinaria.
La serie (1) es absolutamente sumable (R, », 5) o sumable | R, 7, 3 | si
(a, o)
u a
es convergente, donde a es un número positivo cualquiera.
Puesto que
la integral
0
d [0,0 (0)
du) >
ls
0)
d [0,0 (w) 2 NO ;
=== = == Un An ( US)
AS NA
ln<Úw
la definición anterior es equivalente a la condición de convergencia
de la integral
| e a DC) 0
OL
2. Dadas las series Y Un y 0, dos definiciones se han propuesto
1 1
para la serie producto Y 1,. Según Cauchy, se tiene |
Wp = U Op Y UOp— 1 E o.. H Up0, = Y Un Oro
(m+n=p+1)
y según Dirichlet, se obtiene poniendo
Wi== Un Un:
mn=Pp
Si se efectúa formalmente el producto de dos series de potencias
Yue” y Y e, 2” con la regla de Cauchy, resulta otra serie de poten-
1 1 : :
cias ) 4,0”. Del mismo modo haciendo el producto de las series de
1
Un
Y — resulta la serie de Dirichlet
Dirichlet particulares Y
- me
1
Esta segunda definición se generaliza, considerando la serie de
Dirichlet más general Y u,,e > * y Y v,e- **, El producto de estas dos
ip 1
series, es la serie )0ye —* donde 1, ==) 4/81, 108 DÚMETOS : 9 = 2 + in
y = mE pon
están ordenados por orden creciente.
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS rr
iento Am = 10g M, y. = 108 n, se tiene y, =l0g p y las series an-
dE o Wp
teriores se reducen a Na — 2.
vay) me? E Y
=
Si. = 1 n= IM esulta la O einición de producto según Cauchy
y las series )4,e—"",...; son series de potencias de la variable e*=1.
He aquí el teorema de Obreschkoff.
Si la serie 20 es sumable |[R, 7, 3| con la suma u, y la serie ») Un S
sumable (R, y., 5) con suma v, la serie producto 2 AS cant (R, y,
232) y su suma es igual a uv,
La demostración del teorema Pe verse en la memoria de Mathe-
matische Zeitschrift (1929), página 37
Para 3 =0, la serie ) u, es absolutamente convergente y resulta
1
como caso a un teorema de Hardy (').
Si3=2'=0 se obtiene el teorema de Mertens sobre producto de
series A
Si3=0 y y. =M, resulta el teorema de Hardy-Littlewood (?).
Sid =mM y y =mMm, resulta un teorema de Kogbetliantz (?).
3. El teorema que anunciamos, objeto de esta nota, es el siguiente:
Si las dos series Y u, y Y v, son sumables [R,21,3| y |R,y,
1 il
tivamente con suma u y v, la serie producto ) +, es sumable |R, y,
0
respec-
34 3'| y su suma vale w =u0,.
La demostración de este teorema se obtiene fácilmente, siguiendo
el método indicado por Obreschkoff para probar su teorema antes cel-
tado (*),
Si s=>2' =0, resulta el teorema de Cauchy sobre producto de dos
series absolutamente convergente.
S1=M, ==, resulta otro teorema dado por Kogbetliantz (?*).
En un próximo trabajo, extenderemos todos estos teoremas al pro-
ducto de integrales sumables con el método de Riesz.
Buenos Aires, enero 3 de 1930.
(2) HarbY Y RIESZ, loc. cit., página 1.
(?) Proceed. of the Lond. Math. Soc., volumen XI (1913), página 461.
(2) Bull. des. Sc. Math. (2), tomo 49 (1925), página 266.
(%) Loc. cit., página 1.
AN SOC. CIENT. ARG. — T. CXIII 12
INGENIERO PEDRO AGUIRRE
(SALOON
El 10 de marzo próximo pasado falleció, en Lomas de Zamora, el
vicepresidente 2* de la Sociedad Científica, Argentina, ingeniero don
Pedro Aguirre.
Había nacido en esta Capital Federal el 23 de agosto de 1872.
Ingresado en nuestra Facultad de Ciencias el 17 de febrero de 1891
terminaba sus estudios a fines de 1896. Su carrera como estudiante
fué brillantísima, habiendo obtenido la clasificación de sobresaliente
(promedio 9,90), siendo el primer alumno de su curso.
Lanzado, luego, al ejercicio de la vida profesional, desempeñó
diversos cargos, ya en calidad de ingeniero de servicios generales del
antiguo Departamento de Ingenieros, ya como ingeniero de sección
en Jujuy, en Córdoba, en Santiago del Estero, en Tucumán, en La
Rioja y en Catamarca. Fué también Inspector de Construcciones
ferroviarias en los Ferrocarriles del Estado, Administrador del Ferro-
carril Argentino del Norte, Director del Ferrocarril de Serrezuela a
San Juan, Gerente de la Sociedad anónima Mercado Central de Fru-
tos, Director de Obras públicas de la Municipalidad de Buenos Aires,
Director y Representante técnico de la Sociedad anónima Puerto del
Rosario.
Era uno de los más antiguos socios de la Sociedad Científica Argen-
tina de cuya Junta Directiva fué vocal en los períodos 1894, 1910-
1911,1925-1926; secretario en 1896 y vicepresidente 2* en 1931-1932.
Desempeñando la Secretaría, en 1896, tuvo que intervenir activa-
mente en la iniciativa de la realización del Primer Congreso Cientí-
fico latinoamericano llamado a celebrar dignamente el jubileo de plata
de la Sociedad. Fué luego vocal del Comité organizador de ese Con-
greso.
Con su muerte pierde pues la Sociedad, un viejo socio y servidor;
y la ingeniería argentina, a un distinguido, laborioso y honorable
representante.
€
LUCAS KRAGLIEVICH
(1886-1932)
Con la muerte del Miembro Correspondiente de la Sociedad Cien-
tífica Argentina, profesor don Lucas Kraglievich, desaparece un
investigador tenaz, un infatigable e inteligente cultor de la ciencia
de los fósiles, el más insigne de los sucesores de don Florentino
Ameghino, de ilustre memoria, el as y espejo de la Paleontología
argentina de los tiempos actuales.
Herido por enfermedad mortal fué, tras pocos días de atacado por
ella, traído a Buenos Aires desde la vecina ciudad de Montevideo,
falleciendo, puede decirse pocas horas después, el 13 de marzo próxi-
mo pasado.
En tales circunstancias, la Sociedad Científica Argentina, inter-
pretando los deseos de los deudos, y considerando la situación pre-
caria en que se encontraba el extinto y otras particularidades del
caso, decidió — rindiendo con ello un homenaje a la memoria del
sabio caído y así arrebatado a la ciencia cuando más podía contarse
de su inteligencia y laboriosidad — velar sus restos en el salón-
180 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
biblioteca de la Sociedad bajo las efigies de sus antecesores, docto-
res Germán Burmeister y Florentino Ameghino, adornados con una
hermosa corona de laureles y flores e inaugurar con sus restos la
bóveda social en el Cementerio de Flores.
Por el recinto mortuorio desfilaron durante el día y la noche del
14, delegaciones de sociedades e instituciones científicas y culturales
a las cuales estaba vinculado Kraglievich, deudos, hombres de cien-
cia, consocios, ex condiscípulos, admiradores y amigos, siendo presi-
dido el duelo por el doctor Lozano, en representación de la asociación,
a quien acompañaron los miembros de la Junta Directiva : profesores
Nielsen y Molfino, doctor Luis E. Ruata, ingenieros Mosca y Carabe-
111 y el director de los 4nales.
A fin de evitar repeticiones, creemos que bastará, a los efectos de
esta noticia, la lectura de las transcripciones que más abajo hacemos
de los discursos pronunciados en el acto del sepelio el 15 de marzo
de 1932 por el señor Presidente de la Sociedad, doctor Nicolás Lo-
zamo en nombre de ésta; por el doctor Ángel Cabrera en nombre del
Museo de La Plata y de la Sociedad Argentina de Ciencias Natura-
les; por el doctor CG. C. Dassen en nombre de estos Anales; y por el
profesor Cándido Villalobos Domínguez en nombre del Comité Posi-
tivista Argentino. Completamos también nuestro homenaje con las
transcripciones previas de algunos párrafos pertinentes del discurso
pronunciado por el profesor Rodolfo Senet en la demostración ofrecida
al extinto el 20 de diciembre de 1930, con motivo de su partida para
Montevideo, así como también con la de algunas frases del comentario
hecho por el diario La Prensa el día del sepelio l
DISCURSO DEL PROFESOR RODOLFO SENET
Lucas Kraglievich, a quien casi todos creen extranjero por su apellido
yugoeslavo, nació el 3 de agosto de 1886 en plena llanura pampeana, en una
estancia de la provincia de Buenos Aires, ubicada en el partido de Balcarce.
Allí se crió, y vino a la Capital « ya grandote », como se dice en el campo,
para completar sus estudios primarios y hacer los cursos secundarios en unos
cuantos años. Por esa cireunstancia, es un eximio pialador; sabe enlazar
<« que da gusto » y conoce todas las faenas de estancia ; es, además, mateador,
buen guitarrista y, como ustedes ven, hasta tiene un aspecto gauchito....
Estudió matemáticas por dar gusto a la familia que lo quería ingeniero.
Como alumno se hizo notar, no sólo por las notas brillantes, sino por lo
talentoso, y si no es ingeniero mecánico, es por que no ha presentado el
AAA
LUCAS KRAGLIEVICH 181
proyecto, y no lo presentará nunca porque la Paleontología le tiene el seso
sorbido.
No es un autodidacta; pero si es paleontólogo se lo debe a sí mismo.
Cuando entró en el Museo para actuar junto a Carlos Ameghino, en la teo-
ría, era ya un sabio; sinembargo, él y Ameghino se consideran discípulo y
maestro.
- Tiene en su haber veinte años de investigaciones, en los que se cuentan
catorce de productividad. Es autor de cincuenta trabajos científicos, sobre
egravígrados, roedores, carniceros, ungulados y aves fósiles. Hasta ahora ha
enriquecido nuestra fauna mamalógica extinguida con 45 géneros nuevos y
80 especies nuevas y ha dado conferencias de divulgación científica y de
extensión cultural.
Sus ya numerosos trabajos pueden dividirse en estos tres grupos :
1% Trabajos descriptivos ;
2% Trabajos monográficos;
3 Trabajos de filosofía geológica.
En los primeros, se trata de la descripción de grupos desconocidos hasta
ahora, donde el autor pone de manifiesto, no digo su versación en anatomía
comparada — que por sabida se calla — sino sus aptitudes de sagaz obser-
vador.
En el segundo, se trata del estudio de grupos particulares, donde el autor
va más allá de lo puramente descriptivo para penetrar en las relaciones
filogenéticas.
En el tercero, el autor persigue la inducción de las leyes generales de la
evolución paleontológica. Es en este grupo de trabajos donde Kraglievich
se proyecta más allá del terreno analítico, para manifestarse en el de las
grandes síntesis, que son del patrimonio exclusivo de las mentalidades su-
periores.
Además de los trabajos clasificados, así, globalmente, en tres grupos, ha
presentado para su publicación once más y ocho extensas monografías sobre
los grandes Eumegámidos, los Neoepiblémidos, los carpinchos corredores,
los megaterios pliocenos, sobre la morfología normal y filogenética de los
molares de los carpinchos, sobre los Arctoterios en particular, una mono-
grafía descriptiva de los carpinchos miopliocenos y otra sobre la gran ave
fósil denominada Mesembriornis Milne- Edwardsi. Estas ocho monografías
contienen un verdadero tesoro de ilustraciones de Villalobos Domínguez, y
serán publicadas por instituciones norteamericanas y europeas por imposi-
bilidad de hacerlo aquí.
Midiendo su trabajo con un criterio cuantitativo, diré que su producción
original supera ya a las 1500 páginas en 8% mayor, y que del punto de vista
cualitativo, se trata de asuntos nuevos, donde la labor más pequeña repre-
senta muchas veces años de observaciones y de reflexiones.
Estos trabajos han visto la luz pública en los Anales del Museo Nacional,
182 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
en Anales de la Sociedad Científica Argentina, en la Revista del Museo de
La Plata, en Physis, en la Revista de la Sociedad de Amigos de la Arqueo-
logía, de Montevideo, en El Positivismo, en Semana Médica, en El Monitor
de la Educación Común, en El Hornero, en Gaea y en publicaciones parti-
culares.
Persiguiendo la producción original, poseído del fervor del verdadero
hombre de ciencia, para no sustraerle unas horas a las investigaciones pa-
leontológicas que realizaba en la sección correspondiente del Museo de His-
toria Natural de Buenos Aires, no obstante su pobreza franciscana, nunca
pretendió cátedras, ni anduvo a la pesca de negocios, ni de actividades más
o menos productivas que hubieran podido librarlo de privaciones y hacerle
una vida más llevadera del punto de vista económico.
Para terminar con sus servicios, debo mencionar la labor intensa, pa-
ciente y fatigosa de la catalogación y numeración de 11.000 piezas fósiles y
la confección de los ficheros correspondientes, que ha traído el orden más
perfecto en la sección, de tal suerte que, hoy en un instante, se encuentra
el material que se desee. Y todo esto supone, para el ajeno a estas cosas,
un trabajo que nunca podría sospechar. |
En estos tiempos que auge de los negocios, en estos tiempos que el agio,
la especulación, el acaparamiento, las comisiones y cosas similares, a veces
sólo en meses enriquecen a las gentes, no se comprende la existencia de
seres a lo Kraglievich, que tienen enfocadas sus aptitudes en direcciones
desinteresadas, y tal vez el vulgo no lo entiende, porque hablando de esos
hombres no se emplea el tecnicismo del comercio.
DE « LA PRENSA » 15 DE MARZO DE 1932
De lo que fué el aporte de Kraglievich en ese sector del saber humano (la
Paleontología) hablan claramente las 120 monografías que deja escritas so-
bre la base de exploraciones, observaciones e inferencias originales reali-
zadas en el curso de los últimos 16 años. Apenas si la tercera parte de tan
copiosa labor se encuentra publicada en revistas nacionales y extranjeras.
El resto queda en manuscritos, porque el autor nunca dispuso de medios
pecuniarios para costear su impresión y porque los fondos del Estado que
costean tan pródigamente insípidas lucubraciones oficiales, jamás estimula-
ron la obra del joven sabio. |
No sólo luchó éste con la falta de recursos en sus esfuerzos por ahondar
y perfeccionar el conocimiento de la Paleontología argentina, sino que le
salieron al camino las emulaciones pequeñas para oponerle dificultades y
amargatrle la vida.
Por las conquistas ya alcanzadas y por las que, sin duda, el porvenir re-
servaba a una mentalidad de tan superiores calidades, cabe decir que el país
ha perdido el sucesor más calificado del insigne maestro Ameghino.
LUCAS KRAGLIEVICH 183
SEAS
El profesor Kraglievich en su mesa de trabajo del Museo Nacional de Historia Natural de
Buenos Aire
, estudiando la restauración del esqueleto de la gran ave fósil argentina Mesem-
briornis Milne-Edwardsi, de Monte Hermoso.
Foto sacada por La Prensa en julio de 1930.
184 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
La humildad personal de Kraglievich y una tenaz resistencia a ostentar
ante la multitud sus éxitos científicos harán que la noticia de que ha falle-
cido no sea apreciada en todo su doloroso alcance, sino por los ambientes
intelectuales que admiraban su vigoroso cerebro y sus sentimientos gene-
POSOS.
_DEL DOCTOR NICOLÁS LOZANO
Señores :
La ciencia paleontológica argentina ha sufrido una conmoción profunda.
La columna principal, la más robasta, la más erguida que la sostenía, la
que era verdaderamente granítica y del más fino pórfido, ya no existe. El
vendaval de un cruel destino la ha hecho desaparecer y habrá que esperar
largo tiempo para que pueda levantarse otra que la substituya, porque los
hombres de ciencia no se improvisan. Los forma el fuego interior del entu-
siasmo por la rama de los conocimientos que se ha abrazado, el continuo y
asiduo trabajo cotidiano, la potencia intelectual inmedible, la intuición
que guía y orienta, condiciones todas que requieren un proceso psíquico.
intenso para darnos un fruto maduro y bien sazonado. Lucas Kraglievich era
un exponente de ese conjunto armónico de altas cualidades, que lo habían
hecho destacar, con relieve proprio. en la Paleontología. Su personalidad
de sabio se había impuesto dentro y fuera del país, más quizá en el extran-'
jero que en nuestro medio. Se le conocía como el continuador de la obra
científica del genial Florentino Ameghino y de su hermano Carlos, llamán-'
dole a este último su maestro: pero no fué un discípulo que se limitaba a
seguir la ruta trazada por ambos, sino que ponía de su parte sus puntos de
vista, sus comentarios, que acreditaban su potencia de análisis y su sólida
preparación sin sometimientos ni rebeldías, para buscar la verdad, por difícil
que fuera encontrarla, llevado únicamente por su inmenso amor a la ciencia.
¡Cuánto hemos perdido con su brusca desaparición !
Otros con más autoridad que yo, señalarán la importancia de sus investi-.
y)
gaciones, el valer de sus estudios originales, que entre los publicados y los.
inéditos, pasan de un centenar.
Es necesario haberlo visto y seguido en su ruda y fecunda labor en el
Museo de Historia Natural, al lado de sus huesos favoritos, estudiando las
pasadas edades al través de las formaciones geológicas y de las faunas de
los milenios. ¡Con qué íntimo placer hacía conocer a sus amigos sus investi-
gaciones! Se comprendía entonces por que esta especie singular de hombre
de ciencia había desdeñado posiciones remunerativas como la que le ofrecie-
ron en el Museo de La Plata, para vivir consagrado absolutamente a lo que
era su vocación, su deseo único de perseguir su ideal, analizando, catalo-
gando, fichando la rica colección de los restos fósiles que pertenecieron a
Ameghino. Fué necesario que las puertas del Museo se le cerraran para que
no pudiera permanecer más en su querido sótano, testigo de sus vigilias y de
LUCAS KRAGLIEVICH 185
las principales horas de su existencia, dedicadas, sin tasa ni medida a su
ansia de saber. Fué realmente una pérdida irreparable la que experimentó
esta institución; no era posible encontrarle reemplazante. ! Cuánto luchamos
para que este hecho no se produjera, los que apreciabámos su labor! ¡ Y aho-
ra nos abandona cuando sus actividades tenían que ser más eficientes en la
ciencia de su predilección !
La Sociedad Científica Argentina ha tenido el honor de albergar sus res-
tos por algunas horas, y hoy viene a depositarlos con toda unción, en el
magnífico mausoleo que una distinguida y altruista dama, la señora Carmen
Bernacchi de Díaz ha donado a la institución para que sirva de última mo-
rada a los estudiosos que, después de haber prodigado a manos llenas el
tesoro de sus inteligencias, no han sabido y no buscaron los halagos de la
fortuna, porque fueron los visionarios de la vida, los eternos ilusos, guiados
por la luz interior de sus espíritus selectos.
Debemos inclinarnos ante ellos porque dejan a la humanidad el supremo
legado de la ciencia.
Así fué Lucas Kraglievich. Vivió como un cenobita en una pobreza fran-
ciscana, y cuando tuvo una mano amiga que quiso ayudarlo, llevándolo al
extranjero donde prodigó también sus conocimientos, nos llega herido de
muerte, para dormir su sueño eterno en esta tierra argentina que tanto amó,
y que no supo comprendetlo ni valorar su preparación de sabio, que hubiera
dado además de lo que ya produjo, días de gloria científica a su patria.
¡ Honraremos ta memoria porque fuísteis noble, sabio y bueno!
DEL DOCTOR ÁNGEL CABRERA
Lucas Kraglievich se nos va... Parte para el gran viaje... Su cerebro labo-
rioso dejó de funcionar; su mano, infatigable sobre las cuartillas, descansa
al fin; y la ciencia argentina se ha cubierto de crespones.
Tal vez porque lo estimé mucho bajo el doble aspecto de hombre de bien
y de hombre de ciencia, me ha correspondido el honor de traer a sua tumba
las flores de un doble tributo, llegando aún con la representación oficial del
Museo de La Plata — del que fué colaborador tan asiduo como desinteresa-
do — y en nombre de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales, que tuvo
en él uno de sus más entusiastas y activos presidentes.
El Museo de La Plata pierde en Kraglievich un auxiliar eficiente; la
Sociedad Argentina de Ciencias Naturales, uno de sus miembros más pre-
claros; la ciencia nacional, un astro de primera magnitud; todos nosotros,
un amigo.
Quizá aparezca yo como el menos indicado para tomar la palabra en esta
solemne ocasión, por ser, de cuantos aquí estamos, el último que lo conocí;
pero os aseguro que lo conocí bien desde el primer momento que hablé con
186 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
él. Su sonrisa de niño me enseñó que era fundamentalmente bueno; su con-
versación me demostró que era profundamente trabajador; su modestia sin
afectación me reveló que era verdaderamente sabio. Vosotros que me escn-
cháis, diréis si mi juicio fué exacto.
Desde aquel día, Kraglievich y yo nos comprometimos a ser siempre ami-
gos, a ayudarnos mutuamente en nuestras investigaciones, a dar un mentís
a los que piensan que en la Argentina no se puede hacer ciencia si no es
peleándose. No quiere esto decir que hayamos estado siempre de acuerdo
en todo, pero cuando no lo estuvimos, nuestra disconformidad fué siempre
correcta, respetuosa, casi diría afectuosa. Habíamos hecho un pacto de amis-
tad y de colaboración, y sólo la implacable, arrebatándolo a él prematura-
mente, ha podido hacerlo cesar.
Y ahora, el hombre que fué Kraglievich partió para siempre; pero el
Kraglievich modelo de caballeros, el Kraglievich ejemplo para los hombres
de ciencia, quedará siempre entre nosotros, y podremos decir con Jorge
Manrique :
. Que aunque la vida murió
nos dexó harto recuerdo
su memoria.
DEL DOCTOR CLARO C. DASSEN
Señores :
Las pocas palabras que voy a tener el honor de pronunciar en esta triste
ceremonia, lo serán en nombre de los Anales de la Sociedad Científica Argen-
tina, que se honra en haber publicado trabajos del esclarecido paleontólogo
cuya muerte lamenta hoy la ciencia nacional, contribuyendo, hasta donde
pudieron, a hacer conocer y difundir su obra. |
Diez artículos de su pluma registran los últimos cuatro años de los Ana-
les; y pocos días antes de caer mortalmente herido, recibía, para corregit-
las, las pruebas de su trabajo Breves diagnosis de nuevos géneros y especies
de roedores cávidos y eumegámidos fósiles de la Argentina, que abarca más
de cincuenta páginas impresas con unas 40 figuras, y que deberá ahora
publicarse con carácter de trabajo póstumo. Y es de advertir que sólo se
trata de un extracto de dos largas monografías que, desde años atrás, venía
preparando Kraglievich sobre dichos dos grupos de roedores, monografías
que nunca pudo publicar porque, para vergúenza de nuestras Instituciones
Oficiales, no encontró un órgano de éstas donde hacerlo a pesar, como ob-
serva un diario de hoy. de que los fondos del Estado « costean pródigamente
insípidas lucubraciones oficiales ». Para no perder así la prioridad de ciertas:
determinaciones, fruto de muchos años de largas y pacientes clasificaciones
en el embrollado terreno de esos roedores extinguidos, preparó Kraglievich
el extracto de referencia y solicitó, para él, el albergue de nuestros Anales,
albergue que le fué acordado a pesar de exceder el trabajo de la extensión
LUCAS KRAGLIEVICH 187
reglamentaria, y de la difícil situación económica de aquéllos. Así y todo,
quedarán aún sin ser publicadas in extenso, no solamente las dos importan-
tes piezas referidas, sino también muchas otras, contenidas en más de mil
páginas sobre mamíferos fósiles argentinos, páginas que se van apolillando
en las cajas donde las guardaba su malogrado autor quien, por falta de
recursos, debió siempre renunciar a publicarlas por su cuenta. Allí existe
una monografía sobre los grandes carpinchos terciarios corredores de la sub-
familia Protohydrochoerinae ; otra sobre la gran ave extinguida Mesembriornis
Milne- Edwardsi; otra sobre los osos extinguidos de Sud América; otra sobre
los neopiblémidos de la fauna entrerriana; otra sobre los megaterios tercia-
rios de la Argentina; otra sobre los primitivos carpinchos cardioterinos;
otra sobre el Mylodon Darwini; y tantas y tantas más. Agregaré a título
informativo que poco ha, terminaba Kraglievich tres grandes trabajos sobre
fósiles del Uruguay, dados ya a la imprenta para publicarse en los Anales
del Museo de Montevideo, llenando 150 páginas y 30 láminas. Y que tam-
bién, pocas semanas atrás, trabajaba en la confección de un Manual de
Paleontología rioplatense, de gran utilidad por los numerosos géneros y
especies de roedores que en él se describen. Las 400 páginas impresas que
debía contener y sus numerosos grabados en el texto, eran considerados
como indispensables para los estudiosos de estos países del Plata. Pensaba
su autor que sería publicado por cuenta del Gobierno uruguayo. En su últi-
ma carta anunciaba Kraglievich el envío, para nuestros Anales, de una
monografía sobre los roedores de la extinguida familia Veoepiblemidae.
Estas breves informaciones bastarán, creo, para señalar la laboriosidad
de tan digno, infatigable y desinteresado trabajador, caído cuando tanto
podía aún esperarse de su talento en lo futuro, amargada su vida por la
ingratitud y la desconsideración oficial de su país, que puso esa verdadera
joya científica en el trance, para atender al sustento de sus hijos, de aban-
donar su patria y encontrar la muerte en tierra extranjera, agobiada, roída
su existencia por las miserias y las privaciones.
¡Qué la conciencia de los responsables les haga sentir en esta hora luctuosa
el remordimiento que merecen por la ofensa que han hecho a la ciencia na-
cional y por la tremenda injusticia inferida a un hombre tan meritorio! ¡Y
loor a la Sociedad Científica Argentina que, con las más nobles y desinte-
resadas intenciones, interpuso — sin ser atendida — el prestigio de sus ho-
norables antecedentes a fin de impedir que nuestro eminente paleontólogo
tuviese que ponerse al servicio del extranjero.
Y ahora, ante los restos inertes de esta infortunada víctima, inclinémos-
nos junto con esa benemérita Sociedad, haciendo votos porque nunca más
la ciencia argentina reciba agravios de esta naturaleza.
188 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
er
DEL PROFESOR CÁNDIDO VILLALOBOS DOMÍNGUEZ
El Comité Positivista Argentino me encomienda añadir su voz al profun-
do coro de dolor suscitado por la definitiva ausencia de Lucas Kraglievich.
Dolor, no para él, que según toda racional inferencia ha desaparecido
como ser susceptible de padecimiento o gozo. Dolor para la exigua y dis-
persa falange de los que en el mundo prosiguen la lucha por descubrir los
arcanos de la Naturaleza. Dolor para los que comprenden la importancia
humana de esa misión. Dolor para todos los que alcanzan, a través de la
poderosa obra científica realizada, el gran valor perdido en la que dejó Kra-
elievich por realizar, al truncarse prematuramente su existencia. Dolor per-
durable para la patria, mutilada en uno de sus hijos mucho más preciosos
que apreciados. Dolor para sus deudos. Dolor para los que tuvimos el
privilegio de ser sus amigos personales y tonificarnos en su grandeza de
ánimo.
Kraglievich a sido en nuestros días superior autoridad en el conocimien-
to de los mamíferos fósiles del país; mas, en esos intensos y copiosos estu-
dios de Paleontología supo ver y sentir con elevación la especial trascen-
dencia filosófica de que dicha ciencia está impregnada ; y así fué determinado
su acercamiento a la agrupación que humildemente represento en este ins-
tante, cuya intención es colaborar con los que tratan de coordinar y sinte-
tizar en conceptos filosóficos los resultados de las diversas ciencias positivas.
Una magistral lección que especialmente nos dedicara, sobre los datos de la
Paleontología como testimonio de la evolución biológica, es ejemplo bri-
lante de su penetrante comprensión de las derivaciones de dicha ciencia
para explicar la historia de la vida y la historia de la tierra, culminando en
la gran ley de la evolución, donde con las demás ciencias converge. Sus
conferencias sobre Darwin están maduradas en la misma convicción.
Su última página publicada, --- que diríamos un brevísimo testamento
intelectual, pues lo ha sido en El Libro de la Cruz Roja Argentina, casi eu
simultaneidad con su fallecimiento — es también de carácter filosófico, y
en ella enfrenta la presencia tangible de los fósiles a las concepciones me-
tafísicas que precedieron al descubrimiento, estudio sistemático e interpre-
tación de aquéllos.
Sólo su heroísmo moral, acompañando a su vigor intelectual y ardiente
y activa devoción científica, pudo en los cortos años de su vida permitirle
una labor tan vasta, que puede emular a la de su predecesor Ameghino.
Llevó una vida ascética, por espontáneo desprendimiento de las satisfac-
ciones materiales y por deplorable imposición de las circunstancias exter-
nas. Fué un gran corazón, dotado de cálida pasión docente para donar en
toda forma posible los conocimientos que obtenía tras empeñosa indagación.
Fué un amigo ejemplar. Fué un hombre de lealtad irreprochable.
|
LUCAS KRAGLIEVICH 189
Estas bellas virtudes le han valido amor y admiración; pero también
podemos con:impavidez científica advertir que ellas mismas le han acarreado
los recelos, la postergación y el extrañamiento.
También pronunciaron discursos, en nombre de un grupo de natu-
ralistas el primero, y en nombre propio el segundo, los señores
arquitecto Héctor Greslebin y Alfredo J. Torcelli. De aquél transcri-
bimos el siguiente párrafo :
¡Qué decir, qué agregar, señores, en este momento de recogimiento tan
nuestro que compartimos al unísono con sus seres queridos, que tanto nos
pertenece! ¡Mañana tan solos! Agradezcamos, sí, a los manes de esta tierra
argentina la inspiración de su providencial regreso cuando le vieron herido
de muerte en el país hermano que le brindara generoso asilo. Resignémonos
porque descansará en su seno, cuyos secretos tantas veces develó con ver
dadera unción de sincero estudioso. Y aquel sol que bronceó su rostro a
través de la pesada jornada por la estepa, y aquella pálida luna que asistió
a su nocturna cavilación, que besó tantas noches su frente descansando sobre
los bastos de su recado, volverán a penetrar por la puerta de esta tumba,
para recordarle siempre que no ha muerto simplemente, que supo morir,
porque, indudablemente, morir y saber morir es algo muy diferente. Y sus
rayos volverán a repetirle que tenía el derecho de descansar en este suelo,
malgrado sus propósitos de alejamiento ante la debilidad moral de la mayor
parte de sus hombres y de sus instituciones, traducida en elocuente silencio.
El señor Torcelli después de recalcar la incapacidad fiscal para
«distinguir el trigo de la cizaha » agregó :
Pero la obra realizada por Kraglievich ya publicada y conocida dentro y
fuera del país y la que aún queda inédita y habrá de ser publicada porque
los suyos y sus amigos lo dispondrán (1), quedará ahí como recuerdo impe-
(1) A continuación transcribimos el texto de la nota enviada con fecha 12 de
abril próximo pasado por la Sociedad Científica Argentina al señor Ministro de
Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires, doctor Edgardo V. Míguez.
A lo solicitado en ella se ha adherido la Sociedad Argentina de Ciencias Natu-
rales por intermedio de su Comisión Directiva :
La Junta Directiva de la Sociedad Científica Argentina, que tengo el honor de pre-
sidir, se dirige a V. E. a objeto de solicitarle la impresión, por cuenta de ese Gobierno,
de los trabajos científicos inéditos del reputado paleontólogo argentino don Lucas Kra-
glievich, recientemente fallecido en esta Capital. Al formular este pedido, la Sociedad
expone lo siguiente en favor de su anhelo, desde todo punto de vista justificado.
Que era el malogrado hombre de ciencia oriundo de la provincia de Buenos Aires,
habiendo nacido en Balcarce, en el año 1886.
Que dedicó casi toda su existencia al estudio de las faunas fósiles del territorio argen-
190 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
recedero de su producción intelectual y de su obra en los dominios de las
ciencias que fueron de su predilección.
También en nombre propio debió pronunciar palabras conmovedo-
ras el señor ingeniero J. C. de Ortúzar Larrea, pero no pudo hacerlo
en el momento oportuno, porque embargado por la emoción, le falta-
ron las fuerzas.
En suma, y recogiendo una frase que hemos oído pronunciar por el
doctor Fernando Lahille en el acto del sepelio — frase que condensa
bien la opinión de los naturalistas eminentes del país — la muerte de
don Lucas Kraglievich representa para la ciencia argentina una in-
mensa pérdida; y muchos años deberán transcurrir aún, antes que
ella sea valorada en su real importancia.
tino, pero de especial modo las de los ricos yacimientos que existen en la provincia,
publicando sobre esos temas alrededor de cien monografías que vieron la luz en las
revistas de mayor volumen científico de nuestro país, de cuyo valor se ocuparon con
frecuencia los centros de especialistas de todas partes del mundo, llamando justamente
la atención por el vuelo de sus concepciones y conclusiones y el riguroso método que
seguía en las interpretaciones.
Que Kraglievich era actualmente, sin disputa alguna, la columna más fuerte de la
Paleontología argentina, considerándosele como el prosecutor de la obra inmortal de
los hermanos Ameghino, con cuyos mismos materiales trabajó, consolidando en muchos
casos el momento científico levantado por aquéllos y suministrando luz, en otras opor-
tunidades, sobre problemas científicos planteados por esos mismos sabios.
Por último, que será para V. E. una alta satisfacción patrocinar desde su elevado
cargo, interpretando un general sentimiento de consideración y de justicia póstuma, la
impresión oficial de los manuscritos dejados por el insigne naturalista, algunos de los
cuales revisten singular importancia, pudiendo dirigir la edición salvo mejor opinión
de V. E., el señor don Alfredo Torcelli, que dirige con toda abnegación la publicación
de las obras de Florentino Ameghino, quien con su reconocida buena voluntad y cono-
cimiento que tiene de la literatura paleontológica, podría poner en forma y vigilar la
publicidad de esos originales, que abarcarían dos o tres volúmenes.
El gasto que demande la publicación de los trabajos será muy poco gravoso para el
erario fiscal y quedará compensado, es bien seguro, por el valor intrínseco de la edición
de las obras.
Esta Junta Directiva no duda, señor Ministro, que V. E. se compenetrará de los
altos móviles de patriotismo y de dignificación de la ciencia nacional y que han inspi-
rado esta presentación y confiada en que tendrá favorable acogida, se complace en
hacerle llegar, por mi intermedio, las seguridades de la más alta consideración. —
NicoLÁs Lozano, Presidente. — José F. Molfino, Secretario.
BIBLIOGRAFÍA
BORO 21C5 1D:
Auperir, L., Guide powr la distribution de Veau dans les bátiments. Un tomo
en 8 (12 < 20), 271 páginas, 107 figuras. París y Lieja, 1931. Libre-
ría Ch. Béranger. Precio en Buenos Aires, por correo : 60 francos.
El ingeniero autor de este libro, inicia su trabajo con unas consideracio-
nes generales sobre el tema tratado. Observa que, en los últimos años, la
hidroterapia ha tomado un considerable desarrollo, y la distribución del
agua en el interior de los inmuebles ejecutados en grupos, se ha vuelto una
cuestión complicada y costosa. El profesional tropieza a menudo con dificul-
tades para apreciar las dimensiones a dar a los elementos de las distribucio-
nes de agua, así como para establecer su costo. A facilitar esa cuestión
tiende el libro que nos ocupa. Después de informaciones generales relati-
vas al agua, trae otras referentes a las distribuciones interiores. Se ocupa
luego de las canalizaciones del agua y de los rozamientos en ellas; de los
orificios, de los ensanches bruscos de sección, de las piezas añadidas a los
caños, de los ramales, de las reducciones bruscas de las secciones, de los
cambios de dirección en los conductos, de la columna ascendente con rami-
ficaciones, de los espesores de los caños y de los aparatos.
DANTZER, JAMES, Traité Pratiques de Tissage Mécanique. Un tomo en 80
(11,5 X 18), 119 páginas, con 120 figuras en el texto. Precio encua-
dernado en Buenos Aires : 29,50 francos. Librería Béranger. París,
LUST;
Es el resumen de un curso relativo a los telares simples de tejer llamados
«por elevación >» por «abatimiento » y «a tambores ». El autor, profesor
del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios y de la Escuela Central de las
Artes y Manufacturas de París, se ha propuesto al escribir este librito ofre-
cer a los lectores las explicaciones e informaciones directamente utilizables
para la mayoría de aquellos que trabajan y desean aumentar sus conoci-
mientos prácticos los que, a menudo son exclusivamente empíricos.
192 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Masse, R., Guide de Grosse Uhaudronnerie Industrielle. Un volumen, en 80
(12 < 20), 190 páginas, 396 figuras y varias tablas en el texto. París,
1931. Librería Béranger. Precio en Buenos Aires, por correo : 47
francos.
El libro en cuestión está llamado a ser útil para las oficinas de estudios
especializados en la construcción de palastos. Su autor es dibujante caleu-
lista. Hace observar en el Prefacio que, a pesar del incremento constante
del empleo del hormigón armado, la calderería gruesa progresa constante-
mente ; de ahí la conveniencia de exponer el arte contemporáneo de esa
rama, de dar su descripción detallada así como los cálculos pertinentes. Los
procedimientos expuestos no pretenden ser universales; sólo son preciosos a
título de documentación y desde el punto de vista económico, tal cual con-
viene a las oficinas de estudios, en las que se conciben y preparan los planos
definitivos a enviar al taller.
Después de una introducción y exposición de los fenómenos físicos y quí-
micos que interesan al tema del libro, trae éste las nociones generales rela-
tivas a dicho tema, los principios de construcción, la descripción de los
aparatos, accesorios y refuerzo de los palastos, cálculo de resistencia, dibu-
jos y ensayos de aparatos diversos.
Ortiz, RiCaRDO M., Los Problemas de Pothenot y Hansen. Un folleto (18 X
27), 16 páginas. Tirada aparte de un artículo publicado en la Revista
del Centro Estudiantes de Ingeniería. Buenos Aires. T. Palumbo, 1931.
El autor ingeniero civil, miembro del cuerpo docente de las Universida-
des de Buenos Aires y La Plata y de la Escuela Industrial de la Nación
<« Otto Krause » indica una simplificación del problema de Pothenot cuando
sólo se necesita la posición de un punto, como ocurre casi siempre en los
problemas hidrográficos, sin necesidad de los elementos de los triángulos
auxiliares. Expone el procedimiento en general y lo aplica a un caso pat-
ticular. j
También indica el autor una simplificación en la resolución del problema
de Hansen el cual ofrece las siguientes ventajas : prescindir por completo -
del cálculo previo muy laborioso y substituir la tabla de logaritmos por la
de calcular.
SOCIOS ACTIVOS (Continuación)
Sehoo Lastra, Oscar.
Selva, Domingo.
Pérez Hernández, Ángel.
Pestalardo, Agustín.
Marolda, Ismael C. | Piana, Juan $. Senet, Rodolfo.
- Marotta, Pedro F. Piazza Vallejo, Licurgo. Senillosa, Juan Antonio
Massini, Carlos. Pini, Aldo $. Sheahan, Juan Y.
Mayol, Jorge J. A. Quartino, José N. Sivori, Pedro Nicolás.
q Méndez, Julio. : Quiroga, Pedro R. Silva, Leonidas L.
Meoli, Gabriel. Raimondi, Alejandro. Solari, Miguel A.
Mercante, Víctor. Raffo, Bartolomé M. Soler, Frank L.
- Mercau, Agustín. Ramaccioni, Danilo. | Sobral, Arturo.
Mermoz, Feo. Alberto. : | Rebuelto, Emilio. Sorrentino Diana, Eduardo.
Mey, Carlos V. .| Rebuelto, Antonio. “Spinetto, David J. S
_Molfino, José F. Reece William, Asher. Spota, Víctor J.
Molina Civit, Juan. Renacco, Ricardo. Spurr, Ricardo.
Moreno, Evaristo V. Repetto, Blas Ángel. Storni, Segundo KR.
- —Moóhring, Walther. Rissotto, Atilio A. Tamini, Luis Augusto.
y Mosca, Juan José C. Rodríguez Aravena, Santos. | Tarragona, José.
: Mouchet, Enrique. Roffo, Juan. Tedeschi, Virgilio.
Moyano, Manuel. Rojo, Dario Juan. Tello, Eugenio.
É] Mulhall, Jaime. | Roldán, Raimundo. Torre Bertucci, Pedro.
de Nágera, Juan José. Rokotnitz, Otto. Torello, Pablo.
e Natale, Alfredo. | Rospide, Juan. Trelles, Rogelio A.
2 Negrete, Lucía. Rossell Soler, Pedro A. Ubeda, Lola.
Negri, Mario L. Ruata, Luis E. Urondo, Francisco Enrique.
No Nicola, Carlos de. Ruiz Moreno, Isidoro. Urdaplilleta, Wenceslao.
Nielsen, Juan. Sabaría, Enrique. Vallebella, Colón B.
0 Oliveri, Alfredo E. Sabatini, Ángel. : Valentini, Argentino.
, Ortiz de Rosas, Jorge. Sagastume Berra, Alberto E. | Vallejo, Segundo E.
E Otamendi, Rómulo. Salomón, Hugo. A Vanossi, Reinaldo.
E Otamendi, Gustavo. Salomone, Gabriel A. Varela, Rufino (h.).
ee Outes, Félix F. Sánchez Díaz, Abel. Varela Gil, José.
ñe cd Paez, José Ma. : Sánchez, José R. Vernengo, Roberto.
Page, Franklin Nelson. Sánchez, Gregorio L. Veyga, Francico de.
Paitoví y Oliveras, Antonio. | Sanromán, Iberio. Vidal, Eduardo.
Parodi, Edmundo. Santángelo, Rodolfo. Vignaux, Juan C.
Parodi, Lorenzo R. Saporiti, Héctor J. Virasoro, José Enrique.
Pasman, Raúl G. z Sarhy, Juan F. Villalobos Domínguez, Cánd.
Pauly, Antonio. Savon, Marcos A. Volpatti, Eduardo.
Pastore, Franco. Scala, Augusto. Wauters, Carlos.
Páquet, Carlos. Schaefer, Guillermo F. Williams, Adolfo T.
Paz Anchorena, José M. Sehnack, Benno J. | White, Guillermo J.
Peirano, Santiago S. Schmiedel, Ottomar.. Zappi, Enrique V.
Péndola, Agustín. (h.). -Schneidewind, Alberto. Zuloaga, Ángel M.
Bazzanella, José... a Massone, Atilio.
3osano Ansaldo, Bdo Fco de. | Meyer, Teodoro.
aa Alberto Antonio. | Milesi, Emilio Ángel. dé Somonte, Ed
Dorado, Luis. : Quinterno, Bruno F. : > a Atilio,
Goñi, José. Rampa, Vicente VO a ses
Luna, Hugo C. a Repetto, Cayetano.
a O OLÍA PROTELIRA.
Carmen B. de Díaz. ES A E os
22 SOnlO VITALICIO
“Eduardo María Huergo.
S : MIEMBROS. PROTECTORES DE LA ORGANIZACIÓN DIDÁCTICA E
>
DE BUENOS AIRES.
Anchorena, Juan E. PO - Tornquist, Erosto E xE
y Comp. (Limo.
Besio Moreno, Nicolás. z
ARGENT O
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ADOPTADOS PARA Sus PUBLICACIONES O LA
y
FÍSICAS Y NATURALES —
>
Dirgoror : CLARO C. DASSEN
MAYO 1932. — ENTREGA V. TOMO CXIH
$ E M LFINO, Miguel Lillo As69. a 217
LARDO, Elmer Oo a A 0908
varias : Homenaje a la memoria de Lucas Kraglievich............0..... 281 Ñe
o Internacional de los Matemáticos en Ziirich (1932)... ta OS A
ria anual de la Presidencia de 0 Sociedad: On Argentina rela-
al período 1931- LU o Pod DOS QS
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electrotécnico sudamericano. SU POSTELS ACI ea its sde OO E le
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JUNTA DIRECTIVA
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Doctor Nicolás Lozano. a
Ingeniero Evaristo Y. Moreno.
Doctor Reinaldo Vanossi.
_Doctor Lucio D'Ascoli.
- Profesor José F. Molfino.
Ingeniero Juan José C. Mosca.
Tesorero cs AI
Protesorero a aa - Doctor Abel Sánchez Díaz.
E Biblioteca Señor Luis E. Ruata. :
S ' Ingeniero Carlos A. Lizer y Trelles.
z Ingeniero Juan José Carabelli.
:S Ingeniero doctor Eduardo M. Huergo.
Vocales EA CU ) Ingeniero Guillermo Buontempo. E
| i Doctor Ángel Bianchi Lischetti.
E ? | Ingeniero Juan A. Briano.
da Ingeniero Emilio Rebuelto.
| Doctor Isidoro Ruiz Moreno.
ADVERTENCIA. — Los colaboradores de los Anales son personalmente responsables de la tesis sus-
tentada en sus Sendra. Los que deseen tirada aparte de 50 lados de sus artículos, deben soli :
tarla por escrito. Tienen, además, derecho a la corrección de dos pruebas. Los aos Corre
pondencia, ete., se enviarán a la Dirección, Cevallos 269 o Alsina 1764. — La DIRECCIÓN. =
1] S a
SERIES E INTEGRALES DIVERGENTES SUMABLES
CON EL MÉTODO DE HARDY
POrR=J. €. VIGNAUX
RÉSUMÉ
Séries et intégrales divergentes sommables par la méthode de Hardy. — L'auteur
se propose de définir une méthode relative aux séries, corrélative a celle proposée
par G. H. Hardy pour le sommation des intégrales divergentes. Il développe
aussi une théorie de la sommabilité des séries et des intégrales sommables par
ce procédé parallele. 11 étudie d*abord les propriétés arithmétiques des séries
numériques réelles ou imaginaires sommables par cette méthode ainsi que les
intégrales divergentes; la méthode est, ensuite, étendue aux séries de fonctions
d'une variable á une ou deux unités capitales, et aux intégrales fonctions d'une
variable. Il détermine sous quelles conditions on peut leur appliquer les regles
du Calcul Infinitésimal. Finalement, l'auteur définit la méthode de Hardy pour
les séries doubles et les intégrales doubles divergentes, étendant ainsi les résultats
obtenus pour les séries et intégrales simples.
El profesor G. H. Hardy ha propuesto un método de sumación de
las integrales divergentes no estudiado aún (5). En la presente memoria
nos proponemos definir el correlativo para las series y desarrollar una
teoría de la sumabilidad de series e integrales sumables con este pro-
ceso, completamente paralelo.
El trabajo está dividido en tres partes; en la primera se estudian
las propiedades aritméticas de las series numéricas reales o complejas
sumables con dicho método y al mismo tiempo las integrales diver-
gentes; en la segunda parte se extiende el método a las series de fun-
ciones de una variable real o compleja y a las integrales funciones de
(*) H. HarDY, Researches in the Theory of Divergent Series and Divergent Integrals,
An Quart. Journ. Math., 35 (1903), página 22; HARDY AND CHAPMAN, A General
-Vlew of the Theory of Summable Series, in Quart. Jouwrn. of Math., 42 (1911).
“AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIII 13
194 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
una variable y se demuestra bajo qué condiciones es legítimo aplicar
a éstas las reglas del Cálculo Infinitesimal, y en la última parte, se
define el método de Hardy para las series dobles e integrales dobles
divergentes, extendiendo los resultados logrados para las series e
integrales simples.
PRIMERA PARTE
4) SERIES NUMÉRICAS
1. Dada la serie númerica convergente o no
Qt, (1)
N=
consideremos la serie auxiliar
Y
>=) Ss 2)
m=1
donde ¿es una variable real positiva. S1 la serie (2) que llamaremos
serie adjunta a la (1), es convergente para todo valor de t>0, ella
define por su suma, una función 9 (7.
Tres casos pueden presentarse respecto al límite de d (t) cuando
t> 0.
Si el
lím d (6) =s
i>0
existe y es finito, diremos que la serie (1) es sumable con el método de
Hardy, o también convergente (H) con suma igual a s.
SI
mo
i>0 ( SS
ella es divergente (H) y si dicho límite no existe, la serie propuesta es
oscilante (H). En este último caso, a los números
lím d ()=s y lím d (1) =s”,
llamaremos los límites de oscilación (H) de la serie dada. Para que esta
definición de convergencia (H) constituya una generalización legítima
SERIES E INTEGRALES DIVERGENTES SUMABLES 195
de la noción ordinaria de convergencia y de « suma » de una serie,
hay que probar el teorema de permanencia
Si la serie (1) es convergente con suma igual a s, ella es también con-
vergente (H) con la misma suma.
En efecto; si la serie
$0) Un,
n=
es convergente, la serie adjunta
converge uniformemente para todo t > 0 y además
90
; Na
lím 9 (t) =lím Y ==s
t>0 t>0 n
n=1
según un teorema de Abel-Bronwich (*).
E 1 , e
El factor de convergencia ¿., (t) =-— eumple, además, las condicio-
n
nes generales de convergencia dadas por O. Perron (?).
He aquí el segundo teorema dle permanencia :
Si la serie (1) es divergente, ella es también divergente (H).
En efecto; pongamos
y supongamos que
línvs,= lím Y u, = E oo.
Í—>00 i>00 1
La identidad de Abel, nos da
== n—1
1 1 1 3 E
Y 6 == » Si E ER a E Sn DE
i=1 1=1
y poniendo
7 (6) = - ]
a
(1) Véase K. KNoPP, Theorie und anwendung der unendlichen Reihen (1922); T.J.
BROMWICH, 4n introduction to the theory of infinite series, London, 1926.
(2) O. PERRON, Beitrag zur Theorie der divergenten Reihen, in Math. Zeits, 6 (20),
| 1922.
196 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
resulta
N m—1l
1 1
Yi SA == Si; t Sn a
o E (0) E
=1 ¿=1
Designando con M un número positivo arbitrariamente grande, se
tiene : s;= M —- 9; para ¿> p > 0, donde 3, > 0. Substituyendo este
valor en la identidad anterior, resulta
n n—1
ad 4 el
Y 07) =) OL 09000 + MA
0 Ld N
¿=1 el
n—1 1=1
E a
=M ) 9i(0) + ) 3d (0) Mn
n—1 11
es decir,
n pl n—1
Ñe il
) Yi ) = M =|- O5'da (8) + > HU (4) =|- On mi
¿=1 1=1 U=D
p—1 n= 1 :
| 1
M4) (00 04:40 +) 2ot(O hn
1=1 1=P
Dando a p un valor fijo, y puesto que los dos últimos términos de
esta igualdad son positivos; resulta
cualquiera que sea el número n y t >0.
Tomando límite de ambos miembros de esta desigualdad para n>>oo0,
resulta
90
| pa |
i=
Además como el límite para t>0 de la expresión
SERIES E INTEGRALES DIVERGENTES SUMABLES 197
es cero, el límite del primer miembro de la (2) si existe, será superior
al número M, y como éste es positivo y arbitrario, resulta
E 1
lím > Wi (E = —- 00,
t>0
4=1
Del mismo modo se prueba que este límite vale — oo si $; >— oo,
2. Las series sumables con el método (H) se pueden someter a las
mismas operaciones fundamentales que las series convergentes.
I. Si las dos series
2) Un (1) y », Un (2)
il il
son convergentes (H) con suma u y v respectivamente, la serie
2 (Un + 0n) (5)
1
es también convergente (H) y su suma vale u — v.
En efecto, la serie adjunta de (3)
1 Un Un
YU V = a a ==
> (Un E 0) Y a an
n= =>!
es convergente para t>0, por ser convergente las dos series que
figuran en el segundo miembro.
De aquí resulta
NN 1
e Z (Un — Un) E —+- 0,
Jl
TI. Si la serie
7 ta == 4 (1)
1
es convergente (H) también lo es la serie
(2)
Nou (c=0)
1
y su suma vale cu.
La serie adjunta de la (2) es
198 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
de donde
TIT. Si la serie
Uy HU HL... LE Un — Una Ao e. (1)
es convergente (H), con suma u, la serte
Uy HT Us HH... + (Un HO) + Una +] +...
es convergente (H) y su suma vale u —- c.
En efecto; la serie
DES DA a E O vo (2)
es convergente con suma c, luego ella es convergente (H) con el mis-
mo valor. | :
Aplicando la propiedad (D a las series (1) y (2) resulta que la serie
(, | 0) + (Ua 0) L= ... - (Un 4 0) + (ln 41 17 0) == 0.»
es decir,
Uy HU... + (Un LC) Una +...
es convergente (H) con suma u —C.
Del mismo modo se prueban otras propiedades.
3. Puesto que la abscisa de convergencia s de la serie de Dirichlet
CO
ni
1
no coincide con su abscisa de-convergencia absoluta s' (5 > 0) (1), vamos
a introducir la noción de sumabilidad absoluta (H).
La serie Yu, es absolutamente sumable (H) o sumable | [| o conver-
7 :
gente | H |, si la serie adjunta
LO)
y=Y-_
o
1
(1) Véase, por ejemplo, HARDY AND Rrusz, The General Theory of Dirichlet?s
Series, in Cambridge Math. Tracts. número 18 (1915).
> | o
SERIES E INTEGRALES DIVERGENTES SUMABLES 199
converge absolutamente para t >0 y el
lím d (t) =s
t—>0
-es finito. Resulta inmediatamente que :
Toda serie absolutamente eonvergente es también sumable | H |, con la
misma suma. Por tanto, la noción de convergencia absoluta (H) es la
generalización de la noción ordinaria de convergencia absoluta.
4, Esta noción de sumabilidad | H | nos permite desarrollar para el
producto de series sumables (H) una teoría análoga al producto de
series convergentes.
Dadas las dos series
» Un y Da
1
se llama serie producto (en el sentido de Dirichlet) a la serie
UV, — (4,0, — 4,0,) +— (UV, + U¿0,) + +...
cuyos términos se obtienen asociando los términos u,v, de modo que
el producto rs de sus índices es igual a 1, luego en el cual el producto
de los mismos es igual a 2 y así sucesivamente; el término de rango p,
es, por tanto,
Cr US:
TS =D
S1 se hace el producto formal de las dos series de Dirichlet
Un Un
bd: mee
ne Ly"
il 1
eo)
. 3 . . . Cn
mediante la regla anterior, resulta la regla del mismo tipo a
Ly e
1
Los clásicos teoremas relativos a la multiplicación con la regla de
Cauchy, tienen sus análogos para el producto según la regla anterior (+).
Vamos ahora a extender todos estos teoremas a las series suma-
bles (H. |
I. Sí las dos series
y Un y 2
1
1
son convergentes | H | con suma u y v respectivamente, la serie producto
(Dirichlet) Y e, es también convergente (H) con suma w = uv.
1
() LANDAU, Handbuch der Lehre von der Verteilung der Prinzahlen, tomo IT.
200 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
De la hipótesis, resulta que las dos series adjuntas
Un O Í
PU = v=>»-2
(t) a y y (t) y >
]
son absolutamente convergentes para t > 0, luego en virtud del teore-
90
O:
ma de Landau ('), la serie producto e es absolutamente conver-
n
1
gente para ¿> 0, con suma igual a
D (t) 4 (6) = > = (60)
n*
1
Tomando límite para ¿>0 de ambos miembros de esta igualdad y
teniendo presente que
A 0 lím y (t) = v
t—>0 t—>0
resulta
Cn
uv = lím =
0 Ly"
1 "
lo cual prueba el teorema.
TT. Dadas las dos series divergentes
Dt (dll) y 0
Jl ]
si la (1) es convergente (H) y la (2) convergente | H | con suma u y v res-
pectivamente, la serie producto es convergente (H) con suma w= uv.
De la hipótesis, resulta que las series adjuntas
Un | Un |
a
1 il
son convergentes para t > 0; luego, según el teorema de Stieljes (?)
se tiene |
C
P(10= )=
LJ R
(+) LANDAU, Rendiconti di Palermo, tomo XXIV, página 81.
(2) STIELTIJES, Nouvelles Annales, tomo VI, página 210.
SERIES E INTEGRALES DIVERGENTES SUMABLES 201
para t7>0. Pasando al límite de ambos miembros para ¿> 0, resulta,
oo)
E Cn
uv = lím
t>0 Ñ
1
III. 83 las tres series
e (L) IS E) y E (000000, U5)
1 1 1 "S=P
son convergentes (H) con sumas u, v y w respectivamente, resulta : u=U40.
De la convergencia de las series adjuntas
my) e
Un
e dt) = da y 1 (t) =
1 dl 1
Cn
n
para ¿>0 y por el teorema de Landau (*) resulta la igualdad
0 (0) 9 (4) =00 (1)
Ú
para t > 0. Luego de aquí con un paso al límite, cuando t> 0, da
| UV = 0.
IV. Si las dos series
(o, e) o
DA y DD
L 1
son sumables (H) con suma u y v y [nu, < M,|nv, | <N donde M y N
son dos números positivos, la serie producto es también sumable (H) con
suma 1 =0uv.
De la hipótesis resulta que las series adjuntas
AE a 0 pi
(t) == y y (t) a
1 il
son convergentes para t > 0 y como.
MA | NOA |
nt
<M, EN
ni
para todo .- 0 resulta, según un teorema de Hardy (*) que
[,e)
D (6) y (6) = = para AO:
(*) LANDAU, loc. cit.; HARDY AND Rirsz, loc. cit.
(*) HarDY, On the multip. of Dirichlet series, in Proc. Lond. Math. Soc., 1912.
202 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
luego
/ Cn
uv = lím a
t>0 Ñ
1
e Si las dos series
Y Us y Y Un
Al
son convergentes (H) con suma u y v respectivamente y lím nu, =0,
E N—>20
lím no, = 0, la serie producto es también sumable (H) con suma w = uv.
N—>2%0
Las series adjuntas
U V
JN : n
1 1
son convergentes para t > 0 y como es también
UL, NV
11 === Un Mie = 0
n>> N n>>o NM
resulta según un teorema de Hardy (*)
90
: C,
9(09u()=) =
7)
ab
luego
> Cn
uv = lím Der
1
5. Con respecto a las series oscilante (H) probaremos el siguiente
teorema :
Si la serie Y u, es convergente | H | con suma u y ) o, es oscilante (H)
1 3
con límites de oscilación (H) finitos igual a V,, V, y lím v, =0, la serie
a : NnN>22
producto, es oscilante (H) con límites de oscilación, UV, y UV.
De la hipótesis, resulta que las series
A
n
1D) == V
(t) Li
O z
son convergentes y lím —= = Q para todo ¿>> 0, luego según un teo-
now ! ]
(1) Loc. cit., página 201.
SERIES E INTEGRALES DIVERGENTES SUMABLES 203
: : C
ma de Pringsheim-Hardy (*) la serie producto y ES oscilante y sus
ndo
límites de oscilación son
Do D (6) a (t) (2)
donde
VD, V
db. (6) = lí = 1. (09) =1ím Y
Y (6) O da (t) E
Jl JE
De aquí resulta, que los límites de oscilación (H) de la serie pro-
ducto son
lim 9 (04, (0) =uV, y lím d (€) da (£) =4V ,.
i>0 i—>0
6. Este método de sumación es susceptible de varias generaliza-
ciones.
Adoptando como definición de suma generalizada el número
a.)
al 3
lím > Un E = MY
i>0 UY
Ñ
se obtiene el método que llamaremos de Hardy de orden 3 o (H, 2).
Si se pone
lím Y UC — Anb =—= $ (Ao > A a 1 a ... a 7% 90)
t>0 1
se obtiene el método de Dirichlet (>). El caso de 4, =lo0g ra, ha estu-
diado recientemente Morse (*), en relación con otros procesos de
sumación.
Más general aún que el anterior es el definido por la condición
eS
t>0 1
donde » es un número real y positivo (*).
A todos estos métodos no estudiados aún, pueden extender los re-
sultados aquí logrados.
(+) HARDY, loc. cit.
(E) H. HARDY, Quart. Jour., 42 (1911), página 181.
(*) MorsE, Americ. Jouwr. of Math., 45 (1923), página 259.
(*) H. HarDY, Quart. Journ., 47 (1916), página 178.
204 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
b) INTEGRALES NUMÉRICAS
El proceso de sumación antes definido para las series se extiende
a las integrales divergentes del tipo
" o e 1)
en la forma siguiente.
Dada la integral (1) en el sentido de Lebesgue (*), consideremos la
transformada de Laplace-A bel-Borel.
Dt) = 'Ñ AS OS
supuesta convergente para todo valor real de t > 0.
Si
lim $ (6) =u
t>0
diremos que la integral (1) es sumable Hardy o sumable (H) o también
convergente (H) con el valor u (?).
Si el
la integral (1) es divergente (H) y en el tercer caso, cuando dicho límite
no existe, diremos que ella es oscilante (H) y los números
lím $ (t) =U, y lím d (+) = U,
i—>0 t->0
son los límites de oscilación (H) de la integral propuesta.
2. Esta definición de valor generalizado de una integral no convet-
gente, cumple la condición de permanencia. |
Si la integral (1) es convergente con el valor u, ella es también conver-
|
(+) H. LeBESGUE, Legons sur Uintégration et la recherche des fonciions primitives ;
|
E. W. HoBsoN, Fonctions of a Real Variable, tomo II. |
(2) La noción de sumabilidad (H) es debida a G. H. Hardy, en Quart. Jour. of |
0 E , |
Math., tomo XXXV (1904), para el caso que la función u (x) sea continua, es decir,
integrable en el sentido restringido de Cauchy.
SERIES E INTEGRALES DIVERGENTES SUMABLES 205
gente (H) con el mismo valor (*). En efecto; de la convergencia de la
integral (1) dado un ¿> 0 arbitrario, existe un p >0, tal que
E (a>p>0) (3)
q
| vu (a) de
p
cuando p > Po. Por otra parte, puesto que e—* es función acotada
monótora en (0<x*< o9) y t >0, el segundo teorema del valor me-
dio nos da
S
a (0) do (4)
e
q
| UU) |
P
P
q
u.(w) de —- e a
donde p<¿<qyt>0.
Tomando valor absoluto de ambos miembros de la (4) y según (3)
resulta
9
No
P
“q
| esa (mide
para p > Po y + > 0; por tanto, la integral
0
Dit == | eu (e) du
converge uniformemente para todo t > 0.
Además, como es
P
«—50=|
resulta
90
(1 —e=) uy (a) de —- (1 —e=% u (0) de
0 JP
-- --
a — D (t) spa — e") au (e) de
| u (e) de
p
| es Pule) do
Pp
Dado un <> 0 arbitrario, existe un p > 0, tal que
O
JE u (a) da
P
S | $ —Íx
o y | en tulo) de
P
puesto que, la integral (1) es convergente y la (2) lo es uniformemente.
Fijado de este modo el valor de p, existe un número 7 >0 suficiente-
mente pequeño, tal que
p
| (1 —e=8D u (o) do
0
Ela
(+) H. Hardy demuestra este teorema, suponiendo la continuidad de la función
u (1); en cambio aquí se presupone que ella sea integrable Lebesgue, categoría
ésta mucho más amplia, puesto que contiene a aquéllas y a un gran número de
funciones discontinuas.
206 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
- para todo t< xq, puesto que e "> 1 uniformemente cuando ¿>0 y
(0 RSS!
Teniendo presente estas desigualdades, la (4) se reduce a
u— DO |< ++ =>
para todo t< y. De aquí resulta que
lím d (1) = u,
0
luego la integral (1) es sumable (H) (*).
La integral
| sen «da
0
no convergente, es sumable (H); puesto que
O RRE
et sen de = — e" (cose -- tsen 2)
AA,
t? -1
de donde resulta para t > 0
Dit) = E eE sen ade —= eE
Jo t?--1
_ luego
im (11:
¿—>0
Se prueba también del mismo modo, que sí la integral propuesta es
divergente, ella es también divergente (E.
3. Diremos que la integral
es absolutamente convergente (HB) o convergente | H |, si la integral de
Laplace
Didi | eS ula)dae
0
es absolutamente convergente para t>0 y el
lím d () =4.
t>0
(1) El factor de convérgencia e —t% cumple a las condiciones generales de con-
vergencia propuestas por S. Silvermann. On the notion of summability for the limit
of function of continuous variables, en Trans. Amer. Math. Soc. (17), (1916) y Bull.
Amer- Math. Soc, (22), (1915).
Mea:
SERIES E INTEGRALES DIVERGENTES SUMABLES 207
La noción de convergencia | H | es una generalización de la conver-
gencia absoluta ordinaria según el teorema
Si la integral (1) es absolutamente convergente con el valor u, también
ella es absolutamente convergente (H) con el mismo valor. En efecto,
para todo ¿> 0 se tiene
[ea (a) |< 0 (e)! (1% > 0)
luego
<| Le “tg (9) | de < E (e) | da
P y?
| e “ula do
P
donde p es un número positivo cualquiera.
De la convergencia de la integral
l | (90) | des
0
resulta que dado un ¿> 0 existe un número P > 0, tal que
| La (a) | de << para DEAD
> :
luego resulta
| AE E
p
para p > P, y cualquiera que sea ¿ > 0. Por tanto, la integral
DIT | e “uejdo
Jo
es absoluta y umiformemente convergente para todo t > 0.
Finalmente, como la función eu (w) es acotada y tiende a u (x)
cuando t-> 0, resulta según el teorema de Lebesgue
i—>0 Jo 0
lím | es ud —= | u (a) de =u
de donde se concluye que la integral (1) es absolutamente convergen-
te (HD).
4. Se llama producto de dos integrales convergentes
11 (0) de y ¡ñ y(2) de
a la integral
208 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
donde
wa) . u (E) v (au — E) de = . v(E) o (a — E) dé.
0 0
M. H. Hardy ha extendido a las integrales convergentes, en la hi-
pótesis que f (w%) y y (x) sean funciones continuas, los clásicos teoremas
de Abel, Cauchy, Mertens, sobre producto de series convergentes ().
Todos ellos subsisten aun cuando se supone las funciones u (4) y
v (w) integrales Lebesgue.
Vamos a demostrar ahora los teoremas correlativos sobre producto
de series sumables (H.
I. 83 las dos integrales (Lebesgue)
E u (a) d.e y v (a) de
son convergentes | H| con valor u y v, respectivamente, la integral pro-
ducto
es también convergente | H
que las integrales
y su valor w es uv. De la hipótesis, resulta
Po o e“ (e) de, VA) == l eu (w) do
0 0
son absolutamente convergentes para todo t>0 y
lím Dd (1) = u, in 0s
i—>0 i—>0
Haciendo
| == 0
resulta
(a) | entulaier e oa sde
0 (a) = l e= “a (E) o (e — E) dé,
luego por el teorema de Cauchy-Hardy (?), resulta
D (€) Y (t) =| ela) | do
0
(1) G. H. HARDY, The multiplication of conditionelly convergent series, in Lond.
Math. Soc. Proc. (2), (6), (1908).
(2) G. H. HaArDY, loc. cit.
SERIES E INTEGRALES DIVERGENTES SUMABLES 209
para ¿> 0. Tomando límite para t>0 de ambos miembros de esta
igualdad, y según (1) y (2) se tiene
[o]
o eto ao dx.
t>0 Jo
Ill. Dadas las dos integrales divergentes
| u (aw) da (1) | v (a) de (2)
NO 9
si la (1) es sumable (H) y la (2) sumable | H | respectivamente con los va-
lores y y v, la integral producto, es sumable (H) con el valor w—=04v.
Resulta de la hipótesis que las integrales
a?
[oo oo)
DA | ES OS Dl | e lo (a) da
0 0
son convergentes para t > 0; luego según el teorema de Mertens-
Hardy, se tiene que
Di e ada (t > 0).
0 .
De aquí resulta, con un paso al límite
90
o A
i>0 Jo
TI. Si las tres integrales
| u (e) de, | v(w%) die y 0 (a) do
JO
0
donde
son sumables (H) con los valores u, v y w respectivamente; se tiene :
| III UD.
La convergencia de las integrales
0
DIO) | e 0 id VO eno das
>
0 =
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIII
210 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
para todo t>0 y el teorema de Abel-Hardy nos permite escribir la
igualdad
DP (4) 9 () =0 (1)
para todo t > 0. De aquí, con un paso al límite cuando t> 0, resulta
el teorema.
IV. Si las dos integrales
0
0 (00) due y | v (e) de
son sumables (H) con los valores u y v respectivamente y |wu(w) <M,
¡xv(a) <N (+ >0) donde M y N son dos múmeros positivos, la integral
producto es sumable (H) con valor w = uv.
De la convergencia de las integrales
DI | ea de y O (60) dla
0 0
para t > 0 y como resulta que
o Es al eun eN (t> 0)
se tiene según un teorema de Hardy (*)
y
90
DIED) | eno a
0
para (t > 0) de donde se deduce pasando al límite para t>0
"50
00 == Um e 0 di
t—>0
0
a!
V. Si las dos integrales
(oo ESO
| u (0) do y | v(%) de
0
son sumables (H) con los valores u y Y y
lím xu (4) = 0, lím xv (e) =0
LX >00 1700
la integral producto es sumable (H) con el valor w = uv.
(5) Loc. cit.
SERIES E INTEGRALES DIVERGENTES SUMABLES 211
Las integrales
Hd (t) = 1 en ul ida, == ] ey (a) de
0 0
son por hipótesis, convergentes para todo ¿> 0 y como es también
lim e “tu (a) = 0, io 0
1700 090
para t > 0, resulta según un teorema de Hardy
D (8) y (t) = | e" (a) de para t>0.
De aquí
ao — lima te 00 (ado:
t>0 Jo
6. Un teorema análogo relativo a las series oscilantes (H) se tiene
para las integrales oscilantes (H).
90 a.)
u (2) de es convergente | H | con el valor u y | v(w) de
0 0
Si la integral |
esoscilante (H) con límites de oscilación (H) fimitos igual a V, y V, y
lím v(2) =0; la imtegral producto es oscilante (H) con límites de oscila-
SS)
ción UV,, UvV.,.
Por hipótesis, las integrales
b=|7e="]u()|de y e =| e“ (a) de
0
(¿> 0) son convergentes, y como lím e —"v (4) = 0 para t > 0, resulta
700
según el teorema de Pringsheim-Hardy (*), que la integral
| eto) da
0
es oscilante con límites de oseilación
Luna... 1 Y D (6) a (1) (2)
tY
donde
E
0 =limn | e*ty (0) de (> 0)
x—>>0 J0
vo Him | eto (w) de (t > 0).
xx >>0%w0 J0
(M)eLoc. cit.
212 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Por tanto, los límites de oscilación de la integral producto son :
lím d (£) y, (1) =uV, y lím Dd (¿) d, (0) = uv.
i—>0 t—>0
Pincherle, Landau, Hardy, Bohr, han puesto de manifiesto, la com-
pleta analogía que existe entre la teoría de la serie de Dirichlet y la
integral de Laplace convergente.
El estudio que precede, nos ha permitido ampliar esta analogía, a
las series e integrales divergentes sumables con dicho proceso.
(Continuará.)
UNA NUEVA ESPECIE DE COMADREJA FÓSIL
< DIDELPHYS SENÑETI> n. sp: (1)
Por CARLOS RUSCONI
RÉSUMÉ
Une nouvelle espéce de helette fossile « Didelphys Seneti» n. sp. — Elle se dis-
tingue des autres, fossiles ou vivantes, par des molaires plus robustes et par la
petitesse de sa face. Elle provient de l'étage ensénadéen de láge pliocene.
Es, al parecer, la primera comadreja fósil del género Didelphys que
se menciona en la fauna ensenadense. Además, como difiere de las
otras formas vivientes o extinguidas que me son conocidas, la distin-
guiré con el nombre siguiente :
Didelphys Seneti n. sp.
Didelphys Seneti, Rusconi, La Semana Médica, vol. XXXVIII, p. 2046,
1931, nomen nudum.
Tipo : rama mandibular del lado derecho casi completa, provista
del canino y el primer molar; número 532 de la colección Hennig.
Localidad : Anchorena, provincia de Buenos Aires, piso ensenadense,
plioceno superior. ]
La rama mandibular de la nueva especie es en general, bastante más
robusta, recta y más baja que en los individuos actuales (Didelphys
paraguayensis Oken) de mi colección zoológica. Sus molares, a juzgar
por los alvéolos, han sido también más robustos. El espacio de los
siete alvéolos del espécimen que me sirve de término de compara-
ción (cuya longitud mandibular, desde el cóndilo hasta la punta de
(1) Dedico esta especie a mi amigo el doctor Rodolfo M. Senet.
214 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
la sínfisis mide 93 milímetros), ocupa tan sólo 35 milímetros, en con-
tra de 40 que muestra la especie fósil en cuestión. En cambio, su lon-
gitud mandibular debió ser menor puesto que la distancia desde el
margen alveolar anterior del diente canino hasta la escotadura o naci-
miento de la apófisis angular llega a 70 milímetros y a S1 en la
actual.
Tanto el canino como el primer molar de D. Seneti son altos y más
robustos que los de D. paraguayensis. Además, el p, de esta forma se
halla generalmente aislado del canino y del tercer premolar por un
diastema; mientras que en el espécimen fósil no hay espacio interden-
tario. 1). Seneti difiere también por su fosa maseterina mucho más ex-
cavada; y esto se debe al gran desarrollo de la cresta anterior (crista-
buccinatoria) que continúa hacia abajo y adelante en forma de una
cresta roma y sobresaliente. Debido a este detalle, la cara lateral de
Mandíbula de Didelphys Senetií mn. sp. Tamaño natural
la mandíbula, debajo de los últimos molares, presenta el aspecto de
una amplia fosa. Dichos caracteres son apenas perceptibles, y a ve-
ces no existen en los individuos actuales.
Detrás del último molar, y sobre el nacimiento de la rama ascen-
dente, existe una foseta profunda, de una longitud de 3 milímetros,
que tampoco he visto en los especímenes de D. paraguayensis. Tanto
en las formas actuales, Didelphys paraguayensis, como en los de Lu-
treolina crassicaudata Desm, o los de Marmosa elegans de mi colec-
ción, la raíz anterior de la rama ascendente arranca a varios milíme-
tros detrás del margen posterior del último molar, mientras que en
D. Seneti, por el contrario, se encuentra más avanzada de aquel nivel,
carácter éste último algo similar al de otro didélfido del ensenadense
imperfectamente conocido (Dimerodon mutilatus), descrito por el doe-
tor Ameghino en 1889 (pág. 283, lám. I, fig. 1).
El nuevo didélfido se diferencia también de otras formas exhuma-
das de terrenos más antiguos (pisos chapadmalense y hermosense) de
la formación araucana, porque el espacio ocupado por sus siete alvéo-
los es mayor, como puede juzgarse por los siguientes cotejos : en Di-
UNA NUEVA ESPECIE DE COMADREJA FÓSIL 215
delphys abrupta Amegh. (1904, pág. 112), esos órganos miden en total
35 milímetros ; D. biforata Amegh. (op. cit., pág. 112), 31; D. i¡nexpe-
tata Amegh. (1889, pág. 279), 35 milímetros, y en cuanto a Didelphys
chapadmalensis, que tiene molares más robustos, Ameghino no pro-
porcionó de ella detalles más explícitos. A mi juicio, Didelphys Seneti
se parece más a ciertas formas araucanas y no la que vive actual-
mente en los alrededores de Buenos Ajres,
En la colección Hennig hay otro trozo mandibular provisto del al-
véolo canino y los tres molares anteriores, son robustos y están 1m-
plantados en serie continua, sin espacio interalvcolar. Las medidas
mandibulares de la nueva especie comparada con las de un eran es-
pécimen. actual Didelphys paraguayensis de mi colección, son las si-
guientes :
Didelphys Didelphys
Seneti (tipo) paraguayensis
Distancia desde el borde anterior del canino hasta
la escotadura o nacimiento de la cresta angular... 70 mm 81 mm
Distancia desde el borde anterior del canino al mar-
enEposterior del timo mola... nte ooo 46 43
Altura de la rama debajo el último molar .......... 153 15
Altura de la rama debajo el primer diente ......... Jl. 9
¡Espacio ocupado por los tres premolares........... dl 14,5
Espacio ocupado por los cuatro molares........... 23 20
iSomertudde los+siete AYNEOLOsS a 40 99
ronca mandibular total. ie 1S'aprox. 93
Agradezco a mi amigo el señor Federico Hennig, por la gentileza
que ha tenido al permitirme la descripción de los restos fósiles pre-
cedentes.
BIBLIOGRAFÍA
AMEGHINO, F., Contribución al conocimiento de los mamiferos fósiles de la Repúbli-
ca Argentina, en Actas de la Academia Nacional de Ciencias en Córdoba, vo-
lumen VI, texto y atlas, Buenos Aires, 1889.
— Nuevas especies de mamiferos, creláceos y terciarios de la República Argentina,
en Anales de la Sociedad Científica Argentina, páginas 1-142 del separado,
Buenos Aires, 1904. :
Roverero, G., Los estratos araucanos y sus fósiles, en Anales del Museo de Historia
Natural de Buenos Aires, volumen XXV, páginas 1-247, con 31 láminas,
Buenos Aires, 1914.
Rusconr, C., Lista de los vertebrados fósiles del plioceno inferior de Buenos Aires,
piso ensenadense, en La Semana Médica, volumen XXXVIII, número 55,
páginas 2042-2047. Buenos Aires, 1931.
MIGUEL LILLO
(1862-1931)
Por JOSÉ F. MOLFINO
El hombre de bien juzga todo con rectitud y
reconoce siempre la verdad.
ARISTÓTELES.
RÉSUMÉ
Commémoration de Michel Lillo. — L*auteur, sur la demande du Directeur de
ces Anales, étudie la personnalité du savant naturaliste Michel Lillo, mort a Tu-
cumán, le 4 mai 1931; c'est lá aussi qu'il était né et onu s'est passé toute sa
laborieuse existence. Lillo était un auto-didacte, et méme un éloquent exemple
de ce que peut la vocation appuyée sur la volonté. Il fut fait docteur honoris
causa par 1'Université de La Plata (R. A.). Spécialisé dans la botanique, il a
laissé plusieurs ouvrages importants, ainsi qu'un grand herbier considéré comme
un des plus travaillés de 1"Amérique du Sud, réunissant la végétation du nord
argentin presque toute entiere. Au surplus, sa bibliotheque et sa collection de
peaux d'oiseaux sont également de grande valeur.
La vida extraordinaria y fecunda del doctor don Miguel £illo,
Miembro Correspondiente de la Sociedad Científica Argentina, se
extinguió en su ciudad natal, con heroica serenidad, al iniciarse el
día 4 de mayo de 1931. Horas después, el telégrafo vibraba anun-
ciando al mundo científico la triste nueva y la dirección de estos
Anales me confiaba la misión de recordar al maestro y consocio caído.
Vengo, pues, a cumplir con el honroso cometido en este primer ani-
versario de su desaparición, y lo hago con los sentimientos de admi-
ración y de respeto que esa personalidad científica siempre me inspi-
raron, sin que circunstancia alguna empañara la alta consideración
que, en todo momento, me mereció.
Miguel Lillo era un naturalista de condiciones pocos comunes de
sagacidad y observación, admirablemente dotado del fuego sagrado
y de una amplia y profunda erudición, producto de su vocación y de
su esfuerzo; especializado en Botánica, conocía a fondo otras ramas
dle los conocimientos humanos, que hicieron de él una autoridad mo-
218 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
ral y científica de singulares relieves. Místico por temperamento, sin
practicar culto alguno, rechazaba las definiciones materialistas de la
vida, sin pedirle nada a ella, viviéndola filosófica y meditadamente,
y pensando que la verdad estaba en abroquelarse contra las vanida-
des subalternas que envilecen a los hombres. Y sus principios estuvie-
ron siempre embellecidos y elevados por el decoro de su propia vida.
La existencia de este hombre de ciencia es un cartabón de auste-
ridad, de tortaleza moral y de dignidad de carácter. Ejerció una esp.e-
cie de sacerdocio de la humildad científica y muchos aprendieron de
Lillo a saber lo que pudieran, para ahondar luego el estudio y exten-
derlo en sucesivas conquistas de ampliaciones. Las suyas fueron gran-
des; las de los que se ampararon en él, tan vastas y tan profundas
como el alcance de cada inteligencia y la fuerza de cada voluntad.
Conocer la Naturaleza del privilegiado rincón de tierra que lo vió
nacer, fué la razón de ser de su existencia, el sentir de su vida;
vivió para observarla e Investigarla, echando los cimientos del templo
de la Ciencia en un medio completamente adverso hasta su aparición.
Por su esfuerzo abnegado y generoso en grado sumo, la flora y la
fauna de Tucumán, y por extensión la del noroeste argentino, se ha
vuelto patrimonio de la Patria y de la Humanidad.
Medio siglo dedicado a la especulación científica, alternando con
la docencia y la dirección de instituciones públicas, hicieron de él:
una personalidad tradicional y querida, aunque poco comprendida
en su provincia, a tal punto que su vida y su obra, pese a su prover-
bial retraimiento, era conocida hasta con visos de leyenda, desde el
encumbrado personaje, hasta el más modesto hijo del pueblo, rindien-
do todos, en la medida de sus respectivos alcances, el homenaje del
concepto unánime con que se lo distinguía. Pero solía desconfiar de
los sentimientos que inspiraba a sus semejantes, falla sin duda de su
carácter lindante con la misantropía.
Con un perfecto sentido del humorismo, era muchas veces hasta
sarcástico, pero sin despojarse por eso de la suavidad de expresión y
dle la afectuosidad de sus maneras. Espectador frío y sereno de hom-
bres y de sucesos, los juzgaba con ruda franqueza y con un fuerte
sentido de la realidad, siempre sobre la base de su amplia cultura y
de su preparación científica. Estaba en constante y abierta beli-
gerancia con el error y la hipocresía, en donde ellos estuvieren.
Difícilmente impresionable, en su severo rostro nunca se reflejaban
los sentimientos que conmovían su espíritu; sólo en la soledad de
su retiro daba exteriorización a sus preocupaciones íntimas.
MIGUEL LILLO 219
Había nacido en San Miguel del Tucumán el 31 de julio de 1862,
día de la conmemoración de Ignacio de Loyola y, por coincidencia o
predisposición de la Naturaleza, tuvo las virtudes del santo, con cuyo
nombre fué también bautizado : ascetismo profundo, firme voluntad,
tenacidad en el esfuerzo, frialdad en el análisis y dureza frente a los
embates de la vida.
Cursó las primeras letras en una escuela particular dirigida por
un ex religioso. Hizo el bachillerato en el Colegio Nacional, de donde
egresó en 1881. No efectuó otros estudios oficiales; todo lo que vino
después se lo debió a sí mismo, constituyendo un hermoso ejemplo de
autodidactismo.
Las ciencias exactas, físicas y naturales fueron las de su predilec-
ción y las estudió y perfeccionó con ahinco. Federico Schickendantz,
profesor de química y director de la Quinta normal de agricultura,
que dependía del Colegio Nacional, fué el maestro que tuvo el joven
Lillo; había descubierto en él condiciones estimables de observador
y estudioso, lo estimuló y lo guió, hasta llevarlo a su lado como ayu-
dante, vislumbrando en él a su sucesor, como en efecto así sucedió.
Cuando el doctor Schickendantz se ausentó definitivamente de Tu-
cumán, en 1892, Lillo lo reemplazó en la dirección de la Oficina Quí-
mica, que aquél había fundado, cargo que conservó hasta el día de
su muerte y que atendía en las horas de la mañana, alternando con
las cátedras de química y física en el Colegio Nacional, Escuela Notr-
mal y Universidad, que funcionaban en locales vecinos a aquella de-
pendencia. En 1918 se retiró de la docencia, guardando, con carácter
honorario, el puesto de director del Museo de Historia Natural anexo
a la Universidad, fundado, en 1915, por el entonces gobernador de la
provincia, doctor Ernesto E. Padilla. Lillo tuvo el título de « compe-
tencia en química », por disposición de la ley nacional número 4416,
dle fecha 17 de septiembre de 1904; como tal su nombre está registra-
do en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Uni-
versidad de Buenos Aires.
El renombrado químico alemán, muy amante de la Botánica, puso
en relación a su discípulo con el doctor Federico Kurtz, de Córdoba,
y lo instó a que efectuara un viaje por Europa, cuyos principales cen-
tros científicos visitó, teniendo ocasión de frecuentar a los más nota-
bles fitólogos de la época. Este viaje tuvo una influencia decisiva en
la vida del joven naturalista, le mostró cómo se trabajaba y los méto-
dos de investigación que era menester segulr, para realizar una obra
lo más durable posible. Fué así que se sacrificó en un esfuerzo que
220 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
dió a su juventud la belleza de una realización heroica y de una con-
quista triunfal.
En 1888, poco antes de emprender aquel viaje, publicó su primer
ensayo sobre Flora tucumana, trabajo que, basado en el Symbolae de
Grisebach, el mismo Lillo reconoció como malo. Desde entonces sus
investigaciones fueron progresando, en forma concienzuda y firme,
hasta el punto de justipreciársele como autoridad de la mayor consi-
deración en todo lo relacionado con los estudios florísticos del norte
argentino. Sin afán de hacer publicaciones, profundizaba los proble-
mas, enriquecía su biblioteca, hacía colecciones, cultivaba en su
quinta especies críticas, se comunicaba con colegas del país y del
extranjero, consultaba tipos, buscando siempre, sin jactancia alguna,
dictaminar con seguridad, en la medida de lo posible.
Su Contribución al conocimiento de los árboles de la Argentina (1910),
y su complemento de 1917, representa un esfuerzo digno del mayor
elogio y dle todo encomio. Es una obra fundamental para los estudios
dendrológicos argentinos, que tuvo la desgracia de provocar el dis-
tanciamiento de su autor con otra columna de la Botánica argentina :
Spegazzini, quien determinó, simultáneamente a Lillo, la misma co-
lección de maderas, sobre la base de malos ejemplares de herbario.
La disidencia entre ambos se ahondó luego, infelizmente, a causa de
la influencia que suelen ejercer terceras personas, siempre dispuestas
a dividir y a intrigar para pretender reinar...
Miembro de la Comisión Nacional de la Flora Argentina, designa-
da en 1913 por el entonces Ministro de Agricultura, doctor Adolfo
Mujica, el doctor Lillo se ocupó con preferencia en el estudio de la
eran familia de las Compuestas, determinando los representantes de
varias tribus (Vernonieas, Eupatorieas, Astereas, Inuleas, etc.), exis-
tentes en los principales herbarios del país, además de los de sus
propias colecciones.
Efectuó después, independientemente, una revisión de las Ascle-
piadáceas argentinas, interesante familia de la que publicó una lista
de cien especies, con primicias importantes, aunque sin describir las
entidades designadas como nuevas para la ciencia. Más tarde trató
las Acantáceas, pero sin hacer ninguna publicación al respecto.
Prefirió enviar los representantes de otras familias a especialistas
europeos o norteamericanos, ya que no se consideraba suficientemente
ilustrado en cuanto a la posesión de tipos y bibliografía adecuada,
para definir con exactitud la delimitación de las especies;. pero no por
esto dejaba de exponer su punto de vista y de comunicar su análisis,
MIGUEL LILLO 221
acompañado las más de las veces de diseños ilustrativos y de flores
disecadas. Por otra parte, Lillo mismo reconocía, con toda nobleza y
probidad, que carecía de talento para hacer descripciones como él
deseaba que fueran, prefiriendo que otro colega las efectuara.
Envió las Rosáceas a Kohne y a Bitter, las Solanáceas al mismo
Bitter, las Gramíneas a Hackel, las Violáceas a Becker, las Oxali-
dáceas y Valerianáceas a Briquet, las Malváceas a Hill, Hassler y
Hochreutiner, las Borragináceas a Johnston, las Meliáceas y Piperá-
ceas a Casimiro De Candolle, las Compuestas críticas a Robinson, etc.
De aquí las numerosas especies nuevas que llevan el nombre del
excelente botánico de Tucumán.
Era lo más solícito con sus colegas; bastaba demostrarle interés
por tal o cual grupo de plantas, para que él, casi inmediatamente,
remitiera una serie de ejemplares de su rico herbario, sin reclamar
devolución. A este respecto recuerdo que en una oportunidad sola-
mente me pidió le reintegrara unos especímenes, que tenían para él
el extraordinario valor de haber sido herborizados en Catamarca por
su maestro Schickendantz, a quien le debía mucha gratitud, según me
manifestaba en líneas llenas de emoción. De esta manera ayudaba y
sentía gran satisfacción en hacerlo, suministrando, al mismo tiempo,
datos biológicos y bibliográficos, formulando observaciones, etc. ¡ Y
más de uno ha asegurado sus dictámenes, después de haberlo consul-
tado con Lillo!
Clasificó colecciones de mucho valor y de miles de números, tales
como las hermosas series de F. M. Rodríguez (Tucumán, Salta y Mi-
siones), los escogidos resultados de las herborizaciones de L. Castillón
(Tucumán, Catamarca y Jujuy), las interesantes plantas de P. Jórgen-
sen (Catamarca y Formosa), los materiales tan bien documentados
de E. Dinelli (Tucumán), los bien preparados ejemplares de S. Venturi
(Tucumán, Chaco, Salta y Jujuy), los selectos especímenes de R.
Schreiter (Tartagal, Orán, El Volcán, etc.), y otras. Trabajo hecho
con el mayor desinterés, con el objeto primordial de conocer lo mejor
posible la vegetación del norte argentino, sobre cuya distribución
tenía un criterio fitogeográfico propio, que lo llevó a disentir con
alguno de sus colegas, remontándose en sus asertos a las caracterís-
ticas de la flora de los países limítrofes, sobre la que tenía también
opinión formada.
En el campo de la Zoología — en particular de la Ornitología —
la labor del doctor Lillo fué proficua y llena de satisfacciones. A este
respecto, dejo la palabra al reputado especialista doctor Roberto
189)
22 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Dabbene, quien, a mi requerimiento, se ha expresado de la siguiente
manera (carta del 2 de julio de 1931) : «Considero a Lillo como uno
de los más distinguidos naturalistas del país. Sin pretensiones de
hacerse el sabio, lo era en realidad y siempre ha merecido de mi parte
respeto y admiración, no solamente por su saber, sinó también por su
modestia. Aun cuando su especialidad no era la Ornitología, ha cul-
tivado esta ciencia y los pocos trabajos que ha hecho sobre aves son,
sin duda, los mejores que se han publicado en el país. Me refiero a la
Fauna tucumana, Aves, publicada en 1905, en la Revista de Letras y
Ciencias Sociales de Tucumán, que es la lista más completa que se ha
publicado sobre avifauna del noroeste argentino. Otra enumeración
ha sido publicada en los Anales del Museo Nacional de Historia Natu-
ral de Buenos Atres, en 1902, y otro trabajo muy importante es:
Enumeración y descripción de las especies de animales indigenas con las
costumbres y daños o beneficios que ocasionan las más características.
Este opúsculo es poco conocido, tal vez por haber aparecido en una
revista de eseasa circulación no se le dió toda la importancia que en
realidad tiene. Ha sido publicado en el Boletín de la Oficina Química
de Tucumán, tomo II, entrega segunda (1889). Con la colaboración
mía, el doctor Lillo publicó en los Anales del Museo de Buenos Altres :
Descripción de dos nuevas especies de aves del noroeste de la Argentina
(en francés). Ha descrito otras nuevas especies de la avifauna tucu-
mana y ha hecho, sin duda, la mejor colección de pieles de aves de esa
provincia. »
Otro aspecto prominente de la vida del doctor Lillo, lo constituye
su pasión por la lingiiística y la literatura clásica. Además de los
idiomas necesarios para asesorarse en sus investigaciones científicas,
Lillo estudiaba con singular acierto y especial versación las lenguas
indígenas; poseía una bien nutrida biblioteca sobre esos temas y
llegó a ser, en más de una ocasión, autoridad de consulta, ante quien
acudieron especialistas de renombre. Las bellas letras eran descanso
de sus tareas científicas; bajo los árboles de su quinta leía las Églogas
en los días de fiesta; el griego de Sófocles fortalecía la serenidad de
sn espíritu; los pensamientos de Kempis lo edificaban; y a la luz de
su lámpara, pasaba las noches meditando el ingenio y la profundidad
del inmortal libro de Cervantes...
Lillo prestó silenciosamente un gran servicio a su provincia y a
su país : los informes meteorológicos que lMevaba con toda minuciosl-
dad desde cuarenta y cinco años atrás. Gracias a sus conocimientos
pudo reemplazar la acción de las autoridades con eficacia, en una
MIGUEL LILLO 223
región en que era tan necesaria. Los cultivos subtropicales exigían
datos seguros, permanentes y coordinados en ciclos completos sobre
el clima. No era posible librar al azar el trabajo intensivo que aque-
llos representaban y así se ha visto cómo, para salvar la industria
azucarera, la Estación Experimental de Tucumán debió estudiar,
durante varios años, para encontrar el substituto de la caña criolla
que había degenerado. Hubiera resultado un grave riesgo económico
dejar que los cañeros eligieran cualquier tipo de planta, que podía
dar buen resultado un año y perderse en el otro. El ensayo abarcó
así el tiempo de la evolución completa de las condiciones climatoló-
gicas de Tucumán, y gracias a esa previsión pudo llegar a replan-
tarse los surcos con ventajas para su rendimiento, alejando el peligro
señalado. Pero la posibilidad de la experimentación no habría exis-
tido si Tucamán no hubiera contado con las observaciones corres-
pondientes, tomadas con la minuciosidad, la conciencia y la seguridad
que del conocimiento pleno de los fenómenos tenía. La desaparición
del doctor Lillo vino a representar para la provincia, también en este
sentido, un grave mal, que felizmente se evitó casi inmediatamente
con la instalación de una oficina pública, dispuesta por la Dirección
de Meteorología del Ministerio de Agricultura, atendida por técnico
de responsabilidad.
La lista bibliográfica de Lillo no es abultada y frondosa como puede
verse a continuación. Con toda razón ha dicho el doctor Cristóbal M.
Hicken, con respecto a la personalidad científica del ilustre tucu-
mano : «Su bibliografía no es muy extensa, pero hay que recordar
que la utilidad de una vida no hay que medirla exclusivamente por
el número de los títulos correspondientes a los asuntos tratados.
Existe una gran obra también, en lo que pasa anónimamente a la
posteridad y que tanto puede llamarse ejercicio de la cátedra, como
organización de una sección científica, catalogamiento de objetos
cuya interpretación harán otros, o simplemente la clasificación siste-
mática del material acumulado. Todo esto es obra de alto mérito ».
Las manifestaciones que anteceden del distinguido profesor de la
Universidad de Buenos Aires, son por desgracia, en nuestro medio,
poco reconocidas, aun por los que siguen una misma orientación. Se
juzga y se critica con suma rapidez y mordacidad, sin entrar a conside-
rar circunstancias y factores que, interviniendo a veces fortuitamente,
hacen desviar, detener o retrasar los propósitos más sinceros y mejor
intencionados.
224 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
LISTA BIBLIOGRÁFICA DEL DOCTOR MIGUEL LILLO
1. SCHICKENDANTZ, F. Y Lino, M., Sobre la determinación de la glucosa
en los vinos y en los productos de la industria azucarera. — An. Soc. Cient.
Argent., XXIII (1886) 9-16.
2. Flora de la provincia de Tucumán. — Bol. Of. Quím. munic. Tucumán,
I (1888) 55-115.
3. Sobre la existencia de una especie de « Heliocarpus» en la Argentina
(Tucumán), en El Interior de Córdoba, 25 de julio de 1888.
4. Flora de Tucumán; herbier de M. Lillo. — Expos. univer. intern. de
1889 a Paris, etc., 341-356.
5. Apuntes sobre la fauna de la provincia Tucumán. Enumeración y descrip-
ción de las especies animales indígenas. — Bol. Of. (Quéím. munic. Tucumán,
MAS So)
6. Observaciones meteorológicas practicadas en Tucumán durante los meses
de mayo, junio, julio y agosto de 1889. — Ibid. (1889) 123-147.
7. El cultivo del ramio en Santa Rosa (provincia de Tucumán). -= 1bid.,
(1889) 186-188.
8. Enumeración sistemática de las Aves de la provincia de Tucumán. —
An. Mus. Nac. Bs. Atres, VHI (1902) 169-219.
9. Fauna tucumana. Aves. — Rev. Letras y Ciencias Soc., Tucumán (1905).
10. Notas ornitológicas. — Apunt. Hist. Nat. (1909) 21-26, 41-44.
11. Contribución al conocimiento de los árboles de la Argentina (1910) 1-127.
12. Descripción de plantas nuevas pertenecientes a la Flora Argentina. —
An. Soc. Cient. Argent., LXXIT (1911) 171-175. — FebDE, Repert., XUI
(1914) 127-128.
13. DABBENE, R. y Lino, M.. Description de deux nouvelles especes
WVoiseaux de la République Argentine. — An. Mus. Nac. Bs. Aires, XXIV
(1913) 187-194, 2 láminas.
14. Flora de la provincia de Tucumán. Gramiíneas. — Public. hechas por
el gobierno de Fucumán con motivo del centenario de 1916 (1916) 1-63.
15. Segunda contribución al conocimiento de los árboles de la Argentina.
Univers. de Tucumán (1917) 1-69. — Ibid. (1924) 1-55.
16. Observaciones pluviométricas en la cana de Tucumán, 1888-1916.
-— Ibid. (1917) 41-43.
17. « Tagetes anisata» y «<T. pseudomicrantha », en ZeLADA, F., Estudio
del « Tagetes anisata » Lillo n. sp., productora de aceite esencial. — Ibid.
(1918) 1-15.
18. Reseña fitogeográfica de la provincia de Tucumán. — Primera Reun.
Nac. Soc. Arg. Cienc. Nat. (1919) 210-232, 1 mapa y 15 láminas.
19. Las Asclepiadáceas argentinas. — Physis, IV (1919) 410-487.
20. Las Asclepiadáceas de la República Argentina. — Rev. Estud. Univ.
Tucumán (1920), 113-118. — Physis, V (1921) 113-116.
1. Un cambio curioso de sexualidad. -— Darwiniana, 1 (1924) 163-164.
l
Y
y
ñ
MIGUEL LILLO 225
22. Ouarenta años de observaciones pluviométricas y termométricas en la
ciudad de Tucumán, 1885-1928. — Univ. Tucumán (1924) 5-31.
23. Estudio preliminar de una colección de plantas procedentes de Tartagal
(Salta). — 1bid. (1925) 3-14.
Volviendo sobre la actuación docente del profesor Lillo, cabe seña-
lar aquí la circunstancia incongruente, que por lo demás es común
en nuestro medio, de que tratándose de un naturalista de su enver-
gadura, nunca le tocó enseñar Ciencias Naturales en los institu-
tos oficiales de educación; debió conformarse con dictar asignaturas
que no eran las de su especial predilección. Sus lecciones las reservaba
para el reducido círculo de amigos íntimos y sus observaciones las
comunicaba a sus colegas cuando lo visitaban, por lo cual experi-
mentaba siempre un gran placer. En oportunidad de la provisión de
la cátedra de Botánica de la Universidad de Córdoba (1916), por
jubilación del doctor Kurtz, figuró en la respectiva terna, pero esto
no pasó de una apariencia, pues Lillo prestó generosamente su nom-
bre, renunciando privadamente la candidatura — actitud que asumió
también el profesor J. A. Domínguez, — con el objeto de asegurar la
designación del candidato que figuraba en tercer término en la pro-
puesta de la Universidad al Poder Ejecutivo Nacional.
El doctor Lillo recibió honores que le tributaron espontáneamente
las corporaciones e instituciones científicas del país y del extranjero.
Del Museo de La Plata, al cual prestó eficientes servicios como
taxonomista, fué Académico Correspondiente desde el 7 de septiembre
de 1907. El título de doctor honoris causa le fué conferido por el Con-
sejo Académico del mismo Museo el 14 de marzo de 1914, distinción
que le fué confirmada por el Consejo Superior de la Universidad en
abril del mismo año. En mayo de 1928 le fué otorgado el premio « Fran-
cisco P. Moreno », correspondiente al año anterior, habiendo obtenido
el naturalista tucumano la unanimidad de los votos, en forma fundada,
de todos los profesores de la renombrada institución platense. La en-
trega del premio — una medalla de oro de cuño especial y el respectivo
diploma — se efectuó en Tucumán, en acto público de proporciones
inusitadas, por su significado y concurrencia, que se celebró en la
sede de la Universidad Nacional y que fué presidido por el entonces
Ministro de Justicia e Instrucción pública de la Nación, doctor Anto-
nio Sagarna, asistiendo el director, doctor Luis María Torres, en repre-
sentación del Museo y haciendo uso de la palabra.
De la Sociedad Científica Argentina era Socio Correspondiente lesde
el 24 de abril de 1897 y colaborador de sus Anales. De la Academia
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIIMI 15
226 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Nacional de Ciencias de Córdoba fué desde antiguo Miembro Corres-
pondiente. A la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales estaba
vinculado desde su fundación, en 1912; participó con todo entusiasmo
en la Reunión Nacional que la joven Sociedad de entonces (1916)
celebró en Tucumán, la que le encomendó, con aquel motivo, la redac-
ción de una reseña fitogeográfica de su provincia natal, que se publicó
más tarde (1919) en el tomo que contiene los resultados y las actas
del referido certamen, trabajo de mérito, bien ilustrado con fotogra-
fías y un mapa. De la Sociedad Ornitológica del Plata era Miembro
Correspondiente desde que se organizó, en 1916.
Al Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires prestó
servicios científicos, que siempre le fueron reconocidos por la bene-
mérita institución, encontrándose allí parte de los ejemplares de su
colección botánica de 1889, que Lillo había llevado a la Exposición
de París; lo mismo puede decirse con relación al Instituto de Botánica
y Farmacología de la Facultad de Medicina de Buenos Aires, en cuyo
herbario se conservan, como verdaderas reliquias, muchas de sus
plantas con rótulos totalmente de su puño y letra, obsequiadas amis-
tosamente al profesor Domínguez.
La muerte del esclarecido hombre de ciencia fué en verdad cruel.
Desde mediados de noviembre de 1930, se encontraba atacado por una
hipertrofia de la próstata que reclamó, dos meses después, la inter-
vención quirúrgica. En la operación, los médicos encontraron el mal
muy avanzado, además de una afección cancerosa en la misma región.
«Lo que ha padecido el enfermo los tres meses que se sucedieron a
la operación es horrible hasta referirlo — me escribía don Rodolfo
Schreiter — y solamente las inyecciones de morfina han podido sua-
vizar en algo esos terribles sufrimientos.» Los amigos y colegas que
lo visitaron en los últimos años, pudieron notar que la salud y el
ánimo del doctor Lillo decaían visiblemente; en vano se le aconsejó
un prolongado descanso y la consulta con médicos especialistas, para
que lo sometieran a tratamientos adecuados.
Antes de la operación, Lillo hizo su último testamento, por el cual
declara a la Universidad 'Nacional de Tucumán heredera de su casa
quinta, con los edificios, las espléndidas colecciones y la importantísi-
ma biblioteca, nombrando al mismo tiempo una comisión de personas
de su intimidad y de responsabilidad, que debe velar por la fiel obser-
vancia de sus disposiciones póstumas y la mejor conservación del
legado. Y cumpliendo los deseos de su amigo, el naturalista Sehreiter
ha procedido ya, con toda solicitud y abnegación, a envenenar y a
MIGUEL LILLO 221
preservar el herbario, a fin de eliminar toda clase de enemigos que
atacan a las plantas secas y asegurar así la perduración de una obra
que nunca jamás podría ser suplantada. ¡Ojalá que el Museo « Lillo »
sea pronto una realidad y que las autoridades del cual dependerá
sepan cumplir fielmente, en el espíritu y en la letra, la voluntad del
ilustre donante!
Esperado por momentos el deceso del enfermo, fueron discutidas
las exequias por amigos y familiares. Los que estuvieron cerca de él
durante su vida, los que siguieron con angustia el desarrollo de la
dolencia implacable, los que le sacaron del sanatorio en que se asistía
para que muriera plácida y serenamente en su casa, expresaron la
conveniencia, como el mejor homenaje a la austera vida de Lillo, de
sepultarlo dentro de la propia casa solariega donde había transcu-
rrido toda su preciosa existencia, sin mayores pompas, dejando para
mejor oportunidad la realización de un homenaje civil. Pero triunfó la
otra tesis; se hicieron a Lillo grandes funerales, se decretaron hono-
res oficiales de Ministro de Estado y se pronunciaron discursos frente
a su féretro, luego de una misa de cuerpo presente. De esta manera
participaron en el homenaje póstumo todas las autoridades y el pue-
blo de la provincia, y en la mente de millares de niños y adolescentes
de las escuelas y colegios, quedará el recuerdo del duelo público que
la desaparición de Lillo provocó. Tucumán completó con él la serie
de sus hijos ilustres, que pasaron a la inmortalidad después de haberla
honrado en vida; junto a los guerreros, a los pensadores y a los esta-
distas se levanta, esclarecida y única, la figura del investigador de su
Naturaleza : Miguel Ignacio Lillo. )
¡En nombre de la Sociedad Científica Argentina me inclino reve-
rente ante su tumba, en este día aniversario de su muerte, y le ofrezco
el tributo de la siempreviva del recuerdo perdurable!
Buenos Aires, 4 de mayo de 1932.
BÍO-BIBLIOGRAFÍA DEL DOCTOR MIGUEL LILLO
CASTELLANOS, A., Miguel Lillo. — Physis, Revista de la Sociedad Argen-
tina de Ciencias Naturales, X (1931) 427-431.
HERRERO DUCLOUX, E., Los estudios químicos en la República Argentina
(1810-1910) 244 (1912).
HickeN, C. M., Evolución de las Ciencias en la República Argentina.
VIT, Los estudios botánicos. Edición del Oincuentenario de la Sociedad Cientí-
fica Argentina (1923).
Diarios El Orden y La Gaceta (Tucumán). — Ediciones del 5 y 6 mayo 1931.
EL INGENIERO CARLOS JANET
Por ÁNGEL GALLARDO
El 7 de enero de este año ha fallecido en Voisinlieu, cerca de
Beauvais, el ingeniero Carlos Janet, Caballero de la Legión de Honor,
ingeniero de artes y manufacturas, doctor en ciencias, antiguo presi-
dente de la «Société Zoologique de France» y miembro honorario
de la «Société Entomologique de France» y de muchas otras socie-
dades científicas, tanto francesas como extranjeras. Nacido en 1849
hubiera cumplido este año 83 años de edad, durante los cuales ha
desarrollado una intensa actividad científica y profesional, que le ha
conquistado un puesto eminente entre los sabios franceses.
Su labor profesional se desarrolló principalmente en las Manufac-
turas del Estado en Beauvais y en Limoges.
En cuanto a su obra científica se ha realizado especialmente en el
te-reno de la entomología, y, en particular en el estudio de las cos-
tumbres y de la anatomía de las hormigas.
Cuando tenía poco más de 20 años publicó en 1872 una nota en el
Bulletin de la Société Entomologique de France sobre los insectos que
viven con las hormigas. Después ha publicado muchos trabajos sobre
las costumbres de las hormigas y de los insectos mirmecófilos.
Se valía para hacer estas observaciones de unos nidos artificiales
de yeso, que había inventado y que son conocidos con el nombre de
nidos Janet.
En la Exposición Internacional de Bruselas de 1897 expuso Janet
varios de estos hormigueros artificiales poblados por numerosas colo-
nias de hormigas. :
Tuve oportunidad de ver estos magníficos hormigueros en la Expo-
posición Universal de París de 1900, en que también los presentó
Janet.
EL INGENIERO CARLOS JANET 229
Estos aparatos se han adoptado hoy generalmente para observar
las costumbres de las hormigas en cautividad. El doctor Bruch los ha
modificado muy ventajosamente, substituyendo el yeso por ladrillos
huecos de máquina, material más poroso y más resistente que el yeso,
lo que permite una mejor ventilación del nido, una más adecuada dis-
tribución de la humedad y es más difícilmente atacable por las man-
díbulas de las hormigas.
La morfología, tanto externa como interna, de las hormigas ha sido
muy bien estudiada por Janet y los conocimientos actuales se fundan
en gran parte sobre sus trabajos. Se valía Janet para estos difíciles
estudios del método de los cortes microscópicos en serie, realizados
con una técnica especial y sintetizados en magníficos dibujos de una
precisión y claridad admirables que revelan la mano de un ingenioso,
buen dibujante.
En la morfología externa sus famosos estudios sobre las avispas,
abejas y hormigas, han permitido interpretar ciertos segmentos que
se creían torácicos y que son en realidad abdominales. Es sabido que
el cuerpo de los insectos se divide en tres regiones : Cabeza, tórax y
abdomen. El tórax a su vez consta de tres segmentos : el protórax,
el mesotórax y el metatórax que llevan los tres pares de patas y los
dos primeros, las alas, cuando éstas existen.
Ahora bien, se observa en las hormigas una pieza que se creía la
parte dorsal del metatórax o metanoto y que hoy se admite, gracias
alos estudios de Janet y Emery, que es el primer artículo abdomi-
nal, dándosele el nombre de epinoto.
De manera que el epinoto, aunque forma parte «del tórax, es en rea-
lidad abdominal. El pecíolo y el postpecíolo (cuando éste existe) son
el segundo y el tercer segmento abdominal. Los restantes segmentos
abdominales forman el gáster.
Janet encontró también que la reina de las hormigas al fundar
alslada un nuevo hormiguero, se alimenta de sus poderosos músculos
alares, que sufren una degeneración grasosa y son digeridos poco a
poco hasta dejar casi hueco su voluminoso tórax. Cuando una de estas
reinas es sumergida en el agua, flota, gracias al aire que lleva en su
tórax hueco, mientras que la hembra virgen o recién fecundada se va
al fondo pues tiene el tórax ton su masa muscular completa.
También ha estudiado Janet los órganos de estridulación, que per-
miten emitir sonidos a muchas hormigas y los óreanos cordotonales
con los que perciben vibraciones.
Muchos otros hallazgos anatómicos son debidos a Janet, así como
230 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
el estudio de varios parásitos y de los mirmecófilos, que viven en so-
ciedad con las hormigas.
Durante la Gran Guerra Janet tuvo el dolor de perder cuatro de
sus hijos, muertos en los campos de batalla y largos meses las trin-
cheras cruzaron el parque de su propiedad en Voisinlienu.
En estos últimos años ha publicado varios trabajos sobre el Volvox,
curioso Organismo, con escasa diferenciación celular, de los cuales
deducía consideraciones filosóficas sobre la estructura de los seres
vivientes. También publicó un estudio matemático sobre la serie de
los elementos químicos. )
En su casa de Voisilieu, donde lo visité en octubre de 1929, lleva-
ba una vida de gran actividad física y mental, a pesar de su edad
avanzada y de estar jubilado de sus cargos oficiales. Se había dedicado
a formar una colección de los fósiles de las colinas calcáreas de
Beauvais, particularmente rica en equinodermos y braquiópodos.
Estudiaba con interés la geología de la región, pero no sé si ha publi-
cado el resultado de sus trabajos.
Después de la muerte del padre Wassmann y del doctor Forel,
ocurridas el año pasado, la desaparición de Janet es un nuevo y
doloroso duelo para los mirmecólogos del mundo entero.
NOTAS VARIAS
Homenaje a la memoria de Lucas Kraglievich
La Sociedad Argentina de Ciencias Naturales ha celebrado, el día
7 de mayo próximo pasado, una «Reunión de Comunicaciones », en
homenaje a la memoria del paleontólogo don Lucas Kraglievich, ex
Presidente de aquélla. Después de unas palabras recordatorias del
presidente de la Sociedad, doctor Ángel Cabrera, el señor miembro
honorario, don Carlos Ameghino, pronunció las siguientes palabras :
El paleontólogo Lucas Kraglievich, continuador de la obra del doctor Flo-
rentino Ameghino, ha dejado de vivir cuando, de su cerebro, esperábamos
importantes luces sobre los numerosos problemas que encierran las antiquí-
simas faunas de la Argentina.
Su corta enfermedad y la pena que lo embargara al tener que salir del país
por hechos suficientemente conocidos, han contribuído a que la vida de esa
joya de la Paleontología de los actuales momentos, se extinguiera prematu-
ramente.
Desde que vino a verme por primera vez en el Museo de Historia Natural
de Buenos Aires, presentado por mi viejo amigo el doctor Eduardo L.
Holmberg, comprendí también, a través de su conversación que, en la teo-
ría, era ya Kraglievich un verdadero naturalista. Por eso no escatimé esfuer-
zos e hice todo lo que buenamente pude como Director del Museo y jefe de
la sección de Paleontología, ofreciéndole para sus estudios, no solamente
los materiales paleontológicos del citado Instituto, sino también los de mi
colección particular; así como también mis censejos, porque había descu-
bierto en él, exquisitas y valiosas cualidades intelectuales.
Mis ideas o previsiones resultaron fundadas, pues en 1919 emprendía ya
un estudio crítico sobre cánidos fósiles argentinos, y pocos años después,
daba a conocer en diferentes publicaciones, sus estudios sobre los grandes
gravígrados extinguidos de la formación pampeana. Desde entonces Kra-
glievich fué para mí el substitnto de aquel genio que se llamó Floventino
232 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Ameghino, y por consiguiente quedaba también consagrado, en mi concepto,
como el primer paleontólogo de la nueva generación.
Sus importantes investigaciones posteriores lo fueron confirmando amplia-
mente, y ahora que, de este cerebro maduro, de esta clara inteligencia que
prometía muchos resultados preciosos — sobre todo en el estudio que estaba
emprendiendo de las viejas faunas terciarias de la Patagonia — la implaca-
ble nos lo arrebata dejando un vacío que, en los momentos actuales, no es
posible llenar.
Lucas Kraglievich — no obstante ser joven aun — era ya en la ciencia
un astro de primera magnitud. Sus destellos fueron de corta duración, como
la de una estrella fugaz que aparece en un punto del firmamento, traza una
línea y desaparece vertiginosamente para siempre.
Pero a diferencia de estos cuerpos que atraviesan nuestra atmósfera
dejándonos como recuerdo una simple visión que se pierde en un segundo
de tiempo, el astro Kraglievich, a pesar de haber dejado de irradiar en
otro orden de cosas, quedará en el firmamento de nuestro intelecto; y serán
las generaciones futuras las llamadas a decir y apreciar mejor que las con-
temporáneas, cuál fué la posición que ocupó entre el reducido núcleo de
hombres de ciencia que fulguraron paralelamente a su generación.
A pesar de que Kraglievich se hallaba feliz en que fuera yo su maestro,
en estos últimos tiempos, en cambio, era yo quien se consideraba orgulloso
de su amistad y de ser su discípulo, por comprender que había llegado a ser
aquél, maestro de maestros.
_En el orden moral, Kraglievich fué también un hombre recto, y yo puedo
testimoniar aquí que fué de intachable conducta. Sa modalidad de no hacer
mal a nadie, de no ocuparse de cosas inferiores, de no preocuparse un poco
más de su existencia en la actualidad, en que tan malos vientos soplan para
los valores intelectuales, contribuyeron a que la desconsideración de algunos
de sus contemporáneos, fueran apagándole la llama de su idealismo.
Durante mi estado delicado de salud, confié a Kraglievich la Dirección
interina del Museo y en los pocos meses que tuvo que desempeñartla, lo hizo
con toda corrección y acierto, revelándose también un buen organizador;
y, con justicia, debía considerársele como el futuro Director del Museo
Nacional.
Ahora sería de desear que esa justicia, como las aguas de aquel pequeño
arroyuelo que, por un accidente momentáneo interpuesto en su camino, se ha
desviado de su cauce, vuelva a tomar su curso natural siguiendo el camino
del progreso, satisfaciendo así al más bello de los ideales humanos.
El doctor Pablo Groeber hizo luego una exposición sobre la Estruc-
tura terciaria de la Cordillera de los Andes; el arquitecto Héctor
Greslebin, otra sobre Algunos ejemplares de simetría dinámica en la
cerámica prehispánica de la América del Sur; el doctor Ángel Cabrera
habló sobre los Jaguares vivientes y fósiles argentinos ; el doctor Tomás
NOTAS VARIAS | 233
L. Marini, dió Algunos datos sobre la biología del pejerrey del Río de
la Plata, y el profesor Alejandro F. Bordas formuló por último una
Proposición de un nuevo género para < Eutatus inornatus » Rav.
Asistió al acto una selecta concurrencia de naturalistas y otras
personas de figuración científica.
Congreso Internacional de los Matemáticos en Zúrich
(1932)
Ha quedado fijado el programa de este Congreso que debe reall-
zarse en Zúrich entre el 4 y el 12 de septiembre próximo. Como
presidente de honor, figura el doctor G. Motta, presidente de la Confe-
deración Suiza. Han sido designados : el Comité de Honor, el de
Organización, asi como la Comisión Ejecutiva.
Se han constituído diez secciones, a saber : 1? Álgebra y Teoría de
los números; 2? Análisis; 3? Geometría; 4* Cálculo de probabilidades
y Matemáticas de seguros; 5? Astronomía; 6* Mecánica y Física ma-
temática; 7* Matemáticas técnicas; S”* Filosofía; 9? Historia; 10? Pe-
dagogía.
Los participantes del Congreso que se propongan presentar una
comunicación deben, antes del 15 de junio, remitir a la secretaría
del Congreso un resumen escrito a máquina. Se reservará en las
actas del Congreso una página (más o menos 800 sílabas) para cada
comunicación, y se ruega enviar el resumen redactado de tal manera
que pueda ser sin modificaciones insertado en las actas. Ese resumen
será impreso antes de reunirse el Congreso y remitido a todos los
que participan en él. Los resúmenes remitidos después del 15 de junio
aparecerán también en las actas siempre que sean enviados antes de
la conclusión del Congreso.
El precio de la tarjeta de miembro del Congreso es de 30 francos
suizos; da derecho a participar de todas las manifestaciones del Con-
greso y de recibir los volúmenes de las actas.
Dos tarjetas de 15 francos cada una confieren los mismos derechos
para los miembros de la familia de los Congresistas (salvo lo relativo
a las actas).
Se ruega enviar las cuotas antes del 1” de agosto al « Crédit Suisse »,
Ziirich, ya por giro postal o de banco, expresando que ese giro es por
cuenta del Congreso Internacional de Matemáticas. La tarjeta será
remitida no bien recibido el importe y servirá de recibo. Las tarjetas
DOE ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
de 15 francos dan derecho a las diversiones puestas en el programa
para las señoras.
La dirección de los Anales pone a disposición de los interesados
los detalles del programa remitidos desde Ziirich. Allí constan instruc-
ciones sobre : Alojamientos. Tranvías y viajes. Excursiones. Pro-
gramas para las señoras. Exposición de libros y de instrumentos de
matemáticas, Oficina de informaciones. Constitución de los Comités
de la Junta Ejecutiva. Programa del Congreso. Precios de los aloja-
mientos en los hoteles de Ziirich, etc.
Agregaremos, para terminar, que se oirán conferencias de los cono-
cidos matemáticos : Fueter, Carathéodory, Julia, Pauli, Tshebota-
row, Carleman, Cartan, Bieberbach, Mórse, Noether, Bohr, Severi,
Nevanlinna, Wavre, Alexander, Riesz, Hardy, Valiron, Sierpinski,
Bernstein, Menger y Stenzel.
Memoria anual de la Presidencia de la Sociedad Científica Argentina
relativa al período 1931-1932
Fué leída en la Asamblea realizada el 14 de abril próximo pasado
con el propósito de renovar parcialmente la Junta Directiva. Por re-
solución de esta última Junta, la Memoria que hasta ahora ha venido
publicándose en estos Anales, será impresa en folleto aparte y repar-
tida luego a los señores socios. La Junta Directiva ha quedado cons-
tituída de la siguiente manera para el período 1932-1933 :
Presidente : Doctor Nicolás Lozano; Vicepresidente 1” : Ingeniero
Evaristo V. Moreno; Vicepresidente 2 : Doctor Reinaldo Vanossi; Secre-
tario de actas : Doctor Lucio D'Ascoli; Secretario de correspondencia :
Profesor José F. Molfino; Tesorero : Ingeniero Juan José C. Mosca;
Protesorero : Doctor Abel Sánchez Díaz; Bibliotecario: Señor Luis
E. Ruata; Vocales : Ingeniero Carlos A. Lizer y Trelles, Ingeniero
Juan José Carabelli, Ingeniero y Doctor Eduardo M. Huergo, Inge-
niero Guillermo Buontempo, Doctor Ángel Bianchi Lischetti, Inge-
niero Juan A. Briano, Ingeniero Emilio Rebuelto, Doctor Isidro Ruiz
Moreno.
Union Internacional de Química
La Mesa Directiva de esa Unión, en atención a las actuales c1r-
cunstancias, se ha reunido en París, el 22 de enero próximo pasado
resolviendo, entre otras cosas, agradecer efusivamente al Comité es-
NOTAS VARIAS 230
pañol por el admirable esfuerzo que ha realizado, a pesar de las difi-
eultades del momento, para asegurar la celebración del TX? Congreso
Internacional de Química pura y aplicada, formulando, con tal motivo,
votos para que ese Congreso, que debía tener lugar en el mes de abril
próximo pasado, sea pospuesto, a la espera de una época más propl-
cia, y confirmando al mismo tiempo, la elección de Madrid como asien-
to del IX” Congreso en cuestión. La Mesa Directiva de la Unión
propone que se prorroguen todos los mandatos basta la próxima
Conferencia; propone también que ésta tenga lugar en Madrid siem-
pre que los colegas españoles así lo deseen. Estos últimos se servirán
manifestar, llegado el caso, si desean que esa Conferencia se realice
en el mismo lugar y en la misma época que el IX” Congreso Inter.
nacional de Química pura y aplicada. Hace también votos en el senti-
do de que ninguna Conferencia ni Congreso se realice en el transcurso
del año 1932. Y, por todas esas razones, la Mesa se ve en la necesidad
de pedir el ejercicio de los plenos poderes del Consejo hasta que la
situación general permita reunir la próxima Conferencia.
Congreso electrotécnico sudamericano. Su postergación
El Comité Ejecutivo de ese Congreso ha resuelto postergar dicho
certamen hasta abril de 1933.
Profesor Juan W. Gez
En momentos de cerrar el presente número de la Revista, nos llega
la infausta noticia de la muerte de nuestro distinguido consocio y
miembro de la Comisión Especial de los Anales, profesor Juan W.
Gez, fallecido en Buenos Aires, el 17 de mayo próximo pasado.
Nos limitamos por ahora a dejar constancia de esta muy lamenta-
ble pérdida para la ciencia nacional, reservando para una próxima
entrega de los Anales una noticia necrológica más completa.
BIBLIOGRAFÍA
PORC: Carl.
BARBEROT, E., Aide Mémoire de 1 Architecte et du Constructeur, 3? edición .
Un tomo en 8%, 1086 páginas con 943 figuras en el texto. Precio en Bue-
nos Aires : 136,50 francos. París y Lieja. Librería Ch. Béranger, 1931.
Esta 3? edición ha sido refundida y ampliada por el arquitecto ingeniero
L. Griveaud quien, en el Prefacio, manifiesta ser la razón final de la arqui-
tectura la acomodación del espacio a los fines de asegurar la vida material
y social de los hombres, para lo cual hay que utilizar casi todos los conoci-
mientos humanos. Como estos últimos aumentan sin cesar y como por otra
parte hay que respetar las tradiciones del pasado guardando en el total la
unidad de pensamiento del proyectista, la dificultad para éste se vuelve
cada vez mayor, a pesar de todas las colaboraciones que lo acompañan en
su obra. De ahí la razón de ser de estos manuales destinados a los arqui-
_tectos y constructores. El que nos ocupa se caracteriza por la agrupación
metódica de sus 48 capítulos. Empieza el libro con informaciones sobre la
profesión del arquitecto, sobre sus honoratios, responsabilidades y propiedad
artística. Luego sigue lo relativo al dibujo, o sea : escalas, reproducciones,
ampliaciones, trazado de las líneas, órdenes de arquitectura, perspectivas.
La parte matemática : unidades de medidas, aritmética, álgebra, trigono-
metría, geometría, levantamiento de planos, agrimensura, estereometría,
viene después. Las ciencias naturales aplicadas a las construcciones (geolo-
vía, hidrología, metereología) motivan otro capítulo. La física aplicada a
las construcciones (gravedad, sonido, calor, luz, electricidad) es tratada
después, lo mismo que la mecánica (estática y dinámica, estática gráfica,
resistencia de los materiales, hidráulica, aerodinámica). La parte VII! del
manual se ocupa de los materiales y mano de obra. La VIII de los procede-
res generales de construcción (preparación del terreno, fundaciones, muros,
pisos, techos, armaduras). La IX trata de las leyes, usos y reglamentos
(propiedad y derechos de usufructo, servidumbres, vialidad, responsabilidad
y privilegios del empresario, rebajas, peritajes y prescripciones, formularios
de actas usuales, reglamentos administrativos relativos a las obras de utili-
dad pública. La X, y última, se ocupa de la distribución del espacio (piezas
para vivir, escapes y salidas, anexos de las habitaciones, cuestiones de hi-
sgiene y construcción de las ciudades).
BIBLIOGRAFÍA 231
CourTEIx, H. € ThÉsio, H., Guide pour Uélectrification domestique. Un
tomo en 8% (12 X 21), 367 páginas con 175 figuras y numerosos cua-
dros en el texto. Precio en Buenos Aires, con encuadernación flexible,
75,50 francos. París «€ Lieja, 1931. Librería Politécnica Ch. Béranger.
Los autores son ingenieros de la Oficina de información y propaganda de
la Compañía Parisiense de Distribución de Electricidad. Han pensado que
convenía escribir esta guía, dado el importante desarrollo que, en estos últi-
mos años, han adquirido las aplicaciones de la electricidad en la vida domés-
tica : cocina, calefacción de locales y del agua, iluminación racional y atrac-
tiva. Los diversos capítulos tratan de los siguientes puntos : Iluminación :
radiación, luz, grandores y unidades fotométricas; fuentes luminosas; ilu-
minación y fisiología; disposiciones y aparatos de iluminación; cálculo de
una instalación de iluminación; iluminación de los locales habitables. Apli-
caciones mecánicas de la electricidad : motores y sus aplicaciones domésti-
cas. Aplicaciones térmicas : calentador de agua eléctrico con acumulador;
calefacción de los locales; cocina eléctrica doméstica; refrigeración. Distri-
bución y canalizaciones colectivas e interiores : redes de distribución y cálculo
de canalizaciones colectivas de inmuebles; canalización interior.
DANTZER, JAMES, Notions Générales sur les Matieres Premiéres des Indus-
tries textiles. Un librito en 8% (11,5 X 18), 132 páginas con 72 figuras
en el texto. Misma librería. Precio en Buenos Aires, 29,50 francos.
Concebido con la misma idea que el libro precedente, suministra nociones
generales sumarias y precisas relativas a las materias textiles o de otra
especie empleadas en las industrias textiles. Después de unos preámbulos,
se ocupa sucesivamente de : Materias textiles de origen vegetal; a) fibras
que se hallan en troncos de plantas; b) fibras que se encuentran en las ho-
jas; c) fibras que se hallan en las cáscaras. Materias textiles de origen ani-
mal : a) pelos de animales de la familia del carnero; b) pelos de animales
de la familia de las cabras ; c) pelos de animales de la familia de los came-
llos; d) pelos de animales de la familia de los roedores; e) crines de caba-
llos y pelos diversos provenientes de rumiantes o paquidermos ; f) materias
sedosas provenientes de orugas, arañas y moluscos. Materias textiles de ori-
gen mineral. Materias diversas.
HULLEBROECK, ADOLPHE, La Préparation du Tissage (2% ed.). Un tomo
en 8% (16 < 24), 348 páginas. París y Lieja. Librería Ch. Béranger,
oil:
En el Prefacio de este libro, se hace constar que, en toda industria y en la
del tejido particularmente, la cuestión del monto de la producción es asunto
capital, que ejerce considerable influencia en el precio de costo. Es menes-
ter, consecuentemente, producir bien y rápidamente. Lo primero exige, para
238 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
la cadena, una urdimbre y organización tal, que a cada instante, durante
la marcha de los telares, todos los hilos de aquella tengan una tensión cons-
tante e igual. Lo segundo exige reforzar esos hilos a fin de que ellos resistan
a los cambios bruscos inevitables, rozamientos, ete. Está el libro dividido
en cuatro partes principales : El bobinaje. La urdimbre. Los materiales de
aderezo. La encoladura.
El autor, director de las Escuelas Profesionales de Renaix y Audenarde,
se ha preocupado, especialmente, de Ja preparación del tejido de algodón,
escribiendo un tratado práctico para uso de los fabricantes, directores y
contramaestres de tejido así como para el de las Escuelas Industriales.
Las 135 figuras que adornan el texto están tratadas en base a la repre-
sentación única de los órganos esenciales que obran realmente en vista de
tal o cual efecto a producir, dejando de lado las piezas intermedias que to1-
nan difícil y embrollado el estudio de la máquina.
Los interesados encontrarán una explicación detallada de todas las máqui-
nas de preparación, los progresos realizados, las ventajas e inconvenientes
de los diversos sistemas y los medios prácticos para producir pronto y bien.
Index generalis. Anuario general de las universidades, etc., publicado bajo
la dirección del doctor R. de Montessus de Ballore. Año 1932. Un
tomo de 2400 páginas (12 X 19). « Editions Spes », París, 1932.
Acaba de aparecer el tomo de este importante anuario relativo a 1932.
La primera parte, que se refiere a las universidades y escuelas superiores
del mundo entero, comprende unas 1150 páginas de las que 172 dedicadas
a Francia y sus colonias, 230 al Imperio Británico, 224 a los Estados Unidos
de Norte América, 40 a España. La segunda parte se ocupa de los Observa-
torios, Bibliotecas, Academias, Institutos y Sociedades Científicas llena
710 páginas. Otra sección de 7 páginas trae una lista de canges solicitados
por los autores, está llamada a facilitar la difusión de los trabajos de los
sabios por medio de intercambios; la inscripción se hace gratuitamente :
basta solicitarla al director doctor de Ballore. La parte final del tomo trae
una lista alfabética del personal científico del mundo entero : abarca 450
páginas y es de fácil manejo a pesar de tener unos 65.000 nombres ; trae a
continuación 4 páginas de suplementos, y 14 de tablas geográficas por paí-
ses, y 32 de tabla geográficas general. Una tabla de materia (5 págs.) ter-
mina el tomo.
Hemos especialmente revisado lo relativo a la Argentina comprobando la
rectificación de muchas inexactitudes y deficiencias de los años anteriores.
Todas las Universidades Nacionales estan correctamente representadas con
su personal docente completo (pág. 421 a 439). Cita el anuario la Biblio-
teca Popular del Azul, la Nacional de Buenos Aires, la popular de Vélez
Sársfield de Córdoba (pág. aun. La Dirección de Meteorología, el Museo
Nacional de Buenos Aires, el Museo Zoológico y el de Mineralogía y Geolo-
BIBLIOGRAFÍA 239
vía de la Universidad de Córdoba, el Establecimiento Santa Catalina de la
Provincia de Buenos Aires, el Museo de Historia Natural de Tucumán (pág.
941), nuestras Academias nacionales de Buenos Aires o sea : de Medicina
(pág. 1162), de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (pág. 1196), de Cien-
cias Económicas (pág. 1203), y la Sociedad Científica argentina (pág. 12053).
Como se ve por esta enumeración, es ella muy incompleta, de modo que
todos los Establecimientos e Instituciones Científicas del país así nacionales
como particulares de cierta importancia harían obra útil haciéndose anotar
en este anuario para lo cual basta que se dirijan al miembro correspondiente
en Buenos Aires, el doctor C. €. Dassen, director de estos Anales de la Socie-
dad Científica Argentina. Al proceder así contribuirán eficazmente a la di-
fusión en el mundo entero de los progresos y adelantos científicos de nuestro
país.
Jeans, James, Les Étoiles dans leurs courses. Traducción del inglés por A.
Sallin. Un tomo, en 8* (14 X 20), 205 páginas, 46 hermosas planchas
fuera del texto y 2 cartas del cielo. Precio, 35 francos más porte. Pa-
rís, 1932, Hermann € C*.
Esta obra es una introducción fácil y amena al estudio de la astronomía
moderna. El autor ha dado varias conversaciones por telegrafía sin hilos,
suponiendo que los oyentes careciesen de un conocimiento científico previo;
y con los dones especiales de que dispone para el caso, ha conseguido pre-
sentar en forma agradabilísima, al alcance de todo el mundo, las maravillas
del universo vistas a través de los telescopios gigantescos actuales. Esas
conversaciones constituyen el fondo del libro que nos ocupa. El éxito alcan-
zado por Sir Jeans en Inglaterra y Estados Unidos ha sido tal que 35.000
ejemplares de su libro han sido vendidos en menos de seis meses. Difícil
tarea, sin duda, es conseguir que quienes nada conocen de la complejidad
de la física moderna, puedan tener una idea y comprender sin esfuerzos,
hasta donde sea ello posible, temas tan arduos como el principio de la rela-
tividad. : :
Nuestra opinión, sin embargo, es que, si maravilla la facilidad y habi-
lidad con que Jeans presenta los temas, el fondo de las cosas permanece
y permanecerá tan obscuro e impenetrable como siempre.
Los capítulos sucesivos tratan de : La bóveda celeste; Viaje preliminar
a través del Espacio y del Tiempo; La Familia solar; Pesos y Dimensiones
de las Estrellas; La Variedad de Estrellas; La Vía Láctea; En las Profun-
didades del Espacio; El Gran Universo.
En los apéndices se ocupa de : Guía del Cielo; Las veinte estrellas apa-
rentemente más brillantes; Los Planetas; El Movimiento de los Planetas.
LATZINA, EDUARDO, Gasificación de maderas argentinas para la producción
de energía mediante motores de gas pobre. Un tomo en 8%, 160 páginas
240 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
con 14 figuras en el texto y 2 láminas fuera de él. Buenos Aires, 1931.
Casa Editora « Coni ».
Se ha publicado, en tirada aparte, este trabajo del ingeniero Latzina. Apa-
reció en el Boletín de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba (t. XXXI,
páss. 241-889). Los ensayos, efectuados en el Laboratorio de Máquinas de
la Escuela Industrial de la Nación, comprenden doce maderas; han sido
realizados prolijamente durante cinco meses de labor diaria en el laborato-
rio, y constan de más o menos 1400 diagramas de trabajo en los motores
de. gas y de vapor, con los que se han calculado la potencia y energía; ade-
más, trae el libro el análisis de los gases combustibles y los del escape del
motor, los análisis químicos de las maderas y del alquitrán obtenido.
MassotTE, E., Carnet des Travaux Publics et du Bátiment. Dos tomos en 180
(12 X 21), tomo 1, 507 páginas con 380 figuras, 78 cuadros y dos lámi-
nas fuera de texto; tomo II, 619 páginas, 363 figuras y 115 cuadros.
Precio en Buenos Aires, encuadernación flexible, tomo I: 111 francos;
tomo II : 126,50 francos. París, 1931. Librería Béranger.
El tomo I de este manual del ingeniero Massotte, contiene un formulario
para las vigas rectas, para los cuadros corrientes, vigas en arco, armazones
metálicos y cubiertas. El tomo II contiene lo relativo a fundaciones, mecá-
nica, hidráulica, vías de comunicaciones terrestres, caminos y vías férreas,
matemáticas y documentaciones varias.
Transeribimos el prefacio que, para este nuevo Manual moderno, ha
escrito el ingeniero Duplaix, jefe honorario de los Ferrocarriles del Estado
y profesor de la Escuela Central de París :
«Los temas tratados, sumamente variados, han sido motivo ya de numero-
sos estudios publicados en diversas obras, y hubiera sido fácil pensar prima-
facie, en redactar este manual aprovechando exclusivamente el resultado
de dichos estudios, reuniéndolos y coordinándolos inteligentemente. Hubié-
rase ejecutado así, un trabajo de compilación, capaz de ser consultado con
provecho. No me extraña, sin embargo, que el ingeniero Massotte haya
creido no deber limitarse a tan sencillo y fácil programa. Se ha esmerado en
completar una compilación parcial, desde luego inevitable, agregando abun-
dantes informaciones técnicas y prácticas sacadas de sus investigaciones
personales con motivo de las numerosas obras por él estudiadas y cuya eje-
cución ha seguido. Esas informaciones comprenden, especialmente, cuadros
numéricos que permiten redactar anteproyectos con facilidad y rapidez.
Pues hay que decir que el Carnet des Travaux Publics et du Bátiment
será siempre de positiva utilidad para los proyectistas que deban examinar
y comparar las diversas soluciones que un determinado problema de cons-
trucción puede comportar, a fin de elegir la más conveniente del punto de
vista técnico, así como del económico. Tal es el propósito principal que se
ha propuesto el autor, y no me cabe duda de que lo ha alcanzado ».
Dr. Pedro Visca +.
- Dr. Mario Isola +.
Dr. Germán Burmeister +.
Dr. Benjamín A. Gould +.
Do RA Philippi +.
Dr. Guillermo Rawson ”.
Dr. Carlos Berg 7.
Dr. Valentín Balbín +.
] A o O
Amaral, Afranio do.......
Ameghino, Carlos........
Arteaga, Rodolfo de.....
Avendaño, Leonidas......
Álvarez, AMEN io es
DAT AE o a
Bodenbender Guillermo..
Bolívar, Ignacio .........
Bonarelí Guido..........
O
Backmann, Carlos J......
SrucH Carlos. omo e
Cabrera Blas... 2onoooss
Carbajal, Melitón M......
Carvalho, José Carlos de.
Catalán, Miguel A.......
DOLL AOSÉ Doo
Dabbene, Roberto........
ADayla RUDA odos
Dalevuelta, Jacobo.......
Escomel, Edmundo.......
on Meche. a.
González del Riego, Velipe.
Greye, Federico......... E
Guevara, Alejandro.......
Gjertsen Hjalmar, Fredik.
Hadamard, Jacobo.......
Hassler, Emilio .......... |
Hauman, Luciano........
Ele ramo Carlos... o.
Hijar y Haro, Luis.......
Kinart, Fernando ........
Krinin, Demetrio ........
Lahille, Fernando ...... E
SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
SOCIOS HONORARIOS
Dr. Florentino Ameghino Ae
Dr. Carlos Darwin >.
Dr. César Lombroso +.
Ing. Luis A. Huergo +.
Ing. Vicente Castro +.
Dr. Juan J. J. Kyle 7.
Dr. Estanislao S. Zeballos +.
Ing. Santiago E. Barabino +.
Y
SOCIOS CORRESPONDIENTES
México.
San Pablo.
La Plata.
Montevideo.
Lima.
Sgo.del Estero.
Berlín.
Córdoba,
Madrid.
Gubbio (1t.).
París.
Lima.
Olivos.
Madrid.
Lima.
Río Janeiro.
Madrid.
Mendoza.
La Plata.
Santiago.
México.
Arequipa (P.).
Lima.
Lima.
Santiago.
Lima.
Noruega.
París.
Paraguay.
Bruxelles.
Santiago.
México.
Langevin, Pablo .........
USO; AMÉRICO. ooiste atera
BODO? BLUDO.. 2000.00 dao
Manzanilla, José Matías...
Mardones, Francisco......
Magaña Peón, Pedro......
Mena Ramón. cala
Molina, Enrique.....*
Monjaráz, Jesús..........
Morandi Saa oso
Moretti, Gaetano.........
Nseries
Pereira d'Andrade, Lencaster
Pérez Aranibar, Aug. E...
Berti Lomas. ado
Perrine, Carlos D....
Porter, Carlos. Diada
Pi y Suñer, Augusto.....
Recaséns y Girol, Sebastián
Reyes Cox, Eduardo......
Poyo Bablo ro aos.
Rospigliosi y Vigil, Carlos.
Rowe Leo, S.o.n.oo.. «3.»
Shepherd, William R.....
Sklodonska, Curie........
Tello Julio. OE e
Torres Quevedo, Leonardo.
WileaMax da loas ic
Villalta, Jorge Blanco.....
Villarán, Manuel Vicente...
Vélez, Daniel M..........
Valle, Rafael Heliodoro...
MOReRra VILO co
Vitoria, Eduardo.........
Dr. Carlos Spegazzini m.
Ing.J. Mendizábal Tamborel
Dr. Enrique Ferri“.
Ing. Eduardo Huergo -;.
Dr. Walther Nernst.
Dr. Eduardo L. Holmberg.,
Ing. Guillermo Marconi.
Dr. Alberto Einstein.
París.
Sto. Domingo.
Río de Janeiro.
Lima.
Santiago.
México.
México.
Concepc. (Ch.)
México.
Vilia Colón (U).
Milán.
Noruega.
Nova Goa, 1. P.
Lima
México.
Córdoba.
Sgo. de Chile.
Barcelona.
Madrid.
Antofg. (Ch.).
Génova.
Lima.
Wáshington.
Col.Un.N.York
París.
Lima.
Madrid.
Lima.
Oslo (Norueg.)
Lima.
México.
México.
Roma.
Barcelona.
Adamoli, Pedro A,
Aguilar, Félix.
Albarracín, Carlos M.
Alcaraz, Ramón A.
Amadeo, Tomás.
Anchorena, Juan E,
Anastasi, Camilo.
Añón Suárez, Vicente.
Aparicio, Francisco de.
Armani, Aquiles.
Arroyo, Rufino.
Aráoz Alfaro, Gregorio. 2
Arce, Manuel J.
Arditi Thompson, Horacio.
Arnaudo, Silvio y.
Ávila Méndez, Delfín.
Aztiria, Ignacio.
Babini, José.
Bado, Atilio A.
Bancalari, Agustín.
Baidaff, Bernardo Ig.
Bachmann, Ernesto.
Balbiani, Atilio.
Balmes de Llamas, José.
Barabino Amadeo, Santiago.
Barbieri, Antonio.
Barilari, Mariano J.
Barrancos, Leonidas A.
Berdoy, Pedro A.
_Beretervide, Roberto.
Berrino, Juan B.
Besio Moreno, Nicolás.
Bianchi Lischetti, Ángel.
Blaquier, Juan.
Bolognini, Héctor.
Bonorino Udaondo, Carlos.
Bontempi, Luis. :
Bordenave, Pablo E.
Bosisio, Anecto y.
-Bonanni, Cayetano.
Bottaro, Juan C.
Botto, Alejandro.
: Botto, . Armando P.
| Bozzini, Luis (a
Breyer, Adolfo (h. De
Breyter, Marcos.
Briano, Juan A.
Bwdrini, Alvaro G.
Bullrich, Jorge M.
Bunge, Juan C.
Buontempo, Guillermo.
Busso, Eduardo B.
Butty, Enrique
Caillet Bois, Teodoro.
Calandra Raúl A.
-Carelli,
Dellepiane, Luis J.
SOCIOS ACTIVOS.
Camus, Nicolás.
Canale, HumBerto. E os
Canter, Juan.
Carabelli, Juan José.
Carbone, Esteban.
Carbonell, José J.
Humberto H..
Caride Massini, Pedro.
Carette. Eduardo.
Carli, Félix J. D.
Casacuberta, Antonio. *
Casares, Jorge. :
Cassagne Serres, Alberto.
Castellanos, Alberto.
Castello, Manuel F.
Castex, Mariano R.
Castiñeiras, Julio R.
| Chanourdie, Enrique.
Chelía, Francisco.
Chiarizia, Eduardo.
Chiodín, Alfredo $.
Celaseo, Juan L.
Céspedes, Guillermo.
Cock, Guillermo.
Colmo, Alfredo.
Cremona, Andrés V.
Curti, Orlando P.
| Curutchet, Luis.
Damianovich, Horacio.
D”Ascoli, Lucio.
Dassen, Claro C.
Dasso, Héctor.
Dasso, Ricardo lee
Debenedetti, José.
De Cesare, Elías Alfredo.
Demarchi, Marco.
Díaz. Emilio C.
Dieulefait, Carlos E.
Doello- J urado, Martín.
Dobranich, Jorge W.
“Domínguez, Juan A.
Dubeeg, Raúl E.
Duhau, Luis.
| Dupont, Enrique.
| Durañona y Vedia, Agustín.
Durriéu, Mauricio.
“Escudero, Adolfo.
Escudero, Pedro.
Fernández, Alberto J..
Fernández Díaz, A.
va
| Figini, Angel.
Fischer,
Gustavo Juan.
Fossa-Mancini, Enrique.
Frenguelli, Joaquín.
Gallardo, Ángel.
García, Lucio A.
| Gerardi, Donato.
Labarthe, Julio.
Lagunas. Simón.
Galtero, Alfredo.
Gandolfo, José $.
Gandolfo, Juan B.
Gascón, Alberto.
Géneau. Carlos E.
Gez, Juan W.
Ghigliazza, Sebastian 0%
Giagnoni, Bartolomé E
González, Juan B.
Gradin, Carlos.
Greslebin, Héctor.
Grieben, Arturo.
Gualano, Egidio V.
Gurewitsch, Marco.
Gutiérrez, Avelino.
Gutiérrez, Ricardo J.
Hermitte, Enrique.
Herrera Vegas, Marcelino.
Hicken, Cristóbal M. .
Hickethier, Carlos F.
Hofmann, Herbert.
Holmberg, Adolfo D.
Hoxmark, William.
Hoyo, Arturo.
Igartúa, Luis María.
Imaz, Ignacio.
Isetta, José. ;
Ivanissevich, Ludovico. ds
J acobacci, Jaime.
Jorge, José M.
Larco, Esteban.
Lasso, Alfredo L.
Latzina, Eduardo.
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Lignidres, José.
Loyarte, Ramón G.
Lizer y Trelles, Carlos 4
Lombardi, Alberto.
López, D. José.
Lorenzetti; Miguel ES
Lozano, Nicolás.
Lugones, Arturo M.
Madrid, Enrique de.
Magnin, Jorge.
Magnin, Félix J. ls
Mallol, Emilio.
Mamberto, Benito.
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da al estudio de. las maderas argentinas. Datos botánicos, físicos y
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ca las materias contenidas en rel tomo centésimo décimotercero.. 295 . s :
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Presidente ooo . — Doctor Nicolás Lozano. -
sa Vicepresidente a E -. Ingeniero Evaristo V. Moreno.
Vicepresidente 20.............. - Doctor Beinaldo Vanossi.
Secretario de actas.......... .. Doctor Lucio D'Ascoli.
a Secretario de correspondencia... Profesor José F. Molfino.. ol
| MES OCN a aa 0 gemiero Juan José C. Mosca.
y PrOtesorero oo o ir - Doctor Abel Sánchez Díaz.
BDO Teca nio aa Señor Luis E. Ruata.
A EN | Ingeniero Carlos A. Lizer y Trelles,
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| Ingeniero Juan José Carabelli..
| Ingeniero doctor Eduardo M. hades E
d -); Ingeniero Guillermo Buontempo.
Vocales Ae A Sd,
E "Doctor Ángel Bianchi Lischetti.
o | E - Ingeniero Juan A. Briano. ..
Pr | | ==] Ingeniero Emilio Rebuelto.
- | Doctor > Isidoro Ruiz Moreno.
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ADVERTENCIA. — Los colaboradores de los ans som e a e cs Sa e
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CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS
DATOS BOTÁNICOS, FÍSICOS Y QUÍMICOS
TRABAJO DEL LABORATORIO
DE LA SECCIÓN TÉCNICA DE LAS OBRAS SANITARIAS DE LA NACIÓN
CON LAS CLASIFICACIONES BOTÁNICAS REVISADAS POR EL PROFESOR JOSÉ F. MOLFINO
PUBLICACIÓN DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
RÉSUMÉ
Études sur les bois argentins. — Le présent travail réunit les données physiques,
mécaniques et chimiques de cent soixante dix neuf échantillons de bois prove-
nant du nord et du centre de la République Argentine. Les renseignements phy-
sigues et mécaniques comportent : le poids spécifique réel, 1"apparent, le degré de
compacité, les pores, la résistance á la flexion, la dureté, l'essai a l/usure. Les
renseignements chimiques portent sur 1"humidité, les cendres, les matieres vola-
tiles et le charbon fixe. Chaque renseignement est acompagné de l'indication de
la méthode suivie. Les informations botaniques ont été comparées á celles des
collections-types.
Proemio
En la sesión que la Junta Directiva celebró el día 27 de noviem-
bre de 1930, tuvo entrada, por baberlo requerido la misma, el tra-
bajo enviado por el Presidente del Directorio de las Obras Sanita-
rias de la Nación, ingeniero Antonio Paitoví, relativo a los resultados
de las investigaciones practicadas por el personal técnico del labo-
ratorio de la repartición prealudida, sobre los ejemplares de la colec-
ción de maderas indígenas de nuestro país, que le fué enviada en
1921, con fines de estudios físicos y químicos, por la Sociedad Cien-
tífica Argentina.
Por coincidencia, el miembro de la Junta que esto escribe, tuvo
que intervenir, en su carácter de botánico, en la identificación de los
materiales de la referida colección, consultado por el técnico micro-
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIII 16
242 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
biológico de aquel laboratorio. Esta circunstancia y la misma natura-
leza de la investigación realizada, fueron las razones que movieron,
seguramente, a mis honorables colegas de ese entonces, a encargar-
me de la publicación en los Anales del original enviado, entendiendo
con esta resolución, que el trabajo significaba un aporte de importan-
cia para la mejor aplicación y explotación de las riquezas forestales
de nuestro país. Cumplo, pues, con el honroso cometido, haciendo la
manifestación de que he debido efectuar una revisión de las determi-
naciones botánicas producidas anteriormente, además de tener bajo
mi responsabilidad la corrección y verificación de la totalidad de las
pruebas de imprenta. El cúmulo de originales que la Dirección de la
publicación social disponía para llenar el mínimo de páginas de los
tomos 111 y 112, correspondientes a 1931, hizo que apenas ahora se
presente la oportunidad de enviarlo a las cajas y se entrevea la posil-
bilidad de que aparezca en el presente semestre.
La colección fué cedida a la Sociedad por la Dirección General
de Puentes y Caminos del Ministerio de Obras Públicas de la Na-
ción y consta de ciento ochenta ejemplares — habiendo sido uno de
ellos numerado, pero sin llegar a poder de los experimentadores —,
encontrándose la misma especie, en varios casos, repetida, aunque
procedente de localidades distintas, lo que permite la compara-
ción de los diferentes datos obtenidos. Una buena parte son esencias
de las selvas subtropicales del noroeste argentino: Tucumán, Salta
y Jujuy; existen también representantes de las especies arbóreas
de la llamada formación del Monte (bosques xerófilos de Córdoba,
Santiago del Estero, Tucumán, etc.); y elementos de las asociaciones
boscosas de tipo chaqueño : Chaco, Salta, Tucumán (1), etc. Algunas
de las maderas tratadas son comunes, asimismo, a la provincia de
Corrientes, norte de la de Santa Fe y gobernación de Misiones.
El estudio practicado podría haber sido, sin duda, más completo,
si se hubieran conocido mejores referencias acerca de cada ejemplar,
que permitieran establecer el origen preciso de la planta, edad, épo-
ca del corte, estado de desarrollo del árbol, naturaleza del suelo,
(1) La provincia de Tucumán, a pesar de constituir la división política más
pequeña de la República, comprende, por su situación muy especial, tres for-
maciones fitogeográficas distintas : la mitad del total en que algunos antores
dividen al territorio nacional. (Véase: MIGUEL LILLO, Reseña fitogeográfica de la
provincia de Tucumán, en Primera Reunión Nacional de la Sociedad Argentina de
Cieucias Naturales, Tucumán 1916, con un mapa y dieciséis láminas. Buenos
Altres, 1919.)
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS 243
condiciones climatéricas de la localidad de recolección, etc., así
como a qué altura del árbol corresponden los trozos de troncos
ensayados. No obstante estas circunstancias, y los errores siempre
posibles que de ellas podrían haberse originado, el trabajo tendrá
utilidad para los muchos interesados que hay en conocer las pro-
piedades y la composición de nuestras maderas, ya sea por el va-
lor económico que ellas pueden representar o el que tienen asig-
nado en el comercio. La riqueza forestal de la Argentina es todavía
erande, pero la explotación de sus bosques no se efectúa aún en
forma racional, lo que hace peligrar la desaparición de determinadas
especies que sirven para la construcción y la industria, en un futuro
más o menos lejano.
Los catálogos dendrológicos de los fitólogos Spegazzini (1911) y
Lillo (1910 y 1917), las novedades y revisiones publicadas en diver-
sos opúsculos del autor que suscribe, junto con la colección de tipos
que responde a aquéllos y quese encuentra en el Instituto de Botá-
nica y Farmacología en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos
Aires, constituyen la base de los dictámenes botánicos producidos.
Los ejemplares, pues, están clasificados con bibliografía adecuada y
los correspondientes cotejos fueron hechos con la prolijidad reque-
rida, salvo en algunos casos; un muestrario de los mismos se exhibi-
rá, Oportunamente, en el nuevo edificio de la Sociedad, convenien-
temente dispuesto en un mueble hecho de ex profeso.
En la ortografía de algunos nombres vernaculares se ha tenido pre-
sente la pronunciación corriente en castellano, omitiéndose, por razo-
nes obvias, la interpretación que se da en nuestro lenguaje a las desig-
naciones indígenas.
Después de las numerosas, y en ciertos casos hasta costosísimas
tentativas realizadas en nuestro país, casi siempre por reparticio-
nes del Estado, para estudiar bajo diferentes aspectos su dendro-
logía, las investigaciones parecen haber entrado en una era de franco
progreso, coincidiendo en esto también la iniciativa privada: lo prue-
ban las publicaciones de diversa índole científica que se vienen suce-
diendo de diez años a esta parte (1) y los estudios silvícolas que se
han emprendido en el terreno mismo. Ahora, se suma la presente
(1) A este respecto, cabe especial mención el valioso y esmerado trabajo del
ingeniero E. Latzina titulado: Gasificación de maderas argentinas para la pro-
ducción de energía mediante motores de gas pobre, en Boletín de la Academia Nacio-
nal de Ciencias de Córdoba, tomo XXXI (1931), 241-389.
244 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
contribución y ya se anuncian otras, todo lo que debe ser motivo de
congratulación, para los que vivimos en un territorio que tiene cerca
de 100.000.000 de hectáreas ocupadas por bosques de distinta natu-
raleza,
JOSÉ F. MOLFINO,
Botánico y-Secretario de la S. €. A.
Buenos Aires, marzo de 1932.
Método seguido en las investigaciones
Buenos Aires, agosto 7 de 1928.
Señor Director Téemico de las Obras Sanitarias de la Nación.
La Sociedad Científica Argentina, por nota de fecha julio S del
año 1921, que inicia el expediente 006930-S-60489 D. T., ofrece una
importante colección de muestras que consta de 180 ejemplares,
numerados por la Dirección General de Puentes y Caminos de la
Nación y solicita, como única eompensación, que se ceda un muestra-
rio a la Sociedad para exponerlo en sus salones.
De acuerdo con instrucciones verbales de esa Dirección Técnica,
se procedió a preparar un muestrario doble, y al mismo tiempo se
realizó una serie de determinaciones para establecer las característi-
cas de las diversas maderas que forman la colección. No fué posible
practicar mayor número de ensayos que los que se especifican en los
cuadros que se acompañan, por lo exigua cantidad de muestras de
cada tipo.
No ha sido posible, tampoco, preparar todos los ejemplares para
ser expuestos en los muestrarios, dado que algunos de ellos se encon-
traban alterados.
Resumimos en forma sucinta las condiciones en que se han prac-
ticado los ensayos, indicando al mismo tiempo los aparatos que han
sido usados.
Peso específico real: determinado por el método del picnómetro,
utilizando el serrín previamente secado a 100-1056.
Peso específico aparente : determinado por la relación del peso de
la madera y su volumen, tallada en cubo y previamente secada a la
temperatura indicada.
Grado de compacidad : deducido por la relación entre el peso espe-
cífico aparente y el peso específico real.
e sad
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS 245
Poros : diferencia a 100, del grado de compacidad multiplicado por
cien.
Análisis químico : Se ha determinado : humedad, cenizas, materias
volátiles y carbón fijo, según los procedimientos ordinarios.
Resistencia a la tracción : se ha practicado sobre probetas prismá-
ticas, rectangulares de 4,5 < 2 centímetros y de 23 a 26 centímetros
de largo, empleando la máquina universal de Amsler.
Resistencia a la compresión : se ha practicado sobre cubos de 5 cen-
timetros de lado, empleando la máquina universal de Amsler, efec-
tuándose el ensayo en el sentido de las fibras y en sentido perpen-
dicular a las mismas.
Resistencia a la flexión : se operó con probetas de 4,5 X 4,5 centí-
metros de sección, por 20 centímetros de distancia entre los puntos
de apoyo, usando la máquina universal de Amsler, hasta la rotura
de la probeta. i
Ensayo de dureza : se adoptó el método de Brinell, con bola de acero
de 19 milímetros de diámetro, sometiéndola a cargas de 200, 500 Ó
1000 kilogramos.
Ensayo de desgaste : se utilizó el aparato de Amsler, efectuando la
determinación con probetas de 6 < 6 centímetros cargadas con 0,500
kilogramos por centímetro cuadrado, en sentido de las fibras y en
sentido perpendicular a las mismas, mediante un recorrido de 2000
metros.
Las cifras están expresadas en gramos de material desgastado por
centímetro cuadrado y en espesor por milímetros; el coeficiente de
desgaste está expresado en milímetros por metro de recorrido para
una carga de 1 kilogramo por centímetro cuadrado.
En el cuadro I se especifican los nombres comunes, la clasificación
botánica, procedencia, número de orden, número de ensayo de las
maderas correspondientes a los números indicativos de los ejemplares
pertenecientes al muestrario.
Las determinaciones efectuadas servirán para contribuir a ampliar
los datos que se tienen acerca de la riqueza forestal de nuestro país,
en lo que se refiere a la calidad de sus maderas.
Saluda a usted atentamente.
ATILIO A. BADO,
Jefe del Laboratorio.
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CUADRO 1
91%
Nombres comunes, clasificación botánica, procedencia, número de orden y número de ensayo de las maderas que corresponden
a los múmeros indicativos de los ejemplares pertenecientes al muestrario
Número >
box eciaibll LO Nombre común Determinación específica Familia Procedencia de
del Número Número E le
expediente ES
le
— E
1 1 3466 Arca. Manganaroa platensis (Mang.) Speg. Leguminosas. Salta. E
2 2 3467 Algarrobo blanco. Prosopis alba Gris. » » Ea
3 : 3468 Algarrobo negro. Prosopis nigra Hieron. » » 2
4 4 3469 Chal-chal. Allophyllus edulis (St.-Hil.) RadIk. Sapindáceas. » 5
5 5 3470 Coronillo. Gleditschia amorphoides (Gris.) Taub. Leguminosas. » E)
6 6 3471 sardón del valle. Trichocereus Terschecki (Prm.) Br. et Ros.| Cactáceas. » E
7 = 3472 Cebil blanco. Piptadenia macrocarpa Benth. Leguminosas. » Z
Ss e 3473 Cascarón. Cascaronia astragalina Gris. » » 3
9 Ss 3474 Cochueho. Fagara coco (Gill.) Engl. Rutáceas. » e
10 9 3475 Ceibo. Brythrina falcata Benth. Leguminosas. » >
AE - 7 E os E
11 10 3476 Lecherón. Sapium sp. Enforbiáceas. » 2
12 11 3477 Lanza. Bumelia obtusifolia R. et Sch. Sapotáceas. » Z
13 12 3478 Laurel. Phoebe porpluyria (Gris.) Mez. Lauráceas. » z
14 13 3479 Laurel. = » »
15 14 3480 Molle colorado. Schinus dependens (Ort.) Engl., var. Anacardiáceas. »
16 15 3481 Mocan. = < »
17 16 3482 Morochillo. = = »
18 17 3483 Piquillín. Condalia microphylla Cay. Ramnáceas.
19 3484 Pacará. Enterolobium contortisiliquum (Vell.) Mor.| Leguminosas.
20 3485 Palo santo. Bulnesia Sarmientii Gris. Zigofilíceas.
21 3486 Celtis sp- Y Ulmáceas.
3487 na tipu Benth. Leguminosas-
ES : Opiliicona.
Bro
Sance colorado. Saliz Humboldtiana Wila. Salicáceas.
24 3490
3491 Quina-quina. Myroxylon peruiforum La. 4. Leguminosas. »
3492 Quebracho blanco. Aspidosperma quebracho-blaneo Sehlecht. |, Apocinúcea »
28 2 3493 Quebrachillo. Athyana weinmannifolia (Gris.) Radlk. Sapind > »
29 27 3494 Quebracho colorado. hinopsis Lorentzii (Gris.) Engl. Anacardiáceas. Tucumán.
30 28 3495 Quebracho blanco. Aspidosperma quebracho-blaneo Sehlecht. | Apocinác »
31 29 3496 Lapacho. Tecoma Avellanedae Lortz. et Gris. Bignon »
32 30 3497 Cedro. Cedrela Lilloi C. DC. Meliáceas »
33 31 3498 Cebil colorado. Piptadenia macrocarpa Benth. Leguminosas. »
34 32 3499 Lanza. Bumelia obtusifolia R. et Seh. Sapotáceas. » 5
35 — Nogal. Juglans australis Gris. Juglandáceas. » 3
36 = Jacaranda acutifolia Humb. et Bonpl. Bignoniáceas. » 2
37 33 Tipuana tipu Benth. Leguminosas. » E
38 34 Enterolobium contortisiliquum (Vell.) Mor. » » á
39 35 Horceo cebil. Piptadenia excelsa (Gris.) Lillo. » » ES
40 = Cebil moro. Piptadenia macrocarpa Benth. » » S,
41 36 Cochuecho. Fagara coco (Gill.) Engl. Rutáceas. » Z
42 37 Viraró. Ruprechtia corylifolia Gris. Poligonáceas. » E
43 38 Lanrel. Phoebe porphyria (Gris.) Mez. Lauráceas. eN 3
44 39 3509 Roble. Torresea cearensis Vr. Allem. Leguminosas. » E
45 = 3510 Ramo. Cupania vernalis Camb. Sapindáceas. » a
46 ES 3511 Chal-chal. Allophyllus edulis (St.-Hil.) RadIk. » » ES
47 40 3512 Horco molle. Blephavocalyx gigantea Lilio. Mirtáceas. » 2
48 41 3513 Mato, LBugenia mato Gris E
l S. » » E
49 42 3514 Aliso. Alnus jorullensis H. B. K., var. Betnláceas. » E
50 43 3515 Quebracho colorado. Schinopsis Lorentzii (Gris.) Engl. Anacardiáceas. »/ ES
51 44 3516 Quebracho blanco. Aspidosperma quebracho-blanco Schlecht. | Apocináceas. » 3
52 45 3517 Algarrobo blanco. Prosopis alba Gris. Leguminosas. El
53 46 3518 Algarrobo negro. Prosopis nigra Hieron. » 3
dd = 3519 Vinal. Prosopis ruscifolia Gris. » ES
55 47 3520 Viña o Uinaj. Tabebuia nodosa Gris. Bignoniáceas. » S
3 48 3521 Mistol. Zizyphus mistol Gris. Ramnáceas.
E 49 3522 Chañ Gourliva decorticans Gill. Leguminosas. » N F
58 50 3523 Tala. Celtis sp. Ulmáceas, » pa]
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ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA
248
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del Número | Número E
expediente
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Brea Cercidium praecos (R, et Pav.) Harms. Leguminosas. Tucumán.
Tala. Celtis sp. Ulm
>
z
S
5
13
Lanrel. Phoebe porphyria (Gris.) M Laurá » S
Gua: Cacsalpinia melanocarpa Gris. Leguminosas. » >
Molle. Schinus dependens (Ort.) Engl. Anacardiác » S
Algarrobo. Prosopis sp. Leguminosas. » S
Pucará. Enterolobium contortisiliquim (Vel.) Mor, » » S
Mistol. Zizyphus mistol Gris. Ramnáceas. » u
Quebracho blanco. Aspidosperma quebracho-blanco Sehlecht. Apocináceas. » E .
Cebil moro. Piptadenia macrocarpa Benth. Leguminosas. » E
Biscote. Manganaroa platensis (Mang.) Speg. » j
70 Sauce colorado. Salix Humboldtiana Wild. » E
71 3536 Coco. Fagara coco (Gill.) Engl. » >
Z
72 = 3537 Palo blanco. = = » 2
73 62 3538 Juglans australis Gris. Juglandáceas. » z
74 63 "3539 Mimosa carinata Gris. Leguminosas. » z
75 = , Cedrela Lilloi C. DC. Meliáceas. »
76 64 LBugenia sp. Mirtáceas. »
a 65 Lanza Bumelia obtusifolia R. et Seh. Sapotáceas. »
78 66 Lapacho. Tecoma Avellanedae Lortz. et Gris. Bignoniáceas. »
179) 67 Palo San Antonio. Rapanea lactevirens Mez. Mirsináceas. »
80 68 Quebracho colorado. Sehinopsis Lorentzii (Gris.) Ingl. Anacardiáceas.
s1 69 '| Cebil blanco. Piptadenia excelsa (Gris.) Lillo. Leguminosas.
s2 ON Algarrobo negro. Prosopis nigra Hieron- »
' y Arrayán. 2 Eugenia sp. Mirtácens
NS Cordiía mp: A am —Borraginácons
accio
7 pS Chana Gourliva devorticans GM.
$8 75 Cobil. Piptadonia sp. » »
s9 76 Cedrela Lilloi C. DO. Moliáceas.
90 717 Vachellia Farnesiana Wight, et Arn. Leguminosas.
91 78 Guayabil. Saccelium lanceolatum Humb. et Bonpl. Borraginá »
92 79 G Caesalpinia melanocarpa Gris. Leguminosas. »
93 80 Horco molle. Blepharocalyz gigantea Lillo. Mirtúceas »
94 Horco cebil. Piptadenia excelsa (Gris.) Lillo Leguminosas.
05 Horco quebracho. Aspidosperma horco-quebracho Spey. Apocináceas. » ES
96 Lapacho. Tecoma Avellanedae Lortz. et Gris. Biguoniáceas. » E
7 84 Lanza. Bumelia obtusifolia R. ot Sch. Sapotáceas. » S
98 — Mora. Clorophora tinctoria (L.) Gaud., var. Moráceas. » S
99 85 Mistol. Zizyphus mistol Gris. Ramnáceas. » Ss:
100 86 Mato. Eugenia mato Gris. Mirtáceas. » z
101 87 Nogal. Jugéims australis Gris. Junglaudáceas. » E
102 $8 Naranjillo. Fagara naranjillo (Gris.) Engl » z
103 89 Palo blanco. Calycophyllum multiflorum Gris. » s
104 = Palo amarillo. Phylostylon rhamnoides (Pois.) Taub. » S
105 - Pacará. Enterolobiwm contortisiliquum (Vell.) Mor.|- Leguminosas. » E
106 90 Quebracho colorado. Schinopsis Lorentzii (Gris.) Engl. Anacardiáceas. » S
107 91 Quebracho blanco. Aspidosperma quebracho-blanco Sehlecht. | Apoci » %
108 92 Quina-quina. Myroxylon peruiferum L. £. Leguminosas. » Sl
109 93 Roble, a Torresea cearonsis Pr, Allem. » » E
110 94 Zapallo caspi. Pisonia zapallo Gris. Nictagináceas. » ES
111 95 Suuce colorado. Salix Humboldtiana Wild. Salicáceas. » e
mua 96 Tarco. Jacaranda acutifolia Humb. et Bonpl. Bignoniáceas. » ES
113 97 Tusca. Vachellia lutea (Mill.) Speg. Leguminosas. » 5
114 98 Tipa colorada. Pterogyne nitens Tul. » pes z
115 99 ipa blanca. Tipuana tipu Benth. » » E
116 100 Urundel. Astronium wundeuva Fr. Allmao. Anacardiáceas. »
117 101 Ceibo. Eryllvina falcata Benth. Leguminosas. »
118 102 Algarrobo blanco. Prosopis alba Gris. » Córdoba. O
11) 103 Algarrobo negro. Prosopis nigra Hieron, » » £
z
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA
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1
1
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v
Í
y
y r c
A
CUADRO 1 (conclusión)
or
Número
E era a Mr E Nombre común Determinación específica Familia Procedencia
expediente
—— —_—_—_—_—_——— PP A
z
20 104 Mistol. Zizypluus mistol Gris. Ó Ramnáceas. Córdoba, S
12 105 Tala. Celtis sp. Ulmácea. » E
22 106 Tinticaco. Prosopis adesmioides Gris. Leguminosas. » E
123 107 Garabato Manganaroa furcata (Gil.) Speg. » » E
124 = Higuerón. Carica quercifolia St.-Hil. Chaco. (7
125 108 Quebracho blanco. Aspidosperma quebracho-blanco Schlecht. o Córdoba. 3
126 109 Chañar. Gowrlica decorticans Gill, Leguminosas. » E
127 110 Quebracho colorado. Schinopsis Lorentzii (Gris.) Engl. Anacardiáceas. » E
128 111 Espinillo. E Vachellia FarnesianaWightetArn., forma! | Leguminosas. » a
129 112 Moradillo. = = » 5
130 113 Coco. Fagara coco (Gill.) Engl. Rutáceas. » ES
131 114 Espinillo bravo. Fachellia FarnesianaWightetAro., forma!| Leguminosas, » 2
132 = Quebracho tlojo. ?Jodina rhombifolia Hook. et Arn. Santaláceas. » íS
133 115 Molle de beber. Lithvaea molleoides (Vell.) Engl. Anacardiáceas. » Z
134 116 3599 Barba de tigre. Prosopis Kuntzei Harms. Leguminosas. » ; 5
135 117 3600 Guayacán. Caesalpinia melanocarpa Gris. » Sgo. del Est. z
136 118 3601 Manzano silvestre, Ruprechtia corylifolia Gris. Poligonáceas. Córdoba. >
137 119 3602 Atamisqui. Atamisquea emarginata Miers. Caparidáceas. »
138 120 3603 Piquillín. Condalia microphylla Cay. Ramnáceas. »
139 121 3604 Quebracho colorado. Schinopsis Lorentzii (Gris.) Engl. Anacardiáceas. Chaco.
140 - 3605 Quebracho blanco. Aspidosperma quebracho-blanco Sehlecht. Apocináceas. »
141 122 3606 Urunday blanco. Astronium Candollei Engl. Anacardiúceas. »
142 123 3607 Urunday colorado. Astronium Balansae Engl. » lo»
143 124 3608 Guayacán. Caesalpinia melanocarpa Gris. Leguminosas. ' »
144 125 W 3609 Mora. Clorophora tinotoria (L-) Guud., var. »
145 126 3610 Lapaeho. Tocoma oohracea Cham-. 2
146 127 3611 Y birá-ró. DPiptadonia paraguayenis (Benth.) Lind. »
3612 Algarrobo. Pronopis y- S
3613 Nandubs Proopis ñandubay Lortz. ot Gris. »
3614 Ybirá-pitá Peltophorum dubium (Spreng.) Taub. »
3615 Timbó negro. Enterolobium contortisiliquum (Vell.) Mor.| Leguminosas. »
3616 imbó blanco. Pithecolobium multiflorum (Kth.) Benth. « »
3617 Tatané. Pithecolobium tortum Mart. » »
3618 Laurel negro. Ocotea sp. ó Lauráceas. »
3619 Laurel amarillo. Ocotea sp. » »
3620 Palo lanza. Phayllostylon rhamnoides (Pois.) Taub. Ulmá »
3621 Gus bí blanco. Patagonula americana L. Borragináceas. » S
157 13 9622 Guayaibí amarillo. Terminalia triflora Gris. Combretáceas. » E
158 138 3 Espina corona. Gleditschia amorphoides (Gris.) Taub. Leguminosas. » la]
159 139 524 Ybirá-niná, Bumelia obtusifolia R. et Seh. Sapotáceas. » S
160 140 3625 Ybirá-pepé. Holocalyx Balansae Mich. Leguminosas. » Es E
161 141 Guabiy Eugenia sp. Mirtáceas. » >
162 142 Y birá-pitá. Peltophorum dubium (Spreng.) Taub. Leguminosas. » y
163 143 Tembetarí. Fagara hiemalis (Sta-Hil.) Engl. Rutáceas. » rl
164 = 3629 Piñal. Jatropha sp. Enforbiáceas. » E
165 = 3630 Aguay. Pouteria sp. Sapotáceas. o
166 = 3631 Aguay guazú. Pouteria sp. » » E
167 144 3632 Iguahay. Eugenia sp. Mirtáceas. » EE
168 = 3633 Iguacé. = = » 7
169 145 3634 Mandubi-rá. GeofJroca superda Humb. et Bonpl. Leguminosas. » 3]
170 146 3635 Traga-palo o Guapoy. Ficus Monckii Hassl. Moráceas. » 3
171 147 3636 Curupí-cañ. Sapium sp. Euforbiáceas. » ES
172 148 3637 Ingá. Inga sp. Leguminosas. » >
173 = (0) Sangre de drago. Croton wucurana Baill. (verisim.). Enforbiáceas. » 3
174 149 3638 Ceibo. Erythvina Dominguezii Hassl. Leguminosas. » E]
175 150 3639 Canelón Rapanea sp. Mirsináceas. » E
176 151 3640 Lapachorá o Lapachona| ?Tecoma sp. > 2) ES
177 3641 Cedrillo. Guarea sp. Moeliáceas. »
178 3642 sita. Sapindus saponaria L. Sapindáceas. »
179 3643 Cambá-ací. Guazuma ulmifolia L. Esterculiáceas. » 1]
180 3644 Chañar Gowliea decorticans Gill. Leguminosas. » a
(1) No llegó la muestra.
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
CUADRO JI
Peso específico real y aparente, grado de compacidad y poros
Ensayo ea
a orden
3949 84
3630 165
3631 166
3612 147
9929 64
3983 118
3167 9
395917 52
9984 119
3947 89
3468 3
3918 53
3514 49
3466 1
3548 83
3602 137
3999 134.
3934 69
3924 59
3642 178
3643 179
39639 175
3471 6
3990 85
3473 8
3041 177
359094 89
3340 75
3497 39
3638 174
3982 Le
3475 10
39533 88
(1) En cada caso que se encuentre esta llamada, debe ser interpretada en el
sentido de que la determinación no se efectuó, por no permitirlo el estado de
Nombre común
Agata.
Aguay.
Aguay guazú.
Algarrobo.
»
Algarrobo blanco.
»
»
Algarrobo negro.
Aliso.
Arca.
Arrayán.
Atamisqui.
Barba de tigre.
Biscote.
Brea.
Casita.
Cambá-acá.
Canelón.
Cardón del valle.
Cascarón.
»
Cedrillo.
Cedro.
Cebil.
conservación de la muestra.
Procedencia
Jujuy.
Chaco.
»
»
Tucumán.
Córdoba.
Salta.
Tucumán.
Córdoba,
Jujuy.
Salta.
Tucumán.
»
Salta.
Jujuy.
Córdoba.
»
Tucumán.
»
Chaco.
»
»
Salta.
Jujuy.
Salta.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
Chaco.
Jujuy.
Salta.
Jujuy.
| Pesos específicos
a
Real
rn — E E Poros
Y :
Apa- S = o/o
rente 2
0.561| 0.395| 60.5
0.641| 0.456| 54.4
0.819| 0.561| 43.9
0.762| 0.634| 46.6
0.663| 0.465¡ 53.5
0.647| 0.443| 55.7
OOO le ANETO,
0.808| 0.560| 44.0
0.881| 0.595| 40.5
0.422; 0.316| 68.4
0.872| 0.605| 39.5
0.691| 0.479| 52.1
0.601| 0.418| 58.2
0.659| 0.457| 54.3
0.356| 0.261| 73.9
0.421| 0.304| 69.6
0.464| 0.323| 67.7
0.7771 0.575| 42.5
0.569| 0.397| 60
0.483| 0.349| 65.1
0.385| 0.303| 69.7
0.218 — —
0.165| — —
O ISI — —
OIDO MZ
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS
CUADRO II (continuación)
253
Ensayo
No E
Número
de
orden
149
Nombre común
Cebil blanco.
»
Cebil colorado.
Cebil moro.
»
Coco.
»
Cochucho.
»
Coronillo.
»
Curupí-caú.
Chal-chal.
»
Chañar.
Espina corona.
Espinillo.
»
Espinillo bravo.
Garabato.
Guabiyú.
Guapoy o Traga-palo.
Guayabil.
Guayacán.
Guayaibí amarillo.
Guayaibí blanco.
Giiili.
Higuerón.
Horco cebil.
Horco molle.
»
Horco quebracho.
Horco cebil.
Ibirá-pitá.
Procedencia
Tucumán.
Salta.
Tucumán.
»
»
Córdoba.
Tucumán.
»
Salta.
Jujuy.
Salta.
Chaco.
Tucumán.
Salta.
Córdoba.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
Chaco.
Córdoba.
Jujuy.
Córdoba.
»
Chaco.
»
Jujuy.
Sgo.del Esto
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
Chaco.
»
Tucumán.
Chaco.
Tucumán.
Jujuy.
Tucumán.
Pesos específicos
non |
(5) E
() a
(65) ==
1.415| 0.424
1.382| 0.858
1.460| 0.506
1.412] 0.566
1.315| 0.506
1.299| 0.602
(5) —
1.368| 0.397
(E) =
1.449| 0.621
1.464| 0.651
(0) +
1.402| 0.5083
1.4121 .0.897
IAS 1.039
1.400| 0.509
1.460| 1.161
(6) 7
PASE 020
MOT Oe 000
1.458| 0.641
1.4291 0.883
1.405| 1.180
1.441| 1.171
IASO AE
1.471| 0.887
1.402| 0.916
1.430| 0.908
() EE
1.408| 0.806
1.415| 1.050
1.422| 0.838
(0) +E
Grado
SE jSe
SIRO BSSOTRSMOECICICS
de compacidad
[en]
e
Ot ma
O) (39)
O 0 -1 0
SI Sp ep)
U bd 18) 18)
O) 00
NS TSS
(W1
O)
O
9]
o)
9-1 -1 O
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
CUADRO II (continuación)
Ensayo
No E
3618
3476
DD
SS
00
[)
O) 0)
SAS
O)
¡Yu)
Número
de
orden
154
153
169
136
100
120
96
Nombre común
A _ .u.-.__ A
Iguacé.
Iguahay.
Ingá.
Lanza.
LapachoráoLapachona
Lata.
Laurel.
»
»
Laurel amarillo.
Laurel.
Laurel negro.
Lecherón.
Mandubí-rá.
Manzano silvestre.
Mato.
»
Mistol.
Mocau.
Molle.
Molle colorado.
Molle de beber.
Mora.
»
Moradillo.
Morochillo.
Naranjillo.
Nogal.
»
»
Procedencia
Jujuy.
Tucumán.
Tucumán.
Salta.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
Chaco.
Tucumán.
»
»
Salta.
Chaco.
Salta.
Chaco.
Salta.
Chaco.
Córdoba.
Jujuy.
Tucumán.
Córdoba.
Jujuy.
Tucumán.
»
Salta.
Tucumán.
Salta.
Córdoba.
Chaco.
Jujuy.
Córdoba.
Salta.
Jujuy.
»
Tucumán.
»
Pesos específicos
Rh al a pap pp pp pa pa pl pl pl pl A pl
a
.
185)
Rh A papa a Aaa pal
Rh Ap papa pa
(do)
(de)
pen
Siete see. .<s*e.ee..s seso: (ll: SO e
SIS OSM SCIAS
Grado
de compacidad
as" eses se.de-.,e"» e) $e.) *.e >po'.e..-»,e.,cc]ke.e
DIS SS eS e
E
le]
O)
s
SMASMSRSOTISiOS
OS *- SO 0 00
SISSI SSA SS
a
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS 255
CUADRO II (continuación)
AX AX<A<AAAAÓAÓA<A<AÁAAÁAÁAKÁZAÓÁ<ÉÁ<ÉÁáÓAÓ<á >>> >——o o ————_ ——_—__—_—_— _ — ===
| Pesos específicos 3
Número o 9
Ensayo de Nombre común Procedencia A RS E 5, OS
No E den Real Apa- E) 3 o/o
rente 2
3489 24 | Nogal. Salta. 1.354| 0.637| 0.470| 53.0
3613 | 148 | Ñandubay. Chaco. EAS 6901822178
35970 105 | Pacará. Jujuy. (6) — — ==
3930 65 » Tucumán. | 1.439| 0.791| 0.5501 45.0
3503 38 » » 1.246| 0.428| 0.343| 65.7
3484 19 » Salta. TANTO OO 0%333 1 66.7
3569 104 | Palo amarillo. Jujuy. 1.519; 0.361| 0.567| 43.3
3568 103 | Palo blanco. » 1.432| 0.822| 0.574| 42.6
3991 72 » Tucumán. (5) — — =
3620 155 | Palo lanza. Chaco. 1.493| 0.827| 0.554| 44.6
3544 79 | Palo San Antonio. Tucumán. | 1.429| 1.230| 0.861| 13.9
3489 20 | Palo santo. Salta. 1,2981::0.9251.0.7131-98.7
-3629 64. 1 Biñal. Chaco. (2) — - =—
3603 138 | Piquillín. Córdoba. 1.471| 0.884| 0.601| 39.9
3483 18 » Salta. 1.3311 0.736| 0.558| 44.7
3493 28 | Quebrachillo. » 1.402| 1.243| 0.887| 11.8
3990 125 | Quebracho blanco. Córdoba. (5) — — ==
3605 140 » Chaco. (5) — = =
3572 | 107 » Jujuy. E a E LA Ol
3932 67 » Tucumán. (2) — =— —
3495 30 » » 1.391| 0.892| 0.641| 85 9
3516 51 » » 1.392| 0.836| 0.601| 39.9
3492 21 » Salta. 1.379| 0.853| 0.619| 38.1
3992 127 | Quebracho colorado. Córdoba. idO0 ALO IO PS TIDS
3604 139 » Chaco. 1.386| 1.216| 0.877| 12.8
3971 106 » Jujuy. 1.395| 1.104| 0.791| 20.9
3945 80 » Tucumán. (5) — — =
3494 29 » » (2) ES sun E
3915 50 » » 1.376| 1.127| 0.819| 18.1
3597 132 | Quebracho flojo. Córdoba. 1.453| 1.146| 0.789| 21.1
3913 108 | Quina-quina. Jujuy. 1.439| 0.935| 0.650| 35.0
3491 26 |' » Salta. (0) — = pa
3910 45 | Ramo. Tucumán. (6) — — =
39714 109 | Roble. Jujuy. 1.418| 0.525| 0.370| 63.0
3509 44 » Tucumán. | 1.412| 0.556| 0.394| 60.6
3576 111 | Sauce colorado. Jujuy. 1.422| 0.526| 0.3701 63.0
3995 70 » Tucumán. | 1.3711 0.470|0.343| 65.7
3490 25 » Salta. 1.141] 0.263| 0.230| 77.0
3488 23 | Sombra de toro. » 1.356| 0.568| 0.419| 58.1
9586 al ala Córdoba. 1.474| 0.766! 0.5201 48.0
256 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
CUADRO Il (conclusión)
Pesos específicos ¡ E
Ensayo ad y : AAA E Poros
No E de Nombre común Procedencia S A ola E
orden Real Apa- ¡da S Ñ
= rente o '
— — NA
3525 60 | Tala. Tucumán. (5) — - —
3929 58 » » 1.451| 0.826| 0.569| 43.1 ¡8
o Salta. 7 | 1.373| 0.738 0.538| 46.200]N
38577 | 112 | Tarco. Jujuy. (0) Es ps EE | |
3501 36 » Tucumán. (5) —- — — E
3617 152 ¡ Tatané. Chaco. 1.319] 0.9101 0.3871
3628 163 | Tembetarí. » 1.364| 0.661| 0.485| 51
3616 151 | Timbó blanco. » (1) — — — |
3615 | 150 | Timbó negro. » 1.350] 0.472] 0.350 65.0
3587 122 | Tinticaco. Córdoba. (5) — — — |
3902 37 | Tipa. Tucumán. | 1.3576| 0.734| 0.533| 46.7 E
3580 | 115 | Tipa blanca. Jujuy. 1.427| 0.706| 0.495 50.5 |
3487 22 » Salta. 1.402| 0.649 0.463. 53.7 | :
3579 | 114 | Tipa colorada. Jujuy. 1.442 0.877| 0.608 39.2 1 |!
3635 170 | Traga-palo o Guapoy. | Chaco. 1.273| 0.311] 0.244] 75.6 ¡
3578 113 | Tusca. Jujuy. 1.442 0.792] 0.549! 45.£ TH
3624 159 | Ybirá-niná. Chaco. 1.446| 0.714| 0.494| 50.6 5
3625 160 | Ybirá-pepé. » (E) — — =— | V
3627 162 | Ybirá-pitá. » 1.441| 0.657| 0.456] 54.4 ¡3
3611 146 | Ybirá-ré. » 1.412| 0.747| 0.529| 47.1 |
3520 55 | Uiña o Uiñaj. Tucumán. | 1.410| 0.690| 0.489| 51.1
3981 116 ¡ Urundel. Jujuy. 1.415| 1.142| 0.807| 19.3
3606 141 | Urunday blanco. Chaco. 1.4421" LSO MOTOS MZIRZ
3607 142 | Urunday colorado. » (2) — — —
3519 54 | Vinal. E Tucumán. | 1.500. 0.786| 0.524] 47.6
35907 42 | Viraró. » 1.414| 0.594] 0.420| 58.0
3915 110 | Zapallo caspi. Jujuy. TALOMO ALO PO 2331
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS 257
CUADRO III
Análisis químicos
a o E E E ee
ge E Se E E Nombre común Procedencia S > = PR 3 E E => SR
E ER E. le [Se Jo
3549| 5178. 84| Agata. Jujuy. IN MS MOS a 3D 6
36301 (1) ¡ 165| Aguay. Chaco. = = = —
3631, 5415 166| Aguay guazú. » 9.90| 2.15| 69.90| 18.05
3612 54011 147. Algarrobo. » 71.66| 1.00| 66.69| 22.65
3529 5115| 64 » Tucumán.| 8.05] 0.47| 65.73 25.75
3583| 5380| 118 Algarrobo blanco. Córdoba. (IZ 09 06. 1123569
3467| 3134 2| » Salta. 9.90| 2.05| 75.40| 12.65
3517) 5032] 52 » Tucumán. 94381 "004001021522. 15
3584 5381| 119 Algarrobo negro. Córdoba. AOS 04120068
3047] 5175 82 » Jujuy. 9.02| 0.72| 66.41| 23.85
| 3468| 3735 3 » Salta. 9.25| 0.94| 66.15, 23.66
3518 5033 53 » Tucumán. 9.001 2.52 62.43| 26.05
3914 5029| 49| Aliso. » 8.42| 0.48| 74.28| 16.82
| 3466 3733 1| Arca. Salta. a 0 ea Ea Le 5 LA
3948| 5177| 83| Arrayán. Jujuy. 4.59| 0.88| 78.85| 15.68
3602| (1) | 137| Atamisqui. Córdoba. = — —
35999 5391| 134| Barba de tigre. » MS si TOO 992
3094 (!) 69| Biscote. Tucumán.| — — — —
3324| 5039| 59| Brea. » 9.891 3.29. 69.11 21.19
3642| 5424| 178| Casita. Chaco. 11.751 3.86 67.13] 17.76
36431 5425| 179 Cambá-acá. » 107621117162. 12/ 016.09
3639 5421| 175| Canelón. » 11.07| 1.02| 72.63] 15.28
34711] (*) 6| Cardón del valle. Salta. — — = =—
3550 5179 75| Cascarón. Jujuy 95310941 75:27) 14:26
3473 3762 8 » Salta. 9.63 0.75| 70.52| 19.10
1. 3641| 5423, 177| Cedrillo. Chaco. 10.80; 0.87| 65.58; 22.75
3994| 5181| 89 Cedro. Jujuy. 13.37| 0.87| 71.32| 14.44
3340 (') 715 » Tucumán.| — — — —
3497| 3878 32 » » 10.76| 0.901 70.24| 18.10
3638| 5420) 174 Ceibo. Chaco. 11.94| 3.44| 63.88| 20.74
3582 5379 117 » Jujuy. SE 93 00.13 20507
3475| 3764| 10 » Salta. 10.92| 4.60] 61.74| 22.74
3993 5180| 88 Cebil. Jujuy. 8.20| 1.04| 72.38] 18.38
3d46| (*) 81| Cebil blanco. Tucumán. — ES — —
| 3472] (1) Z » Salta. — — — =
| 3498 (1) | 33 Cebil colorado. Tucumán. — A [aa EE a
33331 5118 68l Cebil moro. » 9.00| 0.971 69.43| 20.60
() No se efectuaron determinaciones por no permitirlo el estado de la muestra.
'AINS SOC. CIENT. ARG. — “T. CXUI 17
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
CUADRO II (continuación)
Ensayo
No E
o)
(do)
SISI en. ES
) KN QU
DD 0) (9)
QUACO) 18)
2 00D 0 NN
(du)
3388
No Q)
Número
Análisis
39| Horco cebil.
93| Horco molle.
47 » :
95| Horco quebracho.
| ;
|
94. Horco cebil. » .55| 1.14] 75.85] 18.464
149 Ibirá-pitá. Chaco. pe LA — E
168 Iguacé. » — — — =o
167 Iguahay. » 9.65) 1.711 73.22 15.42
172 Ingá. o 10.35| 1.03 70.05] 18.58
97| Lanza. Jujuy. 4.51| 3.28 75.89| 16.32 |
77 » Tucumán.| 7.74| 2.61, 72.15) 17.50 |
E Nombre común Procedencia E = . 2 2 S
+ a. o Ae
40. Cebil moro. Tucumán.| 9.07 0.94| 68.86 |
130| Coco. Córdoba. | 8.89| 2.28| 71.48 |
eS Tucumán.| 7.901 0.60 74.34
41| Cochucho. » 8.95 0.80| 73.13
9 » Salta. — |/10.08| 0.90| 72.07 |
86 Coronillo. Jujuy. El — |
5 S Salta. 9.22) 2.03] 70.48 1897 |
71 Curupí-caú. Chaco. 10.201 2.22| 69.77 17.81!
46| Chal-chal. Fucunmán Az dE o a
4 » Salta. 10.49| 1.46 69.35| 18.70 |:
126| Chañar. Córdoba. | 7.85| 2.27| 69.98| 19.90 |
180 » Chaco. 8.651 8.15 61.05 221518
87 » Jujuy. — — = a E
57 » Tucumán. 9.68 1.70| 68.82] 20.00 |
158| Espina corona. Chaco. 9.90 1.70. 68.901 19.50
128| Espinillo. Córdoba. 9.82| 3.95 64.38| 22.55 |
90 » Jujuy. 6.80 1.41| 69.41] 22.38 |:
131 Espinillo bravo. Córdoba. | 9.84 4.38 61.52 24.26 |
123, Garabato. » — =- = Zo
161. Guabiyú. Chaco. 10.07| 0.50] 73.18| 16.201|
170| Guapoy o Traga-palo. » 10.90| 3.65| 66.80] 18.65
91| Guayabil. Jujuy. 6.521 2.43 71.551 19.501
135| Guayacán. Sgo.delEsto| 11.50| 1.92 67.56| 19.02
148 SS nacos 10.74| 0.46| 61.40| 27.40]
92 » Jujuy. 6.06 4.98| 59.39 29.57|
62 » Tucumán.| 10.07| 0.83| 63.84; 25.26 |
157| Guayaibí amarillo. Chaco. 9.40| 2.48| 70.62] 17.501
156| Guayaibí blanco. » 9.24| 1.65 68.34| 20.17
76| Gúili. Tucumán.| 9.08| 0.54| 70.71| 19.67|
124| Higuerón. Chaco. A |
op 17.94
.15| 0.52| 73.35 20.98
70| 1.88| 70.39 19.032
do)
S
ESO]
O)
-]
[89]
Qu
Ral
| Tucumán.| 8
Jujuy. 9)
Tucumán.| $8.
» 4
4
.831 0.721 77.02] 17.43 1
5
Ensayo |
No E
- 3476
3694
PP 3031
3500
CUADRO III (continuación)
|
1 3499
1 3477
3610
3961
3943
3496
3640
9999
3926
3508|
3478
3619
3479
3618
3601
3965
3913
3985
3964
3921
3481
3928
3180
3998
- 3609
3563
- 3594
[3482
3567
3566
3338
3489
3613
35970
3930
3303
3484
Análisis
No Q
3879
3766
5399
5239
5174
3877
54.22
5122
5113
5025
3767
5406
3768
54.05
3762
9)
5393
5364
5028
5382
5242
5117
5036
3770
(0)
3769
(0)
5398
5941
5387
Sl
5366
5365
5121
(6)
3829
5402
(5)
5116
3935
3797
Número
de orden
Nombre común
Lanza.
»
Lapacho.
»
LapachoráoLapachona
Lata.
Laurel.
»
»
' Laurel amarillo.
Laurel.
Laurel negro.
Lecherón.
Mandubí-rá.
Manzano silvestre.
Mato.
»
Mistol.
Mocau.
Molle.
Molle colorado.
Molle de beber.
Mora.
»
Moradillo.
Morochillo.
Naranjillo.
Nogal.
Nandubay.
21 Pacará.
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS
259
Procedencia
Tucumán.
Salta.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
Chaco.
Tucumán.
»
: »
Salta.
Chaco.
Salta.
Chaco.
Salta.
Chaco.
Córdoba.
Jujuy.
Tucumán.
Córdoba.
Jujuy.
Tucumán.
»
Salta.
Tucumán.
Salta.
Córdoba.
Chaco.
Jujuy.
Córdoba,
Salta.
Jujuy.
»
Tucumán.
»
Salta.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
Salta.
Humedad |
o
a
RMS ROSS ES o) o)
COMODOS iS
CM 00 OVETOU SOUTO
ee 00
O)
e
. 02
D
[an]
NO P?»?*-.ARARP?.RAOOOoo: o
co
=]
ESTES
Row
(E
SU
Rh AD RPANDC0O wn
po
1200/00
260 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
CUADRO III (continuación) IN
IN E ES Nombre común Procedencia |.3 2 [== 1285 Ea E
Es 3" s 15 [2 [5
= H p
3569| 5368| 104| Palo amarillo. Jujuy. 7.58| 7.45| 61.76 23.21
3568| 5367| 103| Palo blanco. » 7.56| 0.55| 74.81 170081
ISO 72 o» Tucumán.| — — — — E
3620| 5407| 1551 Palo lanza. Chaco. 9.201 7.27| 64.70 18.83 1
3344| 5175| 79| Palo San Antonio. Tucumán.| 10.28| 1.02; 66.37| 22.33 | j
3485| 3798| 20| Palo santo. Salta. 9.95| 1.80] 74.25] 14008
3629] (*) | 164| Pinal. Chaco. EE —. A E
3603| 5394 138| Piquillín. Córdoba. | 12.99| 2.50] 62.16 22.35 |.
3483 3796 18 » Salta. 8.75| 1.05! 65.99] 24.91 |
3493 3832| 28| Quebrachillo. | » 9.53] 0.36| 69.40] 201118
3390. (*) | 125| Quebracho blanco. Córdoba. = — == == ho
3605. (1) | 140 » Chaco. pe A —E 13
3572| 5370| 107 » Jujuy. 9.19| 1.60| 71.13 18.088
3932| (0) 67 » Tucumán.| — = — EN
3495 3876| 30 » » 9.66| 1.90 71.59| 16.85 |.
3516| 5031| 51 » » 9.75 0.97 68.60| 20.68
3492 3831| 27 » Salta. 9.24| 1.56| 73.01| 16.191
3592 5385| 127 Quebracho colorado. | Córdoba. | 9.67 1.03| 68.07 21.23
3604| 5395 139 » | Chaco. 10.83| 0.571 62.18| 26.42. 5
3571| 5369| 106 » Jujuy. 9.961 0.93 63.94| 25.17 '
35151 1%) |. 80 » Tucumán.| — — -- — E
3494 (1) | 29 » » —= 1 —1.— 1
3515| 5030 50 » » 10.70| 1.25| 60.03| 28.094
3597 53901 152| Quebracho flojo. Córdoba. 8.46| 3.80 65.11] 22.63 [4
3913 5311| 108| Quina-quina. Jujuy. 8.85| 0.98| 13.931 16.24 E
31m 26 » Salta. zZ E a =ol
39101 :(*) 45| Ramo. Tucumán.| — -— — —= |
3574 5372 109 Roble. Jujuy. 8.851 1.03] 72.24l 17H8801
3509| 5026| 44» | Tucumán.| 7.77| 1.14 75.28| 15.81
3576 5374 111| Sauce colorado. Jujuy. 8.50| 1.09| 73.37| 17.04
3939) 5119/70 » Tucumán.| 10.53| 1.61| 70.48| 17.38
3490| 3830| 25 Sa Salta. 9.77| 2.11] 69.21 18000)
3488| 3828| 23| Sombra de toro. » 9.101 1.10| 75.01 1450095
3586| 5383| 121| Tala. Córdoba. | 9.15| 3.65 68.11| 19.09 |
DILO AE) 60 » Tucumán.| — — — —
3523 5038 58| » » 9.33 2.46| 67.67] 20.54 |
3486| 3799| 21] » Salta. 8.201 2.40] 71.42| 17.98 |
SO) lo arco: Jujuy. == A |
ON (E) 36 » Tucumán.| — — — — del
3617| 5404| 152| Tatané. Chaco. 9.70| 1.48 71.03 17985
3628| 5414! 163, Tembetarí. » 9.65| 2.78 68.50| 19.07 |
CUADRO III (conclusión)
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS
261
Análisis
No Q
Número
de orden
Nombre común
Timbó blanco.
Timbó negro.
Tinticaco.
Tipa.
Tipa blanca.
»
Tipa colorada.
Traga-palo o Guapoy.
Tusca.
Ybirá-niná.
Ybirá-pepé.
Ybirá-pitá.
Ybirá-re.
Uiña o Uiñaj.
Urundel.
Urunday blanco.
Urunday colorado.
Vinal.
Viraró.
Zapallo caspi.
Procedencia
Chaco.
»
Córdoba.
Tucumán.
Jujuy.
Salta.
Jujuy.
Chaco.
Jujuy.
Chaco.
Tucumán.
Jujuy.
Chaco.
»
Tucumán.
»
Jujuy.
Humedad
10)
Cenizas
1)
FS OSO ACIDOS
w
O)
599
¡1
a |
-]
Materias
volátiles
ol
262 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
- CUADRO IV
Resistencia a la tracción
€ A
Carga específica de rotura e |
Ensayo E ErO , A A
SE de Nombre común Procedencia D
E orden Máxima Mínima Promedio '
Kg/em* Kg/cm” | Kgjon? f) 1
3549 84 | Agata. Jujuy. 206 194 200
3630 | 165 | Aguay. Chaco. E el o) El
3631 166 | Aguay guazú. » — — 128 E) '
3612 147 | Algarrobo. » 294 212 283 p
35929 64 » Tucumán. 428 422 425
3983 118 | Algarrobo blanco. Córdoba. 133 106 120
3467 2 » Salta. = — (3)
3017 52 » Tucumán, 322 220 286
3984 119 | Algarrobo negro. Córdoba. 322 300 311
3947 82 » Jujuy. 383 367 3915
3468 3 » Salta. — — (3)
3518 53 » Tucumán. 475 456 465
35914 49 | Aliso. » 122 94 108
3466 1 Arca: Salta. — — CN
3548 83 | Arrayán. Jujuy. — — 339 (5) |
3602 | 137 | Atamisqui. Córdoba. gal pd El
9999 134 | Barba de tigre. » 944 296 (5) 1500
3534 69 | Biscote. Tucumán. — an (IM
3524 59 | Brea. » 178 161
3642 178 | Casita. Chaco. 128151 11.22 10) O
3643 179 | Cambá-acá. » — — (9)
3639 175 | Canelón. » 111 94 103
3471 6 | Cardón del valle. Salta. — — 4)
3550 85 | Cascarón. Jujuy. 172 139. 156
3473 8 » Salta. — — 650 (HA
3641 177 | Cedrillo. Chaco. 256 e 2118
3554 89 | Cedro. Jujuy. 217 200 208
3540 MOS » Tucumán. — — (2)
Observaciones : (') No se efectuaron determinaciones porque la muestra estaba en |
malas condiciones; (%) La probeta estaba atacada y se efectuó una sola deter- I
minación; (*) No se efectuaron determinaciones porque no lo permitió la l
muestra; (*) Se efectuó una sola determinación; (*) La probeta estaba ata- |
cada; (*) La probeta estaba rajada y se efectuó una sola e La
da estaba rajada; (*) La probeta tenía un nudo.
(*) En los casos no especificados la cifra que se indica es el promedio de los |
resultados de dos determinaciones.
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS
CUADRO IV (continuación)
3626
3035
3556
3600
3608
3957
2327
3622
3621
3041
95989
3504
Número
de
orden
Nombre común
Cedro.
Ceibo.
»
»
Cebil.
Cebil blanco.
»
Cebil colorado.
Cebil moro.
»
Coco.
»
Cochucho.
»
Coronillo.
»
Curupí-caú.
Chal-chal.
»
Chañar.
»
»
»
Espina corona.
Espinillo.
»
Espinillo bravo.
Garabato.
-—Guabiyú.
Guapoy o Traga-palo.
Guayabil.
Guayacán.
Guayaibí amarillo.
Guayaibí blanco.
Gili.
Higuerón.
Horco cebil.
Procedencia
Tucumán.
Chaco.
Jujuy.
Salta.
Jujuy.
Tucumán.
Salta.
Tucumán.
»
»
Córdoba.
Tucumán.
»
Salta.
Jujuy.
Salta.
Chaco.
Tucumán.
Salta.
Córdoba.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
Chaco.
Córdoba.
Jujuy.
Córdoba.
»
Chaco.
»
Jujuy.
Sgo.del Esto
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
Chaco.
»
Tucumán.
Chaco.
Tucumán.
Carga específica de rotura
Máxima
Kg/cm*
183
50
17
14
(1)
(1)
E)
Mínima
Kg/cm*
167
39
14 (?)
517 (*)
450 (1)
a
Promedio
Kg/cm”
¡E
SEAS
pal
pa
(En
NN
Ot HA
'w -1 00
CUADRO IV (continuación)
Ensayo
No E
3499
3477
3610
3961
3343
Número
de
orden
154
153
169
136
100
133
98
Nombre común
Horco molle.
»
Horco quebracho.
Horco cebil.
Ibirá-pitá.
Iguacé.
Iguahay.
Ingá.
Lanza.
LapachoráoLapachona
Lata.
Laurel.
»
»
Laurel amarillo.
Laurel.
Laurel negro.
Lecherón.
Mandubí-rá.
Manzano silvestre.
Mato.
»
Mistol.
Mocau.
Molle.
Molle colorado.
Molle de beber.
Mora.
»
Moradillo.
Procedencia
Jujuy.
Tucumán.
»
»
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
Salta.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
Chaco.
Tucumán.
»
»
Salta.
Chaco.
Salta.
Chaco.
Salta.
Chaco.
Córdoba.
Jujuy.
Tucumán.
Córdoba.
Jujuy.
Tucumán.
»
Salta.
Tucumán.
Salta.
Córdoba.
Chaco.
Jujuy.
Córdoba.
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Carga específica de rotura
IE ME
Máxima Mínima Promedio
Kg/cm? Kg/em?” Kg/em?
133 1 89 (9) 111
422 256 (*) 391)
600 44 472
399 272 306
> => (4)
e 5 O
Dd 405 458
83 67 15
506 472 489
661 606 633
661 AS) 539
992 964 978
e E (?)
mi 7 E)
417 333 400
500 461 ASUS
== 7 (E)
467 (| 339 403
E al (0)
— — (IM)
— ATM)
289 250 270
239 (*) AE 225
944 278 311
144 142 1453
a = (58)
— == (4)
100 ()Í| 89) 95
DNS 428 (7) 503
611 417 514
444 389 414
— — 483 (*)
— — 23 IM(S)
- = ()
—= = ()
278 944 9261
- = ()
622 (”) 17 (*) 570
506 456 | 481
183 178 181
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS
CUADRO IV (continuación)
Ensayo
No E
3482
3567
3566
3538
-- 3500
3489
3613
3570
3530
3503
3484
3569
3568
3537
3620
3544
3485
3629
3603
3483
3498
3590
3605
3572
3532
3495
3516
3492
3592
3604
3571
3545
3494
3515
3597
3573
3491
3510
3574.
3509
Número
de
orden
Nombre común
Morochillo.
Naranjillo.
Nogal.
Nandubay.
Pacará.
Palo amarillo.
Palo blanco.
»
Palo lanza.
Palo San Antonio.
Palo santo.
Piñal.
Piquillín.
»
Quebrachillo.
Quebracho blanco.
Quebracho flojo.
Quina-quina.
Procedencia
Salta.
Jujuy.
»
Tucumán.
»
Salta.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
Salta.
Jujuy.
»
Tucumán.
Chaco.
Tucumán.
Salta.
Chaco.
Córdoba.
Salta.
»
Córdoba.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
»
Salta.
Córdoba.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
»
Córdoba.
Jujuy.
Salta.
Tucumán.
Jujuy.
Tucumán.
Carga específica de rotura
LE AO E, TEN DIA
Máxima Mínima | Promedio
Kg/cm?” Kg/cm” Kg/cm”
600 467 939
606 561 2883
261 239 250
194 (3) 139 ¡5)| 167
- - 0)
3922 267 295
989 922 990
— - E
278 222 250
676 5661. 61
206 89 (*) 147
— = 206 (?)
367 283 ()| 325
— — 0)
317 289 303
226101 228151100242
e ES 400 (%)
= E 5
201. (0155209: (1.299
378 322 300
750 678 714
— — 0)
= — (0)
= ES 444 (%)
= - (*)
500 456 478
456- 394 425
492 394. 408
— — (*)
— — (*)
389 272 (3) 331
E E ()
SE a (E)
400 306 392
822 (31 767 795
705 522 (1) 614
+. mí ¡e
=> DE Es
189 185 186
159 133 136
266 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
CUADRO IV (conclusión)
Carga específica de rotura
ud Número A
ERE de Nombre común Procedencia
No E orden Máxima Mínima Promedio
Kg/cm” Kg/cm* Kg/cm*
3576 | 111 | Sauce colorado. Jujuy. 178 89 (| 133 E
3009 70 » Tucumán. | 156 128 142 |
3490 | 25 » Salta. pe de 58201
3488 23 | Sombra de toro. « 333 294 314
3586 | 121 | Tala. Córdoba. | 317 289 303 |
9925 60 » SU = (E)
3523 58 » » se za 211 3
3486 91 » Salta. 267 161) 214 |
3577 | 112 | Tarco. Jujuy. == ES (5 |
3501 36 » Tucumán. E = (3) |
3617 152 | Tatané. Chaco. 150 144 val |
3628 | 163 | Tembetarí. » 00) O |
3616 151 | Timbó blanco. » — — (E) o
3615 | 150 | Timbó negro. » DL ISO E
3587 122 | Tinticaco. Córdoba. — — (5) E
3502 51 Mipas Tucumán. | 406 378 392 E
5301 1 o pan Tojen. 528 472 500 E
3487 22 » Salta. 422 311 (| 367 [5
3579 | 114 | Tipa colorada. Jujuy. ro a E OL
3635 | 170 | Traga-palo o Guapoy. | Chaco. | 19 17 18
30 SA usca A ES (6)
3624 159 | Ybirá-niná. Chaco. | 211 1839 200
3625 160 | Ybirá-pepé. » a = (5)
39627 162 | Ybirá-pitá. » 267 167 210
3611 146 | Ybirá-ré. » 399 399 399
35920 59 | Uiña o Uiñaj. Tucumán. 294 256 215
9981 116 | Urundel. Jujuy. 661 456 998
3606 141 | Urunday blanco. Chaco. — — 444 (2)
3607 142 | Urunday colorado. » — — (5)
3519 54 | Vinal. Tucumán. | 483 389 436
3507 42 | Viraró. » EN) 267 308
3915 110 | Zapallo caspi. Jujuy. SES) 67 (*) 72
.
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£ epefer equyso ejoqoud ef (,) fepeorze vquyso ezoqozd er (¿) ¿sepelex uequeiso segoqoad soxy ser] (,) ¿sepelea ueqe3so sejoqoid
se] op so( (4) ¿sepeoege uequyso sejoqoid soy sery (,) £epefer equasa ezoqoud er] (,) fuorovurutoyop epos eun ongoajo 98 (,) ¿sou
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ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA
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S 9€% voz 8r3 892 092 082 "e7 188 « 6 PLPS
16 v8 00T (9) TSE (+) 008 807 S 'oq9nuoo) Ip 9088
| ($) LOT Gl 871 (s) TPP 80y GL7 "UB Un Y, SS 162 9€£€
: (1) S3r ($) 6GTT ($) TET (1) 90€ ($) 90€ ($) 90€ "vqopa9) 0905) 081 2628
(1) 09% 8vG GLG (1) 96€ 36€ 009 « < 07 02€
69 £9 _L vr8 vez 30S < 010 [190 89 8828
(ar) = e (a) = — “UBUDON L, 'Opé10[09 11490 S€ 867€
y
CUADRO V (continuación)
- HA 7 Carga específica de rotura
ad . Sentido de las fibras Perpondicular a las fibras >
A Nombre común Procedencia ESO === —— z
Máximn Mínima Promedio Máxima Minima Promedio E
Kg/jem? Kg/em? Kg/em? Kg/cm Ke/om Kyg/jen? S
PA E A
O A E
; 708 256 2 223
3547 $2 Algarrobo negro. Jujuy. TAd 668 ds e 0 ES
3468 3 » Salta. 912 828 870 (1) — = 116) 2
3468 500 356 TO 255 (* E
3518 53 » Tucumán. 760 740 750 (1) 356 m0 0) 23 O E
3514 19 » 332 300 (1) | 357 76 Bs SS S
ES Salta. 1172 1168 1170 (1) = = 00 e
3466 1 E 732 ( En = 32() 3
3548 83 Jujuy. SS = do (69) SS El
3602 137 Atamisqui. Córdoba. = = e a E
A q , 216 202 ,
3599 134 Barba de tigre. » 504 484 492 216 184 0% E
7 12 = = Ñ
3534 69 Biscote. Tucumán. = = (57) a a
SS d ES E 312 204 (*) 268 140 108 124 O el
3642 178 Chaco. s04 120 761 () | 160 LaS da
ES E iaa » 352 240 300 12 44 AS
3643 179 Cambá-acá. E E 128 100 116 pS
3639 175 | Canelón. » 480 as das P (e
6 Cardón del vallo. Salta. - > po 3 7
Cascarón. Jujuy. 440 396 419 100) Ed Ss
¡juy 349,0
E Salta. 1116 1280 (1) | 1328 (9 0)
Cedrillo. Chaco. 628 540
Cedro. Jujuy. 392 858
» Tucumán. == =
» Tacamán. 360 304
Gowo- 100
Cebil blanco. =
» S, . 159) = — 159)
Cebil colorado. Tucumán. = = (83) = 65)
Cebil moro. » 502 254 344 74 69
» » 600 592 596 (1) 272 248 260 10)
Coco. Córdoba. 306 (%) 306 (*) 306 (1) 131 () 119 (*) 125 (*)
» Tucumán. 472 408 441 (2) 128 72 107 (>)
Cochucho. » 408 300 (*) 351 (*) 100 Sd 91
» Salta. 780 760 768 248 224 236 3
Coronillo. Jujuy. = = (5) — = (3) E
» Salta. 820 (1) 560 (*) 690 (1) = = 0) E
Curnpí-caú. Chaco. 340 248 289 (”) $0 58 85 (>) Es
Chal-chal. Tucumán. = = (5) = = *) ES
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3496
3640
3539
3520
3564
3598
3620
Númoro
de orden
Nombre común
Higuerón.
Horco cebil.
Horco molle.
»
Horco quebracho.
Horco cebil.
Ibirá-pitá.
Iguacé.
Iguahay.
Ingá.
Lanza.
Luta.
Lanrol.
zano silvestre.
Mato.
»
Mistol.
Mocan.
Molle.
Molle colorado.
Molle de beber.
Mora.
»
Moradillo.
Morochillo.
Naranjillo.
Nogal.
Nandubay.
Pacará.
Palo amarillo,
Palo blanco.
»
Palo lanza,
Lapachorá o Lapachona
Carga especílica de rotura
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A Sentido de las fibras Perpendicular a las fibras
A A
Máxima Mónima Promedio Máxima Mínima Promedio
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Tucumán. 688 644 664 (") 264 244 252
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Chaco.
Tucumán.
Chaco.
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Córdoba.
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Salta.
Tucumán.
Salta.
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Chaco,
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Salta,
Jujuy.
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Tucumán.
»
Salta.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán,
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Salta.
Jujuy.
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1100 1080
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732 560
580 560
560 520
596
1076
556 540
256 248
316 236
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70 » Tucumán. 372 344 (1) 361 56 52 54 (1)
25 » Salta. 164 140 151 40 36 38 (!)
23 Sombra de toro. » 460 420 444 196 116 144
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122 Tinticaco. Córdoba. = = (4) = = (69) Z
37 Tipa. Tucumán. 540 476 - 505 116 (*) 112 (*) 114 (1) E
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22 » Salta. 520 424 471 328 220 316 3
114 Tipa colorada. Jujuy. 700 618 () | 670 340 218 297 E
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3624 159 Ybirá-niná. Chaco. 688 628 652 284 276 280 SS
3625 160 Ybirá-pepó. » - = (2) =- = (5) z
3627 162 Ybirá-pitá. » 792 692 745 252 180 212 ÉS h
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3575 110 Zapallo caspi. Jujuy. 308 248 278 (1) 36 32 34(0 2 y
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274
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
CUADRO VI
Resistencia a la flexión
Ensayo
No E
35949
3630
3631
3612
3929
35985
3467
3917
35814.
3947
3468
3318
3514
3466
3548
3602
3999
35931
35924
3642
36453
3639
3471
35950
3473
3641
Observaciones :
Número
dle
orden
dd a
O | Bp
00
OO OTTO OOO
dió!
Nombre común
Agata.
Aguay.
Aguay guazú.
Algarrobo.
»
¡ Algarrobo blanco.
»
»
Algarrobo negro.
Aliso.
Arca.
Arrayán.
Atamisqui.
Barba de tigre.
Biscote.
Brea.
Casita.
Cambá-acá.
Canelón.
Cardón del valle.
Cascarón.
»
Cedrillo.
Carga específica de rotura
Procedencia
Máxima Mínima
Kg/cm?” Kg/cm”
Jujuy. 7158 346
Chaco. (8) —
» — —
» 1596 1218
Tucumán. 922 7158
Córdoba. | 1020 824
Salta. =- —
Tucumán. | 1004 922
Córdoba. | 1218 -872
Jujuy. 1316 1038
Salta. — —
Tucumán. | 1185 1020
» 576 477
Salta. — —
Jujuy. 1349 956
Córdoba. (ES) —
» 1152 716
Tucumán. (55) —
» — —
Chaco. — —
» 132 115
» 510 271
Salta. (Es) —
Jujuy. 790 609
Salta. 1448 1102
Chaco. 724 495
a —_——
Promedio
2
Kg/cm
448 (5)
971 ()
1454
851
922
9031)
1048 (*)
1131 (0)
1152 (*)
A)
TOZRONE
IDA)
426
687
1275
629 (*)
1) Promedio de dos determinaciones; (%) No se efectuaron deter-
?
minaciones porque la muestra estaba en malas condiciones; (*) Se efectuó
una sola determinación; (%) La probeta estaba rajada; (*) Las tres probetas
estaban atacadas; (*) Dos de las probetas estaban rajadas; (") Las tres
probetas estaban rajadas; (*) Las probetas estaban atacadas; (*) Las pro-
betas estaban rajadas; (*”) La probeta estaba atacada y se efectuó una sola
determinación; (*') Las probetas presentaban un nudo; (*?) No se efectuaron
determinaciones porque no lo permitió la muestra.
(*) En los casos no especificados la cifra que se indica es el promedio de los
resultados de cuatro determinaciones.
1
ll
ll
fÑ
|
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS
CUADRO VI (continuación)
275
Ensayo
No E
Número
Nombre común
Cedro.
»
Cebil.
Cebil blanco.
»
Cebil colorado.
Cebil moro.
»
Coco.
»
Cochucho.
»
Coronillo.
»
Curupí-caú.
Chal-chal.
»
Chañar.
Espina corona.
Espinillo.
pS)
Espinillo bravo.
Garabato.
Guabiyú.
Guapoy o Traga-palo.
Guayabil.
Guayacán.
Guayaibí amarillo.
Guayaibí blanco.
Gúili.
Procedencia
Jujuy.
Tucumán.
»
Chaco.
Jujuy.
Salta.
Jujuy.
Tucumán.
Salta.
Tucumán.
»
»
Córdoba.
Tucumán.
»
Salta.
Jujuy.
Salta.
Chaco.
Tucumán.
Salta.
Córdoba.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
Chaco.
Córdoba.
Jujuy.
Córdoba,
»
Chaco.
»
Jujuy.
Sgo.del Esto
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
Chaco.
»
Tucumán.
Carga específica de rotura
Máxima
Kg/cm?
Mínima
Kg/cm?
9)
RÁ —_ A TAX
Promedio
Kg/cm”
469 ($)
387 (*)
257
52 (*)
1581 (*)
1325 (4)
506 (5)
843 (*)
255 (%)
609 (1)
391 (3)
404 (*)
1181 (3)
774. (5)
453 (8)
849 (5)
1439 (5)
267 (5)
276
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
CUADRO VI (continuación)
Ensayo
No E
0)
DD 0)
JU LIO
(Y
Número
de
orden
144
Nombre común
Higuerón.
Horco cebil.
Horco molle.
»
Horco quebracho.
Horco cebil.
Ibirá-pitá.
Iguacé.
Iguahay.
Ingá.
Lanza.
»
LapachoráoLapachona
Lata.
Laurel.
»
»
Laurel amarillo.
Laurel.
Laurel negro.
Lecherón.
_Mandubi-rá.
Manzano silvestre.
Mato.
»
Misto!l.
»
»
»
Mocan.
Molle.
Molle colorado.
Molle de beber.
Mora.
Procedencia
Chaco.
Tucumán.
Jujuy.
Tucumán.
»
»
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
Salta.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
Chaco.
Tucumán.
»
»
Salta.
Chaco.
Salta.
Chaco.
Salta.
Chaco.
Córdoba.
Jujuy.
Tucumán.
Córdoba.
Jujuy.
Tucumán.
»
Salta.
"Tucumán.
Salta.
Córdoba.
Chaco.
Carga específica de rotura
E
Máxima Mínima Promedio
Kg/cm?” Kg/em” Kg/cm*
() - -
727 560 646 (*)
1020 947 531 (*
1054 922 982
956 642 852 (*)
774 597 646 (%)
(ES) ES ESPA
(*) - -
1580 1135 1263
890 428 659
1382 1054 1131 (*)
1465 1152 1327 (E)
1070 790 942 (5)
1572 1300 1495
1827 1040 1433 (9)
1728 1648 1688 (*)
1399 1020 1256 (*”)
1152 806 1045
749 468 616
1300 1087 1193 (5)
597 ()| 562 579 (0)
7135 594 664 (*)
805 629 723
824 444 IZ (9)
888 833 860
625 495 560 (*)
4953 329 444
(e) 55 E
1148 798 761
1613 1070 133919
1416 s73 1136
1416 1185 1300 (*)
922 714 873 (5)
1407 1127 1283
— — 956 (*")
938 905 (1 922518
9) == a
724 609 (+)| 666 (*)
E — -
2123 1349 1849
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS
CUADRO VI (continuación)
A A TS
217
Ensayo
No E
A
3563
3594
3482
3567
3566
3538
3500
3489
3613
3570
3530
3503
3484
3569
3568
3537
3620
3544
3485
3629
3603
3483
3493
3390
3605
3912
3932
3495
3316
3492
3992
3604
39711
39145
3494
3915
3397
3513
3491
3510
Número
de
orden
Nombre común
Mora.
Moradillo.
Morochillo.
Naranjillo.
Nogal.
Nandubay.
Pacará.
Palo amarillo.
Palo blanco.
»
Palo lanza.
Palo San Antonio.
Palo santo.
Piñal.
Piquillín.
»
Quebrachillo.
Quebracho blanco.
Quebracho flojo.
Quina-quina.
»
Ramo.
Procedencia
Jujuy.
Córdoba.
Salta.
Jujuy.
»
Tucumán.
»
Salta.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
| Salta.
Jujuy.
»
Tucumán.
Chaco.
Tucumán.
Salta.
Chaco.
Córdoba.
Salta.
»
Córdoba.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
»
Salta.
Córdoba.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
»
Córdoba.
Jujuy.
Salta.
Tucumán.
Carga específica de rotura
A
Máxima
Kg/cn:?
2040
609
1087
1596
1004
890
E)
956
1481
(5)
SA A
Mínima | Promedio
Kg/cm? Kg/cm?
1679 1901
230 422 (5)
857 988
1384 1490
839 922
609 192
873 914
1152 1338
E 922 (*)
461 488
329 32)
— 890 ()
Es 1251 (3)
1054 16015)
938 1078 (*)
E 1252 (*)
od 518 (1)
708 804
1648 1808
= 824 (?)
905 A)
692 801
1038 1054
= AS)
13305 1429
659 (| 741 (0)
625 728
1120 1476 (*)
1349 1493
278
CUADRO VI (conclusión)
Ensayo
No E
Número
de
orden
109
Nombre común
Roble.
»
Sauce colorado.
»
»
Sombra de toro.
Tala.
Tatané.
Tembetarí.
Timbó blanco.
Timbó negro.
Tinticaco.
Tipa.
Tipa blanca.
»
Tipa colorada.
Traga-palo o Guapoy.
Tusca.
Ybirá-niná.
Ybirá-pepé.
Ybirá-pitá.
Ybirá-ré.
Uiña o Uiñaj.
Urundel.
Urunday blanco.
Urunday colorado.
Vinal.
Viraró.
Zapallo caspl.
Procedencia
Jujuy.
Tucumán.
Jujuy.
Tucumán.
Salta.
»
Córdoba.
Tucumán.
»
Salta.
Jujuy.
Tucumán.
Chaco.
»
Córdoba.
Tucumán.
Jujuy.
Salta.
Jujuy.
Chaco.
Jujuy.
Chaco.
Tucumán.
Jujuy.
Chaco.
»
Tucumán.
»
Jujuy.
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Carga específica de rotura
e ES E E
Máxima Mínima | Promedio
Kg/cm” Kg/cm? Kg/cm”
740 960 638
sd a 395 (*)
sl 495 (11)
428 395 411
148 82 12109
923 873 895
905 992 153
*) - >
E PR 1088 (*)
890 560 7136
(e) ARO pa
(2) EU PAN
1020 495 136
527 247 342 (*)
(ES) A a
592 560 576
(3) ple La
856 790 823 (*)
1020 740 882 (Y
1038 813 9536
1416 1054 1251
263 230 246 (0)
1218 Il 1094 (*)
1070 707 951
03) E
987 527 197
1448 1185 1320
824 7158 TIAS)
AMAS ZAS) 1465 (')
1382 TDS 1370
(5%) a ==
1300 1087 1214
692 625 659 (*)
642 346 AZ)
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS
CUADRO VII
Dureza
279
Ensayo
No E
3949
3630
3631
3612
3929
3583
3467
3917
3584
3947
3468
3518
3514
3466
3948
3602
3399
3994
3524
3642
36453
3639
3471
3550
3473
3641
3504
3540
3497
3638
3382
Número
de
orden
ua
0 Hg
DINSA COFTNOSENO
174
117
Nombre común
Agata.
Aguay.
Aguay guazú.
Algarrobo.
»
Algarrobo blanco.
»
»
Algarrobo negro.
Aliso.
Arca.
Arrayán.
Atamisqui.
Barba de tigre.
Biscote.
Brea.
Casita.
Cambá-acá.
- Canelón.
Cardón del valle.
Cascarón.
»
Cedrillo.
Cedro.
»
»
Ceibo.
»
Procedencia
Jujuy.
Chaco.
»
»
Tucumán.
Córdoba.
Salta.
Tucumán.
Córdoba.
Jujuy.
Salta.
Tucumán.
»
Salta.
Jujuy.
Córdoba.
»
Tucumán.
»
Chaco.
»
»
Salta.
Jujuy.
Salta.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
Chaco.
Jujuy.
Cifra Brinell
A IC Ar ga
Prome- 53
Máxima | Mínima TS
dio (%)
ST 2.5 4.2 500
=>
6.9 2.8 5.4 500
12 o la US) 500
9.0 6.9 8.1 500
3.8 5.8 6.8 500
6.6 DO 6.1 500
9.0 8.0 0 500
10.0 Sil 8.9 500
330 50) 9.3 500
6.1 nO 4.7 500
10.0 8.4 8.9 500
A
9.0 6.6 7.6 500
(5) 7 Ca
(E) =P Es >
4.8 DA DO 500
AO 1.8 340 200
5.9 2.0 3.6 200
e
A A OO
7.9 Dl 1235 TODO
4.6 3.8 ARO 500
10.6 6.6 desd 200
A
a a SEO
PO) 0.7 108) 200
A DE 2.8 200
Observaciones : (*) No se efectuaron determinaciones porque la muestra estaba en
malas condiciones; (*%) No se efectuaron determinaciones porque no lo per-
mitió la muestra.
($) Las cifras que figuran en esta columna son el resultado del promedio de
seis determinaciones.
280 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
CUADRO VII (continuación)
Cifra Brinell
Ensayo SS z : IO ;
No E de Nombre común Procedencia -p
orden Máxima | Mínima pa A
dio |
|
3475 10 | Ceibo. Salta. 2.1.1 1.2| 1.6 O)
3999 88 | Cebil. Jujuy. 8.6 42 AS 500
3546 81 | Cebil blanco. Tucumán. (8) — — —
3472 a » Salta. (o paa ae E 1
9498 33 | Cebil colorado. Tucumán. (5) — == — |
3533 68 | Cebil moro. » 5.9 | 3.4 | 4.7 | ON
3505 40 » » 8.8. | 7.4 | 7.9 ON
3595 | 130 | Coco. Córdoba. 3.8 | 3.11 3.61 OU
9996 del » Tucumán. 4.4 3.8 Al 500
3506 41 | Cochucho. » 3.1 | 2.7 | 2.8 SUN
3474 9 » Salta. 5.0.1 3.81 4.5 100081
3551 86 | Coronillo. Jujuy. (2) sen El a :
3470 5 » Salta. (?) ne se 3 [
3636 | 171 | Curupí-caú. Chaco. 4.4 | 3.5 | 3.9 | AM
SoL1 46 | Chal-chal. Tucumán. | () =— = E l
3169 4 » Salta. 1-1 - [IM
3591 126 | Chañar. Córdoba. 6.2 5.6 5.8 | SUE!
3644 | 180 » Chaco. 6.0 | 4.4 | 4.9 QUO]
3552 87 » Jujuy. (1) =- — E |
35220 57 » Tucumán. | 3.83 | 2.6. | 2.9 [| 500!
3523 | 158 | Espina corona. Chaco. 0 7 8.3 | “500 |
3593 | 128 | Espinillo. Córdoba. | L002 0 7é 9.3 | 1000
3559 90 » Jujuy. 3.7 2.5 3.1 | SOU
3596 | 131 | Espinillo bravo. Córdoba. | 14.1 | 11.8 | 13.0 | 1000 |
3588 |-123 | Garabato. » (1) = == — |
3626 161 | Guabiyú. Chaco. EAS 9.9. 1 10.8 | LO0% |
3635 | 170 | Guapoy o Traga-palo. » 4.8 | 2.8 | 3.81 2
3556 91 | Guayabil. Jujuy. 6.2 | 2.8 | 5.4 ¿QUA
3600 135 | Guayacán. Sgo.del Esto| 9.2 7.3 8.3 ¡ 1000 |
3608 | 145 » Chaco. 17.6 | 15.1 | 16.5 | 100U8BA|
3557 92 » Jujuy. 18.0 | 14.8 | 16.2 | 1000!
327062 » : Tucumán. | 13.2 | 12.6 | 12.9 | 1000% |
3622 | 157 | Guayaibí amarillo. Chaco. 9.21 5.9 | 7.2 | LOQU |
3621 156 | Guayaibí blanco. » 8.2 6.9 7.4 | 1000
3541 76 | Gúili. Tucumán. | 13.2 6.9 9.0 | 1000.
3589 124 | Higuerón. Chaco. (E) — =- =
- 3904 39 | Horco cebil. Tucumán. | 11.2 SUS 0d 500 l
3598 93 | Horco molle. Jujuy. 8.4 6.7 71.3 500
3512 47 » Tucumán. 8.4 6.9 Gall 500
3360 95 | Horco quebracho. » 13.8 1 11.81 127A 3006 l
AA
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS
CUADRO VII (continuación)
281
Ensayo
No E
3999
3614
3035
3632
3097
3362
3942
31499
34717
3610
- 3061
3913
3496
3644
3999
3526
3508
3478
3619
3479
3618
3476
3631
3601
3565
3513
3985
3964
35391
35921
3481
3528
3480
3598
3609
3963
3394
3482
3367
3566
Número
de
orden
188
144
129
102
101
Nombre común
Horco cebil.
Ibirá-pitá.
Iguacé.
Iguahay.
Ingá.
Lanza.
LapachoráoLapachona
Lata.
Laurel.
»
»
Laurel amarillo.
Laurel.
Laurel negro.
Lecherón.
Mandubí-rá.
Manzano silvestre.
Mato.
»
Mistol.
Mocau.
Molle.
Molle colorado.
Molle de beber.
Mora.
»
Moradillo.
Morochillo.
Naranjillo.
Nogal.
Procedencia
Tucumán.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
Salta.
Chaco.
Jujuy.
Tucumán.
»
Chaco.
Tucumán.
»
»
Salta.
Chaco.
Salta.
Chaco.
Salta.
Chaco.
Córdoba.
Jujuy.
Tucumán.
Córdoba.
Jujuy.
Tucumán.
»
Salta.
Tucumán.
Salta.
Córdoba. '
Chaco.
Jujuy.
Córdoba.
Salta.
Jujuy.
»
Cifra Brinell
A Carga
Máxima | Mínima Ts E
dio
9.4 6.8 8.0 | 1000
o Ll=|= i-
(E) e Gen 7
7.0 6.5 6.8 | 1000
7.4 DO 6.8 200
8.3 7.2 Mes L000
10.0 El 3.8 500
(E) —=
O 90H ELO. 0521000
ZA TOS E On TO00
II O Sl OOO
10.4 76d 8.4 500
da AA AO O 500
7.4 a) 6.8 500
6.8 5.3 6.1 500
O l= = | -
O A O
Sl 3.6 3.1 500
5.8 4.8 5. 500
6.5 4.4 5.3 500
8.2 6.6 El 500
all 1.5 1.8 500
0 |p=|=|-
OA a 00
AS Sil IR LODO
14.8 3.8 | 10.9 | 1000
16.8 a a a 01010)
9.4 4.8 6.8 | 1000
10.4 8.2 90 500
Oda
1309 (IO SA 51000
O >|
9.2 2.8 4.5 500
OS
1146 11606 | 300
14.8 11.8 1ESIN 1000
A 7.2 WAFALOOO
11.5 IA ARO GE RELDOO:
90 7.4 8.5 500
(ae 6.2 7.0 500
282 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
CUADRO VIL (continuación)
Cifra Brinell
No Número Ñ ! A
No E de Nombre común Procedencia .
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3489 | 94 » Salta. Do) al s9) 9-0
3613 148 | Nandubay. Chaco. SIA SS SS
3570 105 | Pacará. Jujuy. (1) —
3530 65 » Tucumán. 8.6 6 7.5
3503 | 38 » » 0) 2. 2.6
3484 | 19 » Salta. TEA ln E do
3569 | 104 | Palo amarillo. Jujuy. ES 6.8 ES
33068 103 | Palo blanco. » 10.0 9.4 9.8
3991 72 » Tucumán. (8%) —
3620 155 | Palo lanza. Chaco. 8.2 6.6 nl
3044 79 | Palo San Antonio. Tucumán. lo. ES Só
3485 20 | Palo santo. Salta. 9.5 9.1
3629 164 | Piñal. Chaco. (6) > ==
3603 | 138 | Piquillín. Córdoba. So O
3483 | 18 » Salta. 6.1 0.2 Dl
3493 28 | Quebrachillo. » IS a led:
3590 125 | Quebracho blanco. Córdoba. (?) — —
3605 140 » Chaco. (5) —
3912 107 » Jujuy. MO IAOZ A PO LS
3992 67 » Tucumán. (5) — =
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3516 51 » » 17.6 deal TAS
3492 27 » Salta. (38 6.5 AU
35992 127 | Quebracho colorado. Córdoba. 1 lO AZ EZ,
3604 139 » Chaco. A AS OZ
39711 106 » Jujuy. A OA UE
9945 80 » Tucumán. (5) = ==
3494 29 » » (E) —
3515 50 » » A NOA 6
3997 132 | Quebracho flojo. Córdoba. ESO AO OO
3973 108 | Quina-quina. Jujuy. LS
3491 26 » Salta. (6) — =
3510 45 | Ramo. Tucumán. (ES) —= —
3374 109 | Roble. Jujuy. 9.3 3.1 4.3
3509 44 » Tucumán. Dil 3.0 3.4
95916 111 | Sauce colorado. Jujuy. 9.8 9.9 8.3
3399 70 » Tucumán. 4.2 3.0 OR
3490 25 » Salta. 2.8 140 204
- CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LAS MADERAS ARGENTINAS
CUADRO VIIL (conclusión)
3027
3611
3520
9381
3606
3607
Número
de
orden
Nombre común
Procedencia
Sombra de toro. Salta.
Tala. Córdoba.
» Tucumán.
» »
» Salta.
Tarco. Jujuy.
» Tucumán.
Tatané. Chaco.
Tembetarí. »
Timbó blanco. »
Timbó negro. »
Tinticaco. Córdoba.
Tipa. Tucumán.
Tipa blanca. Jujuy.
» Salta.
Tipa colorada. Jujuy.
Traga-palo o Guapoy. | Chaco.
Tusca. Jujuy.
Ybirá-niná. Chaco.
Ybirá-pepé. »
Ybirá-pitá. »
Ybirá-ré. »
Uiña o Uiñaj. Tucumán.
Urundel. Jujuy.
Urunday blanco. Chaco.
Urunday colorado. »
Vinal. Tucumán.
Viraró. »
Zapallo caspi.
Jujuy.
Cifra Brinell
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Máxima | Mínima a e de
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6.2 9.4 5.3 | 1000
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8.2 6.2 7.3 | 1000
6.6 5.3 5.8 900
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4.8 2.8 3.8 200
9,4 6.2 15 500
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8.4 7.6 8.1 500
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64 » Tucumán. 0.60 0.0006 1.25 0.0013 5
118 Algarrobo blanco. Córdoba. 0.55 0.0006 0.60 0.0006 o
2 » Salta, = IS
52 » Tucumán. 0.0320 0.80 0.0008 0.0675 1.00 0.0010 ES
3584 119 Algarrobo negro. Córdoba. 0.0370 0.35 0.0004 0.0875 .05 0.0011 Z
3547 » Jujuy. 0,0300 0.55 0.0006 0.0885 .90 0.0009 E
3468 » Salta. >
3518 » Tucumán. 0.0295 0.45 0.0005 0.0520 0.70 0.0007
3514 49 Aliso. » 0.0090 0.45 0.0005 0.0905 1.70 0.0017
3466 1 Arca. Salta.
3548 83 Arrayán. Jujuy. 0.0260 0.35 0.0004 0.0008
3602 Atamisqui. Córdoba. 5)
3599 Barba de tigre. » -0s 0-0007 0.0010
Observaciones : (*) No se efectuaron determinaciones porque la muestra estaba en malas
ciones porque no lo permitió la muestra,
Cascarón.
»
Cedrillo.
Cedro.
»
»
Ceibo.
»
»
Cebil.
Cebil blanco,
»
Cebil colorado.
Cebil moro.
»
Coco.
»
Cochucho.
»
Coronillo,
»
Curapí-caú,
Chal-chal.
»
Chañar.
»
»
»
Salta.
Chaco.
Jujuy.
»
Chaco.
Jujuy.
Salta.
Ji
Salta.
»
Córdoba.
»
Salta.
Jujuy.
Salta.
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Tucumán.
Salta.
Córdoba.
Chaco.
Jujny.
Tucumán.
Duenmán-
Tucumán,
Tucumán.
'Tacumán.
Tucumán.
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0.0130 0.0003 0.0011
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0.0190 0.0005 0.1005 0.0020
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0.04 . 0.0017 0.0905 .15 0.0032
0.1020 4d. 0.0043 0.1340 7.20 0.0072
0.0595 dh 0.0044 0.0505 4.50 0.0045
0.0100 0.0005 0.0530 0.60 0.0006
169) — = = 5 =
19)
(6) ==
(6)
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0.0320 0.75 0.0008 0.0930 1.50 0.0015
0.0385 0.65 0.0007 0.0715 1.40 0.0014
0.0155 0.50 0.0005 0.1020 1.65 0.0017
(E) = >= _— = 3
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0.0300 0.75 0.0008 0.1170 3.70 0.0057
()
0.0360 0.70 0.0007 0.0510 05 0.0010
0.0320 0.50 0.0005 0.0810 1.10 0.0011
0)
0.0070 0.45 0.0005 0.0625 1.25 0.0013
condiciones; (*%) No se efectuaron determina-
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3601
3565
3513
3585
3564
3531
3521
3481
3528
3480
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Nombre común
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Espinillo brayo.
Garabato.
Guabiyú.
Guapoy o Traga-palo.
ayabil.
cán.
Higuerón.
Horco cebil,
Horco molle.
»
Horco quebracho.
en Se
Da
Lanza.
Lapacho.
»
»
»
Lapachorá o Lapachona
Lata.
Luurel.
»
»
Laurel amarillo.
Laurel.
Laurel negro.
Lecherón.
Mandubí-rá.
Manzano silvestre.
Mato.
»
Mistol,
»
»
»
Mocan,
Molle,
Molle colorado.
Molle de beber.
Mora.
»
Moradillo,
CUADRO VII
continuación)
Desguste
a PA
Sentido de las fibras Perpendicular a las fibras
Procedencia EE EA
urea laa E En gramos | Espesor a
por en? en mm. CR por em? en mm. e
Chaco. 0.70 0.0007 0.1045 0.95 0.0010
Córdoba. 0.50 0.0005 0.0805 0.70 0.0007
Jujuy. 0,75 0.0008 0.0510 1,25 0.0013
Córdoba. 0.0305 0.40 0.0004 0.0900 0.85 0.0009
» (0)
Chaco. 0.0420 0.35 0,0004 0.0595 0.45 0.0005
» 0.0615 0.0026 0.1790 6.00 0.0060
Jujuy. 0,0200 0 0.0005 0.0765 1.50 0.0015
Sgo.del Est 0.0435 0 0.0003 0.0900 0.65 0.0007
Chaco. 0.0325 0 0.0003 0.1585 1.05 0.0011
Jujuy. 0.0410 0. 0.0004 0.0160 0.35 0.0004
Tucumán. 0.0150 0 0.0002 0.0430 0.35 0.0004
Chaco. 0.0175 0 0.0002 0.0750 0.50 0.0005
» 0.0225 0 0.0005 0.0700 1.50 0.0015
Tucumán. 0.0460 0 0.0005 0.0340 0.0004
Chaco. O)
Tucumán. 0.0205 0.0007
Jujuy- 0.0200 0.0008
Dueumán. 1.0010
EN 0.0003 o. 0.0007
0.25 0.0003 0.0015
> 0.0001 0.0008
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Jujuy. 0.0345 0.25 0.0003 0.0480 0.0009
Tucumán. 0.0200 0.10 0.0001 0,0355 0.0004
» 0.0490 0.70 0.0007 0.0780 0.0010
Chaco. 0.0465 1.20 0.0012 0.1760 0.0041
Tucumán, 0.0220 0.45 0.0005 0.1100 0.0015
» 16)
» 0.0350 0.65 0.0007 = =
Salta. 0.0225 0.65 0.0007 0.0740 = —
Chaco. 0.0380 0.90 0.0009 0.1135 1.80 0.0018
Salta. 0.0210 0.50 0.0005 0.0750 1.10 0.0011
Chaco. 0.0250 1.10 0.0011 0.1175 1.65 0.0017
Salta. 0.0035 0.55 0.0006 0.0925 2.45 0.0025
Chaco. (5) —- = = — =
Córdoba. 0.0415 0.50 0.0005 0.0540 0.55 0.0006
Jujuy. 0.0370 0.45 0.0005 0.0465 0.45 0.0005
Tucumán. 0.0165 0.25 0.0003 0.0605 0.70 0.0007
Córdoba. 0.0460 0.35 0.0004 0.0685 0.65 0.0007
Jujuy. 0.0470 0.50 0,0005 0.0460 | 0.65 0.0007
Tucumán. 0.0305 0.40 0.0004 0.0390 1.90 0.0019
» 0.0175 0.40 0.0004 = == E
Salta. 0.0275 0.15 0.0002 0.0560 1.00 0.0010
Tucumán. () =
Salta. 0.0245 0.40 0.0004 0.0810 1.05 0.0011
Córdoba. (69)
Chaco. 0.0250 0.40 0.0004 0.0890 1.10 0.0011
Jujuy. 0.0295 0.90 0.0009 0.1160 1125: 0.0013
Córdoba. 0.0640 0.70 0.0007 0.0420 50 0.0005
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CXIII
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CUADRO VIIL (continuación)
Ensayo
No E
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3485
3629
3603
3483
3493
ano
Número
do orden
Nombre común Procedencia
Morochillo. Salta.
Naranjillo. Jujuy.
Nogal. »
» Tucumán.
» »
» Salta.
Nandubay. Chaco.
Pacará. Jujuy.
» Tucumán.
» »
» Salta.
Palo amarillo. Jujuy.
Palo blanco. »
» Tucumán.
Palo lanza. Chaco.
Palo San Antonio. Tucumán.
Palo santo. Salta.
Piñal. Chaco.
Piquillín. Córdoba.
» Salta.
Oardeba-
Guebrachillo-
Guebenoho blanes
» Salta.
» Chaco.
» Jujuy.
» Tucumán.
» »
» »
Quebracho flojo. Córdoba.
Quina-quina. Jujuy.
» Salta.
Ramo. Tucumán.
Roble. Jujuy.
» Tucumán.
Sauce colorado. Jujuy.
» Tucumán.
» Salta.
Sombra de toro. »
Tala. Córdoba.
» Tucumán.
» »
» Salta.
Tarco. Jujuy.
» Tucumán,
Tatané. Chaco.
Tembetarí. »
Timbó blanco. »
Timbó negro. »
Tinticaco. Córdoba.
Tipa. Tucumán.
Tipa blanca.
Jujuy.
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Desgaste
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Sentido de las fibras Perpendicnlar a las fibras
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En gramos Espesor lao desgaste | ET Eramos nor la desgaste
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0.0150 0.0004 0.0810 0.90 0.0009
0.0145 0.0005 0.0960 1.70 0.0017
0.0195 0.0006 0.1040 1.75 0.0018
(5)
0.0235 0. 0.0004 0.0995 1.65 0.0017
0.0355 0 0.0005 0.0855 0.80 0.0008
0)
0.0285 0.0005 0.0640 0. 0.0008
0.0150 0.0007 0.0590 de 0.0015
0.0445 0.0007 0.0650 2 0.0025
0.0315 0.0005 0.1025 1 0.0015
0.0325 0.0007 0.0950 1. 0.0012
(9)
0.0165 0.20 0.0002 0.0650 0.80 0.0008
0.0320 0.35 0.0004 0.0365 0.30 0.0003
0.0320 0.50 0.0005 0.0410 0.0009
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0-0305 o. 0.0004 0.0810 0.0009
0.0205 o. 0.0002 0.0835 0.0010
0-0370 o 0.0003 0.0995 0.0010
0-0004 0.1700 0.0005
0.0003 0.0460 0.0007
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0.0004 0.1005 0.0010
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16)
0.0245 0.0005 0.1235 0.50 0.0005
0.0470 0.0004 0.0780 0.80 0.0008
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0.0320 0.65 0.0007 0.1005 2.05 0.0021
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(0) E
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(69)
(9) E
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(0)
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ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA
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COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS 0
LE REGIME PLUVIOMETKRIQUE
ÉTUDIÉ SELON LA MÉTHODE D'ORDONNANCE EN SÉRIE ASCENDANTE
POR A. JATHO
De méme que dans toute statistique, on emploie aussi en pluvio-
métrie, la moyenne arithmétique comme valeur normale des précipi-
tations. En effet, dans les pays de Europe et d'autres qui ont un
régime pluviométrique assez régulier cette moyenne est une expres-
“sion satisfaisante des précipitations normales annuelles (mais non des
mensuelles). Cependant, dans les régions qui, comme la plus grande
partie de Amérique du Sud, sont sujettes a de fortes variations des
précipitations, la moyenne arithmétique peut étre tres élevée á cause
des précipitations excessives des années tres humides. C'est cette ob-
servation quí a induit Pauteur a chercher une moyemne plus adéquate
aux précipitations, et a élaborer un systeme pluviométrique nouveau
qwil appelle « ordonnateur », puisqwil s'appuie sur lordonnation des
valeurs observées en série ascendante. ll a établi les bases de ce syste-
me dans un travail dactylographié remis, fin d'octobre 1930, á la Com-
mission organisatrice de la premiere Réunion nationale argentine de
véographie. Ce travail a été discuté devant la Réunion susdite, le 27
avril 1931. Depuis lors, Pauteur a repris ses études et réuni les ré-
sultats dans un livre quí paraitra prochainement en Allemagne sous
(1) En agosto de 1931, nos entregó el señor profesor Alfredo Jatho un trabajo
titulado El régimen pluviométrico estudiado según el método de ordenación en serie
ascendente, y al que agregó más tarde un capítulo referente a las Tablas trimes-
trales. Debido al exceso de material y a otras dificultades, no nos ha sido todavía
posible publicar ese trabajo, y como aún pasará cierto tiempo antes de que poda-
mos hacerlo, damos hoy un resumen de su contenido, a fin de asegurar la prioridad
de la idea de haberse aplicado, a la pluviometría, el método que el autor llama
« ordenativo ». :
292 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
le titre : Die Untersuchung der Niederschlaege nach der Methode der
Hoehenordnung.
Les Anales de la Sociedad Científica Argentina publieront plus tard
un extrait d'une partie de ce livre, et, en attendant nous en donnons
1ci un résumé. La méthode développée est bien connue dans la sta:
tistique mathématique, quoique Pauteur ne la su, que depuis la remise
du travail primitif. Mais on verra aussi que, précisément, par son
adaptation a la pluviométrie cette méthode a recu une interprétation
aussi nouvelle qu'utile et importante tandis que, auparavant, elle
n/avait qu'une portée théorique et abstraite.
Considérons quelques uns des traits les plus caractéristiques du
systeme pluviométrique ordonnateur. Nous possédons le registre des
précipitations de Buenos Aires depuis P'an 1861. Jusqu'a1930 il y a
donc 70 années registrées. En ordonnant les 70 valeurs des précipi-
tations annuelles observées selon leur hauteur, nos obtendrons une
série ascendante qui commence avee la valeur minimum 504 mm. et
termine avec la valeur maximum 2023 mm. Divisons cette série en
quatre parties égales par trois coupes équidistantes, et soient q,, Mi, Y,
les trois valeurs coupées. En raison de sa position, nous appelerons m;
la valeur «intermédiaire» (médiane), tandis que Pon nomme « quartil
inférieur » et « quartil supérieur », les valeurs q, et q,. Dans le régl-
me cité des précipitations annuelles de Buenos Aires ces valeurs sont
Y =1711 mm., m;== 918 mm., q, =1069 mm. La moyenne arithméti-
que est, au contraire, égal a 951 mm., plus grande que l'intermédiaire.
Le valeur intermédiaire et les deux quartils sont les trois valeurs
les plus importantes de la méthode ordonnatrice. Quelle est la sig-
nification de la valeur intermédiaire m;? En raison de la position de
m;1l existe la méme probabilité, pour que, en une année quelconque,
les précipitations soient ou inférieures ou supérieures a m;. Cette
valeur est donc la plus probable, cest-á-dire, celle sur laquelle 1l
faudra compter normalement et non sur la moyenne arithmétique.
La différence des deux moyennes est tres grande dans les régimes
irrégnliers. Par exemple, on trouve pour les précipitations annuel-
les de Santiago du Chili la moyenne arithmétique égale a 358 mm.
et la valeur intermédiaire seulement égale a 296 mm.
Quant aux deux quartils, nous devons nous limiter ici á dire quíils
entrent comme éléments fondamentaux dans les formules, avec les:
quelles la méthode ordonnatrice détermine la variation des précipl:
tations.
Nous pouvons étudier les valeurs de la série ordonnée aussi de la
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS 293
maniére suivante. Soit, par exemple, le quadril inférieure q,. Trois
-quarts de toutes les valeurs données sont égales ou plus grandes que
q. U y a done la probabilité 34, qu'en une année quelconque les
précipitations soient égales ou plus grandes que le quartil inférieur,
et analoguement il y aura la probabilité 1 * 2, respectivement 1/4,
que les précipitations soient égales ou plus grandes que Vintermé-
diaire m; respectivement le quadril supérieur ,. La méthode ordon-
natrice assigne done a chaque valeur de la série ordonnée un indice
déterminé de probabilité, est c'est en cela que consiste sa grande
supériorité sur les autres méthodes. Des trois valeurs q,, Mi, q, Vau-
teur considere la connaissance du quartil inférieur q, une impor-
tance capitale pour Pagriculture, puisque quand les apréts agricoles
s'effectuent á base de cette valeur, on pourra espérer avec la proba-
bilité suffisante 3 * 4 un bon succes.
En se fondant principalement sur la magnifique collection des ré-
vistres météorologiques réunis dans les World Weather Records (Was-
hington, 1927), Vauteur a étudié, selon la méthode ordonnatrice, les
régimes pluviométriques de toute la Terre, et croit que les résultats
auxquels il a pu parvenir, en regard a leurs conséquences pratiques
et á leur intérét théorique, ont une importance telle, qwils lui per-
mettent d'exprimer sa pleine conviction, d'étre la méthode ordonna-
trice, appelée a servir de base a la pluviométrie future.
BIBLIOGRAFÍA
PORACSAO AD
DENAND, LÉon, Nouveau Lexique Technique Allemand- Francais € Francais-
Allemand. Un tomo en 8% (14 X 22), 308 páginas, encuadernación tela.
Precio en Buenos Aires 82,50 francos. París € Lieja. Librería Ch.
Béranger.
El profesor del Liceo y encargado de las Conferencias en idioma alemán
de la Escuela Nacional Superior de Minas de Saint-Etienne, autor de este
léxico, al publicar una nueva edición, ha ampliado considerablemente la
precedente agregando muchos términos nuevos, especialmente los relativos
a la industria textil. La parte franco alemana es enteramente nueva. Los
términos se refieren, en general : a la explotación de las minas, metalurgia,
industrias textiles, geología, mineralogía, paleontología, física y química
senerales, matemáticas, mecánica, electricidad, magnetismo, T. $S. F., tele-
orafía y telefonía, medios de transporte (auto, avión, FF. CC.), construe-
ciones, máquinas, ensayo de materiales, tesorería, gestiones, etc.
El uso de este léxico supone el conocimiento previo de nociones elemen-
tales sobre la contextura de las frases alemanas, la gramática y el vocabu-
lario corriente de ese idioma.
El autor se ha esforzado en crear un instrumento de fácil manejo para
todos aquellos que, poseyendo el francés, deseen estar al corriente de los
progresos científicos y de los procedimientos de fabricación industrial alema-
nes, recorriendo las publicaciones técnicas redactadas en este último idioma.
MAGEÉER Henri, Les nouvelles méthodes de prospection. Un tomo en 80
(14 X 21), 160 páginas con 34 figuras. Precio 20 francos. París, 1932.
Librería J. B. Bailliére $ Fils.
El autor, presidente de la Sociedad « Radio física » de Francia, sé ocupa,
en este libro, de los grandes fenómenos del suelo, de su superficie y de los
que determinan las fuerzas de la naturaleza, presentando continuamente
problemas que se ofrecen así al examen de los investigadores y de los
sabios. Por su parte expone los resultados de sus estudios y trabajos perso-
nales.
Al terminar, manifiesta haber hecho conocer lo que es el éter, lo que son
las fuerzas, la materia, los átomos, los cuerpos y la vida.
OA
ÍNDICE GENERAL
DE LAS
MATERIAS CONTENIDAS EN EL TOMO CENTÉSIMO DÉCIMOTERCERO
OTro GOTTSCHALK, Líneas de influencia y estática natural....................
P. MAGNE DE LA CROIX, Evolución del galope transvers0............ a AS
CarLos RuscoNtI, Dos nuevas especies de mustélidos del piso ensenadense (Gri-
sonella Hennigi n. sp. et Conepatus mercedensis praecursor subsp. M.........
JosÉ ARAMBURO, Cálculo de los azimutes de líneas geodésicas y tablas conexas
paramuso-del ingeniero... e... 2. ...%.. ESOO SS dae
CArLOS RuscoNr, La presencia de anfibios e Ecaudata ») y de aves fósiles en el
piso ensenadense de Buenos Alres................ o SL RES A OS Al
P. MAGNE DE La CROIX, Les deux formes du galop pithécolde.............. e
J. C. VIGNAUX, Series e integrales divergentes sumables con el método de Hardy.
CARLOS RUscoNI, Una nueva especie de comadreja fósil Didelphys Seneti, n. sp..
OS ANMOBELNO, Miguel Dillo (1862-1903 LD) o a a
INGE OALLARDO, El ingeniero. Carlos Janet........o.o0ooocosoc cio... Dio
Contribución al estudio de las maderas argentinas. Datos botánicos, físicos y quí-
micos. Trabajo del Laboratorio de la Sección Técnica de las Obras Sanitarias
de la Nación, con las clasificaciones botánicas revisadas por el profesor José
F. Molfino. Publicación de la Sociedad Científica Argentina... ........o.o... AL
CICLO DE CONFERENCIAS (1930)
C. C. ZoN CALDENIUS, Las glaciaciones cuaternarias en la Patagonia y Tierra
del Fuego y sus relaciones con las glaciaciones del hemisferio boreal. Estudio
EXA A EA O AO
CarLos Wautkkrs, La técnica, base de la diplomacia, en las Cataratas del
(EMRÉ + ¿do o A AE POSEA EE e e A
Nirs A. LANNEFORs, Perspectivas que ofrece la industria del plomo en la Ar-
COM a A OEP qe
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS
J. C. VIGNAUX, Sur la sommabilité absolue des intégrales divergentes par la
mámoda 0 CONO rb avs oo iaa
J. C. VIGNAUX, Sobre la transformación generalizada de Laplace...... e
241
40
Ye E E A NE “A » E ro >> cn Pia O Es 0. PS E 4, A ES
296 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
J. C. VIGNAUX, Un teorema sobre producto de series sumables con el método de
A UA io eS id ios plcdicicio a OA
ALereEDO Jarno, Le régime Pluviométrique étudié selon la méthode d'ordonnan-
ce en série ascendante...... A A co o A Too o o Ob
NOTAS NECROLÓGICAS
C. C. D., Notas biográficas relativas al ingeniero Aramburo.............. OO!
CAC. D:, “Ingeniero. Pedro Agur isa ia TO EÍSIa Eo oo
CCD: Lucas Kraglevich (LSSI ROO ce: Ó e
NOTAS VARIAS
vil Congreso Científico Americano at aa OO e Ea
Doctor (Carlos Brico Udo dd IS E ETA ES a
Unión [bero-Americana o EA E de e 2 A
Doctoral Has A O OSO e SO Soo
Antonio Alonso RÍOS.............. O ORO SETA NOS EOS ENS OO RTO OS
Homenaje a la memoria de Lucas Kraglievich................ ee IO
Congreso Internacional de los Matemáticos en Ziirich (1932).............. Eran
Memoria anual de la Presidencia de la Sociedad Científica Argentina relativa Al
periodo ISI Li pas bdo. e ARAS So
Unión Internacional de Química........... A OS A OSI AÓE
Congreso electrotécnico sudamericano. Su postergación. ........... ROBO 50
Profesor Juan MU ect lios an de: O IO EAS NA ESOO
BIBLIOGRAFÍA
CUCID CS o A OS O A Dd 47, 93, 141, 191, 236
o o e dns isa e A OE O o al doo bo o
AO CA O oda ao $ SO CADA CORO Ne o j
E ds an AE ES Mo El tds AI O UAEM So SO
— ot —
Moreno, Evaristo V.
- Marchionatto, Juan B.
- Marchisotti, Alfredo C,
-—Maresca, Antonio J.'
de Marolda, Ismael C.
- Marotta, Pedro F.
Massini, Carlos.
Mayol, Jorge J. A. -
Méndez, Julio.
Meoli, Gabriel.
Mercante, Víctor.
E Mercau, Agustín.
Mermoz, Fco. Alberto.
"3 Mey, Carlos V.
Molfino, José F.
Molina Civit, Juan.
Mohring, Walther.
Mosca, Juan José C.
Mouchet, Enrique.
-—Mulball, Jaime.
Nágera, Juan José.
- Natale, AHredo.
Negrete, Lucía.
- Negri, Mario L.
Nicola, Carlos de. *
Nielsen, Juan.
Oliveri, Alfredo E.
Ortiz de Rosas, Jorge.
Ortiz, Ricardo M.
- Otamendi, Rómulo.
- Otamendi, Gustavo.
Outes, Félix F.
Paez, José Ma,
Page, Franklin Nelson.
- Paitoví y Oliveras, Antonio.
Parodi, Edmundo.
Parodi, Lorenzo R.
—Pasman, Raúl G.
o Pauly, Antonio.
Pastore, Franco.
Paz Anchorena, José M.
Peirano, Santiago $.
- Péndola, Agustín. (h.).
Pérez Hernández, Ángel.
SOCIOS ACTIVOS (Continuación)
Pestalardo, Agustín.
Piana, Juan $.
Piazza Vallejo, Licurgo.
Pini, Aldo $. |
Quartino, José N.
Quiroga, Pedro R.
Raimondi, Alejandro.
Raffo, Bartolomé M.
Ramaccioni, Danilo.
Rebuelto, Emilio.
Rebuelto, Antonio.
Reece William, Asher.
Renacoo, Ricardo.
Repetto, Blas Ángel.
'Rissotto, Atilio A.
Rodríguez Aravena, Santos.
Roíto, Juan.
Rojo, Dario Juan.
Roldán, Raimundo.
Rokotnitz, Otto.
Rospide, Juan.
Rossell Soler, Pedro A.
Ruata, Luis E.
Ruiz Moreno, Isidoro.
Sabatía, Enrique.
Sabatini, Ángel.
Sagastume Berra, Alberto E.
Ss
Salomón, Hugo.
Salomone, Gabriel A.
Sánchez Díaz, Abel.
Sánchez, José R.
Sánchez, Gregorio L.
Sanromán, Iberio.
Santángelo, Rodolfo.
Saporiti, Héctor J.
Sarhy, Juan F.
Savon, Marcos A.
Scala, Augusto.
Schaefer, Guillermo F.
Sekhnack, Benno J.
Sclmiedel, Ottomar.
Sehneidewind, Alberto.
'Schoo Lastra, Oscar.
Selva, Domingo.
Senet, Rodolfo.
Senillosa, Juan Antonio
Sheahan. Juan F.
Sivori, Pedro Nicolás.
Silva, Leonidas L.
Solari, Miguel A.
Soler, Frank L.
Sobral, Arturo.
Sorrentino Diana, Eduardo.
Spinetto, David J.
| Spota, Víctor J.
Spurr, Ricardo.
Storni, Segundo 1. hi
Tamini, Luis Augusto.
Tarragona, José.
Tedeschi, Virgilio.
Tello, Eugenio.
Torre Bertucci, Pedro.
Torello, Pablo.
Trelles, Rogelio A.
Ubeda, Lola. j
Urondo, Francisco Enrique.
Urdapilleta, Wenceslao.
Vallebella, Colón B.
Valentini, Argentino.
Vallejo, Segundo E.
Vanossi, Reinaldo.
Varela, Rufino (h.).
Varela Gil, José.
Vernengo, Roberto.
Veyga, Francico de. >
Vidal, Eduardo.
Vignaux, Juan C.
Villarruel, Ubaldo José.
Virasoro, José Enrique.
Villalobos Domínguez, Cánd.
Volpatti, Eduardo.
Wauters, Carlos.
Williams, Adolfo: T.
White, Guillermo J.
Lappi, Enrique VES
Zuloaga, Ángel M.
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Díaz, Carmen B. de. A E O
Anchorena, Juan E. a pS "Tornquist, eo Comp.
Besio Moreno, Nicolás. E A A
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Estanga, María Victoria. Quinterno, as po o
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pondencia, ete., se enviarán a la Dirección, DADOS, 269. — La DIRECCIÓN. E
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Doctor Reinaldo Vanossi.
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Doctor Nicolás Lozano.
Ingeniero Evaristo V. Moreno.
Doctor Lucio D'Ascoli.
- Profesor José F. Molfino..
Ingeniero Juan José C. Mosca. de
Doctor Abel Sánchez Díaz.
Señor Luis E. Ruata.
Ingeniero Carlos A. Lizer y Trelles.
Ingeniero Juan José Carahelli.-
Ingeniero doctor Eduardo M. Huergo.
Ingeniero Guillermo , Buontempo. |
Doctor Ángel Bianchi Lischetti.
Ingeniero Juan A. Briano. o
Ingeniero Emilio Rebuelto.
Doctor Isidoro Ruiz Moreno.
ANALES
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ANALES
DE LA
SOCIEDAD CIENTIE
ARGENTINA
ADOPTADOS PARA SUS PUBLICACIONES POR LA
ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES
DIRECTOR : CLARO C. DASSEN
YOMO CXIV
Segundo semestre de 1932
BUENOS AIRES
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LAS MALVAÁCEAS ARGENTINAS %
Por TEODORO STUCKERT
RESUMÉ
Les Malvacées argentines. — Il s'agit d'un catalogue des Malvacées de 1 Argen-
tine, confectionné par l'auteur d'apres les données de sa bibliotheque particuliére
et de son important herbier. Il mentionne, ainsi, les représentants de la dite fa-
mille de plantes ayant donné lieu a des classifications de spécialistes. En tenant
compte de quelques Malvacées cultivées, on enumere dans ce travail, 26 genres
distribués en 185 especes, avec 61 variétés et formes de ce si naturel groupement
de phanérogames dicotylédones.
PRÓLOGO
Al entrar en materia, refiriéndonos principalmente a la parte cien-
tífica, nos hemos atenido a efectuar la agrupación de las Malváceas
argentinas, conforme a la obra de Dalla Torre y Harms, Genera Sipho-
nogamarum Systema Englerianum, anteponiendo al nombre de cada
género dos números : el primero, indicador del número general en
el sistema, y el segundo, el especial de cada género; siguiendo a
cada uno la cita de las especies por orden alfabético, a medida que
nos merecen fe, agregando el nombre del autor y el de la obra citada,
y al final su dispersión geográfica dentro y fuera del país.
(%) Este catálogo florístico del señor Teodoro Stuckert, llegó a nuestro: poder
en julio de 1930. La abundancia de material, la extensión del artículo y las difi-
-cultades de interpretación del texto del mismo, hicieron que la publicación se
demorara; ésta se realiza gracias a la intervención dada por esta Dirección al
botánico señor José F. Molfino, quien tuvo a su cargo la distribución tipográfica
del original, dentro de las normas usuales en los Anales, y la verificación de la
segunda prueba sobre la primera corregida por el autor. Ya se encontraba el tra-
bajo en condiciones de ser impreso, cuando se produjo el deceso del señor Stu-
ckert, acaecido en la ciudad de Córdoba el 11 de junio último, a los 80 años de
edad. Como homenaje a la memoria del meritorio autor, el profesor Molfino pu-
blicará, al final del artículo, una noticia bio-bibliográfica referente a la persona-
lidad del naturalista fallecido. — C. C. D.
6 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Agradecemos a los doctores Hans Seckt y Juan A. Domínguez, y al
profesor José F. Molfino, por la gentil y valiosa cooperación prestada
a nuestra tarea.
El número de Malváceas encontradas en la Argentina, hasta la
fecha, se eleva, según la enumeración sistemática, a la cantidad de
26 géneros repartidos en 185 especies, con 61 variedades y formas.
En cuanto a la cantidad numérica de especies de cada género, hemos
hecho un resumen, resultando que los géneros Abutilon Linn., y Sida
Linn., presentan el mayor número de especies, o sean 26; siguiéndoles
Malvastrum Gray, con 21 representantes, mientras que el número de
las otras especies disminuye en cantidad, hasta encontrarse reducidas
a unas pocas huérfanas, inmigradas, adventicias, o bien monotípicas.
Se hallan Malváceas desde el nivel del mar hasta la altura de más
o menos 5000 metros en la Cordillera de los Andes, y desde las tie-
rras frías y áridas de la Patagonia austral hasta las regiones subtro-
picales del Chaco, Formosa y Misiones, habitando tanto en terrenos
húmedos — y a veces hasta en pantanos —, como en tierras secas;
abundan, asimismo, en los campos abiertos de las llanuras, y no
menos en los valles, quebradas y sobre las cumbres pedregosas de las
sierras. Por desgracia, nuestras colecciones son bastante incompletas,
y las del Herbario de la Universidad de Córdoba carecen de buena
conservación, razón por la cual hemos tenido que apelar a exponer
las citas encontradas en la literatura.
Hubiéramos deseado fijar, por distritos separados, la aparición y
propagación de los diferentes géneros y especies; pero su exposición
resultaría difícil e inexacta, por lo que la dejamos sin efecto. Cita-
mos, sin embargo, algunas especies del género Oristaria Cav. (inclu-
sive las de Lecanophora Speg.) que crecen únicamente en terrenos
áridos de la Patagonia y en parajes adyacentes, y algunos represen-
tantes del género Nototriche Turez., cuyas especies son habitantes
exclusivas de las altas Cordilleras.
Cotejando la lista de géneros y especies de las Malváceas, publi-
cada por el doctor Augusto Grisebach en 1879, en su Symbolae ad
floram argentinam, con nuestra exposición presente, dejamos constan-
cia de que existe un aumento considerable, tanto en lo que respecta
al número de los géneros presentados, como así también con referencia
a las especies citadas, resultado de las investigaciones irás recientes,
modificaciones y rectificaciones que experimentaron muchas de las
determinaciones del meritorio botánico precitado y de otros autores,
de acuerdo a los resultados de una ciencia más moderna.
sa
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 7
Parece que las investigaciones nuevas se han verificado de pre-
ferencia del lado oriental del país, desde el Uruguay y el Brasil;
mientras que del oeste, o sea del lado de Chile, los estudios nos han
aportado relativamente pocas novedades, sin duda por la razón de que,
desde allí, la barrera natural del gran macizo de la Cordillera dificultan
mucho las investigaciones, resultando más fáciles, más cómodas y por
ende más provechosas, las exploraciones emprendidas desde los lados
del este y norte, como se evidencia directamente del resultado gran-
-dioso de las recolecciones y del gran número de estudios publicados
por ilustres botánicos, como por ejemplo, los doctores Emilio Hassler,
Jorge Hieronymus, Gustavo A. Malme, Roberto E. Fries y otros.
En cuanto al empleo y utilidad que diferentes especies prestan a
la industria, pudimos comprobar que algunas pocas especies produ-
cen, en la faz interior de la corteza, una fibra textil que se emplea para
ciertas clases de tejidos delicados y para la fabricación de piolas, cor-
deles y sogas.
Sabido es que las especies de (GFossypium Linn. nos prodigan, des-
pués de florecer, por sus capullos de algodón, un material precioso,
cuyo uso es universalmente conocido.
Especies nocivas no hemos observado; mientras que algunas, pre-
ferentemente de los géneros Pavonta e Hibiscus, se destacan por sus
erandes y vistosas flores, las que, desgraciadamente, en su mayoría
carecen de fragancia y de peculiar aroma.
Referente a las propiedades medicinales de sus diversas especies,
sea dicho que una buena parte de ellas contienen jugos mucilagino-
sos, por cuyas virtudes son emolientes, pectorales y lenitivas, y son
usadas comúnmente en la medicina doméstica.
Empléanse a menudo las hojas (o toda la planta) de diversas espe-
cies de Malva, Sida y Sphaeralcea, exterior e interiormente, como
calmante y suavizante, aplicando las hojas (o la planta entera) sobre
la parte doliente del cuerpo, en forma de « humitas » o cataplasmas.
El cocimiento de las mismas, propínase a ciertos enfermos, por me-
dio de clismas o inyecciones intervaginales.
Los tubérculos de la Modiola multifida, dícese ser un eficaz antídoto
contra la difteria, en cuyo caso se exprime su jugo, haciéndolo tomar
al enfermo por dosis refractas; creemos que el doctor Eliseo Segura
es quien lo indicó así. Preténdese curar con ella hasta la anasarca
(Murillo, Pl. Med. Chal., p. 25).
EL AUTOR.
Córdoba, mayo 25 de 1930.
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Familia 175. MALVACEAE Juss.
Malveae St.-Hil. Especie
4983, £. AbutilonAdanS. ema eo. o 26
4983a, 4a. Pseudabutilon Fries........ 3
4989, 0 Wissadula Med ae 13
4986, 1. Sphaeralcea S6.-Hil..... 2... 5
- 4987, 8. Modiola Moeneh. +... ........ 3
499021 LE LAVA A a il
ANNE ANA 1
AI LS MALLA ei 6
4999, 16. Malvasirum Gray...» 21
499%5a, 16a. Nototriche 'urcz.......3.. 13
4996, 17. Modiolastrum Schum......... 2
4997, 18. Plagianthus POTS ae 1
ADS LASA ta 26
4998a, 19a. Lecanophora Speg........ 6
3000-21 Gaya E. ato 4
5001 a, 21a. Pseudobastardia Hassl..... 2
50010, 21b. Bastardiopsis Hassl....... 1
9002, 23. .4ñnoda Cavici rtntens ao 3
DOLL 20: CMSAMA DA 7
Ureneae Reichb.
2009, 26 Matacira Tan: 2
D006,..21.Urnena Lina a acuoso 1
2001239. LAVO e 18
5007 a, 28a. Asterochlaena Garcke.....
Hibisceae Reichb.
303, SL. Hibiscus IDO... 10
5019, 40. Cienfuegosia CaV......oo..... 2
0207 Ll GOSSY PLN IA Ad 3
Totales. aria. to ata 185
MALVEAE St.-Hil., A.
4983, 4. ABUTILON Adans.
Abutilon bicolor Phil., R. A.
An. Univ. Chil., LXXXII, p. 322; Speg., Plant. Pat. austr. (1897),
p. 499, 1” 59; Ktze., O., Rev., III”, p. 17 (1898); Speg., Nov. add. Flor.
Patag., in An. Mus. Nac. B. A., VII, p. 249 (1902), n* 836; Macloskie,
Exp. Patag. Princeton Univ. (1903-06), L, p. 569; Dusén, P., Neue u.
DIVISIO FAMILIAE ET CONSPECTUS GENERUM ARGENTINORUM
Variedad
>
9)
Ra a
to |
Y)
————===
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS Se
seltene Gefásspfl., in Ark. f. Botanik, K. Svensk. Vetenskapsak.
Stockholm, bd. 7, p. 28, n*2 (1907); Reiche, Flor. chil., L, p. 217, n* 1.
Patagonia austral y andina : Chubut, Neuquén, Río Negro, (Chile).
Abutilon Darwinii Hook. f.
Bot. Mag., I, 5917; Engl.-Prantl, Nat. Pf.-f., Nachtr., L, p. 236;
Speg., Ram. pl. arg., in Physis, JUL, p. 168, n* 36.
Misiones, (Brasil).
Abutilon eriocarpum Speg., inedit.
Autran, E., in lit., 14, IX, 1906.
Misiones.
Abutilon esculentum St.-Hil., A.
Flor. bras. mér., L, p. 240; Ind. Kew., I, p. 5; Matoso, E., Cien in-
uste, p. 173, n 173. |
N. v. Bendición colorada.
Corrientes, (Brasil).
Abutilon Flueckigerianum Schumann, K.
In Mart., El. bras., XII, pt. II, tab. LXVIT; Niederl., Result. bot.
Mis.; Arech., Fl. urug., I, p. 132, n* 1; Domínguez, J. A., Mat. méd.
arg., L, p. 49; IL, p. 107; Fries, R. E., Columnif.-flora, p. 29.
Buenos Aires, Misiones, (Uruguay, Brasil).
Abutilon Grevilleanum (Gill.) Hook. et Arn.
Bot. Misc., UH, p. 154, n* 139 (1833); Walp., Rep., I, p. 324; Ind.
My pos Gay. €., El. chil. Tp. 333; Phil., F., Cat. EL chil.,
pa Reche, K., El. ehil., E, p. 217, n* 2.
Syn. : Sida Grevilleana Gill. msc.
Mendoza, (Chile).
Abutilon Hassleranum Hochreutiner.
In Pl. Hassl., IL, p. 550; Fedde, Rep., VIIUI, p. 119 (1909).
(Paraguay).
forma Johnsonii (Ekman) Hassler, in Fedde, 1. c., p. 120.
Syn.: A. Johnsonii Ekman, Beitr. Columnif.-flora Misiones, fig. 4, in
Ark. f. Bot.
Misiones, (Paraguay).
forma pilcomayense Hassler, 1. €., p. 120.
Formosa : Pilcomayo, (Paraguay).
Abutilon inaequilaterum St.-Hil., A.
Flor. bras. mérid., I, p. 198, tab. 40; Ind. Kew., I, p. 5; Morong,
Pl. Parag., p. 57, n” 992; Hass]., Fl. pilcom., I, p. 82.
Formosa : Pilcomayo, (Paraguay).
10 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Abutilon jujuyense Hassler (sect. Cephalabutilon).
L. c., p. 499, n* 10; (Lillo, n* 10800).
Jujuy : Calilegua, altitud $00 metros sobre el mar.
Abutilon Lilloi Hassler (sect. Physabutilon).
In Nov. arg., III, p. 797, n* 8; (Lillo, n* 10910).
Salta : Orán, Río de las Piedras, altitud 400 metros sobre el mar.
Abutilon megapotamicum St.-Hil., A. et Naud.
An. Sc. Nat., Ser. 11, XVI! (1842), p. 49. (an? Steud.); Ind. Kew?
T. 5; Thays, C., Jard. bot. B. A. (1907), p. 4.
Buenos Aires, an? culf., (Am. trop.).
Abutilon molle Sweet.
Hort. Britann., ed. Il, vol. l, p. 65; OK., Rev., 111?, p. 17; Ind. |
Kew., IL, p. 5; Matoso, E., Cien industr., p. 173, n” 178; Gibert, En. Pl,
agramont., p. 53.
Syn. : Sida mollis Ortega, Dec., 65 (1798); A. grandifolium Sweet;
A. mollissimum Schum. (non Sweet), in Mart., Fl. bras., XII, IL
p. 403.
N. v. Bendición de Dios.
Corrientes, (Paraguay, Brasil, Perú).
Abutilon mollissimun Sweet.
Hort. Britann., ed. I, vol. L, p. 53; Ind. Kew., I, p. 5; Kurtz, F., Sert.
cord., p. 9, n* 7; Fries, KR. E., Malvales, Arkiv f. Bot., p. 11; Speg.,
Bol. Fl. Plat., p. 307; Flor. B. A.,p. 107, n* 127; Hicken, Chloris plat.
arg., p.156, n*718;Lillo, 1. e., p. 217; Domínguez, J. A., Mat. méd., 107,
162, n* 255; Arech., Fl. urug., 1, p. 136, n* 6; Hassler, Fl. pilcom., I, p.
82; (non Schum., K., in Mart., Fl. bras., XII, pars Il, p. 403); Seckt,
Fl. cord., p. 344.
Syn. : Sida mollissima Cav., Diss. 49, t. 14, fig. 1; A. astaticum
Gris., Symb., n* 254 (non Don. G.).
Buenos Aires, Córdoba, Jujuy, Salta : Orán, (Uruguay, Paraguay,
Brasil, Perú).
Abutilon niveum Gris.
Pl. Lorentz. (1874), p. 92, n* 104; Symb., p. 48,n” 256; Ind. Kew.,
1, p. 5; Lillo, Flora Tuc., pp. 64 y 220; Lorentz, Veg. Entr., p. 148,
n* 128; Fries, 1, C., Malv., p. Ll.
Tucumán, Jujuy, Salta : Orán.
Abutilon pauciflorum St.-Hil., A. |
Flor. bras. mérid., I, p. 161; Schum., K., in Mart., Flor. bras., XII,
pars Il, p. 404; Kurtz, F., Sert. cord., p. 8, n” 6; OK., Rev., 11, 2, p. 18
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 11
Ind. Kew.. I, p. 5; Speg., Bol. Flor. Plat., p. 307, n* 92; Fl. B. A., p.
108, n* 129; Hicken, Chloris plat. arg., p. 156, n* 719; Flora $. Luis,
in Physis, I, p. 30, n* 77; Arech., Fl. urug., I, p. 136, n* 5; Chodat, in
P], Hassl., I, p. 94; 11, p. 550; Gibert, Pl]. montev., p. 53, Seckt, Fl.
cord., p. 344.
Syn.: A. pedunculare Gris. (non H. B. K.), in Pl. Lorentz., p. 44,
n* 103; Symb., p. 42, n* 255.
N. v. Malvavisco, Malvón amarillo.
Buenos Aires, San Luis, Córdoba, Salta, Formosa, (Uruguay, Pa-
raguay, Brasil).
var. cano-tomentosum Hassler, l. c.
et forma longe-corniculatum Hassler, 1. e.
Formosa. |
Abutilon pedunculare H. B. Kth.
Nov. gen. et spec., V, p. 273; Bettfreund, Herb., L, p. 16; Speg., Fl.
Vent., p. 18, n” 40; Niederl., Result. bot. Mis., p. 16; Matoso, E., Cien
industr., p. 173, n* 178; Ind. Kew., 1, p.5; Morong, Enunm. pl. parag.,
p. 58, n* 942. ]
N. v. Bendición del río. (Confr. A. pauciflorum St.-Hil., A.).
Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Catamarca, Corrientes, Pucu-
mán, Formosa, (Paraguay, Brasil).
Abutilon rivulare St.-Hil., A.
Flor. bras. mérid., I, p. 158; Schum., K., in Mart., Flor. bras., VII,
pars II, p. 375, tab. LVITI; Chod. et Hassler, Pl. Hassl., 11, p.550; Ind.
Kew., 1, p. 5; Matoso, E., Cien industrias, p. 173, n*178; Arech., Flor.
urug., 1, p. 135, n” 4; Ekm., Columnif.-flora Mis., l. c., p. 22.
Syn. : Sida affinis Spreng., Syst. veg., IL, p. 121.
N. v. Bendición de Dios.
Corrientes, Misiones, (Uruguay, Paraguay, Brasil).
Abutilon saltense Hassler (Sect. Cephalabutilon).
In Fedde, Rep., XII (1915), p. 498, n* 9; Lillo, n* 3877.
Salta: Rosario de la Frontera y Orán, (Brasil).
Abutilon sordidum Schumn., K.
In Mart., El. bras., XII, pars H, p. 426; OK., Rev., III, 2, p. 18; Hi-
cken, Chl. pl. arg., p. 156, n” 720; Speg., Fl. B. A. (1905), p. 108.
Buenos Aires, Salta : Orán, (Brasil).
Abutilon striatum Dicks.
In Linal., Misc. nat. (1830), p. 39; Ind. Kew., I, p. 6; Schum., K., in
Mart., El. bras., XIL, pars II, p. 426; Matoso, E., Cien industr., p. 173,
12 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
1n* 176; Speg., Fl. B. A., p. 107, n* 108; Ram. f. arg., Pbys., MM
p. 168, n* 371; Arech., Fl. urug., [, p. 137; Hicken, Chl. pl. arg., p.156,
n” 721; Engl.-Prantl., Nachtr., [, p. 236.
Syn. : Sida picta Gill. in Hook., Bot. Misc., II, p. 154, n* 188,
N. v. Bendición amarilla.
Buenos Aires, Corrientes, (Uruguay, Brasil).
forma palmatifidum Ekman, 1. c.
Misiones : Bonpland.
Abutilon terminale St.-Hil., A.
Flor. bras. mérid., L, p. 159; Schum., K., in Mart., Flor. bras., XTL
pars LL, p. 374; na Kew.,.I, p. 6; o Ed., he industr., p. 173,
n” 178; Speg., Flor. B. A., p. 106,:n* 126; Flor. Tandil, p. 1015537
(OK., Rev., HI, 2, p. 18); Arech., Flor. urug., 1, p. 134, n3; Ekm.,
Columnif-fl. Mis., p. 20.
Syn. : Sida ter Alis Cav., Diss., 1, p.29, fig. 6 et VI, tab. 195, ua 2.
N. v. Bendición de Dios.
Buenos Aires, Corrientes, Misiones, (Uruguay, Brasil).
Abutilon thyrsodendron Gris.
Symb. (1879), p. 48, n* 253; Lorentz, Veg. Entr., p. 151, n” 128;
OK., Rev., II1, 2, p. 18; Ind. Kew., I, p. 6; Fries, R. E., Malvales,
in Ark. Bot., p. Il.
Salta : Orán, Jujuy.
Abutilon umbelliflorum St.-Hil., A.
Flor. bras. mérid., I, p. 204; Speg., Flor. Vent., p. 18, n” 39; Ind.
Kew., I, p. 6; Ekman, Columnif.-fl. Mis., p. 20.
Buenos Aires, Misiones, (Brasil).
Abutilon venosum Hook.
In Lam., Hort. univ. Misc. (1844); Stuckert in Herb.; Ind. Kew.,
I, p. 6; Seckt, Fl. cord., p. 344.
Córdoba, cult. (México).
Abutilon Vidali (Phil.) Speg.
Pl. Pat. austr., in Rev. Fac. Agron. y Veterinaria La Plata (1897),
p. 499, n* 60; Macloskie, Exp. pat., L, p. 970, n” 2, tab. XXI, fig. A.
Syn. : Cristaria? Vidali Phil., Pl. nuev. chil., L, p. 306, n* 2, fig. A.,
cum icon. (1907): Abutilon crispifolium (Cav.) Dusén, Ark. f. Bot.,
Bd. 7, p. 28, n” 2, cum icon.; Sida crispifolia Cav., Ic. Pl., vol. V, p.
11, tab. 419.
Patagonia austral : Río Santa Cruz, Chubut, Lago Musters, etc.
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 13
Abutilon virgatum (Cav.) Sweet.
Hort. Brit., ed. I, p. 53; Garcke, in Engl. bot. Jahrb., XV (1892), p.
185; Ind. Kew., 1, p. 6; OK., Rev., III, 2, p. 15; Kurtz, F., Sert. cor-
dob., p. 8, 1” 5; Seckt, Fl. cord., p. 344.
Syn. : A. mendocinum Phil., R. A., 4n. Univers. Chale, XX
(1870), p. 164; Gris., Symb., p. 45, n* 247.
Mendoza, Córdoba, (Perú).
var. tomentosum Schun., K., in Mart., Fl. bras., XII, pars II,
p.374.
Syn. : A. cinereum Gris., Symb., p. 45, n* 248; OK., Rev., 111, 2,
p. 18; Seckt, Fl. cord., p. 344; A. paranthemum Gris., Symb., p. 46,
n” 249; A. paranthemoide Gris., Symb., p. 46, n* 250.
Córdoba, Catamarca, Tucumán, Salta, (Brasil).
Abutilon sp.
Munk-Parodi, Pl. us., p. 10.
Corrientes, Misiones, (Paraguay).
Abutilon sp.
Niederlein, Result. bot. Mis., p. 16.
Misiones.
4983 a, 4a. PSEUDABUTILON Fries, R. E.
Kungl. Svensk. Vet. Ak. Handl., bd. 43, n? 4, p. 96.
—Pseudabutilon callimorphum (Hochreutiner) Fries, 1. e., p. 105, n* 7
Syn. : Sida callimorpha Hocbr., in Bull. Herb. Boissier, ser. 11, 5
p. 295 (1905); Wissadula callimorpha (Hochr.) Hassl., in Bull. Herb
Boissier, ser. 11, 7, p. 455 (1907), (Typ. Parag.).
var. Friesii (Hassler), l. c., p. 106, tab. V, fig. 2; Seckt, El.
cord., p. 344. |
Syn. : Sida dictyocarpa Morong, in Enum. pl. parag., p. 56 (1892);
Wissadula pedunculare Fries, R. E., in Ark. f. Bot., bd. 6, n* 2, p. 12,
.
a
/
e
tab. II, fig.1 y 5 (1906); Wissadula callimorpha (Hochr.) Hassler, var.
FPriesvi Hassler, in Bull. Herb. Boissier, ser. 11, 7, p. 457 (1907); et
var. intermedium Hassler, in Fedde, Rep., VII, p. 96, n* 41.
Formosa : Pilcomayo, (Paraguay).
Pseudabutilon longepilosum Fries, R. E.
Ad p. 107, BS.
La Rioja, Catamarca.
14 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Pseudabutilon Stuckertii Fries, R. E.
L. c., p. 107, n” 9 (sec. E. Hassler in Fedde, Rep., Ps. callimorphum
(Hochr.) Fries, var.); Seckt, Fl. cord., p. 344.
Córdoba, La Rioja, Tucumán.
4985, 6. WISSADULA Medik.
Fries, R. E., Entwurf. d. Gatt. Wissadula u. Pseudabutilon, in Kungl. Sy.
Vetenskapsak. Handlingar, bd. 48, n* 1, p. 104, Upsala et Stokholm
(1908).
Wissadula amplissima (Linn.) Fries, R. E.
Lic, p.48, 1 10 5ab, Vs. 122 e tab. VI esa iea
Syn. : Sida amplissima Linn., Sp. pl., ed. I, p. 685 (1753); W. her-
nandioides (L'Hérit.) Garcke, in Mart., Fl. bras., XII, 3, p. 439 (1890),
pro parte; Sida hernandiordes L' Hérit., Stirp. nov., II, p. 121, t. 58
LS): Morong, En. pl. parag., p. 57, n* 985; Abutilon amplissimum
OK., Rev., MI, 2, p. 17 (1890), variet. exclus.; W. periplocifolia (Linn.)
Presl., Relig. haent., 11, p. 117 (1831-36); Sida periplocifolía Linn., Sp.
pl., ed. I, p. 684 (1753); Fries, Malvales, Ark. f. Bot., p. 12; et var.
heterosperma Hochreutiner et var. hernandioides Gris. et Hochreutiner.
Formosa, (Paraguay, Brasil, Perú).
Wissadula andina Britton.
Britton, N. L., in Bull. Torrey Bot. Club, 16, p. 153 (1889); Rusby,
in Mem. Torrey Bot. Club, II, p. 10 (1893); Baker, E. G., in Journ.
of Bot., 31, p. 71 (1893), pro parte; Fries, KR. E., Entow. Monogr.
Wissadula u. Pseudabutilon, Kungl. Sv. Vetensk. Akad. Handl., bd.
43 (1908), p. 76; Molfino, J. F., Not. bot. II, in Physis, VII, p. 94
(1923).
Jujuy (2500 m. alt.), (Bolivia).
Wissadula conjungens Fries, R. E.
Le. p. 10,118. tab: VI 122 y 110: iHlo m3
Tucumán : Vipos.
Wissadula decora Spencer Moore.
In Trans. Linn. Soc. Lond., ser. LI, vol. 4, p. 312 (1898); Fries, R.
Cp AS La
Formosa : Pilcomayo, (Paraguay, Brasil).
Wissadula densiflora Fries, K. E.
E. c., p. 64, n* 15, tab. IV, fig. 3, et tab. VI, fig. 17-19.
Syn. : Abutilon wissadifolium Gris., Symb., p. 47, n* 252 (1879) pro |
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 100)
parte; Lillo, Fl. tuc., p. 64; Hassler, Fl. púlcom., 1, p. 82; Seekt, Flor.
cord., p.348; W. gymnanthema (Gris.) Schum., K., in Mart. Fl. bras.,
XII, 3, p. 446 (1891) pro parte; Baker, E. G.., in Journ. of Bot., 31,
p. 71 (1893) partim; W. hernandioides (L'Hérit.) Garcke et W. peri-
plocifolia auct. pro parte Morong, En. pl. parag., p. 57, 1” 985.
Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Formosa (Para-
guay, Bolivia).
Wissadula glechomatifolia (St.-Hil.) Fries, R. E.
D. c., p. 79, n* 25, tab. LIT, fig. 3 et tab. VII, fig. 11-12.
Syn. : Abutilon glechomaefolium St.-Hil, A., Flor. bras. mérid., 1,
p. 198, tab. 41 (1827); 4. glechomaefolium, glechomifolium auct glecho-
matifolium auct. div., Gris., Symb., p. 45, n” 246 (1879) etalior.; Sida
glechomaefolia Dietr., Synops. plant., IV, p. 852 (1847).
Entre Ríos, Corrientes, Misiones, (Uruguay, Brasil).
Wissadula Grisebachii Fries, KR. E.
e.. p. 14," 21:
Syn. : Adutilon wissadifolium Gris., Symb., p. 41 (1879), n 252; W.
gymnanthema (Gris.), Symb., p. 41 (1879), n* 251 pro parte.
Salta : Río Juramento (Lorentz et Hieronymus), Formosa.
Wissadula gymnanthema (Gris.) Schumann, K.
In Mart., Flor. bras., XII, 3, p. 441 (1891) pro parte; Fries, R. l.,
1.C., p. 72, n* 20; Seckt, Fl. cord., p. 348.
Syn.: Abutilon gymnanthemum Gris., Symb., p. 47 (1879) n* 251 pro
parte; Hassler, Flor. pilcom., L, p. 83.
Córdoba, Catamarca, Formosa.
forma glabrescens Chod. et Hassler, 1. e.
Formosa.
forma subintegra Chod. et Hassler, 1. c.
Formosa.
var. subtomentosa Fries, R. E., 1. c.,p. 73, tab. VIT, fig. 6-8;
Seckt, Fl. cord., p. 348.
Córdoba.
Wissadula paraguariensis Chodat.
In Bull. Herb. Boissier, ser. 11, 1, p. 400 (1901); Fries, R. E., 1. e.,
p. 38, n* 5, tab. VI, fig. 5; Hassler, Fl. pilcom., 1, p. 82.
Syn.: W. oligomera Chodat, l. C., p. 400; W. periplocifolia auct.
pro parte; W. patens Morong, En. pl. parag., p. 57, n* 1021 (non St.-
Hil., Garcke); W. pedunculata Fries R. E., Malv., p. 12.
Chaco, Formosa, (Paraguay, Bolivia).
16 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Wissadula parviflora (St.-Hil.) Fries, R. E.
In Entw. Monogr. d. Gatt. Wissadula u. Pseudabutilon, in Sv. Ak,
Handl., bd. 43, n” 4, p. 46, n* 9, tab. TIL, fig. 2 eb tab. IV, n 23%
Ekman, Columnif.-1l. Mis., p. 25.
Syn. : Abutilon parviflorum St.-Hil., Fl. bras. mérid., 1, p. 201
(1827); Abutilon parviflorum Don, G., Syst., I, p. 500 (1531); Walp.,
Rep., 1, p. 326; Abutilon parviflorum St.-Hil., var. luteum St.-Hil., 1. e,,
p. 202; Sida pauciflora Dietr., Syn. plant., 4, p.351 (1847); W. patens
hi K., in Mart., Fl. bras., X1L, 3, p. 443 (1891) pro parte; W.
hernandiordes et rostrata auct. pro parte.
Misiones : Bonpland, (Brasil),
Wissadula patens (St.-Hil.) Garcke.
Zeitschr. Naturwissensch.(1890), p. 123; Fries, R. E.,l.c.,p.41,n 7;
Chodat et Hassl., Pl. Hassl., 11, p. 552; Hasan Fl. a L, ps 82,
Syn. : Abutilon patens St.-Hil., Fl. Bras. mér., L, p. 203 (1827); an?
W. macrantha Fries, R. E., 1. c., p. 67, n* 17.
Formosa, (Paraguay, Brasil, Guayana).
Wissadula subpeltata (OK.) Fries, R. E.
L. Cc. p. 06,112, tab. Y. 19.112, VIA 221 eo:
Syn.: Abutilon amplissimum OK., var. subpeltatum OK., Rev., 11, 2,
DIA USOS) E ondo ata et periplocifolia E ., Pro pat-
te; W. periplocifolta (L.) Presl., var. hernandioides (L”Hérit.) Hochr.,
forma suborbiculata et f. cordata Chodat et Hassler, in Bull. de YU herbier
Boissier, sér. 1L, 5, p. 889 (1908).
Misiones : Candelaria (Niederlein), Formosa, (Paraguay, Bolivia,
Brasil).
Wissadula tucumanensis Fries, R. E.
Cp. 1d mero, tab. VILA. 9 Lilo le pzz
Tucumán : Río Salí (Lillo).
1986, 7. SPHAERALCEA St.-Hil., A.
Syn. : Sphaeroma DC.
Sphaeralcea australis Speg.
Nov. fl. pat., in An. Mus. Nac. B. A., VII, p. 249, n* 836; Flor. B.
A., p. 106, n* 123; Macloskie, Exp. pata I, p. 570.
Chubut, Río Negro, Buenos Aires.
Sphaeralcea bonariensis (Vav.) Gris.
Pl. Lorentz., p. 44, n” 105; Symb., p. 48, n* 258; Lorentz, Veg.
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 7
Entr., p. 132, n* 105; Hieron., Plant. diaph., p. 39; Ind. Kew., II,
p. 959; Niederl., Riq. florest., n” 549; Munk-Parodi, Pl. us., p. 72;
Matoso, E., Cien industr., p. 222, n* 429; Graham Kerr, Exp. Pil-
com., p. 61; Kurtz, F., En. pl. mend., p. 509; Speg., Bol. fl. plat.,
p. 306, n* 90; Fl. B. A., p. 106, n* 125; Hicken, Chl. pl. arg., p. 156,
n* 22; Pl. Río Negro, p. 365, n” 86; Domínguez, J. A., Mat. méd.,
pp. 107 y 162, n* 266; Macloskie, Exp. pat., p. 570; Seckt, Fl. cord.,
p. 347.
Syn. : Malva bonartensis Cav., Diss., 2, tab. 22, fig. 1; Hook., Bot.
Misc., 1H, 151, n*p.115; Malva prostrata Phil. sec., Gris. Pl. Lorentz.,
p. 44; Sphaeroma bonariensis (Cav.), OK., Rev. III, 2, p. 23.
N. v. Malva, M. blanca, M. del zorro (B. A.), Malvisquita.
Río Negro, Río Colorado, Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, Entre
Ríos, Corrientes, Formosa.
var. normalis OK., l. c., 23.
Córdoba.
forma crispula OK., 1. e., 23.
Mendoza : Paso Cruz.
forma tomentosa OK., l. c., 23.
Córdoba.
var. laciniata Schum., K., in Mart. Fl. bras., XIT, 3 (1891), p.
452; Seckt, Fl. cord. p. 347.
Syn. : Oristaria heterophylla Gris., Pl. Lor. (1874), p. 40, n* 101;
Ulbrich, in Engl. bot. Jahrb., XI, IL, p. 118 (1908); Malvastrum hete-
rophyllum Gris., Symb., p. 43, n* 230; specim. cord. Ulbrich., l. c.
Río Negro, Santa Fe, Córdoba.
Sphaeralcea miniata (Cav.) Spach.
Hist. nat. veg., IL, p. 352; Curtiss, Bot. Mag., 27,tab. 5738; Schum.
K., in Mart. Fl. bras., XII, 3, p. 446 y 450, tab. LXX, IX; Hieron.,
Pl. diaph, p. 39; Speg., Bol. El. plat., p. 306, n”91; FI. B. A.,p.104,n'
121; Fries, R. E., Ark. f. Bot., Malv., p. 13; Hicken, Chl. pl. arg.,p.157,
n”723; Domínguez, J. A., Mat. méd., p.107; Arech., Fl. urug., I,p.139,
.n*1;Chod. et Hassl., Pl. Hassl., IL, p. 552; Hassler, Fl. pilcom., L,p.83;
(Girola, C., Pl.invas., p. 16, n* 22; Seckt, Fl. cord., p. 347; Parodi, L.
k., ns. Perg., p. 220, n* 291.
Syn. : Malva miniata Cav., 1c., ML, t. 278; Hook., Bot. Misc., 111,
p. 151, n* 112; Pbil., R. A.,'Sert. mend., I, p. 392 y 13; Sphaeroma
bonariensis (Cav.) OK., Rev., TIT, 2, p. 23, var. mintatum (Cav.) OK., l. c.
N. v. Malvavisco.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV
(89)
18 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, Jujuy, Formosa, (Uruguay, Pa-
raguay, Bolivia, Brasil). |
var. a typica Schum., K.,1l. e.
Mart., Fl. bras., XII, 3 (1891), p. 450; Hicken, Pl. Flossd., n* 38.
Buenos Aires, San Juan, Mendoza, San Luis, Córdoba, La Rioja,
Catamarca, Tucumán.
var. f cisplatina (St.-Hil.) Schum., K., 1. c.
Domínguez, J. A., Mat. méd., p. 107; Arech., Fl. urug., IL, p. 130;
Chod. et Hassl., Il, p. 552; Hicken, Chl. pl. arg., p. 157, n* 7234; Fl. -
San Luis, Phys., I, p. 30, n? 78; Ind. Kew., II, p. 959; Seckt, Fl. cord.,
p. 348.
Syn. : Sph. cisplatina St.-Hil., Flor. bras. mér., IL, p. 210; Gris.,
Symb., p. 48, n* 259; Lorentz, Veg. Nordeste Entr., p. 153, n* 128;
Hieron., Pl. diaph., p. 39; Munk-Parodi, Pl. us., p. 72; Matoso, Ed.,
Cien industr., p. 221, n* 426; Gibert, En. plant. montev., p. 52; Speg.,
Fl. Vent., p. 18, n* 41; Fl. Tand., p. 10, n* 40; FU. B. A., p.106, n* 122;
Sphaeroma bonariensis (Cav.) OK., ILL, p. 23; var. f cisplatina (St.-
Hil.) OK., 1. c.; Sphaeralcea bonariensis (Cav.), var. cisplatina (St.-Hil.)
Speg., in Nov. Add. Fl. pat., in-Anñn. Mus. Nac. B. A., VII, p. 251,
n* 837.
N. v. Malvavisco. :
Río Negro, Buenos Alres, Entre Ríos, San Luis, Córdoba, Corrien-
tes, Formosa, Misiones, (Uruguay, Paraguay, Brasil).
forma parviflora Hassler, l. c.
Formosa.
var. y mendozina (Phil.) Schum., K., in Mart., Fl. bras., XIL 3
(1891), p. 450; Arech., 1. c., p. 140; Hicken, Sert. and., n* 48.
Syn. : Malva mendozina (Phil.), in Hieron., Sert. sanjuan., p. 17, 29;
Sphaeralcea mendozina Phil., An. Univ. Ohile (1862), IL, p. 392; Sert.
mend., I, p. 392, n” 14; Gris., Symb., p. 48, n* 261; Hieron., Pl. diaph.,
p. 39; Ind. Kew., LL, p. 959.
-N. v. Malvavisco.
San Luis, San Juan, Mendoza, La Rioja, Catamarca.
var. 3 rhombifolia (Gris.) Schum., K., 1. c.; Arech., l. c., p. 140.
Syn.: Sphaeralcea rhombifolia Gris., Pl. Lorentz., p.44,1n*106; Symb.,
p. 48, n* 260; Lorentz, Veg. Norest. Entr., p. 154, n*128; Hieron., Pl.
diaph., p. 39; Niederl., Rig. Aorest., n* 550; Lillo, Flor. tuc., p. 64;
Hicken, Fl. San Luis, in Phys., L, p.30,n* 79; Seckt, Fl. cord., p. 348.
N. v. Malvavisco.
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 19
San Luis, Córdoba, Catamarca, Tucumán, Corrientes, Misiones,
(Uruguay, Brasil). !
Sphaeralcea obtusiloba (Hook.) Don, €.
Gen. Syst., I, p. £65; Ind. Kew., IL, p.959; Phil., F., Cat. Pl. chil.,
p. 30; Reiche, Fl. chil., L, p. 221, n* 2.
Syn. : Malva obtusiloba Hook., in Bot. Mag., tab. 2787; et Bot. Misc.,
Mp. 151, mn? 114.
N. v. Malvavisco (Chile).
Mendoza, (Chile). :
Sphaeralcea patagonica (Niederl.) Speg.
Nov. add. El. pat., in An. Mus. Nac. B. A., VII, p. 251, n* 838;
Fl. B. A., p. 106, n* 123; Macloskie, Exp. pat., I, p. 571.
Syn. : Malva patagonica Niederl., Hxp. Rito Negr., Bot., p. 196, t. 5,
fig. 2.
Chubut, Río Negro.
var. ¿ argentea Speg., 1. c., p. 251; Fl. B. A., p. 106, n* 124.
Río Negro, Buenos Alres. |
var. f normalis Speg., l. c., p. 252.
Río Negro : Carmen de Patagones.
var. y einerascens Speg., l. €., p. 252.
Chubut, Río Negro.
var. 3 oxyodonta Speg., l. c., p. 252.
Ohubut : Golfo San Jorge.
Sphaeralcea umbellata Don, G-.
Gen. Syst., I, p. 465; Ind. Kew., I, p. 959; Thays, C., Jard. Bot.
5: A. p. 4 (1907).
Buenos Aires, an? cult. (México).
Sphaeralcea sp.
Munk-Parodi, Pl. us., p. 10.
Corrientes, Misiones, (Paraguay).
Sphaeralcea sp.
Hieron., Sert. pat., p. 392, n* 155 y 159.
Patagonia.
Sphaeralcea sp.
Niederl., Result. bot. Mis., p. 16.
Misiones.
Sphaeralcea sp.
Bettfreund, Herb., 1, p. 10, n* 114.
Buenos Aires.
20 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Sphaeralcea sp. )
Ball, J., Fl. pat., IL, p. 478, n* 22, 38 y 64.
Patagonia boreal.
4987, S. MODIOLA Moench.
Syn. : Abutilodes, « Siegesbeck » OK.
Modiola Jaeggiana Sehum., K.
In Engl.-Prantl., Nat. Pf.-f., Nachtr., I, p. 237, nota; Fries, R. E,
Kungl. Svensk. Vet. Akad. Handl., bd. 42, n* 12, p. 32.
Syn. : Modiolastrum Jaeggianum Schum., K., in Mart., Flor. bras.,
XII, pars 1IL, p. 278, tab. LIV; Arech., El. erug.. Lp. 19
Modiola reptans Gris. (non St.-H1l).
N. v. Mercurial.
Entre Ríos : Concepción del Uruguay, (Uruguay).
Modiola lateritia (Hook.) Schum., K.
In Mart., Flor. bras., XIL, pars IL I, p. 455, tab. LXXX:; Speg.. Bol.
Flor. plat., p. 306, n* 89; El. B. A., p. 104, n* 120; Arech., Fl. urug., L,
p. 142; Hicken, Chl. pl. arg., p. 158, n* 725; Seckt, Fl. cord., p. 346.
Syn. : Malva lateritia Hook., in Bot. Mag., tab. 3846 (1840); Malva
peduncularis Hook. et Arn., Bot. Misc., IL, p. 150; Reiche, Fl. chil., L,
p. 225,1” 1; Malva lasiocarpaSt.-Hil. et Naud., in An. cient. nat., IL, sér.
XVII, p. 45; Malvastrum lasiocarpum (St.-Hil. et Naud.) Gris., Symo., |
p. 43, n” 227; Malvastrum lateritium Nicholson, Dict. Gard., 2, p. 319;
Malveopsis lateritia (Hook.) Morong, En. pl. parag., p. 55.
N. v. Mercurio, Malva del campo, Tipichá.
Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, (Chile, Uruguay, Paraguay,
Brasil).
Modiola multifida Moench.
Meth., p. 620 (1794); Reiche, Fl. chil., IV, p. 461.
Syn. : M. caroliniana (Linn.) Don, G., Gen. Syst., L, p. 465; Gay, El.
chil., L, p.306; Phil. F., Cat. Plant. chail., p. 29; Schum., K., in Mart.,
Fl. bras., XII, pars III, p. 453; Reiche, F!. chel., I, p. 223, 0” 4; Murillo,
A., Pl. medic. Chili, p. 25; Ind. Kerv., TL, p. 251; Hieron., Pl. diaph., p.
40; Speg., Flor. Ventana, p.19,n* 44; Flor. Tandil, p. 10, n* 41; Bol.
Florplat.,p.305,n* 88; Flor. B. A., p. 103, n” 119; Chod. et Hass]., Pl.
Hassl., 1, p.552; Fries, KR. E., Ark. f. Bot. Malvales, p. 14; Ekman, Co-
lumnif-fi. Mis., p. 26; Hicken, Chil. pl. arg., p. 157, n* 7124; Hassl., Fl.
pilcom., L, py. 83; Thellung, l.c., p.313; Girola, C., Pl. tóx., p. 26; Domín-
LAS MAILVÁCEAS ARGENTINAS 21
guez, Mat. méd., pp. 107 y 162, n* 261; Parodi, L. K., Ens. Perg., p.
220, n” 289; Seckt, Fl. cord., p. 346; Malva caroliniana Linn., Sp. pl.,
969, ed. I, 6353; Malva prostrata Cav., Diss., UL, p. 60, tab. 16, fig. 3;
Malva urticifolia H. B. K., Nov. gen. et spec., V, p. 215; Malva ertocar-
pa DOC., Prodr., 1, p. 436; Modiola reptans St.-Hil., Fl. bras. mérid., L,
p. 166 (non Gris.); Munk-Parodi, Pl. us., p. 74; Matoso, E., Cien in-
dustr., p. 229, n* 469; Malva decumbens Willd., Enuwm. Hort. berol., p.
7131; Malva macropoda Steud., Flora (1856), p. 420; M. prostrata
(Cav.) St.-Hil. et Naud., l. c., I, p. 166; Matoso, E., l. c., p. 229; Abu-
tilodes carolimiana (Linn.) OK., Rev., 1, 2, p. 17.
N. v. Malva, Sánolotodo (B. A.), Pila-pila (Chile), Mercurio, M.
dulce, Mercurial, Mercurialcito, Modiola, Malva del potro.
Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Formosa, Misiones, (Chile,
Bolivia, Paraguay, Brasil, Europa adv.).
var. brevipes Gris., Symb., p. 45, n* 245; Hicken, Chl. pl. arg.,
p. 157, n* 724a; Seckt, El. cord., p. 346.
Buenos Aires, Mendoza, Córdoba : Achala, Catamarca, (Chile?).
Modiola sp.
Niederlein, Result. bot. Mis., p. 16, n* 1504.
Misiones.
Modiola sp.
Bettireund, Herb., p. 10, n* 147.
Buenos Alres.
4990, 11. LAVATERA Linn.
Lavatera arborea Linn.
Sp. Pl., 690 (1753); Ind. Kew., IL, p. 43; Speg., Bol. Flor. plat., p.
309, n* 99; Elor. B. A., p. 116, n* 143; Thell., l. c., p. 274; Seckt, El.
cord., p. 345.
N. v. Malvón, Malva crespa.
Buenos Aires, Córdoba, cult. (Europa occidental, África boreal).
4991, 12. ALTHAEA Linn.
Syn. : Alcea Linn.
Althaea rosea (Linn.) Cav.
Diss. 2, t. 29, fig. 3; Ind. Kew., I, p. 96; Hieron., Pl. diaph., p. 36;
Niederl., Riq. florest., p. 39; Thell., 1. c., p. 375; Seckt, Fl. Cord.,
p. 344,
22 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Syn. : Alcea rosea Linn., Spec., n* 966.
N. v. Altea, Malva real, M. jaspeada.
Buenos Aires, Córdoba, etc., cult. (ex Europa et Oriente).
4992, 13. MALVA Linn.
Malva brevipes Phil., R. A.
An. Univ. Chile (1870), TI, p. 163; 11, p. 152; Ind. Kew., IL, p. 152;
Phil., R. A., Sert. mend., p. 164, n* 24; Phil., E., Cat. pl. chil., p. 28;
Nieder!l., Riq. florest., n* 318.
Mendoza, Corrientes?, (Chile).
Malva crispa Linn.
Syst., ed. X, 1147; Hook. et Arn., Bot. Misc., IL, p. 150, n*110; Ind.
Kew., 11, p. 157; Hicken, Chl. plat. arg., p. 158, n* 726.
Buenos Aires, Mendoza, (Europa).
Malva nicaeensis All.
Pedem., 11(1785), p. 40; Ind. Kew., Il, p. 154; DC., Prodr., 1, p. 433;
Gay, El. chil., I, p. 297; Phil. F., Cat. pl. chil., p. 29; Hieron., Sert. pat.,
p. 236; Hicken, Chl. plat. arg., p. 154, n* 727; Pl. Fisch., Physis, IL, p.
10, n? 148; Dusén, Sv. Exp. magell., [IL, p.153; Macloskie, Exp. pat.,
p. 571; de Wildeman, « Bélgica », p. 121; Reiche, Fl. chil., L p. 227;
Seckt, Fl. Cord., p. 345.
Syn. : M. cordistipula Steud., Flora (1856), p. 425.
N. v. Malva.
Fuegia, Pat. austr. et or., Terr. mag., Río Negro, Buenos Aires,
Córdoba, Jujuy, etc. (Chile, Uruguay, Europa, reg. med.).
Malva parviflora Linn.
Diss. Pl. nov.; Amoen. Acad., III, p. 416; Gay, Flor. chil., L, p. 298;
Phil. F., Cat. Pl. chil., p. 29; Schum., K., in Mart., El. bras., XUL, TIL
p. 263; DG., Prodr., I, p. 432; Berg, C., Enum. Pl. europ., in An. Soc.
Cient. Arg., III, p.189,1n*37;1V, p.32; Morong, En. Pl. parag., p. 59;
Hicken, Chl. plat. arg., p. 155, n* 728; Pl. Río Negro, p. 304, n* 84;
Reiche, Fl. chil., L, p. 226, n* 6; Gibert, En. pl. montev., p. 51; Dusén,
P., Sv. Exp. till Mag., p. 255; Speg., Bol. Fl. plat., p. 310, n* 150;
Flor. B. A., p. 117, n*144; Nov. add. ad Flor. pat.,in An. Mus. Nac.
B. A., VIL, p. 244, n* 825; Arech.; EL urug., I. p. 15; Eries. ku
Ark. f. Bot., VI, n* 2, p. 5; Ekman, Columnif.-f1. Mis., p. 5; Parodi,
L. R., Ens. Perg., p. 220, n* 288; Seckt, Fl. cord., p. 345.
Syn. : M. microcarpa Desf., l. c.; M. micaeensis Gris., Symb., p. 42,n”
221 (non All. Ped.); Lorentz, Veg. Nordest. Emntr., p. 132, n* 128.
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 23
N. v. Malva, M. común, Malvas.
- Patagonia, Chubut, Río Negro, Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba,
Salta, (Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, Europa).
Malva rotundifolia Linn.
Spee. pl., n* 688; DO., Prod., I, p. 432; Ind. Kew., Il, p.154; Gay,
Flor. ehil., L,p.303; Phil., F., Cat. pl. chil., p. 29; Gris., Symb., p. 42,1”
222; Lorentz, Veg. Entr., p. 133, n* 128; Hieron., Pl. diaph., p. 37;
Bettfreund, Herb., p. 10, n* 11; Speg., Fl. Tand., p. 9, n* 32; Hicken,
Chi. plat. arg., p. 158, n* 729; Reiche, Fl. chil.,I, p. 226, n* 4; Domín-
guez, Mat. méd., p. 107; Seckt, Fl. Cord., p. 345.
Syn. : M. neglecta Wallr., in Syll. Ratisb., 1(1824), p. 140; M. vulgaris
Fries, R. E., Novit. Flor. sueca, p. 219.
N. v. Malva. !
Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, (Chile, Europa).
Malva silvestris Linn.
Spec. pl., ed. I, p. 689; Ind. Kew., II, p. 154; Speg., Bol., Flor. plat.,
PS TO, me 101; Flor. B. A., p. 115, n* 145; Domínguez, J. A., Mat.
mede, pp. 107 y 162, n* 259; Hicken, Chl., plat. arg., p. 159, 02 130;
erehe, El. chil., L, p. 226, n* 6; Arech., El. urng., L, p. 115, n* 2;
Seckt, Fl. Cord., p. 345.
Syn. : M. simpliuscula Steud., l. C., p. 425.
N. v. Malva, M. común.
Buenos Aires, Córdoba, (Uruguay, Europa, Asia temp»..).
Malva sp. (ex proximit. M. brevipes Phil.)
In Lorentz y Niederl., Exp. Río Negro, p. 37.
Río Negro.
Malva sp.
Munk-Parodi, Pl. us., p. XIII et p. 10.
N. v. Altea, Yacará-caá.
Corrientes, Misiones.
Malva sp. ]
Niederl, Riq. florest., n* 319.
N. v. Malva.
Corrientes, Misiones.
4995, 16. MALVASTRUM Gray, A.
Syn. : Malveopsis O. Ktze.; Tarassa Phil.; Nototriche Turez. pp.
Malvastrum antofagastanum (Phil.) Baker.
In Journ. of Bot., 29, p. 167; Fries, R. E., Flora des nórdl. Argen-
24 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
tiniens, Nov. Act. Reg. Soc. scient. upsaliens., ser. IV, vol. L, n*1, p.
127% kerche, El. Chip 22 e
Syn.: Malva antofagastana Phil., in An. Mus. Nac. Chile (1899), p. 7;
Malveopsis antofagastana (Phil.) OK., Rev. 1, p. 20.
Salta, Jujuy, (Chile, Bolivia).
Malvastrum Belloum (Gay) Gray, A.
In Bot. U.S., Expl. Exped., 1, p. 150, in adnot; Ind. Kew., IL, p. 155;
Speg., Flor. B. A., p. 116, n* 140; Reiche, El. chil.. L, p. 232, n' 4.
Syn. : Malva Belloa Gay, Pl. eh J, p. 304, tab. 7; Phil. F., Cat. pl.
chil., p. 29; Malvastrum decipiens (St.-Hil.) Schum., K., in Mart., Flor.
bras., XIL, 3, p. 275.
Buenos Aires, (Chile).
Malvastrum capitatum (Cav.) Gray, A
In Bot. U. S., Expl. Exped., IL, p. 150; Gris., Pl. Don p. 42,
n* 96; Symb., p. 42, n* 224; Ind. Kew., m p. 155; Seckt, Fl. Cord.,
p. 945.
Syn. : Malva capitata Cav., Diss., 5, tab. 137, n” 1; Malveopsts
capitata (Cav.) OK., Rev., 1, p. 72.
Córdoba : cala, Corrientes, Tucumán : Ciénega, (Perú, América
boreal).
Malvastrum casabambense Stuckert nov. spec.? inedió.
Subfrutex lignosus, petalis aurantiacts.
Córdoba : Casa Bamba (XI, 1927).
Malvastrum Garckeanum Sehun., K.
In Mart., Flor. bras., XII, pars III, p. 272, tab. LII, fig. 1; Hicken,
Chl. plat. arg., p. 159, n*732; Arech., El. urug.,1,p.117, n”1; Stuckert,
Herb. Arg., det. Fries, R. E.; Dl Mat. méd., p. 162, n* 260.
Buenos Aires, Córdoba, o Brasil).
var. paranense Schum. K., 1. c.; Speg., Bol. Flor. pl., p. 309,
n* 98; Fl. B.. A., p. 116, n* 141; Fries, R. E., ColumnicHa
bir. Ap., P..92.
Buenos Aires, (Uruguay, Paraguay).
Malvastrum geranioide (Cham. et Schl.) Hemsley.
Biolog. centro-am., Bot., I, p. 99; 11, p. 155; Seckt., El. cord., p. 346.
Syn. : Malva geramoides Cham. et Schl., in Linnaea, V (1830), p
226; Malveopsis geranioides (Cham. et Sehl.), OK., Rev., UL, 2, p. 21;
Malvastrum multicaule Britton ex Malva multicaulis Sehl.
N. v. Malvavisco.
Córdoba, (América boreal).
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 25
var. « subsessile OK., 1. c., Seckt, Fl. Cord., p. 346.
Córdoba : Sierra.
var. ¿ Galanderi OK., 1. e., Seekt, El. Cord. p. 346.
Córdoba : Cañada de Molina, (Bolivia).
Malvastrum glomeratum (Hook. et Arn.) Gris.
Symb., p. 42, n* 226; Hieron., Pl. diaph., p. 37; Ind. Kew., 1L,p.153;
Lillo, Fl. tuc., p. 63; Lorentz, Veg. Entrer., p. 140, n* 128; Hicken,
Chl. plat. arg., p. 159. pe
Syn.: Malva glomerata Hook. et Arn., Bot. Misc., MI, p. 151, n*116.
N. v. Afata, Malvavisco.
Buenos Aires, Entre Ríos, Tucumán, (Bolivia).
Malvastrum heterophyllum Gris.
Symb., p. 43, n* 230; pro parte, exempl. cordobens. excludenda,
quae sunt Sphaeralcea sp.; Ulbrich, in Engl. Bot. Jahrb., XL (1908),
p. 116.
Syn. : ?Oristaria heterophylla Gris., Pl. Lorentz., y. 43, n” 101 (non
Phil., Pl. mend.); Malveopsis heterophylla (Gris.) OK., Rev., MIT, 2, p. 21.
Salta: Orán, Jujuy, (Bolivia).
Malvastrum hirtipes Speg.
Ram. pl. arg., Physis, HI, p. 168, n* 38.
Salta : Cachi.
Malvastrum humile (Gill.) Gray.
Bot. U. S. Expl. Exped., L, p. 150; Reiche, Fl. chil., L, p. 233, n* 10.
Syn. : Malva humilis Gill., Hook., Bot. Misc., TIT (1830), p. 150.
Mendoza, (Chile).
var. subacaule (Phil.) Reiche, 1. €., p. 234.
Syn. : Malva subacaulis Phil., An. Univ. Chile (1893), t. 83, p. 14.
Mendoza, (Chile).
Malvastrum incanum (Godron) Thell.
Flore adv. Montpellier, p. 377.
Syn. : Malva incana Godron, Fl. Jur., p. 11, in Mem. Acad. Montp.
sect. méd., 1 (1853), p. 419 (non Pres].).
Salta?, (Bolivia : Tarija, etc.), inq.
Malvastrum interruptum Schum., K.
In Mart., Flor. bras., XIII, pars 3, p. 372; Stuckert, Herb. Arg.,
det. Fries, R. E., et Lillo, M.; Seckt, Fl. Cord., p. 346.
Syn. : Malva spicata Linn., Syst., ed. X,n” 1146; Malvastrum spica-
tum Gray, As.,1n Mem. Am. Acad. N. Y., IV (1849), p. 22; Gris., Pl. Lo-
rentz., p. 41, n* 94; Symb., p. 42, 1” 223; Lillo, Fl. tuc., p. 63; Malveopsis
26 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
spicata (Linn.), OK., L p. 72; HI, 2, p. 22; Morong., En. pl. parag..
Pp. 90.
Córdoba, Tucumán, Misiones, (Paraguay, Brasil, Región tropical y
América boreal).
Malvastrum modioliforme (OK.) Stuckert, n. nom.
Syn. : Malveopsis modioliformis OK., Rev., III, 2, 21.
Formosa : Colonia Aquino.
Malvastrum nudum Schun., K.
In Mart., Fl. bras., XIL, 3 (1891), p. 274; Hicken, Chil. plat. arg.,
p. 159, n* 733; an? Nototriche Friesii Hill., A. W., l. e.
Buenos Aires, (Brasil, Uruguay).
Malvastrum pentandrum Schum., K.
In Mart., Fl. bras., XII, 3, p. 273. Typ., Bras.
subspec. spiciflorum Hassler, Novit. arg., HL, in Fedde, Rep,
XII, p. 495; Lillo, n* 5029.
Tucumán : Bajo de Anfama (1600 metros de altura).
Malvastrum peruvianum (Linn.) Gray.
Bot. U. S. Expl. Exped., L, p. 146; Ind. Kew., UL. p. 155; Gris Ml
Lorentz., p. 42, n97; Symb., p. 42, n* 225; Lorentz, Veg. Entr., p. 137,
n* 125; Hieron., Pl. diaph., p. 37; Hicken, Pl. Flossd., n*36; Niederl.,
Riq. forist., n* 320; Reiche, El. chil., I, p. 231, n*3; Seckt, El. Cord.,
p. 946. ,
Syn.: Malva peruviana Linn., Spec., 968; Wedd., Chi. and., IL, p.
274, n* 2; Malva Mathersti Turczinanow:; Malva limensis Hook. et Arn.,
Bot. Misc., TIL, p. 151 (1833); Malveopsis peruviana (Linn.) OK., Re».,
PZA
N. v. Malva.
Córdoba, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta, (Chile, Perú, Mé-
xX1C0). :
var. trisectum Gris., Pl. Lorentz., p. 42, n* 972.
Catamarca.
Malvastrum plumosum (Presl.?) Gray, Asa.
DL. c p. 1575 Gay, El. chil... E, p. 301; Reche, Blc
11: Ind. Kew. Lp. 100:
Syn. : Malva plumosa Presl., Rel. haentk., 1, p. 124; Tarassa Alberti
Phil., An. Univ. Chile, LXXXIT (1893), p. 321, n* 1; Malvastrum Al:
berti (Phil.) Reiche, [. c., p. 231; Engl. et Prantl., Nat. PA.-Fam., Na:
chtrag I, p. 238.
Mendoza : Valle Sosneado, Portezuelo de Tingiririca, (Chile, Perú).
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 2:
Malvastrum prostratum (Phil.?) Hieron.
Sert. Sanjuan., p. 15, n*27; Ind. Kew., 1, p. 155; Domínguez, Mat.
méd., p. 107.
| Syn. : Malva prostrata Phil. (An. Univ. Chile, 35, p. 163, n* 23, non
| —Cav.).
| San Juan, Mendoza, (Chile).
Malvastrum scabrum (Cav.) Garcke.
In Bonplandia (1857), p. 295; Gray, A., Un. St. Expl. Exped., 1
(1884), p. 147; DC., Prodr., 1(1827), p. 400; Ind. Kew., LI, p.155; Thell.,
Fl. adv. Montp. (1912), p. 272; Hassler, Novit. parag., IV, p. 341,n'8.
Syn. : Malva scabra Cav., Diss., V (1788), p. 281, tab. 138, fig. 14.
Salta? (Paraguay, Bolivia, Perú, América septentrional).
/
var. amblyphyllum Fries., R. E., Hassler, 1. c., 366.
Syn. : M. amblyphyllum Fries., R. E., in Ark. f. Bot., VI, n* 2, Mal-
vales, p. 6; Stuckert, Herb. Arg. (det. Lillo).
| Tucumán, Formosa, (Bolivia).
var. tucumanense Hassler, nov. var., in Fedde, Rep., XII, p.365.
Tucumán : Burruyacú, Cañada Alegre, (Perú).
—Malvastrum tenellum (Cav.) Hieron.
| In Sert. Sanjuan., p. 16, n* 28; Ind. Kew., II, p. 155.
Syn. : Malva tenella Cav., Ic., V, p. 422; DC., Prodr., 1, p. 432; Gay,
Pl. chal., I, p. 299; Hook. et Arn., Bot. Misc., III, p. 151,n*111; Phil.,
El”, Cat. pl. chil., p. 29; Reiche, Fl. chal., L, p. 225, n* 2; Malvastrum
pygmaeum Gris., Symb., p. 43, n* 228 (non Asa Gray).
Mendoza, San Juan, (Chile).
Malvastrum tricuspidatum Gray.
Pl. Wright., L, p. 16; Gris., Pl. Lorentz., p. 42, n* 95; Ind. Kew., II,
p. 155.
-Syn. : Malva coromandeliana Linn., Spec. pl., 687; Malvastrum coro-
- mandelianum (Willd.) Garcke, in Bonplandia, V (1857), p. 297; Schunm.,
K., in Mart., Fl. bras., XII, 3, p. 261; Speg., Flor. B. A., p.116,n* 142;
Fries., R. E., Ark. f. Bot., VI, n* 2, Malvales, p. 6; Hassler, Fl. pil-
com., L, p. S0; Ekman, Columnmif.-A. Mis., p. 5; Hicken, Chl. plat. arg.,
p. 159, n* 731; Seckt, Fl. Oord.. p. 346; Malva americana Cav. (non
Linn.); Malveopsis coromandeliana Morong, En. pl. parag., p. 55:
O.. hev., UL; 2, p. 20.
N. v. Yerba del potro.
Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Jujuy, Formosa, (Paraguay,
Cosmopolita tropical).
28 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
var. « normale (OK.), 1. c.
Jórdoba.
var. £ capitato-spicatum (OK.), 1. e.
Córdoba.
var. y congestum Fries, R, E., 1. e.
Jujuy.
Malvastrum Tweediei Baker, fil.
Journ. Bot., XXXII, p. 169; Graham Kerr, Exp. Pilcom., p. 47;
Hassler, Fl. pilcom., I, p. 83.
Formosa : Pilcomayo, Fortín Page.
Malvastrum violaceum (Phil.) Hieron.
Bol. Ac. nac. cienc. Córdoba, LV, p. 15, n*26; Hieron, Pl. diaph., p.
371; Ind. Kew., IL p. 155; Niederl., Riq. florest., n* 322; Domínguez,
Mat. méd., p. 107.
Syn.: Malva violacea Phil., An. Univ. Chile, 35, p. 162, n* 20.
N. v. Malva, Malvaviseo morado.
San Juan, Mendoza, (Chile).
Malvastrum sp.
Niederl., Riq. florest., n* 323.
Corrientes, Misiones.
Malvastrum sp.
Munk-Parodi, Pl. us., p. 10.
N. v. Altea.
Corrientes, Misiones, (Paraguay).
4995 a, 164. NOTOTRICHE Turez.
(An? ad. gen. Malvastrum Gray, A., pertinet.)
Note on the genus Nototriche Turezaninow with an amended diagnosis and
descriptions of new species, by A. W. Hill, Fellow of Kings College,
Cambridge and University Lecturer in Botany. In I. Urban, Plantae
novae andinae imprimis Weberbauerianae II, im Engler, Bot. Jahrb.,
XXXVII (1906), pp. 575-586.
Nototriche anthemidifolia (Remy) Hill., A. W. |
2" serie Botany, vol. VIT, part. 12, Transaction by the Linnean
Soc. of London, Revision of the genus Nototriche Turez. (1909), p. 254,
male
Syn. : Sida anthemidifolia Remy, in Ann. Se. Nat., ser. 3, VI, p.
356; N. discolor et N. cheirantifolium Turez., in Bull. Soc. Imp. Moscou,
A A
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 29
XXXVI (1863), pt. 1, p. 567; Malvastrum anthemidifolium Gray, A.,
in Bot. U. S. Expl. Exped., p. 152; Wedd., Chi. and., II, p. 282,n*14;
Baker, fil., in Jouwrn. Bot., XXIX, p. 364; Solms-Laubach, in Bot. Zeit.
(1907), pp. 120-130, tab. 2, fig. 2; M. saltense Schum., K., in Fries,
Alp. Fl. arg., p. 127 (non Hieron.).
| Salta, Jujuy : Rinconada (Claren, Fries), (Chile, Bolivia, Perú).
Nototriche Castellnaeana (Wedd.) Hill., A. W.
L. c., p. 579; Rev. gen. Nototriche, p. 257, n* 58.
Syn. : Malvastrum Castellnaeanum Wedad., Chil. and., TL, p. 283, n”
17, tab. 30 A; Sida Cast. (Wedd.) Gris., Symo., y. 44, n* 233; Hieron.,
Pl. diaph., p. 35; Ind. Ker., TL, p. S97.
N. v. Yerba de la portería.
San Juan, La Rioja, Catamarca, Salta, (Bolivia, Perú).
Nototriche compacta (Gay) Hill., A. W.
E; C., p- 5719; Rev. gen. Nototriche, p. 221, n* 9.
Syn.: Sida compacta Gay, Fl. chal., Y, p. 329; Malvastrum compactum
Gray, A., in Bot. Expl. Exped., 1, (1894), p. 152; Wedd., Ohl. and.,
TI, p. 279, tab. 80 B.; Reiche, Fl. chal., 1, p. 236, n*16; Baker, f., Journ.
Bot., XXIX (1891), p. 363.
Mendoza, (Chile).
Nototriche famatinense Hill., A. W.
In Engl. Bot. Jahrb., XXXVII (1906), p. 581; Trans. Linn. Soc.
ond., 1. €., p. 227, n* 20.
Syn. : Malvastrum famatinense Hieron. mscr.
La Rioja : Famatina.
Nototriche Friesii Hill., A. W.
In Trans., ]. €., p. 226, n* 19; an? Malvastrum obcuneatum Baker
f., det. Schum, K., in Fries, Alp. Fl. are., p. 127.
Jujuy : Nevado de Chañni.
Nototriche Hieronymi Hill., A. W.
In Engl., 1. c., 581; Trans. Linn. Soc. Lond., 1. c., p. 219, n' 4.
La Rioja : Nevado de Famatina.
Nototriche incisa Turcz.
EUA. W.., In Enel., 1. €., Pp. 978.
Syn. : Malvastrum nubigenum Baker, f.; Malva nubigena Walpers;
Sida nubigena Walp., l. c., p. 307; Malva parnassiaefolia (Hook.)
Wedd., Chi. and., IL, p. 276; Sida parnassiaefolia Hook., Ie. pl., tab.
985; var. lobulata Wedd., l. c.; Malvastrum Fiebrigii Ulbrich, E.,
30 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Engl. Bot. Jahrb., XLIT (1908), p. 113; Lillo, Soc. arg. cienc. nat. '
Tucumán (1916), p. 228.
Tucumán : Ciénaga (Lorentz), (Perú).
Nototriche Lorentzii Hill., A. W. [
In Engl., 1. c., p. 584; Trans. Linn. Soc. Lond., 1. c., p. 248, n* 43;
Salta : Nevado del Castillo. |
Nototriche Niederleinii Hill., A. W.
In Engel., 1. c., p. 584; Trans. Linn. Soc. Lond., 1. c., p. 246, n” 41.
La Rioja : Sierra de Famatina.
Nototriche obcuneata (Baker) Hill., A. W.
In Engl., l. e., p. 579; Trans. Linn. Soc. Lond., 1. e., p. 225, n* 16.
Syn. : Malvastrum obcuneatum Baker, in Journ. Bot., 29, p. 363;
Fries, R. E., Alp. El. arg., p. 127 (conf. N. Priest Hill., A. W.).
Jujuy, (Bolivia, Perú). |
Nototriche pulvilla EG1!., A. W. |
In Engl., 1. c., p. 581; Trans. Linn. Soc. Lond., 1. e., p. 246, n* 41
La Rioja : Sierra de Famatina.
Nototriche saltensis (OK.) Hill., A. W.
In Engl., l. c., p. 587; Trans. Linn. Soc. Lond., l. c., p. 256, n* 555% |
Hicken, Pl. Flossd., n* 37 (non Malveopsis saltensis OK., Rev., TIL, 2, |
p. 22; nee Malvastrum saltense (OK. Fries, R. E., Alp. El. arg., p. 127).
Syn. : Malvastrum saltense Hieron., in herb. (non Schum. K.).
La Rioja : Famatina, Salta : Nevado del Castillo, Jujuy, (Bolivia).
Nototriche transandina Hill., A. W.
In Enegl., 1. c., p. 579; Trans. Linn. Soc. Lond., 1. c., p. 226, n' 18. |
An? Sida compacta Gay, 1. e. |
Syn. : Malvastrum compacta Fitzgerald (non Gray). !
Mendoza : Uspallata, (Chile, Aconcagua). |
4996, 17. MODIOLASTRUM Schum., K. |
Modiolastrum geranioide (G111.) Baker f.
D. c., p. 107, n” 2; OK., Rev., I11*, p. 22; Hicken, Chl. plat. area
p. 159, n* 734; Parodi, L. R., Ens. Perg., p.220, n*” 290; Seckt TIM
Cord., p. 346. E |
Syn. : Malva geranioides Gill., in Hook. et Arn., Bot. Misc., 111, p.
152, n” 112 (non Cham. et Schl.); Modiola geramioides Walp., Rep., L,
p. 296; Ind. Kev., IL, p. 251; Gris., Symb., p. 459, n” 243,
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 31
An? syn. : Malva Gilliesii Phil., An. Univ. Chile, II (1870), p. 16;
Sert. mend., IL, p. 163, n* 20.
N. v. Mercurial.
Córdoba, Mendoza, (Chile?).
Modiolastrum malvifolium (Gris.) Schum. K.
nMart., Blor. bras., XII, 3, p. 271; OK., Rev., UL, 2, p. 22; Hie-
ken, Chl. plat. arg., p. 159, n* 735; Fries, R. E., Ark. f. Bot., VI, n” 2,
Malvales, p. 7; Lillo, 1. c., pp. 212, 217; Chodat, Pl. Hassl., L, p. 94;
Seckt, Fl. Cord., p. 346. |
Syn. : Modiola malvifolia Gris., Symb., p. 45, n* 244; Ind. Hero., Y,
p. 251; Niederl., Rig. forest., n” 349; Matoso, Ed., Cien imdustr., p.
229, n* 472.
N. v. Mercurio, Saú-caá.
Córdoba, Catamarca, Tucumán, Corrientes, Jujuy, (Uruguay, Para-
guay, Brasil).
4997, 18. PLAGIANTHUS Forst.
Plagianthus pulchellus (Bonp1.) Gray, A.
Bot. Amer. Expl.. Exped., IL, p.181; Bentbh. et Mill., Flor. Austral.,
ip 159; Pbil., R. A., An. Univ. Chile., Pl. nuev. chil., t. 81, p. 324,
n* 1; Ind. Kew., Il, p. 151; Macloskie, Exp. pat., p. 572; Reiche, Fl.
onu. Lp. 297, n* 1.
Syn. : Sida pulchella Bonpl., DG., Prodr., 1, p. 468.
Patagonia? (Chile, Australia).
1998, 19. SIDA Linn.
Sida acuta Burm. f.
Fior. Ind., p. 147; Schum., K., in Mart., El. bras., XIT, 3, p. 325;
Chodat et Hassler, Pl. Hassl., 11, p. 556; Ind. Kew., HL, p. 896.
(Typ. : Paraguay, Brasil.)
var. carpinifolia (Linn.) Schum., K., l. €., p. 326.
Syn. : S. carpinifolia Linn. f., Suppl. (1781), p. 307; Fries, R. E.,
Ark. f. Bot., Bd. VI, n* 2, Malvales, p. 9; Lillo, de lit.; S. ulmifolia Mill.,
card. Dict., e. d., VII, n* 1 (conf. OK., Rev., III, 2, p. 22).
Tucumán, Chaco, Misiones, (Paraguay, Brasil, etc.).
Sida anarthra Ekman.
Columnif.-f1., Mis., p. 15.
Misiones, (Brasil).
32 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Sida anomala St. Hil., A.
Flor. bras. mérid., [, p. 140, tab. 33; Schum., K., in Mart., Fl. bras,,
XII, 3, p. 286, tab. LV; Ind. Kew., IL, p. 396; Gris:, Symb., p. 140
237; Niederl., Result. bot. Mis., p. 16; Matoso, Ed., Cien industr.,
p. 248, n* 566; Speg., Fl. B. A., p. 112, n* 134; Fries, R. E., Ark, f,
Bot., VI, n* 2, Malvales, p. 7; Arech., Fl. urug., 1, p. 121; Giber
Enunm. pl. urug., p. 53; Hicken, Chl. plat. arg., p. 160, n* 736; Chodat,
Pl. Hassl., I, p. 95; Chodat et Hassl., Pl. Hass]., HI, p. 556; Rodrigo,
A E.. Pros X (1930), p. 195, n2 2
NV PTipichá atá, Tipichá-yé, Pichana rosada.
Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes, Chaco, Formosa, Misiones,
(Uruguay, Paraguay, Bolivia, Brasil, América tropical).
Sida argentina Schum., K.
In Mart., Fl. bras., XI!, pars 3 (1892), p. 315; Chod. et Hassler,
Pl. Hassl., IL, p. 556; OK., Rev., 11I, 2, p. 22; an ? = Sida confusa
Hassl., NS parao Va peo as ais Sec. FL Cord., p. 347.
ova San Luis, Tucumán, (Paraguay, Bolivia, Brasil)
var. paraguayensis Ulbrich.
et subsp. pseudocymbalaria Hassl.
e.
et var. viscosissima (St.-Hil.) Hass]. (conf. Sida confusa Hassl).
Formosa, Misiones, (Paraguay).
Sida chubutensis Speg.
Nov. add. ad El. pat., in 2 Mus. Nac. B. A., VII, p. 246, n” 833;
Macloskie, xp. pat., p. 579
Ohubut : Golfo San Jorge.
Sida ciliaris Linn.
Ed. X, 1145; Spec. pl., ed. IL, p. 961; Schum., K., in Martí
bras., XI, 3, p. 283; Ind. Kew., 11, p. 897; Engl. et Prantl., Nati
Pfi.-f., IL, 6, p. 43; OK., Rev., III, 2, p. 22; Chod. et Hassl., Pl
Hassl., IL, p. 553; Hass]., Fl. pilcom., 1, p. SO.
Entre Ríos, Chaco, Formosa, (Paraguay, Brasil, América boreal,
Ind. occ.).
var. fulva (St.-Hil.) Schum., K.
L. c., p. 285; Chod. et Hassl., Pl. Hassl., IL, p. 553.
Syn. : Sida fulva St.-Hil., Fl. brás. mérid., 1, p. 176; Speg., Plor.
Vent... p. 18, D.31s Hlor. Bs poallZznalos.
Buenos Aires, (Paraguay, Brasil).
Sida compacta St.-Hil. et Naud. (non Gay).
in Annal. Soc. nat., IL, ser. XVII, p..b4; Ind: Kew. Hp: 897;
|
|
|
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 30
Sehum., K., in Mart., Fl. bras., XHI, pars 3, p. 344; Arech., Fl. urug.,
lp. 123; ea Kew., mn p. 155.
Entre Ríos? (Uruguay, Brasil).
Sida confusa Hassler.
MS Novitat. parag., VI, p. 65, n* 117.
Syn. : Sida Martiana St.-Hil., var. viscosissima Hassl., f. latifolia
Hassler, in Pl. paraguar. nov., V, p. 716; Bull. Herb. Botss., 2”* série,
VII, p. 731; $. argentina Chod. et Hassler (haud Schum.), K., in Pl.
Hassl., 11, p. 556; $. argentina Schum., K., var. paraguayensis Ulbrich,
E., p. p., in Engl. bot. Jalwb., 42, p. 122, quoad Hassler, n 5768; OK.,
Mero LL 2, p. 22.
Misiones, (Paraguay, Bolivia).
subsp. pseudocymbalaria Hassl.
et var. viscosissima (St-Hil.) Hassler, forma latifolia Hassler,
Pl. paraguay. nov., p. 76.
Misiones : Bonpland, (Paraguay).
Sida cordifolia Linn.
Sp. Bl, p. o Ind. Kew., IL, p. 597; Schum., K., in Mart.,
Fl. bras., III, 3, p. 329; Gris., Symb., p. 44, n* 236; Niederl.,
Result. bot. . p. 16; Matoso, Ed., Cien industr., p. 221, n* 421;
NMorong, En. pl. parag., p. 56; OK., Rev., TI, 2, p. 22; Chodat,
Bl Hassi., L p. 95; Chod. eb Hassl., Pl. Hassl., IL p. 557; Fries,
EE. Ark, f Bot., VI, n*? 2, Malvales, p. 9; Ekm., Columnif.-f..
Mis., p. 10.
Syn. : $. altheaefolia Swartz, Prodr. veg. Ind. occ., p. 101; Munk-Pa-
rodi, Pl. us., in Anal. Soc. Cient. Arg., IV, p. 249; $. rotundifolia Lam.,
Encyel., I, p. 5.
N. v. Malvavisco, Malva-corozó, Pichana amarilla.
Córdoba?, Jujuy, Corrientes, Misiones, (Paraguay, Bolivia, Zona
tropical).
Sida Esperanzae Fries, R. E.
Ark. f. Bot., VI, n” 2, Malvales, p. 8.
Jujuy.
Sida flavescens Cav.
Diss., I, p. 14, tab. 153, fig. 2; Ind. Kew., II, p. 897; Schum., K., in
Mart., Flor. bras., XII, 3, p. 290; Speg., Flor. Tand., p. 10,n* 33; Flor.
B. A., p. 114, n* 139; Fries, R. E., Columnif.-f]. Amer., in Sv. Vet.
Handl., t. 42, p. 39; Ekman, Columnif.-fl. Mis., p. 5; Arech., Fl. urug.,
IT, p. 123, Chod. et Hassl., Pl. Hassl., II, p. 554.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV 3
34 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA -
Syn.: 8. urticifolia St. Hil., A., Fl. bras. mérid., I, p. 189.
Buenos Aires, Misiones, (Uruguay, Paraguay, Brasil).
Sida glutinosa Cav. :
Diss., I, p. S, tab. 2, fig. 6; Ind. Kew., II, p. 899; OK., Rev., 1LI, 2,
p. 22; Seckt, Fl. Cord., p. 347.
Córdoba : Dique, (Bolivia, América et Asia tropicales).
Sida hastata St. Hil., A.
Flor. bras. mér., L,p.130,tab.p.136, fig.2; Schum., K.,in Mart., Flor.
bras., XII, 3, p. 288, tab. 56; Ind. Kew., II, p. 398; Hook. et Arn., Bot.
Misc., HT, p. 153, n* 132; Gris., Symb., p. 44, n* 240; Lorentz, Ves. En-
trer., p. 141, n*” 128; OK., Rev., HI, 2, p. 22; Speg., Flor. Tandil, p. 10,
n* 34; Bol. Fl. plaf., p. 309, n* 97; Fl. B. A., p. 113,n*137; Nov. add.
Fl. pat., in An. Mus. Nac. B. A., VII, p. 245, n* 829; Hicken, Chl. plat.
arg., p. 160, n*? 737; Macloskie, Exp. pat., p. 573; Arech., El. urug.,
I, p. 122, n* 2; Chodat et Hassler, Pl. Hassl., IL, p. 554; Domínguez,
J. A., Mat. méd., p. 162, n* 264; Rodrigo, A. P., in Phys., X, p. 196,
n* 2; Parodi, L. R., Ens. Perg., p. 221, n* 292; Seckt, El. Cord., p. 347.
Patagonia, Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, (Uruguay, Para-
guay, Brasil).
var. a tomentosa Fries, R. E., Columnif-fl. Amer., in Sv. Vet.
Handl., t. 42, p. 35; Hicken, Chl. plat. arg., p. 160, n* 737 a.
Buenos Aires, San Luis.
var. f glabriuscula Fries, R. E., 1. c., p. 35, n* 12.
Buenos Alres, Entre Ríos, Córdoba, Salta, (Uruguay, Texas, Ari-
ZONA).
Sida leprosa (Ortega) Schum., K.
In Mart., El. bras., X1L, 3 (1892), p. 288 et 341; OK., Rev., IL 2;
p. 22; Thell., Montp., p. 379; Speg., Flor. Tand., p. 14, n* 35; Nov.
add., Flor. pat., An. Mus. Nac. B. A., VII, p. 245, n*836; Bol. Flor.
plat., p. 308, n” 95; Flor. B. A., p. 110, n”* 132; Macloskie, xp. pat.,
p. 574; Ind. Kew., LI, p. 153; Hicken, Pl. Fisch., Phys., 1L, p. 108,
n* 149; Chl. plat. arg., p. 160, n* 738; Pl. Río Negro, p. 305, n* 89;
Arech., Fl. urug., L, p. 127, n”9; Domínguez, J. A., Mat. méd., p. 162,
n” 263; Rodrigo, A. P., Phys., X (1930), p. 196, n* 8; Parodi, L. k.,
Ens ero... pr 22100 209%
Syn. : Malva leprosa Ortega, Decad., VIII, p. 95; Malva sulphurea
Gill., in Hook., et Arn., Bot. Misc., TI, p. 149; Phil., F., Cat. Pl. chal.,
p. 29; Malvastrum sulfureum Gris., Symb., p. 43, n* 229; Hieron., Sert.
pat., p. 336, n* 26; Sert. sanj., p. 15, n* 25; Speg., Flor. Vent., p. 36,
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 35
n* 87; Pl. pat. austr., p. 19, n* 58; Sida hederacea Torr., in Gray, Pl.
Fendl., p. 23, var.; Sida sulphurea Gray, A., Pl. Fendl., p. 23; Ball,
Fl. pat., UL p. 478; Sida sulphurea Baker, Synops. Malo., in Jouwrn.
Bot. (1890), p. 53, n* 2; Reiche, El. chil., 1, p. 238, n* 1.
N. v. Malva común, M. plateada, M. amarilla rastrera.
Patagonia boreal y austral, Río Negro, Buenos Aires, Jujuy, (Chile,
Europa adv.).
Sida macrodon DC.
Prodr., I, 464, n* p. 59; St.-Hil., Flor. bras. mérid., L, p.187; Schum.,
K., in Mart., Flor. bras., XII, 3, p. 289, pro parte; Gris., Pl. Lorentz.,
p. 45, n* 100; Symb., p. 44, n* 239, sub $. macrodon DO., var. inter-
media St.-Hil., pro parte; Lorentz, Veg. Entrer., p. 145, n* 128; Hie-
ron., Pl. diaph., p. 383 Speg., FJ. B. A., p. 114, n* 138; OK., Rev., LLL, 2,
p. 22; Macloskie, Exp. pat., p. 574; Fries, R. E., Columnif.-fl., p. 36;
Chod. et Hassl., Pl. Hassl., IL, p. 554; Ekman. Columnif.-£.., p. 5; Ind.
Kew., II, p. 895; Seckt, Flor. Cord., p. 347. |
Río Negro, Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Chaco, Corrientes,
Misiones, (Paraguay, Brasil).
var. intermedia St.-Hil., 1. c., p. 138, tab. 36, fig. 1.
Syn. : $. intermedia St.-Hil., 1. c.; Niederl., Rig. for., p. 40; Result.
bot. Mis., p. 16; Matoso, Ed., Cien imdustr., p. 207, n* 357; Speg., FI.
Vent., p. 18, n* 38; Seckt, l. c., p. 347.
N. v. Guachí-pichá, Mercurio.
Río Negro, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Chaco, Corrientes,
Misiones, (Brasil).
Sida micrantha St. Hil., A. |
Flor. bras. mér., I, p.190; Ind. Kew., II, p. 899; Matoso, Ed., Cien-
industr., p. 201 n” 425.
N. v. Malvalitro.
Corrientes, (Brasil).
Sida montana Schum., K., (non Dietr., nec Roxb.).
In Mart., Flor. bras., XII, 3, p. 339; Fries, R. E., Ark. f. Bot., VI
(1906), n* 2, Hassler, Nov. parag., IV, p. 38, n” 86; Seckt., Fl. Cord.,
p. 347.
Syn. : $. cordifolia Linn., var. variegata Gris., Symb., p. 44, 10" 236;
Matoso, Ed., Cien industr., p. 221, n” 420; Munk-Parodi, Pl. us., p. 17.
N. v. Malva del campo.
Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, Corrientes ?, Misiones?, (Paraguay,
Brasil).
36 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
var. submutica Hassl. nov. var., Nov. parag., IV, 43.
Formosa, (Paraguay).
- forma Regnellii (Fries, R. E.) Hassler nov. forma, 1. c.
Syn. : S. Regnellii Fries, R. E., Colummf-fAl. Am. austr., p. 23, tab.
TTT, fig. 2-6; Ekman, Columnif.-A. Mis., p. 14.
Misiones : Posadas, (Brasil).
Sida obliqua Nutt.
Ex Torr. et Gray, Flor. N.-Am., 1, p. 233; Ind. Kew., IL, p. 899:
Macloskie, Exp. pat., p. 574.
Patagonia, (América boreal).
Sida potentilloides St.-Hil.
Flor. bras. mér., L, p. 140; Schum., K., in Mart., Flor. bras., XIL 8,
p. 834; Ind. Kew., IT, p. 8599; Fries, R. A fl. Sida ,P.34;
Lillo, L C:, Pp. 212- 913: Haas pico. E ae 81; Novit. parag., 1V,
p. 34, n” 65; Arech., FL, UU. Lp. 128 >
Syn. : S. cordifolia Linn., var. onda St. Hil., 1. c.; Gris
Symb., 44, n* 236 a: Matoso, Ed., Cien industr., p. 221, n* 424; Seckt,
Fl. Cord., p. 347.
N. v. Malva misionera (Corr.).
Córdoba, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, (Uruguay, Paraguay,
Brasil.)
Sida rhombifolia Linn.
Spec. pl., ed. L, p. 654; Ind. Kew., IL, p. 900; DC., Prodr., I, p. 462;
Hook. et Arn., Bot. Misc., III, p. 153, n* 131; Schum., K., in Mart.,
Flor. bras., X1L, 3, p. 837, tab. LXIII; Gris., Pl. Lorentz., p. 43, n* 99;
Symb., p. 44, n* 235; Pont Viéa: pe p. 144, n* 123; Hieron.,
Pl. diaph., p. 38; Nieder!l., Result. bot. Mis., p. 16; OK., Ro 111P,
p. 22; Hicken, Chl. plat. arg., p. 160, n” 7139; pes Bol. Elon >
p. 305, n” 96; Fl. B. A., p. 112,n* 136; Al a Mis., p. 54; Fries, R.
E., Ark. f. Bot., t. VI, Malvales, p. 9; Parodi, L. K., Malezas Per-
gam., Rev. Fac. Agr. B. A., V (1926),p. 135; Obs. S. Nic., p. 189,18
32; Ens. Perg., p. 221, n* 294; Rodrigo, A. P., Phys., X, p. 196, n£
5; Hassler, Fl. pilcom., I, p. 831; Girola, Pl. invas., pp. 14, 16, 22;
Phil., F., Cat. Pl. chil., p. 30; Arech., El. utug., L, p. 126, n* SM;
rong, En. Pl. parag., p. 56; Gibert, En. pl. montev., p. 53; Chod. et
Hassl., Pl. Hassl., IL, p. 557; Seckt, Fl. Cord., p. 347.
N. v. Escoba, e. Mata-alfalfa.
Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Tucumán, Corrientes, Misio-
nes, (Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Brasil, Amphig. tropical).
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 37
var. canariensis (W.) Gris., Fl. Brit. W. Ind., p. 74; Schun.,
Cp. 999; Pries, ko. 7 lc. Chod. eb Elassl., 16.;
ATech., 1: c.
Córdoba, Tucumán, Jujuy, Misiones, (Uruguay, Paraguay, Bolivia).
var. normalis OK., 1. c.
Córdoba.
var. 0blongifolia OK., 1. c.
Tucumán. |
var. subtomentosa Schun., K., l. c., Hassl., Fl. pileom., I, p. 81.
Formosa, (Paraguay, Brasil).
var. typica Schum., K., 1. c.; Ekman, 1. c., p. 18.
Misiones : Loreto.
N. v. genuin. et var.: Afata (BA., T.), Pichana, Malvavisco falso,
Mata-alfalfa (B. A.), Cáñamo criollo, Tipichá-guazú (Corr., Mis.), Mal-
vará-guazú.
(Continuará.)
NUEVA SUBESPECIE DE AVESTRUZ FÓSIL DEL PAMPEANO INFERIOR
RHEA AMERICANA ANCHORENENSE suBEsp. N.
Por CARLOS AMEGHINO y CARLOS RUSCONI
RÉSUMÉ
Nouvelle sous-espéce d'autruche fossile du pampéen inférieur «Rhea americana
anchorenense» subesp. n. — Il s'agit de fossiles de l'étage ensénadéen (plioce-
ne supérieur). Ces premiers restes d'autruches sont signalées, ainsi que ceux
d'autres especes du méme groupe; et les auteurs affirment que Rhea fossilis
Amegh., es un synonyme de fihea pampeana de Moreno et Mercerat.
En uno de los artículos relativos a los vertebrados fósiles del piso
ensenadense que publicó uno de nosotros (O. R., 1931, pág. 2646), y
en otro aparecido recientemente (1932, pág. 149), señalábamos por
primera vez la presencia de avestruces fósiles en la fauna del piso
ensenadense de Buenos Aires, basada sobre un tarsometatarso incom-
pleto, hallado en los arrecifes del río de la Plata por el señor Federico
Hennig. Allí decíamos que, por la escasez del material no podíamos
aseverar nada en cuanto a su determinación específica y solamente
nos permitió reconocer la existencia del género Rhea contemporáneo
clel tipoterio.
Ahora, en posesión de nuevos elementos que consisten en un tarso-
metatarso más completo, encontrado por el mismo señor sobre los
arrecifes del río y frente a la estación Anchorena, nos ha permitido
compararlo con otros huesos análogos y como resultado de nuestro
examen llegamos a la conclusión de que, por lo menos, ese objeto
NUEVA SUBESPECIE DE AVESTRUZ FÓSIL DEL PAMPEANO INFERIOR 39
representa una variedad o subespecie distinta de FKhea americana
albescens Linch Arribál. y Holm., que habita actualmente en nuestro
país, y por eso proponemos llamarla:
Rhea americana anchorenense subesp. 1.
Tipo: Parte distal de un tarsometatarso bien conservado del lado
izquierdo y de un individuo adulto número 639, colección Hennig.
Localidad: Anchorena, piso ensenadense cuspidal, plioceno superior.
El tamaño de la pieza tipo es, más o menos, similar al mismo hueso
de otros avestruces de talla mediana, procedentes, algunos de la pro-
Rhea americana anchorenense subesp. n. Tarsometatarso (tamaño natural)
vincia de Buenos Aires, y otros, de túmulos indígenas prehispánicos
de Santiago del Estero, pero algo más grácil, sin embargo, que aque-
llos individuos de gran desarrollo.
La mesotróclea del ave fósil es más elevada que la de los especí-
menes actuales ya indicados, carácter este último parecido al de
Heterorhea Dabbenei, descrita por Rovereto en 1914 (1). La ectotró-
clea o tróclea externa no se prolonga tanto como en los avestruces
vivientes, en los cuales, el metatarsiano externo pasa en muchos
casos de los 6 milímetros de longitud del nivel inferior de la ento-
tróclea. Debido a esta construcción resulta también que las tres tró-
cleas de Rhea americana albescens muestran una figura más asimé-
(1) En el cuadro de medidas de esta obra (pág. 160), Rovereto dice que «el
ancho máximo del hueso [tarsometatarso] a los 95 centímetros de la extremidad
de la tróclea mediana... » loque a nuestro juicio es un simple error de imprenta,
puesto que el hueso de ese animal no alcanza tal magnitud ni aun la tienen los
grandes avestruces africanos cuyo tarsometatarso oscila entre los 45 y 50 centí-.
metros de longitud.
40 : ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
trica que las de Rhea a. anchorenense. La cresta lateral externa de la
diáfisis de la nueva forma, es más prominente que la del lado opuesto,
en cambio en los individuos que nos sirven de término de compara-
ción esta última tiene más altura. El orificio intertroclear, destinado
al pasaje del tendón, está situado más o menos en el mismo lugar
que en los huesos homólogos actuales.
En conclusión, exponemos que, tanto los «detalles va anotados
como la antigiiedad que esos restos representan, nos parecen sufi-
cientes para distinguirla de la subespecie actual con el nombre arriba
indicado.
¡0
Los primeros restos de avestruces fósiles de la Argentina han sido
mencionados por el doctor Ameghino en diversas publicaciones (1882,
pág. 14), con el nombre de fihea fossilis (1). Después Moreno y Mer-
cerat (1891), fundaron tres especies, basadas algunas sobre materia-
les incompletos, a saber :
La primera, por ejemplo, la llamaron Khea subpampeana Mor., y
Merc., y consiste en una extremidad inferior de tarsometarso muy
deteriorado, hallado en terreno miocénico (2), de Laguna Vitel, pro-
vincia de Buenos Aires (pág. 70, lámina XX, fig. 22).
La segunda: Khea pampeana Mor. y Merc., fué basada sobre gran
parte de un esqueleto (pág. 70, lám. XIX, figs. 1, 3-10 y 13; XX,
figs. 1-4; y XXI, figs. 1-4), es decir, el mismo ejemplar que E.
Ameghino hacía figurar en sus publicaciones como Kiíhea fossilis y de
cuyo individuo, ese sabio (1891, pág. 448), dijo que «tenía la talla
de Rhea Darwini [hoy Pterocnemia pennata (d”Orb.)|, pero de carac-
teres intermediarios entre los de esta especie y los de fíhea ameri-
Caña ».
La tercera especie de Moreno y Mercerat es FKhea fossilis (nec. R.
Fossilis Amegh.), y se valieron de un tarsometatarso y parte de una
tibia de tamaño similar al del avestruz existente y extraídas de
(1) En el catálogo de los géneros y especies de aves de Bowdler Sharp, halla-
mos la siguiente referencia: « Rhea fossilis Amegh. Rev. Argent. Hist. Nat. vol.
I (1891), pág. 448, Patagonia. Eoceno », cuando en verdad esos restos mencio-
nados por F. Ameghino no provienen de Patagonia ni son más antiguos de pleis-
toceno, equivalente a terrenos superficiales de la formación pampeana.
(2) La edad miocénica atribuída por esos autores a dicho vestigio, es incorrecta
según la advertencia hecha por F. Ameghino en 1891, página 448.
NUEVA SUBESPECIE DE AVESTRUZ FÓSIL DEL PAMPEANO INFERIOR 41
terreno postpampeano de la localidad de Mar del Plata (pág. 71, lám.
NI as. 2, 11, y 16; XX, fig. 2, y XXI, fig. 6).
En el mismo año (1391) F. Ameghino publicó un breve resumen
erítico relativo a las aves fósiles argentinas y en la página 448 de
esa obra nuestro sabio sostuvo que tanto Rhea fossilis como R. sub-
pampeana de Mor. y Merc., eran sinónimas de fíhea americana Latl.
Mientras que Rhea pampeana de aquellos autores ha; sido rechazada
por F. Ameghino por el hecho de que este autor en 1882 la había
señalado con el nombre de Kihea fossilis.
Aunque sobre esta cuestión será necesario volver en otra oportu-
nidad cuando podamos consultar el material utilizado por esos inves-
tigadores y otros aún no descritos, nos permitimos exponer aquí y en
forma provisoria, la siguiente observación :
En el supuesto de que Kihea fossilis y KR. subpampeana dle Moreno
y Mercerat no fuesen buenas especies como lo argumento F. Ame:-
ghino, Fhea pampeana, según nuestro modo de ver, vendría a ser ahora
una especie o por lo menos una subespecie distinta de la viviente, no
obstante haberla considerado Ameghino como sinónima de su XK.
fossilis, de 1582. Pues el término fossilis no significa nada en siste-
mática y solamente se empleaba para recordar que una especie
viviente tenía también su representante en estado fósil, precisa-
mente como lo entendió el propio F. Ameghino en su grande obra de
1589, página 11.
Ante estos resultados imprevistos por nuestro sabio, resulta que
Rhea pampeana Mor., y Mere., siendo de caracteres intermedios entre
KR. americana y Pterocnemia pennata, y además, sabiendo que es el
ejemplar primeramente estudiado por Ameghino, tendría que ser
también la primera especie fósil válida, a menos que las leyes de
nomenclatura se aplicaran con rigor, lo que en este otro caso, Fíhea
subpampeana a pesar de su estado incompleto y de poco provecho
para investigaciones futuras, sea la favorecida simplemente porque
en la descripción de Moreno y Mercerat tiene prioridad sobre Ki.
pampeana.
Referente a la filogenia del género Fihea a través de la formación
pampeana deja mucho que desear por ahora, debido a la escasez de
materiales en la base de esta formación; mientras que estas aves
son más abundantes en terrenos postpampeanos y actuales. Las sub-
especies que vivieron o habitan en la Argentina, según nuestras
previas observaciones serían las siguientes:
Rhea americana albescens Linch Arribál. y Holm. (actual).
42 ] ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Khea americana pampeana (Mor. y Merc.) pampeano superior, pleis.
toceno. : :
Rhea americana anchorenense, subesp. n. piso ensenadense, plioceno
superior.
BIBLIOGRAFÍA
AMEGHINO, F., Catálogo de las colecciones de antropología prehistórica y de paleon-
tología, presentadas a la Exposición continental Sudamericana de 1882.
AMEGHINO, F., Contribución al conocimiento de los mamiferos fósiles de la Repú-
blica Argentina, en Actas de la Academia Nacional de Ciencias en Córdoba, volumen
VI, Buenos Aires, 1889.
AMEGHINO, F., Enumeración de las aves fósiles de la República Argentina, en
Revista Argentina de Historia Natural, volumen I, páginas 441, 453, Buenos
Aires, 1891.
BOWDLER, SHARP, R., 4. Hand-list of the Genera and species of Bird, volumen
1, London, 1899. |
MORENO, F. P. Y MERCERAT, A., Catálogo de los pájaros fósiles de la República
Argentina, en Anales del Museo de La Plata, volumen I, página 9-71, La Plata,
1891.
ROVERETO, G., Los estratos araucanos y sus fósiles, en Anales del Museo de His-
toria Natural de Buenos Aires, volumen XXV, páginas 1-248, Buenos Aires, 1914.
RusconNr, C., Lista de los vertebrados fósiles del plioceno superior de Buenos Ares,
piso ensenadense, en La Semana Médica, volumen XXXVIII, páginas 2042-2047,
Buenos Aires, 1951.
RuscoNt, C., La presencia de anfibios (Ecaudata) y de aves fósiles en el piso ense-
nadense de Buenos Aires, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, volumen
CXIII, páginas 145-149, Buenos Aires, 1932.
'
|
|
BIBLIOGRAFÍA
BUuRrKART, A., Investigaciones genéticas sobre una nueva mutación de « Droso-
phila melanoyaster » determinante de excepciones hereditarias, en Revista
de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de Buenos Atres, entrega Il,
tomo VII, páginas 393-491, 12 figuras y 47 cuadros, noviembre de
1931. Imprenta de la Universidad. Buenos Aires.
ste traba) aparec anto aislado en el ambiente biológico at-
Este trabajo, que aparece un tanto aislado en el ambiente biológic
gentino, por el escaso cultivo que en nuestro país ha merecido la genética
pura, se relaciona en cambio, tanto por su base experimental como pot el
orden de ideas en que se desarrolla, con una extensa literatura genética ex-
tranjera, principalmente norteamericana y alemana, cuyo eje es la obra de
orgal ora sobre l: squite a fruta, Drosophila mela-
Morgan y colaboradores, sobre la mosquita de la fruta, Drosophil l
nogaster. Los resultados generales de estas indagaciones, completadas con
estudios sobre otros organismos, se conocen como teoría cromosómica de la
herencia, cuyos fundamentos y problemas han merecido ser expuestos en
conjunto en numerosas obras : Stern, en Ergebnisse der Biologie, tomo IV,
Berlín, 1928; y Belar, en Handbuch der Vererbungswissenschaft, de Baur y
rtma 01M DÍ X. '
Hartmann, tomo I B (1928), capítulo IX
S investigació 'ealizade taiser Wilhelm Institut fio
La presente investigación, realizada en el Haiser Wilhelm Institut /
_Biologie de Berlín, versa sobre una mutación, por la cual las setas del
tórax y de la cabeza de este díptero tomaron un color rubio en lugar de
negro normal. Sabido es que las mutaciones pueden ser de naturaleza muy
diversa : de factoriales, de cromosomas, ete. Lamntación « setas rubias » fué
estudiada por varios meses, hasta que después de observadas unas 15.000
mosquitas fué explicado el caso de esta mutación, y el de ciertos descen-
dientes anormales de la misma, con caracteres patológicos hereditarios, que
aparecían constantemento en diversos cruzamientos.
El proceso descubierto parece ser el siguiente : un pequeñísimo fragmen-
to de uno de los cromosomas sexuales (llamado X) se separó y quedó pe-
gado a otro cromosoma, el 2% de los cuatro que integran el conjunto
haploide de la especie. Esta « translocación » de material cromosómico (el
fundamental para la herencia) se operó una sola vez, y las mosquitas que
poseen tal alteración se caracterizan por setas rubias. Este carácter no se
debe, pues, a una mutación factorial simple, sino a la mudanza de un trozo
de cromosoma (¿con mutación simultánea?). Ello explica la aparición de las
mosquitas excepcionales en las cruzas efectuadas con la raza «rubia ». Ésta
posee dos cromosomas diferentes de las otras razas : uno defectuoso (el X),
y un 2% cromosoma con una pequeña parte del material hereditario del X.
44 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA
¿Qué ocurre en los cruzamientos con tales mosquitas? Se pueden originar
diversas combinaciones nuevas de cromosomas, de acuerdo con la ley de la
libre combinación de factores (y cromosomas, que son los portadores de los
factores). El cromosoma X, defectuoso, puede llegar a formar parte de un
nucleo con 2% cromosomas normales; e, inversamente, el 22 cromosoma anor-
mal puede constituir una cigota con cromosomas X normales. En esa forma
podemos preveer dos clases de combinaciones hereditarias distintas y excep-
cionales, ya que tienen un defecto o un exceso de materia cromática. (Tales
excepciones fueron llamadas deficiencias y duplicaciones por Bridges, el pri-
mero que los halló en Drosophila.) El fenotipo de ambas clases es distinto,
de modo que en el caso de «setas rubias » debíamos esperar dos tipos de
, excepciones en los experimentos y eso ocurrió precisamente. Por variadas
que fueran las excepciones, siempre podían reducirse a dos tipos, es decir,
a deficiencias o duplicaciones. |
Por último se refieren los resultados del apareamiento de mosquitas defi-
cientes con duplicaciones, que da lugar a los animales rubios perfectos en
F |. Este hecho interesante fué llamado la « restitución » del rubio normal.
Translocaciones parecidas a la de «setas rubias » se conocen desde las
investigaciones de Muller (1927).
El aventajado autor de tan interesantes investigaciones merece ser felici-
tado, por la labor desarrollada con tanta dedicación como criterio científico.
J. F. Molfino.
Casey, A. Woob, An Introduction to the literature of Vertebrate Zoology.
Un tomo en 4%, xIx + 643 páginas, y una lámina coloreada en el fron-
tispicio, Oxford University Pres. Londres 1931, 55 dolares o 3 guineas.
Esta bibliografía está concebida en base a datos de la « Blacker Library
of Zoology » de la biblioteca de Ornitología de Ema Shearer Wood; de la
biblioteca osleriana y de otras bibliotecas de Me Gill University de Mon-
treal (Canadá). El compilador y editor Casey A. Wood, es colaborador en
la sección pájaros de la Smithsonian Institution.
El libro está dividido en tres secciones principales. La primera es una
introducción y suministra una breve información sobre la bibliografía rela-
tiva a la zoología de los vertebrados, desde los tiempos más remotos hasta
el presente.
La segunda sección es una distribución de los contenidos bibliográficos
(en la zoología de los vertebrados) simultáneamente en el orden cronoló-
vico y geográfico, de modo que una obra o sujeto buscados pueden ser rápi-
damente hallados.
La tercera sección es la más amplia y valiosa, tanto para los investiga-
dores como para los bibliotecarios; contiene un catálogo de los vertebra-
dos, con indicación de los sujetos zoológicos de todas las bibliotecas
universitarias, suministrando así una muy amplia selección de importantes
obras sobre este vasto tema. —— €. C. D.
BIBLIOGRAFÍA 45
Cuisint, Oscar, Lezioni di Geometria analitica e proiettiva. Un tomo en
8%, 489 páginas con 299 figuras (15 X 28), Bologna, Zanichelli, 1951.
El distinguido profesor de la Escuela de ingeniería de Milán, ha publi-
cado en este tomo, esmeradamente editado, las lecciones dictadas por él en
aquella Escuela. Están dedicadas a los estudiantes, y por eso, sólo contie-
nen los fundamentos clásicos de la Geometría analítica y proyectiva sin
hacer uso del cálculo infinitesimal ni de los procedimientos cualitativos de
la Geometría algebráica ni tampoco de los algoritmos del cálculo vectorial.
Pero el autor manifiesta querer completar el libro con algunos otros peque-
ños volúmenes que suplan lo que se ha eliminado en el principal y traigan
a la vez, un buen acopio de ejercicios.
El libro aparecido contiene cuatro partes. La primera desarrolla lo rela-
tivo a la medida de los segmentos y coordenadas de los puntos y de las
rectas y la proyectibilidad de las formas de primera especie. La parte
segunda trata de los elementos de la Geometría analítica del plano y del
espacio. La parte tercera, de los elementos de la teoría proyectiva y ana-
lítica de las cónicas. Y la última, de los elementos de la teoría de las euá-
dricas así como de generalidades sobre las superficies y líneas del espacio.
Se trata de un excelente libro de texto que muy buenos servicios puede
prestar a los estudiantes de nuestras facultades. Como lo manifiesta el
autor en su prefacio, el cultivo de las matemáticas, a la vez que necesario
para el estudio ulterior de temas científicos o técnicos, obra también útil-
mente para ejercitar la mente y prepararla a encarar con acierto el análisis
matemático de los problemas, cosa positivamente útil, para los ingenieros
por ejemplo. A formar esa mentalidad, que sólo puede adquirirse con una
severa gimnasia del pensamiento, tiende el doctor Chisini en este Curso de
geometría analítica y proyectiva, y por cierto que no es él uno de los meno-
res de sus méritos. — €. €. D.
HeNRY, ALERED, Le calcul des differences finies et ses applications, traducido
del inglés por A. Sallin. Un tomo en 8% (16 X 25), 212 páginas. Pre-
cio, ala rústica, 50 francos. Librería Herman y C”, París, 1932.
El antor es miembro del Instituto de los actuarios de Londres. La obra
que nos ocupa trae numerosos ejemplos encarados con todos los detalles, así
como muchos ejercicios seguidos de su correspondiente respuesta; y puede
ser utilizada especialmente por los actuarios de las compañías de seguros y
de las sociedades de capitalización. Pero podrá también ser ventajosa para
los ingenieros, físicos, químicos y todos aquellos llamados a aplicar las
matemáticas a datos suministrados por la experiencia o por las estadísticas
(interpolación directa o inversa, suma de series, etc.).
El libro inglés ha tenido el mayor éxito en el país de origen; y la tra-
ducción francesa hecha por el profesor Sallin será muy útil, desde luego en
Francia — país en el que el cálculo de las diferencias finitas ha sido poco eul-
46 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
tivado — como también en otros países latinos que se hallan en las mismas
condiciones. El libro contiene 21 capítulos, uno dedicado a las funciones,
ocho a las diferencias finitas, seis al cálculo diferencial, uno a la vincula-
ción del cálculo diferencial con el cálculo de las diferencias finitas, cuatro
al cálculo integral, uno a las integrales aproximadas y uno a las probabi-
lidades. — C. O. D.
KareL, J., L*isolement phonique et Vacoustique des inmuebles, des théá-
tres el cinémas sonores. Un volumen en 8% (16 < 25), 74 páginas,
con 57 figuras. Precio en Buenos Aires, 18,50 francos por correo. Libre-
ría Ch. Béranger, París, 1931.
El autor, ingeniero eivil, administrador de la sociedad anónima 4bsorbit ;
miembro de la Sociedad de los ingenieros civiles de Francia y de la Asocia-
ción francesa para el ensayo de materiales, manifiesta que ha escrito este
librito en base a las conferencias que dió en el Instituto electrotécnico de
Toulouse, en la referida Asociación francesa para el ensayo de materiales
de París, y en el contenido de diversos artículos franceses y de otros países,
escrito por él sobre el tema del aislamiento fonético y acústico de los edifi-
cios, tema que está sin duda a la orden día. El libro contiene cuatro capí-
tulos, uno de introducción, otro relativo a los teatros antiguos y modernos,
el tercero versa sobre las fuentes sonoras en los edificios y su aislamiento fo-
nético; y el último sobre ese mismo tema en los cinematógráfos. — O. O. D.
LAVANCHgY, CH., Etude et construction des lignes électriques aériennes. Un
tomo en 8” (15 X 23), 7128 páginas, con 302 figuras. Precio en Buenos
Aires : 122 francos, a la rústica. Librería J. B. Bailliére € hijo, París,
1932.
El autor es ingeniero y doctor en ciencias, jefe del Departamento de
estudios y construcciones de la Unión Minera del Alto Katanga. La obra
pertenece a la Enciclopedia de Electricidad Industrial, publicada bajo la
dirección del académico A. Blondel, y está auspiciada por la Unión de los
Sindicatos de Electricidad de la Sociedad Francesa de Electricistas y del
Sindicato profesional de los Ingenieros electricistas franceses.
En el Prefacio se hace observar que, mientras se trató del establecimiento
de redes de distribución de energía eléctrica a bajas tensiones, bastaban
estudios modestos y breves sin temor de graves dificultades; otra cosa acu-
rre ahora con el aumento de las distancias y de la tensión de dichas trans-
misiones. Nuevos problemas se han presentado, y ellos han debido resolvet-
se; de suerte que, hoy, el estudio y la construcción de las líneas modernas
de transmisión de energía eléctrica constituyen una técnica particular que
abarca numerosos capítulos del arte del ingeniero. |
El objeto del libro yue nos ocupa es exponer los diversos aspectos de esa
técnica, conduciendo al lector hasta la aplicación de las teorías y de las
BIBLIOGRAFÍA a
fórmulas, con lo que estará habilitado para tratar, por analogía, los proble-
mas que pueden presentársele. i
Tiene el libro sumo interés científico y técnico, está bien ilustrado y
revela la competencia del autor, reputado ya por sus numerosos trabajos
originales.
Consta el libro de tres partes : La primera se ocupa del problema pura-
mente eléctrico de las transmisiones de energía; Cálculos eléctricos de las
líneas. La segunda estudia las disposiciones y el cálculo de los diversos
elementos constitutivos de las líneas ; Soportes; Fundaciones de éstos; Ca-
tenarias. La última examina el aspecto económico del problema, así como
los principios de la construcción de las redes. — O. O. D.
LEDOUX, EDOUARD, Traité de Conditionnement de 1?” 4ir. Untomo (16 X 24),
274 páginas con 68 figuras en el texto; varias láminas fuera del texto
y 3 ábacos separados. Precio por correo en Buenos Aires, 137 francos.
Ch. Béranger, París y Lieja, 1931.
Después de recordar las propiedades del aire seco y del vapor de agua
saturado, se ocupa el autor del aire húmedo y de la humidificación, de la
medida de la humedad del aire, del secado y de la calefacción. Todo ello
constituye la primera parte del libro. La segunda está destinada a las cut-
vas psicométricas, al acondicionamiento del aire y a la resolución gráfica
de los problemas de la ventilación. Por último, la parte tercera trata del es-
eurrimiento del aire, de las pérdidas del mismo por presión, del cálculo de
los sistemas de conductores, y de los ventiladores. Al final trae un ejemplo
numérico relativo al acondicionamiento de una imprenta. Muchos datos y
tablas numéricas, cuadros e informaciones relativas a los aparatos moder-
nos, etc., hacen que el libro resulte de utilidad para los que deben tratar
esta clase de cuestiones. En cuanto a los ábacos sueltos, el primero se refiere
a las presiones dinámicas, a diversas temperaturas y humedades. El Il a la
pérdida de carga por metro en milímetros de agua, a la densidad unitaria.
El III trae curvas psicrométricas. — €. C. D.
WaAureErs, CARLOS, La técnica, base de la diplomacia, en las Cataratas del
Iguazú. Un folleto (16,5 X 26), 22 páginas, Casa «Coni», Buenos
Aires, 1932.
Con este título, el ingeniero Carlos Wauters acaba de tirar en folleto
aparte, la versión de la conferencia que, bajo el mismo epígrafe, pronunció
en los salones de la Sociedad Científica Argentina el 30 de octubre de 1930,
y fué publicada en el tomo CXITI, de estos Anales. Valía la pena, real-
mente, difundir el interesante estudio, tan rico en relaciones técnicas dis-
persas en diversas publicaciones, como en observaciones personales de alto
valer.
Hace el autor una reseña de los puntos capitales del régimen legal inter-
l
48 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
nacional de la cuenca del río Iguazú, vinculándola con el aprovechamiento
hidroléctrico de las cataratas y apuntando observaciones que transparentan
una serena y penetrante capacidad de apreciación, como cuando dice: « En
el Iguazú no podemos proceder en forma distirta. No nos interesa, por
ahora, saber si pasa mayor volumen de agua sobre los saltos de la costa -
vecina o de la nuestra. La frontera divide y separa el caudal de agna en
dos partes, iguales o no. El técnico debe precisarlo con toda exactitud, sin
cuidarse de saber a quien ha favorecido la Naturaleza, dentro del texto
expreso del acuerdo de las altas partes contratantes. No se ha discutido si
las islas del territorio vecino son más numerosas, de mayor área o más
'aliosas que las nuestras: la frontera no ha cuidado el detalle, porque el
laudo arbitral y el tratado que lo aclaraba, se propusieron no empequeñecer
la solución de un alto propósito de armonía internacional contemplando
cuestiones subalternas. »
Se extiende luego, en desarrollos de carácter técnico que revelan un pro-
fundo conocimiento del asunto y acreditan una versación acabada en una
cuestión otrora tan debatida. Si bien lo del aprovechamiento hidroeléctrico
del Iguazú ha dejado, por el momento, de estar en actualidad, siempre
resultan bajo todo punto de vista útiles e interesantes, trabajos que, como el
que comentamos, aportan ideas y revelan aspectos poco o mal percibidos
sobre un problema que en día quizá no lejano deberá ser resuelto técnica y
políticamente considerado.
Las palabras con que el ingeniero Wanters intitula su opúsculo mere-
cen comentario especial: La técnica base de la diplomacia: «La diplomacia
de los estados ribereños deberá seguir en pos de ciertas conclusiones que la
técnica ha establecido o establecerá, como imperativos, de los que no será
práctico ni posible apartarse para dar cima a una obra que llene las exi-
gencias de la realidad. La diplomacia tiene aquí, en la técnica, su conse-
jero obligado en los aspectos más importantes. Los antecedentes interna-
cionales más importantes en la materia así lo demuestran; tal el caso del
aprovechamiento del Niágara, donde primero habló la ingeniería y echó la
ciencia matemática las bases de lo que sería posible y necesario hacer, y
luego la diplomacia ultimó los convenios legales para la realización de los
proyectos; tal también el caso de los ríos fronterizos entre Estados Unidos
y México, donde una comisión de técnicos y economistas estudia las posi-
bilidades del aprovechamiento hidroeléctrico y de regadío, de los rías,
Bravo, Colorado y Tiajuana, marcando rumbos a los diplomáticos para
futuras soluciones; el del Duero entre España y Portugal. »
No puede menos que ser así, desde que la técnica, en muchos aspectos
decisivos, ha influenciado capítulos enteros del derecho y las relaciones
internacionales y constituídos la causa preponderante de sus grandes trans-
formaciones. j
En el Iguazú, la técnica, la diplomacia y la ley se compenetran íntima-
mente, recibiendo, las dos últimas, las luces de la primera. — 1. Ruiz Moreno.
e Mario. O a
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Dávila, ón. > a e
Jalevuelta, Jacobo......
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SOCIOS HONORARIOS
Dr. Florentino Ameghino +.
Dr. Carlos Darwin +.
Dr. César Lombroso +.
Ing. Luis A. Huergo 3.
Ing. Vicente Castro +.
Dr Jan dd. ls
| Dr. Estanislao S. Zeballos +.
Ing. Santiago E. Barabino +.
SOCIOS CORRESPONDIENTES
México.
San Pablo.
La Plata,
Montevideo.
Lima.
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Córdoba.
Madrid.
Gubbio (It.).
París.
Lima.
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Madrid.
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Mendoza.
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Santiago.
México.
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México.
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Magaña Peón, Pedro......
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—Monjaráz, Jesús..........
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Moretti, Gaetano........
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Pereira d'Andrade, Lencaster
Pérez Aranibar, Aug. BH...
Berti, lomas 6. usina
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Recaséns y Girol, Sebastián
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Rospigliosi y Vigil, Carlos.
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Tello, Julio C..... Pa
Torres Quevedo, Leonardo.
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Villalta, Jorge Blaticos. ce
Villarán, Manuel Vicente. :
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Valle, Rafael Heliodoro...
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Vitoria, Eduardo... 20
Dr. Carlos Spegazzini +.
Ing.J. Mendizábal Tamborel+
Dr. Enrique Ferrit.
Ing. Eduardo Huergo +
Dr. Walther Nernst.
Dr. Eduardo L. Holmberg.
Ing. Guillermo Marconi.
Dr. Alberto Einstein.
París,
Sto. Domingo.
Río de Janeiro.
Lima.
Santiago.
México.
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Concepc. (Ch.)
México.
Villa Colón (U).
Milán.
Noruega,
Nova Goa, 1.P.
Lima
México.
Córdoba.
Sgo. de Chile.
Barcelona.
Madrid.
Antofg. (Ch.).
Génova.
Lima.
Wáshington.
Col.Un.N.York
París.
Lima.
Madrid.
Lima.
Oslo (Norueg.)
Lima.
México.
México.
Roma.
Barcelona.
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Adamoli, Pedro A.
Aguilar, Félix.
Albarracín, Carlos M.
Alcaraz, Ramón A.
Amadeo, Tomás.
Anchorena, Juan E.
Anastasi, Camilo.
Añón Suárez, Vicente.
Aparicio, Francisco de.
Armani, Aquiles.
Arroyo, Rufino.
Aráoz Alfaro, Gregorio.
Arce, Manuel J..
Arditi Thompson, Horacio.
Arnaudo, Silvio J.
Ávila Méndez, Delfín.
Aztiria, Ignacio.
Babini, José.
Bado, Atilio A.
_Bancalari, Agustín.
Baidatf, Bernardo lg.
Bachmann, Ernesto.
Balbiani, Atilio.
Balmes de Llamas, José.
Barabino Amadeo, Santiago.
Barbieri, Antonio.
Barilari, Mariano J.
Barrancos, Leonidas A.
Berdoy, Pedro A.
Beretervide, Roberto.
Berrino, Juan B.
Besio Moreno, Nicolás.
Bianchi Lischetti, Ángel.
Blaquier, Juan.
Bolognini, Héctor.
—Bonorino Udaondo, Carlos.
Bontempi, Luis.
Bordenave, Pablo" E.
“Bosisio, Anecto J.
—Bonanni, Cayetano. -
Bottaro, Juan C.
Botto, Alejandro.
Botto, Armando P.
Bozzini, Luis (h:).
Breyer, “Adolfo (h.). q
Breyter, Marcos.
Briano, Juan A.
“Buldrini, Alvaro G.
Bullrich, Jorge M.
Bunge, Juan C.
Buontempo , Guillermo.
Busso, Eduardo Bue
Butty, Enrique
_Caillet Bois, Teodoro.
Calandra, Raúl A.
Dassen, Claro C.
; Domínguez, Juan A.
Dubeca, Raúl E.
-Dupont, Enrique.
Durañona y Vedia, Agustín.
| Durrieu, Mauricio. A 4
' Escudero, Adolfo. O
| Fernández Díaz, A.
SOCIOS ACTIVOS
Cama: Nicolas e
Canale, Humberto.
Canter, Juan.
Carabelli, Juan José.
Carbone, Esteban.
Carbonell, José J. X
Carelli, Humberto H.
Caride Massini, Pedro.
Carette, Eduardo.
Carli, Félix J. D.
Casacuberta, Antonio.
Casares, Jorge.
Castellanos, Alberto.
Castello, Manuel F.
Castex, Mariano R.
Castiñeiras, Julio R.
Chanourdie, Enrique.
Chelía, Francisco.
Chiarizia, Eduardo.
Chiodín, Alfredo $.
Celasco, Juan L.
Céspedes, Guillermo.
Cock, Guillermo.
Colmo, Alfredo.
Cremona, Andrés V.
Curti, Orlando P.
Curutchet, Luis.
Damianovich, Horacio.
D'Ascoli, Lucio.
Dasso, Héctor.
Dasso, Ricardo L. z
Debenedetti, José. ES
De Cesare, Elías Alfredo.
Dellepiane, Luis J. -
Demarchi, Marco.
Díaz. Emilio €. 0301.
Dieulefait, Carlos E. E
Doello-Jurado, Martín.
Dobranich, Jorge W.
Dubhau, Luis.
Escudero, Pedro.
Fernández, Alberto J.
Figini, Ángel.
Fischer, Gustavo Juan.
Fossa-Mancini, Enrique.
Frenguelli, Joaquín.
Galtero, Alfredo.
Latzina, Eduardo. :
Lea, Allan B.
| Mallol, Emilio.
| Gallardo, Ángel.
Gandolfo, José S.
Gandolfo, Juan Bn
García, Lucio Lo ;
Gascón, Alberto.
Géneau. Carlos E.
Gerardi, Donato.
González, Juan B.
Gradin, Carlos.
Greslebin, Héctor.
Grieben, Arturo.
Gualano, Egidio V.
Gurewitsch, Marco.
Gutiérrez, Avelino. a ; |
Gutiérrez, Ricardo J.
Hermitte, Enrique.
Herrera Vegas, Marcelin
Hicken, Cristóbal M.- eS
Hickethier, Carlos PR
Hofmann, Herbert.
Holmberg, Adolfo Da ;
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Hoyo, Arturo. JA
Igartúa, Luis María. a
Imaz, Ignacio. A
Isetta, José,
Jacobacci, Jaime.
Jorge, José M.
Labarthe, Julio.
Lagunas. Simón.
Larco, Esteban.
Lasso, Alfredo L.
Leguizamón Pondal
Lezica, ropa de
Ligniéres, José.
Loyarte, Ramón e
_Lizer y Trelles, Carlo
Lombardi. , Alberto. a
López, D. J osé.
Lorenzetti, Miguel v Ed
Lozano, Nicolás.
Lugones, Arturo M..
Madrid, Enrique des
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—Magnin, Félix J.
Mamberto, Benito.
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Marchionatto, J uan B.
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Presidente o Te o) ocios Nicolás Lozano. |
Vicepresidente qe O a Ingeniero Evaristo V. Moreno.
Vicepresidente A A Doctor Reinaldo Vanossi. A
Secretario de actas............ Doctor Lucio D'Ascoli. PO
Secretario de correspondencia... _ Profesor José E Molfino. DS
NIDOS OTERO NILO E NN ES A Ingeniero Juan José C. Mosca.
Protesoreno o _Doetor Abel Sánchez Díaz. ,
E E a BIO LEC a Señor Luis E. Ruata. a
0 A | y Ingeniero Carlos A. Lizer y Trell
E pi Aa Ingeniero Juan José. Carabelli.
Ingeniero doctor Eduardo M.
Vopales o O DS e Ancsniero Guillermo Buontempo.
es E | Doctor. Ángel Bianchi Lischetti.
Cao | ¡7 os la Ingeniero Juan A. Briano. AA
: A A Ingeniero Emilio Rebuelto.
d Doctor Isidoro Ruiz Moreno.
pe
APUNTES
SOBRE
COSTUMBRES DE <TRYPOXTLON PALLIDITARSE > SAUS, COVIENOPTERAO
Pork CARLOS BRUCH
RÉSUMÉ
Notes sur les habitudes de « Trypoxylon palliditarse » Sauss. — Dans ce travail
Pauteur réfute quelques fausses assertions publiées sur les habitudes de cette
-guépe, eb puis il donne le résultat de ses observations personnelles basées, prin-
cipalement, sur un cas qu'il eút l”occasion d'étudier vers la fin de 1*été dernier.
Dans le premier chapitre il se borne a décrire, avec détails, comment la guépe
fait son nid en boue, de forme tubulaire, divisé en petites cellules, qu'au fur et
á mesure de sa construction est rempli d'*araignées, que lors de la naissance des
larves serviront pour la nourriture de ces derniéres.
Le Trypoxylon se conduit d'une manieére assez différente de celle de Sceliphron
figulus, dont l'auteur s'occupa dans ces mémes Annales (tome CX, 1930). Le pre-
mier a l'instinct d*orientation beaucoup plus développé que le second. Le mále
aide la femelle á la construction du nid, et cette collaboration a été constatée
plusieurs fois.
La femelle, trés habile chasseuse d*araignées Argiopides, les surprend dans ses
propres toiles, et d'un seul coup d*aiguillon adroitement donné sur le dos, elle
abat sa proie. C'est aussi sur le dos de la premiere des sept victimes — qu'en
berme moyen composent la provision de chaque cellule du nid — que la guépe
colle son exuf.
En dévorant les araigunées, la larve grandit rapidement et reste toujours dans
une position invertie dans la cellule, c*est-a-dire, la téte en bas. Le tableau synop-
tique de cette génération correspond au cycle évolutif d'hiver, dans lequel il y
a úne longue diapause de sept mois.
- Dans le deuxiéeme chapitre, l/auteur décrit les différents états du développe-
ment de 1"hyménoptere.
Pocos meses después de haber publicado el artículo sobre Sceli-
phron figulus (Sauss.) (1), tuve ocasión de observar otras de nues-
bras avispas comunes, Trypoxylon palliditarse, que, como aquéllas,
(1) Anales de la Sociedad Científica Argentina, tomo CX, páginas 367-386, lámi-
Maisto y Ty, 1930.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV pl
50 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
construye nidos de barro. Conocía también, desde muchos años, las
costumbres de estas avispas, habiéndolas encontrado frecuentemente
es mis excursiones por el Delta, donde en ciertos lugares abundan,
tanto, que raros son los edificios, en cuyas paredes no estén adheri-
dos esos característicos tubos de aquel material.
Por consiguiente, al recorrer nuestra bibliografía himenopteroló-
gica, me sorprendió Jo que mi malogrado amigo Arturo G. Frers, ha
publicado al respecto de Trypoxrylon argentinum Breth. (1). No tengo
dudas de que, el Trypoxylon, observado por Frers, habría sido de la
misma especie palliditarse, y aunque así no fuere, estoy convencido
de que sus deducciones son equivocadas, basadas en observaciones
superficiales y confundido el material biológico.
Según Frers, nuestro Trypoxylon no construiría nidos propios y
solamente aprovecharía de ajenos, abandonados por otras avispas,
como Humenes canaliculata, Pachodynerus argentinus (2) y de Sceli-
phron figulus, para poner sus huevos y la dotación de arañas, nece-
sarias para alimentar luego las larvas.
Muy sugerente es que, en aquel relato, nada refiere del comporta-
miento de la supuesta usurpadora, ya que al ocupar cualesquiera de
estos nidos, abandonados, lógico es suponer que pudiera haber obser-
vado, cómo ella procedería, para extraer previamente los restos del
interior, como la vieja cápsula y capullo ninfal, etc. Habría que ima-
oinarse que el Trypoxylon penetra en los nidos abandonados (de Sce-
liphron, por ejemplo, porque en una celdilla de Pachodynerus no
cabría), solamente por el orificio de salida de la imagen. Y ¿cómo se
explicaría, que la avispa intrusa, no acostumbrada a construir nidos
propios, de pronto haría uso del barro, únicamente para disminuir
espacios sobrantes y cerrar los nidos aprovechados ?
Por otra parte, la cápsula ninfal, que el autor describe y figura
como perteneciente a 7. argentinum, difiere notablemente de la forma
característica, que conozco de varias especies de nuestras avispas
dle este género; no habiéndolas nunca visto en los muchos nidos
abandonados, que he examinado de las dos avispas mencionadas.
¡ Lástima que no exista más el material descrito por Frers, para
(1) Physis, tomo V, páginas 67-71, lámina 11, figuras 1-10, Buenos Aires, 1921.:
(2) En una comunicación precedente (Physis, t. 111, n* 13, págs. 88 y 89,
1917) señala, con ciertas dudas, Trypoxylon platense Breth., como usurpador de
nidos de Pachodynerus argentinus, por lo que se ve, que ha confundido induda-
blemente los nidos de las dos avispas.
eE ta
COSTUMBRES DE « TRYPOXYLON PALLIDITARSE > SAUSS, 51
someterlo a una revisión! Dejo, pues, al lector los comentarios, que
sacará comparando aquellas afirmaciones con mis rones, que
en este opúsculo pasaré a referir,
La avispa Trypozxylon palliditarse forma sus nidos por una serie de
344 hasta 6, y aún más tubos de barro. casi siempre ligeramente
curvados, pegados en paredes o planos verticales y arrimados en el
mismo sentido uno al otro, con uno de los costados algo encimado
al anteriormente fabricado, para formar en este lado el tabique divi-
sorio del tubo vecino.
Estos tubos tienen unos 80 a 120 milímetros de largo. Su ancho
varía de 12 a 16 milímetros; las paredes tienen 1 a 2 milímetros de
espesor, la base o pared eo es más delgada, más o menos
incompleta, por no cubrir del todo el plano al cual se halla afirmada.
Los tubos son convexos en su periferia; el espacio interior tiene unos
Ta S milímetros de diámetro transversal.
Para fabricar un tubo, la avispa lo empieza por la extremidad supe-
rior, que desde el principio está siempre cerrada. La entrada es por
debajo o extremidad inferior, y ésta permanece abierta, hasta que la
última celdilla es llenada con las arañas. De modo, pues, que cada
uno de los tubos está dividido en varios, hasta 6 celdillas, de unos
15 milímetros de largo, que la avispa cierra sucesivamente, con un
tapón de barro, apenas las tiene repletas de arañas paralizadas como
de costumbre, y de las cuales la superior, o sea la primeramente
introducida, lleva el huevo de la avispa, pegado en la región dorso-
lateral del abdomen.
Después de haber cerrado la última celdilla del primer tubo, pre-
para el segundo y así procede con los subsiguientes.
Como se verá por muchos detalles, las costumbres de Trypoxwylon
son bastante distintas de las de Sceliphron. Aquélla tiene el instinto
de orientación más desarrollado que esta última y cuyo comporta-
miento del macho es también curioso. Éste acompaña a la hembra
durante la nidificación, prestándole a menudo su ayuda.
OBSERVACIONES SOBRE NIDIFICACIÓN
En la mañana del 13 de marzo de 1931, observé en el vestíbulo de
mi casa de Olivos, una avispa Trypoxylon. Volaba por los rincones
de un lado al ptro, se posaba de vez en cuando en los ángulos de la
puerta de entrada. A las 13 de la tarde, al indagar otra vez por ella,
-52 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
noté en uno de los ángulos (derecho) de la jamba, tres pequeños
pegotes de barro, y, otro en forma de horqueta, el que correspondía a |
la porción superior de un primer tubo.
La avispa, en plena labor, se procuró el barro de la calle, al lado
del cordón de la acera, unos 15 metros de distancia, en línea oblí-
cua, saliendo por el frente abierto del vestíbulo.
Lleva el barro, como de costumbre, en forma de bolilla, pero de
poca consistencia, lo más blando posible. Se orienta con suma faci-
lidad, pues llega siempre en vuelo directamente al nido; se posa en
la pared, apenas 1 a 2 centímetros debajo del tubo en construcción
y, sin desperdiciar un solo momento, sube a éste, se apoya entre los
bordes laterales de su base y dándose media vuelta, afirma la bolilla
cada vez, en el vértice de la abertura triangular. A] mismo tiempo,
entre sus mandíbulas y tarsos anteriores, desliza el barro semilí-
quido, haciéndolo correr sobre el borde lateral hasta la pared.
Esta operación la repite siempre alternativamente, sin dejar de
llevar el barro, ya por el borde izquierdo, ya por el derecho, en
forma de angostos burletes, cuya disposición es muy característica
para estos nidos.
Normalmente, la avispa demora 30 a 50 segundos en traer una
carga de barro y en su aplicación emplea apenas 4 a 5 segundos; en
seguida se aleja, en busca de nuevo material. Éste es a veces tan
poco escurrido, que las capitas superpuestas se mezclan en la super-
ficie de los tubos, como puede verse en nuestras fotografías.
A las 16 de esa misma tarde el primer tubo, de unos 8 centíme-
tros de largo, estaba terminado. Media hora después encontré a la
avispa en la pared, delante de la entrada y casi simultáneamente a
la legada de otra, ambas se metieron en el tubo, sin haberlas visto
salir en el resto de la tarde. Por la notable diferencia de tamano,
supuse que la más pequeña debería ser un individuo macho, el que
en efecto acompañó a la avispa hembra, hasta el día 29 de marzo,
cuando me apoderé de esta pareja, antes de desprender estos nidos
de la pared (1).
Marzo 14. A las 7 de la mañana, las dos avispas están en el fondo
del tubo, una al lado de la otra, cabeza hacia abajo. Poco después salen,
(1) La situación de estos nidos era muy apropiada para mis observaciones.
Con ayuda de un espejito, y a veces por reflexión doble, proyecté los rayos del
sol hacia el interior de los tubos pudiendo, desde abajo, ver perfectamente hasta
el fondo de los mismos.
COSTUMBRES DE «< TRYPOXYLON PALLIDITARSE > SAUSS. 53
la hembra vuela hacia fuera, el macho vuelve a entrar, pero se queda
cerca de la salida.
La hembra regresa a los 15 minutos con la primera araña, de las
que acarrea sucesivamente a cortos intervalos, más o menos entre 5
y 15 minutos. Ni bien ésta se acerca al nido, el macho sale afuera,
pero sin alejarse, después de un brevísimo vuelo, se posa oblícua-
mente delante de la entrada, y apenas su compañera se aleja en busca
de nuevas presas, él vuelve a meterse. Indudablemente trata de ase-
gurar y cuidar abora las arañas, pues demora delante de éstas, hasta
que la hembra llega con una nueva víctima.
Poco antes de las 11 horas, la provisión de las arañas debía de estar
completa; la hembra trajo seguidamente barro y obturó la primera
celdilla de este tubo, mientras su compañero se había retirado.
De la misma manera, aún más rápidamente, debe haber comple-
tado la segunda sección. Cuando inspeccioné el tubo, a las 15 horas,
veía perfectamente las arañas y, media hora después, quedó cerrada
también esta celdilla.
En la misma tarde, la avispa empezó a fabricar un segundo tubo
a la izquierda del primero, que dejó hecho a la mitad, cuando ya obs-
curecía. En su interior pernoctaron las dos avispas.
Marzo 15-17. Por la mañana temprano continuó la hembra este
segundo tubo; en esta tarea tuve oportunidad de observar la inter-
vención del macho. Éste permanece ahora dentro del tubo, la ca-
beza a flor de entrada. Cada vez que advierte la llegada de la hem-
bra con el barro, retrocede; pero apenas que ésta lo ha aplicado y
sale en busca de otra porción, él reaparece, trata de alisar rápida-
mente la pared interna del tubo, la empuja alguna vez en los bordes
hacia arriba, para aumentarle la convexidad, seguramente en el caso
de que el barro se haya asentado demasiado. Esta misma actitud del
macho la observé muy atentamente, también en la confección del
tercer tubo, no así en el cuarto.
Este segundo tubo, como los dos subsiguientes, fueron divididos
en tres celdillas; la inferior del segundo quedó cerrada a las 14 horas
del 17 de marzo.
A las 16 horas de la misma tarde, la avispa principió el tubo ter-
cero, arrimándolo, esta vez, algo sobre el margen derecho del pri-
mero. Las dos avispas demuestran una agilidad extraordinaria, como
si estuvieran empeñadas en terminarlo antes de anochecer, lo que no
logran sin embargo. Probablemente presintieron los cambios atmos-
féricos, que esa misma noche se produjeron.
54 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Marzo 18-24. El día 18 amaneció más fresco y nublado. La pareja
permaneció hasta medio día en el fondo del tubo inconcluso, que
aumenta ahora despacio y queda terminado al atardecer. El descenso
de temperatura, vientos y lluvias en los días subsiguientes, a menudo
paralizaron por completo la actividad de nuestras avispas.
Marzo 19. Fresco y mucho viento. La avispa sale únicamente en la
tarde y regresa a la hora.
Marzo 20. Por la mañana fresco y viento; lluvias a la tarde; no
observé salida alguna.
Marzo 21-25. Ningún progreso observé en toda la semana, desde
que este tercer tubo está construído. La hembra tampoco acarreó
arañas, las que generalmente abandonan el centro de sus telas en mal
tiempo. Por fin, con el aumento de temperatura en las dos tardes del
24 y 25, apenas las celdillas se completaron con presas.
Marzo 26. Día hermoso con temperatura de 28 centígrados. La
avispa comienza temprano el cuarto tubo, colocándolo al lado izquierdo
del segundo y terminándolo poco después de medio día. Estando yo
ausente de casa, no podía verificar la ayuda del macho; en el resto
de la tarde no observé dato particular alguno.
Marzo 27-28. Dos días igualmente hermosos y calurosos. La avispa |
acarrea sus presas en largos intervalos, mientras el macho las cus-
todia. Al atardecer del 27, la hembra comienza a cerrar la primera |
celdilla, que el día siguiente tapona con algunas cargas más de barro.
Desde las 11 horas va trayendo nuevas presas y cada vez que ilu-
mino el tubo encuentro al macho empujándolas hacia arriba. A las
15 horas obtura también esta segunda celdilla, operación que le
ocupa unos 45 minutos. Primeramente, la hembra se hallaba sola, |
luego apareció también el macho, se posa en la pared delante de la
entrada del tubo, y en tres ocasiones que su compañera sale en busca
de barro, penetra él y empuja con la cabeza el tapón.
Marzo 29. Muy probablemente, nuestra avispa hubiese comple- |
tado también esta tercera celdilla y tal vez construído otro tubo más, |
pero con el interés de cerciorarme del contenido de los cuatro tubos
y del estado de evolución de esta generación, resolví desprender los.
nidos de la pared.
Obturé primeramente esta última celdilla con un poco de algodón.
empapado en éter acético, y así me apoderé de la pareja de avispas.
Después de haber tomado la fotografía, con una delgada hoja de acero
desprendí los nidos de la pared, lo que me permitió examinar deteni-
COSTUMBRES DE «< TRYPOXYLON PALLIDITARSE > SAUSS. 5
refiero.
O
damente el precioso material biológico, al cual a continuación me
e
Cuadro sinóptico del nido de « Trypoxylon » (lám. 1)
PP PA PP A A A a qq AAA XA
TUBO 1V
(construído 26-1II)
9a celdilla
(cerrada 27-111-13h)
AA
Contenido: 7arañas,
la superior grande
con el huevo de la
avispa; fotografía
lámina III, figura
3, número 4.
Contenido
TUBO II
(construído 15-16-111)
3a celdilla
(cerrada 16-111-12h)
larva
adulta en el mo-
mento de fabricar
foto-
erafía lámina ILL,
el capullo:
figura 2.
Contenido :
TUBO 1
(construído 13-11D
1a celdilla
(cerrada 14-I11-11h)
cápsula
ninfal con larva en
diapausa de color
amarillo.
TUBO 111
(construído 17-18-11I)
6a celdilla
(cerrada ? no observada)
Contenido : larva de
$ mm., con 5 ara-
nas, de las cuales
3 especies distin-
tas; fotografía lá-
mina III, figura 3,
números 1-4.
103 celdilla
(cerrada 28-111-15h)
Contenido: 7 arañas,
la superior grande
con el huevo de la
avispa pegado al
costado del abdo-
men.
* Contenido
da celdilla
(cerrada 16-114-16h)
larva
adulta, dentro del
capulloapenas ter-
minado, sin cápsu-
la.
Contenido :
2a celdilla
(cerrada 14-111-15130)
cápsula
Eclo-
sión de la imagen
el 5-XII-1931.
con ninfa.
11a celdilla
(inconclusa)
Contenido : ocupada
el 29-III-8h por la
pareja O. y Q;
fotografía, lámina
III, figura 1.
a celdilla
(cerrada 17-111-14h)
Contenido: 7arañas,
algunas carcomi-
das. Sin larva, de-
vorada por las lar-
vas de moscas, de
las cuales hubo 5
pupas. Nacieron
las moscas el 20-
XI-1931.
7e celdilla
(cerrada 23-I11-16h)
Contenido: 6arañas,
de ellas 3 grandes
y larva de 5 mm.
prendida al abdo-
men de una araña
devorándola; foto-
grafía lámina III,
figura 3, número 4.
Sa celdilla
(cerrada 25-I11-15h)
Contenido:7 arañas,
de las cuales 4 bas-
tante grandes y
larva apenas eclo-
sionada.
El cuadro sinóptico corresponde, pues, al nido reproducido en la
lámina E, cuyas fechas coinciden con mis apuntes y el estado de evo-
lución en que hallé ese conjunto el 29 de marzo, es decir, apenas 16
días después de comenzar la nidificación.
Hago también constar que, en esta misma fecha, mi pariente,
señor Carlos Gietz, observó esta especie de Trypoxylon en Palermo,
56 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
cuyo nido de barro representa la lámina Ll en las dos faces, la infe:
rior con las celdillas vaciadas, después de haber hecho eclosión la
primera imagen.
La cría de los dos nidos correspondía a la generación de invierno.
Todas las larvas, guardadas en las cápsulas ninfales, pasaron siete
meses largos en diapausa o estado preninfal; se transformaron ape-
nas en noviembre en ninfas y entre los días 5 al 20 de diciembre apa-
recieron las imágenes.
PROVISIÓN Y ESPECIES DE ARAÑAS
Nuestro Trypoxrylon es un hábil cazador de arañas, a las que
sorprende en sus propias telas orbiculares. Su vuelo tranquilo y
seguro, le permite acercarse a la víctima, sin ser advertido. Esa
agresión, por las espaldas, explica también que la avispa la acierta el
flechazo de su aguijón en el dorso, y seguramente le pega el huevo a
la araña, aun en la misma tela, siempre en el lado dorsolateral del
abdomen.
En este nido se hallaban las seis celdillas últimas con su correspon-
dientw dotación de arañas casi intactas. En cada una de las celdillas
había igual cantidad de 7 arañas, bastante apretadas, y entre todo el
conjunto de 39 ejemplares, íntegros, hallé cuatro especies diferentes,
pero todas pertenecientes a la familia Argiópidas, subfamilia Aranei-
nas del género Araneus, cuyas especies son las siguientes (1):
1. Araneus lathyrinus (Holmberg). Un ejemplar de esta pequeña
araña, con el abdomen blanquizco, en el disco verde claro y ribeteado
de rojo.
2. Araneus vagus (Keyserling). Un ejemplar representado en la
lámina TIL, figura 3 número 1; los diseños son de un Jindo rojo
sobre fondo blanco.
3. Araneus worckmanm (Keyserling). Un ejemplar representado en
la lámina HI, figura 3 número 2; hermosa araña de color verde
glauco.
4. Araneus audax (Blackewall). Representada en la lámina UI,
figura 3 números 4 y 5. Casi todas las arañas pertenecen a esta misma
especie, que recuerdo haber encontrado también en otros nidos, ante-
riormente revisados. Esta araña, de color ocre-sepia, más 0 menos
(1) Agradezco al ilustre aracnólogo brasileño, doctor Mello Leitáo la determi-
nación de estas arañas.
—59
COSTUMBRES DE < TRYPOXYLON PALLIDITARSE » SAUSS. 57
grisácea, es una de nuestras Argiópidas más comunes y difundida
por toda la América meridional.
Revisando mayor cantidad de nidos, han de encontrarse segura-
mente muchas otras especies de arañas, que este Trypoxylon caza
para alimentar sus larvas.
Moscas parásitas. — De las cinco pupas, guardadas el 29 de marzo
de la 5? celdilla, nacieron el 20 de noviembre tres moscas. La dia-
pausa prolongada en su desarrollo, coincide con aquélla, experimen-
tada también por las avispas.
Deseoso de conocer la determinación de la parásita, envié un ejem-
plar al sabio dipterólogo Charles Townsend, quien tuvo la gentileza
de informarme : «La mosca es un espécimen femenino de Sarcoma-
cronychia trypoxylonis T. T., y ésta no difiere apreciablemente de espe-
címenes criados de nidos de Trypoxylon en Norte América (1). Esta
mosca es vivípara y deposita sus larvas apenas eclosionadas ».
DESCRIPCIÓN DE LAS DIVERSAS FASES DE DESARROLLO
Huevo. — El huevo de 3 milímetros de largo, por 0,8 de ancho,
tiene la forma común cilíndrica, es ligeramente curvado y en los polos
redondeado ; es blanquizco, la superficie lisa y lustrosa.
La avispa pega el huevo a la araña en la parte dorso-lateral del
abdomen; cada celdilla lleva un solo huevo con la correspondiente
dotación de presas.
Larva. — Ésta eclosiona a los 4 ó 5 días. La larva adulta tiene 25
milímetros de largo (de punta a punta y encorvada) y 7 milímetros
de ancho y alto. Su cuerpo subcilíndrico, es en el tercio anterior
estrechado hacia adelante y en menor grado también en la porción
posterior. El dorso es moderadamente arqueado, pero la cabeza y el
tórax no muy notablemente replegados ventralmente. Los segmentos
torácicos son más cortos y algo más ceñidos que los del abdomen,
(1) Por carecer de bibliografía dipterológica, me procuré de mi colega P.
Borgmeier, la referente a esta mosca, y resulta que según Aldrich (Cat. of N.
Am. Diptera, pág. 447, 1905), Sarcomacronychia trypoxylonis Y. 'T. (1892) es sinó-
nima de Pachyophthalmus floridensis Townsend (1892).
Puedo ahora también afirmar que esta mosca (Tachinidae) parásita también
en los nidos de Sceliphron figulus, de lo que hice mención en mi artículo en Ana-
les de la Sociedad Científica Argentina, CX, página 378, 1930.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV
al
iir>
58 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
que tienen solamente los posteriores más dilatados en los costados,
casi mameliformes. El tegumento es liso, glabro y tiene brillo aceitoso.
La larva es de un blanco sucio, más o menos grisáceo, según el
estado de desarrollo; por la epidermis se translucen los gruesos cor-
púsculos y el intestino obscuro. Los orificios de los estigmas son pe-
queños, subcirculares, su borde débilmente quitinoso y amarillento.
La cabeza es redonda, algo estrechada hacia atrás, la frente poco
achatada y débilmente biimpresa. Las antenas, muy rudimentarias,
apenas se manifiestan por una diminuta base circular, membranosa,
1, cabeza de la larva, vista antero-frontal; 2, lígula y maxilas; 2a, paraglosa y palpo labial;
2b, lóbulo interno y palpo maxilar; 3, mandíbula, vista de arriba; 34, mandíbula derecha,
vista del lado inferior.
con tres papilas microscópicas. El clípeo es grueso, como el labro, de
aspecto carnoso, tanto hacia adelante, como hacia atrás estrechado
y redondeado en los ángulos. El labro, tan ancho como el clípeo, es.
tres veces más ancho que largo, los lados son arqueados, los ángulos
fuertemente redondeados, y el borde anterior escotado y provisto
de cerditas cortas.
Las mandíbulas son negruzcas, el diente apical es fuerte, el borde
antero-interno muestra un ancho diente angular y otro romo, preba-
sal. Vistas las mandíbulas del lado interno, son subtriangulares, la
mitad anterior es excavada entre los dos dientes.
La lígula o lengiieta es carnosa, ampliamente avanzada y redon-
deada en los ángulos; los palpos son cónicos, uniarticulados, en su
COSTUMBRES DE « TRYPOXYLON PALLIDITARSE >» SAUSS. 59
lado (interno) y borde anterior se distinguen paraglosas pequeñas
(gs. 24). Las maxilas son globosas, también carnosas; en el ápice
llevan dos lóbulos cónicos, uniarticulados, de los cuales, el externo o
palpo, tiene casi el doble del tamaño del lóbulo interno. En los costa-
dos anteriores de la cabeza hay media docena de cerditas dáctiles,
indicadas en el esquema, figura 1.
La larva es muy voraz, como todas las de este grupo de himenópte-
ros, que devoran aún vivas sus presas. Comienza por comerse la araña
superior, a la que estaba pegado el huevo; luego AVANZA, siempre
cabeza hacia abajo, y en 7 a 8 días termina con la provisión de ara-
ñas, que engulle casi totalmente, sin dejar apenas rastros de ellas.
Capullo y cápsula ninfal. — A los ocho días la larva llega a su com-
pleto desarrollo; en seguida teje un capullo blanquizco, que consiste
sólo en un ligero revestimiento de las paredes internas de la celdilla
y guarda en su interior a la cápsula.
La cápsula ninfal tiene 15 a 16 milímetros de largo por 5,5 a 6 de
ancho. Es de forma cilíndrica, del lado posterior (1) apenas más
ensanchada, redondeada en las dos extremidades.
De color pardo-negruzco y superficie mate, muy finamente granu-
losa. La extremidad anterior, más o menos grisácea, aparenta una
especie de tapita áspera, como tuberculillos, que en realidad son las
arenillas más gruesas, sobrante del material terroso, empleado en la
confección de la cápsula (2).
La substancia quitinosa, mezclada con partículas de tierra y are-
nilla, forma una cutícula dura, pero quebradiza, insoluble en los
disolventes comunes.
En el fondo de la extremidad posterior (superior de la cápsula),
hay una capita, como de un milímetro de espesor, que disuelta en
potasa caústica produce un líquido pardo-rojizo obscuro, y un asiento
- compuesto de los fragmentos quitinosos de las arañas consumidas
por la larva. Encima de esta capita de residuos se encuentra la exu-
via larval.
(1) Los conceptos anterior y posterior corresponden a la posición que la ninfa
ocupa dentro de la cápsula; siendo ésta invertida en la celdilla, la parte ante-
rior de la cápsula, o sea la cabecera es la inferiormente colocada.
(2) Frers dice haber observado una larva en la fabricación de una cápsula,
en una celdilla preparada ad hoc, con tapita de vidrio. Es probable, que en este
ambiente artificial obtuviera la cápsula anormal, que luego utilizó para la des-
cripción.
60 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Ninfa. — De forma habitual, representa la imagen con las alas
replegadas y antenas y patas recogidas. Su tenuísima cutícula es
lisa y lustrosa. Los segmentos 2 al 5 del abdomen tienen en cada lado,
cerca del borde posterior, un apéndice tubuliforme, bastante des.
arrollado (tubos aeríferos). Cada esternito, de estos mismos segmen-
tos, muestra 6 diminutos apéndices cónicos, dispuestos en línea trans-
versal y de tres, apenas separados en la línea media. El 5” esternito
lleva, como un ramillete de estos apéndices, agrupados en tres series
paralelas, transversales e ¡igualmente distribuídos por tres, casi con-
tiguos a la línea mediana; en cada lado de este segmento hay otros
tres apéndices muy pequeños. Las antenas y patas no son apendi-
culadas, pero las articulaciones y espinas muy marcadas, sobre
todo en las podotecas.
La ninfa es blanquecina en el comienzo, después se vuelve de co-
lor crema. A los 12 días se oscurecen los ojos, luego la frente, el
vértice y borde occipital, lo mismo que el tórax, cuyos segmentos
dorsales se colorean primeramente en los bordes formándose dos
bandas laterales y dos medianas abreviadas en el mesonoto; dos
gruesos puntos en el escudete, cuyo margen es también pardusco
como los del epinoto, lo mismmo que los episternos y esternos. Algu-
nos días más, la ninfa se ennegrece y solamente translucen de su
cutícula las mandíbulas rojizas, los palpos y tarsos posteriores ama-
rillentos de la imagen.
Después de 20 a 25 días de ninfosis, la imagen abandona su encie-
rro por un pequeño orificio, abierto por ella, en la parte inferior, al
lado del tapón divisorio de la celdilla. Hay que recordar, que esa.
posición invertida es característica para esta avispa, durante todas
las fases de su metamorfosis, ya sea en estado de larva ya mientras
dura la diapausa y su ninfosis. Hemos observado durante la nidifica-
ción, dentro del tubo, las mismas imágenes, siempre cabeza abajo.
Imagen. — La avispa es negra, provista de pubescencia cana (cent:
cienta) rala y corta, algo más larga y densa en los húmeros y en el
metanoto. Las mandíbulas son rojizas; los tarsos posteriores blanco-
amarillentos, menos la mitad proximal del artículo basal y todo el
artículo terminal, que son negros.
La cabeza es bastante fuerte y densamente puntuada. El clípeo
tiene la carena mediana bien marcada, truncada en el ápice; en la
hembra, su borde apical es sinuoso emarginado, mientras que en el
macho es más o menos unidentado.
LÁMINA I
C. BrRUCH, Costumbres de « Trypoxylon palliditarse » Sauss.
===
cho
tad he
segundo a mi
do y
ina
tubo termi
, primer
1
tur
tarse Sauss. :
i
Nidos de Trypoxylon palli
iente)
ico correspond
t
sinóp
(0)
l cuadr
éase e
al (v
no na
Tama
2, cuatro tubos terminados
C. BrRUCH, Costumbres de « Trypoxylon palliditarse » Sauss. . LÁMINA Il
Nidos de Trypoxylon palliditarse Sauss., de frente y vista del lado inferior,
para mostrar las 12 celdillas. O, orificio de salida de la imagen. Tamaño
natural.
C. BrUCH, Costumbres de « Trypoxylon palliditarse » Sauss. LÁMINA III
1, macho y hembra de Zrypozylon palliditarse Sauss.; 2, larva en su celdilla, después de haber
devorado las presas; 3, larva adulta de lado; 4, cápsula ninfal; 5, ninfa ya coloreada; 6, tipos
de arañas, extraídas de las celdillas; n% 3, con huevo de Trypoxylon; no 4, atacada por una
joven larva. Todas las figuras con dos aumentos. (Fotos C. Bruch.)
.
COSTUMBRES DE « TRYPOXYLON PALLIDITARSE >» SAUSS. 61
El tórax es lustroso, más dispersamente puntuado en el disco; el
metanoto es posteriormente estriado, y en el medio anchamente sur-
cado.
El abdomen es liso, impuntuado y casi glabro; el macho lleva en
el esternito basal una larga y aguda espina, dirigida hacia atrás.
Las alas son parduscas, bastante obscuras y tienen reflejos azul
violáceos, más o menos intensos.
La descripción original de T. palliditarse Sauss. (1), corresponde
perfectamente a nuestros ejemplares de Olivos y éstos apenas difie-
ren con respecto al clipeo, algo dentado en el macho, para el cual
tampoco señala la espina del primer esternito abdominal. No coin-
ciden con las características del T. argentinum Breth. (2), de cuye
validez abrigo mis dudas, que difícilmente se resolverían, sin la com-
paración de los ejemplares tipos, de una y otra especie.
No fué posible hallar el tipo de T. argentinum, en el Museo de
Buenos Aires, ni existe esta especie en la rica colección de himenóp-
teros de Jórgensen, adquirida por el Museo de La Plata y como he
manifestado ya, no se encuentra ningún ejemplar en la ex colección
Frers, que está en el Museo de Buenos Aires.
Con respecto a la coloración de las alas, observaré, que los ejem-
plares de Olivos, tienen la membrana pardusca, bastante obscura,
con los reflejos azul-violáceos, mucho más marcados, que algunos de
los individuos criados de nidos de Palermo y del Delta.
Los ejemplares tipos de T. palliditarse proceden del Brasil y de
Entre Ríos. T. argentinum ha sido señalado para Mendoza y Jujuy.
(1) SAUSSURE, Reise de Novara, Zool., 11, página 1, 1867, Hymenopt., página
77, número 2.
(2) BRETHES, en Anales del Museo de Historia Natural de Buenos Aires, tomo
XIII, serie 32, 1911, página 284 Q. ibid, tomo XXIV, página 154 O”, 1913.
SOBRE EL METODO DE SUMACIÓN EXPONENCIAL
Por J. C. VIGNAUX
RÉSUMÉ
Sur la méthode de sommation exponentielle. — L*auteur établit plusieurs con-
ditions qui permettent d'assurer 1'équivalence des deux méthodes de sommations |
proposées par Borel.
E. Borel (*) ha generalizado la noción de «suma » de una serie
Uy LU, HU <> o... (1)
. de dos modos. En la primera forma :
donde
Nec pa |
U (0) = ) Sn 7) (Sn == Uo 4 Uy <= 00. 2 Un)
es una trascendente entera (función sumatriz), y en la segunda
Po
> |
lím | e=ty (e) de = 4, (1 |
LT >o JO : |
donde E
Ln
w (0) ==.
0
es una trascendente entera (función asociada). Borel considera com-
pletamente equivalentes las dos definiciones de suma, pero G.
(+) E. BOREL, Lecons sur les séries divergentes, Gauthier-Villars, París, 1901.
SOBRE EL MÉTODO DE SUMACIÓN EXPONENCIAL . 63
Hardy (*) ha observado que estas definiciones no son del todo equi-
valentes, dando origen, en consecuencia, a dos métodos de sumación
distintos : la serie sumable con el primer método es también sumable con
el segundo, pero la recíproca no se verifica necesariamente.
Cuando existe el límite (2) diremos que la serie (1) es sumable (E),
y sumable (B) cuando existe el límite (3).
Para llegar a este resultado Hardy da un lema fundamental, cuya
demostración un poco complicada ha sido simplificada por O. Perron (?)
y generalizado recientemente por M. Picone. Este lema se enuncia
generalmente en la forma siguiente:
Sea f(%) una función con derivada f' (2) continua para x > 0; si la
integral
IN ef" (au) dao (45)
0
es convergente, también converge la integral
1 TELA : (2)
y se tiene además (?)
mr ao
Lo
No se puede, en cambio, deducir la convergencia de la integral (1)
de la convergencia de la (2), esto es : puede suceder que la integral (2)
sea convergente sin que lo sea la (1). Hardy da un ejemplo (loc. cit.,
pág. 30).
El profesor G. Sannia (*), en una importante memoria, ha logrado,
adoptando como función sumatriz sucesivamente las primitivas U =P,
Ut >, ..., de la función U (+), no solamente un método equivalente al
método (B), sino infinitos otros de potencia superior a éste.
(1) G. H. HarDY, Researches in the Theory of Divergent series, en Quart. Journal
of Math., XXXV, página 22, 1904.
(2) O. PERRON, Zur Theorie der divergenten Reihen, en Math. Zeits., VI, página
158, 1920.
(?) El lema ha sido demostrado con anterioridad por Borel, en el caso de la
convergencia absoluta de la integral (1) (loc. cit., pág. 101); por esto es justo lla-
marlo lema de Borel- Hardy.
(+) G. SANNIA, Nuovo metodo di sommazione delle serie : estensione del metodo di
Borel, en Riendiconti del Circolo Matematico di Palermo, tomo XLIT, página 307,
9 TT.
64 .ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Pongamos con Sannia
90
qn +1
A => (0 Y Vi TAR
la suma de la serie (1) viene definida por el
lím ca =$
X>00
cuando es finito.
Sannia prueba que el método fundado en la definición de suma (4)
es más general que el método (E) y a su vez equivalente del método
(B) (1). Para demostrar la primera parte utiliza el teorema de Hospital-
Stolz (?). Puesto que U (w) es la derivada de U¿, =>, resulta que si
para e ->>0, también existe el
existe el límite de la relación
o Un ED
lfmite de 222 y son iguales, pero no recíprocamente.
er
La equivalencia prueba, en cambio, inmediatamente partiendo de
n
2
suena (iS UA a) Y Sn CS UNA trascendente entera, también lo
n!
» . / O
es la función u (1) = da Y recíprocamente, y si se tiene además
1 |
7 a [e =%U (2) 0] = e=%u (9).
(1) G. SANNIA, £Estenzione e studio di un metodo di sommazione generico di Borel,
en Seritti Matematici Offerti a E. D'Ovidio, página 227, 1918.
(2) Si las funciones f(x) y gy (x) son derivables f' (x) y g' (x) en un contorno de
(¿ finito o infinito), si g' (%) tiene un signo constante y lím y (1) = + oo, se tiene :
> it
a O
ESO e a g (a)
siempre que exista el límite del primer miembro, pero no recíprocamente. Este teorema
ha sido también utilizado por O. Perron para demostrar el lema Borel-Hardy
(loc. cit.).
(3) Rendiconti del Circolo Matematico di Palermo, tomo XLII, página 307, 1917.
Da la fórmula más general
d
O l = ea. »
SOBRE EL MÉTODO DE SUMACIÓN EXPONENCIAL 65
De la relación anterior, resulta integrando entre 0 y x
zx
A | entule) du
0
puesto que Uy" = 0. :
Tomando límize de ambos miembros para > 00, se tiene
me Un). ln ' e=*u (a) de
700 zz >>%0 J0
por tanto, si existe el límite del primer miembro, existe también el
del segundo y recíprocamente y ambos son iguales. Resulta :
El método exponencial definido en la forma (4) dado por Sannia y el
método (B) de Borel son equivalentes.
De este modo resuelve Sannia la no equivalencia de los métodos
(E) y (B) de Borel, con recursos puramente elementales.
2. Existen sin embargo, cuando el término u,, de la serie propuesta
satisface a ciertas condiciones de crecimiento, condiciones bajo las
cuales estos dos métodos son equivalentes.
Es objeto de esta Nota, precisamente, demostrar algunos teoremás
que justifican la afirmación que precede.
Teorema 1. — Si la serie Y u,, es sumable (B) con suma u y 4, =0 (1)
también ella es sumable (E) con igual suma (0).
De la hipótesis resulta que, dado un <>0 arbitrario, existe un
entero p >0, tal que
[tn | ÁÚe para 1 > Pp. (2)
Si u (2) es la función asociada de la serie propuesta, se tiene
P 00
gon a qn
ua) = o Un 70 - Ds Ur sl
n=0 n=p+1
- y tomando valor absoluto de ambos miembros, teniendo presente
la (2), resulta :
ADE
p+1
E nm
a (a) | <|) 05
(o) | <| Ap (0) | + ec,
es decir
(*) La notación un = 0 (1) significa que un > 0 cuando n > >09 (Bochmann).
66 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
donde
es un polinomio en x de grado p.
De esta desigualdad se deduce
¡eu (e) | <e=*| Apu) | +.
Fijado ¿> 0, se puede determinar un número X —>0 tal que
eno
para todo > X; por tanto la desigualdad última resulta :
Mr As Para
es decir
limite et 0% (3)
+00
La integración por partes nos da
—e *u (0)
0
| A A : +| NENAS |
z
= Uy, — eu (a) —- | e“! (a) de,
0
por tanto, tomando límite de ambos miembros, teniendo presente la
hipótesis y la igualdad (3) resulta
>
0.) Jl
UY — Uy = | etut(a) de, (4)
luego la integral del segundo miembro es convergente y su valor |
es U— Up. | |
Por otra parte, según el lema de Sannia (r = 1), se tiene
d
de ¡EUA Ec
de donde con una integración entre 0 y x |
E)
zx zx
= eu! (a) dee,
0 0
es decir, puesto que U (0) =4,
x
e ”U (0) — Uy. = | e una
0
|
|
|
|
SOBRE EL MÉTODO DE SUMACIÓN EXPONENCIAL
67
y tomando límite para ambos miembros para «> >0, resulta según (4)
lím e-*U (4) — 4, =U4 — Uo,
L>00
es decir
lím e *U (0) = u,
L>20
por tanto la serie (1) es sumable (E) con igual suma Y.
Ns
Teorema 11. — Si la serie Y u, es sumable (B) y 4, =0 ) también
0
7
ella es sumable (E) con igual suma (*).
De la hipótesis resulta que dado un <>0 arbitrario, existe un
p>0, tal que
¡(mM +1) un |< e para n > p.
Sea u (w) la función asociada de la serie (1); se tiene
. = qn +1
xu (e) = o (n —- 1) 4, an
es decir 2
ca pnl Ñ pr +1
out) = ) (04-190 AO ES +1
0 p+l
y tomando módulo de ambos miembros, según (2), resulta
lea (a) | <| M, (0) | + eer,
«londe
an + 1
M, (w) = ) (n +—1)u, am
peo (e) <e 21 Me (0) E e,
De aquí
y por tanto, para x suficientemente grande resulta
IN <A
«dle donde
(e > 0),
luego
live a) == 0:
LF DO
o
(1) La notación un = 0 E significa que nun > 0 cuando n > oo.
n
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV
(2)
68 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Por otra parte, se tiene
| ea (a) de =u, — e tula)
0 JO
de donde para x > >>, según la (3), resulta.
Po
YU —= U, = | estu (e) do.
0
Según el lema de Sannia, se tiene
44
estu (a) — Mo = | e *w (a) de,
0
y tomando límite, para x >>0, se concluye :
lime 20 (00.
+00
Teorema 1II. — Si la serie Y u, es sumable (B) con suma u y
0
a == 0 6 > ella es también sumable (E) con igual valor (5).
a Jl :
De la hipótesis u, = O E resulta que existe un número M ¿inde-
n
pendiente de n tal que
¡(14 1) 4, | << M.
Sea uy (2) la función asociada de la serie (1), podemos escribir
90
Y 1) qn +1
cu (a) == M JU
(a) ) rr
por tanto, tomando módulo, según (2) resulta
qn +1
EA <a y Mer,
Ese
de donde ;
[e=*u () << M
luego
M
E (a > 0).
EUA == Je -) signiñica que nun es acotado para todo valor a de n.
' SOBRE EL MÉTODO DE SUMACIÓN EXPONENCIAL 69
De aquí resulta que
a
X>00
Además se tiene
| e=*u (0) de = u, — e *u (a) — | estu! (u) de,
0
de donde para 2 > >0 y según (3) resulta
- so ;
Y — Uy = | ee do:
0
Del lema de Sannia resulta finalmente que
e=*U (0) — 4, = | e? (a) de,
0
luego para > >00, y según la anterior
Mare O:
T->00
Utilizando estas mismas condiciones relativas al crecimiento del
término 4, de la serie (1), he dado una serie de teoremas sobre pro-
ducto de series sumables (B) (). También ellas permiten asegurar la
sumabilidad total (?) (Sannia) de una serie simplemente sumable (B),
noción ésta mucho menos restringida que la de sumabilidad absoluta
de Borel.
(5) J. C. VIGNAUX, Sur le prodwit de séries sommables par le méthode de Borel, en
Revista del Seminario Matemático Argentino y Bulletin de la Soc. Mat. de France (en
| prensa).
(2) J. C. VIGNAUX, Sobre la sumabilidad total con el método de Borel, en Contri-
'bución al estudio de las ciencias físicomatemáticas (en prensa).
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS
ORIGEN DEL CABALLO CRIOLLO
CONTESTACIÓN A UNA CRÍTICA
POR P. MAGNE DE LA CROIX
En su trabajo Craneología comparada del caballo criollo, aparecido
en la entrega II, tomo VII, año 1931 de la Revista de la Facultad de
agronomía y veterinaria, el doctor A. Cabrera critica mi opinión
sobre el caballo criollo. He tenido conocimiento de esa crítica hace
apenas pocos días — por un amigo que me la señaló; por eso contesto
recién ahora a ella.
En dicho trabajo, el doctor Ángel Cabrera me atribuye haber dicho
que «entre los caballos traídos a América por los españoles, los ha-
bían también de tipo frisón y dinamarqués ». He hablado de tal intro-
ducción, pero refiriéndome a España y no a América; para este contl-
nente he hablado, únicamente, de caballos ya mestizos de tipo liviano
y de tipo pesado, pero no de la introducción en las Américas de caba-
los de tipo pesado puro.
A pesar de la opinión contraria del doctor Cabrera, no sólo en
época reciente hubo en España un stock caballar producto de la cruza
de caballos livianos y pesados; la historia española que, sin duda, se
estableció en base a documentos serios, nos habla de la invasión de
los vándalos en España, anterior a la de los árabes, y la mayoría de
los autores está de acuerdo respecto de la influencia que los caballos
traídos por los vándalos ejercieron sobre el stock caballar, de origen
principalmente berberisco, ya existente en aquella época en España.
Los invasores vándalos, de origen germánico, venían entonces de la
región ubicada entre el Oder y el Vístula, donde se habían establecido
anteriormente; y en esa época el stock caballar de dicha región era
de un tipo intermediario entre los actuales daneses (del Jutland) (1) y
(1) Insisto sobre el hecho de que, en este caso, se deben considerar únicamente
los caballos daneses del Jutland, porque, en la Zeelandia, el tipo primitivo ha sido
muy modificado, por varias cruzas extranjeras, bajo el reinado de Christian IV.
li
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS 71
finlandeses, por lo demás muy vecinos los dos, livianamente cruzado
con animales de tipo germánico, justamente traídos por los vándalos.
En la época que siguió la conquista de España por los árabes,
siempre se ven en oposición los dos tipos : el viejo tipo español medio
pesado en manos de los cristianos, y el tipo liviano árabe y berberisco
en manos de los moros. Es este último, que se llamó después zenete o
«genet» ; y sólo después de la conquista de Granada. es decir, justa-
mente cuando el descubrimiento de América, principiaron a com-
petir entre sí, en la España cristiana, los caballos del tipo « genet »
con los del viejo tipo español; el «genet» se convirtió después
en el moderno andaluz, pero esto no tiene nada que ver con el anti-
guo tipo español que tuvo partidarios hasta después de la boga del
«genet» y aun de su descendiente el moderno andaluz, de eso puede
uno convencerse al mirar en el Museo del Prado los retratos de
Felipe IV y del general Palafox.
Durante la lucha entre moriscos y cristianos en España, si estos
últimos se apoderaron a veces y compraron otros caballos moriscos,
su intercambio comercial más regular fué siempre con la Europa cris-
tiana y hubo en las yeguadas las más reputadas reproductores pro-
venientes de otros países europeos, de preferencia de los nordiscos,
porque éstos permitían conservar mejor el viejo tipo español.
El doctor Cabrera dice: « Existe el dato concreto que fué en el
año 1600 donde se introdujeron por primera vez en España, con deli-
berado propósito zootécnico — y por cierto no sin protesta de los cria-
dores — padrillos normandos, dinamarqueses y frisones ». Siendo así,
¿cómo explicar que, en el año 1560, Felipe II tuvo, como la cosa más
natural del mundo, en su Real yeguada de Aranjuez, 17 yeguas friso-
nas y 21 danesas (sobre un total de 134), como consta en un docu-
mento de los archivos españoles ?
Publicación oficial de las obras de Lucas Kraglievich
Las gestiones hechas por la Sociedad Científica Argentina ante
el Gobierno de la provincia de Buenos Aires en favor de la publica-
ción oficial de las obras de nuestro malogrado consocio, paleontólogo
don Lucas Kraglievich, gestiones de que dimos cuenta en la página
189 del tomo CXITI de estos Anales, han tenido pleno éxito como
resulta del decreto que a continuación transcribimos:
72 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
La Plata, junio 15 de 1932.
Vista la nota precedente de la Sociedad Científica Argentina,
Y considerando : Que habiéndose encargado la Provincia, de la impresión
de las obras de Ameghino; y siendo los trabajos de don Lucas Kraglievich,
continuación de las del paleontólogo argentino y sus estudios de gran mé-
rito, a juicio de la Sociedad recurrente, es dable acceder a lo solicitado;
Que la Sociedad Científica Argentina indica la conveniencia de que sea el
señor Alfredo J. Torcelli quien se encargue de la compilación y corrección
de dichas obras ;
Que, por otra parte, lo reducido de la partida para publicaciones e impre-.
siones que destina el P. V., hacen que sólo sea posible autorizar, por este
año, la impresion del primer tomo de esos trabajos ;
Por ello, el Poder Ejecutivo,
Resuelve
1% Autorizar al Taller de Impresiones oficiales para que proceda a la pau-
latina impresión de las obras del paleontólogo don Lucas Kraslievich, en la
cantidad de mil (1000) ejemplares por tomo;
2% Autorizar, asimismo, por el corriente año, al mencionado Taller, para
que proceda a la impresión de mil (1000) ejemplares del primer tomo de
las mencionadas obras, dentro de la suma de (pesos 1200 m/n) un mil dos-
cientos pesos moneda nacional ;
3 Pasar el presente expediente al Ministerio de hacienda para que, por la
Tesorería general, previa intervención de la Contaduría, se entregue al ha-
bilitado del Taller de Impresiones oficiales, la suma de (pesos 1200 m/n)
un mil doscientos pesos moneda nacional, con destino al pago de los mate-
riales a emplear en la publicación del primer tomo de las obras menciona-
das, cuya impresión se ordena por el artículo 2% de la presente resolución ;
40 La suma de referencia se imputará al Item 134 del P. V., partida de
pesos 15.000 para publicaciones e impresiones, etc.
5 Encomendar honorariamente a don Alfredo J. Torcelli, para que se
encargue de la compilación y corrección de los trabajos de don Lucas Kra-
glievich. corrección de pruebas, ete. y cuya impresión se autoriza por esta
resolución ;
6% La distribución de los ejemplares cuya impresión se autoriza por la
presente resolución, se hará por intermedio del Ministerio de Obras Públi-
cas, a cuyo efecto, una vez confeccionados, el Taller de Impresiones oficia-
les deberá enviarlos a ese departamento ;
17 Comuníquese a quienes corresponda, etc.
F. MARTÍNEZ DE Hoz,
E. J. Miguez.
id
JUAN WENCESLAO GEZ
(1865-1932)
El 17 de mayo próximo pasado ha fallecido, en esta Capital fede-
ral, a los 66 años de edad, el profesor Juan W. Gez, distinguido edu-
cacionista y ciudadano eminente, cuya pérdida ha causado sincero
pesar en todos los centros sociales, y especialmente en los docentes,
donde era el extinto estimado y respetado por sus nobles prendas y
sus positivos méritos.
Natural de San Luis, donde naciera el 28 de septiembre de 1865,
había seguido parte de sus estudios secundarios en el Colegio nacio-
nal de esa ciudad, y en su curso normal anexo, hasta la supresión de
éste en 1886. Trasladóse entonces a Buenos Aires — renunciando a
los cargos de celador y de bibliotecario que desempeñara en aquel
colegio, cargos modestos, pero que ayudaban a su existencia — para
continuar sus estudios en la Escuela Normal de Profesores, donde se
74 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
eraduó de Profesor en 1888, a pesar de las dificultades que su pobreza
debió acarrearle. Las aptitudes que fué revelando le valieron, siendo
aún estudiante, en ese mismo año de 1888, la designación de Director
de grado en el Departamento de aplicación, anexo a dicha escuela.
Al terminar ese año egresó con el título de Profesor Normal y
abandonó esta última, si bien volvió más tarde a ella, de 1894
a 1896, en carácter de regente, profesor de crítica pedagógica y
profesor de idioma nacional. En el año de 1889 había regresado
efectivamente a San Luis, su tierra natal, para prestar servicios en
la Escuela Normal de Maestras como profesor de geometría y de
dibujo lineal. Al año siguiente, fué nombrado Vicerrector, y profesor de
pedagogía primero, de francés después, hasta 1894, en cuyo año volvió
a la Capital federal — campo más apropiado, sin duda, a su capacidad e
ilustración — aceptando la propuesta que le hiciese el entonces minis-
tro de Instrucción pública, doctor Zeballos, quien, como dijimos más
arriba, le nombró Regente y profesor de la Escuela Normal de Profe:
sores. En el desempeño de esos cargos puso bien de manifiesto su
espíritu de iniciativa, su perseverancia y decisión para alcanzar los
fines perseguidos.
Ascendido, en 1896, al cargo de Director y profesor de historia y
geografía de la Escuela Mixta de Dolores (provincia de Buenos Aires),
desempeñó también en ésta, la cátedra de pedagogía y psicología,
hasta 1908. Su obra inteligente y eficaz, pudo ahora hacerse sentir
en mayor escala; y así también, al retirarse en 1908 por haber sido
trasladado a Corrientes, fué muy lamentado su alejamiento. Significa-
tivas demostraciones pusieron en evidencia los hondos y cariñosos
afectos que supo allí granjearse.
En Corrientes desempeñó el cargo de Director y profesor de peda-
gogía y psicología en la Escuela Normal Regional, dictando final.
mente, la cátedra de mineralogía y geología, en cuyo cargo se jubiló
en 1918. Debido a sus gestiones se elevó a la categoría de Escuela
Normal de Profesores, la Regional de Corrientes en el año 1918.
Su actuación en Corrientes fué motivo de las siguientes aprecia-
ciones : «La acción del profesor Grez se caracterizó como la de
toda su vida por las nobles inspiraciones que lo guiaron, por el sello
de nacionalismo que imprimió a su labor educacional, por el tono alta-
mente patriótico de sus orientaciones y por sus elevados ideales de
sabio y de patriota». Al despedírsele en Corrientes con un elocuente
homenaje, el doctor José B. Zubiaur dirigióle las siguientes pala-
bras :
AA OA
sE
JUAN WENCESLAO GEZ 75
«Huelga su biografía que es popular para todos en esta ciudad de Corrien-
tes y en el resto del país y aun en países del habla castellana donde ha lle-
gado la producción literaria, educacional e histórica de Grez, el noble y fer-
voroso, antor de obras didácticas, director de dos escuelas normales,
conferencista distinguido y miembro conspicuo de congresos pedagógicos,
al mismo tiempo que aplaudido cultivador de las ciencias naturales. »
De una carta que con ese mismo motivo escribiera el doctor Alfredo
Ferreira a un colega, entresacamos el siguiente párrafo :
«Gez es un servidor destacado del país dentro y fuera de las aulas. Por
sus ideas liberales, por el espíritu amplio, por sus aptitudes literarias y
científicas, por su preparación profesional, ha dirigido dignamente impor-
tantes escuelas, sin poner trabas a profesores de nuevas orientaciones y de
reconocida iniciativa mental; ha escrito brillantes y orientadas páginas
históricas, poniéndose resueltamente dentro del partido progresista de la
historia argentina ; se ha mezclado al movimiento social de su tiempo y de
su lugar, cooperando a la realización del bien común, ya en educación o en
justicias históricas o en la paz y la concordia nacional y aun internacional. »
Además de la actuación recordada, cabe mencionar también lo'
siguiente :
Miembro informante en la reforma de planes de estudio de las escuelas
normales ; comisionado por el ministerio de Instrucción pública de la nación
para el estudio y organización de las escuelas intermedias de las provincias
litorales y de Cuyo ; representante de las provincias de San Luis y de
Corrientes en el Congreso de Santa Fe para la unificación de la Caja de
jubilaciones y pensiones ; delegado de la provincia de Corrientes al Primer
Congreso nacional de agricultura reunido en Córdoba en 1918 ; miembro de
honor de la Casa de América, de la Cruz Roja Argentina, de la Sociedad
sismológica de Sudamérica y de la «Société des americanistes de París», así
como también fué miembro activo y colaboró con importantes trabajos en
la Junta de Historia y Numismática Americana, en la Sociedad Científica
Argentina, en la Sociedad Ornitológica Argentina, en «Los Amigos del Museo
de Historia Natural », en el Instituto Geográfico Argentino, en la Sociedad
Argentina de Estudios Geográficos «Gaea », en la Sociedad Positivista Argen-
tina, en la Asociación Nacional del Profesorado, en la Liga de Templanza de
la República Argentina, y en el Consejo de los Boy Scouts argentinos. Fué
además fundador y primer presidente de la Asociación de Maestros de
Corrientes.
Las obras y publicaciones del profesor Gez son numerosas, como
puede verse por la siguiente lista :
76 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Historia : Historia de la provincia de San Luis. Apoteosis de Pringles.
Biografía del doctor Juan Crisóstomo Lafinur. La tradición puntana. El
escudo de San Luis. Biografía del general Belgrano. El doctor Francisco
Javier Muñiz. Biografía del guerrero de la independencia Jacinto Roque
Pérez. Árboles históricos de la provincia de San Luis. Biografía del teniente
general Juan Esteban Pedernera. El libertador San Martín, inauguración
de su estatua en San Luis. Historia de la minería en la provincia de San
Luis. El patriota Pedro Castelli. Noticia biográfica del doctor Ángel Justi-
niano Carranza. Biografía del doctor Juan M. Garro. La contribución patrió-
tica de San Luis al ejército de los Andes. El patriotismo de la mujer pun-
tana. Biografía del coronel José Cecilio Lucio Lucero. El solar de Sarmiento
en Asunción. Reseña histórica y estadística. de la provincia de San Luis,
publicada en La Nación, número del centenario de la revolución de mayo.
Educación : Algunas palabras sobre educación. «La Propaganda », revista
mensual de educación. Algunas consideraciones sobre enseñanza práctica y
regional. Educación científica. La escuela profesional para la provincia de
Bueños Aires, premio Sarmiento, medalla de oro en el concurso científico
literario de La Plata en 1907. Patronato de menores. ¿ Debe nacionalizarse
la enseñanza primaria? La fiesta nacional del árbol. Educación y régimen
municipal. Homenaje al ex ministro doctor Juan Ramón Fernández, funda-
dor de la Escuela Normal Regional de Corrientes.
Geografía : Geografía de la provincia de San Luis (inédita). Las salinas
del Bebedero. Descubrimiento arqueológico del Chorrillo. Toponimia pun-
tana. Obras de riego en San Luis, presentado a la Primera reunión nacional
de geografía.
Paleontología : Generalidades sobre paleontología argentina, 1915. El
yacimiento fosilifero del río Santa Lucía de Corrientes, 1919.
Diversas : En la Ínsula puntana. Vindicación constitucional. Biografía de
Juan T. Zabala. Ameghino. Disquisiciones filológicas sobre la lengua gua-
rant. El geógrafo Martín de Moussy (inédita). El árbol. Numerosas colabo-
raciones en diarios y revistas. En 1912 sus trabajos fueron premiados con
un diploma de honor y medalla de oro en la « Panamá, Pacific Internatio-
nal Education, Agriculture, Mining ».
Los pensamientos fundamentales que inspiraran al profesor Gez
surjen de las dos siguientes transcripciones : e
«Como el tenaz cateador que busca en las entrañas de nuestras sierras la
veta del precioso metal, o como el que revuelve las arenas de los arroyos de
nuestra región aurífera para extraer las pepitas de oro, así he buscado el
filón de los sucesos acaecidos en la provincia natal y los elementos de estu-
dio, ocultos o perdidos a través del tiempo, para obtener el metal que debe
depurarse en el erisol de la verdad y de la justicia distributiva. Porque, es
bien sabido que la historia no se puede escribir para halagar la tradición de
e
JUAN WENCESLAO GEZ
«ningún partido político, ni ella puede conformarse con los prejuicios de las
apasionadas contiendas del pasado.
«Como argentino y como educador, he estado siempre de parte de las
nobles causas de mi patria ; del lado de los ciudadanos reconocidamente
más cultos y sinceros; de parte de la causa civilizadora, con el orden y la
moral con los ideales permanentes de la libertad y los legítimos anhelos del
pueblo. Así, pues, no es extraño que fulmine la tiranía y el caudillismo,
grandes rémoras de la verdadera democracia y de la cultura colectiva, pot-
que se han opuesto constantemente a la vida constitucional y a la vida civi-
lizada. » (Del prólogo de su Historia de San Luis.)
« ¿ Quién fué Pringles ?... Un soldado de nuestros primeros ejércitos, uno
de los obreros abnegados de la nacionalidad argentina que tanto nos enorgu-
llece, un hijo de este pueblo, un hermano nuestro, que en los días de la
lucha por la patria ciñó la espada y le ofreció su vida, arrojándola en holo-
causto suyo al campo de batalla, donde la respetarían las balas españolas,
pero no el plomo fraticida.
«No pisó su planta en el aula de una universidad ; apenas si en sus pri-
meros años recibió las enseñanzas del hogar paterno y de la pobre escuela de
-la aldea ; sus talentos no se nutrieron con las sabias lecciones del maestro,
y no sabemos si su inteligencia era de aquellas que lleva a los hombres a
descollar entre las multitudes, en los congresos, en la tribuna popular, en
las aulas o en el periodismo ; pero sabemos que le sobraba corazón y lo
uso al servicio de su país ; corazón esforzado, exento de miedos, que daba
Z y) y) ,
potencia irresistible a su brazo, que, si no manejó la pluma hizo, en cambio,
fulgurar rayos de gloria a la hoja acerada de su sable en las luchas pot la
libertad. >» (De su Apoteosis de Pringles).
«... Tal debe ser el concepto educativo de la escuela popular. Ella debe
proscribir el mero almacenaje de conocimientos en la inteligencia que hace
de los educandos pacíficos receptáculos de ajenas ideas y limitarse a darles
las más claras y útiles nociones, prudentes direcciones y sano estímulo para
seguirlas, que es el secreto resorte del propio esfuerzo y de la propia ini-
ciativa, en cuyas virtudes deberá confiar más que en otra ayuda. Es así
como el joven, desde luego, puede entrar en el dominio de sus propias acti-
vidades y adquirir la conciencia plena de su valer.
«La enseñanza activa en general, las manualidades, el cultivo de la tie-
rra y la noble práctica del cuidado de los animales y de las plantas son
medios sencillos, indirectos y gratos para encaminarse hacia esos resulta-
dos, que resuelven el porvenir de un pueblo culto y laborioso. » (Del dis-
curso en la inauguración del parque que formó el profesor Grez en la Escuela
Normal Regional de Corrientes.)
Tenemos a la vista al escribir este artículo cuatro folletos que se
refieren a distintas fases de la actuación científica del profesor Gez.
78 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Del titulado Toponimia puntana, publicado en 1928, fué ya dada
una noticia en el tomo CVIII, página 193 de estos Anales. Otro,
titulado Descubrimiento arqueológico en el Chorrillo, fué objeto de una
conferencia en la Escuela Normal de Maestros de San Luis en 1921; da
cuenta de un hallazgo hecho al cavar un canal de riego, que demues-
tra la existencia, en ese lugar, de una población indígena prehistó-
rica, a 5 kilómetros al este de la ciudad de San Luis.
En su conferencia, el profesor Gez puso de manifiesto la importan-
cia científica de ese hallazgo como dato valioso para el estudio de los
aborígenes de la región.
Otra conferencia, dada en Corrientes el 10 de diciembre 1914,
versa sobre el Milodon platenseís de aquella ciudad, fósil cuyo hallaz-
go, en el que intervino Grez, es de verdadera importancia, sobre todo
porque revela la presencia de un Milodon en un paraje muy distante
de aquellos donde era hasta entonces conocido. Con motivo de ese
hallazgo, el señor Carlos Ameghino expresó a Gez sus plácemes «por
haber hecho ingresar a Corrientes en la lista de las pocas ciudades
argentinas que se han preocupado de este género de investigacio-
nes », agregando que, por ello, merecía Grez «bien de la Ciencia ».
El último folleto a que nos referimos, es el relativo al Yacimiento
Fosilaifero del río Santa Lucía. Dos especies nuevas de « Toxwodon». Con-
sideramos interesante, a los propósitos de la presente noticia, trans-
cribir íntegramente la advertencia que encabeza el folleto.
Un reciente hallazgo de curiosos fósiles, encontrados en las barrancas del
río Santa Lucía, ha vuelto a despertar mi intenso interés por la paleontolo-
gía. Una tendencia bien acentuada me ha inclinado siempre al estudio de la
naturaleza, pero deberes y preocupaciones absorbentes de otra índole han
contrariado constantemente esa inclinación de mi espíritu. Sin embargo,
cuando se ha presentado alguna oportunidad propicia he sabido aprovecharla
con empeño, procurando sacar partido de las cosas y datos que estaban a
nuestro alcance. En esta tarea no he tenido ninguna pretensión de suficien-
cia, sino legítimos anhelos de aprendizaje.
Con escasos elementos de consulta y a menudo entregado a las propias
inspiraciones, me he detenido a observar y a leer en la naturaleza, esfor-
zándome por penetrar sas misterios, porque lo son de verdad, para quien no
pontifica en el templo augusto de la ciencia. A pesar de las dificultades para
orientarme solo en el vasto campo de estas difíciles especulaciones menta-
les, he procurado fundamentar mis conclusiones en los hechos reales en ge-
neral, y en lo que atañe a la paleontología, en las piezas de convicción que
constituyen las pruebas irrefutables, con detalles descriptivos más o menos
precisos y técnicos, pero con una invariable sinceridad. Soy, pues, un mo-
JUAN WENCESLAO GEZ 79
desto coloborador de esta tarea científica, interesado como el que más en
que estos estudios alcancen también a este suelo, que guarda en su seno
grandes secretos de la formación geológica y de la vida extinguida del pla-
neta. Con este propósito me he empeñado en llamar la atención de los hom-
bres de saber y autorizados para acometer tan amplia empresa, única manera
de que esta provincia se incorpore, con sus valiosos elementos de estudio, a
la labor que realiza la ciencia argentina. No tiene otro móvil mi intervención
en esta obra; y si la evidencia de las cosas me ha permitido determinar
algunas especies fósiles, no debo renunciar a las legítimas satisfacciones que
me produce, porque es el único premio al estudio y alos afanes de aprender.
Y no me he limitado a estas satisfacciones personales, sino que he procurado
anunciar mis observaciones, en primer término, a mis discípulos; y a divul-
garlas después acrecentadas por el saber que nos suministran los maestros,
cuyas obras y tecnicismo no están al alcance de la generalidad. Creo llenar
así una misión didáctica, desinteresada y necesaria a nuestra cultura media.
Los hechos y los fenómenos constatados, han de despertar por lo menos
cierta curiosidad, cuando no lleguen a estimular el estudio de todo cuanto
se relaciona con nuestro suelo y la evolución de la vida en esta región desde
los más remotos tiempos.
Tales son los fines de estas breves y sencillas conversaciones con la juven-
tud estudiosa y con las personas inteligentes, capaces de apreciar estos afa-
nes y la trascendencia educativa de la divulgación científica, llamada a
dilatar el horizonte mental y a ensanchar el campo fecundo de su noble
actividad.
La ciencia que nos pone en contacto con la Naturaleza estimula también
las disposiciones imaginativas y creadoras que se fundamentan en la rea-
lidad de las cosas para elevarse a las más altas concepciones del espíritu; y
nos proporcionan, además, el inefable placer de perseguir la verdad.
Finalmente, deseo corresponder, en alguna forma, al honor que me dis-
pensó la Sociedad argentina de ciencias naturales, reunida el año pasado
en Tucumán, al recordar, por intermedio de su digno presidente, mi labor
modesta en pro de las ciencias naturales, propósito que persigo desde que
tuve el encargo de informar y sostener, en la Primera Reunión del profeso-
rado argentino, la alta conveniencia educativa y práctica de que las ciencias
naturales se tomaran como base de los planes de estudios.
Con lo que llevamos dicho o transeripto y con las otras transcrip-
ciones relativas al fallecimiento del profesor Gez, que damos más
abajo, creemos haber cumplido nuestro deber de honrar la memoria
del que fué nuestro colaborador en los 4nales de la Sociedad Cientí-
fica Argentina, a cuya comisión pertenecía y a los que prestó su apoyo
en las circunstancias difíciles en que la actual dirección debió hacerse
cargo de la revista cinco años ha. El profesor Gez fué un optimista y
80. ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
un animador en esos momentos difíciles, y la Sociedad ha exteriori-
zado su consideración por él, inhumando sus restos en su panteón
social del cementerio de Flores. |
Por su parte, en la escuela número 12 « Blas Parera » del Consejo
escolar X, se tributó el 18 de junio próximo pasado un elocuente
homenaje al distinguido «educador, naturalista, historiador, paleon-
tólogo, geógrafo y periodista », estando la conferencia sobre la Obra
y Vida de Grez a cargo del doctor Ramón S. Abad. a
Algunas de las palabras o de los recuerdos traídos en este último
homenaje han sido utilizados por nosotros o en lo que más arriba lle-
vamos dicho.
Fueron también decretados honores por la Dirección General de
Escuelas y Consejo Superior de educación de la Provincia de Corrien-
tes y por el Gobierno de San Luis.
A continuación transcribimos el texto de los discursos pronuncia-
dos en el acto del sepelio.
DEL DOCTOR NICOLÁS LOZANO, PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA
ARGENTINA
Llegamos a esta mansión del silencio eterno, en peregrinación dolorosa,
a dar la última despedida al profesor Juan W. Grez, personalidad de múlti-
ples facetas y de relieve propio, porque fué un eximio educador, un publi-
cista de mérito y un amante de las ciencias que cultivó con interés y entu-
siasmo en su larga y fecunda existencia.
La Sociedad Científica Argentina, que le contó entre sus miembros más
destacados, primero como socio correspondiente en la provincia de Corrien-
tes y luego en esta capital, donde formó parte de la redacción de sus Ana-
les, viene a depositar sus restos en este mausuleo que la benemérita señora
Carmen Bernacchi de Díaz, ha dedicado a los hombres de estudio que, como
él, se han distinguido y legan como herencia valiosa un ejemplo a seguir y
un caudal de conocimientos útiles, por sus producciones, fruto de una inves-
tigación metódica y de un trabajo intelectual constante. Son precisamente
estas vidas las que preparan pacientemente y sin ruido los elementos bási-
cos del progreso y engrandecimiento de un país. Se diría que son abejas que
elaboran la miel que ba de nutrir el cerebro de las generaciones que se suce-
den en el tiempo. Mientras más productiva sea la colmena, mayor será el
beneficio que éste reciba en todos los órdenes de la actividad humana; por
esto debemos reverenciar a estos benedictinos del saber y rendirles el tri-
buto de nuestra admiración y agradecimiento.
El profesor Grez, desde joven, llamó la atención por sus afanes de estu-
dioso. No se conformó con su título de bachiller del Colegio nacional de.
JUAN WENCESLAO GEZ 81
San Luis, la provincia de su nacimiento, que tuvo lugar el 28 de septiem-
bre de 1865. Sintiéndose con la vocación de enseñar, se propuso conocer
bien las disciplinas del maestro y vino a Buenos Aires para obtener el título
de profesor normal, que adquirió en 1888, regresando a ocupar un lugar
prominente en la docencia de su querida ciudad. Además de esas grandes
funciones, ocupó cargos de diversa índole, haciendo honor siempre a la con-
fianza que se depositara en su rectitud, actividad y notorias aptitudes.
Fundó periódicos, donde identificó la cultura general ; escribió libros impot-
tantes, como la Historia de San Luis, que obtuvo un premio otorgado por la
Comisión Nacional del Centenario ; la Biografía de Pringles, la de Lafinur,
la del doctor Francisco Javier Muñiz, y numerosas monografías educacio-
nales que le valieron la consideración y el respeto de sus conciudadanos.
Pasó luego a ocupar la dirección de la Escuela Normal de Dolores, en la
provincia de Buenos Aires, y más tarde en la de Corrientes, teatro. princi-
pal de sus investigaciones paleontológicas y de una actividad eficiente en el
orden educativo y en la armonía internacional, que él propició, con el Para-
guay y el Brasil. Entre su abundante producción figura la obra premiada
también con medalla de oro en el concurso científico de La Plata, en 1907,
sobre la Escuela profesional. Los Anales de la Sociedad Científica fueron
enriquecidos con sus monografías sobre Las salinas del Bebedero en San
Luis, y La historia de la minería de dicha provincia. No es el momento de
detallar su gran labor didáctica y científica. Es tarea ésta de su futuro bió-
grafo ; pero debe señalarse que fué en todos los momentos «un gran maes-
-tro », un verdadero profesor de energía, a quien se escuchaba con admira-
ción y provecho, así diera sus lecciones o prodigara su palabra amena y
anecdótica, donde revelaba su amor por los buenos libros y por nuestros
hombres de ciencia, de quien había sido un caluroso amigo ; como Burmeis-
ter, Ameghino, Holmberg, etc. Su erudición era de los mejores kilates y
valía, tanto por lo que sabía, como por su carácter recto, enérgico, erguido
como su gallarda figura, sencillo, fundamentalmente bueno, sia claudica-
ción alguna. Por esto imponía dondequiera se encontrara. Su talla moral
estaba a la altura de su nutrida inteligencia. Su nombre será recordado con
respeto y el cariño que infundía su vida toda. Se enseña con lo que se ha
sido. Practicó el bien y divulgó conocimientos, como un verdadero civili-
zador. Cumplió, en una palabra, su misión con toda altura.
Descansa en paz, noble y querido amigo. Quiere el destino que estéis al
lado del sabio Kraglievich, a quien os ligaba un sincero afecto. Ambos ocu-
parán un lugar preferente en nuestros recuerdos.
Que vuestra atribulada familia que pierde la columna granítica que la
sustentaba, tenga como un reconfortante lenitivo en su honda pena, que es
también compartida por todos nosotros, la gloria del nombre que le habéis
dejado en vuestro paso por la vida.
82 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
DEL INGENIERO JUAN B. GANDOLFO, A NOMBRE DE LA SOCIEDAD ARGENTINA
DE ESTUDIOS GEOGRÁFICOS « GAEA »
Señores :
La Sociedad Argentina de Estudios Geográficos « Gaea » ha comprometido
la dilecta amistad que labraran largos años de afanes comunes, cuya guía
fuera un ideal de bien, para que diga la palabra de la despedida, antes del
ingreso de sus restos al descanso perpetuo de su esclarecido consocio y ex
miembro de la Junta Directiva, profesor Juan W. Gez.
La larga, tenaz y fecunda carrera, áspera marcha, del educacionista per-
fecto que fuera este maestro temperamental, ha de merecer -— muy en breve
— de nuestra parte, palabras elaboradas en la tranquila investigación del
nutrido caudal de sus trabajos y de sus actuaciones. Hablemos hoy, en este
triste trance, del hombre que nos lega tal obra y del ejemplo que de él se
desprende.
Don Juan W. Gez era de aquellos que vinieron a nuestra vida con el
signo de Sarmiento. Había que enseñar mientras se iba aprendiendo, des-
brozando terreno virgen, cortando la maleza a brazo partido, quebrando los
peñascos que entorpecían el andar. Y así, por los senderos del solar patrio,
fué, con la constancia y el desprendimiento de los señalados, un precursor
y un propulsor.
Pero de la abnegada obra de este labrador sin descanso quiero valorar en
esta premura del adiós, todo lo que fué y todo lo que hizo par su provincia
natal, el terruño de sus amores más cálidos.
San Luis tuvo en él al paladín de sus maravillas y al defensor de sus
tesoros. Quería de esa hermana menor, ensombrecida pot el reflejo de la
Córdoba vecina, centro geográfico en toda la amplitud del concepto, y dis-
minuída por la pujante grandeza de Mendoza, para la cual no era más allá
de un punto de paso, que despertara de su modestia sin ambiciones. En esa
tarea, en que tal vez no contó con más ayuda que los bríos de su corazón
esforzado, estimuló a sus coterráneos narrándoles las hazañas de los ante-
pasados, destacando las líneas que dieran relieve a la labor de sus togados,
sus gobernantes y sus estudiosos ; llamó la atención general averiguando e
investigando el medio físico, el ambiente geográfico del territorio local para
señalar rumbos al trabajo proficuo de sus pobladores.
Fruto de esa tarea que en él se hizo agobiadora en los años en que la
Sociedad lo relevara de su misión de educador, es la lista de sus trabajos
impresos y, acaso la más valiosa, de los que aún permanecen inéditos.
Su Geografía de San Luis, magna empresa que le absorbe lo mejor de sus
últimos quince años en la búsqueda paciente y sistemática de todo cuanto
dato concurra a cimentarla, cuya primicia nos diera el año pasado eu la
Primera Reunión Nacional de Geografía, ha quedado ahí, aguardando la
JUAN WENCESLAO GEZ 83
colaboración material que permita su impresión, colaboración que él en su
timidez innata no quiso descender a solicitar.
Deuda grande que San Luis tiene con tan ilustre hijo. Hagamos confianza
en el reconocimiento eficiente que permita llenar aquellos incumplidos y
tan caros deseos, que los labios contienen y que sólo se translucen en el ful-
gurar de las miradas...
Señores : Hombre grande y llano, corazón tierno, espíritu abierto a todas
las ansias del vivir común, fué un amigo para sus hijos y para sus amigos
tuvo ternezas de padre. En ello también tenemos al maestro esencial, que
define una personalidad.
En Gaea, su labor fué eficiente, colaboró con esa afable modestia que le
caracterizaba, nos llevó a los jóvenes para que así adquiriera eficacia la
reciedumbre de nuestros ideales nacionalistas que no se pagan de vanas fór-
mulas.
Fué siempre útil a los estudiosos que concuriían a él, porque su tesoro de
información era para todos. ;
Por todo esto, hoy, ante su tumba abierta, nuestra institución, por mi
intermedio, se inclina reverente.
DEL PROFESOR RODORFO SENET
Señores :
El « Comité Positivista Argentino » y la « Escuela Normal de Profesores
Mariano Acosta», sucesivamente, me han honrado encomendándome la triste
tarea de despedir al querido compañero y al ilustre educador que, al desa-
parecer, deja en el seno de las dos instituciones afectos profundos. Y he acep-
tado esa ingrata misión, porque de cualquier manera la habría realizado
espontáneamente, para realzar sus virtudes, en mi carácter de viejo amigo,
de compañero de tareas de muchos años, lo mejor de la vida, la edad del
ensueño cimentado en ideales, allá en Dolores, donde dirigiera la Escuela
Normal Mixta, tan famosa en esos años. Es que no hubiese querido silen-
ciar, conociéndola, la obra meritísima de este pioneer del progreso y de la
eultura del país que, al irse, ha querido ocultarse del todo renunciado a los
homenajes póstumos.
El rasgo característico de este hombre patriota, lleno de aptitudes de
orden superior, fué su bondad, su enorme bondad y buena fe, disimuladas
en dos metros de estatura y en una actividad febril. Porque Gez fué, ante
todo, un gran corazón, complaciente, tolerante, estimulador y optimista,
lleno de nobles propósitos y de desideratum apenas entrevistos y nunca
alcanzados. Es así como sabía disimular los errores y aceptar las injusticias
con protestas epilogadas en una resignación filosófica ; por esos caracteres
inherentes a su psique, la Escuela Normal de Dolores, en el tiempo de su
dirección, era casi un asilo de estudiantes menesterosos, porque la pobreza
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV p 7
84 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
suma no fué nunca, para él, causa suficiente para que los muchachos tuvie-
sen que abandonar o no iniciar la carrera del magisterio. Les facilitaba
algún cuartuajo por ahí para que se instalaran ; y luego, con suscripciones
entre el personal, que él encabezaba, con festivales y otros procedimientos,
subvenía a sus necesidades más apremiantes. Tuvo algunos gratos, otros
no lo fueron, pero él continuó lo mismo hasta viejo.
Puntano de origen, llegó a la capital para seguir la carrera del profesorado.
Allí le tuve de compañero de curso, en segundo año; luego me adelantó,
porque era mayor y más reflexivo. Desempeñó varios cargos importantes en
la provincia de su nacimiento, inclusive en la docencia. Fué regente de la
Escuela Normal de Profesores de la Capital, director de la Escuela Normal
Mixta de Dolores y de la Escuela Normal Regional de Corrientes, donde se
jubiló con más de treinta años de servicios no interrumpidos.
Dedicado a la historia patria, se lanzó en el terreno de la investigación y
produjo obras originales, que merecieron la mejor acogida entre los especia-
listas, cultivando particularmente la biografía. A él se debe las de Juan Cri-
sóstomo Lafinur, de Francisco Javier Muñiz, de Lucero y de otros patrio-
tas, así como varios estudios monográficos sumamente interesantes y obras
de crítica política, como En la Insula Puntana y Vindicación Constitucio-
nal. Su libro central es la Historia de San Luis, y la que superará a todas
será, sin duda, cuando se edite, la Geografía de San Luis especialidad a la
que dedicó, por último, todos sus afanes. Esta evolución del espíritu de Grez
es realmente sorprendente : a los cincuenta y tantos años se hace geógrafo,
con un ardor verdaderamente juvenil, poniéndose al tanto de los últimos
adelantos de esa ciencia para echar mano de los métodos y procedimientos
en armonía con los conocimientos actuales. Esta obra de Grez, entre los eru-
ditos y conocedores de « Gaea », ha merecido vivos elogios.
E hizo todo eso por amor a la cultura general, por amor a su patria, por-
que Gez fué un patriota de antigua cepa, uno de esos patriotas que no mane-
jaban su patriotismo invocándolo como arma eficaz para el triunfo político,
social o económico. Humilde soldado del progreso, repleto de buena fe y
optimismo, ha caído silenciosamente, sin vanidad y sin pompa. Se ha ido
para siempre, pero no sin dejarnos una obra intelectual meritoria y la his-
toria de una vida fructífera, llena de nobles ejemplos. He dicho.
DE LA SEÑORITA MARÍA JOSEFA VARELA (MIRIAM MIGUENS)
En nombre de la «Unión Mundial de Mujeres Pro-temperancia » y en el
de la « Liga Nacional de Templanza de la República Argentina », vengo a
esta blanca catedral del silencio, pórtico del otro gran silencio sin posible
interpretación humana, a levantar la plegaria de mi credo, cuando la escuela
del país, en sus diversos ciclos, sufre una profunda desgarradura.
El robledal constituído por aquellos maestros-escritores: periodistas, his-
JUAN WENCESLAO GEZ 85
toriadores, sociólogos, que recibieron la más próxima y directa influencia de
Sarmiento, acaba de marcar un claro doloroso con la pérdida del profesor
Gez, el gran amigo que hoy despedimos a las puertas de la eternidad.
Protéico temperamento el suyo que, acusando los más interesantes perfiles,
le permitió espigar en diversos campos de positiva actividad... Bajo el
impulso de su fecunda vida interior se detuvo, emocionado y curioso, lo
mismo ante la honda y grave sugerencia del palimpsesto que ante el fósil de
raras especies, o el cacharro labrado por las razas autóctonas de América, o
el breve compendio de belleza de la flor presente, o de la otra flor, la flor
humana, compleja y armoniosa, que el niño significa. Este notable haz de
aptitudes encauzadas bajo la más hábil disciplina personal, se unieron en un
vértice de poderosa atracción ; el amor a la República y el amor a su terru-
ño, asu San Luis, su inolvidable San Luis, que recibiera el cálido efluvio de
sus años mozos y los frutos de su madurez. 0
Periodista, legislador, historiador, geógrafo, paleontólogo o maestro,
estuvo siempre al servicio de su provincia con lo mejor de su alma, sencilla
y transparente, con transparencia musical de fontana.
Feminista de nuevo cuño, el profesor Gez formó legiones de mujeres
nuevas desde nuestras Escuelas Normales de Dolores y Corrientes, que en
buena hora le tocara dirigir. |
En 1926, celebraba la «Liga Nacional de Templanza» su primera Confe-
rencia Internacional, y este puntano ilustre representó a su gobierno en los
actos emanados de dicha Conferencia. Desde entonces, de cerca o de lejos,
siempre dijo « presente » cuando pasamos revista de amigos, y en más de
una ocasión nos manifestó: « Identificado por la influencia y la naciona-
lidad de mi esposa, con la acción que realiza la mujer norteamericana, qui-
siera ver su ejemplo propagado dentro de las modalidades de nuestras crio-
llas. La obra de ustedes me conquista por su finalidad respecto a los niños,
su lucha contra los males que agostan la flor de la raza y sus aspiraciones
de paz universal »... - i
Inteligente, austero, sencillo y laborioso, al ejemplo de este maestro-
columna, le entregamos hoy a la Historia porque su gran silueta se diseña
con trazos definitivos en su gloriosa ascención hacia la Eternidad.
DEL DOCTOR JUAN JACOBO ZABALA
No puedo abarcar en este discurso, escrito con angustiosa premura, toda
la biografía del dignísimo ciudadano cuya muerte nos congrega.
Traigo sólo a esta timba una doble representación irrenunciable : la de
mi propio corazón y la de una estirpe de varones que él honró con un lar-
guísimo y hondo afecto. Como hijo de la misma tierra que él tanto amó,
vuelco aquí un pedazo del alma puntana hecho a un tiempo mismo protesta
viril, plegaria y lágrimas.
36 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Gez personifica la figura verdaderamente consular del patricio ilustre y
del héroe civil. Ganó uno a uno todos los merecimientos para ser ¡juzgado
así. Hijo de su propio esfuerzo la adversidad le nutrió de esos raros vigo-
res con que ella templa el alma de sus luchadores. Austero, su austeridad
fué como el crisol de todas sus otras grandes virtudes.
Espíritu extraordinariamente sensible buscó en los estudios históricos el
material de sus grandes emociones y de las exquisitas fantasías de su inte-
ligencia privilegiada. Yo le he oído contar, muchas veces, con palabra fácil,
elocuente, cálida, húmedos de lágrimas sus ojos, episodios de algunos héroes
ignorados que él revivía con la vehemencia atrayente de sus gestos, de su
porte arrogante y de su verbo.
Yo le he visto recorrer, sufriendo todo linaje de penurias, la campaña de
la provincia de San Luis, estudiando su suelo, sus llanos, sus montes, sus
ríos, sus hierbas, procurando arrancar hasta los recónditos secretos de aque-
lla naturaleza, para verterlos y pulirlos en una obra de geografía, que cons-
tituye un verdadero tesoro inédito de la ciencia de nuestro país.
No buscó ni quiso jamás la notoriedad que dan las luchas políticas. Ese
campo de rencores y pasiones agitadas, era extraño a sus predilececiones
espirituales.
San Luis fué la preocupación central de la vida intelectual de este pa-
tricio.
Ha exhumado del olvido muchas glorias puntanas dignas de recuerdo y
ha vivido constantemente como anticipándose a la grandeza futura de aque-
lla patria chica, para presentarla, brillante y hermosa, la admiración de sus
contemporányos.
Nada ha sído capaz de sacar de su espíritu tan honda preocupación, ni la
ingratitud, ni la indiferencia de los hombres. Sus ojos se han cerrado, guat-
dando dentro de la materia que perece la amargura de muchas decepciones.
La justicia definitiva y las palmas de la gloria vendrán, para este que-
rido muerto ilustre, de la posteridad..
El escritor W. Jaime Molins, que fué alumno del señor Gez en la
Escuela Normal de Dolores, cerró la serie de discursos con una sen-
cilla y emocionante improvisación, discurso que lamentamos no haber
recogido al pie de la letra.
Aludió el señor Molins a las oraciones que le habían precedido.
Puso de relieve las características más destacadas del extinto, recor-
dando el afecto que tuvieran por él todos sus discípulos. Exaltó sus
cualidades intelectivas, sus sentimientos patrióticos, y en especial esa
gran ternura que puso siempre en el ejercicio de la docencia; ter-
nura que tuvo como arquetipo al gran Sarmiento, a pesar de su apa-
rente acritud, y que en Gez era uno de sus relieves más destacados
como educador y como amigo.
JUAN WENCESLAO GEZ 87
Terminó recordando la expresión horaciana non omnes moriar (no
se muere del todo), tan aplicable en este caso por el afecto con que
han de recordarle siempre sus alumnos.
El fallecimiento del profesor Gez ha dado lugar a noticias en varios
diarios del país, entre los cuales : La Nación, La Prensa y La Razón,
de Buenos Aires; El Día y El Liberal, de Corrientes; La Opinión,
de San Luis y La Reforma, de Dolores. De esas noticias transcribire-
mos la publicada por El Día y algunos párrafos de la de La Reforma,
firmada esta última por Manuel Cutrin.
En capital federal, donde se radicara para gozar del reposo a que se hizo
acreedor después de tan prolongada actuación, falleció ayer el conocido y
prestigioso educacionista, profesor don Juan W. Grez.
Esta desaparición ha repercutido penosamente en todos los círculos socia -
les y en los centros sociales «docentes, donde el nombre del señor Gez ha
sido recordado siempre, con verdadero respeto y con el merecido aprecio
que supo grangearse por sus nobles prendas de caballero, sus relevantes
virtudes ciudadanas y sus prominentes servicios prestados a la causa de la
educación.
Desde la adolescencia el señor Grez se consagró con fervor y con vocación
de maestro al apostolado de la enseñanza, iniciándose como regente de la
Escuela Normal de Profesores de la capital federal, dirigida a la sazón por
el reputado educacionista y gran literato doctor Victorino Montes.
En reconocimiento a sus aptitudes remarcables, el Gobierno de la Nación
lo designó director de la Escuela Normal de Dolores, cargo que el profesor
Gez ejerció durante doce años, acreditando con suficiencia sus condiciones
de pedagogo experto, de hombre versado en las ciencias naturales y de cul-
tor de la historia nacional.
Cuando vacara en esta ciudad la dirección de la Escuela Normal Regional,
el ministro de Instrucción pública doctor Zeballos, lo destacó en la misión:
de reorganizar ampliamente tan importante institución docente, en cuya
dirección fué confirmado más tarde, dedicándole todos sus afanes a afianzar
el establecimiento, que pudo contar luego con el monumental edificio que
obra de su empeñosa gestión y de la consideración que le dispensara el
Gobierno Nacional.
El señor Gez dignificó y realzó el ejercicio de su noble ministerio, consa-
vrándose con todo el calor de su patriotismo, el brillo de sus dotes de litera-
to, su vasta ilustración y el contingente de esforzado investigador, al estudio
intenso de la historia argentina, exteriorizando “su fecunda labor de erudi-
ción en páginas aleccionantes como la Historia de San Luis, La vida del
coronel Pascual Pringles, La biografía del general Manuel Belgrano — que en
ocasión del centenario de la muerte del ilustre patricio el Consejo Superior de
Educación de Corrientes, mandó imprimir y difundir como cartilla histórica.
88 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
La proficua acción intelectual del profesor (rez, evidenciada en el libro,
en la prensa, en la tribuna, en la cátedra, en las conferencias didácticas y
en su obra de publicista y predicador, fué aprovechada oportunamente por
el progresista gobierno del doctor Loza, quien le confiara el cargo de Director
General de Escuelas de la Provincia y que fuera desempeñado, con altruísmo,
con abnegación y con el concurso de su experiencia y de aquel cerebro pro-
lífero que proyectó tan fulgurantes y saludables irradiaciones.
El Día, de Corrientes, del 19 de mayo de 1932.
La Historia de San Luis y la Geografía de San Luis, monumentos ambas
de la bibliografía de la Provincia hermana que llenan un claro con páginas
hermosas que relatan, la primera, mucho de la historia de nuestra indepen-
dencia, y la segunda, de un pedazo de nuestro suelo con amplitud y detalle
de las regiones de montaña y pampa que ponen de manifiesto lo proficuo de
nuestro suelo ya que San Luis goza de los caracteres de las provincias andi-
nas, como, también, los de las provincias del litoral y regiones del bosque. *
La segunda, no editada aún, porque gravitó en sus postrimerías la enfer-
medad que le causó su desaparición ; pero quedan en pie los Poderes públi-
cos de su provincia natal que sabrán responder a los propósitos de su autor
ya que él vivió y realizó todas sus obras tan sólo por el amor ascendrado
que profesaba a su querido terruño y nunca por éxito de librería ; pero sí,
para destacar la ingerencia de sus comprovincianos en la gestión pública de
la República, desde la guerra de la Independencia nacional hasta nuestros
días que, abundantemente los prodiga con biografías como las del glorioso
vencido de Chancay, el coronel Pringles, la de Lafinur y tantos otros pun-
tanos que fueron luz de las juventudes en las horas sombrías y momentos
peligrosos para el triunfo de la democracia naciente de la patria.
El cariño por su provincia natal fué grande y siempre inspirado en las
obras de los hijos predilectos que le precedieron. La revisión del archivo
provinciano lo llevó a un plano superior y en el silencio de su gabinete de
labor, trabajó con ahinco hasta llegar con su tenacidad al lugar prominente
en que estaba colocado, no por benevolencias de amistad, sino por su propio
valer. Hasta él llegaron los sabios para ofrendarle su amistad y respeto ; y
en la Sociedad Científica Argentina ocupaba un sitio envidiable, auroleado
por el respeto y cariño de sus asociados y acompañado de una juventud que
anhelosa seguía sus inspiraciones y entusiasmos.
En « Gaea » hay documentos que atestiguanla obra que realizara, cuando
el retiro de su carrera administrativa lo ponía al amparo de un mere-
cido descanso; este fué el momento que vivió más febrilmente para coro-
nar su obra de patriota, al realizar el trabajo de la Geografía de San Luis,
por la cual hizo todo lo indecible recorriendo la provincia en todo sentido
para tomar de sus fuentes todas las verdades que la montaña, el llano, sus
ríos y lagos, sus bosques, la sociedad o las industrias guardan para brin-
JUAN WENCESLAO GEZ 89
¡darlas generosas, a quien, como Gez, llega hasta ellas a recogerlas inma-
—culadas para que su sacrificio fuera el verdadero pregón de tanto tesoro
escondido en la tierra puntana.
En esa brega triunfa el hombre intelectual pero queda herido el hombre
físico y ese hombre que a la vera de la montaña o en las hondanadas de los
precipicios milenarios de la montaña de San Luis, recorría buscando rastros
de tiempos pasados, para correr con ellos al gabinete del sabio y descifrar
el misterio escondido ; tan sólo lo llevaba ansias de premio espiritual, anhe-
loso de crear para su terruño un santuario de grandeza y respeto que lo
revelaron ante la patria como es y no como figura serlo.
El fruto de sus afanes culmina en sus obras y allí estarán como fuentes
seguras del pasado ido y de su ejemplar conducta como maestro y patriota,
será, más que para sus compañeros, para sus discípulos un estímulo ioce-
sante que los lleve a proseguir una obra tan digna y buena para los éxitos
espirituales tan mermados en la hora presente de mercantilismo y acomoda-
ción que restan influencia sana y sabiduría desconectada con los llamados
_1dealismos del momento, a las generaciones que vienen avanzando, con puja
de servir y engrandecer a la patria, como así lo quisieron los prohombres
que honraron nuestra nacionalidad. — Manuel Cutrin.
La Reforma, de Dolores (Bs. Aires), 22 de mayo de 1932.
Asociándose al duelo, el Gobierno de San Luis y el Consejo de
de Educación de Corrientes han extendido decretos cuyo texto trans-
eribimos a continuación :
DECRETO DE HONORES DEL GOBIERNO DE SAN LUIS
San Luis, mayo 19 de 1932.
Habiendo fallecido ayer en la capital federal el profesor don Juan W.
Gez, que ha desempeñado los cargos de fiscal, juez del crimen, diputado,
convencional; que ha representado a San Luis patriótica y desinteresada-
mente en congresos científicos y culturales; que ha sido un propagandista
fervoroso de las producciones y riquezas de la provincia, que ha acrecen-
tado el caudal de su bibliografía y su cultura con importantes obras y publi-
caciones históricas, geográficas, geológicas y naturales ; y siendo un deber
de los poderes públicos honrar la memoria de los buenos servidores,
El gobernador de la provincia, decreta :
Art. 1% — Manténgase izada a media asta la bandera nacional, por tres
días, en señal de duelo en todos los edificios públicos de la provincia;
Art. 2%. — Desígnase a los diputados nacionales señores Cipriano Taboada
Mora y doctor Félix Quiroga para que representen al gobierno de la pro-
vincia en el acto del sepelio;
90 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Art. 3% — Diríjase una nota de pésame a la familia del extinto, con trans=-
cripción del presente decreto; |
Art. 4 — Comuníquese, publíquese, des al Registro oficial y archívese.
LAN DABUR ES Ñl
UMBERTO RODRÍGUEZ SAA.
CONSEJO SUPERIOR DE EDUCACIÓN DE LA PROVINCIA DE CORRIENTES
EL DECESO DEL SEÑOR GEZ
Con motivo del fallecimiento del señor Juan W. Grez, se expidió la si-
guiente resolución :
Corrientes, mayo 19 de 1932.
Habiendo dejado de existir en el día de ayer en la Capital federal, el pro=
fesor Juan W. Gez, que honró al Consejo Superior de Educación de la Pro-
vincia desde su cargo de vocal y vicepresidente del mismo, y que puso al |
servicio de la instrucción pública de la nación y de la provincia, sus rele-
vantes condiciones de ciudadano austero, de educador, de historiador y de |
escritor; el presidente del honorable Consejo Superior de Educación y Direc- |
tor General de Escuelas de la Provincia, resuelve :
Art. 1%. —La bandera argentina permanecerá izada a media asta en todos
los edificios públicos dependientes del Consejo Superior de Educación, du-
rante el día de hoy, en señal de duelo por el o de su ex vicepre-
sidente y ex vocal, profesor Juan W. Grez;
Art. 2%. — Encomendar al diputado nacional doctor Benjamín S. González,
la representación del Consejo Superior de Educación y de la Dirección Ge-
neral de Escuelas de la Provincia, en el acto del sepelio de sus restos ;
Art. 3% —Dirigir a la familia del extinto la comunicación de pésame de
estilo ;
Art. 4* — Cópiese, comuníquese y archívese. |
RAMÓN M. GÓMEZ, |
Presidente
T. A. Pereyra, |
Secretario.
También enviaron pésames las siguientes instituciones :
Sociedad Científica Argentina. Junta de Historia y Numismática Ameri-
vana. Museo Nacional de Historia Natural Bernardino Rivadavia. Sociedad
Argentina de Estudios Geográficos « Graea ». Boy Scouts Argentinos. Aso-
ciación de Maestros de Corrientes. Colegio Nacional de San Luis. Escuela
Normal de Profesores de Corrientes. Escuela Normal Mixta de la Provincia
de Buenos Aires. Escuela Normal de Maestras de San Luis. Escuela Normal
|
- _—__——
JUAN WENCESLAO GEZ 91
de Maestros de San Luis. Escuela Normal de Maestras de Corrientes. Inten-
dencia municipal de Dolores (Provincia de Buenos Aires). Pueblo de San
Francisco de Monte de Oro (San Luis). Confederación Nacional de Benefi-
cencia. Círculo de Damas de Corrientes. Escuela Normal Mixta de Quil-
mes (Provincia de Buenos Aires). Consejo Escolar de Dolores (Provincia de
Buenos Aires). Consejo Escolar 5” (Capital Federal). Escuela graduada « Ma-
riano Moreno », de la Capital de la provincia de Corrientes. Escuela Normal
de Profesoras de la Capital, « Presidente Roqne Sáenz Peña». Confedera-
ción Nacional de Beneficencia. Círculo de Damas de San Luis. Asociación
Cooperadora de la Escuela Normal de Profesoras de la Capital, « Presidente
Roque Sáenz Peña ». Academia de Bellas Artes e Idiomas «Josefina Contte »,
de Corrientes.
Terminamos con la mención de un funeral cívico que la « Asocia-
ción de Maestros de Corrientes » prepara para el 11 de septiembre pró-
ximo en recuerdo del profesor Gez, fundador y primer presidente de
esa Asociación.
También a última hora nos llega la noticia de que el señor Diree-
tor de Obras Públicas, Tierras y Geodesia de San Luis, agrimensor
Santiago L'Huillier está gestionando se dé el nombre de Juan W.
Gez a la estación « La Cumbre » y al pueblo recientemente trazado
¿por el citado agrimensor en esa localidad.
BIBLIOGRAFIA
za
DuccescHr, VIRGILIO, Sopra alcuni effetti meccanici delle energie di superfi-
cie. Un folleto (171 X 24), 14 páginas, con dos figuras en ul texto.
Firenze, 1931. ]
Contiene este folleto un estudio del distinguido profesor de Fisiología de
la Universidad de Padua, publicado en la revista Archivio di Fisiologia. El
El autor describe en él, algunos fenómenos producidos por la tensión super-
ficial dinámica que se ejerce entre superficies líquidas, sólidas o gaseosas en
contacto — que son manifestaciones de la energía superficial algo distintas
de las que se consideran ordinariamente. Llega a la conclusión de que la for-
mación de una lámina de absorción entre esas superficies acompaña, para
algunas substancias, la producción de una importante cantidad de energía
mecánica capaz, entre otras cosas, de producir el movimiento regular y con-
tinuado de un pequeño rotor de paletas flotando sobre el agua. El autor
hace presente que, aunque cultor de la biología, no debe extrañarse que se
haya ocupado de estos asuntos, generalmente de la competencia de los físi-
cos, pues cada día se torna más evidente la importancia que ejercen los
fenómenos de la tensión superficial en las manifestaciones funcionales del
organismo viviente; por ejemplo, en la contracción muscular. Y es con el
propósito de suministrar a los estudiosos en medicina, un ejemplo de cómo
la energía de supercie puede transformarse en energía mecánica, que el
autor ha realizado los experimentos materia de este trabajo. Y así el caráe-
ter mecánico y la gran velocidad con que, para ciertas substancias, se pro-
duce la dispersión molecular en la forma prácticamente bidimensional estu-
diada, debe tomarse en consideración en aquellos procesos fisiológicos en los
que interviene de una particular manera la tensión superficial. — O. O. D.
Levi-Crivira, TuLLio, Attrazione newtoniana dei tubi sottili e vortici filifor-
mi. Un folleto de 54 páginas (19 X 26”/,), con figuras. Bologna, 1932.
Nicola Zanichelli. :
En 1931, Levi-Civita dictó en la Universidad de París. por iniciativa del
profesor H. Villat, cuatro conferencias. Tres de estas son las que se expo-
nen en el folleto que nos ocupa. En base a trabajos anteriores del antor
y del profesor Da Rios, relativos al potencial newtoniano y a la atracción
de los tubos muy delgados, el profesor Levi-Civita preparó una exposición
oral más metódica, simplificando algunas demostraciones y completando
otros puntos. En un primer capítulo se hace un recuerdo de la expresión
asintótica de los potenciales de línea. Luego se ocupa de la atracción new-
toniana de un tubo delgado en puntos internos o muy próximos al tubo.
BIBLIOGRAFÍA 93
En seguida se estudia el potencial-vector de un tubo delgado y su rotor. El
capítulo IV trata el caso de un líquido perfecto indefinidamente extendido
con un solo filete remolineante. Se recurre a la teoria del triedro móvil y se
dan las ecuaciones intrínsecas. El último capítulo trata de los filetes vtemo-
lincantes de forma invariable y de las pequeñas oscilaciones. -— €. C. D.
Levi-Civira, Uber Zermelo?s Luft fahotproblem (Sobre el problema de
Zermelo relativo al aire como propulsor). Un folleto 9 páginas (20 < 30)
(Ztschr. f. angew. Math. und Mech.), 1931.
El problema en cuestión formulado en una comunicación hecha en Praga
y resuelto por Zermelo, es el siguiente : En un plano no limitado, en el
cual la distribución del viento es dada por un campo vectoral u (Pb) como
función de lagar y del tiempo, se mueve una embarcación P con velocidad
propia constante v relativa a la masa del aire circundante. ¿Cómo debe ser
piloteada la embarcación (o sea, el eje de su dirección) para que en el más
corto tiempo llegue de un punto P,a otro P? La solución dada por Zermelo
es simple, elegante y muy interesante. El profesor Levi-Civita en el artículo
que nos ocupa, demuestra que la solución matemática de la cuestión puede
obtenerse también en la forma corriente del cálculo de las variaciones y
sobre todo, para el caso de un viento no muy fuerte. en la forma simple de
los así llamados Problemas de Mayer, los cuales lo mismo que otros proble-
mas pueden considerarse como una aplicación del principio de Fermat para
un índice cortante variable con el tiempo y dirección. De esa manera se ob-
tiene, de por sí sola, la solución de las preguntas formuladas por Zermelo
aun para tres o más direcciones y se llega finalmente a establecerlas para
n=2,2n= 3 (plano o espacio común). Las soluciones halladas coinciden
con las dadas por Zermelo pero son más generales. )
El profesor Levi-Civita empieza recordando una identidad conocida, y
luego entra en materia. Los diversos parágrafos llevan los siguientes títu-
los : Problema de Zermelo referido al teorema de Mayer. Ecuaciones del
movimiento. Forma normal. Simplificación de la forma normal. Coinciden-
cia con la fórmula de Zermelo. Generalización. — €. O. D.
Parobr, Loreszo R., Ensayo fitoyeográfico sobre el partido de Pergamino.
Estudio de la Pradera pampeana en el norte de la provincia de Puenos
Aires. Un tomo en 8%, 206 páginas, con 23 figuras en el texto y 16
láminas. Buenos Aires, 1930. Imprenta de la Universidad.
Esta obra de mucho valor científico, puro y aplicado, que honra a su
autor y a la literatura botánica argentina, ha sido publicada en la Revista de
la Facultad de Agronomía y Veterinaria de Buenos Aires, tomo VII, páginas
65 y siguientes. Ella ha merecido, con toda justicia, el Premio municipal
«Doctor Eduardo L. Holmberg », que anualmente otorga la Academia de
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos Aires, al mejor trabajo de
Ciencias Naturales que se publica en esta ciudad.
94 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
La formación llamada Pradera pampeana, que comprende la casi totalidad
de la provincia de Buenos Aires, parte de la de Córdoba y de la de Santa Fe,
no obstante su gran importancia económica, es menos conocida, del punto
de vista botánico, que todas las otras formaciones. El trabajo del profesor
Parodi viene a llenar en buena parte ese sentido vacío, iniciando el estu-
dio de esa formación fitogeográfica argentina con métodos modernísimos,
aplicando criterios estrictamente científicos, que revelan en el autor un
conocimiento profundo de la materia que trata.
La primera parte del libro establece las características políticas y geográ-
ficas del partido de Pergamino — lugar de nacimiento de su distinguido
autor -— y su importancia agrícola, ganadera, industrial y social. Esa divi-
sión política de la provincia de Buenos Aires está situada en la parte norte
de la misma y tiene una extensión de 312.600 hectáreas, limitando con el
departamento de Villa Constitución de la provincia de Santa Fe. Hay en
Pergamino un mayor predominio de la agricultura sobre la ganadería, lo que
se traduce en la gran subdivisión que existe de la tierra y en el adelanto
de la planta urbana. Analiza luego la orografía, hidrografía, geología y
meteorología de la zona, para entrar seguidamente, de lleno. al objetivo de
su trabajo, esto es, al estudio de la vegetación.
En el capítulo dedicado a las Asociaciones vegetales pristinas (Climax), las
que divide en Praderas y en Asociaciones hidrófilas, distingue, refiriéndose
a las primeras, las siguientes consociaciones : Praderas altas o campo llano
normal ; Praderas bajas con predominio de Paníceas ; Praderas de costa con
predominio de Stipa papposa; Pajonales de costa con predominio de Stipa bra-
chychaeta ; Praderas ondulantes en campos quebrados, y, Praderas saladas.
En las Asociaciones hidrófilas, que son poco frecuentes en la región, se cla-
sifican las siguientes: Potamófitas, Eulimnófitas y Helófitas o Anfibias.
Cada consociación se encuentra definida y descrita con abundancia de fac-
tores y observaciones, terminando con la enumeración de las especies más
características.
La parte etológica del trabajo, cuya clasificación está basada en la de
Raunkjaer, contiene el estudio morfológico de la plantas pampeanas, 0cu-
pándose especialmente de sus órganos subterráneos y de la posición de sus
yemas de renuevo. El método adoptado puede resumirse así :
1. Plantas anuales o hierbas monocárpicas (Terófitas de Raunkjaer).
Il. Criptófitas o redivivas : Geófitas (con yemas de renuevo subterráneas) :
Bulbíferas.
Sedentarias ) Taberozas
"OSAS.
o Plantas con rizomas.
lajeras ; ;
EXI? ) Plantas con raíces gemiferas.
III. Hemicriptófitas (Las raíces son perennes y las yemas de renuevo se
hallan al nivel del suelo. Los tallos son comúnmente anuales) :
Tallo estolonífero, con raíces adventicias : rastreras.
BIBLIOGRAFÍA 95
| Graminiformes: monocotiledó- Gramíneas.
neas cespitosas provistas de y Ciperáceas.
Tallo erguido o decum- hojas lineares con vaina ) Juncáceas.
bente, sin raíces ad- : muy desarrollada a
venticias Latifoliadas : hojas con vai- [ Arrosetadas.
nas reducidas y láminas por < Paquirrizas.
lo común anchas Matas.
IV. Fanerófitas, incluso Caméfitas (El tallo es perenne y las yemas de renuevo
están a cierta altura del nivel del suelo).
Las especies anuales las agrupa en invernales, primaverales y estivales,
correspondiendo el mayor número a las primaverales, que en la llanura pam-
peana pasan del centenar, siguiéndole las estivales en número menor —
alrededor de 50 especies — y luego las invernales que no alcanzan a la dece-
na. Considera luego las criptófitas, distinguiendo las formas estacionarias de
aquellas cundidoras por intermedio de sus órganos subterráneos; correspon-
diendo, a las primeras, las bulbiferas y tuberosas, como los Nothoscordon,
Zephyrantes, Alophia y algunos Oxalis. Las segundas, más comunes en la
eran llanura, son frecuentemente dañinas cuando quedan en los campos cul-
tivados. Éstas las reune en especies cuyo órgano subterráneo de propagación
es un tallo o rizoma estolonífero, como Paspalum distichum, Distichlis sp.,
Poa bonariensis, Jaborosa sp., Solidago miecroglossa, ete., pasando de 40 las
especies pampeanas y aquellas que se propagan por medio de raíces hori-
zontales que emiten yemas adventicias capaces de regenerar la planta, y que
propone denominar raices gemiíferas. Tales plantas, designadas viviradices
por Poiret, han sido generalmente confundidas con las anteriores, de las que
pueden distinguirse por los caracteres siguientes :
Rizoma estolonifero : tallo subterráneo con nudos y yemas normales en las
axilas de las catáfilas, mejor visibles cuanto más joven es él. Por su
forma, la extremidad es bien distinta de a las de las raíces.
Raíz gemifera : órgano subterráneo ordinariamente delgado, horizontal,
sin nudos, catáfilas ni yemas aparentes; las yemas adventicias, que
originan los tallos aéreos, nacen en cualquier punto del mismo. La
extremidad filiforme es igual que las demás raíces.
Se ocupa después de las Hemicriptófitas, el grupo etológico más ¡mpot-
tante de la Pradera pampeana : especies perennes, con yemas de renuevo a
nivel del suelo y tallos que comúnmente mueren después de florecer. Consi-
dera tres organizaciones distintas : plantas rastreras, ygraminiformes, cespi-
tosas y latifoliadas. A las primeras corresponden unas veinte especies; a las
"segundas — que representan a las familias de las Gramíneas, Ciperáceas,
Juncáceas e Iridáceas — pertenecen unas ciento cincuenta especies, en su
mayor parte Gramíneas, y a las últimas alreáedor de ciento veinte especies.
Éstas las distribuye en tres tipos aparentes : plantas arrosetadas, matas y
plantas erguidas o decumbentes con raíz gruesa y profunda. Observa, por fin,
96 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
el carácter napiforme radicular de muchas especies, relacionándolo con la
mala distribución anual de las lluvias en este clima ; se ocupa a continuación
de las Fanerófitas, representados por pocos subarbustos y arbustos que, por lo
general, sólo crecen en suelos accidentados y en las serranías bonaerenses.
Termina la parte con el estudio de la periodicidad floral y de las otras divi-
siones etológicas (reproducción, diseminación, etc.).
Las modificaciones causadas por la civilización constituyen la base de otro .
capítulo, también muy interesante; en él se estudian los enltivos más impor-
tantes de la región, que abarcan el 75 por ciento de la superficie total de la
misma y que lo constituyen: trigo, maíz, lino, alfalfa, ete. Junto al estudio
de las condiciunes en que se desarrolla cada una de estas especies, indica
los medios más adecuados para el cultivo de las mismos, así como los que
la experiencia aconseja para la destrucción de las malezas, de las cuales
se ocupa también con detenimiento, aunque este tema fué tratado amplia-
mente en un trabajo anterior del mismo autor.
El total de las especies vasculares, coleccionadas por el ingeniero Parodi
en el partido de Pergamino, asciende a 488, de las que aproximadamente
120 son exóticas y 50 introducidas de otras regiones sudamericanas, siendo
las 318 restantes las que se deben considerar como efectivamente indígenas.
La enumeración sistemática es prolija y cada entidad taxonómica lleva su
correspondiente bibliografía, ¡unto con datos etológicos, nombres vulgares,
observaciones, etc. En esta parte, el autor tuvo la colaboración de especia-
listas europeos y americanos, que contribuyen, con su autoridad, a dar ma-
yor relieve al trabajo.
Las especies y variedades nuevas para la ciencia que se registran en la
obra que resumimos, son las siguientes : Agrostis koelerioides Desv., var.
pampeana L. R. Parodi (Gramineae); Trifolium polymorphum Poir., var.
grandiflorum L. R. Parodi (Leguminosae) ; Solanum meloncillo L. R. Parodi,
y Erigeron pampeanus L. R. Parodi. Además, se establecen numerosas com-
binaciones nuevas, resultado de prolijas revisiones sistemáticas. Las ilus-
traciones son esmeradísimas, reproduciéndose con toda propiedad y sin arti-
ficio alguno, plantas características y los tipos de las novedades florísticas *
que se describen en el texto. Son igualmente buenas las fotografías corres-
pondientes a la parte fitogeográfica y a la aplicada. — Y. F. Molfino.
Potin, L., Formules et tables numériques concernant les opérations finan-
ciéres. Un tomo en 8% de 566 páginas, con 41 tablas en el texto y un
nomograma fuera de texto. Precio encuadernado en tela, por correo, en
Buenos Aires, 233,50 francos. París, 1932. Libreria Béranger.
El autor ha querido reunir en un solo tomo todos los elementos indis-
pensables al cálculo de las operaciones financieras. Las máquinas de calcular
han simplificado la ejecución de operaciones que antes eran engorrosas, y
que con ellas han dejado así de ser una pesadilla para los calculistas ; pero
con todo, es siempre útil, cuando no necesario, recurriral tradicional cálculo
BIBLIOGRAFIA 97
aritmético ejecutado diremos mentalmente y a mano. Es entonces conve-
niente conocer los procedimientos operatorios, o sea las operaciones aho-
rradas que suministran rápidamente con el mínimo de fatiga, el resultado
buscado conservando la aproximación que previamente se haya fijado. La
presencia del factor (1 +4)”, en los cálculos financieros hace por otra
parte, indispensable el uso de los logaritmos.
El autor empieza dando consejos al calculista ; luego expone las opera-
ciones aritméticas abreviadas conservando la precisión fijadas a priori y por
las reglas a seguir para obtener los resultados con la deseada aproximación.
Viene luego una tabla abreviada de logaritmos y una indicación de un
método que permite con su empleo obtener un logaritmo o un antilogaritmo
hasta con 15 cifras exactas.
En seguida empieza propiamente el cuerpo de la obra : primero una colec-
ción completa de las fórmulas utilizadas en el cálculo de las diversas ope-
raciones financieras y un conjunto de tablas numéricas hasta ahora no reu-
nidas o no calculadas. Cada tabla lleva un gráfico complementario que faci-
lita e ilustra la interpolación. :
Las diversas tablas se ocupan : de operaciones financieras a corto término
y a largo término, concernientes a un capital dividido en cortes. Fiscali-
zación relativa a las operaciones de Bolsa, a los valores muebles; a los
efectos y papeles de comercio o bancarios. Monedas, materias de oro y
plata. Cambios y arbitraje. x
Cada parágrafo comporta dos divisiones : una relativa a las notaciones y
definiciones; la otra a la escritura de las fórmulas. Eso alarga un poco el texto
pero evita la búsqueda del significado, tan fastidioso de las cantidades lite-
rales que figuran en las fórmulas. — C. O. D.
RYBER, JORGEN, Investigations on the Theory of the Galitzin Seismograph.
Un folleto (14 X 22), 24 páginas, con 13 figuras. Leipzig, 1931.
Se trata de una relación preliminar sobre un estudio de la teoría del seis-
mógrafo Galitzin. La investigación está basada en un desarrollo de la ecua-
ción diferencial dada por Wenner, de la que se deriva el resultado obtenido
mediante el cálculo operatorio de Oliver Heaviside. Se ha obtenido una
solución general para cualquier movimiento del suelo bajo la forma de una
íntegral definida, y soluciones particulares han sido determinadas para el
tipo de movimiento x= sen ot, y, x= e“ sen at partiendo todas de t = 0.
Se han trazado los respectivos gráficos y se esboza un método para utilizarlos
cuando se desea una rápida valuación de los registros. Se da también una
ecuación general para el movimiento del galvanómetro, por medio de la de-
terminación corriente de las constantes. Por último, se hace una corta dis-
cusión respecto de la posibilidad de E el 'seismográfo por la mo-
dificación de sus constantes.
Los diversos parágrafos están así titulados : El cálculo operatorio de
Heaviside; Ecuación diferencial del seismógrafo de Galitzin; Teoría del
98 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
seismógrafo; Solución del caso general; Determinación de las constantes;
Red eléctrica en el circuito galvanométrico. — O. C. D. |
VARELA GIL, J., Sobre generación de curvas orbiformes. Un folleto(18,5< 26),
6 páginas. Bologna, Nicola Zanichelli.
Es la tirada aparte de un trabajo presentado por el autor al Congreso
Internacional de Matemáticas de Bologna en 1928. En ese trabajo se estudia
cuáles son las condiciones que debe reunir un polígono curvilíneo de lados
regulares tangentes en los vértices, formando en ellos puntos de retroceso
de primera categoría para que sea evoluta de una curva orbiforme. Con tal
motivo se dan o recuerdan algunas definiciones, se enuncian unos teoremas,
y se estable, por último, que : «todo polígono enrvilíneo de lados regulares E
tangentes en los vértices y formando en ellos puntos de retroceso de primera
especie » es la evoluta de una infinidad de curvas orbiformes, con indica-
triz de curvatura continua, paralelas, si satisface a la condición de que
2n — 4q = 2. Siendo na el número de lados del polígono y q un múltiple de
27 que mide la suma de los ángulos externos que resultan de prolongar los
lados en un mismo sentido. — C. O. D.
VIGNAUX, JUAN CARLOS, Sulle funzionti ugualmente continue di due variabili
complesse. Un folleto (18,4 "X 25), 6 páginas. Tirada aparte de un tra-
bajo publicado en el Giornale di matematiche di Battaglini. Nápoles,
1931.
Nuestro laborioso compatriota y colaborador ha publicado en esa histó-
rica revista científica, una nota en la que estudia el conjunto de funciones
de dos variables complejas que poseen la propiedad de ser de igual conti-
nuidad, noción esta última introducida por d*Ascoli para los conjuntos de
funciones reales extendida después por Martel a los conjuntos de funciones
holomorfas de una variable compleja, a fin de obtener criterios que permi--
tan investigar si una familia de funciones analíticas es normal. Al extender
así el doctor Vignaux el criterio de Arzela y el teorema de Montel a los
conjuntos de funciones de dos variables complejas, demuestra algunos teo-
remas simples que establecen las condiciones suficientes para que tales
conjuntos sean igualmente continuos. |
El mismo autor ha publicado en el Bolletino dell" Unione Matematica Ita-
liana (enero 1930), editado en Bologna, una nota titulada Sulle successiont
uniformemente convergenti. El profesor G.. Vitali, ha demostrado que si una
sucesión f (1), £,(%), ..., felx), ... de funciones crecientes de la variable x,
en un intervalo (a, b), converge hacia una función continua, la convergencia
es uniforme. El doctor Vignaux indica cómo, un análogo criterio, puede enun-
ciarse para las sucesiones de funciones montonas crecientes. Al efecto de-
muestra que si una sucesión de funciones f, (1) =f,(1) = ... =fn(0) S «..
tiende hacia una función límite para cada valor de x interior al intervalo
cerrado (a, b), la convergencia es uniforme en este intervalo. — O. O. D.
| EN Jorge TAS
“M ndez, Jultos 7
eoli, Gabriel.
Mer ante, Víctor.
'Lercan, Agustín.
_Mermoz, Fco. Alberto.
2 Mey, Carlos V.
; Molfino,. José F.
Molina Civit, Juan.
Moreno, Evaristo V.
Múbring, Walther.
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Mouchet, Enrique.
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Negri, Mario L.
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Oliveri, Alfredo LE.
Ortiz de Rosas, Jorge.
Ortiz, Ricardo M.
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Piar, Aldo Sa.
-Quartino, José N.
Quiroga, Pedro R.
| Raimondi, Alejandro.
Raffo, Bartolomé M.
Ramaccioni, Danilo.
Rebuelto, Emilio.
| Rebuelto, Antonio.
Reece William, Asher.
Renacco, Ricardo.
Repetto, Blas Ángel.
Rissotto, Atilio A.
Rodríguez Aravena, Santos.
Roffo, Juan.
Rojo, Dario Juan.
Roldán, Raimundo.
Rokotnitz, Otto.
Rospide, Juan.
Rossell Soler, Pedro A.
Rossi, Enrique C.
Ruata, Luis E.
Ruiz Moreno, adoro:
Ruiz Moreno, Adrián.
Sabaría, Enrique.
Sabatini, Ángel.
Sagastume Berra, Alberto E.
Salomón, Hugo.
Salomone, Gabriel A. -—
Sánchez Díaz, Abel.
Sánchez, José R.
Sánchez, Gregorio L.
Sanromán, Iberio.
Santángelo, Rodolfo.
Saporiti, Héctor J.
Sarhy, Juan F.
Savon, Marcos A,
'
Scala, Augusto.
Schaefer, Guillermo F.
Sehnack, Benno J.
Schmiedel, Ottomar.
Schneidewine; Alberto.
Schoo Lastra, Oscar.
Selva, Domingo.
Senet, Rodolfo.
“Senillosa, Juan Antonio
Sheaban, Juan F.
Sivori, Pedro Nicolás.
Silva, Leonidas L.
Solari, Miguel A.
Soler, Frank L.
Sobral, Arturo.
Sorrentino Diana, Eduardo.
Spinetto, David J.
Spota, Víctor J.
Spurr, Ricardo.
Storni, Segundo R.
Tamini, Luis Augusto.
Tarragona, José. >
Tedeschi, Virgilio.
Tello, Eugenio.
Torre Bertucci, Pedro
Torello, Pablo.
Trelles, Rogelio A.
Ubeda, Lola. >
Urondo, Francisco Enrique.
Urdapilleta, Wenceslao.
Vallebella, Colón B.
| Valentini, Argentino.
Vallejo, Segundo E.
Vanossi, Reinaldo.
a Rufino (h.).
Varela Gil, José.
Vernengo, Roberto.
Veyga, Francico de.
Vidal, Eduardo.
| Vignaux, Juan C.
Villarruel, Ubaldo José.
Virasoro, José Enrique.
Villalobos Domínguez, Cánd.
Volpatti, Eduardo.
Wauters, Carlos.
Williams, Adolfo T.
White, Guillermo J.
Zappi, Enrique V.
Zuloaga, Ángel M.
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Bosano Ansaldo, Bdo Foo e Ma Atilio. ¿
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LAS MALVACEAS ARGENTINAS
Pork TEODORO STUCKERT
(Conclusión)
Sida spinosa Linn.
Spee. pl., ed., 1 (1753), p. 683; Ind. Kew., II, p. 900; DO., Prodr., I,
p. 460; Gris., Symb., p. 44, n* 234; Schum., K.. in Mart., Fi. bras.,
XIT, 3, p. 297; Lorentz, Veg. Entrer., p. 142, n* 128; Niederl., Re-
sult. bot. Mis., p. 16; Hassler, Fi. pilcom., I, p. 80; Morong, En. pl.
parag., p. 56; Arech., Flor. urug., l, p. 125, n” 6; Chod. et Hassl., Pl.
Hassl., IL, p. 555; Rodrigo, A. P., Phys., 1 (1930), p. 193, n* 1.
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Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes, Formosa, (Uruguay, Para:
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Chod. et Hassl., 1. c.; Seckt, Fl. Cord., p. 347.
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N. v. Afata.
Córdoba, Tucumán, Formosa, (Paraguay, Brasil).
et forma angustior Hass]. in lit.
Formosa, (Paraguay).
Sida supina L'Hérit.
Stirp. nov., p. 109 bis, tab. 52; Ind. Kew., IL, p. 900; Gris., Symb.,
p. 44, n* 238; Matoso, Ed., Cien industr., p. 221, n” 422; Fries, R. E,
Ark. f. Bot., Malvales, V, p. 9, (forma pilosa); Seckt, Fl. Cord., p. 347.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV
100 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
e
N. v. Malva-guazú. | |
Córdoba, Salta, Corrientes, Formosa, (Bolivia, América tropical).
Sida urens Linn. ]
Syst. ed., X, 1145; Spec. pl., ed. IL, p. 963; Amoen. Acad., V, p. 402;
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Rev., III, 2, p. 22; Fries, K. E., Ark. f. Bot., VI, Malvales, pS
Hassler, Fl. pilcom., IL, p. 81; Chod. et Hassl., Pl. Hass]., 11, p. 556;
Hassler, Pl. Llamas, n* 227 et 285 pp. 9
Jujuy, Formosa, Misiones, (Paraguay, Bolivia, Brasil, América y |!
África tropicales).
Sida veronicaefolia Lam. |
Eneyel., L, p. 5, n* 11; Ind. Kew., II, p. 900; OK., Rev., ILL 2, pÍ
23; Seckt, El. Cord., p. 347.
Syn. : S. Jussiaeana DO., Prodr., 1, p. 463; Hook. et Arn., Bot. |
Misc., TIL, p. 153, n* 133. |
Entre Ríos.
var. Dombeyana (DO.) Baker, Stuckert., Herb. Arg., (det. M.
Lillo); Seckt, 1. e.
Syn. : S. Dombeyana DOG., l. c., Hook. et Arn., Bot. Misc., IL, p. 209,
tab. 39.
Córdoba, La Rioja, Tucumán, (Bolivia, Perú, Venezuela). |
Sida vespertina Ekman.
Columnif.-fi. Mis., cum icon., p. 10.
Misiones.
Sida viarum St.-Hil., A.
Fl. bras. mérid., 1, p. 143; Schum., K., in Mart., Fl. bras. XI
p. 301; Chod. et Hassl., Pl. Hassl., IL, p. 555; Ind. Kew., IT, p. 901;
Hassler, Pl. Llamas, n* 262.
Misiones, (Paraguay, Brasil). |
Sida sp.
Niederlein, Result. bot. Mis., p. 16.
Misiones.
Sida sp.
Bettfreund, Herb., I, p. 10, n* 109.
Buenos Aires.
Sida sp.
Munk-Parodi, Pl. us., p. 10.
N. v. Altea.
Corrientes, Misiones, (Paraguay).
—
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 101
4998 a, 194. LECANOPHORA Spegazzini, gen. nov.
(Inter Malvastrnm et Sida L.)
Ramillete patagónico, in Revista Argentina de Botánica, 1, n* 4 (1926), p. 211.
Lecanophora Ameghinoi (Speg.) Speg., l. c., p. 213.
Syn.: Sida Ameghino? Speg., Nov. add. Fl. pat., in An. Soc. Cient.
Arg., XLVII, p. 226, n* 25; 4n. Mus. Nac. B. A.,t. VII, p. 245, n* 832;
-Macloskie, Exp. pat., 573.
Santa Cruz, Chubut : Río Chico, Golfo San Jorge.
Lecanophora dissecta (Hook.) Speg., 1. €., p. 213.
Syn. : Cristaria dissecta Hook., Bot. Misc., TIL, p. 153; Reiche, Fl.
l chal.,1, p. 261, n* 42; Ind. Ker., L, p. 643.
Patagonia, (Chile).
Lecanophora glaucophylla (Cav.) Speg., 1. €., p. 213.
Syn. : Cristaria glaucophylla Cav., [con., V, p. 1L, tab. 418; Reiche,
Fl. chil., L, p. 261, n” 44; Ind. Ker., L, p. 643.
Patagonia, (Chile).
' Lecanophora linoides (Hieron.) Speg., 1. €., p. 213.
Syn. : Cristaria linoides (Hieron.) Speg., Nov. add. Fl. pat., in An.
1-8. C. Arg., XLVII, p. 224, n* 24; Fl. B. A., p. 112, n* 135; Malvastrum
linoide Hieron., Sert. patag., p.336, n” 27; Ind. Kew., 11, p. 155; Sida
linoides (Hieron.) Speg., l. C., p. 245, n831; Hicken, Pl. Fisch., Phys.,
"Lp. 108, n* 150.
Chubut, Buenos Aires.
' Lecanophora patagonica (OK.) Speg., 1. c., p. 213.
Syn. : Sida patagonica Speg.; Uristaria? Kuntzei Speg., Nov. add.
¡PL pat., in An. Mus. Nac. B. A., VÍL, p. 245, n” 828; Macloskie, Exp.
| pat., p. 576; Sida? patagonica OK., Rev., YT ,2, p. 18 (non Phil.)
Chubut.
Lecanophora tehuelches (Speg.) Speg., 1. c., p. 213.
Syn. : Sida tehuelches Speg., Nov. add. Fl. pat., in An. Mus. Nac. B,
A, VIL, p. 247, n* 834; Macloskie, Exp. pat., p. 974.
Santa Oruz : San Julián, Río Deseado, Chubut, Golfo San Jorge.
5000, 21. GAYA H. B. et Kth.
Syn. : Tetraptera Phil.; Philippimalva OK.
Gaya calyptrata (Cav.) H. B. Kth.
Nov. gen. et spec., V, p. 208.
102 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Syn.: Sida calyptrata Cav., Diss., IL, p. 57; Sida disticha Cav., Icon.,
V, p. 12, tab. 432; Munk-Parodi, Pl. us., in A. S. C. A., V, p.37; Gaya
disticha Schlechtend.
N. v. Tupichá.
Corrientes, Misiones, (Paraguay).
Gaya Gaudichaudiana St.-Hil.
Flor. bras. mérid., £, p. 151; Schum., K., in Mart., Fl. bras., XII,
pars Il, p. 349; Fries, R. E.,].c., p. 10; OK., Rev., II, p. 19; Hassler,
in Fedde, Rep., XII, n* 4; Chodat et Hassler, Pl. Hassl., IL, p. 558;
Seckt, Fl. Cord., p. 345.
Syn. : Oristaria corchorifolia Gris., Pl. Lor., p. 43, n* 102; Symob.,
p. 44, n* 241; Lorentz, Veg. Entrer., p. 147, n* 128; Lillo, Flor. tue.,
p. 63; Tetraptera parviflora Phil., Sert. mend., IL, p. 165, n* 26; Philip-
pimalva parviflora (Phil.) OK., Rev., L, p. 753.
Mendoza, Córdoba, Tucumán, Jujuy, (Paraguay, Brasil).
var. genuina Hassler, in Fedde, Rep. XII, p. 366, n' 4.
República Argentina, (Paraguay).
forma australis Hassler, l. c.; Stuckert, Herb. n*20, p.102, p. p.
Córdoba, (Paraguay, Brasil, late repanda).
var. Ccatamarquensis Hassler, 1. c.
Catamarca : Capital.
var. hirsutula Hassler, in Fedde, Rep. XII, p. 495, n' 4 bis.
La Rioja, (Giacomelli).
var. tarijensis (Fries, R. E.) Hassler, l. c., forma genuina
(Fries) Hassler, 1. c.
Syn. : G. tarijensis Fries, R. E., Ark. f. Bot., VI, n* 2, p. 10.
Salta, (Bolivia, Tarija).
subforma viscidula Hassler, nov. subf.., 1. c., p. 366.
Córdoba, Tucumán : Río Salí (Lillo).
et f. intermedia Hassler, 1. e., p. 366.
Córdoba, Tucumán : Tafí del Valle.
Gaya gracilipes Schum., K.
In Mart., El. bras., XII, 2, p. 348; Ekman, Columnif.-f. Mis., p. 19.
Misiones, (Brasil).
Gaya meridionalis Hassler.
In Fedde, Rep. VII (1909), p. 272, n* 37.
Formosa, (Paraguay).
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 103
5001 «, 21 a. PSEUDOBASTARDIA Hassler, nov. gen.
In Bull. Soc. bot. Géneve, Compt. rend. séance (1909), 20€ série, vol. I,
0 de.
subgen. Abutilopsis Hassler, nov. subg., l. e.
Pseudobastardia (Abutilopsis) crispa (Linn.) Hassler, nov. nom., 1. c.,
p. 211; Seckt, Flor. Cord., p. 347.
Syn. : Sida crispa Linn., Spec. pl., 685; Abutilon crispum Med.; Gris.,
Symb., p. 48, n* 257; Abutilon crispum Sweet, Hort. Brit., ed. [, vol. 1,
p. 53; Morong, En. pl. parag., p. 571, n” 979; Fries, R. E., Ark. f. Bot.,
VI, n* 2, p. 11; Sida sessiliflora Hook., Bot. May., tab. 2857; Hook. et
Arn., Bot. Mtsc., UI, p. 154, n* 135; Reiche, Fl. chil., L, p. 239, in nota;
Sida Arnottiana Gaill., in Hook. et Arn.,l.c., p.154, n” 141; Gayoides
erispum Small, Flor. South East. Unit. Stat., p. 764 (1903); Bastardia
crispa Juss., in St. Hil., Flor. bras. mér., 1, p. 192, in annot.
Córdoba, Salta, Jujuy, Formosa, (Chile, Paraguay, Bolivia, Brasil,
América tropical).
Pseudobastardia (Adutilopsis) tiubae (Schum., K.) Hassler, l. e., p. 211.
Syn. : Abutilon tiubae Schum., K., in Mart., Fl. bras., X11, 3, p. 381.
(Paraguay, Brasil).
var. parviflora Hassler, 1. e.
forma annua Hassler et forma perennis Hassler., Fl. pilcom., L,
Ol
Formosa : Pilcomayo, (Paraguay).
5001 0, 210. BASTARDIOPSIS Hassler.
In Fedde, Rep., VIII (1910), p. 40, n2 88.
Syn. : Bastardiopsis Hassl., subgen. gen. Bastardiae Kth., in Hassl., Vo-
vit. parag., 1V, p. 43, n* 88; Bastardiopsis Schum., K., sect. generis
Sidae Linn., in Mart., Flor. bras., XII, 3, p. 280.
Bastardiopsis densiflora (Hook. et Arnott) Hassler.
L. c., p. 45, n”? 89; Hassler, Pl. Llamas, n” 39.
Syn. : Sida (Abutilon) densiflora Hook. et Arn., Bot. Misc., TIL, p.
155, n* 142; Bastardia densiflora (Hook. et Arn.) Hassl., Pl. parag.,
l.c.; 2? Tarassa Alberti Phil., in 4n. Univ. Chile, LXXII (1893), p. 321,
n* 1; conf. Engl. Prantl., Vat. PA.-fam, Nachtr., I, p. 238, nota Il.
N. v. Tarasa, Loro blanco (Mis.).
Mendoza?, Misiones, (Chile?, Paraguay, Brasil).
104 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
5002, 23. ANODA Cav.
Anoda hastata (Willd.) Cav. (non Gris.).
Diss., 1, p. 38, tab. 10, fig. 3; Ind. Kew., IL, p. 139; DC. Bro
p. 458; Hook. et Arn., Bot. Mise., 11, p. 153, n* 130; Phil., E., Cat.
pl. chil., p. 27; Bettfr., Herb., p. 10, n” 46; Fries, R. E., L-cómME
Hicken, Chl. plat. arg., p. 160, n? 740; Parodi, L. R., Malezas Perg.,
p. 134; Ens. Perg., p. 220, n* 287; Girola, C., PJ. inv., 16-20; Reiche,
Fl. chil., L, p. 239, n” I; Domínguez, Mat. méd., p. 162, n” 256; Seckt, J
Fl, Cord., p. 344.
Syn. : Sida hastata Willd., Spec. pl., IL, p. 7653; Ind. Kew., IL, p. 898. |
N. v. Malva cimarrona (B. A.).
Buenos Aires, Córdoba, (Chile, Bolivia, México, India occidental).
Anoda lavateroides Medic.
Malv. 19; Ind. Kew., IL, p. 139.
Syn.: Sida cristata Linn., Spec. pl., 685; Anoda cristata (Limn.) '
Schlecht., in Linnaea XI (1837), p. 210; OK., Rev., 111, 2, p. 158; Phil.
F., Cat. pl. chil., p. 27; A. triloba Cav., Diss., I, 39; Bettfr., Herb., L,
p. 13, n* 65.
Buenos Aires : San Isidro, (Chile, Bolivia, México).
Anoda triangularis (W.) DC.
Prodr., I, p. 459; Schum., K., in Mart., Flor. bras., XII, 2, p. 358;
Ind. Kew., 1, p. 139; Speg., Fl. Tand., p. 108, n* 36; Bol. Fl. pla
p. 307, n”? 94; Fl. B. A., p. 109, n* 131; Arech., Flor. urug., I, p. 130,
n* 1; Seckt, Fl. Cord., p. 345.
Syn.: Anoda hastata Gris., Symb., p. 44, n* 231 (non Cav.); Sida
triangularis Willd., Enum. pl. hort., p. 125; H. B. K., Nov. gen. et
spec., V, p. 206.
N. v. Malva cimarrona.
Buenos Aires, Córdoba, Salta, (Uruguay, Brasil, México).
5004, 25. CRISTARIA Cav.
Cristaria ecristata Gray, A.
Bot. U. S. Expl. Exped., I, p. 165; Ind. Kew., I, p. 643; Hicken, Pl. |
Kío Negro, p. 304, n* 82; Macloskie, Exp. pat., p. 575.
Patagonia, Río Negro, (Brasil, América boreal).
Cristaria hastata Phil., R. A.
An. Univ. Chile, t, LXXXII (1893), p. 309, n* 6; Speg., Nov. addk
b) ñ
€ _———
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 105
Fl. pat., in An. Mus. Nac. B. A., VII, p. 244, n* 826; Autran, E.,
Pares Nat., p. 27, n* 201; Macloskie, Exp. pat., p. 575.
Neuquén : Limay, Nahuel-Huapí, Mendoza, (Chile).
Cristaria heterophylla (Cav.) Hook. et Arn. (non Gris.).
Bot. Mise., ILL, p. 153, n* 126; Ind. Kew., L, p. 643; Speg., Nov. add.
1 pat. 11 An. Mus. Nac. B. A., VIL p. 245, n*.827; Autran, L.,
Pares Nat., p. 27, n* 202; OK., Rev., II, 2, p. 18; Macloskie, Exp. pat.,
p. 576; Ulbrich, Engl. bot. Jabrb., XLII, p. 118; Phil., Y., Cat. pl.
chil., p. 28; Reiche, El. chil., p. 283, n* 24; Seckt, 1. c., p. 345; Hicken,
Pl. Fisch., in Phys., LL, p. 108, n* 151; Pl. Río Negro, p. 304, n* 283.
Syn. : Sida heterophylla Cav., Lc., V, 421; Baker, l.c., p.49,n*121;
O. diversifolia Phil., An. Univ. Chile (1879), p. 165.
Patagonia, Neuquén, Mendoza, Córdoba, (Chile).
var. loasaefolia (Phil.) Reiche, 1. e., p. 254.
Syn. : O. loasaefolia Phil., Eitnn., XXXIII, p. 28; Sert. mend., 1,
p. 992, n* 15; Phil. F., Cat. pl. chal., p. 28.
Mendoza, (Chile).
var. pilis stellatis hispidis Hook. et Arn., l. c.
Syn. : C. hispida Gill. msc. an? = C. hirsuta Presl., Rel. haenk., 11,
MO Gay, El. chil., TL, p. 324; Reiche, Fl., chil., L, p. 252, n* 19.
Mendoza, (Chile).
Cristaria integerrima Phil., R. A.
Flor. atacam., IL, p. 137; Ind. Kew., L, p. 643; Reiche, Fl. chil., L,
p. 246, n2 3.
Gobernación de los Andes? (Chile).
Cristaria intermedia Gay.
Flor. chil., L, p. 319; Speg., Prim. chub., p. 598, n* 23; Macloskie,
Exp. pat., p. 576; Ind. Kew., LI, p. 643; Phil., E., Cat. pl. chil., p. 28;
feiche, El. chil., L, p. 253, n* 23. :
Chubut, (Chile).
Cristaria mendocina Phil., KR. A.
An. Univ. Chile (1865), 2* sem., p. 333.
Mendoza.
Cristaria patagonica Phil., R. A. (non OK.)
Linnaea, XXXIII, p. 25; Ind. Kew., 1, p. 643, II, p. 896; Maclos-
Ide Exp: pat., p. 517; Phil., E., Cat. pl. chil., 28.
Patagonia boreal, (Chile).
106 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
URENEAE Reichb.
5005, 26. MALACHRA Linn.
Malachra capitata Linn.
Syst., XII, 458; Ind. Kew., II, p. 148. |
Syn.: Malachra alcacifolia Jacq., Coll., IL, 350; Morong, En. pl.
parag., p. 38, n” 1034.
Formosa : Pilcomayo, (Paraguay, Brasil).
Malachra radiata Linn.
Syst. nat. ed., XII, p. 459; Hassler, Fl. pilcom., 1, p. 83; Ind. Kew.,
TI, p. 148.
Formosa : Pilcomayo, (América tropical).
5006, 27. URENA Linn.
Urena lobata Linn.
Spec. pl., 898, an? 692; Giirke in Mart., Flor. bras., XII, 3, p. 469;
Ind. Kew., IL, p. 1149; Chodat et Hassler, Pl. Hassl., II, p. 559.
(Paraguay, Cosmop. tropical).
var. sinuata (Linn.) Mia.
Syn. : O. sinuata Linn., Spec. pl., ed. L, p. 8985; Munk-Parodi, Pl.
us., 1n A.S. €. A., LV, p. 248; Matoso, Ed., Cien industr., p. 196, n*300.
N. v. Carrapichí.
Corrientes, Misiones, (Paraguay, Brasil, Región tropical).
5007, 28. PAVONIA Cav.
Syn. : Lebretonia Schrank; Lassa, « Ad. » Ktze., O.
Pavonia bullulata Hochreutiner.
In Chodat et Hassler, Pl. Hassl., II, p. 562; Stuckert, Herb. Arg.
(det. Fries, R. E.)
Syn. : P. hastata Cav., var. subconcolor Hassl., forma bullulata
(Hochreut.) Hassler, in Bull. Herb. Boissier (1907), p. 739.
Córdoba, Entre Ríos, (Paraguay).
Pavonia coccinea Cav.
Diss., HI, p. 140, tab. 47, fig. 1; Ind. Kew., II, p. 441.
Syn. : Lebretonia coccinea Schrank, Pl. var. hort. monspel., tab. 90;
DO., Prodr., I, p. 446.
(Ins. Santo Domingo, América central).
l
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 107
var. foliis ovato-lanceolatis, stipulis filiformis, Niederl., Re-
sult. bot. Mis., p. 16.
Misiones.
Pavonia consobrina Brown, N. E.
In Graham Kerr., Exp. Pilcom. (1894), p. 47; Fries, R. E., Colum-
nif.-fl. Am. austr., p. 59, tab. VI, fig. 19 et 20; Gibert, Pl. urug.,
p. 126, n* 351, an? P. hastata Cav., var. subconcolor Hassl., f. brevi-
petala Hassl., 1. c.
Formosa : Fortín Page, (Uruguay).
Pavonia glechomoides Juss., A.
In St.-Hil., Flor. bras. mérid., L, p. 227, tab. 45 Ind. Kew., IL, p.
443; Giirke, in Mart., El. bras., XII, pars 3, p. 503; Ball, Flor. pat.,
Mp 209: Spes., Flor. Vent., p. 19, n* 42; Flor. Tandil, p. 10, n* 39;
Bol. Fl. plat., p. 305, n* 86; Flor. B. A., p. 102, n* 116; Fries, R. E.,
Columnif.-11. S. Am., p. 53; Hicken, Chl. plat. arg., p. 161, n* 741; Fl.
San Luis, Phys., I, p. 30, n* 80; Pl. Vatt., n* 93; Gay, Fl. chil., I, p.
308; Phil. F., Cat. pl. chil., p. 30; Arech., El. urug., L, p. 147; Seckt,
Fl Cord., p. 346.
Syn. : Lassa glechomodes (St.-Hil.) OK., Rev., 1, 2, p. 19.
Patagonia, Buenos Aires, Entre Ríos, San Luis, Córdoba, Jujuy,
(Chile, Uruguay, Bolivia, Brasil).
Pavonia hastata Cav.
Diss., III, p. 138, tab. 47, fig. 2 (1787); DG., Prodr., I, p. 443, tab.
XUV; Giirke, in Mart., Flor. bras., XII, 2, p. 499 (1891), pro parte;
Gris., Pl. Lor.. p. 45, n* 107; Symb., p. 49, n* 264; Lorentz, Veg. Entr.,
p. 157, n* 128; Lor. et Niederl., Exp. R. N., p. 41; Niederl., Kiq. flor.,
n”* 390; Result. bot. Mis., p. 17; Estud. bot., p. 142, n* 345; Matoso,
Bd., Cien industr., p. 221, n* 427; Bettfr., Herb., p. 11, n* 110; Mo-
rong, En. pl. parag., p. 59; Macloskie, Exp. pat., p. 577; Hicken, Chl.
plat. arg., p. 161, n* 742; Domínguez, J. A., Mat. méd., p. 162, n*262;
Seckt, Fl. Cord., p. 346; Speg., Flor. plat., p. 304, n*86; Fl. B. A., p.
102, n* 117; Fries, R. E., Columnif.-1, S. A., p. 54; Chod. et Hassler,
Pl. Hassl., L, p. 96; LL, p. 562; Hassler, Flor. pilcom., I, p. 83; Ekman,
-— Columnif.-1l. Mis., p. 27; Gay, El. chil., 1, p. 43; Phil. F., Cat. pl. chil.,
p. 90.
Syn. : Althaea grandidentata Giil., in Hook., Bot. Misc., 111, p. 152,
n”* 120; Lassa hastata (Cav.) OK., Rev., TIL, 2, p. 19.
N. v. Malvavisco, M.-guazú; Escoba dura, Tibichá-atá, (Corr., Mis.).
Patagonia, Río Negro, Buenos Aires, Santa Fe, San Luis, Córdoba,
108 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Entre Kíos, Tucumán, Ohaco, Corrientes, Formosa, Misiones, (Chile, |
Uruguay, Paraguay, Brasil, Australia).
var. genuina Hassler, in Fedde, Rep., V, p. 82; Flor. pilcom.,
1 psa
Formosa.
subf. mollis Hassler, l. c., p. 83.
Formosa.
var. subeoncolor Hassler, l. e., p. S4.
Formosa.
forma 2, tomentosa Hassler, l. C., p. S4.
Formosa.
var. pubescens Giirke, l. c., p. 500.
Formosa.
forma brevifolia Giirke, l. c.; Arech., 1. c.; Hicken, 0hl. plat,
arg., p. 161, n* 742; Fries, K. E., Columnif.-fl. Mis., p. 96.
Syn.: Sida bonariensis Willd., ex Spr., Syst., UL, p. 126, fide Schun.,
K., in Mart., Fl. bras., XII, 3, p. 501; P. eymbalaria St.-Bil. et Naud:,
An. Sc. Nat., sér. IL, tab. XVII, p. 42; Walp., Rep., II, p. 789; Speg,,
Fl. Tand., p. 10, m1? 38; FL. B. A., p. 102, no US.
Patagonia, Buenos Aires, Córdoba, Misiones, (Uruguay).
forma longifolia Giirke, 1. e.; Hicken, Chl. plat. arg., p. 161,
n* 742; Chodat et Hassler, Pl. Hass]., Il, p. 563.
Patagonia, Buenos Aires, Córdoba, (Uruguay, Paraguay).
Pavonia Missionum Ekman.
Columnif.-fl. Mis., p. 33, fig. 7.
Misiones : Bonpland.
Pavonia nana Fries, R. E.
Bull. Herb. Boissier (1907), p. 999.
Entre Ríos? (Uruguay).
Pavonia paniculata Cav. |
Diss., p. 134, tab. 46, fig. 2; Gris., Symb., p. 49, "268; Ind. Ka
TL, p. 442; Seckt, fl. Cord., p. 347.
Syn. : P. corymbosa Willd., Sp. pl., TIL, p. 836; Lassa paniculata
(Cav.) OK: Kiev. M2 20:
Córdoba, (Brasil, Bolivia, América austral).
Pavonia psilophylla Ekman.
Columnif.-fl. Mis., p. 30, cum icon.
Misiones : Bonpland.
E
4:
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 109
Pavonia sagitiata Juss., A.
In St.-Hil., El. bras. mér., I, p. 229; Giirke, in Mart., Fl. bras., XII,
Sp. 901, tab. 95, fig. 2; Ind. Kew.. Il, p. 442; Niederl., Result. bot.
Mis., p. 17; Fries, R. E., Columnif.-1]. Mis., p. 51.
Syn. : Lassa sagittata (Juss., A.) OK., Rev., TIL, 2, p. 20.
Misiones, (Brasil).
Pavonia Schrankdi Spreng.
Syst. veg., II, p. 958; Ind. Kew., IL, p. 442; Hook. et Arn., Bot. Mag.,
tab. 3692; Gúrke, in Mart., F'l. bras., XII, 3, p. 498, tab. 94; Ekm., Co-
lumnif.-f1. Mis., p. 26.
Syn. : P. muricata St.-Hil., Fl. bras. mér., 1, p. 225, tab. 44.
Misiones, (Brasil).
var. foliis ovato-lanceolatis Spr., Niederl., Result. bot. Mis.,
p. 16, sub Lebretonia.
Misiones.
Pavonia sepium St.-Hil.
Flor. bras. mér., L, p. 225; Ind. Kew., II, p. 442; Giirke, l. c., p. 481,
tab. S6, fig. 1; Niederl., Result. bot. Mis., p. 16, n” 262; Morong, En.
pl. parag., p. 59; Speg., Bol. Flor. plat., p. 304, n* 85; Flor. B. A.,
p. 102, n* 114; Fries, K. E., Ark. f. Bot., VI, Malvales, p. 14; Hicken,
Chl. plat. arg., p. 161, n” 743; Lillo, Fl. tue., p. 220; Ekman, Colum-
nif.-f1. Mis., p. 26; Arech., Flor. urug., I, p. 147, n”? 1; Chodat et Has-
sler, Pl. Hassl., IL, p. 95; II, p. 562; Domínguez, J. A., Mat. méd.,
p. 162, n* 263; Seckt, Fl. Cord., p. 347.
Syas: P. fava Spring, Flora, XX, beibl. 11, p. 96; P. spinifex
Gris., Pl. Lorentz., p. 45, n* 108; 6ymb., p. 49, 1n* 265 (non Cav.); Lassa
seprum (St.-H1l.) OK., Rev., 11, 2, p. 20.
Buenos Aires, Córdoba, Misiones, (Paraguay, Brasil).
var. f/ Balansae (Giirke) Hassler, Pl. Llamas, n* 690.
Syn. : P. Balansae Gúrke, in Mart., Fl. bras., XIL, 3, p. 507; Chodat
et Hassler, Pl. Hassl., 11, p. 560.
Misiones, (Paraguay, Brasil).
Pavonia speciosa H. B. Kth.
Nov. gen. et spec. pl., 5, p. 231; Giiirke, l. c., p. 484, tab. 87,
9. 2; Ind. Kew., HI, p. 442; Fries, R. E., Columnif.-f1. S. A., p. 42.
Misiones, (Venezuela).
subsp. polymorpha (St.-Hil.) Giirke, 1. c.
Syn. : P. polymorpha St.-Hil., Flor. bras. mér., L, p. 232; Speg., Flor.
Mente, p. 19, "43; El. B. A., p. 102, n* 115.
Buenos Aires, (Brasil).
110 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Pavonia spinifex Cav. (non Gris.)
Diss., HULL, p. 133, tab. 545, fig. 5; Ind. Kew., IL, p. 442; Gúrke, in
Mart., Fl. bras., XII, 3, p. 450, tab. LXXXV; Niederl., Riq. florest.,
n* 391; Result. bot. Mis., p. 16; Estud. bot., p. 154, n* 1234; Matoso,
Ed., Cien industr., p. 222, n* 428; Bettfr., Herb., L, p. 10, nos
Lillo, El. tuc., p. 64; Hicken, Chl. plat. arg., p. 161, n* 744; Chod. et
Hassl., Pl. Hassl., L, p. 96, II, p. 560; Pennington, Sem. médica
(1901), p. 794.
Syn. : Lassa spimfex (Cav.) OK., Rev., TIL, 2, p. 20.
N. v. Escoba negra, Malvavisco-rá.
Entre Ríos, Corrientes, Tucumán, Misiones, (Paraguag, Bolivia,
Brasil).
var. communis (St.-Hil.) Giirke, l. e.
Syn. : P. communis St.-Hil., Flor. bras. mér., L, p. 224; Hook. et
Arn., Bot. Misc., 1, p. 152, n* 119; Morong, Enum. pl. paray., p. 58.
Entre kRíos, Corrientes, (Paraguay, Brasil).
Pavonia subhastata Triana et Planchon.
Prodr., Flor. nov. Gran., in Ann. Sc. Nat., 4”* série (1862), t. XVIL
p. 163; Ind. Kew., II, p. 442; Hassler, Malv. austro-am., in Fedde,
Rep., VITI, p. 30, n* 3 (1903).
Misiones, (Brasil, Nov. Granat.).
Pavonia Urbaniana Gúrke.
In Mart., Flor. bras., XIT, 3, p. 501, tab. 95, fig. 3; Hassler, Pl. Lla-
mas, n* 293.
. Misiones, (typ. : Brasil).
var. tomentosa-velutina Gúrke, 1. c.; Fries, R. E., Columnif.-11.
S. Am., p. 59; Arech., Flor. urug., 1, p. 146, n” 4; Hassler,
Pl. Llamas, n* 519.
Entre Ríos: Concepción del Uruguay, Misiones, (Uruguay, Brasil).
Misiones.
Pavonia viscosa Juss.
In St.-Hil., Flor. bras. mérid., E, p. 236; Ind. Kew., II, p. 442; Ma-
toso, Ed., Cien ind., p. 221, n” 421,
N, v. Malva de hojas grandes.
Corrientes, (Brasil).
Pavonia xanthogloea Ekman.
Columnif.-f1., Mis., p. 16.
Misiones.
0
!
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l
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS MAL
Pavonia sp.
Niederlein, Result. bot. Mis., p. 16.
Misiones.
5007 a, 284. ASTEROCHLAENA Giirke
Sect. Pseudo-asterochlaena Hassler, in Fedde, Rep., VII, p. 382.
Asterochlaena argentina (Giirke) Stuckert, nov. nom. inedit,
Seckt., Flor. Cord., p. 347.
Syn. : Pavonia argentina Gúrke, in Mart., Flor. bras., X11, 3, p. 508;
Lassa argentina (Gúrke) OK., Rev., 1, 2, p. 19.
Córdoba.
forma villosior Hassler, nov. forma; Stuckert, Herb. Arg., n”
12, p. 429; Seckt, l. c., p. 347.
Córdoba : Calera.
Asterochlaena Hieronymi (Giirke) Hassler.
In Fedde, Rep., VI1TI, p. 116, n* 115; Hassler, Novit. parag., VI,
Mon. 118.
Syn.: Pavonia Mutisti Gris., Symb., p. 49, n* 262, non H. B. Kth.,
var. mollis Kth.; P. Hieronym Giúrke, l. c., p. 509; Lassa Hieronymi
(Gúrke) OK., Rev., TIL, 2, p. 19.
Mendoza, Salta, (Andes, América austral).
var. genuina (Giúrke) Hassler, 1. c.
Córdoba?
subsp. brevipila Hassler, nov. subsp., 1. e.
Salta.
subsp. longipila Hassler, nom. ad interim, l. c., Stuckert, Herb.
Arg., n” 12429 a.
Córdoba: Calera, (Paraguay).
Asterochlaena Morongii (Spencer-Moore) Hassler.
In Fedde, Rep., VÍL, p. 382, n* 74; VIII, p. 118, n* 116.
Syn. : Pavonia Morongúi Spencer-Moore, in Trans. Linn. Soc. Lon-
don, vol. 1V, p. 313; Morong, En. pl. parag., p. 58; P. sidifolia H. B.
K., forma Morongit Hassl., Fl. pilcom., 1, p. S4.
Formosa : Pilcomayo, (Paraguay, Brasil).
var. paraguariensis Hassler, in Fedde, Rep., VIII, p. 118.
Formosa : Pilcomayo, (Paraguay).
var. viscosa Hassler, in Fedde, Rep., VIT, p. 382, n* 74.
Formosa : Pilcomayo, (Paraguay).
uta ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Asterochlaena (Pseudo asterochlaena) orbicularis (Ulbrich) Hassler.
In Fedde, Rep., VIII (1910), p. 115. 3
Syn. : Pavonia orbicularis Ulbrich, in Engl. Bot. Jahrb., 44, p. 123. |
(Typ. : Paraguay). y
var. Ekmani Hassler, 1. e., p. 116. 3
Syn. : Pavonia orbicularis Ulbrich, in Ekman, Columnif.-A. Mas., in
Ark A Bot 910" 4. p. 37, a. 8. A
Misiones : San Ignacio, (Paraguay).
Asterochlaena (Pseudo-asterochlaena) sidifolia (H. B. K.) Hassler, No-
vit. parag., VI, p. 114, n* 133. k
Syn. : Pavonia sidifolia H. B. K., Nov. gen. et spec., V, p. 28355
Chodat et Hassler, Pl. Hassl., 11, p. 560; Hassler, Fl. pilcom., L, p. S4, A
Formosa : Pilcomayo, (Paraguay).
subspec. chacoénsis Hassler, subsp. nov., Fl. pilcom., L, p.S4. |
Formosa : Pilcomayo, Chaco, (Paraguay). 3
var. diuretica St.-Hil., Pl. us., tab. 53, p. p.; Fries, R. E., l. c.,
p. 43; |
an? subsp. diuretica (Gúrke) Hassl., in Novit. parag., VI, p.
60, n” 114. |
Syn. : P. divretica St.-Hil., in Mart., Fl. bras., XIL, 3, p. 510; Pl |
us., tab. 53, p. p. |
Formosa : Pilcomayo, Chaco, (Paraguay, Brasil).
HIBISCEAE Reichb.
5013, 34. HIBISCUS Linn.
Hibiscus amoenus Link et Otto.
Tc. pl. select., L p. 119, tab. 56; Ind. Kew., L, p. 1145; Gúrke, in%
Mart., Flor. bras., XII, 3, p. 552; OK., Rev., III, 2, p. 19; Fries, R: 10M
Columnif.-f1. S. Am., p. 41; Arech., Flor. urug., 1, p. 151, n* 3.
Salta, (Uruguay, Brasil).
Hibiscus cisplatinus St.-H1l.
Flor. bras. mérid., 1, p. 194, 1, 250; Ind. Kew., I, p. 1145; Giirke,
in Mart., Flor. bras., XII, 3, p. 550; Graham Kerr, Exp. Pilcomayo
(1894), p. 48; Speg., Bol. Flor. plat., p. 303, n* 83; Fl. B. A., p. 100,
n”* 112; Morong, En. pl. parag., p. 59, n* 1016; Gibert, En. pl. mon-
tev., p. 52; Arech., Fl. urug., L, p. 150, n* 2; Hicken, Chl. plat. arg. $
p. 162, n* 745. a
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS ES
Syn.: H. Arnottii Griffith, ex Mast. in Hook. f., Fl. Brit. Ind., I,
p. 344; Bettfr., Herb., 1 (1898), p. 13; Flor. arg., 1(1898), tab. 49;
Pennington, Sem. médica (1901), p. 794; H. angustifolius Hook. et Arh.,
Bot. Misc., 11 (1833), p. 152, n* 121; 1nd. Kew., L, p. 1145; Gris., Symo.,
—p.49, 1 266; Lor., Veg. Entrer., p. 155, n* 128; Abelmoschus angustifo-
ius HL. et A., l. c., Gibert, Enum. pl. montev., p. 52; Walpers, Rep.,
T (1842), p. 308; H. argentinus Speg., Bol. Fl. plat., p. 304, n* 84 (non
OK); Fl. B. A., p. 101, n* 113, tab. 56.
N. v. Rosa del río, Rosa de estero.
Buenos Aires, Entre Ríos, Chaco, Formosa, Misiones, (Uruguay,
Brasil).
Hibiscus Lambertianus H. B. K.
Nov. gen. et spec. am., V, p. 291, tab. 478; Ind. Kew., L, p. 1147;
| Gris., Symb., p. 49, n* 267; OK., Rev., III, 2, p. 19; Fries, R. E., Ark.
¡| f. Bot.. VI, p. 14, Malvales; Chodat et Hassler, Pl. Hass]., IL, p. 563.
Tucumán, Salta: Orán, Jujuy, (Bolivia, Paraguay, Brasil, América
tropical).
Hibiscus linearis St.-Hil. eb Naud.
Ann. Se. Nat., sér. 1, XVI1I (1842), p. 40; Ekman, l. c., p. 39, fig. 9.
Misiones, (Brasil).
Hibiscus Maniñot Linn.
Sp. pl., p. 696; Ind. Kew., IL, p. 1147; Domínguez, Mat. méd., p. 162,
n” 258. |
Buenos Aires, cult.?, (Geront. tropical).
Hibiscus mutabilis Linn.
Spec. pl., p. 694; Ind. Kew., L, p. 1145; Stuckert, Herb. Arg.;
Seckt, Fl. Cord., p. 345.
Buenos Aires, Córáoba, cult., (China).
Hibiscus pulcherrimus Speg.
Decad., I, p. 2, n” 3; An. Soc. €. Arg., XV (1883), p. 99; Ind. Kew.,
¡Mp. 1147.
Corrientes, Chaco.
Hibiscus pulverulentus Gris.
Symb., p. 49, n* 268; Ind. Kew., 1, p. 1147; Lorentz, Veg. Entrer.,
p. 156, n* 128. !
Salta, per urbem.
Hibiscus rosa-sinensis Linn.
Spec. pl., p. 694; Giirke, in Mart., El. bras., XII, 3, p. 545; Ind.
¡Kew., 1, p. 1145; Chodat et Hassler, Pl. Hassl., IL, p. 563.
114 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
N. v. Rosa de China, Flor de obispo.
Buenos Aires, cult. (Paraguay, Brasil, Asia, geront. tropical).
Hibiscus trionum Linn.
Spec. pl., p. 697; Ind. Kew., I, p. 1148; Stuckert, Herb. Arg., (det,
Fries et Lillo); Seckt, Fl. Cord., p. 345.
Córdoba, subspont., (Geront. tropical, Europa).
Hibiscus s).
Niederlein, Res. bot. Mis., p. 17.
Misiones.
Hibiscus sp.
Bettfreund, Herb., I, p. 11, n* 106.
Buenos Aires.
5019, 40. CIENFUEGOSIA Cav.
Syn. : Fugosia Juss., Cienfugosia DC., Prodromus, p. 457.
Cienfuegosia argentina Giirke.
In Mart., Flor. bras., XII, 3, p. 579; Fries, R. E., Ark. f. Bot., VI,
p. 14, Malvales; Lillo, Fl. tuc., p. 212; Hassler, Novit. parag., TIL
e A po
Catamarca, Tucumán, (Paraguay, Bolivia).
Cienfuegosia sulphurea (St.-Hil.) Garcke.
Bonplandia, VIIT, p. 148; Giirke, in Mart., Flor. bras., XII, 3. p.
576; Grah. Kerr., Exp. Pilcom., p. 48; Fries, R. E., Columnif.-1l. S.
Am., p. 41; Morong, En. pl. parag., p. 60, n* 969; Arech., Fl. urug.,
I, p. 152, n* 1; Ind. Kew., L, p. 535; Chodat et Hassler, Pl. Hassi.,
I, p. 96, II, p. 564; Seckt, Fl. Cord., p. 345.
Syn. : Fugosta sulphurea St.-Hil., Flor. bras. mér., 1, p. 196, tab. 49;
Gris., Symb., p. 49, n* 269; Lorentz, Veg. Entr., p. 128, n* 159; Hie-
ron., Pl. diaph., p. 40; Matoso, Ed., Cien industr., p. 229, n* 411;
Niederl., Result. bot. Mis., p. 17; Ind. Kew., 1, p. 951; Hibiscus sul-
Jureus (E. b. K. OK... Hkev., 1-29.
N. v. Mercurio.
Entre Ríos, Córdoba, Tucumán, Corrientes, Chaco, Formosa, Misio-
nes, (Paraguay, Bras1)).
var. Drummondii (Gray) Hochreutiner, Ann. Cons. et Jard.
bot. Géneve, VI, p. 57; Hassler, Flor. pilcom., I, p. 84.
Syn. : Fugosia Drummondii Gray, A., Pl. Wrigth., L p. 23.
Formosa : Pilcomayo.
LAS MALVÁCEAS ARGENTINAS 115
var. major Hassler, Fedde, Rep., VII (1909), p. 379, n* 69;
Hassler, Novit. parag., TI, p. 379.
Formosa, (Paraguay).
var. trifida Gris., Symb., p. 49, n*269 a; Seckt, Fl. Cord., p. 345.
Entre Ríos, Córdoba, Tucumán, (Brasil austral).
5020, 41. GOSSYPIUM Linn.
Gossypium arboreum Linn. o
Spec. pl., p. 693; Ind. Kew., I, p. 1057; Munk-Parodi, Pl. us., in
ARS O. A. IV, p. 129, n2 308. )
N. v. Mandiyú, Amandiyú, Uteú (quichua v. guarani).
Corrientes. Misiones, an? cult., (Paraguay, Región tropical).
Gossypium barbadense Linn.
Spec. pl., p. 693; Giirke, in Mart., Flor. bras., XIL, 3, p. 582, tab.
OXIV; Gris., Symb., p. 50, n* 270; Lorentz, Veg. Entr., p. 113; Hie-
ron., Pl. diaph., p. 40; Niederl., Riq. florest., n” 246; Estud. bot., p.
154, n* 1237; Bettfreund, Herb., I, p. 11, n* 115; Ind. Kew., 1, p.
1057; Chod. et Hassler, Pl. Hassl., L, p. 96, IL, p. 566; Seckt, Fl.
Cord., p. 345.
Syn. : E. maritimum Tod., Osserv. bot., p. 83; Morong, En. pl. pa-
rag., p. 60; G. vitifolium Lam., l. e., p. 135; Munk-Parodi, Pl. us., in
A.S. C. A., IV, p. 129; Hibiscus barbadensis (Linn.) OK., Rev., III, 2,
poo.
N. v. Algodonera, Planta de algodón.
Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Corrientes, Jujuy, an? cult. vel
subspont.: |
Gossypium herbaceum Linn.
Spec. pl., p. 693; Ind. Kew., L, pp. 1057-1058.
Syn.: G. album Wrigbt et Arn.; Munk-Parodi, Pl. us., in 4.8, O. A.,
IV, p. 129; G. religiosum Linn.. Syst. nat., IL, 462; Chodat et Hassl.,
Pl. Hassl., TL, p. 566; Giirke, in Mart., Fl. bras., XII, 3, p. 583; Stuc-
kert, Herb. Ary. (det. Fries); Seckt, Fl. Cord., p. 345.
Córdoba, La Rioja, Corrientes, Misiones, an? cult., (Paraguay, Bra-
sil, América tropical).
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV 9
TEODORO STUCKERT
(1852-1932)
Teodoro Juan Vicente Stuckert nació en Basilea (Suiza), el 4 de
septiembre de 1852. Su padre, don Federico Guillermo, era descen-
diente de nobles del Palatinado alemán y su madre, doña Rosina
Burckhardt, estaba emparentada con familias de la vieja aristocracia
de aquella hermosa y culta ciudad del Rhin.
El joven vástago hizo estudios primarios y liceales en renombra-
dos institutos de su país natal, hasta que decidió su venida a la
Argentina. Contaba a la sazón diecisiete años y su espíritu se encon-
traba ávido de emociones y de conocimientos, mientras deseaba for-
marse un hombre de bien, recto e hidalgo, haciendo debido honor a
sus antepasados y a su acendrada fe religiosa. Después de haber ten-
tado dedicatse a la agricultura, se inició con éxito en la profesión
farmacéutica, primero en Rosario de Santa Fe, y Juego como propie-
tario de botica, en Tucumán; convirtiéndose al mismo tiempo, en
esta última provincia, en «estanciero », dueño de una fracción de
campo en el departamento de Burruyacú.
En 1878 efectuó un viaje a Europa, llevando una gran cantidad de
corteza dle « quebracho blanco » (Aspidosperma quebracho-blanco
Schlecht.), coleccionada en su posesión tucumana y que repartió gra-
TEODORO STUCKERT 117
tuitamente en los principales laboratorios y clínicas de Alemania,
Francia, Suiza e Inglaterra. Por aquel entonces la droga era objeto
de una gran demanda en los mercados europeos, debido a que los
profesores Baeyer y Fraude habían obtenido el aislamiento de inte-
resantes alcaloides, sobre los cuales el profesor Pentzoldt formuló
juicios lisonjeros acerca de la acción fisiológica que ejercen. En los
laboratorios de productos químicos de Merck, Stuckert entregó mate-
rial del simple vegetal — cuyo empleo antifebrífugo era muy conocido
entre los naturales del NW. argentino y cuyas propiedades benéficas
él había experimentado en su propio organismo — al doctor Hesse;
este químico aisló también la « aspidospermina » y publicó los resul-
tados de sus investigaciones en 1880, los que sirvieron al novel far-
macéutico para presentar sobre el tema, años más tarde, su tesis pro-
fesional, la que nunca se publicó.
De regreso a la Argentina, continuó durante dos años más al frente
de su farmacia en Tucumán, para emprender después un nuevo viaje
a Europa, a fin de ejercer, por espacio de tres años, la gerencia de la
droguería Calderón, de París. Otra vez aquí, se radicó definitiva-
mente en Córdoba, en cuya Universidad se graduó en farmacia en el
año 1885, ejerciendo la noble profesión hasta comienzos de este siglo.
Su afición por el estudio de las plantas lo vinculó, en 1894, al
conocido botánico doctor Federico Kurtz, profesor de la Universi-
dad de Córdoba y miembro conspicuo de la Academia Nacional de
Ciencias. Con él se inició Stuckert en la «ciencia amable », dando
comienzos entonces a la formación de su gran herbario, que ha lle-
gado al número 24.115, calculándose los ejemplares que lo consti-
tuyen en la cifra de diez millares.
El centro de sus empeñosas herborizaciones fué la provincia de
Córdoba, la que recorrió casi integramente, haciendo hallazgos tan
interesantes como el de la orquídea Pteroglossaspis argentina, única
representante americana de un género sudafricano, y extendiendo
también sus excursiones fitológicas a las provincias vecinas, engro-
sando, al mismo tiempo, sus colecciones con materiales que le envia-
ban, desde otros puntos de la República, colaboradores y amigos.
Se vinculó, asimismo, a otros botánicos del país, tales como Spe-
gazzini, Lillo, Domínguez, Hicken, etc., al primero de los cuales
facilitó ejemplares para la monografía de las Stipeae, uno de los tra-
bajos fanerogámicos de mayor enjundia del ilustre fitólogo platense,
quien en la portada de su obra, hace especial mención de agradeci-
miento para el diligente colaborador.
118 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Por el año 1905 se trasladó a Europa, a fin de llevar parte del her-
bario que hasta entonces había reunido, a destacados especialistas.
Así. entregó las Gramíneas a Eduardo Hackel, profesor de la Univer-
sidad de Graz (Austria), sabio de autoridad mundial en tan importante
familia; las Poligaláceas y Labiadas, respectivamente, a sus compa-
triotas Roberto Chodat y Juan Briquet, afamados botánicos de la
época; etc. Es este un servicio valioso que prestó Stuckert a la Botá-
nica nacional; de esa manera nacieron sus contribuciones comentadas
referentes a nuestras gramas, que constituyen el fundamento del
catálogo agrostológico argentino y que han permitido las profundas
revisiones posteriores del profesor Eorenzo R. Parodi.
Compiló después un índice de la Flora argentina, sobre la base de
citas bibliográficas y de las determinaciones que estuvieron a su
alcance, trabajo que presentó en el Congreso Científico celebrado el
año del Centenario (1910). Este certamen lo aprobó, recomendando su
publicación, que no pudo realizarse, permaneciendo el original en
gran parte sin editarse. Stuckert logró solamente publicar, en forma
aislada, algunas familias, como el precedente catálogo de las Malvá-
Ceas, el cual puede carecer de sentido crítico, para juzgar el valor
de las especies, pero siempre significa una guía de utilidad y de pro-
vecho para las búsquedas e investigaciones que se emprendan, dado
el estado incompleto de nuestros conocimientos florísticos.
En 1912 llevó a Suiza todo su herbario, con el propósito de estu-
diarlo cerca de los grandes centros botánicos europeos ; mas, a pesar
de la misión que se había impuesto, no pudo substraerse a la atrae-
ción que la Argentina ejercía en su espíritu. Y volvió en 1915, para
tener, poco tiempo después, la desgracia de enfermarse de conside-
ración, en tal forma que le fué imposible toda preocupación mental
y física por espacio de casi una década.
Apenas hace cinco años pudo dedicarse a sus actividades favo:-
ritas; enriqueció su herbario con nuevos aportes y lo depositó en la
Universidad cordobesa, donde actualmente se encuentra. Volvió a
sus tareas predilectas, a pesar de sus achaques y de desgracias fami-
liares que lo afligieron; reanudó su correspondencia con los natura-
listas, la que llevaba escrupulosamente ayudado, con todo cariño, por
su hija Rosalía, relacionándose con los nuevos botánicos argentinos,
a quienes se ofrecía para colaborar en sus trabajos, en la forma de
envío de materiales, apuntes de su herbario, fotografías, etc. Así, no
mucho tiempo antes de morir, remitía al ingeniero Enrique C. Clos
datos acerca de Prosopis schinopoma, especie de « algarrobo » des-
TEODORO STUCKERT 119
crita por él en 1903, acompañando su misiva con un buen dibujo
inédito y dándole la autorización para publicarlo si fuera oportuno.
Stuckert era conocedor, como pocos, de las propiedades que se atri-
buyen, con fundamento o sin él, a nuestras plantas indígenas, como
asimismo estaba familiarizado con sus nombres vernaculares. Era
un excelente orientador en las investigaciones fitoquímicas y varias
publicaciones de esta índole tienen su origen en informaciones comu-
nicadas por él. Fué inspirador de algunos trabajos de su hijo, el doc-
tor Guillermo V., profesor de Química biológica de la Facultad de
Medicina de Córdoba, quien tuvo la satisfacción de aislar alcaloides
en Fagara coco y en Lycium pruinosum.
A pesar de las amarguras de la existencia, Stuckert tuvo muchas
satisfacciones en sus labores predilectas, entre ellas la que experi-
menta el naturalista cuando ve el producto de sus colecciones bien
aprovechado en beneficio del progreso científico y la distinción que
siempre significa el hecho de que nuevas entidades taxonómicas
ostenten su nombre. A esto puede agregarse las designaciones hono-
ríficas, que llevaron al ánimo del anciano botánico la impresión de
que sus desvelos habían sido apreciados, debida y justicieramente
juzgados.
Sus servicios oficiales fueron los siguientes : Profesor de Ciencias
Naturales y de Química en la Escuela Nacional de A ericultura de Cór-
doba (años 1904 y 1905); y representante consular de su patria, la
Confederación Helvética, con sede en Córdoba, pero con jurisdicción
en las provincias vecinas (años 1906 a 1912).
He aquí la producción registrada del naturalista suizo, cuyo aporte
más importante a la Ciencia argentina lo constituye, volvemos a repe-
tirlo, sus cuatro Contribuciones al conocimiento de las Gramináceas
argentinas, redactadas sobre la base de las clasificaciones hechas por
el célebre Hackel.
LISTA BIBLIOGRÁFICA DE TEODORO STUCKERT
1. Nota preliminar sobre una nueva planta galactógena indígena de la Repú-
blica Argentina : « Uhoristigma Stuckertiana» F. Kurtz. — Rev. farmacént.
Bs. Aires, año XLJI, XL, 5 (1901) 141-147. — Semana Médica, año VIII,
n* 3871 (1901) 252-254. — Pharm. Post (1897) 443-449, 2 taf. Wien.
2. Una leguminosa nueva de la Flora argentina : « Prosopis barba-tigridis »
n. sp. — Comunic. Museo Nac. Bs. Aires, 1, 3 (1899) 66-69, 2 lám.
3. Flora argentina (Observaciones y contestación a E. L. Holmberg). —
Anal. Soc. Cient. Argent., XLVIII y XLIX (1899, 1900) 67-105, 19-21.
120 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
4. El Vinalillo. Una nueva planta arbórea de la familia de las Legumi-
nosas, perteneciente a la Flora argentina. — Anal. Museo Nac. Bs. Aires,
VIT (1900) 73-79, lám. IV.
5. Notas sobre algunos helechos nuevos o críticos para la provincia de Cór-
doba. — Añal. Mus. Nac. Bs. Atres, VII (ser. MI, t. I) 295-303 (1902).
6. Un árbol sagrado. — Anal. Soc. Cient. Argent., LIIT (1902) 1-12. —
(Drimys Winteri Forst.)
7. Tres Orquidáceas interesantes para la República Argentina. — Anal.
Mus. Nac. Bs. Aires; IX (ser. TI, t. II) 11-18 (1903). — Determinaciones
de Rolfe.
Ss. Propiedades físicas y aplicación de la « Prosopis barba-tigridis ». —
« Arte de curar » (Revista farmacéutica). Rosario de Santa Fe (1908).
9. Las Zigofiláceas argentinas y sus aplicaciones. — « Arte de curar » (Re-
vista farmacéutica). Rosario de Santa Fe (19083).
10. Contribución al conocimiento de las GCramináceas argentinas. — Anal.
Mus. Nac. Bs. Aires, XI (ser. II, t. IV) 43-161 (1904). — Determinaciones
de E. Hackel.
11. Une nouvelle mimosée, « Prosopis schinopoma », de la République Ar-
gentine. — Bull. de UV Acad. internat. de Géogr. bot., XIII année (3* série),
no 172 (1904) 87. |
12. Géneros de la familia de las Compuestas. Distribución geográfica en la
Flora argentina. — Anal. Mus. Nac. bs. Aires, XIII (1906) 303-309.
13. Segunda contribución al conocimiento de las GFramináceas argentinas.
— Anal. Mus. Nac. Bs. Aires, XI! (1906) 409-555. — Determinaciones
de E. Hackel.
14. Tercera contribución al conocimiento de las Gramináceas argentinas. —
Anal. Mus. Nac. Bs. Aires, XXI (1911) 1-214, IV tab. — Determinaciones
de E. Hackel. :
15. Quatrieme contribution a la connaissance des Graminées argentines. —
Amn. Cons. et Jardin bot. Geneéve, XVII (1913) 278-309. — Determinacio-
nes de E. Hackel.
16. Die Nyctaginaceen argentiniens. — Ann. Cons. et Járd. Genéve, XVII
(1913) 219-234. — Determinaciones de A. Heimerl.
17. Présentation d' Asclépiadacées de la PFlore argentine. -— Bull. Soc.
Bot. Genéve, V, 2 sér. (1913) 254.
18. Labiadas argentinas. — Rev. Univ. Nac. Córdoba, año 4 (1917) 300-
305 y año 5 (1918) 96-130.
19. Enumération des Valerianacées de l' Argentine. — Anal. Conserv. el
Jard. bot. Genéve, XX (1919) 428-445. -— Determinaciones de J. Briquet.
20. Catalogue des Oxalidacées de lU' Argentine. — Anal. Conserv. et Jard.
bot. Genéve, XX (1919) 446-464. — Determinaciones de J. Briquet.
21. Las Malváceas argentinas. —- Anal. Soc. Cient. Argent., CXIV (1932)
5-37, 99-115.
TEODORO STUCKERT 121
Muchas exsiccata de Stuckert (Herbarium argentinum) figuran en
las principales colecciones del país: Instituto de Botánica y Farma-
cología, « Darwinion » del doctor Hicken, Universidad de Tucumán
(ex Herbario Lillo), Herbario L. R. Parodi, etc.; Gramíneas, Ciperá-
ceas y Juncáceas argentinas herborizadas por él, las hay numerosas
en las series de Kneuker, distribuídas por la casa Weigel, de Leipzig.
Don Teodoro Stuckert fué, pues, un meritorio trabajador de la
Botánica argentina, loablemente inspirado, que se adaptó sin mayor
esfuerzo a nuestro medio, manteniendo las características salientes
de la raza germánica: rectitud, método y dedicación generosa y de-
sinteresada a la rama científica preferida. No buscó más recompensa
que la propia satisfacción de determinar un progreso, en la medida
de sus fuerzas, en los conocimientos fitológicos y fitoquímicos de este
país, al que quiso bien y donde constituyó su hogar y donde nacieron
sus hijos. Se refiere que cuando pasaba los días en su establecimien-
to de campo «San Teodoro », en el departamento de Río I, o bien
en sus exploraciones botánicas, hacía la vida de un verdadero hombre
de campo : gustaba del mate y del asado con fruición, montaba a Ca-
ballo como buen jinete y dormía al raso sin inconveniente alguno...
El óbito del infatigable naturalista aconteció en Córdoba, el día
11 de junio del corriente año, después de sufrir las alternativas de
una pertinaz dolencia que había recrudecido en los últimos tiempos.
Al día siguiente tuvo lugar el sepelio de sus restos en el cementerio
de San Jerónimo; «y cuando el ataúd era acompañado por familiares
y amigos a la última morada — me ha escrito su hijo Guillermo —
un rayo de sol se abría paso a través de las nubes y lo iluminaba,
como postrer saludo al laborioso varón, que iba a descansar para
siempre en suelo argentino ». ¡ Honor a su memoria!
JOSÉ F. MOLFINO.
Buenos Aires, día del octogésimo aniversario del natalicio.
Francisco Javier Muniz
(Óleo existente en el Museo de Historia Natural de La Plata.)
CICLO DE CONFERENCIAS
(1930)
FRANCISCO JAVIER MUÑIZ 0
(1795-1871)
POR EL DOCTOR NICOLÁS LOZANO
Presidente de la Sociedad Científica Argentina
RÉSUMÉ
Francisco Javier Muñiz. — L*auteur, Docteur en médecine, Président de la
Société Scientifique Argentine, fait, dans cette conférence, un exposé sommaire
de la vie et des ceuvres du docteur Francois Xavier Muñiz, vrai précurseur, en
Argentine, des études sur les sciences naturelles, ainsi que des recherches médi-
cales. On lui doit, entre autres choses, la découverte du vaccin spontané du bé-
tail argentin; il suivit les recherches de Jenner; il émit une hypothese diffé-
rente de celle qui fut acceptée ensuite, pendant un certain temps, sur l'origine
du cow-pox. Il fit aussi des études et des observations sur la scarlatine ainsi que
sur d'autres maladies infectieuses. Relativement aux sciences naturelles, c'est la
Géologie et la Paléontologie qui le seduisirent; il fit, a leur sujet, des découvertes,
importantes, si 1?on considere 1'état naissant de ces sciences dans 1"Argentine.
Tous les travaux du docteur Muñiz ont eu certaine répercussion dans les centres
scientifiques européens, ayant été honorablement appréciés par des hommes de
la valeur de Darwin. Muñiz organisa, également, les services médicaux officiels,
et surtout, ceux de larmée, ayant pris part á plusieurs campagnes. 11 a, égale-
ment, pris part active et efficace en politique, et dans le Parlement.
La Sociedad Científica Argentina, inicia hoy el tercer año de con-
Terencias con el objetivo de contribuir a la difusión de los estudios
sobre nuestro medio ambiente (suelo, atmósfera, clima, cielo, mar,
ríos, fauna, flora), así como de los primeros hombres de ciencia que
se ocuparon de este género de actividades entre nosotros, abriendo
el surco donde depositaran las semillas que han fructificado después,
con una abundante producción de los nuevos investigadores que, día
a día, enriquecen la literatura científica con caracteres y relieves pro-
(1) Conferencia leída por el autor en la sede social, el 8 de mayo de 1930.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV 10
poa ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
pios. ¡Honor a todos ellos que con su labor constante, aumentan el
vasto campo de los conocimientos humanos, indispensable coopera-
ción que corresponde a todo país que se precie de culto!
Con el andar del tiempo, se han iluminado algunos secretos de |
nuestra naturaleza, con mayor o menor claridad, sin que pueda de-
cirse que no nos veamos rodeados de misterios, atrayentes en el sen-=
tido de su dilucidación, siendo este el incentivo de los que intentan
descifrarlos. Para alcanzar tal finalidad, necesitan reveer continua-
mente las verdades que los afortunados adquieren, y descubrir su
grado de relatividad o de firmeza, hasta que llegan a la categoría de
verdades demostradas, por el consenso de los sabios. Esta es la ley
ineludible del trabajo científico, que debe ser metódico, preciso y su-
jeto a repetidas comprobaciones para tener valor.
Cada época da su número de estudiosos que forman un anillo en la
interminable cadena que nos guía para conocer el pasado y unirlo al
presente. Es así como se constituye el caudal de las ciencias propias
de cada nación, que es tan indispensable para el progreso, porque sin
él, se marcharía a obscuras. |
Si en el orden material podemos sentirnos orgullosos de poseer un
inmenso, variado y rico territorio, abierto a todas las posibilidades
del trabajo fecundo, también en el cultural tenemos preclaras inteli-
gencias que, desde el primer momento en que adquirimos derecho de
vida propia, se dedicaron al estudio de diversas ramas de las cien-
cias, llevados por el ansia del saber y a la vez por una intuición de
erandeza patria, carentes de maestros que les indicaran el camino a
seguir y por lo tanto confiados a sus solas fuerzas que los obligó aser
autodidactas. A esta noble especie de sabios pertenece el doctor |
Francisco Javier Muñiz, cuya vida y obra merecen ser difundidas por
los centros culturales, como un tributo de admiración a su memoria
y de estímulo a las generaciones presentes, que deben cifrar en el
culto de nuestros grandes antepasados, la fuerza inmanente necesaria
para realizar labor útil, sea cualquiera el escenario en que les toque
desarrollar sus energías.
La personalidad del doctor Muñiz es tan destacada y llena de face-
tas de singular brillo, que no es de extrañar haya inducido a estu- |
diarla con verdadero entusiasmo a nuestras mentalidades superiores.
Sarmiento le ha dedicado un libro donde se admira su maravilloso
don evocativo y de alta crítica. El doctor Eliseo Cantón lo ha pro-
fundizado en su calidad de médico y docente que fué de esta ciencia,
en sa magistral obra Historia de la medicina en el Río de la Plata.
CICLO DE CONFERENCIAS 125
El profesor Gez hizo una hermosa y concienzuda sintesis de su actua-
ción de sabio, que presentó al primer Congreso de Ciencias Naturales
que tuvo lugar en Tucumán (1916). Hay, pues, abundantes y ricas
fuentes informativas a las que nada nuevo se puede agregar, porque
todo está dicho en los juicios de Mitre, Gelly y Obes, Darwin, Epps
(de la Real Sociedad Jenneriana de Londres), Burmeister, Ameghino
y de muchos de sus contemporáneos de valimiento, que revelan el
respeto, la admiración y el cariño que por él sentían y vienen a dar
un sello documentado a sus panegiristas. Así, está estudiado el pa-
triota insigne que regó con su sangre el suelo que lo vió nacer; el
profesor eminente que dió con su consagración a la enseñanza, todo
el fruto que había podido atesorar en sus lecturas y en su larga expe-
riencia profesional; el descubridor del cow-pox argentino que supo
salvarnos de la pérdida de la vacuna, durante la ominosa tiranía de
Rosas; el amante de la Naturaleza que observa y estudia el medio en
que vive, y que lo lleva a explorar los vestigios de edades remotas y
a ser el fundador de nuestra Paleontología; el cultor de nuestra inci-
piente literatura que nos presenta interesantes monografías y des-
ecripciones de elegante y transparente estilo, que se ocupa de los
americanismos y dirige al Presidente de la Real Academia Española,
una Comunicación con atinados puntos de vista sobre el diccionario
y los cambios ortográficos, para facilitar el aprendizaje del idioma; y
por fin, el médico altruísta y de sublimes abnegaciones, maestro en
su profesión, que ejerce su ministerio ejemplarmente, tanto en el
público como en los ejércitos de la patria, que actúa de una manera
heroica en los campos de batalla y que termina el brillante ciclo de su
vida, tan afanosa y múltiple, inmolándose en el cumplimiento de su
deber al lado de sus enfermos. Nada falta, pues, a esta excelsa figura
para merecer los más altos honores y el reconocimiento de la poste-
ridad.
Sarmiento inicia su libro manifestando que con Muñiz « comienza
un movimiento científico y literario que tiene por objeto el estudio
de nosotros mismos y el del país en que vivimos ». Lo clasifica como
«escritor naturalista», fundador de esa escuela, porque todos sus
temas se refieren a lo que ha visto y observado, sin dar vuelo a la
imaginación, y hace resaltar las coincidencias que tienen con algunos
de sus análisis en Civilización y Barbarie. Ambos, y quizá en el mis-
mo año, según lo asegura el genial educador, describieron al gaucho
de aquella época con idénticas apreciaciones, penetrando sútilmente
en su psicología y en la vida errante y vagabunda que llevaba, dies-
126 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
tro en aventuras, haciendo alarde de su valor y destreza, como si el
alma de Don Quijote, trasunto de una raza fuerte y soñadora, hubiera
transmigrado a las soledades de América, para dar una nueva faz de
sus quimeras y audacias al cruzarse con los nativos, impregnándose
del medio ambiente.
El estudio sobre el «ñandú» o avestruz americano, no puede ser más
completo. Bajo el punto de vista anatómico y de los hábitos de este
ejemplar curioso de nuestras pampas, así como de su utilidad y de la
manera que tienen los gauchos para cazarlo, por medio de las bolea-
doras, hábilmente lanzadas por éstos en las correrías especiales que
efectúan, es de una exactitud y al mismo tiempo de una real belleza
descriptiva. Al hacer el parangón entre el avestruz de África y el
americano, rectifica a los naturalistas europeos, que faltos de datos y
sin la observación directa, cometieron errores.
Todos sus escritos revelan el cuidado minucioso que ponía para
ajustarse a la verdad; son de un corte científico por su estructura y
por el método y la claridad del pensamiento. En la correspondencia
que mantuvo con los sabios a quienes se dirigió, haciéndoles conocer
sus investigaciones, se revela, como lo hace notar el profesor Gez, el
hombre «modesto y equilibrado que se da perfecta cuenta de que
puede haber cometido errores de clasificación, que en nada amenguan
su eran valimiento de descubridor y sus facultades de analista de lo
que observaba con escrupuloso cuidado ». Dice, al dirigirse a Darwin:
«Sin maestros, sin tener con quien consultar mis dudas, falto de
libros y aun de medios de obtenerlos, librado al impulso de mi solo
instinto y a los recursos de mi limitada capacidad, puedo haber come-
tidos graves faltas descriptivas y de clasificación >». Los que han
estudiado después sus producciones, le hacen el más cumplido elogio,
teniendo en consideración las circunstancias apuntadas y lo colocan
en un primer plano, como veremos más adelante.
Vino al mundo Muniz en el partido de San Isidro (provincia de
Buenos Aires), el 21 de diciembre de 1795. Hijo de padres que figu-
raban entre las familias distinguidas de aquella época, lo educaron
cultivándole los sentimientos del honor y del fiel cumplimiento de los
deberes propios a toda persona bien nacida. No es de admirarse
entonces, que niño aún, a la edad de doce años, sus entusiasmos juve-
niles lo llevaran a defender su patria, cuando las invasiones inglesas
procuraron incorporar nuestro territorio al imperio británico. En
1807, lo vemos figurar como cadete, enrolado en el Regimiento de
Andaluces y tomar parte en los combates que se realizaron en las
CICLO DE CONFERENCIAS 127
calles de Buenos Aires, donde fué herido en una pierna, en un acto
de arrojo, por una bala disparada a corta distancia.
Terminadas las heroicas campañas de la Reconquista, el joven Mu-
niz se dedicó a los estudios en el famoso Colegio de San Carlos, donde
bajo la dirección del canónigo Banegas, que era uno de los hombres
más ilustrados de su tiempo, adquirió conocimientos secundarios que
lo prepararon para entrar a los cursos de medicina, en la escuela fun-
dada por el doctor Cosme Argerich, con el título de Instituto Médico-
Militar. Era una de las necesidades de esos años de la emancipación
y dle las luchas que se siguieron, poseer médicos cirujanos que pudie-
ran servir en los ejércitos de la patria, y así fué como Muñiz, inmedia-
tamente de recibir su título profesional, fué designado segundo ciru-
jano en la guarnición de Patagones, donde se incorporó a las órdenes
de su jefe, don Celedonio Fuentes.
La provincia de Buenos Aires debía ser el teatro principal de sus
activas funciones de médico y estudioso en los años que vivió en su
campaña, prodigando sus servicios a los soldados, al pueblo y a los
indios, con la mayor abnegación, y al mismo tiempo entregado a las
investigaciones que le dieron fama mundial, por sus descubrimientos
paleontológicos. Desde el año 21 al 26 recorrió gran parte de esta pro-
vincia, desde Patagones a Luján, en diversas guarniciones, ascendien-
do paulatinamente en jerarquía, hasta llegar al grado de médico y ci-
rujano principal, nombramiento que le otorgó el presidente Rivadavia.
Sobrevino la guerra con el Brasil, en el Uruguay, y allí fué Muniz,
como segundo, bajo la dirección del doctor Riberos, que era el jefe mé-
dico. Su acción en esta larga campaña, llegó a ser utilísima, no sola-
mente en su calidad de cirujano, siguiendo paso a paso la marcha del
ejército argentino, sino también como observador de todos los hechos
de armas. Tuvo la feliz ocurrencia de recoger una piedra de cada una
de las localidades donde se produjeron acontecimientos de importan-
cia, acompañándolas de una descripción de lo que había visto y
observado; de tal manera, que estas piedras vinieron a ser para los
historiadores, como dice Sarmiento, « columnas miliarias o faros lumi-
n0s0s » para guiarlos en la intrincada sucesión de los actos de toda
guerra, apreciados con diferente criterio, según los autores. La des-
eripción se titula: «Noticia histórica y brevemente conmemorativa
sobre el ejército argentino, destinado a la guerra del Brasil, en su
eloriosa campaña de 1826 a 1827, físicamente representada en diez
y nueve piedras, tomadas de los lugares en que ocurrieron los acon-
tecimientos; y que, el que subscribe, dirige al señor Secretario de la
128 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Asociación de Amigos de la Historia Natural del Plata, para los obje-
tos que le comunica en carta de esa fecha». En esa campaña, asistió
al general Lavalle, verdadero centauro por su bravura y gallardía en
los combates de la epopeya emancipadora, desde las márgenes del
Plata al Ecuador, que había sido siempre respetado por las balas y
vino a ser herido en una pierna en Sierra Yerbal, a 14 leguas del
ejército. Acude Muniz, atraviesa los torrentosos ríos del Candiote y
Yaguarón, andando y desandando camino para evitar a las partidas
enemigas dispersas en una vasta extensión, y al fin encuentra a
Lavalle (1), quien tiernamente conmovido, le dice: « Amigo querido,
lo hacía a usted prisionero; grande es mi regocijo al verlo sano y
bueno». El general Lavalle, había apreciado ya la competencia de
Muñiz como cirujano en las guarniciones de la provincia de Buenos
Aires, de modo que es de imaginarse la emoción con que lo recibiría
siendo él quien iba a utilizar sus servicios.
Como testigo presencial, analiza los cargos que se le hicieron al
general en jefe, don Carlos María de Alvear, por la muerte del coro-
nel Brandzen, desvirtuándolos completamente; y exaita el arrojo y
habilidad de nuestras tropas, comandadas por muchos de los bri-
llantes jefes y oficiales de nuestra independencia. Sus observaciones
formuladas con un criterio reposado y competente, son documentos
valiosísimos que deben ser tomados en cuenta por todos los que se
dedican a la crítica histórica de nuestras campañas guerreras. Es
que en Muñiz había un espíritu militar, como lo probó desde su juven-
tua, desarrollado y ampliado en su convivencia en los campamen-
tos con los más ilustres jefes dle aquella época. Se comprende perfec-
tamente que sus facultades asimiladoras, que eran sobresalientes,
le permitieran adquirir algunos conocimientos técnicos del arte de la
guerra de aquellos tiempos, en la cantidad indispensable como para
poder juzgar los actos producidos, con ecuanimidad y competencia.
En su calidad de médico del ejército, supo indicar y seguir los per-
feccionamieutos que se realizaban en Europa y Estados Unidos para
cuidar la salud del soldado, evitar las epidemias y atender a los heri-
dos en los puestos de socorro y hospitales de evacuación. Su con-
ducta en todas las acciones en que tomó parte, está abonada por
recomendaciones especiales de los comandos.: Los informes y notas
que les dirigió para obtener los fines que perseguía, indican su previ-
sión y pericia. Había en él un organizador eficaz de los elementos
(1) SARMIENTO, Vida y escritos de Francisco Javier Muñiz, página 318.
CICLO DE CONFERENCIAS 129
sanitarios de guerra, y es por esto que su nombre glorioso es todo un
símbolo para la sanidad militar del ejército. Su amor a la institu-
ción, sus disposiciones adoptadas anticipadamente para que los heri-
dos pudieran tener una eficaz y rápida asistencia, su actividad y
celo en todos los momentos, aun en la época en que anciano ya, cum-
plía abnegadamente los deberes de su cargo, son un alto ejemplo y
sorprende que todo esto no haya sido tenido en cuenta al inaugu-
rarse nuestro grandioso Hospital militar central para llamarlo « Hos-
pital Francisco Javier Muñiz ». El actual hospital de infecciosos, lleva
el nombre del doctor Muñiz, pero es al Militar a quien correspondía
esa designación.
Los cargos que desempeñó en la enseñanza médica, donde llegó a
presidir la Facultad, no fueron obstáculo para que cada vez que podía
ser útil su gran experiencia profesional y sus aptitudes reconocidas,
en las guerras que tuvimos, fuese el primero en presentarse a ofrecer
sus servicios. Así, en vísperas de la batalla de Cepeda le tocó orga-
nizar los elementos sanitarios, y en la referida acción, recibió una
herida de lanza en circunstancias que curaba a los caídos. El doctor
Cantón al mencionar este hecho heroico, que tuvo lugar el 29 de octu-
bre de 1859, dice, recordando la otra herida de bala que tuvo a los
doce años: < Estas dos fechas, separadas por más de medio siglo, encie-
rran toda una vida de altruísmo y de fecunda consagración al estu-
dio y servicio de la Nación, que nadie ha conseguido superar y que,
aun considerándolas como meras acciones de guerra, han de ser muy
contados los hombres de espada que puedan lucir trofeos tan honro-
sos, conquistados a tan largos intervalos, de un continuo batallar en
el servicio de los más nobles ideales » (1).
En la guerra del Paraguay no podía faltar su concurso. Al reti-
rarse de esa cruenta campaña en la que estableció hospitales de san-
gre en Las Ensenaditas, cerca del Paso de la Patria y en Corrientes,
donde también prestó importantes servicios profesionales durante
su larga permanencia, el general Mitre, le dice: «No quiero que usted
se ausente de este punto sin manifestarle mi estimación y agradeci-
miento, tanto en nombre del ejército, como en el mío, por el patrio-
tismo y consagración a sus nobles deberes que usted ha acreditado
una vez más en su larga y honrosa carrera. Fué usted uno de los
primeros que se me presentó en Buenos Aires, para acompañar al
ejército como cirujano, y aun cuando entonces no acepté su gene-
(1) CANTÓN, obra citada.
130 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
rosa oferta, por no ser absolutamente indispensable, ha sido sin
embargo uno de los primeros que se me ha presentado en la ocasión
en que podían ser útiles sus servicios profesionales, trasladándose
espontáneamente desde la Capital a este punto ».
El profesor Grez, conocedor de lo que llevó a cabo en Corrien-
tes, manifiesta: « Permaneció hasta mediados de octubre de 1868,
conservándose el recuerdo de su filantropía, de su espíritu caba-
lleresco y la gallardía de su persona austera, simpática y venera-
ble. Esta culta sociedad tiene pendiente para con él una deuda de
gratitud; falta del homenaje merecido que perpetúe, en las genera-
ciones actuales y venideras, su obra como médico y filántropo, y su
honrosa tradición como sabio y patriota » (1).
La enseñanza médica lo cuenta a Muñiz como el fundador de la
cátedra de obstetricia, medicina legal y enfermedades de niños, en la
reorganización que hizo Rivadavia de esta clase de estudios, para lo
cual tuvo que esperar su regreso con el ejército de Alvear, después
de la batalla de Ituzaingó. En 1827 inaugura su curso con una
disertación que es un modelo de literatura científica, por la belleza
de la forma y la profundidad de los conceptos, trazando un paralelo
magistral entre el organismo de la mujer y el del hombre, llamada la
primera a perpetuar la especie y a darle el calor y atracción de sus
sentimientos afectivos. Cantón dice, que «el profesor Muniz legó a
cuantos le sucedieron en la cátedra, una tradición de élite científica
y literaria, y de sincero amor al estudio, que muy pocos supieron
perpetuar a la altura en la cual la había colocado el fundador de esa
materia ». Por cierto, que este juicio, emanado de quien ha sido un
eximio y talentoso maestro de la misma materia, merece ser con-
signado.
Poco tiempo duró la enseñanza de Muñiz. Sentía el aguijón del
sabio que desea investigar la Naturaleza, buscando el pasado de eda-
des remotas en las capas fosilíferas de la tierra; por esto renunció a
su cátedra, trasladándose a la Villa de Luján con el modesto cargo de
médico militar, encargado también del servicio de vacuna. Parecía
que hubiera presentido la era de descomposición y atraso que ven-
dría con Rosas en la que, si no se perdió la cultura médica, como se
apagaran tantas luces que brillaban ya en nuestra incipiente nacio-
nalidad, fué por la dedicación y el amor con que continuaron desen-
peñando sus funciones de maestros, nobles y abnegados médicos, que
(1) GEz, obra citada.
CICLO DE CONFERENCIAS 131
al fin tuvieron que emigrar muchos de ellos, para librarse de las per-
secuciones y barbarie de la época luctuosa de nuestra historia. Caído
el tirano, en 1852, al reorganizarse la Escuela de Medicina, bajo el
impulso del doctor Vicente Fidel López, el eminente ministro que se
preocupó de constituirla con los más conspicuos profesores, fué
llamado Muñiz, para renovar la enseñanza de su cátedra. Allí tuvo
oportunidad de demostrar sus conocimientos y sus dones de orga-
nizador, porque se le designó también Presidente de la Facultad en
tres períodos consecutivos, lo que no le impidió eventualmente acu-
dir a los campamentos de San Nicolás y de Corrientes, como lo deja-
mos dicho. Cantón en la notable biografía que le hace estudiando su
faz docente, manifiesta que, «ya se le mire como presidente y cate-
drático de la Facultad de Medicina, como hombre de ciencia en la
más alta acepción de la palabra; como abnegado patriota y como infa-
tigable cirujano militar, ocupa y llena con el brillo de virtudes insu-
perables, medio siglo de la historia médica argentina ».
Señaladas a grandes rasgos las actividades del doctor Muñiz en el
orden militar y en su calidad de maestro, demostrativas de un gran
corazón y de un cerebro privilegiado, nos resta indicar lo que llegó a
ser como hombre de ciencia.
Descubrimiento de la vacuna espontánea en el ganado argentino. —
Sabido es que la viruela fué por siglos el más temible azote de la
humanidad y que sus víctimas se cuentan por millones, debiéndosele
la principal destrucción de las razas autóctonas de América. Se
había encontrado en Asia un medio preservativo, inoculando el pus
de una viruela que no fuese grave, procedimiento llamado la varioli-
zación, que llevó a Europa lady Worthly y Montagne y adquirió rápi-
damente un eran desarrollo, siendo también transportado a nuestras
playas. Pero tenía un peligro: daba un pequeño porcentaje de muer-
tes, porque no siempre la enfermedad producida era sencilla y dis-
creta. El inmortal Jenner, por una intuición verdaderamente genial y
después de pacientes investigaciones, descubrió que las pústulas de las
ubres, en las vacas de Glocester, semejantes en su morfología a las
que da lugar la viruela, inoculadas al hombre, no ofrecían peligro
alguno y eran el mejor profiláctico. Veinte años ocupó en adquirir
esta certidumbre, después de practicar numerosas inoculaciones, y
recién, hizo conocer al mundo su famoso cow-pox. El grito de alegría
y agradecimiento, con que se recibió esta feliz noticia, no ha tenido
otro semejante, y los pueblos se apresuraron a utilizar este nuevo
preservativo que llegó también hasta nosotros, traído por una fra-
132 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
gata portuguesa que pertenecía al señor Antonio Machado Carva-
lho, que era conductora de 38 negros esclavos, entre los cuales había
dos negritos, con espléndidas vacunas. Desde entonces se siguió la
práctica de las inoculaciones, que vinieron a interrumpirse cuando
Rosas suprimió estos servicios, acto que bastaría, si no abundaran
otros, para caracterizar su afán destructivo y su carencia de senti-
mientos humanitarios.
Mucho tiempo antes de esto, Muñiz había tenido ocasión de obser-
var en Chascomús una vaca con vesículas en las ubres, iguales a las
descritas por Jenner. Llevó el hecho a conocimiento de sus superiores,
los que se apresuraron a comunicarlo al Instituto de Vacuna de Lon-
dres, recibiéndose contestaciones laudatorias, por tal descubrimiento.
Pasaron los años y cuando la ciudad de Buenos Aires se encontraba bajo
la penosa impresión de no poseer este profiláctico, que se había extin-
guido por falta de una protección oficial, presentóse un día el doctor
Muniz, el 12 de septiembre de 15844, con una hijita que ostentaba en
sus tiernos brazos, hermosas vacunas obtenidas del cow-pox de
vacas de Luján, donde residía y con las cuales se pudo restablecer el
servicio de vacunación. Imitó a Jenner en sus investigaciones, que
le ocuparon como a éste cerca de veinte años.
_La monografía que el doctor Muñiz elevó a la Real Sociedad
Jenneriana de Londres, contiene una hipótesis distinta a la que rel-
naba entonces sobre el origen del cow-pox. La evolución de las pús-
tulas en la vaca, los síntomas de que van acompañadas, las inocula-
ciones repetidas que practicó, hasta convencerse de la bondad del
profiláctico que había encontrado, fueron objeto de un análisis minu-
cioso, terminado con estas palabras: « Hemos concluído, señor, nues-
tras observaciones sobre la vacuna natural, si insuficientes, si con-
ducidas, sin el debido tino; si defectuosas en sus pormenores, son,
sin embargo, dignas de indulgencia. Nadie ha debido esperar, quizá,
ni exigir más orden, precisión, claridad, ni talento de un pobre
médico de aldea. Y si nos fuera permitido concebir alguna satisfac-
ción en la materia de que tratamos, ésta sería la de habernos empe-
nado tanto cuanto nos fué posible, en rendir un servicio a la práctica
de la vacuna. Si algún día ella llegara por fatalidad a faltar, o a des-
naturalizarse la belleza de una o más generaciones, nada tendríaque
temer de la desvastación variólica, desde que existe en este territo-
rio la contravacuna indígena » (1).
(1) CANTÓN, obra citada, tomo II, página 110.
CICLO DE CONFERENCIAS 175
Se ve siempre en él al autodidacta que, por no haber aprendido las
disciplinas de una enseñanza metódica, en los centros de estudio,
presenta sus excusas, que no son el fruto de una modestia 1nmoti-
vada, sino la severidad del sabio, amante de la verdad, que quiere
someter sus concepciones al contralor de los que reputa maestros.
La Sociedad Jenneriana que lo contaba ya como miembro de honor,
desde que supo su descubrimiento, le contestó en términos concep-
tuosos, felicitándolo por su dedicación a la ciencia y por su amor a la
humanidad.
La escarlatina fué objeto de otro trabajo remitido a Darwin con
quien estaba en correspondencia, y que éste le prometió entregarlo
al Real Cuerpo de Cirujanos. No hemos podido encontrar el destino
que tuvo.
La extracción de un húmero necrosado y su restauración posterior
efectuada en varios años, en un niño que tuvo ocasión de asistir, le
dió lugar, a petición del doctor Morris, de Londres, a redactar una
interesante memoria que le envió, con los resultados que pueden
obtenerse, mediante un buen diagnóstico y una eficaz dirección, para
aprovechar las admirables funciones del periostio, que son las recons-
tructivas.
Sus informes médico-legales, revelan la ponderación de sus juicios,
emanados de quien poseía los conocimientos más completos de la
medicina de aquella época. El doctor Benjamín Gorostiaga, que llegó
a serjuez y presidente de la Suprema Corte, al recomendar su publi-
cación, manifiesta: «Por la proligidad en los detalles, por el buen
sentido en las observaciones, por la circunspección en los asertos,
por la conveniencia en la forma, y por la claridad y cultura en el
estilo, ellos deben servir de norma a nuestros jóvenes médicos y ciru-
janos para expedirse en esta clase de certificados, que ejercen un
influjo tan eficaz en el resultado de las causas criminales y, por con-
secuencia, en la fortuna, honor y vida de los reos » (1).
El estudio que le envió a Darwin sobre la vaca ata, llamada por
éste, «< ñata Oxen », le fué de suma importancia como dato para el
desarrollo de su teoría sobre la evolución de las especies. Tratábase
de una degeneración del ganado vacuno, producida por la influencia
del medio, en el sur de la provincia de Buenos Aires y al través de
siglos, en pleno dominio de los indios que eran los que comer-
cilaban con esta clase de ganado. Darwin al agradecerle su valiosa
(1) SARMIENTO, obra citada, página 106.
134 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
información, le recomienda que le comunique cualquier otra parti
cularidad sobre las especies animales domesticadas y que vuelven
al estado salvaje (caballos, chanchos, perros cimarrones, etc.)
Apuntes topográficos del territorio y adyacencias del departamento
del centro de la provincia de Buenos Atres, con algunas referencias a
lo demás de su campaña. — Este estudio no se limita a una simple
descripción geográfica del medio en el cual vivió largo tiempo. Con-
tiene puntos de vista que revelan al amante de las Ciencias Natura-
les, tanto en lo relativo a la composición del suelo, como al orden
geológico en que están formadas las diferentes capas terrestres, a
sa antigiiedad y probable formación, a las aguas que las bañan,
superficial y profundamente, a la atmósfera y sus cambios, al régi-
men de las lluvias y los vientos, a los períodos de sequía, a las dife-
rentes estaciones y a las características del clima. En cada uno de
sus capítulos, expone ideas propias, como fruto de su paciente obser-
ración y este es un gran mérito, concluyendo con apreciaciones rela-
tivas a la salud humana y a las enfermedades que tuvo ocasión de
atender. Es por lo tanto digno de ser leído con provecho porque aún
hoy, en que el adelanto de las diversas ramas del saber y de la medi-
cina en primer término, nos dan nuevos elementos de juicio, en las
diferentes cuestiones que trata, no cabe sino un aplauso al que apa-
rece como precursor en este género de investigaciones. Nuestro gran
sabio Ameghino reconoce que fué el primero en describir las capas
eeológicas, según lo que había observado sobre el terreno, apartán-
dose de modelos extranjeros.
Como una muestra de su galano estilo y de su exacta apreciación
de los fenómenos físicos, transcribimos el párrafo que sigue : « En
cuanto a la constitución atmosférica actual, parece haber sufrido
cierta modificación en su temperatura hasta treinta leguas hacia el
interior de las costas, donde la población está más apiñada, más ani-
mada la agricultura, donde es más abundante la plantación de árbo-
les y más considerable el número de haciendas de toda especie. De
allí afuera, estimamos ser hoy la temperatura atmosférica la misma
que fué en su estado primitivo. El ranquel, el pampa, el patagón de
ahora dos mil años, si volvieran al lugar en que nacieron, donde res:
piraron sus más remotos progenitores y donde dejaron unos y otros
para siempre sus huesos, encontrarían el mismo grado de calor o de
frío que entonces; el mismo orden en las estaciones; idénticas enfer-
medades; igualdad en el modo de vivir y en las costumbres de sus
descendientes, todo lo encontrarían como lo dejaron, pues el clima
CICLO DE CONFERENCIAS 135
no ha variado, ni el hombre con él, ni las producciones naturales
de la tierra. Sólo extrañaría al caballo y al buey, algún utensillo,
una u otra inconsiderable substancia alimenticia que no conocieron
y el alcohol de Europa que los enerva y destruye. Las sombras de
esos aborígenes volverían a su silencioso reposo, satisfechas de la
eserupulosa imitación de sus sucesores » (1).
En sus viajes al través de la pampa examinó un árbol fósil que
fué objeto de una comunicación a los naturalistas. Darwin había
encontrado en Uspallata restos fósiles de Araucarias, interpretando
tal hecho como una prueba evidente de que el océano Atlántico llegó
en edades remotas al pie de la Cordillera de los Andes. Le comunicó
también a este sabio la producción de un terremoto en las pampas,
que había tenido ocasión de observar y respecto al cual emite una
hipótesis que coincide con las explicaciones dadas mucho tiempo
después por sismólogos, sobre los movimientos tectónicos u orogéni-
eos de la corteza terrestre. ¡ Admirable don intuitivo con que le dotó
la Naturaleza !
Exploraciones paleontológicas. — Muñiz tiene el honor de haber
sido el primer argentino que estudió y coleccionó ejemplares de
nuestra rica fauna fosilífera, a sus expensas, con escasos medios,
lo que le da un mérito especial y revelan su entusiasmo y dedica-
ción por una ciencia que comenzó con él entre nosotros. En 1825,
siendo médico del Regimiento de Coraceros comandado por el general
Lavalle, en la Guardia de Chascomús, llamóle la atención la existen-
cia de grandes huesos que se hallaban incrustados en los terrenos y
barrancas de la laguna que lleva dicho nombre, así como en la de
Vitel. Gez dice: «Allí recogió los restos, muy completos del Glyptodon,
con su formidable caparazón casi intacta, y entre los huesos más
curiosos, descubrió el Dasypus giganteus, el gran armadillo o tatú
fósil, siendo el primero que lo hizo conocer en el mundo científico ».
Más tarde, en la Villá de Luján, se le presentó un nuevo y más
vasto campo para el desarrollo de sus investigaciones, siendo el
lugar de donde había sido extraído en 1789, por el padre Manuel de
Torres, el gigantesco Megatherium que constituye la curiosidad más
grande del Museo de Historia Natural de Madrid.
La importancia de la actuación del doctor Muñíz en esta rama de
la ciencia exigía que, una voz autorizada, fuese la que hiciera su aná-
lisis. Por esto recurrí a mi distinguido amigo, el reputado paleontó-
(1) SARMIENTO, obra citada, página 66.
136 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
logo argentino don Lucas Kraglievich, quien con toda deferencia,
que mucho agradezco, ha realizado un trabajo bibliográfico que este
selecto auditorio apreciará en lo que representa :
«La contribución del doctor Muñiz a la Paleontología, ha sido
realmente valiosa y tanto más digna de admiración cuanto que ella
se realizó, principalmente bajo la tiranía de Rosas, sin recursos biblio-
gráficos y sin estímulos sociales, dado el obscurantismo y la imper-
meabilidad para los conocimientos científicos del pueblo y el gobierno
argentinos de esa época.
«Prueba de ello fué la donación impuesta por Rosas al doctor
Muñiz en favor del almirante francés Dupotet de numerosos restos
fósiles extraídos por nuestro sabio en diferentes parajes de la pro-
vincia de Buenos Aires, que representaban verdaderas reliquias con
las que Rosas debió más bien reforzar para ilustración del pueblo, el
menguado acervo del Museo de Historia Natural fundado por Riva-
davia, antes que permitir su exportación del país. Ciertamente, esas
reliquias no se perdieron para la ciencia, puesto que el almirante
Dupotet las donó al Museo de París, donde fueron estudiadas y en
parte descritas e ilustradas por sabios de la talla de Blainville y
Gervais. Pero, de cualquier modo es lamentable e indigno que el pro-
pio Presidente de la República de Buenos Atres, el general Rosas,
figure en las obras científicas, «ordenando» la donación de docu-
mentos del país, ilastrativos de su historia geopaleontológica y únicos
por entonces. Porque es así con toda la crudeza del lenguaje, y más
en desmedro que en alabanza de la acción de Rosas, como Blainville
ha dejado constancia de esa extorsión del tirano, en el tomo [V de su
monumental Osteographie des mamiféres. Allí están figuradas nume-
rosas piezas fósiles de diferentes géneros de mamiferos pampeanos
extinguidos, que el Museo de París recibió del almirante Dupotet; y
aunque en la mayoría de los casos no hay indicación expresa del
nombre del colector, que bien pudo ser el doctor Muniz, hay tres
casos en que Blainville manifiesta que los respectivos restos fósiles
proceden de Lutjan, exhumados por monsieur E. X. Munsz y que
fueron donados al almirante Dupotet por orden del general Rosas, Pre-
sidente de la República de Buenos Aires. Esos restos son: una porción
mandibular con los molares de Mylodon robustus, figurada en la
lámina I del género Megatherium; una porción del caparazón dorsal
del Glyptodon ilustrada en la lámina I correspondiente a este género
y la mitad posterior de un cráneo también de Glyptodon, representada
en la lámina II del mismo género.
CICLO DE CONFERENCIAS TS
«Qué el doctor Muñiz sintió hondamente la exportación de aquellos
tesoros paleontológicos, logrados por su noble idealidad científica
a expensas de quien sabe cuántos esfuerzos materiales, lo prueba
una circunstancia bien explícita relacionada con el esqueleto del gran
tigre fósil descubierto por él en Luján, que referiremos oportuna-
mente.
« Por fortuna para nuestra documentación, los restos donados por
Rosas a Dupotet no fueron los únicos descubiertos y exhumados por
el doctor Muñiz, pues otros más importantes todavía quedaron largos
años en su poder hasta que finalmente ingresaron al Museo de Bue-
nos Aires, donde se les conserva como verdaderas reliquias, tanto
por su extraordinario valor intrínseco, como por la antigiiedad de su
adquisición y los méritos de su descubridor.
«Estos restos comprenden principalmente un cráneo completo de
loxodon, huesos de los miembros de Megatherium e Hippidium y,
sobre todo, un espléndido esqueleto maravillosamente conservado
del formidable tigre pampeano Smilodon. Algunos de estos restos
existían ya en el Museo, cuando el doctor Burmeister se hizo cargo
de su dirección a principios del año 1862, y otros los consiguió del
doctor Muñiz este eminente sabio por donación o compra. El doctor
Burmeister apreció en alto grado la dedicación y preparación paleon-
tológicas de nuestro ilustre compatriota y en sus escritos no perdió
oportunidad de exponerlas públicamente, admirado de su impotr-
tante labor.
« Así en el tomo 1 de los Anales del Museo, dice en 1864, hablando
de los progresos de la institución: El número de personas que durante
mi dirección ha hecho algunos regalos al Museo, es muy pequeño, limi-
tándose a los señores doctor don Francisco Javier Muñiz y don David
Lanata que han regalado sin duda, los objetos más preciosos en huesos
antidiluvianos que se hallan en el Museo.
«Con respecto al cráneo de Zoxodon expone en igual oportunidad
el doctor Burmeister su extraordinario valor científico, por ser hasta
entonces el único que se conocía completo y más adelante, en la
página 255 del mismo tomo I de los Anales del Museo Público, alude
nuevamente a ese cráneo y a la personalidad del doctor Muñiz, en
este pasaje: Ha largo tiempo se ha conservado en el Museo Público de
Buenos Aires un cráneo completo de «lToxodon» que don Francisco
Javier Muñiz, este amigo infatigable en el estudio de huesos fósiles, ha
encontrado cerca de la Villa de Luján y regalado al establecimiento. Este
cráneo lo describió ampliamente el doctor Burmeister en las páginas
138 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
256 y siguientes, atribuyéndolo a la especie Joxodon Burmeisteri que
su discípulo Giebel, heredero de su cátedra en la Universidad de
Halle habíale dedicado.
« Los restos de Megatheriíum hallados por el doctor Muñiz, también
fueron donados al Museo y eran por entonces casi únicos en el esta-
blecimiento. De ellos hace referencia el doctor Burmeister en el
sumario de los progresos del Museo, entrega I, tomo 1 de los Anales,
diciendo: Hoy se encuentran completos los miembros de este animal y
otros pedazos del esqueleto, hallados por el señor doctor don Francisco
Javier Muñiz, que ha enriquecido con ellos el Museo Público. Luego en
la descripción particular del género Megatherium, página 151,expresa:
Tenemos en el establecimiento un esqueleto imperfecto que el señor doc-
tor don Francisco Javier Muñiz ha recogido en el año 1837, cerca de
la Villa de Luján y regalado al Museo.
«De esos mismos restos vuelve a ocuparse con motivo de la des-
cripción del caballo fósil en la página 249, en donde expone la causa
de la pérdida de una gran parte de los esqueletos de ambos animales:
Tenemos en el Museo Público muchos huesos de un esqueleto de caballo
Fósil, que el doctor don Francisco Javier Muñiz ha encontrado cerca
de la Villa de Luján, bajo el esqueleto de un Megaterio también reco-
gido por el mismo. Los dos esqueletos estuvieron íntegros, pero la grande
obra de sacarlos, sobrepasando las fuerzas de una sola persona, ha
impedido la conservación perfecta de los dos. Asi falta del esqueleto del
caballo, como del Megaterio, el cráneo, los homoplatos, la pelvis y muchos
huesos del tronco, conserrándose completos únicamente los de los miem-
bros. »
«Con referencia a los caballos que habitaron la pampa argentina
en los últimos tiempos geológicos, corresponde al doctor Muñiz el
mérito de haber sido el primero que dedujo, con honda perspicacia,
que uno de esos animales (el género Hippidium), tenía los huesos
nasales separados de los maxilares por un trecho mucho más largo
que en el caballo actual. Esta conclusión que le fué sugerida por
el hallazgo de un trozo de dichos huesos, se la comunicó al doctor
Burmeister, pero este sabio no participó al principio de su idea. Sin
embargo, varios años después, cuando Burmeister llegó a examinar
el cráneo del Hippidium perteneciente al esqueleto comprado a los
hermanos Bretón (que es otra de las grandes reliquias del Museo de
Buenos Aires) se convenció de la exactitud de la opinión que le manl-
festara el doctor Muniz y así lo hizo constar caballerescamente, pues
no había antecedente escrito al respecto, en su monografía del año
CICLO DE CONFERENCIAS 139
1875 sobre los caballos fósiles de la pampa argentina, páginas 4 y 13,
donde dice más o menos que al hacerse cargo de la dirección del
Museo en 1862, encontró en el establecimiento, restos de un caballo
fósil, recogidos por el doctor Muñiz en Luján y que este naturalista
le mostró un hueso delgado de 23 centímetros de largo, 2 de ancho
en un extremo y 1 en el otro, que a su juicio debían ser los nasales del
mismo caballo fósil. Pero, comparando este hueso con los nasales del
caballo actual, sigue diciendo Burmeister, le hallé tan gran diferencia
queme vé impulsado a dudar de la interpretación del doctor Muñiz y por
esa causa me abstuve de citar dicho hueso tam particular en mi ante-
rior descripción de los restos del caballo fósil conservados en el Museo.
Hoy sé que la determinación del doctor Muñiz era exacta y que por lo
menos algunas especies de caballos fósiles de la formación pampeana,
poseían un hueso nasal separado de un modo tan extraño de los otros
huesos del cráneo, cuya porción libre no medía tan sólo 23 centímetros,
sino 28 de longitud.
«El hallazgo y la feliz extracción del esqueleto completo del gran
tigre fósil en terrenos pampeanos lacustres de Luján, bastaría para
inmortalizarlo, si no fuese que, además, su descripción prolija en la
Gaceta Mercantil, del 9 de octubre de 1845 y su clasificación como
género y especie nuevos con el nombre de Muñifelis bonaerensis, rea-
lizada por el propio doctor Muñiz, elevan su personalidad a la cate-
goría de un verdadero sabio. Este esqueleto era un unicum en el
mundo por entonces y sigue siéndolo hasta hoy en el país. Después,
el doctor Larroque descubrió otro también completo, pero este ejem-
plar fué adquirido por el gran paleontólogo norteamericano Eduardo
Cope y hoy se encuentra junto con toda la colección que fué de este
sabio en el Museo de Historia Natural de Nueva York.
« El esqueleto lo retuvo el doctor Muñiz en su poder desde que lo
descubrió en 1844 por espacio de veinte años, y en ese intervalo reci-
bió de Darwin, con quien mantenía correspondencia, una oferta de
500 libras esterlinas por la preciosa reliquia, con destino al Museo
Británico. Pero, el doctor Muñiz, cediendo más a sus impulsos patrió-
ticos que a la tentadora oferta, le expresó su decisión de no trans-
ferir su dominio a ningún Museo o persona extranjeros y sí sola-
mente al Museo de su patria. Con lo que se comprueba el senti-
miento de pesar que debió embargar su espíritu, cuando Rosas le
ordenó la donación de los otros restos fósiles ya mencionados al
almirante Dupotet.
<Cuando el doctor Burmeister tomó la dirección del Museo en
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV , 11
140 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
1862, uno de sus primeros empeños fué el de adquirir el maravilloso
esqueleto del tigre fósil y a este fin se puso en relación con el doctor
Muñiz conviniendo su adquisición por la suma de treinta mil pesos
moneda corriente de aquella época, o sea mil doscientos pesos oro,
que equivalen a pesos dos mil setecientos veintisiete con veintisiete
centavos de la moneda actual. Mas, ¿de dónde obtener esa suma?, dice
el doctor Burmeister en su descripción del esqueleto publicada en
Halle, en 1867. Ni el gobierno ni el pueblo estaban en condiciones
de afrontar un gasto tan crecido por un solo esqueleto. Fué entonces
cuando uno de esos raros hombres amantes de la ciencia, aunque no
dedicado a ella, uno de esos seres que hoy ya no existen desgraciada-
mente en nuestro país, a pesar de su población diez veces mayor y
de su cuantiosa riqueza material, el señor Guillermo Wheelwright,
administrador del ferrocarril Central Argentino, que estaba en cons-
trucción desde Rosario a Córdoba, adquirió por su cuenta el esque-
leto por la suma indicada, mediante el compromiso de no sacarlo del
país y lo obsequió al Museo de Buenos Aires.
« El esqueleto fué descrito por el propio doctor Muñiz a poco de
exhumarlo y esta descripción es tan excelente que Burmeister, tan
parco en elogios, hubo de dispensárselos diciendo: El hábil autor de la
descripción exacta, era entonces el único de los hijos del país que se
ocupaba científicamente del estudio de los huesos fósiles de su sueto ;
pero no habiendo a la mano otros libros científicos que las « Recher-
ches sur les ossemens fossiles » de Cuvier, no pudo saber que su animal
ya era conocido bajo otro nombre en la ciencia.
« En efecto, el doctor Muñiz lo clasificó con el nombre muy signi-
ticativo de Mumifelis bonaerensis (a pedido de sus amigos, según Sat-
miento), ignorando que unos diez años antes Kaup había llamado
Machaerodus un animal semejante de Europa y que el doctor Lund,
tres años antes lo llamó Smilodon populator, otro todavía más cer-
cano descubierto por sus restos fósiles en las cavernas brasileñas.
De cualquier modo, lo cierto es que la descripción del doctor Muñiz.
fué mucho más completa que la de sus predecesores, dado que se
ocupó de todo el esqueleto y no de partes fragmentarias como aqué-
llos.
«La descripción ocupa una página entera, escrita en menudos
caracteres de la Gaceta Mercantil y se inicia con un ¡ viva a la Confe-
deración Argentina!, de riguroso estilo en la época, acompañado
generalmente de un ¡mueran los salvajes unitarios! con que debía
encabezarse cualquier publicación, así se tratase de los avisos de
1'
|
CICLO DE CONFERENCIAS 141
remate. Sigue luego una invocación al editor del periódico solici-
tando la publicación del trabajo; después la comparación general del
esqueleto con el de los felinos, sus analogías y diferencias, el estudio
detallado de la dentadura, un gran número de medidas comparati-
vas, etc.
«Con respecto a los formidables caninos superiores de seis y tres
cuartos pulgadas de longitud, finamente aserrados en sus bordes
anterior y posterior, dice que esta conformación es altamente inciso-
ria y si apta para hender con gran desperdicio de tejidos, lo es también
para cortar, con poco esfuerzo, tirando hacia sí. Desde luego se con-
cibe el tremendo estrago que haría una fiera doblemente hórrida por su
poder y su astucia, con estos dos, pudiera llamarlos, sables bisacutos,
capaces, aun sin el temible auxilio de los demás dientes y de las garras
de penetrar y dislacerar no sólo la piel y carnes sino hasta los huesos
más duros de cualquier bruto.
«Finalmente, agrega que todas las particularidades del esqueleto,
señalan inequivocamente al primer monstruo de la tribu felina; el
más indómito e infatigable en la caza; el más feroz y audaz en sus ata-
ques bruscos e insidiosos, el implacable perseguidor del pesado Megate-
rio, del Mastodonte de mole inmensa, del caballo y aun del oricado, gran
tatú, y de otros pactjicos cuadrúpedos habitadores en algún tiempo de
estas regiones.
«Por las razones apuntadas sobre la prioridad del nombre que
merecía otogarse al animal, prevaleció durante largo tiempo el de
Smilodon populator o Smilodon neogeus que le diera Lund hasta que
en 1907, el doctor Florentino Ameghino reivindicó el nombre espe-
cítico bonaerensis dado por el doctor Muñiz, «porque dice, un exa-
men comparado detenido me ha demostrado que la especie es distinta
del Smilodon neogeus de las cavernas del Brasil.» De este modo, la
lista de las especies que poblaron en otras edades el suelo argentino,
comprende una de las más interesantes, el Smilodon bonaerensis,
creada por el genio científico de nuestro primer paleontólogo, el emi-
nente doctor don Francisco Javier Muñiz. »
Hasta aquí el paleontólogo Kraglievich.
Nuestro gran sabio Ameghino le hace los mayores elogios, consi-
derándolo su predecesor, y dice refiriéndose al estudio que efectuó
sobre la formación pampeana, que vale lo que de él dijeron Darwin
y WOrbigny. Añade : «Él distinguió ya en esa época el post pam-
peano lacustre y su origen al que llama creta blanca y el pampeano
lacustre que denomina terreno fosilífero o marga amarillenta, forma-
142 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
ciones que distingue perfectamente del terreno pampeano rojo, lo que
no hizo ninguno de los autores que me precedieron en el estudio de
la geología de estos terrenos. Mis descripciones demostrando que los
mamiferos extinguidos quedaron sepultados en el barro de antiguas
lagunas, parecen copiadas de Muniz. Es que ambos, aunque con cua-
renta años de intervalo hemos escrito sobre el terreno, con el cuerpo
del delito a la vista, que da siempre una idea distinta de la que se
hace el sabio que todo lo estudia desde el bufete.
Tuvo la generosidad de enviar una colección de huesos a la Aca-
demia de Ciencias de Estocolmo, que lo premió con la medalla de
Berzelius, dando motivo a que el rey de Suecia lo condecorara con
la « Cruz de Caballero de la Orden de Wasa ».
Varias corporaciones científicas de Suecia, Noruega, España, Bra-
sil y Argentina le hicieron igualmente distinciones bien merecidas.
Como hombre de importancia por su alta mentalidad y su notable
erudición, no podía dejar de figurar como consejero y parlamentario.
Por esta razón, en el selecto grupo de diputados que eligió el Estado
de Buenos Aires al Congreso del Paraná, estaba Muñiz. La Legisla-
tura de esta provincia le contó también en su seno.
Señores:
Al terminar deseo agradecer a la distinguida concurrencia que
ha tenido la amabilidad de escucharme esta larga exposición, por
más sintética que he deseado efectuarla, y que es por la tanto sus:
ceptible de un mayor y mejor desarrollo, en su forma y en su fondo,
dada la grandeza moral e intelectual de la personalidad que me he
ocupado.
Al mismo tiempo, formulo un voto en nombre de la Sociedad Cien-
tífica Argentina, que desde hace 58 años, rinde el más fervoroso
culto a los hombres de ciencia del mundo y tiene el orgullo de con-
siderar a los nuestros, como los dioses penates de esta casa: Que
el saber, el amor al estudio, la abnegación, los sentimientos de soli-
daridad humana, y sobre todo el cariño entrañable a su patria, que
como flores escogidas del espíritu, armonizaban admirablemente en
la existencia del doctor Francisco Javier Muñiz, sirvan de ejemplo a
las generaciones argentinas.
PARALLELE ENTRE L'ÉVOLUTION LOCOMOTRICE DES VERTÉBRES
ET CELLE DES ARTICULÉS
Par PAUL MAGNE DE LA CROIX
RESUMEN
Paralelo entre la evolución locomotriz de los vertebrados y la de los articulados.
— En el presente trabajo el autor hace el paralelo entre las leyes que rigen la
evolución locomotriz en los vertebrados y las que rigen en los articulados.
Para los dos grupos, la gran ley que domina las demás es la que impone la evo-
lución del dinamismo.
En cuanto a las leyes secundarias que derivan de las posibilidades del meca-
nismo o delcho que de éstas con las del dinamismo, el autor comprueba que
se pueden dividir en dos series: una en la que las leyes son comunes a los dos
grupos, y otra en la que son diferentes para cada uno de los dos grupos.
Au cours de mes dernieres investigations sur la locomotion, je suis
arrivé a la conclusion que la grande loi qui domine cette évolution
est celle qui représente les possibilités du dynamisme, c'est la seule
qui régisse lévolution locomotrice pendant toute sa durée; les lois
de la mécanique ordinaire n'interviennent qu'áa titre secondaire, car
ce qwWelles régissent C/est, surtout, le mécanisme du membre et tres
souvent celui-ci peut étre en lutte avec le mécanisme d'une nouvelle
allure imposée par le lynamisme et étre obligé a une évolution rétro-
grade. )
Au cours de mes investigations sur la locomotion, j?ai été conduit a
constater que la grande spécialisation dans certaines allures, qui per-
mettait une plus parfaite adaptation du membre (ce qui représente
Vintervention mécanique dans l'évolution des allures) ne pouvait
Jamais se traduire par une influence directe sur la future évolution
144 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
du mécanisme de lallure (qui représente intervention dynamique
dans l'évolution des allures) mais seulement par un arrét dans lévo-
lution de Vallure qui pouvait étre suivant les cas, ou plutót suivant le
degré de la spécialisation, ou un arrét définitif ou seulement momen-
tané motivant ensuite lorientation de Pévolution de Vallure dans un
phylum divergent représentant une possibilité du dynamisme (1).
Mais bien que ce ne soit qu/a titre secondaire — puisque les lois de
la mécanique interviennent par suite de la matérialisation des orga-
nes de l'étre — il Ya paru intéressant de voir les grandes différences
de ces lois secondaires se révélant dans Vévolution des vertébrés et
dans celle des articulés.
Pour les premieres j'étais en possession des résultats d'une inves-
tigation minutieuse (2) que j'avais faite ; pour les secondes je fis une
investigation rapide me permettant de jalonner cette évolution pour
la comparer.
A faire cette comparaison, je constatai un nombre tres réduit de
lois secondaires communes aux deux groupes, et les différences exis-
tantes dans les deux groupes pour les autres de ces lois.
Les lois secondaires communes a Pévolution locomotrice des deux
eroupes sont les suivantes :
1% Aller une base multiple á une base plus simple;
2% Obtenir ce résultat par un désaccord toujours plus grand entre
Vévolution comme pendule d'un membre donné et celle du membre
qui le précede;
3 Dans les allures hautes s'intercalent des temps de suspension.
Je crois que ces trois lois secondaires sont les uniques communes
aux vertébrés et aux articulés; les autres sont différentes pour les
deux embranchements, et c'est logique, puisque pour le premier il
s'aglt (aller de Pemploi de quatre membres a celui de deux, et pour
le second de l'emploi de membres multiples (chez un animal du genre
iulus j'ai compté, 100 paires de pattes) á celui de 6 membres.
Pourquoi les articulés se sont-ils limités á cette réduction? Je crois
(1) Dans mon travail Hérédité et dynamisme, en publication a la Sociedad Cien-
tífica Argentina, je fais constater l'étrange coincidence de cette constatation
avec celle faite par Faure-Fremiet dans un autre champ d'investigations biolo-
giques.
(2) P. MAGNE DE LA CROIX, Filogenia de las locomociones cuadrupedal y bipedal
en los vertebrados, en Anales de la Sociedad científica argentina, tomo CVIITI, página
383 et Répétition des impressions cinesthésiques dans V évolution des allures, en Anales
de la Sociedad científica argentina, tomo CXI, página 353.
PARALLELE ENTRE L'ÉVOLUTION LOCOMOTRICE DES VERTÉBRÍS 145
que la réponse est facile a donner : c'est que ce nombre de 6 est celui
des positions de pendule.
Du désaceord initial entre ce chiffre 6 et celui de 4, qui représente
le nombre des membres qu'ils possédaient, sont nées, des le principe,
pour les vertébrés, des difficultés sans nombre, car il s'agissait de
faire accorder dans leurs allures ces deux chiffres 6 et 4, si peu accor-
dables entr'eux. Ces difficultés, les articulés ne les ont jamals connues.
De lá, pour les vertébrés, de grandes hésitations avant de passer
(une allure á une autre, et souvent de grandes modifications de
formes quand Pautre allure était adoptée.
Comme exemple de ees grandes modifications de forme, je citerai
le passage de la derniére allure reptilienne, que j'ai nommée méther-
pétique, á la premiére allure marchée, que j?ai dénommée pas pithé-
coide et quí implique une base latérale tres réduite. Si les petits ani-
maux ont fait ce changement d'allure avec une winime difficulté et
sans modifier beaucoup leurs formes, du moins se sont-ils peu attar-
dés daas cette nouvelle allure et se sont ils empressés de passer aux
suivantes. Les animaux de volume moyen (singes) se sont vus eux
dans la nécessité, pour pratiquer le pas pithécoide d'adopter la sta-
tion semi verticale; et quant aux animaux qui étaient plus volumineux
(grands gegravigrades de l'Amérique du Sud) ils ont dú augmenter
considérablement le volume de leurs pieds postérieurs pour obtenir
une base latérale stable.
Je ferai noter que les vertébrés, dans l'évolution de la locomotion
quadrupédale, partent de Pemploi de bases tripédales et quadrupé-
dales alternées et tendent a celui de bases unipédales, emploi auquel
1ls arrivent presque; mais alors commence, dans le quadrupédisme,
Vévolution quí doit conduire au bipédisme, les membres tendent
a sunir en bipedes postérieur et antérieur; les animaux finissant
par ne plus employer que le premier de ces deux bipedes.
Le tableau suivant permet de comparer entre elles les lois qui sont
diftérentes dans les deux groupes.
Vertébres Articulés
I. Evolution de Vemploi des membres :
Aller de l'emploi de 4 mem- Aller de 1'emploi de membres
bres á celui de 2. multiples multiples (200?) a ce-
lui de 6.
ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
II. KErvolution des bases :
Aller de Pemploi de bases
quadrupupédales et tripédales
alternées á celui de bases uni-
pédales, puis de celui de 4 bases
unipédales a celui d'une base
bipédale.
TI. Evolution de la relation des membres :
C'est par une activité plus
grande des antérieurs que l'a-
vance de ceux-ci s?obtient.
IV. Régularité des allures :
sautées ne
peuvent devenir réguliéres que
Les allures non
si llavance de lantérieur sur le
postérieur se chiffre par un nom-
bre entier de périodes de pendu-
le ou par O.
Aller de Pemploi de bases
multipédales (40?) á celui de
bases tripédales.
C"est par un retard des pos-
térieurs que l'avance des anté-
rieurs s'obtient.
Les allures non sautées peu-
vent devenir régulieres quelle
que soit la différence qui existe
entre lévolution d'un membre
et celle de celui qui le suit.
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS
ANOMALÍA DENTARIA EN UN ROEDOR EXTINGUIDO
DEL GÉNERO « DICOELOPHORUS »
POR CARLOS RUSCONI
RÉSUMÉ
Anomalie dentaire chez un rongeur éteint du genre « Dicoelophorus ». — Elle
consiste en la présence d'une dent supernuméraire située derriere le m, d'un
individu de ce rovgeur typique de la formation araucanienne; cette anomalie
par duplication, a été découverte, pour la premiere fois, chez les rongeurs octo-
dontiens éteints d*Amérique.
En 1930 (1), tuve oportunidad de ocuparme sobre anomalías den-
tarias observadas en dos cráneos de guanacos actuales que presenta-
ban, el primero : tres premolares supernumerarios en el lado izquier-
do y dos en el lado opuesto; y el otro individuo uno solo en el lado
izquierdo.
Pero ahora, revisando restos fósiles de mi colección, recogidos en
el piso chapadmalense de la localidad de Miramar en febrero de 1932,
por el señor Lorenzo J. Parodi, encuentro una rama mandibular del
interesante roedor terciario llamado Dicoelophorus que posee un diente
supernumerario detrás de la serie dentaria normal.
Las anomalías de esta naturaleza son sumamente escasas en los
roedores duplicidentados, y al parecer mucho más en aquellos anima-
les que tienen dientes de base abierta y crecimiento continuo como es
el caso de los octodontinos a que pertenece la mandíbula de referen-
cia. Es debido a esta excepcional rareza — ejemplo que no he visto
(1) CarLOS RUSCONI, Sobre anomaltas dentarias numéricas en algunos guanacos
vivientes (« Lama guanicoe » Miller), en Revista de la Sociedad Argentina de Cien-
cias Naturales, volumen X, páginas 199-203, figuras 1-3, Buenos Aires, 1930.
148 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
repetirse en las numerosas mandíbulas del género Dicoelophorus de
mi colección o las del Museo de Buenos Aires, que había examinado
hace tiempo — me ha movido el deseo de darla a conocer en el pre-
sente artículo (véase figura).
La mandíbula se conserva desde la punta de la sínfisis hasta el
nivel del último molar; está provista de todos sus dientes y el inci-
sivo roto en la raíz. La construcción de los cuatro primeros molares
es más o menos análoga a la de otras especies normales del género
Dicoelophorus, con la única diferencia del m, que es algo más corto
anteroposteriormente y un poco más arqueado. Como el espacio ocu-
Mandíbula del lado izquierdo de Dicoelophorus : a, la raíz
del incisivo; b, el diente supernumerario (X 2)
pado por esos cuatro órganos, contando el p,, mide 15 milímetros y la
mandíbula se asemeja a Picoelophorus chapadmalensis Amegh., es
posible entonces que la pieza anormal haya pertenecido a otro indi-
viduo de esa especie.
Detrás del m, aparece un pequeño diente de sección cilíndrica, de
1,8 milímetros de diámetro. Está arqueado en forma de semicírculo,
se dirige hacia atrás y va a colocarse sobre el lado externo y parale-
lamente a la raíz del diente incisivo. La implantación de este órgano
es análoga a los restante del mismo individuo, pero difiere en cambio
con la del último molar de Ctenomys, Paractenomys y Octodon, porque
el de estos géneros, cruza sobre el incisivo y su raíz finaliza por el
lado interno de la rama mandibular.
CONCLUSIÓN
Aunque los primitivos roedores debieron poseer más de cuatro
molariformes, la particularidad de la mandíbula arriba indicada, a
mi modo de ver, no puede ser contemplada como una anomalía rever-
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS 149
siva puesto que los octodontinos en general, ni aún los otros roedo-
res simplicidentados del terciario de nuestro país exceden de aquella
fórmula.
Lo más probable es que el quinto órgano de la pieza en cuestión
represente uno de los tantos casos de doble anomalía que apare-
cen con alguna frecuencia en otros grupos de mamiferos, a saber : La
primera, o anomalía de número, ha sido originada por el epitelio con
carácter de supernumerario. Y la segunda, anomalía de forma y volu-
men, por el hecho de que ese órgano es de sección cilíndrica y de
menor diámetro que cualesquiera de los cuatro primeros dientes de
la fórmula normal. E
Otro detalle no menos importante es que el diente fuera de nú-
mero, es muy curvado, su raíz se dirige hacia atrás y no hacia abajo
como los molares anteriores; pero este hecho, probablemente, podría
ser más bien el resultado de un origen mecánico motivado por la pre-
sión ejercida por la raíz del incisivo, de adelante hacia atrás, en una
época del desarrollo del animal y otras causas (1), y no la resultante
de su condición anómala. Sobre este particular he de ocuparme en
otra oportunidad.
LA PRESENCIA DEL GÉNERO « LONTRA »
EN LA FAUNA ENSENADENSE DE BUENOS AIRES
POR CARLOS RUSCONI
RÉSUMÉ
La présence du genre « Lontra» dans la faune ensénadéenne de Buenos Aires.
— Il s'agit d'une mandibule fossile du groupe de lutrinés que l'auteur nomme
Lontra paranense Lozanoi sous-esp. n. C'est le premier vestige connu de Pétage
ensénadéen (pliocene supérieur), le plus ancien de l'extrémité australe d*Amé-
rique. E
Continuando con el examen de los restos de mamíferos fósiles que
el señor Federico Hennig ha coleccionado sobre los arrecifes del río
de la Plata frente a las estaciones Olivos-Anchorena, provincia de
Buenos Aires, encuentro gran parte de una mandíbula perteneciente
(1) CArLOS RUSCONI, Las especies fósiles del género Ctenomys, con descripción de
nuevas especies, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, valamen CXIIT, pági-
na 231 (págs. 1-35 del separado), Buenos Aires, 1931.
150 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
a la verdadera nutria y como su existencia era desconocida hasta
ahora en la fauna del ensenadense propongo diferenciarla de la especie
que vive actualmente en los alrededores de Buenos Aires con el
nombre de :
Lontra paranense Lozanoi subesp. n. (1)
Tipo : Prozo mandibular del lado derecho desprovisto de sus mo-
lares, n% 627 de la colección Hennig. Localidad : Anchorena, provin-
cia de Buenos Aires, piso, ensenadense, plioceno superior.
La presencia de nutrias fósiles del grupo de los carnívoros era
desconocida antes de ahora en la formación pampeana y mucho más
en el piso ensenadense que representa la base de aquella formación.
Ameghino (2), mencionó únicamente la especie actual en estado fósil
(Lontra paranense), pero en otros pasajes de la obra citada sostuvo
su ausencia absoluta en la fauna pampeana. De las cavernas brasile-
ñas, la mencionó el doctor Lund, según Prouessardt, pero Boule (3)
no hace alusión a este grupo de mustélidos entre los mamíferos fósi-
les que él estudió, procedentes de los yacimientos pampeanos de Ta-
rija (Bolivia).
Por todos estos motivos, el descubrimiento del señor Hennig, aun-
que se trata de un ejemplar incompleto, por otra parte, tiene su gran
importancia puesto que la fauna del piso ensenadense viene a entl-
quecerse ahora con la presencia del tercer género de mustélidos —
dos de los cuales los dí a conocer recientemente (4) — y que todos
ellos, hasta hace poco, eran desconocidos en la base de la formación
pampeana.
La mandíbula del loutrino fósil es baja y su borde inferior más
recto que el de Lontra paranense de mi colección particular. La fosa
maseterina tiene más profundidad y su margen o límite inferior más
(1) Dedico esta subespecie al doctor Nicolás Lozano, presidente de la Sociedad
Científica Argentina, por el aprecio y estímulo que les dedica a los jóvenes estu- _
diosos argentinos.
(2) F. AMEGHINO, Contribución al conocimiento de los mamiferos fósiles de la Re-
pública Argentina, en Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, volu-
men VI, página 943, Buenos Aires, 1889.
(3) M. BOULE y A. TREVENIN, Mammiferes fossiles de Tarija, en Mission Scien-
tifique de Créqui-Montfort et E. Sénéchal de la Grange, París, 1920.
(4) C. RUscoNI, Dos nuevas especies de mustélidos del piso ensenadense « Grisonella
Hennigi» n. sp. et « Conepatus mercedensis praecursor » subesp. n., en Anales de la
Sociedad Científica Argentina, volumen CXIII, páginas 42-45, Buenos Aires, 1932.
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS 151
prominente que el del ejemplar que me sirve de término de compara-
ción. El agujero mentoniano está situado debajo del p,. Sobre la cara
interna de la mandíbula se ve una prominencia ósea rematada en una
cresta, que desde el nivel del último molar se dirige oblicuamente
hacia abajo y desemboca en el agujero dentario posterior. Dicho
carácter es común a Lontra paranense y L. felina, pero en otros mus-
Mandíbula del lado derecho de Lontra para-
nense Lozano, subesp. n. Vista de lado y de
arriba, en tamaño natural.
télidos tales como Tayra barbara y Grisonella hurona* es apenas
aparente.
A juzgar por los alvéolos, Lontra paranense Lozanot poseía el p, y
los dos verdaderos molares algo más robustos y ocupaban mayor
espacio que los mismos de la especie viviente. En cambio, la mandí-
bula de ésta resulta ser algo más larga que la del fósil. La sínfisis no
existe y tanto el alvéolo canino como el correspondiente al p, se en-
cuentran muy deteriorados (véase figura).
Con el descubrimiento de este resto fósil en la base de la forma-
ción pampeana, la subespecie Lontra paranense Lozano representa
la forma extinguida más antigua conocida hasta ahora en el extremo
sur de América.
Febrero 20 de 1932.
BIBLIOGRAFÍA
Ducceschmt, V., La farina di soja nella alimentazione umana, Archivio di
fisiologia, XXV, fascículo 3, páginas 428-468. Florencia, 1927.
La memoria que con este título publica el eminente profesor Ducceschi,
bien conocido entre nosotros, es el resultado de metódica experimentación
de laboratorio, apoyada en una bibliografía copiosa sobre el tema, y repre-
senta una valiosa contribución al estudio del aprovechamiento racional de
la curiosa leguminosa oriental en la alimentación del pueblo, no sólo consi-
derando el grano íntegro tal como se cosecha, sino también cuando se ha
transformado en subproducto de fábrica por la extracción de su materia
grasa, es decir, del aceite que es hoy artículo comercial de apreciable valor.
Las conclusiones del trabajo en cuestión, que tiene el sello del sabio fisió-
logo, poseen para nuestro país verdadero interés y pueden resumirse así:
1% La utilización del pan fabricado con 10 por ciento de harina de soja
(Glycina hispida) es igual a la del pan preparado con trigo de la mejor
calidad ;
2% La digestibilidad in vitro de la proteína de soja es superior a la de
harina de trigo;
32 La extracción de la materia grasa de la soja, no sólo no disminuye la
utilización digestiva de su harina, sino que parece favorecerla ;
40 Los resultados de las experiencias son favorables a la panificación con
harina de soja privada de materia grasa, en la proporción del 10 por ciento
respecto de la harina de trigo ; y
59 La utilización de harina de soja en paniticación y otras preparaciones
de productos alimenticios, constituirá un aporte precioso de proteínas a bajo
precio para la nutrición del pueblo. — Prof. E. Herrero Duclouxz.
Duccescnr, V., 1l pane : Un capitolo di storia delllalimentazione, en Jl
problema alimentare, 1, número 2, páginas 3-32. Roma, 1932.
El sabio director del Instituto de fisiología de Padua ha sintetizado, en
este trabajo, el fruto de sus lecturas sobre este asunto, bajo una forma magis-
tral que revela una profunda erudición y un estilo tan brillante como galano,
BIBLIOGRAFÍA 153
constituyendo un estudio de vulgarización científica de alto valer para el
gran público y de innegable enseñanza para el hombre de gabinete y de labo-
ratorio en otras especialidades.
La tarea de la divulgación científica que en Europa ha ocupado y preocu-
pado a los hombres eminentes de las distintas ramas del saber humano —
ejemplo es el trabajo que motiva estas líneas — no tiene entre nosotros cul-
tores sino por excepción ; y sin embargo de desear sería que imitásemos el
ejemplo de los sabios del viejo mundo, guardando las distancias, no sólo
porque necesitamos más que ellos levantar el nivel del pueblo, sino también
porque es un peligro abandonar ese trabajo, tan noble como modesto, en
manos del periodista ignaro que brinda a sus lectores amasijos heteróclitos
y abigarrados de lecturas fragmentarias y apresuradas, sin criterio y sin
responsabilidad.
Por otra parte, es una obligación para el hombre de estudio, hoy que las
disciplinas son tan numerosas en el árbol de la ciencia, construír para sus
colegas en otras especialidades síntesis de los progresos realizados en la que
él enltiva, para permitirles relacionar sus propias investigaciones, facilitarles
la comprehensión de las nuevas conquistas y mantener la unidad del saber
en la diversidad creada por la curiosidad del intelecto humano.
Nada tan alejado para quien investiga el microcosmos del átomo, como el
campo de la astronomía y por eso adquieren para el químico un interés tan
srande los trabajos de divulgación que la pluma privilegiada del eminente
astrónomo J. H. Jeans nos ha brindado en estos últimos años sobre las
exploraciones del Universo. a
El estudio del profesor Ducceschi es una joya de este género; y sinó añade
gloria al fisiólogo ilustre, obliga nuestra gratitud y acrece nuestra admira-
ción por el maestro. — Prof. E. Herrero Duclouzx.
TALLARICO, G., Ll grano come semente e come alimento, en Memorie della
Reale Accademia d” Italia, UI, 328 páginas (18 X 25). Biología, número
1. Roma, 1931.
Aunque es difícil establecer límites entre una memoria, una monografía y
un tratado, y el autor mismo de este trabajo le da la segunda denominación,
no dudo en llamarlo tratado, queriendo significar así que el tema ha sido
. contemplado en forma amplia y completa, agotado en el momento actual y
desarrollado con tal método y tal acopio de datos experimentales recogidos
a través de una labor ímproba de muchos años, que constituye, con su pre-
cioso apéndice bibliográfico, un tesoro de información para el agrónomo,
para el biólogo y para el químico.
Considera el autor al grano, con criterio cualitativo, desde dos puntos de
vista : el alimenticio y el genético, exponiendo los resultados de experien-
cias realizadas en el laboratorio y en el campo experimental, metódicamente
acumulados e interpretados.
154 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Del punto de vista alimenticio, la cariópside es estudiada en sí, con rela-
ción al medio en que se desarrolla y multiplica y en sus aplicaciones, prece-
diendo a esta parte del trabajo una completa y documentada exposición de
los caracteres físicos, químicos y biológicos del grano, y terminándola un
estudio sobre el valor de aquél en panificación, fundando esta apreciación
en datos de laboratorio de carácter físico y químico fáciles de determinar e
interpretar.
La parte del trabajo que el autor dedica al grano del punto de vista gené-
tico, es sin duda el de mayor mérito, no sólo por la labor que representa,
sino también por la originalidad de las teorías propuestas y de las experien-
cias ideadas y planeadas para comprobarlas.
A través de toda la obra del notable investigador de Montagnapiana, inge-
niero Tallarico, se transparenta la idea directriz que lo impulsara a tan
noble esfuerzo: la búsqueda de los mejores medios para elevar en su patria
y especialmente en el mediodía, el tenor cualitativo de la planta de trigo,
sin olvidar el rendimiento, la cantidad del producto, pero dando preferencia
al primero ; por lo cual merece considerarse como un tratado de granicultura
cualitativa, ya esté destinado el grano a servir como alimento del hombre,
ya sea empleado como semilla.
Posee el problema una importancia tan grande para nuestro país como
para la nación italiana, y prueba de ello son los ensayos, estudios y trabajos
oficiales y particulares, dentro de la genética y sus aplicaciones, por lo cual
creo un deber señalar el libro de Tailarico a la consideración de nuestros
agrónomos en primer lugar, aceptando la gentil invitación del autor a com-
probar sus resultados experimentales antes de adoptar o rechazar sus ideas
y teorías que podrían juzgarse como arriesgadas.
Y no terminaré esta nota bibliográfica, que por el mérito de la obra que
la motiva debía ser mucho más extensa, sin hacer mención de su portada,
página profunda, vibrante y bella, donde se revela el espíritu cultísimo del
autor, y que merecería agregarse a las áureas estrofas del poema virgiliano,
por su pureza y por su lirismo. — Prof. E. Herrero Ducloux.
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-Breyer,
Adamoli, Pedro A.
Aguilar, Félix.
Albarracín, Carlos M.
Alcaraz, Ramón A.
Amadeo, Tomás.
Anchorena, Juan E.
Anastasi, Camilo.
Añón Suárez, Vicente. *
Aparicio, Francisco de.
Armani, Aquiles.
Arroyo, Rufino.
Aráoz Alfaro, Gregorio.
Arce, Manuel J.
Arditi Thompson, Horacio.
Arnaudo, Silvio J. a
Ávila Méndez, Delfín.
Aztiria, Ignacio.
Babini, José.
Bado, Atilio A.
Bancalari, Agustín.
Baidatt, Bernardo Ig.
Bachmann, Ernesto.
Balbiani, Atilio. E
Balmes de Llamas, José.
Barabino Amadeo, Santiago.
Barbieri, Antonio.
Barilari, Mariano J.
Barrancos, Leonidas A.
Berdoy, Pedro A. -
Beretervide, Roberto.
Berrino, Juan B. 4
Besio Moreno, Nicolás.
Bianchi Lischebtti, Ángel.
Blaquier, Juan.
Bolognini, Héctor.
- Bonorino Udaondo, Carlos./
Bontempi, Luis.
Bordenave, Pablo E.
Bosisio, Anecto J.
Bonanni, Cayetano.
Bottaro, Juan C.
Botto, Alejandro..- ,
Botto, Armando P.
Bozzini, Luis (h.).
Adolfo (h.).
Breyter, Marcos.
Briano, Juan A.
-Buldrini, Alvaro G.
Bullrich, Jorge M.
Bunge, Juan C.
Buontempo, Guillermo.
Busso, Eduardo B.
Butty, Enrique,
Caillet Bois, Teodoro.
Calandra, Raúl A.
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Carabelli, Juan José.
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Carbonell, José J.
Carelli, Humberto H.,
Caride Massini, Pedro.
Carette, Eduardo.
Carli, Félix J. D.
Casacuberta, Antonio.
Casares, Jorge. i
Castellanos, Alberto. E
Castello, Manuel F..
Castex, Mariano R.
Castiñeiras, Julio R.
Chanourdie, Enrique.
Chelía, Francisco. -
Chiarizia, Eduardo.
Chiodín, Alfredo $.
Celasco, Juan L.
Céspedes, Guillermo.
Cock, Guillermo.
Colmo, Alfredo.
Cremona, Andrés V.
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'Curti, Orlando P.
Curutchet, Luis.
Damianovich, Horacio.
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_Dassen, Claro CU.
Dasso, Héctor.
Dasso, Ricaráo L.
Debenedetti, José.
De Cesare, Elías Alfredo.
Dellepiane, Luis J.
Demarchi. Marco.
Díaz. Emilio C..
Dieulefait, Carlos E.
Doello-Jurado, Martín.
Dobranich, Jorge W.
Domínguez, Juan A.
Dubecqg, Raúl E. -
Duhau, Luis.
Dupont, Enrique.
Durañona y Vedia, Agustín.
Durrieu, Mauricio.
Escudero, Adolfo.
Escudero, Pedro.
Fernández, Alberto J..
Fernández Díaz, A.
Figini, Ángel.
Fischer, Gustavo Juan.
Fossa-Mancini, Enrique.
Frenguelli, Joaquín.
Galtero, Alfredo.
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Gualano, Egidio E
| Hofmann, Herbert.
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| Gandolo, J
| García, Lucio A. ;
Gascón, Alberto >
Géneau, Carlos E
Gerardi, Donato. -
González, Juan Ba E
Gradin, Carlos. - de:
Greslebin, Héctor.
Grieben, Arturo.
Gurewitsch, Marco.
A Avelino. ,
saña. pins ,
Herrera Vegas, Marceli
Hicken, Cristóbal Mm. e
Hickethier, Carlos. F.
Holmberg, Adolfo D.
Hortal, José Ángel. S
Hoxmark, William.
Hoyo, Arturo. des
Igartúa, Luis María
| Imaz, lenacio. as
Isetta, José. 57
Ivanissevich, Ludoy
Jorge, José M. e
Labarthe, Julio.
Lagunas. Simón. -
Larco, Esteban.
Lasso, Alfredo Le
Latzina, Eduardo. E
Lea, Allan B.
Leguizamón. Pondal,
Lezica, Fernando de. EN
Lignidres, José. AE
Loyarte, Ramón 0 2
| Lizer y Trelles, Carlos A
Lombardi, Alberto.
López, D. José. 2
Lorenzetti, Miguel vee
Lozano, Nicolás.
TS Arturo | M
Modela: Ensique o
Maguin, Jorge.
Magnin, Félix J.
_Mallol, Emilio.
Mamberto, Benito. E
Mares del Pont, Enr a
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ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES O
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- OCTUBRE 1982. — ENTREGA IV. TOMO CXIV ]
155
182.
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Presidente... E Y ce PI o : Doctor Nicolás Lozano.
Vicepresidente Jo AOS da ES Ingeniero. Evaristo Wo o A
Vicepresidente 20, a ad 54 Doctor Reinaldo Vanossi.
_Seer etario de actas... A de 2 - Doctor Lucio D' 'Ascoli. E 4
GEA Secretario de corr o Profesor. José F. É Molfino. y E
Tesorero ... A ea de Ingeniero Juan José C. Mosca.
Protesorer a Doctor Abel Sánchez Díaz.
Bibliotecari io E e OO Señor Luis. E a EN
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Os Eee Doctor Ángel. Bianchi Lischetti..
ES E di a E Ingeniero. Juan A. Briano.
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DIAGNOSIS Dk NUEVOS GÉNEROS Y ESPECIES DE ROEDORES CÁVIDOS
Y EUMEGÁMIDOS FUSILES DE LA ARGENTINA
RECTIFICACIÓN GENÉRICA DE ALGUNAS ESPECIES CONOCIDAS
Y ADICIONES AL CONOCIMIENTO DE OTRAS
Por LUCAS KRAGLIEVICH (1)
Dedico este trabajo a mi esposa Francisca
K. de Kraglievich y a mi hijito Jorge.
RÉSUMÉ
Diagnose de nouveaux genres et espéces de rongeurs caviidés et eumegamidés
fossiles de l'Argentine. Rectification générique de quelques espéces connues et addi-
tions á la connaissance d'autres. — Dans ce travail posthume, lauteur fait une
revision de toutes les formes mieux connues de deux groupes importants de ron-
geurs argentins : ceux des familles Caviidae et Eumegamyidae. Dans cette derniere,
qui est completement éteinte, sont groupés les plus grands rongeurs qui ont vécu
sur la Terre; quelques uns ayant atteint la taille du rhinocéros. L*'auteur propose
de nouveaux genres et especes, relativement auxquels il donne les diagnoses,
ainsi que les tableaux de mesures, et, á la fin, les illustrations correspondantes.
El presente trabajo se basa especialmente en materiales del Museo
Nacional de Historia Natural « Bernardino Rivadavia» de Buenos
Aires, y en su mayoría, los fósiles descritos proceden de los terrenos
(1) Como lo hemos dicho en el discurso transcripto en la página 186 del tomo
CXIIMI de los Anales, pocos días antes de fallecer el señor Kraglievich, recibía éste,
para revisar, las pruebas de galera del presente trabajo — que se publica ahora en
carácter de póstumo. Aun cuando el autor tuvo tiempo, antes de caer mortalmente
enfermo, de corregir esas pruebas, la Dirección de los Anales ha creído prudente
hacerlas revisar, lo mismo que las de página, por dos paleontólogos, quienes han
aceptado gentilmente esa tarea a pesar de no disponer de los originales. Uno
de ellos, el señor Carlos Rusconi, ha confeccionado, además, el cuadro de las
familias, subfamilias y géneros que precede al trabajo. La Dirección se complace
en agradecerles esa valiosa cooperación. — C. €. D.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV 12,
156 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
terciarios de la formación araucoentrerriana de las barrancas del río
Paraná, en la provincia de Entre Ríos. Los dibujos del texto han sido
ejecutados por los señores, Carlos Rusconi, €. V. Domínguez, y señora
Francisca K. de Kraglievich, a quienes agradezco la atención.
Comprende las siguientes familias, subfamilias y géneros :
Familia Caviidae.
Subfam. CAVIINAE.
Género “Erodoltcholis mk oa IO
TOO MNCIOLIS PRSC
Prodolichotis mendocina (Rov.)..........
Prodolichotis lacunosa (Amegh.).........
'Prodolichotas Molfinonn sp
Prodolichotis penjecia (Ame
Dolichotis mi lO Lame o A
Paradolichotis salinicola (Burm.) Kragl..
. . . . ..o...
. . o... o.
. . ... ....
e). 0 ee see
e. ..o.....01%..
Dolicavia minuscula (Y. Amegh.) C. Amegh.......
Dolicavia loberiaense (Amegh.) .........
Orthomyctera (Orocavia) andina (Rov.) n. subgen..
Ontkomyctera vaga Ame a OS
¡Neocavia: Lozanor nen Mp
Palaeocavía quequenense D. SP..........
Polaeocavia paranense D. SP............
Microcavia robusta H. Gerv. y Amegh....
Microcavia breviplicata (Burm.).........
Microcavia pampada (Amegh.)........ E
Galea leucoblephara (Burm.) Thomas....
Galea turgea (Ames
Subfam. CARDIOMYINAE Kral.
Género Cardiomys cavinus Amegh..............
Cardiomys mesopotamicus Amegh........
Candiomys Vegnati np
OO OOO
DDD OOOO
.. .o...o»...
e... . o...
e. ........
e... . ...».
Cardiomys (Pseudocardiomys) Ameghinorum Rov...
Cardiomys (P.) Ameghinorum, var. latidens Rov....
Cardiomys (P.) paranensis NM. SP........
Caxdomys (Ema A
Cardiomys (P.) intermedius D. SP........
Parodimys entrerríanus n. gen. N. Sp....
e... .........»
158
158
158
150%
160
160
161
161
161
163
163
164
164
165
165
166
16
167
167
168.
170
17
172
172
174
174
175
175
175
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES
Caumodon multiplicatus Amedeo
Cavrodon Scan a
Caviodon australis (Amegh.) RO0V................
Caviodom EFozznm Krall el e
Caviodon (Paracaviodon) angustidens n. subgen.
e
Familia Eumegamyidae.
Subfam. EUMEGAMYINAE.
Género Telodondomys compressidens Kragl.......... oe
uscomia crassidens Krall ty ao OA
Diaphoromys gamayensis Kragl..................
Diaphoromys Mmesopotamicus D. SP......ooo. ooo...
Protomegamys coligatus N. ge. M. SP............
UPV JAMYS CUDLUSO: Pida aaa e ea
Isostylomys Lawrillardi (Amégh.) Kragl..........
Isostylomys Ameghinot Do SP... o... .«.... SE
Subfam. TETRASTYLINAE Kragl.
Género Tetrastylopsis araucanus (Amegh.) Kragl.........
etrastylus (Protelicomys) atavus Kragl...........
Decnastaulus Quasus Ames. naa aa E
Melnastylas daevigatus Ameca a a A
MEtnas ul AAA en ao de ai
Telrastylus roDUStus DD oda elo ad
Metnasty las iermedius AO Va aa dto oia e ol
Subfam. GYRIABRINAE Kragl.
Género Gyriabrus Holmbergi (Amegh.) Kragl.......... Es
Gyriabrus Rebagliattii n. sp....... A IS
CUM TUS ANAL US Mi
Pseudosigmomys paranensis Kragl.......... sí
Subfam. PHOBEROMYINAE.
Género Phoberomys Burmeisteri (Amegh.) Kragl.........
TRNODEROMYS PTACCUESON MD. Mica es
158 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Fam. CAVIIDAE
Subfam. CAVIINAE
PRODOLICHOTIS n. gen.
Género directamente antecesor de Dolichotis; cráneo semejante al
de éste, pero con el rostro algo más breve y la frente menos ensan-
chada. El m* conformado como el de Orthomyctera Amegh., es decir
con el lóbulo posterior poco desarrollado y el surco interno que lo
define, ancho y superficial, en lugar de ser estrecho y llondo como en
Dolichotis.
Prodolichotis prisca (Rov.)
Dolichotis prisca Rovereto, Anal. Mus. Nac. Hist. Nat., XXV, 1914, pág.
607 14m Vd
Especie genotipo, procedente del terreno a«raucanense de Catamar-
ca (mioceno superior). Tamaño una cuarta parte menor que Dolicho-
tis magellanica. El hueso lagrimal no intersecta totalmente el maxi-
lar en el arco anteorbitario.
Medidas del ejemplar tipo (n* 8348, colec. paleont., Mus. Nac. de.
Bs. As.) comparadas con las de un espécimen de Dolichotis magella-
nica: longitud total del cráneo 100 (131) milímetros; distancia desde
el 2nion hasta los nasales 68 (88); basion-palation, 41 (51); serie mo-
lar en la corona, 20,5 (28); ancho del cráneo sobre los orificios audi-
tivos, 35 (49); ancho en la región mastoidea, 29,5 (39); ancho bicon-
diloideo, 15 (20,5).
La especie está representada en una de las faunas descubiertas
por el geólogo E. de Carles en las Huayquerías del sur de Mendoza.
De allí procede un fragmento de rama mandibular (n* 8519, colec.
paleont. Mus. Nac. de Bs. As.), cuyo incisivo se prolonga hacia atrás
tanto como en Dolichotis; la altura de la rama entre mM, y Mm, mide 15
milímetros sobre el lado interno, el m, tiene 5 milímetros de diámetro
anteroposterior y 3,8 en sentido transverso.
Prodolichotis mendocina (Rov.)
Dolichotis prisca, var. mendocina Rovereto, Anal. Mus. Nac. Hist. Nat.
de Bs. As., XXV, 1914, pág. 222.
Especie algo menor que prisca, procedente de uno de los horizon-
tes geológicos de las Huayquerías del sar de Mendoza. Medidas del
A A >
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 159
ejemplar número 8551 de la colección paleontológica del Museo Na-
cional de Buenos Aires: serie molar (p, a Mm), 17 milímetros ; altura de
la rama entre M, y M,, 13; diámetros del m,, 4,5:X< 3,5. El p, posee
an surco longitudinal anteroexterno ancho y relativamente hondo.
Otra porción mandibular (n” 8550) indica que el diastema es más
corto que la serie molar, a la inversa de lo que ocurre en Dolichotis.
Le atribuyo una rama mandibular izquierda con la dentadura, des-
cubierta en el yacimiento infraplioceno de Monte Hermoso (n* 7539,
colec. paleont. Mus. Nac. de Bs. As.). El p, posee un débil surco
anteroexterno y el espacio que lo separa del incisivo es más corto que
la serie molar. Longitud de la rama desde el cóndilo, 50; altura en-
tre m, y m, 12.6; diastema, 16; serie molar, 18; Mm, 4,3 X 3,9.
Una tibia izquierda del mismo yacimiento (n” 7151), tiene: 99 milí-
metros de largo, 17,5 de ancho proximal y 8,5 de ancho distal. Co-
rresponde a un animal de la misma talla que Paradolichotis salimi-
cola (Burm.) Kragl.
Prodolichotis lacunosa (Amegh.)
Dolichotis lacunosa Ameghino, Lista mam. fós. Monte Hermoso, 1888, pág.
12; Rovereto, Anal. Mus. Nac. Hist. Nat. Buenos Ares, XXV, 1914,
pág. 139; Orthomyctera lacunosa Ameghino, Act. Acad. Nac. Cienc.,
Córdoba, VI, 1889, pág. 220, lám. XI, figs. 5, 5a y 5b.
El examen de dos cráneos de la colección del Museo de Historia
Natural de Buenos Aires, procedentes del yacimiento infraplioceno de
Monte Hermoso, del que también procede el espécimen tipo, me
conduce a incluir esta especie en el vénero Prodolichotis, considerán
dola descendiente directa de P. prisca.
Medidas de uno de los cráneos comparadas con las del ejemplar de
Dolichotis magellanica: longitud total 115 (131) milímetros; distancia
desde el borde posterior del cóndilo occipital hasta el borde alveolar
anterior del p*, 63 (13); extensión de la sutura coronal, 37 (46); ancho
de la caja craneal, 42 (49); serie. molar, 23 (28); m?, 7,5 (9,6); ancho
de los molares, 4,5 (5,5).
El p, de varios fragmentos mandibulares mide entre 5 y 6 milíme-
tros (en D. magellanica 7,5).
El ancho distal de un húmero mide 13,5 milímetros en contra de
17,3 que tiene el de D. magellanica.
La diáfisis del fémur es más cilíndrica que en DP. magellanica y la
troclea rotular sigue la dirección del eje longitudinal del hueso, en
160 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
lugar de hallarse desviada como en esta última especie. Dimensio-
nes comparadas del fémur : ancho distal, 21,5 (25,5); espesor distal
máximo 25 (30).
Prodolichotis Molfinoi n. sp. (1)
El tipo es una rama mandibular izquierda (n* 4000, colee. paleont.
Mus. Nac. de Hist. Nat. de Bs. As.), procedente del piso mesopota-
miense de las barrancas del río Paraná en la provincia de Entre Ríos.
Lleva implantados los cuatro molares y un trozo del incisivo. El p,
posee un surco anteroexterno ancho y poco profundo; la cresta ma-
setérica se prolonga hasta el prisma anterior del m, y la fosa homó-
nima es poco profunda; la base del incisivo llega a nivel de la parte:
posterior del m.; la rama de la mandíbula es baja con relación al ta-
maño de los molares. Espacio ocupado por la serie molar, 19,5 milt-
metros; altura de la rama entre m, y M,, 12,5.
Prodolichotis perfecta (Amegh.)
Orthomyctera perfecta Ameghino, 4nal. Mus. Nac. Hist. Nat. de Bs. As.,
X, 1908, pág. 426.
En el Museo de Historia Natural de Buenos Alres, existen varios
restos que demuestran la supervivencia del género Prodolichotis en
el piso chapadmalense (plioceno medio) de la formación araucoentre-
rriana. Seguramente pertenecen a la especie que Ameghino llamó
Orthomyctera perfecta, sin acompañar su diagnosis. Proceder de Mi-
ramar.
Los dos últimos molares del cráneo ocupan 13 milímetros y el m'
mide 7,8 < 4,8 en el ejemplar número 6779 de la colección de dicho
Museo.
Entre otros huesos merecen mencionarse un húmero, el cúbito y
el radio de un solo individuo (n”* 10.207). Estos dos últimos huesos
son notablemente cortos con relación al húmero, casi tan cortos como
los de Paradolichotis salinicola y el cúbito es proporcionalmente más
robusto que el de D. magellanica. Doy las siguientes dimensiones de
estos huesos comparadas con los de la última especie nombrada : hú-
mero 104 (114) milímetros; cúbito 137 (180); radio 114 (152). La
longitud del cúbito no alcanza a 135 por ciento y la del radio a 110
por ciento de la del húmero, mientras que en Dolichotis magellamica
(1) Dedico esta nueva especie al distinguido botánico argentino, profesor José
F. Molfino.
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 161
el cúbito equivale a 143-158 por ciento del húmero, y el radio a
119-1536 por ciento (Kraglievich, 1930, pág. 13). ;
De la misma procedencia hay en el Museo de Buenos Aires dos
calcáneos, uno de los cuales (n* 10.925) mide 36 milímetros de largo,
11,8 de ancho y 13 de alto; el otro (n” 10.320) mide 33,5 X 11 X 12.
Dolichotis improla (Amegh.)
Orthomyctera improla Ameghino, Rev. Arg. Hist. Nat., 1, 1891, pág. 146
mol ASega Cens. Rep. Arg, 1,1898, pág. 183, 18. 47:
Esta especie del pampeano superior fué atribuída por Ameghino
al género Orthomyctera a causa, sin duda, del escaso desarrollo del
prisma suplementario anterior del p, ; pero este carácter se presenta
con cierta frecuencia en Polichotis y por este motivo unido al tamaño
de la mandíbula, considero que ¿mprola pertenece al género recién
mencionado, y aun creo posible que la especie no se diferencie subs-
tancialmente de D. magellamica.
Paradolichotis salinicola (Burm.) Kragl.
Orthomyctera lata Ameghino, Act. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, VI, 1889,
pás. 220, lám< XT, ig. 4.
Ninguna duda puede caber de que la supuesta especie Orthomyc-
tera lata del pampeano superior de Córdoba, creada por Ameghino,
es idéntica con Paradolichotis salinicola (Burm.) pues las dimensio-
nes de la pieza tipo concuerdan exactamente con las que proporciona
esta especie viviente.
Dolicavia minuscula (Y. Amegh.) C. Amegh.
Dolicavia minuscula (F. Amegh.) C. Ameghino, Physis, II, 1916, pág.
283; Kraglievich, Physis, X, 1931, pág. 400; Dolichotis minuscula Y.
Ameghino, Anal. Mus. Nac. Hist. Nat. de Bs. As., X, 1908, pág. 425;
Rovereto, Anal. Mus. Nac. Hist. Nat. de Bs. As., XXV, 1914, pág. 201,
a
Este roedor es uno de los más abundantes en el yacimiento chapad-
malense de Miramar. El doctor F. Ameghino y después Rovereto
lo atribuyeron al género Dolichotis, guiados por el aspecto de sus
molares inferiores y la particularidad común de que el p, posee un
prisma suplementario anterior muy desarrollado. Pero más tarde el
señor Carlos Ameghino demostró que la mandíbula difería notable-
162 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
mente de la de Dolichotis y propuso crear con la especie minuscula
el género Dolicavia.
Por mi parte he examinado un nutrido material que me permite
conármar la clasificación de Carlos Ameghino y ampliar el conoci-
miento del género y de la especie.
Un cráneo casi perfecto de la colección del Museo de Buenos Ai-
res (n* 10617), tiene un tamaño intermedio entre el de Cavia y el
de Mierocavia. Comparado con un cráneo de Iicrocavia robusta H.
Gerv. y F. Amegh. (n* 2445, colec. paleont. Mus. Nac.) se aprecia que
Dolicavia tiene el rostro, los agujeros incisivos, el paladar y la esco-
tadura postpalatina más angostos, el arco anteorbitario más vertical
y algo más ancho, el hueso lagrimal más distanciado del borde an-
terior de dicho arco, menos prolongado hacia abajo pero más hacia
atrás; la raíz inferior del arco anteorbitario menos perpendicular con
respecto al plano sagital; la superficie externa dei hueso malar, de-
lante de la sutura con el escamosal, es plana en lugar de ser excava-
da como en Mierocavia ; el foramen magnum es más amplio y sobre
todo más alto. Los incisivos son algo menos proodontes; el primer.
prisma del p tiene el mismo tamaño que el segundo, mientras en
Microcavia es más pequeño; el prolongamiento posterior del m? es
menos voluminoso que en este último género y el surco que lo define
lingualmente es ancho y superficial como en Orthomyctera y Prodoli-
chotis, en lugar de ser angosto y profundo como en Microcavia y
Dolichotis (lám. 1, £).
Las mayores diferencias con Microcavia residen en la mandíbula,
y particularmente en sus molares. Dolicavía tiene la sínfisis más
larga y la cresta masetérica más avanzada, pues llega hasta el p,.
Los molares inferiores se parecen a los de Dolichotis y difieren de
los de Miecrocavia por tener el surco lingual del segundo prisma ape-
nas insinuado. El prolongamiento anterior del p, tiene un desarrollo
variable.
Los huesos largos de los miembros son proporcionalmente más
largos que los de Microcavia; el fémur posee un pequeño tronchan-
ter tertius en la mitad de la diáfisis y otro suplementario en la ter-
minación inferior del tr. major.
Longitud máxima del cráneo 65 milímetros; cóndilobasal, 59,5;
ancho del rostro, delante de los agujeros anteorbitarios, 11,5; ancho
mínimo interorbital, 17; ancho de la caja craneal, 30,5; ancho bici-
eomático, 41; ancho bimastoideo, 26; distancia basion-palation 23,0;
altura imion-basion, 17; nasales en la línea media, 24; ancho máximo
dl j
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 163
de ambos nasales, 10; longitud de los frontales, en la línea media,
22; diastema, 17; ancho de ambos agujeros incisivos, 4; longitud de
la serie molar, 15; ancho de los molares, 2,8; longitud de la mandí-
bula (n* 9437) desde el cóndilo, 41; altura debajo del m,, 10,2; serie
molar, 16; p,, 3,6; diastema, 12.
Longitud del húmero (esqueleto n* 6643), 47 milímetros ; cúbito,
50; radio, 41,5; fémur, desde el tr. major, 55; fémur, desde el caput,
52; ancho proximal, 13; diámetro del caput, 6,2; ancho sobre el t».
tertius, Y; espesor en ese punto, 4,3; ancho máximo distal, 11,5; es-
pesor distal, 10,8; longitud de la tibia, 66; ancho proximal, 11,5;
ancho distal, 6,8; longitud del calcáneo, 15,6; ancho máximo, 7,7.
Dolicavia loberiaense (Amegh.)
Orthomyctera loberiaense Ameghino, Anal. Mus. Nac. Hist. Nat., X,
1908, pág. 425; Dolichotis loberiaense Rovereto, Anal. Mus. Nac.
Hist. Nat., XXV, 1914, pág. 201, fig. 78 (exclusive porción de maxi-
lar con tres molares).
Tamaño ligeramente mayor que minuscula, diastema mandibular
algo más corto (11,5 mm.); incisivo mandibular más ancho (2,2 mm.);
la cresta masetérica, algo más retraída, llega hasta la parte media del
m,; la sínfisis levemente más espesa; el surco anteroxterno del p, es
ancho y poco profundo. Longitud de la serie molar inferior 16,5;
ancho de los molares 3.
El fragmento de maxilar con tres molares figurado por el doctor
Rovereto junto con la rama mandibular tipo de loberiaense no perte-
nece a esta especie y tampoco al género Dolicavia, Probablemente
corresponde a una pequeña especie de Polaeocavía o a un ejemplar
joven de P. chapadmalense Amegh.
Orthomyctera (Orocavia) andina (Rov.) n. subgen.
Dolichotis andina Rovereto, 4nal. Mus. Nac. Hist. Nat., XXV, 1914, pág.
98, fig. 25.
ll tipo es un cráneo de la colección del Museo de Buenos Aires
(n” 8350), procedente del piso araucanense de Oatamarca.
Los molares se parecen a los de Polichotis, excepto el m* que está
conformado como el de Orthomyctera, Dolicavia y Prodolichotis. El
surco de los molares, opuesto al pliegue que individualiza sus pris-
mas, es menos acentuado que en Dolicavia. El paladar es más an-
164 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
gosto y más escotado que el de D. minuscula y Orthomyctera rigens,
el occipucio más angosto que el de aquella especie y los globos tim-
pánicos más voluminosos y más aproximados entre sí. La frente es
más angosta que la de Dolichotis, la región parietal más deprimida
en su parte posterior y el occipucio más bajo con un contorno su-
perior semicircular. La cresta masetérica mandibular se prolonga
hasta la mitad anterior del m,. La base del incisivo no llega tan atrás
como en Dolichotis y el diastema que separa este diente del p, es me-
nor que el espacio ocupado por los molares.
Para las medidas remito al lector a la obra del doctor Rovereto.
Agregaré solamente que el ancho bimastoideo del cráneo mide 22
milímetros.
Orthomyctera vaga Amegh.
Orthomyctera vaga Ameghino, Act. Acad. Nac. Cienc., Córdoba, V1, 1889,
pasr2lo lan Ae ole
El tipo es un fragmento de maxilar con el m?, procedente del piso
hermosense. Es una especie algo más pequeña que O, rigens Amegh.
Le atribuyo un cráneo de igual procedencia, que pertenece al Mu-
seo de Buenos Aires (n* 1319). Se parece al cráneo de Microcavía,
pero tiene la frente menos deprimida y la región posterior menos ar-
queada. Los agujeros incisivos son largos y más bien angostos; el
paladar es más escotado que el de O. rigens. El hueso lagrimal no
interrumpe el maxilar sobre el arco anteorbitario y la órbita es clt-
cular. Los globos timpánicos son voluminosos y están poco espacia-
dos entre sí. Longitud total del cráneo, 63 milímetros; cóndilobasal,
60; ancho interorbitario, 15; bicigomático, 33; ancho sobre el oído,
27; bimastoídeo, 23; bicondiloideo, 12; globos timpánicos 14 X 13;
distancia basion-palation, 27 ; serie molar, 12,5; m*, 4 X 2,8; diaste-
ma 17.
Neocavia Lozanoi n. gen. n. sp. (1)
El tipo del género y de la especie es un cráneo y la rama mandi-
bular derecha econ casi toda la dentadura, procedente del piso arau-
canense de Catamarca y conservado en el Museo de Buenos Alres
(n* 8400).
Es un pequeño cávido, emparentado con Microcavia y Palaeocavta.
(1) Dedico la especie al ilustre presidente de la Sociedad Científica Argen-
tina, doctor Nicolás Lozano.
»)
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 165
Los agujeros incisivos son amplios; la región posterior del cráneo es
fuertemente arqueada y voluminosa y los globos timpánicos tienen
un notable desarrollo, hallándose muy expuestos en el oceipucio. La
cresta masetérica mandibular se prolonga hasta la parte anterior
del m..
El segundo prisma de los molares es más grueso que el primero —
y posee un pequeño pliegue en-
sobre todo en los molares inferiores
trante de esmalte, el cual en los molares de la mandíbula penetra
menos que en Mierocavia ; el prolongamiento posterior del m* se ha-
lla conformado como en Orthomyctera, Prodolichotis, Dolicavia, ete.;
el primer prisma de p, y p' es más pequeño que el segundo; el p, po-
see o no un surco en la cara anteroexterna. Los prismas de los mola-
res son menos espesos anteroposteriormente que los de Orocavia
andina.
Distancia desde el cóndilo occipital hasta el borde anterior del
p*, 27 milímetros; ancho posterior del cráneo, 24; serie molar, 10,5;
ancho de los molares, 2,5; diastema de la mandíbula, S; altura de la
rama entre m, y M, (lado interno), 7; espacio ocupado por p,, M, y
MO.
Palacocavia quequenense ». s).
Tipo, un maxilar derecho con todos los molares de la colección del
Museo de Buenos Aires, (n* 9854), descubierto en el terreno araucano
de las márgenes del río Quequen Salado (1).
La especie es un poco menor que P. ¿impar del piso hermosense. El
pliegue interno que aisla el prolongamiento posterior del m* es rela-
tivamente angosto y profundo, el prisma anterior de cada molar es
más estrecho que el segundo y éste posee un surco externo algo pro-
tundo. Espacio ocupado por la serie molar 15 milímetros; ancho trans-
verso de cada molar, 2,8.
Palaeocavia paranense 5. sp.
Los restos de esta especie pertenecen al Museo de La Plata y pro-
ceden del piso mesopotamiense de la formación araucoentrerriana.
El tipo es una rama mandibular que he descrito en un trabajo
que, va para dos años, le entregué al director del Museo Nacional de
Historia Natural « Bernardino Rivadavia» de Buenos Aires, sin que
(1) Denomino piso irenense al horizonte geológico de donde procede este fósil,
tomando el nombre de la localidad Irene (Ferrocarril del Sur).
166 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
hasta la fecha haya sido publicado, por cuya causa me resuelvo a
deseribirla aquí nuevamente.
La rama mandibular tipo (n” 196, colec. Mus. La Plata.) conserva un
trozo del incisivo, el p, y los dos primeros molares, Mm, y M,. La cres-
ta masetérica se prolonga hasta el p,. El incisivo tiene la cara ante-
rior convexa y su base llega hasta el m,, formando una prominencia
en la cara interna de la rama. El segundo prisma de los molares es
más grueso que el primero y lleva un surco interno ancho y poco
profundo. El p, es más pequeño que los verdaderos molares y posee
un vestigio de surco anteroexterno. El fondo de las hendeduras que
individualizan los prismas de los molares en el costado labial está
rellenado con cemento. Espacio ocupado por e mM, y Ma, 11,3 milí-
metros; ancho transverso del p,, 2,2; del m,, 2,8; altura de la rama
debajo del m.,, 10,5.
A la misma especie refiero un fragmento de cráneo, ido de
una profundidad de 73 metros cuando se practicó la perforación del
parque Saavedra en la ciudad de La Plata (según datos que me pro-
porcionó el señor Bernardo Eugui). La pieza está incrustada de are
nisca ferruginosa muy consistente. Los agujeros incisivos son an-
gostos; el diastema mide 17 milímetros ; los nasales en la línea media
20; la serie molar, 14,5 y el ancho del p*, 3.
Microcavia robusta H. Gerv. y Amegh.
Microcavia robusta H. Gervais y F. Ameghino, Mam. fós. Amér. del swr,
15880, pág. 52; F. Ameghino, 4Act. Acad. Nac. Cienc., Cordoba, VIE
1889, pág. 228, lám. XII, figs. 11 y 12.
El Museo de Buenos Aires posee un cráneo, parte de la mandíbula
7 algunos huesos de los miembros (n* 2445) de esta especie, proce-
dentes del pampeano superior de Buenos Aires. El tamaño es bas-
tante mayor que el de MM. australis viviente. El rostro es relativa-
mente ancho y los globos timpánicos algo más reducidos que los de
la especie actual.
Longitud máxima del cráneo, 62 milímetros; condilobasal, 57;
ancho del rostro, delante de los agujeros anteorbitarios, 12,2; ancho
mínimo interorbitario, 14,5; ancho de la caja craneal, 25; bicigomá-
tico, 39; vasion-palation, 21; diastema, 17; serie molar, 14; ancho
transverso de los E 3; diastema de la mandíbula, 11,5; serie
molar, 14,5; p,, 2,8; longitud del húmero, 37,5; longitud desde el ca-
put, 36,4; ancho distal, 7,5.
1-90 +
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 167
Microcavia hreviplicata (Burn:.)
Cavia breviplicata Burmeister, 4nal. Mus. Públ. de Buenos Aires, 1, 1865,
pág. 148; Descr. Phys. Rep. Arg., III, 1879, pág. 274. Cerodon bre-
viplicatus Ameghino, Act. Acad. Nac. Cienc., Córdoba, VI, 1889, pág.
227 ; Trouessart, Catal. Mam. 1898, pág. 639; 1905, pág. 526.
El tipo es la mitad anterior de una rama mandibular izquierda,
conservada en el Museo de Buenos Aires (n* 2395), descubierta en el
pampeano superior. Conserva el p,, el m, y el incisivo. La talla del
animal era comparable a la de M. robusta, pero la región sinfisaria
es más delgada y el p, y Mm, algo más extensos. La cresta masetérica
se prolonga hasta la parte media del m,. Altura de la rama debajo
del segundo prisma del m,, 11 milimetros; espacio ocupado por P, y
NN O
Microcavia pampata (Amegh.)
Palaeocavia pampata Ameghino, Áct. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, VI,
1889, pág. 233, lám. XII, fig. 9; Palaeocavia minuta Ameghino, op.
cu paro lam A IO O:
Seguramente, Ameghino refirió la especie pampaéa al género Pala-
eocavia debido a la ausencia de surco en la cara anteroexterna del p,:
cosa que también suele ocurrir con bastante frecuencia en Microca-
via (Kraglievich, 1930, págs. 65 y 68, fig. 3), a cuyo género pertenece
sin duda la especie aludida.
En cuanto a P. minuta, considero que fué creada sobre un frag-
mento mandibular de un ejemplar juvenil de pampacga.
Todos los restos utilizados por Ameghino para crear ambas espe-
cies proceden del pampeano superior de la provincia de Córdoba.
Con estas rectificaciones puede afirmarse que el género Palaeoca-
vía no estuvo representado en la fauna pampeana como tampoco lo
estuvo el género Orthomyctera. Los dos géneros pertenecen a las
faunas prepampeanas de la Argentina.
Galea leucoblephara (Burm.) Thomas
Cerodon leucoblepharus (Burm.) Ameghino, 4ct. Acad. Nac. Cienc. Cór-
doba, VI, 1889, pág. 224, lám. XII, figs. 18 y 19.
A esta especie viviente del género Galea pueden atribuirse los
restos descritos y figurados por Ameghino en 1889, bajo el nombre
Cerodon leucoblepharus, procedentes del postpampeano de la provin-
168 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
cla de Córdoba. Los molares superiores llevan un surco en la cara
externa de cada uno de sus dos prismas; el paladar es ancho y la
cresta masetérica se prolonga hasta el p,, todo de acuerdo con los
caracteres del género Galea.
Galea turgea (Amegh.)
Cerodon turgeo Ameghino, 4ct. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, VI, 1889,
pág. 225, lám. XII, fig. 20 ; Cerodon priscus Ameghino, op. cit., pág.
226, lám. XI!, fig. 22; Cerodon pygmaeus Ameghino, op. cit., pág. 226,
lám. XIT, fig. 21; Cerodon antiquus Ameghino (nec Laurillard) op. cit.,
pág. 225, lám. XII, ig. 23.
El cráneo y la dentadura de la especie turgea presentan los carac-
teres del género Galea; el incisivo teñido de amarillo de la mandí-
bula atribuída por Ameghino a O. antiquus Laur., indica que perte-
nece también a dicho género y lo mismo cabe decir de O. priscus por
la forma de sus molares y la extensión de la cresta masetérica man-
dibular. C. pygmaeus fué creada sobre un ejemplar inmaturo de Ga-
lea turgea.
Subfam. CARDIOMYINAE Kragl.
Esta subfamilia comprende un conjunto de cávidos, todos extin-
suidos, con la mayoría de los molares formados por dos prismas
triangulares excepto el m* que constaba de cuatro prismas y un pro-
longamiento posterior hasta seis ¡prismas con igual prolongamiento,
y el p, que se componía invariablemente de tres prismas bien des-
arrollados. El paladar era poco excavado y muy extenso, parecido al
de los carpinchos.
Normalmente la cara externa de cada uno de los prismas de los
molares superiores y la interna de los inferiores presentan un surco 0
pliegue de esmalte, a veces muy penetrante; y en ciertos casos, algu-
nos prismas poseen dos surcos en la misma cara. El prolongamiento
posterior del m* suele ofrecer una arista lingual redondeada, o un
borde anguloso como el de los otros prismas que componen éste y los
demás dientes superiores.
El último representante del grupo fué Caviodon Pozzi Kragl., del
horizonte chapadmalense.
Actualmente se admitían dos géneros, a saber: Cardiomys y Cavi-
odon, creados por Ameghino. El primero tiene el m* compuesto de
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 169
cuatro prismas y un prolongamiento posterior; el del segundo com-
prende cinco prismas y un prolongamiento posterior, seis prismas
completos, o todavía seis prismas y un apéndice posterior. Con un
molar de este último tipo he creado el subgénero Lelongia (Kraglie-
vich, 1930, págs. 178-184 con una figura).
Sin embargo, el examen detenido del rico material de cardiominos
que se conserva en el Museo de Buenos Aires, procedente de los ya-
cimientos terciarios dei Paraná, Catamarca, Huayquerías de Men-
doza, territorio nacional de la Pampa, Monte Hermoso y Miramar,
me ha demostrado que el número de géneros es mayor y que éstos
pueden establecerse, por ahora, sobre los siguientes caracteres.
Gen. Cardiomys Amegh. M* compuesto de cuatro prismas y un
prolongamiento posterior, más o menos desarrollado; todos los pris-
mas relativamente comprimidos en sentido anteroposterior y provis-
tos de un solo surco externo. P,, constituído por tres prismas con un
surco interno cada uno (fipo: O. cavinus Amegh.)
Subgen. Pseudocardiomys n. subzen. Los prismas de los molares
algo más espesos que Cardiomys s. str. El segundo o el tercer prisma
del m* o ambos, con dos surcos en la cara externa. El segundo prisma
del p, con dos surcos en la cara interna. La cara anterior de los
Incisivos menos convexa que en el género típico (tipo: £. Ameghino-
rum Rov.)
Gen. Parodimys n. gen. Los dos primeros prismas del p, sin surco
interno; el tercer prisma con un surco amplio, bien pronuciado ; el
segundo prisma comprimido anteroposteriormente y el primero casi
tan espeso como el tercero (tipo : P. entrerrianus M. Sp.).
Gen. Caviodon Amegh. s. str. M* compuesto de cinco prismas y un
prolongamiento posterior o de seis prismas completos, con un solo
surco externo cada uno y relativamente comprimidos. P, formado
por tres prismas, con un pliegue en la cara interna de cada uno. Los
pliegues de todos los molares algo más hondos que en Cardiomys (tipo:
O. multiplicatus Amegh.).
Subgen. Lelongía Kragl. M* formado por seis prismas y un pro-
longamiento posterior (tipo: L. paranense Kragl.).
Subgen. Paracaviodon n. subgen. M* constituído por cinco pris-
mas y otro rudimentario posterior, relativamente angostos en el sen-
tido transverso, la arista lingual de cada prisma menos aguda que en
Caviodon s. str. y Lelongia; el cuarto y quinto prismas, y el sexto
rudimentario sin surco externo (tipo : P. angustidens).
Los molares superiores de los cardiominos presentan una interruy»-
170 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA
ción de la envoltura de esmalte en los bordes anterior y posterior
externos, a veces poco aparente; los inferiores la presentan en los
mismos bordes de la cara interna.
Cardiomys cavinus Amegh.
Cardiomys cavinus Ameghino, Bol. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, VIII,
1885, pág. 57; Act. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, VI, 1889, pág. 236;
lám. XXIIT, fig. 18 (tipo); pág. 907, lám. LXXII, fig. 12 (metatipo);
Seg. Cens. Rep. Ary., 1, 1898, pág. 1853, fig. 464 (metatipo). Neoprocavia
cavina Ameghino, fiev. Arg. Hist. Nat., 1, pág. 247, 1891; Cardiomys
mesopotamicus, Frenguelli, Bol. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, 1920, pág.
28, figs. 1 y 2 (topotipo).
El tipo es un p,, que mide 10 milímetros de largo y 5 de ancho.
El primer metatipo atribuido por Ameghino a esta especie, es una
rama mandibular derecha con el incisivo y los tres verdaderos mola-
res, conservada en el Museo de Buenos “Aires (n* 4593); el mar
sivo tiene 4 milímetros de ancho y 4,5 de espesor; el diastema mide
30 y otro tanto la serie de los cuatro alvéolos de los molares, en lu-
gar de 28 como dijo Ameghino; los tres verdaderos molares ocupan
21, el m, S X 5,5, la altura de la mandíbula al comienzo de la sínfi-
sis, 12 y entre m, y Mm, 19, la longitud de la sínfisis 28. La mandíbula
es más baja que la de Dolichotis magellamica, la serie molar más
extensa y el diastema que la separa del incisivo más corto en valor
absoluto y proporcional; la cresta masetérica es más fuerte y se pro-
longa más adelante.
El segundo metatipo fué descrito por Ameghino en 1891 y figu-
rado en 1898; es una mandíbula con todos sus molares. Los incisi-
vos tienen 5 milímetros de ancho, los cuatro molares ocupan 32, el
diastema 30 y la altura de la mandíbula debajo del p, mide 18.
El topotipo deserito por Frenguelli es una porción de rama man-
dibular derecha con los molares. El p, debía medir alrededor de
9 milímetros y la serie molar cerca de 31.
Le atribuyo a esta especie varios restos pertenecientes al Museo
de Buenos Aires, que proceden como los anteriores de la formación
araucoentrerriana de la provincia de Entre Ríos. Un p, derecho (n”
4514) mide 10,5 X 4,8. Un p, izquierdo (n” 4514 a) tiene 10,2 < 4,0.
Un m* derecho (n* 3357), con el prolongamiento posterior regular-
mente desarrollado, mide 13 milímetros en dirección anteroposterior
y 6 en el sentido transverso.
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 171
Cardiomys mesopotamicus Amegh.
Cardiomys mesopotamicus Ameghino, Seg. Cens. Rep. Arg., I, 1898, pág.
183 ; Procavia mesopotamica Ameghino, Bol. Acad. Nac. Cienc. Córdo-
ba, VIII, pág. 64, 1885; Bol. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, IX, pág. 76;
Neoprocavia mesopotamica Ameghino, 4Act. Acad. Nac. Cienc. Córdoba,
VI 1889, págs. 235 y 908, lám. XIT, fio. 31; lám. XXII, figs. 23 y
24 y lám. LXXX, fig. 13 : Arvicola gigantea Bravard, Monogr. terr.
mar. terc. 1858, pág. 94; Burmeister, 4nal. Mus. Nac., 111, 1885, pág.
Or(conÑte. em pág. 111), lám. IT, e. 9.
El tipo es una rama mandibular izquierda, colectada por el doctor
Santiago Roth en la formación araucoentrerriana del Paraná, des-
erita en 1885 por Ameghino sin haberla figurado en ninguna de sus
obras. Es una especie algo más pequeña que cavinus.
El incisivo mide 4 milímetros de ancho, el p, S X 4,5,
el m, y el m, 6 X 4; estos tres dientes ocupan 20 mi-
límetros.
Arvicola gigantea tiene por tipo un fragmento de
rama mandibular derecha con el p, y el m, (n” 4510,
colec. Mus. de Bs. As). Burmeister le asignó 9 milí-
metros al p, y 6 al m,, pero aquel diente mide en rea-
lidad 7,5 y el otro 5,5 de modo que los dos ocupan 13
milímetros. Según Burmeister el prisma intermedio
del p, carece de surco lingual; sin embargo, el surco
existe, aunque no es tan profundo como el del prisma posterior
(fig. 1).
El Museo de Buenos Aires posee varios restos, procedentes tam.
bién del Paraná, que pueden referirse a esta especie. Una porción de
rama mandibular derecha (n* 9094) con el incisivo y el p,; ancho del
incisivo 3,5; p, 1,8 X 4,2; diastema 23,5. Una fracción de rama
mandibular derecha (n* 3275), con parte del incisivo y los tres pri-
meros molares ; ancho del incisivo 3,5; p, 7,2; espacio ocupado por
los tres molares, 18,2. Un p, izquierdo (n* 2628, lám. Im) mide
8,5 X 4,7. Un p, derecho (n* 3358), 83< 4,5. Una porción de maxilar
1zquierdo (n* 3830) con el m* y el m*; el prolongamiento posterior
del m* es bastante desarrollado y tiene el borde lingual redondeado:
espacio ocupado por ambos molares 16; m*, 11:X 5. Un m* derecho
(n* 3385) parecido al precedente, mide 10,8 X 5.
Fig. 1. — Cardiomys
mesopotamicus, X 1
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV 13
a ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Cardiomys Vignatii n. sp. (1)
El tipo de esta pequeña e interesante especie es un paladar con la
dentadura (n* 3944, colec. Mus. de Bs. As.), procedente de los terre-
nos terciarios del Paraná. El espacio comprendido entre los dos pre-
molares, derecho e izquierdo, es mayor que en la generalidad de los
cardiominos. El paladar es poco excavado y amplio, y termina con
un borde semicircular a nivel del penúltimo prisma del m?. El quinto
prisma de este diente es bastante voluminoso. Espacio ocupado por
los cuatro molares, 22,5 milímetros; m*,8 X 4; ancho del paladar
entre los premolares, 3; ancho a nivel del penúltimo prisma del
último diente, 13,5.
Cardiomys (Pseudocardiomys) Ameghinorum Rov.
Cardiomys Ameghinorum Rovereto, Anal. Mus. Nac. Hist. Nat. de Bs.
As., XXV, 1914, pág. 56, fig. 24.
Esta especie, muy abundante en el piso araucanense de Catamat-
ca y enel territorio nacional de la Pampa, era un poco mayor que
cavinus. El segundo prisma del p, posee dos surcos en la cara inter-
na y el segundo y tercer prisma del m* dos surcos en la cara externa,
Los prismas de los molares son algo más espesos que los de Cardio-
mys S. str. y la arista anterior externa del m* más gruesa.
El tipo es un cráneo casi completo y la rama izquierda de la man-
díbula (n* 8246, colec. Mus. Nac. de Bs. As.), pero en el mismo Museo
hay además otros restos, procedentes de Catamarca y la Pampa.
El cráneo es un poco más grande y más ancho que el de Dolicho-
tis; tiene el hocico más corto, la región posterior menos arqueada y
más baja, los globos timpánicos más pequeños y más alejados entre
sí, y en cambio los globos mastoideos, situados encima del oído, son
mucho más voluminosos; el occiput es triangular, limitado arriba por
una delgada cresta que se proyecta detrás y deprimido sobre los cón-
dilos; basioccipital aplanado y ancho; la órbita es más baja que en
Dolichotis y el frontal no forma un reborde supraorbitario levantado;
arriba de los lagrimales corre hacia atrás una honda canaladura
hasta el ángulo superior de la órbita, la cual en Dolichotis se pro-
longa sobre el reborde supraorbitario de los frontales. El paladar es
(1) Dedico la especie al profesor Milcíades A. Vignati, jefe del departamento:
de Antropología del Museo de La Plata.
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES ES
igualmente ancho y extenso como el de Cardiomys s. str., parecido
al de los carpinchos.
La mandíbula es proporcionalmente más baja que la de Dolicho-
tis y más cóncava ventralmente; la apófisis coronoidea es más baja y
se halla situada al costado del m, y no detrás de este diente; la esco-
tadura semilunar se encuentra a nivel de los alvéolos dentarios; la
región comprendida entre los incisivos y los premolares es más corta
y espesa, siendo su longitud menor que el espacio ocupado por los
molares, a la inversa de lo que ocurre en Dolichotis; la cresta mase-
térica es más robusta y se prolonga más adelante; la fosa homónima
es más extensa y profunda; la base del incisivo alcanza la parte pos-
terior del m,.
Las filas dentarias son menos convergentes que en Dolichotis; el
borde postpalatino se encuentra más cerca de los cóndilos.
Para que puedan apreciarse comparativamente las dimensiones del
cráneo y la mandíbula de Pseudocardiomys Ameghinorum, acompaño
entre paréntesis las de un ejemplar de Dolichotis magellanica: distan-
cia desde el borde posterior del cóndilo occipital hasta el borde ante-
rior del alvéolo del p*, 87 (75) milímetros ; desde el cóndilo hasta el
borde posterior del alvéolo del m?, 50 (50); serie molar, 38 (27); lon-
gitud del paladar sobre la línea media en la parte ocupada por los
molares, 34 (16); basion-palation, 45 (53), distancia entre los globos
timpánicos, 17 (10); ancho del cráneo sobre los globos timpánicos,
excluído el conducto auditivo, 44 (43); ancho bicondiloideo, 23 (21);
altura de los cónailos occipitales, 14 (16); altura basion-inion, 35 (35);
ancho del cráneo detrás de la apófisis cigomática del escamosal, 50
(44); longitud desde el imion hasta el borde anterior de los frontales,
92 (85); longitud de los frontales en la línea media 535, (46). Dias-
tema de la mandíbula, 30 (32); serie alveolar de los molares, 34 (27);
espesor máximo de las ramas mandibulares, 19,5 (18); ancho del inci-
sivo, 4 (3,6).
La figura de la rama mandibular tipo publicada por el doctor Ro-
vereto, es incorrecta, pues el p, aparece allí más corto que el m,,
siendo que es más extenso, aunque en realidad no mide 13,5 milími-
tros como dice dicho autor sino 10,5.
En el Museo de Buenos Aires hay un húmero, parte de un radio,
un fémur y una tibia (n* 8240), procedentes de Catamarca, que segura-
mente pertenecen a esta especie. 1l húmero es más corto, pero más
robusto que el de Dolichotis; el radio no es tan comprimido; el fé-
mur tiene el cuello del caput más corto y menos erguido, la diáfisis
A ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
más rectilínea y gruesa, de ancho casi uniforme, y provista en el me-
dio del borde externo de un trochanter tertius aliforme, desviado hacia
atrás; la fosa suprapatelar es poco profunda, la facies patellaris
extensa y algo oblicua, aunque no tanto como en Dolichotis ; la tibia
es apenas más larga que el fémur y proporcionalmente más corta y
más espesa que la de Dolichotis ; la cresta cnemial se prolonga más
abajo, ocupando una gran parte de la longitud del hueso. Indudable-
mente Pseudocardiomys Ameghinorum fué menos corredor que Doli-
chotis magellanica.
He aquí las medidas de estos huesos comparadas con las de D,
magellanica : longitud máxima del húmero, 99 (110) milímetros; lon-
gitud desde el caput, 92 (103); ancho proximal, 28 (27); diámetro del
caput, 18 (16); ancho distal, 18,5 (17). Longitud máxima del fémur,
124 (128); longitud desde el caput, 112 (128); ancho proximal, 33,5
(33,5); ancho en el medio de la diáfisis, 16 (12); ancho distal, 25 (25);
espesor distal, 30,5 (30,5). Longitud de la tibia, 135 (164); ancho
distal, 14,5, (16); espesor distal, 13,5 (13,5).
Cardiomys (Pseudocardiomys) Ameghinorum, var. latidens Rov.
Cardiomys Ameghinorum, var. latidens Rovereto, Anal. Mus. Nac. Hist.
Nat. Bs. As., AXV, 191% pág, 2.19:
El tipo es una rama mandibular derecha con la dentadura (n* 8538,
colec. Mus. de Bs. As.), descubierta en las Huayquerías del sur
de Mendoza. Tamaño algo mayor que el de la especie. Ancho del
incisivo, 5 milímetros; diastema, 32; serie alveolar de los molares,
35 (1); pi, 10,8 X 6; m, 9 <X 6,8; distancia del m, al cóndilo 22; al-
tura de la rama en el comienzo de la sinfisis, 14,8; altura entre m, y
Cardiomys (Pseudocardiomys) paranensis n. sp.
Tipo : La parte media de un cráneo, con m* y m* del lado derecho
y mí izquierdo (n*? 3833, colec. pal. Mus. de Bs. As.), procedente de
los terrenos terciarios del Paraná. El palation está a nivel del pen-
último prisma del m*, y la escotadura postpalatina es algo más
abierta que en Ameghinorum. El segundo y tercer prismas del m*
_poseen dos surcos en la cara externa y el prolongamiento posterior de
este molar es rudimentario.
(1) El doctor Rovereto consigna erróneamente 30 milímetros.
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 175
Distancia entre las caras externas de ambos »m?, 31,5 (en 4Ameghi-
norum, 34,5); m? -- m?, 18; m*, 12 X 5; longitud de la corona del m2?
en línea recta hasta la base, 25.
Refiero a la misma especie varios molares de un mismo individuo
(n* 9032, col. Mus. de Bs. As.), procedente de los terrenos terciarios |
del arroyo Espinillo en la provincia de Entre Ríos. El segundo
prisma del p, posee dos surcos en la cara lingual y el tercero un solo
surco profundo. Diámetro anteroposteriordel p,, 8,5; ancho adelante,
3,5; ancho detrás, 5.
Cardiomys (Pseudocardiomys) minutus n. sp.
Tipo : Fragmento anterior de una rama mandibular izquierda, con
parte del incisivo y el p, (n 3993, colec. Mus. de Bs. As.), descubierto
en las barrancas del río Paraná, en la provincia de Entre Ríos. El
seenndo prisma del p, con dos surcos en la cara interna; los otros
prismas con un solo surco. Ancho del incisivo 2,5; p,, 6 < 3; longl-
tud del diente hasta la base en línea recta, 13; altura de la rama en
el comienzo de la sínfisis, S; diastema, 16.
Cardiomys (Pseucardiomys) intermedius n. sp.
Tipo: p, izquierdo (n* 9094, colec. Mus. Nac. de Bs. As.), de la
misma procedencia que el precedente. Los dos surcos del prisma
intermedio son poco visibles y la parte media de la carta lingual de
este diente comprendida entre dichos surcos se destaca menos que
sas bordes anterior y posterior. Diámetro anteroposterior, 7,5; ancho
máximo, 4.
Parodimys entrerrianus n. gen. n. sp. (1)
Tipo: La mitad anterior de una rama mandibular derecha, con el
incisivo y el p, (n* 9034, colec. Mus. de Bs. As.), descubierta por el
extinto profesor Scalabrini en el arroyo Espinillo de la provincia de
Entre Ríos.
La base del incisivo alcanza la parte posterior del m, y la cresta
masetérica se prolonga hasta el p,.
El primero y el segundo prismas del p, carecen de surcos en la cara
interna; aquél tiene la cara anterior transversalmente convexa y éste
(1) Dedico el género a mi buen amigo y colaborador científico, señor Lorenzo
J. Parodi.
176 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
es comprimido de adelante hacia atrás; el tercer prisma posee un surco
lingual (interno) bien pronunciado. Tamaño de la especie, levemente
mayor que Pseudocardiomys minutus.
Ancho del incisivo, 3,3 milímetros; espesor, 3,3; diastema, 21; p,,
6,5 < 4; longitud de la sínfisis, 21; altura de la rama en el comienzo
de la sínfisis, 10,2.
Caviodon multiplicatus Amegh.
Caviodon multiplicatus Ameghino, Bol. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, VIII,
1885, pág. 65; op. cit., IX, 1886, pág. 14; Act. Acad. Nac. Cienc. Cór=
doba, VI, 1889, pág. 256, lám. 23, figs. 24, 25 y 26; Seg. Cens. Reps
Arg., 1, 1898, pág. 184, fig. 46d.
La especie fué fundada sobre un m* incompleto procedente del Pa-
raná, que conserva cuatro prismas y un prolongamiento posterior,
faltándole el primer prisma. Después, en 1895, Ameghino figuró otro
m* completo, con cinco prismas y un apéndice posterior. La parte con-
servada del ejemplar tipo mide 12 milímetros en sentido anteroposte-
rior y 5 de ancho; el metatipo mide aproximadamente 13,5 en direc:
ción anteroposterior. |
En el Museo de Buenos Aires hay dos últimos molares superiores,
también procedentes del Paraná y referibles a esta especie. Uno de
ellos es un m* izquierdo (n* 4721), que mide 14,2 X 5,5 y tiene una
longitud en línea recta de 20 milímetros. El otro m?, igualmente
izquierdo (n* 4028), mide 15,2 X 5,3. El apéndice posterior de este
molar es menos voluminoso que el del precedente y más comprimido
lingualmente. |
Caviodon Scalae n. sp. (1)
Tipo: m* derecho, de la colección del Museo de Buenos Aires, (n'
3393), procedente delos terrenos terciarios del Paraná.
Especie más pequeña que multiplicatus, con el apéndice posterior
del m* rudimentario. Diámetro anteroposterior del diente, 11 milíme-
tros; transverso, 4,8; longitud en línea recta, 17.
Le atribuyo, con reserva, un m* derecho (n” 9060, colec. Mus. de
Bs. As.), de la misma procedencia, que mide 12,3 X 5 milímetros.
(1) Dedico la especie al distinguido botánico profesor Augusto C. Scala, jefe
del departamento de Botánica del Museo de La Plata.
1
«]
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES de
Caviodon australis (Amegh.) Rov.
Caviodon australis (Amegh.) Rovereto, Anal. Mus. Nac. Hist. Nat.. Bs.
ÁS., XXV, 1914, pág. 139, fig. 59 (topotipo); Diocartherium australe
Ameghino, Lista mam. fós. Monte Hermoso, 1888, pág. 10; Act. Acad.
Nac. Cienc. Córdoba, VI, 1889, pág. 250, lám. XII, figs. 25 y 26; Cavio-
don obtritus Ameghino, Lista mam. fós. Monte Hermoso, 1898, pág. 11;
Act. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, VI, 1889, pág. 258, lám. XIl, figs. 27,
28 y 29.
Los restos de esta especie proceden del piso hermosense (plioceno
inferior) de Monte Hermoso.
El topotipo descrito por el doctor Rovereto se conserva en el
Museo de Buenos Aires (n* 7326) y comprende parte de un cráneo con
el paladar y los molares. El doctor Rovereto describió únicamente la
dentadura, pero en la descripción de los dientes biprismáticos que
preceden al m* dice erróneamente que poseen dos columnas externas,
siendo que poseen tres, por cuanto cada uno de los dos prismas com-
ponentes de dichos molares lleva un pronunciado surco externo, de
manera que ambos surcos de uno y otro prisma delimitan una columna
intermedia entre las otras dos formadas por los cantos anterior y
posterior del molar.
El cráneo se parece al de Oardiomys. La frente es aplanada, sua-
vemente deprimida en el medio y algo levantada a los costados, pero
los frontales no forman un reborde supraorbitario como el que existe
en Dolichotis. Encima de los lagrimales corre un hondo surco venoso
que termina en el ángulo anterosuperior de la órbita. Dentro de la
cavidad orbitaria el alvéolo del m*? se destaca mucho menos que en
Dolichotis. El maxilar es excavado encima de su apófisis cigomática
y ésta es más delgada que la del género recién mencionado y más
abierta con relación a la pared alveolar del maxilar. Además, la
apófisis emerge del hueso más adelante que en Dolichotis; su borde
anterior arranca desde muy cerca de la sutura maxilopremaxilar y el
posterior nace a nivel de la parte posterior del p* y no al costado del
m! como ocurre en el género citado. Los agujeros incisivos, angostos
y al parecer cortos, se encuentran separados de los premolares por un
plano oblícuo, algo más extenso que en Dolichotis, más levantado en
la línea media y más deprimido a los costados. El paladar es amplio
y poco excavado; en su parte anterior presenta dos gruesas perfora-
ciones precedidas por canaladuras que se originan en el espacio
angosto comprendido entre los dos premolares derecho e izquierdo;
178 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
el palation queda a abr del penúltimo prisma del m?. Distancia desde
el palation hasta el borde anterior del alvéolo del p*, 32 ,9 milímetros y
hasta los agujeros incisivos, 42; ancho del paladar entre los premo-
lares, 2,5; ancho a nivel del prisma anterior del m*, 18; ancho sobre
el cuarto prisma de este molar, 19,5; espacio ocupado por la serie
molar (alvéolos), 38; espacio ocupado por los tres últimos molares,
29; dimensiones del m*, 16,5 X 6.
Otro topotipo comprende la mitad posterior de un cráneo (n* 1100,
colec. Mus. de Bs. As.), descubierto en Monte Hermoso por el señor
Carlos Burmeister. Es algo más grande que el de Oardiomys (Pseu-
docardiomys) Ameghinorum. La frente es plana, el llano sagital
ancho, los globos timpánicos pequeños y los globos mastoideos muy
destacados encima del orificio auditivo. El occipucio aparece muy
excavado a causa de la fuerte proyección hacia atrás de la cresta
lambdoidea que sobresale unos 8 milímetros desde el llano occipital.
Distancia desde el ¿imion hasta el borde anterior de los frontales, 90
milímetros; longitud de los frontales, 53; ancho mínimo interorbitario,
47; ancho 40 cráneo sobre los globos mastoideos, 37 ; ancho sobre
la cara externa de los globos timpánicos (excluído el conducto audi-
tivo externo), 49; ancho bicondiloideo, 24,5; altura baston-imion, 36.
Un tercer polo es un cráneo iodo (n* 7526, colec. Mus.
de Bs. As.), que conserva el paladar y los molares, excepto p*. Ancho
mínimo interorbitario, 49 milímetros; longitud de los frontales, 51;
ancho de los incisivos superiores, 5,9; espacio ocupado por los tres
últimos molares, 26; m?, 15,3.
El rostro anteorbitario es más ancho que el de Dolichotis y más
redondeado en su parte palatina.
En general, el prolongamiento posterior del m* de esta especie es
casi tan voluminoso como los prismas del diente, pero en el Museo
de Buenos Aires hay un m* aislado (n* 7325) con un prolongamiento
posterior rudimentario.
Caviodon Pozzii Kragl.
Caviodon Pozzii Kraglievich, Physis, VII, 1927, pág. 592.
Además del ejemplar tipo, constituído por un trozo de rama man-
dibular con las tres primeras muelas y parte del incisivo, procedente
del piso chapadmalense de Miramar, hay en el Museo de Buenos Aires
un fémur derecho (n* 105324) de la misma procedencia.
Se parece al fémur de Pseudocardiomys Ameghinorum y posee como
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 179
éste un trochanter tertius en la mitad del borde externo de la diáfisis;
la fosa suprapatelar es un poco más pronunciada que en el fémur de
Catamarca.
Longitud máxima, desde el tr. major, 124 milímetros; longitud
desde el caput, 116; ancho proximal, 33; diámetro del caput, 12,5;
ancho transverso de la diáfisis, sobre el tr. tertius, 15; ancho máximo
distal 24,5; espesor máximo distal, 29,5.
Caviodon (Paracaviodon) angustidens n. subgen. n. sp.
El tipo de este nuevo subgénero y especie es un m? derecho (n* 4503,
colec. Mus. de Bs. As.) procedente de los terrenos terciarios del
Paraná. Consta de cinco prismas triangulares y un corto prolonga-
miento posterior. Todos los prismas son relativamente angostos en
el sentido transverso, el primero y el quinto más angosto que los
otros; además, la arista lingual de todos ellos es un poco menos
aguda que en Caviodon s. str. y Lelongia. El surco de la cara externa del
cuarto prisma es apenas sensible y el quinto prisma carece de surco,
de manera que la parte posterior de la cara externa del molar forma
una superficie lisa muy diferente de la que presentan los molares de
las otras especies de Caviodon. Diámetro anteroposterior, 11,8 milí-
metros; ancho transverso máximo, 4,4.
Fam. FHUMEGAMYIDAE
Subfam. EUMEGAMYINAE n. subfam.
Telodontomys compressidens Krag]l.
Kraglievich, Physis, X, 1931, pág. 392.
l
Tipo: Un molar aislado, número 4567 de la colección del Museo
de Buenos Aires, procedente de las barrancas del río Paraná, en la
provincia de Entre Ríos.
El diente consta de seis láminas sumamente comprimidas, sepa-:
radas por delgadísimas capas intermedias de cemento y distribuidas
de un modo particular como no lo he visto en ningún otro eumegá-
mido. En la parte más angosta de la corona hay tres láminas reuni-
das en uno de los costados bajo la misma envoltura de esmalte y
sucesivamente más anchas en el sentido transverso desde la primera
180 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
hasta la tercera; luego sigue una lámina libre, que es la más ancha
de todas las que forman el diente, y por fin hay dos láminas unidas
en el costado opuesto al otro en el que se unen las tres primeras lámi-
nas. El diente mide 31 milímetros de largo en línea recta, y la corona
12,5 en dirección anteroposterior. La primer lámina del conjunto
anterior tiene 5 milímetros de ancho, la segunda, 9,5, la tercera 13,5,
la cuarta libre mide 16; la quinta (perteneciente al conjunto de dos
láminas posteriores), mide 14 y la sexta 12.
El molar presenta cinco columnas longitudinales en un costado y
cuatro en el opuesto. La cara anterior, formada por la más pequeña
de las láminas, es cóncava en el sentido longitudinal y la cara poste-
ri0r CONVexa.
Rusconia crassidens Kragl. (1)
Kraglievich, Physis, X, 1931, pág. 392.
Tipo : Gran parte de una rama mandibular izquierda, de la colec-
ción del Museo de Buenos Aires (n* 9116), descubierta por el extinto
profesor don Pedro Scalabrini, en las barrancas terciarias del río
Paraná. Conserva una gran porción del alvéolo del p,, una fracción
del alvéolo del incisivo, el m, y el m, intactos y el alvéolo del m,.
La rama mandibular es más baja, pero más espesa que la de Hume-
gamys paranensis Kragl. y la impresión muscular externa más angosta
de arriba abajo. Carece de apófisis coronoidea.
A juzgar por los detalles del alvéolo, el p, tenía cuatro columnas
externas y por lo menos otras tantas internas. Lo más probable es
que haya tenido seis internas y por consiguiente igual número de
láminas transversales como el molar correspondiente de £, para-
nEnsis.
El m, difiere estructuralmente del de E. paranensts por tener cinco
láminas en lugar de cuatro, de las cuales las cuatro primeras se
encuentran reunidas en el costado externo bajo la misma envolture
de esmalte y la quinta es enteramente libre.
El m, se parece en cambio al de Humegamys, pues consta de cinco
láminas, las tres anteriores reunidas en el costado externo y las dos
posteriores libres.
Las diferentes láminas están separadas por capas intermedias de
cemento relativamente delgadas.
(1) Dediqué el género a mi apreciado colega y amigo Carlos Rusconi.
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 181
La base del diente incisivo llega a nivel de la parte anterior del
m,, pero su relieve alveolar se prolonga hacia atrás y arriba, for-
mando una cresta gradualmente más delgada en la cual se encuentra
el conducto dentario interno.
Espesor de la rama en el origen de la sínfisis, 41; altura entre m, y
m.,, 54; espacio ocupado por Mm, y M,, 40; espacio ocupado por los
tres últimos alvéolos, 66; diámetro anteroposterior aproximado del
alvéolo del p,, 20 ; ancho máximo del mismo, 15; diámetro anteropos-
terior del m,, 19; ancho transverso de la penúltima lámina, 18,5;
ancho de la última lámina, 18; diámetro anteroposterior del m,, 21;
ancho transverso de la antepenúltima lámina, 17,5; ancho de la pen-
última, 19,5; ancho de la última, 15,5; diámetro anteroposterior del
alvéolo del m,, 24; ancho máximo aproximado, 18.
(Continuará.)
NOTAS SOBRE COMPUESTAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA >
11
Por ÁNGEL L. CABRERA
RÉSUMÉ
Notes sur les composées de la République Argentine. ll. — L“auteur expose les
résultats de ses recherches sur quelques composées nouvelles pour 1*Argentine,
eb sur d'autres dont la synonymie est a rectifier. Il présente des tableaux dycho-
tomiques relatifs aux especes argentines des genres Podocoma, Sehkuhria et Pam-
phalea. (La premiere série a paru dans Physis, vol. X, 1931.)
Durante el invierno y primavera de 1931 he comenzado a revisar
detenidamente las compuestas existentes en los herbarios del Museo
Nacional de Historia Natural de Buenos Alres y del Museo de La
Plata, habiendo encontrado algunas especies que no han sido men-
cionadas hasta ahora para la República Argentina, o cuya nomencla-
tura hay que rectificar.
En el presente opúsculo he añadido a estas especies algunas Eupa-
torieas, nuevas también para la Argentina, determinadas por el doctor
B. L. Robinson, director del Herbario Gray de la Universidad de
Harvard, el cual me autorizó amablemente para publicar estas detelr-
minaciones.
Al citar los ejemplares examinados he empleado las abreviaturas
siguientes: BA., para el Herbario del Museo Nacional de Historia Na-
tural de Buenos Aires; LP., para el Herbario del Museo de La Plata;
Sp., para el Herbario Spegazzini del Museo de La Plata, y C. para mi
herbario particular. |
(1) La primera serie apareció en Physis, tomo X (1931), páginas 279-289.
NOTAS SOBRE COMPUESTAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 183
1. Vernonia echioides Less.
Lessing, in Linnaea, 1V (1829) p. 278: « Rhizoma perenne, lignosum re-
pens (2), supra ramos plures, cauliformes, medullosos, teretes, erectos,
striato-sulcatos, asperos, simplices, superne nudos strigosoque pubes-
centes, usque ad 5 altos emittit. Folia penninervia, sesilia, alterna,
membranacea, utrinque aspera, nervis laevibus, primariis latissimis,
elabraque aut strigosa, elongata, ex lanceolatis margine undulato-cre-
nulatis, planinsculis, 5-10” longis, ¿3-17 latis in linearia, margine inte-
gerrimo, revoluta, 3-10'” longa, 1-5''” lata. Cymae vamosae, divaricatae,
subfastigiatae, seorpivides, ramis dichotomis, primariiss sammis in ver-
ticillos saepissime «o -radiatos collectis, caeteris alternis, remotis, ex
axillis foliorum superiorum, squamaeformium prodeuntibus, pedunculis
horizontaliter divaricatis, 4-00 -cephalis. Capitula x« -flora, 5'' alta,
approximata, pseudo-lateralia alarique sessilia aut subsessilia. Involuecri
campanulati [p. 279] fructus aequantis, foliola oblonga, 1-nervia, gla-
bra, membranacea, sicca, plana, adpressa, medio aspera margine apice-
que rotundato lato-scariosa, rubro-colorata, laevia. Pappi nivel series
ext. brevis ab interiore longitudine latitudineque distincta. Corollae,
glabrae, violaceae. Achaenia immatura, oblonga vw - costata, pilosa. -
Hane plantam habitu Hieracii echioides legit Sellow in Brasilia meri-
dionali. (v. sp. w)». — De Candolle, Prodromus, V (1836) p. 36. — Are-
chavaleta, Flora Uruguaya, UI (1906) p. 120.
Eupatorium Arechavaietae Baker, Journal of Botany, XVI (1878), p. 78.
Vernonia oreophila Spegazzini, Flora del Tandil (1901), p. 22 (non Malme).
Vernonia Spegazzinii Hicken, Chloris Platensis. Apuntes de Historia natural,
IT (1910), página 237 (basada en P. oreophila Speg.).
Ejemplares examinados :
Argentina. — Misiones: sin localidad definida, leg. ?, 28-1-1582
(Sp. n* 112) y 5-11-1882 (Sp. n* 113). Chaco: Colonia Benítez, leg. A.
G. Schulz, n* 126, 1-1931 (C.). Capital federal: Barracas al Sur, leg.
S. Venturi, 20-11-1902 (Sp. n* 114). Buenos Aires: La Plata, leg. ?
(Sp. n* 116); ribera del río de la Plata, Punta Lara, leg. A. L. Ca-
brera, n* 130, 8-X11-1927, y n* 1564, 6-X11-1930 (C.); Tandil, leg. €.
Spegazzini, 1-1901 (tipo de V. oreophila Speg.: Herb. Ministerio de
Agricultura, n* 2740).
Uruguay. — Montevideo, leg. Sellow, n* 1497 (Cotipo: Herb. Mu-
seo Botánico de Berlin-Dahlem; fotografía y fragmento en C.); San
José, Barra de Santa Lucía, leg. €. Osten, n* 21746, 16 a 19-XI-
1929 (C.).
Obs. — Especie herbácea, rizomatosa, con tallo erecto, simple, de
cerca de un metro de altura, estriado y más o menos pubescente,
terminado por un corimbo de capítulos morados. Se diferencia fácil-
184 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
mente de las especies vecinas por sus hojas lanceoladas, enteras y
asperas en ambas caras, y sobre todo por las escamas del involuero
que tienen un reborde membranoso casi "AE paLalíS con tintes vio-
laceos, y son completamente glabras.
La identidad de Eupatorium Areschavaletae Baker con esta especie,
fué indicada por primera vez por Arechavaleta y confirmada mas
tarde por Robinson (1). En cambio Vernonia ignobilis Less. y V. ver-
benacea DC. que Arechavaleta incluye también en la sinonimia de Y,
echioides, me parecen especies completamente distintas, al menos juz-
zando por la descripción.
En cuanto a V. oreophila Speg. es completamente idéntica a V.
echiordes.
2. Eupatorium Burchel!lii Baker.
Baker, en Martius, Flora Brasiliensis, VI, 2 (1876) p. 356. < Habitat in
campis regionis Oreadum, prov. Goyaz in campis prope urbem Goyaz ad
Caminho de Neué : Burchell n. 6782; in Serra d'Ourada: Pohl; prov.
Minas Geraés ad Lagoa Santa: Warming ».
Ejemplar cxaminado :
Misiones: Posadas, leg. F. M. Rodríguez, 1” 179, 15-1V-1930 (BA
det. B. L. Robinson).
Obs. — Planta de cerca de dos metros de altura con flores de color
rosado encontrada en los bañados de los alrededores de Posadas. No
había sido mencionado nunca para la República Argentina y el doctor
Robinson me comunica que es el primer ejemplar que ha visto proce-
dente de nuestro país.
3. Eupatorium ivaefolium L. var. hirsutum Hass.
Hassler, Ex Herbario Hassleriano: Novitates paraguariensis. XXI, en Fedde,
Repertorium, X1V (1916) p. 280. « Paraguay, Gran Chaco ».
Ejemplar examinado :
Misiones : Santa Ana, leg. €. Spegazzini, 1-1907 (Sp., det. B. L.
Robinson).
Obs. — No conozco ninguna mención de esta variedad para la Ar-
gentina.
(1) En Contributions from the Gray Herbarium of Harvard University, LXV (1922)
NOTAS SOBRE COMPUESTAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 185
4. Eupatorium pseudo-prasiifolium Hass].
Hassler, Ex Herbario Hassleriano: Novitates paraguariensis, XXII, en Fedde,
Repertorium, XVI (1919) p. 25.
Eupatorium Fiebrigii Hassler, Ex Herbario Hassleriano: Novitates paragua-
riensis. XV, en Fedde, Repertorium, XI (1912) p. 174: « Paraguay : San
Luis, Centurión ».
Ejemplares examinados :
Misiones: Campo Grande, leg. €. Spegazzini, 1-111-1907 (Sp., det.
B. L. Robinson). Chaco: Colonia Benítez, leg. A. G. Schulz, n” 83
VIT-1930 (6., det. B. L. Robinson).
Obs. — Especie arbustiva, de uno a tres metros de altura, frecuente
7
en los montes. Sus flores, blancas y perfumadas, son frecuentadas por
numerosos insectos (1).
5. Mikania sapucayensis Hass].
Hassler, Ex Herbario Hassleriano : Novitates paraguariensis. XX, en Fedde,
Repertorium, XIV (1915) p. 171: «Paraguay : In silvis prope Sapucay ».
Ejemplar examinado :
Misiones : Río Grande, leg. €. Spegazzini, 111-1907 (Sp., det. B. L.
Robinson).
Obs. — Enredadera de bellas flores blancas, conocida hasta ahora
sólo para la vecina república del Paraguay.
6. Erigeron Tweediei Hook. et Arn.
Hooker et Arnott, Companion Botanical Magazine, 11 (1936) p. 50: «caule
erecto elongato striato glabro, foliis remotis oblongo-acuminatis basi cor-
datis amplexantibus glanduloso-punctatis integerrimis marginibus callo-
sis denticulato-ciliatis, paniculis terminalibus paucitloris glomeratis,
pedicellis pilosis, involucro foliolis oblongo-linearibus exterioribus cilia-
tis, radio brevi (flavo), pappo rufo-fulvo. — Maldonado, in boggy ground,
Tweedie. (n. 1058). — A very fine and remarkable plant, one and half to
two feet high, and the leaves four to five inches long: the flowers
yellow, those of the disk marked with purple lines ».
Leucopsis Tweedie (Hook et Arn.) Baker, in Martius, Flora Brasiliensis, VI,
3 (1882) p. 9, tab. IV. — Arechavaleta, Flora Uruguaya, 11I (1906) p. 190.
(1) Debo agradecer estos datos lo mismo que numerosos ejemplares de coni-
puestas chaqueñas admirablemente preparados, a la amabilidad del señor Augusto
G. Schulz, distinguido educacionista de Colonia Benítez, que desde hace algún
tiempo se dedica con entusiasmo al estudio de la flora de esa región.
e
de
186 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Ejemplares examinados :
Argentina. — Misiones: Posadas, leg. CO. Spegazzini, 15-1-1907
(Sp., n* 110); Santa Ana, leg. €. Spegazzini, 11-1907 (Sp. n* 111).
Uruguay. — San José, Barra de Santa Lucía, leg. C. Osten,
n*14756d., 10-1-1930 (0.)
Obs. — Especie de posición genérica muy dudosa. Sus lígulas son
amarillas, lo que indujo a Baker a incluirla en el género Leucopsis.
No juzgo este carácter de importancia genérica y prefiero conservar
la planta en el género en que fué descrita.
7. Podocoma Blanchetiana Baker.
Baker, in Martius, Flora Brasiliensis, VI, 3 (1882) p. 15, tab. VI, fig. 2:
« Habitat in prov. Bahia ad Ingregia Velho ».
Ejemplar examinado :
Misiones : Campo Grande, leg. €. Spegazzini, 1-1907 (Sp., n* 108).
Obs. — Existen además otras tres especies argentinas de este gé-
nero : P. hieractifolia (Poir.) Cass. que se extiende por la región me-
sopotámica hasta la provincia de Buenos Aires, P. hirsuta (Hook.
et Arn.) Bak., con la misma distribución geográfica, y P. Spegazzinú
Cabrera, de Salta. Todas ellas pueden distinguirse por los siguientes
caracteres :
As. Capítulos LD etc. tensa creado ia de e lia SORA P. Blanchetiana.
B. Capítulos más numerosos, corimbosos.
TI. Hojas inferiores oblongo-aovadas, de más de 12 milí-
metros de anchura, dentadas.
u. Dientes muy pequeños. Pubescencia corta... P. hieraciifolia.
A. Dientes grandes. Pubescencia más larga..... P. hirsuta.
Il. Hojas inferiores lanceoladas, de menos de 12 milí- |
metros, de anchura, enteras o con 1-2 dientes..... P. Spegazzinú.
8. Pterocaulon angustifolium DC.
De Candolle, Prodromus, V (1836) p. 454: «in Brasiliae prov. Sancti
Pauli ». — Malme, Bihang Till K. Svenska Vet. Acad. Handlingar, 27, UI,
n* 12 (1901) p. 14, tab. 11, fig. 3.
Ejemplares examinados :
Argentina. — Misiones: Santa Ana, leg. F. M. Rodríguez, n* 65,
12-11-1930 (BA.). |
Brasil. — Sáo Paulo: Ypiranga, leg. H. Luederwalt, 25-11-1907
NOTAS SOBRE COMPUESTAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 187
(0., ex Herb. Instituto Biológico de Defesa Agrícola e Animal,
n* 16677).
Obs. — Especie bien diferenciada de las demás de este género por
sus capítulos reunidos en cabezuelas o espigas globosas terminales y
sus hojas linearlanceoladas. No ha sido mencionada hasta ahora para
la República Argentina.
SCHKUHRIA Roth.
Roth. Cat. Bot. 1 (1927) p. 116, ex De Candolle, Prodromus, V (1836),
p. 654. — Bentham et Hooker, Genera Plantarum, 11, 1 (1873) p. 403. —
Hoffmann, in Engler und Prantl, Pflanzenfamilien, 1V, 5 (1894) p. 260.
Género de la tribu de las Helenieas, hasta ahora bastante confuso.
Se han descrito numerosas especies, tomando como base la ausencia
o presencia de aristas en las paleas del papus, carácter muy variable
que, a lo sumo, justificaria formas o variedades.
A continuación doy una sinopsis provisional de las especies argen-
tinas, que será corregida cuando tenga oportunidad de estudiar el ma-
terial típico.
CLAVE PARA LAS ESPECIES ARGENTINAS DE «SCHKUHRIA »
A. Plantas anuales, erectas. Escamas involucrales glabras, de 7-8
milímetros de longitud y en número de 5-6. Flores 5-6, gene-
ralmente una de ellas ligulada. Aquenio pubescente sobre las
aristas; pubescencia algo más densa en la base............. S. pinnata.
B. Plantas anuales, decumbentes o ascendentes, rara vez erectas.
Escamas involucrales pubescentes, de 4-5 milímetros de longi-
tud y en número de 5-18. Flores más de 10, generalmente
todas tubulosas. Aquenios casi glabros en la parte superior y
densamente pubescentes en la Lase.........ooooomo.o.oo.o.r.. S. multiflora.
9. Schkuhria pinnata (Lam.) OK.
O. Kuntze, Revisio Generum Plantarum, III, 2 (1898) p. 170. (Como sinó-
nimo de Rothia pinnata).
Pectis pinnata Lamark, Journal d' Histoire Naturelle, 11 (1792) p. 150, tab.
31. — Poiret, Encyclopédie Méthodique, Y (1804) p. 121.
Schkuhria isopappa Bentham, Plantae Hartwegianae, (1845) p. 205. —Walpers,
Repertorium, VI (1846-47) p. 175: « Prope Quito ad pontem Guapulo ».
Amblyopappus mendocinus Philippi, 4nales de la Universidad de Ohile, XXXVI
(1870) p. 184 : « Mendoza ».
Sehkuhria Coquimbana Philippi, Anales de la Universidad de Chile, XC (1895)
p. 29: «Prope Paihuano iu provincia Coquimbo legit Frid. Philippi
incolae eam cachanlahuen cimarron vocant ».
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV 14
188 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Rothia pinnata (Lam.) OK. z. pallida O. Kuntze, loc. cit., p. 170: « Argen- |
tina : Córdoba ». :
Rothia pinnata (Lam.) OK. 2. purpurascens O. Kuntze, loc. cit., p. 170:
« Argentina: Jujuy ».
Schkuhria advena Thellung, in Fedde, Repertorium, XI (1912) p. 308:
« Patria ignota: planta tamen certe ex America oriunda, in Africam
australem et in Europam introducta ».
Ejemplares ecaminados :
ed Río Chico, 1258 m. s. m., leg. Schreiter, S-11-1924 (BA,
n* 27/2832). Salta: Salta, leg. a. n* 301, 16-V-1897 (LP.); cas
mino de Salta a Cafayate, leg. €. Spegazzini, XIT-1896 (Sp. n* 128).
Catamarca: Andalgalá, leg. A. L. Cabrera, n* 1015, 21-11-1929 (LP.,
C.); El Suncho, leg. P. Jórgensen, n* 1783 (BA.). Tucumán: La
Criolla, 1200 m. s. m., leg. Rodríguez, n* 381, 8-111-1912 (BA... San
Juan : Quebrada de los Puentes, 2500 m. s. m., leg. R. Pérez Moreau,
n* 277, 18-11930 (BA.). Mendoza: Tupungato, leg. Ruíz, n* 224,
XIT-1916 (BA.); San Rafael, leg. A. Burkart, n* 1921, 10-1V-1928 (6.).
San Luis : entre Merlo y Rincón, leg. Yepes, 111-1929 (BA. n* 29/1253);
Chischaca, leg. A. Castellanos, 12-X11-1925 (BA. n* 25/3008); Peñón
Colorado, sierras de San Luis, leg. A. Castellanos, 20-X11-1929 (BA.
n” 29/470). Córdoba: Cosquin, Pan de Azúcar, leg. A. P. Rodrigo,
n* 21, 5-11-1929 (C.); La Cocha, leg. A. Castellanos, 15-11-1926 (BA.
2 26/403). Buenos Aires: Avellaneda, Dock Sur, leg. J. F. Molfino,
111-1918 (BA.); Puerto Madero, leg. Muniez, 5-I1V-1915(BA.); Bahía
Blanca, Puerto Militar, J. F. Molfino, 111-1920 (BA..). Entre Ríos:
Concepción del Uruguay, leg. Raffaelli, n* 42, IV-1926 (Sp. n* 127),
Baez, 111-1917 (BA.).
Obs. — Después de haber examinado bajo el binocular un número
considerable de ejemplares, he llegado a la conclusión de que las
páleas del papus, en cuya forma y tamaño se han basado varias espe-
cies, constituyen un carácter sumamente variable. Desde múticas,
obtusas y muy cortas, hasta todas largamente aristadas, hay una
serie de formas muy numerosa. Predominan sin embargo tres tipos.
que me atrevo a considerar como variedades y que distingo en la.
siguiente clave.
CLAVE PARA LAS VARIEDADES DE «S. PINNATA »>
A. Páleas todas aristadas, uniformemente atenuadas hacia el
ápice y superando a la corola. (Rara vez una ss las páleas
es mútica O ten Os var. octoaristata..
NOTAS SOBRE COMPUESTAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 189
B. Páleas en parte o totalmente múticas, generalmente ate-
nuadas bruscamente en el ápice y más cortas o iguales que
la corola.
I. Páleas todas múticas, más o menos obtusas. (A ve-
ces una o dos páleas aristadas)................. var. typica.
II. Páleas generalmente cuatro múticas y cuatro aris-
IAS. e o O a O o dos var. abrotanoides.
Schkuhria pinnata (Lam.) OK. var. abrotanoides (Roth.) comb. nov.
Schkuhria abrotanoides Roth, Cat. Bot. 1 (1797), p. 116, ex De Candolle,
Prodromus, V (1836), p. 654 : «pappi paleis 4 acuminato-aristatis, 4 alter-
nis brevioribus obtusatis omnibus corollis disci brevioribus, ligula invo-
lucro longiore. (1) In Peruvia (Domb.!), ad Huanacum urbem (Ort.) nec
in Mexico». — Baker, in Martius, Flora Brasiliensis, VI, 3(1884), p 271.
Schicuhria bonariensis Hooker et Arnott, in Hooker, Journal of Botany, TI
(1841), p. 321 : «Pampas of Buenos Ayres; Dr. Gillies. Buenos Ayres ;
Tweedie. ». — Walpers, Repertorium, II (1843), p. 625,
Ejemplares examinados :
Chaco : Colonia Benítez, leg. A. G. Schulz, n* 175, 1-1931 (0.).
Salta : Cafayate, leg. €. Spegazzini, X11-1896 (Sp. n* 117). Tucumán :
Tapia, 850 m. s. m., leg. S. Venturi, n* 1082, XI-1920 (BA.); Leales,
leg. S. Venturi, n* 714, XI1-1919 (BA.); Valle de Tafí, leg. Bruch,
1908 (LP.). La Rioja : General Roca, San Francisco, leg. M. Gómez,
21-V-1928 (BA. n” 28/7186). Buenos Aires : La Plata, leg. N. Ceppi,
28-111-1928 (C. n* 209); Santa Catalina, leg. €. Spegazzini, M1-1918
(Sp. n* 119). Córdoba : Córdoba, leg. Stuckert, n” 2402, 26-111-1897
(BA.); Valle de los Reartes, leg. A. Castellanos, 11-1922 (BA.); Valle
de Punilla, La Cumbre, leg. €. Lizer, 1908 (BA.). San Luis : Alto
Pencoso, leg. Bruch y Carette, 11-1914 (LP.). Mendoza : San Rafael,
Cuadro Nacionas, leg. A. Ruiz, n* 860, 15-11-1920 (BA.). La Pampa :
General Pico, leg. J. Hirschhorn, 10-X11-1928 (C, n* 695). Río Negro :
sin localidad definida ni colector (Sp. n* 122).
Obs. — La lectura detenida de la descripción de Pectis pinnata
reproducida por Poiret en la Encyclopedie Méthodique y una fotogra-
fía de la lámina que acompaña a la descripción original (1) me han
permitido observar que esta especie tiene los ocho páleas que forman
el papus iguales y múticas. Es, por tanto, errónea la sinominia con
Sehkuhria abrotanoides, dada por primera vez, según creo, por De Can -
(1) No he podido consultar directamente el Journal d' Histoire Naturelle, donde
fué descrita la especie, por tratarse de una obra muy rara que no se encuentra
en las bibliotecas argentinas.
190 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
dolle y perpetuada después por todos los antores. A Schikulhria pin-
nata deben referirse, según mi opinión, las tres especies de páleas
múticas descritas posteriormente : $. isopappa, 8. coquimbana y 8.
advena que, a juzgar por la descripción, sólo difieren entre sí por el
ápice más o menos obtuso de sus páleas. S. abrotanoides y su sinó-
nimo S. bonariensis constituyen una forma distinta, que creo puede
tener la categoría de variedad, caracterizada por poseer cuatro páleas
aristadas y cuatro múticas más cortas.
Schkuhria pinnata (Lam.) OK. var. octoaristata (DC.) comb. nov.
Schkuhria octoaristata De Candolle, Prodromus, V (1836) p. 654 . «pappi
paleis 8 aequalibus acuminato-aristati corollas disci superantibus, ligula
involucro longiore. (1) In Peruvia legit cl. Dombey. Sequenti [S. abrota-
noides] simillima et cum ea in herb. interdum confusa, sed pappo (an
satis ?) diversa. (v. 8.) ».
Ejemplares ecaminados :
Jujuy : Jujuy, leg. C. Spegazzin1, 111-1903 (Sp. n* 123), Zotta y
Pozzi, X11-1925 (BA. n* 26/121); Perico, leg. C. Spegazzini, 171
1906 (Sp. n* 124). Salta : Orán, leg. €. Spegazzini; 10-11-1906 (Sp. n?
125); Salta, leg. O. Spegazzini, XI1-1896 (Sp. n* 126); Cerro del Cho-
rrillo, Candelaria, 2100 m. s. m., leg. S. Venturi, n* 3762, 23-1V-1925
(BA.). Catamarca : sin localidad definida ni colector (LP.). Tucumán :
El Timbó, Burruyacú, leg. S. Venturi, n* 2593, 30-V-1923 (BA.).
Obs. — Variedad frecuente en el norte del país. Se diferencia bien
por sus ocho páleas largamente aristadas apareciendo muy raramente
alguna mútica.
10. Schkuhria multiflora Hook. et Arn.
Hooker et Arnott, in Hooker, Journal of Botany, 111 (1841) p. 322 : «stri-
soso-pubescens, foliis inferioribus oppositis superioribus alternis sul-
tripinnatisectis, segmentis auguste linearibus obtusis, capitulis sublonge
pedunculatis multifloris homogamis ? involucro subtriseriali 12-18-phyllo
foliolis subaequalibus, corollis 5-dentatis. achenio basi hirsuto, papp!
paleis 8 subaequalibus scariosis basi crassinerviis, 4 obtusis v. acutius-
culis, 4 setigeris. — Achyropappus schkuhrioides, Don, (non Link.). —
Mendoza ; Dr. Gillies. — We do not find any ligulate floret in this spe-
cies ; but the ligules may have fallen off, as our specimens are conside-
rably advanced ». — Walpers, Repertorium, 11 (1843) p. 625. — Remy in
Gay, Historia Física y Política de Chile : Botánica, IV (1849) p. 255.
Ejemplares examinados :
Catamarca : Puerta del Corral Quemado, leg. A. Cabrera, 28 a 30-
111-1929 (0. n* 966); La Playa (Dep. Andalgalá), 2400 m. s. m., leg.
191
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COMPUESTAS DE LA REPUBLICA ARGENTINA
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192 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
P. Jórgensen, n* 1282, 20-11-1916 (BA.). Tucumán : Valle de Tafí,
leg. €. Brueh, 1908 (LP.). San Luis : Pancanta, leg. A. Castellanos,
22-11-1925 (BA. n* 25/1098); .Puerta de Gasparillo, Sierras de San
Luis, leg. A. Castellanos, 24-X11-1929 (BA. n” 29/487). Mendoza :
Cacheuta, leg. C. Spegazzini, S-11-1908 (Sp. n* 132).
Obs. — La descripción original de esta especie es bastante buena
y me ha permitido identificarla casi con seguridad, a pesar de no dis-
poner del ejemplar tipo. Según mi opinión pueden distinguirse tres
variedades bastante bien diferenciadas.
CLAVE PARA LAS VARIEDADES DE «<S. MULTIFLORA >»
A. Todas las páleas provistas de largas aristas............... var. aristata.
B. Todas las páleas múticas, obtusas o agudas, o alo sumo cua-
tro de ellas aristadas.
I. Lóbulos de las hojas de hasta 0'5 mm de anchura. Esca-
mas involucrales 10-18, de 1-1'5 mm de anchura. Flo-
Tes 20- AO ua leo O o. RO Ne var. typica.
II. Lóbulos de las hojas de hasta 1 mm de anchura. Esca-
mas involucrales 5-9 de 1-2 mm de anchura. Flores
A A A O lo o var. pusilla.
Schkuhria multiflora Hook. et Arn. var. pusilla (Wedd.) comb. nov.
Schkuhria pusilla Weddell, Chloris Andina (1855) p. 73, tab. 14, B:<8S.a
basi ramosissima ; ramis diffusis, adscendentibus ; foliis pinnatisectis ;
capitulis paucifloris, discoideis; involucro hispido; achaeniis quadran-
gulis; pappi squamulis 7-8, ovatis ellipticis obovatisve, brevibus, obtu-
sis, muticis. — Pérou : dans les champs sablonneux, pres du village de
Moho (frontiéere de la Bolivie), au voisinage du lac de Titicaca, h. 3900
metres. — Bolivie : environs de Potosi d*Orbigny. n* 1403) ».
Rothia pusilla (Wedd.) O. Kuntze, Revisio Generum Plantarum, 1I, 2 (1898)
p. 1TO.
Schkuhria pusilla Wedd. var. longepedicellata Hauman, Anales de la Sociedad
Científica Argentina, LXXXVI (1918) p. 328 (separado, p. 174). Al me-
nos en parte.
Ejemplares examinados :
Jujuy : Santa Catalina, leg. Gerling, n* 1860, 11-111-1897 (LP.). Los
Andes : Susques, leg. A. Castellanos, 5-111-1927 (BA. n* 27/927).
Salta : Cerro del Cajón, El Alisal, 2800 m. s. m., leg. D. Rodríguez,
n* 1422,5-1V-1914/BB.). Tucumán : La Cascada, Estancia Las Pavas
(Dep. Chicligasta), 2700 m. s. m., leg. S. Venturi, n? 3298, 11-111-1924
(C.). San Juan : Carmen Alto, Precordillera de San Juan, leg. W.
NOTAS SOBRE COMPUESTAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 193
Bodenbender, 11-1597 (Cotipo de $. pusilla var. longepedicellata Hanu-
man: BA.).
Obs. T. — $. pusilla fué descrita catorce años después de S. multi-
Hora y siendo muy próxima a ella la considero únicamente como una
variedad. El límite entre S. multiflora typica y S.multiflora var. pusi-
lla es muy vago, siendo en realidad estas dos variedades los extre-
mos de una serie de formas muy poco diferenciadas entre sí.
En el cuadro adjunto se puede apreciar la variabilidad de los carac-
teres diferenciales.
Obs. IT. — La variedad longepedicellata de Hauman está fundada
sobre dos ejemplares. Uno de ellos fué coleccionado en San Juan por
Bodenbender y por sus escamas en número menor de diez y las hojas
con lóbulos de hasta 1 mm de anchura lo considero perteneciente a
la variedad pusilla. El otro ejemplar coleccionado en Puente del Inca
por Hauman es sumamente pequeño y no tiene más que dos o tres
bracteas involucrales secas, restos de un capítulo fructificado. Por
este motivo no he podido sacar nada en limpio de él.
Schkuhria multflora Hook. et Arn. var. aristata (R. E. Fries) comb. nov.
Sehkuhria pusilla Wedd. var. aristata R. E. Fries, Nova Acta Regiae Socie-
tatis Scientiarum Upsaliensis, Ser. IV, I, n? 1 (1905) p. 85, lám. VI, fig.
8 : «A typo differt paleis fructuum ovatis hyalinis aristatis, aristis ca. 7.
paleae aequilongis vel eam duplo superantibus, scabris. — Moreno loco
arenoso, ca. 3500 m. s. m. (12 Dec. 1901 : Fr. 8120, floribus et fructi-
bus immaturis instructa) ».
Obs. No he visto ningún ejemplar de esta variedad, cuya localidad
típica es el sur de la provincia de Jujuy.
11. Senecio hastatus Bong.
Bongard, Compositae brasilienses novae, Petersburg (1838) p. 36, tab. 4, ex
Walpers, Repertorium, II (1843) p. 657 : «Habitat circa Rio de Janeiro».
— Baker, in Martius, Flora brasiliensis, VI, 3 (1884), p. 314.
Ejemplares evcaminados :
Argentina. — Misiones : Santa Ana, leg. €. Spegazzini, 11-1907
(Sp. n* 104).
Brasil. — Sáo Paulo : Invernada Pinhal, leg. A. Loeferen, n* 2353,
3-1V-1894 (C. ex Herb. Instituto Biológico de Defesa Agricola e
Animal, n* 16962).
194 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Obs. — Especie nueva para la flora argentiva. El ejemplar de Misio-
nes sólo se diferencia del de Sáo Paulo por los pelos glandulares bas-
tante más largos y las hojas un poco más anchas.
12. Senecio icoglossus DC.
De Candolle, Prodromus, VI (1837) p. 420 : in Brasilae prov. Rio-Grande ».
— Baker, in Martius, Flora Brasiliensis, VI, 3 (1884) p. 316, tab. LXXXV.
— Arechevaleta, Flora Uruguaya, ILT (1906) p. 394.
Ejemplar examinado : |
Misiones : Campo Grande : leg. €. Spegazzini, l a 111-1907 (Sp. n*
105).
Ovs. — No he podido comprobar el color liliaceo de las lígulas que
en los ejemplares secos son amarillentas, pero los capítulos de gran
tamaño y el indumento arañoso de toda la planta no dejan lugar a
duda sobre la identidad de esta especie.
15. Pamphalea bupleurifolia Less.
Lessing, Linnaea, V (1830) p. 8 : «Sellow legit in Brasilia meridionali ».
— De Candolle, Prodromus, VII, 1 (1838) p. 73. — Baker, in Martius,
Flora Brasiliensis, VI, 3 (1884) p. 395. — Arechevaleta, Flora Uruguaya,
III (1906) p. 451. — Cabrera, Revista Centro Estudiantes Agronomía y Vete-
rinaria, Buenos Aires, n? 140 (1950), p. 34, fig. 84.
Ejemplares examinados :
Buenos Aires : La Plata, leg. €. Spegazzini, X1-1905 (Sp. n* 106),-
L. Hauman, XI-1921 (BA.); Bavio, leg. C. Spegazzini, 1-1899 (Sp. n'
107); Wilde, leg. A. Burkart, n* 1782, 1-X1-1927 (C.); San Vicente,
leg. A. Burkart, n* 625, 25-XI1-1926 (C.); Cañuelas, leg. E. €. Clos,
n* 1774, 18-X1-1925 (C.); Estancia Juan Gerónimo, Monte Véloz, en
praderas saladas, leg. A. L. Cabrera, n* 1856, 10-X1-1931 (C.); El
Toro, Rosas, leg. J. B. Daguerre, n* 162, 10-X1-1925 (BA.).
14. Pamphalea heterophylia Less.
Lessing, ¿oc. cit., p. 8 : «Sellow in humidis Brasiliae meridionalis ». —
De Candolle, loc. cit., p. 73. — Baker, loc. cit., p. 395. — Arechavaleta,
loc. .ctt., p. 451.
Ejemplares examinados :
Entre Ríos : Concepción del Uruguay, leg. Baez, n* 167 (BA.); Las
Delicias, leg. Baez, n 376 (BA.). Buenos Aires : Sierra de Balcarce,
Iraizoz, leg. L. Hauman, 30-X1-1922 (BA.).
NOTAS SOBRE COMPUESTAS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 195
Obs. — Hasta ahora esta especie sólo había sido citada en la Ar-
gentina para la provincia de Entre kíos.
15. Pamphalea maxima Less.
Lessing, loc. cit., p. 9 : «Sellow in Brasilia meridionali ». — De Candolle,
loc. cit., p. 73. — Baker, loc. cit., p. 396, tab. CVIII. — Arechavaleta,
loc. cit., p. 452.
Ejemplares examinados :
Misiones : Posadas, leg. Gerling, IX-1900 (BA.), €. Spegazzini,
X-1919 (Sp. n* 108); Santa Ana, leg. Rodríguez, n* 97, 14-1X-1912
(BA.); Campo de las Ouyas, leg. O. Spegazzini, 1-1907 (Sp. n* 109).
Obs. I. — Plantita anual, erecta, con hojas inferiores lirado-pinati-
fidas y capítulos muy pequeños. No conozco ninguna cita de esta espe-
cie para la República Argentina.
Obs. I[.— Las especies argentinas del género Pamphalea pueden
distinguirse fácilmente con la siguiente clave :
A. Hojas inferiores linear-lanceoladas, enteras............. P. bupleurifolia.
B. Hojas inferiores lirado-pinatifidas o redondeadas.
I. Plantas bajas, de 10-15 cm de altura. Hojas inferio-
tesredondeadas, pecioladaS..... o... vo soccioco.i.. P. heterophylla.
IT. Plantas más altas, de 20-30 cm de altura. Hojas
interiores lirado=pinatldaS. ne P. maxima.
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTIFICAS
SOBRE UNA NUEVA INTRODUCCIÓN DE LOS POLINOMIOS DE LEGENDRE
DE LOS DE CH. JORDAN
Y DEFINICIÓN DE UN NUEVO POLINOMIO ORTOGONAL QUE CUMPLE
DETERMINADAS CONDICIONES
POR C. DIEULEFAIT
1. Dada la sucesión de funciones unívocas Y, (2), U, (2), ..., Us— 1 (0),
es posible encontrar, de varios modos, otras funciones D, (w) tales, que
sean ortogonales en el campo de la variación de las x.
Si w« toma los valores discontinuos : Lp, L,, Ca, «.., Cp —1, CON SÚM,
V. Romanovsky (*) ha determinado las 9; (%) por la relación :
lo 0 (1)
al darle solución a la condición de ortogonalidad que es :
n—1l
| y De (e) Do (2) = 0 sl == 0
i=0
n—1
DO) 0 si == 00
1=0
2. Fácil es extender el procedimiento para variaciones continuas
de « dentro de un intervalo (a, b). Si uz (a) con k =0, 1, 2, ..., /S, SOM
las funciones bases, su ortogonalización se obtiene por las funciones :
S0
dE | a, (00) Py (0) de
D, (1) = a) = D (0) — y, (a). (2)
E) Y (0) DP, (w) de
() V. ROMANOVSKY, Biometrilka, volumen XVIII, partes 32 y 42, página 93.
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS 197
3. La ortogonalización por la (1) o (2) se remite a la fijación de la
sucesión base u, (1). Según los fines perseguidos podrán variarse sus
formas; ulteriores conveniencias, sobre todo dentro de la aproxima-
ción de una función de frecuencias por cuadrados mínimos, llevan
naturalmente a determinaciones especiales.
Si aplicamos la (2) a la función
IZ
a == 6 - qe con a==m— 1 y DE
se obtiene :
La v 2v — 21 E n
.A== Y) a con mi — ANO
2 0 l V 2)
siendo esta última la función de Legendre, comúnmente introducida
en análisis por la igualdad :
] dr
MAT da”
Pa (ac) ==
4. Sil aplicamos la (1) a la función
se obtiene :
Son los polinomios de Ch. Jordan (?).
Los polinomios más sencillos serán los que se obtienen tomando
4, (0) =w”". No obstante, la forma binomial es la más conveniente,
puesto que en cuadrados mínimos es la única que permite simplificar
los cálculos recurriendo directamente al esquema de Tschetwerikoff (*)
para la determinación de los parámetros de la función parabólica
de ajustamiento.
(1) Ver. por ejemplo, CHARLES JORDAN, Statistique Mathématique, página 24,
ais, 1927.
(2) Ver, por ejemplo, EDOUARD GOURSAT, Cours d'analyse mathématique, tomo I,
página 212.
(*) Ver loc. cit., página 26.
() Ver CHARLES JORDAN, Sur la détermination de la tendance séculaives des gran-
deurs statistiques par la méthode des moindres carré, en Journal de la Société Hongroise
de Statistique, número 4, año 1929.
198 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Y % . ../; ./; 0
Esta razón es la que nos decidió a adoptar la función base u, (a) = )
v
innegablemente más sencilla que la base encontrada por nosotros para
los polinomios Q, (+), de Charles Jordán. Ortogonalizando esta suce-
sión por la (1), se obtiene :
0 O 0
DB.(a)== ) ; ,
6) dl
( y 0 0 IN
o también :
siendo su relación con las Q, (%) la siguiente :
Q,
01/20
ZUN OD
Se observa pues que, para v= 5, ya los valores de D, son 945 veces
Dd, >
menores que los correspondientes de (),. Estas cifras más pequeñas
hacen más manejables los polinomios P,, que son así, los de tipo bino-
mial más sencillo dentro de la ortogonalización de funciones bases
según la (1).
En la actualidad hemos encarado la confección de las tablas de
estos polinomios (').
Gabinete de Estadística de la Facultad de Ciencias Económicas,
Universidad Nacional del Litoral.
A PROPOSTTO DE <CTENOMYS LATIDENS > Y <« DICOELOPHORUS LATIDENS »
POR CARLOS RUSCONI
En un artículo publicado el año pasado en estos mismos Anales (?),
me ocupé de la revisión de las especies fósiles del género OUtenomys,
(1) En esta comunicación sólo damos cuenta de los nuevos resultados de carác-
ter matemátieo, encontrados por nosotros en nuestra investigación sobre el mo-
vimiento secular de series económicas, y que será dado a conocer proximamente
en órganos especiales.
(2) CARLOS RUSCONI, Las especies fósiles del género « Ctenomys », con descripción
de nuevas especies, en Anales de la Sociedad Científica Argentina, volumen CXII, págl-
nas 1-35 del separado, Buenos Aires, 1931.
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS 199
y además proponía algunas especies nuevas, procedentes de varias
localidades de la Argentina.
En la página 136 (pág. 10 del separado) hacía un análisis relativo
a la historia de Ctenomys latidens, y recordaba también en que forma
se valió el doctor Ameghino para darle nombre específico a su nuevo
género Dicoelophorus, causa por la cual dió motivos a cierta confusión
de parte de los autores que se ocuparon posteriormente de este grupo
de roedores.
Como se sabe, la especie Otenomys latidens fué fundada por Gervals
y Ameghino en 1850, página 68 ('), basada sobre una mandíbula fósil
del pampeano de la Argentina. Después, en 1888, página 6 (?), este
último autor describió un nuevo género de octodontinos que llamó
Dicoelophorus, utilizando como nombre específico el de latidens, por-
que creyó que la especie descrita por él y Gervais pertenecía al gé-
nero Dicoelophorus y no a Ctenomys.
Ahora bien, al ocuparme yo de los roedores mencionados, creí tam-
bién en el deber «de solicitar el distinguido paleontólogo del Museo
de París, doctor Marcelin Boule, diversos datos relativos al ejemplar
tipo de Otenomys latidens, ejemplar que forma parte de las coleccio-
nes del Museo de París. Los datos proporcionados por ese inves-
tigador me han hecho ver que la especie latidens pertenece al género
Ctenomys y no a Dicoclophorus; y por consiguiente, al comprobar
que este último género quedaba desprovisto del nombre específico,
me pareció correcto proponer el nombre primus, es decir, Dicoelopho-
rus primus. Con este cambio quería sencillamente recordar, que Dicoe-
lophorus primus debía ser ahora la primera especie y especie tipo del
género Dicoelophorus fundado por el doctor Ameghino en 1888, e
¡lustrado en 1889, lámina VI, figuras 25 a 29 (?).
Pero con la consiguiente sorpresa me entero de que el modo como
yo había hecho la elección no era el más natural según las leyes inter-
nacionales de nomenclatura, como me lo acaba de comunicar tam-
bién mi amigo, el paleontólogo doctor G. G. Simpson del Museo de
() H. GERVAIS y F. AMEGHINO, Los mamiferos fósiles de la América meridional,
páginas 1-225, París-Buenos Aires, 1880.
(2) FLORENTINO AMEGHINO, Lista de las especies de mamiferos fósiles del mioceno
superior de Monte Hermoso hasta ahora conocidas, páginas 1-21, Buenos Aires, junio
de 1888,
(*) FLORENTINO AMEGHINO, Contribución al conocimiento de los mamiferos fósi-
les de la República Argentina, en Actas de la Academia Nacional de Ciencias en Cór-
doba, volumen VI, texto y atlas, Buenos Aires, 1889.
200 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Historia Natural de Nueva York, y a quien agradezco tan amable ad-
vertencia.
Lo que habría correspondido hacer, en un caso tan especial, era
el de mantener al género Ctenomys la especie latidens de Gervais y
Ameghino, tal como lo expuse en mi trabajo ya citado; y en cuanto
al género Dicoelophorus, conservar también como nombre específico el
de latidens. Como consecuencia de este cambio resultaría ahora, que
entre las formas de octodontinos extinguidos habría una especie lati-
dens para el género Utenomys y una especie latidens para el género
Dicoelophorus, a menos que no se revalidara Actenomys cuniculinaus,
fundado pocos meses después por Burmeister sobre restos craneanos
de Monte Hermoso, y de características similares a los que dispuso
nuestro sabio Ameghino cuando auspició su nuevo género Dicoelo-
phorus ('). La sinonimia, a mi modo de ver, sería como sigue :
Gen. DICOELOPHORUS Amegh. 1888
Dicoelophorus latidens Amegh.
Lista de los mam. fós., 1888, pág. 6; y Contribución mam. fós. Rep. Avg.,
1889, lám. VI, figs. 25 a 29 (nec Ctenomys latidens Gerv. y Amegh., 1880,
pág. 68). y
Syn. : Actenomys cuniculinus Burmeister, Anal. Mus. Nac., vol. III, 1888, pág.
O ;
Dicoelophorus primus Rusconi, Anal. Soc. Cient. Arg., vol. CXII, 1931, pág.
136. ke
Localidad del tipo : Monte Hermoso, provincia de Buenos Alres,
plioceno inferior.
Gen. CTENOMYS Blainville 1826
Ctenomys latidens H. Gerv. y Amegh.
Los mam. fós. Amér. Mer., 1880, pág. 68.
Localidad del tipo: Buenos Aires, piso ensenadense (?), plioceno
superior.
(1) CARLOS V. BURMEISTER, Relación de un viaje a la gobernación del Chubut, en
Anales del Museo Nacional, volumen III, páginas 175-252, Bnenos Aires, octubre
de 1888.
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS 201
LOS CABALLOS ESPAÑOLES ANTEPASADOS DE NUESTROS CRIOLLOS C)
POR PAUL MAGNE DE LA CROIX
El doctor Ángel Cabrera ha hecho en Anales de la Asociación de
Oriadores de criollo (1), una crítica a un artículo publicado por mí
con el título ut supra (2).
Contestando a esta crítica haré notar, ante todo, que en el artículo
eriticado nunca he tratado de demostrar que el bayo fuese el color
predominante en el antiguo stock español y nunca tampoco tuve la
opinión, que me atribuye el doctor Cabrera, de que el bayo, en el
stock general español y en el stock general criollo, procediesen del
caballo Kaltiavari. Por consiguiente, no he sostenido tal opinión, ni
por «teorías raras » ni por otras.
He pensado en todo tiempo que la frecuencia, cada vez más grande,
del bayo en el stock criollo, se debía a la reversión hacia un color
primitivo cuya herencia — siempre, según mi opinión — provenía de
los elementos nordiscos que contribuyeron a la formación del stock
español.
Si no expresé esta opinión (3) en el artículo en cuestión, es porque,
en ningún momento me ocupé en ese artículo, del origen del bayo en
el stock general español; pero en cierto lugar de este artículo — el más
criticado — traté de buscar cuál había podido ser el origen de una
casta especial de caballos españoles; y con tal motivo examiné cuáles
eran las relaciones posibles que podían existir entre los animales de
esta casta y el Kaltiavari. En esa oportunidad hablé de doradillos,
de bayos dorados y de bayos sin confundir estas capas, como lo
supone el doctor Cabrera.
Hechas estas salvedades resulta inútil contestar a muchas críti-
cas, pero hay otras que es menester refutar.
En primer lugar viene el cuento de «las campanas del campanario
(*) Contestación a una crítica hecha al autor en los Anales de la Asociación de
Criadores de criollo. Como el próximo número de esos Anales aparecerá recién el
año próximo, hemos pedido a la Dirección de los Anales de la Sociedad Científica
Argentina, hospitalidad para publicar esta contestación.
(1) Año VII, número X.
(2) Anales de la Asociación de Criadores de criollo, año VI, número IX.
(3) Que por otra parte he expresado en numerosos artículos.
202 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
ignorado» como lo llama gentilmente mi amigo el doctor Cabrera.
No he dicho, como él me lo hace decir, que fuese Tutankhamon
quien, el primero, había importado en Egipto caballos colorados del
sur. Lo que he expresado es que: «cuando los egipcios rechazaron
los Hyksos y que ese país tuvo de nuevo faraones nacionales », éstos
hicieron tales importaciones.
Hay pues error del doctor Cabrera al hacerme decir que «en el
antiguo Egipto no hubo caballos colorados hasta el reinado de Tutan-
khamon ». Me cuesta creer que sea ese error voluntario viniendo de
quien «no puede sufrir que a la verdad se la desquicie en nada »; y,
sin embargo ¿cómo admitir que el doctor Cabrera, cuyos conocimien-
tos en historia de Egipto reconozco, haya podido creer que fuese Tu-
tankhamon y no Almes I, el primer faraón de la X VITI? dinastía? He
hablado de «varios jeroglíficos », y en efecto son varios los que en
el curso de esta nueva dinastía de faraones nacionales, señalan las
referidas importaciones. Si he elegido el de la época de Tutankhamon,
es porque, a pesar de su concisión, el texto relativo indicaba el color de
estos caballos del sur. Claro está que la traducción no la hice direc-
tamente del egipcio sino del texto dado en francés por Uhabas. en el
cual la palabra que indica el color es «rouge».
El doctor Cabrera nos dice que el profesor Rideway era de opinión
que la palabra copta bat tenía el mismo significado que «rama de
palma », pero olvida decir que el mismo Ridgway era de opinión
que el antiguo stock caballar africano era colorado.
Según el doctor Cabrera los animales atados que figuran en la
parte inferior del fresco al cual me refiero «no son caballos de nin-
guna especie sino mulas, como lo han reconocido todos los egiptó-
logos ».
Que los egiptólogos admitan que las mulas tienen orejas chicas,
es sólo extraño a medias; pero lo es más que un zoólogo comparta
esta opinión, pues o todas las reproducciones dadas por Cornevin,
Mascheroni y otros son equivocadas o se trata de equídeos de orejas
chicas.
El doctor Cabrera admite que tengo razón al suponer que el origen
del Kaltiavari es una cruza de caballos árabes y caballos hindúes,
pero estima que me equivoco al suponer que éstos pudiesen ser de
origen Siwalick, pues «no hay absolutamente ninguna prueba de que
el caballo de Siwalick o Equus sivalensis, especie que vivió en el
norte de la India durante la época terciaria, haya dejado descendien-
tes entre las razas domésticas modernas ». ¿Ignora acaso el doctor
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS 203
Cabrera que existe todavía en Sumatra la raza Battack de la cual
un ejemplar vivo fué mandado a Londres y, estudiado, se clasificó
Equus sivalensis estimando que representaba «con bastante exac-
titud el caballo de 1,52 (Equus sivalensis) que en tiempos pliocenos
moraba entre los cerros al pie de los Himalayas >»? Existen varias
fotografías de este ejemplar y una de ellas figura en el trabajo que
Ewart consagró al origen del caballo Clydesdale.
El señor Sidney compara intencionalmente el color de los caballos
de Kaltiavari con el de ciertos caballos españoles, y no veo por qué
hubiera tenido que mencionar tales caballos en este lugar de su libro
a no ser para establecer una relación de parentesco entre las dos
razas.
Mucho más perjudiciales que las opiniones emitidas, indicando los
fundamentos y «sin optar por ninguna afirmación categórica », son
las que se quieren hacer adoptar como credo.
En base a los estudios de Wilson, Cabrera alega que « para que un
caballo sea bayo es preciso que uno de sus padres, cuando menos,
baya presentado alguna de las variantes del bayo» y quiere que sobre
la fe de la opinión de Tindall se admita que no se puede obtener un
tordillo si no lo ha sido el padre o la madre. Con esta base se edifica
una hermosa teoría del tordillo color primitivo.
Pero un poco más lejos, el mismo autor da, referentes al bayo,
datos que me parecen probar lo contrario de lo que ha sostenido ante-
riormente; y aquí no es dado tomar contacto con la lógica del doc-
tor Cabrera que a mi parecer es tan extraña como «raras» puedan
parecer al suyo mis teorías (1).
Al hablar del pelo bayo, el doctor Cabrera nos señala varios casos
de aparición de bayos accidentales en razas en las cuales este color
no existe generalmente, tales como el Clydesdale, el Thoroughbred, y
hasta en el Cleveland «llamado por antonomosia Cleveland bayo sea
colorado de Cleveland »; y después de eso, llegando al final de su
artículo, formula esta conclusión inesperada « para que un caballo
sea bayo parece necesario que lo haya sido alguno de sus progeni-
tores ».
Por mi parte, al leer los casos citados por mi contradictor, había
llegado a la opinión exactamente contraria: para que un caballo sea
(1) Si empleo aquí y en algún otro lugar de este artículo un lenguaje un tanto
acerbo, al cual por otra parte no estoy acostumbrado, lo hago influenciado por
el mismo doctor Cabrera que ha empleado a veces en esta discusión un tono que no
me parece adecuado a una controversia científica.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV 15
204 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
bayo parece que no es necesario que lo haya sido alguno de sus pro-
genitores; pues para mí la lógica formal descansa sobre el doble prin-
cipio de identidad y de contradicción : lo que es, es; una misma cosa
no puede a la vez ser y no ser. ¿Cómo ha de ser posible entonces, al
comprobar la aparición de bayos accidentales, deducir que esta apa-
rición es imposible ?
Sin detenerme a esclarecer el extraño misterio dela lógica cabre-
riana, diré que su autor no nos ha proporcionado para los tordillos
los mismos datos que para los bayos; al contrario, discute los casos
citados por Ewart al parecer bajo la convicción de la no existen-
cia de los tordillos accidentales; y sobre esta base, contradictoria
de la que estableció para el bayo, llega para los dos colores a las
mismas conclusiones.
Pero para el tordillo, a pesar de los estudios de Tindall y de la
opinión del doctor Cabrera, he visto nacer en Francia, y también
aquí, tordillos de padres y madres que no eran tordillos; y puedo
citar que, en el partido de Navarro, existen dos tordillas nacidas en
estas condiciones. A título de comprobante de este hecho transcribo
a continuación una carta del dueño del establecimiento donde naci-
eron (1):
Buenos Aires, 14 de enero de 1930.
Muy señor mío:
A la pregunta que ha formulado pláceme contestar a Vd.
Las dos yeguas tordillas que ha visto en mi campo son hijas de madre
que aún tengo y que no son tordillas.
Por otra parte, nunca he tenido un tordillo.
Con mucho gusto evacuaré cualquier otra consulta que tuviera la necesi-
dad de hacerme, y aprovecho la oportunidad de saludarlo :
Atto y $. $.
firmado: Guido Graziosi.
Citaré, todavía, un pura sangre inscrito en el Stud-Book argentino :
Pibe, ex Pan-rayado, tordillo 1920 por Dukato, zainmo colorado (nacido
en Inglaterra), 1906, y por Pluma, alazana, 1907.
Dicho lo anterior, me parece que, a pesar de los estudios de Tin-
dall, no se debe esperar que siempre un tordillo nazca de padres tor-
dillos. Vemos claramente, que pueden nacer de padres y madres de
otro color.
(1) Por la fecha puede verse que esta carta no ha sido solicitada especial-
mente para la contestación que doy aquí al doctor Cabrera.
A
A A
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS 205
El doctor Cabrera que quiere que los demás autores especifiquen
bien todas sus fuentes de datos, hace a veces reserva de las suyas, « haz
lo que yo digo pero no lo que yo hago». Sus lectores deben contentarse,
en tales ocasiones, con saber que lo que emite reposa sobre datos
concretos. Me he visto en el caso de señalar, en una contestación
dada en estos mismos Anales (1), que a pesar de dichos « datos con-
eretos », según los cuales ningún reproductor nordisco había sido
introducido en España antes del año 1600, se encontraban en los
archivos españoles, pruebas demostrando que hubo reproductores nor-
discos en España antes de esa fecha. Errare humanum est; el doctor
Cabrera puede equivocarse como cualquier otro, pero ésto debería
hacerlo más mesurado cuando no está de acuerdo con la opinión de los
demás; y así nos ahorraría, por ejemplo, el desagrado que nos causa
apreciaciones hirientes hacia personas como Ewart, H. Gervais y
F. Ameghino. Del primero dice Cabrera en el artículo discutido aquí
que «ha incurrido en verdaderos absurdos ». Y de los otros dos, en So-
bre los camelídeos fósiles y actuales de la América Austral (2), refirién-
dose a descripciones dadas por H. Gervais, el eran paleontologo
francés, y por Florentino Ameghino, la gran gloria científica argenti-
na agrega : «Pero dejando a un lado estos deslices, que sólo tralgo
a cuento para justificar mi desconfianza en dichas descripciones ».
Si estos tres eminentes sabios merecen semejantes apreciaciones
del doctor Cabrera, creo que no tengo por que preocuparme de las
que éste me propina. Me siento honrado al ser llamado, en esa forma,
a Compartir la suerte de aquéllos.
XXVo Congreso Internacional de Americanistas
Se reunirá el próximo mes de noviembre en La Plata, con los
auspicios del Gobierno de la Nación. Los Congresos anteriores han
venido, desde 1875, impulsando los estudios antropológicos, etnográ-
ficos, lingiiísticos e históricos relativos a América.
La Sociedad Científica se ha adherido a este XX V” Congreso desig-
nando una Comisión de Delegados para representarla.
(1) Entrega de agosto 1932, tomo CXIV, página 70.
(2) Revista del Museo de La Plata, volumen XXXIII, páginas 89-117, Buenos
Aires, 1931.
BIBLIOGRAFÍA
IvANISSEVICH LUDOVICO, Provisión de agua potable a la ciudad de La Paz
(Bolivia). Un tomo con 350 páginas (18,5 <X 25,5) y numerosas lámi-
nas y cuadros fuera de texto. La Paz (Bolivia), Imprenta Artística,
1930. Publicación oficial.
Este informe oficial del ingeniero Ludovico Ivanissevich, consolida el
prestigio profesional de que goza el autor. Documenta la provechosa tarea
que ha desenvuelto durante el año 1930 en la ciudad de La Paz, resolviendo
con método científico y claro criterio el problema que presentaba la provi-
sión de agua a la metrópoli boliviana.
El trabajo publicado comprende tres partes principales : Recopilación de
todos los antecedentes, cuya lectura permite apreciar la desorientación que
reinaba entre los que se habían ocupado antes del intrincado asunto, y el
parcial acierto de algunas sugestiones, desgraciadamente incompletas ; Me-
moria descriptiva de la solución propuesta, que se justifica plenamente, con
abundancia de datos y detalles, contemplando las necesidades del futuro
mediante un instructivo estudio del crecimiento de la población, que llegará
a 300.000 habitantes dentro de 30 años según la fórmula de Pearl y Reed,
y del consiguiente aumento de consumo unitario de agua, que se presume
que eleve la cifra actual de 60 litros diarios por habitante, a 150 en el año
1940, y a 300 en 1960; cantidades muy razonables, si se tiene en cuenta
que la población actual es de 150.000 habitantes y que, a pesar de su lati-
tud casi ecuatorial, La Paz presenta una isoterma media anual de 996C.,
porque está situada a 3700 metros sobre el nivel del mar; pasa en revista
las diferentes fuentes de provisión aprovechables, tanto subterráneas como
superficiales, decidiéndose por estas últimas, con fundadas razones; vin-
cula inteligentemente las obras futuras con el aprovechamiento de la ener-
gía hidráulica potencial; destaca, en un capítulo magistral, las verdaderas
condiciones del agua de Milluni, que actualmente constituye la base principal
del aprovechamiento y preconiza su utilización integral, con la desinfección
por el cloro líquido, que hizo instalar apenas abarcó los aspectos urgentes
del mejoramiento que requería la provisión en uso; admite la necesidad
fatura de completar el abastecimiento con aguas del Choqueyapu, del Chu-
quiaguillo o del Hampaturi, y adoctrina sobre el valor de los análisis periódi-
BIBLIOGRAFÍA 207
cos y de los aforos continuados, para lo cual dejó instalado un laboratorio
de análisis químicos y bacteriológicos de las aguas, y construídos vertederos
de medición de los caudales, con limnígrafos de banda mensual ; organizada
una oficina técnica, y valiéndose exclusivamente de elementos locales pro-
yectadas, con notable acierto y excelentes detalles, las obras completas que
deberán ejecutarse de acuerdo a un plan gradual, cuya realización se ha ini-
ciado habilitando la cañería de Achachicala y haciendo licitar el material de
hierro fundido para los circuítos y desagúes de la red de distribución ; en una
palabra, resuelta en todos sus aspectos la cuestión planteada, realiza lo utr-
gente, encamina lo inmediato v deja señalado el programa para el porvenir;
Apéndice, que comprende bases de licitación, presupuesto, planillas varias,
pliegos de condiciones y especificaciones de las obras a ejecutar. Completan
el trabajo abundantes planos, gráficos, cuadros y fotografías. Es, por consi-
guiente, una importante contribución a la bibliografía profesional que auna
el caracter de monografía de lo ejecutado con el de memoria del proyecto
que está reglando la construcción. Obra seria, prolija y bien documentada,
enumera diferentes soluciones y va definiendo la mas conveniente hasta
imponerla al espívitu del lector con la precisión que sólo trasmite quien do-
mina la materia. Esta preducción señala madurez y superación en el autor
y honra al ambiente técnico a que pertenece. — Francisco Esteban Seijó.
VILLALOBOS DOMINGUEZ, C., Bases y método para la apropiación social de la
tierra. Un volumen de 196 páginas de 14 X 20 centímetros, cuerpo 8 y
notas de cuerpo 6, con dos apéndices de cuerpo 6. Imprenta Ruíz her-
manos, Buenos Aires, 1932.
Consta de un prólogo, siete capítulos, que titula Ensayos, y dos apéndices.
Sus ensayos se denominan así : I, El sofisma de la pequeña propiedad ; II,
La comunización de la propiedad de la tierra; MI, Un método políticamente
realizable para la apropiación social de la tierra; IV. Régimen económico y
político del petróleo; V, Inoportunidad del libre cambio; VI, Imperialismo
económico; VII, El derecho de propiedad. Los apéndices se titulan : El ca-
pitalismo no ha fracasado y Un juicio de Einstein sobre el georgismo.
El contenido del ensayo l es : Estabilidad y no propiedad ; Imposibilidad
práctica de la subdivisión de la propiedad agraria; La solución única. En
el ensayo Il es : Razones teóricas de índole práctica y de eficacia en la pro-
paganda; El georgismo y el momento histórico, y Conclusión. Este ensayo
tiene tres apéndices : A, Rectificando una traducción; B, Substitución de
«impuesto único» por «ningún impuesto»; C, Una opinión extranjera
sobre la tesis del presente ensayo. El ensayo III contiene : Crítica del im-
puesto a la tierra; Gradualidad del método de recuperación; Normas bási-
cas para la recuperación; El problema de la teoría con mejoras; Soslayando
el obstáculo de los pequeños propietarios; Crítica de la ley enfiténtica riva-
daviana; Consideraciones finales. El ensayo V contiene: Vacuidad e incon-
208 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
ducencia económica del llamado librecambio; La cuestión de fondo; Prejui-
cio de las alteraciones arancelarias; Hacia el librecambio integral. El ensayo
VI contiene : Historia y esencia del problema; ¿Existe un imperialismo
específicamente yanki?; Las cuestiones de soberanía; Las tentativas de eman-
cipación y el derecho de intervención oficial norteamericana; El distingo
salvador; ¿Qué significa nacionalizar la propiedad?; Dificultades y facilida-
des prácticas ; La cuestión de los empréstitos. En el ensayo VII se contienen :
No se basa tan sólo en el trabajo: Justicia de la nacionalización de la pro-
piedad del suelo; La propiedad sobre sí mismo; Verdadera función de la
renta; El problema de la herencia; Conclusiones.
Puede advertirse, por la descripción que antecede y por el contenido de la
obra de Villalobos Domínguez, que éste contempla el problema fundamental
del georgismo en sus aspectos de más vivo interés.
Es bien conocida la versación del autor en esta importante materia y sus
actividades antiguas de georgista que lo han consagrado como uno de los
grandes propulsores e intérpretes de la doctrina entre nosotros. Afiliado
desde los primeros días al sistema que Henry George codificara, y que los
fisiócratas y Bernardino Rivadavia preconizaran en sintesis, Villalobos ha
estado siempre, de un modo u otro, entre los georgistas de primera fila de la
Argentina, y su palabra se halla rodeada de autoridad por el prestigio de su
carácter estudioso, su briosa fe polemista y su persistente amor a la doctri-
na de George.
Preocupó siempre a Villalobos la apropiación de la tierra o del suelo por
la colectividad, y la manera de lograrlo ha sido uno de sus constantes afanes.
Examina, al comenzar Villalobos el sofisma de la pequeña propiedad, uno
de los evidentes males de un razonamiento flaco y vacío, y que hacía afirmar
Irving como lo recuerda Villalobos, que el propietario convertirá en páramo.
el verjel, en un pequeño predio, en tanto que si es arrendatario transfor-
mará antes el verjel en páramo. Bien combate este error de Irving Villalo-
bos, y sus términos de comparación son evidentes. No es posible confundir
el suelo con la mejora; si la mejora — esfuerzo para convertir el páramo
en verjel — es de quien lo realiza, sea propietario o mandatario el agricul-
tor la realizará, pues mientras ocupe el suelo disfrutará de ella, y cuando lo
abandone deberá ser indemnizado de esa mejora, que siendo esfuerzo perso-
nal propio estará libre de imposiciones y gabelas. Villalobos preconiza, con
evidente cordura, la apropiación de la tierra por la colectividad y su arren-
damiento ad vitam.
Villalobos se aparta de George en que es partidario de apropiarse por el
Estado la totalidad de la renta de la tierra, y no una parte como proponía
George. Esto es, en realidad, lo que propone George cuando pretende que sólo
puede ser del productor el producto de su trabajo, no siendo lo que no es
producto del trabajo sino de la colectividad. Es este el punto en que Villa-
lobos concuerda con George, que es sin duda el motivo filosótico de la doc-
BIBLIOGRAFÍA 209
trina, no siendo el resto sino un plan incompleto de aplicación que no tiene
el vigor y la contextura del sistema propiamente dicho. La contradicción
de George consiste, acaso, en que el cuerpo de doctrina corresponde al máxi -
mo de sus aspiraciones, y el método de apropiarse de no toda la renta, la
aplicación mínima dentro de los regímenes constitucionales del mundo. $Si
George hubiera preconizado el método revolucionario para la apropiación
del suelo, seguramente no habría pensado en abandonar parte de la renta a
los actuales propietarios del suelo.
Comprende bien Villalobos al georgismo cuando afirma que no es socia-
lismo, ni mucho menos, sino una forma de vigoroso individualismo : < Es la
doctrina de la práctica espontaneidad », agrega. En definitiva, Villalobos
propone en este punto : Confiscación gradual de la tierra por el Estado;
obligación de arrendarla en pública subasta; garantía de ocupación vitalicia
por el arrendatario; indemnización de las mejoras cuando el arrendatario
abandone el suelo, lo que se cobrará al sucesor; limitación de espacio y
tiempo en el arrendamiento a sociedades o cuerpos colectivos.
Villalobos es partidario de la recuperación gradual de la tierra misma
— y no la renta de la tierra — por medio de la herencia; estableciendo que
todo impuesto a la herencia que resulte transmitida en tierras se establezca
en porcentaje de la tierra, cuyo porcentaje pasaría ya, definitiva e inenaje-
nablemente, al poder del Estado o la comunidad. Adviértese desde luego
que Villalobos no preconiza el método revolucionario, que consistiría en el
despojo inmediato y cierto de la tierra manu militare, para entregarla luego
en arrendamiento enfitéutico. Por este método pudieron ser : la Argentina
independiente, Inglaterra democrática, Francia republicana, Italia fascista,
Alemania liberal, Rusia soviética, regímenes todos subsistente, buenos o ma-
los. El mayor inconveniente del método que propone Villalobos consiste en
que el Estado vendría en posesión de la tierra total en forma asintótica, esto
es al final de los siglos, porque siempre lo que pasaría al Estado sería una
parte mínima de la posesión particular. Así, suponiendo que la transmisión
se hiciera cada tercio de siglo y alcanzara a un décimo de la herencia, resul-
taría que 1000 hectáreas darían 100 a los 35 años, 190 a los 66, 271 al pri-
mer siglo, 470 al segundo siglo, 617 al tercer siglo y 718 al cuarto siglo;
esto es, después de cuatro siglos todavía habría en poder de particulares mas
de la cuarta parte de tierra, y después de diez siglos aún habría en poder de
particulares 42 hectáreas de las mil primitivas. ¿ Y quién puede asegurar la
supervivencia de un sistema por siglos? Auméntese el impuesto sucesorio,
disminúyase el período de sucesión, siempre resnltarán siglos. Aunque el
impuesto sucesorio fuese el veinticinco por ciento, a los cuatro siglos aún
—faltarían 30 hectáreas.
Villalobos realiza en su libro un análisis valioso de la famosísima ley
enfitéutica de Rivadavia, «dictada el 18 de mayo de 1826, mucho antes pues
de que comenzara a escribir Henry George, la cual ley se inicia con estas
210 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
palabras : « Las tierras de propiedad pública, cuya enajenación es prohibi-
ba por ley de 15 de febrero, se dará en enfitensis... ». Reconociendo la
genialidad de la concepción, Villalobos la estudia con espíritu sereno anali-
zando sus grandes aciertos y sus defectos. Claro está que la fórmula rivada-
viana, trazada con anterioridad a George y a la alta evolución posterior y
que llega a nuestros días, no podía tener la madurez que hoy alcanza, un
siglo después ; pero, sin duda, contiene en sus preceptos la síntesis formal
de cuanto debía venir más tarde.
También analiza Villalobos con sutil habilidad el caso de aplicación de
georgismo de Canterra en Australia, y lo presenta con feliz franqueza.
Empero, el profundo sentido filosófico del ideal georgista de Villalobos no
dormita en las páginas del libro, pues reaparece a menudo entre las páginas
de polémica y combate, advirtiéndose en él que el principio fundamental de
retorno a la tierra, fuente, origen y asiento exclusivo de la vida humana, y
único alimento indefinido de las generaciones — Gea eternamente próvida,
Gea forma sólida del geoide y de que George parece una derivación provl-
dencial — el principio fundamental, decía, reaparece y se reafirma taxati-
vamente. Así escribe estas palabras : «los gobernantes y pueblos de diver-
sas naciones, cada vez más angustiados por las dificultades económicas que
los contristan, advierten que en alguna forma de manejo del sistema territo-
vial puede hallar salida para dichas dificultades... ». Y más adelante : « En
la joven república española se tiene entendido que, sin dar alguna eficaz so-
lución a la cuestión agraria, la revolución republicana no pasará de un
cambio de forma en la conciencia política, pero sin el alcance social que
todos anhelan darla ».
La solución georgista que da Villalobos a los problemas petrolíferos me
parece acertada; desde luego, el yacimiento es de inalienable propiedad co-
lectiva y su explotación puede ser materia de empresas privadas como otra
industria cualquiera y como la tierra misma.
Nada más acertado, para comprender esta forma doble de actividad, que
el ejemplo que da Villalobos de las carreteras : pertenecen al Estado como
vías artificiales de comunicación, en tanto que los vehículos que por ellas
circulan son del público.
Es digno de ser especialmente leído el capítulo del libro que se refiere al
librecambio. Georgismo y libre cambio absoluto son ecuaciones idénticas,
pero Villalobos los presenta con claridad eminente. Empero, la doctrina
veorgista en su sentido contemporáneo la expresa integralmente Villalobos
en el capítulo sobre el derecho de propiedad, que en sus manos adquiere
una ley nueva que conviene leer en todo su desarrollo para formarse idea
de cómo concibe el cuerpo doctrinario que hace del georgismo el gran siste-
ma de organización social, y al que puede la humanidad demandar una paz
económica trágicamente perturbada en la hora actual, en forma hondamente
peligrosa para la vida de la humanidad civilizada. — N. Besio Moreno.
Se as Alda C:
_Maresca, Antonio J.
—Marolda, Ismael C.
: Marotta, Pedro PO
—Massini, Carlos.
Mayol, Jorge E HA
Méndez, Julio.
-——Meoli,' Gabriel.
: Mercante, Víctor.
| Merca, Agustín.
- Mexmoz, Fco. Alberto.
_Mey, Carlos V.
Molfino, José F..
Moreno, Evaristo Y.
: o, Walther.
Mosca, Juan José C,
-Mulhall, Jaime.
Nágera, Juan José.
- Natale, Alfredo.
_ Negrete, Lucía.
E Negri, Mario mas
EN Nicola, Carlos de.
Nielsen, UA
a Oliveri, ado! E.
Ortiz de Rosas, Jorge.
Ortiz, Ricardo M.
Otamendi, Rómulo.
- Otamendi, Gustavo.
- Outes, Félix ES
Paez, José e
e Carlos. y
7 Parodi, Edmundo.
- Parodi, Lorenzo R.
Pasman, Raúl G.
Pauly, Antonio.
Pastore, Franco. ?
"Paz Anchorena, José M.
-Péndola, Agustín. (b.).
Pérez Hernández ,'Ángel.
-Pestalardo, Agustín.
- Piana, Juan S. !
- Piazza Vallejo, Licurgo.
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Rospide, Juan.
SOCIOS O E : Es
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Quartindh. José N.
Quiroga, Pedro R.
Raimondi, Alejandro.
Raffo, Bartolomé M.
Ramaccioni, Danilo. E
Rebuelto, Emilio.
Rebuelto, Antonio.
Reece William, Asher. /
Renacco, Ricardo. -
Repetto, Blas Ángel.
Rissotto, Atilio A.
Rodríguez Aravena, Santos.
Rofío, Juan.
Rojo, Dario Juan. E:
Roldán, Raimundo.
Rokotnitz, Otto.
Rossell Soler, Pedro A.
Rossi, Enrique C.
'Ruata, Luis E.
| Ruiz Moreno, Isidoro.
Ruiz Moreno, Adrián.
ES Enrique.
Sabatini, Ángel.
Sagastume Berra, Alberto E.
Salomón, Hugo.
Salomone, Gabriel A.
Sánchez Díaz, Abel.
Sánchez, José R.
Sánchez, Gregorio L.
Sanromán, Iberio.
Santángelo, Rodolfo.
Saporiti, Héctor J.
Sarhy, Juan F.
Savon, Marcos A.
Scala, Augusto.
Schaefer, Guillermo: F.
Schnack, Benno J.
Schmiedel, Ottomar.
Sechneidewind, Alberto.
Schoo Lastra, Oscar.
Selva, Domingo.
Senet, Rodolfo.
y
Senillosa, Juan Antonio —.
Sheahan. Juan F..
Sivori, Pedro Nicolás.
Silva, Leonidas L.
Solari, Miguel A.
Soler, Frank L.
| Sobral, Arturo.
Sorrentino Diana, Eduardo.
Spinetto, David J.
| Spota, Víctor J.
Spurr, Ricardo.
Storni, Segundo R.
Tamini, Luis Augusto. .
Tarragona, José.
Tedeschi, Virgilio.
Tello, Eugenio.
Torre Bertucci, Pedro
Torello, Pablo.
Trelles, Rogelio es
Ubeda, Lola.
Urondo, Francisco Enrique.
Urdapilleta, Wenceslao.
Vallebella, Colón B. )
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1
_Valentini, Argentino.
Vallejo, Segundo E.
Vanossi, Reinaldo.
Varela, Rufino (h.).
Varela Gil, José.
Vecchi, Arístide de.
Vernengo, Roberto...
Veyga, Francico de.
Vidal, Eduardo.
Vignaux, Juan C.
Villarruel, Ubaldo José.
Virasoro, José Enrique.
Villalobos Domínguez, Cánd.
Volpatti, Eduardo. :
Wauters, Carlos. ZA!
Williams, Adolfo T.
White, Guillermo J.
Zappi, Enrique V.
Zuloaga, Ángel M.
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Bazzanella, José.
sa Dorado, Luis.
-—— Estanga, María Victoria.
Goñi, José.
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Anchorena, Juan E.
Besio Moreno, Nicolás.
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Díaz, Carmen B. de. e
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ADOPTADOS PARA SUS PUBLICACIONES POR LA
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— ACADEMIA NACIONAL DE CIENCIAS EXACTAS, PÍSICAS Y NATURALES
Diencios | DEÉRO-C.DASSEN. a
)VIEMBRE-DICIEMBRE 1932. — ENTREGAS V-VI. TOMO CXIV
A z INDICE : =
E RACLIBVICH, suo de nuevos pederas y especies de ai cávi-
2 eumegámidos fósiles de la Argentina. Rectifi cación genérica de algunas
species conocidas y adiciones al conocimiento de otras (conclusión). SS
e a Sobre la cc... del lagarto o « Iguana » Tupinambis te-
E os La bid ecológica : Una ley biológica interesante. 243
o T. Wizcraxs, Las 1 líneas últimas. y sus o de excitación. OE |
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varias : Pedro Janes, Nuevo socio ono de la Sociedad Cien-
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Dr. Benjamín A. Gould 7.
Dr. R. A. Philippi +.
Dr. Guillermo Rawson .
Dr. Carlos Berg +.
Dr. Valentín Balbín .
Aguilar, Rafael ..........
Amaral, Afranio do.......
Ameghino, Carlos........
Arteaga, Rodolfo de.....
Avendaño, Leonidas......
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Hadamard, Jacobo.......
Hassler, Emilio ..........
Hauman, Luciano........
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Kinart, Fernando ........
Krinin, Demetrio ........
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SOCIOS HONORARIOS
Dr. Florentino Ameghino +.
Dr. Carlos Darwin y.
Dr. César Lombroso 7.
Ing. Luis A. Huergo +. -
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Lahille, Fernando ........
Langevin, Pablo .........
Lugo, AméricO...........
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Manzanilla, José Matías...
Mardones, Francisco..... 4
Magaña Peón, Pedro......
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Molina, Enrique. AAN
Monjaráz, Jesús...... a
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Nilsen Thorval...........
Pereira d' Andrade, Leneaster
Pérez Aranibar, Aug. E...
Perrin, Tomás G..........
Perrine, Carlos D..... ...
Porter, Carlos E.. O eS
Pi y Suñer, Augusto.....
Recaséns y Girol, Sebastián
Reyes Cox, Eduardo......
Revell, Pablo
Rospigliosi y Vigil, Carlos.
Rowe Leo, Qeroonenaana o
Shepherd, William R.....
Sklodonska, Curie........
Tello Jalo Oo
Torres Quevedo, Leonardo.
Unlo, Max.
Villalta, Jorge Blanco.....
Villarán, Manuel Vicente...
Vélez, Daniel M........:.
Valle, Rafael Heliodoro...
Volterra, Vito. Ts ste. a
Vitoria, Eduardo.......>.
Ing.J. Mendizábal Tambor
Dr. Enrique Ferri p.
Ing. Eduardo Huergo ho
DT: Walther Nernst. A
DE Eduardo L. Holmberg.
Ing. Guillermo Marconi.
Santiago.
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Río de Janeiro. -
Lima.
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México.
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México.
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Barcelona. -
DIAGNOSIS DE NUEVOS GÉNEROS Y ESPECIES DE ROEDORES CAVIDOS
Y EUMEGÁMIDOS FUSILES DE LA ARGENTINA |
RECTIFICACIÓN GENÉRICA DE ALGUNAS ESPECIES CONOCIDAS
Y ADICIONES AL CONOCIMIENTO DE OTRAS
(Conclusión)
Por LUCAS KRAGLIEVICH
Diaphoromys gamayensis Kragl.
Kraglievich, Physis, X, 1931, pág. 392.
Tipo: Dos fragmentos mandibulares de la colección del Museo de
Buenos Ajres (n” 6742), encontrados cavando un pozo a 28 metros de
profundidad en Gamay, distante unos 20 kilómetros del general Acha,
territorio de la Pampa. Un fragmento de la rama mandibular derecha
contiene el p, y el m,; otro fragmento de la rama izquierda conserva
el Ma, el m,, la mitad anterior del m, y una parte del incisivo.
El p, comprende tres láminas anteriores reunidas en el costado
externo y dos láminas posteriores libres, es decir, en total cinco lámi-
nas como el diente homólogo de Isostylomys Kragl., con la diferencia
de que este último tiene tan sólo dos láminas anteriores reunidas en
el costado externo.
El m, consta de cuatro láminas, como el de Eumegamys; pero en el
nuevo género las tres láminas anteriores están reunidas en el costado
externo y solamente la cuarta es libre, mientras que en Humegamys
las dos anteriores se encuentran unidas y las dos posteriores son
libres. En 1sostylomys este diente se compone de cinco láminas.
El m, y el m, constan de cinco láminas, las tres anteriores reunidas
en el costado externo y las dos posteriores libres. Están, pues, igual-
mente conformados que los de Humegamys e [sostylomys.
La talla de esta especie era apenas inferior a la de Eumegamys
paranensis.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T, CXIV 16
212 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Altura de la rama entre M, y M,, 52; ancho del incisivo, 20; espe-
sor, 20; espacio ocupado por p, y M,, 41; espacio ocupado por m, y
Mz, 39; diámetro anteroposterior del p,, 19; ancho de la tercera lámina,
12; ancho de la cuarta, 13,5; ancho de la última, 14; diámetro ante-
roposterior del m,, 17,2; ancho de la tercera lámina, 16,5; ancho de la
última, 16,5; diámetro anteroposterior del m,, 20; ancho de la ter-
cera lámina, 14; ancho de la cuarta, 16,5; ancho de la última, 16.
A esta especie refiero un m, derecho de los terrenos terciarios del
Paraná (n* 9028 colec. paleont. Mus. Nac. de Bs. As.), compuesto
de tres láminas unidas en el costado externo y una lámina posterior
libre. Mide 48 en línea recta; el diámetro antero posterior, 16; ancho
de la tercera lámina, 16; cuarta lámina 16,2.
Diaphoromys mesopotamicus nm. sp.
Tipo: Un m, izquierdo de la colección del Museo de Buenos Aires
(n* 9029), procedente de los terrenos terciarios del Paraná. Se com-
pone de tres láminas anteriores unidas en el costado externo y una
posterior libre. La corona es un poco más larga, pero más angosta
que la del mismo diente de gamayensis. Longitud del molar, 42; diá-
metro anteroposterior, 18; ancho de la tercera lámina, 14,2; cuarta,
IES:
Un topotipo es un m, derecho (n” 4592 colec. Mus. de Bs. As.).
Longitud 31; diámetro anteroposterior, 16; ancho de la tercera
lámina 13,5; cuarta 13.
Otro topotipo es un m, izquierdo (n*4581, colec. Mus. Nac. de Bs.
As.). Longitud, 37; diámetro anteroposterior, 17; ancho de la ter-
cera lámina 15; cuarta, 14.
Protomegamys coligatus n. gen. n. sp.
Tipo: Un molar superior izquierdo de la colección del Museo de
Buenos Aires (n” 4727), procedente de los terrenos terciarios del
Paraná. Es muy curvado en el sentido longitudinal. La corona com-
prende dos láminas anteriores anchas unidas en el costado externo y
tres láminas posteriores unidas del lado interno y gradualmente más.
angostas hacia atrás, de modo que la cara interna del molar tiene tres
columnas longitudinales y la externa cuatro. Longitud en línea recta,
36; diámetro anteroposterior, 16,5; ancho de la primera lámina, 15,95
segunda, 17,5; tercera, 13,5; cuarta, 9; quinta, 4,5.
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 213
Eumegamys dubius n. sp.
Tipo : Fragmento de rama mandibu-
lar derecha con los tres verdaderos mo-
lares (fig. 2), conservada en el Museo de
Historia Natural de Buenos Aires (n?
3969), procedente de las barrancas ter-
ciarias del río Paraná. Cotipo: otro frag-
mento mandibular semejante (n” 4055),
de igual procedencia y perteneciente al
mismo Museo.
La especie es algo más pequeña que
Eumegamys paranensis Kragl., pero tiene
los molares ¡igualmente conformados. El
m, consta de cuatro láminas, las dos an-
teriores reunidas en el costado externo
y las dos posteriores libres. Los otros
dos molares se componen de cinco lámi-
nas, las tres anteriores reunidas en el
costado externo y las dos posteriores
libres.
Para que puedan apreciarse las dife-
rencias de esta especie comparada con
E. paranensts, doy en el siguiente cuadro
las medidas de ambas en milímetros.
Fig. 2. — Eumegamys dubius, Xx 1
E. dubius
E E. para-
A
nensis
Tipo Cotipo
Altura de la mandíbula entre M, Y M, ........ 47 46 59
» Me o lo ba 47 44 91
Espacio ocupado por los tres verdaderos molares. 55 31 66
» dos últimos molaras ... 38.5 41 47
Diámetro anteroposterior del M, ............ 16 16 19
» le ola ot ra ae 18.5 19 21.5
» RA EC 20.8 21 24
La segunda lámina del M, del ejemplar tipo mide 12,5 milímetros
de ancho, la tercera 14,8 y la cuarta 14. Las mismas láminas del
- cotipo miden 11, 13 y 13. En £. paranenstis las medidas son: 13, 15
y 14,5.
214 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA
La tercera lámina del m, del tipo mide 13,7, la cuarta, 14,7 y la
quinta 12,5; en el cotipo, 12,5, 14,5 y 13; en E. paranensis, 14,5 16,5
y 14,5.
Las mismas láminas del m, del tipo miden 14, 14,7 y 12; la del
cotipo, 13,5, 14 y 12; las de E. paranensis 15,4, 17 y 14,6.
Isostylomys Laurillardi (Amegh.) Kragl.
El género fsostylomys lo fundé en 1926 (Anal. Mus. Nac. Hist,
Nat., Bs. As., XXXIV, pág. 125) sobre la especie Megamys Lauri-
llardi Ameghino, y en esa oportunidad establecí los caracteres de la
dentadura y acompañé dos ilustraciones de una rama mandibular
(topotipo) perteneciente al Museo de La Plata (op. cit., lám. IT,
fas. ley 21
Todos los molares constan de cinco láminas; en el p, las dos lámi-
nas anteriores están unidas en el costado externo y las tres poste-
riores son libres; en los verdaderos molares hay tres láminas ante-
riores reunidas en el lado externo y dos láminas posteriores libres.
Doy aquí las principales medidas de dicha rama mandibular: espe-
sor en el comienzo de la sínfisis, 34 milímetros ; altura desde el borde
posteroinferior de la sínfisis hasta el borde anterior del alvéolo del
Pi, 45; altura desde el mismo borde sinfisario hasta el centro de la
concavidad interpuesta entre el incisivo y el p,, 38; longitud actual
de la sínfisis, 82; longitud total (calculada), 90; altura máxima de la
sutura sinfisaria, 29; diastema, 65 (calculado); altura de la rama
entre Mm, y M,, 43; ancho del incisivo, 13,6; espesor, 11,5; espacio
ocupado por los cuatro molares, medido en la corona, 65; diámetro
anteroposterior del p,, 13; m,, 15; m,, 16; m, 17,5. La segunda lámina
del p, tiene 8 milímetros de ancho; la tercera 9 y la cuarta 10,5. La
tercera lámina del m, mide 13, la cuarta 15 y la quinta 13,5. Las del
m, miden 13, 14,2 y 12,5; las del m,, 13, 13 y 10,2.
La apófisis coronoidea está reducida a una débil cresta situada al
costado del ma.
Otro topotipo (n* 39653, colec. Mus. Hist. Nat. de Bs. As.), con-
siste en una rama mandibular derecha con los cuatro molares y parte
del alvéolo del incisivo, cuyo fondo no alcanza el borde posterior del
alvéolo del m;,. Los cuatro molares ocupan 68,5 milímetros; p, tiene
15 milímetros de diámetro anteroposterior, el m, 16, el m, 17,5 y el
mM, LS.
ROEDORES CAÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 215
isostylomys Ameghinoi n. sp.
Tipo : Una rama mandibular izquierda con parte del incisivo y los
cuatro molares (n” 8935, colec. Mus. Hist. Nat. de Bs. As.), proce-
dente de terrenos terciarios del Paraná.
Difiere de 1. Larwrillardi por su tamaño algo menor.
Longitud de la sínfisis 67 milímetros; altura máxima de la misma,
22; altura de la rama entre Mm, y M,, 39; ancho del incisivo, 12,5;
diastema, 51; espacio ocupado por los cuatro molares, 61; diámetro
anteroposterior del p,, 12; m,, 15; m,, 15,5; m;, 17,2. La tergera
lámina del m, mide 11 de ancho, la cuarta 12 y la quinta 11,2; las
mismas láminas del m, miden 12, 12,3 y 10,8; las de m,, 11,5,12 y 10.
Le atribuyo un paladar de la «Colección Ameghino», de la
misma procedencia, el cual lleva implantados los molares del lado
derecho y los tres primeros del lado izquierdo. El p*, comprende cinco
láminas, las tres anteriores libres y las dos posteriores reunidas en
el costado interno o lingual. El m! y el m? constan igualmente de
cinco láminas, pero solamente son libres las dos anteriores, pues las
restantes se encuentran reunidas en el costado interno. El m* se com-
pone de tres láminas anteriores libres y un conjunto posterior de
laminillas abortadas, de las cuales tres se agrupan en una fila trans-
versa detrás de la tercera lámina libre, una forma la cara posterior
del diente y otra se intercala en el tado externo entre esta última y
el otro grupo de laminillas. El p* ofrece cuatro columnas longitudi-
nales en el costado lingual y cinco en el opuesto; el m! y el m? tienen
tres columnas linguales y cinco externas y el m* cinco linguales y
seis en el costado externo. Los cuatro molares ocupan 57 milímetros.
Longitud en línea recta del pi, 44; diámetro anteroposterior, 12;
transverso máximo, 9,5. Longitud del m!, 41; diámetro anteropos-
terior, 13,7; transverso máximo, 10,2; m*, 40 X 13,7 X 10,2; m?,
990x133 < 10, 5.
Subfam. TETRASTYLINAE Kragl.
Tetrastylopsis araucanus (Amegh.) Kragl.
Kraglievich, Physis, X, 1931, pág. 393.
Tetrastylus araucanus Ameghino, Nuevas especies de mam. cret. y terc.
de la Rep. Arg., 1904, pág. 101; Rovereto, Anal. Mus. Nac. Hist.
Nat. Buenos Aires, XXV, 1914, pág. 224, fig. 92.
Tipo : Fragmento de la parte media de un cráneo con la denta-
dura de ambos maxilares, en parte defectuosa (n* 5592, colec. Mus.
216 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Hist. Nat., de Bs. As.) El ejemplar procede del terreno araucanense
del territorio de la Pampa.
La serie molar del maxilar derecho fué figurada por el doctor
Rovereto, atribuyéndola erróneamente al maxilar izquierdo.
El p* y los dos primeros molares verdaderos se componen de cua-
tro láminas; el último molar consta de cinco. En el pí la primera
lámina es libre y las otras se encuentran reunidas en el costado
interno; en el m! las dos primeras láminas están unidas en el cos-
tado externo y las dos siguientes en el interno; en el m? las dos pri-
meras láminas son libres y las dos posteriores se hallan reunidas en
el lado interno; el m*? derecho comprende tres láminas anteriores
libres y dos posteriores unidas en el costado interno y el m* izquierdo
dos láminas anteriores libres y las tres posteriores unidas en el lado
interno. El p* derecho es un diente anómalo, pues las tres láminas
posteriores forman un bloque macizo en el que no se perciben los tres
elementos componentes, cosa que no ocurre en el p* izquierdo.
Espacio ocupado por los cuatro molares, 48 milímetros; p*, 11,2 X
Y O O a O
En el género Tetrastylus los molares superiores se componen de dos
láminas anteriores libres y dos posteriores reunidas en el costado
interno; a veces la parte posterior del m* comprende algunas lami-
nillas abortadas.
El tamaño de Tetrastylopsis araucanus era aproximadamente igual
que el de Tetratylus montanus Amegh. del araucanense de la provin-
cia de Catamarca.
Tetrastylus (Protelicomys) atavus Krag]l.
Kraglievich, Physis, X, 1931, pág. 393.
Tipo: Una rama mandibular derecha con parte del incisivo y los
cuatro molares (n* 9025, colec. Mus. Hist. Nat. de Bs. As.), proce-
dente de las barrancas terciarias del río Paraná en la provincia de
Entre Ríos.
Este subgénero se distingue de Tetrastylus s. str. por tener el inci-
sivo proporcionalmente mucho más ancho y el m, más pequeño. La man-
díbula es tan robusta como la de T. diffisus. La foseta masetérica
externa llega a nivel del interespacio entre m, y m,, en lugar de
alcanzar la parte media o anterior del m,, como ocurre en 7. diffisus,
laevigatus, intermedius y moOnTanus.
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 27
La cara interna de ia mandíbula es muy excavada encima del
relieve alveolar del incisivo, el cual se prolonga atrás del m,.
Los molares están envueltos por una tenue capa de cemento; el
m, es bastante más pequeño que el de T. diffisus.
Longitud actual de la sínfisis, 54 milímetros; longitud en estado
completo +— 60; altura máxima de la sutura sinfisaria, 17; diastema
34; altura de la rama desde el borde inferior de la sínfisis hasta el
borde anterior del alvéolo del p,, 34; altura externa debajo del m,,
28; ancho del incisivo, 11,3; espesor, 11; serie molar (alvéolos), 36,5;
E O MS SO Me LO SL Mi O
Considero a este género como el precursor remoto de Telicomys
de la fauna hermosense, caracterizado también por la gran anchura
de los incisivos y la pequeñez de los molares.
Tetrastylus diffisus Amegh.
Ameghino, Bol. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, XI, pág. 47, 1886; 4ctf.
Acad. Nac. Cienc. Córdoba, VI, 1889, pág. 210, lám. XXVI, figs. 14 y 15
(tipo); pág. 907, lámina LXXIIT, fig. 18 (metatipo) y lám. LXXXII,
fig. 1 (metatipo).
La especie fué creada sobre dos trozos de incisivos inferiores de
los terrenos terciarios del río Paraná. El más grande mide 11 milí-
metros de ancho.
Posteriormente Ameghino le atribuyó otro incisivo y una rama
mandibular derecha, cuyo incisivo tiene 10 de ancho; la serie molar
AD OM O Ma LO LO y mM. 12 < 105 altura de la
rama debajo del m, en el lado externo, 29.
El señor Alberto Lelong posee en su colección particular una rama
mandibular izquierda (n” 44), de igual procedencia que los anteriores
restos, con toda la dentadura. Es un poco más robusta que la des-
crita por Ameghino. El fragmento mide 115 milímetros. El esmalte
de la cara anterior del incisivo cubre con una faja de 4 milímetros
la cara externa. Alto de la rama en el comienzo de la sínfisis, 40;
entre M, y M,, 32,5; diastema, 35; ancho del incisivo, 10,7; espesor,
11,5; serie molar, medida en la corona, 46; p,, 12 X8;m,,10 X 8,5;
Mz, 10,7 X 9,5; m,, 12 X 9,5. El p, es más extenso que el de la man-
díbula descrita por Ameghino, pero la dimensión que este sabio le
atribuye a ese diente me parece demasiado exigua.
218 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Tetrastylus laevigatus Amegh.
Tetrastylus laevigatus Ameghino, Bol. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, XI,
pág. 1886, 44; 4ct. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, VI, 1889, pág. 209, lám.
XXXII, fig. 3 (tipo), lám. XXVI, fig. 6 (metatipo); pág. 986, lám.
LXXXUI, fig. 2 (metatipo); Megamys ? laevigatus Ameghino, Bol. Acad.
Nac. Cienc. Córdoba, VIII, 1885, pág. 31.
Esta especie, genotipo de Tetrastylus, fué fundada por Ameghino
sobre un fragmento de incisivo inferior de 7 X 7 milímetros de ancho
y espesor. Después le atribuyó otros restos, entre ellos una rama
mandibular izquierda econ el incisivo y los molares, de la cual dió
estas medidas: ancho del incisivo, 6; p,, 8,5 X 6,9; M,, 8,0 XT; Ma,
9 X 7,4; My, 9,8 X 6,5, serie molar 37; alto de la rama debajo del p,,
26; debajo del m,, 25; diastema, 23. Procede de los terrenos tereia-
del río Paraná.
En el Museo de Buenos Aires hay varias ramas mandibulares de
la misma procedencia, pertenecientes a esta especie.
Una rama derecha casi completa (n* 3518), conserva toda la den-
tadura. Longitud del incisivo en línea recta, 84; ancho 7,8; espesor,
7,5; longitud de la sínfisis, 45; altura, 15; diastema, 24; altura de la
rama entre m, y M,, 23,6; serie molar, en la corona, 39; p,, 1,83 X 6,9;
Mio 32 0 O Mas DO OS O OA
- Un fragmento de una rama derecha (n* 3517), con los cuatro mola-
res. Altura de la rama entre Mm, y M;,, 26,5; serie molar, 37,5; ancho
de M, y Ma, 71,2.
Fragmento de una rama derecha (n” 2610) con parte del incisivo y
los cuatro molares, perteneciente quizá a un individuo joven a juz-
gar por la construcción del p,, cuya primer lámina está separada de
la segunda por un breve trecho a partir de la cara triturante y la
tercera lámina está dividida en dos partes transversales. Ancho del
incisivo, 6,5; altura de la rama entre m, y My, 24,5; serie molar, 32,5;
ancho del m,, 6,2.
Fragmento de rama izquierda, con parte del incisivo y los tres
primeros molares (n” 3519). Ancho del incisivo 8,2; espacio ocupado
por los tres molares, 29; ancho del m,, 7,2.
Tetrastylus Aguilari n. sp.
Tipo: Un fragmento de rama mandibular izquierda, con el inci-
sivo, el m, y los alvéolos del p, y m.,, perteneciente al Museo Regio-
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 219
nal de Corrientes, a cuyo director, el profesor Valentin Aguilar, le
dedico la especie. Procede de los terrenos tereiarios del río Paraná.
Tamaño como laevigatus, pero el m, más pequeño. Ancho del inci-
sivo, 7,9; espesor, 7,3; diastema, 22; m,, 7,2 X 6,2; alto de la rama,
hasta el borde anterior del alveolo del p,, 27,5.
Tetrastylus robustus n. sp.
Tipo: Un p, Izquierdo con cuatro láminas, número 5821 de la
«Colección Ameghino», procedente de los terrenos terciarios del
río Paraná. Un rótulo que le acompaña, manuscrito de F. Ameghino,
tiene la leyenda Megamys patagoniensis y con igual designación figura
el diente en el catálogo de la colección citada, también manuscrito de
Ameghino. Sin embargo, en su gran obra del año 15889 Contribu-
ción al conocimiento etc., este sabio refirió el molar a Megamys Lawri-
llardi y lo ilustró en la lámina XXVI, considerándola como «ter-
sera O cuarta muela inferior izquierda ».
Ahora que conocemos toda la dentadura mandibular de lsosty-
lomys Laurillardi (Megamys Laurillardi Amegh.) puede afirmarse que
el diente no pertenece a esta especie, cuyos molares constan de cinco
láminas y no de cuatro como el molar en cuestión.
El tamaño del premolar indica una especie más robusta que /. mon-
tanus de Catamarca. La primera lámina está unida con la segunda
en el costado externo; las otras dos son libres. La cara anterior del
diente formada por la primera lámina es transversalmente redon-
deada; esta lámina es angosta y gruesa; la tercera es más ancha que
la cuarta, pero menos espesa, esta última lleva un surco longitudi-
nal bien pronunciado en su cara anterior y otro más superficial en
la posterior. Las cuatro columnas internas formadas por las cuatro
láminas son coplanares; la tercera columna externa, constituída por
la última lámina, está un poco desviada hacia adentro con relación a
las otras dos. Longitud de la corona en línea recta, 34 milímetros;
diámetro antero posterior, 16; transverso de la primera lámina, 8,3;
segunda, 10,8; tercera, 12,5; cuarta, 11,5.
A la misma especie refiero un molar superior derecho incrustado
en arenisca ferruginosa de igual procedencia, perteneciente al Museo
de Buenos Aires (n” 3479). Tiene dos láminas anteriores libres y
dos posteriores unidas en el costado interno. Longitud de la corona,
45 milímetros; diámetro anteroposterior, 16; ancho de la primera
lámina, 13; segunda, 14; tercera, 12.
220 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Tetrastylus intermedius Rov.
Tetrastylus intermedius Rovereto, Anal. Mus. Nac. Hist. Nat., XXV, 1914,
pág. 69, fig. 35, lám. VI, figs. 1a C; Tetrastylus atrophiatus Rove-
reto, 0p. cit., pag. 12, fig. 36:
La especie TF. atropivtatus fué creada por el doctor Rovereto sobre
un fragmento mandibular de un ejemplar juvenil de T. intermedius,
con el m, incipientemente desgastado por la masticación.
La especie imtermedius reemplazaba el dm, por el p, después del
nacimiento del animal y el diente caduco se componía de cinco lámi-
nas, es decir que era más complicada que su reemplazante.
Subfam. GYRIABRINAE Kragl.
Kraglievich, Rev. de la Soc. Amigos de la Arqueología de Montevideo, VI,
pág. 220, 1930.
Los representantes de esta subfamilia son relativamente peque-
ños y se caracterizan por tener sas molares muy extensos en propor-
ción al grosor, y en general pentalaminares en los adultos jóvenes y
tetralaminares y quizá a veces trilaminares en los adultos viejos, a
causa de que las incisiones laterales que originan algunas láminas
desaparecen a cierta distancia de la cara masticatoria, de manera
que el desgaste de la corona producido por la masticación elimina
unas láminas y determina la unión de otras que primitivamente se
mantenían separadas. A menudo, pues, la base de los molares de los
individuos adultos jóvenes, presenta una configuración distinta que
la cara masticatoria y esta circunstancia obliga a proceder con mucha
cautela en la clasificación genérica y específica de los giriabrinos.
Gyriabrus Holmbergi (Amegh.) Kragl.
Gyriabrus Holmbergi (Amegh.) Kraglievich, Rev. Soc. Am. de la Arq.
de Montevideo, 1V, 1930, pág. 222; Megamys Holmbergi Ameghino,
Bol. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, VIII, 1885, pág. 29; op. cit., IX, 1886,
pág. 25; Act. Acad. Nac. Cienc. de Córdoba, VI, 1889, pág. 201, lám:
XXI, fig. 14 (tipo); Seg. Censo Rep. 4rg., 1, 1898 pág. 180, figs. 45c
45d (metatipo).
El tipo es un molar inferior derecho compuesto de cinco láminas,
las tres anteriores unidas en el costado externo y las dos posteriores
libres; la primera lámina es notablemente pequeña. La corona mide: 21
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 221
milímetros de largo, 9 en el sentido anteroposterior y 7 de ancho.
Posteriormente Ameghino le atribuyó a esta especie varios molares
compuestos de tres, cuatro y cinco láminas, algunos Incisivos, y un
paladar con casi toda la dentadura figurado en el Segundo Censo de
la República Argentina, volumen l, figura 45c. Sin embargo, no es
seguro que los molares tri y tetralaminares pertenezcan a este animal;
en cambio, es casi seguro que le pertenece el paladar mencionado.
Las filas dentarias convergen adelante y el paladar es amplio y
excavado, extendiéndose hasta la parte anterior del m*. Los palatinos
están muy expuestos en el paladar, en el que se prolongan hasta el
interespacio entre el m! y el m?. La raíz inferior del arco anteorbita-
rio nace junto al borde anterior del p* y en el interior de dicho arco
hay en la pared del hueso maxilar un canal suborbitario abierto supe-
riormente. Los agujeros incisivos están muy alejados de los premolares
y entre éstos y aquéllos existe una amplia canaladura limitada por
bordes elevados y agudos, al costado. de los cuales se extienden una
depresión hasta la raíz del arco anteorbitario. El fondo de los alvéo-
los de los incisivos se encuentra en los huesos maxilares a nivel de
la citada raíz del arco anteorbitario.
El paladar figurado por Ameghino en 1898 lleva el número 5879
de su colección, depositada en el Museo de Buenos Aires; pero
actualmente carece del m* izquierdo. Con excepción del m! que es
tetralaminar los otros molares constan de cinco láminas. El p* tiene
dos láminas anteriores libres y tres posteriores unidas en el costado
interno; el m! dos láminas anteriores unidas en el costado externo y
las dos posteriores unidas en el lado interno, el m? presenta las dos
láminas anteriores unidas en el lado externo y las tres posteriores
unidas en el interno; el m?, ofrece las tres láminas anteriores libres
y las dos posteriores unidas internamente. Por consiguiente, el p'
muestra tres columnas longitudinales internas y cinco externas; el
m*, tres y tres respectivamente; el m?, tres y cuatro, y el m*, cuatro
y cinco. Longitud de la serie molar, medida en la corona, 358 milíme-
tros. Diámetro anteroposterior del p*, 10,3; ancho de la primera lámina
7; segunda, S; tercera, 7,8. Diámetro anteroposterior del m' 3,5; ancho
de la primera lámina, 7,5; segunda, 8; tercera, 7. M?, 9,2; ancho de
la primera lámina, 7,5; segunda, 8; tercera 7,5. M?, 9,8; ancho de la
primera lámina, 7,5; segunda, 7,8; tercera, 7,2.
Le atribuyo a esta especie dos ramas mandibulares con la denta-
dura, procedentes también de los terrenos terciarios del río Paraná.
Una de ellas, perteneciente al Museo de La Plata (n* 4), es del
222 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
lado derecho. El incisivo se prolonga bastante atrás del m, y su
relieve alveolar se encuentra situado más abajo que en Tetrastylus.
La apófisis coronoidea, aunque es muy baja, se extiende formando
una cresta aguda hasta un poco detrás del último molar, mientras
que allí la mandíbula de Tetrastylus presenta un borde redondeado.
La base del alvéolo de este diente forma en la pared externa de la man-
díbula un relieve más acentuado que en el
último género que acabo de mencionar; la
impresión masetérica externa avanza hasta
cerca del p,. El diastema es más prolongado
que en 7. imtermedius Rov. y menos que en
T. diffissus Amegh. El incisivo mide actual-
mente 66 milímetros en línea recta con 8,8
de ancho y 9,4 de espesor; la cara anterior
es aplanada y el esmalte de esta cara envuel-
ve con una ancha faja el borde externo re-
dondeado. El p, consta de cuatro láminas
libres, pero la anterior está bipartida por una
hendedura interna que se pierde a 5 milíme-
tros de la cara triturante. El m, presenta dos
láminas anteriores unidas externamente y
dos posteriores libres, y un pozo de esmalte
incluído en el espesor de la primera lámina,
el cual responde a una hendedura lateral in-
terna que desapareció por la masticación, de
manera que originariamente el molar tuvo
cinco láminas. El m, y el m, comprenden tres
láminas anteriores unidas externamente y dos
posteriores libres, la primera lámina del m, es
más ancha que la del m, y la última de éste es
bastante angosta. Diastema, 29 milímetros;
altura del borde anterior del alvéolo del p,
sobre la sínfisis, 35; altura de la rama entre m, y M,, 32; longitud de
la sínfisis, 54; altura máxima, 19; serie molar, 40; espacio ocupado
por los tres últimos molares, 30; diámetro anteroposterior del p,, 10;
ancho de la última lámina, 7,2. M,, 8,6; ancho de la penúltima lámina
7,5. M,, 10,3; ancho máximo, 8,2. M,, 10,5; ancho máximo, 7,6;
ancho de la última lámina, 6,2.
La otra rama mandibular, también derecha (fig. 3), pertenece al Mu-
seo de Buenos Aires (n* 3956). El p' es quizá un diente anómalo, pues
Fig. 3. — Gyriabrus Holm-
bergi, Xx 1
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 223
su corona muestra en toda su longitud una forma irregular, con sus
láminas transversas interrumpidas del modo que puede verse en el
dibujo que acompaño, presenta tres columnas longitudinales en cada
costado lateral y la parte masticatoria sobresale más que la de los
otros molares con un plano de desgaste oblicuo de adelante hacia atrás
y de arriba abajo. El m, tiene cuatro láminas y la primera carece del
pozo de esmalte contenido en la misma lámina de la otra mandíbula.
El m, presenta igualmente cuatro láminas, pero la primera contiene
un pozo de esmalte como residuo de una hendedura interna que divl-
día la primer lámina. El m, se parece al correspondiente de la otra
mandíbula, aunque tiene la última lámina más ancha. Ancho del
incisivo, 9 milímetros; espesor, 9,5. Espacio ocupado por los cuatro
molares, 42; espacio ocupado por los tres últimos, 30,5. Longitud en
línea recta del p,, 30; diámetro anteroposterior 11,35; ancho ade-
lante 5; ancho máximo 7,4. Diámetro anteroposterior del m,, 9,2;
ancho máximo, 7,5. M,, 10 X< 8. M,, 10.2 X7.4; longitud del molar
en línea recta, 27.
Gyriabrus Rebagliattii n. sp.
Tipo: Rama mandibular izquierda con p,, m, y Mm, de la colección
del Museo de Buenos Aires, (n* 4728), procedente de los terrenos
terciarios del río Paraná. Dedico la especie a mi apreciado amigo
Agustín E. Rebagliatti.
Los molares son un poco más anchos que los de E. Holmbergi. El
p, es tetralaminar; desde la cara triturante hasta cierta distancia
presenta las dos láminas anteriores unidas en el lado externo y las dos
posteriores libres, pero desde allí hasta la base las dos láminas pos-
teriores se unen sobre el costado interno, de manera que en su
mitad superior el diente ofrece cuatro columnas longitudinales inter-
nas y tres externas, mientras que en su mitad inferior hay tres
columnas en cada costado. El esmalte que rodea la primera lámina
está profundamente replegado en la cara posterior. El m, consta de
dos láminas anteriores unidas en el costado externo y dos posteriores
libres. El m, ofrece análoga construcción, pero la primera lámina con-
serva en su interior un pozo de esmalte, indicio de que esta lámina
fué primitivamente bipartida por una hendedura lateral interna. P..
10 <X 7,8; longitud en línea recta, 32. M,, 9,5 X 9; longitud, 32. M.,
10 X 9,5; longitud, 32.
224 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Gyriabrus indivisus n. sp.
Tipo: Un molar de la colección del Museo de Buenos Aires (n* 3466)
procedente de los terrenos terciarios del río Paraná, en la provincia
de Entre kKtos.
En la cara triturante el molar presenta cuatro láminas, dos de
ellas (que llamaré anteriores) unidas en un costado y las otras unidas
en el costado opuesto. Las dos láminas anteriores se mantienen sepa-
radas entre sí y también del conjunto posterior en toda su extensión
sobre un costado, pero en el otro se unen con dicho conjunto cerca
de la base. Las dos posteriores se conservan separadas entre sí por
un trecho de 12 milímetros a contar de la cara masticatoria y des-
pués se reducen a una sola lámina que se une con las dos anteriores
en un costado, de manera que la base del molar comprende un manojo
de tres láminas envueltas en un lado por una hoja común de esmalte.
Longitud del diente, en línea recta, 25 milímetros ; diámetro antero-
posterior, 7,5; ancho máximo, 7,5. El conjunto de láminas anteriores
de la cara triturante es más espeso que el posterior. El diente tiene
dos caras longitudinalmente cóncavas.
Pseudosigmomys paranensis Kragl.
Kraglievich, Physis, X, 1931, pág. 3941.
Tipo: Un molar inferior izquierdo, de la colección del Museo de
Buenos Aires (n* 3453), procedente de los terrenos terciarios del río
Paraná. :
Corona muy larga y cuadrangular, cóncava a lo largo de la cara
anterior, compuesta de tres láminas mutuamente unidas, la primera
y la segunda en el costado externo y la segunda y tercera en el cos-
tado opuesto, de modo que el diente ofrece un aspecto parecido al de
Eusigmomys oppositus Amegh., de la fauna de Laguna Blanca y río
Fénix, figurado por el doctor Rovereto (Anal. Mus. Nac. Hist. Nat.
de Bs. As., XXV, 1914, fig. 11). Sin embargo, se diferencia del molar
de Eusigmomys por la circunstancia de que la primera lámina con-
tiene en su interior y cerca del borde interno un pozo de esmalte que
se prolonga hasta la base. El esmalte de la cara anterior de cada
lámina es un poco más delgado que el de la cara opuesta. La cara
anterior cóncava del molar, es también un poco escavada en el medio;
la posterior es convexa. Cada costado lateral presenta dos columnas
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 225
longitudinales, siendo la interna posterior la más gruesa. Longitud
en línea recta, 30 milimetros; diámetro anteroposterior, 7,7; ancho
adelante, 7,8; ancho posterior, 8,5.
Subfam. PHOBEROMYINAE Kragl.
Kraglitevich, Anal. Mus. Nac. de Hist: Nat. de Bs. As:, XXXIV. 1926,
pág. 127.
Esta subfamilia comprende los más gigantescos roedores conoci-
dos hasta ahora (Phoberomys Burmeisteri (Amegh.) Kragl.) junto a
otros de pequeña talla (Huphilus Amegh.), todos procedentes de la
formación araucoentrerriana de las barrancas del río Paraná.
Phoberomys Burmeisteri (Amegh.) Kragl.
Phoberomys Burmeisteri (Amegh.) Kraglievich, Anal. Mus. Nac. Hist.
Nat. de Bs. As., XXXIV, 1926, pág. 127, lám. IV, fig. 3 y lámina V;
Megamys Burmeisteri Ameghino, Bol. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, IX,
1886, pág. 41; 4ct. Acad. Nac. Cienc. Córdoba, VI, 1889, pág. 206,
lám. XXVI, fig. 2; Euphilus Burmeisteri Ameghino, Rev. Arg. Hist.
Nat., 1,1891, pág. 246; Seg. Cens. Rep. Arg., I, 1898, pág. 181, fig. 45 e.
En mi trabajo del año 1926, sobre los grandes roedores terciarios
de la Argentina, le atribuí a este gigantesco roedor un fragmento
mandibular de la colección del Museo de La Plata (op. cit., lám. V,
figs. 1 y 2), que conserva implantados los tres últimos molares y la
parte posterior del primero; un fragmento mandibular con el p, (op.
ctt., lám. V, figs. 3 y 4); un molar juvenil (lám. IV, fig. 3); un frag-
mento de incisivo (op. cit., pág. 127, nota 1), y la mitad posterior de
un cráneo (op. cit., pág. 131, nota 1), referido por Burmeister a
Megamys patagomiensis. Los cuatro últimos restos mencionados perte-
necen al Museo de Buenos Aires.
El fraemento mandibular del Museo de La Plata (n* 2) mide 145
milímetros de largo. La cara externa es aplanada y presenta una
extensa y honda foseta masetérica, oblicuamente dirigida de arriba
hacia abajo desde la parte posterior del m, hasta la anterior del m,,
más ancha y honda en su parte anterior y distanciada más de 30 milí-
metros del margen alveolar. La apófisis coronoidea tiene la extremidad
rota, pero todo indica que debió ser muy corta; su base se extiende
atrás del borde posterior del m, por un trayecto de 30 milímetros y
en su terminación asciende oblicuamente hacia adentro una cresta
226 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
que se pierde al costado del agujero dentario posterior, el cual dista
20 milímetros del m,. La base del incisivo se encuentra a nivel de
la parte media de este molar y a 10 milímetros de su borde alveolar.
Los tres verdaderos molares se componen de tres láminas obli-
cuas de dentina rodeadas de esmalte, separadas por espesas láminas
de cemento; en el m, y el m, la primera y la segunda lámina están más
aproximadas en el costado externo y la segunda y tercera en el interno.
El espacio ocupado por los tres molares, medido desde el punto
medio del borde anterior del m, hasta el punto medio del borde poste-
rior del m,, alcanza a 78 milímetros. Probablemente, la serie molar
completa medía alrededor de 115 milímetros.
La altura de mandíbula entre m, y M, mide 67 milímetros; entre
Ma, Y My, 11; espesor a nivel del m, a poca distancia del borde alveo-
lar, 33.
Diámetro oblicuo máximo de la cara triturante del m,, 29 milíme-
tros; diámetro anteroposterior en el medio, 23; ancho de la lámina an-
terior, 21; segunda lámina, 25,5; tercera, 22. Diámetro oblícuo del m,,
31; en el medio, 24,5; ancho de la primera lámina, 21,5; segunda,
26,5; tercera, 23. Diámetro oblícuo del m,, 35; en el medio, 26; ancho
de la primera lámina, 22,2; segunda, 30; tercera, 25,5. El espesor de
algunas láminas llega a 6 milímetros.
El p, es tetralaminar y comprende dos láminas anteriores unidas
en el costado externo y dos posteriores libres. El diente implantado
en el trozo mandibular que ilustré en mi trabajo del año 1916 mide
76 milímetros en línea recta; la cara triturante tiene 28 milímetros
de extensión anteroposterior en el medio; la primera lámina mide 12
de ancho, la segunda 20, la tercera 23 y la cuarta 20,2.
Otro p, del lado derecho, perteneciente al Museo de La Plata
(n* 33) es algo más grande. Mide 65 milímetros en línea recta; diá-
metro oblicuo máximo de la cara triturante, 40; diámetro anteropos-
terior en el medio de esta cara, 31; ancho de la primera lámina, 14,5;
segunda, 24,5; tercera, 31,5; cuarta, 25,0.
Un tercer ejemplar de p, (n* 2446, colec. Mus. de Bs. As.), tiene ca-
si 70 milímetros de largo y su lámina anterior es más ancha que la de
los otros ejemplares. Diámetro oblicuo máximo de la cara triturante,
39, diámetro anteroposterior en el medio, 31; ancho de la primera
lámina 18,5; segunda, 25; tercera, 26; cuarta, 23,9.
El trozo de incisivo que le atribuí (n* 6612, colec. Mus. Nac. de
Bs. As.), pertenece a la parte media del diente. La cara anterior es
algo convexa en el sentido transverso y el esmalte que la cubre tiene
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES DAN
casi un milímetro de espesor y débiles estrias longitudinales. Esta
substancia cubre el ángulo redondeando correspondiente a la menor
de las caras laterales con una faja de S milímetros de ancho, mien-
tras que el ángulo de la otra cara lateral lo cubre con una faja
de 3 milímetros. El borde superior formado por las caras laterales es
redondeado y relativamente delgado. El fragmento mide 85 milíme-
tros de largo, la cara esmaltada tiene 36 de ancho, la cara lateral
menor 37 y la mayor 41. Esta última cara es bastante excavada. La
sección del diente es un triángulo rectángulo isósceles.
El fragmento posterior del cráneo (n* 4007, colec. Mus. de Bs. As.),
ha sido descrito e ilustrado por Burmeister en los Anales del Museo
Nacional de Buenos Atres, 11I, página 101, lámina II, figura 1. Por
esa causa me reduzco a dar sus medidas comparadas con las de un
eráneo (n* 4006) de la colección del Museo de Buenos Aires que
ilastré en mi trabajo del año 1926 (lám. VI), atribuyéndolo a Zume-
ygamys paranenses.
Phoberomys | Eumegamys
3urmeisteri | paranensis
Ancho máximo posteri0l.......ooooo.o.o. + 150 a lo
— sobre el conducto auditivo externo. 132 110
— mínimo adelante del oído......... 82 67
Longitud de los parietales, en el medio...| + 90 67
Altura posterior del cráneo, sobre el basion. 88 72
Altura del occiput sobre el opistion........ 62 52
En £. paranensis los frontales miden 120 milímetros sobre la línea
media, el ancho máximo de la frente (en la prominencia postorbita-
ria) 144 y el ancho mínimo interorbitario 130. Con estos datos pode-
mos calcular que los frontales de Phoberomys Burmeisteri no medían
menos de 160 milímetros, el ancho máximo de la frente 180 y el
ancho mínimo interorbitario 165. Suponiendo que los nasales tuvie-
sen 130 milímetros, resultaría que la longitud del cráneo desde el
inion hasta el extremo de estos huesos oscilaba alrededor de 380 milí-
metros y en tal supuesto la longitud total del cráneo debía alcanzar
450, es decir, casi medio metro !
Los cóndilos del cráneo de Phoberomys Burmeisteri son notable-
mente más espesos que los de Humegamys y lo mismo ocurre con los
paracóndilos que se extienden a los costados de aquéllos y soportan
articulaciones accesorias para el atlas.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV ae
228 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Al mismo animal le atribuyo la mitad proximal de un fémur de la.
colección del Museo de Buenos Aires (n* 3144) descrito y figurado
por Burmeister, como perteneciente a Megamys patagoniensis (Anal.
Mus. Nac. de Bs. As., pág. 107, lám. IT, fig. 5). Esta espléndida pieza
ha sido totalmente restaurada por el señor Lorenzo J. Parodi, tomando
como modelo un fémur completo de Eumegamys (*) del mismo Museo
(n* 3147). De este modo se han obtenido las siguientes medidas para
el fímur de Phoberomys, comparadas con las del citado fémur de
Eumegamys (?).
Phoberomys Eumega-
Burmeisteri mys (?)
(no 3144) (no 3147)
Longitud desde elimar apodo abad 480 303
— desderelóca putita eee oca le 430 278
Ancho proximal taa aa ie alo a ano 140 91
Espesor máximo del tr. major............ 60 40
Diámetro delcapulit. erat a oa ae east acacia 53 34
Espesor vertical mínimo del cuello....... 44 22,5
— anteroposterior mínimo del cuello. 39 19
Ancho del hueso a nivel del tr. minor..... 56 38
Espesor del hueso sobre el tr. minor...... 99 39
Ancho máximo distale aca tedo olaa ale 120 75
Espesor distal en el costado interno...... 7 72
En el mismo Museo de Buenos Aires existían dos fragmentos de
la tibia de un ejemplar (n* 3150), uno de los cuales contiene la extre-
midad distal intacta. El señor Lorenzo J. Parodi, con su reconocida
habilidad y su gran conocimiento de los fósiles, restauró la tibia
completa, guiándose por otras tibias de roedores más pequeños del
grupo de los eumegámidos. Así obtuvo una tibia de 510 milímetros
de longitud, 120 de ancho proximal y 110 de espesor máximo proxi-
mal. El extremo distal es irregularmente triangular, más ancho ade-
lante que atrás y algo más esseso en el sentido transverso. La articu-
lación astragaliana está oblicuamente orientada de delante hacia atrás
y de afuera hacia dentro y dividida por una gran cresta anteroposterior
que termina en un espolón anterior y otro posterior, éste más desta-
cado que aquél. La porción interna de la articulación es más angosta,,
y en su parte medial está limitada por un malleolo cuadrilátero, de
unos 30 milímetros de extensión y 13 de ancho. La articulación
externa es más amplia y más inclinada hacia arriba de adentro afuera,.
q.
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 229
donde está limitada por un borde curvado sobre el cual se percibe
la impresión articular del peroné. En el medio de la porción externa
de la articulación astragaliana hay una gran marca de fondo áspero.
La cara distal anterior es aplanada; la posterior está separada de la
cara interna por una cresta obtusa que termina en el espolón poste-
rior; al costado lateral de éste corre un amplio surco tendinoso y
E
D, eS ,
Glto7-. J
CUIT 1
O NS
Fig. 4. — Astrágalo de Eumegamys sp., en tamaño natural; vistas posterior, superior e inferior
otro lo separa del maleolo interno. Ancho transverso distal, 70 milí-
metros; anteroposterior, 55; extensión máxima de la articulación
astragaliana, 50.
Sobre la parte distal de esta tibia como modelo, el señor Parodi
construyó el correspondiente astrágalo de Phoberomys Burmeisteri,
detallándolo de acuerdo con el astrágalo de un eumegámido de regu-
lar tamaño del Museo de Buenos Aires (n* 9272), el cual mide 50
milímetros de largo y 40 de ancho, siendo bastante más grande que
el del carpincho actual. Acompaño una vista del enorme astrágalo de
Fig.5. —a, d, c, e, Tetrastylus laevigatus, X 1; d, k, Gyriabrus Holmbergi, X 1; f£, Dolicavia
minuscula, X 2; gy, Telodontomys compressidens, X 1; h, Diaphoromys mesopotamicus, X 1;
1, Caviodon Sealae, X 2; j, Caviodon (Paracaviodon) angustidens X 2; l, Cardiomys (Pseu-
docardiomys) paranensis, Xx 2; m, Cardiomys mesopotamicus, X 2; n, Pseudosigmomys
paranensis, X 1; 0, Cardiomys (Pseudocardiomys) minutus, 2; p, Caviodon multiplica-
tus, X 2; q, Parodimys entrerrianus, X 1.
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 23
Fig. 6. — «a, Diaphoromys gamayensis, X 1 (el diente a” ha sido dibujado sobre el diente del
lado derecho); b, e, e, Phoberomys, X 1; d, Protomegamys coligatus, X 1; f, y, Isostylo-
mys Laurillardi, X 1; h, Rusconia crassidens X 1; i, Eumegamys paranensis (tipo), X 1.
232 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Fig. 7. —a, Phoberomys Burmeisteri, X */,; b, Protohydrochoerus perturbidus; c, Eumegamys
sp., X-*/,; d, Rusconta crassidens, X 1
ROEDORES CÁVIDOS Y EUMEGÁMIDOS FÓSILES 233
Phoberomys junto al del citado eumegámido y al del gran carpincho
corredor de la fauna pliocena hermosense, Protohydrochoerus pertur-
bidus, bastante mayor también que el del carpincho viviente.
Con los antecedentes expuestos, puede afirmarse que Phoberomys
Burmeisteri era tan corpulento como un rinoceronte.
Phoberomys praecursor n. sp.
Tipo: La mitad superior de la corona de un p, izquierdo, de la
colección del Museo de Buenos Aires, (n* 9026), de igual procedencia
que los anteriores restos.
Se distingue esencialmente del mismo premolar de Ph. Burmeistert,
por tener las tres primeras láminas unidas en el costado externo y
solamente la última lámina libre. Las tres láminas anteriores unidas
externamente, aumentan de ancho a contar de la primera que es
bastante angosta; la tercera es la más ancha de las cuatro que inte-
gran el molar. En el costado externo, el diente presenta dos colum-
nas separadas por un intervalo de 3 milímetros relleno con cemento;
la anterior es muy gruesa y redondeada.
Diámetro oblicuo máximo de la cara triturante, 30 milímetros;
diámetro anteroposterior en el medio, 25; ancho de la primera lámina,
10; segunda, 19; tercera, 24; cuarta, 18. Longitud del fragmento, 46.
Los caracteres de este premolar responden, a mi juicio, a los que
debió tener el de la especie precursora de Burmeisteri.
Tal vez corresponda a esta especie un trozo intermedio de inci-
sivo superior, de la colección del Museo de Buenos Aires (n* 2627),
procedente de los terrenos terciarios del Paraná. Es más comprimido
lateralmente y más espeso en proporción que el otro fragmento atri-
buído a P. Burmetsteri; la sección es un triángulo rectángulo esca-
leno. La cara esmaltada está suavemente deprimida por un surco lon-
gitudinal ancho y la menor de las caras laterales lleva dos surcos,
separados por una débil cresta. Longitud del fragmento, 78 milíme-
tros; ancho de la cara esmaltada, 30; cara lateral menor, 36; cara
lateral mayor, 39,5. La mayor cara lateral es excavada, y el esmalte
de la cara anterior forma sobre ella una faja muy angosta de 2,5 milí-
metros, mientras sobre la otra cara lateral la faja de esmalte tiene
alrededor de 6 milímetros de ancho.
Montevideo, 4 de agosto de 1931.
234 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Fig. 8. — Vistas inferior, posterior y superior de la parte posterior del cráneo
de Phoberomys Burmeisteri, Xx */,
Fig. 9. —a, d, Fémur y tibia de Phoberomys Burmeisteri; b, e, Fémur y tibia de Protohydrochoerus
perturbidus; ec, Fémur de Eumegamys sp. Todas las figuras a */, del natnral
236 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
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tarios de los cávidos y cardiominos, y un cuadro con las relaciones de
parentesco de las subfamilias Cardiomyinae y Caviinac.)
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SOBRE LA REPRODUCCIÓN DEL LAGARTO 0 < IGUANA >
« TUPINAMBIS TEGUIXIN >»
Pokr PEDRO SERIÉ
RÉSUMÉ
Sur la reproduction du lézard «< Tupinambis teguixin ». — L*auteur fait connaítre
les observations qu'il a faites concernant la reproduction du grand lézard com-
mun, appelé aussi fguana en Argentine. Il a pu observer l'éclosion et suivre
le développement d'une famille entiere, issue de 54 «ceufs de la méme nichée. 11
donne la description du nid, des ceufs eb leur éclosion, ainsi que la premiere
livrée des jeunes, quí otfre de grandes différences avec celle des sujets adultes.
Il ajoute des remarques sur les modifications subies pendant le développeme1. 6
des premiers mois, ainsi que leur nourriture en captivité. La description de l'es-
pece adulte et ses variétés de coloration est aussi reproduite, de méme que ses
habitudes a l'état libre.
Este lagarto grande — que suele llamarse también, aunque impro-
piamente, ¿guaña, ampliamente difandido en casi toda América del
Sur, es muy común en la Argentina, especialmente en el litoral, cerca
de los ríos y pantanos (1).
Su desarrollo máximo puede pasar de un metro, y su coloración,
siendo adulto, un tanto variable en los detalles, presenta general-
mente en la parte superior un fondo pardo amarillento u oliváceo,
más o menos obscuro, con fajas negras transversales aesde la nuca
hasta la cola, substituídas a veces por manchas o islotes irregulares,
negros o blancos, y en algunos casos sin manchas ni fajas, O sea uni
formemente pardo, negruzco o verdoso. La coloración de las partes
(1) La otra especie argentina, conocida como fguana colorada (T. rufescens), es
mucho más escasa. Vive en las regiones áridas de San Luis, Córdoba y provin-
cias andinas y alcanza las mismas, o quizá mayores, dimensiones que T. tegui-
«in, de la que se distingue por su coloración general más clara, casi rojiza.
SOBRE LA REPRODUCCIÓN DEL LAGARTO O « IGUANA » 239
inferiores es más constante, con el fondo casi siempre amarillo pajizo
con fajas o listas negras, anchas, divididas en series regulares. Sólo
por excepción puede aparecer esa parte totalmente negra o amarilla,
sin manchas.
Este lagarto permanece, casi siempre, oculto en ¿cuevas donde
instala su nido, siendo muy prolífico. Se alimenta, por lo común, con
presas vivas que captura por sor-
presa o por embestidas fulminan-
tes, ya sean gusanos, larvas, In-
sectos y vertebrados pequeños,
como también con huevos de aves
y miel, de la que suele ser muy go-
loso. Sumamente veloz y agresivo,
especialmente hacia los perros (1),
es difícil capturarlo vivo. Su cat-
ne es alimento muy apreciado en
algunas comarcas, así como la gra-
sa que recetan los curanderos co-
mo remedio infalible para ciertas
dolencias.
El reciente hallazgo de un nido
con huevos, efectuado por el acti-
vo cooperador del Museo Nacio-
nal de historia natural, señor José
A. Pereyra, en una de sus frecuen-
tes excursiones .ormbológicas, en. 5191 Dio delagarto, Tupinambrs tegutatn,
en una cueva, al pie de un cardo, con 54 hue-
elaya. cerca del rio: Lujan. cel 2. vos: Zelaya (provincia (e Buenos Altres):
de enero de este año, ha permitido
observar el desarrollo gradual, con notables variantes en su colora-
ción, de una serie de crías de esta especie.
La nidada de referencia ocupaba una cueva al pie de un cardo, cuya
entrada estaba disimulada con pasto seco, siendo su profundidad y
anchura de unos 50 centímetros. Los huevos, superpuestos en una
sola hilera vertical, formaban como una pared adosada al fondo de la
cavidad, rellenada también, en parte, con pasto algo húmedo. Al acer-
carse al sitio, localizado por la pesquisa de un perro, salió veloz-
mente del nido un individuo adulto, el que perseguido por el perro se
(1) Afirma Hudson, en su obra Un naturalista en el Plata, que con un chicotazo
de su larga y robusta cola, este lagarto es capaz de quebrar la pata de un perro.
24() ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
precipitó sin vacilar y desapareció en el río próximo. Los huevos, en
número de 54, fueron recogidos en una bolsa y traídos a la capital
por el señor Pereyra, quien los obsequió al Museo Nacional el día
siguiente, habiendo nacido ya esa misma noche varios lagartitos. Los
demás fueron saliendo sucesivamente, desgarrando la cáscara con el
hocico, en el intervalo de 4 a 5 días, dando un total de 37 especíme-
nes nacidos, habiéndose separado 8 huevos con los embriones a punto
Centim.
de nacer, a fin de conservarlos en alcohol. De modo que, sobre un
total de 54 huevos alcanzaron su desarrollo completo 45 y 9 resulta-
ron infecundos o descompuestos (1). Eran éstos de cáscara calcárea,
blanda y porosa, de coloración uniforme, blanquizca, grisácea o cre-
ma. La forma ovalada, con ambos polos iguales y de un tamaño poco
menor que los de gallina común. La medición de una serie dió el
resultado siguiente : 42-48 X 30-33 milímetros.
(1) El mismo señor Pereyra me ha referido que, en otra ocasión, pudo extraer
35 huevos del interior de una hembra.
SOBRE LA REPRODUCCIÓN DEL LAGARTO O « IGUANA >» 241
Los embriones a término ocupaban dentro de la cáscara, todo el
espacio, dobladas y acomodadas las patas y la cola, a semejanza de
las aves, como puede verse en la foto.
La longitud total de los lagartitos era al nacer de 19-20 centíme-
tros. La coloración, invariable en todos los especímenes, ofrecía tonos
definidos muy vivos y brillantes, y en ciertos aspectos bastante dife-
rente de los adultos, sobre todo por un vistoso matiz verde claro que
en estos últimos no existe y que parece propio tan sólo de la primera
edad. Este verde metálico abarca la mitad anterior del cuerpo, desde
el hocico, cabeza, cuello y parte del dorso, en donde desaparece; sien-
Fig. 3. — Espécimen vivo en el parque Centenario (abril 1932), cinco meses de edad
Longitud 35 centímetros
do más intenso arriba que en los costados de la cabeza y del cuello.
La región cefálica carece de manchas, fuera de las suturas negras de
los escudos. Sobre ese fondo verde, el occipital presenta una línea
negra, delgada y arqueada hacia adelante, cuyos extremos tocan los
oídos. Sobre el cuello cuatro manchas negras irregulares, y siguiendo
hacia el dorso tres o cuatro fajas negras transversales desiguales,
que se vuelven regulares hacia atrás, pero más angostas hasta la
mitad de la cola, desde donde se ensanchan gradualmente hasta la
extremidad caudal. Sigue al color verde, que forma el fondo del tercio
anterior del cuerpo, un matiz pardo, dorado, bronceado o tostado,
con reflejos metálicos hasta la cola, pero más apagado entre los últi-
mos anillos caudales. Desde la mitad del dorso se observan, entre las
fajas negras, dos puntitos regulares blanquizcos que forman como
dos series o líneas dorsales que se prolongan hasta la cola, pero desde
242 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
allí hasta la mitad de ésta se funden en una gran cantidad de punti-
tos menores. Entre las fajas caudales de la última mitad no existen
puntos en los espacios claros. Detrás del ojo, sale una línea negra que
llega a la nuca; y otra que va ensanchándose, desde el oído, hacía los
flancos. Sobre cada lado del dorso, una hilera de puntos o rayitas
blancas más anchas se extiende hasta la cola. Siendo así que, entre
las fajas negras, hay cuatro puntos claros : dos centrales más chicos
y dlos laterales más alargados. En los flancos se prolongan las fajas
dorsales negras, pero más anchas que éstas e irregulares, sobre el
fondo bronceado, y puntitos blancos intermediarios. Las patas son,
por encima, pardo negruzcas, sembradas de puntitos crema. La zona
inferior es crema, con manchas gulares negras y fajas ventrales irre-
gulares de! mismo color.
Pocos días después de nacer, ya provistos de dientes agudos, los
lagartitos empezaron a comer solos, ingiriendo con avidez sin masti-
car, carne cruda picada que solían disputarse ágilmente entre sí.
Algunos ejemplares, mantenidos aparte, se habituaron a comer yema
de huevo y leche, previa exploración habitual con la lengua, órgano
que en estos animales parece suplir el sentido del olfato, y quizás en
parte el de la vista.
Después de veinte días, su crecimiento señalaba un aumento de
unos ocho centímetros de largo, y su coloración ya empezaba a modi-
ficarse. El verde brillante metálico primitivo se volvía gradualmente
pardo oliváceo mate, sobre todo en la región cefálica, la que fué mu-
dando las escamitas de los escudos, iniciando en la extremidad de
la cola la muda de la piel, que se renovó totalmente en cuatro o cinco
días y se repitió un mes después.
A raíz de cada muda, como ocurre con los ofidios, la coloración
ofrecía tonos más frescos y brillantes, pero conservando ya los mati-
ces definitivos de los adultos.
Con los primeros fríos del otoño dejaron de alimentarse y varios
perecieron. En la fecha (junio, 1932) sobreviven aún 15 ejemplares,
el mayor de los cuales mide 0,35 y el menor 0,29 centímetros.
Algunos especímenes que lograron escaparse del recinto del Par-
que al principio, y viven ocultos en las malezas de las cercanías, sue-
len aparecer fugazmente de vez en cuando, al lado de la jaula de sus
congéneres aprisionados, y presentan a simple vista dimensiones ma-
yores que éstos, debido seguramente a su vida libre y alimentación
natural.
A
LA INCOMPATIBILIDAD ECOLÓGICA Y
UNA LEY BIOLÓGICA INTERESANTE
Por ÁNGEL CABRERA
REÉSUMÉ
L'incompatibilité écologique : Une loi biologique intéressante. — L'état actuel
«les connaissances sur les rapports de l'animal avec le milieu qu'il habite, per-
met affirmer que, dans une méme localité et un méme période géologique, les
formes animales étroitement alliées oceupent toujours des habitats ou stations
écologiques différentes. Ce fait conduit l'auteur a poser une loi qu'il dénomine
« loi d'incompatibilité écologique » et qu'on peut formuler ainsi : Les formes ani-
males afines sont écologiquement incompatibles, et leuwr incompatibilité est d'autant plus
profonde qw'elles sont plus étroitement affines. Cette loi, dont l'importance sous le
triple aspect zoogéographique, paléontologique et taxonomique, est demontrée
par de nombreux exemples, a une transcendance bien évidente pour létude des
phénomenes de l'épharmose et la spéciation.
Todo zoólogo con alguna experiencia en el estudio de cuestiones
zoogeográficas sabe cuán frecuentes son las excepciones a aquella
parte de la ley llamada de Wagner y Jordan, según la cual dos espe-
cies muy próximas entre sí nunca se encuentran en una misma región,
así como a la teoría de Chandler sobre la influencia de la distribución
en la especiación, en cuanto sostiene que a menor área de dispersión
corresponde siempre menor diversidad, esto es, menor número de
especies dentro del género o de géneros dentro de la familia (2). No
es preciso enumerar aquí dichas excepciones ; basta citar, como ejem-
plo. el caso del género Lemur, cuyas diez o doce especies se encie-
tran en los límites de Madagascar y alguna pequeña isla adyacente,
(1) Trabajo presentado en la Primera Reunión Nacional de Geografía, Buenos
Aires, 1931, Sección de Zoogeografía.
(2) CHANDLER, American Naturalist, XLVIII, 1914, páginas 129-160.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T, CXIV 18
244 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA
o la distribución de algunos Tabanidae en ciertas regiones de África,
o el hecho, señalado por Plate (1), de existir en el lago Baikal un
centenar de formas de Gammarus. De los argumentos que, en apoyo
de los referidos principios, han presentado sas mismos autores, dedú-
cese que, para que aquéllos resulten ciertos, hay que tener en cuenta,
no la distribución geográfica, sino la distribución ecológica. Dos o
más formas afines pueden vivir en una misma región, y hasta en una
misma localidad, pero en este caso ocuparán distintas residencias
ecológicas (2), y por consiguiente, un género con area de dispersión
poco extensa pueda ser rico en especies si las condiciones ecológicas
de esta área son poco uniformes, es decir, si dentro de ella se contie-
nen numerosas residencias distintas. Esto es, por lo menos, lo que
ocurre con algunos géneros muy plásticos. Desde luego, lo más fre-
cuente es que las formas estrechamente afines tengan áreas de dis-
persión distintas y vivan en condiciones ecológicas análogas, pero
aun entonces no puede decirse que ocupan residencias iguales, pues,
como ha hecho notar muy acertadamente Taylor (3), desde el momento
que dos residencias se encuentran situadas en diferentes áreas geo-
gráficas, no es posible que sean exactamente iguales, pese a la apa-
rente identidad de sus factores ecológicos. En pocas palabras, las
formas animales afines no son incompatibles geográficamente. pero sí
ecológicamente.
La incompatibilidad ecológica no es un hecho desconocido, ni
mucho menos. Ya en 18394, al estudiar la distribución de las aves de
Filipinas, decía Steere (4) que «los especies no ocupan una misma
área cuando son lo bastante afines estructuralmente para estar adap-
tadas a las mismas condiciones ecológicas, lo que vale tanto como
admitir que podrán hallarse en la misma área aquellas que vivan en
(1) Selectionsprinzip und Probleme der Artbildung, Leipzig, 1908.
(2) A falta de otro término más apropiado, empleo la palabra « residencia »
para designar la unidad ecológica, es decir, lo que los ecólogos ingleses y norte-
americanos llaman niche, environmental unit o ecological position, los alemanes
standort, los franceses station, y todos ellos, frecuentemente, habitat. Los auto-
res de habla castellana suelen emplear en este sentido los términos estación y
habitat; pero como ya ha advertido Huguet del Villar (Geobotánica, Barcelona,
1929, págs. 15-16), ambas voces se prestan a confusión, la primera por su sig-
nificado de época del año, y la segunda por haber sido usada más frecuentemente
en sentido de distribución geográfica, aparte del absurdo que supone el empleo
de una tercera persona de verbo como si fuese un substantivo.
(3) Onivers. of California Publ., Zool., XII, 1916, página 479.
(4) 4uk, XI, 1894, página 239.
LA INCOMPATIBILIDAD ECOLÓGICA 245
condiciones distintas. Ortmann (1) ha expresado mucho más clara-
mente la misma idea al considerar como un caso jamás observado
«that two closely allied species occupy absolutely the same range
under identical ecological conditions». Chandler ha hecho notar que
«nearly related species do not, as a rule, live confortably together in
the same environment »; y otros autores ban llamado igualmente la
atención hacia el fenómeno. Hasta ahora, sin embargo, ninguno parece
haberle concedido la importancia que realmente tiene, ni se ha seña-
lado la relación directa que hay entre el grado de afinidad de las for-
mas animales y su incompatibilidad ecológica.
Para poder apreciar esta relación, hay que distribuir las formas
afines en sus tres categorías taxonómicas naturales, a saber : espe-
cies de géneros estrechamente afines, especies de un mismo género y
subespecies de una misma especie.
Especies pertenecientes a géneros afines, encuéntranse con mucha
frecuencia en una misma localidad, y dentro de ésta, pueden también
hallarse asociadas en la misma residencia. Chandler pretende que
«nearly related genera do notoccupy thesame ecologieniche ina given
z00geographical area >», pero se pueden citar numerosos ejemplos que
contradicen esta opinión, y no sólo entre los invertebrados, sino aun
entre las aves y los mamiferos. En la Argentina se observan a veces,
como residentes en una misma ciénaga, la agachona (Capella para-
guaiae) y el dormilón (Nycticryphes semicollaris) y también se suelen
encontrar en un mismo habitat ecológico Cygnus melancoriphus y Cosco-
roba coscoroba, o Micrococeyxe cinereus y Coceyzus melacoryphaus, o Sip-
tornis baeri y Synallaxis albescens. Entre las aves del viejo mundo hay
muchos casos análogos ; para no citar más que uno, recordaré el que
yo he observado, en el norte de Marruecos, de tres géneros distintos
de garzas (Oasmerodius, Ardeola y Nycticorax) anidando, no sólo en
un mismo bosque, sino en ramas diferentes de un mismo árbol. Por
lo que se refiere a mamiferos, son también relativamente frecuentes
los ejemplos de géneros afines, que como Graomys y Phyllotis en la
Argentina, Mustela y Putorius en Europa, o Gerbillus y Dipodillus en
el norte de África, se encuentran muchas veces conviviendo en la
misma residencia ecológica.
Especies pertenecientes a un mismo género, frecuentemente se
encuentran en una localidad, pero es sumamente raro que, dentro de
esta localidad, ocupen la misma residencia, y si ocurre esto último,
(1) Science, XXIII, 1906, página 949.
246 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
se puede asegurar que se trata de especies no afines, es decir, espe-
cies que representan dentro de su género grupos distintos, posible-
mente verdaderos subgéneros. Los ejemplos son tan numerosos, que
para mencionar algunos no hay más dificultad que el embarras du
choie. Entre los pájaros argentinos del género Synallaxis hay dos
especies bastante próximas, $. frontalis y S. albescens, que con mucha
frecuencia se hallan en una misma localidad, pero en tal caso, fronta-
lis vive en las manchas del monte, sobre todo donde la vegetación es
muy compacta y abundan los arbustos y árboles espinosos, mientras
albescens busca los lugares más abiertos, con árboles escasos y disper-
sos o con arbustos aislados. Naturalmente, dados los medios de viali-
dad de que disponen las aves, en este caso y en todos los análogos es
perfectamente posible veru obtener ejemplares de ambas especies
en un misme punto; mas la observación repetida demuestra que
cada una de ellas prefiere una residencia peculiar, que en ella anida
y que en ella se encuentra más comunmente. Como es fácil com-
prender, el fenómeno se maniflesta más claramente en los mamí-
feros y especialmente en los mamíferos de vida muy sedentaria,
como son los de costumbres subterráneas. En el extremo sur de Cata-
marca, en límite con La Rioja, donde termina la sierra de Ambato, se
encuentran dos especies bastante parecidas de ocultos o tucotucos,
Ctenomys knighti y O. fochi ; la primera hace sus cuevas en la are-
nisca dura y colorada, mientras la segunda vive en terrenos pedrego-
sos, cavando en la arena blanca y floja que hay entre las piedras. La
literatura sistemática y zoogeográfica está llena de casos análogos.
Según Grinnell (1), en el valle del Colorado, en los Estados Unidos,
se encuentran en las mismas localidades dos lauchas del géncro Pero-
myscus, pero una (P. eremicus)es característica de los puntos en que
hay vegetación xerófila y halófila, con Atriplex polycarpa, mientras la
otra (P. mameculatus, allí representado por la subespecie sonoriensis)
vive sólo en las orillas del río, inundables en verano, con sauces,
Populus y otros árboles que requieren humedad. En la parte oriental
del Congo belga, Lang y Chapin (2) han obtenido en las mismas loca-
lidades dos murciélagos bastante parecidos del género Nycteris, pero
uno de ellos (N. hispida) se encuentra en los bosques y a veces dentro
de las chozas de los nativos, y el otro (N. pallida) vuela sobre los pan-
tanos con papiros o con bambú y no penetra en las habitaciones
(1) Univ. of Calif. Publ., Zool., XII, 1914, páginas 51-294.
(2) Bull. Amer. Mus. of Nat. Hist., XXXVII, 1917, páginas 518-519.
LA INCOMPATIBILIDAD ECOLÓGICA 247
humanas. Este caso recuerda el de Pipistrellus pipistrellus y P. na-
thusti en la Huropa meridional; el primero es un murciélago de ciu-
dad, mientras el segundo vive en los campos, siempre fuera de las
poblaciones, siendo ambas especies tan afines, que es preciso cono-
cerlas muy bien para poder distinguirlas. Análoga diferenciación
ecológica se observa en muchas especies de aves. En España 4quila
chrysaetos y A. heliaca adalberti se hallan a veces en una misma loca-
lidad, pero ésta anida en los árboles de los valles o de las llanuras
zon monte, y aquélla lo hace invariablemente entre las rocas, no exis-
tiendo donde faltan éstas. Lynes (1) ba encontrado en algunas regio-
nes del África oriental dos especies de Cisticola muy afines, C. ayresi
y €. brumnescens, pero advierte que la primera vive generalmente a
grandes alturas (2400 a 3600 metros sobre el mar, y la segunda no pasa
de los 2100 metros; añadiendo que, aunque a veces se las ve en una
localidad, «the two species seem to prefer living separately ». Grinnell
y Swarth (2) mencionan ciento veintinueve géneros de aves en la zona
montañosa de San Jacinto, en California, de los cuales la inmensa
mayoría (ciento cuatro) sólo están representados por una especie, y
cuando hay dos o más especies de un mismo género, ocupan residen-
clas diferentes. Así, en el género Lophortyx, L. gambeli vive en el
desierto, al pie de las montañas, mientras £. californica está repre-
sentada por la forma vallicola, que pertenece a los valles, aunque
claro está que a veces se las ve a ambas en las localidades interme-
dias; y de cuatro especies de Empidonax, una (E. rerighti) vive en
las grandes alturas, por encima de los 2700 metros, otra (difficilis)
ocupa las faldas de las montañas «in the dense vegetation along the
streams »; la tercera (E. trailli) sólo se halla en el desierto, y la refe-
rencia a la cuarta (8. griseus) es dudosa. Los géneros de mamíferos
en la misma región son treinta y cinco, de los cuales sólo doce están
representados por más de una especie, en cuyo caso, como ocurre con
las aves, se observa una separación ecológica evidente. Por ejemplo,
Eutamias merriami vive en el chaparral, en el faldeo de la montaña ;
de un total de cuarenta y seis ejemplares cazados, sólo siete lo fueron
por encima de los 2400 metros, y en cambio, Eutamias speciosus vive
en las alturas, siempre de 2400 metros para arriba, coincidiendo su
distribución con la asociación de Castanopsis. Al mismo resultado ha
llegado Ruthven al estudiar la ecología de los reptiles de Nuevo
(1) Lbis, 122 serie, VI, 1930, Suppl., página 153.
(2) Univ. Calif. Publ., Zool., X, 1913, páginas 197-406.
248 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
México (1); de dos formas de Orotaphytus, por ejemplo, una (O. colla.
vis baileyi) es propia de los sitios donde crece el Atriplex canescens,
en tanto que la otra (0. wislizenti) pertenece a la asociación de Larrea
MExtcana.
Se observará que casi todos los ejemplos citados se refieren a espe-
cies de pequeño tamaño, y.es lógico que así ocurra porque, sobre
todo en los mamíferos y en los reptiles, son éstas las que tienen cos-
tumbres más sedentarias ; los grandes animales, que disponen de más
poderosos medios de vialidad, no encuentran obstáculo para su dis-
tribución en pequeñas diferencias de los factores ecológicos, pero en
ellos se manifiesta también la incompatibilidad, y como para ellos la
residencia viene a ser tan amplia como el área geográfica, lo que ocu-
rre es que en una misma área y por tanto en una misma localidad,
nunca existen dos especies afines de animales de gran tamaño. Pue-
den, sí, coexistir dos especies congenéricas, pero no afines. Canis nu-
bilus y O. latrans viven en la misma región de los Estados Unidos,
hasta su localidad típica es la misma; mas la diferencia entre ambas
es tan grande, que algunos autores las separan genéricamente, dejan-
do nubilus en el género Canis, s. s. y llevando latrans a un género O
subgénero distinto, Thos. Esto es, en general, lo que ocurre siempre
que dos o más especies congenéricas coinciden no sólo geográfica-
mente, sino también ecológicamente. En la parte sur de Catamarca
se obtienen a veces en un mismo punto dos especies de Akodon que
no parecen corresponder a habitats distintos, A. alterus y A. orbus ;
pero, al describir este último, Thomas (2) ya hizo notar que parece
representar a special group of the genus. Lo mismo ocurre con ciertas
especies de aves, tales como Oyanocorax chrysops y CU. cyanomelas,
que en el Chaco y Formosa se encuentran muchas veces en los mis-
mos sitios, o Ohloroceryle amazonica y Ch. americana, o Serpophaga
suberistata y $. inornata, o Totanus favipes y T. melanoleucus. En
todos estos casos, los dos especies que coinciden en su residencia son
congenéricas, pero poco afines, diferenciándose mucho en aspecto, en
voz y hasta en costumbres, siendo la diferencia tal, que algunos auto-
res no vacilan en separarlas genéricamente; Totanus flavipes y T.
melanoleucus, por ejemplo, son colocados en dos géneros distintos,
Iliornis y Glottis respectivamente, por los ornitólogos que opinan que
el género Totanus, en su sentido más amplio, es poco natural. El mis-
(1) Bull. Am. Mus. of Nat. Hist., XXTIII, 1907, páginas 512-516.
(2) Ann. and Mag. of Nat. Hist., 92 serie, 1, 1919, página 498.
LA INCOMPATIBILIDAD ECOLÓGICA 249
mo hecho se observa en las faunas exóticas. Según Chapman (1), en
E cuador se encuentran reunidas dos especies de Spizitornis, parulus
y agilis, pero son tan distintas, que se las puede considerar como
«possibly deserving of generie separation ». Yo he encontrado en el
sur de Europa y norte de África la Ardeola ralloides y la A. ibis anidan-
do en un mismo árbol, pero la afinidad entre estas dos garzas es tan
remota, que la segunda es para muchos autores representante de un
género aparte, Bubulcus. Ejemplos parecidos se encuentran entre
los mamíferos, como lo es el del lobo y el coyote norteamericanos,
antes mencionados. También he señalado anteriormente la diferencia
ecológica entre dos murciélagos afines del Congo, Nycteris hispida y
N. pallida ; con el primero de ellos, en los mismos parajes, vive una
tercera especie del género, N. arge, pero es una especie muy diferente,
es decir, de afinidad más remota. Este caso recuerda el de Khinolo-
phus ferrumequinum y Eh. euryale, dos murciélagos que en algunas
localidades europeas se encuentran juntos, hasta durmiendo en las
mismas Cuevas, pero que representan dentro del género Khinolophus
dos grupos perfectamente distintos, hasta el punto de que el segundo
ha sido a veces considerado como tipo de un género diferente.
La perfecta separación taxonómica entre las especies con idéntica
ecología, no es un fenómeno exclusivamente propio de los vertebrados;
los moluscos de agua dulce nos ofrecen también ejemplos muy inte:
resantes. En muchas localidades europeas es posible hallar en un
mismo sitio, en perfecta convivencia, Vitrea contracta y V. pseudohy-
datina, o Polita nitens y P. lucida, o Fruticicola odeca y F. hispida ; y,
en cada caso, las dos especies competidoras son lo bastante distintas
para justificar la formacion de subgéneros: Vitrea contracta, por
ejemplo, pertenece al subgénero Vitrea s. s., mientras V. pseudohyda-
tina entra en el subgénero Mediterranea, y así en los demás ejemplos.
Algunos autores sostienen que esta regla no rige para los inverte-
brados marinos; según Clark (2), los ofiuroideos más afines coln-
ciden en su distribución, y Kofoid (3) ha hecho igual afirmación
respecto de los quetognatos ; pero Michael ha hecho notar, muy acer-
tadamente (4), que para los organismos acuáticos debe tenerse en
cuenta la distribucion vertical, en la que pudiera haber factores de
(1) Bull. Amer. Mus. of Nat. Hist., LV, 1926, página 496.
(2) Bull. U. S. National Museum, 75, 1911.
(3) American Naturalist, XLI, 1907, páginas 241-251.
(4) American Naturalist, XLVII, 1913, páginas 17-49.
250 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
aislamiento ecológico que separen las formas afines, impidiendo, por
ejemplo, la fertilización en diferentes estratos de agua. Tal vez dos
especies de quetognatos que se obtienen en un mismo dragado, acaso
a igual profundidad, para reproducirse necesitan profundidades dis-
tintas. En los organismos acuáticos de fácil difusión, el lugar en que
se reproducen es la verdadera residencia, como para las aves o los
insectos lo es el sitio en que anidan. Por lo que toca a los animales
terrestres, se puede afirmar que las excepciones a la regla que algu-
nas veces se mencionan, son puramente aparentes; es decir que, en
cada caso excepcional, o hay insuficiencia de investigacion ecológica
o las supuestas especies afines resultan ser una sola especie. Refirién-
dose a los roedores Phyllotis tucumanus y Ph. ricardulus, estrecha-
mente afines entre sí, que con frecuencia se hallan en las mismas loca-
lidades del norte argentino, opina Thomas (1) que, probablemente,
cuando se estudie bien su ecología se verá que «they are not both
to be caught absolutely on the same ground »; y, según Wetmore (2),
en el mismo caso deben de hallarse Spizitornis parulus patagonicus y
S. favirostris, aves no sólo congéneres sino bastante afines, que se
encuentran en las mismas localidades del valle del río Negro. En
cuanto a los casos en que supuestas especies próximas con idéntica
ecología, al ser bien estudiadas, han resultado ser una sola especie,
dimórfica o dicromática, recordaré, para no citar más que uno, el del
eyrá (Herparlurus yaguarondi), cuyas dos variedades, la colorada y
la plomiza, han sido por largo tiempo miradas como especies dife-
rentes.
Cuando se trata de subespecies de una misma especie, la incompa-
tibilidad ecológica llega a su mayor grado. El hecho mismo de que
en la terminología taxonómica moderna el concepto de subespecie se
considera equivalente al de raza local o forma geográfica, ya demues-
tra que se admite, como regla general, que dos subespecies de una
misma especie no pueden existir en una región dada. Son, en efecto,
muy raras las excepciones a esta regla; lo normal es que las subespe-
cies ocupen distritos geográficos, zonas faunísticas o áreas de distri-
bución perfectamente distintos; y desde luego, por muy diferentes
que las subespecies sean, desde el momento que pertenecen a una
misma especie, en el caso excepcional de existir en una misma región
ocuparán, necesariamente, residencias ecológicas distintas. Dentro de
(1) Loc. cit., 1919, página 494.
(2) Bull. U. S. National Museum, 123, 1926, página 325.
LA INCOMPATIBILIDAD ECOLÓGICA 251
esta regla, la incompatibilidad de las subespecies está, como la de las
especies afines, en relación directa con su poder de vialidad, o sea
con la capacidad de trasladarse de un punto a otro, capacidad que
depende, en gran parte, del tamaño de los animales. En las grandes
¿ves rapaces, en los mamiferos rumiantes y en los carnívoros, cada
subespecie ocupa siempre una área geográfica propia, a veces muy
extensa, y las áreas de subespecies distintas están separadas por
barreras topográficas o climáticas de cierta importancia; en los micro-
mamíferos, en los pequeños reptiles y en los moluscos de agua dulce,
puede ocurrir, aunque muy raras veces, que dos o más subespecies
vivan en una misma región; pero, en tal caso, siempre en residen-
cias distintas. Las varias subespecies del zorro colorado, por ejem-
plo, corresponden a otras tantas zonas geográficas bien distintas (1),
y lo mismo ocurre con las formas locales de la mayoría de los verte-
brados:; y, en cambio, en ciertos roedores de costumbres muy seden-
tarias, tales como los Utenomys, las subespecies tienen áreas de dis-
tribución más restringidas, aunque diferentes en cuanto a sus facto-
res ecológicos ; y en la India, dos o más subespecies de Rattus rattus
pueden vivir en una misma localidad, pero ocupando diferentes re-
sidencias (2). Desde luego, en cualquier especie se pueden hallar
ejemplares respondiendo a dos formas subespecíficas distintas, en
una misma localidad y en una misma residencia, en la línea de con-
tacto de las dos áreas de distribución respectivas; pero allí se encon-
trarán también ejemplares distintos a la vez de una y otra, con carac-
teres intermedios entre ambas, por ser aquella la zona de transición o
intergradación. La regla general se refiere, pues, a las áreas de distri-
bución propiamente dichas, y nunca a sus límites con las áreas con-
tiguas. Según Osgood (3), en la América del norte se encuentran a
veces dos subespecies de una especie de Peromyscus (P. maniculatus
oreas y P. Mm. austerus) en una misma localidad y viviendo aparente-
mente en condiciones idénticas, sin que se trate en este caso de une
zona o línea de transición ; pero Taylor opina (4) que dichas dos for-
mas deben de ocupar realmente residencias distintas, o que tal vez no
son tales subespecies sino variedades mendelianas.
Resumiendo todo lo expuesto, parece necesario admitir que la dis-
(1) CABRERA, Journal of Mammalogy, XII, 1931, páginas 54-67.
(2) HINTON, Journ. of the Bombay Nat. Hist. Society, XXVI, 1918, página 65.
(3) North Amer. Fauna, 28, 1908, páginas 52-53.
(4) Loc. cit., 1916, página 477.
252 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
tribución de los animales está sujeta a una ley de incompatibilidad
ecológica, ley que puede formularse así ;
Las formas animales afines son ecológicamente incompatibles, siendo
su incompatibilidad tanto mayor, cuanto más estrecha es su afinidad.
El conocimiento de la ley de incompatibilidad ecológica es de la
mayor importancia en biología, por estar íntimamente relacionado
con el trascendental problema del origen de las especies, y principal.
mente con la teoría de la especiación, tal como la entiende Osborn (1).
En efecto, el hecho incontestable, comprobado por miles de ejemplos,
de que en una misma localidad y en idénticas condiciones de vida (o
más bien en una misma residencia ecológica) no existan formas ani-
males estrechamente afines, sólo puede explicarse aceptando previa-
mente la teoría de la especiación por adaptación. Esta explicación no
será, desde luego, aceptada por los investigadores especializados en
los experimentos de genética; pero debo hacer notar que los nume-
rosos ejemplos demostrativos de la incompatibilidad ecológica no han
sido observados en las condiciones artificiales de los laboratorios
sino en plena naturaleza. Sin que ello signifique, ni por un momento,
el más ligero menosprecio por la valiosa labor de los genetistas, paré-
ceme oportuno aplicar aquí a la investigación zoológica lo que refi-
riéndose a la investigación botánica decía Cowles, hace ya tiempo:
«A theoretical plant species may be produced in the laboratory,
but the real species that make up the vegetation of the world are
developed, and must be studied, out of doors » (2).
Cuando se estudian ¿a situ las faunas de distintos países, y se Inves-
tiga con atención la ecología de sus componentes, el fenómeno de la
incompatibilidad ecológica salta a la vista constantemente y el obser-
vador se ve forzado a reconocer que hay una relación entre los carac-
teres del animal y su residencia. Esta relación es lo que se ha con-
venido en llamar «adaptación », término que, aunque ya de uso
«demasiado general para que se pueda prescindir de él en absoluto,
me parece poco afortunado porque se presta a sobrentender que hay,
por parte del organismo, un propósito o voluntad de armonizar con el
medio, como ocurre cuando hablamos de la adaptación de una per-
sona a la sociedad o a las condiciones que la rodean. La voz «efar-
monía », propuesta hace casi medio siglo por Vesque (3) con referen-
(1) American Naturalist, LXI, 1927, páginas 5-42.
(2) American Naturalist, XLIT, 1908, página 266.
(3) Annales des Scienc. Natur., Botanique, 6? serie, XIII, 1882, páginas 5-46.
LA INCOMPATIBILIDAD ECOLÓGICA 253
cia a los vegetales, podría tal vez emplearse también en zoología para
designar el fenómeno. Si esta efarmonía es una consecuencia de la
selección natural o un efecto de la influencia del medio, es cuestión
que no hay por qué entrar a discutir aquí. Por mi parte, aun cuando
creo que ambas teorías son perfectamente compatibles, pudiendose
admitir que la influencia del medio es el fenómeno causal y la selec.
ción el fenómeno conservador, me inclino a pensar que la efarmosis
es principalmente resultado de una acción real del medio («pressure
of the environment» de Merriam ; «dynamic influence » de Doll, etc.).
Las interesantes investigaciones de Gulik sobre los moluscos terres-
tres de Hawai (1) y las de Sumner sobre las ratones del género Pero-
myscus (2) restan todo valor a la selección como causa de adaptación;
en tanto que tenemos numerosos ejemplos de especies que, sometidas
a un cambio de medio, se han modificado rápidamente, demasiado
rápidamente para que haya habido selección. Osborn (3) cita el caso
del ciervo de Escocia, que introducido en Nueva Zelandia ha aumen-
tado en corpulencia y en dimensiones de los cuernos, formando casi
otra subespecie en menos de un siglo; y Haas (4) recuerda cómo,
transportando huevos de diversos moluscos de agua dulce (Limnaea,
Anodonta, Unio) de los lagos a los arroyos o de los ríos a los estan-
ques, se han obtenido formas bien distintas de las formas madres y
semejantes a las que ya se conocían viviendo en condiciones idén-
ticas a las del nuevo medio. Aun en los laboratorios de biología re-
sulta cada vez más evidente que la principal causa de la variación, o
por lo menos la única comprobada experimentalmente, hay que bus-
carla en modificaciones más o menos intensas en las condiciones de
vida. Las observaciones de Tower sobre los efectos de la humedad en
el color de los crisomélidos, como las de Kominsky sobre la influencia
del mismo agente en los caracteres de los lepidópteros o las de
Stockhard y Papanicolau acerca de la hereneia de las alteraciones
morfológicas producidas por los vapores de alcohol en el chanchito
de la India, son ya clásicas; Harrison y Garnet (5), alimentando
larvas de ciertas mariposas con hojas tratadas con humo de tabaco o
con diversas sales, han conseguido variedad es de coloración heredi-
(1) Ervolution, racial and habitudinal, Washington, 1905.
(2) Journ. of Mammal., V, 1924, páginas 81-118.
(3) Loc. cit., 1927, página 30, nota.
(4) Musei Barcin, Scientiar. Natural. Opera, Zool., VI, 1917, páginas 41-42.
(5) Proceed. Royal Soc. of London, XCIX B, 1926, páginas 241-263.
6
18)
o4 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
tarias, de acuerdo con la ley de Mendel; Beebe (1), mediante la intro-
ducción de modificaciones en el medio, ha llegado a estabilizar el plu-
maje nupcial de Piranga erythromelas y a obtener distintos tipos de
coloración en los pichones salidos de los huevos de una misma hem-
bra de Scardafella ; las investigaciones de Tornier y de Berndt (2)
parecen probar que las razas de acuario del pez dorado se deben a
alteraciones producidas en el huevo o en el embrión por la influencia
del medio; hoy se sabe ya que los cambios de coloración de ciertos
peces, anfibios y reptiles, son fenómenos que dependen de reacciones
hormónicas provocadas por causas externas ; y en el quinto Congreso
internacional de genética, efectuado en septiembre de 1927, Muller
demostró la obtención de mutaciones en Drosophila por la acción del
calor, de los rayos X y de la luz ultravioleta, mientras Tschetwerikoff
indicó que las variaciones hereditarias de las Drosophila salvajes
pueden representar, bajo ciertas modificaciones del ambiente, un
papel decisivo en la formación de nuevas especies. El insistir sobre
este punto nos apartaria demasiado del asunto del presente trabajo.
Sea cual fuere el mecanismo de la efarmosis, lo que por el momento
nos interesa es saber que su resultado, esto es, la efarmonía, es un
hecho evidente; como ha dicho Chapman (3), «whether environment
originates or whether, in the language of the day, lts merely starts
something by arousing latent potencies within the germ, I do not
pretend to say; but the fact remains that organisms do respond
to change and furthbermore, that certain conditions, for example,
humidity and aridity, almost invariably provoke the same type of
response ».
Ahora bien, si admitimos que las formas animales estrechamente
afines entre sí se han derivado por efarmosis de un mismo tipo origi- :
nal, de un antecesor común, necesariamente habremos de pensar que
en un punto determinado del globo la efarmonía entre dicho tipo
original y un determinado complejo de factores ecológicos sólo puede
manifestarse de una manera, y por tanto sólo puede resultar de ella
una de dichas formas derivadas. Si, por ejemplo, cierto grado de
humedad atmosférica combinado con otros factores, tanto climáticos
como edáficos, produce en cierta especie de ave un obscurecimiento
(1) Zoologica, 1, 1907, páginas 1-41; Amer. Natur., XLII, 1908, páginas 34-38.
(2) Zeitschr. fir Induckt. Abstamm. und Vererbungsl., XXXVI, 1925, páginas
161-549.
(3) Loc. cit., 1926, página 133.
LA INCOMPATIBILIDAD ECOLÓGICA 255
de la coloración (o adoptando el criterio seleccionista, si sólo aque-
llos individuos de dicha especie que tengan el plumaje obscurecido
pueden sobrevivir allí donde dicho grado de humedad se combina
con dichos otros factores), necesariamente resultará que todos los
individuos que habiten en el lugar en que se combinen aquellas con-
diciones tendrán el matiz obscuro como carácter peculiar, el cual los
diferenciará de los que vivan en otros lugares. Tal vez aquel conjunto
de individuos ofrezca algún otro carácter variable, independiente de
las condiciones del medio, y entonces se tendrían en el mismo lugar
variedades individuales, o mutaciones mendelianas; pero el carácter
que distinga al conjunto de otro conjunto que viva en otro lugar
será constante y común a todos los individuos que componen el con-
junto. Esta clase de caracteres, que Vesque llamaría efarmónicos,
son precisamente los que el zoólogo utiliza para distinguir las sub-
especies, o las especies afines. S1 aceptásemos por un momento la
hipótesis de que en una misma residencia ecológica, y para un mismo
tipo animal, puede la efarmonía manifestarse de dos maneras dis-
tintas, llegaríamos al mismo resultado, pues como nada impediría la
hibridación, pronto se borraría la diferencia, o subsistiría bajo la
forma de variedades individuales, tal vez mendelianas, pero sin cons-
tituir nunca dos colectividades bien diferenciadas, que pudieran con-
siderarse como dos subespecies o dos especies afines. Sin embargo,
lo más lógico es que, en una localidad dada, entre determinado com-
plejo ecológico y determinado tipo animal no haya más que una ma-
nera de efarmonía. En cualquier caso, la especiación por efarmosis es
la única explicación satisfactoria del hecho de que dos especies afines,
0 dos subespecies de la misma especie, nunca convivan en una misma
residencia.
La misma teoría explica también perfectamente por qué, en muchos
casos, la incompatibilidad ecológica toma el carácter de incompatibi-
lidad geográfica. La distribución ecológica, en efecto, varía de ampli-
tud según la mayor o menor plasticidad del género o de la especie,
plasticidad que depende, como antes he indicado, de la capacidad
de traslación o vialidad y del género de vida (alimentación, vivien-
dla, etc.). Una especia poco exigente en su alimento, y que por su
tamaño o por cualquier otra causa puede trasladarse fácilmente, pasa
de una residencia ecológica a otra sin inconveniente y, por tanto, sus
caracteres efarmónicos responderán, no a los factores de una residen-
cla sino a los de un conjunto de residencias, es decir, a los de una
zona fannística, un distrito o aun una región. De estas especies se dice
256 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
que son poco plásticas ; y en este caso las formas afines son incompa-
tibles geográficamente, estando separadas unas de otras por barreras
topográficas de gran importancia. Por el contrario, una especie de
régimen alimenticio muy limitado, y con reducida capacidad de tras-
lación, necesita vivir en condiciones ecológicas muy especiales ; y si
estas condiciones varían, ella varía también o sucumbe. Estas son las
especies muy plásticas, y en ellas, las formas afines, aunque pueden
existir en la misma región, nunca existen en la misma residencia.
Nótese que digo en la misma residencia, y no en residencias igua-
les. En efecto, cuando se trata de algunos animales de costumbres
muy sedentarias, formas muy afines pueden ocupar residencias idén-
ticas y muy próximas entre sí, siempre que se hallen separadas por
algún obstáculo que impida la comunicación. No conozco ningún caso
de esta indole en la fauna argentina; y los que se han mencionado
hasta ahora en faunas exóticas son, ciertamente, muy contados. Chees-
man (1) ha encontrado en la Arabia central, en un mismo oasis, dos
subespecies de una misma especie de roedor, Meriones syrius edithae
y M. s. evelynae, viviendo en condiciones ecológicas iguales, pero
cada una de ellas a orilla de un arroyo diferente, y ambos arroyos
separados por una pequeña meseta caliza donde los Meriones no pue-
den vivir. En la isla Oabú, en Hawai, especies muy afines. o tal vez
simples subespecies, de moluscos del género Achatinella, viven en
valles muy próximos entre sí, cuyas condiciones de suelo, vegeta-
ción, temperatura, humedad, etc., son iguales (2). Cabe explicar estos
hechos de diferentes maneras. Tal vez dos residencias cuyas condi-
ciones nos parecen a nosotros absolutamente idénticas, en realidad
presentan diferencias que los medios a nuestro alcance no nos per-
miten apreciar, y a las cuales sin embargo son sensibles ciertos orga-
nismos. O también puede ser que las dos residencias hayan sido
pobladas por un mismo tipo animal en distintas épocas, y entonces
puede haber ocurrido una de dos cosas : o la colonia más moderna de
las dos no ha experimentado todavía por completo los efectos de la
efarmosis, es decir, no se ha adaptado del todo, o bien debemos
admitir que hay más de una forma de efarmonía para un mismo tipo
animal e iguales condiciones ecológicas, y que la colonia más mo-
derna se ha adaptado de distinta manera que la más antigua, no
(1) CHEESMAN y HINTON, Ann. and Mag. of Nat. Hist., 9% serie, XIV, 1924,
páginas 552-555.
(2) GuuickK, loc. cit, 1905, páginas 37-43 y 212 y 224.
LA INCOMPATIBILIDAD ECOLÓGICA 257
pudiendo borrarse la diferencia por el cruzamiento a causa del obs-
táculo que media entre ambas. En opinión de Gulick, las diferencias
entre las especies afines de moluscos de los distintos valles de Oahú
serían un resultado del aislamiento en combinación con el distinto
modo de utilizar factores ecológicos idénticos.
Aún en el caso de dos formas afines viviendo en una misma loca-
lidad, pero en condiciones ecológicas distintas, lo más admisible es
que una de ellas represente una inmigración posterior a la represen-
tada por la otra. La alternativa sería que una de las formas se hubiera
derivado directamente de la otra en virtud de un cambio de residen-
cia dentro de la misma localidad, con la consiguiente efarmosis; pero
no se ve claro el motivo para semejante cambio, a menos que supon-
amos un exceso de población y un traslado del excedente a una
nueva residencia sin salir de la localidad, y los hechos observados
hasta ahora parecen demostrar que las cosas no ocurren así. Cuando
en un lugar hay exceso de población en una forma animal, el exce-
dente sucumbe o emigra a otra localidad, y busca allí una residencia
lo más análoga posible a aquella a que la especie está habituada;
pero su ecología no cambia mientras permanece en la localidad en
que se ha producido el exceso. Por el contrario, si una forma animal
por una causa cualesquiera invade una localidad o una región donde
existe ya una forma afín a ella, sólo puede ocurrir una de tres cosas :
o las dos formas se mezclan, acabando de ser una de ellas absorbida,
digámoslo así, por la otra; o la más débil de las dos sucumbe, o se
aislan ecológicamente, acomodándose a residencias distintas. De lo
primero no conozco ningún ejemplo comprobado, pero ello me parece
perfectamente posible, por lo menos en los casos en que la forma
invasora y la que ya existía son subespecies de una misma especie.
Lo segundo es lo que más frecuentemente ocurre; no ya cuando se
trata de formas muy afines, sino aun en el caso de especies congené-
res bien diferenciadas y en el de especies de géneros afines, como
haya coincidencia en las costumbres y en la ecología, lo corriente es
que una de ellas sucamba a la competencia, y ésta ha sido tal vez la
causa de la desaparición de muchas especies extinguidas (1). Pero
también puede ocurrir lo tercero, y de ello se conocen ejemplos, como
el de Peromyscus maniculatus bairdi y P. m. gracilis, mencionado por
Osgood. El primero de estos roedores, propio de las praderas del
Missouri e Illinois, huyendo del cultivo de las mismas ha emigrado
(1) SIMPSON, American Naturalist, LXV, 1931, páginas 271-276.
2538 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
hacia el este, a Obio, Michigan y Ontario, donde existía gracilis, y
hoy viven ambas subespecies en la misma región pero en diferentes
residencias ecológicas.
Parece perfectamente posible que, en algunos casos de inmigración
posterior, los inmigrantes sean descendientes de un antiguo exceso
de población que abandonó la localidad y se modificó en otra por efar-
mosis. Tendríamos entonces una verdadera reinvasión, cuyo meca-
nismo no podría diferenciarse mucho del que ha supuesto Taylor (1).
En cualquier caso, páreceme que este autor es el que más se ha
aproximado a la realidad cuando afirma que «the great weight of
evidence from the study of mammals and bigher vertebrates would
seem to indicate that the occupation of different ecologie niches in
the same place has in every instance been the result, not of some
process of adaptation of a portion of the parent stock to a distinet
ecologie niche, and the differentiation of this adapted portion while
both were living in the same locality, but of some comprehensive
process... involving migration, differentiation, and reinvasion ».
Si bien es verdad que la ley objeto del presente trabajo se rela-
ciona principalmente con los problemas zoogeográficos y ecológicos,
combréndese sin gran esfuerzo cuánto importa tenerla en cuenta para
los estudios de sistemática. El zoólogo sistemático se encuentra mu-
chas veces ante el problema de si determinados caracteres repre-
sentan una diferencia específica o subespecífica, o caen dentro de los
límites de la variabilidad individual; en presencia de un ejemplar
distinto de los anteriormente conocidos, tiene que decidir si se trata
de una forma nueva que es preciso denominar y describir, o sólo de
una variación de aleuna forma ya denominada y descrita. De ambos
lados se corre riesgo; porque si grave es aventurarse a dar como
novedad lo que acaso resulta ser ya conocido, no lo es menos dejar
(que, por exceso de prudencia, pueda seguir ignorado lo que no se
conoce. Teniendo presente la ley de la incompatibilidad ecológica, es
en estos casos mucho más fácil una orientación acertada. El descono-
cimiento del hecho de que dos formas estrechamente afines jamás
viven juntas, contribuyó a que durante mucho tiempo se considerasen
como especies distintas la fase colorada y la fase plomiza del eyra, el
macho y la hembra de ciertas especies de Lemur o las variedades de
coloración de algunos monos de los géneros Hylobates, Oereopithecus y
Cebus, para no mencionar más que algunos ejemplos.
(1) Univ. of California Publ., Zool., XII, 1916, páginas 479-482,
LA INCOMPATIBILIDAD ECOLÓGICA 259
Pero todavía tiene la ley en cuestión mayor importancia para la
sistemática paleontológica. El investigador que se ocupa de faunas
modernas dispone, generalmente, de elementos de juicio más comple-
tos; trabaja, por ejemplo, con series de ejemplares más o menos nume-
rosos; puede, en último término, comparar sus observaciones de labo-
ratorio con el estudio de los animales vivos, ya en libertad o ya en
los parques zoológicos, y tiene así un medio seguro de indagar los
límites y el carácter de la variabilidad; pero el paleontólogo sólo dis-
pone, en la mayoría de los casos, de material fragmentario, y en mu-
chas ocasiones le es difícil saber el sexo y aun la edad del ejemplar
que tiene entre manos. De aquí que, lógicamente, quien estudia ani-
males fósiles, sobre todo sí no tiene un profundo conocimiento de los
animales actuales, tienda a interpretar las más nimias diferencias
como caracteres específicos y hasta genéricos. Uno de los más grá-
ficos ejemplos de esta tendencia, que a veces Casi se convierte en una
manía, es el que ofrece Mercerat (1), quien al estudiar la magnífica
serie de restos de Nesodon imbricatus que existe en el Musco de La
Plata, toda ella procedente de una misma localidad y de un mismo
horizonte geológico, distingue nada menos que cinco géneros y vein-
ticineo especies diferentes. Si dicho autor hubiese tenido noción de la
incompatibilidad ecológica, y hubiese sabido que para los grandes
mamíferos ésta toma generalmente el carácter de incompatibilidad
veográfica, seguramente no habría incurrido en semejante desatino,
ya que en una misma época jamás conviven en la misma localidad
tantas formas afines.
El paleontólogo que tiene presente este hecho, al hallar en un
mismo yacimiento restos de animales solo ligeramente diferentes
entre sí, antes de aventurarse a establecer sobre ellos nuevas espe-
cies, procura investigar la posibilidad de que exista una variación
puramente individual, o de edad o sexo, y en la mayoría de los casos
la comparación con las formas vivientes demuestra que esto último es
lo que realmente debe admitirse. En términos generales, puede darse
por sentado que, en una misma localidad (empleando esta palabra en
-sa más amplio sentido) y en el mismo horizonte, no es posible aceptar
la existencia de dos o más especies afines, ni mucho menos la de dos
-0 más subespecies de una misma especie, cuando se trata de grandes
“vertebrados. Si los fósiles son invertebrados terrestres o vertebrados
pequeños, pueden hallarse juntos los restos de especies congéneres,
(1) Revista del Museo de La Plata, 1, 1891, páginas 391-440.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV 19
260 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
que en vida ocuparían tal vez distintas residencias ecológicas ; pero
no será frecuente encontrar reunidos los de formas muy afines entre
sí. Para las faunas marinas, la regla no puede, naturalmente, tomarse
en un sentido tan absoluto, pues la sedimentación puede haber reu-
nido, en muchos casos, restos de seres que vivieron a distintas profun-
didades o en diferentes condiciones.
Aparte de esta relación con la distinción y establecimiento de espe-
cies, tiene la ley que nos ocupa estrecha vinculación, según ya he
indicado, con el problema de la extinción de ciertas especies. Tal vez,
en ciertos casos, han sucumbido a la competencia hasta grupos ente-
ros. Aun cuando no más sea desde este punto de vista, merece la
incompatibilidad ecológica tanta atención por parte del paleobiólogo,
como de quien se dedica a investigar en la biología de las formas.
actuales.
LAS LÍNEAS ÚLTIMAS Y SUS POTENCIALES DE EXCITACIÓN 0
POR EL DOCTOR ADOLFO T. WILLIAMS
ABSTRACT
The ultimate lines and their exciting potentials. — 1% Two tables of ultimate lines
are published (one of neutral atoms and another of ionized atoms); in them are
indicated the initial levels, the corresponding exciting potentials, their classifi-
cation in primary, secondary and terciary lines (Russell), and — for the ultimate
lines of neutral atoms — the possibility of absorption at temperatures of 12509
and 2500. 22 The number of ultimate lines is 1079, 536 of which belong to the
arc, 339 to the spark, and 204 are not classitied ; of these latter, 119 are supposed
to belong to the are and 84 to the spark. Fifty per cent of the ultimate arc lines
correspond to class a (primary lines), and the same proportion is maintained in
the spark lines. 3 The relation between ultimate lines and the character of spec-
tral structures is also examined.
1. INTRODUCCIÓN
En la obra recientemente aparecida de Twyman y Smith (*) ha sido
reproducida, con algunos agregados, la tabla de las líneas últimas
publicada por nosotros en 1928 (*). En la obra mencionada figuran,
entre los agregados, los potenciales de excitación, pero este dato ha
sido consignado sólo para muy pocas líneas. Tal es el motivo que nos
ha inducido a publicar esta nota, en la cual figuran, en la forma más
completa posible, los valores numéricos de los potenciales de excita-
ción y también otros datos, a fin de establecer algunas conclusiones ;
(1) Un resumen de esta memoria ha sido publicado en Nature, 130, página 313,
1932.
(?) F. TwYMan y D. M. SMITH, Wavelength Tables for Spectrum Analysis, pági-
na 135. Adam Hilger Ltd. Londres, 1931. :
($) A. T. WiLLIaMs, Contrib. Est. Ciencias, Serie Mat. Fís., 4, página 372, 1928.
262 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
para este fin hemos consultado, además de la bibliografía consignada
en nuestra memoria de 1928, los trabajos sobre las series aparecidos
recientemente ('). Se han incluído también las líneas últimas que se
encuentran clasificadas en la tabla de Meggers (?) con excepción de
las pertenecientes a los gases raros y a los halógenos. Esta tabla ha
sido establecida teniendo en cuenta los datos experimentales y las
reglas teóricas basadas en las estructuras espectrales.
2. LÍNEAS ÚLTIMAS DEL ÁTOMO NEUTRO
En la tabla ÍI figuran el elemento correspondiente, los niveles de
que provienen las líneas, el número de las mismas, el potencial de
excitación, la posibilidad de que dichas líneas aparezcan en absor-
ción en el vapor a las temperaturas de 1250% y 25009, indicando el
signo la posibilidad y el signo — la imposibilidad, de acuerdo con
el criterio que estableceremos más adelante. El signo ? corresponde a
los elementos cuyas moléculas no son monoatómicas. Finalmente,
la clasificación de las líneas últimas en primarias, secundarias y ter-
ciarias, de acuerdo con lo establecido por Russell modificando la
nomenclatura en la forma propuesta por Catalán y por nosotros (+) :
a significa líneas primarias, bh líneas secundarias y C líneas terciarias;
cuando se trata de niveles originados en la misma configuración y
con términos del mismo valor l y de r — salvo excepciones — se les
designa así : A,, As, As» --- b,. b,, etc.; cuando estos niveles difieren en
menos de 0,1 volt, se les considera como simples.
() Au (IL), J. C. MOLENNAN y A. B. McLay, Proc. Royal Soc. (Canada), Section
111, 22, página 103, 1928; Se, Y, La y Lu, W. F. MecGreks y B. F. ScrIBNER,
B. of S. J. of Research, 5, página 73, 19305 Zr (D y Zr (1, OC: KrESsSey Era
Krirss. B. of S. J. of Research, 6, página 621, 1931 y 5, página 1205, 1930; H£ (1)
y Hf (Il), W. F. MreGGrks y B. F. SckrIBNER, B. of S. J. 0f Research, 4, página
169, 1930 y J. 0.58. 4. 17, 83, 1928; Pb (IL), H. GISELER Zeit. f. Physik, 42, página
269 19275 AS). Be MEGGERS y T. L. de BrRUIN, B. of S. J. of Research, 3,
página 765, 1929; Cr (1) y Cr (1D, C.C. Krrss, B. of S. J. of Research, 5, página
TIOS O AMA CATALÁN, 4nales Soc. Españ. Fis. (Juím. 28. página 611, 1930
y 29, página 327, 1931; Fe (LD), M. A. CaraLÁN, dnales Soc. Españ. Fis. Quím.,
28, página 1239, 1930; Ni (D, H. N. RusseLL, Phys. Rev. 34, página 821, 1929.
(2) W. F. MEGGERSs. Critical Tables, 5, página 322, 1929.
(2) H. N. RusskeLtL. dAstrophys Joun, 61, página 223, 1925. M. A. CATALAN.
Anales Soc. Españ. Fís. Quím. 23, página 401, 1925 y A. “P. WiuLLrams. Contrib.
Est. Ciencias, Serie Mat.-Fís. A, página 364, 1928.
LAS LÍNEAS ÚLTIMAS Y SUS POTENCIALES DE EXCITACIÓN 263
TABLA 1
eS Posibilidad | Posibilidad
Número
Elemento Nivel de líneas P. E. Clase Se 3 ds Eos
OS absorción | absorción
a 12500 a 25009
H de) dl: 0,00 a 2 2
» 32 2 10,02 b 2 ?
Li ¿9 3 0,00 a + +
» 2p 5 1,84 b — =P
Na 2S 5 0,00 a + +
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Cs 28 4 0,00 a + +
Cu 28 2 0,00 a + +
» 2D 5 1,38 b, = +
» 2D il 1,63 b, — +
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Ag 2S 2 0,00 a + OS
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» “D 2 2,65 b, —
» AP 1 4,60 C, — —
» AP 1 5,08 e, — —
Be IS 1 0,00 a + --
» 2 4. 2,91 b — —
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» 1D 1 2,50 C —= =
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» *P 3 4,65 b, = 17
» E 7 4,85 b, 0
» E 6 5,45 b, = Sr
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ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA
264
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265
LAS LÍNEAS ÚLTIMAS Y SUS POTENCIALES DE EXCITACIÓN
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266 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
E Posibilidad | Posibilidad
Número do de
Elemento Nivel de líneas BE: Clase AS
últimas
a 12500 a 25009
Pd 1D 3 1,45 b == +
» 3D 3 4,45 c — —
Ir 2D 6 0,00 a, mE le
» *D 3 0,36 a, aja E
Pt 3D 4 0,00 a + +
» 'D 2 0,96 b je ae
» sE 9 1,00 e, EE AE
» SE 1 1,25 (e — +
» 3p 1 1,67 C, = +
» ? 2 4,20 Cc = >
La
3. LÍNEAS ÚLTIMAS DEL ÁTOMO IONIZADO
La tabla II, dispuesta de manera análoga a la anterior, contiene las
características de las líneas últimas correspondientes al átomo ¡oniza-
do; no figuran las relativas a la absorción puesto que a las temperatu-
ras que es dado alcanzar en los laboratorios no sería posible observar
dichas líneas en absorción. En la columna potenciales de excitación
se ha establecido el del ión correpondiente y, a renglón seguido, el
potencial de ionización del átomo neutro (') que hay que sumar a
aquél para obtener el valor numérico correcto de los potenciales de
excitación de las líneas últimas de la chispa.
TABLA II
Número
Elemento Nivel de líneas BE: RT Clase
últimas
Cu (11) 3D) 4 0,00 ' a
» sD 9 010 7.69 a,?
» 1D 2 0,54 b+
Ñ 3 0,00 a?
Ag (11) D 3 0,19 a, +
E a 0,56 | A
» 1D 6 0,85 ' b>
Au (11) E 1 3,15 on ba
» 3p 1 10) e
Be (II) 28 2 0 00 pe 9 asias
(+) A. E. RUARK y H. C. UREY, 4Atoms, Molecules and (Juanta, página 280. New
York 1930.
LAS LÍNEAS ÚLTIMAS Y SUS POTENCIALES DE EXCITACIÓN
Elemento
Mg (11)
»
Ca (11)
»
Sr (11)
»
Ba (1D)
Ra (II)
Za (11)
»
Cd (11)
»
»
Hg (11)
»
B (II)
Al (11)
Al (11)
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YO
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Y (11
La (II)
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Nivel
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Número
de líneas
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Clase
267
268 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Número
Elemento Nivel de líneas 125710 JE Clase
últimas :
Zx (11) 2 13 | 0,00 | (Os
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» , 3 0,64 | / bh, +
» 18 3 0,81 / bh, +
4. CONCLUSIONES
1. Olasificación de las líneas últimas. — La tabla III contiene el
número de líneas últimas para las diversas clases en que las hemos
dividido.
LAS LÍNEAS ÚLTIMAS Y SUS POTENCIALES DE EXCITACIÓN 269
TABLA III
Posibilidad de absorción
E dos Número ——á a >
Clasificación
de líneas A 12500 A 250009
P. E. <1,03|P. E. < 2,06
Ae AA AR 2 276 211
Arco ) E 206 46 116
E A O 9 7 2
y E EAN 170 — —
Chispa ) Aaa, 109 — —
Cds 60 — —
Sin clasificar ... 204
Número total... 1079 329 414
PELPIáÓdáqCq<A2A A A A
N“ de las posibles
líneas de absorción
Existen 1079 líneas últimas, de las cuales 536 pertenecen al
arco, 339 a la chispa y 204 están sin clasificar, presumiéndose que
119 son del arco y 84 de la chispa. El cincuenta por ciento de las
líneas últimas del arco pertenecen a la clase a (líneas primarias), Otro
tanto ocurre con las líneas de la chispa. Según Meggers, Kiess y
Walters (*) todas las líneas de la chispa, sin excepción alguna, se
originan en el nivel fundamental; esta conclusión es compartida por
Catalán (?). Los computos que hemos hecho no confirman dicha con-
clusión, salvo en muy pocos elementos del grupo del Hierro : Se, V,
Ni, Co y Cu.
2. La absorción de las líneas últimas. — Como complemento de
nuestras observaciones referentes a las líneas últimas (*) hemos esta-
blecido como límite máximo para que puedan aparecer en absorción
las líneas últimas el valor N,/N = 1/14500 que corresponde, según la
ecuación
a un valor de E = 1,03 volts para T = 12509, y a un valor de E = 2,06
para T=2500%. El valor de N,/ N que hemos adoptado corres-
(1) MEGGERs, Kirss y Walters Jr., J. O. S. 4., 9, página 355. 1924.
(2) M. A. CaraLÁN, Anales Soc. Españ. Fis (Juim., 28, página 92, 1930.
(3) Contrib. Est. Ciencias. Serie Mat. Fís., 5, página 512, 1931 y Comptes Ren-
dus, 193, página 358, 1931.
270 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
ponde a un límite extremo, porque de acuerdo con nuestras experien-
cias (*) sólo se observan líneas débiles para N,/N > 1/1600 y líneas
de mediana intensidad para N,/N > 1/210; para el valor adoptado
sólo se observan líneas de absorción de muy débil intensidad y en
pequeño número. De acuerdo con estas consideraciones y sin tener
para nada en cuenta otros factores en la obtención de los espectros
de absorción, siendo el más importante el de la tensión de vapor del
elemento considerado, es posible observar en absorción a la tempera-
tura de 12509 aquellas líneas cuyo nivel originario es el fundamental
o sólo distan de éste como máximo 1,03 volts, es decir '330 líneas
sobre 536 y a la temperatura de 25009, 414 líneas sobre 536. Las
cifras consignadas son las máximas puesto que si se calcula el núme-
ro posible de líneas de absorción de mediana intensidad el valor
N,/N debería ser 1/210 que corresponde a un valor de 1,13 volts a
25009, lo que demuestra que excepción hecha de las líneas origina-
das en el nivel fundamental, sólo un pequeño número de las corres-
pondientes a los otros niveles serían susceptibles de ser observadas
en absorción.
al
SS
z P (bc)
4
>)
2 “D(b)
o A
1
One o S a > » SN > ¿S/2)
Ly Ma K Cy FP Ag Cs Ay
Figura 1
3. Las estructuras espectrales y las líneas últimas. — Las figuras 1,
2 y 3 muestran para los elementos de la primera, segunda y cuarta
columnas de la calificación periódica, la variación, en función del
(1) Contrib. Est. Ciencias. Serie Mat. Fís., 5, página 504, 1931. Phys. Zeit, 33,
página 154, 1932.
LAS LINEAS ÚLTIMAS Y SUS POTENCIALES DE EXCITACIÓN OZ Al
número atómico, de las características de los términos espectrales
que dan origen a las líneas últimas. ln la primera y segunda colum-
nas se observa una regularidad manifiesta, sobre todo en la segunda.
Sólo hacen excepción a esta regularidad el Cu y el Au debido a la
existencia de los términos profundos *D; el gráfico correspondiente
61 'P
= o
| 5) : P (6)
'
Ú
4?
$+
0: a ON
Be Ma Ca Zn Sr Cg Da 4 Ra
Figura 2
a la cuarta columna presenta características distintas debido a las
diferencias profundas de las estructuras espectrales. Con excepción
de la segunda columna todas las otras presentan gráficos semejantes
al de la figura 3.
4
1
RS S (c)
$
D(»)
E
E des
o y (6) (3)
P : e
10) o o o d
5 Si 0 A Ge ZLr Sn Hs P,
Figura 3
En el caso de los multipletes se observa en la figura 4 que es el
esquema de dos multipletes, uno del Zr (1) y otro del V (1D), que sólo
son líneas últimas — las que se hallen indicadas por círculos som-
breados — aquellas en las cuales se cumplen las condiciones Al= — 1
272 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
para Aj=—1y0 y Al=0 para Aj=— 1 y 0. Sólo hacen excep-
ción a esta regla los multipletes SP, del Mn, del Cr, ete. Esta conclu-
sión es idéntica a la que establecimos (') respecto de las líneas que
22M) a ale de e ales
oe SS. Aj=-1
2
/
%, SO .>
/
a ee
5 O
2 23
/ /
Y
Figura 4
aparecen en absorción y que cumplen las mismas condiciones en la
variación de los números cuantistas.
Instituto de Física, La Plata, 30 de junio de 1932.
(+) Contrib. Est. Ciencias. Serie Mat. Fís., 5, página 511, 1931 y Phys Zeit, 33,
página 157, 1932.
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS
EN LA PROVINCIA DE CÓRDOBA
POR EL ING%* CARLOS WAUTERS
RESUMÉ
Législation des forces hydrauliques dans la province de Córdoba. — Les instal-
lations hydro-électriques sont tres peu nombreuses et de minime importance en
Argentine; par contre, les usines thermiques sont en grand nombre : deux
d'entr'elles fort puissantes. L*auteur fait ressortir que l'usage des eaux pour la.
production de force motrice n'est qu'une forme accessoire d'autres usages cou-
'ants. La législation fondamentale respective existe chez nous, probablement la
plus parfaite et prévoyante du monde entier. Les provinces conservent la juris-
diction exclusive sur leurs eaux. Le gouvernement fédéral na qu'une interven-
tion provisoire, d*ordre financier et tres restrictif en ce qui concerne l'industrio
hydro-électrique. Córdoba, par sa situation géographique centrale, ses eaux publi-
ques abondantes et ses hautes montagnes, offtre un admirable outillage hydro-
électrique non exploité jusqu'a présent.
L'auteur sépare la production d'énergie de sa distribution. Quelle que soit son
origine, hydraulique ou thermique, la distribution est toujours la méme, ainsi
que sa législation respective. En revanche, pour la production, la différence doit
exister. Pour les usines hydrauliques la législation générale des eaux est á res-
pecter. Les machines thermiques sont, forcément, soumises á d'autres prescrip-
tions. Le Code civil, unique pour tout le pays, assure done lPuniformité de la
législation en matiere de forces hydrauliques. Cest le grand avantage que nous
avons acquis sur d'autres nations. C'est bien pour cela que nous ne devons pas
adopter leurs législations, compliquées et encore imparfaites, malgré tous les
efforts réalisés.
Aprés avoir signalé les principaux avantages de notre législation générale, qui
ne manque que d'une réglementation soignée de la part des provinces, et de
faire saisir la possibilité de soumettre tous les usages des eaux aux mémes regles,
Vauteur reconnait que lPexploitation directe par 1”État est franchement répudiée.
L'exploitation privée, peut-étre bien par l'abus des premieres concessions par
trop libérales, se préte á un monopole, plus ou moins déguisé, que l'opinion
publique critique. L'exploitation mixte parait étre la solution préférable, puisque
2 NE ANALES DE LA SOCIBDAD CIENTIFICA ARGENTINA
PÉtat apporte gratuitement la matiére premiére de toute l'industrie ; et les con-
sommateurs d'éne: gie que 1'État représente amortissent toutes les installations
de production et de distribution. L'”État ne reste pas propriétaire des travaux
d'irrigation qu'il éxécute : ils appartiennent aux usagers qui les administrent
apres les avoir payés. Il doit en étre de méme avec les installations hydro-élec-
triques.
La législation pour la distribution devrait étre tres simple et admettre une
révision périodique purement réglementaire, étant dounné les progres incessants
de l'industrie électrique. Le gouvernement fédéral doit conserver une simple
action de conciliation générale, sorte de concordance administrative entre les
différentes provinces pour faciliter le transport d'énergie, en dehors de son inter-
vention exclusive pour l“utilisation des eaux internationales.
A Córdoba le gouvernement fédéral s'est introduit pour éxécuter des travaux
d'irrigatiou. Cesta la province que correspond la législation de ses forces hydrau-
liques. Le pouvoir fédéral, dans 1impossibilité d?accomplir son programme d'irri-
gation, prétend sauver sa situation en dérivant 1objectif principal de son grand
barage du rio Tercero vers l'exploitation de ses forces hydrauliques.
L'urgence d'une législation complete des eaux avec un chapitre spécial pour
leur utilisation par des usines hydro-électriques est manifeste. Cela répond aux
exigences de la situación économique du pays et au besoin de tirer parti des
grandes ressources naturelles existantes. Le bas prix de l'énergie est á la base
de notre progres industriel. Nous ne 1obtiendrons que par l'emploi rationnel de
notre richesse publique en eaux.
SUMARIO. — El bajo precio de la energía eléctrica en el progreso industrial del
país. El uso del agua para producir fuerza motriz es uno de sus tantos aprove-
chamientos previstos en toda legislación de aguas. El Código civil establece
la jurisdicción exclusiva de las provincias sobre sus aguas territoriales.
1. En Córdoba un escándalo legislativo ha mostrado la necesidad de dictar una
legislación del género. Existe la de orden civil uniforme para todo el país. Sólo
falta reglamentarla en la provincia.
2. Deficientes estadísticas locales y nacionales. Índices comparativos de prospe-
ridad. Las concesiones en explotación no responden a ningún plan de conjunto.
Las instalaciones térmicas se multiplican más que las hidráulicas. Si las aguas
son insuperables fuentes para crear riquezas, no es razón suficiente para que
la nación pretenda substraerlas de la jurisdicción de las provincias.
3. En ellas, por ley, su acción es de ayuda puramente financiera, muy limitada
en materia de fuerzas hidráulicas. La Academia nacional de ciencias exactas,
físicas y naturales no pudo recomendar para ellas una legislación nacional para
el interior, salvo para los territorios nacionales. Muy distinta es la situación
de los países que admitían derechos ribereños en el uso de sus aguas. Las
soluciones que han alcanzado por múltiples transacciones no nos convienen.
Disponemos de una legislación fundamental inmejorable y más previsora.
Debemos exteriorizar sus ventajas.
4. Distingamos la producción de energía de su distribución. La legislación para
fuerzas hidráulicas es distinta para las térmicas. Aquélla es parte integrante
de la general sobre aguas que debe modernizarse en todas las provincias. Ha-
NE
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 2 O
gamos obra de nacionalismo y no nos dejemos seducir por legislaciones extran-
jeras. Superioridad de nuestra legislación de fondo.
5. Algunos de sus principios fundamentales. El Estado entrega el uso del agua
a título gratuito. Los pagos que hacen los usuarios no forman rentas para el
Estado. Importan la retribución de servicios recíprocos. Los empleadores de
corriente eléctrica de origen hidráulico son simples usuarios indirectos de agua.
6. El Estado debe intervenir a favor de éstos como lo hace a favor de aquéllos.
La tarifa para unos equivale al canon para otros. Método para fijar tarifas
racionales. El rescate de las obras e instalaciones se hace por quienes pagan
los servicios. Se adueñan de ellas en ambos casos. Desde ese momento se reduce
la tarifa o el canon, pues sólo cubre gastos de conservación y explotación.
La directa fiscal no tiene ambiente en el país. Falta espíritu de asociación
1
entre los usuarios. Si para riegos existentes los gobiernos pusieron en juego su
crédito dudoso es que lo hicieran a favor de usuarios por formar en el futuro.
El concesionario intermediario aparece como eslabón indispensable. Frente al
mismo se impone la ley-contrato de concesión. Al surgir varios nacen los con-
flictos de vecindad y de explotación. El monopolio de la industria es la solución
final. Ventajas de la explotación mixta. Sus características esenciales.
8. Legislación de técnica eléctrica para la distribución. Aspectos generales que
ha de contemplar. Libertad de acción reglamentaria periódica. La federaliza-
ción eléctrica es inoportuna. La acción presente de la nación es de fomento.
Su acción directa es internacional y de conciliación interior.
9. La nación se ha introducido en Córdoba al objeto primordial de desarrollar
regadíos con las aguas del río Tercero. No puede entregar la facultad de legis-
lar sobre fuerzas hidráulicas : es función propia y exclusiva de la provincia.
Debe entregar el dique construído a títnlo gratuito, por imposibilidad material
de cumplir la ley. En caso contrario, terminada la obra constructiva del Minis-
terio de Obras públicas debe iniciar el Ministerio de Agricultura la de orden
económico-social. No puede fijarse el régimen de descarga del dique sin con-
templar el uso primordial del regadío. Los funcionarios de la nación no pue-
den aconsejar procedimientos reñidos con el mismo texto de la ley. No es admi-
sible para encubrir sus propios fracasos. Concesiones nulas en la provincia.
Porvenir de las que están en explotación. Sancionada la legislación habrá que
cumplirla estrictamente.
10. Conclusiones.
En la vida moderna de las naciones que gozan de mayor prosperi-
dad, como en las más afectadas por la crisis mundial, es preocupa-
ción dominante de los gobiernos el abaratamiento de la produccion
de toda índole, empezando por la de energia producida por cualquier
medio artificial. No hay comodidad colectiva ni progreso industrial,
sino a base de las aplicaciones de corriente eléctrica a bajo precio,
cualquiera que sea su fuente de producción, hidráulica o térmica.
Los problemas que despierta la satisfacción de este anhelo han
entrado en el campo de acción de la opinión pública, al extremo que
ella empieza a considerar que su explotación es como uno de tantos
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV 20
276 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
servicios públicos que deben estar a cargo directo del Estado. Entre
nosotros hay retardo evidente en la materia, como en tantos otros
aspectos de la utilización de nuestros propios recursos naturales.
Sólo con el abaratamiento de la energia podremos pensar en la cale-
facción eléctrica, la producción de vapor y en el despertar de múlti-
ples industrias electrometalúrgicas y electroquímicas propias. Son
las que consumen corriente en gran escala.
La Constitución nacional, en su artículo 31, dispone que las pro-
vincias están obligadas a conformarse con las leyes que dicta el Con-
greso, «no obstante cualquier disposición en contrario que conten-
gan las leyes o Constituciones provinciales». Tal sucede con el Código
civil que establece que las aguas son bienes públicos reservados a
las provincias que conservan jurisdicción exclusiva sobre las que
existen en su territorio. El Congreso sólo puede legislar sobre las
que corren en territorios nacionales: sobre ellas y las internacionales
tiene jurisdicción propia o concurrente.
El uso del agua para producir fuerza hidráulica es uno de tantos
de sus aprovechamientos. No puede substraerse de la legislación
general sobre aguas que incumbe dictar exclusivamente a las pro-
vincias, encuadrada en las disposiciones fundamentales que establece
aquel Código fijando normas uniformes para todo el país.
Si la nación interviene en ellas desde 1909, lo hace en virtud de
la ley número 6546, a efectos de prestarles un concurso puramente
financiero; su actuación allí es pasajera, y por el tiempo necesario
para que los usuarios del agua puedan verificar el rescate de las
obras ejecutadas cubriendo su importe con el pago de un canon
anual, fijado por la misma ley, en forma de lograrlo en un plazo pru-
dencial. El objetivo determinante del proceso de aplicación de esta
ley es el regadio y por eso se llama ley de irrigación, aun cuando no
lo sea propiamente hablando. Sólo subsidiariamente puede ocuparse
de otros aprovechamientos del agua; así, de fuerza hidráulica, por
ejemplo, únicamente cuando sea «económicamente utilizable » artícu-
lo 15. Para tal caso, la misma ley determina el procedimiento a seguir
para la explotación. La nación no puede alterar estas disposiciones
claras y terminantes sin intervención previa del Honorable Congreso.
Desde 1927, hemos escrito que «es bajo el aspecto hidroeléctrico
que la regularización de los caudales de nuestros ríos presenta su
solución económica » para muchas regiones del interior (1). Pero ello
(1) ¿Embalses, o mejor distribución? Estudio económico comparativo,
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 277
no importa alterar la distribución fundamental de preferencia de los
aprovechamientos de las aguas, regida por exigencias imperativas
de orden económico social que es Indispensable respetar con vistas
al futuro. Cuando Píndaro reconocía que «el agua es la mejor de las
cosas » lo hacía teniendo en vista su esencial destino para la agri-
cultura y no para llenar otras necesidades accesorias. De aquella
industria derivan todas las riquezas que despiertan y vivifican las
restantes. Es la que alimenta al mundo entero en siglos de existen-
cia y le salva de sus grandes crisis.
Nos proponemos contribuir al estudio de tan interesante problema,
refiriéndonos al caso concreto de la provincia de Córdoba, después de
plantearlo en términos generales, aplicables a todo el país, en razón
de nuestra legislación actual sobre aguas que no hay conveniencia
alguna en modificar sino, muy al contrario, reconocerle todo su real
y verdadero mérito.
I
UNA CONCESIÓN TRAMITADA EN CÓRDOBA PROVOCA UN ESCÁNDALO
El aprovechamiento de las fuerzas hidráulicas disponibles en el
interior empieza a preocupar a algunas provincias. No puede ser de
otro modo: es una verdadera riqueza que pertenece a la comunidad y
que no puede entregarse a particulares para facilitar el enriqueci-
miento de unos pocos individuos. Al Estado corresponde reponer sus
finanzas echando mano a una inagotable fuente de recursos, indirec-
tos pero no menos apreciables. La legislación debe orientarse en ese
sentido; es tiempo de reaccionar en una industria en que la impre-
visión del Estado y la sorpresa de los especuladores han sido invaria-
bles normas de conducta, felizmente en pocos casos hasta el presente.
Córdoba, a mediados de 1930, ha provocado graves comentarios.
Enconados debates agitaron numerosas sesiones legislativas, con
motivo del reconocimiento de una concesión de energia hidráulica
del río Tercero que, según se afirmó, importaba consolidar un ver-
dadero monopolio de la industria eléctrica en toda la provincia, ya
que las dos empresas que explotan concesiones anteriores trabajan
en acuerdo perfecto. La combinación se consideraba, con sobrada
razón, ruinosa para el Estado.
El escándalo administrativo descubierto trajo complicaciones de
orden político; y la intervención del mismo presidente de la repú-
278 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
blica ante la breve pero intensa publicidad que lo fulminó, impidió
el negociado que se elaboraba para enagenar, por tiempo indetermi-
nado, la explotación exclusiva de una gran riqueza. Si bien la revo-
lución ha determinado el ocaso definitivo de un ambiente de corrup-
ción sin precedentes en nuestra historia administrativa y que no se
renovará fácilmente, conviene analizar las causas que han permitido,
o facilitado por lo menos, la concepción de semejantes planes, sólo
admisibles al amparo de una condenable indiferencia general — por
no decir ceguera colectiva— y a la falta más absoluta de respeto a las
leyes de fondo en vigencia.
Es muy cierto que el Centro de Ingenieros de Córdoba ha mani-
festado públicamente su extrañeza porno haber sido consultadas
previamente las oficinas técnicas. Pero cuando algunos profesionales
han emitido sus opiniones en informes o artículos, lo han hecho
demostrando iguales fallas, pretendiendo amoldar al modesto am-
biente de Córdoba normas usadas en países de densa población, con
reducida extensión territorial, con poderosas industrias o explotacio-
nes en pleno desarrollo y con grandes reservas de dinero disponible.
Han olvidado las enseñanzas que se derivan de la experiencia acu-
mulada en ellas, para aplicarlas con tino y acierto entre nosotros y
corregir los errores cometidos, en los pocos casos de concesiones otor-
gadas hasta hoy, sin mayores estudios previos, o formulados por
novicios en la especialidad. Son estas fallas las que nos han creado
situaciones que, lejos de afianzar, debemos rectificar para evitar com-
plicaciones ulteriores, indemnizaciones prohibitivas o dificultades
como Jas dominadas en aquellos países a fuerza de sacrificios, empe-
ños de toda clase y en muy largos años de incesante labor.
Felizmente entre nosotros la solución es sencilla y prevista en
nuestras leyes fundamentales; sólo falta su reglamentación apro-
piada. Falta por completo en Córdoba; su sanción viene impuesta
por sus progresos, a efectos de resolver, de una vez por todas, varios
de los problemas que reclama el aprovechamiento de sus aguas de
dominio público, en distintos de sus aspectos de utilización práctica,
agricola e industrial. Lo hemos sostenido desde hace años, en cuanto
al uso del agua del río Primero para el regadio; se nos contestó que
Córdoba tenía sus doctores. Ahora se admite que, no obstante ello,
nos asiste toda la razón. Nos será fácil comprobar que, si esa era la
situación y es aún hoy para los aprovechamientos agrícolas, con
mayor razón lo es para los industriales, porque las bases fundamen-
tales que rigen su uso o goce son idénticas en uno u otro caso.
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 279
Nos proponemos aportar algunas reflexiones sobre el tema para
contribuir a evitar sorpresas inevitables en un ambiente de imper-
donable indiferencia colectiva, seguramente por tratarse de asuntos
nuevos en la provincia que no se ha visto en el caso de entregarlos
al estudio detenido de sus autoridades. Sus riquezas naturales de
otro orden le han permitido alcanzar su gran prosperidad actual: no
ha podido preverlo todo. Vivimos épocas de exigencias nuevas que
imponen métodos y soluciones inspiradas en la técnica que domina
cada vez más todas las actividades sociales.
TI
SITUACIÓN ACTUAL DE LA INDUSTRIA EN CÓRDOBA
No nos preocupemos demasiado de las estadísticas que se refieren
a las fuerzas hidráulicas en explotación oa las disponibles en su
territorio. Así como nada tiene de segura la cifra de 111702 hectá-
reas (1) regadas que se le asigna — con la cual se coloca enseguida de
Mendoza, la provincia de mayor extensión de riego efectivo en el
país — la de 17350 HP de origen hidráulico que le atribuye la Aso-
ciuación Argentina de Electrotécnicos en 1927 (2) y que la Acade-
mia de Ciencias exactas, físicas y naturales de Buenos Aires reduce
a 13370 HP en 1928 (3), no obstante que en 1905 ya se avaluaba en
15000 HP (4), no ofrece tampoco mucha exactitud. Otro tanto ocu-
rre con el valor de la energía latente que en 1905 los últimos autores
calculaban en 200000 HP (5) y se hace aleanzar a 900000 HP en
1931 (6), en un avalúo de muy escaso valor, puesto que el mismo
atribuye igual riqueza a Mendoza y La Rioja con 700000 HP, y a
Tucumán la mitad de Catamarca, para no citar más que dos eviden-
tes contrasentidos para quienes conocen algo de geografía física del
interior.
Si el centro de la capital y sus alrededores consumen aproximada-
(1) Waurers, C. Los regadíos de la ley 6546 en el período de 1909 a 1929.
(2) Estadística de las usinas eléctricas en la República Argentina (1927).
(3) Utilización de las mareas de la costa patayónica, página 416.
(4) Río Y ACHAVAL, Geografía de la provincia de Córdoba, volumen II, pági-
na 232.
(5) Río Y ACHAVAL, ob. cit., página 230.
(6) La Ingeniería, año XXXV, número 682, página 418.
280 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA
mente hoy 350 kwh anuales por habitante y en toda la provincia
no más de 80 kwh en media, estamos muy lejos de los valores de
3560 kwh en Noruega, 2124 en Canadá, 1043 en Suiza, 1025 en
Norte América, 815 en Suecia, 539 en Alemania, 378 en Francia,
356 en Inglaterra y 264 en Italia, siempre por habitante. En Esta-
dos Unidos de Norte América se considera que las fuerzas hidráu-
licas aportan el 60 por ciento del total de energía consumida y que
esta proporción aumenta anualmente, reduciendo las de origen tér-
mico; el ejemplo cunde y en Méjico el proceso es idéntico, si bien
con índices absolutos mucho menores. En Suecia, ya en 1925, esa
proporción alcanzaba al 75 por ciento. Para el núcleo de nuestra
capital federal se ha calculado alcanzar en breves años a 1000 kwh
per capita: es de origen exclusivamente térmico.
Resulta evidente la conveniencia de intensificar el aprovecha-
miento de las fuerzas hidráulicas del Estado, pues el índice de su
uso lo es igualmente de su adelanto industrial y de las comodidades
de vida de que disfruta la colectividad. En cierto modo, viene a ser
la medida de la prosperidad material a que ha alcanzado y del bien-
estar doméstico de sus habitantes. Para lograrlo sólo cabe educar y
elevar el nivel social y económico del mayor porcentaje de población,
a efecto de hacerle llegar los beneficios de la corriente eléctrica y
fomentar su empleo, en todas sus formas, no sólo en los centros
poblados sino en todas las regiones que pueden recibirla a precio
reducido, como pueden entregarla únicamente las fuentes hidráuli-
cas, bajo la condición de no dejar su explotación exclusiva al mono-
polio de empresas privadas.
En Córdoba las pocas usinas hidráulicas surgidas todas en lo que
va corrido del siglo, como manifestaciones iniciales de industrias quí-
micas (carburo de calcio) o eléctricas, no han respondido a un plan
de conjunto. Son esfuerzos privados esporádicos que han sorpren-
dido al Estado sin legislación general ni especial sobre la materia.
El desarrallo del consumo de corriente, no obstamte su alto precio
en Cualquiera de sus aplicaciones, ha planteado problemas nuevos
que algunos pretenden resolver desplazando intereses creados por
otras industrias, de arraigo anterior y legítimo privilegio adquirido,
que el Estado está en la obligación de amparar cuidadosamente por-
que representan el resultado de muchos esfuerzos, largos trabajos y
respetables sacrificios.
Esta situación de la industria hidroeléctrica en Córdoba es aná-
loga a la que se presenta en otras provincias donde el desarrollo del
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 281
aprovechamiento de fuerzas hidráulicas se ha operado en la misma
forma desordenada. Con 39 122 HP utilizados en todo el país en
1927 (1), 0 26 125 HP en 1928 (2), la pobreza del esfuerzo realizado,
en no más de 15 a 20 plantas hidroeléctricas, es evidente. Ofrece un
contraste significativo frente al gran número de usinas térmicas ins-
taladas en casi todos los centros de población, por reducidos que sean
y en los más apartados rincones del país, donde el precio de la ener-
gía oscila entre los 45 y 75 centavos moneda nacional el kwh.
A nuestro juicio ello responde principalmente a la falta de una
legislación adecuada en el aprovechamiento de las aguas para captar
fuerza motriz. Ella debe establecer las bases fundamentales de una
industria esencial para el desenvolvimiento de todas las otras; y para
hacer desaparecer la desorientación a cuyo amparo se crean las situa-
ciones legales y de hecho más variadas, con graves consecuencias
para el consumidor de energía que llega a pagar tarifas más altas
que para las de origen térmico, muchas veces sencillamente prohibi-
tivas.
Felizmente estamos en tiempo para reaccionar. Hay que exteriori-
Zar una inmensa riqueza abandonada y reconocerle toda la importan-
cia que reviste para el país, no sólo para permitir la explotación de
otras muchas, sino para abaratar múltiples servicios urbanos o faci-
litar la satisfacción de otros nuevos. Es preciso consolidar esta nueva
industria fijándole normas precisas y uniformes que sean una garan-
tía eficaz y definitiva para la inversión de los capitales que reclama,
poniéndola a cubierto de las eventualidades derivadas de leyes arran-
cadas por sorpresa, o por medios más o menos condenables que nunca
afianzan derechos, cuando su ejercicio debe poderse desenvolver en
largos años y con la absoluta tranquilidad que es condición de vida
para toda industria seria.
Por otra parte es muy sensible que se olviden aspectos fundamen-
tales del problema y que sean funcionarios nacionales, más que otros,
los que introducen anarquía en las opiniones básicas. Quieren 1gno-
rar que tenemos una legislación civil sobre aguas de insuperable sen-
cillez, que nos pone a cubierto de todas las dificultades que han retar-
dado el desarrollo de la industria en otros países, o han impuesto
soluciones radicales que no tendrían explicación justificada entre
NOSOtrO0s.
(1) Estadística de las usinas, etc.
(2) Utilización de las mareas, ete.
282 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
La gran extensión del territorio y la circunstancia de recostarse
las nueve décimas partes de la población en la zona húmeda donde
no hace falta legislación de aguas y donde se desconoce la que impera
en la zona árida, trae un absoluto y general desconocimiento de las
ventajas que ofrece frente a un problema de la índole del que nos
ocupa.
TI
LA NACIÓN NO TIENE JURISDICCIÓN SOBRE LAS AGUAS
DE LAS PROVINCIAS
En la República Argentina todas las aguas son de dominio público.
Las privadas son escasas y de importancia decreciente : son las que
nacen y mueren dentro de. los limites de una propiedad de modo que,
al subdividirse, caen aquellas en el dominio público. En las provin-
clas, por respeto al pacto federal, son de jurisdicción propia y exclu-
siva de las mismas. La nación nada tiene que ver con ellas y no
puede legislar a su respecto. Tiene, en cambio, jurisdicción exelu-
siva sobre las aguas que se encuentran en los territorios nacionales,
mientras no pasen a ser provincias. A su respecto puede legislar el
Congreso nacional; pero sólo las legislaturas provinciales pueden
hacerlo para las que están dentro de su territorio respectivo.
En ambos casos, las leyes u ordenanzas locales deben amoldarse a
las disposiciones generales establecidas por el Código civil de carác-
ter uniforme para todo el país. La nación, al igual de las provincias,
debe acatar sus disposiciones : serían nulas, o anulables por autorl-
dad competente, sus providencias o reglamentos, en caso contrario.
No puede invadir el campo de acción de las provincias en materia de
agua ; sólo puede ejercer la de fomento general, de enseñanza prác-.
tica y objetiva, con servicios meteorológicos completos para estudiar
los medios de conservar las aguas y sus fuerzas latentes, reglamentar
la tala de bosques y promover la repoblación forestal, etc., pero man-
teniéndose en su jurisdicción propia. En los territorios nacionales, en
cambio, tiene amplia facultad para exteriorizar sus anhelos de previ-
sión y progreso, sin intervenir en las iniciativas de las provincias y
para darles ejemplos prácticos y positivos del acierto de las propias.
Todos sabemos que la nación ha tenido pésima suerte, cuando ha
intentado hacerlo, en materia de agua; y que es casualmente en pro-
vincias donde sus funcionarios deben recoger enseñanzas saludables
y procurar perfeccionarlas para el futuro.
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS SS
Las aguas tienen un valor propio indiscutible que hemos intentado
fijar como factor apreciable de nuestro patrimonio nacional (1). El
petróleo y los minerales son también riquezas que la nación no puede
apropiarse sin reformar la Constitución nacional. Las aguas son bie-
nes que pertenecen al Estado, el que acuerda su uso o goce según el
caso, a los particulares bajo condiciones especiales que establecen las
leyes y ordenanzas, pues el Código civil ha dejado a la autoridad
local la libertad de acción reglamentaria necesaria para poder inter-
pretar las modalidades, sociales y económicas, de cada región. Ella
conserva el control supremo que le corresponde, por ser dueña de
la materia prima e interesada en su utilización intensiva y prove-
chosa.
Por lo tanto, no hay que confundir ni tergiversar el alcance de la
intervención que las provincias reconocen expresamente a la nación,
para que ésta pueda prestarles el concurso financiero que la ley
número 6546, mal llamada de irrigación, autoriza. En efecto, sancio-
nada al simple objeto de acordar préstamos reembolsables para ejecutar
obras de riego, en materia de energía hidráulica sólo existe el artículo
15 que textualmente dice : «El Poder Ejecutivo podrá realizar obras
de ampliación para el aprovechamiento de la fuerza hidráulica que
resultare económicamente utilizable y queda autorizado para explotarla
directamente o arrendarla por términos prudenciales». En el inciso c del
artículo 18 se establece, además, que el producido «del aprovecha-
miento de la energía hidráulica >» ingresa al fondo de irrigación, expre-
samente creado para costear las obras cuyo costo debe reintegrarse
al mismo.
La nación sólo puede, en obras que haya construído al amparo de
esta ley, subsidiariamente y con «obras de ampliación », explotar direc-
tamente o con arriendo, pero de ninguna manera legislar sobre el apro-
vechamiento de la fuerza hidráulica, ni conceder su uso, pues ello
corresponde exclusivamente a la Legislatura provincial, una vez que
la provincia ha recuperado el dominio de las-obras por devolución del
préstamo y sus intereses. La nación sólo puede hacer lo que la ley le
autoriza, es decir, valerse de ese aprovechamiento para provocar
Ingresos en la cuenta capital de la obra de riego ejecutada.
Hemos demostrado (2) que la ley número 6546 no es para todo ser
(1) Del valor propio del agua y de la riqueza potencial en energía hidráulica en la
Argentina, en Anales de la Sociedad científica argentina, tomo CX, página 313.
(2) La moral administrativa del gobierno depuesto frente a la ley 6546.
284 ANALES DE LA SOCIBDAD CIENTIFICA ARGHKNTINA
vicio y que no puede usarse para ejecutar obras que no tengan otro
objetivo directo que el del regadío; no puede servir para financiar,
por cuenta de las provincias, obras destinadas a crear fuerzas hidráu-
licas. En razón de su régimen la nación desenvuelve en las provincias
actividades de carácter transitorio para asegurarse el dinero inver-
tilo. Aquella no es ley de aguas ni autoriza a la nación a sancionartla ;
sólo puede, en virtud del artículo 16, «dictar los reglamentos para la
distribución del agua en concordancia con las prescripciones de esta
ley y las pertinentes del Código civil ».
Resulta, pues, un gravísimo error de la comisión honoraria de la
Academia nacional de ciencias exactas, físicas y naturales de Buenos
Aires que estudió las mareas patagónicas, recomendar al gobierno (1)
la preparación de un proyecto de ley para «la utilización de las fuer-
zas hidráulicas del país», error en que incurre la misma Academia
en masa al expresar su deseo de que ese propósito «se transforme en
una realidad». Ella sería inconstitucional fuera de los territorios
nacionales.
El caso de los Estados Unidos de Norte América que se recuerda
con frecuencia es muy distinto del nuestro. Los estados tenían allí
autonomía absoluta para legislar en distintas materias, entre ellas
sobre el régimen de las aguas. El Reclamation Act de 1902, dictado
por el Congreso federal, procuró conciliar aquellas legislaciones loca-
les tan diversas, sin conseguirlo hasta la fecha. En materia de apro-
vechamientos hidroeléctricos como para todos los otros usos de las
aguas, se habían creado las más opuestas y contradictorias situacio-
nes, más que todo por la existencia de los derechos ribereños que
nuestra legislación civil no admite. Recién cuando a pesar de citr-
cunstancia tan perjudicial, en 1907, la producción de energía hidráu-
lica alcanzó a 8000 millones de kwh anuales, la intervención federal
se impuso por razones de interés superior pero conservando un carác-
ter de autoridad administrativa de conciliación.
Por iguales causas ha podido iniciarse recién este año la construc-
ción del gran dique Hoover, precisamente porque las aguas del río
Colorado a utilizar afectan a siete estados sujetos a legislaciones fun-
damentales distintas que el Congreso no pudo armonizar. El acuerdo
celebrado después de diez largos años de laboriosas gestiones es obra
de conciliación administrativa fundada en las recíprocas convenien-
(1) Anales de la Academia nacional de ciencias exactas físicas y naturales de Buenos
Aires, tomo IT páginas 369, 1931.
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 285
cias de todos los estados cruzados por el río, interesados en la cons-
trucción del citado embalse regulador de régimen de sus aguas.
El aprovechamiento de las aguas del Danubio que atravieza comar-
cas donde se hablan 52 lenguajes y dialectos distintos exige solucio-
nes análogas ; la creación de una comisión internacional se imponía :
existe desde hace años establecida por varios tratados. Se justi-
fica en Estados Unidos de Norte América una «Super Power Com-
mission » regional ; entre nosotros resultaría una anomalia frente a
una buena legislación provincial y su departamento autónomo, insti-
tuído para aplicarla en todos los usos del agua. Córdoba no debe
ser un «distrito regional» con jurisdicción nacional como se reco-
mienda (1); debe conservar simplemente su carácter de provincia
autónoma, pero armada con la legislación completa que le hace falta
en materia de aguas.
Tampoco es el caso de aplicar procedimientos viables en monar-
quías como Suecia, Inglaterra, Italia u otras organizaciones unita-
rias de régimen institucional distinto del nuestro. Éste ofrece sus
ventajas cuando se hace lo necesario para exteriorizarlas, sin que el
abaratamiento de la energía, que se presenta como areumento tenta-
dor a favor de su adopción, tenga nada que ver con aquella cuestión,
puesto que responde a otros factores muy distintos. La nación puede,
en cambio, por vía administrativa y como autoridad conciliadora,
intervenir en el caso de conflictos de vecindad en ríos interprovincia-
les o fronterizos, o para la construcción de embalses superiores en
ríos de este carácter, reservando los judiciales a la intervención de la
Suprema Corte de justicia.
Por otra parte, hagamos resaltar una vez más que, si las legisla-
ciones locales respetan estrictamente, como deben hacerlo, las nor-
mas fundamentales establecidas por el Código civil, los conflictos no
pueden producirse sino en cuestiones nimias de administración, sin
Importancia alguna. Es la enorme ventaja de nuestra legislación sobre
aguas, que las provincias deben esmerarse en modernizar, amoldada
a la general para facilitar su prosperidad en su propio beneficio :
alejan cada vez más la eventualidad de incidencias siempre mo-
lestas.
(1) C. Vorer, El abaratamiento de la energía eléctrica en Córdoba, en Ingeniería
civil, año II, página 702, 1930.
286 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
IV
PRODUCCIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE ENERGÍA. SU DIFERENTE
LEGISLACIÓN
Distingamos la producción de la energía de su distribución ; de ori-
gen térmico o hidráulico, el proceso de su distribución para llevarla
al consumo es siempre el mismo. Del mismo modo, la legislación apro-
piada a la producción térmica no puede ser la misma que para la hidrán-
lica. En cambio, la que rige la distribución puede ser única porque
prescinde de su origen; acompaña a la energía en su reparto, hasta
ponerla en manos del consumidor, en base a una técnica exclusiva-
mente eléctrica que ninguna vinculación tiene con la que afecta al
motor térmico o a la del receptor hidráulico.
Por eso la legislación de fuerzas hidráulicas debe estar en la gene-
'al de aguas, como la de las térmicas estará en la legislación indus-
trial que alcanza a cualquier caldera. La de distribución eléctrica es
absolutamente diversa y sujeta a normas propias muy especiales.
Véase cuán distinto resulta el problema de la producción del de la dis-
tribución. En aquélla, las hidráulicas se rigen por la técnica de su
materia prima, el agua, vinculada estrechamente a la de otros muchos
aprovechamientos que no pueden perder su privilegiada situación en
el conjunto de usos y goces tradicionales : son los que han creado las
inmensas riquezas de que nos orgullecemos en todas las regiones que
saben utilizar sus propias aguas.
En todas las leyes locales de aleún valor se ha contemplado esta
forma de uso. La de Mendoza de 1884 y especialmente la más moderna
de Tucumán de 1897, le han dedicado algunos artículos especiales
encuadrados en disposiciones generales que amparan a todos los res-
tantes aprovechamientos, siempre respetando el Código civil. No hay
entónces diferencia alguna que alcance a este aprovechamiento ; de
ahí que la legislación se presente tan sencilla para el mismo cuando
existe en vigencia una ley de aguas.
Todas las dificultades que pudieran surgir, no siendo así, Gesapare-
cen como por encanto : las aguas no quedan sujetas a un régimen
determinado para un uso o goce y auno diferente para otro distinto.
Ello sería más grave aún, tratándose de un uso sin consumo ; por eso
mismo uso y no goce, en que el agua se conserva inalterable en volu-
men y propiedades de todo orden. Nada habría más engorroso para
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 287
una administración seria que admitir excepciones a favor de uno de
los usos. De ahí la conveniencia de que todos se sometan a un régimen
uniforme de explotación, bajo el contralor de una autoridad autó-
noma que representa a todos los usuarios de agua pública, sin excep-
ción alguna, en todo cuanto se refiere, no sólo a operaciones comunes
a todos los aprovechamientos, derivación, conducción y distribución
del agua, sino a las especiales a cada uno de ellos que acompañan al
agua hasta entrar en la propiedad o usina que sirve. Eila no sale del
dominio público en momento alguno y en los mismos desagiies lo está;
por eso el Estado conserva el derecho de reglamentar el uso o goce
Cualquiera que sea el aprovechamiento a que se destina. Esa autori-
dad es la superintendencia general de aguas, tal como la proyecta-
mos en la nueva legislación que nos fué encomendada oficialmente
para la provincia de Mendoza (1), de concepto más amplio que las de
¿rrigación, suficientes cuando el aprovechamiento en el regadío era el
predominante.
Es muy cierto que las leyes locales existentes, deficientes en mate-
ria de fuerza motriz, han previsto instalaciones pequeñas dentro de
la red de canales de riego y no se han ocupado del aprovechamiento
de ríos enteros, en su régimen de escurrido natural o rectificado por
obra de embalses : ello revela simplemente una falla debida a la época
en que se dictaban. No es causa suficiente para alterar los principios
fundamentales de la legislación de aguas. El Código civil no autoriza
a interpretarla en formas diversas según sea el volumen de agua a
que deba aplicarse. La mayor parte de aquellas leyes, muchas de las
cuales han servido de modelo para proyectar otras, tienen más de
treinta años de vigencia. Bien pueden ya adaptarse a los progresos
realizados en tan largo período, especialmente en industrias que han
adquirido gran desenvolvimiento e imponen exigencias fáciles de
satisfacer, sin alterar nuestras leyes de fondo y sus saludables previ-
siones.
La distribución y comercio de la energía en la mayor parte de sus
aplicaciones representa un verdadero servicio público. Si la tenden-
cia mundial es de hacer predominar en la industria la influencia de
las fuerzas de origen hidráulico relegando las térmicas a segundo
plano, debemos esmerarnos en legislar a su respecto con acierto, con-
servando y respetando los principios fundamentales de nuestra legis-
(1) Estudio general de las condiciones de la irrigación en la provincia de Mendoza
y proyecto de ley de aguas, 1928.
288 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
lación básica, amoldando a ellos las reglamentarias locales pero res-
petando las exigencias crecientes de la industria. Nuestra riqueza en
aguas es enorme, según hemos demostrado (1); en cambio, tenemos
escasez de combustibles. Es obra de nacionalismo utilizarlas ; las pro-
vincias deben contribuir a ella en la medida que lo permitan las suyas
propias.
No debemos dejarnos impresionar por las legislaciones extranje-
ras ; se ha llegado a ellas por una larga serie de transacciones entre
las más diversas locales y una jurisprudencia sentada sin un criterio
de uniformidad muy marcado. Las sentencias dictadas en zonas ári-
das por letrados originarios de las húmedas o vice versa, han pre-
sentado los más encontrados conflictos de interpretación, al extremo
que muchas no pudieron cumplirse en la práctica. Los derechos ribe-
reños, tan comunes en Kuropa como fuera de ella, crearon los acapa-
vadores y obstaculizadores de saltos de agua que no se eliminaron
sino con grandes sacrificios. Entre nosotros no son posibles ante la.
ley ; y sí subsisten algunos es porque no se les aplica las sanciones.
claras y terminantes que ella establece en el Código civil, o por falta
de legislación reglamentaria que las precise en términos concretos.
Es el caso del Código rural de Córdoba que admite el derecho prefe-
rente del ribereño al autorizar a cada uno de ellos a servirse de la.
mitad del caudal de la corriente frente a su propiedad, disposición
que ninguna otra provincia conserva por ser contraria a nuestro
Código civil.
Los gestores y empresarios habituados a las engorrosas legislacio-
nes extranjeras proceden aquí por sorpresa, pues ni los asesores lega-
les ni los técnicos, salvo honrosas excepciones, conocen la materia.
La copia lisa y llana de muchas leyes vigentes seduce a algunos espí-
ritus que ignoran el proceso de laboriosa gestación que han sufrido, y
que nuestra legislación permite simplificar con evidentes ventajas
para los intereses del país y sus comunidades de usuarios.
La revisión de la legislación se impone, además, por otros conce])-
tos para muchas provincias; pues no sólo es anticuada sino que con-
sagra múltiples prácticas erróneas, al extremo de haber caído algu-
nas en desuso porque respondían a componendas circunstanciales.
que hemos analizado en otra oportunidad (2). En otras provincias,
(1) Del valor propio del agua, ete., ob. cit., página 25 y siguientes.
(2% Origen y significado de las antiguas medidas de agua en el interior regado, em
Revista de la Universidad de Buenos Aires, tomo 1I, sección V, 22 serie, página 39.
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 289
como en Córdoba, no existe, por no haberse sentido mayormente su
necesidad : es provincia donde el riego sólo es indispensable en su
zona norte y oeste ; en la capital el embalse de San Roque le propor-
cionó agua bastante como para no reclamar legislación completa.
Ha llegado, al parecer, el momento de reaccionar y de compensar el
retardo en que nos desenvolvemos, por diversas causas que han con-
tribuído a detener, en muchas provincias, iniciativas provechosas
para su progreso y desarrollo. El de nuestra legislación es, por otra
parte, fenómeno general en el país y para varias de sus actividades.
V
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA LEGISLACIÓN DE AGUAS
No podemos analizarlos todos por interesantes que sean. Nos bas-
tará hacer resaltar algunos, esenciales por la decisiva influencia que
determinan en el régimen del aprovechamiento del agua para produ-
cir fuerza motriz.
Ante todo, recordemos que el Estado entrega el uso o goce del
agua a título gratuito en todos los aprovechamientos y por eso no se
concibe el ¿mpuesto, ni para el riego ni para otro uso como el de fuerza
motriz. Los usuarios, en cambio, para recibir y conducir el agua o
descargar el sobrante necesitan obras que permitan estas operacio-
nes. Si alguna empresa las ejecuta porque los usuarios no pueden rea-
lizarlas por su propio esfuerzo, retribuyen el servicio que reciben,
abonando a prorata y por anualidades sucesivas su importe, del mis-
mo modo que pagan otras tasas, de diferente valor y carácter en retri-
bución de otros servicios varios, sin que ninguna de estas contribu-
ciones revista el carácter del impuesto. Por eso resulta erróneo incluir
estas entradas en el presupuesto de la administración general queno
puede, a más de entregar gratuitamente el agua de su dominio, enri-
quecer a los usuarios regalándoles parte o el total del importe de los
servicios que deben ellos mismos costearse, en la forma que lo hacen
para procurarse otras materias primas de las que usan en sus culti-
vos o industrias.
Aparecen así, por un lado las condiciones bajo las cuales el Estado
acuerda el permiso para usar gratuitamente el agua y por otro, las
normas administrativas para alcanzar la amortización del costo de las
obras que el aprovechamiento exige, cualquiera que sea, bajo el alto
290 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
contralor del Estado. Dueño de la materia prima que da vida a la
industria, tiene primordial interés en su beneficioso empleo; y para
que la equidad y la justicia dominen en la comunidad creada por ley
entre todos Jos usuarios, entrega su dirección a una repartición autó-
noma costeada por ellos mismos. Tenemos, pues, normas que afectan
las obras necesarias para poder usar del permiso distintas de las que
se refieren al permiso mismo.
A éste nos referimos aquí. Es siempre precario, nunca a perpetui-
dad, pues el Código civil expresamente lo prohibe. Es siempre por
período fijo, renovable a juicio exclusivo de la administración que
puede o no otorgarlo o renovarlo. No crea derecho alguno definitivo
a favor del usuario sobre la forma de derivar el agua, conducirla o
usarla. El permiso no se otorga en forma «discrecional» como se
afirma (1), sino dentro de las condiciones y restricciones generales
que rigen para todos los aprovechamientos establecidos expresamente
en la legislación general de aguas. Por eso, no es propiamente materia
dle concesión, en el sentido de que existan o se creen obligaciones
bilaterales ; el Estado otorga una dádiva y no puede hacerlo admi-
tiendo obligaciones adicionales de su parte.
El permiso se perfecciona por el uso pero se pierde sino se ejerce
o se deja de usar, siendo la caducidad del permiso causa de pérdida
de todas las sumas que, por concepto de tasas u otras contribuciones
se hubieran abonado a la comunidad durante su ejercicio o mientras
se explotaba el aprovechamiento obtenido legalmente; estas sumas
quedan a beneficio de la comunidad que forman los usuarios restan-
tes, pero nunca en poder del Estado que no percibe renta alguna de
las aguas. Se beneficia en forma indirecta, con las riquezas que fomen-
ta y que le aseguran el aumento de la contribución directa y de los
impuestos de toda índole. No se perfecciona, en cambio, si las obras
que impone su ejercicio no se ejecutan dentro del plazo que deter-
mina la caducidad que rige por la ley de aguas y no por los términos
arbitrarios fijados para empezarlas o concluirlas, pues todos éstos de-
ben encuadrarse dentro de aquel primordial emplazamiento general
que no puede alterarse a favor de un aprovechamiento determinado.
El permiso impone obligaciones al usuario derivadas de la misma
ley de aguas y que no son materia de contrato, como se afirma (2).
(1) C. VorPr, art. cit., página 46.
(2) C. VorLPr, Legislación de fuerzas hidráulicas en la provincia de Córdoba, en La
Ingeniería, año XXXV, número 676, página 46.
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 291
Este responde a otro propósito especial que luego señalaremos; en
él debe establecerse el más absoluto respeto a todas y cada una de
las disposiciones de la ley de aguas que rige el uso de la materia
prima a emplearse. El usuario no obtiene «una cierta delegación de
la potestad pública» como se sostiene; y no puede « ejecutar los tra-
bajos contra toda oposición de terceros », porque la ley de aguas esta-
blece las condiciones en que el Estado puede imponer las servidum-
bres que el Código civil reconoce y en cuya tramitación interviene la
soperintendencia de aguas, así como en el avalúo de las indemniza-
ciones, pero sin actuar el usuario por delegación ni por otro mandato
cualquiera.
Una vez acordado el permiso es válido por el mismo término que
se reconoce a todos los aprovechamientos, mientras se cumplan las
obligaciones inherentes al mismo. Ello no importa transferir la pro-
piedad del agua cuyo uso se ha permitido ni crear responsabilidades
al Estado respecto a volumen de agua o régimen de su descarga. Al
usuario corresponde, en todo caso, buscar los medios de salvar estas
fallas del escurrido natural de las aguas, sometiendo al estudio de
aquel las mejores soluciones, proyectando y costeando las obras nece-
sarias por su propia cuenta.
En todas las legislaciones se señala el orden de prelación o prefe-
rencia de categoría en el aprovechamiento de las aguas, acordando
el último lugar de la serie a los permisos destinados a la producción
de fuerza motriz. En zonas semihúmedas similares a la de Córdoba,
con 750 milímetros de lluvias anuales, como la de Tucumán por ejem-
plo, esta ordenación es perfectamente justificada. Es el aprovecha-
miento de las aguas en todos los usos y goces restantes que labran
la riqueza colectiva de la región. Klla proporciona la clientela a las
usinas hidroeléctricas y no conviene alterar aquella previsora prela-
ción bajo ningún concepto. En realidad, el asunto no reviste impot-
tancia para el uso en fuerza motriz, desde que para aumentar la energía
o normalizar su régimen pueden construirse siempre obras adecua-
das, complementarias y compensadoras : no olvidemos que se logra el
aumento de energía, o buscando mayor caudal o utilizando un desni-
vel suplementario.
Desde que hablamos de preferencias recordemos, de paso, que para
Córdoba, contrariamente a lo que se afirma y escribe con frecuencia,
el dique San Roque se hizo originariamente para atenuar las crecidas
del río Primero y subsidiariamente para usar las aguas en la irriga-
ción de los Altos. El párrafo inicial de la memoria con que los inge-
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV 91
292 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
nieros autores del proyecto lo presentan al gobierno, dice textual-
mente (1) : « Hace tiempo que la atención pública se halla preocupada
por la idea de emprender las obras necesarias para proteger la ciudad
de Córdoba y sus propiedades ribereñas de las frecuentes crecientes
del río Primero que a menudo son tan desastrosas ». No importa des-
plazar el regadío de su primordial importancia, pues la atenuación de
crecidas y descargas no entra en juego entre los usos y goces, por no
ser ni una ni otra cosa.
El permiso es inseparable de la propiedad o usina que lo disfruta.
Ésta se vende o transfiere con aquel. Todas las tasas que devenga
gravan la propiedad o usina; son de cobro privilegiado y. por vía.
de apremio, en el mismo carácter preferente que la contribución
directa.
La tasa que todos los usuarios abonan para el sostenimiento del
departamento general de aguas y para el pago de sus gastos genera-
les, es cuota anual permanente, uniforme en toda la provincia, varia-
ble o no de año en año, mínima para el aprovechamiento del agua en
producción de fuerza motriz porque no la consume, ni en total ni en
parte. Se entrega su importe a la comunidad de usuarios pero no al
gobierno porque no es impuesto. Todas las constituciones provincia-
les establecen la igualdad más absoluta como norma de procedi-
miento en el pago de contribuciones, tasas e impuestos ; no sería
lógico que los usuarios de agua para fuerza motriz no contribuyeran
como los otros y al igual de los de la misma categoría. Ello está pre-
previsto en toda legislación de aguas : no es materia de concesión o
contrato especial, pues como la tasa pertenece a la comunidad de usua-
rios el Estado no puede renunciarla a favor de uno cualquiera.
La declaración de utilidad pública es de carácter general en la ley
de aguas, expresamente autorizada por la Legislatura para someter
a expropiación forzosa todos los terrenos y canales que se consideren
necesarios para el aprovechamiento de las aguas, en cualquiera de las
categorías de permiso de uso o goce; y es al Poder Ejecutivo que
corresponde dictar en cada caso concreto el decreto respectivo, pre-
vio informe del Departamento general de aguas de la provincia y con
audiencia de las partes interesadas. No es materia de concesión espe-
cial ni de contrato pues está previsto en la ley general de aguas.
(1) DUMESNIL y CASAFFOUSTH, Memoria descriptiva, etc., 1884.
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 293
NI
DEL COSTO DE LAS OBRAS Y SU ADMINISTRACIÓN. TARIFAS
La legislación establece condiciones para el uso gratuito de las
aguas. Para captar la energía potencial que el escurrido ofrece hacen
falta obras, por lo general importantes, cuyo importe no está al alcance
directo de los usuarios. La materia prima es la misma para todos los
aprovechamientos y el problema de su distribución tambien idéntico.
Para la construcción de las obras necesarias, los usuarios de riego,
desde que se reunen varios y forman una comunidad regional, nece-
sitan apoyo financiero y apelan al gobierno de la provincia, o al de
la nación en el caso de aplicación de la ley número 6546, con cargo
de devolución del préstamo obtenido y sus intereses. El gobierno
interviene para poner en juego su crédito, si los recursos se obtienen
emitiendo letras de tesorería o bonos de irrigación. En la mayor
parte de los casos, estos gobiernos echan mano de los recursos del
presupuesto general de la administracion provincial o nacional, come-
tiendo la injusticia de hacer pagar a todos los habitantes de la pro-
vincia o del país entero, el costo de obras que sólo favorecen a aque-
llos pocos usuarios regionales.
En el caso de uso de agua para producción de fuerza motriz el pro-
blema es el mismo: los usuarios de corriente eléctrica reciben la
misma corriente de agua que los regantes utilizan, pero después de
haber sufrido una transformación mecánica. Las obras son de caráe-
ter distinto, en la toma de derivación o captación de la corriente: las
de distribución no son ya Canales sino cables, pero la analogía del
proceso es completa. Si la retribución del servicio se opera por los
usuarios del agua para un aprovechamiento debe hacerse para todos.
Así como para obras de riego el Estado interviene para ejecutarlas
y financiarlas debe hacerlo también para las hidroeléctricas, acep-
tando un intermediario o concesionario, constructor y financista a la
vez, si no prefiere proceder directamente por administración como lo
hace con frecuencia con aquéllas, desde luego con pésimos resultados
hasta la fecha.
La amortización del capital invertido en las obras y los intereses
devengados, los gastos de conservación y explotación de las mismas,
son factores que contribuyen a establecer la tarifa o canon del ser-
vicio prestado. Es evidente que el plazo largo permite disminuir la
294 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
cuota de amortización anual y reducir la tarifa. Si se ha admitido la
existencia de un concesionario hay que encarecer el servicio; el
intermediario no se contenta con el cobro de interés al capital en
juego sino que explota su industria, no obstante que le sirva de base
una materia prima que recibe a título gratuito, razón suficiente para
que no pueda hacerlo en «exclusivo beneficio propio» como se afirma.
Pues, en efecto, se trata de un verdadero servicio público, no sólo
por esta circunstancia sino porque los usuarios de corriente eléctrica
están comprendidos en la comunidad general de usuarios de agua,
no siendo inconveniente que uno que lo sea de riego, lo sea a la vez,
de energía u otro uso cualquiera. El contralor del Estado es pues
doblemente justificado: se realiza por intermedio del departamento
general de aguas en lo que se refiere al cumplimiento de las condi-
ciones del uso del agua, o en forma directa en cuanto a las cláusulas
establecidas para el reintegro del capital prestado.
Si los ferrocarriles que explotan servicios públicos están autorizados
para establecer tarifas que no produzcan más de 7 por ciento anual,
entre interés y amortizacion del capital invertido, reconocido pre-
viamente para cada empresa, el mismo criterio es aplicable al caso
de empresas hidroeléctricas. Así como en el riego existen gastos
comunes a toda una comunidad regional de regantes y otros espe-
ciales que sólo afectan a los de zonas determinadas, en el caso de
distribución de energía eléctrica puede desdoblarse la cuenta capital
para las obras hidráulicas y, por separado, para las de distribución
de corriente al consumo. El inconveniente de una tarifa máxima
queda atenuado al establecer el producido máximo admisible en rela-
ción al capital invertido de verdad.
Las tarifas que no son otra cosa que el canon de la ley 6546, ven-
drían racionalmente fijadas para evitar las arbitrarias, a veces prohi-
bitivas en vigencia, fijando para el caso del concesionario intermedia-
rio una bonificación extraordinaria cualquiera, recargo de 10 por
ciento por ejemplo, sobre el valor definitivo de la tarifa para com.
pensar su propia industria. Todos los factores que contribuyen a
determinarla se hallan previstos y no habría ya peligro en la forma-
ción de monopolios, siempre odiosos para la opinión pública, aun
cuando tiendan a mejorar los servicios sin detrimento de su propio y
legítimo beneficio.
Aun cuando la tarifa se mantuviera fija, el control del Estado per-
mitivia apreciar el monto de la utilidad neta realizada, destinada
exclusivamente a la amortización del capital invertido, ya sea par:
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 295
desprenderse del intermediario antes del tiempo previsto, ya para
reducir la tarifa en todo un último período, por ejemplo; para los
imdustriales suele convenir la fijeza de los gravámenes más que su
frecuente modificación, pues ésta se opone a la consolidación de los
intereses que aquélla consigue crear. Por otra parte, la tarifa fijada
comercialmente por unidades en kwh de consumo de corriente no
corresponde a la tasa por uso de agua abonada al departamento gene-
ral de aguas, ni se paga aquélla a esta repartición; es cuestión admi-
nistrativa sin importancia alguna. Es casualmente lo que distingue
las distintas tasas y aspectos de la retribución de servicios.
Su cobro está sujeto a los mismos procedimientos en todos los
aprovechamientos del agua. Si actualmente los usuarios del riego no
amortizan las obras que usufructúan ni pagan los intereses de capi-
tal invertido en ellas, como sucede especialmente en las construídas
por la nación en virtud de la ley número 6546, es situación que no
puede mantenerse por mucho tiempo más. Se engaña al público
cuando se afirma que el canon se cobra: lo que se cobra bajo esa eti-
queta no alcanza para cubrir uno solo de los cuatro factores que lo
forman; y no se intenta reforma alguna porque todas las obras han
sido ejecutadas al margen de la ley, con la complicidad culpable y
predominante de los téenicos que intervienen en su construcción.
Cuando los partidos extremistas protestan contra el enriquecimiento
de los que se benefician del trabajo ageno parecen tener presente los
usuarios del riego, en las zonas en que ha entrado a actuar el gobierno
de la nación desde 1909 hasta la fecha.
La amortización total del costo de las obras determina, no su
entrega al Estado como se repite, sino su rescate por la comunidad
de usuarios. Los de corriente eléctrica recuperan, sólo ellos, el capi-
tal invertido en la distribución; y con todos los restantes usuarios
del agua, las obras de carácter hidráulico, embalses u obras genera-
les de regularización de régimen, cada grupo en la proporción que
establece la ley general de aguas por categoria de permiso.
Después del rescate la tarifa se reduce; las obras han quedado
integramente pagadas por los que las usaron y se adueñan de éllas,
sin que el Estado haya modificado su situación de espectador, en la
suprema atribución de poder fiscalizador, siempre dueño de la mate-
ria prima animadora de toda la riqueza ya creada con su concurso y
alta mediación tutelar, interesado únicamente en el uso beneficioso
e intensivo del agua de su dominio.
296 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
VII
EXPLOTACIÓN FISCAL, PRIVADA O MIXTA
La explotación fiscal directa del Estado tropieza con graves incon-
venientes, muy difíciles de remover. No han resultado, en general,
muy halagiieños los resultados de los ensayos hechos y máxime en
nuestro ambiente. Este prejuicio está demasiado arraigado para
poder reclamar con éxito del público el dinero neeesario para cual-
quier explotación del género, o para lanzar títulos al mercado para
empresas industriales puramente fiscales. Sería injusto olvidar, sin
embargo, el esfuerzo dado en la materia por el gobierno de la nación,
desde 1909 hasta 1930, para ejecutar obras de riego y otras varias
bajo el mismo rótulo, a efecto de poder encuadrarlas en la misma
ley número 6546. Ha procedido invariablemente por administración,
usando recursos extraídos del presupuesto general, preparado para
acumular partidas en años sucesivos y proceder por vía de arrastre,
como se ha dado en llamar al sistema, y poder tejer madejas indes-
cifrables en torno a cada obra, al extremo que ni las numerosas con-
tadurias controladoras que intervienen pueden establecer la cuenta
capital de cada construcción, siempre sin terminar porque los gastos
de conservación se siguen agregando a la misma. Los intereses se
esfuman y nadie carga con ellos; y la tasa que se cobra bajo el nombre
de canon, de 6 a 10 pesos moneda nacional por hectárea al año, no
alcanza ni para cubrir los gastos de administración local. Se tergl-
versa así el carácter del canon que fija la ley comprendiendo cuatro
elementos; sólo se cobra uno, de valor insuficiente para su objeto
propio y exclusivo, para reemplazar los pocos centavos que, por el
mismo servicio, se abonaban en las mismas Zonas antes de la inter-
vención de la nación.
El capital disponible resulta, en tal forma, inagotable; pero las
obras entrañan un fracaso fiscal que hemos analizado por separado.
Es evidente que el sistema no puede prosperar y que el nuevo Con-
greso Nacional pondrá una valla infranqueable a tan ruinosa con-
cepción oficial. Son obras netamente impruductivas, de las que han
llevado al país a la situación revelada por la salvadora revolución
de septiembre.
Con este antecedente no es posible esperar de la nación mayor
éxito en obras hidroeléctricas. Es preciso evitar sus ensayos a toda
r7
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 297
costa. Hemos recogido una versión, en una provincia que hemos
visitado hace poco, que atribuye a la opinión pública la convicción
de que la nación debe construir pequeñas usinas eléctricas con dinero
del presupuesto, aportado por el trabajo de todos los habitantes del
país y regalarlas a los usuarios locales favorecidos. Es el sistema de
la dádiva de beneficencia que no despierta iniciativas y que man-
tiene pueblos enteros en la miseria. Es enseñanza que siembra la
nación por medio de sus agentes, ávidos de hacer obras aun cuando
resulten inútiles.
La tendencia a suprimir la pequeña explotación privada es mun-
dial; el costo unitario de la energía se reduce en las grandes usinas
y en la lucha de precios predominan forzosamente las mayores. El
monopolio tiende así a acentuarse y las grandes centrales eléctricas,
aun de producción térmica, absorben nuestro mercado cada día en
mayor escala, multiplicando su clientela y generalizando el uso de la
corriente en múltiples aplicaciones nuevas. Si antes de la guerra la
producción de energía hidráulica resultaba seis veces más barata que
la térmica, la desproporción se ha acentuado con el encarecimiento
del combustible y el aumento de los salarios. Entre nosotros pasa
otro tanto; y con mayor razón puesto que importamos combustible.
Si se piensa que las instalaciones hidroeléctricas reclaman capl-
tales de importancia y máxime para grandes usinas, la explotación
privada se hace, si no imposible, al menos muy difícil. La coopera-
ción entre usuarios para emprender, por sí y por su cuenta, obras de
esta entidad, no resulta viable en nuestro ambiente: el espíritu de
asociación está aún adormecido. Ello es sensible porque sería, sin
duda, el mejor de los métodos de explotación, ya que resultaría el
más apropiado para suprimir gastos supérfluos, aun cuando exiglera
reunir fuertes capitales que, en general, no están al alcance de los
usuarios, o no los tendrían disponibles para una industria relativa-
mente nueva. La acción indispensable tiene que venir de afuera, por
así decir impuesta por el convencimiento de las ventajas de la misma,
fundadas en hechos reales y positivos accesibles a todos los usuarios.
En el riego estos esfuerzos colectivos han podido surgir en escala
reducida. Para obras de alguna importancia se ha tenido que recurrir
al concurso del Estado que, en algunos casos, ha emitido títulos de
colocación interna o externa. Son las letras de tesorería de Mendoza,
San Juan y Tucumán colocadas en el mercado local, o los bonos de
irrigación de la ley número 6546 emitidos y colocados en el mer-
cado exterior por.la nación. Tucumán es la única provincia que ha
298 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
cumplido su ley de emisión retirando los títulos de la circulación;
los usuarios del riego han abonado el importe de las obras y sus inte-
reses. Así se han adueñado de ellas después de largos años de esfuer-
ZOS Colectivos.
Estos gobiernos provinciales han respondido al llamado privado
poniendo en juego su crédito porque existían usuarios interesados,
responsables y deseosos de mejorar sus servicios, dispuestos a hacer
los sacrificios reclamados por la ejecución de obras definitivas. Pero
no surgiría igual iniciativa para una industria nueva y entre usua-
rios a crear. Consideramos muy difícil, por no decir imposible, repe-
tir el procedimiento para la industria hidroeléctrica.
El intermediario animador hace falta; usuario en gran escala,
frente al Estado, para distribuir energía a terceros, empresario, cons-
tructor o financista, concesionario para usar una sola palabra, pro-
cura usufructar la situación en su provecho exclusivo, especulando
con la indiferencia general y procurando proceder por sorpresa, al
amparo de la falta de la legislación especial que se impone sancionar
sin demora, dentro de la general existente y previsora dentro de sus
lacónicas disposiciones.
La entrega de la explotación de semejante riqueza no puede hacerse
sino por contrato, supeditado a las cláusulas de la ley general de
aguas que debe dictarse previamente a efectos de ofrecer garantías
especiales que permitan al intermediario, con muy pocas disposicio-
nes adicionales, reunir los capitales necesarios para la ejecución de
las obras y asegurar su amortización con el cobro de tarifas apropia-
das. La ley-contrato o de concesión, viene a resultar un acuerdo de
partes para fijar plazos y términos a efectos de empezar y concluir
las obras, dentro de los que rigen el permiso para uso del agua,
especificaciones para la construcción, condiciones para la inspección,
intervención para establecer la cuenta capital sin aguamientos, y
demás detalles a que nos hemos referido antes : los detallaría la ley
especial requerida, cuyo objeto primordial es de reforzar la garantía
ofrecida al capital invertido, apreciable por su monto y que reclama
el carácter forzosamente precario del permiso para el uso del agua.
La mayor parte de las disposiciones contenidas en las pocas leyes
especiales existentes desaparecerían porque están previstas en la
legislación de aguas. Su texto debe incorporarse en la ley-contrato:
así nunca podría resultar ley de privilegio. El concesionario, encua-
drado en sus derechos y obligaciones por las condiciones enumeradas
en nuestro estudio, no entraña ya un peligro de extorsión para los
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 299
usuarios sino un factor de eficiencia para la explotación de una
riqueza ponderable pero en gran parte abandonada hasta la fecha.
Como éste aparecerán varios concesionarios dentro de los límites de
una provincia o en el curso de un mismo río. Pueden entónces aparecer
los primeros conflictos; son los que las grandes empresas hacen des-
aparecer fusionando concesiones y usinas, acentuando todos los carac-
teres del monopolio que repuena a la opinión pública. Por otra parte,
ésta no quedaría satisfecha cambiando el proceso y entregándose,
desde un principio, a un concesionario único.
Para salvar estos inconvenientes aparece la explotación mixta
como la solución más apropiada, asociando el Estado, en su carácter
de dueño absoluto del agua que ha de mover toda la industria y en
representación de los usuarios futuros de energía, al concurso del
concesionario único en todos los confines de la provincia, o al menos
en hoyas hidrográficas afines, dada la enorme extensión de algunas.
La inseguridad o el temor que asalta a todo concesionario de servicio
público frente al Estado desaparece. La equidad más absoluta pre-
valece en este consorcio. El esfuerzo de aquél se recompensa pecu-
niariamente en todos sus aspectos, mientras que el Estado que aporta
el agua no cobra un centavo; ello importa una verdadera y valiosa
subvención.
Muchas de las cláusulas de la concesión desaparecen por resultar
supérfluas; la asociación, en partes iguales de aporte por ejeaplo,
suple todo cuanto tiende al control en el manejo de la cuenta capital,
en la fijación de la tarifa máxiwa admisible, en el beneficio fijo del
concesionario, ete. El acuerdo, válido por todo el tiempo de vigencia
del perraiso al uso del agua, treinta años por ejemplo, asegura la
amortización íntegra del capital invertido, los intereses devengados
y los gastos de conservación y explotación; pues si el Estado pro-
cura reducir las tarifas conociendo la cuenta capital se compromete,
de hecho, a renovar el término del permiso acordado en la primera
hora. Todos los conflictos desaparecen para la explotación tranquila
de la riqueza aprovechada. Vencido el plazo para la amortización de
las obras, ellas resultan rescatadas por los usuarios de corriente
eléctrica cowo pasa con los otros usuarios de agua en el riego. Si el
consorcio realiza utilidades, la parte que corresponde al Estado, des.
pués dle haber cubierto su aporte e intereses, el 50 por ciento del
total según hemos supuesto al principio que el concesionario le
anticipa, pertenece a la comunidad de usuarios que el Estado repre-
senta. Es sobrante que vaa la caja de la misma para continuar la
300 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
explotación, después de verificado el rescate de las obras y eliminado
el concesionario, al vencimiento del convenio de asociación. Hace el
préstamo de capital al Estado pues le resulta fácil negociar el total
con la garantía de semejante asociado. Si la presidencia del directo-
rio corresponde al Estado, la gerencia incumbe al concesionario; y
todas las cláusulas restantes resultan sencillas para interpretar el
pensamiento central.
El peligro de todo monopolio desaparece; no puede darse a la
industria mayor carácter de legislación protectora y previsora a la
vez. El Estado mismo acompaña a la empresa en sus vicisitudes, pro-
plas de un país nuevo todavía y de escasa densidad de población.
Todas las eventualidades que el concesionario cubre con exceso de
previsión al fijar sus tarifas y condiciones quedan descartadas de
plano. Los conflictos de vecindad en un mismo río, o en hoyas hidro-
gráficas distintas, no pueden producirse. La interconexión de servi-
cios surge del mismo convenio, aún en el caso de ser varios los con-
cesionarios, puesto que el Estado queda siempre de eslabón común
entre todos ellos.
Nal
LA DISTRIBUCIÓN DE ENERGÍA Y SU LEGISLACIÓN APROPIADA
Hasta ahora nos hemos ocupado de la legislación que afecta a la
producción de energía de origen hidráulico, sujeta a las bases fun-
damentales de la de aguas. La de origen térmico se someterá igual-
mente a la que exige la explotación e inspección de máquinas de
vapor. En cambio, la distribución de la energía, cualquiera sea su
origen, responde a una técnica especial, de carácter eléctrico que
prescinde. a su vez, de la producción; impone una legislación más
técnica que legal, uniforme para toda la provincia y que contempla
cuestiones generales. Debe dejar al Poder Ejecutivo la facultad de
reglamentarla, con obligación de una revisión periódica, cada cinco
años por ejemplo, para amoldarla a los progresos continuos de una
industria en pleno desarrollo y perfeccionamiento.
Esta legislación impondrá la servidumbre de paso y apoyo para
conductores y cables, aéreos o subterráneos, fijando los procedimien-
tos para su imposición administrativa directa, así como las indemni-
zaciones correspondientes; todas las medidas de seguridad en tras-
misiones, dle alta y baja tensión, dentro de las usinas y fuera de ellas;
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 301
la definición precisa de los accidentes y resarcimiento de daños y
perjuicios y todas las disposiciones generales que se relacionan con
la inspección fiscal de las instalaciones en el suministro, colectivo o
privado, de corriente de cualquier índole, así como el contralor más
perfecto en la aplicación de las tarifas de consumo.
Esta legislación deberá encarar todos los aspectos legales y téc-
nicos de la distribución para el caso de traspaso de energía de una
zona a otra, vecinas o no, dentro de la misma provincia, a los efectos
de contemplar la tendencia moderna de la interconexión de servi-
cios recíprocos entre usinas de explotaciones complementarias, en
razón de las condiciones físicas hidrográficas distintas de las respee-
tivas hoyas.
Deberá considerar igualmente la interconexión más general de ser-
vicios entre provincias, dando una interpretación ámplia al concepto
de la servidumbre de paso que el Código civil ha impuesto para el
agua entre propietarios. Al sancionarse aquél no ha podido legislar
para servicios que nose habían descubierto aún; pero por analogía,
puede extenderse el mismo concepto, al menos para el paso de la
corriente eléctrica que el agua produce en las de origen hidráulico.
Por extensión, también, si el Código instituye la servidumbre de
paso entre propietarios sin detenerse en las fronteras provinciales,
eon mayor razón debe aplicarse entre estados, en cuanto a Caminos
o bienes públicos de los mismos. Para las propiedades privadas basta
que en cada provincia se admita la servidumbre de paso a la corriente
cuando provenga de otra vecina y que todas las provincias, intere-
sadas en una interconexión cualquiera, establezcan la disposición en
su ley respectiva para que se elimine cualquier conflicto «dle vecin-
dad y quede ampliamente previsto el servicio interprovincial.
No contendrá, en cambio, las disposiciones reglamentarias para
fijar especificaciones para los materiales, eléctricos o no, que deben
usarse en todos los aspectos de la distribución, ni se referirá a las
reglas de arte para la colocación, pruebas y ensayos, comprendiendo
la de los múltiples artefactos que la industria proporciona a diario.
Es materia exclusiva del reglamento periodicamente variable a que
nos referimos antes y que deberá comprender todos los servicios
corrientes en las industrias, la tracción, el alumbrado y aplicaciones
domésticas. Este reglamento será dictado por el Poder Ejecutivo
directamente.
Así como la ley-contrato contiene una cláusula especial incorpo-
rando la legislación de aguas a su texto, quedará igualmente incor-
302 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTIFICA ARGENTINA
porada esta legislación eléctrica, técnica y especial, destinada a regir
la distribución de la corriente en todos sus aspectos.
Un servicio federal no sería admisible entre nosotros; por ahora,
la producción no puede serlo cuando las fuentes son hidráulicas.
Si por razones de nacionalismo debemos hacer primar la producción
hidráulica sobre la térmica, la riqueza de cada provincia quedaría
manejada por la nación. Si el procedimiento se aplicara con cada una
de las riquezas que se van descubriendo, las provincias desaparece-
rían como unidades autónomas dentro de aquélla pues la indepen-
dencia económica es base de la política.
La nación tiene otra misión de fomento muy distinta que desen-
volver, acción de concordancia y unidad para evitar conflictos de
vecindad. Cuando las provincias hayan utilizado sus propias rique-
zas hidráulicas y se encuentren avocadas a problemas de distribu-
ción interprovincial no previstos en la legislación, ella tendrá campo
de acción propia, sin contar la exclusiva que le corresponde en los
aprovechamientos de jurisdicción internacional, como en el Iguazú o
en el Salto del Uruguay, o en el aprovechamiento de las mareas pata-
gónicas en los territorios del sur y en los de sus propias aguas terrl-
torriales. Puede promover la reunión de conferencias nacionales con
la concurrencia de representantes de los gobiernos provinciales, de
empresas industriales y comerciales para uniformar normas regla-
mentarias periódicas, popularizar las ventajas del consumo de ener-
cía; favorecer la industria con la libre introducción de materiales
que no puede entregar la industria local; facilitar la ocupación de
caminos nacionales etc., no limitando exclusivamente su acción a la
declaración de principios generales. Su intervención será preciosa
cuando haya que regularizar el régimen de ríos que cruzan varias
provincias, o se utilicen en común tramos superiores apropiados en la
producción de fuerzas.
La interconexión entre naciones se explica en Europa donde son
de extensión reducida y entre zonas de condiciones geográficas de
explotación complementaria, con abundancia de agua en una cuando
otra sufre escasez; pero de ninguna manera cuando son vecinas, O su
derrame se calcula en base a idénticos índices, como se hace para
hoyas contiguas en los ríos Primero, Segundo y Tercero de Córdoba,
comprendidas dentro de los cien kilómetros de extensión y la misma
orientación frente a los vientos en una serranía relativamente baja
como es la de los Comechingones. Lo que se procura aquí es el con-
curso de una hoya virgen para satisfacer las necesidades de otra más
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 303
explotada, sin pensar en lo que sucederá en el momento que cada
centro reclame su propia riqueza para suplir sus propias necesidades,
Hay que cuidar de no transformar soluciones de emergencia en defi-
nitivas, con todos sus graves perjuicios y al sólo efecto de complicar
el problema planteado y evitar de buscarle su verdadera y racional
solución definitiva desde el primer momento.
IX
EL CASO CONCRETO DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA
La falta de legislación sobre aguas y la desorientación que ello
produce se trasluce en todo cuanto se escribe sobre el particular. En
cambio, restablecido el orden lógico del proceso, al reconocer que las
fuerzas hidráulicas no son agenas al régimen legal que alcanza las
aguas en todos sus aprovechamientos, se presentará el problema con
claridad meridiana.
No hay que olvidar tampoco que la nación se ha introducido en
Córdoba, en virtud de la ley número 6546, para construir el dique
del río Tercero con fines primordiales de irrigación y no para explo-
tar fuerzas hidráulicas sino como recurso accesorio (art. 15), ya que
la construcción se ha hecho por cuenta de la provincia. Le corres-
ponde limitarse al cumplimiento de su cometido, explotar la zona de
riego que no existe sino muy modesta, razón por la cual, ateniéndose
a la ley, no pudo ni debió ejecutar las obras pues no existían los
intereses creados que las reclamaban y justificaban.
Deninguna manera puede ahora legislar sobre fuerzas hidráulicas en
la provincia, ni menos «entregar al gobierno dela provincia la facul-
tad » de hacerlo, como se propone por funcionarios nacionales que pre-
tenden señalar rumbos a la acción fiscal después de haber cooperado a
sus más lamentables fracasos (1). La nación sólo puede ejecutar obras
complementarias para ese objeto y «explotar directamente o arrendar »
la energía por términos prudenciales. La nación, convencida de haber
ejecutado el dique 21 margen de la ley número 6546, sólo puede entre-
garlo gratuitamente a la provincia, pues el canon de riego que ten-
dría que fijar para hacer posible el rescate de las obras resultaría
prohibitivo, en razón de los errores propios y originarios de las mis-
(1) C. VoLPr, art. cit., página 46.
304 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
mas. Es la conclusión a que tendrá que llegarse con la sanción del
proyecto de ley del senador doctor Serrey (1927) y de la investiga-
ción oficial que para cada obra tendrá que practicarse.
Si así no procede y la provincia introduce un concesionario para
explotar uno de los usos del agua embalsada altera la aplicación de
la ley invocada número 6546, sin autorizacion previa del Honorable
Congreso, pues ella exige la explotación directa por la nación o un
arriendo precario. En todo caso el producido o aporte de esta renta
que ingresa al fondo de irrigación creado por el artículo 18 de la
ley, tiene que ser ínfimo en relación al del regadío, pues éste es el
objetivo primordial de la construcción; si no lo fuera la ley citada no
hubiera podido invocarse.
Si la nación no se resuelve a hacer la entrega gratuita de las obras
por no confesar su fracaso, corresponde al Ministerio de Agricultura el
fomento de la colonización en la zona de riego, llevándole una acción
económica social de amparo y protección, enseñanza y cooperación,
siguiendo el ejemplo de naciones que se han ocupado de los mismos
problemas, como el Perú, Méjico y la misma España de riegos tradi-
cionales. La administración del riego por el ministerio de Obras
Públicas, dirigida desde la casa de gobierno por inspectores regio-
nales con residencia en la capital federal, es un contrasentido que
no admite la ley.
No se da tampoeo importancia a un detalle que parece nimio pero
reviste grave consecuencia. Fijar «el régimen de la descarga de
embalse » importa introducir una traba a la explotación en su fina-
lidad determinante. En efecto, en 1912 «el dique fue iniciado por la
nación dentro del régimen de la ley de irrigación número 6546 enfo-
cando exclusivamente su utilización para riego» (1). Paralizadas las
obras por errores fundamentales de proyecto y reanudadas en 1927,
lo fueron «en base a contratos que fijan su régimen de funciona-
miento y contempla primordialmente el aprovechamiento para riego ».
El cambio de concepto directivo ulterior no puede alterar el régi-
men de la ley y de los contratos celebrados. No es posible destinar
el dique sino a su finalidad primordial, la única que autoriza el prés-
tamo reembolsable de la ley invocada. No es el caso de aducir ahora
la necesidad de atender un aprovechamiento accesorio, asignándole
un régimen privilegiado de descarga, sin ley previa del Honorable
Congreso. La ley número 6546 requiere reformas desde hace años;
(1) C. VoLPr, art. cit., página 45.
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 305
lo venimos sosteniendo desde 1925; existen iniciativas en el Honora-
ble Senado al respecto; pero todo resultaba inútil ante el deseo ofi-
cial de utilizar la ley para todo servicio y para llenar finalidades
políticas, según lo hicimos ver ya y confirma este mismo caso.
A estas circunstancias fundamentales se agregan otras múltiples
de detalle que señalan el más absoluto desconocimiento de la forma
de conseguir, de verdad, el abaratamiento de la energía, no de 45 a
15 centavos el kwh, corriente en el interior del país sino de los mis-
mos 10 a30 centavos que cuesta en Córdoba, a fracción de cen-
tavo por kwh, máxime no computando las obras hidráulicas que ven-
drían a usufructuar sin cargo alguno sus usuarios, aceptando como
viables los conceptos más generalizados.
Entraña otro error repetir la hazaña con el dique del río Segundo,
como se había intentado en los días de la revolución, agregando
mayor extensión de tierra regada, antes de haber resuelto el pro-
blema económico social que representa la explotación de la zona
beneficiada por el río Tercero, situada a cien kilómetros escasos de
la del río Primero que ha tardado cuarenta años en llegar a una
situación de relativa prosperidad, máxime en región del país con 700
milímetros de lluvias anuales que no caracterizan una zona árida de
riegos imprescindibles.
Otra sorprendente innovación al régimen de la ley numero 6546
es la que con todo desenfado se presenta por funcionarios designa-
dos para cumplirla, «de gravar las superficies regadas solamente con
el canon necesario para cubrir los gastos de explotación de las
obras» (1), haciendo letra muerta de sus artículos 5, 7, 8,9, 10 y 20
que establecen un régimen completamente distinto que se pretendería
alterar en favor de una de las provincias más ricas, sin previa auto-
rización del Congreso Nacional e introduciendo un factor de lamenta-
ble alteración en la financiación básica de la ley número 6546. La
causa de semejante propuesta a posteriori proviene de la necesidad
de encubrir el fracaso de todas las obras ejecutadas al margen de la
ley desde su iniciación y que por falta de verdaderos estudios serios
y el encarecimiento desmesurado del costo de su construcción, no
admiten la fijación de un canon medianamente tolerable.
En Córdoba todas las concesiones existentes son de carácter pre-
cario. Las que no se han puesto en vigencia son nulas, o anulables
con facilidad, pues el Código civil que prima sobre cualquier ley de
(1) C. VoLPI, art. cift., página 45.
306 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
concesión provincial en materia de aguas, faculta a la autoridad
local para reconocer el uso o goce de agua pero «no ampara la inten-
ción de hacerlo». El deseo de especular con una concesión o permiso
para disponer de un bien público como el agua no está resguardado
por el Código. Si no hay uso o goce en ejercicio no hay concesión
válida. La ley a sancionarse, dentro del Código civil, reglamentaría
el caso; y en el mejor de los supuestos fijaría el término de la caduci-
dad, en términos generales, para todo aprovechamiento no usado o
en desuso.
En cuanto a las concesiones en explotación, se impone respetarlas,
sin duda alguna; pero su uniformidad se lograría como consecuencia
de la legislación general y de las ventajas que ofrece para la estabi-
lidad de la industria hidroeléctrica en toda la provincia. Por otra
parte, en la lucha de competencia de precios que la nueva distribu-
ción trae, la usina productora existente tiene que sucumbir y entre-
garse al proceso inevitable de mejoras que reclaman los servicios
públicos : es ley fatal del progreso.
Desde luego, no basta sancionar una buena legislación de aguas;
hay que aplicarla y para eso hay que saberlo hacer. Tucumán tenía
a principios de siglo la mejor ley del interior; en base a ella, la
Cámara de diputados de 1902 estudió la complementaria sobre fuer-
Zas hidráulicas respetándola con bastante acierto. Pero un gobierno
surgido de una intervención nacional, con la complacencia de una
legislatura adicta, otorgó una concesión contraria a ella y con tantos
aspectos vulnerables que constituye un verdadero monopolio que ha
alejado hasta ahora toda nueva empresa, no obstante tratarse de
una provincia industrial, de muy densa población urbana y rural.
Treinta años más tarde no podríamos patrocinar la necesidad de una
legislación especial para no cumplirla estrictamente.
y
JONOLUSIONES
En síntesis, la provincia de Córdoba, por su situación geográfica
central, por la abundancia de sus aguas propias y de las que recibe
de provincias vecinas, por su sistema orográfico y con mercados pró-
ximos para todos,sus productos o con puertos de embarque de fácil
acceso, ofrece la posibilidad de envidiables explotaciones hidráulicas
en los distintos aprovechamientos de que las aguas son susceptibles.
LEGISLACIÓN DE FUERZAS HIDRÁULICAS 307
Insubstituibles para la bebida de poblaciones y haciendas, para la
agricultura y varias otras industrias, para la alimentación de canales
dle navegación a ser posible y conveniente su construcción, no lo
son, en cambio, para la producción de fuerza motriz que sólo se
requiere en la medida que reclaman los intereses que aquellos esen-
Clales aprovechamientos permiten crear.
En la provincia no se ha practicado el inventario de su riqueza en
agua para ninguna de sus hoyas hidrográficas. No se han estudiado
las características del régimen netamente pluvial del escurrido de
las aguas como para poder provocar su corrección con el acierto
requerido, ya que ello importa la inversión de cuantiosos capitales.
Las necesidades del consumo representan incógnitas para cada una
«dle las aplicaciones del agua. Ni siquiera en la zona de los Altos, con
riegos de más de cuarenta años de existencia, se conocen las exigen-
clas reales del rutinario riego actual, ni mucho menos las modalidades
del que respondería a la evolución indispensable de los cultivos de
producción más noble y de más alta renta que sus tierras pueden
proporcionar con ventaja.
Si no se conoce el caudal de aguas disponibles ni los factores del
consumo, resulta imposible la distribución entre los distintos usos
para responder a bases racionales; y alcanzar beneficios máximos
para la comunidad y para satisfacción del Estado.
Falta, pues, el estudio de la situación actual del problema hidráu-
lico de la provincia en sus distintos aspectos; sólo realizándolo con
tino podrán señalarse rumbos precisos a la obra del futuro, ya sea
para la realización acertada de obras inmediatas, o ya para trazar
el programa de investigaciones previas necesarias para poderlas eje-
<Cutar con éxito, más adelante.
Este estudio comprobará, también, que urge la sanción de una
legislación fundamental sobre aguas, con capítulo especial para .su
aprovechamiento en la producción de fuerzas hidráulicas, inspirada
en el ineludible respeto alas disposiciones del Código civil en vigencia.
Este es el programa de acción para un gobierno previsor, con vis-
tas a la evolución hacia una producción intensiva tal como la que
reclama la prosperidad del Estado, programa impuesto por las exi-
gencias de la hora que vivimos y por las tendencias de la situación
económica mundial que llama a cada estado a la solución técnica de
sus propios problemas. |
Diciembre de 1931.
AN. SOC. CIENT. ARG. — T. CXIV
[8U)
hu
NOTAS VARIAS
Pedro Janet
NUEVO SOCIO CORRESPONDIENTE DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
En la sesión de la Junta de la Sociedad realizada el 13 de septiem-
bre de 1932, se resolvió designar socio correspondiente al doctor
Pedro Janet, miembro del Instituto de Francia y profesor en el Cole-
gio de Francia, en aquel momento entre nosotros. El diploma corres-
pondiente fué entregado en acto público, el 22 de septiembre próxi-
mo pasado, por el señor presidente de la Sociedad, doctor Nicolás
Lozano quien, con tal motivo expresó, en idioma francés, los siguien-
tes conceptos :
En mi carácter de presidente de la Sociedad Científica Argentina, tengo
el honor de entregaros el diploma que os reconoce miembro de nuestra ins-
titución.
Para vos, ilustre maestro, no puede representar este acto otra cosa que el
recibo de un nuevo título a agregar a los muchos que ya poseéis, otorgados.
por diversas instituciones intelectuales del mundo. Para nosotros tiene un
mayor significado, pues hemos querido rendir un homenaje de sincera
simpatía, de admiración y respeto a vuestra labor intelectual de ese medio
siglo durante el cual habéis sembrado el buen grano del saber, recorrien-
do naciones y continentes como heraldo de la ciencia francesa, la que
ha tenido en el pasado, y conserva aún en el presente, el privilegio de
esparcir la mayor variedad de conocimientos en la América latina por medio.
de sus sabios y de la hermosa lengua de la Galia, que es la pura claridad
y precisión. Algunos de esos sabios han tenido figuración en nuestro país,
como ser Martín de Moussy, que nos legó el estudio de la geografía físi--
ca, y cuyo su tratado fué durante mucho tiempo el más completo exis-
tente; como ser Bonpland, amante del suelo americano, que describió
muchas plantas ; como Bréthes, que aun no hace mucho estudiaba nuestros.
insectos. No quiero enunciar todos los pensadores de origen francés que han
morado entre nosotros ; deseo únicamente señalar que hemos tenido la felici--
NOTAS VARIAS 309
dad de vivir con algunos de vuestros grandes compatriotas, que hemos
considerado como nuestros por la fecunda labor científica que han desarro-
llado entre nosotros.
Habéis tenido el privilegio, poco común, de realizar vuestros estudios
médicos con una comprensión filosófica de los fenómenos mentales ; lo que
os ha permitido penetrar en la psicología humana con nuevas armas para
analizarla en sus manifestaciones múltiples. Es esta la razón de por qué
vuestros estudios psicológicos tienen esa originalidad característica del
que ha alimentado su espíritu en diversas fuentes de conocimientos. De
igual manera, la filosofía, que tanto habéis esparcido, ha tenido en vos un
intérprete que poseía la totalidad de las nociones que derivan del estudio
integral del hombre en su morfología y en su constitución anátomo psico-
lógica. Por eso ha tenido vuestra acción de sabio investigador una profunda
repercusión, y habéis sido recibido en esos dos campos de la actividad inte-
lectua] con los brazos abiertos, y colmado de felicitaciones. Se os sabía por-
tador de un bagaje intelectual especial que debía tener su influencia en
la eficacia de vuestras lecciones, siempre oportunas y altamente provechosas.
Permitidme ahora que os hable de nuestra Sociedad. Tiene sesenta años
de existencia, y aunque joven en relación a vuestras instituciones secula-
res, ha realizado una obra cultural intensa para nuestro medio. Consta ello
en los ciento catorce tomos de nuestros Anales, donde se halla reunida
la parte principal de la producción científica relativa a las ciencias matemá-
ticas y naturales de nuestro país ; es, especialmente, en los primeros años,
antes de que se produjesen las divisiones de las diversas ramas en los hom-
bres consagrados al estudio de la Naturaleza, que ella ha podido rendir gran-
des servicios comentando en su seno y estimulando en toda forma, a los tra-
bajadores que se propusieron realizar una ciencia propia, es decir, argentina.
Actualmente nuestra aspiración es reunirlos de nuevo en el edificio social
que estamos a punto de terminar, y en el que debemos, además, establecer
el Instituto Científico Argentino, constituído por todas las academias ; de
manera que, en reuniones periódicas, pueda estimular, como el Instituto de
Francia, la producción científica literaria y artística, facilitando así el acer-
camiento e intercambio de ideas entre aquellos que se consagran a las nobles
tareas intelectuales.
No es mi pretensión presentaros a este público, ávido, como siempre, de
escuchar vuestra palabra elocuente. No os hace falta tal presentación por-
que todo el mundo conoce vuestra magnífica obra de filósofo, de psicólogo y
psiquiatra. Ha sido mi único propósito, antes de que ocupéis esta tribuna,
daros un saludo cordial y respetuoso.
Al contestar el doctor Janet, comenzó expresando que, para dar a
los estudios psicológicos un carácter científico, se ha intentado a me-
nudo introducir en este dominio la medida y los números. Se llegará
a ello si se busca apreciar y luego medir las fuerzas del espíritu,
310 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
pues es necesario a menudo hablar de una fuerza sin conocerla a fon-
do, así como se utiliza la electricidad sin saber bien lo que es fuerza
eléctrica.
<« La existencia de una fuerza psicológica se comprueba por los gastos de
esta fuerza, que se pone de manifiesto en todos los hombres. Nada expresa
tan precisamente a veces un gasto como la ruina que le sucede ; se observan
verdaderas ruinas psicológicas a continuación de determinados actos, lo que
demuestra bien que éstos han motivado un gasto de energía y han agotado
alguna fuente.
« Las acciones que determinan estos agotamientos son, en primer término,
las acciones llenas o macizas caracterizadas por las fuerzas de los movimien-
tos, su rapidez, duración y velocidad. Pero hay que tener en cuenta, ade-
más del carácter, mucho más importante aún, la altura en la jerarquía psico-
lógica y su grado de tensión, también psicológica. Una acción nueva,
recientemente adquirida, más delicada y más complicada, agota, y en con-
secuencia gasta mucho más energía que las comunes.
« En la vida práctica deben observarse las circunstancias o las categorías
de los distintos actos que son peligrosos desde este punto de vista, es decir,
desde el punto de vista de los gastos que representan. En primer término
senalaremos las acciones sociales, que son siempre las más costosas. Es
bueno saber que hay individuos cuyo contacto o frecuentación es muy dis
pendioso a nuestras fuerzas psicológicas, habiendo por el contrario personas
cuya relación nos enriquece y aumenta las mismas.
<« Luego hay que dejar un lugar importante a los actos emotivos que des-
cargan el espíritu de un solo golpe. Debe tenerse en cuenta un hecho curioso
que denominaré «deudas psicológicas ». Nuestras acciones pasadas han
exigido préstamos a nuestras fuerzas futuras, o han contribuído al agota
miento de nuestras reservas; y tenemos, en este sentido, muchos intereses
a pagar durante un largo tiempo. El conocimiento de estos hechos permi-
tirá una dirección moral de los niños y aun de los enfermos, que se podría
llamar administración económica de las fuerzas del espíritu. »
Guillermo Enrique Bragg
NUEVO SOCIO CORRESPONDIENTE DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
En su sesión del 26 de julio próximo pasado la Junta directiva de
la Sociedad resolvió nombrar socio correspondiente de aquélla al pro-
fesor de la Universidad de Londres, Sir William-Henry Bragg, miem-
bro de la Royal Society y conocido por sus trabajos sobre cristalogra-
fía, rayos X, difracción y radio-actividad, los que le valieron, en 1915,
en compañía de su hijo, el premio Nobel de física. Sir W. H. Bragg
nació en 1862.
BIBLIOGRAFÍA
ALEXANIAN, C. L., Praité pratique de prospection géophysique. Un tomo,
en 16% (15 X 22), 268 páginas con 133 figuras y 2 planos. Precio 62
francos en París. Béranger, 1932.
Los métodos de exploración geofísica han ido tomando, después de la
guerra, una importancia cada vez mayor. La obra que nos ocupa está dedi-
cada a los geólogos y explotadores de minas, que deseen iniciarse en la
aplicación de los diversos procedimientos de exploración geofísica. Será una
buena guía tanto para el operador in-situ, como para el geólogo encargado
de la interpretación de los resultados de las medidas físicas. Por lo de-
másla copiosa y concisa bibliografía que trae la obra, facilita la especiali-
zación en el dominio de cada uno de los procedimientos geofísicos. — O.
CG. D.
BorL MarcErL, £L'Idée Générale de la Mécanique Ondulatoire et de ses pre-
miéres applications. Un folleto en 8S* (14 < 20), 80 páginas con 3 figuras.
Precio : 15 francos. París, Hermann € Ci*, 1932.
El autor ha reunido en este tomo, diversos estudios donde los nuevos
conceptos que han renovado la física en los últimos años están expuestos
lo más elementalmente, y de la manera más sintética, posible. Intencio-
nalmente, dice el profesor Boll, ha presentado la idea general de la mecá-
nica ondulatoria bajo un aspecto puramente formal, ya que la imposibilidad
de representar procesos subatómicos (principio de la incertidumbre) no es
un misterio para nadie.
El orden de exposición es el siguiente : Introducción. Constantes funda-
mentales. La vinculación de la óptica con la mecánica. Las relaciones de
incertidumbre. Los niveles de energía. Valencia y afinidad químicas. La
conducción eléctrica de los metales.
Las tres figuras que acompañan al texto llevan por leyendas : Incertidunm-
bres en la localización de un corpúsculo, en la dirección de un fotón y en
la frecuencia de una onda.
La lectura del libro supone conocida del lector la teoría de las órbitas
de Bohr así como conocimientos de física general, hasta la ecuación de las
cuerdas vibrantes inclusive. — €. O. D.
312 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
BoLL MarceEL, Exposé Électronique des Lois de " Electricité. Un tomo en 82
(14 X 22,5), 72 páginas, con 22 figuras en el texto. Precio : 15 francos.
París, Hermann éz C**, 1932.
El objeto de este libro es ilustrar a todo aquel que desee comprender el
mecanismo de los fenómenos eléctricos, y particularmente a los profesores
encargados de enseñar la electricidad elemental; así como a los ingenieros
que, viviendo, además, en continuo contacto con la corriente electrica, de-
sean tener una vista sintética de la eléctricidad.
En la introducción, el autor precisa el considerable alcance de las inter-
pretaciones electrónicas. Es muy sugerente el cuadro que acompaña me-
diante el cual expresa, para catorce hechos fundamentales, la corresponden-
cia entre el lenguaje tradicional y su traducción electrónica.
Se define luego el electrón por su carga eléctrica, su masa así como por
su magnetismo propio, el cual, sólo accidentalmente interviene en la exposi-
ción. En este primer capítulo del libro, que se ocupa de las propiedades
generales del electrón, se pone de manifiesto cómo, en mecánica ondulatoria,
las dimensiones del electrón así como su estructura, se presentan, actual-.
mente al menos, como «problemas aparentes ». Se establecen en ese capí-
tulo las acciones ejercidas por el electrón, así como las que él, a su vez,
experimenta. Allí se indica la naturaleza de la corriente eléctrica y la pro-
ducción de campos uniformes.
En el segundo capítulo se exponen las leyes de la corriente eléctrica en
los metales, esta última está, desde luego, caracterizada por el efecto Joule,
del que se dan varias traducciones « microscópicas » equivalentes ; se ex-
tiende luego ese efecto al caso de las corrientes alternadas. La ley de Ohm
está desarrollada con precisión así como su incompleta analogía con la
viscosidad.
El electromagnetismo y la inducción eléctrica son tratados en el capí-
tulo tercero. Ese capítulo contiene un resumen de la electromecánica en su
conjunto, considerada como una aplicación de la fuerza de Lorentz.
El capítulo cuarto nos presenta una imagen, enteramente nueva, de la self-
induction considerándola vinculada con una inercia suplementaria adquirida
por los electrones en un circuito inductivo dado.
El último capítulo trata la inducción estática y la radioelectricidad. El
autor compara, con aportes originales, el funcionamiento de un transforma-
dor con la recepción radioeléctrica en un cuadro. En el capítulo anterior
había tenido la precaución de distinguir las oscilaciones electrónicas libres
de las oscilaciones amortiguadas, y eso le permite ahora tratar, con la máxi-
ma sencillez, las dificultades que acarrea la introducción de una inductan-
cia o de una capacidad, en las redes de distribución a corrientes alternadas.
a O. C. 10
BIBLIOGRAFÍA SUS
BROGLIE, LoUIS DE, Sur une forme plus restrictive des Relations d' Incertitude
d'apres MM. Landau et Peierls. Un folleto (16 X 25), 26 páginas. Pre-
cio: 6 francos. París, Hermann 4 C**, 1932.
La casa Hermann € C**, de acuerdo con los profesores de Broglie, J. L.
Destouches y A. George, inicia, con el presente folleto, la impresión de una
serie de exposiciones sobre Física teórica en la colección Actualidades Cien-
tíficas e Industriales. El libro que nos ocupa es el XXXI de esa colección.
La utilidad de estas «Exposiciones de Física Teórica» consiste en que no es
siempre fácil, en el estado actual de la ciencia, permanecer al tanto de los
problemas más urgentes que deben resolverse; o de estar al día en los cono-
cimientos más recientemente adquiridos, aun en una rama bien determi-
nada. Particularmente en Física Teórica, esa dificultad es grande dados los
numerosos periódicos que se publican en el mundo entero y de los muchos
interesantes artículos cuya lectura es a menudo dificultosa, tanto por lo com-
plejo de las ideas como por el idioma en que están escritos.
Ningún director podía estar más autorizado que el profesor Louis de Bro-
glie para dirigir esa nueva serie de artículos. El primero que se publica con-
tiene un análisis, con comentarios, de un reciente memorial de los profe-
sores L. Landau y P. Peierls (Zeitschrift fir Physik, tomo 69, pp 56 y
siguientes). En ese trabajo, que tiene su origen en profundas observaciones
hechas por Bohr, ponen de manifiesto los autores que, si se introduce en la
nueva Mecánica los conceptos modernos de Relatividad, se ve el investiga-
dor inclinado a sentar relaciones de incertidumbre más restrictivas que las
de Heisenberg, tanto con los grandores electromagnéticos como con los mecá-
nicos.
Tal circunstancia parece imponer límites al dominio de la validez de los
métodos empleados usualmente en la nueva Mecánica. — C. O. D.
Bro6L1E, Louis DE, La Théorie de la Quantification dans le nouvelle mécani-
que. Un tomo en 8* (16 X 25) y 250 páginas. Precio : 70 francos. Pa-
rís, Hermann $ Ci*, 1932.
Durante el primer semestre 1929-1930 dictó el autor, en el Instituto En-
rique Poincaré de la Facultad de Ciencias de París, un curso sobre el tema
de que trata este libro, el cual, en su casi totalidad, reproduce el curso en
cuestión. Profundizando la idea de cuantificación en la nueva mecánica — tra-
bajo ya empezado en su precedente libro Introducción a la Mecánica ondu-
latoria — hace ver el autor cómo se vincula esa idea con la teoría abstracta y
general llamada « Teoría de ¡as transformaciones ».
La lectura de este nuevo trabajo del profesor Luis de Broglie, puede ha-
cerse sin conocer los libros precedentemente escritos por el mismo.
Después de una introducción histórica sobre el origen de la idea de cuan-
tificación, se exponen los principios generales y el método de cuantificación
314 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
en mecánica ondulatoría, a saber : Introducción física de esa mecánica del
punto de vista natural. Las relaciones de incertidumbre; La mecánica ondu-
latoria de los sistemas de corpúsculos. El método de cuantificación de
Schroedinger. Ejemplo de cuantificación, rotator y oscilador. Cuantificación
del átomo de hidrógeno. Aplicación de los principios generales al caso de
los sistemas cuantificables. La segunda parte del libro trata la Teoría general
de la cuantificación en la mecánica ondulatoria : Se dan los preliminares.
matemáticos : espacios complejos, el espacio funcional. Espectros y matri-
ces continuos. Función de Dirac. Enunciados generales de los principios de
la nueva mecánica en el caso de campos exteriores constantes. Los valores
medios en esa mecánica. Operadores, permutables o nó. Relaciones de incer-
tidumbre. Integrales primeras y teorías generales de las mismas.
El autor, para llevar a cabo su exposición, se ha apartado del método ex-
clusivo de las matrices de Heisenberg y Born, así como del de los números
conmutativos, colocándose sistemáticamente en el punto de vista de la Me-
cánica ondulatoria.
Termina su prefacio con las siguientes palabras : «Leyendo las conclu-
siones despues de leer el libro, se percatará netamente el lector de la índole
original, enteramente opuesta a las concepciones clásicas, de la idea que,
de los estados cuantificados y de su superposición, hace la nueva Mecánica.
Y aun aquellos que, impregnados de las antiguas ideas, encuentren bien ex-
traño el nuevo concepto, convendrán en que éste fluye lógicamente del
estado actual de nuestros conocimientos en Física, a la vez que se deja des-
arrollar en forma precisa y coherente ». — €. O. D.
CurtrE, IrENE Y JoL1orT F., La Projection de noyaux atomiques par un rayon-
nement tres pénétrant. LD” Existence du Neutron. Un folleto (16,5 X 25,5),
22 páginas y 3 láminas fuera del texto. Precio : 6 francos. París, Her-
mann « C**, 1932.
Es el fascículo II de la colección Exposés de Physique Theórique de que
hablamos ut-supra. Ciertos elementos livianos emiten una radiación y pene-
trante cuando se bombardean con partículas 4. Tal radiación es, por lo visto,
de naturaleza nuclear. Esa producción artificial de rayos y nucleales, ha sido
observada para ciertos elementos solamente. El rendimiento para Be ha
sido avaluado en 30 cuántas para 10* rayos + de polonio, mientras que para
Mg, el rendimiento sería 60 veces más débil. Los rendimientos aumentan
con la energía de las partículas « incidentes, y una energía mínima es necesa-
ria para que se produzca el fenómeno. Bothe y Becker han determinado los
coeficientes de absorción, en el plomo, de las radiaciones emitidas por los
núcleos de glucinio y de boro. Calculan la energía cuántica de la radiación,
empleando la fórmula de Klein y Nishina. Así han encontrado las energías
]4 X 10" eV. y 10” eV., para las radiaciones del glucinio y del boro.
Bothe interpreta esos resultados admitiendo que, en ciertos casos, el núcleo
A
BIBLIOGRAFIA 315
ligero (Be,) capta la partícula «. La reacción suministra un nuevo núcleo
(C,,) y se produce con liberación de energía dada la condensación de la masa
correspondiente. En otros casos la emisión de un cuantum y, se debería a
un fenómeno secundario asociado a la emisión de los rayos H de transmuta-
ción. Este importante descubrimiento suministra un nuevo método de estu-
dio de las propiedades del núcleo, y los autores de este trabajo : Irene Curie
y F. Joliot, han reanudado las experiencias de Bothe y Becker con el pro-
pósito de determinar los poderes penetrantes de los rayos excitados en los
núcleos livianos y de tratar de deducir las energías cuánticas corTespon-
dientes ; así como también de examinar si las radiaciones de cuantum muy
elevado que, de ese modo, se puede producir artificialmente, son susceptibles
de provocar efectos nuevos debidos a su paso dentro de la materia.
Después de hacer una descripción de los aparatos y fuentes empleados
para efectuar las experiencias, refieren los autores los resultados obtenidos
con la emisión de protones por substancias hidrogenadas bajo forma de rayos
excitados en el glucinio y el boro; la proyección de núcleos de helio por
rayos penetrantes de Po —- Be y de Po — B.; la absorción de la radiación
penetrante de Po +— Be por pantallas de substancias diversas, las observa-
ciones por el método de las trayectorias de las neblinas de Wilson, la inter-
pretación del fenómeno de proyección de los núcleos; la hipotésis del neu-
trón; la complejidad y disimetría de la radiación excitada en el glucinio ;
la relación entre la energía de los rayos H proyectados y la energía de los
rayos < irradiación el glucinio.
Las investigaciones han sido efectuadas en el Laboratorio Curie del Ins-
tituto de Radio. — €. O. D.
E. DAMOUR, ÉE., Cours de Verrerie. Segunda parte : La Physique Thermi-
ue du verre. Un tomo (16,5 X 25), 242 páginas con 62 figuras, Pre-
) > 3 S )
cio : 60,50 francos. Paris € Liége, Librería Béranger.
La primera parte de esta obra comprende el estudio de la química del
vidrio; la segunda, que es la indicada en el título, se refiere al aspecto físico
de la cuestión, estudiando en los diversos capítulos : la nomenclatura y cla-
sificación de los vidrios; las propiedades térmicas generales; las propiedades
termofísicas y termoquímicas que intervienen en la fusión; fusión industrial,
y por fin, alfarería de vidrio y materiales refractarios de este material.
La obra consigna numerosos datos de valor para quien se dedica a estos
estudios o trabajos industriales, a lo que se agregan gráficos y cuadros nu-
méricos que amplían la documentación.
La casi ausencia de datos bibliográficos indica que el autor no ha queri-
do dilatar el texto con exposición de estudios variados, para limitarse a
exponer en concreto todo lo fundamental de la cuestión. Por otra parte,
este curso corresponde al que se dicta en el « Conservatoire des Arts et
Métiers ». — KR. Y.
316 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Leeuw, H. DE, Les Sotes Artificielles. Technologie chimique et Physique.
Un tomo en 8% (16 X 24), 445 páginas, con 336 figuras. Precio 126,80
francos, por correo. Librería Ch. Béranger, París, 1932.
El autor, doctor en ciencias, ha escrito este libro atento a que la indus-
tria de la seda artificial tiende hoy a estabilizarse y poco o nada queda ya
de los secretos que otrora, eran celosamente guardados; de empírica que
era, se ha vuelto esta industria científica, estableciéndose las condiciones de
producción más racionales. Se justifica así la exposición condensada de los
progresos realizados en esa industria. En un Prefacio escrito por el profesor
honorario de Química orgánica y Toxicología de la Facultad de Medicina
de Lyon, doctor Pablo Cazeneuve, se hacen interesantes consideraciones
sobre el libro del doctor Leeuw, juzgando necesaria su presencia en las
bibliotecas de los que siguen paso a paso, los progresos de la química apli-
cada; así como en las de los especialistas preocupados de conocer el camino
andado, y tentar la exploración de otros nuevos. Los distintos capítulos se
ocupan sucesivamente de los siguientes temas : Historia de la seda artifi-
cial. Constitución de la celulosa y derivados. La celulosa. Aparejado y fila-
tura. El agua. Las emanaciones gaseosas perjudiciales y la purificación del
aire. Fabricación de la seda viscosa. Seda al cobre. Seda Chardonnet. Seda
al acetato. Exámenes y análisis varios. Tintura de las sedas artificiales.
Consideraciones económicas y estadísticas. —C, O. D.
Maison, FERDINAND, LExploitation technique des Chemins de Fer. Un tomo
en 4* (22 X 28), 372 páginas con 270 figuras en el texto. Precio encua-
dernado, por correo, 160 francos. Librería Ch. Béranger, París, 1932.
El autor es Inspector general de Minas, Director honorario del Contralor
de la Explotación técnica de los Ferrocarriles, Profesor en la Escuela Nacio-
nal Superior de Minas; el libro que nos ocupa contiene el curso dictado por
él en esa Escuela. En su Introducción hace observar que las cuestiones ferro-
carrileras relativas a la construcción, funcionamiento y explotación, pueden
vincularse con tres clases de ideas principales correspondiendo a las tres
grandes divisiones que se encuentran en la mayoría de las Administraciones
que dirigen esas cuestiones. Después de estar resuelta la construcción de la
línea férrea, procede estudiar el trazado, establecer los proyectos, construir
la vía, colocar los rieles, etc., etc., todo ello es del resorte del Servicio de
la Vía. Luego es menester proveer lo relativo a la circulación de los tre-
nes, etc., etc.; es la misión de la Sección del Material y Tracción. Por últi-
mo están los servicios de incumbencia de la Sección de Explotación. Así :
Vía, Tracción, Explotación, son las tres grandes divisiones que la índole del
servicio impone en la industria de los ferrocarriles. El curso dictado por el
ingeniero Maisor está dispuesto de acuerdo con estas divisiones del tema.
El capítulo Í se ocupa de las disposiciones reglamentarias relativas a la
BIBLIOGRAFÍA SN
explotación de los ferrocarriles, y el II de la circulación de los trenes, los
siguientes de las señales, reglamentación de los frenados, de los métodos
de explotación de las líneas a doble vía o a vía única; estudio de los cam-
bios, aplicación de éstos a los ferrocarriles para la organización de la segu-
ridad y, por último, del servicio de los trenes. — C. €. D.
PAroDI, RODOLFO, Lucas Kraglievich ; su vida y su obra. Un folleto (14 <X 21),
14 páginas, Buenos Aires, 1932.
La muerte del malogrado paleontólogo don Lutas Kraglievich ha tenido
el don de conmover a todos aquellos que tuvieron contacto con él o co-
nocieron el valor y la magnitud de la obra por él realizada, así como lo que
la ciencia podía aún esperar de su talento. Los únicos a quienes parece no
haber conmovido son aquellos que, en mucho o poco, contribuyeron por
su injusticia o sus pasiones al desenlace final.
Tal es al menos la impresión que produce la lectura del libro que nos
ocupa cuyo autor pone de relieve los relevantes méritos y la preciosa cali-
dad que adornaba la mente de Kraglievich; y perfecto conocedor de las ingra-
titudes oficiales y otras, expresa su indignación con las siguientes palabras :
« Es sobremanera doloroso comprobar la irreverencia de aquellos que,
incapaces de interpretar debidamente la ciclópea labor de Kraglievich, se
permiten emitir juicios tan desconsiderados como antojadizos. El bajo
anhelo de los soberbios mediocres, de destruir cuanto hay de noble y de
grande, — porque su presencia aumenta aún más su mezquindad, puesta en
evidencia después de la muerte de Ameghino — acaba de reaparecer en
toda su virulencia, y se hace necesario impedir que esos mercaderes de la
ciencia medren, embancando a las multitudes con sus palabras de hueca
ampulosidad y sus poses de retóricos profesionales ».
Termina contrayendo la obligación de velar celosamente por el respeto
y la consideración del que considera como un mártir de la ciencia, y del
que se enorgullece de haber sido discípulo y amigo. — €. (. D.
Prosr, Euc., Métallurgie des métauxr autres que le fer. (Compléments a la
deuxiéme édition). Un tomo en 8% (16 <X 25), 696 páginas, encuader-
nación tela. Precio en Buenos Aires : 173 francos. Paris € Liége. Li-
brería Ch. Béranger, 1931,
Es conocida por los profesionales que se dedican a metalurgía la obra de
E. Prost, titulada Métallurgie des métaux autres que le fer, cuya segunda
edición fué publicada hace pocos años. Desde entonces la química meta-
lúrgica ha hecho investigaciones interesantes y la técnica de fabricación de
metales se ha enriquecido con perfeccionamientos y procedimientos nuevos.
Para poner al día esta técnica, dicho autor publica estos Compléments a los
diferentes capítulos que forman la mencionada obra.
318 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
Se estudia así, en la metalurgia del zine, las interesantes investigaciones
sobre la reducción del óxido, de los silicatos y de las « ferrites >»: la cues-
tión capital de la calcinación de la blenda y la supercalcinación, métodos
que permiten llegar casi a la eliminación completa del azufre previamente a
la reducción ; la fabricación electrolítica del zinc y los últimos perfeccio-
namientos alcanzados.
La metalurgia de cadmio, con su desarrollo constante; la química de los
hornos de plomo y el estudio de las escorias, así como los trabajos hechos
para aplicar la vía húmeda a la extracción del plomo de diversos minerales
y subproductos, y el procedimiento Harris para su refinación, son objetos
de capítulos especiales.
El tratamiento de los minerales complejos, y los nuevos métodos, como
el de Wálz, para la recuperación del zinc, del plomo y de otros metales,
partiendo de minerales, de subproductos y de escorias; los medios de que
hoy se dispone para la condensación de vapores o humos metálicos. son
todos estudiados en detalle.
Capítulos especiales se dedican también a la metalurgia del cobre, del
oro, la plata, el nikel, el estaño, mercurio, aluminio y platino, estudiándo-
se los últimos progresos alcanzados en su obtención y refinación, tanto por
vía seca como por electrólisis.
En resumen en estos Complementos se estudian los últimos progresos
alcanzados por la metalurgia de los referidos metales. — BE. V. M.
RobIn, Maxime, Etude mécanique du Vol de U Avion. Un tomo en 16
(15 < 25), 255 páginas, con 234 figuras y dos láminas fuera del texto.
Precio encuadernado, por correo, 75,50 francos. Librería Ch. Béran-
Sen, Baris 1032:
El autor es ingeniero de Artes y Oficios, eingeniero civil de aeronáutica.
El libro está destinado a los técnicos y contiene el curso dictado por aquél
en la Escuela especial de obras aeronáuticas. Su objeto es exponer con cla-
ridad la teoría del vuelo y de la estabilidad del avión, indicando a los pro-
fesionales, técnicos de la aviación, los métodos más prácticos, a ¡juicio
del autor, para tratar la parte aerodinámica del estudio de un avión. El
libro trae aplicaciones numéricas, hechas con coeficientes experimentales.
Por ejemplo : las relativas a los métodos de cálculo de la polar del avión.
las referentes a la adaptación del sistema motopropulsor; y otras. Después
de algunas generalidades los capítulos sucesivos se ocupan de los siguientes
temas : La atmósfera standard. La resistencia del aire : Alas hipersubstenta-
doras ; Perfiles de alas; Coeficientes de resistencia al avance; La hélice; El
motor; El vuelo rectilíneo del avión : Ecuaciones del vuelo; El vuelo hori-
zontal rectilíneo uniforme; Cálculo de las « perfomances » en vuelo hori-
zontal; La subida y el descenso; El descenso planeado; El vuelo de punta;
Adaptación de la hélice; Los motores especiales; Ejemplo de cálculos de
BIBLIOGRAFÍA 319
<« perfomances » de un avión; La estabilidad del avión; El viraje; El par de
volteo y el giroscópico; El pilotaje; Las acrobacias; El radio de acción;
Los ensayos de vuelo; Anteproyecto de avión; Problemas. — C. O. D.
TILLIEUX, J. Lecons Elémentaires de Physique expérimentale selon les Théo-
ries Modernes, 4* edición. Un tomo (16.5 X 25.5), 510 páginas con
575 figuras y varias planchas. Precio: 36,50 francos. Paris € Liége.
Librería Béranger, 1931.
Para los estudiosos que ya conozcan la edición anterior de esta obra
(1926), la aparición de la actual (4* ed.) ha de confirmarles la excelente
impresión que produce. Con numerosos retoques y algunas ampliaciones,
especialmente las que se refieren a últimas adquisiciones en los conocimien-
tos de la física, esta obra constituye, para los alumnos de enseñanza media,
una fuente de estudio de primer orden.
En la introducción se estudian la fuerza, el movimiento, el trabajo y la
energía. La primera parte, dedicada a lo ponderable, comprende : la estáti-
ca y dinámica de los mundos; el peso de los cuerpos y su estática y diná-
mica, la acción mútua de los cuerpos terrestres; la moléculas, los átomos
los electrones. La segunda parte trata de lo imponderable : el éter, sn cam-
po eléctrico y magnético ; la inducción eléctromagnética ; oscilaciones del
éter y torbellinos, terminando con la exposición de una serie de interesan-
tes problemas, con sus respectivas soluciones.
El enunciado de estos temas indica ya el copioso material que constituye
la obra; y si a esto se une una gran claridad en la exposición, ayudada por
numerosas figuras, eroquis y planchas, se concluye en que estas lecciones
son, sin exageración, de un gran valor didáctico.
A esto debe agregarse los excelentes métodos con que son estudiados los
asuntos más recientes, particularmente todo lo que se refiere a la teoría
electrónica y sus consecuencias en la física y química modernas.
La obra que comentamos la destina el autor, director del Colegio Saint
Barthélemy, de Lieja, a los estudiantes de los cursos normales superiores y
de humanidades. — KR. V.
VETTER, QUIDO. Sur les destins du manuscrit pragois de Kopernik « De Re-
volutionibus orbium caelestium libri sex >». D'enseignement de Uhistoire
des Sciences en Tchécoslovaquie. Dos folletos (16,5 X 24) de 21 y 6 pági-
nas, respectivamente, tiradas aparte de artículos publicados en Mémoi-
ves de la Société Royale de Bohéme y en Archeion, Grégr e hijos, Praga
y Roma, 1931.
El autor, doctor en filosofía y profesor en la Universidad Carlos de Praga,
hace una interesante narración relativa al referido manuscrito de Copérni-
co, cuyo original se menciona como estando depositado en la biblioteca de
Nostitz, en Praga. Da cuenta del destino de ese manuscrito. Hasta los albo-
320 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
res del siglo xvrIt ese destino es perfectamente conocido : en 1603 fué adqui-
rido por Jacob Cristmann, decano de la Facultad Artium de Heidelberg.
Narra Vetter las ulteriores vicisitudes de ese documento dando numerosos
e interesantes detalles y facsimiles ilustrativos. Actualmente pertenece a
Erwein Nostitz-Rieneck.
El segundo folleto contiene una relación hecha por el autor en el 2% Con-
greso Internacional de historia de las Ciencias, en Londres, el 30 de junio de
1931. Hace resaltar en él el gusto caracterizado del pueblo checo en el siglo
xix en pro del historismo. Menciona la influencia del conocido matemático
Fr. Studuiska sobre la educación histórica de los futuros profesores de cien-
cias naturales de las escuelas secundarias (1882) ; y así continúa el trabajo
de Vetter, refiriendo la influencia de otros eminentes profesores en la histo-
ria de la ciencias, en los programas oficiales, etc. — CU. C. D.
WINDHAUSEN, A., Geología Argentina, segunda parte : Geología histórica y
regional del territorio Argentino. Un tomo (10 < 16), 645 páginas, con
un mapa geológico, 58 láminas y 214 figuras en el texto y 1 frontispi-
cio. Jacobo Peuser Limitada, Buenos Aires.
El reputado geólogo doctor Anselmo Windhausen, en el empeño de dotar
a la enseñanza de un buen libro sobre la geología del país, puso en cir-
culación la segunda parte de su recomendable trabajo. Acrecienta el in-
terés de leer sus páginas la sencillez del estilo, lo adecuada proporción
de los temas y las numerosas ilustraciones, que hacen la ciencia accesible a
las inteligencias juveniles, aun a las medianamente dotadas. La experien-
cia docente da al maestro el tacto para adaptar la enseñanza a cuantos se
afanan por aprender. Además de esta finalidad didáctica, realiza también el
propósito de una información general sobre los estudios geológicos en la
Argentina. |
Al respecto ofrece una bibliografía completa sobre cada uno de los temas
tratados, lo que hace de su libro, no solamente un buen manual, sino tam -
bién una excelente guía para el estudioso ávido de informaciones generales o
deseoso de penetrar en los problemas fundamentales de la Geología nacional.
Se trata, pues, de un libro útil en todo establecimiento de enseñanza y
en toda biblioteca.
He aquí su contenido : I, El concepto histórico de la ciencia geológica ; IL,
Las principales regiones naturales y elementos geológicos del continente suda-
mericano y la posición de la Argentina dentro del continente; I1!L, Cuadro de
las formaciones geológicas. La historia geológica de la Argentina en compara-
ción con los acontecimientos de la historia general del planeta; IV, Cuadro
paleogeográfico general; V, Cuadro hidrogeológico general; VI, Yacimientos
minerales en la Argentina. — J. W. Gez.
ÍNDICE GENERAL
DE LAS
MATERIAS CONTENIDAS EN EL TOMO CENTÉSIMO DÉCIMOCUARTO
TEODORO STUCKERT, Las Malváceas argentinas....
CARLOS AMEGHINO y CARLOS RUSCONI, Nueva subespecie de avestruz fósil del
pampeano inferior Khea americana anchorenense subesp. D............. es
CarLos BrucH, Apuntes sobre costumbres de Zrypoxylon palliditarse Sauss.
(Hymenoptera)........ UA
J. C. VIGNAUX, Sobre el método de sumación exponencial...
C. C. D., Juan Wenceslao Gez (1865 1932)
José F. MoLrFINO, Teodoro Stuckert (1852-1932)...
NiconáAs LOZANO, Erancisco Jayier Muñiz (179018 1D. ooo o o
Pau MAGNE DE La CROIX, Parallele entre l'évolution locomotrice des vertébrés
et celle des articulés.......... IE Eos
Lucas KRAGLIBVICH, Diagnosis de nuevos géneros y especies de roedores cávi-
dos y eumegámidos fósiles de la Argentina. Rectificación genérica de algunas
especies conocidas y adiciones al conocimiento de otras......... e 100,
ÁxcuL L. CABRERA, Notas sobre compuestas de la República Argentina, IT...
PEDRO SERIÉ, Sobre la reproducción del lagarto o « Iguana » Zupinambis te-
QUICL taa ado tala o
o... .... 0... 0.0.0... .<....0.<.s2. po... 0...
ÁNGEL CABRERA, La incompatibilidad ecológica : Una ley biológica interesante.
ko)
ADOLFO T. WiLLIaMms, Las líneas últimas y sus potenciales de excitación......
Carros WAutÉRrs, Legislación de fuerzas hidráulicas en la vrovincia de Cór-
dona la
COMUNICACIONES Y NOTAS CIENTÍFICAS
P.. MAGNE DE La CROIX, Origen del caballo criollo. Contestación a una crítica...
Publicación oficial de las obras de Lucas Kraglievich....
+... ...0............ o... 0... 0.0
CArLos RUSCONI, Anomalía dentaria en un roedor extinguido del género Dicoe-
LOphOT US tai o ea A o a ES oe LE
CArLOS RuscoNI, La presencia del género Lontra en la fauna ensenadense de
BUEnOoSs Are Sais alli aaa Do a ol Ae
C. DIEULEFAIT, Sobre una nueva introducción de los oda e es
de los de Ch. Jordan, y definición de un nuevo polinomio ortogonal que cum-
ple determinadas condiciones ......... ns
CARLOS RUSCONI, A propósito de Cremona: latidems y lo nidis latidens.
P. MAGNE DE La Crorx, Los caballos españoles antepasados de nuestros e
XXVo Congreso Internacional de Americanistas........... se
99
38
70
71
147
119
196
198
201
205
322 ANALES DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA
NOTAS VARIAS
Pedro Janet, Nuevo socio correspondiente de la Sociedad Científica Argentina.
Guillermo Enrique Bragg, Nuevo socio correspondiente de la Sociedad Científica
ATSONTIDA sul o ora eine e jale oa loo
F. FE. Molino. ts dla tae e O a e Ne 43,
Francisco Esteban Sel... as aaa ale ae a OS
N. Besio Moreno. ae aia CAI SN
308
310
93
319
47
152
206
207
339
317
320
ES LISTA DE PUBLICACIONES.
EN
)
QUE SE RECIBEN EN LA SOCIEDAD CIENTÍFICA ARGENTINA ()
Argentina
GAPITAL FEDERAL
Academia Americana de la Historia, Revista de la.
Asociación Argentina de Electrotécnicos, Boletín de la.
Asociación de Farmacias, Revista oficial de la.
Asociación Médica Argentina, Revista de la» Revista de la Sociedad Argen-
tina de Radio y Electrología. Revista de la Sociedad Argentina de
Nenrología y Psiquiatria. Revista de la Sociedad Argentina de Oto-
rinolaringología. Revista de la Sociedad de Higiene y Microbiología.
Revista de la Sociedad Argentina de Urología. Revista de la Socie-
dad Argentina de Biología y su filial de la Sociedad de Biología del
Litoral. Revista de la Sociedad Argentina de Nipiología. Revista de.
la Sociedad. de Medicina Interna. Revista de la Sociedad Argentina
de Tisiología. Revista de Especialidades. Revista de la Sociedad Ar-
gentina de Oftalmología.
Asociación Química Argentina, Anales de la. >
Asociación del Trabajo, Boletín de Servicios de la. ) ,
Biblioteca América de la Universidad de Santiago de Compostela, Boletín de la.
Biblioteca del Congreso Nacional, Boletín de la. Publicaciones oficiales.
Boletín de Informaciones Petroliferas. i
Boletín Matemático. Boletín Matemático Elemental.
Boletín de Obras Públicas de la República Argentina.
Centro Estudiantes de Farmacia y Bioquímica, Boletín del. Revista del.
Centro Estudiantes de Ingemiería, Revista del.
Centro Estudiantes del Instituto Nacional del Profesorado Secundario, Bo-
letín del.
Centro Naval, Boletín del. - E
Centro de Profesores diplomados de Enseñanza Secundaria, Revista del.
(*) La publicación de esta lista se hace en atención a un pedido formulado por el
Instituto Internacional de Cooperación Intelectual de la Liga de las Naciones.
”
( Instituto Modelo de Clínica Médica, Anales del. n
Chemia. ES
Oírculo Médico Argentino y Centroy Estudiantes de Medicina, Revista del.
Circulo Militar, Revista. he Cel E o
Colegio de Abogados, Revista del. Pa a E a ,
Comité Positivista Argentino, El Positivismo. O pa :
Consejo Deliberante, Diario de Sesiones del. E
Z
Oonfederación Argentina del Comercio, de la Industria y de la Pr odueción.
ha Estudio de Problemas Nacionales. Boletín; da Ed
Darwiniana, Carpeta del « Darwinión ».
Departamento Nacional de Higiene, Anales del.
Departamento Nacional del Trabajo, Crónica Mensual del.
Dirección General de Estadística Municipal, Boletín Mensual de la. | |
Dirección General de Estadística de la Nación. Anuario del Comercio Exte- e
rior de la República Argentina. El Comercio Exterior Argentino, ÓN
Boletín. Serie C. El Comercio Exterior Argentino. e
Dirección General de Minas, Geología e Hidrología. Publicaciones AS dE
El Día Médico. | : i a
El Monitor de la Educación Coba . E e EN
Facultad de. Ag gronomía y Veterinaria, Revista de la. : | ' A
Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos Aires. 5 Varias ; |
publicaciones. . ' a
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Revista de la. e
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Icarm. (Círculo Argentino de Inventores.) y y
Instituto Bacter iológico, Revista del. : LOA e a E se
Instituto de Botánica y Farmacología, Trabajos. (Facultad de lencia) Mé- iS
dicas.) : ESE
Instituto de Investigaciones Históricas, Boletín del.
Instituto Geográfico Argentino, Boletín del. * | )
Instituto Geográfico Militar, Anuario del. : NS
Instituto de Medicina Experimental, Boletín del. |
La Ingeniería. de E o
La Semana Médica.
Luz. (Sociedad Argentina de Luminicultura.)
Ministerio de Agricultura. Publicaciones. | no =
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Circular Informativa Mensual.
Museo Municipal de Higiene. Publicaciones. | o
Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires, Anales del. Comuni-
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- caciones. : : A
Museo Social Argentino, Boletín del oe EE e a
Obras Sanitarias de la Nación. Memoria del Directorio. ES
Oficina Meteorológica Argentina. Boletín Mensual. Carta del Tiempo. Pro- pe
nóstieo del estado del tiempo. Semanal. a
y.
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, Petróleos y Minas.
Phoenizx. é
Physis.
Revista Astronómica.
Revista de Arquitectura.
Revista de Ciencias Económicas.
Revista de Criminología, Psiquiatria y Medecina Legal.
Revista Económica. Oficina de Investigaciones Económicas (Banco Nación).
Revista Farmacéutica.
Revista de Filosofía. Cultura, Ciencias, Educación.
Revista Jurídica y de Ciencias Sociales. * e
Revista Médica Latino- Americana. :
Revista de la Sanidad Militar. E
Revista de Medicina Veterinaria. :
Revista Zootécnica. 3 :
Servicio Hidrográfico del Ministerio de Marina, Varias publicaciones.
Sociedad Argentina de Estudios Geográficos « Gaea », Anales de la.
“Sociedad Argentina de Minería y Geología. Revista Minera.
Sociedad Entomológica Argentina. Boletín. Revista.
Sociedad Rural Argentina, Anales de la.
Unión Industrial Argentina. Boletín. Anales.
Umiversidad Nacional de Buenos Aúres, Revista de la.
0 >
PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Centro Estudiuntes de Ingeniería, Revista del.
Dirección General de o de la Provincia de Buenos Aires, Boletín
de la.
Escuela de Ciencias Médicas y Centro Estudiantes de Medicina, Revista de
Na
la.
-Facultad de Agronomía, Revista de la.
Facultad de Medicina Veterinaria, Revista de la.
Facultad de Ciencias Písico- Matemáticas Puras y Aplicadas. Anales. Con-
tribución al estudio de las ciencias Físicas y A Matemáticas. Seri e Ma-
temático-Física. Serie Técnica.
Facultad de Ciencias (Químicas, Revista de la.
Humanidades.
Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Altres, Boletín del.
Museo de La Plata, Revista del í
Obras completas y correspondencia científica, de Y. simo:
Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional de La Plata. Efemé-
rides del Sol y de la Luna. !
Oficina Duunca de la uo ovincia, o de laa A
Revista de Educación:
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Universidad Nacional de La Plata. Varias publicaciones. E
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Academia Nacional de a Actas. Boletín. Miscelánea.
Oórdoba Médica. a
La Revista de Educación. 2
Observatorio Nacional ao en Córdoba, Resultados.
ciones.
Universidad Nacional de Córdoba, Revista de la.
PROVINCIa DE MENDOZA
:
Dirección General de Industrias. Sección Fomento Agrícola e Industrial.
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PROVINCIA DE SANTA FE
Boletín de Educación. ai a e Da
Centro Estudiantes de Medicina (Rosario), Revista del.
Centro Estudiantes de Química Industrial, Revista delo ;
Facultad de Ciencias económicas, Políticas y Comer ciales del a al, Traba |
jos del Seminario. Boletín,
Sociedad Científica de Santa Fe, Anales de la.
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PROVINCIA DE TUCUMÁN ; des o :
Dirección de Estadística, Anuario de la. AS e
Revista Industrial y Agrícola. , A
Univevsidad Nacional de Tucumán : Boletín. Extensión Universitaria. Pu-
blicaciones del Laboratorio de Física. Da de
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Archiv fir Anthropologie. | :
Archiv fir Geschichte der Mathematik der N aturwissenschaften un der Techint
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mathematisch. Naturwissenchtlichen Abteilung. a S |
Beitrige sur Biologie der Pflanzen. |
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-— Botanischer Garten und Botanisches Museum, Notizblatt des.
j Deutschen Mathematiker. Vereinigung, JahYesbericht.
Deutsche Geographische Blatter.
El Progreso de la Ingemiería. >
. Entomologischer Verein zu Stettin, Entomologische Zeitung.
HErlanger (Jahrbicher) Jahrbuch fir Bienenkunde.
Forschritte der Mineralogie, Kristallographie und Petrographic.
Gesellschaft fir Erdkunke zu Berlin, Zeitschrift der. |
Geographischen Gesellschaft in Hamburg, Mitteilungen.
Hess Universitits-Bibliothek, Berichte der. -
Tbero Amerikamischen Archiv. :
Institut fir Weltwirtschaft und Seeverkehrs an der Universitat Kiel. Welt-
el wirtschaftliches Archiv.
Internationale Revue der ges. Hydrobiologie und Hydrographie.
Internationaler Entomologischer Verein BE V. Zeitschrift. Mitteilungen. In-
- sektenborse. Entomologischen Rundschan. Societas Entomologica.
Jahresbericht fir Agrilultur- Chemie.
-Komigl. Gesellschaft der Wissenschaften zu Gottingen. Mathematisch a Phy-=
sikalische Klasse. Geschaftliche Mitteilungen.
- Leopoldina. . o
-—Mathematische Gesellschaft in Hamburg. Mitteilungen.
o Natuwrforschenden Gesellschaft <u Freiburg TI. B. Freiburg, Berichte.
Naturhistorische Gesellschaft Núrnberg. Abhandlungen. |
—Naturhistorisch Medizinischen Vereins eu Heidelberg. Verhandlungen.
' Naturhistorischen Vereins der Preussischen Rheinlande und Westfalens. Sit-
E zungsberichte. Verhandlungen. i
- Naturvissenschaftliche Monatschefte fir den Biologischen Chimischen Geo-
graphischen und Geologischen Unterrich.
: Naturwissenschaftlichen Gesellschaft Isis, in Dresden. Sitzungsberiehte und
sn Abhandlungen.
Naturwissenschaftlichen Vereín zu Bremen. Abhandlungen.
Physikalisch- Medizinische. Gesellschaft in Wurzburg. Verhandlungen.
Physikalisch-Okonomischen Gesellschaft zu Kónigsberg in Pr. Sehriften.
Physikalischen Vereins ¿u Frankfurt am Main. Jahresbericht.
Preussischen Akademie der Wissenschaften. Sitzuangsberichte.
-Senckenbergische Bibliothek. Natur und Museum.
«Sachsischen Alkademie der Wissenschaften <w Leipzig. Berichte ber die
Verhandlungen.
Siteungsberichte der Gesellschaft zur Beforderung der Gesamtem Naturwis-
senschaften 2u Marburg. )
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Technischen Hochschule Carolo Wilhelmina zu 'Braunschweig. Tesis varias.
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Zeitschrift fiir wissenschaftliche Insektenbiologie.
- Naturhistorischen Museum in Wien. Annalen.
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Zeitschrift fitr angewandte- -Meteor a Da Wetter, - ido a o : , E
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Zeitschrift fir Geophysik. + E
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Zoologischen Staatinstitut und Zoologischen Museum in Hamburg. Mittei- E
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Council for Scientific and Industrial Research.
Queensland Museum. Memoirs.” oa
Hoyal Zoological Society of New South Wales. The Anstralian Zoologist
The Royal Society of Victoria, Proceedings.
Victorian Institute of Engineers, Proceedings. cal
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Zoologisclr. Botanischen Gesellschaft in Wien. Verhandlungen..
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Académie Royale des Sciences, des Lettres et des Beaux Aris de Belgique. 2
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Archives Internationales de Farmacodynamie et de Thérapie. se
Association des Ingénieurs Blectriciens, sortis del' Linstitut Blectr otechmique e .
Montefiore. Bulletin. S :
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'Musée Royal d' Histoire Naturelle de Belgique. Mémoires.
Société Belge de Géologie, de Puléontologie et d' Hydrologie. Bulletin.
Société Sgientifique de Bruxelles. Annales. a |
Société Royale de Botanique de Belgique. Bulletin.
Société Chimique de Belgique. Bulletins.
Société Royale Zoologique de Belgique. Annales. 1
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Instituto Archeologico e Geographico Alagoano. Revista. Publicaciones va-
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Instituto Biologico de Defesa Agricola e Animal, Archivos do.
Instituto Historico e Greographico Brazileiro. Revista.
Jardim Botanico do Rio de Janeiro. Archivos.
Ministerio da Agricultura, Industria e Commerco. Servico Geologico e Mine-
: alogico do Brasil. Boletim. Servico de Informacoes (e divulgacao).
o do Ministerio de Agricultura, Industria e Comercgo. Fo-
lletos.
S Museu Goeldi de Historia Natural e Ethmographia (Museum Paraense). Bo-
mn
letim.
Museu Nacional do Rio de Janeiro. Boletim. Archivos. Fauna Brasiliense.
Museu Paulista. Revista. Sl
Revista Brasileira de Engenharia.
Revista do Club de Engenharia.
Revista Militar Brasileira. (Estado Maior do xeronto)
Revista de Zootechnia e Veterinaria. | :
Secretaria de A gricultura, Commerco e Obras Publicas do Estado de Saó
Paulo. Boletim da Agricultura. Boletim da Directoria de Industria
e Commerco. Boletim do Departamento Estadual do Trabalho.
Sociedade de Chimica de Sao Paulo. Boletim.
Sociedade de Geographia do Rio dé Janeiro. Revista.
Bolivia
Sociedad de Geografía e Historia « Cochabamba ». Boletín.
Canadá
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Canadian Chemistry and Metalurgy.
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Revista de Medicina y Cirugía de la Habana. .
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port. Topographical Survey. o e
Union. Public. zi A
Department of the Interior. == Dominion Atrepigc
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Department of the Interior. Public Dominion esoo y. . Publicati ,
Laboratoire de Botanigue de Y Université de Montreal. Contributions. a
Mimistere Fédéral de Y Agriculture, Bulletin, Cirenlaires (Exposition), a
sion Chimistry New Series, Repports. ; : a
The Engineering Institute of Canada. J ounala ás E sa Í
The Royal Society of Canada. 12 Section, Memoires. 2* Sia Transac-
tions. 3* Section, Mathematical, Physical and Chemical Sciences.
42 Section, Geological Sciences. Inc. Mineralogy. 5% * Section, Geolo- LAS
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Université Laval. Annuaire. E ñ ese
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Revista del Ministerio de Obras Públicas. > Ñ o .
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Oficina de Depósito y Cange de Publicaciones. Diversas Revistas.
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Facultad de Letras y Ciencias. Revista. En o de
Observatorio del Colegio de Belén, de la Compañía de Jesús en la Habána. a
Observatorio Meteorológico, Magnético y Seísmico del Colegio de E
Beién, de la C. de Jesús. : | e
Revista de Agricultura, Comercio y Trabajo. , MEE , A
Revista de la Sociedad Cubana de Ingenieros. 0 o
Secretaría de Agricultura, Comercio y Th rabajo, Boletí n Oficial de Marcas y
Patentes. Ea OS
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Vida Nueva. (Revista Mensual de Medicina, Cirugía y Ciencias Auxiliares).
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Casopis. a
Paculté des Sciences de 1 Université Masar yk of Brno.
- Lotos. :
- Mykologia. e
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Sbornil.
Wiener Entomologische Leltuy.
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Oficina Meteorológica de Ohile. Anuario.
Revista Ohilena de Historia Natural.
Revista Chilena de Historia y Geografía (Museo Histórico, Nacional de Chile).
Revista de. Marina de Chile. ce
Sociedad de Fomento Fabril. Boletín.
Sociedad Nacional de Minería. Boletín Minero
China
Academia Sinica, Varias publicaciones.
Dinamarca
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| Dansl Or moica io Dentral Danske. Fuégle.
-Det Kgl. Danske Videnskabernes Selskab. Biologiske. Matematisk.
Laborátoire Carlsberg. Compte Rendu des Travaux.
Matematisk Tidsskrift. Mat. Forening 1. Kobenhavn A. Mat. Forenins L.
Kobenhavn Bb.
Pao Ecuador e
Biblioteca Municipal de Guayaquil. Boletín. Varias publicaciones.
a niversidad Central. Anales.
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Société Royale Entomologique d' Égypte. Bulletin. Mémoires.
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España
/
- Academia Gallega, Boletín de la,
Asociación Española para el Progr eso de las Ciencias. Publicaciones varias.
Boletín de Farmacia Militar. | AS
Cataluña Textil. :
Centro de Intercambio Intelectual Germano Español, Boletín Bibliográfico.
- Consejo Oceanográfico Ibero Americano, Revista. Memorias.
Ibérica. pi >
Instituto Geológico y Minero de a Boletín. Notas y e
Memorias. z = !
Instituto Cajal. Travaux du Laboratoire de odiar Biologiques.
Instituto de Fisiología (Facultad de Medic. de la Univ. de Barcelona).
Institució Catalana d' Historia Natural. Bulletí. Publ. del Institut de Cien-
cies, Treballs de la.
Institut d' Etudis Catalans. Archivs de 1 Institut de Ciencies. Memories.
Investigación y Progreso. -
Junta de Ciencias Naturales de Barcelona. Traballs del Museu de Ciencies
Naturals de Barcelona. Memories del Museu de in Naturals de
Barcelona (Serie Botánica). |
Junta para Ampliación de Estudios, E Investigaciones Científicas. O
| Instituto Nacional de Ciencias (Diversas publicaciones).
Observatorio de Física Cósmica del Ebro. Boletín Mensual del Observatorio
del Ebro. e !
Real Academia de Ciencias Exactas, Fisicas y Naturales. Memorias. Rosi Ll
Real Academia de Ciencias y Artes de. Barcelona. Memorias. Boletín. Bole
tín del Observatorio Fabra : : Sección Astr onómica y Sección Meteo-
rológica y Sísmica. Real Sociedad Geográfica. Boletín. Boletín (de
la). Revista de Geografía Colonial y Mercantil.
Revista de Ingeniería y Construcción.
Revista de las Españas. (Unión Ibero-Americana.)
Revista Matemática Hispano Americana. S
Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería. —. ei.
Revista de Obras Públicas. Boletín Profesional e Industrial. / -
Sociedad Española de Antropología, Etnoyrafía y EE venistora 14. Actas y Me-
morias.
Sociedad Española de Estudios Fotogr a icos. Anales. Publicaciones.
Sociedad Española de Meteorología. Anales. -
es
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le : Sociedad Geográfica Nacional, Boletín de la.” E
Técnica (Revista Técnológica Industrial).
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Carnegie Endowment for International. Peace, Year Book.
Carnegie Institution of Washington, Publications. Varias publicaciones.
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Chemical Abstracts.
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Department of Commerce Bureau of Standards H. G. B. W. F. B. Circular
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Specials oleo B. of S. J a of Pa Ne ew y publication.
Adhesive plaster simpliñied practice recomendation. pes A
Elisha Mitchell Scientific Soto Journal.
Engineers and Engineering.
Engineers” Society of Western Pennsi ylvania. Proceedings.
Experiment Station Record. - | , X
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Zoological Series. Annual Report of the Director.
Franklyn Institute. Jourñal. . a
Iowa. Academy of Science. Proceedings. | a | |
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tory. Bulletin. Division ofthe State Geological Survey. Report of. ias
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and Education Division of the State ia Sur vey. o
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International Oritical Tables. e 7% , pe ES Nes
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Kansas University (The). Science Bulletin. j E DN
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Lloyd Library. Mycological Notes. de ¡ SS
Long Island Biological Association, Annual Report of the Biological Labo--
ratory. Cold Spring Harbor Monographs. , | ña AS
Maine Agricultural Experiment Station. Bulletin. E
Marine Biological Laboratory. Biological Bulletin. . OS
Massachusetts Institute of Technology. Bulletin.
> i
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Missouri Botanical Garden. Annals. TOS
Museum of Comparative Zoology. Annual Report of the Director. Bulletin.
National Academy of Sciences of the United States of America. Proceedings.
Nela Research Laboratory. National Lamps Works of General Electric O".
Abstract. Bulletin. ] .. :
New York Botanical Garden. Bulletin. )
New York Public Library. Bulletin.: |
Oficina Sanitaria Panamericana, Boletín de la.
Public Museum of the City of Milwaukee. Bulletin. | a
Puget Sound Biological Station. Publications. | a ds
Rensselaer Polytechnic Institute, Bulletin. Engineering and Science. d ON
Rochester Academy of Science, Proceedings.
Scientific Laboratories of Denison University. Journal.
Smithsonian Institution. Auwnual Report of the Bureau of. Etimology to the 67 ón
Secretary (of the). Annual Report of the Board of Regents (of the). a
Report on the Progress and Condition of'the U. S. National Museum
for the year. Bureau of American Ethnology. Bulletin. Smithsonian
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Socie of Naval Architects and Marine a Paper 8.
Soil Science. o
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State College of Washington, Research Studies.
The Academy of Science of St. Louis, Transactions.
FPhe American Midland Naturalist.
The American Society of Mechanical a A
The “Ameri ican Mineralogist.
=
The Association of official Agricultural Chemists. Journal.
The Brooklyn Museum Quarterly.
The Geographical Review. ze
The Journal of Geology.
-The Logan Museum, Bulletin.
The Ohio Academy of Science.
The Ohio Journal of Science. Bulletin. The Ohio Journal.
The Physical Review. -
The Public Library of the City of Boston.
The Society of American Foresters. J ournal of Forestry.
The Wisconsin Archeologist. o
Treasury Department Umited States. Public Health Service. Suplemeni to the
Public Health. Reports. Reprint. Public Health Reports Public
Health Bulletin. Bulletin Hygienic Laboratory.
Unión Panamericana. Boletín. Finanzas, Industria, Comercio. Salud Pú-
blica y Puericultura. Agricultura. Educación.
United States Geological Survey. Annual Report of the Director for the Fis-
cal Year. Bulletin. Mineral Resources of the U. S. Calender Year.
Professional Paper. Water Supply Paper.
United States Naval Observatory, Publications.
University of California. Agricultural Experiment Station. Publications in.
Geology. Publications in Botany. Publications in Engineering. Pu-
blications in Mathematics.
University of Colorado Studies. Bulletin.
University of Illinois. Agricultural Experiment Station. Bulletin. Enginee-
ring Experiment Station. Bulletin. lllinois Biological Monographs.
University of a Muscat of Geology : Contribution. Museum of
= Zoology : Occasional Papers. Miscellaneius Publications.
Umiversity of Minnesota. Agricultural Experiment Station, Bulletín. Tech-
nical Bulletin.
University of Missouri. The University of Missouri Studies.
University of Nebraska. Agricultural Experiment Station : Bulletin. Cireu-
lar. Extension Circular. Research Bulletin. Annual Report. Bull of
the Univ. Nebraska : General Catalogue.
University of ai A Colleg; |
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Yale University School of Forestry. “Tropical. Wood
Warren Academy of “Sciences. Trans sactions.
Washinó yton nn Studies. - E ; : ES
Wisconsin Academy of Sciences, Arts and Letters, Po
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Wisconsin cal and Natural History Survez a Bulletin. e
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Société Forestiére se la Suomi Finlande. Acta Forestalia Fennica- Silva Fen- e
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Observatoire de Lyon , Bulletin.
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Société de Géogr aphie Commerciale de Bordeaux. Bulletin.
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(uitgegeven door de). Entomologische Berichten (uigegeven: door e de
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Rijks-Herbarium. | | :
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Giornale di Chimica Industriale ed Applicata.
Il Monitore Tecnico. : :
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R. Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Atti. Ñe
Reale Oservatorio Astronomico di Brera in Milano. de ÓN
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Scientia. > ; ; E
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Societá Medico-Chirurgica di Pavia. Bollettino.
Societá Ligustica di Scienze e Lettere. Atti. Y E
Societá Meteorologica Italiana. Boliettino. E
Societá dei Naturalisti e Matematici di Modena. Atti. a
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Mathematicas, Fisicas e Naturaes. Boletim Nova Serie. |
Faculiade de Sciencias.- Boletim Meteorologico Internacional (Observatorio
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: Museu Zoologico da Universidade de Coimbra. Memorias e Estudos.
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O Instituto.
Sociedade de Geographia. Boletim.
pa Universidade de Coimbra. Uphemerides Astronomicas. Observagóes Meteo-
rologicas, Magneticas e Sismologicas.
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Campos Rodrigues.
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Institut des Recherches Biologiques et Station Biologique de 1 Univer sité de do
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Musée d” Ethnographie et d* Anthr opologie de "Ac. des Sciences. | E
Musée Géologique et Minéralogique Pierre le Grand, pres 1 Académie des. Es E
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Principal Jardin Botanique de la République Russe. Bulletin.
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Mémoires de la Section Géologique. Mémoires de la Section Géogra-
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Physiologique. Mémoires de la Section Ethnographique. Bulletins
de la Station Biologique. E
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Aguilar, Félix. '
Albarracín, Carlos M.
Alcaraz, Ramón A.
Amadeo, Tomás.
Anchorena, Juan E.
Anastasi, Camilo. i
Añón Suárez, Vicente.
- Aparicio, Francisco de.
Armani, Aquiles.
Arroyo, Rufino.
Aráoz Alfaro, Gregorio.
Arce, Manuel J.
Arditi Thompson, Horacio.
Arnaudo, Silvio J.
Ávila Méndez, Delfín.
_Aztiria, Ignacio.
Babini, José.
-——Bado, Atilio A.
Bancalari, Agustín.
Baidaff, Bernardo Ig.
Bachmann, Ernesto.
Balbiani, Atilio.
Balmes de Llamas, José.
- —Barabino Amadeo, Santiago.
Barbieri, Antonio.
—Barilari, Mariano J.
Barrancos, Leonidas A,
Berdoy, Pedro A.
Beretervide, Roberto.
Berrino, Juan B.
Besio Moreno, Nicolás.
Bianchi Lischetti, Ángel.
Blaquier, Juan. -
Bolognini, Héctor.
Bonorino Udaondo, Carlos.
Bontempi, Luis.
Bordenave, Pablo E.
Bosisio, Anecto J.
Bonanni, Cayetano.
—Bottaro, Juan C.
- Botto, Armando P.
Bozzini, Luis (h.).
- -. Breyer, Adolfo (h.):
Breyter, Marcos.
-—Briano, Juan A.
-—Buldrini, Alvaro G.
Bullrich, Jorge M.
Bunge, Juan C.
Buontempo, Guillermo.
Busso, Eduardo B.
- Butty, Enrique. E
Caillet Bois, Teodoro.
Calandra, Raúl A.
Camus, Nicolás.
Canale, Humberto.
-Canter, Juan.
Carabelli, Juan José.
Carbone, Esteban.
SOCIOS ACTIVOS.
Carbonell, José Mia e
| Carelli, Humberto H.
Caride Massini, Pedro.
Carette. Eduardo.
Carli, Félix J. D.
Casacuberta, Antonio.
Casares, Jorge.
Castellanos, Alberto.
Castello, Manuel F.
Castex, Mariano R. '
'Castiñeiras, Julio R.
Chanourdie, Enrique.
e Chelía, Francisco.
Chiarizia, Eduardo. |
Chiodín, Alfredo $.
Celasco, Juan L.
Céspedes, Guillermo.
Cock, Guillermo.
Colmo, Alfredo:
Cremona, Andrés V.
Curti, Orlando P.
Curutchet, Luis.
Damianovich, Horacio.
D'Ascoli, Lucio.
|Dassen, Claro C.
Dasso, Héctor.
Dasso, Ricardo L.
Debenedetti, José.
De Cesare, Elías Alfredo.
Dellepiane, Luis J.
_Demarchi, Marco.
| Díaz. Emilio C.
Dieulefait, Carlos E.
Doello-Jurado, Martín.
Dobranich, Jorge W.
Domínguez, Juan A.
Dubecq, Raál E.
Duhau, Luis.
Dupont, Enrique.
Durañona y Vedia, Agustín. |
Durrieu, Mauricio.
| Escudero, Adolfo.
Escudero, Pedro.
Fernández, Alberto J.
| Fernández Díaz, A.
Figini, Ángel.
Fischer, Gustavo Juan.
Fossa-Mancini, Enrique.
Frenguelli, Joaquín.
Galtero, Alfredo.
Gallardo, Ángel
| Galmarini Alfredo €.
Gandolfo, José $.
Gandolfo, Juan B.
García, Lucio A.
Gascón, Alberto.
Géneau, Carlos E.
Gerardi, Donato.
Ghigliazza, Sebastián.
Giagnoni, Bartolomé E
González, Juan B.
Gradin, Carlos.
Greslebin, Héctor.
Grieben, Arturo.
Gualano, Egidio E
Gurewitsch, Marco.
Gutiérrez, Avelino.
Gutiérrez, Ricardo J.
Hermitte, Enrique.
Herrera Vegas, Marcelino.
Hicken, Cristóbal M.
Hickethier, Carlos F.
Hofmann, Herbert.
Holmberg, Adolfo D. +
Hortal, José Ángel.
Hoxmark, William.
Hoyo, Arturo.
igartúa, Luis María.
Imaz, Ignacio.
Isetta, José.
Ivanissevich, Ludovico.
Jacobacci, Jaime.
Jorge, José M.
Labarthe, Julio. -
| Lagunas. Simón.
Larco, Esteban.
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Lasso, Alfredo L.
Latzina, Eduardo.
| Lea, Allan B.
Leguizamón Pondal, Martno,
Lezica, Fernando de.
Ligniéres, José.
|| Loyarte, Ramón G.
Lizer y Trelles, Carlos A.
¡| Lombardi, Alberto.
López, P. José.
Lorenzetti, Miguel V.
Lozano, Nicolás.
Lugones, Arturo M,
Mac Donagh, Emiliano J.
| Madrid, Enrique de.
| Magnin, Jorge.
Magnin, Félix de
Mallol, Emilio.
| Mamberto, Benito.
Marcó del Pont, Enrique.
Marchionatto, Juan B.
Marchisotti, Alfredo C,
Maresca, Antonio J.
Marolda, Ismael C.
Marotta, Pedro F.
Massini, Carlos.
Mayol, Jorge J. A.
Méndez, Julio.
Meoli, Gabriel.
Mercante, Víctor.
Mercau, Agustín.
Mermoz, Fco. Alberto.
SOCIOS. ACTIVOS (Contimuación)
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Molfino, José F. : Renacco, Ricardo. Soler, Frank Eee E
Moreno, Evaristo V. Repetto, Blas Ángel. | Sobral, Arturo. a
Moóbring, Walther. Rissotto, Atilio A. - la Sorrentino. Diana, Eduardo.
Mosca, Juan José C. Rodríguez Aravena, Santos. Spinetto, David J. pa se e Ed
Mulhall, Jaime. d Roffo, Juan. Spota, Victor: JE. ae pere E E A
Nágera, Juan José. Rojo, Dario Juan. -— | Spurr, Ricardo. a E a
Natale, Alfredo. Roldán, Raimundo. Storni, Segundo R.- a
Negrete, Lucía. Y Rokotnitz, Otto. Tamini, Luis Augusto.
Negri, Mario L. Rospide, Juan. z : Tarragona, José. E
Nicola, Carlos de. Rossell Soler, Pedro A. Tedeschi, Virgilio.
Nielsen, Juan. Rossi, Enrique C. Tello, Eugenio.
Oliveri, Alfredo E. ' Ruata, Luis E. Torre Bertueci, Pedro. A
Ortiz de Rosas, Jorge. Ruiz Moreno Isidoro. Torello, Pablo. : LA A 3
Ortiz, Ricardo M. Ruiz Moreno, Adrián. - .|Trelles, Rogelio A. a
Otamendi, Rómulo. Sabaría, Enrique. Ubeda, Lola.
Otamendi, Gustavo. Sabatini, Ángel. Urondo, Francisco Enrique.
- Outes, Félix F. Sagastume Berra, Alberto E. | Urdapilleta, Wenceslao. .
Paez, José Ma. Salomón, Hugo. : Vallebella, Colón B.
Paitoví y Oliveras, Antonio. | Salomone, Gabriel A. Valentini, Argentino. Se
Paquet, Carlos. S Sánchez Díaz, Abel. Vallejo, Segundo E. :
Parodi, Edmundo. Sánchez, José R. | Vanossi, Reinaldo.
Parodi, Lorenzo R. Sánchez, Gregorio L. | Warela, Rufino (Ma
Pasman, Raúl G. Sanromán, Iberio. - Varela Gil, José. : a /
Pauly, Antonio. Santángelo, Rodolfo. Vecchi, Arístide de.
Pastore, Franco. Saporiti, Héctor J. Vernengo, Roberto.
Paz Anchorena, José M. Sarhy, Juan F. E Veyga, Francico de.
Péndola, Agustín. (h.). Savon, Marcos A. - Vidal, Eduardo. :
Pérez Hernández, Ángel. -| Scala, Augusto. Vignaux, Juan C. SS
Pestalardo, Agustín. Schaefer, Guillermo F.. Villarruel, Ubaldo José.
Piana, Juan $. Sehnack, Benno J. | Virasoro, José Enrique. AS z
Piazza Vallejo, Licurgo. Schmiedel, Ottomar. Villalobos Domínguez, Cánd.
Pini, Aldo S.. Schneidewind, Alberto. Volpatti, Eduardo.
Quartino, José N. Schoo Lastra, Oscar. Wauters, Carlos. : a
Quiroga, Pedro R. Selva, Domingo. | Williams, Adolfo T.
Raimondi, Alejandro. Senet, Rodolfo. White, Guillermo J.
Raffo, Bartolomé M. Senillosa, Juan Antonio Zappi, Enrique V.
Ramaccioni, Danilo. Sheahan. Juan F. Zuloaga, Ángel M. >
Rebuelto, Emilio. Sivori, Pedro Nicolás. :
Rebuelto, Antonio. | Silva, Leonidas L. |
SOCIOS ADHERENTES :
Bazzanella, José. Massone, Atilio. | Rusconi, Carlos.
Bosano Ansaldo, Bdo Fco de. | Meyer, Teodoro. Sáenz Valiente, Casto. .
Bottazzi, Alberto Antonio. Milesi, Emilio Ánge!. Somonte, Eduardo.
Estanga, María Victoria. Guinterno, Bruno F. Zanetta, Atilio. : A
Goñi, José. Rampa, Vicente J. E e
Luna, Hugo C. Repetto, Cayetano. : Ñ eS ES
SOCIA PROTECTORA SOCIO VITALICIO
Díaz, Carmen B. de. Huergo, Eduardo María. E Es |
MIEMBROS PROTECTORES DE LA ORGANIZACIÓN DIDÁCTICA
DE BUENOS AIRES
Anchorena, Juan E. | Tornquist, Ernesto y Comp. (Lim.).
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